Narratología PDF
Narratología PDF
Narratología PDF
Universit de Montral
Abstract: Tanto la novela histrica como la novela poltica son problemticas para la crtica. Su
complejidad narratolgica es grande, pues utilizan varios registros, la historia, la poltica y la ficcin. Este
trabajo utiliza las ideas de Genette para elaborar una teora narratolgica general de la novela poltica que
puede servir de mtodo para estudiar textos novelescos de la Guerra Civil Espaola. Se analizan algunos
ejemplos escritos por autores Republicanos y por partidarios Nacionalistas: en todos ellos la semejanza
del autor y del narrador es manifiesta y en varios tambin se distingue cierto parecido entre los tres
elementos autor-narrador-personaje.
Key Words: novela, siglo XX, Guerra Civil Espaola, novela histrica, novela poltica, narratologa
Pareca una premonicin. Pronto se dividi Espaa en dos bandos irreconciliables, los
Nacionalistas con Franco y los Republicanos leales al gobierno establecido: se
hundi el pas en una lucha fratricida al lado de la cual las guerras carlistas del siglo
XIX haban sido un plido ejemplo. De guerra entre hermanos, y guerra ideolgica y
lucha social que era al principio, la contienda de 1936 se transform rpidamente en un
conflicto internacional: los Republicanos y los Nacionalistas recibieron ayuda del
extranjero tanto en municiones como en hombres. Franceses, ingleses, alemanes,
italianos, holandeses, belgas, hngaros, blgaros, checoeslovacos, rusos, suecos,
daneses, americanos del norte y del sur y canadienses invadieron Espaa y en la piel de
toro se debatieron las grandes ideas del siglo XX: comunismo, fascismo, socialismo,
democracia, monarquismo, anarquismo, etc.
Al ser tan eminentemente ideolgico el conflicto espaol era lo ms lgico que los
primeros libros publicados sobre el tema lo fueran tambin y que siguieran
producindose de manera predominante durante muchos lustros. Hasta en la literatura
de creacin, el mismo fenmeno se hizo sentir profundamente: desde el primer
momento hasta muy tarde en el siglo muchas novelas inspiradas en la guerra defienden
una idea, un ideal, y muchas de ellas adoptan un tono polmico, combativo. Los autores
luchan con la pluma y sus obras a menudo toman un cariz de arenga poltica; todo ello
se aade a los hechos histricos, ya de por s difciles de fundir con los elementos
ficticios, y hace an ms complejo su estudio.
Hasta los aos treinta, el intelectual sola quedarse al margen de los combates, y si
tomaba las armas era por pura obligacin, como en la guerra de Cuba o de Marruecos;
siempre haba tenido fama de vivir en una torre de marfil, de no tomar parte activa en
los conflictos y, en todo caso, de limitar su accin a sus escritos. La guerra de Espaa
tir abajo esta tradicin secular y hombres antao dedicados a la poesa minoritaria, a
los hondos dramas ficticios o a las altas lucubraciones espirituales, se apoderaron de un
fusil y de bombas y se lanzaron contra [720] el enemigo con un encarnizamiento jams
previsto ni por ellos mismos. Todos percibieron entonces que la tragedia que asolaba la
piel de toro sacuda las bases mismas de la sociedad y tocaba lo fundamental de la
convivencia humana: era la crisis mayor de la civilizacin europea y todo hombre tena
el deber de definir su posicin frente a ella, tena que comprometerse, como
preconizara Jean-Paul Sartre unos aos ms tarde.
Las mximas figuras del pensamiento espaol y extranjero proclamaron de una forma o
de otra su angustia, su honda preocupacin frente al conflicto armado. Todos conocen la
zozobra que se apoder de Unamuno en los primeros meses de la guerra, que
coincidieron con los ltimos de su vida, por no saber a qu ideologa aliarse. Por otra
parte, poetas como Rafael Alberti y Antonio Machado, por no mencionar sino los ms
conocidos, se adhirieron incondicionalmente a la Repblica y se pusieron enteramente a
su servicio, defendindola en palabras y actos. Otros escritores no menos clebres,
como Po Baroja y Manuel Machado, tomaron partido por los Nacionales.
