La Hija de Burger - Nadine Gordimer
La Hija de Burger - Nadine Gordimer
La Hija de Burger - Nadine Gordimer
La hija de Burger
ePub r1.0
Cygnus 21.07.14
Ttulo original: Burgers Daughter
Nadine Gordimer, 1979
Traduccin: Iris Menndez
Retoque de cubierta: Cygnus
Bernard.
Tambaleante el vrtigo del sueo
chocando alegremente contra objetos
en la oscuridad, hacia la sala.
La voz de la tierra dijo: Rosa.
S.
S, Rosa.
Eres t, Baasie?
No una larga pausa vacilante.
Lo eres.
No soy Baasie, soy Zwelinzima
Vulindlela.
Lo siento, as surgi esta noche
es ridculo.
Sabes lo que significa mi
nombre, Rosa?
Vulindlela? El apellido de tu
padre tampoco s si el mo tiene
algn significado ciudadano,
ciudadano fuerte tratando de
complacer al otro, aunque a semejante
hora tal vez haba bebido demasiado.
Zwel-in-zima. Ese es mi nombre.
Tierra doliente. El nombre que me dio
mi padre. T conoces a mi padre. S.
S.
S? S? Lo conociste antes de
que lo mataran.
S. Cuando ramos nios. T
sabes que lo conoc.
Cmo lo mataron? No lo sabes,
no lo sabes, no lo sabes, no hablas de
eso.
No porque no quiero decir lo
que dijeron ellos.
Dilo, dilo
Lo que ellos siempre dicen es
que lo encontraron ahorcado en su
celda.
Cmo, Rosa? No sabes que te
quitan los cinturones y todo lo dems?
Lo s.
Se colg con sus propios
pantalones de preso.
Baasie no dice ese nombre pero
est presente en su voz, en su intimidad
infantil:
Te pregunt si queras venir a
verme o si queras que fuera a verte
yo, maana, pero t
No, te estoy hablando ahora.
Sabes qu hora es? Yo lo
ignoro me levant para atender el
telfono en la oscuridad.
Enciende la luz, Rosa. Te estoy
hablando.
Ella no usa ningn nombre porque no
tiene ninguno para l.
Estaba profundamente dormida.
Podemos hablar maana. Ser mejor que
hablemos maana, h?
Enciende la luz.
Un intento de risa:
Ser mejor que los dos volvamos
a la cama.
Yo no estaba acostado
ramalazos de ruidos bruscamente
interrumpidos como teln de fondo de su
voz; todava estaba en algn sitio, en
medio de gente que a cada rato abra y
cerraba la puerta.
La fiesta sigue animada?
No estoy hablando de ninguna
fiesta, Rosa.
Ven maana hoy, supongo que
ya es hoy, todava est tan oscuro
Entonces no encendiste la luz. Te
dije que lo hicieras.
Empezaron a pelearse.
yeme, no sirvo de mucho cuando
me despierto as. Y es tanto lo que
quiero Cuntos aos tenamos?
Recuerdo que tu padre o alguien, te
trajo de vuelta una sola vez. Cuntos
aos tenamos entonces?
Te dije que la encendieras.
Rosa implor, riendo.
Estoy tan cansada! Por favor,
hasta maana
Escucha. No me gustaron las
cosas que dijiste esta noche.
Que yo dije?
No me gust la forma en que ibas
de un lado a otro y hablabas.
El receptor adquiri forma y tacto en
la mano de Rosa, la sangre fluy hacia
su cerebro. Oy la respiracin de l y la
propia, la suya con aliento a ajo por la
salchicha a medias digerida.
No s qu responder. No entiendo
por qu me dices todo esto.
Oye, no me gust en absoluto.
Lo que yo dije? Acerca de qu?
Lionel Burger, Lionel Burger,
Burger
Yo no pronunci ningn discurso.
Hay que contarle a todo el mundo
que fue un gran hroe y que sufri mucho
por los negros. Todos tienen que llorar
por l y mostrar su vida por la tele y
escribir artculos en los peridicos.
Escucha, hay docenas de padres nuestros
enfermos y muriendo como perros,
echados a patadas de las localidades
cuando ya no pueden trabajar.
Envejeciendo y muriendo en la crcel.
Asesinados en prisin. Como si nada.
Conozco a montones de negros como
Burger. Pero no es nada, somos
nosotros, tenemos que estar
acostumbrados a eso, nadie lo mostrar
por la televisin inglesa.
El habra sido el primero en decir
lo que t ests diciendo. No consideraba
algo especial que un blanco fuera un
preso poltico.
Te besaban y te rodeaban, tu padre
muri en la crcel, fue terrible. Conozco
a montones de padres, de padres
negros
El no pensaba que lo que le
ocurri fuese ms importante.
Te besaban y te rodeaban
T lo conociste! Sabes que todo
esto es verdad! Es delirante que yo tenga
que decrtelo.
Oh, s, lo conoc. Diles que me
entrevisten a m para el programa de
televisin. Cuntales que tus padres
introdujeron al negrito en su casa, no por
la puerta trasera como hacen otros
blancos, no en el patio sino en el interior
de la casa. Que coma en la misma mesa
y dorma en el dormitorio, el
cabronzuelo negro dorma en la misma
cama. Y despus el cabronzuelo fue
arrojado otra vez a sus chozas de adobe
y sus casillas de hojalata. Su padre
estaba demasiado ocupado para
atenderlo. Siempre tena que huir de la
polica. Demasiado ocupado con los
blancos que aplastaran al gobierno y
dejaran que otro puado de blancos nos
dijera cmo debemos dirigir nuestro
pas. Uno de los negros mejor
domesticados por Lionel Burger tuvo
que escabullirse como una condenada
cucaracha, uno de esos bichos a los que
siempre es posible pisotear.
