Los Espacios Portuarios
Los Espacios Portuarios
Los Espacios Portuarios
2015
Esta publicacin ha sido sometida a evaluacin interna y externa
organizada por la Secretara de Investigacin de la Facultad de Humani-
dades y Ciencias de la Educacin de la Universidad Nacional de La Plata.
Decano
Dr. Anbal Viguera
Vicedecano
Dr. Mauricio Chama
Secretario de Posgrado
Dr. Fabio Espsito
Secretaria de Investigacin
Dra. Susana Ortale
Presentacin ............................................................................ 8
5
Entre el viento y el humo. Embarcaciones, puertos y tripu-
lantes en la provincia de Buenos Aires en los primeros censos
nacionales (1869-1914).
Jos Mateo y Jos Luis Nogueira ................................................... 130
6
La ruta del cacao. Circuito comercial de la lite pamplonesa,
Virreinato de Nueva Granada, siglos XVIII-XIX
Lina Constanza Daz Boada .......................................................... 284
7
Presentacin
1
Milton Santos considera que el papel especfico del espacio proviene,
justamente, del hecho de que sus formas sean durables (Santos, 1990: 165).
8
ciudades gracias al movimiento de personas y bienes que generaba el
puerto (Monge y del Olmo, 1996: 221). An cuando en muchos casos
el crecimiento posterior del asentamiento urbano termina relegando
al puerto del lugar preponderante que tena al inicio del proceso.
Los espacios portuarios, entonces, son estructuras sociales com-
plejas que condicionan el desarrollo social y, a su vez, son modifi-
cados en ese mismo proceso. Esas estructuras estn conformadas
por una multiplicidad de elementos que incluyen: circulacin de mer-
cancas y personas, una cambiante poblacin flotante, un intenso
y variado intercambio cultural, migraciones, turismo, circulacin de
informacin y el asentamiento de industrias, entre otros. Esta diver-
sidad, casi inabordable en su totalidad, constituye una invitacin a
que las ciencias sociales encaren su estudio desde una perspectiva
interdisciplinaria.
El presente libro es el resultado del esfuerzo que, en ese sentido,
lleva a cabo la Red de Estudios Portuarios. Las actividades realizadas
por la red vinculan a investigadores que desde distintas disciplinas cien-
tficas se encuentran indagando sobre diferentes aspectos que hacen a
los espacios portuarios de la actualidad y del pasado. El conjunto de los
textos reunidos en esta compilacin son un claro ejemplo de ese trabajo.
Los estudios reunidos en el libro se refieren a temas, lugares y
perodos temporales muy variados. En primer lugar, varios captulos
se refieren a situaciones referidas a puertos martimos en Espaa y
Amrica. Vctor Pereyra nos introduce en el tema de la primitiva or-
ganizacin territorial de los enclaves portuarios situados al norte de
la pennsula que conformaban el litoral martimo del reino de Castilla
del siglo XII al XIV. Luis Lpez, por su parte, nos invita a realizar un
recorrido por las embarcaciones y las mercancas que circulaban por
el puerto de Cdiz en el convulsionado trienio de 1810-1812.
Jos Mateo y Jos Luis Nogueira nos sumergen en la demografa
de los puertos de la provincia de Buenos Aires tal como se encuentran
reflejados en los primeros censos nacionales. Ya entrado el siglo XX
pero mantenindonos en las costas del litoral bonaerense, Gustavo
Chalier analiza los intentos, realizados por capitales franceses, de re-
activar el Arroyo Pareja como terminal portuaria y la oposicin de las
empresas de origen britnico ancladas en otros puertos.
Los dos captulos siguientes indagan, desde distintos puntos de
9
vista, la historia del puerto de Mazatln situado en las costas del Pa-
cfico mexicano. Ulises Surez Estavillo indaga sobre el devenir de la
pesca del camarn y el papel de sus empresarios durante el perodo
1949-1958. En cambio, Yasser Espnoza Garca y Hctor Manuel Pi-
mienta Fernndez examinan la influencia del turismo en la economa,
la sociedad y la cultura de la zona.
Los captulos de la seccin siguiente concentran una serie de mira-
das sobre los puertos del Ro de la Plata. Arturo Ariel Bentancur nos pre-
senta un ensayo donde, luego de aos de exhaustivas investigaciones,
reflexiona sobre la incidencia del puerto en la vida social de la ciudad de
Montevideo. Maximiliano Camarda, por su parte, expone los resultados
de su investigacin sobre los cargadores de cueros realizada desde los
puertos que componen el complejo portuario rioplatense durante las dos
dcadas que van desde 1779 hasta 1799. Javier Kraselsky estudia la
prdida de poder del Consulado de Buenos Aires durante la conflictiva
coyuntura de los aos 1808-1816 y los cambios en los prstamos que
otorgaban los comerciantes vinculados a esa institucin.
Por otro lado, la actividad en un puerto rioplatense alternativo,
prcticamente desconocido hasta ahora, es retratada por el trabajo
de Antonio Galarza sobre la boca del ro Salado entre los aos 1838
y 1848. Betina Riva muestra, en cambio, un aspecto muy importante
en la vida social de los espacios portuarios al abordar, desde la ptica
que brindan los procesos judiciales del siglo XIX, la sexualidad y los
delitos vinculados a ella dentro de ese mundo tan particular en el que
viven los marineros.
Claudia Carut aporta la mirada indispensable de la geografa
al analizar, a partir del caso actual de Puerto Madero, las transfor-
maciones de las reas portuarias que haban entrado en desuso.
