Theresa Caputo-Lo Que Hay Más Allá de La Vida PDF
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Vivencias espirituales
para perder el miedo a la muerte
y superar el duelo
No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni su incorporacin a un sistema informtico,
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Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos) si necesita fotocopiar o escanear
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o por telfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47.
Originalmente publicado en ingls por Atria Books, con el ttulo Theres More to Life Than This.
Healing Messages, Remarkable Stories, and Insight About the Other Side from the Long Island Me-
dium Theresa Caputo.
La autora quiere agradecer a las siguientes personas su autorizacin para compartir estas historias:
Pat, p. 25; Regina, p. 152; Jacqueline, p. 71; Kristy, p. 103; Richard, p. 104; Corrinda, p. 108; Geeta
Soogrim-Hirsch, pp. 111 y 198; Reese, p. 162; Shantelle, p.166; William, p. 186; Meagan, p. 188;
Crystal Singh, p. 199; Tyler Hirsch, p. 199; Melanie, p. 201.
ISBN: 978-84-480-2079-8
Depsito legal: B. 22.176-2014
El papel utilizado para la impresin de este libro es cien por cien libre de cloro y est calificado como
papel ecolgico.
NDICE
Prlogo 9
El Espritu y yo: una unin hecha en el cielo 13
No mates al mensajero 35
Quin es el Espritu del Otro Lado? 57
Entonces, queris conectar
con almas que estn en el cielo? 79
Una vez te mueres, qu? 111
Dios y su humilde morada 135
E no es igual a MC Hammer 155
Energa negativa: prohibido el paso 167
Tres palabras de peso: salud, duelo y sanacin 181
El Espritu tiene la ltima palabra 201
Eplogo: unas palabras de mi coatura 213
Agradecimientos 221
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EL ESPRITU Y YO: UNA UNIN HECHA
EN EL CIELO
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y los domingos toda nuestra gran familia iba a casa de Gram y el
abuelo al salir de la iglesia para pasar la tarde comiendo, riendo
y contando historias.
Era como la versin al estilo Long Island de la serie Leave it
to Beaver (Aventuras de Pablito) pero con un giro que nos man-
tena literalmente a todos despiertos hasta tarde. Sola tener las
pesadillas ms terribles, lo que no tena sentido si pensamos que
mis das eran tan tranquilos. Estos son mis primeros recuerdos
de ver, sentir y escuchar al Espritu, aunque no saba que eso era
lo que estaba ocurriendo. Mi primera experiencia real la tuve
cuando tena slo cuatro aos. En aquel tiempo vivamos en la
casa de la infancia de mi padre que est justo al lado del museo
Hicksville Gregory, un antiguo juzgado de 1915 que tambin te-
na celdas para los prisioneros en su interior. Algunas personas
creen que los edificios antiguos como las prisiones, con su histo-
ria de dolor y sufrimiento, pueden atrapar al Espritu. Menudo
sitio para que justamente yo viviera cerca! Adems, tena un
sueo recurrente en el que, desde una ventana de la segunda
planta de nuestra casa, vea a un hombre pasear por la acera de
enfrente. Cantaba mi nombre, Theresa Brigandi, Theresa Bri-
gandi, Theresa Brigandi..., una y otra y otra vez. Te puedes
imaginar lo terrorfico que resultaba eso para una pobre nia de
cuatro aos? Nunca llegu a verle la cara al hombre pero siem-
pre andaba encorvado con un bastn que llevaba una bandana
hecha un hatillo en la punta. Iba vestido con harapos y pareca
un vagabundo.
El Espritu ms adelante me dijo que ese sueo en realidad
era una aparicin y ahora estoy convencida de que aquel hom-
bre fue uno de mis guas espirituales en aquel momento de mi
vida. Eso no significa que el espritu gua sea literalmente un va-
gabundo. Es algo ms parecido a esas historias de la Biblia en las
que la gente invita a su casa a un pobre y luego descubren que era
un ngel. Ahora creo que un vagabundo es la modesta forma que
mi gua tom para que entendiera la referencia a la escuela domi-
nical y me sintiera bien cuando me llamaba. Me educaron en la fe
catlica que an practico hoy en da, por lo que estoy segura de
que mi gua se present a s mismo a travs de mi marco de refe-
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rencia, un poco como cuando el Espritu me muestra signos y
smbolos durante una sesin ahora. Lo hacen de forma que tenga
sentido para m, para que me sea fcil interpretar el mensaje.
