Guillen, Nicolas Motivos Songoro Consongo West Indies LTD

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MOTIVOS DE SON

(1930)

1. N EG R O BEM B N

P o qu te pone tan brabo,


cuando te disen negro bembn,
si tiene la boca santa,
negro bembn?

Bembn as como ere


tiene de to;
Carid te mantiene,
te lo da to.

Te queja todaba,
negro bembn;
sin pega y con harina,
negro bembn,
majagua de dri blanco,
negro bembn;
sapato de do tono,
negro bem bn...

Bembn as como ere,


tiene de to;
Carid te mantiene,
te lo da to.
2. M ULATA

Y a yo me enter, mulata,
mulata, ya s que dise
que yo tengo la narise
como nudo de cobbata.
Y fjate bien que t
no ere tan adelant,
poqque tu boca e bien grande,
y tu pasa, color.

Tanto tren con tu cueppo,


tanto tren;
tanto tren con tu boca,
tanto tren;
tanto tren con tu sojo,
tanto tren.

Si t supiera, mulata,
la vedd;
que yo con mi negra tengo,
y no te quiero pa na!

3. S I T S U P IE R A ...

Ay, negra
si t supiera!
Anoche te bi pas
y no quise que me biera.
A t le har como a m,
que cuando no tube plata
te corrite de bachata,
sin acoddadte de m.

Sngoro cosongo,
songo b;
sngoro cosongo
de mamey;
sngoro, la negra
baila bien;
sngoro de uno,
sngoro de tre.
A,
bengan a be;
a,
bamo pa be;
bengan, sngoro cosongo,
sngoro cosongo de mamey!

4. S IG U E ...

Camina, caminante,
sigue;
camina y no te pare,
sigue.

Cuando pase po su casa


no le diga que me bite:
camina, caminante,
sigue.

Sigue y no te pare,
sigue:
no la mire si te llama,
sigue;

acuddate que ella e mala,


sigue.

5. H A Y QUE T EN BO LUNT

Mira si t me conose,
que ya no tengo que habl:
cuando pongo un ojo as,
e que no hay na;
pero si lo pongo as,
tampoco hay na.

Empea la plancha eltrica,


pa pod sac mi fl;
buca un re,
buca un re,
cmprate un paquete vela
poqque a la noche no hay lu.
Hay que ten bolunt,
que la salasin no e
pa toa la bida!

Camina, negra, y no yore,


be p ay;
camina, y no yore, negra,
ben p ac;
camina, negra, camina,
que hay que ten bolunt!

6. B CATE PLATA

Bcate plata,
bcate plata,
poqque no doy un paso m:
etoy a arr con galleta,
na m.
Y o bien s cmo et to,
pero biejo, hay que com:
bcate plata,
bcate plata,
poqque me boy a corr.

Depu dirn que soy mala,


y no me quedrn trat,
pero am con hambre, biejo,
qu ba!
Con tanto sapato nuebo,
qu ba!
Con tanto rel, compadre,
qu ba!
Con tanto lujo, mi negro,
qu ba!

7. M I C H IQ U IT A

La chiquita que yo tengo


tan negra como e,
no la cambio po ninguna,
po ninguna otra muj.
Ella laba, plancha, cose,
y sobre to, caballero,
cmo cosina!

Si la bienen a buc
pa bail,
pa com,
ella me tiene que lleb,
o tra.

Ella me dise: mi santo,


t no me puede dej;
bucam,
bucam,
bucam,
pa gos.

8. T NO S A B E IN G L

Con tanto ingl que t saba,


Bito Manu,
con tanto ingl, no sabe ahora
des ye.

La mericana te buca,
y t le tiene que hu:
tu ingl era de etri guan,
de etri guan y guan tu tri.

Bito Manu, t no sabe ingl,


t no sabe ingl,
t no sabe ingl.