Tironeando del telfono el cordn
era corto, por un instante su voz se
perdi palp la suave y fra pared en
busca del interruptor: bajo la luz de las
lmparas la voz ya no estaba en su
interior, se retransmita dbil,
desmayada y desabrida en un sistema de
comunicacin pblica, en presencia de
una multitud.
Acerc el objeto a su cabeza,
apretando con la otra mano la mueca de
la mano que lo sostena.
Adnde te llevaron cuando nos
dejaste? Por qu no quieres decrmelo?
Al Transkei? Oh, Dios. A King
William? Y supongo que sabes aunque
quiz no lo sepas que Tony se ahog.
En casa.
Pero fue l quien nos ense a
nadar.
Zambullndose. Se golpe la
cabeza contra el fondo de la piscina.
No, no me enter. Tu negrito que
era de la familia no pudo aprovechar las
lecciones, no haba piscinas privadas en
los lugares donde estuve.
Cuando dejamos el parvulario no
haba ninguna escuela a la que pudieras
asistir en nuestra zona. Qu podran
haber hecho tu padre o el mo al
respecto? Mi madre no quera que tu
padre te llevara.
Y qu tena yo de especial? Era
un chico negro. Todo lo que tocis los
blancos se convierte en una
expropiacin. El era mi padre. Incluso
cuando nos liberemos querrn que nos
acordemos de darle las gracias a Lionel
Burger.
Rosa haba empezado a temblar. Los
dedos de sus pies descalzos colgaban,
cubrindose el uno al otro, como los de
un chimpanc nervioso en el zoolgico.
Y te hablo de hechos consumados.
El est muerto pero puedo decirte en su
nombre que nada quera tanto como esa
liberacin. No tengo por qu defenderlo,
pero tampoco tengo ms derecho que t
a juzgarlo.
La voz de l danz, se elev y choc
contra la de ella.
Bien, bien, ahora empiezas a
mostrarte.
A menos que quieras pensar que
ser negro te da ese derecho. Tu padre
tambin muri en la crcel, no lo he
olvidado. Djalos en paz.
Vulindlela! Nadie habla de l. Ni
siquiera yo recuerdo muchas cosas
sobre mi padre.
El temblor se irgui como el pelaje
de un perro en su lomo.
Quiero decirte algo. Cuando te
vea y podamos hablar. No ahora.
Y por qu tendra que verte,
Rosa? Porque incluso nos babamos
juntos? Como a la familia no le
molestaba la piel negra somos diferentes
a todos para siempre? T eres diferente,
de modo que yo tambin tengo que serlo.
Ni t eres blanca ni yo soy negro.
Ella estaba gritando:
Cmo pudiste seguirme por esa
sala como si fueras un hombre del
BOSS? Escuchando estpidas
palabreras! Por qu estamos hablando
en medio de la noche? Por qu me
telefoneaste? Para qu?
No soy tu Baasie, no sigas
pensando en el chiquillo que vivi
contigo, no pienses en ese hermano
negro, eso es todo.
Ahora ella no quera que l colgara;
deseaba que cada uno se mantuviera
enclavado en la voz del otro y de la hora
de la noche en que nada fortuito poda
liberarlos bien, bien, l haba echado
por tierra su capricho de volver a la
cama y enterrarlos a ambos.
Te dir algo ms. No nos
encontraremos, tienes razn. Vulindlela.
Con respecto a l y a m. Te dir algo. A
m me enviaron a llevarle un pase falso
para que pudiera volver a Botswana
aquella ltima vez. Lo entregu en cierto
lugar. Despus lo cogieron, fue entonces
cuando lo cogieron.
Y qu significa esto? Qu
sentido tiene para m? Ahora son los
negros quienes deben sufrir. No pueden
atraparnos aunque estemos atrapados, no
pueden matarnos aunque la muerte nos
coja en la crcel, estamos
acostumbrados a eso, no tiene nada que
ver contigo. Los blancos confinan a los
negros todos los das. Queras hacer tu
gran confesin? Por qu crees ser
distinta al resto de los blancos que se
han cagado en nosotros desde el da que
llegaron? El pudo volver y ser
aprehendido porque t llevaste ese pase.
Quieres que lo sepa por si se me ocurre
culparte por nada. Piensas que como me
lo dices todo estar bien para ti. No
fue culpa tuya quieres que te lo diga
para sentir que todo anda bien. Para ti.
Porque yo soy el nico que puede
decirlo. Pero l est muerto. Y qu
decir de los dems? A quin le interesa
saber de quin es la culpa? Mueren
porque los matan los blancos, la sangre
negra es la materia prima para quitarse
de encima a la mierda blanca.
Este tipo de conversacin sonara
mejor entre gente que est en el pas y
no entre gente como nosotros
impulsos de crueldad estimularon sus
vasos sanguneos sin calentar el fro de
los pies y las manos; mientras l hablaba
ella daba saltitos, encorvada,
balanceando su cuerpo, deseosa de
lanzarse sobre l en cuanto vacilara.
No s quin eres. Me oyes,
Rosa? Ni siquiera conoces mi nombre.
No tengo por qu decirte lo que estoy
haciendo.
Qu es lo que quieres? el
insulto la estremeci mientras segua
adelante. Ests buscando algo. Si es
dinero, debo decirte que no lo hay. Ve a
pedrselo a uno de tus ingleses blancos,
que pagarn pero no lucharn. Nadie
telefonea en medio de la noche para
quejarse del nombre que le daban
cuando era un cro. Has bebido de ms,
Zwelinzima pero puso el acento en la
slaba que no corresponda y l se ech
a rer.
Como si hurgara con un palo a un
animalejo que se retorca entre ambos:
Estabas loca por verme, eh, Rosa.
Qu quieres?
Podras haberlo dicho
directamente. Por qu no apartaste la
mirada cuando me acerqu a ti? Por
qu no pusiste en evidencia que me
haba equivocado de persona? Pero no,
me hiciste hacer el papel de tonta.