Cuando tena cuatro aos, un indigente equivala a un hom-
bre amable y piadoso, al menos cuando estaba despierta. Por la
noche, ver, escuchar y sentir a uno me haca gritar como si me
estuvieran atacando con violencia. Igualmente, no creo que estu-
viera experimentando una versin negativa del Espritu, y no es-
taba soando que el Espritu me zarandeaba ni nada; los sueos
como tales no eran malos. Estaba aterrorizada porque senta
la energa del Espritu a la vez que vea y oa cmo me hablaba,
de esta forma tan real y personal.
Mis gritos inconsolables inquietaban ms a mi familia que lo
que los causaba y mi vida social acab siendo limitada. No poda
ir a fiestas de pijamas o dormir en casa de mi abuela sin pregun-
tarme qu era lo siguiente que iba a sentir. No me senta a salvo
ms que en casa y ni siquiera poda estar segura de eso. Adems
del vagabundo, tambin vi a mi bisabuela por parte de madre.
Muri cuatro aos antes de que yo naciera y no supe quin era
hasta mucho despus cuando vi una foto suya. Pero nunca me
olvidar de ella de pie al lado de mi cama. Era bajita con el pelo
oscuro y con un vestido sencillo. Tambin gritaba como una loca
cuando la vea. Pobre mujer, no era un monstruo de tres cabezas,
pero reaccionaba como si lo fuera!
Por la maana olvidaba casi todos esos terrores nocturnos y
cunto haban durado. Me han contado que se me pasaban cuan-
do mi madre o mi padre encendan la luz y entraban corriendo en
mi cuarto. Haca eso que el Espritu se marchara? No lo s. Pero
al cabo de un tiempo, mi madre se invent una oracin para ayu-
darme a mantener alejado al Espritu. Deca Querido Dios, por
favor protgeme durante la noche. Bendice..., y nombraba en-
tonces a todas las personas que haba en nuestras vidas y aque-
llos que estaban en el cielo. Y aunque parezca mentira, cada vez
que rezaba la oracin antes de acostarme, dorma profundamen-
te y tambin lo hacan mis padres. Segu hacindolo cuando lleg
el momento de mudarnos a la casa nueva, en la que ahora viven
mis padres, aunque siempre dejaba la luz del pasillo encendida.
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El Espritu no me daba tregua ni cuando viajaba con mi fa-
milia. Solamos ir de vacaciones juntos, incluyendo una acampa-
da anual con mis abuelos durante todo el verano. Casi todo el
mundo all eran afortunados si tenan una tienda con una lmpa-
ra Bunsen; nosotros tenamos una fantstica caravana con du-
cha, cocina y un porche cubierto por los cuatro costados para
que los insectos no llegaran a la comida. De todo. Mi abuela me
haca huevos revueltos y tostadas con mantequilla por las maa-
nas y, por las tardes, hacamos carreras con las bicis y nos ba-
mos al lago a columpiarnos en una rueda colgada de un rbol.
Por la noche jugbamos al pinball en los recreativos, asbamos
nubes de caramelo y cantbamos canciones de campamento.
Era como una Girl Scout! Pero no importa lo bien que lo pasra-
mos de da, o lo relajada que estuviera, mis terrores nocturnos
atacaban igual que cuando estaba en casa. Slo que en esta oca-
sin todo el camping me oa! Mis abuelos incluso avisaron antes
a nuestros vecinos de acampada: Si oyen gritar a alguien como
si le estuvieran matando, no es un oso o un loco que ande suelto.
