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Cristina Cruces-Roldn
Grupo de Investigacin GEISA, Universidad de Sevilla
[email protected]
RESUMEN
El artculo localiza y cataloga 37 filmaciones del periodo 1894-1910 que conforman un corpus
de cine primitivo sobre bailes espaoles, boleros y flamencos. Estas pelculas mudas fueron
registradas en exposiciones universales o como resultado de dramatizaciones teatrales, parodias
e historias de ficcin y estn contenidas en los archivos The Library of Congress, Gaumont-Path,
las colecciones Path y Frres Lumire y los Huntley Films Archive. El anlisis de contenido de
estos archivos demuestra las potencialidades de la filmografa pionera como fuente documental
para conocer los procesos de construccin y reproduccin de los clichs nacionales.
Se expone la coexistencia de dos narrativas en estos registros pioneros: la testimonial del baile
como expresin artstica, y el discurso identitario sobre lo espaol a travs de las disposiciones
corporales y los elementos ambientales de los fotogramas. El modo de representacin del arquetipo
hispnico confirma que el cine de los inicios fue una va de transmisin continuista respecto a
los imaginarios estticos, psicolgicos y morales insertos en la espagnolade, para los cuales
etnicidad y gnero funcionaron como sustratos convertidos en clich de una cultura perifrica y,
a la vez, fascinante.
Palabras clave: Cine; Estereotipos; Baile espaol; Flamenco; Gnero; Gitanos.
SUMMARY
The article locates and catalogues a corpus of 37 early cinema recordings (1894-1910) con-
taining Spanish bolero and flamenco dances. These silent movies were recorded at universal ex-
hibitions, or as a result of theatrical dramatizations, parodies and fiction stories, and are now in
the archives of the Library of Congress, Gaumont-Path, Path and Frres Lumire collections and
the Huntley Films Archive. An analysis of the contents of these archives demonstrate the poten-
tial of pioneering filmography as a documentary source for the construction and reproduction of
national clichs.
We consider two coexisting narratives in these early records: testimonial to dance as artistic
expression and the identity discourse of Spanishness through the bodily disposition and envi-
ronmental elements of the frames. The representation of the Hispanic archetype shows that early
cinema was a continuist route of transmission of the aesthetic, psychological and moral images
Copyright: Revista
2016deCSIC. Este esyun
Dialectologa artculo Populares,
Tradiciones de accesovol.
abierto distribuido
LXXI, n.o bajo julio-diciembre
2, pp. 441-465, los trminos 2016,
de una licencia
de uso y distribucin Creative
ISSN: Commons Attribution
0034-7981, eISSN: (CC-by)
1988-8457, Espaa 3.0.
doi: 10.3989/rdtp.2016.02.005
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of the espagnolade for which ethnicity and gender operated as substrata that became clichs in
a peripheral and fascinating Spanish culture.
Key words: Cinema; Stereotypes; Spanish Dances; Flamenco; Gender Gypsies.
En su Viaje por Espaa (1840), y tras asistir a una funcin de teatro, Tophile
Gautier afirmaba desconsolado a su paso por Vitoria: Est demostrado que los bailes
espaoles existen solo en Pars, del mismo modo que las caracolas se encuentran
siempre en los comercios y nunca a orillas del mar. (2006: 38). Tan esencial como
el lamento de nuestro crtico siempre entusiasta de las danzas del pas, con las
que tendra mejor suerte al sur de la Pennsula sus palabras destilan una certe-
za: que la capital francesa estaba ya por estas dcadas escnicamente inoculada de
lo espaol desde que, unos aos antes, el bolero nacional sentara plaza en los
teatros parisinos. Tal era la fama de los bailes espaoles que cuando, a finales del
siglo XIX, el cine se instala entre las nuevas ofertas de ocio urbanas y abre la eta-
pa conocida como de cine primitivo o de los inicios, algunas de las primeras
filmaciones escogieron estas danzas junto a miscelneos nmeros de cmicos, for-
zudos, bailarines, magos, saltimbanquis, gimnastas y artistas de cualquier condicin,
combinando la fidelidad descriptiva del espectculo con lo que Gunning ha deno-
minado el cine de atracciones (1986: 64)1.
