Varios - Contar en Aragon - Palabra E Imagen en El Discurso Literario Infantil Y Juvenil
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Palabra e imagen
en el discurso literario infantil y juvenil
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CONTAR EN ARAGN
Palabra e imagen
en el discurso literario infantil y juvenil
Los autores
De la edicin espaola, Prensas Universitarias de Zaragoza
e Instituto de Estudios Altoaragoneses
1. edicin, 2006
Coleccin Humanidades, n. 56
Directora de la coleccin: Rosa Pellicer Domingo
Impreso en Espaa
Imprime: INO Reproducciones, S.A.
D.L.: Z-2322-2006
INTRODUCCIN
1 Parte de lo que aqu se refleja corresponde, en cierto modo, a algunas de las inter-
venciones que se produjeron en las I Jornadas universitarias de Literatura infantil y juvenil
en Aragn: Desde la teora y la creacin. Aproximacin a las nuevas tendencias. Facultad de
Ciencias Humanas y de la Educacin. Universidad de Zaragoza. Campus de Huesca. Abril
de 2004.
8 Rosa Tabernero, Jos D. Dueas y Jos Luis Jimnez
Rosa TABERNERO
Jos D. DUEAS
Jos Luis JIMNEZ
Universidad de Zaragoza
INTERTEXTO LECTOR
Y LITERATURA INFANTIL
Antonio Mendoza Fillola*
Introduccin
El intertexto lector es un concepto que se deriva de las aportaciones sur-
gidas de los estudios de la teora y de la crtica literaria. Relacionado con la
esttica de la recepcin1 y de la intertextualidad, se trata de un nuevo con-
cepto que viene a complementar y matizar el conjunto de componentes que
integran la competencia literaria. Intertextualidad e intertexto se vinculan
* Universitat de Barcelona.
1 En los ltimos aos se ha establecido la consideracin de la importancia de la par-
ticipacin del lector en la construccin del significado del texto literario; as se ha afirmado
que el texto no pasa de ser una serie de indicaciones dirigidas al lector, de invitaciones a dar
significado a un trozo escrito (T. Eagleton, 1983/1988, Literary Theory. An introduction.
Una introduccin a la teora literaria. Mxico, Fondo de cultura econmica, 1988, p. 97).
Por ello, en puntualizaciones de este tipo se justifica la idea de que la lectura es un proceso
de interaccin y que en la interaccin receptora entran en juego las aportaciones del texto y
las aportaciones del lector, que se necesitan y se condicionan por su interdependencia.
12 Antonio Mendoza Fillola
por la relacin que une el fenmeno genrico de las relaciones que mantie-
ne un determinado texto con otros textos u obras que le han precedido.
La intertextualidad se manifiesta en la interconexin de textos y significa-
ciones, porque es un hecho que se da en el acto de creacin y que ya perma-
nece en el mismo texto de manera esencial e indelebleen la creacin siem-
pre hay procesos de construccin, de reproduccin, de transformacin de
modelos ms o menos implcitos, segn G. Genette. La intertextualidad
es una red de citas donde cada unidad de lectura funciona no por referen-
cia a un contenido fijo, sino por activacin de determinados cdigos en el
lector (Worton y Still, 1991); de ah que el significado de un texto no
dependa slo de sus componentes formales sino de las aportaciones de su
lector. As pues, el texto contiene estmulos que son percibidos en el proce-
so de recepcin, segn los condicionantes culturales y personales, que estn
determinados por las caractersticas de las distintas competencias y saberes
de un lector concreto.2 Estos hechos reafirman el carcter universal de la
intertextualidad literaria: todas las obras son hipertextuales, aunque tal fen-
meno resulte ms evidente en unas que en otras. Y, si se han de leer textos que
mantienen y presentan conexiones con otros textos, es obvio que el inter-
texto lector habr de reconocer el mayor nmero posible de esas relaciones.
Qu es el intertexto lector
El intertexto del lector interviene en la construccin de la competen-
cia literaria porque a travs de l se habilitan los saberes activos que la com-
petencia lectora gestiona para establecer relaciones y reconocimientos
entre lo concreto de una produccin y los rasgos genricos o particulares
que comparte con otras obras.
Fig. 1
Texto e intertexto
Si tenemos en cuenta que el texto literario: a) ofrece orientaciones para
su recepcin y prev el espacio para la participacin (re)creadora del recep-
tor; b) se construye y elabora sobre un ensamblaje de referencias que vin-
culan cada nueva produccin con otras creaciones literarias y culturales
anteriores; y c) incluye tanto las peculiaridades de la tipologa textual y las
marcas convencionales del gnero, cuanto las citas y las alusiones a otras
obras, entonces, cada texto es un intertexto. O sea, el texto se presenta
como un mosaico de referencias y de citas intertextuales, que son apreciables
por lectores competentes, segn ha insistido en explicar J. Kristeva.
A partir de dos citas sobre la recepcin y el hecho intertextual es posi-
ble matizar los aspectos que conectan el texto con la nocin de intertexto:
que es aquel que est en posesin de algunas de las claves que le permiten
reconocer y asociar las alusiones.
Partimos de una premisa: Cada texto es un intertexto, o sea, cada
texto incluye, de uno u otro modo, referencias procedentes o compartidas
con otros textos u obras. Se ha sealado que el texto literario se construye
y elabora sobre un ensamblaje de referencias que vinculan cada nueva pro-
duccin con otras creaciones literarias y culturales anteriores. En ese
ensamblaje se insertan tanto las peculiaridades de la tipologa textual y las
marcas convencionales del gnero, cuanto las citas y las alusiones a otras
obras. Resulta muy explcita la mencin que R. Barthes ofrece de este
hecho (Thorie du texte, 1968; citado por Guilln, 1985: 312): Todo
texto es un intertexto, otros textos estn presentes en l, en niveles varia-
bles, bajo formas ms o menos reconocibles.3
Fig. 2
5 Un texto suele estar en relacin con otros previos, y el lector ha de conectar sus
relaciones, como ya haba indicado H. R. Jauss (1978), Un texto nuevo evoca para el lec-
tor [...] un conjunto de expectativas y de reglas de relacin con las que los textos anterio-
res le han familiarizado y que, al hilo de la lectura, pueden ser matizadas, corregidas, modi-
ficadas o simplemente reproducidas.
22 Antonio Mendoza Fillola
Las ratas estaban en el paraso, sin nadie que las molestara y con toda
aquella montaa de comida de los ms diversos sabores. Crecan y se multi-
plicaban comindose a Stevenson y Borges, La Ilada y Las mil y una noches en
ediciones de lujo y de bolsillo (Carles Cano, Ratas de Biblioteca, Madrid,
Anaya (col. El duende verde), 1994, p. 34).
Por ltimo, otro ejemplo ms, en este caso tomado de la novela Lalu-
na.com, de Care Santos (Barcelona, Edeb, 2003), que es, en su conjunto,
una recreacin de Cyrano de Bergerac, actualizando la trama para situarla en
un contexto actual, de personajes adolescentes y con el tratamiento de una
problemtica acorde con sus intereses y sus referencias socio-culturales.
6 Hay que tener en cuenta que el discurso literario cobija una doble codificacin (la
lingstica y la semitica), por lo que conviene matizar que la comprensin profunda de un
texto implica la identificacin de las claves y de sus valores semiticos (recogidos en los sis-
temas estticos, culturales, ideolgicos...) y, adems, supone la integracin de estos en el
espacio personal de la experiencia esttica y de la competencia literaria.
Intertexto lector y literatura infantil 27
explicar J. Kristeva. Y este hecho nos hace considerar que el texto litera-
rio elaborado, en parte, sobre convenciones estilsticas y artstico-cultu-
rales determina una especial interaccin en la que el lector ha de apor-
tar sus conocimientos lingsticos, pragmticos, literarios y enciclo-
pdicos, adems de su peculiar sensibilidad esttica para establecer el sig-
nificado y la interpretacin del texto.
Cuando en un texto se evocan uno o varios hipotextos literarios
y cuando el receptor ha podido servirse de la activacin de su
intertexto lector para identificarlos, es porque su receptor conta-
ba con la experiencia previa de esos concretos hipotextos. De este
modo, al captar la referencia textual, el lector puede matizar la
intencionalidad que se propone el nuevo texto (hipertexto).
La lectura7 pone en activo las aportaciones de la competencia
lecto-literaria y del intertexto lector, que intervienen en apoyo
del proceso cognitivo y personal de construccin de significado
de una obra y hacen posible la comunicacin literaria (a travs de
la comprensin y de la interpretacin de la misma).
En ese espacio de la lectura, es decir, en el espacio propio de las rela-
ciones entre el texto y el lector, el intertexto lector adquiere su espe-
cfica relevancia, porque: a) promueve los reconocimientos y las aso-
ciaciones entre distintos elementos discursivos, textuales, formales,
temticos, culturales, etc.; y b) establece las vinculaciones discursivas
entre textos, necesarias para la pertinente interpretacin personal.
La experiencia lectora nutre de referencias al intertexto lector, a
la vez que la ampliacin de la experiencia lectora genera el pro-
Concreciones
En los apartados anteriores se ha tratado de exponer y justificar las
posibilidades formativas del desarrollo del intertexto lector y su vincula-
cin con los supuestos y bases de la teora de la recepcin, con el fin de
destacar el inters de este concepto en la educacin literaria. La atencin a
la construccin del intertexto lector se presenta como un nuevo reto en el
tratamiento de la formacin lectora y de la educacin literaria. Y en su
desarrollo las aportaciones de la LIJ son esenciales y bsicas, ya que ayu-
dan a construir los cimientos de un componente esencial de la competen-
cia lecto-literaria.
30 Antonio Mendoza Fillola
Bibliografa
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nil, pp. 25-51.
32 Antonio Mendoza Fillola
Introduccin
Una vez que el libro est en la calle, toca a los crticos y analistas vr-
selas con l: desmenuzarlo, estudiarlo No tiene que ser fcil realizar la
autopsia de un libro que an est vivo y, sobre todo, del que se pretende
que siga vivo durante un tiempo razonable en una realidad como la que
est atravesando nuestro pas en estos momentos, cuando los libros aguan-
tan tan poco tiempo tumbados sobre las mesas de exposicin de las libre-
ras. Y es que los libros, al revs que las personas, permanecen vivos mien-
tras estn tumbados; cuando se les alinea de pie en las estanteras
comienzan a morirse lentamente.
No es a nosotros, a los creadores, a los que nos corresponde analizar
nuestras propias obras. No creo que esto pudiera tener buenos resultados
y adems, al menos en mi caso, resulta totalmente incompatible. Sin
embargo, es preciso que surjan congresos como ste, en el que la funcin
creadora y la analtica pueden entrar en friccin. Pienso que tanto una
parte como la otra no pueden permanecer ajenas entre s; deben escuchar-
se y reconocerse como tales para valorar el resultado final, resultado que
* Escritor.
36 Sergio Lairla
La teora
Desde la intuicin
El cuento, o la creacin en general, pueden sorprendernos en cual-
quier momento, como el amor o la muerte. Y no son las musas las que nos
soplan la historia al odo; ellas son las que nos hacen detenernos, las que,
como una presencia invisible e impertinente, salen al paso y entorpecen el
tranquilo paseo por la vida. Sin saber muy bien qu es lo que nos detiene
all, al final, uno termina por darse cuenta de que en ese paso hay algo que
se mueve bajo el agua.
Llegados a ese punto slo queda echar el anzuelo y esperar, movin-
dolo muy suavemente para que no se disipe el reflejo plateado. Yo hablo
La experiencia del proceso creativo en la construccin... 37
La prctica
Ejemplo 1. La carta de la Sra. Gonzlez
La carta de la Sra. Gonzlez es un libro-lbum que qued finalista en
el concurso de Los especiales a la orilla del viento de la editorial FCE de
Mxico. Aunque ese ao el premio qued desierto, la editorial nos encar-
g finalizar el trabajo (dado que para el concurso se presentaba texto, el
juego completo de bocetos y un arte final terminado) y el libro fue publi-
cado en el ao 2000 por esa misma editorial.
He elegido este ttulo porque de l se han realizado varios estudios,
algunos de los cuales estn accesibles en Internet, ms concretamente en
Imaginaria1 o en Librlula.com,2 y por haber formado parte del corpus de
algunas tesis doctorales, de modo que se puede aportar ms informacin
desde la otra vertiente, la analtica. Pero adems, y sobre todo, lo he elegi-
do porque el lbum, en s mismo, es un ejemplo de todo lo que hasta
ahora he dicho.
La historia parte de un planteamiento totalmente abstracto, una ima-
gen que la ilustradora Ana G. Lartitegui me transmiti: una especie de
universos concntricos que dibujaban a unos personajes cayendo por el
ombligo de otro ms grande para terminar, el ltimo, saliendo del ombli-
go del que cay primero. No s si se puede imaginar un planteamiento de
salida ms abstracto que se.
algo que ha de quedar libre una vez que ella cumple su parte del cometido.
Nada mejor, pues, que materializar esa voluntad en forma de carta. El texto
insina el contenido de esa carta, pero es la ilustracin la que lo muestra de
forma clara y contundente: no hay voluntad ms frrea que la del amor.
La primera clave para el cambio de planos, difcilmente asumible por
el texto en un libro de estas caractersticas, la realiza la ilustracin antes
siquiera de que el lector llegue al texto. Lo vemos en la portadilla que, por
otra parte, iba a ser la portada en el libro propuesto a la editorial: el sello
de la carta de la Sra. Gonzlez muestra a la propia Sra. Gonzlez en el
mismo acto de introducir la carta en el buzn. Este pequeo detalle nos
da una llamada de atencin: el libro no es plano, la realidad, aqu, no es
lo que parece. A partir de all, es la ilustracin la que se va a encargar de
mantener el hilo narrativo a travs de los diferentes planos de la historia.
Todo parte, pues de una intencin, de la voluntad de la Sra. Gonz-
lez en que algo cambie, algo en la realidad con respecto al Sr. Lairla. La
clave de la historia haba que darla ya en la primera pgina, antes de que
la secuenciacin aparentara extraviarse por planos muy lejanos a los que
tena que llegar. Y es la propia Sra. Gonzlez quien lo dice en el primer
bloque de texto, en la primera de sus dos nicas intervenciones con voz
propia: hay que poner mucho cuidado en los detalles.
Fig. 1
44 Sergio Lairla
Fig. 2
La experiencia del proceso creativo en la construccin... 45
Fig. 3 Fig. 4
Fig. 5 Fig. 6
Fig. 7 Fig. 8
la, nos dicen, pero seguimos estando asidos al hilo de su voluntad, al hilo
de la historia. Adems, son estos objetos inanimados, con su permanencia
desde el plano de realidad y a travs de las diferentes realidades cambian-
tes, los que nos estn hablando del proceso de materializacin de los deseos
y la fuerza de la voluntad, que es el objeto ntimo de la historia.
El texto, por s solo, difcilmente podra explicarlo; y a buen seguro,
sera incapaz de transmitir algo as.
