El Odio en La Contratransferencia PDF
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Sugiero que si un analista debe analizar a psicticos o antisociales, debe ser capaz de
ser tan plenamente consciente de la contratransferencia como para separar y estudiar
sus reacciones objetivas ante el paciente. El odio se halla incluido entre ellas. Los
fenmenos de la contratransferencia a veces revestirn importancia en el anlisis. Pienso
que el paciente solamente puede apreciar en el analista aquello que l mismo es capaz
de sentir. En lo que hace a las motivaciones: los obsesos tendern a pensar que el
analista hace su labor de una manera ftil y obsesiva. Un paciente hipomaniaco que sea
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Esta coincidencia del odio y del amor es algo que, caractersticamente, se repite en el
anlisis de los psicticos, dando pie a una serie de problemas de direccin que
fcilmente pueden agotar los recursos del analista.
Esta coincidencia del odio y del amor a la que me estoy refiriendo es algo distinto del
componente agresivo que complica el impulso amoroso primitivo, e implica que en la
historia del paciente se produjo un fallo ambiental en el momento en que aparecieron los
primeros impulsos instintivos en busca de objeto. Si al analista se le van a imputar una
serie de sentimientos en bruto, entonces lo mejor es prevenirle para que se disponga a
ello, ya que debe tolerar que se le coloque en aquella posicin. Ante todo, no debe negar
un odio que realmente existe en l mismo. El odio que est justificado en el marco
existente debe ser separado y mantenido en reserva, disponible para una eventual
interpretacin. Para poder analizar pacientes psicticos debemos haber llegado a lo ms
primitivo de nosotros mismos, y esto no es sino otro ejemplo del hecho de que la
respuesta a muchos problemas oscuros del ejercicio del psicoanlisis yace en un mejor
anlisis del analista. (La investigacin psicoanaltica tal vez sea siempre, en cierta
medida, un intento por parte del analista de llevar la tarea de su propio anlisis ms all
de lo que podra llevarla su propio analista.) Una de las principales tareas de cualquier
analista consiste en mantener la objetividad ante todo lo que le presente el paciente, y un
caso especial de esto es la necesidad del analista de poder odiar objetivamente al
paciente. Acaso en nuestra labor analtica no se presentan numerosas situaciones en
las cuales el odio del analista se justifica? Uno de mis pacientes, preso de una fuerte
obsesin, me result casi odioso durante algunos aos. Ello me haca sentir culpable
hasta que el anlisis dobl determinada esquina y el paciente se me hizo agradable;
entonces me di cuenta de que el desagrado anterior haba sido un sntoma activo e
inconscientemente determinado. Realmente fue para m un da maravilloso cuando
mucho mas adelante pude decirle al paciente que yo y sus amigos nos habamos visto
repelidos por l, pero que l estaba demasiado enfermo para que as se lo dijramos.
Aqul fue tambin un da importante para l, un tremendo avance en su ajuste a la
realidad. Durante el anlisis ordinario el analista no tiene ninguna dificultad en controlar
su propio odio, que permanece latente. Lo principal, por supuesto, es que a travs de su
propio anlisis se haya librado de las vastas reservas de odio inconsciente perteneciente
al pasado y a conflictos internos.
Hay otras razones por las cuales el odio no es expresado ni incluso sentido.
pasaron muchas semanas antes de que el anlisis se librase de ello. Lo esencial, sin
embargo, fue el que yo comprendiese mi propia angustia y que sta apareciese en el
sueo representada por la ausencia del lado derecho de mi cuerpo cuando trataba de
relacionarme con la obra que estaban contemplando los espectadores de platea. Esta
parte derecha de mi cuerpo era el lado relacionado con la paciente en cuestin y por
consiguiente se vea afectada por su necesidad de negar absolutamente siquiera una
relacin imaginativa entre nuestros cuerpos.
Esta negacin estaba produciendo en m este tipo psictico de angustia, mucho menos
tolerable que la angustia de castracin corriente. Cualquiera que fuera la interpretacin
que pudiera hacerse de este sueo, lo cierto es que el haberlo soado y recordado tuvo
como consecuencia la reanudacin del anlisis, e incluso curar la reparacin del dao
que ste haba sufrido a causa de mi irritabilidad, cuyo origen estaba en una angustia
reactiva cuyo tipo era apropiado a mi contacto con una paciente desprovista de cuerpo.