La temprana devocin por el baile espaol irradi tambin hacia la pionera cine-
matografa norteamericana. En 1894, la Edison Manufacturing Company grab a la
bailarina almeriense Carmencita, primera impresin histrica de una mujer en movi-
miento (Musser 1997: 34; Mora 2011, 2014). Desde entonces hasta la dcada de 1910,
cuando se produce el paso al sistema de integracin narrativa y lo que se ha venido
en sintetizar como la invencin del cineasta (Gunning y Gaudreault 1989: 59; Jost
1996), una coleccin de pelculas con bailes espaoles, flamencos y boleros de rai-
gambre popular y proyeccin escnica convivieron en el celuloide con otras danzas
individuales y de conjunto. Unas filmaciones en general poco conocidas, de las que
apenas se conservan unas decenas, pero que constituyen una fuente de investigacin
muy relevante al datar y describir los bailes territoriales y los intrpretes de la poca,
cumpliendo as una primera funcin testimonial: la de registrar fenmenos visibles con
una gran fidelidad (Nichols 2001: 74).
Sin embargo, hay que contemplar el cine no solo como documento procedente del
pasado, sino tambin (respecto) al papel que haya tenido como agente histrico, con-
tribuyendo a la configuracin de la realidad del momento (Amador 1996: 116). La idea
de representacin atiende justamente a las estructuras subyacentes a estos documen-
tos y a su sistema de produccin de significados, a la relacin siempre interpretativa
entre el texto audiovisual y la realidad a partir de la cual ste se fija (Rigney 2007: 415).
En nuestro caso, el cine primitivo fue un medio masivo, de amplia difusin, a travs
1
Para una profunda crtica a la bsqueda de eras y puntos de ruptura en el cine de los ini-
cios y a la atribucin de orgenes al sptimo arte, con nuevas clasificaciones de gneros, pocas
y autores, consultar Gunning y Gaudreault (1989). El debate terminolgico sobre la categora cine
primitivo es agudamente expuesto por Gaudreault (2006).
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Se ha cuantificado en un doce por ciento la produccin de escenas costumbristas rodada en
Espaa durante esta etapa (danzas, festejos, corridas de toros...), y en un 21,6 las vistas y pano-
rmicas paisajsticas (Gonzlez 2005: 14). Para la creacin de la imagen internacional del mito
espaol y sus asociaciones hiperblicas y maniqueas en arte, literatura y prensa, consultar Calvo
Serraller (1995).
3
El afrancesamiento no se limit al Siglo de las Luces, sino que perdur a lo largo del siglo
XIX. El viajero Slidell Mackenzie, por ejemplo, se lamentaba de que, entre sus dos viajes a Espa-
a (1827 y 1834) se hubieran pervertido la cachucha y el bolero con una agilidad y unas alas
de paloma ms propias de las formas francesas. Su contemporneo Richard Ford consideraba
ridcula la insistencia de las clases altas por emular el ballet francs en sus salones.
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fue caso nico en la produccin musical decimonnica: tambin la msica culta in-
teresada por la tradicin jugara un papel identificador de la cultura espaola pocos
aos despus, esta vez en Europa. El andalucismo y exotismo que durante el siglo
XIX venan revirtiendo en Espaa en una empresa de construccin nacional (Alonso
2010: 83-104) se insertaran a principios del XX en complejas redes transnacionales
de intereses y preferencias geopolticas4.
Como las categoras de arquetipo e incluso carcter nacional, el concepto este-
reotipo es una herramienta analtica muy til para adentrarnos en el modelo de re-
presentacin cinematogrfica de nuestra investigacin. Seguimos aqu a Beller y Leerssen
(2007) al considerar los estereotipos como proyecciones polticas e intelectuales, ms
que filosficas u ontolgicas: son explicaciones antes que cuestiones que han de ser
explicadas (Leerssen 2007: 19). En este sentido, el cine finisecular se sita en los al-
bores de la espaolada, un concepto acuado desde el romanticismo francs (espagno-
lade) que Camporesi (1997) ha sabido defender por su valor terico e historiogrfico
como un conjunto de tradiciones exticas y folklricas que, falseadas por exageracin
o limitacin, aparece como referente extranjero en temas e imgenes.
La literatura de viajes y las artes plsticas ya haban participado de este imaginario
construido con esa forma de exotismo benevolente que solicita condescendencia,
gracias al cual el declive de Espaa y su ocupacin por la Francia napolenica hicie-
ron posible la emergencia de una imagen idealizada: la Espaa de las castauelas, las
corridas de toros, las noches templadas, y las pasiones pintorescas (Leerssen 2012:
64-68). Poco hallaremos en ellas del germen del debate regeneracionista que se esta-
ba produciendo en Espaa, declarado enemigo del pintoresquismo y el flamenquismo.
