Formacion Humana
Formacion Humana
Formacion Humana
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La persona como individuo pensante tiene en el mundo un lugar privilegiado, ésta adquiere su importancia ya
que pertenece al ser. La persona posee la capacidad de autoconciencia intelectual, también puede disponer de
sí misma, contiene una esencia que es única, irrepetible, la cual impulsa y lleva a la persona a su plena
realización.
El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia, ésta se
manifiesta en la grandeza y el valor de la vida humana incluso en su fase temporal. En efecto, la vida en el
tiempo es condición básica, momento inicial y parte integrante de todo el proceso unitario de la vida humana.
Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de
la razón, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón el valor sagrado de la vida humana
desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ser respetado totalmente. En el
reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia humana y la misma comunidad política.
Hablar de persona es particularmente urgente ante la impresionante multiplicación y agudización de las
amenazas a la vida de las personas y de los pueblos, especialmente cuando ésta es débil e indefensa. A las
tradicionales y dolorosas plagas de hambre, las enfermedades endémicas, la violencia y las guerras, se
añaden otras, con nuevas facetas y dimensiones inquietantes.
En una unidad adelante se hablará con más detenimiento sobre los numerosos delitos y atentados contra la
vida humana. Todo lo que se opone a la vida, como los homicidios de cualquier género, los genocidios, el
aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario; todo lo que viola la integridad de la persona humana, como
las mutilaciones, las torturas corporales y mentales, incluso los intentos de coacción psicológica; todo lo que
ofende a la dignidad humana, como las condiciones infrahumanas de vida, los encarcelamientos arbitrarios, las
deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; también las condiciones
ignominiosas de trabajo en las que los obreros son tratados como meros instrumentos de lucro, no como
personas libres y responsables; todas estas cosas y otras semejantes son ciertamente oprobios que, al
corromper la civilización humana, deshonran más a quienes los practican que a quienes padecen la injusticia y
son totalmente contrarios al honor debido al ser humano y sus derechos.
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La definición latina de persona deriva del griego es decir máscara; máscara que cubría el rostro de un actor al
desempeñar su papel en el teatro. El vocablo también fue usado en el sentido jurídico como ³sujeto legal´,
sentido que se empleó en el derecho judío para el ³patriarca´ (propietario de bienes y esclavos) y en el derecho
romano para los ciudadanos romanos plenos o ciudadanos romanos aliados.
Ha sido muy discutido si los antiguos griegos tuvieron o no una idea de la persona en cuanto ³persona humana´
como hoy lo conocemos: si bien los griegos no elaboraron una noción de persona tan precisa como los autores
cristianos, podemos afirmar que concibieron el ser del hombre como ³parte del cosmos´ o ³miembro del Estado-
ciudad´.
Las escuelas helenísticas, como los epicúreos o los estoicos, buscaron también para el hombre una
subjetividad propia preparada de una conducta intelectual y de una moral determinadas.
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Boecio definió persona como ³una substancia individual de naturaleza racional´ San Anselmo aceptó la
definición de Boecio y subrayó el contraste entre ³persona´ y ³substancia´: ³persona refiere a una naturaleza
racional individual, mientras que substancia se refiere a los individuos, la mayor parte de los cuales subsisten
en la pluralidad´
Los filósofos modernos tampoco eliminaron los elementos metafísicos implícitos en la noción de persona.
Leibniz afirmó que ³la palabra Äpersona denotaba la idea de un ser pensante e inteligente, capaz de razón y
de reflexión, y que podía seguir considerándose a sí mismo como él mismo, aunque pensara en distintos
tiempos y en lugares diferentes´
Los pensadores modernos emplearon, además, en su tratamiento de la noción de persona, elementos
psicológicos y éticos. Actualmente existe una distinción, subrayada por muchos pensadores contemporáneos,
entre la noción de individuo y la de persona.
Las razones de esta distinción son varias. El término individuo se aplicaría a una entidad cuya unidad, aunque
compleja, es definible negativamente: algo, o alguien, es individuo cuando no es otro individuo. El término
persona se aplicaría a una entidad cuya unidad es definible positivamente y con elementos procedentes de sí
misma.
El individuo está determinado en su ser, mientras que la persona es libre. La contraposición entre lo
determinado y lo libre como contraposición entre el individuo y la persona fue elaborada especialmente por
filósofos que insistieron en la importancia de lo ³ético´ en la constitución de la persona. Así ocurrió con Kant,
que definió la persona como ³libertad e independencia frente al mecanicismo de la naturaleza entera, puesto
que ella misma es la que se da a sí misma leyes puras prácticas establecidas por su propia razón
La aportación de Hegel a este respecto es, mucho más que sugerente, el nudo de la cuestión: para Hegel el
ser-para-sí (el individuo) es un átomo incomunicable e impenetrable, pero en tanto que se concibe a sí mismo
como un individuo autónomo7, frente a todo tipo de alteridad, es persona (Fenomenología del espíritu). Pero
también, como sigue Hegel, el esclavo puede sentirse, tanto para los demás como para sí mismo, como
persona.
Esto es porque su reconocimiento como persona es otorgado, pero no adquirido, y sólo en la coincidencia de la
autonomía y de la negación de la exterioridad mediante la propiedad y el trabajo en un mismo sujeto podrá
hablarse con sentido de persona. Después -añade- es únicamente en el estado de derecho Rechtzustand8 -
cuya contextualización histórica viene dada ya por el mundo romano- donde aparece, ya como espíritu, la
persona propiamente dicha.
En el puesto del hombre en el cosmos Scheler escribe que el hombre es capaz «de desvincularse del poder, de
la presión, del vínculo con la vida y de aquello que le pertenece». En este sentido, es un ser espiritual, que ya
no está atado a impulsos inmediatos, sino que está esencialmente abierto al mundo.
La persona no es el yo trascendental, una hipóstasis, sino un individuo concreto, unidad orgánica de un sujeto
espiritual que se sirve del cuerpo, en calidad de instrumento, para llevar a la práctica determinados valores.
Además, para Scheler, la persona se halla originariamente en relación con el ³yo´ del otro.
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Mounier, dice: ³mi persona no es la conciencia que yo poseo de ella. Cada vez que llevo a cabo un acto de
constatación de mi propia conciencia, lo único que constato son fragmentos efímeros de individualidad´
En la filosofía social de finales de siglo XX Buchanan introduce un nuevo concepto de persona basado en la
propiedad. Buchanan distingue entre lo que él denomina ³anarquía real´ y ³anarquía ordenada´11. La anarquía
real está caracterizada por la ausencia absoluta de acuerdo y respeto por lo que es propio de los demás; se
trata de la guerra de todos contra todos que Hobbes describe como ³estado de naturaleza´12.
Un concepto de persona distinto a éste es el que defienden Apel y Habermas13. Aquí, el sujeto (la persona) no
aparece como un observador, sino como un hablante que interactúa con un oyente. La apertura a la alteridad y
el rechazo del individualismo solipsista son entonces radicales: yo aparezco como un alter ego, de modo que la
conciencia de mí mismo ya es un fenómeno generado comunicativamente.
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El existencialismo es un sistema filosófico y cultural que, tiene por objetivo el análisis y la descripción del
sentido y contradicción de la vida humana. Donde el individuo no es una parte mecánica de un todo único.
En la filosofía del existencialismo, se definen numerosas tendencias, entre ellas la religiosa y la atea. Las une
una problemática común, pero cada una tiene su propio enfoque del entendimiento de la vida. En la primera se
le otorga primacía a la relación del hombre con Dios.
En la segunda, la tendencia atea considera al individuo como único dios. Estas concepciones, sin embargo, se
influyen mutuamente, manifestando la misma preocupación por las penas del hombre, proclamando los mismos
principios éticos, y experimentando las mismas decepciones en cuanto a todo lo absurdo y privado de sentido
que hay en la vida. El espíritu de pesimismo, y veces de desesperación, caracteriza a todas las tendencias del
movimiento existencialista.
Uno de los precursores de la doctrina existencialista es Sören Kierkegaard, quien analizó detallada y
profundamente tales rasgos de la existencia del hombre como aflicción, temor, amor, culpa, bien y mal, muerte,
conciencia, espanto, etc. El espanto permanente que sufre un individuo es fruto del sentimiento de abandono
en espera de la muerte inevitable. La fe sincera es lo único que permite al individuo vivir su vida
conscientemente.
Karl Jaspers entendió este problema a su modo, ofreciendo separar el ³tiempo axial´ de la historia y concentrar
la atención en aspectos continuos que hay en la vida15 que determinan el sentido principal de la existencia.
Según Jaspers, todo ser debe buscar su individualidad en la vida presente.
En la filosofía y literatura española es Miguel de Unamuno quien desarrolló la concepción existencialista. Le
atribuyó significado especial a la idea de ³don quijotismo´, según la cual el hombre libra una lucha permanente
(al igual que Don Quijote) por un ideal irreal. Cada existencia concreta comprende choques de categorías
corrientes y sublimes, de pragmatismo y lucidez espiritual.
Martín Heidegger y Jean Paul Sartre, son otros pensadores que han contribuido considerablemente al
desarrollo del existencialismo También puede ser considerado en esta corriente, José Ortega y Gasset.
Independientemente de la diversidad que caracteriza al enfoque existencialista de las situaciones de la vida
humana, esta concepción se singulariza también por la sensibilidad para con todos los problemas de la
existencia individual, así como por la confianza en las fuerzas creadoras personales.
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En sentido estricto, recibe este nombre el movimiento que aparece en Italia a finales del siglo XIV y se extiende
por muchos países europeos durante los siglos XV y XVI. El humanismo renacentista comienza siendo un
movimiento preocupado por el estudio de las lenguas y la cultura clásica y la reivindicación de los ³estudios
humanistas´, pero pronto se convierte en un afán de renovación de la cultura a partir de los ideales morales y
vitales de la antigüedad clásica: en el mundo grecolatino encuentran un modelo que les sirvió
fundamentalmente para la reivindicación de la libertad y la dignidad humana, y del pensamiento libre de las
ataduras de la religión.
Algunos de los representantes de este movimiento filosófico humanista renacentista son: Pico della Mirándola,
Marsilio Ficino, Erasmo de Rotterdam, Luis Vives
A lo largo de la historia se han dado, además de éste, otras formas de humanismo:
El humanismo cristianoÔ que pone la dignidad humana en su dimensión espiritual y sobrenatural, se enfrenta a
la identificación del hombre con las cosas y subraya los peligros de la técnica, los excesos del capitalismo y del
poder del Estado
El humanismo marxista, caracterizado por la necesidad de entender al hombre desde el ámbito de la finitud,
desde el ámbito del hombre mismo, y por la reivindicación de la dignidad y libertad humanas a partir de la
crítica a la alienación.
El humanismo existencialista. Y su máximo exponente Sartre escribe una obra y se titula ³El existencialismo es
un humanismo´, al final de la cual nos indica en qué sentido se debe entender su filosofía como un humanismo:
no es humanista en el sentido de que admire a la humanidad por las producciones o valores de algunos
hombres concretos, ni porque considere que el hombre es el más perfecto de todos los seres. Este humanismo
puede ser o no correcto, ya que, nunca podremos estar seguros de la altura moral del hombre del futuro.
Es humanismo porque es una filosofía de la acción y de la libertad la dignidad humana está en su libertad, que
es la categoría antropológica fundamental, y gracias a la cual el hombre siempre trasciende de su situación
concreta, aspira al futuro sin estar determinado por su pasado, se traza metas y en este trazarse metas
construye su ser; de ahí que el existencialismo sea también una doctrina de la acción.
Además es una teoría para la cual el único universo es el universo humano esto quiere decir que la esfera de
cosas con las que el hombre trata no están marcadas o influidas por algo trascendente, ni por la naturaleza
misma; la esfera de cosas que atañen al hombre depende de su propia subjetividad; no hay otro legislador que
el hombre mismo.
El nacimiento del personalismo tiene mucho que ver con dos poderosas ideologías del siglo xx: los
colectivismos y el individualismo.
Los colectivismos18 promovían los valores generales de la sociedad, pero con desprecio de los individuos. Lo
esencial era la sociedad mientras que el hombre sólo era importante en la medida en que servía a esa
sociedad.
El individualismo adoptó la perspectiva contraria: la exaltación del individuo en contraposición a la sociedad,
pero de un individuo insolidario que buscaba su propio bien y aplicaba la ³ley del más fuerte´. Estas dos
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tendencias generaron intensísimos movimientos sociales y políticos que terminaron, de forma a veces muy
trágica, la historia del siglo XX. Las dos guerras mundiales están ligadas a la intención de los totalitarismos de
imponer su visión del mundo y aumentar su poder, y, por lo que respecta al individualismo, ha sido un elemento
ideológico esencial del capitalismo salvaje de inicios del XIX y comienzos del XX.
Este complejo escenario hizo ver a muchos la necesidad de revalorizar a la persona concreta y existente tanto
desde un punto de vista intelectual y conceptual como en la sociedad. Ante todo hubo un movimiento social
ligado a los desastres de la guerra y de las ideologías que exigía de manera perentoria una nueva valoración
del hombre. La persona no podía ser ni una mera parte del todo ni una entidad egoísta. 19Debía tener valor por
sí misma: era, sin ninguna duda, lo más valioso del mundo.
Las dos guerras mundiales fueron decisivas en ese cambio de perspectiva. Resulta paradigmático el recorrido
personal de Gabriel Marcel. Este filósofo fue inicialmente idealista, pero pasó la I Guerra Mundial trabajando en
el Departamento de desaparecidos cuya misión era informar a los familiares sobre los soldados de paradero
desconocido.
Experimentó entonces de modo muy fuerte la importancia que tenía cada persona concreta y cómo la felicidad
de algunas personas podía depender de unas pocas palabras: un sí o un no. Fue entonces cuando su fe en los
sistemas idealistas globales y abstractos se quebró definitivamente. Lo más importante era la persona, cada
persona concreta e individual y no las abstracciones.
Otra experiencia aún más dura es la de Viktor Frankl lo obligó a dejar muy atrás los modelos antropológicos
inspirados en psicologías reduccionistas para internarse en lo específicamente humano, en el área fronteriza
entre la psicoterapia y la filosofía que promueve que cada persona se realice mediante la búsqueda del sentido
de su vida. Desde un punto de vista técnico-filosófico el personalismo sostiene como tesis central que la
noción de persona es la categoría filosófica esencial en la elaboración de la antropología y que sólo se puede
abordar adecuadamente con conceptos específicos extraídos a partir de la experiencia. Los temas a los que
concede especial relevancia son, entre otros, los siguientes: la afectividad, las relaciones interpersonales, la
corporalidad, la diferenciación, dentro de una igualdad radical, en varón y mujer, el carácter narrativo de la
existencia, el carácter social, ético y solidario de la persona y su apertura intrínseca a la trascendencia.