El analista debe estar preparado para soportar la tensin sin esperar que el paciente
sepa lo que est haciendo, tal vez durante un tiempo bastante largo. Para esto, al
analista debe serle fcil asumir sus propios temores y odios. Se halla en la situacin de la
madre de un nonato o de un recin nacido. A la larga, debe ser capaz de decirle al
paciente lo que l, el analista, ha experimentado en s mismo, aunque puede que el
anlisis no llegue tan lejos. Puede que en el pasado del paciente haya una escasez de
buenas experiencias que permitan trabajar. Qu sucede si no hay ninguna relacin
satisfactoria perteneciente a la primera infancia que el analista pueda utilizar en la
transferencia? Existe una inmensa diferencia entre los pacientes que han vivido
experiencias satisfactorias en la primera infancia, experiencias que puedan descubrirse
en la transferencia, y aquellos otros pacientes cuyas experiencias han sido tan
deficientes o deformadas que el analista tiene que ser la primera persona en la vida del
paciente que aporte ciertos puntos esenciales de tipo ambiental. En el tratamiento de un
paciente de este segundo tipo, todo se vuelve importante y vital en la tcnica analtica,
incluso aquello que puede darse por sentado cuando el tratamiento va destinado a un
paciente del tipo citado en primer lugar. A uno de mis colegas le pregunt si haca el
anlisis a oscuras. Me respondi: "Caramba, pues no! Sin duda nuestro trabajo consiste
en aportar un medio ambiente normal, y la oscuridad sera algo extraordinario . Mi
pregunta le sorprendi. Mi colega estaba orientado hacia el anlisis de neurticos. Pero
la aportacin y mantenimiento de un medio ambiente normal puede ser por s misma algo
de importancia vital en el anlisis de un psictico; a decir verdad, a veces puede ser an
ms importante que las interpretaciones verbales, que tambin deben hacerse. Para el
neurtico, el sof, la habitacin caldeada, la comodidad pueden simbolizar el amor
materno; para el psictico, sera mejor decir que estas cosas constituye la expresin
fsica del amor del analista.
El sof es el regazo o el vientre del analista, la temperatura de la habitacin es el calor
vivo del cuerpo del analista, y as sucesivamente.
madre odia al beb antes de que ste la odie a ella, y antes de que el beb pueda saber
que su madre le odia. Antes de desarrollar este tema quiero hacer una referencia a
Freud. En "Los instintos y sus destinos (1915), donde tantas cosas originales y
esclarecedoras dice acerca del odio, Freud afirma: Si es menester podramos decir,
acerca de un instinto, que "ama" a los objetos en pos de los cuales se esfuerza para
fines de satisfaccin, pero decir que "odia" un objeto nos parecera raro, as que somos
conscientes de que las actitudes de amor y odio no caracterizan la relacin entre los
instintos y sus objetos, sino que estn reservadas para la relacin entre el yo como un
todo y los objetos ... . Creo que esto es cierto e importante. Acaso no significa que la
personalidad debe estar integrada antes de que pueda decirse que un pequeo odia?
Por muy pronto que pueda conseguirse la integracin -tal vez la integracin aparece por
vez primera en el momento culminante de la excitacin o de la rabia-, existe una fase
tericamente anterior en la cual lo que el pequeo haga de dao no lo hace por odio. Al
describir esta fase he empleado el trmino amor cruel. Les parece aceptable? A
medida que el pequeo va siendo capaz de percibiese en tanto que persona completa,
se va desarrollando el significado de la palabra "odio" a modo de descripcin de cierto
grupo de sus sentimientos. La madre, sin embargo, odia a su pequeo desde el
comienzo. Creo que a Freud le pareca posible que, en ciertas circunstancias, una madre
sienta amor tan slo por su beb masculino; pero podemos poner esto en duda.
Sabemos del amor de una madre y apreciamos su realidad y su poder. Permtanme que
les d algunas de las razones por las cuales una madre odia a su beb, aunque sea del
sexo masculino: El beb no es la propia concepcin (mental) de la madre. El beb no es
slo el de los juegos infantiles, el nene de pap del hermano, etc. El beb no es
producido mgicamente. El beb constituye un peligro para el cuerpo de la madre
durante el embarazo y el parto.
El beb interfiere en la vida privada de la madre, es un reto que provoca preocupacin.