Las ilustraciones nos muestran que la historia termina al anochecer, y
empez de madrugada. El tiempo ha pasado, es lgico; pero un ltimo
detalle, un reloj que slo contiene siete horas, nos dice que nada tiene que
ver el tiempo real del tiempo por el que hemos pasado con este libro. Esto,
sumado a todos los detalles que parecan descolgados en las ilustraciones y
que podemos encontrar ahora en la casa del Sr. Lairla, harn retroceder al
lector, una y otra vez, en busca de las claves escondidas: harn de la histo-
ria una historia de muchas idas y venidas, de muchas lecturas, de muchas
capas. Las claves de la historia estn all, dispuestas a mostrarse para quien
est dispuesto a buscarlas.
La experiencia del proceso creativo en la construccin... 49
La casa del tejado rojo sigue abierta de par en par. Lleva todo el da as,
como si estuviera abandonada. Dnde estn los vecinos? Dnde est el
perro?
Todo parece tranquilo demasiado tranquilo. Pero un paso ms all
Un paso ms all nada est en su sitio; lo que debera estar arriba est
abajo; lo que tendra que estar de pie est tumbado; lo que antes haba forma-
do una pieza est esparcido, roto, chafado
Est claro que las consecuencias han podido ser terribles, pero no cono-
cemos an su verdadera magnitud. Y es por eso por lo que no nos queda ms
que proponer la elucubracin: generar el juego de la pregunta y la respuesta.
Parece que un huracn haya salido a jugar una partida de bolos o que el
Tornado y La Galerna se hayan puesto a bailar un vals. Quizs el terremoto se
despert tras su larga siesta
Algo ha pasado por all dejndolo todo patas arriba. Su rastro nos atrae
como un imn. Seguimos adelante y notamos cmo comienzan a temblarnos
las piernas, porque
Fig. 9
Fig. 10
Y por fin la ilustracin nos muestra el pie del gigante. Aparece con un
nuevo giro de cmara que deja fuera del campo de visin el origen de la
historia mientras la narracin textual se ocupa ya de nuestra relacin con
el gigante.
Desde all arriba, uno se da cuenta de que las hormigas no pueden
siquiera imaginarse el mundo de los gigantes.
Y los gigantes, saben ellos que existen las hormigas?
Cuando el gigante nos toma entre sus brazos, nos habla de cosas que van
cambiando de forma, como las nubes. Entonces, es bonito cerrar los ojos y
escuchar su voz que parece abarcarlo todo
Fig. 11
54 Sergio Lairla
Fig. 12
La experiencia del proceso creativo en la construccin... 55
Isidro Ferrer no escribe. Se declara grafo. Son las paradojas en las que
suelen verse inmersos los creadores. Por tanto, los lectores se tendrn
que conformar con una aproximacin verbal a lo que fue un espectculo
para los sentidos, para todos los sentidos, a lo que fue la propuesta de un
cmulo de sensaciones que resumieron una manera de entender el diseo
grfico, la poesa visual, la metfora como fuente de creacin en defini-
tiva, el universo de Isidro Ferrer, su manera de concebir el arte, su ilustrar
entre lneas, ese ttulo que l eligi para su ponencia y que, fiel a la tra-
yectoria de su autor, recoge retricamente una forma de aunar la palabra
y la imagen.
Las palabras y las imgenes no sern suficientes para reflejar el cosmos
en el que l se mueve. Disclpenme pero yo no soy Isidro Ferrer l no
escribe.
Fig. 1. Inmigrante, ENE-O, Mxico, 2004. Fig. 2. Imagen para los actos de la celebracin
del centenario de Luis Buuel, Gobierno de
Aragn, 2000.
Fig. 3. Contra la violencia de gnero, Escuela Fig. 4. Cartel de la feria de toros de San Isi-
de Artes de Oviedo, 2004. dro. AEPD, 2002.
Fig. 5. Cartel Walter Negro el asesino casual. Fig. 6. El Pas, nmero 10.000, El Pas, 2004.
El figurante, 2001.
Ilustrar entre lneas: el universo de Isidro Ferrer 61
me gustan los libros y de stos las tripas donde todo se cuece. Tambin me
gusta el papel de los libros y del papel me gusta el silencio, de las letras, la som-
bra, de las ilustraciones, la luz, de las guardas, los posibles, del lomo, el animal,
de las columnas, el bosque, de las calles, los arrabales, de los mrgenes, el cami-
no, de los libros, las ventanas, y del libro, la cocina.
Ella est en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos ms all. Por mucho que
yo camine, nunca la alcanzar. Para qu sirve la utopa? Para eso sirve: para
caminar (E. Galeano, El libro de los abrazos, 2000).
62 Rosa Tabernero
Hay muchos seres humanos, pero hay muchas ms caras, porque cada
persona tiene varias. Hay personas que llevan la misma cara durante aos;
naturalmente, se desgasta, se ensucia, se agrieta en los dobleces, se estira como
guantes que se han llevado durante un viaje Por supuesto, surge la pregun-
ta, ya que tienen varias caras, qu hacen con las otras? Las acumulan. Sus
nios las llevarn. Pero tambin ocurre que sus perros salen a pasear llevndo-
las puestas. Y por qu no? Una cara es una cara
Para terminar
Y si de compromiso hablamos, este creador fue capaz de romper el
protocolo y expresar su rechazo a la guerra delante de un rey de verdad,
como dice Grassa Toro y lo hizo, con la sensibilidad que le caracteriza,
a travs de las palabras de Gloria Fuertes: Hay que decir lo que hay que
decir / pronto, / de pronto; /visceral / del tronco, / con las menos palabras
posibles / que sean posibles los imposibles. / Hay que hablar poco y decir
mucho; / hay que hacer mucho y que nos parezca poco: / arrancar el gati-
llo a las armas, / por ejemplo, palabras que resumen de manera magistral
los pilares de toda su obra y de su manera de percibir el mundo.
66 Rosa Tabernero
Bibliografa
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Madrid, Ctedra.
DE QU SIRVE UN LIBRO
SIN DIBUJOS NI DILOGOS?
ILUSTRACIN, TEXTO E INTERPRETACIN
Rosa Tabernero*
Escribimos para que [el otro] se detenga y nos oiga contar. No importa
lo que contemos, sino que est a nuestro lado y nos escuche. Porque contar
una historia es, por encima de cualquier otra cosa contemplar el rostro del que
la escucha (2001: 18).
70 Rosa Tabernero
3 Cf. Kiefer (1983); Moss (1981); Crago (1983); Parmegiani (1985: 49-72); Hunt
(1995); Obiols (1995: 7-20); Obiols (2003: 85-122).
4 En lo que respecta a la historia de la ilustracin infantil, el trabajo de Garca Padri-
no (2004) es de referencia inexcusable en la consolidacin de este mbito de estudio.
De qu sirve un libro sin dibujos ni dilogos? 73
El libro-lbum
Es necesario distinguir entre libro-lbum y libro-ilustrado. La dife-
rencia entre uno y otro no depende de la cantidad de ilustraciones sino
que depende del concepto del que se parte (Shulevitz, 1999: 132). El
lbum es un gnero editorial exclusivo y nico.
Los precedentes de lo que hoy consideramos lbum los podemos
encontrar en el siglo XIX en el Der Struwelpeter de Hoffmann, en Alicia en
el pas de las maravillas de Carroll o en A Apple Bie de Greenaway. Ya en
los inicios del siglo XX, hay que citar los Albums du Pre Castor de Fau-
cher y, sobre todo, la Historia de Babar de Brunhoff. Es en los aos sesen-
ta cuando se puede situar el nacimiento del lbum tal como lo concebi-
mos en la actualidad (Colomer, 1998: 90; Durn, 1999: 78). En la
dcada mencionada se advierte una transformacin en el mbito intelec-
tual: cultura de masas, sociedad de consumo desembocan en un pensa-
miento relativista (Barthes, Russell, Wittgenstein) donde se prioriza lo
posible sobre lo real.
En el lbum, texto e imagen no slo se complementan sino que crean
un juego de perspectivas, de alusiones metaartsticas, de mundos posibles,
de tal modo que lo convierten, como seala Colomer (1998: 91), en el
primer tipo de libro infantil que ha incorporado un cierto tipo de ruptu-
ra de las tcnicas literarias habituales que corresponde a lo que se ha ana-
lizado por la crtica reciente en trminos de posmodernidad.5 Por otra
parte, el lbum, al ofrecer un producto pluridisciplinar se ha convertido en
uno de los emblemas de lo posmoderno.
En definitiva, un libro-lbum, a diferencia de uno ilustrado, es con-
cebido como una unidad, una totalidad que integra todas sus partes desig-
nadas en una secuencia de interrelaciones.
El concepto de libro-lbum, trmino que viene a coincidir con lo que
en el mundo anglosajn se denomina picture book (cf. Schulevitz, 1996:
238), ha sido definido por Durn como un trabajo polifnico y multidis-
ciplinar (Durn, 1999: 79).
5 Cf. para este concepto, en lo que se refiere a la narrativa infantil, A. Moss (1992).
De qu sirve un libro sin dibujos ni dilogos? 75
Fig. 1. Sergio Lairla y Ana G. Lartitegui, La carta Fig. 2. Domitille y J. A. Hron, El libro que tena
de la seora Gonzlez. un agujero.
Valga como ejemplo Mam fue pequea antes de ser mayor (fig. 3) de
Larrondo y Lamartine, lbum basado en las contradicciones entre texto e
imagen. Cada imagen expresa lo contrario de lo que transmite el texto. El
lector debe, pues, inferir el significado de la colaboracin entre los dos
cdigos. La irona basada en la contradiccin que se establece entre los
dos cdigos est presente en todas las pginas. El poder de sugerencia y
de crtica de este lbum construye a la perfeccin un doble lector, el adul-
to y el infantil.
En nuestros das, el juego de texto e imagen se ha complicado hasta
llegar a obras como Los osos de Ni-se-sabe de Varvasovszky, narracin en la
que la ilustracin marca el desarrollo del texto, o Pap! de Corentin, obra
en la que el juego de perspectivas, trabajado desde el texto y la imagen, sor-
prende irnicamente al receptor, siempre bajo un formato cuidadsimo.
Por el mismo camino, transita el juego hipertextual que se establece en
uno de los lbumes que la crtica ha incorporado a la lista de los cien mejo-
res libros para nios del siglo XX espaol (Fernndez, 2000): el Libro de las
MAlicias de Obiols y Calatayud. En esta obra, utilizando como hipotex-
to el libro de Lewis Carroll, se juega con el lenguaje creando mundos on-
ricos diferentes no exentos de cierto componente crtico y se destruye
simultneamente la realidad en las ilustraciones de Calatayud.
De qu sirve un libro sin dibujos ni dilogos? 79
6 En este sentido, nos ha sorprendido, por sus similitudes con el libro-lbum, la apli-
cacin que de la teora narratolgica de Genette realizan Gaudreault y Jost (2001) en el
anlisis del relato cinematogrfico.
80 Rosa Tabernero
El libro ilustrado
En el libro ilustrado, como hemos mencionado ms arriba, la rela-
cin de interdependencia entre imagen y texto es menor que la que se
establece en el lbum. Se entiende, pues, que el autor de imgenes reali-
za una aportacin artstica personal, puesto que, tomando el texto como
base, interpreta sus sugerencias, las ampla y enriquece, huyendo de la
mera funcin ornamental (Wensell, 2000: 152). Aunque la imagen nazca
del texto, el ilustrador realiza una creacin artstica con entidad propia.
El formato de este tipo de obras suele presentar dimensiones ms reduci-
das que las del lbum sin llegar a las del libro de bolsillo. Las ediciones
son tambin muy cuidadas, generalmente de tapa de cartn duro y papel
satinado en el interior, aunque es de resear la aparicin de ediciones en
papel reciclado, sobre todo por iniciativa de la editorial Alfaguara. La dis-
posicin habitual suele ser la del texto en la parte izquierda y la ilustra-
cin a la derecha o bien texto e ilustracin combinados tanto en la pgi-
na derecha como en la izquierda. A diferencia del lbum aqu la imagen
parte del texto con el fin no de repetir sino de ofrecer otra perspectiva
desde un cdigo diferente. Es la ilustracin que se suele encontrar en los
libros dirigidos a lectores de 6 aos o ms. El texto va adquiriendo una
extensin mayor que en el lbum y se sigue manteniendo la letra cursiva,
en la mayora de los casos.
La ilustracin en este tipo de libro afianza el poder sugeridor del
texto y contribuye a crear a los personajes dndoles vida y caractersti-
cas propias tanto fsicas como psicolgicas. Ejemplo de lo que acaba-
mos de afirmar constituye la serie Sapo y Sepo de Lobel. Del mismo
modo, Urberuaga ilustra los relatos de Nesquens en Diecisiete cuentos y
dos pinginos, contribuyendo y ampliando la lnea humorstica y
monterrosiana caracterstica del autor. Una de las iniciativas muy
presentes en el mercado editorial es la vuelta a la narrativa clsica, con
interpretaciones nuevas que proceden de la imagen. Suelen ser adems
ediciones muy cuidadas, casi de coleccionistas, de obras como Alicia en
el pas de las maravillas de Oxenbury o Las mil y una noches de Anaya
o La doncella guerrera (fig. 4) de la coleccin Larumbe Chicos, ilustra-
da por Guirao.
82 Rosa Tabernero
Fig. 5. D. Nesquens
y E. Arguil,
Hasta (casi) cien bichos.
Bibliografa
Obras de creacin
AHLBERG, A., y J. AHLBERG (1982), Adis, pequeo!, Madrid, Altea (col. Altea
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De qu sirve un libro sin dibujos ni dilogos? 85
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De qu sirve un libro sin dibujos ni dilogos? 87
Por otra parte, sin que haya acuerdos explcitos en este sentido, se
suele acudir a las etapas educativas como punto de referencia a la hora de
acotar el terreno. As, desde la implantacin de la LOGSE (1990) la Edu-
cacin Secundaria se inicia a los doce aos, y es ste el momento que suele
ser elegido por editores y crticos para separar por lo general sin dema-
siada conviccin la produccin propiamente infantil de la juvenil. De
esta forma, la presencia de un lector modelo o implcito de entre doce y
dieciocho aos con su supuesta enciclopedia cultural y un hipottico
bagaje de intereses y expectativas al que se pretende antes que nada
educar y entretener es tal vez el rasgo que mejor puede aglutinar y dar una
cierta coherencia a la literatura juvenil actual. No obstante, en los libros
juveniles tambin se pueden rastrear unas determinadas pautas temticas
y morales que parecen venir exigidas por el mediador adulto, que acta en
la generacin del texto no tanto como lector implcito sino como mero
supervisor (cf. Dueas y Tabernero, 2004). Al mismo tiempo, es evidente
que una cierta indefinicin, un claro talante fronterizo, le es consustancial
a la LJ, y ello no ha de ser considerado como un obstculo para su carac-
terizacin sino como un rasgo especfico de su modo de ser, dictado posi-
blemente por el hecho de situarse entre dos corpus mucho ms definidos
y acotados, el de la literatura infantil y el de la literatura para adultos.