Existe una gran cantidad de brillantes autores del personalismo. Algunos de los intelectuales más
emblemáticos son: Max Scheler, Martin Buber, Emmanuel Mounier, Maritain, Nédoncelle, Pareyson, Edith
Stein, Emmanuel Lévinas, Karol Wojtyla, Romano Guardini, Gabriel Marcel, Julián Marías, Ricoeur, Xavier
Zubiri o Dietrich Von Hildebrand. Lógicamente, la lista resulta fácil de ampliar. La importancia del personalismo
resulta esencial en los tiempos actuales y en los que se avecinan. La antropología filosófica es básica para dar
una visión unitaria de la persona en una época en la que parece que su imagen se ha fragmentado en tantos
pedazos que no somos capaces de recomponerla. Debe servir para fundamentar estudios interdisciplinares de
Bioética, Derecho, Economía, Familia, Psiquiatría y un amplio abanico de cuestiones actuales.
?La dignidad de la persona humana,
hace libres y hace sujetos de derechos y deberes en medio del universo. Por la dignidad humana se une al
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perfeccionamiento del mundo, se obtiene inteligencia y capacidad para amar; por la dignidad, que se recibe,
también como tarea que se debe proteger, cultivar y promover. ?
La existencia toma sentido en cuanto que como seres humanos consientes de su propia naturaleza colaboran
en el beneficio del universo, cada uno de los seres humanos han sido dotados de un sello inviolable. Contenido
en la inteligencia y la capacidad de amar de allí que la dignidad es absoluta, innegociable e inviolable.
La cultura actual tiende a proponer estilos de ser y de vivir contrarios a la naturaleza y dignidad del ser
humano. El impacto dominante de los prototipos del poder, la riqueza y el placer efímero se han transformado,
por encima del valor de la persona, en la norma máxima de funcionamiento y el criterio decisivo en la
organización social.
Ante esta realidad se anuncia una vez más el valor supremo de cada hombre y de cada mujer, en todas las
etapas de la existencia, hasta su muerte natural y después de la muerte. La mirada humana sobre el ser
humano permite percibir su valor que trasciende todo el universo.
Viktor E. Frankl2, tenía como tesis central, ³EL vivir es aceptar con dignidad el desafío que plantea la vida, con
su carga de adversidad, y sobrevivir es hallar el sentido de ese sufrimiento´.
Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la
actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino.3 Vivir es encontrar la
respuesta a todas las situaciones que se plantean, es una fuerza primaria-razón y secundaria impulso-instinto y
que además tiene la capacidad de manejarse con sensatez incondicional.
La Logoterapia fue establecida por Frankl como terapia médica o análisis existencial, la cual concibe al ser
humano desde un ámbito integral; no desconoce ningún aspecto humano, al contrario, valora cada uno desde
su realidad. Esta terapia tiene relevancia en la actualidad por el rescate que hace del aspecto espiritual,
recordando la unicidad e irrepetibilidad del hombre como persona autónoma de una existencia espiritual,
trascendente en su esencia, dueña de su voluntad, capaz de elegir y de imprimir sentido a sus acciones.
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El autor Abraham Maslow, es el creador de la Pirámide de las Necesidades del ser humano o Jerarquías, en su
teoría menciona que cuando las necesidades se van cubriendo la persona es más integral y logra accesar a la
realización constante.
La Jerarquía de Necesidades del ser humano de Maslow se describe a menudo como una pirámide que consta
de cinco niveles: los cuatro primeros niveles pueden ser agrupados como «necesidades de déficit»5; al nivel
superior lo denominó «auto-actualización», «motivación de crecimiento», o «necesidad de ser»6. «La diferencia
estriba en que mientras las necesidades de déficit pueden ser satisfechas, la necesidad de ser es una fuerza
impelente continua».
La idea básica de esta jerarquía es que las necesidades más altas ocupan nuestra atención sólo cuando se
han satisfecho las necesidades inferiores de la pirámide. Las fuerzas de crecimiento dan lugar a un movimiento
ascendente en la jerarquía, mientras que las fuerzas regresivas empujan las necesidades prepotentes hacia
abajo en la jerarquía. Según la pirámide de Maslow se dispondría de: p ?
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Son necesidades fisiológicas básicas para mantener la homeostasis (referente a la salud); dentro de éstas, las
más evidentes son:
Necesidad de respirar, beber agua, y alimentarse.
Necesidad de mantener el equilibrio de la temperatura corporal.
Necesidad de dormir, descansar, eliminar los desechos.
Necesidad de evitar el dolor.
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Estas surgen cuando las necesidades fisiológicas se mantienen compensadas. Son las necesidades de
sentirse seguro y protegido; incluso desarrollar ciertos límites de orden. Dentro de ellas se encuentran:
Seguridad física y de salud.
Seguridad de empleo, de ingresos y recursos.
Seguridad moral, familiar y de propiedad privada.
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Están relacionadas con el desarrollo afectivo del individuo, son las necesidades de asociación, participación y
aceptación. Se satisfacen mediante las funciones de servicios y prestaciones que incluyen actividades
deportivas, culturales y recreativas. El ser humano por naturaleza siente la necesidad de relacionarse, ser parte
de una comunidad, de agruparse en familias, con amistades o en organizaciones sociales. Entre éstas se
encuentran:
la amistad,
el compañerismo,
el afecto y
el amor.
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Maslow describió dos tipos de necesidades de estima, una alta y otra baja.
La estima alta concierne a la necesidad del respeto a uno mismo, e incluye sentimientos tales como
confianza, competencia, maestría, logros, independencia y libertad.
La estima baja concierne al respeto de las demás personas: la necesidad de atención, aprecio,
reconocimiento, reputación, estatus, dignidad, fama, gloria, e incluso dominio.
La merma de estas necesidades se refleja en una baja autoestima y el complejo de inferioridad. Auto-
realización o auto-actualización
Este último nivel es algo diferente y Maslow utilizó varios términos para denominarlo: motivación de
crecimiento, necesidad de ser y auto-realización.
Son las necesidades más elevadas, se hallan en la cima de la jerarquía, y a través de su satisfacción, se
encuentra un sentido a la vida mediante el desarrollo potencial de una actividad. Se llega a ésta cuando todos
los niveles anteriores han sido alcanzados y completados, al menos, hasta cierto punto. Personas auto-
realizadas. Maslow consideró auto-realizados a un grupo de personajes históricos que estimaba cumplían
dichos criterios: Abraham Lincoln, Thomas Jefferson, Mahatma Gandhi, Albert Einstein, Eleanor Roosevelt,
William James, entre otros.
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Maslow dedujo de sus biografías, escritos y actividades, una serie de cualidades similares; estimaba que eran
personas:
Centradas en la realidad, que sabían diferenciar lo falso o ficticio de lo real y genuino;
Centradas en los problemas, que enfrentan los problemas en virtud de sus soluciones;
Con una percepción diferente de los significados y los fines.
En sus relaciones con los demás, eran personas:
Con necesidad de privacidad, sintiéndose cómodos en esta situación;
Independientes de la cultura y el entorno dominante, basándose más en experiencias y juicios propios;
Resistentes a la enculturación, pues no eran susceptibles a la presión social; eran inconformistas;
Con sentido del humor no hostil, prefiriendo bromas de sí mismos o de la condición humana;
Buena aceptación de sí mismo y de los demás, tal como eran, no pretenciosos ni artificiales;
Frescura en la apreciación, creativos, inventivos y originales;
Con tendencia a vivir con más intensidad las experiencias que el resto de la humanidad.
????? Maslow también aborda de otra forma la problemática de lo que es
auto-realización, hablando de las necesidades impulsivas, y comenta lo que se necesitaba para ser feliz:
verdad, bondad, belleza, unidad, integridad y trascendencia de los opuestos, vitalidad, singularidad, perfección
y necesidad, realización, justicia y orden, simplicidad, riqueza ambiental, fortaleza, sentido lúdico,
autosuficiencia, y búsqueda de lo significativo.
Cuando no se colman las necesidades de auto-realización, surgen las meta-patología, cuya lista es
complementaria y tan extensa como la de meta-necesidades. Aflora entonces cierto grado de cinismo, los
disgustos, la depresión, la invalidez emocional y la alienación.
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Sólo las necesidades no satisfechas influyen en el comportamiento de las personas, pero la necesidad
satisfecha no genera comportamiento alguno.
Las necesidades fisiológicas nacen con la persona, el resto de las necesidades surgen con el transcurso
del tiempo.
A medida que la persona logra controlar sus necesidades básicas aparecen gradualmente necesidades de
orden superior; no todos los individuos sienten necesidades de auto-realización, debido a que es una
conquista individual.
Las necesidades más elevadas no surgen en la medida en que las más bajas van siendo satisfechas.
Pueden ser concomitantes pero las básicas predominarán sobre las superiores.
Las necesidades básicas requieren para su satisfacción un ciclo motivador relativamente corto, en
contraposición, las necesidades superiores requieren de un ciclo más largo.
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Del griego, merecedor, digno, valioso. fundamentación, concepto. La axiología es entonces, la ciencia que se
encarga de estudiar los valores, es decir es la teoría acerca de los valores.
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Es la ciencia que se encarga del estudio y aplicación de los valores en la persona o bien una aplicación
material de la ética.
La ética se encarga de la moralidad: una cualidad que corresponde a los actos humanos exclusivamente por el
hecho de proceder de la libertad en orden a un fin último y que determina las consideraciones de un acto como
bueno o malo en un sentido muy concreto, no extensible a los actos o movimientos no libres.
La axiología es una parte significativa en la ética; su importancia recae sobre todo en el ámbito del actuar
humano, en concreto en su proceder con los otros. La teoría de los valores es fundamental en la persona
porque solamente así se puede dar cuenta de su actuar en el medio social donde se encuentre, adicional a ello
le ayuda a su plena realización como persona.
La axiología no sólo trata de los valores positivos, sino también de los valores negativos, analizando los
principios que permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando los fundamentos de tal juicio4. La
investigación de una teoría de los valores ha encontrado una aplicación especial en la ética y en la estética,
ámbitos donde el concepto de valor posee una relevancia específica.
Algunos filósofos como los alemanes Heinrich Rickert y Max Scheler han realizado diferentes propuestas para
elaborar una jerarquía adecuada de los valores. En este sentido, puede hablarse de una ética axiológica, que
fue desarrollada, principalmente, por el propio Scheler y Nicolai Hartmann.
El subjetivismo se opondrá, desde el principio, a este enfoque. Y entenderá a la antigua manera de Protágoras
que lo estrictamente humano es la medida de todas las cosas, de lo que vale y de lo que no vale, y de la misma
escala de valores, sin sustento en la realidad exterior.
Las posturas idealistas tienen los siguientes corrientes: o Idealismo objetivo: Considera que el valor existe a
pesar del observador (las ideas de Platón / Dios de los neo tomistas). o Idealismo subjetivo: Considera que el
valor es creado en la conciencia de los individuos y es por lo tanto subjetivo. (Berkeley)
Para el Materialismo: El propósito de la naturaleza del valor está en la capacidad que tiene el ser humano de
valorar el mundo objetivamente, es decir, valorarlo tal como es, buscando no alterar, ni deformar esta visión. El
mundo debe ser valorado tal como es. De esta forma, la naturaleza del valor es objetiva, pero el valor es
interpretado subjetivamente por nuestra conciencia
Como se ha dicho, la axiología es la disciplina encargada del estudio del valor, de su naturaleza y esencia, así
como de los juicios de valor. Esta disciplina comienza como tal en la segunda mitad del siglo XIX, aunque tiene
precedentes remotos, como el del propio Platón, que hace sinónimos valor y ser6. En La República, este
pensador de la Antigüedad afirma que el Bien es el máximo valor, es decir, aquello a lo que aspira todo.
Lo define un tanto oscuramente como el supremo garante del orden en la realidad, siendo el modelo que
hombre y sociedad han de perseguir para su perfección. Los valores, según esto, serían los modelos reales
que copia nuestro mundo sensible. Su captación, sin embargo, resulta complicada, requiriendo un talante
especial y gran esfuerzo. Por eso, el gobierno de la Ciudad Ideal se encarga a los filósofos.
Basta, eso sí, con conocer lo bueno para aspirar a ello y desearlo, ya que no se concibe que algo tan excelente
pueda no ser deseado por quien lo vislumbra. Todo esto conlleva que el proceso educativo ha de apuntar a ese
ideal, por el cual el hombre alcanza su perfección. La educación sería la actividad que pretende lograr la
esencia del ser humano, que no es sino la realización en él de una serie de valores o metas ideales.
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En relación con la naturaleza de esas metas o ideales que se han definido como valores, Platón afirma que
son, como se han visto, objetos reales.
Los valores serían ideas platónicas. A esta concepción ya se opusieron los sofistas, que con su teoría
psicologicista de los valores adoptaron una perspectiva relativista. En este debate se planteaba con siglos de
antelación la moderna discusión acerca de la naturaleza de los valores.
Así pues, el extremo opuesto a la postura realista platónica, que en tiempos de Platón representaron algunos
sofistas (hay que recordar la doctrina del Homo mensura de Protágoras o las intervenciones de Gorgias en el
diálogo que lleva su nombre) es el idealismo kantiano.
Kant arroja un dualismo en el que el reino de los fines y del valor se distancia del de los juicios teóricos.
Propugna, además, una ética sin contenido, llamada formal, frente a las éticas materiales de naturaleza
prescriptivas7. Lo único que movería a actuar moralmente sería el puro deber, independientemente de la
utilidad o satisfacción de lo cumplido.
En este sentido, habría que someterse al denominado por él imperativo categórico, mandato general de la
razón que en sus diferentes formulaciones viene a decir que se actúe como se quiere, que todo el mundo
actuase con nosotros. Esto no es algo con realidad propia y definida, sino un ideal que reside en nuestra
subjetividad racional. Hay que recordar que toda la filosofía de Kant trata de los límites del hombre y concluye
su imposibilidad para acceder a supuestas realidades absolutas como eran los valores para Platón. Los ideales
o los valores corresponden a la subjetividad del hombre. Son sus ideas siempre relativas al propio ser humano
las que orientan y determinan la conducta.
En este debate histórico acerca de los valores, se incluye, por supuesto, a Nietzsche, quien realizó una crítica a
los procedentes de la cultura judeocristiana y propuso su teoría del Superhombre. Básicamente, su
pensamiento se ubica en el anti-esencialismo, por lo que se opone frontalmente a toda la tradición no sólo
judeocristiana, sino clásica griega.
De hecho, se le considera uno de los antecedentes del actual pensamiento débil o postmoderno. Su propuesta
consiste en la sustitución de los viejos valores absolutos de nuestra cultura por una nueva escala de bondades
más acorde con la vida y el instinto. Se trata del dominio de lo subjetivo respecto a lo absoluto-esencial-eterno.
