La Hija de Burger - Nadine Gordimer

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Rosa era apenas una nia cuando

su padre Lionel Burger, fue


condenado a cadena perpetua por
promover la revolucin en Sudfrica.
Esta no era la primera vez que lo
encerraban, pero s sera la ltima.
Al morir su padre en la crcel,
empezar para Rosa un camino que
la llevar a replantearse lo que
realmente significa ser la hija de
Burger. Los orgenes del Partido
Comunista de Sudfrica, las
reuniones de blancos y negros en
torno a la piscina familiar los
domingos, la resistencia, la lucha
antiapartheid Todo lo que ella ha
vivido, o conocido a travs de la
narracin de su padre, se ir
matizando gracias al contacto de
Rosa con espordicos amantes,
amigos de la familia y paisajes de la
memoria, hasta adquirir una nueva
luz.
Intensa novela de poltica y
pasiones, La hija de Burger es ante
todo el penetrante retrato de una
mujer impetuosa.
Nadine Gordimer

La hija de Burger
ePub r1.0
Cygnus 21.07.14
Ttulo original: Burgers Daughter
Nadine Gordimer, 1979
Traduccin: Iris Menndez
Retoque de cubierta: Cygnus

Editor digital: Cygnus


ePub base r1.1
Uno

Yo soy el lugar en el que algo ha


ocurrido.
Claude Lvi-Strauss
Entre los que esperaban delante de la
fortaleza haba una colegiala con
uniforme marrn y amarillo; llevaba un
edredn verde de cuya presilla colgaba
una bolsa de agua caliente de color rojo.
Por all solan pasar algunos autobuses y
los pasajeros que se asomaban habrn
notado la presencia de una colegiala.
Fjate, una colegiala: debe de tener a
alguien dentro. De cualquier manera,
quin es esa gente? Incluso desde lo
alto de un autobs, que avanzaba a
bandazos cuando el semforo se pona
verde, el grupo que esperaba no deba
de parecerse a los visitantes habituales
de la crcel, pasivos y humildes
alrededor de la cuesta del terreno de
csped municipal.
La colegiala no estaba en primera
fila frente a las puertas de la prisin ni
tampoco muy atrs. Haba varios
jvenes con suteres de cuello vuelto y
veldskoen[1] hombres con trajes de
calle, llevados distradamente a la
manera de una piel exterior, un anciano
con su cabeza de seda blanca echada
hacia atrs, mujeres encogidas en sus
pantalones y trencas, una con falda larga
y chal de ganchillo, dos con elegantes
trajes de tweed, joyas de oro y gafas de
sol que no usaban como disfraz sino
como afirmacin de su indiferencia a la
atencin que despertaban. Todos
permanecan ordenadamente delante de
las puertas, ms invasores que
suplicantes. Todos llevaban paquetes y
bolsas. Las voces de las mujeres eran
claras y enrgicas ante el edificio
pblico, el hombre de cabellera canosa
apoy los brazos en los hombros de dos
jvenes para sostener una conversacin
privada, una mujer alta y rubia se mova
en el interior del grupo con persistente
decisin. Fue ella quien tom prestado
el bastn con empuadura de asta del
anciano para golpear la puerta cuando
pasaron las tres y seguan all
esperando.
Como no obtuvo respuesta se quit
una sandalia de tacn alto e insisti con
ella en la otra mano. Nadie estaba de
humor para rer pero se produjo una ola
de movimientos y se oyeron voces
aprobatorias. La colegiala empuj con
el resto, volviendo la cabeza en el
atrevido incentivo con que las miradas
vinculaban a todos. Una portezuela con
mirilla dentro de las grandes puertas
dobles dej ver unos ojos debajo de una
gorra con visera. La cara de la rubia
estaba tan prxima a la puerta que el
carcelero retrocedi y en un instante se
reafirm, pero tal como un arma de feria
de atracciones encuentra su diana, ella
haba ganado la partida.
Exijo hablar con el comandante
Nos dijeron que podamos entregar ropa
para los detenidos entre las tres y las
cuatro. Llevamos aqu veinticinco
minutos, casi todos debemos volver a
nuestros trabajos.
Se entabl una discusin. Lleg un
hombre con cartera y todo el grupo le
abri paso hasta el frente; le permitieron
pasar por otra puerta interior al gran
portal y despus, uno por uno, hombres y
mujeres entregaron sus bultos a travs
de esa puerta salpicada de manchas
oscuras que eran las figuras de los
carceleros. La colegiala fue animada a
adelantar cuando los dems le cedieron
el paso; aquel da se encontraba entre
ellos la hija de Lionel Burger, catorce
aos de edad, con un edredn y una
bolsa de agua caliente para su madre.

Rosa Burger de unos catorce aos en


aquella poca, aguardando ante la crcel
con una tnica marrn encima de una
camisa amarilla y un jersey marrn con
rayas amarillas bordeando el escote en
pico era menuda para su edad, tena
las piernas en forma de botella (primer
equipo de hockey) y la cintura diminuta.
El pelo no estaba recin lavado y el
cartlago de la punta de sus orejas
quebraba la mata lacia y oscura,
sugiriendo que las orejas eran
prominentes aunque las llevaba
escondidas. A partir de la raya al lado
haba un mechn que segua una
direccin contraria al resto y se haba
desteido ligeramente debido al
contacto con los productos qumicos de
la piscina de la escuela (segundo equipo
de natacin) y a la exposicin al sol. De
perfil era ms bonita que de frente; el
contorno ceroso que suele tener la gente
de piel aceitunada, con la concavidad de
los ojos marcada por la franja oscura y
brillante de la ceja y el trazo abrupto de
las pestaas, borroso en los extremos
como antenas de mariposas nocturnas.
Cuando la chica se volva, aparecan
muchas cosas decepcionantes: la
mandbula (mascaba una tableta de
manteca de cacahuete que alguien le
ofreci) pesada para un mentn
pequeo, las ventanillas de la nariz que
retrocedan bruscamente, las marcas de
espinillas semicuradas y pellizcadas
alrededor de la gran boca blanda que se
abarquillaba y frunca, vacilaba y se
afirmaba cuando le dirigan la palabra y
responda, una boca idntica a la de su
padre. Pero sus ojos eran claros, de un
gris descolorido, en cierto ngulo tan
acuosos que la convexidad del gris
pareca transparente bajo la luz de la
tarde invernal. Nada semejantes a los
ojos pardos de l, con la lnea vertical
de preocupacin entre ellos, conjunto
que dibujaba una mirada irresistible en
las fotos de prensa. El marrn y amarillo
del uniforme escolar no iba con su tez,
aun teniendo en cuenta que
probablemente no haba dormido bien la
noche anterior y que con las prisas de
llegar a casa desde la escuela y de all a
la crcel no haba tenido tiempo de
comer.
Rosemarie Burger, segn el informe
de la directora una de las alumnas ms
prometedoras de los aos superiores
pese a las desventajas por as decirlo
de sus antecedentes familiares, la
maana siguiente a la detencin de su
madre fue a la escuela como cualquier
otro da. Pidi permiso para ver a la
directora y solicit que le permitieran
volver temprano a casa con el propsito
de llevarle algunas comodidades a su
madre. Su estilo realista y reservado
volvi innecesario que nadie tuviera que
decir nada, nada que significara
condolencias de hecho lo impidi,
ahorrando as toda torpeza. Evidenciaba
una notable madurez; esto al menos,
sin ser especfico, poda decirse en el
informe. Sus compaeras de clase
parecan ignorar lo que haba ocurrido.
No lean los peridicos matutinos, no
escuchaban las noticias por la radio, ni
tenan conciencia de la poltica como
algo ms concretamente afectivo que un
pesado tema de conversacin adulta,
junto con el mercado de valores o los
problemas ginecolgicos. Despus de un
da o dos, en algunos casos de semanas,
la reiteracin del apellido de su
condiscpula en relacin con su madre
en las pancartas de manifestantes
callejeros contra la prisin preventiva, y
las observaciones de sus padres
sealando el parentesco la hija no
est en tu clase?, hicieron que sus
circunstancias fueran conocidas y
aceptadas en la escuela. Le otorgaban el
tipo de privilegios compasivos
adecuados para las crisis de enfermedad
o divorcio en un hogar, nicos riesgos
que conocan las chicas. Las otras
monitoras como ella se dividan entre s
su parte del patio y otras obligaciones.
Su mejor amiga (a quien le haba
contado el arresto y detencin el primer
da) dijo que si quera ira a quedarse
con ella en su casa, probablemente sin
haber consultado a sus propios padres.
Era una escuela privada para nias
blancas de lengua inglesa, que
inocentemente expresaban su
solidaridad de la nica forma que
conocan: malditos bers, condenados
holandeses, asquerosos afrikaners
ocurrrseles encerrar a tu madre. Como
si alguna vez hubiera hecho algo malo
No se les ocurra que el apellido
era, en realidad, afrikaner.

Entre nosotros haba una chica de


trece o catorce aos, todava una
colegiala, la hija de Lionel Burger. Era
un riguroso da invernal. Llevaba
mantas e incluso una bolsa de agua
caliente para su madre. Haban dicho a
los parientes de los detenidos en una
brutal redada que podan llevar ropa,
etc. a la crcel. No estbamos
autorizados a llevar libros ni comida.
La pequea Rosa Burger saba que su
madre, esa mujer valiente y cariosa,
estaba en tratamiento mdico. La chica
tena los ojos secos y estaba serena; de
hecho fue para todos nosotros un
ejemplo de cmo deba comportarse la
familia de un detenido. Ya haba
asumido el rol de su madre en la casa,
proporcionando amoroso apoyo a su
padre, al que en breve tambin
detendran. Aquel da l haba dado
prioridad a la situacin de otros antes
que a la suya, infatigablemente
atareado desde que se haban llevado a
su mujer a primeras horas de la
maana, yendo de comisara en
comisara, tratando de enterarse dnde
retenan a los miembros de familias
africanas desvalidas. Pero saba que
poda contar con su hija colegiala en
esa familia totalmente unida y
consagrada a la lucha.
Cuando me vieron en el exterior de
la crcel, qu vieron?
Nunca lo sabr. Est todo mezclado. Vi
veo ese perfil en un espejo
sostenido por la mano, orientado hacia
otro espejo; s cmo sobreviv, no
desdichada, aunque no muy estimada
entonces, en un tcito reconocimiento de
que era superior, yo y mi familia, en esta
escuela; entiendo la blanda
grandilocuencia de las memorias mal
escritas por los feles; buena gente a
pesar de la beatera.
Supongo que tena conciencia de que
la gente comn y corriente poda bajar
la vista desde un autobs y verme.
Algunos con admiracin, sabiendo de
quines ramos parientes y amigos
incluso la hija de alguien, mira, una cra
que todava va a la escuela y
sabiendo por qu estbamos all. Flora
Donaldson y las dems hablaban en voz
alta, al igual que hara otro tipo de mujer
en un restaurante caro y, aunque en
circunstancias muy distintas, por la
misma razn: para demostrar confianza
en s mismas y una personalidad
naturalmente dominante de un entorno,
destinada a impresionar o intimidar.
Extraigo esta analoga ahora, no
entonces; es imposible tamizar lo que he
aprendido, sentido, pensado, la
presencia subjetiva de la colegiala. Es
una desconocida acerca de la cual
algunos datos me son conocidos, eso es
todo. ramos conscientes de nosotros
mismos y de la gente que nos perteneca
al otro lado de las puertas enormes,
anchas y tachonadas, de un modo que los
transentes no comprenderan y que
nosotros hacamos valer, emitamos
Wally Atkinson, que no tena a nadie
dentro pero haba estado detenido
muchas veces, fue a izar el estandarte de
su cabellera blanca entre nosotros, Ivy
Terblanche y su hija Gloria, tejiendo
decididamente para el beb de Gloria
mientras esperaba entregar pijamas y
jabn para maridos que tambin eran
padre y yerno, Mark Liebowitz pasando
el peso de su cuerpo de un pie al otro
con el aire de nervioso regocijo con que
encaraba las crisis, Bridget Bridget
Sulzer antes Watkins antes Brodkin,
nacida OBrien golpeando las puertas
de la crcel con el tacn de una sandalia
multicolor en la que se despellejaba el
gastado cuero verde, su ertico pie de
alto empeine con las uas pintadas,
descalzo a pesar del fro. Incluso las dos
mujeres que segn creo no conoca, las
elegantemente ataviadas y que no tenan
nada que ver (Aletta Gous atraa la
amistad de mujeres ricas y liberales
cuyos maridos, en aquellos tiempos, les
permitan correr el riesgo a modo de
indulgencia) se haban apartado de su
medio en el extrao despertar de los
perseguidos. Una de ellas haba hecho
que su cocinera preparara un pan
especial de germen de trigo (Aletta
siempre fue una fantica con la comida)
y discuti despticamente cuando el
carcelero se neg a dejarlo pasar; lo
recuerdo porque se lo dio a Ivy la
rara ocasin volva posibles tales
pretensiones de repentina amistad,
que cort un trozo de corteza para que
yo lo probara cuando me llev a casa en
coche.
Estaba en mi sitio, a las puertas de
la crcel; haca varias semanas que mis
padres esperaban que los detuvieran.
Por supuesto, cuando ocurri y se
llevaron a mi madre, la realidad debi
de ser diferente a la aceptacin
anticipada; es imposible dominar todos
los temores y las prdidas con
antelacin. Siempre hay fuentes de
desolacin que no se toman en
consideracin porque nadie sabe cules
sern. Yo saba que mi madre, adentro,
sabra, cuando recibiera las cosas que le
llevaba, que yo haba estado afuera;
estbamos conectadas. Flora pretendi
abrazarme para protegerme del fro,
pero yo no necesitaba para nada su
exaltacin emocional. Dijo algo sobre
las chicas que estaban dentro, y mi
madre era una de ellas. Flora era una
adulta que me haca sentir mayor que
ella.
Yo conoca a casi toda la gente que
me rodeaba y no necesitaba mirarlos
para verlos tal como los conoca: igual
que el camino a casa, con la aparicin
de una seal en cierta curva. Lo que veo
es aquella puerta: la enorme puerta
verde debajo de la arcada de piedra,
con un bulto en forma de cuello de ganso
apuntado hacia abajo, semejante a una
grgola. La minscula ventanilla por
donde aparecern los ojos del carcelero
podra ser una puerta para gatos si fuera
ms baja. Hay tachones de hierro con
martillazos que labran facetas bajo la
luz clara, como un anillo torneado. Veo
estas cosas una y otra vez mientras
espero. Pero la verdadera conciencia
est centrada en la parte inferior de mi
pelvis, en el dolor plomizo,
interminable, oprimente. Puede alguien
describir la peculiar concentracin feroz
de las fuerzas corporales en la
menstruacin de la temprana pubertad?
La sangra comenz inmediatamente
despus de que mi padre me hizo volver
a la cama una vez que se llevaron a mi
madre. Ningn dolor; slo la humedad
que comprob con el dedo y que
verifiqu encendiendo la luz: s, sangre.
Pero a las puertas de la prisin el
panorama interno de mi cuerpo
misterioso me vuelve del revs, siendo
que en aquel lugar pblico, en aquella
ocasin pblica (todos los arrestos de la
redada al amanecer haban aparecido en
los peridicos, pusieron a la venta una
edicin especial, con los nombres de los
que se saba haban sido detenidos,
incluido el de mi madre), estoy en esa
crisis mensual de destruccin, la purga,
el desgarramiento, el drenaje de mi
propio organismo. Yo soy minutero y
hace un ao no saba fsicamente
que lo tena.
Mientras me veo alternativamente
sumergida por debajo y arrojada por
encima del umbral del dolor, soy
consciente del lazo de goma moldeada
del que cuelga la bolsa de agua caliente
de mi dedo, y del edredn que aprieto
contra mi vientre, mi viejo edredn de
tafetn verde que la abuela Burger me
regal cuando yo no tena edad
suficiente para recordarla; mi padre
pens que el de la cama de matrimonio
de mi madre era demasiado grande y
hermoso para permitir que se estropeara
en la crcel. La bolsa de agua caliente
es idea ma. Mi madre jams us
ninguna bolsa; as mientras preparaba
el artilugio la imagin descubrindolo al
instante comprendera que deba
existir una razn muy especial para que
se la enviaran. Entre la arandela de
goma negra y la base del tapn de rosca
he deslizado un trozo de papel delgado.
Cuando lleg el momento de escribir el
mensaje not que no saba cmo
dirigirme a ella excepto como lo haca
en las cartas que le escriba cuando
pasaba las vacaciones afuera. Querida
mam, espero que ests bien. Este tono
inocentemente inoportuno se convertira
en un vehculo perfecto para la cuestin
importante que yo necesitaba
transmitirle. Pap y yo estamos muy
bien y nos ocupamos de todo. Recuerdos
de los dos. Ella sabra de inmediato
que le estaba diciendo que no se haban
llevado a mi padre desde su arresto.

Mi versin y la de ellos. Y si la de ellos


se estuviera escribiendo, ambas
pareceran igualmente confusas al ser
ledas. Y si yo estuviera realmente
contando, en lugar de estar hablndote
mentalmente tal como descubro que
hago Uno nunca habla para s mismo.
Siempre se dirige a alguien. De pronto,
sin conocer el motivo, en diferentes
etapas de la vida, uno se dirige todo el
tiempo a tal o cual persona, hasta los
sueos se representan delante de un
pblico. Lo comprendo. Es sabido que
la gente que se suicida el acto ms
solitario se dirige a alguien. Pero en
mi caso nunca haba ocurrido antes. Ni
siquiera ocurri cuando crea estar
enamorada y nunca podemos haber
estado enamorados.
Si t supieras que te estaba hablando
a ti yo no sera capaz de hablar.
Pero ya sabes eso acerca de m.
Despus de la muerte de su padre,
alguien que no haba tenido ninguna
incidencia en su vida, alguien que
permaneci ajeno, perifrico, uno de los
pegotes atrados por la curiosidad que
una o dos veces haban pasado por all,
apareci a su lado. Aos atrs, cuando
era universitaria y su padre todava no
haba sido sometido a juicio, ni
condenado ni encarcelado, el joven
haba ido a la casa un domingo, a nadar.
Eso dijo. Ella debi de haberlo
invitado; los domingos iba mucha gente,
era una tradicin. Iban cuando ella y su
hermano eran pequeos, iban cuando su
madre estuvo detenida, iban cuando su
madre agonizaba a causa de una
esclerosis en capas, iban cuando su
padre estaba en libertad bajo fianza
durante el juicio. Nada que la polica
secreta pudiera hacer otra cosa que
interrumpir. La vida continuaba; Lionel
Burger, con su baador, asando bistecs y
boerewors para sus camaradas y amigos,
era prueba de ello.
El invitado era un joven que se
llamaba Conrad. Una espalda plida y
marcada por el acn bajo el sol,
estorbando el camino pero en ningn
momento estirando una mano bromista
para coger las piernas blancas y negras
de los nios que corran alrededor del
borde de la piscina. Tena el mentn
apoyado en los antebrazos, en los que de
vez en cuando apretaba la frente. No
perteneca al tipo de los que buscan
comprometerse. Haba habido, haba
algunos, y eran rpidamente
reconocidos. A veces se aprovechaba su
potencial. Ni siquiera era un espa
pagado que se las daba de buscar un
compromiso, arquetipo que tambin
haba llegado a ser reconocible. Lionel
Burger no restringira la normal
sociabilidad estudiantil de su hija en
funcin de sus temores a que uno de
ellos pudiera usarla. Pero aquel chico
no interesaba a nadie; que mirara todo lo
que quisiera si el espectculo le atraa:
revolucionarios jugando, una visin
semejante a la del apareamiento secreto
de las ballenas. Recibi sus boerewors,
calientes y aromticos, de manos del
propio Lionel Burger, como todos los
dems. Rosa era bastante mona mientras
creca; muchos chicos la seguan,
ignorantes de que no era para ellos.
Una o dos veces durante el juicio
haba notado la presencia de ese Conrad
en la galera de visitantes del tribunal.
Ella se mova, inevitablemente, en la
falange de los familiares, algunos de
cuyos amigos haban desaparecido,
arrestados y compareciendo en otros
juicios, en el transcurso del de su padre.
Un da que sali a telefonear desde la
cafetera griega cercana, lo encontr en
la calle mientras regresaba al tribunal.
La invit a tomar un caf exprs y ella
ri, conocedora de los bares de los
alrededores del tribunal, siempre
apartada de su generacin en
experiencias de ese tipo: dnde creera
que podra encontrar un caf exprs en
las inmediaciones?
Se puede, eso es todo.
La llev una manzana ms all, gir
en una esquina y entr en una galera
comercial. Ella pens que deba de
haberla seguido al salir del tribunal. Un
camarero negro provisto de pantaln a
rayas, chaleco negro y elegante
sombrero de paja, les llev un autntico
exprs a una pequea mesa de hierro.
Ella hizo una mueca graciosa a espaldas
del camarero, sonri, amistosa y
encantadora, una chica cualquiera
elegida por un hombre.
Qu te parece eso? En Pretoria!
empuj hacia ella un cenicero en el
que estaban estampadas las palabras EL
BARBERO CANTOR.
Qu crees que siente por tu
padre?
Mi padre?
Su galn rompi una cerilla entre sus
dientes y agit la V en direccin al
tribunal.
Ah, comprendi: los negros, saben,
estn agradecidos a los blancos que
ponen en peligro su propia vida por
ellos? Entonces sa era la trayectoria
que segua la mente del muchacho;
haban otros que se acercaban a ella,
sudorosos y arremetiendo con gran
intensidad, Miss Burger usted no me
conoce pero quiero decirle, el gobierno
lo llama comunista pero su padre es un
hombre de Dios, el sacrosanto espritu
de nuestro Seor reside en l, por eso lo
persiguen. Tambin estaban las cartas
que de vez en cuando haban llegado a la
casa durante toda su vida; en cuanto tuvo
edad suficiente su madre supo cundo
lleg el momento: cmo lo supo? su
madre le mostr una. Deca que su padre
era un demonio y una bestia que quera
robar y matar, destruyendo la
civilizacin cristiana. Entonces sinti
una extraa turbacin, mir a su madre a
la cara para saber si deba rer, pero la
expresin de su madre era otra; percibi
en ella cierta confianza, algo que estaba
ms all de la risa. Era un sbado por la
maana y cuando su padre volvi a casa
despus de las visitas tempranas a sus
pacientes del hospital, les dio a ella y a
Baasie la leccin semanal de natacin.
En ese momento, con la carta ante sus
ojos, su padre lleg a ella como una
mano ahuecada debajo de su barbilla,
una mano que mantena su cabeza por
encima del agua mientras agitaba los
brazos y las piernas. Baasie todava
tena miedo. Su delgado cuerpo oscuro,
con los dedos de los pies ms plidos
rgidamente vueltos hacia arriba, se
volva ms negro con el fro y se
aferraba contra el pecho carnoso de su
padre, cuya respiracin clida, incluso
en el agua, ella senta viendo cmo se
aferraba Baasie.
En la cafetera segua sonriendo.
Daba la impresin de saborear el terrn
de azcar que sostena, empapndolo en
caf caliente antes de dejarlo caer en la
taza.
Deja en paz al pobre camarero.
No, pero siento curiosidad.
Ella asinti en espasmdico, amable
e improvisado rechazo, como si fuera la
respuesta a la pregunta intil que no le
hizo: Qu te trae a este proceso? Una
chica en su situacin no tena mucho que
decir a un desconocido y para cualquier
persona ajena a las que deban ser sus
preocupaciones ms intensas tena que
ser difcil respetar, torpemente
empezar a hablar con ella. Un
importante testigo pblico sera llamado
a declarar en las preguntas antes de que
se levantara la audiencia de ese da; ella
saba que deba terminar el caf y
marcharse, l saba que ella deba
hacerlo, pero permanecieron sentados un
minuto en una conciencia mutua
puramente fsica. La mano rubia cobriza
de l entre sus muslos cruzados, con la
ridcula manilla de plata gruesa
siguiendo el contorno de la
protuberancia en la mueca, la
depresin de la axila de ella bajo el
vestido sin mangas, brillante de
humedad al empujar la minscula taza
la combinacin entre dos jvenes
cuando stos no parecen tener razones ni
deseos de rezagarse.
La mayora de sus encuentros fueron
igualmente intrascendentes. El iba al
juicio pero no siempre la buscaba
suponiendo que ella tuviera razn al
imaginar que una vez lo haba hecho. En
ocasiones se integraba al inconexo
grupo de los abogados y de ella, que
coman sandwiches o pasteles grises en
la cafetera griega, durante el
aplazamiento del medioda; se supona
que era ella quien lo llevaba, ella
pensaba que otro lo haca. El no le
telefone al trabajo pero se encontraron
una vez en la biblioteca pblica y
comieron juntos en una pizzera. Ella
crea que era un profesor de la
universidad o algo parecido, pero l le
dijo, ahora que (sin curiosidad) se lo
preguntaba, que estaba haciendo la tesis
en literatura italiana, y que los mircoles
y los fines de semana trabajaba como
empleado de un corredor de apuestas en
el hipdromo. Haba comenzado la tesis
mientras estudiaba en Perugia, pero la
haba abandonado cuando pas
alrededor de un ao en Francia,
Dinamarca e Inglaterra. Fue muy poco
preciso en cuanto a qu haba hecho y
cmo haba vivido. En el sur de Francia,
en un yate; algo as como un sirviente y
un animalito domstico,
aparentemente
No se sinti ofendido por el
gracioso disgusto que ella evidenci.
La gran vida durante unos meses.
Hasta que te hartas de la gente para la
que trabajas. No haba un solo sitio
donde leer en paz.
Para la tarea que haca no necesitaba
permiso de trabajo de extranjero, y
conoca todas las formas de vida que
encajaban en esta misma categora. En
Londres ocup ilegalmente un palacete
de Knightsbridge. Con el dinero que
haba obtenido por introducir un coche
britnico libre de impuestos, despus de
haberlo usado durante un ao en el
extranjero, por acuerdo con un hombre
que lo haba comprado a su nombre,
haba acondicionado una puetera casita
de campo en Johanesburgo.
Si alguna vez necesitas un sitio
donde estar yo suelo pasar fuera
semanas enteras. Tengo amigos con una
granja en Swazilandia. Un lugar
maravilloso, bosque desde la casa hasta
el ro, vives en una especie de ocaso de
verdores pacanas, ya sabes una
inspiracin indiferente. Por qu no
vienes este fin de semana?
A l no se le haba pasado por la
imaginacin:
No tengo pasaporte.
El no produjo ruidos compasivos ni
indignados. Medit en ello como en
cualquier cuestin prctica.
Ni siquiera para dar una vuelta
por all?
No.
La observ en silencio, confrontado
con ella, considerndola como un
tercero, un problema planteado para los
dos.
Ven a mi casa.
S, ir, me gustara verla. Tu
enorme Jacaranda.
Bauhinia.
Bauhinia, entonces.
Quiero decir ahora mismo.
Esta tarde tengo que ir a Pretoria
despus del trabajo pero al menos era
una respuesta seria, una cuestin
prctica que poda solucionarse.
Hay un aplazamiento hasta el
lunes, verdad?
S, pero he conseguido permiso
para visitarlo hoy.
Al volver te queda prcticamente
de paso.
La mansin y el jardn de principios
de siglo a los que perteneca la cabaa
haban sido expropiados para hacer una
autopista gratuita que se retrasaba
debido a las objeciones de los
contribuyentes; entretanto la cabaa
haba quedado sin posesin oficial en un
domicilio que ya no exista.
El techo acanalado de hierro
galvanizado estaba pintado de azul, lo
mismo que la baranda de madera de la
galera. Desde una pista de tenis
abandonada, brillante de
resplandecientes hierbas, un pjaro
plaidero presagiaba lluvias. La
bauhinia que se elevaba desde
matorrales y palmas ornamentales se
haba convertido en una jungla enredada
en verdes; las dos habitaciones estaban
hundidas en ella como si de una piscina
oculta se tratara. Era tan segura y
acogedora como una casa de muecas, y
sexualmente excitante como un escondite
de amantes. Estaba en medio de la nada.
Ella lleg del sol y el trfico de la
autopista directamente desde la prisin y
l se levant de un mueble sombro sin
fingir no haber estado tumbado,
probablemente toda la tarde, y la
mantuvo en el vano de la puerta,
frotndose contra ella. Lo directo de la
caricia era sencillamente la accin, en
circunstancias mejores y ms
apropiadas, de lo que haba ocurrido en
la cafetera. El deseo puede ser muy
reconfortante. Tendida con el vulnerable
olor metlico del pelo de un extrao
cerca de su respiracin, vio moscas
balanceando un mvil debajo de un
farolillo de papel arrugado, el diseo
floreado del interior de los cuadrados
contados en un techo emplomado
recargado de sombras proyectadas
desde el jardn, el reloj de l en la mano
que tena apoyada en ella, mostrndolo
ahora exactamente una hora y veinte
minutos desde que haba estado en el
banco del lado de los visitantes ante la
mirilla enrejada que fragmentaba el
rostro de su padre al tiempo que la
charla entre otros prisioneros y sus
visitantes rompa la secuencia de lo que
l intentaba decirle.
Es una suerte encontrar un lugar
como ste. Es lo que todos buscan.
Fcil. El nico problema consiste
en convencer al rico propietario o
propietaria. Tendran a un negro si les
permitiesen tener negros con vivienda,
porque son controlables, tienen que
hacerte caso. Pero un blanco capaz de
vivir en una choza como sta sin duda
ser joven y no tendr dinero. Tienen
miedo de que pases drogas o seas
polticamente subversivo, que crees
conflictos. Cuando dije que trabajaba en
el hipdromo todo se arregl, es la clase
de vida honrada que comprenden;
aunque para ellos no sea socialmente
aceptable al menos forma parte del
servicio a sus placeres. Mantienes la
boca cerrada con respecto a la
universidad pues no confan para nada
en los estudiantes. Y no los culpo. Sea
como fuere, a m me va. Si logro
terminar la maldita tesis y hacer mis
cien o ciento cincuenta semanales entre
los parsitos y timadores del
hipdromo, me largar a Mxico.
Mxico! Por qu Mxico?
El se levant, se desperez en toda
su desnudez, bostez de modo tal que su
pene se mene y el bostezo se convirti
en una sonrisa de gato. Apoy la palma
de la mano en unos libros que estaban
sobre una bandeja de cobre con un
soporte desvencijado.
No existen las buenas razones
para la gente que tiene que tener buenas
razones. Cuando leo poemas y novelas
que me gustan quiero ir a vivir al pas
que conoce el autor. Quiero decir que
deseo conocer lo que l conoce
Prstame algo.
Ella prob a decir los nombres que
figuraban en los libros que le dio.
Octavio Paz. Carlos Fuentes.
El le corrigi la pronunciacin.
Has aprendido castellano?
El se acerc y le toc un pecho
como quien ajusta el ngulo de un
cuadro.
Hay una chica que me da
lecciones.
Ella ni se habra enterado si l
hubiera dejado de estar por all.
Si hubiera desaparecido en
cualquier momento durante los siete
meses del proceso de su padre habra
supuesto, sencillamente, que se haba
largado a Mxico o a cualquier otro
sitio. De hecho, una vez que con el
mentn en las manos al otro lado de la
mesa, entre amigos y curiosos en el
descanso para el t mientras un
observador del Consejo Internacional de
Juristas comentaba algunos aspectos de
las audiencias de la maana levant
la vista para mirarla desde abajo de las
cejas y levant una mano a modo de
saludo, ella slo reconoci el gesto de
alguien que ha estado lejos y avisa que
ha vuelto. Fue con ella en el coche hasta
Johanesburgo. Era una de esas personas
que habitualmente aguarda a que el otro
empiece a hablar. Las declaraciones de
los testigos de la defensa, por la tarde,
haban ido mal; no haba nada que decir,
nada. En presencia de otro en el coche,
ella slo tena conciencia de los actos
que suelen realizarse automticamente,
el juego de los tendones en el dorso de
su mano cuando cambiaba de velocidad,
la curva de sus codos en el volante y su
mirada entre el retrovisor y el camino.
Cmo fue?
Qu fue? con un matiz de
desafo ante tanta preocupacin.
La voz de ella se debilit a causa de
la turbacin.
Has estado dnde? Ciudad
del Cabo?
Siempre eres as de corts, no?
Lo mismo que tu padre. Nunca se crispa.
Le arroje lo que le arroje ese rastrero
fiscal cargado de histrionismo. Nunca
pierde la calma.
Ella sonri en direccin al camino.
Debes de haber sido muy bien
educada. Nada de insultos ni portazos en
casa de los Burger. Todos
maravillosamente comedidos.
Lionel es as. Ofendido, s. Lo he
visto ofendido. Pero no pierde la
paciencia. Es capaz de estar enfadado
sin salirse de quicio Nunca, no
recuerdo haberlo visto as una sola vez
cuando era pequea No es aceptacin,
l es por naturaleza comprensivo a su
manera.
Maravillosamente comedido.
Ella sonri y se encogi de hombros.
La vieja de esta tarde, era una
amiga?
Algo as.
Algo as. Pobrecita. Temblorosa y
lloriqueante y bajando la vista de reojo
todo el tiempo para no encontrar la
mirada de l.
No slo la mirada, ni siquiera poda
darse el lujo de fijar los ojos en la punta
de sus zapatos. Se notaba. Y diciendo
todo lo que consiguieron sacarle,
ensucindose ella misma Delante de
l. Observ al acusado Nmero Uno. Se
limitaba a mirarla, escuchando como
cualquiera. No estaba indignado.
Ella estuvo detenida casi un ao
la conductora debi de sentir que su
acompaante la estudiaba. Est rota.
Pues hoy result desastrosa para
tu padre. Qu es eso? Compasin
cristianoide?
El sabe las que ha pasado. Eso es
todo.
La conciencia que tena ella de la
forma de su propio perfil imposibilit
que l agregara: Y t?
Para ponerlo cmodo le dedic una
semisonrisa, una semimueca.
No muy bien educada, slo
acostumbrada a las cosas.
El da que su padre fue condenado l
deba de estar all, la cara plida y
angosta como la de un mandarn chino,
con el bigote cado, ostentosamente mal
vestido con el propsito de inquietar a
los imperturbables policas jvenes que
crujan dentro de sus atuendos
abrochados y abotonados. Ella no
recordaba haberlo visto aunque era
cierto que se haba acostado con l una
o dos veces. Los sentimientos familiares
dominaban cualquier otra consideracin,
como ocurre en una boda o un funeral;
una ta una de las hermanas de su
padre y un to, primos por parte de
madre que acudieron a su lado pese a
que nunca haban tenido nada que ver
con las ideas polticas de su padre.
Como en un oficio religioso, la familia
ocup la primera fila en el tribunal. La
ta y las primas llevaban sombrero; ella
tena en el bolsillo el pauelo de
cachemira azul, lila y rojo, que slo se
pona cuando el tribunal se levantaba al
entrar el juez, cada uno de los
doscientos diecisiete das que dur el
proceso de su padre. A su alrededor, por
todas partes excepto en el techo alto
donde permanecan inmviles las
hlices de los ventiladores, haba
rostros. El estrado estaba bordeado de
cuerpos, cuerpos mviles y encrespados
en los bancos a espaldas de ella,
alzados muslo contra muslo, las paredes
acolchadas con policas de pie.
l, su padre, fue conducido desde
las celdas de abajo hasta el estrado, un
actor, un salvador, un boxeador
profesional entrando en el reino de las
expectativas que lo aguardan. El era, por
supuesto, ms corriente y mortal de lo
que haba anticipado su imagen de aquel
da; un penacho de pelos se ergua desde
su coronilla pulcramente cepillada y la
mano de ella subi hasta su propia
cabeza para alisarlo por l. Vio que vea
primero a su hermana, luego a los
primos; le sonri hacindole saber que
haba notado la presencia de los
familiares y luego ampli la sonrisa, se
la dedic por entero. Lionel Burger, su
padre, recit sus seas desde el
banquillo de los acusados. Saba lo que
dira porque los abogados haban
trabajado con l los materiales y ella
misma haba ido a la biblioteca para
verificar unas citas que necesitaba. Le
oy decir en voz alta lo que haba ledo
de su puo y letra en las notas que haba
escrito en su celda. Nadie pudo
interrumpirlo. La voz de su padre,
Lionel Burger, estaba siendo oda en
pblico por vez primera en siete aos y
por ltima vez, atestiguando de una vez
por todas. Habl durante una hora.
Como estudiante de medicina
atormentado no por los sufrimientos que
vea a mi alrededor en los hospitales,
sino por el sojuzgamiento y la
humillacin de seres humanos en la vida
cotidiana, que haba visto a mi
alrededor toda la vida sojuzgamiento
y humillacin de gente viva en los que,
con mi silencio y mi inactividad poltica
particip, con tan poca opinin o
voluntad por parte de las vctimas como
las que haba en los cadveres negros,
siempre abundantes, en los que aprenda
la intrincada maravilla del cuerpo
humano Siendo estudiante
universitario descubr por fin la
solucin a la espantosa contradiccin
que conoca desde que iba a la escuela y
se esperaba que no tuviera en la cabeza
nada ms conflictivo que mi situacin en
el equipo de rugby. Me refiero a la
contradiccin de mi pueblo el pueblo
afrikaner y del pueblo blanco en
general de nuestro pas, que idolatra al
Dios de la Justicia y practica la
discriminacin en virtud del color de la
piel; profesa la compasin del Hijo del
Hombre y niega la humanidad de los
negros entre los que vive. La
contradiccin que escinde los
fundamentos de mi vida, que me
imposibilitaba verme a m mismo como
un hombre entre los hombres, con todo
lo que implica de conciencia y
responsabilidad en el marxismo
descubr que se analizaba de otra
manera: como fuerzas en conflicto a
travs de las leyes econmicas. Vi a los
marxistas blancos trabajar codo a codo
con los negros en una igualdad que
significaba aceptar las tareas ms
despreciables tareas que significaban
prdidas de ingresos y de prestigio
social, riesgo de arresto y
encarcelamiento adems de compartir
el desarrollo poltico y su direccin. He
visto a blancos dispuestos a trabajar a
las rdenes de negros. All haba una
solucin posible a la injusticia, que
deba buscarse fuera de la terrible
falibilidad de cualquier moral que yo
conociera. Porque como ha dicho un
gran lder africano que no era
comunista: Las faltas morales de los
blancos en este pas slo pueden
juzgarse en la medida en que han
condenado a la mayora de su poblacin
a la servidumbre y la inferioridad.
La solucin marxista se basa en
la eliminacin de la contradiccin entre
la forma de control social y la
economa: mis antepasados bers que
emigraron para fundar sus repblicas
agrarias, sometiendo a los pueblos
indgenas de sociedades tribales
mediante la fuerza del mosquete contra
la azagaya, ahora resistan a su vez las
fuerzas econmicas que volvan
obsoleta su forma feudal de control
social. Este hombre blanco haba
construido una sociedad que intentaba
contener y justificar las contradicciones
de los medios de produccin capitalista
y las formas sociales feudales. La
devastacin resultante, yo, un joven
blanco privilegiado, la tuve ante mis
ojos desde el nacimiento. Hombres,
mujeres y nios negros viviendo en la
desdicha de la inseguridad, la pobreza y
la degradacin en las granjas donde
crec, y en los satnicos talleres de la
industria que pagaban barata su fuerza
de trabajo y a causa de su color los
descalificaban para organizarse o para
participar en los sucesivos gobiernos
que decretaban su sino como eternos
inferiores, cuando no esclavos Un
cambio del control social compatible
con un cambio en los mtodos de
produccin algo conocido en el
lenguaje marxista como revolucin,
en ello vi la respuesta al racismo que
entonces estaba destruyendo nuestro pas
y credme!, credme! que ahora
lo destruye ms certera y
sistemticamente. No poda volver la
cara a esta tragedia. Tampoco puedo
ahora. Emprend entonces la
persecucin del fin del rascismo y la
injusticia, labor que he proseguido y
proseguir mientras viva. Digo, con
Lutero: Aqu estoy. Ich kann nicht
anders.
Una hora y media. Nadie se atrevi a
interrumpirle.
Estoy en este tribunal acusado
de actos intencionados para derrotar al
estado y establecer una dictadura del
proletariado en este pas. Pero la meta
que nos hemos fijado los comunistas
blancos y negros que trabajamos
armoniosamente con otros que no
comparten nuestra filosofa poltica es la
liberacin nacional del pueblo africano,
y la consecuente abolicin de la
discriminacin y la ampliacin de los
derechos polticos a todos los pueblos
de este pas Ese ha sido nuestro nico
objetivo Ms all hay cuestiones
que esclarecer el futuro.
Durante casi treinta aos el
partido comunista estuvo aliado como
organizacin legal con la lucha africana
por los derechos de los negros y la
extensin del derecho de voto a la
mayora negra. Cuando declararon ilegal
el partido comunista, que volvi a unirse
ms adelante como organizacin
clandestina a la que yo perteneca,
continu durante ms de una dcada
participando en la lucha por el progreso
negro a travs de medios pacficos y no
violentos Al final de ese largo,
largusimo recorrido, cuando el gran
movimiento de masas del Congreso
Nacional Africano y otros movimientos
fueron proscritos, finalmente los odos
del gobierno se cerraron a las peticiones
y demandas qu adelantos se haban
conseguido? Qu derechos legales se
haban reconocido segn las pautas de
la civilizacin occidental que nuestros
gobiernos blancos se han declarado
depositarios de conservar y perpetuar?
Dnde encontr ese esfuerzo, esa
paciencia que supera la resistencia
normal, dnde encontr alguna seal de
razonable reconocimiento de
aspiraciones razonables?Y todava
hoy, los negros sometidos como yo a
juicio en este tribunal deben
preguntarse: por qu ningn negro ha
tenido nunca el derecho a defenderse,
delante de un acusador negro, de un juez
negro, de leyes en cuya redaccin y
promulgacin su propia gente, los
negros, hayan tenido algo que decir?.
Ni siquiera la agazapada y severa
pantomima de dama con peluca gris
rizada en el estrado: nadie se atrevi a
silenciarlo. Ni los policas que lo
haban llevado, ni los hombres con traje
de paisano tan familiares como los
comerciantes que iban a la casa desde
que era nia.
Esta es mi respuesta al interrogante
que ha planteado este tribunal, y que mis
conciudadanos se estaran preguntando:
cmo puedo yo, un mdico, un hombre
que ha jurado salvar vidas, aprobar el
riesgo siquiera accidental de la vida
humana contenido en el sabotaje de
objetivos selectos y simblicos no
destinados a hacer dao la tctica que
los proscritos lderes del Congreso
transformaron en la creacin de
Umkhonto we Sizwe, la Lanza de la
Nacin, nacidos despus de
trescientos aos de represin por las
armas y las leyes blancas, despus de
medio siglo de indiferencia blanca a las
legtimas y razonablemente formuladas
aspiraciones de los negros ltimo
recurso salvo el derramamiento de
sangre al que un pueblo desesperado se
volvi como medio para llamar la
atencin despus de que todo lo dems
fue pasado por alto.
Una hora y cuarenta y siete minutos.
Mi pacto es con las vctimas del
apartheid. La situacin en que me
encuentro no modifica nada siempre
habr quienes no puedan vivir consigo
mismo a expensas de la plenitud de vida
de otros. Ellos saben que la historia
mundial sera fcil de escribir si la
lucha slo se entendiera en condiciones
de oportunidades infaliblemente
favorables.
Este tribunal me ha considerado
culpable de todos los cargos. Si alguna
vez he estado seguro de algo en mi vida,
es de que he actuado de acuerdo con mi
conciencia en todos los cargos. Slo
sera culpable si fuera inocente de
trabajar para destruir el racismo en el
pas.
Lo escucharon: las palabras del
condenado, el juicio final sobre aquellos
que lo haban condenado, el juez
escrupuloso y doctamente imparcial
dentro de las leyes de los blancos, la
polica secreta y la polica uniformada
que las hacan cumplir, los blancos, su
propia gente, que hacan las leyes. La
sentencia fue la que su padre prevea; la
que ella y los abogados y todos los que
la rodearon durante el juicio prevean.
Los peridicos dieron cuenta de un
jadeo en el tribunal cuando el juez
pronunci el fallo de cadena perpetua,
prisin de por vida. Ella no percibi
ningn jadeo. Hubo una fraccin de
segundo en que todo se detuvo; ninguna
respiracin, ningn latido cardaco,
ninguna saliva, ninguna circulacin
sangunea con excepcin de la de su
padre. Todo se alej precipitadamente
de l, retrocedi, se eclips. Slo l,
con su cuerpo bajo de enorme cabeza y
su pulcro traje gris, emita el calor de la
vida. Los mantuvo a todos acorralados,
pegados, posedos. Luego baj los ojos;
ella not claramente que sus prpados
caan en un gesto casi genuino de tmido
reconocimiento.
Fij la vista al frente por miedo a
que alguien le hablara o la tocara.
En el fondo del tribunal, donde
estaban apretujados los negros, de pie,
para que cuando los blancos sentados
levantaran la vista sobresalieran, se
dispararon los gritos: Amandhlal.
Y el estallido de respuesta: Awethu!
Amandhlal Awethul Amandhlal
Awethu!
Cayeron sobre su padre: flores,
laureles, abrazos. El sonri,
resplandeciente, y levant su blanco
puo hacia ellos.
Todo concluy. Una espalda delgada
baj a las celdas entre muchos policas.
Todo haba terminado. Los grupos se
separaron, los abogados, policas y
empleados cambiaron de sitio. La cara
regordeta y desesperadamente serena
del abogado de su padre,
prematuramente envejecida por un rictus
de tensin alrededor de su boca
sonrosada y bondadosa, la busc con la
mirada y ella se apresur a llegar hasta
l. La bes y por un instante ella se
hundi en el cojn de esa mejilla,
oliendo el aroma de algo que l se pona
cuando se afeitaba. La voz britnica de
un extranjero que pas a su lado le dijo
al odo:
Aqu de por vida significa de por
vida.

Conozco las horas que siguen. Despus


de que se han llevado a alguien.
Despus de que mi hermano se
ahogara. Despus de los arrestos.
Despus de que muri mi madre a las
cinco y diez de la tarde en el hospital y
cuando volvimos a casa el aspersorio
funcionaba en el jardn y el beb de la
lavandera intentaba sostener el
vaporizador con las manos.
Pienso que mientras mi madre estaba
viva y mi hermano era un beb, mis
padres organizaron sus actividades de
manera que siempre estuviera
disponible uno de los dos, siempre, uno
de ellos siempre tena probabilidades de
quedarse para llevar la casa si
arrestaban al otro. Por supuesto, tambin
especulaban con que la Rama Especial
prefera dejar a uno de ellos
aparentemente libre, con la esperanza de
ser conducidos hasta otros que
trabajaban en la clandestinidad. Nadie
me lo dijo, nadie hablaba de eso en
casa pero yo lo saba, como los nios
saben cosas que sus padres hablan en la
cama por la noche. Cuando mi hermano
y mi madre ya no estaban, estaba yo. Si
arrestaban a mi padre, siempre estara
yo.
Despus estn los juguetes, los
armarios llenos de ropa, las cuentas, y
las circulares de personas que ignoran
que su destinatario no las recibir.
Aunque no hay documentos ni cartas
porque la gente como mis padres no
puede conservar nada donde figure un
nombre o conexiones, hay cajas (una
vieja caja redonda, de piel, con un
broche en forma de hebilla, que segn
me han dicho la gente tal vez el
abuelo de Lionel usaba para guardar
los cuellos duros) que contienen cosas
rotas y que no sabes por qu se han
conservado. El mobiliario de las
habitaciones est acomodado de acuerdo
con una lgica de movimientos, de
corrientes vitales que ya no estn.
Theo quera llevarme a su casa pero
le dije que prefera volver primero a la
ma e ir ms tarde con los Santorini.
A comer con nosotros.
S, cenar con vosotros.
Abriremos una botella de Do.
Do era el vino predilecto de mi
padre.
Theo poda decirme algo as. No era
nicamente el abogado de mi padre, ni
siquiera era nicamente un amigo.
Cuando un colega hostil lo haba
acusado los abogados que el gobierno
etiqueta de comunistas son expulsados
del colegio de tener un inters ms
que profesional en el caso Burger, haba
adelantado sus finos labios rosados y
respondido: Digamos que tengo puesto
en ello el corazn.
Saba que tendra que resistir una
escena con Lily y su marido Jamison y
cualquiera de sus amigotes que solan
reunirse en la casa. Fue ella quien dio a
la prensa las fotografas de beb de
Tony cuando ste se ahog. Fue ella
quien se puso de luto de la cabeza a los
pies, con el nico alivio del salmn de
las palmas de sus manos y del blanco de
sus ojos, cuando muri mi madre. Hizo
por nosotros todo lo que los blancos le
haban enseado que se deba hacer. Yo
saba que le impresionara que no
volviera a casa sustentada por el to, la
ta y los primos que con la lealtad
consangunea que era su forma de coraje
o bondad haban ido a escuchar la
sentencia. Yo quera llevar a Lily arriba,
a mi dormitorio, para que nos
sentramos en mi cama y pudiera
rodearla con mis brazos y dejarla llorar,
pero ella estaba formalmente sentada
entre las chaises-longues levantadas y
el equipo de la piscina, en el porche
contiguo al estudio de mi padre, con
Jamison y los sirvientes de los
alrededores que eran sus amigos
ntimos, esperndome. Le haba dicho en
varias ocasiones que deba esperar que
esta vez estara en la crcel durante
largo tiempo. Haba intentado
prepararla. Pero ella estaba all sentada
como en una de sus reuniones de fieles
para rezar, aguardando la buena nueva,
la misericordia del Seor. Haba una
bandeja con una jarra de zumo de
naranja y un vaso para m en la
mesa oxidada con el agujero donde se
encajaba la sombrilla. Todos se
levantaron de las chirriantes sillas de
hierro forjado cuyos cojines ella misma
haba guardado, y al verme llegar
como haba llegado da tras da mientras
dur el proceso comprendi que no
haba buenas nuevas ni misericordia del
Seor y su obstinacin la abandon.
Dijo, con un beligerante sentido
prctico:
Qu le han hecho?
Luego gimi y balance la cabeza y
ech con fiereza a los dems. Parecieron
a punto de empezar sus aullidos
penetrantes y vibrantes, pero con alguno
de sus sentidos me observaba y
formulamos el convenio tcito de que no
caera al suelo presa de la histeria. Le
acarici la cabeza que al tacto era un
colchn cubierto de bultos, su elstico
pelo africano dividido en pequesimas
trenzas debajo del doek[2] (con
frecuencia la haba visto hacerlas, de
nia). Me acun.
Dios estar con l en ese lugar.
Todo el tiempo, todo el tiempo. Hasta
que vuelva a casa.
As interceda por nosotros, tambin,
mediando en nuestro rechazo de la fe
hacia una forma aceptable para los
blancos ricos que pasan por alto,
simplemente, las visitas a la iglesia. No
s qu respond; nosotros tambin
tenamos nuestra forma de enmendar sin
ofender.
Piensa en l, Lily. Piensa en l a
menudo y no se sentir solo o algo
parecido.
Abrazadas, las dos solas, fuimos
lentamente hasta la gran cocina donde
ella haba preparado tantas comidas
para mi padre, para su familia. El
despertador que se llevaba a su cuarto
todas las noches estaba en el alfizar de
la ventana de encima de la pila,
marcando los segundos del fin del
primer da de por vida significa de
por vida. Por ltimo, me dijo que se
haban terminado los huevos y que no
haba pan para el desayuno de maana.
Volv a salir aquel da; fui en el coche
hasta la verdulera portuguesa, camino
abajo. El lado oeste de la cuesta, donde
estaban las tiendas, conservaba el calor
del sol vespertino, volviendo llamativas
las rayas y las manchas del parabrisas.
Algunos nios blancos descalzos que ya
se haban puesto sus pijamas cortos de
algodn estaban comprando leche y
cigarrillos y el regalo de un chicle o un
helado de cucurucho para llevar a los
pisos de arriba. Yo estaba entre mujeres
jvenes de mi edad, algunas con hijos
colgando de la cadera o de la mano, con
las espaldas y el declive de los pechos
manchados de un rosa parduzco
profundo despus de una tarde en sus
piscinas, entre hombres negros en mono
de trabajo, que beban en silencio y de
pie botellas de coca o naranjada, entre
autoritarias blancas de mediana edad
que lucan el yelmo de los cabellos
recin teidos mientras elegan frutas y
lechuga y limones siguiendo el plan de
la cena que daran esa noche. Henriques
saba que comprbamos huevos pardos,
extragrandes. Probablemente mi madre
haba iniciado la costumbre; sea como
fuere, Lily siempre insista en que
comprara esos huevos. Henriques tena
una sonrisa para todos, como si
habiendo escapado al servicio de un
pobre en el ejrcito colonial portugus
de Madeira no tuviera ningn derecho a
estar fatigado o irritado. No se atreva a
coquetear con chicas sudafricanas
educadas, como yo, pero expresaba una
tmida preferencia o deseo regalando un
melocotn o una manzana perfecta cuyo
precio pasaba por alto.
Hoy tenemos malasuerte una
las palabras al pronunciarlas. Los
pardos llegarn maana, no s si quiere
esperar.
En la puerta de la tienda de bebidas
de al lado, las negras desamparadas que
siempre estaban all, no profesionales
pero s dispuestas a negociar el uso de
sus poco firmes cuerpos en el callejn a
cambio de un trago, regateaban con
atontados trabajadores negros de la
construccin. Los hombres entraban y
salan de la seccin de la tienda donde
servan a los negros, trayendo cervezas
en envases de cartn y botellines de
brandy cuya envoltura de papel de
estraza quitaban apenas lo suficiente
para desenroscar el tapn de la botella
antes de pasarla de boca en boca. Las
mujeres ebrias y pendencieras
compartan de la misma forma un
cigarrillo entre regateo y regateo. Una
de ellas se tambale y tropez: su blusa
pareca una salchicha gris reventada y
llevaba una manta atada a la cintura en
lugar de una falda. Se agarr a m:
Disculpe, seorita, disculpe.
Pero los huevos no estaban rotos.
Los sent entrechocar suavemente como
pelotas de ping-pong en la bolsa de
papel.
As fueron las cosas, Conrad. Esa
noche fuiste a la casa de mi padre para
ver cmo era pertenecer a una familia en
la que el padre poda correr el riesgo de
que lo encarcelaran para toda la vida,
cosa que ocurri. No te reprocho la
curiosidad, la fascinacin que todo eso
tena para ti. Yo no estaba; me
encontraba con los Santorini y otros que
haban formado parte de la vida de mi
padre. Lily estaba en vela para un
velatorio necesitaba de algn tipo de
ceremonia para hacer la transicin a la
vida cotidiana ahora que mi padre
estara entre rejas de por vida y te
impresion que no te dejara ir sin
invitarte a un vaso de zumo de naranja
fresco. Me lo comentaste despus.
Estabas pensando que era otro ejemplo
interesante del gracioso nivel de vida
de la casa de mi padre: jarras de zumo
de naranjas recin exprimidas siempre a
mano. Ignorabas que era el que yo no
haba bebido.
En casa de Theo tomamos Do, el
vino favorito de Lionel. Eran las
botellas que quedaban de una caja que
mi padre le haba regalado a Theo para
su cumpleaos (en ese entonces Lionel
ya era un prisionero a la espera de
juicio, me pidi que las encargara y se
las enviara). Todos los presentes se
mostraban vehementemente orgullosos
de Lionel. S, se era el estado de nimo
reinante. Marisa Kgosana, cuyo marido
llevaba dos aos en Robben Island,
apareci a las diez con su habitual
squito de admiradores robustos y
silenciosos; agitando sus bellos pechos,
salud con un arrollador gesto de las
manos, tan engalanadas de su propia
negrura como de sus sortijas y sus uas
pintadas de rojo.
Rosa, de por vida con respecto a
quin? La vida de ellos o la de l?
Mi padre est muerto y su marido
sigue en Robben Island. Ella ha sido
proscrita durante aos. Tiene muchos
amantes y probablemente lo ha olvidado
como marido, no es la Penlope sobre la
que escriben los fieles cuando
encuentran una prensa comprensiva. El
tampoco debe esperar que lo sea,
porque su estilo, como el de mi padre,
consista en seguir viviendo como
pudieras. Y si l no sobrevive a sus
carceleros, los hijos suyos y de Marisa
los sobrevivirn.
Theo me pone delante solicitudes
para un curso por correspondencia en la
universidad a distancia.
Ser mejor que te des prisa con
esto. Lionel dice que la matrcula de
presos para este ao se cerrar la
semana que viene y a los dems,
adoptando la negligente arrogancia
ligeramente altanera con que expres la
asociacin con mi padre durante el
juicio: Dios sabe dnde lo averigu.
Pero lo hizo, esta ltima semana.
Cuando tena el fallo encima. Y fue lo
primero que dijo esta tarde, despus que
pronunciaran la sentencia. Me oyes,
Rosa? No olvides mi curso.
Antropologa, y si no es posible, el de
psicologa industrial.
Imparten estos cursos?
Si Lionel lo dice, as ser. Rosa
tendr estos papeles enseguida
maana por la maana mi nia
Lionel estaba pasando su primera
noche sin los privilegios de un preso a
la espera de juicio. Creo que fue eso lo
que pens. Se haban llevado su ropa.
Haba iniciado un encarcelamiento que
slo poda concluir con la conclusin de
su vida o el final del rgimen, no del
gobierno del momento, sino de cualquier
otro que lo sucediera. Haba una
demostracin de valenta y sentimientos
en la sala llena de gente, en casa de
Theo, gente que se comportaba como
Lionel Burger habra esperado que lo
hicieran, como l mismo habra hecho en
la situacin de ellos. As se vean a s
mismos. Las emociones fuertes la fe?
tienen distintas maneras de
manifestarse entre las diferentes
disciplinas en las que la gente ordena su
conducta. Eso despertaba tu
curiosidad eso era lo que te
maravillaba. Eso fue lo que te llev a la
casa vaca de Lionel Burger. No puedo
decirte nada ms porque ahora
comprendo que yo misma no s nada
ms.

La placa de cobre de la puerta de la


calle con el nombre y los ttulos de
Lionel Burger, se mantuvo pulida
durante los meses de su proceso gracias
a Lily Letsile, la sirvienta de los Burger.
Su hija Rosa viva en casa y trabajaba
como fisioterapeuta en un hospital. Era
el ltimo miembro de la familia de cinco
(contando a Baasie) que viva all, pero
la casa nunca se igual a la familia de
madre y padre, hijo e hija, perro y gato,
de su casa de muecas, e incluso durante
este perodo sola haber alguien alojado
all. El hijo de Bridget Sulzer del
matrimonio Brodkin ocupaba la
glorieta del jardn mientras estudiaba
para los exmenes. Una doctora en
ciencias polticas que haba sido
expulsada de un estado negro vecino
pas seis semanas por su cuenta y riesgo
(era una vieja amiga de la madre de
Rosa), pues si la Rama Especial iba a
hacer una de sus limpiezas
acostumbradas, muy probablemente
perdera los papeles de la investigacin
que haba llevado. El viejo Kowalski
con sus antecedentes mixtos de europeo
oriental ms confundidos an por la
diferencia de pronunciacin y las
costumbres adoptadas durante los aos
que haba vivido en un almacn de
Sofa, en Madagascar, de modo tal que
la polica ya no poda saber si el
hombre tena el color que no
corresponda en una zona que no
corresponda ocup una habitacin
por la que haban pasado muchos
transentes. Haba aparecido desvalido
en el consultorio un da antes de que
Lionel Burger fuera arrestado por ltima
vez; lo haban reconocido como el mejor
vendedor ambulante del peridico del
Partido en sus ltimos avatares, durante
el perodo anterior a que lo prohibieran.
Pero cuando su padre fue
condenado, los ltimos entre todas las
personas que haban compartido la casa
desde su nacimiento ya se haban
marchado. Su padre, al que permitieron
consultar con su abogado sobre
cuestiones familiares y comerciales,
resolvi con Theo que la casa deba
venderse. Encontraron un buen trabajo
para Eilefas Bengu, el jardinero; Lily
Letsile recibi una pensin y se fue a su
terruo en el norte del Transvaal para
reflexionar en si quera volver o no a
trabajar; la perra Labrador qued en
manos de Ivy Terblanche, en cuya casa
Rosa poda visitarla; la gata negra y dos
gatitos atigrados fueron a vivir con la
antigua recepcionista del consultorio;
los conejos, los conejillos de Indias, la
tortuga y los periquitos para los que
Rosa y su hermano haban construido
casas y con los que dorman y se
comunicaban como hacen los nios,
haban muerto o desaparecido tiempo
atrs. El mobiliario se vendi en una
subasta en la propia casa, a la que ella
no asisti. Se presentaron trescientas
personas (inform la prensa) y no todas
para comprar; tambin sentan
curiosidad. Cuando Rosa fue a buscar
algunas pertenencias personales
encontr all a los nuevos propietarios,
caminando alrededor de la piscina en la
que se haba ahogado su hermano,
planeando con arabescos dibujados en
el aire y dimensiones medidas a pasos,
las reformas de la zona del patio donde
su padre instal su braaivleis[3] y los
helechos arborescentes de su madre,
trados de Tzaneen y que haban crecido
tanto que levantaban las baldosas. Al
retirarse hubo una incmoda
conversacin en voz baja y la nueva
seora de la casa corri tras ella.
Estaba pensando qu hacemos
con la placa? La placa del doctor.
La chica se disculp; la hara retirar.
Volvi antes de que oscureciera con
un hombre rubio de aspecto enfermizo,
pelo largo y bigote ralo, con la camisa
de moda, de bordado balcnico, tjanos
y veldskoen. Tena un destornillador
pero le result difcil hacerlo girar en
las ranuras apelmazadas con capas de
pulimento para metales, convertido en
ptreo verdn. Ella no se movi del
asiento del conductor. El rectngulo
donde haba estado la placa se vea
blancuzco en el crepsculo. El puso la
placa en el maletero y se alejaron.
Durante el primer ao, mientras su
padre era un preso de categora D,
Rosa estaba autorizada a visitarlo cada
dos meses. Reciba de l y contestaba
una carta mensual, no ms larga de las
quinientas palabras reglamentarias.
Cuando exceda este lmite con una
oracin, el jefe de carceleros, que
censuraba la correspondencia, cortaba
la pgina en ese punto. En la siguiente
visita, su padre le cont cunto se haba
entretenido tratando de reconstruir, a
partir del contexto de la oracin
anterior, la parte que faltaba. En julio y
octubre de ese ao no le escribi para
dejar que lo hiciera su hermanastro, del
primer matrimonio de su padre, un
mdico que trabajaba en Tanzania y
tena prohibida la inmigracin a
Sudfrica. Durante el segundo ao su
padre era un preso de categora C y le
permitan varias visitas especiales. Las
solicitudes presentadas por Flora
Donaldson y Dick Terblanche (Ivy
estaba en la crcel pero la proscripcin
de su marido estaba caducada y an no
se la haban renovado) fueron
rechazadas por el director de crceles,
lo mismo que la de un viejo camarada,
el profesor Jan Hahnloser; ste opinaba
que Lionel Burger haba arrojado su
vida por la borda, estpida y
trgicamente, en virtud de convicciones
polticas que para el profesor haban
llegado a ser abominables, pero en la
tragedia descubri la necesidad de
reforzar los vnculos de una amistad
juvenil. El director autoriz una visita
navidea del to y la ta, la hermana y el
cuado de su padre, el granjero y su
mujer que haban estado presentes en el
tribunal para escuchar el veredicto. Fue
el otoo del segundo ao cuando le
permitieron visitar a su padre en
semanas alternas, cuando tuvo que verlo
en el hospital de la crcel, porque haba
tenido la primera infeccin virsica de
garganta que posteriormente
reaparecera.
Durante un tiempo comparti un piso
con Rhoda, la hermana de Mark
Liebowitz, recin divorciada. Despus
su compaera de piso, secretaria
organizativa de un sindicato mixto de
blancos y mestizos, inici una relacin
amorosa con un sindicalista de color y
se traslad a Ciudad del Cabo para estar
cerca de l, aunque no podan vivir
juntos. A Rosa le disgustaban los olores
a fritura que siempre flotaban en los
pasillos y el ruido de la radio que se
colaba por la puerta; ahora estaba en
condiciones de mudarse. Vivi con
Flora Donaldson y su marido, que por
cuestiones de negocios pasaba en
Europa la mitad del ao. Era una casa,
una casa abierta, como haba sido la
suya, la de su padre; habitaciones
espaciosas con flores del jardn,
sirvientes parlanchines y amistosos,
libros, cuadros, invitados, piscina.
Volvi a probar con otro piso, muy
pequeo, para ella sola. Lo que en
realidad quera era una casita con
jardn. Una vez crey haber conseguido
lo que buscaba, pero cuando los
propietarios se dieron cuenta de quin
era soslayaron el trato. Como no
manifestaron abiertamente sus razones
ella no pudo decirles que la polica
pareca haberla dejado en paz desde que
su padre cumpla condena. No la haban
visitado una sola vez en sus diversas
viviendas.
Todava tena su puesto en el
hospital; trabajaba principalmente en
salas geritricas y con nios. Su medio
hermano le escribi desde el norte de
Tanzania dicindole que si pudiera
tenerla en su hospital all no haba
dinero, ni tiempo, ni personal
capacitado para hacerle fisioterapia a
nadie. Poda haber ido a trabajar con un
mdico amigo entre africanos rurales del
Transkei, que tambin estaban muy
necesitados de sus conocimientos
habra podido viajar en avin dos veces
por mes para las visitas a la crcel,
pero el administrador del territorio
saba quin era ella y no le dio permiso
para vivir en una patria negra. Tal
como ocurrieron las cosas, la tendencia
de su padre a las infecciones de garganta
se volvi crnica y ella tena que estar
all, en la penitenciara, para insistir en
los informes mdicos del comandante,
negociar a travs de Theo la visita de un
especialista particular para que
examinara a su padre, importunar a
varios funcionarios que estaban en
contacto con l aunque ella no pudiera
verlo. Jugaba al squash dos veces por
semana para no abandonar del todo la
gimnasia. Iba al teatro cuando ponan
algo que vala la pena. En las fiestas, su
carne desnuda se vea tan bronceada por
el sol como la de cualquiera que hubiese
pasado unas largas vacaciones de
verano junto al mar; en una o dos
ocasiones pas una semana fuera de la
ciudad, aparentemente con un periodista
sueco con quien (se daba por sentado
que ni siquiera sus amigos ntimos
deban esperar la menor informacin de
labios de la propia Rosa) viva una
aventura amorosa. Se llev de casa de la
ex recepcionista de su padre una de las
cras de la vieja gata negra y la instal
en una caja con arena, en el cuarto de
bao del piso. Alguien not que el sueco
usaba un anillo de oro, segn la
costumbre que tienen los europeos
casados. Los amigos de la familia y los
compaeros de la generacin de su
padre lamentaban que no se casara con
un sudafricano, alguien del lugar; pero
nadie se tomara la libertad de
expresarle personalmente esta amable
inquietud; estaba sobreentendido que no
poda irse, abandonar el pas como
hacan muchos, ahora que su padre
estaba en la crcel y ella era lo nico
que le quedaba.
En noviembre, durante el segundo
mes del tercer ao de su cadena
perpetua, Lionel Burger contrajo nefritis
como secuela de otra infeccin de
garganta y muri entre rejas.
Las autoridades carcelarias no
consintieron que se celebrara un funeral
privado organizado por sus parientes. Su
condena de por vida haba sido
cumplida, pero el estado reclam su
cadver. Un millar de blancos y negros
haban asistido al funeral de Cathy
Burger, su esposa y madre de Rosa, aos
atrs. En un homenaje a la memoria de
Lionel Burger celebrado al medioda en
un pequeo saln sindical, muy pocos de
los rostros que se presentaron volveran
a ser vistos; los lderes negros e indios y
mestizos y blancos terminaron en la
crcel o en el exilio, o por medio de
proscripciones se les prohibi asistir a
reuniones de cualquier naturaleza. Dos o
tres personas que durante muchos aos
haban permanecido ocultas debido al
arresto domiciliario, aparecieron en
escena a la manera de actores que
vuelven a las tablas con el estilo y la
retrica de su poca. Algunos jvenes
presentes preguntaron quines eran.
Haba bebs en brazos y nios inquietos.
Un diminuto cro indio recibi una
manzana para que se tranquilizara. Si
estaban presentes miembros de la Rama
Especial fueron discretos a pesar de la
reducida asistencia, y difciles de
detectar bajo el cultivado aspecto
desharrapado de jvenes blancos
intelectuales y el aire impasiblemente
distanciado de empleados y recaderos
negros que deban haber adoptado. Una
vez pronunciadas las palabras de
despedida, mientras la gente se
levantaba de sus rotos asientos de
madera, el mismo cro que haba sido
alzado por su madre levant un puo
apretado y grit con el tono de triunfo
con que un nio recita una poesa,
exactamente con la misma entonacin
con que se la haban hecho ensayar:
Amandhlal Amandhlal Amandhlal Una
vacilante respuesta se aun entre el
escaso gento que sala en tropel:
Awethul Al ver que lo haba hecho bien,
empez a gatear entre los pies de la
gente para recuperar su manzana a
medio comer. Un hombre que rondaba
los juzgados municipales para tomar
fotos de bodas a precio reducido y que
trabajaba a media jornada para la Rama
Especial, aguardaba en la calle para
fotografiar a todos los que salan.
Pero de todos modos la gente rode
a Rosa Burger a la salida; algunos, con
delicadeza o turbacin, le apretaron la
mano y le dijeron que iran a verla
casi tres aos es mucho tiempo y
bastantes haban perdido el contacto con
ella. Pareca distinta, no en la forma en
que son difciles de mirar aquellos a
quienes han sobrevenido
acontecimientos terribles. Ahora llevaba
el pelo cortsimo, rizado como la cabeza
de un pilluelo mediterrneo o de Ciudad
del Cabo, haciendo que los tendones de
su cuello parecieran ms largos y ms
tirantes de lo que deban ser los de una
mujer joven. Despleg la sonrisa de su
padre para todos. Pero algunas personas
descubrieron que ahora no saban cmo
llegar a ella; ya no estaba en su piso: en
la puerta figuraba otro nombre. Otros
explicaron que s, saban que haba
encontrado una casita en el jardn de
alguien, se haba mudado, no tena
telfono. Lleva cierto tiempo establecer
un nuevo punto de referencia, incluso
cartogrficamente, entre un crculo de
amistades. Siempre podan intentar
encontrarla en el hospital. Algunos lo
hicieron y ella asista a los almuerzos de
los domingos. Dijo que la casita estaba
en algn sitio de la parte vieja de la
ciudad, cerca del zoo un plan muy
transitorio; an no haba decidido lo que
hara. Los Terblanche le preguntaron si
no volvera a solicitar permiso para ir al
Transkei.
Y por qu no Tanzania con el
hermano David? Por qu no? Tal vez
ahora estn de humor para ablandarse y
darte un pasaporte.
El marido de Flora Donaldson, que
en general permaneca en silencio con
los amigos de ella porque no era un
correligionario, sbitamente se volvi
hacia su esposa, invirtiendo la posicin
en la que se esperaba que fuera l quien
metiera la pata.
No seas absurda, Flora todo su
cuerpo y su cara parecieron dislocarse
en un insulto a Rosa Burger mientras se
mova innecesariamente de un lado a
otro.
William, qu sabes t de las
cuestiones que estn en juego?
En mi ignorancia, aparentemente
ms que t.
La chica no abri la boca,
tolerantemente desinteresada por una
rencilla conyugal en la mesa. Pero
aquella tarde le pregunt a William
Donaldson si le dara la oportunidad de
derrotarlo en una partida de tenis.
Cuando estuvo viviendo con los
Donaldson, era una broma corriente
decir que aunque l jugaba asiduamente
en un club deportivo para hombres de
negocios, con el propsito de
mantenerse en forma, nunca lograba
ganarle un set a nadie salvo a ella.
Despus de la muerte de su padre, a
no ser que el antiguo crculo se pusiera
en contacto con Rosa, cada vez la vean
menos. El sueco haba desaparecido; o
ella rompi la relacin o l se volvi a
Suecia. Cuando alguien la encontraba
sola llevar a rastras a un joven que
pareca un estudiante radical o se crea
pintor o escritor; a la gente de la
generacin de su padre le daba la
impresin de un bohemio, a los
contemporneos de ella no mucho ms
que un marginado taciturno algo ms
joven que ella. Podra haber sido un
pariente, la de su padre era una familia
numerosa del Transvaal. Tal vez ella lo
guiaba por la ciudad, o le haba dejado
una cama para que durmiera durante una
temporada. Cuando estaban juntos y se
encontraban con amigos de la familia
Burger, ella pareca complacida y
animada para charlar, olvidando la
presencia de l; se llamaba Conrad No-
s-cuntos.
Ahora eres libre.
No s si me lo dijiste o si lo pens
en tu presencia. Me vino a la mente
cuando estaba contigo; se me ocurri
por estar contigo.
Fui a la casita porque era la
vivienda de un extrao que dijo: si
alguna vez Los otros, los buenos
amigos y camaradas de mi padre habran
sido demasiado presionantes en su
comprensin y exigentes en su afecto.
No queran que me sintiera sola, ya no
quera estar sola en mi piso, pero estas
dos cosas no significaban lo mismo. T
habas dicho mucho antes que si alguna
vez necesitaba un sitio donde estar,
poda usar esa casita. Tu sugerencia no
tena nada que ver con la muerte de
Lionel. No lo repetiste despus de su
fallecimiento. T tomaste lo que
necesitabas. Usaste mi coche. Me
pediste dinero y no te pregunt para qu
lo necesitabas. Dormas mientras yo
trabajaba y si por la noche no llegabas
cocinaba y coma sola; la bauhinia
estaba en flor y las abejas que atraa
permanecan en el tejado, como un ruido
interior de la cabeza.
Ahora eres libre.