En busca de un pblico
No faltan investigadores (Teixidor, 2000: 8; Sotomayor, 2002: 6-7)
que con buen criterio han relacionado el auge de la LJ de las ltimas dca-
das en los pases occidentales con el reciente descubrimiento de la ado-
lescencia como un perodo de rasgos especficos en el proceso de madura-
cin psicolgica. Si hasta el siglo XVIII, como consecuencia de la Ilustracin
y sobre todo de la obra de Rousseau, no se haba percibido la infancia
como una etapa diferenciada de la edad adulta, no es hasta la mitad del
pasado siglo XX cuando los estudios pedaggicos y psicolgicos llaman
decididamente la atencin sobre la adolescencia como perodo de seala-
das caractersticas entre la infancia y la madurez.
Mara Victoria Sotomayor (ib.) estableca una relacin directa entre el
mencionado estatus terico de la adolescencia y la expansin de la LJ en
Europa desde los aos sesenta del siglo XX. Sin duda, el nuevo producto
92 Jos D. Dueas Lorente
Lneas de fuerza
El panorama de la literatura juvenil actual es en Espaa poco menos
que inabarcable, el ritmo de aparicin de novedades resulta curso tras
curso espectacular a pesar de que buena parte de los ttulos que se incor-
poran cada ao son reediciones y traducciones. El mercado espaol con-
taba todava en 2002 con un 40,9 % de obras de LIJ traducidas (Direc-
Literatura juvenil actual: rmoras y retos 97
cin General del Libro, 2003: 64). Y de los ms de 8000 ttulos que apa-
recieron en 2003, slo unos 3000 eran primeras ediciones de autores
autctonos (Fernndez, 2004: 35). Con todo, parece evidente que la pro-
mocin editorial va muy por delante de la creacin literaria (cf. Dueas y
Tabernero, 2004). No obstante, desde un punto de vista estrictamente
literario el fenmeno es lo suficientemente rico y complejo como para
abordarlo con cautela; se trata de un bosque bien espeso, poblado por
abundante matorral pero tambin por plantas de indudable inters e
incluso por algunas especies nicas que conviene identificar y atender.
Como apuntaba recientemente Victoria Fernndez (2004: 35), el plu-
rilingismo es, sin duda, el rasgo ms caracterstico de la edicin infantil-
juvenil espaola, de modo que existe un interesantsimo, y ya totalmen-
te normalizado, intercambio entre los autores espaoles que escriben en las
diferentes lenguas del Estado. Las editoriales ms importantes tienden a
publicar a la vez en castellano y en cataln y, en bastantes casos, tambin
en euskera y en gallego. No obstante, las cifras revelan diferencias notables: en
el ao 2002 (Direccin General del Libro, 2003: 64) el 67,4 % de los libros
infantiles y juveniles apareci en castellano, el 19,6 % en cataln; el 4 % en
euskera y el 3,2 % en gallego. En cualquier caso, el intercambio lingstico
entre las diferentes lenguas del Estado se muestra ya mucho ms asentado
y encauzado en la literatura infantil y juvenil que en la de adultos, y buena
prueba de ello es la constitucin del grupo Editores Asociados, al que per-
tenecen las editoriales La Galera (Catalua), Galaxia (Galicia), Tndem
(Valencia), Elkar (Pas Vasco), Llibros del Pexe (Asturias) y Xordica (Ara-
gn). El grupo convoca cada ao el Premio Abril de Literatura Juvenil y
desarrolla en las distintas lenguas tres colecciones para primeros lectores:
Y qu?, Menudo cuerpo! y Qu historia! (Fernndez, 2004: 35-36).
Hablar de literatura juvenil en Espaa significa todava referirse casi en
exclusiva a la narrativa. Apuntaba Victoria Fernndez (2004: 40-41) que
desde la concesin del Premio Nacional de Literatura Infantil en 2002 al
poeta Miquel Desclot parece que asistamos a un cierto resurgir de la edicin
de poesa infantil, pero lo que se public durante el pasado ao 2003 se cir-
cunscribe en buena medida al mbito lingstico del cataln y se constrie
sobre todo al pblico infantil. Tan escasas o ms, si cabe, son las iniciativas
que ataen al teatro. En lo que se refiere al ao 2003, Victoria Fernndez
(ib.) menciona casi exclusivamente los ttulos editados por La Galera, las
colecciones iniciadas por Brosquil una infantil y otra juvenil, y la serie
98 Jos D. Dueas Lorente
As, el autor que segn datos del MEC fue el ms ledo en las aulas
de las enseanzas medias durante 2002 (Fernndez, 2004: 36), Jordi Sie-
rra i Fabra, tiende a buscar el encuentro con el lector a travs de algunos
asuntos controvertidos de la actualidad, con el objeto de ponerlos en cues-
tin, de incitar a la reflexin y, con frecuencia, de resolverlos de acuerdo
con las pautas de conducta socialmente asentadas, en ocasiones sin pres-
cindir incluso del discurso moral explcito. Es el caso de El nio que viva
en las estrellas (1996), advertencia a modo de ejemplo de los efectos psico-
lgicos y afectivos, por supuesto perniciosos, que puede acarrear el abuso
de los juegos virtuales; en Noche de viernes (1993) pretende el autor ilus-
trar sobre algunas consecuencias nefastas que pueden llevar consigo las
masivas salidas nocturnas de los jvenes en fin de semana; en Las Chicas
de Alambre (1999) daba cuenta de la carrera meterica pero finalmente
desgraciada de tres jvenes modelos que durante unos aos haban causa-
do la admiracin del mundo, etc. No cabe duda de que Sierra i Fabra cuen-
ta tambin con otros registros y que resuelve con oficio y sin estridencias
sus relatos, incluso los ms aleccionadores, pero tambin es evidente que el
planteamiento de partida constrie el desarrollo y, en particular, la resolu-
cin de sus historias. El lector juvenil es para Sierra i Fabra bsicamente un
adolescente desvalido, necesitado de orientacin y consejo.
Hay otros casos en los que desde posiciones no tan explcitas se trata
de proporcionar al adolescente una cierta educacin afectiva o de incul-
carle un vitalismo fcil y poco reflexivo para lo que se sugieren miradas dis-
tintas de la realidad o se apuesta por soluciones cargadas de optimismo.
Claro est que lo dicho no obsta para que en la mayora de los casos se
trate de obras de cuidada factura o, a veces, de brillantes hallazgos. Toda
la serie de novelas de Andreu Martn y Jaume Ribera protagonizadas por
el adolescente Flanagan (cf. bibliografa final) se pueden incluir en estos
parmetros. Las historias detectivescas de Martn y Ribera comportan un
importante componente de formacin afectiva para el lector adolescente,
acompaado de algunas dosis de crtica social y un cuidado desarrollo de
la trama segn el modelo policaco que, en su caso, suele sustentarse en
historias menores bien entrelazadas con la principal a las que se les asigna
con frecuencia la funcin ms humorstica. En coordenadas no muy dis-
tantes se sitan las obras juveniles de Lorenzo Silva: tanto la llamada tri-
loga de Getafe Algn da, cuando pueda llevarte a Varsovia (1997), El
cazador del desierto (1998) y La lluvia de Pars (2000) como la ms
100 Jos D. Dueas Lorente
reciente Los amores lunticos (2002). Obras sin duda de mrito, que
demuestran un indudable oficio, que construyen incluso mundos de refe-
rencia de cierta complejidad pero que resultan un tanto hipotecadas por la
necesidad de ofrecer modelos de comportamiento al lector y por el inex-
cusable final feliz, rasgos ambos que comparten por otra parte con la gran
mayora de las novelas juveniles actuales.
La resolucin feliz, uno de los principales ingredientes como deci-
mos de la potica implcita que parece seguir la LJ actual, imprime evi-
dentemente una determinada visin de fondo a las historias narradas,
transmite la idea de que vivimos en un mundo ordenado hacia el bien, en
donde resultan finalmente compensados el esfuerzo y la virtud, un
mundo, en suma, provisto de sentido. A su vez, la dimensin ejemplari-
zante que suelen adoptar los protagonistas, en la mayora de los casos, ado-
lescentes o jvenes, tiene que ver con una determinada disposicin narra-
tiva que se ha dado en llamar psicoliteratura o novela psicolgica
(Lage, 1995; Lluch, 2003), que ha insuflado en mayor o menor medida
buena parte de sus rasgos a todos los subgneros narrativos de la LJ actual
y que no parece sino una versin actualizada de lo que tradicionalmente
se ha llamado novela de aprendizaje (Dueas y Tabernero, 2004), esto
es, aquel relato en el que el proceso de formacin o maduracin del pro-
tagonista es propuesto como modelo a los lectores.
Ciertamente, tambin entre las obras en que prevalece el afn de
entretenimiento resulta obligado sealar numerosas distinciones y tenden-
cias. Aqu nicamente atenderemos a algunos casos que nos parecen espe-
cialmente significativos. Observemos de entrada que es la vertiente ms
cultivada en los ltimos tiempos y que los mayores xitos recientes de la
LIJ as la serie de Harry Potter, de la escocesa J. K. Rowling se asien-
tan en este terreno. Se trata en general de obras que de acuerdo con la ms
antigua tradicin de la LIJ acuden al suspense, a la fantasa, a la intriga, a
la aventura, al terror para sustentar en lo fundamental su pacto narrativo
con el lector. El desarrollo argumental se convierte en el componente pri-
mordial de estos relatos, por encima de la construccin de los personajes
o de otros ingredientes narrativos. La dosificacin de la informacin, la
adecuada gestin de los momentos climticos, la imprescindible dosis de
sorpresa que debe conllevar la conclusin de la historia son los funda-
mentos narrativos de estos ttulos.
Literatura juvenil actual: rmoras y retos 101
Bien es cierto que en los ltimos tiempos los libros que apuestan por
la aventura, el suspense o la fantasa han asumido asimismo algunos ras-
gos de la literatura de aprendizaje en su vertiente ms psicolgica y as no
es extrao que los protagonistas revelen ante el lector su proceso de for-
macin mediante la superacin de determinadas pruebas, la realizacin de
un viaje de componentes iniciticos o el encuentro con algn personaje
que parece revelar facetas desconocidas de la realidad. ste es el caso, por
ejemplo, de buena parte de los ttulos de Csar Mallorqu (El ltimo tra-
bajo del seor Luna, 1997; La cruz de El Dorado, 1999b; La catedral,
1999a), creaciones por lo general modlicas en cuanto a la disposicin de
la trama, obras en las que tienen cabida adems componentes no muy fre-
cuentes en los relatos de aventuras e intriga como el humor, el apunte psi-
colgico, el guio en el caso de Mallorqu normalmente poco conven-
cional al mundo afectivo de los protagonistas, etc.
Tambin Joan Manuel Gisbert acude a la bien calculada disposicin de
los acontecimientos, al frentico ritmo que suele imponer a sus historias,
como principal punto de encuentro con el lector joven. Si bien, Gisbert
propende ms que a la referencia psicolgica a insertar la trama en compo-
nentes o en mbitos temticos particularmente propicios para el desarrollo
del suspense, el misterio o el terror: as, acude al espiritismo de finales del
XIX en La frontera invisible (1992), a la magia medieval en El enigma de la
muchacha dormida (1996), etc. Jos Mara Latorre busca asimismo en la
trabazn argumental el principal lugar de encuentro de sus relatos con el
lector. En su caso, suele adobar la sucesin de los acontecimientos con dete-
nidas descripciones de ambientes no tanto de personajes, que resultan,
por lo general, un tanto monolticos, provisto de una prosa especial-
mente cuidada. La literatura juvenil de Fernando Lalana se ha de inscribir
asimismo entre esa vertiente que busca el placer de la narracin como fin
en s mismo, si bien no faltan a veces en sus libros ciertas dosis de crtica
social como sucede en Morirs en Chafarinas, 1990, o en Conspiracin
Chafarinas, 1999, de indagacin psicolgicaScratch, 1992 o refle-
xiones de otro orden a menudo ancladas en la actualidad, porque Lalana
construye argumentos porosos a la circunstancia de cada momento, sin
duda como nueva estrategia de captacin del lector.
Tambin prevalece la bsqueda del delectare en la serie de Manolito
Gafotas (1994-2002) de Elvira Lindo, aunque la orientacin literaria sea
aqu sustancialmente otra. La crtica social, el apunte costumbrista, el
102 Jos D. Dueas Lorente
res adolescentes, pero en cualquier caso se trata de una obra que viene a
demostrar que la LJ no resulta en absoluto incompatible con un claro afn
de elaboracin artstica.
En un contexto creador no muy lejano cabe incluir buena parte de la
trayectoria literaria de Gonzalo Moure en lo que a la LJ se refiere. Moure
persigue el poso moral, tiende a provocar la sugerencia y la emocin en vez
del apunte moralizante. Se acompaa adems a menudo de una prosa de
tendencia lrica, dominada por la tentacin del hallazgo potico ms que
por el afn descriptivo, como bien ponen de manifiesto ttulos como El
beso del Sahara (1998) o El sndrome de Mozart (2003), que se encuentran,
a mi juicio, entre lo ms logrado de su produccin. Las novelas juveniles
de Emilio Pascual (Das de Reyes Magos, 1999; El fantasma anid bajo el
alero, 2003) significan asimismo un deseo de traspasar las convenciones de
lectura establecidas en la literatura juvenil actual. Se trata de obras salpi-
cadas de alusiones intertextuales, de referencias a otros escritos que actan
a menudo como claves de interpretacin de la propia novela. Los libros de
Emilio Pascual admiten adems varios niveles de lectura por lo que consi-
guen llegar con xito a pblicos de muy diferente bagaje lector.
Habra que aludir aqu adems a un cmulo considerable de textos
que por diferentes cauces manifiestan una relacin compleja con el lector
adolescente. Sin ningn afn de exhaustividad, cabe mencionar obras
como El diccionario de Carola (1996), de Carmen Gmez Ojea, por la liber-
tad a veces descarnada con que enjuicia el mundo de los adultos de la
mano de una prosa cuidada, firme y sugerente; ttulos como Falso movi-
miento (1992), de Alejandro Gndara, que nace asimismo de un claro ejer-
cicio de libertad creadora; obras como El palacio de cristal (1988) o Han
quemado el mar (1993), de Janer Manila, por adentrarse en problemas
escasamente atendidos en la LJ como la inmigracin o la guerra con honda
capacidad de sugerencia y sin fciles adoctrinamientos; tambin se puede
aludir a un relato como Y decirte alguna estupidez, por ejemplo, te quiero
(1995), de Martn Casariego, por el ejercicio de metalenguaje que propo-
ne, algo inusual en una literatura que tiende a servirse del sentido estric-
tamente literal de los vocablos; etc. Ttulos, en fin, como bastantes otros
que se podran mencionar, que manifiestan una considerable confianza en
las posibilidades interpretativas del pblico adolescente y que hacen de la
literatura una tarea compleja donde se combina el afn de disfrute con
la indagacin y la reflexin.
