La Propiedad de La Tierra en Los Campos Bonaerenses.
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La Propiedad de La Tierra en Los Campos Bonaerenses.
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Ediciones Imago Mundi
Snchez de Loria 1821 - Capital Federal
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Eduardo Azcuy Ameghino-Ediciones Imago Mundi
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Fuente: Carta de la Provincia de Buenos Aires, publicada por Bartolom Muoz,
en Londres, en diciembre de 1824.
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Captulo IV
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Este sealamiento, que en primera instancia podra parecer poco re-
levante, conduce sin embargo, a poco que se controle con otras fuentes,
a un descubrimiento muy significativo: el frente en varas de estos terre-
nos -excluido el de Romero sobre el cual nuestros datos son inseguros-
es de unas 225.000 varas, cifra sugerentemente cercana a las 291.297 va-
ras correspondientes al total de los terrenos censados en Magdalena,
Areco y Pilar, correspondientes a 265 hacendados.
Cuadro 1
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GRFICO I
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1- Grandes propietarios 2- Pequeos propietarios
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16. Nuestros estudios sobre las modalidades e intensidad del proceso de expan-
sin fronteriza en las reas inmediatas al Salado y al sur de dicho ro, indi-
can que no sera imprudente afirmar que desde fines del siglo XVIII resulta f-
cilmente perceptible un incremento de la apropiacin de tierras: ms de qui-
nientas leguas de campo fueron denunciadas entre 1790 y 1810, en extensio-
nes cuyo promedio alcanza las cinco leguas cuadradas. Obviamente el po-
brero -la mayora de la poblacin rural- particip de este proceso slo en
condicin de desalojado por los nuevos propietarios o de arrendatarios y
agregados cuando les fue permitido. Desde su perspectiva, la "oferta ilimita-
da de tierras" existi solamente para todo aquel que dispusiera de varios
centenares de pesos.
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Por otra parte, y remitindonos ahora estrictamente a los datos con-
signados por los padrones, es decir prescindiendo de los avances inter-
pretativos sintetizados en los grficos I, II y III, surge del censo -siguien-
do aquella insistente aspiracin de los grandes propietarios de que no se
considerase hacendado a todo aquel que no fuera poseedor de por lo me-
nos una suerte de estancia- que este tipo de fundos ocupa ms del 50%
de la tierra registrada (cuadro I), quedando bajo control de poco menos
del diez por ciento de los propietarios; mientras que, reforzando la signi-
ficacin de este dato, en el otro extremo de los intervalos estudiados -te-
rrenos de hasta 449 varas de frente- un 47,9% de los censados se concen-
tra en un escaso 9% de las tierras relevadas.
No resultaba por lo tanto tan irreal, ni tan irrazonable, desde la pti-
ca de los terratenientes, la defensa del piso de la suerte de estancia co-
mo requisito para formalizar la condicin de hacendado. No era una as-
piracin de difcil realizacin de una clase invertebrada, era ms del
cincuenta por ciento de la tierra censada.
En suma, discrepamos con la recientemente postulada imagen de
una campaa unilateralmente caracterizada por la pequea propiedad,
en la que las grandes estancias constituan apenas "salpicaduras".17 Ms
bien la realidad de entonces parece haber sido la contraria a este tipo de
definiciones encubridoras de la significacin -en el mbito rural y a la
sombra del poder metropolitano y mercantil intermediario- de los secto-
res terratenientes desde los mismos orgenes argentinos.
En este caso, la interpretacin que se propone del asunto en estudio
no acepta la asimilacin de la "complejidad" socioeconmica de la cam-
paa al hecho de resultar importantes en ella la pequea propiedad, la
pequea posesin, las explotaciones mixtas, y aun exclusivamente agr-
colas. Como si la gran estancia y el peonaje resultaran la "simplicidad"
propia de un anlisis historiogrfico que debe superarse!