No te enamore ma nunca,
Bito Manu,
si no sabe ingl,
si no sabe ingl.
SNGORO COSONGO
(1 9 3 1 )

PRLOGO

Prlogo? S. P rlogo...
Pero nada grave, porque estas primeras pginas deben ser frescas y verdes, como
ramas jvenes.
Realmente, yo soy partidario de colocar los prlogos al final, como si fueran ep
logos. Y en todo caso, dejar los eplogos para los libros que no tengan prlogo.
Por otra parte, un prlogo ajeno tiene cierta intencin provisional de cosa pres
tada. Despus de impreso el libro, el autor que le puso al comienzo unas lneas del
amigo debe vivir con el sobresalto de que ste se las pida:
Dice M enndez que cuando usted termine con el prlogo, se lo m an de...
Y a lo mejor, es para emplearlo en otra obra. Para prestrselo a otro amigo.
M i prlogo es mo.
Puedo decir, pues aclarado lo anterior , que me decido a publicar una colec
cin de poemas en virtud de tenerlos ya escritos. E n esto soy un poco ms honrado
que ciertos autores cuando anuncian sus obras sin haber redactado una sola lnea de
ellas. Casi siempre, dicho anuncio aparece en el prim er libro, con un ttulo lleno de
goma: Obras en preparacin. Y en seguida, una lista que com prende varios tomos
de poesas, crtica, teatro, novela... Todo un mundo de aspiraciones, pero con muy
cortas alas para el vuelo.
No ignoro, desde luego, que estos versos les repugnan a muchas personas, por
que ellos tratan asuntos de los negros y del pueblo. No m e importa. O m ejor dicho:
m e alegra. Eso quiere decir que espritus tan puntiagudos no estn incluidos en mi
temario lrico. Son gentes buenas, adems. Han arribado penosamente a la aristocra
cia desde la cocina, y tiemblan en cuanto ven un caldero.
D ir finalmente que stos son unos versos mulatos. Participan acaso de los mis
mos elementos que entran en la composicin tnica de Cuba, donde todos somos un
poco nspero. D uele? No lo creo. E n todo caso, precisa decirlo antes de que lo va
yamos a olvidar. La inyeccin africana en esta tierra es tan profunda, y se cruzan
y entrecruzan en nuestra bien regada hidrografa social tantas corrientes capilares,
que sera trabajo de miniaturista desenredar el jeroglfico.
Opino por tanto que una poesa criolla entre nosotros no lo ser de un modo
cabal con olvido del negro. E l negro a m i juicio aporta esencias muy firm es a
nuestro coctel. Y las dos razas que en la Isla salen a flor de agua, distantes en lo
que se ve, se tienden un garfio submarino, como esos puentes hondos que unen en
secreto dos continentes. Por lo pronto, el espritu de Cuba es mestizo. Y del esp
ritu hacia la piel nos vendr el color definitivo. Algn da se dir: color cubano.
Estos poemas quieren adelantar ese da.
N. G.
LLEG A D A

Aqu estamos!
La palabra nos viene hmeda de los bosques,
y un sol enrgico nos amanece entre las venas.
E l puo es fuerte
y tiene el remo.

En el ojo profundo duermen palmeras exorbitantes.


E l grito se nos sale como una gota de oro virgen.
Nuestro pie,
duro y ancho,
aplasta el polvo en los caminos abandonados
y estrechos para nuestras filas.
Sabemos dnde nacen las aguas,
y las amamos porque empujaron nuestras canoas bajo
los cielos rojos.
Nuestro canto
es como un msculo bajo la piel del alma,
nuestro sencillo canto.

Traemos el humo en la maana,


y el fuego sobre la noche,
y el cuchillo, como un duro pedazo de luna,
apto para las pieles brbaras;
traemos los caimanes en el fango,
y el arco que dispara nuestras ansias,
y el cinturn del trpico,
y el espritu limpio.

Traemos
nuestro rasgo al perfil definitivo de Amrica.

