Martinez Sarasola Carlos - Nuestros Paisanos Los Indios
Martinez Sarasola Carlos - Nuestros Paisanos Los Indios
Martinez Sarasola Carlos - Nuestros Paisanos Los Indios
Quiero agradecer una vez ms a las incontables personas que desde hace muchos aos me
acompaan en la tarea de contribuir a la revalorizacin de la historia, la cultura y la sabidura de
los pueblos indgenas de Amrica en general y de la Argentina en particular, indgenas y no
indgenas, esperando que la publicacin de esta novena edicin de Nuestros paisanos los indios
sea como un smbolo del camino que todava nos queda por desandar juntos, respetndonos en
nuestras respectivas identidades e historias, sin olvidar, pero intentando el desafo de ir hacia
adelante conviviviendo y compartiendo este lugar en el mundo. Una mencin especial para Andrs
Barragn y Patrick Liotta, amigos y fotgrafos que me han cedido gentilmente algunas de sus
hermosas imgenes que captan con sensibilidad la profundidad del mundo indgena. Tambin a la
Fundacin CEPPA que me facilit la fotografa de tapa, realizada por Andrs Barragn.
Agradezco a la Editorial Del Nuevo Extremo, por confiar en la magia del libro, y a Miguel
Lambr y Carlos Santos Sez, mis editores, por formar parte de esa magia.
CARLOS MARTNEZ SARASOLA
Buenos Aires, diciembre 2010
NUESTROS PAISANOS LOS INDIOS
INTRODUCCIN
en torno
de nuestra
identidad
y sino andaremos en pelota
como nuestros paisanos los indios:
seamos libres, y lo dems no importa nada.
JOS DE SAN MARTN
27 de julio de 1819
Existe una serie de mitos histricos (Argentina es un pas sin identidad; somos europeos;
o ms simplemente: no se sabe qu somos y as hasta el infinito) que conviven con nosotros
formando parte de nuestras dudas y nuestros temores. Sin embargo, la propia historia a travs de
hechos cruciales se encarga de hacer aflorar la verdad subyacente, subterrnea de lo que significa
la Argentina como identidad tnico-cultural.
Pareciera que se necesitara de esos acontecimientos para que los argentinos como comunidad y
cultura nos encontrramos con nosotros mismos, a travs de una identidad que se revela en
momentos de crisis o de fiesta. Es como siesos momentos pertenecieran a un tiempo y un espacio
sagrados que poco a poco se fueran diluyendo en un tiempo y un espacio profanos, los de todos los
das. Tenemos dificultades para incorporar y hacer permanecer en la cotidianeidad los resultados
de esta revelacin.
En esa bsqueda de nuestro verdadero perfil cultural muchas veces olvidamos parte de
nuestras races. Siempre tenemos presente sucesos como la gran inmigracin, o sea el aluvin de
europeos que lleg al pas entre mediados del siglo XIX y fines de la dcada de los 20. Pero existe
una fuerte tendencia a olvidar que esos inmigrantes constituyen la segunda matriz cultural.
La primera se despleg mucho antes, siglos antes, cuando se encontraron los espaoles de la
Conquista con las comunidades indgenas de nuestro actual territorio, dando origen a ese primer
nudo de nuestra cultura, esa primera mestizacin que fue la matriz original hispano-indgena.
En el siglo XVI los indgenas se enfrentaron en esta parte del mundo al conquistador espaol.
Muchos de ellos transformaron su cultura en una cultura de resistencia, permaneciendo libres en
sus territorios durante siglos, pero muchos otros ingresaron de lleno en la otra posibilidad de la
poca: el mestizaje, que uni las dos vertientes tnico-culturales. Esa unin es la primera matriz
cultural del pueblo argentino y en general es ocultada cuando no negada.
Incluso al final de aquel perodo se desarroll la presencia del componente africano, que tuvo
una incidencia importante hasta fines del siglo XIX para desaparecer luego aunque no para
siempre, como lo demuestra el resurgimiento actual de expresiones de su cultura.
Lo real es que hasta 1869 vivan en la Argentina 1.736.000 habitantes, criollos, mestizos,
negros e indgenas, provenientes todos de la matriz originaria, las comunidades autctonas y el
elemento afro. Entre 1857 y 1926, perodo de la gran inmigracin, entran al pas un total de poco
ms de 5.700.000 extranjeros, pero permanecen en forma definitiva alrededor de 3.000.000.
Hacia 1914, los inmigrantes representaban un 30% aproximadamente del total de la poblacin que
en ese momento ascenda a casi 8.000.000 de habitantes. Pero la cuestin que podramos
enriquecer con cifras ms actuales no tiene solamente una faz cuantitativa.
Luego de un momento inicial de natural separativismo en el que las dos matrices, la original
hispano-indgena y la segunda fruto de la inmigracin, se encuentran frente a frente, comienza lo
que podramos llamar la segunda gran mestizacin, esta vez de vastos alcances culturales,
producto de procesos tales como la fusin de los criollos con los inmigrantes, la mutua adaptacin,
la argentinizacin de todos, las sucesivas generaciones que comienzan a echar races en este
suelo con sus valores e intereses desde el pas y que tratan de superar el desgarro que
provocan las races de los abuelos abandonadas en alguna aldea de Europa.
Los distintos fenmenos polticos, sociales y econmicos van transformando a la Argentina en
una cultura en movimiento: las migraciones internas de las dcadas de los 40 y los 50 promueven
la interrelacin constante de los diversos ncleos poblacionales del interior (de ascendencia
indgena o hispano-indgena) con los de las grandes ciudades (criollos, extranjeros
mayoritariamente de origen espaol e italiano y descendientes de ellos) generndose una
dinmica interna, a la que debe sumarse la inmigracin de los pases limtrofesfactor de arraigo
al continente de la poblacin argentina la persistencia de las formas de vida tradicionales
abrigadas en comunidades aborgenes convertidas ahora en minoras tnicas, y los ncleos
cerrados de colonias extranjeras en distintos puntos del pas (los turcos en el Noroeste, los
galeses en el Sur, los alemanes y polacos de Misiones, los ingleses en Santa Fe, los recientemente
ingresados del Sudeste asitico).
Todo este segundo gran proceso de mestizacin, que no necesariamente implica la constitucin
de un tipo tnico definido, es ms bien la aproximacin paulatina a una conciencia masiva de
pertenencia a una comunidad que es la Argentina y la adhesin a sus peculiaridades.
Esa conciencia crece con fenmenos tales como los movimientos polticos de masas, el
desarrollo de los medios de comunicacin que acerca las regiones entre s, la ciudad de Buenos
Aires como mbito de reunin de los distintos componentes poblacionales del pas, que pierde su
carcter de urbe europeizante, y la fusin social en todos los rdenes.
Pero no es menos cierto que esa conciencia crece en medio de dramticas ambigedades y
contradicciones que son una de las claves de nuestra problemtica cultural. Es en este marco
global en donde se insertan las comunidades indgenas como parte de la cultura argentina.
En Amrica Latina y en nuestro pas, las comunidades indgenas se constituyen en
componentes importantes de los pueblos, ya que han sido histricamente un factor relevante en
los procesos de conformacin tnico-cultural de los mismos.
Aunque es cierto que desde el punto de vista cuantitativo dicha realidad es distinta segn el pas
de que se trate, existe una base comn en todos ellos que es la matriz original hispano-indgena.
En consecuencia, al dimensionar el valor de las comunidades aborgenes, comprenderemos una
de las vertientes en la conformacin cultural de cada nacin.
Asimismo, es importante tener en cuenta que esas culturas originarias atravesaron procesos
que de alguna u otra manera tuvieron que ver con el devenir global de la sociedad nacional y en
ese sentido se relacionaron siempre con los otros sectores de la comunidad.
En la Argentina, si bien el componente indgena no tiene la misma incidencia cuantitativa que
en otros pases americanos, constituye de todas maneras un sector bien definido de la cultura del
pueblo. A lo largo de nuestra historia este ha participado en mltiples y decisivos momentos como
el del mestizaje biocultural y sus consecuencias en la conformacin de las distintas regiones, as
como tambin en hechos que fueron dando forma al pas: las invasiones inglesas, el ejrcito de los
Andes, la Independencia y la otra cara de la moneda: la lucha con el Estado naciente por la defensa
de los territorios propios, el genocidio, la confinacin, el sometimiento y la miseria.
En nuestros das, las comunidades indgenas argentinas y su cosmovisin, que es nica por
estar fuertemente vinculada con la tradicin originaria de Amrica, son parte integrante de nuestra
cultura y en cuanto tal deben ser recuperadas, valoradas y respetadas.
La cuestin indgena fue siempre harto debatida en nuestro pas. Cclicamente fue centro de
inters e innumerables discusiones. Como si fuera menester debatir la idea de dignificar de una
buena vez la vida de un sector crnicamente postergado de la sociedad argentina.
Es que esto ltimo no siempre se ha entendido as. La misma historia evidencia el
desmoronamiento paulatino de nuestra poblacin aborigen, ya sea por accin directa (las
campaas militares) o por omisin (la no elaboracin y ejecucin de polticas, que permitieron la
desaparicin natural de estas comunidades).
Salvo excepciones que siempre coinciden con los interregnos democrticos los indgenas no
fueron considerados compatriotas, aberracin que hoy, con grandes esfuerzos, est comenzando a
ser superada.
La situacin actual indica que en la Argentina viven cerca de medio milln de indgenas, la
mayora de ellos en condiciones de extrema marginalidad, en lugares que para el resto de los
argentinos seran algo as como el fin del mundo. Devorados por enfermedades de todo tipo, que
son una bofetada a nuestra sociedad en los comienzos del siglo XXI, alejados de las ms
elementales posibilidades de desarrollo, superan el desamparo por propia iniciativa (a travs de
organizaciones comunitarias y/o asociaciones en el mbito nacional) y el apoyo de instituciones
del Estado o privadas. En general existen propuestas aisladas, con mayor o menor grado de
eficacia, valiosas todas, pero sin coordinacin entre s.
Creo que es necesario ir pensando en una tarea comn que haga converger las distintas
experiencias en un proyecto de alcances nacionales que rena y contenga en forma definitiva a las
comunidades indgenas concebidas como parte indisoluble de la cultura argentina, sin
paternalismos de ninguna clase.
Ante la cuestin indgena varias han sido las corrientes que se han manifestado a lo largo de
la historia argentina:
la anti-indgena: niega la realidad de las comunidades, la importancia de su cultura y
especialmente su dignidad como hombres. Esta concepcin llev en la prctica a la destruccin
total o parcial de muchos grupos tnicos, instrumentada a partir de genocidios (supresin fsica) y
etnocidios (vaciamiento cultural).
la pro-indgena a ultranza: es el otro extremo de la posicin anterior. Distorsiona la
problemtica aborigen a partir de soluciones excesivamente sectoriales, acentuando en lo que
divide, porque hace hincapi en las especificidades culturales de los grupos aborgenes que son
ciertas, pero deja de lado todos aquellos elementos que son importantes lazos de unin con la
comunidad nacional.
la indigenista: ejercida por los Estados nacionales de Amrica Latina, que bajo el pretexto de
integrar las poblaciones autctonas a la sociedad nacional, las ha ido llevando a un progresivo
estado de aculturacin.
Frente a estas alternativas, surge cada vez con mayor nitidez la perspectiva de la participacin
igualitaria, que concibe al indgena y su comunidad como parte de la sociedad nacional,
entendindolo como un argentino ms, portador de una tradicin cultural especfica que es
menester, primero, preservar y, segundo, reactualizar en su protagonismo histrico.
Se trata de entender a las comunidades indgenas en el contexto amplio de la cultura argentina.
Entender la forma de vida indgena como parte integrante de la forma de vida nacional, que no
podr desarrollarse y crecer a travs del accionar aislado de sus distintos sectores sino por medio
de la tarea coordinada y cotidiana de todos. Esto se logra a travs de una participacin plenificante,
caracterizada por la comprensin y el respeto mutuos, teniendo en cuenta que el otro, con sus
peculiaridades, est alimentando mi propio modo de habitar esta parte del mundo, admitiendo
que esta cultura es nuestra y como tal nica e irrepetible y cargando con todo el miedo que arribar
a esta conclusin pueda despertar en nosotros: el miedo a ser nosotros mismos.
La frase entre comillas no es ma. Pertenece a un investigador infatigable de nuestra cultura
que se llam Rodolfo Kusch. l deca que el problema argentino era reconocerse y asumirse con
caractersticas propias y que en muchos casos estaba motivado por el miedo a aceptarnos[1]. Ese
miedo implica, por ejemplo, reconocer nuestra parte americana, con todo lo que la vieja sangre
trae consigo. Que los argentinos aceptemos esta definicin de nosotros mismos ser un gran paso
adelante que conlleva aceptar las diferencias, aceptar la ambigedad que provoca ser una sntesis
de Europa y Amrica, aceptar el hecho de ser una comunidad nueva y no trasplantada como
algunos nos describen[2], aceptar que nuestra historia es la demostracin de una lucha trabajosa
por consolidar un pueblo con fisonoma propia y finalmente aceptar las dificultades que aferradas
en el interior de cada uno obstaculizan nuestro crecimiento.
Esa es nuestra tan buscada identidad: la conciencia de la heterogeneidad. La conciencia de lo
multitnico y lo pluricultural que caracteriza a nuestra forma de vida como totalidad.
En ese hallazgo estar la fortaleza cultural de los argentinos. Ese hallazgo ser la posibilidad de
reconocernos tal como somos, como cuando en una maana cualquiera nos quedamos por un
instante mirndonos la cara en el espejo.
Y ese ser el instante en que aceptemos, valoremos y estemos ms o menos satisfechos de ser el
indgena, el criollo, el inmigrante, el porteo, el del interior, el sureo, el del norte, el vallisto, el
isleo, el chaqueo, el mestizo y tantos otros.
Ser el momento en que nos demos cuenta de que as como otros argentinos pueden aprender
de nosotros, tambin nosotros podemos aprender de los dems. De los paisanos guaranes, por
ejemplo; de nuestros chiriguanos de Salta, ms exactamente. Ellos creen en la existencia de una
Tierra sin Mal, una tierra justa y sin dolor. Durante generaciones enteras, durante siglos, la
buscaron por todo el continente. Y as llegaron a nuestro territorio. As se instalaron y se
quedaron. El mito guaran, vivo en la tradicin, se confunde hoy con el objetivo de toda la
comunidad argentina, que busca su tierra sin mal, que sabe que est bajo sus pies, en el propio
suelo mancillado.
A travs de sus mitos, nuestros hermanos chiriguanos nos ofrecen una enseanza que cada
uno puede recoger a su estilo. Cuando advirtamos que el dilogo solidario entre todas las formas
de vida que nutren final es la posibilidad de consolidar una comunidad ms armnica y justa;
cuando nos demos cuenta de que esa empresa compartida nos har ms libres y ms fieles a
nosotros mismos, entonces, solo entonces, habremos recuperado realmente nuestra verdadera
cultura.
Este libro, que aspira a sumarse a esa tarea colectiva, bucea en la identidad de los argentinos. Es
cierto que lo hace desde un lugar y una ptica particulares, como lo son el abordar los problemas
de las comunidades indgenas, en un intento por echar algo de luz sobre el conjunto.
He elegido este camino para que podamos entender un poco mejor nuestro modo de ser como
pueblo. Es el camino de las luchas y los desvelos de las culturas indgenas argentinas en la historia
de la conformacin nacional. Es, por tanto, un camino saturado de violencia, de sangre y de
crueldades infinitas; y por eso mismo no debemos olvidarlo.
Los indgenas, con las espaldas castigadas por todo ese bagaje de atrocidades que se
descargaron sobre ellos, han sido y son parte activa de la historia argentina.
He querido rescatar su forma de vida desde el origen, su protagonismo y sus vivencias actuales,
para contribuir a que ellos tengan un lugar en la memoria colectiva y en la vida de todos los das,
junto al resto de sus compatriotas.
NUESTROS PAISANOS LOS INDIOS
PRIMERA PARTE
Las Culturas Originarias
CAPTULO I
los antiguos
Hace unos 30.000 aos, cruzando desde Asia por el estrecho de Bering, en ese entonces
congelado, la planta de un hombre se hundi en el suelo ame-
ricano por vez primera.
Detrs de l se encolumnaron las bandas de cazadores que persiguiendo a sus presas
ingresaban sin saberlo en una nueva tierra y en otra historia.
Ms tarde, en un prolongado proceso de poblamiento, las sucesivas oleadas de grupos
humanos cada vez ms compactos fueron penetrando a travs del tiempo nuevos territorios
siempre vacos de hombres, los ocuparon y los llenaron de vida y cultura.
La aventura del poblamiento de Amrica haba comenzado, y el hombre, con su innata
curiosidad y acosado por su cotidiana necesidad de alimento, continu internndose en el nuevo
continente ms y ms, en esa tierra elegida, que miles de aos despus descubrira para la
historia otro hombre ms famoso que estos desconocidos.
As, los antepasados de las comunidades originarias llegaron hasta el territorio argentino en
una fecha prxima a los 12.000 aos y ocuparon prcticamente todas las regiones. En el Extremo
Sur, se han encontrado vestigios de alrededor de 6000 aos de antigedad, de por lo menos dos
culturas de rudimentarios y aislados cazadores, ancestros de los ymana-alakaluf,
contemporneos de los conquistadores espaoles.
En la Patagonia se ha registrado que su fecha ms antigua de ocupacin fue hace 11.000 aos, a
travs del estudio de algunos de los sitios sobre los cuales se fueron produciendo a su vez nuevos
asentamientos, hasta aparecer los indicadores de una cultura cada vez ms similar a la tehuelche
(hace aproximadamente unos 4000 aos).
En el caso de la Montaa, podemos ubicar el poblamiento ms antiguo en una fecha prxima a
los 8000 aos (cultura Ayampitn y gruta de Inti Huasien las Sierras Centrales), por ejemplo, con
grupos de cazadores que probablemente participaron de una vasta tradicin sudamericana, segn
hallazgos muy semejantes en otros pases como Per [3].
Ese estadio cazador, que se despleg con fuerza por las zonas montaosas, constituy un
substratum sobre el cual nuevas oleadas humanas se fueron superponiendo, algunas de ellas
portadoras de la agricultura y el sedentarismo.
En cuanto al Nordeste, es posible que haya comenzado a ser ocupado hace ms de 7000 aos
por los primeros ncleos humanos que utilizaron para ello las gigantescas vas acuticas como
medios de comunicacin naturales.
Nuevos hallazgos arqueolgicos probablemente modifiquen estas fechas, incluso llevndolas
ms atrs en el tiempo. De todas maneras, hoy podemos asegurar que por lo menos hace 12.000
aos los primeros hombres ocuparon el actual territorio argentino, dando lugar a desarrollos
culturales locales que finalizaron en el panorama que encontraron los conquistadores espaoles
en el siglo XVI.
Ese cuadro humano de ntidos perfiles no era en consecuencia un producto espontneo: ms
de diez mil aos de larga historia, trabajosamente transitada, constituyeron las races de nuestras
culturas originarias, cuyos artfices an hoy son llamados respetuosamente por muchos de sus
descendientes los antiguos.
En el perodo temprano, la cultura ms antigua que es posible registrar en la zona de los Valles
Calchaques es la de Taf en la actual provincia de Tucumn, con una fecha cercana a los 2500
aos. La cermica era muy tosca, y son caractersticos los menhires con representaciones felnicas,
adems de las pipas de piedra y cermica.
La reconstruccin arqueolgica permite suponer la existencia de una organizacin social
sustentada en familias extensas as como tambin la probabilidad de que el lugar de origen se
encuentre en algn punto de Bolivia.
La cultura de la Candelaria, ubicada en el este y sur de Salta y el norte de Tucumn, se
caracteriz por la presencia de urnas para prvulos y adultos, de colores rojo y negro.
Otra cultura importante del perodo fue la Cinaga, distribuida en Catamarca, La Rioja, San
Juan y parte de la Puna, con una antigedad estimada en 1600 aos.
Se ha detectado la presencia de obras de irrigacin para el cultivo predilecto: el maz; tambin
sabemos de la prctica cotidiana del pastoreo de llamas; se encontraron pipas para fumar y
cementerios de prvulos en urnas, algunos con la presencia de casi dos centenares de ellas,
indicadores tal vez de la prctica de sacrificios humanos.
Contempornea de la Cinaga se desarrolla la cultura de Condorhuasi, tal vez la ms saqueada
por los buscadores de tesoros arqueolgicos, portadora de una original cermica de formas
globulares; fueron tambin artesanos en piedra y pastores de llamas.
Alberto Rex Gonzlez (1976) cree en el posible vnculo de los hombres de Condorhuasi con las
comunidades del lago Titicaca.
Completa este panorama cultural el sitio de El Alamito, en la actual provincia de Catamarca,
con un patrn de asentamiento distintivo, consistente en grupos de viviendas en abanico
alrededor de un patio.
En cuanto a la Puna, pueden identificarse tambin en Catamarca las culturas de Tebenquiche y
Laguna Blanca, entre cuyos vestigios principales se cuentan los cementerios, campos de cultivo,
habitaciones y cermica con semejanzas a Cinaga, Condorhuasi y Candelaria. Se calcula la
antigedad de estas culturas en unos 1500 aos con una duracin estimada hasta el 650 de
nuestra era.
El perodo medio es el momento de mximo florecimiento regional con un exponente
excluyente: la cultura de la Aguada, con origen en Catamarca se extiende por San Juan y La Rioja,
calculndose su ubicacin temporal hacia los aos 650 a 800.
Los portadores de la cultura de la Aguada fueron grandes cultivadores de maz y ceramistas de
diseos complejos, siendo caractersticas las figuras antropomorfas y los felinos; se destaca
tambin la presencia del sacrificador, un personaje con un hacha en una mano y la cabeza del
sacrificado en la otra.
Asociado a esta expansin artstica aparece el culto del crneo-trofeo, lo cual parece sugerir la
prctica de sacrificios humanos. Fueron grandes artesanos del metal, especialmente del bronce,
con el que confeccionaban pectorales y hachas ceremoniales.
Los muertos eran enterrados en posicin genopectoral, es decir fetal, pero con la cabeza dirigida
hacia arriba. Se registra la presencia de crneos aislados.
Los distintos yacimientos arqueolgicos indican la presencia de una organizacin social
desarrollada con estamentos sociales diferenciados como guerreros y artesanos.
La costumbre de disear al felino en las cermicas o trabajos de bronce, convertida en una
verdadera obsesin al decir de muchos autores, no es exclusiva de esta cultura: se la encuentra
en Colombia (San Agustn); Per (Chavn y Recuay) y Bolivia (Tiahuanaco).
Es probable que debamos rastrear el origen de esta cultura en Condorhuasi y Cinaga, con un
punto inicial todava ms remoto en Tiahuanaco, con elementos comunes como los crneos-
trofeo, los personajes del sacrificador, el de los dos cetros y el disfrazado con una mscara felnica.
Como muchas otras culturas, la Aguada parece desaparecer casi de golpe, sin causas todava
claras.
En la zona de la Puna aparecen dos culturas principales que podramos incluir en este perodo:
La Isla y El Alfarcito; en San Juan, la cultura de Calingasta y en Santiago del Estero, la de Llatja
Mauca y Sunchituyoc.
El perodo tardo se caracteriza por la presencia de una urbanizacin evidente, es decir
concentraciones demogrficas importantes, con diseos de calles y con lugares dedicados al culto,
a los cultivos y a la recreacin.
Los portadores de las culturas de este perodo constituyeron, adems, el substratum de lo que
encontraron los espaoles cuando llegaron al Noroestelas comunidades diaguitas,
manifestado a travs de las tres fases de una misma cultura: Sanagasta, Beln y Santa Mara.
Los hombres de Sanagasta, Aimogasta o Angualasto se desparramaron por La Rioja y San Juan
cultivando el suelo, recolectando los frutos de la tierra y almacenando los excedentes en silos.
Fueron criadores de llamas y utilizaron tabletas y tubos (complejo del rap) para alucingenos,
probablemente con destino a las complejas ceremonias que realizaban.
Bajorrelieve sobre roca representando un camlido. Sierra Pie de Palo, San Juan. Foto:
Ana Mara Llamazares. 1977
Ruinas de la ciudad prehispnica de Tastil, Quebrada del Toro, Salta. Perodo tardo (800 a 1.000 d.C.). Foto del
autor, 1975
Los entierros ms frecuentes eran los de prvulos en urnas (prctica que haba desaparecido en
el perodo medio) y los de adultos en tierra. No se destacaron como ceramistas y practicaron el
culto a los crneos-trofeo. Las comunidades Sanagasta han sido tal vez el origen de los capayanes,
ncleo sur de los diaguitas.
La cultura Beln tuvo su epicentro en Catamarca y tambin en La Rioja. Como sus hermanos
de Sanagasta, fueron agricultores de grandes extensiones en andenes. A diferencia de aquellos, la
cermica tuvo mayor importancia destacndose las urnas para prvulos y las urnas para adultos.
Son notables tambin algunas piezas de metal como discos, cuyo uso haya sido quizs para
escudos defensivos.
En esta cultura es dable apreciar la existencia de distintas fases en las viviendas: primero,
grandes casas comunales, como para tres o cuatro familias; luego, las habitaciones aisladas; y
finalmente, habitaciones aisladas, agrupadas en sitios estratgicos. Es probable que los grupos de
la cultura Beln constituyan la base del ncleo principal de los diaguitas.
En cuanto a la cultura Santa Mara, se asienta hacia el ao 1000 en Tucumn, Salta y
Catamarca, desplegando en toda su magnificencia los distintos aspectos de las formas de vida del
Noroeste; fueron agricultores intensivos, con grandes obras de irrigacin incluyendo represas,
andenes de cultivo en cantidades considerables, emplazamiento de ciudades en sitios estratgicos.
Excelentes alfareros, elaboraron urnas famosas hoy en el mundo entero: el estilo santamariano
admiti diversas variedades regionales, pero en conjunto, est en el centro de toda la cermica
prehispnica, que es la ms bella, la ms consumada (cuadro 2).
La metalurgia alcanz notables niveles de desarrollo, especialmente en escudos y hachas
ceremoniales. Tuvieron un intenso comercio con la Puna de acuerdo con la presencia de
elementos diagnsticos tales como flautas de pan y tabletas de alucingenos entre otros. Estuvo
presente tambin aqu el sacrificio de nios.
En la zona de la Puna cabe mencionar a la cultura de Pozuelos, en la actual provincia de Jujuy,
con una ubicacin temporal prxima al ao 1000. Persisten en esta cultura los elementos lticos,
probablemente debido a la necesidad de un instrumental apto para el ambiente riguroso en que se
desarrollaban. Fueron tambin comerciantes para lo cual se valieron de los numerosos rebaos de
lanares con los que contaban.
Una cultura similar en la misma provincia es la de Yavi.
En cuanto a la quebrada de Humahuaca, deben ser consignadas las culturas de Hornillos y
Tilcara con races en El Alfarcito, ya mencionada, para el perodo medio. La metalurgia es aqu
menos frecuente y los trabajos en piedra son tambin pobres. Se destaca en cambio una fuerte
presencia de otros elementos comunes tales como las tabletas de alucingenos y los crneos-
trofeo (otra vez la influencia de Tiahuanaco) y la costumbre de enterrar a los prvulos en urnas,
proveniente de la zona de Valles y Quebradas.
Perodo temprano
1 y 3. Cermica Candelaria, tomado de Ottonello y Lorandi, 1987, reproducido por S. Ryden, 1934.
2. Cermica de uso comn de los Omaguacas, Cinaga Grande (Jujuy), segn Salas tomado de S. Canals Frau,
1953.
Perodo medio
1. Urna tronchada Beln. 2. Urna Beln.
Ambos dibujos tomados de C. Bruch, 1913, segn Ottonello y Lorandi, 1987.
Perodo tardo
1. Vaso de pasta roja con dibujos en negro, procedentes de ajuares fnebres de Casabindo, tomado de E.
von Rosen, 1924, segn Ottonello y Lorandi, 1987.
2. Cermica pintada de la Quebrada de Humahuca (Museo Etnogrfico de Buenos Aires), tomado de S.
Canals Frau, 1953.
3. Urna santamariana de los Calchaques. Pocede de Amaicha (Tucumn), (Museo Etnogrfico de Buenos
Aires), tomado de S. Canals Frau, 1953.
Con respecto a las Sierras Centrales, sabemos hoy que ellas han estado habitadas desde hace
unos 8000 aos pudindose extender esa fecha tal vez en un futuro no muy lejano, en virtud de
las investigaciones que podran realizarse.
Hacia el ao 500 hacen su aparicin poblaciones agroalfareras, base de los comechingones y
sanavirones que los conquistadores hispnicos encontraron en el siglo XVI.
Los sitios principales son Dique de los Molinos y Villa Rumipal, con la presencia de casas-pozo
y obras de regado para los cultivos de maz.
Pinturas rupestres o pictogrfi cas atribuidas a grupos antecesores de los comechingones. Cerro
Colorado, Crdoba. Foto: Ana Mara Llamazares, 1988
Pinturas rupestres representando camlidos asociados a otras fi guras (c. 7.350 a.C.). Cueva de
las Manos Pintadas, Alto Ro Pinturas, Santa Cruz. Foto del autor, 1990
Figura sobre roca representando el matuasto o lagartija, asociada a una pisada de felino (c.
340 d.C).Puesto Ghisalberti, Meseta del Lago Buenos Aires, Santa Cruz. Foto del autor.
En fecha ms reciente, a partir de 1975, se destacan las investigaciones realizadas por equipos
conducidos por Luis Abel Orquera, Ernesto Piana, Arturo Sala y Alicia Tapia, a orillas del canal de
Beagle.
Hasta el momento se registra como sitio ms antiguo el denominado Tnel I, lugar donde
alguien encendi fuego y consumi parte de un lobo marino hace unos 7000 aos (Orquera y
Piana, 1990).
A partir de ese hallazgo se sucedieron otros en que se registran ocupaciones permanentes de
pobladores cazadores de lobos marinos, guanacos y recolectores de moluscos.
Similares caractersticas presenta el sitio Lancha Packewaia, a un kilmetro de Tnel, con una
antigedad establecida en el orden de 4000 aos.
Otro sitio importante es Shamakush, con una antigedad equiparable a las ocupaciones finales
de Tnel y Lancha Packewaia y con una cultura sustentada en la caza del guanaco en mucho
mayor grado que la del lobo marino.
Restara finalmente ubicar una zona particular como es Cuyo. Existen discrepancias entre los
diversos autores ya que algunos lo consideran como parte de lo que aqu llamamos la montaa y
otros como la llanura. Por sus caractersticas generales y especialmente por las comunidades en
ella asentadas preferimos plantearlo como una regin de transicin en conexin con las otras dos
regiones bsicas: la montaa y la llanura.
La Argentina presentaba as un espacio riqusimo en posibilidades para la adaptacin de las
comunidades que aqu llegaran. Existieron mejores y peores condiciones, pero la variedad
inmensa de suelos, climas, vegetaciones y relieves fue la regla.
Y las comunidades originarias vivieron en vinculacin profunda con sus territorios en una
relacin de ida y vuelta hombre-paisaje que aliment constantemente una antropodinamia
geocultural singular. A ella nos referimos en las prximas pginas.
PRINCIPALES SISTEMATIZACIONES
La historia de la antropologa en la Argentina ha registrado infinidad de sistematizaciones de las
comunidades indgenas en el momento de la llegada de los espaoles. Es imposible mencionar y
describir cada una de ellas, pero
para tener una idea de cmo fue evolucionando el pensamiento de los investigadores, hemos
seleccionado cuatro como punto de partida, dado que a nuestro juicio son las ms representativas:
Flix Outes-Carlos Bruch (1910): profesores de la Universidad de Buenos Aires y de la
Universidad Nacional de La Plata.
Historia de final Argentina (1939): En el volumen I de la coleccin dirigida por Ricardo
Levene, se efecta una compilacin a cargo de los siguientes especialistas: Joaqun
Frenguelli; Milcades Alejo Vignati; Jos Imbelloni; Eduardo Casanova; Fernando
Mrquez Miranda; Francisco de Aparicio; Enrique Palavecino; Antonio Serrano; Emilio y
Duncan Wagner. Prcticamente todos fueron los antroplogos ms importantes del pas
hasta 1940 y algo despus.
Salvador Canals Frau (1953): otro prestigioso investigador de origen cataln.
Alberto Rex Gonzlez-Jos A. Prez (1976): Gonzlez es doctor en Medicina y
Arqueologa, profesor en varias universidades del pas, Estados Unidos, Alemania y otros
pases. Prez es licenciado en Historia y miembro del CONICET.
NUESTRA SISTEMATIZACIN
Sobre la base del anlisis de las fuentes histricas, los estudios arqueolgicos y etnogrficos y la
comparacin analtica de las perspectivas de los diferentes autores, pasamos a exponer nuestra
propia sistematizacin de las culturas indgenas argentinas en el siglo XVI, en el cuadro 5, que ms
all de sus minuciosos detalles apunta a hacer operativo un estudio de por s complejo.
LOS DIAGUITAS
La generalidad de los autores coincide en definir como diaguitas a las comunidades que
ocuparon el corazn del Noroeste, es decir la zona de los Valles y Quebradas. La confusin acerca
de la denominacin radica en que las primeras crnicas adjudicaron el gentilicio de calchaques a
los habitantes de la regin del mismo nombre y por extensin a las restantes comunidades del
rea. En realidad los calchaques eran diaguitas, cultura que estaba integrada por un conjunto de
parcialidades como los pulares, luracataos, chicoanas, tolombones, yocaviles, quilmes, tafs,
hualfines, etctera.
Pero todas estaban aglutinadas alrededor de un elemento comn: su lengua. Todas las fuentes
coinciden en que la lengua cac o cacn otorgaba unidad a estos pueblos (Canals Frau nos habla
de cacanos y no de diaguitas), por encima de las variantes dialectales [3].
Pero no solo la lengua daba homogeneidad a las comunidades. Factores como la organizacin
social y econmica, la cosmovisin y aun los aspectos raciales, definen a una cultura diaguita
nica por encima de las variantes locales.
En el panorama indgena del actual territorio argentino esa cultura fue la que alcanz mayor
complejidad en todos los aspectos, a tal punto que redund inclusive en una importantsima
densidad de poblacin.
Se calcula que la poblacin total del Noroeste era por entonces de alrededor de 200.000
habitantes (cerca del 75% del total).
Era una cultura de agricultores sedentarios, poseedores de irrigacin artificial, por medio de
canales y con andenes de cultivo para sus productos principales: maz, zapallo y porotos.
Fueron criadores de llamas como sus hermanos de la zona andina, utilizaron a los animales
como proveedores de lana para sus tejidos y tambin como carga.
La recoleccin fue otra de sus actividades, especialmente de la algarroba y el chaar, que
almacenaban en grandes cantidades; en mucha menor medida practicaron la caza.
Relaciones en el seno de la : Tenan fuertes jefaturas, probablemente hereditarias, que llegaban
a desplegar su autoridad sobre varias comunidades (algo semejante a los cacicazgos generales). La
familia monogmica era el ncleo vital de la comunidad, destacndose la prctica de la poliginia
entre los caciques.
En algunos casos parecera que la organizacin comunitaria tambin se asentaba en la familia
extensa. Probablemente la unin de varias de ellas generaba una nueva estructura de
macrofamilias, la que a su vez posibilitara el adecuado trabajo en las aldeas agrcolas, que por sus
necesidades (construccin de sitios defensivos, obras de irrigacin, el propio trabajo en los
andenes de cultivo) desbordara la capacidad de la familia y la familia extensa.
Relaciones con lo sobrenatural: Como cultura andina, participaban al igual que en otros de sus
aspectos de las caractersticas del rea: eran adoradores del Sol, del trueno y del relmpago.
Celebraban rituales propiciatorios de la fertilidad de los campos y tenan una funebria
elaborada, expresin de un culto a los muertos como trnsito crucial en el ciclo de vida de la
cultura.
El alma se converta en estrella, viaje para el cual al difunto se lo enterraba con alimentos y
bebidas.
Son famosos los cementerios de prvulos en urnas, alejados de las habitaciones, en las que
sepultaban a los adultos. Es posible que los cuerpos de los nios indiquen sacrificios
propiciatorios de la lluvia.
La cermica presenta muchos diseos de animales sagrados: andes (anunciador de las
lluvias), batracios y serpientes, estas ltimas tambin asociadas al agua que cae del cielo.[4].
La lluvia era decisiva para estas comunidades de agricultores y a ella dedicaban sacrificios en
sus lugares construidos a tal efecto, denominados zupca, que estaban a cargo de los chamanes.
Los diaguitas participaban del culto a la Madre Tierra o Pachamama al igual que en Per o
Bolivia. Ella es la duea de la tierra; se le ruega por la fertilidad de los campos, el buen viaje del
peregrino, el buen parto de las mujeres y la felicidad en todas las empresas.
Se le ofrecan sacrificios de sangre y la ofrenda del primer trago, el primer bocado y el primer
fruto de la recoleccin.
En el mito andino, muchas veces la Pachamama est acompaada de Pachacamac (dios del
cielo), tambin llamado Viracocha (en la sierra) y por sus hijos, el Sol y la Luna, hroes
civilizadores. Viracocha presenta algunas semejanzas con ciertos personajes del Noroeste,
portadores de smbolos astrales.
El arte diaguita, dirigido muchas veces a lo religioso, es el ms acabado de nuestras culturas
indgenas. No solo en cermica sino tambin en metalurgia.
Relaciones con otras es: Contra lo que podra suponerse, la cultura diaguita fue guerrera;
hecho demostrado incluso a la llegada de los espaoles, cuando les opuso una feroz resistencia,
quiz la ms fuerte.
Existen hoy como testimonio gran cantidad de recintos que han sido utilizados como fortalezas,
por lo general acompaados de poblados.
El instrumental blico era muy variado y la guerra contra el espaol asumi las caractersticas
de un fenmeno integral en el que particip la comunidad entera.
Pero la guerra no fue la nica actividad que puso en contacto a las distintas comunidades, sino
tambin el comercio que en esta regin alcanz una gran importancia.
Hay un hecho fundamental en la historia de la Amrica prehispnica que marc a nuestro
Noroeste y muy especialmente a la regin diaguita: la expansin y penetracin incaica.
Se calcula que los incas ingresaron al actual territorio argentino hacia 1480, coincidiendo con el
reinado del inca Tupac Yupanqui (hijo de Pachacutec) durante cuya administracin el Imperio
alcanz su mxima expansin.
Utilizaron para su penetracin las vas naturales que fueron transformando en caminos de
acceso, comunicando al Cuzco con Bolivia, nuestro Noroeste y Chile, desparramando a su paso las
tradicionales estructuras de asentamiento: los tambos y pucars.
Es muy probable que el mecanismo utilizado por los incas para la dominacin del Noroeste
haya sido la introduccin de su propia lengua, el quichua, tarea paulatina que fue abruptamente
interrumpida por el arribo de los espaoles al Cuzco. Es por esa razn que nunca lleg a suplantar
al cacn o al omaguaca (la otra lengua original de la regin), aunque haba comenzado a
difundirse.
Otros indicadores como las edificaciones, las rutas de acceso y la alfarera nos sealan la
efectiva presencia incaica en el Noroeste en los siglos XV y XVI. Sin embargo es difcil determinar
el grado de relacin existente con los diaguitas. Es posible que esa relacin se haya concretado
tambin a partir de las poblaciones de mitimaes, que eran comunidades desarraigadas por la
fuerza y trasladadas como cabeceras de conquista y colonizacin a otras reas. Cuando llegaron los
espaoles, los indgenas chichas de Bolivia estaban comenzando a ser trasladados hacia
Humahuaca.
A manera de sntesis, podramos destacar algunos puntos:
El mapa del Noroeste en el siglo XVI se presenta como un sistema tentacular,
homogneo y comunicante con un eje que son los Valles y Quebradas.
Esa estructura peculiar constitua un ptimo lugar de asentamiento y permita el
desarrollo de las potencialidades de la cultura, posibilitando adems la adecuada puesta
en prctica de tres elementos clave de la vida cotidiana: subsistencia, defensa y
comunicacin.[5]
A la fecha de la conquista espaola, la cultura diaguita presentaba una unidad que era
consecuencia de un largo proceso de desarrollo cultural y con influencias de varias
regiones del continente.
La influencia ostensible es la de la zona andina. La cultura diaguita perteneci a lo que
llamaramos cultura de la Montaa, de larga tradicin en Sudamrica, aun antes de la
penetracin incaica en el Noroeste. Y cuando decimos Montaa no nos referimos solo al
Per o Bolivia sino a toda la cadena andina de Amrica del Sur.
Otra corriente de influencia quizs haya llegado desde la selva tropical del centro de
Sudamrica, desde Amazonia (estilo cermico Candelaria en Santiago del Estero).
En todo caso, estas influencias no hacen ms que corroborar un estado de intensa
dinmica cultural en la regin, sumada a las propias caractersticas de la cultura all
asentada.
LOS OMAGUACAS
Omaguacas o humahuacas es el nombre con que casi todos los autores sin excepcin
denominan a las comunidades que ubicadas en la actual quebrada de Humahuaca conformaron
una unidad cultural con caractersticas propias, a pesar de sus semejanzas con las parcialidades
diaguitas. Los omaguacas eran comunidades agricultoras que posean tambin irrigacin artificial
y andenes de cultivo. Los frutos de la recoleccin eran almacenados; tambin fueron pastores y en
menor medida cazadores. Al igual que entre los diaguitas, el sistema de edificacin inclua a la
comunidad propiamente dicha y al recinto fortificado enclavado en un lugar estratgico, por lo
general una elevacin.
Las industrias principales eran la alfarera aunque sin igualar la perfeccin de la diaguita, la
metalurgia y los tejidos.
Relaciones en el seno de la : Existen muy pocos datos, pero lo que ms se sabe es acerca de la
guerra, que tambin en esta cultura desempeaba un rol preponderante. Las diferentes
parcialidades estaban a cargo de un cacique y todas a su vez respondan al cacique general de los
omaguacas.
Relaciones con lo sobrenatural: Tambin en este aspecto es difcil la reconstruccin. La
funebria nos da algunos indicadores, sobre todo a travs de un culto a los muertos sumamente
elaborado. El hallazgo de deformaciones craneanas puede sealar la posibilidad de un culto de los
crneos, asociado a la existencia de crneos-trofeo. Entre los omaguacas la deformacin ritual era
una costumbre importante, practicndose la de tipo tabular-oblicuo, es decir colocando maderas
que presionaban los huesos frontal y occipital.
Relaciones con otras es: La Quebrada era un corredor de trnsito. Una gigantesca va de
comunicacin natural que sirvi como territorio de encuentro de distintas zonas convergentes en
ella.
La guerra y el comercio aparecen nuevamente como los vehculos de comunicacin con las
otras comunidades.
El intercambio fue intenso. Es sabido que la coca, sumamente valorada (acompaaba al muerto
en su viaje final), era trada desde Bolivia. Se han encontrado valvas de moluscos tradas
probablemente de la costa del Pacfico como objetos de trueque as como tambin artesanas
diaguitas de distintas procedencias.
La expansin incaica hizo a los omaguacas entrar en temprano contacto con las avanzadas
imperiales del Cuzco.
A la llegada de los espaoles, en la Quebrada aparte de la poblacin original estaban algunos
ncleos poblacionales de mitimaes, parcialidades de los chichas de Bolivia tales como los
churumatas, paypayas, y otros, que sirvieron como barrera de contencin de las belicosas
comunidades guaranes que ya se desprendan desde el Chaco: los chiriguanos. A su vez, y como
ya vimos, esos grupos chichas sirvieron como va de penetracin incaica al ser portadores de la
lengua quichua.
LOS ATACAMAS
La cultura atacama estaba constituida por un conjunto de comunidades instaladas en el
extremo noroeste de la Argentina y que se extendan a la regin chilena del mismo nombre: la
Puna, que ocupaba el oeste de Jujuy, Salta y el noroeste de Catamarca.
El conjunto cultural de la Puna, precisado como una verdadera unidad, fue lo que Bennet
defini como Puna complex, con caractersticas adaptativas interesantes en un medio
decididamente hostil.
Los atacamas fueron cultivadores de maz, papa y porotos; construyeron andenes de gran
extensin y es poco probable que hayan tenido canales de irrigacin.
Conservaban su alimento en grandes cantidades y como reflejo de un sistema adaptativo muy
elaborado quedan vestigios en el variado instrumental: hachas (para la extraccin de sal), palos
cavadores, cucharas, ollas, azadones, etctera. Como sus hermanos de la regin, tambin fueron
pastores y en menor medida cazadores.
El patrn de asentamiento repite el modelo de diaguitas y omaguacas: por un lado, el poblado
(aunque en este caso con escasas viviendas) y por el otro, el sitio defensivo.
Una caracterstica de la cultura atacama era la deformacin craneana con fines aparentemente
estticos e inclusive las deformaciones dentarias (Boman atestigua en un nio de siete aos dos
incisivos limados en vida).
Las industrias destacadas son la alfarera (muy tosca), la metalurgia (escasa), la piedra (muy
utilizada), la madera y el hueso.
Relaciones en el seno de la : Prcticamente nada sabemos acerca de la organizacin interna de
la comunidad. Solo que es muy probable que la familia haya constituido el ncleo bsico sobre la
cual estaba la parcialidad, que a su vez quedaba a cargo de un cacique, en un esquema organizativo
semejante al del resto de las culturas del Noroeste.
Relaciones con lo sobrenatural: En algunos poblados se han encontrado construcciones de
dimensiones mucho mayores que las habitaciones, probablemente templos.
Son interesantes los hallazgos del Pucar de Rinconada, en donde fueron encontrados
menhires de hasta dos metros de altura, y pequeos dolos antropomorfos de piedra (amuletos?).
Es importante consignar asimismo el descubrimiento de tabletas para la absorcin de
alucingenos, decoradas con figuras antropomorfas. Adems de haber sido utilizada como
elemento de ayuda en la adaptacin del hombre a ese territorio inhspito, es casi seguro que la
prctica de la absorcin de alucingenos estuviera vinculada con rituales de origen religioso.
La droga utilizada, el cebil o piptadenia, es de un uso muy difundido en nuestro continente,
desde el Caribe hasta el Noroeste, en donde adems de los atacamas la tenan incorporada los
comechingones y los lules.
Los usos que se daban a esta droga eran mltiples, pero siempre encuadrados dentro de lo
sagrado: los trances, las curas chamnicas, las ceremonias colectivas. En otras oportunidades y
segn las culturas, se la empleaba antes de las guerras para aumentar la capacidad combativa.
Variedades de esta droga se conocen tambin entre los guaranes y los matacos.
Como siempre, la funebria aporta elementos para la comprensin ms acabada de la cultura.
Los atacamas enterraban a sus muertos en grutas naturales que eran completadas con pircado.
El difunto era depositado con todas sus pertenencias (inclusive las tabletas de cebil).
Se practicaban seguramente sacrificios humanos. El ejemplo ms claro al respecto es el
hallazgo de Salinas Grandes en 1903. Se trata de un nio de alrededor de siete aos, lujosamente
vestido con adornos de oro y bronce. La muerte se produjo por estrangulamiento y la cuerda se
encontr arrollada al pescuezo.
Relaciones con otras es: La Puna, al igual que la quebrada de Humahuaca, fue un rea de
intenso trnsito producto del comercio pero al igual que en las dos culturas vistas
precedentemente, la guerra fue el lazo de contacto con otros pueblos, si bien no alcanz el
desarrollo observado entre diaguitas y omaguacas.
Los atacamas, poseedores de numerosos rebaos de llamas, transportaban sal con fines de
intercambio en las regiones aledaas. Recprocamente, este producto era cambiado por cermicas
del rea diaguita y peruana as como tambin por nuestras ya conocidas valvas de moluscos del
Pacfico a travs de la Puna chilena. Indudablemente mantuvieron el contacto ms cercano con los
omaguacas. Soportaron adems la penetracin incaica y en su territorio fueron alojadas
parcialidades chichas del rea boliviana.
LOS LULE-VILELAS
En realidad la cultura lule-vilela tuvo su hbitat original en la zona del Chaco. Sin embargo, a la
llegada de los espaoles parcialidades importantes ocupaban vastas regiones del Noroeste, gran
parte del oeste de Salta y norte de Tucumn y tambin el noroeste de Santiago del Estero. Es por
ello que los incluimos en esta regin cultural.
Se habla de lule-vilelas en razn de haber constituido una unidad mayor, una familia
lingstica. Encontramos el lugar de origen en la zona occidental del Chaco, al sur de los mataco-
mataguayos y al oeste de los temibles guaikures. Es probable que en la migracin hacia el oeste y
hacia el sur hayan participado exclusivamente los lules, permaneciendo en el territorio original
solo los vilela, que tardamente se enfrentaron con el espaol (hacia el 1672).
Alberto Rex Gonzlez, al tratar el tema del proceso dinmico anterior a la conquista en esta
regin de transicin entre el Chaco y la Montaa, habla de influencias orientales tardas en el
Noroeste y explica:
en diversos momentos, grupos indgenas procedentes del Chaco o de las florestas
tropicales invadieron los valles andinos y el pie de la montaa, hostigando o destruyendo
a las tribus sedentarias preexistentes y asentndose sobre sus vencidos. Este proceso fue
cumplido por distintos pueblos, los guaranes entre ellos. En el momento de la Conquista
fueron los lules quienes, desde Jujuy a Santiago del Estero, se encontraban en un proceso
cultural cuyos primeros antecedentes aparecen claramente hacia la cuarta centuria de la
era cristiana, pero que quizs hubiera comenzado antes. [6]
Segn el rastreo arqueolgico, parecera que estas invasiones de los lules son evidentes a
partir del ao 900 y ya hacia el final del siglo XV la presencia en el borde de la montaa se hace
estable. Inclusive parece ser que estas migraciones tienen que ver con la penetracin incaica por el
noroeste en donde los lules habran actuado como freno a la expansin de las huestes del Cuzco.
Pero tambin me inclino a pensar que esta conmocin geocultural haya tenido otra causa,
radicada en el mismo Chaco: la presencia de las comunidades guaikures que igualmente se
encontraban en ese entonces en plena actividad expansiva. De tal modo, los lules estaran
virtualmente encerrados en su hbitat, por lo cual buscaron una va de escape hacia territorios
menos conflictivos. Pero esta es una hiptesis.
En su proceso migratorio progresivo hacia el oeste los lules ejercan presin en el momento de
la Conquista sobre la cultura tonocot de Santiago del Estero; este hecho confundi a los cronistas
que tomaron a ambas culturas como una sola, a la que denominaron xur (avestruz), gentilicio con
que los conquistadores llamaron a los lules.
Conformaban los lule-vilelas una cultura de cazadores y recolectores nmadas. Sin embargo, el
padre Del Techo nos habla de dos clases de lules: unos nmadas, cazadores de jabales y
recolectores de algarroba y miel en el interior del Chaco y otros sedentarios y agricultores en la
parte de la Montaa e incluso en el curso superior del Bermejo. Es indudable que en la poca de la
Conquista el sector en expansin de esta cultura haba incorporado la agricultura como parte
bsica de su subsistencia diaria. Es por esta diferenciacin y tomando en cuenta las influencias
ejercidas por la regin de la Montaa que algunos autores hablan de los lule-vilelas como de una
cultura andinizada.[7]
Relaciones en el seno de la y con lo sobrenatural: Son escasas las informaciones al respecto. La
guerra desempeaba un papel importante. Sabemos que eran guerreros feroces (algunas crnicas
hablan de prcticas antropofgicas) que iban al combate pintados imitando al jaguar.
Utilizaron el cebil para predecir el destino de la comunidad y para las rogativas, que en general
se limitaban al pedido de lluvias al ser supremo.
Relaciones con otras es: Por el panorama tnico esbozado en esta cultura vemos que los lule-
vilelas estuvieron en ntima relacin con sus hermanos de la llanura chaquea, especialmente con
los mataco-mataguayos y los guaikures. Al mismo tiempo se relacionaron con los sedentarios y
agricultores tonocots por el oeste ya en el lmite con la Montaa.
Por ser una cultura que ocup una zona de clara transicin, los lule-vilelas desplegaban una
forma de vida no integrada e inclusive diferente segn las parcialidades en un espectro que variaba
de la agricultura a la caza y la recoleccin como modos de subsistencia primordiales. Es importante
que consignemos la opinin de Imbelloni para quien la cultura lule-vilela representa la
irradiacin hacia el Chaco de corrientes procedentes de las Altas Civilizaciones de los Andes por el
hecho de que dichas comunidades muestran un cuadro de agricultores tardos en la regin.
Lo cierto es que esta cultura, tpicamente chaquea, abandon en parte su territorio y migr
por razones an del todo no conocidas hasta la regin de la Montaa. El contacto con las culturas
de esa regin provoc seguramente la incorporacin de la tcnica de la agricultura en algunos
sectores de las parcialidades que se superpuso as a un substratum original cazadorrecolector.
LOS TONOCOTS
La cultura tonocot estuvo asentada en la parte centro-occidental de la actual provincia de
Santiago del Estero, en una regin llana al pie de la montaa, en la zona atravesada por los ros
Salado y Dulce. Geogrficamente es una zona encajonada entre el Chaco occidental, la montaa y
las Sierras Centrales de Crdoba y San Luis por el sur. Pero desde el punto de vista cultural, estuvo
ntimamente ligada a la regin de la Montaa.
El panorama tnico-cultural de esta zona fue objeto durante varios aos de arduos debates
entre los especialistas, particularmente a partir de los hallazgos de los hermanos Emilio y Duncan
Wagner y de la publicacin de su libro La civilizacin chaco-santiaguea y sus correlaciones con
las del viejo y nuevo Mundo, en 1934.
Hoy, sin estar del todo dilucidada la cuestin, por lo menos contamos con una serie de
elementos que nos permiten intentar una reconstruccin aproximada de esta cultura.
Como ya vimos, a la llegada de los conquistadores espaoles esta cultura estaba siendo
presionada por los lules. Ambas etnias fueron denominadas jures por las primeras crnicas. Lo
cierto es que a esa fecha, la regin presentaba un cuadro altamente complejo y dinmico al que se
sumaba la fuerte presencia diaguita como un tercer componente.
Acerca del origen de los tonocots, en una reunin especial de la Sociedad Argentina de
Antropologa en 1939, se lleg a la conclusin de que los portadores de la enigmtica cultura
santiaguea eran de origen Amaznico Andinizado o a la inversa. Sin quedar todava claro el
problema de la procedencia de estas comunidades al menos se defina su ligazn cultural con las
culturas de la Montaa. Adems se concluy que a mediados del siglo XVI dos pueblos distintos
coexisten en la regin santiaguea. Al primero de ellos vieron los conquistadores hispanos
asentado en las mrgenes de los grandes ros. Era agricultor y sedentario. El otro, de economa
recolectora, asolaba y destrua al pas. El elemento sedentario por su nivel de cultura pudo ser
portador de la cultura chaco-santiaguea.[8]
El asentamiento a la vera de los ros es de por s un elemento diagnstico para el supuesto
origen amaznico de la cultura tonocot. Agricultores de maz, zapallo y porotos, se dedicaron con
menor intensidad a la caza, pesca y recoleccin.
Aprovechaban el ro de diversas formas y especialmente una bastante original por la cual se
haba construido una hoya de enormes dimensiones en que se cultivaba luego de que el ro se
secara. La hoya en poca de crecida estaba anegada.
Caracterstico de esta cultura es el emplazamiento de las viviendas en tmulos o mounds, la
mayora de ellos artificiales. A su vez, las viviendas estaban cercadas en su conjunto por una
empalizada seguramente con fines defensivos. La empalizada es otro rasgo diagnstico de las
culturas de la selva sudameriana.
Las principales industrias eran el hilado, el tejido y la alfarera.
Relaciones en el seno de la y con lo sobrenatural: Las informaciones con que contamos acerca
de la organizacin comunitaria son escassimas. En cuanto a lo sobrenatural sabemos que tenan
en su cosmovisin a un ser supremo al que le ofrecan rogativas para los cultivos.
Relaciones con otras es: Es casi seguro que los tonocots han estado en contacto amistoso con
los diaguitas, no as con los lules, por quienes eran hostigados. Es posible que por esa razn se
construyeran las aldeas con empalizadas como as tambin que el armamento sofisticado (puntas
de flecha envenenadas) no fuera exclusivamente para la caza.
Es indudable que en el conjunto de la cultura existen una cantidad de elementos provenientes
del rea amaznica. Hasta aqu llegamos en nuestra interpretacin de los datos y en la
reconstruccin de la vida comunitaria. Ms arriesgado es sostener lo que Canals Frau asevera
cuando decididamente atribuye a los tonocots origen arawak.
Y para terminar esta descripcin quiero referirme brevemente a un tema ya mencionado pero
que de nuevo aparece en esta zona: la expansin incaica y la penetracin de la lengua quichua.
En general todos los investigadores coinciden en adjudicar a la penetracin incaica en nuestro
territorio consecuencias importantes para la vida de las comunidades del Noroeste. Sin embargo,
lo que no se ha determinado an fehacientemente es la forma de esa penetracin. Muchos
elementos de juicio nos permiten suponer empero que una de las formas fue la introduccin de la
lengua como elemento de dominacin.[9] Incluso es tambin posible que la lengua se introdujera
entre los caciques, chamanes y otros notables de la comunidad para posteriormente pasar al resto
de ella.
Es indudable que los conquistadores y los misioneros utilizaron el quichua como lengua
franca en el Noroeste con el objetivo de unificar la realidad lingstica regional y ver facilitados
sus proyectos. Esto nos induce a pensar no solo que el quichua era una de las lenguas de mayor
expansin en Sudamrica, sino que haba penetrado en muchas regiones en las cuales estaba en
vas de consolidacin a la llegada de los espaoles.
Valindose de estas argumentaciones, Emilio Christensen lanza la hiptesis de que en la poca
de la conquista exista en la actual Santiago del Estero una comunidad sedentaria distinta de
sus convecinas que en la poca del arribo de los conquistadores espaoles, daba los primeros
pasos por el camino de la civilizacin; esa comunidad dependa del Cuzco y hablaba su idioma.
[10] La mesopotamia santiaguea fue, para este autor, el hbitat de esta comunidad de mitimaes
desde la cual se habra iniciado un proceso de quichuizacin sobre las culturas vecinas.
Nosotros insistimos en el origen local de la cultura tonocot, pero en todo caso hiptesis como
la mencionada contribuyen a enriquecer un panorama que una vez ms se nos aparece como
esencialmente dinmico. [11]
El Noroeste, corazn de la regin de la Montaa, bulle as en profundas relaciones
interculturales, penetraciones blicas o expansiones, ofreciendo en el siglo XVI una riqusima
antropodinamia producto de los magnficos desarrollos que estaban alcanzando sus comunidades
(mapa 9).
MAPA 9. ANTROPODINAMIA DEL NOROESTE ARGENTINO EN
EL SIGLO XVI
LOS SANAVIRONES
Ocupaban tambin parte de las Sierras Centrales, en el norte de Crdoba. Al norte estaban los
tonocots y al este los guaikures del Chaco; por el oeste comenzaban a desplazarse sobre los
comechingones.
Se asentaban sobre una gran extensin en el bajo ro Dulce, incluyendo toda la zona de la
laguna de Mar Chiquita.
Al igual que los comechingones fueron agricultores especialmente de maz, que cultivaban en
vastas extensiones. Practicaron asimismo la recoleccin, la caza, la pesca y el pastoreo de llamas.
Las viviendas eran de gran tamao (albergue de varias familias?) y a semejanza de los
comechingones rodeaban un grupo de ellas con una empalizada de troncos. Ambos elementos,
casas comunales y empalizadas, nos remiten a influencias de las culturas de la selva.
Escultura en piedra de los denominados suplicantes. Coleccin Morello. Museo de La Plata. Procedencia de
Catamarca. Cultura Alamito. En A. R Gonzlez, Arte Precolombino de la Argentina
En cuanto a las industrias poco se sabe, aunque eran alfareros e inclusive decoraban y pintaban
sus cermicas, que eran parecidas a las elaboradas por los tonocots.
Relaciones en el seno de la , con lo sobrenatural y con otras es: Prcticamente es imposible
reconstruir estos aspectos por falta de informaciones. Por las caractersticas de las viviendas puede
inferirse la existencia de la familia extensa como unidad mnima de la comunidad, y que
socialmente un conjunto de estas familias constituan una parcialidad.
Es posible que la presencia de empalizadas se debiera a las luchas fratricidas por venganzas de
sangre o cuestiones de lmites (otra vez, esta particularidad de la lucha intestina nos lleva a pensar
en influencias de la selva tropical).
De la cosmovisin nada sabemos, solo que quizs hayan recibido aportes de tonocots y
comechingones.
En cuanto a la relacin con otras comunidades lo que s es seguro es que a la llegada de los
espaoles estas comunidades de fuerte contenido guerrero estaban presionando el hbitat
comechingn en un intento por desalojarlos.
Sin duda existen una serie de peculiaridades que hacen aparecer a esta cultura con importantes
influencias de la selva tropical, posiblemente de antepasados que a travs de la regin del Litoral
cruzaron el sur del Chaco y se asentaron en el territorio sanavirn. Sin embargo, por la escasez de
datos no estamos en condiciones de asegurar esta hiptesis. Mucho ms sencillo es en cambio
demostrar la influencia de la regin de la Montaa, de la cual participaron por una forma de vida
sedentaria, agrcola, y alrededor de la cual gir la organizacin comunitaria.11
Cuyo
LOS HUARPES
La cultura huarpe, original del territorio cuyano, ocupaba en el siglo XVI la zona limitada al
norte por el valle del ro San Juan (algunos autores como Canals Frau sealan el lmite ms al
norte: desde la cuenca del ro ZanjnJchal en el centro de la actual provincia de San Juan); al sur
la cuenca del ro Diamante en la provincia de Mendoza; al oeste la cordillera de los Andes y al este
el valle de Conlara. En total, ocupaban las actuales provincias de San Juan, San Luis y Mendoza.
La regin huarpe es sumamente interesante desde el punto de vista cultural ya que, por un
lado, es el lmite meridional de la expansin de los pueblos agricultores de la actual Argentina en
tiempos prehispnicos y, por el otro, representa un hbitat transicional con las culturas de Pampa
y Patagonia. A su vez, es posible que a esta regin hayan llegado influencias de los araucanos
desde el actual territorio chileno.
La cultura huarpe estaba integrada por dos parcialidades que a su vez eran portadoras de sus
respectivos dialectos: allentiac y milcayac.
Segn A. Metraux[12], los primeros, los huarpes allentiac, habitaban las lagunas de
Guanacache, la provincia de San Juan y la de San Luis, mientras que los segundos estaban
asentados al sur de Guanacache hasta el ro Diamante en toda la provincia de Mendoza.
Existan diferencias internas en la cultura: los huarpes del oeste eran agricultores sedentarios y
como producto bsico cultivaban el maz y la qunoa. Posean acequias en los terrenos cultivados y
fueron ceramistas. Practicaron la recoleccin (algarroba) y la caza en menor medida.
Por el contrario, los huarpes del este eran cazadores de liebres, andes, guanacos y vizcachas.
Algunas crnicas nos hablan de la existencia de perros adiestrados para colaborar en la caza.
Utilizaban para estas actividades el arco y la flecha y las boleadoras. El sistema ms comn de caza
llam la atencin de los conquistadores e inclusive era muy semejante al de los querandes:
Del instante en que ellos sorprendan uno (un venado) se le aproximaban, lo perseguan a
pie, a medio trote y no lo perdan jams de vista. No lo dejaban detenerse ni a comer hasta
que, al cabo de uno o dos das, el animal se fatigaba y se renda: van ellos entonces a
atraparlo y, cargados con su presa, retornan a la casa donde celebraban una fiesta con su
familia.[13]
Pero ms an: existe un tercer sector con caractersticas propias, debido al particular hbitat en
el que se asentaban: las lagunas de Guanacache, en el lmite entre las actuales provincias de San
Juan, San Luis y Mendoza. All existan vastas zonas inundadas que condicionaron un tipo de vida
singular de las comunidades, llamadas tradicionalmente huarpes laguneros o huarpes de
Guanacache.
En este hbitat las comunidades huarpes se adaptaron basndose en la caza y la pesca.
Realizaban esta ltima actividad con un tipo de balsa que es lo ms antiguo de que se tenga
conocimiento como embarcacin. Su construccin es elemental: la unin de tallos de juncos
atados con fibras vegetales.
En esas lagunas tambin se practicaba la caza de patos.
En conjunto, como vemos, haba una relacin con la naturaleza diversa segn las regiones y las
comunidades, practicndose todos los tipos de economa para la subsistencia: agricultura, caza,
pesca y recoleccin.
Es por esta razn que los patrones de asentamiento presentaban diferencias. All donde se
cultivaba en la parte de la montaa, las viviendas eran fijas y de pircas: en Guanacache eran
semisubterrneas; en el este nos encontramos con el toldo, que es prcticamente el modelo
tehuelche.
Sus casas son porttiles y estn hechas de pieles de guanaco cosidas unas con otras. Estn
tendidas sobre estacas clavadas en el suelo, haciendo unas las veces de techo, mientras
que las otras constituyen las paredes. Cuando la caza escaseaba cargaban sus casas
despus de haber enrollado las pieles. De un punto se trasladaban a otro y volvan a
levantar su pueblo. [14]
Adems de la cermica los huarpes trabajaron en cestera (especialmente en Guanacache).
Relaciones en el seno de la : Cada parcialidad estaba a cargo de un cacique, aspecto que en la
zona del este de los huarpes cazadores debe haber sido ms laxo.
Existan una serie de prcticas muy difundidas como el levirato (la viuda y los hijos pasan a
depender del hermano menor del fallecido) y el sororato (el hombre al casarse lo hace tambin con
las hermanas de la mujer). Eran comunes los ritos de iniciacin, con semejanzas en algunos casos
a los ymanaalakaluf.
Relaciones con lo sobrenatural: Por lo menos entre los huarpes allentiac se sabe de la
existencia de un ser supremo con su opuesto maligno.
En cuanto al ritual fnebre algunas crnicas mencionan ceremonias colectivas.
Relaciones con otras es: Las comunidades huarpes parecen haber conformado alguna cultura
pacfica, hecho comprobado por la rpida incorporacin al sistema impuesto por el conquistador
espaol.
A la poblacin original de origen cazador llegaron las influencias de la cultura diaguita con la
cual estuvo vinculada (no olvidemos que los huarpes septentrionales estaban asentados en
territorio diaguita) y de la cual seguramente incorpor la agricultura y prcticas subsidiarias.
Relacionada con este patrn agricultor est la posible conexin con las comunidades de
araucanos del otro lado de la cordillera, pueblos de pastores y agricultores sedentarios, parte de los
cuales comenzaban a migrar hacia territorio argentino por corredores del Neuqun.
Ms tardamente, la expansin y la penetracin incaica en el noroeste deben haber alcanzado el
territorio cuyano y la regin huarpe. Segn las crnicas y vestigios arqueolgicos parece ser que
en el valle de Uspallata fue trasladada una poblacin de mitimaes, con el objetivo acostumbrado:
constituirse en cabecera de desembarco del ulterior dominio de la regin a travs de la
quichuizacin.
Finalmente, los componentes meridionales de los huarpes han de haber estado en contacto con
parcialidades tehuelches septentrionales.
Pero adems de estas explicaciones, no puede dejar de considerarse que la agricultura para
estas comunidades no era una actividad econmica, sino un ritual. Un ritual que estaba
directamente ligado a la concepcin del universo y que se expresaba a travs del intento constante
por organizar lo desorganizado, transformando el caos en cosmos (el orden y la armona).
Por medio de la tarea agrcola el hombre de la Montaa incorpora la tierra a s mismo,
domesticndola o integrndola a su vida. Por eso tambin existe an hoy la Madre Tierra, dadora
de la vida, y la agricultura, como actividad vital, que se desarrolla en su seno, generndose
entonces una relacin sagrada entre el hombre y esa actividad.
d) La relacin con otras es y la influencia de la regin de la Montaa sobre otras reas a
la llegada de los conquistadores. Esto llev a constituir diferentes formas de vida que
alcanzaron su punto de mayor esplendor en la zona de Valles y Quebradas. En las reas
perifricas la actividad agrcola est integrada a una fuerte tradicin cazadora-
recolectora.
La Llanura
Pampa y Patagonia
LOS TEHUELCHES
Pampa y Patagonia presentan un cuadro cultural complejo y desde los primeros cronistas hasta
nuestros das se han venido realizando una serie de clasificaciones de sus diferentes comunidades.
Entre las principales razones por las cuales ese panorama aparece confuso puede
mencionarse:
extincin prematura de algunos grupos, como los querandes.
conocimiento fragmentario al tomar contacto solo con algunas parcialidades.
la penetracin araucana que transform la realidad cultural.
las opiniones contrapuestas de los especialistas y estudiosos en general.
Despus de haber efectuado un anlisis lo ms cuidadoso posible sobre las fuentes y sobre los
distintos autores, me inclino a compartir la denominacin dada por Escalada (1949) que es la de
complejo tehuelche a la que sumamos los aportes de Rodolfo Casamiquela (1967-1969). La
perspectiva de ambos investigadores, a mientender, no solo esclarece el arduo panorama
etnogrfico de la regin en estudio, sino que es una brillante sntesis de los componentes del
llamado complejo que queda constituido de la siguiente manera. [15]
Tehuelches septentrionales (guenaken) CONTINENTALES
Tehuelches meridionales (penken y aoniken) CONTINENTALES
Onas (selknam y haus): Tierra del Fuego.
Ahora bien, esta clasificacin implica terminar, aunque no definitivamente, con la serie de
denominaciones que fueron utilizadas por cronistas y especialistas:
Patagones (todos los tehuelches o tehuelches meridionales).
Pampas (tehuelches septentrionales).
Chonekas o chnik (equivalentes a patagones).
Puelches (parcialidad de los tehuelches septentrionales).
Taluhet, diuihet y chechehet (segn Falkner; parcialidades puelches).
Querandes (comunidades del litoral del Ro de la Plata y parte de la provincia de Buenos
Aires, aunque con estos grupos como veremos existen algunas dudas).
Para decirlo en otras palabras: las comunidades que desde el siglo XVIespecficamente, pero
aun mucho antes y hasta la disolucin cultural posterior por obra de la penetracin araucana
desde Chile, que en el siglo XVIII ocupaban los territorios limitados al norte por el sur de Santa Fe,
Crdoba, San Luis y Mendoza; al oeste por la cordillera de los Andes; al sur abarcando todo el
territorio de Tierra del Fuego y al este por el ocano Atlntico, conformaban una unidad cultural
mayor y fueron denominadas por los araucanos como tehuelches (Chehuelches: cheuel, bravo;
che: gente, la gente brava).
A su vez, cada componente presentaba diferencias respecto a los dems, pero participaban en
conjunto de una forma de vida comn por lo cual se acepta la especificacin de complejo para
definirla, teniendo en cuenta adems la existencia de una lengua comn a pesar de las variantes
dialectales.
En el centro del Neuquen cordillerano gravita el micleo de los pehuenches primitivos (PP). Ha
cia el sur se hace sentir las primeras inflluencias itl1lUcanas(A), sabre todo culturales.
En el :lrea pan-pampeana domin an grupos tehuel ches septentrionales boreales ((TSB),
resultado de la transformacin gradual de los proto-tehuel ches.Hacen pie en Buenos Aires, los
primeros hl.tncos (B).
Se hace sentir fuertemente la presion de los te huelches septentrionales australes (TSA) de la
Patagonia septentrional,y tehuelches septentrio nales (TS) del :lrea pampeana, sabre el micleo
pehuenche.
El resto de la Patagonia est:l ocupada par los te huelches meridianales boreales (TMB) y
austra les (TMA).
Familia de un cad que pampa, Carlos E. Pellegrini, 1835. Litograffa de Alberico Isola, en AlbumArgentino... Bs. As.,
1845.
El sacrificio de los cautivos con motivo de la muerte de un jefe, prctica comn entre los
mbay.
Estos datos indicaran una vinculacin ms estrecha de los querandes con las culturas del
Chaco e incluso el hbitat en el que desplegaban su vida los hace aparecer como etnia
intermediaria en la cultura mayor de la Llanura, algo as como un nexo entre los tehuelches y los
guaikures; sin dejar de lado la posible incorporacin de los guaranes del litoral en ese verdadero
mbito transicional.
La rpida extincin de los querandes impidi la comprensin acabada de los mismos, lo que
nos lleva a carecer hoy de un cmulo de informacin que poseemos en cambio para otras culturas.
De todas maneras algo nos ha llegado hasta nuestros das, incluso, la atrayente posibilidad de
que hayan participado en el cambio ecolgico de la Pampa.[18]
b) Onas:
Este grupo constituye el tercer componente del complejo tehuelche, ubicado en el territorio de
Tierra del Fuego, con excepcin del Extremo Sur, hbitat de los ymana-alakaluf.
Estaba integrado por dos parcialidades: los selknam (u onas) en casi toda la isla y los haus (o
maneken) en la pennsula Mitre.
En un ambiente ecolgico similar a los cazadores de Patagonia, los onas compartieron una
misma forma de vida, sustentada en la caza del guanaco y secundariamente aves como patos,
cisnes, etctera. Fueron tambin recolectores de races y frutas silvestres.
A pesar de las condiciones de su hbitat, los onas no tuvieron medios de transporte acutico y
prcticamente no explotaron los recursos marinos. Constituan pequeas bandas nmadas en
continuo desplazamiento.
Relaciones en el seno de la : Al igual que entre los tehuelches continentales la unidad mnima
era la familia extensa y el conjunto de ellas constituan la banda. A su cargo no haba jefes, salvo
en perodos de guerra; ms bien la autoridad recaa en ancianos y chamanes.
Los onas tenan complejamente dividido el territorio en sectores de caza para cada una de las
bandas, lo que provocaba constantes enfrentamientos por la violacin de los lmites.
Los ritos de iniciacin ona han sido estudiados especialmente por Gusinde.[19] que nos habla
de la incorporacin de los adolescentes varones a la comunidad adulta y su participacin en el
kloketen o sociedad secreta de hombres, destinada a sembrar el terror entre las mujeres.
El matrimonio era exogmico y por lo general monogmico, aunque se practicaba el levirato y el
sororato.
Relaciones con lo sobrenatural: La concepcin del universo ona reconoce a un ser supremo,
Temaukel, creador del cielo y de la tierra, dador de la vida y de la muerte. Tambin entre ellos al
igual que entre los tehuelches meridionales habra una superposicin con un hroe civilizador,
Knos, que en tiempos inmemoriales habra formado el cielo y la tierra y era portador de la ley
moral.
Esta concepcin se complementa con un conjunto de demonios de la naturaleza que por lo
general actan sobre las mujeres, acechndolas. La muerte de un miembro de la comunidad es
vivida como tab. Su nombre no vuelve a mencionarse y sus pertenencias son destruidas.
Relaciones con otras es: Por su situacin continental particular, asentados en un territorio
aislado, los onas no tuvieron prcticamente contacto con otras comunidades, especialmente los
tehuelches meridionales. Por esa razn, entre otras, y a pesar de que esta cultura es tpicamente
tehuelche, mantiene con ella una diferencia fundamental: la no incorporacin del caballo
apropiado de los conquistadores espaoles en el siglo XVII, que separ virtualmente a los onas,
desde el punto de vista cultural, de sus hermanos del continente. Porque todas las
transformaciones que acaecieron a partir de aquel singular acontecimiento en el seno de las
culturas de la llanura no se dieron jams entre los onas, que persistieron entonces en su forma de
vida tradicional.
Mantuvieron s escasas relaciones con la cultura ymana-alakaluf en el Extremo Sur y ellas son
visibles a travs de los ritos de iniciacin y ciertas manifestaciones de la organizacin comunitaria.
[20]
Neuqun
LOS PEHUENCHES
La cultura pehuenche, si bien no ocup exactamente el territorio de la Llanura, estuvo
emparentada a ella (salvo en el siglo XVI) desde una perspectiva siempre cultural, por lo que la
incluimos en aquella gran regin, con la observacin de insertarla en una subregin particular,
delimitada por la actual provincia de Neuqun, aproximadamente.
Canals Frau suma a los pehuenches los que l llama puelches de Cuyo o puelches algarroberos
(para diferenciarlos de sus puelche-guenaken, nuestros guenaken) y los engloba bajo el rtulo de
montaeses primitivos. Serrano, por su parte, unifica a ambos grupos como pehuenches,
posicin que hacemos nuestra.
Pehuenche fue el gentilicio que les dieron los araucanos, cuyo significado es gente de los
pinares (pehun: pino; che: gente), porque estaban asentados en medio de los pinares
neuquinos: las araucarias.
Esta cultura estaba constituida por un gran nmero de parcialidades que racialmente parecan
conformar una poblacin distinta a la tehuelche y la araucana, ms semejante a los huarpes.
Quiz los araucanos no solamente denominaron as a los pehuenches por las caractersticas del
lugar que habitaban, sino porque el pehun, el pin de la araucaria, era su alimento bsico, al
que no solo recolectaban en grandes cantidades, sino que tambin almacenaban en silos
subterrneos.
Algunas crnicas sealan que solan guardar dichos piones durante tres y cuatro aos. Las
comunidades del sur de Mendoza tambin recolectaban la algarroba, otorgando as a la cultura un
perfil claramente recolector y secundariamente cazador. Inclusive con un nomadismo relativo
dado que cambiaban de asentamiento pocas veces al ao.
Relaciones en el seno de la y con lo sobrenatural: Posean la tpica organizacin en bandas que
reunan a un grupo de familias; no existan jefaturas al menos con autoridad; tenan territorios de
recoleccin y caza debidamente delimitados y adoraban a un ser supremo que moraba ms all del
mar (ocano Pacfico).
Relaciones con otras es: Los pehuenches vieron rodeado su hbitat por culturas diferentes que
le dieron una gran dinmica a la subregin.
En los siglos XV y XVI desde la Patagonia comienzan a sentir la presencia tehuelche
septentrional que en continuo desplazamiento alcanza el territorio pehuenche. Por el norte,
aparentemente mantenan amistosas relaciones con los huarpes. Hacia el sur de Neuqun, se
hacen sentir las primeras influencias araucanas.
Todas estas culturas ejercieron sobre el frgil pueblo pehuenche una constante presin que
concluy con la preeminencia tehuelche primero y con la asimilacin final a los araucanos
despus.
Pero los pehuenches del momento de la Conquista espaola son una cultura original, diferente.
Estas caractersticas llevan a pensar a Casamiquela que es posible, adems de una especificidad de
los pehuenches, su ligazn cultural con los huarpes, y la de ambos grupos con las del tipo ymana-
alakaluf del Extremo Sur:
Los pehuenches del siglo XVI, econmicamente dependientes de la recoleccin del pin
(y otros frutos) y los huarpes laguneros, con presuntas casaspozos, sugieren
fuertemente un emparentamiento cultural con entidades del tipo ymana-alakaluf. En el
sur de Mendoza parece gravitar fuertemente un sustrato de esta clase.[21]
Sea como fuere y sin dejar de considerar esta posibilidad, lo que una vez ms nos sugiere el
movimiento y dinmica de las culturas originarias, no creemos an estar en condiciones de
formular una aseveracin de este tipo por varias razones: primero, por los datos insuficientes para
reconstruir a la cultura pehuenche y aun la huarpe, a lo que se agrega la rpida prdida de la
identidad cultural al entrar en contacto con otras etnias (la cultura pehuenche del siglo XVIes muy
distinta a la del siglo XVIIen adelante); segundo, porque poseemos datos vinculados con la
economa, pero carecemos de informacin exhaustiva acerca de la organizacin social y
sobrenatural; ellos completaran un panorama ms acertado y permitiran una comparacin ms
correcta entre distintas culturas; tercero, por el hbitat muy diferente; si nos detenemos en los
sitios pehuenches, observamos que estn presionados en todo su permetro; por otra parte son
una zona de trnsito utilizada por los primeros araucanos; por el norte tienen una relacin fluida
con los huarpes; por el contrario, la regin ymana-alakaluf se caracteriza por la falta de relacin
con otras comunidades, el aislamiento y el arrinconamiento, as como tambin por ser una zona
decididamente inhspita.
De todas maneras, y ms all de estas observaciones, no creemos que est de ms rescatar la
idea de un presunto sustrato del tipo ymana, por encima de emparentamientos culturales
contemporneos, que en todo caso, insistimos, a nosotros se nos hace muy difcil demostrar.
Chaco
La subregin chaquea, componente boreal de la Llanura, presentaba a la llegada de los
espaoles un rico panorama cultural con un conjunto de comunidades originarias del rea
(culturas del Chaco, tradicionalmente denominadas chaquenses tpicos); otras provenientes de
la selva tropical sudamericana (culturas de la selva, tambin llamadas amaznicas) y finalmente
por el sudeste y en contacto con los diaguitas, las culturas andinizadas, por recibir precisamente
las influencias de la regin de la Montaa.
Clasificacin tnica
Tronco lingsitico Etnias Pilag
general
Culturas del Chaco Mbay-<Guaikur Tobas Aquilot
Mocoves
Abipones
Matacos
Mataguayos
Mataco-Mataguayo
Chorotes
Chulupes
Tup-Guaran Chiriguanos
Culturas de la Selva
Arawak Chans
Culturas del Chaco
Lule-Vilela Lule-Vilelas
andinizadas
Cada uno de esos conjuntos culturales aglutin a su vez varias etnias que le dieron al Chaco
una poderosa fuente de energa que se irradi hacia adentro y hacia afuera. El cuadro 7 sintetiza el
panorama que estamos describiendo, y que pasamos a particularizar:
LOS GUAIKURES
Es esta la denominacin general con que se engloba a tobas, mocoves y abipones,
probablemente por obra de los conquistadores espaoles, tal como se desprende de una cita de
Fray Francisco Morillo: A todos los de estas naciones llamamos los espaoles guaikures no
porque haya nacin guaikur sino porque esta voz guaikur significa inhumanidad o fiereza.
Otros autores piensan que espaoles y portugueses llamaron guaikures a todas aquellas
parcialidades del Chaco que haban incorporado el caballo, en un proceso similar al tehuelche.
Existen ms opiniones: aquella que sindica a los guaranes como los autores del gentilicio
guaikures, que sera algo as como viles traidores; o bien aquella otra que incluye a los
guaikures como etnia del conjunto mbay.
Lo cierto es que se toma el apelativo para todo el grupo lingstico integrado por las
comunidades ya mencionadas (tobas, mocoves y abipones), que ocupaban vastas zonas del
Chaco, prcticamente todo el Central y el Austral en el territorio delimitado al norte por el ro
Pilcomayo; al sur por el Salado; al este por el eje Paran-Paraguay y por el meridiano de 62 al
oeste, aproximadamente.
En la actual provincia de Formosa (Chaco Central), habitaron los tobas junto a los pilag;
abipones y mocoves se asentaron en el Chaco Austral, aunque con la incorporacin posterior del
caballo esos lmites originales fueron desbordados.
La llanura chaquea fue un paraso para los cazadores guaikures (no olvidemos que la voz
chacu en quichua significa territorio de caza), que encontraron en pecares, venados, tapires y
andes la fuente bsica de su subsistencia.
Se recolectaba de todo, especialmente frutos de algarrobo, chaar, mistol, molle, races
diversas, estando la tarea a cargo de la mujer. Los mocoves coman langosta y la miel era un
producto por el que tenan especial predileccin.
Las tcnicas de caza eran semejantes a las practicadas por los tehuelches septentrionales
(incendio de praderas; seuelos) y la pesca, otra actividad fundamental de subsistencia, se llevaba
a cabo en la poca de crecida de los ros mediante arcos y flechas o redes tijera.
Los guaikures tambin conocieron la conservacin del alimento a travs del ahumado del
pescado.
Todos ellos eran esencialmente cazadores y recolectores, pero entre aquellas comunidades ms
en contacto con los tup-guaranes del sur del Brasil y del otro lado del ro Paraguay, comenzaba a
practicarse una horticultura incipiente.
Cierto tipo de tejedura parece ser original del Chaco y ocupa un lugar preponderante en las
artesanas comunitarias.
Relaciones en el seno de la : La organizacin social se basa en la banda compuesta (conjunto de
familias extensas) dirigida por un cacique hereditario cuyo poder estaba controlado por un
consejo de ancianos.
La familia era monogmica pero exista poligamia entre los jefes. Es importante tener en cuenta
que las jefaturas eran mucho ms rgidas en aquellos grupos cercanos a los guaranes que en el
resto. En estas comunidades, asentadas a las orillas del ro Paraguay (enfrente estaban los tup) se
practicaba inclusive el cautiverio de los enemigos. Al igual que entre los tehuelches, posean
territorios de caza (tambin de pesca) reconocidos.
Relaciones con lo sobrenatural: La concepcin del universo reposa en la creencia de un ser
supremo, creador del mundo y en un desarrollado complejo animalstico y de hroes culturales.
Ese primer complejo estaba presidido por la nocin de los dueos de los animales, vinculados a
su vez con la regulacin del espacio, de la caza y pesca, con la iniciacin y la prctica chamnicas.
Con posterioridad, sobre todo este contexto sobrenatural originario se dio una superposicin de
concepciones andinas y selvticas, muy en especial en lo referente a la idea del tiempo, el cual
comenz a ser vivido desde entonces como perodos que finalizaban apocalpticamente.
Las prcticas funerarias, ligadas a la tpica cosmovisin cazadora, presentan peculiaridades
como el entierro secundario de los huesos, que eran as objeto de cuidadosos rituales.