Las modificaciones habidas en los ltimos aos del siglo XIX en los campos del en-
tretenimiento y los medios de comunicacin (el cine, entre ellos) funcionaron como
catalizador final para la plasmacin de estos estereotipos durante la centuria siguiente
(Benet y Snchez-Biosca 2013: 561).
No obstante, conviene recordar que la espaolada no fue solamente una esencializa-
cin construida desde la alteridad: tambin los intelectuales espaoles jugaron un pa-
pel en la difcil negociacin entre los clichs popularizados y la gestacin de ese mis-
mo regeneracionismo. Por un lado, el casticismo y el costumbrismo nacionales
originaron una amplsima produccin artstica, pictrica, fotogrfica y escnica, y los
nacientes (aunque prontamente abortados) estudios folclricos espaoles se acogie-
ron al imaginario popular5. Romanticismo y realismo vinieron a sustituir el viejo ar-
quetipo de la Espaa imperial connotado de crueldad, iglesia y genocidio, por los ti-
pos populares y las naturales tendencias al baile y el cante que funcionaron como
referentes de lo espaol a partir de la metonimia meridional. Pero, por otra parte, el
arraigo del prejuicio gestado fuera de Espaa tambin convivi con la visin negati-
va de lo propio la supersticin, la intolerancia, el atraso en la construccin con-
4
Samuel Llano, por ejemplo, ha indagado cmo la bsqueda de una posicin poltica
hegemnica de Francia frente a Alemania en las primeras dcadas del siglo XX tendra lugar by
claiming cultural proximity to their exotic neighbours, while simultaneously seeking to establish
a hierarchical distance and cultural prophylaxis (Llano 2013: XVII).
5
En el caso andaluz, con sede principal en Sevilla, inicia la andadura Antonio Machado y
lvarez Demfilo, que public su pionera Coleccin de Cantes Flamencos en 1881.
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baile espaol de manolas y toreros (1902) y Baile por la Bella Romero, La Jota bailado [sic] por la
Bella Romero y parodia del torero (1903). La primera de ellas bien pudiera ser la del mismo ttulo
contenida en el CNC francs, pues tambin se trata de una escena interpretada por el Ballet de la
pera de Pars. Los GPA incluyen los ttulos no accesibles con escenas de baile espaol Danses
Andalouses (1907), Une nuit parisiense (1909) y El Barbero de Sevilla (1910). Davis y Powrie
incluyen diez pelculas sobre Carmen, algunas de las cuales debieron contener bailes, entre 1906 y
1910. Siete de ellas no estn localizadas. Los HFA incluyen asimismo la pelcula Music Hall Stars
(datada en torno a 1910 pero no visionable), en la que aparece un baile flamenco femenino.
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9
Para un acercamiento a la historia de la produccin cinematogrfica en Espaa, recomenda-
mos las progresivas aportaciones de Torres (1989), Seguin (1995) y Benet (2012).
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Centraremos nuestro anlisis especfico en los cortometrajes que recogen escenas de grupo
(nmeros 17, 18 y 22 del listado), dramatizaciones teatrales (19 y 20), cuadros de panto-
mima (30, 31, 34) y pelculas de ficcin (21, 29, 32, 33 y 35) registrados fuera de Espaa,
donde el distanciamiento del foco nativo original permiti vincular de modo ms ntido
acciones, ambientes y figurantes con estos imaginarios sobre lo nacional.
Comenzamos nuestra presentacin con los registros 17, 18 y 20, que se insertan
en dos magnas exposiciones con que se abre el siglo XX: la Exposicin Universal de
Pars (1900) y la Exposicin Panamericana de Buffalo (1901). El contexto de estas
exposiciones es inmediato al de las exploraciones geogrficas en los nuevos territo-
rios del colonialismo europeo y la intencin que las acompaa es la de plasmar par-
ticularidades culturales y raciales, bien con objetivos comerciales, bien con pretensio-
nes (pseudo)cientficas.