Eh, compaeros, aqu estamos!


La ciudad nos espera con sus palacios, tenues
como panales de abejas silvestres;
sus calles estn secas como los ros cuando no llueve
en la montaa,
y sus casas nos miran con los ojos pvidos
de las ventanas.
Los hombres antiguos nos darn leche y miel
y nos coronarn de hojas verdes.
Eli, compaeros, aqu estamos!
Bajo el sol
nuestra piel sudorosa reflejar los rostros hmedos
de los vencidos,
y en la noche, mientras los astros ardan en la punta
de nuestras llamas,
nuestra risa madrugar sobre los ros y los pjaros.

L A C A N C I N D E L BO NG

sta es la cancin del bong:


Aqu el que ms fino sea,
responde, si llamo yo.
Unos dicen: Ahora mismo,
otros dicen: All voy.
Pero mi repique bronco,
pero mi profunda voz,
convoca al negro y al blanco,
que bailan el mismo son,
cueripardos y almiprietos
ms de sangre que de sol,
pues quien por fuera no es noche,
por dentro ya oscureci.
Aqu el que ms fino sea,
responde, si llamo yo.

En esta tierra, mulata


de africano y espaol
(Santa Brbara de un lado,
del otro lado, Chang),
siempre falta algn abuelo,
cuando no sobra algn Don
y hay ttulos de Castilla
con parientes en Bond:
vale ms callarse, amigos,
y no menear la cuestin,
porque venimos de lejos,
y andamos de dos en dos.
Aqu el que ms fino sea,
responde, si llamo yo.

Habr quien llegue a insultarme,


pero no de corazn;
habr quien me escupa en pblico,
cuando a solas me b es...
A se, le digo:
Compadre,
ya me pedirs perdn,
ya comers de mi ajiaco,
ya me dars la razn,
ya me golpears el cuero,
ya bailars a mi voz,
ya pasearemos del brazo,
ya estars donde yo estoy:
ya vendrs de abajo arriba,
que aqu el ms alto soy yo!

P E Q U E A O D A A UN N E G R O B O X E A D O R CUBANO

Tus guantes
puestos en la punta de tu cuerpo de ardilla,
y el punch de tu sonrisa.

E l N orte es fiero y rudo, boxeador.


Ese mismo Broadway,
que en actitud de vena se desangra
para chillar junto a los rings
en que t saltas como un moderno mono elstico,
sin el resorte de las sogas,
ni los almohadones del clinch;
ese mismo Broadway
que unta de asombro su boca de meln
ante tus puos explosivos
y tus actuales zapatos de charol;
ese mismo Broadway,
es el que estira su hocico con una enorme lengua hmeda,
para lamer glotonamente
toda la sangre de nuestro caaveral.

De seguro que t
no vivirs al tanto de ciertas cosas nuestras,
ni de ciertas cosas de all,
porque el training es duro y el msculo traidor,
y hay que estar hecho un toro,
como dices alegremente, para que el golpe duela ms.
Tu ingls,
un poco ms precario que tu endeble espaol,
slo te ha de servir para entender sobre la lona
cunto en su verde slang
mascan las mandbulas de los que t derrumbas
jab a jab.

E n realidad acaso no necesitas otra cosa,


porque como seguramente pensars,
ya tienes tu lugar.
Es bueno, al fin y al cabo,
hallar un punching bag,
eliminar la grasa bajo el sol,
saltar,
sudar,
nadar,
y de la suiza al shadow boxing,
de la ducha al comedor,
salir pulido, fino, fuerte
como un bastn recin labrado
con agresividades de black jack.

Y ahora que Europa se desnuda


para tostar su carne al sol
y busca en Harlem y en La Habana
jazz y son,
lucirse negro mientras aplaude el bulevar,
y frente a la envidia de los blancos
hablar en negro de verdad.