Tal toma de conciencia y de posicin por parte de los intelectuales no llev solamente a
pronunciar discursos y escribir artculos de peridicos, ensayos, etc. sino que su
actividad se extendi rpidamente a textos de ficcin, novelas de combate poltico. Esta
actividad narrativa que naci ya a finales de 1936 con Cavroche en el parapeto de Elas
Palma y Antonio Otero Seco, que floreci durante el conflicto en Ramn J. Sender y
Jos Herrera Petere para no citar sino los de mayor relieve entre los Republicanos, se
iba a prolongar hasta los umbrales de los ochenta con obras como Mara Repblica (sic)
de Agustn Gmez-Arcos, de 1976, o Los cachorros del fascismo de Jos Antonio Vidal
Sales, de 1978 y Juventud maldita!, (resquebrajadura) 1936-1939 de Carlos Font
Surroca, de 1979.
Siempre ha habido literatura poltica; no hace falta sino recordar las stiras que se han
escrito desde tiempos inmemoriales. Novelas ideolgicas, novelas en las cuales se
criticaban diferentes aspectos de la sociedad, de la poltica, de las costumbres, de la
moral, obras de denuncia que apuntaban a surtir efectos directos en el lector
encontramos desde que existe el gnero, si bien la Revolucin francesa dio un empuje a
la literatura poltica. Pero quiz sea el texto de Lenin de 1905, La organizacin del
partido [721] y la literatura de partido, el que haya logrado hacer de las novelas
polticas un gnero mucho ms extendido, ledo por una gran masa que antao no tena
siquiera acceso a la letra escrita; el futuro gran reformador de Rusia quera influenciar la
produccin literaria, orientar tanto a los escritores como al pblico hacia textos
partidarios del proletariado, una literatura comprometida. Posteriormente en Rusia y
en la Unin sovitica poco a poco se preconizaba y se premiaba slo libros conformes a
los nuevos ideales comunistas; esta tendencia se fue propagando en todos los autores
filocomunistas en el mundo pues todo su inters, su afn iba en el sentido de difundir el
nuevo evangelio. Y en el momento de la guerra espaola, como ya queda sealado, los
intelectuales de casi todos los pases occidentales se movilizaron, tomaron parte por uno
u otro bando y muchos de ellos escribieron novelas cuya meta evidente era propagar su
ideal poltico.
La novela trata con sentimientos morales, pasiones y emociones; trata sobre todo de captar la cualidad de
la experiencia concreta. La ideologa, sin embargo, es abstracta, como debe ser, y por ende tiende a ser
recalcitrante cuando se hace un intento para incorporarla en la corriente de impresin sensual de las
novelas. El conflicto es inevitable: la novela trata de confrontar la experiencia en su inmediatez e
(1)
intimidad, mientras que la ideologa es por su naturaleza general e inclusiva (21).
Durante la lucha fratricida misma Guillermo de Torre haba denunciado las presiones
que pretendan imponer al arte y al artista el servicio a causas extra-artsticas. Y en 1968
Jos Vila Selma reiteraba esta idea en Tres ensayos sobre la literatura y nuestra guerra.
La creacin literaria corre el peligro de no ser gratuita en sus fines y ha perdido generosidad en su
impulso, desde la aparicin de la literatura poltica tan engaosa como la poltica dogmtica. Y esto
viene ocurriendo desde que la Revolucin francesa se sirvi de la literatura poltica, es decir, desde que
ciertas polticas se presentan como redentoras y necesitan de la inteligencia mediatizada para impedir que
la critica del pensamiento libre denuncie el germen de descomposicin. La literatura poltica se
caracteriza por el entusiasmo con que define como esencial lo que no se puede aceptar como tal, porque
las razones que la propaganda aduce no satisfacen el deseo de bien comn que hay en todo intelectual
activo, que por defender la libertad de su pensamiento llegara a la rebelin misma, si sta es necesaria,
con la literatura poltica y los valores que predica como esenciales (12-13).