Qu poda decir? No fui yo quien
te busc.
Podras haber movido
negativamente la cabeza. Habra sido
suficiente. Cuando dije ese nombre. Te
habra credo.
Vamos, anda.
Te habra credo. No te haba
visto desde que tenas nueve aos y por
lo que saba podas estar muerto. Ests
en mi mente en la misma forma que mi
hermano que nunca crece.
Lamento lo de tu hermanito.
Podan haberte matado en el
monte con los Combatientes por la
Libertad. Tal vez eso es lo que yo
pensaba.
S, t piensas eso. No tengo que
estar vivo en tu mente.
Adis, entonces.
S, Rosa, de acuerdo, t piensa
eso.
Ninguno de los dos agreg palabra y
ninguno de los dos colg el receptor por
un rato. Luego ella solt los dedos
rgidos por el apretn y el objeto volvi
a su lugar. Las luces encendidas fueron
testigos.
Permaneci en medio de la
habitacin.
Dio un puetazo a la puerta al pasar,
corri hasta el cuarto de bao y cay de
rodillas ante el inodoro, vomitando. El
vino, los trozos de salchicha apoy la
cabeza, jadeando entre un espasmo y
otro, en el borde de porcelana,
chorreando baba por la boca mientras se
deslizaban las lgrimas del esfuerzo por
su nariz.
El amor no exorciza los temores pero
hace posible llorar, aullar al menos.
Como Rosa Burger haba llorado de
alegra una vez, sali del cuarto de bao
y se pase por el piso, encendiendo
todas las luces al pasar, sollozando y
apretando su fea mandbula, manchada,
metindose el puo en la boca. Durmi
hasta bien entrado el da siguiente: otro
medioda perfecto. La racha de buen
tiempo continu un poco ms. As, para
Rosa Burger, Inglaterra siempre tendr
este aspecto; hileras de sombras por la
calle soleada, los tmidos pies blancos
de gente que se ha quitado los zapatos y
los calcetines para sentir la hierba, el
sol serpenteando a travs de las sendas
que marcan las embarcaciones de paseo
en el antiguo ro; un lugar donde la gente
se sienta en bancos para beber al aire
libre a la puerta de los pubs, las chicas
arreglndose con los dedos sus
brillantes cabelleras.
Tres
publicado por el C. R. E. S.
Nuestros hijos y los hijos de nuestros
hijos. Los pecados de los padres; por
fin, los hijos vengan en los padres los
pecados de los padres. Sus hijos y los
hijos de sus hijos; se era el Futuro,
padre, en manos no previstas.
T sabas que no poda ser: un
cambio en las condiciones objetivas de
la lucha percibido antes de que lo
percibieran los lderes. Lenin saba; la
forma en que ocurri despus de la
revolucin de 1905: como siempre
ocurre, la prctica avanz por delante
de la teora. Las viejas frases se
resquebrajan y el significado se
despliega, hmedo y nuevo. Parecen
saber qu es lo que debe hacerse. Ya no
van a la escuela y son constantemente
reeducados por su actividad poltica.
Los padres que forman comits para
mediar entre sus hijos y la polica
tambin son detenidos y proscritos.
Podra ocurrirle a Fats; ahora un peso
pesado negro puede ganarle el ttulo a un
peso pesado blanco, y equipos blancos y
negros juegan juntos en los campos de
ftbol, pero esto no es lo que aceptarn
los hijos. Le ha ocurrido incluso a
Daphne Mkhonza, que sola asistir a los
almuerzos de Flora. En Johanesburgo
hay nuevos nightclubs donde la
vestimenta de moda proporciona
igualdad a los consumidores y
aparentemente privilegia la sociabilidad
blanca y negra de nuevo estilo cuando
hay una redada policial. Pero no son
stos los placeres que reivindican los
hijos. Los negros con ansias de ser
hombres de tercera clase, concejales no
europeos que participaban de las Juntas
Consultivas y juntas escolares
establecidas por los blancos, han
renunciado ante la amenaza del justo
castigo de una generacin. Los que eran
To Tom y evitaban a los Mosutsanyana,
Kotane, Luthuli, Mandela, Kgosana,
Skobukwe que iban a la crcel por el
CNA y el CP finalmente han comenzado
a verse tal como son, tal como los ven
sus hijos. Han sido radicalizados
como diran los fieles por sus hijos,
actan en consecuencia, son arrestados y
detenidos. La Rosa original estaba
convencida de que la autntica iniciativa
revolucionaria deba surgir del pueblo.
Me pusiste su nombre por eso? Esta
vez surge de los hijos del pueblo, que
ensean a los padres El CNA, el CP,
el CPB y el resto, todas las siglas se
apresuran a reivindicar, a ponerse al
da: la teora en persecucin de los
acontecimientos.
Es bastante evidente el tipo de
educacin contra la que se han rebelado
los hijos; no saben escribir y no pueden
formular su exaltacin ni su angustia.
Pero saben por qu estn muriendo.
Tenas razn. Dan vuelta la cara y
cierran los ojos, gritan Eie-na[18] cuando
les dan una inyeccin, pero siguen
andando hacia la polica y las
ametralladoras. T sabes cmo
comprenden qu es lo que quieren.
Sabes cmo expresarlo. Derechos, no
concesiones. Su pas, no ghettos
asignados en l, ni patrias tribales
parceladas. La riqueza creada con el
trabajo de sus padres y madres, y
transformada en dividendos del blanco.
El poder sobre su propia vida en lugar
de un destino inventado, decretado e
impuesto por los gobiernos blancos.
Bien, quin entre aquellos a quienes no
les gustaba tu vocabulario, tus mtodos,
lo ha dicho ms sinceramente? Quienes
son ellos para hacerte responsable de
Stalin y negarte a Cristo?
