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Teora y mtodo narratolgicos para el estudio de la novela poltica

de la Guerra Civil Espaola


Maryse Bertrand de Muoz

Universit de Montral

Abstract: Tanto la novela histrica como la novela poltica son problemticas para la crtica. Su
complejidad narratolgica es grande, pues utilizan varios registros, la historia, la poltica y la ficcin. Este
trabajo utiliza las ideas de Genette para elaborar una teora narratolgica general de la novela poltica que
puede servir de mtodo para estudiar textos novelescos de la Guerra Civil Espaola. Se analizan algunos
ejemplos escritos por autores Republicanos y por partidarios Nacionalistas: en todos ellos la semejanza
del autor y del narrador es manifiesta y en varios tambin se distingue cierto parecido entre los tres
elementos autor-narrador-personaje.

Key Words: novela, siglo XX, Guerra Civil Espaola, novela histrica, novela poltica, narratologa

El 18 de julio de 1936 el general Franco se sublev contra el gobierno de la Repblica


legalmente establecido desde 1931 y el movimiento se extendi en seguida a toda la
pennsula. Ya a principios del siglo Antonio Machado haba apuntado en su esplndido
libro de poemas Campos de Castilla la profunda escisin del pas:

Espaolito que vienes


al mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Espaas
ha de helarte el corazn.

Pareca una premonicin. Pronto se dividi Espaa en dos bandos irreconciliables, los
Nacionalistas con Franco y los Republicanos leales al gobierno establecido: se
hundi el pas en una lucha fratricida al lado de la cual las guerras carlistas del siglo
XIX haban sido un plido ejemplo. De guerra entre hermanos, y guerra ideolgica y
lucha social que era al principio, la contienda de 1936 se transform rpidamente en un
conflicto internacional: los Republicanos y los Nacionalistas recibieron ayuda del
extranjero tanto en municiones como en hombres. Franceses, ingleses, alemanes,
italianos, holandeses, belgas, hngaros, blgaros, checoeslovacos, rusos, suecos,
daneses, americanos del norte y del sur y canadienses invadieron Espaa y en la piel de
toro se debatieron las grandes ideas del siglo XX: comunismo, fascismo, socialismo,
democracia, monarquismo, anarquismo, etc.

Al ser tan eminentemente ideolgico el conflicto espaol era lo ms lgico que los
primeros libros publicados sobre el tema lo fueran tambin y que siguieran
producindose de manera predominante durante muchos lustros. Hasta en la literatura
de creacin, el mismo fenmeno se hizo sentir profundamente: desde el primer
momento hasta muy tarde en el siglo muchas novelas inspiradas en la guerra defienden
una idea, un ideal, y muchas de ellas adoptan un tono polmico, combativo. Los autores
luchan con la pluma y sus obras a menudo toman un cariz de arenga poltica; todo ello
se aade a los hechos histricos, ya de por s difciles de fundir con los elementos
ficticios, y hace an ms complejo su estudio.

Hasta los aos treinta, el intelectual sola quedarse al margen de los combates, y si
tomaba las armas era por pura obligacin, como en la guerra de Cuba o de Marruecos;
siempre haba tenido fama de vivir en una torre de marfil, de no tomar parte activa en
los conflictos y, en todo caso, de limitar su accin a sus escritos. La guerra de Espaa
tir abajo esta tradicin secular y hombres antao dedicados a la poesa minoritaria, a
los hondos dramas ficticios o a las altas lucubraciones espirituales, se apoderaron de un
fusil y de bombas y se lanzaron contra [720] el enemigo con un encarnizamiento jams
previsto ni por ellos mismos. Todos percibieron entonces que la tragedia que asolaba la
piel de toro sacuda las bases mismas de la sociedad y tocaba lo fundamental de la
convivencia humana: era la crisis mayor de la civilizacin europea y todo hombre tena
el deber de definir su posicin frente a ella, tena que comprometerse, como
preconizara Jean-Paul Sartre unos aos ms tarde.

El Congreso de Escritores Antifascistas que tuvo lugar en Madrid y Valencia en 1937


revisti una importancia capital y una resonancia sin par, pues reuni a intelectuales de
todos los pases. Este grupo estaba afiliado a los Escritores Revolucionarios, que se
haban reunido por primera vez en Pars en julio de 1935, y cuyo comit internacional
estaba formado por Andr Gide, Thomas Mann, Andr Malraux, Romain Rolland,
Aldous Huxley y Waldo Frank. As, la intelligentsia del mundo entero estaba
representada en la capital republicana espaola.

Las mximas figuras del pensamiento espaol y extranjero proclamaron de una forma o
de otra su angustia, su honda preocupacin frente al conflicto armado. Todos conocen la
zozobra que se apoder de Unamuno en los primeros meses de la guerra, que
coincidieron con los ltimos de su vida, por no saber a qu ideologa aliarse. Por otra
parte, poetas como Rafael Alberti y Antonio Machado, por no mencionar sino los ms
conocidos, se adhirieron incondicionalmente a la Repblica y se pusieron enteramente a
su servicio, defendindola en palabras y actos. Otros escritores no menos clebres,
como Po Baroja y Manuel Machado, tomaron partido por los Nacionales.

