Von Herder Johann Gottfried - Ideas para Una Filosofia de La Historia de La Humanidad (Mejor Calidad)
Von Herder Johann Gottfried - Ideas para Una Filosofia de La Historia de La Humanidad (Mejor Calidad)
Von Herder Johann Gottfried - Ideas para Una Filosofia de La Historia de La Humanidad (Mejor Calidad)
ID E A S
P /ilA UNA FILOSOFA
DE LA HISTORIA
DE LA
HUMANIDAD
Traduccin directa de
J. R-o v r a A r m e n go l
i
EDITORIAL, LOSADA, S., A.
- - ' ' BUENOS AIRES
Ideen zur P hilosopkie der Geschichte
der Menschheit
P R IN T E D JN ARCENT.1NE
H erder .
u
Quid, non miraculo est, quum primum
in notitiam venit? Qjiarn multa fieri
non posse, priusquam sint facta, judi-
cantur? Naturae vero rerum vis atque
majestas in mnibus momentis fide ca-
ret, si quis modo partes ejus ac non
totam complectatur animo.
P l in io
LIBRO PRIMERO
II
l'
y fuerzas humanas; pero considerando dnde estamos y cmo somos,
queremos permanecer fieles a esta va media proporcionada, que
probablemente es la ms idnea a la duracin de nuestra vida.
Hay una perspectiva que puede suscitarse aun en el alma del hom
bre ms lerdo concibiendo que otrora estuvimos en alguna ocasin
gozando en general de algn modo de estas riquezas de la naturaleza
formativa que en la actualidad nos son negadas, imaginando que,
una vez llegados a la suma de la organizacin de nuestro planeta,
tal vez un paseo a ms de otro astro sea la suerte y el progreso de
nuestro destino, o que, por ltimo, acaso nuestra destinacin fuera
incluso que llegramos a tener comercio con todas las criaturas de
tantos y tan distintos mundos hermanos, llegados a la madurez. Al
igual que en nosotros es notorio que nuestras ideas y fuerzas slo ger
minan a base de nuestra organizacin de la tierra y tienden a mo
dificarse y transformarse hasta tanto lleguen a la pureza y finura
que puede lograr esta nuestra creacin, tenemos que pensar que no
puede ser de otro modo en los dems astros, si hemos de guiarnos
por la analoga. Qu magnfica armona cabra concebir si seres
tan diversamente formados se encaminaran a un solo fin 1 y se co
municaran mutuamente sus impresiones y experiencias! Nuestro en
tendimiento es slo n entendimiento terreno, formado progresiva
mente a base de las sensibilidades que nos rodean en este mundo;
lo propio ocurre tambin con los impulsos e inclinaciones de nuestro
corazn; es probable que otro mundo no conozca sus exteriores me
dios auxiliares y obstculos. Pero; no ha de conocer sus ltimos
resultados? Sin duda! Tambin en este caso tienden todos los radios
hacia el punto central del crculo. El entendimiento puro slo
puede ser entendimiento en todas partes, cualesquiera que sean las
sensibilidades de donde se haya derivado; la energa del corazn se
r en todas partes la misma aptitud, es decir, virtud, cualesquiera
que sean los objetos en que se haya ejercido. Por lo tanto, es pro
bable que tambin en este caso la mxima diversidad pugne por al
canzar la unidad, y la naturaleza omniextensa tendr una meta en
donde rena las ms nobles aspiraciones de tan diversas criaturas
y las flores de todo el mundo como si fuera en un solo jardn. Por
qu lo unido fsicamente no tendra que unirse tambin espiritual
y moralmente, si espritu y moralidad son tambin fsica y sirven a
las mismas leyes, que en definitiva dependen todas del sistema solar,
bien que en un orden ms elevado? As, pues, si me fuera lcito
comparar la condicin general de los diversos planetas, aun en la
organizacin y en la vida de sus moradores, con los distintos colores
de un rayo de sol y con las distintas notas de una escala musical,
i Sobre el sol como cuerpo tal vez habitable, vase Boden, Gedankert
u b er die N a tu r der Sonne, en los trabajos de la Sociedad Berlinesa de Amigos
de la Investigacin de la Naturaleza, vol. II, pg. 225.
dira que la luz del nico sol de lo verdadero y bueno tal vez incida
de modo distinto en cada uno de los planetas, de suerte que ninguno
de ellos podra jactarse de gozar de ella por entero. Slo porque hay
un sol que los ilumina a todos, y todos ellos se mueven en un plano
de formacin, es de esperar que todos ellos, cada uno a su manera,
se acerquen a la perfeccin y tal vez un da lleguen a unirse tras
distintos rodeos en una sola escuela de lo bueno y de lo bello. Ahora,
queremos ser slo hombres, es decir, una nota, un color, en la armo
na de nuestros astros. Si la luz de que gozamos puede compararse
tambin al color verde suave, no cabe que nos tengamos por la pura
luz solar, ni nuestro entendimiento y voluntad por el manejo del
universo, puesto que es notorio que con toda nuestra tierra somos
solamente una pequea fraccin del conjunto.
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- 1
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planta alumbra seres vivos ya que saca yemas. Estamos hablando de animales
mamferos que procrean otros vivos.
caliente que los animales terrestres, no pudieron alumbrar seres
vivos, quiz en parte a causa de su elemento, ms fro, en parte
a causa de su modo de vivir y de toda su destinacin. La naturaleza
dispens a esas criaturas ligeras, endebles, de llevar a sus hijos
hasta el momento del nacimiento, como los dispens tambin del
esfuerzo para amamantarlos. Pero as que, aun en una especie in
termedia fea,, el ave pisa la tierra, se convierte en mamfero; en
cuanto el animal marino tiene bastante sangre caliente y organiza
cin para alumbrar seres vivos, se le impuso tambin el esfuerzo
de amamantarlos.
Cunto contribuy con ello la naturaleza a la perfeccin de
las especies! El ave voltil slo puede poner cras, y cun hermo
sos impulsos de ambos sexos nacen ya de ese tipo de vida! El amor
conyugal construye el nido, el amor materno lo calienta, el pater
no lo abastece y ayuda a calentarlo. Cmo defiende sus hijos un
ave madre! Qu casto es en los sexos, destinado al matrimonio, su
amor conyugal! En los animales terrestres, ese vnculo tena que
hacerse ms fuerte an, si caba tal posibilidad; de ah que la madre
recibiera en su pecho al recin nacido para alimentarlo con las
partes ms delicadas de su cuerpo. Slo un cerdo toscamente or
ganizado es capaz de devorar a sus cras; slo los fros anfibios de
jan sus huevos en la arena o en un cenagal. Todos los mamferos
cuidan con ternura sus hijos; el amor del mono se ha hecho pro
verbial, y tal vez no haya especie que lo sienta menos intenso. Los
mismos animales marinos tienen sentimiento, y el manat constituye
hasta un extremo fabuloso un modelo de amor conyugal y materno.
Tierna rectora del mundo, a tan simples vnculos orgnicos enla
zas t los ms bellos instintos de tus hijos! De una cavidad de los
msculos cardacos, de unos pulmones que respiran, dependi que
la criatura viviera con un calor ms intenso y depurado, que pu
diera alumbrar seres vivos y amamantara, y que se acostumbrara
a un amor ms refinado que el instinto de la reproduccin, a
cuidar y rodear de ternura a los hijos, y hasta en algunas espe
cies al amor conyugal. En el mayor calor de la sangre, en ese
ro del alma universal del mundo, encendiste la llama con que
calientas tambin las ms primorosas reacciones del corazn hu
mano!
Para terminar tendra que tratar an de la cabeza, como regin
suprema de la formacin animal; pero para ello es necesario hacer
previamente otras consideraciones que las relativas a sus formas y
miembros exteriores.
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III
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go, 1773. En la misma obra se inician estudios sobre las particulares clases de los
instintos formativos de los animales, a las que va unido el bello y extenso tratado
de J. A. H. Reimarus, sobre la naturaleza de los zofitos.
tiene que inclinarse ante ella; el capullo de la oruga y el del gusano
de seda tienen que rendirse ante el arte de la flor. Y con qu elabo
ra aquello la naturaleza? Mediante internas fuerzas orgnicas que,
poco distribuidas todava en partes, yacan amontonadas, y sus
giros, las ms veces adaptados a la marcha del sol, formaron esa es
tructura regular. Partes sacadas de su interior, proporcionaron la
base, como la araa saca el hilo de su parte inferior, y el aire tuvo
que limitarse a agregar partes ms duras o ms groseras. Me ima
gino que esos-trnsitos nos ensean suficientemente en qu se fun
dan todos los instintos animales, aun los de los animales que traba
jan con arte, a saber: en fuerzas orgnicas que actan en esa medida
v no en otra, en tales estructuras y no en otras. Depende de los
nervios de la criatura el que esto se haga con mayor o menor
sensacin: pero, adems de stos, existen an fuerzas musculares
y fibras llenas de vida vegetal que crece y se restablece, dos especies
de fuerzas, independientes de los nervios, que suplen suficiente
mente para la criatura lo que le falta de cerebro, y nervio.----------
Y as la naturaleza misma nos conduce a lo: instintos artsticos
que de preferencia se suelen atribuir a algunos insectos: la causa no
es otra sino que su obra de arte nos salta ms a la vista y la com
paramos ya con nuestras obras. Cuanto ms diferenciados estn los
instrumentos en una criatura y cuanto ms vivos y primorosos re
sulten sus estmulos, tanto menos puede extraamos el percibir
efectos que ya no pueden ser producidos por animales de estruc
tura ms grosera y de una excitabilidad ms embotada, aunque por
otra parte puedan tener otras ventajas. Precisamente la pequeez de
la criatura y su delicadeza llevan al irte, pues ste no puede ser otra
cosa que el resultado de todas sus sensaciones, actividades y est
mulos.
Tambin en este caso son los ejemplos los que pugden decir
nos lo mejor, v la fiel diligencia de autores como<CSwammerdam^>
(^RSm ur, Lyonet, Rosel,~etg> nos han trazado del modo ms bello Tos
ejemplos a nuesLi'os josT Qu es el tejer de la oruga sino lo que
tantas otras criaturas hacen sin arte al mudar de piel? La serpiente
se desprende de su piel, el pjaro de sus plumas, muchos animales
terrestres cambian su pelo: con ello se remozan y restauran sus
fuerzas. La oruga se remoza tambin, slo que de modo ms duro,
ms primoroso, ms artstico; se desprende de su envoltura de es
pinas, en la cual quedan prendidos algunos de sus pies, y en trn
sitos lentos y ms rpidos pasa a un estado totalmente nuevo. Para
ello le di fuerzas la primera fase de su vida en que como oruga se
cuidaba slo de su nutricin; ahora tiene que atender adems a la
conservacin de su especie, y para configurarse para eso trabajan sus
anillos y actan sus miembros. Por consiguiente, en la organizacin
de esa criatura, la naturaleza se limit a seguir descomponiendo las
fases de la vida y los instintos, dejando que stos se preparen org
nicamente en sus peculiares trnsitos, tan involuntarios para
criatura como el cambio de piel para la serpiente.
Qu es el tejer de la araa sino el yo de la araa prolongado
para conservar su presa? Cual el pulp extiende sus tentculos para
agarrarla, al igual que ella obtuvo sus garras para retenerla, recibi
tambin las papilas entre las cuales saca los hilos para cazar la
presa. Recibi jugo de se ms o menos para tantos hilos como ne
cesita para su vida, y si no est satisfecha con ellos tiene que acudir
a medios desesperados o morir. Quien organiz todo su cuerpo y
todas las fuerzas alojadas en l, la form tambin orgnicamente
para ese tejido.
No es distinto lo que dice lia repblica de las abejas. ISus dis
tintas categoras estn formadas cada una para su fin, y estn en
comunidad porque ninguna categora podra vivir sin las dems.
Las obreras estn organizadas para acumular miel y para construir
las celdas. Cosechan aqulla como todo animal busca su alimento
y aun, cuando lo exige su modo de vivir, lo concentran en su depsi
to y lo ordenan. Construyen sus celdas como tantos otros animales se
construyen sus alojamientos, cada cual a su manera. Como son
asexuales, alimentan las cras de la colmena como otros alimentan
sus propias cras, y matan a los znganos como todo animal mata
a otro que le roba sus provisiones y le estorba en su morada. Como
todo eso no puede suceder sin sentido y sentimiento, es, sin embargo,
merol sentido de abeja, sentimiento de abeja; |no el mero mecanismo
que le atribuye (f?ffon)ni la desarrollada razn matemtico-poltica
que otros imaginan para esas criaturas. Su alma est encerrada en
esa organizacin e ntimamente entretejida con ella. Por consi
guiente, acta en consonancia con ella; artstica y primorosamente,
pero de modo angosto y en un mbito muy reducido. La colmena
es su mundo, y el Creador distribuy su actuacin triplemente me
diante una triple organizacin.
Tampoco debemos dejarnos desorientar con la palabra destreza,
cuando vemos que en muchas criaturas ese arte orgnico aparece
inmediatamente despus de su nacimiento. Nuestra destreza pro
viene de ejercicios: la suya, no. Una vez formado totalmente su orga
nismo, tambin sus fuerzas estn totalmente en juego. Quin tiene
la mxima destreza en el mundo? La piedra que cae, la flor que flo
rece, cae o florece segn su naturaleza. El cristal se cristaliza de
modo ms hbil y regular de lo que construye la abeja o teje la
araa. En aqul no hay ms que ciego instinto orgnico que no
puede faltar; en stas el instinto se halla organizado ya para el em
pleo de varios instrumentos y miembros, que pueden faltar. El sano
y poderoso acuerdo de stos para ur fin, es lo que hace la destreza
cuando la criatura est totalmente formada.
Vemos, en consecuencia, que cuanto ms asciende la criatura
disminuye el instinto incontenible y asimismo la destreza exenta de
errores. Y es que el principio orgnico de la naturalezal, nico, que
ora denominamos formativo, ora impulsivo, sensible, ora arts-
ticamente constructivo, aunque en el fondo es* siempre una sola
fuerza orgnica, cuanto ms distribuido est en instrumentos_y
miembros heterogneos, cuanto ms en cada uno de ellos tiene un
mundo peculiar, hallndose expuesto asimismo a obstculos y erro
res propios, tanto ms dbil resulta el instinto y tanto ms cae bajo
eljm perio de la voluntad y en consecuencia tambin del error. Las
distintas sensaciones requieren ser pesadas unas con otras y slo
luego conciliadas entre s; adis, pues, instinto arrebatador, gua
infalible! El vago estmulo que en cierto mbito, aislado de todo lo
dems, encerraba en s una especie de omnisciencia y omnipotencia,
est separado ahora en ramas y ramificaciones. La criatura capaz
de aprender tiene que aprender porque por naturaleza sabe menos;
pero tambin gracias a su apartamiento, al refinamiento y distribu
cin de sus fuerzas, obtuvo nuevos medios de eficiencia, mayor n
mero de instrumentos y ms primorosos para definir entre s las
sensaciones y elegir las mejores. Lo que pierde en intensidad de ins
tinto, lo suple con la ampliacin y la ms primorosa concordancia,
habindose capacitado para un ms refinado goce de s mismo, para
un uso ms libre y diverso de sus fuerzas y miembros, y todo eso,
me atrevera a decir, porque su alma orgnica est descompuesta
de modo ms diverso y primoroso en sus instrumentos. Examinemos
algunas leyes maravillosamente bellas y sabias de ese desarrollo pro
gresivo de las criaturas tal como el Creador las acostumbr paso a
paso cada vez ms a una unin de varios conceptos o sentimientos,
as como a un uso peculiar ms libre de varios sentidos y miembros.