Relaciones con otras comunidades: Las comunidades guaikures tuvieron intensa relacin con
todos los grupos de la regin, especialmente con los mataco-mataguayos y con las culturas de la
periferia como las diseminadas en el sur de la selva amaznica y las del litoral mesopotmico.
Esta red de relaciones se ejerca fundamentalmente a travs de la guerra, actividad vital de los
guaikures, lo que a su vez implicaba la existencia de cautivos que en tiempos preecuestres eran
asimilados al grupo.
Con posterioridad a la llegada de los espaoles, en el transcurso del siglo XVII, esta cultura
incorpor el caballo, que produjo, a semejanza de lo que le sucedi a los tehuelches, hondas
transformaciones, participando ambos grupos de una misma tradicin. Inclusive en el Chaco
sucede con los matacomataguayos lo que con los onas entre los tehuelches: su permanencia como
cultura pedestre.
LOS MATACO-MATAGUAYOS
Es la familia lingstica integrada por los grupos matacos, mataguayos, chorotes y chulupes
que ocupaban parte del Chaco Austral y Central.
Son comunidades de cazadores, recolectores y pescadores, esta ltima actividad practicada en la
poca de crecida de los ros con singular intensidad, al igual que ocurra con la bsqueda de la
miel.
Una industria ancestral es el tejido mediante la fibra de caraguat, con lo cual fabricaban bolsas
para la recoleccin (la tradicin persiste hoy y alimenta las modas femeninas de los grandes
centros urbanos: las yicas).
Relaciones en el seno de la : Pequeas parcialidades integradas por un nmero no muy grande
de familias constituan las distintas comunidades, a cuyo frente estaba un cacique de autoridad
relativa. Al parecer la familia nuclear era la base de la comunidad y a su vez era monogmica,
aunque entre los jefes era comn la poliginia. Cada parcialidad tena su territorio de caza y la
propiedad del mismo era colectiva.
Relaciones con lo sobrenatural: La idea de un ser supremo preside la concepcin del universo
aunque no hay mayor informacin con respecto a cultos hacia l. Existen en cambio una serie de
espritus encargados de gobernar la naturaleza y sus actividades como la lluvia, el crecimiento de
los frutos, etctera. El hroe civilizador de los matacos, Tokwaj, les dio los elementos para la pesca.
Un lugar preponderante en la cosmovisin lo ocupa el chamn, que al igual que en otras
culturas accede a esa funcin a travs de la transmisin hereditaria, la revelacin o el aprendizaje.
El chamn, verdadero puente entre la comunidad y lo sobrenatural, es tambin el custodio de los
mitos que explican el misterio de los hombres y del mundo adems de aplicar esos conocimientos
para la curacin de enfermedades.[22]
La funebria entre los mataco-mataguayos nos muestra tambin el entierro secundario de los
huesos.
Relaciones con otras es: El hbitat mataco-mataguayo en el noroeste del Chaco parece
encontrar su explicacin en la presin ejercida por los guaikures, en actitud de constante acoso.
Incluso deben haber tenido dificultades con los chiriguanos, guerreros sumamente belicosos.
En el siglo XVI deben de haber ocupado parte del sector Chaco occidental habitado por los lule-
vilelas, quienes posteriormente, como vimos, se expandieron hacia el sudoeste.
Se relacionaron tambin con las comunidades de la otra banda del ro Pilcomayo,
especialmente los mak.
Esta cultura parece no haber tenido mayor belicosidad y esto de algn modo lo tenemos que
vincular con la no incorporacin del caballo. Al contrario de los guaikures, los mataco-
mataguayos no se transformaron en pueblos ecuestres. Se conocen muy pocas acciones guerreras
por parte de estas comunidades. Quiz la ms importante fue en el siglo XVII, cuando avanzaron
sobre las fronteras de Salta y Jujuy con fines no pacficos. La respuesta fue el envo de una
expedicin punitiva que concluy con la incorporacin de los supuestamente rebeldes al trabajo
impuesto.
LOS CHIRIGUANOS
La familia lingstica tup-guaran, junto con la arawak y la carib, constituyen lo que
denominamos culturas de la Selva y que para otros autores son los agricultores amaznicos o los
horticultores de aldea. En tiempos prehispnicos, alcanzaron una formidable expansin
partiendo desde sus centros de dispersin ubicados en la actual Guayana (arawak y carib) y el
Amazonas inferior (tup-guaran). Se dirigieron hacia el norte del continente poblando las islas del
mar Caribe y llegando incluso hasta la pennsula de Florida y tambin hacia el sur, alcanzando el
territorio argentino.
Los arawak y los tup-guaranes fueron los de mayor capacidad expansiva. Estos ltimos, a
travs del componente guaran, ocuparon el sur del Brasil, Paraguay, Bolivia y Argentina.
Los chiriguanos, a su vez, son un sector de los guaranes que se extendieron por los tres
ltimos pases mencionados. El mismo gentilicio que lo utilizamos porque es el que ha pasado
con mayor vigor hasta nuestros das fue, segn las crnicas, dado por los incas a esa cultura que
en el este de Bolivia les impidi penetrar en la selva. Era una denominacin despectiva para una
comunidad que odiaban y ante la cual fueron casi sorprendentemente, impotentes. (Segn las
distintas interpretaciones el vocablo chiriguanos significara estircol fro).
Es difcil establecer si los llamados chiriguanos ocupaban en el siglo XVIel sector del Chaco
salteo coincidente con el actual hbitat.
Pensamos que s, por su ubicacin comprobada en Bolivia por lo menos un siglo antes de la
Conquista y por los relatos que nos informan de la relacin con los matacos del Chaco Central.
La llegada a Bolivia de los primeros ncleos de guaranes chiriguanos se produjo alrededor del
siglo XV y fue la culminacin de un proceso expansivo iniciado en Amazonia por los tup-
guaranes debido a razones an del todo no precisadas, entre las cuales podran mencionarse las
siguientes:
la bsqueda de nuevas tierras para cultivo.
la presin de parcialidades ms poderosas.
la bsqueda mesinica de la Tierra sin Mal.
Sea como fuere y ms all de probables razones sobre las que volveremos al tratar a los
guaranes del Litoral, lo cierto es que los chiriguanos, aunque en un hbitat reducido, a la llegada
de los espaoles ya haban penetrado en el actual territorio argentino.
Eran agricultores sedentarios y cultivaban mandioca, zapallos, batatas y maz. La tcnica del
cultivo era la tpica milpa amaznica, es decir el talado de rboles, el corte de la maleza, el
incendio y el posterior cultivo sobre el terreno quemado. La tarea era compartida entre hombres y
mujeres, quedando a cargo de los primeros el talado y de las segundas el sembrado, cuidado y
cosechado. Lo producido por las cosechas era almacenado en graneros construidos sobre pilotes.
La caza y la pesca eran actividades secundarias de subsistencia. Las viviendas, de planta circular
con techos cnicos, eran comunales: albergaban hasta cerca de cien individuos. Un conjunto de
viviendas constituan una aldea que por lo general se ubicaba a la vera de un ro.
Como todo pueblo agricultor los chiriguanos tuvieron alfarera, que mostraba la influencia
andina en sus formas.
Relaciones en el seno de la comunidad: La familia extensa era el ncleo de la comunidad que,
como ya vimos, tena su expresin fsica en la aldea. Cada aldea estaba a cargo de un jefe de gran
poder, con autoridad no cuestionada. Estas jefaturas eran hereditarias y tenan como misin la
organizacin y preservacin de la comunidad.
A este cacique de la parcialidad se lo denomina tambin cacique local (mrubicha) y tena como
lugartenientes a los igira iya; sus hechiceros benignos (ipay) y los capitanes de guerra
(queremba).
El nico momento en que estos caciques locales vean superada su autoridad era en caso de
guerra. En esa situacin, todos los caciques pasaban a depender del cacique regional (tubicha
rubica, el ms grande entre los grandes), jefe absoluto que a su vez lo era de la aldea ms
importante.
Relaciones con lo sobrenatural: Como en todas las comunidades indgenas, la cultura
chiriguana mantiene con la naturaleza una relacin sacralizada. El espacio est cargado de
significacin, pletrico de espritus, dueos de los animales y plantas. Pueden mencionarse en
este contexto los rituales propiciatorios de la lluvia para la buena cosecha y el comienzo de la
siembra.
En la concepcin del universo predomina la bsqueda de un equilibrio csmico que se
manifiesta permanentemente entre el bien y el mal. El bien es tumpaet vae, el ser supremo, el
dios verdadero; el mal es aguar tumpa, su contrario complementario que en la tierra est
representado por el zorro. El chiriguano rinde culto a ambos principios porque respeta el
equilibrio entre el caos (la destruccin, el hambre, la maleza, la arbitrariedad) y el cosmos (la luz,
la abundancia, el maz, la justicia).
Un personaje muy importante es el chamn, invocador de los buenos espritus y curador por
excelencia.
Una prctica clsica entre los chiriguanos y en general entre las comunidades tup-guaranes
(como por ejemplo los tupnamb de la costa brasilea) fue la antropofagia ritual que se realizaba
exclusivamente con los prisioneros de guerra y ceremonia de la cual participaba toda la aldea.
La antropofagia, muy difundida y ligada a prcticas relacionadas con la toma de la potencia del
enemigo, ha tenido muy buenas descripciones, siendo adems uno de los hechos que ms
impresionaron a los cronistas que exageraron la realidad al definir a estos pueblos como
comedores de carne humana.
Relaciones con otras es: Los chiriguanos se relacionaron con las dems culturas
casiexclusivamente a travs de la guerra, teniendo que haber acosado a los mataco-mataguayos
del Chaco Central y aun el Boreal. Pero lo ms importante en este aspecto ha sido sin dudas la
contencin del imperio incaico en la actual Bolivia.
Una relacin muy particular, finalmente, tuvieron con los chan, grupo perteneciente al tronco
lingstico arawak y que los precedi en su migracin por el continente, llegando al actual
territorio boliviano con antelacin. En algn momento del siglo XV al XVI sin embargo, los
chiriguanos sometieron por completo a los chan, los que al decir de la generalidad de los autores
sufrieron un proceso de guaranitizacin. No faltan las crnicas que indican que ese dominio se
sustent en una sistemtica antropofagia que prcticamente devast a los chan como etnia.
LOS CHAN
La cultura chan pertenece a la familia lingstica arawak, que como ya vimos, junto con sus
hermanos de la Selva, los tup-guaranes, se desplazaron por toda Sudamrica y las islas del mar
Caribe.
Se asentaron as en el este del Per (los campa); en el Alto Xing; en Bolivia Oriental (los mojo
y los baure); en la zona oriental del ro Guapor y en el centro del Mato Grosso (los paressi).
Hacia el sur los arawak se expandieron hasta el Alto Paraguay (los guan) llegando hasta el
Chaco centro occidental, ya en territorio argentino, punto final de su expansin.
La gran familia arawak es la que ms territorio ocup aunque no haya sido en forma compacta.
Adems, es una cultura que rene en su seno una gran diversidad que va desde grupos
semisedentarios pequeos hasta aldeas con una notable concentracin demogrfica.
En general todos los grupos arawak presentaban una clara estratificacin interna; el culto a
deidades reconocidas por varias aldeas y el especial desarrollo de la actividad religiosa o militar.
Suponemos que los chan tenan un patrn de vida semejante a las culturas de la Selva; por la
unidad de origen de la que participaban, aunque no hay mayores datos. No sabemos bien de
dnde provenan por lo cual es difcil comprobar si los patrones tradicionales eran muy respetados
o en cambio se vean inficionados por otras influencias incluyendo las ecolgicas.
De todas maneras, la rpida derrota sufrida a manos de los chiriguanos y su nueva condicin de
pueblo sometido nos sugiere una organizacin dbil e, incluso, una escasa poblacin en el ncleo
chan.
Fueron reducidos a esclavos y obligados a cultivar los sembrados de sus amos. Sin embargo, a
pesar de semejante derrota, el alma arawak debe haber sido muy fuerte como para haberse
mantenido como una entidad propia a travs de los siglos: a pesar del escassimo nmero, la
comunidad de Tuyuntien la provincia de Salta es la descendiente actual de aquel orgulloso ncleo
chan que tempranamente fuera desbordado por el mpetu que tambin vena de la selva
amaznica.
El Litoral y la Mesopotamia
El Litoral
LOS GUARANES
La expansin tup-guaran, como vimos, lleg hasta nuestro territorio a travs de su
componente guaran, que en el Chaco occidental fueron los chiriguanos. Pero esa expansin lleg
ms al sur todava: al litoral de la Mesopotamia, con comunidades provenientes de la selva
amaznica que bajaron por las grandes vas naturales de los ros Paran y Paraguay, ocupando las
zonas aledaas.
Como etnias pertenecientes a una cultura mayor, los guaranes del Litoral se parecan a sus
hermanos de Amazonia y por lo tanto a los chiriguanos. Pero el hbitat particular, la relacin con
otras comunidades y posteriormente el papel jugado por Asuncin en la era colonial, llev a estos
pueblos a cumplir un rol que evidentemente tuvo como basamento una organizacin integral de la
vida comunitaria muy particular.
El carcter de comunidades agricultoras y sedentarias en medio de culturas cazadoras y muy
aguerridas coadyuv a fomentar la situacin preponderante a que hacemos referencia.
En el siglo XVIexistan varios asentamientos guaranes, pero el ms importante era el del norte
de la provincia de Corrientes y el litoral de la de Misiones. Un segundo enclave estaba ubicado en
las islas que forma el Paran hacia su desembocadura. Un tercer enclave parece haber estado en
las islas del delta del Paran aunque de menor importancia.
Como vimos, en lo esencial los guaranes eran una cultura semejante a las de la selva
amaznica por lo que basaban la subsistencia en la agricultura. Fueron, a excepcin de los grupos
chan-timb, las nicas comunidades agricultoras del Litoral y Mesopotamia. Cultivaron
especialmente la mandioca, la batata y el maz; menor importancia tenan productos tales como el
zapallo, los porotos, el man y el mate. Los grupos del delta no deben de haber cultivado la
mandioca, que es el producto principalsimo de las culturas de la Selva, por el clima ms fro.
La tcnica del cultivo era la milpa o roza ya descripta. Cada parcela cultivada duraba de dos a
tres aos (algunos autores hablan de cinco aos) y era en ese momento en que las aldeas se
desmontaban e iniciaban la bsqueda de nuevas tierras que reemplazaran a las agotadas.
Caza, pesca y recoleccin eran actividades secundarias, en la medida en que el excedente
agrcola era almacenado.
Sin embargo, muchas crnicas nos hablan de la importancia que tena la pesca en estas
comunidades, cosa lgica si nos atenemos a la ubicacin de los asentamientos, por lo general en
las riberas. Es comn encontrar en esos relatos frases como esta: siempre mataban pescado y
otras similares.
Los guaranes, continuando la tradicin, fueron hbiles canoeros. Viajaban en sus canoas a
travs de los cursos fluviales adems de utilizarlas para hacer la guerra.
La vivienda era la gran casa comunal en la que se alojaban varias familias extensas (la
maloca).
La alfarera de los guaranes del Litoral es peculiar: del tipo imbricada, con decoracin hecha
con la punta de los dedos; tambin utilizaron la pintura para decorar. Es comn adems la
existencia de la gran tinaja utilizada como urna funeraria para adultos.
Relaciones en el seno de la y con lo sobrenatural: La familia extensa constitua la unidad social
bsica aunque la expresin comunitaria era el conjunto de familias, cuyo patrn de asentamiento
era a su vez la aldea. La aldea era la comunidad expresada.
Un rasgo caracterstico de Amazonia es la empalizada que protege a estas aldeas. Aqu tambin
fue utilizada esa tcnica defensiva.
La institucin del cacicazgo era la rplica de la que tenan los chiriguanos, diferenciando el
cacique local del general. Estos jefes reciban obediencia absoluta y el conjunto de la comunidad
estaba obligada a trabajar las tierras para l y, siguiendo una costumbre ancestral, edificarle la
vivienda.
Parecera que la familia fue polgama aunque en general ello dependa de cada hombre.
En cuanto a lo sobrenatural, participan en lneas generales de las concepciones explicadas en
los chiriguanos y de la nocin de la Tierra sin Mal.
Esta idea, omnipresente en la cosmovisin guaran, es posible que haya llevado a estas
comunidades de las costas del Paran a migrar en esa direccin desde el corazn de Amazonia.
La Tierra sin Mal es un paraso al cual el hroe civilizador (asociado con el ser supremo) se
retir luego de haber creado el mundo y trado a los hombres los conocimientos esenciales para su
supervivencia. Es all adonde despus de ciertas pruebas llegan los muertos privilegiados, los
chamanes y guerreros. Pero este paraso se abre tambin a los vivos que hayan tenido el valor y la
constancia de observar las normas de vida de los antepasados y que guiados por el poder
privilegiado del chamn hayan descubierto el camino hacia l.
La Tierra sin Mal no es solo un lugar de felicidad sino el nico refugio que quedar a los
hombres cuando llegue el fin del mundo.
Otro elemento en comn es que la bsqueda de la Tierra sin Mal provoca una migracin
masiva guiada por un chamn, asumido como mesas. Eliade, en un magnfico trabajo sobre el
tema, piensa que la bsqueda colectiva del paraso durante ms de cuatro siglos puede clasificarse
entre los fenmenos religiosos ms importantes de Amrica, al que caracteriza a travs de un
conjunto de factores que otorgan a este hecho sagrado una fisonoma nica.[23]
Muchas veces se sostiene que el mesianismo, y especialmente este mesianismo, es la
consecuencia de una crisis interna en la cultura, debida al choque con los conquistadores y, en
consecuencia, una va de escape ante la alternativa trgica de la desaparicin comunitaria.
Sin embargo, la idea de la Tierra sin Mal existe desde tiempos prehispnicos y ms all de que
la llegada de los conquistadores haya incentivado algunos procesos, este que estamos analizando
en realidad haba comenzado muchos aos antes.
No puedo afirmar que la Tierra sin Mal haya sido la causa excluyente de las migraciones.
Seguramente hay otras. Pero la energa de esa idea encierra una concepcin del mundo que,
basada en la victoria, la gloria y la justicia, sin dudas preside la vida guaran. De ah el valor de esta
nocin en el desarrollo cultural de este pueblo.[24]
Otra idea siempre presente en la concepcin del mundo guaran es la dualidad. Adems de los
dos principios del bien y del mal ya mencionados, en la tradicin comunitaria juegan un papel muy
importante los mellizos o gemelos, complejo ciclo mtico en el que se describe la unin del ser
supremo con la primera mujer; el nacimiento de dos hermanos, que luego de dar muerte a los
jaguares que haban devorado a su madre, se transforman en la Luna y el Sol.
Relaciones con otras es: Est casi comprobado que las poblaciones guaranes de nuestro litoral
llegaron en una poca relativamente tarda, poco tiempo antes de la llegada de los espaoles.
Descendiendo por los grandes ros desplazaron inicialmente a las comunidades originarias de
Misiones y Corrientes, los caingang.
Posteriormente y siguiendo el curso del Paran arribaron a la zona del delta en donde entraron
en contacto con los querandes del litoral del Ro de la Plata.
Desde los ros, como vimos, tambin hicieron la guerra a las comunidades de la costa de las
cuales tomaban prisioneros para la prctica de la antropofagia ritual.
Es difcil determinar el grado de relacin con las culturas guaikures. Por lo que sabemos, estas
se cuidaban bien de no penetrar su territorio e incluso las cercanas de las riberas eran los sitios
mejor defendidos.
Sobre esta rea y sobre estas comunidades, Espaa operara posteriormente utilizando ambos
elementos como cabecera de la colonizacin en esta parte del continente, teniendo como centro
estratgico a Asuncin. Desde el punto de vista geocultural, la subregin era ptima y no fue
desaprovechada por el impulso conquistador.
LOS CHAN-TIMB
Las primeras crnicas acerca del litoral mesopotmico paranaense nos hablan, adems de los
querandes y los guaranes, de un conjunto de comunidades con caractersticas diferentes. En
realidad, constituyeron parcialidades de una cultura mayor, que no pas hasta nosotros con una
denominacin nica.
Llamamos chan-timb al conjunto de parcialidades ubicadas a ambas mrgenes del Paran en
territorios de las actuales provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ros y Corrientes y que en el
siglo XVI presentaban una forma de vida similar.
Las diversas crnicas nos hablan de comunidades tales como mepenes; mocorets; calchines;
quiloazas; corondas; timbes; carcares; chan o chanes; mbeguaes; chan-timbes; chan-
mbeguaes.
Hemos elegido la denominacin chan-timb por ser la ms mencionada en las crnicas y
porque adems, como parcialidad, pareceran representar con mayor claridad la forma de vida del
conjunto. Esta es tambin la denominacin utilizada por Alberto Rex Gonzlez.
Este grupo cultural tuvo tres lugares principales de asentamiento, que de norte a sur eran:
Corrientes: mepenes y mocorets.
Santa Fe y Entre Ros: timbes y carcares (desembocadura del Carcara); corondas,
quiloazas y calchines.
Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ros: chanaes, mbeguaes, chan-timbes y chan-
mbeguaes.
El modo de subsistencia bsico era la pesca, actividad que practicaban en grandes canoas
monxilas de hasta veinte metros de longitud. Como los querandes, conservaban el pescado,
secndolo al sol y ahumndolo.
Tambin eran actividades importantes la caza y la recoleccin, especialmente de miel.
Asimismo puede afirmarse que entre ciertos grupos de esta cultura, sobre todo los timbes y
carcares, comenzaba a darse una agricultura incipiente basada en maz y zapallos.
En el siglo XVI la influencia de las aldeas guaranes ubicadas en inmediaciones de los territorios
chan-timb comenzaba a hacerse sentir. Muchas crnicas nos informan que los conquistadores
se sirvieron de los cultivos de esas comunidades para su abastecimiento.
La vestimenta clsica era el manto de pieles (en este caso de nutria) tal como en las
comunidades de la Llanura, tehuelches y guaikures.
Las viviendas eran chozas rectangulares y entre algunos grupos, por influencias probablemente
de la selva, alcanzaban grandes dimensiones. Eran alfareros y en esa industria son comunes los
platos grandes que, segn A. Rex Gonzlez, podran indicar la existencia de una economa basada
en el cultivo de la mandioca, lo que de comprobarse tendra gran importancia. Aunque nuestro
autor no lo menciona, la confirmacin de esa hiptesis emparentara an ms al grupo chan-
timb con las culturas de la Selva.
Relaciones en el seno de la y con lo sobrenatural: Estaban organizados en aldeas ubicadas a la
vera de los ros, con principio de semisedentarismo en aquellos grupos que practicaban la
agricultura en forma incipiente.
Cada parcialidad estaba al mando de un cacique y algunas informaciones indican la presunta
existencia de cacicazgos generales.
Es prcticamente desconocida la concepcin del mundo de estas comunidades a no ser por la
presencia importante de los chamanes y el entierro secundario; tambin la costumbre de cortarse
la falange de los dedos de las manos a la muerte de un pariente, como smbolo del dolor por la
prdida (tradicin en ciertas culturas cazadoras).
Relaciones con otras es: Los chan-timb presentan un panorama relativamente complejo por
el particular hbitat (de trnsito permanente) y las influencias provenientes de diversas regiones,
adems de las diferenciaciones culturales en el seno de los mismos grupos.
En cuanto al hbitat, permiti una comunicacin fluida y al mismo tiempo posibilit la
penetracin de los guaranes. Los chan-timb sufrieron el impacto de las culturas de la Selva en
expansin, a travs del sostenimiento de peridicos enfrentamientos o bien la incorporacin de
nuevos patrones culturales como la aldea, la agricultura o la alfarera.
Canals Frau, adems de tomar en cuenta la irradiacin guaran, menciona la influencia arawak,
incluso estimando la posibilidad de que pequesimos ncleos de esa cultura se hayan asentado
en algunas zonas del litoral (la decoracin zoomorfa de algunas cermicas).
Ms all de esta probabilidad (muy lejos estamos de poder comprobarlo), la relacin estrecha
con comunidades de la selva es un hecho demostrado, al menos en su versin guaran. Pero
podemos ir ms all en las relaciones: la existencia de diversos objetos de metal en estas
comunidades indicara algn tipo de relacin con el Noroeste, a travs del ro Salado de Santiago
del Estero, presuntamente, como canal de comunicacin. Por ltimo, el sector sur de los chan-
timb estuvo en contacto con los querandes.
El Interior
LOS CAINGANG
Ocupaban en el siglo XVIel interior de la Mesopotamia, en las actuales provincias de Misiones y
Corrientes.
Desde el punto de vista cultural fueron los representantes meridionales de un conjunto tnico
mayor del litoral atlntico entre el estado de Baha y Ro Grande do Sul. Esa zona, parte externa de
la meseta brasilea (planalto), conformaba una tpica rea de arrinconamiento, es decir aquella
rea que por distintas razones haca quedar a los grupos que all llegaran, prisioneros en su propio
territorio, rodeados por otras culturas y/o imposibilitados de desplazarse a otros sitios por la
realidad ecolgica (en este caso, la proximidad del ocano).
Esa zona, como decamos, era la ocupada por los tapuya, a quienes los tup-guaranes
empujaron en tiempos prehispnicos. Los caingang eran la comunidad ms meridional de esos
tapuya, cazadores y recolectores de la costa.
Los caingang estuvieron emparentados lingsticamente a la cultura ge, horticultores del
planalto, pero con el tiempo su lengua sufri alteraciones por la presencia guaran.[25]
Estos hombres del bosque (ka: bosque; ingang: hombre) eran bsicamente recolectores, en
especial del fruto del pino de Misiones, tambin recogan larvas y frutos silvestres, adems de miel
y algarroba.
Toda la comunidad participaba de la tarea.
La caza y la pesca eran actividades importantes. El rico interior del litoral permita la obtencin
de una fauna inagotable: andes, cuises, chanchos del monte.
En forma tarda los caingang incorporaron la agricultura, que alternaron con otras prcticas
econmicas.
Eran una cultura nmada, sin asentamientos permanentes, y la vivienda era un paravientos de
vegetales trenzados, aunque algunos grupos tenan chozas con divisiones internas, habitadas cada
una de ellas por una familia: un antecedente de la gran casa comunal.
Originariamente no posean cermica y la reemplazaban con calabazas en las cuales se
almacenaba miel.
Debemos aclarar que las crnicas no mencionan especficamente con el nombre de caingang a
esta cultura, sino que le adjudican una serie de gentilicios que con toda seguridad han constituido
parcialidades de este conjunto mayor. Entre las denominaciones ms importantes caben
mencionarse las siguientes: cainaroes; yaroes o yares; gualaches; guaiquirares; cupizales;
eguaros; chanaes salvajes.
Relaciones en el seno de la y con lo sobrenatural: Un aspecto fundamental en la organizacin
interna es la divisin en mitades de carcter patrilineal, hecho que aunque no est ligado al
patrn de asentamiento por tratarse de comunidades nmadas, implica de todos modos una
relacin muy particular con los ge, que tienen como sello distintivo de la vida comunitaria esa
estructura dual.
En el siglo XVI, los caingang estaban sufriendo un proceso de irradiaciones culturales desde
otras regiones, lo cual de todas maneras nos dificulta la reconstruccin exacta de lo que estaba
sucediendo. Por ejemplo muchas crnicas nos hablan de la existencia de caminos interaldeanos
(en realidad senderos abiertos en plena selva) a los fines de la comunicacin.
Este hecho demostrara un relativo sedentarismo aunque ms no sea incipiente, producto
probablemente de influencias amaznicas.
Las distintas parcialidades estaban al mando de un cacique que en algunos casos era el chamn.
La existencia de viviendas comunales, semejantes a la maloca guaran, nos demuestra la
importancia de la familia extensa. A su vez, tres o cuatro de estas viviendas conformaron en poca
ya tarda la aldea semisedentaria como unidad social mayor.
Los chamanes utilizaban la yerba mate para comunicarse con la divinidad y conocer sus
designios; sabemos adems de la importancia de los dueos de los animales a los que se
veneraba y tema.
Una caracterstica importante es la presencia de cementerios, ubicados en las cercanas de la
aldea. En algunas comunidades se practicaba la cremacin.
Relaciones con otras es: Como hemos visto, la zona caingang estuvo expuesta a variados
influjos provenientes en su mayora de la selva y planalto brasileo, a travs de las culturas
guaran y ge respectivamente.
El asentamiento de los guaranes en las riberas del Paran los debe de haber empujado hacia su
hbitat definitivo. Tambin en forma tarda, la expansin de los charras desde el Este debe haber
contribuido a este proceso de acoso territorial.
LOS CHARRAS
Esta cultura estaba integrada por un conjunto de parcialidades de las cuales dos de ellas eran
las ms importantes: los guenoas o guenoanes y los bohanes, adems del grupo charra
propiamente dicho. El resto eran parcialidades menores.
El hbitat era principalmente el actual territorio uruguayo, pero grupos dispersos ocuparon en
tiempos prehispnicos la provincia de Entre Ros (los minuanes) y algunos sectores extienden
dicha ocupacin hasta el sur de Corrientes.
Tuvieron una lengua original con variantes dialectales.
Constituan en conjunto una cultura de cazadores y recolectores nmadas con una forma de
vida muy semejante a la de las comunidades de Pampa, Patagonia y Chaco. En gran parte
participaban de la tradicin cultural de la Llanura, pero por cuestiones de ubicacin geogrfica,
interrelacin y caractersticas propias hemos preferido incluirlos en la regin del Litoral y
Mesopotamia.
Los animales cazados eran andes, venados y toda clase de roedores. Las tcnicas de caza eran
semejantes a las utilizadas por los tehuelches: persecucin de animales hasta rendirlos por
agotamiento. Recolectaban adems toda clase de frutos silvestres.
Ciertas parcialidades extendieron sus actividades de subsistencia practicando la pesca,
indicador que los distancia de la cultura tehuelche al igual que suceda con los querandes. En
efecto, las comunidades del litoral del Ro de la Plata y las asentadas en las riberas del ro Uruguay
practicaron intensamente la pesca, para lo cual contaron con grandes canoas similares a las de los
chan-timb. Por el carcter de comunidades nmadas la vivienda era sumamente precaria,
consistente en el tpico paravientos con paredes de ramas. El vestido los acerca nuevamente a los
tehuelches: el manto usado con la piel hacia adentro.
Relaciones en el seno de la : Un conjunto de toldos conformaba la unidad social mnima a cargo
de un cacique. La familia era monogmica aunque no se desconoca la poligamia. La unin de las
diferentes bandas solo ocurra en caso de guerra para lo cual se organizaba el consejo de caciques.
Relaciones con lo sobrenatural: La concepcin del mundo estaba presidida por la creencia en
un ser supremo; ligado a l se encuentra el espritu guardin de cada hombre a quien se invoca
en momentos de peligro.
El chamanismo estaba muy desarrollado y parece ser que existan representantes del bien y sus
opuestos, los del mal. Los primeros, responsables de las curas mgicas, los segundos con la
capacidad de enfurecer a la naturaleza desatando tormentas y desbordando los ros. Como vemos,
ocurre aqu algo similar a la estructura guaran de la dualidad chamnica ipay-mbaecu.
Exista un culto muy elaborado a los muertos con entierro secundario de los huesos. Una
prctica similar a los querandes era la conservacin del crneo del enemigo como trofeo de
guerra.
Relaciones con otras es: Por el norte de su hbitat han entrado en contacto con parcialidades
guaranes provenientes de la selva y aun con los caingang de Misiones y Corrientes. Por el oeste se
relacionaron con los chantimb del Litoral y por el sudoeste con los querandes.
El territorio inicial fue ampliado considerablemente a partir del siglo XVII con la incorporacin
del caballo en un proceso parecido al operado en la Llanura, aunque menor en tiempo, dado el
rpido sometimiento en que cayeron estas comunidades.
El Extremo Sur
Canales Fueguinos
LOS YMANA-ALAKALUF
En realidad esta denominacin hace referencia a la existencia de dos culturas diferentes, pero
dadas sus similitudes ms que estrechas, el hbitat comn y una historia similar, las consideramos
como una entidad nica.
Ocupaban la parte sur de Tierra del Fuego e islas magallnicas. Los ymanas en el actual sector
argentino y los alakaluf en el sector chileno, en plena Patagonia occidental.
Su hbitat constituye la continuacin de Patagonia, pero presenta una ubicacin altamente
desfavorable para la vida humana ya que la costa queda alejada de toda posibilidad de contacto
cultural en razn de las inmensas extensiones ocenicas que la rodean.
Las culturas que llegaron all fueron empujadas y luego arrinconadas en ese lugar extremo,
verdadero finis terrae, el confn del continente, en donde a pesar de todo pudieron desarrollar por
siglos una forma de vida propia.
La vida de estas culturas dependa del ocano y sus recursos. Fueron pueblos canoeros, por lo
que algunos autores los denominan como los canoeros magallnicos.
Eran cazadores y pescadores de los productos del ocano: cazaban mamferos marinos (focas y
ballenas; estas ltimas eran abatidas cuando se acercaban a la costa agotadas o enfermas). Se
internaban en el mar con sus canoas fabricadas de corteza de haya obtenida de los bosques de las
islas y en ellas viajaba toda la familia que participaba de la bsqueda del alimento. El instrumental
se reduca a arpones de hueso y lanzas de pesca.
Siel mar era para estas comunidades la vida (incluso pasaban la mitad de su tiempo en l), la
tierra ofreca tambin su inters por las posibilidades para la recoleccin: mejillones, cangrejos,
races y hongos.
Relaciones en el seno de la : La base de la comunidad es la familia generalmente monogmica.
Por encima de ella est el grupo, de carcter nmada, integrado por individuos con lazos de
consanguinidad. La poblacin ymana-alakaluf fue escasa, con ncleos dispersos en constante
desplazamiento, aunque segn algunos autores (Krickeberg), han tenido territorios de caza y
pesca delimitados.
Las jefaturas no existan; tenan alguna influencia los ancianos y los chamanes. Los ncleos
dispersos de asentamiento temporario estaban integrados por chozas ubicadas por lo general
sobre los mismos canales.
Relaciones con lo sobrenatural: Existe un ser supremo (Watauinewa, el anciansimo), dueo
de todo lo existente, dador de alimentos, de justicia, de vida y de muerte. Es un ser activo que
participa en la vida comunitaria.
En otra dimensin est el mundo de los espritus y las almas de los grandes chamanes muertos.
Entre los alakaluf no es necesaria una vocacin especial para acceder al rango de chamn, casi
todos los ancianos lo son; distinto sucede entre los ymanas que reciben esa misin por
revelacin. Es probable que este complejo chamnico relativamente elaborado haya recibido
influencias de los onas.
Los ritos de iniciacin vinculados con los principios religiosos tenan suma importancia en esta
cultura, al igual que las ceremonias llevadas a cabo por la sociedad secreta de varones (la kina) que
se relaciona con rituales similares de los onas (el kloketen que ya mencionamos).
Relaciones con otras es: La incomunicacin fue una de las caractersticas de esta cultura. En
pocas tardas los chono (grupo de origen chileno) accedieron a la agricultura incipiente
seguramente va los araucanos; los ymanas por su parte deben de haber tenido alguna
vinculacin con los onas. Pero salvo esas relaciones, la cultura ymana-alakaluf vivi aislada e
incomunicada, incluso entre los distintos grupos que la conformaban. Solo en circunstancias muy
especiales (como la caza de la ballena), la solidaridad de los diferentes grupos se pona de
manifiesto.
Si tuviramos que sintetizar los principales aspectos diagnsticos de esta cultura
sealaramos:
la vida integral condicionada por el mar.
la organizacin social laxa y territorialmente dispersa.
lo religioso-inicitico como factor aglutinante en determinadas circunstancias y etapas
del ciclo vital del individuo (la pubertad).
la escassima relacin con otras comunidades, aislamiento.
Este conjunto de factores distancian a esta cultura de las restantes que en el siglo XVI poblaban
nuestro territorio. Ella representa a su vez una de las corrientes ms antiguas del poblamiento de
Amrica, y su llegada a Tierra del Fuego se debi probablemente al arrinconamiento provocado
por otras corrientes que presionaron sobre ellos.
Sin embargo, los ltimos estudios realizados por Luis Abel Orquera y Ernesto Piana sostienen,
contra lo generalmente aceptado, que en estos canoeros no hubo arcasmo cultural sino
adaptacin definida a condiciones regionales, que incluy tempranas modificaciones en el
instrumental y en la forma de vida. Mal pudo haber arrinconamiento, cuando la adopcin de la
nueva tecnologa y de la nueva forma de vida dio acceso a enorme cantidad de recursos cuya
concentracin y renovabilidad permiten densidades de poblacin humanas muy superiores a las
que caracterizan a los cazadores terrestres; pese a todas las dificultades que tienen esta clase de
clculos, se debe recordar que en el siglo XIX la cantidad de canoeros magallnicos-fueguinos
doblaba a la de los pobladores de toda la Patagonia continental, pese a que estos ocupaban un rea
quince veces ms extensa.[26]
Orquera y Piana nos hablan de una excelente adaptacin ecolgica de estas comunidades,
basada seguramente en la selectividad de la caza de los lobos marinos (A. Schiavini), que permiti
que esta poblacin animal se mantuviera a travs del tiempo y sostuviera a su vez la dieta
alimentaria de los ymanas[27].
La cultura ymana-alakaluf cierra el panorama cultural del actual territorio argentino en el siglo
XVI. Pero antes de pasar al ltimo punto de este captulo, referido a la vinculacin de ese
panorama con el resto de Amrica, nos parece atinado hacer algunas referencias con respecto a la
demografa prehispnica, datos que, a la distancia, nos sirven no solo para dimensionar la realidad
de aquel entonces, sino para efectuar las comparaciones que esa informacin nos pueda sugerir
(vase mapa 11).
LA POBLACIN
Desde ya que es sumamente difcil determinar las densidades de poblacin para cada una de las
regiones que hemos analizado.
Familia de indios, julio Daufresne, 1844. Litograffa coloreada, en Usos y costumbres de Buenos Aires, 1844.
Culturas de la Montaa
Culturas de la Selva
Culturas de la Llanura
Culturas del Mar Caribe
Culturas de zonas extremas o aisladas
Culturas de la Montaa: Ocuparon los Andes septentrionales, centrales y meridionales y la
meseta mexicana. Tuvieron una dinmica cultural que se extendi a lo largo de una franja (la
Montaa) y particularmente en un sentido (norte-sur). Una regin caracterizada por una
profunda identidad cultural y adonde descollaron la organizacin social econmica, la
cosmovisin y el arte. Las principales culturas fueron los aztecas y mayas (Amrica Central); los
chibchas o muiscas (Andes septentrionales); los incas (Andes centrales) y las culturas
mencionadas para el actual territorio argentino en la montaa, especialmente los diaguitas.
Culturas de la Selva: Fueron las de mayor dispersin en tiempos inmediatamente anteriores a
la Conquista; horticultores sedentarios portadores de una compleja visin del mundo; migrantes y
guerreros. Bsicamente fueron los arawak, los tup-guaran y los carib, con algunas comunidades
o subculturas diferenciadas como los mojo, baure, paressi y arawak antillanos.
Culturas de la Llanura: Desplegadas por las vastas extensiones de Pampa/ Patagonia, Chaco y
la llanura uruguaya, inveterados cazadores que participaron de una forma de vida bsicamente
comn: los tehuelches, los mbayguaikures y los charras.
Culturas del mar Caribe: La expansin de las culturas de la Selva hacia el mar Caribe llev a la
conformacin de una nueva cultura, peculiar, en una tarea de siglos. Mantuvieron la misma
tradicin pero pusieron el nfasis en lo militar y lo religioso. Entre s tuvieron contacto
permanente a travs del comercio interisleo (los primeros conquistadores, aun desde sus navos,
se deslumbraron y aterrorizaron cuando vieron las enormes canoas de transporte) y quizs hayan
llegado a Mesoamrica. Fueron desprendimientos de los arawak y los carib.
Culturas de zonas extremas o aisladas: Son los grupos humanos arrinconados en zonas
inhspitas o aisladas. Con una vida de subsistencia y de escasa relacin con otras comunidades y
aun entre s, conformando ncleos familiares dispersos. Las principales culturas son las
siguientes: tapuya (costas del Brasil); uro-chipaya (altiplano andino); ymana-alakaluf (litoral
Pacfico y extremo sur del continente) y comunidades con enclaves aislados en la selva
sudamericana.
Esta sinttica tipologa cultural de nuestra Amrica hasta el siglo XVI nos aproxima entonces a
las vinculaciones con nuestro actual territorio.
Las culturas de la Montaa influenciaron de modo notorio en nuestro Noroeste, incluso con la
tarda penetracin incaica que busc homogeneizar definitivamente la regin. Estas irradiaciones
a su vez provocaron transiciones culturales de distinto orden, como el caso de los lules, oriundos
del Chaco.
Podemos decir que nuestra Montaa estuvo profundamente imbricada en la Montaa
sudamericana, participando de una tradicin ancestral que lig, por encima de los desarrollos
locales indiscutibles, a las distintas comunidades agricultoras entre s.
Las culturas de la Selva, con origen en Amazonia, llegaron a nuestro territorio y los desarrollos
posteriores regionales continuaron en gran medida con los patrones ancestrales. Chiriguanos,
chans y guaranes del litoral crecieron aqu preservando una memoria que segua viviendo en
otras reas del continente.
Las culturas de la Llanura tambin participaron de una tradicin que trascendi nuestras
fronteras actuales, a travs de los mbay del Chaco Boreal y los charras del Uruguay.
Incluso nuestras comunidades aisladas y confinadas como los ymanaalakaluf pertenecen a
una forma de vida que es comn a otras etnias del continente.
Nuestras culturas no estaban solas, ni despegadas del resto del continente. Pertenecan, desde
sus propias identidades, a un trasfondo comn que se desplegaba desde haca cientos de aos por
la tierra americana. En sntesis, podemos concluir:
Primero: que el territorio argentino en el siglo XVIestaba ocupado por un conjunto de
culturas que, si bien eran originales y con una forma de vida propia, estaban vinculadas a
la historia cultural de Sudamrica.
Segundo: que el panorama cultural en ese momento histrico lejos de ser esttico era
dinmico y, lo que es ms, estaba en un estadio de desarrollo de imprevisibles logros.
Tercero: como conclusin de estas vinculaciones a que hemos hecho referencia
podemos reflexionar sobre la posibilidad de determinar grandes identidades culturales en
la Amrica prehispnica.
Pero desde entonces observamos un primer elemento que tendr una continuidad distintiva a
lo largo de la historia posterior: los territorios libres.
Los espaoles penetran, ocupan y pueblan las regiones de la Montaa y el Litoral, pero no as la
Llanura (Pampa, Patagonia y Chaco) y el Extremo Sur, que por distintos motivos se convierten en
mbitos inaccesibles para los afanes conquistadores.
Esas regiones quedan como propiedad de las culturas originarias, en una tarea de defensa que
durar an tres siglos ms, contra los propios espaoles de la Colonia, los virreyes y el Estado
argentino que finalmente producir la derrota de esos bastiones y su consiguiente incorporacin a
la geografa del pas en formacin.
Esos territorios libres transformaron a las masas indgenas albergadas en ellos en autnticas
culturas de resistencia (vase mapa 12) favorecidas por el hecho de la impenetrabilidad de sus
dominios. Por el contrario, en aquellos lugares en donde la accin de la Conquista se despleg con
vigor, las comunidades originarias fueron perdiendo no solo su tierra sino su cultura, lo que no
excluy de todas maneras que se intentara el bloqueo de la expansin espaola.
Los extraos no las tenan todas consigo.
En casi todos los rincones adonde hubo un indgena, hubo resistencia. Esta cubri con su cuota
de sangre los primeros tramos de la nueva historia que empezaba a nacer.
LA RESISTENCIA INDGENA
La resistencia a la Conquista fue un fenmeno global en Amrica con distintas modalidades,
duracin y resultados, pero como dato de una realidad cruda, punto de partida del choque entre
conquistadores e indgenas.
Las Antillas fueron escenario de los primeros enfrentamientos que tuvieron como
protagonistas especialmente a los carib, quienes fueron sometidos en forma definitiva en el siglo
XVIII.
Las culturas de la Montaa, las ms complejas del continente, prcticamente se derrumbaron
ante el embate invasor. Cuando reaccionaron del primer impacto, los conquistadores ya haban
hecho pie y consolidaban su avance. Los posteriores focos de rebelin fueron aplastados, despus
de soportar serias prdidas. Adems, el aparato militar de estas sociedades se haba puesto en
funcionamiento demasiado tarde[3], ms all de situaciones particulares como por ejemplo la de
los mayas, que en el momento de la conquista, refugiados en sus selvas, se encontraban en
proceso de disolucin cultural.
Durante muchsimo tiempo la selva fue inaccesible para el conquistador. Cuando esta misma
no alcanzaba como obstculo, las comunidades in-
dgenas aparecieron como un segundo vallado, doblemente peligroso. La regin fue explorada
desde el oeste por los espaoles y desde el este por los portugueses, quienes recin a mediados del
siglo XVII consiguieron dominar la desembocadura del Amazonas y zonas aledaas. El interior
permaneci insondable, protegido por las comunidades originarias, y por aquellas otras que a
travs de la resistencia pasiva (la retirada a lugares inaccesibles) se albergaron en l.
En el actual territorio chileno la cultura araucana opuso una feroz resistencia en una guerra
que probablemente fue, al decir de Darcy Ribeiro, la ms continuada y la ms violenta de cuantas
se trabaron en Amrica. El mismo Pedro de Valdivia perdi su vida en el intento por dominar al
pueblo araucano.
Qu pasaba mientras tanto en nuestro territorio con las culturas originarias? Cul fue su
reaccin frente al conquistador?
La regin de la Montaa fue particularmente violenta para ambos bandos. De las cinco culturas
que mencionamos para el sector del Noroeste: lules, tonocots, atacamas, diaguitas y omaguacas,
las dos ltimas produjeron la mxima oposicin a la Conquista, no solo en el sentido defensivo
sino tambin en el ofensivo.
Los lules fueron sometidos casi de inmediato en encomiendas aunque algunas parcialidades
resistieron defensivamente migrando hacia el interior del Chaco, su hbitat original, y cumpliendo
as en el trmino de unos siglos, un movimiento dinmico oeste-este, asentamiento, y de nuevo
este-oeste.
Los tonocots, por su parte, habitantes originales de la zona santiaguea, recibieron en forma
pacfica a los espaoles y fueron rpidamente encomendados.
Los atacamas siguieron una dinmica divergente al resto de las culturas del Noroeste debido a
que permanecieron un poco ajenos en ese primer momento del proceso conquistador: no
participaron de la resistencia, no sufrieron traslados forzados, ni siquiera se fundaron reducciones
religiosas en la zona. Por esta razn es que algunos autores sostienen que sobrevivieron as hasta
nuestros das, con muy pocas modificaciones en su esencia indgena (Canals Frau). En todo
caso, el mbito ecolgico aislado favoreci la preservacin cultural.
Pero no todo era bonanza para los conquistadores. Esa misma regin cultural mostr los ms
importantes levantamientos protagonizados por diaguitas y omaguacas. El sistema de
encomiendas como nuevo rgimen impuesto por los espaoles no dio resultado en esas
comunidades, que en consecuencia fueron condenadas en muchos casos a desarraigos
compulsivos; en sucesivas oportunidades la resistencia indgena se transform en una ofensiva
abierta.
Los omaguacas fueron los primeros afectados por la penetracin espaola. Al mando del
cacique Viltipoco las distintas parcialidades unidas enfrentaron con todo xito a los primeros
contingentes conquistadores, y destruyeron incluso algunos enclaves estratgicos como la ciudad
de Nieva (1562).
Los choques posteriores comienzan a alternarse con el rgimen de encomiendas y aun con los
traslados forzados, especialmente hacia la actual Bolivia. Hacia all fueron desarraigadas algunas
parcialidades atacamas.
La fundacin de San Salvador de Jujuy en las postrimeras del siglo XVI afianza el poder
espaol en la quebrada de Humahuaca logrando dominar a las comunidades del rea.
Como vimos, la entrada espaola en el Noroeste da como resultado en un corto plazo la
fundacin de importantes pueblos. Incluso, algunos de ellos, como por ejemplo Crdoba del
Calchaqu (1559), ubicada sobre las ruinas de Barco II, es asentada en el territorio de las
parcialidades que estaban bajo el mando del cacique Juan Calchaqu, uno de los jefes de la
insurreccin.
Pero ya en esos primeros tiempos, entre 1561 y 1563, tres ciudades importantes como Londres,
la propia Crdoba del Calchaqu y Caete son destruidas por los diaguitas, coincidiendo con la
ofensiva omaguaca en la quebrada sobre la ciudad de Nieva.
Entre 1574 y 1580 Gonzalo de Abreu intenta unas tres veces sin resultados por la resistencia
indgena fundar un pueblo en el valle de Lerma en la provincia de Salta. En 1582 Hernando de
Lerma lo consigue no sin pasar dificultades.
En este primer momento de la Conquista, los espaoles, a travs de la sucesiva fundacin de
pueblos, van desalojando a las comunidades indgenas de sus territorios, empujndolos hacia
zonas perifricas. Algunos se incorporan al sistema de encomiendas impuesto por el espaol, pero
al principio la mayora resistir desorganizadamente este desalojo paulatino.
Anbal Montes[4] explica que uno de los mtodos ms utilizados por el espaol para el desalojo
de los indgenas era el envo de ganado vacuno y caballar hacia los campos de cultivo diaguitas,
que eran destruidos en una noche. Con esta sencilla maniobra, las comunidades indgenas se
vean privadas de sus cultivos y obligadas a retirarse a nuevas tierras, mientras que las tierras
originales pasaban a propiedad del conquistador.
Esta tcnica, que se fue perfeccionando, lleg a surtir efecto en varias zonas adonde los
indgenas tenan cultivos, campos de caza y excelentes aguadas, y los margin a tierras estriles y
abruptas, inservibles casi para la agricultura.
Esta continua provocacin despert a las culturas indgenas de la regin que lucharon en un
intento por recuperar sus tierras, base de sustentacin del estilo de vida comunitario.
Entre los diaguitas la resistencia organizada se produce tardamente a partir del siglo XVII (ao
1630), es decir casi cien aos despus de la ocupacin espaola, incluso en momentos en que el
mestizaje como proceso cultural comenzaba a tener una fuerte incidencia. El sentimiento de
desarraigo provocado por el nuevo rgimen impuesto en las encomiendas y el intento por
recuperar el pasado original deben de haber sido tambin los detonantes del primer alzamiento
diaguita.
Varias son las caractersticas que van a incidir en la guerra organizada que protagonizaron los
diaguitas, entre ellas el factor combativo y las tcnicas, que los llevaron a luchar entre los cerros, a
resguardo de la temida caballera espaola, eludiendo el combate frontal en los valles.
Los espaoles, por su parte, en el momento del gran alzamiento (1630) se encontraban en
condiciones de sostener un enfrentamiento prolongado ya que contaban con ciudades claves
como Salta, Santiago del Estero, La Rioja y Tucumn, adems de muy buenas caballadas por la
excelente produccin ganadera.
La guerra estall en 1630 a raz de la muerte de un labriego y toda su familia en pleno valle
Calchaqu. Las expediciones que salieron en busca de las parcialidades sublevadas no pudieron
impedir que estas destruyeran todo el mbito del valle que desde ese entonces pas a manos de los
diaguitas al mando del cacique Chalimin.
La supremaca diaguita en la regin continu hasta 1637 cuando Chalimin fue tomado
prisionero y ejecutado. A partir de ese momento, los grupos rebeldes fueron encomendados en su
gran mayora. El resto mantuvo escaramuzas aisladas hasta que fueron definitivamente sometidos
en 1643.
Durante siete aos, los diaguitas dominaron un gran sector del Noroeste, que comprenda
partes de las provincias de Catamarca, Tucumn y Salta, con base en el valle de Hualfn en
Catamarca.
El segundo gran alzamiento diaguita se produjo en 1655 cuando un extrao personaje
espaol, Pedro Bohorquez (o Pedro Chamizo), hacindose llamar Hualpa Inca y asegurando ser
descendiente de los incas, inst a los diaguitas a combatir en pos de la recuperacin del trono de
los antepasados. Paralelamente negoci con los espaoles, a quienes les prometi los tesoros
indgenas.
El impostor tuvo un fin trgico, siendo ejecutado en 1667, pero hasta entonces, los diaguitas
mantuvieron en vilo a los enclaves espaoles hasta que fueron definitivamente sometidos y
muchas comunidades desarraigadas para siempre, como el caso de los quilmes, cuyo traslado
forzado al actual territorio de la provincia de Buenos Aires dio origen a la ciudad homnima.
Esta rebelin es un antecedente de la insurreccin de Tpac Amar[5] en el Cuzco un siglo
despus, que tuvo consecuencias en nuestro territorio.
Las Sierras Centrales fueron tambin escenario de la resistencia. Recin con la fundacin de
Crdoba (1573) las parcialidades de comechingones fueron sometidas al rgimen de encomiendas,
al igual que los sanavirones, que en un primer momento dependieron jurisdiccionalmente de
Santiago del Estero. Pero antes de estos hechos, las Sierras Centrales se haban convertido en una
zona de difcil conquista para el espaol.
Es menester tener en cuenta adems que en las acciones de la resistencia contra el
conquistador ha operado fuertemente la tradicin cultural blica de estas comunidades, es decir la
forma de vida anterior a la conquista, que llevar el espritu guerrero a desarrollar todas sus
posibilidades.
En el caso del Noroeste si bien la guerra tuvo en tiempos prehispnicos un rol preponderante,
no parece haber constituido un factor de tanta incidencia en la vida comunitaria. Entre los
comechingones y sanavirones, en cambio, la guerra fue casi un acto cotidiano impregnado de
contenidos sobrenaturales: las danzas propiciatorias presididas por el chamn; la existencia de
lugares sagrados en donde encontrar el apoyo de los dioses; la proteccin divina de la luz lunar.
Los enfrentamientos se producan por lo general por violacin de territorios.
Anteriormente ya habamos visto la expansin de los sanavirones hacia el hbitat comechingn
en el momento de la llegada de los espaoles.
Se efectivizaban tratados de alianza y la derrota de una aldea tena por consecuencia inmediata
el sometimiento por parte del enemigo victorioso.
La utilizacin del fuego fue de gran importancia, desde las flechas incendiarias hasta las
antorchas, que una vez usadas en la noche para iluminar la marcha, eran arrojadas sobre las
habitaciones de los pueblos enemigos.
Parece ser que los comechingones han contado con fortalezas semejantes a los pucars del
Noroeste.
La estrategia en estas comunidades era particularmente elaborada. En la guerra participaba
toda la comunidad. Los hombres (sinnimo de guerreros) presentaban combate al mando de un
jefe y el mtodo ms usado era el de la sorpresa, por emboscadas, sin que esto impidiera, cuando
las circunstancias lo aconsejaban, la lucha en el campo abierto. Esta tctica de combatir en
escuadrones cerrados y bien organizados fue una de las causas que condujeron a su derrota a
manos de los espaoles (Ibarra Grasso, 1967), ya que facilitaron el accionar de la caballera y la
artillera de los conquistadores, quienes les infligieron tremenda cantidad de bajas.
La guerra, como dijimos antes, era un fenmeno integral comunitario: los guerreros combatan
y el resto de la comunidad (mujeres, nios, ancianos e impedidos) se ocupaba de la provisin del
alimento y del sostenimiento del armamento.
En los enfrentamientos prehispnicos el objetivo de destruir los abastecimientos de la
comunidad enemiga, como modo de imposibilitar el mantenimiento del adversario, cumpla un
papel destacado. La destruccin de cultivos y almacenamientos provocaba para el bando atacante
una victoria segura.
El almacenamiento de los alimentos estaba ligado tambin (adems del sostenimiento de cada
vez mayor cantidad de gente) al hecho de no quedar desprovistos en caso de una guerra
prolongada.
Con este estilo de vida, violento y vigilante, el ritmo comunitario se transformaba. Todos los
actos cotidianos (los cultivos, el pastoreo de animales, la fabricacin de diversos utensilios)
estaban en funcin del objetivo: la victoria sobre el enemigo.
Desde el punto de vista de las instituciones, el cacicazgo alcanz su mxima expresin al igual
que el chamanismo, utilizado para la visin del futuro.
Un papel importante cumpli el aspecto geogrfico, ya que usaron las serranas para defenderse
en las cimas de los ataques espaoles (tctica defensiva) como asimismo los desfiladeros para
atacar a la caballera, encajonndola (tctica ofensiva).
Todas estas formas de hacer la guerra que se desarrollaron en tiempos prehispnicos entre las
culturas de las Sierras Centrales tambin se llevaron a cabo contra el conquistador. Por supuesto
que en poca anterior nunca alcanzaron la dimensin de una guerra total, o sea una contienda de
inmensas proporciones en que cada adversario rene y utiliza todos los medios posibles contra su
oponente (Gadea, 1970), aunque s tomaron esa modalidad cuando llegaron las avanzadas
espaolas.
Esa guerra total, desatada sin concesiones, produjo un rpido deterioro en la masa indgena. En
los enfrentamientos intertribales se usaba el sistema ofensivo-defensivo segn los casos, pero
contra el espaol los comechingones utilizaron la guerra defensiva, ante la presencia evidente de
un enemigo blicamente superior.
Este mismo sentido de la contienda contra el conquistador los llev a un rpido sometimiento
ms all de que en los primeros encuentros los resultados fueron desastrosos para el invasor. Pero
bast que este conociera mnimamente el terreno y pusiera en marcha su maquinaria de guerra
para que esta primera etapa de la resistencia fuera dominada.
Las fundaciones de enclaves estratgicos como Crdoba y Santiago del Estero hicieron el resto.
Los otrora dignos comechingones y sanavirones pasaron a ser reducidos al rgimen de
encomiendas a medida que la rebelin fue decreciendo en intensidad.
El Chaco, territorio de paso hacia el Ro de la Plata para los conquistadores que bajaban desde
el Per, se convirti en un sitio inexpugnable por la presencia de los chiriguanos, ubicados en los
lmites con la Montaa.
Cien aos antes, estas comunidades haban detenido el avance incaico, obligando a los reyes
del Cuzco a desviarse en su ruta expansiva. Ahora, frente a la Conquista, suceda exactamente lo
mismo.
Los chiriguanos haban convertido a todo el territorio comprendido entre Santa Cruz de la
Sierra, en Bolivia, y el Chaco salteo en otro bastin de las culturas originarias.
Guerreros por tradicin, tenan bajo un dominio absoluto a las otras comunidades del rea no
guaranes, a quienes, una vez derrotadas, pasaban a tomar como esclavos.
El espaol intent operar sobre estas mismas poblaciones en contra de los chiriguanos,
transformndose la regin en escenario de violentos combates, aunque en muchas oportunidades
y a travs de increbles intermediarios los indgenas realizaban trueques entregando a sus
esclavos y recibiendo a cambio armamento que en algunos casos y segn las parcialidades lleg a
ser plvora y arcabuces en abundancia.
Este trfico tena por objetivo incentivar por parte de los espaoles el trabajo de las minas de
Potos, con el aporte de los trabajadores esclavos.
Pero esta actitud ambivalente de los conquistadores hacia las comunidades chiriguanas era
circunstancial. El deseo ltimo era vencer a ese ncleo de guerreros que dominaban esa regin
estratgica e imposibilitaban los planes expansivos y una adecuada estabilizacin de la situacin
colonial.
Los chiriguanos no solo hacan la guerra casi diariamente al espaol lo cual ocasionaba
prdidas humanas y materiales en forma constante, sino que adems tenan en su poder
inmensos territorios aptos para el cultivo y ricos en minerales; posean cientos de esclavos que
eran ideales para el trabajo en las minas.
Estas comunidades se haban convertido en un obstculo serio, haban rechazado con gran
violencia a los primeros misioneros jesuitas y franciscanos, eran un flagelo que era necesario
eliminar.
As lo entendi el virrey Francisco de Toledo, quien a partir de 1571 llev a cabo una serie de
operaciones militares encuadradas en un plan de aniquilamiento de chiriguanos.
El plan fracasa definitivamente en 1574, con la victoria indgena, que fue total y en medio de
una desordenada retirada espaola.
Frente a esta realidad se inici un perodo de relativa calma para ambos bandos, que decidi a
los espaoles a fundar varias ciudades como estrategia tendiente a neutralizar a los rebeldes por
medio de un rodeo paulatino y la interrupcin de sus vas naturales de comunicacin.
Mientras tanto, algo semejante suceda con los guaikures del interior del Chaco. Con el arribo
de los conquistadores esta cultura inici un proceso de relativo repliegue, defendindose en el
corazn del agreste paisaje chaqueo aunque manteniendo las posiciones.
Desde un primer momento los espaoles iniciaron expediciones de castigo, que si bien no
fueron profundas, provocaron un desgaste creciente entre las comunidades, como en el caso de
los abipones, que obligados a la celebracin de continuos tratados de paz, poco a poco fueron
arrastrados a un estado de confinamiento cada vez mayor.
Pero a pesar de este hostigamiento el territorio se mantuvo libre.
En realidad la penetracin espaola era raleada y discontinua, porque adems de la resistencia
indgena se careca de un plan para conquistar el Chaco; esto es ocuparlo, mantenerlo y
colonizarlo.
Las expediciones de castigo de los conquistadores que se prolongaron desde 1521 hasta la
desaparicin del dominio espaol en Amrica lograron rodear el bastin indgena a partir de la
fundacin de ciudades que permitieron por un lado un asedio secular y por otro defender los
espacios en vas de colonizacin.
La certeza de los espaoles de no poder ocupar el Chaco los llev probablemente a desplegar
una estrategia de rodeo para dar en el momento oportuno el asalto final que nunca pudieron llevar
a cabo.[6]
En otra parte de la llanura, en la Pampa y en el sur del Litoral y Mesopotamia, las comunidades
indgenas de avanzada por causas naturales de ubicacin, los querandes y guaranes de las islas
respectivamente, rechazaron los primeros desembarcos espaoles y trataron de bloquear los
intentos por remontar el Paran.
Sols, muerto al llegar al Ro de la Plata en 1516, probablemente cay en manos de los
guaranes, quienes retuvieron a uno de los primeros cautivos de que se tenga noticia en la
Conquista: Francisco del Puerto, rescatado por Gaboto diez aos ms tarde.[7]
Estas primeras expediciones hicieron nacer el mito espaol de las Sierras del Plata, originado
entre las comunidades de los ros por sus relatos y corroborado por algunos objetos encontrados.
La codicia alimentada por la fiebre de hallar un paso que comunicara con el Per hizo lo dems.
Una de las ms poderosas expediciones lanzadas por Espaa (se habla de ms de diez naves y
cerca de 2500 hombres) lleg al Ro de la Plata en 1535. Un ao ms tarde se funda Nuestra
Seora de Santa Mara del Buen Aire, que desde un principio es asediada por los querandes,
quienes destruyen los puestos de avanzada que rodean la ciudad forzando su evacuacin total.
La expedicin de Mendoza termina en un fracaso estrepitoso, pero algunas pertenencias
quedan en esta tierra. Se destacan entre ellas alrededor de cien yeguas y caballos que se internan
libres a devorar las praderas. En ellas los esperaban an sin saberlo los guerreros tehuelches,
dispuestos a una transformacin integral de su cultura por la apropiacin y el dominio de sus
nuevos e inesperados aliados.
Durante unos aos ese territorio permanece libre, hasta que Juan de Garay, con la consigna de
reabrir la puerta de la tierra, refunda Buenos Aires en 1580 trayendo para ello a setenta familias
espaolas y mestizas adems del apoyo de familias guaranes de Asuncin. Ante el nuevo intento
de los intrusos, los querandes atacaron una vez ms pero fueron rechazados con grandes
prdidas, entre ellas las del cacique Tabob, lo que gener un gran repliegue hacia el interior de la
provincia.
Hicieron una ltima tentativa en 1583 al tomar conocimiento de la muerte de Garay a manos de
otras parcialidades querandes en el ro Paran, pero tambin fueron rechazados.
La heroica estrella querand se fue apagando. Durante veinte aos sus comunidades raleadas
por los continuos combates se fueron diluyendo entre los grupos tehuelches septentrionales
cuando no se extinguieron lentamente hasta desaparecer.
La ciudad
El reacomodamiento del espacio americano incluy una nueva distribucin de los habitantes,
por la despoblacin y por los continuos desplazamientos de un lugar a otro.[8]
Avanzada la Conquista, los encomenderos alentaron la fundacin de pueblos en lugares
deshabitados, teniendo por objetivo la apropiacin de tierras aledaas a las ocupadas y la
obtencin de mano de obra.
Los religiosos tenan una poltica semejante, aunque la reunin de los indgenas apuntaba en
este caso a su evangelizacin. Se necesitaba que los indios dispersos fueran concentrados en
pueblos; es as como surgieron las misiones y reducciones. El asentamiento y la organizacin eran
una obsesin.
La incipiente colonizacin espaola exhiba un signo marcadamente urbano. Esto no podra
haber sido de otra manera, de lo contrario los puados de conquistadores habran desaparecido
tragados por la vastedad ingobernable de Amrica.
La joven ciudad espaola en el continente fue el nuevo ncleo de concentracin y reunin. Esta
albergaba la intimidad de los conquistadores, era el centro de la activa vida rural de la periferia y,
por sobre todo, era la usina generadora de los planes que luego, puestos en ejecucin, afianzaran
da tras da el proyecto colonizador.
El trabajo impuesto
Producida la consolidacin del asiento urbano, el conquistador comienza a extraer las riquezas
de la tierra, buscando incluso obtener de ella una serie de productos originarios de Espaa como
trigo, vino, aceite, azcar.
El ganado y el azcar encontraron en Amrica condiciones ptimas para su desarrollo. Las
plantaciones de caa por ejemplo se extendieron rpidamente y junto a ellas surgieron las de otros
productos como el cacao.
Estos cultivos intensivos desplazaron a la poblacin indgena que en muchos lugares comenz
a ser reemplazada por mano de obra africana en calidad de esclava.
La propiedad indgena fue as avasallada, inclusive por obra de la multiplicacin descontrolada
de la ganadera en algunas zonas. El ganado menor (cerdos, cabras, ovejas) se incorpor
rpidamente a la economa indgena, pero el crecimiento sorprendente fue el del ganado vacuno y
yeguarizo.
En algunas regiones como la llanura de Pampa, Patagonia y Chaco ese crecimiento provoc la
transformacin cultural de las comunidades indgenas, pero en otras el ganado mayor fue un
flagelo, porque invada los campos de cultivo.
En una segunda etapa los nuevos ocupantes desalojaron a los indgenas de los suelos ms
feraces y los arrinconaron en zonas perifricas, constituyndose as dos formas de vida: la
indgena, arrinconada y en franco proceso de declinacin, y la colonizadora, basada en la
ocupacin y expansin de los territorios.
Pero all adonde pudo, el conquistador incorpor al indgena a las nuevas actividades
productivas. Y este fenmeno constituy para el mundo indio un elemento ms de convulsin.
El conquistador necesitaba de todo. Alimentos y minerales. El ansiado oro y la no menos
anhelada plata. Necesitaba que le cuidaran los ganados. Necesitaba constructores. Necesitaba que
le preservaran los campos de cultivo. Mientras se ocupaba de expandir el esfuerzo colonizador,
necesitaba brazos que trabajaran para l y los encontraba en las comunidades originarias. Sobre
ellas recaer una pesada organizacin, centrada en el tributo y las encomiendas.
Por Real Cdula del 20 de junio de 1500 los indgenas americanos fueron considerados vasallos
libres de la Corona de Castilla y a partir de entonces debieron pagar un tributo en dinero o en
especies de acuerdo con las caractersticas de cada territorio. Deban pagarlo al Rey o bien a los
encomenderos si dependieran de ellos todos los indgenas comprendidos entre los 18 y 50 aos, a
excepcin de algunos caciques y segn los casos, las mujeres. La recaudacin estaba a cargo de los
visitadores, que efectuaban viajes peridicos a los pueblos y encomiendas.
La encomienda es quizs el sistema organizativo que ms rpidamente produjo resultados para
los conquistadores. Esta institucin, de origen castellano, adquiri en Amrica caractersticas
propias y un notable desarrollo.
Consista en la reunin de un conjunto de familias y aun parcialidades con sus caciques
incluidos, que pasaban a depender del ahora funcionario encomendero (antes conquistador),
que estaba obligado a la proteccin y la evangelizacina cargo del misionero de los indgenas.
Adems, quedaba comprometido con su Rey para servir como soldado cuando este as lo
requiriese. Al vencer el plazo del contrato (cuando no era de por vida), la comunidad
encomendada pasaba a manos de la Corona. Por su parte, el encomendero tena el derecho a
disfrutar de los servicios personales de los indgenas.
Nos dice Juan Agustn Garca que el rgimen de las encomiendas importaba la restauracin del
feudalismo y del antiguo siervo de la gleba con el nuevo nombre de cin [] el encomendero se
crea un seor feudal.[9]
El trmino cin hace referencia a otra organizacin peculiar, variante de la encomienda, que fue
la mita. Esta institucin fue probablemente una adecuacin hispnica del sistema incaico de
trabajar por turnos en las minas; pero lo que entre las culturas originarias tena un sentido de
trabajo comunitario, en los primeros tiempos de la Conquista y colonizacin pas a ser un
mecanismo de sujecin individual, a travs de prolongados y agotadores perodos en las minas o
campos de cultivo que provocaba muertes masivas y prematuras.
Finalmente el yanaconazgo es un rgimen an ms extremo, aplicado por lo general a
indgenas aislados, dispersos, sin jefatura, que pasaban a dominio del encomendero casien calidad
de esclavos, al cual le deban absoluta obediencia. All, el denigrante servicio personal alcanzaba
su mxima expresin.
Justo es consignar que todas estas variantes del trabajo impuesto desplegadas en todo el
continente fueron objeto, durante la misma poca, de constantes polmicas cuando no de
cuestionamientos expresos, pero a pesar de ellos subsistieron como pilares de la reorganizacin
forzada del indgena.[10]
Nuestro actual territorio y sus comunidades originarias fueron incorporados a este vasto plan
que contribuy a consolidar el asentamiento hispnico en las regiones ocupadas.
En la Montaa, el rgimen fue aplicado especialmente entre lules, tonocots, comechingones,
sanavirones y huarpes; en menor medida entre omaguacas y atacamas y casi no existi entre los
diaguitas. Los lules, que se hallaban en proceso de expansin, fueron tomados a mitad de camino
y rpidamente encomendados por vecinos de Salta y Tucumn, aunque algunas parcialidades
lograron fugar hacia el interior del Chaco.
Los tonocots recibieron pacficamente al conquistador y las encomiendas proliferaron, con el
agregado de comunidades provenientes de otras regiones.
Comechingones y sanavirones, despus de la resistencia, fueron encomendados juntos en
muchos casos, sumndose a esas nuevas comunidades algunas parcialidades huarpes y grupos
aislados de diaguitas, trasladados desde sus lugares de origen hacia los alrededores de Santiago del
Estero y Crdoba, centros de aglutinamiento.
Los huarpes sufrieron un proceso particular porque fueron encomendados en las ciudades
cuyanas que ellos mismos haban ayudado a consolidar. Desde antes de la penetracin hispnica
en el territorio, grupos importantes servan como cins a los conquistadores en Santiago de Chile,
despus de realizar penosas travesas por la cordillera de los Andes. Esos pasajes generalmente
terminaban con la radicacin definitiva en el actual pas trasandino, y el despoblamiento de los
espacios originarios.
Finalizada la lucha contra el conquistador, grupos de omaguacas comenzaron a ser
encomendados alrededor de Jujuy, ciudad que pacific la quebrada y tambin de Charcas,
poblacin del sur de Bolivia, hacia donde marcharon los pocos atacamas que fueron arrancados de
su Puna natal.
En cuanto a los diaguitas, la frrea resistencia emprendida contra los espaoles imposibilit su
reunin forzada. Solo algunas parcialidades fueron encomendadas, luego de ser derrotadas
militarmente y trasladadas a otros territorios como nica solucin posible ante tanta oposicin.
[11]
En el Litoral y Mesopotamia, el rgimen de encomiendas tuvo incidencia entre los chan-
timb. Algunas parcialidades fueron reunidas alrededor de Buenos Aires despus de su segunda
fundacin en 1580, y otras de Santa Fe.
En cuanto a las otras culturas de la regin, tuvieron procesos divergentes y ninguna de ellas fue
sometida a encomiendas: los guaranes, como ya veremos, conformaron una organizacin
peculiar a partir de la evangelizacin jesuita; los charras y los caingang, por su parte, migraron
hacia el interior de sus tierras, alejndose de los conquistadores y ponindose fuera de su radio de
accin.
La Llanura permaneci como territorio libre, registrndose algunas excepciones entre grupos
dispersos de tehuelches septentrionales, guaikures y matacos, aunque en un nmero nfimo.
Finalmente, las culturas del Extremo Sur, aisladas de toda posibilidad de conquista, tambin
continuaron libres.
Los siglos XVI y XVII constituyen la poca de oro del trabajo impuesto al indgena; el sector
de las comunidades originarias, todava en posesin de una relativa identidad, poco a poco
ingresar en el espiral de la disolucin de la nueva poblacin mestiza en gestacin.
Paulatinamente, por la transformacin de la realidad colonial (la creacin del virreinato; la
esclavitud africana como nueva mano de obra; la renovacin de las actividades productivas; la
desaparicin y/o disolucin progresiva de la masa indgena encomendada; la imposibilidad de
incorporar los territorios libres), el nmero de indgenas sometidos al rgimen de trabajo
impuesto fue disminuyendo en forma notable.
Es muy difcil estimar la cantidad de indgenas encomendados en las distintas etapas,
fundamentalmente porque las fuentes espaolas (las crnicas) son muy poco rigurosas en la
informacin.
Pero a modo de ejemplo, y para ofrecer la media calculada en el siglo XVII, transcribo en el
cuadro 9 el empadronamiento de 1673 efectuado en las Gobernaciones de Buenos Aires y
Tucumn, de acuerdo con la informacin consignada por distintos autores.[12]
CUADRO 9. RGIMEN DE
ENCOMIENDAS.EMPADRONAMIENTODE 1673
Santa Fe 14 95
Corrientes 41 438
Crdoba 16 430
La Rioja 51 1.390
Jujuy 9 1.515
Salta 20 1.984
Creo que una de las ms funestas consecuencias del trabajo impuesto fue la conmocin sufrida
en el mundo indgena a causa de un hecho clave: la prdida de la tierra.
La tierra no es para el indio solo una posibilidad de subsistencia o el hogar, sino su apoyo
existencial. La posesin de la tierra posibilita el trabajo colectivo de la comunidad; el
afianzamiento de los lazos de solidaridad; la continuidad y el crecimiento de los ncleos
familiares; la eleccin de los sitios sagrados y festivos; la definicin del mundo.
El indgena necesita la tierra porque sin ella pierde su identidad social y tnica (Shavenhagen,
1969), pero la necesita porque desde ella establece su relacin con el resto del mundo.
Las distintas variantes del trabajo impuesto trastocaron este delicado equilibrio entre las
comunidades originarias y sus territorios, provocndoles no solo un desarraigo fsico (cuando se
llevaban a cabo las desnaturalizaciones o traslados masivos o simplemente el desalojo por la
presin expansiva de la Conquista), sino espiritual, haciendo desaparecer el ethos tradicional con
su inmediata consecuencia: la desintegracin comunitaria. [13]
La evangelizacin
La famosa imagen que ha permanecido de que en Amrica junto con la espada ingres la cruz
es rigurosamente cierta.
Los conquistadores de tierras tenan en los conquistadores de almas a sus ms francos aliados,
aunque en muchas ocasiones se produjeron serias contradicciones entre ambos grupos.
Muchas veces los propios misioneros denunciaron la violencia espaola[14] y en otros casos los
conquistadores se convirtieron en sacerdotes, como Mancio Sierra de Leguisamo, que en su
testamento de 1582 formula un fuerte alegato de recuperacin de la sociedad incaica.
Asimismo, el rol desempeado por algunas rdenes como los jesuitas lleg a significar un poder
paralelo en el seno de la Conquista, que a travs de la constante fundacin de pueblos indgenas,
organiz en forma autnoma a vastos sectores de la poblacin original.
Sin embargo, aun este caso extremo constituye un aderezo particular de una situacin de
unidad subyacente: la poltica de Espaa se apoy en la fusin de lo religioso y lo social, en una
sociedad donde las vinculaciones con lo sagrado estaban profundamente arraigadas en todo el
pueblo.
Los Reyes Catlicos, no en vano as llamados, impulsaron una poltica en la cual ambos
poderes, la Corona y la Iglesia, marcharon juntos a una misma empresa, ms all de las diferencias
propias de su especificidad organizativa.
Junto con el poderoso andamiaje conquistador llega a Amrica la compleja administracin
eclesistica, decidida a realizar una masiva tarea de evangelizacin de los naturales de estas
tierras.
Los religiosos haban adoptado una poltica semejante a la del poblamiento espaol: la
necesidad de reunir a los indgenas dispersos en pueblos. Fue as como surgieron las misiones.
A medida que el asentamiento de la ciudad se afianzaba, se iban instalando el convento, el
curato, el obispado.
En el actual territorio argentino el ingreso de la Iglesia Catlica es simultneo con el de los
conquistadores y ya en 1570 se crea la dicesis de Tucumn con sede en Santiago del Estero.
La creacin de los Obispados se sucede rpidamente: el de La Plata, en Bolivia, (1552), el de
Crdoba (1570) y el de Buenos Aires (1582).
En la Montaa, epicentro de la ms enconada resistencia, la penetracin evangelizadora de los
franciscanos se hace notar de inmediato fundamentalmente entre las comunidades ms pacficas
como los tonocots y los lules y entre aquellas que luego de los primeros enfrentamientos cayeron
sometidas al nuevo rgimen (las parcialidades ocloyas de los omaguacas por ejemplo, que dicho
sea de paso fueron motivo de disputa jurisdiccional con los jesuitas) o las mismas parcialidades
diaguitas.
Estas nuevas formas comunitarias presentan inicialmente dos caractersticas principales:
primero, comienzan a diluir a la cultura indgena acelerando el impacto de la nueva forma de vida
colonial, fortaleciendo los sentimientos de mansedumbre, respecto a la nueva religin y
obediencia generalizada; segundo, deben desarrollarse en medio de una doble presion: la ejercida
por los propios espafioles encomenderos que ven desaparecer su mano de obra y la ejercida por los
indfgenas no sometidos que asedian continuamente los enclaves misioneros, tal el caso de las
doctrinas [15] asentadas en ellimite con el Chaco, desde donde chiriguanos y guaikunies
emprendfan sus ataques.
Las fuentes trasmiten el terror provocado por estas incursiones. Despues de los ataques
Cichiriguanos?) de 1647 sobre las misiones ocloyas se escribi6: Hi cieron grandes atrocidades,
mataron setenta y dos personas, les quemaron sus viviendas; llevaron cautivos sus hijos e hijas,
profanaron las iglesias, saquearon y robaron los ornamentos sagrados, ganados y caballadas....
[16]
Lo que es real es que el Chaco fue territorio hostil tambin para la evangelizacin, lo cual
tampoco contribua a la Conquista.
Los jesuitas penetraron a partir de 1639 y su tarea fue completada por los franciscanos. Entre
ambas rdenes consiguieron acercarse a los abipones, no as a los tobas y mocoves, que aliados
lucharon desde entonces contra las reducciones. Estas nunca fueron poblaciones demasiado
estables en el rea, en la medida en que all el dominio sobre el indgena no fue definitivo.
La cultura chiriguana tambin resisti a la evangelizacin en la primera etapa (siglo XVII), que
estaba en manos de los jesuitas. Con la posterior llegada de los franciscanos la oposicin no
cambi; sin embargo, aun sin aceptar la reorganizacin comunitaria en misiones, propiciaron
relaciones amistosas, que paulatinamente se convirtieron en un proceso de acomodacin a los
intereses religiosos, en la medida en que decreca la energa para continuar la resistencia y
comenzaba a manifestarse el marginamiento y el hambre.
El resto de la Llanura, Pampa y Patagonia se convertira en territorio de la evangelizacin ms
tarde, cuando la resistencia indgena se quiebra en forma definitiva en el siglo XIX.
Pero donde la nueva religin junto con las comunidades originarias creara una situacin
cultural realmente singular sera en el Litoral y la Mesopotamia. Muy cerca de all, desde haca
algunos aos, la fusin de la sangre de los conquistadores con la de las mujeres guaranes estaba
produciendo una mestizacin que llevara a la conformacin de un nuevo pueblo. Asuncin
contribua as a preparar las condiciones para una experiencia nica en su gnero, aunque con
caractersticas diferentes a la realidad originada por la llegada de las misiones jesuticas a la regin.
Para Darcy Ribeiro, las misiones, muchas de las cuales llegaron a un grado de desarrollo
sorprendente, no solo compusieron los primeros ncleos econmicamente poderosos de la
regin, sino que fueron matrices de una formacin sociocultural nueva la misionera que
habra dado otra fisonoma a los pueblos rioplatenses si no hubiese sido diezmada y dispersa
cuando estaba en pleno florecimiento.[17] No s muy bien siel porvenir de esta configuracin
cultural hubiera sido el sealado por este autor, pero estoy seguro de que la expulsin de los
jesuitas en 1767-68 interrumpi un proceso singular en el cual las comunidades guaranes tenan
mucho que ver.
Cmo lograron los misioneros en general y los jesuitas en particular aproximarse a las culturas
indgenas? Cmo pudieron establecer un vnculo ms o menos estable y proceder a la fundacin
de pueblos reorganizando la vida de las comunidades?
Es probable que estos hombres, que sufrieron sus grandes prdidas en esos intentos, hayan
logrado operar con xito a partir de sus contactos con los caciques y del aprendizaje simultneo de
la lengua aborigen: la persuasin dirigida a los jefes, que posteriormente se irradiaba a toda la
comunidad, sumada a la fluida comunicacin a travs de la palabra, fueron factores que
posibilitaron el principio de la integracin.
Ante la perspectiva de un cerco que se estrechaba da a da (los conquistadores por un lado y los
enfrentamientos con otras comunidades por el otro), los indgenas fueron tomando la decisin de
incorporarse a un nuevo tipo de vida que al menos les garantizaba una relativa autonoma y una
esperanza nunca desechada: la recuperacin de una libertad plena.
Los pueblos guaran-jesuticos estaban ubicados en el centro de enormes extensiones de tierra
cultivada, que era de dos tipos: el cin (tupa: Dios; mbae: cosa perteneciente, posesin,
propiedad) era la hacienda de Dios, la hacienda de los pobres. Era la tierra comunitaria cultivada
por todos y de cuyos productos todos disfrutaban. Pero fundamentalmente, esa produccin estaba
destinada al mantenimiento de los incapacitados, de los desvalidos en general (viudas, hurfanos,
enfermos), de los otros pueblos que estuvieran en alguna situacin de emergencia y aun de
aquellos integrantes de la propia comunidad que por distintas razones no tuvieran reservas de
alimentos. La produccin del cin centralizada en maz, mandioca, legumbres y algodn tambin
sostena a los padres.
Los rebaos de ganado vacuno (e incluso un poco de lanar que exista) y la yerba mate
pertenecan a esta tierra. La otra tierra era el abambae (aba: hombre, indio; mbae: cosa
perteneciente, posesin, propiedad) y consista en la parcela reservada a cada indgena y su
familia, para su usufructo particular.
Pero la verdaderamente importante, la que daba sentido a la organizacin comunitaria y que en
cierto modo respetaba la tradicin original era la primera, la tupambae.[18]
Una caracterstica de suma importancia en esta configuracin cultural fue la exclusin de los
espaoles en el gobierno de los pueblos, gobierno que estaba en manos de los propios indgenas,
practicndose, bajo la supervisin de los padres, una organizacin basada en la institucin del
Cabildo, que en forma efectiva era casi una rplica de la administracin colonial.
Este hecho se vinculaba adems con la ausencia del servicio personal de los indgenas, lo cual
fue siempre motivo de provocaciones cuando no de ataques directos por parte de los espaoles
que no se resignaban a perder sus posiciones de poder.
Estas peculiaridades le daban a las misiones y sus comunidades una autonoma poltica
evidente respecto de la Corona y de los mismos conquistadores, autonoma que se vio fortalecida
por una progresiva autosuficiencia[19] y la constitucin de fuerzas propias.
Y aqu se produce un doble movimiento: la Corona espaola utiliza la organizacin indgena de
esta regin para contener al imperio portugus en expansin, consolidando sus fronteras; los
guaranes, por su parte, acrecientan su poder al armarse en procura de su defensa integral.
A partir desde 1620, los Pases Bajos pasan a dominar parte de la costa sudamericana y
bloquean la importacin portuguesa de esclavos desde el frica al Brasil.
Los bandeirantes, avanzadas de los otros conquistadores del continente, dirigen entonces sus
miradas hacia el interior y descubren a las comunidades guaranes. vidos de hombres para
esclavizar, las invaden, las saquean y obtienen rpidamente algunas victorias, robando la preciada
mercanca que buscan. Pero la mercanca no era tal.
Desde 1641 comienza la contraofensiva guaran con la victoria en el ro Mbor y a partir de
entonces crece el poder militar de estas comunidades, que son adiestradas por los propios
espaoles.