Hay algo sublime en ti no podra
decrselo a nadie ms. No en tu
biografa. Habras encontrado en tu
propia persona lo que ocurri a los
negros en Bambata, en Bulhoek, en
Bondelswart, en Sharpeville. Pero esta
vez estn ms juntos que nunca, como no
lo estuvieron en la derrota de las guerras
del Kaffir, en el lugar de Bambata, en
Bulhoek, en el lugar de Bondelswart, en
Sharpeville. Se trata de algo que les es
peculiar? Me usaste como visitante de la
crcel, como correo, como todo aquello
para lo que serva, pero te habras
visto a ti mismo observndonos a Tony y
a m, tomados de la mano, acercndonos
a las ametralladoras? Nunca me lo dirs.
Nunca lo sabrs. A nosotros no nos es
dado (no te inquietes, la referencia
corresponde a un punto de mira
cerebral, no a un Dios miserable; no me
he vuelto religiosa, no me he vuelto
nada, soy lo que siempre he sido) saber
qu nos hace miedosos o audaces. T
tienes que haber tenido miedo alguna
vez, de lo contrario no habras tenido tu
tierna lucidez. Pero eras un poco como
los hijos negros: poseas esa exaltacin.
Hu. Baasie me result repulsivo y
me dej penetrar por la repugnancia: el
regate entre la diverticulitis, el cncer
de mama, el estreimiento, la
impotencia, los huesos y la obesidad.
Me asust. Te reiras. Sabas mucho de
esas cosas; cuando alguien ha muerto le
atribuimos omnipotencia. Tuve miedo.
Tal vez me creas. Nadie ms me creera.
Si intentara decirlo, cosa que no har. Y
el resultado no es el tradicional, segn
el cual no me defiendo de quien
piensa mal de m; por el contrario, se me
adjudica un mrito que no merezco.
Cuando aparec detrs de l en la calle,
Dick dijo: Saba que eras t. Esperaban
a tu hija. El hombre de Francia era el
nico con el que poda hablar y cuando
se plante la cuestin fue el nico tema
en el que no pude abrirme. No es que l
carezca de capacidad para imaginar
qu? Este sitio, todos nosotros aqu.
Lee mucho acerca de nosotros. Nuestro
destino aleatorio, lo llama. Sabe
proyectar. Tena mucha imaginacin
una especie de escritor, adems de
profesor (pero l se burla de las
pretensiones acadmicas de este ttulo).
Una vez mientras me secaba despus de
la ducha, de pronto se le ocurri la idea
de un libro de ciencia ficcin que
producira dinero. Supongamos que
ocurriera que a travs de los productos
qumicos utilizados para matar insectos
nocivos, aumentar las cosechas,
etctera, perdiramos la capa de aceites
naturales de la piel que nos hace
impermeables, como el aceite de las
plumas de los patos supongamos que
empezramos a absorber agua, nos
saturramos y nos pudriramos En
otro nivel, incluso podra interpretarse
como una alegora de la explotacin
capitalista del pueblo mediante el abuso
de los recursos naturales
Jams lo habra pensado.
J. B. Marks, tu primera eleccin
como padrino, muri en Mosc mientras
estabas preso. Logr transmitrtelo.
Ahora, una vez ms, tengo la impresin
de pasarte fragmentos de noticias como
haca a travs de la rejilla de alambre.
No ver a Ivy; ha desaparecido,
cumpliendo rdenes, antes del juicio de
Greer. Si se hubiera quedado la habran
encausado nuevamente; en la acusacin
la mencionaron como co-conspiradora
in absentia. El fiscal asegur que fue
ella quien reclut a Orde; Theo aleg
que el sentido de agravio de su cliente
por la injusticia, unido a la experiencia
de un periodista poltico en este pas
donde los intentos de cambios
constitucionales son constantemente
derrotados, lo llev a las manos de
personas que entendan su agravio.
Y as, por fin, t. Es a ti
El aire est denso de verano,
entretejido de vida, pjaros, liblulas,
mariposas, formas oscilantes de cocuyos
que son moscas enanas viajeras.
Despus de las lluvias abundantes, los
edificios de hormign tienen bajo el sol
un rubor matinal que a mis ojos los
vuelve orgnicos. La carretera atraviesa
la plaza John Vorster al nivel del quinto
piso y en las ventanas de las salas con el
mobiliario bsico desde donde han
saltado algunos, veo mientras conduzco
margaritas en tiestos sobre los
alfizares. A tu lucidez no se le
escapaba nada, en la celda ni alrededor
de la piscina. Una lucidez sublime.
Tengo una ligera idea de ello. No
pienses que estoy melanclica
deprimida. La felicidad no es moral ni
productiva, no? S que es posible ser
feliz mientras (supongo que as fue) se
hace dao a alguien. De ello se
desprende naturalmente que es posible
sentirse muy vivo cuando flotan en el
aire cosas terribles: miedo y dolor y
amenazadora valenta.
He ido a ver a los Nel. Se pusieron
contentos al verme. Siempre haba sido
bien recibida. Hay una Holiday Inn
donde ahora van casi todos los
viajantes. Pero la venta de bebidas
alcohlicas no se ha visto afectada. La
federacin de Mujeres celebra su
reunin anual en una sala privada de la
Holiday Inn, me ha contado ta Velma
(distrada por un momento de su
problema), aunque es un establecimiento
autorizado para despachar bebidas
alcohlicas. Y el jefe de la patria
cercana va a almorzar en el restaurante
con los asesores blancos de minera, que
estudian la posibilidad de que haya
estao y cromo en su pas.
Los Nel estn perplejos. Yo no saba
que poda ser un estado de nimo tan
aplastante. Estn sobre todo
desconcertados. Estaban tan orgullosos
de ella, que ocupaba un puesto
cuasigubernamental, que hablaba un
idioma extranjero; el cerebro de tu rama
de la familia, pero puesto al servicio de
su pas en la promocin de nuestros
productos agrcolas. Tan orgullosos de
Marie, de su vida sofisticada todo el
tiempo imaginando Pars como los
Champs-Elyses de las reproducciones
que suelen venderse a los hoteles
rurales.