Marcelo Weissel, por su parte, presenta unas reflexiones que, desde
una perspectiva que combina la arqueologa y la filosofa de la ilu-
sin, plantean los cruces que se dan entre las representaciones y la
realidad del puerto de la Boca.
Las otras secciones se corresponden a los circuitos internos tanto
a travs de los puertos fluviales2 como a la circulacin terrestre de
2
Los puertos situados en el Ro de la Plata son considerados aparte de los
fluviales porque reciben una gran cantidad de comercio ultramarino y porque
prcticamente la mitad del ro es en realidad un estuario. Una lnea imaginara
10
mercancas dentro del hinterland de los distintos puertos. Con res-
pecto a las terminales situadas en las orillas de los ros, Isabel Pa-
redes hace un recorrido por los puertos del Paran que constituan
el circuito que conectaba Asuncin con Buenos Aires durante el si-
glo XVIII. Por otro lado, Miguel ngel de Marco (h) se sumerge en el
discurso desarrollista antifrigerista para descubrir de qu manera a
mediados del siglo XX, ms especficamente entre 1958 y 1976, se
planteaba la reactivacin de los puertos situados en ese mismo ro.
El resto de los textos que conforman el libro indagan sobre los
circuitos terrestres y lo que podemos considerar como puertos secos3.
Lina Constanza Daz Boada nos sita en el Virreinato de Nueva Gra-
nada en los siglos XVIII-XIX para internarnos en la ruta del cacao y
as seguir los negocios de la elite de Pamplona.
Los ltimos tres captulos nos traen de vuelta al Ro de la Plata.
Mara Claudia Errecart nos propone una revisin del circuito mer-
cantil que una a Buenos Aires con Potos. Por su parte, Nicols Bian-
gardi analiza los embargos de cueros realizados en la Banda Oriental
durante la coyuntura particular de los aos 1784-1785. Por ltimo,
Evangelina Vaccani efecta un estudio de la estructura fiscal virrei-
nal a partir del caso de la Aduana de Buenos Aires.
El conjunto de todos estos textos es una muestra de la amplitud
de aspectos que los espacios portuarios permiten abordar. Esperamos
que la lectura de este nuevo libro impulsado desde la Red de Estudios
Portuarios logre, como sus antecesores, incentivar el inters por esos
espacios dentro de las ciencias sociales y que, al mismo tiempo, ayu-
de al intercambio entre los investigadores de las distintas disciplinas
para lograr una verdadera mirada interdisciplinar de esos problemas.
11
Bibliografa
Santos, M. (1990). Por una geografa nueva. Madrid, Espasa Calpe.
Monge, F. y del Olmo, M (1996). Un contexto de anlisis para el
concepto de ciudad portuaria: las ciudades americanas del
Atlntico. En Guimer, A. y Romero, D. (ed). Puertos y sistemas
portuarios (siglos XVI XX): Actas del Coloquio Internacional El
sistema portuario espaol Madrid, 19-21 de octubre de 1995.
Madrid, Ministerio de Fomento.
Calcagno, J. y Lovich, G. (2013). El mar. Hizo falta tanta agua para
disolver tanta sal. Buenos Aires, Siglo XXI.
12
Entre el viento y el humo. Embarcaciones, puertos
y tripulantes en la provincia de Buenos Aires en los
primeros censos nacionales (1869-1914).
Jos Mateo
Jos Luis Nogueira
Introduccin
El transporte martimo, eje de la historia de la economa-mundo
wallersteiniana,1 est adquiriendo una creciente importancia en la
economa actual, debida principalmente a su menor coste compa-
rativo, mayor seguridad y tambin a que permite aliviar las vas de
trfico terrestre. Esto ha impulsado una creciente especializacin del
transporte martimo (portacontenedores, petroleros, gaseros, reefers2,
1
Segn Wallerstein, los holandeses tomaron ventaja sobre el Reino Unido
porque construyeron barcos mejores y ms baratos, aunque aparentemente
no explica cmo Inglaterra ms tarde lleg a dominar la industria de construc-
cin naval (1980).
2
Contenedores refrigerados.
130
ro-ros,3ferries y cruceros, entre otros) que obliga, por un lado, a la
construccin de buques especficos para cada actividad y, por otro,
a la adaptacin de los puertos para recibirlos. Como parece ser una
constante, la innovacin portuaria viene del mar y busca adaptar su
logstica a los cambios en la navegacin. La historia reciente reconoce
al menos dos grandes hitos en estos cambios: la navegacin a vela
con cascos de madera por la navegacin a vapor con cascos metlicos
y, ms recientemente el multimodalismo que implica la conteineriza-
cin. Probablemente la apertura del Canal de Panam pueda consi-
derarse un tercero.
A nadie le es ajeno que Argentina es un pas sumamente depen-
diente de su comercio exterior y, principalmente, exportador de mer-
cancas en grandes volmenes. Lo que si sorprende es el escaso o
nulo inters que la historiografa de los siglos XIX y XX ha prestado a
sus puertos y a los agentes y factores que materializan este intercam-
bio, comparada con el puesto en las complejidades de la produccin,
el comercio exterior en volmenes y valores, e incluso en los estudios
sobre el trasporte va ferrocarril. Si pensamos que la Argentina posee
un permetro fronterizo de unos 15.000 km y que un tercio de l es
agua4 el escaso inters es ms notorio.