Los indgenas escalan en la jerarqua y llegan a cabos, sargentos y capitanes; obtienen
municin, mosquetes y arcabuces; cada vez son ms y estn mejor organizados. Despus de la
ltima invasin paulista en 1676 no hay lmite para la cantidad de armas de fuego en poder de los
guaranes que continan prestando servicios al rey espaol.
En 1680 la Colonia de Sacramento, flamante base portuguesa sobre el Ro de la Plata en el
actual territorio uruguayo, es tomada por asalto por tres mil guaranes de las misiones, que
vuelven a sitiarla en 1704-1705 y en 1735-1736.
Participan en docenas de expediciones de vigilancia, recorren las fronteras cuidando las
posesiones de la Corona y buscan perpetuar el espritu comunitario original, oscurecido por una
nueva vida.[20]
La cultura guaran en esta rea vivi en el cuidado de la tierra y la lucha renovada en medio de
una organizacin militar indita; vivi en la paz y la guerra; en una lluvia de nuevos oficios
(herreros, tejedores, pintores, estatuarios, plateros, torneros, hasta fabricantes de instrumentos) y
la prctica no olvidada de la recoleccin, la caza y las viejas plantaciones de mandioca; en la
convivencia con los padres y el dilogo interior consigo misma; en la conversin en masa al
cristianismo y el mantenimiento oculto de su cosmovisin.
La cultura guaran en esta rea vio y sinti cmo sus mujeres eran tomadas por el espaol all,
en el centro del paraso de Mahoma y engendraban hijos nuevos, tan extraos como el extrao
que un da haba desembarcado, pero igualmente poblador como su padre, mientras el indgena,
en las casas de la misin, protega su reducto familiar.
La cultura guaran en esta rea luch por mantenerse fiel a s misma en un mundo en
convulsin que cada da le deparaba algo nuevo, incluso la muerte que sobrevena furtiva ante las
epidemias que no cesaban.[21]
Por encima de los cambios introducidos y la desculturizacin progresiva, las misiones
contribuyeron en cierto sentido a preservar esa identidad. Pero, a fines del siglo XVIII, una vez
ms, la historia cambiara bruscamente de direccin.
Pero el alegato de los caciques que por otra parte deja al desnudo las contradicciones de la
poltica espaola, o en todo caso las presiones a las que se vea sometida no hace cambiar de
parecer a las autoridades.
La guerra se desencadena y los siete pueblos son escenario de una paulatina decadencia,
producto de la violencia. La emigracin de los guaranes se produce poco a poco, y los fugitivos van
a engrosar el caudal humano de otros pueblos ubicados en los actuales territorios argentino y
uruguayo.
Aos ms tarde, en 1759, Carlos III, nuevo monarca, declara nulo el tratado. Un decreto real
convoca a los guaranes expulsados a regresar a sus hogares, pero ya el desastre estaba
consumado.
Consternados, hallaron sin ganados sus estancias, sus campos de cultivos cubiertos por
las espinas y sus casas asoladas por las sabandijas o completamente descuidadas por las
tropas de la guarnicin espaola y o por donde quiera habitada por serpientes.[27]
En realidad los portugueses nunca llegaron a tomar posesin de los pueblos (probablemente
decepcionados de que las tierras no tuvieran la potencialidad econmica que buscaban), lo que
hizo an ms grave la expulsin de los guaranes, quienes se vieron as tironeados de un lado a
otro por los intereses de las potencias europeas que repartan hombres y culturas sin reparo
alguno.
Se haba iniciado un camino sin retorno en la disolucin de la configuracin cultural guaran-
jesutica. En 1767-68, cuando la Orden es expulsada de Amrica la declinacin se acelera.
Los jesuitas fueron reemplazados por sacerdotes de distintas rdenes, la mayora
desconocedores absolutos de la cultura y la lengua guaran y en muchos casos opositores al estilo
de vida impuesto en las misiones.
Paralelamente, el gobernador Bucarelli, por ordenanza del 1 de junio de 1770, designa a un
grupo de administradores responsables de la subsistencia, adelantamiento, comercio, y
administracin de los frutos.
La poblacin indgena decreci en forma notable, producto de los masivos exilios voluntarios
de los guaranes que partan en busca de un nuevo arraigo que les restituyera en parte todo lo
perdido. Hacia 1776 los pocos pueblos que se mantenan estaban con escassimos recursos o en
estado calamitoso. El administrador general de aquella poca no oculta su desazn: En poco
tiempo, abandonada la industria y agricultura, consumieron lo que con desvelo adelantaron sus
antecesores, destruyeron las estancias de ganado, se aniquilaron los yerbales de cultivo.[28]
A principios del siglo XIX, el magnfico desarrollo cultural guaran era solo un buen recuerdo.
Es que al igual que los incas, los espaoles no pudieron penetrar en principio ms all del ro
Maule, desatando una guerra sin cuartel que durara tres siglos.
Las consecuencias de la invasin espaola se hicieron sentir en el seno de la cultura araucana a
travs de una organizacin social ms rgida, jefaturas ms poderosas y un arte de la guerra ms
perfeccionado.
El territorio estaba dividido en cuatro distritos o regiones llamados mapu, lo que hizo pensar a
los espaoles en la existencia de un Estado incipiente.
Las armas tradicionales eran arcos y flechas, lanzas y temibles mazas de madera pesada con
trozos de piedra afilados e incrustados en uno de los extremos. Contra los espaoles incorporaron
armaduras, yelmos y escudos de cuero. Las aldeas se fortificaron mediante la construccin de
fosos y empalizadas.
En 1550 Valdivia instal el fuerte La Concepcin a orillas del ro Bo Bo quedando el centro de
Chile en manos de los espaoles. Gran parte de picunches y huilliches fueron sometidos mediante
el reclutamiento como cins en los lavaderos de oro y como criados domsticos. Los mapuches
mantuvieron encendida la llama de la resistencia, logrando entre sus triunfos la muerte del propio
jefe invasor.
Pero la situacin era de tensin constante. El territorio haba sido ocupado y mancillado por un
conquistador que ya no se ira. La resistencia mantiene dignos a los mapuches que luchan por su
libertad. Pero el desgaste y la perspectiva de una guerra eterna hacen que algunos de ellos
busquen un nuevo hogar.
Hacia el oeste era imposible porque el ocano era infinito; hacia el este las enormes montaas
nevadas parecan infranqueables. Sin embargo saban por tradicin que algunos de los hermanos
las haban traspuesto, descendiendo hacia un lugar encantador de pinares, nieves y lagos. Y ms
all la llanura, tambin infinita como el mar, con la diferencia de que en ella se podra vivir
libremente.
En la zona de Chubut, los tehuelches haban resistido, pero son derrotados definitivamente en
las batallas de Tellien, Languieo y Pietrochofel. La consecuencia de estas derrotas es el comienzo
de la dilucin de la cultura, acelerada por la mestizacin, fruto de la unin entre vencedores
araucanos y cautivas tehuelches.
Ms al sur, en Santa Cruz, el contacto con los araucanos es pacfico, aunque el mestizaje da
como resultante el predominio de los intrusos, que en el norte se ve favorecido por el desequilibrio
demogrfico producto de los enfrentamientos.
Este conjunto de fenmenos por el cual la cultura araucana penetra primero lentamente y
luego en forma decidida y masiva en territorio tehuelche produciendo la absorcin cultural
paulatina de estos y la consiguiente supremaca propia es lo que ha sido descripto como la
araucanizacin de la Pampa.
Esta dinmica singular de cambio cultural que se suma en la regin de la Llanura a la presencia
del complejo ecuestre culminar en pleno siglo XIX hacia 1830, con la llegada del gran toqui
Callvucur (Piedra Azul), que sellar la hegemona definitiva de los araucanos.
Lo que haba comenzado con la recepcin ms o menos amistosa de nuevos contingentes que
venan bajando de las montaas se transform de improviso en el avance incontenible de una
cultura decidida a ocupar la llanura, tomar las mujeres y hacerse cargo de la vida de la regin.
Entre espaoles y araucanos, los tehuelches intentaron la preservacin cultural. Pero poco a
poco fueron cediendo, imposibilitados de sostener tanta presin. De todas maneras, su presencia
como cultura fue muy fuerte hasta el ltimo momento y aun despus.
En este sentido creo que es menester consignar que aunque los araucanos por otra parte
siempre en su vertiente mapuche, que fue la que ingres a nuestro territorio fueron absorbiendo
a los tehuelches hasta hacerlos prcticamente desaparecer hasta fines del siglo XIX, el proceso
tuvo una caracterstica digna de mencin.
En efecto, llegados a nuestro territorio, los araucanos mantuvieron muchas de sus costumbres
principales (la platera, los tejidos, los rituales), pero reemplazaron su original patrn agricultor y
pastor por el de cazador, que era tehuelche. Este ltimo hecho me parece lo suficientemente
importante como para reflexionar acerca de la tan mentada araucanizacin.
Pero esos intentos, an con xitos parciales, quedan en intentos. La Llanura, dominio de las
culturas tehuelche y araucana (siempre en aumento), devora como una cinaga a los
colonizadores que quieren a toda costa ocuparla. Empero consiguen algo: ir fortaleciendo la
frontera que divide y que cada da necesitan extender un poco ms all.
En la poca de la fundacin del Virreinato, haban logrado algn avance, aunque apenas
perceptible (mapa 15).
Esta estructura organizativa figura en el papel. En la prctica toda la llanura contina como
territorio libre en poder de las culturas originarias (mapa 16). Hacia all comienza a dirigirse la
preocupacin de los sucesivos virreyes. Una vez ms, el problema es la frontera.
Sucede que Pedro de Cevallos, primera cabeza del flamante Virreinato, dispone el libre
comercio entre las distintas jurisdicciones, rgimen que se extiende a las relaciones entre ellas y
Espaa. Buenos Aires, Montevideo y Maldonado son reconocidos como puertos de comercio libre.
El trnsito comercial, cada vez ms creciente, necesita vas de comunicacin libres de
problemas. Los indios eran los problemas. Haba que hacer algo. O negociar, o empujarlos, o
eliminarlos, pero algo y pronto.
Entre otras cosas, se trata de dejar expedito el camino hacia las Salinas Grandes, fuente de
abastecimiento de la sal, preciado producto para todos, incluso para los indgenas, que no por nada
se instalaban ya en sus inmediaciones. Con los virreyes empieza lo que podramos denominar la
planificacin de la guerra contra el indgena.
Pedro de Cevallos, virrey provisional que desempe su cargo entre 1776 y 1777, registra entre
sus principales acciones la elaboracin de un plan al que calific como entrada general y que dej
en Buenos Aires para consideracin de su sucesor.
El virrey pregona una expedicin masiva contra las aldeas indgenas, entendiendo que es
impostergable que Espaa tome la ofensiva. Prev para ello la movilizacin de vecinos de Buenos
Aires, Mendoza, San Luis y aun de Chile, los que a su vez constituiran distintos cuerpos de ataque
a los enclaves indgenas con rutas preestablecidas:
Yo medito que se haga una entrada general en la vasta extensin a donde se retiran y
tienen su madriguera estos brbaros, favorecidos en la gran distancia y de la ligereza y
abundante provisin de caballos de que estn provistos.[33]
La ansiedad por terminar con el hostigamiento de los indgenas a los poblados y a las caravanas
de carretas hizo pensar a Cevallos en una estrategia de aniquilamiento como nica posibilidad de
finalizar con las dificultades, al igual que su colega Toledo con los chiriguanos:
Es muy fcil componer un cuerpo de diez o doce mil hombres, capaces de arruinar a esa
canalla de indios despreciables, y abominados an de los propios de su especie que
pueblan las serranas.[34]
El plan Cevallos qued en eso: en plan. Muy pronto se mostr como impracticable por muchas
razones: porque era imposible movilizar la fuerza prevista por el virrey; porque era ilusorio pensar
en una concentracin de recursos de tal magnitud como requerira una expedicin de esa
naturaleza; porque esa entrada general provocara una consecuencia no deseada (la
desproteccin de los centros poblados y de la misma frontera); porque finalmente, el profundo
desconocimiento por parte de los espaoles del territorio indgena hundira al miniejrcito en
una trampa mortal.
El mismo Vrtiz, sucesor de Cevallos, que en un principio haba visto el plan con buenos ojos,
lo puso a consideracin de una comisin de oficiales, que lo rechaz demostrando que eran ellos,
que vivan en la frontera, los que mejor conocan las ventajas de los indgenas y las limitaciones
propias, lo cual en definitiva llevara al fracaso el plan propuesto:
los indios forman unos cuerpos errantes sin poblacin ni habitacin determinada. []
Se alimentan de yeguas y otros animales distintos de los que usamos nosotros; que no
necesitan fuego para comer, ni otras provisiones para sus marchas; que residen en sierras
y parajes incultos; que transitan por caminos pantanosos, estriles y ridos; que su
robustez, criada a las inclemencias, resiste hasta el punto que nosotros no podemos
principiar [] tenemos por imposible el levantar de diez a doce mil hombres [] sin que
se dejen las artes y la agricultura expuestas a mayor miseria que el beneficio que resultase
de su exaccin []
dado el imposible caso que caminos, aguadas, hombres inteligentes y cuanto fuese
favorable estuviese de nuestra parte [] passemos adelante hasta alcanzar nuestro
esfuerzo, y por dicha o casualidad sorprendisemos alguna partida de indios, ningn fruto
producira esta ejecucin, porque ellos, como errantes, sin trenes ni bagajes racionales
que transportar con uno o dos que se salven de este insulto sera bastante a propagar la
noticia a las dems naciones y retirndose a lo ms inculto de sus serranas, dejaran
burladas nuestras esperanzas, sin el consuelo de poderlos solicitar por falta de
conocimiento de sus extraos territorios y otros parajes, por donde tenemos noticias,
caminan divididos en pequeos trozos, con la incomodidad de cargar el agua para ellos y
sus animales, hacindose imposible a nosotros emprender su seguimiento e
introducirnos con un cuerpo tan crecido de tropas y bagajes en donde [] pudiera
ocasionar la ruina de nuestro ejrcito.[35]
El virrey Vrtiz, que ocup su cargo desde 1777 a 1784, hizo caso a sus oficiales y desech
definitivamente el plan Cevallos. Opt por una solucin ms realista y viable: el fortalecimiento
progresivo de la frontera.
1. Chascoms
2. Ranchos
3. Lobos
4. Navarro
5. Lujn
6. Areco
7. Salto
8. Rojas
9. Mercedes
10. Pergamino
11. Melincu
12. Esquina
En 1781, las fronteras de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe estaban custodiadas por una
docena de fortines (Chascoms, Ranchos, Lobos, Navarro, Lujn, Areco, Salto, Rojas, Pergamino,
Melincu y Esquina) (mapa 17), con tropas debidamente reforzadas y conducidas por un
comandante de frontera; se les fij un Reglamento que estableca adems de la disciplina interna,
la poltica general hacia los indgenas, lo cual no solo prevea que hacer con ellos (y sin aguardar
mi determinacin los seguir hasta escarmentarlos tratndoles como a enemigos implacables, y
rebeldes), sino cmo repartir el botn que se obtuviera de las distintas acciones emprendidas.
La estrategia de Vrtiz tambin incluye la fundacin de pueblos, y se promueve as el embrin
de una poltica de frontera. Y a pesar de que en sus instrucciones hacia los soldados est presente
la guerra al indgena, procura, cuando se dan las condiciones, la negociacin pacfica con ellos,
emulando el estilo del gobernador Bucarelli.
En 1782 firma un tratado de paz con los grupos tehuelches asentados entre las sierras de la
Ventana y las de Tandil, capitaneados por Lorenzo Calpilsqui, quienes a partir de entonces podrn
potrear en las campaas inmediatas sin que se les incomode ni haga perjuicios por las partidas
exploradoras, y guardias de la frontera; a cambio de ello los tehuelches se obligaban a darnos
avisos anticipados siempre que los indios Rancacheles con quienes estamos en Guerra, intenten
atacar nuestras fronteras y se comprometern desde ahora a auxiliarnos recprocamente p.a.
hazerles la guerra a esta nacin, atento a que siendo contrarios de ambos partidos, sean castigados
con ms facilidad por n. ras superiores fuerzas, o reducidos a una paz general.[36]
Pero los rancacheles (ranqueles), grupos tehuelches septentrionales en proceso de
araucanizacin, no eran los nicos enemigos. Haba un cacique que le quitaba el sueo a Vrtiz.
Se llamaba Yampilco, ms conocido como Negro, que desde sus toldos ubicados en las costas del
arroyo del Sauce, entre los ros Colorado y Negro, lanzaba peridicos malones. Uno de ellos, en
1781, provoc un Consejo de Guerra para el comandante de frontera, Juan Jos Sardn.
Durante la gestin de Vrtiz se llevan a cabo algunos intentos de penetracin de la Patagonia
como las expediciones de Viedma y de la Piedra (1779), que fundan las poblaciones de Carmen de
Patagones, Viedma, San Julin y las llevadas a cabo por Villarino entre 1781 y 1783, quien recorri
los ros Colorado, Negro, Limay y Colln Cur. Villarino solo hizo reconocimientos, pero algunos
de ellos aportaron datos significativos, centrados en que la zona era el trnsito de ganado robado
por tehuelches y araucanos hacia las aldeas de Patagonia y Chile, comunidades que por otra parte
no disimularon su hostilidad al explorador.
El virrey Loreto, que se desempe entre 1784 y 1789, intent mantener un statu quo con las
comunidades indgenas, que se concret en un perodo de relativa calma salvo incidentes aislados.
Durante la gestin del virrey Melo (1795-1797) se reactiva la lucha por la frontera, congelada
tambin en el gobierno anterior (virrey Arredondo, 1789-1794) al menos como idea vigente.
Es as como en 1796, el virrey Melo encomienda al capitn Flix de Azara el reconocimiento
integral de la frontera. Como resultado de ello, Azara propone continuar la tarea de consolidacin
a travs de la fundacin de ciudades y fortines, as como tambin la conquista de Choele Choel,
centro neurlgico del movimiento indgena.
Pero ninguno de esos proyectos se concretara. A duras penas se pudo mantener la frontera a
travs de arduos tratados con las parcialidades amigas y desgastadores enfrentamientos con el
grueso de las bandas tehuelches y araucanas.
Hacia fines del siglo, el Virreinato luchaba en varios frentes a la vez: los indgenas, la amenaza
de potencias extranjeras y la estructura econmica en crisis; en sntesis, un cmulo de problemas
que favorecan la libertad de muchos grupos indios que desplegaban su ofensiva en los lmites de
Buenos Aires y su rea de influencia.
La lnea centro-oeste
El sur de Santa Fe, Crdoba, San Luis y Mendoza, borde norte de las avanzadas tehuelches,
araucanas y pehuenches, vive por aquellos aos una agitacin permanente. La lucha por la
frontera es all un juego interminable de alianzas y de guerras en donde los indgenas procuran no
ceder terreno mientras que los espaoles se esfuerzan por ocuparlo.
Durante la gestin Vrtiz, Francisco de Amigorena es designado como maestro de campo de
milicias y comandante de frontera y armas de Mendoza, San Juan y San Luis.
Este personaje singular condujo durante casi diez aos la relacin con la poblacin indgena,
empleando todas las estrategias posibles, desde la negociacin lisa y llana para la paz hasta las
caceras de cabezas de los caciques de las principales bandas. Realiz importantes campaas
ofensivas penetrando en reiteradas ocasiones en territorio pehuenche. En 1779 les produjo
grandes bajas obligndolos a abandonar sus asentamientos y a solicitar la paz por intermedio del
cacique Pichicolemilla. Se recuperaron adems grandes cantidades de caballos y ganado robado.
Un ao despus, Amigorena realiza una segunda campaa, ms violenta que la anterior,
llegando hasta el corazn de los ms importantes ncleos de asentamiento indgena. Los caciques
rebeldes, Guentenau y Linquenqun, y el capitanejo Longopag son muertos en combate junto a
ms de un centenar de sus hombres. Las crnicas consignan tambin la muerte de algunas
mujeres y nios y cuando mencionan el botn material obtenido realizan la siguiente descripcin:
99 caballos y yeguas; 17 vacas lecheras; 1114 ovejas; 200 cabras; 4 cotas de mallas de acero; 58
lomillos y 131 lanzas. Fueron tomados cerca de 130 prisioneros.
Este duro golpe sufrido por los pehuenches los lleva a celebrar en 1781 un nuevo tratado de paz
por el que se garantizaba el mutuo respeto de las partes a sus territorios.
Pero los tratados eran ms que endebles. No respondan a la realidad cuyas reglas eran la
tensin permanente y la desconfianza recproca que no cesaba.
Los caciques Roco y Antepan, principales firmantes de la paz, acampados en las inmediaciones
de Mendoza, fugaron un ao ms tarde hacia sus viejos territorios, siendo perseguidos sin xito.
Regresaron poco ms tarde y se colocaron definitivamente bajo el ala protectora de Amigorena,
para participar con l en muchas de las expediciones contra sus hermanos.
El comandante no descansaba:
En los meses de mayo y junio de 1783 hizo contra estos (indgenas ubicados en las
fronteras de San Luis y Crdoba, nota de autor) una cuarta expedicin, y aunque no
consigui alcanzarlos en su retirada que hicieron al Sur les dej claras seales del vivo
deseo que tena de castigar sus insultos, quemndoles como lo hizo todas sus tolders que
abandonaron, y todos sus pastos y Montes.[37]
Las autoridades de esta parte del Virreinato vivan de sobresalto en sobresalto. Tal fue el caso
de la gestin de Vrtiz, como ya lo hemos sealado; el intendente de Crdoba, marqus de
Sobremonte, no le iba en zaga. l tena bajo presin a Amigorena para someter a las comunidades
indgenas. Pero el feroz comandante no necesitaba mayores empujones. Haba tomado el
problema como una cruzada personal y en 1784, satisfecho por los resultados de una de sus
expediciones, le escribe al marqus:
Muy seor mo y todo mirespeto.
Mediante el auxilio del cielo y el esfuerzo de estas milicias consegu destruir las tolderas
que existan al occidente del gran ro que forman los nombrados Diamante, Atuel,
Tunuyn y Bebedero, despus de una marcha de 24 leguas en que fue preciso vencer los
grandes obstculos que me present un campo tan guadaloso, lleno de pantanos y
barriales que la continuacin de los fuertes aguaceros pusieron en un estado fatal los
especcimos [sic] y dilatados bosque por donde hice abrir huella nueva, por cuya causa se
imposibilitaron y disminuyeron mucho las caballadas, las escasas noticias que tena el
campo referido particularmente desde el paso de abajo del Ro Atuel, hasta el paraje
Carilauquen donde estaban los indios.
Con todo perdieron su vida 45 infieles, traje 8 indias y un indio prisionero que he
repartido en casas decentes de esta ciudad hasta que V.S. me mande lo que se ha de hacer
de ellos; se redimieron 3 cautivas y un cautivo cristiano de Crdoba que padecan en
poder de aquellos brbaros y retengo en mi casa hasta que V.S. determine si podrn
caminar a su patria; se les quitaron mil y ms caballos, mulas y yeguas, la mayor parte
ovejas, 7773 cabezas de ganado, lo ms de ello con ferros [sic] de las fronteras de Crdoba.
Para prueba de que estos indios eran de los que frecuentaban las irrupciones por los
campos de Buenos Aires, remito a V.S. con el correo M. Quiros, una casaca de uniforme,
una cota de malla, un rebozo de grana con 2 1/3 de varas, otro de pao azul y 4 varas y
unas borlitas de cngulo, que segn declara la cautiva robaron los indios cuando mataron
al Cannigo Caas, cuyo negro subsiste entre estos indios.
No fue poca fortuna haber conseguido esta ventaja de unos indios que ya tenan noticia
de esta entrada general por Lorenzo Vargas Machuca, cristiano mendocino que vive entre
ellos y haca pocos das que haba llegado de recorrer en traje de tal las fronteras de
Crdoba y ciudad de la Punta segn dice la cautiva y cuya prisin y de otros malvados de
esta clase pienso conseguir por medio del famoso y nuestro amigo el cacique Ancan que
reside en el Ro Grande o en el de San Pedro.
Aunque con arreglo a la orden de V.S. apront bastimientos para subsistir tres meses en el
campo, no fue posible por las razones expuestas que incluyo original y solo subsisti dos
meses y tres das habindome causado el ms vivo dolor, el no poder atacar por el Sud los
indios de las Vvoras donde diriga su marcha por el Norte la expedicin de Crdoba por
causa del insuperable caudal de aguas del referido gran Ro que caus la extraordinaria
creciente de todos los ros que lo componen, hice por pasarlo, cuantas diligencias fueron
practicables, promet la libertad a los indios prisioneros si me ponan de este lado,
arrojndose a los grandes baados y lagunas que entre el bosque form la creciente, sin
ejemplar, arrojeme yo detrs de ellos con una partida, siempre por el gran camino de los
indios que estaba inundado, pero despus de haber caminado dos leguas en parajes a
nado y no haber podido llegar al cajn principal se tuvo por inaccesible su paso y hubo de
relevarme con dolor como ms por extenso referir a V.S. en el diario que remitir en
primera ocasin. Por lo respectivo a la expedicin que sali de la Punta de San Luis con
orden de unirse con la que yo mandaba en la junta del Ro Tunuyn con el Diamante y
Atuel que no pudo verificarse por el mismo o inconveniente de la soberbia creciente, nada
se de oficio aunque se dice que ya haba practicado su retirada por haber sido sentida de
los indios y haber disparado stos a internarse, luego que aquel maestre de campo me
participe lo que ocurri lo pondr en noticia a V.S.
La oficialidad de estas milicias de mi mando se port en todo el discurso de la campaa
con aquel valor, ardimiento, intrepidez y obediencia que les es tan comn, como tambin
los soldados habiendo mostrado unos y otros su gran constancia en los trabajos en medio
de hallarse sin tiendas y muchos de ellos casi sin vestidos para defenderse del rigor de la
intemperie.[38]
Como consecuencia de estos movimientos ofensivos, cae el cacique ranquel Creyo o Crey,
cuya cabeza, por orden de Amigorena, es clavada como escarmiento en el fuerte San Carlos de San
Luis.
A partir de este hecho se suceden algunos tratados.
Primero en 1785 el cacique Llanquetur negocia la paz; dos aos ms tarde los principales
caciques pehuenches, Pichintur, Currilepi y Canivan, acceden a participar entre otras condiciones
en la lucha entablada por los espaoles contra los ranqueles y la parcialidad araucana huilliche.
Sin embargo, la mayora de las bandas tehuelches, araucanas y pehuenches continan
asediando la frontera y contra ellas se lanza en 1788 una campaa dirigida por el comandante
Francisco Esquivel Aldao, que penetra en el sur de Mendoza. En el transcurso de la marcha se van
uniendo caciques que haban firmado la paz de 1785 y que informan acerca de las posiciones de
Llanquetur, principal jefe rebelde buscado.
Despus de dos semanas de marcha, la expedicin contaba con cerca de 300 indgenas
fuertemente armados adems del medio centenar de soldados.
El ataque final a los toldos de Llanquetur produjo cerca de 200 muertos y 150 cautivos entre
sus huestes, registrndose entre las bajas diez caciques y capitanejos. Se recuperaron miles de
cabezas de ganado y cautivos. Pero el cacique, acampado ms all del ncleo del enfrentamiento,
logr salvar su cabeza, a la que, una vez ms, se haba puesto precio.
Esta accin profunda contra los pehuenches es complementada en 1789 con una nueva
campaa de Amigorena, que logra dominar a algunas de las bandas asentadas en las
inmediaciones de las lagunas de Guanacache; por su parte, en 1792, Aldao se dirige por orden de
Amigorena hacia Neuqun, en busca de los principales enclaves araucanos y logra destruir a los
grupos asentados a las orillas del ro Picn Leuf, matando a varios caciques.
Una vez ms y como respuesta a las ofensivas espaolas, se producen interregnos de paz,
debidamente celebrados: en 1797 se lleva a cabo un importante parlamento con los pehuenches y
en 1798 se registran dos: uno en Chilln (Chile) y otro en San Carlos (Mendoza), en los cuales
participan 19 caciques, 14 capitanejos y cerca de 500 indgenas.
Poco despus, en 1799, Amigorena, en una de sus ltimas acciones (morira casi
inmediatamente), derrota al cacique ranquel Carripilum o Curripilum, uno de sus ms obstinados
adversarios, quien de todas maneras continuar durante mucho tiempo ms dominando su
regin: el Mamul-Map o Pas de los rboles.
Mientras se suceden todas estas acciones ofensivas y diplomticas, los espaoles refuerzan
constantemente la lnea fronteriza. La creacin de fortines se sucede sin solucin de continuidad.
Durante el perodo comprendido entre 1780 y fines de siglo se destacan los fortines de Loreto
(Santa Fe); San Carlos, San Fernando, Santa Catalina, Sauce y Las Tunas (Crdoba); Chaar y
Bebedero (San Luis); San Carlos y San Rafael (Mendoza). Estas fortificaciones, gestadas
principalmente por el marqus Sobremonte, sumadas a las desplegadas en la provincia de Buenos
Aires, sern un cerco cada da ms peligroso para las comunidades de la Llanura.
En este momento peculiar son importantes tambin algunos viajes de reconocimiento
realizados por grupos de espaoles que no solo buscaban a travs de ellos las vas de
comunicacin entre las distintas partes del Virreinato y aun sus reas aledaas como Chile, sino
tambin la buena voluntad de los indgenas, para que no interfirieran en las travesas de las
carretas atestadas de mercaderas.
Son dignas de mencin las exploraciones de Jos Santiago del Cerro y Zamudio, que intent
encontrar un camino entre Talca (en Chile) y Buenos Aires (1802) y entre Buenos Aires-Talca
(1805); la de Luis de la Cruz, quien busc la unin entre Concepcin (Chile) y Buenos Aires
(1806); las de Sourryere de Souillac desde Talca a San Rafael (1805-1806) y las de Esteban
Hernndez desde San Rafael a San Lorenzo (San Luis) en 1806.
Los exploradores se ponan muchas veces en contacto con los caciques, tratando de obtener su
alianza. Es famoso por ejemplo el parlamento sostenido entre De la Cruz y el gran jefe araucano
(ranquel) Carripilum para conseguir el libre paso por territorio indgena, gestin ms que delicada
por la conocida intransigencia de este cacique.
Estos viajes de reconocimiento acrecentaban la informacin sobre los territorios libres,
incomodando la normal vida comunitaria, que se vea alertada por la presencia de intrusos, a
quienes se consideraba como avanzadas de un peligro latente mayor y definitivo.
El Chaco bastin
Chaco insondable, misterioso e inexpugnable; Chaco de los arcanos; Chaco bastin.
Durante siglos se mantuvo como territorio libre, transitado y defendido por guerreros
guaikures, ahora tambin ecuestres. Virtual zona de paso, ofrece la posibilidad de comunicar el
Litoral con el Noroeste.
Desde la lnea fronteriza los espaoles intentaron aferrar a la regin por alguna de sus partes;
realizaron tambin una serie de entradas que fueron sistemticamente rechazadas por las
comunidades originarias. Muchas veces esta dura tenacidad se volvi como un boomerang, y
provoc devastadores ataques sobre las ciudades de Asuncin, Santa Fe y Corrientes, blancos
predilectos de las correras indgenas.
Las expediciones punitivas llevadas a cabo durante el siglo XVII no dieron resultado, y ya en
1710 las comunidades guaikures estn confederadas y mantienen bajo presin a la frontera. La
respuesta no se hace esperar: el gobernador de Tucumn, Esteban de Urizar, lleva a cabo una
poderosa ofensiva con milicias de Jujuy, Tucumn, Salta, Santiago del Estero, Catamarca y Tarija,
cerca de 2200 hombres. Una cifra realmente importante para la poca. Sin embargo, los resultados
son ms que magros.
Durante el siglo XVIII se organizan varias expediciones que tienen por objetivo explorar la
regin y de ser posible establecer contacto amistoso con los indgenas.
Cabe mencionar la que realiz Filiberto de Mena en 1764, quien tom contacto con ocho
caciques de los mocoves, abipones, tobas, chulupes, vilelas y mataguayos, en una senda y paraje
llamado Cangay, que en lengua mocov significa tragadero de gente, sobre el ro Bermejo.
La intencin de Matorras era consolidar la fractura entre mocoves y abipones. Estos ltimos,
conducidos por el indomable cacique Jos Benavdez (Niripuri), no transan; muy por el contrario
mantienen en vilo a San Pedro, San Javier, San Gernimo, Corrientes y la misma Santa Fe. Son los
que encabezan a los guaikures en la lucha por el mantenimiento libre del territorio.
En 1780, el coronel Francisco Arias parti otra vez hacia el interior del Chaco para poner en
prctica el tratado de Matorras y Paikin. En su marcha logr el sometimiento pacfico casi diario de
las parcialidades de mataguayos, apoyado desde arriba por el cacique general Atecampibap,
quien poco antes de morir haba convocado a sus hombres a la paz con el espaol nuestro amigo
[] porque conozco que el cristiano nos quiere bien, y su amistad nos es muy til.
En el transcurso de su recorrida por el ro Bermejo, Arias concret la reunin de algunos tobas
en las dos reducciones de Santiago de la Cangay y San Bernardo el Vrtiz. Pero estos pequeos
xitos obtenidos con esfuerzos casi sobrehumanos no reditan para los planes del Virreinato.
La masa indgena permanece libre en el interior del Chaco. Las expediciones, trabajosamente
organizadas y concretadas con peores dificultades, solo consiguen algunas veces la paz con ciertas
parcialidades indgenas, lo que permite un mayor respiro a las poblaciones fronterizas,
permanentemente atacadas por los guaikures.
La frontera con el Chaco es frgil, laxa, asediada sistemticamente y con pocas posibilidades de
avanzar ms all de los asentamientos conseguidos en la primera fase de la Conquista y
Colonizacin. Al igual que en las fronteras este y centro-oeste, la lnea de fortines es la
metodologa que consigue mantener la situacin relativamente consolidada.
A fines del siglo XVIII una treintena de fortines rodeaba el Chaco, concentrados
fundamentalmente en la provincia de Santa Fe, territorio predilecto para la actividad blica de los
guaikures, siempre dispuestos a expandirse un poco ms.
Los virreyes no dan abasto. Los indgenas tampoco.
Los albores del siglo XIX presentan en la frontera una calma tensa. Mendoza es el centro
neurlgico de un perodo de paz entre indgenas y colonizadores, matizado con el intercambio de
regalos y bienes. El resto de la lnea, desde ambos lados, vela la vida y las armas.
El Chaco est rodeado, pero las ciudades principales que lo abrazan deben ocuparse ms de su
propio cuidado que de las ofensivas que proyectan.
Ms all del ocano, la monarqua espaola empieza a tambalearse. Las colonias estn en
vsperas de la conmocin que traer la independencia. El Virreinato se desmorona. Buenos Aires y
sus criollos estn efervescentes. Pero antes habr todava algunas sorpresas y los guardianes de la
frontera, por un momento, detendrn su batallar
[1] Por lo menos fueron seis las lneas de penetracin ms importantes: la antillana, la mexicana, la panamea, la
peruana, la asuncea y la chilena.
[2] El esfuerzo poblacional espaol en este perodo hizo ascender a 1200 los hombres integrantes de las distintas
expediciones durante el siglo XVI en las tres corrientes de penetracin. La cifra mnima es realmente llamativa, sin
contar que haba un intercambio permanente de hombres en las diferentes campaas fundacionales.
[3] Se han manejado diversas hiptesis para explicar el rpido desmoronamiento de las sociedades
andinas, como por ejemplo las campaas de aniquilamiento, las epidemias, el estado de
desamparo frente al impacto de la Conquista, el reacomodamiento econmico y otras.
Probablemente todas ellas tengan algo de verdad. Pero es indudable tambin que la propia
cosmovisin indgena sustentada en la doctrina cclica de las edades contribuy a ese primer
momento de pasividad.
En el momento de la llegada de los espaoles, cada una de estas culturas (especialmente la azteca
y la inca) transitaba por su Quinta Edad, la final, en donde el hombre se asume a s mismo como la
sntesis de todo el proceso anterior, y estaban esperando desde haca muchos aos que algo
sucediera, tal vez la hecatombe final, vinculada con el regreso a la Tierra de sus Dioses.
En pleno desarrollo de este complejo mundo escatolgico arribaron los conquistadores,
provocando un desconcierto inicial que a la postre resultara fatal.
[4] Anbal Montes, El gran alzamiento diaguita, 1630-1643, Revista del Instituto de Antropologa de la Facultad de
Filosofa y Letras, Universidad del Litoral, Rosario, tomo 1, 1959.
[5] Tambin llamado Tpaj Amaru.
[6] Las comunidades en resistencia en muchos casos tuvieron que vrselas no solo con los conquistadores sino con
otros hermanos indgenas que los acompaaban como guas y/o apoyatura en los combates. Se trataba de
colaboracionistas coyunturales que, enfrentados con las culturas atacadas por el espaol, aprovechaban la
oportunidad para aliarse con el conquistador. Este, en esas ocasiones, utiliz hbilmente en su provecho las
contradicciones internas en el seno de las sociedades indgenas. Casi todas nuestras culturas originarias sufrieron este
nuevo flagelo que en realidad haba comenzado mucho ms lejos, en el centro del mundo azteca enfrentado no solo a
Hernn Corts sino a sus aliados circunstanciales, los tlascaltecas y los cempoaltecas.
[7] La abundante documentacin relacionada con la primera fundacin de Buenos Aires, en 1536, consigna, a cada
instante, que los espaoles tuvieron encuentros con los guarans de las islas. Estos guarans fueron los que mataron y
comieron al descubridor del Plata, Juan Daz de Sals segn todos los testimonios de los sobrevivientes del desastre
sin que baste para probar lo contrario el hecho de que, conforme a sus costumbres, hayan respetado al joven grumete
Francisco del Puerto, vase Enrique de Ganda, Problemas indgenas americanos, Buenos Aires, Emec Editores,
Coleccin Buen Aire, 1943, pg. 12.
[8] La marcada despoblacin sufrida por las culturas indgenas en el primer momento de la Conquista ha llevado a la
elaboracin de diversas hiptesis de sus causas. Hoy aparece como la ms aceptada la propagacin de las epidemias.
Las enfermedades europeas, desconocidas en Amrica, provocaron estragos en las comunidades autctonas, cuyos
integrantes moran en cantidades alarmantes. El tifus y la viruela fueron las pestes ms devastadoras no solo como
factores de despoblacin sino que producan una bajsima expectativa de vida por el debilitamiento de las nuevas
generaciones.
[9] Juan Agustn Garca, La ciudad indiana, Buenos Aires, Ed. Antonio Zamora, 1955, pg. 70
[10] Sucesivas ordenanzas y leyes protectoras de la Corona procuraron suavizar los extremos rigores impuestos por
los conquistadores en las actividades productivas, llegndose a derogar las mismas instituciones. La tarea de muchos
hombres de la Iglesia o de aquellos surgidos de las propias entraas de la Conquista como el visitador Alfaro (clebre
por sus Ordenanzas de 1611) contribuy a cuestionar el sistema de trabajo que los indgenas estaban obligados a
realizar. Pero esos esfuerzos se llevaron a cabo en medio de un proceso histrico en que las necesidades de los
conquistadores pudieron ms, superando en su provecho aquellos intentos seguramente sinceros de mayor respeto
por la vida humana.
[11] Al tiempo de la fundacin de la ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja, o sea en 1591, la expedicin del
Teniente del Gobernador de Crdoba, Tristn de Tejeda, someti numerosas parcialidades Olongastas que haban
ofrecido resistencia. Como consecuencia de ello, Ramrez de Velazco reparti estos pueblos entre las ciudades de
Crdoba y La Rioja. Con tal motivo, varios de ellos fueron extrapatriados y sus indios encomendados en vecinos de
aquellas ciudades. Como es natural, la mayor parte fue encomendada en la ciudad de La Rioja, a cuyo distrito
pertenece el ncleo central de la regin de los Llanos. Las distintas parcialidades tuvieron, empero, un destino distinto.
Pues mientras que unos se quedaron en su antiguo hbitat, otros fueron llevados a lugares ms cercanos a la ciudad
por sus propios encomenderos. As por citar solo unos pocos ejemplos, los indios del pueblo de Ascala, que menciona
Tristn de Tejeda en su Probanza, fueron llevados a los Llanos de Catamarca; los del viejo pueblo de Olta, a la
carpintera de Najche en Tucumn; y los de un poblado llamado Laha, que algn documento cordobs ha llamado
Lahahenes, con su cacique Y ungulo, fueron a parar a la zona de Villa Brochero, en el oeste cordobs, vase Salvador
Canals Frau, Poblaciones Indgenas de la Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 1953, pg. 405.
Y como una vez vencidos tampoco quisieron someterse, no qued ms remedio que desnaturalizar aquellos valles.
Los indios de la parte riojana fueron llevados al Valle de Famatina y asentados alrededor del fuerte de San Lucas de
Nonogasta, mientras que los sanjuaninos fueron poblados en las cercanas de la ciudad de San Juan. A raz de estas
desnaturalizaciones los valles quedaron yermos y vacos de poblacin indgena, vase Salvador Canals Frau, op. cit.,
pg. 503.
Sobre todo la desnaturalizacin ltima, la que se efectuara a raz del levantamiento a Bohorquez en la segunda
mitad del siglo XVII, fue verdaderamente grande. Al decir de Lozano haba abarcado un total de once mil almas, que
se sacaron de los Valles Calchaques, y se distribuyeron en las distintas ciudades del pas. Y nadie ignora que la hoy fl
oreciente ciudad de Quilmes, en la provincia de Buenos Aires, tuvo su origen en el pueblo de indios que all se fund
con integrantes de la parcialidad desnaturalizada del mismo nombre, vase Salvador Canals Frau, op. cit., pg. 489.
[12] Emilio Ravignani, Las poblaciones indgenas de las regiones del Ro de la Plata y Tucumn, en Actas y Trabajos
Cientfi cos del XXV Congreso Internacional de Americanistas, Buenos Aires, tomo II, 1934, pgs. 288-9 (citado por
Jorge Comadrn Ruiz, Evolucin demogrfica argentina durante el perodo hispano 1535-1810, Buenos Aires,
Eudeba, 1969, pg. 35, Y por Jos Torre Revello, Sociedad colonial. Las clases sociales. La ciudad y la campaa, en
Historia de la Nacin Argentina, Buenos Aires, El Ateneo, 1939, pg. 519), publicado por la Academia Nacional de la
Historia, vol. IV, Primera seccin (citado por ngel Rosemblat, La poblacin indgena y el mestizaje en Amrica,
Buenos Aires, Nova, 1954, vol. 1, pg. 232).
[13] La reivindicacin por la tierra perdida es un reclamo universal de las comunidades indgenas: Cuando los indios
hablaban del continente que cedieron, no se refi eren solo a la prdida de algunos millones de hectreas en propiedad
real. Piensan que la tierra sostena un universo de cosas que ellos conocieron, valoraron y amaron (Declaracin de
los objetivos indios, Chicago, 1961).
[14] Es ya famoso el trabajo de fray Bartolom de las Casas, Brevsima relacin de la destruccin de las Indias,
publicado en Buenos Aires, Eudeba, 1966. Esta obra de De las Casas tuvo una incidencia importantsima en la
Conquista, por las denuncias del trato dado a los indgenas, formuladas sin tapujos de ninguna clase. Tambin infl
uy de alguna manera en la formacin de la ideologa independentista de las naciones americanas.
[15] Desde el punto de vista organizativo, las misiones fueron de dos tipos: las doctrinas, aquellas que constituan
parroquias de indios, y las reducciones, pueblos de indios an no convertidos pero s incorporados a la nueva vida
colonial.
[16] AGI, Archivo de Charcas, 283 (citado por Benito H. Pistoia, Los franciscanos en el Tucumn, 1566-1810, Salta,
Cuadernos Franciscanos, 1973).
[17] Darcy Ribeiro, Las Amricas y la civilizacin, Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina, tomo III, 1970,
pg. 94.
[18] Toda la estructura misionera basada en la organizacin colectiva de la fuerza de trabajo en un sistema
distributivo que premiaba o sancionaba la devocin y la productividad, pero conausencia de la propiedad privada de la
tierra y de la esclavizacin personal del trabajador se aproxima mucho ms a la formacin teocrtica de los incas y
a otras tantas civilizaciones basadas en la agricultura de regado, que a las formaciones capitalistas-colonialistas
basadas en la empresa privada, en el monopolio de la tierra y en la esclavizacin de la mano de obra. La coexistencia
de las dos formaciones en la misma rea era impracticable, motivando codicias y generando confl ictos, al fi n de los
cuales prevalecera la formacin histricamente ms avanzada, aunque ms deshumanizada (Darcy Ribeiro, op. cit.,
pgs. 995/96).
[19] La vertiginosidad con que se organizan estos pueblos y el vasto espectro de actividades que desarrollan, los llevan
a iniciar un camino hacia un autosostenimiento cada vez ms notable.
A los productos ya mencionados cabra agregar el tabaco, el azcar, el cuero y la miel que, en todos los casos, eran
negociados para adquirir lo poco que la misin todava no poda obtener por s misma.
[20] No es casual que el mismo Felipe V en su Real Cdula de 1743 admitiera que estos indios de las Misiones de la
Compaa, siendo el antimural de aquella provincia, hacan a mi real Corona un servicio como ningunos otros....
[21] La despoblacin continu a pesar de los esfuerzos de los misioneros. Las epidemias de viruela y las enfermedades
intestinales como la disentera provocaron en algunos momentos serias desestabilizaciones demogrficas.
[22] La expedicin de Pedro de Mendoza al Ro de la Plata en 1536, transporta 1800 hombres y ocho mujeres.
Transcurridas una o dos generaciones desde la fundacin de la ciudad, el nmero de mestizos y criollos ya es sufi
ciente para reemplazar incluso a la mujer indgena.
[23] Federico Fernndez de Castillejo, El amor en la Conquista. Malintzin, Buenos Aires, Emec Editores, 1943. Vase
tambin el reciente libro de Luca Glvez, Mujeres de la Conquista, Buenos Aires, Planeta, 1990.
[24] Boleslao Lewin, La insurreccin de Tpaj Amaru, Buenos Aires, Eudeba, 1963, pg. 79.
[25] Boleslao Lewin, op. cit., pg. 85.
[26] Martin Dobrizhoffer, Historia de los abipones, Resistencia, Universidad Nacional de Nordeste, Facultad de
Humanidades, 1967, vol. 1, pgs. 111/2.
[27] Martin Dobrizhoffer, op. cit., pgs. 126/7.
[28] Martin Dobrizhoffer, op. cit.
[29] Un desarrollo paralelo y de singular importancia es el que se despleg a mediados del siglo XVII cuando las
llanuras argentinas se ven colmadas por millones de cabezas vacunas que promueven la expansin econmica de la
regin a travs de las vaqueras primero, y las estancias despus (mediados del siglo XVIII). Acompaando este
proceso surge el gaucho, mestizo que, en la generalidad de los casos, ms que un tipo racial es un tipo cultural.
En cuanto a la errneamente denominada economa depredadora, hace referencia a la forma cultural del maln,
que como tal no es indgena sino que deriva de la ancestral costumbre espaola de la maloca, basada en la
destruccin de los poblados. Entre los tehuelches y los araucanos, el maln se superpuso a la antigua prctica de
vengar la transgresin de las leyes comunitarias de convivencia.
[30] La conquista del desierto, Revista Militar, N 400, pg. 925 (citado por J. C. Walther, La conquista del desierto,
Buenos Aires, Eudeba, 1974).
[31] Entre los araucanos la presencia de las mujeres como chamanes (machis) parece ser evidente a partir del siglo
XVIII. Anteriormente segn las crnicas, los machis eran hombres, en su mayora homosexuales. Esto no era motivo
de desprecio, por el contrario una apariencia femenina en un hombre era la seal de su vocacin chamnica. An en
nuestros das, los pocos hombres machis son homosexuales, y en algunos casos son ms apreciados que las mujeres
en el arte de curar.
Esta peculiaridad del chamanismo femenino es bastante exclusiva de los araucanos, ya que en trminos generales es
un rol tradicionalmente masculino. En cuanto a los homosexuales, un caso semejante se da entre los chukchis del
Asia septentrional.
[32] Comando General del Ejrcito (CGE), Poltica seguida con el aborigen 1750-1819, en Direccin de Estudios
Histricos, Crculo Militar, Buenos Aires, 1973, tomo 1, pg. 145.
[33] Juan Beverina, El Virreinato de las Provincias del Ro de la Plata, Buenos Aires, 1935 (citado por CGE, op. cit.,
pg. 174).
[34] dem ant., pg. 176.
[35] dem ant., pgs. 178/80.
[36] AGN, Divisin Colonia, Seccin Gobierno-Teniente del Rey 1782-1792, Legajo 9-5 IV-C XXXII-a 8-N 3 (citado
en J. C. Walther, La conquista del desierto, Buenos Aires, Eudeba, 1973, pg. 252).
[37] Jos Torre Revello, Aportacin para la biografa del Maestre de Campo de Milicias y Comandante de Armas y
Frontera don Jos F. de Amigorena, en Revista de Historia Americana y Argentina, Ao 11, N 3 y 4, 1958, pg. 27:
Memorial de doa Mara Prudencia Escalante, viuda del Comandante de Armas y Fronteras J. F. Amigorena,
solicitando una pensin (en CGE, op. cit., tomo 11, pg. 56).
[38] Junta de Estudios Histricos de Mendoza, Anales del Primer Congreso de Cuyo, vol. II, pg. 56 (en CGE, op.
cit., tomo 11, pgs. 56 y 59).
[39] Diario de la expedicin hecha en 1774 a los pases del Gran Chaco desde el Fuerte del Valle por Gernimo
Matorras, Gobernador de Tucumn, en Pedro de ngelis, Coleccin de Obras y Documentos relativos a la Historia
del Ro de la Plata, vol. V, pg. 147.
LAS CULTURAS ORIGINARIAS EN LA
CONFORMACIN NACIONAL
CAPTULO IV
Inmersos en una revolucin
siendo la voluntad de esta soberana corporacin el que del mismo modo se les
haya y tenga a los mencionados indios de todas las Provincias Unidas por
hombres perfectamente libres, y en igualdad de derechos a todos los dems
ciudadanos que las pueblan
Del Decreto del 12 de marzo de 1813 de la Asamblea General
Los cristianos siempre han sido los primeros en romper la guerra presididos por
hombres dscolos y ambiciosos que no podan mirarlos con indiferencia
poseedores de sus terrenos y haciendas.
CACIQUE AVOUN, tehuelche, 1822
Solo el poder de la fuerza puede imponer a estas ordas y obligarlas a respetar
nuestra propiedad y nuestros derechos.
BERNARDINO RIVADAVIA, 1826
Ya vamos consiguiendo que sepan respetar y obedecer: tienen miedo, estn
sumisos
CORONEL RAMN ESTOMBA, 1826
En aquellos lugares a los que el espaol no lleg, la lucha denodada por la frontera provoc
desde los indgenas una configuracin cultural siempre dispuesta para la guerra.
A esta situacin general faltara agregar a los chan, quienes por esta poca mantenan una
identidad cultural relativa ya que estaban totalmente absorbidos por los chiriguanos.
En cuanto a los tehuelches, en sus vastos dominios de Pampa y Patagonia, comenzaban a
presentar la virtual disolucin de su cultura, ante la incontenible presencia de los araucanos, que
provenientes de Chile asumiran su legado cultural, sus tierras y su lucha.
Pero a pesar de que el panorama etnolgico de Pampa y Patagonia ya era confuso, de todas
maneras la hegemona tehuelche se mantena.
En funcin de este cuadro de situacin observamos dos claras tendencias: la primera, la de las
culturas libres, que seguirn sosteniendo su identidad, incluso fortalecindola, constituyndose
en la posibilidad histrica de ser la expresin ms autntica de la forma de vida indgena; la
segunda, la de las culturas incorporadas y/o sometidas, cuyo ncleo de la montaa y el litoral
especialmente diaguitas y guaranes es sin embargo la base de sustentacin del mestizaje,
dinmica que da origen a la matriz original hispano-indgena, que es la primera vertiente en la
conformacin del pueblo argentino desde el punto de vista tnico-cultural (mapa 18).
Esto significa que la participacin de las culturas indgenas en la configuracin de nuestro
pueblo no es de nuestros das, aunque hoy existan un conjunto de comunidades que habitan el
suelo nacional, sino que arranca desde el fondo mismo del choque-encuentro entre el espaol y el
indio, protagonistas casiexcluyentes de los primeros trescientos aos de historia, que tuvo su fruto
en el mestizo, sntesis nueva de esta tierra.
lo que hemos llamado cultura criolla, unidad cultural resultante de la suma algebraica, y
como tal, irreversible, de la cultura de los conquistadores y las culturas aborgenes,
producto concreto de una aculturacin bilateral. Es algo nuevo, no es espaola, pero
tampoco indgena. Es un tipo cultural. Tiene, y tuvo, existencia real.[1]
MAPA 18. TERRITORIOS INDIGENAS LIBRES Y ZONAS DE
MESTIZAJE FINES DEL SIGLO XVN
A principios del siglo XIX la poblacin del actual territorio argentino llegaba aproximadamente
a los 400.000 habitantes. La mitad de ella era mestiza y cerca de 100.000 eran africanos,
integrantes del tercer componente humano digno de mencin en el perodo.[2] Alrededor de
200.000 indgenas completaban este panorama tnico-cultural.
Ms de medio milln de almas pugnaban por la construccin de una nueva sociedad. Es en ese
momento cuando llegan ellos, los Colorados, que no saben que los habitantes de la tierra,
nuestros indgenas, los observan con actitud vigilante.
Destaco estas ltimas palabras, que puntualizan los hechos. Las comunidades indgenas
intentaron participar en la batalla contra los ingleses, ms all de que intereses, temores o
distancia cultural no sabemos exactamente hicieran que esa participacin solo fuera una
posibilidad.
Por un instante, los indgenas, los criollos y aun los negros estuvieron juntos frente al agresor
extranjero. Por un instante haban estado del mismo lado, dando vida propia a esa matriz original
del pueblo argentino en formacin.[6]
Estos acontecimientos marcaron a los hombres de la ciudad, que ya no seran los mismos. Se
hallaban en las puertas de una nueva vida. Haban pasado los umbrales de una etapa histrica que
los llevara a la Revolucin de Mayo.
De esta manera la Junta incorpor a los oficiales indgenas a los regimientos de criollos, sin
diferencia alguna y con igual opcin a los ascensos. Esta disposicin se extendi luego a todas las
provincias.
El Plan de Operaciones de Mariano Moreno del 30 de agosto de 1810, documento redactado a
pedido de la Junta Gubernativa, no contiene disposiciones expresas hacia los indgenas, pero estos
parecen estar incluidos en la reflexin nmero 18 del artculo primero que propone:
el Gobierno debe tratar, y hacer publicar con la mayor brevedad posible el reglamento de
igualdad y libertad entre las distintas castas que tiene el Estado, en aquellos trminos que
las circunstancias exigen, a fin de con este paso poltico, excitar ms los nimos; pues a la
verdad siendo por un principio innegable que todos los descendientes de una familia
estn adornados de unas mismas cualidades, es contra todo principio o derecho de gentes
querer hacer una distincin por la variedad de colores, cuando son los efectos puramente
adquiridos por la influencia de los climas; este reglamento y dems medidas son muy del
caso en las actualidades presentes.[9]
Manuel Belgrano tiene a su cargo legislar para las comunidades guaranes que pertenecan al
rgimen jesuita, estableciendo que sus habitantes eran libres e iguales a los que hemos tenido la
gloria de nacer en el suelo de Amrica, al mismo tiempo que los habilitaba para todos los empleos
civiles, polticos, militares y eclesisticos. Inclusive por oficio del 6 de diciembre de 1810 acusa al
Gobernador intendente del Paraguay, Bernardo de Velazco, de ser culpable de promover la
divisin entre los guaranes. Ese oficio fue traducido a la lengua guaran para conocimiento de la
poblacin indgena.
La vorgine indigenista sigue. Es famosa la orden de la Junta a Juan Jos Castelli del 10 de
enero de 1811 por la cual se dispone que cada intendencia designe representantes indgenas. El
texto del oficio es el siguiente:
No satisfechas las miras liberales de esta Junta con haber restituido a los indios los
derechos que un abuso intolerable haba obscurecido, ha resuelto darles un influxo activo
en el Congreso para que, concurriendo por s mismos a la Constitucin que ha de regirlos
palpen las ventajas de su nueva situacin y se disipen los resabios de la depresin en que
han vivido. A este efecto ha acordado la Junta que, sin perjuicio de los diputados que
deben elegirse en todas las ciudades y villas, se elija en cada Intendencia, exceptuando la
de Crdoba y Salta, un representante de los indios, que, siendo de su misma calidad y
nombrado por ellos mismos, concurra al Congreso con igual carcter y representacin que
los dems diputados. La forma de esta eleccin debe ofrecer graves dificultades, que
solamente podrn allanarse con presencia del estado de los pueblos y actuales deseos de
sus habitantes, por eso la Junta prescinde de prefixarla, confiando enteramente este
punto a los conocimientos y prudencia de V.E., quien combinar los trminos de la
eleccin de un modo que se eviten errores perniciosos y entorpecimientos para la
celebracin del Congreso. Solamente recomienda la Junta a V.E. que la eleccin recaiga
en los indios de acreditada probidad y mejores luces, para que no deshonren su elevado
encargo ni presenten embarazos en las importantes discusiones que deben agitarse en el
Congreso; haciendo al mismo tiempo que se publique en forma solemne esta resolucin
para que, convencidos los naturales del inters que toma el gobierno en la mejora de su
suerte y recuperacin ntegra de sus derechos imprescriptibles, se esfuercen por su parte a
trabajar con celo y firmeza en la grande obra de la felicidad general.[10]
La Gaceta de Buenos Aires del 24 de enero de 1811 comenta esta disposicin, consignando que
segn nuestra jurisprudencia, el indio es ciudadano y se halla bajo la proteccin de las leyes,
agregando que tan conforme a los principios de humanidad, espera la Junta recoger la dulce
consolacin de ver salir a los indios de su oscuro abatimiento, y que, infundidas las generaciones
dividamos bajo un mismo techo los frutos de la vida civil.[11]
Poco tiempo despus y conmemorando el primer aniversario de la Revolucin, Castelli tributa
un homenaje a los incas en Tiawanaco (Bolivia) proclamando la unin fraternal con los indgenas.
El paso siguiente es uno de los ms revolucionarios acometidos por los gobiernos patrios: la
supresin del tributo, signo de la Conquista, smbolo del sometimiento indgena. Adelantndose
a las decisiones que seguramente iba a tomar el futuro Congreso Constituyente, la Junta sanciona
con fecha 1 de septiembre de 1811 el famoso decreto:
La Junta Provisional Gubernativa de las provincias unidas del Ro de la Plata, a nombre
del Sr. D. Fernando VII.
Nada se ha mirado con ms horror desde los primeros momentos de la instalacin del
actual gobierno, como el estado miserable y abatido de la desgraciada raza de los indios.
Estos nuestros hermanos, que son ciertamente los hijos primognitos de la Amrica, eran
los que ms excluidos se lloraban de todos los bienes, y ventajas que tan liberalmente
haba franqueado a su suelo patrio la misma naturaleza: y hechos vctimas desgraciadas
de la ambicin, no solo han estado sepultados en la esclavitud ms ignominiosa, sino que
desde ella misma deban saciar con su sudor la codicia, y el luxo de sus opresores.
Tan humillante suerte no poda dexar de interesar la sensibilidad de un gobierno,
empeado en cimentar la verdadera felicidad general de la patria, no por proclamaciones
insignificantes, y de puras palabras, sino por la execusin de los mismos principios
liberales, a que ha debido su formacin, y deben producir su subsistencia y felicidad.
Penetrados de estos principios los individuos todos del gobierno, y deseosos de adoptar
todas las medidas capaces de reintegrarlos en sus primitivos derechos, les declararon
desde luego la igualdad que les corresponda con las dems clases del estado: se
incorporaron sus cuerpos a los de los espaoles americanos, que se hallaban levantados
en esta capital para sostenerlos; se mand que se hiciese lo mismo en todas las provincias
reunidas al sistema, y que se les considerase tan capaces de optar todos los grados,
ocupaciones, y puestos, que han hecho el patrimonio de los espaoles, como cualquiera
otro de sus habitantes: y que se promoviese por todos caminos su ilustracin, su
comercio, su libertad, para destruir y aniquilar en la mayor parte de ellos las tristes ideas,
que nicamente les permita formar la tirana. Ellos los llamaron por ltimo a tomar parte
en el mismo gobierno supremo de final.
Faltaba sin embargo el ltimo golpe a la pesada cadena, que arrastraban en la extincin
del tributo. l se pagaba a la corona de Espaa, como un signo de la conquista: y debiendo
olvidarse da tan aciago, se les obligaba con l a recompensar como un beneficio el hecho
ms irritante, que pudo privarlos desgraciadamente de su libertad. Y esta sola aflictiva
consideracin deba oprimirlos mucho ms, cuando regenerado por una feliz revolucin
el semblante poltico de la Amrica, y libres todos sus habitantes del feroz despotismo de
un gobierno corrompido, ellos solos quedaban an rodeados de las mismas desgracias, y
miserias, que hasta aqu haban hecho el asunto de nuestras quejas.
La Junta pues ya se hubiera resuelto hace mucho tiempo a poner fin a esta pensin, y
romper un eslabn ignominioso de aquella cadena, que oprima ms su corazn, que a
sus amados hermanos que la arrastraban: pero su calidad de provisoria, y la religiosa
observancia que haba jurado de las leyes hasta el Congreso general, le haba obligado a
diferir, y reservar a aquella augusta Asamblea, seguramente superior a todas ellas, el acto
soberano de su extincin.
Sin embargo hoy, que se hallan reunidos en la mayor parte los diputados de las
provincias, y que una porcin de inevitables ocurrencias van demorando la apertura del
referido Congreso general, no ha parecido conveniente suspender por ms tiempo una
resolucin, que con otras muchas deben ser la base del edificio principal de nuestra
regeneracin.
Baxo tales antecedentes, y persuadidos de que la pluralidad de las provincias
representadas por ellos, les da la suficiente representacin, y facultades para hacerlo; que
sta es hace mucho tiempo la voluntad expresa de toda final, a cuyo nombre deben
sufragar en el Congreso general, y baxo la garanta especial que han ofrecido, de que en la
mencionada respetable asamblea se sancionar tan interesante determinacin, la Junta
ha resuelto:
Lo 1, que desde hoy en adelante para siempre queda extinguido el tributo, que pagaban
los indios a la corona de Espaa, en todo el distrito de las provincias unidas al actual
gobierno del Ro de la Plata, y que en adelante se le reuniesen, y confederasen baxo los
sagrados principios de su inauguracin. Lo 2, que para que esto tenga el ms pronto
debido efecto que interesa, se publique por bando en todas las capitales y pueblos
cabeceras de partidos de las provincias interiores, y cese en el acto toda exaccin desde
aquel da: a cuyo fin se imprima inmediatamente el suficiente nmero de exemplares en
Castellano, y Quichua y se remitan con las respectivas rdenes a las Juntas Provinciales,
subdelegados, y dems justicias a quienes deba tocar. Buenos Aires y Setiembre
1 de 1811 Domingo Mateu Atanasio Gutirrez Juan Alagn Dr. Gregorio Funes Juan
Francisco Tarragona Dr. Jos Garca de Cossio Jos Antonio Olmos Manuel Ignacio
Molina Dr. Juan Ignacio de Gorriti Dr. Jos Julin Prez Marcelino Poblet Jos Ignacio
Maradona Francisco Antonio Ortiz de Ocampo Dr. Juan Jos Passo, Secretario Dr.
Joaqun Campana, Secretario. Publicado en la Gaceta de Buenos Aires, del 10 de
diciembre de 1811.[12]
En los primeros das de octubre de 1811, Feliciano Chiclana, presidente del Triunvirato, recibe
al cacique general tehuelche Quintelau con un numeroso squito; este haba acompaado a la
expedicin de Pedro Garca a las Salinas Grandes. En la oportunidad Chiclana pronunci un
discurso en el que puso de manifiesto la unidad con los indgenas:
El servicio ms importante que este gobierno puede hacer a su pas es perpetuar en l, por
la dulzura de su administracin, a los que se unan a sus principios. Cualquiera que sea
final de que procedan o las diferencias de su idioma o costumbres, los considera siempre
como la adquisicin ms preciosa. Sireconoce esta obligacin respecto de todos los que
pertenecen al globo que habitamos en general, cual no ser la que nos impone la afinidad
de sangre que tan estrechamente nos une. Sin entrar en el examen de las causas que nos
han separado hasta hoy, bstenos decir que somos vstagos de un mismo tronco
Amigos, compatriotas y hermanos, unmonos para constituir una sola familia.[13]
El decreto de extincin del tributo es solemnemente sancionado por la Asamblea General del
ao 1813, que adems procede a la abolicin de la mita, la encomienda, el yanaconazgo y todo
servicio personal, declarando que los indgenas son hombres libres e iguales a todos los dems
ciudadanos. Esta ltima medida tiene profundos alcances:
La Asamblea General sanciona el decreto expedido por la Junta Provisional Gubernativa
de estas provincias en 1 de septiembre de 1811, relativo a la extincin del tributo, y
adems deroga la mita, las encomiendas, y yanaconazgo y el servicio personal de los
indios baxo todo respeto y sin exceptuar an el que presta a las iglesias y sus prrocos y
ministros, siendo la voluntad de esta Soberana corporacin el que del mismo modo se les
haya y tenga a los mencionados indios de todas las Provincias Unidas por hombres
perfectamente libres, y en igualdad de derechos a todos los dems ciudadanos que las
pueblan, debiendo imprimirse y publicarse este Soberano decreto en todos los pueblos de
las mencionadas provincias, traducindose al efecto fielmente en los idiomas guaran,
quechua y aymar, para la comn inteligencia.[14]
Este sustantivo decreto, alimentado de la ideologa de la Revolucin Francesa, como todas las
disposiciones de la poca sancionadas en esa direccin, constituye con otros de la Asamblea, el
fundamento jurdico de la igualdad ante la ley y la abolicin de toda forma de esclavitud o
discriminacin y se convertir posteriormente en clusula constitucional a travs de los artculos
15 y 16.
Esta poltica de integracin hacia las culturas indgenas fenmeno repetido en casi todo el
continente estaba dirigida fundamentalmente hacia aquellas comunidades ya incorporadas y/o
sometidas, o hacia las que como las del Alto Per todava prestaban servicios a los espaoles.
Los rebeldes tehuelches, araucanos, guaikures o charras no encajaban en los planes de los
jefes revolucionarios que como Moreno, Chiclana, Monteagudo, Belgrano o Castelliestaban ms
volcados a la unidad con la poblacin indgena. Las fronteras con Chaco, Pampa y Patagonia
seguiran inestables y peligrosas.
De todas maneras, este aluvin legislativo integracionista tendra algunos correlatos
prcticos. Por encima de contradicciones se intentaban llevar a cabo experiencias de un mutuo
acercamiento que significaba la comprensin del otro que era distinto, pero con el cual era
posible comunicarse y entenderse.
A pesar de los obstculos interpuestos fundamentalmente por los ranqueles para que la
expedicin de Garca penetrara en el territorio indgena y se abasteciera de sal, la negociacin
permanente con los caciques llev a buen puerto los objetivos. Las continuas amenazas no se
concretaron en hechos. La ayuda de los indios amigos como Victoriano, Epumer y Quinteln
contribuy a que la situacin dificultosamente mantenida en equilibrio no se interrumpiera.
Despus de tres das de cargar presurosos las carretas, pesada y con menos temor, la expedicin
emprendi el regreso. Se haban realizado importantes relevamientos topogrficos y culturales; se
haba reconocido un territorio prcticamente virgen para el nuevo gobierno y se haban escrutado
las posibilidades para un plan colonizador de largo alcance.
La marcha de Garca abri el camino a las posteriores medidas del gobierno vinculadas con la
exportacin de carnes saladas, pero fundamentalmente introdujo en el territorio indgena una
profunda cua de penetracin, sustentada en ese entonces por algunos de sus protagonistas en el
dilogo, pero utilizada por otros para la guerra a las comunidades de la Llanura. Pero desde los
asentamientos de Salinas Grandes y a partir de ellos, los principales de la tierra mantendran su
dominio sobre ella por muchos aos ms.
Pero aunque los indgenas del otro lado de la cordillera no entraban en los planes de San
Martn, sus hermanos de este lado s. Hacia ellos parti la comitiva, registrndose durante ms de
una semana un parlamento de ribetes singulares:
Los Indios Peguenches, hombres de una talla elevada, de una musculacin vigorosa, y de
una fisonoma viva y expresiva, ocupan un territorio al pie de la cordillera de los Andes de
100 a 120 leguas al sur del Ro Diamante, lmites de la Provincia de Mendoza: pasan por
los ms valientes de este territorio, no conocen ningn gnero de Agricultura, y viven de
frutas silvestres, y de la carne de Caballo; su vida es errante y mudan sus habitaciones
(que se componen de tiendas de pieles), a proporcin que encuentran pastos suficientes
para alimentar sus crecidas Caballadas. Son excelentes jinetes, y viajan con una rapidez
extraordinaria, llevando cada uno diez o doce Caballos por delante para mudar en
proporcin que se cansan, pero tan dciles y bien enseados, que en medio del Campo los
llaman por su nombre, y sin el auxilio del lazo los toman con la mano para cambiar. Se
darn algunos detalles sobre este Parlamento.
El da sealado para el Parlamento a las ocho de la maana empezaron a entrar en la
Explanada que est en frente del Fuerte cada Cacique por separado con sus hombres de
Guerra, y las mujeres y nios a Retaguardia: los primeros con el pelo suelto, desnudos de
medio cuerpo arriba, y pintados hombres y Caballos de diferentes colores, es decir, en el
estado en que se ponen para pelear con sus Enemigos. Cada cacique y sus tropas deban
ser precedidos (y esta es una prerrogativa que no perdonan jams porque creen que es un
honor que debe hacrseles) por una partida de Caballera de Cristianos, tirando tiros en
su obsequio. Al llegar a la explanada las mujeres y nios se separan a un lado, y empiezan
a escaramucear al gran galope; y otros a hacer bailar sus Caballos de un modo
sorprendente: en este intermedio el Fuerte tiraba cada 6 minutos un tiro de Can, lo que
celebraban golpendose la boca, y dando espantosos gritos; un cuarto de hora duraba esta
especie de torneo, y retirndose donde se hallaban sus mujeres, se mantenan formados,
volvindose a comenzar la misma maniobra que la anterior por otra nueva tribu.
El General en Jefe, el Comandante General de Frontera y el Intrprete, que lo era el
padre Inalican Fraile Francisco y de nacin Araucano, ocupaban el testero de la mesa. El
Fraile comenz su arenga hacindoles presente la estrecha amistad que una a los Indios
Peguenches al General, que este confiado en ella los haba reunido en Parlamento general
para obsequiarlos abundantemente con bebidas y regalos, y al mismo tiempo para
suplicarles permitiesen el paso del Ejrcito Patriota por su Territorio, a fin de ir a atacar a
los Espaoles de Chile, extranjeros a la Tierra, y cuyas miras eran de echarlos de su Pas, y
robarles sus Caballadas, Mujeres e Hijos, etc. Concluido el razonamiento del Fraile un
profundo silencio de cerca de un cuarto de hora rein en toda la Asamblea. A la verdad era
bien original el cuadro que presentaba la reunin de estos Salvajes con sus cuerpos
pintados y entregados a una meditacin la ms profunda. l inspiraba un inters
enteramente nuevo por su especie.
Puestos de acuerdo sobre la contestacin que deban dar se dirigi al General el Cacique
ms anciano, y le dijo: todos los Peguenches a excepcin de tres Caciques que nosotros
sabremos contener, aceptamos tus propuestas: entonces cada uno de ellos en fe de su
promesa abraz al General a la excepcin de los tres Caciques que no haban convenido:
sin prdida se puso en aviso por uno de ellos el resto de los Indios, comunicndoles que el
Parlamento haba sido aceptado; a esa noticia desensillaron y entregaron sus caballos a
los Milicianos para llevarlos al pastoreo; sigui el depsito de todas sus Armas en una
pieza del Fuerte, las que no se les devuelven hasta que han concluido las Fiestas del
Parlamento.
Finalizando el depsito se dirigieron al Corral donde se los tenan preparadas las yeguas
necesarias para su alimento. El espectculo que presenta la matanza de estos animales es
lo ms disgustante. Tendido el animal y atado de pies y manos le hacen una pequea
incisin cerca del gaznate, cuya sangre chupan con preferencia las Mujeres y Nios,
aplicando la boca a la herida; descuartizado el animal lo ponen a asar, cuya operacin se
reduce a muy pocos minutos. Las pieles frescas y enteras de las yeguas se conservan para
echar el vino y aguardiente todo mezclado indistintamente, lo que se verifica del modo
siguiente. Hacen una excavacin en la tierra de dos pies de profundidad y de cuatro a
cinco de circunferencia, meten la piel fresca en el agujero abierto en la tierra, y aseguran
los extremos de ella con estacas pequeas: en este pozo revestido de la piel se deposita el
licor, y sentados alrededor empiezan a beber solo los hombres: estos pozos se multiplican
segn el nmero que se necesita, pues para cada pozo solo se sientan 16 o 18 personas
alrededor. Las Mujeres por separado dan principio a beber despus de puesto el sol, pero
quedan cuatro o cinco de ellas en cada tribu que absolutamente se abstienen de toda
bebida, a fin de cuidar de los dems. Aqu empieza una escena enteramente nueva. Que se
representen dos mil personas (esto era poco ms o menos el nmero de Indios, Indias y
Muchachos que concurrieron al Parlamento) exaltados con el licor hablando y gritando al
mismo tiempo, muchos de ellos pelendose, y a falta de armas, mordindose y tirndose
de los cabellos, y se tendr una idea aproximativa del espectculo singular que presentaba
este Cuadro.
El cuarto da fue destinado a los regalos; cada Cacique present al General un poncho
obra de sus Mujeres, que algunos de ellos no carecan de mrito, sobre todo por la viveza y
permanencia de sus colores; por parte del General les fueron entregados los efectos
anteriormente referidos, los que apreciaron con particularidad los vestidos y sombreros,
de que en el momento hicieron uso
Aunque haba odo que las Indias en el momento despus de parir se baaban, no haba
querido dar entero acceso, mas al segundo da de la llegada de los Indios, una India pari
un nio, cuya madre con el recin nacido se metieron en seguida en un Arroyo
acompaada de otras mujeres (Contestacin a la novena pregunta): Los Indios
Peguenches son una nacin enteramente diferente de los Araucanos, y separados de estos
por la gran Cordillera: su poblacin se regula en unos 12 a 14 mil habitantes;
anteriormente eran muy numerosos, ms las viruelas y en el da el mal venreo, hace en
ellos horribles estragos; no se le conoce ningn gnero de adoracin ni culto, y son
reputados por bravos; ellos mantienen continuas Guerras con los otros Indios
Colindantes, y no se dan Cuartel excepto a las Mujeres y Nios. La hospitalidad la
guardan religiosamente, y la venganza es la pasin que ms los domina: la indolencia y
pereza de los hombres llega a lo infinito, pues pasan su vida tendidos y bebiendo una
especie de Chicha compuesta de frutas silvestres, en fin, el Indio Peguenche no se ocupa
ms que de la Guerra; sus mujeres (pues usan de la Poligamia) son las que llevan el peso
del trabajo: ocupadas en el cuidado de los hijos y dems quehaceres domsticos,
pastorean a ms las Caballadas, y an es de su obligacin el ensillar el Caballo del Marido:
el resto del tiempo lo emplean en tejer Ponchos, con lo que y alguna sal, que llevan a
Mendoza, hacen un trfico que cambian por frutas secas y licores.[23]
Un problema que surge ante este relato es saber quines eran realmente estos indgenas con
los cuales parlament San Martn, ya que si nos atenemos estrictamente a su descripcin racial y
cultural no seran otra cosa que tehuelches, ms all de que todas las fuentes coinciden en hablar
de pehuenches. As opina Casamiquela cuando, remitindose a los datos diagnsticos culturales,
dice que todo coincide:
desde la pintura corporal y la vivienda, hasta los hbitos de vida, las armas [] y aun las
caractersticas del bao de la parturienta y de la bebida colectiva []. El nico elemento
araucano del conjunto es la posesin de la tejedura, perfectamente esperable desde el
momento en que es quizs el que ms rpidamente han asimilado los grupos tehuelches.
En cambio, la influencia de la lengua araucana era probablemente ya marcada, aunque la
referencia no dice por cierto que el intrprete, a pesar de su extraccin, hablara en dicho
idioma a los indgenas. Pero en cambio es araucano el nombre del cacique ms anciano
mencionado, ecuan (presuntamente deformacin y apcope de Nekulanku,
aguilucho rpido), sies exacta la referencia de Mitre que Vignati cita.[24]
Creo que las comunidades que parlamentaron con San Martn eran los pehuenches del sur de
Mendoza, pero creo tambin como Casamiquela que esa zona estaba sufriendo cada vez ms la
ostensible penetracin araucana y la perenne presin tehuelche, hechos que confirman la
existencia de un hbitat transicional que desde el siglo XVII vena marcando la tendencia de una
superposicin tehuelche primero y araucana despus sobre el territorio original pehuenche (vase
mapa 10, pg. 104).
Partiendo de la base de que los datos de San Martn como tambin subraya Vignati
han de ser exagerados en cuanto al nmero y la dispersin de estas poblaciones, es decir
suponiendo mejor que ellas abarcaran de manera confusa a las restantes agrupaciones del
centro del Neuqun (araucanas o araucanizadas, sin duda), hasta su transicin a los
Chwach a kna, es fcil inferir que la masa tehuelche prearaucana est siendo escindida
hacia esa poca, a manera de cua, por las avanzadas araucanas de allende los Andes.[25]
Esta disquisicin acerca del verdadero origen de las bandas que se reunieron con San Martn no
es superflua. Nos habla de una compleja realidad en la cual se superponen elementos
pehuenches, tehuelches y araucanos, en un panorama cultural que confundi a los observadores.
Es por otra parte un ejemplo del mosaico que se sigui formando con los grupos tnicos que
integraron el proceso de araucanizacin de la pampa hasta muchos aos ms tarde.
Lo cierto es que en aquellos das de septiembre de 1816, San Martn convivi con las
comunidades del sur de Mendoza buscando su participacin activa en el proyecto del cruce de los
Andes y ocupndose de identificarse con ellos, como les confirm pocos meses despus cuando
una delegacin indgena le devolvi la visita en el campamento del Plumerillo:
Reunidos all el General y los caciques en crculo, sentados en el suelo, aquel les dijo por
intermedio del lenguaraz Guajardo:
Los he convocado para hacerles saber que los espaoles van a pasar del Chile con su
Ejrcito para matar a todos los indios y robarles sus mujeres e hijos. En vista de ello y
como yo tambin soy indio voy a acabar con los godos que les han robado a Uds. las
tierras de sus antepasados, y para ello pasar los Andes con miejrcito y con esos caones.
El ejrcito maniobraba en aquel momento con gran aparato y la artillera funcionaba
estrepitosamente, lo que exit a los indios, dice en sus memorias Manuel Olazbal,
testigo presencial, que oy esa frase significativa: yo tambin soy indio.
Debo pasar los Andes por el sud agreg San Martn; pero necesito para ello licencia de
Uds. que son los dueos del pas.
No ira por el sud, pero as lo deca para engaar a Marc, y este debilit su frente al dividir
sus tropas.
Los plenipotenciarios araucanos, fornidos y desnudos, con olor a potro, prorrumpieron
en alaridos y aclamaciones al indio San Martn, a quien abrazaban prometindole morir
por l.[26]
Orden del general San Martn a los compaeros del exercito de los Andes del 27 de julio de 1819
La actitud de San Martn es ms que interesante. Dejando de lado sus proyectos, que incluan la
necesidad de recurrir a todos los medios disponibles y a toda contribucin humana que fuera
posible, la manera de dirigirse a la masa indgena es altamente positiva, pues intenta un
acercamiento cultural por encima de las diferencias existentes. Entre otras cosas, los reconoce en
ms de una oportunidad inclusive en sus comunicaciones oficiales como los dueos de las
tierras.
La experiencia realizada en Cuyo marca el clmax de un rol de San Martn que si se hubiera
profundizado, tal vez habra deparado para la causa de las comunidades indgenas un derrotero
con mayores posibilidades de integracin efectiva. En esta lnea de accin que conceba a los
indgenas como compatriotas, el nombre de San Martn, siel Libertador hubiera permanecido en el
pas, se habra sumado a los nombres de algunos de los patriotas de la Revolucin de Mayo
Castelli, Moreno, Belgrano, al de Dorrego, al del coronel Garca, o al de Rosas de la mayor parte
de su actuacin poltica, por mencionar tan solo algunos.
Hechos posteriores, como la legendaria Orden General de 1819[27] o el decreto del 17 de agosto
de 1821 por el cual en adelante no se denominar a los aborgenes indios o naturales; ellos son
hijos y ciudadanos del Per, y con el nombre de peruanos deben ser conocidos,[28] no hacen
ms que ratificar estas lneas de accin.
Las posteriores medidas de San Martn en el Per tienen similar contenido: supresin total del
tributo que en concepto de vasallaje pagaban los indgenas al gobierno espaol (decreto del 27 de
agosto de 1821) y abolicin de las mitas, encomiendas y yanaconazgos y toda clase de servidumbre
personal relacionada con los indios o naturales, advirtiendo adems que cualquier persona, bien
sea eclesistica o secular, que contravenga lo dispuesto en el artculo anterior, sufrir pena de
expatriacin (decreto del 28 de agosto de 1821).[29]
Es posible incluso que la proclama del 10 de septiembre de 1822 por la cual se convoc al
Congreso Constituyente del Per haya contado con la inspiracin del general argentino.30
Algunos aos antes, en Tucumn, San Martn tambin haba impulsado los principales
contenidos de las proclamas de la independencia dirigidas a las comunidades indgenas del
Noroeste.
LA INDEPENDENCIA DE LAS PROVINCIAS UNIDAS Y LAS
PROCLAMAS
EN LENGUA ABORIGEN
El espritu indigenista de la Revolucin de Mayo campe por aquellos das de julio de 1816 en
Tucumn cuando el Congreso de las Provincias Unidas en Sud-Amrica declar la
emancipacin solemne del poder desptico de los reyes de Espaa.
Manuel Belgrano, activo participante del Congreso en la sesin secreta del 6 de julio,
continuando con la defensa de los indgenas iniciada en 1810, propuso una forma de gobierno en
la que se tuviera en cuenta a los herederos de los incas, por la justicia que en s envuelve la
restitucin de esta Casa, tan inicuamente despojada del trono por una sangrienta revolucin que
se evitara para en lo sucesivo con esta declaracin y el entusiasmo general de que se poseeran los
habitantes del interior con sola la noticia de un paso para ellos tan lisonjero.[30]
Estas ideas alimentaron el proyecto de estimular la simpata de los indgenas por la causa
independentista, y a instancias de algunos diputados, las actas del 9 de julio fueron traducidas a
las lenguas quichua, aimar y guaran con la correspondiente frmula de juramento que deban
prestar todos los habitantes de la nueva nacin.[31]
En la sesin del 29 de julio el Congreso decidi la impresin de 3000 ejemplares del Acta de la
Independencia, 1500 en castellano, 1000 en quichua y 500 en aimar. Las impresiones se
realizaron en Buenos Aires en dos columnas, castellano y lengua aborigen correspondiente, de
acuerdo con los modelos que el propio Congreso remiti, con la recomendacin de que sin el ms
exacto y escrupuloso cuidado de los impresores o con la menor variacin se causa un defecto muy
notable a las citadas versiones.[32]
Expedicin Villegas. Bosque al pie del cerro Ruca Choroi. Sobre la margen este del lago Noque Hue.
Fuerte del ro Alumin. Indios prisioneros. Archivo General de final.
No conocemos bien cul fue la repercusin que tuvo la famosa proclama entre las comunidades
indgenas, aunque s sabemos que se lleg a imprimir en idioma quichua y aimar. A ltimo
momento se cancel la confeccin de las copias correspondientes en lengua guaran debido a la
ausencia de las provincias del Litoral en las sesiones de Tucumn. En esas provincias, los
guaranes estaban librando una lucha propia y especial, casi la ltima.
Cacique Villamain o Millaman (Buitre de oro). Sometido en diciembre de 1882. Familia y mujeres en su toldera,
inmediaciones de Norqun. Expedicin Conrado Villega. Archivo General de final.
Sublevacin en El Sauce
En 1837 un grupo de abipones de la reduccin del Sauce, encabezados por Juan Porteo, se
alz contra el gobierno de Santa Fe, lo que provoc la reaccin del ministro Domingo Cullen, a
cargo del Poder Ejecutivo provincial. En represalia orden la ejecucin de 63 indgenas, operacin
que se llev a cabo en las orillas del ro Colastin, dirigida por el Chula Pajn.
La masacre no se complet porque la mitad de los condenados logr huir luego de presenciar la
muerte de sus desgraciados compaeros. Sobre la nave qued tambin el cuerpo sin vida del
Chula, ajusticiado por los prisioneros.
La venganza ritual se concret poco despus: las bandas rebeldes de abipones se abalanzaron
sobre los poblados cercanos a Goya y ocasionaron grandes prdidas a los correntinos. Estos,
exasperados, decidieron escarmentar a los insurrectos que se ocultaban en las islas cercanas sobre
Paran.