104 Jos D. Dueas Lorente
Coda aragonesa
Por circunstancias que no vienen al caso, tradicionalmente los auto-
res aragoneses de firmes ambiciones literarias se han visto impelidos con
honrosas excepciones a desplazarse a Madrid o Barcelona con el fin de
llevar adelante una carrera que difcilmente hubiera encontrado salida en
otros lugares. Es el caso de Benjamn Jarns, Ramn J. Sender, Ildefonso
M. Gil, o ms recientemente, de Ignacio Martnez de Pisn, Javier Tomeo,
Jess Moncada o Jos Mara Latorre, instalados en Barcelona desde hace
aos, o de ngel Guinda, domiciliado en Madrid. Pero lo mismo se podra
decir de los autores de provincias, en general, porque hasta fechas muy
recientes nicamente se contaba aqu con dos focos de verdadero vigor
cultural, Madrid y Barcelona.
Sin embargo, las circunstancias han cambiado en los ltimos tiempos;
la reciente descentralizacin institucional, unida a que las nuevas tecnolo-
gas de la informacin han acercado, tambin en lo que a la literatura y el
arte se refiere, unos lugares y otros, ha provocado que en distintas ciudades
hayan germinado importantes ncleos de creadores en muy diferentes
rdenes. En Aragn, la literatura para adultos goza desde hace un tiempo
de significados y abundantes representantes entre las nuevas promociones
Manuel Vilas, Antn Castro, Ramn Acn, Carlos Castn, Ismael Grasa,
Javier Delgado, Flix Romeo, Flix Teira, Garca Valio, ngela Laborde-
ta, Miguel Mena, Mariano Gistan, Magdalena Lasala, Juan Bolea, Jos
Mara Conget, Jos Gimnez Corbatn, Jos Luis Corral, etc., escritores
generalmente conocidos ya en el panorama nacional y cuya sola presencia
probablemente haya contribuido a impulsar aqu la ms reciente dedica-
cin de otros autores a la literatura para los ms jvenes.
No obstante, no puede decirse que el cultivo de la literatura infantil
y juvenil en Aragn sea de ayer mismo: al zaragozano Fernando Lalana hay
que reconocerle veinte aos de dedicacin constante; no mucho despus
que Lalana empez a publicar Sergio Lairla y la primera novela juvenil de
Flix Teira, Saxo y rosas (firmada con el seudnimo de Mara Arregui) es
ya de 1995. S parece, sin embargo, que ha sido en los ltimos aos cuan-
do el ncleo se ha expandido de manera definitiva mediante la incorpora-
cin de autores como Daniel Nesquens, Samuel Alonso, Ana Alcolea,
Miguel Mena, las nuevas incursiones de Flix Teira o el caso ms reciente
de Ignacio Garca Valio, entre otros.
Literatura juvenil actual: rmoras y retos 105
Bibliografa
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Literatura juvenil actual: rmoras y retos 109
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Literatura juvenil actual: rmoras y retos 111
2 Citado en Criterios para evaluar la literatura para nios, de John Rowe Towsend.
La crtica: un asunto pendiente 117
3 <http://www.imaginaria.com.ar/04/1/manifiesto.htm>.
4 Vctor Moreno Interrogantes sobre los supuestos valores de la crtica, CLIJ.
118 Samuel Alonso Omeaca
a pensar que hay una diferencia sustancial entre la crtica de LIJ y la crti-
ca de adultos, y no es otra que la de contemplar la necesidad de tener una
teora literaria que incluya, adems de los libros, a sus lectores: los nios.
Si revisamos el estado actual de la crtica de LIJ nos encontramos
pocos escritos dignos de considerarse crtica literaria. Habra que diferen-
ciar entre la crtica destinada al mercado y la propuesta a los profesionales.
En la primera hay una abrumadora cantidad de reseas en revistas
especializadas (papel e Internet), y apenas unas pocas en peridicos. En
estas reseas encontramos mucha seleccin, aunque dudosa, y se limita
fundamentalmente a los libros premiados y a los autores consagrados.
En ellas hay poca o nula opinin. Son sobre todo elogios no fundamen-
tados a los escritores establecidos por el mero hecho de estarlo. Frases
como: un nuevo acierto del tndem [], [] autor de probada efica-
cia y profesionalidad [], aparecen en infinidad de reseas. No se intu-
yen en estas palabras el sesgo y las actitudes complacientes con algunos
autores?
Ms opinin sobre la idoneidad: un lbum ideal para que nios y
adultos lo exploren juntos, un lbum ideal para contar a los prelectores,
una obra sin edad. Acaso todos los nios leen lo mismo?, es necesario
clasificar las lecturas?
Sobre la popularidad: Un relato que le ha valido a su autor el premio
[] de este ao, La obra ha cosechado no pocos premios en []. Pala-
bras slo palabras, sin contenido y con criterios cuestionables.
Sobre la relevancia: Un buen material para acercarse a las dos cultu-
ras, Ayudar a superar los problemas de autoestima. No estamos olvi-
dando que estamos hablando de literatura?
Y finalmente superflua opinin, anlisis e interpretacin literaria.
Apenas unas lneas que hablan del argumento aderezadas con comentarios
benvolos y complacientes: para muestra un botn, en una misma pgina
de una revista especializada encontramos dos perlas: Relatos llenos de
magia y fantasa, en los que se premia el respeto a la naturaleza, la bondad
y el amor, y se castiga la envidia y la codicia, La autora ha tirado la casa
por la ventana; no contenta con mezclar bodas, leyendas medievales y
secuestros, junto a una dosis de geografa e historia de [] permite que
sus intrpidos protagonistas descubran increbles misterios [].
La crtica: un asunto pendiente 119
Conclusiones
Ante este galimatas me pregunto qu se puede hacer. Slo se me ocu-
rre actuar desde el sentido comn y las buenas intenciones (adems de la
profesionalidad). Las buenas intenciones me dicen que todo lo que se
puede hacer es intentar lograr que la buena literatura sea accesible a mucha
gente (es necesaria una reflexin sobre las campaas de promocin a la lec-
tura que se estn realizando en estos momentos). Para ello, rescatando una
idea inicial deberamos desarrollar una teora literaria en la que se tenga en
cuenta por igual a los libros y a los nios y jvenes. A los libros analizan-
do no slo el tema, tambin la trama, los personajes, el estilo, etc. A los
nios en cuanto a potenciales lectores, teniendo en cuenta sus habilidades
lectoras y sus intereses.
Una teora literaria dialogada entre todos los profesionales implica-
dos, entre bibliotecarios, maestros, especialistas, crticos, editores, escri-
tores No es otra cosa que redefinir las funciones de las que hablaba
Steiner. Esta teortica debera surgir del encuentro entre el crtico y el
lector de las reseas. Qu buscamos en las reseas? Todos los profesio-
nales tienen algo que decir. Yo apuesto personalmente por la creacin de
grupos de lectura interprofesionales, donde profesores, especialistas,
bibliotecarios, crticos compartan lecturas sin pretensiones de univer-
salidad.
Algunos autores necesitan escuchar opiniones crticas sobre sus
obras, pero en realidad slo esperan escuchar halagos, escribe Chambers.
Los autores deberan buscar y encontrar, en vez de halagos, estmulo y
reflexin sobre la obra hecha para enfrentar nuevos retos. Otro tanto ocu-
La crtica: un asunto pendiente 121
rre con los editores, que en las reseas deberan encontrar opinin y juicio
literario para confirmar o redefinir sus proyectos editoriales.
Los mediadores, por su parte, deberan encontrar anlisis responsa-
bles que orienten su trabajo con los libros.
Pero, ojo!, como adverta Eliot, la gente siempre est dispuesta a asir
cualquier gua que le ayude a reconocer la mejor poesa sin tener que
depender de su propia sensibilidad y gusto.
Una vez establecida la teora podemos correr el riesgo de seguir las
reglas y de no basarnos en percepciones.
Al crtico hay pedirle lectura responsable, que se olvide del amiguis-
mo, y exigirle rigor y profesionalidad tanto en la opinin como en el esti-
lo. Es una tarea compleja que requiere de mucho trabajo. El crtico est
obligado a hacer una lectura cuidadosa del texto para poder ofrecer una
visin amplia de l, no siempre para demostrar carencias, sino para explo-
rar sus logros y promesas. Debe estar abierto a las nuevas tendencias y
generar debate, y olvidarse de ser censor. El crtico, en definitiva, es huma-
no, no divino, tiene una nica verdad, la suya; la ltima palabra siempre
la tiene el lector del libro, no el crtico ni el lector de la crtica.
Bibliografa
BLOOM, Harold (2004), El canon occidental, Barcelona, Anagrama.
COLOMER, Teresa (1998), La formacin del lector literario, Madrid, Fundacin
Germn Snchez Ruiprez.
FORSTER, E.M. (2003), Aspectos de la novela, Barcelona, Debate.
GARRIDO DOMNGUEZ, A. (1996), El texto narrativo, Madrid, Sntesis.
HAMM, Meter (1970), Crtica de la crtica, Barcelona, Barral Editores.
LLUCH, Gemma (2003), Anlisis de narrativas infantiles y juveniles, Cuenca, Edi-
ciones Universidad de Castilla-La Mancha.
LODGE, David (1999), El arte de la ficcin, Barcelona, Pennsula.
MORENO, Vctor (1994), De brumas y de veras, Pamplona, Pamiela.
RODRGUEZ, Juan Carlos (2001), La norma literaria, Madrid, Debate.
STEINER, George (2003), Lenguaje y silencio, Barcelona, Gedisa.
Un encuentro con la crtica y los libros para nios, Venezuela, Banco del Libro,
2001.
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LA MIRADA CONSCIENTE.
CMO DESCUBRIR EL VALOR DE LA IMAGEN
EN LOS LIBROS PARA NIOS
Ana G. Lartitegui*
El poder de la imagen
Puede alguien figurarse un mundo sin imagen? Seran ustedes capa-
ces de montar su licuadora nueva sin consultar los dibujos del manual?
Alguno de ustedes lee los carteles cuando slo llevan letra? Por ejemplo:
existe algo ms difcil que contar el nmero diario de veces que alguna
clase de imagen salta a nuestra vista? Ahora supongamos una nia de siete
aos. Nada ms empezar el da se espabila desayunando con los dibujos de
una caja de cerales. Se viste con una sudadera de las Super Nenas. Mete
sus libros en la mochila de Pioln. Por la calle, mientras va a la escuela, las
modelos del Corte Ingls le saludarn desde una valla publicitaria y las pla-
yas del Caribe lo harn desde un escaparate. Tambin ve cosas difciles
como las seales de trfico. Si tiene que tomar el autobs, los caballos de
Marlboro le acompaarn todo el tiempo que est en la parada y cuando
por fin llegue su autobs se quedar mirando sobre la carrocera el anun-
cio de la ltima pelcula de moda. Una vez dentro, se podra entretener
con las portadas de la prensa diaria que leen los de a bordo. Despus, cuan-
do llegue a clase, lo primero que dir el profesor es abrid el libro. Se
pasar el da descifrando fichas de trabajo que se apoyan en ilustraciones y
luego en su casa descansar en compaa de la televisin. Antes de dormir
* Ilustradora.
124 Ana G. Lartitegui
das al valor simblico de los objetos antes que a cualquier otro valor racio-
nal. En este caso el valor simblico de todos los elementos elegidos aqu es
muy alto. Con este ejemplo estamos viendo que, aunque nuestro cons-
ciente no se sienta seguro en la interpretacin, es seguro que el subcons-
ciente est actuando. De esta manera nos encontramos que a veces se esta-
blece una relacin inversa entre comprensin autoconsciente y capacidad
de sugestin. En este caso, la intencin del autor es claramente de provo-
cacin. Nos est invitando a abandonar nuestro pensamiento racional a
favor del juego surrealista con una finalidad literaria.
En cambio, si observamos el manejo de los smbolos en el caso del
lenguaje publicitario, descubrimos intenciones muy distintas. Sirvindo-
nos del ejemplo de la publicidad de la marca de cigarrillos Marlboro
encontramos que, frente al mensaje explcito de propaganda de cigarrillos,
se nos presenta una imagen que nada tiene que ver con el consumo de
cigarrillos, ni directa ni indirectamente. Esta falta de lgica en la asocia-
cin de significados es la circunstancia perfecta para que el subconsciente
tome las riendas y acte desencadenando una sugestin. En este caso la
sugestin consiste en que el consumo de cigarrillos de esta marca nos colo-
ca en una posicin de poder como es la doma del caballo (fig. 2). A este
ejemplo publicitario podran sumarse los del consumo de los videojuegos,
de ciertas series de dibujos animados y anuncios de la televisin que bom-
bardean a nuestros hijos con mensajes subliminales de violencia, consu-
mismo, sexismo, etc.
Con todo esto podemos concluir que una ilustracin tiene el poder de
ir ms all de lo explcitamente sugerido en el dibujo. Entre las conclusio-
nes del estudio de Adela Turn para los estereotipos sexistas est una que a
m me parece especialmente interesante. En l puede leerse: [] con pre-
guntas del tipo.Y qu hacen los dems miembros de la familia mientras
tanto? descubrimos que una imagen significa mucho ms de lo que repre-
senta: la imagen del padre sentado en un sof, por ejemplo, suscita en el
nio la idea de una madre que est preparando la cena en la cocina.
Ya hemos visto cmo el valor simblico de las imgenes ampla su sig-
nificado y aporta valores que van ms all. Ahora, segn esto que estamos
viendo, una ilustracin tiene adems el poder de reclamar otra serie de sig-
nificados que no estn explcitos, pero que de alguna manera son sugeri-
dos o despiertan en nosotros asociaciones de significados deducibles.
Todo esto nos demuestra que una ilustracin, a la hora de llegar a los
ojos del lector, es mucho ms de lo que fue en el momento de hacerse. La
mirada del lector la completa dndole un valor personal e intransferible. En
ocasiones esto forma parte de un juego de provocacin que puede partir del
autor, como hemos visto. Pero, aunque no forme parte de la intencin
del autor, siempre va a estar presente el valor subjetivo de la percepcin,
encargndose de que cada experiencia esttica, cada mirada, sea nica.
Ambos aspectos, lo subjetivo y lo universal, lo inconstante y lo cons-
tante, son como dos caras en una misma moneda. Ambas cuestiones son
imprescindibles en el estudio del arte como platillos en una balanza.
Niveles de comprensin
Captar un mensaje visual es aparentemente fcil; pero, como estamos
viendo, tambin encierra su complejidad y depende de muchos factores.
De hecho, no se nace sabiendo mirar, y de ah el ttulo de esta charla. El
golpe de vista no es suficiente para comprender. A estas alturas todos sabe-
mos que los intereses comerciales y polticos son incompatibles con el
desarrollo intelectual. As pues, conviene que nos hagamos la pregunta:
queremos que la imagen sea aliada o enemiga del desarrollo intelectual?
Convertirla en aliada depende en definitiva de nosotros e implica deteni-
miento y reflexin.
132 Ana G. Lartitegui
Fig. 5. Ana Juan, Cuentos Populares Fig. 6. Pablo Amargo, El movimiento continuo.
espaoles. Estrellita de oro.
Alguna vez han pensado que sus hijos puedan sentirse solos o desin-
formados ante una ilustracin? No se han sentido ustedes nunca en esa
situacin ante un cuadro que no alcanzan a comprender? Ahora me gus-
tara que contemplasen con detenimiento esta que tenemos delante (fig. 5).