El inters por los pueblos no occidentales y las culturas primitivas objeto de la
naciente disciplina antropolgica, proporcion en la segunda mitad del siglo XIX un
repertorio humano fascinante para las tecnologas del sonido y la imagen. No es ca-
sualidad que, a la vez que se generalizaban las impresiones fonogrficas de msicas
populares, Edison rodara en 1894 las danzas nativas de los indios sioux del espect-
culo Wild Wild West junto a Carmencita, gimnastas y artistas estilizadas; en Francia, la
emulacin de danzas regionales del continente y bailes orientales de tono ritual hizo
furor en los teatros parisinos, y tambin quedaron registradas en el cine primitivo.
Las corrientes evolucionistas del momento se plasmaron en el fin de siglo en unas
exposiciones que mostraban vestigios de primitivismo y tradicin junto a exhibiciones
de modernidad y progreso. Elementos materiales, costumbres y tipos humanos expo-
nan la diversidad fsica y cultural pasada y presente desde los presupuestos del
biologicismo racial: el Pabelln Etnolgico de la Exposicin de Buffalo, donde se
enmarca una de nuestras pelculas, contaba con una terraza con balaustrada y esta-
tuas que representaban las cinco razas diferentes. Como seala Lourdes Mndez, El
moderno concepto de raza, basado en lo biolgico, servir de piedra angular para
organizar y clasificar jerrquicamente la diversidad humana y cultural, segn la legitima-
cin cientfica y moral del papel civilizador de occidente (2004: 73-74). La ambivalente
percepcin de estas culturas inferiores para las que Europes domination over the
Orient was almost a fact of nature (Said 1978: 257) se fij en los cuerpos epidermia-
lizados y etnizados de brbaros y salvajes, y en los cuerpos marcados de las bailari-
nas de corte extico o del sur de Europa que remitan a un imaginario cultural
orientalizante. No hay sino que recordar la trgica historia del pigmeo Ota Benga en
la Exposicin Universal de Saint Louis de 1904 y la exhibicin en este mismo recinto
de bailaoras flamencas como parte de una atraccin sobre las calles de Sevilla.
Aunque en el cine de los inicios estas danzas convivieron con las ms estilizadas
que encarnaban un modelo civilizado10, y tambin con otras que anticipaban la re-
10
Como apunta Rony (1996:11), tambin el periodo primitivo de la historiografa cinematogr-
fica que coincidi con la institucionalizacin de la Antropologa se enlaza inextricablemente
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novacin de formas11, para el baile espaol fueron privilegiados los figurantes de cla-
se popular, gnero femenino y pretendida etnicidad gitana. Los tres registros catalo-
gados de Lumire Frres y Edison Manufacturing Company en Pars y Buffalo recu-
rren al cante, el rasgueo de guitarra, el baile y personajes aflamencados sobre todo
mujeres que se presentan como iconos nacionales y gitanos. Las danzas, encarna-
cin y envoltura de una cultura tal vez no pre-civilizada pero s atrasada llamada Es-
paa, nos introducen en la mirada perifrica hacia un pas que, durante la Restaura-
cin, simbolizaba el polo opuesto al progreso europeo.
Casi desde el nacimiento mismo del gnero flamenco, la capital francesa empez
a acoger artistas que cosechaban a la par exitosos triunfos y aceradas crticas. Estn
documentadas la presencia, entre otros, de Manuel Romero, la Loca Mateo, Dolores
con los discursos sobre la raza. No es el momento de desarrollar la complejidad de las relacio-
nes entre raza, cine y etnografa, que mereceran captulo aparte. Remitimos para la cuestin, ade-
ms de Rony, a autoras como Faye Ginsburg (2002) o Allison Griffiths (2002).
11
Necesario es aqu mencionar el papel de artistas como Loie Fuller, quien tras el vaco pos-
terior al languidecimiento del ballet romntico estableci nuevos cdigos corporales. Con expec-
tativas de alta cultura dio pie a un contexto de vanguardia morfolgica y reivindicacin de la
naturaleza corporal, a ms de amalgamar un modelo abstracto y de apariencia desmaterializada,
a cuya exhibicin teatral incorpor sin embargo nuevos elementos fsicos: telas articuladas (danse
serpentine), luminotecnia, telones, colorido...
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12
Es significativo que Manuel de Falla afirme de Dbussy que el conocimiento que adquiri de
la msica andaluza fue debido a la frecuencia con que asista a las sesiones de cante y baile jondo
dadas en Pars por los cantaores, tocaores y bailaores que de Granada y Sevilla fueron a aquella
ciudad durante las dos ltimas exposiciones universales all celebradas (Falla 1988: 176-177).