Contrariamente, la complejidad real de la sociedad rural bonaerense
articula, liga, sintetiza las mltiples determinaciones de lo concreto, la
unidad de lo diverso, y as procura reflejarlo el historiador, sabiendo que
un enfoque parcial y prejuicioso de la totalidad conduce inevitablemen-
te a la unilateralidad, pero tambin sabiendo que no diferenciar y ponde-
rar -jerarquizndolos- la eficacia operativa de los distintos aspectos
17. Quisiera ser especialmente claro sobre este punto: los pequeos y medianos
propietarios constituyen la inmensa mayora de las "explotaciones" censa-
das bajo dicha forma de tenencia, y los titulares de una suerte de estancia y
ms son una pequea minora de hacendados. Al mismo tiempo sobre la ba-
se de que la tierra es el medio de produccin fundamental, que adems cum-
ple un papel adicional al contribuir a la distribucin del poder y las influen-
cias rurales, es imprescindible tener claro que aquella mayora se concentra
en poca superficie mientras que los terratenientes controlan buena parte de
la campaa bonaerense, tendencia que se profundizaba a fines del siglo XVIII.
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6. Memoria del virrey Loreto. Memorias de los virreyes del Rio de la Plata. Ba-
jel. Bs. As., 1942, p. 225.
7. Esta es la posicin de autores como Garavaglia, que apoyado en referencias
documentales de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX hace mencin al
"andamiaje jurdico que se ir tejiendo en torno al problema de la as llama-
da vagancia rural". Garavaglia, Juan C. "Existieron los gauchos?" Anuario
del IEHS n 2, Tandil, 1987, p. 51.
8. Citado en: Coni, Emilio. Historia de las vaqueras del Ro de la Plata. Pla-
tero, Bs. As., 1979, p. 90.
9. El papel de la compulsin extraeconmica en la determinacin de un tipo
especfico de sociedad lo hemos tratado en: Azcuy Ameghino, Eduardo. "So-
bre historia, historiadores y un concepto terico problemtico". Revista de
Antropologa n 9, 1988.
10. Memoria del virrey Vrtiz, Memorias..., op. cit., p. 62.
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c) El tercer desemboque caracterstico de la represin sobre el cam-
pesinado ms pobre, apunta a establecer las condiciones para su consti-
tucin en "gente arreglada y aplicada al trabajo y cuidado de sus fami-
lias", para que se conserven en sus casas "con orden y religiosidad", le-
galizando en muchos casos su instalacin en la tierra a travs del arren-
damiento forzoso (otra forma de rendicin del plustrabajo campesino)
para realizar algunas sementeras combinadas o no con la posesin de al-
gn ganado, segn lo estableca "el estilo de la campaa",11 especialmen-
te en los sitios de antiguo poblamiento.
Ahora bien, qu significa "arreglada y aplicada al trabajo? Sin duda
varias cosas. Entre ellas el funcionamiento de estas pequeas explota-
ciones como reserva de mano de obra temporaria para los terratenientes
y campesinos acomodados de la zona, para lo cual la proximidad de los
vecinos ms influyentes y la presin de los mecanismos de control ideo-
lgico-consensuales sumaban factores a una combinacin donde lo que
se espera (y se le impone) socialmente del campesinado pobre se refuer-
za eventualmente con la insuficiencia potencial -agravada en casos de
cosechas escasas o calamidades naturales- de su produccin parcelaria
para la reproduccin de la vida del ncleo familiar y/o domstico.
Por otro lado, para estos campesinos "vivir con orden y religiosidad"
tambin significaba no competir por el control del ganado con los "ver-
daderos" hacendados -es decir aquellos vecinos influyentes-, ni favore-
cer la instalacin o el agregamiento en sus terrenos de otros campesinos
pobres o jornaleros, sin domicilio ni ocupacin conocida, considerados
como una amenaza para los intereses de la lite local, y una anomala
-extendida por cierto- en el orden social colonial.