En la granja ped que me pusieran en
una de las glorietas y no en la finca
principal. No argumentaron que estaba
ofendiendo su hospitalidad; cuando la
gente tiene problemas, de alguna forma
se vuelve ms comprensiva acerca de
las necesidades o de los caprichos,
verdad? Andando de noche despus de
las lluvias, la finca, los cobertizos se
desvan de mi vista en una neblina que
se puede lamer con los labios. El vino
todava no est servido en la mesa pero
el to Coen nos hizo beber coac. Me
mova insegura pisando la hierba
empapada, choqu contra el aljibe, crea
que slo tena las piernas afectadas,
pero supongo que tambin lo estaba mi
cabeza. Apoy la oreja en el costado de
la pared de piedra del granero, en cuya
cavidad anidan las abejas, y las o
hormiguear. Capa tras capa de noche las
ocultaban. Camin alrededor, no a
travs, de las sombras de muros y
cobertizos, y sobre los caps de coches
aparcados unas luces tendan sbanas de
oscuridad y brillo. Como parpadeantes
pestaas a mi alrededor: calor, humedad
e insectos. Pis estrellas en los charcos.
Es tan fcil sentirse prxima a la tierra,
verdad? No es extrao que se hagan
todo tipo de sospechosas demandas
populares sobre esa base. Los fuertes
reflectores que los granjeros de las
inmediaciones han colocado en lo ms
alto de sus fincas aparecen a travs de
los negros rboles. Unos focos avanzan
por el nuevo camino; las tierras de
labranto se funden con la aldea. Pero
sta est demasiado lejos para or un
grito de socorro. Si surgen ahora desde
atrs de los grandes y aosos rboles de
jeringuilla en cuyas ramas quedaban
los lazos de alambre de los juegos de
los chicos y donde cuelga el ngulo de
hierro que sonar a las seis de la
maana para marcar el inicio de la
jornada, si saltan sin hacer ruido y me
ponen en la espalda una ametralladora
rusa o cubana, o sencillamente cogen
(ha llegado la hora?), una guadaa o
incluso una azada sera una solucin.
No est mal. Pero no me ocurrira, no te
preocupes. Me acost en la glorieta y
dorm como lo haca de nia, apartando
de una patada las gruesas mantas
rosadas, con una almohada apelmazada
bajo el cuello. Cualquiera podra haber
entrado y haberme contemplado: no me
habra movido.
Quizs un da alguna calle lleve esa
fecha por nombre. Mucha gente fue
detenida, arrestada o proscrita el 19 de
octubre de 1977; muchas organizaciones
y el nico peridico negro de mbito
nacional fueron prohibidos. La mayora
de las personas eran negras: africanos,
indios, mestizos. La mayora perteneca
a organizaciones de la Conciencia
Negra: Convencin del Pueblo Negro,
Organizacin de Estudiantes
Sudafricanos, Consejo Representativo
de Estudiantes de Soweto, Movimiento
Estudiantil Sudafricano, Asociacin de
Padres Negros y otras, menos
conocidas, de las que los blancos nunca
haban odo hablar. Algunos pertenecan
a las organizaciones clandestinas de los
anteriores movimientos de liberacin,
prohibidos tiempo atrs. Y otros
pertenecan a ambas. Todos
organizaciones, individuos, el peridico
parecieron recientemente motivados,
despus de ms de un ao, por la
rebelin de escolares y estudiantes
sobre la cuestin de la educacin
inferior para los negros. Cientos de
maestros haban aceptado la autoridad
del boicot escolar y renunciado a su
cargo a modo de apoyo. La persuasin,
el soborno y la fuerza de la amenaza por
parte del gobierno no tuvieron xito con
los jvenes y mayores de quienes era
mentor; el gobierno, por su parte, se
neg a abolir el sistema de educacin
segregada para los negros. De cualquier
manera que se evaluara la situacin, la
explicacin segua simplista. La mayora
de nios de Soweto no haba vuelto a la
escuela despus de junio de 1976.
El 19 de octubre de 1977 y las
semanas siguientes fueron detenidos,
proscritos o sometidos a arresto
domiciliario unos pocos blancos. Entre
ellos se encontraba la hija de Burger. Se
la llevaron tres policas que la estaban
esperando en su piso a la vuelta del
trabajo, una tarde de noviembre. El de
ms alto rango era el capitn Van
Jaarseveld, quien para hacerla sentir
cmoda con l durante el interrogatorio
en una de las salas con dos sillas y una
mesa, le record que haba conocido
bien a su padre.
No presentaron cargos contra ella.
Como tantos miles de personas
detenidas bajo custodia a todo lo largo
del pas, podan retenerla semanas,
meses o aos antes de soltarla. Pero su
abogado, Theo Santorini, tena motivos
para creer por cierto, un fiscal se lo
haba dicho en un momento de
indiscrecin profesional durante uno de
sus frecuentes encuentros en los
descansos para tomar el t o almorzar
que el Estado esperaba reunir
evidencias para presentarla ante el
tribunal en un importante logro de
Segundad: un sonado juicio, por fin, a la
mujer de Kgosana. Esa, haba dicho;
Santorini esboz su regordeta sonrisa de
querubn. Esa era la importante. Durante
muchos aos se haba visto empeado
con el mismo fiscal en una batalla de
legalidades mediante la cual haba
logrado que Marisa Kgosana saliera
absuelta una y otra vez. El gobierno
probablemente ms an la polica,
porque, se quejaban a su abogado, les
pona las cosas difciles, no
cooperando ni siquiera con el largo de
una de sus uas rojas cuando ellos slo
estaban cumpliendo con su obligacin
, el ministro de Justicia, quera
quitarla de en medio, confinarla,
condenarla durante un largo perodo. El
fiscal, en lo que a la seora Kgosana se
refera, hizo una sugerencia por su
propio bien, objetivamente, bajo la
forma de una advertencia a Santorini. A
su defendida no le convena correr el
riesgo de ventilar, en respuesta a
alegatos que se hacan ante la Comisin
Investigadora de los disturbios de
Soweto y que entonces estaba en sesin,
ninguna lnea de defensa que pudiera
resultar til a la acusacin en el caso de
que en el futuro se plantearan
acusaciones contra ella. Ms le vala no
hacer presiones para presentarla
porque tambin Marisa estaba detenida.