Conrad sala algunas noches para sus


lecciones de espaol y a veces volva
con la chica que le daba clases. Pasaba
esas noches en la salita; Rosa, al salir a
trabajar por la maana, rodeaba a los
dos, acurrucados entre los viejos cojines
y kaross[4] en el suelo, como nios
vencidos por el sueo en medio de un
juego.
Los domingos Conrad y Rosa solan
estar juntos en esta misma sala. El yogur
y la fruta de un desayuno tardo se
complementaba de vez en cuando,
cuando ella pona un plato con sobras
fras que sacaba de la nevera y l iba a
buscar una lata de cerveza y pan con
manteca de cacahuetes. Algunas veces
era pan que l mismo haba horneado.
El gato que Rosa haba llevado
rozaba las hojas sueltas de la tesis de
Conrad, enterradas debajo de los
peridicos dominicales.
Lo pongo en un lugar seguro o
saco al gato?
Los dos rean por la pregunta
implcita. La habitacin estaba llena de
sus libros y papeles, sus gramticas de
espaol, su violn y las partituras,
discos, pero entre tantas muestras de
actividad se tumbaba a fumar, con
frecuencia a dormir. Ella lea, arreglaba
su propia ropa y deambulaba en la
inmensidad exterior, donde recoga
ramas, cortaderas, pinas de abetos y en
una ocasin gardenias que las fuertes
lluvias haban hecho brotar en la aridez
del abandono.
A veces l no estaba dormido
aunque aparentaba estarlo.
Qu era esa cancin?
Cancin? agachada en el
suelo, limpiando trozos de corteza y
hojas rotas.
Estabas cantando.
Qu? De veras? haba
llenado un tiesto abollado, de Benars,
con ramas de nsperos del Japn.
Por la alegra de vivir.
Ella lo mir para ver si le estaba
tomando el pelo:
No me di cuenta.
Pero nunca lo dudaste un solo
instante.
Ella no le mostr el perfil de
intimidad que l estaba acostumbrado a
ver.
Supongamos que no.
Enfermedad, ahogo, arresto,
crceles abri sus ojos almendrados y
vidriosos desde una ostentosa
vulnerabilidad indolente. Daba igual.
Nunca lo he pensado. No. En
ltima instancia, daba igual una risilla
embarazosa, casi forzada. No ramos
la nica gente viva se sent en el
suelo con los pies debajo del cuerpo,
los muslos inclinados hacia las rodillas,
las manos sujetas entre las piernas.
Yo soy la nica persona viva.
Podra haberlo desviado de este
terreno con el tipo de comentario que
surge fcilmente: Qu discretamente te
deshaces de los dems.
Pero l posea un dominio del timn
que resista las desviaciones.
Una familia feliz. Tu hogar era
feliz. Estuvieron los juicios de Mosc y
estuvo Stalin antes de que t y yo
naciramos; la sublevacin de Berln
Oriental y luego Checoslovaquia, all
hubieran crceles y refugios llenos de
gente como tu padre aqu. Los
comunistas son los ltimos optimistas.
Mi hermano, mi madre qu
tiene que ver esto con la poltica? Son
cosas que le ocurren a cualquiera.
El se paseaba inquieto, con los
brazos cruzados, las manos palpando
clnicamente sus msculos pectorales.
Eso es. A cualquiera Pueden
afectar a cualquiera. Y significan todo
Finalmente a nadie le importa un comino
quin est preso ni qu guerra se est
librando, mientras ocurra lejos, pero los
Lionel Burger de este mundo las
angustias personales y las polticas son
idnticas para vosotros. Sobrevivs a
todas. Al mismo nivel. Y ocurra lo que
ocurra, al margen de lo que ocurra
Ella esperaba, apartada de l,
frotndose con la mandbula el hombro
encorvado en obstinada escucha.
Conrad empez a hablar y se
interrumpi, insatisfecho. Por ltimo se
decidi, con una extraa expresin de
esfuerzo en su boca bordeada de vello,
como si tragara algo, tanto de las
angustias como de su propia extraeza.
Por Cristo! T. Canturreando
entre dientes. Recogiendo flores.
Ella sac las manos de entre los
muslos y se mir las palmas, una parte
tan responsable y poco conocida de s
misma, como si hubieran actuado ajenas
a su propia voluntad. Las palabras
salieron de su boca de la misma manera.
Nada ms que una supervivencia
animal, tal vez.
De vez en cuando l desapareca;
una vez trajo de Swazilandia un cuenco
de madera y una talla naive. El cuenco
albergaba al gato dormido o la masa del
pan que pona a levar, el pjaro rojo y
negro siempre instalado donde l
pudiera verlo al despertar por la
maana. Cuando se vendi el cochazo
de Lionel Burger slo qued el
Volkswagen de Rosa y l se arrog su
uso, e iba a buscarla al hospital,
esperndola sin emplear jams un
saludo verbal. A veces, sin haberlo
hablado, pasaban las noches en el cine
o, paseando por los terrenos que
rodeaban la cabaa de latn, seguan
andando kilmetros enteros a travs de
los suburbios.
Una noche de esas pasaron junto a la
casa de su padre. Al acercarse como una
transente cualquiera, aminor el paso.
El ritmo de su compaero se acompas
al de ella. El vio que las luces de las
habitaciones de arriba estaban
encendidas, pero slo ella saba que las
filigranas de luz detrs de las oscuras
ventanas del saln llegaban desde una
ventana del pasillo en el que deban de
haber dejado entornada una puerta. Slo
ella, con el odo acostumbrado a
distinguir su tono de cualquier otro
sonido, oy que a travs del jardn, ms
all de los muros, sonaba el telfono de
arriba en su lugar, la habitacin de su
madre.
En la calle l estaba tan cmodo
como los nios o los negros. Un puo
golpe el tronco del rbol callejero bajo
el que permanecan, una especie de
caricia por su solidez.
Cuntos aos tenamos t y yo
cuando ocurri lo de Sharpeville?
Nadie atendi el telfono que segua
sonando, que todava sonaba, ni su
madre, ni Lily que recorra el piso de
arriba con zapatos con la parte de atrs
inclinada debido a sus tobillos gruesos,
ni el viejo Kowalski agradecido, Lionel,
ella misma.
Doce. Ms o menos.
Doce. Lo recuerdas?
Claro que lo recuerdo.
Yo slo s lo que he ledo, eso es
todo.
Las manchas movedizas de las
sombras de las hojas sobre sus cuerpos
y rostros hicieron del aire algo visto en
lugar de sentido, como si en vez de
sentir su habitacin alrededor, viera su
propio esqueleto.
Supongo que en esa casa haba
crispacin en el claroscuro cada uno
de ellos era una criatura camuflada por
la vegetacin suburbana. Tu expresin
favorita.
Lionel descubri que les haban
disparado por la espalda. Le pregunt a
mi madre y ella me lo explic pero yo
no entenda qu quera decir, cul era la
diferencia si te mataban por la espalda o
de frente. Alguien que conocamos muy
bien, Sipho Mokoena, estaba all cuando
ocurri y vino a vernos directamente,
llamaron a mi padre a su consultorio.
Sipho no estaba herido, la pernera de su
pantaln haba sido rasgada por una
bala. Yo imaginaba (por las pelculas
de cowboys?), que una bala te
atravesaba y tenan que quedar dos
orificios exactamente iguales pero
cuando o que mi padre le haca tantas
preguntas entend que lo que importaba
era que pudieras ver de qu lado y
desde qu nivel parta un proyectil.
Lionel saba cmo ponerse en contacto
con gente que trabajaba en el hospital al
que haban llevado los heridos a la
prensa no se le permiti acercarse.
Despert muy tarde en medio de la
noche, deban de ser las tres de la
madrugada cuando volvi y todos
estaban con mi madre en el comedor,
recuerdo que los platos seguan sobre la
mesa: ella haba cocinado para todos.
Nadie se acost. All estaban los lderes
del Congreso Nacional Africano, y los
abogados, Giffbrd Williams y alguien
ms era urgente salir a conseguir
declaraciones juradas de los testigos
con el fin de que si haba una
investigacin saliera a la luz lo que
realmente haba ocurrido, para que no
hubiera un encubrimiento estatal gente
del Congreso Panafricano. Tsolo y sus
hombres eran los que de hecho haban
organizado esa protesta especfica
contra los pases en la comisara de
Sharpeville, pero aquello no importaba,
lo ocurrido haba sobrepasado con
mucho la rivalidad poltica. Cuando
volv a levantarme para ir a la escuela
Lionel ya estaba encerrado con otra
gente, no haba dormido un minuto en
toda la noche. Lily me dio una bandeja
con caf para que se la llevara, y not
que se haban olvidado de apagar las
luces a pesar de que ya era de da. El
tipo de cosas que se graban en tu mente
cuando eres un nio. Tony y yo
seguamos pidindole a Sipho que nos
mostrara dnde se haban roto sus
pantalones. Sipho dijo que cuando la
polica estaba cargando los cadveres
en camionetas tuvo que pedirles que se
llevaran tambin los sesos los sesos
de un hombre con la cabeza aplastada y
desparramada, que dejaron en el
camino. Mi madre se puso nerviosa y se
llev a Tony del comedor. El chillaba y
pataleaba, no quera irse. Pero yo o que
Sipho deca que haban enviado a un
polica negro a recoger los sesos con
una pala.
Unos negros muertos por la
espalda. Es algo que modific para ti la
visin de todas las cosas, all
sealando la casa, a la manera en que
un fogonazo atraviesa una habitacin en
la oscuridad. Se supone que debo
creerlo?
Pero a los doce aos tienes que
haber tenido conciencia
Para m no podan existir los
acontecimientos polticos a esa edad.
Qu es una matanza comparada con el
hecho de haber descubierto por m
mismo que mi madre tena otro hombre?
Si en una conspiracin tu padre hubiese
logrado incitar a toda la poblacin negra
a que hiciera la revolucin, yo no habra
sabido qu era lo que me golpeaba.
Qu hiciste?
Qu hace Edipo con dos rivales?
Me la tiraba en mis ensueos, en la
escuela, y cuando serva la cena miraba
fijamente su vestido en el punto donde
se separan las piernas Atroz?
percibi en su voz la mmica del rostro
impresionado que l imaginaba tena
ella en la oscuridad. Estaba loco por
ella; claro que poda estarlo cuando ya
haba all otro que no era mi padre.
Estaba enamorado y en tal caso nadie
piensa en nada ms.
Dos negros con una mujer
balancendose entre ambos, pasaron
charlando explosivamente, sirvientes
cmodos en la rbita de domesticidad
vecinal de sus amos blancos. No vieron
o no reconocieron a Rosa.
Tu madre la que vive en
Knysna?
Mi madre. La misma. No es vieja
ahora sino otra cosa de edad
intermedia. Vieja en las races; cuando
el pelo le crece canoso un centmetro, se
lo vuelve a teir. Nunca ms vieja de un
centmetro. Tiene mejor figura que t
con pantalones. Vive con mi hermana,
ese personaje enteramente domesticado
que ha parido cinco hijos. Ningn
hombre excepto el gordito semental de
mi hermana. Dirigen una escuela de
cermica, las dos mujeres. Siempre est
inclinada sobre el horno o sobre un nieto
que necesita que le suenen las narices.
La misma: supongo que es la misma.
El telfono haba dejado de sonar en
la casa. Rosa lo supo por la ausencia de
distraccin en sus odos. Alguien que
ahora viva all deba de haber atendido.
Tienes una cerilla? ella no
fumaba.
El se detuvo un segundo y sac un
mechero con el pulgar listo para
encenderlo. Como si alguien lo guiara,
hizo pasar la dbil llama por la placa
cuyas dimensiones no cubran
exactamente el cuadrado blancuzco de la
entrada de ladrillos: el perfil esmaltado
de un perro feroz como emblema
indicador de la instalacin de un sistema
de alarma contra robos.
Qu ocurri entonces?
No ocurri nada no a la manera
en que siempre estaban ocurriendo cosas
en esa casa se alejaron, bajo los
rboles. Algunos lo sabamos y otros
no, supongo. Creo que la chica que
trabajaba en mi casa lo saba y eso le
daba alguna autoridad sobre mi madre,
la seorita blanca le tena miedo a
alguien me pareci notarlo en la
forma en que mi madre la trataba,
siempre halagndola. Uno aprende lo
que es el poder a partir de cosas como
sta. Pobre mam. No pens ms en su
cuerpo porque me fascinaron las cargas
elctricas de la casa.
Las farolas los perdan y los
encontraban a intervalos regulares, la
calle cedi el lugar a otra.
En uno de esos equipos para
chicos que me regalaron para navidad o
para mi cumpleaos no, me parece
que entonces estudiaba fsica en la
escuela aprend con cunta rapidez
pasan por tu cuerpo doscientos veinte
voltios. Apenas el contacto de un
segundo, no tienes que agarrarte ni
tironear. No es como clavar un cuchillo
ni tan definido como apretar el gatillo.
Slo un toque. Yo sola fijar la vista en
esa cosa de baquelita marrn durante
minutos enteros: todo lo que tienes que
hacer es encender y meter los dedos en
los agujeros. Un miedo terrible, una
tentacin terrible.
Sus voces slo se elevaban y
bajaban cuando estaban en la cabaa.
Unos pasos ms all, en el terreno,
dominaban las cigarras, que los
borraban como haca la oscuridad con
sus cuerpos entre una farola y otra; a
ciertas horas del da el trfico de las
autopistas por las que estaban
prcticamente rodeados aislaban las
palabras como quedan aislados los
gritos de los pjaros donde la marea
rodea un promontorio.
Nunca te imaginaste matando
algo slo porque era pequeo y dbil?
Ya sabes cmo se obsesiona uno con la
posibilidad de la muerte cuando es
adolescente. Un conejo que te tena
miedo? Un beb que admiraste en su
cochecillo? Cmo sera sera fcil
herirlo como forma de castigo por su
impotencia? Rosa, no has notado nunca
la mirada de un chico contemplando al
beb? Una cabecita que podras
imaginar aplastada aunque nunca hayas
sido capaz de hacerle dao a nada ni a
nadie. Qu hacas con estos
sentimientos cuando eras una cra?
En una ocasin reaccion, casi
furiosa.
Conrad, no me creers porque es
lo mismo que decirle a alguien que
nunca te masturbaste. Creo que jams
los he experimentado.
El da en que alguien dijo por
primera vez: mira, sa es Rosa Burger
Tengo la impresin de que has crecido
slo a travs de otra gente. Te decan lo
que era apropiado sentir y hacer. Cmo
empezaste a conocerte a ti misma?
Haces las cosas como es debido lo
que se espera de ti. Aquello en lo que
has llegado a confiar.
Ella haba adoptado una postura muy
erguida, al mismo tiempo resistente y sin
embargo atenta hasta la tensin. No
necesitaba mirarlo.
No s de qu otro modo decirlo.
Racionalidad, extroversin Quiero
despejar los trminos porque a eso estoy
llegando: slo palabras; la vida no est
all. La tensin que posibilita la vida se
crea en otro sitio, de otra manera.
A veces ella le devolva la pelota,
insultando a la manera de una persona a
quien no poda llegar alguien como l.
En el I Ching.
Esa basura la chica con la que
se acostaba siempre cargaba con el libro
como si fuera su breviario.
Segn Jung, entonces un libro
junto a la cama.
Descuida, all tambin hay algo
para ti! Una vez, de nio, Jung imagin a
Dios sentado en las nubes, cagando
sobre el mundo. Su padre era pastor
Cometes la gran blasfemia contra toda
doctrina y empiezas a vivir
De qu tensin hablas? Por qu
tensiones?
La tensin entre la creacin y la
destruccin en ti misma.
Rosa, los labios apretados, la
respiracin profunda, la mirada de
alguien que lucha contra la ira, el
desaliento o el desprecio.
Desvariando entre tus fantasas y
obsesiones.
S, fantasas, obsesiones. Son
mas. Son la forma en que se me plantea
la cuestin de mi propia existencia. De
ellas derivan las maravillas con ese
gesto heredado de algn antepasado que
aporreaba biblias apoy la palma de su
mano, dura, en los poemas de Borges
que ella haba estado leyendo, las
verdaderas razones por las que no
matars y por las que, tal vez, puedes
seguir viviendo. Saint-Simn y Fourier y
Marx y Lenin y Luxemburg, de quien
eres tocaya no puedes extraerlas de
ellos.
Cuando l (que no tena
conversacin con otros) empez a
hablar ella perdi la concentracin en
aquello en lo que estaba ocupada,
mantenindose quieta y callada como si
quisiera atraer algo que pudiera
aproximrsele. Sus manos rezaban el
rosario de un gesto repetitivo. Los pies y
las pantorrillas se entumecieron debajo
del peso de su cuerpo pero no se levant
del suelo, en la permanencia de una
sensacin que retiene la lucidez.
Quera matarme, naturalmente.
Crea que deba matarme por haber
follado a mi madre. Esto es claro y fcil
de entender tanto para ti como para m.
No hay ninguna diferencia, cuando se
llega a la culpa, entre lo que has hecho y
lo que has imaginado. Pero yo no tena
la menor idea no saba que existiera
esta relacin.
Pobre diablillo.
No, no, no. Rosa, te estoy
diciendo la verdad acerca de lo que
importa. Esta slo era una de las
maneras en que alcanzaba las
realidades: el sexo y la muerte. El resto
es escapismo.
Rosa rastrill con cuatro dedos de
su mano izquierda el pelaje tieso y sucio
de la vieja alfombra, una y otra vez.
Viste algn muerto de pequeo?
No. Un perro o un gato. Los
pjaros que matbamos en la escuela
con tirachinas. O al menos que ellos
mataban Los otros. Yo renunci.
Ella sonri.
Por qu?
Porque dejaban de cantar.
As fue cmo elegiste la alegra
de vivir.
A mi manera. Que me dijeran que
era una crueldad no fue lo que me
disuadi, sin duda.
En algn lugar del yermo exterior a
la casita, los peones camineros haban
hecho un depsito para herramientas con
montculos de piedrecillas, carretillas
volcadas pegoteadas con alquitrn,
estacas y caballetes y faroles a modo de
barricadas. Haba un cobertizo
levantado con chapas de plomo y
ladrillos sueltos de la mansin
demolida. El brasero del vigilante,
penetrado de triangulares ojos rojos por
la noche, humeaba a travs de
pimenteros semipelados y
aterciopeladas hojas de nsperos durante
el da; los gatos forajidos aguardaban
para pasar como un rayo sobre la harina
de maz quemada que escupa sobre los
carbones la olla negra sin asas. Los
ruidos de un campamento sealaban la
direccin del emplazamiento; siempre
haba parsitos alrededor del vigilante.
Rosa tropezaba con la curiosa postura
de la espalda de un borracho que meaba
contra un rbol, o el gato, al percibir la
presencia de alguna amenaza de los de
su propia especie, sbitamente daba un
brinco incompleto en el aire.
El vigilante daba dinero a Conrad
para que colocara sus apuestas en el
hipdromo. El hombre iba regularmente
a la casita a ltima hora de la tarde; se
quitaba el sombrero de hule amarillo y
preguntaba por el amo. Si Conrad no
estaba pero iba a volver pronto, Rosa lo
invitaba a entrar, pero semejante idea
era incomprensible para l, slo la
entenda como el procedimiento para
autorizarle a acercarse a la casa de un
blanco; se sentaba en el peldao roto, el
nico que quedaba de los cinco que en
otros tiempos conducan a la galera, a
esperar la llegada del amo blanco.
Conrad se agachaba a su lado. Lea
en voz alta los nombres de los caballos
y las probabilidades apuntadas; el
vigilante responda con sonidos de
aprobacin o, en ocasiones, dejaba
flotar un silencio de indecisin despus
que Conrad se interrumpa a la espera
de su asentimiento. Conrad se meta el
dinero en el bolsillo de los tejanos, para
luego usarlo como moneda contante y
sonante; aparentemente coga el
equivalente de sus ganancias en el
hipdromo cuando realmente registraba
las apuestas en el totalizador. El
vigilante rea tontamente, con voz de
falsete, al recibir las ganancias. Coga al
joven blanco de la mueca, del hombro,
buena suerte hecha carne. Quera, como
si estuviera en su derecho, una cerveza.
Conrad rea.
El tendra que invitarme a m.
Rosa llevaba las latas de cerveza.
T eres el manantial del que
fluyen todos mis beneficios.
Una vez el negro estaba tan contento
que se sinti inspirado a hablar con ella.
Su hermano es muy inteligente.
Me gustan los inteligentes.
Qu ocurre cuando el vigilante
pierde el dinero?
Que no lo ve ms. Eso es todo.
No puede permitirse ese lujo.
Tampoco puede permitirse el
placer que encuentra cuando gana.
Con los amigos de Conrad ella
hablaba tranquilamente y l permaneca
casi tan reservado como cuando se
encontraban con la faccin Burger. Uno
de sus amigos estaba construyendo un
velero en un patio trasero. Rosa rea
encantada ante la incongruente visin de
la embarcacin erigida entre una caseta
para el perro, un garaje y la habitacin
para la servidumbre en la que a travs
de la puerta abierta se vea la cama
levantada sobre ladrillos. Conrad
estudiaba las cartas marinas y los
grficos relativos a la construccin del
velero y a los mares de la ruta
propuesta. Aparentemente la idea
consista en navegar de isla en isla a
travs del Ocano Indico hasta
Australia. El amigo de Conrad levant
la vista y la mir, indiferentemente
generoso.
Ven t tambin.
Me encantara. Podras dejarme
en Dar es Salaam para que pueda visitar
a mi hermano.
Era un juego, fingiendo que tena
pasaporte, refirindose al hijo del
primer matrimonio de su padre, a quien
jams haba visto, como a un hermano;
su agradable fantasa de volverse
aceptable para esa gente dedicada a
cepillar madera de aroma silvestre y a
coser cobertores para las literas. Como
si cediera a la tentacin, retorn a las
convenciones mientras se cortaban
mutuamente el pelo en el cuarto de bao
de la casita. El haba ledo en voz alta
un poema que escribi Baudelaire
acerca de la isla Mauricio,
traducindolo para ella.
Andr y su chica lo sacan todo de
un manual. A m me asustara internarme
tanto en el mar con la nica compaa de
una persona que no sabe nada de
navegacin.
Y qu? No le temes a quedarte en
casa e ir a parar a la crcel.
Rosa le sujet la cabeza para
comprobar si el pelo le llegaba a la
misma altura sobre las orejas. El la dej
tijeretear hacia los lbulos.
Ahora ella ocup su lugar en la tapa
del inodoro. El le cubri los hombros
con la toalla cubierta de pelos claros y
duros como pelusa de arpillera.
Cierra los ojos.
Rosa sinti la punta del fro metal
junto a la frente.
No demasiado. No me peles.
Tranquila. Te ves muy bien.
Sobrevivirs.
Rosa cambi de tono.
Por qu tendra que ir a la
crcel?
Irs. Tarde o temprano.
Mantuvo los ojos cerrados para
protegerse del pelo que caa.
Si Lionel y mi madre si los
conceptos de nuestra vida, nuestras
relaciones, que de nios recibamos y
aceptbamos de ellos, eran de Marx y
Lenin, ya se haban vuelto naturales y
personales cuando llegaron a m.
Comprendes? Todo estaba en el mismo
nivel en el que t, yo, los nios
aprenden a comer con tenedor y
cuchillo, a ir a la iglesia si sus padres lo
hacen, a usar la forma de hablar
respeto, desaprobacin, envidia, lo que
sea, mediante la cual se expresan las
actitudes de los padres hacia la gente.
Yo era igual que los dems nios.
No lo eras. No lo eres. No como
los chicos de mi clase.
T eras excepcional. Por lo que
me has dicho.
No. Ir a la iglesia si lo hacen los
padres. Exactamente. Todos vosotros
sois ateos, verdad? Pero criarte en una
casa como la de tu padre significa
criarse en una familia devota.
Probablemente nadie predicaba sobre
Marx ni sobre Lenin Ellos flotaban
por la casa, sencillamente,
encuadernados en piel con
estampaciones doradas, en la mente de
todos: la biblia familiar. Te lo tragabas
todo junto con los copos de maz del
desayuno. Claro que la gente que iba a tu
casa no se reuna a tomar el t con tu
madre ni jugaba al bridge por la noche,
fumando cigarros. No eran los colegas
que jugaban al golf con tu padre ni las
mujeres con las que tu madre sala de
compras, no? Se reunan para hacer la
revolucin. Para ti era comn y
corriente. Esa intencin era natural.
Era la atmsfera normal en esa casa.
Tienes ideas delirantes con
respecto a esa casa la cogi
desprevenida su propio empleo de la
definicin esa casa, distanciando el
recinto ntimo de su ser.
Qudate quieta. No quiero
clavarte las tijeras.
Das la impresin de creer que la
gente habla de la revolucin como si
estuviera decidiendo dnde ir a pasar
las vacaciones de verano. O qu coche
nuevo se comprar. Fantaseas aties
el cartlago de la nariz. El estilo era
condescendiente con l y mostraba el
engaoso tpico que usa ante los no
iniciados la gente acostumbrada al
hostigamiento policial.
No digo que con tantas palabras
pero sus preocupaciones suponan que la
revolucin deba triunfar; la medida de
lo que importaba y de lo que no, de lo
que te conmova y lo que no, en la vida
cotidiana, lo presupona. No es cierto?
Ella haba aguantado el ataque de la
tijera, sosteniendo casi agresivamente un
trozo de espejo mellado para ver qu le
cortaba l en la nuca. Murmuraba,
quejndose de l sin una coherencia
aplicada.
Yo iba a la escuela, tena mis
amigos, nuestra casa estaba siempre
llena de gente que haca toda clase de
trabajos y que hablaba de cualquier
tema t estuviste all una vez y
viste
Qu celebraban en tu casa? Las
ocasiones en que alguien escapaba con
una sentencia de no culpable en un juicio
poltico. Cuando un lder sala de la
crcel. Cuando un puado de negros
alcanzaba el xito en un boicot o
desafiaba una ley. Cuando haba una
protesta de masas o una marcha, una
huelga esas eran vuestras nupcias y
vuestras fiestas. Cuando los negros
moran a manos de la polica, cuando
detenan a alguien, cuando los lderes
daban con sus huesos en prisin, cuando
nuevas leyes desplazaban poblaciones
que t nunca habas visto, proscriban y
declaraban ilegal a la gente, stos eran
vuestros lutos y vuestros velatorios.
Entonces te enseaban (por medio de
preceptos y de ejemplos, lo s, no haba
nada autoritario en tu padre) que sa era
la realidad y no tus placeres personales,
tus pequeas miserias innatas. Pero
dnde estn esas miserias y tus pocas
de locura? Te miro y
Tambin haba fiestas rboles
de navidad, bodas. Algunos tenan
aventuras amorosas con las mujeres de
otros T no tienes el monopolio en
esta cuestin. No s si mis padres
pero lo dudo. Aunque Lionel era muy
atractivo para las mujeres.
Probablemente lo habrs notado en el
proceso. Creo que casi todos los
mdicos lo son. Asimismo haba
broncas y antagonismos entre la gente
Pero siempre entre partidarios
leales, entre feles polticos.
Ella continu con la lista:
Y haba muertes.
En medio de la noche Conrad
empez a hablar.
Pero no es verdad t tenas tu
frmula para asimilar todo eso.
Rosa prestaba atencin al bullicio y
las barreduras de la bauhinia contra el
techo de lata.
No es as? Una forma prescrita
para enfrentarse con la carne dbil y
dscola que se enferma y se consume y
se ahoga. Algunos gritan y se golpean el
pecho, otros intentan comunicarse con el
otro mundo golpeteando mesas de tres
patas y as sucesivamente. Entre
vosotros, lo que no puede morir es la
causa. Tu madre no vivi para
continuarla, pero otros s. El chiquillo,
tu hermano, no creci para continuarla,
pero otros lo harn. Es la inmortalidad.
Si puedes aceptar que existe. La
resignacin cristiana slo es un ejemplo.
Una causa ms importante que un
individuo es otro ejemplo. La misma
estafa, el futuro en vez del presente.
Vidas que no puedes vivir en lugar de tu
propia vida. No lloraste cuando
condenaron a tu padre. Lo vi con mis
propios ojos. La gente deca, qu
valiente. Otros dicen que eso es ser un
pescado fro. Pero todo es
condicionamiento, lavado de cerebro:
algo as como una foca amaestrada, con
toda probabilidad.
Qu haces t cuando ocurre algo
terrible? antes de que l contestara
Rosa volvi a hablar desde el diseo de
su perfil visto como los valles y los
picos de un horizonte nocturno junto a l
. Qu haras? No me refiero a nada
semejante a lo que alguna vez te haya
ocurrido.
Querra arrastrar al mundo entero
en mi cada. Eso es lo que hara.
Sera intil.
Me importa un cuerno qu es lo
til. La voluntad me pertenece. La
emocin me pertenece. El derecho a ser
inconsolable. Cuando siento no existe un
nosotros, slo existo yo.
Susurraban en la oscuridad como
nios que se cuentan secretos. Conrad se
levant y cerr la ventana a la azotante y
oscilante negrura ventosa.
Tena un magnetofn en el suelo, al
lado de la cama; palp los botones y
apareci la tintineante sorpresa
cambiante de la msica de Scott Joplin.
Las simples progresiones alegres
treparon y se pavonearon por la
habitacin. Los pies de ella jugueteaban
con las sbanas, adquiriendo lentamente
el ritmo de las patas de un gato dando
masajes. El arranc las sbanas de la
cama y juntos observaron las siluetas de
sus ondulantes pies que se meneaban
como lenguas, que hablaban como
manos. En seguida se levantaron y
empezaron a bailar en la oscuridad,
volando y enlazndose, un saltito y un
golpecito con los pies y un remolino,
una risilla, un jadeo tan misterioso como
el movimiento de las ratas en las vigas o
el de un enjambre de abejas que busca
amparo bajo el tejado de hojalata.
La del sombrero de ir a la iglesia que
fue a escuchar la sentencia que
pronunciaron sobre Lionel Burger era
aquella a cuya casa enviaron a los nios
la nica vez que arrestaron juntos a
ambos progenitores. Era hermana de
Burger; ella y su marido tenan una
granja y llevaban el hotel de la aldea del
mismo distrito.
Desde muy pequea los padres
haban preparado a Rosa para el
sobresalto de tales contingencias
mediante el supuesto de que la crcel
formaba parte de las responsabilidades
de la vida adulta, como visitar a los
pacientes (su padre) o ir a trabajar todos
los das a la ciudad (cuando a su madre
le prohibieron trabajar como
sindicalista, administr la oficina de
compras de una cooperativa para negros
y mestizos). A los ocho aos Rosa saba
decirle a la gente el nombre por el que
se conoca el juicio en el que sus padres
eran dos de los acusados, el Juicio por
Traicin, y explicar que les haban
negado la libertad bajo fianza, lo que
significaba que no podan volver a casa.
Quiz Tony no saba dnde estaban; la
ta Velma estimulaba la idea de que
estaba de vacaciones en la granja,
actitud que los padres no habran
considerado correcta y que su hija,
ofendida ante cualquier desviacin de la
forma de confianza de sus padres como
una crtica y una traicin, intentaba
contrarrestar. Pero al chico de cinco
aos le permitan ayudar a hacer
ladrillos: tal vez si hubiese vivido hasta
ser un hombre jams habra superado
renunciado a? ese feliz aislamiento
de lo que l mismo vea, tocaba, senta,
a diferencia de todo lo exterior.
Baasie qued atrs. Rosa se puso
furiosa dando paso a las lgrimas a
travs de un berrinche pero Lily
Letsile le dijo que a Baasie no le
gustara estar en el veld[5].
S le gustara.
No, le da miedo, le dan miedo las
vacas, las ovejas, las serpientes.
Un embuste. Lily y la ta Velma
apelaban a los embustes; Rosa estaba
convencida de que sus padres nunca
mentan. Baasie, el chico negro que tena
casi la edad de Rosa y que viva con la
familia Burger, iba a la escuela privada
que funcionaba ilegalmente bajo la
direccin de uno de los compaeros de
los Burger, y a la que la propia Rosa
haba asistido hasta que se hizo mayor y
tuvo que ir a la escuela para nias
blancas. Baasie no le tena miedo a nada
excepto a dormir solo, a los perros
alsacianos y a las clases de natacin.
Cuando l y Rosa eran tan pequeos
como Tony a menudo compartan la
cama, huan juntos de esa raza
especfica de perros y luchaban
frenticamente por el ancladero de vello
hmedo del clido pecho de Lionel
Burger en la piscina fra. Enviaron a
Baasie a casa de su abuela;
aparentemente no tena otra madre (de
todos modos tena a la de Rosa), y su
padre, un organizador del Congreso
Nacional Africano oriundo del Transkei,
iba y vena demasiado para poder
ocuparse de l.
Los parientes Nel vivan entre la
granja y el hotel. Tres iniciales y un
apellido sobre el portal del bar y la
entrada principal de la galera del hotel
representaban al to Coen. Iba y vena de
sus cobertizos para tabaco y ganado a la
ciudad en un cochazo norteamericano de
color amarillo, con protectores de goma
para que no entrara barro en el chasis.
La ta Velma diriga la administracin
del hotel y conduca a toda velocidad
una furgoneta con cortinas fruncidas, del
hotel a la granja, a la estacin de trenes
con el fin de recoger pescado fresco
para el segundo plato de la carta, a
escuelas dispersas, todos los viernes, a
buscar chicos, y los domingos a la
iglesia. Tony tena sus ladrillos y un
primo que an no haba llegado a la
edad escolar; gradualmente Rosa fue
eligiendo, cuando el coche o la
furgoneta volvan a la granja, quedarse
en el hotel.
Cada vez pasaba ms tiempo
atrincherada en las dos habitaciones
cuyas puertas decan ESTRICTAMENTE
PRIVADO - STRENG PRIVAAT, en el
extremo de la galera. Estas habitaciones
no tenan nmero. Haba, en cambio, en
el lado exterior de una, un reloj de
madera con grandes agujas, un cuco de
alambre y plumas, y una inscripcin en
pirografa: Querido amigo, si viniste y
no estbamos, por favor antes de
volverte escribe tu nombre. Y la hora.
Vuelve! COEN Y VELMA NEL. De una
cuerda colgaba un bloc pero faltaba el
lpiz. El artilugio era fcilmente
reconocible para cualquier chico como
algo del propio sistema de significados
de la infancia. Ms all de todo talismn
hay un mundo personal no relacionado y
por lo tanto no afectado por lo que se
pierde o se gana, lo que desaparece o es
sustituido, en acontecimientos a cuya
merced se encuentra el nio. Ella saba
reconocer un smbolo, una contrasea,
cuando los encontraba. Nunca sala del
hotel de los Nel sin alargar la mano y
situar las agujas de madera en la hora de
salida. (A ella y a Baasie les haban
regalado relojes para navidad. Siempre
se acordaba de quitarse el suyo antes de
baarse; Baasie no lo haca).
Desapareca debajo del falso reloj
de cuco mientras corra pasillo abajo en
medio de un juego con los hijos de los
huspedes del hotel. Nios que tambin
desapareceran por la maana. Pero en
esas dos habitaciones que mostraban la
leyenda STRENG PRIVAAT nadie poda
pasar una noche como en los otros
cuartos del hotel, dirigindose temprano,
a la maana siguiente, al Parque Kruger
o a la siguiente parada de la ronda rural
de un viajante de comercio, las camas
rpidamente deshechas por las
camareras Selena y Elsie bajo las luces
que dejaron encendidas los que se
fueron, la bandeja del caf matinal y las
botellas de cerveza vaciadas por la
noche en el pasillo. Todas las
habitaciones numeradas eran iguales,
todo el papel higinico rosa; las
alfombras angostas junto a las camas
tenan motas color mostaza; entre las
camas gemelas una radio sujeta a la
pared y encima de cada cabecera una
reproduccin en colores de una escena
callejera con idnticos rboles, taxis,
gente bebiendo, chicas con tacones
altos, y caniches. Rosa saba leer muy
bien pero los carteles de las tiendas
estaban escritos en un idioma extranjero;
la nica palabra reconocible era
Pars un lugar distante, en
Inglaterra, explic a Selena y a Elsie
mientras las segua de habitacin en
habitacin, hablando alto para que la
oyeran a pesar del ruido de la
aspiradora y de la radio que dejaban
encendida mientras trabajaban.
Las dos habitaciones donde no se
permita la entrada de huspedes eran tal
como cualquier nio habra deseado,
como ella misma las habra planeado:
abarrotadas, repletas de tesoros cuyo
origen era tan individual como annima
la uniformidad del mobiliario del hotel,
un mausoleo de fotos de boda y de
bebs, souvenirs y curiosidades
naturales. No haba libros ni flores, no
se pareca en nada a la casa la casa
de su padre, pero guardaba tanta
relacin con el hotel como el armario
lleno de tesoros de un chico con el
mbito de sus padres. La luz se filtraba
por los barrotes de las ventanas contra
ladrones, acogedoras con sus lianas de
cortinas de tul y los sinuosos
rododendros. Se tenda en la espesa
alfombra del rojo que surge al cerrar los
ojos para protegerse del sol, y miraba
revistas de mujeres y el Farmers
Weekly. Con un dedo menos en una
garra, un periquito levantaba un prpado
y luego el otro. Un cenicero de concha
de perlelemoen, un juego de t de
Limoges en miniatura, un fragmento de
fsil, una caparazn de tortuga, plumas
de ibis sagrado con la punta negra que
alguien haba metido en un vaso de Vat
69 cada objeto cargado de recuerdos
que ella senta sin conocer la historia; el
frtil desorden de fines personales
perseguidos se encontraba all, en su
lugar.
Aunque nadie poda ir a esos
cuartos, Rosa estaba autorizada a entrar
y salir cuando quisiera. Por las
maanas, con el perro del hotel
caracoleando en tres patas, vagaba por
las amplias calles de tierra de detrs del
camino principal. No se cruzaba con
casi nadie; una mujer blanca que iba a la
compra a pie, una bicicleta zigzagueante.
Las casas pequeas y estropeadas,
con techo de hojalata, oscuras galeras y
ventanas que nunca se abran, o a la
buena de Dios, con aguilones
chabacanos que parecan buuelos no
daban seales de vida salvo por el
cloqueo de las gallinas y el frenes de
los perros que, como el que la
acompaaba, estaban emparentados con
el comn progenitor de un cruce de
pomerania y fox-terrier muy ladrador.
Un cruce paralelo de jardines produca,
a lo largo de las calles, la misma lujuria
deslumbrante de buganvillas de color
cereza, un dorado diluvio de trepadoras,
hibiscos morados, el mismo mazapn
rosa y crema rodeado del dulce confeti
de sus propias flores colgantes, los
mismos helechos aliagas y verdes
papayos: los jardines tropicales
artificiales de elegantes hoteles en
balnearios de cualquier otro paraje del
mundo. Se desenredaban en manchones
de maz y calabaza donde terminaba la
aldea, en metal caqui y herrumbrado
fundindose con el veld. Cuando llegaba
a estos serenos, silvestres y dormidos
lmites, repentinos crujidos conscientes
de ella la presencia de ratas o
culebras, en una ocasin un nido de
minimos que bufaron y huyeron le
volvan la espalda.
Pero haba mojones. Llegaba hasta
un espacio de empedrado roto en el
interior de bucles de cadena oxidada
donde se devanaba los sesos con las
letras grabadas en un obelisco de
piedra, aunque ella era, como le deca
to Coen, una seoritina ber que
conoca su lengua materna, el afrikaans.
La inscripcin estaba en holands y se
remontaba a la poca de la Repblica
Ber del Transvaal; conmemoraba el
emplazamiento de la primera
[6]
Gereformeerde Kerk del distrito. Otra
calle terminaba en la iglesia adonde la
llevaba la familia Nel los domingos, con
un sombrero prestado. Era un edificio
nuevo, de esos que marcaban la
existencia de una aldea desde kilmetros
de distancia, en cada curva del paisaje.
Su punta recubierta de cobre se hincaba
en el cielo como un clavo triltero
gigantesco y brillante. La calle paralela
al sendero ms directo desde el veld
hasta la localidad era el sitio donde
negros o negras viejos la saludaban
como si fuera adulta, donde los nios
negros rean entre dientes y hablaban de
ella, estaba segura, cuando pasaban a su
lado con un pan o un paquete sobre la
cabeza. Una vez un grupo que jugaba a
una especie de pilla pilla rompi un
paquete y cuando intent ayudarles a
recoger los gruesos granos de la harina
de maz derramada, se dio cuenta de que
no saban hablar afrikaans ni ingls.
Estaba descansando en el asiento
que haba descubierto por s misma
las slidas races superficiales de un
marula, otro mojn, cuando el anciano
oom que sola sentarse a charlar en la
galera del hotel con quien quisiera
escucharlo, pas por all. Caminaba tan
lentamente, aparentemente usando su
rgida cadera como bastn ms all del
cual arrastraba la otra pierna, que lo
reconoci desde lejos. Se detuvo a su
lado y le habl en afrikaans.
Qu hace una nia fuera de la
escuela a esta hora? ella slo pudo
rer sin responder, como haban hecho
los negritos cuando les dirigi la
palabra. Nia ma! Venga! Ve a
casa! Tu madre te est esperando. Tu
pobre madre espera que vuelvas de la
escuela.
Se levant y se sacudi el vestido.
El perro olisque los pantalones del
viejo y se alej de un salto, ladrando.
Ella no le dijo: mi madre est
encarcelada. El no poda entenderlo. La
crcel estaba camino abajo, detrs de la
comisara donde ondeaba la bandera. Un
pequeo edificio de piedra y en el patio
del fondo, donde guardaban el coche
celular, barracas de hojalata con
ventanas enrejadas. Los reclusos eran
negros descalzos con pantalones cortos
y flojos a quienes cualquiera poda ver
cortando la hierba con pedazos de hierro
afilado alrededor de las oficinas
municipales.
Daniel, el camarero del bar que
atenda las mesas de la galera, se
sentaba en una caja de cerveza volteada,
en la acera, cuando no haba
parroquianos. Usaba una chaquetilla de
color rojo con solapas negras de gro que
ola penetrantemente a sudor cuando
mova los brazos, corbata de lazo, gorra
roja y negra con visera, zapatos de
charol negro cuyo lustre se agrietaba
sobre las extraas protuberancias de sus
pies. Al igual que Selena y Elsie, iba
andando a travs del polvoriento veld
desde la localidad, todos los das. Rosa
brincaba en la acera, yendo y viniendo
delante de l mientras hablaban. Le
describi Johanesburgo, que l nunca
haba visto.
Cuando usted se vuelva yo
tambin ir. Ir a trabajar a su casa. Con
su padre.
Ella respondi que no, que Lily
Letsile trabajaba para su madre y su
padre. El le inform que tena cinco
hijos y que enviara a uno de los chicos
a trabajar en su jardn.
Cuntos aos tiene?
Se est haciendo grande. Me
parece que ahora se acerca a los trece.
Entonces tendr que ir a la
escuela en vez de trabajar en el jardn.
Los nios no trabajan. Pero es
demasiado grande para ir a la escuela
con Baasie y a la ma slo van nias.
Daniel ri y ri, como si hubiera
dicho algo muy divertido.
De pronto le dijo:
Mis padres estn en prisin.
Daniel baj y mene la cabeza, solt
unos gaidos, refunfu y le clav una
mirada de reproche.
No diga eso de sus padres.
Siempre la cuidan bien, la envan a una
escuela hermosa, hacen todo por usted.
No diga eso.
El camarero blanco tena patillas
negras y la piel brillante; usaba un
cinturn con una hebilla en forma de
cabeza de len. Una vez se lo quit y
persigui a Tony y al primo para
echarlos del bar cuando estaban
fastidiando, pero slo era un juego.
Daniel le cont a Rosa que Baas Schutte
usaba el cinturn si descubra a alguno
de los camareros robando bebidas; ste
era el tipo de charla que permita pasar
las horas, en la calle.
T lo viste? no estaba del todo
convencida de que alguien pudiera
golpear a un adulto, aunque saba que
alguna gente abofeteaba a sus hijos.
All, en el patio! Lo tena
agarrado y el muchacho no pudo
escapar! Baas Schutte es muy fuerte!
Daniel ri otra vez.
Cul de los camareros?
Los conoca a todos; le llevaban su
comida, entrando y saliendo a paso
quedo por las puertas de batiente del
comedor a la cocina, con sus rfagas de
olores y ruidos; jugaban por dinero con
tapas de botella o se echaban a fumar
bajo el sol fuera de la cocina.
Jack? Era Jack? haba odo
una discusin de ta Velma con Jack por
la mostaza seca en los potes de metal
que ponan sobre las mesas.
Jack? Jack no es camarero del
bar! Por qu se preocupara Baas
Schutte por Jack? El que digo ya se ha
ido. No puede trabajar ms en los
alrededores. Se ha vuelto a su tierra. Le
tiene mucho miedo a Baas Schutte!
Daniel bati palmas en su bandeja de
hojalata.
Harry Schutte sola llevarla a su
lado cuando sala en la furgoneta donde
se lea el nombre del hotel y las
palabras Venta de licores. Bajaba de
un salto en casa del contratista de
portes, en la ferretera, en la agencia de
propiedades y seguros donde trabajaba
su novia; pareca olvidar a Rosa, pero
siempre volva con un helado o una pipa
de regaliz para ella. La novia se
apoyaba en la ventanilla de la furgoneta
y coqueteaba con l a travs de la nia.
Cundo volver tu mam del
extranjero? No quieres venir a quedarte
conmigo? Tengo una casa muy bonita.
No es verdad, Harry? Y tambin dos
cachorros pregntale a Harry.
Cinco semanas despus de haber
llegado con su hermano, Rosa estaba
sentada en la caja de Daniel mientras
ste atenda a la gente que llenaba las
mesas de la galera desde media
maana. Era sbado. Un grupo de
colegialas voluptuosas vestidas de
deporte bajaban a saltitos por la calle
principal, camino de una reunin
deportiva. Unas mujeres negras vendan
tortitas de maz mientras sus bebs se
arrastraban por debajo de las toallas de
colores que usaban como chales.
Granjeros cuyos sombreros ocultaban
sus ojos esperaban a esposa e hijos que
entraban y salan precipitadamente de
las tiendas, chupando golosinas y
apretando paquetes. Nios negros que
iban detrs de sus padres humildes,
desastrados y descalzos, cubiertos por
encima de las rodillas con uniformes
escolares que slo se podan dar el lujo
de comprar una vez en aos, de modo
que los pequeos parecan alfeiques
con vestimentas enormes, y los ms
grandes llevaban versiones reventadas y
casi irreconocibles de los mismos.
Jvenes petimetres blancos aceleraban
levantando polvo bajo las ruedas de sus
coches, cuyas radios dejaban or
fragmentos de msica. Jvenes negros
en simblica imitacin del mismo estilo
una bicicleta con manillar de carrera,
un transistor en bandolera, cierta manera
de gandulear contra las columnas del bar
griego donde vendan cucuruchos de
pescado con patatas fritas, enfrente del
hotel cruzaban de vez en cuando,
obligando a los coches a eludirlos, para
recoger colillas de cigarrillos que
tiraban los parroquianos del hotel en la
galera. Daniel sudaba en su ajetreo; los
clientes suban los peldaos ms all de
Rosa: grandes piernas marmreas de una
joven que le pidi a gritos una coca-cola
con doble ron, primorosas chiquillas
con bolsos en miniatura que entraban de
la mano en el hotel. Pregntale al chico
dnde est el servicio. Los padres ante
sus cervezas como si no se conocieran,
las abuelas desparramadas en sus
asientos como pan fermentado; los
frgiles abuelos a quienes gritaban sus
hijas de edad mediana, las jovencitas
mohnas que no miraban a su familia,
sorbiendo en pajitas con los ojos
entrecerrados, pretendiendo hacer caso
omiso de las miradas de los transentes.
Esposas de granjeros con cajas de
pasteles intercambiaban gritos de saludo
por encima de la cabeza de Rosa. El
perro del camarero la ignoraba en el
erizado placer de acercarse al
pomerania del empleado del
ayuntamiento de cuya estirpe era
descendiente lejano. Esta vida ordenada
rodeaba, cubra, envolva a Rosa; el
orden del sbado, el orden de la
jerarqua familiar, el orden de los
negros en la calle y los blancos a la
sombra de la galera del hotel. Su flujo
la contena mientras haca tamborilear
sus talones desnudos encima de la caja
de Daniel, sus voces la protegan. De
repente se asom su ta con la
confidencial sonrisa de comediante de
una mujer de mandbula prominente.
Sabes una cosa? Mami vendr a
buscaros.
Al nivel de sus ojos pas un cro que
retena en su puo un dedo de la manaza
de su padre.
Y papi?
Todava no, Rosa.
Los cargos contra su madre haban
sido retirados. Su padre sali en
libertad bajo fianza poco despus de que
ella y su hermano volvieran a casa; el
proceso dur veintiocho meses hasta que
el tribunal anul las acusaciones contra
l y otros sesenta encausados entre
noventa y uno sometidos a juicio.
Entonces hubo una fiesta en casa de los
Burger, ms alegre que cualquier boda,
ms catrtica que culquier velatorio,
ms triunfal que cualquier stryddag
celebrado por los granjeros del distrito
de Nel en honor del poder blanco,
herencia de sus antepasados que Lionel
Burger traicion.
Ahora eres libre. El conocimiento de
que mi padre no estaba all, no estara
all nunca ms, que no quedaba
sencillamente oculto por los muros y las
ventanas con rejas; el infantil dolor de
tripas que me abandon en medio de
todos los que necesitaban gemir, aullar,
mientras yo no poda decir nada, no
poda decrselo a nadie: repentinamente
fue otra cosa. Ahora eres libre.
Yo le tena miedo: el tipo de
descubrimiento que lo deja a uno fro y
precavido.
Qu hace uno con este
conocimiento?
La autoritaria alegra de Flora
Donaldson en manejar la vida de otros
me vio partiendo a otro pas: siempre en
frica, por supuesto, porque era el sitio
donde mi padre haba ganado para todos
nosotros el derecho a pertenecer.
Acaso no era ste nuestro pacto,
ocurriera lo que ocurriese? Me viste en
la crcel. Realmente, finalmente,
inevitablemente. T no me visualizabas
marchndome, viviendo una vida
distinta a la que la nica necesidad
necesidad poltica? me haba hecho
llevar hasta ese momento. T, siempre
mirndote el ombligo a la caza del
destino individual: no comprendiste
que todo lo que aquella chica haca
surga de lo que existe entre hija y
madre, hija y hermano, hija y padre?
Cuando me mostraba pasiva, en esa
cabaa, si hubieras sabido Yo luchaba
con un monstruoso resentimiento contra
la llamada no del Partido Comunista!
de la sangre, de los genes
compartidos, del semen del que haba
brotado y del cuerpo en el que haba
crecido. Estaba a las puertas de la
crcel con un edredn y un mensaje
escondido para mi madre. Tony est
muerto y no hay otro hijo para ella,
salvo yo. Doscientos diecisiete das con
el pauelo de cachemira en el bolsillo,
mientras los testigos ocupaban y
desocupaban el banquillo condenando a
mi padre. Mi madre est muerta y slo
quedo yo para l. Slo yo. Mis estudios,
mi trabajo, mis amores deben adaptarse
a las visitas bimensuales a la crcel, de
por vida, mientras l viva si hubiera
vivido. Mis profesores, mis jefes, mis
hombres tienen que aceptar esta
prioridad. No tengo pasaporte porque
soy la hija de mi padre. La gente que se
relaciona conmigo debe estar preparada
para ser sospechosa porque soy la hija
de mi padre. Y hay ms, ms de lo que
sabes yo quera ser abogada, pero no
tena sentido: era muy improbable que a
m, la hija de mi padre, me permitieran
ejercer el derecho. De modo que tuve
que ser otra cosa, cualquier cosa, algo
que pasara como polticamente inocuo,
por qu no en el campo de la medicina,
yo, la hija de mi padre. Y ahora l est
muerto! Muerto! Merode por aquel
jardn abandonado descendiente de la
vieja Lolita cazando dioses hotentotes
en la hierba que haba cubierto la pista
de tenis y supe que tena que haber
deseado su muerte, que el regocijo y la
tristeza eran lo mismo para m.
Tenamos en comn terribles
secretos infantiles en la casita de latn.
T puedes follar con tu madre, yo puedo
desear la muerte de mi padre.
Hay ms. Ms de lo que adivinaste o
me sonsacaste en tu curiosidad y
envidia, hablando con las luces
apagadas, ms de lo que yo misma saba
o quera saber hasta que empec a
escucharte, incapaz de detenerte, aunque
la forma de tus pies conservada por el
sudor en tus calcetines tirados, la duda
de que el dinero del bolsillo pequeo
sin el botn en la cintura de tus tejanos
fuera a parar donde el vigilante confiaba
que fuera estas familiaridades
veniales de la exudacin corporal o la
tortuosidad mental me eran repugnantes
aunque no las criticaba ni las revelaba
por lealtad. Como cuando mi hermano
Tony birlaba sellos del escritorio de mi
padre y los venda un cntimo o dos ms
caros que los de Correos a los sirvientes
de los alrededores que escriban a sus
hogares de Malawi y Mozambique, o
cuando se delataba a s mismo soltando
pedos de angustia cada vez que menta,
pobrecillo. La maana del sbado que
Tony se ahog lo vi llevar a sus amigos
a nadar y le dije que no fanfarroneara
zambullndose. Me lo prometi, pero yo
me ol algo raro.
Hay ms an. Mi sueco, el Marcus
cuyo nombre no sacabas a colacin
porque pensabas que sera doloroso
para m, no tena importancia, daba igual
que se fuera o se quedara. Lo que hubo
entre nosotros como dice el lenguaje
del contrato emocional Eso es fcil.
Quera hacer una pelcula sobre mi
padre, en Estocolmo. Sera un collage
de pruebas documentales de
acontecimientos y vnculos ficticios, en
la que un actor interpretara el papel de
mi padre. Yo tena que revisar fotos de
actores suecos y decir cual consideraba
ms parecido a Lionel Burger. Porque
Marcus nunca pudo verle, desde luego.
Ni siquiera tal como estaba entonces, en
la crcel. Un fin de semana fuimos
juntos a una aldea del Transvaal para
que le mostrara el tipo de ambiente en
que haba crecido mi padre. Tambin
fuimos a Ciudad del Cabo porque all
asisti mi padre a la escuela de
medicina. Claro que no fue sta la razn
que el sueco le dio al rector. Entr en la
escuela para filmar algunas tomas,
explicando que estaba haciendo una
pelcula acerca de los sorprendentes
trasplantes cardacos de Sudfrica. Pero
la verdadera razn para ir a Ciudad del
Cabo no era siquiera aquella que
ocultamos, la verdadera razn fue hacer
el amor en el mar. El experimentaba por
la naturaleza la pasin sexual que,
imagino, es peculiarmente nrdica. Algo
que tiene que ver con el fro y la
oscuridad, y con el breve perodo en que
no hay noche y nadie duerme. El lo
llamaba verano de la liblula, como
un largo y extraordinario da brillante en
el que se cumple un ciclo vital
completo.
Nosotros aceptamos la naturaleza
con ms indiferencia, el sol siempre est
aqu. Excepto en la crcel; incluso en
frica, las crceles son oscuras. Lionel
me cont que el sol nunca entraba en su
celda, slo el reflejo coloreado de
algunos atardeceres, que formaban un
paralelogramo cubierto por la delicada
luz perlada, quebrado por la
interrupcin de los barrotes, sobre la
pared opuesta a su ventana.
El sueco tena las nalgas tan
bronceadas como la espalda y piernas:
una unidad, como si su cuerpo no tuviera
secretos. Era hermoso. Y lo sea o no yo,
l lo crea y extraa de m es la nica
forma que tengo para describir el
orgullo y el aprecio, la sencillez de su
paciencia y su habilidad tres
orgasmos, uno tras otro, cada placer
prolongado hasta los lmites del
anterior, as como el agua roza su propia
lnea de la marea alta en la arena. Nunca
me haba ocurrido antes. Y cuando
Lionel muri, me escribi. Dijo que
intentara pasar un fragmento de la
pelcula inacabada si el grupo
antiapartheid escandinavo celebraba una
reunin en su memoria. Se haba
ofrecido a conseguirme, a travs de las
relaciones de su mujer, un pasaporte en
el extranjero, si alguna vez poda
marcharme. Tal vez desde su seguridad,
desde su estado benefactor en el cual los
grupos de izquierdas eran como
asociaciones de madres o Rotary Clubs
y las perspectivas socialistas no
contenan ningn peligro, ser durante
uno o dos meses el amante de la hija de
Lionel Burger era lo ms parecido a
acercarse a las barricadas. No me
molesta. Qu otra cosa era yo?
Te cont que mi noviazgo con
Noel de Witt era un ardid para que
pudiera mantenerse en contacto estando
encarcelado. Me dijiste, con la
insistente apetencia de los que sienten
curiosidad por aquello con lo que no
quieren tener nada que ver: Te refieres
al movimiento comunista clandestino.
Te usaban para mantenerse en contacto
con l?
S, naturalmente, era lo obvio, una
excelente idea, resolvieron todos.
En esa casa?
S, claro, en nuestra casa; era lo
natural, a nadie se le ocurrira
sospechar. Noel era uno de los
compaeros conocidos de mi padre, de
cualquier manera viva prcticamente
con nosotros y no tena nada de
extraordinario que supuestamente
pensara en casarse con la hija de Lionel
Burger. Las prometidas tenan los
mismos privilegios que las esposas de
los prisioneros: visitas, cartas y dems.
Sin m Noel no habra tenido a nadie;
era medio portugus, su madre tena la
entrada prohibida en Sudfrica porque
era simpatizante del Frente de
Liberacin de Mozambique y en una
ocasin haba sido arrestada por los
portugueses; su padre haba
desaparecido en algn lugar de
Australia. Quin poda haberle llevado
libros y papel para escribir? Mis padres
saban lo que significan estas cosas
cuando ests adentro: la visin de un
rostro indicativo de que el exterior
todava existe, un rostro que supone que
otros siguen adelante con lo que ha de
hacerse. E incluso el ingenio, la burla al
director de la crcel, que no puede
negarle a una novia el permiso para
ver a su chico, los carceleros que
sienten una furtiva complacencia incluso
con un comunista cuando ste mira a su
novia desde el otro lado de la barrera de
la sala de visitas eso daba confianza.
Esta era una de las satisfacciones que no
pusiste en la lista de nuestros placeres
en esa casa: ser ms listos que la
polica. Noel entr alegremente en el
espritu de la cuestin. Cuando not el
anillo que haba aparecido en mi dedo
en la primera visita, no dej de
preguntarme si estaba segura de que me
gustaba. Segura, completamente
segura? Insista con la gozosa
persuasividad de quien sabe que ha
elegido exactamente lo que su amada
deseaba. Mi madre consigui el anillo
que yo llevaba pidindoselo a Aletta
Gous, sabiendo que sta revolvera
cielo y tierra en busca de lo ms
acertado, en este caso un pequeo
diamante redondo engarzado en un
montculo de metal fligranado color
acero, pieza indispensable para
prometerse en una aldea. No creo que
fuera falso; en algn momento de los
aos treinta, Aletta haba sido una
jovencita de una poblacin rural y haba
estado a punto de casarse con el joven
que llevaba el garaje de su padre y era
ujier en la iglesia de una secta holandesa
reformada denominada los Pinksters.
Cuando se proscribi a s misma
fugndose a la ciudad y participando en
reuniones callejeras del Partido
Comunista, probablemente alarde de su
garboso desdn por las convenciones
burguesas violadas conservando su
endeble argolla.
Mo es el rostro y mo es el cuerpo
cuando Noel de Witt ve a una mujer una
vez por mes. Si alguien en nuestra casa
en esa casa, tal como t me la has
hecho pensar lo comprendi, nadie lo
tuvo en cuenta. Todava viva mi madre.
Si lo pens, si lo vio y al menos ella
podra haber considerado esta
posibilidad, decidi no verlo. A solas
en la cabaa de latas contigo, cuando no
tena nada ms que pensar, cuando
callaba, cuando no te interrumpa,
cuando no podas sacar nada ms de m,
cuando no te prestaba atencin, la
acusaba. Cortaba ramas en el jardn
suburbano convertido en vertedero de
basuras donde estaba aislada contigo.
Las hierbas rompan filas cuando yo
pisoteaba papeles retorcidos sucios de
excrementos humanos, botellas y trapos
tirados entre los aromticos matorrales
donde solan perderse las pelotas de
tenis. Lo acusaba a l, a Lionel Burger,
por saber, como sin duda saba, que yo
hara lo que deba hacerse.
Todos los meses me decan qu
deba comunicar con el pretexto de mi
carta de amor. Por la noche, sentada en
la cama de mi antigua habitacin en esa
casa, fumando cigarrillos cuando
todava no tena dieciocho aos,
escriba una y otra vez las quinientas
palabras. Nunca saba si haba logrado
escribir con el efecto de una simulacin
(para que l lo leyera como tal) lo que
en realidad senta por Noel tan tierna y
apasionadamente. Las fechas de mis
visitas debidas estaban sealadas en el
calendario de atrs de la puerta de mi
dormitorio, iguales a las que marcaban
el paso de los das en mi diario, en el
que (bien amaestrada) nunca escriba
nada que pudiera proporcionar indicios
de mi vida. Cuando finalmente llegaba
la noche anterior al da propiamente
dicho, me lavaba la cabeza; antes de
partir hacia la crcel me pona perfume
entre los pechos y tambin me frotaba un
poco el vientre y los muslos. Escoga un
vestido que dejaba mis piernas al
descubierto, o pantalones y una camisa
que enfatizaban mi femineidad con su
ambigedad sexual. Huleme, olfatea mi
carne. Encuntrame, recbeme. Todo ello
en un irreflexivo impulso de necesidad e
instinto que podramos llamar inocente y
que t denominabas real. Siempre
llevaba una flor. En general los
carceleros no permitan que l se la
quedara (de vez en cuando la
sentimentalidad de alguno hacia las
noviecitas, o la vicaria excitacin
sexual que obtena otro haciendo de
alcahuete, lo llevaba a dejar pasar el
regalo). Yo mantena la flor en mi regazo
o retorca el tallo entre las manos, donde
Noel poda disfrutar de su visin y saber
que era para l.
Leyendo en el coche mientras me
esperaba al otro lado de las puertas de
la crcel, mi madre levantaba la vista al
orme volver, con la expresin sagaz,
ansiosa, cmplice y acogedora con que
me aguardaba de pequea a la salida de
la escuela los primeros das de clase.
Lo haba hecho bien? All estaba mi
apoyo, mi recompensa y la garante a
quien haba contratado para mi
actuacin. En casa, mi padre, con las
manos sobre mis hombros detrs de la
silla en la que me sentaba a la mesa (su
forma, desde que era pequea, de
acariciarme cuando volva de ver sus
pacientes y se detena all un momento)
me interrogaba acerca de lo que Noel
haba logrado transmitir bajo el disfraz
del amor. Era verdad que Jack Schultz
haba sido trasladado a otra seccin de
la penitenciara? Haban hecho los
presos polticos una huelga de hambre
durante dos das la semana anterior? Yo
siempre recordaba exactamente lo dicho
en el dilogo entre Noel y yo, aunque
como ocurri ms adelante con mi padre
haba otros presos que hablaban con
sus visitantes al mismo tiempo y muchas
voces se cruzaban caticamente con la
suya y la ma. Recordaba palabra por
palabra, el giro exacto que Noel haba
dado a una frase, su cadencia de
modo tal que al descifrar su significado
intercambiando miradas para
confirmar la interpretacin, mi padre,
mi madre y yo podamos tener la certeza
de que cada matiz haba sido
deliberado. Tambin contaban con que
yo haba encontrado la forma de
transmitir los mensajes que me haban
confiado.
Cuando me dieron el carnet de
conducir y empec a ir sola a la crcel
para visitar a Noel, despus de verlo
conduca lentamente alrededor de los
lmites de los edificios de ladrillo rojo
enjaulados en alambre de pas, con altas
atalayas donde descansaban las armas y
las luces. Vueltas y vueltas en primera,
tantas veces como me atreva para no
despertar sospechas. Observ que no
haba escapatoria. Si es que eso era lo
que buscaba; tal vez esperaba una seal
detrs de esos muros a cuya base ni
siquiera se permita la proximidad de
una hierba, tan imponentes y recnditos
y sin embargo tan vulgares que me
informara dnde estaba ahora l, en una
celda cuya rendija hueca de malla
metlica poda ser sta o aqulla. Me
dejaba atolondrada el esfuerzo de seguir
mentalmente sus pasos por los pasillos
que haba vislumbrado, a travs de los
olores de desinfectantes para retretes, de
cera para suelos, de carne nauseabunda
cociendo a fuego lento, cuyos efluvios
haba percibido. Si apartaba la mirada
de los muros y la dejaba posarse en las
casas de los carceleros, sola ver a unos
nios jugando en los pequeos jardines,
mientras chirriaban las cadenas
oxidadas de sus columpios. Resultaba
ms fcil seguirlo hasta otra vida que l
poda estar viviendo, conmigo en una
granja (la que conoc de nia, con ramas
de tabaco flccidas como guantes vacos
en el cobertizo de secado); l quera ser
granjero (yo haba reunido toda la
informacin posible) aunque se haba
licenciado en ciencias y trabajaba en
una fbrica de pinturas antes de
convertirse en preso poltico. Por qu
razn deba ir yo a Tanzania o ser
rescatada por Marcus y su mujer en
Suecia? Por qu no podamos irnos
Noel de Witt y yo a cultivar la tierra, a
criar hijos mos que se pareceran a l, a
plantar zarzos o tabaco o maz o
cualquier cosa que l quera hacer
florecer y no poda, as como un nudo de
hierba resistente era incapaz de abrirse
paso entre los ladrillos de esos muros?
Hice como t dices lo que se
esperaba que hiciera. No era una
impostora. Una vez por mes iba a donde
me enviaban para llevar sus mensajes y
recibir los de l; una chica se presentaba
ante l con los labios sonrientes, la
mirada fija aunque evasiva, los pechos
un poco cados cuando se agachaba, una
flor como smbolo de lo que guardaba
entre las piernas. No desprecibamos a
las prostitutas en esa casa nuestra
casa: Las veamos como vctimas, por
fuerza, mientras perdurara cierto orden
social.
Cuando Noel de Witt cumpli la
condena, las autoridades carcelarias,
como hacan a menudo con los presos
polticos, le abrieron las puertas a
primersima hora de una maana, pocos
das antes de la fecha prevista para su
liberacin, y le dejaron salir con la
vieja bolsa de una lnea area llena de
ropa y el reloj que le haban quitado al
ingresar dos aos atrs. El saba que lo
proscribiran o decretaran el arresto
domiciliario una semana despus; tena
escondido en la ciudad un pasaporte
australiano con el que podra abandonar
el pas si era lo bastante rpido. No se
atrevi a ir a nuestra casa. Desde una de
las verduleras portuguesas que abren
cuando llegan del mercado las
provisiones, al amanecer, telefone a
alguien que viva en la periferia y en
quien poda confiarse que ahora hiciera
lo que corresponda, como yo lo haba
hecho antes alguien que tena el
pasaporte australiano a buen resguardo.
Al llegar a Inglaterra, Noel envi una
carta a travs de otro contacto,
informndole a mi padre de estas cosas.
Haba una nota adjunta para m, tierna y
divertida, en la que me agradeca las
cartas que tanto le haban alegrado, las
visitas que le haban permitido seguir
adelante, los dulces que con zalameras
haba logrado que le entregara el jefe de
carceleros Potgieter, los libros
inteligentemente elegidos que haba
conseguido hacerle llegar porque eran
esenciales para sus estudios. Frases de
un veterano de hospital agradecido.
Llegaron flores sin tarjeta y me dijeron
que Noel haba dejado una parte del
poco dinero que tena para que me las
enviaran.
Esas fueron mis cartas de amor. Esas
visitas significaron mis aos locos.
Todo esto pude entender en la casita de
lata.
Un da me quej, con un tpico:
Estoy harta de este trabajo.
Me habas ido a buscar al hospital
donde yo trabajaba y volvamos en el
coche. Cuando nos hablbamos estaba
presente el atributo clandestino de
hablar con uno mismo, el sarcasmo y la
tentacin de la culpabilidad mutua. Me
reconociste en ti en lugar de mirar hacia
m.
Hasta los animales poseen el
instinto de correr un kilmetro para
alejarse de la enfermedad y la muerte; es
natural.
El tpico que yo haba empleado
inintencionadamente se me escap; era
una observacin inofensiva que
perteneca al mismo nivel de
comunicacin que Me duele un poco la
cabeza. No haba sentido de las
proporciones para estas cosas en
aquella cabaa; las observaciones, las
imgenes, los incidentes casuales se
apoderaban de m; surgieron las pginas
sin numerar. Las lea repetidas veces, su
escritura apareca en todo lo que yo
miraba, pupilas de yema de huevo
amarilla separndose de las blancas
claras contra el borde del cuenco, leves
marcas atrigadas de ascendencia
rudimentaria en la panza del gato negro,
la lenta fusin alfabtica de identidad en
identidad, cambiando una letra por vez
al deletrear los nombres en la libreta
telefnica. Todo hablado al amparo de
tus sonidos cotidianos en el violn y los
pandeos del techo de lata que
desplazaba los silencios, el coro del
agua corriendo en el lavabo con
incrustaciones calcreas de color
masilla como las de un hervidor viejo,
los gritos de borracho del vigilante en su
trayectoria por encima del murmullo del
trfico nocturno, mi silencio martillaba
hosco, histrico, reiterativo sin
palabras: harta, harta de los invlidos,
de los que corran peligro, los fugitivos,
los estoicos; harta de tribunales, harta de
prisiones, harta de enseanzas
depuradas por el reglamentario aguante
del miedo y el dolor.
No obstante, abandon la casita
donde era posible esta especie de
ferviente rabieta personal.
Dej la casa infantil del rbol donde
vivamos en una intimidad absorbente
sin las reservas de la responsabilidad
adulta, aceptando las respectivas
intrusiones como un derecho de pernada,
tratando la mugre del otro como propia,
as como el pequeo Baasie y yo
habamos celebrado tiempo atrs la misa
negra de los nios, probando con un
dedo la hiel de nuestra propia caca y la
salinidad de nuestro propio pis. Aunque
t y yo nos acurrucbamos en la misma
cama buscando calor, nunca me molest
que te acostaras con la chica que te
enseaba espaol. Y t sabes que
habamos dejado de hacer juntos el amor
meses antes de que yo me largara,
consciente de que se haba convertido en
una relacin incestuosa.
Era como una enfermedad que nadie
mencionaba entre los parientes de mi
padre con quienes nos quedamos de
pequeos. Una enfermedad que result
fatal: vinieron a presentar sus respetos,
mi to y mi ta, los bondadosos y
amables Velma y Coen Neis, cuando
acudieron a mi lado para or la condena
a cadena perpetua.
Tony era muy feliz ayudando a cocer
ladrillos en un juego serio de pastelitos
de barro, con los trabajadores de la
granja que lo llamaban amito (aunque
ste era el nombre de Baasie) y jugando
con nios negros semidesnudos que
quedaban atrs cuando l y el primo
Kobus entraban en la finca para tomar
leche con tarta. En seguida comprend
que Baasie, con quien yo haba vivido
en esa casa, no poda venir aqu; entend
lo que quera decir Lily al afirmar que
no le gustara. Olvid a Baasie. Fue
fcil. Aqu nadie tena un amigo, un
hermano, un compaero de cama, un
partcipe de padre y madre como l. Los
que se deban mutuamente amor y
cuidados eran identificables mediante la
sencilla regla del parecido familiar,
desde los ancianos debilitados hasta el
beb de cara arrugada en el cochecillo
de la pareja recin casada. Todos los
sbados vea con mis propios ojos a
esta gran familia humana definida por la
piel blanca. En la iglesia adonde nos
llevaba mi ta los domingos por la
maana, nios pulcros y primorosos, nos
sentbamos entre los vecinos blancos de
las granjas de los alrededores y de la
aldea, a quienes el predicador nos deca
que no debamos hacer a los dems lo
que no queramos que nos hicieran a
nosotros. El camarero al que el otro
haba golpeado con su cinturn no
apareca por all; estara en su lugar,
debajo de los rboles, fuera del alcance
de la vista de las granjas, donde los
negros cantaban himnos y golpeaban
viejos tambores, en la iglesia de
hojalata de la localidad. Harry Schutte
no asista a la iglesia (los sbados por
la noche, cuando los equipos de rugby
de los granjeros ponan fin a la
actividad deportiva), llegaba desde el
bar el estruendo de canciones y el
estrpito de vasos rotos, pero haba
trabajado duro para dormir en la casa y
nunca olvidaba el helado para una chica
que podra haber sido de su familia (al
fin y al cabo l y mi padre haban nacido
en el mismo distrito). Daniel conoca la
fuerza del brazo tatuado del que estaba a
salvo en tanto no cogiera la botella del
hombre blanco y se contentara con tragar
las heces que quedaban en la copa.
Para el hombre que se haba casado
con la hermana de mi padre, la granja
Vergenoegd era un don de Dios que
perteneca a ella por herencia, hipoteca,
prstamo bancario y los beneficios que
l obtena; el hotel era de mi to segn el
cartel pintado sobre la entrada en el que
apareca su nombre como concesionario,
la tienda de bebidas era suya por la
extensin del mismo permiso de venta.
Sus hijos heredaran todo por un
derecho igualmente indiscutible; el
chico que jugaba con Tony hara
prosperar el tabaco, el pelitre
cualquier cosa que el mundo crea
necesitar y pague, aquello que Noel
de Witt nunca se dara el lujo de
cultivar.
Cuando la prima que tena mi edad
vena a casa desde el internado para
pasar el fin de semana, hacamos de
seoronas en el hotel y en la granja, algo
que ella asuma con toda naturalidad.
Daniel reciba la orden de servir
coca-cola; importunaba al cocinero del
hotel para que pusiera pasteles en el
horno; un trabajador de la granja
reparaba su bicicleta, un chico del kraal
le llevaba huevos de hormiga para
alimentar a la inofensiva serpiente de
una condiscpula, una criada de la
cocina deba lavar y planchar el vestido
que se le ocurra usar. Su madre no tena
otra pretensin ni otra obligacin salvo
la de complacer a su hija.
Con esta prima comparta la segunda
mitad de mi nombre; era el nombre de
nuestra abuela comn, muerta tiempo
atrs. Marie me mostr la tumba de
nuestra abuela, cercada junto con otras
de la familia, en la granja. El nombre
MARIE BURGER estaba grabado en un
espejo de lisa piedra gris con vetas
brillantes. En la fosa haba domos de
cristal empaados por la condensacin,
debajo de los cuales se haban desteido
unas rosas de plstico.
T pensabas que me haban puesto el
nombre en memoria de Rosa Luxemburg,
y el nombre por el que siempre me
conocieron as como la primera mitad
disfrazada de mi nombre de pila, parece
reflejar el deseo de mis padres, si no
una intencin abierta. Nunca me
hablaron de ello. Mi padre sola citar a
la otra Rosa; aunque no tena otra opcin
que adoptar el papel dominante del
leninista revolucionario profesional,
estaba convencido de que la fe de ella
en el movimiento de masas elemental
era el enfoque ideal en un pas donde las
masas eran negras y la selecta minora
revolucionaria desproporcionadamente
blanca. Pero mi nombre de pila contena
tambin la reivindicacin de MARIE
BURGER y sus descendientes a ese
orden, afianzado en las sanciones de la
familia, la iglesia, la ley todas
contenidas en la sancin ltima del
color, que se mantena, sin
planteamiento de ninguna naturaleza en
el territorio, la aldea y la granja, donde
yaca. Paz. Tierra. Pan. Tenan las tres
cosas.
Hasta los animales poseen el instinto
de apartarse de los sufrimientos. El
sentido de la huida. Tal vez fuera una
enfermedad no poder vivir la propia
vida a la manera de ellos (aunque no a tu
manera, Conrad), con la justicia definida
en trminos de respeto a la propiedad, la
inocencia defendida en sus privilegios
infantiles, el amor en su procreacin y
los cuidados slo entre s. Es una
enfermedad no estar capacitado para
pasar por alto esta condicin de una
vida sana y corriente: el sufrimiento de
los dems.
Rosa Burger era de las personas que a
medioda coman en una plaza pblica.
El fresco viciado de las oficinas con
aire acondicionado que acababa de
dejar se evaporaba bajo el sol y los
tibios sonidos de las palomas. Haba
una estatua. Las siseantes espitas de una
fuente donada por una compaa minera
suavizaba el ruido del trfico y las
voces; comi los sandwiches y la fruta
que haba comprado en una tienda que le
quedaba de paso, todo envuelto en una
ceida membrana de plstico; otros
compartan un picnic de amantes que
sacaron de una cartera que los separaba
en un banco del parque. Los nios y los
vidos pichones que se contoneaban
eran alimentados con los mismos
bocados de cardenal, unas chicas indias
coman delicada y reservadamente con
los dedos comidas al curry que haban
comprado ya preparadas. En la hierba,
unas mestizas se burlaban, cotilleaban y
rean blandiendo huesos de pollo; unos
negros con sus medias barras de pan en
pedazos menudos tiraban del centro
blanco como torundas de algodn. Haba
cubos de basuras con leyendas
publicitarias (Por qu estar solo? Sal
esta noche con una de nuestras
encantadoras acompaantes) donde se
arrojaban las sobras, que a su vez eran
recogidas mientras las palomas se
ocupaban de lo que quedaba en la grava
y la hierba por diversas personas en
diversos grados de necesidades. El
chico que conduca al mendigo ciego
buscaba patatas y pollo apenas mordido,
otros negros agitaban paquetes de
cigarrillos vacos, y haba mujeres y
hombres blancos andrajosos
pensionistas y viejas con rala cabellera
anaranjada y labios rojos
inexpertamente dibujados a la luz de una
vista defectuosa, que podan ser
prostitutas en desuso que escarbaban
y se asomaban para hallar algo que les
diera satisfaccin. Las mujeres
guardaban lo que encontraban en las
bolsas de la compra hechas jirones; los
hombres estiraban los peridicos
recogidos.
Algunos negros dorman
profundamente sobre la hierba, boca
abajo; podan haber estado muertos. En
los bancos que otros evitaban,
vagabundos blancos con ojos azules de
borracho y el fugaz atildamiento del
pelo alisado en los servicios
municipales, se acercaban entre s con
aspecto confidencial, iban y venan con
la perruna y arrastrada dedicacin de un
nico propsito: encontrar dinero para
comprar una botella. De vez en cuando
uno de ellos que eran accesorios fijos
del lugar, lo mismo que las palomas
se apartaba de los dems, borracho,
dormido, o en una actitud de inercia e
inmovilidad que no era ninguna de
ambas cosas. Al ver a uno de sos, Rosa
eligi un banco al otro lado del paseo.
Pero no tena por qu pensar que el
hombre se pondra pesado; tom su
almuerzo, dos cros corrieron de un lado
a otro haciendo girar sus molinetes
delante de l, una chica que luca el
nombre DARLENE en letras doradas,
suspendido a ambos lados de una cadena
tambin dorada alrededor de su cuello
pecoso, bes a un joven durante todo el
tiempo que tard un camin de
mudanzas, imposibilitado de girar en el
semforo porque haba un coche
aparcado, en maniobrar para retroceder
en toda su longitud en la calle por la que
haba llegado; uno de los nios fue
cogido por su madre y le dio unos azotes
en el muslo; un gordo de traje azul dej
caer un helado de cucurucho que al
instante fue picoteado por las palomas;
el reloj, que slo se oa en el radio de
tres manzanas a la redonda de la vieja
oficina de correos, dej escapar la nica
nota temblorosa de la una en punto y en
su momento dio la media hora; el
hombre segua inmvil, sentado con una
pierna sobre la otra a la altura de la
rodilla, los brazos cruzados, la cabeza
hundida hacia delante como la de quien
se echa una siesta durante un discurso.
Una paloma se pos en su hombro y
volvi a alzar el vuelo, torpemente.
Pero ese instante en que el ave hizo
una pausa e irgui el pico, indiferente y
entrometida, modific la atencin de la
chica pecosa y su acompaante, de Rosa
Burger, de la madre y los dos cros, del
hombre de traje azul. Todos se miraron
como si de pronto tuvieran algo que
preguntar. Empezaron a observar al
hombre. Los nios estaban
boquiabiertos. Se apretaron contra su
madre pero ella los apart, cogiendo las
bolsas de supermercado como
reclamando su propiedad, como
coartada de la normalidad de su
presencia all, descansando con sus
hijos en la plaza, esperando la hora de
llegada del autobs o que la fuera a
buscar su marido. Se aproximaron otras
personas de los bancos ms alejados, y
de la hierba. Dos vagabundos que se
sostenan mutuamente se acercaron,
haciendo los ademanes de un lenguaje
de seales slo por ellos conocidos; uno
intent refrenar al otro, que cogi al
hombre del banco por el hombro en el
que haba aterrizado la paloma, y dijo un
nombre. Eh, Doug, venga, hombre,
Doug. El hombre no despert pero
tampoco se cay. Permaneci esttico,
slido como la estatua del magistrado,
como si el eje donde una rodilla se
cruzaba con la otra estuviese sujeto al
banco como el magistrado estaba fijo a
su peana mediante pas de bronce.
Los dos amigos retrocedieron,
susurrando, dudando.
El novio de la pecosa observ a
Rosa con mirada triunfal dando una
respuesta, no haciendo una pregunta.
Ese tipo est muerto.
Ayy, yo me voy su enamorada
agitaba las manos en un gesto de
apremio.
Los dos cros se acercaron pero
fueron detenidos por su madre.
Vamos!
No haba ningn polica en los
alrededores pero alguien fue a buscar a
un agente de trfico que llevaba en la
mano un botiqun de primeros auxilios,
con un hacha de juguete dibujada, como
los que llevan los autobuses para casos
de emergencia.
La gente avanzaba alrededor de
Rosa, como a la espera de que le
dijeran, de que le indicaran si deban ir
por tal o cual camino. El nico que no se
enter de nada fue el hombre. Los
negros que estaban tendidos en la hierba
como muertos, se levantaron y se
acercaron a mirarlo.
Rosa, apartndose del grupo, se
mezcl con los peatones que cruzaban la
calle tropezando con los que lo hacan
en sentido contrario, como un ladrn que
intenta confundirse entre los dems
transentes.
Trabaj para una publicacin comercial,
para un hombre que importaba
cosmticos y perfume, para un asesor de
inversiones. Renunci al puesto en el
hospital cuando te dej a ti y abandon
la casita. Estaba viviendo sola por
primera vez en mi vida: sin apuntalarme
en la responsabilidad de nadie. Para
nosotros los que venamos de esa
casa sta era la autntica definicin
de la soledad: vivir sin responsabilidad
social.
Haban habido muertes en casa de
mi padre, pero en cierto sentido la
muerte de un vagabundo del parque fue
la primera que vi. Almorzaba all casi
siempre mientras trabaj para Barry
Eckhard, el financiero. En la
decimosexta planta, los cristales
ahumados de las ventanas volvan el
clima de cada da medianamente fresco,
ni verano ni invierno, ni de da ni de
noche; fui a la ciudad para recuperar un
sentido especfico de estas cosas. Fui
para ser annima, como todos los
dems. Aunque las oficinas de Barry
ocultaban su funcin detrs de un tpico
tico no slo los tiestos con plantas
como en los bancos, sino tambin una
escultura indgena original y un juego de
mesa cromado, que puesto a funcionar
ilustraba un principio de la dinmica
newtoniana, disfrutaba revelando a
sus clientes, aparentemente todos amigos
ntimos, que la chica que le ayudaba era
la hija de Lionel Burger. A veces la
invitaban a restaurantes caros, donde sus
sencillos almuerzos de pescado a la
brasa eran prueba de que no se trataba
de vulgares magnates.
En la pequea plaza pblica a la que
iba nadie me reconoca y en
consecuencia nadie me vea. Coma mis
sandwiches, como todo el mundo,
mientras el hombre mora o ya haba
muerto cuando nos agrupamos a su
alrededor como siempre hacamos los
unos con los otros: los obreros negros
postrados en un fragmento de hierba, an
no preparados para el tipo de consuelo
simblico de los oficinistas,
recientemente abiertos a los negros
mediante la supresin de la segregacin
en los bancos; las obreras mestizas
mostrando con sus burlas la seguridad
sexual que a las indias, acurrucadas
como monjas, les estaba negada; la
pareja de correos a cuya intimidad pona
trabas la presencia de todos los que
estbamos all, yo misma escogiendo
este banco y no el otro porque un
miembro de la pandilla de borrachines a
veces entablaba una tediosa
conversacin o peor an hablaba
consigo mismo. Yo haba descubierto en
seguida que es insoportable sentarse en
un banco del parque junto a un
desconocido que habla consigo mismo
en voz alta como una lo hace en silencio.
El peridico de la tarde mostraba a
tres columnas una foto del muerto en el
banco, tomada por algn aficionado
concienzudo que haba tenido la suerte
de estar donde corresponde en el
momento oportuno. Le adjudicaron tanto
espacio como el que de costumbre se
dedica a una serie diaria de chicas en la
playa, desde Ostia hasta Sydney. El
titular se recreaba en el romntico
tpico melodramtico de la crueldad
urbana. (Los dos cros aparecan en la
foto con la boca abierta). Pero no haba
nada cruel e indiferente en que
almorzramos, hiciramos el amor o
durmiramos la fatiga de una maana de
trabajo mientras un hombre, que
simulaba estar vivo con una pierna
cmoda y casi elegantemente cruzada
sobre la otra, mora o haba muerto.
Daba la impresin de estar vivo. No
haba seales de que estuviese herido,
dolorido o afligido, no se encontraba
atrapado entre los cuerpos uniformados
de los guardianes mirando hacia donde
no poda correr, no estaba encerrado en
el tribunal ni en una celda, no alargaba
como un pordiosero que no tiene nada
que presentar salvo su mun un
papel para que le pusieran el sello
oficial que siempre le negaban. Lo
importante era que yo, nosotros, todos,
estbamos exonerados. Qu podamos
haber hecho? No era cuestin de una
ayuda que poda prestarse o negarse. No
tena nada que ver con el boca a boca o
con el masaje cardaco. Nada poda
cambiar la ajenidad de ese hombre.
Qu podamos saber que hubiera
facilitado la comprensin de la forma en
que nos abandon mientras estaba entre
nosotros, alejndose sin arrugar una caja
de cartn ni arrojar el esqueleto de un
racimo de uvas en el cubo? Permaneci
entre nosotros, como una figura de carne
y hueso, cuando ya no estaba all. El
empleado de correos y su novia no
podan hacer otra cosa que besarse; l
tena que mantener sus manos apartadas
de los pechos de ella, dejando un
peridico o la chaqueta sobre sus
piernas para ocultar la hinchazn de su
despertar a la vida. Pero el hombre que
tena las piernas cmodamente cruzadas,
los brazos aplicadamente cruzados
slo haba inclinado la cabeza, gacha
por el calor o el aburrimiento, a
cualquiera poda ocurrirle haba
cometido un acto inefable en presencia
nuestra. Haba vuelto definitivo el pollo
inacabado, el carioso
semiacoplamiento que llegaba tan lejos
como DARLENE y su novio podan
permitrselo. Ese hombre concluy los
ciclos digestivos y las tentativas
recreadoras que lo rodeaban plasmando
la necesidad ltima, imperativa. No
vimos ni omos nada.
No volv a comer en aquella plaza ni
recort la fotografa. Conoca el arco
del pie que estaba doblado sobre la
rodilla, un arco bastante elevado que
daba una lnea elegante a todo el pie,
conoca los zapatos no muy gastados
porque el ante marrn slo se ve bien
cuando est bastante rado. El peridico
deca que el hombre era Ronald
Ferguson, 46 aos, ex minero, sin
domicilio fijo. Beba alcohol
desnaturalizado y dorma en refugios
para autobuses. Existe un elemento de
desperdicios humanos en todas las
sociedades. Pero en esa casa
creamos que cuando hubisemos
cambiado el mundo (s, a pesar de, ms
all de las purgas, las carniceras, los
trabajos forzados y las crceles), la
eliminacin de los conflictos
personales planteados por la naturaleza
competitiva de la sociedad capitalista
ayudara a la gente a vivir, incluso a la
gente como ese hombre que, aunque
blanco y privilegiado segn las leyes
del pas, no poda encontrar su lugar. He
visto muertos a mi hermano, a mi madre
y a mi padre; cada uno de estos
acontecimientos, que me eran tan
ntimos, quedaba oscurecido por el
pesar y se explicaba con un accidente,
una enfermedad, un encierro. Haba sido
provocado por el agua clorada
salpicada de partculas rosas del bacon
del desayuno que vi bombear de la boca
de mi hermano cuando lo sacaron de la
piscina; por la parlisis que atac a mi
madre miembro a miembro; por la fiebre
que se ola en mi padre mientras mora
por sus convicciones en el hospital
penitenciario.
Pero esta muerte era el misterio
propiamente dicho. La muerte de la que
hablabas t en la casita. Las causas
circunstanciales no son la causa:
morimos porque vivimos, s, y yo no
tena forma de entender aquello de lo
que me estaba alejando en el parque. No
haba forma de afrontar el
acontecimiento salvo recogiendo la
pequea bandeja de espuma plstica y
celofn de donde haba sacado mi
almuerzo e ir a ponerla, como todos los
das, como todos los dems, en el cubo
de basura sujeto a un poste. La
revolucin por la que vivamos en esa
casa cambiara la vida de los negros que
dejaban sus casuchas y sus recintos
cercados a las cuatro de la madrugada,
para blandir picos, golpear con
martillos y salmodiar bajo el peso de las
vigas, construyendo paseos comerciales
y torres de oficinas en las que los
blancos como mi jefe Barry Eckhard y
yo nos movamos en un ambiente sin
sudor ni polvo. La revolucin cambiara
la vida de los trabajadores que
descansaban de su agotamiento en el
csped, como muertos, mientras el
hombre mora. Los hijos que la pareja
blanca hara en su suburbio para
blancos, no heredaran la casa comprada
con un prstamo municipal slo
asequible para los blancos, ni encajaran
con todas las seguridades en puestos de
trabajo reservados para los blancos
contra la competencia negra. Los nios
negros eran una promesa no
tendran que vivir de las sobras que
tirbamos a la basura. Los clientes de
Eckhard ya no se enriqueceran mediante
el mero esfuerzo de una llamada
telefnica para autorizar una venta en la
bolsa. Todo eso cambiara. Pero el
cambio de la vida a la muerte qu
tenan que ver con este cambio todas las
certezas que me haba transmitido mi
padre? Cuando ya no hubiera hambre y
la kwasbiorkor[7] hubiese sido
erradicada como lo fue la malaria en la
era colonial, cuando no hubiera rentas
sacadas, por la fuerza ni mansiones y
acogedores bungalows de propiedad
privada para blancos, ni estudiantes
blancos en retirada contemplativa donde
los negros no podan vivir; cuando la
gente que posea los medios de
produccin del oro, los diamantes, el
uranio, el cobre y el carbn, todas las
riquezas minerales que haban rodado
hasta el fondo del saco de frica a
uno le quedara eso. Nada que hubiese
servido para darnos seguridad en lo que
estbamos haciendo ni por qu tena
algo que ver con lo que estaba
ocurriendo un medioda que me
encontraba en la plaza. Me qued eso.
Era lo que haba sobrado. La justicia, la
igualdad, la fraternidad del hombre, la
dignidad humana pero seguir all;
mir a todas partes desde el banco y vi
que segua all cuando al fin la
percib por vez primera.
Baasie nunca volvi a vivir en casa de
los Burger.
Su hermano Tony se jactaba ante los
chicos del barrio de lo bien que saba
zambullirse y se ahog en la piscina.
Rosa Burger no logr deducir,
mientras conduca su coche por la
autopista, el lugar en que la casita de
hierro ondulado haba sido arrasada por
la aplanadora. Unos aosos nsperos del
Japn que recordaban a los que haban
crecido cerca del campamento de los
peones camineros quedaron
incorporados en el paisaje de los
costados de la autopista, pero la
bauhinia no estaba donde ella haba
pensado que seguira estando.