Fuerzas aliadas de correntinos y santafecinos llegaron hasta el escondite en febrero de 1837 en
el paso de las Piedras, derrotando completamente a los indgenas y acabando con la vida del
cabecilla, Juan Porteo. En escaso nmero algunos abipones consiguieron huir hacia el interior,
en tierra firme, favorecidos por la crecida del Paran. Los prisioneros sobrevivientes, trasladados a
Santa Fe, fueron fusilados.
La desaparicin de Lpez no detuvo las matanzas.
En 1839 su hermano Juan Pablo lo reemplaz en el cargo de gobernador y destac al coronel
Andrada contra los mocoves, quienes en el monte de los Palos Negros sufrieron la muerte de 41
guerreros y la captura de otros 80 aparte del consabido contrarrobo de todo el ganado.
El nuevo gobernador, Pascual Echage, no pudo controlar las constantes incursiones indgenas
que procuraban responder al auge de las persecuciones. La paz con los vilelas en 1847 tampoco
fren la escalada.
Los mocoves atacaron duramente entre 1844 y 1846 y en 1848 algunas bandas tobas que se
asentaron en la laguna Brava irrumpieron al mando del cacique Amatolec. El 21 de enero, las
tropas santafecinas cayeron sobre ellos aniquilndolos en una sangrienta batalla.
A medida que la nave se fue internando, no encontr tanta amistad. Los guerreros guaikures,
sabedores de las intenciones finales de cualquier exploracin blanca, se mostraron hostiles a los
navegantes. En la Cangay se detect la presencia de cautivos entre grupos tobas, as como
tambin ganado y diversos elementos provenientes de Santiago del Estero, Crdoba y Santa Fe.
Seguramente, estos productos de los malones llegaban hasta las mismas entraas del Chaco a
travs del intercambio con las bandas de mocoves y abipones que bajaban con ms frecuencia
hasta los poblados.
El momento de mayor peligro para la expedicin fue cuando, durante un par de das, recibieron
de manera intermitente una lluvia de flechas que provena presuntamente de los tobas que las
arrojaban sin dejar que los intrusos los vieran. Al parecer intentaban detenerlos, propsito que no
lograron, al ordenar Soria aligerar el barco, hacindolo ms veloz y escapando as de los invisibles
enemigos.
Si se logra guarnecer las orillas del ro, podramos convertirlas en una sucesin de pueblos
felices, pens el francs eufrico, que el 2 de agosto de 1826 lleg a la desembocadura del
Bermejo en el Paraguay.
Segua en sus cavilaciones cuando de pronto advirti que el barco haba fondeado en el
destacamento paraguayo de Talli. Le ordenaron bajar a tierra. Seguro de s mismo, obedeci.
Soria observ cmo la documentacin del barco, incluido el diario de viaje, era despachada de
inmediato (supuso que a Asuncin).
Diez das despus se le entreg una carta del Supremo Doctor Francia,[41] que estaba furioso y
le deca atrevido, insolente y desvergonzado: que por un acto atroz y desptico, haba venido sin
antecedente permiso, por un ro que era suyo; y que se volviesen por donde haban venido, o que
dispondra de todos; porque para abajo no haban de pasar.[42]
La carta tembl en su mano; pens que pocas veces haba sentido que tomar una decisin fuera
tan difcil; pero eligi quedarse.
Soria y sus hombres fueron condenados a prisin y confinados en una goleta durante cinco
aos interminables. Liberados en julio de 1831, remontaron el Paran hasta llegar a Buenos Aires.
Por entonces la Compaa del Bermejo era una aventura sepultada.
Eso era lo que esperaba haca mucho tiempo Jos Arenales, un economista de Buenos Aires,
que desde un principio se opuso a los proyectos de la Compaa. Arenales tena sus propios
planes, publicados en 1833 bajo el ttulo de Noticias histricas y descriptivas sobre el gran pas del
Chaco y Ro Bermejo; con observaciones relativas a un plan de Navegacin y Colonizacin que se
propone.
Para Arenales, liberar al Bermejo sera cubrir las puertas a la colonizacin, que hara
evolucionar al pas a travs de preservar las provincias circunvecinas del pillaje y agresiones de los
brbaros y la utilidad, en fin, de un orden todava ms esencial, que resultara de civilizar y mejorar
la condicin poltica y moral de estos habitantes.[43]
Despus de descartar varias posibilidades (conquista militar; reparto de la regin entre las
provincias limtrofes y ereccin de una nueva provincia), Arenales propone como alternativa
viable la fundacin de una provincia administrada por una sociedad de particulares que a su vez
ganara la amistad con las comunidades indgenas en el entendimiento de que ese paso sera
ineludible para cualquier proyecto colonizador.
Es ms, l cree que en los ltimos aos, muchos de los grupos chaqueos han incorporado
prcticas de la civilizacin tales como la agricultura, la cra de animales o el sedentarismo,
indicios de una aptitud para su cambio en la forma de vida.
Arenales va ms lejos y proyecta un modelo de tratado:
la que dejar libre y seguro trnsito las comunicaciones y convois que se dirijan por
tierra o por agua, prometindoles ellos igual seguridad y respeto en todos sus derechos.
2a. Abstenerse de todo robo y pillaje 3a. Que designen los lmites de sus territorios, para
reconocerles seores de ellos y garantirles su quieta posesin; pero entendindose, que el
que los traspasase para hacer correras, ser reputado enemigo y sometido la ley del
vencedor. 4a. Que las tribus que quieran formar pueblos separados y regulares, se les
asistir con lo preciso para su mantencin e instruccin hasta que puedan proveer por s
mismos; y que si se agregaren las colonias, obtendrn ventajas de mayor consideracin.
5a. Que se les comprar los terrenos que quieran vender, y se les admitir al libre
comercio. 6a. Que no se les arrebatar violentamente sus hijos y mujeres; ni se les
impondr reparticin ni servicios forzados, y que podrn concurrir libremente las faenas
de labranza cuando se les necesite, por sus justos salarios.[44]
Una clusula complementaria dispona que, ante determinadas situaciones, los indgenas
fueran los principales beneficiarios en la cesin de tierras.
Arenales no termin preso como Soria. Pero al igual que los planes de este ltimo sus proyectos
fueron intentos fracasados, despegados de una realidad que los superaba.
All, en los montes chaqueos, los indgenas no saban que se hablaba de ellos y de sus tierras
como si fueran propias. Tan solo lo presentan y cada tanto presenciaban la travesa de algn
osado que buscaba en el Chaco algo, que ellos no entendan.[45] Sus territorios libres eran as
cada tanto atravesados por expedicionarios buscadores de futuro, aventureros, cazadores,
colonizadores esperanzados, fugitivos.
Todo ese racimo de condiciones humanas no eran otra cosa que las avanzadas espordicas de
una sociedad nacional en formacin que iba lentamente consolidando su expansin.
Hasta los jirones de los ejrcitos de la guerra civil terminaban paseando su desolacin por
aquellas tierras.[46]
Las comunidades tambin presenciaron la intrusin de extranjeros. En la dcada de los 40,
Bolivia organiz algunas expediciones de reconocimiento demostrando sus pretensiones sobre la
regin. Pero tambin fueron vanos sus intentos. El Chaco devorador de ilusiones y las tratativas
diplomticas del gobierno argentino se conjugaron para impedir que aquellos proyectos pasaran a
mayores.
LA PERSISTENCIA DEL CONFLICTO FRONTERIZO
EN LA LLANURA DE PAMPA Y PATAGONIA
Los sinceros intentos de algunos patriotas de la Revolucin que buscaban la integracin con las
comunidades indgenas pronto desaparecieron, ensombrecidos por la lucha en la frontera,
expresin real de un conflicto interminable y de fondo: la pelea por la tierra.
La frontera seguir devorando vidas, tragndose esperanzas y sueos, golpeando con dureza a
los que por ella transitan de uno y otro lado.
La frontera seguir siendo el escenario de enfrentamientos y acuerdos, en una agotadora e
infinita vigilia para las comunidades libres de la llanura.
De todas maneras y ante ms de una docena de caciques el enviado especial lee una encendida
proclama del director Rondeau especialmente escrita para ellos:
Compatriotas y amigos: Mis antecesores en el mando han deseado vivamente en todos
tiempos estrechar con vosotros las ms amistosas relaciones. Componeis una bella
porcin del todo nacional y los magistrados no podan ser indiferentes a vuestra suerte;
pero las atenciones de la guerra, la necesidad de exterminar a nuestros comunes y
antiguos tiranos y las atenciones que estos objetos demandan al Gobierno, han paralizado
hasta ahora sus marchas y se han puesto de por medio entre sus intenciones y la
posibilidad de practicarlas. El ojo del magistrado ha velado siempre sobre vosotros, y
ahora os brindo de nuevo con la proteccin del gobierno cuya direccin est a mi cargo.
Paz, unin, amistad, confianza mutua, relaciones ntimas, haceros felices, estos son los
votos de mi corazn; estos son mis primeros cuidados, con respecto a vosotros, y espero
por vuestra parte os prestares con docilidad.
Unmosnos, amigos, estrechemos los lazos de nuestras comunicaciones y comercio, y
aun de nuestras fuerzas; mirad el porvenir; ved que vais a tener parte en las glorias de
vuestro suelo natal; ved que en unin con nosotros sereis inexpugnables, y que
burlaremos juntos los esfuerzos de los tiranos que no cesan de amargarnos. El nombre
solo de espaoles debe haceros temblar; pero nosotros os estenderemos una mano
protectora: vuestros paisanos, vuestros amigos, solo quieren vuestro bien. El coronel D.
Feliciano Antonio Chiclana, uno de los jefes de este Ejrcito y que merece mi confianza,
es el comisionado para que os haga proposiciones ventajosas a mi nombre: no las
desprecieis. l es el rgano del gobierno, y de todos los habitantes de las provincias que os
aman como a hermanos y miembros de una misma familia.
El da ms lisongero de mi vida ser en el que vea cimentadas entre vosotros y estos
pueblos la unin y la paz. No desmintais nuestras esperanzas, ni frustreis nuestros
deseos; as os lo recomienda vuestro mejor amigo.[47]
Los jefes indgenas muestran su total apoyo a la paz y a la lucha contra los maturrangos,
pero cuando Chiclana esboza la posibilidad de un cambio en la lnea de frontera, el
parlamento concluye.
En 1819 la obsesin por avanzar la frontera lleva al gobierno de Buenos Aires a designar una
comisin especial. La integran Saavedra y los coroneles Marcos y Balcarce, quienes proponen
dividir la provincia en tres regiones militares dependientes del comandante general de la campaa.
Por esta poca comienzan a consolidar su posicin los hacendados de la provincia, quienes en
cierto sentido plantean una actitud contradictoria, porque si bien procuran conquistar nuevas
tierras (de la vaquera se haba pasado ya a la estancia), al mismo tiempo no quieren problemas
con las comunidades indgenas con las cuales mantienen excelentes relaciones.
Francisco Ramos Meja es uno de ellos; otro, el ms importante, irrumpe con sus propias
milicias los Colorados del Monte y sus amigos indios, a quienes conchaba como peones en
su estancia Los Cerrillos. Para estos Juan Manuel de Rosas es nuestro padre.
En marzo de 1822, la segunda expedicin de Garca, destinada a establecer las paces con las
tribus de indios al Sud, estaba lista para partir. Cerca de 250 tehuelches y 1300 ranqueles
apostados en las inmediaciones de la sierra de la Ventana aguardaban algo inquietos y
desconfiados, pero dispuestos a hablar con alguien que al menos no traicionaba la palabra
empeada como la mayora de los que se acercaban a las tolderas.
El huinca amigo llegaba con poca escolta: veinte hombres ms otros tantos hermanos como
intrpretes (incluido el cacique Cayupilqui) y acompaantes; dos carretas, otros dos carruajes ms
chicos y algunos instrumentos aptos para realizar tareas demarcatorias.
Sus pasos levantaban poco polvo.
No traa una fuerza expedicionaria. Ms bien pareca que sala de un sueo medio loco. Pero
Garca avanz resuelto, y llegado a Lobos, confirm de boca del jefe tehuelche Antigun que,
superados algunos inconvenientes, los caciques lo esperaban. Entonces se intern en el desierto.
[50]
Armamento
La expedicin era impresionante: 2500 soldados, 8 caones, 1900 fusiles y carabinas, 900
sables, 1000 lanzas. Pero los resultados no fueron los buscados. Los responsables del ataque a
Salto se haban internado demasiado adentro y la furia de Rodrguez se descarg sobre algunos
grupos tehuelches que, a pesar de repeler la agresin, tuvieron por lo menos 150 bajas (16 de
enero de 1821).
El gobernador orden a su regreso que los indgenas conchabados en las estancias de Ramos
Meja fueran detenidos acusados de traidores:
Foto de un dibujo a lpiz representando al cacique Calfucur. Original perteneciente al Museo Roca.
[De estos naturales] reciben los dems indios las noticias que favorecen sus asaltos
repentinos, por ellos saben cuando se les piensa perseguir, y en fin, en esta estancia se
proyectan los planes de hostilidad contra la Provincia.
[Don Francisco] ha dado pruebas de una amistad tan estrecha con los salvajes que la
prefiere a la de sus propios conciudadanos contra quienes en esta vez ha procedido
escandalosamente, al paso que trabaja con tesn en hacer desaparecer de este distrito la
religin y lo ha conseguido entre la mayor parte de los habitantes.[54]
No se conocen las condenas sufridas por este grupo de detenidos, pero si consideramos la
venganza maln del 30 de abril de 1821 que incendi Dolores y Kaquelhuincul, no deben de
haber sido leves.
En abril de 1822 cerca de 500 tehuelches invadieron Pergamino.
Poco ms tarde los voroganos de Pablo, reforzados por unos 2000 mapuches, llegaron en sus
correras hasta las inmediaciones de Buenos Aires y Santa Fe. El poder indgena se enseoreaba
por todas partes.
Los gobernadores de esas ciudades intentaban frenarlo. Martn Rodrguez y Juan Bustos
firmaron un pacto por el cual decidieron avanzar sobre las bandas que asolaban la frontera.
Se inicia as la segunda expedicin de Rodrguez, integrada nuevamente por 2500 hombres
sujetos a un reglamento seversimo que castigaba con pena de muerte a los desertores o a
cualquiera que por cualquier motivo se separara cierto nmero de cuadras de la lnea.[55]
Rodrguez puo de hierro entraba a sangre y fuego con sus propios hombres. La maana del 15
de abril fusil a ocho de ellos, infractores del edicto.
El 28 de abril la expedicin se puso en marcha y a los pocos das comenzaban las febriles
negociaciones de aproximacin con las avanzadas tehuelches. Rodrguez buscaba su alianza para
atacar a los ranqueles. Quizs en esos das lo bautizaron Capitn Grande.
Lo cierto es que las gestiones fracasaron, porque los indgenas, adelantndose a las intenciones
de Rodrguez, lo atacaron el 8 de mayo.
Ese da, en las inmediaciones de una laguna llamada ms tarde La Perfidia, fueron muertos seis
oficiales del estado mayor del Capitn Grande.
Algunas versiones dicen que en realidad fueron sacrificados una vez que haban pasado a las
tolderas en calidad de rehenes mientras se llevaban a cabo las ltimas negociaciones.
Una vez ms los intentos de someter a las comunidades indgenas de la provincia de Buenos
Aires haban fracasado. La poltica del exterminio vuelve a asomar como la nica posibilidad.
La experiencia de todo lo hecho nos ensea el medio de manejarse con estos hombres;
ella nos gua al convencimiento de que la guerra con ellos debe llevarse hasta su
exterminio. Hemos odo muchas veces a genios ms filantrpicos la susceptibilidad de su
civilizacin e industria, y lo facil de su seduccin a la amistad Era menester haber estado
en contacto con sus costumbres, ver sus necesidades, su carcter y los progresos de que
su genio es susceptible para convencernos de que aquello es imposible Veramos,
tambin con dolor, que los pueblos civilizados no podrn jams sacar ningn partido de
ellos ni por la cultura, ni por ninguna razn favorable a su prosperidad. En la guerra se
presenta el nico, bajo el principio de desechar toda idea de urbanidad y considerarlos
como a enemigos que es preciso destruir y exterminar.[56]
Mejor suerte haba tenido el gobernador Bustos, quien desde Santa Fe y con cerca de mil
hombres avanz hacia los toldos del ranquel Lienn, al que sorprendi en la madrugada del 17 de
mayo. El ataque desarm a los indgenas, que perdieron ms de un centenar de guerreros.
Pero la alegra de Bustos y la angustia ranquel fueron efmeras.
En septiembre de 1823 en una incursin de las bandas sobre Rosario, fueron muertos el
comandante Juan Luis Orrego mano derecha de Bustos y veinte de sus hombres. En octubre,
un inmenso maln de 5000 ranqueles y tehuelches conducidos por los caciques Juan Catriel,
Calfiau y el renegado Molina, se desencaden sobre las inmediaciones de Santa Fe y Buenos
Aires en forma simultnea, arreando hacia el corazn de la llanura miles de cabezas de ganado. De
todas las partidas que salieron en busca de los indgenas, solamente la de Rosas alcanz a un
grupo de ellos cuando ya confiados regresaban a sus toldos, logrando rescatar parte de la hacienda.
Las comunidades indgenas mantenan slidas sus posiciones. Estaban cada vez mejor
organizadas y armadas. Satisfechas, descansaban en sus toldos en el invierno de 1823, mientras el
gobernador Rodrguez se prestaba a luchar contra ellas una vez ms.
Su plan consista ahora en avanzar las fronteras hasta el ro Negro, fundando en el camino un
pueblo en la actual Baha Blanca y complementando la marcha terrestre con una expedicin
martima que servira de apoyo a las operaciones.
Familia y toldo toba (qom) en el Gran Chaco, 1942. Archivo General de final.
En enero de 1824, el Capitn Grande y el jefe de la expedicin, general Rondeau, dieron la voz
de ataque a los 3000 hombres.
Cerca de la sierra de la Ventana, las vanguardias indgenas comenzaron tareas de hostigamiento
a la fuerza expedicionaria; amenazaban atacar y se retiraban rpidamente, ordenndose en
posicin de combate y desapareciendo de golpe. La tctica era simple pero efectiva, por otra parte
segua una tradicin cultural casi universal.[57]
La baja moral y el desgaste se fueron apoderando de los hombres del gobernador, y se
incrementaron cuando 3000 tehuelches les salieron al encuentro y mantuvieron un corto pero
intenso combate en la sierra de Pillahuinco.
Por esos das los soldados buscaban afanosamente agua, cavando hondos pozos de donde por
lo general extraan algunas gotas acompaadas de mucho barro. La situacin se estaba tornando
otra vez difcil para la expedicin.
Una vez ms, lo que haba empezado con encendidas proclamas, amenazas a los caciques,
constitucin de poderosas columnas expedicionarias y aspiraciones de exterminio, terminaba en
una debacle que orillaba el desastre.
La poltica de Rodrguez de movilizar pesados y lentos contingentes chocaba con una llanura
desconocida y hostil en donde el fro, la falta de agua y alimentos descorazonaban a la tropa que
contemplaba absorta cmo los indgenas se deslizaban sobre ella casi grciles, como si fueran
pjaros.
La triste retirada del Capitn Grande fue seguida de cerca por los vigas indios que observaban
cmo se desmembraba da a da un ejrcito que lo nico que quera era regresar cuanto antes a los
poblados.
El edecn de Rondeau, Manuel Pueyrredn, dej pginas patticas sobre estos hechos,
especialmente los referidos al sufrimiento de los negros del batalln de Cazadores, objeto de una
despreciable discriminacin racial:
Jams he experimentado tanto fro como en esas pampas desiertas, ni aun en los pramos
de las cordilleras, cuando la pasaba con la nieve medio cuerpo; y si esto se agrega, la
calidad de los campos, de puros caadones, en que se caminaba por entre el agua, se
podr hacer una idea aproximada de lo que tendramos que sufrir
Las jornadas que se hacan eran muy cortas. Solo una vez caminamos cinco leguas. Las
dems eran de dos, de legua y media, de veinte cuadras, y hubo dia que solo se camin
cinco cuadras!...
los que ms tuvieron que sufrir, fueron los negros del batalln de Cazadores, que
volvan hechos pedazos y casi todos sin calzado.
La mayor mortalidad fu de estos infelices, no habia da que no hicieran recojer del campo
negros helados, veces hasta nueve.
El gobernador, que era testigo de esto, se aflijia, y se alentaba socorrerlos mas de
sesenta quedaron invlidos, comidos los pies, que se les caian pedazos sin sentir
He visto despus muchos de esos invlidos en las calles de Buenos Aires arrastrndose
por el suelo en pequeos cueros para caminar con las rodillas, buscando los medios de
subsistir de la caridad pblica
Los vivanderos habian vendido todo cuanto llevaban; algun arroz y galleta que aun les
quedaba, se lo compr el gobernador para distribuirlo la tropa; pero esto fue un triste y
corto recurso.
Les compraba tambien los bueyes de las carretas que vendian para lea Se despacharon
varios chasques al Tandil, pidiendo ganado vacuno; pero tard tanto que el ejrcito estuvo
cuatro dias sujeto una pequesima racion de los bueyes que se pagaron precios
fabulosos.
Haba observado que la hora de la carneada, concurran porcion de ellos al cuartel
general, y la escolta, sacar achuras y no dejaban mondongo, ni tripas y pedian los
soldados algunas otras achuras (desperdicios de la res). Al principio me choc
sobremanera esta conducta; pero cuando supe que se les mezquinaba la carne, mientras
que sus gefes y oficiales tenan hasta para tirar, mand que de las reses de la escolta, se
reservase todos los das media res, para distribuirla los cazadores.[58]
Despus del infierno de Salto, Carrera se perdi en los asentamientos indgenas. De a poco fue
reapareciendo en las zonas fronterizas, y con l, los naturales, confundidos en las rencillas
polticas de los blancos.
Mientras se persegua intilmente a Carrera, algunos caciques tehuelches y ranqueles aliados
de Buenos Aires reciban misiones de paz para ratificar las amistades; pero las alianzas eran en ese
momento insignificantes. Muy pocas bandas permanecan fieles a la gran ciudad. El chileno en
tanto, cmodo entre los ranqueles, reciba los halagos de cada vez mayor cantidad de
comunidades. Respetado y protegido, ya era para ellos el Pequeo Rey (Pichi-Rey). As se lo
demostraron, a travs de un lenguaraz, en un gran parlamento celebrado en su campamento en
1821:
se dirigi a Carrera, para decirle que, habindose reunido en consejo las tribus indias, l
haba sido autorizado para congratular y dar la bienvenida al Pichi Rey, para informarse
de su salud y de las dificultades que haba encontrado en su camino, la situacin del pas
que haba dejado, las fuerzas militares de que disponan, cmo las empleaban y qu
planes se proyectaban. Le pidi tambin una relacin detallada de las ofensas recibidas.
Hzole presente que, en testimonio de adhesin, se ponan todos a sus rdenes y no tena
ms que encabezar las tribus para que volaran a vengar sus agravios y a empapar sus
manos en sangre enemiga. Gelmo, el lenguaraz, anot las ideas principales del discurso
del cacique, y Carrera despus de examinarlas detenidamente, respondi con una arenga
muy formal que el mismo Gelmo tradujo. [] Cuando terminaron esos primeros
discursos, Carrera se dirigi a todas las tribus y les habl agradecindoles la confianza que
le dispensaban y las fuerzas que ponan a su disposicin (unos 10.000 guerreros, en
total). Se declar su protector y ennumer las ventajas que sobrevendran de esta unin.
[61]
Carrera Pichi Rey Nuestros,
Pichi Rey habla al Sol juntos,
Grande y el Sol contesta sabios,
cuando habla con a Pichi Rey. El Sol y el Rey
nuestro padre Sol hablando
todos los das de nosotros,
por la vida cuidando
de nosotros, los toldos.
los hombres.
Anoche 19 del corriente se present de regreso del Salto el ayudante de plaza d. Dmaso
Anzotegui, quien en persona ha recibido la noticia siguiente:
El cacique Nicolas Quintana ha detenido Carrera dicindole, que espere las tropas de
Buenos Aires, ste debia dejar los indios y dirigirse para otra parte con los chilenos que tiene su
mando, pero el dicho Nicolas le ha tomado la retaguardia, y no lo deja caminar: el referido cacique
es de nuestra parte, esta noticia la d una cautiva, que ayer ha llegado al Salto, llamada doa
Agustina Hernndez, y dice, que Carrera habla con el sol todos los das, y dice lo que le responde el
sol, todo favor de los referidos indios para entusiasmo de ellos.
Es copia. lvarez.
NOTA
Quien ha invocado mil veces al demonio en sus empresas infernales, no hablar con el sol en sus
conflictos? A un sacrlego, qu le importa idolatrar? Los que hayan visto el tomo en folio
manuscrito, en que los Carreras conservaban los apuntamientos de sus hechos, de sus maldades
desde el principio de la revolucin de Chile, [] saben, que la mxima favorita de su poltica era
adoptar todos los medios, que conviniesen su ambicion, aunque estubiesen en oposicin con
todos los principios de justicia, de decencia, y de virtud; de suerte que en razon de sus proyectos
criminales siempre han estado prontos intrigar con los espaoles, tentar con los portugueses,
ligarse con Artigas, federarse con las fieras, robar el copon con hostias consagradas, aliarse
con los salvages, hablar con el sol, y tambin con los diablos, para irse al fin con ellos.[62]
Nuestros,
juntos,
sabios, La fiesta,
el Sol y el Rey la tierra,
hablando los potros,
de nosotros, la risa.
cuidando
los toldos.
A fines de abril y principios de mayo Carrera invade la costa del ro Salado en el sudeste de la
provincia de Buenos Aires, buscando al mismo tiempo volcar a su favor a los caciques todava
remisos. Intenta persuadirlos de que l los trata como a hermanos y americanos. Algunas
bandas tehuelches y ranqueles comienzan a inclinarse por el chileno: Lincon y dems hermanos
se hallan reunidos en son de guerra desde la Sierra de la Ventana hasta Salinas es lo que informa
el lenguaraz Manuel Valdebenito.
Pero el Tratado del Cuadriltero, firmado el 22 de enero de 1822 entre Buenos Aires, Santa Fe,
Entre Ros y Corrientes, y la muerte de Francisco Ramrez poco antes, ayudaron al eclipse
definitivo de Carrera, que debi emigrar hacia el oeste. Comenzaba a cerrarse sobre l un cerco
final.
El 31 de agosto de 1821, el ejrcito mendocino sorprendi a un Carrera agotado y desmoralizado
en el paraje de Punta del Mdano, derrotndolo completamente y causndole una catstrofe en
sus fuerzas. El parte de guerra firmado por el comandante victorioso, coronel Albino Gutirrez, as
lo asevera:
El producido de esta jornada que tanto honor hace a esta Ciudad (Mendoza), pues por ella
se ha destruido el injusto invasor Carrera, que tantos males ha causado a los pueblos de la
Unin, ha sido: muertos en el campo de batalla, 169; en la persecucin que les hizo el
Comandante Olazbal, 30; en la del Sargento Mayor Don Ramn Aicard, 4; prisioneros
existentes en Mendoza, 197; presentados, 80; oficiales muertos en el campo de batalla, 4;
oficiales prisioneros, el General don Jos Miguel Carreras, su segundo el Comandante
Don Jos Manuel Benavente (sic) los de igual clase Don Felipe lvarez y don Jos Manuel
Arias; 6 capitanes, 6 tenientes y 4 alferes. Hechos prisioneros en el campo de batalla, el
Sargento Mayor y Gobernador de San Luis nombrado por Carrera, Don Jos Gregorio
Gimnez, 3 tenientes, 2 subtenientes, todo su armamento, municiones, bagayos, 400
animales entre mulas y caballos, y 70 mujeres.[65]
Prcticamente no haba indgenas entre el diezmado ejrcito carrerino. Un refuerzo de 400
ranqueles y araucanos de Pablo haba sido cordialmente rechazado durante su estada en
Melincu, tal vez porque el chileno presenta el desastre que se avecinaba, que haca an ms
trgico el final. En la madrugada del 4 de septiembre de 1821 el Pequeo Rey mantuvo un ltimo
dilogo con el Sol, aunque nunca pudo transmitir lo que este le haba respondido. Segundos
despus fue fusilado junto con el coronel Felipe lvarez y un soldado chileno llamado Monroy.
La cabeza y el brazo derecho de Carrera fueron llevados a Mendoza y expuestos en el Cabildo; el
brazo izquierdo se envi a San Juan tambin para su exhibicin.
La cabeza de lvarez se remiti al gobernador Bustos. Los oficiales victoriosos fueron
ascendidos.
Como respuesta a la venganza de la sangre, Pablo volvi a asolar la frontera.
Campamento tehuelche del cacique Kankel, levantado para ser trasladado, 1895, Archivo General de final.
Despus de algunas dudas, cuarenta caciques decidieron firmar los tratados, ceremonia que se
realiz en Buenos Aires, mientras parte de los comisionados permanecan como rehenes en las
tolderas.[66]
En esta poltica de aproximacin es necesario destacar las gestiones llevadas a cabo por Rosas
ante los tehuelches, que culminaron con un gran parlamento en el Tandil (1826), y un posterior
tratado por el cual se fijaron nuevos lmites, se intercambiaron prisioneros y se propuso la paz
integral.
Paralelamente, los ranqueles firmaban un importante tratado con los enviados de las provincias
de Buenos Aires, Crdoba y Santa Fe:
En la laguna del Guanaco sita treinta leguas ms arriba de Salinas, y como ciento y mas
leguas de la Villa de la Concepcin al Sud, a veinte de Diciembre de ochocientos
veinticinco, habiendo concurrido con su indiada los caciques, y caciquillos ranqueles
Millan, Eqan, Gemin, Gequm, Tranam, Yanquelen, Sienan, Millamnamon, Ranquel,
Quechudeo, Curritipay, Pallaguin, Genchul, Nagelan, Qiuchan, Cuellan, Qsuelapay,
Ocol, Colepi, Chodan, Carram, Meliquan, Nicols, Carrane, Calquillan, Coleman, Marin,
Payan, Payayan, Cayman, Chico, Anteolan, Yacon, Nanpay, Chequin, Imelan,
Genulinquin, y los diputados que suscribimos hemos realizado el tratado de paz en los
trminos siguientes:
1-Que ellos reconocen por nico gobierno de todas las provincias al Soberano Congreso.
2-Que la paz debe ser con todas las provincias.
3-Que si algn cacique quisiera invadir a cualquier provincia ellos deben impedirlo, y si
fuese preciso, atacarlo pues de lo contrario desde el momento de invadir a cualquier
provincia quedar declarada la guerra contra ellos por todas las dems.
4-Que las cautivas sern canjeadas una por otra, pues entregarlas todas como se
solicitaba no era posible por estar la mayor parte casadas y con hijos; solo s que sern
rescatadas equitativamente.
5-Que los terrenos comprendidos desde la Sierra del Volcn y Curic por no pertenecer a
final de ellos, solo debe convenirse, con los Giliches etc. que son los dueos de dichos
terrenos.
6-Que ellos podrn entrar a cualquiera provincia a su negocio, debiendo tocar
primeramente a la frontera ms inmediata, y presentarse al comandante de ella, para que
este los haga acompaar con uno o ms soldados hasta su destino, y del mismo modo a su
regreso, para lo cual se les ha dado pasaporte a los caciques que lo han pedido.
Acordado as con los cincuenta caciques y caciquillos nombrados arriba, lo firmamos los
comisionados para el efecto por los gobiernos de Buenos Ayres, Crdoba y Santa Fe-
Vicente Azpillaga-Pedro Vargas-Como diputado de Crdoba y sustituto del de Santa Fe.
Pedro de Bengolea.[67]
Coyhuepn era un cacique araucano que haba ingresado al territorio argentino en 1827
instalndose en las cercanas del Tandil.[72] Junto con el cacique tehuelche Cachul, asentado en
las mrgenes del arroyo Tapalqu, constituyeron una dupla de invalorables aliados con la cual
Rosas llev adelante la fundacin de fuertes en 1827 y 1828, afianzando la frontera.[73]
En los primeros das de 1827, Rosas funda el fuerte Federacin, antecedente de lo que hoy es
la ciudad de Junn, y que por ese entonces contribuy a reforzar las defensas de Lujn, Salto y
Rojas. En 1828 funda el fuerte 25 de Mayo, base de la actual ciudad homnima a unos 20
kilmetros al sudoeste de la laguna Cruz de Guerra, y el fuerte Laguna Blanca a medio camino
entre el 25 de Mayo y la Fortaleza Independencia.
Con la fundacin de la Fortaleza Protectora Argentina en abril de 1827 culmina, por parte de
la gestin Dorrego, el proceso de penetracin en el Pas del Diablo (el Huecu Mapu de los
araucanos), esa zona misteriosa ms all del ro Salado.
Se encomienda la tarea al coronel Ramn Estomba (que a la sazn permaneca en el Fuerte
Independencia como jefe del regimiento 7 de caballera de lnea) bajo la supervisin de Rosas. El
jefe tcnico de la expedicin para analizar el sitio de construccin fue el ingeniero Narciso
Parchappe, quien lleg a la baha el 23 de marzo. Estomba lleg el 9 de abril y juntos decidieron el
emplazamiento del fuerte, que fue el ncleo de la actual ciudad de Baha Blanca.
La gestin de Dorrego cierra un ciclo de intensos movimientos fronterizos en el cual la
provincia de Buenos Aires fue escenario entre 1810 y 1828 de sucesivos encuentros pacficos y
blicos entre los indgenas y las fuerzas del gobierno, que preanunciaban una escalada cada vez
ms pronunciada hacia el enfrentamiento final (mapa 23).
Sin embargo esa escalada est salpicada con intentos de integracin entre indgenas y poblacin
criolla. Dorrego, ayudado por Rosas, es un jaln en una lnea poltica lamentablemente no
profundizada. Este ltimo propugnaba desde 1825 un plan de colonizacin indgena cuya
finalidad consista en que las distintas bandas, dirigidas por sus caciques, se instalaran en las
estancias, adonde practicaran tareas agrcolas, ganaderas y las propias artesanales.
Diversas circunstancias polticas impidieron la oficializacin de este proyecto que de todas
maneras Rosas llev a la prctica en forma particular con algunos centenares de indgenas que se
convirtieron en trabajadores rurales.[74]
Las comunidades indgenas libres, por ese entonces ya ms que vinculadas con los vaivenes
poltico-institucionales de los centros urbanos, especialmente de Buenos Aires, se ven afectadas
por el derrocamiento de Dorrego a manos de Lavalle.
Los caciques Cachul y Coyhuepn se pusieron a las rdenes de Rosas para resistir a los
insurrectos y defender a Dorrego, pero fueron derrotados y dispersados en la accin de Navarro.
Dorrego fue fusilado en la maana del 13 de diciembre de 1828 y el caos y la furia se desataron.
El primero de ellos fue el que desde la muerte del cacique Car-Ag en 1818 toma a su cargo las
bandas asentadas en las inmediaciones de la laguna de Leuvuc y al sur de San Luis. Haba llegado
hasta all con cien guerreros tan solo dos aos antes (mapa 25).
La frontera de San Luis y Crdoba, inicialmente recorrida por tehuelches, se complica con la
llegada de los ranqueles con quienes el gobernador Bustos trata de alcanzar una constante
pacificacin de la regin. No escatima obsequios: cientos de cabezas de ganado y todo tipo de
vveres, hasta alcanzar la paz de la laguna del Guanaco (1825) por la cual ranqueles, tehuelches,
cordobeses, puntanos y porteos acordaron suspender las mutuas agresiones.
Pero la frgil tregua es burlada por los mismos que la haban impulsado y la violencia se
desencadena una vez ms.
A fines de 1827 una partida de soldados, aprovechando el alejamiento de los guerreros
ranqueles, invadi sus tolderas, matando indios viejos e invlidos y apoderndose de un
apreciable botn de objetos de plata y oro y de numerosos indiecitos e indias que trajeron
cautivas.[79]
Los cebados aventureros, viendo el xito relativamente fcil de su embestida, emprendieron
una nueva marcha sobre Leuvuc, esta vez en un nmero mucho mayor: seiscientos, segn las
fuentes.
Antes de llegar y cuando estaban acampados en la laguna del Chaar, fueron sorprendidos por
los ranqueles que haban vuelto y estaban al tanto de lo sucedido.
La masacre fue atroz. Probablemente sea una de las ms grandes de nuestra historia. Se dice
que uno solo de los seiscientos puntanos logr salvar la vida, volviendo alucinado del horror.
Los malones ranqueles cayeron sobre todas las poblaciones fronterizas del sur de San Luis y
Crdoba prolongando una revancha inacabable hasta 1830.
Rosas buscaba ms: barrer los territorios comprendidos entre los ros Colorado y Negro y
cruzar este ltimo adentrndose ms al sur, hasta el Neuqun, adonde muy pocos haban llegado.
A principios de mayo, los distintos destacamentos que integraban la divisin iniciaron las
operaciones.
El del general Pacheco avanz sobre el ro Negro y el 26 de mayo atac los toldos de Payllarn, y
le provoc graves prdidas incluyendo la muerte del cacique.
El 3 de julio lleg con 300 hombres a la isla de Choele Choel, donde tom gran cantidad de
prisioneros, aunque el cacique Chocor al igual que Yanquetruz, uno de los principales objetivos
de la campaa haba conseguido fugar.
Desde la isla se emprendieron varias expediciones. Una de ellas, a principios de julio, al mando
del comandante Lagos, atac y dispers a las bandas del cacique Pitriloncoy.
A mediados de agosto, otra fuerza lanzada desde all al mando de los comandantes Sosa y
Hernndez sorprendi a los caciques Unguan, Millar y Picholoncoy. Estos dos ltimos murieron
en las refriegas que se desarrollaron en el ro Colorado.
Otro destacamento, al mando del coronel Delgado, tuvo por misin perseguir a Yanquetruz,
derrotado como vimos en Las Acoralladas. La cacera fue infructuosa, pero cerca de trescientos
indgenas se entregaron junto con los caciques Marileo, Mariquer y Antibil, mientras otros, como
los voroganos, eran controlados desde Salinas Grandes.
En carta a Quiroga del 15 de julio de 1833 Rosas informa sobre la bsqueda del jefe ranquel y la
destruccin de sus bandas:
El Teniente Coronel Dn. Manuel Delgado, y los capitanes Dn. Pablo Castro y Dn. Jos
Mara Plaza, me aseguran que luego que pusieron en marcha los Caciques Boroganos,
unidos al Escuadrn enunciado. Que los qe. los sintieron los Ranqueles y Llanquetrur
ganaron los montes abandonando todo cuanto tenan, y qe. viendo qe., nada podan
hacerles dentro de ellos por ser tan dilatados, y espesos dispusieron mandarles ofrecer
que les librara si se presentaban trayendo las cabezas de Llanquetrur y de su hijo Pichum.
Que entonces se empezaron a presentar sin haber podido agarrar a Llanquetrur por
haberse disparado con sesenta indios que dicen solo le han quedado. Que habiendo
corrido Campos de travesas, y pastos duros, vindose ya con los Caballos enteramente
destruidos, y no sindoles posible seguir a Llanquetrur, que por otra parte ya nada podr
hacer, dispusieron retirarse a dar cuenta, asegurando quedar enteramente los Ranqueles
y Llanquetrur, y a pedir rdenes respecto de estos, que se haban entregado.
Que todas las cautivas cristianas estaban a mi disposicin, y que el camino era enteramte
libre, lo que me comunicaban, por si por esa nota, quera dirigir comunicaciones a V. E.
que los Ranqueles tambin han quedado pocos despus de los que han muerto en la
jornada del 16 de marzo, por el centro pues que iban muchos con Llanquetrur, y de los
golpes que en seguida recibieron por la derecha. Y en efecto sies como se dice, la prdida
que estas tribus han sufrido ha sido mucho mayor que lo que indican los partes, pues
considerable nmero de heridos fueron a morir a gran distancia.[82]
Persiguiendo a Chocor, no muy lejos de Choele Choel, el 13 de julio, los destacamentos del
coronel Martiniano Rodrguez y del teniente coronel Miguel Miranda alcanzaron algunas bandas
rezagadas, dispersndolas por completo:
Estos indios, al avistar nuestra tropa solo procuran escapar con sus Caballos los ms en
pelos, dejando sus recados, cargueros, ochenta caballos tiles, y dos Indios que se
entregaron []. Estos y aquellos Indios como que no pudieron robar nada
absolutamente, se han ido comiendo los caballos que les han quedado. En los
Campamentos de sus paradas se han encontrado de dos a cinco muertos, que se supone
sera de fro.[83]
Las operaciones de la divisin izquierda finalizaron el 25 de mayo de 1834 con un xito sin
precedentes sobre las comunidades indgenas: 3200 muertos; 1200 prisioneros; 1000 cautivos
rescatados.[84]
El desbande de las principales comunidades fue casi total y sus caciques muertos, fugados o
prisioneros, como Yanquetruz, Pichn, Chocor, Picholoncoy, Mauln, Callupn y Yanquimn
entre otros.
Durante la campaa se rubricaron algunos tratados con grupos tehuelches y vorogas, se
persigui a araucanos, ranqueles y sectores de vorogas, y se busc fracturar la unidad indgena, a
travs del agudizamiento de sus contradicciones.
La campaa de 1833 constituye el primer eslabn del proceso de exterminio de las
comunidades indgenas libres de la llanura, cuya culminacin, la denominada Conquista del
Desierto, no fue ms que el mazazo definitivo sobre culturas agotadas y diezmadas despus de
ms de medio siglo de permanentes conflictos armados. Fue una campaa que hizo escuela: A mi
juicio, el mejor sistema para concluir con los indios, ya sea extinguindolos o arrojndolos al otro
lado del ro Negro, es el de la guerra ofensiva que fue seguida por Rosas, que casi concluy con
ellos.[85]
Fue como haber pateado un hormiguero. Terror, caos, muerte, desbande, desconcierto
absoluto. La memoria indgena no olvid fcilmente la locura del treinta y tres.
Retiradas las tropas, las bandas volvieron sigilosamente a sus antiguas moradas, buscando
rehacer sus vidas, pero ya no sera lo mismo. Por primera vez, los caciques haban visto penetradas
las entraas de sus territorios, inaugurando la factibilidad de una embestida peor, la definitiva.
Una profunda fisura quedaba abierta en la llanura y sus culturas libres.
Cacique Sayeweke o Sayhueque, hijo de madre tehuelche y padre voroga. c.1885. Archivo
General de final.
El toldo de Maalaike y su familia, en ocasin de la expedicin militar al Ro Negro en 1879. Foto Antonio Pozzo.
Archivo General de final.
Calfucur (Piedra Azul) se aposent desde entonces en el lugar. Difcilmente supiera en ese
instante que tena por delante casi medio siglo de supremaca poltica sobre las comunidades de la
llanura y aun sobre Buenos Aires.
El ms poderoso cacique en la historia argentina haba llegado para inaugurar un nuevo ciclo
en el protagonismo de las jefaturas.
No sabemos bien por qu lleg Calfucur hasta aqu. Alguna vez sus propias palabras
explicaron que el mismo Rosas lo haba enviado buscar. No parece tampoco desencaminada la
posibilidad de que sus hermanos araucanos ya instalados lo hayan empujado a emigrar.
Tampoco sabemos por qu lleg de ese modo. Aunque las hiptesis son variadas: desde la
explicacin de una venganza de sangre debido a que aos antes Rondeau habra sido el instigador
de la muerte del cacique pehuenche Martn Toriano, hasta la de que algunos intereses blancos
habran azuzado la rivalidad indgena ms all de los lmites, exigiendo un ajusticiamiento del
jefe vorogano por su alianza con las columnas expedicionarias de 1833, en perjuicio de las
comunidades indgenas.
Lo concreto es que a partir de entonces Calfucur vio acrecentado sensiblemente su poder. Por
otro lado, la etapa inicial de su jefatura coincidi con el acceso a la cspide del brigadier general
Juan Manuel de Rosas, quien asumi por decisin de la Legislatura de Buenos Aires y un
plebiscito de los habitantes de la ciudad el cargo de gobernador, esta vez en el uso de facultades
extraordinarias y con la suma del poder pblico (17 de abril de 1835). Calfucur y Rosas, lderes
circunstanciales de los dos bandos en pugna, mantuvieron una relacin de constante negociacin
que hizo que cierta tranquilidad volviera a la frontera y a las comunidades de la llanura. Esta
tranquilidad era tensa y muchas veces fue rota. Sin embargo, podemos hablar de un interregno,
para lo que haba sido hasta entonces una lucha denodada y sin cuartel, lo que no significa que la
paz fuera absoluta.
En 1834, el ex cautivo y ahora mayor del ejrcito, Eugenio del Busto, formaliz la paz con los
vorogas, posibilitando que estos lo ayudaran en algunas incursiones sobre los asentamientos
ranqueles de Yanquetruz.
De todo el perodo, el ao 1836 registra acciones ms intensas, destacndose entre otras
operaciones la expedicin de 3000 hombres al ro Colorado, que al mando del coronel Del Valle
sostuvo algunos enfrentamientos con las comunidades que le salieron al paso.
Ese ao, Rosas aspir a consolidar, al menos en parte, los territorios ganados en la campaa del
treinta y tres, y su principal objetivo fueron las comunidades ranqueles que, con Yanquetruz a la
cabeza, no negociaban la paz. De esa idea participaban tambin otros contemporneos:
Yo soy de opinin que sin hacer mayor gasto, puede concluirse este ao con
Yanquetruz, respecto a que los indios que le acompaan son muy pocos, se hallan
sumamente acobardados, y no hay una sola guarida en la que puedan ocultarse que no
conozca perfectamente es decir que haciendo una combinacin entre las fuerzas de Baha
Blanca, Fuerte Argentino, las de su provincia, de San Luis y Mendoza, en dos meses lo
ms se puede registrar todos los lugares que le han servido de asilo y acabar con l.[89]
Tambin eran de la idea de realizar ataques por sorpresa: el objeto, y el fin a que se le destina
es a atacar (por sorpresa) y en los que los cazos y circunstancia lo permiten a las Tribus
Ranqueles.[90]
Rosas cay sobre las tolderas de Carriague y las diezm con el saldo de ms de 100 muertos y
tomando al cacique prisionero, utilizndolo a partir de entonces como baqueano en la bsqueda
de Yanquetruz. Cuando regresaba, cerca del Fuerte Federacin ya en la provincia de Buenos Aires,
el 26 de junio se top con 20 indios y los aniquil. En una accin combinada, las fuerzas de
Crdoba, integradas por aproximadamente 200 hombres al mando del coronel Pantalen
Algaaraz, avanzaron en el territorio indgena tambin persiguiendo a Carriague. Se produjeron
combates los das 4 y 6 de mayo en los que perdieron la vida ms de veinte indios. El ao 1836 fue
el de mayor cantidad de bajas entre los indgenas, despus de la campaa del 33, segn lo hizo
constar el propio gobernador Rosas:
Pasan de mil los que han fallecido en solo el ao de 1836, segn consta de los partes y
hechos pblicos, un esfuerzo ms y se acabarn de llenar los grandes objetos e
inapreciables bienes de esa campaa feliz.[91]
Por ese entonces, los ranqueles atravesaban una crisis de poder interna, cuya consecuencia
inmediata fue la separacin del cacique Santiago Yangueln del Tantum o Gran Consejo de
Yanquetruz. El disidente se retir con algunas bandas y a partir de entonces fue un enemigo ms
aunque por poco tiempo, ya que en abril de 1838, fue ajusticiado por Pichuin junto con sus
principales capitanejos y guerreros.
El 7 de marzo de 1835 los ranqueles de Pichuin haban tenido 133 muertos en el combate de
Nahuel Mapu. El 21 de noviembre una columna de 600 hombres al mando de los coroneles
Martiniano Rodrguez y Francisco Sosa lleg hasta los toldos de Yanquetruz y Pain, tomando
gran cantidad de prisioneros, aunque unos pocos guerreros lograron huir junto con sus jefes.
Paralelamente a estos espordicos enfrentamientos, se mantenan negociaciones, que por lo
general consistan en tratados de paz por los cuales las comunidades indgenas reciban de los
gobiernos provinciales todo tipo de elementos para la subsistencia, as como artculos de plata y
cuero.
Cuando Rosas accede al poder, asume tambin la facultad de negociar exclusivamente l con
los indgenas, poltica que ratificaron en forma expresa Mendoza, San Luis y Crdoba.
Los castigados vorogas son de nuevo objeto de persecucin entre 1835 y 1839, especialmente
las bandas del cacique Juan Ignacio Cauquir en la provincia de Buenos Aires (mapa 27).
El 22 de marzo de 1836 a orillas del arroyo del Pescado, las tolderas de este cacique son
sorprendidas por los coroneles Francisco Sosa y Juan Zelarrayn y despus de tres horas de
terrible lucha son muertos 400 indios.
Poco despus, el 26 de abril, en una zona cercana a la actual ciudad de 9 de Julio, un nuevo
enfrentamiento provoc la muerte de 250 vorogas incluyendo a Cauquir y sus principales
caciques y capitanejos:
Ayudados por nuevas bandas de araucanos recin llegados de Chile, los vorogas atacaron el
Fuerte Federacin, produjeron cerca de sesenta muertos entre los pobladores y arrasaron con las
tolderas de Venancio Cayupn, ubicadas en las cercanas. El cacique fue muerto en la accin, que
continu con un ataque a la Guardia de Tapalqu el 1 de octubre.
La represalia, a cargo del coronel Ramos, se llev a cabo pocos das despus, cuando murieron
ms de 200 indgenas, entre ellos los caciques Mayguin y Guel. En escaramuzas posteriores
continu el desbaratamiento de los vorogas, en tanto doce de ellos murieron en la laguna de
Guamin.
El 2 de octubre de 1837, el coronel Antonio Ramrez al mando del regimiento 2 de Caballera
cay sorpresivamente sobre un asentamiento indgena en Pozo del Pampa (cerca del actual
Bragado), y caus la muerte de 200 de ellos.[93]
Los vorogas fueron incluso objeto de persecucin por parte de los araucanos de Calfucur,
quien prolongando la matanza de Masall cay de sorpresa sobre las tolderas del cacique Alon, en
las inmediaciones de Fuerte Argentino (Baha Blanca), lo degoll a l y a muchos de sus hombres.
Al da siguiente, los araucanos intentaron sin xito un ataque al fuerte.
Ya en 1837, una nueva expedicin enviada por Rosas hacia las cercanas de Salinas Grandes
para buscar ranqueles, vorogas y araucanos no confederados con Calfucur, mantuvo un intenso
combate cerca de Tapalqun con bandas araucanas que sufrieron poco menos de cien muertos,
entre ellos los caciques Reuqu, Martn, Millagueln y Guaiquincul.
En 1838 una cua blanca se instal en Salinas Grandes cuando el coronel Nicols Granada
arremeti contra las comunidades asentadas en el lugar para regresar poco despus a Tapalqun,
su base de operaciones.
En abril de ese ao, Manuel Baigorria, el cacique blanco, atac Federacin al mando de sus
ranqueles, y en 1839 luego de otra invasin a la castigada Tapalqun, Nicols Granada mantuvo
un dursimo combate con casi 1000 ranqueles, araucanos y los ltimos voroganos.
Baigorria y Pichuin (gravemente herido) por los ranqueles, y Carupil y Leficur por los
araucanos ordenaron la retirada despus de diez horas de lucha y 300 muertos. Los soldados
haban perdido 25 hombres.
Si bien la frontera este fue la que ms calma observ en el perodo que nos ocupa, debido a los
continuos tratados entre Rosas y Calfucur, el otro sector, la lnea centro-oeste, sufri una
agitacin mayor: los ranqueles, al margen de las negociaciones del cacique con el hombre fuerte
de los blancos, continuaron provocando ataques sobre los poblados de San Luis, Crdoba y
Santa Fe.
Ro Cuarto fue atacada sucesivamente en 1834, 1837 y 1839, aprovechando siempre la accin
para ocuparse de poblados vecinos. En 1846 Baigorria invade Cruz Alta devastndola y, meses ms
tarde, ya en 1847, junto con Pain ataca San Luis.
En 1846 el gobernador de Mendoza, Pedro Pascual Segura, llevaba adelante una campaa de
pacificacin, internndose en el sur de la provincia y estableciendo amistosas relaciones con los
caciques Porn y Cristiano, quienes poco antes haban dado muerte al pehuenche Guman, que a
su vez mantena estrecha vinculacin con el gobierno de Segura.
Podemos entonces hablar de una tranquilidad relativa comparada con momentos anteriores,
especialmente por la relacin Calfucur-Rosas, que posibilita a los salineros y sus aliados un
interregno de cierta paz.
El pavor no haca solo presa de los pacficos pobladores de la campaa. Los propios militares
que forzosamente deban introducirse en la realidad de las culturas indgenas no podan ocultar,
en muchas ocasiones, este sentimiento.
El coronel Manuel Pueyrredn, en sus Fragmentos pstumos, cita dos ejemplos del cual fue
directo testigo: el capitn Carlos Bownes transmita siempre su catastrfica impresin ante las
derrotas sufridas a manos de los indios y el coronel Torres, mendocino, muerto en la defensa de
Montevideo el 16 de julio de 1843, y como uno de los ms valientes hombres de guerra que se ha
conocido temblaba al solo anuncio de Indios, mientras que con otros enemigos era heroico.[96]
El terror era alimentado por la toma de cautivos.
Las comunidades libres de la Llanura unan al robo de ganado la prctica del cautiverio, que
prontamente se transform en una rutina sistemtica.
El cautiverio fue en el seno de estas comunidades un hecho cultural de proporciones. Por un
lado, poseer cautivos era un signo de prestigio social. Cuanto ms cautivos, ms prestigio. Por otro
lado, se tomaban cautivos como rehenes y como posibilidad de trueque con otras comunidades y
aun con las mismas fuerzas nacionales; ellos eran un importante recurso para las negociaciones
que en forma constante se entablaban.
Finalmente, se tomaban cautivos para trabajar en las tolderas, ayudando a las chinas; y a las
mujeres cautivas, muchsimas veces, para esposas de los caciques (vase cuadro 12).[97]
Los cautivos fueron una historia aparte en las tolderas. Muchsimos de ellos, secuestrados en
plena infancia, se integraron a la vida cotidiana indgena pasando a ser un nativo ms, sin siquiera
saber hablar su lengua materna. Otros, rescatados aos despus, mostraban las huellas de un
verdadero shock, producto de la violentacin cultural; otros aprovecharon lo aprendido entre sus
captores para volverse contra ellos en las sucesivas expediciones punitivas lanzadas por el
gobierno (tal es el caso de Eugenio del Busto, ya citado); otros, por fin, sirvieron para enriquecer
un mestizaje que no solo se daba entre los indgenas: Ramn Platero, famoso cacique del Tantum
de Panghitruz Guor, era hijo de padre ranquel y madre cautiva blanca; lo mismo sucedi con
Baigorrita, cacique ranquel nieto de Yanquetruz, que era hijo de padre ranquel y madre cautiva
blanca.
Esta caldera cultural que eran las tolderas se enriquece con fenmenos de otro tipo: los
caciques blancos. Manuel Baigorria, ex coronel del ejrcito nacional, tuvo una destacadsima
actuacin entre 1831 y 1852, al frente de centenares de ranqueles y otros tantos emigrados
blancos, haciendo gala adems de su ntima amistad con Pain, uno de los mximos caciques.[98]
Pero hay un elemento ms a tener en cuenta en la prctica del cautiverio: en muchos casos los
prisioneros sufran y se desesperaban ante la ruptura total de su existencia; en otros, llegaron a
reconstruir sus destinos; en otros, volvieron a sus orgenes. Pero en todos los casos, viviendo. Son
excepcionales las muertes en cautiverio y este es un dato a destacar. La toma de cautivos por parte
de las comunidades indgenas evit que la violencia ejercida desde su lado se transformara en ms
muertes y nunca hubo exterminio, contrariamente a lo sucedido con la poltica de sus oponentes.
La abundancia de cautivos blancos hizo que en algunos aos, dos o tres generaciones, en los
toldos fueran ms mestizos que los aborgenes puros;[99] la afirmacin es exagerada, pero
muestra el avance notable de una tendencia cultural de proporciones como el mestizaje.[100]
Mestizaje que por otra parte continuaba cambiando la fisonoma cultural de la Pampa, a travs
de la mezcla araucana-tehuelche, con fuerte predominio de los primeros, antiguos vencedores de
las batallas que dirimieron el poder indgena en estos territorios.
Otros tipos humanos destacables en estos tiempos en la frontera eran los depredadores,
pandillas errantes que por lo general luego de los malones caan sobre los poblados diezmados,
completando la obra destructora.
Despus del famoso maln de Salto en 1821, estos singulares personajesalgunas veces
confundidos con indgenas entraron de nuevo a saqueo de los restos que haban escapado a su
voracidad, cargando en carretas cuanto qued y procediendo a venderlos hasta pos San Pedro y
Baradero. Semejante desvalijamiento oblig al comandante general de la campaa del norte de la
provincia de Buenos Aires a proceder a una prolija investigacin para descubrir a todos los
ejecutores de los saqueos y obligar a los compradores a devolver los objetos y bienes robados.
[101]
En muchas ocasiones estos depredadores eran confundidos con simples gauchos que en
calidad de pobladores libres comenzaban a habitar la llanura. Muchsimas ejecuciones, prisiones y
levas forzadas se hicieron en nombre de presuntos vagos y malentretenidos. Un aparato legal
incipiente prestaba justificacin a estos hechos:
que todo individuo que no tenga propiedad legtima de que subsistir, ser reputado en la
clase de sirviente debindolo hacer constar ante el juez territorial de su partido. Es
obligacin que se muna de una papeleta de su patrn, visada por el juez. Estas papeletas
se renovarn cada tres meses. Los que no tengan este documento, sern tenidos por
bagos. Para transitar esta papeleta debe ser visada y con licencia del Juez. Se castiga a los
bagos con cinco aos de servicios en el ejrcito de lnea. Los que no sirvan para este
destino, estn obligados a reconocer un patrn, a quien servirn por obligacin durante
dos aos por un justo salario, en la primera vez y en la segunda por diez aos.[102]
Y a pesar de que la libertad y la posesin de los inmensos territorios garantizaba a las
comunidades araucanas, tehuelches, ranqueles y vorogas alimento en abundancia, en ciertas
ocasiones el hambre estallaba como un latigazo.
El alejamiento de los territorios de caza, las inclemencias del tiempo que imposibilitaban las
marchas o bien los fracasos en las actividades comerciales llevaban a ciertas bandas las ms
dbiles por cierto a encontrarse de pronto deambulando sin rumbo fijo en busca de comida.
En plenas operaciones, durante 1828, el coronel Ramn Estomba dej asentado en sus partes,
la impresin que le caus encontrarse con unos 2000 indios entre hombres, mujeres y nios,
quienes estaban sin caballos ni alimentos. Orden que fueran trasladados a las inmediaciones de
la Fortaleza Protectora Argentina, pidindole al gobierno ayuda, implementando as una poltica
de acercamiento y alianza con los desvalidos.
Pero el hambre tambin era objeto de negociacin y daba pie para el sometimiento: Estomba
consideraba preferible que el gobierno gastara un poco de su presupuesto para alimentar a los
hambrientos antes de que se aliaran con sus hermanos en pie de guerra lo que iba a suceder si
nos hubisemos descuidado quince das ms, y agregaba: ya vamos consiguiendo que sepan
respetar y obedecer: tienen miedo, estn sumisos, pero al mismo tiempo tienen confianza en
nosotros, y estn contentos.[103]
Terror, caos, mestizaje, bandidos, hambre, cautiverio, exilio, depredaciones: un conjunto de
fenmenos que caracterizaron la zona gris de la frontera. Pero ms al interior, hacia tierra adentro,
los asentamientos indgenas nos muestran una vida cotidiana ms definida, ms precisa a pesar de
las diferencias culturales existentes.
La vida comunitaria
Las pocas comunidades tehuelches que permanecan hacia mediados del siglo XIX en la
porcin boreal de la regin cultural de Pampa y Patagonia, poco mantenan de sus hbitos de vida
originales.
Los llamados guenaken sufran cambios profundos. Su economa se haba transformado en
depredadora. Los antiguos cazadores de guanacos y avestruces coman ahora los caballos y vacas
robadas en las poblaciones fronterizas y muy ocasionalmente perseguan a sus presas de antao.
[104]
Esta transformacin en los hbitos alimenticios los llev tambin a un sedentarismo ms
pronunciado. El constante seguimiento de las manadas de guanacos y avestruces a que las
comunidades se vean antes obligadas, se converta ahora en una mayor facilidad para obtener la
comida, consistente en los miles de cabezas de ganado que inundaban la llanura.
Los toldos seguan siendo las viviendas tradicionales. Solo que ahora los cueros colocados
sobre los postes se ataban con tendones de yegua.
Originariamente desconocieron la cermica, pero hacia el final de su existencia como cultura la
tuvieron aunque en escasa proporcin. Tampoco tuvieron tejido, aunque, como fruto del
intercambio con los araucanos, incorporaron de ellos sus mantas de lana como complemento en la
vestimenta.
El antiguo manto de pieles de guanaco pas a ser tambin de piel de caballo y el chirip ocup el
lugar del cubresexo.
Los guerreros agregaron las botas de potro, de gran utilidad en las correras, al igual que los
coletos de cuero puestos sobre el pecho en ocasin de los combates.
Cultura ecuestre, los tehuelches adoptaron la lanza (la chuza) en reemplazo del arco y la
flecha, manteniendo las boleadoras como terrible arma ofensiva.
La estructura social de la banda se mantuvo ms slida a partir de la presencia de cacicazgos
ms fuertes, en donde fue decisiva la influencia de los araucanos. El cacicazgo no era
necesariamente por carcter hereditario, ms bien se tenan en cuenta las dotes de valenta y
oratoria. La palabra, al igual que entre los araucanos, era una virtud de los grandes jefes.
La familia poda ser mongama o polgama segn fueran las posibilidades econmicas de los
hombres, ya que la mujer era adquirida por compra.
Es difuso lo que suceda entre los tehuelches en vas de extincin y/o disolucin cultural con
sus relaciones con lo sobrenatural. Probablemente la presencia de los espritus del mal de dudosa
procedencia como el Gualichu haya ocupado un gran espacio en la sacralidad de estas
comunidades.
El viejo ritual tehuelche de enterrar a sus muertos se mantuvo. Se envolva al cuerpo en su
manto, acompaado de sus armas y/o bienes, sacrificando sus animales e incendiando sus
pertenencias, a excepcin del toldo, en la creencia de que todos los bienes pasaran al otro mundo
con su dueo.
Los tehuelches de Patagonia o tehuelches meridionales (penken y aoniken) son los que mejor
mantienen su forma de vida originaria (si bien tambin sufrieron los embates de los araucanos),
ya que estn menos expuestos, ms lejanos geogrficamente de los hbitats en que se decida la
suerte de las comunidades hermanas de la Pampa y ms protegidas de este proceso con los centros
de poder del naciente pas: Buenos Aires y las capitales de provincia.
Los tehuelches de Patagonia no eran numricamente considerables, pero aun as tendran
importancia en el panorama cultural del siglo XIX, enfrentando a la autodenominada Conquista
del Desierto y constituyndose en los ltimos bastiones con el cacique Valentn Sayhueque a la
cabeza de su Confederacin de los Manzaneros.
Replegados contra la cordillera, casi aislados en la inmensidad de la estepa patagnica, estos
tehuelches mantenan la forma de vida tradicional casi intacta, tal cual la observ Musters en un
viaje realizado entre 1869 y 1870.[105]
Alejados de los centros poblados y por lo tanto del ganado, estos tehuelches continuaron
cazando sus avestruces y sus guanacos, aunque ahora a lomo de sus caballos:
Parten los hombres y recorren al galope el contorno de un terreno que est en
proporcin con el nmero de los de la partida, encendiendo fogatas de trecho en trecho
para sealar su paso. Pocos minutos despus se despacha a otros dos, y as sucesivamente
hasta que solo quedan unos cuantos con el cacique. Estos se esparcen formando una
media luna, y van cercando y estrechando el crculo sobre un punto al que han llegado ya
que partieron primero. La media luna se apoya en la lnea que forma la lenta caravana de
mujeres, criaturas y caballos de carga. Los avestruces y las manadas de guanacos huyen
de la partida que avanza, pero les cierran el paso los ojeadores, y, cuando el crculo queda
completamente cerrado, se les ataca con bolas, persiguiendo muchas veces dos hombres
al mismo animal por diferentes lados. Los perros ayudan tambin en la persecucin, pero
tan rpidos y diestros son los indios con la boleadora que, a menos que hayan perdido
esta arma o que sus caballos estn cansados los perros no tienen mucho que hacer.[106]
Elcacique pilaga Garcete con parte de sus hombres y Anchorena en 1918, Formosa. Archivo Generalde final.
Los perros eran una verdadera institucin en las comunidades indias. Entre los tehuelches eran
utilizados no solo en las excursiones de caza, sino en el cuidado y arreo de los ganados.
No hay autor de memorias que deje de mencionar las perradas numerosas que convivan
con el pampa. Alguno narra como el indio criaba a los dedicados a la caza. En esto tambin
el aborigen poda tener cierto parecido con el caballero fidalgo [] de la historia europea,
dueo de buenos perros con los que sala [] a cazar el jabal, el zorro o el oso, segn
fuera la regin de sus [] hazaas. Por otra parte, el indio devolva en idntica moneda la
canallada incalificable del perro de presa, [] trado por el conquistador espaol para la
caza del indio. Alguno de esos canes debieron ser descendientes de aquellas fieras,
matadoras y comedores de hombres.[107]
Dignos de su tradicin de cazadores, los tehuelches repartan la comida comunitariamente,
despus de su agotadora tarea de obtenerla, acomodndose en el mismo lugar o en los toldos
cercanos:
La ley india de reparticin de la caza evita toda disputa y es esta: el hombre que bolea el
avestruz deja que el otro que ha estado cazando con l se lleve la presa o se haga cargo de
ella, y al terminar la cacera se hace el reparto: las plumas, el cuerpo, desde la cabeza hasta
el esternn y una pierna, pertenecen al que los caz y el resto a su ayudante. Cuando se
trata de guanacos, el primero toma la mejor mitad de la misma manera. Los bofes, el
corazn, el hgado, la pella y el carac se comen a veces crudos. Los tehuelches sacan
tambin la grasa que hay sobre los ojos, y la gordura cartilaginosa de la coyuntura de los
muslos, y las comen con gran fruicin; as como el corazn y la sangre del avestruz.[108]
Los tehuelches coman adems de sus yeguas, guanacos y avestruces, todo lo que podan a
excepcin de peces: frutas, legumbres, hierbas, vizcachas, pjaros. El azcar y la sal ocupan
lugares preponderantes en la dieta alimenticia: Llevan sal cuando salen a cazar, tanto para
sazonar la sangre, que rara vez comen sin ella, como tambin para salar la carne de guanaco o
avestruz.[109]
Coman en forma permanente, durante todo el da, sin horario, lo que al parecer era una
diferencia con los araucanos, dicho por los mismos tehuelches: Los chilenos comen siempre a
una hora dada, lo que es una tontera; nosotros no comemos sino cuando tenemos hambre.[110]
Los guenaken ingeran bebidas fermentadas que ellos mismos elaboraban. La costumbre de
fumar fue incorporada por el contacto con los araucanos y luego con los blancos y mestizos de las
poblaciones de la poca colonial. La yerba y el aguardiente llegaron despus.
Los juegos tambin llenaban sus das:
Las principales diversiones entre los indios [] consistan en carreras de caballos, juegos
de cartas, y juegos de dados que ellos mismos hacen de hueso con una exactitud
matemtica, y que tiran con la mano y juegos de piedritas, as como de pelota. Las cartas
que se usan a veces es la baraja espaola, que se obtienen en las colonias, pero lo ms
frecuente es que los indios usen otras de cuero, fabricadas por ellos mismos.[111]
De las relaciones con lo sobrenatural tenemos ms datos de los tehuelches meridionales, por
haberse mantenido ms preservados que los guenaken e incluso por haber sobrevivido hasta
nuestros das aunque en muy escaso nmero.
Elal es el hroe civilizador por excelencia de los tehuelches meridionales, quien les otorg los
bienes fundamentales para la subsistencia: el fuego, los animales, la vestimenta, las tcnicas de
caza.
Elal va ms all y bate a enemigos mticos que ponan en riesgo la vida del hombre: el Sol, la
Luna, el guanaco y el avestruz macho, el cndor.
Tambin ha introducido la divisin sexual del trabajo, la institucin del matrimonio y la
muerte.
Es interesante apuntar que existan vinculaciones culturales entre este personaje mtico y los
onas, a travs de su dios Knos: a ambos se los consideraba antepasados; ambos tienen un papel
relevante en episodios de carcter etiolgico; el haber formado con tierra a los hombres; el haber
dado la tierra a los hombres.
Asimismo, existe un personaje en la mitologa tehuelche septentrional, Elengsem, y otro en la
araucana, Kollng, que tambin estaran vinculados a Elal: son, como l, el padre o generador de
la raza y los dueos de todos los animales.[112]
Existen en la cosmovisin tehuelche meridional otros personajes: el dios supremo que aparece
con varias denominaciones segn los autores: Krut (e) n, el trueno, acompaante de Elal en el
cielo; Keenguekon, la Luna, a quien se le pide clemencia; el Sol, de culto confuso, y Mip o
Gualicho, trmino que designa a todas las potencias adversas sin particularizar:
Morfolgicamente Mip puede asumir las figuras ms variadas, sin tener una que sea la
especfica: puede ser un pjaro, aguilucho, lechuza, la sombra de un difunto, un cristiano
con camisa blanca, un hombre o una mujer paisanos, la sombra de un ser humano
pequeo, un hombre vestido de negro, etc. Otras veces es invisible, y solo se lo percibe
como silbido, como grito de indio que est penando, como voz de un chico, de hombre,
mujer, o vieja.[113]
Lo cierto es que la entidad Gualicho, asociada prcticamente la totalidad de las veces con lo
nefasto, est omnipresente en toda la cultura tehuelche y con frecuencia en la araucana.
Vulgarmente, se lo asociaba con el diablo.
Las prcticas chamnicas estaban muy desarrolladas y al parecer tomaron de los araucanos
gran parte de los aspectos salientes del ritual, como la inclusin de homosexuales.
En plena llanura los araucanos despliegan con holgura su forma de vida que a pesar de la
homogeneidad general no es uniforme: araucanos-pehuenches (pehuenches araucanizados);
vorogas (araucanos de Vorohu); ranqueles (tehuelches araucanizados); salineros (araucanos
de la dinasta de los Cur, con Calfucur a la cabeza) y araucanos strictu sensu, son parcialidades
de un conjunto mayor, en los cuales predomina el tronco mapuche, que al final de esta historia de
expansin cultural terminara por impregnar la totalidad de las regiones ocupadas.
Por encima de las diferencias tienen elementos comunes, que en trminos generales fueron
tomados de los tehuelches: cultura ecuestre, economa depredadora (no olvidemos que en su
lugar natal, Chile, los araucanos eran de tradicin agrcola-pastoril), toldos, armas ofensivas.
Los araucanos empero introdujeron no solo su dominio, sino que fortalecieron instituciones
como el cacicazgo. Las grandes jefaturas pampeanas fueron difundidas a partir de su presencia y
como un elemento ms de supremaca cultural que se dio tambin en otro factor que no podemos
dejar de mencionar: la lengua.
En sus relaciones con lo sobrenatural, los araucanos mantuvieron sus prcticas originarias: el
desarrollado chamanismo con intervencin de las machis; las rogativas colectivas como el
Nguillatn y algunos rituales mortuorios. En algunos de ellos probablemente se mezclaron
diversas tradiciones como la llevada a cabo en ocasin de la muerte del cacique ranquel Pain:
Su hijo y sucesor Calvaia ordenaba exequias que llenaron de horror a la tribu. Una
procesin popular conduca el cadver a lo largo de un camino de seis kilmetros hasta la
sepultura, y reunidas todas las mujeres de final, encerradas en un crculo de lanceros,
formaban parte del cortejo. Cada dos kilmetros se haca una estacin y el cacique
heredero designaba ocho mujeres que eran muertas de un golpe seco de bola en el crneo.
Fueron as inmoladas veinticuatro vctimas, para castigo de las brujas que haban influido
en la muerte del cacique.
Esta abominable matanza a la faz de los hermanos, maridos y padres de las vctimas, fue
completada por el asesinato de una de las ms jvenes esposas de Pain, que tena una
criatura en el pecho, para que acompaara, con cinco caballos, diez perros y veinte ovejas,
al finado en el viaje de la Otra Vida.[114]
La prctica del sacrificio de animales y aun el ritual de la muerte por un golpe de boleadora en el
crneo era comn entre los tehuelches y probablemente sea de ese origen:
La muerte de una criatura da lugar a una demostracin de pesar sincero de parte de sus
padres. Se va a buscar el caballo en que la criatura acostumbraba viajar durante las
marchas, se le colocan los arreos y tambin la cuna, y luego se estrangula al animal as
enjaezado, por medio de lazos, mientras que en todas las dems ceremonias en que se
sacrifican caballos se les mata machacndoles la cabeza con boleadoras []. Una vez que
falleci el hijo de un matrimonio rico se sacrificaron catorce caballos y yeguas, aparte del
que acostumbraba llevar al muerto en los viajes.[115]
La comida, ms all de la producida por la economa depredadora, basada en carne de yegua o
potro, se completaba con una dieta que era consecuencia de los contactos con los blancos, muy
especialmente a partir de la posesin de cautivas, que difundieron todo su arte culinario por los
toldos araucanos: pasteles a la criolla; carbonada con zapallo y choclos; asado de cordero y de
vaca; tortas al rescoldo, de postre miel de avispas, queso y maz frito pisado con algarroba
(Gonzlez Arrili, 1960).
A los juegos ya comentados para los tehuelches agregaban los araucanos la loncoteada, una
puja entre los hombres consistente en tomarse de los cabellos del contrincante con toda furia y
tirar para s hasta derribarlo o hacerle no resistir los tirones. El juego de pelo era comn entre los
ranqueles y su resistencia a l, smbolo de valor:
Cuando a un indiecito le quieren hacer un cario varonil, le tiran de las mechas, y si no le
saltan las lgrimas le hacen este elogio: ese toro. El toro es para los indios el prototipo de
la fuerza y del valor.[116]
Los araucanos eran al igual que los tehuelches sacrificadores de animales, como hemos visto,
en ciertas ocasiones. En otras, hacan lo mismo con seres humanos, en general con ancianos, a
quienes crean posedos por el Gualicho:
Gualicho es muy enemigo de las viejas, sobre todo de las viejas feas: se les introduce
quin sabe por dnde y en dnde y las maleficia.
Ay de aquella que est engualichada! La matan.
Es la manera de conjurar el espritu maligno.
Las pobres viejas sufren extraordinariamente por esta causa. Cuando no estn
sentenciadas andan por sentenciarlas.
Basta que en el toldo donde vive una suceda algo, que se enferme un indio, o se muera un
caballo; la vieja tiene la culpa; le ha hecho dao; Gualicho no se ir de la casa hasta que la
infeliz no muera.[117]
Es probable que este tipo de prcticas se debiera a la creencia de que tanto las desgracias como
las enfermedades o la muerte estaban producidas por un acto de brujera y no como un hecho
natural. En todo caso se tema al Gualicho, como presencia nefasta, y se buscaba neutralizarlo por
todos los medios.
Gualicho ocasiona los malones desgraciados, las invasiones de cristianos, las
enfermedades y la muerte, todas las pestes y calamidades que afligen a la humanidad.
Gualicho est en la laguna cuyas aguas son malsanas, en la fruta y en la yerba venenosa;
en la punta de la lanza que mata; en el can de la pistola que intimida; en las tinieblas de
la noche pavorosa; en el reloj que indica las horas; en la aguja de marear que marca el
norte; en una palabra, en todo lo que es incomprensible y misterioso.
Con Gualicho hay que andar bien; Gualicho se mete en todo: en el vientre y da dolores de
barriga; en la cabeza y le hace doler; en las piernas y produce la parlisis; en los ojos y deja
ciego; en los odos y deja sordo; en la lengua y hace enmudecer.
Gualicho es en extremo ambicioso. Conviene hacerle el gusto en todo. Es menester
sacrificar de tiempo en tiempo yeguas, caballos, vacas, cabras y ovejas; por lo menos una
vez cada ao, una vez cada doce lunas[118]
Existe en el panten araucano al parecer un dios supremo, Cuchauentru (el hombre grande) o
Chachao (el padre de todos), que tiene la forma humana y est en todas partes; es invisible e
indivisible; es inmensamente bueno y hay que quererle.[119]
No podramos considerar terminada esta breve semblanza sobre las culturas araucana y
tehuelche de mediados del siglo XIX sin mencionar a un protagonista excluyente de ellas,
sostenedor incansable de su forma de vida, compaero invalorable en las agitadas campaas de los
guerreros y colaborador en las distintas actividades de la vida cotidiana en los toldos: el caballo.
De l ya nos hemos ocupado al mencionar el horse complex que transform la vida comunitaria
(vase cap. II), pero quiero volver sobre el tema porque de alguna manera cierra el crculo en estas
culturas, dndole la impronta final que las caracteriza.
El caballo indgena es nico. Ningn otro puede comparrsele. Est entrenado de tal manera
que una combinacin de mansedumbre, fortaleza y velocidad lo hacen imbatible.
El indio est sobre l todo el tiempo. No solo cuando viaja, sino muchas veces cuando duerme,
bebe u otea el horizonte. El indio vive sobre el caballo, como el pescador en su barca, dice
Mansilla.
El adiestramiento del animal ha sido intenso; lo hacen galopar no sobre terreno liso y firme
sino sobre guadales, mdanos y vizcacheras, subiendo y bajando lomas escarpadas. Das enteros
cabalgando en estas geografas terminan por otorgar al animal un estado excepcional, puesto
despus sobre el terreno llano es inalcanzable para sus parientes en propiedad del ejrcito o los
gauchos. Es incansable y es capaz de pasarse muchas horas sin comer pasto ni tomar agua.
El caballo indio es fiel a rabiar. Es muy manso, pero solo acepta como jinete a su dueo, de
quien entiende sus gritos, sus gestos, el ms leve movimiento de su cuerpo.
La hermandad profunda del caballo con su jinete y las fabulosas cualidades de aquel hicieron
creer a los pobladores de la frontera que el indio lo haba embrujado. Pero la explicacin tal vez no
fuera tan compleja. Quiz se debiera a un respeto al animal por parte del indio, tal como le explic
el cacique ranquel Ramn Platero al coronel Mansilla:
Nosotros no maltratamos el animal; lo atamos a un palo; tratamos de que pierda el
miedo; no le damos de comer si no deja que se le acerquen; lo palmeamos de a pie; lo
ensillamos y no lo montamos, hasta que se acostumbra al recado, hasta que no siente ya
cosquillas; despus lo enfrenamos, por eso nuestros caballos son tan briosos y tan
mansos. Los cristianos les ensean ms cosas, a trotar ms lindo, nosotros los
amansamos mejor.[120]
Los toquis araucanos (apu toqui: comandante supremo de guerra) hacen su entrada en el
territorio argentino con sus guerreros, sus caballos, y algunas de sus mujeres. Traen consigo su
cultura que en parte se adaptar a las que les proponen los cazadores tehuelches; traen tambin la
ltima carga energtica que, a pesar de esa tenue adaptacin, disolver la cultura tehuelche a
partir de la conduccin poltica de las bandas. Traen sus sueos, sus armas y sus piedras. Esas
piedras sagradas como aquella azul que Calfucur, el mximo cacique de estas tierras, encontr
siendo adolescente. Y con las piedras vinieron los rituales, dignos de una cultura que tuvo a la
guerra como una de sus claves:
Estas piedras servan para empezar o terminar una guerra. Terminado un gran maln o
una guerra, se enterraban delante de las tribus, ceremonia que deca: Tenemos paz. Se
desenterraban como seal de guerra. Su aparicin significaba peleas, malones, guerras. El
cacique las sacaba, las desenterraba y se ponan en alto, atadas a palos largos, estas
piedras en forma de pjaros, gatos monteses u otras figuras raras y durante los weupin,
los lonko las llevaba colgando. Y siera guerra, el lmen, que se llamaba toki y era
responsable, por esto se llamaba mapulmen, porque discuta en favor de los paisanos. Y
el otro weupin se llamaba wincalmen, por favorecer la parte de los blancos. Nosotros
siempre tenamos dos jefes: uno votaba por la guerra y el otro en contra. Cada uno
buscaba ganar las voces que necesitaban para imponer su opinin en los weupin. En todo
caso, la piedra siempre fue recibida con muchos honores, segn mis antepasados, porque
era emblema de la dignidad ms alta de la raza nuestra. Y muy bien se esconda de los
winca. Era cosa sagrada.[121]
Otras veces, las piedras dejaban lugar a las hachas ceremoniales. De todas maneras, se trataba
de simbolizar el poder de estas jefaturas excepcionales:
Los huilliches llevaban estas hachas a sus nguillatn, rogativas, como signo del rayo que
manejaban sus divinidades A la invasin espaola se usaban todava mucho estas
(hachas). Las de un trabajo esmerado, llamadas troqui, pertenecan a los jefes de tribu,
que las llevaban colgadas al cuello y las empleaban para ciertas ceremonias pblicas: de
ah el nombre de troqui o toqui dado a los caciques principales. [122]
Mausoleo del cacique ranquel Paghitruz Gor, (Mariano Rosas), Leuvuco, La Pampa. Foto del autor, 2002.
Los caciques son personajes con gran poder, llenos de ttulos autoimpuestos; con sus
complejos estados mayores, integrados por caciques menores y capitanejos al frente de sus
respectivas bandas y a su vez integrantes del Tantum o parlamento, mxima instancia en la toma
de decisiones; con sus eficacsimos lenguaraces y con sus escribientes que les permitan
comunicarse al instante con el huinca, ya fuera en forma verbal o por carta, en las intrincadas
negociaciones que se mantenan. Con detalles como los sellos con que firmaban las misivas
oficiales. Con toda una estructura puesta al servicio de su mandato, que serva para acrecentar el
respeto y la devocin por parte de sus comunidades.
El ciclo que va de 1830 a 1880, aproximadamente, puede ser tipificado como el de los grandes
cacicazgos, a travs de los cuales se verific la consolidacin de la cultura araucana.
En ese perodo los caciques se cuentan por centenares. Y si sumramos los capitanejos o conas,
es decir los lugartenientes principales de aquellos, la cifra sera de cuatro nmeros por lo menos.
No es mi intencin detallar semejante nmina, pero s sealar que puede confeccionarse una lista
de los caciques ms importantes del ciclo en funcin de indicadores tales como:
a) alcance de la jefatura (grupos indgenas involucrados);
b) cantidad de guerreros bajo el mando;
c) perodo de actuacin prolongado y grado de influencia sobre los dems caciques y
grupos indgenas y los centros de poder blancos.
Podemos utilizar esta lista, que seguramente olvidar algn nombre, y por ende no es de
ninguna manera excluyente, como muestra de la realidad cultural de entonces y en consecuencia
como demostracin de la supremaca evidente de la cultura araucana.
En efecto, los grandes troncos culturales indgenas, que como protagonistas fundamentales
ocupan los espacios de Pampa y Patagonia, son cinco: pehuenches, ranqueles, araucanos strictu
sensu, vorogas y tehuelches. Las cuatro primeras comunidades son de origen araucano, lo que ya
nos indica la preeminencia sobre el grupo originario del lugar.
Pero vayamos ms all: veamos los nombres de los caciques principales durante el perodo
1830-1880 y descubriremos que sobre un total de sesenta nombres, cuarenta de ellos, es decir un
80%, pertenecen a la cultura araucana, correspondiendo el 20% restante (veinte nombres) a la
cultura tehuelche (cuadro 13).
caciques ranqueles ....................................................... 20
caciques araucanos ...................................................... 13
caciques vorogas .......................................................... 06
caciques pehuenches ................................................... 01
caciques tehuelches ..................................................... 20
total ............................................................................ 60
Ms an: si analizamos un poco ms el 20% tehuelche, veremos que no es puro. Est
mestizado (el gran Sayhueque, legendario cacique tehuelche es hijo del cacique voroga Chocor;
su madre era tehuelche); este 20% est concentrado en determinados lugares (los catrieleros de
Catriel en la provincia de Buenos Aires, seguramente mestizados tambin o los manzaneros de
Sayhueque en Neuqun) y est adems diluido en la masa araucana (Pincn, de oscuro origen
pero presuntamente tehuelche, es cacique del Tantum de Calfucur, aunque no pierde su
independencia).
Es muy difcil extraer de la nmina presentada una nueva lista, esta vez integrada por la
primera lnea de caciques, aquellos que profundizando los indicadores ya sealados se separan
an ms del conjunto haciendo las veces de ejes de sus culturas, impregnando la historia de ellas
y la del pas con sus nombres legendarios. Yanquetruz, Pain Guor, Paghitruz Guor y Epumer
entre los ranqueles; Calfucur, Namuncur y Pincn entre los araucanos; Chocor y Cauquir
entre los voroganos, y Sayhueque y los Catriel entre los tehuelches podran muy bien figurar en
esta primera lnea casi simblica que proponemos.