No fue as sin embargo para la gran estadstica que conforma
los primeros censos nacionales. Desde el primer censo nacional en
adelante (incluido el censo provincial de 1881), existi en ellos una
preocupacin creciente en la informacin plasmada en las sucesivas
ediciones de sus resultados por la navegacin. El presente trabajo
repasa esta informacin, en la que se destaca el incremento y con-
solidacin o desplazamiento de las terminales portuarias, el lento
reemplazo de la navegacin de la vela por el motor y las carac-
tersticas demogrficas de la denominada poblacin fluvial y las
tripulaciones. Si bien reconocemos que para este estudio los censos
constituyen slo una muestra simultnea de los activos el da del
censo y que sera ms contundente una aproximacin a los acumu-
lados anuales, consideramos que constituyen una aproximacin de
3
Roll on/roll off. Buque diseado para transportar carga rodante que no
requiere gras para ser cargado o descargado y es conducido para el ingreso y
egreso de la cubiertas de la nave.
4
Y no incluimos aqu los puertos lacustres y fluviales cordilleranos.
131
por si valiosa para un anlisis inicial de estas caractersticas.
132
de la ocupacin colonial. Desde los inicios de la ocupacin en el siglo
XVI y hasta avanzado el siglo XVIII, el espacio efectivamente ganado
de lo que sera la provincia de Buenos Aires era lo que historiogrfica-
mente se ha dado en llamar el corredor porteo que vinculaba al Ro
de la Plata con el interior del virreinato del Per, fundamentalmente
con los yacimientos altoperuanos y con el Paraguay.
Hacia la tercera parte del siglo XVIII, Buenos Aires fue designada
capital de unos de los nuevos virreinatos generados por la adminis-
tracin borbnica. Este factor, requiri la extensin del espacio del
hinterland porteo, tanto para la produccin de alimentos para una
ciudad cuya poblacin creca rpidamente (a un 3% anual), como
para alejar el peligro indgena que entorpeca el comercio entre el
puerto y las regiones del interior. La gestin de los primeros virreyes
(Estanislao Cevallos y Juan Jos Vrtiz) gener una nueva serie de
guardias y fortines que llevaron la frontera militar hacia las mrgenes
de Ro Salado. Como parte de este proceso, que inclua la nocin de
proteccin de las costas pampeanas y patagnicas del creciente pe-
ligro britnico, se fund en 1779 Carmen de Patagones, una ciudad
ro arriba, primer puerto atlntico ligado a Buenos Aires. El terri-
torio bonaerense se multiplic por tres, pero este control apenas se
extendi sobre el litoral unas pocas millas sobre el Ro de la Plata.
Con la revolucin de la independencia, el modelo de acumulacin
minero-exportador comenz a girar hacia la explotacin agraria, tam-
bin para la exportacin, convirtiendo en pocas dcadas a este espa-
cio marginal de un decado imperio colonial en una de las regiones
de exportacin de derivados ganaderos ms dinmicas del mundo.
Simultneamente con la guerra de la independencia, se llev a cabo
el segundo intento de generar un enclave poblacional estable al sur
del Ro Salado, con la fundacin de Dolores en 1817.5
El asentamiento de Dolores gener un entorno que por primera
vez alcanzara el Atlntico en sentido lato, con la incorporacin de las
regiones conocidas como el Aj y el Tuy, al sur del cabo San Antonio
(accidente geogrfico que con Punta del este en el Uruguay determi-
nan el lmite exterior del Ro de la Plata) sin generarse en este proceso
ninguna terminal portuaria, al menos oficial, ya que las restricciones
5
Arrasada por los indgenas en 1821, fue repoblada definitivamente
en 1927.
133
impuestas al comercio por el proceso colonial hizo de estas costas un
lugar desde donde la extendida prctica del contrabando tuvo lugar
durante siglos.
Una serie de incursiones indgenas en disputa de la territorialidad
(conocidas como malones) provocaron la reaccin del gobierno de
Buenos Aires (por ese entonces escindido de los restos de lo que ha-
ba sido el virreinato del Ro de la Plata). El resultado de la contienda
signific el avance sobre territorio indgena hasta la formacin mon-
taosa de Tandilla, que se extiende desde el corazn de la provincia
hasta el mar.
El control de este nuevo espacio, vaciado de indgenas, produjo
un avance de los establecimientos productivos hasta lo que sera aos
ms tarde (1874) la ciudad de Mar del Plata. All, en el denominado
Puerto de la Laguna de los Padres,6 el empresario lusitano Jos
Coelho de Meyrelles construy un muelle para la extraccin de cueros
y carne salada (destinada para el alimento de las poblaciones escla-
vistas remanentes en Amrica, entre ellas Brasil, Cuba y Puerto Rico).
Por este puerto y mediante la navegacin se hizo llegar la produccin
de los establecimientos ubicados en la zona a Buenos Aires e inclu-
so se export directamente hacia el Brasil. La posicin mediterrnea
qued consolidada en 1826 con la instalacin de presidios militares
que devinieron posteriormente en ciudades como Cruz de Guerra
(actualmente 25 de Mayo) y Fuerte Independencia (actualmente
Tandil). Paralelo a ello, en 1828 con la construccin de la Fortaleza
Protectora Argentina, un nuevo puerto se abri a la regin, conocido
hoy como Baha Blanca, sede de un enorme complejo de puertos.
Aos ms tarde, cuando las provincias de lo que sera la Argenti-
na conformaban una confederacin y el Estado de Buenos Aires era
gobernado por Juan Manuel de Rosas, el estado porteo avanz so-
bre el espacio pampeano alcanzando el entorno de Baha Blanca y
Carmen de Patagones. Con esta expansin quedaba la totalidad del
territorio litoral atlntico bonaerense bajo el control de Buenos Aires.