Los valores son intemporales, absolutos, autónomos y absolutamente validos y objetivos; los valores tienen
una ordenación jerárquica, de lo agradable a lo desagradable; a si como de lo bello a lo feo; de lo bueno a lo
malo, y así sucesivamente hasta llegar a lo más supremo que es lo puro.
La axiología en la persona depende de la plena conformidad entre el querer y el obrar, así como la ejecución
de sus actos intencionales. El fundamento último de los valores es el amor vivido y practicado en la persona
humana.
Desde el punto de vista filosófico, la axiología es considerada la teoría que aborda los valores inmersos en la
ética y la estética, disciplinas surgidas en el discurso griego.
El estudio griego culmina con el desarrollo de un sistema de valores. Los valores pueden ser objetivos o
subjetivos. Ejemplos de valores objetivos incluyen el bien, la verdad o la belleza, siendo finalidades ellos
mismos. Se consideran valores subjetivos, en cambio, cuando estos representan un medio para llegar a un fin
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Además, los valores pueden ser fijos (permanentes) o dinámicos (cambiantes). Los valores también pueden
diferenciarse a base de su grado de importancia y pueden ser conceptualizados en términos de una jerarquía,
en cuyo caso algunos poseerán una posición más alta que otros.
El problema fundamental que se desarrolla desde los orígenes mismos de la axiología, hacia fines del siglo
XIX, es el de la objetividad o subjetividad de la totalidad de los valores. Max Scheler se ubicará en la primera
de las dos posiciones.
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La realidad social que se describe en su dinámica actual con la palabra globalización, impacta, por tanto, antes
que cualquier otra dimensión, nuestra cultura y el modo como el ser humano se inserta y apropia de ella. La
variedad y riqueza de nuestra cultura, desde aquella más originaria hasta aquella que, con el paso de la historia
y el mestizaje de sus pueblos, se han ido sedimentando en las naciones, las familias, los grupos sociales, las
instituciones educativas y la convivencia cívica, constituye un dato bastante evidente para nosotros y que se
valora como una singular riqueza.
Lo que hoy día está en juego no es esa diversidad, que los medios de información tienen la capacidad de
individualizar y registrar. Lo que se echa de menos es más bien la posibilidad de que esta diversidad pueda
converger en una síntesis, que envolviendo la variedad de sentidos, sea capaz de proyectarla en un destino
histórico común.
Se vive un cambio de época cuyo nivel más profundo es el cultural. Se desvanece la concepción integral del
ser humano, su relación con el mundo y los demás; aquí está precisamente el gran error de las tendencias
dominantes en el último siglo.
Surge hoy con gran fuerza una sobrevaloración de la subjetividad individual. Independientemente de su forma,
la libertad y la dignidad de la persona son reconocidas. El individualismo debilita los vínculos comunitarios y
propone una radical transformación del tiempo y del espacio, dando un papel primordial a la imaginación.
Los fenómenos sociales, económicos y tecnológicos están en la base de la profunda vivencia del tiempo, al que
se le concibe fijado en el propio presente, trayendo concepciones de inconsistencia e inestabilidad.
Se deja de lado la preocupación por el bien común para dar paso a la realización inmediata de los deseos de
los individuos, a la creación de nuevos y muchas veces arbitrarios derechos individuales, a los problemas de la
sexualidad, la familia, las enfermedades y la muerte.
La ciencia y la técnica, cuando son puestas exclusivamente al servicio del mercado, con los únicos criterios de
la eficacia, la rentabilidad y lo funcional, crean una nueva visión de la realidad.3 Así se han ido introduciendo,
por la utilización de los medios de comunicación de masas, un sentido estético, una visión acerca de la
felicidad, una percepción de la realidad y hasta un lenguaje, que se quiere imponer como una auténtica cultura.
De este modo se termina por destruir lo que de verdaderamente humano hay en los procesos de construcción
cultural, que nacen del intercambio personal y colectivo.
Se verifica, a nivel masivo, una especie de nueva colonización cultural por la imposición de culturas
artificiales4, despreciando las culturas locales y tendiendo a imponer una cultura homogeneizada en todos los
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sectores. Esta cultura se caracteriza por la autorreferencia del individuo, que conduce a la indiferencia por el
otro, a quien no necesita ni del que tampoco se siente responsable.
Se prefiere vivir día a día, sin programas a largo plazo ni apegos personales, familiares y comunitarios. Las
relaciones humanas se consideran objetos de consumo, llevando a relaciones afectivas sin compromiso
responsable y definitivo.
También se verifica una tendencia hacia la afirmación exasperada de derechos individuales y subjetivos.5 Esta
búsqueda es pragmática e inmediatista, sin preocupación por criterios éticos6. La afirmación de los derechos
individuales y subjetivos, sin un esfuerzo semejante para garantizar los derechos sociales, culturales y
solidarios, resulta en perjuicio de la dignidad de todos, especialmente de quienes son más vulnerables.
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Las instituciones financieras y las empresas transnacionales se fortalecen al punto de subordinar las
economías locales, sobre todo, debilitando a los Estados, que aparecen cada vez más impotentes para llevar
adelante proyectos de desarrollo al servicio de sus poblaciones, especialmente cuando se trata de inversiones
de largo plazo y sin retorno inmediato.
Las industrias 7 extractivas internacionales y la agroindustria muchas veces no respetan los derechos
económicos, sociales, culturales y ambientales de las poblaciones locales y no asumen sus responsabilidades.
Con mucha frecuencia se subordina la preservación de la naturaleza al desarrollo económico, con daños a la
biodiversidad, con el agotamiento de las reservas de agua y de otros recursos naturales, con la contaminación
del aire y el cambio climático.
Las posibilidades y eventuales problemas de la producción de agro combustibles deben ser estudiadas de tal
manera que prevalezca el valor de la persona humana y de sus necesidades de supervivencia. La región se ve
afectada por el recalentamiento de la tierra y el cambio climático provocado principalmente por el estilo de vida
no sostenible de los países industrializados.
La globalización ha vuelto frecuente la celebración de Tratados de Libre Comercio entre países con economías
asimétricas, que no siempre benefician a los países más pobres. Al mismo tiempo, se presiona a los países de
la región con exigencias desmedidas en materia de propiedad intelectual, a tal punto que se permite derechos
de patente sobre la vida en todas sus formas. Además, la utilización de organismos genéticamente
manipulados muestra que no siempre contribuye la globalización ni al combate contra el hambre ni al desarrollo
rural sostenible.
Aunque se ha progresado muchísimo en el control de la inflación y en la estabilidad macroeconómica de los
países de la región, muchos gobiernos se encuentran severamente limitados para el financiamiento de sus
presupuestos públicos por los elevados servicios de la deuda externa e interna, mientras, por otro lado, no
cuentan con sistemas tributarios verdaderamente eficientes, progresivos y equitativos.
La actual concentración de renta y riqueza se da principalmente por los mecanismos del sistema financiero. La
libertad concedida a las inversiones financieras favorece al capital especulativo, que no tiene incentivos para
hacer inversiones productivas de largo plazo, sino que busca el lucro inmediato en los negocios con títulos
públicos, monedas y derivados. Sin embargo, El objeto de la economía es la formación de la riqueza y su
incremento progresivo, en términos no sólo cuantitativos, sino cualitativos: todo lo cual es éticamente correcto
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si está orientado al desarrollo global y solidario del hombre y de la sociedad en la que vive y trabaja. El
desarrollo, en efecto, no puede reducirse a un mero proceso de acumulación de bienes y servicios, aun cuando
fuese en pro del bien común, no es una condición suficiente para la realización de una auténtica felicidad
humana.
La empresa está llamada a prestar una contribución mayor en la sociedad, asumiendo la llamada
responsabilidad social-empresarial.
La población económicamente activa de la región está afectada por el subempleo (42%) y el desempleo (9%), y
casi la mitad está empleada en trabajo informal. El trabajo formal, por su parte, se ve sometido a la precariedad
de las condiciones de empleo y a la presión constante de subcontratación, lo que trae consigo salarios más
bajos y desprotección en el campo de seguridad social, no permitiendo a muchos el desarrollo de una vida
digna.
En este contexto, los sindicatos pierden la posibilidad de defender los derechos de los trabajadores. Por otro
lado, se pueden destacar fenómenos positivos y creativos para enfrentar esta situación de parte de los
afectados, quienes vienen impulsando diversas experiencias, como por ejemplo, micro finanzas, economía
local y solidaria, y comercio justo.
Los campesinos, en su mayoría, sufren a causa de la pobreza, agravada por no tener acceso a tierra propia.
Sin embargo, existen grandes latifundios en manos de unos pocos. En algunos países esta situación ha llevado
a la población a demandar una Reforma Agraria, estando atentos a los males que puedan ocasionarles los
Tratados de Libre Comercio, la manipulación de la droga y otros factores.
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Se constata un cierto proceso democrático que se demuestra en diversos procesos electorales. Sin embargo,
se observa con preocupación el acelerado avance de diversas formas de regresión autoritaria por vía
democrática que en ciertas ocasiones derivan en regímenes de corte neo populista.
Esto indica que no basta una democracia puramente formal, fundada en la limpieza de los procedimientos
electorales, sino que es necesaria una democracia participativa y basada en la promoción y respeto de los
derechos humanos. Una democracia sin valores, como los mencionados, se vuelve fácilmente una dictadura y
termina traicionando al pueblo.
Con la presencia más protagónica de la Sociedad Civil y la irrupción de nuevos actores sociales, como son los
indígenas, las mujeres, los profesionales, una extendida clase media y los sectores marginados organizados,
se está fortaleciendo la democracia participativa, y se están creando mayores espacios de participación
política.
Estos grupos están tomando conciencia del poder que tienen entre manos y de la posibilidad de generar
cambios importantes para el logro de políticas públicas más justas, que reviertan su situación de exclusión.
En este plano, se percibe también una creciente influencia de organismos de Naciones Unidas y de
Organizaciones No Gubernamentales de carácter internacional, que no siempre ajustan sus recomendaciones
a criterios éticos. No faltan también actuaciones que radicalizan las posiciones, fomentan la conflictividad y la
polarización extremas, y ponen ese potencial al servicio de intereses ajenos a los suyos, lo que, a la larga,
puede frustrar y revertir negativamente sus esperanzas.
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Después de una época de debilitamiento de los Estados por la aplicación de ajustes estructurales en la
economía, recomendados por organismos financieros internacionales, se aprecia actualmente un esfuerzo de
los Estados por definir y aplicar políticas públicas en los campos de la salud, educación, seguridad alimentaria,
previsión social, acceso a la tierra y a la vivienda, promoción eficaz de la economía para la creación de
empleos y leyes que favorecen las organizaciones solidarias.
Todo esto refleja que no puede haber democracia verdadera y estable sin justicia social, sin división real de
poderes y sin la vigencia del Estado de derecho.
Cabe señalar, como un gran factor negativo en buena parte de la región, el recrudecimiento de la corrupción en
la sociedad y en el Estado, que involucra a los poderes legislativos y ejecutivos en todos sus niveles, y alcanza
también al sistema judicial que a menudo inclina su juicio a favor de los poderosos y genera impunidad, lo que
pone en serio riesgo la credibilidad de las instituciones públicas y aumenta la desconfianza del pueblo,
fenómeno que se une a un profundo desprecio de la legalidad.
En amplios sectores de la población y particularmente entre los jóvenes crece el desencanto por la política y
particularmente por la democracia, pues las promesas de una vida mejor y más justa no se cumplieron o se
cumplieron sólo a medias.
En este sentido, se olvida que la democracia y la participación política son fruto de la formación que se hace
realidad solamente cuando los ciudadanos son conscientes de sus derechos fundamentales y de sus deberes
correspondientes.
La vida social, en convivencia armónica y pacífica, se está deteriorando gravemente, por el crecimiento de la
violencia, que se manifiesta en robos, asaltos, secuestros, y lo que es más grave, en asesinatos que cada día
destruyen más vidas humanas y llenan de dolor a las familias y a la sociedad entera.
La violencia reviste diversas formas y tiene diversos agentes: el crimen organizado y el narcotráfico, grupos
paramilitares, violencia común sobre todo en la periferia de las grandes ciudades, violencia de grupos juveniles
y creciente violencia intrafamiliar. Sus causas son múltiples: el avance de una ideología individualista y
utilitarista, el irrespeto a la dignidad de cada persona, el deterioro del tejido social, la corrupción incluso en las
fuerzas del orden, y la falta de políticas públicas de equidad social.
Si bien en algunos países se han logrado acuerdos de paz superando así conflictos de vieja data, en otros
continúa la lucha armada con todas sus secuelas (muertes violentas, violaciones a los Derechos Humanos,
amenazas, niños en la guerra, secuestros etc.), sin avizorar soluciones a corto plazo. La influencia del narco
negocio en estos grupos dificulta aún más las posibles soluciones.
También es positiva la globalización de la justicia, en el campo de los derechos humanos y de los crímenes
contra la humanidad, que a todos permitirá vivir progresivamente bajo iguales normas llamadas a proteger su
dignidad, su integridad y su vida.
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Hoy por hoy se vive un novedoso y acelerado cambio que causa novedad. La novedad de estos cambios, a
diferencia de los ocurridos en otras épocas, es que tienen un alcance global que, con diferencias y matices,
afectan al mundo entero. Habitualmente se los caracteriza como el fenómeno de la globalización.
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Un factor determinante de estos cambios es la ciencia y la tecnología, con su capacidad de manipular
genéticamente la vida misma de los seres vivos, y con su capacidad de crear una red de comunicaciones de
alcance mundial, tanto pública como privada, para interactuar en tiempo real, es decir, con simultaneidad, no
obstante las distancias geográficas. Como suele decirse, la historia se ha acelerado y los cambios mismos se
vuelven vertiginosos, puesto que se comunican con gran velocidad a todos los rincones del planeta.
Esta nueva escala mundial del fenómeno humano trae consecuencias en todos los ámbitos de la vida social,
impactando la cultura, la economía, la política, las ciencias, la educación, el deporte, las artes.
En este nuevo contexto social, la realidad se ha vuelto para el ser humano cada vez más opaca y compleja.
Esto quiere decir, que cualquier persona individual necesita siempre más información si quiere ejercer sobre la
realidad el señorío que por vocación está llamada.
Esto ha enseñado a mirar la realidad con más humildad, sabiendo que ella es más grande y compleja que las
simplificaciones con que se solía verla en un pasado aún no demasiado lejano y que, en muchos casos,
introdujeron conflictos en la sociedad, dejando muchas heridas que aún no logran cicatrizar.
