El Bicho Peludo - Mario Levrero PDF

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El bicho peludo

22/7/2002, Jorge Varlotta

Interrumpimos nuestra programacin habitual para dar espacio a un relato de Mario Levrero, que el autor me envi por
email con la autorizacin explcita para publicarlo aqu, y la aclaracin de que todava es un borrador.

El bicho peludo
por Mario Levrero

Abr la puerta del apartamento para salir, y se meti rpidamente un bicho negro, peludo; demasiado grande para araa,
pens. Tena que ser un perro chico, un cachorrito. Cerr la puerta y empec a buscarlo; se haba escondido. Durante un rato
no hubo forma de encontrarlo. Al fin, al mover un silln, sali de atrs a toda velocidad y volvi a esconderse. Me arm de
paciencia y segu buscando, pero me cans sin haberlo encontrado. Como tena que salir, sal. Al volver, dos horas ms tarde,
el bicho segua escondido. En la cocina puse un plato en el piso y le ech un poco de leche. Me sent en un silln del living y
me qued quieto, esperando. Desde ah poda ver la puerta de la cocina, abierta, y el plato en el suelo. En algn momento
tendra que aparecer, pensaba yo.

Y apareci, mucho ms tarde, movindose con cautela; vena desde el corredor que da al dormitorio. Se meti en la cocina
pero no le prest atencin al plato con leche. Se mova con rapidez y con gran liviandad, casi como si flotara, explorando la
cocina, que sin duda no haba podido explorar en mi ausencia porque la puerta haba quedado cerrada. Despus sali de la
cocina y se qued mirndome cerca de la puerta. Digo que me miraba, pero no s con qu, tena tanto pelo que no se le vean
los ojos. Hasta me pareci que no tena ojos. Tampoco llegu a verle patas; pareca que fuese slo una masa de pelos negros.

Cuando me fui a acostar, cerr la puerta del dormitorio para que no se metiera. Nunca cierro esa puerta porque me gusta que
circule bastante aire, y con la puerta cerrada me parece que me asfixio, por ms que siempre se cuela alguna corriente de aire
entre las junturas de las ventanas. Cuando despert al otro da, el bicho estaba en la cama, a los pies de la cama, como
enrollado sobre s mismo sobre la frazada. Pens que lo iba a agarrar dormido, y me pregunt que hara con l cuando lo
agarrara. Pero apenas me mov, se movi, y se filtr rpidamente por abajo de la puerta. Es una puerta de madera, y no de
metal como la de la cocina, y hay como un dedo de luz entre la parte inferior de la hoja y el piso. Entend entonces que no
era un perro. Era slo pelo. Despus lo pude comprobar, mirndolo al trasluz cuando se paseaba por el alfizar de alguna
ventana; no haba propiamente un cuerpo, ni patas, ni ojos, ni nada. Tampoco coma ni beba nada. Y no s si dorma, o si de
noche simplemente se acomodaba a los pies de la cama buscando compaa. Ni siquiera buscaba calor, porque se pona lejos
de mi cuerpo.

Nunca me pic, ni me mordi, ni me hizo dao alguno; pero tampoco hicimos amistad. Siempre que trataba de acercarme, se
mova muy rpido para ponerse fuera de mi alcance. Despus de algunos intentos, no volv a insistir. Ya vendr solo, pens,
pero nunca vino.

Mientras estuvo en mi casa, durante un par de aos, nadie alcanz a verlo; ni siquiera la empleada, que vena dos veces por
semana, en alguna de sus limpiezas a fondo. No s dnde se escondera. Mis visitas nunca sospecharon su existencia, ni
siquiera las mujeres que ocasionalmente se quedaban a dormir; esas noches el bicho no apareca en el dormitorio. Y al da
siguiente no se mostraba resentido ni variaba en lo ms mnimo su conducta de siempre.

Una tarde de verano estaba apoyado en el alfizar de la ventana ms grande del living, su lugar favorito. Las otras ventanas
estaban tambin abiertas, por el calor. Hubo un soplo de viento que form una fuerte corriente de aire en el apartamento y se
lo llev; lo vi alejarse con la rfaga y despus ir descendiendo lentamente hasta que otra rfaga lo levantaba y lo haca
cambiar de direccin. Yo lo segu con la vista hasta que dej de verlo.

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