Ser libre significa ser casi un extrao


para uno mismo: lo ms parecido a lo
que vieron los dems cuando me vieron
a las puertas de la crcel. Si yo hubiera
podido ver lo mismo, habra visto al
otro padre, al que me era extrao.
Aparentemente siempre he conocido su
existencia.
Supongo que encontraste otro lugar
donde vivir. (Quiz Mxico). Nunca nos
cruzamos en la ciudad (t nunca te
enteraste de lo del hombre en el parque).
Pero eras el que haba dicho:
Por qu te refieres a l
llamndolo Lionel?
Lo hago?
A veces en la misma oracin
dices mi padre y enseguida lo nombras
como Lionel.
Era algo curioso para ti, tan
entrometido acerca de lo que
denominabas costumbres de una casa de
gente comprometida. En mi caso, es
significativo de qu? Es cierto que
para m tambin era algo distinto a mi
padre. No slo una persona pblica;
mucha gente tiene algo as de quita y
pon. No algo perteneciente a las
trilladas formulaciones de los panfletos
y los manifiestos que lo explican, para
otros. Lo suyo era distinto. Deba de ser
lo que realmente era. Despus de su
muerte despus que abandon la
casita donde lo acus, esa persona se
convirti en algo secreto para m.
Cmo puedo explicar que la muerte del
hombre del hombre del parque era
parte del misterio? Como l haba
muerto, o el hecho de que su muerte
ocurriera en mi presencia sin que me
diera cuenta, as viv en presencia de mi
padre sin conocer su significado.
Haba cosas cuya existencia no
estaba admitida, en esa casa. Lo mismo
que las aventuras de tu madre y la forma
en que tu padre ganaba el dinero, en la
tuya. La de mis padres era un tipo de
convivencia diferente. Me sorprende
ver, revisando fotos, que mi madre era
realmente hermosa. No slo de joven
en Rusia, en un viaje de los Estudiantes
por la Paz, todos en una estacin de
trenes con ramos de flores grandes como
bultos de ropa sucia, sino incluso en
la famosa fiesta con que celebramos mis
diecinueve aos y en la que la polica
hizo una redada poco antes de que se
pusiera enferma. Se supone que hay un
atractivo especialmente generoso en una
mujer que no conoce su belleza, aunque
si como en el caso de mi madre,
literalmente no la vive si alberga
objetivos que no se nutren de ninguna
manera en la distincin de una cara
angosta con las cuencas de los ojos
profundos, una nariz larga, recta y fina,
una piel tan delicada que hasta los
lbulos de las orejas son un adorno
debajo del pelo prematuramente canoso
, esta belleza cae en desuso a travs
de algo ms que la indiferencia. Hay una
foto en que se la ve levantando la vista
de una mesa llena de papeles, tazas de t
sucias, ceniceros, entre sus costureras
tmidas y descaradas; ampliados por los
cristales de sus gafas para leer, sus
intrincados iris son extraordinarios y las
pestaas aparecen tan tupidas en los
prpados inferiores como en los
superiores. Unos ojos bellsimos. Pero
yo slo veo la alerta inquisitiva que
vigilaba, levantaba la vista al or mis
pasos desplazando la grava frente a la
crcel de mi prometido; el rpido
parpadeo de cuidado o adelante que
diriga a mi padre cuando hablaban
rodeados de mucha gente que acuda a
esa casa. El lpiz de labios que
siguiendo la costumbre de las mujeres
de su generacin se aplicaba en la boca,
no perfilaba tanto la forma de los labios
como la resuelta complicidad que los
compona: una boca que ha aprendido a
no revelar nada al hablar, cuya sonrisa
no se origina en la confianza del
atractivo sino del convencimiento.
Supongo que los hijos siempre creen que
sus madres son competentes, en una
racionalizacin de la dependencia y la
confianza. Ella siempre saba qu haba
que hacer y lo haca. Las multitudes que
asistieron a su funeral la amaban por su
bondad; su anlisis razonado siempre
decida qu paso dar y lo daba. Cuando
Tony yaca en la piscina aquel sbado
por la maana, salt (uno de sus zapatos,
que se quit de un puntapi, me golpe)
y cuando sali del agua lo tena sujeto.
Lily me apretaba y gritaba, como si el
agua tambin pudiera llevarme. Mi
madre enganch los dedos en la boca de
Tony y lo subi con gran esfuerzo,
jadeando y tosiendo, mantenindolo
boca abajo. Sala agua con fragmentos
de desayuno, de bacon rosa. Se agach
sobre l y le hizo el boca a boca,
mantenindole cerrada la nariz,
liberando la presin de las manos en su
pecho. Lo hizo durante largo rato.
Pero estaba muerto.
Mi padre como mdico le dio
algo para que durmiera. Al da siguiente
me llev con ella, a su dormitorio; yo
tena miedo de entrar. Mi madre me
meti en la cama y estaba llorando, no
como lo hacamos Tony y yo, con ruidos,
sino en silencio, mientras las lgrimas
se deslizaban de costado y rodaban por
su pelo. Lily me dijo que rellenaran
ese espantoso agujero, la piscina.
Agreg que nunca se acercara a ese
lado de la casa, nunca.
Poco despus, un domingo, mi padre
observ que no me haba cronometrado
el tiempo desde que empezaran las
clases.
Qu te parece si haces una
demostracin esta maana? Es un da
caluroso
Dej de leer el tebeo que tena ante
m, en el suelo. Mi madre hizo caso
omiso del zarpazo del gato que quera
subirse a su regazo.
Ponte el baador. Vamos
cuando volv sac del bolsillo la llave
del coche y se acerc a mi madre, le
abri la mano, meti dentro la llave y se
la cerr, sosteniendo el puo de ella con
las suyas. Dijiste que iras a ponerle
gasolina.
Mucha gente disfrutaba de aquella
piscina. Se convirti en tradicin que en
verano el acceso fuera libre todos los
domingos a medioda: las hraaivleis de
Lionel Burger. Mi madre nadaba;
guardaba una buena provisin de
flotadores de brazalete inflados y era
norma de la casa deferentemente
obedecida por los nuevos invitados, los
nuevos contactos que ignoraban que los
Burger haban tenido un hijo que
todos los nios los usaran para andar
por la zona de la piscina. Algunos
amigos negros nunca haban estado antes
en una piscina: tenan la entrada
prohibida a los baos municipales. Mi
padre daba lecciones de natacin a sus
hijos; los chicos se aferraban a l, como
hacamos Baasie y yo. En esa casa los
hijos gozbamos de muy pocos derechos
exclusivos con nuestros padres.
Teniendo en cuenta la importante
diferencia de que yo era mujer, de modo
que las implicaciones sexuales habran
sido diferentes, me pregunto si la visin
de mi madre con otro hombre de
acuerdo, debajo de otro hombre
habra resquebrajado en m la caparazn
de realidad contenida, me habra hecho
replegar totalmente en mis vivencias
interiores, como te ocurri a ti. Digo
me pregunto en el sentido de que lo
dudo; adems de ser mi madre y madre
de Tony, lo era de Baasie, y de otros de
vez en cuando, de modo que
probablemente yo nunca pens que ella y
mi padre, Lionel, se poseyeran
mutuamente. Pertenecamos a otra gente.
Tambin debo de haber aceptado este
hecho desde pequea, en esa casa. Y
cuando fue necesario me convert en la
novia de Noel de Witt.
Y otra gente nos perteneca. Si bien
mi madre no tena amantes y aunque
comprendo que no s nada, nada acerca
de ella, estoy segura de esto haba
otras relaciones, no sexuales, sobre las
cuales se especul. Incluso en el
tribunal. La mujer que no poda mirar a
la cara a mi padre, que a su vez la
contemplaba amable y pacientemente, la
mujer que ni siquiera poda permitirse
mirarle la punta de los zapatos, esa
pobre llorona, desgraciada o
despreciable, empez como cualquiera
de los desposedos de la coleccin de
mi madre, como Baasie o como el viejo
que viva con nosotros. A diferencia de
stos, no era lo que los peridicos
llaman una vctima del apartheid; era
una maestra de escuela solterona,
miembro de un grupo de la iglesia que
intentaba hacer obras para mejorar las
condiciones en las poblaciones negras.
Debi de conocer a mi madre a travs
de la oficina de la cooperativa, por algo
relacionado con algn programa de
alimentacin. Una de esas almas
entusiastas que no ven ninguna
contradiccin en su protesta de que no
son polticas aunque les gustara
hacer algo eficaz algo menos
contraproducente que la caridad por lo
que llaman (su medio natural de
expresin siempre fue el eufemismo)
relaciones raciales. Por intermedio de
mi madre empez a dar clases en la
escuela a la que habamos asistido
Baasie, Tony y yo, la escuelita que no
exista oficialmente, donde aprendamos
juntos los nios blancos, africanos,
mestizos e indios de la familia de
camaradas de mis padres. En lo que a
esa mujer se refiere, mi madre le haba
proporcionado exactamente lo que
buscaba; su gratitud se convirti en la
clase de dependencia devota con que a
menudo mi madre se ha visto abrumada
y adquirimos otro pegote en esa casa. Se
senta agradecida ocupando un segundo
plano: ayudaba en el consultorio de mi
padre cuando la recepcionista estaba
ausente; traa pimientos morrones,
zanahorias y rbanos de su pequeo
huerto, para l, porque le encantaba
comer verduras frescas y crudas; cuando
mi madre enferm quiso hacerle de
enfermera, aunque haba otras personas
que eran preferibles por sus
conocimientos, por la vida y el vigor
abundante que necesitan los moribundos
para estar tranquilos.
No se sabe cundo empez a ser til
en otros sentidos. Las fechas en que la
acusacin para la que apareci con
garantas de impunidad como testigo
pblico sugera que ya actuaba como
correo son anteriores a la enfermedad y
la muerte de mi madre; pero no se
demostr nada: llor e insisti en que
haba ido a Escocia para visitar a su
hermana mayor, viaje para el que haba
estado ahorrando durante muchos aos.
Mostr la inevitable libreta de correos
como prueba de sus economas
mensuales y de su abnegacin; bastaba
mirarla para creerle.
Quiz mi madre saba que poda
contar con el cdigo de formalidad
escolar de una persona de sus
caractersticas, que nunca preguntara
por el contenido ni el destinatario de las
cartas ni hablar de abrirlas que le
pidieron entregara en el extranjero. Era
poco pedir a alguien tan ansiosa de ser
necesitada? Este rpido entendimiento
en mi madre debi de verse sealado
por esa repentina mirada comprensiva,
de soslayo, sin volver la cabeza,
mostrando el blanco de sus ojos no slo
sombreado por las cuencas soadoras
sino tambin por la piel que se
oscureca a su alrededor a medida que
mi madre maduraba. Conozco muy bien,
siempre reconocer, esa mirada de la
que mi madre era inconsciente y que la
habra sorprendido, inquietado: una
mirada que soltaba las riendas.
Cuando yo era la mujer en casa de
mi padre, despus de la muerte de mi
madre, rara vez apareci. Tal vez saba
que yo era insensible a ella. En todo
caso, si algo senta era la irritacin
irreflexiblemente cruel de una joven por
su humilde falta de definicin. No
notamos su ausencia como sin duda
habramos notado la de Bridget Sulzer,
Ivy y Dick Terblanche, Aletta Gous,
Marisa Kgosana, Mark Liebowitzk,
Sipho Mokoena de cualquiera de los
antiguos compaeros de mis padres que
todava estaban libres, que no se
encontraban en la crcel, ni en el exilio,
ni se haban beneficiado con la opcin
de emigrar, o siquiera de los nuevos
frecuentadores que de vez en cuando se
sentan atrados por esa casa. T eras
uno de ellos; Conrad, nunca me contaste
si Lionel, en su estilo singular,
hacindote sentir que seras querido,
aceptado, comprendido tanto si
respondas como si no, intent
reclutarte. Me pregunto si lo hizo y te
avergonzaste de haberte apartado de tan
maravilloso ambiente. De no haberte
reunido nunca con Baasie y conmigo en
la calidez de ese trax robusto. T, que
slo habas conocido a un padre que se
enorgulleca de haberse hecho a s
mismo mediante chanchullos con
chatarra de metal y que te repudi por
ser un vago de pelo largo indigno de
heredar el dinero y la ardua tradicin en
que se ganaba. Probablemente Lionel
Burger vio en ti el circuito cerrado del
ego; para l, semejante vida deba
necesitar un vaso comunicante hacia el
significado que postulaba un yo
exgeno. All resida para l la tensin
que vuelve posible vivir; entre el yo y
los otros; entre el presente y la gestacin
de algo que se llama futuro. Quizs
intent darte la oportunidad. Esa
desdichada mujer que viste en el
banquillo de los testigos, podas haber
sido t.
Tengo la impresin de que todo el
tiempo que pens que nos haba
abandonado, o que por suerte nos
habamos librado de su presencia,
Lionel estaba en contacto con ella.
Haca las cosas sencillas para las que
esa gente es de fiar. Guardaba fondos
ilegales en su cuenta bancaria. Alquil
una casa donde uno de los partidarios
vivi clandestinamente varios meses.
Puede que lo hiciera por algn
sentimiento a la memoria de mi madre,
tal vez porque se enamor, tardamente y
sin esperanzas, de Lionel Burger, que la
hara sentir querida, aceptada,
comprendida, tanto si acceda como si
no a hacer lo que le peda, y que tambin
le habra hecho sentir porque todas
las mujeres lo confirman que era una
mujer. Ella es el ejemplo concreto que
dan los liberales blancos cuando
sealan que los comunistas, incluso mi
padre, usaban a gente inocente; es
posible admirar el coraje, la osada, la
falta de consideracin por s mismo con
que un hombre como Burger actuaba
segn sus convicciones acerca de la
injusticia social (que naturalmente t no
compartes), aunque no se compartiera su
ideologa comunista y la forma de
accin que sta adquira, pero su modo
de implicar a otros era sin duda
despiadado. Ella nunca haba sido
miembro del Partido ni de ninguna
organizacin radical. Comunic al
tribunal que slo intentaba vivir en
consonancia con el cristianismo,
agregando la clusula en vano. En
este punto, como en tantos otros de las
preguntas, llor. La nariz hinchada y los
pelos retorcidos que desfiguraban sus
manos eran sumamente desagradables.
Los que sentan que haba sido
explotada por Lionel Burger expresaron
su piedad y se tragaron su disgusto por
el espectculo; slo l, que le haba
dado una oportunidad, la miraba y la
escuchaba sin ninguna de ambas cosas,
dispuesto a encontrar sin reproches la
mirada inyectada de sangre que no poda
mirar a aqul a quien haba traicionado.
Despus de la muerte de Lionel Burger
una serie de personas se acercaron a su
hija con la intencin de escribir sobre
l. Como nico miembro sobreviviente
de su familia, habra sido la principal
fuente de informacin para cualquier
bigrafo. Descart a uno despus de la
primera reunin. No respondi a las
cartas de otro. Accedi a proporcionar
material a uno que no la encontr muy
comunicativa. Tena escasa
documentacin que ofrecer; dijo que la
familia guardaba muy pocas cartas o
papeles, y que lo poco que conservaba
haba ido desapareciendo con las
redadas policiales a lo largo de los
aos. Mencion que haba salvado parte
de la biblioteca de sus padres, pero
rechaz toda sugerencia de que sta
pudiera ser interesante por s misma
para un bigrafo.
El hombre quera cotejar con ella
los datos sobre la vida de su padre lo
que desde cierta fecha tambin
implicaba la vida de su madre que ya
haba recogido en fuentes escritas,
incluyendo archivos tribulicios y la
historia del Partido Comunista en
Sudfrica, que se haba visto obligado a
investigar en el extranjero porque la
mayora de los trabajos referentes al
mismo haban sido prohibidos en el
pas. Respondi a las preguntas de una
forma que a l le result inesperada
para la que no estaba preparado. No por
lo que deca sino por la disposicin
fsica de su confrontacin. Estaban
sentados al sol, en casa de un amigo de
Rosa por cuyo intermedio el hombre
haba logrado establecer el contacto; la
mayor parte del tiempo ella mantuvo los
brazos apoyados en la mesa, desde el
codo hasta la mano. Hablaba sin
mirarlo, pero al final de cada oracin
clavaba en l sus difanos ojos gris
claro. Qu esperaba de l? El hombre
se senta indiscreto. Ella daba muy poco
y al tiempo planteaba algo que le
resultaba incomprensible.
Hijo de una familia rica, Lionel
Burger haba nacido en 1905 en la
granja Vergenoegd, propiedad
emplazada en el distrito de Springbok
Fats, del norte del Transvaal, aunque
asisti a la escuela en Pretoria y
Johanesburgo.
Bien ella no estaba segura de que
fuera acertado lo de familia rica,
posean tierras en las que haban vivido
durante varias generaciones.
Inici sus estudios de medicina en
Ciudad del Cabo y los termin en la
Universidad de Edimburgo a finales de
la dcada de los veinte. Antes de
concluir la carrera se cas con Colette
Swan, una chica sudafricana que
estudiaba ballet en Londres. Regres
con ella a Sudfrica en 1930. Tuvieron
un hijo, que ahora tambin es mdico y
ejerce su profesin en Tanzania. Se
haban divorciado cundo?
La hija del segundo matrimonio no
lo saba. La fecha de la boda de sus
padres era el 19 de agosto de 1946, la
semana de la gran huelga de mineros
negros en el Witwatersrand. Su madre,
Cathy Jansen, tena veintisis aos y era
secretaria general de un sindicato
conservero o textil. Sea cual fuere, uno
de los tres o cuatro sindicatos existentes
de carcter mixto, formado por blancos
y mestizos. La boda tena que celebrarse
el 14 de agosto, pero el padrino J. B.
Marks, presidente de la Unin de
Mineros Africanos fue arrestado el
segundo da de la huelga, lo que parece
haber alterado la fecha en unos das.
Otro sindicalista, Gana Makabeni,
ocup el lugar de Marks. En ese
entonces los futuros contrayentes
tambin haban sido arrestados en una
redada del 16 de agosto en las oficinas
del Partido Comunista de Johanesburgo.
Aunque en la lista de acusados apareca
como Cathy Jansen, se haba convertido
en la segunda esposa de Lionel Burger
mientras ambos estaban en libertad bajo
fianza, antes de que se iniciaran los
sumarios preparatorios.
Eso fue el 26 de agosto?
Confirmado. Junto con ms de cincuenta
personas, negros, blancos, indios y
mestizos, muchos de los cuales eran
comunistas (y de quienes slo los pocos
nombres no olvidados seran
mencionados en la biografa: Fram
Fischer, Dr. Dadoo, Moses Kotane), la
pareja fue acusada, conforme a la Ley de
Reuniones Sediciosas, de haber
colaborado en una huelga ilegal y
tambin de haber delinquido contra algo
llamado Medida de Guerra 145. El
bigrafo aport la informacin que
haba reunido sobre la Medida de
Guerra 145: prohiba las huelgas por
parte de africanos y expona a los
huelguistas negros a una multa mnima
de 300 libras esterlinas o tres aos de
crcel. El juicio fue el ms
representativo, en la historia del pas, de
las diferentes ideologas, colores de piel
e intereses de clases que se oponan al
rgimen blanco; fue el primero en que
procesaron juntos a su padre y a su
madre. Tambin fue, por su alcance, una
sombra proyectada ante el Juicio por
Traicin, que llegara en 1957; nico
otro proceso, y ltimo, en que el
matrimonio Burger sera sometido a
juicio al mismo tiempo. El proceso a sus
padres antes de su nacimiento, como el
que tendra lugar cuando tena edad
suficiente para retener impresiones
era posible recordarlo y contarlo,
verdad? concluyeron sin que Lionel
Burger o su esposa fueran condenados.
Pero dos meses despus de casarse,
en una nueva oleada de redadas en casa
de radicales de todas las grandes
ciudades, volvieron a arrestar a Lionel
Burger. El y sus colegas del Comit
Ejecutivo del Partido Comunista de
Ciudad del Cabo fueron acusados de
sedicin a consecuencia de la huelga de
mineros que haba aplazado aunque no
desbaratado sus planes matrimoniales.
Con esta observacin el bigrafo
provoc una lenta y amplia sonrisa en la
hija del matrimonio. Por unos momentos
la lista de redadas, arrestos y juicios
hizo las veces de lbum familiar: la
pareja acababa de descargar sus
pertenencias en el piso de Johanesburgo
cuando hicieron la redada; era famosa la
historia de que la polica, que tena
instrucciones de registrar el contenido
de armarios y cajones, al encontrarlos
vacos tuvo que sacar todo lo que haba
en las maletas y cajas con libros. Lionel
Burger y su nueva esposa se dedicaron,
sencillamente, a colgar tazas y acomodar
platos, cacerolas y sartenes, mientras la
polica permaneca agachada entre
papeles de diario y paja, haciendo el
trabajo sucio.
Otro cargo contra el acusado tena
algo que ver con el Acta de Secretos
Oficiales; tambin en este caso el
bigrafo haba consultado los cdigos, y
la presunta contraversin era un
tecnicismo legal relativo a la campaa
Fuera de Java, con una apelacin al
boicot de barcos que pasaban por
puertos sudafricanos transportando
cargas, a travs del Ocano Indico, para
las tropas apostadas en Indonesia una
vez acabada la ocupacin japonesa.
Pero tanto el bigrafo como Rosa
Burger eran demasiado jvenes para
que, a sus ojos, tuviera algn significado
una campaa para las secuelas
inmediatas de la segunda guerra
mundial.
Cathy Burger, ne Jansen, no fue
acusada en este caso; sin embargo era
ella, y no su marido, quien haba
organizado un sindicato; slo tena
veintisis aos y probablemente no era
lo bastante destacada para ser miembro
del Comit Ejecutivo. El fiscal acus al
Partido de haber maquinado la huelga
como parte de un complot de mayor
envergadura destinado a derrocar al
gobierno; el acusado fue repreguntado
acerca de la poltica del Partido, el rol
de los comunistas en los sindicatos y su
actitud con respecto a las huelgas. El
bigrafo haba estado estudiando viejos
archivos de los tribunales y lo que haba
dicho el acusado estaba tan fresco en su
memoria como si se lo hubieran dicho al
odo, ayer. Lionel Burger inform al
tribunal que el Partido Comunista
abogaba por la unidad de los
trabajadores al margen de su color. La
poltica partidaria requera que los
comunistas fueran activos en sindicatos
a los que tenan acceso. Un buen
comunista debe ganarse la confianza de
los trabajadores demostrando que es un
buen sindicalista. Los comunistas haban
servido a la causa obrera organizando a
los africans, mestizos e indios no
cualificados y semiespecializados, el
sector ms numeroso y ms desasistido
de la mano de obra, y mediante este
logro el Partido Comunista haba hecho
una contribucin singular a la armona
entre razas en un pas constantemente
amenazado por la agitacin racial. La
huelga fue la genuina y justificada
protesta de 76000 mineros negros
contra la explotacin y la desdeosa
indiferencia de las necesidades, como
trabajadores y seres humanos, de los
400000 negros que trabajaban en la
industria.
Etctera, etctera. La retrica del
padre no produjo ninguna reaccin en la
hija aparte del grado de atencin que
aparentemente haba decidido prestar a
toda la entrevista. Esas palabras haban
sido pronunciadas en un tribunal, en
enero de 1947, antes de su nacimiento;
sin duda su madre estaba all y las haba
odo. Ella no poda contribuir con nada
sobre esa poca, excepto que como su
madre trabajaba en los sindicatos un
inters apasionado incluso cuando le
prohibieron la actividad en el
movimiento obrero y tena una hija lo
bastante mayor como para conocer las
preocupaciones de sus padres, en ese
proceso debi de ser intensa su doble
implicacin personal y profesional.
En un momento dado la acusacin
tuvo que retirar los cargos debido a
alguna irregularidad en la causa El
bigrafo no quera desaprovechar la
oportunidad de hablar con la hija de
Burger entrando en detalles factuales
que poda verificar por otros medios.
De cualquier manera, los acusados,
incluido Burger, fueron arrestados una
vez ms, denunciados por sedicin y
sometidos a juicio. La Unin de Mineros
Africanos, liderada por el negro que era
ntimo amigo de sus padres y primer
seleccionado como padrino de boda, fue
acusada de constituir un ala encubierta
del Partido Comunista Sudafricano.
Supuestamente la huelga de 1946 haba
sido urdida por el comit del distrito de
Johanesburgo, al que perteneca Lionel
Burger. El Comit Ejecutivo del Partido,
del que era miembro, fue acusado de
haber conspirado para iniciar una huelga
que condujo al empleo de la violencia
contra la autoridad.
La documentacin disponible
despejaba de cualquier duda a quien la
estudiara en retrospectiva: en el
momento de la huelga el Partido
Comunista estaba ntimamente
comprometido con el sindicato minero.
Desde los inicios del Partido y su
adhesin a la Tercera Internacional
Comunista de 1921 (Lionel Buger tena
diecisis aos e iba a la escuela en
Johanesburgo), era obligatoria la
aceptacin de las tesis de Lenin sobre la
cuestin econmica y colonial, y la
consiguiente tarea de educar y
organizar al campesinado y la masa de
explotados adems de despertar la
conciencia de clase del proletariado.
El hecho de que el proletariado
organizado de las minas industria
bsica en el pas fuera blanco y
siguiera participando de los privilegios
de la clase opresora, mientras los
mineros negros, al mismo tiempo
campesinos y proletarios, fuesen
rechazados por los sindicatos mineros
blancos, despert comentarios adversos
sobre la eficacia del Partido. El Partido
no haba logrado educar al proletariado
blanco para que se identificara con el
proletariado negro, ni organizar a los
campesinos negros contratados en su rol
como proletarios de la industria. Por
ejemplo, el Presidium del Comit
Ejecutivo de la Internacional Comunista
aconsej al Partido Sudafricano que
organizara sindicatos revolucionarios.
Pero en las minas no haba miembros
del Partido, a pesar de los intentos,
desde julio de 1930, por formar una
unin de mineros negros, una Liga de
Derechos Africanos y su sucesora de
nombre africano, Ikaka Labasebenzi
(Escudo de los Trabajadores). Las bases
fueron sentadas por iniciativa de
Thebedi y Bunting (este ltimo uno de
los fundadores del Partido y citado en
una ocasin por Lionel Burger como su
primer mentor, aunque segn los
archivos Burger haba votado por su
expulsin en 1931). Luego, en 1940, la
conferencia nacional del Partido deleg
en el distrito de Johanesburgo la labor
especfica de organizar a los mineros
negros, cuyo nmero abrumador
beneficiara entonces al movimiento
sindicalista y en ltima instancia a la
liberacin nacional, primera fase
(burguesa-democrtica/nacional-
revolucionaria, en virtud de las
disidencias internas del Partido) de la
revolucin en dos etapas que derivara
en la consecucin del socialismo
tambin en este caso de acuerdo con las
tesis leninistas de 1920. (Burger,
probablemente acompaado de la chica
que sera su primera esposa, asisti a la
Sexta Internacional de Mosc en 1928,
en la que el objetivo de una Repblica
Nativa Independiente haba
reemplazado oficialmente a la clsica
revolucin marxista burguesa-
democrtica, primera etapa para
Sudfrica). En el proceso resultante de
la huelga de 1946, los argumentos de la
fiscala en cuanto a un vnculo causal
entre el Partido Comunista y la huelga se
basaban fundamentalmente en el hecho
de que J. D. Marks, presidente de la
Unin de Mineros Africanos, era al
mismo tiempo miembro del Partido
Comunista y del consejo nacional
creado en 1941 por el movimiento
poltico negro, el Congreso Nacional
Africano, con el propsito de organizar
a los mineros negros.
Pero la acusacin no logr
establecer este vnculo causal entre el
Comit Ejecutivo del Partido Comunista
y la huelga. Tampoco pudo probar, como
evidencia de un elemento de violencia
ilegal constitutiva del delito de sedicin,
el uso de palos con pomo con que (Rosa
Burger recordaba que se lo haban
contado aos despus) los mineros
negros danzaron en actitud desafiante en
los patios del recinto, ni de las palas
con que se defendieron de las porras y
fusiles de la polica.
El bigrafo de su padre estaba
ansioso por extenderse en su teora de
alguna manera de segunda mano de
que el juicio signific un momento
decisivo en las relaciones entre los
movimientos de liberacin y el Estado, y
de los movimientos de liberacin entre
s. Los documentos desenterrados y
aprehendidos durante las redadas en
oficinas organizativas y en casas
particulares, posteriormente examinados
como pruebas en el juicio,
proporcionaron a la polica secreta no
slo los nombres de comunistas, sino de
sus seguidores y de cualquier
organizacin o individuo que hubiera
estado relacionado con ellos, incluso
durante el perodo en que la indignacin
pblica contra el fascismo en Europa y
entre grupos de blancos en el pas
llevaron a los anticomunistas a
programas comunes con los comunistas.
Como resultado del juicio, al gobierno
le result posible aprobar la Ley de
Supresin del Comunismo en 1950 y
poner en prctica la disolucin del
Partido en tanto organizacin legal.
Como consecuencia de la informacin
reunida en el proceso, la persecucin
mediante prohibiciones, espionaje y
hostigamiento de los movimientos
polticos negros produjo una identidad
de causas que finalmente borr las
diferencias ideolgicas entre el
Congreso Nacional Africano, el
Congreso Indio y el Partido Comunista,
lo que culmin con la Alianza de
Congresos de esos movimientos a
principios de los sesenta; el alto mando
que dirigi sus operaciones
clandestinas; la nueva serie de
sensacionales juicios polticos en los
que quienes asumieron la
responsabilidad suprema fueron
descubiertos, traicionados y
encarcelados, con lo que toc a su fin
toda una era poltica en la que y para la
cual haba vivido Lionel Burger.
Este anlisis retrospectivo del
bigrafo se haba iniciado cuando fue
anulada la acusacin contra su padre y
sus asociados en la huelga minera, en
mayo de 1948, mes en que entr en
funciones el primer gobierno
nacionalista afrikaner, que cerrara un
captulo con un broche de oro perfecto:
fue el mes y el ao en que naci
Rosemarie Burger.
Con excepcin de Flora Donaldson, las
antiguas relaciones de su padre no la
persiguieron durante la poca en que se
mantuvo apartada de ellos. Flora no
abrigaba ninguna duda: esa chica
necesitaba vivir una nueva vida. Con su
bondad ejecutiva y el tacto de una mujer
rica que acompaa en el sufrimiento a
la manera en que un entusiasta de los
deportes sigue el ritmo, en su coche, de
un atleta maratoniano, fue la adalid de
esta carrera con el regalo de una falda
de terciopelo rojo y un par de
pendientes de similor de su propio
joyero.
Yo misma te perforar las orejas;
mi abuela sola hacerlo y he adquirido
una gran experiencia.
Retorn, por el bien de Rosa, a los
atractivos de Tanzania. All tena amigos
que encontraban inspirador el lugar,
sera un enorme alivio trabajar en un
pas socialista negro. Incluso Londres
aparentemente ya no consideraba
inconcebible esta idea. Qu gente
maravillosa hay en Londres! Los
exiliados, Noel de Witt y su joven
esposa, las hijas de Pauline, Bridget
Sulzer, los hijos de Rashid todos
hacan trabajos interesantes y
satisfactorios mientras se preparaban
vehementemente para el da en que
pudieran volver. Los Donaldson tenan
un piso en Holland Park, bastaba con
que pidiera la llave. Flora hablaba de
estas cosas con un aire de decisin casi
tomada cuando invitaba a cenar a Rosa,
proporcionndole como compaeros de
mesa a una eclctica mezcla de
visitantes britnicos, periodistas
escandinavos de izquierdas (que le
transmitieron recuerdos del sueco que
fugazmente haba sido su amante) y
congresistas norteamericanos, liberales
blancos, o socilogos negros que
visitaban Soweto desde su base en
lujosos hoteles para blancos donde slo
podan alojarse negros extranjeros.
Los otros los amigos ms ntimos
de su padre, los que la conocan mejor y
que esperaban a las puertas de la crcel
cuando ella era nia dejaron que fuera
ella quien se acercara. Los que
quedaban, los que no estaban presos ni
exiliados. Muchos sufran restricciones
que les impedan reunirse entre s, Rosa
incluida. Aunque esta circunstancia era
corriente para ellos: siempre
encontraban los medios. Estudiaban las
pautas de la vigilancia policial del
mismo modo que la vigilancia policial
los estudiaba a ellos; se produciran
lagunas, por fuerza de la costumbre,
cuando la vigilancia se convirtiera en
rutina.
Los partidarios leales seguan all.
No tenan que hacerle ninguna seal.
Siempre haban estado all. Mark y la
madre de Rhoda Liebowitz, Leah
Gordon y tambin Ivy Terblanche, que
bailaban con su padre al son del
gramfono en el Club de Trabajadores
Judos en los aos treinta. Aletta Gous
fue con la madre de Rosa, cuando sta
era muy joven y Lionel Burger estaba
casado con otra, a una de esas vastas
asambleas de la poca con ttulos como
Jvenes por la Paz, y las fotografiaron
juntas con ramos de flores en las manos,
en una estacin de trenes rusa. El
bigrafo haba pedido prestada la foto
para reproducirla en su libro. Gifford
Williams, el abogado con la cartera para
quien la chica de catorce aos haba
visto abrirse las puertas de la crcel,
represent a su padre durante aos antes
de que a l mismo le prohibieran ejercer
la profesin, y fue quien instruy a Theo
Santorino en el juicio.
No eran muchos. Haban estado en la
crcel y salido despus de cumplir sus
condenas de dos, tres o cinco aos.
Inmediatamente antes de que Lionel
Burger muriera en prisin, Ivy
Terblanche cumpli sus dos aos por
negarse a testimoniar contra l.
Sobrevivieron a aos de prohibicin de
sus movimientos y asociaciones con
otros, y a menudo volvan a ser
prohibidos la semana que expiraban las
restricciones. Con excepcin de Dick
Terblanche, que era obrero metalrgico,
tuvieron que reemplazar los trabajos de
los que se haban visto privados.
Gifford venda equipos de oficina en
lugar de ejercer la abogaca; Leah
Gordon, a la que excluyeron de la
enseanza, atenda la recepcin de un
ortodoncista; Ivy Terblanche diriga su
pequeo negocio de comidas para
llevar en la zona fabril donde
anteriormente haba sido enlace
sindical. Aletta Gous, impedida de
entrar en locales donde se hacan
trabajos de imprenta o editoriales, haba
perdido su puesto de correctora de
pruebas de libros de texto en afrikaans y
trabajaba la ltima vez que Rosa
estuvo en contacto con ella con una
organizacin que intentaba popularizar
entre los negros una comida barata y
rica en protenas.
La hija de Lionel lleg por un
sendero y entr por la puerta del patio
trasero, como siempre haba hecho. De
nia por mera comodidad, ahora porque
esa entrada no se vea desde las casas
vecinas, como la puerta de la calle. Su
nombre figuraba en la lista de personas
que tenan prohibido visitar a Ivy y Dick
Terblanche, ambos sujetos a diversas
restricciones, pero su hija Clare no
figuraba en la lista ni sufra ninguna
prohibicin, viva con los padres y
poda recibir a sus amistades, por lo que
serva como una especie de coartada.
Dick Terblanche estaba limpiando el
carburador del viejo coche de Ivy;
levant una cara encarnada y de cejas
amarillentas en cuya expresin Rosa no
estaba presente desde haca mucho
tiempo, pero enseguida se acerc a
besarla. El hecho de que mantuviera
apartadas sus manos sucias tuvo el
efecto de delimitar un espacio alrededor
de ella. Quienquiera que vigilara la casa
de los Terblanche, probablemente no
estara muy alerta un domingo por la
maana; el nico testigo que haba por
all era el hijito de un vecino, que
apretaba un conejo pateador entre sus
brazos mientras observaba cmo Dick
reparaba el coche. Desvi su atencin
hacia el abrazo, sin la menor
discriminacin, y luego hacia Ivy, que
sali de la casa canturreando un
villancico. Rosa entr deprisa. La
anciana negra y delgada que planchaba
en el porche reformado que ahora
cubra toda la longitud de la casa y
detrs de cuyas persianas los Terblanche
realizaban casi todas sus tareas apoy
la plancha con la punta hacia arriba.
Cmo est Lily?
Bien. A veces escribe. Una de sus
nietas estudia enfermera. Lily cuida al
biznieto. Se llama Tony, como mi
hermano, recuerdas?
Qu bonito Y la otra hija, la
que naci ltima y tiene tu edad? la
negra frunci el ceo astutamente,
reclamando la debida responsabilidad
recproca. Tiene hijos?
No, ninguno. Se ha casado con un
camarero de un gran hotel de Pretoria.
Un buen trabajo; Lily est muy contenta.
Slo t no te casas, Rosa.
Ivy desplaz su abundante trasero de
mujer de Yorkshire ms all de la negra
para desenchufar la plancha.
Vete, Regina, deja de darle la lata
a Rosa y trele una taza de t.
Dick se estaba lavando las manos en
el fregadero de afuera. Su cara quedaba
dividida por las persianas abiertas.
Y dile a Clare quin ha llegado.
Los Terblanche no mostraron
sorpresa por la repentina aparicin de
Rosa ni evidenciaron ningn reproche
por haberlos descuidado tanto tiempo.
Estaban preparados para esfumarse
hacia cualquier otra parte de la casa si
una llamada a la puerta o el ladrido de
la vieja perra del Labrador que haba
sido de los Burger anunciaba la llegada
de otra persona tal vez del polica
vestido de paisano que los vigilaba. En
tal caso, encontrara a la recin llegada
a solas con su hija.
Clare se est lavando la cabeza,
enseguida vendr.
Ivy reuni unos papeles y unos
recortes de peridico; los arroj sobre
una silla y puso encima una mquina de
escribir para alisarlos. En otra silla
haba camisas planchadas, labores de
punto y gatos; dos enormes jerseys
hmedos, del tipo que Ivy haba hecho
para su marido durante muchos
inviernos, se secaban sobre una pila de
peridicos. Dick bati palmas y los
gatos bajaron de un salto, enfadados. Ivy
puso su mano sobre la de Rosa.
No se atrevera a hacer eso
delante de Clare. Sigue tan chiflada
como siempre por los animales. Todas
las noches duermen en su cama. Tienes
muy buen aspecto, Rosa. Dick, no te
parece que est mucho mejor?
Acaso alguna vez estuvo peor?
Flora quiere que tire toda mi ropa
y me compre un nuevo vestuario.
Ivy inclin su gran cabeza de pelos
revueltos.
Oh, Flora eso es lo que
pretende ahora?
Ests viviendo en su casa?
Dick estaba ligeramente sordo despus
de cuarenta aos de trabajo en la
industria, con maquinaria, y hablaba con
la voz aguda de quien debe hacerse or
en el taller.
No, no. Los veo a veces.
Quiz William Donaldson te d
trabajo dijo Ivy a su marido,
aprovechando la oportunidad para poner
sobre el tapete, irnicamente, algo que a
ninguno de los dos se le habra ocurrido
sugerir en privado. Sabrs que Dick
se jubilar en julio.
Soy cuatro aos ms joven que
Lionel. El era del veinte de noviembre
del cinco, no?
Regina, paseando la mirada de uno a
otro, como quien ha perdido la atencin
de todos, dej la bandeja con el t.
El perfil de Rosa era casi idntico al
de su padre cuando baj la vista, con los
ojos claros ocultos, para coger azcar
del cuenco que Ivy sostena en una mano
en la que un cigarrillo despeda volutas
de humo.
Cundo conociste a Lionel,
entonces? Yo crea que habais estado
juntos en Mosc, aquella primera vez.
Se refiere al ao veintiocho.
La respuesta de Dick e Ivy ante otra
persona era tan ajustada como si entre
ambos existiera un sistema mutuo de
impulsos cerebrales.
En ese entonces yo no estaba
interesado en el Partido. Me volva loco
el ftbol. Y las chicas. De jovenzuelo.
No nos conocimos hasta mil
novecientos treinta. Ivy revolvi el
azcar y le dio la taza a Dick.
Rosa tena la mandbula adelantada,
vivaz, sonriente por esa lisonja bajo el
auspicio inconsciente del pasado:
Las chicas.
El asinti, buscando a tientas una
cuchara con su mano gruesa moteada por
las escamosas manchas rosadas del
cncer de piel.
Ya est revuelto las palabras de
Ivy quedaron envueltas en humo, como
las de los personajes de un tebeo
aparecen rodeadas de una nube. El
era demasiado joven. Deba haber ido
yo, pero Lionel ya estaba en Edimburgo
y era ms barato enviarlo desde all
Soy tan vieja como Lionel.
Llev a alguien a una chica?
Una chica! Todos tenamos
chicas.
Pero la mujer exiga una precisin
ms femenina en estas cuestiones.
Qu chica?
Katya, no? La madre de David.
Ah, Colette. Es posible. Supongo
que entonces ya estaban juntos. La futura
estrella del Sadlers Wells. No s
cundo empez esta relacin. Dick?
Estaban casados cuando nos
conocimos?
Ninguno de los dos estaba seguro.
Ella me envi una carta saban
que Rosa se refera a una carta recibida
por la muerte de su padre. El ancho
rostro alerta de Ivy, empolvado hasta el
lmite exacto de la papada, se relaj en
una engatusadora expresin de
escepticismo y expectativa. La mujer
que Rosa nunca haba visto se
materializ.
S? A dnde ha ido a parar
ahora?
Se enter va Tanzania. Por
David. Ella vive en Francia. En el sur
de Francia.
Has odo eso, Dick? Qu te
deca en La carta? los labios de Ivy se
amoldaron dispuestos a prestarse a la
ofensiva o al absurdo.
Rosa sobraba en la compaa de tres
personas, una de ellas ausente, que se
haban conocido muy bien. Habl con la
uniforme vacilacin de quien no puede
saber qu seales encontrarn sus
oyentes en el relato.
Lo habitual en estos casos
haba recibido muchas cartas de
condolencia que seguan una frmula u
otra. Pero los Terblanche seguan
esperando. Rosa golpete la mano
debajo de la feroz quijada del gato que
se haba subido a su regazo y sonri,
buscando las palabras exactas.
Escribi sobre este lugar. Bien, dijo
algo Es extrao vivir en un pas
donde todava hay hroes.
Ivy levant su cabellera teatralmente
a travs de los dedos extendidos de
ambas manos, transformndose de
pronto en alguien irreconocible.
Se refera a l.
Dick, en un comentario, fuera de
lugar, asinti bruscamente con la cabeza:
Muy propio de ella.
Cuando vi la firma por un
momento me desconcert un poco. No
usa el apellido de Lionel.
Pero s el nombre de Katya?
Ivy, ya deban de estar casados
cuando te conoc.
Tienes razn. S. No creo que a l
le hubiera resultado fcil ir con ella si
no estaban casados.
Probablemente no pidi permiso.
Dick apret los labios contra los
dientes y dedic a su mujer el entrecejo
congestionado de un viejo.
Rosa los contempl como un chico
que abre una puerta y se encuentra con
una escena que no es capaz de
interpretar.
Es verdad que la gente no poda
casarse sin consentimiento del Partido?
A algunos nos exigan que no nos
casramos apunt Dick con el fraseo
formal de su acento afrikaans; relaj la
mandbula y le sonri cariosamente en
un gesto que quera apartarla de
cuestiones por las que no deba
preocuparse.
Colette Swan no era la esposa de
Lionel segn los criterios de nadie.
Ivy cogi la tetera.
Rosa se levant para que volviera a
llenarle su taza.
Y escribi acerca de ti, Ivy.
Las ventanillas de la nariz en actitud
belicosa, la barbilla dirigida a Dick.
Qu poda tener que decir de m?
El esboz su lenta sonrisa de
afrikaner.
Espera, escucha.
Hiciste lo que ella habra
querido que hicieras.
Dick hizo una mueca impresionante e
Ivy dej bien sentado que no haba
prestado la menor atencin; hay gente
cuya aprobacin o admiracin es tan
desagradable como una crtica negativa.
Entonces estaba bien que Lionel
y mi madre se casaran?
Qu quieres decir?
Pero Dick mir a su mujer y ella
volvi a hablar.
Cathy haca bien todas las cosas.
No era eso lo que la chica haba
preguntado.
Les dieron la aprobacin antes
de que se casaran?
Dick empez a rer entre dientes,
recordndose a s mismo en el pasado.
Demonios, no se trata exactamente
de que todos, quiero decir que no es lo
mismo que si
Si hubieses conocido a Colette
Swan jams pronunciaras su nombre en
la misma oracin que mencionas a
Cathy.
Como ocurre con mucha gente que
tiene la presin alta, las emociones de
Ivy Terblanche aparecan en la
superficie de un modo impresionante; su
voz era desenvuelta pero sus ojos
destellaban miradas lquidas y sus
grandes pechos se elevaban junto con la
camisa de nylon de dibujos abstractos.
En una ocasin, Lionel Burger cont que
cuando todava le permitan hablar en
reuniones pblicas, Ivy daba vueltas
por debajo del tema en discusin y luego
soltaba una perorata como el chorro de
una magnfica ballena.
Oh, Ivy, venga! Al fin y al cabo
se trata de alguien con quien su padre
estuvo casado. Ten piedad!
La hija de los Terblanche que estaba
embarazada a las puertas de la crcel
haba abandonado el pas tiempo atrs,
con su marido. Fue la ms joven la que
entr pasndose los dedos por sus
hmedos cabellos castaos.
Por qu discuts ahora?
Por nada, por nada. Son cosas que
ocurrieron antes de que siquiera se
pensara en vosotras. Nada.
Con la soltura de ser contempornea
de la visitante, la muchacha camin
delante de las persianas de crital que
Dick haba hecho a medida, golpeando
el peine sobre las pepitas de aguacates
que crecan en tarros de mermelada
sobre el alfizar, obstaculizando con su
cabeza los rayos del sol.
Dnde paras ahora, Rosa?
En un pisito, no est mal.
Lo compartes?
No. Vivo sola.
Cunto pagas?
Clare, encanto, mira un poco lo
que haces.
Retorci la cabeza torpemente, solt
otra lluvia de gotas sobre las rodillas
desnudas de su padre, que estaba en
pantalones cortos, y ri.
No te quejes. Lo sec con el
dobladillo de su falda larga de tela de
tejano. Estuve buscando un piso para
alguien una chica que tiene un hijo y
que vendr de Port Elizabeth, pero los
alquileres son altsimos.
El mo tiene una sola habitacin.
No s si algo as le servira, teniendo un
chico. Pero s que hay un piso vaco en
el edificio al menos todava estaba
desocupado la semana pasada.
Clare se sirvi t, pase
crticamente la mirada por la bandeja,
volvi a verter el t en la tetera y llen
la taza con leche.
Qu ocurri con la casita del
jardn?
Desapareci con la autopista.
Ni siquiera una pasta como
sabis no he desayunado. Vosotros dos
os atiborrasteis de huevos revueltos.
Por qu se levantarn tan temprano los
viejos y los bebs?
Ivy sac el peine mojado de donde
Clare lo haba tirado, junto a sus
papeles.
Ve a la cocina a buscar algo, hay
manzanas asadas. Pero no cortes el pan
de dtiles que hizo Regina ya sabes
que si se corta caliente se pone horrible.
Ahora Clare es vegetariana y cree que
eso le da derecho de prioridad sobre
todo lo que no es carne.
La muchacha hizo caso omiso de su
madre, afablemente enfurruada.
Sigues en el hospital?
No, eso tambin se termin.
Dick haba ido a la cocina y volvi
con una gruesa rebanada de pan de
dtiles.
Toma, come antes de que Ivy
tuviera tiempo de protestar, la
tranquiliz con su paciente voz de
acento afrikaans. Regina me dio
permiso frunci cmicamente la nariz,
slo para Rosa.
La piel que separaba las espesas
cejas de Clare estaba inflamada por la
caspa. Entre bocado y bocado se ocup
de los detalles de un aseo al que con
toda probabilidad se dedicaba con poca
frecuencia: empuj hacia atrs las
cutculas de las uas con los dientes
azulados de humo, contempl los
mechones de pelo que se adhirieron a
sus dedos cuando midi el largo de las
puntas contra los hombros, observ
atentamente como si la presencia de
otra chica, Rosa, atrajera su atraccin
hacia esas cosas sus pies rosados
(gruesos como las manos de su padre)
encerrados en las sandalias marrones.
Supongo que no estars buscando
trabajo. Con nosotros.
Nosotros? Rosa abarc a Ivy y
a Dick con la mirada. La cerilla de Ivy
hizo un movimiento negativo,
extinguiendo su diminuta llama invisible
bajo el sol. Clare est trabajando con
Aletta.
Aletta es maravilloso. Cmo
est ahora?
Pelirroja, de momento.
Mam, permteme decirte que a
m me parece que est fabulosa.
Pero si yo hiciera lo mismo, t y
Dick
Dick mir a Ivy de la forma en que
los muy ntimos rara vez se miran.
Pareceras un maldito girasol de
Van Gogh.
La risa alcanz a todos, por lo que
Ivy dijo lo que slo poda haberse dicho
despus de su partida.
Y la empresa de Eckhard
cunto tiempo seguir eso? una
segunda mirada, no a Dick sino en su
direccin, como si alguien hubiera
tironeado de un hilo invisible, a la que
sigui un rpido y delicado giro:
Quiero decir todava no ests harta,
Rosa?
La oportunidad para decir algo, si
pudiera. La inmediata tentacin de
hablar. De preguntar
Es un trabajo.
Rosa conservaba la sangre fra de su
infancia, la capacidad de sustraerse a
las oportunidades y las insinuaciones,
chiquilla terca hecha mujer. No le
facilitara las cosas a nadie cambiando
de tema; otra gente rechazaba esta
caracterstica y al mismo tiempo se
aferraba a ella.
Pero an se le conceda una
atmsfera de convalecencia. Ivy
derram una serie de tpicos sobre la
cuestin.
Claro que puede ser interesante.
S, til, en el sentido de que te da una
comprensin prctica de la forma en que
manipula el poder econmico en este
pas siempre se puede aprender
algo por un tiempo, al menos mir
en derredor, generosamente.
Un trabajo como cualquier otro
la seguridad de Rosa se opona a la vaga
conciencia de s misma de la otra chica,
a la abrumadora inquietud de Ivy, a las
impacientes ideas de Dick, que segua
asintiendo, como si acariciara una mano
o un hombro.
Clare habl sin maldad.
Supongo que debe ser algo por lo
que pagan decentemente.
El salario normal de una
mecangrafa. Nada extraordinario. Pero
tampoco esperan nada de ti. Se trata del
tipo de trabajo annimo que realiza el
noventa por ciento de la gente. Slo
entiendes esto realmente cuando lo
haces no hay nada que mostrar al final
del da. Llamadas telefnicas, papeles
que salen serpenteando del teletipo,
ingentes sumas de dinero que nunca ves
cambiar de manos manos que nunca
tocas la sonrisa de su padre.
Clare se frot la piel inflamada entre
las cejas.
Podras venir a trabajar con
nosotros. Pesamos y arrastramos sacos
todo el da un alimento que huele a
vmitos de beb, dice Aletta. No, de
veras, mam, al principio est bien, te
parece que es agradable, pero cada
carga, despus de unas semanas, resulta
empalagosa. No puedes quitarte el olor
del pelo ni de la ropa. Un trabajo
tangible y oliente, te lo aseguro. Pero
nutritivo, muy nutritivo el remedo de
un aire didctico, fruncidas las cejas que
haba heredado de su padre. Tendras
que ver a Aletta con algunas de las
mujeres que van all. Les arranca a sus
bebs de los brazos, que chillan como
locos, les hurga las barriguitas ya
conoces a Aletta: mira esto, mira
aquello! la muchacha haca una
demostracin con su propio cuerpo
relajado, extendido sobre la estera
deshilachada, destornillada de risa, y
luego dale que te pego con las
diapositivas en las que se ve qu cosas
espantosas les ocurren a los huesos
cuando les falta vitamina C y a la piel
cuando hay insuficiencia de vitamina
B se las hace pasar moradas por los
trozos de piel y las cuentas y todo lo que
atan alrededor del cuello de sus hijos
tambin conoces lo que opina de los
sistemas tribales. Pero de todos modos
Aletta es fantstica. Aceptan todo lo que
dice. Se limitan a rer entre dientes.
Ahora se le ha ocurrido que les mostrar
pelculas. Este fin de semana ver al
tipo que hace cortometrajes
documentales.
Una pelcula? Ivy sigui
contando puntos en su tejido.
Una pelcula educativa sobre la
nutricin. Ya te lo he dicho. El tipo que
se llev prestado el Maiakovski. La
chinche.
Clare! Me hars el favor de
pedirle que lo devuelva? Acabo de
enterarme dnde est! Compr ese libro
hace treinta aos en Charing Cross
Road. Logr conservarlo cuando la
polica se llev toda la letra impresa
que estaba a la vista. Y luego uno de tus
amigos lo coge
Dick se inclin por los recuerdos en
beneficio de Rosa.
Colette puso en marcha un grupo
de teatro. Debi de ser
aproximadamente en mil novecientos
treinta y tres. Estaba a cargo del
programa cultural, la conciencia de
clase a travs del arte y todo eso.
Lo ms probable es que haya
inventado ese programa para ella
misma. No recuerdo que nadie ms se
interesara. Era su forma de salvarse de
dar clases en la escuela nocturna. Era
imposible hacerla trabajar en nada de lo
que no pudiera atribuirse el mrito de
ser la iniciadora! yeme bien, Clare,
estoy hablando en serio, dile de mi parte
a ese joven
bamos en un camin a las
poblaciones negras, de un lado a otro
del Reef, Krugersdorp y Boksburg
Ella montaba las obras y me parece que
tambin escriba las canciones.
Representamos Domingo sangriento y
yo haca de Padre Gapon. Y cul era
aqulla sobre los gaikas y las tropas
imperiales britnicas, Ivy? Los negros
de nuestra escuela nocturna hacan de
gaikas. Solamos llevar la Bandera Roja
ondeando en el cap del viejo camin
de mercancas de Isaac Lourie.
La risa de Dick y Rosa atrajo a
Clare.
Qu tiempos aquellos! Ahora ni
siquiera podemos entrar en el Transkei
con nuestras apasionantes diapositivas
sobre la kwashiorkor.
Espera a que yo deje de trabajar
el ao prximo. Te montar una unidad
mvil en una cabaa. Ya vers. Bappie
me ha prometido conseguir casi todo el
equipo en el negocio de venta al por
mayor de su suegro.
Ivy puso a Rosa al corriente.
Bapendra Govinf ha vuelto de la
Isla. Desde el mes pasado.
Y cmo est? Tengo entendido
que de momento no han vuelto a
declararlo ilegal. Al menos no lo le en
el peridico.
S, su mujer quiere que soliciten
permisos de salida para ir al Canad
antes de que eso ocurra. Ivy hizo un
gesto, dejando que el tejido se hundiera
en su regazo. Leela dice que no piensa
ir a vivir con su madre y su padre. Pero
ya sabes que los musulmanes tienen un
acendrado espritu de clan.
Qu hace Leela?
Lleva unos seis meses trabajando
conmigo. Es muy eficaz! Apunta los
pedidos por telfono, echa una mano en
la cocina. Cualquier cosa. Va al
mercado y me compra la mayora de las
provisiones.
Tienes toda una organizacin, Ivy.
Ivy mir a su alrededor.
S todos comemos. Eso puedo
asegurrtelo. Beulah James tambin est
conmigo a Alfred an le faltan siete
meses. (Lo han trasladado a Klerksdorp,
lo que para ella significa un verdadero
fastidio, la central de Pretoria era ms
conveniente). Ahora estamos
abandonando los sandwiches y los
panecillos para concentrarnos ms en la
sopa, el curry y otros platos. La comida
caliente tiene mucho xito. Y hacemos
ensaladas, por supuesto. Veo a alguna
gente con la que trabaja aunque no me
permiten asomar la nariz en las
instalaciones fabriles, los blancos
siguen mandando a los negros a comprar
su almuerzo S, las cosas no estaran
mal si supiramos que Dick tiene que
encontrar algo
No me molestara llevar las
Locuras de Aletta en una gira por todo el
pas. Dick sonri: era la broma de un
hombre confinado al distrito municipal
que rodeaba la casa donde viva.
Ivy tens los hombros hacia atrs y
estir los grandes pliegues de su cuello
como un ganso desafiante.
Creo que no podra afrontar la
vista de los bantustanes, muchsimas
gracias. Aunque pudiera entrar.
Mantanzima, Mangope, cualquiera de
esos hacinamientos, sus capitales con
las Cmaras de Asambleas y los hoteles
para blancos un gesto de asco.
Venga, Ivy. Si Aletta logra meter a
alguien todava hay gente all
viejos amigos. Queda mucho trabajo por
hacer.
Dnde estn? T lo sabes muy
bien; los negros reaccionarios tambin
tienen sus leyes de detencin.
Tiene que haber algunos, el
contacto se ha perdido, es cierto
Hiciste bien en no intentarlo,
Rosa. Personalmente, yo no pondra un
pie en esos lugares Es la negacin de
Nelson y de Walter de la Isla. De
Bram y de Lionel.
La pausa se centr en la presencia
de la hija de Lionel Burger. Entr la
vieja sirvienta negra.
Comers con nosotros, Rosa.
Prepar unas deliciosas patatas asadas
pero la invitada ya se haba
levantado, no poda quedarse,
cumplieron con el ritual de las protestas
y excusas, Rosa fingiendo que aceptaba
la autoridad infantil de la colega de Lily
Letsile, la sirvienta de los Terblanche
asumiendo el papel de anfitriona
decepcionada. Ivy rode a Rosa con sus
brazos.
No pierdas el contacto.
La chica grit a la hija por encima
del hombro de la madre.
Telefoname si quietes que
averige algo sobre ese piso haba
una vibracin de coincidencia casual
entre ambas jvenes.
La huella de Dick acompa a Rosa
al coche, corriendo un riesgo, a travs
de las malezas de la altura de un
hombre, del caqui marchito en el
sendero, los brazos cruzados sobre el
pecho tapando los bolsillos y las
solapas de su chaqueta. Permaneci
junto a la ventanilla; Rosa puso la llave
en el contacto pero no la hizo girar, la
vista fija en l, que tarareaba
suavemente, balbuceando y repitiendo
notas.
Intentaba recordar una de las
canciones Katya era algo as:
Levanta tu pala de la tierra, levanta tu
pico de la zanja, levanta tu escudo,
iguala tu paso al de tu hermano su
voz era profunda, ahogada, temblorosa;
la nuez de su cuello segua el ritmo bajo
los gruesos pliegues bronceados por el
sol, marcados de pelos y espinillas.
Hace siglos que no pienso en eso. Nunca
tuve memoria para estas cosas. Cabeza
de chorlito. Cuando estaba
incomunicado trataba trataba de
recordar lo que haba aprendido en la
escuela poemas y esas cosas. Uno
siempre se entera de que hay gente que
mantiene activa la mente repitiendo
libros enteros para sus adentros. Es un
don maravilloso. Pero a veces yo las
manzanas apoyadas en el borde biselado
de la ventanilla haca cosas
mentalmente; tall la mesa y todas las
sillas de un comedor, la de la cabecera
con brazos, como la que tena mi
abuelo los montantes de azcar cande
con pomos redondos en la parte
superior eso s que era artesana.
Planifiqu la galera de casa estando
preso, elabor hasta el ltimo centmetro
de marco y de paneles de cristal.
Cuando verifiqu las medidas, no me
haba equivocado en un solo milmetro,
podra haber ido directamente a comprar
las cosas en la ferretera. No tena
ningn problema para pensar en estas
cosas. Dibuj los planos en el suelo de
mi celda, con un alfiler. Entonces se
presentaron las dificultades
sospecharon que estaba trabajando en un
plan de fuga. Puedes creerlo? Alguien
seria tan estpido como para hacer algo
as donde todos los carceleros pudieran
verlo? Fue despus que escaparan
Goldreich y Wolpe; andaban todos con
los nervios de punta, supongo que
sentan que todo su sistema de seguridad
haba sido burlado si dos presos
polticos eran capaces de salir
valindose de su ingenio y volver a
entrar sin ser vistos al ver que los
planes no funcionaban de acuerdo con lo
previsto, y repetir todos los
movimientos la noche siguiente, sin el
menor impedimento Oportunidades
como sta no volvern a presentarse.
Ahora encierran a los polticos en
crceles de mxima seguridad.
Ella segua la conversacin entre
ambos en otro nivel.
Despus de julio, Dick.
El hombre se sinti tmidamente
halagado por lo que interpret como
curiosidad por una experiencia que slo
a l afectaba.
Es Ivy la que est preocupada, no
yo. Encontrar algo. Qu opinas de
preguntarle a Flora? Tiene algn
sentido? Dicen que su marido quiere que
se mantenga a distancia. Ella ahora slo
va a los comits liberales. El le impide
que participe en otras cosas. No s si
William querr darme trabajo.
Siempre persiste una especie de
obstinacin en Flora. Rosa lo miraba
sugerente, inquisitiva. William no va
hasta el fondo en las cosas de las que
aparentemente la persuade, apenas rodea
la superficie.
Flora est orgullosa de la relacin
con nosotros. Siempre ha habido gente
as. Conozco la especie. Incluso ahora.
Ha sido muy til. Ivy dice que es la idea
de la clase media inglesa sobre la
lealtad personal y nada ms. Bien.
Cualquier cosa
Se pondr contenta si se lo pides.
Cualquier cosa para demostrar
que estoy inofensivamente ocupado
durante un ao o dos apart la mirada,
fijndola con leonina paciencia en las
maletas ennegrecidas, la inquieta mirada
interior de alguien en quien la voluntad
o la conviccin es su fortaleza. Despus
apoy los antebrazos en la ventanilla y
acerc la cara a ella. No falta mucho,
Rosa. Angola se acabar y tambin
Mozambique; no durarn otro ao.
Alguien acaba de ponerse en contacto.
Habr una rebelin en el ejrcito
portugus, se negarn a combatir. El
marido de Gloria est en Dar es Salaam
y ste, el otro, regres de Mozambique.
Esta vez es verdad. Se trata de alguien
con firmes relaciones familiares en el
Frelimo, est muy cerca de Dos Santos y
de Maches. Por fin llegar. Algunos
todava estaremos aqu cuando ocurra.
Ya es tarde para Lionel, pero t estas
aqu, Rosa.
La chica no poda hablar; Dick se
dio cuenta. La cara arrugada, la ancha
boca blanca en la carne de las comisuras
de los labios, la respiracin dolorosa.
Apret el acelerador e hizo girar la
llave de encendido, sorprendiendo al
motor del viejo coche. Dick Terblanche
le acarici el pelo desde la curva del
crneo hasta el cuello, una y otra vez,
temeroso de haberla hecho llorar.
Retrocedi de un salto y empez a
dirigir la inversin del coche marcha
atrs como el encargado de un parking,
haciendo ademanes, moviendo la
cabeza, apremiante. Rosa vio por el
retrovisor sus piernas de viejo
ligeramente inclinadas por el esfuerzo
en la parte posterior de las rodillas, la
chaqueta de safari levantada en la
espalda.
Sudor de lana hmeda y caliente bajo el
sol a travs de los cristales y el aroma
de manzanas asndose con canela.
Aquellas noches de charla en la
casita: t queras saber. El hombre que
reuna materiales quera saber; l
proporcionaba los datos pero l quera
saber a travs mo.
Noel de Witt es el que tiene firmes
relaciones familiares en el Frelimo
que yo sepa. Su madre, la portuguesa
rebelde. Aunque Ivy, que prefiri pasar
dos aos en la crcel antes que decir en
el tribunal lo que saba de mi padre, no
habla en mi presencia de las actividades
actuales y Dick, incapaz de no dar algo a
entender por ser hija de quien soy, no
dijo ningn nombre. Noel debe de ser
quien inform de los planes secretos
destinados a una rebelin en el ejrcito
portugus. La hermosa, joven y reciente
esposa que Flora recomend no se lo
habra dicho a nadie ni siquiera en
Londres, en cuya casa se aloj l cuando
se fue, porque hasta Londres est lleno
de informantes y es necesario proteger
las conexiones de Sudfrica. Gloria
Terblanche y su marido viven en
Tanzania; l tiene la cobertura de un
trabajo en la enseanza, quizs alguna
vez se cruzan por la calle con el hombre
que es mi hermano (aunque Tony est
muerto y a ti ya no te veo), el hijo de la
mujer que asisti con mi padre al Sexto
Congreso y cuando l muri me escribi
desde el sur de Francia.
De vez en cuando circulan noticias,
rumores que pueden ser algo ms que
rumores. Yo sola tratar de encontrar la
forma de transmitrselos a mi padre
cuando estaba vivo experimentada en
hacerle llegar lo que necesitaba ms all
de los aguzados odos de los carceleros.
A veces la seal de que pronto concluir
se interpreta a partir de un
acontecimiento ocurrido en el exterior
del pas, a veces en el interior. Los
Terblanche, yendo de su pobre suburbio
a la crcel, de la crcel a su pobre
suburbio, envejeciendo y engordando
(ella) con la venta de cajas de comida al
curry, sordo y con la piel escamosa (l),
con una pensin o trabajos caritativos
que le dan los amigos aguardan el da
en que el rumor cobre realidad, en que
el efecto sea el que predijeron, mientras
sus vecinos (a los que de extraa manera
se parecen exteriormente) esperan
retirarse a la costa e ir de pesca. Para
los Terblanche hasta las vacaciones
dejaron de existir hace aos. Sus paseos
consisten en presentarse dos veces por
semana en la comisara local al ir o
volver del trabajo, as como otra gente
tiene que ir a una clnica para controlar
alguna enfermedad crnica. Si llegan a
estar realmente viejos y enfermos,
supongo que alguien como Flora
alguien fascinado por ellos,
avergonzado por no vivir como ellos
han vivido los mantendr con
limosnas en dinero que le incomoda
poseer. Dick e Ivy lo aceptarn, pues ni
ellos ni Flora alimentan remilgos
pequeo burgueses respecto a esas
cosas: los Terblanche porque no es para
s mismos sino para aquello que vive en
ellos, Flora porque no cree que lo que
posee haya llegado a ella por derecho
propio. La gente como Dick e Ivy y
Aletta no entienden la provisin del
mismo modo que los clientes del hombre
para el que yo trabajaba; provisin es
una palabra que aparece constantemente
en el telfono del mercado de Barry
Eckhard: provisin contra una cada en
el precio del oro, provisin contra las
tendencias inflacionistas, provisin para
la expansin, provisin contra la
depresin, provisin almacenada para
hijos e hijos de los hijos, hijas e hijas de
las hijas; acciones, bonos, dividendos,
rdenes de pago. En los plpitos y
peridicos de los clientes de mi jefe, el
materialismo ateo de lo que denominan
Credo comunista est fuera de la ley.
Pero los Terblanche no han acumulado
tesoros que la polilla o el moho puedan
corromper. Ellos acumulan nada menos
que el futuro futuro. Con qu ridculo
orgullo insolente viven sus vidas sin los
placeres y las precauciones de otros
blancos? Qu pueden mostrar? Ivy
convertida en una pequea comerciante,
y los negros a quienes todava no se
admite en los sindicatos abiertos para
los que ella y mi madre trabajan; Dick
haciendo reparaciones en el patio
trasero de su casa en un suburbio para
blancos, un domingo, y los negros
llevando pases veinticinco aos despus
de que hiciera su primera campaa con
ellos en contra de las leyes de pases,
campaa que le cost la crcel. Despus
de todas las demostraciones del Da de
Dingaan[8]: (1929, J. B. Marks declar
frica nos pertenece, un blanco grit
Mientes y mat de un tiro a
Mofutsanyana en la tribuna, 700 negros
arrestados; 1930, el joven Nkosi muerto
a pualadas, Gana Makabeni ocup su
lugar como organizador del P.C. en
Durban, 200 militantes negros
desterrados); todas las campaas de
resistencia pasiva de los aos cincuenta,
el incendio de pases en los sesenta;
despus de todos los ataques y arrestos
policiales; despus de Sharpeville;
despus de los juicios, condenas a las
que se sobrevivi y condenas que se
soportaron mientras se soport la vida.
Despus de que la vergenza del
estandarte rojo Trabajadores del
mundo unios y luchad por una Sudfrica
blanca, izado en 1922, se borrara
entrada ya la dcada de los veinte
mediante la aceptacin de las tesis de
Lenin sobre la cuestin nacional y la
cuestin colonial, despus de las purgas
en las que Lionel Burger (que se haba
casado con una bailarina en el
extranjero, sin el consentimiento del
Comit Central) vot por la expulsin
de su mentor Bunting, despus de que el
Partido Sudafricano se pas a la derecha
y volvi a virar a la izquierda; despus
de que se neg a apoyar la guerra que
libraba Sudfrica contra el racismo en
Europa mientras practicaba el racismo
en el propio pas, despus de que fuera
atacada la Unin Sovitica y se
invirtiera esta poltica de oposicin a la
guerra, despus del Frente Popular,
cuando se permiti al P.C. trabajar con
organizaciones reformistas; despus de
la cuestin de la accin poltica versus
accin industrial (los favorables a la
accin poltica citaban la denuncia
leninista del infantil desorden del
antiparlamentarismo, los contrarios
argumentaban que en Sudfrica las
cuatro quintas partes de la clase
trabajadora eran negras y no votaban);
despus de la prohibicin del Partido, la
reorganizacin clandestina con
posterioridad a 1966, las
proscripciones, los exilios, las cadenas
perpetuas no lo aprend en el regazo
de mi madre sino que, como t dijiste,
fue la mitologa cotidiana de esa casa,
todo eso respir como cualquier nio
que llena indiscriminadamente sus
pulmones con aire de la sierra o
contaminacin urbana, segn donde sea
arrojado a este mundo, y de una vez por
todas me gustara hacer encajar los
hechos con lo que debo saber. Ese
futuro, esa casa aunque la de mi padre
era ms grande que la casucha de Dick e
Ivy reformada con mtodos caseros, esa
casa tambin guardaba provisiones nada
menos que para el Futuro. Mi padre dej
esa casa con la placa bruida en la que
figuraban su nombre y su honorable
profesin en el portal, para ir a pasar el
resto de su vida entre rejas, seguro de
ese futuro. El est muerto, Ivy y Dick
envejecen, son pobres y estn vivos
sa es la nica diferencia. Dick con las
horribles manchas en sus pobres manos
me lo dijo en una especie de declaracin
de pasin senil: todava estamos aqu
para verlo. Pens que yo estaba
abrumada por haber pensado en mi
padre. Pero me abrum la necesidad de
escapar como si se tratara de una
indecencia y tuve miedo de herirlo de
herirlos demostrndolo. Fue como las
ltimas semanas en que trabaj en el
hospital, lo recuerdas?
Estn esperando.
Me dejan en paz para que haga las
cosas a mi manera porque no pueden
creer que yo la hija de Lionel Burger
no est esperando con ellos. Nuestra
especie repudia la particin tnica del
pas. Suponen que habl de ir al
Transkei porque tena rdenes de
encontrar un trabajo como cobertura en
algn hospital; debo de haber
aprovechado mi perodo de
convalecencia y me negu. Pero algn
da no podr decir que no.
Aunque todo est consumado en
notas para su publicacin,
diligentemente investigando en
bibliotecas y en recuerdos de los
exiliados, el pasado no cuenta: las
huelgas generales que fracasaron cuando
el Partido era legal, el alto mando que
fue traicionado cuando el Partido era
clandestino. El residuo presente, cuando
bromean dos veces por semana con el
sargento al tiempo que se vuelven
signatarios de su propio cautiverio, no
cuenta. Han vivido sin la satisfaccin de
las ambiciones personales y no es
tranquilidad de espritu lo que buscan en
su vejez. La derrota de los ejrcitos
coloniales portugueses en Angola y
Mozambique; el derrumbamiento de la
Rodesia blanca; el fin de la ocupacin
sudafricana en Namibia causado por los
combatientes del SWAPO o las
presiones internacionales; todo esto
esperan, lo mismo que esperaba Lionel
en la crcel. Seales de que pronto
concluir, por fin. El Futuro se
aproxima. El nico que ha existido
siempre para ellos, segn la
documentacin. La liberacin nacional,
primera fase de la revolucin en dos
etapas que comenzar con una repblica
de obreros y campesinos negros y se
rematar con la consecucin del
socialismo.
No slo se trata de esperar. Todo lo
que pueda hacerse entre una sumisa
declaracin a la polica y la siguiente,
ser hecho por gente que lejos de
contemplarse el ombligo de una
identidad singular (s, una pulla para ti,
Conrad), ve la necesidad de mltiples
identidades. No debe ser por casualidad
que Ivy vende almuerzos en una zona de
industria pesada donde trabajan miles de
negros. Desde luego, la gente que
embala sus cajas de comida al curry y
las ensaladas, gente muy popular, son
viejos compaeros o miembros de sus
familias. Baj la mquina de escribir
para cubrir sus papeles en los que haba
estado trabajando, pero cuando recogi
el peine que humedeca la punta de una
hoja, la sac para ponerla a secar; vi
que formaba parte de un anlisis de
salarios. Probablemente provee de
materiales a la comisin de estudiantes
radicales que se ocupan de los salarios
de los negros. Dick le dir a William
Donaldson que necesita un trabajo para
complementar su pensin, pero est
buscando algo que lo muestre
inofensivamente ocupado mientras
hace otra cosa. No es fcil para las
familias de antiguos presidiarios, como
los Terblanche, como aqulla de la que
soy vestigio: permanentemente
vigilados.
Estn dispuestos a ser pacientes
conmigo. No es piedad, un plido
respaldo de la validez de la
autocompasin, lo que ofrecen. He
andado una trayectoria cuyo seguimiento
implicaba la vida de un hombre que
casualmente era mi padre, as como
ellos la han seguido. Las consecuencias
para Dick han significado perodos de
encarcelamiento con mi padre; para Ivy,
la crcel a causa de mi padre. La
trayectoria que he seguido debidamente
algunas de cuyas consecuencias eran
para m evidentes, previsibles y
aceptadas, as como para ellos forman
parte de un proceso continuo.
nicamente es completa para Lionel
Burger; l ha hecho todo lo que tena que
hacer y esto, en su caso, supona la
muerte en prisin como parte del
proceso. No se les ocurre que pueda
haber concluido para ellos mismos, para
m.
No es fcil aislarse de ellos de
esa gente: Dick con sus ojos azules de
granjero bajo las cejas sombreadas, su
traje de safari con pantalones cortos que
dejan a la vista sus fuertes piernas
tatuadas por las venas, la chaqueta
engalanada con bolsillos al estilo de la
vieja milicia colonial, una forma de vida
fronteriza, para que su apariencia sea
inocentemente igual a la de cualquiera
de sus hermanos bers que consideran
sus creencias como las del anticristo, el
diablo en persona, y a la de los
conquistadores europeos aventureros-
capitalistas que l mismo ve como el
autntico demonio; Ivy con su cuerpo de
ama de casa envuelto en estampados
alegres, su revuelta cabellera a lo
Einstein y la inesperada concesin a la
vanidad en la evidencia una raya
rubia y brillante que bordea su labio
superior de que se oxigena el bigote
con el que la edad intenta negar su
femineidad. Estas dos personas tienen
con mi padre mayor intimidad que yo.
Saben aquello que nunca se le dice ni
siquiera a una hija. Un bigrafo tendra
que consultarlos a ellos, a los qu?
amigos, compaeros, camaradas de
Lionel el bigrafo quedara
satisfecho, pero habra que inventar un
trmino abarcador para lo que yo
comprend cuando volv a verles. Va
ms all de la amistad, ms all del
compaerismo; ms all de las
relaciones familiares por supuesto.
Me estarn esperando para descubrir
qu tengo que hacer. Cunto se
preocuparon todos ellos por los hijos de
los dems cuando ramos pequeos! En
la envolvente aceptacin de los brazos
maternales de Ivy ella siente que soy
su propia hija hay expectativas,
incluso autoridad. Junto a su clido
pecho se vuelve a casa para ir, como t
dijiste que ira, a la crcel.
Encontr el anillo que usaba cuando
todo lo que tena que hacer era pasar por
una jovencita enamorada. En la caja de
cuero para cuellos de uno de mis
abuelos, entre cartulinas de lana para
zurcir comida por las polillas y el
elstico que mi madre sola pasar por la
cintura de mis pantalones de la escuela.
Tambin estaba la insignia de cobre con
la serpiente del Cuerpo de Sanidad, los
distintivos de la gorra de mi padre. Los
guardaba mi madre? Mi padre se uni al
ejercito sudafricano blanco, segn la
fecha que me han dado, cuando la Unin
Sovitica fue atacada, y estuvo a cargo
de un hospital en Oriente Medio.
Entonces no estaba casada con l.
Probablemente quit ms adelante los
distintivos de los viejos uniformes, o
quiz Tony se los pidi; despus de su
muerte ella encontr sus tesoros y no los
tir. En una redada de la Rama Especial,
no podan decir nada sobre Lionel
Burger que debiera guardarse en
secreto. De hecho, en el proceso Theo
Santorini incluy un distinguido
historial al servicio de los soldados
heridos de su madre patria para
establecer la postura de ese hombre:
Habra sido fcil para l, Su Seora,
escoger los honores profesionales y
cvicos; y qu grave sentido de las
injusticias cometidas por los dirigentes
blancos debi de tener semejante
hombre para volver la espalda a los
laureles de la sociedad blanca
arriesgando no, rechazando
rotundamente la reputacin, el xito
y la libertad personal en la causa del
pueblo negro. El servicio militar parece
haber durado dos aos como la
mayora de la gente, reduzco la totalidad
del perodo que vivieron mis padres
antes de que yo naciera, cuando eran
extraos con los que no tenan ninguna
relacin. Lionel me cont, una vez, que
cuando tena unos catorce aos y
acababa de llegar al internado de
Johanesburgo vio talonarios de pases
despedazados en la calle despus de una
manifestacin y la curiosidad le llev a
comprender, por vez primera, que los
nativos eran personas que siempre
deban llevar eso consigo, en tanto los
blancos como l no los necesitaban.
Para m, su despertar infantil no es ms
remoto que sus razones para ir a la
guerra. La experiencia blica le
proporcion la oportunidad de ser
activista (tal como dice el bigrafo) en
una legin de ex militares formada por
veteranos blancos con ordenanzas y
conductores de ambulancia de negros
que haban arriesgado su vida pero no se
les haba permitido llevar armas. El
movimiento acab, como los intentos de
mi padre por reunir a obreros negros y
blancos en los sindicatos, con el temor
de los blancos a perder los privilegios
de la segregacin en manos de sus
camaradas. No obstante cuando los 40
000 veteranos blancos y negros
marcharon a travs de Ciudad del Cabo
debi de parecer una seal; muy pronto,
ahora.
T no queras creer que lo sucedido
en Sharpeville cuando tena doce aos
fuese para m tan inmediato como lo que
ocurra en mi propio cuerpo. Claro que
yo debo creer que cuando los rusos
entraron en Praga mi padre y mi madre y
Dick e Ivy y todos los seguidores fieles
seguan prometiendo la liberacin de los
negros por medio del comunismo, como
siempre haban hecho. Bambata,
Bulhoek, Bondelswart. Sharpeville; el
conjunto de horrores que los fieles usan
en sus panfletos de impresin y
circulacin secreta. Los juicios de
Stalin, el levantamiento hngaro, el
alzamiento checoslovaco el otro
conjunto que usan liberales y derechistas
para demostrar que no es posible que un
ser humano sea comunista. Ambas cosas
aparecern en cualquier biografa de mi
padre. En 1956, cuando los tanques
soviticos entraron en Budapest, yo era
pequea y chapoteaba hacia l con mi
hermano negro Baasie, los dos
buscndolo como un refugio en el que no
exista el miedo, el dolor ni la pena.
Ms adelante, cuando estaba preso y
comenc a pensar en retrospectiva, ni
siquiera yo, con mi precoz talento para
eludir la comprensin de los carceleros
ahora en plena madurez, pude encontrar
la forma de preguntarle a pesar de
todas estas cosas: Todava crees en el
futuro? En el mismo Futuro? Como
siempre? Y de todos modos es cierto
que cuando por fin llegaba el da de mi
visita slo tena conciencia de que l
cambiaba en la crcel, que estaba
adquiriendo la mirada de viejos retratos
de campos de concentracin, el aspecto
de inmovilidad, apoyado entre los dos
carceleros que lo acompaaban, de
alguien que permite que lo presenten,
que lo identifiquen. Sus encas
retrocedan y sus dientes daban la
impresin de haberse separado; ignoro
por qu este detalle me afligi tanto. En
la casita yo sola ver esa sonrisa
modificada que nadie conocer en el
futuro porque la foto que me han pedido
para la portada lo muestra con el
cuello engrosado por la excitacin
muscular emanando energa,
hablndole a una multitud que no se ve
pero cuya presencia est en sus ojos.
No s dnde vives; tal vez en la misma
ciudad que yo; vaya donde vaya, sin que
ninguno de los dos tenga conciencia de
la presencia del otro, corriendo cada
uno a lo largo de una madriguera oscura
que nunca se cruza con la otra. Has
alquilado un televisor en color a la
vuelta de la esquina, o te has alejado de
esas cosas zarpando en el arca que vi
construir. Nunca fuiste ms all de la
fascinacin con la gente que rodeaba la
piscina de Lionel Burger; nunca diste el
salto y te confiaste a l, como Baasie y
yo, ni te ahogaste, como Tony. Yo estaba
hechizada por tus amigos constructores
del barco (me corriges: un yate no es un
barco). Eran gente sencilla, no como t;
no entendan lo que estaban haciendo
cuando cepillaban el pino fragante de
las literas para que durmieras en ellas y
levantaras las cortinas que te
protegeran del destello del mar
subtropical. Pero t sabes que
embarcarse con ellos significaba huir.
Porque mi jefe Barry Eckhard y tu
prspero padre chatarrero te proponan
un sino, el destino burgus, como
alternativa al de Lionel: comer sin
hambre, aparearse sin deseo.
Clare Terblanche busc a Rosa Burger,
con quien haba jugado en la niez. La
sombra que vacilaba al otra lado de la
puerta de cristal ampollado no tena
identidad, pero cuando Rosa abri la
puerta la complacencia ilumin su
rostro: la cuestin del piso desocupado
sobre el que haba prometido averiguar
algo.
La otra chica balance la gastada
bolsa de tela con borlas apoyada en su
cadera como el morral de un mulo de
carga. Se dej caer pesadamente en una
silla. Su mirada se pase por los
muebles de casa de los Burger, que
daban la impresin de estar
almacenados en esa habitacin. Respir
con la boca abierta y se lami los
labios.
Vaya faena encontrar este sitio.
No tienes mi nmero de telfono
del trabajo? Estoy segura de habrselo
dado a Ivy.
Puedo tomar un vaso de agua?
Preparar t. O prefieres caf?
Caf, si te da igual. Entretanto
puedo ir a buscar un vaso de agua?
Rosa Burger tena la vivacidad
adormecida de quien ha estado sola todo
el da antes de ser interrumpida. Incluso
podra haber estado contenta por la
llegada de la otra.
Por supuesto! desapareci en
una cocina diminuta. Se oy el crujido
del hielo sacado por la fuerza de su
contenedor, el borboteo y el
chisporroteo de un grifo. La visitante
guardaba la misma compostura que si no
estuviera sola en la habitacin.
Cuando Rosa volvi su cabello caa
de manera distinta; se haba pasado los
dedos por el pelo, tal vez, echndose un
vistazo en la deformante convexidad de
una superficie brillante. Sonri; la otra
se enter de que a veces Rosa era
hermosa. Un parntesis de
reconocimiento entre ambas, que
fugazmente incomod a Rosa.
El agua fue servida con las
atenciones mnimas del hielo y una
rodaja de limn; las dos chicas hablaron
de trivialidades el barrio, la tibieza
del da invernal mientras Clare beba.
No quiero llamarte al trabajo.
Rosa descart la delicadeza
implcita.
No pasa nada, saben que aqu no
tengo telfono. Tendra que haberte
informado sobre el piso, disculpa. Lo
mir pero est en la parte de atrs de
la planta baja y es terriblemente oscuro.
En realidad creo que no Pero al no
tener noticias tuyas Por qu no
pasaste por la oficina para verme en
todo mi esplendor?
No quiero ir all.
Clare quiso devolverle el vaso.
Rosa titube un momento, esperando que
su antigua amiga lo dejara en la mesa.
Ah con el vaso vaco acept la
evidencia de que no estaban hablando
del piso desocupado. El hervidor
rechin como un tren de juguete.
Conforme. Adelante.
Desde la cocina grit, hospitalaria:
Estar contigo en un momento.
Clare Terblanche no estaba en la
silla sino dando vueltas por la
habitacin. Delante del balcn traquete
con el tirador pero la puerta no se movi
del marco.
La cerradura est arriba.
Rosa volvi y permaneci a su lado,
mirando con ella hacia la ladera de
tejados y rboles que caan bajo el
edificio; entre plantas negruzcas de
hojas perennes, un cmulo de jacarandas
amarillentos antes de la cada de las
hojas, como una inversin de las
estaciones en el clido da de invierno.
Pero no vea qu tena en la imaginacin
la chica alta que haba ido a visitarla.
No deberamos salir?
Rosa sopl, indiferente.
Si t quieres.
Con amable consideracin rutinaria
se inclin y encendi la radio porttil
que estaba sobre una pila de peridicos
y discos. La curiosa expresin crtica de
Clare Terblanche se centr en el
tocadiscos, con sus dos altavoces en el
suelo. Rosa lo desenchuf, cerr las
puertas que daban a la cocina y al cuarto
de bao, se sent bien! delante del
caf. La antena de la radio estaba
replegada y la recepcin resultaba
enturbiada por los parsitos.
En ese edificio donde trabajas
ahora. All muchos abogados tienen su
bufete, no?
La totalidad de la Sptima y
octava planta. Comparten una biblioteca
jurdica y una cantina; mejor dicho, un
refectorio.
La voz del anunciador recitaba, con
la promiscua intimidad de su medio de
comunicacin, una lista de saludos
amatorios, de cumpleaos y
aniversarios, para reclutas que cumplan
el servicio en zonas fronterizas y para
Robert Rousseau hola Bob, de
Dawn y Flippy, Mami y Papi, siempre
pensando en ti
Y es verdad que la mayora de
oficinas del edificio usan una sala con
fotocopiadora y multicopista que les
pertenece?
Aunque Clare Terblanche no vea las
oficinas, donde de vez en cuando
chocaba una paloma contra los cristales
ahumados de color topacio como un tiro
disparado desde la calle, mucho ms
abajo, y se rompa el cogote, Rosa vio
ahora lo que Clare vea. Hennie
Joubert, tu novia Elsabe Una
expresin de reconocimiento, de
expectacin sin sorpresa, una nostalgia
casi, arrug apenas la piel
delicadamente oscurecida en torno a los
ojos de Rosa.
No s qu hace la mayora. Creo
que slo algunos. La empresa de Barry
Eckhard tiene un acuerdo.
te echamos muchsimo de menos,
cario tambin Patricia, To Tertius
y Ta Penny de Sasolburg
Entonces la otra Clare supo, o
confirm una esperanza:
Eckhard tiene un acuerdo en el
punto de partida interior de cada ceja se
erguan unos pocos pelos como los de su
padre, Dick pas erizadas que
intensificaban su rostro. Se frot con la
voluptuosidad que da la satisfaccin; el
eczema descascarillado cobr vida y
una mancha de bruma roja apareci en la
piel sana y blanca de ambas mejillas.
Supongo que no la usas t
personalmente.
te quiero mucho y espero verte
pronto
Rosa Burger se mostr desenvuelta y
predispuesta a informar. No era fcil
orla y la otra chica se concentr en el
movimiento de sus labios.
En general lo hace un empleado.
Cuando necesito una fotocopia se la
pido a l.
Segn creo la sala est en el
segundo piso.
As es.
pensando en ti, Dios te
bendiga
La dejan cerrada con llave?
Est abierta mientras funcionan
los bufetes. La mayora de las oficinas
tienen el mismo horario. Pero es intil,
Clare la misma sonrisa irrebatible,
exigente, con que su padre invada la
vida de la gente logrando que hiciera
cosas.
Clare Terblanche lo interpret como
una negativa.
Naturalmente, lo s. Te vigilan
ahora ponan msica, el grito de muecn
de un cantante pop. Si empezaran a
verte abajo no duraramos una semana.
No me refiero a ti. Pero si pudieras
conseguir la llave durante una hora. Slo
la llave. Slo el tiempo suficiente para
que hagamos un duplicado. Nadie se
enterara. Alguien ir entre la
medianoche, cuando se ha marchado la
gente de la limpieza, y las primeras
horas de la maana. Esta persona
llevar nuestros propios rollos de papel
para que no puedan rastrearlo; no ser el
mismo que usan normalmente all.
No sirve, es intil una compleja
secuencia de tamborileos haba
sustituido al cantante.
En el despacho de Eckhard hay
una llave? Qu ocurre cuando los
tribunales estn en perodo de clausura y
los abogados se toman vacaciones?
Los ojos de color piedra de luna
bajo toques de sombra devolvieron la
mirada sin buscar la evasiva o la
escapatoria.
El servicio de fotocopias sigue
operando. Tenemos una llave, s. Por si
nuestra oficina tiene que usar la sala
despus que cierran los bufetes.
De modo que las dems empresas
del edificio que la usan tambin tienen
una llave exactamente. Slo
necesitamos la llave de Eckhard unos
veinte minutos! A la hora de almorzar; la
devolveremos antes de que nadie se d
cuenta.
La resistencia las acerc ms y ms
aunque ninguna de las dos se haba
movido.
El cuerpo de Rosa Burger, ms que
su semblante, expresaba una abierta
obstinacin los brazos cados a los
costados, las manos con las palmas en
los asientos, metidas y ocultas debajo de
los muslos hbilmente acomodados,
obstinacin que acometi a la hija de los
Terblanche como una exigencia que no
comprenda ms que como una negativa.
Tembl al borde de la hostilidad; por un
instante cada una tuvo conciencia de la
otra en su condicin de mujer.
Los recatados muslos de Rosa
Burger cerrados en el contorno huesudo
del pubis en los tjanos encogidos, un
largo cuello bronceado por el sol con la
cavidad de la clavcula donde estaba
callada, sin nervios, inmvil poda
verse el latido del pulso: la novia de
Noel de Witt; tambin la amante de un
sueco (como mnimo, entre los que se
conocan) que haba pasado por all, y
un silencioso barbudo rubio, no alguien
del ambiente, tampoco l.
Un cuerpo con la seguridad de los
abrazos, as como una inteligencia
cultivada da lugar a una mente. Los
hombres lo reconoceran de una ojeada,
as como la otra podra reconocerse en
una palabra.
Clare Terblanche la vieja
compaera de juegos que haba sido
gruesa y robusta como un osito de felpa,
las piernas y los brazos pequeos con la
misma forma simplificada, velluda,
oliendo dulcemente a jabn Palmolive
tena una carne sin relieve. Viva en su
interior, empleando ahora tilmente unas
piernas largas y fiables que adelantaban
una cadera tras otra hasta que encontr
el piso. Mala circulacin (que se notaba
en la palidez y el rubor de las mejillas),
pechos cerrados sobre si mismos, una
suave extensin de vientre para albergar
hijos. Un cuerpo que no tena seales;
sera cada vez ms grande y al mismo
tiempo ms modesto. Pocos hombres
encontraran all su camino, pocos lo
buscaran.
Entre ellas estaba la mesa al nivel
de sus pantorrillas; msica y voces,
sentimientos adulterados, emociones
generalizadas, la exposicin pblica
haciendo las veces de necesidad
privada.
y una para Billy Stewart.
Billyboy apuesto a que as te llaman en
casa pero sea como sea Billy la abuela
y el abuelo Davis estn orgullosos de ti
sigue sonriendo todos en casa te
queremos y te esperamos mi
queridsimo Koosie.
De improviso Rosa se levant y
apag la radio.
Quieres ver el piso de todos
modos?
Clare Terblanche no respondi.
Bebi su caf a lentos sorbos que ambas
oyeron.
Bueno.
Pareca castigada, apaleada.
En la puerta se detuvo y se volvi
hacia la chica que iba detrs de ella.
Es slo esto lo que no quieres
hacer?
No soy la nica superviviente.
Sus suelas de goma producan el
mismo crujido abrasador de dedos
raspando una pelota con el que Tony
sola atormentarme cuando ramos
pequeos. Busqu la llave de inmediato
(debi de parecerle irnico) en la
portera y bajamos los resonantes
peldaos de hierro de la escalera de
incendios. En el piso desocupado haba
un viejo listn telefnico, toda una
poblacin de polillas en el cuarto de
bao, cucarachas en la cocina, una
compresa seca que haba adquirido la
forma rgida en que haba sido usada,
dejada en el interior del aparador que
abr para mostrarle el espacio de
almacenamiento que haba. Ambas
quedamos debidamente impresionadas
por este ejemplo de los hbitos
civilizados a que se dedicaban los
blancos para defenderse de la
degradacin negra (ste es el tipo de
reaccin que me colma cuando vuelvo
con los de mi propia especie). De
cualquier manera, las dos somos chicas
muy bien educadas, quisquillosamente
clase media en muchos sentidos
recuerda el alto nivel de confort que
observaste en casa de mi padre
aunque si la pertenencia de clase de
nuestras respectivas familias hubiera de
definirse correctamente segn su lugar
en las relaciones de produccin, ella era
de la clase trabajadora y yo no. Los
nuestros nunca han sido sucios ni pasado
hambre aunque la crcel y el exilio son
lugares comunes de la vida familiar para
nosotros. Ser blanco constituye una
definicin por oposicin que mi padre y
su madre ya discutan bailando al son
del gramfono en el club de
trabajadores. Cerr el aparador con una
breve exclamacin.
Los cables haban sido arrancados
del zcalo donde se enchufaba el
telfono. El olor del cigarrillo de Clare
reptaba como un animal suspicaz. Libres
incluso de testigos inanimados, no
sabamos cmo escapar la una de la
otra al menos ella no saba cmo
hacerme sentir rebajada por mi negativa.
Por el contrario, yo tena conciencia de
una desagradable fortaleza que de m
pasaba a ella. Es ms bien apagada que
fea, una mujer sin orgullo sexual en
tanto hembra no tiene la menor visin de
s misma que le permita desviar la
atencin que los dems fijan en sus
defectos fsicos. Su postura me irritaba.
Clare Terblanche siempre estaba as,
como un trpode que alguien hubiera
dejado caer desmaadamente, sin flujo
de movimientos a sus espaldas o
proyectado al frente, La explicacin es
comn y corriente: patizamba. Por qu
Dick e Ivy no la hicieron tratar de
pequea? La caspa y el eczema que sta
provoc eran de origen nervioso. Por
qu fingimos no notar esta dolencia?
Porque era poco importante. Clare
saba que yo vea su torpe postura, los
atormentados manchones de piel
inflamada y levantada, despojada de su
contexto familiar. Pobrecilla; ella saba
que yo pensaba: pobrecilla. Soy capaz
de soportar los silencios de otros sin
desconcierto; senta piedad y
curiosidad, cierta crueldad. Podra
haber alargado la mano y haberle
apretado rudamente por el hombro,
nadie poda ornos, ninguna voz de
buena voluntad barata revestira la
indiscrecin y disfrazara la hereja. No
puedo levantar la voz; no est en mi
naturaleza, ni siquiera cuando soy
insolente. Le pregunt por qu segua en
eso.
No estaba segura de haberme
comprendido. O me entendi al instante;
yo tena la impaciente sensacin de
formar parte de su proceso mental;
permanec horrorizada ante lo que slo
existe una vez que se ha expresado.
Intent una interpretacin como
referencia especfica: sin m, sin las
fotocopias del edificio de Barry
Eckhard encontrara otra posibilidad.
Aunque (a medias ofendida, a medias
apelando a la compasin) por el
momento, maldito si saba cmo.
Empec a recitar una liturgia ntima:
El pueblo ya no tolerar. Por
derecho de nacimiento. Ha llegado el
da en que el pueblo exige.
Me mir como si hubiera gritado.
Yo habl sin inters, nada ms.
Cuando ves informes de las
pruebas en los peridicos, no te suena
ridculo? Aun los equipos de tinta
invisible, los pasaportes falsificados,
los planes secretos guardados como
fundas de tintorera, las campaas por
correo, la misma historia antigua de
gente a la que alguien se acerca y se
convierte en testigo pblico despus de
haber pasado la lengua por unos cuantos
sobres Tienes que rer, no puedes
evitarlo; es pattico. Imprimirs tus
boletines o enviars tus folletos. Ya est
todo decidido, desde el principio, desde
antes de que t comenzaras. Unos trozos
de papel, unos meses y te pescarn. Te
rastrearn fcilmente o alguien en quien
has confiado recibir veinte rands y te
vender. Una enemiga del pueblo
Desaparecers con la detencin. Quizs
abran una causa y aparecer un abogado
que intentar buscar atenuantes,
avergonzndote al hacer que los viejos
lemas signifiquen menos an de lo que
significan.
Su cara lentamente endurecida y
concentrada ante m a la manera en que
las caras de los pacientes del hospital
registran haber recibido la inyeccin,
liberando la sensacin de una sustancia
en el torrente sanguneo.
Y te encerrarn. Como a ellos. Y
saldrs. Como ellos. Hemos visto a Ivy
y a Dick y a Lionel.
Las lgrimas eran lentes de aumento
sobre sus ojos y tuvo que mantenerlos
muy abiertos para que yo no las viera
caer.
No saba cmo decirme,
precisamente a m, lo que saba que
sabamos. Cualquiera podr leerlo en la
semblanza crtica de la vida de mi
padre que no revela ninguna
informacin til sobre la forma en que
se lleva a cabo la lucha en el presente,
me lo han asegurado. No hay nada ms
que fracasos hasta el da en que se
alcance el Futuro. Este es el nico xito.
Otros en campaas concretas con
objetivos concretos, contra las leyes de
pases, contra la desposesin forzosa de
la tierra conduciran a reformas
paulatinas. Estas acciones fracasan una
tras otra, han fracasado desde antes de
nuestro nacimiento; fracasos fueron los
acontecimientos de nuestra infancia,
fracasos son las circunstancias normales
de nuestra edad adulta tus padres bajo
arresto domiciliario, mi padre muerto en
prisin, mi noviazgo en la sala de las
visitas de la crcel. En esta experiencia
de ser aplastada en cuestiones
individuales, las masas llegan a
comprender mejor que de cualquier
otro modo que no hay otra salida: el
poder estatal debe ser derrocado.
Fracaso es la herencia de resistencia
acumulada sin la cual no hay revolucin.
El captulo empezar con una mxima de
Marx que Lionel Burger pronunci
desde el banquillo antes de ser
condenado. Sera muy fcil hacer la
historia universal si la lucha slo se
emprendiera en condiciones de
posibilidades infaliblemente
favorables.
Sus palabras machacaron, aferradas
a la indignacin y se deslizaron hacia el
desaliento:
Pero Rosa! Ellos han pasado lo
peor. Para nosotras ser diferente.
Ocurra lo que ocurra, tenemos la suerte
de haber nacido ms tarde.
De pronto nos sumergimos,
temerarias en la confesin,
amalgamando las cosas prohibidas de la
vida.
Exactamente lo que dice tu padre.
Lo que ests haciendo tiene algn
sentido para ti?
Deba de tener la mirada que tuve yo
para ti cuando me describiste cmo
observabas a tu madre y su amante
jodiendo en el cuarto de huspedes. Ella
afrontara lo que le pusieran delante sin
permitirse verlo, como hice yo.
Forma parte de la estrategia de la
lucha. En la fase presente todava.
Eso es todo. Pero t ya sabes.
Claro que s. Podra haber citado la
definicin del general Giap sobre el arte
de la insurreccin como sabidura para
encontrar las formas de lucha
apropiadas a la situacin poltica de
cada etapa. Las grandes huelgas de
obreros negros en Natal con las que su
madre se habr visto comprometida
aunque en principio fueran espontneas,
son un ejemplo de la observacin de
Lenin en el sentido de que el pueblo
percibe antes que los dirigentes el
cambio en las condiciones objetivas de
lucha, s. Pero la necesidad de
propaganda poltica persiste. Alguien
tiene que fotocopiar la carta abierta de
Vorster. A riesgo de estimular el
aventurerismo, persiste la necesidad de
asignar un papel a los pocos
revolucionarios blancos. Ya en 1962
est documentado que mi padre fue uno
de los que por fin mayoritariamente
negros en la sexta conferencia
clandestina del Partido Comunista
Sudafricano alcanz la perspectiva
ltima, la integracin ideolgica, la
sntesis de una dialctica de veinte aos:
es tan imposible concebir el poder
obrero separado de la liberacin
nacional como concebir la autntica
liberacin nacional separada de la
destruccin del capitalismo. El futuro
por el que vivi hasta el da de su
muerte slo puede ser alcanzado por los
negros con la participacin del reducido
grupo de revolucionarios blancos que
han resuelto la contradiccin entre
conciencia negra y conciencia de clase,
capacitados para hacer causa comn
incondicional con la lucha por la
liberacin total, por ejemplo una
revolucin nacional y social. Es
necesario que estos pocos entren
clandestinamente en el pas o sean
reclutados en el interior entre los
riesgos desfavorables, periodistas
romnticos y estudiantes, y tambin entre
los riesgos favorables, los hijos,
amantes y amigos de la vieja guardia,
para que sean cogidos entre los dedos
de la Rama Especial uno por uno, en
plena posesin de su tinta invisible, sus
fondos clandestinos, sus llaves
(proporcionadas por otro tipo de riesgo
desfavorable) de las oficinas de
destacados financieros con
fotocopiadoras. Estas cosas son
ridculas (como el dibujo grosero de
un nio representando el misterio
primitivo del acoplamiento) apenas
poda creer en la estpida osada,
cuando levant los hombros para evitar
la carcajada vergonzosa que se abra
camino ms all de mi expresin de
ocultamiento nicamente si uno se
aparta de su papel histricamente
determinado y no sabe interpretar su
significado. Estos son nosotros somos
los instrumentos de lucha apropiados
para esta etapa. La mir, provocadora:
Qu conformistas, los hijos de
nuestros padres!
Dick e Ivy conformistas!
volvi el rostro en mi direccin.
Ellos no nosotras. Nunca lo
has pensado? Otra gente escapa. Vive
una vida distinta. Los padres y los hijos
no se entienden no tienen nada que
decirse. Una especie de seguro natural
contra la repeticin Nosotras no.
Vivimos como ellos vivieron.
Oh, las libertades burguesas. Para
nosotras eso no es posible. Queremos
otra cosa. Caray, no tengo que pelear
con mis pobres viejos por eso aunque
me fastidian en muchos sentidos, sobre
todo mi madre. Ellos quieren lo mismo
que yo.
Pero tuviste alguna opcin?
Pinsalo.
S supongo que si quieres ver
las cosas de esa manera Pero no!
Rosa! Qu opcin? Rosa? En este
pas, bajo este sistema, viendo como
viven los negros qu tiene que ver la
opcin con los padres? Qu otra cosa
podras elegir? ahora estaba excitada,
tena la chispa de quien siente que est
ganando influencia e hizo retroceder las
lgrimas no cadas a travs de su nariz,
en feos resoplidos. Es un axioma: los
defectos que ves en los dems suelen ser
los propios; los crticos se desprecian a
s mismos. Pero esto es distinto. No se
trata de la paja en ojo ajeno. Esa chica
de la que me apiad, a la que estaba
dirigida mi curiosidad, tan diferente de
m en los aspectos poco
importantes la observaba como si
fuera yo misma. Quera algo de la
vctima que haba en ella y tal vez lo
consegu.
Por lo que a ella se refiere,
confundi el calor de mi determinacin
con calidez entre nosotras pero yo
slo senta eso por sus padres. Clare
senta que haba establecido un nuevo
contacto distinto al de la infancia
superada. Atrada por la posibilidad de
su amistad conmigo es ms falta de
gracia que tmida, est acostumbrada a
esquivar las bofetadas de rechazo
olvid que le nos haba fallado en
nuestro estilo de vida. Como un puo
cerrado se abre para mostrar sus
tesoros, fragmentos de piedra en los
ojos de una extraa, me habl del
hombre del que estaba enamorada,
dudando en decir su nombre y finalmente
ocultndolo. No pude evitar que me
contara que la chica y el beb, su amiga,
la que tena un hijo para la que
buscaba el piso estaba casada con l
aunque no vivan juntos. La chica era
una persona fabulosa, se llevaban
realmente bien. Es hija de un
profesor, un compaero de mi padre que
huy tiempo atrs y da clases en un pas
negro. Rehn del profesor para el futuro:
Clare Terblanche la reclutar, si la
observacin de que se llevan realmente
bien no significa ya que vendr desde
Ciudad del Cabo porque la estrategia de
la fase actual lo requiere. El amante, el
marido tambin es de los nuestros.
Los celos y la angustia entre los tres
(vendr la hija del profesor con la
intencin de recuperar a su hombre?), es
algo que, saben, no deben permitir que
entorpezca lo que tiene que hacer. Clare
Terblanche se frotar exasperada los
manchones pelados como pintura
descascarada en su pobre entrecejo y
regaar a su madre, Ivy, que (surge
entre amigas durante la confesin) est
trabajando con el amante en su comisin
de salarios. Pero el orgullo y la culpa de
Clare Terblanche por acostarse con el
hombre de otra, la tentacin de ser
preferida, el dolor de ser rechazada
nadie sabe cmo se resolver (es la
clase de cosas que preferimos dejar a
las revistas del corazn), no
interferirn el trabajo que debe hacerse.
Slo la gente que se revuelca en el
presente se expone. Mi madre no llen,
como exigi Lily Letsille, ese agujero
en el que se ahog mi hermano. La
piscina sigui proporcionando placer a
otros, nios negros que nunca haban
estado en una piscina antes de aprender
a nadar con mi padre.
Clare Terblanche decidi que el piso
no era adecuado. Quizs ahora que me
haba hablado de las circunstancias
especiales de su relacin con la
inquilina en perspectiva no quiere que
sta viva en el edificio donde yo podra
tropezar con las dos y ella sabra que yo
las estara viendo a la luz de la
confidencia que me haba impuesto y
que ya lamentaba.
Justo cuando salamos se distrajo o
se agit un instante pens que habra
olvidado algo, que haba dejado un
cigarrillo encendido. Se arrodill
rpidamente, arranc unas hojas del
listn telefnico y se acerc a zancadas
al aparador. Recogi la compresa entre
varias hojas, la levant sin tocarla e
hizo un tosco paquete. Despus no saba
dnde dejarlo: no hay cubos de basura
en un piso desocupado. Afuera, en la
escalera de incendios, alguien haba
abandonado unas cajas. Levant las dos
de arriba y enterr su carga. Volvi a
acomodar las cajas y sali con paso
majestuoso delante de m, como si se
hubiera quitado de encima un cadver.
Slo la paloma podra encontrarte,
sa es la idea. Ninguna reclamacin del
mundo llega al arca. Mientras hus,
jvenes valerosos a quienes dan la
bienvenida los peridicos locales en
cada puerto extranjero, friegas las
cubiertas a modo de absolucin y comes
el pan de una inocencia que no puedes
asumir. Lionel habra explicado por qu.
Si lo hago yo, dirs que se debe a que
soy su hija, expresando con tono
rimbombante que las ruecas y el pan
integral de salvado que solas hornear
en la casita no pueden restituir algn
paraso imaginario de produccin
precapitalista. La gente no deja morir a
Lionel, o lo que le adjudican
sabidura, responsabilidad
sorprendentemente respaldada hasta el
punto de la arrogancia no morir con
l dejndolos en paz. Pero los fieles no
conmemoran la fecha de su muerte, no
tienen por qu hacerlo; los sentimientos
quedan para aquellos que no saben cul
es el paso siguiente. Flora me enva
lirios espaoles cargados a la cuenta de
William en una florera. El hombre que
est escribiendo la biografa me
telefonea para preguntarme si prefiero
dejar la cita de hoy para otro da.
Haba dos cartas detrs del ala
abatible de lata que lleva mi nmero en
el bloque de buzones del vestbulo,
grises como celdas. Una era en sueco.
Le un prrafo entero sin saber quin era
el remitente; era manuscrita y todas las
que haba recibido de l antes venan
escritas a mquina. Es extrao no
conocer la letra de alguien con quien has
hecho el amor, no importa por qu ni
cunto tiempo atrs. Haba abrigado la
esperanza de poder decirme que por fin
la pelcula sobre Lionel sera
distribuida en Inglaterra, pero las
negociaciones haban fracasado. Tendra
que esperar hasta que ocurriera en
Sudfrica algo que volviera a despertar
el inters. En este momento era ms
fcil vender material relativo a
Mozambique y Angola. Le haba
complacido enterarse de que un ala de la
Universidad Patricio Lumumba de
Mosc lleva el nombre de mi padre.
Haba escrito un breve artculo sobre
este tema y esperaba verlo publicado
pronto. Como su pelcula no ha
satisfecho sus esperanzas de darse a
conocer, para l la poca en que Lionel
estaba vivo en la crcel no parece, como
para Lionel y para m, tan lejana. En el
caso del sueco el xito est ligado a lo
que an no se ha logrado.
La otra carta era en realidad una
tarjeta, apretadamente escrita en la parte
interior. Yo no saba que vendieran
tarjetas para aniversarios de
defunciones barbas, dorados,
ramilletes, el tipo de cosas de las que
ests a salvo por haber roto amarras: el
ordenamiento de las respuestas
apropiadas para todas las ocasiones, lo
que t solas llamar amor consumista,
Conrad. Le primero la firma; alguien la
haba hecho por los dos: To Coen y
Ta Velma, pero evidentemente era ella
sola quien la remita. Segua tan
convencida como siempre de sus
sentimientos hacia m, ltimo miembro
de la familia de su hermano. Siempre
ser bienvenida en la granja si quiero
descansar tranquila. No dice de qu
actividad, no quiere saberlo por si se
trata, como en el caso de su hermano, de
algo que teme y desaprueba hasta lo
inconcebible. Mejor as. No propone
expectativas ni reproches. La granja
siempre est all. Y lo cree: para
siempre. El futuro es lo mismo que el
presente. La granja ser ocupada por sus
hijos, eso es todo. Quizs habr
mejoras: el cambio es la automatizacin
de los establos de ordee y la
televisin, prometida para un futuro
cercano. Mi prima, la tocaya de Ouma
Marie Burger, est recorriendo el mundo
en el presente. Trabaja con la junta
exportadora de ctricos y la han enviado
a las oficinas de Pars. No es
fantstico? Tuvo que aprender francs y
lo capt enseguida tiene un cerebro
Burger, naturalmente. Ta Velma
piensa, sencillamente, en mi padre. Los
Nel nunca han tenido la menor dificultad
en conciliar el orgullo de pertenecer a
una familia notable con la certeza de que
el mienbro que la hizo destacarse segua
ideales perversos y horripilantes. Hasta
el to Coen est contento de que lo
conozcan como el cuado de Lionel
Burger. Fuera lo que fuese mi padre para
ellos, todava acecha en sus conciencias.
Algo ms en la carta del sueco:
quiere un cinturn de cuentas como el
que compr aqu, recordaba yo dnde?
Se trata de una tienda de obras de
caridad, donde comercializan los
objetos que hacen las tribus negras para
su propio uso y adorno, y no de
artesana para turistas. Como la mayora
de empresas no lucrativas, la
administracin no es suficiente y no
albergu grandes esperanzas de que
quien estuviera a cargo pudiera
recordar, para no hablar de estar
dispuesto a molestarse en obtener, un
cinturn de una artesana especfica. La
carta era precisa; deca Baca, pero
pens que ms probablemente sera del
Transkei o de Zululandia. Sheila
Itholeng estaba all, como todos los
sbados por la maana, para limpiar el
piso y lavar la ropa: la habitacin cobra
vida. Cocina harina de maz mientras yo
fro huevos con bacon; desayunamos
juntas, como una familia. Ninguna de las
dos tiene marido pero ella es madre de
una nia. Compr lpices de pastel y
plastilina para la pequea Mpho, pero
debajo de la mesa, alrededor de nuestras
piernas, jugaba a lustrar el suelo con un
trapo, su culito ms alto que la cabeza,
sus talones sonrosados sobresalientes,
en la postura exacta que adopta su madre
cuando friega.
Aunque Barry Eckhard no hace
trabajar a sus empleados los sbados,
fui a la ciudad. En medio del trfico
repentinamente empec a tratar de
considerar este da como algo tan
especfico como el cinturn de cuentas
hecho a mano que estaba buscando, la
reproduccin del da en el que, esta vez
un ao atrs, Lionel todava viva,
aunque a la hora de almorzar sera el da
de su muerte. El y mi madre fueron una
vez a visitar la tumba de Lenin, me han
dicho. Desfilaron, irreconociblemente
embozados para protegerse de un fro
que aqu no existe, al igual que lo sigue
haciendo una cola interminable. Todo
mes de noviembre desfilar ante la
muerte de mi padre, el mismo da una y
otra vez, con cielos de tormenta de
verano y jacarandas callejeros brotando
febrilmente en purprea tensin; las
estaciones slo pueden repetirse a s
mismas, no tienen futuro. En el banco
del parque tambin se perciba un estado
de reiteracin.
Un cordn policial flanqueaba toda
la fachada del edificio donde est la
tienda de artesana africana. Perros
alsacianos sujetos con correas a sus
portadores mantenan a raya a los
transentes, pero stos aguardaban
impasibles, los negros sosteniendo las
bicicletas de reparto, familias con hijos
que salen de compras los sbados,
parejas con los brazos colgando de los
hombros o de la cintura de los tjanos
del otro, esperando su espectculo, tanto
fuese un grupo pop negro que transforma
los ritmos de la calle, un suicida que
vacila en un antepecho, la trampa de una
bomba. Supe de inmediato de qu se
trataba: hombres y mujeres de aspecto
tan corriente asombroso! como el
de ellos mismos, arrestados y seguidos
por ms policas, estabilizando con las
mandbulas sus cargas de papeles y
mquinas de escribir. El edificio
albergaba organizaciones cuyas
instalaciones suelen ser sometidas a
redadas. No esper a ver de cul se
trataba esta vez; la asociacin de
estudios negros o los clrigos militantes,
todos sospechosos de fomentar los
objetivos que a mi padre y sus
compaeros llev tantos aos formular.
Reinaba el silencio entre el gento que
esperaba sin hacer nada, como caballos
atados con ronzales. Una mujer con un
bulto de negra en la cabeza y la cara
afilada, de nariz larga, que suele
aparecer cuando hay un ingrediente de
sangre blanca, borracha o un poco loca,
se diriga a todos desde el orificio
redondo de su boca.
Pueteros cabrones blancos.
Pueteros policas cabrones dos
jvenes negros que usaban camisetas
con la inscripcin PRINCETON
UNIVERSITY y KUNG-FU
respectivamente, se rieron de ella. Un
hombre grit Tula, mama[9] y como un
perro extraviado que no sabe cul es la
fuente del ruido que hace la lata que le
han atado al rabo, ella refunfu:
Voetsak, voetsak, wena[10].
Segu de largo. La polica identifica
y registra a todos los que encuentra en
un edificio en el que hacen una redada.
Por qu razn creera la Rama Especial
que la presencia de la hija de Burger en
las inmediaciones se explica por su
intencin de comprar un cinturn de
cuentas que le haba pedido un ex
amante? Que otros protesten de su
inocencia, que se laven las manos como
Pilatos. As como la locura autorizaba a
esa chalada a gritarle a la polica, la
condena a cadena perpetua autoriz a
Lionel a decir desde el banquillo:
Sera culpable si fuera inocente de
trabajar para destruir el racismo en mi
pas. Si yo soy culpable de esa
inocencia, no ser la polica quien tenga
derecho a prenderme.
Algunos grandes almacenes tienen
departamentos donde venden artesana
africana. Hay oferta porque hay
demanda, la ola de nostalgia por lo
tnico en partes del mundo donde no se
atribuye a la tnia un propsito siniestro.
Generalmente exhiben objetos de moda
en lugar de nada que pueda entenderse
como cultura nacional; el cartel
COMPRE SUDAFRICANO se refiere a
productos manufacturados y no a los
cuencos tallados y collares de concha
que cuelgan por all, entre pequeos
artculos de piel y mostradores con
cosmticos. En las grandes tiendas
donde prob suerte no vendan
cinturones de cuentas pero pens que las
muequeras atltica y ortopdicamente
masculinas, con brillantes tiras de
plstico entrelazadas a travs de
agujeros en el duro cuero y que
siempre usaban los mineros nmadas
que las hacan podan ser tiles para
un escandinavo especializado en frica
y compr una, dios sabe por qu. La
inmensa y perfumada planta baja tentaba
a la gente a experimentar el placer de
gastar dinero, esa peculiar atmsfera de
deseo y ansiosa satisfaccin evidente en
las caras, apenas lo suficientemente
altas para apoyar el mentn en las
vitrinas, de los nios reunidos ante
mostradores llenos de chucheras, de las
mujeres que combinaban los colores de
su vestimenta por consejo de alguna
amiga ntima, de las parejas que
calculaban los precios; el espectculo
de objetos que nunca podrn poseer y de
aquellos que son un seuelo para que
dejen all el poco dinero que tienen, es
un despliegue que ansia la gente de los
pases del Futuro que mi padre visit
con sus dos mujeres. Cualquiera de los
artesanos mestizos y sus familias, o de
los estudiantes blancos que observaban
los arrestos a pocas manzanas de
distancia, era libre de entrar y ver
legtimas aspiraciones que no conllevan
ningn riesgo de castigo: lavadoras
totalmente automticas, relojes
electrnicos, botas de cowboy,
grabaciones de msica popular por
hroes que se inspiran en el vocabulario
de la revolucin para dar nombre a sus
grupos. Un acto de adquisicin. Tienes
que adquirir un yate para librarte de eso.
Una mujer que estaba a mi lado mientras
esperaba para pagar regaaba a su
hijito: No necesitas eso! Para qu lo
quieres? No es un juguete! Apretaba
firmemente un cepillo de charol para
quitar pelusa y no miraba a nadie a los
ojos. Con el codo apoyado en el
mostrador de cosmticos de enfrente, vi
la espalda semidesnuda de una negra
vestida con colores llamativos que
incluan, como efecto de conjunto, el
color de su piel. Las gamas ms audaces
y oscuras de azules y marrones
antiguos ideogramas de pez, pjaro y
caracol se extendieron en el
movimiento de dos omplatos
redondeados desde el declive mate del
cuello hasta su perfecto centrado en la
lnea hendida de la columna, ondulando
mientras la iluminacin sin sombras de
la tienda proyectaba all una escala
variopinta. La tela sugera tnicas pero
de hecho era ceida hasta el orgulloso
trasero que asomaba negligente en el
ngulo de la cadera que soportaba el
peso de su cuerpo, y se cerraba hacia las
largas piernas. Llevaba un turbante azul
y antes de que volviera la cabeza vi
titilar un aro de oro ms grande que una
diminuta oreja. Podra haber sido una
esplndida chica de conjunto, pero
pareca el prototipo de una reina ya
extinta en Gran Bretaa o Dinamarca,
donde todava existe este oficio. Era
Marisa Kgosana. Nos abrazamos; el
rostro profesionalmente neutro de la
vendedora blanca, protegida por su
maquillaje de cualquier seal de
reaccin, como los soldados de guardia
a quienes su uniforme impide parpadear
ante el sarcasmo pblico, aguardaba la
consumacin de la compra.
Tocar en simblico abrazo femenino
la encendida mejilla nocturna de Marisa,
ver enorme durante un segundo el
destello lacustre de su ojo, el rosa lila
de la parte interior de sus labios contra
los dientes de bordes traslcidos,
ingresar por un momento en el invisible
campo magntico del cuerpo de una
beldad y recibir en una misma impronta
el vaho del aliento y su rpido
desvanecimiento en un cristal fue una
inmersin en otro modo de percepcin.
Lo ms cerca que puede llegar una mujer
a la transformacin del mundo que el
hombre busca en la belleza femenina.
Marisa es negra; tambin prxima,
entonces, a la manera blanca de utilizar
la negritud como un camino para
percibir una redencin sensual, como
hacen los romnticos, o de percibir
temores, como hacen los racistas. En
casa de mi padre, lo uno era el anverso
de lo otro, las dos caras de la falsa
conciencia. Estoy en condiciones de
sumar este dato a las notas de
cualquiera. Pero incluso en esa casa la
negritud era un medio de percepcin
sensual-redentor. A travs de la negritud
es revelado el trayecto que lleva al
futuro. Los descendientes de Chaka,
Digane, Hintsa, Sandile, Moshesh,
Cetewayo, Msilekazi y Sekukuni son los
nicos que pueden llevarnos all; el
espritu de Makana est en Robben
Island como intercesor ante Lenin. Sipho
Mokoena, que haca cometas para Tony
y mostraba a los nios el desgarrn que
haba hecho una bala en la pernera de
sus pantalones; Gana Makabeni, que fue
padrino de la boda e Isaac Vulindlela,
que dej a su nico hijo Baasie al
cuidado de mis padres; Daniel, el
camarero de mi to Coen Nel; el
vigilante que te lleva dinero para las
apuestas los arrugados pies negros de
planta plida desnudos en la piscina y
asimismo los rostros negros de la
mayora en el ltimo congreso
clandestino al que pudo asistir mi padre:
en la unin del Can blanco y el negro
Abel, una nueva hermandad de la carne
es el rumbo hacia la fraternidad
definitiva. La madura vendedora de
cosmticos y los pocos compradores no
demasiado ensimismados que levantaron
la vista vieron que una negra besaba a
una kaffirboetie. Eso es todo. No
percibieron nada ms. Esa casa estaba
ms cerca de lo que yo supona de
alcanzar su clase de realidad a travs de
tu clase de realidad. T y yo
discutamos en la casita. Sexo y muerte,
dijiste. La nica realidad. Tendra que
haber sido capaz de explicar el elemento
de sensualidad que habra cualificado
las experiencias de esa casa para que t
las consideraras reales. Lo sent en
presencia de Marisa, despus de tanto
tiempo; el bienestar con Baasie en la
misma cama cuando la oscuridad haca
que la casa crujiera cargada de
amenazas.
Marisa estaba comprando crema
facial; probaba distintas marcas en el
dorso de la mano acomodada para que
la vendedora la atendiera desde el otro
lado del mostrador. La mano llevaba su
insignia de sortijas y brillantes uas
largas, a la manera en que un general usa
galones dorados y las cintas de sus
campaas. No opinaba yo que ola
excesivamente a una tarta dulce?
A m me huele a fruta pasada.
Violetas, seora dijo
seriamente la vendedora.
No, no, no le iba; pero Marisa no
quiso llevar la otra marca que el rpido
vaivn de un dedo blanco frotaba en su
tez de ciruela oscura.
Sabes cunto cuesta sta, Rosa?
Prefiero tener arrugas la vendedora le
mostr otra, un tubo, francs aunque no
muy caro, se usa muy poco y cunde
mucho, est aromatizada con hierbas.
Marisa tena el aire de quien nunca se
muestra indecisa. De acuerdo. Me
llevo sta. El esmalte de uas, la crema
y nada ms. Rosa, si ests trabajando en
ese edificio, me tienes a la vuelta de la
esquina! Estoy en el despacho de un
abogado. Alguien que encontr Theo
ro, compartiendo nuestro
reconocimiento de que todos usbamos a
Theo, de nuestra dependencia de l en
los juicios de su marido, Joseph
Kgosana, o mi padre, como mujeres que
comparten la confianza en un buen
mdico. Acabo de empezar, no hace
ni siquiera una semana entonces me
dieron permiso para una visita. Acabo
de volver de la Isla.
Qu esplndidamente lo haca! En
una oracin ella y yo estuvimos solas;
aunque la rubia madura que se haba
puesto las gafas que colgaban de una
cadena dorada para hacer la factura
comprendiera de qu isla se trataba, ni
ella ni los clientes que andaban por los
pasillos bajo luces y perfumes
alcanzaran el nivel de inteligencia de la
mirada con que Marisa me sostena.
Bastaba un cambio de tono entre
nosotras. Para Marisa parece fcil. No
necesita encontrar una expresin
solemne, reconocer la distancia que hay
entre la crcel y el mostrador de
cosmticos. Ella no se encierra, no se
pone a cubierto, no se paraliza como yo.
No tiene que recurrir a plantear las
cosas delicadamente ni explicarse a s
misma por temor a que la interpreten o
la juzguen mal. El desafo y la confianza
no se lamentan; su belleza y la forma en
que la asume son ms fuertes que
cualquier declaracin.
Cmo estaba l? Cmo estn
todos? Cuando hablamos de ello, de los
presos que han sobrevivido a Lionel, el
tono es deliberadamente banal, una
afirmacin de que no es posible
aislarlos, de que siguen participando de
la vida cotidiana por gruesos que sean
los muros o encrespados los mares entre
el destierro y el terruo.
Est muy bien. Soy yo quien
resisti mal la tormenta. Es verdad
las inclemencias del tiempo, realmente!
Soplaba un vendaval en Ciudad del
Cabo! No te imaginas lo que fue eso. El
primer da el barco no pudo salir. Al
siguiente, los policas de mi escolta no
estaban muy entusiasmados pero yo les
dije, miren, insist, aqu est mi permiso,
slo tengo autorizacin para estar tres
das fuera de mi distrito de modo que
embarcamos. Me sent muy mal. Cielos!
Alguna vez te has mareado en el mar?
Pero me aguant. Y not que ellos
estaban mucho peor que yo. Lo primero
que me dijo Joe fue: Marisa, mrate
algo anduvo mal y no me lo dijiste en tus
cartas! Hizo que su carcelero me trajera
caf s, como lo oyes: mi mujer
necesita tomar algo caliente. As de
sencillo. El otro obedeci como un
corderito.
Fue una visita de contacto?
recuper fcilmente la jerga de las
visitas a la crcel. Siempre vuelve a m
el lenguaje que aprend de nia. Por
capricho del jefe de carceleros vea a
mi padre en una escueta habitacin (los
muebles eran los indispensables para un
interrogatorio, dos sillas de respaldo
recto y una mesa, con lo que siempre
estaba presente el propsito de esas
salas) o al otro lado de la reja metlica
a travs de la cual poda tocar la mano
de mi prometido.
Pregunt por ti y te enva
recuerdos la simetra de su
encantador rostro sonriente torn la
mentira en ofrenda. Haca tanto tiempo
que no la vea y que l no tena noticias
mas por su intermedio que era
improbable que hubiesen pronunciado
mi nombre. La gente experimentada no
malgasta el tiempo precioso de las
visitas; todo lo que ha de ser dicho por
ambos es elaborado y encajado por
adelantado en el lapso asignado. Pero yo
s preguntaba por los otros con su
nombre propio, Mandela, Sisulu,
Kathrada, Mdeki, los negros con quienes
mi padre trabaj en una intimidad cuya
naturaleza no puede comprender ninguna
persona ajena, nadie que observe cmo
arrestan en la calle a gente que no ha
robado nminas ni pasado drogas.
Marisa repiti las bromas de los
prisioneros, me cont qu estaban
estudiando, si haban perdido o ganado
peso, deriv hacia el cotilleo acerca de
los logros o problemas de sus
familias mientras verificaban sus
compras, dudando entre agregar o no tal
o cual artculo, contando el dinero en el
buche de un enorme y elegante bolso,
con sus largos dedos curvados en las
puntas de las brillantes uas, como las
piernas de un insecto extico que tantea
a su presa. No, no quiero un paquete,
prefiero una bolsa de plstico una de
las que est por all ir bien, s, sa y
mientras la mujer de atrs del mostrador
se volva para buscar el cambio:
Cuando una tiene prisa lo mejor es pagar
en efectivo Si una negra saca un
talonario de cheques yo slo uso el
mo cuando estoy dispuesta a perder el
tiempo mientras se disculpan y se lo
llevan a t-o-d-o-s sus gerentes y en el
mismo murmullo vivaz y distrado, hizo
una sugerencia, con la mirada inquieta
sobre la vendedora, la cabeza echada
hacia atrs con impaciente gracia. Mi
nia ha ido a buscar unos libros para la
escuela y tengo que ir a recogerla.
Adems, alguien me espera qu hora
es? Dije que nos encontraramos a las
doce, qu pena, no puedo evitarlo
Qu hars hoy, esta tarde, esta noche?
Marisa no recordaba qu da era
aunque poco antes haba hablado de
Lionel (como ste sola decirle a Joe, si
mantienes la presin y el peso bajo,
nada lograr deprimirte). Saldrs?
Recuerdas el lugar de mi primo Fats?
Giras despus de Orlando High.
S, sigues recto y al llegar a la
pendiente la tercera calle a la derecha.
En la esquina hay una
carbonera?
S, la tienda de Vusili.
Entre nosotras mientras el
intercambio murmurado iba y vena
como cualquier otro entusiasmo
insincero entre amigas que tropiezan por
casualidad estaba la tcita pregunta-
respuesta que los nuestros siguen por los
intervalos en lo que se dice y las
vacilaciones o la inmediatez de la
contestacin. Marisa est proscrita y se
encuentra bajo arresto domiciliario. Yo
estoy nombrada. La ley nos prohibe
reunimos o hablar, y mucho ms
abrazarnos; nos arriesgamos
encontrndonos as, al pasar, en terreno
neutral y annimo. T me echabas en
cara ser inhibida; pero nunca tuviste
nada que valoraras lo suficiente y que
estuviese lo bastante amenazado como
para que necesitaras disimular. La
reserva es una disciplina difcil de
desaprender para los veteranos. La gente
que sufre arresto domiciliario no puede
recibir amigos en su casa ni salir por la
noche o los fines de semana; si Marisa
pudo venir al centro un sbado, debi de
estar empleando un da sobrante de
los concedidos para su visita a la Isla.
Estaba corriendo un riesgo otro al
salir de noche para ir a casa de alguien.
No saba si yo tena prohibidas las
reuniones adems de ser nombrada.
De hecho, no tena nada prohibido,
aunque me negaron el pasaporte aun
antes de que fuera nombrada el
primer ao que lo solicit. Esa solicitud
tambin fue un secreto; esta vez
estrictamente personal, no asumido en
comn entre los que convivan en esa
casa, no hablado con mis padres. Mi
madre y Lionel nunca supieron que ped
un pasaporte a los dieciocho aos,
dispuesta a seguir a Noel de Witt a
Europa cuando saliera de la crcel.
Tampoco l lo supo; pero como
prometida de De Witt e hija de Lionel
Burger el ministro me lo neg. En
cualquier caso, no se permite a los
blancos entrar en distritos negros sin
permiso y si me descubran no toleraran
la presencia del nico miembro vivo de
la familia Burger; si Marisa haca caso
omiso de estar corriendo un riesgo, en
caso de seguir las orientaciones que me
transmiti inofensivamente, yo tambin
hara caso omiso de estarlo corriendo.
Me apret la mano y se alej al mismo
tiempo; nuestras manos permanecieron
unidas hasta que se soltaron solas, como
hacen los negros al separarse en las
esquinas, gritndose por encima de los
hombros cuando finalmente cada uno
sigue su camino. Pero ella me olvid
instantneamente. En el adelantamiento
oscilante de su cabeza encrestada al
tiempo que desapareca y reapareca
entre los compradores slo tena
conciencia de la admiracin que
despertaba, por su extravagante atuendo,
del imaginario panafricanismo de
triunfante esplendor y regia belleza que
no est sujeto a fronteras de viejas
aduanas o nuevas ideologas polticas en
pugna en los pases negros, ni a leyes
que vuelven ruines y degradantes las
vidas de los negros en ste. Si bien los
blancos de la tienda slo vean a
recaderos y camareros y barrenderos en
lugar de personas negras, ahora vieron a
Marisa. La vendedora me habl con una
sonrisa de blanca a blanca, ambas
admiradoras de una turista extranjera.
De dnde es? De una de esas
islas francesas?
Seychelles o Mauricio; eso es lo que
haba entendido por la Isla. Respond:
De Soweto.
Qu elegante! estaba dispuesta
a aprender algo, con sus cejas de luna
nueva por encima de la montura dorada
de sus gafas.
Sentas una curiosidad especial por
Baasie. Me perseguas hablndome de
l:
As eres t: eso es algo que ser
importante para ti el resto de tu vida,
tanto si lo sabes como si no. Dices que
no piensas en ese chico. Da igual que
no pienses en l A los cinco aos
temais juntos a la oscuridad. Os metais
en la misma cama.
No respond; desvi la mirada
porque estaba pensando que eso era lo
que haca contigo, que eso era yo.
Estaba recordando una tibieza singular
que se propag cuando Baasie se me en
la cama mientras dormamos. Por la
maana las sbanas estaban fras y
malolientes y le ment a mi madre: Mira
lo que ha hecho Baasie en su cama
pero por la noche no saba si la tibieza
que nos retrotrajo a los fluidos
envolventes de un cuerpo hospitalario
provena de l o de m. T queras saber
qu le haba ocurrido. Repetidas veces,
en la casita, intentabas atraparme para
que respondiera indirectamente,
involuntariamente, aunque ya te haba
dicho que no lo saba. No te dije lo que
s saba. Su padre, Isaac Vulindlela,
trabaj con Lionel hasta el da en que
ste fue arrestado por ltima vez. Fue
uno de los que abandonaron el pas, al
que regresaban con documentos falsos.
Tuvo xito dos veces, ayudado por la
familia de su esposa, de la tribu tswana,
en la frontera de Botswana, que (como
ta Velma y to Coen?), no queran
enterarse de lo que haca. La tercera
vez, cuando mi padre ya estaba
encarcelado, fui yo quien entreg la
nueva libreta de pases en la aldea que
distaba unos veinticinco kilmetros de
la frontera. Fue uno de los fines de
semana en que desaparec para
mostrarle a un periodista escandinavo
los paisajes de la infancia de Lionel, o
para acostarme con mi amante sueco
registrndome en un motel como su
esposa. El sueco desconoca el tercer
propsito del viaje; supongo que si lo
supiera, incluso ahora, subira de nivel,
de categora. Sera un regalo mejor que
un cinturn de cuentas o la muequera
de un minero negro nmada. El sueco y
yo no viajamos en mi coche sino en el
que l alquil, como precaucin normal
de anonimato a la que sin duda est
acostumbrado en sus aventuras amorosas
durante el curso de misiones que lo
llevan de un pas a otro; le dije que el
neumtico de repuesto estaba blando y
que convena que yo misma lo llevara a
un taller ya que l no hablaba afrikaans y
en el garaje de una aldea el ingls no le
servira de mucho. Se qued en la cama,
en una habitacin apenas diferente a
aquella donde yo segua a Selena y Elsie
mientras limpiaban despus que se iban
los viajantes, golpetendose la cruz de
vello rubio de su pecho y escribiendo un
artculo para el Dagens Nyheter
acerca de la complicidad de la industria
internacional con la economa del
apartheid.
En el garaje, los domingos por la
maana slo haba un encargado; un
negro joven y regordete cuyo mono no
tena botones y estaba sujeto donde era
absolutamente necesario por un enorme
imperdible, en la bragueta. Calcetines a
rayas y una gorra con visera
publicitando una de las empresas que mi
sueco criticaba desde una de las camas
gemelas, debajo de un pster del Arco
del Triunfo en primavera; el joven negro
estaba reparando una cmara pinchada,
sentado en una superficie alquitranada
con manchas de aceite, con las piernas
extendidas alrededor de una cuba de
hojalata con agua. El meloso pegamento
de goma negra se meneaba entre sus
manos. Para cualquiera que pasara, yo
era como cualquier seorita blanca.
Eres Abraham? Era el ao del
botn Smile, l usaba uno muy grande
que quizs haba recogido despus de
que se lo olvidaran unos nios que
bajaron en tropel de algn coche para
sacar latas de coca-cola de la mquina.
Pero no sonrea.
S, soy Abraham hablamos en
afrikaans, en el tono que corresponde, el
mo amable pero autoritario, el suyo
vacilante, sin saber si deba esperar una
peticin, una reprimenda o una pregunta
que no estaba dispuesto a estimular.
Tu madre me lava la ropa. Te
enva una carta.
Qu? Wat het die missus ges?
[11] me haba odo muy bien pero