Tal toma de conciencia y de posicin por parte de los intelectuales no llev solamente a
pronunciar discursos y escribir artculos de peridicos, ensayos, etc. sino que su
actividad se extendi rpidamente a textos de ficcin, novelas de combate poltico. Esta
actividad narrativa que naci ya a finales de 1936 con Cavroche en el parapeto de Elas
Palma y Antonio Otero Seco, que floreci durante el conflicto en Ramn J. Sender y
Jos Herrera Petere para no citar sino los de mayor relieve entre los Republicanos, se
iba a prolongar hasta los umbrales de los ochenta con obras como Mara Repblica (sic)
de Agustn Gmez-Arcos, de 1976, o Los cachorros del fascismo de Jos Antonio Vidal
Sales, de 1978 y Juventud maldita!, (resquebrajadura) 1936-1939 de Carlos Font
Surroca, de 1979.

Los escollos de la novela histrica -y obviamente las novelas de la Guerra Civil


pertenecen a este gnero- son muy numerosos y no son menos los peligros de la novela
poltica. Subgnero de la novela ideolgica, la novela poltica, como la histrica, ha
suscitado el escepticismo de muchos crticos: su complejidad es grande pues utiliza dos
registros, la poltica y la ficcin. Y si a esto se aade la historia, como es el caso que
interesa aqu, llegamos a tres registros, haciendo que su anlisis y la determinacin de
su valor literario sean problemticas.

La novela poltica se acerca a la novela ideolgica en la cual se quiere preconizar una


idea, un ideal, una tesis -a menudo al detrimento de lo propiamente novelesco- y a la
novela social en el sentido de querer no slo testimoniar sino denunciar una situacin
que aparece intolerable. Esta denuncia puede hacerse tan fuerte que llega a predominar
sobre otros aspectos, supeditando todo -personajes, estructura y estilo- a la
demostracin de un ideal poltico. Se denigra al enemigo y se ensalza al correligionario;
el tono es a menudo inflamado, el estilo retrico, las ideas llevadas hasta sus extremos y
sobre todo la intencin es polmica.

Siempre ha habido literatura poltica; no hace falta sino recordar las stiras que se han
escrito desde tiempos inmemoriales. Novelas ideolgicas, novelas en las cuales se
criticaban diferentes aspectos de la sociedad, de la poltica, de las costumbres, de la
moral, obras de denuncia que apuntaban a surtir efectos directos en el lector
encontramos desde que existe el gnero, si bien la Revolucin francesa dio un empuje a
la literatura poltica. Pero quiz sea el texto de Lenin de 1905, La organizacin del
partido [721] y la literatura de partido, el que haya logrado hacer de las novelas
polticas un gnero mucho ms extendido, ledo por una gran masa que antao no tena
siquiera acceso a la letra escrita; el futuro gran reformador de Rusia quera influenciar la
produccin literaria, orientar tanto a los escritores como al pblico hacia textos
partidarios del proletariado, una literatura comprometida. Posteriormente en Rusia y
en la Unin sovitica poco a poco se preconizaba y se premiaba slo libros conformes a
los nuevos ideales comunistas; esta tendencia se fue propagando en todos los autores
filocomunistas en el mundo pues todo su inters, su afn iba en el sentido de difundir el
nuevo evangelio. Y en el momento de la guerra espaola, como ya queda sealado, los
intelectuales de casi todos los pases occidentales se movilizaron, tomaron parte por uno
u otro bando y muchos de ellos escribieron novelas cuya meta evidente era propagar su
ideal poltico.

Para llegar a una configuracin de la novela poltica espaola de la guerra espaola,


conviene asentar, aunque sea someramente, como punto de partida algunas
consideraciones generales que se encuentran expuestas detalladamente en trabajos
anteriores (Historia y ficcin) sobre las relaciones entre la historia y la ficcin.
Ambas parecen tener el mismo origen: la mitologa y la epopeya, y el mismo sujeto: el
hombre. Sin embargo, fillogos clsicos como E. Rhode y E. Schwartz emitieron dudas
a finales del siglo XIX acerca de esta teora hegeliana y otros como B. Lavagnini y M.
Braun hicieron ver en el siglo XX las relaciones entre la novela antigua y la
historiografa helenstica. El crtico hngaro Gyrgy Lukcs por fin la deneg
totalmente, y recientemente Paul Ricoeur confirma la identidad entre historiografa y
relato de ficcin. No obstante, sigue habiendo partidarios de la teora propuesta por
Hegel en el siglo pasado.

El valor esttico de la novela histrica se ha venido discutiendo desde Manzoni y


Walter Scott y no cabe duda que la novela poltica de la cual trato aqu participa tanto
de la historia y de la novela, como de la poltica. Tericos como Edwin Muir, Jos
Ortega y Gasset, Amado Alonso, Gyrgy Lukcs han expuesto las dificultades y los
problemas de la novela histrica. La novela poltica, con mayor razn, ha sido acusada
de carecer de hermetismo, de apelar ms al intelecto y mover ms a la accin que al
sentido ldico y artstico y de ser una contaminacin creada por la ideologa en el
universo novelesco. Afirma Irving Howe en Politcs and the Novel:

La novela trata con sentimientos morales, pasiones y emociones; trata sobre todo de captar la cualidad de
la experiencia concreta. La ideologa, sin embargo, es abstracta, como debe ser, y por ende tiende a ser
recalcitrante cuando se hace un intento para incorporarla en la corriente de impresin sensual de las
novelas. El conflicto es inevitable: la novela trata de confrontar la experiencia en su inmediatez e
(1)
intimidad, mientras que la ideologa es por su naturaleza general e inclusiva (21).