Podramos realizar un pequeo test para darnos cuenta de hasta qu punto
necesitamos ser guiados en la percepcin de una ilustracin. Esta vez no
analizar los recursos puestos en juego ni los valores implcitos sugeridos.
Ni siquiera voy a contarles de qu va la historia que se pretende ilustrar
aqu. Traten ustedes por un momento de sentir la necesidad de saber ms.
Quizs se sientan un tanto indefensos y seguramente ansiosos. Despus
volveremos sobre ella y veremos qu pasa entonces.
Una sola imagen puede encerrar muchos significados. En atencin al
carcter relativo y personal de la experiencia esttica se podra decir, como
hemos visto, que tenemos tantos significados como receptores. Pero desde
el punto de vista de la obra y en su valor objetivo tambin hemos visto que
el autor maneja unos valores universales y constantes. El artista, igual que
elige unos elementos de significado determinados, tiene sus recursos para
ordenar esa composicin semntica y provocar distintos niveles de signifi-
cados en una sola ilustracin.
La mirada consciente. Cmo descubrir el valor de la imagen... 133
Coherencia de la forma.
Punto de vista frontal.
Economa de elementos.
Simplicidad de secuencia.
Simplicidad de asociaciones semnticas.
Fig. 12. Katja von Mensing, Bruno el rezongn. Fig. 13. Ana G. Lartitegui, Cinco hermanos.
Fig. 15. Stepn Zavrel, El abuelo Toms. Fig. 16. Cinco ilustradores, Ts-ts.
La mirada consciente. Cmo descubrir el valor de la imagen... 141
Fig. 20. Binette Schroeder, La leyenda de la Fig. 21. Eric Battut, Caperucita Roja.
luna llena.
Ms que la teora del color nos interesan en este caso los efectos arts-
ticos en la interaccin del color. La interaccin del color modifica la forma
en que nosotros percibimos los colores. As un rojo resulta ms vivo si est
rodeado de verde; de ah la belleza de un campo de trigo verde sembrado
de amapolas. La ilustracin de Binette Schroeder (fig. 20) utiliza la misma
disonancia entre verde y rojo para favorecer un efecto de tensin cromti-
ca. El motivo diablico es ideal para este recurso porque aumenta nuestra
inquietud. Son dos colores en lucha interna; la discordia de Belceb.
En cambio, las gamas armnicas consonantes favorecen el efecto de
equilibrio. Aqu vemos una ilustracin entonada en colores calientes. Eric
Battut se sirve de la gama del rojo y los colores terrosos para ilustrar el
cuento de Caperucita Roja en perfecta coherencia cromtica (fig. 21). El
mismo Battut ilustr el cuento de Barba Azul con la gama de azules y gri-
ses, aunque con detalles en rojo como toque de tragedia.
146 Ana G. Lartitegui
Fig. 22. Benoit Chieux, Othello. Fig. 23. Christophe Durual, El abuelo y su nieto.
Fig. 24. Oliveiro Dumas, El seor Korbes y otros Fig. 25. Vivienne Goodman, Qu crees?.
cuentos de los Grimm. La llave de oro.
La mirada consciente. Cmo descubrir el valor de la imagen... 149
La estrategia grfica
Como ltimo peldao de esta escalera que nos conduce hasta la mira-
da consciente sobre los libros nos detendremos a observar cmo adems
de los elementos bsicos: forma, luz y tiempo de secuencia, el ilustrador,
igual que el escritor, crea un argumento y le da forma, lo desarrolla en un
escenario, con personajes, le da un tiempo interno y adems busca la
expresin de un punto de vista para su historia.
Hemos analizado separadamente el funcionamiento de los elementos
bsicos implicados en la construccin de una narracin grfica, pero falta-
ra detenerse a considerar que la combinatoria de estos va dibujando dife-
rentes estructuras de sentido o niveles de significado y que todas ellas se
conectan demostrando que forman parte de un plan o estrategia.
Escenarios, paisajes, personajes, objetos asociados a stos componen
el primer nivel de estructuras de significado.
En cuanto a la creacin de los personajes, hay que decir que en ellos
recae el principal peso de la accin y son los principales responsables del
desarrollo del relato. Los animales de esta figura 26, una zorra y un sapo,
pertenecen a un cuento de la tradicin popular. La funcin que estn
representando, como todos los protagonistas de las fbulas, es una funcin
estructural; es decir, corresponden a los arquetipos universales de valor
simblico, muy presentes en la literatura popular y tradicional por su
valor eterno. Son personajes ligados a su simbologa. Por ejemplo, la zorra
es astuta pero perversa, el lobo es feroz pero siempre pierde, la tortuga es
perseverante, la liebre impaciente, el sapo
Otras veces son arquetipos humanos como este joven indefenso (fig. 27),
claramente en contraste con su complementario el rey todopoderoso (fig. 28).
Podemos ver en este ejemplo cmo el autor ha puesto en su caracte-
rizacin todos los recursos a su alcance: color, tamao, posicin dentro del
espacio, postura, atuendo, mirada, rostro, etc.
Cuando el personaje sale de los estereotipos cobra mayor relieve. ste
es el caso de Elmer, el elefante sin problemas de autoestima (fig. 29);
mientras que todos los dems son grises, l es a cuadros de colores, Qu
suerte! Merece tener nombre propio. Ya no cumple una funcin estructu-
ral. l es l y cualquier cosa parecida ser un plagio. En el mismo caso esta-
ra Babar, personaje mundialmente conocido, Pippi Langstrum, etc.
150 Ana G. Lartitegui
Fig. 28. Jindra Kapek, La cancin ms bonita. Fig. 29. David Mckee, Elmer.
La mirada consciente. Cmo descubrir el valor de la imagen... 151
autor. Nos indica una posicin determinada ante los hechos que se narran.
El caso de esta historia de La composicin es muy claro. Ambos autores,
Skrmeta y Ruano, comparten el punto de vista. Es el punto de vista de la
vctima inocente de la injusticia poltica y los abusos de poder.
Para expresar el punto de vista el autor mover todos los recursos a su
alcance: la eleccin de las escenas, la determinacin de un estilo y unos
materiales plsticos, el encuadre, la composicin, el color, la caracterizacin
de los personajes y las asociaciones semnticas deducibles no explcitas, el
tipo de convivencia en la relacin texto/imagen, etc. La consecuencia ser
un tratamiento temtico determinado. Servir de mediacin entre lo que se
est narrando y el lector e inevitablemente nos muestra la relacin que exis-
te entre el artista y el tema. Una buena manera de analizar esto es a travs
de la comparacin de versiones diferentes sobre una misma historia.
Siguiendo con la cuestin del punto de vista dir que algunas propues-
tas dentro del libro-lbum han ido todava ms lejos y se han aventurado a
construir una historia contada desde distintos puntos de vista en la ilustra-
cin. Tal es el caso del libro de Anthony Browne Voces en el parque (fig. 31).
En l una misma secuencia se presenta bajo cuatro puntos de vista diferen-
tes. Se trata de una salida al parque de dos parejas (madre-hijo, padre-hija)
que se encuentran all por casualidad. Las ilustraciones se encargarn de
mostrar que la forma de ver la vida vara mucho en cada personaje.
La mirada consciente. Cmo descubrir el valor de la imagen... 153
Fig. 32. Pablo Amargo, No todas las vacas son iguales. Fig. 33. Julio Romero, Mis primeras
80.000 palabras, Abrazo.
Conclusin
Despus de todo lo visto y recorrido, hemos podido hacernos una
idea de la cantidad de cuestiones implicadas a la hora de contar con la ima-
gen en una narracin. Probablemente la informacin expuesta nos baile en
la cabeza y nos sintamos incapaces de reproducir lo aprendido. Sin embar-
go, es seguro que nuestra forma de mirar ha cambiado. Despus de anali-
zar y comparar estamos ms preparados para entender y, por tanto, para
La mirada consciente. Cmo descubrir el valor de la imagen... 155
* Universidad de Zaragoza.
1 Direccin General del Libro, Archivos y Bibliotecas (2003), Anlisis sectorial del
libro. Panormica de la Edicin Espaola de Libros 2002. Datos citados por Jos D. Dueas
y Rosa Tabernero (2004) en su artculo La narrativa juvenil en los ltimos veinte aos:
entre luces y sombras, Aspectos didcticos de Lengua y Literatura, 13, ICE-Universidad de
Zaragoza, pp. 245-246.
158 Marta Sanjun lvarez
Parece claro que la cualidad artstica del lenguaje [] debe ser un rasgo
inherente e innegociable en aquellos textos que se les ofrecen a los nios como
literarios. []. Por lo tanto, bajo la perspectiva estrictamente literaria, el pre-
dominio del compromiso esttico justificara la plena insercin de los textos
literarios propios de la infancia en el paradigma de la literatura general. O,
como mnimo, habra que admitir que literatura infantil y literatura general tie-
nen unos rasgos distintivos comunes: la realidad de un lenguaje altamente
codificado y la necesidad del arte.
Ahora bien, [] acto seguido conviene afirmar las diferencias eviden-
tes en cuanto al proceso de recepcin entre el pblico adulto y el pblico
infantil y/o juvenil. Es aqu donde se asienta lo especfico del discurso litera-
rio denominado infantil y/o juvenil: en la adecuacin a los intereses cogniti-
vos y vitales de los destinatarios, sin que ello comporte sacrificar las circuns-
tancias pragmticas y textuales del texto potico.
El didactismo
El didactismo (moral, religioso o simplemente pedaggico) ha sido
una constante en los libros destinados a los nios al menos hasta bien
entrado el siglo XIX, cuando, como indica Snchez Corral (1995: 100-
102), se supera la concepcin dominante de la infancia como depsito
que ha de ser rellenado pedaggicamente. []. Sin embargo, a pesar de
las conquistas de la fantasa romntica o de la nonsense literatura, a pesar
de las propuestas de la ciencia-ficcin de J. Verne (1828-1905) o de las
aventuras narradas por Stevenson (1850-1894), a pesar de que las obras
infantiles cifradas en la imaginacin se multiplican, a pesar de que el escri-
tor toma ya en cuenta la entidad del nio como receptor independiente
(Peter Pan, de J. Barrie, 1906; Le petit prince, de Saint-Exupry, 1953),
subsiste la intencin moralizante en una buena parte de la produccin lite-
raria del siglo XX.
Est claro que la obra literaria es portadora de unos conocimientos y
una visin del mundo que pueden, de una manera eficaz, contribuir a la
formacin de quienes la disfrutan, y de ah su potencial educativo. Sin
embargo, esa funcin formadora debera estar presente de manera discre-
ta y sutil, y no mediante moralejas o didactismos explcitos. Slo se le debe
ofrecer al nio lo estticamente logrado. La obra literaria deformada, sin
equilibrio entre contenido y forma, aparta a los nios del verdadero goce
esttico, mata su inventiva y su propia capacidad de razonamiento. Como
seala Snchez Corral (1995: 113-114):
Especialmente graves pueden ser las carencias estticas (y las carencias de
todo tipo) derivadas de la simplificacin del lenguaje que reduce la expresivi-
dad de los textos dedicados a la infancia, en aras de una pretendida adaptacin
a la competencia receptiva con frecuencia infravalorada del nio en cali-
Algunas premisas para una visin de conjunto de la literatura... 161
dad de sujeto literario. Como se presupone que el emisor est situado frente a
receptores no cualificados para el placer artstico, entonces se busca delibera-
damente una lectura unvoca, simplista y puramente denotativa, rehuyendo las
sugerencias connotativas y los matices polismicos imprescindibles para que se
produzca la comunicacin potica. El proceso desemboca, sin que sea posible
eludirlo, en el empobrecimiento estilstico de la escritura.
Bibliografa
COLOMER, T. (1998), La formacin del lector literario. (Narrativa infantil y juvenil
actual), Madrid, Fundacin Germn Snchez Ruiprez.
DUEAS, J. D., y R. TABERNERO (2004), La narrativa juvenil en los ltimos vein-
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SNCHEZ CORRAL, L. (1995), Literatura infantil y lenguaje literario, Barcelona,
Paids.
LIBROS Y LECTORES
EN LA BIBLIOTECA PBLICA DE HUESCA
Rosario Fraile Gayarre*
2 Para los lectores infantiles y juveniles, las cifras corresponden a prstamos de obras
literarias. Por lo tanto, excluimos tanto las obras de conocimiento, como los cmics, que
deberan ser objeto de un estudio particular.
168 Rosario Fraile Gayarre
lectores (10 a 14 aos) son activos el 55 % de los socios, lo que nos dara
una media de algo ms de seis libros al ao.
Parece que con la edad, el hbito lector va disminuyendo. En efecto,
las encuestas sobre hbitos de lectura realizadas entre escolares de ocho a
diecisis aos por la Fundacin Bertelsmann y la realizada por el Instituto
Nacional de Calidad y Evaluacin3 entre alumnos de sexto curso de Edu-
cacin Primaria apuntan las mismas conclusiones.
Durante el perodo escolar, los nios manifiestan gusto por la lectura
y leen de forma ms o menos habitual. Hay un elevado porcentaje de lec-
tores ocasionales (40 %) que es el que parece ir abandonando la lectura
conforme se va incorporando a la edad adulta. En efecto, las cifras globa-
les de hbitos lectores adultos frente a infantiles revelan que la diferencia
recae justamente ah: durante el perodo escolar leen los que manifiestan
un gusto elevado por la lectura y los que tienen menos vocacin lectora,
y leen adems de forma bastante parecida. En efecto, curiosamente, leen
uno o dos libros al mes el 67 % de los que declaran poca aficin, el 62 %
de los que dicen tener bastante aficin y el 40 % de los que dicen que leer
les gusta mucho.
Qu sucede para que estos lectores ocasionales abandonen la lectura?
Ser que esos uno o dos libros son lecturas obligatorias, escolar o fami-
liarmente impuestas? Algo as parece sugerir el estudio sobre los hbitos
lectores de los adolescentes espaoles, elaborado por el CIDE,4 en el que
se seala que para los jvenes de quince y diecisis aos la lectura como
alternativa de ocio es la penltima de las opciones contempladas, situn-
dose slo por encima de la opcin No hacer nada.
Parece que nos est costando sacar la lectura del mbito de lo obliga-
torio y hacer de la lectura una alternativa de ocio para nuestros nios y
jvenes. Y, sin embargo, lo cierto es que contamos con colecciones lo sufi-
cientemente ricas como para conseguirlo.
Estos datos parecen apuntar a un lector influido por las modas y los
lanzamientos editoriales estrella, pero sobre todo parecen apuntar a un
lector al que le cuesta abandonar terrenos literarios conocidos en los que
se encuentra cmodo.
Por qu sucede esto? Estn desorientados nuestros lectores? Pense-
mos que es difcil escoger entre los ms de siete mil ttulos anuales y entre
los alrededor de ocho mil ttulos de literatura infantil y juvenil de nuestras
estanteras. Quiz deberamos orientarlos ms y mejor.
Van abandonando nuestros lectores cuando agotan estas lecturas en
las que se sienten cmodos y deben dar el salto a otros imaginarios, a otros
estilos y otras voces? Quiz deberamos prepararlos para poder dar ese
paso, porque la literatura infantil y juvenil actual ofrece muchos matices,
pero apreciar los mejores y convertir la lectura en placer requiere una gran
mediacin por parte del lector y esa mediacin exige una inversin de
tiempo y esfuerzo.