II
III
IV
VI
I '
II
m
diramos elaborar en nosotros; y en las fuerzas ms primorosas no
hay la burda materia elctrica, sino algo elaborado por nuestro pro
pio organismo, de primor infinito y, no obstante, anlogo a ella: el
instrumento de nuestra sensacin corporal y espiritual. O bien la
accin de nuestra alma no tiene nada de anlogo en este mundo, y
entonces no puede comprenderse cmo acte en el cuerpo ni cmo
otros objetos puedan influir en ella, o bien es ese celestial espritu
luminoso e gneo invisible que corre por todo lo viviente y une todas
las fuerzas de la naturaleza. En el organismo humano alcanz la finu
ra a que poda llegar en una estructura terrenal; mediante ella el al
ma actu casi omnipotente en sus rganos, irradiando en s misma con
nna conciencia que estimula lo ms ntimo de s misma. Mediante
ella, el espritu se llen de noble ardor y gracias a la libre autode
terminacin supo, por decirlo as, colocarse fuera del cuerpo, y hasta
fuera del mundo, y dirigirlo. Por lo tanto, adquiri poder sobre l,
y cuando suena su hora, cuando se disuelve su mquina exterior,
qu ms natural que, de acuerdo con las leyes internas, de accin
eterna, de la naturaleza, atraiga a s lo que se convirti en su modo
de ser y con l se uni ntimamente? Pasa a su medio y ste lo atrae,
o, mejor dicho: t nos atraes y diriges, fuerza divina formadora, di
fundida por doquiera, t, alma y madre de todos los seres vivientes!
T nos guas y formas conducindonos suavemente a nuestra nueva
destinacin!
Y de esta suerte se ace patente, creo yo, la nulidad de las conclu
siones con que los materialistas creen haber aniquilado nuestra in
mortalidad. Supongamos que no conozcamos nuestra alma como es
pritu puro; tampoco pretendemos llegar a conocera como tal.
Supongamos que slo acte como fuerza orgnica; tampoco puede
actuar de otro-modo, y hasta aadir: slo en este estado aprendi
a pensar con un cerebro humano, a sentir con nervios humanos y
a adquirir as alguna razn y humanidad. Supongamos,- por ltimo,
que originariamente sea idntica a todas las. fuerzas de la materia,
del estmulo, del movimiento, de la vida y slo en una fase superior
acte en un organismo desarrollado de modo ms primoroso: acaso
se ha visto jams que pereciera una sola fuerza del movimiento y del
estmulo? Y se pretende que esas fuerzas inferiores con sus rganos
son una sola cosa? Aquel que condujo a m cuerpo innumerable can
tidad de ellas asignando a cada una su hechura, quien coloc a mi
alma por encima de ellas y le asign sus obradores, dotndola con los
nervios de cuerdas mediante las cuales dirige todas esas fuerzas, no
tendr e el gran engranaje de la naturaleza un medio l cual pueda
conducirla? Y no tiene que hacerlo as; l que precisamente de modo
tan milagroso la condujo notoriamente a una formacin ms elevada
a esta morada orgnica?
III
IV
III
IV
i Forster, Bem erkungen a u f seiner R eise um de Welt. Berl. 1783. Cap. 6..
VI
CONCLUSIN
. I
II
Los dos puntos ms fijos de nuestro globo son los polos, sin
los cuales no hubieran sido posibles las revoluciones del globo te
rrestre alrededor de su eje, ni se hubiera podido formar como es
fera. Ahora bien: si conociramos la gnesis de los polos, y las le
yes y causalidad que ejerce el magnetismo de la tierra sobre los
diversos cuerpos no habramos hallado el esquema bsico confor
me al cual, luego, la naturaleza combin con mltiples variantes
otras fuerzas superiores para la formacin de los seres? Mas siendo
as que, no obstante numerosos y meritorios experimentos, sabe
mos bien poco al respecto1, andamos tambin a oscuras respecto
al fundamento de todos los climas segn la zona terrestre y su res
pectiva distancia de los polos. Acaso algn da el imn llegue a ser
para nosotros en el campo de las fuerzas fsicas lo que vino a ser
inesperadamente para la orientacin en mares y tierras.
Las revoluciones de nuestro globo alrededor de su eje y del sol,
brindan elementos para aproximarnos a una definicin del clima;
mas tambin aqu la aplicacin de leyes generalmente reconocidas
como ciertas, resulta difcil y engaosa. Las zonas que establecie
ron los antiguos no se han visto confirmadas por la exploracin re
ciente de nuevos Continentes, habiendo sido deducidas a base del
desconocimiento de stos en su misma concepcin fsica. Sucede
otro tanto con el calor y el fro calculados a base de la cantidad
de rayos solares y el ngulo de su incidencia. Como teorema ma
temtico, sus efectos han sido determinados con precisin, mas el
mismo matemtico lo considerara un abuso de las reglas por l es
tablecidas si el filsofo de la historia dedujera sobre esta base con
clusiones absolutas 2.
Unas veces tenemos la proximidad del mar, otras determina
da clase de vientos, aqu una depresin o elevacin de la tierra,
all la vecindad de macizos montaosos, y ms all lluvias y evapo
raciones de humedad que dan a la ley general una nueva aplicacin
local de manera que a menudo los lugares menos distantes expe
rimenten los contrastes climticos ms acentuados. Adems, nuevos
2 Gaubius, P ath ologie, cap. V, X , etc., una lgica de todas las patologas,
Montesquieu, Castilln, Falconier, sin hablar de m ultitud de obras peores,
E sp rit des nations, P hysique de lhistoire, etc.
la vida animal todava desconocido; pues as como ignoramos las
leyes internas que gobiernan su naturaleza, as desconocemos cmo
el cuerpo humano lo recibe y asimila. Vivimos del aliento del aire,
mas sigue siendo un misterio el blsamo que nos da como alimento
vital. Si aadimos a esto las diversas y casi innumerables circuns
tancias locales que lo afectan en sus componentes segn las exha
laciones de los cuerpos que rodea; si recordamos los ejemplos de
cuntas veces una semilla invisible y maligna, que el mdico explicaba
como miasma, origin los ms raros y espantosos fenmenos durante
milenios; si pensamos en el misterioso veneno que nos ha trado
las viruelas, la peste y las enfermedades venreas, afecciones que
durante ciertas pocas suelen desaparecer, y recordamos cun poco
sabemos de la consistencia y efectos de los vientos en nuestras tie
rras, por no hablar del hermatn, samiel y siroco, y el viento del nor
este d'el desierto trtaro, nos damos cuenta de la multitud de trabajos
previos que deberan realizarse antes de que se pueda llegar a una
climatologa fisiolgico-patolgica, por no mencionar una psicol
gica que abarcara la totalidad de las fuerzas intelectivas y emoti
vas. Mas tambin en este campo cada tentativa hecha con agudeza
de ingenio tendr su premio, y la posteridad deber conceder a
nuestra poca hermosos laureles1.
Finalmente, la situacin alta o baja de un territorio, su natu
raleza y sus productos, los alimentos y bebidas que el hombre con
sume, el rgimen de vida que adopta, el trabajo que ejecuta, los
vestidos que usa, hasta la posicin que prefiere habtualmente para
sentarse, las diversiones y artes que practica junto con multitud
de otras circunstancias que tienen importancia por las diversas com
binaciones que presentan en la vida, todo esto forma parte del clima
y su influjo modificante. Cul es la inteligencia humana capaz de
sistematizar este caos de causas y efectos hasta obtener una imagen
del mundo en la que se haga justicia a cada cosa y cada regin,
sin pecar ni por exceso ni por defecto? Lo mejor es que, a la ma
nera de Hipcrates2 con su simplicidad tan aguda, se estudien de
terminadas regiones bajo el aspecto climtico, para luego deducir
poco a poco conclusiones generales. Naturalistas y mdicos deben
proceder aqu como practicantes del mundo fsico, alumnos de la
naturaleza y maestros del filsofo, a quienes debemos ya ms de
una contribucin sobre ciertas zonas para una climatologa general
y su accin sobre el hombre, que tienen su mrito tambin para
generaciones venideras. Pero como las investigaciones especializadas
IV
Con la venia del lector daremos unos pasos ms por esta va:
1. Un observador atento no puede dejar de notar que en la infi
nita variedad de figuras humanas, ciertas formas y proporciones no
slo se repiten sino que tambin se combinan unas con otras en
relaciones exclusivas. Para los artistas, esto ya es cosa sabida, y
las estatuas de la Antigedad nos ensean que los artistas de aque
llos tiempos aplicaban la proporcin o simetra, como la llamaban,
no slo al ancho y largo de los miembros, sino tambin a que la
formacin de los mismos estuviese en armona con el espritu de
toda la obra. El carcter de sus dioses y diosas, de sus adolescentes
y hroes quedaba tan definido en toda su postura que a algunos
se los puede conocer con no ver ms que un miembro aislado, y
no es posible en ningn caso intercambiar entre ellas un brazo, un
pecho ni un hombro. En cada una de estas figuras vive el genio
de un ser individual que comunica su alma inspirando su envoltura
material y dando a la ms pequea medida y posicin de los
movimientos un carcter similar al que tiene el conjunto.
Entre los artistas de pocas ms recientes es el Policleto de
nuestra patria, Albrecht Drer, quien ha investigado cuidadosa
mente la medida de las diversas proporciones del cuerpo humano,
y cualquiera advierte aqu que la formacin de todas las partes
cambia con las circunstancias de la vida. Y qu sucedera si com
binramos la precisin de Durero con la intuicin psicolgica de
los antiguos para estudiar as la diversidad de las principales formas
y caracteres humanos en su conjunto armnico? Me parece que la
.ciencia fisonomista volvera con esto a su antiguo cauce natural que
indica su nombre, segn el cul no tiene la finalidad de ser intr
prete de capacidades tcnicas o morales, sino de la naturaleza vi
viente de un hombre, algo as como la traductora de su genio hecho
visible. Ajustndose as a los lmites de la analoga del conjunto
que se expresa siempre con mayor fidelidad en el rostro, tendr
la patologa por hermana y la fisiologa y semiologa por auxiliares
y amigas. La figura del hombre no es ms que una envoltura para
el mecanismo interno, un conjunto armnico donde cada letra
es parte de una palabra; pero solamente la palabra entera da el
sentido verdadero. En la vida comn utilizamos la ciencia fisono
mista de la siguiente manera: el mdico experimentado ve cules
son las enfermedades que ms fcilmente pueden afectar al hombre
segn su estructura y figura, y hasta el ojo fisonomista de los nios
percibe la manera de ser (physis) del hombre en su conformacin,
es decir, su figura en la que se manifiesta el genio hasta la sepultura.
Adems: No ser posible registrar estas formas, esta armona
de partes convergentes y ordenarlas como las letras de un alfabeto?
Verdad es que este abecedario nunca llegara a ser completo, ni lo
sera de algn idioma determinado; mas no cabe duda de que un
.estudio concienzudo de este orden vivo, columna y base de nuestra
especie, abrira un ancho campo para fijar las caractersticas fun
damentales de la naturaleza humana en sus exponentes principales.
Si no se limita esta labor a Europa y se evita erigir nuestro acos
tumbrado ideal de belleza en prototipo de toda sanidad y hermo
sura, siguindose a la naturaleza viva tal como se presenta en las di
versas zonas de la tierra, cualesquiera sean las armonas de las partes
convergentes y sus variantes, se llegara indudablemente a nuevos des
cubrimientos sobre el consensus partium y la meloda de las fuerzas
vivas en la estructura del hombre, que sera el mejor de los premios
para semejante labor. Ms an: tal vez este estudio del consenso
natural de las formas nos llevara ms lejos que la doctrina de las
complexiones y temperamentos tantas veces tratada, y casi siempre
con escaso fruto. -Ni siquiera los observadores ms agudos adelan
taron gran cosa por esta va porque les faltaba la terminologa para
designar la pluralidad de formas que hallaron1.
2. Si la fisiologa debera servir siempre de faro y norte en
semejante historia grfica de las formaciones y mutaciones del g
nero humano, tambin se hara patente en ella la sabidura de la
naturaleza que forma y modifica sus obras conforme a una ley de
prdiga compensacin. Por qu, por ejemplo, la madre naturaleza
crea y separa sub-grupos y familias? La finalidad no es otra que el
mayor perfeccionamiento del tipo respectivo. No sabemos cuntas
de las especies animales actuales tuvieron un mayor grado de pa
rentesco entre s en pocas pasadas, pero s vemos que ahora estn
separadas por lindes genticos. Ningn animal en estado salvaje
se aparea con otra especie; y donde los artificios del hombre o la
opulenta ociosidad del animal cebado hacen degenerar su instinto
de por s tan bien orientado, ni siquiera all las leyes inmutables
de la naturaleza pueden ser superadas por la tcnica artificiosa.
O la unin resulta estril, o el bastardo producido a la fuerza slo
se reproduce con animales de las especies que intervinieron en su
propia gnesis. Lo que es ms: vemos en estos mismos bastardos
que las variantes no aparecen sino en los lmites extremos del orga
nismo, tal como lo hemos descrito de las mutaciones de la especie
humana; si el tipo esencial intrnseco hubiera sido afectado, no se
habra obtenido un ser vivo capaz de subsistir. Ni un Centauro ni
un Stiro, ni Scila ni la Medusa pueden generarse segn las leyes
internas de la naturaleza y del tipo gentico esencial de cada especie.