Es frecuente que algunos quieran mirar la realidad unilateralmente desde la información económica, otros
desde la información política o científica, otros desde el entretenimiento y el espectáculo. Sin embargo, ninguno
de estos criterios parciales logra proponer un significado coherente para todo lo que existe.
Cuando las personas perciben esta fragmentación y limitación, suelen sentirse frustradas, ansiosas,
angustiadas. La realidad social resulta demasiado grande para una conciencia que, teniendo en cuenta su falta
de saber e información, fácilmente se cree insignificante, sin injerencia alguna en los acontecimientos, aun
cuando sume su voz a otras voces que buscan ayudarse recíprocamente.
Esta es la razón por la cual10 muchos estudiosos de nuestra época han sostenido que la realidad ha traído
aparejada una crisis de sentido. Ellos no se refieren a los múltiples sentidos parciales que cada uno puede
encontrar en las acciones cotidianas que realiza, sino al sentido que da unidad a todo lo que existe y sucede en
la experiencia, y que el ser humano llama el sentido de la dignidad. Habitualmente, este sentido se pone a
nuestra disposición a través de nuestras tradiciones culturales que representan la hipótesis de realidad con la
que cada ser humano pueda mirar el mundo en que vive. Sin embargo, se debe admitir que esta preciosa
tradición comienza a erosionarse. La mayoría de los medios masivos de comunicación presentan ahora nuevas
imágenes, atractivas y llenas de fantasía, que aunque todos saben que no pueden mostrar el sentido unitario
de todos los factores de la realidad, Ofrecen al menos el consuelo de ser transmitidas en tiempo real, en vivo y
en directo, con actualidad. Lejos de llenar el vacío que en nuestra conciencia se produce por la falta de un
sentido unitario de la vida, en muchas ocasiones la información transmitida por los medios sólo distrae. La falta
de información sólo se subsana con más información, retroalimentando la ansiedad de quien percibe que está
en un mundo opaco y que no comprende. Este fenómeno explica tal vez uno de los hechos más
desconcertantes y novedosos que se vive en el presente. Nuestras tradiciones culturales ya no se transmiten
de una generación a otra con la misma fluidez que en el pasado. Ello afecta, incluso, a ese núcleo más
profundo de cada cultura, que resulta ahora igualmente difícil de transmitir a través de la educación y de la
belleza de las expresiones culturales, alcanzando aun la misma familia que, como lugar del diálogo y de la
solidaridad intergeneracional, había sido uno de los vehículos más importantes de la transmisión de los valores.
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Los medios de comunicación han invadido todos los espacios y todas las conversaciones, introduciéndose
también en la intimidad del hogar. Al lado de la sabiduría de las tradiciones se ubica ahora, en competencia, la
información de último minuto, la distracción, el entretenimiento, las imágenes de los exitosos que han sabido
aprovechar en su favor las herramientas tecnológicas y las expectativas de prestigio y estima social.
Ello hace que las personas busquen denodatamente una experiencia de sentido que llene las exigencias de su
vocación, allí donde nunca podrán encontrarla.
Pero la eficacia de los procedimientos lograda mediante la información, aún con las tecnologías más
desarrolladas, no logra satisfacer el anhelo de dignidad inscrito en lo más profundo del ser humano.
Por ello, no basta suponer que la mera diversidad de puntos de vista, de opciones y, finalmente, de
informaciones, que suele recibir el nombre de pluri o multiculturalidad, resolverá la ausencia de un significado
unitario para todo lo que existe.
La persona humana es, en su misma esencia, aquel lugar de la naturaleza donde converge la variedad de los
significados en una única vocación de sentido. A las personas no les asusta la diversidad. Lo que les asusta
más bien es no lograr reunir el conjunto de todos estos significados de la realidad en una comprensión unitaria
que le permita ejercer su libertad con discernimiento y responsabilidad.
La persona busca siempre la verdad de su ser, puesto que es esta verdad la que ilumina la realidad de tal
modo que pueda desenvolverse en ella con libertad y alegría, con gozo y esperanza.
Entre los aspectos positivos de este cambio cultural aparece el valor fundamental de la persona, de su
conciencia y experiencia, la búsqueda del sentido de la vida y la trascendencia. El fracaso de las ideologías
dominantes para dar respuesta a la búsqueda más profunda del significado de la vida, ha permitido que emerja
como valor la sencillez y el reconocimiento en lo débil y lo pequeño de la existencia, con una gran capacidad y
potencial que no puede ser minusvalorado.
Este énfasis en el aprecio de la persona abre nuevos horizontes, donde la necesidad de construir el propio
destino y el anhelo de encontrar razones para la existencia, puede poner en movimiento el deseo de
encontrarse con otros y compartir lo vivido, como una manera de darse una respuesta. Se trata de una
afirmación de la libertad personal y, por ello, de la necesidad de cuestionarse en profundidad las propias
convicciones y opciones.
Pero junto con el énfasis en la responsabilidad individual en medio de sociedades que promueven a través de
los medios el acceso a bienes, se niega paradójicamente el acceso de los mismos a las grandes mayorías,
bienes que constituyen elementos básicos y esenciales para vivir como personas.
El énfasis en la experiencia personal y lo vivencial lleva a considerar el testimonio como un componente clave
en la vivencia de los valores más trascendentales y sublimes. Los hechos son valorados en cuanto que son
significativos para la persona. En el lenguaje testimonial se puede encontrar un punto de contacto con las
personas que componen la sociedad y de ellas entre sí.
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La cultura urbana es híbrida, dinámica y cambiante, pues amalgama múltiples formas, valores y estilos de vida,
y afecta a todas las colectividades. La cultura suburbana es fruto de grandes migraciones de población en su
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mayoría pobre, que se estableció alrededor de las ciudades en los cinturones de miseria. En estas culturas los
problemas de identidad y pertenencia, relación, espacio vital y hogar son cada vez más complejos.
Existen también comunidades de migrantes que han aportado las culturas y tradiciones traídas de sus tierras
de origen. Por su parte, esta diversidad incluye a comunidades que se han ido formando por la llegada de
distintos grupos.
Asumir la diversidad cultural, que es un imperativo del momento, implica superar los discursos que pretenden
uniformar la cultura, con enfoques basados en modelos únicos.
La índole social del hombre demuestra que el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la propia
sociedad están mutuamente condicionados. Porque el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones
sociales, es y debe ser la persona humana, la cual, por su misma naturaleza tiene absoluta necesidad de la
vida social.
La vida social no es, pues, para el hombre sobrecarga accidental. Por ello, a través del trato con los demás, de
la reciprocidad de servicios, del diálogo con los humanos, la vida social engrandece al hombre en todas sus
cualidades y le capacita para responder a su profesión.
De los vínculos sociales que son necesarios para el cultivo del hombre, unos, como la familia y la comunidad
política, responden más inmediatamente a su naturaleza profunda; otros, proceden más bien de su libre
voluntad. En esta época, por varias causas, se multiplican sin cesar las conexiones mutuas y las
interdependencias; de aquí nacen diversas asociaciones e instituciones tanto de derecho público como de
derecho privado.
Este fenómeno, que recibe el nombre de socialización, aunque encierra algunos peligros, ofrece, sin embargo,
muchas ventajas para consolidar y desarrollar las cualidades de la persona humana y para garantizar sus
derechos.
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Cuando se ha mencionado el término familia, se refiere a la estructura social básica cuya ancestral
transformación propició el desarrollo humano. El mismo que en la actualidad implica profundos cambios en
aquella.
En una primera aproximación maximalista al término familia, se puede concluir que es la asociación humana
básica desde el punto de vista biológico, cultural, jurídico y económico.
Biológicamente porque es una asociación imprescindible entre individuos de distinto sexo para perpetuar
la especie, en consecuencia es una actitud básica inscrita en el código genético.
Culturalmente, ha llegado a ser el elemento fundamental de la estructuración social a raíz de su
aceptación y difusión en el mundo greco-romano, estando presente en la práctica totalidad de las culturas
actuales.
Jurídicamente, la familia genera derechos y obligaciones recogidas y amparadas por las leyes.
Económicamente se puede decir que en su conjunto, la familia es una unidad de producción en países
poco desarrollados y de consumo en la totalidad1.
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Igualmente, de la familia se puede decir que es la encargada en todas las culturas de engendrar nuevos
miembros, ocuparse de su socialización primaria (entendiendo como tal su educación y aprendizaje para
integrarse socialmente), así como de satisfacer las necesidades de todos sus integrantes.
Sociológicamente, la familia ³es el núcleo de la organización social donde convergen, por así decir, la
naturaleza y la cultura; aquella como arreglo biológico en el orden de la reproducción de la especie y ésta como
arreglo histórico en el orden de la socialización del individuo. Es como producto de un aprendizaje secular de la
humanidad, independientemente de modos de producción y regímenes políticos, que la familia ha llegado a
constituirse como esa combinación específica de un arreglo biológico y un arreglo cultural, mediante los cuales
la vida se mantiene, transmite y proyecta´.
De ésta manera, la familia se configura como el elemento fundamental a la hora de transmitir los códigos
culturales de la sociedad en la que se inscribe. Es en el hogar familiar donde se recibe la primera formación y
donde se adquieren los valores morales que conformarán la futura conducta y personalidad de las personas.
El bienestar de la persona y de la sociedad humana está estrechamente ligado a la prosperidad de la
comunidad conyugal y familiar. Por eso junto con todos lo que tienen en gran estima a esta comunidad, se
alegran sinceramente de los varios medios que permiten hoy a los hombres avanzar en el fomento de esta
comunidad de amor y en el respeto a la vida y que ayudan a los esposos y padres en el cumplimiento de su
excelsa misión; de ellos esperan, además, los mejores resultados y se afanan por promoverlos.
Sin embargo, la dignidad de esta institución no brilla en todas partes con el mismo esplendor, puesto que está
oscurecida por la poligamia, la epidemia del divorcio, el llamado amor libre y otras deformaciones; es más, el
amor matrimonial queda frecuentemente profanado por el egoísmo, el hedonismo y los usos ilícitos contra la
generación.
Por otra parte, la actual situación económica, social-psicológica y civil, son origen de fuertes perturbaciones
para la familia. En determinadas regiones del universo, finalmente, se observan con preocupación los
problemas nacidos del incremento demográfico.
Todo lo cual suscita angustia en las conciencias. Y, sin embargo, un hecho muestra bien el vigor y la solidez de
la institución matrimonial y familiar: las profundas transformaciones de la sociedad contemporánea, a pesar de
las dificultades a que han dado origen, con muchísima frecuencia, manifiestan de varios modos, la verdadera
naturaleza de tal institución.
La familia es escuela del más rico humanismo. Para que pueda lograr la plenitud de su vida y misión se
requieren un clima de benévola comunicación y unión de propósitos entre los cónyuges y una cuidadosa
cooperación de los padres en la educación de los hijos. La activa presencia del padre contribuye a la formación
de los hijos; pero también debe asegurarse el cuidado de la madre en el hogar, que necesitan principalmente
los niños menores, sin dejar por eso a un lado la legítima promoción social de la mujer.
La educación de los hijos ha de ser tal, que al llegar a la edad adulta puedan, con pleno sentido de la
responsabilidad, seguir su propia profesión y elegir su propio estilo de vida; y si éste es el matrimonio, puedan
fundar una familia propia en condiciones morales, sociales y económicas adecuadas. Es propio de los padres o
de los tutores guiar a los jóvenes con prudentes consejos, que ellos deben oír con gusto, al tratar de fundar una
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familia, evitando, sin embargo, toda coacción directa o indirecta que les lleve a casarse o a elegir determinada
persona.
Así, la familia, en la que distintas generaciones coinciden y se ayudan mutuamente a lograr una mayor
sabiduría y a armonizar los derechos de las personas con las demás exigencias de la vida social, constituye el
fundamento de la sociedad. Por ello todos los que influyen en las comunidades y grupos sociales deben
contribuir eficazmente al progreso del matrimonio y de la familia.
El poder civil ha de considerar obligación suya reconocer la verdadera naturaleza del matrimonio y de la familia,
protegerla y ayudarla, asegurar la moralidad pública y favorecer la prosperidad doméstica. Hay que
salvaguardar el derecho de los padres a procrear y a educar en el seno de la familia a sus hijos. Se debe
proteger con legislación adecuada y diversas instituciones y ayudar de forma suficiente a aquellos que
desgraciadamente carecen del bien de una familia propia.
Los científicos, principalmente los biólogos, los médicos, los sociólogos y los psicólogos, pueden contribuir
mucho al bien del matrimonio y de la familia y a la paz de las conciencias si se esfuerzan por aclarar más a
fondo, con estudios convergentes, las diversas circunstancias favorables a la honesta ordenación de la
procreación humana.
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Aún cuando cada miembro de la familia es reconocido como único e irrepetible, la interacción entre miembros
de distintas edades y sexos jugando roles diferentes, permite desarrollar las potencialidades y afianzar la
transformación de individuos a seres sociales. Así, es el núcleo básico que mantiene y proyecta la vida
humana, sirviendo a su vez de intérprete bidireccional de las necesidades del individuo y la sociedad.
Por otra parte, la idea de que todos pertenecen a un mismo grupo de forma indisoluble, genera unos lazos
emocionales de gran solidez que perduran a lo largo de la vida de los individuos, siendo un ámbito donde prima
la afectividad, aspecto fundamental para el desarrollo equilibrado de los seres humanos.
Pero en la actualidad la institución familiar está cambiando. La aparición de nuevas formas de entender y
asumir el modelo familiar se prodiga en la sociedad de hoy en día. No obstante, según el sociólogo francés
Louis Roussel, es un error creer que hay un modelo único de familia, el cual sufre hondas transformaciones
como consecuencia de factores exógenos. Para éste hombre existen cuatro tipos de matrimonios generadores
de familias:
El histórico, cuya finalidad es la supervivencia de los individuos a través del apoyo de las generaciones.
Primero de los padres a los hijos y posteriormente de éstos a aquellos. Tradicionalmente asociado a
conceptos religiosos, su ámbito de duración se entiende siempre de por vida.
El matrimonio alianza, en el que la importancia del factor económico se relaja y adquieren mayor valor los
conceptos emocionales. No obstante, su carga institucional se revela importante ya que su ruptura conlleva
una gran dosis de frustración e incluso cierto estigma.
El matrimonio fusión, que es el que prevalece hoy en el mundo occidental. Su principal dimensión es
afectiva, permaneciendo las consideraciones institucionales en segundo plano. En este sentido, su
disolución se entiende como el corolario de un teorema según el cual, el matrimonio perdura mientras existe
amor.
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El matrimonio compañía, que se define por la pura y simple cohabitación, sin que exista distinción entre los
hijos nacidos dentro o fuera de la pareja y cuya duración está en función de la voluntad de las partes.
Pero claramente la división expresada se ciñe en exceso a interpretaciones clásicas en cuanto a la forma de
entender la familia.