Slo es Theresa que tiene terrores nocturnos. Una vez, mis
abuelos queran que durmiera con ellos en una tienda de campa-
a y yo me mora de miedo de pensarlo. Me senta ms segura en
la caravana, sobre todo porque vea sombras a travs de las cor-
tinas. Me resist tanto a quedarme fuera que patale y grit, y le
part el labio a mi padre. Se enfad tanto! Estuvo a punto de
darle un puetazo al farol y prenderle fuego a la tienda.
A pesar de que llevaba mucho mejor las apariciones del Esp-
ritu durante el da, no dejaban de sorprenderme. De hecho, re-
cuerdo claramente ver personas en formato tridimensional pa-
searse por delante de la tele. Me sentaba en nuestro sof verde de
tweed, viendo el programa infantil Romper Room, y vea pa-
sar a alguien y luego desaparecer. Una vez, esto ocurri cuando
nos cuidaba una canguro y le pregunt si haba visto lo mismo
que yo. Me dijo que no y me mir raro, as que lo dej correr.
Llegu a preguntarme si vea cosas raras o tena una imaginacin
desmesurada pero no me obcequ demasiado. Es como cuando
ves una sombra con el rabillo del ojo o miras demasiado rato y
despus ves una silueta amarilla flotando por la habitacin, asu-
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mes que ests viendo cosas raras sin darle la menor importancia.
Tambin recuerdo que, de pequea, un ao en Pascua me regala-
ron un set de cocina y, cuando termin de jugar a las casitas, or-
den las cosas de cierta forma y, al volver a buscarlas a la maa-
na siguiente, estaban en un sitio totalmente distinto. Seguro que
el Espritu tambin fue el culpable de eso. En serio, s que mi
hermano Michael no las toc!
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que cada lugar transmita una sensacin diferente y a veces me
senta como observada. Cuando le dije esto a mam me sent y
me dijo: Tu lugar seguro eres t misma. Poda ir a cualquier
parte porque yo era mi fuerza base. Durante mucho tiempo, esta
actitud funcion.
Aun as, estaba claro que vea y senta cosas que los dems
no podan. Cuando sala al centro comercial o a la bolera con
mis amigos, les preguntaba si haban visto pasar a un hombre o si
haban odo a alguien llamarles, porque yo s aunque no lo dije-
ra, y respondan: Pues... no, por qu lo dices?. O a veces reci-
ba un mensaje y asuma que se trataba de mis propios pensa-
mientos y no me daba cuenta de que tena significado o ni
siquiera de que haba pensado en lo que fuera hasta que se con-
firmaba tiempo despus. Por ejemplo, si estaba de camino a la
feria tal vez escuchaba una voz decirme: No comas algodn de
azcar. Yo lo ignoraba y luego me enteraba por una amiga de
que el algodn de azcar le haba sentado mal. Pero, incluso en-
tonces, slo pensaba que tal vez tena mejor intuicin acerca de
la gente y las situaciones que algunos amigos o desconocidos.
Una vez ms, cre que yo era mi lugar seguro. As pues ver,
escuchar y sentir algo alrededor de m todo el tiempo se convirti
en normal. Los mdicos siempre han dicho que nuestros cuerpos
estn hechos para adaptarse; si una sensacin o experiencia dura
lo suficiente, el cerebro aprende a ignorarla, evitarla, o simple-
mente tratarla con normalidad. Ahora s que ver y sentir al Esp-
ritu no es lo ms comn en las personas pero para m era rutina-
rio y no tena a mucha gente con la que comparar. De nia, mi
familia y amigos se rean cuando a veces deca cosas raras pero
nunca fueron ms all. (Mam hace poco bromeaba diciendo
que mis habilidades le daban un significado totalmente nuevo y
distinto a cuando yo deca que haba un monstruo, un amigo
imaginario o un fantasma en la habitacin!) Y aunque muchas
veces mis amigos no estaban de acuerdo con lo que yo oa o vea,
s que tena familiares que tenan experiencias parecidas porque
tambin eran sensibles. De hecho, mi primo Johnny Boy sola
burlarse de m y de mi prima Lisa llamndonos raritas, y nos lla-
maba Para y Noica cuando le decamos que habamos visto
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o sentido cosas. Tambin solamos ir de compras por separado,
y volver a casa con la misma ropa! Pero en aquellos tiempos
todo lo que Lisa y yo sabamos era que tenamos experiencias
comunes e inusuales provocadas por los encuentros con lo que
hoy sabemos que es el Espritu, una parte de nuestras vidas. Y en
lo que se refiere al pedante de mi primo Johnny, estaba viviendo
en casa de mi abuela diez aos ms tarde y la vio de pie en el reci-
bidor cuando sala de darse una ducha. Quin se re ahora?