3. El medio ms sutil, finalmente, por el cual la naturaleza
combina la pluralidad de las formas creadas con su conservacin
en las especies, es la creacin y apareamiento de dos sexos. De
qu manera tan sutil y espiritual se combinan los rasgos de ambos
padres en la faz y estructura corprea de sus hijos! Como si sus
almas se.hubieran derramado en la prole segn diversas propor
ciones distribuyndose sobre ella las mltiples fuerzas naturales de
organizacin. Sabido es por todo el mundo que los rasgos y enfer
i Encuentro esta doctrina muy simplificada en la M iscelnea de Mezger,
t. I. Tambin Platner y otros hicieron sus mritos en este campo.
medades, y hasta inclinaciones y predisposiciones son hereditarios;
ms an: con frecuencia sucede que la figura de algn antepasado;
muerto desde tiempos remotos, vuelve a emerger de manera maravit
llosa de la corriente de las generaciones.
No menos cierto, aunque difcil de explicar, es el influjo pre
natal de los estados anmicos y corpreos de la madre sobre el em
brin, de lo que hay tristes ejemplos que cargan durante una vida
con los efectos. La naturaleza ha juntado, pues, dos corrientes vi
tales para dotar al nuevo ser en formacin con un caudal completo
de fuerzas naturales, que evolucionarn ahora hasta una vida propia
a imagen y semejanza de los padres. Ms de un rbol genealgico
decado ha recibido nueva savia por el advenimiento de una madre
sana y vital; ms de un joven agotado no despert hasta que en
brazos de su mujer lleg a ser un hijo viviente de la naturaleza.
Se ve, pues, que tambin en la formacin del genio de la huma
nidad es Amor el ms poderoso de los dioses: ennoblece las gene
raciones y levanta a las decadas; es una antorcha de la divinidad
cuya chispa aviva la llama de la vida humana. Nada, en cambio,
hay ms antagnico al genio creador que aquel odio fro, o esa
aborrecible bsqueda de la conveniencia propia, que es peor que
el mismo odio. Ella junta a la fuerza a hombres que no han sido
hechos el uno para el otro y perpeta su existencia como seres mi
serables e inarmnicos. Ningn animal ha cado tan bajo como
el hombre que se precipita en esa degeneracin.
II
III
1 P a g s , Foyages, p. 17, 18, 26, 52, 54, 140, 141, 156, 167, 188, etc.
hizo tan amplio y reparti por toda la tierra el fundamento de la
salud que es la base de toda felicidad fsica. Tal vez los pueblos
que tenemos por hijastros de la Providencia, hayan sido sus hijos
predilectos, ya que si no les depar un convite morboso de dulces
venenos, les otorg, en cambio, el cliz de la salud por medio del
duro trabajo de sus manos, junto con una autntica y reconfortan
te vitalidad. Hijos de la aurora florecen y se marchitan; a menudo
una alegra sin el peso de complicados razonamientos, una sensa
cin de ntimo bienestar es para ellos la felicidad, el destino y gozo
de la vida. Habr otro mejor, ms suave y duradero para nosotros?
2. Nos solemos gloriar de nuestras refinadas potencias psqui
cas. Ms vale que aprendamos de la triste experiencia que no todo
refinamiento porta consigo la dicha, y que ms de un rgano de
licado se echa a perder de esta manera. La especulacin, por ejem
plo, podr ser el placer de unos pocos hombres ociosos, y tambin
para ellos es, como el opio para los orientales, un placer agotador,
desarticulado y somnoliento. El uso vigilante, despierto y sano de
los sentidos, una inteligencia prctica para los casos reales de la
vida, una atencin vivaz con buena memoria, acompaados por un
poder de decisiones rpidas y buena eficiencia: slo esto merece
llamarse presencia de nimo, vitalidad intrnseca y es lo nico que
halla su premio en una sensacin de fuerza presente y efectiva, en
la alegra y la misma felicidad. No creis, oh hombres, que un re
finamiento a destiempo y sin medida sea lo mismo que la felicidad,
o que la muerta nomenclatura de todas las ciencias y el uso acro
btico de todas las artes puedan conferir a un ser viviente la cien
cia de la vida. La experiencia de la felicidad no se adquiere me
diante las recetas de nombres o artes aprendidos de memoria. U^a
cabeza sobrecargada de conocimientos, aunque fueran de la ciencia
ms pura, agobia el cuerpo, oprime el pecho, oscurece la mirada y
se convierte en carga pesada y mortfera para el que la lleva. Cuanto
ms vamos refinarido y especializando nuestras potencias psquicas,
tanto ms se van atrofiando las fuerzas espontneas; atormentadas
en el potro del artificio, se marchitan nuestras aptitudes junto con
nuestros miembros crucificados. Slo el uso integral del alma, y en
particular de sus fuerzas activas, cuenta con la bendicin de la sa
lud. Demos las gracias a la Providencia que no quiso educar dema
siado delicadamente a la totalidad del gnero humano, convirtiendo
nuestra tierra en nada menos que un aula de doctas ciencias. Con
solcito cuidado dej en la mayor parte de los pueblos y clases so
ciales que las fuerzas anmicas permaneciesen en forma de ncleo
potencial, dispuesto a desarrollarse cuando y en la medida que re
queran las circunstancias. Las ms de las naciones de la tierra
actan y suean, aman y odian, esperan, temen, ren y lloran co
mo nios; de esta manera gozan, por lo menos, de la felicidad de
los sueos de la juventud. Pobre de aquel que trata de encontrar
la felicidad de la vida a fuerza de cavilar!
3. En fin, puesto que nuestro bienestar reside ms en un tran
quilo sentimiento que no en una idea brillante, son mucho ms
los sentimientos del corazn que los efectos de un intelecto que se
asoma a los abismos del saber, lo que nos premia con el amor y
el gozo de la vida. Qu bien hizo, por consiguiente, la madre
naturaleza al implantar en el corazn del hombre la fuente del
amor de s mismo y de los dems, casi independiente de motivos
y estmulos externos, ya que el amor y la benevolencia representan
la verdadera humanidad de nuestra especie, para la cual hemos sido
creados. Todo ser viviente goza de su vida; no pregunta ni cavila
sobre el por qu de su existencia; su existencia es su mismo fin,
y su fin la existencia. Ningn salvaje se suicida, como tampoco nin
gn animal; propaga su especie sin saber por qu lo hace y se so
mete a todas las molestias y trabajos, aun bajo el clima ms in
clemente, con tal de sobrevivir. Este simple, profundo e insustitui
ble sentimiento de la existencia es, pues, la felicidad, diminuta go
ta de aquel pilago insondable, de Aquel que es la felicidad infinita,
que est en todas las cosas y siente y goza en todas ellas. De ah
vienen la alegra y el buen humor indestructibles que algunos euro
peos admiran en la faz y la vida de ciertos pueblos extraos, por
que l no los siente en s con su constante inquietud; de ah tam
bin esa abierta benevolencia, la liberalidad natural de todos los
pueblos felices de la tierra que no fueron obligados a la venganza
o defensa de sus derechos. Segn las informaciones de observadores
imparciales, es esto un fenmeno tan extendido en toda la tierra
que yo lo llamara el carcter de la humanidad simplemente, si
no fuera igualmente caracterstico de la naturaleza humana en su
desgraciada duplicidad, el reducir y limitar la abierta benevolen
cia, la amabilidad servicial y la alegra en s misma y en otros para
armarse, con o sin motivo, contra futuras penurias. Una criatura
feliz en s misma, por qu no ha de gozar de ver a otras felices
tambin y contribuir, en cuanto pueda, a aumentar la dicha de los
dems? Slo porque nosotros mismos, acosados por la indigencia,
estamos siempre necesitados de tantas cosas y lo vamos estando cada
vez ms por nuestras propias malas artes y astucia, nuestra existen
cia se va estrechando y las espesas nubes de recelo, la afliccin, las
molestias y preocupaciones ensombrecen un rostro que estaba crea
do para la alegra franca y comunicativa. Pero tambin aqu la na
turaleza tuvo de su mano el corazn humano, y donde no pudo de
rramar sus dones a satisfaccin, trat por lo menos de apaciguarlo
con la misma negativa. El europeo no tiene idea de las ardientes
pasiones y los fantasmas que agitan el pecho del negro, y el indio
no puede concebir las concupiscencias siempre inquietas del euro
peo que le precipitan de continuo a cruzar mares y Continentes. El
salvaje que no posee una ternura desbordante externamente, la tie-
.pe empero, en tanto mayor grado disimulada bajo apariencias tran
quilas y sosegadas. La llama de la benevolencia se apoya pronto
donde chisporrotea cual fuegos artificiales. En una palabra: el sen
timiento humano se manifiesta en todas las formas que tuvieron
lugar en nuestro globo en los diversos climas, circunstancias y orga
nizaciones de los. hombres; mas en todas partes vemos que la feli
cidad de la vida no se halla en la multitud confusa de emociones y
pensamientos, sino en la justa proporcin que guardan con el goce
real e interno de nuestra existencia y lo que juzgamos que le es pro
pio. En ningn lugar de la tierra florece sin espinas la rosa de la
felicidad, mas lo que nace de estas espinas es siempre y en las ms
variadas apariencias la efmera pero hermosa rosa de la alegra hu
mana de vivir.
Si no me equivoco, estas simples premisas cuya verdad* experi
menta cada uno en el propio pecho, nos permitirn ahora trazar
algunas lneas que eliminen por lo menos algunas de las dudas y
errores sobre el destino humano. Qu significa, por ejemplo, que
el hombre que conocemos en esta vida tenga por fin un crecimien
to indefinido de sus potencias anmicas, una progresiva extensin
de sus sentimientos y' su accin, y hasta que haya sido hecho para
el Estado como fin supremo de su especie, de manera que todas las
generaciones han sido hechas slo para la ltima que se entroniza
sobre las ruinas de la felicidad de todas las precedentes? Bastan el
aspecto que ofrecen nuestros hermanos sobre el haz de la tierra as
como la experiencia individual de cada vida humana, para refutar
semejantes suposiciones sobre los planes de la Providencia creadora.
Ni nuestra cabeza, ni nuestro corazn, ni nuestra mano estn hechos
para una plenitud siempre creciente de sentimientos e ideas, ni nues
tra vida ha sido planeada para ello. Acaso no se marchitan nuestras
fuerzas ms preciadas lo mismo que un da florecieron? Ms an:
no van cambiando entre s con el pasar de los aos y circunstan
cias, revelndose unas a otras en amigable contienda, o mejor di
cho, en un corro que da vuelta sin cesar? Y quin no sabe por
experiencia propia que una extensin indefinida de sus sentimien
tos no hace ms que debilitarlos y destruirlos dejando volar por
los aires como copo insustancial lo. que deba ser un grueso y re
sistente cabo de amor, y engaando a los dems? Puesto que no
podemos amar a los otros ms ni de otra manera que a nosotros
mismos pues los amamos como parte de nosotros, o mejor dicho,
nos amamos a nosotros en ellos, hay que conceder que es dichosa
el alma que abarca mucho, cual un espritu superior, con su accin
eficiente, incorporndoselo todo con una actividad benfica ince
sante; pero tanto ms desdichada aquella otra que diluyendo sus
sentimientos en huecas palabras, no sirve ni para s ni para los de
ms. El salvaje que se ama a s mismo, como ama a su mujer y a
sus hijos, con serena alegra, y arde en moderado fervor por su tri
bu y su propia vida, es, creo yo, una criatura ms real y sincera
que una de aquellas sombras doctas que se embriagan de un amor
embelesado por todas las otras sombras de su nobilsima estirpe, es
decir, de un ttulo altisonante. En su pobre choza tiene lugar aqul
para todo caminante que le solicita albergue, y a quien acoge con
una bondad sin discriminaciones, sin preguntarle siquiera de dn
de viene. En el corazn engredo del ocioso cosmopolita no hay lu
gar ni refugio para nadie.
Cmo es posible no ver, hermanos mos, que la naturaleza pu
so todo su empeo no en hacernos crecer en extensin, sino, por
el contrario, en profundidad, acostumbrndonos a los lmites de
nuestra vida? Nuestros sentidos y potencias tienen su medida; las
horas de nuestros das y edades se relevan unas a otras. Es, por lo
tanto, un espejismo de la fantasa que el hombre y el anciano se
crean todava adolescentes. Y qu diremos de esa voluptuosidad
del alma que, adelantndose a la misma concupiscencia, se ve trans
formada l instante en sensacin de asco? es un placer paradisaco
o ms bien el infierno de Tntalo, el eterno trajn de las Danaides
absurdamente torturadas? Tu nico arte necesario, oh hombre, en
esta vida, es guardar la justa medida; la alegra, hija del cielo, que
andas buscando, est al alcance de tu mano, est dentro de ti, hija
de la sobriedad y del gozo sereno, hermana de la frugalidad y con
formidad con tu existencia en la vida como en la muerte.
. n menos comprensible es cmo el hombre podra haber sido
hecho para el Estado de suerte que su verdadera felicidad nazca con
la institucin del Estado. Cuntos pueblos de la tierra no saben
nada de tal Estado y viven, no obstante, ms felices que tantos be
nefactores crucificados del Estado 1 No quiero extenderme aqu so
bre el dao o provecho que tales instituciones artificiales traen con
migo; mas como quiera que todo artificio no es ms que un instru
mento, y cuanto ms artificioso sea el instrumento, ms difcil y
idelicado ser su uso, es manifiesto que con la grandeza de los Esta
dos y la mayor complejidad de su composicin crece necesariamente
y en gran medida el peligro de multiplicar el nmero de individuos
desdichados. En los grandes Estados, centenares deben pasar ham
bre, para que uno lleve una vida de calavera y sibarita. Miles y miles
son oprimidos y arrojados a la muerte para que una cabeza coro
nada, idiota o sabia, pueda llevar a cabo sus fantasas. Y puesto
que, como aseveran todos los doctores de las ciencias polticas, todo
Estado bien constituido debe ser una mquina donde nicamente
gobiernan las ideas de uno solo, cmo podr proporcionar una fe
licidad superior a la de servirle en calidad de miembro sin ideas,
cuando no tiene el honor de verse atado, contra ciencia y concien
cia, por toda la vida sobre una rueda de Ixionte, que no deja al
condenado otro consuelo que el de ahogar las ltimas actividades
de su alma libre e independiente y buscar su felicidad en la insen
sibilidad de una mquina? Oh, si somos hombres, demos las gracias
a la Providencia por no haber fijado all el fin de la humanidad.
Millones de hombres sobre la tierra viven sin Estado y acaso no
tiene que comenzar cada uno de nosotros por donde lo hace el sal
vaje si quiere ser feliz aunque viva en el Estado ms artificiosa
mente organizado, a saber, conquistando y conservando su salud y
sus fuerzas anmicas, la felicidad de su hogar y la de su corazn
por s mismo, y no por medio del Estado? Padre y madre, marido y
mujer, hijo y hermano, amigo y hombre, son relaciones naturales
que pueden otorgarnos la felicidad; todo cuanto el Estado pueda
darnos ser siempre artificial, pero, por desgracia, puede robarnos
algo mucho ms esencial: a nosotros mismos!