quera asegurarse de que las palabras


eran exactamente aquellas que le haban
dicho que deba esperar. Las repet y l
las ley en mis labios, como si mi voz
pudiera engaarlo pero mi boca fuese
digna de confianza. Se sec la mano
hmeda en el mono y simultneamente
saqu con la mano derecha el abultado
sobre de las canasta de paja que llevaba
para guardar toda la parafernalia de un
viaje en coche. El sobre pas a l y bajo
los pliegues del mono demasiado grande
y sucio, el ropaje de una identidad
annimamente impuesta y
despreocupadamente asumida que, como
su cuerpo oculto, contena otra, la
propia. Se incorpor y se me adelant
para descolgar la manguera del surtidor
y llenar el depsito de gasolina. Le di
los diez cntimos acostumbrados
adems del coste del combustible y l
hizo el acostumbrado floreo de un trapo
sucio sobre el parabrisas.
As se hace. De capa y espada, de
espas. Siempre quisiste enterarte de
este tipo de cosas. Pero cmo poda,
cmo puedo yo saber que t no estabas
all para que yo hablara en base a un
clculo de mis necesidades? Si Lionel
Burger no te reclut, podan haberlo
hecho los del otro lado. Quiz te haba
sido asignada, y t a m, por los hombre
de la Rama Especial que me han visto
crecer, como dira cualquiera de
aquellos adultos a quienes los Nel nos
hacan dar el ttulo de Oom honorario.
Por muy despojada que estuviera y
por mucho que me castaearan los
dientes en terrible jbilo durante las
noches en la casita, conservaba esa
segunda naturaleza que ya se haba
convertido en primera. No poda
desprenderme de mi instinto de
supervivencia que haca callar delante
de ti estas cuestiones. A diferencia del
desconocido Abraham no tenas
antecedentes que te permitieran leer mis
labios. En la aldea, aquel domingo,
volv al hotel con una cerveza y un vaso
boca abajo empaado por el fro que
despeda la botella, para mi sueco.
Tampoco se lo dije a l. Me engatus
para atraerme a la cama y las pginas
escritas a mquina flotaron hasta el
suelo a nuestro alrededor. Las Selena o
las Elsie del hotel llamaron a la puerta y
se alejaron: los sirvientes saben que no
deben hacer preguntas. As se hace. Me
hizo el amor mientras la aspiradora
funcionaba en el pasillo y no sabe que la
esencia de cera amarga de mi oreja que
tiene en la lengua, que las salmueras de
la boca y la vagina no son mis secretos.
Para m ser libre consiste en no ser
nunca libre de la astuta supervivencia
del ocultamiento. No te dije lo que s a
pesar de que deseaba hacerlo. Atraparon
a Isaac Vulindlela con una de esas
libretas de pases. As se hace. El
bigrafo de mi padre, sonsacndome
respetuosamente hasta llevarme al
terreno firme del vocabulario oficial
(palabras, nada ms que palabras
muertas, abstracciones: all no est la
realidad, me espetaste) revolucin
democrtica nacional, integracin
ideolgica, imperativo revolucionario,
dominio de la minora, alianza para la
liberacin, unidad del pueblo,
infiltracin, incursin, agente de cambio
viable, accin reformista, tctica
armada, movilizacin poltica de las
masas en una combinacin de mtodos
legales, semilegales y clandestinos,
estos puntos de apoyo han vuelto
ltimamente a mi vocabulario
repitindolos como un loro para l.
Ignoro dnde est Baasie, pero a su
padre lo encontraron muerto en una
celda despus de ocho meses de
detencin. La polica dice que l mismo
se ahorc con sus pantalones. Logr
transmitirle la noticia a mi padre, en la
crcel. No me preguntes cmo. El no
saba y yo no pude decirle que la libreta
de pases era una de las que haba
conseguido entregar tan fcilmente que
nadie creera que as es como se hace.
Me resulta muy difcil establecer la
diferencia entre la verdad y los hechos,
saber cules son los hechos. Si
Abraham, el del garaje, haba sido una
trampa, las circunstancias de mi misin
fallida sonaran tan ridculas como
cualquiera de las que expuse ante la
pobre Clare Terblanche. Cul era la
realidad de aquel fin de semana en una
aldea del Transvaal occidental? Un
acto correspondiente a la tercera
categora de mtodos (legal, semilegal y
clandestino) para coordinar la lucha
poltica y la actividad armada creando
un clima de crisis total en el que se
vuelve posible una solucin poltica
directa? La trascendencia material del
plazo de vida de un hombre registrando
para la posteridad, en cine, los paisajes
y el entorno que conformaron su
conciencia? La energa esttica
consumida en la cama del motel entre
las once de la maana, cuando taan las
campanas de la Iglesia Holandesa
Reformada, y el medioda, mientras
sonaban las notas de xilofn del gong
del almuerzo, una hora sin
consecuencias excepto una mancha en la
sbana de abajo rgida placa
conmemorativa que una Selena o una
Elsie observaran sin que su vida se
alterara en modo alguno, antes de que
desapareciera con el lavado?
Quiz la forma en que me vio la
gente de los grandes almacenes sea
acertada. Aunque en esa casa era dogma
de fe que es necesario ir ms all de la
simplista ecuacin racial la visin
reformista de la lucha de colores y no de
clases, mi madre y mi padre slo
lograron convertirme en una
kaffirboetie. Mi hermano Baasie.
Marisa vino a m como una rfaga de
buen humor. La ternura endulz y anim
mi entorno mientras conduca rumbo a
casa: los vendedores indios con sus
rosas alambradas como candelabros y
sus calas teidas; cuando un semforo en
rojo me retuvo, el negrito de aspecto
formal sali disparado haciendo sonar
su estridente silbato entre los carriles
para vender la primera edicin del
peridico de la tarde; la mujerona con la
bolsa de la compra llena sobre la
cabeza, un chico a remolque de su falda
y la obi africana compuesta por el
inevitable beb a la espalda y la gruesa
manta envuelta alrededor de la cintura,
que se precipit, se detuvo me sonri
y cruz corriendo cuando tendra que
haber estado esperando en el paso de
peatones. El consuelo de los negros. La
persistencia, el resurgimiento, la
continuidad diaria. Si una no tiene
miedo, cmo puede no sentirse atrada?
Se trata de lo uno o de lo otro. Marisa y
Joe Kgosana tienen todo esto para
inspirarse. Lionel e Ivy y Dick, mi
madre y Aletta; detrs de los nuestros,
que estn confinados en los distritos de
los suburbios blancos, hay gente que
enva cartas groseras llamando monstruo
a mi padre.
Supongo que tena la intencin de ir al
territorio para permanecer un poco ms
en la rbita de Marisa, como la gente
que toma la segunda copa para
prolongar el efecto placentero de la
primera antes de que se disipe. No s,
no lo haba decidido. El hombre que
escriba acerca de Lionel estaba
conmigo en el piso a primera hora de la
tarde cuando lleg alguien. Hasta la
sorpresa es algo que no puedo dejar de
ocultar. No se lo present al bigrafo.
Orde Greer es un reportero grfico que
me conoca de vista, como t, y a quien
yo conoca como a ti antes de que
tomramos caf en Pretoria aquel da,
ambas cosas durante la poca del juicio
de Lionel, un rostro entre muchos en los
que descifraba quin era yo. En los
ltimos aos lo he visto una o dos veces
en una fiesta, acariciando a una chica
poco dispuesta a la manera
indiscriminada de un hombre que al da
siguiente no recordar nada. Estuvo en
el homenaje pstumo a Lionel. Su
nombre es conocido como una firma en
el peridico; yo identificaba su persona
con una cojera resultante de la polio,
como l identificaba a la ma por mi
relacin con mi padre. Me saluda por la
calle y yo respondo inclinando la
cabeza.
Un hombre que usa veldskoen,
calcetines rojos arrollados, pantalones
cortos y, a pesar del calor estival, un
jersey negro ceniciento de pescador si
no lo hubiera reconocido al instante por
su condicin de lisiado, habra credo
que era un deportista en perodo de
entrenamiento.
He venido a recogerte. Para
llevarte al lugar de Fats
Dado que el bigrafo estaba a mis
espaldas, respond como si hubiramos
concertado este acuerdo.
Tardar unos minutos. Pasa.
No mencionamos el nombre de
Marisa delante de un tercero; este mero
hecho estableci una zona en la que
Orde Greer y yo nos conocamos ms
que de vista. El bigrafo de mi padre
paseaba la mirada a su alrededor con la
frustracin, oculta bajo su afectacin de
buenos modales, de quien descubre que
no reconoce a alguien cuya significacin
debera tener clara. Reuni sus notas
para retirarse; me disculp
vehementemente por poner punto final a
la sesin, pero fue l quien se deshizo en
excusas. Se march; no le dije a Orde
Greer quin era l ni qu estaba
haciendo.
Ignoraba si Greer era o no de los
nuestros; tal vez lo fuera. Su carta de
presentacin era que lo haba enviado
Marisa. Le ofrec un trago para que me
diera tiempo de arreglarme un poco
antes de salir.
Est bien. He llegado temprano
ocurra algo?
Sentado en mi silln (el viejo de
cuero verde del color del acebo que
estaba en el estudio de mi padre y en el
que a los chicos nos gustaba deslizamos
porque la friccin de los muslos
desnudos produca electricidad esttica)
tena el aire de ocupar un sitio al que
tena derecho, asumido con una
agresividad ligeramente nerviosa antes
del desafo. Ahora el conjunto sugera
naturalidad en la compaa a la que
estaba destinado.
Claro que los periodistas tienen que
ser as estn acostumbrados a asumir
situaciones, lo s. Temeroso de m y al
mismo tiempo familiarizado; adquir
mucha experiencia en estas cuestiones
durante el juicio. Slo haba cerveza;
hizo una pausa para sealar que
lamentaba la ausencia de la botella de
whisky con la que esperaba arreglarse:
Est bien, cerveza cabellera
espesa que se enmaraaba con la barba
y lo dotaba de una cabeza
conscientemente noble, de frente,
dejndolo vulnerable cuando se inclin
para recuperar la argolla de metal cada
de la lata, que dej a la vista el pelo que
faltaba en el cuero cabelludo, como un
beb tonsurado por la almohada en la
que reposa indefenso.
Supongo que mi experiencia con los
periodistas me endureci en su
presencia, a pesar del tiempo
transcurrido desde el proceso de Lionel.
Me transformo en las imgenes
congeladas de las fotos de prensa, la
chica regordeta con el pauelo de
cachemira en la mano, el pelo
desgreado a su aire, los tendones
desafiantes en el alarde del cuello, la
cabeza vuelta hacia la cmara porque no
tiene que ocultar el rostro como los
parientes de un estafador, la mirada
desagradecida porque no necesita
comprensin ni piedad como los
parientes de un asesino. Y quines son
ellos para haber decidido la ley no
les permiti fotografiarlo a l, con sus
descripciones de Lionel en el banquillo,
la forma en que escuchaba las pruebas
en su contra, la expresin con que
enfrentaba a la galera pblica o
saludaba a los amigos, que saban quin
era, cuando yo ignoro si lo s?
Este me miraba desde mi silln con
la jarra de cerveza como un cetro,
sealando que notaba que me haba
puesto un par de pantalones bien
ceidos, no como el hombre que se
adjudica ser el destinatario por el que
una chica se ha puesto ms atractiva
sexualmente (no se habra atrevido a
tanto), sino a la manera en que un intruso
percibe un comportamiento ntimo que
no se le escapa y del que extraer
conclusiones que le darn categora de
persona enterada. Me mir de arriba
abajo casi. Esboz una semisonrisa
para s mismo.
Era una de esas personas a las que
les resulta ms fcil hablar mientras
conducen y se dirigen a su interlocutor
nicamente con la voz, pues el cuerpo y
la atencin estn concentrados en otra
cosa. En un tono indiferente con el que
me dio a entender que tena planeado
plantear el tema, me pregunt si haba
ledo un libro recin publicado en
Inglaterra por un antiguo preso poltico
en el exilio.
Uno de los nuestros.
Todava no lo he ledo.
Se ofreci a prestarme su ejemplar.
Le di las gracias pero no acept no lo
necesitaba. Saba que Flora, que disfruta
tanto haciendo correr riesgos
insignificantes a la gente comn sin
que se enteren, haba dispuesto que un
socio de William pasara de contrabando
algunos ejemplares trados de Londres.
Habla bastante de ti, por supuesto.
De tu padre y su familia.
Estuvieron juntos en la crcel el
ltimo ao de vida de mi padre.
Tambin hay mucho sobre eso
conversaciones con tu padre. Cmo
diriga su pequea clnica, ms o menos,
hasta los carceleros le consultaban sus
achaques. Tuvieron que decidir si le
permitan dar recetas y finalmente le
entregaron unos blocs que los polticos
usaban para hacer circular su propio
boletn es interesante. Pero tambin
hablan de los das en que los tiempos
en esa casa. Los domingos. Esa famosa
casa estaba siguiendo una ruta que me
era desconocida. Me pregunto qu te
parecer, cmo te caer.
Quera que le preguntara por qu;
comprend que en el libro deba de
haber cosas que yo poda confirmar o
negar, cosas que en su opinin me
disgustaran. Si es uno de los nuestros
eso significaba simpata partidista, pero
si es uno de ellos un periodista liberal
que observa las reacciones de la hija
de Burger, que disfruta por estar al
tanto no era nada ms que el
renacimiento de un antiguo
sensacionalismo periodstico.
Ests seguro de saber adnde
vas?
Lo tom como un cambio de tema
deliberado, se interrumpi y solt una
risilla.
Por qu no lo iba a estar?
Es que nunca he ido a Orlando por
este camino. Sabes dnde vive el primo
de Marisa?
S su sequedad me son como
un reproche; no era un turista en los
distritos negros ni un sueco que
necesitara cicerone. Se atus la barba
entre los dedos mientras esperaba para
girar a la derecha. Nunca vi el
interior de esa casa.
Extrao que dijera esto. A m. Y a la
manera de alguien que habla consigo
mismo con la certeza de que ser odo.
Rodaba como t, Conrad? Qu quera
de nosotros? Qu absolucin creas que
encontraras en lo que haca mi padre?
El periodista y yo perdimos contacto
en cuanto nos encontramos en el lugar
del primo de Marisa. Esta todava no
haba llegado; pero caera en cualquier
momento. Fats fue imparcialmente
acogedor como un presentador de
televisin. All estaban la cerveza, el
whisky y los vasos; tres o cuatro negros
con chaqueta de algodn a cuadros y
corbata estampada, sentados muslo a
muslo en sillas, entre ellos algn enano
con los tejanos embolsados en las
rodillas, zapatillas sin cordones, las
cabezas grandes y tristes de los jockeys
o los intermediarios entre el dinero y el
deporte. Haba un chico insolentemente
guapo amoldado en sus tejanos azul
cielo, al igual que las chicas de la poca
victoriana quedaban definidas por sus
encajes ceidos. Un hombre de edad
madura, con el traje oscuro de un
director de escuela negro y un elegante
alfiler de corbata, dormitaba
aparentando participar de la animacin.
Algunos hombres conversaban y
discutan; Orde Greer tena un vaso de
whisky en la mano, interrumpa
(Escucha, hombre, escucha), inclinaba la
cabeza para beber un trago, el leve
arrastrar de la cojera haca de l un
mendicante.
Una cra se acerc a m con una taza
de t con leche que repicaba contra su
platillo.
Cmo lo ha pasado? Cunto me
alegro! la mujer de Fats baj a otro
chico de una silla del comedor con un
reproche en su lengua, sin abandonar la
sonrisa convencional. Pens que se
habra ido o algo as despus que su
padre pas a mejor vida qu pena
se instal a mi lado. Pruebe una pasta,
Miss Burger, las hace mi cuada, que es
una pastelera maravillosa y hasta
prepara pasteles de boda. Lamento no
ser tan inteligente como para eso
nunca se decide a llamarme Rosa ni a
tutearme. Formo parte del ambiente de
su famosa y valiente prima poltica,
Marisa Kgosana; de la distincin
transferida a su familia por su
parentesco con Joe Kgosana, que est en
la Isla con Nelson Mandela.
Cogi la mano de una muchacha que
haba estado entrando y saliendo del
dormitorio contiguo, para acomodarse la
blusa atada debajo del pecho y apretar
el sello de un labio pintado de morado
contra el otro:
Sabes quin es sta? La hija de
Lionel Burger pero la muchacha no
supo reconocer mi identidad. Durante un
segundo estrech la mano de una chica
blanca. No dijo nada. Miss Burger, le
presento a mi sobrina Tandi,
probablemente habr visto el anuncio de
Fanta en el tabln publicitario que hay al
girar hacia Soweto. Est all.
La muchacha ya se haba alejado,
superior al elogio de una ta que se
dejaba impresionar por los blancos. Se
reuni con una amiga, las dos apoyadas
en una pared desde la base de los
zapatos con plataformas el doble de
gruesas que los pies que sustentaban, las
cabezas geomtricamente diseadas ms
que peinadas, con el pelo separado en
pequeos cuadrados cada uno de stos
estrictamente orientado hacia su centro
en una trenza de rollo de tabaco tirante
para conectarse con el siguiente. Un
beb con el culito al aire entr gateando
desde donde se ola a cocina,
perseguido por una vieja pesada que lo
dej rer y patalear mientras, sonriendo
con su boca vaca de dientes, hablaba
con las dos muchachas. Margaret Fats
segua hablndome de su sobrina con el
vocabulario ingls de los peridicos
negros.
Una modelo famosa y actriz de
primera balbuci incmoda por la
presencia del beb desnudo, vindolo
con ojos que no eran los suyos y lo alz,
tambin riendo, con su cara bonita y
sexualmente contenida bajo la peluca y
su torpe cuerpo voluptuoso, por un
instante al lado de la vieja, conjuro de
lo que en otros tiempos fue la anciana y
sta claramente lo que llegara a ser la
joven. Sabe quin es?
La abuela me trat a la antigua
usanza. Su ingls era el que los blancos
suelen imitar. Me sujet por la mueca:
El Seor recompensar a tu pap.
S, l tiene su recompensa con Dios. S,
oye, te lo prometo. El pueblo africano
damos gracias al Seor por lo que tu
pap haca por nosotros, sabemos que
era tambin nuestro pap. Margaret no
se turb por ella. Paseaba la mirada
desde la anciana hasta mi y sonrea
mostrando su acuerdo.
Podra haberme conmovido. La tarde
del aniversario de la muerte de Lionel:
pero yo era consciente de esas dos
muchachas, una mascando chicle con la
concentracin de un trance, la otra (que
me haba sido presentada) una cabeza de
foca en una misma lnea que el cuello,
dignamente egocntrica. Pero no, slo
sent afinidad con ellas, con su
distanciamiento, aunque tambin estaban
distanciadas de m.
El lugar de Fats, dijo Marisa. Dije
yo. Dijo Orde Greer. Los negros no
hablan de mi casa o en casa y los
blancos han adoptado de ellos el
trmino. Un lugar; un sitio al que
pertenecer, pero tambin algo que
establece el propio destino y pone
aparte mucho a lo que uno no pertenece.
Haca tanto que no estaba con negros en
sus hogares que lo vi Soweto,
Orlando, esta casa en el distrito (un ao
despus de la muerte de Lionel) como
algo aparte, aparte de mi vida cotidiana;
algo del pasado. De nia entraba y sala
de los distritos negros con mi madre, tan
a menudo y naturalmente que fastidiaba
a ta Velma y a to Coen hablando de
estas cosas cuando Tony y yo vivamos
con ellos. Haca muchos meses que no
cruzaba la lnea divisoria que se abre
cada vez que un negro se separa de un
blanco y va a su lugar; la frontera
fsica de calles limpias que se
convierten en caminos llenos de baches
y los centros urbanos que se convierten
en basureros con metal retorcido y un
perpetuo otoo de papeles flotantes; el
vasto terreno baldo donde Orde Greer
gir desde el camino principal que
conduca de una ciudad blanca a otra
ciudad blanca; y la otra lnea divisoria,
cientos de aos de posesin y decisin
que se extienden entre esa casa a la que
Orde Greer nunca fue invitado, esa casa
donde se organizaba la revolucin, y el
lugar de los millones que han sido
desposedos y para quienes los dems
toman las decisiones. Desde el coche
volv a ver lo que en otros tiempos
haba dejado de ver por demasiado
conocido. Esas calles accidentadas y
desiguales donde fallan las
definiciones dependencias de los
suburbios blancos, dos ventanas y una
puerta multiplicadas en hileras
institucionales; las casetas con
cobertizos de latn que albergan viejos
cochazos norteamericanos repletos de
chismes; las elegantes rejas suburbanas
contra ladrones en mezquinas ventanas
de minsculas cabaas; los cros
vagabundos, perros glotones, burros
maneados, gordos bebs desnudos,
gallinas sueltas y borrachos haciendo
eses, viejos con la mirada perdida,
chillonas mujeres autoritarias, chicos
harapientos, fulanas emperifolladas,
olor a coccin de despojos, bien
cuidados bancales de maz entre patios
que son tabernas ilegales y apestan a
cerveza y orn, la basura de posesiones
dos veces descartadas, primero tiradas
por el hombre blanco y luego recogidas
por el negro; es ste un conglomerado
urbano o rural? No hay electricidad en
las casas, un telfono es un lujo casi
imposible: es ste un suburbio o un
extrao tipo de depsito de chatarra? El
enorme patio trasero de toda la ciudad
blanca, donde categoras y funciones
pierden su ordenacin y lgica, donde se
amontonan el buey y el motor diesel, el
cerdo que hocica en busca de basura
humana y el matarife. Son las fulanas
relmente fulanas o simplemente obreras
o sirvientas de la ciudad que ejecutan el
milagro de resurgir engalanadas y
perfumadas en una parodia de cualquier
seora blanca, de esas chozas que no
tienen cuarto de bao? Son los chicos
andrajosos sus hermanos? Sus hijos,
concebidos con amantes en el rincn de
un cuartucho donde duermen hermanos y
hermanas? Cules son los gangsters,
cules los que esnifan pegamento entre
los jvenes de las esquinas? Quines
son los viejos con pantalones apretados
y corbata que beben cerveza y discuten
en una hilera de sillas de formica en la
franja de tierra entre una casa y la calle?
Yo saba o crea saber. Baasie
pareca uno de esos chicos porque eran
negros como l. Provena de calles
como stas y haba desaparecido en
ellas. Hoy es un hombre en algn lugar
como ste.
La pequea casa en que estbamos
apiados familia, parientes, amigos y
muebles la reconoc sin necesidad de
pensarlo: el tipo ms grande de casa
standard de sus territorios, con tres
habitaciones, dos dormitorios y una
cocina, destinada a quienes estn en
condiciones de permitirse el lujo
(record que Fats era promotor de
boxeo) de sobornar a un funcionario. El
juego de comedor, los taburetes de
plstico, el equipo de alta fidelidad, la
alfombra floreada, la barra, las
banquetas cubiertas de felpa, eran las
unidades del gusto establecidas por
cualquier hipermercado del mueble en
cualquier ciudad blanca. El
abarrotamiento de un cuarto diminuto
con un surtido de artculos de bajo
precio cuya deseabilidad se basa en una
idea de lujo de la clase consumista, sin
la posibilidad del espacio y la
privacidad de la clase media; el prdigo
whisky en la mesa y la calle llena de
baches el otro lado de la ventana; el
entorno de parda monotona impone la
disciplina de un campamento militar que
no se relaja en las reformas caseras de
los melocotoneros y las cepas de pintura
pastel, sino nicamente mediante el
persistente hervidero de nios y
borrachos que lo ensucian, tsotsis
golfillos y gangsters que lo
aterrorizan el mbito comn a
cualquier distrito negro me alcanz
como lo que es: un lugar; una
situacin que no ven aquellos que lo
imponen y de la que resultar un
propsito que no previeron. Los
objetivos de los partidarios leales que
parecen tan vitales para la investigacin
biogrfica los veo de una forma que
la teora no explica, de una forma a la
que no prest odos antes, esa misma
tarde, cuando el bigrafo de mi padre
me interrogaba. El debate que dividi a
mis padres y sus compaeros en una
pasin cuya realidad t consideras una
abstraccin muy alejada de la realidad,
se basaba en el hecho de que ellos s
vean. Siempre haban visto. Y creen
Dick e Ivy conocer la solucin y cul
ser. Flora todava cree; si Lionel
viviera, si tuviera que salir de la crcel
para responder
Pero no puedo devolverle el ser a
Lionel por m misma, no puedo or
respuestas que debera, con la evidencia
de los datos biogrficos, estar en
condiciones de producir. Despus de un
ao hay nuevos componentes, ahora que
he separado las partes del todo. Nunca
podr preguntarle a mi madre que lea
su libro en el coche y oa mis pisadas en
la grava de la prisin, a mi padre
que nos abra sus brazos a Baasie y a m
en el agua, las cosas que les reto a
responderme.
A mi alrededor hablaban de la
seleccin de atletas negros que iran al
exterior con equipos blancos. El tema
prendi como un cohete entre los
hombres. Aterriz a mis pies; Fats,
perdiendo el dominio de sus agudos,
exigi una respuesta.
Mi pupilo tiene la oportunidad de
enfrentarse a los grandes de Alemania
Occidental y Estados Unidos por qu
tengo que negarme? pero no quera
saber, slo deseaba mostrar su confianza
en la mundanalidad, cuya calidad obtuvo
el envidioso apoyo del director de
escuela, los gorrones y otros dos o tres,
y fue despreciada por sus atacantes.
Un hombre apuesto, a caballo entre
el exceso de desarrollo muscular y la
gordura, proclive a coquetear con las
mujeres y ser condescendiente con los
hombres, en mangas de camisa luca los
pectorales que se ablandaban en pechos,
caractersticos de un ex boxeador.
Apoy un momento su brazo de
promotor en mi hombro e inici la
arenga.
El boxeo no es un deporte de
equipo, to. No es cuestin de
seleccionar, para impresionar a los
dems, a un negro que no tiene la
oportunidad de entrenarse como los tos
de los clubes blancos. No entra en juego
el hecho de que los negros no tengan
instalaciones como los blancos. No
estoy hablando de ftbol, ni de golf, ni
de cosas parecidas; esto es diferente. Un
boxeador tiene su mnager, su
entrenador, sus sparrings, todo. Lo
mejor.
Y si alguna vez consigue una pelea
con un sudafricano blanco tiene que
boxear como un forastero en su propio
pas, un extranjero; es un zul o un
msut, no un sudafricano como el
blanco.
Orde Greer tena sus partidarios.
Cundo conseguir tu gran
Tap-Tap Makatini una pelea por el ttulo
aqu, en Sudfrica? S. Puedes
responderme cundo, to?
Fats respondi desde la seguridad
que le daban fuentes que, quedaba
implcito, no estaba dispuesto a revelar.
Todo se andar, todo se andar.
Pronto. Ya vers. Estamos negociando
El joven en tejanos se balanceaba
apoyado en los talones, con los
msculos de las nalgas apretados.
Tu chico puede negociar para ir a
Alemania y a Estados Unidos y al quinto
pino. Seguir siendo un chico que
tiene la libertad de un mono al que le
han aflojado la cuerda.
Empez a acalorarse, lo mismo que
el hombre que adelant la cara perlada
de sudor de cerveza.
Adnde quieres llegar con eso?
Vosotros sois hroes, no deportistas, y
queris decirnos lo que debemos hacer.
Puaj!
Haris lo que el hombre blanco os
diga.
Oye. Oye un minuto, to si mi
chico gana una gran pelea en el
extranjero
Qu hay con eso? T ganars un
montn de dinero y l podr mostrar su
medalla junto con el pase al volver.
Pero entonces aqu no habr
ningn campen blanco de su peso que
pueda negarse a pelear con l y seguir
creyendo que retiene el ttulo. No es
as? No es verdad? No te parece un
verdadero progreso?
Hars lo que el blanco quiera. Un
progreso para conseguir que ellos
vuelvan a ser aceptados en el deporte
mundial. Eso es. Y cuando tus
negociaciones para que un negro gane
un ttulo alcancen el xito, estars
satisfecho. Y si el ao siguiente o el otro
los equipos de ftbol integran a unos
negros y sus clubes aceptan socios
negros, los jugadores de ftbol se
desgaitarn gritando que ya no hay
racismo en los deportes. Pero pase lo
que pase en el ftbol, en este pas un
negro seguir siendo un negro. Al
margen de cualquier otra cosa que haga,
tendr trabajo de negro, educacin de
negro, casa de negro.
Qu es lo que t quieres,
entonces? Yo estoy hablando de
deportes.
Los negros slo participarn de
los deportes si hay un nico organismo
deportivo que controle todos los
deportes y a todos los deportistas.
Cuando eso ocurra podris hablar con
los blancos. Pero no antes. Si es que
debis hablar si creis que hacer
deporte con los blancos es lo que
queremos los negros.
La cabeza de patriarca de Orde
Greer se bamboleaba de exaltacin,
mantena la boca abierta esperando la
oportunidad de intervenir.
Es una cuestin de tctica contra
el racismo en los deportes o los
deportes como tctica contra el racismo.
Las clavculas del joven con camisa
tejana abierta hasta la cintura se
movieron bajo su piel negra con
decidida energa.
Tctica! Dinero, dinero, dinero
hizo chasquear sus largos dedos bajo
nuestras narices para que sintiramos el
olor.
Los estamos desbaratando,
hermanito. Fats reinvindic la
intimidad de la forma exclusiva (en el
sentido bsico del trmino) de
hermano, adoptada la jerga tsotsi por
los jvenes militantes. No tiene
sentido rechazar las oportunidades,
decir siempre que no A m eso no me
va pareca admirar la vehemencia con
que era rechazado, inviolablemente
tolerante y dueo de la situacin. No,
no, no, seguid gritando, haciendo
boicots, pronunciando discursos
nuestros muchachos de ms all de los
mares, el Comit Olmpico No Racial
Sudafricano y esa multitud, los polticos
en el exilio, y vosotros aqu, vale. No
creas que no tengo tiempo para vosotros,
hermanitos Pero entretanto somos
nosotros quienes intentamos dar a
nuestros deportistas un nivel
internacional, quienes mostramos al
mundo lo que somos capaces de hacer,
no? Qu ser de los blancos entonces?
Las cosas son segn como se miren.
Caramba, slo se vive una vez!
El joven habl de Fats como si ste
ya no estuviera delante de l.
Esta gente siempre se dejar usar
por los blancos. Ellos son nuestro mayor
problema; tenemos que reeducarlos.
Fats ri en beneficio de los
presentes.
Termin con Orlando Higs antes
de que a ti te dieran el pecho. Fui
miembro de la liga juvenil del CNA con
Lembede a los quince aos.
Siempre la misma historia.
Mandela, Sisulu, Kgosana en Robben
Island, como los cristianos que te
repiten que Cristo muri por ellos.
Marisa apareci repentinamente al
invocarse el nombre de su marido.
Probablemente no haba odo el contexto
en que lo haban incluido; el perfume y
el impacto de su presencia, su voz baja y
alegre, rodeada por la estela de
admiradores que entraron en tropel,
alteraron la composicin de la estancia.
Retuvo un instante al pequen de Fats y
Margaret sobre su cadera; lo abraz y le
susurr, lo llev a la rbita de Margaret
y la abuela; cogi de la cintura a las
muchachas que estaban junto a la pared,
con la naturalidad de una compaera de
escuela; me descubri.
Qu bien Rosa! Oye, Orde,
quiero hablar contigo de algo que quiz
puedas hacer por m. No, Fats sus
manos adornadas tocaron a uno y a otro,
distribuyendo la inconsciente gracia de
su hermosura, slo algo fro.
Cualquier cosa y en su propio idioma
: Es el amigo de Tandi, Duma
Dhladhla? S? Ests en Turfloop? se
alej del joven en tejanos con un ritmo
de fras inclinaciones de cabeza y
finalmente una orgullosa sonrisa que an
no haba sido vista, resistiendo a su
belleza con la propia, como
contrincantes de igual fuerza que hacen
un pulso para obligar a un puo a tocar
la mesa. Prometiste enviarme vuestros
boletines era tan alta como l, que no
poda mirarla desde arriba.
Los dos ltimos fueron
prohibidos.
Lo s, pero no significa que yo no
reciba una copia.
Ver lo que puedo hacer.
Dselo a Fats.
Qu significa eso? Ahora soy
repartidor de panfletos estudiantiles?
Lo describi cariosamente:
Este es el hombre ms simptico
de Johanesburgo. Le pidas lo que le
pidas, nunca se enfada. Aunque sea mi
primo, tengo que decirlo. No s qu
hara sin l, Margaret
Delante de ella, Duma mantena su
sonrisa, tan asptico como un bailarn
que mantena su postura para lucimiento
de la bailarina.
Quera asegurarme de que
vendras. Marisa se refera a la
llegada de Orde Greer a mi casa.
De todos modos pensaba venir.
No confo en ti. No deberamos
separarnos, Rosa. Esta maana pens
es terrible
Orde nos observaba.
Lo mir de manera desconcertante
durante un segundo, pero se dirigi a m:
Recuerdas aquella noche en casa
de Santorini, despus de que condenaran
a Lionel?
Apunt:
T dijiste: La vida de quin, la
de ellos o la suya?.
Esta maana en la tienda pens:
fue la de l. Ni siquiera pude asistir al
homenaje haba un velo lacrimoso en
su mirada. Logr convertir en un chiste y
en una ancdota su visita a la Isla;
probablemente algn amante casual
estaba en esa habitacin. Pero nadie
puede predecir de qu forma se afianza
la angustia. Ella no saba que ese mismo
da, un ao atrs, haba muerto mi padre,
pero a m me dio la impresin de haber
hecho una seal que no se originaba en
m. Sent una peligrosa oleada de
sentimientos, una precipitacin hacia
Marisa. (La pobre criatura que traicion
a mi padre debi de sentir al principio
el mismo impulso hacia mi madre: una
avalancha interior que finalmente
concentr, destrozada, en los pies de
Lionel, imposibilitada de mirarlo a los
ojos). El ansia de adherirme a un destino
aclito, de dejar que alguien me usara,
me confiriera un propsito apasionado,
impulsada por un significado distinto al
mo.
No hay nadie afuera? Orde
Greer se refera al tipo de coche
discreto desde el que los agentes de la
Rama Especial vigilan.
No pasa nada. No he vuelto a mi
lugar, de modo que mi agente todava
espera que regrese de Ciudad del Cabo
la gente como Marisa, como nosotros,
se relaciona con los hombres que vigilan
sus casas y los siguen. Forma parte del
aura que atrae a los Conrad de este
mundo hacia m.
Podramos haberte seguido desde
el aeropuerto. Greer adopt una
sensatez y una cautela exageradas,
producto del whisky. No poda ser de
los nuestros: nosotros no podemos
permitirnos el lujo de no correr riesgos.
Marisa habl con tono
despreocupado.
No pasa nada, al menos no lo
creo hoy he estado corriendo arriba y
abajo todo el da y sin duda alguna me
quit de encima a cualquiera que., a
alguien que ahora debe estar mareado
las lgrimas no derramadas relucan
de jbilo.
No es tan seguro la concisa
inquietud de Orde Greer sugera una
tierna autoridad; lo haba aceptado
como amante?
Yo slo vi el cuerpo inexpresivo del
periodista, con un confuso atavo que de
alguna manera lo mostraba fsicamente
desarticulado, el pie con el arco
enconvardo en escorzo, con botines
idneos para quienes caminan o escalan,
los pantaloncitos que usan los jvenes
que reparan motocicletas, el jersey
negro de catedrtico donde se haban
entrelazado sus rubias peinaduras y la
cabeza de pensador?, de
izquierdas?, de hijo de la naturaleza?,
de santo?, de derrotado?
desdibujada bajo la mata de pelo.
Tandi y su amiga seguan poniendo y
sacando cassettes. La msica pregonaba
interjecciones y dejaba de sonar
mientras la charla era constante. Ahora
los amigos de Fats hablaban sobre las
carreras de caballos. Quiz porque yo
slo haba estado en medio
escuchando sin hablar de su discusin
con el joven Dhladhla, que era
estudiante o profesor en una universidad
negra, Fats se sinti impulsado a
asegurarse otro testigo. Me sirvi
whisky.
Creen que puedo hacerlos ricos a
causa de mi padre. Ja! A l habra que
pedirle datos. Tendras que conocerlo.
Hermano de la madre de Marisa, que es
ta, ya sabes Mi viejo empez como
mozo de cuadra y ahora lleva todo el
negocio. Diez mozos. El propietario no
compra un solo caballo sin que l le d
su aprobacin. Ha construido una casa
de seis habitaciones para mi padre en
las cuadras, cerca de Alberton, y cuando
la municipalidad pregunta quin vive
all, l responde sabes qu
responde? El administrador de mis
caballerizas, no puedo prescindir de l,
de modo que no vengis a decirme que
no puede vivir en una zona blanca. Mi
padre es uno de los grandes expertos de
Johanesburgo. De todo el pas! Hasta
los jockeys se asesoran con l para
saber cmo deben tratar a tal o cual
caballo. Creo que tiene setenta aos y
tendras que verlo montando en uno de
los de carreras. Veloces como el rayo!
Demonios! Le encanta. Un hombre
como se es feliz. Sabes una cosa?
Alguna gente mayor te lo aseguro
dir que Kgosana es un gran hombre,
pero que l, personalmente, le tendra
miedo a un gobierno negro. Lo sabas?
Estos cros con ideas drsticas no
comprenden que hay mucha gente como
l. Qu se puede hacer con esa gente?
No quieren crearse dificultades
inclin confidencialmente la cabeza,
como sealando el tipo de vida que
llevaba Marisa.
Eso es exactamente lo que
comprenden ciertos blancos es algo
con lo que cuentan apostill Orde
Green, decidido a transmitirme estas
cosas.
Algo fcil de satisfacer: deslizarse
en esta clase de intercambio, arrojar
sigilosamente la mnima chispa exigida.
Te refieres a los liberales? O a
los liberales nacionalistas de
izquierdas?
A ambos. No se trata de la paz a
cualquier precio sino de la paz para
cada uno a su precio. El liberalismo
blanco sacrificar las ventajas
alcanzando la justicia social y se
conformar con permitir el ingreso de
los negros en la clase explotadora. La
pandilla dominante ilustrada
sacrificar las ventajas manteniendo una
absoluta supremaca blanca y se
conformar con apuntalar una clase
media negra cuyos intereses de clases
son contrarios a una revolucin negra.
Tandi haba dejado a su amiga;
haciendo caso omiso del resto
murmuraba mohna y coqueta con Duma
Dhladhla, pero l volvi a arrojar su
voz entre nosotros.
El pueblo negro se ocupar de
esos elementos. Los blancos no tendrn
la menor oportunidad. Los liberales
podis olvidaros de esta cuestin, lo
mismo que el gobierno.
Quin ha dicho que yo soy
liberal?
Dhladhla hizo un gesto brusco de
desinters por la protesta de Orde Greer
en virtud de la objetividad.
Blancos, seis lo que seis da
igual. No hay ninguna diferencia. Puedes
decrselo a los afrikaners, a los
liberales, a los comunistas. No
aceptamos nada de nadie. Tomamos.
Comprendes? Tomamos para nosotros.
Ya no hay viejos como se, ese pobre
viejo un esclavo que goza de los
privilegios del amo sin ningn derecho.
Eso se ha terminado.
El pueblo negro? T crees que
sois el pueblo negro? Un puado de
estudiantes que ni siquiera habis
pasado los exmenes finales? el
hombre que pareca director de escuela
se incorpor y se pas una mano por la
bragueta, en el gesto de quien va a poner
las cosas en orden.
Dhladhla le dedic una feroz mirada
paciente.
Nosotros te estamos dando la
noticia de que t eres el pueblo negro.
Baba y el pueblo negro no necesita de
nadie ms. No sabemos nada de
intereses de clase. Nosotros somos una
clase. La negra.
Ah, has descubierto algo en tu
aula de Turfloop? Has odo hablar
alguna vez de Marcus Garvey? S?
Orde Greer desvi rpidamente la
atencin hacia Dhladhla.
Pero hace cinco minutos dijiste
que esa gente era el mayor problema.
Los que aceptarn ser eximidos en los
deportes o en cualquier cosa seguirn
siendo la misma gente.
No negamos que exista el
problema. Pero sabemos que dejar de
existir cuando despertemos las
conciencias.
Existe en el presente una
posible clase negra explotadora en el
futuro vale, no discutamos por
cuestiones semnticas un grupo, un
sector consiste en un considerable
nmero de personas. Existe. Y los
norteamericanos, los franceses, los
alemanes democrticos, tampoco
pondrn objeciones, seguramente los
norteamericanos ejercern menor
presin en las Naciones Unidas y en el
congreso si la Sudfrica blanca optara
por la supervivencia integrando a este
sector negro. Lo que yo pregunto es:
puede una sociedad capitalista que
arroja por la borda el factor racial
seguir evolucionando aqu?
Las voces cubrieron el aire a la
manera de casquetes; desde el maestro
de escuela, los otros amigos del
anfitrin, por encima de las cabezas de
los gorrones que sorban cerveza y se
pasaban cigarrillos.
Decididamente, hombre!
Todo lo que el negro quiere es
tener las mismas oportunidades que los
blancos!
Eso es lo que pide el noventa por
ciento.
Estn pidiendo lo que nunca
obtendrn, porque el noventa por ciento
son campesinos y obreros que no tienen
la posibilidad de unirse a ningn sector
privilegiado apunt James.
James Nyaluza haba entrado con
Marisa; compaero de Joe Kgosana, uno
de esos que inexplicablemente no haba
sido detectado a lo largo de tantos aos
de vigilancia policial. Lo conozco de
toda la vida. Estuvo detenido en los
sesenta, pero eso fue todo. Ni siquiera
su continua amistad con Marisa le ha
impedido que lo pasaran por alto. Habla
un poco desde el margen, es uno de esos
a quienes fatalmente se niega lo que la
revolucionaria rusa Vera Figner
denomin vivir para ser juzgado
porque un juicio es la coronacin de
toda actividad revolucionaria. En este
sentido las vidas de Lionel y de Joe
Kgosana estn cumplidas y Marisa
pasea por la habitacin este
sobreentendido como pasea el perfume
de su cuerpo.
Hasta Fats trataba a James con el
tipo de respeto que lo rebajaba.
Es natural la gente quiere tener
la oportunidad de salir adelante.
Siempre existen los que pueden hacer
algo de s mismos por pobres que sean.
Fjate en nuestros magnates de Soweto.
Cuntos pasaron del sexto nivel?
Provienen de las granjas y de las
localidades. Sus madres eran sirvientas
del patio trasero. Chicos de la tienda de
ultramarinos, chicos de la lechera,
chicos de los garajes.
El trance de un resentimiento comn
cay momentneamente sobre los que se
haban enfrentado amargamente y
volveran a enfrentarse inmediatamente
despus. Dhladhla, James, el maestro,
los satlites de Fats, celebraron ese
romance de humillacin mediante el cual
y a partir del cual cada uno extraa, a su
manera, fuerzas y clera para vengarlo.
Tratados como ceros a la
izquierda, viviendo peor que perros,
comiendo harina de maz seca, sin
siquiera zapatos para los pies en
invierno hoy tienen lo que quieren,
to. Negocios, cochazos
Cuentas con el ncleo de una
burguesa negra preparada y dispuesta a
sumarse a la clase dominante blanca?
Orde Greer tena el aire de quien orienta
las respuestas que quiere recibir.
Dhladhla puntualiz impersonal y
apasionadamente.
La oportunidad. Sabes cul es tu
oportunidad? Sabes de qu ests
hablando? De la explotacin racial con
la colaboracin de los propios negros.
Por eso no trabajamos con los blancos.
Toda colaboracin con los blancos ha
terminado siempre en la explotacin de
los negros.
T crees que se ha sido siempre
el objetivo de los blancos? De todos
los blancos?
Habl con Dhladhla por vez
primera. Mi propia voz me son en un
tono de sereno interrogante; Orde Greer
la dramatiz, en mi beneficio, apretando
los labios.
Aunque no lo supieran, lo era. Lo
es! Debemos liberarnos a nosotros
mismos en nuestra condicin de negros.
Qu tiene que ver un blanco con esto?
Orde Greer presion.
Cualesquiera sean sus ideas
polticas?
No importa. No vive negro, no
sabe nada de las necesidades de un
negro. Slo ir a decirle
T no crees que haya alguna
ideologa poltica, algn sistema en el
que las convicciones de un blanco no
tengan nada que ver con su ser blanco?
No digo eso. Estoy hablando de
aqu. De este lugar. En el que est
Vorster. Tal vez en otro pas las ideas
polticas del blanco no tengan nada que
ver con su ser blanco. Pero aqu vive
con Vorster. Comprendes?
Y si va a la crcel? Orde
Greer estaba posedo, inspirado. Sin
duda todo el interrogatorio era en mi
beneficio.
A la crcel contigo?
A la crcel! un chisporroteo de
risa acusatoria. Va a la crcel por sus
ideas sobre m, yo voy por mis ideas
sobre m mismo. Dhladhla se golpete
el pecho desnudo, donde colgaba un
medalln de una tira de cuero.
Orde Greer me present.
Muri en la crcel. El padre de
esta chica. Lo sabas? era
irresistible, inevitable.
No s qu aspecto tengo cuando me
usan como objeto de estudio, me
observan respetuosamente con la libreta
en la mano, o me desnudan como t o mi
sueco para evaluar mi fortaleza, como
una hembra en subasta en un mercado de
esclavos. Quiz sonre ofensivamente
ante Duma y Orde Greer; t te quejaste
de eso en la casita yo guardo una
intimidad tan insultante que quienes
estn bien dispuestos hacia m creen que
los considero indignos de un desaire;
hasta la bofetada del pescado fro se
acalla.
Orde Greer tena su copa en la curva
de la mano, lejos del cuerpo, para dar
nfasis a sus palabras o mantenerla en
equilibrio. Dhladhla no me mir pero
habl para mis odos. Saba que yo
haba estado observando su cara
mientras hablaba y mientras se
preparaba para volver a hablar, sus
respuestas aleteando en suaves destellos
de energa. El semblante era de una
belleza tan plstica que su cabeza se
dira fabricada, slido vaciado de un
material perfecto, liso y oscuro, formado
aluvionalmente bajo la presin del
tiempo y de la raza.
El sabe lo que estaba haciendo en
la crcel. Un blanco sabe lo que debe
hacer si no le gusta lo que es. Es asunto
suyo. Nosotros slo sabemos lo que
nosotros debemos hacer.
El maestro parpade impaciente y
acongojado.
Cunta gente cree que puedes
volverle la espalda a los blancos?
Disparates! No desaparecern. Darn la
vuelta con las armas desenfundadas y
cuntos negros quieren luchar? No
queremos matar, sabemos que es nuestra
sangre la que se derramar. La gente
prefiere que haya algunos lderes
rechaz las objeciones, no estoy
hablando de lderes polticos presos, me
refiero a gente de la comunidad que ha
surgido, incluso hombres de negocios,
peces gordos de Soweto, gente que
puede enfrentarse con los blancos a su
propio nivel en el comercio y otras
actividades prefieren poner un pie y
hacer equilibrio desde donde pueden
empujar. Despus otros sentirn que
pueden seguirlos. Quieren estar vivos.
James Nyaluza sonri ante lo que
probablemente esperaba or.
Por supuesto. Pero no comprenden
que la exclusividad racial del poder
econmico y poltico de la clase
dominante blanca es una caracterstica
primaria del montaje. Si los blancos,
por miedo, asimilan a algunos miembros
de la clase media negra, slo ser a
ttulo auxiliar y dependiente, ni siquiera
tendrn la propina de un cargo poltico.
Ni siquiera un ministerio ttere. Ni
siquiera el poder simblico que obtienes
si eres un matanzima o un buthelezi en tu
bantustn patrio.
T quieres decir que seran lo que
ya son los policas negros. Como ha
sealado Dhladhla slo
colaboradores en un sistema continuo de
represin racial?
Pero nadie recogi la analoga de
Orde Greer; no posee la curiosa
diplomacia necesaria hacia la cuestin
de la polica negra que, aunque nunca se
ha negado a actuar contra su propio
pueblo, sigue siendo considerada una
vctima semejante a cualquier negro
cuando intimida y hace redadas a las
rdenes de un opresor comn. Los
blancos y no los negros son
responsables, en ltima instancia, de
todo lo que sufren y odian los negros,
incluso a manos de su propio pueblo; un
blanco tiene que aceptar este hecho si
admite alguna responsabilidad. Si se
siente culpable, es un liberal; en esa
casa donde yo crec no haba culpa
porque se crea que era como clase
dominante y no como color que los
blancos asuman la responsabilidad. No
se trataba de un decoloramiento en la
carne.
Me deslic en la conversacin como
un pie introduce al otro en una pauta de
movimientos el juego de piernas de
boxeador, la forma de estar en cuclillas
de un corredor para la que han sido
entrenados. Mi voz se cruz y se alz
con las otras.
Las cosas son as, James? Al
quemar el ltimo cartucho, no es
posible que los blancos estn
preparados para asimilar a suficientes
capitalistas negros creando una
identidad y una solidaridad de clase y
en consecuencia un inters comn en
oprimir a las masas negras?
Marisa habl con la autoridad que
da la Isla.
S que eso es lo que teme Joe
piensa que esa clase se vinculara con
los lderes patrios con el propsito de
mantener la mano de obra barata, la
mano de obra migratoria, con una
recompensa a la pandilla patria y a
los negros favorecidos en las zonas
blancas.
A eso me refiero. Es el tipo de
cuestin que discute la oposicin liberal
cuando intenta ponerse de acuerdo. Y
los progresistas blancos incluso hablan
de poder compartido: en realidad
estn pensando en algo de la naturaleza
del cargo poltico para los negros
correctos, desde luego. Esto podra
tener un enorme atractivo para los
negros de clase media. Va ms lejos que
ofrecerle a Fats una voz en la junta
nacional de boxeo, o que un hombre de
negocios negro ocupe una plaza entre los
directores de la Anglo-American.
Orde extendi la palma de la mano
en un gesto que abarcaba a James de un
lado y a m del otro.
Creis que un grupo negro como
se puede ocupar un lugar en el
movimiento nacional?
James respondi como yo contaba
que hara, extrayendo cada palabra de
mi mente.
Jams. Sus intereses estaran en
contradiccin con los del pueblo en su
conjunto, incluso en el contexto de los
objetivos nacionales.
Entonces qu quieres que haga?
Que no permita que mi chico pelee al
otro lado del mar hasta que t decidas
cmo aplastaremos la segregacin
racial? Fats se volvi hacia Marisa
con una consternacin casi cmica.
Eso ayudar realmente a que salgan Joe
y Nelson? dej caer una gota de
whisky en el vaso de James y se detuvo
con una fugaz sonrisa delante de
Dhladhla, que no beba y cuya
abstinencia era una elocuente
desaprobacin del efecto corruptor de
los vicios del blanco. Esperar que l
eleve tan alta la conciencia blanca para
que Vorster y Kruger vean caer esta
enormidad sobre sus cabezas?
De modo que no hay peligro ni
esperanzas, si quieres expresarlo as
para alguna gente, de que ese grupo
ocupe un lugar en el movimiento
nacional.
Dhladhla interrumpi a Greer.
Qu movimiento nacional
conoces t?
Pero era inconcebible para
cualquiera de los presentes que Orde
Greer se refiriera a algo distinto al
Congreso Nacional Africano.
La cuestin consiste, seguramente,
en que la burguesa africana est siendo
descubierta, inventada por los blancos
demasiado tardamente para desempear
el papel clsico, al margen de cul crean
que desempearn. Esa es la cuestin.
No que algunos negros lo deseen o no.
No comprendis ahora se diriga a la
habitacin, la casa, las calles, la
totalidad del lugar que para que
emerjan vuestros promotores y
comerciantes y maestros negros tendra
que invertirse todo el proceso normal,
pues la autntica formacin clasista de
una burguesa tendra que suceder y no
preceder al poder poltico?
Qu fascinado estaba con su
mensaje, introduciendo en el conocido
vocabulario prohibido los trminos de
los conocidos objetivos prohibidos de
los partidarios! Sus palabras me
acunaron: certezas que rodearon mi
infancia. A l deban parecerle
descubrimientos; dnde haba
tropezado ltimamente con ellas?
Pero es un periodista, aunque use una
cmara y no una mquina de escribir y
probablemente se siente a sus anchas en
cualquier ambiente, reproduciendo la
jerga apropiada. Su trabajo le expone a
todo. Est al tanto: si quisiera, podra
hablar exactamente como uno espera que
hable un piloto de carreras en el
autdromo, o exactamente como un
comunista blanco prximo al CNA.
Eso y esto debera ocurrir y no
ocurre debido a eso y aquello. Estas
teoras no cuadran con nosotros. No nos
interesan. Vens repitiendo la misma
mierda desde antes de mi nacimiento. El
ha estado escuchando. Dhladhla
seal a James. Y dnde est? Y
dnde estoy yo? Cuando voy a comprar
pan, dan al kaffir[12] el que qued duro
de ayer. Cuando va a buscar fruta, el
kaffir recibe la que est podrida y el
blanco no quiere comprar. Eso significa
ser negro.
Ignoras al sistema capitalista a
travs del cual ests oprimido por tu
raza?
No ignoramos nada. Estamos
educando al negro para que sepa que es
fuerte y se sienta orgulloso de ello. Nos
liberaremos del sistema capitalista y
racista, pero no como clase
trabajadora. Aqu sas son bobadas
blancas. Los trabajadores blancos
pertenecen a la clase explotadora y
participan en la represin de los negros.
El hombre negro no lucha por la
igualdad con los blancos. Negritud es el
hombre negro negndose a creer que el
estilo de vida del hombre blanco es
mejor para los negros. Tandi hundi
la cara en su brazo por un instante, ech
la cabeza hacia atrs para que viramos
su sonrisa, que mostraba la curva rosa
de su lengua entre los dientes. No se
trata de una lucha de clases para negros,
sino de una lucha de razas. La principal
razn por la que seguimos estando
donde estamos es que los negros no se
han unido en tanto negros, porque se
pasan todo el tiempo dicindonos que
hacerlo es ser racistas. El CNA ha
prestado odos a eso.
Marisa ri.
El CNA logr la ms amplia
unidad negra que jams haya existido.
Su tolerancia era su profesionalidad
como representante del lder
encarcelado, consciente de que haba
que seducir a las jvenes generaciones
para el da en que l retornara. No
obstante, era inocentemente maternal, si
es que un abrumador atractivo sexual
puede subordinarse a otro; al fin y al
cabo l era uno de los suyos y el
reproche de ella resultaba confiable.
Est dispuesta a pasar a la vanguardia
de los estudiantes de Dhladhla, como
esplndida Libertad de pechos
descubiertos en la pintura de Delacroix,
cuando llegue el momento.
El maestro de escuela segua
tratando de hacerse or.
Cielos! No, te digo que no! Las
cosas que creen descubrir en Turfloop
Dhladhla tena el aire de quien ve
por encima de las cabezas, de quien est
de espaldas incluso a aquellos con
quienes estaba frente a frente.
Los liberales blancos corren de un
lado a otro diciendo a los negros que es
inmoral unirse como negros, que todos
somos seres humanos, que es lamentable
que exista el racismo blanco, que slo
necesitamos ponernos de acuerdo, que
las cosas estn cambiando, que
debemos elaborar juntos la solucin
Los blancos no nos atribuyen suficiente
inteligencia para saber lo que queremos.
No necesitamos sus soluciones.
Orde Greer arrug la cara alrededor
de la nariz y la boca, cerr los ojos un
momento.
Y los radicales blancos?
Ahhh! Nombres que os ponis a
vosotros mismos!
Y los comunistas que creen,
como t, que la reforma no es el
objetivo? Lo sepas o no, habis tomado
de ellos la idea de que el racismo est
atrincherado en el capitalismo
(desvirtuis sus propias palabras,
verdad?), y tenis que destruir a uno
para liberaros del otro. Ellos creen que
es tan imposible concebir en Sudfrica
el poder de los trabajadores separado
de la liberacin nacional como concebir
la liberacin nacional separada de la
destruccin del capitalismo. Un negro
tuvo mucho que ver en la elaboracin de
esta cuestin, un comunista negro que
casualmente se llama Moses Kotame,
no? asest cada frase como un
puetazo: Una revolucin nacional
democrtica que lleve al poder una
alianza democrtica revolucionaria
dominada por el proletariado y el
campesinado. Pero ahora la parte
referente a la dictadura del proletariado
ha sido abandonada por los comunistas
europeos. En Cuba, en frica
probablemente sigue siendo vlida. No
es eso lo que queris?
Qu dices? Hay unos pocos
blancos buenos Y qu hay con eso?
No podemos caer en la trampa de
perdernos a nosotros mismos en algn
tipo de humanidad incolora
informe. A nosotros nos conciernen las
actitudes grupales, la poltica grupal.
Los comunistas creen en lo que
queris no, aguarda en lo que
queris para vosotros mismos.
Conforme? Pero ven la conciencia
negra como una forma de racismo que
desva y socaba la lucha.
Dhladhla apart a Tandi cogindola
de la mueca, pero no la solt.
Dado que el problema es el
racismo blanco, slo existe una
oposicin vlida para contrapesarlo:
una slida unidad negra.
Dios mo! Ahora citas a Hegel, el
materialismo dialctico en su forma
anticuada; desde aquellos tiempos han
habido pensadores marxistas que
desaprobaron
Nuestra liberacin no puede
divorciarse de la conciencia negra
porque no podemos ser conscientes de
nosotros mismos y al mismo tiempo
seguir siendo esclavos.
Las consignas en boca de quienes las
han vuelto a conformar para s mismos
recobran una dolorosa espontaneidad
para las etiquetas y los apagados gritos
de batalla de causas que el que habla no
reconoce.
No es hermoso? Fats elev la
palma de la mano, presentndonos
viejas palabras como nuevas.
El beb se haba abierto camino a
travs de una arboleda de piernas. Lo
alc para evitar que lo pisaran y me
examin, despus estir su suave
almohadilla de mano marrn y me
restreg la nariz, riendo, riendo hasta
que los gorjeos se volvieron lquidos y
la saliva chorre de su labio ambarino.
No es hermoso? Duma si ves a
mi chico dejando fuera de combate a un
boxeador blanco, vers algo hermoso
como esto. No estoy bromeando. Vers
que l representa exactamente lo que t
ests diciendo. No es as? Ser algo
que hicieron un cuerpo negro y unas
manos negras. Se siente es ya
veras un hombre negro Fats se
apropi de la expresin de Dhladhla;
probablemente la incorporara a su
vocabulario, revistiendo su desafo con
la vanagloria del mundo del
espectculo. Cuando se ro de s mismo
la carcajada recorri toda la habitacin.
La voz de James Nyaluza desvi la
atencin.
Verwoerd y Vorster lo hicieron.
En quince aos no hemos podido llegar
a los chicos. Puras palabras para estos
chicos, slo nuevas palabras Cuando
llegue el da en que tengan que actuar
qu es lo que sabrn?
Duma Dhladhla y Tandi formaban
una pareja extraamente contrapuesta a
la que formbamos el beb y yo. El
movimiento de la gente a medida que la
discusin perda impulso nos dej en la
arena de un momento cuya naturaleza era
indecisa: tal vez empezaramos a charlar
intrascendentemente, las fuerzas
excesivas cargadas entre los que
habamos estado discutiendo y
escuchando viraran de pronto, dejando
reducidas corrientes amistosas de gente
cmoda en su callada sociabilidad de
bebidas compartidas y humos de la casa,
como los gorrones apiados que de vez
en cuando salan contentos al lavabo del
patio, o expresando los puntos
atesorados que an no haban
conseguido que escuchara nadie, como
James capturado por Orde Greer. De
repente Tandi llam desenfadadamente
al beb que estaba en mis brazos,
hablndole en su lengua. El beb
permaneci inmvil, empecinado. Tandi
volvi a hablarle. El beb dio un salto
contra mi cuerpo y una vez ms se qued
quieto. Yo le sonrea en el homenaje que
los adultos creen que deben rendir a los
nios sin saber por qu. Tandi abri los
brazos e inmediatamente el beb le
imit, abandonndome.
Habl con la tibia intimidad de unas
chicas que tienen ms o menos la misma
edad:
Es tuyo?
Yo quera decir que pensaba que el
nio era de Margaret y Fats.
Son todos nuestros fue un
movimiento en zigzag de la lengua, algo
que no esperaba comprender, que no
tena derecho a comprender aquella a
quin estaba dirigido.
Tandi me observ durante un
segundo y se volvi riendo
agresivamente, parloteando en su idioma
con Dhladhla. Bromeaba con l,
bromeaba con el beb, l a medias
irritado, el beb a mitad de camino entre
la beatitud y las lgrimas. Margaret se
acerc y lo alej de Tandi, besndolo
apasionada y maliciosamente hasta que
se aferr a ella.
En algn lugar cercano las frases del
periodista blanco tintineaban como
llaves toqueteadas en su bolsillo:
no la paz a cualquier precio,
sino la paz para el precio de cada uno.
Las mujeres entraban y salan de la
cocina. Le ofrec ayuda a Marisa, que de
inmediato organiz y deleg tareas entre
las ollas de carnes hervidas, las patatas
y la papilla de harina de maz, la salsa
que ola a curry. La amiga de Tandi
cort el pan. Margaret preparaba sus
delicadas ensaladas con estrellas de
remolacha y rosas de rbanos.
Gracias seora los enanos
esperaron a que les sirviera y comieron
seriamente con sus gorras puestas.
Algunas personas se fueron sin cenar
pero llegaron otras salidas de la noche,
debido a la consabida sociabilidad de
Fats ms que al hecho de haber sido
invitadas. En realidad, a Orde Greer y a
m no nos haban pedido que nos
quedramos a comer en la forma en que
se intercambian las invitaciones entre
los blancos, sino que nos habamos
quedado, sencillamente, hasta que lleg
la hora en que habitualmente coma la
familia de Fats. Es gracias a este tipo de
sociabilidad negra que extiende a los
negros la hospitabilidad ya ofrecida a
los blancos por el to Coen y la Ta
Velma segn la tradicin de mi abuela
Marie Burger que florecieron los
domingos en esa casa. Solamos
sentarnos en cuclillas alrededor de la
piscina, haciendo malabarismos con los
boerewors entre la yema de un dedo y la
yema de otro; estos nios compartan
una fuente en el suelo, modelando
atentamente entre sus dedos las
albndigas de espesa papilla de harina
de maz y sumergindolas en la salsa,
mientras el beb y su abuela coman del
mismo plato.
Sentada en una banqueta de plstico
entre James y Fats, tena conciencia de
la figura de Greer siempre vista desde
atrs, plantada con el aire esperanzado y
ligeramente ridculo de alguien que se
ha emborrachado decididamente ms
que nadie y da la lata desde la periferia
de un grupito u otro, trasladando consigo
su conjuro de provocaciones, de modo
que la gente pueda interrumpir lo que
estaba diciendo o absorber
negligentemente sus preocupaciones,
incluso interpretarlas errneamente con
el fin de combinarlas con las propias.
Haba aplastado su comida en un
montculo, sin probarla; su plato
abandonado ya tena el repelente
aspecto de sobras; alguien haba
apagado all un cigarrillo. Por ltimo se
instal delante de Duma Dhladhla,
ineludible, haciendo caso omiso a la
autosuficiencia del tro, Dhladhla y las
dos muchachas. Le o decir en voz muy
alta, como si l y Duma estuvieran
solos:
Qu haras si estuvieras en mi
lugar?
Dhladhla dio un bocado de una pata
de pollo que tena en la mano y lo
mastic con vivida energa, moviendo
naturalmente los msculos de los
ngulos de su fina mandbula al estilo en
que los actores del sexo masculino
fingen emocin. Mir a Greer
fastidiado, triunfante y aburrido.
Nunca pienso en eso.
Marisa se uni a mi grupo.
Sabes que hoy hubo una redada
en el centro? Dicen que han detenido a
June Makhudu y a otros dos. Se llevaron
todo el material de Sol Hlubi sobre
estudios negros. Hasta el informe sobre
alumnos de segunda enseanza que la
asistencia social del municipio ya haba
aceptado como prueba de su cometido
oficial Quisiera saber por qu de
pronto eso se ha vuelto subversivo.
Estn locos Rosa, hoy por la maana
estuvimos juntas en la ciudad
Supona que yo lo ignoraba igual que
ella. Y en esa compaa comprend que
era extrao, una especie de desliz de la
norma establecida desde los albores de
mi vida, que no se lo hubiera
comunicado de inmediato cuando nos
encontramos en la tienda.
Probablemente Orde sabe algo
ms Marisa lo llam. Orde, qu
es lo que ocurri en Providence House?
A quin visitaron adems del grupo de
Hlubi?
Estaba rgidamente digno con sus
calcetines rojos cados sobre las botas,
la mano palpando masturbatoriamente su
espalda y su pecho debajo del jersey.
Haba tomado fotos; el coronel Van
Staden haba dirigido personalmente la
redada, lo que significaba que buscaban
algo importante; el intrpido reportero
grfico subi de dos en dos los peldaos
de la escalera de incendios y tom una
foto del hombre de Van Staden, ese
cretino de Claasens.
Sujeta a un tipo del cogote, como
si fuera un perro, apretando parte de la
chaqueta y la camisa sus pies levitan
prcticamente por encima del suelo.
Pero qu ocurra? Resistencia a
la autoridad?
No, no, Claasens lo est
registrando, con la otra mano ya
veris. No, no lo veris porque mi
puetero director no quiere publicarlo.
Me dice que caern sobre nosotros
como un cargamento de ladrillos. Que
me encerrarn tambin a m por haberla
tomado. No est permitido mostrar a la
polica en una situacin semejante. Es
perjudicial para la dignidad. Su
dignidad. Caray!
Claasens vio que lo
fotografiabas?
Sal corriendo como alma que
lleva el diablo. Otro me detect pero
cuando empez a perseguirme resbal
en los escalones metlicos y cay de
culo; el muy cabrn tuvo la suerte de no
rodar cuatro pisos
Desde el regazo de su abuela el beb
respondi regocijado a nuestra
carcajada. Se produjo un intercambio de
relatos a costa de la polica, algunos que
los narradores haban vivido
personalmente, otros pertenecientes a
nuestra tradicin popular. Marisa, James
y yo nos estimulamos recprocamente.
Qu me dices del da en que se
casaron tus padres, Rosa?
Tuve que describir una vez ms lo
que Lionel contaba como ancdota
poltica, una crnica familiar que en
realidad era su aventura amorosa con mi
madre: la polica fue a hacer una redada
en aquel diminuto piso y no tuvo ms
remedio que desembalar los enseres
domsticos. Mientras lo contaba, el
beb corri hacia m con una prenda de
punto rojo en la mano. Pens que era
algo suyo que quera que le ayudara a
ponerse, pero lo retuvo, seal mi
cabeza y luego se lo frot en la propia.
Qu quiere? pregunt a
Margaret y vi que las encas desnudas
de la abuela me sonrean cargadas de
simpata. Pero Marisa comprendi.
Quiere ponerte ese sombrero,
Rosa. Es para ti inclin la cabeza y el
beb la coron a manotazos. Un gorro
con una roseta a un costado, de los que
venden las negras, extendidos a sus pies
mientras hacen ganchillo entre las
piernas de los transentes, en las calles
urbanas como si estuvieran en la cocina
de su casa. La abuela estaba regalando
su trabajo manual a la hija de Lionel
Burger. Me lo calc y Marisa lo
enderez. La roseta no va en el medio
ri con disimulo, encantada,
observndome, con la primera
articulacin de un dedo delgado entre
los dientes. Margaret agreg su toque,
arrollando el borde hasta convertirlo en
un ala. No, espera eso es. Marisa
meti todo el pelo debajo del gorro,
mientras las dos protestbamos y
reamos.
La vieja se acerc y me abraz. La
nia de nueve o diez aos que me haba
llevado el t por la tarde se colg de mi
brazo con la ternura de quien quiere
llamar la atencin de una hermana
mayor.
Indudablemente Orde Greer no
pareca en condiciones de conducir;
cuando Fats y su mujer me invitaron a
pasar la noche el pelo corto del beb
suavemente spero bajo mi mentn,
me atrajo la idea de quedarme entre
ellos, en medio del manoseo de los
nios, de la reconfortante confianza
transmitida por Fats, competente en la
corrupcin, de que si la polica me
encontraba all, l sabra exactamente a
quin dar una botella de brandy. La
vanidad de ser querida y de pertenecer a
ellos se propuso por su cuenta,
oportunamente. Pero yo s que aceptar
no sera gratuito. Se me ofreca gratis
pero tiene su precio, que yo tendr que
decidir por m misma para no ponerme
en ridculo como Greer, que haba
pedido a Dhladhla que lo calculara.
Volvimos bajo un cielo que
parpadeaba relmpagos a travs de
calles que se perdan en la noche, casas
bajas cerradas a cal y canto, reforzadas
en la oscuridad, atrancadas con latas y
hierro para protegerlas de ladrones y
policas, en ambos casos merodeadores
indistintos. El ojo de una ventana era la
visin de una vela en el interior, o slo
el reflejo de los faros del Volkswagen
que me devolvan la mirada mientras
traquetebamos y virbamos en el
camino de regreso. Semforos
repentinos, muy separados e irregulares,
nos volvan vulnerables al pasar por
debajo como el rayo. Humeantes como
un solar quemado, nos rodeaban
kilmetros de distritos negros en su
oscuridad coagulada, sin la afirmacin
de altos edificios contra el cielo, sin el
globo de alabastro nuboso invertido
sobre la ciudad blanca por la vida que
se declara abiertamente en neones, focos
y ventanas que despiden luz hacia los
jardines. Hay un hombre tumbado en la
calle sin cunetas que encuentra su lmite
en los baches y los charcos. Borracho o
apualado. A ninguno de los dos se nos
ocurri parar o hacer una observacin.
No en ese lugar. Ni aunque hubisemos
sido negros. Ni porque somos blancos.
Orde Greer me dej en casa sana y
salva. Deba de estar acostumbrado a
conducir borracho. El nico sonido en el
coche era su pesada respiracin y los
eructos con vapores de whisky que lo
acometan de vez en cuando; su
concentracin exclua mi presencia.
Sabamos que nada nos ocurrira en ese
coche cruzando las esquinas a toda
velocidad y detenindonos con
demostrativa precaucin antes de cruzar
los semforos en rojo. Noto que es
alguien permanentemente fascinado por
la idea de algo que puede transformarlo;
la muerte accidental no es su solucin. Y
aqu estoy yo, ltimo miembro de mi
familia.
Gusanos de seda de la llovizna mascan
las hojas de los rboles a las dos de la
madrugada.
Pero no he olvidado el gorro de
punto rojo; lo guard guard la
tentacin en un cajn antes de
acostarme aquel sbado, al tiempo que
la benigna precipitacin llegaba a los
suburbios blancos.
Lo que digo no ser comprendido.
Una vez fuera de m se convierte en
apologa o en acusacin. No estoy
haciendo ni lo uno ni lo otro pero t
usars mis palabras para darles tu
propio significado, de igual manera que
la gente quita o agrega letras en los
juegos de palabras. T dirs: ella dijo
que l era tal o cual cosa: Lionel Burger,
Dhladhla, James Nyaluza, Fats, e incluso
el pobre diablo de Orde Greer. Yo slo
procuro encontrar formas de afianzarme;
t dirs: es maniquea. No entiendes la
traicin; un pez volador aterriza en la
cubierta desde aguas por las que te
deslizas. Te inclinas curioso, llamas al
resto de la tripulacin y vuelves a
echarlo al mar.
Fuera lo que fuese, me confundiste.
En la cabaa me dijiste que en esa casa
la gente no se conoca entre s; me lo
demostraste en lo que he descubierto
desde entonces en lugares en los que,
aunque ests explorando el mundo,
nunca has estado. Pero hay cosas que
ignorabas; o, aplicando tus mismos
criterios, que slo conocas
abstractamente, en el acto pblico e
impersonal de leerla o indagar, como un
periodista blanco profesionalmente
objetivo y conocedor del sujeto de
una clase negra explotadora. El credo
de esa casa descartaba el tipo de
individualismo de los Conrad, pero en
la prctica descubra y elaboraba otro.
Esto ocurra en las interminables
reuniones y grupos de estudio que eran
los torneos de golf y las cenas en el club
que celebraban quienes compartan las
ideas de mi padre. Era lo que se
interpretaba falsamente en las purgas,
cuando se denunciaban y expulsaban
unos a otros por revisionismo o falta de
disciplina o insuficiente celo. Algo que
lograban crear por s mismos incluso
mientras los agentes del Comintern iban
a informar sobre sus actividades y, en
ocasiones, a destruirlas por completo
cumpliendo rdenes que sembraban
nuevas disensiones entre ellos,
desesperacin y desafecto. Es algo que
se introducir en una grieta oculta entre
el anlisis que hace el bigrafo de
Lionel sobre la Teora del Colonialismo
Interior, la Naturaleza del Nuevo Estado
como Movimiento Revolucionario, y la
resolucin de los Problemas del Perodo
de Post-Rivonia el cristal que
segregaban para s mismos a partir del
dogma. Qu haras si estuvieras en mi
lugar? Qu hay que hacer? Lionel y
sus compaeros lo descubrieron;
signifique lo que signifique el credo en
todos los pases donde se evoluciona
entre las ortodoxias polares de China y
la Unin Sovitica (segn el giro
expresivo acuado por el bigrafo), en
este pas concreto hicieron un
comunismo adecuado a las condiciones
locales. No lo declararon hertico,
aunque s que contiene algn tipo de
hereja desde la perspectiva
interpretativa de alguien de afuera.
Lionel mis padres, la gente de esa
casa, tena con los negros una relacin
totalmente personal. En este sentido, su
comunismo era la anttesis del
antiindividualismo. Una relacin que
otros blancos nunca tuvieron de la
misma manera. Una relacin sin
reservas por parte de los blancos y de
los negros. Las actitudes y actividades
polticas de esa casa iban de adentro
hacia afuera, los negros de esa casa
donde no haba Dios sentan su abrazo
ante la Cruz. Finalmente no haba nada
entre esta piel y aqulla. Finalmente
nada entre la palabra del hombre blanco
y sus actos; chapoteaban juntos en la
misma agua de la piscina, iban a la
crcel por la misma causa: era, por
encima de todo, una conspiracin
humana.
He perdido esta relacin. Ahora
slo es, para m, la memoria de una
tibieza infantil. Marisa dice que no
debemos separarnos. Los Terblanche
me dan la oportunidad de robar la llave
de la sala de fotocopias. Qu debo
hacer? Lionel y mi madre no se
plantaron delante de Duma Dhladhla,
llevndolo a decir: Nunca pienso en eso.
Ellos mantenan la relacin porque
la crean posible.
Rosa Burger no volvi a la ciudad
donde su padre haba sido juzgado y
encarcelado de por vida hasta ms de un
ao despus de su muerte. Estas
circunstancias para visitar la ciudad no
dieron lugar a otras: Lionel no tiene
sepultura all. Pero cuando ese verano
ya se haba dividido por el cambio del
ao viejo al ao nuevo en el ltimo
dgito de los calendarios de escritorio
de la empresa de Barry Eckhard, fue tres
veces a la ciudad y a tres domicilios
distintos, durante febrero y marzo.
Despus de un perodo de varias
semanas, hizo una nueva serie de visitas
(el 13 y el 30 de abril, el 7 y el 24 de
mayo), pero todas al mismo domicilio.
Se saba que haba conducido su coche a
la ciudad en estas fechas y a estos
destinos por la vigilancia a que haban
sido y eran sometidos todos sus
movimientos desde el da en que una
chica de catorce aos, con las arterias
de la ingle dolorosamente cargadas de
sangre menstrual, permaneci ante las
puertas de la prisin con una bolsa de
agua caliente y un edredn en la mano.
No es seguro que Vigilancia siempre
pudiera descubrir ciertos propsitos
ocultos en estos movimientos el trozo
de papel con el mensaje de la nia a su
madre escondido alrededor del tapn de
la bolsa de agua caliente, aunque por
razones de contraestrategia se sabe que
la gente como Lionel Burger no vacila
en volver a sus hijos expertos en
estratagemas y embustes desde que
aprenden a andar. En breve se localiz
la nueva conyuntura que explicaba sus
visitas: corresponda a una categora
sealada por lo que tenan en comn las
identidades dispares de la gente que iba
a ver. Personas cuyas ideas convertan a
su padre en enemigo. Afrikaners cuya
historia, sangre e idioma lo convertan
en hermano.
La hija de Burger quera algo,
entonces. Algo que no estaba a
disposicin de los de su misma
ideologa. La haban nombrado
oficialmente entre ellos, en lo alto de la
lista, no slo alfabticamente. Aunque
no estaba proscrita, el hecho de ser
nombrada como comunista limitaba las
asociaciones y los movimientos ms
deseosos. Tal vez esperaba un favor de
alguien relacionado con ella; pero desde
el asunto con el hippie contra el que
nada descubrieron, y los lascivos fines
de semana con el periodista escandinavo
(el Ministerio del Interior haba
recibido instrucciones de no volver a
concederle una visa, el Correo haba
recibido instrucciones de abrir todas las
cartas dirigidas a l), pareca vivir
apartada, con excepcin de los viejos
contactos que se dan por supuestos entre
esa gente, y que Vigilancia siempre
logra descubrir siguiendo su estela
desde el epicentro por el temblor de una
vctima recin atrapada. Tal vez buscaba
un desahogo de sus restricciones, estaba
harta de ser dactilgrafa y haba vuelto a
surgir la idea de ir a trabajar en el
Transkei con esos dos mdicos ingleses.
Fuera lo que fuese, lo deseaba tanto
como para buscar a destacados
nacionalistas que, debi de calcular,
tenan con ella alguna obligacin que
equilibraba la lpida de los temores y
resistencias que poda provocar su
acercamiento.
Slo cuando en abril y mayo retorn
a uno de los tres domicilios se
vislumbr la naturaleza exacta de lo que
andaba buscando. El domicilio que tena
en mente ya fuera porque la haban
rechazado en los otros o porque ella
misma haba eliminado todos salvo el
ms til fue el de Brandt Vermeulen,
uno de los Nuevos Afrikaners de una
antigua y distinguida familia afrikaner.
En cada pas las familias llegan a
distinguirse por diferentes razones.
Donde no hay Almanaque de Gotha, la
construccin de ferrocarriles y la
excavacin de pozos de petrleo se
transforma en un linaje; donde nadie
puede remontarse hasta Argenteuil o las
Cruzadas, las guerras coloniales
sustituyen a la herldica. El tatarabuelo
de Brandt Vermeulen fue asesinado por
Dingaan con el partido de Piet Retief, su
abuelo materno fue general en la guerra
de los boers, hubo un to poeta cuyo
septuagsimo cumpleaos haba sido
conmemorado con la emisin de un sello
y otro to estuvo internado durante la
segunda guerra mundial junto con
Vorster por sus inclinaciones pronazis
; incluso hay un primo que fue
condecorado postumamente por su valor
en combate contra Rommel en El
Alamein. Cornelius Vermeulen, un
Moderador de la Iglesia Holandesa
Reformada, fue ministro del primer
gobierno del Partido Nacional despus
del triunfo de los afrikaners en 1948
cuando su hijo Brandt tena ocho aos
y retuvo el cargo en los sucesivos
gobiernos de Strydom, Verwoerd y
Vorster antes de retirarse a una de las
granjas de la familia en el municipio
Bethal del Transvaal.
Los hijos de familias distinguidas,
tambin suelen apartarse del medio y las
actividades tradicionales en discordia
con aquello a que los ha confinado su
nivel especfico en la sociedad. As
como el hijo de un prspero tendero
rural judo o indio se hace mdico y
abogado en la ciudad, o el hijo de un
jefe de turno en las minas de oro se
dedica a los negocios, Brandt Vermeulen
abandon granja, iglesia y reuniones
directivas de su partido, largndose a
Leyden y Princeton para estudiar
poltica, filosofa y economa, y a Pars
y Nueva York para ver arte moderno. No
volvi europeizado o
norteamericanizado por ideas forneas
de igualdad y libertad, para destruir
aquello por lo que haba muerto su
tatarabuelo a manos de un kaffir, ni
aquello por lo que el general boer haba
luchado contra los ingleses; regres con
el vocabulario y la sofisticacin
necesarios para transformar el destino
poco a poco, cercenado el dominio del
blanco sobre el negro en trminos que
orientaba la generacin de finales del
siglo veinte, intelectuales nacionalistas
que se postularan como la primera
evolucin social autntica de la centuria,
dado que el liberalismo europeo
decimonnico mostr su agotamiento en
el fracaso de la integracin racial donde
lo intent, y el comunismo acusando
al afrikaner de esclavizar a los negros
con la bendicin de Dios, esclaviz a
blancos y amarillos junto con los negros,
negando la existencia de Dios. El y sus
partidarios fueron los primeros que
contaron con la sofisticacin suficiente
para rer ante las cosas de las que se
supone slo pueden rerse quienes
denigran al pueblo afrikaner: la condena
de las Iglesias Reformadas con respecto
a lo impo de practicar deportes o asistir
a sesiones cinematogrficas los
domingos, el dictamen del comit de
censura respecto a que los pechos
blancos en la portada de una revista eran
pornografa, en tanto que los negros eran
arte tnico. No le horrorizaba como a la
generacin de su padre el contacto
abierto con los negros y consideraba que
deba desecharse la Ley de Inmoralidad
como reliquia de una anticuada
culpabilidad libidinosa con respecto al
sexo, pues en la nueva sociedad de
naciones separadas cada una con la
bandera de su propia piel, emergera
la implantacin del semen blanco en una
vagina negra, metamorfoseando todo
reconocimiento de su origen, como el
nacimiento de otra nacin. Era director
de una de las primeras compaas de
seguros que haba penetrado el dominio
anglosajn y judo de las finanzas
cuando todava iba a la escuela, pero su
pasatiempo era una editorial de arte a la
que se entregaba con el riesgo de perder
en ella su parte de los beneficios de una
granja vincola heredada de la familia
de su madre. En los simposios, donde
era invariablemente elegido por los
liberales blancos para que aportara
enfoques fascinantemente atroces para
ellos, era alentado en el estrado junto
con los delegados negros, y ampliamente
citado en los informes de prensa. No os
veo a travs de los cristales del temor y
la culpa mi sensibilidad, como la de
mis colegas nacionalistas afrikaners,
apunta a una positiva y fructfera
interaccin entre nacin y nacin, y no
a la rivalidad racial. Ello excluir que
se comparta el poder poltico en un
mismo pas. Francamente, los
afrikaners no lo aceptarn Preveo un
futuro en el que las diferentes naciones
podrn alcanzar la coexistencia
pacfica por medio de encarnizadas
negociaciones
Un peridico de lengua inglesa
divulg su nombre como miembro de la
mafia poltica afrikaner cuyos cofrades
dirigen el pas desde el interior del
parlamento; fue entrevistado por esta
cuestin, a la que respondi sonriente:
Por qu nicamente cofrada? Por
qu no el Ku-Klux-Klan o la Liga de
los Partidarios del Imperio? O sea que
no se descubri hasta dnde llegaba su
influencia en las altas esferas. Tena
amigos ntimos en varios ministerios.
Una elegante composicin fotogrfica,
muy distinta a la usual publicacin
Ven-a-la-soleada-Sudfrica, apareci
con su pie de imprenta en todas las
embajadas del pas; en el departamento
de Informacin haba quienes
encontraban dinmicas sus ideas
acerca de la forma de mejorar la imagen
del pas sin desviarse de los principios
ni ser tan ingenuos como para mentir en
este sentido.
Pero su amigo ms ntimo estaba en
el Ministerio del Interior. El ministerio
donde se conceden los pasaportes;
entonces de eso se trataba. Para
Vigilancia era casi increble que a la
hija de Burger se le pasara por la
imaginacin que conseguira un
pasaporte, pero lo ms interesante era
averiguar por qu lo intentaba. Durante
el perodo de abril en que visit al
amigo de los departamentos de
Informacin e Interior, el rgimen
portugus fue derrocado en Lisboa, y lo
que en ltima instancia provoc su cada
se gest en el motn de las tropas
portuguesas que se negaron a combatir
al Frelimo en su ltima guerra colonial;
exista la posibilidad de que la chica no
hubiera hecho nada desde el
encarcelamiento de su padre, a la espera
de ser til en una situacin como sta:
as se presentaba limpia; quera salir
del pas porque era necesario montar
nuevas lneas de crecientes contactos
para aprovechar plenamente las bases
que ofrecera Samora Machel para la
infiltracin desde un Mozambique
marxista, ahora establecido justo al otro
lado de la frontera que solan cruzar los
sudafricanos que a diferencia de ella
tenan pasaporte, para comer langostinos
y practicar la pesca con arpn. Se saba
con certeza que quienes compartan sus
ideas siempre haban tenido
vinculaciones con el Frelimo (por eso
haban detenido a la Terblanche y a su
hija la primera semana de mayo,
dejando suelto al viejo para ver con
quin se pona en contacto). La reunin
de miles de negros, africanos e indios en
solidaridad con el Frelimo, celebrada en
la Fuente de Currie, en Durban, sac a la
luz esta relacin; el interrogatorio de la
gente que haba estado all proveera
nuevas pistas que sin duda remitiran a
los viejos focos. En Tanzania estaba su
hermanastro, a quien tambin vigilaban
alguno de los que alistaban para su
entrenamiento militar como
Combatientes de la Libertad, que ya
haba sido reclutado y reciba su
pequeo estipendio estuviera donde
estuviese. El hecho de que no hubiera
informacin de tratos con el hermanastro
ms all de las dos cartas posteriores a
la muerte de su padre y de que se
supiera que no tena el domicilio de ella
despus que se mud al piso de la
ciudad, no significaba que no estuviera
preparado, por intermedio de un tercero,
para establecer contacto con ella en
cualquier lugar del extranjero, o para
recibirla bajo otra identidad en Dar es
Salaam. La hija de su padre: sa era
capaz de intentar cualquier cosa. Pero lo
ms inquietante era su actividad en el
pas, sugerida por el hecho de que
intentara salir y volver a entrar; no tena
la menor esperanza de conseguir lo que
nunca le haban dado, lo que se le haba
negado de una vez por todas cuando
intent abandonar a sus padres para
correr tras el hombre que amaba.
La ltima vez que pas por all la
autopista estaba sin terminar, pero ahora
haban concluido las obras; los diversos
tramos incluyendo aquel en el que
haban derribado la casita de hierro
acanalado e incorporado aosos
nsperos del Japn al paisaje estaban
empalmados, acortando las distancias.
Las curvas acechaban en un suave
apartadero del ro color caf con leche
que se transformaba en una zanja
pedregosa en invierno y ahogaba
animales en verano; fincas donde haban
instalado obstculos para que saltaran
los caballos; senderos interrumpidos
donde el viejo negro remolcaba lo que
quedaba del chasis de un coche hacia
una comunidad ndebele, semejante a un
fuerte de adobe sobre un horizonte de
espesas malezas. Rosa Burger vio todas
estas estaciones e incidentes pasados y
presentes; en los otros viajes no haba
en ella espacio para nada entre un punto
de partida y un punto de llegada. El
camino la desliz hacia la ciudad en
medio de colinas brillantes con el
verdor de los matorrales de espinos. El
monumental altar al mito del volk, con la
forma de una caja de msica gigantesca
a la izquierda, un letrero con publicidad
del parque de atracciones del kloof
silvestre a la derecha. Y al pasar por la
casa del funcionario en el primoroso
jardn, el tronco de enormes palmeras
sustentando su nave de persianas, las
casas de los carceleros en soleado
orden domstico, la crcel de ladrillos
rojo oscuro con la fachada ciega a la
calle los estrechos resquicios
oscurecidos por las rejas y la gruesa tela
metlica romboidal, imposible saber,
nunca, cul corresponde a qu categora
de habitacin y con qu propsito, y en
qu pasillo, a izquierda o derecha,
aguardaba un escenario especfico con
una mesa y dos sillas; el coche celular y
el patrullero aparcados afuera, un
carcelero en su da libre coqueteando
con una chica de pelo amarillento y un
fox-terrier en los brazos; el portal, la
enorme puerta gastada con los tachones
de menos y las estanteras
definitivamente marcadas. La puerta
qued atrs y llegaron los cuarteles
militares, enclavados en el fondo de un
jardn de guijarros, con otra palmera
inmensa de la poca de la vieja
repblica, como el edificio vecino, un
ejemplo encantador (le cont su padre,
que haba estado en Holanda) de
adaptacin colonial boer de las
mansiones urbanas del siglo diecisiete a
lo largo de la Heerengracht en
Amsterdam, edificadas con ladrillo de
casa de muecas resaltando en blanco
junto a la chapucera proporcin de
aguilones demasiado pequeos para su
altura. La oficina de correos suburbana,
donde hacan cola los carceleros y los
visitantes de los presos la calle
Potgieter franqueaba lo suficiente para
sugerir en un sobre el sello de la crcel.
Rosa Burger atraves el centro
comercial de la ciudad a la hora de
mayor trfico, las cuatro de la tarde,
mirando de reojo un papel que no la
orientaba ms all de la Corte Suprema
ni de la vieja sinagoga convertida en
tribunal, camino que conoca.
Conduciendo al ritmo de quien debe
descifrar las seales, encontr el
suburbio y la calle. Uno de los viejos
suburbios: Straat Loop Dood, un
callejn sin salida en forma de tnel
hasta la barrera de una colina empinada,
bajo enormes jacarandas que no estaban
en flor en esa temporada. Eran casas de
boers que accedieron a la burguesa
setenta u ochenta aos atrs; fincas de
una sola planta con galenas donde los
viejos que las construyeron debieron de
sentarse hasta su muerte. La casa era
como todas las dems; un par de cuernos
encima de la puerta de entrada, un
naranjo leoso con diminutas frutas
seniles, una balaustrada de madera que
llevaba a la galera encerada en rojo, un
bidn de petrleo de Elephant Ear y otra
desde la que un cactus floreciente se
agarraba a la pared y colgaba en
tentculos semejantes a patas de moscas.
Una avispa haba adherido su avispero a
la puerta. La fachada era equiparable a
las declaraciones de Brandt Vermeulen
con las que le gustaba sorprender,
desconcertar alegremente en los
simposios: no, no vivo de acuerdo con
la imagen que da mi peridico del
hombre de mundo afrikaner, divorciado,
en un tico con saunas y un patio de
squash en el subsuelo, remedando el lujo
advenedizo de Johanesburgo. Tena
suficiente confianza en s mismo como
para hacer hincapi en lo que l mismo
definira como sensibilidad indgena; la
apreciacin de la intimidad, la paz y una
solucin ambiental acertadamente
sencilla, protegida en esta encantadora
callejuela, con por supuesto otra
sorpresa en reserva. Cuando abri
personalmente la humilde puerta, algo
despeinado, esperando a Rosa Burger en
cumplimiento de la cita telefnica, pero
informal por naturaleza, un rostro
sonriente levantado al sol, indic el
camino hasta una inmensa sala que
descenda en dos niveles hasta una
pared de cristales corrida que daba a
otro jardn, esta vez un autntico jardn.
El interior de la casa haba sido
derribado y vaciado para dar lugar al
espacio ocupado por un buen estilo de
vida moderno. Iba descalzo, con
vaqueros de lona blanca y una camisa a
cuadros que ola a recin planchada,
tena el pelo hmedo porque seal el
jardn cercado con una tapia acababa
de nadar un rato. Una tarde tan
bochornosa si quera darse un
chapuzn, la piscina era del tamao de
una pila para pjaros, no poda ofrecerle
dimensiones olmpicas, pero haba unos
cuantos bikinis olvidados por diversas
invitadas Hablaba en ingls y no
pareca sentir la menor curiosidad
acerca de los motivos de su visita. Se
sentaran afuera, bajo la parra, o dentro?
Chaises-longues de madera blanca con
ruedas, salpicadas con excrementos
morados por los zorzales del Cabo que
alimentaban a sus cras sobre los
racimos colgantes.
Es un asco pero las uvas tienen
buen aspecto aunque son esas pequeitas
y agrias de Catawba y no te parece
delicioso el canto de los zorzales? Tan
suave y curioso. Y ya habrs visto el
tamao de los bebs que alimentan
Rechonchos bultos con el pecho
moteado todava, pero tan grandes como
la pobre mam. Pasan volando y se
posan all con los picos abiertos, mira
Ella les mete las uvas en la boca como
si fueran buzones los pjaros volaban
a ras del suelo entre l y la invitada.
Pero hace calor. Adentro estaremos ms
frescos; pasa, sentmonos aqu.
La disposicin de los muebles
divida informalmente el espacio,
dotndolo de una confortable intimidad.
Rosa Burger, que nunca haba estado en
una vivienda de ese hombre con
anterioridad, fue instalada en uno de los
sillones de ante y cromo, junto a una
mesa baja de cristal en la que l haba
estado trabajando debajo de un
cuenco con rosas amarillas apartado,
textos mecanografiados y pruebas de
diseos de sobrecubiertas de libros
entre peridicos con algunas columnas
rodeadas por un crculo rojo. Las
sandalias chatas del monje que llevaba
Rosa dejaban pasar la larga piel blanca
de una alfombra que daba la sensacin
de suave csped.
Su arrugado vestido de algodn
indio se retorca alrededor de su cuerpo,
flojo; para l, una evidencia de que la
visita no era algo para lo que ella se
hubiera preparado en modo alguno. No
haba el menor indicativo de qu
impresin quera dar esa chica; pero sa
era, en realidad, la impresin que l se
haba formado las pocas veces desde
que era una adolescente que la haba
encontrado e incluso a partir de fotos en
los peridicos: o era tan
vulnerablemente abierta que su
presencia en el mundo impresionaba
como una ridcula demanda, o tan
inviolable que su franqueza resultaba
una pretensin arrogante lo que vena
a ser la misma cosa. No comprenda la
vergenza de la necesidad de agradar e
imitaba el estilo de la realeza, que nunca
lleva dinero. El rosa culi (era proclive a
estos viejos trminos descriptivos tan
inocentes y candorosamente insultantes),
el rosa prpura del vestido contrastaba
de forma atractiva, casi pictrica, con su
cutis: luces verde bronceado resbalaban
por sus clavculas cetrinas y el declive
de la respiracin serena en el escote
sujeto con bramantes donde nacan los
senos. El vestido era meramente poco
interesante y no poco convencional al
modo llamativo en que a l le gustaba
las ropas sueltas en los cuerpos altos de
las actrices de teatro en afrikaans y de
las profesoras de la escuela de arte, que
eran las mujeres que sola tener a su
alrededor. Era a pesar de su vestimenta
que Rosa conservaba ese potente
atractivo fsico; sin maquillaje, los
labios llenos suavemente acolchados en
posicin de descanso despus de una
convincente sonrisa amable, la claridad
acuosa de los ojos y el acento brillante
de las cejas en la tersura ahumada de su
tez. La vitalidad quedaba sugerida por el
rizado pelo oscuro, sin inclinar
coquetamente la cabeza cuando hablaba
o escuchaba, serenamente de pie ms
all de las banquetas cuando la dej
para ir a buscar el refrigerio.
En una de las paredes un leo de
heroicas proporciones: el ojo de la
visitante lo compar a otros colgados en
la misma sala. Todos estaban
compuestos en forma radial desde
figuras que parecan descender hacia el
centro del lienzo desde cierta altura,
extendidas como un suicida en el
pavimento, o apoyadas contra un
paredn visto desde las perspectiva del
pelotn de fusilamiento. Brandt
Vermeulen era, evidentemente, mecenas
del autor. Tambin haba un dibujo de
Kandinsky y un litografa de Georgia
OKeeffe que no reconoci hasta que,
mucho despus, el anfitrin le explic
sus gustos y preferencias ya que ella era
bastante ignorante respecto a los
movimientos artsticos; un stiro de
Picasso inconfundible incluso para ella,
y un grupo de pequeos paisajes del
Cabo y Karoo, intensamente
atmosfricos, que tenan que ser de
Pierneef. Un grabado de la tienda de uno
de los herbolarios africanos que
mostraba la lnea real zul desde Shaka
hasta el contemporneo Zwelithini, Dios
de la Buena Voluntad, agrupados en
retratos de camafeo alrededor de una
choza en forma de colmena, y
enmarcados en plstico de rayas rosas,
exactamente como si estuviera en una
pieza de servicio, representaba
pintorescamente la ingenua tradicin
local, en la misma lnea (se enter ms
tarde por boca de un anfitrin) que
Rousseau o la Abuela Moses. Sobre un
antiguo arcn del Cabo, de madera
amarilla, junto al asiento de la visitante,
una presencia de la que se percat
mientras estuvo sola, un torso femenino
de tamao natural, en plstico, dividido
por la mitad en un costado azul y uno
rojo, con los labios vaginales
horizontales a travs de la parte exterior
del pubis, como los labios de una boca.
La punta del cltoris sacaba la lengua.
Los pezones eran de plexigls y sugeran
simultneamente la dureza de la
tumescencia y lo glido de la frigidez.
Brandt Vermeulen llev zumo de
naranja. Le pidi que apartara las rosas
y dej la bandeja entre los ptalos
cados. Haba un bizcocho tibio en
forma de pan.
Tienes que probar como mnimo
media rebanada, el pan de jengibre de
mi Nina es toda una experiencia y se
ofende era delicioso, autntico,
disfrut del placer de la mutua
experiencia del zumo natural y puro y la
delicada picantez, sirvindose ms
bizcocho y expresando con gestos que
ella hiciera lo mismo. Es una antigua
receta familiar de mi abuela que Nina
aprendi cuando era una negrita que no
levantaba un palmo del suelo y ayudaba
en la cocina eso dice, pero mi madre
asegura que es ella quien la recibi de
manos de su madre y se la ense a
Nina. Probablemente tambin se la
transmitieron a tu madre.
Poda existir cierta relacin familiar
lejana entra Brandt Vermeulen y Rosa
Burger. No figuraba en los archivos del
departamento de Seguridad del Estado.
La madre de ella haba sido poco
precisa al respecto. La madre de Brandt
Vermeulen y la de Rosa podan haber
sido primas terceras o cuartas por rama
materna; l no necesitaba reconocer la
posibilidad ni Rosa tener motivos para
reivindicar ningn parentesco en la
condicin colateral de afrikaner donde,
si retrocedas trescientos aos, todos los
Cloete y Smit y Van Heerden resultaran
tener vnculos sanguneos con todos los
dems. No, nunca haba probado un pan
de jengibre tan bueno.
Le gustaba la calabaza en
conserva? Saba lo que era calabaza en
conserva? El sospechaba que no! Se
jact juguetonamente de su huertecillo
que estaba por all, cerca de la
piscina la gente no se daba cuenta,
sencillamente, de lo maravillosas que
eran las verduras, tena que mostrarles
sus berenjenas de color caoba y los
chiles granates, y las calabazas
parecidas a esos cojines rellenos con un
botn en el centro. Su jardn, sus
pinturas, esta especie de aventura
delirante sopl ptalos de rosa para
alejarlos de las pruebas de
sobrecubiertas, ahora que estaba a
punto de perder hasta la camisa
publicando un libro de grabados en
madera y poesa que en realidad era
ertico pero que no le creara problemas
con las tannies[13] porque los grabados
eran demasiado abstractos y los poemas
demasiado esotricos para tener la
esperanza de vender algn ejemplar
Podra haber seguido
entretenindola con su entusiasmo y su
capacidad de no tomarse en serio a s
mismo, ella podra haberse levantado
para marcharse despus de una hora sin
haber descubierto el propsito de su
visita. Esas magnficas calabazas
Nina las preparaba agridulces, le dara
un tarro para que se lo llevara a casa.
Todava vives en la casa la
casa de tu padre? ri, no quera
fisgonear. Ests casada o algo as?
Respondi que haba vivido en
varios sitios y ahora estaba en un piso
pequeo.
Entonces renunciaste a esa casa
naturalmente. Estuve all una vez, ms o
menos a los quince aos no creo que
t hubieras nacido.
Rosa sonri, cerr los ojos
momentneamente en un esfuerzo
inconsciente para recordar o negar.
S, yo haba nacido.
Bien, eras demasiado pequea
para ponerte en evidencia
Me fastidi una rodilla jugando al
rugby y el to que me tena a su cargo
mientras yo estaba en la escuela, lejos
de casa, quiso conocer la opinin de tu
padre antes de asumir la
responsabilidad de la habitual operacin
de cartlago. Para l no haba nadie
como Lionel Burger: Ser un rojo pero
es el mejor mdico del pas! Mi padre
no tuvo ms remedio que ceder
pas al afrikaans sin darse cuenta. Yo
estaba un poco nervioso, no saba cmo
era un rojo, lo imaginaba como una
especie de anticristo, de Frankenstein, al
que los chicos veamos en el bigrafo,
pero tu padre result estupendo,
hablamos de rugby, l haba sido
zaguero de un equipo de primera cuando
estudiaba medicina. Pens en qu
demonios haban querido decir
tachndolo de rojo.
Vend la casa y renunci a mi
trabajo en el hospital. Hace ya ms de
un ao tambin ella empez a hablar
en afrikaans.
Su rostro sonriente, limpio de sol y
cloro, se compuso para reflexionar en
que tal vez su visitante haba renunciado
a algo ms que una casa y un trabajo. El
ingenio y la frivolidad se vinieron abajo
como cometas que se posan en tierra
graciosamente.
He estado trabajando para un
asesor de grandes inversionistas. La
organizacin de Barry Eckhard.
Comprendo la miraba,
esperando la revelacin.
Ella no dio seales de nervios o
perturbacin, aunque tampoco adopt la
actitud defensiva que l sola encontrar
si alguien lo presionaba. Ella era duea
y seora de sus propios silencios, como
si fuera l quien deba esperar a que
hablara en lugar de ser ella quien tena
que encontrar la oportunidad. Brandt se
cruz de brazos.
Habl con el tono y la cadencia que
haba empleado para decir que a su
madre no le haban dado, por lo que ella
saba, la receta del pan de jengibre.
No es muy interesante. De hecho,
mucho menos de lo que yo pensaba.
El hizo aletear sus pestaas rubias
en direccin a la preocupacin que le
aguardaba sobre la mesa.
Las formas de perder dinero son
ms divertidas, lamentablemente.
No puedo decir que est harta de
eso todava. Ms bien parece que no
he hecho cmo dira que no he
tomado contacto con ellos.
El se vio llevado a una de esas
preguntas que sugieren la respuesta.
No es lo que t quieres?
Rosa dej que la pregunta se
convirtiera en conclusin. Despus
habl, no como si reflexionara, sino
directamente para l, en una serena
manifestacin que llegaba hasta l y lo
rodeaba.
Quiero ir a otro sitio.
El se tom tiempo:
Otro trabajo?
Me gustara conocer Europa.
Dicho as pareca razonable; l
haba ido y vuelto con frecuencia; ella,
una chica como cualquier otra, una chica
en la veintena, de una inteligencia,
educacin y clase que daban por sentada
la experiencia del mundo exterior, no
era perfectamente razonable que tuviera
conciencia de la posibilidad de los
placeres que tambin existan para ella?
No pudo menos que ser serio y
comprensivo.
Y por qu no lo haces? Por qu
no podras hacerlo?
Nunca he viajado.
Ni de nia? empez a sonar el
telfono.
Nunca pude. Rosa Burger no
dio la impresin de darle permiso para
ir a atender.
Crea que una o dos veces tu
padre el telfono segua
descargando sus impulsos elctricos
sobre ellos, comprimiendo el
aislamiento de su charla hacia la
complicidad. Se levant, para no
compartirla. Maldicin, nadie
atender los criados viejos tienen la
desventaja de ser sordos.
Desde otra habitacin lleg su voz,
vivaz, halagadora, alegre; al volver todo
se esfum rpidamente de su expresin.
Disculpa en un gesto simiesco
su mano se dispar sola y le meti un
trozo de bizcocho en la boca.
Mis padres fueron varias veces a
la Unin Sovitica, pero eso fue antes de
que yo naciera. La ltima vez que mi
padre estuvo en el exterior fue en 1950,
yo tena dos aos, tambin visit
Inglaterra y Checoslovaquia. Por todo
el a Estados Unidos no, los
norteamericanos no le permitieron la
entrada. Fue la ltima vez que l o mi
madre estuvieron autorizados a salir. Y
cuando yo crec, eso se me aplic
automticamente.
Sonaba como algo meramente
transmitido: otra receta familiar.
Nunca lo intentaste?
Una vez le sonri. Aunque no
muy seriamente. Quiero decir que no en
una forma que tenga sentido.
Sencillamente me present en la oficina
de pasaportes y rellen un formulario
Pero entonces mi madre viva, y tambin
mi padre.
Y ahora? por primera vez, su
voz la tom para s.
Ella se limit a reiterar:
Quiero conocer otros sitios.
Pero siguiendo la referencia a Lionel
Burger y su mujer, Brandt not que la
afirmacin tena otro carcter; adems,
oy conocer y no ir: Quiero
conocer otros sitios. La madre, el
padre; su destino, aqu o en cualquier
parte, no tena por qu ser el de ella.
Adopt el tono tranquilizador y
estimulante de alguien que puede estar
totalmente de acuerdo con un
movimiento que no tiene nada que ver
con l:
Bien, por qu no?
Naturalmente por supuesto.
Crees que puedes ayudarme?
No eludi su mirada; su sonrisa se
profundiz y la piel del costado de su
ojo izquierdo fue tironeada por algn
nervio; repentinamente se levant y
permaneci inmvil como si hubiera
olvidado para qu. Se debati contra
agudezas y gracias que a ella de nada
serviran; no saba cmo volver al plano
de la simpata sin responsabilidad. Ella
ni siquiera haba pronunciado el
condicional podras; haba dicho
puedes. Ms, viniendo de ella: Estoy
dispuesta a permitrtelo.
Se pas ambas manos por el pelo
corto, estir los dedos y dej caer las
manos. Sonri con la mirada fija en ella,
demostrndole que mantena el buen
humor, el encanto casi como un
caballero britnico, desconcertando a
los propios liberales ingleses en el
debate. Cuando habl se dirigi a Rosa
con un diminutivo en su idioma para que
notara comprenda? que no
repudiaba vnculos sin necesidad de
consanguineidad. Ella y su padre y su
madre compartan algo con l aunque
ellos renegaran del volk nada poda
cambiar eso, Lionel Burger haba muerto
en la crcel como un comunista
impenitente, pero con l tambin haba
muerto un afrikaner. Brandt Vermeulen
no necesitaba decirle que su padre
podra haber sido primer ministro si no
hubiese sido un traidor. Era algo que se
haba dicho muchas veces. Para el
pueblo afrikaner, Lionel Burger era una
tragedia ms que un paria; de ese modo
segua pertenecindoles. No podran
permitir que la tierra de la madre patria
fuese profanada por su cadver y sin
embargo as ellos mismos quedaban
absueltos de su destruccin.
Kleintjie[14] no eres un problema
fcil le sonri con dulzura. No se
trata de quin ayudar lo sabes muy
bien no tengo que decrtelo la
mejor voluntad del mundo
Estoy dispuesta a intentarlo. Te lo
pido porque a nadie se le ocurrira
dudar de ti quiero decir que no puedo
perjudicarte de ninguna manera.
Oye no debes sobrestimar lo
que soy, mi posicin. No le hablo al
odo al primer ministro y si lo hiciera,
si pudiera es un hombre de principios,
nadie ni sus enemigos lo niegan. Si
quieres decir exactamente lo que
dices y das la impresin de decir
siempre exactamente lo que quieres
decir.
Quiero salir.
Creme, lo entiendo no lo
pongo en tela de juicio, yo mismo he
vivido lejos, en el extranjero. Es
necesario, te ayuda a saber de dnde
eres. Te convence ya vers.
Espero tener la oportunidad de
verlo rieron, acortndose rpidamente
el tempo entre ambos, a pesar de l.
Lo vers espero. Lo que
estamos haciendo aqu puede asustar al
mundo, pero todo lo que es salvaje y
maravilloso siempre resulta un tanto
terrible para alguien. Tu padre
encontraba la misma reaccin ante sus
ideas, no? Desde luego: los que somos
diametralmente opuestos nos
entendemos mejor. Si las cosas hubieran
sido distintas si tu padre hubiese
vivido ms tiempo, creo que hubiera
superado su desesperacin. A mi juicio
el hecho de que viviera como un
comunista era una expresin de
desesperacin. No crea que su pueblo
pudiera resolver el problema de su
situacin histrica. Entonces se inclin
por la nocin de la solucin
histricamente inmutable. Y, s, no
confiaba en nosotros: su propio pueblo;
l mismo as es como yo veo las
cosas. Pero si hubiera vivido un poco
ms, sinceramente creo que un hombre
con sus cualidades un gran hombre
Brandt Vermeulen forz la pausa
para que los dos pudieran reflexionar.
Un hombre como Lionel Burger
habra estado preparado para reconocer
un descubrimiento: nosotros hemos
llegado ms lejos estoy convencido.
A menudo he pensado que quera
hablarte de esto, pero en realidad no te
conoca. La dinmica del afrikaner no se
agot como la dinmica social en
Europa y probablemente en Estados
Unidos. Ha adquirido diversas formas
desde la poca de la conquista a saco,
muchas. La de tu padre fue una de esas
formas. He odo decir que alguien est
escribiendo un libro acerca de l con
frecuencia he pensado que soy yo
quien me gustara desarrollar esta
idea de que se ha desviado de su destino
y por qu.
Rosa mantuvo la expresin
considerada de quien respeta un enfoque
erudito. Por supuesto, el sentimiento era
una emocin demasiado poco profunda
para alguien de sus antecedentes.
Es terrible muri
prematuramente. Pero en otro sentido
busc la forma de decirlo sin parecer
brutal no ha pasado el tiempo
suficiente. Me sigues? Aunque para
ti contuvo la respiracin y se
inclin hacia adelante.
Otra vida no se explic
estaba separando el contexto de su padre
del propio o en cierto modo era tan
directa que Brandt Vermeulen no poda
dar crdito a su demanda: Quiero
conocer otros sitios.
Claro no hay que vivir en el
pasado, el presente es tan emocionante.
S, alarmante y sin embargo! no tuvo
necesidad de mencionar Angola,
Mozambique, Rodesia, Namibia, las
guerras fronterizas que libraba su pas,
cuestiones en las que l y ella podan no
estar del mismo lado. Y eso es todo
su mano en el aire abarc la atencin
de Rosa, su rostro, su existencia, con el
gesto de su bolgrafo rojo seleccionando
prrafos en los peridicos.
Sencillamente, quieres irte? De
vacaciones?
La gente lo hace todos los das.
De vacaciones.
S.
Como cualquiera.
Intercal movimientos afirmativos
de la cabeza y sonrisas, como si ella
fuera una cra que daba las respuestas
correctas.
Si t eres como cualquiera
suponiendo que uno formulara algn tipo
de peticin en tu nombre, slo
suponiendo en principio es
demasiado esperar que te consideren
como a cualquiera.
Lo comprendo.
Lo comprendes las uas muy
limpias despus de nadar; con ellas
palp la lnea que agrietaba la
almohadilla rosada de su mentn. Lo
comprendes.
Ella no se intimid.
De momento, sbitamente frvolo,
Brandt se protegi congratulndose a s
mismo por incluirla entre quienes no se
toman demasiado en serio.
Tendrs que conformarte con un
tarro de las calabazas en conserva que
prepara Nina. No s qu puedo hacer, si
es que hay algo si algo
Cualquier cosa que ofrezcas.
No se trata de lo que yo ofrezca
sino de lo que se pide, chiquitina ri,
rieron, la mano de l estabiliz el
hombro de Rosa.
Sin duda volvieron a investigarla, si
eso era lo que l quera decir. Al menos
Brandt Vermeulen lleg tan lejos como
para conseguir que su ntimo amigo del
Ministerio del Interior consintiera en
considerar la necesidad de investigarla,
en lugar de rechazar la cuestin lisa y
llanamente. Eso fue un logro en s
mismo; ella dedujo que lo haba
conseguido, en posteriores visitas a su
recluida y encantadora casa con cuya
existencia uno no habra soado cuando
slo conoca el camino del tribunal y de
la crcel. Aparentemente, siempre se
alegraba de verla, o mantena, a su
manera, una tradicin de hospitalidad
que sustentara cualesquiera fuesen las
circunstancias.
Nada alentador para decirte.
Tienes que saberlo desde el principio
tendrs que armarte de la paciencia de
un santo seguan hablando en
afrikaans, pero la frase sali en ingls.
Nunca mencionaban nada por
telfono, observando cada uno por sus
propias razones las cautelas necesarias
en el pas. Fue en marzo y abril para
escuchar este consejo personalmente;
era posible, incluso probable, que en
algn lugar de la sala, detrs de uno de
los cuadros de su coleccin o en las
grandes vasijas de arreglos florales
que provea su jardn hubiese otro
arreglo que registraba la
conversacin como parte de la
investigacin. Era lo que ella deba
suponer; para ser justa con l, para
salvaguardar su posicin. El no slo
usaba su nombre a menudo, sino que ella
empleaba el de l, llamndolo Brandt,
tranquila y abiertamente: para cualquier
servicio de escucha ella estaba apelando
a una autoridad. El le cont la divertida
historia de la forma en que haba llegado
a adquirir el torso de plstico con las
fantasas anatmicas las denomin as
recurriendo una vez ms al ingls y
volvi una y otra vez al tema de la
biografa de su padre. Ella le habl
del joven que la estaba escribiendo, o al
menos reuniendo material, y cul era el
enfoque. Coincidieron en que
probablemente el resultado no sera gran
cosa; un ingls sintetiz Brandt
Vermeulen, cmo esperaba un ingls
desentraar la personalidad de Lionel
Burger? Ella siempre se olvidaba de
llevar el baador, aunque a finales de
abril haca bastante calor como para que
en una ocasin (Nina la hizo pasar y la
acompa hasta el jardn) lo encontrara
en la piscina, arrojando una pelota a un
pequeajo negro muy alborotador que
chapoteaba envuelto en la cmara de un
viejo neumtico.
Ah, nunca habas visto a mi
kaffertjie? sali para saludarla, habl
afectuosamente mientras el chico
salpicaba y gritaba demasiado para
orlos. Era el nieto de su Nina, que
pasaba las vacaciones escolares
consentido en el jardn.
Slo en mayo se volvi operativo el
otro significado de la observacin de
Brandt: Es lo que se pide, chiquitina.
Imagino que lo ltimo que tienes
ganas de hacer es sumarte a la
madriguera de exiliados. En Londres y
dems. Brandt Vermeulen hizo una
mueca de respetuoso aburrimiento?.
La vieja pandilla.
Rosa Burger sonri lentamente;
meramente tolerante, pens l, y retom
la palabra.
No, claro que no. Vacaciones. Eso
es lo que he asegurado la mir por
un momento que nunca se repetira. Ella
no dijo nada pero comprimi las
comisuras de sus labios suaves y
adelant la barbilla sealando que
asimilaba el convenio tcito. Bien. Y
ya que hablamos de ello tal vez
husmeen tus documentos en el
extranjero.
No lo creo no se consideraba
tan interesante.
S, en Inglaterra hija de vctima
del apartheid visita Torre de Londres, ya
conoces el estilo
Ella estaba meneando la cabeza, la
barbilla todava adelantada; un gesto
tranquilizador para l, un tic
peculiarmente afrikaner, tpico como el
encogimiento de hombros de un francs.
Queda entendido que no
conceders ninguna entrevista a la
prensa. T no quieres publicidad, no es
tu estilo. De acuerdo? Ahora bien, no
tomar ningn compromiso no har
ninguna promesa sobre nada que t no
tengas claro o con lo que no ests
conforme. Entonces de acuerdo, yo estoy
satisfecho. Espero que a otros les ocurra
lo mismo esboz su sonrisa juguetona
y estimulante.
Algo ms?
La escrupulosidad de Rosa lo volvi
optimista.
No. Creo que las cosas se estn
moviendo. Es algo sensato por ambas
partes estaba citando un argumento
que haba expuesto en algn lado.
Nosotros no carecemos de confianza en
nosotros mismos, no tenemos por qu
ser vengativos, verdad? No tienen que
tenerte prisionera como hacen los rusos
con las familias de sus disidentes de
generacin en generacin. Si hay algo
ms, te lo har saber, ser sincero. Ah
un pequeo detalle tu hermano
tienes un hermanastro, no?
S.
No lo vers?
Con un pasaporte sudafricano no
me permitirn entrar en Tanzania.
No, no, pero l podra estar en
Europa.
No haba pensado ponerme en
contacto con l.
Entonces no hay ningn problema,
ningn problema.
Brandt no quera alentar demasiado
sus esperanzas pero a veces, hablando
de otras cosas (segua al tanto del
pensamiento de los movimientos en boga
de Europa y Estados Unidos, en una
ocasin le explic la teora de Monod
sobre azar y necesidad, en otra algo
sobre Piaget y el estructuralismo es
fascinante o las obras de Galbraith y
B. F. Skinner), mencion domicilios que
le dara, gente a la que deba visitar, sus
buenos amigos.
Ms de un ao despus de su
primera visita a Brandt Vermeulen, Rosa
Burger recibi su pasaporte. El
documento tena un ao de validez y
slo serva para el Reino Unido,
Francia, Alemania e Italia, pero no para
los pases escandinavos, Holanda o
Estados Unidos. No comunic a nadie
que lo posea. Renunci a su trabajo en
la empresa de Barry Eckhard sin dar
ninguna explicacin. No se despidi de
nadie con excepcin, quiz, de Marisa.
Vigilancia no poda estar segura. No
dijo una palabra a Flora ni a William
Donaldson y no haba visto a Aletta ni a
los Terblanche desde haca muchas
semanas (las dos Terblanche fueron
puestas en libertad, aunque ambas bajo
proscripcin). En ese momento no
mantena una relacin lo bastante
permanente con un hombre para
necesitar una ruptura. Ni siquiera los
peridicos dominicales descubrieron
que se iba; nadie salvo el Ministerio del
Interior, el departamento de Seguridad
del Estado (BOSS) y Brandt Vermeulen
(tampoco se despidi de l; haban
acordado tcitamente que l no tendra
ninguna relacin personal con su partida
una vez que sta estuviera asegurada),
supieron que ahora tena pasaporte.
El documento fue expedido
contrariando el consejo y las
instrucciones expresas del BOSS. que
no poda entender cmo se lo concedan
y en consecuencia se desmarc de toda
responsabilidad ulterior por el riesgo
que implicaba. El caso se convirti en
uno de sos que crean hostilidades y
rivalidades interdepartamentales. Pero
nada pudo hacerse para retenerla. Rosa
Burger se sent sin ser reconocida en el
saln de salidas del aeropuerto a
primera hora de la maana del domingo.
Sus piernas en tjanos y sus botas se
vean debajo del peridico abierto que
tapaba su cara pero no la ocultaba;
cuando hicieron la llamada de
embarque, la chica baj el diario y la
escuch como si fuera una cita privada,
slo a ella destinada. Recorri a paso
lento la pista de despegue, desapareci
bajo la sombra del ala del avin y all
estaba reapareci otra vez a la luz del
sol. Subi la escalerilla de metal hasta
la sombra ms oscura de la puerta, sin
volver la mirada. Vigilancia la vio
partir.
Ni siquiera s si ests vivo. Le que un
yate ha desaparecido entre Durban y
Mauricio. Hay fotos de las chicas en
bikini, en cubierta, recordando la
animacin con que zarp la embarcacin
de fabricacin casera pocas semanas
atrs. Restos del naufragio a la deriva,
corrientes aparte, sugieren imprevisin
con respecto a lo que pudiera ocurrir: la
boya a rayas que marcaba la posicin de
un pescador submarino, flotando desde
una cuerda rota, una cubierta de plstico
para hielo todava decorada con
etiquetas de bebidas barnizadas,
arrojado entre algas podridas y peces
voladores. En el mar, en el mar;
circunnavegar significa no llegar ms
lejos del punto de partida. El mundo es
redondo como tu ombligo. Tu
contemplacin del mismo en la casita ya
no me sirve de nada. Soy como mi
padre como dicen que era mi padre.
Descubro que puedo tomar de la gente lo
que necesito. Pero tengo conciencia de
que no cuento con su justificacin; mi
herencia slo es la facilidad; mi dote, si
a algn hombre le interesa.
Hasta el ltimo minuto esperaba que
me lo impidieran. Cuando hicieron la
llamada de embarque dej el peridico:
ahora; ahora mientras me incorporo el
joven polica que parpadea en la puerta
con el revlver, el cordaje y el
crepitante walkie-talkie me pedir que
me aparte. Yo misma podra haber
parado antes, antes de empezar por as
decirlo. Las primeras personas que
contact se asustaron de m; sent que no
vean la hora de que me fuera para
borrar mis huellas de la galera
delantera. Quienes no tenan poder.
Podra haberme dado por vencida. Es
imposible decidir por adelantado si un
hombre como l tiene suficiente
influencia. Imposible descubrir si est o
no en la cofrada. Tal vez tendra que
habrselo preguntado! Soy la persona a
quien habra respondido?
Lo extrao es que mi padre abrigaba
acerca de Brandt Vermeulen el mismo
tipo de ilusin que ste por mi padre.
Excepto que mi padre lo citaba como
algo del pasado, una oportunidad
perdida, no como algo que podra
producirse en una u otra de sus
respectivas utopas. Lionel meneaba la
cabeza asombrado ante la exgesis del
apartheid con que Brandt Vermeulen
ilustraba reuniones de los Rotary Clubs
y seminarios polticos: Hombre! No
vacilar en mencionar Esto o lo Otro
de Kierkegaard contra la dialctica
hegeliana para demostrar la justicia de
los retretes segregados Pero al
mismo tiempo Lionel consideraba a
Brandt Vermeulen una vctima de su
situacin histrica; con su inteligencia
tendra que haber optado por el Futuro y
no por el volk. Tendra que haberme
acordado de todo esto cuando acuda a
l. Sea como fuere, descubr que no
tena miedo.
No tena miedo: estaba fascinado. El
estado de fascinacin puede ser una
funcin de la vanidad. Incluso la tmida
mujer que traicion a mi padre se vio
arrastrada a la fascinacin por una idea
de s misma tan fogosa como le habra
gustado ser, idea que le transmiti l.
Brandt con qu rapidez se convirti
en Brandt y cunta satisfaccin le dio
se mostr cauteloso, por astucia, por
evitar una chapuza derivada de la prisa
y la falta de estrategia, pero esta actitud
siempre estuvo contrapesada por la
fascinacin no con mi ser femenino,
sino con lo que l mismo estaba
haciendo. All estaba yo, prueba
definitiva de su electicismo, sentada
por fin en su casa junto al torso con la
vagina transversal, la hija de Burger que
llevaba el nombre de Rosa Luxemburg y
de la Ouma Marie Burger. Comprend,
mientras segua presentndome ante l,
que un pasaporte para m lo liberara de
sus ltimas dudas. Me ofrec a
proporcionarle la oportunidad de
demostrar que el volk, convertido en un
estado poderoso a pesar de mi padre y
sus correligionarios, no necesitaba
temer a aquello que no ha muerto con mi
padre y que l decidi ver en m; para
demostrar que un individualista como
Brandt Vermeulen poda seguir
comprometido con el volk sin sacrificar
amplias simpatas y amplios
entendimientos, que la mezquindad y
las estrechas restricciones punitivas
haban cado al stano del museo estatal
junto con los carteles de los bancos de
parques con la inscripcin Slo para
blancos, que solan dar tan mala
imagen del pas en la prensa extranjera.
Esperaba que me detuvieran. La
detente (mal pronunciado y mal
aplicado) hizo posible mi pasaporte.
Brandt Vermeulen quera creer en la
nueva dinmica, como l prefera
llamarla; me sentaba en su encantadora
casa vieja como un objeto expuesto
entre los dems; si lograba conseguir un
pasaporte para que la hija de Burger
viajara como cualquiera si la hija de
Burger estaba dispuesta a viajar como
cualquiera, quin se atrevera a decir
que el rgimen no daba seales de
avanzar en la direccin del cambio?
Cuando lleg el 24 de abril (s que
te disgusta mi costumbre de sealar
acontecimientos privados con fechas
pblicas, pero los acontecimientos
pblicos suelen ser decisivos en mi
vida) pens que me interceptaran el
camino. Ese sera el punto final. La
mitad del muro blanco se haba
desplomado sobre s mismo; los
portugueses estaban perdidos. Dick no
se haba proyectado demasiado lejos en
el Futuro cuando me habl a travs de la
ventanilla del coche muchos meses
atrs. Pero esta vez Brandt estaba
profundamente comprometido con su
clase de libertad. Me ha contado cunta
importancia adjudica a la escala
humana de la accin poltica (las frases
sucintas son suyas); eso significa que
cuando uno ha descubierto la idea
kierkegaardiana por la que debe vivir o
morir, tiene que sustentar su poltica
apasionadamente en teora y al mismo
tiempo emprender la tarea de la
responsabilidad cotidiana, personal y
prctica, de su interpretacin y
promocin. Me solt un discurso tipo
almuerzo informal sobre la honrosa
evolucin del Dilogo, empezando por
Platn, el dilogo con el yo, y
culminando con la iniciativa Vorster,
el dilogo de pueblos y naciones.
Conmigo haba asumido esa
responsabilidad en la escala humana;
para l, sus tardes con Rosa eran el
Dialogo en la prctica.
Otros de mente menos delicada que
la de l ejercen la escala humana en las
salas provistas nicamente del
mobiliario bsico de los interrogatorios,
convenciendo a enemigos sacados de la
incomunicacin que permanecen de pie
hasta que caen, pateados, golpeados,
sumergidos en agua y sobrecogidos por
el terror hasta la resignacin. Cada vez
que observaba la delicada adherencia
del avispero durante unos segundos,
antes de que me abrieran la puerta,
ingresaba en un lugar que no exista para
mi padre y en el que jams l me habra
introducido aunque me haya condenado
a la crcel; un lugar en el que jams
habra puesto un pie, aunque haya
heredado de l y de mi madre la
necesidad de una dosis suficiente de
tortuosidad taimada para permitirme ir
all un lugar donde era posible un
punto de encuentro entre aquellos para
quienes la piel es un valor absoluto y
aquellos para los que la piel no vale
nada; un lugar cuya vergonzosa
existencia reconoce la posibilidad de
que haya algo que decir entre mineros
temporeros, obreros fabriles, sirvientes
sin hogar, campesinos sin tierras, y la
clase y el color que mora en ellos. Paz.
Tierra. Pan. Pero Brandt slo conoce las
expresiones largas: progreso tnico,
libertades separadas, desarrollo
multilateral, democracia plural. Para
mostrarle al mundo cmo Sudfrica
asediada por estados hostiles en sus
propias fronteras, slo encarcela y
detiene a aquellos que amenazan
activamente su seguridad desde el
interior, y era ms necesario que nunca,
para demostrar la buena fe del pas,
repetir los gestos correctos de
concesin. Brandt tuvo que mantenerse
firme, con sus amigos de las altas
esferas, en el pacto con la hija de
Burger. Ella haba aceptado que no se
pondra en contacto con nadie que
contara en el extranjero; ni siquiera ira
a Holanda o los Pases Escandinavos,
donde los grupos antiapartheid y los
Combatientes por la Libertad eran ms
activos, y sus antecedentes comunistas la
excluan de Estados Unidos, donde las
camilleras de negros norteamericanos
habran buscado su apoyo en los boicots
econmicos.
Nada me detuvo. Hasta la ltima
semana todava pensaba que me
detendra yo misma. Es difcil creer que
el hecho de ser lo bastante objetiva
como para verme a m misma poco
interesante para los peridicos pudiera
transformarse en la garanta de que no
sera entrevistada por la prensa
extranjera hostil. Y es muy fcil
mostrarse fra ante la perspectiva de
reuniones en Londres con los viejos
compaeros de mi padre en el exilio,
que me recibiran tan cargados de
expectativas como los Terblanche y su
hija, tanto que apenas pareca constituir
una promesa. Y todo lo que tuve que
decir acerca de mi hermano, el otro hijo
de mi padre, fue que un pasaporte
sudafricano no tiene validez en
Tanzania. La observacin lo alej tanto
de m como si se hubiera ahogado de
nio o como a Baasie, mi kaffertjie,
desaparecido en algn cuartucho, en
algn distrito negro, en alguna prisin,
tal vez donde yo no poda alcanzarlo.
Despus de haber cogido el
pasaporte, una vez que me hubiera ido
no s qu diran los leales. Sin duda,
nunca lo habran credo de m. Quiz
llegaron a creerlo explicndose a s
mismos que me haba ido obedeciendo
instrucciones tan audaces y secretas que
ni siquiera ellos conocan. As, mi
inactividad durante tanto tiempo se les
aparecera como un propsito que
siempre haban esperado por mi propio
bien. Y por qu medio haba conseguido
documentos eso era, sencillamente, un
tributo a los extremos a que debe llegar
un revolucionario. Pienso en lo que
deben estar pensando. Oye Conrad, al
margen de cualquier cosa que te haya
dicho sobre ellos, cualquier cosa que me
hayan parecido desde que me he librado
de ellos, son ellos los que importan.
Un burro. La verdadera razn por la que
me fui es algo que slo t creeras. De
hecho, slo si t lo crees se volver
creble para m. Lo reconozco como
parte de la forma en que mi vida ha sido
codificada desde que t me forzaste a
interpretar estas cosas en la casita; pero
el cdigo es mo, ni tuyo ni de ellos. Un
burro. Un burro. Un asunto para la
Sociedad protectora de animales. Lionel
amaba a las bestias casi
sentimentalmente; cur la pata de una
gaviota con cinta adhesiva cuando
acampamos, de nios, en la
desembocadura del Quagga; mi madre
opinaba que mucha gente que mimaba
animales en nuestro pas no tena el
menor cuidado por los seres humanos;
ella no tena ninguno por las bestias. Un
borracho muerto en un banco del parque.
Un asunto para el departamento de
Asistencia Social. Estas son las cosas
que me conmueven ahora y cuando
digo conmueven no me refiero a
lgrimas ni a indignaciones. Hablo de un
giro repentino, una agitacin tumultuosa,
un desplazamiento incontrolable,
conceptos cuya superficie ha sido
insignificante y ahora empujan, patas
arriba, elevados como enormes rocas
que huelen a la tierra an pegada a ellas.
Un giro que me acomete fsicamente,
como los intestinos violentamente
revueltos y contrados cuando algo
irritante golpea el tracto digestivo.
Tierra, tripas: no s qu metforas
emplear para describir el proceso
mediante el cual plasmo mis propias
metforas del sufrimiento.
Tena el pasaporte en un estante del
ropero. En la caja de cuero para cuellos
duros con las serpientes del cuerpo
mdico y el reloj de mi padre. Haba
regalado todo lo que era suyo y poda
seguir siendo til, incluso su biblioteca
mdica, pero la nica persona que me
habra gustado que tuviera el reloj era
Baasie y no s dnde encontrarlo. El
pasaporte estaba all el da que fui a
almorzar a casa de Flora Donaldson.
Pens en ello mientras Flora trinchaba la
pata de cordero, la voz agudizada para
penetrar las diversas conversaciones
que tenan lugar en la mesa.
Muy hecho? Rosado? Alguien
prefiere membrillo a salsa de menta?
Experiment una pueril satisfaccin
imaginando cmo reaccionara (la punta
del cuchillo en el aire con un trozo de
carne colgando, el semblante atrozmente
mvil entre la sorpresa, la curiosidad y
la indecisin en cuanto a si deba
mostrarse encantada o impresionada) si
lo supiera. Probablemente habra
decidido que la reaccin correcta era
una celebracin: Eh, todos! Tenemos
noticias Wiliam era el que se haba
ofendido por la sugerencia, cuando ella
se ocupaba de manipular mi vida
despus de la muerte de Lionel, de que
se me ocurriera siquiera sopesar la idea
de abandonar el pas. En realidad, no es
de los nuestros pero comprende lo que
significa serlo, mientras la buena Flora
es una aficionada tanto en sus
percepciones como en sus actos.
Talentosa y valiente en ocasiones; los
leales tienen que cuidarse del
aventurerismo en sus filas, pero puede
usarse este aventurerismo cuando se
encuentra en el temperamento de otros:
fue Flora quien ocult con xito a
Nelson Mandela en su bodega cuando l
entraba y sala del pas ilegalmente
antes del juicio de Rivonia. Lo que ve
en m su marido mientras estoy sentada
(a Flora le gusta pensar en m como en
una hija de la casa: la hija de Lionel
Burger) a su derecha en la mesa, es a
una profesional como mi padre.
Flora no dijo que sera un almuerzo
con invitados. Haba insinuado con tono
nostlgico que ella, William y yo no
habamos conversado en paz ni comido
juntos, los tres solos, desde haca mucho
tiempo. Haba otras tres personas; un
abogado indio de Durban, de muy buen
ver y con reminiscencias semticas
(para m? Lo haban puesto a mi
derecha), una abogada blanca tan
perfectamente acicalada que pareca
barnizada, y Mrs. Daphne Mkhonza, una
vasta expansin de tela encrespada azul
marino, zapatos de charol y bisutera
dorada, como la esposa de un miembro
del consejo de ministros afrikaner en la
ceremonia de apertura del parlamento.
Flora todava logra hacer estos
almuerzos mixtos de los aos sesenta,
aunque ahora debe de ser difcil
encontrar negros que asistan a ellos.
Mrs. Mkhonza suele aparecer en
las pginas femeninas de los peridicos
blancos como un ejemplo de lo que
pueden lograr los negros a pesar de sus
desventajas. Es una de los raros negros
que son pequeos capitalistas lo que
el primo de Marisa, Fats, denominara
magnates, que de alguna manera
consigue burlar algunas leyes que
impiden a los negros comerciar a la
escala que produce magnates blancos.
Tiene concesiones de estaciones de
servicio a todo lo largo de las zonas
negras del Transvaal, grandes almacenes
y agrega Marisa a la sarta de xitos e
iniciativas es una socaliera de
alquileres que obtiene arrendamientos
de viviendas en barrios negros
sobornando a funcionarios, y luego
alquilando lucrativamente habitaciones
en sus tugurios a gente a quien los
controles de afluencia imposibilitan de
encontrar un sitio donde vivir
legalmente. A veces la propia Marisa
apela a Mama Mkhonza cuando es
urgente encontrar algo donde alojarse
para alguien cuya presencia en Soweto
no es manifiesta; Mrs. Daphne Mkhonza
puede ser una explotadora de negros
siguiendo el ejemplo de los blancos que
admiran sus iniciativas de progreso
pero tambin es una negra: la aceptan,
como a los policas negros.
Cuando nos sentamos a almorzar, la
abogada blanca recalcaba los aspectos
sociolgicos de los casos que llegaban a
sus manos. Es consultora de una
asesora jurdica que se ocupa
principalmente de mujeres mestizas,
ocupantes ilegales de viviendas e
indigentes Las acciones judiciales por
incesto, violacin y abandono como
acusacin de las condiciones de vida
ms que de tendencias delictivas
individuales. A quin castigar, a quin
hacer justicia? Lo que deca haba sido
concisamente analizado, es verdad; los
labios rozados por la servilleta dieron
forma, y las manos con las cutculas
empujadas hacia atrs, resumieron, la
destruccin humana. Su aparente
suficiencia era con toda probabilidad
una defensa de la naturaleza
contraproducente de las buenas obras
que haca. Entre esa gente nadie tuvo el
mal gusto de sealar esta caracterstica
comn al trabajo dentro del sistema.
Todos escuchamos respetuosamente bajo
la mirada atenta de Flora; William con
una amabilidad que espera pase por
admiracin o lo que sea preciso. El
abogado indio intercambi unas cuantas
ancdotas profesionales en el mismo
contexto, con un ligero cambio de
nfasis. Haba leyes lo sabamos?,
leyes todava en vigor en Natal, segn
las claves un marido indio poda hacer
encarcelar a su esposa por adulterio.
Una reliquia de los tiempos en que los
jornaleros importados de Gujerat eran
contratados para trabajar en los campos
de caa de azcar, una perpetuacin de
la imagen del indio sudafricano como
eterno extranjero en su pas natal,
viviendo de acuerdo con costumbres que
diferenciaban su conducta. El tema
general de conversacin coincida con
la actual preocupacin de Flora. Mrs.
Eunice Harwood quera, para empezar,
que las mujeres blancas y negras
conocieran los derechos que tenan
sobre sus hijos, su propiedad y su
persona; Mrs. Daphne Mkhonza no slo
era una negra econmicamente
emancipada, sino una mujer negra que
derrotaba a los hombres de negocios
blancos con sus propios naipes
marcados. Con su inclinacin por el
ecumenismo poltico, sin duda Flora
vea la implicacin en la lucha por los
derechos negros como una prolongacin
natural de los lmites del compromiso
escrupulosamente constitucional de la
abogada, y el reclutamiento de Mama
Mkhonza por el sistema Orde Greer
esperara que yo lo expresara as
como un asalto al mismo. El terreno
actual de causa comn era la liberacin
de la mujer, el cordero asado
abastecera a Flora de vituallas para una
reunin que tendra lugar esa tarde.
Dnde? si es verdad que
William haba decretado que Flora
deba atenerse a inofensivas actividades
liberales, se senta obligado a mostrar
algn inters por ellas.
Ella dej el cuchillo y el tenedor, lo
mir con los ojos muy abiertos y sonri
a su alrededor para atraer a todos al
espectculo:
Aqu, querido mo, aqu. En tu
casa.
La coquetona franqueza de casada
era la de una mujer que ya no tiene que
ocultar el adulterio y disfruta exhibiendo
un inocente flirteo. El deba agradecer
que fuera una reunin que se celebrara
all, en su casa, inofensiva, demasiado
inocua, tal vez, para dar algo interesante
a ojos del BOSS, en la que el hombre de
la casa mejor dicho la mujer, en esta
ocasin estara presente como
cuestin rutinaria para observar
cualquier reivindicacin de propsitos
comunes entre blancos y negros.
Y naturalmente yo tambin sera
atrada por eso me haba hecho
aparecer en el almuerzo, aunque Flora
sabe perfectamente que, en mi condicin
de persona nombrada, mi posicin en
las reuniones es muy delicada. Alguien
como yo puede asistir en tanto el
propsito de la reunin no tenga ningn
contenido poltico. Una persona
nombrada puede participar en la
discusin, s, pero su aporte es
susceptible de constar en las actas o ser
informado a la prensa. Entretanto
Vigilancia ha tomado nota de lo que una
dijo. Y si el tema alude a derechos
polticos, por ejemplo a los derechos de
la mujer tal como los interpretan los
nuestros (los leales y sus leales aclitos,
las Floras de este mundo): la opresin
de las negras en primer lugar por la raza
y slo secundariamente por la
discriminacin sexista mi asistencia
poda llevarme a los tribunales como
contraventora; Flora dijo lo suyo,
preparada para mi resistencia:
Has venido a visitar a William y
no a m. No es as? Por qu no?
Sencillamente apareciste para verlo
mientras yo celebraba una reunin en
nuestro saln.
Es cierto que sus amistades las de
nuestro estilo son veteranas en
superar las trabas menores de las
restricciones que pesan sobre sus vidas.
Yo tena que saber tan bien como
cualquiera cmo ponerme pesada
usando los tribunales como nica
plataforma poltica a la que tendra
acceso, haciendo aparecer mi nombre en
los peridicos, severamente elocuente
de la mordaza que haba heredado
siguiendo la tradicin familiar, puesto
que slo mi nombre la hija de Lionel
Burger, ltima de ese linaje poda
anunciarse, y no mis declaraciones.
As es como lo percibe la gente que lee
el nombre. Soy una presencia. En este
pas, entre ellos. No hablo. Excepto
contigo y segn un hbito que adquir en
la oscuridad de tu casita, y que lleg
tarde.
William plante objeciones,
naturalmente. Rosa no correra el riesgo
de que la detuvieran slo en virtud de
una condenada reunin. Re para que no
rieran por m. Mrs. Eunice Harwood,
la cara forzada como si fuera un retrato
en lugar de un rostro, para ver cmo era
una persona nombrada. Mama
Mkhonza se ofendi por m.
Terrible! Francamente! Qu
gente! Realmente terrible. Por qu se
meten con una jovencita? Por qu no te
dejan vivir en paz?
Como cualquiera: me haba
comprometido con Brandt Vermeulen. Y
comprend con el pasaporte en el
ropero, yo sola comprend que la
reunin de Flora era lo que poda
interponerse en mi camino. Bastaba con
mofarme afablemente de los remilgos de
William, satisfacer las expectativas de
Flora y permanecer en silencio entre las
mujeres que asistan a los debates; a
continuacin incorporarme y dar mi
opinin. Confo en el BOSS; uno de los
rostros, no tan fcil de discernir como el
de los hombres, pero sin duda alguna
presente, tomara nota de la presencia
de mi presencia. Incgnito para todos, el
pasaporte que guardaba en el ropero
sera invalidado por el departamento del
Interior. La polica exigira su entrega
inmediata. Podra devolverlo sin
haberlo usado. Probablemente no habra
ninguna acusacin ni comparecencia en
los tribunales; la retirada del pasaporte,
sencillamente, su parte en el pacto.
Habr una muchedumbre mixta
compuesta por mujeres. Sabe Dios
quines. De todas clases, espero. Pero
interesadas. Ms o menos lo hemos
restringido a representantes de diversas
organizaciones, con unas pocas
individualidades sobresalientes, Daphne
Mkhonza, s no queremos tener
nicamente a un grupo de
bienintencionadas y beatas, tenemos que
dejar caer los valores urbanos blancos y
conseguir la participacin de algunas
duras con agallas, las ms ardientes.
Ojal vinieran las reinas de tabernas
ilcitas y algunas prostitutas blancas.
Por qu no? No me forjo la ilusin de
llegar a las negras radicales de los
movimientos estudiantiles, aunque tengo
un par de contactos prometedores en
Turfloop y el oeste del Cabo. No
importa. Aunque slo logremos
animarnos un poco salvar la brecha
entre las jvenes polticamente
conscientes, esas extraordinarias chicas
negras con peinado afro No te
encanta su aspecto? Las de tipo
provocativo y la mujer negra comn y
corriente. Lograr que se consideren
como alguien que puede volver a hacer
algo, t eres demasiado joven para
acordarte, pero el sector femenino del
CNA fue una autntica fuerza y al
mismo tiempo atraer a las buenas almas
suburbanas blancas (bsicamente estn
interesadas) para lograr que aborden los
derechos humanos como mujeres
todas juntas creo que es posible
aprovechar nuevos recursos Eunice
Harwood es espantosamente
profesional, no te parece? Flora me
tuvo a solas para una fugaz informacin
mientras untbamos bollos con
mantequilla.
Me mantuve apartada mientras
llegaban las asistentes; William y yo nos
sentamos con las tazas de caf fras del
almuerzo, en el pequeo patio
empedrado que Flora haba hecho
construir a continuacin del comedor,
oyendo golpear portezuelas de coches y
el vehemente parloteo de bienvenida, las
risas veladas y el murmullo africano con
registro de rgano en las amables
respuestas, la entonacin enumerativa
mediante la cual podan reconocerse las
presentaciones sin que llegaran los
nombres a nuestros odos. Ambos
demasiado cmodos demasiado
marginales para levantarnos l para
mostrar, yo para ver con mis propios
ojos hablamos sealando desde
nuestros asientos cmo haba decidido
qu retoos deba guiar y en qu lugar
de las plantas que haba emparrado
contra las paredes.
Qu opinas de las granadas
colgantes, ese rojo contra el
encalado? Quiero hacer un intento con
un granado. Ya habrs visto kilmetros y
kilmetros de melocotoneros y perales
emparrados en armazones a la vera de
los caminos del valle del Po el
considerado William hizo variar
rpidamente su falta de tacto en la
referencia a la facilidad con que l
poda moverse por el mundo,
transformando la cuestin en una
inocente broma conyugal.
Comprendes que no es ms artificial
guiar un granado para que crezca con un
diseo regular? Flora siempre me acusa,
pero en caso de tener razn resulta
igualmente artificial podar cualquier
rbol ahora los recibimientos
parecan hacerse a puertas cerradas;
intercambiamos una mirada y remos
disimuladamente. Una verdadera
multitud! William imagina en m una
tolerancia afectuosa como la suya con
respecto a las actividades de Flora, que
segn se supone l mismo ha
circunscrito.
Cuando dej mi parte del Guardian
Weekly que compartamos y entr, me
mir por encima de las pginas que tena
en la mano pero no abri la boca. El
momento en que podra haberme
preguntado adonde iba fue gestado, en
realidad, por m; me vi, un instante casi
vergonzoso, en la interpretacin errnea
de que poda ser vctima de su
inquietud. Pero yo siempre me haba
movido libremente en su casa; muy bien
podra estar subiendo para dormir la
siesta en la cama de mi habitacin o
dirigirme abajo, al lavabo con el cartel
de Amnesty International al otro lado de
la puerta.
Rode a las asistentes a la reunin
de Flora y me sent en el fondo. La
reunin acababa de empezar. Despus
del cuadrado de sol en el patio, oscuros
soplos de aliento cubiertos de luz
nublaron el inmenso saln. Todas
empec a verlas correctamente
agrupadas en los asientos del medio y de
atrs, las negras por la costumbre de que
les asignaran una posicin secundaria y
las blancas en su ansiedad por no
acaparar las primeras filas. Las alegres
objeciones de Flora dieron lugar a un
crujido de las sillas, un arrastrar de pies
hacia adelante y las alocuciones; yo me
encontraba muy bien donde estaba: su
rpida atencin me abarc, como un
pjaro alerta en las alturas de un poste
telefnico. Despus de los discursos de
la abogada blanca y de una funcionaria
negra de la asistencia social, una bonita
india de ojos almendrados, con un suave
rollo de carne a la vista en su seductora
versin de la vestimenta
correspondiente al sojuzgamiento
oriental femenino, se refiri a la
rebelin y a la hermandad de las
mujeres. Flora segua llamando a las
mujeres magistral en la pronunciacin
de los nombres africanos para que
tomaran la palabra. Algunas eran liebres
paralizadas bajo unos faros pero otras
avanzaron sentndose en las sillas
alquiladas de delante, esforzndose por
llamar la atencin. Una dama canosa,
con la parca y majestuosa paciencia de
una anciana presidenta de sociedad
benfica, sostena en alto un bolgrafo
dorado. En la hilera semivaca donde
estaba yo, una negra apremiada por los
susurros de dos amigas no se decidi a
hablar.
En respetuoso silencio por la
debilidad de nuestro sexo, la carne que
como mujeres podra tocarnos a
cualquiera de nosotros, las matronas
negras pasaban lentamente, trasero y
barriga, entre rodillas, hasta la mesa
donde Flora haba instalado un
micrfono. Otras charlaban desde donde
estaban, sentadas o de pie,
repentinamente separadas por el don de
las lenguas, mientras todos los rostros
giraban para verlas. La cruzada de la
anciana blanca result ser la seguridad
en carretera, campaa en la que
nuestras mujeres bantes deben aunar
sus esfuerzos con los nuestros; tembl
con la voz dulce y cloqueante de una
inglesa sorda de las clases altas
mientras Flora intentaba poner fin al
discurso con floridos movimientos de
cabeza. Una pelirroja cuya expresin se
perda entre pecas tan encarnadas como
su vestido, solicit apasionadamente que
la reunin lanzara el proyecto Ao de
la cortesa para fomentar la
comprensin multirracial. Hasta haba
preparado la consigna: SONRE Y
AGRADECE. Hubo un farfullar de
risillas entre dientes atravesado por un
gruido de aprobacin semejante a las
respuestas poco entusiastas que se dan
en la iglesia, pero una joven blanca se
levant de un salto con los puos en las
caderas:
Agradecer qu? Quizs esa
seora tiene mucho que agradecer. Pero
es un objetivo de la accin femenina
hacer que las negras se muestren
agradecidas por las chabolas donde
viven, los trabajos inferiores que se ven
obligados a realizar sus hombres, la
psima educacin que reciben sus hijos?
Deberan dar las gracias por la
humillacin que les brindaban las
blancas que vivan protegidas y en
situacin de privilegio, que votaban y
hacan las leyes? y as sucesivamente.
La vi vacilar, perder la
concentracin cuando tres chicas negras
en tejanos, que acababan de aparecer, se
levantaron y salieron como si se
hubieran equivocado de lugar. Una
blanca levant el brazo pidiendo
permiso para hablar.
No tenemos por qu trasladar la
poltica a la fraternidad de mujeres
aplausos del grupo que la rodeaba.
Las matronas negras hicieron caso
omiso de la chica blanca y de las chicas
negras, informndose entre ellas,
afanosamente, con sus susurros y
sonidos guturales, los chasquidos y las
sordas exclamaciones de sus lenguas
nativas. Ellas slo se adheran al tipo de
liga de amas de casa blancas que se
cean a los servicios de sanidad y el
aumento de precios en el presupuesto
familiar como problemas prcticos que
eran el destino de la mujer al igual
que la menstruacin y no los
relacionaban con ninguna otra
circunstancia. El temor de las negras a
llamar la atencin como agitadoras y
la determinacin de las blancas a no
tener nada que ver con la poltica que
planteaban los problemas a los que se
referan, produjeron un ardor que
durara hasta que se enfriaron las tazas
de t. Vestidas con sus mejores galas,
una tras otra, las negras con peluca y
trajes de dos piezas, se quejaron,
abogaron por una oportunidad para las
guarderas, los hurfanos, los ciegos, los
tullidos o los ancianos de su lugar.
Pedan cunas viejas, cartillas
escolares viejas, juguetes y muebles
viejos, mquinas de escribir viejas
con sistema Braille, materiales de
construccin viejos. Haban entrado
por la puerta principal pero seguan
aplicando la lgica correspondiente a la
puerta de servicio. Estaban convencidas
de que lo nico que podan conseguir
eran desechos; ninguna de ellas crea en
la posibilidad de obtener otra cosa de
las blancas, pues slo servan para eso.
Y en ningn momento las negras
como la anciana que estaba cerca de m
con su doek en el que llevaba
prendidos con alfileres distintivos de la
Iglesia de los Jueves, un recorte en el
zapato izquierdo para aliviar las
molestias de un juanete, una rebeca que
ola a humo de carbn y una bolsa de la
compra llena de paquetes de peridicos
escucharon a nadie; estaban all y
slo ofrecan su presencia como
reconocimiento a las oradoras, a las
oyentes y al significado de la reunin.
Era suficiente. Ignoraban por qu
estaban all, pero a medida que los fines
opuestos y las inimaginables
disgresiones aumentaban de tono con
cada discurso a medias audible,
incoherente o digno o incoscientemente
divertido, qued ms clara cada locuaz
divagacin, cada torpe, pattica o
pomposa formulacin de necesidades en
una vida que ninguna de las blancas
(cuidndose de no sonrer ante el ingls
chapurreado) vivamos o sabamos
cmo vivir, por mucho que Flora insista
en la comn posesin de vaginas, teros
y pechos, el alumbramiento de los hijos
y un amor enormemente compulsivo por
ellos las calladas negras viejas
vestidas como respetables sirvientas en
su da de salida supieron, aunque
estaban sentadas en el saln de Flora,
que de ellas no se trataba la reunin. El
aroma a cosmticos de la clase media
blanca y de las seoras negras y los
olores a humo de carbn y vaginales de
las pobres negras viejas. Me mov en la
silla dura y respir hondo: al aspirar en
el saln de Flora inhal todas estas
esencias.
Flora me toc la mano al pasar
mientras nos conduca a la sala donde
estaba servido el t, pero no cay en la
tentacin de presentarme a nadie y ni
siquiera se dirigi a m por mi nombre.
Entre las negras haba algunas que me
conocan o a las que yo conoca por
haber trabajado con mi madre en la
poca de la cooperativa. No me
reconocieron, no reconocieron a la
pequea de Cathy Burger, ahora una
mujer blanca. Entre las blancas slo
percib reconocimiento en la mirada de
la chica que haba saltado para atacar a
las componentes blancas de la reunin:
una periodista free lance, mencion
Flora. Haba hecho un montn de
garabatos en una libreta. Tal vez fuese
ella quien poda poner en evidencia mi
presencia ante el BOSS; una joven
atractiva con expresin irreverente,
chaqueta de cuero negro, pulseras de
marfil y pelo de elefante; si su discurso
provocativo tena la intencin de
estimular a otras a poner de relieve
tendencias subversivas, no lo haba
logrado. Estaba comiendo bollos y
bebiendo t como las dems, de la
misma manera que otra gente contratada
haba disfrutado de sus boerewors entre
los compaeros y amigos de mi padre
junto a la piscina. Cuando las asistentes
empezaron a marcharse se plante el
habitual problema de quin, entre las
pocas negras que tenan coche, poda
llevar a alguien. Hubo confusiones;
algunas se haban ido sin el
complemento de las pasajeras que
haban trado. William tuvo que bajar y
salir con el coche cargado en direccin
a Soweto. Le pregunt a Flora si poda
acercar a alguna. Pase la mirada a su
alrededor.
Adnde? supongo que mov
una mano o encog los hombros.
Quiz si pudieras acercar a un par de
mujeres hasta la entrada de las
poblaciones o incluso slo hasta una
estacin que les venga bien si te
queda de camino apoy un brazo en
el mo, seducida, y me habl al odo,
como hablan los amantes. Pero
Rosa no entres, no te dejes convencer
por nadie de llevarla hasta su casa, te lo
ruego, por favor, me oyes?
Adnde crea que iba que me
quedara de camino a un distrito negro,
ahora que tena un pasaporte en el
ropero? Premonitoria de lo que
ignoraba, se preocup, inquieta por la
tentacin que se me presentaba. De
improviso pareca estar sola entre el
crculo de mujeres sonrientes que le
estrechaban la mano; me sigui con la
mirada intensamente atenta, una mirada
reservada slo para m.
Durante aquellos das, todo ese
tiempo, muchos meses, desde que de
repente haba empezado a ir a Pretoria
aunque no a la crcel, hice cosas
inconexas que no se basaban en la
intencin ni en la decisin. Cuando tres
mujeres se acomodaron con todos sus
avos para que pudiera cerrar las dos
puertas de mi viejo coche, pensaba
dejarlas en algn sitio porque iba
camino de la casa de Marisa. Hasta
ahora la haba evitado sin necesidad de
que Brandt Vermeulen me recomendara
precaucin. Flora tena razn. Iba a
algn lado. No haba hablado no me
haba manifestado en la reunin pero
me senta liberada, no s cmo
explicarlo, de la responsabilidad de m
misma, de mis actos, a la manera que
imagino siente un jugador cuando
intercambia el ltimo contenido de su
cartera, vaciando incluso el forro de sus
bolsillos, por una pila de fichas y las
empuja sobre el tapete verde. Lo nico
que se perder es dinero; lo nico que
se perder es un pasaporte. Cosas
externas, que no tenan nada que ver, que
no encajaban en ninguna categora de lo
que me ha ocurrido realmente en la vida.
Marisa era la nica de quien debera
haber ido a despedirme, si no hubiera
estado yendo a que me detuvieran.
Ahora intento darle cierto orden de
presente y futuro, de lgica; entonces no
lo tena ni lo necesitaba. T lo
comprenders, t lo aprobars: uno sabe
mejor lo que est haciendo cuando no
sabe de qu se trata.
Flora tena razn, naturalmente. Una
vieja mam que haba mentido
confiadamente acerca del lugar donde
viva y se mont en el asiento, a mi lado,
en el entendimiento de que su destino
era el mismo que el de las dems,
anunci cuando ellas se apearon en una
parada de autobs que de nada le serva,
pues necesitaba llegar a la estacin
Faraday, agregando que tampoco eso le
vena bien pues tena miedo de los
tsotsis que viajan en los trenes los
sbados. Absolutamente segura de que
la dejara en la puerta de su casa ahora
que estaba en el coche, le pareci
natural que yo lo hiciera.
No viva en un distrito oficial sino
en una de esas reas indefinidas entre
albergues para negros y poblachos
mineros en las afueras de la ciudad.
Pequeas industrias han ocupado las
tierras de minas de oro agotadas, las
hondonadas son fosas para coches
destrozados y piezas de maquinaria, los
viejos pimenteros dan sombra a las
tabernas, las prostitutas esperan a sus
clientes en la arena de los vertederos.
All an haba mulas de vendedores
ambulantes atadas en circunferencias de
pastoreo llenas de latas; una pequea
iglesia de hierro ondulado con las
ventanas rotas, un melocotonero a
medias macheteado para hacer lea; en
chozas abandonadas que en otros
tiempos haban pertenecido a mineros
blancos y en patios levantados con
cobertizos de materiales recogidos en
las instalaciones mineras por las que
haba pasado la aplanadora, y en los
armazones de ladrillo de tiendas
concesionarias viva esa gente, rodeada
de todo lo que haba sido condenado y
abandonado por la ciudad blanca. Ese
era el lugar; me asegur que era
suficiente con que la dejara en cualquier
sitio del camino zigzagueante por el que
conduca entre barrancos y cantos
rodados de los senderos que unan
ladrillos, latas y humos. Que Dios me
bendiga: despus de estas palabras se
alej con su impasible contoneo en el
andar, a travs de bicicletas y taxis
autorizados cuyos conductores hicieron
sonar la bocina a su paso. Tal vez no
viviera realmente all pareca
demasiado respetable para ese antro de
venta de sexo y bebidas a los obreros de
las fbricas y peones ferroviarios.
Imposible saberlo; imposible imaginar
para las mujeres blancas de Flora de
dnde demonios vienen estas pulcras
seoras negras que se renen en su casa.
Con toda probabilidad la anciana pens
en aprovechar el coche y la conductora
para ir a visitar a una amiga que viva en
un lugar apartado por qu no?
Estaba a kilmetros de la casa de
Marisa, del sitio donde poda ir a casa
de su primo Fats y enviar a alguien para
que averiguara si poda escabullirme
hasta su casa cruzando patios. Ni
siquiera saba cmo llegar al distrito sin
volver a cruzar la ciudad. Haba una
mujer con una lata de carbones
encendidos, vendiendo maz asado; baj
del coche para acercarme y pedirle que
me orientara. No lo saba. Orlando
poda haber estado en las antpodas. Las
envolturas parecidas a papel, arrancadas
de las mazorcas, componan un espeso
felpudo a su alrededor; bajo las suelas
de mis zapatos era como bajo mis pies
descalzos cuando Tony, la otra Marie y
yo hacamos cabriolas con los chicos
negros alrededor de la trilladora de la
granja de to Coen. Me encamin hacia
una pandilla de chicos y jvenes negros,
los pequeos danzaban y saltaban entre
perros excitados para tocar una bicicleta
con los manillares de carrera en forma
de cuernos de carnero, un jovencito
montado en ella en medio de otros
adolescentes que compartan un pitillo y
un botelln de algo envuelto en papel
marrn. Los llam, pero se limitaron a
silbar y a rer en un falsete lobuno. Me
estaba acercando sonriente, no, sed
serios un momento, decidme cuando
o un fuerte sonido metlico y vi caer
una piedra que golpe mi destartalado
coche. Me alej al volante mientras
seguan riendo y chillando como si yo
fuera una vctima digna de tormento.
Segu rodadas, lo bastante profundas
como para evidenciar su uso, que
parecan conducir ms all del veld
hasta un camino sobre la cuesta, en la
direccin acertada. El montculo de
hierbas marchitas del medio cruja
contra la panza del coche y de vez en
cuado el crter raspaba la dura tierra. La
huella segua y segua. Me encontraba
atrapada en el contrasistema de
comunicaciones que no aparece en los
mapas de carreteras y da acceso a
lugares de los alrededores de la
ciudad que no figuran en ningn plano.
Me obstin, segura de que la huella sera
atravesada por una senda que conduca a
algn punto de la carretera general;
medio kilmetro a campo travs haba
un cementerio, con los microbuses
alquilados tan prominentes como
edificios altos, y la masa de gente negra
y paraguas negros semejantes a
montones de alguna cosecha oscura,
destacados en el descampado: la
celebracin de un funeral en sbado.
Llegu a un combado camino de tierra
sin letreros indicadores en el preciso
instante en que uno de esos carros
tirados por burros, que sobreviven en
las rutas de comunicacin entre estos
lugares que no existen, se aproximaba
por la huella en direccin contraria. Los
reflejos me hicieron aminorar la marcha
previendo que el carro poda aparecer
ms arriba sin calcular la velocidad de
mi coche. Pero haba algo extrao en la
silueta formada por el burro, el carro y
el conductor; todo se convulsionaba y
sin embargo el carro no estaba ms
cerca. Al aproximarme, vi a una mujer y
a un nio acurrucados bajo unos sacos,
zarandeando la cabeza; a un conductor
incorporado en el carro con las piernas
precariamente extendidas debajo de sus
harapientos pantalones. Sbitamente su
cuerpo se arque hacia atrs, con un
brazo levantado al cielo, y trastabill
como si le hubiesen disparado; en ese
mismo instante el burro se dobl en un
paroxismo que pareci atraer sus cuatro
patas y la cabeza hacia el centro del
cuerpo en una especie de nudo; despus
volvi a levantar las extremidades y la
cabeza; una vez ms el hombre se
inclin y arremeti violentamente, una
vez ms la bestia se encogi y volvi a
alzarse en cuatro patas.
No vi el ltigo. Vi el sufrimiento. Un
sufrimiento que llegaba desde un terrible
centro agarrotado entre el grupo
formado por burro, carro y conductor, y
la gente que iba detrs. Componan un
nico objeto que se contraa contra s
mismo en la desesperacin de una
monstruosa energa final. Aunque no vi
el ltigo, vi la imposicin del dolor
separada de la voluntad que la crea;
desencadenada, una fuerza que existe
por s misma, violacin sin violador,
tortura sin torturador, destrozo, pura
crueldad que escapa al control de los
humanos que han pasado miles de aos
concibindola. Todo el ingenio aplicado
desde las espulgueras y el potro hasta el
electroshock, la infinita variedad y
gradacin del sufrimiento por
flagelacin, por miedo, por hambre, por
confinamiento incomunicado los
campos de concentracin, de trabajo, de
recolonizacin, las Siberias de nieve o
sol, las vidas de Mandela, Sisulu,
Mbeki, Kathrada, Kgosana, gaviotas
recogidas en la Isla, Lionel con la
calavera apuntalada entre dos
carceleros, las muertes en
interrogatorios, cadveres cados desde
las alturas de la plaza John Vorster, las
muertes por deshidratacin, los bebs
destripados por la enteritis en lugares
de destierro, las luces recorriendo toda
la noche los rostros de los ocupantes de
las celdas. Conrad te conjuro, te saco
a rastras de dondequiera ests para que
me escuches, t no sabes lo que yo vi,
lo que hay que ver, lo que no vers,
anclado en un ocano desierto.
Slo cuando estuve al mismo nivel
que el carro, al otro lado del veld,
distingu el ltigo. El burro no clamaba.
Por qu no soltaba el bestial rugido y la
protesta animal del suplicio que segn
he odo decir no produce el dolor sino
el estado de celo? No clamaba.
Haba sido golpeado y vuelto a
golpear. Su dolor no le era extrao: no
haba modo de escapar al varal. El
negro andrajoso era viejo, desde la
postura de sus piernas hasta la barba
rala y desaseada que apareca debajo de
un sombrero gastado que era un cono
informe encima de su cara. Rod hasta
frenar ms all de lo que vea; el coche
se desprendi, sencillamente, de la
presin de mi pie y no me permiti
avanzar. Permanec sentada, con la
cabeza hundida entre los hombros
alrededor del cuello, apretado contra las
orejas para protegerme de los golpes.
Luego baj el pie y conduje vacilante, en
una especie de embriaguez,
detenindome para mirar hacia atrs
mientras la azotaina continuaba, el
coche, la mujer y el nio aterrados, el
burro y el hombre convulsos y
abandonados al ltigo. Era suficiente
con que diera la vuelta al coche en el
camino vaco y condujera hasta ese
delirante friso cubriendo mis ojos con
una mano para no recibir de frente la luz
del ocaso. Cuando mir hacia all todo
lo que vi fue la retorcida forma negra a
travs de cuyos intersticios asomaban
los reflectores de un deslumbrante polvo
cegador. El panorama era semejante a
una explosin. Bastaba con que me
acercara a toda velocidad con mi coche
y mi autoridad blanca. Podra haber
gritado sin siquiera apearme, haber
gritado que pusiera punto final y luego
habra estado all de pie, ineludible, la
furia y el derecho, el poder ante sus
ojos, la mujer y el nio asustados y el
borracho brutal, con mi sabidura del
modo de entregarlos a la polica, de
hacerlo procesar como se mereca, de
quitarle la pobre posesin sufriente a la
que maltrataba. Estaba en condiciones
de formular todo lo que eran a partir de
la escena que presenci; sus vidas seran
oficialmente recapituladas por m, la
mujer blanca significado ltimo de un
da que haban vivido no s cmo, un
da con otros acontecimientos
espantosos, violencia, desastres,
urgencias, privaciones que les
sobrevendran y que eran el origen de lo
que haba ocurrido: el hombre
castigando al burro. Poda haber puesto
punto final a tanta miseria all mismo.
Qu ms puede hacer una? Esa clase de
viejo, esa gente, campesinos que exigen
de la nica manera que saben hacerlo,
en el lugar que no figura en el mapa,
me habran tenido miedo. Podra haberle
puesto punto final sin correr ningn
riesgo. Nadie habra cogido una piedra.
Yo estaba a salvo del ltigo. Podra
haberme interpuesto entre ellos y el
sufrimiento el sufrimiento del burro.
En cuanto me plantara delante de
ellos, otra vez se habra convertido en
eso: el dolor del burro.
Segu mi camino. No s en qu
momento tiene sentido, para m,
interceder. Todas las semanas la mujer
que viene a limpiar mi piso y lavar mi
ropa lleva una nia que juega a lustrar
suelos y hacer la colada. Segu mi
camino porque el borracho era negro,
pobre y estaba embrutecido. Si alguien
ha de pedir cuentas que me las pidan a
m. Soy tan responsable de l como l
del burro. No obstante el sufrimiento
mientras lo miraba aquella era la
sntesis del sufrimiento para m. No hice
nada. Dej que golpeara al burro. El
hombre era negro. En consecuencia, una
especie de vanidad vala ms que el
sentimiento; no soport verme a m
misma a ella, a Rosa Burger como
una de las blancas que se interesan ms
por los animales que por los seres
humanos. Dado que soy libre, tengo la
libertad de llegar a ser una de ellas.
Me fui sin despedirme de Marisa.
Alguien arroj una piedra, s. Tal
vez uno de los chicos con un hermano o
hermana beb acarreado en la espalda,
mientras gritaba voetsak a los perros,
tir una piedra que no me estaba
destinada. Si alguien inform que haba
estado en una reunin pblica con
posibles implicaciones polticas, no
sufr las consecuencias. Nada ni nadie
me impidieron usar el pasaporte.
Despus de lo del burro ni yo misma
pude impedrmelo: no s cmo vivir en
el pas de Lionel.