Cuando mis amigos se convirtieron en adolescentes bocazas,
las cosas empezaron a cambiar. Entre los doce y los catorce aos
empec a sentirme menos cmoda con lo que suceda a mi alrede-
dor, sobre todo por cmo reaccionaba la gente a mis observacio-
nes. Mi familia segua mostrndose indiferente a lo que deca,
pero cuando de vez en cuando preguntaba si un amigo haba vis-
to o sentido algo, solan decir: No, qu raro, no hay nadie ah.
Nadie oye o ve las cosas como t!. Lo que una vez pareci
normal ahora ya no lo era, por lo que decid suprimir todo lo que
experimentaba. No deca una oracin especial para que el Espri-
tu parara ni nada, slo ignoraba los intentos del Espritu de co-
municarse conmigo. Pensad que esto fue antes de que en cada
canal de televisin hubiera un programa de cazafantasmas y
John Edward fuera un nombre conocido. La gente no hablaba de
estas cosas. Nadie, incluida yo, poda haber imaginado lo que de
verdad estaba pasando. Nunca form parte de ninguna conver-
sacin agradable y normal.
A los diecisis aos, tena la suerte de no haber perdido a
muchos seres queridos, pero eso tambin significa que no se me
sola aparecer ningn Espritu conocido. Cuando Nanny, la ma-
dre de mi padre, muri, me qued destrozada. Estbamos muy
unidas y todo el mundo la echaba mucho de menos. Despus de
su muerte, la hermana mayor de mi padre hizo que una vidente
viniera a casa de Nanny. En aquel momento no entend por qu,
pero ahora creo que era para ponerse en contacto con ella. Yo no
quera ir y me daba un poco de miedo, ms que nada porque no
saba lo que era una vidente ni qu haca. Pero saba que me sen-
ta a salvo en casa de Nanny, as que al final fui. Y por primera
vez en mucho tiempo, no ignor al Espritu.
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Sent la energa y el alma de Nanny cerca de la ventana y mi
familia no paraba de preguntarme por qu estaba al lado de la
cortina cuando todo el mundo estaba en la mesa de la cocina.
Tambin me preguntaron con quin hablaba aunque no recuer-
do lo que deca. (Es parecido a cuando no recuerdo lo que el esp-
ritu dice despus de contactar para otros). Tras un minuto as, mi
familia tuvo que interrumpirme con su forma habitual y burlona.
No se lo tomaban en serio ni se asustaban.
Theresa, con quin hablas?
Hablo con Nanny.
S, claro. Nanny est muerta.
S que est muerta, pero estoy hablando con ella.
Mi ta y mis primos puede que estuvieran confundidos, pero
no le dieron importancia. Era famosa por soltar cosas sin senti-
do, pero era eso ms raro que invitar a una vidente a tomar
caf? Estaban abiertos a conversaciones espirituales que yo an
no haba siquiera considerado.