Bondadosa fu, pues, la Providencia al preferir la dicha ms
fcil del individuo a los fines artificiales de las grandes sociedades
y liberar, en lo que le fu posible, las pocas de esas costosas ma
quinarias estatales. Con admirable acierto distribuy los pueblos no
slo por selvas y montaas, mares y desiertos, ros y climas, sino
tambin por idiomas, inclinaciones y caracteres, con el nico fin de
poner dificultades a la obra del despotismo esclavizante y no per
mitir que todas las partes del mundo fuesen encerradas en el in
terior de un caballo de Troya. Felizmente, hasta ahora ningn Nem-
rod logr acorralar a los habitantes del mundo en un aprisco en
provecho de l y su estirpe, y se puede aseverar que si la finalidad
de la Europa confederada fuera desde hace siglos desempear el
papel del tirano que impone su felicidad a la fuerza a las naciones
de la tierra, la diosa de la fortuna est an muy lejos de haber
conseguido su propsito d traer la felicidad a los mortales. Dbil
e infantil hubiera sido la obra de la naturaleza creadora si ella hu
biese esperado la realizacin del' destino nico y autntico de sus
hijos, el de ser felices, de las construcciones artificiales de unos
advenedizos de ltima hora, confiando a sus manos el fin de la
creacin. Vosotros, hombres de todos los Continentes que hace mi
lenios habis pasado, no habrais vivido de verdad, abonando tan
slo el suelo con vuestra ceniza para que al fin de los tiempos vues
tra posteridad hallara la salvacin gracias a las bendiciones de la
cultura europea. Si tal pensamiento no fuera demasiado risible, qu
le faltara para ser una grave ofensa de la majestad de la natu
raleza?
Si hay felicidad en esta tierra, debe hallarse en toda criatura
sensible; ms an, le tiene que ser innata por naturaleza y cual
quier artificio auxiliar tendr que amoldarse a lo que es natural en
orden a su felicidad. Cada hombre lleva en s la medida de su di
cha: le est impresa la forma hacia la que debe evolucionar y den
tro de cuyos lmites puede nicamente llegar a ser feliz. Justamente
por esto la naturaleza agot la variedad de formas humanas en la
tierra para que cada una encontrara su felicidad a su tiempo y
Jugar, engaando de este modo a los mortales sobre las penurias
de la vida.
LIBRO N O V EN O
II
i No es ste el lugar para ofrecer ejemplos de tales frases, pues nos llevara
demasiado espado; los reservamos para otra ocasin.
si<me floreciendo en todas sus edades en distintas regiones de la tie
rra. Hay naciones que se hallan en la infancia, la juventud, la pu
bertad, la edad madura y civil de nuestra especie, y cuntos pueblos
e idiomas han nacido por inoculacin por parte de otros o de las
cenizas de otros desaparecidos.
Finalmente la tradicin de las tradiciones: la escritura. Si el
lenguaje es el medio de la cultura h u m a n a de nuestra especie,
la escritura es el medio de la cultura i n t e l e c t u a l . Todas las
naciones que no adoptaron este medio de la tradicin son, segn
nuestros conceptos, no cultas; las que tomaron parte aunque fuera
de manera rudimentaria, se elevaron a la eternizacin de la razn
y de las leyes en los caracteres de su escritura. El mortal que invent
este medio de fijar el espritu voltil no slo en palabras sino tam
bin en caracteres, hizo la obra de un dios entre los humanos 1.
Mas lo que ya se haca visible en el caso del lenguaje, lo es
mucho ms an en este otro, a saber, que tambin este medio de
eternizar nuestros pensamientos, fijando el espritu y el habla, los
limita y ata de diversas maneras. No slo que con los caracteres se
fueron apagando el acento y el gesto vivo, que antes haban hecho
penetrar tan intensamente la locucin en los corazones; no slo que
con esto disminuyeron los dialectos, y, en consecuencia, los idiomas
caractersticos de determinadas tribus y pueblos; tambin la memo
ria y la fuerza viva del espritu se fu debilitando con este medio
auxiliar artificioso de formas cogitativas preconcebidas. El alma hu
mana habra sucumbido hace mucho bajo tanta doctrina y libros si
la Providencia no se hubiera encargado de dar un respiro a nuestro
espritu mediante algunas revoluciones destructoras. Atado a los
caracteres, el intelecto acaba por arrastrarse a gatas; nuestras me
jores inspiraciones enmudecen en los rasgos muertos de la escritura.
Todo esto, empero, no impide que se considere la tradicin escrita
como la institucin ms duradera, serena y eficiente de cuantas Dios
nos otorg, por medio de la cual ejercen su influjo las naciones so
bre otras naciones, los siglos sobre los siglos, y tal vez andando el
tiempo, todo el gnero humano se una con el lazo de la tradicin
fraternal.
IV
T) uesto que el origen histrico del gnero hum ano est envuelto
en la mayor oscuridad para el filsofo y desde los tiempos ms
remotos aparecen cosas raras que no cuadraban a tal o cual sistema,
se ha optado por el medio desesperado de cortar el nudo en vez de
desatarlo, considerando no slo la tierra como un campo de ruina
de moradas anteriores, sino tambin el gnero humano como un
puado de suprstites, un resto que logr escapar en montaas y
cuevas de una especie de juicio universal que habra sobrevenido
cuando el planeta haba llegado al ltimo da de un hipottico es
tado anterior diferente del actual. El intelecto, el arte y la tradi
cin de los hombres sera segn esto, una presa arrebatada al mundo
anterior que sucumbi 1; de ah que el gnero humano presente en
parte ya desde el principio cierto brillo que se basa en una expe
riencia milenaria, el cual, al menos en parte, no se podr aclarar
jams, ya que estos hombres sobrevivientes forman algo as como
un istmo que une y separa a la vez dos culturas.
Si esta opinin es verdadera, habr que conceder que no puede
haber una filosofa pura de la historia humana, ya que nuestra
especie no sera ms que los desperdicios arrojados por un cata
clismo anterior. Veamos en qu se funda esta hiptesis que hace
de la tierra y de la historia del gnero humano un caos sin solucin.
Por de pronto no parece que se base en el origen de nuestra
tierra, pues los primeros cataclismos y devastaciones que se pueden
registrar en ella, no suponen una historia humana transcurrida,
i Este sabio est trabajando en una obra de esa ndole, de vastas propor
ciones.
Cochinchina, Cambodia y Siam, se habla nicamente con monos
labos sin flexin. Es probable que as se hayan quedado, fieles a
la primitiva norma de su cultura idiomtica y su escritura, ya
que en este rincn del Asia las instituciones ms antiguas se han
conservado casi inmutables. Si alguno quiere conocer lenguas cuya
riqueza grande, casi exuberante se reduce a muy pocas races de
manera que con una regularidad notable y un arte casi infantil
expresan un nuevo concepto por medio de una minscula modi
ficacin del radical, combinando as la variedad con la pobreza,
que contemple la extensin del sur de Asia desde la India hasta
Siria, Arabia y Etiopa. El idioma bengals tiene setecientas races
que constituyen, por as decirlo, los elementos de la razn, con los
cuales forma verbos, sustantivos y todas las dems partes de la
sintaxis. El idioma hebreo y los de la misma familia, aunque de
muy otra ndole, llaman la atencin al estudiarse su estructura
hasta en los escritos ms antiguos. Todas sus palabras se reducen a
races de tres letras, las que tal vez fueron al principio tambin
monosilbicas. Luego, a causa de su propio alfabeto, tomaron esta
forma de as tres letras ya en pocas remotas, despus de lo cual toda
la lengua se construy sobre esta base mediante adiciones y flexio
nes extremadamente sencillas. Una riqueza inimaginable de con
ceptos se reduce en la lengua rabe evolucionada a pocas races,
de manera que las lenguas europeas hechas a remiendos con sus
verbos auxiliares intiles y sus flexiones aburridas nunca hacen un
papel ms pobre que cuando se as compara con os idiomas asi
ticos. stos, en consecuencia, cuanto ms antiguos, ms difciles
resultan de aprender para el europeo, el cual tiene que renunciar
a su intil verbosidad para enfrentarse a un sutilsimo juego jero
glfico de una regulacin casi insensible que lo vuelve apto para
servir al lenguaje transparente de las ideas.
La seal ms segura de la cultura de un idioma es su escritura;
cuanto ms antigua, ingeniosa y meditada sta, tanto ms culta
aqulla. . Con excepcin tal vez de los escitas, que tambin eran
de origen asitico, no Hay ninguna nacin europea que pueda glo
riarse de poseer un aifabeto de su propia cosecha; en este punto
hacen ei pape de brbaros juntamente con los negros y americanos.
Slo e Asia posea a escritura, y esto desde los tiempos ms remo
tos. La primera nacin culta de Europa, los griegos, recibieron su
alfabeto de manos de un oriental, y todos los otros caracteres de
-los alfabetos europeos son rasgos derivados o malogrados de las
letras griegas, como lo demuestran las tablas de Bttner1.
Tambin la ms antigua escritura de letras que los egipcios
IV
Si son del agrado de mis lectores las ideas puras de esta antigua
.tradicin que he expuesto sin hiptesis ni adornos, sigamos desen
trandolas. Pero antes abarquemos con un vistazo de conjunto
todo este cuadro de la creacin. En qu se distingue tan singular
mente ante todas las fbulas y tradiciones del Asia superior? Por su
conexin, simplicidad y veracidad. Aunque aqullas contienen ms
de un grano de verdad respecto de la fsica y la historia, el conjunto
de tradiciones orales o poticas, sacerdotales o populares, tal como
evolucion, presenta un aspecto tan desordenado que parece un caos
fabuloso cual el mismo comienzo de la creacin. En cambio, este
sabio naturalista supera el caos presentndonos una estructura que
con su simplicidad y conexin imita la misma naturaleza tan orde
nada. Cmo alcanz semejante orden y sencillez? Basta comparar
su obra con las fbulas de otros pueblos para percatarse de la causa
de su filosofa ms pura de la historia de la tierra y del gnero
humano.
P r i m e r o : Dej a un lado todo cuanto hubiese de incom
prensible y situado fuera de la visin humana atenindose a lo que
vemos con los ojos y podemos retener con la memoria. As, por ejem
plo, hay pocas cuestiones que fueron motivo de tantas controversias
como la edad del mundo, de nuestra tierra y del gnero humano. A
los pueblos asiticos con sus cronologas inmensas se los ha calificado
de sapientsimos, a nuestra tradicin de infinitamente infantil porque,
segn se dice, contra toda razn y hasta en oposicin al evidente tes
timonio de la estructura terrestre, quiere alzarse con toda la creacin
en unos pocos aos y darle al gnero humano una antigedad insig
nificante. Juzgo que con esto se infiere a nuestra tradicin una in
justicia manifiesta. Si Moiss fu por lo menos el compilador de
estas antiguas tradiciones, no pudieron serle desconocidas a este docto
egipcio aquellas legiones de dioses y semidioses con los que este
pueblo como todas las naciones asiticas hizo comenzar la historia
del mundo. Por qu no entreteji entonces estas informaciones, por
qu redujo, a despecho de los mismos, el origen del mundo al smbolo
de un exiguo espacio de tiempo? Evidentemente porque quera cor
tar por lo sano y eliminarlas de una vez de la memoria de los hom
bres, como fbulas intiles. A mi juicio, obr en elio sabiamente
porque ms all de la tierra ya organizada no existe para nosotros
cronologa que valga, ni siquiera antes del origen del gnero humano
y su historia coherente. Dejemos a Buffon que atribuya a sus seis
primeras pocas de la naturaleza espacios temporales tan grandes
como quiera, de veintisis mil, de treinta y cinco mil, de quince a
veinte mil, de diez mil aos, etc.; la razn humana, consciente de su
limitacin, se re de estas cifras imaginarias aun en el caso de que
admitiera su veracidad. Pero mucho menos quera cargar con ellas
la memoria histrica. Ahora bien; las monstruosas cronologas anti-
guas son evidentemente de la misma ndole que las de Buffon; se
refieren a las pocas en que dominaban los poderes divinos y mun
diales, anteriores a la formacin de la tierra, siguiendo la manera en
que estas naciones, amantes de cifras gigantescas, las interpretaban
a base de las revoluciones celestes o de los smbolos, entendidos a
medias, provenientes de las ms antiguas tradiciones de imgenes.
As, segn los egipcios, Volcn, el creador del mundo, rein por tiem
pos infinitos, luego su hijo el sol por treinta mil aos, despus Sa
turno y los restantes doce dioses por tres mil novecientos ochenta y
cuatro aos, antes de que les siguiesen los semidioses y luego. los
hombres. Otro tanto ocurre con las tradiciones de la creacin y cro
nologa del Asia superior. Durante tres mil aos rein entre los
persas el ejrcito celeste de la luz sin enemigos; otros tres mil trans
currieron hasta que apareciera el personaje milagroso del toro de
cuyo semen nacieron primero las criaturas y, por ltimo, Meschis y
Meschiana, hombre y mujer. El primer perodo de los tib'etanos, rei
nando los Lahen, es infinito, el segundo abarca ochenta milenios, el
tercero cuarenta, el cuarto veinte que forman una edad, la que des
cender hasta los diez aos para luego ascender nuevamente hasta los
ochenta mil aos. En la India, los perodos llenos de transformacio
nes de las divinidades, y en China los de los reyes, llegan an ms
arriba. Eternidades todas ellas con las que nada se poda hacer sino
lo que hizo Moiss eliminndolas y que pertenecen, segn las mismas
tradiciones, a la creacin de la tierra y no a la del gnero humano.
S e g u n d o : Si se discute, pues, sobre si el mundo es viejo o
joven, ambos contendientes tienen razn. La roca de la tierra es muy
antigua y su revestimiento requiri largas revoluciones sin duda al
guna. En este punto, Moiss deja en libertad a cada cual de inventar
pocas a su gusto y, de acuerdo con los caldeos, hacer reinar al rey
Alorus, la luz; Urano, el cielo; Gea, la tierra, y Helios, el sol, hasta
cuando le venga en ganas. Moiss no enumera ningn perodo de
esta ndole y precavindose contra los mismos present su cuadro
sistemtico y de perfecta conexin bajo las apariencias ms com
prensibles de un ciclo de revoluciones terrestres. Cuanto ms remo
tas sean estas revoluciones y ms prolongada su duracin, ms re
ciente tiene que ser forzosamente la especie humana, la cual segn
todas las tradiciones y conforme a la naturaleza de las cosas apareci
como ltimo fruto de la fierra ya acabada. En consecuencia, hay
que darle las gracias a este sabio naturalista por el corte audaz con
que elimin las fbulas monstruosas; a nuestra capacidad de com
prensin le basta la naturaleza tal como es, y la humanidad tal como
existe en el momento actual.