M U JE R N U E V A

Con el crculo ecuatorial


ceido a la cintura como a un pequeo mundo,
la negra, mujer nueva,
avanza en su ligera bata de serpiente.

Coronada de palmas
como una diosa recin llegada,
ella trae la palabra indita,
el anca fuerte,
la voz, el diente, la maana y el salto.

Chorro de sangre joven


bajo un pedazo de piel fresca,
y el pie incansable
para la pista profunda del tambor.
M A D R IG AL

De tus manos gotean


las uas, en un manojo de diez uvas moradas.

Piel,
carne de tronco quemado,
que cuando naufraga en el espejo, ahma
las algas tmidas del fondo.

M A D R IG AL

Tu vientre sabe ms que tu cabeza


y tanto como tus muslos.
sa
es la fuerte gracia negra
de tu cuerpo desnudo.

Signo de selva el tuyo,


con tus collares rojos,
tus brazaletes de oro curvo,
y ese caimn oscuro
nadando en el Zambeze de tus ojos.

CA N TO N E G R O

Yambamb, yambamb!
Repica el congo solongo,
repica el negro bien negro;
congo solongo del Songo
baila yambo sobre un pie.

Mamatomba,
serembe cuseremb.

E l negro canta y se ajuma,


el negro se ajuma y canta,
el negro canta y se va.
Acuememe seremb,
a;
yambo,
a.
Tamba, tamba, tamba, tamba,
tamba del negro que tumba;
tumba del negro, caramba,
caramba, que el negro tumba:
yamba, yambo, yambamb!

RUMBA

La rumba
revuelve su msica espesa
con un palo.
Jengibre y canela...
Malo!
Malo, porque ahora vendr el negro chulo
con Fel.

Pimienta de la cadera,
grupa flexible y dorada:
rumbera buena,
rumbera mala.

E n el agua de tu bata
todas mis ansias navegan:
rumbera buena,
rumbera mala.

Anhelo el de naufragar
en ese mar tibio y hondo:
fondo
del mar!

Trenza tu pie con la msica


el nudo que ms me aprieta:
resaca de tela blanca
sobre tu carne triguea.
Locura del bajo vientre,
aliento de boca seca;
el ron que se te ha espantado,
y el pauelo como rienda.

Y a te coger domada,
ya te ver bien sujeta,
cuando como ahora huyes,
hacia mi ternura vengas,
rumbera
buena;
o hacia mi ternura vayas,
rumbera
mala.
No ha de ser larga la espera,
rumbera
buena;
ni ser eterna la bacha,
rumbera
mala;
te doler la cadera,
rumbera
buena;
cadera dura y sudada,
rumbera
m ala...
ltimo
trago!
Qutate, crrete, vm onos...
Vamos!

C H V E R E

Chvere del navajazo,


se vuelve l mismo navaja:
pica tajadas de luna,
mas la luna se le acaba;
pica tajadas de canto,
mas el canto se le acaba;
pica tajadas de sombra,
mas la sombra se le acaba,
y entonces pica que pica
carne de su negra mala.

V E L O R IO D E P A P M O N T E R O

Quemaste la madrugada
con fuego de tu guitarra:
zumo de caa en la jicara
de tu carne prieta y viva,
bajo luna muerta y blanca.

E l son te sali redondo


y mulato, como un nspero.
Bebedor de trago largo,
garguero de hoja de lata,
en mar de ron barco suelto,
jinete de la cumbancha:
qu vas a hacer con la noche,
si ya no podrs tomrtela,
ni qu vena te dar
la sangre que te hace falta,
si se te fue por el cao
negro de la pualada?

Ahora s que te rompieron,


3?ap Montero!

E n el solar te esperaban,
pero te trajeron muerto;
fue bronca de jaladera,
pero te trajeron muerto;
dicen que l era tu ecobio,
pero te trajeron muerto;
el hierro no apareci,
pero te trajeron muerto.