Durante la lucha fratricida misma Guillermo de Torre haba denunciado las presiones
que pretendan imponer al arte y al artista el servicio a causas extra-artsticas. Y en 1968
Jos Vila Selma reiteraba esta idea en Tres ensayos sobre la literatura y nuestra guerra.

La creacin literaria corre el peligro de no ser gratuita en sus fines y ha perdido generosidad en su
impulso, desde la aparicin de la literatura poltica tan engaosa como la poltica dogmtica. Y esto
viene ocurriendo desde que la Revolucin francesa se sirvi de la literatura poltica, es decir, desde que
ciertas polticas se presentan como redentoras y necesitan de la inteligencia mediatizada para impedir que
la critica del pensamiento libre denuncie el germen de descomposicin. La literatura poltica se
caracteriza por el entusiasmo con que define como esencial lo que no se puede aceptar como tal, porque
las razones que la propaganda aduce no satisfacen el deseo de bien comn que hay en todo intelectual
activo, que por defender la libertad de su pensamiento llegara a la rebelin misma, si sta es necesaria,
con la literatura poltica y los valores que predica como esenciales (12-13).

Muchos comentarios ms en pro y en contra de la novela poltica podran figurar aqu,


pero es ms til atenernos a un juicio neutro sobre la novela en general que pueda
orientarnos entre tanta polmica. ste lo encontramos en Benjamn Harshaw, quien
[722] en Fictionality and Fields of Reference (1984) al exponer sus ideas sobre la
ficcionalidad no establece distincin alguna entre los diferentes tipos de novela. Segn
Harshaw, una obra literaria construye su propia realidad a la vez que la describe y en
ella no se hallan solamente proposiciones sueltas sino un Internal Field of` Reference
(IFR). Define ste como una red completa de referentes de varias clases
relacionados entre s: caracteres, acontecimientos, situaciones, ideas, dilogos, etc.
(230) y subraya su importancia como creadora de la unicidad de la obra literaria. Los
EFR, los External Fields of Reference son el mundo real en tiempo y espacio,
historia, filosofa, ideologas, vistas de la naturaleza humana, otros textos (243); y un
texto literario puede perfectamente apelar a ellos, referirlos directa o indirectamente. La
nica seal de ficcionalizacin del EFR sera su floating, el dejar flotar algn
detalle al no precisar una fecha o un dato de la realidad.

Entre las diversas teoras en torno a las relaciones entre historia y ficcin, es
particularmente til la que parte de la diferencia establecida por Gnther Mller en
Morphologische Poetik, en 1968, y utilizada por Grard Genette en 1972, en Discours
du rcit, entre los tres componentes de un texto narrativo: historia, relato y narracin.
Despus, los estructuralistas y los autores de libros de narratologa -Mieke Bal, Gerald
Prince, Shlomith Rimmon-Kenan, Daro Villanueva y otros- han mantenido la
dicotoma entre historia y relato. Generalmente se admite que los elementos necesarios
de un texto narrativo son: una historia o cadena de sucesos con su o sus personajes y un
discurso, (2) la expresin, los medios con los cuales se comunican dichos sucesos.
Dicho de una manera ms sencilla, la historia es el qu, de una narracin que se relata,
el discurso es el cmo (Chatman 20).

Esta base puede servir de gua para abordar la novela histrica y poltica para dilucidar
la diferencia que puede haber entre el relato histrico-poltico y el relato ficticio frente a
la historia que transmiten, frente al hecho de que el primero es verdico y el segundo
imaginado. Ensayistas como Kte Hamburger, Barbara Hernstein Smith y Paul Ricoeur
se han preguntado cules son las relaciones que se establecen entre los dos discursos,
fijndose algunos en el uso del tiempo y otros en el modo y la voz. Con respecto al
tiempo, no parece que el factor del orden, o sea la cronologa, en un relato ficticio o
verdico, sea diferente: el tiempo no cronolgico o las faltas de adecuacin entre el
tiempo de la historia y el del discurso se hacen de la misma forma en uno como en otro;
todo depende de las necesidades del relato y de las intenciones del narrador. Ocurre lo
mismo con la velocidad, duracin del discurso y la frecuencia. El modo, o
punto de vista adoptado por el narrador, en cambio, es el ms conflictivo, ya que la
manera de enfocar el material narrativo es la que puede dar paso a la subjetividad tanto
del narrador como del personaje. Si el relato histrico y poltico est escrito en tercera
persona, el narrador omnisciente no debera manifestar ninguna parcialidad ni
intervencin personal; pero como se trata de un relato hecho por un ser humano que
representa el pasado por medio de sus conceptos y juicios, la objetividad resulta
ilusoria. En cambio, en el relato ficticio en tercera persona, el narrador omnisciente
puede perfectamente entrar en la subjetividad de sus personajes y orientarles segn su
parecer. El modo, pues, es el punto donde se puede marcar ms la divergencia
narratolgica.