Tambin respecto a ia creacin del hombre narra la leyenda lo
que pudo haber ocurrido segn la naturaleza1.
Cuando en la tierra contina a modo de complemento no
hubo plantas ni rboles, no pudo todava vivir el hombre destinado
por la naturaleza a su cultivo. Todava no caa la lluvia, pero la
niebla suba y de una tierra humedecida con su roco fu formado
el hombre, y el espritu de la energa vital alent sobre l y lo con
virti en ser viviente. A mi juicio, esa sencilla narracin dice todo
cuanto pueden los hombres saber de su organismo aun hoy en da,
despus de todas las investigaciones de la fisiologa. En la muerte,
nuestro ingenioso organismo se disuelve en tierra, agua y aire, que
ahora estn combinados orgnicamente; la economa interna de la
vida animal, empero, depende del estmulo misterioso o del blsamo
que est en el elemento del aire que regula a la perfeccin la circu
lacin de la sangre y toda la contienda interna de las fuerzas vitales
de nuestra mquina; y de esta manera el hombre llega a poseer alma
activa efectivamente a causa del espritu vivificante. Por l conserva
y manifiesta el poder de asimilar el calor vital y de actuar como una
criatura sensible y racional. La filosofa ms antigua est de acuerdo
en este punto con las ltimas experiencias.
Un j a r d n fu la p ri m r a m o r a d a del h o m
b r e , y tambin ese rasgo de la tradicin es tal como la ms inge
niosa filosofa podra excogitarlo. La vida en un jardn es la ms
fcil para la humanidad recin nacida; cualquier otro sistema, espe
cialmente la agricultura, supone ya diversas experiencias y cierta
tcnica. Este rasgo demuestra de paso lo que consta ya de todas las
disposiciones de nuestra naturaleza, a saber: que el hombre no ha
sido creado para la vida salvaje sino para la pacfica, por lo cual el
Creador conoca el fin de su criatura mejor que nadie; la cre, lo
mismo que a los dems seres, en el elemento, es decir, en el medio
ambiente y el sistema de vida para el cual haba sido hecho. Todo
salvajismo de las tribus humanas es una degeneracin a la cual las
oblig la necesidad, el clima o algn vicio. Apenas cesa la necesidad,
vuelve el hombre a vivir en forma pacfica, como lo demuestra la
historia de las naciones. Slo la sangre de los animales hizo al hom
bre salvaje; la caza, la guerra y, por desgracia, tambin los apremios
que le hace pasar la sociedad civilizada. La tradicin ms antigua
1 Gnesis, 2, 5 y 7.
ce los primeros pueblos que aparecen en la historia, no sabe nada de
aquellos monstruos selvticos que como brbaros de nacimiento ha
bran hecho sus recorridos asesinando a diestra y siniestra durante
miles de aos cumpliendo en ello su vocacin connatural. Slo en
regiones ridas y remotas, tras largas aberraciones humanas, se in
troducen estas leyendas salvajes de las cuales se apoder gustosa la
imaginacin tropical de poetas posteriores, a los que sigui ms tarde
el historigrafo compilador, y a ste, finalmente, el filsofo con sus
abstracciones. Pero ni las abstracciones ni los cuadros poticos pue
den proporcionarnos una verdica historia primitiva de la humani
dad. D n d e e s t u v o s i t u a d o el j a r d n en el q u e
p u s o el C r e a d o r a su c r i a t u r a m a n s a e i n e r m e ?
Puesto que esta leyenda es originaria del Oeste de Asia, le coloca
hacia el este, ms arriba en direccin al Oriente; sobre una eleva
cin de tierra de la que brotaba un ro, el cual desde all se divida
en cuatro ros principales 1. Ninguna tradicin puede narrar las
cosas de manera ms imparcial; mientras todas las naciones antiguas
se complacen en tenerse por la primognita y su pas por el lugar
de nacimiento de la humanidad, este autor traslada el pas de origen
hasta muy lejos, arriba de la suprema elevacin de la tierra habitada.
r'Y dnde est esa altura? Dnde nacen los mencionados cuatro ros
de una fuente o ro, como lo dice bien claro el texto original? En
nuestra geografa no figura semejante lugar y es intil que se haga
con los nombres de los ros la gimnasia ms desesperada, porque una
mirada serena e imparcial al mapamundi nos ensea que en ningn
lugar de la tierra nace el ufrates, junto con otros tres ros, de una
fuente o ro comn. Pero si recordamos las tradiciones de todos los
pueblos asiticos superiores, veremos que en todas ellas figura este
paraso de la suprema elevacin terrestre con su fuente primitiva y
sus ros que fertilizan el mundo. Chinos y tibetanos, indios y persas
hablan de esta montaa primitiva alrededor de la cual se agrupan
los pases, mares e islas, y de cuyas alturas olmpicas descienden los
ros a la tierra. Esta leyenda no deja de ajustarse a la fsica, pues,
sin montaas, no pudo haber aguas vivificantes, y el mapa demuestra
que todos los ros del Asia descienden de esta elevacin. Adems, la
leyenda que estamos comentando omite todos los elementos fabulosos
de los ros del paraso y nombra cuatro de los ms conocidos que
bajan de las montaas del Asia. Es verdad que no nacen de un solo
ro; pero al compilador de estas tradiciones que viva en pocas pos
teriores, le bastaban stas para designar el lugar de origen del gnero
humano en un lejano mundo oriental.
No cabe duda alguna de que este lugar de origen era para l
una regin situada entre las montaas de la India. El pas rico en
i Gnesis, 2, 10 y 14.
oro y piedras preciosas que nombra, difcilmente puede ser otro que
la India conocida desde pocas remotas por sus tesoros. El ro que
la bordea es el sagrado Ganges de curso torcido toda la India reco
noce en l al ro del paraso. Que el Gihon deba ser el Oxus no
puede negarse; los rabes todava hoy lo llaman as y los vestigios
del pas que se dice bordeaba se encuentran an en numerosos nom
bres ndicos2. Finalmente, los ltimos dos ros, el Tigris y el ufra-
tes, corren mucho ms al oeste; mas como el compilador de estas
tradiciones viva en el extremo oeste asitico, esas regiones se perdan
a lo lejos y hasta es posible que el tercer ro que nombra quiera sig
nificar un Tigris ms al este, que en este caso sera el Indo3.
Era costumbre de todos los antiguos pueblos que emigraban
atribuir a las montaas y ros de su nueva patria las leyendas del
monte del mundo primitivo, nacionalizndolas mediante una mito
loga local como puede demostrarse desde las montaas medas hasta
el Olimpo y el Ida. As, pues, por el lugar donde estaba situado el
compilador de las tradiciones no pudo menos que designar el lmite
ms lejano que la leyenda le brindaba.
El indio en el Paropamiso, el persa en el Imao, el ibero en el
Cucaso se hallan en iguales circunstancias y cada cual estaba en
condiciones de colocar su paraso en la parte de las montaas que
le indicaba su tradicin. Nuestra leyenda, por su parte, seala ms
bien la tradicin ms antigua de todas, pues coloca su paraso
arriba de la India y habla de otras regiones slo a manera de com
plemento. No podramos pensar que la morada primitiva de
nuestra especie hubiera sido un valle afortunado como Cachemira,
situado casi en el centro de estos ros, protegido por montaas que
lo rodean, y clebre tanto por sus aguas salubres y refrescantes como
por su exuberante fertilidad y la ausencia de animales feroces, y
alabado como el paraso de los parasos por la belleza de sus habi
tantes? Mas a continuacin se ver que todas las investigaciones de
esta ndole son vanas en nuestra tierra actual; designemos, por lo
VII
C H IN A
II
III
EL T IB E T
IV
EL I N D O S T N
i Vase los estudios de Goguet sobre el origen de las leyes, artes y cien
cias, Lemgo, 1760, y an ms Gatterer, Breves nociones de la H istoria Uni
versal, parte I, Gottingen, 1785.
cacin del vidrio, la pesca del coral, la minera y metalurgia, diversas
obras de bellas artes ejecutadas en metal y modelado, dibujos y
moldes, la escultura y arquitectura, la msica y la danza, el arte
potico y de la escritura, el comercio con pesos y medidas, la nave
gacin costera, los comienzos de las ciencias de la astrologa, crono
loga y geografa, la medicina y el arte de la guerra, la aritmtica,
geometra y mecnica, y en cuanto a instituciones polticas: la legis
lacin, los tribunales, el culto divino, los contratos, las penas y
multitud de costumbres morales; todo esto lo encontramos tan
pronto en los pueblos del Cercano Oriente que deberan tener toda
la cultura de esta regin por restos de una cultura prehistrica aun
que ninguna tradicin nos lo enseara. Slo los pueblos que reco
rran errantes el remoto centro del Asia se hicieron brbaros y sal
vajes, por lo cual fu menester que por diversos caminos les llegara
tarde o temprano una segunda cultura.
II
III
LOS HEBREOS
IV
FENICIA Y CARTAGO
LOS EGIPCIOS
II
IV
Las costumbres de los griegos eran tan diferentes como sus tri
bus, regiones y maneras de vida lo eran por los diversos grados de
su cultura y las peripecias histricas que haban tocado en suerte
a cada una de ellas. Los arcadios y los atenienses, los jonios y epi-
rotas, los espartanos y sibaritas eran tan desemejantes por sus tiem
pos, situacin y estilo de vida que me faltan colores para pintar de
todos ellos un cuadro engaoso el cual, queriendo representar el
conjunto, estara afeado por rasgos ms contradictorios que los del
retrato oue Parrasia pint de aquel Perno ateniense As, pues, no
me queda otro recurso que seguir el proceso general de la forma
cin de las costumbres griegas y la manera como stas influyeron en
su constitucin poltica.
Como en todos los pueblos de la tierra, as tambin entre los
griegos las leyes morales tuvieron como origen principalmente la
religin y siguieron por esta va durante mucho tiempo. Los ritos
religiosos que a travs de diversos misterios alcanzaron pocas de
gran actividad poltica, los sagrados derechos de hospitalidad y de
proteccin al refugiado, la inmunidad en los lugares sagrados, la
creencia en las furias y los castigos que perseguan, aun al homicida
involuntario, durante generaciones y ms generaciones llevando la
maldicin de la sangre que clamaba venganza sobre el pas entero,
los ritos expiatorios y propiciatorios, la voz de los orculos, el jura
mento sagrado, el valor sagrado del hogar, de los templos y sepul
VI
VII
Por el momento, las orillas pantanosas del Tber eran las que
estaban destinadas a ser el punto de partida de un influjo que
deba abarcar tres Continentes, para lo cual circunstancias tem
porales anteriores haban dispuesto el terreno aun antes de la fun
dacin de Roma. Fu all donde, segn las antiguas leyendas, ha
ban desembarcado Evandro, y hasta el mismo Hrcules con sus
helenos; aqu en el centro de Italia estaba la ciudad de- Palantio,
el reino de los' latinos con Alba Longa, aqu la sede de una tem
prana civilizacin hasta el punto de que hubo quien supuso la exis
tencia de una Roma-anterior a la que conocemos por este nombre,
creyendo encontrar las ruinas de una ciudad ms reciente sobre
las de otra ms antigua. - Esta hiptesis carece d fundamento)
siendo- Roma probablemente una colonia de Alba Longa fundada
por dos caudillos afortunados y aventureros; de otra manera no,se
explica que hubiesen elegido esta regin. Veamos ahora con qu
elementos dentro de .s. y a su alrededor contaba Roma para ejer
citarse desde un principio en la lucha y la rapia, apenas fuese
destetada de las ubres de la loba.
Roma estaba cercada de pequeos pueblos, vindose pronto
obligada a luchar no ya por su sostn sino por su misma existen
cia. Conocidos son los conflictos de los primeros tiempos con los
eenenses, . crustuminenses, antemnatos, sabinos, tamerinenses, fi-
denatos, vejentianos, etctera, que convirtieron desde el principio
a la ciudad, apenas constituida, en campamento permanente situado
sobre la frontera de muchas naciones muy diversas, y habituaron
tanto a los jefes militares como al senado, los caballeros (quites)
y al pueblo a instituir el desfile con ocasin de una incursin de
rapia afortunada que se denominaba Triunfo. El triunfo, cos
tumbre tomada de los etruscos, sirvi de gran aliciente para gue
rras e incursiones a un Estado pobre y escaso de territorios. Intil
mente edific el pacfico Numa un templo a Jano y la diosa Fides;
para nada sirvieron los dioses fronterizos y sus. festividades que
instituyera. Estas instituciones pacifistas no sobrevivieron al mismo
Numa, porque Roma,, acostumbrada a la rapia a fuerza de treinta
aos de victorias ininterrumpidas bajo el mando de su primer rey,
no crea que hubiese mejor manera de rendir culto a Jpiter que
la de ofrecerle botn de guerra. Desaparecido este legislador justo,
se inflam nuevamente el espritu blico,. y Tulio Hostilio .se vi
ya envuelto en una guerra con la misma Alba Longa, la madre de
Roma. Desmantel sus fortificaciones y se llev a los albanenses a
Roma. De la misma manera vencieron l y sus sucesores a. los fide:
natos, los sabinos y finalmente a todas las ciudades latinas hasta
emprender la lucha contra los etruscos. Todo esto no hubiera suce
dido si Roma hubiera estado en otro lugar o algn vecino 'pode
roso la hubiera suprimido a tiempo. Ahora, en cambio, aprove
chando su carcter de ciudad latina se impuso como cabeza de la
confederacin de las ciudades latinas y no tard en absorberlas por
completo; se mezcl con los sabinos hasta, por fin, subyugarlos;
aprendi de los etruscos hasta someterlos y entr en posesin de
su triple frontera..'
Hay que reconocer que_estas primeras operaciones requeran
reyes de una talla tal como los que tena Roma, en' particular el pri
mero de ellos. Dejando de lado la conocida leyenda, no cuesta mu
cho creer que este hombre, fuese amamantado por una loba; eviden
temente fu un aventurero audaz, valiente e inteligente, de lo que
hablan tambin las primeras leyes e instituciones que promulg.
Numa procedi ya a suavizar algunas, clara seal de que no era la:
poca sino la persona quien dictaba las leyes. Cun primitivo fu el
espritu heroico de los'primeros romanos en general, lo demuestra
a las claras la historia de personajes como Horacio Cocles, Junio
Bruto, Mucio Scvola y el comportamiento de mujeres como Tulia,
Tarquinia,, etc. Fu, por lo tanto, una suerte para este Estado rapaz
que sus reyes supiesen conciliar la valenta brutal con la prudencia
poltica y ambas con una patritica generosidad. Suerte fu que a
Rmulo le sucediera un Numa, a ste un Tulio y un Anco, y a
stos, nuevamente, hombres como Tarquino y Servio, a quien slo
sus mritos personales hicieron avanzar de esclavo a rey. Suerte
fu, finalmente, que reyes de cualidades tan distintas gobernasen
por largos perodos, teniendo cada uno el tiempo suficiente para
dar consistencia y duracin a su contribucin al espritu romano.