Entre 1818 y 1838 Yanquetruz es el jefe indiscutido de los ranqueles; organiza las bandas, las
unifica y mantiene en todo momento una firme actitud ante los blancos.
Llamado Vuta Yanquetruz (Yanquetruz el Grande) por su fama, perseguido infructuosamente
durante las campaas de 1833, este cacique dej preparada a su comunidad para que a su muerte
le sucediera Pain Guor, el ms importante cacique de los ranqueles, con el consentimiento de su
hijo Pichuin, legtimo heredero.
Yanquetruz soport como muchos otros grandes caciques la muerte de varios de sus hijos
en combates contra las fuerzas nacionales, incluida la del valiente Pichn, en Las Acollaradas
(1833). Cierta vez, otro hijo, Pichuin, le haba dicho triste al cacique blanco Baigorria:
Chescui,[123] intil fue a Llanquetruz, mi padre haber perdido cinco hijos por sostenerlos
a ustedes y despus a m; tantos afanes por lo mismo ustedes nunca valoran lo que un
hombre es y puede ser.[124]
Pain Guor (Zorro Celeste) inicia en 1838 una prolongada dinasta que continu en sus hijos
Paghitruz Guor y Epumer, siguiendo as la tradicin del cacicazgo como institucin hereditaria
(cuadro 14).
Pain consolida la tarea de Yanquetruz. Durante su cacicazgo los ranqueles alcanzan su
mximo podero y disputan a Calfucur el liderazgo del conjunto de las bandas indgenas.
Solidario con los unitarios, protector y amigo del coronel Manuel Baigorria, Pain se recluye en
sus toldos por casi cinco aos, cuidndose de no encabezar las campaas de sus indios en la
frontera por temor a represalias contra su hijo secuestrado por los blancos.
Recuperado este, Zorro Celeste volvi a la vida, a montar en la llanura y a ponerse al frente de
sus hombres que lo idolatraban.
As, hasta una noche de julio de 1847 en que los moradores de Leuvuc fueron despertados
por una confusin espantosa en que se mezclaba a los gritos extraordinarios del terror el llanto de
los muchachos, las carreras de los caballos y los aullidos de los perros. Bajo la violenta impresin
de la sorpresa, corramos todos a enfrenar los mejores caballos, que atbamos de noche, creyendo
que los Saa[125] haban cado sobre los toldos acuchillando y destruyendo cuanto hallaban a su
paso. Pero la voz de la verdad ilumin pronto el horror de las tinieblas de aquella noche. Un
suceso tremendo e inesperado acababa de producirse: Pain haba muerto de repente.[126]
Calvia-Guor, el feroz y legtimo heredero de Pain, poco despus de las exequias de su padre
parti de cacera por las praderas en busca del sagrado avestruz blanco, cuya muerte significaba
fortuna y gloria para el que consegua llevarlo hasta su amada.
Y aqu, en medio de la polvareda de la persecucin mtica se confunden los recuerdos. Las
fuentes se contradicen. Las fechas son inciertas. Se mezclan los nombres de Pain, Paghitruz y
Calvia. Pero es muy posible que un da cercano a esa cacera haya sido el sucesor de Pain quien
se top con una pieza de artillera abandonada por los milicos. Algunos hablan de una
conspiracin, otros de una bravuconada de Calvia frente a sus guerreros. Lo cierto es que una
terrible explosin, mientras jugaba con el arma, lo llev a la tumba junto con treinta de sus
mejores hombres. El trono de los ranqueles quedaba libre para Paghitruz Guor (Zorro Cazador de
Leones), segundo hijo de Pain, protagonista de una historia de tristezas y nostalgias.
Casi nio, secuestrado por un enemigo de su padre, Yanqueln, y entregado por este a Rosas,
pasa cinco largos aos en una estancia del brigadier general, donde recibe el nombre de Mariano
Rosas.
Anhelando volver donde su padre, extraando los toldos, escap junto a sus amigos
secuestrados con l una noche iluminada por la luna. Galoparon sin descanso y mediante trucos
de toda especie atravesaron la frontera vigilada, corriendo con desesperacin hacia Pain y hacia
su Leuvuc natal. Aos ms tarde y ya cacique general de los ranqueles, Paghitruz confes al
coronel Mansilla que conserva el ms grato recuerdo de veneracin por su padrino; habla de l
con el mayor respeto, dice que cuanto es y sabe se lo debe a l; que despus de Dios no ha tenido
otro padre mejor; que por l sabe cmo se arregla y compone un caballo parejero; cmo se cuida el
ganado vacuno, yeguarizo y lanar, para que se aumente pronto y est en buenas carnes en toda
estacin; que l le ense a enlazar, a pialar y a bolear a lo gaucho. Que a ms de estos beneficios
incomparables le debe el ser cristiano, lo que le ha valido ser muy afortunado en sus empresas.
[127]
Pero Paghitruz retorn a su tierra, y a diferencia de otros grandes caciques, no volvi jams a
salir de ella. El temor de volver a caer prisionero pudo ms que cualquier otra cosa. El resultado:
condujo a la comunidad ranquel desde sus toldos, dejando en manos de sus capitanejos las
correras por la frontera. Hasta su muerte, dirigi a sus hombres con la preocupacin de dar el
ejemplo. Mansilla as lo testimonia:
Hermano, me dijo, ms o menos aqu en mi toldo puede entrar a la hora que guste, con
confianza, de da o de noche es lo mismo. Est en su casa. Los indios somos gente franca y
sencilla, no hacemos ceremonia con los amigos, damos lo que tenemos, y cuando no
tenemos pedimos. No sabemos trabajar, porque no nos han enseado. Si furamos como
los cristianos, seramos ricos, pero no somos como ellos y somos pobres. Ya ve cmo
vivimos. Yo no he querido aceptar su ofrecimiento de hacerme una casa de ladrillo, no
porque desconozca que es mejor vivir bajo un buen techo que como vivo, sino porque,
qu diran los que no tuvieren las mismas comodidades que yo? Que ya no viva como
vivi mi padre, que me haba hecho hombre delicado, que soy un flojo.[128]
A la muerte de Mariano Rosas le sucedi su hermano Epumer (Dos Zorros), ltimo
representante de esta lnea de los cacicazgos ranqueles.
En realidad le hubiera correspondido el lugar al tercer hijo varn de Pain, Huenchu-Guor
(Zorro Macho), pero haba muerto haca poco en el transcurso de un maln.
Epumer rein pocos aos (1873/1878) aunque los suficientes para mantener en alto los
principios que sostenan la identidad de las comunidades ranqueles, resistiendo hasta ltimo
momento el embate de los poderes polticos del nuevo pas y las sucesivas campaas militares
contra ellos.
Entre los araucanos strictu sensu, hay una figura descollante, que rebasa los lmites de su
propia comunidad para aparecer como el ms grande toqui por excelencia, el ms legendario
cacique del territorio argentino: Calfucur, jefe poderoso con miles de hombres bajo su mando y
durante cuarenta y ocho aos lder indiscutido de las comunidades libres de la llanura de Pampa y
Patagonia.
A l recurren infinidad de caciques y capitanejos para ponerse bajo el ala protectora de la
Confederacin de Salinas Grandes, mxima expresin organizativa de las bandas indgenas de la
poca.
El poder de este hombre singular llegaba aun a los ranqueles que, defensores acrrimos de su
autonoma como entidad cultural, asuman que Calfucur era el nico con el cual ellos no podran
enfrentarse. Los ranqueles opusieron a la Confederacin de Salinas su propia Confederacin, la de
Leuvuc, que acentu an ms su especificidad, pero el respeto mutuo con Calfucur fue la regla,
impidiendo un enfrentamiento que seguramente los hubiera destruido.
Incluso separados, los ranqueles y araucanos sostuvieron la misma lucha contra el mismo
adversario, ms all de colores polticos opuestos segn las circunstancias.
Estratega nato, fuera de su afinidad nativa y electiva con la geografa, ha visto con
limpidez que el tringulo de la resistencia victoriosa de la causa india en el pas son
Salinas Grandes, Carhu y Choele Choel. Su ltima batalla la librar cuando los blancos
pongan su mano en este ltimo punto, y l morir ordenando defender Carhu hasta la
ltima lanza.[129]
Los caciques se destacaban entre otras virtudes por el don de la palabra. La palabra estaba
asociada muchas veces a lo sagrado, y era utilizada por los jefes para persuadir, arengar o negociar.
Horas y horas hablando para que las comunidades tuvieran explicaciones satisfactorias de todo lo
que suceda. Horas y horas hablando en parlamentos interminables. La palabra como don. La
palabra como legado. Se dice que el ltimo legado de Calfucur fueron cinco palabras
pronunciadas desde su camastro de moribundo donde yaca rodeado por sus caciques y
capitanejos en el corazn de la Pampa: No entregar Carhu al huinca.[130]
Carhu fue una obsesin para el jefe araucano, que vea en su cada la derrota final de los
indgenas. Un bastin que, una vez vencido, provocara la entrada del invasor.
Calfucur, como reconocido estratega, se destac tambin por su capacidad negociadora,
manifestada especialmente durante el gobierno de Rosas, interregno durante el cual las relaciones
fueron fluidas y casi pacficas. Existen versiones acerca de que la llegada de Calfucur al pas se
debi a una expresa invitacin de Rosas, con el fin de restarle podero a los ranqueles, sus
tradicionales adversarios.[131]
Durante ese tiempo, Salinas Grandes y Buenos Aires son dos centros de poder con intenso
intercambio.
La cada de Rosas invierte los trminos de la relacin, porque Calfucur, ahora desprotegido
por Buenos Aires, lleva sobre esta y sus alrededores una sucesin ininterrumpida de ataques. La
alianza ahora es con Urquiza, pero solo circunstancial y porque este sigue lidiando contra Buenos
Aires. La catarata de malones es el apogeo de Calfucur, hasta que en 1872 se produce San Carlos,
una batalla alucinante, smbolo de todo un momento de la historia indgena, que marca el inicio
del ocaso del gran jefe, quien morira poco despus.
Indios tehuelches con funcionarios de la gobernacin de Ro Gallegos, Santa Cruz, 1890. Archivo General de final
Indios onas (selknam) de San Sebastin, Tierra del Fuego, mayo de 1909. Archivo General de final.
Una de las ms grandes invasiones llevadas a cabo por Calfucur en 1872 fue motivada por un
saqueo a las bandas de Manuel Grande y Gervasio Chipitruz (tambin asentados en las cercanas
de Azul) realizado por Cipriano Catriel, aliado con el coronel Ela, jefe de frontera.
Cipriano haba heredado el cacicazgo a la muerte de su padre en 1865, y en 1874 su hermano
Juan Jos se opuso a l, devoradas internamente las comunidades catrieleras por los avatares de
la poltica de Buenos Aires: la revuelta mitrista de aquel ao encontr a Cipriano aliado al general
Rivas, su antiguo jefe en San Carlos, y como opositor a su hermano Juan Jos Catriel.
El fracaso del plan de Mitre provoca que Juan Jos tome prisionero a Cipriano para juzgarlo,
quien grita entonces su pattico alegato final:
Indios de chusma y lanza: ustedes quieren matar a su cacique mayor y comandante
general de las pampas, llamado por el Presidente Sarmiento Cacique General.
El gobierno que tengo lo hered de mi padre, Catriel Viejo, que lo recibi del Dios de los
Incas.
En 1872 se nos vinieron encima todos los araucanos, que cubran la tierra y la luz del sol
El general Rivas no tena ms soldados que ustedes, los indios de Catriel, y salimos de los
campos de las Nieves como ochocientos hasta el campo de San Carlos y peleamos all a
caballo y a pie, a lanza y bola con Juan Calfucur. Yo mandaba la derecha y le dije al
general Rivas: Ahora va a ver, compadre, primera vez, pelear a los indios de a pie.
Y en seguida derrotamos a Calfucur, y entonces vino el general Rivas y me abraz
delante de todos y me dijo que me haba portado como un general argentino y que haba
ganado las presillas de oro que hoy me rob mi hermano Juan Jos, indio flojo y traidor.
Atropellen y no me vayan a errar porque cuando vuelva a tomar el mando de la tribu los
har fusilar como en San Carlos! [135]
Los lanceros no erraron, atravesando el cuerpo de Cipriano, que muri ejecutado por su propio
hermano, el que a su vez tom a su cargo el cacicazgo de las bandas.
En esta confusa muerte jugaron seguramente demasiados factores. Uno de ellos sin embargo
es seguro: la memoria de la traicin de Cipriano cuando no solo enfrent a Calfucur decidiendo
su derrota, sino los fusilamientos de sus propios hombres por negarse a combatir.
Cipriano Catriel es tambin parte de las culturas indgenas, expresin de las contradicciones en
su seno, que hacan que cada tanto surgieran manifestaciones adversas a sus propios intereses.
Juan Jos Catriel accede al cacicazgo de los toldos de Azul, hasta 1878 en que cae prisionero
junto con su hermano Marcelino, luego de haber sostenido varios enfrentamientos con las
autoridades de Buenos Aires.
Existi otro gran cacique tehuelche, ms al sur, en el llamado Pas de las Manzanas entre el
ro Neuqun (norte) y el Chubut (sur) y hasta la cordillera de los Andes, en parte de las actuales
provincias de Neuqun, Ro Negro y Chubut, que domin no solo un vasto territorio sino a miles
de hombres: Valentn Sayhueque.
Hijo de padre voroga (Chocor) y madre tehuelche, este cacique mantuvo durante largos aos a
sus huestes aisladas del drama que acontecera en la pampa y su frontera.
Infructuosamente, sus hermanos de Salinas Grandes y Leuvuc buscaron la alianza del gran
jefe manzanero, pero este una y otra vez rehus, continuando con su poltica integracionista a
partir de la preservacin de la propia identidad cultural de su pueblo, que dicho sea de paso
presentaba importantes vertientes araucanas.
Sayhueque buscaba la paz con el Estado argentino, escuchando los consejos de su padre de no
meterse con los cristianos, pues de no ser por estos, los indios an andaran en pelota.[136]
Una bandera argentina regalada por el Perito Francisco Moreno flameaba delante del toldo
del cacique.
Cierta vez llegaron hasta l emisarios del gobierno chileno con dos banderas de ese pas de
regalo. Sayhueque las rechaz explicando que l era argentino y que por lo tanto solo enarbolaba
el pabelln de su pas.[137]
Este temprano defensor de nuestra soberana persisti durante largo tiempo en su tesis
integracionista, por otra parte defendida por todos los caciques bajo su mando como el caso de
Foyel:
Dios nos ha dado estas llanuras y estas montaas para habitar en ellas; nos ha provisto
del guanaco de cuyas pieles formamos nuestros toldos y de cuyos hijos tiernos sacamos
los cueros para nuestras ropas.
Tambin poseemos el avestruz y el peludo. Nuestro contacto con los cristianos, en los
ltimos aos, nos ha producido yerba, azcar, galleta, harina y otros artculos de lujo que
antes nos eran desconocidos, pero que ahora ya nos son necesarios. Si hacemos la guerra
a los blancos, no tendremos mercado para nuestros ponchos, cueros, plumas, etc y por lo
consiguiente es de nuestro propio inters mantenernos en buenos trminos con ellos
[138]
De poco valieron estas aspiraciones legtimas. El avance incontenible de las expediciones
posteriores a la de Roca en 1879 oblig a Sayhueque y todo su inmenso reino a alzarse en armas
contra el invasor, abortando as otra posibilidad autntica de participacin.
Finalmente, entre los vorogas es menester mencionar al menos dos caciques: Ignacio Cauquir
y Chocor. Ambos son objeto de persecucin constante por su postura beligerante y ambos
representan a toda una cultura en proceso de extincin, iniciada con la masacre de Masall en
1834. A partir de entonces, los vorogas sufren una sucesin de golpes que aos despus terminan
por hacerlos desaparecer.
Seramos injustos si no mencionramos algunos nombres ms. Algo as como una segunda
lnea en importancia con respecto a este primer grupo de grandes caciques. Esta nmina no es
excluyente, ya que pueden agregrsele otros nombres como el de Baigorria, pero nos permite
ampliar la visin que tenemos de ellos: Baigorrita (ranquel); Reuque Cur y Purrn (araucanos);
Foyel, Casimiro, Chipitruz y Manuel Grande (tehuelches) y Cayupn (vorogano).
Manuel Baigorria, el llamado cacique blanco, es un caso excepcional. Coronel del ejrcito
unitario de Jos Mara Paz, con la derrota de este en 1831, huye acorralado hacia territorio
indgena, y permanece durante veinte aos. Se instala cerca de Leuvuc, el cuartel general
ranquelino, en la laguna de Trenel, en donde rene exiliados y un nmero creciente de ranqueles.
Baigorria bas su gran ascendiente por un lado en su capacidad como jefe y organizador
(introdujo entre los indgenas muchas tcticas guerreras) y por el otro en su amistad con
Yanquetruz, Pain Guor[139] y sus hijos, con los cuales comparti muchsimas campaas contra
las poblaciones fronterizas o partidas militares.
Lleg a tener cuatro mujeres (una de ellas indgena) y mil vivencias en un ambiente duro y
exigente. Como aquella en que mataron a su hijo de tres meses, capturado en Baha Blanca con su
madre:
se supo por una china hija de Llanquetruz que se fug de Baha Blanca que un da,
estando embriagado un sargento que tena a la madre del hijo de Baigorria, entr a su casa
diciendo con torpeza estas terribles palabras: este salvaje se ha de criar y saber que es hijo
de Baigorria, y entonces, arrebatndoselo de los brazos, lo bot al patio y subiendo a
caballo se ocup de pisotearlo hasta destrozarlo.[140]
O aquella otra en que, herido, fue salvado por los nios indgenas que lo acompaaban:
Toldo tehuelche en Esquel, Chubut, 1938. Archivo General de final.
Baigorria, falto de sangre, cay despus de un largo letargo, pero el indiecito Guichulso no
lo abandonaba. Al largo rato volvi en s y se hall en los brazos de su compaero y
sirviente, hacindole alzar a caballo. Despus, con prolijidad el indiecito Guichulso y otro,
sacndole algunos huesos le lavaron las heridas con orines y ataron con gran prolijidad, lo
que, despus de los sufrimientos y ayudado del cielo, le conserv la vida.[141]
Aos despus de su retiro del territorio indgena, Baigorria continu vinculado con sus
protectores. Intervino en la batalla de Pavn aliado a Mitre contra Urquiza, con 400 ranqueles y
como jefe de la frontera del ro Quinto mantuvo constantes negociaciones, utilizando siempre el
pasado comn.
Yo no soy su amigo? No les soy bastante conocido? A quien tienen que temer? []
Mi hijo Gabriel no ha nacido ac? Pichn no es hijo de una hija del pas? Y estas les
parece, amigos, que no son garantas? Ustedes tambin tienen hijos y esos suyos con los
mos, crindose juntos o vindose a menudo, no olvidaron lo que sus padres trabajaron
para que se criaran en paz y vivieran con ms sosiego. Tambin les prometo, a pesar que
estoy seguro que el gobierno nacional no les ha de faltar a lo que les promete, sin que
ustedes hayan faltado, si as llegase a ser yo en ese caso me vendr con mis hijos y algunos
amigos que me quieren seguir a morir ac, junto con ustedes.[142]
Mitre tiene infinidad de conflictos. En trminos polticos diramos que tiene mltiples frentes
abiertos, pero a pesar de ello no se descuida con los indgenas, quienes hacia 1863 soportan en
toda la lnea de la frontera desde
Mendoza hasta Buenos Aires un total de 5259 soldados.[150]
En un enorme esfuerzo, Mitre intenta frenar la presin indgena, que es desbordante. Pero en
1865, la guerra contra el Paraguay distrae los recursos hacia otras latitudes y la frontera se debilita.
[151]
En 1866, la Argentina tena movilizados un total de 22.214 hombres en ese frente blico,
mientras que 6600 soldados estaban destinados a las lneas fronterizas del Chaco, del centro-oeste
y del este (Buenos Aires).
Antes de la iniciacin de la guerra contra el Paraguay los indgenas haban hecho sentir su
superioridad y su podero.
El 28 de febrero de 1864, el fortn Bally Manca, al noroeste de Tapalqu, fue atacado por los
tehuelches y en mayo Calfucur encabez un maln sobre Tres Arroyos.
Probablemente fueron sus hombres los que atacaron sucesivamente en octubre de 1865 las
inmediaciones de Claromec y en diciembre Tapalqu.
El apresamiento de dos hijos de Calfucur hizo temer una gigantesca invasin por parte de los
araucanos, amenaza que fue neutralizada mediante el relevo del jefe responsable de aquella
accin: el coronel Machado y la firma de un tratado con Reuque Cur, hermano del gran cacique,
llevado a cabo en el Azul en agosto de 1866.
Los ranqueles tampoco se quedaron quietos. En marzo de 1866 atacaron por la frontera del sur
de Crdoba y el 22 de noviembre llegaron hasta las inmediaciones de Ro Cuarto capturando
ganado y tomando cautivos. La represin fue violenta y en marzo de 1867 fueron derrotados en las
cercanas de Villa Mercedes (San Luis).
Por su parte, en abril de 1868, Calfucur insisti sobre el sur de Crdoba, al frente de 2000
hombres que regresaron con un gigantesco arreo; en febrero de 1867 grupos de araucanos que
haban invadido el sur del partido de Olavarra debieron emprender la retirada ante la ofensiva del
coronel lvaro Barros, que les produjo 30 muertos. Una accin como esta constituy la excepcin.
Durante todo este perodo la expansin y la superioridad indgenas fueron la regla.
El choque se produjo en la madrugada del 8 de marzo de 1872 al norte de San Carlos (actual
Bolvar) y se lo recuerda como uno de los ms terribles producidos hasta entonces.
Los lugartenientes de Calfucur, Reuque-Cur, Pincn, Catricur, Namuncur y Epumer (este
al mando de 500 ranqueles), ordenaron el dispositivo de combate frente a un enemigo que no
haba estado en sus planes:
Los indios maniobraron lcidamente. Marchaban en cinco columnas paralelas,
guardando distancias tcticas y con guerrillas al frente, y desplegaron sus lneas al toque
del clarn, con limpieza veterana.
Calfucur recorri sus regimientos y los proclam, recordndoles los tiempos de antes,
asegurando que los indios de Catriel se pasaran. Previno a todos los comandantes de
unidades que pelearan pie a tierra como los infantes, para probar al cristiano que valan
tanto como l.
Y mand tocar ataque.[154]
El clarn indio atron la maana y los alaridos de las bandas (entonces tan temidos como el
mismo disparo del can) fueron la seal de que la batalla haba comenzado.
Se sucedieron horas interminables en que pas de todo: los furiosos entreveros; la destruccin
del mito de que el indgena no era capaz de pelear de a pie (la consigna de Calfucur fue clara al
respecto); la orden de Cipriano Catriel en plena batalla de fusilar a los que no queran luchar
contra sus hermanos; y a pesar de ese intento, el enfrentamiento intracomunitario.
El desenlace era incierto, cuando una carga final de Catriel y Rivas comenz a desmembrar las
fuerzas de Calfucur, que orden la retirada. Es imposible saber bien lo que sucedi en San Carlos
y por qu sucedi. Probablemente los flamantes fusiles Remington, que hicieron estragos entre
los indgenas; quiz la presencia de casi 1000 indgenas del lado de las fuerzas nacionales con su
obvia carga psicolgica negativa para los rebeldes; tal vez el riesgo entrevisto por Calfucur de
prolongar demasiado la batalla en plena lnea de frontera. Lo cierto es que el toquiretir a sus
huestes dejando sobre el terreno ms de 200 muertos y un secreto adis a su reinado.[155]
Envalentonado por la victoria de San Carlos, el gobierno nacional dispuso ese mismo ao
nuevas operaciones. Hacia el sur parti el sargento mayor Bejarano con la misin de mantener
entrevistas de paz con Sayhueque. El general Arredondo se dirigi hacia Leuvuc, central de los
ranqueles, en donde firm nuevos tratados con Paghitruz Guor.
En el centro de la Pampa, el 15 de noviembre, el teniente coronel Hilario Lagos se enfrent con
Pincn, a quien tom medio centenar de prisioneros. Pocos meses antes, en junio, 21 hombres del
fortn San Carlos haban perdido la vida en un enfrentamiento con araucanos.
El 4 de junio de 1873, refugiado en Chilo, al lado de Salinas Grandes, mora Calfucur, dejando
a los suyos, como ya mencionamos, su famoso testamento oral: No abandonar Carhu al
huinca.
El cacique Manuel Namuncur, vestido de coronel, entre sus hijos Julin (a la izquierda) y Ceferino (a la derecha),
poco antes de su muerte en 1905. Archivo General de final.
La cuestin es clara para los indgenas y est escrita de su puo y letra: Mientras el gobierno
nacional propendiera a la integracin, la paz era posible, mientras el gobierno nacional
propendiera al enfrentamiento, la guerra era el nico camino.
Desgraciadamente, el proyecto Alsina de ocupar los territorios en forma progresiva no tiene una
planificacin adecuada que contemple a los indgenas y respete sus intereses. A Juan Jos Catriel,
por ejemplo, le propone trasladarse a otros terrenos los ganaderos buscan apropiarse
definitivamente de los frtiles suelos del Azul y firma los tratados respectivos. Los capitanejos
del cacique se oponen a ello aduciendo no haber sido consultados. La resultante es la sublevacin
general de los Catrieleros en diciembre de 1875.
Namuncur vio en la quita de tierras a Catriel el inicio de un despojo mayor, que confirmaba
sus presunciones.
La incapacidad negociadora del gobierno nacional, el desgano por tratar de solucionar los
conflictos de otra manera que no fuera la blica, llevaron a Namuncur a golpear primero como
nica defensa posible. As se organiz la invasin grande, la mayor despus de la que haba
llevado a cabo Calfucur en marzo de 1872.
Aproximadamente 3500 araucanos y ranqueles, dirigidos por Namuncur, Pincn y Baigorrita
arrasaron las poblaciones del centro de la provincia de Buenos Aires y se retiraron con centenares
de cautivos y miles de cabezas de ganado.
Rpidamente se puso en marcha una violenta contraofensiva que provoc cinco combates
sucesivos con un saldo de casi 300 muertos entre los indgenas: el 1 de enero de 1876 en la
laguna del Tigre; el 2 de enero en San Carlos; el 10 en las Horquetas del Sauce; el 12 de marzo en
el mismo lugar y el 18 en la laguna del Paragil. Estos enfrentamientos debilitaron el poder de
Namuncur, que volvi a Salinas Grandes a restaar las heridas.
La invasin grande haba tenido un exitoso principio, pero su final fue un duro golpe para los
indgenas, que ahora s vean concretarse el plan de Alsina.
El ministro de Guerra ya no vacilaba. En la orden general dada a las divisiones Sud y Costa-Sud,
Alsina arenga a las tropas a combatir por la civilizacin:
La misin que el Gobierno os ha confiado es grande asegurar la riqueza privada, que
constituye al mismo tiempo, la riqueza pblica vengar tanta afrenta, como hemos
recibido del salvaje abrir ancho campo al desarrollo de la nica industria nacional con
que hoy contamos salvar las poblaciones cristianas de la matanza y del pillaje del
brbaro en una palabra combatir por la civilizacin.[158]
A principios de 1876 cinco divisiones avanzaron sobre tierra adentro con un total de
3686 hombres:
Divisin Sur o de Carhu (coronel Nicols Levalle)
Divisin Costa Sur o de Pun (teniente coronel Salvador Maldonado)
Divisin Oeste o de Guamin (teniente coronel Marcelino Freyre)
Divisin Norte o de Trenque Lauquen (coronel Conrado Villegas)
Divisin Sur de Santa Fe o de Ital (coronel Leopoldo Nelson)
El avance de estas fuerzas produjo algunos combates: el 29 de marzo de 1876 la divisin Oeste
choc con Juan Jos Catriel en el arroyo Guamin, matando a 6 indgenas. El 15 de agosto la
misma divisin se enfrent a bandas de Namuncur y Pincn, con el saldo de 37 muertos. Pero el
resultado alcanzado por el avance de estas tropas se centr en la construccin de pueblos (Carhu,
Guamin, Pun, Trenque-Lauquen e Ital), fuertes, fortines y la famosa zanja.
Desde el principio de su gestin Alsina haba hablado de un foso que, paralelo a la frontera,
alejara a los indgenas de los centros poblados, de los tradicionales lugares de aprovisionamiento y
pastos. Un foso que imposibilitara las invasiones o al menos las dificultara en grado sumo.
El proyecto aspiraba a cubrir un total de 730 kilmetros entre Baha Blanca y el sur de Crdoba;
pero solo se alcanzaron a construir unos 374 km entre Carhu y la laguna del Monte.
La clave del xito de la zanja radicaba en que de trecho en trecho se levantaba un fortn que
controlaba, a su vez, un rea lo suficientemente grande como para evitar los ataques indgenas.
Es decir, la zanja se construy uniendo los fortines, que dicho sea de paso, infestaban por ese
entonces la provincia de Buenos Aires (mapa 29). Pero la zanja no funcion, porque aunque los
ataques indgenas no pudieron atravesar profundamente la frontera, siguieron mantenindola en
extremo inestable.
En agosto de 1876, Namuncur y Juan Jos Catriel invadieron las inmediaciones de Azul desde
donde se retiraron despus de sufrir ms de 100 muertos en intenso combate.
El 9 de octubre, otra vez Namuncur, junto con su hermano Alvarito Rumay y con la
complicidad de los caciques Manuel Grande y Tripailao (tericamente custodiando ese sector de la
frontera), ingresaron en las cercanas de Chivilcoy al frente de 2000 guerreros.
En la retirada fueron seguidos por las tropas fronterizas, que sostuvieron dos combates con la
retaguardia indgena: uno el 10 de octubre, en la laguna del Cardn, en donde murieron 20
hombres de Manuel Grande; el otro al da siguiente, en el mismo lugar, con el registro de 10 bajas
entre los indgenas de Justo Coliqueo.
El 8 de diciembre, 300 araucanos comandados por Pincn secundado por Manuel Grande,
Ramn Platero y Tripailao entraron por Chiquil, al sudoeste de Junn. Mientras se retiraban,
fueron sorprendidos por los guardias de Junn, que les ocasionaron 30 muertos.
Mientras tanto, en la frontera sur de Mendoza, se producan distintas invasiones indgenas,
destacndose la de agosto y la del 4 de noviembre.
El 20 de abril de 1877 cerca de Pun, algunas bandas de Namuncur atacaron a las fuerzas del
comandante Donovan de ese fuerte, y poco despus, Pincn y Catriel volvieron a atacar.
Estos hostigamientos provocaron serias represalias: el 16 de noviembre, el coronel Villegas
sorprendi en los montes del Malal, al norte de Toay, a Pincn y sus hombres, lo que dej un saldo
de 80 muertos. Los indgenas, empero, no se amilanaron y hostilizaron el regreso de la columna
expedicionaria mediante diversos choques, uno de los cuales produjo la muerte de Catrenao,
brazo derecho de Pincn.
Estos sucesos debilitaron a Pincn, empujndolo al interior de la Pampa, cerca de los
ranqueles.
La ofensiva de las fuerzas nacionales continu y el 11 de noviembre de
1877 en Treyco, cerca de la laguna de Guatrach, el teniente coronel Teodoro Garca atac por
sorpresa las tolderas de Juan Jos Catriel, segn consta en su propio parte:
El pnico que se produjo en las masas salvajes fue completo as lo haba esperado al
lanzar sobre el aduar los valientes Escuadrones de nuestra Caballera que con sus
relumbrantes corazas y bien afilados sables, causaron efecto aterrante en los hijos de la
Pampa.
Todos aquellos que tentaron la suerte de las armas bien pronto encontraron la muerte,
siguindose de aqu su total dispersin, rindindose unos y tratando de salvarse en los
montes, otros.[159]
Otra partida de indgenas que merodeaba en el sur de Crdoba haba sufrido 5 bajas en julio.
En Mendoza, durante el mes de junio, perdieron la vida en distintos enfrentamientos por lo
menos 11 indgenas del cacique Juan Chico.
Esta sucesin de combates fue corroyendo el poder indgena.
Si bien el territorio segua en manos de sus dueos originarios lo cual permita una alta
capacidad de movilidad y en consecuencia de posibilidades ofensivas y defensivas, la situacin
comenzaba a tornarse cada vez ms difcil.
Algunos caciques optaron por el camino de la rendicin, producida la mayora de las veces por
el agotamiento de las comunidades y el fantasma del hambre. As sucedi con el ranquel Ramn
Platero y los tehuelches Manuel Grande, Tripailao y Catriel, quienes totalizaron ms de 1000
indgenas entregados.
La muerte de Paghitruz Guor en 1873 constituy tambin un golpe para los grandes cacicazgos
y la mstica de los guerreros ms all de que su hermano Epumer fue un digno sucesor.
En el debilitamiento progresivo del poder indgena debe contabilizarse adems la sistemtica
prdida de hombres de pelea en los constantes enfrentamientos que iban conformando, ao tras
ao, un cuadro de exterminio desolador (cuadro 19, en el Anexo I, pg. 703).
El horror ante la muerte, entendida como desaparicin de la cultura, comenzaba as a
presentarse en las comunidades indgenas, que enfrentaban en su lucha no solo a las fuerzas
nacionales con su cargamento de Remingtons, tabaco y alcohol como armas principales, sino a las
enfermedades como la tisis y la viruela, transformadas en letales para los indios.
La participacin indgena en los ejrcitos nacionales oper en casi todos los casos como un
factor estimulador de las contradicciones en el seno de la sociedad india, produciendo el
desgastante enfrentamiento entre hermanos.
Los xitos parciales obtenidos por los sucesivos gobiernos en este campo los impulsaron a
generar proyectos de asimilacin de las comunidades indgenas a travs de su incorporacin a las
fuerzas regulares. No prosperaron los intentos, aunque algunos de ellos circularon hasta en libros,
como el del sargento prusiano Melchert, que luego de proponer el aniquilamiento de los ncleos
rebeldes de Salinas Grandes y Leuvuc, sugiere que en caso de guerra nacional ya sea con
nuestros vecinos del otro lado de los Andes, ya sea con otros los indios, bajo una buena
conduccin y apoyados por las tropas regulares, podrn rendir sobresalientes servicios hasta
convertirse en una suerte de cosacos americanos.[161]
Los nidos de bandoleros eran desde luego los asentamientos de los legtimos dueos de la
tierra, quienes a pesar de ejercer un dominio efectivo sobre los espacios que las autoridades
conquistadoras, coloniales y nacionales haban tratado de procurarse durante siglos, son
descriptos por Roca como lo suficientemente inferiores como para que final ahora preparada
siga soportando su presencia y su despliegue:
La Pampa est muy lejos de hallarse cubierta de tribus salvajes, y estas ocupan lugares
determinados y precisos. Su nmero es insignificante, en relacin al poder y a los
armados con los ltimos inventos modernos de la guerra, para oponerlos a dos mil indios
que no tienen otra defensa que la dispersin, ni otras armas que la lanza primitiva, y sin
embargo, les abandonamos toda la iniciativa de la guerra permaneciendo nosotros en la
ms absoluta defensiva ideando fortificaciones, como si furamos un pueblo pusilnime,
contra un puado de brbaros.[166]
Roca hace alusin a la ley 215 del 13 de agosto de 1867, por la que se dispona la ocupacin de
los ros Negro y Neuqun como lnea de frontera sur contra los indgenas, incluyendo un artculo
por el cual y en el caso que todas o algunas de las tribus se resistan al sometimiento pacfico de la
autoridad nacional, se organizar contra ellas una expedicin general hasta someterlas y arrojarlas
al sur de los ros Negro y Neuqun.[167]
Durante todo 1878 y parte de 1879, Roca dispone una ofensiva preliminar con pequeos
contingentes de rpido desplazamiento, a fin de ir desgastando a los indgenas mientras prepara la
expedicin final.
En enero de 1878, el coronel Levalle ataca a Namuncur en sus toldos de Chilo con el saldo de
200 muertos, y el 6 de octubre una nueva operacin, esta vez al mando del teniente coronel
Freyre, lleva adelante otro ataque con el resultado de 26 muertos entre los indgenas.
Indios matacos (wich) en algn punto del norte del pas, marzo 1917. Archivo General de final.
En noviembre, Juan Jos Catriel se entrega prisionero al coronel Lorenzo Vintter en Fuerte
Argentino, junto con ms de 500 hombres.
Poco antes, el 7 de octubre, las bandas del araucano Caumil fueron sorprendidas cerca de
Guatrach, con la prdida de 3 guerreros.
El retroceso indgena se haca ahora ostensible y las prdidas aumentaban en cantidad y
calidad: en la noche aciaga del 5 de noviembre, en el paraje llamado Licaucha, cerca de la laguna
del Malal, es sorprendido el cacique Pincn, quien es capturado junto a 20 de sus mejores
hombres. En la ocasin fueron muertos otros 6.
Un alivio generalizado se extendi por Buenos Aires al conocerse la cada del irreductible
cacique, que de inmediato fue trasladado a la isla de Martn Garca para su confinamiento
definitivo.
Roca buscaba capturar a los grandes caciques con el objetivo de desmoralizar a la masa
indgena.
El 10 de noviembre, en persecucin de los jefes ranqueles Epumer y Baigorrita, las fuerzas
nacionales avanzan sobre la laguna de Trenel y sobre Leuvuc donde sorprenden a las tolderas de
Nagel-Cay, tomando gran cantidad de prisioneros y matando a 3. El 27 de noviembre es
capturado el capitanejo Nahuel Payum junto con 25 hombres, en tanto murieron otros 7.
En el amanecer del 12 de diciembre el gran Epumer cae prisionero en Leuvuc a manos de una
partida al mando del capitn Ambrosio.
Tambin se persigue tenazmente a Namuncur, que en marcha forzada consigue eludir las
sucesivas trampas que le tienden.
En busca de ese cacique, el coronel Levalle sostiene un violento combate en la sierra de Lihu
Calel, con un saldo de 50 araucanos muertos.
Ya en 1879, el 25 de enero, en la laguna Marac, a unos 100 kilmetros al sudeste de Salinas
Grandes, el teniente coronel Herrero mantuvo un enfrentamiento con las diezmadas bandas de
Pincn, con 9 indios muertos. Esa misma jornada, el capitanejo Lemor a poca distancia de all
pierde 27 hombres en un nuevo combate.
Al da siguiente, otra vez en la laguna Marac, una ltima batalla provoca la muerte de Lemor y
7 de sus guerreros.
El plan de desgaste tuvo resultados favorables para Roca; Epumer, Pincn y Catriel, tres de los
mximos caciques, estaban prisioneros; 400 indgenas haban sido muertos; otros 4000
capturados; 150 cautivos rescatados.
Las comunidades libres de Pampa y Patagonia se hallaban ahora debilitadas y se preparaban a
recibir el asalto final. Namuncur y Baigorria, libres an, eran la vanguardia de las ya frgiles
lneas de defensa indgenas. Ms al sur, Sayhueque y los tehuelches aparecan como una
retaguardia que tambin se preparaba a luchar, presintiendo que sus anhelos de paz se deshacan
como barro.
De acuerdo con la Memoria del Departamento de Guerra y Marina de 1879 los resultados en
este aspecto fueron los siguientes:
5 caciques principales prisioneros
1 cacique principal muerto (Baigorrita)
1271 indios de lanza prisioneros
1313 indios de lanza muertos
10.513 indios de chusma prisioneros
1049 indios reducidos
En otras palabras, el vertiginoso paso de Roca y sus soldados en esta primera etapa realizada
entre abril y julio de 1879 provoc entre los indgenas un total de 14.152 bajas. Todo un rcord que
alegr a Buenos Aires y que ensombreci los rostros duros de los ltimos caciques, empujados
cada vez ms hacia el sur, en una frontera que ahora se expanda sobre los ros Neuqun y Negro.
En enero de 1880 en una accin aislada fue capturado Purrn y remitido de inmediato a Martn
Garca.
En octubre Roca asume la presidencia de final y designa como ministro de Guerra y Marina al
coronel Benjamn Victorica.
La obsesin por la limpieza de los territorios fue la clave que gui a la Conquista del
Desierto. La necesidad de eliminar a la poblacin originaria no susceptible de adaptacin a los
designios del poder central de final se hizo ostensible sobre el final de la empresa. El presidente
Roca confirma lo expresado a travs de la respuesta que enva a Villegas:
La ola de brbaros que ha inundado por espacio de siglos las dilatadas y frtiles llanuras
de las pampas y que nos tena como oprimidos en estrechos lmites, imponindonos
vergonzosos y humillantes tributos, ha sido por fin destruida o replegada a sus primitivos
lugares allende las montaas. Ms all de ese encantado lago de aguas azules a cuyas
mrgenes levantan sus tiendas las bayonetas argentinas, en los mismos sitios en que en
un porvenir no remoto surgirn poblaciones; no quedan ya indios, tribus audaces ni
caciques terribles que atemoricen a los pastores e impidan el cultivo de los campos.
Los pacficos y hospitalarios patagones, de ndole dulce y mansa, no necesitarn la
represin de las armas para someterse al imperio de las leyes de final.[172]
El 24 de marzo de 1884, extenuado, Namuncur se rinde con 331 de sus hombres, y muy poco
antes el gobernador de la Patagonia, general Vintter, dispone el ataque final contra Sayhueque e
Inacayal. El teniente coronel Lino Oris de Roa tiene a su cargo la misin; parte del fortn Valcheta
el 21 de noviembre de 1883 con algo ms de 100 hombres.
Los caciques mientras tanto se preparan a combatir. El sueo de ser libres ha terminado para
siempre. En los toldos reina una actividad digna del momento. Los partes de la poca as lo
revelan:
se haban invitado recprocamente con Sayhueque que estaba en el Norte para unirse y
pelear a las tropas hasta morir. Que la vigilancia que se tena en los toldos era grande, y
que ellos no se separaban los hombres ms que en reducido nmero y por pocas horas
para bolear, teniendo al propio tiempo el encargo de bombear el campo y cortar rastros en
todos los rumbos.[173]
Unidos, los caciques intentan organizar una defensa que se torna desesperada:
en Schuniqueparia haba tenido lugar un gran parlamento, al que concurrieron
Inacayal, Foyel, Chagallo, Salvutia Rayel, Nahuel, Pichi-Curuhuinca, Cumilao,
Huichaimilla, Huenchunecul, Huicaleo y otros caciquillos en representacin de su tribu y
Sayhueque con todos sus capitanejos Que en el parlamento se arrib a la conclusin de
no entregarse ninguno a las fuerzas del gobierno y de pelear hasta morir, debiendo
prestarse recproco apoyo las tribus entre s. Que la seal de alarma convenida era prender
fuego en los cerros, y que segn su nmero y situacin tenan su inteligencia explicativa,
cosa que solo era conocida por los caciques[174]
Muertos en combat 18
Pero por encima de todos los significados que posea la tierra para nuestras comunidades
originarias, haba o tro argumento, quizs el ms valedero como para explicar por qu la
Conquista del Desierto conllev un verdadero despojo de la tierra y es que esta era propiedad
legtima de las comunidades originarias. Solo la violencia y el uso de la fuerza pudieron consumar
la quita de tierras a sus legtimos dueos porque por otra va, la legal, por ejemplo, hubiera
resultado poco menos que imposible.
No puede desconocerse que la constitucin jurdica del Estado argentino era por entonces un
hecho consumado, lo cual implicaba necesariamente la unidad territorial. Pero lo que no puede
negarse tampoco es que en aras de aquella constitucin se cometi un latrocinio contra los
indgenas que, salvo en circunstancias excepcionales, nunca fueron considerados parte de la
sociedad argentina.
Despus de su derrota las comunidades indgenas libres, desintegradas y confinadas, vieron
con desconsuelo cmo sus territorios eran ocupados en forma vertiginosa por los voraces nuevos
propietarios, impulsados desde Buenos Aires por la recientemente creada Sociedad Rural
Argentina:
En su clsico La burguesa terrateniente argentina Jacinto Oddone afirma que las leyes
que se dictaron con posterioridad a la Conquista del Desierto enajenaron, en realidad,
34.006.421 hectreas, con la alarmante aclaracin de que 24 personas recibieron parcelas
que oscilaban entre las 200 y las 650 mil hectreas.[177]
Pero los indgenas haban perdido algo ms que la tierra. Fue como si les hubieran arrancado
un pedazo del alma; ingresaron entonces de lleno en el tnel de la desintegracin cultural.
Un sinnmero de factores, producto inmediato de la derrota de las culturas libres, golpean la
vida comunitaria, desarmando las estructuras polticas, sociales, econmicas, aislando a sus
miembros entre s y disolviendo rpidamente los valores tradicionales. Esos factores son los
siguientes:
a) exterminio sistemtico
b) prisin
c) confinamiento en colonias
d) traslados a lugares extraos y distantes de su tierra natal
e) incorporacin forzada de nuevos hbitos y/o formas de vida f ) supresin compulsiva
de las costumbres tradicionales
g) desmembramiento de las familias h) epidemias
En cuanto al exterminio sistemtico nos hemos ocupado y nos ocuparemos lo suficiente
creo, como para que quede demostrado que este ha sido la causa por antonomasia de la
desintegracin, en un proceso de dcadas que fue minando la resistencia de las comunidades
libres.
Pero an as, los otros factores aparecen con suficiente fuerza propia como para merecer
nuestra atencin.
La prisin, por ejemplo, fue una prctica tambin sistemtica, utilizada fundamentalmente con
los guerreros; se dispona para ello de verdaderos campos de detencin como Retiro o la isla
Martn Garca, lugar este ltimo que llenaba de terror a los indgenas, por las caractersticas
geogrficas que jams haban visto:
El Presidente castig a Manuel Grande, cuan grande araucano era, mandndolo preso con
ocho de sus mocetones y capitanejos a Martn Garca, en medio del pavor del salvaje de la
Pampa, al no divisar tierra de ningn lado, en el buque que los transportaba, y
exclamando adonde llevando, cristiano![178]
Muchas veces este lugar serva para negociar con los caciques porque all eran mantenidos
como prisioneros sus familiares, que eran recin entregados, una vez satisfechas las demandas.
As sucedi entre otros con el cacique tehuelche Chagallo, que solo cuando se rindi pudo lograr
liberar a su mujer, una hermana y dos sobrinos detenidos en la isla.
Epumer y Pincn, entre otros grandes caciques, fueron a dar con sus huesos all, el primero de
ellos con 800 de sus ranqueles Algn da tendr que escribirse la triste historia de este lugar que
comenz albergando caciques y termin confinando a presidentes constitucionales.
En realidad los confinamientos en colonias tenan mucho de prisin, salvo que no tenan ese
nombre, los indgenas deban ceirse a un terreno sumamente limitado, bajo las rdenes de un
intendente militar, generalmente con la presencia de un sacerdote residente dedicado a la
conversin al catolicismo de los colonos y con la incorporacin forzada de distintos elementos
para la subsistencia, tales como tiles de labranza, semillas, etctera, con el consiguiente
abandono de las economas tradicionales.
Tal fue el destino, entre otros, de los Catrieleros, cuyos sobrevivientes fueron recluidos en el
fortn General Conesa en las mrgenes del ro Negro.
Los traslados a lugares extraos y distantes de su tierra natal fueron uno de los motivos de
mayor desintegracin de su cultura, al abandonarse compulsivamente la mayora de las veces en
forma definitiva el lugar de nacimiento y arraigo. La prctica ya utilizada en tiempos de la
Conquista por los espaoles (recordemos el caso de los quilmes) tuvo su mxima expresin, a
posteriori de la ocupacin de Pampa y Patagonia, con nefastas consecuencias:
varias familias fueron llevadas al Chubut, donde sin duda perecern sin sucesin, pues
el indio se agosta, esteriliza y muere fuera del medio ambiente en que naci, como lo
demuestra la mortalidad que en Buenos Aires ha extinguido casi a los que se trajeron y
regalaron cuando la conquista del desierto.[179]
La mayora de las veces, los traslados se realizaban en agotadoras travesas a pie, que
constituan verdaderas caminatas de la desintegracin:
Los mapuches tal como la gente de Sayhueque, Inacayal, Foyel, Chiquichan haban
sido y estaban siendo concentrados en el fuerte de Junn de los Andes y de ah llevados a
Carmen de Patagones para ser trasladados a Buenos Aires por barco. A medida que
llegaban a la ciudad rionegrina, los sacerdotes del lugar les iban proveyendo de
indumentaria donada, segn las instrucciones de Monseor Aneiros. Resulta extraa esta
declarada carencia, pues los andinos eran indios vestidos. O las inacabables marchas de
los xodos de Neuqun y del cruce de la Patagonia los redujeron a harapos? Nos
inclinamos ms por este supuesto. De Junn a Patagones, de los Andes al Atlntico,
siguiendo el ro Negro, exceden los mil doscientos kilmetros. xodo fabuloso de la
derrota y la desesperanza. Las penurias deben haber sido superlativas y la multitud de
ancianos, mujeres y nios han de haber arribado a la desembocadura en estado
calamitoso. Los hebreos al dejar Egipto para alcanzar la Tierra Prometida no recorrieron
trescientos kilmetros. Y los mova un fuerte anhelo redentor. Aun de Palestina a
Babilonia no media aquella distancia. Entretanto, los mapuches iban a la esclavitud y a la
dispersin. Y lo saban. Las peregrinaciones bblicas resultan as, menores, al lado de estas
forzadas migraciones patagnicas.[180]
Estos traslados masivos permitan despoblar los territorios ocupados, tarea imprescindible para
las futuras explotaciones agrcolaganaderas.
Lo concreto es que muchsimos de los caminantes moran en el trayecto mientras que el resto,
llegado a destino, iniciaba un nuevo proceso de dispersin.
En cuanto a la incorporacin forzada de nuevos hbitos y/o formas de vida fue una constante
en los indgenas trasladados, recluidos o confinados. Infinidad de nuevas actividades, inicialmente
antagnicas con las prcticas tradicionales, debieron ser realizadas por los indgenas en forma
abrupta, lo que provocaba golpes emocionales tpicos del desgarramiento cultural: los otrora
cazadores de la llanura pasaron por ejemplo a ser marineros:
el Ministro Roca resolvi que se eligieran ciento cincuenta de ellos, los que estuvieran
en mejores condiciones y se les destinara al bergantn goleta Rosales, para que se
instruyan en los trabajos de marinera a fin de que reemplacen ms tarde a los marineros
de nacionalidades extranjeras que se hallan tripulando los buques de la escuadra.
La idea no era mala, pero el resultado no fue gran cosa. El pampa no tena por qu dar de
s buenos marineros, niera el indicado para reemplazar a aquellos lobos gallegos,
portugueses, genoveses y britnicos que formaban parte principal de la tropa sufrida y
heroica de los barcos de guerra de la pequea escuadra nacional.
Debiera de haberse ocupado Fray Mocho de historiar los das pasados por aquellos indios
a bordo de la Rosales para dejarnos una sensacin exacta de lo que costara
acostumbrarlos al agua y habituarlos a obedecer el golpe de corneta.[181]
No es necesaria la letra de Fray Mocho para imaginar el terror de los guerreros frente a su
nuevo hogar en medio de las aguas.
Sin embargo, la adaptacin forzada no tard en producirse y muchos de ellos, en calidad de
prisioneros de guerra, pasaron a servir en la Armada por el trmino de seis aos.[182]
Muchsimos prisioneros se calcula que por lo menos 600 de ellos fueron enviados al
Tucumn para trabajar en los ingenios azucareros y las mujeres y los nios pasaron a integrar la
servidumbre de las familias de Buenos Aires.
Zafreros, marineros o sirvientes domsticos fueron algunos de los nuevos roles que
forzadamente debieron asimilar, perdiendo de a poco, en la nueva rutina cotidiana, las antiguas
prcticas comunitarias.
En este sentido, la supresin compulsiva de las costumbres tradicionales coadyuv al proceso
de desintegracin cultural, acelerada aquella supresin a travs de las distintas formas de
dispersin comunitaria que se implementaron. Desde las ms pequeas prcticas hasta las
ceremonias colectivas fueron objeto de persecucin como, por ejemplo, la suspensin de los
rituales mortuorios en ocasin de la muerte del cacique Ignacio Coliqueo el 16 de febrero de 1871,
antes de las campaas de Roca:
En momentos en que los indios se disponan a dar sepultura al cadver lleg el Coronel
Boerr, y al ver que siguiendo sus usos y costumbres iban a sacrificar los caballos del
finado, los perros que ms quera, las mejores ovejas, en fin todo aquello que el difunto
cacique tena en ms estima para enterrarlo junto a l; pues nuestros indios consideran la
muerte como un corto viaje.
[...] Al ver esto el Coronel Boerr, tom la palabra [...] hacindoles comprender que ellos
no se hallaban en el caso de los indios salvajes de la pampa; que se hallaban ya en un
centro de civilizacin y que por lo tanto deban abandonar aquellas costumbres de
salvajismo [...]. Adems de esto, hzoles ver que la sociedad tiene mil medios para
purificarlos, para que arrojen de s ese humor acre y corrosivo, esa lepra moral que est
solo alimentada por sus malas creencias y peor religin.[183]
O cuando en ocasin de la celebracin de un Nguillatn en la misma comunidad las amenazas
buscaron anular las prcticas:
Nunca me haba encontrado tan frente a frente con la idolatra como en esta ocasin [...]
por eso trat de convencer por todos los medios a ese indio, de que suspendiera la
ceremonia [...] Aad que informara al Gobierno de lo sucedido, y que Dios seguramente
no dejara de castigarlo.[184]
El desmembramiento de las familias indgenas fue una constante en todo el proceso de la lucha
en que debieron soportar la toma de prisioneros en las tolderas, en especial de las mujeres, que
eran trasladadas a Buenos Aires e incorporadas al servicio domstico.
Tambin eran particularmente tenidas como objetivo las familias de los caciques, cuyos
prisioneros posibilitaban luego distintas negociaciones o bien el debilitamiento de las jefaturas.
Como resultado de la campaa de la primera brigada en 1882 a cargo del teniente coronel
Rufino Ortega, se produjeron las detenciones de la esposa de Paghitruz Guor, un hijo y una
hermana del cacique; la familia de ReuqueCur y parte de la de Namuncur.
El desgarro sufrido por las familias enteras de prisioneros llegados a Buenos Aires, ante la
separacin de padres, madres, hermanos o hijos de que eran objeto, provoc la reaccin de los
propios observadores tal como se desprende de las crnicas de la poca:
lo que hasta hace poco se haca era inhumano, pues se le quitaban a las madres sus
hijos, para en su presencia y sin piedad, regalarlos, a pesar de los gritos, los alaridos y las
splicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigan.
Este era el espectculo: llegaba un carruaje a aquel mercado humano, situado
generalmente en el Retiro, y todos los que lloraban su cruel cautiverio temblaban de
espanto [...] Toda la indiada se amontonaba, pretendiendo defenderse los unos a los
otros. Unos se tapaban la cara, otros miraban resignadamente al suelo, la madre apretaba
contra su seno al hijo de sus entraas, el padre se cruzaba por delante para defender a su
familia de los avances de la civilizacin, y todos espantados de aquella refinada crueldad,
que ellos mismos no conceban en su espritu salvaje, cesaban por ltimo de pedir piedad
a quienes no se conmovan siquiera, y pedir a su Dios la salvacin de sus hijos.[185]
La misma crnica informaba que la situacin haba cambiado a partir de las directivas de las
autoridades de proceder a los traslados, de familias completas, a los distintos destinos, evitando as
la inhumana prctica de la separacin, sin embargo, denunciaba que ha llegado hasta nosotros
el rumor de que despus de llevarse los indios sus dueos los reparten entre el barrio, o ms lejos,
de donde resulta que la hija se despide de la madre quizs para siempre.[186]
Es imposible, finalmente, determinar en forma cuantitativa con precisin los estragos
producidos por las epidemias transmitidas por la poblacin blanca entre las comunidades
indgenas. Sabemos s que los flagelos se propagaron como un reguero de plvora entre los
aborgenes indefensos, sin anticuerpos ante calamidades tales como el sarampin, la neumona, la
difteria, la tisis y la gripe, que se constituyeron en uno de los principales factores de desintegracin
cultural cuando no de extincin lisa y llana de algunos grupos.
El desastre de las epidemias corre paralelo en la historia indgena americana a la despoblacin
sufrida desde que llegan los conquistadores y nuestro territorio no fue la excepcin.[187]
Durante todo el proceso de la Conquista las epidemias golpearon a las comunidades originarias;
este fenmeno no se detuvo en la poca independentista y tampoco en la etapa posterior de la
conformacin nacional.
La embestida final de las campaas de 1878, 1879 y posteriores abri las puertas de la llanura y
permiti que las epidemias completaran la tarea llevada a cabo por las fuerzas nacionales:
En la poca que los visit la viruela haca horribles estragos en la tribu de Manuel Daz, de
Tripailao y Manuel Grande. No haba toldo que no fuera castigado por ese terrible flagelo.
Resolv hacer una gira apostlica y deseaba bautizar a los enfermos, siquiera a los nios.
Es inimaginable lo horrendo y lastimoso que vimos. A lo largo del camino encontramos
cadveres de personas de todas las edades y en ambos lados del sendero, envueltos
ligeramente en jergas o cueros y arrojados como carroa en medio de matorrales.
Encontramos toldos completamente vacos. Todos sus moradores haban muerto. En
otros, en cambio, haba una o dos indgenas salvadas de la muerte segura como por
milagro. Muchos haban muerto de hambre, porque desde tiempo les haban cortado sus
raciones correspondientes como incorporados al Ejrcito.[188]
Ni los mismos campos de detencin en los cuales se contagiaron regimientos enteros se
salvaron de la presencia mortal de la peste:
A veces se declaraba entre los indios la viruela. Hay comunicaciones de los jefes donde se
explican las medidas que se tomaban para aislar y ver de curar a aquellos infelices.
Fotheringham tuvo en Martn Garca una partida de pampas con viruela negra; los tena
en carpas en un extremo de la isla y segn sus partes, aunque muy escasos de ropa eran
racionados diariamente, visitados por el mdico y atendidos por Hermanas de Caridad.
[189]
El triste panorama de la desintegracin cultural fue as completado por las epidemias, como si
todo lo dems no hubiese alcanzado, como si todo lo dems no hubiera sido suficiente para
terminar con la resistencia indgena.
Con numerosos enfermos y ante la irreversible falta de agua, terminaron bebiendo la sangre de
nueve mulas expresamente degolladas que se agregan as a la profusa nmina de animales
sacrificados, principales perjudicados, junto con los indgenas, de estas marchas de la muerte.
Finalizada la expedicin, Obligado continu con los ataques y entre agosto y noviembre un total
de siete de ellos dieron por resultado ms de medio centenar de indgenas muertos.
La sptima de estas expediciones se realiz entre el 2 de junio y el 1 de septiembre al mando
del teniente coronel Rudecindo Ibazeta, que contribuy a empujar a las comunidades libres hacia
el norte del ro Bermejo.
Se form un consejo de guerra de 13, el cacique Yaloshi (que era el prisionero) era el
mismo que a traicin, quiso matar al Comandante Fontana en una expedicin anterior
hirindolo de gravedad, pero felizmente se salv.
Lleg el da de arreglar cuentas. Fue sentenciado a muerte. Aprobada la sentencia, se llev
a cabo, al pie de un corpulento quebracho. Ah noms lo dejamos para escarmiento.[198]
En el combate del 7 de diciembre de 1884, entre los muchos muertos que sufren los tobas, se
encuentra Camb, quien fue reiteradamente acuchillado y finalmente degollado, con su cabeza
expuesta para que sus guerreros escarmentaran.
Los partes militares aclaran que ya tantas veces le haban dado por muerto al terrible indio, y
tantas veces haba resucitado, que esta vez, por lo menos, quedara sin dudas constatado su
finis.[201]
La vesania de que es objeto el cuerpo exnime de Camb produjo un gran terror entre sus
hombres quienes no olvidaron por aos el fin de su jefe, en medio de una dispersin total y
definitiva.
Las acciones militares fueron completadas por la construccin de caminos que conectaban las
distintas zonas de la subregin (como el que comunicaba Puerto Bermejo con Rivadavia en Salta)
y el reconocimiento profundo, por primera vez, del ro Bermejo, llevado a cabo por la Marina de
Guerra.
A fines de 1884 la expedicin Victorica daba por concluidas las operaciones y si bien el Chaco
era an libre, las comunidades indgenas aguardaban, despus de semejante embestida, el golpe
final. Casi un calco del proceso que se haba vivido en Pampa y Patagonia unos aos antes (mapa
33).
LA ACCIN DE LA IGLESIA
Desde su ingreso al continente americano junto a los conquistadores espaoles all por el siglo
XVI, la Iglesia pugn por tener su espacio propio, alternando disputas por el poder con campaas
evangelizadoras, creacin de pueblos y edificacin de templos.
En su accin con las comunidades indgenas, la Iglesia desempea bsicamente tres roles que
muchas veces se superponen:
a) protectora de los : a travs de la implantacin de proyectos paralelos a los de los
colonizadores y/o el Estado nacional, como por ejemplo las Misiones Jesuticas o el
cuidado de las comunidades afectadas por epidemias cuando eran abandonadas por
todos.
b) intermediaria entre los y el poder poltico: haciendo las veces de mediadora en los
diferentes conflictos suscitados, como por ejemplo en las gestiones para el canje de
cautivos o en el evitar la posibilidad de castigos para los caciques prisioneros.
c) dependiente de las estrategias del poder poltico: hecho que en muchas oportunidades
la llev sin medir las consecuencias a contribuir a la desintegracin de las culturas
autctonas, como por ejemplo la prctica de anular autoritariamente las costumbres
tradicionales imponiendo las pautas de una religiosidad que a los nativos les resultaba a
todas luces extraa.
No puede hacerse una discriminacin clara de estos tres roles porque todos ellos aparecen por
lo general simultneamente. La realidad es que la Iglesia protegi a los indgenas, pero tambin
contribuy a no mantener los valores tradicionales actuando en muchas oportunidades con la
suficiente ambigedad como para servir como instancia mediadora en la solucin de conflictos.
En el balance final, sin embargo, creemos que la Iglesia termin casi siempre encuadrando su
accionar en las polticas implementadas desde el Estado y sus instituciones, manteniendo en
pocas circunstancias una postura independiente que le hubiera permitido obrar con mayor
libertad y con mayor beneficio para los indgenas.
Hacer pie
Durante la Conquista espaola son muchos los misioneros que ingresan a nuestro territorio,
comenzando la costosa labor evangelizadora, pero es el proyecto jesuita, desarrollado entre 1600 y
1768, el que se destaca ntidamente entre todos los implementados por la Iglesia en aquella etapa.
A travs de ese proyecto, miles de guaranes del nordeste son aglutinados en una nueva
configuracin cultural, indita, de singular relieve y marcada incidencia poltica en el contexto de
aquel entonces.
La intentona, abruptamente interrumpida por la Corona espaola, no impidi sin embargo que
la especial relacin entablada entre los misioneros y los indgenas perdurara a travs del tiempo en
la memoria colectiva y en muchas manifestaciones posteriores, a pesar de que la organizacin
comunitaria alcanzada se perdi para siempre.
Fuera del proyecto con los guaranes, los jesuitas hacen otras tentativas: en la provincia de
Buenos Aires fundan entre 1740 y 1750 tres misiones: Nuestra Seora de la Concepcin o
Concepcin de los Pampas a orillas del ro Saladillo; Nuestra Seora del Pilar a orillas de la
laguna de Los Padres y Virgen de los Desamparados, cerca de Tandil.
A la primera van los misioneros Manuel Quinini y Matas Stroebel; a la segunda, Toms
Falkner y Jos Cardiel; la tercera no llega a consolidarse porque es arrasada en 1571 por los
tehuelches del cacique Bravo; las otras dos corren despus la misma suerte.
Mucho ms al sur, en el lago Nahuel Huapi, el padre Nicols Mascardi funda en 1670 la misin
de Nuestra Seora de los Poyas del Nahuel Huapi. El espritu aventurero y evangelizador de este
sacerdote lo arrastr hasta aquellas desconocidas latitudes, empujado tambin por el mito de la
poca: la presunta existencia de la fabulosa Ciudad de los Csares, un lugar habitado por
espaoles sobrevivientes de un naufragio que vivan en la riqueza y la inmortalidad.[207]
Mascardiemprende cuatro expediciones de reconocimiento que lo conducen a explorar
detenidamente gran parte de la Patagonia. Pero en la ltima de ellas (1674) muere a manos de un
grupo de tehuelches que se resisten al mensaje de conversin. Este hecho desata una sucesin de
matanzas posteriores, fruto de la venganza de los indgenas de la misin del Nahuel Huapi.
Reemplaza a Mascardiel jesuita Felipe van der Meeren, quien refunda la misin en 1704 y la
mantiene hasta 1717, cuando es definitivamente destruida por los indgenas que continan viendo
a los misioneros como intrusos.
Lo cierto es que a pesar de los intentos, los misioneros no consiguen hacer pie, lo cual es el
objetivo primordial para una tarea que aspira a consolidarse territorialmente.
En este sentido es importante tener en cuenta que los extraordinarios trabajos elaborados por
muchos de los misioneros, verdaderos cronistas de los pueblos indgenas en ms de una ocasin,
no solo se limitan a la descripcin pormenorizada de las costumbres de las comunidades
originarias, la flora o la fauna, sino que realizan consideraciones de tipo poltico que
indudablemente tienden a seguir la estrategia del gobierno espaol para fortalecer su propio rol y
sus posibilidades, como por ejemplo, la sugerencia de ocupar los lugares despoblados como
garanta ante los eventuales ataques de potencias extranjeras.[208]
Producida la Independencia y despus de algunos reacomodamientos, la Iglesia contina su
labor. Hacia 1874 son cuatro las misiones entre los ranqueles pacficos que totalizan cerca de mil
pobladores: Villa Mercedes, Sarmiento, Villa Real y Lincun.
En este marco y todava como vicario capitular de la Arquidicesis, organiza y funda en 1872 el
Consejo para la Conversin de los Indios al Catolicismo convocando a participar en l a distintas
personalidades. El mismo presidente Avellaneda, en un proyecto de ley que enva al Congreso en
1873, destaca el papel jugado por el arzobispo como impulsor del acercamiento a los indgenas.
En el perodo 1873-1879 se fundan y/o revitalizan centros de accin misionera que en muchos
casos sirvieron como espacios de encuentro y en los que el intenso intercambio cultural estuvo a la
orden del da (mapa 34). El padre Georges, a su regreso de un viaje al Azul realizado con motivo de
estudiar las posibilidades del establecimiento de una misin, haba visto que es en la Pampa el
seno de las tribus indias, donde nuestros demcratas deberan venir a buscar la mejor forma de
repblica. El cacique no toma nunca una determinacin seria sin convocar a todos sus guerreros a
parlamento. La mayora ms absoluta es necesaria.[210]
La misin del Azul se funda en enero de 1874, con la aceptacin del cacique Cipriano Catriel.
Una humilde capilla y una casa para los curas es toda la infraestructura disponible.
A la muerte de Cipriano, su sucesor, Juan Jos Catriel, pone reparos a la continuidad del
establecimiento, lo que dificulta la accin de los misioneros. Uno de ellos, Jorge Salvaire, viaja
mientras tanto a Salinas Grandes buscando llevar el mensaje evangelizador por lo ms al interior
del desierto, como quera Aneiros.
En diciembre de 1875 Namuncur recibe a Salvaire y durante cinco das sostiene un gran
parlamento aunque sin mayor xito. Las perspectivas de intentar misiones por aquellos lugares
son prcticamente nulas.
La desazn de los misioneros por ese entonces finaliza tambin la misin en Azul ante los
obstculos interpuestos por Catriel se alterna con algunos logros: poco antes el cacique Railef
recibe el bautismo y se convierte en un vocero ms de la nueva religin entre su gente.
A principios de 1876 el padre Savino se instala en los campos del cacique Coliqueo, dando
origen a una misin de singular xito, y al pueblo de nuestros das, Los Toldos. Todo ello a pesar
de los constantes inconvenientes provocados por el gobierno, que son denunciados por los curas,
alegando que los descontentos surgidos entre la masa indgena se deben bsicamente a la poca
fidelidad del Gobierno en cumplir sus compromisos respecto de ellos as como tambin a que
los indios repiten a menudo que siellos tienen deberes que cumplir respecto del Gobierno, el
Gobierno tambin tiene sus obligaciones respecto de ellos.[211]
Los compromisos son fundamentalmente las raciones que el gobierno nacional se
comprometa a entregar a las comunidades de acuerdo con los tratados firmados. La no entrega de
esas raciones en caso de situaciones crticas por las que solan atravesar ciertos grupos, conclua
en grandes hambrunas que eran, por omisin, una forma de exterminio.
Los inconvenientes en el desarrollo de las misiones tambin surgen de los mismos indgenas,
en su resistencia a incorporar la nueva religin y las pautas socioculturales emergentes de ella: en
1876 el padre Savino se ve obligado a abandonar la misin ante una sublevacin encabezada por
Justo Coliqueo.
Durante esos aos, la misin instalada desde haca ya mucho tiempo en Carmen de Patagones
(1780) cobr un nuevo impulso, al elaborarse un vasto plan de educacin que inclua la puesta en
marcha de un colegio para mujeres indias de donde podrn salir a cabo de algunos aos maestras
de escuela de su propia raza para las diferentes tribus que iremos evangelizando.[212]
Sin embargo, otra vez los problemas, vinculados con la carencia de recursos para llevar adelante
los distintos proyectos, desgastan la accin misionera y terminan por hacer fracasar los planes.
Pero lo que descalabr por completo esta lnea de accin de la Iglesia para con los aborgenes
fue la denominada Conquista del Desierto.
La definitiva militarizacin de la cuestin indgena ech por la borda las tenues posibilidades de
integracin que se estaban gestando a travs del vnculo establecido entre la Iglesia y los indios.
Los misioneros pasaron a convertirse en meros reparadores de urgencias asistiendo a
prisioneros enfermos o bautizando a los moribundos.
En 1879 suman 700 los prisioneros solo en la isla Martn Garca y es hacia all adonde se dirigen
los esfuerzos de Aneiros, que enva misioneros para la ayuda de esos hombres, mujeres y nios
convertidos por la fiebre, la tristeza de la vida perdida y el sentimiento de derrota, en guiapos
humanos.
En medio de semejante cuadro, despliegan una intensa actividad un grupo de misioneros y las
Hermanas de la Caridad, asistidos por otro grupo de indgenas en calidad de improvisados
enfermeros. La viruela hace estragos, pero igualmente se salvan muchas vidas.
Fue por ese entonces cuando el padre Birot acu la frase los ladrones del paraso,
refirindose humorsticamente a que los indios convertidos en pocos das se robaban el cielo.
En poco tiempo son bautizados ms de 500 indios y la tarea contina en Buenos Aires, dirigida
especialmente a los caciques para los cuales se preparan ceremonias especiales como la efectuada
el 11 de agosto de 1879 en la Parroquia del Pilar, en ocasin del bautismo de Juan Jos y Marcelino
Catriel, Juan Melideo, Caumil y Faustino Huanchiaquil.
Producida la expedicin de Roca, Aneiros intensifica su accin de intermediario recibiendo las
demandas de los caciques an libres en el sentido de que la Iglesia inste al gobierno a dejar sin
efecto las prisiones de algunos indios, reclamando por la restitucin de tierras y evitando la
remisin de caciques al calvario de Martn Garca.
Si el Gobierno no quiere atender nuestras necesidades y reclamaciones que est bueno,
pero que yo tambin soy General y tengo mi gente, y que a mi no me agarrarn y llevarn
a Martn Garca como han llevado a tantos otros.[213]
No se lograba mucho con estos reclamos; salvo algunos casos aislados de indultos, lo que ms
se obtena era el traslado de los familiares de los detenidos a los principales lugares de reclusin
para que estuvieran en ms estrecho contacto.
En otras ocasiones, Aneiros terminaba sus gestiones en splicas a los mximos caciques para
que cesaran la violencia, como la formulada a Namuncur en ocasin de un pedido de este por sus
tierras:
Ustedes se equivocan al resistir con la fuerza. El Gobierno, entonces, tiene que hacer uso
de las armas y no habr ms que desgracias. Crea lo que digo, Sr. Cacique. Dejen las
armas, no peleen y no los han de pelear a ustedes, y en cambio tendrn muchos bienes.
Yo s que hay muchos malos cristianos y creo que les han hecho a Ustedes muchas
injusticias y maldades. Pero se equivocan Ustedes si no hacen buenos arreglos lo han de
perder todo.[214]
En el fragor de los combates la Iglesia se esfuerza por mantener algunos centros misioneros
importantes como Junn, Carhu, Pun, Fuerte Argentino, Guamin, Trenque Lauquen y
Bragado. Sin embargo, su accionar se diluye por la victoria de la solucin militarista, que arrasa
con las comunidades a las que los misioneros pretendan llegar en forma pacfica.
Mucho tiempo antes de las operaciones emprendidas por el general Roca, las divergencias entre
el Gobierno y la Iglesia se haban hecho explcitas, cuando el primero insista en que las misiones
religiosas se ubicaran cerca de los fortines militares; en realidad, lo que pretenda la Iglesia era que
las comunidades indgenas estuvieran lo ms aisladas y distantes posible de los hombres de
uniforme.
Una de las ltimas intentonas de Aneiros fue la introduccin de los salesianos en la Patagonia
durante 1880; esta orden, junto con las restantes que desde haca tiempo llevaban adelante la
labor apostlica, se enfrentaba ahora con comunidades diezmadas, retazos de una cultura que
alguna vez haba desarrollado su existencia en libertad.
India fueguina. Coleccin Academia Nacional de Bellas Artes. En Historia General del Arte en la Argentina, Tomo
V.
MAPA 35. EL EXTREMO SUR: ONAS Y YMANA-ALAKALUF
Indgenas onas (selknam) de la misin salesiana de Ro Grande, Tierra del Fuego, s.f. Archivo General de final.
Hacia 1905 la despoblacin se haba consumado: la cultura ona no alcanzaba los 500
individuos, que bien podran ser definidos como sobrevivientes.
Coro de nios mbya guaran, comunidad Fortn Mborore, Misiones. Foto del autor 2010
Extranjeros
Total Nativos (criollos) Nativos (indgenas)
(inmigrantes)
(1) Cifra Oficial 2 Censo Nacional: 4.014.911 a la cual se agrega la estimacin de la poblacin omitida censar
60.000, y nuestra estimacin sobre la poblacin indgena tambin omitida censar.
(2) Cifra correspondiente a los totales entre 1857 y 1890 de pasajeros extranjeros de ultramar (FUENTE: Direccin
Nacional de Estadsticas, citado por Clarn, el 8 de enero de 1976).
1776 1895
1536 1810 1869
Virreinato del Revolucin de Segundo
Llegada de los Primer censo
censo
conquistadores Ro de la Plata Mayo nacional
nacional
Total de
poblacin 144.953 400.000 1.819.891 4.014.911
(excepto
indgena)
Poblacin
400.000(+) 280.000(1) 250.000 (2) 200.000 (3 180.000 (4)
indgena
% de
100 63,5 38,5 10 4,3
incidencia
(1) Cifra Oficial: 41.573 segn censo de Carlos III, sin contabilizar los territorios libres de Chaco, Pampa y
Patagonia.
(2) Cifra oficial: no existe.
(3) Cifra oficial: 93.133, sin contabilizar la regin Noroeste. (4) Cifra oficial: no hubo este ao para la poblacin
indgena.
Es necesario consignar que se parte principalmente de las cifras establecidas en el siglo XVI y
haciendo los estudios ulteriores en funcin de las fuentes histricas, los distintos autores que se
han ocupado del tema, las estadsticas oficiales y estimaciones propias.
Es esta una madeja compleja que tambin es muy difcil de desbrozar. Baste decir que los
importantes autores que se han ocupado del tema no coinciden, ya que las cifras varan en forma
notable.
Los ltimos estudios realizados dignos de mencin aumentan en forma considerable las cifras
con respecto a los primeros trabajos de Rosemblat (1954) o Difrieri (1960). Guillermo Magrassi
(1982) estima en el siglo XVI una poblacin indgena mnima de 800.000 y mxima de 1.300.000,
prcticamente triplicando o ms los nmeros tradicionalmente considerados y casi doblando los
consignados ahora por nosotros.
Como se ve, estn abiertas las posibilidades para continuar profundizando en esta rea de
estudio. Mxime teniendo en cuenta que las dificultades que encontramos radican sobre todo en
una actitud negadora y discriminatoria que en el peor de los casos llev a suprimir a las
comunidades indgenas de los censos oficiales de poblacin.
Me parece til en este punto hacer tambin una reflexin acerca de los porcentajes de
incidencia de la poblacin indgena en el total del pas (cuadro
27). En trminos absolutos los porcentajes consignados son correctos e indican objetivamente
el retroceso demogrfico de los indgenas. Pero la cuestin no se agota aqu y volveremos a ella en
el captulo VIII cuando tratemos la situacin actual de nuestras comunidades aborgenes;
adelantemos que las cifras solo nos ayudan a ver una parte del problema o en todo caso una
primera aproximacin, porque lo real es que si bien el 4,3% de incidencia del componente
indgena en 1895 sobre el total de poblacin es verdadero, no es suficiente. Tambin es menester
tener muy en cuenta que en la distribucin espacial de esa poblacin, para esa poca, en ciertas
regiones, aun las recientemente conquistadas de Pampa, Patagonia y Chaco, los porcentajes se
invierten. De esta manera se da el hecho significativo de que ms all de las matanzas, ms all del
ostensible retroceso demogrfico, ms all del avance incontenible de la sociedad nacional en
expansin, la presencia indgena contina siendo fuerte, cuando no excluyente, en vastos
territorios del pas. Y esto es innegable, al igual que el ya mencionado 4,3%.
Todo este proceso concluye con un nuevo cuadro de situacin de las culturas indgenas que
presenta a fines del siglo XIX serios retrocesos en su posicin (cuadro 28).
Cuadro 28. Cuadro de situacin de las culturas indgenas a fines del siglo XIX
Las diferencias con el cuadro de situacin de cien aos antes son evidentes (pg. 214): primero:
prcticamente ya no existen culturas libres a excepcin de dos manchones en el Chaco salteo
(chiriguanos) y en el Litoral en la actual provincia de Misiones (mby), que de todas maneras ya
sufren el rodeo de la sociedad nacional en expansin; segundo: por lo menos cinco culturas se
han extinguido y otras siete se encuentran en vas de extincin acelerada; tercero: las restantes
culturas, especialmente las que permanecan libres, han sido sometidas y se encuentran en vas de
confinamiento (que aparece como un nuevo tipo de situacin cultural) y/o incorporacin, figura
con la que definimos el proceso de aculturacin forzada a que se ven expuestas las comunidades a
travs de mecanismos tales como la integracin compulsiva a las economas regionales, la accin
de la Iglesia y la penetracin del sistema educativo oficial. A fines del siglo XIX el mapa indgena se
modifica entonces del todo.
Con la conquista de los ltimos territorios libres, para el Estado argentino desaparecen las
fronteras interiores. Para los indgenas desaparece su tierra. Para el Estado el mapa se unifica.
Para los indgenas el mapa se disuelve.
Las comunidades originarias, que una vez haban sido dueas de inmensas extensiones, se
convierten en minoras de un Estado y un pas que sigue sin entenderlas, que sigue sin
considerarlas parte de l.
LA CUESTIN INDGENA
TERCERA PARTE
La cuestin indgena
LA CUESTIN INDGENA
CAPTULO VI
De seores de la tierra
a minoras tnicas
Triste es. Triste es: A m muchas veces cuando estoy pensando me acuerdo sobre
esta gente y me da realmente pena, y mi corazn late, late de pena. Pensar cuando
ando ah en el campo, cuando estoy ah en el campo, despus de haber aqu tanta
gente y hoy da que ni haiga uno. Uno piensa as y da una tristeza nica.
LUIS GARIBALDI, uno de los ltimos onas
Tengo la seguridad que bien pudo evitarse en esa ocasin el sacrificio de miles de
vidas, por supuesto muchas ms de indios que de cristianos y sobre todo se
tenan a la mano los medios de someter pacficamente a los que resistan al despojo
por medio de la sangre.
FRANCISCO P. MORENO
Y a la mujer le cortaban los senos [...] para que vieran que fue mujer [...] decan
que producan los chicos y que los chicos cuando fueran hombres iban a ser
ladrones.
FEDERICO ECHELAITE, uno de los ltimos onas
La conquista de los ltimos territorios indgenas libres trae como consecuencia inmediata el
arrinconamiento final de las comunidades originarias y la transformacin cualitativa de los
espacios ganados por final, que desde el punto de vista territorial queda definitivamente unificada.
Los albores del siglo XX presentan tambin otro hecho significativo: la existencia de dos polos,
Buenos Aires y el Interior, antinomia multifactica, acelerada por el crecimiento desmesurado de
la ciudad capital en todos los rdenes. Durante mucho tiempo esta dicotoma histrica tuvo
connotaciones de todo tipo en la conformacin del pas.
La integracin y consolidacin territorial-institucional vino acompaada adems por la
inmigracin europea, proceso que se inici como fenmeno paralelo a mediados del siglo XIX
(segn ya hemos mencionado en pginas anteriores) y que se extendi hasta 1930. La catarata
extranjera dinamiz tremendamente la forma de vida argentina por muchas dcadas.
Los intelectuales y la elite dirigente de la generacin del 80 soaban con una Argentina de raza
blanca, de origen no latino, pero los blancos que llegan no son ni ingleses ni alemanes. No, los que
llegan son espaoles e italianos, y como siesto fuera poco, son mayoritariamente pobres. Con su
capacidad innata para el trabajo harn prspero y civilizado el pas, laborando con sus brazos las
tierras que haban pasado a ser propiedad de la oligarqua, definitivamente consolidada, que antes
ha preparado el terreno y lo ha limpiado de nativos salvajes e insaciables.
La masa inmigrante genera fenmenos que, inicialmente propios, se van confundiendo en el
conjunto de la sociedad: sociales (el conventillo, las sociedades de fomento); polticos (el
anarquismo, el socialismo); culturales-lingsticos (el lunfardo); etctera, que renuevan sus
modos de vida.
Finalizada la inmigracin y cuando la poblacin argentina comienza a estabilizarse, se produce
un hecho que vuelve a dinamizar el desarrollo cultural: la creciente importancia de la industria (en
1914 solo el 11% de la poblacin activa trabajaba en ella y el 27% en el rea rural; en 1944 el
proceso est casi totalmente revertido: en la industria se ocupa el 48,5% y en las tareas rurales
solo el 17%) es una de las ms importantes causas de las migraciones internas desde las reas
rurales hacia los centros urbanos, que crecen desproporcionadamente, sin planificacin alguna.
Estas migraciones (y posteriores nuevos asentamientos) promueven la interrelacin constante
de los diversos ncleos poblacionales del interior (de ascendencia indgena o hispano-indgena)
con los de las grandes ciudades (criollos, extranjeros o descendientes de extranjeros), lo que
genera un intenso proceso de hetero y homogeneizacin cultural.
El interior del pas y especialmente ciertas regiones como el Noroeste contina en todo
este perodo protegiendo y recreando las tradiciones culturales ancestrales, pero influido cada vez
ms por la creciente comunicacin con Buenos Aires y con los otros centros urbanos,
posibilitando un acercamiento y una integracin progresivamente ms fluida (y tambin
descompensada y dependiente).
Del mismo modo el fenmeno migracional conlleva la aparicin de movimientos polticos de
masas que conmueven y transforman el perfil ideolgico y cultural de final; Buenos Aires ya no
ser la misma: atrs quedan su aislamiento y su crecimiento autnomo; su modo de vida no
seguir influido solo por lo que Europa y ms recientemente los Estados Unidos traen a travs
del Atlntico.
Desde mediados del presente siglo la ciudad capital se transformar en una sntesis cada vez
ms integradora, receptora de todos los tipos poblacionales del pas, convirtindose en una
posibilidad cierta de fusin.
En el mbito poltico-institucional, la Argentina se vio sometida desde 1930 a una serie de
golpes de Estado promovidos por los sectores dominantes minoritarios de la sociedad, que
simbolizan su claro enfrentamiento y su desembozada oposicin a la creciente organizacin del
pueblo y su libre determinacin.
Esta situacin, que se haba tornado crnica, tuvo tambin decisiva influencia sobre nuestra
conformacin cultural con sus secuelas de autoritarismo, colonizacin y retraso en todos los
rdenes, que impregnaron el tejido social.[220]
Puestos a vivir en todos estos avatares del decurso nacional, nuestros indgenas lo hacen en
inferioridad de condiciones. Luego de la derrota en Pampa, Patagonia y Chaco, que los desmantel
como cultura y los arrincon en los confines fronterizos, comenzaron a transitar el ajetreado siglo
XX inmersos en los problemas que iban conformando a la Argentina como nacin, hallndose
totalmente desprotegidos para enfrentarlos.
En el Chaco las comunidades han sido desbaratadas tambin en sumo grado: guaikures,
matacos y chiriguanos se arrinconaron en parte de Santa Fe, Chaco, Salta y Jujuy, encontrando en
Formosa un espacio con ms oxgeno.
Los collas (oeste de Jujuy, Salta y Catamarca) y los mby (Misiones) seguan refugiados en sus
hbitats extremos (mapa 37).