Conrad. No te lo dije antes. Nunca


encontraron el yate. Quizs estuve
hablando con un muerto: slo para mis
adentros.
Dos

Saber y no actuar es no saber.


Wang Yang-Ming
El toldo de seda del mar matinal se
inclinaba, sujeto a puertos donde las
embarcaciones husmeaban hogareas
como animales en un pesebre; el antiguo
fuerte de Vauban se agazapaba hacia las
aguas; dos edificios en forma de S
descollaban en escorzo a ste y al otro
lado del ala, y volvan a elevarse.
Montaas azul lavanda con un rostro de
espuma caracoleado, secuela de la nieve
del ltimo invierno, bosquejaban un
horizonte diagonal a travs de las
ventanillas semejantes a peceras.
Prosaico, el avin se pos en la pista
mientras las gaviotas (a travs del
cristal convexo bajo una artillera de
gotitas) arrostraban resueltamente el
mar.
Los pasajeros que se dispersaron
desde el ltimo peldao de la
escalerilla del avin iban deprisa, pero
su andar pareca lento, las piernas no los
llevaban, eran vistos a travs de la
irresolucin horizontal de una lente
telescpica. El ltimo momento
prolongado anterior a que alguien sea
reconocido: una mujer dej caer en su
boca la gota de azcar disuelta asentada
en el fondo de un dedal de caf exprs y
permaneci de pie ante la cristalera. Sus
ojos contenan a las figuras en
movimiento, su expresin se convirti
en una ofrenda igual a un ramo de flores,
la cabeza adelantada a una postura de
tensa curiosidad.
Sali del bar y camin a paso vivo
hacia el reducido gento reunido al otro
lado de la barrera de las cabinas de
control de pasaportes. Entre los
elegantes homosexuales con cuerpos de
veinte aos y rostros idnticos a estatuas
de cuyo original slo se perpetuaban las
cabezas, la rubia con los pezones
llamativos a travs de la camisa, el
joven con un gato siams sujeto con una
cadena, las mujeres bien conservadas
con collares de oro y pantalones de piel
de tiburn acompaadas por maridos y
caniches, los exigentes nios
norteamericanos con el pelo dorado y
hmedo, las abuelas vestidas de negro
asistidas emocionalmente por las hijas,
y los bebs llenos de volantes en brazos
de padres jvenes con chaqueta de piel,
tena que ser ella: pmulos
redondeados, toques de azul brillante
bajo las pestaas cuajadas, prpados
arrugados y maquillados, cabellos
tornasolados. La del cuello que ascenda
con elegancia a pesar del pecho grande
aunque era baja en medio de la
acogedora multitud robusta, y cuando
se le vean las piernas tena las duras
pantorrillas abultadas y los tobillos
descarnados de una ex bailarina.
Su mirada recorri la cola apiada
detrs de las cabinas de inmigracin,
descartando a algunas, pasando por
encima una vez y retornando,
singularizndola. Estaba observando la
llegada de una chica cetrina, serena,
fatigada. La chica tena el pelo rizado
era morena, dio un vistazo a la
mandbula, a la forma de la boca (eso
era: la expresin de la mujer se
profundiz), aunque de ojos claros y
luminosos, no era la que buscaba.
Se haban visto. La compenetracin
entreteji una hebra por la que se
atrajeron mutuamente mientras la chica
esperaba su turno; casi en la cabina de
inmigracin, ahora en la cabina, ahora
poniendo el pasaporte verde sobre el
mostrador para que un funcionario lo
cogiera por debajo del tabique de
cristal, de repente inclinada para hundir
la mano en la hinchada bolsa de
bandolera (alguna dificultad?, faltaba
algn documento? la mujer estir el
cuello, de puntillas). La cara con los
ojos bajos de alguien que es vigilado.
Una sonrisa lateral casi imperceptible a
la mujer que observaba. (Ningn
impedimento; slo el habitual sobresalto
del viajero que cree recordar algo
demasiado tarde). La chica estaba
metiendo el pasaporte verde en un
bolsillo de la parte exterior de la bolsa.
Cerr con firmeza la cremallera. Sigui
adelante, estaba dentro: admitida. En los
pocos metros que las separaban, a travs
de la barrera, la vio de pies a cabeza,
ahora libre de la multitud: una chica
menuda con un cuerpo sexy no
reconocido (la madre nunca haba hecho
caso de su propia belleza, la
consideraba poco importante), cubierto
por el inevitable conjunto de tejanos
aunque nunca, ni en mil aos, habra
pasado por una de las jvenes que se
ven en los yates, en los hoteles y las
villas con la misma vestimenta. Bonita.
Pero no juvenil. El rostro de una chica
que parece una mujer.
Las comisuras blandas pero los
labios apretados, los ojos extraamente
luminosos fijos en la mujer con
expresin de asombro, como si la chica
dudara de su propia existencia en ese
momento, en ese lugar.
Nunca se haban visto con
anterioridad. Las gastadas alpargatas
color lila de la mujer avanzaron
resueltamente para darle la bienvenida.
Ella abri los brazos en un placaje
amplio y sus labios se abrieron:
sonriente, sonriente.