No digo nada nuevo, pero quiz conviene recordarlo si pensamos en
la caracterizacin de la literatura infantil y juvenil con la que hemos
comenzado. Porque tenemos buenos libros, libros para todos los lectores.
Pero seguimos sin tener lectores para todos los libros.
LECTURA Y LITERATURA INFANTIL
Y JUVENIL: REFLEXIONES DESDE EL AULA
Mercedes Caballud Albiac*
Carmen Carramiana La Vega*
Esto es una ancdota que sirve de excusa para iniciar el tema que nos
ocupa, es decir, la literatura infantil y juvenil desde el punto de vista de los
docentes, y plantearnos: les pasa esto tambin a nuestros compaeros y
compaeras de educacin infantil, primaria y secundaria? No a todos
seguramente: hay casos francamente encomiables a los que deberamos
mirar con detenimiento. Pero s a algunos. Queremos que nuestros alum-
nos y alumnas sean estupendos lectores, lectoras autnomas; sin embargo,
mirando hacia adentro descubrimos que no siempre se cumplen los
deseos, tal vez sea porque a los docentes nos pasan muchas cosas.
A los docentes nos dan el ttulo de maestros o profesores, pero
nadie nos da el ttulo de lectores. Les ha preocupado a los que nos han
formado como futuros enseantes que furamos o no lectores? A algunos
s y sos son los que nos han dejado huella, pero era algo casi anecdtico,
* Profesora.
172 Mercedes Caballud Albiac y Carmen Carramiana La Vega
Tambin nos los cuelan por las ilustraciones a todo color, preferen-
temente si aparecen el rojo, azul, amarillo y verde, colores fundamentales
en la educacin esttica del alumnado desde la ms tierna infancia. Y
como adems de no ser crticos literarios tampoco lo somos en esttica,
desechamos todo aquello que tenga que ver con el collage, el arte contem-
porneo, lo abstracto, el surrealismo porque eso es muy raro para los
nios y nias (no seremos las personas adultas las que no nos atrevemos
con las diferentes tendencias estticas?). Y descartamos verdaderas maravi-
llas que abriran nuestros ojos y los de nuestro alumnado al mundo del
arte, de las sensaciones, de las mltiples visiones del mundo.
Si lo que nos ofrecen tiene que ver con aquello que est en el
ambiente del nio, es decir, todo lo que las multinacionales de lo
audiovisual nos ofrecen, entonces hay pocas dudas, porque podemos
tener libros, verlos luego en vdeo o DVD, buscar pginas en Internet,
juguetes complementarios, videojuegos, camisetas, calcetines, vasos,
lapiceros, podemos hacer que los nios los pinten con los colores ade-
cuados, decorar las clases y pasillos, disfrazarnos en carnaval algn
da tambin harn papel para ir al servicio, porque ya sabemos que es
un lugar en el que se lee mucho. Aqu el xito con la chiquillera (sobre
todo de infantil y primaria) est asegurado, cmo nos podemos negar
a que todo esto entre en la escuela? Las familias adems reforzarn nues-
tra tarea con los materiales que tienen en casa. Por otro lado, si el da es
lluvioso estas pelculas de las grandes factoras que son versiones de
cuentos populares son estupendas para el recreo y el tiempo de descan-
so del comedor, se quedan en completo silencio, son las nicas que
quieren ver, llegamos a decir los docentes para justificar su presencia
en nuestras escuelas.
Otro problema que vivimos los docentes tiene que ver con la canti-
dad de cosas que se publican, tantas que debemos hacer sesiones de taich,
relajacin, meditacin, autoestima, para convencernos de que no somos
tontos, ni vagos, simplemente no lo podemos leer todo. (Recordemos lo
que deca Samuel Alonso hace un ao en Ballobar cuando present una
gua de libros que se denominaba 10 de 10 ms 3. Planteaba con mucha
gracia las cifras astronmicas de libros, 50 000 aprox., que hubiera necesi-
tado leer para hacer dicha gua, y calculaba el tiempo que le hubiera hecho
falta de haberlo ledo todo.)
174 Mercedes Caballud Albiac y Carmen Carramiana La Vega
lbumes y diplomas para que premiemos a los nios y nias que hayan
ledo ms, saltndose los criterios de fomentar una escuela cooperativa,
solidaria, participativa, diversa...
Muchas veces nos conformamos con actividades estupendas de ani-
macin a la lectura, el Da del Libro o cualquier otra fiesta relacionada.
Casi siempre los colegios y los institutos suelen vivir de espaldas a sus
mejores aliados en estos temas: bibliotecas pblicas y libreras. Con ellas se
podra acceder a un mayor nmero de fondos en variados soportes, se faci-
litara la formacin de usuarios y otras muchas cosas. En las zonas rurales
ni siquiera se puede vivir de espaldas, simplemente se vive en el vaco.
Siempre hay que hacer el esfuerzo de ir a Las bibliotecas suelen abrir, si
las hay, despus de cerrar la escuela; por lo tanto, para la relacin de una
parte y otra se deben hacer esfuerzos extras. Las libreras dnde? Ls-
tima que no se den tantas facilidades para acceder a los libros de ficcin,
ensayo, arte, biologa, historia como para los libros de texto!
La economa, cmo no hablar de ella: un lbum ilustrado que nos
cuesta 13, 15 euros? Y con esos dibujos que parecen manchas negras y
rojas? No. Las colecciones nos salen ms baratas. No hay unas buenas
dotaciones sobre los centros, sobre todo para los pequeos.
Debemos reconocer tambin que en general no tenemos hbitos ni
medios para reflexionar sobre la prctica educativa en colegios e institutos
y menos sobre la que se refiere a lo que hacemos para facilitar al acceso a
la lectura y la escritura.
Pero miremos con ojos de esperanza a esos maestros, a esas profesoras
que nos sirven de aliciente. Tambin habra que mirar a algunas madres, a
unos cuantos padres. Nos hacen ver que nuestra tarea en colegios e institu-
tos sera diferente si tuviramos en cuenta algunas prcticas. Habra que
mirar tambin las legislaciones vigentes, descubrir que podemos hacer
muchas cosas favorecidas por los programas institucionales o a pesar de ellos,
como claras alternativas. Y no dejar de lado las experiencias que ya se estn
llevando a cabo en la formacin del profesorado que tambin pueden ser-
virnos de referencia. Miremos, decamos, con ojos atentos y veamos que
Es necesario superar el didactismo como nico criterio para
seleccionar los libros que ofrecemos a los nios y nias.
176 Mercedes Caballud Albiac y Carmen Carramiana La Vega
* Librero.
180 Jos Antonio Qulez Pradal
Introduccin
Esta intervencin es un rpido repaso, a vista de pjaro, al panorama
actual del mundo de la literatura infantil y juvenil, desde el punto de vista
de la Federacin de Asociaciones de Ilustradores Profesionales.
Las reflexiones expuestas aqu son un resumen de las conclusiones del
Primer Encuentro Transnacional de Ilustradores, celebrado en Valencia en
octubre de 2003.
Quiero aclarar que voy a hablar de ideas generalizadas que flotan sobre
la situacin de nuestra profesin y que, por supuesto, existen excepciones.
Tambin quiero decir que cuando utilizo el gnero masculino para expre-
sarme, mi intencin es utilizar el gnero neutro, cuando digo ilustradores,
realmente digo ilustradores e ilustradoras, y eso vale para todos los casos.
Ilustracin no es decoracin
Vamos a empezar con unas cuantas precisiones:
Un ilustrador no es un decorador de libros. sa es una incorrec-
ta limitacin de nuestro trabajo.
El valor de la ilustracin
Debemos ser muy conscientes de que somos escritores que nos expre-
samos con dibujos y que nuestra actividad no es neutra ni inocente, ya que
los creadores visuales tienen mucho que ver con la manufactura de la rea-
lidad contempornea.
La ilustracin y la literatura infantil y juvenil 183
Hay que saber que muchas de las imgenes que producimos permane-
cern en la memoria de los nios durante el resto de su vida. Por eso es muy
importante que nuestras imgenes reflejen situaciones que inviten a pensar,
que inviten a ampliar horizontes y que no adormezcan los cerebros.
Pero para que este planteamiento funcione (y para ilustrar esto voy a
utilizar unas lcidas comparaciones de Vicente Ferrer, editor de la editorial
Media Vaca) sera conveniente que editores, escritores, ilustradores y padres
sean conscientes de que los nios no son personas incapaces, su cerebro no
es un tubrculo que hay que regar de vez en cuando, ni siquiera una bella
flor, es un animal salvaje sediento de conocimientos y estmulos.
Sin embargo, lo de la incapacidad parece ser la idea dominante ya que
estn muy generalizadas las siguientes actitudes:
Algunas editoriales se autodenominan agentes culturales, con todo
lo que ello implica. Sin embargo, la percepcin generalizada de los
profesionales que tienen trato con ellas es que slo se cuida la parte
econmica. Que estn ms interesadas en mirar que en ver, ms
interesadas en la ganancia que en la calidad y que se nos usa sin
aprecio, como si desearan nuestra desaparicin como autores.
Utilizando palabras de Antonio Ventura, mucho de lo que se publi-
ca carece del mnimo inters para cualquier lector. Se dira que muchas
editoriales opinan que el nivel de los lectores no es muy alto. Por decirlo
de alguna manera.
Por otra parte, algunos escritores tienden a comparar la literatu-
ra infantil y juvenil con un traje. Si comparamos un libro para
adultos con un traje, un libro infantil es un traje varias tallas ms
pequeo. Y eso es tener mentalidad de sastre, para hacer un libro
para nios no hay que limitarse a utilizar menos tela.
Desde mi punto de vista, un libro para nios es aquel que puede leer
y disfrutar todo el mundo. Incluidos los nios.
Tambin tenemos a algunos ilustradores que se consideran a s
mismos llenadores de espacios, tienen vocacin reiterativa y son
tacaos a la hora de ofrecer a los lectores su visin creadora.
Acabo de emplear la palabra vocacin, y a lo mejor ah es donde
reside el problema.
184 Carlos Ortn
Tendencias grficas
A mi modo de ver, una de las virtudes ms interesantes de la ilustra-
cin es, por una parte, su sentido de la actualidad. Se mueve y evoluciona
en la misma direccin que otros campos artsticos. Tanto que, cuando no
La ilustracin y la literatura infantil y juvenil 185
de Tabucci, las que siento propias, pugnan por dar su opinin: el maestro
que llevo dentro, el aprendiz de autor y sobre todo el lector que me sien-
to. No lean por tanto en mis palabras una visin gremial o corporativa,
ms bien se trata de una mirada mestiza en la que se entreveran esos dis-
tintos ngulos de vista.
Tengo la sensacin de que de unos aos a esta parte, asistimos al con-
vencimiento de que se ha producido una cierta homologacin editorial
con los pases a los que aspiramos parecernos. Personalmente considero
que este convencimiento es un espejismo.
Es cierto que existe un mercado estable y que, en conjunto, podemos
decir que la oferta editorial es ms rica que hace diez aos y que los auto-
res e ilustradores gozan, en general, de ms oportunidades para que sus
trabajos vean la luz; pero a mi juicio, an existen importantes carencias en
nuestro panorama editorial.
El orden en el que estn expuestas las ideas es aleatorio y no implica
ninguna jerarqua.
En primer lugar, la disminucin paulatina, iniciada a finales de los
aos ochenta, en la publicacin de obras de autores extranjeros. En un
proceso continuo, casi imperceptible, hemos visto como cada ao han dis-
minuido los libros procedentes del exterior, a excepcin del territorio del
lbum ilustrado, mbito en el que de manera general es raro encon-
trar autores e ilustradores espaoles.
La causa fundamental de este fenmeno es, a mi juicio, la escolariza-
cin de la literatura infantil, desfiladero por el que la mayora de los edi-
tores nos hemos acostumbrado o resignado a transitar, presionados por la
escuela y unas formas agresivas de promocin editorial, dos polos que han
generado una misma corriente y en un mismo sentido: la aparicin de una
literatura dbil. Adasele la despreocupacin administrativa, en cual-
quiera de sus niveles de responsabilidad por todo lo que tenga que ver con
la lectura.
As las cosas, nos hemos encontrado con un adelgazamiento del dis-
curso literario en beneficio de otros aspectos, que poco o nada tienen que
ver con la materia de la que debe estar hecha la literatura. Este efecto ha
propiciado la aparicin de muchos libros que bien podran haber sido
manuales de valores, obras de conocimientos, guiones para documentales
Una aproximacin al panorama actual de la literatura... 189
te slo han publicado libros en esa lengua, pequeas sucursales de las gran-
des editoriales, sobre todo de las denominadas educativas, algunas de ellas
incluso con nombre propio. Si observamos la mayora de los ttulos que
configuran el catlogo de estas marcas las unas y las otras, vemos
que casi ninguno traspasa las fronteras idiomticas de la lengua en la que
aparecieron. Fenmeno cuando menos curioso, si lo comparamos con los
libros de otros autores que no escriben en castellano y que, antes de ver la
luz el libro en su lengua original, ya estn contratados para el mercado
nacional.
Y para completar esta ceremonia de la confusin, vemos traducir
incluso a alguno de estos u otros idiomas textos que fueron creados en
castellano, por la sola razn de que su autor naci en una de esas comu-
nidades.
Desde mi punto de vista, la excesiva valoracin de lo local, frente a lo
otro, ha propiciado una miniliteratura para consumo domstico muy del
agrado de una parte del colectivo docente; fenmeno que ha hecho proli-
ferar una cantidad de ttulos de dudosa calidad, y que ha generado una
cierta sucursalizacin de la literatura infantil, que, sin duda, tiene que ver
con la facilidad que las editoriales encuentran en pasear a estos autores
locales por los colegios de la comarca.
Quiz hoy en da se vendan muchos ms libros que antes, quiz la
literatura infantil haya entrado de manera generalizada en casi todas las
escuelas, pero, en muchos casos lo ha hecho por la puerta de servicio. Hoy,
como ayer, sigue habiendo muy pocos lectores espontneos; y cuando uno
se tropieza con un grupo de nios o adolescentes esto segundo es
mucho ms improbable que lee verdadera literatura, es porque detrs de
ste hay un maestro o una maestra, que se emociona con ella, y no la ense-
a, la contagia, que es la forma en la que la literatura se aprende.
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PENSAR LA PRAXIS
Jos Luis Cano*
* Pintor e ilustrador.
194 Jos Luis Cano
* Ilustradora.
198 Elisa Arguil
* Escritor.
202 Daniel Nesquens
Les cuento
Un cuento no se hace sin trabajar.
En el cuento no hay paja, no hay metros cbicos de aire.
En un cuento casi ms importante es lo que no se dice.
El cuento es una pasin rpida.
A m con cuentos. El cuentista es un embaucador.
En el cuento, todo el desarrollo tiende a un fin, que no tiene por qu
ser sorprendente. La sorpresa puede ser la guinda.
Aseguraba Monterroso: Pocas cosas hay tan fciles de echar a perder
como un cuento.