Entre las diversas teoras en torno a las relaciones entre historia y ficcin, es
particularmente til la que parte de la diferencia establecida por Gnther Mller en
Morphologische Poetik, en 1968, y utilizada por Grard Genette en 1972, en Discours
du rcit, entre los tres componentes de un texto narrativo: historia, relato y narracin.
Despus, los estructuralistas y los autores de libros de narratologa -Mieke Bal, Gerald
Prince, Shlomith Rimmon-Kenan, Daro Villanueva y otros- han mantenido la
dicotoma entre historia y relato. Generalmente se admite que los elementos necesarios
de un texto narrativo son: una historia o cadena de sucesos con su o sus personajes y un
discurso, (2) la expresin, los medios con los cuales se comunican dichos sucesos.
Dicho de una manera ms sencilla, la historia es el qu, de una narracin que se relata,
el discurso es el cmo (Chatman 20).
Esta base puede servir de gua para abordar la novela histrica y poltica para dilucidar
la diferencia que puede haber entre el relato histrico-poltico y el relato ficticio frente a
la historia que transmiten, frente al hecho de que el primero es verdico y el segundo
imaginado. Ensayistas como Kte Hamburger, Barbara Hernstein Smith y Paul Ricoeur
se han preguntado cules son las relaciones que se establecen entre los dos discursos,
fijndose algunos en el uso del tiempo y otros en el modo y la voz. Con respecto al
tiempo, no parece que el factor del orden, o sea la cronologa, en un relato ficticio o
verdico, sea diferente: el tiempo no cronolgico o las faltas de adecuacin entre el
tiempo de la historia y el del discurso se hacen de la misma forma en uno como en otro;
todo depende de las necesidades del relato y de las intenciones del narrador. Ocurre lo
mismo con la velocidad, duracin del discurso y la frecuencia. El modo, o
punto de vista adoptado por el narrador, en cambio, es el ms conflictivo, ya que la
manera de enfocar el material narrativo es la que puede dar paso a la subjetividad tanto
del narrador como del personaje. Si el relato histrico y poltico est escrito en tercera
persona, el narrador omnisciente no debera manifestar ninguna parcialidad ni
intervencin personal; pero como se trata de un relato hecho por un ser humano que
representa el pasado por medio de sus conceptos y juicios, la objetividad resulta
ilusoria. En cambio, en el relato ficticio en tercera persona, el narrador omnisciente
puede perfectamente entrar en la subjetividad de sus personajes y orientarles segn su
parecer. El modo, pues, es el punto donde se puede marcar ms la divergencia
narratolgica.
Tres de ellos se prestan con particular adecuacin para el anlisis de la novela poltica,
como se ver a continuacin:
A A A
"" "" ""
N#P N=P N#P
Es decir
Varias novelas publicadas durante las hostilidades mismas o en seguida despus son
muy representativas de este tipo de obras: Contraataque (1938) de Ramn J. Sender,
Madrid de corte a checa, de la misma fecha, de Agustn de Fox, Llespoir (1937) de
Andr Malraux y For Whom the Bell Tolls (1940) de Ernest Hemingway figuran sin
duda entre las ms conocidas (Bertrand de Muoz, La novela). Las cuatro estn muy
marcadas por el ambiente circundante, por los hechos blicos y por la ideologa de sus
autores. stos se implicaron directamente en la lucha contra el enemigo y no podan
permanecer neutros. Por ello encontramos en ellas el mismo tono polmico, el mismo
deseo de probar por medio de personajes ficticios la veracidad de sus ideas y
convicciones, la misma pasin ideolgica.
presentar la causa republicana ante el pblico extranjero... La prueba de ello es que se public primero en
tres ediciones fuera de Espaa: Contre-attaque en Espagne (Paris, 1937); The War in Spain (Londres,
1937); y Counter-attack in Spain (Boston, 1937). Al ao siguiente fue publicada en Espaa (97).