El avin en que embarc Rosa Burger


iba rumbo a Francia. El destino de su
billete era Pars, pero despus de dos
noches en un pequeo hotel donde
deshizo la maleta volvi a embarcar en
la direccin de donde haba llegado, el
Sur, Niza. All la recibi, una hermosa
maana de mayo, Madame Bagnelli, que
de muy joven haba asistido al Sexto
Congreso de Mosc, haba sido o
intentado ser bailarina y haba estado
casada con Lionel Burger. Tena un hijo
de l que viva en Tanzania, al que no
vea desde sus tiempos de estudiante;
ahora llevara a la hija de Burger a su
casa, en una aldea medieval conservada
para ganar dinero con los turistas, donde
haba odo decir a la gente que la
conoci en Sudfrica llevaba
viviendo muchos aos.
Habl todo el camino por encima
del ruido del viejo Citroen en el que se
haba instalado como una gallina
sentada. El coche daba una impresin de
velocidad superior a su capacidad,
debido a su estilo de conduccin y a la
vibracin de ventanillas que se abran
como alerones. Haba experimentado la
terrible sensacin de que no era el da
que corresponda, de que deba haber
ido ayer al aeropuerto haba revuelto
toda la casa para verificar la fecha en la
carta, guardada con tanto cuidado que no
logr encontrarla. Por eso estaba tan
excitada, aunque aliviada al verla
Me haba dado el nmero de
telfono.
S, pero tema que si llegabas y no
me veas all volveras a marcharte.
Estaba tan preocupada.
Cambiando de carril en carril junto a
un paseo martimo, rfagas de
conversaciones en otro idioma, escenas
de vidas inimaginables en el espacio de
una ventanilla y la pausa ante un
semforo, palmeras, olorcillos a turrn
de almendras que contrarrestaban el del
monxido de carbono, adelfas rosadas,
pescados relucientes en una tienda
abierta a la calle, banderines ondeando
alrededor de un mercado de coches
usados, viejos con gorras con borlas
agachados para coger una pelota,
carteles pronunciados mudamente
Ah, eso fuerte, chateau, la
misma cosa, todos los castillos eran
fortificaciones. Eso es Antibes. Iremos
algn da all est el museo Picasso.
Santo Cielo, qu est haciendo ese
tipo?, quel con, Dios mo, a va pas la
tte, h? Estos chicos de las
motocicletas atacan como avispas, son
las doce, por eso el centro est hecho un
infierno, todos corren a sus casas para
almorzar no te preocupes, llegaremos,
slo tengo que parar a comprar pan.
Tienes hambre? Espero que tengas
mucho apetito. Prefieres lechuga o
berros? Decdelo t. Nos queda de
camino no pienso tratarte como si
fueras una visita.
Sali de la panadera y pas una
barra de pan a travs de la ventanilla. Al
llegar a la verdulera de al lado se
volvi para sonrer a su pasajera. En el
nfimo papel de seda que lo envolva, el
pan cruji bajo la presin de la mano de
Rosa Burger; lo oli como si fuera una
flor; la mujer sonri de oreja a oreja y
por medio de gestos le indic que poda
darle un mordisco. Chicos en
guardapolvo eran arrastrados por
bruscas jvenes o viejas en zapatillas,
que obstruan la acera mientras
comadreaban. En algunos balcones los
hombres almorzaban en camiseta. Las
mesas de afuera de un bar eran
diminutas islas alrededor de las que se
saludaba la gente con un beso en cada
mejilla. Rosa Burger iba en el coche
como una efigie a la que llevan en
procesin. Fuera de la ciudad, ms all
de los viveros de plantas y las fbricas
de cemento, la claridad sobre las nuevas
hojas de las vides encogidas como
invlidos, olivos de copa gris
sobrevivan entre las villas, el mar
apareca y desapareca de curva en
curva.
Me lo dijeron por telfono, un
avin directo esta noche, de modo que
pens, Dios mo, tengo que despus
me dije a m misma: deja de liarte Me
alegro de que hayas llegado antes de que
se acaben las peras y las manzanas
mira all, sabes de quin es esa
casa? All vivi Renoir.
Una frgil espuma teida de verde
hormigue sobre rboles ahuecados
como copas de vino. Dnde, dnde? La
chica contemplaba un da sin mojones.
En cuanto algo era sealado quedaba
atrs; para la conductora todo era tan
conocido que vea lo que ya no era
visible. El coche empez a corcovear
por una empinada cuesta de grava entre
los discretos parques de bosques
ribereos europeos, los costados del
camino tapizados de flores cenicientas
por el polvo. Como el mar, un castillo
apareca y desapareca a cada curva.
Pobrecillos, ms latas que peces
en nuestro ro en estos tiempos, pero
siguen intentndolo. En realidad, a veces
ves a alguno con un par de pececillos
De pronto surgi un castillo de libro
infantil ilustrado en la cumbre de casas y
muros grises y amarillo yema,
elevndose desde los bloques de
apartamentos que cubran el valle como
inmensos transatlnticos blancos
atracados en mares distantes. Toldos
pandeados; gente inclinada en actitud
ensoadora dejando pasar el coche a
travs de sus ojos, una imagen como la
del espejo convexo instalado en el cruce
sin visivilidad. Las persianas estaban
cerradas: desconocidos imposibles de
conocer al otro lado. Una mujer en un
velocpedo con un chico al que le
colgaban las piernas a travs del
enrejado del portaequipajes se puso a la
altura del coche, salud tambaleante y
aceler, adelantndolas.
Es la que me limpia la casa. La
conocers el martes, vaya infierno con
ese cro, de beb se me en mi cama.
Para no hablar de cuando empez a
gatear! Se meta en todas partes, mis
papeles y mis libros siempre tenan
migas de galletas T que opinas? De
los nios, quiero decir. Supongo que soy
abuela, pero hace tanto tiempo que no
trato con Cuntos aos tienes t,
Rosa? Anoche estaba pensando
cuntos aos puede tener esta chica?
Veintitrs? No? Cerca de los
veinticinco? Siete Dios mo.
Una mujer con su cabellera de
oropel al sol se apoy en un bastn para
dejarlas pasar. Un hombre maduro con
la barriga desparramada sobre los
tejanos hizo un gesto con la pipa; la
chica, con una sonrisa de persistencia
oriental, mantuvo alejado del coche a un
perro de aguas que retozaba a su
alrededor sujeto de la trailla: la
conductora salud a todos con la mano
sin mirarlos.
Tu habitacin est en lo alto y te
advierto que tendrs que subir muchos
escalones pero tiene terraza, en
realidad es la azotea de la casa vecina
pero me autorizaron a restaurarla. Pens
que te gustara salir al despertar por las
maanas. A tomar el sol, lo que quieras.
Lejos de m o de cualquiera, un lugar
personal. Aunque si lo prefieres puedo
dejarte el cuarto ms pequeo del
primer piso. Bien, ya vers un
embrollo de casa como las dems, toda
la aldea es una conejera, cada una est
construida contra la siguiente, si mis
caeras no funcionan tengo que ir a la
casa vecina para descubrir la fuga
Debes decirme si prefieres instalarte
abajo. Pero la habitacin que te ofrezco
es contigua a la ma; a mi no me importa,
pero quiz tu claro que podramos
cerrar la puerta de comunicacin, por
supuesto. La de arriba es la que usaba
Bagnelli cuando estaba en casa Debo
decirte que muri hace cuatro aos.
Fueron quince aos. En realidad nunca
nos casamos, pero todo el mundo
El coche fren bruscamente, un
antebrazo bronceado con manchas color
t se estir para impedir que Rosa
cayera hacia adelante.
No te lo dije? Ya ests aqu! El
da y la hora que corresponde. Puros
nervios! En qu estado se encontraba
Madame Bagnelli por tu llegada! Tuve
que correr tras ella con los huevos que
se dej esta maana en la picerie. A m
no me pareces tan impresionante una
voz de hombre con la precisin de un
vicario de teatro ingls, y una larga cara
imberbe bajo una visera con galones de
capitn inclinada hacia la ventanilla.
S, sana y salva Rosa Burger,
Constance Darby-Littleton. Piensas
subir la colina a pie?
Por supuesto que ir andando. Es
mi paseo higinico. Cre que ya todos
conocan perfectamente mis costumbres
hendiduras azul noche entre prpados
hinchados, sin blancos ni pestaas, que
pasaban de la conductora a la pasajera
como los ojos mecnicos empotrados en
esos relojes antropomrfcos. El coche
pas al nivel de sus pechos de matrona
cados bajo la camisa a cuadros.
En un aparcamiento cavado debajo
de los rboles, un Baco joven y gordo,
con botas camperas manchadas de
cemento, salt de una furgoneta cargada
con tejas y marcos de ventana rotos.
Madame Bagnelli voces altas e
indignadas, risas; no era necesario
dominar el idioma para deducir que eran
un trabajador y una clienta que
reanudaban una larga disputa.
Vino y no pudo entrar! Qu le
vamos a hacer! He pensado tantos das
para nada Ahora no lo ver en seis
semanas y despus de una docena de
llamadas telefnicas. Tiene que poner un
suelo en mi cave, mejor dicho en el hoyo
de basura que con un poco de suerte
llegar a ser una cave. Se llevar todo
lo que encuentre all.
Retuvo el coche con el embrague en
lo alto de la espiral donde el camino se
bifurcaba ante una muralla. El castillo
mostraba ondulantes gallardetes de
naciones no identificadas. El coche se
anunci con un alegr bocinazo de
advertencia al doblar a la derecha. Se
aproximaron unas mechas grasicntas y
un bello rostro de enamorado.
Madame Bagnelli el hombre
separ tres cartas de la saca de
correspondencia y se las entreg; se
dieron las gracias mutuamente, como si
lo hicieran por el placer de hablar su
idioma.
Rosa Burger fue presentada por un
nuevo nombre, con el acento en la ltima
slaba: la amiga llegada desde
frica! que recibira su
correspondencia en este domicilio.
El coche gir despus de dejar atrs
al cartero, hacia un pequeo callejn
con pendiente que suba hasta terminar
en dobles puertas tachonadas que
bloqueaban el paso; estuvo a punto de
apearse para abrirlas por primera vez
hacia la casa donde le dijeron que
dormira, escaleras arriba, en una
habitacin con terraza: por el momento
no haba nada detrs de ese portal con
su botn del timbre y la tarjeta debajo
de una ranura de plstico, Bagnelli.
Cmo la llamo?
Que cmo me llamas?
Debo llamarla Madame Bagnelli
o? se llamaba Colette, Colette
Swan. Colette Burger.
La mujer apoy los brazos en el
volante y de repente se relaj, volvi la
cabeza con una expresin de astuta
complicidad voluptuosa, encerrndose
en la pregunta tmida e intrascendente
como una forma inerte pero electrizada
que poda cobrar vida con un contacto.
Katya. Llmame Katya y de t.
En la puerta haba un enorme girasol
seco en forma de estrella fugaz y una
nota pegada con celo. MADAME
BAGNELLI URGENTE y signos de
admiracin, todo subrayado. La puerta
se arrastr chirriando sobre el patio
empedrado, un olor a humedad fra y un
perfume jams olido. Cuando la puerta
se abri de par en par y entr la maleta,
roz la cara de Rosa Burger: lilas,
autnticas lilas europeas.
Bla-bla-bla; bla esto puede
esperar. Por qu demonios debo
telefonear?, nada ms llegar la nota
vol hasta un cesto de paja. Quieres
subir directamente? No Entonces
dejemos todo por aqu. Tengo un poco
atmsfera multicolor, frondas fuera de
foco y un horizonte marino que se
balanceaba en los paneles de cristal
irregulares, slo un poquitn de algo
preparado la puerta de cristales se
abri de golpe, la recin llegada sali a
una frondosa repisa de sol, ofrecida al
mar de medioda entre el cielo y
terraplenes de pequeos rboles oscuros
decorados con naranjas. Oli a gatos y a
geranios. Las primorosas villas de
juguete de los muertos en un escarpado
cementerio atraan sobre sus fachadas la
luz que despeda el mar. La sinti en las
mejillas y en los prpados. Vi vio una
grieta en un recipiente blanco, que en
realidad era una fila de hormigas, un
diminuto bote que haca una muesca del
tamao de una ua en las aguas, vio la
vena varicosa serpenteando en la corva
de la ex bailarina cuando dej sobre la
mesa la bandeja con la botella de
champagne en un cubo.
Bebieron apoyadas en la
balaustrada, grandes espacios de mar
abierto que absorban el ventoso
tartamudeo de las motos y el zumbido de
los engranajes de camiones, msica y
voces entremezcladas, desde otras
terrazas y balcones. De vez en cuando
llegaba un tintinear a Rosa Burger: una
vez la repentina carcajada burlona de un
hombre, el ladrido de un perro que tiene
a un gato acorralado, el grito de una
mujer llamando a alguien que se alejaba
en coche. Todo chocaba suavemente
contra ella; la palma de su mano sinti
el fro inane de la copa y su lengua el
fro vivo del vino. Se sentaron en sillas
inclinadas, con los pies en la
balaustrada, entre cascadas de geranios
y adormiladas plantas crasas con
grandes abejas europeas a rayas. La
mujer baj el taln de las alpargatas y
pas el arco de su pie descalzo sobre la
cabeza y el lomo de un gato de la isla de
Man. (No es mo pero le gusto ms que
su duea). Una vez fuera de las botas,
los pies de Rosa se sintieron libres de
opresiones y marcas; se arremang los
tejanos hasta la rodilla. La mujer le
estaba contando la historia de la aldea,
con la satisfaccin de quien se proyecta
a s mismo en la impresin que debe
causar a quien nunca ha visto nada
parecido.
Una nobleza de seores que
vivan del robo, desde las cruzadas
hasta los casinos, un seoro feudal,
digo soberana stos no eran reyes
rieron al unsono, como mujeres en el
serrallo, la explotacin feudal los
trminos salan a la manera en que un
antiguo soldado usara las pocas frases
que recuerda de una campaa en el
extranjero, cuando encuentra a un nativo
de ese pas hasta los tiempos de la
revolucin francesa. Ese inmenso jardn
con cipreses e higueras, a nuestras
espaldas, debajo del castillo, tienes que
haberlo visto desde el coche era un
monasterio. La casa de mi amiga Gaby
Grosbois forma parte de las pocilgas de
los monjes. Pero despus de la
revolucin los nuevos empresarios
industriales y hombres de negocios
compraron estas propiedades de la
iglesia por nada y las usaban como
casas de campo, vivan como
aristcratas. En estas latitudes, durante
nuestra guerra la Resistencia tena sus
cuarteles generales en los stanos. Oirs
todo tipo de relatos, les encanta que
aparezca alguien que nunca los ha
odo todos fueron hroes de la
Resistencia, si les crees pero hace
pocos aos, todava viva Bagnelli, no,
fue poco despus iban a convertirla
en hotel, un actor estaba interesado en
hacer la inversin. La operacin no
prosper. Ahora pertenece a un
traficante de armas, aunque nunca
aparecen por aqu, nadie los ve el
viejo matrimonio Fenouil cuida el
jardn. Los seoros cambian de
nacionalidad ahora son los japoneses
quienes compran grandes propiedades
por aqu; los norafricanos son los
siervos que hacen los caminos y viven
en sus bidonvles ilegales. Y la gente
como yo riendo logra sobrevivir en
una situacin intermedia el gato
segua deslizndose bajo el pie
arqueado. Imagino cmo te habrn
criado los ojos cerrados y sonriente,
ech la cabeza atrs un momento para
que el sol le diera en la cara, pero
aqu te olvidas de las categoras de
utilidad social Dios mo, nadie
entendera de qu demonios estoy
hablando. Aunque por otro lado supongo
que te sorprender ver que cualquiera
hace cualquier cosa; nada se considera
indigno en un movimiento de vaivn
el gato se dejaba rastrillar por las uas
de los pies pintadas de castao. A
veces cocino para los norteamericanos,
en verano, conozco la clase de comida
francesa que les gusta. Solvig me paga
para que le pase la aspiradora a los
libros y para que guarde en cajas su
ropa de invierno una vez al ao. Es
amiga, pero como viuda de un
importante editor noruego, tiene mucho
dinero y por lo tanto Atiendo la
ferretera local las dos semanas de
enero que todos los aos se toma la
propietaria para ir a esquiar. Un agujero
pequeo y fro donde se venden rollos
de papel higinico y platos de
plstico cuando los franceses se
concentran en ganar dinero ni se les
ocurre proporcionarse comodidades.
Otros amigos, un pintor griego y su
novio, trabajan en el hipdromo cuando
empieza la temporada. Pero all no
contratan mujeres. Tambin remiendo
muebles viejos restauracin de
antigedades suena ms elegante, no?
A veces tengo la oportunidad de dar
clases de ingls y ense danza en el
Hogar de Juventud hasta que me puse tan
gorda que las tablas del suelo crujan.
Y tu marido? Qu haca?
Bagnelli? un largo a-a-a-a-ah,
divertido, en lo tocante a cuestiones que
ni siquiera podan explicarse en la fcil
lucidez del vino y el buen tiempo en una
comprensin mutua de media hora.
Sabes qu era cuando lo conoc?
Capitn de la marina francesa! En
Toulon. Pero aqu hizo montones de
cosas costa arriba y costa abajo:
comerciante en vinos, en una ocasin
carreras de automviles, una mina de
estao en Brasil cielos!, y siempre
yates, yates. Tena participacin en los
beneficios o eso le prometan. Los
botaba para otros, incluso los
diseaba
Yo compart una casita con
alguien que pensaba dar la vuelta al
mundo. Pero ver cmo construyen un
yate en un patio, a seiscientos cincuenta
kilmetros del mar
T? la mujer sonriente se
permiti mirar a la chica tal como
deseaba desde que la conoci en el
aeropuerto.
Disolvindose en el vino y en el
placer de los aromas, paisaje y sonidos
que existan por su cuenta, sin relacin
con nada ni con nadie, la sensacin que
Rosa Burger tena de s misma era
ociosamente objetiva. El mar, la sangre
que palpitaba suavemente en sus manos
colgadas de los brazos de la silla, el
tiempo nicamente como el reloj de sol
de las sombras que avanzaban por las
paredes, todo imbricado sin bajamar ni
pleamar, sin distincin de lo interno y lo
externo.
es como alguien encarcelado.
Todo lo que podra ser o hacer pero
no funcion. Encerrado. Sin acceso al
mar.
No viste su botadura? Cuando se
deslizan en el mar s, es maravilloso,
como si cobraran vida yo sola llorar
la mujer adquiri una brillantez
lquida en los ojos, un atractivo del
pasado. La carne perfectamente
lubricada y bronceada entre sus pechos
se arrug brillante bajo la presin de los
brazos cruzados, como una piel que
forma un lquido refrescante y graso.
Dime me conocas? O una sonrisa
considerada de la chica, o te diste
cuenta de que yo reconoc quin eras t
y entonces Quiero decir si alguna vez
viste una foto
Cuando revis las cosas de
Lionel. Haba una o dos tomadas en
Inglaterra y en Rusia. Maldicin, tendra
que haberlas trado. Las de la Unin
Sovitica se reconocen de inmediato,
aunque el fondo no d ninguna pista. Lo
mismo ocurra con las de mi madre.
Conoces a Ivy Terblanche? A Aletta?
Las conoc a todas, a todos ellos.
Hace tanto tiempo!
Mi madre con Aletta en una
estacin ferroviaria, con ramos de
flores. Enseguida notas cules son las
rusas Todos vosotros parecais tan
exaltados.
S, s una risilla que fue un
lamento. Como admiradores de una
estrella pop. Venga, nos repartiremos la
ltima gota. Aunque ya est tibio y el
champagne tibio emborracha se sent
con las rodillas separadas, olvidada de
su barriga. Mosc, Mosc, Mosc!
Hice una prueba con el Maryinsky. Eran
unos tiempos maravillosos. Demasiado
tarde, demasiado vieja, diecinueve o
veinte y ya perezosa pero se
encapricharon con nosotros y lo
pasamos muy bien. Sus fiestas duraban
toda la noche; despus exhalabas vodka
como un dragn. Tuve que pedirle a la
criada del hotel que cambiara las fundas
de las almohadas despedan vapores
de vodka a causa de nuestra respiracin.
Nos perdimos sesiones enteras del
maldito Congreso bueno, una sesin
entera. Lionel, ese padre tuyo una
pausa, autntica o fingida, de
incredulidad, mirando a la chica tendida
en la silla, les despach un cuento
convincente, explic que habamos
estado levantados toda la noche
preparando notas para un comit, en
bien de la reputacin del Partido. Te
pareces a l. A pesar de los ojos. T no
puedes darte cuenta porque piensas en l
tal como es como era. Pero en
Mosc lo veo cuando te miro. Cuando
una ha vivido con diferentes hombres,
vivido mucho tiempo, como yo, olvida
pronto cmo eran realmente. Cuando te
escrib despus de su muerte, yo vea
una figura pblica Mirndote a ti lo
veo a l porque aqu est como
realmente era en Mosc. Igual a tu
padre pero creo, dira, despus de
estar contigo exactamente cunto?
Una hora y media, despus de tan larga
relacin, mi querida Rosa, yo dira que
eres ms tu madre. S. No la conoc
bien aunque en el Partido todos
dormamos en el mismo colchn (nunca
lo olvidar: una vez alguien nos
escandaliz dicindonos eso, alguien
que haba sido expulsado,
naturalmente Jams olvidar
semejante blasfemia contra los
camaradas). No poda conocerla bien
ella era muy joven. Debi de ser
alrededor de 1941. Tu madre era, a
simple vista, mi idea de una autntica
revolucionaria.
Estaba observando a la hija de
Cathy, la chica sonrea rechazando con
lnguida fascinacin el juego de una
atencin que enseguida se desplaz.
Yo con sombrero de campaa?
Calado hasta las cejas? Dios mo
en cuclillas, las rodillas separadas como
si estuviera sentada en el inodoro; nada
en esta mujer revelaba la cara de mono
tit que asomaba entre un sombrero de
piel y un cuello de piel, los zapatos
pequeos y puntiagudos junto a los de
Lionel Burger al otro lado de la puerta
del dormitorio del hotel. Risas y
chcharas de espaldas o de frente, la
figura slida y ampulosa entraba y sala,
preparando comida, entre habitaciones
imprecisas y oscuras con objetos an no
vistos ms que como formas, y el
resplandor, el dulce murmullo de la
aldea, en la terraza.
La inocencia y la seguridad de estar
abierta a vidas cercanas era la emocin
a la que se agregaba el champagne y
ms vino, bebido durante la comida.
Todo el entorno de Rosa Burger, slo
tamizado por traceras de verdor y
ngulos de casas, gente comiendo o
charlando, acaricindose, cumpliendo
tareas un hombre cepillaba madera y
una pareja discuta, el susurro de voces
tan poco amenazadas por la revelacin
como el crujido de las virutas al
arrollarse. Gente que no tena nada que
ocultar, nadie a quien eludir,
despreocupados de la intimidad por su
abundancia: dejndose estar. La comida
era deliciosa y despert un nuevo
placer: el de la gula. Rosa Burger no
saba que era capaz de comer tanto, pero
el gato de Man olisque las espinas de
pescado fragantes de hierbas como una
oferta cotidiana. Lleg una inglesa con
el sombrerito ceido, el pauelo de gasa
y los guantes de quien se mantiene a la
altura de un nivel pasado. Se anticip a
la posibilidad de no ser bien recibida
adoptando el aire de quien tiene en
mente cuestiones ms importantes que la
invitada de su amiga, y mostrndose
demasiado atareada como para que
esperasen que se quedara.
Tengo una cita en el banco.
Ya sabes que el banco no abre
hasta las tres. Venga, Alice
No se trata nicamente del banco.
Tengo montones de ocupaciones.
Por ejemplo?
No te entrometas en mis asuntos,
Katya.
Madame Bagnelli ri mientras
serva el caf.
Si tuvieras alguno me morira de
curiosidad. Aqu tienes, Alice, tal como
te gusta, fuerte y en una taza fina. Vimos
a Darby camino de su almuerzo lquido.
En el bar que venden tabaco?
No, en la colina.
Ah, s. Debi de bajar a la aide
sociale por la cuestin de su renta.
Imposible en martes. Las
entrevistas son los jueves.
Qu da es hoy? Ests segura?
Entonces es probable que haya ido a la
clnica. Nunca dice nada cuando algo
anda mal. Le gusta pensar que no es de
carne y hueso como los dems. Pero s
muy bien que se queda sin aliento en las
escaleras. La oigo cuando pasa por mi
puerta para ir al segundo piso.
Y a quin ms vi antes de ir al
aeropuerto? A Francoise. S a Francoise
sin Marthe, tratando de decidir si
compraba sardinas a cinco francos el
kilo. No me vio.
Marthe est en Marsella. No lo
sabas? Se ha ido por tres das. Vino a
averiguar si queramos que nos trajera
algo. Darby pidi esos granos de
pimienta verde que probamos la ltima
vez.
Probablemente me telefone. He
estado entrando y saliendo por la
llegada de Rosa. Pero aqu se consiguen,
para qu molestarla?
No de Madagascar.
S, de Madagascar. En la tienda
de atrs de correos. S, all mismo, la
tiene Monsieur Harbulot. Exactamente
la misma, te lo aseguro.
No estoy tan segura, has visto a
Georges?
Han ido a Vintimille a comprar
zapatos. Y a un lugar donde consiguen su
aceite de oliva. A Manolis no le gusta
ningn otro.
Pues es afortunado si Georges
puede darse el lujo de satisfacer sus
caprichos, eso es todo lo que te digo.
Donna y Didier fueron con ellos.
Para qu?
Madame Bagnelli recurri a su
invitada para confirmar lo absurdo de la
pregunta.
Para pasear. Para divertirse.
Est estropeando a ese muchacho
como hizo con los dems. Ya vers.
Una voz francesa vibr en la casa
como un cuco atrapado. Entr otra mujer
y prosigui en francs el mismo tipo de
conversacin. La primera se detuvo en
la puerta para hablar cinco minutos ms.
Bien, espero que disfrutes de tus
vacaciones o lo que sea. Darby la
conoci esta maana?
Por supuesto, la vio un momento.
Por qu?
Con la inglesa apenas fuera del
alcance del odo, Madame Bagnelli
empez a explicar:
Quera ser ella la que le dijera a
Darby que haba conocido a la chica en
casa de Katya. Habrse visto!
Lo repiti en francs; ella y la
francesa rieron tanto que sus risas
taparon todos los comentarios. De vez
en cuando la francesa intentaba
conversar en ingls.
Pero t tambin tienes un hermoso
sol, h? El tuyo es un pas
maravilloso. Lo s. Me gustara ir,
pero la francesa puso la expresin
encantadora de una mujer veinte aos
ms joven y se frot el ndice con el
pulgar.
Las dos mujeres desembocaron en
una charla acerca del dinero, serias y
con contracciones nerviosas alrededor
de la boca, haciendo clculos en los que
Rosa slo entendi milles y cents
separados por guiones que formaban
eslabones tal como hacan las abejas
embriagadas alrededor de los posos de
vino. Haba aparecido un joven; Rosa
alej la silla del sol y descubri las
almenas del castillo all atrs, contra el
cielo, las banderas luminosas como
vidrios de colores, y en el interior de la
casa, en la quietud sombreada, not que
uno de los objetos se separaba y
adquira forma humana. Lo vio
escuchando a hurtadillas antes de
ponerse en evidencia. Afuera, a la luz de
la terraza, cay sobre ellas descalzo,
ceido en unos pantalones blancos que
le llegaban debajo del ombligo, el pecho
desnudo. Dos manos morenas pulidas
por el agua taparon los ojos de Madame
Bagnelli; ella pareci reconocerlo al
instante.
Pero t ests en Vintimille! Qu
ha ocurrido?
El se inclin y la bes; luego,
ceremoniosa y pausadamente, se inclin
ante la cara de la francesa. Despus que
la besara, ella le cogi la cara con
ambas manos y dijo algo cuya cadencia
era de idolatra y admiracin,
libidinosamente maternal.
Qu haces aqu? Didier!
Se apoy en la balaustrada, delante
de su pblico.
No fui en el rostro muy
bronceado, las ventanillas de la nariz
tenan la crudeza rosada de quien ha
estado buceando.
Y Donna?
Ella fue.
Por qu, Didier?
La francesa habl de la oportunidad
perdida, dijo que las cosas eran mucho
ms baratas al otro lado del lmite de
Vintimille. No haba visto la chaqueta
de cuero que Manolis compr el
invierno pasado?
Didier! Qu has hecho a solas
todo el da?
Pescar coment. Con arpn.
No se necesita a nadie ms para hacerlo.
Fueron presentados pero l no se
dirigi personalmente a Rosa Burger.
Las preguntas y comentarios de las
mujeres lo adulaban; de hecho, no se
diriga personalmente a nadie, vindose
a s mismo en la divisin de los dems,
como si se mirara en un espejo.
Recorri decididamente la mesa
entoldada, encontrando bocados que
comi deprisa, y despus se lami los
dedos. No acept las ofertas de ir a
buscarle algo ms para que comiera;
limpi la ensaladera mojando pan en el
aceite, se sirvi queso envuelto en paja,
con cierta destreza profesional. Sus
empaados ojos azul oscuro debajo de
unas pestaas tan largas que parecan
arrastrarse sobre sus mejillas,
masticando, sigui el retorno de la
conversacin de las mujeres al tema de
los impuestos. De vez en cuando
aportaba una objecin, alguna
correccin; ellas protestaban. Eruct, se
golpete los msculos del chato vientre,
pas sus finas manos por los suaves
pectorales. Ellas rieron.
Igual que ese gato, Didier. Viene a
buscar golosinas y se larga con paso
majestuoso.
Volvi a abrazar a las mujeres,
mecindose graciosamente de una a otra.
Se despidi de la chica en un ingls
empleado a la manera indiferente de un
idioma habitual, aunque con marcado
acento francs y ligero acento
norteamericano.
Cundo volvern?
La voz lleg antes del portazo:
Cmo puedo saberlo?
Qu travieso! Por qu ests
enfurruado? grit Madame Bagnelli
descaradamente, riendo fuera del
alcance de su odo.
Hizo piruetas y brinc, se abalanz
sobre la mesa y recogi los platos
vaciando abejas y restos de vino entre
las jardineras. La francesa se fue.
Limpiaron los restos de comida,
rezagndose en el fresco saln para
hablar, la voz de Madame Bagnelli
revoloteando sin cesar desde la nevera,
en la cocina o repentinamente sentada en
un pequeo sof, con las piernas
cruzadas a la altura de los tobillos, en
una postura de ballet. Su husped haba
abierto la maleta para sacar los regalos
que forman parte del ritual de los
viajeros. La chica los observ con gran
cuidado ahora que haban encontrado a
su destinataria. Elecciones impersonales
para una desconocida, podan dar la
impresin de ser para cualquiera,
regalos de aeropuerto intercambiables
que ella misma haba recibido todos los
aos que permaneci en el pas. Slo
uno sugera a un ser imaginado, la
afirmacin de una relacin que poda no
existir o no ser bien acogida: un collar
de dos vueltas, de carretes de madera
hexagonales, finamente tallados,
separados por abalorios baratos,
comunes y corrientes.
La mujer lo observ, arrollado en
sus manos; mir rpidamente a Rosa
Burger, otra vez al collar, separ un
abalorio de un carrete.
Veremos con qu estn ensartados.
Cmo se llama esa palmera Hala.
Hebras de hala torneadas haciendo
rodar las fibras arriba y abajo en el
muslo desnudo. He visto cmo los
hacen, mira, no es algodn! Hala se
enorgulleci al verificarlo, se identific
a s misma. Y la madera no me lo
digas, espera la hija de l estaba
all, delante de ella. Tambuti. S?
Esa fragancia! Es Tambuti.
Creo que s. Son las cosas que
usan las mujeres hereras. Hay una
tienda muy rara vez se encuentra algo.
Nomihi. Ya ni siquiera los
afrikaners la llaman Sudoeste, no? se
pase por el saln estudiando la
disposicin de una extraa cabeza de
Cristo sobre cuero repujado con
dorados escamosos, con ojos rasgados
de mirada fija; un cuadro en el que se
vea a una chica desnuda con una anguila
u otro monstruo marino mutilado a su
lado; una enorme llave de hierro;
mellado por la edad y un antiguo fervor
que lo haba separado del todo, un
fragmento de un rgido santo de madera
que levantaba su mano plegada y con un
dedo en posicin vertical sobre la
chimenea. Colg el collar del brazo de
un portavelas ahora marmreo con su
lava de cera. Mientras no lo use
quiero gozar comtemplndolo.
Fue anteayer. Pens que te
gustara Rosa Burger vacil antes
de deshacerse del peridico sudafricano
junto con las envolturas arrugadas, el
mismo que asomaba de su bolsa cuando
la mujer la divis.
Dios mo. Tantos aos
Madame Bagnalli se hundi en el
asiento, dejando el diario al alcance de
la mano. La misma cabecera En la
cocina encontrars un par de gafas.
Probablemente en el estante donde est
el molinillo de caf encima de la
nevera o dentro de la nevera. A veces
saco algo y las guardo sin se burl
de s misma llevndose un dedo a la sien
. Todava estabas all. Apenas
anteayer mir a Rosa Burger como a
alguien en cuya existencia no poda
creer. La hija de l inclin lentamente la
cabeza: estaban juntas. Es la primera
vez que sales?
La cabeza floja, abrindose camino,
apartndose en la suave confusin del
vino que haba originado todo eso.
Nunca.
Por supuesto. Nunca.
Y t nunca volviste.
La mujer apret los codos contra el
cuerpo, se meci amorosamente, los
puos juntos bajo el mentn, el
peridico cado.
No me habran admitido. Nunca.
Se levant de un salto sobre sus pies
de planta ancha; su equilibrio y su
agilidad contradecan su corpulencia.
Podemos hacer diabluras?
Tendremos que subir la escalera
colgadas del rabo, como los monos.
Apenas haba lugar para que pasara
entre pared y pared, con una gruesa
cuerda sedosa, un accesorio teatral,
bordeando una de ellas en vez de un
pasamanos. Mientras la guiaba iba
explicndole cmo extraer alguna
excentricidad al grifo de agua caliente
del cuarto de bao; resollaba
alegremente.
En lo alto haba una habitacin con
diferentes matices de luz. La claridad
rebosaba contra el techo; ms abajo,
diseos y formas apenas definidos. Un
gran jarrn con lilas, aroma a
melocotones vellosos en un cuenco, un
espejo sin brillo, baratijas femeninas en
frascos, cepillos, una pequea pantalla
de tafetn con encajes para las
intimidades sociales, una silla larga de
mimbre para leer poesa y revistas
elegantes, una cama baja y amplia para
recibir a un amante. Era una habitacin
preparada para una persona imaginada.
Una chica, una criatura cuyo sentido de
la existencia se centrara en su nariz
enterrada en flores, zumo de
melocotones chorreando por la barbilla,
la cara cuidada en espejos, la mente
ensoadoramente dispersa, el cuerpo
buscando placer. Rosa Burger entr,
yendo hacia la posesin de esa imagen.
Madame Bagnelli, sonriente,
halagadora, not que su invitada estaba
un poco achispada, como ella.
De haber sido negra, al menos mi color
habra indicado que provena de frica.
Incluso a trescientos aos de distancia,
que era una negra norteamericana, pero
all nadie poda saber de dnde vengo,
Nadie en Pars excepto mi prima,
naturalmente. La hija de ta Velma y to
Coen con quien comparto el nombre de
nuestra abuela. Ella estaba en Pars
vendiendo naranjas sudafricanas en
alguno de esos edificios que se
ensanchan como una proa desde las
estrechas perspectivas donde se unen
dos calles en forma de V, la nica
noche que di un paseo. Podra haber
buscado la direccin de la junta de
Frutos Ctricos en el listn. La
boerevrou[15] con el broche que indicaba
cul era su grupo turstico y que iba a mi
lado en el avin, observ mientras
charlbamos en nuestro idioma que es
lamentable que los afrikaners no
viajemos ms. Pegados a la tierra, dijo.
Es cierto, por una razn u otra. Ella a
los cuarenta y tres (me confes) y yo a
los veintisiete (me lo pregunt) bamos a
Europa por primera vez.
Saba a travs de los libros y de
conversaciones con gente como Flora y
William que me encontraba en el barrio
donde iban los turistas porque all
haban vivido pintores y escritores del
siglo diecinueve cuyas vidas y obras se
popularizaron romnticamente. Ahora
miles de estudiantes parecen ocupar sus
cuartuchos de hotel y guaridas; rubios y
gitanos en un alarde de pobreza que los
pobres se empean en ocultar, van con
sus botas de pescadores o descalzos
entre la multitud, mientras en la granja
de to Coen la gente guarda los zapatos
para los domingos. Chicas y muchachos
cuya poca es la ma, discuten a fondo
sus vidas con la misma naturalidad que
los relojes hacen tictac, pagando
diminutas tazas de caf al precio de una
bolsa de harina de maz, bebiendo vino
ataviados como guerrilleros que
sobreviven en el monte con un vaso de
agua por da. Sombras escaleras,
pequesimos balcones inclinados,
infinitos palomares de buhardillas casi
todas a oscuras: todos estn en la calle.
Camin por donde ellos caminaban, gir
donde ellos giraban, acompaando a
stos o a aqullos durante unos metros o
una manzana. Se encontraban y besaban,
se besaban y se separaban, coman
delgadas creps hechas en un puesto
resplandeciente como una fragua,
compraban peridicos, se pavoneaban
para ligar. Si bien los estudiantes no
siempre son reconocibles, sin duda
haba otros que se vestan como si lo
fueran, e incluso otros que deseaban que
los tomaran por la idea que tenan de
cmo eran los modelos, actores,
pintores, escritores, directores de cine.
Cules eran empleados y cules
camareros en sus horas libres? No poda
saberlo. Slo los putos profesionales,
maquillados y lo bastante altivos para
estremecer e intimidar a los clientes en
perspectiva, son lisa y llanamente lo que
son: hombres que conservan la insignia
sexual de lo femenino, criatura extinta en
las preferencias de los suyos. Uno se
paseaba arriba y abajo delante del caf
donde yo estaba sentada con la bebida
que haba pedido. Usaba un abrigo largo
de ante color verde suave, abierto en su
diagrama desnudo y rodeado por un
cinturn plateado, con su rostro de una
belleza inhumanamente estilizada en la
expresin de un ser mitolgico. Si yo
hubiera sido hombre me habra acercado
slo para ver si de su boca salan
palabras como las de cualquier ser
comn y corriente.
El Boulevard Saint-Michel era mi
mojn para volver al hotel con su
vestbulo adornado de dorados y
cristales y la habitacin del tamao de
un armario para ropa vieja con el bidet
que ola a orina. Segu deambulando por
calles laterales hasta ver gente
arremolinada en las suaves luces de
colores de pequeos restaurantes y
casetas con brillantes dulces pegajosos
y brochetas de carne lvida. Debajo de
los cados edificios abultados de este
pas de calles entremezcladas haba una
especie de bazar oriental, ms parecido
a la idea que yo tena de un zoco, donde
tampoco haba estado nunca. Msica de
bouzouki entretejida por encima de las
cabezas de gente que formaba sociales
colas ante pequeas salas
cinematogrficas cavadas en edificios
ya existentes. Las calles adoquinadas y
de nombres hermosos estaban cerradas
al trfico; desde el empinado extremo de
una que se llamaba Ru de la Harpe, una
multitud retrocedi para formar un
crculo abierto en el que vi a un hombre
de cuya boca saltaban llamas que se
enrollaban en una feroz proliferacin de
lengua. Me vi llevada hacia la multitud,
lentamente masajeada por movimientos
de hombros. Todava haba cabezas
delante pero logr ver al hombre con sus
ansiosos ojos de circense evaluando al
pblico mientras se converta en un
dragn con un trago de gasolina y un
leo encendido. Brincaba en mi
fragmento de visin entre collares,
cuellos y cabelleras. Estaba encerrada
en este afable apretn de desconocidos
que no eran una turba pues no les una la
hostilidad o el entusiasmo, sino una leve
curiosidad y la disposicin a ser
entretenidos. No pude seguir avanzando
fcilmente hasta que decay su inters,
pero el enclaustramiento no era
claustrofbico. Nuestras cabezas
estaban al aire libre de una noche de
color meln verdoso; sostenida por esta
gente que murmuraba y rea en su
rpido, despectivo y coqueto idioma,
mir los tejados y caones de chimeneas
y antenas de televisin tan negras y
afiladas y unidimensionales que
parecan tocar las notas de un comps
metlico y ser tragadas por los cielos
parisinos. Cercana a estos cuerpos me
senta cmodamente ignorante de la
individualidad, y sabedora de que no me
conocan individualmente al instante
experiment la ligera y veloz intimidad
de un movimiento slo a m dedicado.
Con la misma rapidez mi mano baj
hacia esa especie de caricia; apret
mientras se deslizaba entre la aleta de
mi bolsa en bandolera y mi cadera
una mano.
La aferr con firmeza.
Los dedos apretados se extendieron
en vano y los nudillos se inclinaron
hacia adentro a travs de la palma hasta
la curva de mi sujecin, imposibilitados
de cerrarse en un puo. El brazo de
encima de la mano no poda liberarse de
un tirn porque estaba apretado hombro
a hombro con el mo, el cuerpo al que
perteneca el brazo estaba contra el mo.
Todava unida a esa mano que no
vea, me volv para enfrentar el rostro
de aquel a quien deba pertenecer. Entre
esa muchedumbre de desconocidos en
esta ciudad de Europa, entre franceses y
escandinavos y alemanes y japoneses y
norteamericanos, ojos azules y rizos
rubios, palidez latina, libaneses
letrgicos y fogosos griegos, el viejo
vietnamita de cutis terso y crneo
delicado que pas a mi lado
inadvertido, los rabes con cascos de
flexible pelo oscuro, labios pardo claro
y un color rosa casi escocs en los
pmulos a quienes haba identificado
escuchando su farfulleo de orculo en
las calles por donde anduve entre
todos ellos un negro haba sido codeado,
empujado, hasta situarse a mi lado. La
cara era joven y tan negra que los ojos,
separados en aberturas tensas, eran todo
lo que poda distinguirse en l. Globos
oculares de gatas en los que se rastrean
diluvios y cataclismos volcnicos; los
pequesimos vasos sanguneos se
adheran al blanco en la forma fosilizada
de un helecho. De no haber sido negro
habra tenido el mismo aspecto que
todos los dems: escptica o
aburridamente absorto en el espectculo
del tragafuegos. Pero esa cara no poda
negar la mano en annima confesin con
rostros similares. Era lo que era. Y yo
era lo que era, y nos habamos
encontrado. Al menos as se me
apareci esta consabida cuestin del
carterista y su vctima, eso es todo, nada
salvo una estpida turista con una bolsa,
que mereca ser descubierta.
Una punzada movi un msculo junto
a la nariz recta y ancha. Fing ser
inocente de contemplar la cara de un
desconocido. El llevaba alrededor de su
cuello negro y delgado una cadena con
granos semejantes a guijarros, de la que
colgaba un diente de animal latiendo al
ritmo de su corazn, una de las baratijas
de mi tierra que durante el da haba
visto vender a negros como l, collares
de granos, toscas mscaras y billeteros
de vbora, produciendo tamborileos del
frica Occidental en las Tulleras, para
atraer clientes. O o sent caer algo. Le
dije no s qu le dije y fue en ingls,
por supuesto, o tal vez en afrikaans
(porque se era el idioma que haba
hablado en el avin y mi lengua segua
acoplada a ese centro del habla). De
todos modos no me habra comprendido,
aunque no hubiese estado ensordecido
por el miedo, porque no le habl en
francs ni en fulani o lo que fuera que
tena significado para l. Y si hubiese
apelado a la gente que nos rodeaba
tampoco habran comprendido. Yo no
conoca el francs, no tena las palabras
necesarias para explicar esa mano en la
ma.
Lo solt. Lo dej ir. No poda correr.
De algn modo logr agacharme y
palpar en busca de mi monedero o mi
cartera con travellers cheches o mi
pasaporte. Entre una multitud de pies
encontr una pequea libreta negra; l
haba tocado cuero e intent robarme la
libreta de direcciones en la que, de
cualquier manera, estaba adiestrada para
no apuntar nada ms valioso que
direcciones de hoteles y de oficinas del
American Express. Seguamos cerca. El
miedo que me tena se combin con una
presencia de confabulacin y desdn;
porque si no lo haba denunciado
mientras lo tena sujeto, ahora que lo
haba soltado nadie me creera. Era un
secreto entre nosotros en medio de los
dems; nos encontrbamos en una
posicin ridcula, hasta que muy
despacio no poda darse prisa como
un ladrn dio la impresin de que
volvan a empujarlo, a llevarlo a la
deriva, en un movimiento de hombros
que se mecan en una aspiracin de
dcima mano, alguien con una chaqueta
que alguna vez fue color ciruela, con el
corte que aquel da haba visto en un
joven francs vestido como crea que
vestan los ricos y prsperos.
Fui va Pars para no implicarte: la
primera esposa de mi padre. Brandt
Vermeulen no pensaba en ella cuando se
cercior de que entenda de quines
deba mantenerme alejada. Sin embargo,
nadie que haya estado alguna vez
relacionado con mi padre ser borrado
de la lista de sospechosos que nunca se
anula. Si a alguien se le ocurra que suya
era la aldea, la casa, la persona a quien
yo me diriga cuando me dejaran salir
Pero quin la recuerda?
Me siento como un asno entre ellos:
pensando cmo di con esta gente que
slo conoce esas tcticas a travs de sus
policien de televisin (las viejas
lesbianas son adictas); para quienes
bajar a la panadera es un acto social
mediante el cual todos los dems saben
a qu hora se levantaron a desayunar, y
cuyo contacto con la polica es un
intercambio de habladuras acerca de la
verdadera historia del atraco a mano
armada a un banco de Niza, mientras
charlan con sus pernods de medioda en
la barra de Jean-Paul. Fuera de lugar: no
yo, yo misma, han asumido mi vida
como propia, me han aceptado. Fuera de
lugar mi forma de llegar, que aqu
apenas se ajusta a la necesidad ni a la
realidad. La primera esposa de Lionel
Burger. No te encontrarn en Madame
Bagnelli, en su Katya. Not que la
particular forma de bautismo mediante
la cual recibi ese nombre volva a ella
cuando le pregunt, el primer da ante el
portal (antes de haber visto mi
encantadora habitacin, este fresco
campanario de casa donde sus voces
repican), cmo deba llamarla. Para
ellos eres Katya porque en una pequea
comunidad de diferentes y a veces
oscuros orgenes europeos mezclados
con los nativos, los diminutivos y
adaptaciones de nombres son una
cariosa lingua franca.
Supongo que para ellos el nombre te
sita vagamente entre los rusos blancos.
Como el viejo Ivan Poliakoff, cuyos
cuentos de amor dactilografas a cuatro
francos la pgina. Cuando lo conoc,
estando contigo en la aldea, me bes la
mano levantada en una de las suyas, tan
frgil que sent bombear la sangre
lentamente a travs de las venas.
Pregunto de qu tratan sus relatos. Es tan
anciano que resulta inimaginable que
recuerde cmo era el amor, el sexo.
Me dices que le has sugerido que
escriba historias romnticas acerca de
las aventuras de condes y condesas,
aristcratas rusos, utilizando el
escenario de las grandes propiedades
campestres donde pas su infancia.
Al menos el ambiente sera algo
que conoce. Pero no, sus personajes son
hinchas a las que ligan actores del cine
norteamericano en el Festival de
Cannes, o adolescentes heroinmanos
que son salvados por devotos cantantes
pop. El cree haber aprendido el
vocabulario en la tele es intil, as
salen sus manuscritos. Despus espera
que yo baje mi tarifa a tres francos!
Aqu la gente ignora que estoy tan
alejada de la vida joven que pulula
alrededor del Festival de Cannes como
del anciano conde ruso que no quiere
confesar su edad.
Qu es un hincha?
Las quejas de Katya sobre Poliakoff
se transforman en una representacin
que improvisa en medio de nuestras
risas.
Mira qu letra. Se necesita un
experto en cdigos para desentraar y
diferenciar sus G de sus E un
cortaalambres y una lupa. Podis
creerme? Sus B son como esas
anticuadas paletas para alfombras y
para colmo escribe en la cama, de
noche, despus de ponerse emplastos en
la cara. Tendrais que verlo! Todas las
pginas con manchas de leche de
pepinos o yogur y yema de huevo o lo
que se le ocurra inventar. A veces yo
misma agrego una oracin de relleno,
Delphine esnifa cocana en el viril
sobaco de Marcel, y l no nota la
diferencia aunque con toda
probabilidad ve que he mejorado la
cosa y es demasiado celoso para
reconocerlo.
Sea como fuere, qu es un
hincha?
Una de esas chicas que siguen a
los cantantes y actores. Que les arrancan
la camisa. O que se limitan a
idolatrarlos con la mirada fija el
elenco de Ivan.
Ro con su Katya como las
adolescentes en la escuela, que estaban
en esa etapa mientras Sipho Mokoena
nos mostraba a Tony y a m el agujero de
bala en la pernera de sus pantalones y yo
corra de un lado a otro para visitar la
crcel, la primera crcel, donde estaba
mi madre. La cabeza de Cristo con
aspecto oriental que est a medias
pintada y a medias estampada en cuero
es un regalo de Ivan Poliakoff: el primer
icono que he visto en mi vida. Me
llevaste a una exposicin de Cristos
famosos prestados por el Hermitage de
Leningrado; transmitan cantos
gregorianos mientras pasamos toda la
maana contemplando la cara del plido
y atezado proscrito. Me dijiste que era
tan hermoso que hasta podras creer en
l. En algunos ejemplares su corona de
espinas estaba salpicada de gemas rojas
que, supongo, representaban la sangre.
Una pareja ataviada de beige y blanco,
cuyas ropas de seda sugeran que eran
usadas una vez y despus tiradas,
examinaban de cerca los rubes y
granates, en silencio, ella con un par de
gafas de media luna, pasndose el
catlogo entre sus manos suaves y
pulcras como guantes nuevos de
cabritilla, cargadas de oro. Detrs de
nosotras vena un joven americano con
un brazo en la nuca de su mujer, un beb
en un asiento que cargaba en la espalda
y un nio de cinco o seis aos tomado
de la otra mano. Mostr al chiquillo la
mscara cristiana que representaba el
sufrimiento del mundo, de igual manera
que las mscaras japonesas
representaban diversos estados del ser
en el teatro.
Mira Kimmie, se es nuestro
Seor, probablemente mucho ms
parecido al verdadero que el hombre
rubio y de ojos azules que te muestran en
la escuela.
Despus fuimos a nadar a una de las
calas entre Antibes y Juan les Pins que
los amigos de Katya consideran una
reserva de su propiedad, guardando en
secreto las dificultades y la forma
inslita de bajar, pasando por lugares
prohibidos y entre cubos de basura de
restaurantes. Ahora yo podra guiar a
cualquiera. Sumamos nuestro almuerzo
al de Donna y Didier. Era la ltima vez,
ese verano, que iramos all, dijo ella,
los suecos y los alemanes llegan
despus de mediados de junio, habr
que ir a nadar mar adentro, desde el
yate. Tiene una mente muy ordenada: los
impulsos no dominan a esa mujer que
puede hacer lo que le venga en gana.
Deduzco de las conversaciones que
navega hasta las Bahamas en noviembre,
va a esquiar en enero y le gusta viajar a
sitios donde no ha estado antes
Oriente o frica, digamos, durante un
mes a finales del verano europeo. Le
sorprende que yo no conozca los pases
africanos donde ella ha ido para ver
caceras y visitar puntos de inters
turstico. Me habla de ello y yo escucho
con los otros europeos como Gaby
Grosbois, para quienes frica es una
vocacin que no pueden permitirse. No
es posible saber qu edad tiene
Donna tambin es algo que ella ha
determinado con todos sus recursos
como bisnieta de un canadiense
millonario gracias a la instalacin de
ferrocarriles, me dices: esta mujer de
largo y ondulado pelo rojo claro
estirado hacia atrs a partir de un rostro
elegante y sin afeites, con un brillo
alrededor de la boca y las mejillas bajas
al sol, tiene el mismo tipo de
antecedentes fronterizos que yo. Los
Burger emigraban al Transvaal cuando
su bisabuelo tenda vas frreas a travs
de territorio indio. Corresponde a un
accidente de nacimiento, eso es todo,
que una tenga un abuelo que ha elegido
un pas donde sus descendientes pueden
volverse ricos sin dudar de sus
derechos, o donde el patrimonio
consiste en descubrir por una misma
mediante qu estilo de vida debe
ganarse el derecho de pertenencia cada
generacin sucesiva, si es que puede
ganrselo. Supongo que se le ha
decolorado el pelo. Incluso puede tener
mechones blancos mezclados en su
espesura y nadie lo notara.
Probablemente cuarenta y cinco o ms,
en otros tiempos una chica grandota y de
cara sonrosada que an conserva los
hoyuelos en el parntesis que rodea su
sonrisa. A veces, cuando sigue lo que
alguien le dice, descubre sus dientes sin
sonrer, un amaneramiento semejante a
un gruido complaciente. Noto esta
costumbre porque es la nica seal de la
intensa sexualidad que esperara
encontrar en una mujer que siente la
necesidad de pagarse un amante joven.
T y Gaby Madame Bagnelli y
Madame Grosbois coincids en que
ste es el mejor que ha tenido; no es
ningn putito (utilizas las inversiones
despectivas de las amigas lesbianas)
como Vaki el Griego, su predecesor.
Qu ocurri con Vaki el Griego?
Yo hago preguntas inesperadamente,
como un nio que aprende de la
tradicin oral. Estoy empezando a
entender que existe cierto espectro de
posibilidades dentro de la rbita de un
orden de vida especfico; se reproduce
en habladuras, en conversaciones
ntimas ante mesas donde slo caben los
codos en el fondo del bar de Jean-Paul,
en bulliciosas discusiones en las
terrazas de la casa de ste o del otro.
Vaki el Griego se fug a Amrica del
Sur con el director de una empresa
electrnica alemana al que lig aqu
mismo, en la aldea, en la place; Darby
fue testigo de todo y se lo cont a Donna
despus que el putito desapareci con el
Alfa Romeo que estaba a nombre de l,
por cuestiones impositivas de ella.
Didier es derecho (no s si eso significa
que no es bisexual) y aunque con toda
razn espera ser tratado generosamente,
no parece un ladrn jams!
Cuando se vaya, se ir, eso es
todo aprueba Gaby, avalando las
palabras de Katya.
Didier conoce su trabajo. Sabe cmo
complacerlas, a todas vosotras. Cmo
complacer a Donna, aunque esto puede
requerir cierta habilidad: a veces
prescinde de su compaa instalndose
en la torre de marfil de su juventud, para
recordarle su confinamiento, y en otras
ocasiones es un asistente personal astuto
y altanero que discute en el garaje los
precios que le cobran por las
reparaciones, que la acompaa a hablar
con sus abogados. Sea cual sea la
relacin entre ellos, percibo que nunca
estn tan unidos como cuando los
encontramos antes o despus de una de
sus sesiones con los abogados,
compartiendo la misma preocupacin a
la manera en que otros amantes se
acarician por debajo de la mesa. Y hay
ocasiones, perfectamente
cronometradas, en que lo veo volver
sobre sus pasos hasta la habitacin que
estaba abandonando, como con cierta
premonicin del significado del
momento, para besarla una vez, en la
boca, sujetndola de los brazos con
expresin grave. Ella nunca inicia el
movimiento de acariciarlo en pblico.
Este debe ser uno de los acuerdos
tcitos entre ambos, quiz para salvar
las apariencias delante de las dems
mujeres. Por medio de algn instinto
sano, l sabe cundo debe hacer hacia
ella el movimiento que ella no puede
darse el lujo de hacer hacia l.
Su profesionalidad se extiende a m.
El y Donna intercambian conmigo el
saludo en la mejilla izquierda y derecha,
como hacen todos los dems desde que
llegu a tu casa, pero no coquetea
conmigo del mismo modo que con las
mujeres mayores que Donna.
Heterosexuales o lesbianas, todas
pertenecis a una categora que no la
pone a prueba. Ese es el cdigo. Un da
especialmente caluroso en que estaban
pintando el yate de Donna, Didier
decidi venir con nosotras a nadar en
una de las playas demasiado
contaminadas para ella. Katya, Madame
Grosbois, Solvig: entre ellas tan a salvo
de demandas como ellas mismas. Si
intento describrmelo a m misma en una
sola palabra, es para etiquetarlo de
precoz: un chico cmodo con
preocupaciones que van ms all de una
prueba y de un esfuerzo sostenido. Que
te hagan rico es envejecerte, si eres
joven. En la playa, ni la sexualidad de
su cuerpo el bulto de los genitales
convirtiendo en un escudo el baador
blanco era agresiva. La noruega se
quit la parte de arriba del bikini,
Madame Grosbois exhibi una barriga
arrugada y floja por los partos de aos
atrs. La presencia del cuerpo de Didier
no os avergonz. Empiezo a ver que en
realidad el pudor es una funcin de
vanidad. Cuando el cuerpo ya no es
atractivo, una expresin de deseo,
destapar los pechos y la tripa es
sencillo; os tumbis como perros o gatos
viejos y agradecidos por el sol. Sin
intencin de escandalizar.
Nadamos por un mar sin olas, con
matices azul elctrico: Rosa, Didier,
Katya. T hablabas, llamabas y te
quitabas fragmentos de plstico flotando
como si creyeras, al igual que uno de los
primeros navegantes, que por all hay un
borde del mundo sobre el cual sern
transportados, interrumpiendo el ciclo
global mediante el cual te liberas de los
remanentes. Te cansaste y empezaste a
flotar; Didier y yo nadamos alrededor de
un pequeo cabo internndonos en una
franja de aguas profundas y tocamos
tierra entre rocas, donde me cort el
dedo gordo del pie con una lata de
sardinas. Hilillos de mi sangre caan al
agua; cuando saqu el pie, desde abajo
de un prpado de piel chorreaba un
dolor rojo. Salt sobre los guijarros. No
me haba dolido despus de la primera
punzada, en el agua, pero al aire me
arda. Examinamos juntos mi dedo
gordo; sangre; el recordatorio de la
vulnerabilidad, la vida siempre bajo la
amenaza de derramarse. Una pequea
ceremonia de hermandad carnal, cada
vez.
Necesitamos algo para vendarlo
dijo muy serio.
Dos personas con un bikini y un
baador: no podamos. Sonre sanara
en seguida, el agua lavara la herida
cuando volviramos nadando.
Debo mantener el pie en alto para
invertir la circulacin. Dije que no, no,
estaba bien, el fro del agua restaara la
sangre.
Pero te duele, no? cay agua
sobre l cuando se agach con mi pie
entre sus rodillas. La rociada en su cara
se sec inmediatamente bajo el sol que
atravesaba mis cabellos y grit: Eh!
me dirigi una mirada de reojo.
Mi dedo desapareci de la
exposicin al dolor; lo sent rodeado de
una suave calidez. Como l tena la
cabeza inclinada, sent antes de ver que
se haba llevado mi dedo a la boca.
Ridculo ridculo y al mismo tiempo
sensual, como son tantos movimientos
sensuales si los miras desde afuera.
Pero fue hecho con tal confianza que lo
comprend exactamente como deba
comprenderlo.
Al agacharse delante de m, vi y
sent su cabeza, su lengua por as decirlo
entre mis pies: lo saba.
Tengo el pie sucio! Di toda la
vuelta al valle a primera hora de la
maana.
Tu pie no puede estar sucio
acabas de salir del mar, Rose, dime
lo tena entre sus palmas como si
fuera un conejo o un pjaro y saba que
lo sostena as a modo de sugerencia.
Venga, Didier. Debemos volver.
Me imit con tono burln:
Venga, Didier, debemos irnos
Rose, es verdad que tus pies son un
poco anchos, pies de campesina, pero
tienes un ombligo hermoso como los que
se ven en las naranjas por qu pones
cara de circunstancias, por qu no
podemos rer juntos? Rose
Conmigo, no, Didier.
Contigo?
No tienes por qu hacerlo.
Qu quieres decir con eso? Yo
no tengo por qu hacer nada. Hago lo
que siento.
Lo expliqu mal.
Rose, ests hablando de qu
ests hablando?
Lo sabes. Si aparece una nueva
mujer una chica, entre las amistades,
t Es lo mismo que ser amable con las
mujeres mayores, es lo que corresponde.
Pero nosotros somos jvenes,
Rse a veces parece copiar dilogos
de los seriales de televisin. No es
cierto? Es natural, h? Nosotros somos
los nicos jvenes! Qu te ocurre?
Dije a este ser desconocido, como si
lo conociera:
Entonces crees que est mal, con
Donna, que no es natural hacer el amor,
vivir con ella.
Frunci el entrecejo con aire
escptico.
Porque es mucho mayor? Un
sacrificio? Te debe algo?
Qu dices? Donna es una mujer
generosa.
A m. Es como si creyeras que
ella me debe entregar a ti.
Puso una boca semejante a las bocas
de los querubines que soplan los cuatro
vientos en los cuadros italianos de la
coleccin de Solvig. Me han dicho que
esta parte de Francia era italiana un
siglo atrs; veo rostros que crea
pertenecientes al siglo dieciocho o
diecinueve.
Ella no espera que no me gusten
las chicas. Tiene que entender, h? A
ella le gustan jvenes.
Si muestro curiosidad por ellos, por
esta gente, tengo la impresin de que me
lo permiten porque soy extranjera. Pero
comprendo que se trata de que no tienen
miedo a ser descubiertos, la naturaleza
de sus motivos es compartida y
discutida, porque todos aceptan la
misma premisa: vivir donde hace calor,
comprar, vender o tomar el placer
sinceramente de acuerdo con sus
circunstancias. Reconocen como nicos
imperativos la dependencia de una
enmaraada red de amistades y la
consagracin a evadir impuestos
siempre que sea posible, aprovechando
al mismo tiempo todos los beneficios
sociales que sea posible conseguir:
descuentos, asignaciones, concesiones y
pensiones sobre las que siempre
discuten, ya sean ricos o pobres.
Entonces todo va bien?
El segua jugando con mi pie, pero
uno de los guijarros grises de la playa le
habra dado igual.
Est bien. Nos llevamos muy bien.
Como sabrs ella es una buena
comerciante. Cuida su dinero. No
sabe nada de Vaki el Griego? Claro que
lo sabe; lo que ocurri es un riesgo
calculado en relaciones de la categora
que entabla con Vaki y l mismo: estoy
aprendiendo. Sabe cmo disfrutarlo.
He dado la vuelta al mundo. Vamos
donde queremos.
Y eso llena toda tu vida?
Har otras cosas. Tengo algunas
ideas.
Sus enfurruamientos son una
estratagema, entonces, un truco para
llevar a Donna hasta un lmite de recelo
en sus previsiones para retenerlo. Este
mantenido se siente libre: libre de serlo.
Cosas que estaras haciendo si no
estuvieses con ella.
No necesariamente. Tengo un buen
amigo en Estados Unidos queremos
montar en Pars lo mismo que tiene l en
el Metropolitan Museum mene la
cabeza: nunca haba estado all,
conseguir una franquicia para hacer
reproducciones de arte con el fin de
venderlas en los museos franceses.
Gatos egipcios, imitaciones de joyas y
esas cosas. Es un buen negocio. En
Francia todava no se le ha ocurrido a
nadie. Lo importante es ser el primero
como en todas las cosas. Donna y yo
estamos analizando la posibilidad de
traer trufas por va area desde un
desierto cercano a donde t he
olvidado el nombre. Nos reuniremos con
un hombre en Miln por esta cuestin.
Pero aqu no trabajas. Sientes
que sta es tu vida?
Por qu no? T tambin
encontrars a alguien. No puedes volver,
h?
Katya debi decirte esto.
Donna lo mencion supongo
que hablan. Botswana, se es el nombre
del lugar. El hombre de Miln dijo que
los nativos del desierto a veces no
tienen qu comer salvo trufas,
pobrecillos seiscientos francos el
kilo! empez otra vez a entrelazar sus
dedos en mis pies, dispuesto a darse a s
mismo la segunda oportunidad de
excitarme. S muchsimo bueno,
muchsimo no, acerca de tu lugar de
origen. Yo soy de Mauricio, lo sabas?
Casi frica! Cielos estaba riendo
. Para m no significa nada. Mugre.
Pobreza. A veces me gusta alterar a
Donna cuando le cuento que los perros,
algunos perros de Port Louis tienen
hernias aqu contuvo el aliento para
hundir su estrecho estmago que les
cuelgan hasta el suelo.
Volvi a rer mirndome, pero no
vio al burro que todava existe en algn
lado.
Donna se vuelve loca.
No s por qu Katya habr dicho
eso.
frica ya no es un buen sitio para
los blancos. Lo mismo ocurre en las
islas. Eso estaba muy bien cuando yo era
un cro.
Nac all, es mi patria.
Y eso qu importa? Lo que
cuenta es el sitio donde puedes vivir
como te gusta. Tenemos que olvidar
aquello.
All muri mi padre en la crcel.
Sabes por qu fuimos a
Mauricio? Mi padre haba colaborado
con los alemanes y lo encarcelaron
despus de la guerra. La gente slo
habla de su familia si sta estuvo en la
Resistencia. S. Nadie pens que tal vez
los alemanes ganaran no. Donna me
ha hecho jurar que no se lo contar a
nadie! Ella es canadiense y no entiende
nada de esto. Conozco algunos a cuyas
madres les afeitaron la cabeza por
acostarse con alemanes. Tenemos que
olvidar todo esto. No es asunto nuestro.
Yo no soy mi padre, h?
Me ayud a entrar en el agua
hacindome apoyar el brazo en su
cuello. No haba nada sexual en esta
proximidad; era la cercana de las
confidencias comn a todos vosotros,
los amigos de la aldea las mujeres
divorciadas y las que haban enviudado
como Madame Bagnelli de sus
amantes, las viejas lesbianas y los
jvenes homosexuales. Cuando llegamos
hasta ti en la playa l debi de recordar
mi estupidez por no haber aprovechado
tan fcil oportunidad de hacer el amor;
se mostr fro conmigo y arisco con
Donna cada vez que nos encontramos en
los das siguientes. A veces hace un
amago de caricia cuando paso a su lado,
pero slo lo hace para ver si reacciono.
Es un ademn guasn e incluso
despreciativo.
Puede llenarse una maana entera
haciendo compras en el mercado. No en
el sentido de pasar el tiempo, sino de
llenarse con el aroma picante del apio,
el perfume dulce y dbil de flores y
fresas, las frescas secreciones saladas
de escurridizos pescados, el olor a
quesos, contrayendo las membranas
nasales; llenarse con los colores,
formas, brillos, densidades, diseos,
texturas y tactos de frutas y verduras;
llenarse con los encuentros y las voces
de la gente. Cuando Madame Bagnelli y
su husped pasaron por los puestos
tropezaron con amigos, admiraron
perros o nios enredados a sus piernas
, comparando precios entre un
vendedor y otro, haban comprado una
planta con su tiesto que no figuraba en la
lista de Madame Bagnelli y comido una
porcin de tarta de espinacas.
Necesitaban un caf exprs en el bar de
la esquina, donde los obreros jvenes
que llegaban y se marchaban en sus
velocpedos, y los viejos con gorra que
decidan sus apuestas triples ya estaban
bebiendo sus pequeos vasos de vino
tinto. Cuando las mujeres iban cuesta
arriba hasta la casa, Madame Bagnelli
tocaba el claxon a alguien que las
invitaba a tomar un aperitivo, o Gaby
Grosbois y su marido Pierre se dejaban
caer para tomarlo en la terraza de Katya.
Pierre y la pequea Rse beban pastis
y las dos mujeres mayores, siguiendo el
rgime de Gaby, les decan que el zumo
de vegetales era ideal para librar al
cuerpo de toxinas.
Madame Bagnelli llevaba lo que
tuviera que hacer a la terraza. En
cuclillas sobre una banqueta con sus
alpargatas radas, seleccionaba hierbas
que haba juntado con su invitada en el
Col de Vence, y que pondra a secar.
Lijaba una mesa vieja que haba
comprado barata cuando fueron al
mercado al aire libre cercano al viejo
puerto de Antibes y que esperaba vender
a unos alemanes que haban tomado una
casa al lado de la de Poliakoff, con la
barbilla hundida en la carne de su cuello
y partculas doradas atrapadas en el
rmel cuajado de sus pestaas. En la
misma posicin, aparentemente
incmoda para una mujer de sus
dimensiones, con su mquina de coser
en una mesa baja entre las piernas, cosa
las ropas de mucho vuelo que cortaba
Gaby Grosbois.
Siempre le repito, Rose, que
todava es una mujer, que los hombres la
miran tiene que saber lo que debe
usar. Este ao nadie usa cosas ceidas y
cortas; a ella le sienta bien un estilo muy
suelto, dcollet no, no, Katya,
conservas tu belleza, te lo digo yo las
dos mujeres rieron, abrazadas. Si
Pierre todava funcionara ms risas,
su boca jugando a la tragedia, me
preocupara.
Por las tardes, mientras lea en la
habitacin que la haba estado
esperando, Rosa Burger tena conciencia
de las actividades de Madame Bagnelli
all abajo, y de las tijeras mordiendo
hilos como perros que muerden moscas,
del brochazo y el deslizamiento de un
pincel al ritmo del disco que haba
dejado puesto adentro. Las Variaciones
Goldberg, la cara uno del Oratorio de
Navidad, algunas canciones puntuadas
por chasquidos cuando la aguja pasaba
por una raya, acompaadas de vez en
cuando por una voz: Katya, siguiendo y
anticipando frases tan conocidas que la
grabacin se haba convertido en una
especie de conversacin. En algn
momento la conversacin era real: aqul
era el croar masculino de Darby y el
otro el ronco charloteo de uno de sus
amigotes. Sus voces cambiaban con la
edad como las de los chicos en la
adolescencia, como la de quien en Pars
haba sido tan famoso como Baker y Piaf
la gente de la aldea siempre le repeta
a Rosa: Sabes que Arnys vive aqu?
que no poda distinguirse de la de las
lesbianas que probablemente haban
cultivado el registro ms bajo, o la de
los norteamericanos viejos, expatriados
durante treinta o cuarenta aos, a
quienes se les haban granulado las
cuerdas vocales (intento de Madame
Bagnelli por traducir una expresin
local: la voix enroue par la vinasse)
con los depsitos del alcohol que haban
consumido.
A una tasa fija del treinta y tres
por ciento le ira mejor, sin duda pero
si tienes ingresos flotantes de una
docena de fuentes distintas Slo tiene
sentido si te cercioras de no
desparramar tanto tus ingresos como
para entrar en otra categora impositiva
las palabras en ingls son de Donna y
la serpenteante risilla cosquillosa
significa que est la chica japonesa con
el perro.
La chica parloteaba con su hermoso
perro en una especie de juego
antropomrfico. Rosa baj la vista de su
azotea privada y la vio, tan bonita con
sus pantalones franceses ceidos y los
zuecos altos que usaba con el femenino
vestido extico sujeto en los codos y en
las rodillas, levantando su rostro
sonriente de mandbulas anchas sobre su
frgil tronco. Viva con un ingls al que
la invitada de Madame Bagnelli todava
no conoca. El pas por abajo en una
caminata matinal, con un bastn, la
japonesita y el perro; un hombre canoso
con la majestuosidad de un rbol de
crecimiento lento llevaba con
indiferencia, en el igualitarismo que dan
los tejanos primero adoptados por los
estudiantes a imitacin de campesinos y
trabajadores, y luego tomados de los
jvenes por los ricos. Era propietario de
un astillero en Lancashire haba sido,
todos haban sido algo antes de
instalarse all para vivir como queran
para quien trabaj Ugo Bagnelli,
cuyo apellido usaba Katya aunque nunca
haba estado casada con nadie salvo con
Lionel Burger.
Si Tatsu te invita, debes ir
aunque slo sea para ver lo que haca
Ugo. En esa embarcacin todo es idea
suya. El arm debieron ser tres o
cuatro, toda una serie de yates de regatas
y de paseo para Henry Torren. Oh, a
Henry le caa bien y no son muchos
los que le caen bien. Es un solitario. Al
margen de la joven con quien se case o
viva. Nunca se mezcla aqu. Le gusta
creer que no es como nosotros hay
tantos fracasados. Pero aqu la gente que
no tiene dinero tambin hace lo que
quiere. Creo que eso es lo que no
aprueba, es como si eso le echara a
perder las cosas a l. Le encantara
creer que no disfruta de las mismas
cosas que nosotros. No es un snob, no,
nada de eso, hay que llegar a
conocerlo nos llevamos muy bien. Un
puritano. Ugo nunca le cobr o le
cobr tan poco que era lo mismo que
nada. Amaba las cosas lujosas, viva
con ellas con estilo en su
imaginacin, mientras lo nico que
comamos eran espaguetis. Saba
disearlas y hacerlas, pero al mismo
tiempo saba que nunca las tendra. En
cierto sentido era lo mismo No s por
qu me chifla ese tipo de hombre. Mejor
dicho por qu me chiflaba y ahora
el gesto, la expresin de burlona
abdicacin aprendida de Gaby Grosbois
cuando habla de Pierre, su marido.
Madame Bagnelli y Rosa Burger no
hablaban deliberadamente de Lionel
Burger pero tampoco eludan hacerlo:
era una realidad entre ambas. Su
existencia las volva intercambiables en
diferentes momentos y en distintos
contextos. No se haban reconocido
antes de llegar a ser una mujer de edad
madura y su joven husped, con la suerte
de encontrarse en un estado que no
podan haber anticipado, acordado ni
explicado. Compatibles: eso era
suficiente en s mismo; cmodamente,
slo empezaron a existir en el instante
en que cada una buscaba con la mirada a
la otra en el aeropuerto. Ese hecho la
realidad de Lionel, cuando el paso de
la vida cotidiana se estrechaba o viraba
hasta ponerlo de relieve, como un
cambio de luz transforma el aspecto de
un paisaje, haca algo ms de la relacin
entre ambas mujeres.
Mientras Madame Bagnelli hablaba,
la chica vea a la mujer que se haba
enamorado de Lionel Burger. La mujer
percibi cmo era vista y se transform
en Katya.
ramos jvenes y todas las ideas
maravillosas. S que lo has odo todo
antes, pero as era. Cambiaremos el
mundo. Incluso mientras te lo digo
ahora podra empezar a temblar, mis
manos Yo pensaba que ocurrira!
Nunca ms hambre, nunca ms dolor.
Pero se es el mayor lujo, verdad?
Supongo que yo era una criatura
estpida. Lo era. Un objetivo
inaccesible. Algo que no lograramos en
toda nuestra vida, en la de Lionel. El lo
comprenda. Estaba preparado para que
as fuera, no me preguntes cmo. Pero
si nunca? Entonces qu? Yo no poda
esperar, no puedo esperar, no quiero
esperar. Siempre tuve que vivir no
poda renunciar a la vida. Cuando vi a tu
madre recuerdas que te dije que
pens: ste es mi fin?
La chica la corrigi.
No, dijiste que ella era una
autntica revolucionaria una pausa
impuesta con toda precisin. Sonrientes.
Estaban pelando grandes pimientos
morrones que haban asado a la parrilla.
S, eso es lo que quiero decir. De
modo que se fue mi fin. No tena la
menor posibilidad contra ella. Mi fin
con l la piel de los pimientos era
transparente cuando se levantaba en
remilgados bucles y la pulpa caliente
era suculenta, color escarlata; les ardan
las yemas de los dedos. As, poco
ms de un centmetro, no te preocupes si
no son regulares. Rosa observaba
mientras acomodaba tiras de pulpa en un
cuenco. Pero tambin me libr de
ellos, lo cual es bastante. Unos
cabrones. Una vez me puse un par de
zapatos de verano, muy bonitos. En
aquellos tiempos todos usaban zapatos
blancos en verano. Con toda inocencia
debi escaprseme que me los haba
limpiado la sirvienta. En seguida hubo
una queja en una reunin: la camarada
Katya evidenciaba tendencias burguesas
indignas de un miembro del Partido. No
quisieron ser especficos. Nadie lo
reconoci. Perd los estribos y chill en
la reunin. Yo saba que era por los
zapatos, por un estpido y condenado
par de zapatos Ahora unas gotas de
aceite entre cada capa los dedos
manchados, seguidos por los de la chica
que, chorreantes hasta las muecas,
acomodaban un enrejado colorado. La
chica la mir y ella sugiri: Una pizca
de sal.
En el bar jvenes suecos y alemanes,
hombres y chicas ingleses apretujados
para beber algo cuya etiqueta deca La
Veuve Joyeuse y al atardecer los amigos
de Madame Bagnelli preferan reunirse
en el bar de Josette Arnys durante la
temporada de verano. La vieja cantante
estaba rodeada de jvenes
homosexuales que de alguna manera
componan una familia numerosa a su
alrededor, afectuosos, aburridos y
dependientes. Algunos servan detrs de
la barra o eran servidos como clientes,
indiscriminadamente; Madame Bagnelli
los trataba de la manera laxa, mandona,
bromista y espontnea que adoptaban
hacia los hombres jvenes todas las
mujeres de la aldea que por diversas
razones se haban desprendido de sus
propios hijos.
Oh pardon! Je mexcuse, je suis
desole, bien sur Je vous avais pris
pour le gargon
Rosa Burger comenzaba a captar
fragmentos enteros de conversaciones en
francs, pero la comprensin flaqueaba
cuando empezaban a volar insultos y
chistes entre Madame Bagnelli y algn
joven de expresin distante que coga su
bolso sujeto a la mueca con una correa,
sus cigarrillos y el encendedor dorado.
Uno de ellos guisaba para Arnys en la
cocina del stano, a la altura de la
bovedilla de diminutas mesas que haba
junto a la barra. Los manteles
individuales de papel, pintados por otro,
aconsejaban las spcialits antillaises
(entre las viejas grabaciones que
sonaban sin cesar apareca la voz de
Arnys en los aos treinta, cantando La
isla donde nacimos Josphine
Beauharnais y yo). Con la toca blanca
usada al modo en que un travest se pone
una peluca y cadenas de oro enredadas
en el vello rubio de su pecho, el chef de
Arnys pasaba casi todo el tiempo
jugando a las cartas con ella en su
rincn, debajo de fotos en las que
apareca con Maurice Chevalier, Jean
Cocteau y otros cuyos nombres no eran
tan conocidos para una extranjera.
La barra era central y majestuosa
como un fino altar erguido en una
iglesia. Cuando Rosa Burger perda el
rastro de la conversacin segua una y
otra vez con la mirada la espiral
formada por magnficas columnas de
caracol color roble oscuro que
flanqueaban el espejo donde todos se
reflejaban: la gorra de capitn de Darby;
los pechos de Madame Bagnelli
inclinados sobre la superficie de caoba;
los ojos de Tatsu opacos como melaza;
la mirada de uno de los homosexuales
coqueteando consigo mismo; la
disociacin de una pareja francesa
aturdida de tanto tomar el sol y tanto
hacer el amor; el exaltado cuerpo
doblado de Pierre Grosbois mientras
daba sus opiniones sinceras, sus
advertencias sobre tal o cual tema a
Marthe y Franoise; la apergaminada
pareja de labios brillantes con boquillas
largas cuyo patio florido que bordeaba
la place era una tienda donde las boas
emplumadas, las antiguas baeras con
patas de dragn, los rostros quebrados
de ngeles romnicos llevaban tarjetas
con el precio como si fueran rboles en
un jardn botnico. Las columnas de
roble cuando Pierre explicaba algo a
Rosa empleaba con toda consideracin
un francs especial, didcticamente
articulado eran clavijas de antiguas
prensas aceituneras que abundaban en
los campos de los alrededores, desde
tiempos de los romanos (Qu ests
diciendo! Mucho antes! Su mujer asom
la cara por encima de su hombro) hasta
finales de siglo diecinueve (Hasta la
guerra del catorce, Pierre!).
Madame Bagnelli an no haba
mostrado a su husped la fbrica de
aceite de oliva de Alzieri, ltima de las
antiguas que seguan, pero ella y Rosa
haba llevado panbagnat y vino, y
pasaron las horas del medioda en el
olivar que haba sido jardn de Renoir.
El valle que haba sido su panorama al
mar alcanz un nuevo nivel con edificios
chatos alegremente feos.
La gente no quiere jardines en los
que haya que trabajar, prefieren tener
balcones donde tostarse para ser iguales
a los turistas que pueden darse el lujo de
venir aqu slo para bronzer. Esa es la
democracia en Francia las carnes de
Madame Bagnelli, que dormitaba de
espaldas en la hierba, temblaron con su
risa. Pero mira, la luz que cae sobre
nosotras es la luz que l pint.
El cuidador se acerca para
describirle los ruidos que siente en su
cabeza; ella deba de tener la costumbre
de ir all a menudo. Rosa se qued
dormida y despert bajo un rbol del
que colgaba una malla de follaje
plateado y deslustrado sobre su tronco
negro y el cuerpo de ella.
Crecan aqu antes de que se
construyera la casa?
Probablemente antes de la
revolucin. Si vives en Europa las
cosas cambian un movimiento de la
cabeza desgreada hacia el destello de
cemento en el valle pero la
continuidad jams se quebranta. No
tienes que desechar el pasado. Si me
hubiera quedado all, cmo
encajaran los blancos? Su continuidad
deriva de la experiencia colonial, la
blanca. Cuando pierdan el poder ser
cercenada. As de sencillo! Lo nico
que tienen es su horrible poder. Los
africanos recuperarn su propio pasado,
al que los blancos nunca pertenecieron.
Incluso los Terblanche y las Alettas:
nuestra rebelin contra los blancos
tambin fue una forma de ser blancos
lo fue, lo fue. Pero aqu nunca tienes que
partir de cero No, hay mucho que
asumir. Eso es lo que me encanta; nadie
espera que seas ms de lo que eres. Yo
ni siquiera saba que exista este tipo de
tolerancia. All, quiero decir: si no
ests a la altura de enfrentarlo todo
eres un traidor. A la causa humana, a la
justicia, la humanidad, la totalidad, no
hay medias tintas all.
Ya lo pensabas cuanto te fuiste?
La mujer se incorpor lentamente,
gozando del apalancamiento de sus
msculos, frotndose los brazos
marcados por la hierba, como un gato
que se acicala despus de un bao de
arena.
No lo s. Lo acepto. Pero est el
mundo entero he olvidado que alguna
vez pens as de m misma la chica
poda sentir curiosidad por alguna vieja
aventura amorosa. Vivir con un
hombre como Ugo no s cmo
explicrtelo. Viva su vida como un pez
en el agua, con l dejabas de asombrarte
y de dar vueltas en Europa ahora no
saben lo que es un conflicto, Dios los
bendiga.
En el bar la voz de Grosbois era
siempre inconfundible; mientras hablaba
mantena la mano derecha ligeramente
levantada y dispuesta a impedir las
interrupciones de su esposa.
Treinta aos? Qu son treinta
aos? Estamos todos muertos? No
tenemos memoria? De qu tenemos que
avergonzarnos los franceses que ya no
celebramos aquello por lo que
luchamos? Si a Giscard le preocupaba
ofender a los alemanes, es una pena. A
m no me preocupa. El abuelo francs no
est preocupado, h? Se llevaron
nuestros alimentos, ocuparon nuestras
casas. Nos ocultbamos en stanos y
montaas y de noche salamos a la calle
para matarlos. Debemos olvidar todo
eso? En la casa de enfrente tomaron
como rehn a un chico de diecinueve
aos y lo mataron su madre vive all.
Camin por Pars y vi las placas
conmemorativas donde fusilaban a la
gente en el cuarenta y cuatro.
Tiene razn, l tiene razn.
S, pero qu significa la
celebracin anual del Ocho de Mayo?
Apenas otro demonio en las calles
Exactamente no un
reconocimiento pblico a la gloria de la
nacin francesa, todo eso es desechado.
El presidente de la repblica lo
considera vulgar, h? Hace treinta aos
libramos a nuestro pas de los nazis y
eso es algo que hoy no merece una
marcha callejera. Pero los estudiantes
los empleados de la Banque de France,
de Correos, Telgrafos y Telfonos
todos los alfeiques que quieren ganar
unos francos ms por mes son un
espectculo para Pars.
En Vincennes muestran pelculas
fascistas a los estudiantes.
Ah, no, Franoise. Eso es
distinto. Significa advertirles
S? Ella tiene razn. Cul es la
diferencia entre el tipo de pelculas que
vern y la forma en que ya se
comportan? Estropean y destruyen sus
propias universidades. Ellos
disculpa, se cagan en los escritorios de
sus profesores. Las pelculas slo
pueden estimularlos.
A qu? Aparecen nazis pateando
a los judos y arrastrando mujeres hasta
los campos
La gente ya no ve nada malo en la
violencia. Desde mayo del 68, es la
forma generalizada de obtener lo que se
quiere. Me equivoco? Ya lo viste
anoche en la tele Esa banda de
Alemania. El juicio que ha empezado.
Los lunticos de la Baader-Meinhof son
el resultado de lo que ocurri en el 68.
Hoy en da cada uno slo desaprueba
los objetivos de los dems, quiz. Todos
emplean los mismos mtodos,
secuestros, raptos.
Cmo se llama aquel chico, el
pelirrojo? Tendrais que ver cmo ha
engordado y madurado las mejillas
hinchadas de Gaby en el espejo. De
veras. Publicaron una entrevista en
Elle.
Se refiere a Cohn-Bendit.
En esa revista de mujeres? Para
qu lo desentierran?
Es natural. Ponia ha levantado la
interrupcin que pesaba sobre l y ahora
est en Pars firmando autgrafos en un
libro que escribi.
Pierre, te mostrar el artculo.
Est en el cuarto de bao. Lo le
mientras daba tiempo a que me tomara el
tinte. Nadie se ha dado cuenta de mi
pelo no es un color muy sexy?
Un joven se aproxim para mirarla
de cerca.
Qu usas?, quiero hacerme
mechitas.
Me queda medio frasco, Grard.
Ven maana por la maana y te lo dar
encantada.
En Niza cobran sesenta francos. Y
parece que tendr que mudarme de mi
habitacin.
S? Por qu?
La patrona puede sacar el doble
en verano y ella tambin necesita dinero.
Su marido vive de una pensin y la nieta
qued embarazada. Una estpida, vi
cmo se lo buscaba.
Un hombre al que Rosa Burger
saludaba como a mucha gente con la que
se cruzaba a menudo en la aldea,
finalmente se dirigi a ella en el bar, con
la formalidad con que los franceses
abordan a las mujeres como preludio de
sus expectativas de intimidad. Querra
tomar un caf o una copa con l?
Eres inglesa? S? Tuve un amigo
del ramo de la construccin, como yo,
que se instal en esas tierras. Est
ganando montones de dinero. Doce mil
francos al mes me refiero a francos
nuevos. Pero por all hay muchos
problemas, h? Yo no quiero tener
problemas. Te gusta Francia? La costa
es hermosa. Por supuesto. Hay unos
cuantos sitios muy buenos para ir a
bailar. Has estado en Les Palmiers
bleus? Cerca de Cap Ferrat. Tus
amigos no te llevan a bailar?
Haba visto a un hombre y a una
chica en una cafetera arrojndose
mutuamente flores; esa conversacin, en
cualquier idioma, era igualmente
sencilla de manejar.
Vivo con Madame Bagnelli.
La casa que est justo encima de
la vieja Maison Commune? Pero esa
seora es inglesa.
Slo el apellido es italiano.
No, no, es de Niza, por aqu hay
montones de franceses con esos
apellidos. Yo me llamo Pistacchi,
Michel Pistacchi. Podras haberlo
adivinado? Te llevar a Les Palmiers
Bleus, te gustar. De qu te res? Me
encuentras divertido?
No podremos hablar como ves
no s francs.
Ir a pedirle permiso a Madame
para llevarte a bailar.
Pedirle permiso? Para qu?
Como a casi todos los hombres
gregarios, le atraan las chicas que
parecan apartadas de la compaa en
que las encontraba. Como confirmando
su intuicin para estas cuestiones, la
cara de la extranjera se abri con vivida
luminosidad, generalmente prometedora
al rer.
Le llev rosas a Madame Bagnelli.
Fue a buscar a Rosa Burger con un
elegante brazer azul marino, en un coche
deportivo.
No es mo pero prcticamente da
lo mismo, ya me entiendes cuando mi
amigo encuentre una ganga con algn
modelo nuevo, me dejar ste.
Pidi una cena copiosa y se empe
en que cada uno probara los platos del
otro.
Esto es lo que me gusta, estar con
una chica que sabe apreciar la buena
comida, una atmsfera no salgo si no
es para ir a lugares de primera. Nada de
discotecas.
Bailaba expertamente y sus intentos
de caricias durante el baile tambin
estaban expertamente calculados para no
exceder el lmite en el que de momento
podan ser pasadas por alto. Ella
entenda casi todo lo que deca; cuando
no segua sus palabras captaba la
dinmica de sus movimientos, las
actitudes y los conceptos que siempre
derivaban en sus necesidades, temores y
deseos personales. Se jact
ingenuamente de su familiaridad con el
patrn Todos los das voy a su casa
para el casse-crote al tiempo que se
quejaba de las responsabilidades que se
esperaba asumiera en comparacin con
lo que ganaba, los impuestos que
pagaba.
Pero vuestro sindicato no es
fuerte en Francia?
No lo haba entendido bien; l
estaba ansioso por adivinarla ms all
de sus errores. Hubo risas y por un
instante la abraz.
Eres muy inteligente, sabes lo que
ocurre en el mundo, me doy cuenta. Qu
placer estar con una chica con la que se
puede hablar y me dijiste que no
sabes francs! Permteme explicarte que
los sindicatos esos tos no trabajan
para nosotros, somos nosotros los que
trabajamos y ellos engordan con
nuestros esfuerzos.
El tema lo distrajo de la conciencia
que tena del cuerpo de Rosa y de su
determinacin a que ella tomara
conciencia del suyo; la chica not en su
rostro que no quera quedar atrapado en
una conversacin de ese tipo, pero
tampoco poda resistirse a ser
escuchado.
Y si los socialistas acceden al
poder? ella tena que construir las
oraciones mentalmente antes de hablar.
Mitterrand? Se vendera a los
comunistas.
Entonces los trabajadores sern
fuertes, no los patrons.
El dej de bailar, interrumpi el
ritmo. La alej de su cuerpo.
Yo quiero lo que es mo, h? Para
eso trabajaron mis padres. Cuando mi
padre muera, su casa ser ma, h? Los
comunistas no lo permitiran. Me
robaran la propiedad de mi padre, lo
sabes, no?
Katya lo llamaba el albail de
Rosa:
Apuesto a que es la primera vez
que sales con un albail las dos
mujeres se divirtieron con este ejemplo
de infancia protegida.
Quiero ver la casa que vas a
heredar.
Comment?
Una vez ms, ella no se haba
aclarado; finalmente l comprendi,
pero sigui sorprendido.
Nada que valga la pena ver. Es la
casa de unos viejos sin dinero y necesita
muchas reformas.
Era una pequea granja-casa-villa,
con la tierra de sombra chamuscada, las
baldosas rosas que siempre ha utilizado
la gente de la regin, y una lavadora
automtica en la cocina. Su madre sac
unos vasos estrafalarios y el padre llev
una botella de vino hecho por l mismo;
intercambiaron sonrisas con esa chica
extraa pero no intentaron hablar con
ella, que a su vez no lograba descifrar el
dialecto en el que hablaban con su hijo,
aunque percibi que era ese tipo de
conversacin que todos los padres
aprovechan para plantear diversos temas
cuando tienen la oportunidad de
consultar a sus hijos o hijas adultos.
Fugazmente los tres se convirtieron en
una familia, mientras ella bajaba a su
lado por el jardn en pendiente: el hijo
saltando acequias con sus botas
elegantes, los padres andando con sus
zapatillas embarradas; todos hablaban,
escuchaban, ponan reparos. Padre e
hijo se sumieron en un desacuerdo sobre
la forma de tratar un rbol que
amenazaba caerse. La madre llev a
Rosa a ver los surcos de verduras
tiernas que se agachaba para levantar,
aqu y all, ajando el suelo gris; a travs
de frondosos refugios y desvencijados
cobertizos donde los semilleros eran
verdes y transparentes, canastas con
nueces almacenadas y un cubo vivo
como un queso con gusanos rebosante
de caracoles que haban juntado para
comer. Bajo algunos olivos y cerezos
haba una mesa larga cubierta con
plstico floreado, encima de la cual
colgaba una lmpara conectada en las
ramas: haba una oveja domstica
amarrada para que cortara la hierba
dentro del radio de su cuerda y un
columpio para los nietos. Rosa se sent
a comer las cerezas con que el padre
haba llenado su regazo y el hijo
arremeti hacia ella con la cabeza baja,
para hacerlos rer a todos; la levant en
el aire hasta que finalmente ella logr
ponerse de pie riendo, sujetndose la
garganta como si algo estuviera a punto
de echar a volar desde el interior.
Me gusta tu herencia.
Cuando empiece a soplar el
mistral ese rbol aplastar los cables de
la electricidad. Nos costar un dineral!
Ya se lo he dicho a mi padre. En Francia
es un delito obstruir las instalaciones.
Madame Banelli invit a Georges y
Manolis a compartir los esprragos de
cosecha propia que le regalaron a Rosa.
Una de las ntimas los oli mientras se
cocinaban, como dijo Madame
Bagnelli, y llam a la puerta
precisamente cuando Rosa llevaba las
cosas para poner la mesa en la terraza.
Bobby era la altsima inglesa de
hermosas piernas que a los sesenta
todava usaba, sin parecer ridcula,
pantalones de torero hasta las rodillas,
las uas de los pies pintadas y cortadas
como las de las manos. Si en le place
Rosa la encontraba sentada en su banco
acostumbrado, daba la sensacin de
creer que se haban citado; se levantaba
de un salto, mova la boca
acogedoramente, besaba a la chica e
insista en invitarla a tomar un caf,
reanudando alguna habladura local
sobre una disputa o una crisis en la
aldea, como si ambas la hubieran
presenciado.
Al fin y al cabo ese gran
acontecimiento no se produjo ayer.
Esperaban una llamada telefnica, pero
slo cuando apareci el cuado ya
sabes, el gordito de Pegomas, poco
apetitoso si quieres que te diga la
verdad
En el cesto de paja llevaba guantes
de goma y con frecuencia un peridico,
revistas (sa era la fuente de los
nmeros de Vogue y Plaisirs de
France que Katya dejaba en la
habitacin de su husped) o una rama
florida de la casona cerrada, con una
virgen de maylica en la fachada, que
cuidaba en ausencia de los dueos. Por
lo que Madame Bagnelli saba, la haba
hecho entrar clandestinamente en
Francia un oficial francs que se haba
enamorado de ella cuando la conoci en
la marina femenina britnica durante la
guerra. Las arpas de la aldea se
mofaban de su pretensin de haber
participado en la Resistencia.
Ya estaba en la aldea cuando
llegu. El tena una casa y sola venir
cada tantos meses me dijeron que
alguna vez vivi realmente all con ella.
Desde que estoy aqu s que vena
cuando poda, lo mismo que Ugo.
Esperbamos que su mujer muriera.
Estaba tan enferma Nos
interesbamos por la salud de esa mujer,
pareca un caso desesperado, tena todas
las enfermedades imaginables. El muri
antes. Entonces yo no pensaba Bobby
nunca esper lleva viviendo aqu
tanto tiempo que tiene sus manas. A
veces, si le mencionan a su coronel, te
responder como si supiera de quien
hablas, pero es una forma de disimular
que no ha cado en la cuenta de quin se
trata.
La voz de Manolis precedi a la
pareja invitada, dando instrucciones en
su francs-griego como si aconsejara la
forma de guiar un bulto poco manejable
a travs de la casa pequea y oscura de
Madame Bagnelli. La frgil carga era
Georges maniobrando su propio cuerpo.
Se ha hecho dao en la pierna. Ya
le he dicho que no debera subir
escaleras. Manolis pas al ingls que
haba aprendido de Georges, de modo
que ahora hablaba con acento francs y
griego. Su delicada y estrecha cara
amarillenta, con sus lunares oscuros y
los brillantes ojos negros
apesadumbrados, se vea dramtica por
la arrogante desaprobacin y angustia.
Georges apareci en escena apoyado en
un bastn. Tuve que preguntar en
todas partes hasta consegurselo por
fin me lo prest el viejo Seroin, aunque
me plante todo tipo de dificultades: es
de su pap, de cuando era gouverneur
en lndockine, si se estropeara bla
bla bla
Georges sonri y extendi el brazo
libre para que las mujeres se acercaran
a besarlo.
Manolis tena listas las cortinas
nuevas, yo estaba de pie arriba del
armario, ese tesoro que Katya descubri
para nosotros en Roquefort-les-Pins
deb de caer dos metros ola a ante (la
camisa flexible que llevaba) y a colonia
de limn; sus ojos azules y el pelo
blanco cortado a la Napolen estuvieron
cerca de Rosa, una presencia segura de
su vitalidad andrgina, mientras hablaba
junto a su odo y la abrazaba.
Bobby los mir con la cabeza libre
de las preocupaciones que arrastraba
cmodamente por doquier como si de
una labor de aguja se tratara.
En la puerta de mi casa las cosas
estn as desde hace un mes. Podras
romperte el cuello. No hay una sola luz.
Todo est oscuro como boca de lobo. La
cuadrilla de rabes deja los picos y las
palas a las cinco en punto no les
importa nada.
Pues aqu tienes exactamente a la
persona que necesitas. Deja que te vea
Rosa, Georges. Ve despacito a mi
dormitorio, mtele en la cama y deja que
te examine una fisioterapeuta titulada
gratis! Madame Bagnelli present
otro aspecto de su husped, para los
dems tan digno de credibilidad como
las historias de salvajes de su pas de
origen.
Eres enfermera? Manolis era
estricto.
El nico que lo puede tocar es un
mdico dijo Bobby con tono
confidencial a Madame Bagnelli,
frunciendo la nariz. Cuando crea
susurrar su voz sonaba ms fuerte que
nunca.
Al dormitorio no no debo
moverme ahora que llegu aqu.
Manolis, pon los cojines en el suelo.
Madame Bagnelli, agachndose una
y otra vez pesaba sobre sus delgados
tobillos, dispuso todo en un santiamn.
Le quito los zapatos, no?
La chica tom todo a su cargo,
sonriente, la barbilla levantada:
Arremngate los pantalones. As
no, ms arriba. No llevas los
pantalones demasiado ceidos alrededor
de los muslos, qutatelos.
No es lenta, h? Bueno, si t lo
dices.
Rieron de l mientras tironeaba
hbilmente de su cintura, se
desabrochaba el cinturn y bajaba la
cremallera. Manolis le quit los
pantalones con el aire de quien prepara
un cadver, provocando nuevas risas.
Georges apret el mentn contra el
pecho en una mueca que mostraba sus
dientes gastados lateralmente hasta el
hueso, poniendo de relieve una
vulnerabilidad ms personal que el
cuerpo que luca como si fuera una
indumentaria que, saba, causara buena
impresin. El pelo de Rosa Burger haba
crecido lo suficiente como para caerle
por la cara; slo vean su boca firme en
actitud de concentracin profesional.
Sus manos se movan con el dominio y
la sensibilidad de siempre a pesar del
largo tiempo en desuso. El mdico dijo
que la rtula no cruje? Te hicieron
radiografas? No haba dislocacin?
Manolis apel a todos:
No encontr nada! Pero fijaos
cmo est Georges, ni siquiera puede
volverse en la cama.
Quiz pueda aliviarlo un poco.
Dadme media hora.
Se sometieron a ella; Manolis fue a
terminar de poner la mesa y Madame
Bagnelli arrastr a Bobby a la cocina,
donde dio los ltimos toques a la salsa.
Varios vasos de vino liberaron la
inquietud educadamente contenida que
Georges haba ocultado a su amante. El
tono destinado exclusivamente a l
llegaba a Manolis mientras mojaba un
trozo de pan en la vinagreta;
instantneamente fij la atencin en su
mirada pesarosa (cuando Manolis rea
esos ojos brillaban como si estuviera
llorando) y apret los labios para evitar
que temblaran.
Ya est mejor. Quiero decir: creo
que est decididamente mejor. Me
pondr bien. Puedo mover la rodilla
bien, no lo har pero siento que podra.
Pensbamos ir a la Algarve la
semana que viene. Un da fabuloso, para
poder pasar a Portugal. Hemos esperado
tanto tiempo para hacerlo.
Los dos tortolitos llenaron sus vasos
en actitud ceremonial.
Madame Bagnelli los tranquiliz:
Y lo haris, por supuesto. Rosa
ir todas las maanas para darle
masajes a Georges, verdad que s?
Nunca pens que fuera algo tan
maravilloso. Mucha gente que conozco
ha ido all de vacaciones todos los aos
y siempre han dicho que era tan barato,
incluso ms que Espaa.
Jams se nos habra ocurrido ir en
vida de Salazar, ni siquiera gratis.
Bobby eran tan inconsciente de los
reproches como de que hacan caso
omiso de su presencia.
Dicen que eso se ha acabado
los comunistas han echado a la gente de
sus casas los ingleses que se haban
retirado all, poniendo hasta el ltimo
penique
Georges se sirvi ms salsa y a
modo de alabanza arroj a Madame
Bagnelli un beso por el aire.
Si no pudimos darnos el lujo de
visitar Chile con Allende, al menos
podemos ir al Portugal de Gomes. No
me lo perdera por nada del mundo.
Pero la gente de este pueblo! Habis
odo lo que dijo Grosbois? Si ahora
todo est tan bien en Portugal, por qu
no se han vuelto todos los portugueses
que pican calles aqu junto con los
rabes? Quieren la prosperidad de la
noche a la maana y si no la consiguen
dicen que la izquierda lo embarulla
todo. Un ao, slo ha pasado un ao.
Era cierto que Madame Bagnelli an
poda adoptar, como un desafo a todos,
algo as como el blasn del atractivo y
la sexualidad; una especie de cabriola
interior al estilo de la pirueta de un
boxeador fornida, ligera sobre sus
pies a veces luca en su terraza.
Qu maravilla cuando todos
bailamos en la place el ao pasado!
Verdad, Georges?
Georges seal a Katya y dijo a
Rosa:
Tendras que haberla visto con un
clavel rojo en la oreja.
Y t? Todos delirbamos.
Algunos crean que slo se trataba de la
batalla de flores en Niza Manolis y
Georges haban llevado un vino blanco
especial; Katya sac del cubo la tercera
botella chorreante y dio vueltas con ella
en alto. Y qu decir de Arnys?
Rosa Arnys no conoca ninguna
cancin revolucionaria portuguesa, de
modo que cant una que recordaba sobre
La Pasionaria, de la guerra civil del
36 despus llor conmigo,
contndome que haba tenido un gran
amor en la Brigada Internacional.
Madame Bagnelli permaneci con el
vaso en la mano, como si estuviera a
punto de pronunciar un discurso o de
ponerse a cantar. En la tierra de esta
chica, abril signific el fin de los
blancos en Mozambique, justamente al
lado comprendis lo que debi de
ser eso?
Manolis observ a Rosa a la manera
en que la haba mirado cuando se hizo
cargo de Georges profesionalmente.
Qu experiencia! Estar en frica
en ese momento h?
La chica tambin se levant y apoy
las palmas en la mesa. Vea el castillo
iluminado detrs del brochazo negro de
los cipreses; la msica y la voces eran
el nico coro de insectos de la noche
estival. Pase la mirada por todos los
que estaban alrededor de la mesa, en
impulsos expansivos, incluso cariosos,
incluso conmovedores.
All no hubo claveles rojos.
Pero Georges y Manolis se
enorgullecan de estar plenamente
informados. La miraron, reflexivos.
Amablemente, quisquillosamente, Bobby
dijo que quera ms pan.
Los negros estaban estticos. El
Frelimo combati durante once aos
pero si salas a la calle, eso es
imposible all. No te atreveras a
celebrarlo. Hubo una reunin de masas y
la gente fue a parar a la crcel.
No de la noche a la maana,
agitando estandartes y con titulares
sobre los hroes en los peridicos del
da siguiente, como ocurre aqu cuando
hay algn jaleo poltico. Madame
Bagnelli mantena un contrapunto de
enfticas interrupciones.
Manolis hizo un ademn destinado a
acallarla en beneficio de su aprendizaje;
llevaba la experiencia de los coroneles
griegos en la sangre, aunque no haba
estado en el pas durante su mandato.
Y los blancos? Supongo que
tenan miedo de que ocurriera lo mismo
all, no?
Los refugiados seguan llegando,
gente con el mismo aspecto que
nosotros, que poda mirarse a s misma y
mirarlos a ellos arrastrando a sus
abuelas y sus lavadoras, gente blanca
los ojos claros de Rosa eran indiscretos,
confiados. Ella era su propio pblico,
alineada con los dems.
Qu pueden esperar? Se lo
buscaron. Permitieron que les lavaran el
cerebro hasta creer que son una raza
superior. Huyendo con la nevera al
hombro! Ya ocurrir. Trescientos aos
es suficiente! Te proscriben te arrojan
a una celda hasta la muerte si intentas
cambiarlos. Madame Bagnelli tena el
aire de quien se deja llevar por las
opiniones de aquellos con quienes se
encuentra. Con los Grosbois,
participaba igualmente animada en su
decisin de comer verduras de cultivo
orgnico, o en el inters de Gaby por las
reformas que segn Nice-Matin
estaban haciendo en la villa de la
hermana del sha de Irn.
Esta chica podra vivir muy bien
aqu. Se ganara la vida. Lo digo en
serio. Georges se inclin para atraer a
todos a la repentina idea de sustentar a
su propia refugiada poltica local. La
gente de los yates siempre siente dolores
y malestares de tanto ejercicio se
lesionan practicando el esqu acutico y
no s cuntas cosas ms. De verdad, es
sorprendente lo bien que est mi pierna,
ahora, relajada, los msculos la
convincente sagacidad de sus ojos
azules sonde a los dems.
E incluso en la aldea!
No hay nadie que haga ese tipo de
trabajo.
Un momento, un momento, qu
me decs de los documentos?
Madame Bagnelli mir a Rosa
alegremente por el entusiasmo de
Georges y Manolis. Tiene que tener
permiso de trabajo, un
Georges descart toda divagacin
sobre la despreciable burocracia.
Bobadas! No pide permiso.
Nadie se entera. Le pagan en efectivo y
se mete el dinero en el bolsillo los
dedos melindrosamente extendidos, con
el anillo de sello del reinado de
Alejandro Magno, usado a modo de
alianza con Manolis, secndose la palma
de una mano con la otra.
Katya llev a Rosa a escuchar los
ruiseores. Cerraron el portal pero las
habitaciones quedaron abiertas a sus
espaldas, las velas ahumaban la mesa
desordenada. Podan estar todava en la
terraza, las voces flotaban bajo la noche
tibia y serena.
Bajaron las empinadas calles
suavemente empujadas por la fuerza de
gravedad, bajo farolas donde diminutos
murcilagos aleteaban como gallardetes,
abrindose paso junto a las paredes de
las casas de sus amigos, a travs de
melodiosas voces entrecortadas por la
msica de la place, rfagas de olor a
caca de perro y a pis humanos en
arcadas sarracenas, risueos arpegios en
el tintineo de cuchillos y platos desde el
restaurante donde un grupo de franceses
tardos ocupaban una mesa bajo el soto
de un parral con hojas tiernas y
translcidas a las saltarinas sombras de
sus gestos. (Nunca entendiste qu los
vuelve tan eufricos en el ritual de las
celebraciones ni siquiera cuando
llegaste a entender perfectamente su
idioma; Katya experimentaba una
orgullosa fascinacin por la
impenetrabilidad tribal de la gente entre
la cual viva). Ms all de las pequeas
villas de los muertos con las urnas de
sus jardines marmreos que difundan el
perfume de claveles cortados, como si
estuvieran en el florero de cualquier
saln familiar; la algaraba de parejas
abrazadas que se acercaban y se
alejaban trotando, los estertores de las
motos, los gorjeos de los mayores que
deambulaban por la aldea como si
estuvieran ante una exposicin de
piedra, luces, puertas orladas con
cortinas de plstico a rayas, las caras
talladas de los leones fundidos por
siglos que retrocedan hasta marcar los
contornos de un feto. En el vestigio de
barranco forestal este elemento
conocido desapareci de pronto como
un papel que se hace humo azotado por
el lengetazo de las llamas. Se haba
disipado por encima de las almenas
iluminadas del castillo suizo como un
dragn domesticado. Katya se precipit
entre matorrales sucios como un raposa
o un tejn, que coexiste ingeniosamente
con caravanas aparcadas y carreteras.
Rosa pase por la inofensiva jungla
europea.
Espera. Espera.
La respiracin de Katya la rozaba
como las agujas de pino. Alrededor de
las dos mujeres estaba a punto de ser
audible un penetrante y dulce tintineo.
Una nueva percepcin recoga la
suprema oleada cuyo centro debe ser un
xtasis inalcanzable. Los temblores de
la oscuridad se intensificaban sin
acercarse. Ella se movi, inquisitiva;
Katya volvi la cara para aquietarla. El
vibrante cristal en el que estaban
retenidas se hizo aicos en cantares. La
sensacin de recibir la cancin era
cambiante; ahora una cuesta celestial en
la que planeaban, se ladeaban,
navegaban, caan sinuosamente hacia la
tierra; despus un aliento detenido hasta
el desmayo que pas a ser, ms all, un
golpe arrebatador, otra vez, otra vez,
otra vez.
Katya tom a la chica del brazo
cuando la senda se ensanch. Sus pies
las llevaban hacia la aldea.
As toda la noche. Todos los
veranos. Si no puedo dormir, salgo a las
dos o las tres de la madrugada Los
tengo conmigo todos los aos.
En pleno invierno, embarazada de siete
meses, dando clases nocturnas en
alguna vieja fbrica helada de
acuerdo, me disciplinaron. Qu
avergonzada estaba! Tuvieron que
disciplinarme a causa de mis
tendencias burguesas a poner mi vida
privada por delante. Recuerdo que
lloraba
Murmuraban, arriba, como escolares
debajo de la ropa de cama. Risas.
Una vez me suspendieron del
Partido por inactividad. Cuando dan
nombre a algo, qu quieres que te diga,
significa lo que ellos deciden. A cada
uno segn su capacidad. Yo bailaba en
una maldita revista musical seis noches
por semana Puedes creerlo? Tena
que hacerlo, Lionel era interno y no
ganaba prcticamente nada; paseaba
por el piso con el beb cuando volva.
Pero los domingos, con el pequeo
grupo teatral callejero que haba
logrado formar, me iba a los distritos
negros en la parte de atrs de un
camin de mudanzas beb incluido.
Me castigaron. No asista a sus
famosas charlas sobre el marxismo-
leninismo poda leer por mi cuenta.
Pero no, se supone que debes ir a
escuchar su sermn. Una pobre infeliz,
ya no recuerdo su nombre llegaron a
acusarla de haber intentado envenenar
a los camaradas hirviendo el agua
para el t en una lata de aspecto
sospechoso. Una de las trotskistas
expulsadas
Qu dijo l?
Nunca habl con nadie como
contigo, sin ningn tipo de continencia,
femeninamente.
Dick fue el nico que bien, no me
defendi exactamente, nadie poda
hacerlo supongo que en realidad yo
no era buen material. Pero hubo una
especie de asuntillo (una pausa
divertida, mutuamente culpable en la
comprensin de nuestro sexo), algo
ocurri en un momento dado. Mucho
despus, durante la guerra. Yo saba
que le gustaba de verdad. El pensaba
que yo era una criatura
extraordinaria unos cuantos besos en
las circunstancias ms inverosmiles.
Oh, el inocente Dick! Desprecibamos
el sometimiento de las mujeres a la
moral burguesa pero l le tena miedo a
Ivy y experimentaba sentimientos de
honor pueriles y no s cuntas cosas
ms hacia su enmarada. A l lo
adoraba. Una vez me dijo: Lionel ser
nuestro Lenin. Creo, ahora que lo
pienso, s, no me dejes mentir, que una
vez nos acostamos. En la cama de Ivy!
Dios mo. Son curiosos los estmulos
que excitan a los hombres, no? Es
raro, pero recuerdo las sbanas. Nunca
he olvidado las sbanas de Ivy.
Estaban bordadas, cadeneta de
margaritas y todas esas cosas, en azul
y rosa brillantes siempre usaba una
ropa horrible. Se haba ido a una
conferencia en Durban, con los indios.
Nosotros tenamos que hacer panfletos
en la multicopista. Querido Dick!
Aunque comparado con alguien como
Lionel, la aventura no tena muchas
perspectivas. No era inquietante. No
logro imaginarme qu aspecto tendr
ahora Siempre llevaba la chaqueta
subida en el trasero, totalmente
despreocupado de s mismo, yo oa las
risillas
Qu dijo l?
Nunca me preguntaste por qu vine y
yo tampoco te pregunto eso. Me cuentas
ancdotas de tu juventud que podran ser
mas. Varias veces podra haber
aportado de manera semejante alguna
ancdota sobre la forma en que sola
ponerme de punta en blanco para ir a
visitar a mi prometido en la crcel,
usando el anillo de compromiso de
Aletta. Saba imitar el habla de los
carceleros y t reas con el placer de las
reminiscencias atenuadas. Es
exactamente eso! La brutalidad y la
sentimentabilidad sin tapujos del taal de
la abuela Marie Burger en sus bocas.
Por supuesto s cmo somos cuando hay
un asuntillo cuando Didier me dio una
oportunidad tomando mi dedo del pie
por pezn o cltoris. Qu dijo tu marido
cuando disciplinaron a su bailarina?
Debi de parecerle algo tan mezquino
los zapatos blancos, tus lgrimas. O tal
vez consider esta limpieza
ideolgica como un aprendizaje
fundamental para la aceptacin
incondicional de acciones
incondicionalmente realizadas, cuya
necesidad se manifestara en el porvenir.
Quiz sonri y te consol hacindote el
amor; pero vio que los leales seguan
adelante y te sometan a castigo porque
preferas el teatro de aficionados a la
educacin marxista-leninista.
En cuanto al asuntillo con el
camarada Dick Qu dijo l?
A lo mejor no se dio cuenta. Lo
engaaste porque no tenas su calibre;
fue tu revancha por ser inferior,
pobrecilla, llegaste a ser plenamente
consciente de tus defectos porque l ni
siquiera not la suerte de pecadillos con
que te consolabas.
Veo y comprendo todas estas cosas
mientras desvainamos guisantes,
soltamos un dobladillo con una hoja de
afeitar vieja, paseamos entre los
alcornoques, vemos cmo se hacen a la
mar pescadores, saltamos descalzas
sobre la piedra calentada por el sol del
da despus que tus amigos se han ido a
dormir. Es fcil, contigo. Soy feliz
contigo veo que l lo fue. Sonriente
espectadora, encantada contigo aunque
has engordado y la vivacidad de Katya
debi de haberse curtido hasta la
payasada y el atractivo a veces se
deteriora en algo que yo no quiero
observar slo para complacer un
deseo de complacer, sin recordar
cmo, nunca ms.
Un asuntillo. Qu dijo l?
No pudo decir nada porque entonces
ya haba aparecido la autntica
revolucionara: reconociste a mi madre
en cuanto la viste. Nunca me lo ha
contado nadie, pero la versin aceptada,
la interpretacin es que Katya abandon
a Lionel Burger algo caracterstico en
una persona tan poco adecuada (hasta
ella lo reconoce aos despus) para el
hombre que l llegara a ser. Lo
abandon por otro hombre o por otra
vida que viene a ser lo mismo, en
realidad. Qu otra cosa le queda a una
mujer que no quiere vivir para el
Futuro? No has desmentido esta versin.
Pero comprendo que hicieras lo que
hicieses, t, l y mi madre saban que no
dijo nada a causa de ella. All en mi
tierra alguien est escribiendo una
semblanza definitiva en la que esto
quedar fuera. De todos modos, si me lo
preguntaras no vine en un peregrinaje,
adoratriz o iconoclasta, para averiguar
nada sobre mi padre. Empero, tiene que
haber habido una razn profunda por la
que con los ojos cerrados llam a esta
puerta, a esta casa, a esta aldea francesa;
una razn que escapa a mi razonamiento
de que a Vigilancia no se le ocurrira
buscarme aqu.
Quera encontrar la forma de
desertar de l. La antigua Katya logr
escribirme dicindome que era un gran
hombre, y sin embargo decide que est
el mundo entero, ms all de aquello
por lo que l vivi, ms all de lo que
habra sido la vida con l.
Fue fcil para Rosa Burger rechazar los
calculados placeres propuestos por
Didier: nunca haba tenido la edad de
Tatsu, que jugaba con su perro en el
jardn del anciano. En una de las
reuniones veraniegas le cont a un
hombre al que nunca haba visto y al que
probablemente nunca volvera a ver, su
versin del incidente ocurrido en Pars
cuando alguien intent robarle dinero
del bolso.
Me pesc,
En qu?
Crea que alguien estaba
vigilando mis movimientos.
Un carterista. Un pobre diablo.
S.
Un negro.
S.
El francs con el que mantuvo esta
conversacin en ingls segua en la
aldea el Da de la Bastilla. Algunos
amigos de amigos slo iban all a pasar
un fin de semana, eran nombres y rostros
presentados con entusiasmo como un
cuado, un primo, un colega de Pars o
Lyon; su estar de paso daba al visitante
una dimensin de relaciones con sedes
gubernamentales, negocios y opiniones
de moda. El estaba en la place bailando
como todo el mundo, viendo bailar a los
dems, aplaudiendo e intercambiando
besos cuando los fuegos artificiales se
elevaron desde lo alto del castillo.
Katya y Manolis, Manolis y Rosa, Katya
y Pierre, Gaby y el alcalde, Rosa y el
vendedor de coches que era hijo del
pastelero, saltaban y giraban cerca de
Georges, que haca sonar castauelas
con sus dedos; una bellas modelos de
Cannes permanecan de pie siguiendo el
ritmo con la cabeza, como nias buenas
a las que han dicho que no deben retozar
para no estropear sus mejores galas; l
era uno de los franceses de ciudad con
las nalgas bien proporcionadas, camisas
entalladas y jerseys anudados por la
mangas alrededor del cuello, cuya
presencia cosmopolita reforzaba la
fiesta familiar contra el elemento
turstico. Bail con ella, ms mal que
bien, crispando las mejillas por la
deplorable msica que sala de un
estrado decorado con guirnaldas. Estaba
al otro lado de la mesa cuando ocho o
diez de los amigos comieron en un
restaurante despus de audibles y serias
discusiones acerca de los platos y los
precios.
Gaby Grosbois se haba hecho cargo
de la situacin.
Arreglar un buen precio con
Marcelle. Moules marinieres,
ensalada Qu bebemos, Blanc de
Blancs? se alej a majestuosas
zancadas, silbando la Marsellesa,
contoneando la espalda en un burln
pavoneo militar.
El pequeo restaurante era un
unnime alboroto ntimo. El camarero de
Marcelle cantaba en argot y durante una
de las canciones arrebat de la panera
una ficelle curva y pas por las mesas a
saltitos, mantenindola levantada entre
las piernas en jubilosa ereccin. Blanda
la barra de pan delante de las mujeres,
que empezaban a chillar. Katya, Gaby
Mesdames, se mira y no se toca. Con un
floreo y el aire de quien pone una flor en
un ojal, la introdujo en la ingle de Pierre
Grosbois, desde donde ste, entre
aplausos y risas, apretando los msculos
de las nalgas, logr hacerla dar golpes
sobre la mesa.
En medio del desorden de sillas
echadas para atrs y los abrazos de
despedida con balanceos de la cabeza,
el desconocido se detuvo apenas delante
de Rosa.
Iremos a tomar un copa.
Perdieron a los dems en el tumulto
de la place.
Dnde? se detuvo para
encender un cigarrillo en una arcada
oscura; para l, era la lugarea.
Fueron al bar de Arnys, quien no dio
muestras de reconocer a la chica
extranjera separada del contexto de sus
compaeros habituales. La vieja
cantante sigui jugando al solitario con
el vestido de gasa que cubra unas
piernas enormes brotadas de pequeos
escarpines ceidos parecidos a cascos
de raso. Su perro malts ciego y de
pelaje enmaraado, se acerc y babe
un poco el asiento del hombre:
Chabalier, estaba escribiendo para
Rosa en el margen de un peridico
olvidado sobre la barra, Bernard
Chabalier.
Dnde vives cuando ests en
Pars?
Nunca voy a Pars.
Fue all donde creste que te
seguan.
Ah, eso. Fueron dos noches; vena
hacia aqu. La primera y nica vez.
Con la cara entre las manos, l
acept que no le respondiera.
Quieres ms vino? O caf? se
dirigi al barman sencilla y
severamente, anticipndose a cualquier
objecin irritante. Ya s que es
verano. Tambin s que es Catorce de
Julio. Pero tenis limones? Quiero
zumo de limn caliente.
No quiero ms vino. Tomar lo
mismo.
Ests segura de que te gustar?
No se trata de una extica bebida
francesa, es puro zumo de limn agrio.
Eso es lo que entend.
Cuando yo estudiaba en Londres
sola pedir que me orientaran hacia
algn lado en el autobs. Diez personas
amables me respondan al instante S,
s, les sonrea, muchas gracias pero
estaba perdido. Es una cuestin de
orgullo, nadie se resiste al chauvinismo
del idioma extranjero. En las
conferencias de prensa oyes a un
estadista que visita Pars hablar con
gran elocuencia en su idioma; de pronto
intenta decir unas pocas palabras en
francs y se transforma en un idiota que
habla, un analfabeto de algn casero
miserable que aprende a leer a los
setenta aos.
La chica no se sinti intimidada.
Estoy acostumbrada. He hablado
dos lenguas maternas toda mi vida y
siempre estuve rodeada de otros
idiomas que no comprendo.
Yo hablo ingls.
Ella expres con un gesto que lo
haca con toda competencia, pero l no
se dej impresionar por un triunfo.
Trabaj seis aos en Londres
pero no s si t y yo nos entenderemos.
Por qu no? ella sigui la
frmula de un hombre y una mujer que se
entretienen durante media hora.
Si hablas as, s. Yo dir lo que
creo que te halagar y me volver
interesante. Me gusta esto. No opinas
que? Cada uno hace su ostentacin
pero no pasar por eso. No es eso lo
que est bien, no tienes por qu
responderme, es perturbador no
coquetear, no abrir las plumas de pavo
real y cacarear.
Uno de los jvenes de Arnys puso
dos vasos con sus platillos delante de
ellos. El hombre vaci el sobre de
azcar en el lquido turbio y lo agit
como si fuera una medicina; Rosa lo
imit. El se sirvi ms azcar.
Qu habas hecho?
Volvi a sentir el apretn con que
sujetaba una mano en la calle que se
llamaba Ru de la Harpe. Esper su
respuesta mientras ella probaba el zumo
de limn y lo tomaba a sorbos porque
estaba muy caliente.
Nada se volvi a la espera de
un veredicto, una prueba de sus propias
palabras algo que l no entendera.
No he hecho nada.
Qu podas haber hecho?
Ah, no lo s pase
indulgentemente la mirada por la barra,
observando a los jvenes que se tocaban
el pelo y la ropa como si fueran coristas
en espera de entrar en escena, a la vieja
cantante que satisfaca su sentido del
control sobre todo lo que haba vivido
mediante la resolucin de que saliera el
naipe acertado.
Son muchas las cosas que yo s
que podras haber hecho. En las tardes
parisinas hay chicas que parecen turistas
con los pies fatigados y la Guide bleu en
la mano que son asaltantes fugadas.
Estudiantes menudas con bucles art
nouveau que en la cartera llevan cocana
para vender. Diputados que cenan en
Matignon, de pelo plateado y
manicurados donde Anne-Aymone habla
con ellos de jardinera y que venden
armas a ambos bandos del Oriente
Medio, a Amrica Latina, a frica, a
cualquier parte.
No hice ninguna de esas cosas
l no llevaba un jersey anudado
alrededor del cuello (haba dejado una
gastada chaqueta de cuero en el taburete
de al lado); se separ de la conciencia
en la que unas pocas caractersticas en
comn desembocan en una sola. La
frente alta, con el lbulo derecho y el
izquierdo bien definidos, era casi una
coronilla; el pelo ondulado raleante la
ribeteaba contra la luz y se extraviaba en
alas por encima y detrs de sus orejas.
La boca amplia y delgada, con
movimientos musculares que modulaban
en la carne firme una expresin
normalmente transmitida por los labios.
B-bien. Tambin existen quienes
imaginan que cometieron algo y sienten
que los siguen. Vale las cejas espesas
que compensan a los hombres la prdida
del cabello, levantadas con tolerancia.
Los ojos tenan una fijeza de trance,
mostrando el arco del prpado ms bien
bajo encima del globo del ojo en un
hueso hundido.
No me dejo llevar por la
imaginacin. No hay nada neurtico ni
misterioso senta la necesidad de ser
natural; como haba dicho l, no era
aceptable hacer ostentacin. Si la
polica te sigue te acostumbras, lo
mismo que ellos. Sabes si se quedan
dormidos esperndote y si se escabullen
a horarios regulares para tomar una
cerveza. Los conozco desde que era una
cra. Pero en una ciudad extranjera no
me habra resultado tan fcil
reconocerlos. No s qu clase de
persona hace ese trabajo aqu, la ropa
que usan, el corte de pelo se dio
por vencida, sonriente. Si no vives
as, si no has hecho Y aqu, incluso
yo, aunque no viva as
El la miraba con desenvuelto
respeto.
Has estado en dificultades. Vale.
Te digo que es imposible S lo que es
eso aunque nunca estuve metido.
En primer lugar yo no pienso en
eso como si fueran dificultades.
No, por supuesto. Ves? Lo veo
cada vez menos posible. Cuando te dije
que no nos entenderamos no pensaba
que sera algo as. Slo estaba pensando
que no reconoceramos por qu te ped
que me acompaaras y t viniste.
Pensaba nicamente en las cosas que
ocurren entre hombres y mujeres. Me
atraes muchsimo lo sabes, y
respondiste dejando a los dems y
acompandome. Nunca encontraste a
un hombre al que desearas entre los que
se mostraron interesados? Ah, s, pero
no puedes decrmelo y t no podras
entender nada de m. Como la comida y
bebo el vino de unos amigos a quienes
no tengo en buen concepto, vivo de
ellos y tal vez yo tambin pienso que
una chica nueva forma parte de mis
pequeas vacaciones Soy maestro.
Profesor, s, as nos presentaron, pero
los ttulos Todo francs que da clases
en un lyce es un profesor, todo alemn
es Herr Doktor. La gente con la que
vivo te dir que estoy escribiendo un
libro en su casa, para ellos es un
proceso maravilloso. Debo decirte que
se trata de mi vieja tesis del doctorado
para el que me present en la Sorbona
hace tres aos y que abrigo la esperanza
de que alguien la publique si alguna
vez se termina.
Y que t lo digas! logr rer
espontneamente. Estir una mano, los
tendones extendidos en el dorso, y palp
la espiral de la columna de prensa
aceitunera que haba seguido con la
mirada cuando iba all con otra gente.
Una voz de mujer grabada treinta
aos atrs cantaba a la isla donde haban
nacido ella y la Josefina de Napolen.
El haba cogido la rodaja de limn del
fondo de su vaso y engulla la piel con
glotonera.
Un cerdo. Disculpa. Me encanta.
Sabes qu es eso? La voz de Arnys
inconfundible. Era la mejor de todas.
Como una voz que te llega desde la calle
cuanto te ests quedando dormida o an
no ests del todo despierta.
Rosa se inclin para hablarle al odo
y sinti el tacto del pelo de atrs de la
oreja, lo oli por vez primera.
La que est all es Arnys. Este bar
es de ella.
Ah, no!
Siempre me lo repiten. Pero para
m no significa demasiado.
El mir a la vieja cantante en una
especie de orgullo de seguidor, de
reconocimiento de su resistencia.
Elegiste el bar de Arnys. Son
cosas que ocurren baj de su
taburete y se acerc a la anciana. Ella
levant la vista, con la boca ligeramente
abierta, casi de nia, como la que se
vea en las fotos de las paredes. Le
habl bajo y rpido en francs. Ella
gru un incierto Monsieur!, una nota de
contrabajo con las cuerdas rotas.
Despus, estall una de esas
extraordinarias oleadas de animacin
francesa. Discutieron, hablaron los dos
al mismo tiempo, levantaron sus rostros
como picos de aves que se desafan,
Arnys con los ojos entrecerrados,
tocndose las manos, el profesor Bernar
Chabalier repitiendo con reverente
formalidad chere madame, Jossette
Arnys, Josette Arnys. El perro forceje
bajo su brazo para llegar a l o por
haber sido desplazado.
Volvi a la barra riendo ntimamente
bajo la mirada amistosa de los dems;
podra haber estado mostrando su
valoracin apreciativa de cualquier otro
hito local.
Muy modesta. Sabes lo que
dice? Me ha dicho que jams habr otra
como ella. Que toda esta cuestin
feminista significa que las mujeres ya
no podrn cantar al amor, pues les dar
vergenza. Entonces le dije que la
cancin de la isla no trataba del amor, al
menos de ese tipo de amor, sino sobre
los orgenes, que incluso era
romnticamente poltica, adelantada a su
poca (eso no se lo dije a ella), las
Antillas, la aoranza de Europa por un
humanismo que se supone florecer en
un mundo criollo. Pero ella insiste en
que la verdadera fuente de la cancin
sigue siendo la misma mira a los
pjaros, que slo cantan para llamar a la
pareja.
Nunca la habas visto?
Dnde podra haberla visto? En
los nighclubs de Pars cuando era nio?
Tenemos algunos discos viejos en casa;
la familia de mi mujer es de las que
nunca tiran nada. Los ponemos una o dos
veces al ao, cuando hay una fiesta,
como esta noche todos beben mucho
vino y brincan Trabajas maana?
No estoy trabajando.
Cielos, tendr que reprimirme a
m mismo. Me paso el ao diciendo: si
pudiera alejarme del piso, de los nios,
de los comits, de los almuerzos
domingueros, de todo el mundo, si
pudiera tener tres semanas para m, sera
suficiente. Y ahora estoy solo con mi
tesis, de la que siempre hablo por los
codos. Todo el verano se ha adaptado a
mis necesidades, mi mujer y mis hijos
renunciaron a sus vacaciones, hasta mi
madre me escribe pidindome que no le
conteste, ests demasiado ocupado
dej de girar alrededor de s mismo.
La gente como t tiene vacaciones?
Puedes decir arrt? Fijar una fecha
para la rentre?
Lo promet se sinti
profundamente tentada, pues este hombre
no haba demostrado que volveran a
verse, a ponerle algo delante como
haba hecho con aquellos minutos en la
Ru de la Harpe. Me compromet a
tomarme vacaciones. Como cualquiera
el tono era burln.
Vendremos maana dijo l
como si hubieran acordado dar
carpetazo a alguna decisin. Abren a
medioda? Alrededor de las doce
antes de salir volvi a acercarse a la
vieja cantante y le bes la mano. Hubo
otro intercambio entre ambos. Quiere
abrir una botella de champagne. Sus
muchachos se pondrn celosos, h?,
obviamente no les ofreci una
celebracin del Catorce de Julio. Le
dije que maana mientras la chica lo
preceda hacia la calle, se mostr al
mismo tiempo implorante y estricto:
Te estar esperando aqu.