Dice mi padre (que cuando se despert, mi madre todava estaba all):
Pocas cosas hay tan fciles de echar a perder como una vida.
La verdad es que nadie sabe cmo debe ser un cuento. El escritor
que lo sabe es un mal cuentista. Palabras del maestro guatemalteco que
escribi un declogo de 12 puntos que un servidor se atreve a resumir en
una lnea:
Tres renglones tachados valen ms que uno aadido.
Acabo
El humor es importantsimo para sobrevivir, para no enloquecer.
Traslademos el humor a la literatura. Pero cuidado, no se trata de rernos
como idiotas.
El escritor ingls, romntico, alcohlico, Charles Lamb afirmaba que
la accin ms importante de su vida haba sido atrapar una golondrina en
pleno vuelo.
Yo, que no soy alcohlico, que no soy vegetariano, que (como he
dicho al principio no soy argentino, ni australiano, ni canguro) atrap una
botella de Mirinda en pleno vuelo. Se cay de una estantera, y all estaba
yo. Pillando aquella botella de naranjada.
Zaaaaaas!
Praxis luego existo 205
* Escritor y profesor.
208 F. Teira Cubel
Contenidos
La adolescencia es la poca en que la vida se te viene encima: el amor,
el sexo, la muerte y la puesta en tela de juicio de los esquemas sociales que
la familia y la escuela han transmitido. Un alud de incertidumbres que in-
tentamos despejar vindolas en otra piel, en un personaje que podra ser
tu doble. En consecuencia la vida ser el contenido. Ya he expresado
antes un condicionante que me autoimpuse: no tengo derecho a contami-
nar una novela juvenil con un lastre pesimista. Pero es la nica limitacin.
En cuanto a contenidos y tratamiento escrib con total libertad, sin eludir
temas espinosos.
En la primera novela, Saxo y rosas, abord la falsa desaparicin de las
clases sociales y el despertar de la conciencia crtica. Un esquema clsico
(nia rica/chico pobre), aparentemente superado. Como subtema inclu el
fenmeno skin, que en 1995 comenzaba a cobrar fuerza con el aumento
de la emigracin.
En Y a ti an te cuentan cuentos...? describ la sociedad contemplada
desde el punto de vista de un chaval sin estudios y con problemas familiares
y econmicos. Frecuentemente la cara B, la oculta, pasa desapercibida por
el cuidado que ponen los afectados en disimular su situacin y la indiferen-
cia de los colocados en la banda satisfecha. El resentimiento y las soluciones
extremas que ensaya el protagonista para resarcir a una madre cuestionada
originan un cambio en su personalidad y en su visin del mundo.
Por ltimo, en Una luz en el atardecer trat el tema de la muerte, el
sentimiento de fragilidad que sobreviene con su descubrimiento. Alrede-
dor de este ncleo conviven temas accesorios: el erotismo, la vocacin, el
cuestionamiento de los roles familiares...
una experiencia que fomenta el juicio personal. Por ello espero que mis
escritos sean interpretados de manera diferente por los posibles lectores.
En todo caso el nico denominador comn es la actitud vital de
los/las protagonistas: son jvenes inquietos que actan, se equivocan,
indagan, critican. Seran la anttesis de la pasividad, condicin que me
parece inherente a la juventud.
Qu es la literatura juvenil?
Se dice a menudo que la literatura juvenil es aquella que va dirigida a
los jvenes. Yo no me lo creo. Otros dicen que literatura juvenil es aque-
lla que tambin pueden leer los jvenes. Esto ya me lo creo ms. Aunque
les debo confesar que cuando yo tena edad juvenil a los que lea era a
los realistas rusos, incluidos Ggol, Tolsti y Dostoievski. Unidos, eso s,
con las aventuras de los Cinco, de Enid Blyton, y con Jane Eire, de Char-
lotte Bront. Pero eso ocurra porque yo era entonces muy romntica.
Claro, que algunos dicen que lo sigo siendo. Y les he de confesar que me
encanta que me lo digan, porque supongo que s lo soy; si no, no les esta-
ra contando todo esto, y tampoco lo de la magia de antes. S, lo soy, y lo
reconozco. Y me gusta, as que debe de ser pecado...
Pero me he ido por un camino distinto de lo que les quera contar: la
literatura juvenil, los jvenes. Quines son los jvenes? Esas criaturas
temibles llenas de pendientes colgados por partes del cuerpo visibles o no?
Esos seres que gritan por los pasillos del instituto, se pegan golpes mien-
tras se acuerdan cariosamente de la madre del de al lado? Esos brutos
que tiran las latas de refresco por las escaleras del bloque, fuman en el
patio, tiran las colillas en los buzones y queman las cartas del vecino del
quinto?
No, eso no son los jvenes. Eso es una epidemia del mismo tipo que
el sarampin, que dura un poco ms, eso s, pero que se cura. Y como el
sarampin, tambin es externa: por dentro el cuerpo sigue con su curso
habitual, es decir, que va creciendo, al igual que la mente. Y el escritor
de novelas, juveniles o no, debe tener en cuenta esto: no escribe para los
piercings en el ombligo o en la ceja, ni para el acto de tirar el bote de
Coca-Cola, o para el instante del grito con palabras brutales. El escritor
escribe para la persona que esconde sus miedos adolescentes, sus crisis
pberes y los dolores del abandono de la infancia, mediante comporta-
mientos ajenos muchas veces, casi siempre, a la normalidad del adulto.
El escritor escribe para el hombre y la mujer, para su cuerpo y para su
alma, sea sta lo que sea. Y eso es algo que no debemos olvidar.
Una novela juvenil no es aquella que refleja, sin ms, lo que llamamos
la problemtica del adolescente: la anorexia, los malos tratos, la violencia
sexual, las drogas, la delincuencia. Eso puede ser una pesadilla, ms que
214 Ana Alcolea
una novela. Y con esto no quiero decir que no haya buenas novelas juve-
niles que traten estos temas, que las hay, pero que son buenas y aceptadas
y disfrutadas por los jvenes porque tienen un ingrediente fundamental:
son literatura. Y ste debera ser el punto de partida del escritor: buscar la
literatura, en el tratamiento de unos temas o de otros; pero eso muchas
veces se olvida, y nos quedamos con la temtica supuestamente actual, y
nos olvidamos de que una novela debe ser, ante todo, literaria, y no una
crnica de sucesos.
Mi creacin literaria de marchamo juvenil va por otros derroteros,
como saben los que han ledo mi todava breve obra (dos novelas, El meda-
lln perdido y El retrato de Carlota, ambas editadas por Anaya). La prime-
ra fue enviada a otra editorial y se me dijo que no tena los requisitos habi-
tuales de la novela juvenil: no haba accin trepidante, ni violencia, ni
agresividad, ni esas cosas que supuestamente les gustan a los jvenes. La
respuesta me gust: desde luego no era eso lo que yo pretenda. Me pare-
ca que de eso tenamos ya suficiente, tanto en la literatura, como en los
medios de comunicacin, incluidos juegos de ordenador, Internet y dems
moderneces. Moderneces con las que, por cierto, tenemos que com-
petir de forma absolutamente desleal los escritores. La mand entonces a
una segunda editorial, y all se acept precisamente por las mismas razo-
nes que se rechaz en la anterior. Y mi experiencia me est diciendo que
esa novela, El medalln perdido, est siendo no slo aceptada por los ado-
lescentes, sino muy disfrutada por aquellos que no suelen leer, incluso por
los que no haban ledo jams un libro.
Se trata de una novela en la que no hay violencia, no hay asesinatos.
Hay una bsqueda de un medalln en la selva africana, un medalln que
no es otra cosa que el smbolo de la bsqueda de la memoria perdida del
padre del protagonista, muerto en accidente. Hay varias historias de amor,
pero no hay ni condones ni pldoras del da despus, ni embarazos pre-
maturos, ni sida. Hay aventuras en la selva, hay exotismo, hay respeto por
otras culturas, hay hombres y mujeres que viven al lmite de la vida y la
muerte, hay riesgos, hay miedos que vencer, hay iniciacin a la vida adul-
ta. Y los lectores se identifican con los protagonistas.
En mi segunda novela, El retrato de Carlota, la intriga gira en torno a
las cuentas de un collar misteriosamente desaparecido de un cuadro. La
investigacin llegar a conocer las misteriosas causas de la muerte de la
La creacin literaria 215
A modo de conclusin
Hemos hablado de magia, de azar, de esttica, de aventura... Ingredien-
tes que tiene la vida, y que creo que tambin debe tener la literatura. Si por
literatura entendemos algo que est vivo, algo que se comunica con la perso-
na que se esconde bajo nuestros ropajes, bajo nuestras mscaras y disfraces.
EL MAESTRO COMO ANIMADOR
DE LA CREATIVIDAD
Mariano Coronas Cabrero*
* Maestro de Primaria.
1 sta y todas las dems citas de Rodari estn sacadas del libro La escuela de la fan-
tasa, Madrid, Editorial Popular, 2003.
218 Mariano Coronas Cabrero
mos olvidar las tablillas de arcilla, los bajorrelieves o los papiros... Hay pro-
puestas originales, pero copiar es tambin otra manera de crear o de re-
crear; llmenlo como quieran, en definitiva.
En el plano personal, a lo largo de la vida, el depsito individual de
experiencias vividas acumula mltiples referencias: la infancia, los amigos,
los viajes, las personas, el cine, la msica, los libros y las lecturas y otras
muchas cosas proporcionan un cmulo de pulsiones, de encuentros y
desencuentros, de voces, miradas, recuerdos que nos hacen ser como
somos. De ese depsito consciente o inconscientemente nos nutrimos para
ir configurando nuestro pensamiento y muchas de nuestras acciones y
actuaciones tendrn explicacin en ese fondo de vivencias personales acu-
muladas, tamizadas, como no poda ser de otra manera, por el bagaje
colectivo de la cultura.
En general, en la escuela, debemos movernos entre la rigidez de su
propia organizacin, agrupamientos por edad, horarios para cada asigna-
tura, programas establecidos, materiales curriculares uniformes. As, a pri-
mera vista, nada que invite a ser creativos, poco o nada que invite a tran-
sitar por caminos donde quepan la sorpresa, la admiracin, el
descubrimiento... Pero es conveniente que trabajemos para abrirnos paso
ante la realidad ms formal, para buscar actuaciones que nos permitan
vivir con todos los sentidos, desarrollar la sensibilidad, cultivar las emo-
ciones y mantener siempre un punto de curiosidad por lo que se ofrece
ante nosotros. El entorno, las personas, el acontecer diario, el mundo, la
cultura, las experiencias personales as nos lo demandan y no podemos ser
neutrales ante esos desafos. Tendremos que tomar partido. De alguna
manera, ser creativo deviene en un ejercicio de rebelda contra la unifor-
midad y contra lo linealmente previsible. Desde que Rodari puso al lado
de la palabra gramtica la palabra fantasa, los maestros y maestras vimos
como se abra una nueva va de trabajo y exploracin, un emocionante
camino que poda ofrecernos amables e ingeniosas recompensas, pero
sobre todo, se abra un nuevo camino para el nio: un papel de nio cre-
ador, productor, indagador, en lugar del tradicional papel pasivo que el
nio siempre desempe en la escuela.
Como maestro de Primaria puesto ya hace tiempo bajo el manto
protector de Gianni Rodari siento el compromiso personal de ofrecer
al alumnado algunas pautas, ejemplificaciones y caminos que conduzcan
El maestro como animador de la creatividad 219
Otros libros
Quisiera, por ltimo, pensando que estamos hablando de literatura
infantil y juvenil, referirme a los otros libros. No hablar de los libros de
la LIJ, puesto que sos los podis comprar en cualquier librera, quiosco o
superficie comercial. Quiero referirme a otro tipo de libros. Son libros ni-
cos, originales e imposibles de adquirir si no es con mucha influencia; son
el resultado de una determinada orientacin del trabajo escolar; general-
mente, son de autora colectiva; eso significa, ni ms ni menos, que toda
o casi toda una clase ha participado en su realizacin, o todo un ciclo o
todo un centro. Son libros afectivamente prximos a sus autores y autoras.
Son libros de reducida tirada: treinta, cincuenta, sesenta o unos cientos de
ejemplares, que acaban en las manos de sus autores y autoras o en el seno
de todas las familias del centro escolar y constituyen ejemplos de hasta
dnde podemos llegar en ese proceso de recreacin de lo que hemos visto,
de lo que hemos ledo o de lo que hemos sentido, reflexionado e imagina-
do. Son libros que abordan las temticas ms variadas, que son difciles de
explicar y que resulta muy estimulante poder verlos y leerlos.
Libros sugeridos por otros libros mirados o ledos.
Libros que ilustran poemas, romances, cuentos...
Libros que recopilan la sabidura popular, las tradiciones.
Libros que hablan monogrficamente de la luna, de los dragones,
de las brujas, etc.
Libros homenaje, a un escritor/a, a un pas, a un personaje his-
trico...
Libros de recuerdos personales.
Libros de poesa.
Libros de animales.
Libros de plantas.
Libros de texto.
Libros plegables, extensibles, troquelados...
222 Mariano Coronas Cabrero
Hacer algo que te inventas. Que haces algo nuevo. Cuando t por ejem-
plo te sientes vaca, dices, tengo que hacer algo, y a veces lo que creas puede
ser muy provechoso. Es algo que haces t o hacen otros para beneficiar a las
personas. Te aburres en casa, por ejemplo, y te pasa por la cabeza, pues puedo
hacer un dibujo o algo con plastilina y lo haces. Si piensas y te propones hacer
algo, lo haces aunque no sirva para nada. Te mandan hacer un texto libre,
entonces t lo piensas, le vas dando forma y lo vas creando. Yo creo que cuan-
do unos albailes hacen una casa tambin estn creando y los agricultores tam-
bin son creadores cuando siembran y cuidan las plantas. Cuando ests leyen-
do, creas un mundo de aventuras y parece que lo ests viviendo...
valor de los libros lo depura el crisol del tiempo), hay variedad, existen edi-
ciones impecables, hay ilustradores y diseadores a espuertas, muy distin-
tos entre s, y existen editoriales que apuestan con constancia.