Cuando despus entr en escena un Turquino desvergonzado, la
ciudad ya firmemente constituida opt por otra forma de gobierno.
Una seleccin constantemente renovada de guerreros y rudos pa
triotas tom las riendas, empeada en aadir cada ao nuevos triun
fos a los pasados y ejercitar y acerar su patriotismo. Quien se pro
pusiera escribir una novela poltica so ore el origen de Roma, di
fcilmente podra inventar circunstancias ms favorables que las
que nos ofrecen la historia real y la leyenda1.
Rea Silvia y el destino de sus hijos, el rapto de ls sabinas y
la divinizacin de Quirino, cualquiera de los hechos y hazaas de
ndole brutal en las guerras y victorias, y finalmente figuras como
Tarquno, Lucrecia, Junio Bruto, Poplcola, Mucio Scvola y otros,
son los que anuncian ya en los tiempos primitivos de Roma sus
futuras conquistas. De ah que ninguna historia se prestase mejor
que la romana a consideraciones filosficas, puesto que el espritu
poltico de sus historiadores los induce sealar ellos mismos la
concatenacin de causas y efectos a medid que van describiendo
los hechos histricos.
II
III -
-IV
LA DECADENCIA DE ROMA
Finalmente, Ja historia de l a e r u d i . c i n r o m a n a es
para ribsttos^.Iofcaj|^aes^ ruina, de ruinas,--por, cuanto nos faltan
tanto la-m ayorparfr^e la, literatura respectiva-como tambin sus
fuentes. ' Gu-ntOK-tEabsjp sernos., hubiera; ahorrado y cunta luz pro
yectado sobre -toda. la. Antigedad si hubieran: llegado hasta nosotros
los escritos de Varrit o losados m il libros, en-ief que espigaba Plinio!
Verdad es que un Aristteles hubiera hecho muy otra seleccin que
Plinio dl mundo de:conflcirnien tos con que contaban los romanos;
mas asfcy ted,->sH.libro es un tesoro qe, no obstante la ignorancia
en detenminadas -disciplinas; atestiguar tanto. La^laboriosidad como el
alma;.romana,.del,compilador. T al es' tambin; la. historia de la ju
risprudencia de. este pueblo: es la historia .de-un ingenio muy agudo
y una; gran dedicacin al trabajo serio'; que en ninguna parte, fuera
del.Imperio.Romanoj. .poda1''ejefcitarsB .de-.esta manera y por tanto
tiempo.--continuado. D lo que'tiempos posteriores Hayan hecho y
aadido ;a esta,, labor, son* inocentes ~los. jurisperitos de la antigua
Romasj En una palabra, por imperfecta que parezca la literatura ro
mana en-casi-todos los grreiros frerfte.a>laigriega,.- no fu slo fruto
de las* circunstancias temporales-sino .tambin,-mrito de la misma
naturaleza-.romaa que'durante rles tdeaos^ fueran ellos los orgu
llosos-legisladores de'todas las nacionjes.il Las. partas siguientes de
la presente,obra lo demostrarn, cuando veamos, surgir de las ce
nizas: ;de Roma una-nueva''Roma d-mwyt distinta figura pero llena
deespritu conquistador.-1
VI
n
TODAS LAS FUERZAS DESTRUCTIVAS EN LA NATURALEZA
NO SLO SON SUPERADAS POR LAS FUERZAS CONSTRUC
TIVAS EN EL TRANSCURSO DEL TIEMPO, SINO QUE, EN
LTIMO TRMINO, TIENEN QUE CO N TRIBU ^' ELLAS
MISMAS A LA EVOLUCIN DEL CONJUNTO
IV
III
prusiana junto al rio Vstula, que tiene a un Widewuto por fundador y merece
con su druida supremo de nombre Kriwe y toda la tribu una profunda investi
gacin. A rudt y Hupel son nombres de mrito en la historia de leflan d .
de la tierra. Como no hay efecto sin causa, tambin una serie tan
imponente de efectos debe tener la suya. '
1) L a c a u s a n o se e n c u e n t r a s o l a m e n t e e n
el c a r c t e r de l a n a c i n , s i n o q u e c o n t r i b u
y e r o n a l a s u m a d e s us h a z a a s s u s i t u a c i n
geogrfica y poltica, y asimismo una serie
de c i r c u n s t a n c i a s q u e n o c o i n c i d i e r o n de es
t a m a n e r a e n n i n g n o t r o p u e b l o n r d i c o . Su
cuerpo alto y escultrico, sus ojos azules y temibles eran animados
de un espritu de lealtad y templanza que los hizo obedientes a sus-
jefes, intrpidos en el ataque, sufridos en los peligros; y por lo
tanto, para otros pueblos, en particular para los decadentes ro
manos, muy aptos para la defensa del Imperio y temibles a la vez.
No pocos de los antiguos germanos prestaron servicio en el ejrcito-
romano y fueron escogidos para la guardia del emperador; ms an:
cuando el asediado Imperio ya no pudo valerse por sus propios
medios, fueron ejrcitos germanos los que peleaban a sueldo contra
cualquiera, incluso contra sus propios hermanos. Esta vida de mer
cenarios continuada por siglos no slo proporcion a muchos de sus
pueblos una ciencia y disciplina militar desconocidas para otros-
brbaros, sino que el ejemplo de los romanos y el conocimiento
de su debilidad acab por despertar en ellos poco a poco el gusto
de propias conquistas y migraciones. Si esta Roma ahora tan de
cada haba subyugado a otros pueblos en el pasado, arrogndose
el ttulo de dominadora del mundo, por qu no intentarlo ahora
ellos mismos sin la ayuda de las manos debilitadas de aqullos? Si
dejamos a un lado incursiones anteriores por parte de teutones y
cimbros y comenzamos a contar a partir de hombres de empresa
como Ariovisto, Marbudo y Herminio, podemos decir que las pri
meras irrupciones provinieron de pueblos limtrofes o de jefes y
conductores que eran peritos en el arte militar de los romanos-
por haber servido en sus ejrcitos, conociendo a fondo la flaqueza
de Roma, y ms adelante de Constantinopla. Algunos de ellos hasta
haban sido naciones aliadas de Roma, que luego juzgaron ms-
oportuno conservar para s cuanto haban podido salvar. Donde un
rico dbil vive en la vecindad de un pobre fuerte que es indispen
sable, siempre le cede la superioridad y el dominio. De igual
manera los romanos estaban en la vecindad de los germanos, que
situados en el centro de Europa se hallaban frente a ellos, y como
la necesidad los obligaba a introducirlos unas veces en el Estado,
otras en el ejrcito, no tardaron en pasar el cetro a manos de
aqullos.
2) La prolongada res istencia que vari os p u e
blos ge r ma no s t u v i e r o n que o p o n e r a los r o -
ma t n o s , f o r t a l e c i n e c e s a r i a m e n t e s u s e r t e r -
g a s y s u o d i o c o n t r a el e n e m i g o j u r a d o q u e
s e g l o r i a b a d e t o d a v i c t o r i a s o b r e e l l o s m s
q u e d e c u a l q u i e r o t r o t r i u n f o . Tanto en el Rin
tomo en el Danubio eran los romanos peligrosos adversarios para
los germanos, los cuales, si les haban servido gustosamente contra
los galos, no lo deseaban hacer en calidad de vencidos. De ah
las interminables guerras desde la poca de Augusto, las cuales de
generaban cada vez ms en incursiones y saqueos a medida que
el Imperio Romano se iba debilitando, y no podan terminar sino
con su completo desmoronamiento. La federacin de los marco-
manos y la alianza de los suabios que integraron varios pueblos
contra los romanos, l a o b l i g a c i n d e s e r v i r e n el
e j r c i t o que converta a todas las tribus, aun a las que habi
taban regiones apartadas, en defensores, es decir, en aliados, stas
y otras instituciones dieron a toda la nacin tanto el nombre como
el carcter de g e r m a n o s , es decir, a l e m a n e s , lo que quiere
decir pueblos guerreros confederados, preludio un tanto salvaje de
un sistema que siglos ms tarde se habra de extender a todas las
naciones de Europa \
3) Debido a semejante constitucin gue
r r e r a p e r m a n e n t e , los g e r m a n o s t e n a n que
c a r e c e r n e c e s a r i a m e n t e de v a r i a s o t r a s v i r
t udes , las cual es s a c r i f i c a b a n g u s t o s a m e n t e a
su i n c l i n a c i n o n e c e s i d a d p r i n c i p a l que era
1 a g u e r r a . No promovan con igual dedicacin la agricul
tura, y algunas tribus hasta previnieron una nimia aficin a esta
actividad que pudiera nacer en alguno por la propiedad privada
y un mejor cultivo de las tierras, mediante una redistribucin
anual de los agros. Algunas tribus, especialmente las del este del
pas, eran y siguieron siendo por mucho tiempo pueblos de caza
dores y pastores al estilo trtaro. El concepto primitivo de campos
de pastoreo comunes y una propiedad colectiva era una idea pre
dilecta de estos nmadas, la cual introdujeron tambin en la cons
titucin de los pases y reinos por ellos conquistados. Fu as
como Alemania sigui siendo durante largos siglos una selva llena
de praderas, pantanos y cinagas donde habitaban el uro y el anto,
animales ahora extinguidos que vivan al lado de esos hombres
IV
VI
TC r a setenta aos antes del derrumbe del Estado judo,, cuando na-
ci all un hombre que obr una revolucin inesperada tanto en
la ideologa de la humanidad como en sus costumbres y constitucio
nes; este hombre se llamaba J e s s . No.obstante descender de la
antigua dinasta real de su pueblo, naci en la pobreza y en la parte
menos civilizada de su pas. Fu educado lejos de la docta sabidura
de su nacin, decadente ya en extremo, y vivi la mayor parte de sus
das inadvertido, hasta que, consagrado por una aparicin celestial
en el ro Jordn, reuni a doce hombres de su misma clase social
como discpulos,/con los cuales recorri primero una parte de la
Judea, para luego enviarlos por todas partes como apstoles de un
nuevo reino que se aproximaba y que llamaba el Reino de Dios.
Fu ste un reino, celestial al que slo podan entrar hombres esco
gidos y al cual, en consecuencia, no invitaba mediante la imposicin
de obligaciones y ritos externos, pero tanto ms con el llamamiento
a practicar las ms puras virtudes del espritu y del alma. Los pocos
discursos que de l poseemos estn impregnados del ms. autntico
s e n t i d o h u m a n i t a r i o , el cual predic adems con su pro
pia vida y confirm con su muerte. E l h i j o d e l h o m b r e
era, muy en consonancia, el nombre que con preferencia sola atri
buirse a s mismo. Fu consecuencia natural de la situacin que le
toc vivir el hecho de que hallase muchos seguidores en su nacin,
particularmente entre los pobres y oprimidos, y tambin que muy
pronto fuese suprimido por los que opriman, al pueblo con hipo
cresa, de manera que apenas podemos determinar con certeza el
tiempo de su vida pblica.
. Y qu fu, en substancia, este r e i n o d e l o s c i e l o s cu
yo advenimiento predicaba Jess, cuya realizacin recomendaba y
trat de promover por. su parte? No .se trataba de im reino de. este
mundo, como lo. demuestra cada uno de sus discursos y obras,.hasta
la elara y ltima confesin que hizo ante su juez. Como salvador
espiritual de los humanos quiso formar a h o m b r e s de D i o s
que, cualesquiera fueran las leyes bajo las cuales se desenvolviese su
vida, apoyados en principios de pureza acrisolada, fomentasen el
bien del prjimo, reinando ellos mismos, sufridos y pacientes, como
reyes en el reino de la verdad y la bondad. Cae por su propio peso
que una intencin de esta ndole resume el nico fin que la Provi
dencia puede haberse propuesto con nuestra especie y con el cual
pueden y deben cooperar todos los hombres sabios y buenos de la
tierra en medida tanto mayor cuanto ms grande sea la pureza de
su ideologa; y, en efecto: qu otro ideal de su perfeccin y felicidad
en la tierra podra alentar el hombre si no es este humanismo puro
y de alcance universal?
Con profunda reverencia me inclino ante t u . noble figura, oh
cabeza y fundador de un reino de tan elevados fines, transcendencia
tan duradera, principios tan simples y vitales, y motivos tan eficien
tes que los mismos lmites de nuestra existencia terrena le quedaran
estrechos. En ninguna parte d la historia encuentro una resolucin
que encauzada en tan cort tiempo y sin ruido por instrumentos
tan dbiles, hubiese surtido de manera tan notable efectos tan am
plios que todava hoy no se puede prever todo su alcance; que arrai
gase en todos los lugares del mundo, siendo cultivada su semilla en
la tormenta como en la bonanza; ninguna, digo, fuera de la que se
comunic a los pueblos, no, por cierto, bajo el nombre de t u r e-
l i g i n , es decir, d tu concepcin original en bien de la huma
nidad, sino como una r e l i g i n de t , es decir, que toma por
centro a tu persona con irreflexiva adoracin de la misma y de tu
cruz. Tu espritu clarividente previo ya esta evolucin y sera una
profanacin de tu nombre que nos atreviramos a citarlo a pro
psito d cualquiera desembocadura turbia de tu pura fuente. Evi
taremos, ps, nombrarlo en lo posible, pues ante toda la historia
que tom d ti su origen, se yrgue solitaria tu figura serena.
II
III
IV -
i Son legin los comentaristas espaoles tanto del derecho romano como de
las Siete Partidas, Leyes de Toro, autos y acuerdos del Consejo Real; en ellos
se agot la agudeza de ingeni de la nacin.
entreg a su descendencia la manzana de eterna discordia y asesi
natos. Ningn miembro de su familia que fuese el de ms edad tena,
desde entonces, seguridad alguna de sobrevivir, porque todos los de
menor edad trataban de llegar a ser los ms viejos. Hermanos y
primos se asesinaban entre ellos, cada cual tema o envidiaba al otro,
y como el espritu del fundador no habitaba en ninguno de sus des
cendientes, los vndalos se hundieron en toda la opulencia y pereza
de que es capaz la tierra africana. Su campamento permanente, ins
titucin creada para que se conservase siempre lozano el nimo gue
rrero, se convirti en campamento de juegos y lascivia, y apenas
haban pasado otros tantos aos como los que gobern Genserico,
cuando todo el reino fu aniquilado en una expedicin de guerra.
El octavo rey Gelimero fu conducido con todos los tesoros a Cons-
taninopla donde fu exhibido en un .triunfo de brbaro esplendor,
y muri luego como labrador; sus vndalos prisioneros fueron lle
vados a castillos en la frontera persa, y el resto de la nacin se perdi.