Y as se mantuvo por varios aos hasta que luego de la cada del go-
bierno de Rosas en 1852, las sociedades indgenas pampeanas, algu-
6
Nombre que refiere a un intento de establecer reducciones indgenas en
torno a esa laguna encomendado a la Compaa de Jess, que fuera desbas-
tado por malones indgenas hacia mediados del siglo XVIII.
134
nas de las cuales haban pactado con el propio Rosas la utilizacin del
territorio, volvieron a avanzar sobre el espacio, haciendo retroceder la
frontera en la costa hasta Mar del Plata. Sin embargo, Baha Blanca
y Patagones siguieron funcionando como puertos.
As se mantuvo la frontera por un par de dcadas; hasta que la
unificacin poltica nacional, el fin de la Guerra del Paraguay y la
derrota de algunas resistencias interiores al derrotero liberal que
esta unificacin proyectaba, permitieron al estado, ahora nacional,
abordar la solucin final al problema indgena con la eufemstica
conquista del desierto, que signific lisa y llanamente el despojo
territorial y el genocidio indgena. La consolidacin mediante el so-
metimiento de los pueblos originarios gener condiciones para la ex-
plotacin agraria del territorio y nacieron as dos nuevas ciudades
atlnticas, la ya mencionada Mar del Plata en 1874 y Necochea, a
orillas del ro Quequn Grande, en 1881.7
7
Si bien el partido ya exista desde 1864 y desde la desembocadura de
este ro el conocido comerciante y productor de origen euskera, Pedro Luro,
realizaba extracciones por va martima desde 1870 por lo menos.
135
Con las reformas borbnicas que abrieron en parte la economa local,
y con los procesos de la independencia luego, esta actividad no se re-
trajo y ha acompaado los diferentes ciclos econmicos de la historia
argentina hasta nuestros das.
Conjuntamente con el comercio y contrabando (que en valores re-
present para las exportaciones rioplatenses durante casi la totalidad
del perodo colonial entre un 80 y un 90% para los metales preciosos
altoperuanos y un 20% o menos para los derivados pecuarios), la
actividad ballenera y la caza de pinnpedos en las costas patagnicas
cuya existencia fue conocida e incrementada por el trfico creciente
va Cabo de Hornos hacia el Pacfico- comenz a intensificarse en
la segunda mitad del siglo XVIII, generando terminales que seran
puertos ms tarde como San Julin y Puerto Deseado en las costas
patagnicas, y tambin fue una importante base de operaciones Car-
men de Patagones.8 Estos puertos fueron frecuentados tanto por las
embarcaciones bajo pabelln espaol como, entre otras, francesas,
britnicas e incluso norteamericanas.
La demanda de carne salada suscitada a finales del siglo XVIII
fundamentalmente por las plantaciones esclavistas del sur de Esta-
dos Unidos, Cuba, Puerto Rico y Brasil gener en el Ro de la Plata
el inters por satisfacerla a travs de una de sus primeras indus-
trias de exportacin: el saladero. Primero en la Banda Oriental (hoy
Uruguay) y luego en las cercanas de Buenos Aires, esta actividad
demand crecientes provisiones de sal. Las salinas a las que se poda
recurrir se encontraban del otro lado del Atlntico (fundamentalmen-
te en Cdiz), en territorio todava bajo el control indgena (las Sali-
nas Grandes ubicadas entre las actuales provincias de La Pampa y
Buenos Aires) y en las costas patagnicas, de donde se la extrajo, lo
que produjo que Carmen de Patagones volviera a ser requerido como
puerto. Desde el puerto de el Carmen en el siglo XIX se exportaba
sal para los establecimientos de salado ubicados sobre el ro Paran,
en la Banda Oriental, en parte de Buenos Aires e incluso en Brasil.
La presencia de potencias enemigas de Espaa en los mares del
sur tambin fue un elemento que promovi la colonizacin y la orga-
nizacin portuaria en las costas atlnticas. La propia fundacin de
8
El vecino ms ilustre de esa localidad, Luis Piedrabuena fue un activo
cultor de la actividad ballenera.
136
Carmen de Patagones tuvo ese origen, trasladndose hacia all inmi-
grantes provenientes de la maragatera (la regin castellana de Len)
junto a gallegos y asturianos.9
El puerto de Buenos Aires, luego de los procesos de independen-
cia y tras la prdida de los yacimientos mineros del Alto Per para
la economa de lo que sera la Argentina, se transform tanto en el
vnculo con el mercado internacional va exportacin de derivados
pecuarios (cueros y carne salada fundamentalmente) y la fuente ms
importante de ingresos para el nuevo Estado en formacin. All resi-
da su fortaleza y all estaba tambin su debilidad. Durante la guerra
con el Brasil (1826-1828), la estrategia lusitana de bloquear el puerto
de Buenos Aires y los del resto de la costa bonaerense inauguraba
una forma de ahogo econmico que se repetira durante el siglo XIX.
El Puerto del Carmen volvi a ser protagonista:
9
De all el gentilicio de maragatos para los habitantes de Carmen de
Patagones.
10
AA. VV (1886: 465). traduccin de los autores.
137
tros puertos, desde el Cabo San Antonio al Norte, era a ms de
riesgosa la entrada de Buques. Slo el Aj fue el que franque su
puerta a muchos buques que descargaban a plancha artculos de
almacn y tienda; el primer buque introductor fue una goleta de
un seor Pedevilla cargado con artculos de almacn por cuenta
de los seores Lima y Monteiro, comerciantes de la plaza de Mon-
tevideo. Despus de esa goleta, el arribo de buque fue sucesivo.