Genette fue el primero, en Discours du rcit, en distinguir el modo de la voz,


quin ve y quin habla en un texto narrativo, y de nuevo ofreci en 1991 en un
articulo, Rcit fictionnel, rcit factuel una teora de las ms acertadas. Afirma que la
situacin temporal del acto narrativo, sea posterior o anterior a la narracin a l o
contemporneo, y la persona, es decir la oposicin entre relato heterodiegtico, en
que el narrador es distinto a sus personajes, y homodiegtico, en que el narrador es
personaje en la situacin narrada, no se distinguen entre los relatos de ficticios y no
ficticios. Donde hay que hacer una distincin neta es en los niveles, pues en principio
[723] en el relato de hechos verdaderos se evita por lo general la narracin de segundo
grado. Genette analiza detalladamente la cuestin en los relatos ficticios y de hechos
histricos en primera y tercera persona, estableciendo cinco esquemas, basados en las
diversas correspondencias entre autor (A), narrador (N) y personaje (P):

A = N en los relatos fieles a los hechos histricos / A # N en los de invencin (#


significa diferente)

Tres de ellos se prestan con particular adecuacin para el anlisis de la novela poltica,
como se ver a continuacin:

A A A
"" "" ""
N#P N=P N#P

Es decir

1) en el primero: el autor es igual al narrador y al personaje aunque el narrador en


muchos casos no tenga el mismo nombre, ni exactamente las mismas vivencias que el
personaje;

2) en el segundo: se trata de total equivalencia entre los tres elementos, como en la


autobiografa

3) en el tercero: el autor es igual que el narrador, pero diferente del personaje y el


narrador tambin es diferente del personaje.

Globalmente la novela de la Guerra Civil Espaola se caracteriza por su carencia de


objetividad histrica y poltica y ello se debe al hecho que casi todos los autores -ms de
mil- que se han inspirado en ella para sus ficciones narrativas vivieron los
acontecimientos trgicos que describen y relatan. Por lo tanto muchsimos relatos se
acercan a la autobiografa de sus autores y autor / personaje tienen a menudo una
relacin bastante ntima. La pasin a veces visceral se manifiesta en muchsimos textos
y casi siempre con ella un maniquesmo extremado. As no son raros los prrafos en los
cuales se describe al enemigo de una forma totalmente denigrante. Fragmentos de
Oscuro herosmo de Toms Borrs, falangista acrrimo, podramos citar a ttulo de
ejemplo; pero en los de enfrente, como Elas Palma y Antonio Otero Seco en Cavroche
en el parapeto, se halla la misma retrica entre vieja literatura y nueva fraseologa, el
mismo maniquesmo. El hroe ideal, portador de verdaderos valores y de belleza
aparece en las novelas tanto de los franquistas como de los Republicanos y a su lado el
rebajamiento de los supuestos protagonistas del bando opuesto (Bertrand de Muoz, la
pluma y la espada).

Varias novelas publicadas durante las hostilidades mismas o en seguida despus son
muy representativas de este tipo de obras: Contraataque (1938) de Ramn J. Sender,
Madrid de corte a checa, de la misma fecha, de Agustn de Fox, Llespoir (1937) de
Andr Malraux y For Whom the Bell Tolls (1940) de Ernest Hemingway figuran sin
duda entre las ms conocidas (Bertrand de Muoz, La novela). Las cuatro estn muy
marcadas por el ambiente circundante, por los hechos blicos y por la ideologa de sus
autores. stos se implicaron directamente en la lucha contra el enemigo y no podan
permanecer neutros. Por ello encontramos en ellas el mismo tono polmico, el mismo
deseo de probar por medio de personajes ficticios la veracidad de sus ideas y
convicciones, la misma pasin ideolgica.

Con la excepcin de la obra de Sender, todas emplean la tercera persona narrativa y si


acercamos autor y narrador es por referencia a la vida del autor, a los conocimientos que
tenemos de su participacin en la lucha. Servir para aclarar el esquema narratolgico
propuesto el anlisis de textos especficos de espaoles de ambos bandos y sobre todo
algunos que tienen comparacin posible con otros textos del mismo novelista o con
referencias hechas por otros autores y que sealen semejanza autor/narrador.
El primero es Contraataque, de Ramn J. Sender. Como el autor haba obtenido el
Premio Nacional de Literatura en 1935, era por lo tanto ya conocido cuando public
Contraataque en 1938; su mujer y su hermano haban sido matados por los
Nacionalistas [724] y si bien escribe esta obra para animar a sus compatriotas a la lucha,
no elude estos hechos personales tan penosos y los relata con hondo sentir. Obra de
circunstancias, con retrica militante, a primera vista apenas parece una novela, sino
ms bien una autobiografa novelada. Para Ignacio Soldevila-Durante se trata
simplemente de un testimonio autobiogrfico(72). Marcelino C. Peuelas, por su parte,
seala su carcter poltico pues segn l fue escrita para

presentar la causa republicana ante el pblico extranjero... La prueba de ello es que se public primero en
tres ediciones fuera de Espaa: Contre-attaque en Espagne (Paris, 1937); The War in Spain (Londres,
1937); y Counter-attack in Spain (Boston, 1937). Al ao siguiente fue publicada en Espaa (97).