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13
Gonzlez Alcantud 2016. Mnica Barrientos ha documentado coetneamente la compaa
de este Jos Segura alternando con variedades y baile (Sr. Bermdez, Concepcin Fernndez,
maestro Pericet y pareja infantil Hermanos Palacios) en los salones de la calle Sierpes de Sevilla,
durante sesiones combinadas con el cinematgrafo (Barrientos 2006: 99).
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IMAGEN 4.Spanish dancers at the Pan-American Exposition, 1901. Original Thomas A. Edison, I. &
Paper Print Collection. EEUU: Thomas A. Edison, Inc. Fotografa recuperada de [Video] Library of Con-
gress, https://www.loc.gov/item/00694361 para objetivos de investigacin (excepcin legal de cita, DP).
14
Disponible en: <http://www.loc.gov/item/00694361/>. Fecha de acceso: 10 en. 2015.
15
El Catlogo de la Exposicin no ofrece datos y recoge solo tres tipos de representaciones
de danzas, todas ellas en la zona The Midway: en las Streets of Mexico se mostraban artesanos y
bailes de native fandango, en The Old Plantation, doscientos genuine southern darkies baila-
ran y cantaran exactly as the negroes of the south used to do in the long ago, y tambin se in-
terpretara la fire Dance, tenida por una de las ms pintorescas, que se haba ganado los favo-
res del pblico. No obstante, seala que habr una descripcin ms amplia de actividades, both
from a moral and a amusement standpoint, entre las que debi encontrarse esta atraccin (Pan-
American Exposition 1901: 26-28, 31 y 34).
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DRAMATIZACIONES TEATRALES
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PANTOMIMAS Y PARODIAS
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16
Conviene recordar la asociacin entre tabaco, mujeres y gitanos como signo de poder y
libertad que defiende Klein, para quien among women, smoking began with those who got paid
for staging their sexuality: the actress, the Gypsy, the whore. Such a woman violates traditional roles
by defiantly, actively giving herself pleasure instead of passively receiving it. Lighting a cigarette is
a demonstration of mastery that violates the assumptions of feminine pudeur (...) A woman smo-
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La escenificacin y la inter-
pretacin propiamente tea-
IMAGEN 6.Sang espagnol, 1908. Original: Path. Fotografa
tral de la obra padecen del
recuperada de [Video] <https://www.youtube.com/watch?v=
excesivo afn de autentici-
v3rXEB8g0S8> para objetivos de investigacin
dad castiza (...) Los tipos
(excepcin legal de cita (DP).
populares, los cuadros de
costumbres, las efusiones
lricas y los lances dramticos interesan ms que el desarrollo de la historia trgica como
tal (Sentlaurens 2002: 865).
Un amago dancstico tiene lugar tras unirse la pareja a tres tipos de manta al hombro
e indumentaria castiza, acompaados de botellas y guitarras. Uno de ellos entona ciertos
pasos boleros y, de inmediato, baila la gitana. Panderetas, palmas y un guitarrillo la
acompaan en unos braceos circulares evocadores de la curva espaola, que rematan
con un bien parao de rodillas de la pareja. La llegada de la esposa precipita su pro-
pia tragedia, y la huida final de los amantes.
Clair de lune espagnol (1909) incluye dos escenas de danza. La primera se desa-
king may be thought to be less feminine because more active, aggressive, masterful, but she is not
therefore more masculine in her own eyes or in those of many men; she may in fact be more
desirable because she appears to be more free (Klein 1995: 117)
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Los cortometrajes mudos que constituyen el corpus actualizado sobre bailes espa-
oles, boleros y flamencos hasta 1910 permiten afirmar que los asuntos de danzas a
lo espaol formaron parte de los intereses iniciales de las producciones cinematogr-
ficas francesa y norteamericana, cuando nuevas tcnicas al servicio de la imagen en
movimiento convergieron con un contexto de masificacin de los espectculos
escnicos. Su anlisis pone de relieve el carcter experimental de esta fase del cine y
sus todava imperfectas formas. Los planos generales de cuerpo entero no individualizan
ni el rostro ni la imagen personal (Mitry 1963: 88), los encuadres se cortan y las fi-
guras se fragmentan. Dado que no exista una escaleta narrativa, las pelculas, a ve-
ces incompletas, son ms bien una asistemtica seleccin de escenas, cerradas en su
exposicin y cuyo contenido se presenta sin edicin ni montaje, excepto por el colo-
reado manual.