Algunas veces ella llegaba antes. l


comenz a ceirse a la regla de
levantarse lo bastante temprano como
para haber trabajado tres horas antes de
aparecer a travs de las puertas en
forma de tabernculo, con los paneles de
cristal ampollado color mbar
almibarado. Se abran hacia adentro y en
general slo para l; apenas iba nadie
por las maanas. Pepe o Toni o Jacques
quien casualmente cogiera las llaves
de Arnys cuando cerraba el bar a las
cuatro o a las cinco de la madrugada
rondaba aptico entre el hueco de la
cocina, el nicho del restaurante que ola
a corchos hinchados por el vino y los
rincones donde el perro maltes haba
meado en el serrn, la mquina de caf
exprs que haca grgaras y escupa taza
tras taza levantada con manos
manchadas, delicadas, temblorosas. El
ensimismaniento del joven homosexual
era extraamente reposado. Beba el
caf como si fuera la fuente de la
existencia, fumaba como si lo que
aspiraban y expelan elaboradamente sus
pulmones a travs de la boca y la nariz
fuese oxgeno puro; reviva mentalmente
y su cara marcada por el sueo y las
caricias como las de un nio por
lgrimas olvidadas y una almohada
arrugada cambiaba y vibraba con lo
que pasaba por su mente. De vez en
cuando limpiaba la barra de un
golpetazo en forma de medialuna. En
presencia de una criatura tan contenida,
Rosa cobraba conciencia de su pobre
ser como si fuera el creciente tictac de
un reloj en un habitacin vaca. Tena un
peridico, o un libro que intercambiara
con Bernard, pero no lea. Las enormes
clavijas de madera de la prensa
olivarera, la pared del espejo detrs de
la barra, las fotos cuyas firmas eran un
tesoro en s mismas, el satn verde que
cubra los muros del hueco,
inmovilizado donde intentaba soltarse
por medio de una tarjeta sujeta con
chinchetas, Ouvert jusqua laube; el
pescado de porcelana con lpices en la
boca, las botellas de Suze, Teachers,
Richard, Red Heart, alineadas en
posicin invertida como los tubos en un
rgano, el televisor en la vieja mesa de
junco de Indias de cara a la cocina por
capricho de quien en ese momento
cocinaba, de modo que lo vea por las
noches, cortando o picando o golpeando
mientras miraba la pantalla; las cintas de
cajas de bombones o ramos de flores
ensortijadas como virutas entre los
pinchos para cuentas de encima del
escritorio de tapa corrediza de Arnys:
en estado exactamente inverso al del
joven homosexual, todos ellos objetos
definidos del presente de Rosa,
habitados por ella como todo lo que la
rodeaba en ese momento. En el bar
donde se sentaba a mirar las vidas de
otros en el espejo, no haba umbral entre
sus reflejos y ella misma. Las columnas
que slo haba notado como una
curiosidad, ahora eran interpretadas
como seales; cada muesca, cada ranura
y cada nudo sustentando la armona y el
equilibrio del espacio-tiempo antes de
que la puerta se abriese hacia adentro.
Eliges algo que esperas nadie est
escribiendo ya. Ese es el alcance de la
originalidad la irona no era
impacable consigo mismo ni con los
dems. La mantena inocente de la
mezquindad de Europa. Le tom un
momento la mano que ella haba dejado
sobre su regazo. Tambin quera
darme tiempo puso una expresin
cmica, culpable. Si eres demasiado
tpico, el inters habr pasado a otro
tema antes de haberlo terminado. Y si se
trata de algo puramente erudito, a menos
que seas un gran sabio cul sera su
contribucin? Nadie se enterara. Pero
la influencia de los antiguos colonos
franceses que han vuelto a Francia desde
que termin el imperio colonial an
no le he puesto ttulo eso es algo que
continuar aos enteros. No tengo por
qu preocuparme. Al principio pensaba
hacer algo acerca de la declinacin de
la latinidad, de hecho he dado algunos
charlas por la radio
Tiene que ver con la lingstica?
No, no la declinacin de la
fuente latina en las ideas y el
temperamento francs, y as
sucesivamente. No s si suena como una
montaa de mierda. T sabes que es
verdad que la vida de los franceses est
cada vez ms dirigida por los conceptos
anglosajones y norteamericanos
Vinculada al Mercado Comn, a la
OTAN y sabe Dios a qu ms. Si
quieres ser extravagante puedes
compararlo a la destruccin de la
antigua cultura que floreci en el sur de
Francia y Catalua en la Edad Media, la
civilisation occitane: instintiva,
imaginativa, cualidades de
autorrenovacin que derivan en estriles
cualidades tecnolgicas militares. Pero
no me gusta mucho. T qu opinas? Es
demasiado nacionalista. Y excluye a
Descartes, Voltaire Dnde termina
una cosa as? Aunque yo armo tanto
jaleo como el que ms cuando veo
desaparecer los viejos bistrots y ser
reemplazados por drugstores, los
mercados derribados y los
supermercados que levantan en su
lugar a ese nivel Enfin, cuando
jugaba con la idea de la latinidad pas
un tiempo en los alrededores de
Montpellier, en la Languedoc (la regin
lleva el nombre de la lengua de esa
civilizacin, el idioma que hablaban se
llamaba langue doc y oc significaba
sencillamente s, eso es todo). Y
desde luego tambin estuve en Provenza.
El provenzal no es un dialecto, sino una
de las Zangues doc. No es mucho ms
que un remanente; todava se hacen
intentos por publicar obras en su idioma,
pero el gran resurgimiento provenzal
tuvo lugar el siglo pasado: Frdric
Mistral, el poeta has odo hablar de
l? S. Bien, entonces descubr que
comenzaba a pensar en algo distinto,
aunque en cierto modo relacionado,
porque las migraciones, el cambio
social empec a pensar acerca de los
pieds noirs concentrados en Provenza,
especialmente aqu en las costas, y qu
efecto ejerce su mentalidad en la cultura
francesa moderna. Parte de las
consecuencias del colonialismo y todo
esto. Ajjj tena gestos indicativos de
lo poco que vala todo esto en el
mercado intelectual pero era un hombre
prctico. Han vuelto despus de
algunas generaciones en Argelia, Tnez,
Marruecos, lo que da a la idea un matiz
interesante es que la mayora de ellos
provenan de esa parte del mundo sus
familias, originalmente; el sur de
Francia, Crcega, Espaa. Incluso tiene
cierta relacin con la vieja cuestin de
la latinidad: poseen en su sangre las
cualidades de las culturas antiguas, el
temperamento, pero ahora devuelven a
Francia, despus de su perodo
imperialista, los valores y costumbres
particulares que desarrollaron los
colonizadores. Personas-langostas.
Descienden a tierra, comen las cosechas
y huyen volando cuando la poblacin
esclavizada los persigue Sea como
fuere, han vuelto cientos de miles y les
va muy bien. Sigue viva en sus venas la
antigua espontaneidad, la capacidad de
improvisacin? Es posible. Un milln
de parados en Francia este verano, pero
no creo que encuentres a uno solo entre
ellos. Muchos tienen su dinero en
Mnaco por razones impositivas. He
hablado con alguna gente. Sabes que el
dos por ciento de su poblacin es pied
noirt No es un mal tema, h? Bastante
polmico.
Por qu tiene que ser una tesis?
De eso saldra un buen libro.
Rosa. Rosa Burger se reclin
en el asiento, con el codo apoyado en la
barra, levant el pescado de porcelana y
volvi a dejarlo.
Me refiero al estilo de una tesis, a
las largas y prolijas notas al pie. Lo que
quieres decir queda enterrado.
Soy maestro. Si no obtengo un
doctorado, jams me darn trabajo en
una universidad. Lo tenemos todo
calculado tantos francos en
comparacin con tantos otros en el
lyce. Podemos comprar un terreno en
Limousin o en Bretaa. En equis aos
levantar una pequea casa de campo.
Para correr el riesgo de escribir un libro
tienes que ser pobre y estar solo, no
puedes tener niveles de clase media
la cogi de la mueca persuasivamente,
sonriente, como si quisiera hacer caer un
arma que imaginaba en su puo. No te
imaginas lo cautelosos que somos los
izquierdistas franceses burgueses.
Separamos tantos francos cada mes, no
tenemos la menor posibilidad de vivir
peligrosamente.
Rosa lo observ, atenta y curiosa.
Quin necesita vivir
peligrosamente en Europa?
Algunos. Pero no los
eurocomunistas; no la izquierda que
vota. Los terroristas que exigen rescates
en un pas por los horrores que ocurren
en otros. Los secuestradores. Los que
pasan drogas. Nadie ms.
Uno de los que t creas que yo
era.
S quin eres.
La tercera vez que se encontraron lo
manifest. No indic que alguien se lo
hubiera dicho, como sin duda lo haban
hecho alguno de los amigos de Madame
Bagnelli: su padre estaba del lado de los
negros, lo haban encarcelado, matado o
algo parecido una historia terrible.
Bernard Chabalier se encontraba entre
los signatarios acadmicos y periodistas
que haban llenado pginas enteras
encabezadas por Sartre, Simone de
Bauvoir e Ivs Montand con peticiones
para la liberacin de presos polticos en
Espaa, Chile, Irn, y con manifiestos en
protesta por el abuso de la psiquiatra en
la Unin Sovitica y la represin en
Argentina. Una vez haba firmado una
peticin de Amnesty International para
la liberacin de un lder revolucionario
sudafricano, viejo y enfermo, Lionel
Burger. En una oportunidad (una
expresin que empleaba a menudo, no
del todo correcta en lengua inglesa, y
por lo tanto ms ambigua que la
acertada) le sugirieron que deba formar
parte del comit parisino contra el
apartheid. Haba pronunciado una breve
introduccin a una pelcula filmada
clandestinamente por los negros, en la
que se vea cmo arrasaban sus casas
durante los traslados masivos, los datos
provenan de los exiliados negros que
divulgaron la pelcula en Europa; su
principal virtud era la capacidad de
comunicarse con ellos en ingls.
Y la pronunci como conferencia
en France Culture; a veces me piden
que haga cosas, por lo general sobre las
consecuencias sociolgicas de
cuestiones polticas. Ese tipo de
programas
Me gustara ir a escucharte. Si
pudiera comprender.
A partir de ahora te hablar
nicamente en francs; mejorars
rpidamente. Pero nunca me digas nada
real excepto en ingls. No quiero
renunciar a eso sin darle tiempo a que
interpretara estas palabras, se volvi
prctico y entretenido. Si tuviera un
magnetfono te hara una entrevista para
la radio. Estoy seguro de que la
compraran. Nos dividiramos los
honorarios. Una buena cifra. Qu
haramos con ese dinero? Cambiar
nuestra marca de champagne? beban
todos los das, sin hacer comentarios, la
copa de la amistad del primer encuentro,
el mismo citrn press.
Pp/Toni/Jacques lo preparaba cada
vez como si no supiera cul sera el
pedido: una seal de desdn por la cita
heterosexual. Podramos comprar dos
billetes baratos a Crcega. En el
transbordador. Yo vomitara todo el
trayecto me mareo terriblemente en
los viajes por mar. S que a ti no te
ocurrira un instante de tenebrosa
envidia.
Nunca viaj en barco.
Sera estupendo la gente oira
tu voz y yo traducira lo que dijeras
las yemas de los dedos juntas en la
manifestacin de un gesto, enseguida
separadas impecablemente.
Lo promet. No puedo hablar.
Arnys se sent ante su escritorio en
cuanto lleg; pasaba la primera hora del
da en reflexivo retiro detrs de tres
paredes de diminutos armarios y
cubculos: sus gafas empaadas
colgaban de la pequea nariz que
apareca en las fotos y sus manos
traspasaban facturas en pinchos con la
ordenada ansiedad por el dinero de
arterias cerebrales endurecidas. Sus
voces llegaban a ella como las de tantos
que eran o seran amantes, cuyos
intensos y abruptos interrogatorios y
monlogos de banalidades dichas en
tono demasiado bajo para ser
detectadas, sonaban como si estuvieran
en discusin cuestiones secretas e
irrevocables.
Bernard dej de lado lo que haba
dicho como si se tratara de una baratija
con la que estaba jugando.
A quin se lo prometiste?
Rosa capt el espionaje abstracto
por encima de las gafas de la vieja
cantante, diplomticamente cada como
forma de respeto por la intimidad sexual
que todos conocen a partir de
experiencias y desenfrenos comunes. La
proteccin de la inimaginable vida de
Arnys y la vida a la cual el llamado
Pp estaba en ese momento conectado
por telfono, las columnas, la encerrada
realidad del espejo, todo lo contena a
buen resguardo.
As es como llegu aqu. Como
me dejaron salir.
La polica? rendido el torpe
tono respetuoso de iniciativa.
No directamente, pero en realidad
s. Oh, no te inquietes sus ojos
sonrieron, extendi la mano hacia l.
No habl. Me cercior de no tener de
qu hablar antes de apelar a ellos. Pero
hice un trato. Con ellos.
Muy sensato la defendi.
Ella repiti:
Con ellos, Bernard.
No traicionaste a nadie.
Opresin. Rebelin.
Traicin. Usaba grandes palabras
como suele hacer la gente, sin saber lo
que pueden representar.
Lo solicit. Nadie que conozco lo
hara. Hice lo que ninguno de los dems
ha hecho.
Qu dijeron?
No se lo cont a nadie. Me
mantuve apartada.
El trabajaba bien; la regulacin de
sus das haba ocupado su lugar
alrededor de los encuentros cotidianos
en el bar de Arnys por razones
comerciales apenas abierto pero
tolerando ciertas necesidades. Rosa vio
en el borde de espuma de afeitar todava
hmeda en el lbulo de la oreja que l
haba perdido la concentracin en el
ltimo minuto, sobresaltado en el logro
de prepararse para ella. Era
supersticioso en cuanto a reconocer el
progreso, pero el sereno regocijo con
que se deslizaba en el taburete a su lado,
o la alegra de sus intercambios con
Arnys eran una forma de
reconocimiento.
Me gustara tenerte en la
habitacin. Siempre me ha sabido mal
tener a alguien en el cuarto mientras
trabajo era una declaracin, el
ensueo de una nueva relacin. Pero se
retract. El problema consiste en que
te hara el amor.
Despus del primer domingo, en que
cada uno de ellos estaba comprometido
a hacer excursiones con otros, el martes
fueron directamente desde el bar de
Arnys hasta la habitacin donde viva l.
Pens en un hotel. Desde el
Catorce de Julio he estado pensando
adonde podamos ir sus anfitriones
estaban fuera, pero esta situacin no se
repetira con frecuencia. Conoces el
hotelito que est en la calle cercana al
gran garaje? Detrs del Crdit Lyonnais.
Te refieres al que est frente al
aparcamiento donde juegan a la boule?
Me encanta el aspecto de las dos
pequeas ventanas de arriba.
En una de ellas hay una gran jaula
con pjaros.
T tambin la viste
Es el pequeo restaurante donde
Katya y yo comemos cus-cs, lo hacen
todos los mircoles. Catorce francos.
La maleta nunca deshecha, estaba
abierta sobre una silla, donde l
hurgaba; calcetines y camisas usadas
entre camisas limpias cuidadosamente
dobladas a imitacin del formato de una
caja y calcetines limpios arrollados en
pulcros puos. Alguien haba incluido
hormas para zapatos que ahora usaba
para sujetar pilas de recortes y papeles
clasificados encima de la cama.
Era exactamente la hora del da en
que Rosa haba llegado y se haba
presentado al pueblo en la terraza de
Madame Bagnelli. El traslad sus
papeles al suelo, ordenadamente, ya
desnudo, con los testculos asomando
entre sus nalgas, el trasero inclinado,
equino y hermoso. Surgieron el uno ante
el otro de repente: nunca se haban visto
en una playa, acostumbramiento pblico
a todo salvo a un tringulo genital. Era
como si nunca le hubieran ofrecido a una
mujer, ni un hombre a ella.
Extraordinarias y dulces posibilidades
de renovacin brotaron entre ambos
hasta estallar en la tierna explosin de
todo lo que ha definido a la sexualidad,
desde la castidad hasta el tab, la ilcita
licencia para la libertad ertica. En una
gota de saliva se manifestaba todo un
mundo. El hizo girar la punta hmeda de
su lengua alrededor de la espiral del
ombligo que Didier haba adjudicado a
una naranja.
En el calor que haban dejado
afuera, la gente coma con suave
estrpito, risas y olores de comidas que
haban sido guisadas de la misma
manera durante tanto tiempo que su
aroma era el aliento de las cosas de
piedra. Detrs de otros postigos otras
gentes tambin hacan el amor.
La pequea Rse tiene un amante.
Paso menos tiempo contigo: t
comprendes muy bien este tipo de
prioridad. Fuiste t quien dijo,
Chabalier, para qu volver a casa,
qudate esta noche y partiremos
temprano por la maana. Las pequeas
expediciones para mostrarme algo del
lugar son organizadas por vosotros dos
ahora. La gran cama del dormitorio que
me diste la habitacin cuya sensacin
mantendr en los momentos anteriores a
tenerte que abrir los ojos en otros
lugares, as como Dick Terblanche saba
las proporciones de la mesa del
comedor de su abuelo aunque era
incapaz de recordar una poesa durante
su confinamiento en solitario, la cama
de mi encantadora habitacin est
destinada a dos personas. Una vez
cerrada la pesada puerta negra, no deja
pasar los sonidos que t misma has
conocido tan bien. Si son audibles a
travs de las ventanas, se mezclan con el
trfico nocturno de motos y ruiseores.
Cuando los tres desayunamos juntos
bajo el sol antes de que l se vaya a
trabajar, noto que te maquillas los ojos y
te cepillas el pelo por respeto a la
presencia masculina y como delicadeza
esttica de diferenciacin de la etapa de
la vida de una mujer perfectamente laxa
y descuidada de la sensualidad. No
puedo dejar de bostezar hasta que se me
llenan los ojos de lgrimas, sedienta y
hambrienta (compras croissants rellenos
con pasta de almendras para
satisfacerme y mimarme), volcando en
un gesto hacia ti una historia de amor
con la que puedo darme el lujo de ser
generosa. Bernard me dice:
Estoy lleno de semen para ti no
tiene nada que ver con la pasin que fue
necesario aprender para engaar a los
carceleros y t no eres una verdadera
revolucionaria que espera descifrar mis
endechas mientras informo como es
debido.
Con Solvig, con la vieja Bobby (que
divaga sobre sus injusticias
desesperanzadamente filosficas en un
ingls brillante: En una poca le haca
toda la correspondencia a Henry Torren.
Diez francos la hora! Por ese precio ni
siquiera conseguiras a alguien para que
te fregara el suelo. Con los millones
que tiene! Aunque en realidad no me
importa. No quiero nada distinto. Su
abuela usaba zuecos y una manopla de
muletn, te digo la verdad, querida),
con todas las que tu grupsculo que una
vez vivieron con sus amantes: imagino
vuestras voces, desde la terraza o la
cocina, una conversacin sobre las
perspectivas que me esperan y que tan
bien conocis.
Manolis haca una exposicin de sus
pinturas sobre vidrio; Georges,
invirtiendo los papeles y asumiendo la
responsabilidad de las labores
domsticas para la inauguracin,
calculaba con Madame Bagnelli el
nmero de personas para las que iba
camino de encargarle amusegueules a
Perrin: Donna y Didier, doce, Tatsu y
Henry; tal vez catorce, t y Rosa y
Chabalier, diecisiete. Pierre Grosbois
haba hecho con sus propias manos una
barbacoa y la estrenaron con una fiesta.
Nada de madonas y burros alados
(recuerda demasiado a Chagall, h?),
los discos de bouzouki que le regala su
novio fueron la nica inspiracin griega,
qu te parece? Pero yo tambin s
hacer cosas con las manos y la
pequea Rse traer a su profesor,
desde luego.
Imprevistamente Gaby cort un
vestido para ella; hubo ajustes con Rosa
de pie en la mesa de la terraza,
saludando con la manos a conocidos que
levantaban la vista y la vean en lo alto,
y los nios del vecindario, curiosos y
cohibidos. El mar y el cielo
equidistantes quedaban hundidos, desde
su posicin, por la lnea de gravedad,
como un reloj de arena, a travs del cual
una nave envuelta en brumas rosa malva
pasaba de un elemento al otro,
desplomndose sobre el horizonte. Gaby
y Katya prendan alfileres e hilvanaban;
mientras Rosa reconoca el
transbordador de Crcega o Cerdea
que Bernard identific cuando paseaban
rodeando las murallas, Gaby le hablaba
a Katya acerca de un libro que haba
encargado a Pars.
La Mnopause efface;
aparentemente si tu mdico no es un
idiota redomado, puedes evitarla. No
tiene por qu ocurrirte, sencillamente.
Rosa se parti de risa, sumida en la
incontrolada improvisacin y parloteo
que a veces se volva compulsivo: Gaby
era capaz de charlar en una esquina o
ante una puerta, imposibilitada de soltar
a su interlocutor. Puedes seguir
siempre. En teora. No es que a una le
interese, santo cielo con Pierre,
monpauvre vieux, no tiene mucho
sentido. Y dnde encontrara a otro en
este lugar? Imagnate, como la mujer del
dentista de Fierre, recuerdas que te lo
cont? Se lleva a un polica al Negresco
en su da libre todas las semanas, va a
buscarlo a la prefectura de Niza,
almuerzan bien ella paga la habitacin
la carcajada se convirti en un
quejido. Ahora est en la recepcin la
segunda hija de Madame Perrin, el viejo
Perrin dice que la verdad es que hacen
las cosas comme il faut no es como si
un tipo te ligara en la playa, se trata de
un hombre de la prefectura, un padre de
familia. No, pero mrame, mis cejas son
cada vez ms gruesas, como las de un
viejo. Observa las manchas que tengo en
las manos
Protgete del sol, Gaby.
Protgete del sol! Ya sabes que el
sol no tiene nada que ver, Katya. Segn
mi mdico no hay nada que hacer. Claro,
es un hombre y a l no le importa. Pero
yo no estoy tan segura. Tendramos que
haber tomado hormonas hace aos,
Katya dicen que el deterioro no puede
repararse pero s detenerse. As est
mucho mejor!, sta es la forma en que
debe caer la falda Esta chica no
tendr necesidad de envejecer, quin
puede saberlo?
El barco pasaba de lo velado a la
solidez, del rosa al blanco, y al escorar
apuntaba en un ocano trazado como un
mosaico romano en onduladas bandas de
contaminacin hacia los lmites
costeros. Ella y Bernard Chabalier
abordaran una nave, algn da; estaran
en cualquier sitio de ese objeto que
avanzaba, acercando una vez ms las
montaas de color lavanda gredoso ms
all de Niza y los edificios blancos
anidados en los acantilados, donde
brillaba una cpula de tejas en escama
de pez, azul, verde o rosa, con la punta
dorada, y las torres sobre la playa, hacia
Antibes, alzadas por encima del mar,
inclinadas, girando lentamente sobre sus
ejes el ala del avin, construidas en la
espiral esa ambiciosa figura
inacabada reducida a la escala de su
mano en el bar de Arnys. Rosa aspir
una gran bocanada de aire, los alfileres
cedieron y las mujeres protestaron con
tono indulgente.
Tomo las pldoras que me recet,
por supuesto, pero me pregunto si eso
ser lo mejor. Segn lo que he ledo
siempre hay nuevos descubrimientos.
Pienso llevarle el libro y decirle,
simplemente Katya, te haces examinar
los pechos, verdad? Es esencial que lo
hagas. Espero que no te ests
descuidando.
T eres la nica que se visita con
un mdico particular. Te pierdes las
reuniones con la chicas en el
ambulatorio; Bobby, Francoise y
Marthe, Darby con su gorra ms vieja
(temerosa de que reconsideren las
pensiones y le cobren si la ven
demasiado prspera). Todas nos
hacemos la prueba de Papanicolaus. Es
un disparate que pagues.
Es idea de Pierre, no ma. No
confa en los mdicos del ambulatorio
en lo que a m se refiere el nuestro es un
vieux con. Pero los pechos es algo que
hay que ver todos los meses. En la
baera, yo me tiendo en la baera y con
mucho cuidado cierro los ojos y
palpo tienes que concentrarte.
Katya tendi vivamente la mano a
Rosa.
Baja. Tengo la impresin de que
te gusta estar all arriba de vez en
cuando, en ocasiones en que las
francesas se lanzaban a una discusin
sobre los movimientos intestinales u
otras regulaciones de sus funciones
corporales, an se distingua por su
condicin de extranjera. Habl en ingls
para redefinirse a s misma ante los ojos
de la chica; un comentario sobre
preocupaciones hbilmente
abandonadas, dejando deslealmente a
sus amigas consigo mismas. Si
alguien escribiera un libro que indicara
cmo hacerse vieja y fea sin que a una le
importe
No te he entendido del todo bien.
Gaby pas la mirada de una a otra.
Katya lo repiti en francs.
Gaby mont su numerito de festiva
alegra.
Fjate en lo que dices! Todava
conservas tu belleza, Katya detuvo en
Rosa su mirada impresionada.
Mrala cuando la tengas as una
imitacin de la boca de Franoise, o tal
vez la de Marthe, como el ano de una
gallina cuando ests gaga como
Poliakoff, entonces podrs quejarte, h?
Fue bailarina, lo sabas? Todava tiene
los msculos flexibles. El Ballet
Russe dibuj toda una carrera
profesional en el aire.
Katya cruz sus manos con las de su
amiga en la posicin del corps de
polluelos, moviendo la cabeza al ritmo
de El lago de los cisnes, entonando unos
compases. Las masas de sus senos se
balanceaban de lado a lado como
cojines a los que se golpea para dar
forma.
Pierre haba salido de la oscuridad
de la pequea escalera y de la casa, un
nio calvo y solitario en busca de
compaeros de juego. Observ a su
esposa que rea y jadeaba y dio a
entender a Rosa, acercando una silla en
la que se acomod con gran cuidado,
que ella y l eran los nicos seres
razonables en ese lugar.
Gaby termin en seguida.
Te gusta? No est hermosa?
Francamente me siento orgullosa de m
misma.
El marido mir personalmente, sin
dejarse influir.
Espera. Sintate, Rose. No se
puede juzgar un vestido hasta ver a la
mujer que lo usa yendo y viniendo,
levantndose y sentndose. No tengo
razn?
Si est muy bien! El color va con
su piel. Los dibujos pequeos,
autnticos satn fermiere, el estilo es
gracioso
Espera. S. Est bien.
Rosa se pase de un lado a otro
como en un desfile de modelos,
sonriendo por encima de su hombro al
mover el cuerpo que Chabalier defina
para ella con sus manos, el rostro que l
observaba con una atencin slo a ella
dedicada.
La vigorosa conciencia de s misma
que tena la chica devolvi a Katya la
presencia fsica que haba conocido y
que haba quedado tapada por tantas
otras: la carne y el rostro jvenes de
Lionel Burger siempre sometidos a una
atencin que iba ms all del deseo, a
una pasin que superaba la propia en la
cama, la pasin-ms-all-de-la-pasin,
similar a la pasin de Dios, aunque para
l no exista ese concepto: estaba solo,
un ser del espanto, un joven que
arrojaba su calor dentro de ella en las
ciudades ms fras del mundo.
Pierre acerc el vaso de pastis que
era su intimidad de to mayor con la
chica y la cogi del cuello en un apretn
momentneo, murmurando con
generosidad y un sentido de la
celebracin que no necesitaba apelar al
tacto:
La pequea Rse en pleine forme,
todo es maravilloso en ti, h?
Existe el deseo de crear una pequea
reserva de experiencias comunes entre
amantes, entre extranjeros: mientras ella
viva con la familia Nel en el hotel
aldeano de Springbok Flats, un joven de
dieciocho aos haca su bachillerato en
el liceo Louis le Grand. Los cuadritos
de cafeteras con terraza, toldos y
caniches en las habitaciones del hotel.
Les dije a las chicas de la
limpieza que eso era Pars, un lugar de
Inglaterra.
Eras una presumida y una
ignorante como la mayora de los
presumidos. En tanto yo podra haber
puesto un dedo exactamente en el punto
del mapa de frica donde tu to y tu ta
tenan su pequeo hotel apart de los
prpados de Rosa y de la curva de sus
codos los aos y lugares que no podan
existir, los suyos para ella, los de ella
para l. Los del presente y el pasado
inmediato no parecan tener mucha
importancia. Desde que haba quitado la
placa y vendido esa casa, vivi con
amigos; en un piso; en una cabaa con un
joven que se haba detenido en sus
vagabundeos alrededor del mundo y
despus otra vez en un piso, en la misma
ciudad. Es un condominio en el
quinzieme, no est mal, Christine lo
encontr cuando estaban reformando el
interior, de modo que qued ms o
menos de acuerdo con sus ideas. Al
menos cuento con una pequea
habitacin en la que trabajo; antes tena
mi mesa en el dormitorio y si quera
trabajar a altas horas de la noche la
otra persona se harta, quiere dormir.
Hay una terraza grande donde los chicos
pueden guardar las bicis pero ella la
ha atiborrado con montones de plantas,
yo no soy tan entusiasta de
Rosa Burger y Bernard Chabalier
encajaban fcilmente en estas
circunstancias contingentes; usando las
mismas ropas para cubrir los mismos
cuerpos recin descubiertos y
minuciosamente conocidos, recorran las
calles que haban desgastado los zapatos
que ahora usaban en su mutua presencia,
con un impermeable europeo de color
gris en un andn del metro volviendo a
casa en uno de los nuevos rectngulos
empotrados entre floridas mansardas
decimonmicas y frgiles paredes
amarillentas de edificios anteriores, o
seguidos una nia fuerte cuyos
msculos del hombro de un fsico
campestre se movan en un vestido con
la espalda descubierta, como el que
llevaban ahora a travs del trfico de
negros en bicicleta y de negras con
bultos en la cabeza, imagen familiar en
los telediarios.
Cuando su deleite mutuo desbordaba
y sus energas se apagaban les gustaba ir
de pesca. El viejo coche que les
prestaba Katya segua huellas abiertas
junto al Loup; compartan las modestas
oportunidades de su captura con jvenes
maridos que usaban gorros regalados en
las gasolineras, viejos con mujeres que
tejan y cuidaban las bolsas de papel
con carnada, pan y vino; todos se
sobresaltaban al ver bajar pandillas de
roncos adolescentes que se empujaban,
salpicaban y se alejaban, juntos
esperaban que las vibrantes estelas de
luz y sombra volvieran a asentarse en
figuras y agua, afectados en una forma
que rompa los lmites y produca un
nico estado del ser durante toda una
tarde estival.
Miraban pinturas.
En frica uno va a ver a la gente.
En Europa, los cuadros.
Pero ella estaba viendo en los
lienzos de Bonnard ms all de los que
avanzaban como si los procesara la
multitud, una confirmacin de la
experiencia que corra en su interior. La
gente entre la que viva, la forma de
percibir, de estar viva, en el ro,
coexistan con la vida fijada por la
visin del pintor. Cmo era posible?
Cuando miras una pintura, se trata
de algo terminado, no? Es un registro
de lo que ya ha pasado por la mente del
pintor, tanto el hecho de ver como el
concepto que surge, la inventiva, estn
fijos en la pintura. As, para m un
cuadro siempre es abstracto y el
estilo pictrico no tiene que ver. Pero
cuando Katya y yo nos tumbamos bajo
los olivos incluso en la habitacin, la
que me dej, las flores en una vasija en
el suelo, y las flores del pintor, ese ramo
de mimosa Estos cuadros son la
prueba de algo. Es la gente entre la que
vivo la que veo, no los cuadros.
Quieres saber por qu, querida
ma? Esa mujer que ves pisando las
hojas y aquella mimosa la mujer que
pint en 1894 (fjate en el catlogo, all
figura), la mimosa pintada en 1945,
durante la guerra, durante la Ocupacin,
ves? Muy bien. En los cincuenta aos
transcurridos entre ambas pinturas se
desarroll el fascismo, hubo dos
guerras, la Ocupacin Y para Bonnard
es como si nada hubiera ocurrido. Nada.
Obsrvalo Podra haberlos pintado el
mismo verano, el mismo da. Y as son
los que estn alrededor del chteau
as es como viven. Como si nada
hubiera ocurrido nunca, como si nada
les hubiera ocurrido a ellos ni a nadie,
como si no estuviera ocurriendo nada.
En ningn sitio. No hay presos en los
manicomios soviticos, ni Sudfrica
no hay jornaleros migratorios que viven
sin mujeres camino abajo ni lugar de
proteccin en Arene, bajo nuestras
propias narices en Marsella. Este ao ya
han encerrado all a siete mil pobres
diablos como si fueran animales
extraviados antes de ser deportados
Estar vivo da a da: lo mismo que en
Bonnard tout voirpourpre-miere fots,
a la fots. Hasta los ochenta aos. Es
encantador, naturalmente, si lo
consigues. Mira aqu, y all, la carne de
la mujer y las hojas que la rodean son
hermosas y corresponden a
manifestaciones idnticas. Porque ella
no tiene ms existencia que las hojas
fuera de este encantador bosque en el
que estn. Ni pasado, ni futuro. La
mimosa: cincuenta aos ms tarde, est
viva en el mismo verano que la mujer.
Como si no hubiera existido Hitler, los
campos de concentracin la oleada de
gente que se mova lentamente con sus
ropas de vacaciones los alejaron de las
galeras hasta los peldaos poco
profundos y bajaron a un patio de
esculturas alargadas como sombras
tardas. Las piernas musculosas de
Bernard con su vello negro y sus plidas
manos de europeo con el delgado anillo
de oro indicativo de su estado civil
brillaban tenuamente en las sombras,
ni bombardeos, ni ocupacin alemana.
Tu chica del bosque y el jarrn con
mimosas cest un paradis invent.
Los dos llevaban pantalones cortos y
mientras paseaban la pierna de l
frotaba la de ella a la manera del zigzag
de un gato carioso.
Si fuera a Pars
Vendrs, vendrs. Chabalier
tom un estrecho sendero bajo pinos de
tronco azul rosado, extendiendo la mano
para guiarla a sus espaldas.
No logro imaginar cmo sera
elaborado. Cmo te vera
Como me ves ahora. Todos los
das.
Y yo estara dnde?
En un hermoso hotelito. Cerca del
lyce. Para poder llegar rpido hasta ti.
Lo primero que quiero hacer es
mostrarte la dame a la licorne en el
Cluny.
Y hars que nos encontremos por
sorpresa.
Qu significa eso?
Cuando lleves a pasear a tus
hijos.
Ah, no. La quiero, no puedo
dejarte seguir adelante sin saber que
tambin la ves a ella.
Rosa se apoy a su lado contra un
muro de piedra, contemplando cuestas
con viedos extendidos a madurar al sol
y olivos encorvados a lo largo de
terraplenes abandonados interrumpidos
por viejas granjas y nuevas villas. Un
hombre sin camisa andaba de puntillas
por un tejado que estaba reparando; los
brazos y la postura de una mujer eran los
de alguien que les gritaba, aunque estaba
demasiado lejos para ser oda. Ms all,
en la franja de mar que se colaba detrs
de las torres de castillos de arena,
banderas y gallardetes de aldeas
encumbradas, un barco despeda humo
blanco a la manera del chorro de una
ballena. Rosa sigui con la mirada a la
mujer que retroceda para ver el hombre
en el tejado, como si completara una
figura que conduca al tapiz de la pared
de un museo desde una habitacin de
hotel que sera especial entre calles
llenas de hoteles semejantes. Levant el
mentn y sonri con los labios apretados
en una especie de maestra tmida y
torpe. Bemard vio al hombre en el
tejado.
Mira su tripa. Il va se casser la
gueule, vieux con Tal vez un pequeo
apartamento. No es fcil, pero se me
ocurren algunas ideas. S qu es lo que
te gustara un pequeo estudio en un
edificio viejo aunque por lo general
apestan los pasillos no te imaginas
lo que es eso. No, encontraremos algo
mejor dej de ver al hombre en el
tejado, la mujer, el valle; los ojos
entrecerrados como para protegerse del
destello, de pensamientos en el idioma
en que ella no poda seguirlo. En
realidad, un hotel siempre estar el
portero si necesitas algo y yo no estoy
la larga boca con la lnea superior
delgada reaccion con tristeza y fina
obstinacin ante objeciones de las que
ella nada saba; los ojos fijos
adquirieron un foco clido y
tranquilizador, rechazndolas. Estoy
absolutamente seguro de que se puede
hacer algo a travs de la gente que
corresponde. El comit antiapartheid
puede conseguirte una residencia
temporal e incluso un permiso de
trabajo. Si no lo hacen por ti, por quin
demonios lo haran? Pero
discretamente aunque por supuesto les
encantara que subieras a una
plataforma, Rosa, creme Podramos
conseguir la pelcula sobre tu padre,
sera no, claro que no, no hasta que
tengas documentos franceses. Daran
saltos ante la sola idea de que t
Probablemente encontraran un trabajo
para ti de inmediato. Tambin mis
contactos, que no estn nada mal. Unos
cuantos acadmicos negros que tienen
influencia en los pases africanos
francfonos de donde provienen. Hay
muchos proyectos y nunca gente
suficiente para llevarlos a cabo. Es
posible que consigas un trabajo
maravilloso relacionado con la
medicina en Camern o Brazzavile, en
un lugar as Muchas veces me han
ofrecido una ctedra en una de sus
universidades negras, un contrato de un
ao, ni hablar de trasladar a toda la
familia
Haban asumido, sin pensarlo, una
de las posiciones clsicas de las
parejas; encontraron un lugar en la
hierba, donde ella cruz las piernas
debajo de su cuerpo y l apoy la
cabeza contra el vientre, sintindolo
temblar cuando rea y oyendo los
sonidos amortiguados de su tripa como
lo hara un hijo suyo en ella.
Ir solo. Tendramos un ao
entero.
Ayer, antes de que llegaras al bar
de Arnys, habl con esos chicos.
Estaban consultando sus horscopos en
Mari-Claire. Son muy serios.
Encontr las palabras necesarias, logr
unirlas sin pensar la cara que se alz
para mirarla era la que l deba tener
diez aos atrs, una cara curiosa,
alisada como una hoja de papel bajo una
mano, desprovista de las arrugas de una
ansiedad ambiciosa, tal como era antes
de que la grieta de la barbilla se viera
profundizada por una inteligencia
sensual.
Tu francs funcionar de perlas.
Te las arreglars perfectamente. Y es
posible que en frica logre terminar mi
condenado libro. Una excelente idea:
una de las razones para que acepte ese
trabajo, al fin y al cabo es necesario
volver a las fuentes coloniales y as
sucesivamente.
Todas las cuestiones prcticas se
manifestaban abiertamente entre ellos;
una mujer y dos hijos, una
responsabilidad asumida tiempo atrs
por un hombre responsable. La actitud
en que reposaba la aceptacin de
Bernard y de Rosa en cuanto a las
circunstancias se basaba en una de las
declaraciones ms simples de un hombre
complejo: Vivo entre mi mujer y mis
hijos, no con ellos.
La declaracin, a su vez, pareci
buscar en Rosa una explicacin que no
poda dar; pero al manifestarla, la carga
de la misma se traslad un poco, su
hombro qued bajo el de l. No tenan
hogar pero vivan prcticamente juntos.
Para l la seguridad era casi palpable en
el vigor y el reposo del menudo cuerpo
de Rosa. Apoyado en ella, Bernard
adquiri lo que una y muchas veces
Rosa haba encontrado en el pecho de su
padre, clido y sonoro con los latidos de
su corazn, en aguas tratadas con cloro.
Los ojos de Rosa (del color de la luz,
creadores de incomodidad: ojos de
ber, ojos de pied-noir?) se movieron
por encima de la cabeza de l, entre
rboles, transentes y una rpida
mirada hacia abajo una motivacin
ntima de visin interior, tan alerta y
contenida como la mirada de la que su
madre haba sido igualmente
inconsciente al levantar la vista cuando
su hija regresaba lentamente, pisando
gravilla, de la visita en la crcel.
El joven rostro terso habl por
debajo del suyo, desde lo que haba sido
y lo que era:
Eres lo que ms quiero en el
mundo.
En las reuniones se perdan entre el
gento y luego tomaban conciencia,
cerca, de una nuca o una voz: ella oa
una versin ligeramente distinta de
Bernard Chabalier ofreciendo una
versin ligeramente distinta de lo que
haba dicho acerca del pintor.
cincuenta aos, fauvismo,
futurismo, cubismo, arte abstracto
para l todo pasa como si nada. Para l
1945 es 1895. Quiz lo que est
concluido sea intemporal pero los
acontecimientos modifican la conciencia
del mundo, sta se sacude y las
sacudidas se registran
sismogrficamente en movimientos
artsticos.
Donna estaba obligada a entretener a
un amigo ingls que era propiedad de su
familia: el tipo de ejemplo nico,
escogido en los crculos poltico-
intelectuales cuya existencia ignoran y
que es el orgullo de una familia rica. El
hombre se tomaba a s mismo como una
tasacin de su propia distincin.
Esperaba que dieran una fiesta en su
honor; Donna haba tenido que reunir,
entre los asiduos que conoca, a algunos
que l considerara en un nivel capaz de
apreciarle. Su explicacin de lo que era
o haca fue poco certera; haba sido
miembro del parlamento, tena algo que
ver con el jaleo de la entrada de
Inglaterra en el Mercado Comn, y
tambin algo que ver con la publicacin
de un peridico. Ella no recordaba si se
manejaba bien en francs; los Grosbois,
las lesbianas de la brocanterie y otros
de su contingente local francs
congregados en una parte de la terraza,
contentos de todos modos con su propia
fiesta; Didier, con un exquisito traje
italiano de color blanco (slo Manolis
supo reconocer la pura seda natural)
afirmaba su propio estilo de distincin
mientras iba de una lado a otro
rpidamente, sirviendo bebidas con el
absorto desparpajo de alguien
contratado para la ocasin. Su
contribucin a la correcta apreciacin
del invitado de honor consisti en
asumir instintivamente el papel de
sustentar la posicin de Donna como
anfitriona de James Chelmsford. Este se
present en mangas de camisa,
pantalones de hilo azul, alpargatas que
mostraban sus gruesos tobillos plidos
cruzados por venas azules, pauelo
Liberty amarillo bajo una cara
encarnada y pulcramente afeitada. Beba
pastis, dejando bien sentado que no era
ningn recin llegado a esa parte del
mundo. Donna lo llev hasta un pequeo
grupo que inclua a Rosa y que atrajo a
uno o dos ms que solicitaban opiniones
para tener la oportunidad de manifestar
las suyas un periodista parisino que
era husped en la casa de alguien, un
ingeniero de la construccin, miembro
de la Socit des Grands Travaux de
Marsella.
Por qu fue necesario Soljenitzin
para que la gente se desilusionara con
Marx? Otros han salido de la Unin
Sovitica con el mismo tipo de
testimonio. Su Gulag no es algo que
desconociramos.
Chelmsford escuchaba al periodista
con aire de atencin profesional.
Bien, en este sentido podramos
preguntarnos cmo es posible, desde los
juicios de Mosc
No, no, porque pertenecen al
perodo stalinista y la izquierda hace
una clara distincin entre lo que muri
con Stalin, los malos tiempos viejos
Pero a partir de la nueva era, la
posterior a Jruschov, el deshielo y otra
vez el hielo, todos saben que se
repitieron los horrores, que los
hospitales son el ltimo modelo de
crcel, nombres nuevos para el viejo
terror. Por qu tuvo que ser Soljenitzin
el que sacudi a la gente?
Lo fue?
El periodista dedic al ingeniero la
sonrisa destinada a alguien que carece
de opinin. Dirigi su reaccin a los
dems.
Sin la menor duda; despus de ver
a una criatura tan torturada, tan daada,
quin poda mirarlo a los ojos en la
pantalla del televisor, cmodamente
sentado en un silln Roche-Bobois con
un whisky en la mano? S que yo esa
cara que da la impresin de haber sido
golpeada, abofeteada, de manera tal que
las mejillas ya no experimentan
sensacin y esa boca que se vuelve
levant los hombros, agit las manos
cerradas y apret la boca hasta que los
labios se pusieron blancos, esa boca
que se vuelve tan pequea por la
costumbre de no poder hablar
libremente. La izquierda occidental ya
no sabe cmo seguir creyendo. No sabe
cmo defender a Marx despus de l.
No es fcil responder el
ingeniero habl amistosamente a Rosa,
como si slo lo hiciera para ambos;
posea los modales escrupulosamente
tolerantes de algn nuevo tipo de
misionero, los pies calzados con
prcticas sandalias, la cabeza rubia casi
afeitada para recibir un poco de fresco
en los terrenos pantanosos de las
desembocaduras de los ros de Brasil y
frica donde (parlote) preparaba
estudios de eventuales emplazamientos
portuarios. Tal vez sea su enfoque,
algo en su estilo. Me refiero a los
escritos. Hay en l algo de Victor Hugo
que apela a un amplio pblico, mucho
ms amplio
El pblico. El pblico en general
siempre estuvo dispuesto, de todos
modos, a tragarse que los comunistas
slo son bestias y monstruos pero la
que ahora rechaza el marxismo es la
izquierda intelectual.
Dudo que lo mismo pueda decirse
de Inglaterra claro que tambin dudo
de que pueda decirse que mi pas tenga
una izquierda intelectual en el mismo
sentido. No podramos proponer a Tony
Crosland como candidato entre los
filsofos de caf los franceses no
entendieron el chiste.
E incluso rechazar a Mao no se
puede institucionalizar la felicidad.
Precisamente los mismos que en el 68
fueron los estudiantes que salieron a la
calle!
El periodista y el ingeniero se
singularizaron, constantemente
interrumpidos, por encima de las
cabezas de los dems.
No, no es del todo cierto;
Glucksmann ataca a Soljenitzin por
decir que Stalin ya estaba contenido en
Marx.
B-bien, montaron una especie de
espectculo poco entusiasta quiero
decir que, por supuesto, uno no se
presenta y grita me equivoqu, nosotros,
los jvenes brillantes, los nuevos Sartre
y Foucault, nuestras teoras, nuestras
premisas bsicas sangre y mierda, eso
es todo lo que queda de ellos en el
Gulag, h?
Claro que no debemos pasar por
alto que el pesimismo bsico de
Soljenitzin siempre ha hecho de l un
escritor plebeyo ms que socialista
Pero cmo cambiaremos el
mundo sin Marx? el ingeniero
admiti, como si confesara sonriente
haber sido futbolista de primera
divisin, aunque no se le reconociera en
la estructura fsica: Yo estuve en las
calles en el 68. Todava estn de
acuerdo en que debe cambiarse.
Lo dudo. Apenas. Incluso eso. No
s qu tienen entre las piernas, para no
hablar de lo que tienen en la cabeza.
Filsofos polticos. Capitularn por
entero ante el individualismo. O se
volcarn en la religin. En cualquier
caso, terminarn en la derecha.
Bien, en principio, debemos
repudiar a la primognita de Marx. La
filie ane. Tenemos que declarar a la
Unin Sovitica hereje del socialismo.
Bernard Chabalier se uni al grupo;
Rosa oy la interjeccin entre otras. El
haca los gestos elpticos de quien ha
vuelto a deslizarse en el montn.
No, no, seamos claros: existe una
diferencia entre el antisovietismo de la
derecha y el nuevo antisovietismo de los
intelectuales izquierdistas. Quizs ahora
la izquierda parece definir los males del
socialismo sovitico tal como lo ha
hecho siempre el pensamiento
reaccionario: dictadura implacable en
los trabajos forzados. Pero lo que
condenan no es la diferencia entre el
socialismo sovitico y el liberalismo
occidental que es ms o menos la
tesis del liberalismo occidental e
incluso de la derecha ilustrada Esto
se aplica a Inglaterra?
Mmm, s, supongo que podramos
decir que creemos saber qu derechos
humanos defenderemos, pero no
deseamos la nacionalizacin ni la
migracin ilimitada de los negros. Por
esta razn el Partido Laborista se ir al
traste esta vez los franceses rieron
con el invitado de honor, que fue
apagndose en un vago asentimiento,
simulador, desdeoso en murmullos que
lo disociaban de esa especfica locura
poltica.
Tampoco se trata de la ortodoxa
tesis apologista segn la cual lo
ocurrido al socialismo en la Unin
Sovitica tiene algo que ver con el
legado del atraso ruso. La vieja historia:
su estado de subdesarrollo cuando lleg
la revolucin, el revs econmico de la
guerra, la tradicin autocrtica del
pueblo ruso y as sucesivamente. La
teora de izquierdas dice que si Stalin
estaba contenido en Marx se debe a que
el culto del estado y la rationalit
sociale ya estaban contenidos en el
pensamiento occidental esto es lo que
se origin en la Unin Sovitica, pero su
doctrina nace en Maquiavelo y
Descartes.
La frente definida con la pelusa
detrs de cada oreja se inclin hacia
atrs, los prpados cayeron
intensificando la mirada.
De modo que todo lo que anda
mal en el socialismo es lo que anda mal
en Occidente. Otra vez la culpa del
capitalismo.
Permteme terminar por ende el
antisovietismo de los izquierdistas
occidentales es un antisovietismo de la
izquierda, totalmente distinto.
Y permteme decirte salt
Bernard a travs de la elipse de su
propia irona que la tragedia de la
izquierda consiste en que an est
convencida de que todo lo que tiene de
malo el socialismo est en Occidente.
Nuestra tragedia como izquierdistas, la
tragedia de nuestra poca. El socialismo
es el horizonte del mundo, Sartre lo ha
dicho de una vez por todas; pero es una
evasin cierra los ojos, apritate la
nariz, antes de reconocer de dnde viene
el hedor.
Sin duda alguna lo importante
es
La voz del ingeniero se pase por
temas que lo complacan:
Ojal pudiera acomodar mis
convicciones al genio de un nuevo
philosophe y hablaban de
maniquesmo acusan a Giscard
Sin ningn gnero de dudas el
factor importante reside en que el
ingls haba metido la panza y sacado el
pecho, manteniendo sus opiniones por
encima de la discusin,al menos
estos tipos pueden tener la cordura de
haber acabado con las ideas totalitarias
y la represin total inseparable de
dichas ideas. Cuando encuentras a
alguien que dice que el gran invento del
siglo veinte puede resultar ser el campo
de concentracin cuando apareces con
ideas semejantes, es posible que por fin
nos estemos alejando del seuelo de la
maligna utopa. Si la gente se olvidara
de la utopa! Cuando el racionalismo
destruy el paraso y decidi instalarlo
aqu, en la tierra, la meta ms terrible
penetr la ambicin humana. Era
evidente que no tena fin lo que se hara
sufrir a la gente para alcanzarla.
Bernard vio que Rosa los miraba a
todos, a l mismo como uno de ellos.
Sus pmulos estaban tensos de asombro;
su presencia entre ellos era como un
brazo que los hace retroceder de algo
perdido y pisoteado.
No puedes institucionalizar la
felicidad? En serio? Como un
descubrimiento? Es una de esas
mximas que aparecen en las sorpresas
del rbol de navidad
El ingeniero se mostr
encantadoramente perspicaz.
Quiz se referan a la libertad, de
alguna manera estn no s, algo
trastornados en estos tiempos para usar
esa palabra. Sea como fuere, segn la
visin izquierdista de la vida, ambas
significan ms o menos lo mismo,
siempre insisten en que su libertad es
condicin de la felicidad.
Ella sopes por un instante sus
manos vacas. Bernard vio que se
levantaba y se mostraba all aquello que
haba sido pisoteado. Enseguida Rosa
ocult los puos detrs de los muslos.
No lo sabes? No existe ninguna
posibilidad de felicidad sin instituciones
que la protejan.
El ingls sonri desde una ventana
de minsculos dientes que sujetaban el
cigarro.
Qu Dios nos proteja! Entonces
levantan la alambrada de pas y quin
sabe en qu momento descubres cul es
el lado errneo
No estoy postulando una teora.
Me refiero a gente que necesita tener
derechos (all) en un cdigo para poder
moverse en su propio pas, decidir qu
trabajo harn y qu aprendern sus hijos
en la escuela. Para poder montar en un
autobs o entrar en un sitio y pedir una
taza de caf.
Ah, s, los derechos civiles
ordinarios. No puedo decirte que sea
una utopa. Pero para ello no es
necesario una revolucin.
En algunos pases s. La gente
muere por cosas como sas dijo
Bernard en voz alta, para s mismo.
Rosa no dio muestras de haberle
odo.
Pero la lucha por el cambio se
basa en la idea de que la libertad existe,
verdad? La libertad, esa idea
estrafalaria. La gente tiene que estar en
condiciones de crear instituciones y
es necesario desarrollar instituciones
que la vuelvan posible en la prctica.
Esa utopa es interna sin ella, cmo
puedes actuar? la ltima palabra
son como si hubiera dicho vivir,
aquella por la que la haba sustituido
incoscientemente; hubo modificaciones
comprensivas, incmodas, apreciativas
en esos rostros que aceptaban,
amablemente o como un reproche, una
verdad ingenua por todos modos
admitida.
El ingls coloc su perfil como si lo
situara para un retrato, en actitud
resuelta.
Los embustes. La crueldad.
Demasiado dolor emana de todo ello.
Pero no hay indemnidad. No
puedes tener miedo de hacer el bien por
si acaso el resultado es el mal.
Mientras Rosa hablaba, Katya se
detuvo al pasar y la rode con un brazo;
mir a todos un momento, disfrutando
del reflejo de un desafo pretrito, como
un viejo veterano que todava se muestra
capaz de recuperar la atencin.
Prosigui su camino para limpiar una
mancha de vino derramado en la pechera
de su vestido:
Mi enorme balcn recoge hasta la
ltima gota de lo que se cae.
La autoridad del ingls se inclin y
rod. Cogi otro pastis de la bandeja de
Didier sin enterarse del cambio de su
vaso vaco por uno lleno.
No es una cuestin de
justificacin moral, tenemos que
apartarnos de eso. La maligna utopa
el estado monoltico, que es todo lo que
es susceptible de producir el sueo
utpico, ha asumido la justificacin
moral y la ha convertido en el mayor
embuste.
S, s, exactamente lo que estn
diciendo ya se trate del Partido
Comunista como de una gigantesca
empresa multinacional, la gente se
vuelve contra las estructuras
descomunales y limitadoras
Nuestra nica esperanza reposa en
un desapasionado precepto tecnolgico,
nuestro credo tiene que ser, hablando en
un sentido general, ecolgico
admitiendo siempre la premisa de que el
lugar del hombre es fundamental.
Bernard encontr a Rosa en el
matorral del ensimismamiento de los
derechos:
Para ellos sta es la forma de
animar una fiesta.
Ella se encogi de hombros e imit
su gesto de levantar el labio inferior:
para todos nosotros. Le sonri
fugazmente.
Se apartaron como si no tuvieran un
destino comn, como si estuvieran a
punto de separarse para ir a la barra de
Didier o unirse a la faccin Grosbois,
donde incitaban a Darby a refunfuar
alguna historia que hizo caer sobre ella
tal bombardeo de carcajadas que Donna
los observ, fastidiada. Se movieron
mesuradamente, como dos que se
encuentran para intercambiar un mensaje
bajo la cobertura de la multitud. De
improviso l empez a hablar.
Es mucho lo que puedes hacer,
Rosa. En Pars, en Londres Lo
suficiente para abarcar toda una vida. Si
creemos que debes hacerlo. Aunque
empiezo a pensar se interrumpi;
siguieron andando lentamente. Oye,
mis motivos no son los de ellos no
podra haber dicho lo que dijo en ningn
otro sitio, ni a solas con ella; lo facilit
la presencia de la muchedumbre,
salvadora de cualquier muestra de
emociones liberadas. Debo decirte
que no puedes inscribirte en la causa ni
en la salvacin de los dems. Fjate en
los idiotas que hace unos aos cantaban
en las calles con las cabezas afeitadas.
Nunca alcanzarn el nirvana hind
ella tena la cabeza baja, inclinada hacia
l para orlo mejor. Daban la impresin
de estar cotilleando acerca del grupo
que acababan de dejar. Lo s, no
puedo comparar se detuvo en
espera de una rpida mirada que no
lleg el mismo caso que tu padre y los
negros su libertad. Disculpa que te lo
diga lo mismo ocurre contigo y los
negros. No es accesible a ti.
Sigue lo fij al tema sabiendo
que l no encontrara el momento ni el
lugar para atreverse a retomarlo: una
reunin ajena a los amantes Bernard y
Rosa.
Ni siquiera a ti.
Pero tena miedo. Se perdi en
pensamientos en su idioma y la marea de
seres humanos estall a su alrededor. En
la visin del mar desde la terraza de
Donna desfilaban velas rojas, azules y
amarillas de las pequeas
embarcaciones de paseo de los
lugareos en una tarde de sbado, que
viraban antes las boyas demarcadoras
del lmite de las aguas protegidas. Vio
tambalearse Crcega a travs de la
distorsin de la distancia.
Tengo ganas de que vayamos a
Ajaccio. Tendramos que experimentar
personalmente la sensacin de lo que
all ocurre. El stano que ocuparon los
autonomistas cuando mataron a los dos
gendarmes, pertenece a uno de mis pieds
noirs. Los francoargelinos estn
amasando una fortuna en Crcega. Me
gustara hablar con ellos.
La rebelin fue realmente contra
ellos o tambin contra el dominio
francs? Dicho de otra manera, fue
deliberada la eleccin del stano de ese
hombre?
Bernard goz explicndole lo que le
interesaba, disfrut de su experta
comprensin acerca de la forma en que
ocurren las cosas en acontecimientos de
esa categora.
Las dos cuestiones estn
ntimamente relacionadas, el traslado de
los colonos desde Argelia es visto, por
el movimiento independentista, como
parte de la explotacin colonialista de
Francia; cuando los echaron de Argelia,
se trasladaron a otra de las colonias
francesas pobres, aunque se supone que
Crcega forma parte de la Francia
metropolitana De modo que es lo
mismo. Para los corsos, los
francoargelinos representan a Pars.
Hasta rechazan a Napolen como a una
especie de traidor: el gran hroe de los
franceses, el asimilador. Los hermanos
Simeone, que lideran el movimiento
independentista, han adoptado como
hroe a Paoli. Has odo hablar de
Pascal Paoli? En el siglo dieciocho
luch contra los franceses por una
Crcega independiente sera
fascinante para nosotros, ahora y para
mi libro. Una revuelta popular que
realmente est dentro de su alcance
los disturbios constituyen los problemas
ms serios de Crcega. El tema dara
para un buen captulo.
Sera suficiente con que apartaras
tu mente del estmago cuando los
amantes no pueden tocarse, se toman el
pelo.
Iremos en avin. Al cuerno con el
transbordador.
Yo querra viajar en ese hermoso
barco blanco
Santo cielo, no quiero que me
veas vomitar. Y no es un hermoso barco
blanco. Rosa, slo es una panza flotante
llena de coches.
Cundo? Espero no tener ningn
problema con la visa. Me dejarn
entrar?
Ya ests dentro. Como te he dicho
est colonizada, es Francia
Le apret la mueca, lleno de
alegra.
Georges y Manolis se reunieron con
ellos. Didier haba puesto un viejo disco
de Marlene Dietrich e hizo levantar a
Tatsu de los cojines apilados en el suelo
como en un harn escenificado. Ella no
sonrea ni emita risillas entre dientes
mientras bailaba: la expresin de su
rostro era otra. Manolis segua con la
mirada los pasos de Didier:
Le estaba diciendo a Georges
beati, mais tres ordinaire.
Bailando, la expresin de la japonesita
era distinta a como haba sido siempre;
ahora era grave, ensoadora, plenamente
expectante, y sent lo que ella deseaba:
vivir su poca. Algo se nos debe. A las
mujeres jvenes, todava chicas. La
capacidad que experimento al bajar
corriendo los callejones regados bajo
jardineros para ir al encuentro del
hombre que me dice que su carne se
eleva cuando sus odos reconocen el
deslizar de mis sandalias, los fogonazos
de brillantes sensaciones que me
zarandearon en el punto desde el que
vea el mar, la abundancia que persigo
para m en olorcillos que llegan desde
atrs de las cintas de plstico de puertas
abiertas de cocinas y los saludos de los
barrenderos que se detienen a tomar un
vaso de vino en el bar tabac. Los
escolares salen a almorzar y un remolino
de chiquillos atolondrados se enreda en
mis piernas, sujetndose de cualquier
sitio que ofrezca un asidero, regateo de
un lado a otro como un guardameta, los
brazos extendidos
Veo que todo, todo, tiene que
detenerse para acariciar a cada gato que
adopta la pose de un len de Grimaldi
en un umbral. O voy con los ojos
vendados en la oscuridad de
sensaciones que acabo de experimentar,
sorda a todo salvo a una larga dialctica
de cuerpo y mente que prosigue en mi
interior y en el de Bernard Chabalier
cuando no estamos juntos. De pronto una
mujer apareci ante m; el otro da, una
mujer en camisn me detuvo en una de
esas calles cerradas que son la
madriguera de mis amores. Una de las
chicas, las lesbianas o bellezas de los
aos treinta. Por un instante cre que era
Bobby.
Me cogi del brazo; los nervios de
sus dedos se crisparon como pulgas. Las
lgrimas formaban arroyos en las
arrugas de su cuello. Aydame,
aydame. Me asom a su necesidad con
el encogimiento y la cobarda ante la luz
de una hora del da o de la noche que no
se reconoce. Y eso era precisamente lo
que en ella moraba: Qu hora es?
Quera saber si acababa de levantarse o
si estaba lista para acostarse; se le
haban escurrido las amarras de los das
y las noches. Cuando le pregunt qu era
lo que andaba mal, investig mi rostro,
la boca abierta y tensa, el lpiz labial
manchando los pliegues verticales que
interrumpan el contorno de sus labios:
eso era lo que andaba mal que no lo
saba, que no poda recordar qu era lo
que andaba mal.
La alej de la calle, a travs de unos
dobleces de niln azul dejaba al
descubierto el balanceo de sus oscuros
pezones en el extremo de dos alerones
de piel. La puerta de una casa pequea.
Lou Souliou escrito en hierro forjado
estaba abierta a sus espaldas. Le
ofrec ayuda para vestirse o volver a la
cama (suponiendo que hubiera estado en
la cama: ella misma no lo saba). Pero
en cuanto estuvimos dentro empez a
charlar con una animacin normal y
cotidiana. No mencionamos lo que haba
ocurrido en la calle. Se puso algo ms
parecido a un traje de terciopelo que a
una bata. Me ofreci caf o vodka.
Tena que haber una botella de vodka en
la nevera. Un poco de zumo de tomate?
Cuando oy mi francs macarrnico
respondi en ingls con el formal fraseo
norteamericano de un personaje de
Henry James. Fotografas y recuerdos en
una acogedora habitacin con tenue
luz como todas las casas de las
mujeres que viven por aqu. Una vida de
amplio alcance; algunos objetos
parecan peruanos, mejicanos de los
indios norteamericanos. El panetiere
provenzal con libros y pequeos tesoros
detrs de sus barras de madera, el
ahusado escritorio con florituras
cargado de peridicos arrollados, sin
abrir.
T eres la amiguita de Arnys,
no? En su bar nos hemos visto. Arnys
adora a la gente.
El amiguito de Arnys es Bernard,
pero supongo que sta deba de ser una
de las mujeres que me han visto tan a
menudo en el bar este verano. Cuando
vuelva otro ao tal vez recuerden a tu
chica, la chica de Madame Bagnelli, el
gran amor del profesor parisino que
estaba escribiendo un libro.
Yo quera irme y ella quera
retenerme por si la mujer que haba
conocido en la calle volva a tomar
posesin de su cuerpo. Vol cuesta
arriba a buscarte, a orte cantar mientras
tapizabas una vieja silla o pintabas las
uas de tus pies con una valiente capa
de esmalte rojo. Quera preguntarte
quin era y contarte lo que haba
ocurrido. Pero al verte, Katya, no dije
nada. A ti podra ocurrirte lo mismo.
Cuando yo no est. Algn da. Cuando
est en mi pas, o en Camern reuniendo
cosas con las que me encapriche, los
recuerdos que me llevar.
Las perspectivas: cules son las
perspectivas? Para la primera mujer de
Burger, la amante de Ugo Bagnelli, para
Rosa Burger.
T tienes los ruiseores cada mes de
mayo, y los pechos que dieron tan dulces
placeres son palpados clnicamente cada
tres meses en la rutina de prolongar la
vida. La cama donde se acostaba Ugo
Bagnelli cuando poda alejarse de su
familia en Toulon en la que yo duermo
ahora con Bernard no ser ocupada
por otro hombre tuyo. Como dice Gaby
Grosbois, slo puede haber un acuerdo,
una paga la habitacin de hotel, como la
mujer del dentista de Pierre y el polica.
El querido y viejo Pierre con su Levis
azul a su esposa no le preocupa que
todava pudiera encontrarse deseable; lo
nico que queda es hacer una broma
entre vosotras a costa de su impotencia.
Te res de ella cuando dice: Todava
conservas tu belleza, Katya; hoy te vi
bajo la buena luz que slo se encuentra
en el cuarto de bao entre las
habitaciones en penumbra de esta casa
en la que ojal pudiera quedarme el
resto de mi vida te he visto
arrancndote cerdas de la barbilla.
Es posible vivir dentro del mbito
de una persona, no de un pas. Pars,
Camern, Brazzaville; el terruo. Existe
la posibilidad con Chabalier, mi
Chabalier. Me dice que una vez
instalados en Pars, tendra a mi
Chabalier, que es el nico que cuenta.
No es desleal. No dice que no ama a su
mujer y a sus hijos: Vivo entre ellos, no
con ellos. Entre nosotros no
pronunciamos palabras rituales; no
quiero usar las que tuve que emplear
para entrar bonafide en una crcel.
Cmo lo saba l? Pero de alguna
manera lo estaba reconociendo en su
disgusto por coquetear como es debido
aquella primera noche en el bar.
A veces tengo que satisfacerla.
Se lo pregunt francamente: tendrs
que hacerle el amor cuando vuelvas a
casa. Sabamos que no slo me refera
al da en que se fuera de aqu, sino
cuando est viviendo cerca del lyce
y l haya estado conmigo. Nunca miente
y la ma era una pregunta que, sin duda,
slo puede hacer una extranjera. Lo
comprendo. No estoy celosa aunque he
visto su foto ella apareca en la que
me mostr cuando le dije que quera ver
a sus hijos. Es una mujer bonita, con una
cabeza insolente y decidida, a la que
imagino diciendo, como me contaste que
dijo la mujer de Ugo: Puedes tener todas
las mujeres que quieras mientras yo no
me entere.
Una burguesa indestructible
dijiste de la mujer de Ugo y reiste
generosamente, Katya. Eso estaba
muy bien. Yo no quera destruir a nadie,
no quera nada de ella y tuviste a tu
Bagnelli ms de quince aos. Bobby
tuvo a su coronel. Es posible.
Incluso podramos tener un hijo.
Eres el tipo de mujer que puede
hacerlo me ha dicho. No tendra
miedo de que tuviramos un hijo. En
general no estoy de acuerdo con la idea
de que una chica deba seguir adelante y
tener un hijo slo porque quiere
demostrar que no necesita un marido
lo mismo que demostrar que es capaz de
obtener un ttulo. Ahora no es ms fcil
que antes. Un chico sin familia, sin
hermanos mi hermanas pero nuestro.
Un nio para tu padre.
En la edad mediana tendr un hijo
joven que ira al Liceo Louis le Grand y
llevar el nombre de Lionel Burger; no
necesitar reivindicar el apellido de los
hijos de Chabalier. Tenemos familia en
Pars, mi nio y yo: a veces pienso que
algn da, cuando viva all, la buscar,
buscar a la prima Marie, que
promociona naranjas. En Pars no habr
ninguna razn para evitar a nadie en
cuanto tenga documentos nuevos. Ser
libre de hablar. Libre. Y si encuentro a
Madame Chabalier en compaa de su
marido en una de las reuniones de
izquierdistas?
No importa. Probablemente os
caeris bien. T hablars con ella como
con cualquiera con quien tienes ideas
polticas ms o menos semejantes eso
es todo. Ella intenta aguantar saca la
correosa rodaja de limn del vaso
despus que se ha comido la suya, y la
chupa. No le has hecho ningn dao.
No quiero saber nada ms de ella,
no quiero conocer sus debilidades ni
calcularlas. Lo que yo tengo no es para
ella; l me da a entender que su mujer no
sabra qu hacer con eso y que no es
culpa suya.
Uno est casado y no hay nada que
hacer.
Sin embargo me ha dicho que se
casara conmigo si pudiera, queriendo
decir: deseo intensamente estar casado
contigo. Lo ofend un poco al no
mostrarme conmovida. Son otras cosas
que me ha dicho las que corresponden al
texto segn el cual vivo. En realidad no
s si deseo alguna forma de
manifestacin pblica, de posicin, de
cdigo como el matrimonio. No hay
nada ms privado y personal que la vida
de una amante, verdad? Externamente,
nadie sabe siquiera que somos
responsables el uno ante el otro. La
amante de Bernard Chabalier no es la
hija de Lionel Burger; indudablemente
no es responsable del Futuro, puede ir a
hacer buenas obras en Camern o
contemplar el unicornio en la foresta de
tapicera. Este es el ser que nunca ha
sido, me recit una poesa acerca de
este unicornio, traducida del alemn.
Una criatura mtica. Un paradis invent.
Cuando te vi arrancarte la barba
cruel de tu suave mentn, tendra que
haberme acercado y haberte besado y
rodeado con mis brazos para protegerte
de la perspectiva de la decadencia y la
muerte.
Despus de un breve viaje de
investigacin a Crcega para su tesis,
Bernard Chabalier dedic sus
pensamientos a encontrar una slida
razn para justificar su necesidad de ir
tambin a Londres. Era bueno en estas
cuestiones; sumamente experimentado y
prctico, empez convencindose a s
mismo. Una vez superada esta prueba
el rostro que habitualmente se arrugaba
en irnico escepticismo y diversin ante
proposiciones sospechosas, acept sta
como pasable, confiaba en poder
convencer a quien fuera necesario.
Tendra que pasar unos das en
Londres para hablar con un colega
britnico s, por supuesto, de la
LSE se dedica al mismo tipo de
investigacin que yo. La influencia de la
contraemigracin en Inglaterra. No est
mal lo de contraemigracin. Creo que
acabo de inventarla. Los colonizadores
que regresaron de Kenya, los rodesianos
que est volviendo desde la Declaracin
Unilateral de Independencia, los
paquistanes, huelga decirlo, los
antillanos. A modo de comparacin: un
captulo corto con fines comparativos.
La mutacin de los valores anglosajones
post coloniales frente a Esas cosas
son estupendas para una tesis. Toques de
erudicin. Impresionan a los
supervisores apenas era necesario
plantear estas cuestiones a su mujer (se
llama Christine) y a su madre, para
quienes las necesidades de la tesis eran
prioritarias. Si sentarme en lo alto de
una columna en medio del desierto fuese
la mejor manera de obtener el doctorado
me enviaran, sin la menor compasin,
una botella de Evian para asegurarse de
que en caso de estar a punto de morir de
sed no bebera agua con grmenes. Son
ambiciosas por m, te lo aseguro. Ellas
tambin hacen sacrificios, es verdad
Cuatro das y tres noches juntos en
Crcega haban permitido a Rosa Burger
y Bernard Chabalier degustar la
experiencia de estar solos, una pareja en
estado puro, la incomparable
experiencia de que no corran peligro de
perder en el intento de prolongacin que
es el matrimonio. Pero la alegra sin
exigencias porque la presencia
constante del otro, la sensacin y el
ritmo de la respiracin, el olor, el tacto,
la voz, la vista, la interpretacin mutua
era la provisin total se convierte en
una nica exigencia unificadora. De la
pareja; sobre el mundo, sobre el tiempo:
volver a experimentar ese equilibrio
perfecto. Una resolucin impetuosa,
fuerte, bronca, de ojos entrecerrados,
fundida en deseo, rozando los lmites,
derribando todo lo que vuelve
improbable e incluso imposible el
trnsito de la voluntad. Rosa Burger y
Bernard Chabalier no tenan muchas
oportunidades de vivir juntos das
enteros con sus noches mientras sus
cuerpos se velaban mutuamente en el
sueo como las efigies de tumbas
vecinas que representan cuerpos
enamorados y desertados por la muerte.
Si los das y las noches han de contarse
con los dedos, la suma es importante. A
Rosa le pareci brillante la idea de
Londres porque en un contexto urgente
las ideas slo tienen que ser factibles
para resultar brillantes. Estaba en
condiciones de complementar la
ocurrencia bsica de Bernard, su razn
para ir a Londres. Un hotel era
peligroso; por retirado que fuese,
alguien que conociera a alguno de los
dos poda alojarse all; al fin y al cabo
siempre existen sobradas razones para
buscar lugares recnditos. Ella dispona
de un piso tena acceso a la llave de
un piso en Holland Park, que nunca
haba usado. Jams haba estado en
Inglaterra, en Londres. Le pareca bien
Holland Park? A Bernard le encant la
idea de mostrar Londres a la jeune
anglaise (los franceses del pueblo
donde la haba conocido no saban hacer
distinciones de origen entre los
extranjeros de lengua inglesa). Holland
Park era ideal! Un corto trayecto en
metro hasta el West End.
Y a qu distancia de la London
School of Economics?
Ataques de risa y parloteo.
Lejos de nuestra ruta, nunca la
encontraremos, no te preocupes. Pero mi
colega s que vive en Holland Park y me
conseguir una habitacin en casa de
unos amigos h? Ser ms barato que un
hotel y si alguien llama por telfono.
Rosa entiende la pausa, deduce, la
anciana Madame Chabalier ha sufrido
un infarto, de hecho dos, y siempre tiene
que haber una manera de llegar a su hijo
, no tiene nada de particular que otra
persona que vive en la misma casa
atienda, no?
S. Y otra vez s. S a todo, a medida
que empieza a alcanzarse lo que no se
poda hacer, con el entusiasmo de las
soluciones prcticas seguidas paso a
paso y atentamente planeadas, porque la
negligencia produce heridas y nadie
debe resultar herido si Bernard
Chabalier y Rosa Burger han de
permanecer intactos e inalcanzables.
El 7 de septiembre Bernard
Chabaiier reuni las pginas escritas a
mquina y las notas manuscritas
dispersas en ordenado desorden por
toda la habitacin donde haba trabajado
y hecho el amor, ambas cosas bien
tena que admitirlo; testigo singular, esa
habitacin con la que no quera volver a
enfrentarse bajo otras circunstancias,
nunca y volvi a Pars. Faltaba una
semana para el comienzo de las clases
en la escuela donde era profesor. Una
decisin razonable. Faltaba una semana
para el comienzo de las clases en las
escuelas de sus hijos; sa era la razn.
Poda volver un da y entrar en su aula
al siguiente haba enseado muchas
veces lo que deba ensear, pero a sus
hijos les gustaba que los acompaara
cuando haba que comprar lpices y
cuadernos y zapatos nuevos como
preparativos para el nuevo curso. Haba
hablado con Rosa acerca de su
conciencia de que no saba, ms all de
cierto nivel elemental, cmo deba
comportarse para ser lo que l mismo
etiquetaba como padre constante,
cmo satisfacer necesidades que deba
adivinar; por el momento se limitaba a
hacer lo que pareca complacer ms
obviamente a los nios. No le dijo que
la fecha que haban acordado para su
partida corresponda a un caso
especfico. Este era el tipo de cosas que
ella adivinaba y tendra que adivinar en
la clase de vida que vivan y viviran;
no era necesario plantear el supuesto de
que un profesor necesita una semana
para asumir esta identidad. Amando a la
chica, en cualquier sitio ajeno al estado
puro, el principio de que nadie deba
resultar herido inverta su posicin de
posible perpetradora en posible vctima.
Si nada se deca y no obstante ella
comprenda por qu l estaba
comprometido consigo mismo a
marcharse ese da, ste sera otro de los
sobreentendidos que uniran firmemente
a Rosa Burger y Bernard Chabalier.
Se fue un da distinto al que
especificaba el billete areo. Las
muchedumbres de vacaciones ya se
haban marchado, pero los antiguos
huesos de piedra de la aldea contenan
la mdula estival. El azul del mar,
triunfante a pesar de su contaminacin,
era slido. Por contraste, las montaas
se esfumaban en delicados halos de
bruma solar, sin memoria de la nieve,
que nunca retornara. En el coche de
Madame Bagnelli aroma a geranios a
travs de las ventanillas en lugar de
vapores de gasolina, y los viejos
jugando bajo los olivos en el
aparcamiento vaco de coches, tal como
Rosa lo vera jugar a l cuando
envejeciera. Conduca ella y tal vez su
concentracin (todava incapaz de
confiar en sus reflejos para mantenerse
del lado derecho del camino en vez del
izquierdo como era norma en su lugar
de origen) mantuvo a raya la
desesperacin que acometi a Bernard,
de modo que a su lado las manos le
temblaban y respiraba con la boca
abierta.
Pero dentro de unas semanas se
encontrara con ella en Londres.
Entretanto le buscara el apartamento en
Pars, en el quartier del lyce; ella se
instalara en Londres a esperarlo, en el
piso que siempre estaba a su
disposicin. El pedira una semana de
permiso no haba faltado por
enfermedad ni por estudios un solo da
en diez aos, le importaba un rbano que
el trimestre acabara de empezar y
volveran juntos a Pars el mismo da, si
no en el mismo avin, o sea juntos. No
era una separacin sino el inicio del
compromiso de estar precisamente as:
juntos. Ya no eran una de las aventuras
de la aldea. El le telefoneara todos los
das; una vez ms volvieron a hablar de
la mejor hora para hacerlo tambin
ella era muy hbil en los tejes y manejes
de la intimidad. Rosa no llor, pero l
estaba impresionado por todo lo que
haba tenido que pasar con el fin de
aprender a no llorar, algo que no poda
desaprender. Todo eso cay de nuevo
sobre ella, pero de pronto volvi su
pequeo perfil a la manera que se
modifica el ngulo de un espejo para
mostrar el rostro pleno, los grandes
labios serenos, los ojos del color de las
conchas de mejillones negros (Bernard
tard semanas enteras, muy influido por
el entorno en el que se mova con ella e
incluso por fin! reconocindose a
s mismo como un ejemplo de la
preocupacin francesa: las cosas que
coman, decidir el color).
T eres el nico hombre que he
amado entre aquellos con los que he
hecho el amor. Por eso siento que t
puedes hacer que todo sea posible para
m.
Qu cosas?
Rosa cogi la lengeta del billete
que sobresala del contador en la
barrera del aparcamiento del aeropuerto
y no reaccion en seguida cuando
aqulla se levant. El le observ la boca
con la apasionada atencin de los
placeres que all encontraba. La
mandbula era casi fea; ella se
empeaba tan poco en ocultar algo nada
bello como en fomentar las hermosuras
de su semblante. Sus labios se movieron
en busca de formas para la plenitud: el
placer de s misma, la inocente y
jactanciosa confianza de ser, la certeza
de dar lo que seria recibido, aceptado
sin cuestionamientos. Antes de arrancar
lo intent.
No s. Cosas que no conoca. Que
he descubierto. A travs de ti.
A travs de m! Querida ma,
debo decirte que a veces contigo me
siento como un nio al que echan de la
sala mientras los adultos hablan, y que
ahora he crecido que he vivido toda
mi vida all
Cunto le encantaban los giros de su
fraseo! Rieron juntos de l, en el viejo
coche de Madame Bagnelli que los
llevaba a una parada, al destino de aquel
da. Las risas se tornaron abrazos y en el
estado de descarada borrachera
recproca, totalmente confiada, se
separaron por un rato. Menos de dos
horas ms tarde, desde el aeropuerto
Charles de Gaulle donde acababa de
aterrizar, Bernard Chabalier
encontrando una excusa para alejarse
unos minutos de quienquiera fuese
(Christine con o sin los nios, la madre
anciana) que haba ido a su encuentro
telefone a Rosa Burger. Esta vez le dijo
con tono de contundente maravilla: Eres
para m la criatura ms querida de este
mundo. Ella llor con una emocin
desconocida, un nuevo aspecto de la
alegra, una extraa experiencia.
Parti a Londres diez das despus,
en tren, porque era el medio ms barato.
Haba ganado algo de dinero ejerciendo
su profesin con gente a la que haba
sido recomendada, en los puertos para
yates, pero la libreta de travellers
checks que haba llevado a Europa
estaba casi vaca. No se senta
especialmente inquieta. Haba
telefoneado a Flora Donaldson a
Johanesburgo y le explic que despus
de pasar el verano en Francia quera
visitar Londres. Un tipo de itinerario
normal para unas vacaciones en el
extranjero; Flora como Rosa saba
muy bien que poda esperar de
cualquiera de los amigos y/o conocidos
de su padre no le hizo preguntas
susceptibles de sugerir otra cosa ni
expres ninguna sorpresa o reproche por
el hecho de que la hija de Burger
hubiera viajado sin hablarle de su
intencin a nadie, sin explicar cmo
haba sido posible, sin despedirse de
quien se consideraba, justificadamente,
la amiga ms ntima de la familia, que
haba permanecido a las puertas de la
crcel con la chica cuando sta tena
catorce aos y padeca los retortijones
de la primera regla. No inform a Flora
con quin ni dnde estaba en Francia.
Flora le dijo a quin deba pedir la llave
del piso de Holland Park y encontr la
forma de hacerle saber que si necesitaba
dinero tambin era una cuestin que
poda arreglarse. La voz del pasado
sonaba muy cercana y con timbre de
soprano a causa de la excitacin que
siempre la embargaba ante la
perspectiva de mezclarse en problemas
de evasin e intriga. Rosa tambin
encontr el modo de agradecrselo,
aunque supo explicarle que no
necesitaba dinero. De repente Flora
Donaldson dio la impresin de hablar
como si no se la oyera claramente:
Pero cmo ests t? Cmo
ests? Realmente bien? Cmo ests?
La pequea Rse dej atrs los
vestidos de verano que le haba hecho
Gaby Grosbois porque se saba, en el
sur de Francia, que los otoos ingleses
eran como el invierno de cualquier otro
sitio, y el verano siguiente volvera a
hospedarse con Madame Bagnelli.
Oh, mucho antes. Volvers para
navidad o para Paques, en esas fechas
Bernard las cosas pueden ser difciles
para ti en Pars. En cualquier momento,
sta ser siempre tu casa. Aqu las
mimosas brotan la semana de navidad
los besos clidos en las mejillas, el
fuerte olor a deliciosa sopa de verduras
y a barniz para madera. Y los
ruiseores?. Por supuesto! En mayo,
ven en mayo y te estarn esperando.
La calle londinense no era un tnel
atravesado por una lluvia sucia y por la
niebla, tal como decan. Los rboles
eran de un fuerte verde sereno.
Alfombras soleadas junto a las ventanas
alargadas, frente a la estera espaola de
Flora Donaldson. Una planta baja con
una franja de jardn compartido que
descenda desde los pltanos. Pjaros
negros (urracas? Pjaros de tarjetas de
navidad del hemisferio norte) soltaban
dulces exclamaciones desde una
silvestre domesticidad de hierbas sin
cortar y margaritas.
Parece una casa! Sonaba
emocionada, por telfono. Una especie
de esfera de reloj de madera con un rabo
de vaca mvil para indicar cuntas
botellas deba dejar el lechero en la
puerta. Una pared llena de libros y un
congelador lleno de alimentos,
suficiente para aguantar un sitio. Pero
los franceses no saban cmo era
Inglaterra Inglaterra era el sol, los
pjaros, los amantes ocultos en el
csped. Apenas paraba en casa. Paseaba
por los parques y tom el barco a
Greenwich. No conoca a nadie y
hablaba con todo el mundo. Bernard
Chabalier se vio obligado a postergar su
llegada otras dos semanas porque uno de
sus colegas haba contrado oreillons y
el lyce estaba escaso de personal.
(Qu demonios? No conoca el
nombre de esa enfermedad en ingls
pero describi los sntomas: paperas, de
eso se trataba, paperas). No slo la
llamaba todos los das excepto los
domingos, sino que le escriba largas
cartas; la demora sirvi meramente para
darle ms tiempo en el goce de la
anticipacin del momento en que
estaran juntos, solos, entre tantos
placeres. Segua un curso audiovisual de
francs en el centro estudiantil
costaba muy poco y era excelente. Se
haba presentado en el Consulado
Francs y estaba a la espera de
informacin acerca de la validez de su
ttulo de fisioterapeuta en Francia. El
haba hablado confidencialmente con el
presidente del Comit Antiapartheid en
Pars con el fin de conseguirle
residencia permanente y un permiso de
trabajo, con toda probabilidad usando
expresiones como un miembro annimo
de una familia blanca cuyos miembros
son vctimas destacadas del apartheid.
Incluso entre Pars y Londres, por
telfono o en las cartas, l no fue ms
all de hacerle saber que haba
hablado con unos amigos, como si
otro amante adoptaba los tics de su
amada en el deseo de identificarse con
la forma de vida que la haba
conformado antes de conocerla
asumiera las costumbres de un pas que
desconoca.
Aparte de la precaucin de
inscribirse en el centro estudiantil bajo
un apellido que no era el suyo aunque
por motivos privados ms que polticos
, Rosa Burger se mostraba
relajadamente comunicativa y no
participaba en conversaciones cuyo
tema exigiera discrecin: intercambios
de palabras con madres jvenes acerca
del ingenio de los hijos que construan
casas con palos y hojas; discusiones con
barqueros sobre los peces que haban
vuelto a poblar el Tmesis; debates
entre condiscpulos acerca del
significado de tal o cual escena en una
pelcula japonesa que todos haban
visto. Sus respuestas rpidas no
llegaban al punto de permitirle verse
envuelta en ligues de bares: posea la
sonriente e invencible habilidad para
desviar tales intentos, habilidad slo
posible en una mujer que ya est
enamorada. Pero asisti a una fiesta con
una joven pareja de indios que estudiaba
francs con ella. La chica era originaria
de la India, pero el hombre hablaba
ingls con un acento que Rosa
reconoci, as como l reconoci el
suyo. En la reunin haba otros indios
sudafricanos; haba dicho a la pareja su
verdadero nombre pero les pidi que
por el momento callaran su identidad; el
resto de los invitados slo vio en ella a
una estudiante de su tierra. Volvi a
encontrarlos en el piso de la joven
pareja. Esos encuentros casuales
ejercieron el curioso e imprevisto efecto
de hacerle pensar, o soar despierta, en
buscar a la gente que se haba ocupado
de evitar, porque no poda imaginarse a
s misma deseando lo contrario. Ahora
se vea hablando con ellos, acompaada
por Bernard Chabalier. La siguiente vez
que una de las fieles en el exilio
telefone al piso con la esperanza de
encontrar a Flora, Rosa no respondi
como una ocupante annima; acept el
entusiasta supuesto de que aquella se
presentara; un sbado por la tarde
estuvo en el Swiss Cottage, una
refugiada poltica entre otros, hablando
de los viejos tiempos. Se supona que al
igual que ellos seguira en la lucha de un
modo u otro; alguien dijo que haba
mencionado Francia como su base de
operaciones. Fue a otra reunin; en esta
ocasin result ser en honor de una
delegacin del Frelimo de paso por
Londres para pedir ayuda al gobierno
britnico. Algunos hombres de Samora
Machel haban asistido a la escuela o a
la universidad en Sudfrica. En la causa
revolucionaria comn al frica
meridional entre los negros de
Mozambique, Angola, Rodesia y
Sudfrica, el gobierno del Frelimo
formaba parte de la autorrealizacin de
los negros sudafricanos, era una prueba
de su existencia. Mozambiqueos negros
que eran jornaleros migratorios todava
trabajaban mano a mano con los negros
sudafricanos en las minas de oro y como
sirvientes de hoteles y casas a todo lo
largo y lo ancho de Sudfrica. Los
exiliados de ambos pases haban estado
juntos en campo de refugiados, juntos
haban sido entrenados como
guerrilleros en recnditos lugares del
mundo, tomando partido en las luchas
internas por el poder, las divisiones y
los nuevos alineamientos; los unos
hablaban el idioma de los otros, y el
ingls del blanco que haba
industrializado culturalmente el extremo
de su continente aun all donde la lengua
del poder colonial era el portugus. No
era fcil saber cules de entre los negros
de la ruidosa y atestada sala eran de
Mozambique y cules de Sudfrica. Al
menos entre los que llevaban el
uniforme del liderazgo: los trajes bien
cortados y las chaquetas estilo Mao
contaban con el favor indiscriminado
del mismo sujeto de rostro autoritario y
esclarecedor, tanto si perteneca al CNA
o al Frelimo, y pasaban de grupo en
grupo. Alguien pronunci un discurso
sobre el Frelimo y el principio del fin
del imperialismo colonialista en el
frica austral. Otro pronunci un
discurso acerca del Congreso Nacional
Africano y la lucha contra el racismo y
el fascismo mundial, vinculando a
Vorster con Pinochet. Unas pocas
palabras fueron dichas
espontneamente y desarrolladas en
una elega con la elocuencia de uno (de
los files) que haban bebido lo suficiente
para calibrar su gran momento sobre
los grandes hombres que no haban
vivido para ver las fisuras de la
opresin en el frica meridional
Xuma, Luthuli, Mondlane, Fischer, y por
supuesto Lionel Burger, que esa noche
ocupaba especialmente los pensamientos
de mucha gente porque alguien muy
cercano a l y su esposa, Cathy Jansen,
otra estupenda camarada se
encontraban entre ellos. El papel de
Lionel Burger en la lucha; la callosidad
y la cobarda del gobierno de Vorster al
mantener en la crcel a un hombre
anciano y agonizante, en contraste con la
valenta de ese mismo hombre, invicto
hasta su ltimo aliento, que rechaz la
concesin de compasivas apelaciones en
su nombre, que nada pidi a Vorster
salvo justicia para el pueblo. El
gobierno racista blanco haba robado su
cadver pero su espritu estaba en todas
partes en Mozambique, en esta sala,
esta noche. Una anciana inglesa blanca
se acerc a la chica y la bes. Se la
llevaron de all para presentarla al
contingente del Frelimo. Un maduro
miembro del CNA record las campaas
de los aos sesenta, trabajando con
Burger. Ella sonrea y agradeca, como
una novia durante la boda o una actriz
entre bastidores. En su intimidad estaba
a su lado Bernard Chabalier,
mantenindola a buen resguardo en otro
orden de realidades.
Un periodista del Guardian le
pregunt si exista la posibilidad de
hacerle una entrevista. Un productor de
la televisin independiente quiso
acordar una charla con ella para incluir
a Lionel Burger como tema en una serie
de televisin que llevaba el ttulo
provisional de A hombros de la
historia. Tendra acceso a fotos,
cartas, adems de (afortunadamente) el
testimonio de muchos exiliados que se
encontraban en Inglaterra y podan
hablar de l? Rosa mencion una fuente
en Suecia. El hombre la gui
solcitamente hasta la mesa donde se
pescaban salchichas calientes en una
enorme olla. Unos cuantos jvenes
negros coman con espritu de clan, de
espaldas a la sala. El hombre irrumpi
entre ellos, hablando sobre su proyecto,
presentndole a uno o dos que conoca,
murmurando el civilizado borboteo
ingls que ocultaba su desconocimiento
de los nombres de los dems. Los
agrupados dieron la lacnica respuesta
de gente que se siente invadida. Rosa
mir a uno que, con sus altos hombros
hundidos hacia el plato, mientras
masticaba la contemplaba como si de
alguna manera lo estuviera amenazando.
Le haba tendido por un segundo su
mano delgada, caliente y seca, y luego
apual una salchicha de piel dura con
el tenedor. Rosa cogi su plato; el grupo
que ahora inclua al hombre de la
televisin y a ella fue nuevamente
invadido por otro, Rosa pas a formar
parte de un nuevo alejamiento, de un
nuevo ncleo. Pero no particip de la
conversacin de este ltimo. Comi
lentamente y bebi su vaso a sorbos
regulares. Poco despus dej de lado el
plato y el vaso, como ante un
llamamiento; la persona que hablaba a
su lado pens que haba sido llamada
por alguien que estaba fuera de todo
ngulo de visin salvo el de ella. Volvi
junto a la camarilla de jvenes negros.
Rechinando palabras y bocados l
hablaba bajo, en xosa, con su vecino,
pero el toque que l le haba dado antes
se interpret a s mismo y ella lo
interrumpi:
Bassie la respuesta a una
pregunta.
Un trozo de piel o de cartlago que
se negaba a bajar por la garganta. Trag
notoriamente. Los tendones que unan la
boca con la mandbula tironearon hacia
el lado izquierdo mientras intentaba, con
los msculos de la mejilla, desalojar
algo encajado entre dos dientes. El
movimiento se transform en dispersin;
en una sonrisa resucitada, desenterrada,
una vieja prenda de vestir todava
adecuada.
S. Rosa.
Ella avanz torpemente (l dej de
lado su plato).
Ella recurri al saludo de los
extranjeros aprendido en todo encuentro
en cafeteras, bares y esquinas, se estir
para rozarle ambas mejillas. El se sec
la boca como si la de ella se hubiese
posado all.
S, Rosa. Te vi cuando entraste.
La conversacin pareca seguir
alguna frmula, como una carta tipo
copiada de un manual que trata de
saludos de cumpleaos, nacimientos y
defunciones.
Entonces vives aqu; llevas fuera
mucho tiempo?
Un par de aos, por aqu y por
all.
Y antes?
El arrug la frente para restar
importancia a toda cronologa, o para
establecer una constante en su vaguedad.
Alemania, Suecia. Estuve dando
vueltas.
Estudiando algo? Cmo es
Suecia? Me han invitado a ir pero nunca
hice nada por llevarlo a la prctica.
Parece gente muy servicial.
El solt una risotada triste y amarga.
Estn muy bien.
Estuviste trabajando o?
Se supone que estudiaba
econmicas. Pero el idioma tienes
que pasarte dos aos aprendiendo el
idioma antes de seguir un curso en la
universidad. De lo contrario no
entiendes lo que dicen en clase.
No me lo imaginaba! Tiene que
ser espantosamente difcil.
Oh, simplemente renuncias,
abandonas.
Y Alemania?
Est muy bien. Quiero decir que
sabiendo afrikaans no es tan difcil
captar un poco de alemn.
Aqu sigues algn curso o ya te
has graduado?
El pareca dudar entre responder o
no; dio la impresin de no saber la
respuesta.
Bien, aqu, una vez que vives en
este lugar una carcajada, por primera
vez toda su cara tembl. En realidad
an no he vuelto, como debera, a los
estudios. Antes tengo que aprobar
algunos exmenes
S me pregunto si a m me
permitiran trabajar aqu. Si
reconoceran mi ttulo.
Pero t has asistido a una
universidad, no? como muchos
negros de su pas natal (de l y de ella)
para quienes el ingls y el afrikaans son
tingue francbe, no lenguas madres,
utiliz la frase traducida literalmente del
afrikaans, en lugar del equivalente
ingls.
S, pero no todos los ttulos son
internacionales. De hecho, muy pocos lo
son. Hice uno que tena que ver con la
medicina. No era lo que realmente
quera pero las razones, para l,
estaban implcitas.
Pens que seras mdico, como tu
padre.
El hombre de la televisin haba
vuelto con una joven pareja que
esperaba serle presentada a Rosa,
escuchando con amables movimientos
de los ojos de una cara a la otra, con el
propsito de no perderse nada.
Es increble la forma en que
prosigui con su trabajo en el interior de
la crcel. Es verdad que los carceleros
solan consultarle sus dolencias y lo
preferan a los mdicos de la prisin?
No tenan miedo de que los envenenara
o algo semejante? ri con Rosa, se
volvi hacia la pareja. Un hombre
fantstico. Estoy inspirado para hacer la
serie. Esta es su hija, Rosa Burger
Polly Kelly, Vernon Stern. Dirigen la
AAA de las universidades, que no tiene
nada que ver con el RAC; es la Accin
Antiapartheid.
No haba necesidad de presentarles
a nadie ms; la pareja salud con un
gesto a su alrededor, era conocida de
todos los presentes.
En medio de la conversacin, Rosa
se puso apremiante.
Cundo nos vemos? sin que
mediara respuesta agreg: Ven a
verme. O yo ir a verte a ti. Podemos
encontrarnos en algn sitio donde t
digas. No conozco Londres. Ests muy
ocupado?
No estoy ocupado.
Rosa pidi prestado un bolgrafo a
alguien, que lo sac del bolsillo de la
chaqueta, sin interrumpir la
conversacin con Kelly y Stern sobre la
mano de obra migratoria. Escribi su
domicilio y el nmero de telfono, le
meti el trozo de papel en la mano. El lo
estaba observando cuando alguien le
habl a Rosa y reclam su atencin.
Estuvo por all toda la velada, no lejos
de ella, que una a dos veces le sonri,
aunque Bassie debi de sentir sus ojos
en l, pero no volvieron a estar juntos
entre el gento. El siempre haba sido
esbelto, del tipo que se volver alto y
delgado. Un chiquillo de ojos estrechos,
casi orientales, y las diminutas orejas de
su raza las del hermano de Rosa eran
el doble de grandes cuando hicieron las
comparaciones anatmicas que suelen
hacer en secreto todos los nios por
curiosidad sexual y asombro cientfico.
Ahora haba una irregularidad en su
mirada cuando la paseaba por la sala;
cuando estuvieron juntos ella haba
notado que su ojo derecho sobresala un
poco y vacilaba, desenfocndose. Una
cicatriz le atravesaba la frente; una vieja
cicatriz con pequeos puntitos donde
haban estado las suturas pero en
aquellos tiempos nada tena. La pareja
de universitarios la sigui de grupo en
grupo; se convirti en el centro de unas
mujeres que queran saber de qu
manera el movimiento feminista poda
tener una funcin explcita en la
situacin sudafricana (tendra que
habrselas remitido a Flora), y volvi
por intermedio de diversas personas
que la reclamaban con sus amigos
indios, que explicaban al periodista del
Guardian la asociacin de su padre
con los lderes Dadoo, Naiker,
Kathrada. Muy tarde, habl a solas con
uno de los hombres del Frelimo cuya
pasin por su pas era un revelacin,
vista desde la distancia de los europeos
que la haban aceptado como a una de
ellos y que slo entendan el
nacionalismo en trminos de
chauvinismo o asqueada apata. La
acometi agradablemente un anhelo
sensual, la oleada de relajacin despus
de un bostezo; ansia de Bernard, de
exhibir a ese hombre ante Bernard
Chabalier.
Cuando tu delegacin vaya a
Francia, me gustara que conocieras a
alguien.
El hombre se mostr entusiasmado.
Estoy interesado en todo el que
est interesado en Mozambique
Comprendes? Cualquiera que pueda
ayudarnos. Necesitamos apoyo de la
izquierda francesa. Y lo tenemos, s.
Pero lo que ms necesitamos es dinero
del gobierno francs.
La blanca bonita dijo que no poda
prometerle eso pero comeran juntos
los tres, beberan algo de vino. Sus
fechas de llegada a Pars, en la medida
en que podan predecirlas a partir de sus
intenciones presentes, coincidan. Rosa
prometi confirmrselo tras la habitual
llamada desde Pars al da siguiente.
El telfono sonaba enterrado en la carne.