Dadas estas circunstancias, se manifest la existencia de una tensin
permanente, de un tono de conflictividad originado en la contradiccin
entre la necesidad de disponer de mano de obra eventual y la habitual-
mente considerada "mala vecindad" de quienes resultaban los potencia-
les jornaleros. En este contexto slo cuotas variables de formas hetero-
gneas de coaccin extraeconmica lograban garantizar, en lo funda-
11. Nociones como "el estilo de la campaa" o "el estilo del pas" se reiteran en
numerosos documentos coloniales como forma de aludir a la existencia de
tierras de seoro -es decir aquellas que habiendo sido realengas haban pa-
sado inicialmente a dominio particular por mercedes, composiciones y su-
bastas- en las cuales, cuando era tolerado, el asentamiento campesino deba
tributar forzosamente al terrateniente una cantidad de semilla igual a la sem-
brada. Es decir que "el estilo" predominante era feudar a los propietarios del
suelo, razn por la cual tambin es una formula sumamente popular en los
documentos de la poca aquella que indica la existencia de "tierras de semi-
lla" -donde es forzoso el arrendamiento-, diferencindolas de las "realen-
gas", es decir aquellas que todava no han pasado a dominio particular y con-
tinan en poder de la corona.
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14. Estos rasgos del medio rural que condicionaron y neutralizaron la oferta de
fuerza de trabajo reforzando la condicin campesina de los potenciales jor-
naleros, en: Mayo, Carlos. "Estancia y peonaje en la regin pampeana en la
segunda mitad del siglo XVIII". Desarrollo Econmico n 92, 1984.
15. Una de las dificultades que habitualmente obstruyen la investigacin de las
relaciones sociales modeladas por el ejercicio de la compulsin extraecon-
mica es la dicotoma fuerza de trabajo libre - fuerza de trabajo servil (como
sinnimo de esclava), absolutizada de tal manera que no queda espacio pa-
ra la indagacin de otras formas de explotacin social del trabajo, en parti-
cular de aqullas que en el marco terico marxista se engloban bajo el con-
cepto de feudalidad. De este modo, identificando slo esclavos y trabajado-
res libres, se pierde de vista la especificidad de las principales relaciones de
produccin vigentes en las campaas rioplatenses, como la tributacin de
semilla, una clase de agregamiento, el peonaje obligado por diversas presio-
nes no econmicas, etc.
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llar algn tipo de explotacin agrcola y/o ganadera,16 con vistas a obte-
ner como resultado de la produccin efectuada algn tipo de beneficio
mercantil.
2) El que se contrae como resultado de la existencia de numerosos
grupos de campesinos, en especial pobres y jornaleros sin tierras, que se
ven obligados a arrendar un trozo de suelo para poder subsistir y/o para
legalizar su presencia en los campos.17
En relacin con este segundo caso, el ms frecuente y extendido, se
pueden realizar algunas precisiones preliminares:
a) Estos productores directos necesitan acceder a la tierra para pro-
ducir y subsistir a travs de siembras y/o algn pastoreo.
b) Sus alternativas al laboreo de la tierra por cuenta propia son muy
limitadas: no hay demanda estable de trabajo a jornal, la ciudad no ofre-
ce alternativas laborales significativas y no hay donde emigrar para inte-
grarse a una realidad socioeconmica diferente a la pampeana.
c) Los modos de acceso a la tierra son bsicamente cuatro: propie-
dad, posible para muy pocos; instalacin en terrenos realengos o de due-
os que no ejercen efectivamente su derecho de propiedad por diversas
razones; instalacin en tierras de "semilla", es decir en aquellas en que
18. Entre los escasos trabajos que se han dedicado al anlisis de los agregados,
y presentando una lnea de interpretacin parcialmente opuesta a la que ex-
ponemos en este trabajo, resulta de gran inters el captulo correspondien-
te, en: Mayo, Carlos. Estancia y sociedad en la pampa, 1740-1820. Biblos,
Bs. As., 1995, p. 71.