Sin embargo, a pesar de este objetivo evidente junto al de presentar un elogio del
Partido Comunista, Contraataque contiene cierta complejidad, cierta ambigedad que le
confiere un carcter novelesco y esta ambigedad viene creada en gran parte, como lo
ha hecho notar con acierto Mary S. Vzquez, por el cambio frecuente de voz en el
texto. Este cambio aparece claro a cualquier lector un poco atento pues hay dos
narradores muy fciles de reconocer, 'l' en primera persona que describe el perodo que
cubre desde mayo hasta el 18 de julio de 1936, y 'l' en tercera persona, una vez
declarada la guerra: estas dos voces son las que funcionan constantemente en oposicin
en la obra, si bien la del soldado-cronista es la dominante. Pero subraya Mary S.
Vzquez, y all est su mrito, al lado de estas dos voces
est la que nombrar una voz narrativa exhortatoria, que grita, insiste, pretende levantarnos ms arriba de
los rboles para que podamos ver el bosque lleno y completo. Esta voz la contradice y subvierte el
contenido de la voz narrativa predominante de la historia. Finalmente, al final de la novela, una cuarta voz
narrativa, la del autor implcito mismo, narra, en una prosa escueta, sin adornos, que contrasta con el
estilo exuberante y la riqueza de metforas de la mayor parte del texto, la tragedia personal de las muertes
por el asesinato de su mujer y hermano en el otoo de 1936 (114).
Una de las novelas ms conocidas y dignas entre las de inspiracin falangista es, sin
duda, la de Agustn de Fox, Madrid, de Corte a Checa, tambin de 1938. La novela
contiene un tema, un protagonista y un sistema de valores fascistas, pero fue reconocida
pronto como una de las buenas novelas de la guerra por su sentido de la observacin, su
ingenio, su alarde de trama y estilo. El conde de Fox, que haba colaborado en la
composicin del Himno de la Falange, cuenta aqu la vida de un joven desde los
ltimos das de la Monarqua hasta noviembre de 1936, joven a todas luces muy cercano
a su autor por todo lo que se conoce de su vida y por citarse a s mismo en el texto,
aunque se narre en tercera persona: Una mezcla de crnica histrica y de mnima
ficcin novelesca, centrada en torno a la pareja Jos Flix (trasunto en buena medida
del propio Fox) (subrayado mo) y su novia Pilar, escribe sin reparos Rodrguez
Purtolas (232). Por medio del [725] protagonista de la clase alta, recorremos todas las
esferas de la sociedad, y el narrador no esconde su parecer frente a la plebe de Madrid;
es netamente despreciativo pero su fresco histrico, aunque tendencioso, est bien
trazado; sus personajes, bien dibujados, y el estilo, refinado, elegante y preciso. Una de
las pocas novelas publicadas durante la guerra que todava se lee con inters, afirm en
1971 Jos Luis Ponce de Len en La novela espaola de la guerra civil (104). En la
primera edicin de 1938 se cuenta cmo un grupo de amigos alrededor de Jos Antonio
Primo de Rivera compuso el himno de la Falange, el Cara al Sol, y entre ellos
figuraba el conde de Fox; en la segunda edicin sin embargo, la de 1962, ya se
suprimi el nombre del autor como presente en esta reunin. Signo de los tiempos!
Otro hecho que hay que sealar: es casi la nica -con la de Garca Serrano que veremos
a continuacin- de las novelas de ese tiempo que se haya vuelto a publicar.
En la dcada de los cuarenta abundaron las novelas del mismo tipo que los vistos
durante las hostilidades, tanto entre los vencedores, como acabamos de ver, como entre
los vencidos. Tomar un ejemplo entre los Republicanos y de nuevo otro entre los
franquistas para tratar de ilustrar la teora anteriormente expuesta.