En mayor o menor grado, una madre siente que su propia madre exige un beb de ella,
de manera que su beb es producido a fin de aplacar a su madre. El beb le hace dao
en los pezones incluso al chupar, actividad que al principio es de tipo masticatorio. El
beb es cruel, la trata como a una escoria, como a una sirvienta gratuita, una esclava.
Ella tiene que amarle, incluyendo sus excreciones, al menos al principio, hasta que el
beb tenga dudas con respecto a s mismo. El beb trata de hacerle dao, la muerde
peridicamente, como seal de amor. Da muestras de desilusin con respecto a ella. Su
amor excitado es un amor interesado, de tal manera que una vez conseguido lo que se
propona, la arroja de s como si se tratase de una mondadura de naranja. Al principio el
beb debe dominar, hay que protegerle de las coincidencias, la vida debe desarrollarse
con arreglo a la marcha del beb y todo esto hace necesario un continuo y detallado
estudio por parte de la madre. Por ejemplo, la madre no debe estar angustiada cuando lo
sostiene, etc. Al principio el beb no tiene ni idea de lo que ella hace o sacrifica por l. En
especial no puede tener en cuenta el odio de la madre. El beb es suspicaz, rehsa
comida que es buena, y hace que la madre dude de s misma, pero come bien cuando le
alimenta su ta. Despus de una maana horrible con el pequeo, la madre se marcha y
el beb sonre a un extrao, el cual dice: Qu nio ms carioso. Si la madre le
defrauda al principio, ella sabe que se lo har pagar siempre. El beb la excita pero la
frustra: la madre no debe comer ni comerciar sexualmente con l. Creo que en el anlisis
de los psicticos, as como en las ltimas fases del anlisis, incluso de una persona
normal, el analista debe hallarse en condiciones comparables a las de la madre de un
nio recin nacido. Cuando su regresin es profunda, el paciente no puede identificarse
con el analista ni apreciar su punto de vista ms de lo que el feto o el recin nacido
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pueden simpatizar con la madre. Una madre debe ser capaz de tolerar el odio que su
beb le inspira sin hacer nada al respecto.
No puede expresrselo. Si, por temor a lo que pueda hacer, la madre no puede odiar
apropiadamente cuando el beb le hace dao, debe apoyarse en su masoquismo; y creo
que es esto lo que da pbulo a la falsa teora de que existe un masoquismo natural en
las mujeres. Lo ms notable acerca de una madre estriba en su capacidad para recibir
tanto dao del pequeo y para odiar tanto sin pagarle a l con la misma moneda, as
como en su capacidad para esperar una recompensa que puede o no llegar ms
adelante. Le ayudan tal vez en esto las cancioncillas infantiles que canta y que el beb
disfruta aunque, por suerte, no entiende?
Durmete nio en la copa del rbol, Cuando el viento sople la cuna se mecer, Cuando
la rama se rompa la cuna caer, Caer el nio, con cuna y todo.
Pienso en una madre (o padre) que se halle jugando con un nio pequeo; el pequeo
disfruta jugando y no se da cuenta de que con sus palabras el padre o la madre estn
expresando su odio, tal vez en trminos de simbolismo natal. sta no es una cancioncilla
sentimental. El sentimentalismo no sirve de nada a los padres, ya que contiene una
negacin del odio; y el sentimentalismo en una madre no tiene ninguna utilidad desde el
punto de vista del pequeo. A m me parece dudoso que una criatura humana, a medida
que se va desarrollando, sea capaz de tolerar el alcance pleno de su propio odio en un
ambiente sentimental. Necesita del odio para odiar. Si esto es cierto, de un paciente
psictico sometido a anlisis no cabe esperar que tolere su odio hacia el analista a
menos que ste sea capaz de odiarle a l. Si aceptamos todo esto, seguimos con la
necesidad de discutir la cuestin de la interpretacin del odio del analista para con el
paciente. Se trata, evidentemente, de una cuestin preada de peligros y a la que debe
dedicarse una sincronizacin de lo ms cuidadosa. Pero creo que un anlisis es
incompleto si, incluso cerca de su final, al analista no le ha sido posible decirle al
paciente lo que l, el analista, haca a escondidas del paciente mientras ste estaba
enfermo, durante las primeras etapas. En tanto no se haga esta interpretacin el paciente
es mantenido en cierta forma en la posicin de un pequeo, de un pequeo incapaz de
comprender lo que debe a su madre.