Don Santiago de Meaves con un Bergantn Goleta Hamburgus,
fletado por su cuenta, Don Juan Soriano con un Bergantn re-
dondo con yerba del Paraguay, Don Francisco Casares, Don Pe-
dro Rodrguez, Don Francisco Meiseles con un patacho11 con
carga de almacn a la orden de Manuel Acevedo Ramos y otros
buques para Llavallol, los seores Carreras y Don Jos Ramos,
de todos estos buques el que menos calaba era nueve pies de
agua y todos fondeaban y amarraban donde podan; y amarra-
ban los buques de las empresas de los seores Rubio Hnos.,
Molinari y Carrientes, los Martnez y otros varios dueos y pa-
trones de buques que tienen esta carrera transportando frutos
de campo a esa Capital y retornando con artculos de ultramar.
(Citado en Luro, 1996: 296-297)
11
O patacho nave de dos palos simples, sin cofas ni crucetas
138
dos perodos. El primero cuando Carmen de Patagones era el puer-
to corsario base. En los aos 1826 y 1827 Carmen de Patagones se
convirti en puerto corsario, aunque tuviera el inconveniente de estar
lejos de Buenos Aires. Del 27 de febrero al 7 de marzo de 1827, los
brasileos atacaron Patagones siendo derrotados por la comunidad
maragata y los corsarios apostados all. De esta forma Patagones fue
una suerte de Isla de la Tortuga donde se acumularon mercancas
y esclavos negros; estos casi duplicaban a la poblacin libre y fueron
actores centrales de la defensa. En un segundo momento el centro de
la actividad se traslad a la desembocadura del ro Salado, donde los
corsarios capturaron varias embarcaciones lusitanas.12
Con el devenir del siglo XIX, la exportacin de derivados agrarios
se constituy en el principal aliciente para la conformacin de termi-
nales portuarias. En principio los puertos no eran ms que termina-
les de playa con pequeos muelles, construidos por iniciativa privada,
que permitan la carga y descarga de productos. Con el incremento de
las exportaciones de ganado en pie y luego con el paulatino reemplazo
de los grandes veleros por embarcaciones con cascos metlicos y si-
multneamente con la adaptacin del frigorfico a las embarcaciones
requiri dotar a los puertos de cualidades tcnicas para la extraccin
como cmaras frigorficas y elevadores. La articulacin entre los sa-
beres cientficos y la infraestructura del transporte se unieron para el
desarrollo portuario y las viejas instalaciones resultaron rpidamente
obsoletas para el trfico comercial.
La inmigracin internacional, una verdadera marea humana de
millones de personas que dejaron sus lugares de origen para trasla-
darse a la Argentina, estimul la necesidad de calado y adaptacin
portuaria (sobre todo Buenos Aires y Rosario) para recibir la perenne
corriente de contingentes.
La expansin de la frontera sobre territorios controlados por los
pueblos originarios de las regiones pampeana y patagnica y el desa-
rrollo de las operaciones blicas contra los indgenas tambin tuvo a
los puertos, fundamentalmente de Ingeniero White en las cercanas
de Baha Blanca y de Carmen de Patagones, como cabeza de puente
para el transporte de tropas y pertrechos blicos.
12
Los brasileos enviaron otra expedicin a la Baha de San Blas, al norte
de Carmen de Patagones.
139
La extensin del tendido ferroviario tambin contribuy a la con-
formacin de complejos ferro-portuarios. El caso paradigmtico lo
constituy el que sera denominado puerto de Ingeniero White.13 La
empresa construy un muelle metlico que fue utilizada como punta
de riel desde donde se desembarcaron los materiales para la cons-
truccin del tendido que finalizara en Buenos Aires. El ferrocarril
fue arribando paulatinamente al resto de las terminales portuarias.
En 1886 lleg a Mar del Plata, en 1893 a las cercanas del puerto de
Quequn y sobre finales de 1921 a Carmen de Patagones. En 1931
con, la construccin de un puente ferro-carretero, el ferrocarril cruz
el Ro Negro, lmite sur de la Provincia de Buenos Aires.
Otro eslabn en el desarrollo portuario fue la actividad turstica
de elite sobre finales del siglo XIX, que estimul la construccin de
muelles de cabotaje para pasajeros en los puertos de Mar del Plata
y Necochea-Quequn, ciudades balnearias que comenzaban a atraer
durante los veranos a los miembros de la burguesa argentina.
Finalmente, impulsada por la demanda de la lite en los balnea-
rios tursticos sobre finales del siglo XIX comenz a desarrollarse la
pesca comercial martima en Mar del Plata y Necochea. Posterior-
mente, una demanda de aceite de hgado de tiburn durante los aos
1940 impuls los puertos de White y Patagones como puertos base y
terminales de descarga de este gnero. Los puertos construidos para
otros fines se convirtieron en abrigo de las embarcaciones dedicadas
a la pesca costera, y en el caso de Mar del Plata esta actividad se con-
virti en la principal del puerto hasta la actualidad.
A estos factores se sumaron, sin embargo, otros elementos que
desanimaron la actividad portuaria del atlntico bonaerense. La prin-
cipal, la primaca conservada por Buenos Aires como principal plaza
portuaria, bancaria y comercial del pas. El monopolio del comercio
de importacin de esta plaza que nunca abandon se sumo al el ten-
dido radial de la red ferroviaria y posteriormente de las rutas para el
transporte automotor. Buenos Aires concentr la actividad exporta-
dora ya que all se centralizaba el control aduanero, las firmas ex-
portadoras, la actividad bancaria y de seguros, consignatarios, etc.