Cuando recuerdo esto ahora puedo oler fsicamente la casa
de Nanny y ver todo lo que haba dentro, los muebles cubiertos
con plsticos, mesas con la superficie de mrmol, el brillante can-
delabro del comedor, un cuadro de La ltima cena, y aquellas
cortinas doradas. Todo muy llamativo e italiano. Y, a medida
que cuento esta historia, tengo una visin, como una pelcula que
pasa rpida ante mis ojos, de Nanny de pie delante de los fogo-
nes, fumando su cigarrillo hasta convertirlo en una larga tira de
ceniza colgando sobre una olla de espagueti hirviendo. Dejaba
que el cigarrillo se consumiera hasta que slo quedaba el filtro y
a pesar de eso la ceniza jams cay en la salsa. Le encantaban sus
joyas y, en mis recuerdos, lleva todos aquellos diamantes. Como yo.
Despus de mi pequeo encuentro con Nanny, volv a igno-
rar al Espritu completamente. Mi to Julie muri en mi ltimo
ao de instituto y, en aquellos tiempos, mi ansiedad empez a ser
peor que nunca. Desarroll fobias aleatorias, muchas de las cua-
les tenan que ver con la claustrofobia. Los terrores nocturnos
haban pasado haca tiempo pero mis hbitos de sueo seguan
siendo inestables. En lugar de despertarme gritando, saltaba de
la cama sintiendo que me ahogaba, que no poda respirar.
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Y entonces lleg Larry
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que me pasa algo. No me siento bien. Me pregunt sobre mi
infancia y le expliqu que haba sido idlica. Mi familia y ami-
gos ahora? Bien. Tu novio? Divertido y excitante. El trabajo?
Bien! La nica causa que pudo encontrar para mi angustia crnica
fue que vena de una familia ansiosa y puede que eso fuera algo
gentico. Pero el to no pudo darme una buena razn mdica o
psicolgica de por qu me senta tan terriblemente mal como me
senta.
No pude ocultar mis ataques de ansiedad y mi larga lista de
fobias a Larry durante mucho tiempo, sobre todo cuando estba-
mos en el coche o en otros espacios cerrados. Parece que cuando
peor estaba es cuando mi mente estaba relajada. Si estbamos en
un atasco en la autopista de Long Island, empezaba a fruncir el
ceo porque saba que estaba a punto de perder los estribos. Lue-
go gritaba con todas mis fuerzas y, aunque el coche estuviera en
marcha, le rogaba y le suplicaba a Larry que se desviara para
poder salir de all enseguida. Me pas incluso en citas dobles con
otra pareja dentro del coche. Mi ansiedad no tena vergenza.
Los ataques de pnico acababan pasando y me ayudaba mucho
que Larry siempre mantuviera el tipo. No tena ni idea de qu me
causaba tanto estrs, igual que yo, pero me alegro de que no se
asustara y saliera corriendo.
Larry y yo nos casamos cuando yo tena veintids aos. En-
seguida le sobresalt en mitad de la noche. Me despertaba lla-
mndole a gritos y llorando pidiendo ayuda. Luego se me pasa-
ba, volva a la cama y por la maana no recordaba nada. Tambin
hablaba en sueos. Nunca dej que Larry cubriera nuestras cabe-
zas con las sbanas, ni siquiera en broma. Una vez nos tap con
una manta mientras veamos la tele y empec a gritar. Nunca
ms volvi a hacerlo. Pero, oye, Larry saba que la ansiedad ve-
na incluida en el pack y me quera tal y como era.
En la salud y la enfermedad
Mi marido dice que a pesar de que les hice subir por las escaleras
en lugar de en el ascensor cuando estaba de parto de nuestro
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hijo, Larry Jr., estaba extraamente tranquila y controlada du-
rante el parto. Mi ansiedad subi y baj luego, pero normalmen-
te me senta mejor ahora que tena la nueva responsabilidad de
cuidar de un hijo. Incluso poda viajar bien.
Desde que iba a secundaria, siempre tena un cigarrillo entre
mis dedos de uas pintadas. Nunca beb ni tom ningn narctico
pero fumar era mi vicio. Lo dej cuando me enter de que estaba
embarazada de mi hijo pero, dos o tres aos ms tarde, volv a fu-
mar cuando esos niveles (ya familiares) de estrs atacaron de nue-
vo. Crea que fumar me relajara aunque pareca que me haca sen-
tir pesadez en el pecho, lo que slo aumentaba mi ansiedad.