Sin embargo, a pesar de este objetivo evidente junto al de presentar un elogio del
Partido Comunista, Contraataque contiene cierta complejidad, cierta ambigedad que le
confiere un carcter novelesco y esta ambigedad viene creada en gran parte, como lo
ha hecho notar con acierto Mary S. Vzquez, por el cambio frecuente de voz en el
texto. Este cambio aparece claro a cualquier lector un poco atento pues hay dos
narradores muy fciles de reconocer, 'l' en primera persona que describe el perodo que
cubre desde mayo hasta el 18 de julio de 1936, y 'l' en tercera persona, una vez
declarada la guerra: estas dos voces son las que funcionan constantemente en oposicin
en la obra, si bien la del soldado-cronista es la dominante. Pero subraya Mary S.
Vzquez, y all est su mrito, al lado de estas dos voces

est la que nombrar una voz narrativa exhortatoria, que grita, insiste, pretende levantarnos ms arriba de
los rboles para que podamos ver el bosque lleno y completo. Esta voz la contradice y subvierte el
contenido de la voz narrativa predominante de la historia. Finalmente, al final de la novela, una cuarta voz
narrativa, la del autor implcito mismo, narra, en una prosa escueta, sin adornos, que contrasta con el
estilo exuberante y la riqueza de metforas de la mayor parte del texto, la tragedia personal de las muertes
por el asesinato de su mujer y hermano en el otoo de 1936 (114).

De 1938 es tambin Diario de guerra de un soldado, relato en primera persona, de otro


Republicano, Vicente Salas Vi. En este libro el autor afirma en las Explicaciones
preliminares no ser el soldado Andrs Ruiz que redacta las notas que publica, pero s
haber vivido lo narrado por su protagonista: la postura es muy clara frente al material
novelesco. El obrero Andrs Ruiz es la encarnacin del soldado republicano como
debera ser: sencillo, valiente, entusiasta; est seguro de la victoria de los suyos y
desprecia profundamente al enemigo. Relata sus experiencias personales en los seis
meses que van de septiembre de 1937 a febrero de 1938: en todo momento, a pesar de
las duras circunstancias, conserva su entusiasmo, su optimismo, su ilusin en la
fraternidad de los comunistas y su orgullo de pertenecer al Ejrcito del Pueblo. Esta
obra recuerda las numerosas novelas patriticas escritas por los franquistas pero que
eran ms raras en el bando republicano, si bien el estilo se aleja de dichas obras de
subliteratura. Su autor, un colaborador de Cruz y Raya, ensalza a los humildes
combatientes y propone un modelo de buen soldado para vencer al enemigo: su ideal
es el de su protagonista.

Una de las novelas ms conocidas y dignas entre las de inspiracin falangista es, sin
duda, la de Agustn de Fox, Madrid, de Corte a Checa, tambin de 1938. La novela
contiene un tema, un protagonista y un sistema de valores fascistas, pero fue reconocida
pronto como una de las buenas novelas de la guerra por su sentido de la observacin, su
ingenio, su alarde de trama y estilo. El conde de Fox, que haba colaborado en la
composicin del Himno de la Falange, cuenta aqu la vida de un joven desde los
ltimos das de la Monarqua hasta noviembre de 1936, joven a todas luces muy cercano
a su autor por todo lo que se conoce de su vida y por citarse a s mismo en el texto,
aunque se narre en tercera persona: Una mezcla de crnica histrica y de mnima
ficcin novelesca, centrada en torno a la pareja Jos Flix (trasunto en buena medida
del propio Fox) (subrayado mo) y su novia Pilar, escribe sin reparos Rodrguez
Purtolas (232). Por medio del [725] protagonista de la clase alta, recorremos todas las
esferas de la sociedad, y el narrador no esconde su parecer frente a la plebe de Madrid;
es netamente despreciativo pero su fresco histrico, aunque tendencioso, est bien
trazado; sus personajes, bien dibujados, y el estilo, refinado, elegante y preciso. Una de
las pocas novelas publicadas durante la guerra que todava se lee con inters, afirm en
1971 Jos Luis Ponce de Len en La novela espaola de la guerra civil (104). En la
primera edicin de 1938 se cuenta cmo un grupo de amigos alrededor de Jos Antonio
Primo de Rivera compuso el himno de la Falange, el Cara al Sol, y entre ellos
figuraba el conde de Fox; en la segunda edicin sin embargo, la de 1962, ya se
suprimi el nombre del autor como presente en esta reunin. Signo de los tiempos!
Otro hecho que hay que sealar: es casi la nica -con la de Garca Serrano que veremos
a continuacin- de las novelas de ese tiempo que se haya vuelto a publicar.

El ms notorio de los escritores falangistas por la cantidad de obras publicadas y por su


resonancia es el navarro Rafael Garca Serrano. Empez su carrera con Eugenio o la
proclamacin de la primavera en 1938 y la prolong hasta el Diccionario de un macuto
(1966) y La paz ha terminado (1980). Partidario acrrimo de la doctrina de Jos
Antonio, Garca Serrano era muy joven al estallar la guerra; su obra de mayor
resonancia fue La fiel Infantera de 1943. Se trata aqu de una narracin vibrante de la
guerra, de una visin realista de la vida del frente, pero falta en ella el sentido
arquitectnico esencial: falta el hilo narrativo y parece ms bien un conjunto de
reportajes sucesivos sobre unos soldados de infantera. El narrador salta de un tema a
otro haciendo numerosas incursiones en un pasado anterior, sin transicin del plano
presente a la evocacin o al recuerdo, y crea intilmente una escritura ambigua. La
juventud combatiente aparece entusiasmada y en el libro se mezclan la poesa y el
idealismo con el ms bajo realismo. El antirremarquismo, la refutacin del libro de la
primera guerra mundial de Erich Mara Remarque, Sin novedad en el frente, domina
todo. Este Premio Nacional de Literatura Jos Antonio Primo de Rivera 1943, fue sin
embargo retirado por la censura en 1945 y no volvi a salir hasta 1957, pero luego fue
reeditado muchas veces.