En 1944, Manuel D. Benavides publica La escuadra la mandan los cabos, un reportaje
novelado, ms bien un alegato a favor de los marinos leales a la Repblica: quiere
restablecer la verdad sobre lo ocurrido, mostrar la valenta de unos hombres que jugaron
el todo por el todo. Su protagonista, Luis Tejeda, un teniente de navo y profesor de la
Escuela de Armas Submarinas, se est muriendo al final de la Guerra Civil y decide
contar sus experiencias como soldado leal a la Repblica. En sus recuerdos, importa
ms la actuacin de la escuadra, de la Flota que la propia; Tejeda est orgulloso de la
marina republicana y lo pregona en altsima voz. Lo histrico prima sobre lo novelesco
como lo indican los ttulos de las tres partes del libro: La sublevacin de la escuadra,
La historia desenmascarada y Los Leales. Como era de esperar no tuvo difusin tal
libro en la Espaa dictatorial pero Antonio Iglesias Laguna, crtico de tendencia
franquista que logr leerlo, comentaba en 1969:
[Benavides] ha reflejado su amargura de vencido en... su sorprendente visin de la guerra naval... donde
es triste que el buen estilo se d de bofetadas con la probidad ms elemental. Lo que Manuel D.
Benavides tiene por honorable lo considera vergonzoso [726] la Marina espaola (99).
A
""
N#P
A
""
N=P
De los mismos aos pero de signo poltico adverso es la obra de Julin Gorkn La
muerte en las manos. Esta obra, de una prosa correcta y fluida, es esencialmente poltica
con exageraciones notorias: ningn espaol que haya vivido en su pas los aos en los
cuales transcurre la trama reconoce una situacin verdadera: la Espaa que describe el
narrador no es la Espaa real, es ms bien la Espaa imaginada por su autor-narrador.
Don Jorge Montalbn cuando llega a su pueblo despus de varios aos de ausencia va
con intencin de darse cuenta del abismo espaol y en efecto lo encuentra pues
deforma todo con su cristal de aumento. No encuentra ms que a unos vencedores, unos
pocos de la administracin, y el resto del pueblo, los vencidos; nadie, segn l, puede
vivir feliz en Espaa, ni los triunfadores, ni los derrotados, y hasta derribar al Rgimen
no podr volver la normalidad, la felicidad. Varios personajes deambulan por esta obra
pero el principal es el pueblo como entidad, como prototipo de la Espaa bajo la frula
franquista: todos tienen La muerte en las manos, y viven en la oscuridad impuesta por
los totalitaristas y no se puede tolerar tal ignominia. Aqu autor, narrador y protagonista
se asemejan, ste ltimo en lo que quisiera ser y ver; pero lo que se distingue es lo
referido pues es fruto de la imaginacin ms que de la realidad vista y vivida.
Avanzando el siglo, una dcada ms tarde, otros espaoles, exiliados tambin, publican
en Francia y en Argentina novelas de tono altamente polmico; unas son claramente
textos de repulsin de todo lo supuestamente noble en la Espaa de la preguerra y del
principio de la guerra entre los partidarios de Franco, Allegro barbaro y Fiesta de Jos
Luis de Vilallonga, mientras que otras dos, de Gonzalo Arias y el Coronel Calvo,
marcan una decidida intencin de acabar no slo con el rgimen salido de la contienda
de 1936 sino tambin con la persona de Franco, Los encartelados y El caudillo y el otro.
En los tres escritores, autor y narrador son muy semejantes pero slo en el caso de
Vilallonga hallamos un parecido entre personaje y autor, mientras que narrador y
personaje se distinguen.
En algunas obras, sobre todo las que estn escritas en primera persona, como en
Contraataque de Sender, el parecido entre autor, narrador y personaje es tan grande que
el grfico de la autobiografa es el ms acertado. Podra modificarse los esquemas de
Genette y aadir un signo a su catalogacin: + / -, es decir, ms o menos; as saldra el
diagrama siguiente:
A
"+/-
N#P
En este tipo de relato el autor expresa sus propias ideas por medio de su narrador,
aunque ste sea diferente de su personaje, y el mismo autor se parece en gran parte a su
personaje; si bien no es totalmente igual le ha inyectado mucho o muchsimo de s
mismo. A este esquema respondera por ejemplo el protagonista de Romero, de Gorkn,
de Salas Vi, de Fox, de Benavides, de Gmez-Arcos, para no citar ms que los ms
sealados.