Dej de fumar de nuevo cuando me qued embarazada de
Victoria, la tuve con veintisiete, y volv. La ansiedad se volvi
espantosa. Peor que nunca. Recuerdo un incidente horrible en
Disneylandia despus de estar un tiempo sin viajar. Llegamos a
nuestra habitacin de hotel con los nios y enseguida empec a
perder los estribos. Mi madre y mi ta tuvieron que coger el tren
desde Nueva York para calmarme. Como si tener un ataque de
pnico severo no fuera suficiente, la pagu con mi marido. Dice
que necesitaba un cabeza de turco. Los nios nunca me haban
visto tan mal y parecan aterrorizados viendo a su madre volver-
se loca ante sus ojos.
En diciembre de 1999 me puse muy enferma sin motivo. Yo
no soy una persona que se ponga mala. Incluso cuando los nios
eran pequeos y traan grmenes repugnantes del colegio, rara
vez me resfriaba o coga la gripe. Pero esto fue la cosa ms rara.
Una maana me estaba arreglando para una boda y estaba bien,
luego de repente estaba a cuarenta de fiebre. Mi padre me llev
literalmente a la consulta del mdico. Estuve en cama dos sema-
nas, lo que fue muy duro porque mi hijo, Larry, tena nueve aos,
y Victoria, cinco. Mi marido era de gran ayuda, como siempre,
pero no es que pudiera tener el lujo de quedarme en cama. Ni si-
quiera recuerdo la primera y delirante semana de todo esto. Y
durante la segunda, segu all acostada. No poda caminar, co-
mer ni ir al lavabo. Tampoco poda fumar.
Visto en la distancia, creo que Dios estaba desintoxicando
mi cuerpo durante ese tiempo. Drogas, tabaco, narcticos, todas
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esas cosas ensucian tu aura y destrozan tu energa. Y fumar, en
concreto, vuelve tu aura gris. Me mantuve alejada de los cigarri-
llos cuando me puse mejor. Eso no significa que fuera una alegra
vivir conmigo. Recuerdo a mam decirme: Eres insoportable
sin nicotina, vuelve a fumar!, Sabis qu le contest? Dios
est haciendo que lo deje!
La razn sali por mi boca. Mi pregunt a m misma: De
dnde ha salido eso?. Por qu iba a decir yo algo as? Fue cuan-
do supe que dejar de fumar era obra de Dios, porque aquellas
palabras no haban salido de mi cabeza. Y despus de eso no he
vuelto a coger un cigarrillo en trece aos.
Cuando contacto con el Espritu lo hago desde un lugar don-
de obra el ms alto bien, y eso requiere que mi cuerpo, mente y
alma estn sanos y puros. Si miro atrs, no hubiera sido capaz de
desarrollar mis habilidades si hubiera continuado llenando mi
cuerpo con sustancias nocivas, como el tabaco. Pero en aquel
entonces lo nico que saba es que Dios quera que dejara de fu-
mar. Algunos alimentos empezaron a sentarme mal tambin. Los
Doritos y comer en Wendys hacan que me atontara y tuviera
una sensacin de mareo, como si no pudiera concentrarme. Alu-
cinaba cuando coma glutamato monosdico. Cuando estaba
embarazada de mi hijo Larry y estaba saliendo de un restaurante
chino, tuve una de aquellas conversaciones surrealistas que me
recordaron a cuando era pequea.
Oye, has visto ese perro en el coche?
Qu perro?
No lo oyes ladrar?
Cario, no hay ningn perro.
Es un husky, acaba de guiarme el ojo!
Ms tarde supe que a los huskis siberianos se les considera
perros muy espirituales porque estn estrechamente relacionados
con el lobo, que en la cultura de los nativos americanos es el me-
jor maestro espiritual del reino animal. Sospecho que el glutama-
to ayud a potenciar mi visin porque es un producto qumico, y
cuando la gente altera la qumica de su cuerpo puede causar cier-
tas locuras en su alma.
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