Las crceles para mujeres que
aguardan juicio y para las que estn
detenidas, no se encuentran entre las
comodidades segregadas que el pas se
enorgullece en proporcionar. En la que
se encontraron Rosa y Clare Terblanche
tambin haba mestizas, indias y
africanas; las de diferente color y grado
de pigmentacin no ocupaban celdas
contiguas ni correspondientes a los
mismos retretes y cuartos de bao, ni se
les permita estar en el patio al mismo
tiempo, pero la crcel era tan vieja que
las barreras fsicas contra la
comunicacin interna estaban
desvencijadas y la vigilancia de las
carceleras nocivas minifalderas
devotas de la Jefa como si de la abadesa
de una orden religiosa se tratara no
poda impedir que entre las distintas
razas se intercambiaran mensajes o los
pequeos y preciosos regalos de la
economa carcelaria (cigarrillos, un
melocotn, un tubo de crema para
manos, una minscula linterna elctrica),
o canciones. Muy temprano, la
penetrante voz de contralto de Marisa
anunciaba su presencia, no muy lejos,
desde su confinamiento en solitario, a
Rosa y Clare. Cantaba himnos
religiosos, fluctuando entre el tono de
Somteme y canciones del CNA en
xosa, estallando en ocasiones con
estrofas de Miriam Makeba, sobre todo
para apaciguar a las carceleras, para
quienes era una reconocida cantante
popular. Las voces de otras negras se
unan en armona en cualquier tema que
cantara, siguiendo rpidamente los
cambios de repertorio. Las negras que
eran presas comunes y eternamente
lustraban la roca granosa del claustro de
la Jefa, alrededor del patio, recogan
diminutos mensajes arrollados, cados
cuando permitan salir a Rosa y a Clare
para vaciar sus cuencos o a hacer su
colada, y por el mismo sistema las
mujeres de la limpieza les entregaban
mensajes. De inmediato Marisa se
convirti en la ms habilidosa de la
presas polticas y en la encarnacin, la
personificacin, de una especie de
autoridad de la que ni siquiera estaba
protegida la Jefa: obtuvo permiso para
que la acompaaran dos veces por
semana a la celda de Rosa para realizar
ejercicios teraputicos a causa de una
dolencia en la columna vertebral
agravada por la vida sedentaria en
prisin. Durante las sesiones escapaban
risas a travs de la gruesa malla
romboidal y los barrotes de la celda de
Rosa. Aunque las detenidas no estaban
autorizadas a tener artculos para
escribir con ningn propsito ajeno a las
cartas que eran censuradas por el jefe de
Carceleros Magnus Cloete antes de ser
despachadas, Rosa solicit materiales
de dibujo. Su abogado le envi un
cuaderno de dibujo de los que se usan en
los parvularios y una caja de pasteles;
ambos artculos pasaron el escrutinio.
Las carceleras encontraban baie, baie
mooi[19] (hablaban con ella en su lengua
madre) los desmaados bodegones con
que intentaba ensearse a s misma el
que segn haba afirmado era su
hobby, y el ingenuo paisaje
imaginario, no susceptible de despertar
ninguna sospecha de que estuviera
incorporando planos del trazado de la
crcel: representaba, en una serie de
versiones, una aldea con un castillo en
la cumbre de la montaa, una arboleda
en primer plano, el mar detrs. La
piedra de las casas pareca crearle
dificultades: la intent en rosas, grises,
incluso naranjas amarronados. Haba
tenido ms xito con las alegres
banderas de las almenas del castillo y
las brillantes velas de pequeas
embarcaciones, aunque debido a algn
fallo de perspectiva navegaban
directamente hacia la torre.
Aparentemente la luz emanaba por los
cuatro costados: todos los objetos se
vean soleados. Para navidad se
permiti a las detenidas enviar tarjetas
hechas a mano a un nmero razonable de
parientes o amigos. Para el jefe de
Carceleros Cloete la de Rosa era una
escena trivial, pues poda encontrarse en
cualquier estantera con tarjetas de
felicitaciones: un grupo de cantores de
villancicos en el que slo los
encantados destinatarios reconoceran,
inconfundiblemente, pese a la ausencia
de arte y tcnica con que estaban
dibujadas las figuras, a Marisa, Rosa,
Clare y una india conocida de todos. A
travs de la postal tambin sabran que
esas mujeres estaban en contacto,
aunque separadas del mundo exterior.
Theo Santorini no repiti, ni siquiera
a los ms ntimos de la familia de Rosa
Burger durante muchos aos, la firme
posibilidad de que el Estado intentara
establecer la connivencia de Rosa con
Marisa en la conspiracin para fomentar
los objetivos del comunismo y/o del
Congreso Nacional Africano. La
acusaran de incitacin, apoyo y
complicidad en la rebelin de escolares
y estudiantes.
Su discrecin no impidi todo tipo
de especulaciones. No est claro qu
hizo Rosa durante las ltimas dos
semanas que pas en Londres. Despus
de todo, se puso en contacto con
exiliados de izquierdas. Estuvo en un
mitin (los informadores tienden a
mejorar la calidad de su informacin) en
homenaje a lderes del Frelimo, donde
su presencia se vio honrada por un
discurso pronunciado por uno de su
antiguos compaeros ntimos
encomiando a su padre, Lionel Burger.