Si tanto Agustn de Fox como Garca Serrano funden enteramente A y N, no ocurre lo


mismo para el narrador y el personaje; sin duda en el primero las semejanzas son
grandes entre autor, narrador y personaje, pero en la novela de Garca Serrano, al ser
numerosos los personajes, se puede observar un parecido entre algunos de los
protagonistas y el narrador solamente en unos algunos casos.

En la dcada de los cuarenta abundaron las novelas del mismo tipo que los vistos
durante las hostilidades, tanto entre los vencedores, como acabamos de ver, como entre
los vencidos. Tomar un ejemplo entre los Republicanos y de nuevo otro entre los
franquistas para tratar de ilustrar la teora anteriormente expuesta.
En 1944, Manuel D. Benavides publica La escuadra la mandan los cabos, un reportaje
novelado, ms bien un alegato a favor de los marinos leales a la Repblica: quiere
restablecer la verdad sobre lo ocurrido, mostrar la valenta de unos hombres que jugaron
el todo por el todo. Su protagonista, Luis Tejeda, un teniente de navo y profesor de la
Escuela de Armas Submarinas, se est muriendo al final de la Guerra Civil y decide
contar sus experiencias como soldado leal a la Repblica. En sus recuerdos, importa
ms la actuacin de la escuadra, de la Flota que la propia; Tejeda est orgulloso de la
marina republicana y lo pregona en altsima voz. Lo histrico prima sobre lo novelesco
como lo indican los ttulos de las tres partes del libro: La sublevacin de la escuadra,
La historia desenmascarada y Los Leales. Como era de esperar no tuvo difusin tal
libro en la Espaa dictatorial pero Antonio Iglesias Laguna, crtico de tendencia
franquista que logr leerlo, comentaba en 1969:

[Benavides] ha reflejado su amargura de vencido en... su sorprendente visin de la guerra naval... donde
es triste que el buen estilo se d de bofetadas con la probidad ms elemental. Lo que Manuel D.
Benavides tiene por honorable lo considera vergonzoso [726] la Marina espaola (99).

Aqu se reproduce evidentemente el esquema ya visto:

A
""
N#P

contrariamente al que se aplicara en el caso de Sender:

A
""
N=P

El ttulo de la novela de Francisco Camba, Madridgrado, es revelador de su contenido:


se trata, segn su narrador, de la vida en el Madrid dominado por los Rojos, por los
partidarios de Rusia, el Madrid sovietizado en suma. El autor, hermano del humorista
Julio Camba, era claramente un defensor del bando nacionalista e indic al principio del
texto que su libro era autobiogrfico, pero es evidente que se trata de una autoficcin
novelada: los hechos reales y la trama sentimental se entremezclan constantemente y
hay un sinfn de hechos de una total inverosimilitud. Se narran las aventuras del
novelista mismo con su amigo Pitip en la capital: sorprendidos all por la guerra, se
ven en la imposibilidad de volver a su casa y tienen que soportar todas las vejaciones
como hombres de derechas en una ciudad dominada por gente de izquierda. Se trata
pues de una ficcin autodiegtica, pero fuertemente polemizada: el autor-narrador no
padece demasiado de las circunstancias adversas pero sus imprecaciones contra las
autoridades del gobierno que no hace nada para parar los horrores causados por los
sbditos adictos son tremendas; a su lado su compaero, Pitip, vive un gran amor con
una monja despus de rescatarla de las barbaridades de los rojos pero al final cada
uno vuelve a su vida normal y la moral catlica-nacionalista est a salvo. La obra, que
recuerda El asedio de Madrid de Eduardo Zamacois pero con una interpretacin poltica
opuesta, se lee bien a pesar de la tesis tan insistente pues el autor sabe aadir a un estilo
correcto, algunas notas brillantes y cierto rebuscamiento adems de una buena dosis de
irona, de humor, de burla, de emocin y de suspense.
En los aos cincuenta, en general se fue apaciguando la pasin poltica, pero a pesar de
ello ciertos escritores mantuvieron firmes sus ideales. Este fue el caso de Emilio
Romero, hombre muy conocido en el mundo de las letras, sobre todo por sus
actividades periodsticas: fue tambin dramaturgo, novelista, ensayista. Se identific
con el Rgimen, fue censor ocasional y al ser director de la Escuela Oficial de
Periodismo influenci mucho a los estudiantes de dicha escuela; durante mucho tiempo
fue director de Pueblo y tambin all ejerci su magisterio tanto en los periodistas como
en el pblico lector. Escribi novelas y, entre ellas, La paz empieza... nunca y El
vagabando pasa de largo constituyen, segn Julio Rodrguez Purtolas:

un ideologizado panorama de la Espaa contempornea -vagamente similar al de Gironella -documental


tambin, con opiniones continuas acerca de la sociedad y de la poltica, todo ello centrado en torno al
gran y conocido tema del desencanto, que aqu podra definirse de modo bastante concreto como la
victoria perdida (579).