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Algunos problemas tericos y metodolgicos
SOMETIMIENTO Y RESISTENCIA:
CUANDO EL CAMPESINO SE TRANSFORMA EN GAUCHO
19. En este sentido se puede afirmar, ms all de las lgicas diferencias forma-
les, que en esencia estamos ante una variante de "la renta del suelo en su for-
ma ms simple, la renta en trabajo, en la que el productor directo trabaja una
parte de la semana con instrumentos (arado, ganado de labor, etc.) que de
hecho o jurdicamente son de su pertenencia, la tierra que de hecho se halla
en su poder, y el resto de la semana la finca del terrateniente, para el terra-
teniente, sin retribucin alguna..." Marx, Carlos. El capital. FCE, t. III, p.733.
20. As se reiteraba en distintos bandos y ordenanzas coloniales, por ejemplo:
AGN IX 8-10-5; AGN DC 8-10-8; AHPBA 12-424.
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go de una renta en especie; o en agregarse en unidades de produccin ti-
tularizadas por personajes con alguna cuota de poder comarcal o con es-
trechos vnculos con quienes lo detentaban.
Participar de alguna/s de estas relaciones de produccin principales,
o de otras de similar contenido socioeconmico definidas por la autori-
dad y la imaginacin de los propietarios de las condiciones de produc-
cin, era lo que transformaba a estos campesinos -y a las cosas relacio-
nadas con ellos como ser algn ganado o sus ranchos y terrenos de ha-
bitacin- de hombres sospechosos y "con apariencia de ladrn" en "bue-
nos vecinos segn es pblica voz y fama".21
Se trata, en suma, de una parte mayoritaria del campesinado bonae-
rense que debe ser caracterizado como dependiente y sujeto, en tanto se
vea obligado a transferir parte de su plustrabajo y/o plusproducto en vir-
tud de obligaciones originadas en ltima instancia en mecanismos de
coaccin extraeconmica.
Estos son los rasgos sobresalientes del paisaje social rural que per-
miten su calificacin y clasificacin en trminos de modo de produccin
dominante y de tipo de formacin econmico-social, sobre la base, cla-
ro est, de establecer que antes que ninguna otra cosa nos hallamos fren-
te a una sociedad colonial, determinacin que tie, condiciona y direc-
ciona todo lo anterior.
Sin embargo, esta interpretacin con dar cuenta de lo decisivo no re-
sulta completa sin la incorporacin de otros hombres y otras conductas,
en las cuales puede observarse la cara opuesta del consenso y la inte-
gracin; esto es aquellos grupos del campesinado que tomaron el cami-
no de la resistencia y el desencuadre institucional.22
Desde el intento, abortado a partir de 1791 por la expansin terrate-
niente,23 de instalarse en la franja de terrenos realengos fronterizos don-
de escapaban al peonaje y al arriendo forzoso, procurando transformar-
se en productores directos independientes; hasta las formas mas conoci-
das de resistencia al conchabo y al tributo en especie que le valieron el
apelativo denostativo de gauchos,24 aplicado por la justicia y la lite co-
21. Conceptos de este tipo son asiduamente utilizados y registrados por los ex-
pedientes y sumarios judiciales de la poca. Martnez Dougnac, Gabriela.
"Justicia colonial, orden social y peonaje obligatorio". En: AA.VV., op. cit.
22. Desde ya que entre unos y otros, dependientes y rebeldes, existi una amplia
y heterognea zona gris, intermedia, donde los dciles podan serlo menos y
los resistentes conciliar, lo cual constituye un tema y un estmulo para nue-
vas investigaciones.
23. Azcuy Ameghino, Eduardo. La expansin terrateniente bonaerense afines
del siglo XVIII. Ponencia presentada a las XIV Jornadas de Historia Econmi-
ca AAHE-UNC, 1994.
24. Sobre el gaucho rioplatense, sigue siendo insustituible: Rodrguez Molas, Ri-
cardo. Historia social del gaucho. Mar, Bs. As., 1968.
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