Actualmente, con la evolución de la sociedad se está asistiendo al nacimiento de nuevos modelos familiares
más ligados a la complejidad, a las oportunidades y a las posibilidades alcanzadas.
En éste sentido, se puede enumerar una relación más amplia y objetiva de las nuevas modalidades de familia
que han surgido en las últimas décadas, fundamentalmente en los países más desarrollados.
La familia extensa clásica, formada por una pareja, sus hijos y otros miembros familiares como abuelos, tíos,
cuñados, etc. A su vez, puede ser biparental o mono parental, en función de la existencia de uno o los dos
miembros de la pareja.
Familia nuclear. Es la más habitual actualmente, estando compuesta por una pareja y sus hijos. Del
mismo modo, éste tipo de familias puede ser mono o biparental.
Neo familia. En este modelo la pareja se une por lazos afectivos o de conveniencia, formando en
cualquier caso núcleos familiares novedosos como las parejas del mismo sexo. Si aportan hijos de
relaciones previas, adquieren la consideración de extensas.
Familias unipersonales. Son aquellas formadas por un único miembro procedente de una separación o
como resultado de viudedad. Es interesante subrayar que al hablar anteriormente de pareja y sus hijos,
se debe entender que ésta puede estar formada por la unión de integrantes de parejas previas con
ruptura, al igual que los hijos pueden provenir de relaciones anteriores, es lo que a su vez se conoce
como familia reestructurada.
Como se ve, el abanico de modelos se amplía continuamente porque, en cada etapa histórica, el modelo
familiar es el resultado de las nuevas opciones culturales, legales y económicas, que la realidad social del
momento permite.
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La igualdad fundamental entre todos los hombres las mujeres exige un reconocimiento cada vez mayor. Porque
todos ellos, dotados de alma racional, tienen la misma naturaleza y el mismo origen.
Es evidente que no todas las mujeres y los hombres son iguales en lo que toca a la capacidad física y a las
cualidades intelectuales y éticas. Sin embargo, toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de
la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión, debe
ser vencida y eliminada.
En verdad, es lamentable que los derechos fundamentales de la persona no estén todavía protegidos en la
forma debida por todas partes. Es lo que sucede cuando se niega a la mujer el derecho de escoger libremente
esposo y de abrazar el estado de vida que prefiera o se le impide tener acceso a una educación y a una cultura
igual a las que se conceden a los hombres.
Más aún, aunque existen desigualdades justas entre los hombres, sin embargo, la igual dignidad de la persona
exige que se llegue a una situación social más humana y más justa. Resulta escandaloso el hecho de las
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excesivas desigualdades económicas y sociales que se dan entre los miembros y los pueblos de una misma
familia humana. Son contrarias a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y a la paz
social e internacional.
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El deber de justicia se cumple cada vez más contribuyendo cada uno al bien común según la propia capacidad
y la necesidad ajena, promoviendo y ayudando a las instituciones, así públicas como privadas, que sirven para
mejorar las condiciones de vida del hombre.
Hay quienes profesan amplias y generosas opiniones, pero en realidad viven siempre como si nunca tuvieran
cuidado alguno de las necesidades sociales. No sólo esto; en varios países son muchos los que menosprecian
las leyes y las normas sociales.
No pocos, con diversos subterfugios y fraudes, tienen reparo en soslayar los impuestos justos u otros deberes
para con la sociedad. Algunos subestiman ciertas normas de la vida social; por ejemplo, las referentes a la
higiene o las normas de la circulación, sin preocuparse de que su descuido pone en peligro la vida propia y la
vida de los demás.
La aceptación de las relaciones sociales y su observancia deben ser consideradas por todos como uno de los
principales deberes del hombre contemporáneo. Porque cuanto más se unifica el mundo, tanto más los
deberes del hombre rebasan los límites de los grupos particulares y se extiende poco a poco al universo
entero.
Ello es imposible si los individuos y los grupos sociales no cultivan en sí mismo y difunden en la sociedad las
virtudes éticas y sociales, de forma que se conviertan verdaderamente en hombres nuevos y en creadores de
una nueva humanidad.
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México posee una de las mayores biodiversidades del planeta y una rica socio diversidad representada por sus
pueblos y culturas. Éstos poseen un gran acervo de conocimientos tradicionales sobre la utilización sostenible
de los recursos naturales, así como sobre el valor medicinal de plantas y otros organismos vivos, muchos de
los cuales forman la base de su economía.
Tales conocimientos son actualmente objeto de apropiación intelectual ilícita, siendo patentados por industrias
farmacéuticas y de biogenética, generando vulnerabilidad de los agricultores y sus familias que dependen de
esos recursos para su supervivencia.
En las decisiones sobre las riquezas de la biodiversidad y de la naturaleza, las poblaciones tradicionales han
sido prácticamente excluidas. La naturaleza ha sido y continúa siendo agredida. La tierra fue depredada. Las
aguas están siendo tratadas como si fueran una mercancía negociable por las empresas.
La creciente agresión al medioambiente puede servir de pretexto para propuestas de negocios que sólo sirven
a los intereses económicos de las corporaciones transnacionales.
También el calentamiento global se hace sentir en el estruendoso crepitar de los bloques de hielo antártico que
reducen la cobertura glacial del Continente y que regula el clima del mundo. Aunque hoy se ha generalizado
una mayor valoración de la naturaleza, se percibe claramente de cuántas maneras el hombre amenaza y aun
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destruye su Ähábitat . Su casa común con los seres humanos y con todo el universo. Desatender las mutuas
relaciones es un atentado contra la biodiversidad y, en definitiva, contra la vida. La mejor forma de respetar la
naturaleza es promover una ecología humana abierta a la trascendencia que respetando la persona y la familia,
los ambientes y las ciudades, El destino universal de los bienes exige la solidaridad con la generación presente
y las futuras. Ya que los recursos son cada vez más limitados, su uso debe estar regulado según un principio
de justicia distributiva respetando el desarrollo sostenible.
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Se está transitando una nueva era en la que la globalización interpela a las personas, a la familia, a la sociedad
y también a la Nación, de ahí que sería deseable que se comprendiera de qué se habla cuando se habla de
"bien común" a nivel nacional e internacional.
³El bien común busca afirmar la dignidad humana, promover el desarrollo humano integral, alcanzar el progreso
social y avanzar en dirección a la perfectibilidad de la humanidad´2. El bien común se asienta en la defensa y
promoción de los derechos humanos.
El bien común afirma el principio de la supremacía de la política sobre la economía en el orden nacional e
internacional. La justicia distributiva y social es un requisito fundamental del bien común. El bien común
consiste en posibilitar a todas y a cada una de las personas los bienes necesarios para alcanzar una calidad de
vida plena.
El bien común exige garantizar trabajo, salario justo y condiciones dignas de labor a todas y cada una de las
personas, a nivel nacional e internacional. Trabajar a favor del bien común es un compromiso de todos, pero
particularmente de los constructores de la sociedad pluralista.
El bien común exige que desaparezcan las desigualdades irritantes entre las personas y entre los distintos
pueblos; es una responsabilidad indelegable del Estado en la sociedad democrática.
El bien común entendido como respeto de las exigencias de justicia y solidaridad, es una exigencia
insoslayable de los dirigentes de las naciones más desarrolladas en el mundo globalizado.
Como ya se ha explicado el biologismo, el catastrofismo, el naturalismo y la ideología maltusiana, se rechazan.
Se propone en cambio la ecología humana como la más afín al bien común.
Es criticable el «biologismo» porque no distingue la sustancial diferencia entre el hombre y los animales,
remontando todas las funciones humanas sólo a bases biológicas y genéticas, el biologismo con certeza no es
una ciencia, es una ideología que se contrapone al antropocentrismo.
Se rechaza también la ideología del catastrofismo, explicando que el límite del desarrollo, ha sido la madre de
todos los catastrofismos del ambientalismo ideológico. Y han seguido otros sobre todo respecto al agotamiento
de las energías no renovables y a la superpoblación.
El tema de la superpoblación ha hecho que emergieran de nuevo ideologías neo maltusianas, fundadas en la
idea de que la principal causa de la degradación ambiental sea la denominada superpoblación.
Se puede decir que el catastrofismo es una ideología cuando se nutre de un tal pesimismo antropológico que
no apunta para nada al hombre como recurso al contrario. El pesimismo y la sospecha hacia el hombre se
convierten en confianza extrema en las técnicas selectivas, incluido el aborto y la esterilización masiva. En
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este sentido, la ecología humana es un concepto afín al de bien común, siendo este el conjunto de aquellas
condiciones sociales que permiten y favorecen en los seres humanos el desarrollo integral de su persona.
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Todos los seres vivientes sobre la tierra son parte de un gran sistema interdependiente. Materias inertes como
el agua, las rocas, y el suelo, también forman parte de este sistema que hace posible que exista algún tipo de
vida. La gran diversidad de los componentes que conforman este sistema, también conocida como la
biodiversidad y las relaciones que existen entre todos ellos, es lo que permite que exista vida en la Tierra. ?
Biodiversidad es la variedad de seres vivientes de cualquier procedencia, incluso los que provienen de
ecosistemas terrestres y marítimos y de otros ecosistemas acuáticos, y los sistemas ecológicos a los que
pertenecen; comprende también la diversidad que existe dentro de cada especie, entre las distintas especies, y
entre los diferentes ecosistemas. En otras palabras, la biodiversidad es la variedad de vida en todas sus
formas, niveles y combinaciones.
Es preciso reflexionar acerca de la importancia de la biodiversidad y de los peligros a que está sometida en la
actualidad a causa del actual crecimiento insostenible, guiado por intereses particulares a corto plazo y sus
consecuencias: una contaminación sin fronteras el cambio climático, la degradación ambiental que dibujan una
situación de emergencia planetaria.
Para algunos, la creciente preocupación por la pérdida de biodiversidad es exagerada y aducen que las
extinciones constituyen un hecho regular en la historia de la vida: se sabe que han existido miles de millones de
especies desde los primeros seres pluricelulares y que el 99% de ellas ha desaparecido.
Ésa es una consideración de validez muy general: las flores que se cultivan en los jardines y las frutas y
verduras que se comen fueron derivadas de plantas silvestres.
El proceso de cultivo de variedades seleccionadas por alguna característica útil debilita a menudo las especies
y las hace propensas a enfermedades y ataques de depredadores. Por eso, también se deben proteger los
parientes silvestres de las especies que se utilizan. Las futuras plantas cultivadas pueden estar en lo que
queda de bosque tropical, en la sabana, tundra, bosque templado, charcas, pantanos, y cualquier otro hábitat
salvaje del mundo.
Continuamente se está ampliando el abanico de sustancias útiles que proceden de otros seres vivos, pero el
ritmo de desaparición de especies es superior al de estos hallazgos y cada vez que desaparece una especie se
está perdiendo una alternativa para el futuro.
La apuesta por la biodiversidad no es, pues, una opción entre otras, es la única alternativa. Se depende por
completo de las plantas, animales, hongos y microorganismos que comparten el planeta con el ser humano.
Sin embargo, movidos por intereses a corto plazo se está destruyendo los bosques y selvas, los lagos , sin
comprender que es la variedad de ambientes lo que mantiene la diversidad y que las deforestaciones masivas
e insostenibles privan de su hábitat a innumerables de especies. Además, se están envenenando suelos,
aguas y aire haciendo desaparecer con plaguicidas y herbicidas miles de especies.
Por otra parte, existe el peligro de acelerar aún más el acoso a la biodiversidad con la utilización de los
transgénicos. Puede parecer positivo, es verdad, modificar la carga genética de algunos alimentos para
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protegerlos contra enfermedades, plagas e incluso contra los productos dañinos que se han creado y esparcido
en el ambiente.
Pero esas especies transgénicas pueden tener efectos contraproducentes, en particular por su impacto sobre
las especies naturales a las que pueden llegar a desplazar completamente. Sería necesario proceder a
periodos suficientemente extensos de ensayo hasta tener garantías suficientes de su inocuidad.
La batalla transgénica no enfrenta a los defensores de la modernidad con fundamentalistas de "lo natural",
sino, una vez más, a quienes optan por el beneficio a corto plazo, sin sopesar los riesgos y las posibles
repercusiones, con quienes exigen la aplicación del principio de prudencia, escarmentados por tantas
aventuras de triste final.
Es urgente, pues, poner fin al conjunto de problemas (creciente urbanización, contaminación pluriforme y sin
fronteras, explotación intensiva de recursos, introducción de especies exóticas con graves consecuencias)
que está provocando la degradación del planeta, contribuyendo así a salvaguardar la biodiversidad y evitar la
extinción de especies, con medidas que salgan al paso de estos problemas y, en particular, planes de acción
encaminados a proteger los hábitats y las diferentes especies de fauna y flora.
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El concepto de Derechos Humanos precede en el tiempo a las Naciones Unidas; sin embargo fue necesaria la
fundación de este organismo para que la idea obtuviera reconocimiento formal y universalmente. A lo largo del
siglo XX, la comunidad internacional ha experimentado una expansión y unos cambios radicales. Un
acontecimiento concreto, (la Segunda Guerra Mundial), impulsó a los vencedores a establecer un foro, en
primer lugar para debatir algunas consecuencias de la guerra pero fundamentalmente para impedir que los
horribles sucesos que acababan de tener lugar no se repitieran el futuro.
Este foro son las Naciones Unidas. Los fundadores de las Naciones Unidas reaccionaron frente a los horrores
de la Segunda Guerra Mundial haciendo hincapié en los Derechos Humanos a la hora de redactar la Carta.
La Carta de las Naciones Unidas se firmó el 26 de Junio de 1945. En ella se establece que el principal objetivo
de la nueva organización es preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra; reafirmar la fe en
los Derechos fundamentales del hombre.
El artículo 1 señala que una de las metas de las Naciones Unidas es alcanzar una cooperación internacional en
el desarrollo y estímulo del respeto a los Derechos Humanos sin hacer distinción por motivos de raza, sexo,
idioma o religión; Los artículos de la Carta tienen el valor de legislación positiva ya que la Carta es un tratado y
por lo tanto un documento vinculante.
Todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas deben cumplir de buena fe las obligaciones que han
contraído a través de la Carta, incluyendo la de fomentar el respeto de los Derechos Humanos y la de cooperar
con las Naciones Unidas y con otras naciones para alcanzar este fin. Sin embargo, la Carta no fija unos
determinados derechos, ni tampoco maneras de aplicarlos en los Estado Miembros.
En 1946, la O.N.U estableció la comisión de Derechos Humanos, el principal órgano normativo en cuanto a
Derechos Humanos dentro del sistema de la O.N.U. La Comisión de Derechos Humanos cuenta hoy con 53
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miembros que se reúnen anualmente en Ginebra para analizar puntos relativos a los Derechos Humanos,
desarrollar y codificar nuevas normas internacionales y realizar recomendaciones a los Gobiernos.