Estos amplios frescos de la historia poltico-social contempornea estn muy bien


documentados como lo deja suponer la profesin principal del autor. En La paz
empieza... nunca, el autor cede la palabra a su protagonista, Lpez, que se presenta l
mismo y cuenta bajo forma autobiogrfica su historia. Muchacho mediano, elemental y
sencillo, Lpez es un pueblerino de la Mancha que llega a Madrid para estudiar durante
los aos de la Repblica, que se inicia en las doctrinas de Jos Antonio y se hace un
adepto fiel. A partir de ese momento, nada cuenta para l sino la defensa de la patria:
lucha con los Nacionalistas, se alista en la Divisin Azul y de vuelta a su pas deja de
nuevo a su novia para ir a perseguir a los maquis. Para el que quiere el bien de su
patria La paz empieza... nunca. Las dos terceras partes de este libro logran cautivar al
lector, pues el autor manifiesta cualidades [727] ciertas de escritura, denuedo de la
exposicin y agilidad de la narracin; pero en la parte final los detalles de actualidad, las
concesiones a la galera restan inters. En conjunto, sin embargo, el valor literario es
cierto por su fuerza expresiva y el libro se mereci el Premio Planeta 1957.
Identificacin entre autor y narrador encontramos sin duda en las obras de Romero, si
bien narrador y personaje se diferencian a la vez que en parte se parecen, como en
Garca Serrano o hasta en Benavides.

De los mismos aos pero de signo poltico adverso es la obra de Julin Gorkn La
muerte en las manos. Esta obra, de una prosa correcta y fluida, es esencialmente poltica
con exageraciones notorias: ningn espaol que haya vivido en su pas los aos en los
cuales transcurre la trama reconoce una situacin verdadera: la Espaa que describe el
narrador no es la Espaa real, es ms bien la Espaa imaginada por su autor-narrador.
Don Jorge Montalbn cuando llega a su pueblo despus de varios aos de ausencia va
con intencin de darse cuenta del abismo espaol y en efecto lo encuentra pues
deforma todo con su cristal de aumento. No encuentra ms que a unos vencedores, unos
pocos de la administracin, y el resto del pueblo, los vencidos; nadie, segn l, puede
vivir feliz en Espaa, ni los triunfadores, ni los derrotados, y hasta derribar al Rgimen
no podr volver la normalidad, la felicidad. Varios personajes deambulan por esta obra
pero el principal es el pueblo como entidad, como prototipo de la Espaa bajo la frula
franquista: todos tienen La muerte en las manos, y viven en la oscuridad impuesta por
los totalitaristas y no se puede tolerar tal ignominia. Aqu autor, narrador y protagonista
se asemejan, ste ltimo en lo que quisiera ser y ver; pero lo que se distingue es lo
referido pues es fruto de la imaginacin ms que de la realidad vista y vivida.
Avanzando el siglo, una dcada ms tarde, otros espaoles, exiliados tambin, publican
en Francia y en Argentina novelas de tono altamente polmico; unas son claramente
textos de repulsin de todo lo supuestamente noble en la Espaa de la preguerra y del
principio de la guerra entre los partidarios de Franco, Allegro barbaro y Fiesta de Jos
Luis de Vilallonga, mientras que otras dos, de Gonzalo Arias y el Coronel Calvo,
marcan una decidida intencin de acabar no slo con el rgimen salido de la contienda
de 1936 sino tambin con la persona de Franco, Los encartelados y El caudillo y el otro.
En los tres escritores, autor y narrador son muy semejantes pero slo en el caso de
Vilallonga hallamos un parecido entre personaje y autor, mientras que narrador y
personaje se distinguen.

El ltimo ejemplo de la poca franquista ser el de la comunista Teresa Pamis, quien


public en 1975 en Espaa la novela bilinge en cataln y en castellano, Dona de pres/
Mujer de preso. Esta primera novela de una mujer de conocidas convicciones marxistas
y que vivi treinta aos de exilio en Mxico y Francia, autora de Qun erm capitans,
memorias de la Guerra Civil ganadoras del Premi Joan Esteirich 1974, plantea un caso
ejemplar de mujer de la clase adinerada que lo da todo por el hombre que quiere y por la
causa que l defiende. Se enamor de un guerrillero, charlatn, violento y comunista
(19); vivi con l seis meses de amor apasionado pero la detencin puso trmino a una
relacin prohibida. A los seis meses le naca un hijo, Quimet. Ella se defendi como
pudo, colaborando con la gente de clase humilde, esperando siempre las cartas del preso
y educando a Quimet en el respeto de las opiniones de su padre. Muri en 1956. Rafael
sali de la crcel en 1960 y se cas pronto con una chica joven que le hizo olvidar el
pasado. Slo Quimet recuerda cariosamente a su madre, Neus. Relato en el cual una
mujer sufre todas las consecuencias de la reciente contienda y las de su propia decisin,
Dona de pres se acerca mucho a la autobiografa de la autora y a su ideologa poltica;
para Teresa Pamis como para la narradora solamente el marxismo poda llevar a los
seres humanos a la justicia y a la total realizacin de s mismos. El estilo sencillo, de
frases cortas, eficazmente bronco en ocasiones, se hace casi lrico al final cuando la
narradora se dirige a su personaje -en segunda [728] persona- para consolarla y
comentar su vida; toda la trama est totalmente focalizada hasta entonces desde la mujer
del preso y este final sobrecoge.

En el posfranquismo, durante la llamada transicin, se revitaliz el espritu poltico


frente a la situacin espaola y se publicaron an obras novelescas de fuerte tono
reivindicador, sea de los que haban permanecido en Espaa, sea de los que haban
salido ms o menos recientemente ya que quedaban poqusimos de los exiliados de
1939.