Los territorios indgenas libres se han perdido. La sociedad nacional en expansin ha empujado
a las comunidades aborgenes hacia las fronteras.[221]
El confinamiento, como hecho cultural, se multiplica en otros mbitos; importantes caciques y
lo mejor de sus guerreros terminaron sus das en la isla de Martn Garca (Pincn, Purrn), en las
estancias como peones-sirvientes (Epumer) o aislados, en el mejor de los casos, en lugares
protegidos como el Museo de La Plata en construccin por aquellos das gracias a la piedad
de hombres como el Perito Moreno (Foyel, Inacayal). La mayora est ocupada en sobrevivir en
terrenos cada vez ms inhspitos, inmersos en contextos regionales sistemticamente agresivos.
El resultado es un gigantesco cuadro de desarraigo, frente al cual las comunidades indgenas
librarn una nueva batalla, esta vez no blica: encarar la tarea ms que trabajosa de preservacin
y/o rescate de la identidad cultural perdida, debido al progresivo sentimiento de pertenencia
(ahora) a una minora tnica, y luchar al mismo tiempo en su carcter de argentinos por un
lugar digno en la nueva sociedad.
Esta polaridad que se agrega a las otras registradas a lo largo de nuestra historia cultural,
expresin de ambigedades y tensiones mltiples, hace que las comunidades indgenas de
Argentina en esta etapa sean un smbolo de las dificultades que tenemos para reconocernos como
pas en sus distintas vertientes y formas culturales. La persecucin constante de que esas
comunidades fueron objeto es una expresin de la negacin de partes de nosotros mismos, y por
lo tanto, habla de nuestra automutilacin como pueblo.
Por esa fecha y de acuerdo con la informacin proveniente de la propia Gendarmera de Lnea,
en el rea bajo su responsabilidad, en Formosa, convivan unos 1100 blancos (859 pobladores y
304 militares) y alrededor de 3000 indgenas. Pero la argentinizacin del territorio no
contemplaba en los hechos a la masa aborigen, ms all de las intenciones vertidas en los
discursos oficiales y las instrucciones a los cuerpos militares.
Los pilags resisten con gran energa: en 1930 rodean Ibazeta aunque no consuman el ataque.
Entre abril y mayo del ao siguiente Pampa del Indio, en el Chaco, es reiteradamente asediada por
los guerreros del cacique Paulito, y en 1933, Ne-Lagadik, uno de sus ms importantes jefes,
mantiene un encarnizado combate en las inmediaciones del Fortn El Descanso.
En 1936 se desarrollan los ltimos enfrentamientos contra la expedicin del teniente Enrique
Fa, sobre la banda sur del ro Pilcomayo. Muchos caciques fueron tomados prisioneros y las
comunidades derrotadas.
El 31 de diciembre de 1938 el Ejrcito Argentino disuelve el Regimiento de Gendarmera de
Lnea, poniendo fin a las operaciones blicas y de limpieza de un territorio militarmente
pacificado.
Los sobrevivientes fueron perseguidos durante mucho tiempo hasta que las llamas del odio se
fueron apagando.
Jesuitas y franciscanos
Zalazar (1964) establece tres perodos para la Iglesia Catlica en el Chaco: el jesuita (1585-1767-
68); el franciscano (1767-1936) y el orgnico (1936 hasta nuestros das).
La tarea jesutica se llev a cabo inicialmente entre los tobas con muchsimo esfuerzo y
sacrificio, como fue toda la obra misional en los inicios. En 1683 fueron muertos los sacerdotes
Pedro Ortiz de Zrate y Juan Antonio Salinas en circunstancias confusas; algunos investigadores
jesuitas aseguran que posteriormente los cuerpos fueron comidos por sus victimarios, hecho que
aliment la idea de la presunta prctica de la antropofagia entre los tobas. Lo cierto es que estas
comunidades opusieron seria resistencia a los intentos religiosos, que tuvieron muy pocos xitos,
entre ellos la misin de San Javier (cerca de 1670) y de San Ignacio de Tobas (hacia 1750).
Nos han quedado tambin como invalorables testimonios del accionar jesuita las crnicas de
Martn Dobrizhoffer entre los mocoves primero y los abipones despus.
Y lo mencionamos por ser uno de los principales cronistas de lo sucedido en aquella poca y
uno de sus protagonistas excluyentes.[242]
Entre 1750 y 1754 Dobrizhoffer actu en las reducciones de indios mocoves fundadas por el
padre Paucke y posteriormente se dirigi a la reduccin de la Concepcin (actual ciudad de
Reconquista en Santiago del Estero), que por ese entonces era objeto de asedios constantes de los
tobas y abipones no sometidos.
Luego actu por dos aos en otra reduccin importante de los abipones, la de San Jernimo, y
durante otros tres aos se desempe en la reduccin de San Fernando, en la actual ciudad de
Resistencia, tambin poblada por abipones.
Mascaras chan e. Comunidad Campo Duran, Chaco saltefio. Foto del autor. 2010.
Opy, casa de ceremonias, comunidad Tamandua, mbya guaranl, Misiones. Foto del autor 2010.
Despus de pasar un perodo entre las Misiones Guaranticas para recuperarse, dado el
agotamiento fsico y mental a que se haba visto expuesto entre las difciles comunidades del
Chaco y la naturaleza agresiva,[243] Dobrizhoffer volvi junto a los abipones, esta vez en la actual
provincia de Formosa, adonde en 1763 fund la cuarta reduccin: la de Timb, hostilizada por los
rebeldes mocoves y tobas.
El retiro de los jesuitas en 1768 clausur este proyecto que de todas maneras y a pesar de la
fatigosa tarea de los misioneros no haba conseguido consolidar las nuevas formas organizativas
indgenas.
La resistencia de mocoves, tobas y abipones no sometidos min la tarea jesuita, que sin
embargo obtuvo algunos logros:
A pesar de innumerables obstculos, pudimos acabar con la supersticin y la barbarie, y
llegamos a suavizar sus costumbres. Antes, como salvajes bestias, haban vivido en las
selvas, de los productos de las mismas. Ahora se consagraron a la agricultura y a las obras
manuales [...]. Las borracheras se hicieron menos frecuentes y el divorcio y la poligamia
desaparecieron.[244]
Los chamanes fueron blanco de la nueva prdica:
Y en los chiquitos bautizados ya se ve una gran confianza en los P.P. y no quieren ser ya
curados en sus enfermedades de sus chupadores, sino por nosotros, an contra la
voluntad de sus padres.[245]
El propio Guillermo Furlong menciona dos causas principales que obstaculizaron la
conversin de los abipones: por un lado la poltica violenta de las autoridades espaolas locales
que castigaban a sangre y fuego cualquier delito que se cometiera, cayendo muchos inocentes en
las redadas represivas; por el otro, la conducta no precisamente cristiana de muchos espaoles y
criollos que provocaba una doble realidad para los indgenas: lo que se deca y lo que se haca.
La desaparicin de las misiones hizo recuperar a los indgenas all albergados su vida originaria;
muchos de ellos volvieron a destrozar las cervices de los espaoles (Dobrizhoffer).
En cuanto a los franciscanos, el primer antecedente es el de 1780, con la misin de San
Bernardo El Vrtiz, sobre el ro Bermejo, que dur muy pocos aos por la imposibilidad de
conseguir el sustento indispensable y por el acoso permanente de los indios con los cuales no
haban pactado.
La misin Laish fundada en 1900 y la de Tacaagl, un ao ms tarde, ambas en Formosa, son
los hitos ms importantes de la penetracin franciscana en la regin toba, junto con la de Nueva
Pompeya (Chaco).
El excesivo paternalismo y autoritarismo impuesto a partir del Reglamento de las Misiones
Franciscanas, aprobado por resolucin ministerial del 24 de agosto de 1914, no contribuy al
acercamiento de los indios. Las disposiciones generales hablan por s solas.
Art. 7 -Desde su incorporacin a la Misin, los hombres sern dedicados al trabajo; las
mujeres se ocuparn en sus quehaceres domsticos y los nios asistirn a la escuela.
Art. 8 -Las indgenas mayores de 14 aos, admitidas en la Misin de acuerdo con el
decreto de 20 de marzo ppdo. y este reglamento, recibirn instruccin domstica en la
misma por una maestra competente designada por el Prefecto o el Superior, y las
comprendidas en la edad escolar concurrirn a las escuelas de la Misin, en la que se les
dar instruccin primaria apropiada a la mentalidad del indio de Formosa y a las
exigencias de la regin.
Art. 9 -Todos asistirn a la misa en los das festivos y a las instrucciones morales,
religiosas, civiles y sociales que se dan en los das sealados por el Padre Superior.
Art. 10 -Los que por enfermedad u otros motivos justificados, no pudiesen concurrir al
trabajo o a las instrucciones, debern presentarse o dar aviso oportunamente al Superior.
Art. 11. -Se prohbe el ejercicio de la medicina a los curanderos, mdicos o brujos, que
explotan la ignorancia y supersticin de los indios, as como llevar los enfermos al monte
para ser atendidos por ellos.
Art. 12. -La Misin proveer de medicamentos a los enfermos que voluntariamente los
acepten.
Art. 13. -Se prohbe todo juego de azar, naipes, dados, pinta, etc., as como las
diversiones y juegos brbaros y salvajes o que sean peligrosos para la salud e integridad
del cuerpo.
Art. 14. -Podrn tolerarse los bailes entre los paisanos los sbados y das festivos por la
noche, hasta el toque de silencio y en el sitio que se designe.
Art. 15. -Quedan prohibidas las reuniones estrepitosas nocturnas que molestan y privan
del descanso a los trabajadores, y las de complot o excitacin a la rebelin, que suelen
organizar los llamados brujos o mdicos.
Art. 16. -Ningn indio podr recibir en su casa o chacra huspedes y menos agregados
indgenas o cristianos, sin permiso del Padre Superior, cuyo permiso se deber pedir en
seguida que lleguen los huspedes, avisando cuntos son, de dnde vienen y a dnde van.
Art. 17. -Los pasajeros, indios o cristianos, que lleguen a la Misin, con nimo de
hospedarse en ella, se presentarn al Superior quien les dar hospedaje o les sealar sitio
donde hospedarse.
Art. 18. -La Misin no reconoce otras autoridades civiles que las emanadas del
Excelentsimo Gobierno de final. Se prohbe por tanto, a los caciques, etc., ejercer su
pretendida autoridad dentro del territorio de la Misin, a excepcin de los que fueren
reconocidos por el Ministerio del Interior, como autoridades subordinadas.
Art. 19. -Se prohbe en absoluto la introduccin de armas y municiones, as como las
bebidas alcohlicas, en la Misin.
Art. 20. -La Misin podr facilitar a los indios que tienen chacras, escopetas, plvora y
municin menuda de caza, para defender sus sembrados de los loros, palomas, perdices y
dems pjaros perjudiciales, con prohibicin de darlas o prestarlas a los dems.
Art. 21. -Se prohbe asimismo, la propaganda de doctrinas anrquicas o subversivas del
orden y perturbadoras de la paz, y las contrarias a la doctrina catlica y a las instituciones
del pas.
Art. 22. -Se prohbe a todo individuo, indgena o no, perteneciente o extrao a la Misin,
que saque o trate de sacar de ella a los indios, introducindolos u obligndolos, bajo
cualquier forma a abandonar sus propiedades, chacras o casas.
Art. 23. -Cuando algn propietario, industrial u obrajero, quiera llevar indios a la Misin
para sus trabajos, los pedir al Superior de ella, quien se los podr mandar de entre los
que an no tienen chacras, en propiedad, y voluntariamente quieran ir, conviniendo
previamente el salario que se les pagar, y reservndose el derecho de presenciar el pago
por s mismo o por intermedio de otra persona de su confianza, todo de acuerdo con las
disposiciones vigentes sobre trabajo de los indios.
Art. 24. -No estando los indios preparados an, para la vida social, se les tolerar por un
tiempo prudencial y mientras sean fieles, la constitucin de la familia, segn sus usos y
costumbres.
Art. 25. -Los indios solteros de la Misin, que constituyeren su familia en esa forma, se
presentarn al Superior, acompaados de la mujer, para los efectos del artculo siguiente,
sin cuyo requisito, no ser reconocida la familia a los fines del racionamiento, de la
distribucin de chacras, etc.
Art. 26. -Las familias constituidas en esa forma, que se incorporen a la Misin y las que
se constituyan en esta, segn el artculo anterior, sern inscriptas en un registro especial
como familias naturales.
Art. 27. -Se legalizarn estos matrimonios, de acuerdo con las leyes civiles y eclesisticas,
cuando los esposos, suficientemente instruidos, se hallen en condiciones de apreciar y
cumplir las obligaciones que dichas leyes imponen al respecto.
Art. 28. -Siel hombre abandonase a la mujer, esta deber dar cuenta al Superior de la
Misin, dentro de las veinticuatro horas, a fin de que tome las medidas del caso; y si la
mujer abandonase al hombre, este ser quien debe dar aviso.
Art. 29. -Se prohbe que el hombre castigue de hecho o maltrate a la mujer as que esta
d a extraos la comida, rompa, venda o regale ropa propia o de la familia o los menajes
domsticos o de trabajo.[246]
El chamanismo fue, una vez ms, el punto de ruptura con la Iglesia. La preocupacin por
anular las prcticas que tuvieran que ver con este la llev a un distanciamiento cada vez ms
ostensible con los indgenas.
En marzo de 1943, a solicitud del Consejo Agrario Nacional, el Comisario provincial de las
Misiones Franciscanas eleva un informe de la situacin general, que trasluce muy poco optimismo
y una actitud no receptiva de los indios:
Es difcil determinar el nmero de los indgenas, por la vagancia de estos. No hay ley que
les obligue a la residencia, ni autoridad que pueda contra su nomadismo. En Laishi hay
siempre arriba de 600 personas, en ciertas pocas hasta 900 [...]. En Tacaagl
actualmente 300 [...]. En Nueva Pompeya [...] el nmero de los indios flucta entre 150 y
200 [...]. El sistema colectivista no ha dado resultado. El indio no relaciona las ideas de
esfuerzo y resultado en comn; en la prctica, lo mismo le da. Quiere su racin diaria y su
salario. Sin ms aspiraciones, ni teoras. Las tentativas de obligarle a aceptar normas de
ahorro y previsin, no han servido ms que para interminables disgustos, por su egosmo
casi infantil y su ignorancia y desconfianza nativas.[247]
La ignorancia parece acompaar a los responsables de las Misiones y a los funcionarios del
gobierno, quienes al no interesarse por la idiosincracia de los indgenas, fracasan una y otra vez al
intentar imponer cambios bruscos en sus vidas, reducindolos adems a una cotidianeidad rayana
en el confinamiento.
Estos hechos no hicieron ms que acrecentar el resentimiento de las comunidades.
Los protestantes
Es indudable que la penetracin y constancia de las iglesias protestantes provoc entre las
comunidades indias del Chaco un mayor grado de conmocin.[248]
Los anglicanos fueron los que lograron asentarse primero (entre los tobas de Salta y Formosa)
luego de los fracasos de la South American Missionary Society a travs de su lder Allan Gardiner.
Hacia 1942, Johanson anuncia la conversin simultnea de 2000 tobas y pilags en Formosa.
Pocos aos antes, en 1932, comienza sus actividades la misin Emmanuel, que se asent en
dos lugares: El Espinillo (Chaco, 1934), considerada la primera misin protestante anglicana, y
Laguna Blanca (Formosa, 1937). La accin de El Espinillo tuvo amplia difusin hasta 1949,
cuando el gobierno le confisc las tierras, sin contar que desde 1946, gran cantidad de indgenas
estaba haciendo abandono de los cultos de la misin, al seguir las propuestas del cacique Pedro
Martnez.
A este conjunto de cambios yo agregara la guerra contra el chamanismo impulsada por los
misioneros.
Si bien las comunidades indgenas consiguieron sostener esa institucin, en muchos casos a
travs de una mecnica de readaptacin que se traduce en una reintegracin del complejo
chamnico tradicional (Cordeu-Siffredi, 1971), no es menos cierto que desde el mismo inicio de la
actividad protestante en el Chaco los chamanes y su actividad fueron objeto de persecucin por
distintos caminos: en la conferencia de misioneros en 1946 se resolvi no solo fomentar las
artesanas indgenas y encontrarles mercados para su comercializacin, sino negar la comunin a
los chamanes que persistieran en sus rituales.
Sin embargo, el chamanismo, como muchas otras prcticas que conformaban la cosmovisin
india, se mantuvo en medio de una situacin desgarradora, plena de contradicciones, en donde,
por un lado, la incorporacin del culto era una forma de ser distintos mejores ante los
pecadores blancos y, por el otro, haba un esfuerzo de las comunidades por mantener sus pautas
originarias que era una forma de ser ellos ante los blancos; dos vas para una misma lucha: la de
preservar la identidad.
Muchas de estas misiones contaban con iglesia, centro asistencial y escuela y promovan planes
de vivienda y para la agricultura.
Vivienda de ramas de la comunidad de indgenas wich de El Chorro, Formosa. Foto: Cristina Argota, 1982.
Pero la lucha por la tenencia de la tierra la gran mayora de las aldeas chiriguanas, matacas,
chorotes, tobas y chulupes de la regin estn ubicadas sobre tierras fiscales privadas en litigio, la
explotacin econmica a que son sometidos los trabajadores en ingenios, plantaciones, obrajes o
quintas; la prdida paulatina de las prcticas tradicionales caza, pesca, recoleccin, agricultura
o las dificultades crecientes para llevarlas a cabo, debido a la presin de la sociedad nacional que
las rodea, mantienen a las comunidades en una actitud de defensa cotidiana. En este sentido, solo
la fuerza natural del ethos chiriguano ha permitido que este pueblo haya podido soportar la
compulsiva incorporacin al contexto econmico regional:
Se acentu la atomizacin de las comunidades y la aparicin de una masa trabajadora
desorganizada al servicio de las economas regionales. Los blancos ya no necesitan de una
organizacin comunitaria. Necesitan brazos individuales. Asalariados, jornaleros
Los caciques que no responden a las inquietudes de su pueblo se hacen contratistas
sacando grandes beneficios de esta accin.
En esta etapa irrumpe definitivamente en la vida del chiriguano la economa de mercado.
Comienzan a querer vender todo y segn el padre Bernardino De Nino, autor del
completsimo libro Etnografa chiriguana, el blanco laico sin moral fue el corruptor
principal y el que, al mismo tiempo, introduce los vicios.
Como jornaleros participan hasta de la construccin del ferrocarril que llega hasta
Yacuiba. Erigen los pueblos de la cordillera y el Gran Chaco en su trabajo en la
construccin. Se vislumbra la especializacin en diversos oficios (constructor, clasificador
de madera en los obrajes, durmienteros, etc.) en los cuales sobresalen por su capacidad.
[255]
Indios Aborgenes de la comunidad de El Chorro, Formosa. Foto: Cristina Argota, 1982.
Estos wich (los que participan de la vida plena) o matacos (en castellano antiguo algo as
como animal sin importancia, bautismo realizado por los espaoles) vivieron escondidos en el
monte chaqueo cuanto pudieron (an hoy existen grupos que permanecen en esa situacin),
hasta que comenzaron a ser incorporados a la economa regional en calidad de mano de obra
superbarata, aunque en mucha menor medida que los chiriguanos.
Recluidos en sus aldeas misrrimas, lograron mantener muchas de sus prcticas ancestrales,
defendindose de la explotacin y las enfermedades tradas por los blancos para las cuales no
tenan anticuerpos. Continuaron con su caza, su pesca, su recoleccin, sus artesanas, sus
creencias y sus ritos.
Del mismo modo, y a pesar de su escassimo nmero, chorotes, tobas y chulupes, quizs
ayudados por su situacin geogrfica marginal, consiguieron ir subsistiendo. La mayora de ellos,
asentados a la vera del ro Pilcomayo, en el confn norteo de la Argentina, en un ambiente
alucinante, son todava hoy el testimonio de una forma de vida que se niega a morir.
Ms hacia el oeste, ya en pleno corazn del Noroeste, en las montaas de Salta, Jujuy y
Catamarca, desparramados en cientos de poblados y caseros, los collas prefieren seguir viviendo
en sus alturas con una vida que es la herencia de la tradicin andina sudamericana.
En medio de un marcado aislamiento, las innumerables comunidades desarrollan una cultura
nueva, cuyo portador es una etnia de constitucin reciente sntesis de diaguitas y omaguacas,
definitivamente diluidos, los Apatamasque permanecan relativamente defendidos en su puna
inaccesible y los grupos de origen quechua y aymara procedentes de Bolivia cuantitativamente
cada vez ms numerosos y en fin, parte de la masa mestiza no integrada en los centros urbanos
(pg. 440).
Esta posicin es compartida por otros autores como Magrassi que entiende a los collas o kolla
como la denominacin comn o genrica para los descendientes de puneos, pulares,
calchaques, diaguitas, acaucanes, hualfines, capayanes, yocailes, etc. [...] Alrededor de medio
milln de ellos, bolivianos de origen, hablan quechua o aymara, algunos miles de saltojujeos
tambin,[257] o como plante en otro trabajo que kolla o collas es la denominacin que se ha
generalizado para los puneos, sus descendientes y algunos quebradeos y hasta vallistos y toda
otra poblacin de origen quechua-aymara.[258]
Algo semejante sostiene el investigador y dirigente indio Eulogio Frites: Los apatamas, los
omaguacas y parte de los diaguito-calchaques, en base a la afinidad de su cultura ndida, se
nuclean en una nueva etnia, los collas.[259]
Lo mismo expresaba el Servicio Nacional de Asuntos Indgenas del Ministerio de Bienestar
Social hacia 1973, que defina como collas a la poblacin indgena asentada en el oeste de las
provincias de Jujuy, Salta y Catamarca.
Isabel Hernndez nos habla en cambio de tres grandes grupos en el Noroeste: los diaguito-
calchaques, de ubicacin y descripcin estadstica incierta, habitantes de Tucumn y Catamarca;
los grupos de habla aymara y quechua en Jujuy, Salta y Santiago del Estero, vinculados con las
comunidades andinas bolivianas, peruanas y ecuatorianas de la misma lengua; y los kollas, de
habla presumiblemente aymara,[260] el grupo ms numeroso y expandido.
Hernndez se remite para esta descripcin a datos obtenidos por el Servicio Nacional de
Asuntos Indgenas del Ministerio de Bienestar Social y la Asociacin Indgena de la Repblica
Argentina (1976).
El Censo Indgena Nacional de 1965 consignaba en la regin Noroeste la poblacin aymara y
quechua que nunca lleg a ser relevada y que abarcaba gran parte de las provincias de Salta, Jujuy
y Catamarca (coincidiendo exactamente con el hbitat registrado por nosotros).
Finalmente ENDEPA (Equipo Nacional de Pastoral Aborigen) en un informe de 1987 nos habla
de los tres grupos descriptos por Hernndez.
Como vemos, la poblacin indgena que habita nuestro Noroeste no es todava pasible de
ubicacin precisa, teniendo en cuenta adems los ltimos aos y la situacin actual (a que se
refieren los autores y/o informes mencionados) en que la penetracin permanente de inmigrantes
bolivianos, de origen quechua y aymara, ha incidido en forma notable en el panorama cultural de
la regin.
Sin embargo, y para el momento a que nos estamos refiriendo (principios del siglo XX),
insistimos en que collas es la denominacin genrica con que comienzan a conocerse a las
comunidades herederas de la forma de vida original de nuestro Noroeste, portadoras a su vez de la
tradicin andina que los tardos inmigrantes quechuas y aymaras enriquecieron.
Las dificultades se agudizan porque estas comunidades de la Montaa no permanecieron en
estado puro, sino que fueron mestizadas desde el punto de vista biolgico y cultural, formando
parte de ese proceso que dio origen a la matriz hispano-indgena que ya mencionamos (pg. 33).
Pero la vertiente indgena permaneci unida a los elementos hispnicos que tean el rea y
sobre ella se superpusieron las nuevas corrientes aymaras y quechuas.
Transformadas en agricultores y pastores de altura, las comunidades mantuvieron una cultura
sincrtica que oper en un doble sentido: por un lado, preservadora de la matriz hispano-indgena,
y por el otro, de las tradiciones ancestrales indias.
Especialmente aisladas en subregiones como la Puna, el cerco impuesto por la sociedad
nacional les signific tambin un doble proceso: por un lado la intrusin de estructuras
desconocidas hasta entonces para ellas como explotaciones mineras, el ferrocarril, la escuela, la
polica y la economa de mercado que las incluan en su organizacin, y por el otro, la creciente
migracin de jvenes hacia los centros urbanos en busca de nuevos horizontes socioeconmicos
culturales: las comunidades que los vieron nacer ya no tenan recursos para la subsistencia de
todos.
La aridez creciente de las tierras, la falta de incentivos y el estancamiento fueron provocando
que estas comunidades pasaran de florecimientos repentinos (y ficticios), como la instalacin de
centros mineros, a decaimientos pronunciados, generadores de despoblamiento, pobreza y
marginalidad.
Sin embargo, all siguieron con sus cabras, sus cultivos, sus difciles regados, su coqueo
permanente, sus viviendas tradicionales, su Pachamama, su msica, sus apachetas (o montculos
para que los viajeros oren), sus corpachadas (o dar de comer a la tierra), sus rituales comunitarios
de cooperacin y solidaridad (la minga), su carnaval, su fiesta de la tierra, su tinkunakuy
(encuentro de compadres o grupos), su la lista es interminable. Y volveremos a ella en el ltimo
captulo, cuando concluyamos con la visin de estas comunidades que sobrevivieron durante
siglos, a pesar de todos los embates, y que an hoy, en el proceso de dilucin que todo mestizaje
lleva consigo, pudieron mantener su cosmovisin originaria. Esta permaneci escondida, lo cual
tambin fue una forma de resistencia, una forma de cruzar el tiempo, una forma de preservarse
junto con el resto de los hermanos que tambin pudieron lograrlo.
Nios chiriguanos (tup guaran) de San Jos de Y acuy, Salta. Foto de Ricardo Santilln Gemes, 1975.
Una de las informantes de Federico Escalada, la ani-knk Agustina Quilchamn (hija del
cacique Keltchaman), nacida cerca de 1878, estaba casada con el araucano chileno Manquel. Ella
hablaba cuatro lenguas: aniko-aish, mapuche, guenena iajitch y castellano.
El cacique Kankel, tambin ani-knk, que muri ahogado en el ro Snguer y que adquiri
cierta fama por haber apresado dos veces al bandido Asencio Brunel, hablaba tehuelche, araucano,
castellano y galense; este ltimo adquirido por el contacto con la colonia galesa de valle del
Chubut adonde las bandas pasaban los inviernos.
Al respecto es importante mencionar que mientras los ltimos reductos tehuelches eran
agredidos sin descanso por la sociedad nacional en expansin, ellos ayudaban a los nuevos
pioneros que venan de ms all del ocano. Parece ser que fue el cacique Juan Chiquichano y su
gente quienes brindaron sustanciales aportes a los inmigrantes galeses, cuyo primer ncleo se
instal en Puerto Madryn, Chubut, en julio de 1865. Antes de que murieran de hambre, les
ensearon a montar, a enlazar, a bolear y los abastecieron de carne.
En 1910 los galeses fueron los principales sostenedores de la lucha jurdica entablada por los
descendientes de Chiquichano para la recuperacin de sus tierras.
Hacia 1931, Harrington contabiliz a los 36 ltimos representantes de la comunidad de
Chiquichano, asentada en Yalalau Bat.
La lucha por la tierra se haba convertido por aquel entonces en una utopa:
Para qu nos vamos a poner en tanto trabajo!
Ya van a encontrar lo mismo, la forma de quitarnos el campo, los animales y todo lo que
pongamos en l!
Atacados por incontables enfermedades desconocidas, muertos de tristeza, de locura o por el
alcohol, hambrientos y perseguidos, los ltimos tehuelches terminan su agona, encerrados en los
minsculos territorios que les fueron quedando.
Hoy son solo un puado.
No llegan a los dos centenares.
Todava se resisten a la extincin.
Nina colla, hija del pastor Marcelo A ona.Santa Rosa de Tastil, Salta. Foto del autor, 1975.
b) los militares que participaron en la campaa, desde los herederos del doctor Adolfo Alsina
hasta los portaestandartes, pasando por jefes de frontera, jefes de batalln o regimiento, sargentos
mayores de batalln o regimiento, jefes de las planas mayores de fronteras, capitanes o ayudantes
mayores de regimiento o batalln, tenientes primeros y segundos de batalln o regimiento,
subtenientes, alfreces, abanderados y todo oficial que revisti en las planas mayores de frontera
(ley 1.628 de 1885);[271]
c) los pioneros, que accedieron a las tierras por las sucesivas ventas producidas a partir de las
leyes de remate pblico que enajenaron desde 1882 la friolera de 5.473.033 hectreas. Es
importante destacar que en esta subasta los especuladores adquirieron las tierras mapuches para
revenderlas a posteriori. Este sistema continu bien entrado el siglo XX cuando muchas tierras
fueron puestas nuevamente a remate.
El mismo grupo se dirige despus hacia el sol llevando vasos de madera con la bebida llamada
musi (agua y trigo fermentados), que vierten en la tierra para que haya agua cuando se la necesite
y puedan crecer los pastos.
Ms tarde da comienzo el loncomeo o baile de la cabeza ejecutado por jvenes entrenados
desde muy nios. Esta danza ritual se repite hacia el final de la jornada, durante la cual las mujeres
realizan adems el llamado purrum, un ritual que incluye la entonacin de una nueva rogativa.
El segundo da se desarrolla en forma similar al ya descripto y al amanecer del tercero, el
cacique y los capitanejos efectan la ltima rogativa y toman las ofrendas que el primer da se
haban depositado alrededor del rewe (chicha, manzanas, corderos) entregndolas a otro grupo de
jinetes que despus de dar una vuelta alrededor del crculo mgico las transportan hasta un cerro
prximo enterrndolas.
El Nguillatn finaliza con una comida comunitaria, despus de una ltima cabalgata de los
pihuinchenes y un purrum de las mujeres.
Existen variantes de la ceremonia segn los distintos grupos, pero en trminos generales esta
descripcin (siguiendo en gran parte a Clara Passafari, 1987) se ajusta a las caractersticas ms
salientes del ritual.
La rogativa o Nguillatn est en el centro de la cosmovisin mapuche y fue una posibilidad ms
de reunin de los que estaban desperdigados.
Despus del desastre de la prdida y ocupacin de sus territorios, el Nguillatn sirvi a las
comunidades para reencontrarse y abrevar en las fuentes.
A travs de la rogativa los mapuches encontraron un camino de resistencia cultural que
seguramente esconde algo ms que el estar pidiendo por los campos, los cultivos, los animales.
Quiz signifique que los mapuches estn rogando en secreto, por seguir siendo ellos mismos.
Y por encima de toda una cosmovisin que mantena vigente a la cultura, se encontraba la
esperanza escondida de reconquistar el poder.
El gran cacique Manuel Namuncur tena 87 aos cuando muri en 1908. Haba perdido sus
ltimas fuerzas en las batallas por la recuperacin legal de sus tierras, pero hasta el ltimo
minuto de su vida pens en otros caminos posibles; incluso haba manifestado que el gobierno
chileno pona a su disposicin unos dos mil guerreros para emprender una nueva lucha contra los
que lo haban sometido (Vignati, 1963).
Pero el sueo de la reconquista se fue diluyendo, ocupado el jefe en las tensiones cotidianas de
la subsistencia o en la atencin de los asuntos importantes de su familia.
Como tambin plantebamos anteriormente (cap. V, pg. 444) ambas etnias guaranes y
caingang soportan no solo la expansin de la sociedad nacional que avanza con sus ingenios y
plantaciones, sino las sucesivas oleadas de colonizadores extranjeros que harn revertir el perfil
tnico-cultural de la provincia:
Este rpido proceso de colonizacin comenz en 1894 y ya para el censo de 1914 la
composicin de la provincia era la siguiente: sobre un total de 53.563 habitantes haba un
62% de argentinos, 13% de brasileos, 10% de paraguayos, 7% de galitzianos y 8% de
alemanes, rusos, austriacos, suizos, etc.
Luego de finalizar la Primera Guerra Mundial, ingresaron gran nmero de alemanes,
situacin que se repiti al finalizar la Segunda Guerra.
A esta perspectiva debe aadirse la denominada poblacin golondrina, compuesta por
paraguayos y en menor nmero brasileos [...] trabajadores temporarios que cruzan la
frontera para trabajar en las cosechas y luego regresan a su pas de origen.[289]
A pesar de esa negacin que los propios argentinos hacemos, los cabecitas, los indgenas, la
parte de la tierra est aqu, presente, en cada uno de nosotros. Y por encima de la conciencia de
cada uno, ellos son una verdad objetiva.
A esos dos grandes componentes en la conformacin del perfil cultural de la Argentina, cabe
sumar, en los ltimos aos, el aporte de la inmigracin latinoamericana, que posibilit el arraigo
de nuestro pueblo a su continente y que fortific la presencia de la matriz hispano-indgena y/o
indgena.
Paraguayos, bolivianos, chilenos, brasileos y ltimamente uruguayos contribuyen a engrosar
la poblacin de la Argentina.
Por el noroeste, los bolivianos encuentran un territorio apto para la integracin,
intercambiando con la poblacin colla de la regin.
Muchos llegan hasta Buenos Aires y otros centros urbanos, y se convierten en masa asalariada
no especializada cuando logran encontrar trabajo o bien marchan hacia las cosechas de distintos
puntos del pas.
El mismo derrotero parece seguir el inmigrante paraguayo, que encuentra en los guaran-
parlantes del nordeste un mbito propicio para compartir experiencias comunes.
Por el extremo nordeste se da una importante presencia de brasileos, que con su tradicional
energa cultural imponen su cosmovisin en una zona como la misionera caracterizada
precisamente por su mezcla tnica.
Los chilenos que emigran constantemente y se establecen en nuestro sur dan continuidad a la
historia de los araucanos que en un tiempo lejano, hace unos 400 aos, atravesaron la cordillera y
se mezclaron con los tehuelches. Hoy, los chilenos en el sur son una poblacin demogrficamente
notable, que alcanza en las provincias de Santa Cruz o el territorio nacional de Tierra del Fuego un
porcentaje mayor al 30% de la poblacin total (Ratier, 1976).[293]
Ellos son el grueso de la mano de obra patagnica, entregados a las ms dismiles tareas, en
general las peor pagas (mapa 41).
Es que los inmigrantes latinoamericanos, al igual que nuestros cabecitas, sufren la
discriminacin racial, que aunque negada, est muy presente en nuestra sociedad, agravada por
problemas tales como la indocumentacin.
De todas maneras, y a pesar de su marginalidad, tambin ellos estn aqu, contribuyendo a
nuestro perfil cultural. Bolitas, chilotes, cabezas chatas, paraguas, ya pertenecen a nuestra
cotidianeidad.
En las villas o barriadas populares se los siente extraos respecto al criollo argentino.
Discriminados a veces, intentan agruparse, y eso molesta. Sus hijos, entretanto, corretean
los pasillos de la villa o las calles de la ciudad. Y ah se acaba la influencia extraa; junto a
los pibes locales aprenden a sentir como propio el suelo que pisan.
Otro tanto hicieron los hijos de italianos y espaoles. El bajo nivel de instruccin del
inmigrante favorece la asimilacin. La afinidad cultural de la que hablamos acelera el
proceso. Cuando hay un entorno argentino fuerte, no corren riesgos. Pueden decirlo
muchas familias misioneras o correntinas de ascendencia brasilea que ya nirecuerdan
ese origen. La segunda generacin se argentiniza sin dificultad.[294]
En las cosas humanas el nmero tiene una grandeza particular por s mismo. En ese
fenmeno majestuoso a que asista, el hombre aislado es nadie, apenas algo ms que un
aterido grano de sombra que a s mismo se sostiene y que el implacable viento de las
horas desparrama. Eran briznas de multitud y el alma de todos nos redima. Presenta que
la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba como la brisa fresca del ro.
[]
Lo que yo haba soado e intuido durante muchos aos, estaba all presente, corpreo,
tenso, multifactico, pero nico en el espritu conjunto. Eran los hombres que estn solos
y esperan que iniciaban sus tareas de reivindicacin. El espritu de la tierra estaba
presente como nunca cre verlo.
[]
La subsistencia del pueblo argentino, su quintaesencia estaba all, presente, afirmando su
derecho a implantar para s mismo la visin del mundo que le diera su espritu desnudo
de tradiciones, de orgullos sanguneos, de variedades sociales, familiares o intelectuales.
Estaba all desnudo y solo, como la chispa de un suspiro, hijo transitorio de la tierra capaz
de luminosa eternidad.
[]
Ese da una emocin sacudi mis sentimientos. El pueblo argentino que cubra la
extensin de la Plaza de Mayo pareca haber surgido de entre los intersticios del
pavimento como se eleva de entre los adoquines en forma de polvo, la pampa primitiva
que est debajo de la piedra artificial que la cobija. Eran hombres sin necesidades,
inmunes al cansancio, al hambre y la sed. Decan aqu comienza la revolucin de los
pueblos sometidos. Aqu se inicia la rebelin de los que estuvieron doblegados.[295]
As describi Ral Scalabrini Ortiz el 17 de octubre de 1945, da en que las masas de
trabajadores avanzaron sobre Buenos Aires y, acantonadas en Plaza de Mayo, exigieron la libertad
del coronel Pern, ya convertido en lder de los ms humildes.
Ese da se replante como nunca la contradiccin ancestral de Civilizacin o Barbarie. Los
blancos, prolijos y porteos, opuestos a los negros, sucios y del interior. Los cultos contra las
hordas.
Mujer mapuche hilando, Junn de los Andes, Neuqun. Foto: Cristina Argota, 1980.
Artesano confeccionando el kultrn, tambor ritual de los mapuches, Junn de los Andes, Neuqun. Foto: Cristina
Argota, 1980
Art. 136. Queda prohibido el trabajo de conchabadores de indios en los territorios
nacionales sin la presentacin previa a las autoridades locales de una autorizacin en
forma expedida por el Ministerio del Interior.
Art. 137. La autorizacin a que se refiere el artculo precedente ser o no concedida
segn lo estime oportuno el Ministro del Interior. En todo caso ser denegada si las
autoridades de la provincia donde los indios van a ser conducidos, manifiestan que existe
una acentuada desocupacin de trabajadores y juzgan innecesario el transporte de
indgenas.
Art. 138. En la solicitud respectiva la empresa solicitante deber indicar:
a) el nmero aproximado de indgenas que desea contratar;
b) la zona de donde piensa sacarlos y el lugar donde sea necesario llevarlos;
c) el trmino de duracin del contrato;
d) los medios de transporte e itinerario que emplear para llevar a los indios al lugar de
trabajo y para conducirlos luego al lugar de donde los sac; y
e) las bases y salarios mnimos que ofrece abonar a cada categora de trabajadores.
Art. 139. Por el hecho del pedido de autorizacin, la empresa peticionante se obliga:
1) A abonar semanalmente el salario en dinero efectivo a cada individuo de la tribu, con
prescindencia de cacique y capitanejos.
2) A conducirlos, dndoles racionamiento adecuado, y a su costa, desde el sitio donde
han sido contratados hasta el lugar donde debern realizar sus trabajos, y viceversa. En
los casos en que haya va frrea se usar el transporte por ferrocarril.
3) A no vender bebidas alcohlicas ni armas de guerra a los indgenas y a impedir por
todos los medios posibles, en las inmediaciones de los lugares de trabajo, que se
expendan por otras personas. En la denominacin de armas de guerra no quedan
incluidas las de caza.
4) A permitir que los indios, con el producto de sus jornales, adquieran vveres u otras
mercaderas donde mejor les plazca.
Art. 140. En la tramitacin del pedido el Ministerio del Interior requerir informes del
gobierno de la provincia, donde sern conducidos los indios, del Departamento Nacional
del Trabajo y de la Comisin Financiera de la Reduccin de Indgenas.
Art. 141. Concedida la autorizacin de conchabadores o representantes de las empresas
quedan autorizados para contratar indios en el territorio que se le haya indicado,
debiendo previamente presentar al gobernador la autorizacin correspondiente.
Art. 142. El ajuste de indios ser celebrado por escrito, interviniendo como partes:
a) El representante de la empresa patronal debidamente autorizado por ella para
contraer obligaciones; y
b) el funcionario o empleado que para representar a los indios designe el
gobernador del territorio.
Art. 143. Celebrado el contrato ser presentado a la aprobacin del gobernador del
territorio; y llenando este requisito, los indios podrn salir con destino al lugar donde
habrn de realizar sus tareas. El gobernador del territorio enviar al Ministerio del
Interior un ejemplar legalizado del convenio.
Art. 144. Figurarn en el convenio:
a) Los montos del salario para indios, chinas y osacos, entendindose en esta ltima
denominacin a los menores que aparentemente no han cumplido 16 aos. Cuando los
hubieren cumplido se les considerar como indios (soldados) a los efectos del jornal:
b) Las clases de ocupaciones en que sern empleados;
c) La jornada de trabajo y su distribucin sobre la base de que no podr exceder de 48
horas por semana;
d) El racionamiento individual, tanto para el viaje de ida como para el viaje de regreso.
Art. 145. Cada vez que lo estime oportuno el Ministro del Interior dispondr que los
inspectores del Departamento Nacional del Trabajo vigilen la forma en que se cumple el
trabajo de los indios fuera de los territorios nacionales y siempre que exista el contrato a
que se refieren los artculos que anteceden. Art. 146. En caso de incumplimiento de las
comisiones estipuladas, el Ministro del Interior aplicar a la empresa multas de $ 100 a $
20.000, sin perjuicio de solicitar de las autoridades locales que hagan cesar
inmediatamente el trabajo y de exigir a las empresas el cumplimiento de las obligaciones
contradas. Art. 147. Entindese que las obligaciones contradas por los apoderados de las
empresas para obtener autorizacin para contratar indios, quedan contradas por las
empresas mismas.
Art. 148. El Ministerio del Interior podr exigir que las empresas constituyan un
representante legal autorizado en la Capital Federal a los efectos de intervenir en las
gestiones administrativas pertinentes.
Art. 149. Cuando las empresas contraten grupos de indios para sacarlos afuera de los
territorios estn obligados a hacerlos vacunar inmediatamente despus de haber llegado a
destino.
Art. 150. Cuando los indios contratados sumen ms de trescientos las empresas estn
obligadas a suministrar asistencia mdica y farmacutica.
Art. 151. Corresponde al Poder Ejecutivo, por intermedio del Ministerio del Interior,
dictar reglamentos de trabajo para los indios que trabajen en los territorios nacionales, en
obrajes, ingenios, algodonales y otra clase de establecimientos. Estos reglamentos de
trabajo sern propuestos por los gobernadores de los respectivos territorios e inspirados
en los principios generales del presente ttulo, reconociendo el carcter diferencial que
impongan las diferencias de cada regin.
Art. 152. Los inspectores del Departamento Nacional del Trabajo quedan autorizados
para inspeccionar las condiciones de trabajo en las reducciones de indios.
Art. 153. Las infracciones del presente ttulo, que no tengan otra pena sealada, sern
castigadas con la aplicacin de multas de $ 50 a $ 500. Lo mismo ocurrir con las
infracciones a los decretos que el Poder Ejecutivo dicte para reglamentar el presente
captulo.[24]
Empero, el proyecto sufri postergaciones hasta que fue retomado en 1927, cuando se lo volvi
a someter a la consideracin pblica. En la sesin del 23 de septiembre el diputado Pedro Bidegain
sealaba con bastante claridad el drama de las comunidades indgenas y la necesidad de que el
Parlamento contribuyera al encuentro de soluciones a travs de la sancin de leyes como la
proyectada:
No necesito subrayar la importancia ni la urgencia cada vez ms premiosa del problema
que planteo, ni de la solucin. Nuestros indios continan siendo explotados por
empresarios sin escrpulos que aprovechan su trabajo sin darles otra paga que la de unos
cuantos litros de alcohol, cuyos estragos seala la estadstica, cuando denuncia cifras
pavorosas de tuberculosis en las pocas tribus que van quedando.
En el Norte del pas, por otra parte, las mujeres indias constituyen la principal mercanca
de la trata de blancas, llegando la impudicia hasta organizar remates pblicos, durante los
cuales son vendidas al mejor postor. De esta suerte, las enfermedades venreas se unen a
la tuberculosis, diezmando da a da las poblaciones indgenas.
El Congreso debe poner coto a todo esto[25]
Los indgenas se incorporan en forma igualmente creciente, sin otra forma de propaganda
que las que ellos mismos hacen entre sus familiares, que viven en parcialidades libres, sea
en las localidades suburbanas del Chaco y Formosa o de sus compaeros de tribus que
an hacen vida natural en los bosques o en las mrgenes del Bermejo y el Pilcomayo.
Al ingresar en la colonia el administrador los impone de sus deberes y los incorpora en
calidad de agregados a los campos de los indios colonos donde son alojados en las
viviendas que stos poseen, o proceden cuando son varios o constituyen una familia, a la
edificacin de una nueva vivienda. Estas son por ahora, de paja y adobe, pero por contagio
de observacin o por lo que se llama en etnologa, aculturacin, tienen ya el tipo del
rancho con techo de dos aguas. Para sus necesidades inmediatas de alimentacin y
vestido, la administracin les abre un crdito, que, por costumbre, se le llama en la
colonia una provista de unos cuatro o ms pesos semanales, con el cual pueden adquirir
enseres y alimentos. Al final de la cosecha, verificada la venta, se les descuenta en total o
en fracciones el dinero adelantado en vveres, tiles o ropa.
Al cabo de un cierto tiempo, los indios cuya buena voluntad y capacidad es manifiesta, son
designados colonos, dndoseles la tenencia de una parcela de tierra cuya extensin vara
con el nmero de familiares o compaeros de tribu que empleen.
Con este sistema, se ha llegado a constituir un grupo de 205 colonos que tiene bajo su
direccin y emplea un total de 2500 personas.
La transformacin operada en la vida material y moral de los indios con tal sistema es
muy acentuada.
Las viviendas esparcidas por la colonia son de paja y adobe. Por lo comn tienen forma
rectangular, con techo de dos aguas, y contra ellas edifican al agregarse nuevos
componentes, habitaciones laterales.
Contra todas sus costumbres anteriores, el interior, aunque todava no presenta las
condiciones de higiene deseadas, est amueblado con sillas, mesas y camas de hierro, con
ropas de cama, contrastando con la costumbre de dormir en el suelo, que tenan cuando
hace pocos aos vivan fuera de las reducciones. Los implementos que usan para la
confeccin de alimentos y tiles de mesa, no pertenecen a la tosca alfarera que pertenece
al tipo de cultura material de sus tribus, sino que son el producto de adquisiciones en el
almacn de la colonia o de los pueblos inmediatos. Es frecuente encontrar victrolas en los
ranchos que hemos visitado.
Las viviendas son an toscas, y un resto de costumbres que no pueden cambiar en tan
poco tiempo, as como la falta de trabajadores manuales blancos que puedan ensearles
un tipo mejor de edificacin, hacen que en algunos ranchos falte edificar hasta una pared
entera, permaneciendo relativamente a la intemperie. Por informaciones recogidas he
sabido que el Seor Encargado de la Comisin Honoraria ha dispuesto hacerles edificar
casas de material de tipo econmico. Los indios las quieren, as como desean vivamente
tener luz elctrica.
A pesar de la falta de recursos materiales de la Comisin Honoraria, por causa de las
trabas que opone la Direccin de Tierras y del material humano con que se trabaja, es
interesante subrayar la enorme transformacin operada en la forma de vida, seguridad
material y moral si se tiene en cuenta que en pocos aos, muchos de estos indgenas que
hacan vida natural, en huetes casi desnudos, haciendo vida de cazadores, pescadores o
recolectores de semilla, piel y cogollos de palma, se han hecho agricultores intensivos y
adoptado el vestido, la vivienda y las formas exteriores de la cultura material del blanco.
Un ejemplo ilustrativo de lo que hemos referido, lo tenemos en la tribu del Cacique
Durn.
En septiembre del ao 1933, dos tribus mocoves, compuestas por varios centenares de
indios, hacan vida natural en las proximidades del ro Bermejo. Por circunstancias de
clima o adversidad, ese ao, la pesca, la caza y la recoleccin de semillas y otros alimentos
escasearon, y el hambre y la miseria amenazaban acabar la tribu. Desesperados,
decidieron ir a pedir socorro al pueblo de Zapallar, situado a unas leguas.
Divididos en tres grandes grupos, marchaban adelante las mujeres y los nios, a
continuacin los viejos y a cierta distancia un tercer grupo constituido por adultos,
queriendo significar as que iban con carcter de paz y a pedir socorro.
Al tener noticias en el pueblo de Zapallar de la marcha de esta columna, el movimiento
fue mal interpretado, y reunido un grupo de pobladores armados a las rdenes del
Comisario recibieron a tiros a la miserable columna, haciendo por incomprensin una
estpida carnicera.
La Comisin de Reducciones de Indios envi inmediatamente al inspector Sr. Baudrix,
quien destacado en Las Palmas se puso al habla con los indios y pudo saber lo que pasaba.
Al ofrecerles amparo, los indios aceptaron con alegra su incorporacin a la colonia de
Napalp. Solo pidieron campos para trabajar, de donde no se les moviese y alimentos.
Dijeron que para alimentarse les bastaran unos caballos viejos pues no estaban
acostumbrados a comer carne de vaca
Las dos tribus cuyos componentes alcanzaban despus de este episodio el nmero de
500, recibieron tierras, semillas, implementos agrcolas y se les otorg una provista.
Hoy son cultivadores, muchos de ellos colonos, y sus hijos van a la escuela; la fotografa
del Cacique Durn con sus hijos, dar una idea de la transformacin operada en la vida de
este hombre, que en un torpe castellano, nos recordaba que hace pocos aos ante
cristiano, como l dice, coma huasuncho, lichiguana (miel de las abejas llamadas
lichiguanas) y pescado.
He tenido ocasin de observar el estado fsico y la manera de vestir de la poblacin india
de la colonia, con motivo de un acto interesante efectuado por disposicin del Seor
Encargado de la Comisin Honoraria.
Por conversaciones que en la Facultad de Medicina haba tenido con el Dr. Domnguez,
saba que constitua para l una vieja aspiracin tomar a los indios juramento de
argentinidad. El acto constituy una tocante ceremonia de un alto significativo poltico
social. Para comprender su alcance, hay que recordar que hasta hace pocos aos muchos
caciques que con sus tribus besaron hoy la bandera argentina, en otros tiempos hicieron
famosos sus nombres al combatir con el ejrcito que llevase esa insignia.
La interesante ceremonia tuvo lugar en la calle central de la colonia. Previamente el Seor
Encargado convers con los caciques tobas y mocov y con la cacica Dominga. Con toda
espontaneidad y alegra los caciques indios respondieron que lo hacan con mucho gusto,
demostrando sentir lo que aquello significaba.
Los indios se alinearon en largas filas; una para los hombres, otra para las mujeres y otra
para los nios, y fueron desfilando ante el grupo de los caciques en cuyo centro, un indio
del sud de raza arauco-pampa, nieto del famoso cacique Pincen, de la Pampa, sostena la
bandera de guerra de final y ante ella desfilaron uno a uno besndola.
Con ese motivo tuvimos ocasin de ver a los habitantes de la colonia y observar su porte y
vestiduras. El contraste entre su standard de vida y el de los indios que no viven en las
colonias o trabajan en los ingenios se encuentra grficamente objetivado en las fotografas
que acompaamos.
Entre las necesidades que la colonia necesita llenar, constituye el primer problema
fundamental, la provisin de agua. Este, por otra parte, representa un asunto vital para
todo el territorio de la Gobernacin. En la colonia los pozos dan un agua salobre, inepta
para el consumo y solo cuenta con un aljibe para recoger el agua de lluvia. Para la
fabricacin del pan se necesitara la provisin de una amasadora. En la actualidad la
colonia, emplea para la iluminacin lmparas de kerosene. Por lo tanto, es de necesidad la
dotacin de luz elctrica y la provisin de fuerza motriz.
La instruccin escolar es deficiente en cantidad, pues solamente concurren a la escuela
unos sesenta nios a causa de la distancia. Segn informes que he recogido, la Comisin
ha gestionado del Consejo Nacional de Educacin, hasta ahora sin resultado, la creacin
de tres escuelas ms, distribuidas estratgicamente. Adems considera la Comisin de
necesidad la provisin de una maestra de corte y confeccin y labores para ensear a las
nias y mujeres la confeccin de vestidos.
Para ayuda econmica de la colonia, se ha gestionado, hasta ahora sin resultado, la cesin
de una legua de bosque en las adyacencias de la colonia, para dedicarla a la explotacin
forestal, fuente que dara un rendimiento econmico inmediato que ayudara al progreso
y construccin de mejoras.
El terreno pedido a la Direccin de Tierras y Colonias es la legua B, lote 40, de la zona A, y
despus de dos aos an no ha sido resuelto.
LA COLONIA BARTOLOM DE LAS CASAS
Esta colonia de reduccin se encuentra situada a dos leguas de la estacin Comandante
Fontana, de los Ferrocarriles del Estado, en Formosa.
Tiene una extensin de 14 leguas y se encuentra dedicada casi con exclusividad a la
explotacin de madera de sus bosques, hoy agotados y en proporciones muy secundarias
a la siembra de algodn.
Tiene una poblacin de 1500 indios de raza toba y pilag. Unos 200 de ellos se dedican a
la agricultura, existiendo 40 colonos, el resto est constituido por peones hacheros.
Hasta hace poco tiempo la explotacin de bosques y la venta de madera ha sido la fuente
de rendimiento cuyo excedente permiti la vida de esta colonia y de la de Napalp. Una
anterior administracin aptica y descuidada no ha permitido atesorar el beneficio de una
fuente de recursos que, con una direccin reajustada inquisitorialmente hasta el centavo
y un objetivo definido como el de la actual Comisin, hubiera permitido un mejor y mayor
desenvolvimiento. Como la explotacin del bosque constituye una fuente que el tiempo
agota, se ha considerado la necesidad de introducir la plantacin de citrus y guayabos y el
cultivo intensivo del algodn. La instalacin de pequeas plantas industriales cuyos
proyectos fueron estudiados con la colaboracin de clebres escuelas industriales
europeas y que la Comisin Honoraria someti al P.E., que puestas en prctica hubieran
asegurado la vida de las colonias, no han podido hasta hoy realizarse. Por qu? El H.
Congreso de final tiene en esto un motivo trascendental para exteriorizar su labor y sus
preocupaciones recientes para la vergenza del norte argentino.
El centro de la colonia est constituido por una agrupacin de pequeos cuerpos de
edificios, dedicados a casa del administrador y oficina, casa del contador y oficina,
depsito y almacn de provista, viviendas para empleados y usina. Esta colonia dispone de
luz elctrica y fuerza motriz suministrada por la usina propia y un aserradero. Se acaba de
enviar a ella una sierra para cortar madera. Las condiciones de ingreso y vida en
Bartolom de las Casas, son las mismas que las descriptas para la colonia de Napalp.
En la colonia Bartolom de las Casas, durante los meses de abril y mayo los indgenas
cosecharon 112.709 kilogramos de algodn, que fueron vendidos por pesos 24.052,26. En
concepto de pago de los vveres provistos durante el ao anterior y los meses de este ao,
se abon la suma de pesos 17.333,49, habindose entregado como saldo en efectivo y en
propias manos a los colonos indgenas 6.718,77 pesos.
Queremos recordar aqu, como un triunfo moral de la obra de las Reducciones de Indios,
que tribus que en tiempo fueron guerreras a causa de la incomprensin de los blancos, o
por un fenmeno natural de resistencia al desplazamiento que fueron sufriendo
gradualmente por hombres que tenan otra idea sobre el derecho de propiedad de lo que
los indios consideraron siempre su patrimonio hereditario, hoy se encuentran
pacficamente dedicados al trabajo. El ejemplo ms interesante lo suministra la tribu del
cacique Garcete, que famoso en otros tiempos por sus andanzas, hoy acampa en las
tierras de la colonia Bartolom de las Casas. Yo he podido recoger de labios de estos indios
relatos de encuentros con otras tribus, y lamentables recuerdos de escenas dolorosas, de
masacres de tribus por la tropa de lnea, de separacin de familias y de reparto de nios en
un tiempo cercano, que creemos que pertenecen ya definitivamente al pasado.
Tambin aqu se verific un acto destinado a tomar a los indios juramento de argentinidad
e incorporacin a la vida colectiva nacional, acompaado de un beso a la bandera de la
patria efectuado por cada uno de los indios de la colonia.
Se ha comprobado tambin aqu la necesidad de fabricar el pan, para lo cual se necesita en
primer lugar una amasadora, y la necesidad de agua potable para el consumo. Los
empleados de administracin piensan que si se les envan aparatos perforadores, ellos
podran efectuar tentativas repetidas hasta lograr la obtencin de agua dulce.
Los nios que concurren a la escuela, lo hacen en pequeo nmero por las distancias,
necesitndose ms escuelas y maestra de labores y confeccin.
La enseanza de los nios indios debe impartirse naturalmente en forma especial. Una de
las principales dificultades en los primeros tiempos de la vida escolar, es la del idioma,
pues la enseanza se imparte en castellano; constituira un ideal, que los encargados de la
enseanza conocieran la lengua de los aborgenes para ensearles a escribir en los dos
idiomas, como ocurre en la misin evanglica de Sombrero Negro.
Debemos declarar que las condiciones de vivienda e higiene de los indios de Bartolom de
las Casas, no iguala a la de Napalp. La asistencia higinica y mdica debe ser motivo de
un reajuste especial. El profesor Galndez dedic el tiempo de su estada en la colonia al
estudio de este problema, aconsejando un plan prctico de medidas higinicas y la
institucin de un servicio hospitalario, aprovechando uno de los cuerpos de edificio de la
institucin, de todo lo cual se ocupa en su informe personal.[28]
Mujer mapuche tocadora de kultrun, el tambor sagrado, Neuqun. Foto del autor,
2000.
Mapuche criancero de avestruces (choike), Neuqun. Foto del autor, 2000.
Los sectores sociales largamente postergados comenzaron a ocupar segmentos cada vez ms
amplios de poder, nucleados alrededor de una ideologa revolucionaria en gestacin: el
justicialismo. Surgi as un liderazgo poltico que permanecera una dcada en el poder y que
influenciara por muchos aos desde el llano, encarnado en la figura de Juan Domingo Pern.
Considerndose a s mismo un continuador de la lnea histrica nacional y popular expresada
en las figuras de San Martn, Rosas e Yrigoyen, Pern organiza el Movimiento Nacional
Justicialista, que a lo largo de diez aos impulsa un profundo programa de cambio social
sustentado en el apoyo masivo de las capas populares.
Siel gobierno radical de Yrigoyen haba conseguido galvanizar a la inmensa mayora del
naciente sector obrero de extraccin inmigrante, el peronismo ampla considerablemente la base
social de apoyo, logrando el concurso de un nuevo protagonista entonces relegado: el
descendiente de la matriz hispano-indgena originaria, el hombre humilde del interior del pas:
el cabecita negra.
En este convulsionado e indito contexto poltico, las comunidades indgenas no
permanecieron ajenas, ya que fueron objeto de medidas novedosas por parte del Estado y en
muchos momentos actuaron como protagonistas.
La Constitucin de 1949
Aprobada por la Convencin Nacional Constituyente el 11 de mayo de 1949, la nueva
Constitucin transforma el tradicional inciso 15 del art. 67 Proveer a la seguridad de las
fronteras; conservar el trato pacfico con los indios y promover la conversin de ellos al
catolicismo eliminando toda alusin a los indgenas, as queda solamente Proveer a la
seguridad de las fronteras.
El anteproyecto de reforma de la Constitucin, aprobado por el Consejo Superior del Partido
Peronista el 6 de enero de 1949, justifica esta reforma: la modificacin de este artculo consiste en
eliminar la alusin al trato pacfico con los indios y su conversin al catolicismo, aspecto que hoy
resulta anacrnico, por cuanto no se pueden establecer distinciones raciales, ni de ninguna clase,
entre los habitantes del pas.[31]
La nueva norma constitucional registra antecedentes. Entre 1903 y 1925 fueron elevados
diversos proyectos de ley que nunca fueron aprobados en el Parlamento. Sugeran distintas
modificaciones al inciso 15, y promovan la anulacin de lo vinculado a la conversin al
catolicismo.[32]
El paso dado es importante: jurdicamente el indgena es un ciudadano. Y aqu me parece
necesario formular una precisin: reconocer al indgena como ciudadano es esencial por el solo
hecho de considerarlo un igual ante la ley; sin embargo, ello podra conllevar el peligro de la
anulacin de la cultura propia o su no respeto. Creemos que no es este el caso, ms bien hubo un
intento por recuperar y revalorizar las formas de vida indgena a travs de distintos proyectos que
pasamos a describir.
los indios de guerra que los acompaaban estn dispersos, trabajando en las faenas del
campo y quedan solamente los caciques y sus familias, siendo estos los nicos que no han
ido a buscar en el trabajo de peones de estancia el sustento para su vida [...] es un deber,
por lo menos de compensacin a estos dueos de la tierra, concederles un lugar para que
vivan independientes con sus familias y a la sombra de las autoridades constitucionales.
[42]
La cesin de tierras se haca generalmente con propiedades fiscales y sin entorpecer a los
nuevos dueos: los terratenientes. En el fondo, la poltica era silenciar los reclamos de las
comunidades con espordicas entregas de parcelas que adems eran siempre a ttulo precario y no
definitivo tal cual era la reivindicacin india. Pero durante el primer gobierno peronista se inici
un proceso nuevo y de gran significacin social: la expropiacin de tierras para adjudicrselas a los
aborgenes.
Por decreto 18.341 del 1 de agosto de 1949 se declararon de utilidad pblica y sujetas a
expropiacin las tierras de la provincia de Jujuy, ubicadas en los departamentos de Tumbaya,
Tilcara, Valle Grande, Humahuaca, Cochinoca, Rinconada, Santa Catalina y Yavi.
El decreto continuaba expresando lo siguiente:
en caso de no llegarse a un avenimiento con los expropiados, la procuracin del Tesoro
de final, por conducto del procurador fiscal federal de la jurisdiccin, iniciar y proseguir
hasta su terminacin, las acciones judiciales correspondientes.
En su oportunidad, el Ministerio de Finanzas de final, por conducto del Banco de final
Argentina tomar en nombre del Poder Ejecutivo la posesin de las tierras expropiadas
quedando desde ese momento bajo su administracin.
Asimismo, el Ministerio de Finanzas propondr un rgimen especial de adjudicacin y
explotacin que consulte las caractersticas propias, bajo las siguientes bases:
a) Prohibicin de enajenar o ceder las tierras que se entreguen a los aborgenes. b)
Habilitacin constante mediante prstamos especiales, destinados a facilitar sus
explotaciones agrcola-ganaderas, construir viviendas, introducir mejoras, etc.; desarrollo
de una intensa accin social dirigida a capacitar a los aborgenes para su convivencia y
participacin en la comunidad nacional, mediante la instalacin de escuelas para nios y
adultos bajo la direccin de tcnicas, instalacin de estaciones sanitarias, creacin de
centros sociales y de educacin cvica, encauzamiento hacia actividades cooperativistas y
de fomento.[43]
El rgimen de adjudicacin y explotacin de las tierras expropiadas fue aprobado por el decreto
926 de 1952 y la Comisin de Rehabilitacin de los Aborgenes se cre en 1953 para atender las
necesidades de las comunidades emergentes de ese proceso.
Por ulteriores decretos, las comunidades beneficiadas fueron sucesivamente exceptuadas de los
pagos de los cnones a que estaban obligadas, con el objeto de permitir su paulatina
consolidacin. Una de las ltimas medidas al respecto consignaba que ella se toma considerando
que el pago del canon mvil a efectivizarse en pocas en que las explotaciones brinden mayores
ingresos, tender a facilitar la recuperacin del indgena y el desenvolvimiento del trabajador en su
nueva condicin social, capacitndolo para enfrentar sus obligaciones una vez superadas sus
economas familiares.[44]
El Maln de la Paz
A mediados de 1946, un grupo de collas provenientes de la quebrada de Humahuaca y otras
localidades del Noroeste bajaron hasta el corazn de Buenos Aires en una marcha de ribetes
mticos que fue bautizada el maln de la paz o ms benvolamente la caravana de la paz.
La embajada indgena cuyo mandato era reclamar por sus tierras usurpadas fue alojada en
el viejo Hotel de Inmigrantes y despus de un tiempo, luego de protagonizar un confuso episodio,
fueron enviados de regreso a sus lugares de origen.
El incidente dio lugar a la intervencin del Parlamento, a travs de los proyectos de pedidos de
informes al Ejecutivo. El diputado Candiotti, en los fundamentos de su proyecto sostiene que
esta cuestin debe ser investigada, porque aparentemente el motivo del traslado de esos
indgenas a la capital era el reclamo de tierras que estando destinadas a dicha comunidad por el
Presidente Yrigoyen, aos ms tarde habran sido adquiridas por un propietario latifundista a
precios irrisorios y valuadas luego en una suma elevadsima.[45]
Pocos das antes y en ocasin del arribo de los collas a la ciudad capital, el diputado Guillot
haba reclamado la expropiacin de tierras, esperando que ese acto de justicia social sea el
principio de una poltica gubernamental para modificar el derecho de propiedad privada de la
tierra: que se expropie toda la que sea necesaria para que los hombres, particularmente los
trabajadores argentinos y extranjeros que viven bajo nuestro cielo, tengan recompensa al esfuerzo
de su msculo o de su intelecto, la parcela indispensable para que vivan sin preocupaciones.
[46]
Las disposiciones gubernamentales de 1949 relativas a la expropiacin de tierras parecieron ser
medidas tendientes a satisfacer las crecientes demandas que en torno a la reforma agraria se
venan gestando desde distintos sectores; por otro lado sugieren una actitud reparadora respecto a
los hechos de agosto de 1946.
Lo cierto es que, ms all de las dificultades de costumbre, las sucesivas medidas de gobierno
tendan a una creciente movilizacin y participacin de la poblacin indgena y alentaban
justificadas esperanzas para las comunidades en su camino hacia la recuperacin de su dignidad
como hombres portadores de una cultura especfica y como ciudadanos.
Pero estas expectativas se veran echadas por tierra.
La inestabilidad institucional del pas actuara una vez ms como motor del retroceso social.
Tanto el decreto que dispone la realizacin del Censo como la intervencin del Ministerio del
Interior en ocasin de la clausura de la Primera Convencin Nacional de Antropologa
(Resistencia, Chaco, mayo de 1965) permitieron la elaboracin y posterior publicacin de un
documento que sintetiz la posicin oficial sobre el tema en aquel momento de la vida del pas.
Previamente, haba hecho referencia a la importancia del trabajo de los especialistas en todo lo
relativo a los distintos procesos de aculturacin de los grupos etnogrficos enfatizando acerca de
la necesidad de integrar a esas comunidades al conjunto de la sociedad:
Existen grupos indgenas sin plena integracin en la comunidad nacional, y esto debe
lograrse mediante una accin constante realizada por el Estado y por la sociedad que
tiende a incorporar al indio al proceso colectivo de civilizacin y cultura, respetando su
personalidad de manera que sea l mismo artfice principal de su mejoramiento.[61]
Se consideraba necesaria adems la promocin de una reforma agraria que tuviera en cuenta el
acceso a la propiedad de la tierra para las familias indgenas y la organizacin de cooperativas de
produccin.
En medio de estos anhelos se deslizaban, una vez ms, las ideas paternalistas (Y tambin,
seores, cuidar su formacin moral, encauzando su sentido natural de religiosidad, combatiendo
la promiscuidad y la embriaguez),[62] que sin embargo no empaan el intento global de esta
poltica asentada en el hecho imprescindible de conocer, como primer paso, una realidad inasible.
La segunda parte del texto, en efecto, transcribe el decreto 3998 del 27 de mayo de 1965 que
dispone la realizacin del Censo:
Buenos Aires, 27 de mayo 1965
Visto:
La necesidad de concretar lo enunciado por el Poder Ejecutivo Nacional al delinear su
poltica en lo atinente a poblacin aborigen y
Considerando:
Que existen en el pas diversos grupos indgenas sin plena integracin a la comunidad
nacional, siendo para ello de real importancia determinar los criterios bsicos que
constituyen la personalidad social del indgena.
Que es imperioso atender al mejoramiento de las condiciones de su desarrollo integral
mediante una accin sistematizada y eficaz, cumplida coordinadamente por el gobierno
nacional, los gobiernos provinciales y el concurso de especialistas y tcnicos
universitarios.
Que con el fin de iniciar la ejecucin de una poltica indigenista coherente y continua,
asentada en datos reales que permitan proyectarla sobre bases cientficas, es necesario
investigar los problemas por que atraviesan estos grupos de la sociedad nacional.
Que la historia de nuestro pas no registra un censo indgena nacional y la experiencia lo
muestra imprescindible, dado que no puede promoverse cambio alguno si se descuida la
fisonoma y caractersticas propias que determinan la estructura peculiar de esas
comunidades.
Que para inducir cualquier proceso de aculturacin tendiente a producir mejoras en el
desarrollo econmico, en las condiciones de sanidad, educacin, trabajo, etc., debe
partirse de un conocimiento conceptual de la realidad cultural y de la estructura
antroposociolgica de las comunidades indgenas.
Que esa tarea previa, permitir dar acierto a una accin de mejoramiento para la condicin
de vida del indgena y su definitiva incorporacin a la comunidad nacional, objetivos que
informan la poltica de este gobierno en la materia;
Por ello,
El presidente de final Argentina decreta:
Artculo 1 Dispnese la realizacin de un Censo Indgena Nacional que se realizar a
partir del 1 de agosto de 1965 y el que comprender las siguientes regiones del pas:
a) Regin Norte Central: que abarcar las provincias de Formosa, Chaco y
Salta.
b) Regin Noreste: que abarcar las provincias de Misiones y Corrientes. c) Regin
Noroeste: que abarcar las provincias de Jujuy y Catamarca.
d) Regin Central sur: que abarcar las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Neuqun,
Ro Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Se anotar como indgena a todos aquellos individuos que renan las caractersticas
antropolgicas bsicas necesarias para considerarlos miembros de un grupo determinado,
o se consideren a s mismos como pertenecientes a algunos de los pueblos indgenas
clasificados.
I) REGIONES INDGENAS
Art. 2 El Censo comprender, sin perjuicio de otros que determine la autoridad del
Censo, los grupos indgenas que se encuentran en el territorio nacional en forma
permanente o transitoria que constituyen los siguientes pueblos indgenas:
Regin norte central: Tobas, pilags, mocoves, matacos, chulupes, chorotis, chiriguanos.
Regin noreste: Guaranes y caingaes. Regin noroeste: Aymaraes y quechuas.
Regin central sur: Tehuelches, araucanos, guenakn, ymanas, onas.
Art. 3 En cada comunidad o grupo indgena se revelarn los datos que a continuacin se
expresan:
1) Situacin geogrfica: Se aportarn todos los datos precisos para confeccionar un mapa
que contenga la ubicacin de los aborgenes que pueblan el territorio argentino.
2) Toponimia: Se averiguar el o los nombres con que los aborgenes y los no aborgenes
designan a los grupos indgenas y/o al lugar donde ellos viven.
3) Vas de comunicacin: Comprender el registro de las rutas nacionales, provinciales,
vecinales y las vas fluviales por las que se comunica la comunidad.
4) Caractersticas del rea regional y zonal que contiene a la comunidad: Se registrarn
cules son las fuentes de produccin y de trabajo existentes y las aspiraciones de grupo
sobre propiedad tipo.
5) Administracin: Se deber registrar si la comunidad o el grupo se autoadministra o est
en relacin de dependencia directa o indirecta con algn organismo oficial o privado.
6) Nmero de habitantes: (subdividida en los siguientes tems):
a) tipos de vivienda y superficie que comprende;
b) nmero de individuos que habitan cada vivienda;
c) nmero de familias que habitan en cada vivienda;
d) nmero de adultos, hombres y mujeres mayores de 14 aos que viven en cada
vivienda;
e) nmero de hijos por pareja;
f ) nmero de varones menores de 6 aos; g) nmero de varones entre 7 y 14 aos;
h) nmero de mujeres menores de 6 aos;
i) nmero de mujeres entre 7 y 14 aos;
j) referencias sobre la estructura familiar.
7) Proveniencia: Se informar cules son los lugares de procedencia de cada familia.
8) Tiempo de permanencia en el lugar: Se consignarn datos por familia e individuo.
9) Tipos de ocupacin: Se consignar por familia en general e individuo en particular, el
tipo de tarea que realiza, cuntas horas por da trabaja, qu salario recibe, en qu forma, y
si su trabajo es peridico o continuo, cuntas personas dependen del ingreso.
II) COSTUMBRES Y CONOCIMIENTOS
10) Grado de alfabetizacin: Comprender lo siguiente:
a) Siexiste escuela cercana a la comunidad o al grupo;
b) Nmero de individuos por vivienda que concurre a la escuela;
c) Qu grado est cursando cada individuo;
d) Cul es el rcord (historial) de cada escolar;
e) Los que concurrieron a la escuela, hasta qu grado lo hicieron;
f ) Nmero de individuos en edad escolar que no concurren a clase;
g) Qu causas aducen para no concurrir;
h) Se deber comprobar, en forma experimental, quienes son o no alfabetos.
11) Estado sanitario:
a) Epidemias;
b) Endemias;
c) Morbilidad;
d) Mortalidad infantil.
12) Religin: Se deber registrar:
a) Si son adeptos a algn credo occidental. Cul;
b) Si no son adeptos a ningn credo occidental;
c) Si creen en sus antiguas formas religiosas;
d) Siexisten formas de sincretismo local.
13) Liderazgo: Se averiguar a quin reconocen como lder, si a un cacique o a varios, o
sies grupo sin lder manifiesto.
14) Estructura poltica: Se deber registrar.
a) Quines estn anotados en el Registro Civil;
b) Quines estn enrolados. Por qu lo hicieron;
c) Quines no estn enrolados. Por qu.
Art. 4 Con los datos obtenidos se confeccionar un anlisis monogrfico de cada uno de
los grupos censados y del conjunto de la poblacin indgena del pas, aconsejando a la vez
las medidas que sea conveniente adoptar para propender a su mejoramiento social,
econmico, cultural. Este estudio deber desarrollar, bsicamente, los siguientes puntos:
a) Situacin racial, lingstica y cultural del pueblo aborigen en sus tiempos pre
hispnicos y en el tiempo actual;
b) Una descripcin del habitante actual;
c) Una descripcin de cada comunidad de acuerdo con los objetivos de estudio
sealado en el artculo anterior;
d) Un anlisis del contexto social indgena.
Por el Ministerio del Interior se proceder a la publicacin y divulgacin de los resultados
y de los estudios que se realicen.
Art. 5 A los fines del presente decreto, constityese la Comisin Ejecutiva del Primer
Censo Indigenista Nacional que estar constituida por un Presidente designado por el
Poder Ejecutivo Nacional e integrada por el Director Nacional de Asuntos Indgenas, el
Director del Instituto de Ciencias Antropolgicas de la Universidad Nacional de Buenos
Aires, y el Director del Instituto Nacional de Antropologa como Vocales.
Esta comisin actuar como autoridad del Censo, bajo la dependencia del Ministro del
Interior, y con la colaboracin de la Direccin Nacional de Estadstica y Censo.
III) TRABAJO DE COMISIONES
Art. 6 Constityese el Consejo Asesor Honorario del Primer Censo Indigenista
Nacional, que estar constituido por un representante de cada uno de los Ministros
Nacionales, un representante de cada una de las provincias comprendidas en las regiones
donde se cumplir el Censo, un representante de cada una de las Universidades
Nacionales, un representante de Gendarmera Nacional, un representante de la
Prefectura Nacional Martima, un representante del Consejo Nacional de Desarrollo, un
representante del Consejo Federal de Inversiones, un representante de la Comisin
Nacional del Ro Bermejo y un representante de la Direccin Nacional de Estadstica y
Censo.
El Consejo Asesor Honorario actuar como rgano de asesoramiento y consulta de la
Comisin Ejecutiva, y ser presidido por el representante del Ministerio del Interior.
Art. 7 Todas las dependencias del gobierno nacional prestarn ayuda para el
relevamiento censal, facilitando su personal y suministrando los muebles, edificios,
medios de movilidad, etc., que les sean requeridos por los organismos ejecutores del
Censo dentro del perodo comprendido entre el 1 de octubre de 1965 y el 31 de marzo de
1967.
El personal de la Administracin del Estado est obligado a desempear las tareas
censales que les sean asignadas en el lugar y ocasin que determinen las autoridades del
Censo, las que revestirn el carcter de carga pblica. El buen desempeo en las tareas
censales deber constar en el legajo personal de los agentes.
Art. 8 Facltase como excepcin y dentro del mismo perodo mencionado en el artculo
anterior, a los seores Directores Generales, Jefes de Reparticiones Nacionales y Jefes de
Oficinas Nacionales destacadas en el interior del pas a conceder directamente y a simple
requerimiento de la autoridad censal de su jurisdiccin, la colaboracin del personal y la
concesin y afectacin de locales, muebles, mquinas, medios de movilidad, etc., que
sean necesarios para la ejecucin de las tareas relativas al censo.
Acordada la colaboracin del personal o la afectacin de elementos las autoridades de las
oficinas nacionales destacadas en el interior del pas debern comunicar la medida
adoptada a la Superioridad.
Art. 9 El Ministerio del Interior invitar a los Gobiernos Provinciales a adoptar en sus
respectivas jurisdicciones, similares medidas que las detalladas precedentemente con el
fin de asegurar el xito del relevamiento censal.
Art. 10 Facltase para designar personal ya sean agentes al servicio del Estado o ajenos a
la Administracin Pblica Nacional, afectado a las tareas emergentes del Censo
Indigenista, con asignacin mensual de hasta m$n. 40.000.(Cuarenta mil pesos moneda
nacional).
Art. 11 A los efectos del relevamiento del censo, las comunicaciones postales y
telegrficas, con excepcin de las sobretasas areas, que se originen con esa finalidad
estarn exentas del pago de tasas y derechos entre el 1 de junio de
1965 y el 31 de julio de 1967.
Art. 12 Destnase la suma de veinticinco millones de pesos moneda nacional
($25.000.000.m/n), para el cumplimiento de este decreto tomndose los fondos con
imputacin a la partida que oportunamente, se incorpore al presupuesto de gastos del
Anexo 25 (Interior), para el ao 1965 y su correlativa para el ejercicio 1966.
Art. 13 El presente decreto ser refrendado por los seores Ministros Secretarios en los
Departamentos del Interior y Economa y firmado por el Secretario de Estado de
Hacienda.
Art. 14 Comunquese, publquese, dse a la Direccin General del Boletn
Oficial e Imprentas y archvese, Decreto N 3998.
Illia
Juan S. Palmero
Juan C. Pugliese
Carlos A. Garca Tudero [63]
Muchos de los tems eran abiertos, es decir contenan diversos subtems o preguntas. En el
ltimo caso, por ejemplo, un total de 30 preguntas abarcaba un amplio espectro que iba desde el
parentesco que el entrevistado tena con el jefe de familia hasta consignar si haba votado en las
ltimas elecciones, pasando por los distintos aspectos educativos.
El relevamiento y posterior elaboracin de los datos emergentes del Censo produjo cuatro
volmenes con abundante informacin y un importante conjunto de trabajos monogrficos acerca
de las distintas culturas en estudio y temas tcnicos en general.
El volumen I se ocupa de los resultados provisorios 1966/7 correspondientes a la provincia de
Buenos Aires y Zona Sur; el II, de los resultados provisorios 1967/8 de las provincias del Chaco,
Formosa, Jujuy, Misiones, Salta y Santa Fe; el III y el IV, de los resultados definitivos 1966/8
correspondientes a la provincia de Buenos Aires y Zona Sur.[70]
El anhelo final qued en eso. El intenso trabajo de aos fue interrumpido el 30 de junio de
1968 al no concedrsele una prrroga para su finalizacin. El nuevo gobierno de facto Ongana,
1966, que haba heredado el proyecto del gobierno constitucional anterior, fue fiel a la tradicin
argentina de no continuar las obras de su predecesor y cancel el Censo para siempre.
La ltima frase clarifica sobre la verdadera situacin ms all de los buenos propsitos e
intenciones declarados; en realidad la poltica de aquel entonces estaba basada en el concepto de
seguridad, antecedente inmediato a la ulterior y terrible doctrina de la seguridad nacional
aplicada entre 1976 y 1983.
En este tipo de polticas, los indgenas fueron objeto de manipulacin, ya que pertenecan a
agrupaciones humanas que estaban ubicadas en asentamientos particulares, las reas de frontera,
a las cuales haba que resguardar desde el punto de vista de la seguridad interior. Las
comunidades indias pasaban a ser algo as como un mal necesario, una entidad humana que por
el solo hecho de estar all, en esas zonas peculiares del territorio, vitales para el inters nacional,
deban ser objeto de alguna poltica, pero siempre dentro de los marcos enunciados.
Como objetivos de los programas se incluan la salud, educacin, vivienda, tierra, trabajo,
asistencia social, artesana.
De acuerdo con la informacin con que contamos, durante 1968 se ejecutaron 7 programas con
un total de 2660 indgenas involucrados; en 1969, 32 con 16.354; en 1970, 22 con 20.770, en 1971,
10 con 55.000. Para 1972, los programas previstos eran 144.[73]
Pueden ser destacados durante este perodo programas tales como el Operativo Chaco, el
Programa Lago Rosario o el Programa Cushamen. En el primero de ellos se lanz un plan piloto de
cultivo de algodn, acompaado por la organizacin de cooperativas como las de Pampa del Indio
o Colonia Aborigen Chaco; en el segundo, implementado en la provincia del Chubut, se llev a
cabo un programa de explotacin forestal; en el tercero, tambin en el Chubut, fueron creadas
ms de 40 chacras para abastecer a la poblacin de la zona en frutas y verduras.
En todos los casos se cont con el apoyo directo de los tcnicos enviados por la Subsecretara de
Promocin y Asistencia Social y tambin con el aporte financiero del organismo.[74]
Pero en conjunto, fueron aos en que los planes elaborados se constituyeron casien un
compromiso. No existi una voluntad poltica que propendiera a la promocin de las comunidades
indgenas y mucho menos programas puntuales que atendieran a su eventual proceso de
integracin plena a la sociedad nacional.
Segundo Arteaga, mestizo de madre selknam, Estancia La Marina,Tierra del Fuego.Foto Anne Chapman,1968.
Desde mediados del siglo XX y hasta el momento actual, Argentina atraves varias fases como
cultura, entre las cuales me parece importante recalcar
dos procesos tnico-culturales que se produjeron simultneamente: por un lado, la bajada
hacia los centros urbanos, en especial a Buenos Aires, de los descendientes de la primera matriz
hispano-indgena y/o los indgenas, es decir, los cabecitas negras que se incorporaron
decididamente a la vida cotidiana de la gran ciudad; por el otro, la consolidacin de la segunda
mestizacin, de vastos alcances culturales, producto de fenmenos tales como la fusin de los
criollos con los inmigrantes, la mutua adaptacin, la argentinizacin de todos, las nuevas
generaciones que han comenzado la tarea de arraigo a este suelovalores e intereses desde el pas
tratando de superar el desgarro transmitido por el abandono de las races de los abuelos,
oriundos de diferentes lugares de Europa.
A ambos procesos, claves en la historia cultural del pas, se suman los inmigrantes de pases
limtrofes y los ncleos de colonias extranjeras establecidos en distintos puntos de nuestro
territorio y con diversos grados de integracin a la comunidad nacional (los turcos en el
noroeste; los galeses en el sur; los alemanes y los polacos en Misiones; recientemente los
coreanos, japoneses y otros inmigrantes del sudeste asitico).
Toda esta dinmica no implica necesariamente la constitucin de un tipo tnico particular, sino
ms bien la aproximacin paulatina a una conciencia masiva de pertenencia a una comunidad que
es la Argentina y la adhesin a sus peculiaridades.
Esa conciencia ha crecido al amparo de fenmenos tales como los movimientos polticos de
masas, especialmente el peronismo, que sign con su accionar la vida poltico-cultural de la
Argentina en los ltimos cincuenta aos, posibilitando el protagonismo de todos los sectores
sociales sin exclusiones.
Creo que esa politizacin de la sociedad que se aceler en las dcadas de los 60 y 70 estuvo
vinculada a la bsqueda de la identidad nacional, que en medio de dramticas ambigedades y
contradicciones constituye una de las claves de nuestra problemtica como pueblo.
Esta bsqueda, impulsada tambin desde los ncleos de intelectuales, procur durante mucho
tiempo ahondar en las races del denominado ser nacional que se extenda a la conciencia
histrica iberoamericana (Hernndez Arregui, 1972).
La falta constante de canales de expresin en todos los rdenes, producto de los sucesivos
golpes de Estado, provoc como respuesta sobre todo por parte de un sector social en ascenso: la
juventud diversas formas violentas de accin poltica contra los poderes dictatoriales de turno;
en muchos casos se pas de la resistencia a la ofensiva a tal punto que surgieron los movimientos
insurreccionales urbanos de 1969 (el Cordobazo) y el inicio del accionar de las organizaciones
guerrilleras.
El breve interregno democrtico de 1973-1976 constituy la antesala de un nuevo elemento en
la cultura argentina: la violencia, que aunque no era desconocida todo lo contrario, nunca
antes haba alcanzado el grado de virulencia a que lleg entonces. Y si bien la violencia poltica fue
la principal actora de los aos 70, la violencia a secas pas a primer plano y nos demostr que
tambin nos caracteriza como pueblo a travs de mltiples hechos de la vida cotidiana,
trasuntados en intolerancia, maltrato, individualismo o simplemente rechazo al otro por el mero
hecho de ser distinto o pensar diferente.