Todo eso haba sido vigilado y sin duda
alguna aparecera en cualquier
acusacin. Aparentemente abandon sin
explicaciones su intencin de exiliarse
en Francia, donde el Movimiento
Antiapartheid francs estaba dispuesto a
protegerla bajo sus alas. No le dijo a
nadie, absolutamente a nadie, cmo
haba ocupado su tiempo entre la
reunin con los viejos camaradas en ese
mitin o fiesta y su regreso. Es razonable
suponer que hizo planes con otros,
ponindose al servicio de la ltima
estrategia de lucha, que proseguir hasta
que el ltimo preso salga de Robben
Island y el ltimo disidente cuerdo
abandone un manicomio de Europa del
Este. Quin puede creer que los nios
se rebelan por su propia voluntad? En su
mayora, los blancos postulan la teora
de que los agitadores (sin especificar), y
las organizaciones prohibidas y
clandestinas, adoptan la rebelin como
parte de su propio impulso
incrementado, si no como su inspiracin
directa. Los marineros vomitan con la
carne podrida, los nios se niegan a ir a
la escuela. Nadie sabe dnde comenzar
el fin del sufrimiento.
Una mujer que llevaba cajas de fruta y
flores esperaba con un grupo ante las
puertas de la crcel.
Haba pulsado el timbre con ms
fuerza y durante ms segundos de lo
aparentemente necesario. Las pocas
personas que esperaban afuera lo oyeron
sonar dbilmente en el interior. No
obstante, hubo que esperar para obtener
respuesta. Habl con ellas: una
prostituta negra que llevaba dinero para
la fianza en un monedero de plstico
dorado y que mova un tumor de chicles
de una mandbula a la otra, dos mujeres
que rean soltndose susurrados tacos
en zul, una joven en compaa de una
vieja que fumaba una pipa con una
pequea cadena adherida a la tapa. Se
mostraban pacientes. La joven bailaba
mientras alguien tarareaba
inaudiblemente apoyada en los
talones y los dedos de los pies calzados
con zapatillas azules, rojas y negras. La
mujer era blanca, conoca sus derechos,
estaba habituada a considerar mezquina
y ridcula la burocracia, no poderosa.
Estn durmiendo? la voz alta y
penetrante de una seora rica.
Cunto tiempo llevis aqu? No os
deberais quedar tan tranquilas se
supone que deben atendernos.
Las negras estaban acostumbradas a
que los blancos hicieran caso omiso de
ellas y sospechaban de cualquier
presuncin de causa comn, excepto la
prostituta joven, que conoca demasiado
ntimamente a los blancos para dejarse
impresionar por las mujeres que los
haban parido. Hizo una mueca:
Contestaron, pero dijeron que
debamos esperar.
Esperar! Ya hemos esperado
bastante la blanca apoy el pulgar en
el timbre y jug a inclinar todo el peso
de su cuerpo, sonriendo alegremente a
las dems. Su pelo teido, como los
oscuros cristales de sus gafas de sol,
contrastaban con su frente bordeada de
blanco; una cincuentona con la enrgica
franqueza de una chica encantadora. La
mano que apret el timbre luca jades y
marfiles.
La prostituta ri entre dientes,
animndola:
Muy bien, eso est muy bien. Me
gustara tener un anillo como se.
Cul? No, no, este pequeo es mi
favorito. Ves cmo est hecho? Muy
ingenioso
Se abri la mirilla de la puerta y
apareci en el marco una cara de
payaso, dos cejas arqueadas, tensas y
delgadas, ojos perfilados en negro,
mejillas rosa tiza.
Tengo algunas cosas para unas
detenidas la mujer era vivaz; la cara
pintada no dijo nada. La mirilla se cerr
y la mujer acababa de volver la cabeza
en exasperado comentario a las otras,
cuando se oyeron sonidos de cerrojos y
llaves aceitadas y se movi una puerta
en el interior del gran portal para
dejarla entrar. Se cerr de inmediato,
dejndola pasar nicamente a ella.
La carcelera propietaria de la cara
dijo:
Espere.
La falda plisada color crema y la
camisa de seda amarilla de la mujer
reflejaban luz en el oscuro pozo de
ladrillos y hormign, por lo que una
criatura que fregaba el suelo con trapos
atados a las rodillas para protegerlas,
levant la vista. Apareci una imagen
tarda ante los ojos que volvieron a la
fregona y al suelo. Esencias de finos
jabones, cremas, cuero, ropas guardadas
en armarios de donde colgaban bolsitas
aromticas, perfume destilado de
azucenas y hasta un leve aroma natural a
ciruelas y mangos, un aura que separaba
a la mujer del aire viciado e impregnado
de tristes fragancias a mala comida y a
la leja de la higiene institucional, del
olor bajo las uas rotas, desteidas
hasta la mdula. La visitante ya haba
estado antes; nada haba cambiado salvo
la vestimenta de las carceleras, blanca y
negra acicaladas con los que le
parecan uniformes sobrantes de los que
cinco aos antes usaban las azafatas:
viajaba mucho en avin. Debajo de las
escaleras de la izquierda haba maletas
y cajas de cartn atadas con cuerdas
etiquetadas, incluso algunos abrigos;
posesiones retiradas a las detenidas al
llegar, que guardaban el da o la noche
de su liberacin. Vio la resplandeciente
luz solar encerrada en el patio de la
crcel. Las gordas palmeras
ornamentales, la brillante piel prpura
de la roca granosa. Hbilmente se
desliz unos pasos hacia adelante para
echar un rpido vistazo, pero no haba
nadie haciendo ejercicios suponiendo
que les permitieran acercarse a la
entrada.