Respecto del nivel dancstico, la versatilidad y mezcolanza de las formas popula-
res y popularizadas (boleras, flamencas, estilizadas, de music-hall y variedades) fue-
ron una realidad de la que el cine se sirvi en sus producciones mudas, donde es
fcil diferenciar la ejecucin original de las bailarinas nativas y tal vez por ello an-
nimas y la reproduccin academicista va mimetismos corporales de las artistas de
renombre. Utilizadas como reclamo de dudosa autenticidad, la focalizacin en las bai-
larinas establece una continuidad con la literatura y la crnica teatral de autores pre-
vios: son ellas las protagonistas del relato, y el baile es para el cine un asunto de
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mujeres, como las acrobacias y deportes, asuntos de hombres. Aunque estos eran
quienes formaban las audiencias dominantes, en el baile son intrpretes minoritarios:
en las 16 escenas contabilizados en nuestras trece pelculas, 70 figurantes son muje-
res por 54 hombres, pero son 28 las mujeres y solo diez los hombres que bailan. En
cuatro de estos diez casos, adems, se juega a la parodia, bien travistindose ellas en
ellos (probablemente por el dficit de bailarines-hombres) o el cmico profesional en
bailarina del pas.
Respecto a la construccin cinematogrfica de lo nacional francesa y norteameri-
cana, el anlisis flmico constata discursos y narrativas que comunicaban un orden
jerrquico sobre una geografa y una cultura alternativas. Los contenidos selecciona-
dos haban de ser lo suficientemente atractivos como para responder a una audiencia
ansiosa de particularismos y diferencias locales. En el seno de las exhibiciones del
progreso humano que representaron, por ejemplo, las exposiciones universales, la
pasin por el exotismo y la incorporacin de las culturas coloniales al presente hist-
rico fueron una marea de acontecimientos contemporneos al nacimiento del cine. La
escenificacin de ambientes y costumbres vinculadas al imaginario sobre Espaa jug
un papel equiparable al que el viaje literario detent desde el siglo XVIII: una forma
de turismo visual, ahora sin moverse del asiento (Gubern 2004; Rey 2013).
El anlisis demuestra que la filmografa pionera renunci a problematizar sobre los
debates reformistas contemporneos en Espaa; tampoco atendi a su diversidad
identitaria, salvo para erigir un monopolio de corte costumbrista donde lo espaol y
lo andaluz aparecen como etiquetas indiferenciadas. Todos los bailes registrados en
el cine primitivo son andaluces, tanto en su esttica como en estructura y representa-
cin de escenas y figurantes. Este ser el sustrato cinematogrfico de la espaolada,
que recoge la carga acumulada del romanticismo y que en apenas unos aos ser
incorporada sin ambages a la factura del cine de ficcin de trasunto andaluz, tanto
de produccin espaola como fornea.
El procedimiento final es una sntesis de protagonistas y figurantes (el torero, la
cigarrera, la bailaora, la gitana, el guitarrista...), y de elementos descriptivos y narrativos
(indumentaria, aspecto, funciones, instrumentacin, disposicin escnica, movimientos...)
que formaron parte de una misma familia de significados de gran potencialidad icnica.
En esta etapa muda, fueron las acciones ms sugerentes, las danzas, y los elementos
externos, muy visuales como mantilla, traje de majo, pandereta, manta, guitarra, za-
patilla bolera, cigarro, flor, mantoncillo, navaja, larga falda y castauelas...) los que
connotaron en mayor grado referencias de identidad17.
Pero la imagen de lo espaol se consigui en la cinematografa de los inicios no
solo a travs de la tierra, de la patria, sino tambin del gnero la fascinante condi-
cin femenina y de la raza, de la etnicidad, de lo gitano. En particular, las bailari-
nas finiseculares dotaron de un valor aadido nacional-sexual-racial al eje articulador
del movimiento, y celebridades o no tanto que menudeaban por los escenarios de la
17
Lou Charnon-Deutsch abre su captulo El descubrimiento de la romntica gitana espaola
con esta cita de Davillier en LEspagne: Eres espaola? Ensame tus castauelas!. La ancdota
ejemplifica la relacin establecida entre este complemento y la espaolidad, como una equiva-
lencia necesaria (2004: 45). Sobre la castauela y la construccin de la identidad espaola, con-
sultar Cavia (2012).
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BAILES BOLEROS Y FLAMENCOS EN LOS PRIMEROS CORTOMETRAJES MUDOS... 463
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