13
En honor al ingeniero constructor de la lnea ferroviaria inaugurada en
1884 que uni a Baha Blanca con la localidad de Neuqun, en el corazn de
la provincia de Buenos Aires.
140
Tambin en Buenos Aires se desarroll la construccin de frigorficos
y elevadores de granos. No obstante esto, las empresas ferroviarias
estimularon con franquicias especiales en el valor del transporte para
hacer llegar la produccin al puerto de Buenos Aires en permanente
combate tarifario con carros, cabotaje y construccin de canales.
En sntesis, el Estado en formacin tuvo en las terminales por-
tuarias una necesidad sentida y en diferentes momentos ingenieros
como Bragge, Figueroa, Pellegrini, Madero, Luiggi y otros informaban
sobre las virtudes o defectos de los diferentes espacios para el em-
prendimiento de una obra tan magna y costosa como eran los puertos
de ultramar que la empresa privada no haba podido llevar a cabo.
Una treintena de puntos fueron utilizadas oficial u oficiosamente
como puertos potenciales, algunos de ellos no prosperaron y otros se
impusieron hasta el presente.
La poblacin fluvial
14
Tanto en los ros Uruguay y Paran como en las costas del Atlntico,
existan muchas islas casi del todo despobladas, (las de los ros porque se ane-
gan en la poca de las crecientes), que en cierta estacin solan ser frecuen-
tadas por obrajeros que se entregan a la explotacin de madera, a la caza y
pesca, u otras tareas a que dan motivo los productos naturales de ellas. Estos
moradores ms menos nmades de las islas, son conocidos con el nombre
141
sultados numricos de ese censo fueron incluidos en las respectivas
provincias y en las ciudades o pueblos de que administrativamente
dependan. As, por ejemplo, los 7.056 habitantes de los buques que
existan en el puerto de Buenos Aires se incluyeron en el censo de
esta ciudad formando la seccin 30; en igual forma se procedi con
los 1.740 del Rosario. El cuadro que va ms adelante presenta los
resultados numricos de estos censos que se efectu en todas las pro-
vincias y territorios que tienen costas fluviales martimas.15 Aunque
el nmero de puertos naturales o habilitados administrativamente
para el comercio, era mucho mayor, no se tuvieron en cuenta para el
cuadro ms que aquellos en que exista poblacin fluvial o martima
el da en que se efectu la operacin censal.16
Buenos Aires
1 3003 1 7656 1 14828
(ciudad)
Buenos Aires
6 4614 14 41341 15 9850
(provincia)
de isleros u obrajeros y han sido tambin censados como poblacin fluvial por
las autoridades martimas que hicieron el empadronamiento de los buques.
15
Aunque en uno de ellos, Santa Cruz, no hubiera poblacin fluvial en
aquel da.
16
As se aclara en el censo de 1895: A ms de los puertos cuyos nombres
se consignan en el precedente cuadro, existen en la Repblica, muchos otros
que estn habilitados temporal permanentemente, para el comercio exterior
interior, pero que el da del censo no tenan buques anclados, tenindolos,
su poblacin fue censada como perteneciente la del pueblo centro urbano
inmediato.
142
Corrientes 9 1267 14 874 13 1868
Misiones 0 0 1 92 1 506
Chaco 0 0 2 44 2 174
Ro Negro 0 0 1 3 1 132
Tierra del
0 0 2 86 1 111
Fuego
143
San Pedro 78
Magdalena (Atalaya) 68
Patagones 68
Ramallo (no desagregada) 34
Necochea 31
1. Puerto de La Plata, Gran Dock del Oeste y Arroyo de los Saladeros y la
Isla Martn Garca.
144
La Plata 2012 0 885 1 2898
San Fernando 165 12 231 12 420
Zrate 44 4 267 4 319
Patagones 101 29 133 8 271
Pueyrredn 145 0 79 0 224
Las Conchas 36 1 170 2 209
Campana 56 3 86 2 147
San Nicols 18 0 85 0 103
Baradero 23 0 30 0 53
San Pedro 20 0 18 0 38
Ramallo 12 0 7 0 19
San Isidro 6 0 11 0 17
Lavalle 3 0 8 1 12
Castelli 4 0 5 0 9
145
Oficiales 205 517 722
Maestranza 228 501 729
Maquinistas 1740 3984 5724
Marineros 1641 5817 7458
Personal de servicio 108 1594 1702
Pasajeros 310 599 909
Total 6925 14900 21825
146
nes estuvieran a merced de los vientos y las condiciones del mar,
as como de la pericia de la tripulacin. Adems, con interminables
jornadas de trabajo eran muy difciles las condiciones de vida a bor-
do, en viajes casi siempre de duracin indeterminada, todo lo cual
haca que fuera elevado el nmero de prdidas humanas, sobre todo
por hundimientos.
Esta situacin se vio sustancialmente modificada por la navega-
cin a vapor fruto de los avances tecnolgicos del siglo XIX17 que me-
joraron las condiciones de vida que eran habituales a bordo, adems
de reducir la duracin de los viajes. Sin embargo el nuevo sistema de
conduccin de los barcos mercantes requera, como vimos en el apar-
tado anterior, mucha mayor cualificacin tcnica de los tripulantes
en general y de la oficiala en concreto.