La ms interesante en este sentido y de tono ms violento es sin duda Mara Repblica


(sic), esplndida obra publicada en francs y que le mereci a su autor, Agustn Gmez-
Arcos, una fama de gran escritor. Se desarrolla en la dcada de los sesenta y su
protagonista, Mara Repblica Gmez-Arcos, hija ilegtima de padres ilegtimos, sale
entonces del burdel para entrar en un convento. El tema de por s llama la atencin por
su truculencia pero est tratado de una manera soberbia. Una ley ha obligado a cerrar
muchas casas de prostitucin y Mara Repblica es llevada a un convento dirigido por
una Madre, duquesa dos veces, que ha escrito una regla muy particular, en la cual entre
otras cosas se afirma que Dios no existe y que hay que inventarlo; sta es sifiltica como
Mara, ha sido contagiada por su marido, contagiado l mismo por mujeres como la
recin ingresada; pero Mara se ha dejado devorar por esta tremenda enfermedad para
transmitirla a los franquistas: su guerra ha sido microbiana. Mara parece someterse:
Cada una de tus sumisiones, piensa, es un paso ms hacia el 'no' total (46), pero la
rebelda, el deseo de continuar su combate est en lo ms profundo de su ser. El cura te
bautiza Mara Gmez-Arcos. T que, por la voluntad de tus padres, te llamabas an ayer
Mara Repblica Gmez-Arcos (68). Mara por fin pronuncia sus votos de castidad,
pobreza y obediencia; la ceremonia es suntuosa pues han vestido a la novicia como una
reina y, durante la fiesta que se organiza para ella en esta ocasin, la puta roja se
siente volver a lo que era: prende el convento y muere quemada viva, desnuda, mirando
al cielo y sin haber perdido su identidad de mujer rebelde.

En Mara Repblica la poltica tiene un papel fundamental: es una novela sumamente


sombra, pero es sobre todo una gran novela. Su accin inmediata pasa ms de dos
dcadas despus de la Guerra Civil, pero por medio de las analepsis se repasan todos los
aos anteriores, el pasado de la protagonista. Hija de incendiarios de iglesias, fusilados
por los franquistas, Mara no puede olvidar la muerte horrible de sus padres y el hecho
que se les haya echado a la fosa comn. Toda su vida ha sido una venganza y con su
estancia en el convento parece convertirse pero puede ms el atavismo que cualquier
lavado de cerebro. El libro recuerda los esperpentos de Valle-Incln, pero los espejos
deformantes son aqu mucho ms exagerados que en el autor gallego: la stira, la
condena del franquismo, de la Iglesia catlica, de la religin llegan a extremos pocas
veces alcanzados. El estilo a menudo muy bronco, las frases cortas y sin verbo sugieren
perfectamente el carcter, el estado de nimo de la protagonista, el odio que tiene su
origen en la lucha cainita, su necesidad visceral de revancha; son como trazos negros
que recuerdan tambin las pinturas negras de Goya denunciando una realidad
insoportable, indignante, y a la vez un deseo irreprimible de libertad. Nadie puede dudar
aqu de la equivalencia entre autor y narrador y el nombre de la protagonista, Mara
Repblica Gmez-Arcos, es significativo: si el personaje no es igual al autor, es el que
quisiera ser y manifiesta sus pasiones ms profundas por medio de ella.

Para no recargar ms la lista de novelas polticas del pos-franquismo, mencionar


solamente ya a dos novelistas, Fernando Daz-Plaja y Jess Torbado, con sus
respectivas obras: El desfile de la Victoria y En el da de hoy, publicadas en 1976, un
ao despus de la muerte de Franco. Ambas postulan, imaginan que la guerra la
hubieran ganado los Republicanos; novelas de ficcin poltica bastante desoladoras pues
en ellas los nuevos gobernantes, Martnez Barrios [729] o el general Rojo, obran de
forma tan errnea como lo hicieran los franquistas, tuvieron mucho xito, sobre todo la
segunda que gan el Premio Planeta de ese ao. Aqu tambin el autor y narrador son
muy semejantes, aunque los personajes son distintos tanto del autor como del narrador.

En algunas obras, sobre todo las que estn escritas en primera persona, como en
Contraataque de Sender, el parecido entre autor, narrador y personaje es tan grande que
el grfico de la autobiografa es el ms acertado. Podra modificarse los esquemas de
Genette y aadir un signo a su catalogacin: + / -, es decir, ms o menos; as saldra el
diagrama siguiente:

A
"+/-
N#P
En este tipo de relato el autor expresa sus propias ideas por medio de su narrador,
aunque ste sea diferente de su personaje, y el mismo autor se parece en gran parte a su
personaje; si bien no es totalmente igual le ha inyectado mucho o muchsimo de s
mismo. A este esquema respondera por ejemplo el protagonista de Romero, de Gorkn,
de Salas Vi, de Fox, de Benavides, de Gmez-Arcos, para no citar ms que los ms
sealados.

En conclusin, estimamos que los diagramas elaborados a base de la teora de Genette


proporcionan un mtodo narratolgico muy til para organizar de algn modo el vasto
panorama de la novela poltica espaola, con su compleja combinacin de historia,
ideologa y ficcin, segn las correspondencias que existen en tales textos entre autor,
narrador y personaje.

OBRAS CITADAS

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