Por su parte, las ONG desempeñan también un papel activo. La Asamblea General aprobó la Declaración
Universal de los Derechos Humanos el 10 de Diciembre de 1948 en París. La Declaración, expresa de forma
claro los Derechos individuales y las libertades de todos. Constituye el pilar de la legislación del siglo XX sobre
Derechos Humanos y el punto de referencia para el movimiento a favor de los Derechos Humanos universales.
La Declaración Universal se fundamenta en el principio básico de que los Derechos Humanos emanan de la
dignidad inherente a cada persona.
Esta dignidad y el derecho a la libertad y la igualdad que de ella se derivan son innegables. Aunque la
Declaración no tiene el carácter políticamente obligatorio de un tratado, sí goza de una aceptación universal.
Muchos países citan la declaración o incluyen disposiciones de ésta en su legislación fundamental o en sus
constituciones. Y numerosos pactos, tratados y convenciones alcanzados después de 1948 la han tomado
como punto de partida.
Los acuerdos legalmente vinculantes más amplios que se han negociado bajo los auspicios de la O.N.U son el
Pacto internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales. Entre los mayores logros de las Naciones Unidas se cuenta el de haber establecido un cuerpo
inclusivo de legislación sobre derechos humanos.
Por primera vez en la historia existe un código universal de Derechos Humanos que todas las naciones pueden
suscribir y al que pueden aspirar todos los pueblos. Desde 1948, se han negociado cerca de 60 tratados y
declaraciones sobre Derechos Humanos. Entre ellos figuran:
1948: Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.
1961: Convención sobre el Estatuto de los Refugiados.
1965: Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial.
1979: Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer.
1984: Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles Inhumanos o Degradantes.
1989: Convención sobre los Derechos del Niño.
1990: Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores
Migratorios y de sus Familias.
En México a partir del 5 de junio de 1990 en que se emitió el Decreto Presidencial publicado al día siguiente en
el Diario Oficial de la federación, surge a la vida jurídica la Comisión Nacional de Derechos Humanos como un
organismo desconcentrado de la Secretaría de Gobernación, con atribuciones para la protección, observancia,
promoción, estudio y divulgación de los Derechos Humanos, posteriormente por decreto publicado en el Diario
Oficial de la Federación de fecha 28 de enero de 1992 se le dio el carácter de Organismo Descentralizado
mediante reforma que sufrió el Artículo 102 Constitucional al adicionársele un apartado B, lo que motivó la
promulgación de la Ley que le rige la cual fue publicada el 29 de junio de 1992, posteriormente en el Diario
Oficial de la Federación de fecha 13 de septiembre de 1999, se reformó de nueva cuenta el Artículo 102
Constitucional otorgándole al referido Organismo la característica de autonomía de gestión y presupuestaria.
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Urge tomar conciencia de la situación precaria que afecta la dignidad de muchas mujeres. Algunas, desde
niñas y adolescentes, son sometidas a múltiples formas de violencia dentro y fuera de casa: tráfico, violación,
servidumbre y acoso sexual; desigualdades en la esfera del trabajo, de la política y de la economía; explotación
publicitaria por parte de muchos medios de comunicación social que las tratan como objeto de lucro.
Los cambios culturales han modificado los roles tradicionales de varones y mujeres, quienes buscan desarrollar
nuevas actitudes y estilos de sus respectivas identidades, potenciando todas sus dimensiones humanas en la
convivencia cotidiana, en la familia y en la sociedad, a veces por vías equivocadas.
La avidez del mercado descontrola el deseo de niños, jóvenes y adultos.
La publicidad conduce ilusoriamente a mundos lejanos y maravillosos, donde todo deseo puede ser satisfecho
por los productos que tienen un carácter eficaz, efímero y hasta mesiánico. Se legitima que los deseos se
vuelvan felicidad. Como sólo se necesita lo inmediato, la felicidad se pretende alcanzar con bienestar
económico y satisfacción hedonista.
Las nuevas generaciones son las más afectadas por esta cultura del consumo en sus aspiraciones personales
profundas. Crecen en la lógica del individualismo pragmático y narcisista, que suscita en ellas mundos
imaginarios especiales de libertad e igualdad. Afirman el presente porque el pasado perdió relevancia ante
tantas exclusiones sociales, políticas y económicas. Para ellos el futuro es incierto.
Asimismo, participan de la lógica de la vida como espectáculo, considerando el cuerpo como punto de
referencia de su realidad presente. Tienen una nueva adicción por las sensaciones y crecen en una gran
mayoría sin referencia a los valores. En medio de la realidad de cambio cultural emergen nuevos sujetos, con
nuevos estilos de vida, maneras de pensar, de sentir, de percibir y con nuevas formas de relacionarse. Son
productores y actores de la nueva cultura.
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La escasa cultura de la solidaridad y la sana competencia hace que cada vez más personas padezcan. Esto
lleva a contemplar los rostros de quienes sufren hoy por hoy.
Entre ellos están las comunidades indígenas, que en muchas ocasiones no son tratadas con dignidad e
igualdad de condiciones.
Mujeres que son excluidas, en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica.
Jóvenes que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni
de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia.
Pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la
economía informal.
Niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas veces al turismo sexual; millones de personas
y familias viven en la miseria e incluso pasan hambre. Es de preocupar también quienes dependen de las
drogas, las personas con capacidades diferentes, los portadores y víctima de enfermedades graves como la
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malaria, la tuberculosis y VIH - SIDA, que sufren de soledad y se ven excluidos de la convivencia familiar y
social.
No hay que olvidar tampoco a los secuestrados y a los que son víctimas de la violencia, del terrorismo, de
conflictos armados y de la inseguridad ciudadana. También los ancianos, que además de sentirse excluidos del
sistema productivo, se ven muchas veces rechazados por su familia como personas incómodas e inútiles.
En fin, la situación inhumana en que vive la gran mayoría de los presos, que también necesitan de la presencia
solidaria y de la ayuda fraterna.
Una globalización sin solidaridad afecta negativamente a los sectores más pobres. Ya no se trata simplemente
del fenómeno de la explotación y opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. Con ella queda afectada en
su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia o sin
poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son solamente ³explotados´ sino ³sobrantes´ y ³desechables´.
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La globalización es un fenómeno ³de relaciones de nivel planetario´ considerándolo ³un logro de la familia
humana´, porque favorece el acceso a nuevas tecnologías, mercados y finanzas. Las altas tasas de
crecimiento de nuestra economía regional y, particularmente, su desarrollo urbano, no serían posibles sin la
apertura al comercio internacional, sin acceso a las tecnologías de última generación, sin la participación de
nuestros científicos y técnicos en el desarrollo internacional del conocimiento, y sin la alta inversión registrada
en los medios electrónicos de comunicación.
Todo ello lleva también aparejado el surgimiento de una clase media tecnológicamente letrada. Al mismo
tiempo, la globalización se manifiesta como la profunda aspiración del género humano a la unidad. No obstante
estos avances, comportan el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo.
Se enfatiza que ³como en todos los campos de la actividad humana, la globalización debe regirse también por
la ética, poniendo todo al servicio de la persona humana.
La globalización es un fenómeno complejo que posee diversas dimensiones (económicas, políticas, culturales,
comunicacionales, etc.). Para su justa valoración, es necesaria una comprensión analítica y diferenciada que
permita detectar tanto sus aspectos positivos como negativos. Lamentablemente, la cara más extendida y
exitosa de la globalización es su dimensión económica, que se sobrepone y condiciona las otras dimensiones
de la vida humana.
En la globalización, la dinámica del mercado absolutiza con facilidad la eficacia y la productividad como valores
reguladores de todas las relaciones humanas. Este peculiar carácter hace de la globalización un proceso
promotor de inequidades e injusticias múltiples.
La globalización tal y como está configurada actualmente, no es capaz de interpretar y reaccionar en función de
valores objetivos que se encuentran más allá del mercado y que constituyen lo más importante de la vida
humana: la verdad, la justicia, el amor, y muy especialmente, la dignidad y los derechos de todos, aún de
aquellos que viven al margen del propio mercado.
Conducida por una tendencia que privilegia el lucro y estimula la competencia, la globalización sigue una
dinámica de concentración de poder y de riquezas en manos de pocos, no sólo de los recursos físicos y
monetarios, sino sobre todo de la información y de los recursos humanos, lo que produce la exclusión de todos
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aquellos no suficientemente capacitados e informados, aumentando las desigualdades que marcan tristemente
nuestro país y que mantienen en la pobreza a una multitud de personas. La pobreza hoy es pobreza de
conocimiento
En este nuevo contexto social, la realidad se ha vuelto para el ser humano cada vez más opaca y compleja.
Esto quiere decir, que cualquier persona individual necesita siempre más información si quiere ejercer sobre la
realidad el señorío que por vocación está llamada. Esto ha enseñado a mirar la realidad con más humildad,
sabiendo que ella es más grande y compleja que las simplificaciones con que solía verse en un pasado aún no
demasiado lejano y que, en muchos casos, introdujeron conflictos en la sociedad, dejando muchas heridas que
aún no logran cicatrizar.
También se ha hecho difícil percibir la unidad de todos los fragmentos dispersos que resultan de la información
que se recolecta. Es frecuente que algunos quieran mirar la realidad unilateralmente desde la información
económica, otros desde la información política o científica, otros desde el entretenimiento y el espectáculo.
Sin embargo, ninguno de estos criterios parciales logra proponernos un significado coherente para todo lo que
existe. Cuando las personas perciben esta fragmentación y limitación, suelen sentirse frustradas, ansiosas,
angustiadas.
La realidad social resulta demasiado grande para una conciencia que, teniendo en cuenta su falta de saber e
información, fácilmente se cree insignificante, sin injerencia alguna en los acontecimientos, aun cuando sume
su voz a otras voces que buscan ayudarse recíprocamente.
Por eso, es necesario que los empresarios asuman su responsabilidad de crear más fuentes de trabajo y de
invertir en la superación de esta nueva pobreza.
No se puede negar que el predominio de esta tendencia no elimina la posibilidad de formar pequeñas y
medianas empresas, que se asocian al dinamismo exportador de la economía, le prestan servicios colaterales
o bien aprovechan nichos específicos del mercado interno. Sin embargo, su fragilidad económica y financiera y
la pequeña escala en que se desenvuelven, las hacen extremadamente vulnerables frente a las tasas de
interés, el riesgo cambiario, los costos previsionales y la variación en los precios de sus insumos.
La debilidad de estas empresas se asocia a la precariedad del empleo que está en condiciones de ofrecer. Sin
una política de protección específica de los Estados frente a ellas, se corre el riesgo de que las economías de
escala de los grandes consorcios terminen por imponerse como única forma determinante del dinamismo
económico.
Por ello, frente a esta forma de globalización, se siente un fuerte llamado para promover una globalización
diferente que esté marcada por la solidaridad, por la justicia y por el respeto a los derechos humanos.
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El comercio justo es un concepto relacionado con las relaciones comerciales, basadas en el diálogo, la
transparencia y el respeto, que busca obtener una mayor equidad en el comercio internacional. Contribuye al
desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones para el comercio y asegurando los derechos de las
personas productoras y trabajadoras marginadas, especialmente de las mujeres.
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El comercio justo es también un enfoque pragmático para reducir la pobreza. Sin duda, esta ha sido la clave,
una parte importante de su éxito, particularmente en cuanto a la inclusión de las mujeres en el área de los
negocios.
Las iniciativas de comercio justo intentan asegurar que el trabajo de las mujeres sea valorado y recompensado
equitativamente y que ellas reciban un pago justo por sus contribuciones en el proceso de producción, en la
cadena de valor. La independencia de las mujeres como productoras se desarrolla mediante relaciones
permanentes con sus socios comerciales, que proporcionan continuidad en su gestión empresarial, a menudo
capacitación en administración, mejor acceso a los mercados y asistencia financiera y técnica. Además, se
presta atención al empoderamiento de las mujeres en sus organizaciones y el reconocimiento de sus derechos
de propiedad intelectual en el uso y manejo de los recursos naturales.
El comercio justo es la ³calidad que cuida´, abre espacios para lograr que la contribución de las mujeres sea
visible, a través del reconocimiento del ingreso, la seguridad y el apoyo necesarios para sacarlas de las
condiciones de pobreza.
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Reconoce y organiza adecuadamente el trabajo de las mujeres a lo largo de la cadena productiva,
asegurándoles fuentes de trabajo e ingresos, acceso a la tecnología, el crédito y la toma de decisiones.
Apoya a las mujeres en la lucha por la emancipación económica, social y política, y promueve su papel activo
en la agricultura, la sociedad, los grupos organizados y los niveles gerenciales.
Mejora las condiciones de vida y el bienestar de hombres y mujeres productoras, facilitando su acceso a los
mercados, reforzando organizaciones de producción, pagando un mejor precio por sus productos y
proporcionando continuidad en sus relaciones comerciales.
Desarrolla un ambiente seguro con condiciones favorables para la conservación y el desarrollo sostenible, a
través de una ciudadanía corporativa responsable, considerando las diferencias entre los hombres y las
mujeres y sus necesidades para alcanzar una vida sana.
Mejora los sistemas de producción disponibles para las mujeres y los hombres, al mismo tiempo que se
asegura el reconocimiento de sus aportes, la reducción de costos y la eficiencia de los procesos eficientes que
conducen a resultados ambiental y socialmente adecuados.
Crea y desarrolla oportunidades para las personas productoras menos favorecidas, especialmente mujeres y
grupos indígenas y evita que mujeres y hombres jóvenes sean explotados durante el proceso de producción.
Dentro del contexto de la Responsabilidad Social Corporativa, es un instrumento que favorece la ética
comercial.
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Dentro del concepto de comercio justo, la equidad de género hace más visible el aporte de las mujeres en
términos de: conocimiento, producción y protección de la biodiversidad. En la región andina de Suramérica, las
mujeres recogen y almacenan las semillas en ³bancos de semillas´ de los que depende la producción de
alimentos para el futuro. En el campo, las mujeres agricultoras cultivan, deshierban, aplican fertilizantes,
pesticidas, cosechan y preparan los productos para el mercado.
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En la región, se ha depositado tradicionalmente la confianza en el conocimiento de la biodiversidad de las
mujeres y las estrategias de conservación de las semillas. Gracias a prácticas de comercio justo, se ha
reconocido a estas mujeres mediante el pago justo de su producción y se ha desarrollado una nueva
consciencia de la importancia de su trabajo, su conocimiento y participación en iniciativas de conservación para
proteger la biodiversidad.