Sin embargo en la poca inicial los vapores consuman gran can-
tidad de carbn y tenan una maquinaria muy pesada y unas cal-
deras de grandes dimensiones que reducan considerablemente el
espacio disponible para la carga. En las islas del atlntico, como Ca-
narias, deban mantenerse incluso depsitos de carbn para com-
pletar la carga de combustible en viaje obligando a realizar escalas
en ellas antes de la larga singladura hasta Amrica. A pesar de los
sucesivos perfeccionamientos que fueron mejorando la utilizacin
de la energa del vapor, la sustitucin de las embarcaciones de vela
por los vapores fue paulatina con un largo perodo en que convivie-
ron ambos sistemas incluso de forma combinada. Las flotas de gran-
des veleros de madera o hierro no desaparecieron hasta los aos
1925-1930, cincuenta aos despus de la aparicin de los barcos a
vapor (Valdaliso, 1992).
Esto se reflej en los censos nacionales, en una mirada sincr-
nica a partir de la informacin de los censos se puede observar la
intensidad con que los vapores se fueron haciendo presentes en los
puertos bonaerenses.
En el perodo ms temprano, y a pesar de que los buques a va-
por movidos a ruedas o a hlices, haban sino muy utilizados en la
Guerra Guaz por las armadas en conflicto, podemos ver en la tabla
17
Generalmente se admite que la mquina de vapor aplicada a la naveg-
acin tiene su origen en las utilizadas para el achique de las minas atribuyn-
dose a Jouffroy dAbbans su primera adaptacin a una nave fluvial en 1766.
147
que sigue que aunque superaban el 10% de las toneladas de registro
bruto, slo 44 embarcaciones sobre 1204 eran propulsadas a vapor.
Cantidad
Puerto TRB Vapor Cantidad Vela TRB Vela
Vapor
Buenos Aires 12 4294 232 77282
Tigre 21 3895 77 3067
San Nicols 2 1800 47 2525
Zrate 5 1748 34 5541
Riachuelo 4 65 795 16059
Aj 4 117
San Pedro 15 377
Total general 44 11802 1204 104968
Bibliografa
AA. VV. (1886). Historia da la Canpanha do Sul em 1827. Revista
trimestral do Instituto Histrico, Geographico y Ethnographico do
Brazil, (49), 438-517.
Destefni, L. H. (1970). El corso en nuestro desarrollo histrico. En
AA.VV. Temas de historia martima argentina (72-84). Buenos
Aires: Fundacin Argentina de Estudios Martimos.
Moutokas, Z. (1988). Contrabando y control colonial en el siglo XVII.
Buenos Aires, el Atlntico y el espacio peruano. Buenos Aires: CEAL.
148
Oyarzbal, G. (2004) De la vela al vapor: repercusiones de su
transicin, en la organizacin de las Escuelas de Formacin
Naval en la Argentina (1880-1910). Revista Digital del Instituto
Universitario Naval, 1(1), 8-27.
Sarmiento, D.F. (1850). Argirpolis, o la Capital de los Estados
Confederados del Ro de la Plata. Recuperado en: http://linkgua-
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Valdaliso, J. M. (1992). La transicin de la vela al vapor en la flota
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Wallerstein, I. (1980). The Future of the Capitalist World System. En
Terence Hopkins, T. y Wallerstein, I. (Eds). Processes of the world-
system. Beverly Hills: Sage.
Fuentes
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verificado los das 15, 16 y 17 de septiembre de 1869, Imprenta
del porvenir.
Dardo Rocha, (1883) Direccin Nacional de Estadstica y Censos,
Censo general de la provincia de Buenos Aires demografico,
agricola, industrial, comercial y verificado el 9 de Octubre de 1881,
Imprenta de El Diario.
Diego de la Fuente, (1898) Segundo Censo de la Repblica Argentina,
Mayo 10 de 1895, Argentina, Penitenciara Nacional.
Martnez, Alberto B. (1916) Tercer Censo Nacional levantado el 1 de
junio de1914, L. J. Rosso y Cia.
149
Los autores
Nicols Biangardi
Profesor en Historia por la Universidad Nacional de La Plata y Ma-
gister en Historia por la Universidad de Tres de Febrero. Su trabajo de
investigacin indaga sobre la produccin y circulacin de productos
pecuarios en la regin Ro de la Plata durante el siglo XVIII. Actual-
mente se desempea como docente en la ctedra de Historia Argen-
tina I en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin de
la UNLP.
Maximiliano Camarda
Licenciado en historia por la Universidad Nacional de Mar del
Plata, en donde se encuentra finalizando la maestra y el profesorado.
Doctorando en la Universidad Nacional de la Plata. Becario Tipo I de
CONICET. Sus problemticas de investigacin giran en torno a la so-
ciedad y economa Hispanoamericana durante el siglo XVIII. Participa
del proyecto titulado "Indagaciones en torno a la estructura socio-
econmica del Ro de la Plata durante el largo siglo XVIII (1680-1820).
La circulacin mercantil revelada por las guas de aduana rioplaten-
386
ses, 1779-1810. Tambin se encuentra participando del grupo de
investigacin GESMar de la UNMdP.
Claudia Carut
Magister en Gestin Ambiental Urbana (UNMDP), Profesora y Li-
cenciada en Geografa (UNLP). Profesora Adjunta de la Ctedra de
Geografa de los Espacios Martimos (UNLP) y del Seminario de Polti-
ca y sociologa ambiental (UTN). En la actualidad est desarrollando
su tesis doctoral La metropolizacin costera de la Regin metropolitana
de Buenos Aires. Un juego dialctico de los lugares: entre la insercin
y su aislamiento en la nueva metropolizacin de la dcada de los 90.