Una falda diminuta movindose en
un trasero alto y redondo, un cuerpo con
tacones altos la condujo al despacho de
la Jefa.
Como, como para poder describir
despus a la Jefa era necesario hacer la
comparacin con una imagen en un
escenario que formara parte de la
experiencia de sus interlocutores,
porque la suya era una figura
indescriptible, un elemento de una
escala de valores estticos que slo
poda definirse a s mismo. Como la
mujer del patrn en un bar o saln de
baile de una pintura francesa
decimonnica Toulouse-Lautrec, s
aunque ms bien alguien de segunda
categora, Flicien Rops, digamos. Su
escritorio quedaba calzado debajo de
unos pechos con toda la parafernalia:
llevaba galones de servicio y aretes de
oro empotrados en sus carnosos lbulos.
Las pequeas cejas de la carcelera eran
una buena imitacin de las suyas, rojo-
cobrizo, dibujadas en lo alto desde las
cercanas de ambos lados del tabique
nasal. Su menuda mano regordeta, con
las uas pintadas de un espeso rosa
refinado, golpeteaba un bolgrafo y se
mova entre papeles que observaba a
travs de unas gafas de arlequn con las
piezas laterales doradas y decoradas
con volutas. Haba gladiolos en un
florero, en el suelo. Sobre el escritorio,
unos lnguidos claveles blancos con un
cuenco de oropel que contena un
vaso probablemente haba asistido a
un baile de la polica.
La visitante llevaba dos bandejas de
madera con fruta, y un enorme ramo de
margaritas y rosas de su jardn.
Rosa Burger y Marisa Kgosana.
Sus nombres estn en las etiquetas.
Ciruelas, mangos, naranjas y unos
caramelos sueltos. En paquetes
abiertos. No puedo traer un pastel, no?
No, nada de pasteles el tono de
alguien que intercambia observaciones
sobre las rarezas del men de una
cafetera.
Ni siquiera si lo corto delante de
usted? la visitante sonrea, con la
cabeza inclinada, coquetona, las
comisuras de los labios en expresin
desdeosa.
La Jefa saba compartir una broma,
pero de all no pasaba.
Ni siquiera en ese caso, no, ya
sabe que no est permitido. Deje las
cajas en el suelo, all, muchsimas
gracias, nos ocuparemos de que las
reciban en seguida. Ahora mismo
nadie la igualara en femenina
correccin. Firme en el libro, por
favor.
Las flores estn separadas en dos
ramos Sera tan amable de ponerlos
en un cubo con agua? Haca tanto calor
en el coche!
Una pareja de pomeranias
olisqueaba los zapatos de la visitante.
La Jefa los rega en afrikaans:
Abajo Dinkie, abajo, chico.
Rompers las medias de la seora
cambi de tono y prosigui, en ingls:
Ya no se permite traer flores. No s
qu es una nueva orden que lleg
ayer, no podemos aceptar flores. Lo
siento en el alma.
Por qu?
No sabra decrselo, yo misma lo
ignoro
Mi nombre est en las cajas.
Pero escrbalo aqu, por favor
la carcelera salt para acercar un
enorme registro casi antes de que la Jefa
diera la seal. Djeme ver, s eso
es, y el domicilio por favor
muchsimas gracias su estilo era el de
quien intenta ser amable por una mera
cuestin de forma: la necesidad de que
una dama comprensiva y bien
intencionada se comprometiera, de su
puo y letra, en su relacin con las
sospechosas polticas. La Jefa movi los
labios leyendo las slabas del nombre,
como si as pudiera comprobar si era
falso o autntico: Flora Donaldson.
A los detenidos segn la Seccin 6
del Acta de Terrorismo no se les permite
recibir visitas, ni siquiera de sus
parientes ms cercanos. Pero ms
adelante, cuando Rosa Burger pas a ser
una prisionera en espera de juicio se le
concedieron los privilegios de esa
condicin, y, en ausencia de parientes
consanguneos, Flora Donaldson solicit
permiso para verla y se lo concedieron.
Otros postulantes fueron rechazados, con
la nica excepcin de Brandt Vermeulen
quien, sin duda por medio de influencias
en las altas esferas, apareci all de
repente, un da que llevaron a Rosa a la
sala de visitas. No eran visitas de
contacto; Rosa reciba a las suyas desde
detrs de una mirilla metlica. No se
sabe de qu habl Brandt Vermeulen
dentro de la categora de cuestiones
domsticas, categora a la que deben
ceirse todas las conversaciones de la
crcel bajo la supervisin de carceleros
presentes. Es un conversador fluido y
entretenido, un hombre de amplias miras
y con muchos intereses, que no se
desorientara con facilidad. Flora
inform que Rosa no haba cambiado
mucho. Hizo esta observacin a
William, su marido.
Est muy bien. En buena forma.
Pareca una cra; por lo que entend,
Leela Govind o alguien volvi a cortarle
el pelo, hasta aqu, a la altura del
cuello Me dio la impresin de tener
catorce aos aunque se la ve ms
vivaz que antes. En cierto sentido.
Menos reservada. Bromeamos
muchsimo eso es algo que a los
malditos carceleros les cuesta seguir.
Pero por qu no habran de ser
divertidas las cuestiones familiares? Ya
son de por s bastantes aburridas. Slo
te das cuenta de lo aburridas que son
cuando intentas transformarlas en
metforas de otras cosas Theo me ha
dicho que la defensa se las har pasar
canutas a los testigos pblicos. Piensa
que esta vez Rosa tiene bastantes
posibilidades de salir bien librada tal
vez el Estado retire los cargos despus
del interrogatorio preliminar. En cuyo
caso es posible que la sometan a arresto
domiciliario en cuanto la suelten
cualquier cosa es preferible a la crcel.
Se pueden hacer muchas cosas bajo
arresto domiciliario y al fin y al cabo
Rosa saldr todos los das a trabajar