Crea espacios para el desarrollo de programas asociativos de mujeres productoras, lo que fortalece sus
destrezas emprendedoras, su capacidad de intercambio de información, el acceso al crédito y los mercados. Lo
anterior, puede contribuir a mejorar las condiciones económico-sociales de las mujeres al facilitar la venta
directa de sus productos, mejorando así la calidad de vida de sus familias, mediante su gran capacidad de
llevar sus productos directamente al mercado.
Preserva métodos de producción agrícola sostenibles por medio del precio justo, lo que se convierte en un
instrumento para la diversificación de la producción y desarrollo de fuentes alternativas de ingreso, que
contribuyen a conservación a mejorar la nutrición y salud de las personas. Además permite el desarrollo de
fuentes alternativas de ingreso. La evidencia pone de manifiesto que las mujeres agricultoras pueden obtener
la misma cosecha que los hombres, o aún una mayor.
Reconoce que la contaminación impacta en forma diferenciada a hombres y mujeres. El comercio justo apoya a
las pequeñas economías domésticas, que utilizan buenas prácticas de producción y hacen esfuerzos por
reducir la contaminación del agua, suelo y aire, así como por usar las fuentes de energía de manera eficiente.
Ayuda a que las personas consumidoras tomen conciencia de la contribución de las mujeres, los niños y las
niñas a la producción, y promueve programas educativos diseñados para exponer los efectos negativos del
comercio internacional excluyente.
Esto permite a quienes consumen ejerzan su poder adquisitivo de una manera positiva.
El comercio justo ha aumentado la disponibilidad de empleos y una mejora en las condiciones de producción
de flores de las empresas de mujeres en Colombia y Ecuador y de fruta en Chile. Promueve el reconocimiento
de la inversión en tiempo y esfuerzo de hombres y mujeres en la comercialización y venta de sus productos. En
las prácticas tradicionales de mercado esto no tendría ningún tipo de compensación.
Mediante la prestación de servicios de apoyo, incluyendo financiamiento para la pre-exportación, el comercio
justo inspira a quienes compran para que tomen conciencia de que pueden hacer una diferencia considerable
en las vidas de los productores y productoras y ayuda a diluir los riesgos asociados a la producción y venta de
sus productos.
Ayuda al grupo de mujeres empresarias como beneficiarias legítimas del comercio justo. Las mujeres son la
clave para el desarrollo sostenible y son las más afectadas por la pobreza
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Es importante señalar que dirigir los hábitos de compra hacia el consumo responsable constituye una tarea
ardua que implica un cambio importante en las prácticas de consumo.
En primer término, se enfrentan con un enorme aparato publicitario, a través de muchos medios de
comunicación, en el que la ³información´ que se recibe es seleccionada cuidadosamente para inducir a
comprar, ya sea apelando al culto de la imagen, la competencia y demás actitudes propias del consumismo, o
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dirigiéndose a las emociones haciendo creer que la caridad o asistencialismo mediocre es la única vía en que
se puede contribuir a combatir la pobreza y la injusticia social.
Consumir responsablemente implica una interpretación de los mensajes publicitarios, además de una constante
búsqueda de información que permita elegir autónoma y responsablemente los productos y servicios que se
consumen.
Por otra parte, ejercer un consumo responsable, en muchos casos, equivaldría a decidir no consumir algunos
productos que forman parte del consumo habitual, lo que puede hacer desistir de practicar esta nueva forma de
decidir. Sin embargo, no hay que olvidar que una de las ventajas de la globalización es la gran cantidad de
opciones al alcance.
Además, se debe tener presente que el poder de compra es finalmente lo que a toda empresa le interesa, y
verlo perdido (o en riesgo de perderlo) es lo que a su vez las convencerá de la necesidad de responsabilizarse
socialmente de sus métodos de producción y/o industrialización.
El consumo responsable se sostiene en un conjunto de valores como la justicia, la solidaridad y el respeto a los
derechos humanos, económicos, sociales, culturales y ambientales. Promueve, por un lado, la moderación en
el consumo como una forma de reducir los efectos de sobreexplotación del ambiente; y por el otro, la
reutilización y reciclaje tanto a nivel personal y comunitario como a nivel industrial. En esta misma línea,
impulsa las prácticas de agricultura orgánica y amigable con el ambiente.
Socialmente se apoyan las prácticas comerciales justas, porque el adquirir productos o servicios directamente
del pequeño productor garantiza que ellos recibirán un mejor pago por su trabajo, al mismo tiempo que se
ofrecen bienes y servicios con alta calidad. También se elimina la intermediación especulativa y se sustituye
por alianzas entre actores profesionales y solidarios.
El consumo responsable implica un compromiso mayor por parte del consumidor que no sólo opta por un
producto frente a otros por sus características, sino además entiende que el dinero que entrega a cambio de
dicho producto favorecerá a un grupo determinado, con las prácticas productivas, sociales y ecológicas que ello
acarrea. El término consciente o "consumo responsable" se va oyendo cada vez más en diferentes ámbitos, y
para cada cual puede tener significados diversos.
Ética también en el consumo. En las actividades cotidianas se actúa de acuerdo con la ética, es decir, se valora
lo que parece bien o mal antes de tomar decisiones. En cambio, cuando se consume es habitual tomar las
opciones que se presentan como más fáciles: baratas, accesibles, de moda... El consumo responsable intenta
deshacer este "divorcio" entre el comportamiento como ciudadanos y como consumidores: se valora lo qué
parece bien también al consumir.
Tomar las riendas de las decisiones. El consumo responsable traslada la toma de decisiones desde la
publicidad, el mimetismo social o intereses particulares hacia el criterio de cada cual.
Acción para el cambio social. Hay muchas cosas en el mundo que no gustan: injusticias, degradación del
medio... El consumo tiene que ver con ellas, porque con cada acto de consumo se influye sobre la evolución de
la sociedad. El consumo responsable intenta que lo que se potencia con el consumo no sea contradictorio con
lo que se quiere potenciar a nivel social.
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Cambiar la actitud ante el consumo. Hacer un consumo responsable no se trata simplemente de una elección
entre marcas ni sólo de consumir "verde", sino de un replanteamiento de toda la forma de consumir. hay que
preuntarse primero si realmente se tiene necesidad o deseo de lo que se va a consumir, después de cuántas
maneras se puede satisfacer esta necesidad o deseo, y finalmente, en caso de hacerlo a través del mercado,
cuál de las opciones que se ofrece parece más acertada.
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Ante la realidad actual, en cuya estructura se encuentran profundamente insertos tantos conflictos, causados
por el hombre, y en la que los medios técnicos fruto del trabajo humano juegan un papel primordial. El trabajo
adquiere un principio de prioridad.
Este principio se refiere directamente al proceso mismo de producción, respecto al cual el trabajo es siempre
una causa eficiente primaria, mientras el capital, siendo el conjunto de los medios de producción, es sólo un
instrumento o la causa instrumental. Este principio es una verdad evidente, que se deduce de toda la
experiencia histórica del hombre.
El ser humano ha adquirido un gran poder sobre los recursos naturales. Sin embargo, tales recursos no pueden
servir al hombre si no es mediante el trabajo. Con el trabajo ha estado siempre vinculado desde el principio el
problema de la propiedad: en efecto, para hacer servir para sí y para los demás los recursos escondidos en la
naturaleza, el hombre tiene como único medio su trabajo.
Y para hacer fructificar estos recursos por medio del trabajo, el hombre se apropia en pequeñas partes, de las
diversas riquezas de la naturaleza: del subsuelo, del mar, de la tierra, del espacio. De todo esto se apropia él
convirtiéndolo en su puesto de trabajo.
El mismo principio se aplica a las fases sucesivas de este proceso, en el que la primera fase es siempre la
relación del hombre con los recursos y las riquezas de la naturaleza.
Todo el esfuerzo intelectual, que tiende a descubrir estas riquezas, a especificar las diversas posibilidades de
utilización por parte del hombre y para el hombre, hace ver que todo esto, que en la obra entera de producción
económica procede del hombre, ya sea el trabajo como el conjunto de los medios de producción y la técnica
relacionada con éstos, supone estas riquezas y recursos del mundo visible, que el hombre encuentra, pero no
crea.
Él los encuentra, en cierto modo, ya dispuestos, preparados para el descubrimiento intelectual y para la
utilización correcta en el proceso productor. En cada fase del desarrollo de su trabajo, el hombre se encuentra
ante el hecho de la principal donación por parte de la naturaleza.
La consideración sucesiva del mismo problema debe confirmar en la convicción de la prioridad del trabajo
humano sobre lo que, en el transcurso del tiempo, se ha solido llamar capital. En efecto, si en el ámbito de este
último concepto entran, además de los recursos de la naturaleza puestos a disposición del hombre, también el
conjunto de medios, con los cuales el hombre se apropia de ellos, transformándolos según sus necesidades,
entonces se debe constatar aquí que el conjunto de medios es fruto del patrimonio histórico del trabajo
humano.
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Todos los medios de producción, desde los más primitivos hasta los ultramodernos, han sido elaborados
gradualmente por el hombre: por la experiencia y la inteligencia del hombre. De este modo, han surgido no sólo
los instrumentos más sencillos que sirven para el cultivo de la tierra, sino también con un progreso adecuado
de la ciencia y de la técnica los más modernos y complejos: las máquinas, las fábricas, los laboratorios y las
computadoras. Así, todo lo que sirve al trabajo, todo lo que constituye, en el estado actual de la técnica, su
instrumento cada vez más perfeccionado, es fruto del trabajo.
Este gigantesco y poderoso instrumento, el conjunto de los medios de producción, que son considerados, en
un cierto sentido, como sinónimo de capital, ha nacido del trabajo y lleva consigo las señales del trabajo
humano. En el presente grado de avance de la técnica, el hombre, que es el sujeto del trabajo, queriendo
servirse del conjunto de instrumentos modernos, o sea de los medios de producción, debe antes asimilar a
nivel de conocimiento el fruto del trabajo de los hombres que han descubierto aquellos instrumentos, que los
han programado, construido y perfeccionado, y que siguen haciéndolo.
La capacidad de trabajo exige una preparación cada vez mayor y, ante todo, una instrucción adecuada. Está
claro obviamente que cada hombre que participa en el proceso de producción, incluso en el caso de que realice
sólo aquel tipo de trabajo para el cual son necesarias una instrucción y especialización particulares, es sin
embargo en este proceso de producción el verdadero sujeto eficiente, mientras el conjunto de los instrumentos,
incluso el más perfecto en sí mismo, es sólo y exclusivamente instrumento subordinado al trabajo del hombre.
El problema del trabajo humano naturalmente es de vital importancia. Es, de alguna manera, un elemento fijo
de la vida social. En esta enseñanza, sin embargo, la atención al problema se remonta más allá de los últimos
años.
En efecto, el trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión social, si se trata de
verla verdaderamente desde el punto de vista del bien del hombre. Y si la solución, o mejor, la solución gradual
de la cuestión social, que se presenta de nuevo constantemente y se hace cada vez más compleja, debe
buscarse en la dirección de «hacer la vida humana más humana» entonces la clave, que es el trabajo humano,
adquiere una importancia fundamental y decisiva.
Continuando todavía en la perspectiva del hombre como sujeto del trabajo, conviene tocar, al menos
sintéticamente, algunos problemas que definen con mayor aproximación la dignidad del trabajo humano, ya
que permiten distinguir más plenamente su específico valor ético.
Uno de estos problemas radica en la fatiga a veces pesada, que desde siempre acompaña al trabajo humano;
pero no cambian el hecho de que éste es el camino por el que el hombre realiza el dominio, que le es propio
sobre el mundo visible sometiendo la tierra.
Esta fatiga es un hecho
Universalmente conocido, porque es universalmente experimentado.
Lo saben los hombres del trabajo manual, realizado a veces en condiciones excepcionalmente
pesadas.
La saben no sólo los agricultores, que consumen largas jornadas en cultivar la tierra, la cual a veces
produce abrojos y espinas
También los mineros en las minas o en las canteras de piedra,
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Los siderúrgicos junto a sus altos hornos,
Los hombres que trabajan en obras de albañilería y en el sector de la construcción con frecuente
peligro de vida o de invalidez.
Lo saben a su vez, los hombres vinculados a la mesa de trabajo intelectual;
Lo saben los científicos;
Lo saben los hombres sobre quienes pesa la gran responsabilidad de decisiones destinadas a tener
una vasta repercusión social.
Lo saben los médicos y los enfermeros, que velan día y noche junto a los enfermos.
Lo saben las mujeres, que a veces sin un adecuado reconocimiento por parte de la sociedad y de sus
mismos familiares, soportan cada día la fatiga y la responsabilidad de la casa y de la educación de los
hijos.
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y, puesto que es verdad que el trabajo es una vocación
universal, lo saben todos los hombres.
No obstante, con toda esta fatiga, el trabajo es un bien del hombre. Si este bien comporta el signo de un
«bonum arduum». Y es no sólo un bien útil o para disfrutar, sino un bien digno, es decir, que corresponde a la
dignidad del hombre, un bien que expresa esta dignidad y la aumenta.
Queriendo precisar mejor el significado ético del trabajo, se debe tener presente ante todo esta verdad. El
trabajo es un bien del hombre5, porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza
adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto
sentido se hace más hombre.
Si se prescinde de esta consideración no se puede comprender el significado de la virtud de la laboriosidad y
más en concreto no se puede comprender por qué la laboriosidad debería ser una virtud: en efecto, la virtud,
como actitud ética, es aquello por lo que el hombre llega a ser bueno como hombre.
Este hecho no cambia para nada nuestra justa preocupación, a fin de que en el trabajo, mediante el cual la
materia es ennoblecida, el hombre mismo no sufra en su propia dignidad.
Es sabido además, que es posible usar de diversos modos el trabajo contra el hombre, que se puede castigar
al hombre con el sistema de trabajos forzados en los campos de concentración, que se puede hacer del trabajo
un medio de opresión del hombre, que, en fin, se puede explotar de diversos modos el trabajo humano, es
decir, al hombre del trabajo.
Todo esto da testimonio en favor de la obligación ética de unir la laboriosidad como virtud con el orden social
del trabajo, que permitirá al hombre hacerse más hombre en el trabajo, y no degradarse a causa del trabajo,
perjudicando no sólo sus fuerzas físicas, sino, sobre todo, menoscabando su propia dignidad y subjetividad.
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Precisamente estas afirmaciones básicas sobre el trabajo han surgido siempre de la riqueza de la verdad,
creando el fundamento del nuevo modo humano de pensar, de valorar y de actuar. En la época moderna,
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desde el comienzo de la era industrial, la verdad ética sobre el trabajo debía contraponerse a las diversas
corrientes del pensamiento materialista y economicista.