Esta triste realidad, subyacente en nosotros mismos como sociedad, fue exacerbada por un
proyecto poltico antinacional y antipopular, encargado de empantanar la decisin soberana del
pueblo, solo que, esta vez, la cota de violencia traspas todos los lmites imaginables.
Entre marzo de 1976 y octubre de 1983, el pas atraves quizs el perodo ms negro de su
historia: la dictadura militar entronizada en el poder provoc un desquiciamiento social sin
precedentes, expresado en un genocidio que caus miles de desaparecidos, creando una figura
legal indita en el mundo y produciendo un vaco generacional irreparable del cual an no se tiene
clara conciencia; la virtual destruccin del aparato productivo nacional a travs del cierre de
cientos de industrias y de medianas empresas con el consiguiente aumento de la franja de
desocupados; el enorme abultamiento de la deuda externa cuya consecuencia inmediata fue el
agravamiento de nuestra situacin de dependencia con los acreedores (las superpotencias), que
dej al pas sumido en la pobreza y produjo un notable retroceso en su capacidad soberana; la
ocupacin militar de las islas Malvinas, que posibilit que Argentina perdiera la nica guerra
librada en el siglo XX, cargando sobre sus espaldas con ms de mil nuevos muertos, y unos diez
mil ex combatientes en estado de desamparo psicosocial, adems de estancar las negociaciones
diplomticas por la recuperacin de nuestras islas, que en la actualidad han sido convertidas en
una moderna base anglonorteamericana con la consiguiente apropiacin de la zona martima
circundante y que nos crea una zona de exclusin martima a pocas millas de nuestras costas.
El retorno a la democracia en 1983, causado por la derrota blica y debido adems al enorme
desprestigio de los militares y a su ineptitud para gobernar, oper como un hito de contencin del
flujo y reflujo de medio siglo de golpes de Estado y como blsamo contra la violencia generalizada.
Como un len que se lame las heridas, el pueblo argentino impuls el ingreso al recinto de la
restauracin democrtica, y junto con l, lo hicieron nuestras comunidades indgenas, que una vez
ms haban recibido por accin y omisin los embates de la situacin nacional.
Para ellas, la dictadura del 76-83 tambin fue un remate de una historia de creciente
deculturacin virtualmente un etnocidio, consecuencia de polticas negadoras de su realidad,
de la importancia de su cultura y de su dignidad como hombres.
Sometidas a todo tipo de atropellos, las comunidades indgenas atravesaron el callejn de esos
ocho aos e ingresaron en la anhelada vida democrtica que, apoyada sin titubeos por la inmensa
mayora de los argentinos, comenz a abrir nuevas perspectivas a los indios. Unos pocos
indicadores surgidos en estos ltimos aos de consolidacin del sistema democrtico parecen
ratificar este aserto:
la presencia ms activa de las organizaciones indias.
la toma de conciencia por parte del Estado de la necesidad de ir generando respuestas a
travs de la implementacin de polticas ms efectivas.
la participacin de indgenas en cargos de gobierno.
la embrionaria conciencia colectiva de los argentinos respecto a la pluralidad de su
conformacin como pueblo.
Sin embargo, la Argentina tiene ante s un camino muy largo an: las actitudes discriminatorias
y segregacionistas; el racismo encubierto de mil maneras; la desigualdad y la pobreza crnicas; la
mortalidad infantil y el analfabetismo son realidades que no se pueden ocultar y que hoy agobian a
nuestras comunidades indgenas. Los avances que se registran no son suficientes. Los indios
siguen luchando hoy como hace siglos por un lugar digno en esta sociedad que en cierta medida
contina ignorndolos. Y siguen luchando tambin por ser protagonistas sin intermediarios de
su propio camino.
Es indudable que el espacio democrtico posibilita un desarrollo armnico y progresivo de la
capacidad de todos los sectores de la vida nacional. Es el nico espacio concebible para que ese
desarrollo sea factible. Por eso entendemos que la profundizacin democrtica, al apuntar
especialmente a la situacin social, debera ser un objetivo imprescindible en el cual las
comunidades indias encontraran por fin una posicin decorosa en su condicin de compatriotas
histricamente postergados.
A estos collas cabra agregar los descendientes mestizados de los habitantes originarios de
nuestro Noroeste, como ya mencionamos en el captulo anterior, especialmente los provenientes
de la cultura diaguita.
Habitantes de la parte punea de Salta, Catamarca y Jujuy, se asientan en poblados cada vez
ms abandonados, debido a que los jvenes emigran hacia los centros urbanos en bsqueda de
nuevas perspectivas laborales, incorporndose como mano de obra barata en los ingenios, minas y
tabacales.[7] En otras ocasiones, emigran temporariamente rumbo a distintas tareas estacionales
como la zafra.
Huarpes. Desierto de Lavalle, Mendoza. Foto del autor, 2006..
Los wich (denominacin de los matacos) son tambin peones de desmonte y obrajes
madereros y desarrollan algunas actividades agrcolas en relacin de dependencia, completando el
cuadro algunos conchabos en ingenios azucareros, algodonales o changas.
Son artesanos, destacndose sus tallas en madera dura (palo santo), su tejedura con fibras
vegetales silvestres y su rstica alfarera. Segn el Primer Censo Aborigen Provincial de Salta
realizado por el Ministerio de Bienestar Social en 1983, la vigencia del sistema de jefatura o
cacicazgo y el Consejo de Ancianos se mantiene en la totalidad de las comunidades.
Se estima tambin que sobre un total de 17.785 habitantes de origen mataco-mataguayo[17] el
analfabetismo asciende al 39,54%, sealndose como causas de desercin escolar las siguientes:
carencia de establecimiento escolar; carencia de elementos: ropas, tiles escolares;
establecimiento escolar muy distante; traslado del grupo familiar en forma definitiva; traslado del
grupo familiar por razones laborales y temporariamente; matrimonio; situaciones conflictivas con
los docentes; situaciones conflictivas con los compaeros de estudio; otras.
Las enfermedades que diezman a las comunidades, como al resto de sus hermanos:
tuberculosis, desnutricin, Chagas, venreas, brucelosis, se ven incrementadas por una
descompensada dieta alimenticia basada en el maz, el zapallo, carne de cabros y pescado, fruta y
casi nada de verdura.
Los chicos se enferman mucho hay muchos que viven enfermitos[18]
El mismo paisano nos dice que con los chorotes andamo ms o meno, no muy bien,
porque de cada tribu se envidiamo como cualquiera; con los tobas un poquito de
respeto; y con los criollos no andamo muy bien los chaqueos no son dado con
nosotros, hace ao que no son dado Ello nos roban los animalito.[19]
En medio de la desolacin de los grandes ros secos y por tanto sin agua; convertidos durante la
primavera y el verano en interminables desiertos en medio de compaeros vencidos por el alcohol
sentados con la cabeza entre las manos, recostados contra la pared de ramas y barro de las chozas;
en medio de los perros famlicos comiendo terrones de tierra porque para ellos no hay comida; en
medio de la marginacin, el sometimiento y el hambre, los matacos luchan por salir del pozo en
que se los ha arrojado.
Desde hace algunos aos, grupos promocionados de wichs trabajan como enfermeros y
agentes sanitarios entre sus hermanos y aun entre los criollos, a quienes la desgracia no les es
ajena:
Le damos tratamientos y visitamos la casa de ellos para explicar cmo es la cosa, cmo
es el contagio y todo eso pero los criollos algunos se niegan que tienen tuberculosis,
porque ellos dicen que no pueden tener tuberculosis, que nicamente los indgenas son
los que tienen esta enfermedad pero esto no es cierto, esta enfermedad no elige raza,
todos pueden enfermarse con esa enfermedad.[20]
Para los matacos, como para el conjunto de las comunidades indgenas, lo importante es que el
resto de la sociedad los considere hombres, y como tales los reconozca y los entienda:
Nosotros somo hermano todos somos lo mismo, tenemo el mismo color de sangre
Todos somos mismo[21] Nosotros tambin somos personas[22]
Los chorotes (Yojbajwa, de la paloma), chulupes (Nivakle, tambin hombres) y pilags son un
total aproximado de 2200 a 3500 individuos, distribuidos en algo ms de 1000 chorotes y
chulupes sobre el Pilcomayo y en los alrededores de Tartagal en Salta, y unos 1200 a 2500 pilags
en el centro-norte de la provincia de Formosa.
Todos practican la caza, la pesca y la recoleccin y producen algunas artesanas. Muchos viven
arrinconados y rodeados por sus propios hermanos, en una posicin desventajosa en donde
seguramente el nmero tiene mucho que ver.
Algo opuesto ocurre con los chiriguanos (Ava, hombre), que aparecen como las comunidades
lderes de la regin chaco-saltea, por su slida organizacin socioeconmica y su fuerte identidad
cultural. Se asientan en las provincias de Salta y Jujuy, en nmero superior a los 20.000.
[23]Ocupan tierras fiscales y de rdenes religiosas; trabajan en los ingenios azucareros y quintas;
tambin en los cercos (cultivos) familiares de los cuales obtienen excedentes que comercializan
en los centros urbanos cercanos a las comunidades. Siembran maz, porotos, zapallo, caa de
azcar, frutales y mandioca. Mantienen sus pautas de cazadores (corzuelas, pumas), de
pescadores y de artesanos de cermica y mscaras.
Presentan importantes ndices de alfabetizacin compatibilizados con una realidad cultural en
donde pautas tradicionales como el rol de los ancianos, el chamanismo, las fiestas ancestrales o el
cacicazgo aparecen como totalmente vigentes, integradas a su vez a estructuras nuevas de poder
como la presidencia de centros vecinales.
La rica forma de vida chiriguana y el impulso comunitario no han podido de todas maneras
neutralizar todava la precariedad sanitaria en que estos indgenas se debaten, estando a la cabeza
de las enfermedades la tuberculosis, la diarrea estival y la desnutricin.
Estos guaranes tambin son recolectores de miel, yerba y frutas silvestres, adems de fibras y
maderas para artesanas. Cran aves de corral y porcinos, pero en muy baja escala.
Se calcula en 5000 su nmero y el crecimiento demogrfico es ms que difcil: Cada dos
aborgenes que nacen en el monte uno de ellos muere antes de cumplir quince aos.[25]
Cuando uno visita una aldea guaran puede notar en ellas un alto grado de desnutricin.
Cmo se origina esta desnutricin en la poblacin guaran? Por un lado ya no son los
dueos de la selva, ya no pueden cazar ni pescar como antes y encontrar el alimento
resulta muy difcil; por otro lado han ido adquiriendo formas de caridad para poder
compensar esa falta de alimentos. Estas dos circunstancias explican de alguna manera el
alto grado de desnutricin que con el tiempo han ido adquiriendo.[26]
Nosotros estamos ya completamente pobres,
nosotros estamos ya completamente pobres.
Est cara la carne;
nosotros ya no comemos ms carne de vaca.
Y los bosques,
los bosques no son hermosos, son muy feos los bosques:
porque para nosotros ya no hay ms bosques.
Eso que llamamos bichos,
ya no existen ms: venados, cerdos monteses y todos los dems.
Y aunque existan, nosotros no los matamos.
Yo ya no me hallo ms,
aqu ya no me hallo ms.[27]
Sobrevivientes en el Sur
Los tehuelches se resisten a desaparecer pero son hoy un puado. Los informes oficiales del
Ministerio de Bienestar Social hacia 1983 consignaban como sitios de asentamiento principales a
Cerro ndice (cinco familias en 1967); Departamento Ro Chico (lote 6 y 28) y la reserva de
Camas-Aike de Santa Cruz, un enclave menos aislado con cinco familias de 37 individuos (el
Censo de 1968 registraba para este lugar a 11 familias con 41 individuos).
Los informes sealan que el grupo originario descendiente de indios tehuelches ha sufrido el
constante mestizaje con chilenos y criollos. En los ltimos aos se ha producido una disminucin
demogrfica por el alejamiento de algunos descendientes y la desaparicin de los ltimos
ancianos.
Siguen practicando la caza de algunos animales; los hombres son peones rurales y las mujeres
se encuentran econmicamente inactivas. Los menores en edad escolar concurren a la Escuela
Las Vegas y la alimentacin, inadecuada, produce en todos trastornos como la desnutricin, la
tuberculosis y el alcoholismo.
Segn los informes mencionados la desorganizacin sociocultural en que estn envueltos los
sobrevivientes tehuelches estara producida, primero, por la llegada de individuos extraos al
grupo originario, que introdujeron nuevas pautas culturales; segundo, por la extincin de los
ancianos, perdindose el lenguaje, creencias y tradiciones; y tercero, por la bsqueda de nuevas
fuentes de trabajo fuera de sus comunidades.
El hecho de que los mapuches desde el punto de vista tnico-cultural sean uno de los grupos
ms poderosos, no los hace estar en una situacin mucho mejor. Es indudable que su nmero
influye en una mejor organizacin interna y externa (con la sociedad nacional), pero el cuadro de
carencias comn a sus hermanos tambin se repite entre ellos.
Segn Magrassi (1982), son cerca de 30.000 a 35.000 individuos en comunidades y 20.000 a
30.000 dispersos en estancias, pueblos y ciudades.[28]
Como ya hemos visto su porcentaje es significativo en algunas provincias como Ro Negro,
Chubut (5%) y Neuqun (7 a 10%).
Aproximadamente un 50% del total conserva an el idioma nativo. Ocupantes de tierras
fiscales, se dedican principalmente a la cra de ovejas
y chivas, ocasionalmente vacas; cultivan trigo, avena y cebada segn las posibilidades de las
tierras; en algunas comunidades es importante la recoleccin de piones o fruto del pehun.
Las mujeres continan la tradicin ancestral del tejido, artesana que se destaca en el cuadro
general de las industrias aborgenes del pas.
Gran cantidad de paisanos mapuches se emplean como mano de obra transitoria en la esquila y
otras actividades ganaderas y agrcolas, la cosecha de frutales, etctera.
Mortalidad infantil, tuberculosis y avitaminosis son enfermedades comunes en las
comunidades que, en su totalidad [...] estn reducidas a la mera subsistencia (Passafari, 1986).
Situaciones como la de la comunidad de Los Toldos en el centro de la provincia de Buenos
Aires, son excepcionales:
Los Toldos es tal vez la zona habitada por indgenas que presenta mayores ndices de
prosperidad debido a la riqueza de sus campos y a la integracin casi total de la tribu
Coliqueo con la poblacin del lugar.[29]
LA ESTABILIDAD DEMOCRTICA
La nueva etapa democrtica que se inicia en 1983 ofrece un sinnmero de hechos positivos y
negativos, vinculados con la situacin indgena.
Mltiples cambios ligados al mbito de lo cultural, lo jurdico, lo econmico, lo social, lo
poltico, lo institucional y lo artstico, van sucediendo a lo largo de estos ltimos aos.
La secuencia informativa correspondiente a las presidencias de Ral Alfonsn y Carlos Menem
que consignamos en el Anexo III, pg. 709, Bitcora de la transicin en una nmina no
excluyente, por supuesto an queda mucha informacin por incluir, apunta a presentar los
hechos positivos y negativos que jalonan el perodo, como resultante de la instauracin del
sistema democrtico de vida que nuestra sociedad parece haber elegido en forma definitiva, y
entendiendo que su consolidacin es el punto de partida.
La creciente movilizacin y participacin de los indgenas (de la que ya hay seales ms que
claras) y el avance imprescindible en el campo de la justicia social y los derechos humanos harn el
resto.
Pero los tobas de Budge o Quilmes no son los nicos indgenas en Buenos Aires y sus
suburbios.
Segn datos existentes (enero de 1988) en la Subsecretara de Accin Social de la
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, un total de 24 familias aborgenes viven en las Villas
1, 11 y 14 del Bajo Flores. Por su parte, los investigadores Enrique A. Gussoni y Daniel F. Bargman
revelaron un conjunto de historias de vida de indios en Buenos Aires, trabajo cuya primera etapa
se expuso a travs de fotos y textos en junio de 1988 en una experiencia compartida en la cual los
indgenas tomaron parte activa.
En los distintos testimonios recogidos se vislumbra claramente la lucha por la identidad al
mismo tiempo que la defensa permanente frente a la agresin del entorno urbano:
Siempre quise ser maestra, siempre me gustaron los chicos. Pero sucedi una cosa loca
que ahora me ro pero que en esa poca me cay remal Fui a Saavedra 15 Me dijeron:
Qu hacs ac?... Lleg el momento del metro Me dijeron: vos no vas a poder, porque
hay un tope de estatura que tienen que estar, de un metro y medio, y yo no llego al
metro y medio Me resign y dije: bueno, est bien.[31]
Algunos paisanos mapuches concurren anualmente a la fiesta del Nguillatn acompaando a
sus hermanos y pasando por alto las opiniones adversas de vecinos que desprecian o descreen de
las prcticas indgenas:
Para la gente que no entiende nada de nada no est bien visto el Camaruco porque dicen
que es una reunin de brujos, y probablemente sea eso.[32]
Otros a pesar de estar en la ciudad no dejaron de hablar con la tierra ni de soar con su mundo
inolvidable:
Trabaj en los ros subterrneos. Ac en Bajo Flores, por Chacabuco, hay una mina por
dentro, para aguaducto Hay gente que no lo entenda, yo s, porque la tierra misma te
habla, la tierra sabe cundo se va a caer y cundo va a haber un derrumbe Conozco las
minas. He visto morir gente en este ro subterrneo, tambin en las minas. De preferencia
eran bolivianos siempre ah, el indio siempre est ah, nosotros hicimos casi todo. Yo
deca: va a caer, y me decan: sos brujo, qu sabs?....
El indio estaba relacionado con la tierra. El indio es tierra.
Yo no cambi casi nada, hablo quichua perfecto. Mis sueos son de esa poca, siempre
estoy en lo mismo sueo en quichua.[33]
La lengua es un elemento que los aferra a su cultura y los proyecta hacia adelante.
A Nahuel le voy a hacer entender que yo soy el padre y soy indio y la madre es digamos
blanca, porque ella no tiene idioma, solamente sabe castellano, pero yo s porque tengo
mi idioma y a ellos no les voy a dejar que me pierdan la raza. Va a haber un da que tiene
que haber un colegio que era para ellos, que sea nuestro.[34]
Los proyecta hacia adelante, a pesar de un presente duro, en que la condicin de indio es
sinnimo de explotacin y discriminacin:
El indio es muy humilde, o sea que no es una persona que se enoje o le conteste a los
patrones, es muy simple el indio y muy sencillo a la vez. El indio, le tiene que salir la
sangre para que se enoje As que nosotros trabajamos y si no le sirve a los patrones,
ellos nos echan
Lo que ms se toma son gente provinciana, del Chaco o Santiago, para los trabajos brutos.
[35]
No sabemos cuntos son. Ni siquiera podemos precisar adnde se encuemtran, salvo algunos
casos como los aqu presentados, que tampoco agotan el panorama de los indios en la gran ciudad.
Pero ellos engrosan las filas de la cultura indgena en Argentina. Hace muchos aos que
dejaron sus comunidades, y a pesar de ello todava guardan como sea su identidad. En algunos
casos jams vivieron en comunidad, por el contrario son habitantes urbanos desde siempre y su
forma de vida es como la de cualquier otro habitante blanco. Sin embargo, algo los diferencia y
los une a sus hermanos de origen: la sangre y la memoria.
Seguramente muy pocos de los miles de adolescentes que en aquellos das de 1986
ovacionaban al grupo Viudas e Hijas de Roque Enrol imaginaba que una de ellas, guitarrista y
vocalista, era hermana de otro roquero importante, Lito, y mucho menos, que ambos eran
tataranietos directos del cacique Epumer, el ltimo de los grandes jefes ranqueles.
Lito y su hermana,[36] msicos de profesin, son un ejemplo de una realidad incontrastable: la
cultura indgena est presente entre nosotros, aunque el resto de los argentinos no se d cuenta;
la cultura indgena atraviesa el tiempo y vive tambin hoy en los descendientes urbanos que
atesoran historias increbles.
El cacique Epumer, o Epu-Guor, cay prisionero para siempre el 12 de diciembre de 1878
(captulo V, pg. 388) despus de haber resistido tenazmente el embate de las avanzadas militares.
Con centenares de sus guerreros fue trasladado a prisin en la isla Martn Garca. Ya anciano
termin sus das en una estancia tal vez de la provincia de Buenos Aires[37], sumergido en la
tristeza y los recuerdos.
No sabemos cuntos hijos tuvo, pero s que uno de ellos, Juan Epumer, fue de profesin
bombero, en Buenos Aires. Hasta el puerto lleg un da un barco italiano con el trofeo de una
reina. Ya fondeada la nave se incendi y hacia all march el hijo del cacique a cumplir con su
deber. Se meti entre las llamas y rescat el tesoro, accin que le vali ser condecorado.
Pero el precio de su hazaa fue demasiado alto: sufri terribles quemaduras que terminaron
con su vida por un ataque al corazn. Tena 38 aos, dos hijos, Juan y Ana Adela y una esposa,
andaluza, que abandon embarazada a los nios. El varn tena 8 aos.
Un tal Juan Lamela llev a los pequeos Epumer a vivir a La Pampa, adonde crecieron y
recibieron instruccin. Juan ingres al seminario pero lo abandon rpidamente atrado por una
vocacin demasiado fuerte: la msica. Con el nombre de Juan Espumer (?), fue guitarrista de
Agustn Magaldi, del do Gmez-Vila, de Ricardo Pimentel, Juan Feri y Roberto Carls. Durante
casi
30 aos, Juan Epumer o Espumer, nieto del cacique, estuvo inmerso en la bohemia tanguera
del Buenos Aires de principios de siglo. Se dice que era uno de los mejores guitarristas del pas.
Cuando tena 40 aos, decidi buscar a su madre. El reencuentro se produjo despus de 32 aos.
Tambin se encontr con su hermano, que aunque con otro apellido, era un Epumer.
Juan Epumer, el guitarrista, se haba ido de su casa cuando su hijo Juan Carlos era adolescente.
Este, tambin inicialmente msico y hoy vendedor, se cas con Dora Alicia Carballo. Tuvieron tres
hijos, Juan Carlos (Lito), Mara Gabriela y Claudia Graciela. Lito tuvo su primer hijo en 1983,
tambin llamado Juan Carlos, el chozno del cacique (cuadro 33).
Desde los 14 aos Juan Carlos, el bisnieto, haba tenido que afrontar la vida solo, saliendo a
trabajar para sacar adelante a la casa, su madre y su hermana, ya que el padre haba decidido
marcharse.
Cuando le preguntamos acerca de lo que su viejo le pudiera haber contado del cacique, los
recuerdos se pierden. Es difcil llegar a saber algo. Como si la memoria tambaleara.
La vida de mi viejo fue la msica, solamente. Cuando l estaba en casa, estaba ensayando.
O estaba con Magaldi, o venan amigos. Terminaban de ensayar (que estaban capaz desde
las diez de la maana hasta las ocho de la noche), hacan un asado, seguan guitarreando,
informalmente viste? Al otro da volvan a hacer lo mismo, volvan a ensayar, o venan
los guitarristas de Corsini, bueno, mi casa era una romera todo el da. Los das de
actuacin, l se iba y no vena hasta la madrugada. Cuando yo tena 14 o 15 aos, y
empezaba a tener la posibilidad de dialogar con l, se fue y no lo vi nunca ms. Yo lo
encontr ya de grande, ya casado. Entonces no hubo viste la posibilidad de la
conversacin que te digo yo, que es una cosa tan comn hoy entre hijo y padre, que
charlen, que puedan conversar y que puedan cambiar opiniones si inclusive yo por
curiosidad en determinado momento le hubiera preguntado cmo es la cosa nuestra,
porque l deba de saberlo bien a fondo, pero no se dio por esa razn [...]. Mi padre era un
hombre que estaba de visita. Aparte mi vieja nunca se preocup, porque sino yo hubiera
tenido las conversaciones con mi viejo, de ella haberme comentado algo
Contando por ejemplo cmo era ese cacique, en las pocas pero fuertes imgenes que a travs de
las generaciones fueron pasando y que hoy se protegen y rescatan como aquel tesoro que el hijo
del jefe ranquel salv de las llamas.
Una de las pocas cosas que mi viejo me cont de su pap, el cacique, es que tena muchas
mujeres, dice que tena como veinte y que cuando se emborrachaba liquidaba a todo el
mundo, tena mala bebida; pero as el fresco, era un tipo que era un nacionalista cien por
cien, quera que la gente estuviera toda bien, l era, dentro de todo lo que era, un tipo
buensimo, eso lo deca todo el mundo: robaba a los ricos para darle a los pobres, inclusive
dice que siempre renegaba que todo lo que estaba robando era de l.[38]
La vigencia de la cosmovisin
Sea viviendo en la ciudad o en sus comunidades, los indgenas son portadores de una
cosmovisin que vive hoy inmersa en la cultura del pueblo argentino. Es una parte irrenunciable
de l, aunque con sus caractersticas propias.
CUADRO 33. DESCENDENCIA DEL CACIQUE EPUMER
La concepcin del mundo indio alimenta as la forma de vida del pueblo y afianza una de las
races de su conformacin.
Los elementos de esa cosmovisin son incontables, pero un inventario rpido nos lleva a
sealar los siguientes: primero, la economa tradicional, como los cercos chiriguanos, los
pastoreos y cultivos de los collas, la pesca entre pilags, matacos o chorotes, completado con las
artesanas que se han desarrollado como industrias populares en casi todos los grupos; segundo,
la forma de vida integral, expresada en una cotidianeidad que se repite desde hace siglos, casi sin
variantes en las comunidades hoy existentes, siendo ellas las preservadoras de valores tales como
la relacin armnica entre el hombre y la naturaleza, el sentido de comunidad, entre otros,
ejemplos para la sociedad desquiciada de nuestros das.
Tercero, los patrones de asentamiento que respetan viejas tradiciones que tienen que ver entre
los chiriguanos, por ejemplo, con la constitucin de las familias, los campos de cultivos
comunitarios, los individuales, los mbitos para las fiestas y para los muertos; cuarto, la relacin
con lo sobrenatural, manifestada en mltiples expresiones como el culto a la Pachamama entre los
collas, el Nguillatn de los mapuches, la presencia de los seores de los animales entre matacos,
tobas y otros; la vigencia de los dioses en las prcticas de todos los chamanes; el papel de los
sueos como reveladores para la comunidad; la presencia de gran parte del corpus mtico ancestral
entre tobas, matacos, chiriguanos, etctera. Adems de un sinnmero de creencias populares
desparramadas por todo el pas, muchas de ellas de raz indgena.
Quinto, la medicina tradicional de campo o cura chamnica que se practica en todas las
comunidades de acuerdo con las milenarias tcnicas de xtasis que se conocen universalmente;
[39] sexto, el mantenimiento de estructuras de poder tradicionales como los caciques o los
consejeros, papel adjudicado este ltimo a los ancianos; sptimo, la supervivencia de las lenguas
madres, desde los idiomas que mantienen los viejos en cada una de las comunidades quienes a
su vez desconocen el castellano, hasta las lenguas quichua (noroeste y Santiago del Estero),
guaran (litoral) y mapuche (sur) habladas por miles y miles de personas, que se asientan en
verdaderas zonas de mestizacin en las que la realidad lingstica desborda ampliamente los
marcos indgenas para extenderse a toda la poblacin de la regin, muy especialmente en los dos
primeros casos (mapa 45).
Por otro lado el territorio nacional est inundado de una importancia toponimia indgena, ms
all de las lenguas mencionadas, lo cual, junto con la gran cantidad de vocablos incorporados a
nuestra habla cotidiana (como la palabra cancha por ejemplo, de origen qeshwa o quichua o de las
mismas denominaciones de algunas provincias como Neuqun, Chaco, Jujuy, etctera) nos dicen
que las lenguas madres como vehculos de la cultura que expresan, estn absolutamente
presentes en nuestra vida diaria (mapa 46).
La vigencia de la cosmovisin indgena es un hecho y ello nos reafirma en nuestra idea de que
la Argentina es un pas pluricultural y multitnico. Una cosmovisin que perdura a travs de
infinitas manifestaciones y por gran variedad de caminos.
Margarita Puelman tiene 70 aos y vive en la ciudad de Comodoro Rivadavia desde hace unos
cincuenta aos. Naci y vivi hasta la edad de 16 en Esquel en una comunidad mapuche
perteneciente al cacique Nahuelpn. Entre los 16 y los 20 vivi en Buenos Aires, adonde aprendi
a ser peluquera. Hoy ensea tejido en un taller propio y todos los aos realiza exposiciones y
ventas de sus obras en Buenos Aires. Vive como cualquiera en la ciudad, pero se siente india Yo
soy mapuche porque lo llevo adentro.
En el taller le ensea tambin a los blancos que de todas formas no aprenden demasiado el
blanco no llega porque es muy de teora.
Entre sus recuerdos est muy presente que su madre, Francisca Llancap, viva en el Azul y que
a la edad de 19 o 20 aos ante una embestida de Rosas huy con otra compaera hasta Chile,
cruzando la cordillera a caballo. Sus abuelos se salvaron escondidos en cuevas, porque no eran de
pelea. Recuerda tambin que su mam muri de cerca de 110 aos: se le cortaron las venas de
tan gastadas que estaban.
Y que fue la que le ense, por supuesto, a tejer.
Ella no habla de conquista del desierto se le iluminan los ojos y su gesto es de enojo cuando
cometo el error de definir de esa manera la expedicin de Roca. Ella habla de maln y sabe que
su pueblo la pas muy mal por entonces:
Un tal doctor Amaya entr con el ejrcito al Boquete de Nahuelpn, quemando los
ranchos y robndonos las tierras Despus de tanta queja Pern devolvi algo en Laguna
Rosario, donde estn ahora y otro poco en el Boquete. Hoy estn all, pero tienen mucho
miedo de que les saquen todo Amaya y el ejrcito arrancaban los rboles frutales para
que no comieran y los ranchos los quemaron con antorchas.
Hoy quedan unos 8 mapuches en el Boquete y unos 40 en Laguna Rosario, adonde vive una
sobrina. Viven, segn Margarita, muy mal, aunque tampoco hay consuelo para el indio en la
ciudad:
Los indgenas estn muy mal y yo pienso que no va haber mejora, porque el blanco va
all, promete, la gente est con esperanza, pero no llega nunca no se progresa en la tribu
y tampoco afuera. Yo tengo muchos paisanos en Comodoro que estn para servir y nada
ms.
Margarita vuelve al tejido y nos muestra parte de sus hermosas obras. Nos dice que solamente
quedan dos tejedoras en Laguna Rosario, de lo que se lamenta porque para ella tejer es algo muy
importante. Como lo era el camaruco, especialmente los de antes o como lo eran las machis a
quienes Margarita no les otorga el don de curar sino de conocer las hierbas, los tejidos y las
tinturas; o como lo es curar, aunque ella sonriente y bajando la cabeza contesta ante nuestra
pregunta que solo cura empachos
Margarita mantiene inclume la antigua tradicin artesanal del tejido y con ella sostiene un
pasado rico en vivencias y enseanzas y un futuro que se proyecta en sus nietos Matas (10) y
Claudia (5), a quienes les est transmitiendo los secretos del arte de tejer, especialmente al
primero de ellos.
Todos los veranos, una vez finalizado el ciclo lectivo en Comodoro Rivadavia, abuela y nieto
marchan al campo. All, el nio aprende a recorrer y reconocer el terreno; a seleccionar las mejores
hierbas para las tinturas; a cuidar el momento de la recoleccin; aprende a obtener el jabn que
misteriosamente surge de un rbol.
Matas aprende algo ms que el arte de tejer (ya hice mi primer tapicito); aprende que hay un
mundo en el que la naturaleza puede ser un factor de disfrute para el hombre, a travs del suave
develado de sus secretos, sin forzarla, hacindola compaera y amiga. Ese mundo Matas lo sabe
porque Margarita se ocupa de ensearle viene de los paisanos mapuches, y aunque no lo sepa l
es uno de los herederos que har posible que la cosmovisin siga viva.[40]
Artesano mapuche y el autor, Neuqun. Foto de Andrs Barragn, 2000
Basilio Soria es guaran aborigen (chiriguano). Tiene 37 aos, 11 hijos y una larga historia como
dirigente indio:[43] ex presidente del Centro Vecinal de San Jos de Yacuy en Salta; presidente de
la Cooperativa Agrcola Mbaporenda de San Jos de Yacuy; presidente del Instituto Provincial del
Aborigen; revisor de cuentas de la AIRA y ex candidato a diputado provincial por el partido
justicialista (1988).
Basilio ha trabajado sin desmayos por sus hermanos. Hoy es uno de los mximos exponentes
de la dirigencia indgena argentina y un impulsor decidido de la organizacin de sus paisanos,
como clave para el despegue de las comunidades.
La ltima vez que nos encontramos hace ya 13 aos que lo hacemos, aunque con
intermitencias, lo que nos ha permitido ver el crecimiento del dirigente fue en un bar de Buenos
Aires, una noche lluviosa de fines del invierno de 1989.
Entonces ped a Basilio que me hablara de los indios en comunidad y en los centros urbanos;
de los indios despus de seis aos de democracia; de sus principales propuestas; del rol del Estado
y del rol de las organizaciones indias; del futuro de la cultura.
Como las gotas que caan afuera, las palabras de Basilio se fueron derramando sabias sobre
nuestra mesa.
Hay hermanos que en la ciudad se estn asimilando, que esconden su identidad, que
cuando vuelven dicen que se olvidaron la lengua. Algunos no vuelven ms y otros ms
conscientes s, los que son dirigentes vuelven.
Hay hermanos que ya han perdido todo, despus de 20 o 30 aos en la ciudad, ya ni
piensan volver.
El dirigente va perdiendo tambin su identidad porque va cambiando su forma de vida; va
perdiendo su fuerza porque ya tiene otro tipo de contacto, se va haciendo individualista.
Yo por eso prefiero hacer rpido los trmites y volverme a mi comunidad. Ese es el riesgo
de las organizaciones indias, que cada una hace lo que le parece. Es necesario unirse, el
indgena tiene que tener unidad ante todo. Sin la unidad van a seguir siendo grupos
aislados y a la sociedad le conviene que los indios se peleen.
En Salta se logr la unidad a partir de los dirigentes de base: tenemos que trabajar en
forma conjunta ante la Casa de Gobierno y por eso yo le digo a los hermanos protestantes
que estn siendo explotados espiritualmente, estn encerrados, con solo alabar al Seor
estn perdiendo su identidad. La unidad en Salta se plasm con la ley del aborigen. Las
leyes son un puntapi inicial. El hermano indgena est hoy buscando su insercin
poltica. En Salta est el Movimiento Indgena del Partido Justicialista, entonces el
indgena participa polticamente.
En cuanto a los trmites se han conseguido ms cosas: becas para estudiantes primarios y
secundarios; acceso libre a tierras fiscales; convenios con distintas reparticiones pblicas;
se est reivindicando histricamente al artesano indgena visto adems como un docente
pago para la enseanza oficial; reivindicacin de los hermanos curanderos para darle
lugar a la medicina indgena (el empirismo indgena es complemento de la medicina); se
han organizado conferencias con directores de hospitales; enfermeras auxiliares
incorporadas a la planta permanente; tambin hay organizacin a nivel agropecuario:
queremos sembrar granos rentables, tomates, pimientos; queremos seguir organizando
cooperativas de artesanos, ladrilleros y todo esto para tener mayores posibilidades de
acceder definitivamente a la tierra.
Esto no lo pudieron hacer los mayores, hablo del conocimiento de los trmites, pero no
importa. Ahora es fundamental la unin entre los jvenes y los mayores (el pensamiento
de ellos tiene su valor, su fuerza). En ningn momento se deja de lado al cacique
tradicional, para que est enterado de lo que est haciendo la nueva dirigencia indgena.
Yo insisto: lo primero que se necesita es la unidad de los indgenas; segundo,
organizacin; tercero, planificacin, con la ayuda de los hermanos blancos, buscando
recursos y ejecutando los planes. Necesitamos una unidad que trascienda a las actuales
organizaciones, sea cual sea, las razas estamos sufriendo igual.
El Instituto Nacional de Asuntos Indgenas proyectado tiene que recibir la adhesin de los
institutos provinciales, cada uno de los cuales tiene que tener su libertad de accin. El
INAI tiene que conseguir recursos de todo tipo, incluso del exterior, consiguiendo el
apoyo de otros pueblos indgenas.
La relacin del pueblo argentino y las comunidades indgenas est un poco mejor: en la
Constitucin de Salta figuran hoy como parte del pueblo argentino antes ramos como
animales sin dueo por eso vamos a pedir una vez constituido el INAI la inclusin de
alguna clusula constitucional.
El proceso de la entrega de tierras se va dando, depende de la constancia de la dirigencia,
nosotros no podemos esperar del gobierno. Yo no vengo a pedir ropa ni cajas de PAN, yo
vengo a pedir que nos organicemos todo depende de nosotros Nosotros tenemos que
presentar nuestros proyectos.
Quienes estn mejor y peor los ms cagados son los del norte: Formosa, Salta, Chaco.
All todava la dirigencia no se ha organizado como corresponde. Los hermanos del sur
estn ms o menos bien, quiz porque estn ms cerca del gobierno nacional. No hemos
tenido oportunidad de participar los del norte. Recin en estos seis ltimos aos hemos
querido participar. Eso not en estos aos: de una u otra forma estamos participando.
Hay fe y esperanza en este nuevo gobierno. Hay que presentar un proyecto ya para ir
solucionando todos los problemas: becas, viviendas dignas. Es necesario hacer un censo
poblacional porque hay hermanos que no estn identificados y hoy somos ms de dos
millones... Pero hay una seguridad de que se va a hacer realidad el sueo de los hermanos
aborgenes. Aunque no somos los nicos carenciados. Hay muchos hermanos blancos
que hoy viven tirados como el perejil en las villas miseria...[44]
5) La cultura indgena como expresin de la cultura nacional y como lazo de unin con los
pases hermanos. Dentro del concepto de que la Argentina es pluricultural, queda incluida la
cultura de los pueblos indgenas como expresin particular de la cultura del pas, manifestada en
un conjunto de formas de vida regionales y/o locales. La cultura de la Argentina se nutre de
distintos aportes y los indgenas constituyen uno de ellos. A su vez, por su tradicin comn y su
particular ubicacin geogrfica, las comunidades indias son un vehculo de integracin con
pueblos hermanos de pases limtrofes y/o de la regin.[56]
En la Argentina una gran masa de la poblacin no solo desconoce el devenir histrico de los
indgenas sino su actual situacin. No se tiene idea de cuntos son ni de su peculiar forma de vida
ni mucho menos de su incidencia en el conjunto de la cultura del pas.
El Estado podra coordinar una gran campaa de difusin que contara con el apoyo de las
distintas organizaciones indias y no indias, que hiciera carne en nuestra sociedad la necesidad de
colocar a los indgenas en un lugar igualitario junto a sus compatriotas.
6) Diseo y aplicacin de un nuevo censo de poblacin indgena. Creemos que ha llegado el
momento de realizar un nuevo Censo que, a travs de los datos a relevar, nos permita arribar a
conclusiones ms precisas en todos los campos y, entre otras, a poder actualizar con justeza la
cantidad cierta de pobladores indios de la Argentina, punto en el cual no hay coincidencia (cuadro
35).
7) Consolidar la nueva posicin de las comunidades indgenas en el seno de la sociedad
argentina a travs de un corpus de leyes que las defienda de eventuales agresiones y les permita
dar sustento jurdico a su desarrollo pleno como personas y ciudadanos.
Ese conjunto de leyes debera incluir desde todo lo relativo a la restitucin de las tierras hasta la
forma de insercin en el pueblo.
Al respecto, creemos que la reciente legislacin de la provincia de Misiones se acerca mucho al
modelo deseado por quien esto escribe, en donde se reconoce la identidad cultural y la capacidad
de decisin propia del pueblo guaran en que al mismo tiempo es considerado parte integrante del
pueblo argentino.
Esta nueva legislacin muy discutida todava hoy por sectores que ven en ella un intento de
separatismo plantea un equilibrio entre la valoracin y el respeto de la cultura indgena por un
lado y su insercin armnica en la sociedad nacional.[60]
Servicio
Censo
Nacional de Guillermo Hctor O.
Indgena ENDEPA
Grupo etnco Provincias Auntos Magrassi Cloux
Nacional, 1987
Indgenas, 1986 1989
1968
1974
Aymaras-Quechuas Jujuy Salta Bs. As. 40.000
Barrios
180.000
marginales
Collas 1.012 35.340 (max. 98.000 50.000
Jujy Salta
250.000)
Catamarca
Chans Salta 847 1.000 2.500 1.422
Chiriguanos Salta -Jujuy 13.689 23.680 22.500 21.000 21.152
Chorotes Salta -Formosa 719 1.013 1.000 (sin datos)
Chulupes Salta -Formosa 562 171 1.000 (sin datos) 1.000
Tucumn
Catamarca
Diaguita-
Neuqun Ro 6.000 ?
Calchaqu
Negro 27.214 21.637 60.000 60.000 50.000
Mapuches
Chubut La
Pampa
*Muerto en accin
-Al hambre se suman el mal de Chagas, la tuberculosis (final, 12) y la diarrea (Clarn, 16).
MARZO
-El cacique Livio lvarez, de la comunidad mocov de El Pastoril, Chaco, denuncia que su
pueblo de aproximadamente 800 personas est siendo diezmado por la tuberculosis y la
desnutricin (Clarn, 2).
-La Subsecretara de Salud de la provincia del Chaco informa sobre la elevadsima mortalidad
infantil comparable a la de los pases de ms bajo nivel de desarrollo. El 50% de esas muertes se
produjeron despus del primer mes de vida. Las causas de esta mortalidad infantil tarda residen
en enfermedades infecciosas y parasitarias y en desnutricin, todas controlables en esta poca
(Tiempo Argentino, 13).
-Zona de desastre han sido declarados cuatro departamentos en la provincia de Formosa por
los desbordes de los ros Pilcomayo y Bermejo (Tiempo Argentino, 27).
ABRIL
-Sigue la alarmante crecida del ro Bermejo en el Chaco, con el consiguiente aislamiento de las
comunidades indgenas de la zona (Tiempo Argentino, 16).
-Primeras Jornadas de la Indianidad en Buenos Aires, convocadas por la Asamblea
Permanente de los Derechos Humanos y con la participacin de AlRA, Centro Colla, Movimiento
Indio Universitario, Movimiento Indio Peronista, Parlamento Nacional Indgena, Movimiento
Indio Nacional Justicialista y el Taller de Comunidades Agroindustriales del CPP.
Se registraron muchas denuncias, se conden el genocidio y el racismo, se reclam por las
tierras, por salir de las encerronas fsicas que los aslan. Al respecto se denunci el sentido de las
reservas aborgenes, adonde nos tienen acorralados como en un campo de concentracin y cuyos
responsables son las sectas religiosas que nos cultivan para que en el paraso vivamos bien y no les
importa que en la vida real tengamos tuberculosis, desnutricin y mal de Chagas (Movimiento
Indio Peronista, Clarn, 15).
-Se puso el acento en la urgencia de una profunda revisin del enfoque cultural y de la
educacin en relacin con el aborigen solicitando la revisin de los textos escolares primarios y
de los libros de historia secundarios y universitarios en lo concerniente a las matanzas de naciones
aborgenes.
Asimismo se propugna una exhaustiva reconsideracin de los planes educativos para dichas
comunidades, reclamando la enseanza bilinge y la institucionalizacin de las lenguas
aborgenes (Clarn, 29).
MAYO
-Se crea en el Chaco el Consejo Provincial del Aborigen, con participacin de tobas, mocoves y
matacos en la gestin. Es un organismo consejero de la accin de gobierno (Tiempo Argentino,
10).
-Veinticinco caciques tobas se entrevistan con el presidente de final (Clarn, 29).
JUNIO
-Temporal de nieve en el sur mantiene aislados a 3500 mapuches de las reservas de Atrenco,
Aucapan, Chiquilwin, Hilquimenuco y Malleo. Dos mapuches cabalgaron 40 kilmetros durante
dos das para llegar a Junn de los Andes y pedir ayuda urgente para las poblaciones que estn sin
alimento y sin lea (Clarn, 28).
JULIO
-Primer Encuentro Aborigen en Corrientes con la presencia de 70 delegados de Misiones,
Chaco, Formosa y Corrientes convocados por el cacique general Jos Patricio y el delegado
nacional de la Comunidad Argentina de Aborgenes Toba, Amado Pujol (Tiempo Argentino, 13).
-Contina en Neuqun el aislamiento de las comunidades por la nieve (final, 11).
-Movilizacin indgena en la ciudad de Formosa: 2000 tobas, pilags y matacos marcharon para
pedir a la legislatura provincial la sancin de la Ley Integral del Aborigen remitida recientemente
por el Poder Ejecutivo. Dicha ley contiene reivindicaciones culturales, sociales y econmicas,
incluyendo el tema de la propiedad de la tierra (final, 30).
AGOSTO
-Aprobacin de la nueva ley integral del aborigen (426) en Formosa: representantes de las 76
comunidades de la provincia manifestaron pacficamente por la ciudad: algunos con atuendos
tpicos, con plumas y bastones, los caciques; otros con la sorpresa dibujada en los rostros por
haber llegado por primera vez a la ciudad, los aborgenes pasaron por aqu en una actitud sin
antecedentes que los llev a movilizarse masivamente (final, 2).
-El bloque justicialista de la Cmara de Diputados del Neuqun present un proyecto en favor
de las comunidades mapuches, destacndose en los fundamentos la necesidad de lograr una
profunda reconciliacin con los aborgenes adems de solicitar medidas que reivindiquen
histricamente el valor del pueblo mapuche, antes y despus de la conquista; que permita a esas
poblaciones beneficiarse en pie de igualdad de los derechos y oportunidades que la legislacin
vigente otorga a los dems miembros de la poblacin; que estimulen el desarrollo social,
econmico y cultural y el mejoramiento del nivel de vida (Clarn, 22).
-Mapuches en estado de indigencia, como consecuencia de los temporales en Ro Negro: 3000
familias perdieron todo su ganado (unas 700.000 cabezas) como secuela de los temporales de fro
y nieve (Clarn, 12).
-La misma situacin se da en Chubut. Segn el gobernador Atilio Viglione, muchos de sus
pobladores han quedado sin nada (final, 8).
-El Senado aprueba el proyecto de ley que prev el reconocimiento de la personera jurdica y la
entrega de tierras a las comunidades aborgenes (Clarn, 10).
NOVIEMBRE
-La Comisin Coordinadora de Apoyo a las Comunidades Indgenas lanza una campaa
solidaria hacia los aborgenes, Juntemos todas las manos, que cuenta con la participacin de
instituciones del Estado, organizaciones de derechos humanos, religiosas e indgenas (Centro
Cultural General San Martn, Buenos Aires, Clarn, 1).
DICIEMBRE
-La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) incluye por primera vez una pastoral del aborigen,
impulsada por la tarea de tres obispos: Dante Sandrelli (Formosa); Jorge Kemerer (Misiones) y
Gerardo Sueldo (Orn) e INCUPO (Instituto de Cultura Popular), organizacin al servicio de los
indgenas del norte argentino.
El documento denuncia el estado de fuerte indefensin cultural de los grupos indgenas,
acosados por la sociedad nacional envolvente.
Los obispos dedican especial atencin a la tierra: Para ellos la tierra no es una simple
mercanca o un bien de lucro. Es como un espacio cultural, el lugar de sus mitos y su historia. Es el
hbitat de vida penetrada de tradiciones y valores. Es el lugar donde reposan sus antepasados. Es
la madre tierra con quien conviven y mantienen una relacin mtica y religiosa.
El documento critica el desajuste grave que presenta el sistema educativo formal cuando se
pretende aplicado en zonas indgenas; los mtodos y programas oficiales imparten una educacin
uniforme que desconoce las pautas culturales propias de las etnias. La ignorancia del idioma
castellano acarrea como consecuencia la repeticin en los primeros grados, el desgranamiento
escolar y un alto ndice de desercin. Adems, la incorporacin de mano de obra infantil al
mercado del trabajo y la desnutricin infantil agravan el problema educativo.
En cuanto a la salud, se sostiene que la precariedad de la vivienda, la falta de agua potable, la
insuficiente alimentacin, provocan enfermedades como la tuberculosis, venreas, parasitosis,
desnutricin y enfermedades endmicas. A ello debe agregarse la falta de control mdico
peridico y de campaas de vacunacin, dificultades para adquirir medicamentos, etctera.
Finalmente, se denuncia el problema de la indocumentacin: La lejana de las comunidades
aborgenes con respecto a los centros poblados dificulta el registro de nacimientos, casamientos y
defunciones. El aborigen sin documento no puede acceder a un empleo, gozar de los beneficios
sociales ni contar con pensin o jubilacin (La Razn, 24 y Clarn, 4).
1985
ENERO
-Los vocablos indgenas sern de enseanza obligatoria en las escuelas de Crdoba, como
forma de integrarlos en una sntesis respetuosa de la historia de acuerdo con una ley de reciente
promulgacin (final, 14).
-Un informe diagnstico del Ministerio de Salud y Accin Social calcula en 150.000 los
indgenas del pas que viven en comunidades: coyas (34.340 individuos en 80 comunidades);
tobas (32.639 en 76); chiriguanos (23.680 en 69); mapuches (21.637 en 282); matacos (21.395 en
123); tehuelches (40 individuos) y tehuelches araucanizados (254 individuos).
Los proyectos oficiales se refieren a la creacin de fuentes de trabajo as como a acciones
programadas a nivel provincial dirigidas especialmente al mejoramiento de las tcnicas de
produccin agropecuaria (Clarn, 27).
FEBRERO
-Las inundaciones en el norte provocan el agravamiento de la situacin de las comunidades
indgenas.
Como casi todos los aos para esta poca, la intensidad de las lluvias estacionales ha provocado
la crecida incontrolable en los ros Pilcomayo y Bermejo, afectando a miles de pobladores
ribereos de Salta y Formosa. En el departamento Rivadavia, afectado por el ro Bermejo,
comunidades indgenas se autoevacuaron hacia zonas ms altas dando as positiva respuesta a la
campaa educativa sobre medidas de autoproteccin, dictadas a los naturales por el gobierno
salteo (La Razn, 15).
ABRIL
-Un proyecto de ley presentado en la Cmara de Diputados por el legislador Nstor Perl (PJ,
Chubut) impulsa que los establecimientos de enseanza media dependientes del Ministerio de
Educacin y Justicia incluyan la materia Culturas Indgenas Argentinas para el conocimiento de
los diferentes grupos que habitaron y habitan el territorio nacional.
En los fundamentos, la ley Perl sostiene que el Estado, a travs de la enseanza secundaria
asuma la obligacin de hacer conocer la cultura de nuestros compatriotas indgenas como un
camino ms para lograr la comprensin de su historia, forma de vida, necesidades y problemas y
facilitar la instrumentacin prctica de las polticas que se dicten en favor de aquellos. Asimismo,
desde el punto de vista de la integracin y afirmacin nacional es necesario que la historia y la
cultura de una parte de los argentinos sean conocidas a travs de una enseanza cientfica y
sistemtica (La Razn, 17).
-Se procedi en Formosa a entregar los ttulos de propiedad de tierras fiscales a comunidades
indgenas (La Razn, 21).
-En Salta se anunci que se pondr en marcha un centro de produccin de legumbres y
hortalizas para dar trabajo a comunidades aborgenes del departamento de Anta, estimndose la
radicacin definitiva de 80 familias (La Razn, 21).
MAYO
-El gobierno chaqueo pondr en funcionamiento un servicio areo de fomento que servir
para romper el aislamiento de la regin denominada el Impenetrable y de las comunidades
indgenas all asentadas.
El proyecto intenta paliar especialmente el aislamiento a que son sometidos anualmente los
grupos matacos, tobas y mocoves cuando se produce el corte de caminos por la crecida del ro
Bermejo (final, 6).
JUNIO
-Se inaugur en Misiones en la comunidad guaran prxima al arroyo Tamandu la escuela
provincial N 683 con enseanza bilinge castellanoguaran y programas adaptados que respetan
las pautas culturales y tnicas de dicho grupo (final, 24).
JULIO
-Permanece aislada la comunidad indgena de Acambuco en Salta, situacin provocada por el
corte de caminos despus de las lluvias torrenciales de febrero (final, 23).
-Segundas Jornadas de la Indianidad bajo el auspicio del Programa de Lucha contra el Racismo
y a travs de la convocatoria de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
Durante su transcurso, los representantes de todos los grupos indgenas argentinos reclamaron
la devolucin de tierras que consideran usurpadas as como la paralizacin de los proyectos de
colonizacin extranjeros hasta tanto est sancionada una ley que permita efectivizar la
reintegracin de estos territorios a los legtimos propietarios.
Se solicita adems la aplicacin de una reforma constitucional que incluye la explicitacin de los
derechos indgenas, as como la supresin del art. 67 inciso 15 de la Constitucin Nacional (final,
27).
SEPTIEMBRE
-Se estudian en el Parlamento reformas a la ley de poltica indgena y apoyo a las comunidades
aborgenes. El debate fue seguido desde las galeras por gran cantidad de representantes de las
comunidades indias (final, 27).
-Se puso en marcha en el paraje Carboncito, a 50 kilmetros de Embarcacin (Salta), el plan
piloto del proyecto de regionalizacin educativa para aborgenes. El proyecto contempla pautas
culturales tales como lengua y pensamiento, tradiciones, mitos y leyendas, msica, danzas y
artesanas; la vinculacin con la cultura occidental; el aporte al desarrollo de la cultura regional; la
capacitacin y actualizacin del docente y el fortalecimiento de la interaccin escuela-comunidad
(El Tribuna, 26).
OCTUBRE
-Se ofrece por ATC Misiones, su tierra y su gente, realizacin provincial en cuatro entregas, con
libro y direccin de Eduardo Mignona. La segunda, llamada Aborgenes, se trasmite el da 22 de
noviembre (Clarn, 24).
-Se informa que durante el 103 perodo ordinario de sesiones del Congreso de final se
sancionaron un total de 130 leyes, entre las cuales figura la
23.302, Poltica indgena y apoyo a las comunidades aborgenes (Clarn, 3).
-El gobierno de la provincia de Santa Cruz anuncia la prxima fundacin del pueblo de Chaltn,
nombre que rescata de la toponimia tehuelche un valor esencial de la mitologa Aonikenk que
denominaba Chaltn al cerro Fitz Roy y en cuya cumbre haba sido depositado Elal, Dios de los
Tehue1ches (La Razn, 7).
-Encuentro de dos culturas. En el estadio Luna Park de la ciudad de Buenos Aires se lleva a
cabo un concierto en el que intervienen importantes figuras de la msica popular Len Gieco,
Vctor Heredia, Marilina Ross, Antonio Tarrag Ross, entre otros adems del coro toba los
Chalap.
El evento, organizado por la Comisin Nahuel, se realiz con el objetivo de recaudar fondos
para un comedor de nios tobas. La consigna fue Por la recuperacin de la tierra, la palabra, el
canto y la danza y el estadio estuvo repleto (La Razn, 22).
-El gobierno argentino presenta su plan nacional de poltica indigenista en el Noveno Congreso
Indigenista Interamericano, que se realiza en la ciudad de Santa Fe, Nueva Mxico, Estados
Unidos.
El objetivo general del plan es promover el desarrollo integral de las comunidades indgenas, la
preservacin, defensa y revalorizacin de su patrimonio cultural, su efectiva participacin en el
quehacer nacional y su derecho a la propiedad de la tierra, asignndoles los recursos necesarios
para reactivar sus economas a travs de procesos de autogestin (La Razn, 28).
-El secretario general de la Confederacin General del Trabajo (CGT), Sal Ubaldini, anunci
en Formosa que se elev un informe al gobierno nacional pidiendo por los aborgenes argentinos
(Clarn, 28).
NOVIEMBRE
-En el marco de la III Asamblea Mundial de Educacin de Adultos llevada a cabo en Buenos
Aires, se desarrolla un encuentro abierto con panel y debate sobre la educacin en comunidades
aborgenes (Folleto).
-Muere a la edad de 66 aos en la ciudad de Ushuaia la ltima ona, Rafaela Ishton Tial. Fue
homenajeada en la despedida por las autoridades del Territorio (Clarn, 3).
-Se transmite en dos das consecutivos por Canal 13 el programa Aborgenes Argentinos, una
coproduccin con canales del interior del pas que muestra la realidad de las comunidades
aborgenes. Se recorrieron 9 provincias y se recopilaron ms de 60 testimonios (Clarn, 12).
-Se anuncia el estreno del cortometraje Ni tan blancos ni tan indios, de Tristn Bauer y Silvia
Chanvillard, que relata aspectos de la historia de los grupos chiriguanos de Salta (La Razn, 25).
-Dirigentes del Partido Socialista Autntico proponen al Ministerio de Salud y Accin Social la
aplicacin de un impuesto del 10% sobre el precio de venta de los cigarrillos para financiar
comedores permanentes y la construccin de instalaciones sanitarias para proteger la salud de los
nios indgenas (15).
DICIEMBRE
-En un confuso episodio es asesinado el joven mapuche Savino Guajardo, de la comunidad de
los Miches, en el norte de Neuqun. Otros indgenas recibieron una feroz golpiza: Jos Antiir,
Rogelio Matamala y Basilio Antiir.
-El jefe de la agrupacin declar que adems de exigir una completa investigacin del caso,
presentarn una serie de protestas a organismos oficiales y a la Comisin de Derechos Humanos,
ya que esta no es la primera vez en que son agredidos de esa misma forma integrantes de la
reserva (Clarn, 13).
-Una escuela de nias mapuches ubicada a unos 40 kilmetros de Junn de los Andes
(Neuqun) se incendi totalmente y dej sin alojamiento a cerca de 150 nias de entre 5 y 16 aos.
-Las religiosas de Mara Auxiliadora se quejaron de la precariedad de medios con que cuentan
los bomberos de esa localidad, ya que al no poder llegar ninguna de sus autobombas solo les
qued mirar desde un cerro cmo se derrumbaba la obra de muchos aos (Clarn, 21).
-V Jornadas Culturales Argentinas Salta en Buenos Aires con la presencia de artesanos
indgenas (Clarn, 21).
1986
ENERO
-El gobierno de la provincia de Neuqun inicia la entrega de viviendas a mapuches de Lonco
Lun en Neuqun, fruto del convenio celebrado en 1984 entre el Ministerio de Salud y Accin
Social de final y el de la provincia (final, 6).
-El PE de la Pampa promulga la ley 876, ya aprobada por la Legislatura, por la que se declaran
lugares histricos los parajes de Leuvuc y Salinas Grandes, asentamientos de ranqueles, vorogas
y mapuches, respectivamente (final, 8).
-El Consejo Superior de Educacin Catlica (CONSUDEC) inicia una campaa para socorrer al
hogar Mara Margarita destruido por el fuego a fines de 1985 (final, 13).
-Fueron evacuados 2000 indios matacos en Formosa, por los desbordes del ro Pilcomayo
(final, 22).
FEBRERO
-En total son 3000 los matacos aislados en Formosa. El Instituto de Comunidades Aborgenes
concret el envo de 2000 chapas y 4 toneladas de alimentos (final, 1).
-La Asociacin de Expedicionarios al Desierto renov su comisin directiva, actuando en la
clausura del perodo anterior el ballet folklrico de la Universidad de Buenos Aires (final, 2).
-Se introducen reformas a la ley 23.302; el gobierno en consulta con miembros de las
comunidades indias propone la creacin del Consejo Federal de Asuntos Indgenas, integrado por
un representante de las poblaciones indgenas de cada provincia, de final y funcionarios de las
provincias que cuenten con poblacin de ese origen.
Asimismo se introducen mejoras de tcnica legislativa en lo vinculado a la adquisicin de
tierras, que no podrn ser adjudicadas a individuos no nucleados en comunidades, elevndose el
plazo de 20 a 40 aos para enajenar las tierras adjudicadas con el fin de prevenir abusos, pero
esta vez de especuladores no indgenas y revitalizar el sentimiento de arraigo a la tierra (Clarn,
6).
MARZO
-El primer Parlamento aborigen del Chaco delibera por tres das en la localidad de Juan Jos
Castelli. Se denunci la dramtica situacin de las comunidades y se propusieron un conjunto de
medidas reparatorias y de integracin de los aborgenes a la sociedad nacional en un pie de
igualdad (Clarn, 21).
-Se instalan telfonos pblicos en zonas montaosas indgenas (Ruca Choroy y Carri Lil en
Neuqun) especficamente en las escuelas de esos parajes, medida que contribuye a romper el
aislamiento de las comunidades (Clarn, 26).
-La Asociacin Cristiana de Jvenes lanza un proyecto de accin comunitaria en el Chaco, con
la participacin inicial de 75 familias tobas (La Razn, 27).
ABRIL
-Se inaugura una escuela para tobas en Ingeniero Jurez, a 460 kilmetros de Formosa. En la
oportunidad, el vicepresidente de final anunci que la preocupacin del gobierno ser, de ahora
en ms, transformar en realidad la ley del aborigen, al hacer entrega y tenencia de la tierra a sus
legtimos dueos (final, 20).
MAYO
-El Registro Civil no admite un nombre aborigen. La decisin fue apelada por el padre del nio
ante la Cmara Civil, recordando que constantemente se inscribe a recin nacidos con nombres
extranjeros como Solange, Alain, Vanessa, Jeanette, Jonathan, Christian y que existen
antecedentes de personas inscriptas con nombres indios como Nahuel, Maitn, ar y Atahualpa.
Federico Ontiveros, el padre del nio (llamado Qori Wamancha, pequea guila de oro, en
quechua), record que la Cmara de Diputados de final dio sancin al artculo 3 bis de la ley
18.248 por el cual se establece que los hijos de indgenas podrn llevar nombres de pila que
tengan su origen en la tradicin y en los usos y costumbres de las comunidades a las cuales
pertenecieran los padres, aunque estos nombres no estuvieran castellanizados o no tuvieran
traduccin al idioma castellano (Clarn y final, 20).
-La poblacin aborigen en el Chaco creci un 54% en los ltimos 20 aos, segn informacin
de la Direccin del Aborigen: Segn el Censo de 1968 la poblacin era de 15.878, mientras que hoy
asciende a 24.528 (19.220 tobas, 3143 matacos y 2165 mocoves). Los indios crecen, a pesar de su
crnica postergacin (final, 31).
JUNIO
-Aborgenes mapuches denuncian a Parques Nacionales por aumentar desmesuradamente los
permisos de pastaje a los integrantes de la agrupacin Caicul en Neuqun (Clarn, 5).
-El Centro Multinacional de la Mujer, dependiente de la Comisin Interamericana de Mujeres
de la OEA, con sede en Crdoba, anunci la realizacin de un programa de apoyo a la mujer
aborigen. El mbito de aplicacin del proyecto comprende a Paraguay, Bolivia y Argentina (final,
3).
AGOSTO
-El cacique Manuel Epulef, de la reserva asentada en el departamento Languieo, reclam el
definitivo reconocimiento oficial a la cesin de tierras que el Poder Ejecutivo Nacional concedi
hace 60 aos a dicha comunidad (El Patagnico, 12).
-El gobierno de la provincia de Neuqun, el Ejrcito y el Estado nacional
a travs del Ministerio de Defensa formarn una corporacin econmica que explotar un
rea de frontera de 110.000 hectreas, y participarn del proyecto cuatro reservas de aborgenes
mapuches: Puel, Aigo, Cataln y Currumil (Clarn, 31).
SEPTIEMBRE
-Se estrena en General Roca el film Gernima, que relata la dramtica historia verdica de una
madre mapuche y sus hijos, interpretada por la actriz india Luisa Calcumil y dirigida por Ral
Tosso. La msica estuvo a cargo de Aim Pain (Tiempo, 20).
NOVIEMBRE
-Se estrena Gernima en Buenos Aires, coincidiendo con su presentacin en el festival de cine
de Ro de Janeiro. Las crticas son excelentes (final y Clarn, 23).
1987
ENERO
-Una iniciativa oficial propone la reforma constitucional. Entre otros artculos se postula
reemplazar al 67 en su inciso 15, que expresa que corresponde al Congreso proveer a la seguridad
de las fronteras, conservar el trato pacfico con los indios y promover la conversin de ellos al
catolicismo (Clarn, 11).
-Los desbordes de los ros Pilcomayo y Bermejo y las copiosas lluvias que superaron los
registros medios anuales, han anegado 400.000 ha del territorio provincial de Formosa
elevndose a 8174 el nmero oficial de personas afectadas.
Se halla comprometido el 50% del sector agrcola; se registra gran mortandad de terneros,
disminucin de peso y parasitosis en el ganado.
Comunidades indgenas enteras han sido arrasadas por el meteoro, entre ellas El Potrillo, de
reciente fundacin.
El secretario de la Comisin de Pastoral Aborigen, Francisco Nazar, explic que se los ve en
silencio, pero no estn sufriendo, solamente extraan el pueblo que haban levantado con sus
propias manos y donde tenan sus chacras, ladrilleras y carpinteras [...]. No bien se retiren las
aguas nos pondremos a refundar El Potrillo (final, 22).
-La reserva indgena mapuche de Chiquilihuim en Neuqun acaba de ser provista de una
microcentral hidroelctrica mediante la cual se abastecer de energa elctrica a las viviendas y al
aserradero del lugar (La Gaceta, Crnica, 27; Clarn, 28; final, 29; La Voz del Interior, 31).
-El Concejo Deliberante de la ciudad de Tostado (Santa Fe) resolvi devolver a la comunidad de
mocoves all asentada desde largo tiempo (21 familias con algo ms de un centenar de
componentes) un terreno perteneciente a la Municipalidad para que puedan construir sus
viviendas definitivas (El Litoral, 3).
-Un proyecto del senador Celestino Marini (PJ) apunta a reinstalar al barrio toba de Rosario
(Santa Fe) en tierras aptas para una vida ms digna. En la actualidad ocupa terrenos bajos e
inundables (La Capital, 7).
-Juventud India repudia el no tratamiento de la ley de poltica indgena por parte del
Congreso de final (Norte, 16).
-Los caciques del Barrio Toba de Resistencia, Chaco, Jos Patricio y Julio Oliva reclaman el
cumplimiento de las promesas oficiales con respecto a la pronta adjudicacin legal de las tierras
que ocupan desde hace ms de 30 aos.
En el Barrio Toba hay aproximadamente 3000 habitantes de los cuales solo el 3% trabaja en
forma estable mientras que el resto sobrevive con las artesanas y changas diversas (Norte, 12).
-Unos 10.000 aborgenes residentes en Salta y Formosa participarn de la homila que
pronunciar el 8 de abril prximo en la ciudad de Salta el papa Juan Pablo II. Los indgenas
comenzarn a ser trasladados a esa capital provincial en distintos medios de transporte a partir del
10 de abril, teniendo en cuenta el estado de los caminos por los intensos temporales que se
registran en diferentes regiones de los ros Pilcomayo y Bermejo. La ceremonia estar destinada a
los aborgenes por expresa decisin papal, segn lo informado por el Vaticano (La Gaceta, 19).
-Respondiendo a un pedido de la comunidad Caiful con asiento en Junn de los Andes
(Neuqun), el gobernador Felipe Sapag reclam al presidente de Parques Nacionales la
actualizacin de los permisos de residencia a los pobladores mapuches que habitan en jurisdiccin
del Parque Nacional Lann (Ro Negro, 23).
FEBRERO
-Basilio Soria, chiriguano guaran aborigen tal su autodenominacin, ha sido designado
presidente del Instituto Provincial del Aborigen, creado por ley del Ejecutivo de la provincia de
Salta.
El IPA, previsto en la ley provincial 6373 de promocin y desarrollo aborigen, es una entidad
autrquica y descentralizada vinculada directamente al PE para su funcionamiento.
Los objetivos de dicha norma son promover el desarrollo pleno del aborigen y de sus
comunidades, fomentando su integracin en la vida provincial y nacional, a partir de sus
potencialidades y formas organizativas bsicas, respetando sus valores culturales propios (La
Maana, 23; Clarn, 24).
-La comunidad de El Potrillo, arrasada por las aguas del Pi1comayo, fue reubicada con el apoyo
de los gobiernos provincial y nacional que construyen ya viviendas de madera, que sern
levantadas por los industriales de Formosa y que sern armadas con la cooperacin de los propios
aborgenes en el trmino de 120 das. Con la construccin de esas casas se intenta adems la
reactivacin del alicado sector forestal. Para garantizar el inicio de las clases el gobierno local licit
la compra de 42 carpas para ser destinadas como aulas en 16 comunidades afectadas por las
inundaciones (final, 27).
-Aparece el primer boletn del Centro de Informacin Pueblo Indio, embrionaria agencia de
noticias cuyo objetivo es establecer una red de informacin que d a conocer la realidad india (El
Periodista, N 127, 13/19).
-El Consejo Asesor Indgena de Ro Negro denuncia la apropiacin ilegal de tierras indgenas
en Chubut y apoya los reclamos de los pobladores de Pilquiniyen del Limay ante la situacin del
prximo anegamiento de sus campos para la construccin de la represa Piedra del guila (La
Razn, 23).
-Inician en marzo la distribucin de cajas ICA a las comunidades indgenas de Formosa,
consistentes en una provisin en envases sellados con 16 artculos de primera necesidad para un
destinatario fijo. Se prev una entrega mensual de 10.000 unidades (La Maana, 25).
MARZO
-Es asesinado el indgena Caincoen, conocido tambin como Atilio Caballero, como resultado
de las disputas por la tenencia de la tierra con grupos de blancos de las cercanas de la comunidad
de Pozo de Molina en Formosa. Su cuerpo fue hallado once das despus, tirado en un pozo de dos
metros y brutalmente asesinado con tres balazos y varias heridas penetrantes de cuchillo. A partir
de entonces Caincoen es considerado mrtir de final pilag (La Maana y ltima Hora, 9).
-Finalmente, un nio ser registrado con el nombre quechua Qori Wamanchaca, por
resolucin de la Cmara Civil de la Capital que revoc un dictamen adverso del Registro Civil.
Record el tribunal que la ley 23.162 de 1984 dispuso especialmente la autorizacin para que se
inscribieran nombres indgenas o derivados de voces aborgenes autctonas latinoamericanas,
por lo que el legislador ha pretendido rescatar y conservar como integrantes del acervo cultural, la
vigencia en las lenguas que constituyeron el habla de los pueblos de Amrica latina (final, 5).
-Encuentro Contemporneo sobre Culturas Aborgenes, auspiciado por la Secretara de Cultura
de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Se realizarn en el Centro Cultural General San
Martn del 8 al 22 de marzo mesas de trabajo, mesas redondas, cine y video, talleres de encuentros
de poesa aborigen (final, 8).
-Se desata una polmica entre el gobierno y el Consejo Asesor Indgena en Ro Negro acerca del
proyecto de ley indgena.
El tema cuestionado es el artculo 6 del proyecto, que se refiere al rgano de aplicacin de la ley.
En el anteproyecto originariamente preparado el CAI interviene en la aplicacin de la ley y no solo
como asesor de la Direccin del Aborigen tal como figura en el proyecto presentado por el
gobernador.
El CAIes el organismo representante de las comunidades mapuches y campesinas de la
provincia de Ro Negro y fue creado en 1985 a instancias del gobierno provincial. Se calcula que
representa a ms de 70 comunidades y cuenta con el apoyo de la iglesia local, con cabecera en el
obispado de Viedma a cargo de monseor Miguel E. Hesayne (Ro Negro, 13, 14, 18; La Nueva
Provincia, 11, 18; Ecos Diarios, 17; El Liberal, 17).
-La Direccin de Tierras de la Provincia de Ro Negro devuelve tierras a mapuches de El Bolsn,
respondiendo a un reclamo del Centro Mapuche local (Ro Negro, 18).
-El investigador neuquino Willy A. Hassler informa las dificultades por las que atraviesan las
comunidades mapuches asentadas en jurisdiccin de los parques nacionales, que deben atenerse
a un nmero limitado de haciendas (pasado este debern pagar pastaje por cabeza entre otras
medidas perjudiciales para los indgenas).
El indio est ms en el pueblo haciendo trmites que cuidando sus bienes. Ejemplo: si un
puma entra en la hacienda y mata ocho ovejas, l deber ir al pueblo y solicitar permiso para
eliminar al animal y cuando la autorizacin est otorgada ya no le quedan ms animales (La Voz
del Interior, 29).
ABRIL
-Una experiencia teatral con nios de escuelas rurales se lleva a cabo en Neuqun. A travs de
ella el director Gerardo Penuini hizo la adaptacin teatral de leyendas mapuches interpretadas por
nios de sexto y sptimo grado, trasladndose luego la muestra a las zonas indgenas, para que
los pequeos vieran sus elementos culturales revalorizados a travs de sus pares del pueblo. El
proyecto, implementado entre 1985 y 1987, fue definido como una labor de integracin cultural a
travs de la expresin (Ro Negro, 1).
-El gobierno de Salta cerr la escuela N 751 de frontera en Orn. La medida afecta a 130
aborgenes collas y se tom a raz del convenio suscripto por el ingenio San Martn del Tabacal,
que determina que las autoridades provinciales se harn cargo de la desocupacin de tierras de la
firma que habitan collas en las localidades de Los Naranjos, San Andrs, Paran y Santa Cruz.
La medida provoc resistencia entre los indgenas y los maestros y la denuncia fue realizada por
Elsa Podest de Vessuri, rectora del Colegio Ro de la Plata, que a travs de Misiones Rurales
apadrin a la escuela clausurada (final, 10).
-La escuela 751 de Orn fue reabierta por el gobierno salteo, luego de que una manifestacin
de indgenas collas llegara hasta la sede del gobierno provincial y se entrevistara con el titular del
PE (La Opinin, 4; Clarn, 9 y 11; La Razn, 8; El Tribuno, 11; La Tarde, 11; La Gaceta, 12; final,
12).
-Encuentro internacional de teatro antropolgico, llevado a cabo en Baha Blanca; cont con la
participacin de Luisa Calcumil, actriz protagnica de Gernima, que interpret una pieza escrita y
dirigida por ella misma: Monlogo de raz mapuche. Fue el nico espectculo que debi repetirse
dos veces a pedido del pblico (Clarn, 13).
-En el Mensaje de los pueblos indgenas de Argentina a Juan Pablo II en ocasin de su visita a
Salta se reclam al Papa la devolucin de las tierras, afirmando que ojal que tanta sangre
derramada por el etnocidio y genocidio que las naciones aborgenes hemos sufrido, sirva para la
conciencia de la humanidad y para nuevas relaciones basadas en la justicia y la hermandad de los
pueblos. Hoy no te ofrecemos oro ni plata, sino nuestras manos vacas que simbolizan el despojo
total al cual hemos sido sometidos. Te ofrecemos nuestro silencio que por muchos siglos los
poderosos nos han impuesto con sus ideologas, sus polticas y ambiciones sin freno, cerrando de
esta manera la boca de todos nosotros para que no participemos en los destinos de la patria.
Sabemos que esta ofrenda es signo de nuestra dignidad ante Dios (Salta, 8).
-Monseor Esteban Hesayne entreg al Papa la carta de las comunidades mapuches que
viajaron en el tren con motivo de su visita a Viedma, reclamando tambin por las tierras
despojadas y denunciando la situacin de extrema marginalidad (7).
-Con motivo de celebrarse entre el 19 y el 25 de abril la Semana del Aborigen, el Equipo
Nacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA) lanza una serie de reclamos, entre ellos que la
Argentina sea reconocida oficialmente como multitnica y se haga una revisin histrica del ser
nacional. Denuncia el organismo que en forma simultnea con la conquista militar, el choque
cultural entre el blanco y el indio dio lugar a masivos etnocidios.... Asimismo reclama la
devolucin de las tierras que les hayan sido usurpadas a todos los pueblos aborgenes de nuestro
pas solicitando el reconocimiento al derecho a la autodeterminacin como pueblos, sin
segregaciones ni autosuficiencias sino en el camino del dilogo intercultural.
Indica que nuestra Iglesia Catlica reconozca su culpa y repare su error con autntico servicio
a los ms pobres de entre los pobres como lo expresa el magisterio de la Iglesia latinoamericana.
Finalmente ENDEPA se propone acompaar a los pueblos indgenas en su lucha histrica por la
recuperacin de la tierra y asumir como propio su proyecto de autodeterminacin sin tutelas ni
paternalismos y denunciar sistemticamente toda nueva forma de etnocidio y genocidio as como
los atropellos a sus tierras y culturas y toda lesin a los derechos humanos [...]. Pero tambin y
quizs an ms grave es la tremenda posibilidad que en pocos aos ms, la sociedad argentina se
encuentre con la muerte cultural de las pocas etnias que subsisten... (El Litoral, 31; El Tribuno,
21; El Territorio, 1; Formosa, 3; Documento de ENDEPA: Recuperar nuestra tierra es volver a la
vida).
-El Instituto de Comunidades Aborgenes de Formosa a travs de la Direccin de Topografa ha
realizado un programa de trabajo y presupuesto estimativo, para la ejecucin de la mensura,
relevamiento y encuadramiento de los asentamientos de las etnias toba, wich y pilag (La
Maana, 13; Nuevo Diario, 4).
-El gobierno de Ro Negro dispuso la creacin de la Direccin General del Indgena con la
participacin de las comunidades indgenas de la provincia. El anuncio oficial procura resolver la
polmica situacin planteada por las crticas del Consejo Asesor Indgena al proyecto de ley del
indgena recientemente elevado a la Legislatura (La Razn, 6).
-Llega el papa Juan Pablo II a la Argentina y se rene con comunidades indgenas. En su
llegada a Viedma (Ro Negro) el Papa se encuentra con una multitud estimada en 20.000
personas, de las cuales unas 1500 son mapuches provenientes de distintos puntos de la provincia.
El Papa se dirigi especialmente a ellos en la lengua aborigen y se defini a s mismo como un
mapuche ms.
En un documento entregado al pontfice, la comunidad mapuche record la complicidad de la
Iglesia argentina en la matanza de indgenas que incluy un episodio histricamente denominado
la conquista del desierto (Diario Popular, 7; La Razn, El Cronista Comercial, final, La Capital,
Rosario, La Capital, Mar del Plata, El Eco de Tandil, La Voz del Interior, El Tribuno, 8).
-Cerca de 70.000 personas escucharon en Salta la palabra del Papa, entre los cuales se
encontraban centenares de indgenas para los que Juan Pablo II tuvo especiales palabras (La
Capital, Mar del Plata, El Tribuno, Clarn, La Razn, 9).
-En su escala en Corrientes el Papa se dirigi a los fieles en algunas palabras en guaran, luego
de afirmar que quera en primer trmino saludar a los primeros habitantes de esta tierra (La
Capital, Mar del Plata, 10).
-En declaraciones al diario final, el presidente del Banco Hipotecario Nacional, Anbal
Reinaldo, anunci que entre las iniciativas de la institucin se cuenta la resolucin del problema
habitacional de comunidades indgenas, respetando sus costumbres. El culto al humo que exige la
instalacin de un brasero en la vivienda, o el rechazo de sanitarios en los baos, por parte de tobas
y matacos son algunos de los problemas que enfrentan los tcnicos de la entidad financiera oficial
(final, 21).
-Se crean en Ro Negro la Direccin General de Comunidades Indgenas y el Consejo General
de Comunidades Indgenas (decreto 542). Ambos organismos funcionarn en la rbita del
Ministerio del Trabajo y Accin Social. Como titular del primer organismo fue designado Eulogio
Frites, de origen colla, mientras que el Consejo de Comunidades quedar integrado por
representantes de las comunidades indgenas, asociaciones civiles dedicadas a la promocin de la
comunidad aborigen y representantes de organismos pblicos (Clarn, 22).
-Qued constituido el Consejo Nacional de Pueblos Indios luego del Encuentro Nacional de
Comunidades Indgenas realizado entre el 16 y el 20 de abril en la localidad de Quilmes, Tucumn
(La Gaceta, 23).
-La designacin del colla Eulogio Frites como titular de la direccin de Asuntos Indgenas de
Ro Negro es objetada por el Consejo Asesor Indgena: Reconocemos como nico organismo
representativo del pueblo mapuche al CAI, creado en 1985 a instancias del gobierno provincial y
formado por representantes de ms de setenta parajes entre ellos de las cooperativas de
pequeos productores laneros, de artesanos, de trabajadores rurales y de los centros mapuches de
Jacobacci y Bariloche (Ro Negro, 22, 26 y 6/5).
-El asesor mdico de la Asociacin Indgena de la Repblica Argentina, Horacio Arena, asegur
que el estado sanitario de los aborgenes en general de la provincia de Salta es bueno, no el
ptimo. Las enfermedades ms comunes son la desnutricin, la tuberculosis, el mal de Chagas y
las venreas. Se inform que semanalmente agentes sanitarios recorren la zona para su control
(La Razn, 21).
MAYO
-Dirigentes de las parcialidades tobas, mocoves y matacos del Chaco afirmaron que los 30.000
indgenas de la provincia no se presentarn a votar en las prximas elecciones de septiembre si la
legislatura no sanciona la llamada ley del aborigen que entre otras cosas restituye las tierras. El
proyecto de ley fue elaborado por dos congresos de representantes de las 63 comunidades
organizadas en todo el territorio del Chaco y enviado luego por el PE a la legislatura en noviembre
de 1986 (Clarn, 12).
-Se aprob en el Chaco la Ley del Aborigen. Despus de una larga sesin y tras una insistente
presin por parte de una nutrida movilizacin de miembros de las comunidades, que se instalaron
por ms de tres das frente a la Cmara de Diputados, la legislatura aprob la ley del aborigen,
restituyndoles, entre otras cosas y en carcter de reparacin histrica, las tierras de las que
fueron desposedos.
La ley prev la creacin del Instituto del Aborigen Chaqueo (IDACH), expresando adems que
se reconocen a las culturas e idiomas toba, mataco y mocov como valores constitutivos del acervo
cultural de la provincia afirmando que los aborgenes tobas, matacos y mocoves tienen derecho
a estudiar su propio idioma en las instituciones de enseanza primaria y secundaria de las reas
aborgenes para lo cual se instrumentar la asignatura y/o ctedra correspondiente. La educacin
impartida por los establecimientos escolares que atienden el universo indgena se realizar en
forma bicultural y bilinge (Crnica, 9; Norte, 9, 13, 14, 15, 18; final y Clarn; 15; El Territorio, 14
y 18).
-Dirigentes indios debaten en Posadas distintos proyectos de ley para las comunidades de la
regin (La Maana, 15).
-Un grupo de representantes de comunidades indgenas del NOA realiz una manifestacin
frente a la Casa de Gobierno en Plaza de Mayo, para pedir la urgente reglamentacin y aplicacin
de la ley 23.302 (Crnica, 9).
-Reunin Nacional de Pueblos Indios desde el 16 al 20 en Quilmes, Taf del Valle (Tucumn),
convocada por el Centro Kolla y con el auspicio del Consejo Indio de Sud Amrica (CISA). Se
tratarn temas de inters para las comunidades de las distintas provincias (La Gaceta, 12, 21; final,
11; La Tarde, 16, final, 28).
-Se aprob en Posadas, Misiones, la ley del aborigen (N 2435) que otorga importantes
beneficios a las comunidades guaranes de la zona. Dicha norma fue objeto de intensos debates
previos entre legisladores, el PE y la iglesia local (Ecos Diarios, 16; El Territorio, 10, 16, 17, 20, 21,
29; El Heraldo, 15; La Maana, 14/6 y poca, 14/6).
-Con motivo de conmemorarse el 206 aniversario de la muerte de Jos Gabriel Condorcanqui,
Tpac Amaru, el Centro Kolla de Buenos Aires convoc a los legisladores nacionales y provinciales
a hacer un minuto de silencio en memoria de los mrtires de la libertad (Clarn, 17).
-La Fundacin Cruzada Patagnica anuncia la puesta en marcha de la campaa pro hogar para
menores mapuches del Neuqun (final, 27).
JUNIO
-Experiencia bilinge con los aborgenes del Chaco. En los prximos das comenzar a
funcionar un Centro Educativo Rural en la comunidad aborigen El Colchn, destinado a indios
mayores de 14 aos, el que desarrollar su programa en forma bilinge y bicultural sobre la base
permanente de dos lenguas: castellano y toba. La experiencia, que abarcar dos ciclos de tres aos
cada uno, se llevar a cabo mediante un convenio firmado entre el Consejo General de Educacin,
la Direccin Provincial del Aborigen, la Junta Unida de Misiones y la Asociacin Comunitaria El
Colchn (La Prensa, 1; Clarn, 6; Norte, 22).
-Festival de la Solidaridad con los indios mapuches de El Bolsn, Ro Negro, organizado por el
Centro Kolla para ayudar a los 2585 indgenas que viven en El Bolsn (Clarn, 26).
-El obispo de Posadas Carmelo Giaquinta calific a la recientemente sancionada ley del
aborigen como mal concebida y mal parida y desafi a un debate sobre el tema al diputado
radical Carlos Santa Cruz, encargado de fundamentar el dictamen mayoritario de la Cmara de
Representantes cuando esta la aprob (final, 14, 28, 30; La Maana, 29; El Territorio, 14; La
Gaceta, 30; La Razn, 30).