Investigadora del Centro de Investigaciones Geogrficas / Instituto
de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales- Universidad
Nacional de La Plata (CIG-IdIHCS-UNLP). Facultad de Humanidades
y Ciencias de la Educacin. Posee ms de 35 trabajos publicados en
libros, congresos y revistas arbitradas referidas a la cuestin costera
y ambiental.
Gustavo Chalier
Profesor y Licenciado en Historia por la Universidad Nacional del
Sur. Investigador del Archivo Histrico Municipal de Punta Alta. Do-
cente del Departamento de Humanidades, UNS. La Punta de la histo-
ria (Punta Alta y su historia), Cuaderno N 1 de la Coleccin Cuadernos
de historias del sur Bonaerense, Baha Blanca, Ediuns, 2010. Una
polmica olvidada: el sector comercial de la Base Naval de Puerto Bel-
grano, en Los puertos y su gente: pasado, presente y porvenir, 2011,
pp. 43-54. Guerra y conflictos: La Compaa del Puerto Comercial de
Baha Blanca y la construccin del puerto de Arroyo Pareja (1912-
1919), en Argentina de puertos 2013, pp. 269- 294.
387
Fe en la transformacin argentina (2000), Carlos Sylvestre Begnis, en
el desarrollo del litoral argentino (2005), La Facultad de Derecho de la
Universidad Nacional de Rosario (2007), y en coautora El puerto de
los rosarinos (2006). En prensa Ciudad Puerto, Universidad y desa-
rrollo regional, 1919-1968.
Antonio Galarza
Doctor en Historia por la Universidad Nacional de Mar del Plata
(UNMdP) y becario posdoctoral del CONICET. Se desempea como do-
cente en dicha Universidad, en el rea Historia Americana. Sus temas
388
de investigacin versan sobre la economa y la fiscalidad en Buenos
Aires entre fines del perodo colonial y mediados del siglo XIX. Ha pu-
blicado artculos de investigacin en revistas cientficas de Argentina,
Colombia y Per.
Jos Mateo
Doctor en Historia (Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, Espa-
a), Magister en Historia (UNIARA, Huelva, Espaa), Licenciado en
389
Historia (UNICEN, Tandil, Argentina). Profesor Titular Ordinario de
Historia Argentina (UNMdP) e Investigador Independiente del CONI-
CET con lugar de trabajo en la Estacin Hidrobiolgica Puerto Que-
qun. Director del Grupo de Estudios Sociales Martimos (GESmar-
UNMdP). Ha publicado recientemente los libros Cosechando el mar en
lanchas amarillas y Hablemos de Puertos. La problemtica portuaria
desde las ciencias sociales, y los artculos Estrategias de la anchota
en un mar de tiburones. Las pymes conserveras marplatenses duran-
te la valoracin financiera (1975-2006), Precarizacin y fraude labo-
ral en la industria pesquera marplatense. El caso de las cooperativas
de fileteado. Estado actual de la situacin y evolucin histrica de la
rama (1989-2010).
Isabel Paredes
Profesora de Historia (Instituto Superior del Profesorado Joaqun
V. Gonzlez), Licenciada en Historia (Universidad Nacional de Lujn),
Magister en Historia (Universidad Nacional de Tres de Febrero). lti-
mas publicaciones: La Carrera del Paraguay, Amrica Latina en la
Historia Econmica (en prensa).
Victor Pereyra
Profesor y licenciado en Historia de la UNLP, diplomado y especia-
lista en investigaciones histricas de la Facultad de Humanidades y
Artes de la Universidad de Cantabria Santander (Espaa) y doctor
interuniversitario en Historia de la UNdeMP. Docente e investigador
categorizado en la Ctedra Historia General IV de la Facultad de Hu-
manidades y Ciencias de la Educacin de la Universidad Nacional
de La Plata. Ha publicado trabajos en diversas revistas especializa-
das nacionales y extranjeras. e De Infanzones a Patricios.Reconstruc-
cindeuna elite de poderurbanaen la villa de Castro Urdiales entre
los siglos XIV al XVI. (en prensa)
390
Betina Clara Riva
Licenciada y doctoranda en Historia por la Universidad Nacional
de La Plata (UNLP). Trabaja las reas de historia social, del derecho e
historia de la sexualidad. Ha participado publicando en actas de con-
gresos especficos desde el ao 2007. Ha publicado entre otros en el
volumen conjunto Ayer, hoy y maana son contemporneos, 2010 y
Leyes, justicias e instituciones de seguridad en la Provincia de Bue-
nos Aires. Estudios sobre su pasado y su presente (en prensa).
Marcelo Weissel
Licenciado en Ciencias Antropolgicas orientacin arqueolgica,
F. F. y L. UBA. Doctor Universidad de Buenos Aires, rea Arqueologa.
Director Programa Historia Bajo las Baldosas, Comisin para la Pre-
servacin del Patrimonio Histrico Cultural de la Ciudad de Buenos
Aires. Titular Arqueologa Urbana y Subacutica Universidad Nacio-
nal de Lans. Un naufragio de Buenos Aires (2011) y Arqueologa
de La Boca del Riachuelo. Puerto Urbano de Buenos Aires (2009).
391
Fundacin de Historia Natural Flix de Azara Universidad Maim-
nides. Comisin Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Histri-
cos 2011. Historiador Porteo 2009.
392
393