Para algunos factores de tales ideas, el trabajo se entendía y se trataba como una especie de mercancía, que
el trabajador especialmente el obrero de la industria vende al empresario, que es a la vez poseedor del capital,
o sea del conjunto de los instrumentos de trabajo y de los medios que hacen posible la producción.
Este modo de entender el trabajo se difundió, de modo particular, en la primera mitad del siglo XIX. A
continuación, las formulaciones explícitas de este tipo casi han ido desapareciendo, cediendo a un modo más
humano de pensar y valorar el trabajo.
La interacción entre el hombre del trabajo y el conjunto de los instrumentos y de los medios de producción ha
dado lugar al desarrollo de diversas formas de capitalismo paralelamente a diversas formas de colectivismo en
las que se han insertado otros elementos socio-económicos como consecuencia de nuevas circunstancias
concretas, de la acción de las asociaciones de los trabajadores y de los poderes públicos, así como de la
entrada en acción de grandes empresas transnacionales.
A pesar de todo, el peligr de considerar el trabajo como una mercancía sui generis, o como una anónima
fuerza necesaria para la producción, especialmente cuando toda la visualización de la problemática económica
esté caracterizada por las premisas del economismo materialista.
Una ocasión sistemática y, en cierto sentido, hasta un estímulo para este modo de pensar y valorar está
constituido por el acelerado proceso de desarrollo de la civilización unilateralmente materialista, en la que se da
importancia primordial a la dimensión objetiva del trabajo, mientras la subjetiva todo lo que se refiere indirecta o
directamente al mismo sujeto del trabajo permanece a un nivel secundario.
En todos los casos de este género, en cada situación social de este tipo se da una confusión, e incluso una
inversión del orden establecido desde el comienzo de la historia, independientemente del trabajo que realiza
debería ser tratado como sujeto eficiente y su verdadero artífice y creador.
Precisamente tal inversión de orden, prescindiendo del programa y de la denominación según la cual se
realiza, merecería el nombre de capitalismo en el sentido indicado más adelante con mayor amplitud. Se sabe
que el capitalismo tiene su preciso significado histórico como sistema, y sistema económico-social, en
contraposición al socialismo o comunismo.
Pero, a la luz del análisis de la realidad fundamental del entero proceso económico y, ante todo, de la
estructura de producción como es precisamente el trabajo conviene reconocer que el error del capitalismo
primitivo puede repetirse dondequiera que el hombre sea tratado de alguna manera a la par de todo el
complejo de los medios materiales de producción, como un instrumento y no según la verdadera dignidad de su
trabajo, o sea como sujeto y autor, y, por consiguiente, como verdadero fin de todo el proceso productivo.
Se comprende así cómo el análisis del trabajo humano hecho a la luz de aquellas palabras, que se refieren al
dominio del hombre sobre la tierra, penetra hasta el centro mismo de la problemática ético-social. Esta
concepción debería también encontrar un puesto central en toda la esfera de la política social y económica,
tanto en el ámbito de cada uno de los países, como en el más amplio de las relaciones internacionales e
intercontinentales, con particular referencia a las tensiones, que se delinean en el mundo no sólo en el eje
Oriente-Occidente, sino también en el del Norte-Sur.
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De hecho aunque el sujeto del trabajo sea siempre el mismo, o sea el hombre, sin embargo en el aspecto
objetivo se verifican transformaciones notables. Aunque se pueda decir que el trabajo, a causa de su sujeto, es
uno, sin embargo, considerando sus direcciones objetivas, hay que constatar que existen muchos trabajos:
tantos trabajos distintos.
El desarrollo de la civilización humana conlleva en este campo un enriquecimiento continuo. Al mismo tiempo,
sin embargo, no se puede dejar de notar cómo en el proceso de este desarrollo no sólo aparecen nuevas
formas de trabajo, sino que también otras desaparecen. Aun concediendo que en línea de máxima sea esto un
fenómeno normal, hay que ver todavía si no se infiltran en él, y en qué manera, ciertas irregularidades, que por
motivos ético-sociales pueden ser peligrosas.
Precisamente, a raíz de esta anomalía de gran alcance surgió en el siglo pasado la llamada cuestión obrera,
denominada a veces cuestión proletaria. Tal cuestión con los problemas anexos a ella ha dado origen a una
justa reacción social, ha hecho surgir y casi irrumpir un gran impulso de solidaridad entre los hombres del
trabajo y, ante todo, entre los trabajadores de la industria.
La llamada a la solidaridad y a la acción común, lanzada a los hombres del trabajo sobre todo a los del trabajo
sectorial, monótono, despersonalizador en los complejos industriales, cuando la máquina tiende a dominar
sobre el hombre tenía un importante valor y su elocuencia desde el punto de vista de la ética social.
Era la reacción contra la degradación del hombre como sujeto del trabajo, y contra la inaudita y concomitante
explotación en el campo de las ganancias, de las condiciones de trabajo y de previdencia hacia la persona del
trabajador. Semejante reacción ha reunido al mundo obrero en una comunidad caracterizada por una gran
solidaridad.
Esta situación estaba favorecida por el sistema socio-político liberal que, según sus premisas de economismo,
reforzaba y aseguraba la iniciativa económica de los solos poseedores del capital, y no se preocupaba
suficientemente de los derechos del hombre del trabajo, afirmando que el trabajo humano es solamente
instrumento de producción, y que el capital es el fundamento, el factor eficiente, y el fin de la producción.
Desde entonces la solidaridad de los hombres del trabajo, junto con una toma de conciencia más neta y más
comprometida sobre los derechos de los trabajadores por parte de los demás, ha dado lugar en muchos casos
a cambios profundos. Se han ido buscando diversos sistemas nuevos.
Se han desarrollado diversas formas de neocapitalismo o de colectivismo. Con frecuencia los hombres del
trabajo pueden participar, y efectivamente participan, en la gestión y en el control de la productividad de las
empresas.
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Por medio de asociaciones adecuadas, ellos influyen en las condiciones de trabajo y de remuneración, así
como en la legislación social. Pero al mismo tiempo, sistemas ideológicos o de poder, así como nuevas
relaciones surgidas a distintos niveles de la convivencia humana, han dejado perdurar injusticias flagrantes o
han provocado otras nuevas.
A escala mundial, el desarrollo de la civilización y de las comunicaciones ha hecho posible un diagnóstico más
completo de las condiciones de vida y del trabajo del hombre en toda la tierra, y también ha manifestado otras
formas de injusticia mucho más vastas de las que, en el siglo pasado, fueron un estímulo a la unión de los
hombres del trabajo para una solidaridad particular en el mundo obrero.
Así ha ocurrido en los Países que han llevado ya a cabo un cierto proceso de revolución industrial; y así
también en los Países donde el lugar primordial de trabajo sigue estando en el cultivo de la tierra u otras
ocupaciones similares.
Movimientos de solidaridad en3 el campo del trabajo de una solidaridad que no debe ser cerrazón al diálogo y
a la colaboración con los demás pueden ser necesarios incluso con relación a las condiciones de grupos
sociales que antes no estaban comprendidos en tales movimientos, pero que sufren, en los sistemas sociales y
en las condiciones de vida que cambian, una proletarización efectiva o, más aún, se encuentran ya realmente
en la condición de proletariado, la cual, aunque no es conocida todavía con este nombre, lo merece de hecho.
En esa condición pueden encontrarse algunas categorías o grupos de la inteligencia trabajadora,
especialmente cuando junto con el acceso cada vez más amplio a la instrucción, con el número cada vez más
numeroso de personas, que han conseguido un diploma por su preparación cultural, disminuye la demanda de
su trabajo.
Tal desocupación de los intelectuales tiene lugar o aumenta cuando la instrucción accesible no está orientada
hacia los tipos de empleo o de servicios requeridos por las verdaderas necesidades de la sociedad, o cuando el
trabajo para el que se requiere la instrucción, al menos profesional, es menos buscado o menos pagado que un
trabajo manual.
Es obvio que la instrucción de por sí constituye siempre un valor y un enriquecimiento importante de la persona
humana; pero no obstante, algunos procesos de proletarización siguen siendo posibles independientemente de
este hecho.
Por eso, hay que seguir preguntándose sobre el sujeto del trabajo y las condiciones en las que vive. Para
realizar la justicia social en las diversas partes del mundo, en los distintos Países, y en las relaciones entre
ellos, son siempre necesarios nuevos movimientos de solidaridad de los hombres del trabajo y de solidaridad
con los hombres del trabajo.
Esta solidaridad debe estar siempre presente allí donde lo requiere la degradación social del sujeto del trabajo,
la explotación de los trabajadores, y las crecientes zonas de miseria e incluso de hambre.
Aparecen en diversos lugares y en diversos momentos; aparecen en muchos casos come resultado de la
violación de la dignidad del trabajo humano: bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo es decir por
la plaga del desempleo, bien porque se deprecian el trabajo y los derechos que fluyen del mismo,
especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia.
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La solidaridad es, pues, una posibilidad materialmente presente en la modernidad que requiere ser
formalmente explicitada. De la misma manera que la libertad y la igualdad han podido articularse como
programas de acción política y cultural, la solidaridad necesita expresarse en este momento de crisis, de
manera histórico-práctica, evitando ser interpretada de un modo puramente extrínseco o sentimental. Esto se
realiza en cuatro niveles profundamente entrelazados:
Primero, reconociendo la solidaridad ontológica que une a todos como miembros de una misma familia
humana. En la época presente, tan dada a afirmar la diversidad y la diferencia de cada ser humano es
importante no perder aquello que hace estar unidos aunque no lo se desee: la participación en la
común humanidad.
Segundo, reconociendo la solidaridad ética que sigue como consecuencia inmediata de la solidaridad
ontológica y que invita y obliga a afirmar con radicalidad a toda persona, a cualquier persona propter
seipsam2, y no por su hacer, por su tener o por su saber;
Tercero, reconociendo que la solidaridad posee una dimensión cultural y estructural que necesita
construir para que la fuerte interdependencia entre las personas, los pueblos y su entorno natural se
vuelva una racionalidad personalista, comunional y ecológica que corrija y complete por una parte la
racionalidad instrumental aún vigente, y por otra, las tendencias nihilistas que vacían la vida humana
de significado;
Cuarto lugar, reconociendo que la solidaridad ontológica, moral, cultural y estructural no son
realidades, ni absolutas, ni auto constituidas. La condición solidaria del ser humano, anuncia limitación,
contingencia y diversidad, todos ellos signos manifestativos de participación en una comunión más
grande. De aquí que la solidaridad humana sea siempre apertura constitutiva a una relación
máximamente inmanente y trascendente que nos funda desde el origen dándonos consistencia y
significado.
La solidaridad afirmada en esta cuádruple perspectiva permite reconstruir el tejido social que actualmente se
encuentra vulnerado por diversas causas y que ha generado que algunos vean un proceso de devertebración o
despolitización de la sociedad civil de difícil corrección.
Una observación atenta al proceso de surgimiento de los nuevos sujetos sociales a finales del siglo XX puede
permitir verificar la validez empírica de sostener que la solidaridad, es decir, la responsabilidad por el otro, es
precisamente el motivo fundamental para crear subjetividad cultural y social, para crear las condiciones que
permiten que el pueblo se haga sujeto de su propia historia de manera estable y no solo en situaciones más o
menos excepcionales.
³En casi todos los países, el pensamiento social está en quiebra. A la derecha, lo devoran las políticas
económicas liberales; a la izquierda, es arrastrado por la caída de los movimientos revolucionarios (...) La única
manera de rechazar a la vez el poder absoluto de los mercados y la dictadura de las comunidades es ponerse
al servicio del Sujeto personal y su libertad (...) Quienes sólo piensan en términos de lógica del sistema social,
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sea para aprobarla, sea para condenarla, son incapaces de participar útilmente en la aparición de nuevos
actores sociales. Únicamente el análisis, que atribuye una importancia central a la libertad y la capacidad de
iniciativa y supervivencia de los actores, puede contribuir al fortalecimiento de éstos´.7
Este autor, parece insinuar que es necesaria una nueva clave de interpretación que permita salir de la
cosmovisión moderna que polarizó la conciencia en base al debate individualismo vs. Colectivismo, liberalismo
vs. Socialismo.
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La persona conquista su personalidad con la calidad de sus relaciones. Esto se logrará dejando en segundo
lugar el logro de la propia perfección para buscar en primer término, su " ser con " sus semejantes saliendo del
egocentrismo.
Es conveniente pues, enseñarle al hombre:
1. "Ser por´. Necesita comprender que es fruto de generaciones precedentes, de filiación. Que aunque vengan
dadas, impuestas, se debe saber aceptarlas libremente para llegar a la autorrealización. Si estas relaciones
son rechazadas termina por no aceptarse a sí mismo.
2. "Ser con´. Se refiere a sus relaciones conyugales y con vivenciales, relaciones que la naturaleza sugiere
indisolubles, fieles, abiertas a la vida con el fin de asegurar la
supervivencia del hombre y la sociedad en la historia.
3. "Ser para " se refiere aquí a las relaciones de producción y de procreación. El hombre es capaz de construir
libremente el mundo y su historia, de dirigir, de orientar su destino. De elegir ser "con y para ", o ser "sin y
contra" Él. Esta triple conjugación de ser "con, por y para" le lleva al mundo de la afectividad, de los
sentimientos.
Los sentimientos son capaces de modificar la percepción de la realidad, resultando en cierto modo
incontrolables llegando a constituirse en verdaderas tragedias. No hay experiencia humana, se puede decir,
que no sea también una experiencia afectiva.
El hombre es un ser en el mundo, es como se dice, un ser encarnado en el universo, siendo la afectividad esa
unión del universo exterior y el interior, se está afectado por el infinito y esto mismo condiciona su relación con
él.
Cuando la vida afectiva lleva a la apertura del ser humano, llevándole a una emotividad ni excesiva ni
deficitaria, se dice que constituye una ayuda para conseguir una existencia lograda.
El hombre pues podrá fracasar en el mundo, ser un inútil social, podrá pasarle de todo, pero si tiene
verdaderamente fe, no se volverá loco. La madurez personal logrará que la afectividad no pierda ese carácter
unificador.
Toda imagen del hombre que no sea capaz de considerar sus tres dimensiones física, psíquica y espiritual,
como contempla la fenomenología, incurrirá en un reduccionismo. No se puede ayudar a una persona que
acuda a partir de una concepción antropológica que considere al hombre menos de lo que es.
El hombre verdaderamente afectivo, lo que desea, es tener un motivo para ser feliz, no que se sienta feliz. El
hombre vive inmerso en el tiempo, es un ser en el tiempo. El tiempo es el corazón de la existencia y la fase más
!
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importante del tiempo para el hombre no es ni el presente ni el pasado, sino el futuro. El hombre solo se
comprenderá a sí mismo proyectándose sobre el porvenir y dotándolo de esperanza hacia la eternidad.
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