Bernard.
Tambaleante el vrtigo del sueo
chocando alegremente contra objetos
en la oscuridad, hacia la sala.
La voz de la tierra dijo: Rosa.
S.
S, Rosa.
Eres t, Baasie?
No una larga pausa vacilante.
Lo eres.
No soy Baasie, soy Zwelinzima
Vulindlela.
Lo siento, as surgi esta noche
es ridculo.
Sabes lo que significa mi
nombre, Rosa?
Vulindlela? El apellido de tu
padre tampoco s si el mo tiene
algn significado ciudadano,
ciudadano fuerte tratando de
complacer al otro, aunque a semejante
hora tal vez haba bebido demasiado.
Zwel-in-zima. Ese es mi nombre.
Tierra doliente. El nombre que me dio
mi padre. T conoces a mi padre. S.
S.
S? S? Lo conociste antes de
que lo mataran.
S. Cuando ramos nios. T
sabes que lo conoc.
Cmo lo mataron? No lo sabes,
no lo sabes, no lo sabes, no hablas de
eso.
No porque no quiero decir lo
que dijeron ellos.
Dilo, dilo
Lo que ellos siempre dicen es
que lo encontraron ahorcado en su
celda.
Cmo, Rosa? No sabes que te
quitan los cinturones y todo lo dems?
Lo s.
Se colg con sus propios
pantalones de preso.
Baasie no dice ese nombre pero
est presente en su voz, en su intimidad
infantil:
Te pregunt si queras venir a
verme o si queras que fuera a verte
yo, maana, pero t
No, te estoy hablando ahora.
Sabes qu hora es? Yo lo
ignoro me levant para atender el
telfono en la oscuridad.
Enciende la luz, Rosa. Te estoy
hablando.
Ella no usa ningn nombre porque no
tiene ninguno para l.
Estaba profundamente dormida.
Podemos hablar maana. Ser mejor que
hablemos maana, h?
Enciende la luz.
Un intento de risa:
Ser mejor que los dos volvamos
a la cama.
Yo no estaba acostado
ramalazos de ruidos bruscamente
interrumpidos como teln de fondo de su
voz; todava estaba en algn sitio, en
medio de gente que a cada rato abra y
cerraba la puerta.
La fiesta sigue animada?
No estoy hablando de ninguna
fiesta, Rosa.
Ven maana hoy, supongo que
ya es hoy, todava est tan oscuro
Entonces no encendiste la luz. Te
dije que lo hicieras.
Empezaron a pelearse.
yeme, no sirvo de mucho cuando
me despierto as. Y es tanto lo que
quiero Cuntos aos tenamos?
Recuerdo que tu padre o alguien, te
trajo de vuelta una sola vez. Cuntos
aos tenamos entonces?
Te dije que la encendieras.
Rosa implor, riendo.
Estoy tan cansada! Por favor,
hasta maana
Escucha. No me gustaron las
cosas que dijiste esta noche.
Que yo dije?
No me gust la forma en que ibas
de un lado a otro y hablabas.
El receptor adquiri forma y tacto en
la mano de Rosa, la sangre fluy hacia
su cerebro. Oy la respiracin de l y la
propia, la suya con aliento a ajo por la
salchicha a medias digerida.
No s qu responder. No entiendo
por qu me dices todo esto.
Oye, no me gust en absoluto.
Lo que yo dije? Acerca de qu?
Lionel Burger, Lionel Burger,
Burger
Yo no pronunci ningn discurso.
Hay que contarle a todo el mundo
que fue un gran hroe y que sufri mucho
por los negros. Todos tienen que llorar
por l y mostrar su vida por la tele y
escribir artculos en los peridicos.
Escucha, hay docenas de padres nuestros
enfermos y muriendo como perros,
echados a patadas de las localidades
cuando ya no pueden trabajar.
Envejeciendo y muriendo en la crcel.
Asesinados en prisin. Como si nada.
Conozco a montones de negros como
Burger. Pero no es nada, somos
nosotros, tenemos que estar
acostumbrados a eso, nadie lo mostrar
por la televisin inglesa.
El habra sido el primero en decir
lo que t ests diciendo. No consideraba
algo especial que un blanco fuera un
preso poltico.
Te besaban y te rodeaban, tu padre
muri en la crcel, fue terrible. Conozco
a montones de padres, de padres
negros
El no pensaba que lo que le
ocurri fuese ms importante.
Te besaban y te rodeaban
T lo conociste! Sabes que todo
esto es verdad! Es delirante que yo tenga
que decrtelo.
Oh, s, lo conoc. Diles que me
entrevisten a m para el programa de
televisin. Cuntales que tus padres
introdujeron al negrito en su casa, no por
la puerta trasera como hacen otros
blancos, no en el patio sino en el interior
de la casa. Que coma en la misma mesa
y dorma en el dormitorio, el
cabronzuelo negro dorma en la misma
cama. Y despus el cabronzuelo fue
arrojado otra vez a sus chozas de adobe
y sus casillas de hojalata. Su padre
estaba demasiado ocupado para
atenderlo. Siempre tena que huir de la
polica. Demasiado ocupado con los
blancos que aplastaran al gobierno y
dejaran que otro puado de blancos nos
dijera cmo debemos dirigir nuestro
pas. Uno de los negros mejor
domesticados por Lionel Burger tuvo
que escabullirse como una condenada
cucaracha, uno de esos bichos a los que
siempre es posible pisotear.
Tironeando del telfono el cordn
era corto, por un instante su voz se
perdi palp la suave y fra pared en
busca del interruptor: bajo la luz de las
lmparas la voz ya no estaba en su
interior, se retransmita dbil,
desmayada y desabrida en un sistema de
comunicacin pblica, en presencia de
una multitud.
Acerc el objeto a su cabeza,
apretando con la otra mano la mueca de
la mano que lo sostena.
Adnde te llevaron cuando nos
dejaste? Por qu no quieres decrmelo?
Al Transkei? Oh, Dios. A King
William? Y supongo que sabes aunque
quiz no lo sepas que Tony se ahog.
En casa.
Pero fue l quien nos ense a
nadar.
Zambullndose. Se golpe la
cabeza contra el fondo de la piscina.
No, no me enter. Tu negrito que
era de la familia no pudo aprovechar las
lecciones, no haba piscinas privadas en
los lugares donde estuve.
Cuando dejamos el parvulario no
haba ninguna escuela a la que pudieras
asistir en nuestra zona. Qu podran
haber hecho tu padre o el mo al
respecto? Mi madre no quera que tu
padre te llevara.
Y qu tena yo de especial? Era
un chico negro. Todo lo que tocis los
blancos se convierte en una
expropiacin. El era mi padre. Incluso
cuando nos liberemos querrn que nos
acordemos de darle las gracias a Lionel
Burger.
Rosa haba empezado a temblar. Los
dedos de sus pies descalzos colgaban,
cubrindose el uno al otro, como los de
un chimpanc nervioso en el zoolgico.
Y te hablo de hechos consumados.
El est muerto pero puedo decirte en su
nombre que nada quera tanto como esa
liberacin. No tengo por qu defenderlo,
pero tampoco tengo ms derecho que t
a juzgarlo.
La voz de l danz, se elev y choc
contra la de ella.
Bien, bien, ahora empiezas a
mostrarte.
A menos que quieras pensar que
ser negro te da ese derecho. Tu padre
tambin muri en la crcel, no lo he
olvidado. Djalos en paz.
Vulindlela! Nadie habla de l. Ni
siquiera yo recuerdo muchas cosas
sobre mi padre.
El temblor se irgui como el pelaje
de un perro en su lomo.
Quiero decirte algo. Cuando te
vea y podamos hablar. No ahora.
Y por qu tendra que verte,
Rosa? Porque incluso nos babamos
juntos? Como a la familia no le
molestaba la piel negra somos diferentes
a todos para siempre? T eres diferente,
de modo que yo tambin tengo que serlo.
Ni t eres blanca ni yo soy negro.
Ella estaba gritando:
Cmo pudiste seguirme por esa
sala como si fueras un hombre del
BOSS? Escuchando estpidas
palabreras! Por qu estamos hablando
en medio de la noche? Por qu me
telefoneaste? Para qu?
No soy tu Baasie, no sigas
pensando en el chiquillo que vivi
contigo, no pienses en ese hermano
negro, eso es todo.
Ahora ella no quera que l colgara;
deseaba que cada uno se mantuviera
enclavado en la voz del otro y de la hora
de la noche en que nada fortuito poda
liberarlos bien, bien, l haba echado
por tierra su capricho de volver a la
cama y enterrarlos a ambos.
Te dir algo ms. No nos
encontraremos, tienes razn. Vulindlela.
Con respecto a l y a m. Te dir algo. A
m me enviaron a llevarle un pase falso
para que pudiera volver a Botswana
aquella ltima vez. Lo entregu en cierto
lugar. Despus lo cogieron, fue entonces
cuando lo cogieron.
Y qu significa esto? Qu
sentido tiene para m? Ahora son los
negros quienes deben sufrir. No pueden
atraparnos aunque estemos atrapados, no
pueden matarnos aunque la muerte nos
coja en la crcel, estamos
acostumbrados a eso, no tiene nada que
ver contigo. Los blancos confinan a los
negros todos los das. Queras hacer tu
gran confesin? Por qu crees ser
distinta al resto de los blancos que se
han cagado en nosotros desde el da que
llegaron? El pudo volver y ser
aprehendido porque t llevaste ese pase.
Quieres que lo sepa por si se me ocurre
culparte por nada. Piensas que como me
lo dices todo estar bien para ti. No
fue culpa tuya quieres que te lo diga
para sentir que todo anda bien. Para ti.
Porque yo soy el nico que puede
decirlo. Pero l est muerto. Y qu
decir de los dems? A quin le interesa
saber de quin es la culpa? Mueren
porque los matan los blancos, la sangre
negra es la materia prima para quitarse
de encima a la mierda blanca.
Este tipo de conversacin sonara
mejor entre gente que est en el pas y
no entre gente como nosotros
impulsos de crueldad estimularon sus
vasos sanguneos sin calentar el fro de
los pies y las manos; mientras l hablaba
ella daba saltitos, encorvada,
balanceando su cuerpo, deseosa de
lanzarse sobre l en cuanto vacilara.
No s quin eres. Me oyes,
Rosa? Ni siquiera conoces mi nombre.
No tengo por qu decirte lo que estoy
haciendo.
Qu es lo que quieres? el
insulto la estremeci mientras segua
adelante. Ests buscando algo. Si es
dinero, debo decirte que no lo hay. Ve a
pedrselo a uno de tus ingleses blancos,
que pagarn pero no lucharn. Nadie
telefonea en medio de la noche para
quejarse del nombre que le daban
cuando era un cro. Has bebido de ms,
Zwelinzima pero puso el acento en la
slaba que no corresponda y l se ech
a rer.
Como si hurgara con un palo a un
animalejo que se retorca entre ambos:
Estabas loca por verme, eh, Rosa.
Qu quieres?
Podras haberlo dicho
directamente. Por qu no apartaste la
mirada cuando me acerqu a ti? Por
qu no pusiste en evidencia que me
haba equivocado de persona? Pero no,
me hiciste hacer el papel de tonta.
Qu poda decir? No fui yo quien
te busc.
Podras haber movido
negativamente la cabeza. Habra sido
suficiente. Cuando dije ese nombre. Te
habra credo.
Vamos, anda.
Te habra credo. No te haba
visto desde que tenas nueve aos y por
lo que saba podas estar muerto. Ests
en mi mente en la misma forma que mi
hermano que nunca crece.
Lamento lo de tu hermanito.
Podan haberte matado en el
monte con los Combatientes por la
Libertad. Tal vez eso es lo que yo
pensaba.
S, t piensas eso. No tengo que
estar vivo en tu mente.
Adis, entonces.
S, Rosa, de acuerdo, t piensa
eso.
Ninguno de los dos agreg palabra y
ninguno de los dos colg el receptor por
un rato. Luego ella solt los dedos
rgidos por el apretn y el objeto volvi
a su lugar. Las luces encendidas fueron
testigos.
Permaneci en medio de la
habitacin.
Dio un puetazo a la puerta al pasar,
corri hasta el cuarto de bao y cay de
rodillas ante el inodoro, vomitando. El
vino, los trozos de salchicha apoy la
cabeza, jadeando entre un espasmo y
otro, en el borde de porcelana,
chorreando baba por la boca mientras se
deslizaban las lgrimas del esfuerzo por
su nariz.
El amor no exorciza los temores pero
hace posible llorar, aullar al menos.
Como Rosa Burger haba llorado de
alegra una vez, sali del cuarto de bao
y se pase por el piso, encendiendo
todas las luces al pasar, sollozando y
apretando su fea mandbula, manchada,
metindose el puo en la boca. Durmi
hasta bien entrado el da siguiente: otro
medioda perfecto. La racha de buen
tiempo continu un poco ms. As, para
Rosa Burger, Inglaterra siempre tendr
este aspecto; hileras de sombras por la
calle soleada, los tmidos pies blancos
de gente que se ha quitado los zapatos y
los calcetines para sentir la hierba, el
sol serpenteando a travs de las sendas
que marcan las embarcaciones de paseo
en el antiguo ro; un lugar donde la gente
se sienta en bancos para beber al aire
libre a la puerta de los pubs, las chicas
arreglndose con los dedos sus
brillantes cabelleras.
Tres

Paz. Tierra. Pan.


Los hijos y los hijos de los hijos. El
lema de todo poltico reaccionario y de
todo revolucionario, y todo
revolucionario accede al poder como
poltico. Todo se hace en nombre de las
generaciones futuras.
Me han dicho que hasta la gente que
carece de convicciones religiosas a
veces pasa por la experiencia de tener
plena conciencia de los muertos. Una
ausencia vuelve a llenarse esto
sintetiza lo que describen. A m nunca
me ha ocurrido contigo; quiz sea
necesario estar en el entorno en donde
uno espera encontrar a esa persona y
nuestra casa fue vendida hace tiempo.
No les ped tus cenizas, contrariamente a
lo que afirma la historia apcrifa que los
fieles divulgan y yo no desmiento, segn
la cual me fueron negadas. A fin de
cuentas, t eras mdico y recoger un
puado de potasa esa vana reliquia
del cuerpo humano que t considerabas
un excelente ejemplo de funcionalismo.
Aunque apcrifa, en algn sentido tiene
su utilidad. Es probable que no me
hubieran entregado las cenizas en caso
de haberlas pedido.
No puedo explicarle a nadie por qu
razn esa llamada telefnica en medio
de la noche volvi imposible todo lo
que era posible. A nadie, no. No
entiendo por qu lo que l tena que
decir y su forma de decirlo incluso
antes de la llamada, incluso en la sala
donde nos encontramos me encoleriz
tanto. He odo con anterioridad todos
los clichs negros. S muy bien que, al
igual que los que utilizan los fieles, son
un intento por acostumbrar la
comunicacin ordinaria a significados
abrumadores en la existencia humana.
Golpetean los teclados mecnicos de los
tlex; el mensaje tiene que ser recibido y
ledo. Se convierten en enormes
mentiras que encierran enormes
verdades, an existentes en algn sitio.
He experimentado antes la misma
hostilidad: ser tratada como si no
estuviera all la chica y el joven en el
lugar de Fats, por ejemplo; despus no
me sent vil ni despreciable y encontr
armas a mano. Como la reaccin liberal
a comprender y a perdonarlo todo, esta
vengativa exaltacin me es extraa. El
hbito de ordenar en supuestos
objetivamente correctos y falsos la
posicin adoptada la sensata
costumbre de los nuestros me salva de la
ridiculez y la vanidad de la afrenta
personal. Una guerra en Sudfrica
producir, sin duda alguna, un enorme
sufrimiento humano. Tambin es
posible que en sus etapas iniciales
abarque un alineamiento en el que los
principales antagonistas caigan en los
campos raciales, lo que aadira otra
dimensin trgica al conflicto. Por
cierto, si existiera una perspectiva
razonable de un grupo lo bastante
poderoso entre los blancos unidos en
un futuro previsible con quienes
representan a la mayora dominante, la
sublevacin sera menos compulsiva.
Tu bigrafo me cit estas palabras en
busca de confirmacin de un fiel reflejo
de ese punto de vista. Entonces no veo
por qu he de estar tan desintegrada,
s; me disolv en lo que dijo, en el cido
de sus palabras. Por qu sentirme tan
humillada de haber automticamente,
sin pensarlo corrido hacia l en la
convencin del afecto, de los encuentros
casuales intercambiados con las mejillas
de los Grosbois, de Bobby, Georges y
Manolis, Didier un frotamiento de
narices aprendido de los esquimales?
Qu importaba eso?
Lo que se dijo fue reacomodado un
centenar de veces; las otras cosas que
poda haber dicho a cambio de las que
dije, o al menos lo que recordaba haber
dicho. Cmo puedo haber manifestado
las cosas que manifest? Dnde estaban
ocultas? No creo que t lo sepas. O
quiz, si hubiese crecido en otra poca y
disfrutado de una educacin poltica
abierta, habra sabido resolverlas.
Podran haberme ayudado.
Indudablemente Katya era ineducable en
este sentido. Nuestra Katya exagera
para impresionar; encantada me dejara
censurar, por ti o los dems, por haber
sido capaz de decir lo que dije. A
menos que quieras pensar que ser negro
te da ese derecho. Rechazada por l.
Odindolo! Deseando ser querida
cunto me desfigur. Qu sucia y fea me
vi en el espejo del cuarto de bao.
Corrompida. Con el propsito de
defenderte, aprovech la ocasin para
sacar a relucir la acusacin de ms-
bueno-que-t la timorata defensa
ltima de la clase de gente para la que
no habr futuro. Si todava hubiramos
sido nios, podra haberle arrojado
piedras en un berrinche.
Repas mis declaraciones (as las
pienso: tena que responder de ellas ante
m misma) una a una, las llev conmigo
a todas partes y las mir a la luz del da,
les di vueltas entre mis manos mientras
permaneca en clase o hablando
dulcemente por telfono con Pars.
Cmo puedo saber lo que est haciendo
en Londres? Acaso entra y sale
ilegalmente de Sudfrica como haca su
padre, en misiones que s muy bien que
no puede divulgar. Este tipo de
conversacin sonara mejor entre gente
que est en el pas y no entre gente como
nosotros. Lo fastidi recordndole que
se encontraba a miles de kilmetros del
monte donde cre que poda haber
muerto combatiendo. Yo! Equipar su
desercin con la ma, cuando en el
terruo l es un kaffir que lleva pase e
incluso yo podra vivir la vida de una
dama blanca. Con ayuda de Brandt, no
creo que sea demasiado tarde para eso.
Es dinero lo que quieres?
Pero esas cinco palabras que con
ms frecuencia recuerdo se presentaron
de manera distinta a la forma en que le
haban sido arrojadas framente para
herirlo, para volver venal su
compromiso, cualquiera que fuera. No
suenan como respuesta a un atraco, sino
como el lamento de alguien que quiere
librarse de una amenaza por medio del
dinero.
No tiene nada de inverosmil que en
vacaciones una conozca a un joven y
llegue a amarlo, pero semejante
encuentro con Baasie no es fcil
que se produzca. Entonces no haba
modo de evitarlo? En una noche
logramos maniobrar hasta adoptar la
posicin que nos proponan sus libros
de historia en el pas: l amargo, yo
culpable. Qu otro lugar de encuentro
poda haber para nosotros? Hubo tantos
arrestos, juicios, interrogatorios, fugas:
fracasos. El futuro ha estado largo
tiempo por venir: Quin reconocer al
mesas por la forma que finalmente
adopte? Isaac Vulindlela llam tierra
doliente a su hijo y probablemente
nunca tradujo para ti, su camarada, el
significado de ese nombre; t pusiste a
tu hija el nombre de aquella otra Rosa
ah, si nos hubieras odo Qu cabrn
es! Qu hijo de perra!
Pero al menos t sabes; todava
sabes que slo hay un final para la
sucesin de fracasos necesarios. Slo un
xito; la vida, a diferencia de la suya o
de la ma, que recorre todo el camino
hasta la cita que interesa, la victoria en
la que habr lugar para todos.
Una pelea entre tus nios.
Mi Chabalier por supuesto le
habl del encuentro, de la llamada
telefnica en medio de la noche. De la
historia familiar, de Baasie y de m. Mi
pobre querida. Precisamente a ti. Pero
estaba borracho, ?? Pobre diablo!
Tendras que haber colgado el telfono.
Al cuerno con ese infeliz. No me
importa quin es! No estar un poco
loco? Ya sabes, el exilio, la negritud, no
es fcil. Je hais, done je suis. Qu ms
hay para alguien como se? Uno de los
exiliados que sobreviven en Londres,
bebiendo como esponjas hasta morir
la autocompasin, incluso en Pars hay
algunos que haraganean y viven de favor
con un rgimen u otro.
Todas estas cosas; y una vez mi amor
dijo (lamento que haya sido por
telfono. Si hubiera visto su cara, los
gestos habra descubierto, en ese
momento, cmo explicar lo que me
estaba ocurriendo, habra descubierto
que l se mova para interponerse entre
eso y yo), dijo: Hay ciertas cosas que
slo pueden manifestarse en medio de la
noche y lo que t quieres decir es que
el da siguiente habrn desaparecido
para siempre, probablemente la prxima
vez si es que alguna vez vuelves a
verlo, todo estar bien. Pero slo era
la voz de Bernard Chabalier. La
oportunidad ya haba pasado. No te
alteres, querida ma. Claro que perdiste
los estribos. Tu padre! Es absurdo.
Todo el mundo, blancos y negros;
cualesquiera sean las diferencias
polticas. Ocurra lo que ocurra. Una
vida noble. Qu importancia tiene que
en medio de la noche aparezca un loco
con sus propias frustraciones? No es
ms que eso Ni siquiera deberamos
exaltarnos. Pero es natural, te ofendiste.
Dio con la palabra que a veces
empleo para escribir tu clase de
indignacin, aunque naturalmente la ma
no era de ese tipo. Siendo extranjero,
probablemente haba aprendido ese
trmino de m.
El hecho es que despus de unos
das mi obsesin por lo que me haba
dicho (casi veinte aos y luego ese
abrazo a prstamo en una mesa llena de
comida) me abandon. Me desert. No
resolv nada pero dej de sentirme
acosada. No tengo ninguna explicacin
para la forma en que esto ocurri.
Silencio. En lugar de la obsesin
estaban los datos simples y prcticos de
un plan de vida. El haba encontrado un
pequeo apartamento con un balcn
diminuto en el que no caba una silla
pero de dimensiones suficientes para
que una paloma encontrara un saliente
donde poner un huevo. Esto era bastante
para tomar la decisin de aceptarlo la
paloma ya resida all con su huevo. Era
imposible sentirse sola en compaa de
esa paloma, h? No haba paisaje
porque lamentablemente las
habitaciones daban a una de las
estrechas calles laterales (menos
ruidosas, de cualquier manera) pero el
edificio estaba realmente en una
viejsima plaza olvidada, casi como un
patio, donde haba una iglesia con un
reloj que chirriaba antes de repicar. Dos
castaos. Ni una brizna de hierba pero s
un banco. Una buena panadera muy
cerca. Una especie de tienda furtiva
atendida por dos amables rabes, madre
e hijo, donde a cualquier hora poda
comprarse yogur y alimentos e incluso
vino barato aparentemente nunca
cierran. El metro en la esquina uno de
los ms viejos, con fiorituras de cobre
verde, autntico art nouveau,
exactamente a dos paradas del lyce.
Apunt el domicilio y dej el papel
donde siempre pudiera tenerlo a la vista.
Lo relea con frecuencia. No tena la
impresin de haber estado en las calles
que llevan hasta all, a unas pocas
manzanas de un instituto. Pars. Pars
es un lugar distante, en Inglaterra.
No es Baasie Zwel-in-zima, tengo
que ponerle bien el acento quien me
envi de vuelta. T no lo creeras.
Porque estoy viviendo como cualquiera
y l fue quien dijo que quin era yo para
creer que podamos ser distintos a
cualquier otro blanco. Como cualquiera;
pero la idea empez con Brandt
Vermeulen. T y mi madre y los fieles
nunca os limitasteis a ser como
cualquiera.
Haba encontrado una mujer en
camisn deambulando por la calle. Era
como cualquiera: Katya, Gaby, Donna;
pobrecilla, una hmster que haca dar
vueltas a su rueda de molinillo.
Recuerdo hasta el ltimo detalle de esa
calle, podra recorrerla con los ojos
cerrados. Mi sentido de la hermandad
femenina era clara. Nada poda evitarse.
Ronald Ferguson, 46 aos, ex minero,
muri en un banco del parque mientras
yo me ocupaba de mis asuntos. Nadie
puede desertar.
No conozco la ideologa:
Trata del sufrimiento.
De cmo poner fin al sufrimiento.
Y termina en sufrimiento. S, es
extrao vivir en un pas donde todava
hay hroes. Como cualquiera, hago lo
que puedo. Les enseo a caminar de
nuevo, en el Hospital Baragwanath.
Ponen un pie delante del otro.
El retorno de Rosa Burger a su pas
natal dentro del perodo en que era
vlido su pasaporte coincidi con dos
acontecimientos que rivalizaban en
importancia en los peridicos. Orde
Greer estaba sometido a juicio por
traicin. Haba tres acusaciones contra
l: haber escrito una de las versiones
(descartadas) del texto de una octavilla
supuestamente incitadora, distribuida en
Ciudad del Cabo por medio de una
bomba-panfleto que se hizo estallar en
la calle; poseer ciertos manuales
referentes a la guerrilla urbana,
incluidos Coup dEtat de Edward
Luttwak y los escritos del general Giap;
y (la causa principal) haber intentado
reclutar a un joven de una conocida
familia liberal, que estaba cumpliendo
su servicio militar obligatorio, para que
proporcionara informacin y material
fotogrfico de instalaciones y equipos
de defensa sudafricanos. El proceso
estaba bastante avanzado. El Estado
prcticamente haba terminado con las
declaraciones de los testigos cuando
Rosa asisti a una sesin, El juicio se
celebraba en Johanesburgo, pues no
consideraban a Greer una personalidad
lo bastante destacada como para que
hubiera riesgo de que los blancos
abarrotaran los tribunales, y con el
creciente separatismo poltico entre
radicales blancos y negros se pensaba
que era improbable que se reunieran all
las multitudes negras que suelen hacerlo
cuando se trata de juicios polticos a los
de su raza. De hecho, se congregaron
centenares de negros en las puertas del
tribunal todos los das; trasladaron la
prosecucin del juicio a un remoto
poblado de cultivos de maz, en el
Transvaal oriental, antes de or a la
defensa.
En la etapa que estuvo presente Rosa
el tribunal todava estaba asentado en
Johanesburgo. Alguien le hizo lugar en
el extremo de un banco en la ltima fila
de la galera de visitantes; llevaba en el
bolsillo del abrigo un pauelo, pero se
enter que desde el juicio de su padre
haba cado en desuso la convencin
talmdica segn la cual las mujeres
deban cubrirse la cabeza en presencia
de un juez. Estaban haciendo repreguntas
a Orde Greer sobre la prueba de la
grabacin de una llamada telefnica de
larga distancia controlada por un
artilugio que l ignoraba que haba sido
instalado en su piso por la oficina de
telecomunicaciones siguiendo
instrucciones de la Rama de Seguridad
del BOSS. El tribunal escuch el
rechinar de la cinta y luego la voz de
Orde Greer, nada sobria, en un momento
dado llorona, preguntando qu haba
hecho. Qu haba dejado de hacer? Con
pruebas documentales se estableci que
la persona a quien iba dirigida la
llamada y que haba colgado el receptor
de inmediato al reconocer
(presumiblemente) la voz y or las
primeras frases, era un antiguo
comunista sudafricano, experto en
explosivos gracias a sus experiencias
como Rata del Desierto durante la
guerra y que ahora, segn se crea,
diriga el terrorismo urbano en el pas.
El fiscal record a Greer que despus
de haber sido reclutado en algn
momento de 1974, el Partido Comunista
lo haba dejado caer debido a que no era
de fiar. Tena problemas con el alcohol,
verdad? La falta de confianza de sus
amos qued en evidencia, ms all de
toda duda, mediante esa ridcula
llamada telefnica solicitando
instrucciones para cumplir tareas
clandestinas que le haban
encomendado Operando con un
sentido de destino decepcionado se
haba sentido diablicamente
inspirado verdad? a ponerse a
prueba ante sus amos, a rehabilitarse.
Incluso control la bebida, durante un
tiempo. Consult a un mdico por sus
problemas alcohlicos, el doctor A. J.
Rodease, un psiquiatra de Durban, el 25
de febrero de 1975, mientras estuvo en
esa ciudad en funcin de su trabajo de
periodista. Haba informado al doctor
Rodertse que padeca tensiones debido a
sus problemas conyugales. Pero no tena
ningn problema conyugal; no estaba
y nunca haba estado casado, tena
problemas con sus amos, los comunistas
de Londres, que ya no confiaban en l
debido a su ingestin de alcohol. Haba
decidido mostrarse digno de ellos y en
consecuencia fue l mismo, actuando por
propia iniciativa aunque estrictamente
dentro de las metas y objetivos del
Partido Comunista, quien haba
intentado obtener informacin militar
convenciendo a un joven Soldado
Nacional de que si era en realidad un
liberal acrrimamente contrario a la
poltica del apartheid, tena que estar
dispuesto a robar documentos, hacer
planos y tomar fotos que pudieran
conducir a la destruccin del ejrcito
gracias a cuya fortaleza se mantena
dicha poltica En resumen, que la
obligacin de un joven no consista en
defender a su pas sino en traicionarlo.
Rosa Burger no pudo volver a
insistir. Una semana despus de su
regreso acept un puesto en el
departamento de fisioterapia de un
hospital negro. Sigui el proceso, como
cualquiera, en los peridicos. La
defensa reconoci que Orde Greer haba
escrito un texto que apareci en forma
modificada como octavilla distribuida
mediante un inofensivo artefacto
explosivo (no ms revolucionario que
un fuego de artificio disparado en
Nochevieja). La diferencia en el texto
era decisiva: la versin de Greer
(Documento A, retirado de su piso en
una redada policial) no inclua
exhortaciones a la violencia, en tanto el
texto del panfleto divulgado contena
diversas afirmaciones evidentemente
agregadas con posterioridad por otra
persona que poda interpretarse como
pertenecientes a esta naturaleza. La
conocida frase utilizada por Greer
acaso no se la oa en todos los
plpitos, empleada para introducir el
justo temor de Dios en toda comunidad
cristiana?, da del juicio final no
era en modo alguno una amenaza de
violencia ni un estmulo a la misma. Por
el contrario, era un recordatorio de que
en ltima instancia todos tendran que
responder ante su propia conciencia por
sus convicciones y acciones.
Hubo un largo debate entre la
defensa y el fiscal por la definicin de
manual: el clsico de Clausewitz
sobre la estrategia, era un manual o
una obra histrica sobre el arte de la
guerra, un tipo especfico de memoria
militar? Y en este ltimo caso, los
escritos del general Giap no eran su
contrapartida moderna? En cuanto al
libro de Luttawak sobre el coup hgalo
usted mismo, puede alguien tomarse
en serio semejante obra? No era con
toda evidencia la clase de radicalismo
distinguido con que se exalta la gente
que vive en pases polticamente
estables, un entretenimiento en los
ccteles? El juez solicit una definicin
de la expresin radicalismo
distinguido, lo que dio intervencin a
un periodista cuya misin en el juicio
eran las aclaraciones, preferentemente
irnicas cuando no triviales. Y en el
contexto del material de lectura de un
hombre que era, demostrablemente, un
excepcional lector de amplio alcance
Un hombre que ganaba un salario
modesto y que deba de haber gastado un
buen porcentaje del mismo en los ms
de tres mil libros, sobre todos los temas
habidos y por haber, que eran el
principal mobiliario de su pequeo
piso tena algn significado la
presencia de los libros de Giap y
Luttwak?
El acusado asegur que esos libros
se los haban enviado los editores para
las correspondientes reseas, durante el
perodo en que trabajaba como director
literario de un peridico.
Por ltimo, la defensa proporcion
una noticia sensacional para el diario de
la tarde guardando en secreto, hasta el
momento apropiado, un descubrimiento:
el experto en explosivos identificado
por el Estado como el hombre con quien
hablaba Greer en la incoherente
conversacin telefnica grabada se
encontraba en Estocolmo cuando el
artilugio incorporado al telfono de
Greer la grab finalmente. El nmero
era el que figuraba bajo el apellido de
ese hombre en el listn telefnico de
Londres, s, pero el abonado no viva en
Inglaterra en ese momento. No haba
pruebas de que la persona que atendi el
telfono fuese miembro del Partido
Comunista, de hecho no exista ninguna
prueba para adjudicarle identidad a esa
voz; fuera quien fuese, haba colgado de
inmediato el receptor, como hace
normalmente cualquier persona que
recibe una llamada fastidiosa. El
acusado no neg la evidencia de que no
estaba sobrio cuando se hizo esa
llamada. De hecho, seal que no
recordaba haber llamado.
Pero fue la principal acusacin el
presunto reclutamiento de un joven
liberal que cumpla su servicio militar
la que despert mordaces y
soterrados antagonismos en los
suburbios blancos. Cenas tranquilas
entre personas inteligentes se volvan
estridentes y explosivas cuando hombres
y mujeres airearon sus pareceres
secretos sobre la moral poltica y
personal de los dems bajo el disfraz de
desacuerdos acerca de la significacin
poltica y moral, no tanto de lo que
haba hecho Orde Greer, como de la
conducta del joven que l haba
contactado. En principio ese joven haba
accedido a hacer lo que le solicit
Greer, y estaba en condiciones de
hacerlo porque era una especie de
asistente-conductor de un agregado de
prensa militar que con frecuencia
acompaaba a su superior, con los altos
mandos, en inspecciones oficiales de
instalaciones secretas de todo el pas, de
posicin lo bastante humilde como para
que lo tuvieran tan en cuenta como a un
mueble, aunque de ojos y odos abiertos,
manos con acceso a archivos y
fotografas de informacin reservada.
Despus de un breve perodo durante el
que nada entreg a Greer excepto una
gua confidencial de comportamiento
entre negros rurales extranjeros un
folleto distribuido entre las tropas
sudafricanas durante la invasin de
Angola aparentemente se asust o
decidi, por alguna razn, que no estaba
dispuesto a seguir adelante en su
compromiso con Greer. Con los puos
cerrados en posicin de descanso junto
a un vaso de vino, o golpendolos,
alguien insista en que la actitud
correcta, si tanto repugnaba al joven la
idea de servir en ese ejrcito, si era
algo tan contrario a sus principios,
consista en hacerse objetor de
conciencia y no espa. La posicin
liberal era la de oponerse abiertamente
al rgimen, y no la de traicionar el
derecho de los ciudadanos del pas a
defenderse de potencias extranjeras que
queran aprovecharse de esta situacin.
Un joven ri enfurecido: Cundo
aprender la gente que esta moral de
campos de deporte evidencia un
profundo equvoco de lo que es la
represin?
Dices que quieres liberar a los
negros y liberarnos a nosotros mismos
de este gobierno y al mismo tiempo
esperas que la gente juegue a ser
decente.
Caray! El apartheid es el timo
social ms sucio que el mundo haya
conocido y t quieres combatirlo
segn las reglas del patriotismo, la
honradez y la decencia desarrolladas
para sociedades donde todos tienen algo
que vale la pena proteger de la traicin.
Estas virtudes, estas preciosas pautas
tuyas no son ms que otro timo, no te
das cuenta? Jams se permiti a los
negros entrar en vuestras escuelas,
vuestros clubes, vuestro ejrcito,
entonces qu significan? Las reglas
de quines? Dices que ests en contra de
la supremaca blanca en cuyo caso no
puedes limitar tu conciencia de la fineza
moral que slo pueden permitirse los
blancos. Ese to tena todo el derecho
del mundo a usar su servicio militar
obligatorio para obtener cualquier
informacin que pudiera contribuir a
destruir a ese ejrcito y a todo lo que
representa. Yo slo quiero aplastar a
esos hijos de puta de cualquier manera
posible. Quieres librarte de ellos o no?
Esta es la nica pregunta que me hago a
m mismo.
William Donaldson interrumpi la
discusin haciendo elegir a sus
invitados entre Grand Marnier y
Williamine mientras Flora, su esposa,
segua sirviendo caf.
Orde Greer fue declarado culpable
del principal cargo de la acusacin y
condenado a siete aos de crcel. La
nica ocasin en que Rosa lo vio en los
tribunales iba acicalado como un
escolar desarrapado al que ponen
presentable para una cita en el despacho
del director. Llevaba la barba afeitada.
Su pelo, todava largo, haba sido
peinado con agua hasta quedar domado.
Usaba un traje de pana color tabaco
proporcionado por alguien que no quera
llegar tan lejos como para ponerlo
totalmente fuera de papel con un traje a
rayas azul marino. Rosa pensaba que no
la haba visto en la galera. La cara
rojiza y poco atractiva de Greer (durante
largo tiempo los ojos en sus arcos
profundos, la delgada boca inteligente y
retorcida, la frente alta bifurcada, el
pelo crespo detrs de las orejas sera la
imagen con que comparara los rostros
de todos los hombres) estaba serena y
secretamente inquisitiva, como si l y
sus acusadores atravesaran juntos el
mismo proceso de escrutinio. Rosa tena
esta representacin mental de Greer
cuando ley que en ocasin de dirigirse
al tribunal afirm (inevitablemente) que
haba actuado de acuerdo con su
conciencia. A continuacin se haba
interrumpido diciendo no, no, no
para declarar que sa slo era una frase
hecha, que lo que quera decir era de
acuerdo con la necesidad. Todos los
das haba detenidos por expresar,
meramente, su conviccin de que
aquella era una sociedad injusta,
hipcrita y cruel. He pasado muchos
aos enorgullecindome de codearme
con gente lo bastante valerosa para
arriesgar su vida en actos. Pas
demasiados aos observando,
escribiendo sobre el tema; ahora
prefiero ir a la crcel por actuar contra
el mal a haber esperado a que me
detuvieran sin haber hecho nada.
La otra historia slo se convirti en
un titular cuando se supo que estaba
implicada una chica sudafricana. Antes
era un asunto europeo, concerniente a
los secuestros de industriales y
asesinatos de funcionarios de embajada
y polticos cuya responsabilidad era
reivindicada por y a veces imputada a
grupos terroristas internacionales. Se
pensaba que un hombre conocido como
Garca al que se crea de origen
boliviano y miembro de los Ncleos
Armados para la Autonoma Popular, el
Ejrcito Rojo Japons, la banda Baader-
Meinhof, o quizs algn nuevo
agrupamiento que inclua a stos y otros
era el cerebro gris de la serie ms
reciente de actividades terroristas
urbanas. Segua en libertad y haba sido
protegido por una serie de mujeres, cada
una de ellas ignorante de la existencia
de las otras, con las que mantena
relaciones amorosas en Londres,
Amsterdam y Pars. La de Pars result
ser una sudafricana empleada por la
Junta de Ctricos para promocionar la
venta de naranjas. La historia domin
los peridicos dominicales; se trataba
de Marie Nel, hija de un destacado
granjero de Springbok Flats, que junto
con su esposa tambin regentaba el hotel
de la aldea. Haba fotos de la fachada en
las que se vea el bar y la placa: C. J. S.
NEL, Venta autorizada de vino y
bebidas alcohlicas. En otra apareca
Marie Nel tomada por sorpresa y con
flash por un fotgrafo itinerante de los
nightdubs; pareca ser navidad o ao
nuevo, y el lugar de reunin era
probablemente una ciudad sudafricana;
un camarero indio sonrea al fondo.
La historia cobr vida una semana
ms cuando uno de los periodistas, sin
duda mientras husmeaba en la aldea, se
enter de que la seora Velma Nel era
hermana de Lionel Burger. A los ojos de
muchos lectores, sta fue una especie de
explicacin. La diferencia entre el
fenmeno anrquico de una banda
Baader-Meinhof o algo llamado Ejrcito
Rojo Japons que tena muy poco que
ver con Japn, y las ideas de un Lionel
Burger, que quera entregar su pas a los
negros, quedaron desdibujadas por la
equidistancia de semejantes ideas en la
comprensin de los lectores. La prima
de Mariel Nel, hija de Lionel Burger y
nico miembro superviviente de su
familia inmediata, trabajaba como
fisioterapeuta en un hospital de
Johanesburgo. La reproduccin de una
vieja fotografa en los archivos
periodsticos mostraba a una chica muy
joven saliendo del tribunal en el curso
del juicio de su padre.
Ni siquiera una postal del Muse de
Cluny.
El unicornio entre las beldades
medievales, los tapices de flores,
cohibidos conejos; el espejo. O dieses
ist das Tier das es nicht gibt. En la
unin del Boulevard Saint-Germain con
el Boulevard Saint-Michel. Una vieja
abada en el solar de las termas
galorromanas, y ella entrara en el patio
descrito y subira a la sala redondeada
donde puedes sentarte en los peldaos
poco profundos y contemplar los seis
tapices. En una isla milflores azul
celeste la Dama sostiene un espejo en el
que el unicornio, con las patas
delanteras sobre el terciopelo rojo del
forro de su vestido plegado hacia atrs,
ve una diminuta imagen de s mismo.
Pero el valo del espejo corta la imagen
precisamente en el nivel de su cabeza
donde se eleva el cuerno: un cuerno
blanco como su pelaje, rabo
empenachado, melena y barba rizadas,
un cuerno alto y delicadamente curvado.
Dos mechones del pelo rubio de la
Dama unidos con una cinta de perlas
alrededor de su rostro oval (como el
marco dorado que rodea el espejo) y
entrelazados en lo alto de su cabeza a
imitacin del modelo del cuerno, que al
mismo tiempo es un artificio, h?, el
hueso a imitacin de una aspiral. Un
len sonriente sujeta estandartes
herldicos. All hay conejos, un perro,
una jineta moteada. Zorros, onzas,
cachorros de len, un halcn en
persecucin de una garza, perdices, un
mono domstico atado con una cadena a
una pequea rueda para evitar que
trepe a los rboles, se distinguen
alrededor de la representacin de los
otros cuatro sentidos:
El Len y el Unicornio escuchando
la msica que en el jardn interpreta la
Dama con su rgano porttil.
La Dama ensartando claveles de
dulce aroma en una guirnalda mientras
su mono olisquea inquisitivamente una
rosa hurtada de una cesta.
La Dama cogiendo dulces de una
bandeja que le tiende a su doncella; es
posible que piense alimentar con ellos a
su periquito el mono paladea algo
exquisito en secreto.
La Dama toca el cuerno del
Unicornio.
El sexto tapiz muestra a la Dama
delante de un suntuoso pabelln o
tienda, entretenindose con un alhajero.
En los Bestiarios medievales se le llama
monochirus; all est, esta vez en
pareja con el len, sujetando con una
zarpa uno de los alerones de la tienda y
sosteniendo su estandarte, graciosamente
rampante (en la ridcula posicin de un
perro pordiosero). Alrededor del toldo
de la tienda aparece la siguiente
leyenda, tejida en oro: A mon seul dsir.
Aqu estn: para amarte dejndote
venir a descubrir lo que amas.
All permanece con la vista fija, con
la vista fija.
Un viejo mundo encantador, jardines
y amables beldades entre amables
bestias. Semejante armona en paz
sensual en la poca de las empulgueras y
la mazmorra que ah llega con su cuerno
de marfil en espiral
ella permanece con la vista fija
engalanada, engatusada,
afianzada por fin mediante una
caricia Oh, la queridsima! La
maravilla! Nada sorprendente, nada
abandonado al temor, aproximndose
Ella permanece con la vista fija, con
la vista fija. Y si ha llegado la hora del
cierre del museo podr volver maana y
otro da, cualquier da, das.
Permanece con la vista fija, este ser
que nunca ha sido.
Los nios a quienes Rosa enseaba a
caminar y que eran lisiados de
nacimiento reciban excelentes cuidados
de rehabilitacin, mejores de los que su
hermano mdico poda soar con
proporcionar en Tanzania. En el segundo
semestre de 1976, se unieron a los que
haban nacido deformes aquellos que
haban sido tiroteados. Las secuelas de
los disturbios escolares llenaban el
hospital; la polica, que respondi a las
piedras con ametralladoras y que
patrullaba Soweto disparando sus
revlveres a cualquier grupo reunido en
una esquina, que haca batidas en las
escuelas secundarias y escoga como
blanco a los jovenzuelos que escapaban
a la desbandada, tambin hera a quien
casualmente estuviera al alcance de sus
balas perdidas. El hospital propiamente
dicho se vio amenazado por un
contragolpe de enfurecido pesar que
llev a la gente de Soweto a incendiar y
saquear todo lo que los blancos haban
dado a cambio de todo lo que, a lo
largo de tres siglos, haban negado a los
negros. El milln o ms (nadie conoce la
cifra exacta) de residentes en Soweto no
tienen municipio propio; un funcionario
blanco que haba hecho lo que poda
dentro del sistema de bienestar para
negros dirigido por blancos, para
ayudarlos a soportar su vida, fue
apedreado y pateado hasta que muri.
Otros funcionarios blancos se libraron
por los pelos; algunos fueron rescatados
y escondidos por los propios negros, en
sus propias casas. No haba forma de
identificar una cara blanca distinta a
cualquier otra, alguna que pudiera
salvarse. Los mdicos y tcnicos
sanitarios blancos del personal viajaban
todos los das ida y vuelta, entre el
hospital y la ciudad blanca de
Johanesburgo, con el privilegio de
atravesar las barricadas policiales que
aislaban el rea de Soweto, y a riesgo
de verse rodeados y arrancados de sus
coches al pasar por el camino por donde
haban pasado antes los vehculos
blindados a los que la gente llamaba
hipos o hipoptamos, levantando en
vano los puos contra las planchas de
acero y las armas.
Despus de los funerales de la
primera ola de nios y jvenes muertos
por la polica, en cada entierro
sucesivo, disparaban a los negros que se
reunan para rendir homenaje a sus
muertos o mientras se lavaban las manos
en casa de los deudos siguiendo la
tradicin. La polica afirmaba que era
imposible diferenciar a los dolientes de
la turba; lo que decan era ms verdico
de lo que crean: all se fusionaban el
dolor y la rabia.
Aunque el personal blanco del
hospital conoca los acontecimientos y
las consecuencias en los distritos negros
apenas tratados superficialmente por
los informes periodsticos reunidos,
entre peligros y dificultades, por
periodistas negros, ningn miembro
blanco del personal del hospital poda
entrar en los lugares de los que salan
sus pacientes. Aunque extraan
proyectiles de la matriz de la carne,
recogan astillas de huesos destrozados,
suturaban, socorran, devolvan gota a
gota a las arterias los fluidos
derramados en las calles junto con las
bebidas alcohlicas de botellas hechas
aicos por nios que despreciaban los
consuelos de sus padres, estos blancos
no podan imaginar lo que era estar
viviendo como vivan sus pacientes. Un
domingo por la noche, un conocido de
Rosa, Fats Mxenge, la visit en su piso.
Se disculp por aparecer sin previo
aviso, pero no era sensato utilizar el
telfono aunque (naturalmente) l era
uno de los pocos habitantes de Soweto
que lo tena. Deba transmitirle un
mensaje; despus de cumplida su misin
se qued en el piso (un estudio de una
sola habitacin al que ella se haba
mudado al regresar de Europa) y acept
el coac y el t caliente que le ofreci.
Fats pase la mirada a su alrededor;
alguien desembarcado de una tempestad
mirando cortinas, lmparas, el plato
giratorio del tocadiscos dando vueltas
justo despus de retirar el disco. Bebi
de un trago el coac y luego removi el
t con las rodillas juntas, lo removi y
lo removi. Para recapitular mene la
cabeza y se dio por vencido.
Hablaron de lo obvio.
Terrible, terrible. Slo quiero
sacar a mi chico, eso es todo.
Ella empez a hablar de alguna de
las cosas que haba visto en el hospital,
aunque no en su departamento: una cra
que haba perdido un ojo; estaba
acostumbrada a trabajar con horrores
(emple el trmino deformidades)
sobre los que poda hacerse algo
devolver sensaciones a los nervios,
reforzar msculos para que vuelvan a
flexionarse.
El ojo izquierdo. Siete u ocho
aos. Perdido para siempre no fue
capaz de describir el agujero negro, el
vaco donde deba estar el ojo.
La semana pasada el hombre que
vive al lado conoces nuestro lugar?
S, estuviste con Marisa all mismo,
en la casa de al lado, sali a comprar
algo a la tienda, velas, algo que
necesitaba su madre. Nunca volvi. Esta
vino a averiguar qu deba hacer. Acude
a la polica, le dijo mi mujer,
pregntales dnde est crea que lo
haban arrestado. Entonces la mujer va a
ver a la polica y pregunta dnde est el
hijo, dnde puede buscarlo. Sabes qu
le contestaron? No nos lo pregunte a
nosotros, vaya al depsito de cadveres.
Yo paso por all cuando vuelvo a
casa. Todos los das hay cola afuera: una
fila de hombres y mujeres negros que
esperan ordenadamente para levantar
sbana tras sbana hasta encontrar el
rostro familiar entre los muertos. Hay
bebs, por supuesto, dormidos,
abrigados y hmedos contra las
espaldas, bajo la manta, siempre hay
bebs. Y las usuales bolsas de la
compra con el sustento envuelto en
papel de peridico, destinadas a los
tribunales y los hospitales y las
crceles; una mujer tena una bolsa de la
que asomaba un termo a cuadros la
cola era larga y algunos tendran que
volver al da siguiente.
La polica debi de dispararles
entre nuestro lugar y la tienda. Muerto.
Lo identific de inmediato. All mismo,
en la calle donde viva. Era alrededor
de las nueve de la noche cuando sali,
eso es todo. Te encierras en casa en
cuanto oscurece. No te mueves. Esta
noche no volver de ninguna manera. Te
aseguro que cuando oscurece tengo
miedo de cruzar el patio para ir al
lavabo. No puedo saber en qu momento
recibir un balazo de la polica en la
cabeza o una cuchillada de algn otro en
el estmago agit los gemelos de la
camisa que tenan un cuadrado dorado y
eslabones esmaltados. Iba trajeado para
el xito y la felicidad, sus
acostumbradas ropas elegantes, como
una mujer que no tiene nada que entregar
en una emergencia salvo el conjunto que
us para la cena y dej colgado sobre la
silla al acostarse. Todas las maanas
espero encontrar el coche quemado. En
nuestros lugares no hay garajes. Qu
puedo hacer? Lo dejo en la calle. Los
estudiantes van por all prendiendo
fuego a los coches de representantes y
gente as, que tiene buenos puestos de
trabajo en empresas de blancos
Quin no trabaja para los blancos? Si
saben que el propietario de tal o cual
coche es un promotor deportivo que
organiza encuentros de boxeo con
blancos Pueden caerme encima
su carcajada fue una exclamacin, una
protesta. Fjate lo que nos ha hecho
este gobierno! Puedo? Rosa le
acerc la botella de coac y l se sirvi.
Ella volc las ltimas gotas de t de su
taza y se sirvi coac, dando un primer
sorbo voluptuoso que le quem los
labios mientras lo escuchaba. Quiero
sacar a mis hijos, eso es todo. Margaret
y el beb pueden ir a Natal con la
vieja all est su gente. Quiero meter
a los mayores en internados Pero
sabes lo que dicen los estudiantes?
Abordarn los trenes cuando los chicos
partan hacia las escuelas del campo y
los harn detener, los bajarn a rastras.
Dicen que nadie debe quebrantar el
boicot. Y lo harn, te aseguro que lo
harn. Me llevar a los mos en coche.
No nos escucharn a m ni a su madre,
no van a la escuela, corren por la calle y
todos los das uno se pregunta si
volvern vivos.
Yo no s lo que hara era
blanca, nunca haba tenido un hijo, slo
un amante con hijos de otra mujer.
Ningn chico salvo los que pasaban
bajo sus manos y a los que deba
rehabilitar cuando era posible, en el
hospital.
CONSEJO REPRESENTATIVO DE
ESTUDIANTES DE SOWETO

Los negros de Azania[16]


recordamos a nuestros amados
muertos! Mrtires que fueron
masacrados desde el 16 de junio
de 1976 y que an siguen siendo
asesinados. Deberamos saber
que los terroristas de Vorster no
han interrumpido su agresin a
estudiantes y personas inocentes
que se han consagrado a la
liberacin del negro en
Sudfrica en Azania.
Intentarn a cualquier precio
sofocar los sentimientos de los
hombres y mujeres jvenes que
ven la liberacin a pocos
kilmetros, si no metros, de
distancia. No hay forma de
retroceder, hemos llegado al
punto sin retorno como la joven
generacin de este desafame
pas. Hemos demostrado que
somos capaces de cambiar las
leyes como jvenes, y en ello
proseguiremos hasta alcanzar la
meta final. UHUR[17] PARA
AZANIA!
Recuerda que Hctor
Paterson, el negro de 13 aos de
Azania, futuro lder que podra
habernos guiado, cay vctima
de la intransigente e
incontrolable banda de la
brigada antidisturbios. Qu
dicen sus padres, qu dicen sus
amigos, qu dice el estpido y
pelado soldado que lo mat
que de hecho lo asesin a sangre
fra, aunque por supuesto l
est menos comprometido? Qu
dices t como negro oprimido y
hermano de Hctor? Recuerdas
a nuestro sabio cientfico
Tshazibane, que de repente
decidi suicidarse?
Sospechamos que alguien, en
algn sitio, sabe algo de este
suicidio. Cunto tiempo
seguir nuestro pueblo con estos
intentos de suicidio y
sucidios logrados?
Recuerdas a Mabelane, que
intent escapar de la plaza John
Vorster saltando por la ventana
del dcimo piso aparentemente
para eludir unas preguntas?
Recuerdas a nuestros hermanos
y hermanas baldados
deliberadamente por personas
que haban sido preparadas para
faltar el respeto y hacer caso
omiso del negro como ser
humano? Recuerdas la sangre
que flua sin cesar de las heridas
infligidas por los pistoleros de
Vorster a la masa inocente que se
manifestaba pacficamente? Y
qu decir de los cadveres de
nuestros colegas muertos que
fueron arrastrados a esos
monstruosos y horripilantes
coches de la brigada
antidisturbios que se llaman
hipos? Nosotros los estudiantes
seguiremos llevando a hombros
el carro de la liberacin al
margen de estas maniobras
racistas para demorar la
inevitable liberacin de las
masas negras. El 16 de junio
nunca se borrar de nuestra
mente. Ser conocido y quedar
registrado en la mente del pueblo
como DA DEL ESTUDIANTE, pues
los estudiantes hemos
demostrado ms all de toda
duda razonable, ese da, que
somos capaces de jugar un
importante papel en la liberacin
de este pas sin armas.
Tambin conocemos la
conspiracin del sistema:
1. Desacreditar al liderazgo
presente y pasado con la
esperanza de apartar a las masas
de sus lderes.
2. Apresar al liderazgo
actual con la esperanza de
retardar la lucha y los logros
estudiantiles.

SIEMPRE ADELANTE NUNCA


ATRS!!!

publicado por el C. R. E. S.
Nuestros hijos y los hijos de nuestros
hijos. Los pecados de los padres; por
fin, los hijos vengan en los padres los
pecados de los padres. Sus hijos y los
hijos de sus hijos; se era el Futuro,
padre, en manos no previstas.
T sabas que no poda ser: un
cambio en las condiciones objetivas de
la lucha percibido antes de que lo
percibieran los lderes. Lenin saba; la
forma en que ocurri despus de la
revolucin de 1905: como siempre
ocurre, la prctica avanz por delante
de la teora. Las viejas frases se
resquebrajan y el significado se
despliega, hmedo y nuevo. Parecen
saber qu es lo que debe hacerse. Ya no
van a la escuela y son constantemente
reeducados por su actividad poltica.
Los padres que forman comits para
mediar entre sus hijos y la polica
tambin son detenidos y proscritos.
Podra ocurrirle a Fats; ahora un peso
pesado negro puede ganarle el ttulo a un
peso pesado blanco, y equipos blancos y
negros juegan juntos en los campos de
ftbol, pero esto no es lo que aceptarn
los hijos. Le ha ocurrido incluso a
Daphne Mkhonza, que sola asistir a los
almuerzos de Flora. En Johanesburgo
hay nuevos nightclubs donde la
vestimenta de moda proporciona
igualdad a los consumidores y
aparentemente privilegia la sociabilidad
blanca y negra de nuevo estilo cuando
hay una redada policial. Pero no son
stos los placeres que reivindican los
hijos. Los negros con ansias de ser
hombres de tercera clase, concejales no
europeos que participaban de las Juntas
Consultivas y juntas escolares
establecidas por los blancos, han
renunciado ante la amenaza del justo
castigo de una generacin. Los que eran
To Tom y evitaban a los Mosutsanyana,
Kotane, Luthuli, Mandela, Kgosana,
Skobukwe que iban a la crcel por el
CNA y el CP finalmente han comenzado
a verse tal como son, tal como los ven
sus hijos. Han sido radicalizados
como diran los fieles por sus hijos,
actan en consecuencia, son arrestados y
detenidos. La Rosa original estaba
convencida de que la autntica iniciativa
revolucionaria deba surgir del pueblo.
Me pusiste su nombre por eso? Esta
vez surge de los hijos del pueblo, que
ensean a los padres El CNA, el CP,
el CPB y el resto, todas las siglas se
apresuran a reivindicar, a ponerse al
da: la teora en persecucin de los
acontecimientos.
Es bastante evidente el tipo de
educacin contra la que se han rebelado
los hijos; no saben escribir y no pueden
formular su exaltacin ni su angustia.
Pero saben por qu estn muriendo.
Tenas razn. Dan vuelta la cara y
cierran los ojos, gritan Eie-na[18] cuando
les dan una inyeccin, pero siguen
andando hacia la polica y las
ametralladoras. T sabes cmo
comprenden qu es lo que quieren.
Sabes cmo expresarlo. Derechos, no
concesiones. Su pas, no ghettos
asignados en l, ni patrias tribales
parceladas. La riqueza creada con el
trabajo de sus padres y madres, y
transformada en dividendos del blanco.
El poder sobre su propia vida en lugar
de un destino inventado, decretado e
impuesto por los gobiernos blancos.
Bien, quin entre aquellos a quienes no
les gustaba tu vocabulario, tus mtodos,
lo ha dicho ms sinceramente? Quienes
son ellos para hacerte responsable de
Stalin y negarte a Cristo?
Hay algo sublime en ti no podra
decrselo a nadie ms. No en tu
biografa. Habras encontrado en tu
propia persona lo que ocurri a los
negros en Bambata, en Bulhoek, en
Bondelswart, en Sharpeville. Pero esta
vez estn ms juntos que nunca, como no
lo estuvieron en la derrota de las guerras
del Kaffir, en el lugar de Bambata, en
Bulhoek, en el lugar de Bondelswart, en
Sharpeville. Se trata de algo que les es
peculiar? Me usaste como visitante de la
crcel, como correo, como todo aquello
para lo que serva, pero te habras
visto a ti mismo observndonos a Tony y
a m, tomados de la mano, acercndonos
a las ametralladoras? Nunca me lo dirs.
Nunca lo sabrs. A nosotros no nos es
dado (no te inquietes, la referencia
corresponde a un punto de mira
cerebral, no a un Dios miserable; no me
he vuelto religiosa, no me he vuelto
nada, soy lo que siempre he sido) saber
qu nos hace miedosos o audaces. T
tienes que haber tenido miedo alguna
vez, de lo contrario no habras tenido tu
tierna lucidez. Pero eras un poco como
los hijos negros: poseas esa exaltacin.
Hu. Baasie me result repulsivo y
me dej penetrar por la repugnancia: el
regate entre la diverticulitis, el cncer
de mama, el estreimiento, la
impotencia, los huesos y la obesidad.
Me asust. Te reiras. Sabas mucho de
esas cosas; cuando alguien ha muerto le
atribuimos omnipotencia. Tuve miedo.
Tal vez me creas. Nadie ms me creera.
Si intentara decirlo, cosa que no har. Y
el resultado no es el tradicional, segn
el cual no me defiendo de quien
piensa mal de m; por el contrario, se me
adjudica un mrito que no merezco.
Cuando aparec detrs de l en la calle,
Dick dijo: Saba que eras t. Esperaban
a tu hija. El hombre de Francia era el
nico con el que poda hablar y cuando
se plante la cuestin fue el nico tema
en el que no pude abrirme. No es que l
carezca de capacidad para imaginar
qu? Este sitio, todos nosotros aqu.
Lee mucho acerca de nosotros. Nuestro
destino aleatorio, lo llama. Sabe
proyectar. Tena mucha imaginacin
una especie de escritor, adems de
profesor (pero l se burla de las
pretensiones acadmicas de este ttulo).
Una vez mientras me secaba despus de
la ducha, de pronto se le ocurri la idea
de un libro de ciencia ficcin que
producira dinero. Supongamos que
ocurriera que a travs de los productos
qumicos utilizados para matar insectos
nocivos, aumentar las cosechas,
etctera, perdiramos la capa de aceites
naturales de la piel que nos hace
impermeables, como el aceite de las
plumas de los patos supongamos que
empezramos a absorber agua, nos
saturramos y nos pudriramos En
otro nivel, incluso podra interpretarse
como una alegora de la explotacin
capitalista del pueblo mediante el abuso
de los recursos naturales
Jams lo habra pensado.
J. B. Marks, tu primera eleccin
como padrino, muri en Mosc mientras
estabas preso. Logr transmitrtelo.
Ahora, una vez ms, tengo la impresin
de pasarte fragmentos de noticias como
haca a travs de la rejilla de alambre.
No ver a Ivy; ha desaparecido,
cumpliendo rdenes, antes del juicio de
Greer. Si se hubiera quedado la habran
encausado nuevamente; en la acusacin
la mencionaron como co-conspiradora
in absentia. El fiscal asegur que fue
ella quien reclut a Orde; Theo aleg
que el sentido de agravio de su cliente
por la injusticia, unido a la experiencia
de un periodista poltico en este pas
donde los intentos de cambios
constitucionales son constantemente
derrotados, lo llev a las manos de
personas que entendan su agravio.
Y as, por fin, t. Es a ti
El aire est denso de verano,
entretejido de vida, pjaros, liblulas,
mariposas, formas oscilantes de cocuyos
que son moscas enanas viajeras.
Despus de las lluvias abundantes, los
edificios de hormign tienen bajo el sol
un rubor matinal que a mis ojos los
vuelve orgnicos. La carretera atraviesa
la plaza John Vorster al nivel del quinto
piso y en las ventanas de las salas con el
mobiliario bsico desde donde han
saltado algunos, veo mientras conduzco
margaritas en tiestos sobre los
alfizares. A tu lucidez no se le
escapaba nada, en la celda ni alrededor
de la piscina. Una lucidez sublime.
Tengo una ligera idea de ello. No
pienses que estoy melanclica
deprimida. La felicidad no es moral ni
productiva, no? S que es posible ser
feliz mientras (supongo que as fue) se
hace dao a alguien. De ello se
desprende naturalmente que es posible
sentirse muy vivo cuando flotan en el
aire cosas terribles: miedo y dolor y
amenazadora valenta.
He ido a ver a los Nel. Se pusieron
contentos al verme. Siempre haba sido
bien recibida. Hay una Holiday Inn
donde ahora van casi todos los
viajantes. Pero la venta de bebidas
alcohlicas no se ha visto afectada. La
federacin de Mujeres celebra su
reunin anual en una sala privada de la
Holiday Inn, me ha contado ta Velma
(distrada por un momento de su
problema), aunque es un establecimiento
autorizado para despachar bebidas
alcohlicas. Y el jefe de la patria
cercana va a almorzar en el restaurante
con los asesores blancos de minera, que
estudian la posibilidad de que haya
estao y cromo en su pas.
Los Nel estn perplejos. Yo no saba
que poda ser un estado de nimo tan
aplastante. Estn sobre todo
desconcertados. Estaban tan orgullosos
de ella, que ocupaba un puesto
cuasigubernamental, que hablaba un
idioma extranjero; el cerebro de tu rama
de la familia, pero puesto al servicio de
su pas en la promocin de nuestros
productos agrcolas. Tan orgullosos de
Marie, de su vida sofisticada todo el
tiempo imaginando Pars como los
Champs-Elyses de las reproducciones
que suelen venderse a los hoteles
rurales.
En la granja ped que me pusieran en
una de las glorietas y no en la finca
principal. No argumentaron que estaba
ofendiendo su hospitalidad; cuando la
gente tiene problemas, de alguna forma
se vuelve ms comprensiva acerca de
las necesidades o de los caprichos,
verdad? Andando de noche despus de
las lluvias, la finca, los cobertizos se
desvan de mi vista en una neblina que
se puede lamer con los labios. El vino
todava no est servido en la mesa pero
el to Coen nos hizo beber coac. Me
mova insegura pisando la hierba
empapada, choqu contra el aljibe, crea
que slo tena las piernas afectadas,
pero supongo que tambin lo estaba mi
cabeza. Apoy la oreja en el costado de
la pared de piedra del granero, en cuya
cavidad anidan las abejas, y las o
hormiguear. Capa tras capa de noche las
ocultaban. Camin alrededor, no a
travs, de las sombras de muros y
cobertizos, y sobre los caps de coches
aparcados unas luces tendan sbanas de
oscuridad y brillo. Como parpadeantes
pestaas a mi alrededor: calor, humedad
e insectos. Pis estrellas en los charcos.
Es tan fcil sentirse prxima a la tierra,
verdad? No es extrao que se hagan
todo tipo de sospechosas demandas
populares sobre esa base. Los fuertes
reflectores que los granjeros de las
inmediaciones han colocado en lo ms
alto de sus fincas aparecen a travs de
los negros rboles. Unos focos avanzan
por el nuevo camino; las tierras de
labranto se funden con la aldea. Pero
sta est demasiado lejos para or un
grito de socorro. Si surgen ahora desde
atrs de los grandes y aosos rboles de
jeringuilla en cuyas ramas quedaban
los lazos de alambre de los juegos de
los chicos y donde cuelga el ngulo de
hierro que sonar a las seis de la
maana para marcar el inicio de la
jornada, si saltan sin hacer ruido y me
ponen en la espalda una ametralladora
rusa o cubana, o sencillamente cogen
(ha llegado la hora?), una guadaa o
incluso una azada sera una solucin.
No est mal. Pero no me ocurrira, no te
preocupes. Me acost en la glorieta y
dorm como lo haca de nia, apartando
de una patada las gruesas mantas
rosadas, con una almohada apelmazada
bajo el cuello. Cualquiera podra haber
entrado y haberme contemplado: no me
habra movido.
Quizs un da alguna calle lleve esa
fecha por nombre. Mucha gente fue
detenida, arrestada o proscrita el 19 de
octubre de 1977; muchas organizaciones
y el nico peridico negro de mbito
nacional fueron prohibidos. La mayora
de las personas eran negras: africanos,
indios, mestizos. La mayora perteneca
a organizaciones de la Conciencia
Negra: Convencin del Pueblo Negro,
Organizacin de Estudiantes
Sudafricanos, Consejo Representativo
de Estudiantes de Soweto, Movimiento
Estudiantil Sudafricano, Asociacin de
Padres Negros y otras, menos
conocidas, de las que los blancos nunca
haban odo hablar. Algunos pertenecan
a las organizaciones clandestinas de los
anteriores movimientos de liberacin,
prohibidos tiempo atrs. Y otros
pertenecan a ambas. Todos
organizaciones, individuos, el peridico
parecieron recientemente motivados,
despus de ms de un ao, por la
rebelin de escolares y estudiantes
sobre la cuestin de la educacin
inferior para los negros. Cientos de
maestros haban aceptado la autoridad
del boicot escolar y renunciado a su
cargo a modo de apoyo. La persuasin,
el soborno y la fuerza de la amenaza por
parte del gobierno no tuvieron xito con
los jvenes y mayores de quienes era
mentor; el gobierno, por su parte, se
neg a abolir el sistema de educacin
segregada para los negros. De cualquier
manera que se evaluara la situacin, la
explicacin segua simplista. La mayora
de nios de Soweto no haba vuelto a la
escuela despus de junio de 1976.
El 19 de octubre de 1977 y las
semanas siguientes fueron detenidos,
proscritos o sometidos a arresto
domiciliario unos pocos blancos. Entre
ellos se encontraba la hija de Burger. Se
la llevaron tres policas que la estaban
esperando en su piso a la vuelta del
trabajo, una tarde de noviembre. El de
ms alto rango era el capitn Van
Jaarseveld, quien para hacerla sentir
cmoda con l durante el interrogatorio
en una de las salas con dos sillas y una
mesa, le record que haba conocido
bien a su padre.
No presentaron cargos contra ella.
Como tantos miles de personas
detenidas bajo custodia a todo lo largo
del pas, podan retenerla semanas,
meses o aos antes de soltarla. Pero su
abogado, Theo Santorini, tena motivos
para creer por cierto, un fiscal se lo
haba dicho en un momento de
indiscrecin profesional durante uno de
sus frecuentes encuentros en los
descansos para tomar el t o almorzar
que el Estado esperaba reunir
evidencias para presentarla ante el
tribunal en un importante logro de
Segundad: un sonado juicio, por fin, a la
mujer de Kgosana. Esa, haba dicho;
Santorini esboz su regordeta sonrisa de
querubn. Esa era la importante. Durante
muchos aos se haba visto empeado
con el mismo fiscal en una batalla de
legalidades mediante la cual haba
logrado que Marisa Kgosana saliera
absuelta una y otra vez. El gobierno
probablemente ms an la polica,
porque, se quejaban a su abogado, les
pona las cosas difciles, no
cooperando ni siquiera con el largo de
una de sus uas rojas cuando ellos slo
estaban cumpliendo con su obligacin
, el ministro de Justicia, quera
quitarla de en medio, confinarla,
condenarla durante un largo perodo. El
fiscal, en lo que a la seora Kgosana se
refera, hizo una sugerencia por su
propio bien, objetivamente, bajo la
forma de una advertencia a Santorini. A
su defendida no le convena correr el
riesgo de ventilar, en respuesta a
alegatos que se hacan ante la Comisin
Investigadora de los disturbios de
Soweto y que entonces estaba en sesin,
ninguna lnea de defensa que pudiera
resultar til a la acusacin en el caso de
que en el futuro se plantearan
acusaciones contra ella. Ms le vala no
hacer presiones para presentarla
porque tambin Marisa estaba detenida.
Las crceles para mujeres que
aguardan juicio y para las que estn
detenidas, no se encuentran entre las
comodidades segregadas que el pas se
enorgullece en proporcionar. En la que
se encontraron Rosa y Clare Terblanche
tambin haba mestizas, indias y
africanas; las de diferente color y grado
de pigmentacin no ocupaban celdas
contiguas ni correspondientes a los
mismos retretes y cuartos de bao, ni se
les permita estar en el patio al mismo
tiempo, pero la crcel era tan vieja que
las barreras fsicas contra la
comunicacin interna estaban
desvencijadas y la vigilancia de las
carceleras nocivas minifalderas
devotas de la Jefa como si de la abadesa
de una orden religiosa se tratara no
poda impedir que entre las distintas
razas se intercambiaran mensajes o los
pequeos y preciosos regalos de la
economa carcelaria (cigarrillos, un
melocotn, un tubo de crema para
manos, una minscula linterna elctrica),
o canciones. Muy temprano, la
penetrante voz de contralto de Marisa
anunciaba su presencia, no muy lejos,
desde su confinamiento en solitario, a
Rosa y Clare. Cantaba himnos
religiosos, fluctuando entre el tono de
Somteme y canciones del CNA en
xosa, estallando en ocasiones con
estrofas de Miriam Makeba, sobre todo
para apaciguar a las carceleras, para
quienes era una reconocida cantante
popular. Las voces de otras negras se
unan en armona en cualquier tema que
cantara, siguiendo rpidamente los
cambios de repertorio. Las negras que
eran presas comunes y eternamente
lustraban la roca granosa del claustro de
la Jefa, alrededor del patio, recogan
diminutos mensajes arrollados, cados
cuando permitan salir a Rosa y a Clare
para vaciar sus cuencos o a hacer su
colada, y por el mismo sistema las
mujeres de la limpieza les entregaban
mensajes. De inmediato Marisa se
convirti en la ms habilidosa de la
presas polticas y en la encarnacin, la
personificacin, de una especie de
autoridad de la que ni siquiera estaba
protegida la Jefa: obtuvo permiso para
que la acompaaran dos veces por
semana a la celda de Rosa para realizar
ejercicios teraputicos a causa de una
dolencia en la columna vertebral
agravada por la vida sedentaria en
prisin. Durante las sesiones escapaban
risas a travs de la gruesa malla
romboidal y los barrotes de la celda de
Rosa. Aunque las detenidas no estaban
autorizadas a tener artculos para
escribir con ningn propsito ajeno a las
cartas que eran censuradas por el jefe de
Carceleros Magnus Cloete antes de ser
despachadas, Rosa solicit materiales
de dibujo. Su abogado le envi un
cuaderno de dibujo de los que se usan en
los parvularios y una caja de pasteles;
ambos artculos pasaron el escrutinio.
Las carceleras encontraban baie, baie
mooi[19] (hablaban con ella en su lengua
madre) los desmaados bodegones con
que intentaba ensearse a s misma el
que segn haba afirmado era su
hobby, y el ingenuo paisaje
imaginario, no susceptible de despertar
ninguna sospecha de que estuviera
incorporando planos del trazado de la
crcel: representaba, en una serie de
versiones, una aldea con un castillo en
la cumbre de la montaa, una arboleda
en primer plano, el mar detrs. La
piedra de las casas pareca crearle
dificultades: la intent en rosas, grises,
incluso naranjas amarronados. Haba
tenido ms xito con las alegres
banderas de las almenas del castillo y
las brillantes velas de pequeas
embarcaciones, aunque debido a algn
fallo de perspectiva navegaban
directamente hacia la torre.
Aparentemente la luz emanaba por los
cuatro costados: todos los objetos se
vean soleados. Para navidad se
permiti a las detenidas enviar tarjetas
hechas a mano a un nmero razonable de
parientes o amigos. Para el jefe de
Carceleros Cloete la de Rosa era una
escena trivial, pues poda encontrarse en
cualquier estantera con tarjetas de
felicitaciones: un grupo de cantores de
villancicos en el que slo los
encantados destinatarios reconoceran,
inconfundiblemente, pese a la ausencia
de arte y tcnica con que estaban
dibujadas las figuras, a Marisa, Rosa,
Clare y una india conocida de todos. A
travs de la postal tambin sabran que
esas mujeres estaban en contacto,
aunque separadas del mundo exterior.
Theo Santorini no repiti, ni siquiera
a los ms ntimos de la familia de Rosa
Burger durante muchos aos, la firme
posibilidad de que el Estado intentara
establecer la connivencia de Rosa con
Marisa en la conspiracin para fomentar
los objetivos del comunismo y/o del
Congreso Nacional Africano. La
acusaran de incitacin, apoyo y
complicidad en la rebelin de escolares
y estudiantes.
Su discrecin no impidi todo tipo
de especulaciones. No est claro qu
hizo Rosa durante las ltimas dos
semanas que pas en Londres. Despus
de todo, se puso en contacto con
exiliados de izquierdas. Estuvo en un
mitin (los informadores tienden a
mejorar la calidad de su informacin) en
homenaje a lderes del Frelimo, donde
su presencia se vio honrada por un
discurso pronunciado por uno de su
antiguos compaeros ntimos
encomiando a su padre, Lionel Burger.
Todo eso haba sido vigilado y sin duda
alguna aparecera en cualquier
acusacin. Aparentemente abandon sin
explicaciones su intencin de exiliarse
en Francia, donde el Movimiento
Antiapartheid francs estaba dispuesto a
protegerla bajo sus alas. No le dijo a
nadie, absolutamente a nadie, cmo
haba ocupado su tiempo entre la
reunin con los viejos camaradas en ese
mitin o fiesta y su regreso. Es razonable
suponer que hizo planes con otros,
ponindose al servicio de la ltima
estrategia de lucha, que proseguir hasta
que el ltimo preso salga de Robben
Island y el ltimo disidente cuerdo
abandone un manicomio de Europa del
Este. Quin puede creer que los nios
se rebelan por su propia voluntad? En su
mayora, los blancos postulan la teora
de que los agitadores (sin especificar), y
las organizaciones prohibidas y
clandestinas, adoptan la rebelin como
parte de su propio impulso
incrementado, si no como su inspiracin
directa. Los marineros vomitan con la
carne podrida, los nios se niegan a ir a
la escuela. Nadie sabe dnde comenzar
el fin del sufrimiento.
Una mujer que llevaba cajas de fruta y
flores esperaba con un grupo ante las
puertas de la crcel.
Haba pulsado el timbre con ms
fuerza y durante ms segundos de lo
aparentemente necesario. Las pocas
personas que esperaban afuera lo oyeron
sonar dbilmente en el interior. No
obstante, hubo que esperar para obtener
respuesta. Habl con ellas: una
prostituta negra que llevaba dinero para
la fianza en un monedero de plstico
dorado y que mova un tumor de chicles
de una mandbula a la otra, dos mujeres
que rean soltndose susurrados tacos
en zul, una joven en compaa de una
vieja que fumaba una pipa con una
pequea cadena adherida a la tapa. Se
mostraban pacientes. La joven bailaba
mientras alguien tarareaba
inaudiblemente apoyada en los
talones y los dedos de los pies calzados
con zapatillas azules, rojas y negras. La
mujer era blanca, conoca sus derechos,
estaba habituada a considerar mezquina
y ridcula la burocracia, no poderosa.
Estn durmiendo? la voz alta y
penetrante de una seora rica.
Cunto tiempo llevis aqu? No os
deberais quedar tan tranquilas se
supone que deben atendernos.
Las negras estaban acostumbradas a
que los blancos hicieran caso omiso de
ellas y sospechaban de cualquier
presuncin de causa comn, excepto la
prostituta joven, que conoca demasiado
ntimamente a los blancos para dejarse
impresionar por las mujeres que los
haban parido. Hizo una mueca:
Contestaron, pero dijeron que
debamos esperar.
Esperar! Ya hemos esperado
bastante la blanca apoy el pulgar en
el timbre y jug a inclinar todo el peso
de su cuerpo, sonriendo alegremente a
las dems. Su pelo teido, como los
oscuros cristales de sus gafas de sol,
contrastaban con su frente bordeada de
blanco; una cincuentona con la enrgica
franqueza de una chica encantadora. La
mano que apret el timbre luca jades y
marfiles.
La prostituta ri entre dientes,
animndola:
Muy bien, eso est muy bien. Me
gustara tener un anillo como se.
Cul? No, no, este pequeo es mi
favorito. Ves cmo est hecho? Muy
ingenioso
Se abri la mirilla de la puerta y
apareci en el marco una cara de
payaso, dos cejas arqueadas, tensas y
delgadas, ojos perfilados en negro,
mejillas rosa tiza.
Tengo algunas cosas para unas
detenidas la mujer era vivaz; la cara
pintada no dijo nada. La mirilla se cerr
y la mujer acababa de volver la cabeza
en exasperado comentario a las otras,
cuando se oyeron sonidos de cerrojos y
llaves aceitadas y se movi una puerta
en el interior del gran portal para
dejarla entrar. Se cerr de inmediato,
dejndola pasar nicamente a ella.
La carcelera propietaria de la cara
dijo:
Espere.
La falda plisada color crema y la
camisa de seda amarilla de la mujer
reflejaban luz en el oscuro pozo de
ladrillos y hormign, por lo que una
criatura que fregaba el suelo con trapos
atados a las rodillas para protegerlas,
levant la vista. Apareci una imagen
tarda ante los ojos que volvieron a la
fregona y al suelo. Esencias de finos
jabones, cremas, cuero, ropas guardadas
en armarios de donde colgaban bolsitas
aromticas, perfume destilado de
azucenas y hasta un leve aroma natural a
ciruelas y mangos, un aura que separaba
a la mujer del aire viciado e impregnado
de tristes fragancias a mala comida y a
la leja de la higiene institucional, del
olor bajo las uas rotas, desteidas
hasta la mdula. La visitante ya haba
estado antes; nada haba cambiado salvo
la vestimenta de las carceleras, blanca y
negra acicaladas con los que le
parecan uniformes sobrantes de los que
cinco aos antes usaban las azafatas:
viajaba mucho en avin. Debajo de las
escaleras de la izquierda haba maletas
y cajas de cartn atadas con cuerdas
etiquetadas, incluso algunos abrigos;
posesiones retiradas a las detenidas al
llegar, que guardaban el da o la noche
de su liberacin. Vio la resplandeciente
luz solar encerrada en el patio de la
crcel. Las gordas palmeras
ornamentales, la brillante piel prpura
de la roca granosa. Hbilmente se
desliz unos pasos hacia adelante para
echar un rpido vistazo, pero no haba
nadie haciendo ejercicios suponiendo
que les permitieran acercarse a la
entrada.
Una falda diminuta movindose en
un trasero alto y redondo, un cuerpo con
tacones altos la condujo al despacho de
la Jefa.
Como, como para poder describir
despus a la Jefa era necesario hacer la
comparacin con una imagen en un
escenario que formara parte de la
experiencia de sus interlocutores,
porque la suya era una figura
indescriptible, un elemento de una
escala de valores estticos que slo
poda definirse a s mismo. Como la
mujer del patrn en un bar o saln de
baile de una pintura francesa
decimonnica Toulouse-Lautrec, s
aunque ms bien alguien de segunda
categora, Flicien Rops, digamos. Su
escritorio quedaba calzado debajo de
unos pechos con toda la parafernalia:
llevaba galones de servicio y aretes de
oro empotrados en sus carnosos lbulos.
Las pequeas cejas de la carcelera eran
una buena imitacin de las suyas, rojo-
cobrizo, dibujadas en lo alto desde las
cercanas de ambos lados del tabique
nasal. Su menuda mano regordeta, con
las uas pintadas de un espeso rosa
refinado, golpeteaba un bolgrafo y se
mova entre papeles que observaba a
travs de unas gafas de arlequn con las
piezas laterales doradas y decoradas
con volutas. Haba gladiolos en un
florero, en el suelo. Sobre el escritorio,
unos lnguidos claveles blancos con un
cuenco de oropel que contena un
vaso probablemente haba asistido a
un baile de la polica.
La visitante llevaba dos bandejas de
madera con fruta, y un enorme ramo de
margaritas y rosas de su jardn.
Rosa Burger y Marisa Kgosana.
Sus nombres estn en las etiquetas.
Ciruelas, mangos, naranjas y unos
caramelos sueltos. En paquetes
abiertos. No puedo traer un pastel, no?
No, nada de pasteles el tono de
alguien que intercambia observaciones
sobre las rarezas del men de una
cafetera.
Ni siquiera si lo corto delante de
usted? la visitante sonrea, con la
cabeza inclinada, coquetona, las
comisuras de los labios en expresin
desdeosa.
La Jefa saba compartir una broma,
pero de all no pasaba.
Ni siquiera en ese caso, no, ya
sabe que no est permitido. Deje las
cajas en el suelo, all, muchsimas
gracias, nos ocuparemos de que las
reciban en seguida. Ahora mismo
nadie la igualara en femenina
correccin. Firme en el libro, por
favor.
Las flores estn separadas en dos
ramos Sera tan amable de ponerlos
en un cubo con agua? Haca tanto calor
en el coche!
Una pareja de pomeranias
olisqueaba los zapatos de la visitante.
La Jefa los rega en afrikaans:
Abajo Dinkie, abajo, chico.
Rompers las medias de la seora
cambi de tono y prosigui, en ingls:
Ya no se permite traer flores. No s
qu es una nueva orden que lleg
ayer, no podemos aceptar flores. Lo
siento en el alma.
Por qu?
No sabra decrselo, yo misma lo
ignoro
Mi nombre est en las cajas.
Pero escrbalo aqu, por favor
la carcelera salt para acercar un
enorme registro casi antes de que la Jefa
diera la seal. Djeme ver, s eso
es, y el domicilio por favor
muchsimas gracias su estilo era el de
quien intenta ser amable por una mera
cuestin de forma: la necesidad de que
una dama comprensiva y bien
intencionada se comprometiera, de su
puo y letra, en su relacin con las
sospechosas polticas. La Jefa movi los
labios leyendo las slabas del nombre,
como si as pudiera comprobar si era
falso o autntico: Flora Donaldson.
A los detenidos segn la Seccin 6
del Acta de Terrorismo no se les permite
recibir visitas, ni siquiera de sus
parientes ms cercanos. Pero ms
adelante, cuando Rosa Burger pas a ser
una prisionera en espera de juicio se le
concedieron los privilegios de esa
condicin, y, en ausencia de parientes
consanguneos, Flora Donaldson solicit
permiso para verla y se lo concedieron.
Otros postulantes fueron rechazados, con
la nica excepcin de Brandt Vermeulen
quien, sin duda por medio de influencias
en las altas esferas, apareci all de
repente, un da que llevaron a Rosa a la
sala de visitas. No eran visitas de
contacto; Rosa reciba a las suyas desde
detrs de una mirilla metlica. No se
sabe de qu habl Brandt Vermeulen
dentro de la categora de cuestiones
domsticas, categora a la que deben
ceirse todas las conversaciones de la
crcel bajo la supervisin de carceleros
presentes. Es un conversador fluido y
entretenido, un hombre de amplias miras
y con muchos intereses, que no se
desorientara con facilidad. Flora
inform que Rosa no haba cambiado
mucho. Hizo esta observacin a
William, su marido.
Est muy bien. En buena forma.
Pareca una cra; por lo que entend,
Leela Govind o alguien volvi a cortarle
el pelo, hasta aqu, a la altura del
cuello Me dio la impresin de tener
catorce aos aunque se la ve ms
vivaz que antes. En cierto sentido.
Menos reservada. Bromeamos
muchsimo eso es algo que a los
malditos carceleros les cuesta seguir.
Pero por qu no habran de ser
divertidas las cuestiones familiares? Ya
son de por s bastantes aburridas. Slo
te das cuenta de lo aburridas que son
cuando intentas transformarlas en
metforas de otras cosas Theo me ha
dicho que la defensa se las har pasar
canutas a los testigos pblicos. Piensa
que esta vez Rosa tiene bastantes
posibilidades de salir bien librada tal
vez el Estado retire los cargos despus
del interrogatorio preliminar. En cuyo
caso es posible que la sometan a arresto
domiciliario en cuanto la suelten
cualquier cosa es preferible a la crcel.
Se pueden hacer muchas cosas bajo
arresto domiciliario y al fin y al cabo
Rosa saldr todos los das a trabajar

En Francia, Madame Bagnelli recibi


una carta. Llevaba el sello del
Departamento de Prisiones de Pretoria,
lo que no despert el menor inters en el
apuesto cartero que se detena a tomar
un Pernod cuando le entregaba la
correspondencia, porque no lea ingls
ni saba dnde estaba Pretoria. En un
prrafo relativo a las comodidades de
una celda a la manera en que se
describen las caractersticas de un hotel
turstico que no se ajusta exactamente a
lo prometido en el folleto he
improvisado con una caja de fruta una
especie de escritorio porttil de estilo
japons (recuerdas el que tena el
viejo Ivan Poliakoff, el que usaba
cuando escriba en la cama?), y encima
de l te estoy escribiendo haba una
referencia a una filigrana de luz que se
filtraba en la celda al atardecer,
reflejaba desde alguna superficie
exterior de cara al oeste; algo que una
vez mencion Lionel Burger. Pero el
censor de la crcel haba tachado esa
lnea. Madame Bagnelli nunca logr
descifrarla.
NADINE GORDIMER (Springs,
Gauteng, 20 de noviembre de 1923 -
Johannesburgo, 13 de julio de 2014).
Narradora y ensayista sudafricana en
lengua inglesa; fue la primera mujer
africana que recibi el premio Nobel de
Literatura, en 1991. Era hija de padres
judos, sionistas ambos, de origen
lituano el padre e ingls la madre.
Despus de un perodo de aprendizaje
autodidacta y nutrido de copiosas
lecturas, entre las que destacaban
Chejov y Proust, estudi en la
Universidad Witwatersrand de
Johannesburgo, donde vivi siempre
porque, como la propia Gordimer
afirmaba, en nuestra poca son pocos
los que pueden mantener el valor
absoluto de un escritor sin referirse a un
contexto de responsabilidad. El exilio
como modalidad del genio ya no existe.
Considerada, junto con J. M. Coetzee, la
principal representante de la literatura
sudafricana del siglo XX. Su presencia
intelectual se reparti por igual entre su
produccin narrativa y su defensa
incontestable de la libertad de la
poblacin negra, en abierta y beligerante
oposicin al rgimen racista del
apartheid. Esta situacin fue en la obra
de Gordimer materia narrativa.
Precisamente por este motivo varias
obras suyas fueron prohibidas por las
autoridades sudafricanas.
Su primera obra fue La suave voz de la
serpiente (1953), una coleccin de
relatos con la que iniciaba una andadura
esttica explicitada en estas palabras:
la poesa, la narrativa, la pintura, no
provienen de los acontecimientos, sino
de los ecos que suscitan.
En los aos posteriores continu
escribiendo tanto novelas como relatos
cortos: Seis pies de tierra (1956),
Mundo de extraos (1958), La huella
del viernes (1960), Ocasin para amar
(1963), No para publicarlo (1965), El
desaparecido mundo burgus (1966),
Un invitado de honor (1970),
Livingstones Companions (1971), El
conservador (1974), Selected Stories
(1975) y La hija de Burger (1979).
En los aos ochenta publicara algunas
de sus obras ms importantes: A
Soldiers Embrace (1980), Gente en
julio (1981), Something Out There
(1984), A Sport of Nature (1987), La
historia de mi hijo (1990).
Su ltima obra, No Time Like the
Present (2012), muestra la actualidad de
Sudfrica a travs de la vida de una
pareja de antiguos militantes
antiapartheid.
Recibi gran cantidad de premios y
distinciones, como quince doctorados
honoris causa (por las universidades de
Yale, Harvard, Columbia, Cambridge,
Leuven en Blgica, Ciudad del Cabo y
Witwatersrand entre otras).
Notas
[1] En afrikaans: calzado de fieltro
resistente que llega al tobillo y suele
usarse para andar por el campo. (N. de
la T.). <<
[2]Pauelo que suelen usar las mujeres
negras, en general de colores,
confeccionados por ellas mismas. (N. de
la T.). <<
[3] Barbacoa. (N. de la T.). <<
[4]Capa ceremonial confeccionada con
pieles de animales. (N. de la T.). <<
[5] Campo, zona rural. (N. de la T.). <<
[6] Iglesia Reformada. (N. de la T.). <<
[7] Desnutricin profunda. (N. de la T.).
<<
[8] Popular jefe zul del siglo
diecinueve. (N. de la T.). <<
[9] Calla (N. de la T.). <<
[10]Que te den por culo cuanto antes. (N.
de la T.). <<
[11] Qu dice la seora? (N. de la T.).
<<
[12]Negro en sentido peyorativo. (N.
de la T.). <<
[13] Tas. (N. de la T.). <<
[14] Chiquitina. (N. de la T.). <<
[15] Ama de casa granjera. (N. de la T.).
<<
[16]Nombre comn a varias comarcas de
la antigedad (significa
aproximadamente pas de los ases),
pueblo escita del que se hallan rastros
en varias regiones africanas (entre otros
sitios), con el que los negros prefieren
designar a Sudfrica. (N. de la T.). <<
[17] Libertad, en algunas lenguas
bantes. (N. de la T.). <<
[18] Ay!. (N. de la T.). <<
[19]En afrikaans: muy, muy bonitos.
(N. de la T.). <<

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