-En el marco de la recientemente aprobada ley del aborigen 3258, el PE de la provincia del
Chaco entrega 18 ttulos de propiedad y subsidios adems de ser efectivizadas como personas
jurdicas once nuevas asociaciones aborgenes (El Territorio, 25).
-Contina en Ro Negro la polmica entre el gobierno provincial y el Consejo Asesor Indgena
por considerarse este excluido de los mecanismos de decisin (La Nueva Provincia, 23; Ro Negro,
20, 24).
JULIO
-Realizan obras de defensa para aborgenes en el noroeste bonaerense ante la actual onda de
crecida de las zonas inundadas (final, 11).
-Candidatos indgenas en las listas peronistas del Chaco: el cacique toba Nieves Ramrez se
presentar como candidato a diputado provincial y Rogelio Herrera se postular como primer
concejal (intendente) en El Sauzalito, poblacin a
500 kilmetros de Resistencia (final; La Razn; Diario Popular, 14).
-Comienza un curso de capacitacin de auxiliares docentes aborgenes en el Chaco. El mismo
forma parte de una prueba piloto a travs de la cual se obtendrn auxiliares docentes que pasarn
a desempearse dentro de la modalidad aborigen del Consejo General de Educacin de la
Provincia. A este primer curso que durar 20 meses asistirn 25 alumnos representantes de
las comunidades aborgenes de Pampa del Indio, La Tigra, El Pastoril, Colonia Aborigen,
Resistencia, Juan Jos Castelli y Presidencia Roque Senz Pea (El Territorio, 15, 16; Norte, 15,
16, 18).
-Fue proclamado el segundo jefe de la agrupacin Atreuco (mapuche) Antonio Caicul, como
candidato a diputado provincial por el Frente Justicialista (octavo lugar) en representacin del
pueblo mapuche y a propuesta de 16 comunidades indgenas (Ro Negro, 14).
-En Rosario, Santa Fe, ceden terrenos ferroviarios para reubicar a indios tobas del barrio
Empalme Graneros (El Heraldo, 16; El Litoral, 17).
AGOSTO
-La Unin Cvica Radical propone como candidato a intendente de Pampa del Indio al cacique
Maciel Medina mientras que la Alianza Chaquea, integrada por fuerzas centristas, lleva como
candidato a diputado provincial al toba Pablo Lorenzo (final, 7; El Territorio, 31/7).
-Luisa Calcumil presenta en Buenos Aires su espectculo unipersonal Es bueno mirarse en su
propia sombra (final, 7; La Razn, 13).
-El agua amenaza a los mapuches: unas 60 familias del partido de General Viamonte estn
amenazadas por las aguas que en forma constante avanzan hacia el este buscando su desage
natural e incrementando en tres veces el rea inundada en la provincia de Buenos Aires. Son los
descendientes del cacique Ignacio Coliqueo (Clarn, 10).
-La Fundacin Arise and Shine World Ministries, con sede en Santa Mnica, California,
EE.UU., anunci un programa de ayuda y asistencia a las comunidades indgenas y otros sectores
carenciados del Norte argentino (Clarn, 19).
-Reclamos y denuncias de las comunidades mapuches de Ro Negro. Se ha previsto una
movilizacin de indgenas por las calles de Viedma hasta la Legislatura y la Casa de Gobierno para
rechazar la ley del aborigen remitida oportunamente por el PE al Parlamento ya que niega la
participacin de las comunidades indgenas en defensa de sus derechos. El Consejo Asesor
Indgena, integrado por delegados de 72 comunidades indias y vinculado al obispado de Viedma,
denunci asimismo que de los 20 millones de hectreas de Ro Negro, 14 estn en pocas manos y
las otras 6 son de propiedad de medianos productores y comerciantes. De estas tierras, se
consigna, nuestros hermanos mapuches y los campesinos pobres solo poseen entre 100 y 200 ha
por familia, de tierras en su mayora sin agua, ni pastos para los animales.
Respecto a la discriminacin de que son objeto sostiene que los mapuches muchas veces son
rechazados en distintos trabajos por tener apellidos indgenas enfatizando que para realizar sus
rogativas necesitan permiso policial (Clarn, 25; Crnica, 25; Ro Negro, 25, 26, 28, 29).
-Con el objeto de alcanzar el crecimiento socioeconmico del rea de frontera sur de la
provincia del Neuqun y de las comunidades indgenas, el gobierno dispuso la creacin de la
corporacin interestadual Pulmar para administrar y supervisar la explotacin de 112.000 ha. Se
anunci que est previsto el desarrollo de actividades ganaderas, mineras, industriales,
comerciales y tursticas, mediante la aplicacin de un programa de desarrollo a 30 aos (final, 27).
-Son candidatos a diputados provinciales por el PJ en Formosa el toba Juan Caballero y el wich
Jorge Bonilla (Nuevo Diario, 6, 7).
-El candidato a diputado provincial del Justicialismo chaqueo y cacique toba Nieves Ramrez
reclam que se suprima de los libros escolares la palabra salvaje cuando mencionan al indio,
porque entre otras, si analizamos lo que hicieron blancos e indios en su lucha, quiz resulte que
no somos los indios los salvajes (Crnica, 4; La Razn, 5).
-Las comunidades aborgenes del Chaco solicitaron al gobierno provincial una reserva de
150.000 ha dentro del denominado Plan Bermejito de colonizacin que se encuentra en estudio
y abarca un rea de 50.000 ha (Norte, 5).
-Fue creado en Tucumn el Consejo Provincial del Aborigen, para el afianzamiento de la
organizacin de cada una de las comunidades indgenas que habitan el territorio tucumano (La
Gaceta, 18).
SEPTIEMBRE
-El cacique toba Nieves Ramrez gan una banca de diputado provincial en el Chaco por el PJ.
Desde ese puesto adelant defender los derechos de mis hermanos y no descansar hasta
que a cada uno le sea devuelto un pedazo de la tierra que siempre le perteneci (Clarn, 8; El
Tribuno, 2).
-Muere en Asuncin, Paraguay, a consecuencia de un aneurisma cerebral, la cantante mapuche
Aim Pain (final, 13, 14; Crnica, 13, 18; Clarn, 12, 18; La Razn, 13, 14).
-Expropian 60.000 ha en Ro Negro para reubicar una reserva indgena, al producirse la
inundacin del embalse de la presa de Piedra del guila que la empresa Hidronor construye sobre
el ro Limay (final, 26; La Nueva Provincia, 26; Clarn, 30).
-La cuestin indgena en la historia argentina es el tema de las III Jornadas de
Perfeccionamiento Docente que se llevan a cabo en el Instituto de Investigaciones Histricas del
Museo Roca dependiente de la Secretara de Cultura del Ministerio de Educacin y Justicia (final,
22; Pgina/12, 22).
OCTUBRE
-Muere en Crdoba, atropellado por un conductor que se fug, un adolescente de 14 aos,
habitante de una villa de emergencia y sin familiares. Su nombre: Jos Ral Sahiueque (Clarn,
27).
-Protesta indgena por los festejos oficiales del Da de la Raza. La AIRA ha convocado a una
concentracin en Plaza de Mayo (Clarn, 12; final, 12; Nuevo Diario, 12).
-Por su parte, la entidad Organizaciones Indias, frente al Congreso, repudi la celebracin del
12 de Octubre y record el genocidio de sus antepasados (Clarn, 13; Pgina/12, 13).
-Muestras de artesanas indgenas en Buenos Aires: araucanas y guaranes (El Territorio, 30).
-El encuentro regional de antroplogos que deliber en Trelew propugn, entre otras medidas,
institucionalizar la participacin de los aborgenes en todas las instancias de los asuntos que les
ataen (Crnica, Comodoro Rivadavia, 1).
-Encuentro Ecumnico sobre Pastoral Indgena llevado a cabo en Reconquista, Santa Fe. Cont
con la presencia de 42 participantes indgenas y agentes pastorales cristianos de Brasil, Chile,
Paraguay y Argentina, quienes hicieron un relevamiento de la realidad social y de la actitud de las
Iglesias frente a la misma.
El encuentro fue organizado en Argentina por ENDEPA y su secretario ejecutivo, Francisco
Nazar, inform que los participantes coincidieron en sealar la existencia de polticas
antiindigenistas en todos los pases de la regin. La realidad indgena dijo Nazar se agrava
por el empobrecimiento general de los sectores populares, como consecuencia de problemas como
la carga que impone el pago de la deuda externa y de polticas que no tienen en cuenta las
necesidades de los sectores ms postergados.
Los participantes comprobaron la existencia de una contradiccin entre el discurso evanglico
y la prctica de la Iglesia advirtiendo que se asiste a una constante tensin entre el
asistencialismo que surge en filas de las Iglesias y la necesidad y el derecho a la autodeterminacin
que tienen las comunidades indgenas (Nuestra Presencia, 23).
NOVIEMBRE
-Muestra de labores mapuches en Buenos Aires, a beneficio de las comunidades que habitan el
departamento de Huiliches, Neuqun (final, 4).
-Se realiza un festival denominado Encuentro Ayelen con el objeto de que los aborgenes de la
comunidad de matacos El Potrillo en Formosa recuperen su identidad y vuelvan a la vida
(Clarn, 11).
-El director de reas de Fronteras, Jos Lucas Echegaray, inform que la Administracin
Nacional de Parques Nacionales est elaborando un proyecto de ley para la concesin de 12.000
ha a la reduccin indgena Curruhuinca en inmediaciones de San Martn de los Andes, Neuqun
(La Razn, 18; Clarn, final, 20).
-Basilio Soria, presidente del Instituto Provincial del Aborigen de Salta, anunci en Buenos
Aires un plan de asistencia tcnica en capacitacin para dirigentes de las comunidades de su
provincia.
Soria, quien asisti en la Capital a una reunin sobre capacitacin organizada por el Ministerio
de Salud y Accin Social de final, mencion, entre otros proyectos, el de desarrollo agrcola en
huertas familiares en los barrios La Loma y Los Tapietes en Tartagal; el de administracin y
creacin de talleres mltiples (El Tribuna, 5).
-Las comunidades indgenas de Wichi Lawet, Notsahitaj, Ticha de Pozo del Montero y Tekles
de Sumayen en la provincia de Formosa, recibieron del gobierno provincial los ttulos de
propiedad de las tierras que ocupan desde hace aos (Accin de INCUPO).
DICIEMBRE
-Pastoral de Navidad a los indgenas guaranes en Misiones a cargo del obispo diocesano de
Iguaz, el jesuita Joaqun Pea Betlevel:
Perdn, en nombre de los blancos, porque no les hemos sabido anunciar a Jess [...]. Tambin
porque Jess naci el Da de Navidad, como un nio muy, pero muy pobre, y nosotros no
sabemos festejarlo si no es tirando plata y comiendo mucho [...]. En Beln haba mucha oscuridad
y pobreza, pero nosotros lo hemos llenado todo de luces y regalos. Alrededor de su cuna de paja
haba mucho cario pero nosotros estamos todos peleados y en nuestros corazones ya no reina el
amor [...]. Queridos hermanos guaranes: nosotros queramos ensearles a ser cristianos, pero
con nuestro ejemplo, muchas veces les hemos mostrado todo lo contrario; por eso les pedimos
perdn; estamos arrepentidos y queremos ser nosotros los que aprendamos de ustedes (El
Patagnico, 22).
1988
ENERO
-Estn en pleno desarrollo proyectos de educacin bilinge-bicultural en Formosa y Chaco,
segn inform el antroplogo Jean Charpentier, quien desde
1970 se encuentra trabajando en la zona con proyectos solicitados por entidades privadas y
oficiales. Dicho profesional, que centra su tarea en la formacin de maestros auxiliares
indgenas, encuentra tres obstculos a la accin educativa: primero, los partidos polticos, con su
sistema de promesas para captar votos; segundo, el asistencialismo, que regala cosas y desmoviliza
a la gente; tercero, la idea de lo bilinge o bicultural como un atentado a la unidad nacional,
cuando nosotros decimos lo contrario. No se trata de dividir la patria sino de ser argentinos pero
con races. Es crear una cultura de dilogo y no de nivelacin.
Charpentier inform finalmente que est asesorando a un indgena pilag en la redaccin de un
libro sobre la historia de esa cultura, primer proyecto en el pas en su tipo (Edicin, 4,13).
FEBRERO
-El diario final de Buenos Aires a travs de un enviado especial a Salta y Formosa denuncia la
situacin de extrema marginalidad de las comunidades matacas y tobas, a pesar de lo cual
continan luchando por su supervivencia (final, 21, 22 y 23).
-Aborgenes formoseos en estado de alerta frente a la crecida del Pilcomayo, segn lo inform
el Instituto de Comunidades Aborgenes, que dispuso preparativos para acudir en auxilio de
eventuales damnificados por las aguas (La Razn, 3).
-Primer Encuentro de Artesanos aborgenes de la provincia del Chubut se llevan a cabo en la
ciudad de Esquel (Crnica, Comodoro Rivadavia, 23 y Jornada, 15 y 20).
MARZO
-Los mapuches de Ro Negro efectuaron un llamado al gobernador de la provincia, Horacio
Massaccesi, para que se respete el anteproyecto de ley indgena elaborado en forma conjunta por
el Consejo Asesor Indgena y los funcionarios de la anterior administracin, pero que nunca fue
puesto en funcionamiento. No se puede hacer poltica para los paisanos sin los paisanos,
expresaron los dirigentes indgenas (Pgina/12, 11).
-La comunidad indgena Cacique Pincn entreg al ministro de Accin Social de la provincia
de Buenos Aires un petitorio solicitando parcelas de tierras fiscales ubicadas en el partido de
Ensenada.
La comunidad est integrada por 100 familias asentadas actualmente en zonas de Trenque
Lauquen anegadas por las aguas. El presidente de la comunidad y portador del petitorio es
Lorenzo Salvador Cejas Pincn, bisnieto del cacique Pincn.
Es intencin de los reclamantes poner en marcha en su nuevo asentamiento un polo de
desarrollo que comprenda laboreo de tierras, cra de ganado vacuno y porcino, produccin de
pollos y cra de conejos para carne y lana, mediante una administracin cooperativista (La Razn,
12).
-El intendente de Resistencia, Chaco, Deolindo Bittel, entreg a familias indgenas los ttulos de
propiedad de las viviendas que ocupan desde hace unos 20 aos en el llamado Barrio Toba
(Clarn, 19).
-IIencuentro Contemporneo con nuestras culturas aborgenes, organizado por el
Departamento de Extensin Cultural del Centro Cultural General San Martn de Buenos Aires
(Pgina/12, 15).
ABRIL
-Animales baleados y la prohibicin de acercarse a la nica laguna de la zona, en la comunidad
mapuche de la ciudad rionegrina de Zapata, hechos denunciados por Hctor Leuno, coordinador
de la comunidad Zapata de indgenas mapuches. El sector corresponde a Parques Nacionales y
han recado las sospechas de las matanzas de los animales en el propio guardaparque (Crnica,
Comodoro Rivadavia, 20).
-Representantes del Centro Aborigen Pei Mapu de Puerto Madryn solicitaron a la
Legislatura provincial la sancin de la ley provincial del aborigen como asimismo participar del
Consejo Econmico-Social recientemente creado en el Chubut (Crnica, Comodoro Rivadavia,
22).
MAYO
-Por primera vez en su historia, la agrupacin mapuche Zapata, en Neuqun, eligi mediante
voto secreto, en forma democrtica, su nueva conduccin. Resultaron electos Luis Quilaqueo
(jefe) y Lidia Pichum (segundo jefe) con 38 votos sobre un total de 59 sufragantes (Pgina/12,
18).
JUNIO
-Con el voto unnime de todos los bloques legislativos se aprob en la Cmara nica de la
provincia de Formosa la primera ley antidiscriminatoria de la historia jurdica del pas.
El texto expresa en su artculo primero que queda prohibido en el mbito territorial de la
provincia toda accin que utilizando cualquier medio de comunicacin social promoviere,
provocase, instigare o incitare a promover acciones de discriminacin entendiendo por tales a los
actos discriminatorios determinados por motivos como raza, religin, nacionalidad, ideologa,
opinin poltica o gremial, sexo, posicin econmica, condicin social o caracteres fsicos.
En el debate previo a la sancin de la ley, se fundament con el ejemplo de los actos
discriminatorios sufridos histricamente por las comunidades indgenas de Formosa (Pgina/12,
7).
-Se presenta en Ushuaia Luisa Calcumil, interpretando en la III Fiesta Nacional de la noche
ms larga su espectculo unipersonal Es bueno mirarse en su propia sombra (final, 23).
-Una mujer mapuche y sus tres hijos lograron sobrevivir una semana en medio de una
sucesin de tormentas de nieve y temperaturas de hasta 15 bajo cero en Neuqun (Clarn, 26).
-Miembros de comunidades tobas radicados en el departamento Bermejo, provincia del Chaco,
gestionaron la transferencia de la propiedad de las tierras que habitan ante el ministro de Salud y
Accin Social, Ricardo Barrios Arrechea (Clarn, 21).
-Ser creado el Instituto Chaqueo del Aborigen, conformado por representantes de las tres
etnias de la provincia: mocoves, tobas y matacos, con posterioridad a las elecciones del 17 de julio
cuando las distintas comunidades designarn a sus delegados (El Territorio, 16).
-Reclamo del legislador Nieves Ramrez y del presidente de AIRA, Rogelio Guanuco, por el caso
del aborigen toba Horacio Gmez, muerto por un polica (Norte, 19).
-El maestro especial de Tcnicas Agropecuarias de la Misin Nueva Pompeya del Chaco, Oscar
Pablo Putzolo, denuncia que el 18 de junio una nia mataca de 13 aos fue violada por dos policas
del pueblo, en el local de la propia comisara, adonde fue llevada a empujones y amenazada con
pistola reglamentaria (Norte, 30).
JULIO
-El ministro de Salud y Accin Social recibi a 13 delegados de las 7 comunidades tobas de
Ingenio Las Palmas y La Leonesa (Chaco), que reclaman para sus 300 familias la posesin de
15.000 ha de tierras ubicadas en esas fincas y que son propiedad del Estado (Norte, 20;
Pgina/12, 20, y La Prensa, 22).
-La Asociacin Indgena de la Repblica Argentina reclama la reglamentacin de la ley 23.302
de poltica indgena y de apoyo a las comunidades aborgenes (Pgina/12, 30).
-El Poder Ejecutivo de la provincia de Misiones elev a consideracin de la Legislatura
misionera un proyecto de ley del aborigen en el que se propicia una revisin de la ley 2435,
aprobada por mayora el 12 de junio pasado, fundamentndose en que nuestros compatriotas
guaranes no deben ser considerados como objetos de estudio social conservable en una probeta
de laboratorio (El Territorio, Posadas, 26; El Cronista Comercial, 27).
-Se inicia en Viedma la discusin entre el gobierno y el Consejo Asesor Indgena para la
elaboracin de la ley del aborigen (Ro Negro, 26).
-Alrededor de 13.000 indgenas tobas, mocoves y matacos irn a las urnas el 7 de agosto para
elegir sus representantes por el Instituto del Aborigen Chaqueo (La Maana, 9; final, 16; El
Territorio, 30).
-El Ministerio de Bienestar Social y el Instituto Provincial del Aborigen firmaron un convenio
de colaboracin recproca a travs del cual ejecutarn programas de desarrollo econmico social
destinados a las comunidades aborgenes asentadas en los departamentos San Martn, Orn,
Rivadavia, Anta y Metn.
Mediante el acuerdo, la Direccin General de Cooperativas y Mutualidades del Ministerio de
Bienestar Social se compromete a asesorar, orientar, educar y brindar todo tipo de accin que
permita la formacin de cooperativas o mutuales (El Tribuno, 9, 11).
-El sacerdote Francisco Nazar advirti sobre el escandaloso contrasentido que significa para la
provincia de Formosa contar con un recurso natural trascendente como el petrleo, cuyos
beneficios favorecen solo a Yacimientos Petrolferos Fiscales mientras el oeste formoseo y ms
precisamente el departamento Ramn Lista se debate en una progresiva miseria, donde tenemos
escuelas que son ranchos solo con un nmero y que no tienen paredes, donde tenemos un solo
mdico que es mujer, donde no tenemos agua potable y donde no hay combustible para una
ambulancia, a pesar de que all se extrae el petrleo.
Nazar denunci adems la existencia de actos de injusticia hacia las comunidades indgenas
responsabilizando de algunos de ellos al titular de la Corporacin para el Desarrollo del Oeste
(CODEO), Walter Godo (La Maana, 1).
-Se desata un debate en Formosa entre distintos sectores de la provincia a partir de las
denuncias del sacerdote Nazar. Como resultado de ello, el vicegobernador a cargo del Poder
Ejecutivo provincial, Gildo Insfrn, dispuso la realizacin de una auditora a travs de la
Contadura General de la Provincia y del Tribunal de Cuentas en el mbito de la CODEO.
Mientras tanto, algunos legisladores proponen modificar la ley N 560 de Regalas Petroleras a
fin de destinar fondos para el desarrollo del Oeste y sus problemas (Nuevo Diario, 3, 4, 6, 7; La
Maana, 3, 4, 5, 6, 7, 9).
-El Club de Leones de Villa ngela, Chaco, inaugurar prximamente la provisin de agua
potable a unas 70 familias de aborgenes del barrio Lote 20 (Norte, 23).
AGOSTO
-Preocupa la actual sequa en vastas zonas de la provincia de Formosa, temindose que la
situacin se agrave a medida que se avance hacia la temporada estival (Nuevo Diario, 4; La
Maana, 6).
-Con el auspicio de la Secretara de Cultura de final se realizar el 30 en el Instituto Nacional de
Antropologa una jornada de Estudios Indgenas en la Argentina a cargo de distintos
especialistas (La Prensa, 26; Pgina/12, 30).
-Ms de 13.000 indgenas votaron en todo el Chaco para elegir sus representantes en el
Instituto del Aborigen del Chaco (IDACH) (Norte, 8, 13, 19).
SEPTIEMBRE
-Quedaron habilitadas 1100 viviendas en el paraje Nuevo Potrillo, Formosa, donde se ejecuta
un operativo de relocalizacin de matacos cuyos anteriores asentamientos resultaron arrasados
por las inundaciones del ro Pilcomayo (final, 17).
-Un convenio para la reubicacin de la reserva indgena Pilquiniyeu del Limay fue firmado por
el gobernador de Ro Negro y el presidente de la empresa Hidronor.
-El gobierno provincial dispuso la expropiacin de la estancia Mara Sofa para destinarla al
nuevo asentamiento de la comunidad mapuche (final, 20).
-Representantes de 20 etnias y comunidades indgenas se reunieron con el senador nacional
Fernando de la Ra (UCR) para solicitarle que interceda ante el presidente Alfonsn en favor de la
pronta reglamentacin de la ley 23.302 de la que es autor el legislador, sancionada hace ya tres
aos. Rogelio Guanuco, titular de la AIRA, inform posteriormente al periodismo acerca de lo
tratado en la reunin, haciendo referencia a la situacin actual de las comunidades indgenas
diseminadas en distintas zonas de nuestro territorio, precisando que actualmente viven en la
Argentina alrededor de un milln de descendientes de los habitantes originarios de este
continente (final, 27).
-Integrantes de la comunidad wich de General Mosconi, Salta, denuncian hostigamientos de
los funcionarios de la Municipalidad y del Consejo General de Educacin as como tambin la falta
de valoracin y respeto por sus costumbres en la escuela (Clarn, 27; El Tribuno, 27).
-El presidente del IPA de Salta, Basilio Soria, reclam la entrega de tierras a las comunidades de
su provincia, en conformidad con la ley 6373 de 1986. El mismo reclamo fue formulado por
legisladores (16).
-Aborgenes de los asentamientos de San Andrs, Santa Cruz, y El Angosto en Orn, Salta,
iniciarn una mucha a pie hacia Buenos Aires si no obtienen una respuesta favorable a su pedido
de expropiacin de las tierras que ocupan, que son de empresas radicadas en el norte de la
provincia, para que pasen a ser de su propiedad (Clarn, 21; La Razn, 21).
OCTUBRE
-Dirigentes de la AIRA fueron recibidos por el Consejo Directivo de la Confederacin General
del Trabajo, para que la CGT y el hermano Ubaldini se hagan cargo orgnicamente de denunciar
la explotacin de brazo barato de los indgenas.
Los visitantes hablaron en nombre de sus hermanos describiendo la actual situacin de
marginalidad en que continan las comunidades e invitaron al secretario general Sal Ubaldini al
Maln de la Paz que todos los domingos a las 11 parte desde Plaza Flores hacia la feria de
Mataderos (Pgina/12, 1; La Prensa, 1; Diario Popular, 2; Crnica, 30/9).
-Muestra de arte aborigen toba, pilag y mataco en el CFI organizada por el Instituto de
Comunidades Aborgenes de Formosa (final).
-El ltimo fin de semana finaliz en Crdoba el IIencuentro Nacional de Pastoral Aborigen, que
tuvo por finalidad analizar la situacin de las comunidades indgenas frente al hecho, para algunos
celebracin, de los 500 aos de la colonizacin espaola (Pgina/12, 11).
-En el transcurso de las deliberaciones se plantearon como temas principales la propiedad de la
tierra, las deficiencias educativas y la falta de una adecuada atencin sanitaria (La Voz del Interior,
16).
NOVIEMBRE
-Se estrena en Buenos Aires el film Hombres de barro, que narra la vida de una comunidad
indgena en Jujuy.
Su director, Miguel Mirra, dijo que es el primer largometraje argentino donde el indgena tiene
una participacin activa y protagnica, no solo en las imgenes y en la ancdota, sino tambin en
la elaboracin del guin y en la realizacin (Pgina/12, 15, 18; El Cronista Comercial, 18; El
Heraldo de Buenos Aires, 16; Buenos Aires Herald, 19).
-Del 25 al 27 de noviembre se realizar en Junn de los Andes, Neuqun, el undcimo
parlamento mapuche neuquino (La Nueva Provincia, 7).
-La dicesis de San Ramn de la Nueva Orn, Salta, admiti que el principal problema del
aborigen es el de la promocin humana, y dentro de su cultura, es el de la tierra: En el proceso de
ventas de tierras afirm monseor Gerardo Sueldo y de enajenacin, a medida que el aborigen
va quedando marginado, se va afectando su propia dignidad. A causa de ello, algunas
comunidades de aborgenes se encuentran dentro de tierras privadas, que plantean una seria
dificultad, ya que puede provocar conflictos de violencia (El Tribuno, 13).
-El cacique toba Roque Chancay reivindic las luchas de su pueblo y sus reclamos de tierras
para las 64 naciones indgenas que viven en el Chaco ante la necesidad de poder mantener a
nuestras familias, no trabajando como esclavos en beneficio de los terratenientes del lugar (La
Razn, 27; La Maana, 27).
-Fue designada Mara Aurelia Rojas de Bonetti como directora general de Asuntos Guaranes,
organismo que depende directamente de la vicegobernacin de Misiones (El Territorio, 30).
DICIEMBRE
-Se sancion la ley integral del indgena, que crea el Consejo para el Desarrollo de las
Comunidades Mapuches de Ro Negro.
El obispo de Viedma, Miguel Hesayne, y representantes del Consejo Asesor Indgena (CAI)
expresaron su satisfaccin por dicha sancin: La Iglesia Catlica dijo el obispo aspira a que
con la participacin protagnica de los paisanos y su organizacin se revierta la situacin de
marginacin y opresin que viven hoy nuestros hermanos indgenas logrando la recuperacin de
sus tierras, el respeto a su cultura y una vida digna (Ro Negro, 1; Pgina/12, 3; Crnica, 9; La
Voz del Interior, 20; Jornada, 27).
-De manos indias, mercado de artesanas organizado en Buenos Aires por el Ministerio de
Salud y Accin Social de final (Pgina/12, 20; final, 29; El Periodista de Buenos Aires, 29; La
Prensa, 3/1).
-Tierras para los indgenas en Chubut: se ha creado una comisin que tendr por finalidad
identificar y adjudicar tierras dentro del territorio provincial que sern entregadas a las
comunidades indgenas en una zona que comprende un total de 1.200.000 ha (final, 26).
-Se desarroll la vigsima edicin de la Feria de la Artesana en Quitilipi, Chaco, con la
presencia de ms de 400 artesanos correspondientes a 61 comunidades (Norte, 5).
-Se representa en el CFI de Buenos Aires, una feria que expone productos del Instituto de
Comunidades Aborgenes de Formosa, provenientes de la poblacin toba, pilag y mataca de la
provincia (El Cronista Comercial, 14).
-Las autoridades de la provincia del Chaco reconocieron hoy que a causa de la contaminacin
de las aguas en tres municipios ubicados a 600 kilmetros de Resistencia murieron dos nios.
Asimismo sealaron que en las zonas afectadas hay numerosos casos de hepatitis, diarrea y
gastroenteritis entre los habitantes, la mayora pertenecientes a las comunidades de matacos y
mocoves (Norte, 29; Los Andes, 30).
-Se realiza en Salta la Jornada por la Tierra, que tiene por objeto exponer y debatir sobre el
marco jurdico y doctrinario del acceso a la propiedad de la tierra a las comunidades aborgenes (El
Tribuno, 7, 10).
-Las Jornadas preparatorias del Primer Parlamento Nacional Aborigen, que tendr lugar
durante el prximo mes de abril, se estn realizando en Resistencia, Chaco (El Territorio, 18;
Norte, 19; Clarn, 21).
-El Ministerio de Asuntos Sociales de la provincia de Salta entreg un cargamento de 6
toneladas de vveres y ropas a comunidades aborgenes del ro Pilcomayo, que estn en crtica
situacin (El Tribuno, 6).
-La Comisin Promotora del Movimiento Indgena Justicialista Chaqueo decide realizar el
Primer Congreso Provincial del MUCH, que analizar la posicin de esa corriente poltica en el
seno del peronismo local (El Territorio, 26).
1989
ENERO
-Muere en Trelew el cacique mapuche Manuel Epulef; por primera vez en su comunidad se
proceder a elegir democrticamente el cargo de cacique (Clarn, 16; final, 19).
-Legisladores chaqueos solicitaron al presidente Alfonsn la reglamentacin de la ley indgena.
No se pueden seguir ignorando los derechos de esa masa de compatriotas que sufren
discriminacin desde las pocas de la colonia, sostuvo el diputado Ramn Dussol (Pgina/12,
19).
-Experiencia educativa en Chorriarca, Neuqun, con indgenas mapuches basada en las
necesidades propias de las comunidades y en metodologas pedaggicas y contenidos propios de
su cultura (Ro Negro, 15).
-Se encuentra en ejecucin un plan de construccin de 800 viviendas para mapuches de
Neuqun, de las cuales 286 ya han sido terminadas e inauguradas (La Prensa, 9, 10; mbito
Financiero, 20).
-El presidente del Instituto de Comunidades Aborgenes de Formosa, Antonio Taboada,
anunci para este ao la entrega de 12.000 ha de tierra a las distintas comunidades, a la vez que
seal que el Instituto Provincial de la Vivienda entreg hasta la fecha 400 unidades
habitacionales (La Maana, 30).
-Se promulg en Chubut la ley de adjudicacin de tierras a comunidades aborgenes, a travs de
la cual se crea una comisin que tendr como funciones la identificacin de las tierras fiscales
ocupadas por indgenas y regularizar las distintas situaciones existentes en este aspecto (El
Chubut, 6).
FEBRERO
-Casi 8000 aborgenes wich, tobas y pilags de la provincia de Formosa eligieron por sufragio
universal y secreto a quienes durante un perodo de dos aos sern vocales del Directorio del
Instituto de Comunidades Aborgenes (Nuevo Diario, 11).
-El Poder Ejecutivo reglament hoy la ley 23.302 por la cual el Instituto Nacional de Asuntos
Indgenas (INAI) actuar como entidad descentralizada, con participacin indgena, dependiente
del Ministerio de Salud y Accin Social. El decreto correspondiente establece tambin que el
Instituto deber crear delegaciones en las regiones del noroeste, litoral, centro y sur del pas a los
efectos de promover el desarrollo integral de las comunidades indgenas (Clarn, 18).
MARZO
-El Secretario de Estado de Salud y Accin Social de final, Mario Anbal Losada, anunci en
Posadas que entr en vigencia la reglamentacin de la ley 23.302 de Asuntos Indgenas (final, 12).
-Un grupo de indgenas guaranes provenientes de distintos puntos del interior de Misiones
manifest frente a la Casa de Gobierno, en favor de la aplicacin de la ley provincial del indio,
sancionada por la legislatura en 1987. Los aborgenes manifestaron durante 6 das hasta que
despus de una reunin entre representantes de ellos y representantes del gobierno se lleg a un
acuerdo: el gobierno cede las tierras y subsidia la Asamblea Grande (Aty Guas)que se realizar
entre el 3 y 8 de abril y en donde se deber decidir el punto en suspenso: la representacin
indgena es el organismo de aplicacin de la ley (final, 12; Pgina/12, 16).
-Los primeros maestros aborgenes de Formosa egresarn del Centro Educativo N 1 a
principios de abril. Ser as la primera promocin de aborgenes con el ttulo de maestro especial
para el primer ciclo de modalidad aborigen, as como de perito contable en administracin
cooperativa. Son 34 jvenes que cursaron sus estudios en el Centro de Nivel Medio, en el barrio
Namqon de la Capital, establecimiento creado en 1985 (final, 21).
-Tierras para los Coliqueo. Descendientes del cacique Coliqueo residentes en Los Toldos
recibieron por parte del gobierno provincial las escrituras que los acreditan como propietarios de
alrededor de 400 parcelas correspondientes a la subdivisin de las tierras que habitan desde hace
ms de 120 aos (final, 25).
-Llega al pas Philippe Boirie, sobrino nieto del autotitulado rey de la Patagonia, Orelie-
Antoine de Tounens, y fue recibido por algunos miembros de comunidades indgenas mapuches
(final, Clarn, Pgina/12).
ABRIL
-La Comisin India 12 de Octubre repudia la visita de Philippe Boirie y se opone al tratamiento
dado al visitante por algunos representantes de AIRA y del Centro Kolla (Pgina/12, 5).
-Entregan tierras a indgenas en Chubut. El gobierno provincial entreg ttulos de propiedad de
tierras por 150.000 ha a 106 indgenas. La decisin se adopt en aplicacin de la ley provincial
3247, sancionada en 1988, que prev dar a los indgenas medio milln de ha, medida cuestionada
por entidades agropecuarias de la zona. La norma explican los legisladores intervinientes no
pretende quitarle nada a nadie, sino simplemente frenar el avance sobre los derechos de los
aborgenes (final, 21).
MAYO
-El sacerdote Cristbal Donaire solicita ayuda ante la crtica situacin por la que atraviesa la
comunidad indgena que l atiende en Salta (Clarn, 29).
JUNIO
-La Comisin de apoyo a los Encuentros con las culturas aborgenes organiz una conferencia y
debate sobre la denominada conquista del desierto en el Centro Cultural General San Martn. La
reunin, a cargo de distintas agrupaciones como Cenko, AIRA, Inti Rayrni y Cedyacientre otras,
incluir la proyeccin de un audiovisual sobre las consecuencias del exterminio indgena
(Pgina/12, 7).
PRESIDENCIA DE CARLOS SAL MENEM
JULIO
-La Comisin Permanente de Apoyo a las Culturas Aborgenes realiza en el Centro Cultural
General San Martn un ciclo de conferencias, muestras fotogrficas, alfarera, instrumentos
autctonos y tapices, exposicin de trajes pre y poshispnicos y mesas de trabajo (Pgina/12, 14).
AGOSTO
-El cacique mapuche Amaranto Aigo, de Roca Choroy, Neuqun, viaj a Buenos Aires
esperando reunirse con el presidente Carlos Menem para aclararle que Philippe Boirie no es rey de
la Patagonia y reclamarle al mismo tiempo por las tierras del valle de Pulmari (Pgina/12, 27).
SEPTIEMBRE
-Representantes de distintas comunidades indgenas de todo el pas se reunieron ayer en La
Rioja en el Primer Tantanakuy Nacional de la Juventud Indiana, a los efectos de tratar diversas
cuestiones, entre ellas, la organizacin del futuro Instituto Nacional Indgena (Pgina/12, 14).
-Las comunidades tobas del Chaco reclamaron al gobierno nacional y al de la provincia el
cumplimiento de un decreto del ao 1924 por el que se declara reserva a una superficie de 150.000
hectreas ubicada en la colonia Teuco, a ms de 500 kilmetros de la ciudad capital. Los dirigentes
indios, entre los cuales estaban el diputado y vicepresidente de la AIRA, Nieves Ramrez, y el
coordinador del Consejo Indio Sudamericano, Asuncin Ontiveros Yulquila, denunciaron la
invasin de cazadores, madereros y de un intento de explotacin petrolfera en tierras que
consideran propias. La firma Texaco
afirman va a invertir ms de nueve millones de dlares en la colonia para explotaciones
petroleras sin la menor consulta a nuestras comunidades.
En el Chaco existen aproximadamente tres millones de hectreas de tierras fiscales de las
cuales solo 25.000 fueron devueltas a los aborgenes.
En un documento, los indgenas sostuvieron que si no se respeta esta decisin, estamos
dispuestos a cambiar nuestro plan de lucha e impedir por todos los medios que estn a nuestro
alcance toda nueva usurpacin y toda iniciativa que se oponga a nuestras reivindicaciones
(Pgina/12, 15).
NOVIEMBRE
-Unos 150 guaranes se encuentran desde hace dos semanas acampados en la plaza 9 de Julio
frente a la Casa de Gobierno en Posadas, Misiones, como forma de protesta por la demora del
Poder Ejecutivo en promulgar la ley 2435 conocida tambin como ley del aborigen. El gobernador
sostiene que dicha ley promueve la constitucin de un ghetto guarantico. Por su parte el lder
del grupo indgena, Lorenzo Ramos, replic que los paisanos permaneceremos aqu porque
esperamos que se nos entreguen tierras y se reconozca la existencia del pueblo guaran, como dice
la ley. No tenemos ningn apuro y estamos acostumbrados a vivir as en referencia a las precarias
condiciones en que manifiestan bajo un calor agobiante durante el da, lluvia o el fro de la noche
(final, 13).
-El obispo de Posadas, monseor Carlos Juan Giaquinta, intercedi en favor de los indgenas
de la provincia, llamando a respetar su idiosincrasia, dejndolos en plensima libertad de decidir
por ellos mismos, apoyndolos en todas formas, sin imponerles normas ni liderazgos ajenos a su
voluntad (final, 20).
DICIEMBRE
-Despus de treinta y cinco das de espera los indgenas acampados en la plaza principal de
Posadas fueron recibidos por el gobernador Julio Csar Humada, a travs del cacique Bonifacio
Duarte, presidente de la asociacin que nuclea a los indios de la provincia (Pgina/12, 5).
1990
AGOSTO
-Se presenta en Buenos Aires el espectculo Norte Indgena con la direccin de la cantante y
antroploga saltea Silvia Barrios. Por primera vez en esta ciudad matacos, pilags, chans y collas
se encuentran en un escenario con msica y danzas tradicionales (Pgina/12, 10).
-El obispo de Viedma, monseor Miguel Esteban Hesayne, se hizo eco del reclamo de los
mapuches que residen en la zona que inundar la represa de Piedra del guila, en relacin con el
proceso de relocalizacin de las familias indias afectadas. Ellas son las de Pilquiniyeu del Limay y
las de Paso Flores, que sern arrasadas por las aguas, bajo las cuales quedarn inclusive las
pinturas rupestres de los antepasados y el cementerio de la comunidad de Pilquiniyeu (Pgina/12,
31, final, 31).
OCTUBRE
-Jorge ancucheo, delegado del Consejo Asesor Indgena, y Antonio Gernimo, del grupo
indigenista Amerindia, denuncian en Buenos Aires que niel gobierno de la provincia de Ro Negro
ni la empresa Hidronor se han ocupado de relocalizar a tiempo las comunidades de Pilquiniyeu y
Paso Flores, afectadas por la inundacin de la represa Piedra del guila. Ambos dirigentes dejaron
constancia que tanto las comunidades mapuches como el obispo de Viedma haban solicitado la
suspensin por treinta das del llenado de la represa, lo que no fue atendido. Hay desprecio por
las vidas y por los muertos, dijeron haciendo alusin al anegamiento del cementerio de
Pilquiniyeu del Limay (Clarn, 22).
1991
MARZO
-Se modifica el nombre de una calle en Comodoro Rivadavia, colocndose el de Gernimo
Maliqueo, dirigente local indgena durante la primera presidencia de Pern (Crnica, Comodoro
Rivadavia, 12).
-El presidente de final, Carlos Menem, visitar el Chaco en abril en coincidencia con el Da del
Indio Americano para inaugurar los trabajos de mensura y lotes de 150.000 hectreas otorgadas
recientemente a los aborgenes en las zonas de los ros Teuco y Bermejito, que eran reclamadas
desde hace aos (final, 23).
ABRIL
-Diserta en la XVII Feria Internacional del Libro en Buenos Aires el maestro rural Julin Ripa,
llegado hace 55 aos a la colonia Cushamen, a 700 kilmetros de Rawson, Chubut. All pas su
vida en una escuela fundada por el cacique mapuche Miguel ancucheo Nahuelquir, en 1903. Dio
testimonio del esfuerzo por aprender de esos nios mapuches, cuya casa ms cercana estaba a 3
kilmetros. Relat que caminando sobre la nieve llegaban a esa escuela que hoy lleva el nombre
del cacique (nombre que significa bramido del tigre) y que fueron esos mismos nios los que
aprendieron espaol para comunicarse con su nico maestro. En 55 aos, dijo Ripa, la situacin
no mejor (final, 25).
-Los casi treinta mil aborgenes del Chaco eligieron como presidente del Instituto Provincial del
Aborigen Chaqueo al dirigente toba Orlando Charlone, quien reconoci lo dificultoso de su tarea
porque padecemos un bajsimo nivel de vida, especialmente entre nuestros nios, con un alto
ndice de tuberculosis, chagas y mortalidad infantil (final, 25).
MAYO
-Asume como diputado en Salta el dirigente chiriguano Basilio Soria, en una ceremonia que
cont con la presencia de una nutrida delegacin de indgenas que festejaron al ritmo del pim-pim,
su msica tradicional.
Soria haba sido incluido en tercer lugar en la lista del Frente Justicialista de Unidad Popular y
accedi a un escao debido al desafuero y exclusin del cuerpo de quien lo preceda, Hctor
Navarro (final, 12).
-Incierta reivindicacin de aborgenes. Con este ttulo el diario final editorializa acerca de la
ltima entrega de tierras por el gobierno nacional en la zona de Teuco y Bermejito, Chaco. El
artculo critica la entrega, en el sentido de que si no va acompaada de otras medidas, es intil:
Un programa de colonizacin requiere no solo la entrega de la tierra sino tambin contar con
viviendas, caminos, maquinarias y transportes adecuados, as como la necesaria capacitacin y
asesoramiento tcnico de los colonos, adems de los fondos necesarios para su instalacin y para
compra de semillas y animales.
Chaqueo (IDACH) acaban de pedir a las autoridades colaboracin para su formacin
educativa y tcnico-agronmica.
Lo que correspondera, si se piensa en un plan de colonizacin en serio, es buscar el modo de
proveer todo lo requerido para radicar a los aborgenes en el lugar. Solo as se podr hablar de
reivindicacin. Pero, por el momento, el nico aporte oficial, con motivo del cual se ha hecho un
disperso despliegue publicitario que en nada ayuda al indgena, fue el necesario para la mensura
de tierras (final, 18).
-El flamante diputado Basilio Soria sostiene en una entrevista que piensa retirarse de sus tareas
como dirigente a los 45 o 50 aos y dedicarse de lleno a combatir las enfermedades,
complementando nuestros conocimientos ancestrales con los de la medicina moderna (Clarn,
26).
JUNIO
-Se anuncia el estreno del ltimo film de Miguel Pereira, La ltima siembra, cuyo argumento
gira en torno de las vicisitudes de un minero colla llegado a un remoto paraje de Jujuy y su lucha
cotidiana por la preservacin de sus valores (final, 1).
AGOSTO
-Dirigentes de la Asociacin Indgena de la Repblica Argentina (AIRA) en recorrida por el
Chubut ofrecieron una conferencia de prensa en la legislatura provincial. Sostuvieron all la
necesidad de la devolucin de las tierras, el rescate de la cultura ancestral y la implementacin de
leyes que terminen con el despojo de los aborgenes. El presidente de la AIRA, Rogelio Guanuco,
afirm que la celebracin del 12 de octubre es el comienzo del marginamiento, de la explotacin,
del total desprecio y hasta podra decir de un cierto racismo solapado de que han dado muestras
ciertos sectores de la sociedad argentina (El Patagnico, 9).
-Enjuician en Junn de los Andes al juez penal Ignacio Torrealday, que investigaba la adopcin
ilegal de un nio mapuche. Luego de que el citado magistrado solicitara el desafuero de los
funcionarios judiciales que intervinieron en la adopcin, el Tribunal Supremo de Justicia de
Neuqun encontr elementos como para enviar a un jury a Torrealday por su actuacin en otras
causas (Pgina/12, 6).
-Auspiciado por el Consejo Argentino de Msica, la Subsecretara de Cultura de final, la
Direccin de Cultura de Salta y la Fundacin Encuentros Internacionales de Msica
Contempornea, la antroploga y musicloga Silvia Barrios y el indgena wich Nohien presentan
en el Saln Dorado del Teatro Coln el espectculo Canto de Origen, consistente en recopilaciones
de canciones de los grupos mataco, chiriguano, chan, chorote y chulup (Pgina/12, final, 22).
SEPTIEMBRE
-Se presenta en Buenos Aires el espectculo coreogrfico Kuarahy con Julio Bocca y Eleonora
Cassano, basado en aspectos de las culturas indgenas (final, 3).
-La comunidad toba de Rosario tendr en poco tiempo su propio barrio en la zona sudoeste de
la ciudad, que se completar con la construccin de una escuela bilinge, un dispensario y un
taller de fabricacin de artesanas (Pgina/12,18).
-Atentan contra el juez Jos Ignacio Torrealday, que investig la adopcin ilegal de un nio
mapuche en Junn de los Andes, conocido como el caso anco (Clarn, 23).
-El nuevo juez subrogante que entiende en el caso anco, Hctor Trova, orden una nueva
pericia caligrfica sobre distintas firmas que realiz el denunciante mapuche Jos Florencio anco
(Pgina/12, 28).
-El jurado de enjuiciamiento al juez Torrealday decidi la remocin y destitucin del
magistrado, quien apelar la sentencia (Pgina/12, 28).
OCTUBRE
-La delegacin Bariloche de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos reclam ante
la empresa Hidronor y el gobierno de Ro Negro una rpida solucin para los pobladores indgenas
de Pilquiniyeu del Limay, desalojados a raz de la construccin de la represa Piedra del guila, y
que todava no han sido reubicados, como se les prometi (Pgina/12, 1).
-El Instituto Nacional de Antropologa realiza una muestra nacional de cine y video
antropolgico en la sede de las Salas Nacionales de Exposiciones (final, 3).
-Del 6 al 12 en el Centro Cultural General San Martn se desarrolla el V Encuentro
Contemporneo con nuestras culturas aborgenes organizado por la Comisin de Apoyo a las
Culturas Aborgenes (Clarn, 7).
-Se inaugura en Quezaltenango, Guatemala, el IIencuentro Continental 500 Aos de
Resistencia Indgena y Popular con representantes tnicos de veinte pases americanos entre los
que se cuentan mapuches, guaranes y collas. Participan tambin del evento delegados de pases
europeos y expertos de las Naciones Unidas encargados del estudio y atencin de las poblaciones
indgenas (final, 8).
-Los informes del IIencuentro Continental que se lleva a cabo en Quezaltenango sealan que
sera un grave error si la conmemoracin del Descubrimiento de Amrica en 1992 no toma en
cuenta la voz de los indgenas, a quienes nos ha tocado llevar una carga grande, llena de dolor,
sangre y muerte durante esos 500 aos. Segn los indgenas, tras la conquista no hubo un
encuentro, sino una imposicin y una invasin militar, poltica, cultural y religiosa (final, 10).
-La intencin de las conmemoraciones del V Centenario del Descubrimiento es limpiar el
nombre de Europa de su responsabilidad histrica como invasora, genocida y destructora de las
culturas del continente americano, consideraron los organizadores del IIencuentro Continental
(Quezaltenango) en uno de sus comunicados.
Pronunciamientos del mismo tenor se reproducen en encuentros que tienen lugar en Chile,
Costa Rica o Bolivia. Hoy a la tarde, en Buenos Aires, distintos nucleamientos se manifestarn en
Plaza Congreso contra los festejos de los 500 aos del llamado descubrimiento de Amrica y el
Da de la Raza (Pgina/12, 12).
-Renuncia el fiscal de Junn de los Andes, Carlos Olita, a quien el ex juez Torrealday haba
pedido el desafuero responsabilizndolo de falsificacin de documento pblico en el caso anco
(Pgina/12, 12).
-Agrupaciones indgenas de todo el mundo cuestionaron el carcter festivo del Da de la Raza,
incluyendo las de nuestro pas, como el Centro Kolla de Buenos Aires (Pgina/12, 15).
-Se presenta en Buenos Aires la novela Fuegia, de Eduardo Belgrano Rawson, basada en el
hecho real de la captura de un grupo indgena ymana a manos del vicealmirante ingls Fitz Roy
(Clarn, 31).
NOVIEMBRE
-Noventa y seis indgenas del paraje La Esperanza (Salta) sern los rbitros de la prxima
eleccin del domingo 15 para cubrir una banca de senador departamental, dado que el vencedor lo
hizo por solo un voto sobre su oponente, lo que obliga a una nueva eleccin en dicha comunidad,
en la cual el 28 de octubre no se haba constituido la mesa respectiva (final, 8).
[1] Hctor Osvaldo Cloux es el funcionario responsable del Sector de Asuntos Indgenas de la Direccin Nacional de
Promocin y Asistencia Social del Ministerio de Salud y Accin Social. Cloux, op. cit., pg. 24.
[2] Ministerio de Accin Social, Propuesta para la defi nicin de una poltica nacional en materia aborigen, mec.,
Buenos Aires, 25 de marzo de 1983.
[3] AIRA, mec., 1986.
[4] AIRA, mec., 1986.
[5] Edelmi Griva, Las actuales poblaciones indgenas de Buenos Aires, La Pampa y Patagonia. Estudio de su relacin
porcentual respecto con la poblacin no indgena, en CIN, tomo IV, Buenos Aires, pg. 34. Estimaciones actuales
(Cloux, 1989) sealan los siguientes porcentajes de la poblacin indgena en el total de habitantes: Jujuy, 16,55%;
Formosa, 12,82%; Neuqun, 7,77%; Salta, 6,28%; Chaco, 6,18%; Ro Negro, 5,34% y Chubut, 5,29%
[6] Guillermo Magrassi, La poblacin aborigen, Buenos Aires, CEAL, 1982.
[7] La brillante pelcula La deuda interna, de Miguel Pereira (1988), constituye adems de un alegato poltico y social
sobre nuestro pasado reciente en un pueblito de la Puna jujea, una precisa pintura de su forma de vida.
[8] Estudio socioeconmico y cultural de Salta, 1981, pgs. 62/63.
[9] Estudio socioeconmico y cultural de Salta, 1981, pg. 20.
[10] Estudio socioeconmico y cultural de Salta, 1981, pg. 77.
[11] Las ruinas prehispnicas de Santa Rosa de Tastil fueron exhumadas por un equipo de la Universidad Nacional de
La Plata bajo la direccin de Eduardo M. Cigliano en 1973.
[12] Pastor y cultivador, propietario de una pequea chacra en el extremo del casero. Los testimonios transcriptos
corresponden a los trabajos de campo que realizamos entre 1975 y 1976, cuando fuimos enviados por la Universidad
Nacional de Salta.
[13] La mayora de los autores los defi nen como diaguitas calchaqu. No hay precisin en cuanto a su nmero, salvo
la referencia a la existencia de 26 comunidades en el departamento Taf del Valle y dos en Chicligasta, todas en
Tucumn (Cloux, 1989). Una ancestral lucha por la propiedad de la tierra, como al resto de sus hermanos, los nuclea
en la actualidad en la Federacin Indgena de los Valles Calchaques.
[14] Ministerio de Accin Social, Propuesta para la defi nicin de una poltica nacional en materia aborigen, Buenos
Aires, mec., 25 de marzo de 1983
[15] Otras cifras son: 9889 (Censo de 1968); 21.889 (Serbn, 1973); 20.600 (Y uchn, 1982).
[16] Testimonio de Ral Santiago, comunidad de La Puntana, Salta, octubre de 1975.
[17] La poblacin total de la provincia era a esa fecha de 662.870 habitantes con lo cual el peso relativo de los
indgenas era 2,68%.
[18] Testimonio de Ral Santiago, comunidad de La Puntana, Salta, octubre de 1975. Precisamente en esa
comunidad, donde recogimos estos testimonios, se desat la epidemia de clera en febrero de 1992 (junto con otros
poblados como Santa Victoria, Hito 1 y Misin La Paz, todos a orillas del ro Pilcomayo), en momentos en que este
libro estaba en el proceso de correccin final. La noticia, desgraciada y avergonzante, no nos extra. La enfermedad
de la pobreza amenaza hacer estragos entre algunos asentamientos aborgenes, carentes de prevenciones sanitarias de
todo tipo y cada vez ms marginados del resto de la sociedad.
[19] Testimonio de Ral Santiago, comunidad de La Puntana, Salta, octubre de 1975.
[20] Testimonio de Clementino Carrizo, de Ingeniero Jurez, Formosa, tomado de Argentina Indgena, Canal 13, 13
de noviembre de 1985.
[21] Testimonio de Roberto Daz, comunidad de San Luis, Salta, octubre de 1975.
[22] Testimonio de Indalecio Orellana, comunidad de San Luis, Salta, octubre de 1975.
[23] Serbn (1974) cita a 23.680 chiriguanos y 1000 chans; Y uchn (1982) consigna 21.000 chiriguanos y 1400
chans.
[24] La prestacin de servicios es a travs de trabajo individual como cosecheros, peones de campo, empleados de
aserradero, o grupal, actuando el lder como subcontratista.
[25]Misiones, su tierra y su gente, ATC, 22 de noviembre de 1985.
[26] Testimonio de Eduardo Vassiliades, mdico, tomado de Misiones, su tierra y su gente, ATC, 22 de noviembre de
1985.
[27] Palabras de Antonio Martnez, en El canto resplandeciente. Ayvu Rendy Vera. Plegarias de los mby-guaran de
Misiones, pg. 118. La expansin de la sociedad nacional, que tuvo como consecuencia directa la prdida de las tierras
para las comunidades indgenas, presenta varias facetas. Una de ellas es el establecimiento de los Parques Nacionales,
con una normativa especfi ca respecto a restricciones de caza y pesca que muchas veces contribuy al deterioro de las
comunidades asentadas en esos territorios. La legislacin en estos casos debera contemplar un equilibrio entre el
respeto por la forma de vida aborigen y la proteccin a la fl ora y la fauna.
[28] Serbn (1973) aporta otras cifras: 21.637 mapuches; Y uchn (1982): 41.800.
[29] Argentina Indgena, Canal 13, Buenos Aires, 12 de noviembre de 1985. La particular historia de los Coliqueo les
posibilit contar hoy con ttulos de propiedad de la tierra y un conjunto de elementos que los diferencian de otros
hermanos: Siete colegios, un asilo de ancianos, un telfono pblico, dos puestos sanitarios, un ndice de
analfabetismo que es mnimo con respecto al resto de la poblacin de Los Toldos...
[30] La supervivencia de la cultura toba, Buenos Aires, mec., diciembre de 1988, pgs. 66/68, Trabajo de
investigacin para la ctedra Culturas Indgenas Argentinas a mi cargo, en el Centro de Estudios Histricos,
Antropolgicos y Sociales de Sudamrica (CEHASS) de Buenos Aires, realizado por los siguientes alumnos: Mara
Cristina Albarios; Rosa B. Barros; Susana Borches; Mara Rosa de Gan (Coordinacin); Enrique Fosco; Mara
Lavia; Susana Pleban; Mnica Porto; Elba Ramos; Graciela Risso; Valeria Procupez. 31. Testimonio de Virginia
Colque Romn, 26 aos, nacida en Oruro, Bolivia, se traslad a Buenos Aires a los 3 aos de edad. Vive en Villa
Dominico y es profesora de preescolar en la isla Maciel, en Indios en Buenos Aires. Historias de Vida, fotografa de E.
A. Gussoni; textos etnobiogrfi cos de D. F. Bargman. Secretara de Cultura de la Nacin, 1988.
[31] Testimonio de Virginia Colque Romn, 26 aos, nacida en Oruro, Bolivia, se traslad a Buenos Aires a los 3 aos
de edad. Vive en Villa Dominico y es profesora de preescolar en la isla Maciel, en Indios en Buenos Aires. Historias de
Vida, fotografa de E. A. Gussoni; textos etnobiogrfi cos de D. F. Bargman. Secretara de Cultura de la Nacin, 1988.
[32] Testimonio de Benedicto Cotaro, 36 aos, nacido en Bariloche, Ro Negro. Vive en Villa Dominico, provincia de
Buenos Aires, desde los 16 aos. Es artesano en telar y poeta, en Indios en Buenos Aires. Historias de Vida, op. cit.
[33] Testimonio de Pastor Vallejos, 47 aos, nacido en Unca, Bolivia. Vive en Buenos Aires, Bajo Flores, desde los 23
aos. Es artista plstico y yesero, en Indios en Buenos Aires. Historias de Vida, op. cit.
[34] Testimonio de Eliseo Rojas, 37 aos, nacido en Colonia Aborigen, Chaco; se traslad a Buenos Aires a los 17
aos. Vive en Villa IAPI, Bernal Oeste, provincia de Buenos Aires. Es zanjero, en Indios en Buenos Aires. Historias de
Vida, op. cit.
[35] Testimonio de Eliseo Rojas, op. cit.
[36] Mara Gabriela Epumer muri sorpresiva y prematuramente el 30 de junio de 2003.
[37] Hoy existe la localidad de Epumer (CP 6443).
[38] Testimonios de Juan Carlos Epumer y Dora Alicia Carballo, Buenos Aires, julio de 1986/ diciembre de 1989.
[39] En 1975 presenciamos la primera cura chamnica en una comunidad chiriguana de la provincia de Salta. Los
indgenas distinguen al mdico de campo del mdico de ciudad y saben qu enfermedades pueden ser tratadas por
uno y por otro. El paciente era una mujer blanca que desde haca dos aos sufra de accesos de tos probablemente de
origen alrgico. Distintos mdicos de Buenos Aires no haban acertado en la cura. El chamn sigui durante el
proceso de curacin las distintas etapas que con ligeras variantes se practica en todo el mundo entre las sociedades
aborgenes: 1) el chamn estudia detenidamente a la paciente mirndola fi jamente a los ojos: la ve por dentro,
detectando adnde est la obstruccin que ocasiona la tos; 2) acuesta a la paciente y l sentado a su lado, junto a un
brasero trado especialmente, comienza a arrojar humo del cigarrillo que ha comenzado a fumar sobre el trax de la
mujer; 3) mientras arroja el humo, el chamn silba suavemente, conectndose con el dios del viento que lo ayudar
en el intento de curar; 4) el lanzamiento del humo y los silbidos duran de 15 a 20 minutos; 5) el chamn procede a
succionar el trax de la paciente por dos veces consecutivas, extrayendo un objeto negro azabache del tamao de una
media nuez y luego de que lo observamos, lo arroja al fuego para que se destruya porque es el mal; 6) la curacin ha
concluido. El chamn, agotado por el estado de trance en que entra cuando extrae el objeto que produce la
enfermedad, recomienda a la paciente que lo visite una vez ms para ver si qued algn fragmento del mal al mismo
tiempo que le indica tomar t durante unos das. La segunda visita no fue necesaria, porque a los pocos das la
paciente se cur en forma total y defi nitiva.
[40] Testimonios de Margarita Puelman, Matas Emilio Paredes Puelman y Claudia Paredes Puelman, octubre de
1989.
[41] Estos resultados provisorios se extraen de un total de 85 fuentes consultadas (congresos, documentos,
testimonios) entre 1961 y 1981, pertenecientes a 13 pases (Argentina, Bolivia, Canad, Colombia, Ecuador, Estados
Unidos, Guatemala, Mxico, Panam, Paraguay, Per, Venezuela y Francia XLII Congreso Internacional de
Americanistas. La nmina completa de temas es la siguiente: educacin; integracin; recursos naturales;
infraestructura; cacicazgo; participacin; tradicin/folklorizacin; castellanizacin; mestizos, criollos, blancos;
explotacin; autogestin; antroplogos/cientfi cos sociales; medios de comunicacin; religin; marginacin;
paternalismo; la liberacin; indigenismo; planes; programas; proyectos; supervivencia india; etnocidio/ecocidio;
estado; capacitacin; autonoma; alianzas; unidad india; tierra; prevencin ante el progreso; infancia; juventud;
medicinas (tradicional y occidental); la conquista; lengua; trabajo; maestros; la dependencia; religiosidad popular; el
futuro; organizacin; indios, obreros, campesinos; relaciones y fricciones intertnicas; la violencia; historia; partidos
polticos; economa comunitaria; la mujer; poder indio; transferencia tecnolgica/tecnologa india; ecocidio; etnicidad
e identidad; etnia y clase; cultura y desarrollo cultural; reforma agraria; imperialismo; la vida indgena; tratados; la
independencia de Amrica; fuerzas armadas y polica; lo extranjero; misioneros; Espaa, Europa; la izquierda;
indianidad; civilizacin y barbarie; salud; cosmovisin; revolucin; Amrica latina; los abuelos; Occidente; derechos
indios. No puedo dejar de agradecer a mi colega Adolfo Colombres, quien no solo me sugiri la idea de este trabajo
sino que me suministr gran parte del material bibliogrfi co y de la nmina de temas a relevar.
[42] Testimonio de Rogelio Guanuco, diciembre de 1989.
[43] Vase nuestro trabajo El hijo de los sueos. Historia de vida entre los guaran aborigen, en Cultura Casa del
Hombre, N 2, Ediciones del Jaguar y la Mquina, Buenos Aires, julio/ septiembre de 1981, pgs. 5/11.
[44] Testimonio de Basilio Soria, septiembre de 1989.
[45] Henri Favre, LIndigenisme Mexicain: naissance, dveloppement, crise et renouveau, N. D. La Documentation
Franaise, N 4333-39-40, 2/12/1976, pgs. 67-82.
[46] Alejandro Marroquin, Balance del indigenismo, Mxico, Instituto Indigenista Interamericano, 1972.
[47] Marie Chantal Barre, Ideologas indigenistas y movimientos indios, Mxico, Siglo XXI, 1983, pg. 33.
[48] Marie Chantal Barre, op. cit., pg. 41.
[49] Como asevera Marie Chantal Barre, la corriente indigenista nace hacia la segunda mitad del siglo XIX, con una
posicin romntica y humanitaria que pronto se transform en francamente reivindicativa del indio y su cultura,
expresada en la literatura, las ciencias sociales y la formacin de organizaciones proindgenas.
[50] Adolfo Colombres, La democratizacin del pensamiento liberador, ENDEPA, Formosa, 1987, pg. 13.
[51] Marie Chantal Barre, op. cit., pg. 42.
[52] Marie Chantal Barre, op. cit., pg. 43.
[53] Adolfo Colombres, Por la liberacin del indgena, Buenos Aires, Ediciones del Sol, 1975, pg. 18.
[54] La Declaracin de Barbados, en Adolfo Colombres, Por la liberacin del indgena, Buenos Aires, Ediciones del
Sol, 1975, pgs. 20/31.
[55] Las conductas racistas y discriminatorias estn plenamente vigentes en la Argentina, en los actos ms cotidianos
de la vida social. Podramos hacer un inventario que demostrara el carcter racista de nuestra sociedad. Basten
algunos ejemplos: No hace mucho tiempo un supermercado public un aviso en los principales diarios de Buenos
Aires pidiendo personal preferentemente rubio; son constantes las denuncias de jovencitos de tez morena a quienes
se les impide ingresar en las discotecas; el rechazo que ciertos sectores sociales profesan por los negros, etctera.
[56] En otro trabajo investigamos la presencia de las comunidades indgenas asentadas en reas de frontera en
Sudamrica. All decamos que en el bloque fronterizo de las diferentes naciones latinoamericanas, tenemos dos
realidades que a su vez operan como lazos de unin: primero, las poblaciones fronterizas de los pases
latinoamericanos se caracterizan por ser en su gran mayora comunidades indgenas. Segundo, por lo menos en siete
pases (Brasil, Venezuela, Colombia, Per, Bolivia, Paraguay y Argentina), las fronteras tienden a homogeneizarse
desde el punto de vista cultural, por la presencia de comunidades con una misma unidad de origen (Carlos Martnez
Sarasola, Cultura, rea de frontera e integracin, Buenos Aires, F. Garca Cambeiro, 1977, pg. 18).
[57] La Campaa del Desierto: Julio Argentino Roca, ministro de Guerra de Avellaneda, llev a cabo en 1879 una
gran ofensiva contra el indio que se conoce como campaa al desierto. Con esta empresa militar se logr la
incorporacin de nuevos territorios para la nacin y de extensas tierras para el desarrollo de la agricultura y la
ganadera (Manual Kapelusz, 6, Buenos Aires, Kapelusz, 1985, pg. 187). El dominio del territorio: En las dos
ltimas dcadas del siglo XIX dos vastas regiones del territorio patrio permanecan an despobladas o
constantemente amenazadas por las correras de los indgenas. Eran la chaquea y la patagnica, en las que el
gobierno nacional no ejerca efectivamente su autoridad. Desde los tiempos hispnicos se haba avanzado lentamente
en esos lugares, aunque en ms de una ocasin se perdi parte de lo ocupado. El gran triunfo para el sur se obtendra
poco antes de concluir Avellaneda su presidencia.
Expedicin al ro Negro. Mientras se exploraba y conquistaba la regin chaquea, el ministro de Guerra, el tucumano
Julio Argentino Roca, organiz y dirigi en 1879 una expedicin militar destinada a llevar la frontera interior hasta el
ro Negro y someter a los indios araucanos. El xito de la empresa realizada por el Ejrcito en colaboracin con la
Armada fue total y culmin con la ocupacin de la Patagonia en los aos siguientes. Paralelamente se hizo una
intensa obra de evangelizacin de los indios sureos, tarea apostlica realizada fundamentalmente por los salesianos.
Estos formaban parte de la congregacin fundada en Italia por San Juan Bosco, quien los envi a la Argentina
(Manual Estrada, 5 grado, Buenos Aires, ngel Estrada, 1981, pg. 226).
[58] Vase Anexo IV.
[59] En la maana del 3 de mayo de 1991 gran parte del microcentro de la ciudad de Buenos Aires apareci cubierta
por un afi che que mostraba la cara entre sonriente y pattica de un paisano indgena del Chaco. En la parte superior
un breve texto deca: Una reparacin histrica. En la parte inferior, en letras visibles se lea: Restitucin de 150.000
ha a las comunidades aborgenes. 3 de mayo de 1991. Programa Arraigo. Presidencia de la Nacin - Gobierno de la
Provincia del Chaco. A este tipo de acciones publicitarias me refi ero precisamente. Nunca antes se haba difundido,
segn creo, con tanta contundencia, claridad y brevedad algn tema referido a los compatriotas indios en el corazn
de nuestra ciudad capital.
[60] Vase Anexo V.
ANEXO III
Testimonios y documentos sobre los contenidos del sistema
educativo
Deberan continuarse algunos intentos que ya estn en marcha en el sistema educativo. En los
lineamientos curriculares para los grados 1 a 7 de educacin primaria correspondientes a
diciembre de 1986, emanados de la Direccin General de Escuelas y Cultura de la provincia de
Buenos Aires, dependiente del Consejo General de Educacin y Cultura, se puede leer lo
siguiente:
Argentina: Comunidades aborgenes
Reconocer la cultura como modo de vida de un pueblo.
Identificar los asentamientos de los ms antiguos habitantes del pas, su ubicacin
geogrfica y forma de vida.
Distinguir las formas de vida propias de cazadores y recolectores, horticultores y
agricultores, a partir de su forma de subsistencia y su organizacin en bandas, tribus y
seoros.
Localizar geogrficamente la distribucin de estas formas de vida. Resear los modos de
vida de algunos de los pueblos aborgenes que habitaron en: el Noroeste, las Sierras
Centrales, Pampa, Patagonia y Tierra del Fuego, el Chaco y el Litoral que entraron en
contacto con los espaoles.
Identificar las modificaciones de la vida indgena como consecuencia de la conquista
espaola y el conflicto resultante.
Distinguir formas de trabajo y organizacin social a las que fueron sometidas las
poblaciones indgenas (mita, yanaconazgo, encomienda, reducciones). Interpretar las
modificaciones del modo de vida en Pampa y Patagonia producidas por la adquisicin del
caballo y por la influencia araucana o mapuche. Identificar las consecuencias de las
campaas al Desierto y al Chaco para los grupos indgenas: arrinconamiento, prdida de
tierras, disminucin demogrfica, marginacin, otros.
Interpretar las consecuencias de las campaas al Desierto y al Chaco para la sociedad
nacional: incorporacin de nuevas tierras a la explotacin econmica. Identificar a los
grupos indgenas contemporneos: localizacin geogrfica y caracterizacin cultural.
Identificar las distintas lenguas que se hablan en el pas: espaol, quichua, guaran,
mapuche, toba, otras.
Explicar la permanencia de las lenguas indgenas a travs de su uso en regiones del pas y
su presencia en los topnimos (Intihuasi, Inti: sol; huasi: casa. Casa del Sol). Explicar los
problemas que afectan a los grupos indgenas argentinos: socioeconmicos, lingsticos,
educativos, prejuicios, discriminacin, otros. Apreciar ideas, costumbres y valores de los
grupos indgenas que puedan significar aportes a la sociedad nacional (trabajo
comunitario, conocimientos medicinales, otros). Explicar por qu la Argentina es un pas
pluricultural y plurilinge.
Finalmente, en cuanto a las experiencias directas con docentes, es interesante consignar que en
el transcurso del Taller de Perfeccionamiento Docente Argentina Indgena, auspiciado por la
Subsecretara de Cultura y realizado entre abril y julio de 1991 en el Instituto Nacional de
Antropologa, dirigido a maestros de las escuelas municipales de Buenos Aires, coordin un
trabajo en el que se pregunt lo siguiente:
a) Cmo considera usted que se trata hoy el tema indgena en la escuela?
b) Qu cree usted que habra que hacer para insertar el tema indgena en la escuela?
La diversidad de respuestas fue realmente muy auspiciosa, expresin de la inquietud de los
docentes y de la necesidad de cambios en esta cuestin.
A continuacin se transcriben las respectivas respuestas, seguidas por un nmero entre
parntesis que indica la cantidad de veces que ellas aparecen en los distintos trabajos, que fueron
individuales:
Consigna a)
-El tema indgena se trata de manera superficial o anecdtica (pintoresquismo
indiferente) o ni siquiera aparece (14).
-El tema indgena se trata de acontecimientos como el 12 de octubre o la conquista del
desierto pero ms del lado de Coln o Roca que desde la perspectiva de los aborgenes
(5).
-Hay falta de conocimientos del docente (3).
-El tema indgena ocupa un lugar muy reducido y rgido (sin perspectiva histrica) en la
asignatura histrica (3).
-Los mensajes en los textos no son coherentes (todava se utiliza el trmino
salvaje) (2).
-Los contenidos de los textos son insuficientes (2).
-El tema indgena est tratado como algo que pas (2).
-En el diseo curricular vigente se contempla el tratamiento de las comunidades
indgenas (2).
-Se trata a los indios como una cultura inferior (1).
-Los alumnos conocen ms a los indios de Norteamrica que a los de ac (1).
-Existe gran cantidad de estereotipos (el indio y la pluma, la imagen del aborigen
norteamericano) (1).
-No se tiene conciencia del padecimiento indgena y su lucha por la tierra (1).
-La gran mayora de los docentes no se preocupa por el tema, tomados en una sociedad
que lo oculta (1).
Consigna b)
-Que el docente est convencido que el tema es importante (6).
-Suministro de bibliografa adecuada para el maestro y el alumno (textos, informacin
general, videos) (4).
-Ampliacin de los programas de estudio, que el tema sea tratado en todos los grados de
1 a 7 (4).
-Rescate del tema de los prejuicios o formas de marginacin que surgen de lo cotidiano
(3).
-Cursos de capacitacin para los docentes e inclusin del tema en los profesorados (3).
-Que se conozca la actualidad de las culturas indgenas, su marginacin y sometimiento
(3).
-Vinculacin del tema con otras reas de estudio (Geografa, Lengua, Plstica, Msica)
(3).
-Insercin del tema en Ciencias Sociales apuntando a la no marginacin y vivencindolo
como una parte importante de nuestra historia, con continuidad y articulacin, evitando
la transmisin de los hechos en forma aislada (3).
-Que el docente tenga un fuerte conocimiento del tema (3).
-Trabajo en clase con elementos o producciones de los indios (2).
-Fomento en los nios de la actividad de investigacin sobre el tema (2).
-Realizacin de debates y conferencias (2).
-Que el objetivo de la insercin correcta del tema sea la revalorizacin de la cultura
indgena coexistente con la cultura de la sociedad nacional hegemnica (2).
-Realizacin de dramatizaciones con los alumnos y reflexiones posteriores sobre las
distintas actitudes expuestas (por ejemplo la conquista) (2).
-Que las comunidades se acerquen a las escuelas y hablen de su historia, sus creencias,
sus costumbres (2).
-Hacer hincapi en el dilogo (1).
-Trabajo con los nios indgenas como expresin de la vigencia de la cultura (1).
-Revisin de ciertos conceptos tradicionales (1).
-Que la escuela contribuya en la elaboracin de soluciones para las carencias de las
comunidades (1).
-Es necesario un cambio de actitud en el docente que enfrente las dificultades emergentes
de la escasez de informacin y cmo trasmitirle a los alumnos que por su edad estn
desarrollando el espritu crtico (1).
-Insercin del tema en los peridicos escolares (1).
-Insercin del tema en los programas desde el eje de los derechos humanos (1).
-Que el tema se trabaje con una visin totalizadora que no excluya el conflicto (1).
-Que los alumnos reciban el comentario por parte del docente de las noticias periodsticas
sobre el tema (1).
-Realizacin de trabajos de equipo en todos los grados y con todos los docentes tendientes
a la revalorizacin de los indgenas (1).
Se presentaron un total de 25 trabajos.
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Fuentes inditas
Documentos escritos
Se relevaron un total estimado de 7000 documentos pertenecientes a la Sala Colonia del
Archivo General de final, en un perodo que va de 1672 a 1810.
Documentos grficos
Fueron consultadas las secciones de fotografa del Archivo General de final, del Instituto
Nacional de Antropologa de la Subsecretara de Cultura, y del Museo Etnogrfico de la
Universidad Nacional de Buenos Aires, adems de los archivos personales de Anne Chapman,
Cristina Argota y del autor.
Documentos grabados
Se utilizaron ms de 150 horas de grabacin y/o entrevistas correspondientes a trabajos de
campo realizados por el autor y algunos programas de radio y televisin dedicados al tema
indgena, en el perodo 1973-1989.
AGRADECIMIENTOS
Deseo expresar mi gratitud a todas las personas que me apoyaron y colaboraron en la
realizacin de este libro:
A mi padre, a quien tanto le hubiera gustado tener un ejemplar en sus manos, y a mi madre,
que me ayud en la constante organizacin de mis archivos de crnicas periodsticas. A ambos por
el apoyo que me dieron siempre.
A Susana, por todo, especialmente por transmitirme la importancia de no cejar.
Al maestro Alberto Rex Gonzlez, que en los comienzos ley el borrador del ndice y entre otras
ideas me sugiri agregar el captulo I; nuevamente gracias por honrarme al escribir el Prlogo.
A Eugenio Carutti, Mariano Garreta, Daniel Lpez y Ricardo Santilln Gemes, amigos
entraables y colegas, por las innumerables veces que intercambiamos ideas sobre el tema, por el
material que me aportaron y por todo lo que compartimos en los aos difciles; especialmente a
Mariano Garreta, que adems realiz la valiossima tarea de revisar el original.
A mi gran amigo y tambin colega, Norberto R. Mndez, que una noche, cafs de por medio, me
habl de la disciplina.
A mis queridas hermanas, Hayde y Susana; y a Rodolfo y Mario, mis otros hermanos, por
sus aportes, apoyo y ayuda de todo tipo.
A Ana Mara Llamazares, amiga y colega, por haberme proporcionado importantes documentos
y sugerencias.
A Osvaldo Cloux, que siempre estuvo dispuesto a ayudarme y facilitarme importantsima
informacin y documentacin del Estado. A Lidia Flom, Carlos Santos Sez, Irene Posternak y
Walter Salazar, mis libreros favoritos, y amigos, que permanentemente actualizaron el material
bibliogrfico y siguieron de cerca el proyecto. A Alfredo Moffat y Alejandro I. Pelisch, por
escucharme con infinita paciencia. A Alberto Morn, que tambin aport material para mis
archivos de crnicas periodsticas. A Emilio y Marina Marrn, por los valiosos libros que me
facilitaron, lo que posibilit una importante contribucin a mi informacin bibliogrfica. A mi
amiga y colega Graciela Labarthe, por su aporte y la documentacin suministrada. A Mara Alicia
Domnguez, la primera persona que revis los originales. A Adriana B. lvarez, que mecanografi
muchos borradores. A mi colega y amigo Adolfo Colombres. A Francisco Nazar, de ENDEPA, por
su permanente gentileza. A Anne Chapman, que me cedi amablemente gran parte de su archivo
fotogrfico. A Cristina Argota, por lo mismo. A Susana Galndez, por sus fotos y su trabajo intenso.
A Laura Targhetta y Fernando Pittaluga, por preparar y realizar los mapas que integran este
libro, y a Clara Gimnez, por la correccin de pruebas.
A las autoridades y personal del Archivo General de la Nacin, del Museo Etnogrfico de la
Universidad Nacional de Buenos Aires, y del Instituto Nacional de Antropologa, que me
facilitaron el permanente libre acceso a sus archivos y bibliotecas. Una mencin especial para
Laura R. Piaggio y Mara Elena Ramognini, del Museo Etnogrfico.
Al maestro Mario Lamas, al maestro Arce, a Wilberto Palavecino, Pedro Arroyo y Pedro
Palacios, de Ro Pilcomayo, Salta, y a don Julio Ferreyra, de Tartagal: a todos por su desinteresada
ayuda. A mi hermano guaran aborigen Basilio Soria, y a los otros paisanos de San Jos de
Yacuy: Faustino Chvez (consejero), Marcelino Gutirrez (mdico) y Dud (msico). A los
paisanos matacos de Ro Pilcomayo: Ral Santiago (La Puntana), Roberto Daz e Indalecio
Orellana (San Luis); a los paisanos tobas: Cornelio Segundo y El Grandote (La Curvita); a los
paisanos chorotes: Juan Gmez Yapuras y Federico Segundo (La Merced). A los paisanos de Santa
Rosa de Tastil: Jos Pedro Salazar, Nicanor Copa, Marcelo Arjona y Leopoldo Barboza. A Bonita
Flor, de San Antonio de los Cobres. A Margarita Puelman, mapuche de Comodoro Rivadavia; a
Matas Emilio Paredes Puelman y Claudia Paredes Puelman. A Rogelio Guanuco, diaguita
calchaqu de la AIRA. A Eulogio Frites, colla. A Juan Carlos y Mara Gabriela Epumer,
descendientes directos del heroico cacique ranquel, y a Dora Carballo.
A todos los hermanos indios, cuyos nombres no conoc, pero que con sus palabras y corazones
abiertos fueron fuente permanente de inspiracin y apoyo imprescindible para este trabajo.
Y finalmente a mis editores, muy especialmente a Bonifacio P. del Carril, que desde el primer
momento en que entregu el manuscrito, lo valor ampliamente, y a Sara Luisa del Carril, que
realiz un extraordinario trabajo editorial que quiero expresamente destacar dndole forma
definitiva a este libro, y posibilitndome ingresar a una experiencia laboral riqusima,
complemento indispensable de la tarea de plasmar esta idea que fue Nuestros paisanos los indios.
DATOS DEL AUTOR
Antroplogo. Graduado como Licenciado en Ciencias Antropolgicas, en la Universidad de
Buenos Aires (1974). Investigador destacado en la cuestin indgena, la etnohistoria de Argentina
y los estudios de la frontera como metfora de la construccin del pas, sus obras son de referencia
obligada en estas temticas.
Ha mantenido un constante compromiso con la bsqueda de entendimiento con los pueblos
originarios. En 1995 la Asociacin Indgena de la Repblica Argentina (AIRA) le otorg una
distincin por haber contribuido con su destacada y meritoria trayectoria a la promocin,
revalorizacin y defensa de la cultura y de los derechos de los pueblos indgenas y sus
comunidades.
Fue docente, investigador y ejerci cargos acadmicos en distintas universidades nacionales y
en la USAL. Tambin como profesor en actividades de posgrado en la UBA y en la UCA.
En Argentina, desde 1973 y hasta la fecha realiz ms de cincuenta trabajos de campo en el
marco de las investigaciones sobre la temtica indgena comunidades actuales y sitios de
poblamiento temprano en las zonas del Chaco salteo, la Puna (Jujuy y Salta) y la provincia de
Neuqun, en comunidades indgenas ava y tupguaran, wich, chorotes, qom (tobas), kollas,
chan y mapuche.
Tambin ha realizado viajes de investigacin a comunidades aborgenes de la selva
altoparanaense (Misiones, mby guaran); del desierto de Lavalle y la cordillera de los Andes
(Mendoza, huarpes); del Oeste pampeano (La Pampa, rankllche) y de la regin de las Yungas,
Jujuy (ocloyas). Ha trabajado en el monte de Santiago del Estero (poblacin criolla y mestiza) as
como en enclaves de aborgenes urbanos de la provincia de Buenos Aires (gnn a kna-
mapuche, qom, kollas).
En el exterior realiz viajes a comunidades indgenas de Bolivia (Tiwanaku, Lago Titicaca,
Puno, aymaras); Ecuador (Amazonia, Misahualli/rio Napo, quechuas amaznicos); Per
(Amazonia, Quebrada de Aguas Calientes/Pucallpa, ashninka y shipibo); Mxico y Guatemala (la
ruta maya en localidades de Yucatn y el Petn respectivamente) y la regin de Chiapas (Mxico,
tzotziles). En Colombia visit la regin de la Sierra Nevada de Santa Marta (kogi) y en Estados
Unidos recorri los estados de Colorado, Arizona y New Mxico, que junto a Utah integran el
denominado Indian Country (navajo-din, apache, pueblo, hopi).
Es autor de los libros Nuestros paisanos los indios (1992), Los Hijos de la Tierra (1998) y De
manera sagrada y en celebracin (2010). Coautor de Mapuches del Neuqun (2001), Diseos
indgenas en el arte textil de Santiago del Estero (2002) y El Lenguaje de los Dioses (2004). Asesor
en la coleccin Leyendas, mitos, cuentos y otros relatos indgenas (2002-2008). Coautor de la
serie de videos Indgenas de la Argentina y curador de la Exposicin Tesoros Precolombinos del
Noroeste argentino (Buenos Aires, 2006).
Autor de numerosos artculos cientficos, acadmicos y de divulgacin, tambin difunde sus
temticas a travs de cursos, seminarios y conferencias tanto en el mbito local como en el exterior
(New School for Social Research, New York, 1993; Universidad Autnoma de Occidente, Cali,
Colombia, 2006; California Institute of Integral Studies, CIIS, San Francisco, California, 2008).
En los ltimos aos investiga sobre las cosmovisiones indgenas americanas, la concepcin de
la realidad que las sustenta y el chamanismo. En esta direccin, otro de sus centros de inters son
los procesos de reetnizacin y espiritualidad emergentes. Este camino lo ha llevado a involucrarse
desde un compromiso ms personal: desde el ao
2000, participa activamente de las ceremonias anuales del Nguillatn, en dos comunidades
mapuche de la Patagonia, acompaando, como un miembro ms, a la comunidad gnn kna-
mapuche Vicente Catrunao Pincn (provincia de Buenos Aires) en su tarea de reconstruccin y
fortalecimiento espiritual, proceso liderado por el lonko Luis Eduardo Pincn, tataranieto del
cacique.
Desde 1998 es miembro del Consejo Interamericano sobre la Espiritualidad Indgena (CISEI,
Morelia, Mxico) organismo en el que participan acadmicos y lderes indgenas del continente y
cuya actividad se centra en la valoracin, defensa y difusin de los patrimonios culturales de los
pueblos originarios.
Es fundador y director, junto a Ana Mara Llamazares, de la Fundacin desde Amrica, una
ONG de Buenos Aires, Argentina (1994) dedicada a promover el conocimiento de la sabidura, el
arte y la cosmovisin de los pueblos indgenas de la Argentina y Amrica en su encuentro con las
nuevas formas de consciencia emergentes en Occidente (el proceso de convergencias) desde una
perspectiva holstica y transdisciplinaria, a travs de la investigacin, la docencia, la difusin, las
ediciones, la consultora, las redes y encuentros y la cooperacin a travs de los programas de
fortalecimiento de comunidades indgenas.
Contacto:
www.desdeamerica.org.ar
www.cmartinezsarasola.com
[email protected]
[email protected]
[email protected]