Como un castillo encantado de oro y plata desapareci este reino
descomunal del cual todava se pueden encontrar monedas en tierra
africana. Los objetos de culto del templo judo que Genserico haba
robado de Roma, fueron llevados en triunfo por tercera vez a Cons
tantinopla; volvieron luego a Jerusaln como obsequio para una
iglesia cristiana y ms tarde, segn parece, fueron fundidos en mone-,
das que llevaban grabada una sentencia rabe y dispersados por
todo el. mundo. As van peregrinando los sagrarios; los reinos desa
parecen, los pueblos y tiempos cambian. Hubiera sido de gran
importancia que el reino vndalo se conservase en frica; gran parte
de la historia europea, asitica y africana, ms an, toda la trayec
toria de la cultura europea hubiera sido otra. Hoy, en cambio, la
memoria de este pueblo apenas se la conoce todava por el nombre
de una provincia espaola1.
.. , II
III
. '609 r '
jero casi siempre se perdieron al poco tiempo. Las costas ms cruel
mente afectadas fueron las del Mar Bltico; despus de un pillaje
indescriptible, los daneses no descansaron hasta haber provocado
el triste fin del comercio de los eslavos aniquilando sus ricas ciu
dades martimas de Vieta y Julin, as como tambin en Prusia,
Curlandia, Livonia y Estonia ejercieron el derecho de conquistar
e incendiar mucho antes que las hordas sajonas.
Nada ms diametralmente opuesto a tales actividades de los
nrdicos que el cristianismo que haba de ser el fin de la religin
heroica de Odin. Ya Carlomagno se haba empeado en bautizar
tanto a los sajones como a los daneses, hasta que su hijo Luis logr
finalmente bautizar a un reyezuelo de Jutlandia por va de ensayo,
lo que tuvo lugar en Maguncia. Pero los compatriotas del nefito
montaron en clera y se dieron todava por largo tiempo al pillaje
e incendio en las costas cristianas, pues demasiado cercano tenan el
ejemplo de los sajones convertidos por el cristianismo en esclavos
de los francos. Tan hondamente arraigado estaba el odio de estos
pueblos contra el cristianismo que Kettil, su adversario jurado, pre
firi encerrarse tres aos antes de su muerte en el tmulo destinado
a ser su sepulcro, con tal de no verse obligado al bautismo. Y en
efecto, qu provecho les iban a aportar a estos pueblos en sus
islas o montaas nrdicas aquellos artculos de fe y tesis cannicas
doctrinales de un sistema jerrquico que barra con todas las leyen
das de sus antepasados, socavaba las costumbres de su raza y hacin
dolos esclavos de una corte espiritual en la lejana Italia exprima
de sus pobres tierras .impuestos y tributos? Su idioma y mentalidad
estaban tan imbuidos de la religin de Odn que, mientras exis
tiese todava un rastro de su memoria, no haba que pensar en un
surgimiento del cristianismo. Por consiguiente, la religin mons
tica se mostr irreconciliable con las leyendas, cantares, ritos, tem
plos y monumentos del paganismo, porque el espritu del pueblo
se adhera firmemente a todo esto, despreciando, por el contrario,
las costumbres y leyendas monsticas. No hubo forma de conseguir
que estos hombres del norte se amoldasen a la prohibicin del tra
bajo dominical, a las penitencias y ayunos, a los impedimentos ma
trimoniales entre familiares, a los votos religiosos y a toda esa orden
sacerdotal que despreciaban, hasta tal punto que los santos varones
que se empeaban en convertirlos y sus mismos reyes nefitos tu
vieron que soportar grandes sufrimientos, cuando no eran arrojados
de la regin o muertos, antes de que la piadosa obra alcanzase xito.
Pero como Roma saba pescar a cada nacin con el anzuelo ms
apropiado, as atrajo tambin a estos brbaros mediante los ince
santes esfuerzos de los misioneros anglosajones y francos por em
briagarlos, por as decirlo, con la pompa del nuevo culto, sobre
todo el canto coral_ el incienso, las velas, templos, altares mayores.
campanas y procesiones; y como tenan viva fe en espritus y hechi
ceras, el poder de la cruz con casas, iglesias, cementerios y todo el
instrumental litrgico de tal manera los deshechiz del paganismo
y los hechiz de cristianismo que el demonio de una doble supers
ticin se apoder de ellos. Con todo, algunos de sus misioneros
sobre todo San A n s g a r i o , fueron realmente hombres benem
ritos y a su manera hroes del bien de la humanidad..
VI
jp s d if c il q u e h a y a e n l a h i s t o r i a o t r a a lu s i n a l n o m b r e d e u n a
persona que tuviese efectos ms vastos que la hecha al nombre
de San Pedro, segn la cual sobre la roca de su profesin de fe deba
edificarse una Iglesia inconmovible y le seran confiadas las llaves del
reino de los cielos. El obispo que, segn se crea, estaba sentado en
la sede de Pedro y cerca de su sepulcro, supo interpretar este nom
bre de manera que le sealara a l mismo. Cuando por la coinciden
cia de varias circunstancias recibi no slo el primado de la Igle
sia cristiana ms grande, sino tambin el derecho de prescripciones
y mandatos espirituales, el poder de convocar concilios y decidir en
ellos las cuestiones tratadas, y fijar y delimitar la doctrina de la fe,
absolver de pecados reservados, conceder libertades que nadie ms
poda otorgar, en una palabra, el poder de Dios en la tierra, no
tard mucho en pasar de esta monarqua espiritual a la que era
su consecuencia, la espiritual-seculax. Como antes haba debilitado
el poder de los obispos, as ahora el de los prncipes. Otorg una
corona imperial de Occidente a cuyo reconocimiento se sustrajo por
su parte. Excomuniones e interdictos estaban en su mano temible,
con la cual eriga y reparta reinos, anatematizaba y absolva a los
reyes, quitaba el culto a pases enteros, desligaba a sbditos y va
sallos de sus obligaciones. Quit mujeres e hijos a todos sus sacer
dotes y fund un sistema que el paso de los siglos pudo conmover
pero no destruir. Un fenmeno de esta naturaleza reclama nuestra
atencin; y puesto que apenas habr regente en el mundo que tanto
tuviese que luchar por el poder como el obispo de Roma, merece,
cuado menos, que nos refiramos a l como a cualquiera otra cons
titucin estatal, sin odio ni amarguras1.
i Aunque Sarpi, Puffendorf y otros tratan muy bien ciertas partes de la
historia de. los papas, parceme, con todo, que falta todava una h istoria del todo
imparcial y pragmtica del papado. El autor de la H isto ria de la R efo rm a podra
coronar con ella su obra.
I
LA JERARQUA ROMANA
II
Ante todo, hay que hacer mencin del bien que el cristianismo
tuvo que obrar por su naturaleza, cualquiera que fuese su -forma
externa.. Compasivo para con los pobres y oprimidos, los tom bajo
su proteccin durante las salvajes irrupciones de los brbaros. Mu
chos obispos en Galia, Espaa, Italia y Alemania se mostraron en
este punto como santos.- Sus casas y los templos se convirtieron en
un refugio de los perseguidos; rescataban a los esclavos, libertaban
a los secuestrados y ponan coto a la repugnante trata de hombres-
de los brbaros donde podan y saban que existiese. No se le puede
menoscabar al cristianismo el honor de haber sido benigno y gene
roso para con la parte oprimida del gnero humano; desde sus pri
meros tiempos trabaj por la salvacin de los hombres, como lo de
muestran ya varias leyes, aun las que no revisten carcter poltico,,
de los emperadores de Oriente. En la Iglesia occidental se poda
prescindir todava menos de esta actividad benfica, y es. as como-
muchos decretos episcopales de Espaa, Galia y Alemania la ates
tiguan, aun sin ninguna intervencin papal.
Tambin es innegable que en los tiempos de inseguridad gene-
ral, los templos y monasterios fueron sagrados refugios de callada
laboriosidad, del comercio, la agricultura, las artes y oficios. Fue
ron clrigos los que instituyeron las ferias anuales que en su honor
se llaman Misas 1 hasta el da de hoy, y para las cuales, si no
bastaban decretos imperiales y reales, conseguan la tregua de Dios.
Artistas y artesanos vivan al amparo de los monasterios, donde
buscaban refugio ante los nobles, que pretendan reducirlos a todos
a la servidumbre. Los monjes promovan la agricultura por sus pro
pias manos y ls ajenas; fabricaban lo que necesitaban para su
propio uso monstico o daban lugar a cierta industria monstica
aunque con espacio y remuneracin reducidos. En los monasterios
se salvaron tambin los manuscritos de los escritores antiguos que,
copiados aqu y all, se conservaron para la posteridad. Por medio
del culto, finalmente, se mantuvo cierto vnculo con la lengua la
tina, sea cual fuese su pureza, el cual, posteriormente, haba de
Conducir nuevamente a la literatura antigua, y desde all fomen
tara el progreso de la ciencia. Tiempos as necesitan muros de
monasterios que brinden tambin a los peregrinos seguridad y pro
teccin, comodidad, alimento y estada. Mediante viajes de esta
clase se establecieron los primeros vnculos pacficos entre los pases,
porque el bculo de peregrino prestaba proteccin donde ni la es
pada poda ofrecerla. Tambin contribuyeron estos viajes a la
formacin de los primeros conocimientos de pases extraos con sus
leyendas, narraciones, novelas y poesas, aunque en forma primitiva.
Todo esto es verdad y no puede negarse; mas como muchas de
estas cosas podan hacerse tambin sin la intervencin del obispo
de Roma, veamos ahora qu provecho aport propiamente su su
premaca espiritual a Europa.
1. L a conversin de m u c h o s p u e b l o s p a
g a n o s . Pero de qu manera se los converta? A menudo a san
gre y fuego, con tribunales secretos y guerras de extincin. No se
argument contra esto diciendo que el obispo de Roma no hubiese
promovido estas guerras; las aprob, goz de sus frutos y tambin
las imit cuando se le ofreca la ocasin. De ah esos juicios contra
herejes que se acompaaban con el canto de salmos, aquellas cru
zadas qe tambin tenan una finalidad misionera y cuyo botn
se dividan el Papa y los prncipes, las rdenes, los prelados, can
nigos y sacerdotes. Los que no haban sido muertos, fueron redu
cidos a la servidumbre en la que viven, en buena parte, todava
hoy. Es as como se fund la Europa cristiana; se constituan los
reinos y el Papa los bendeca y consagraba, y en tiempos posteriores
la cruz de Cristo era llevada a todas partes del mundo, convertida
en signo mortfero. En Amrica, la sangre de sus habitantes asesi
i M esse" (misa) es el nombre que los alumnos dan a las ferias (N. del T.).
nados todava dama al cielo, y en Europa los pueblos reducidos a
la servidumbre maldicen todava hoy a quienes los convirtieron. Y
vosotras, vctimas innumerables de la inquisicin en el sur de' Fran
cia, Espaa y otros Continentes: vuestra ceniza se dispers, vuestros
huesos se pulverizaron; pero la historia de los horrores cometidos
contra vosotros permanece como eterna acusadora contra quienes
afrentaron en vosotros a la humanidad.
2. Se suele atribuir a la jerarqua el mrito de h a b e r u n i
d o a l o s p u e b l o s de E u r o p a en u n a r e p b l i c a
c r i s t i a n a . Mas en qu habra consistido sta? El hecho de que
todas las naciones se arrodillasen ante una misma cruz y asistiesen
a la misma misa, sera algo, pero no mucho. Que todas ellas fuesen
gobernadas desde Roma en los asuntos espirituales, para estos pa
ses lo fu todo menos provechoso, porque los tributos que haba
que pagar a Roma y el incontable ejrcito de monjes, clrigos,
nuncios y legados era una pesada carga. La paz entre las potencias
europeas reinaba en aquel entonces menos que nunca, entre otras.
causas, tambin por el sistema poltico errado que precisamente el
Papa perpetuaba en Europa. El cristianismo puso coto a la pira
tera pagana en los mares; pero, en cambio, poderosas naciones
cristianas chocaban duramente entre ellas, y cada una estaba su
mida en una confusin interna y animada de un espritu de rapa
cidad espiritual y temporal. Era cabalmente este dominio doble
de un Estado papal dentro de todos los Estados lo que no permita
que ningn reino se basase en sus propios principios, los cuales
afloraron slo cuando se hubieron liberado de la supremaca del
Papa. Por lo tanto, Europa solamente se mostr repblica cristiana
frente a los infieles, y tambin all pocas veces para gloria suya,
pues, por lo que a las cruzadas se refiere, apenas un poeta de epo
peyas sabe arreglrselas para hallar en ellas hazaas gloriosas.