En Aragn vivimos un momento dulce o, cuando menos, promete-
dor: ah estn los trabajos y los libros de Imaginarium, Pirineo, Mira,
Edelvives (que ya es un modelo de edicin y de propuestas, casi un axio-
ma del gnero en el panorama nacional), las PUZ con esa formidable
coleccin Larumbe Chicos y por supuesto Xordica, que en sus diez aos
de vida, recin estrenados, ha publicado ms de un centenar de ttulos y
casi la mitad son libros infantiles. Adems, Xordica ha creado un modelo
lleno de ingenio y de rigor: la serie Xordiqueta, donde Jos Luis Cano
publica sus entregas sobre aragoneses ilustres: el conde de Aranda, Paqui-
co Goya, Odn de Buen, Ramn Sender, Mara Moliner, Ramn y Cajal,
etc., o ese trabajo totalizador sobre Goya, que es una lectura del pintor en
confrontacin con el expresionismo y con Pablo Picasso. Estas editoriales
nuestras conviven sin demrito con Kalandraka, Ekar, Serres o Media
Vaca, que son algunas de las empresas ms imaginativas, pero tambin con
las clsicas: Anaya, Lumen, Montena, Edeb, Alfaguara, Alba o SM, pon-
gamos por caso. En todas ellas vemos constantemente presencia aragone-
sa, ya sean autores (como Lalana, Nesquens, Antonio Fernndez Molina,
Miguel Mena, Jos Mara Latorre, Soledad Purtolas, Paco Marn, Sergio
Lairla...), ya sean ilustradores (Ana Gonzlez Lartitegui, Isidro Ferrer, Elisa
Arguil, David Guirao, Alberto Gamn o, entre muchos otros, Francisco
Melndez, ste en su doble condicin de escritor y de ilustrador). Es decir,
esta insistencia no est hecha a humo de pajas: hay cantera, hay ttulos,
hay creatividad, y como siempre nos falta tejido industrial, coherencia en
las polticas culturales. Las instituciones aragonesas estn empecinadas
siempre en la subvencin ocasional, para algo especfico, pero se no
debiera ser el camino. En literatura infantil y juvenil ms que limosnas,
que no dejan de ser un gesto de caridad a menudo arbitrario e inconsis-
tente, lo que hace falta es un trabajo de fondo: una idea matriz que debe
ser sostenida y alimentada da a da en las ferias del libro, en las bibliote-
cas, en el ncleo familiar, en los talleres literarios y en las aulas. En la inci-
tacin a los lectores.
El libro infantil tiene algo de primer tesoro imprescindible. Com-
pendia la revelacin del mundo, la fuerza de una belleza que invade de
El primer tesoro o la revelacin del mundo 229
cosas por el estilo que ni funcionaron ni fueron una realidad, como empie-
za a reconocer la crtica ms atrevida). Nadie piensa que Espaa no exista
en la Edad Media y, sin embargo, lo que se identifica como espaol corres-
ponde a lo castellano. Apenas encontramos referencias a Navarra o a Ara-
gn, de igual manera que se nos niega la procedencia asturiana o leonesa
de otros textos. Cul es el problema? Pues en muchas ocasiones la lengua
en la que estn escritos los textos no puede definirse sin faltar al rigor
filolgico como castellano y, desde los comienzos de la filologa moder-
na, Ramn Menndez Pidal identific lengua nacional castellano con
literatura nacional espaola, sin ninguna reflexin terica sobre lo
que se pretenda hacer o lo que comprenda esta denominacin. ste es
slo un ejemplo de las muchas cosas que se han hecho de una manera dis-
cutible en nuestra historia literaria. La literatura espaola en sentido
amplio se ha escrito en muchas ms lenguas que el castellano y cuando
hablamos de cultura espaola especialmente en estos perodos en que
Espaa no era ms que una entelequia deberamos aplicar una mirada
mucho ms amplia que nos permitiera una visin ms abarcadora, ms
libre de prejuicios y menos nacionalista o nacionalizadora; es decir, menos
espaolista, porque nacionalismos los hay de muy diversa ndole y quienes
se definen como ms antinacionalistas suelen ser los ms feroces, exclusi-
va y excluyentemente espaolistas, aun cuando su nacionalismo vaya con-
tra la lgica y la propia historia.
Aclarado esto como prembulo intencional, volver a mi razonamiento
inicial. Deca que fue mi propsito crear una coleccin de cultura arago-
nesa. Evidentemente, este propsito requera de esfuerzos compartidos,
dado que resultara imposible emprender un reto de estas caractersticas
sin existir un respaldo institucional y una corresponsabilidad en el empe-
o. De esta manera, caban dos posibilidades: una, crear una coleccin
nueva y buscar los apoyos necesarios, y dos, adaptar una coleccin ya exis-
tente a las nuevas necesidades y objetivos. Por lo tanto, observ que lo que
yo pretenda llevaba hacindolo, a un ritmo lento y parsimonioso, la colec-
cin Larumbe, que diriga Fermn Gil Encabo y publicaba el Instituto de
Estudios Altoaragoneses en Huesca. As que habl con Fermn y le propu-
se unir nuestras fuerzas para sacar una la gran coleccin de textos ara-
goneses. Para completar la financiacin y asegurarnos de su distribucin
en bibliotecas pblicas y escolares, acudimos a la coedicin de un tercer
socio: el Gobierno de Aragn, a travs del departamento correspondiente.
Larumbe Chicos, del capricho a la necesidad 233
han pasado muchos aos desde el momento en el que el autor concibi los
textos y este otro en que el pequeo lector actual podra leerlos, por lo que
era necesario un proceso de modernizacin no s si de aggiornamento
y, sobre todo, una cuidada seleccin de los poemas para que stos fueran
acordes con lo que, hoy, consideramos correcto (y no slo polticamen-
te, sino tambin, esttica o moralmente).
De esta manera, realic una amplia seleccin de entre las innumera-
bles fbulas de este autor caspolino del siglo XIX con el objeto de que el
ilustrador confeccionara, a su vez, una nueva seleccin, de acuerdo con sus
criterios, eligiendo aquellas que fueran sus preferidas para ser ilustradas. La
eleccin del ilustrador de este primer ensayo no ofreci para m ninguna
duda: Jos Luis Cano, un profesional sobradamente reconocido que tra-
baja habitualmente para las PUZ; pero tambin se trata de un profesor,
excelente pintor, dibujante e ilustrador ya avezado en la ilustracin desti-
nada al pblico infantil. l eligi el formato (basndose en ejemplares de
fabularios ingleses del siglo XIX) y la maqueta de la coleccin. Finalmente,
pensamos un poco ms en lo que tendra que tener el libro y lo completa-
mos con una introduccin que diera cuenta del autor y de su obra a un
pblico amplio y un glosario destinado a los lectores y ajustado a su nivel
de comprensin.
Este primer libro de Miguel Agustn Prncipe ilustrado por Cano
marc la lnea que iban a seguir los dems ttulos de la coleccin. Colec-
cin he dicho? Ni nombre tena en ese momento, puesto que, ante la des-
confianza de mis socios, apareci el libro hurfano, sin una coleccin que
lo amparase como familia. Eso s, este primer libro estaba destinado a for-
mar l su propia familia. Para ello, lo primero era poner nombre a la nueva
saga, que pas a llamarse Larumbe Chicos y empezar a pensar en nue-
vos libros para verla crecer.
Antes, haba que definir los ritmos de edicin, pensar en qu hacer
con los libros, etc. Se decidi que, dado que pareca no muy pertinente
que la editorial de la Universidad editara libros para nios y alguien podra
no considerarlo muy adecuado, nos limitramos, de momento, a editar un
libro de esta coleccin al ao. Para darle un sentido universitario, se ofre-
ci esta coleccin como regalo de protocolo para el rector, vicerrectores e,
incluso, algn decano. Y as se han ido regalando libros de esta coleccin
presentados en un precioso estuche gris.
Larumbe Chicos, del capricho a la necesidad 235
El caso es que, hasta el presente se han editado cinco ttulos y estn pen-
dientes de hacerlo varios ms: unos en proceso de edicin, otros esperan al ilus-
trador que les d alma, otros aguardan momentos ms propicios, de manera
que lo que comenz casi como un pequeo reto se ha convertido en una colec-
cin ilustrada de clsicos aragoneses destinada a los lectores ms pequeos,
pero tambin ha pasado a constituirse en una serie de libros bonitos, bien
editados, perfectamente adecuados para regalo o para libro objeto.
Los ttulos publicados son los siguientes:
Miguel Agustn Prncipe, Fbulas. Edicin, seleccin, introduc-
cin y glosario de A.P.L., ilustraciones de Jos Luis Cano.
Romances. Edicin, seleccin, introduccin y glosario de A.P.L.,
ilustraciones de David Guirao.
Toms Seral y Casas, Chilindrinas. Edicin, seleccin, introduc-
cin y glosario de Jos Enrique Serrano Asenjo, ilustraciones de
Elisa Arguil.
Baltasar Gracin, Aforismos (extrados del Orculo Manual). Edi-
cin, seleccin, introduccin y glosario de Ignacio Daz Fernn-
dez, ilustraciones de Alberto Cirac, Tinaja.
Gustavo Adolfo Bcquer, Leyendas aragonesas. El gnomo. La corza
blanca. Edicin de Jess Rubio, ilustraciones de David Vela.
Pero hay ms ttulos esperando su turno:
Benjamn Jarns, Cuentos de agua. Edicin de Isabel Luengo,
ilustraciones de Ana Lartitegui.
Pedro Alfonso de Huesca, Cuentos (extrados de la Disciplina Cle-
ricalis). Edicin y adaptacin de Magdalena Lasala (segn la tra-
duccin de Esperanza Ducay), prlogo de Mara Jess Lacarra,
ilustraciones de Pepe Cerd.
Ramn J. Sender, Cuentos para nios. Edicin de Jos Domingo
Dueas, ilustraciones de Fernando Alvira.
Cuentos aragoneses. Edicin de Elisa Martnez, ilustraciones de
Raquel Tejero.
Las posibilidades son inabarcables. Todava quedan muchos textos
que pueden adaptarse y constituir literatura para nios; hay varios fabu-
listas aragoneses por descubrir, muchos poetas por ilustrar, innumerables
textos por descifrar.
236 Antonio Prez Lasheras
Larumbe Chicos, del capricho a la necesidad 237
* Escritora.
240 Begoa Oro Pradera
Pero saba que esto iba a pasar. Cuando ya empiezo a soar con un
tintineo de euros, una nueva corriente me arrastra: la de las nuevas tecno-
logas. Aqu encuentro mucha tela que cortar: pginas web que son pro-
longacin de libros utilizadas como mera herramienta de marketing; foros
y listas de distribucin, como la de Babar, donde cientos de entusiastas de
la literatura infantil y juvenil ponen en comn lo que saben; bibliotecas
virtuales de LIJ como la de Platero, dentro de la Biblioteca Virtual Cer-
vantes; revistas digitales de literatura infantil como Babar, Imaginaria o
Cuatrogatos; servicios de orientacin lectora, como <www.sol-e.com>;
libros que adoptan como estructura el cruce de correos electrnicos; una
nueva forma de ilustrar que deriva del uso de nuevos programas inform-
ticos; sitios web de autores que son utilizados como plataforma de inves-
tigacin Recuerdo nostlgica los tiempos en que un ambicioso sitio
web, <www.librelula.com>, me uni a mis amigos del grupo Ancora. Y
decido que si quiero encontrar oro, mejor me mudo de corriente, porque
esto de las nuevas tecnologas est lleno de remolinos y arenas movedizas.
La corriente creciente de libros destinados a los prelectores (de 0 a
6 aos) y de los lbumes ilustrados me empuja hasta un barco, no s si de
vapor, a motor o galera, donde toda la tripulacin lleva uniforme. Y es
que nunca como ahora se ha vivido un grado de especializacin tan gran-
de en el mundo de la literatura infantil y juvenil, y creo que debemos valo-
rar muy positivamente este aspecto porque es altamente esperanzador. La
nueva generacin de jvenes escritores, que la hay, creci en pleno boom
de la literatura infantil, en la dcada de los setenta y ochenta (Laura Galle-
go, Care Santos, Patxi Zubizarreta, Roberto Santiago, Pau Joan Hernn-
dez, Xos A. Neira Cruz, Paloma Bordons...). Es decir, no han tenido que
inventarse un gnero, sino que han crecido leyndolo, y los ms jvenes
han ledo por ms tiempo literatura infantil que literatura sin etiquetas.
Incluso han tenido la oportunidad de formarse en talleres de escritura de
literatura infantil y juvenil, toda una novedad dentro del panorama. Desde
hace unos aos, la Universidad incluye la asignatura de Literatura Infantil
en su currculo y da cabida a estudios rigurosos sobre el tema que dignifi-
can la LIJ. Adems, forma a una nueva generacin de profesores que, a
diferencia de sus predecesores, cuenta con una educacin especfica sobre
LIJ y, es de esperar, una sensibilidad que evitar que cometan algunos de
los errores pasados (la seleccin de textos en funcin casi exclusiva de sus
valores y actividades colaterales: cuadernillos, encuentros, animacio-
El futuro de la creacin en el libro infantil y juvenil... 243
nes; la exclusin del lbum ilustrado de las aulas, etc.). Tambin las
libreras se han especializado y han surgido las primeras libreras dedicadas
nica y exclusivamente a la literatura infantil y juvenil. Y las bibliotecas,
que fueron pioneras, siguen programando actividades de animacin a la
lectura, crean ms y mejores clubes de lectura Por su parte, los nuevos
editores han podido asistir a los primeros msteres y cursos de posgrado de
edicin, y su actividad se integra en una estructura altamente especializa-
da. Los grandes grupos editoriales cuentan con eficaces (alguien dira
agresivos) departamentos comerciales y de marketing. Pensando en ello
y puestos a hablar del futuro, puedo prever mucho estrs y alguna lcera
en los editores. Me digo que el negocio ms floreciente que podra mon-
tar en torno a este mundo es un balneario para editores.
Cuando estoy pensando el nombre del balneario, una nueva corrien-
te me tira del barco. Evidentemente es una intrusa. Pero baja imparable.
Es una corriente real. Real de la realeza. La princesa Marta Luisa de
Noruega; Sarah Ferguson, ex mujer del prncipe Andrs de Inglaterra; Ana
Botella; Madonna, reina del pop; Britney Spears, heredera de la reina
del pop Todas ellas han escrito libros infantiles. Puede parecer una bou-
tade, pero refleja una triste realidad: que el libro infantil es percibido como
algo inofensivo, algo que puede hacer cualquiera y que es escasamente
comprometedor. Si no fuera as, iba a firmarlo una princesa? Es casuali-
dad que ninguna de ellas se haya decantado por la novela adulta? Pensan-
do en esto, ahora s, calculo qu gran negocio ser, y esto es una predic-
cin en toda regla, proponer a la princesa Letizia, tan amante de la
literatura ella, que escriba un libro para nios.
Pero, pensando en la corte, me acuerdo de Jorge Manrique, y recuer-
do aquello de que los ros van a dar en la mar, que es el morir. Abru-
mada por el presagio, decido remontar el ro confo que a tiempo y
pienso que bien pudiera ser que todo lo dicho hasta ahora se refiera a la
produccin de libros infantiles, pero no a la creacin, pues a menudo se
dice de los creadores que van a contracorriente. Y que sobre la creacin
poco puedo aventurar porque es impredecible y responde a una evolucin
personal y una necesidad artstica ajena a tendencias y videncias. Pienso
entonces, mientras nado a contracorriente, que voy a ir en busca de esos
creadores, esos salmones que remontan el ro para desovar, para ver qu
pueden decirme sobre el futuro. Recurro de nuevo a la sabidura popular
244 Begoa Oro Pradera
* Ilustradora.
246 Ana G. Lartitegui
Introduccin
(Rosa Tabernero, Jos D. Dueas y Jos Luis Jimnez) ....................... 7
Pensar la praxis
(Jos Luis Cano) .............................................................................. 193
La praxis de la creacin
(F. Teira Cubel) ............................................................................... 207
La creacin literaria
(Ana Alcolea) .................................................................................. 211