OBRAS CITADAS
Benavides, Manuel D. La escuadra la mandan los cabos. Mxico: Coleccin Luz sobre Espaa, 1944.
Berirand de Muoz, Maryse. La pluma y la espada. La Literatura del conflicto (1936-1939). La Guerra
Civil Espaola Por Hugh Thomas. Vol 6. Madrid: Urbin, 1980. Fascculos 77: 63-80 y 78: 6393. 6 vols.
__________. La novela histrica: esbozo de una teoria narratolgica. Teoras y prcticas crticas.
Mendoza: Editorial de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, 1992. 37-49.
Calvo, Coronel [Vctor Salmado Gutirrez]. El caudillo y el otro. Buenos Aires: Ediciones Maste Fer,
1967.
Font Surroca, Carlos. Juventud maldita!, (resquebrajadura) 19.76-1,93.9 Barcelona: Imp. Manuel
Pareja, 1979.
Fox, Agustn de. Madrid de corte a checa, San Sebastin: Librera Internacional, 1938.
Garca Serrano, Rafael. Eugenio o la proclamacin de la primavera. Burgos: Editora Nacional, 1938.
Genette, Grard. Discours du rcit. Figrures III. Paris: Seuil, 1972. 67-279.
__________. Rcit fictionnel, rcit factuel. Prote 19, 1, invierno 1991, 9-19.
__________ Rcit fictiormel, rcit factuel. Fiction et diction. Paris: Seuil, 1991.
__________. Relato ficcional, relato factual. Ficcin y diccin. Barcelona: Lunien, 1993. 11-35.
Gorkin, Julin [Julin Garca Gmez]. La muerte en las manos Prlogo de John Dos Passos. Mxico:
Libro Mex, 1956 / Buenos Aires: Claridad, 1956.
Hamburger. Kte. Die Logik der Dichtung. Stuttgart: Ernst Mett, 1977.
Harshaw, Benjamn. Fictionality and Fields of Reference [730]. Poetics Today 5.2 (1984). 227-5 1.
Hemingway, Ernest. For Whom the Bell Tolls. Nueva York: Scribner, 1940.
Hernstein Smith, Barbara. Narrative Versions, Narrative Theories. Critical Inquiry (otoo 1980), 213-
36.
Herrera Petere, Jos. Acero de Madrid. Epopeya. Madrid-Barcelona: Nuestro Pueblo, 1938.
Howe, Irving. Politics and the Novel. Londres: Stevens & Sons Limited, 1961.
Iglesias Laguna, Antonio. Treinta aos de novela espaola 1938-1968. Madrid: Prensa Espanola, 1969.
Palma, Elas y Antonio, Otero seco. Gavroche en el parapeto. (Trincheras de Espaa). Madrid: Nueva
Imprenta Radio, 1936.
Ponce de Len, Jos Luis Ponce. La novela espaola de la Guerra civil. Madrid: Insula, 1971.
Prince, Gerald. Narratology: The Form and Function of Narrative. La Hava: Mouton, 1982.
Rimmon-Kenan, Shlomith, Narrative Fiction: Contemporay Poetics. Londres y Nueva York: Methuen,
1983.
Salas Vi, Vicente. Diario de guerra de un soldado. Barcelona: Ediciones Ejrcito Popular, 1938.
Vzquez, Mary S. Narrative voice and the Toll of War in Ramon Sender's Contraataque. Rewriting the
Good Fight. East Lansing. Michigan: Michigan State UP, 1989.111-25.
Vidal Sales, Jos Antonio. Los cachorros del fascismo. Barcelona. A. T. E. 1978.
Vila Selma, Jos, Tres ensayos sobre la literatura y nuestra guerra. Madrid. Guadarrama, Madrid: 1968.
____________________________________
Si se advierte algn tipo de error, o desea realizar alguna sugerencia le solicitamos visite
el siguiente enlace. www.biblioteca.org.ar/comentario