3. Entre las glorias de la jerarqua suele contarse q u e f u
u n c o n t r a p e s o a 1 d e s p o t i s m o de l os p r n c i p e s
y 1a n o b l e z a y a y u d a l e v a n t a r s e a las clases
h u m i l de s . Por cierto que esto sea, hay que afirmarlo, em
pero, con grandes restricciones. El despotismo era tan contrario a
la constitucin original de los pueblos germnicos que antes cabe
sostener que los reyes lo aprendieron de los obispos, si es que esta
enfermedad psquica puede aprenderse. Fueron obispos quienes,
a base de sus escritos abusivamente interpretados, de Roma y de
los principios que regan a su propia clase social, introdujeron en
las leyes y la educacin de los pueblos los conceptos orientales
o monsticos de la ciega sumisin bajo la voluntad del supe
rior. Fueron ellos quienes dieron al cargo d regente el carcter
de ociosa dignidad y consagraron su persona con la uncin de
derechos divinos y privilegios arbitrarios. Casi siempre fueron cl
rigos aquellos de quienes se .servan los reyes para fundar su poder.,
desptico; satisfechos aqullos con. donativos y privilegios, no tenan
escrpulos en sacrificar libertades ajenas. Y no fueron acaso en
primer lugar los obispos quienes precedieron aun a los prncipes
seglares en la ampliacin de- su poder y sus. privilegios, o,, por lo
menos, siguieron celosamente su ejemplo? No fueron precisamente
ellos quienes consagraron la posesin del botn injustamente adqui
rido? El Papa, finalmente, como juez supremo, de los reyes y dspota
de los dspotas fundaba.sus sentencias en el derecho divino.. En tiem
pos de los emperadores carolingios, francos y suabos procedi con
una arrogancia que un seglar no se hubiera podido permitir sin ser
objeto de la desaprobacin general, y la sola vida del emperador
Federico II, de la casa de los suabos, desde su tutela bajo el Papa
jurisperito ms eminente hasta su propia muerte y la de su nieto
Conradino, srva de compendio de todo cuanto puede decirse acerca
del cargo de juez supremo que ejercan los Papas sobre los prncipes
de Europa. Y a.no puede lavarse la sangre de esa dinasta de la
sede apostlica. A qu alturas tan vertiginosas conduce el ser juez
supremo de la cristiandad por encima de todos los reyes y pases
de Europa! Gregorio VII, que ciertamente no fu hombre de talla
comn, Inocencio III y Bonifacio VIII, dieron de ello pruebas
elocuentes. ,
4. Son un hecho innegable l a s g r a n d e s i n s t i t u c i o
n e s de l a j e r a r q u a en t o d o s l os p a s e s c a
t l i c o s ; y posiblemente las ciencias se hubieran empobrecido
del todo de no haber sido alimentadas con las migajas que cayeron,
aunque escasamente, de ese festn de santos. Pero tambin sobre este
punto es menester no errar respecto del espritu que informaba el
pasado.. La intencin principal de ningn benedictino no fu jams
cultivar las tierras, sino la devocin monstica. Cuando no tena
permiso para seguir trabajando, cesaba al punto en su tarea, y
cuntos bienes de los que adquira fueron a parar a Roma o a
otros lugares indebidos! A los tiles benedictinos siguieron una se
rie de otras rdenes que fueron de crecida utilidad para la jerar
qua, pero una pesadsima carga para las ciencias y artes, el Estado
y la humanidad toda; me refiero, especialmente, a las rdenes men
dicantes. Todas ellas, juntamente con las monjas de todas las es
pecies. (con la sola excepcin, tal vez, de las hermanas y hermanos
de la caridad), slo tienen cabida en aquellos tiempos duros, os
curos y brbaros. A quin se le ocurrira hoy da fundar un mo
nasterio segn la regla benedictina para que cultive los agros, o
construir una catedral para que en ella se celebren las ferias anua
les? Quin quisiera aprender las teoras mercantiles de unos mon
jes, el mejor sistema poltico del obispo de Roma, o la mejor orga
nizacin de las escuelas del escolstico ordinario de un colegio mo-
nstico? En aquel entonces, en cambio, todo cuanto sirviese, aun-;
que slo fuese secundariamente y de rechazo, a la ciencia, la mora
lidad, el orden y la beneficencia, tena un valor incalculable.
Mas no se le ocurra a nadie contar entre estos valores-ios for
zados votos de continencia, ocio y pobreza monstica, - y esto en
ninguna poca y bajo ningn partido religioso! Estas cosas eran
indispensables a la Santa Sede para d ejercicio de su supremaca;
tena que arrancar de cuajo del mundo a los siervos de la Iglesia
a fin de que slo viviesen para el Estado de la Iglesia; pero jams-
fueron adecuadas a la humanidad, ni fructferas. Dejemos que viva
en el celibato, mendicando y cantando salinos, flagelndose y reci
tando rosarios a quien pueda y quiera; pero quin puede alabar y
aprobar que se fomenten gremios de esta ndole con la proteccin
pblica y hasta bajo el sello de la santidad y un mrito sobreabun
dante, a costa de la industriosidad diligente y provechosa, a expen
sas de la fundacin de una familia honrada y las aspiraciones e ins
tintos de nuestra naturaleza, enriquecindolas, encima de todo, con
privilegios, prebendas y. entradas perennes? A Gregorio VII no le
importaban nada los suspiros amorosos de las monjas neurastnicas,
los caminos ocultos de los frailes, los pecados escondidos y pblicos
de los clrigos, ni los matrimonios por ellos injuriados, las herencias
acumuladas en manos estriles, la desmedida ambicin de esa casta
sagrada y exclusivista, ni todas las otras perturbaciones que de ah
deban originarse; pero en el libro de la historia aparecen sus con
secuencias con claridad meridiana.
5. Por consiguiente> no cantaremos tampoco las alabanzas de
las p e r e g r i n a c i o n e s de santos haraganes; donde ho sir
vieron en forma solapada al comercio o directamente para la ob
tencin de noticias, contribuyeron al conocimiento de pases y pue
blos slo de manera muy imperfecta y accidental. Naturalmente,
significaba no poca comodidad hallar bajo el sayal sagrado del
peregrino seguridad por doquier, reposo y alimento en monasterios
hospitalarios, compaeros de viaje en todos los caminos, y final
mente, a la sombra de un templo o sagrario el consuelo y las indul
gencias apetecidas. Pero considerando la cruda verdad que late
bajo tan beatfica ilusin, se ve a menudo delincuentes que visteo
el sayal sagrado y quieren expiar con una romera placentera algn
crimen grave; se ve tambin a devotos desequilibrados que aban
donan o distribuyen su casa y sus campos renunciando a las obliga
ciones primarias de su estado o de la humanidad como tal, para se
luego, por el resto de su vida, hombres depravados, medio locos,
necios arrogantes o lascivos. La vida de los peregrinos pocas veces.,
fu una vida santa, y los dispendios que en sus lugares principales
de peregrinacin originan a algunos reinos todava ahora, signi
fican un verdadero robo del patrimonio de la nacin. El mero-.
hecho de que esa enfermedad devota de peregrinar hacia Jerusaln
haya producido, entre otras cosas, tambin las cruzadas, dado ori
gen a varias rdenes religiosas y despoblado a Europa miserable
mente, esto slo es ya un suficiente testimonio en contra; y donde
sirvieron de pantalla a misiones, no tenan stas, ciertamente, un
verdadero bien como ltimo fin.
6. Por ltimo, el v n c u l o que uni indiscutiblemente a
todos los pases catlico-romanos, l a l e n g u a l a t i n a ecle
s i s t i c a , ofreca tambin sus reparos. No slo que por su causa
los idiomas nativos que posean los pueblos de Europa, y en conse
cuencia los pueblos mismos, se mantuvieron en un estado primitivo,
sino que, entre otros efectos, el pueblo fu defraudado en la ltima
participacin que le corresponda en las discusiones pblicas, por
no saber latn. Junto con la lengua verncula se desplazaba cada
vez buena parte del carcter nacional de los negocios de la nacin,
mientras que, por otra parte, con el latn monstico se infiltraba
tambin ese devoto espritu monjil que, llegada la ocasin, saba
adular, engatusar y tambin falsificar. El hecho de que las actas
de todas las naciones europeas, sus leyes, decretos, testamentos, ins
trumentos de compraventa y enfeudacin, y finalmente la misma
historia de la nacin se escribiesen por tantos siglos en latn, puede
haber sido muy til al clero y a los sabios, pero slo result per
judicial para las naciones mismas. Slo mediante el cultivo de la
lengua patria puede un pueblo salir de la barbarie, y si Europa
sigui siendo durante tanto tiempo un Continente brbaro fu,
no en ltimo lugar, porque durante casi un milenio una lengua
extranjera desplaz al rgano de comunicacin que era connatural
a sus habitantes, quitndoles hasta los restos de sus monumentos
propios e imposibilitando por un perodo tan prolongado todo c
digo legislativo nacional y toda constitucin e historia nacional pe
culiares. nicamente la historia de Rusia se funda en monumentos
de lengua verncula, precisamente porque el Estado qued ajeno a
la jerarqua del Papa romano a cuyos emisarios no quiso recibir
Vladimiro. En todos los dems pases europeos, el idioma de los
monjes desplaz todo cuanto pudo desplazar y si merece algn elo
gio no puede ser otro que el de un estrecho puente pasando por el
cual la literatura de la Antigedad pudo salvarse en espera de tiem
pos mejores.
A disgusto he escrito estas restricciones de las alabanzas que me
rece la Edad Media; tengo plena conciencia del valor que muchas
instituciones de la jerarqua tienen todava hoy para nosotros y no
s me' ocultan las penurias en medio de las cuales fueron fundadas
e aquella poca, como tambin me siento a gusto en la penumbra
espeluznante de sus venerables institutos y edificios. Como un tosco
recipiente destinado a conservar las tradiciones a travs de la tor
menta de la invasin de los brbaros, fu de inapreciable valor y
atestigua tanto la energa como la prudencia de quienes le . infun
dieron lo que tiene de bueno; pero difcilmente podr aspirar a
adquirir un valor positivo y permanente para todos los tiempos,
pues el destino de la cscara es reventar en cuanto el fruto haya
alcanzado su madurez.
III
IV
CONSIDERACIN GENERAL
I
EL ESPRITU MERCANTIL EN EUROPA
II
EL ESPRITU DE LA CABALLERA EN EUROPA
III
IV
Que la t r a d u c c i n de l o s e s c r i t o s d e A r i s t
t e l e s contribuy ms que nada al perfeccionamiento de la esco
lstica consta ya por la sola autoridad de que goz este sabio griego
y mundial durante cinco centurias; pero la causa por la que la gente
se aficion tanto a estos escritos, usando casi siempre la versin ra
be, no estaba en las cruzadas sino en las tendencias y la mentalidad
de la poca. Lo que primero despert el inters de Europa por las.
ciencias rabes fueron sus obras matemticas como tambin los se
cretos que se esperaba encontrar entre ellos referentes a la conserva
cin y prolongacin de la vida, la obtencin de inmensas riquezas y
.hasta los conocimientos de los arcanos del destino. Se buscaba la
piedra filosofal y la quinta esencia; se lea- el porvenir en las estrellas
y los mismos instrumentos matemticos parecan artefactos mgicos.
Con una mentalidad infantil se iba en pos de lo maravilloso, para
encontrar posteriormente, en su lugar, lo verdadero, y a ese fin se
emprendan los ms penosos viajes. Ya en el siglo undcimo, Cons
tantino el Africano haba recorrido Oriente desde Cartago durante
treinta y nueve aos, para coleccionar los secretos de los rabes en
Babilonia, India y Egipto. Lleg finalmente a Europa y tradujo
como monje de Montecasino muchos escritos, especialmente de me
dicina, del rabe y del griego. Por defectuosas que fuesen las tra
ducciones iban, sin embargo, de mano en mano, y gracias a los co
nocimientos rabes surgi Salemo, la primera escuela importante
de la ciencia mdica. Desde Francia e Inglaterra, los estudiosos via
jaban a Espaa para asistir a las clases de los ms clebres profesores
rabes. A l volver eran considerados como magos, como, en efecto,
ms de uno se gloriaba de estas artes secretas como de una magia.
De esta manera las matemticas, la qumica, la medicina llegaron a
las ms clebres escuelas de Europa, ya en escritos, ya en descubri
mientos y experimentos. Sin los rabes no hubiera habido un Ger-
berto, un Alberto Magno, nn Amau de Vilanova, un Roger Bacon,
un Raimundo Lulio, y otros; todos ellos haban aprendido en la mis
ma Espaa de los rabes, o por lo menos en sus escritos. Hasta el
emperador Federico II, que contribuy incansablemente a las tra
ducciones de los escritos rabes, y al florecimiento de toda ciencia,
les profesaba una admiracin rayana en la supersticin. Durante si
glos se conserv la aficin a los viajes en la medida en que subsis
tan las leyendas sobre Espaa, frica y Oriente, donde se aprende
ra de los sabios los misterios ms sorprendentes de la naturaleza.
Ms de una orden secreta y grandes gremios de escolsticos ambu
lantes tuvieron ah su origen; ms. an: toda la conformacin de
las ciencias filosficas y matemticas hasta ms all de la Reforma
delata este origen rabe..
i Despus de todo lo que escribieron Poiret, Arnold y otros, nos falta toda
va una historia de la mstica, sobre todo de la Edad Media, escrita desde un
punto de.'vista.puramente filosfico..
escrito, sino tambin un extracto del derecho romano. Y como
esto no fuese suficiente para contrarrestar una legislacin papal
continua y que creca con cada siglo que pasaba, fu para bien que
se sacase a luz todo el cuerpo del derecho romano a fin de que la
inteligencia y el juicio de los intrpretes se ejercitaran en l. No
sin causa recomendaban los emperadores este estudio a sus colegios
de estudios superiores, particularmente los de Italia; les sirvi co
mo arsenal de armas contra el Papa, y tambin todas las ciudades
libres que se estaban formando tenan el mismo inters de usarlo
contra el Papa, el emperador y su pequeo tirano. En consecuencia,
el nmero de jurisconsultos aumentaba de manera increble; como-
caballeros doctos, propugnadores de la libertad y propiedad de los
pueblos, gozaban de gran autoridad en las cortes, ciudades y cte
dras, y la muy frecuentada Bolonia fu por ellos una c i u d a d
- d o c t a . Lo que Francia fu por la escolstica, lo fu Italia por
el progreso de la ciencia jurdica; el antiguo derecho romano riva
lizaba con el derecho cannico, y varios Papas fueron hombres de
mxima erudicin jurdica. Lstima que el despertar de esta cien
cia cayese en una poca en que las fuentes estaban enturbiadas,
vislumbrndose como a travs de una espesa niebla el espritu del
antiguo pueblo romano. Lstima que la escolstica especulativa se
apoderase tambin de esta cienca prctica, haciendo de las sentencias
de los hombres ms prudentes un comprometedor entrevero' de-pala
bras. Lstima, finalmente, que lo que deba ser un estudio auxiliar,
un ejercicio del criterio a ejemplo de los ms grandes pensadores de
la Antigedad, fuese tomado como norma positiva, como una biblia
de las leyes en todos los casos, aun los ms novedosos e indefinidos
Con esto se di entrada a ese espritu tirnico y pedante que casi
hubiera acabado con el carcter nacional de todas las legislaciones
europeas. Una erudicin brbara de la letra muerta sustituy la
viva comprensin del asunto; el trmite jurdico se convirti en un?
laberinto de formalidades y juegos de palabras; en vez de formar un
noble criterio de la justicia, el ingenio de los hombres se ejercit-
en las triquiuelas; el lenguaje jurdico y legal se hizo extrao y
embrollado, y finalmente, con la prepotencia creciente del sobe
rano, se favoreci ante todo un espurio derecho de los monarcas-
Las consecuencias se hicieron sentir durante largo tiempo.
OBSERVACIN FINAL
PRIMERA PARTE
PG .
P r e m b u lo . 9
cap . LIBRO PRIMERO
L IB R O S P T IM O
L IB R O N O V EN O
L IB R O D C IM O
TERCERA PARTE
L IB R O UN D CIM O
I. C h i n a .............................................................................. 332
II. Cochinchina, Tonkn, Laos, Corea, el Este trtaro, el
J a p n ............................. 341
P G .
L IB R O D C IM O T E R C E R O
L IB R O D C IM O SP T IM O
L IB R O D C IM O O C TA V O
L IB R O D C IM O N O N O
SE TERMIN DE IMPRIMIR
EN ARTES GRFICAS
BARTOLOM U. CHDESINO, S. A.
AMEGHINO 838 AVELLANEDA
BUENOS ABRES
EL DA 1 8 DE AGOSTO
DE 1959