Y a se acab Baldomero:
zumba, canalla y rumbero!

Slo dos velas estn


quemando un poco de sombra;
para tu pequea muerte
con esas dos velas sobra.
Y aun te alumbran, ms que velas,
la camisa colorada
que ilumin tus canciones,
la prieta sal de tus sones
y tu melena planchada.

Ahora s que te rompieron,


Pap Montero!

Hoy amaneci la lima


en el patio de mi casa;
de filo cay en la tierra
y all se qued clavada.
Los muchachos la cogieron
para lavarle la cara,
y yo la traje esta noche
y te la puse de almohada.
ORG A N I L L O

E l sol a plomo. Un hombre


va al pie del organillo.
Manigueta: Epablate, mi conga,
mi co n ga...
Ni un quilo en los bolsillos,
y la conga
muerta en el organillo.

OUIRINO

Quirino
con su tres!
La bemba grande, la pasa dura,
sueltos los pies,
y una mulata que se derrite de sabrosura...
Quirino
con su tres!

Luna redonda que lo vigila cuando regresa


dando traspis;
jipi en la chola, camisa fresa...
Quirino
con su tres!

Tibia accesoria para la cita;


la madre negra Paula Valds
suda, envejece, busca la frita...
Quirino
con su tres!

CAA

E l negro
junto al caaveral.

E l yanqui
sobre el caaveral.
L a tierra
bajo el caaveral.

Sangre
que se nos va!

S EC U ESTR O D E L A M U JE R D E A N T O N IO

Te voy a beber de un trago,


como una copa de ron;
te voy a echar en la copa
de un son,
prieta, quemada en ti misma,
cintura de mi cancin.

Zfate tu chal de espumas


para que torees la rumba;
y si Antonio se disgusta
que se corra por ah:
la mujer de Antonio tiene
que bailar aqu!

Desamrrate, Gabriela.
Muerde
la cscara verde,
pero no apagues la vela;
tranca
la pjara blanca,
y vengan de dos en dos,
que el bong
se calent...

De aqu no te irs, mulata,


ni al mercado ni a tu casa;
aqu molern tus ancas
la zafra de tu sudor;
repique, pique, repique,
repique, repique, repique,
pique, repique, repique,
po!

Semillas las de tus ojos


darn sus frutos espesos;
y si viene Antonio luego
que ni en jarana pregunte
cmo es que t ests aqu...
Mulata, mora, morena,
que ni el ms toro se mueva,
porque el que ms toro sea
saldr caminando as;
el mismo Antonio, si llega,
saldr caminando as;
todo el que no est conforme,
saldr caminando as...
Repique, repique, pique,
repique, repique, po;
prieta, quemada en ti misma,
cintura de mi cancin!

PREGN

Ah
qu pedazo de sol,
carne de mango!
Melones de agua,
pltanos.

Quencyere, quencyere,
quencuyer!
Quencyere, que la casera
salga otra vez!

Sangre de mamey sin venas,


y yo que sin sangre estoy;
mamey p al que quiera sangre,
que me voy.

Triguea de carne amarga,


ven a ver mi carretn;
carretn de palmas verdes,
carretn;
carretn de cuatro ruedas,
carretn;
carretn de sol y tierra,
carretn!
WEST INDIES LTD.
(1934)

P A LA B R A S E N E L TR PICO

Trpico,
tu dura hoguera
tuesta las nubes altas
y el cielo profundo ceido por el arco del Medioda.
T secas en la piel de los rboles
la angustia del lagarto.
T engrasas las ruedas de los vientos
para asustar a las palmeras.
T atraviesas
con ua gran flecha roja
el corazn de las selvas
y la carne de los ros.

T e veo venir por los caminos ardorosos,


Trpico,
con tu cesta de mangos,
tus caas limosneras
y tus caimitos, morados como el sexo de las negras.

Te veo las manos rudas


partir brbaramente las semillas
y halar d ellas el rbol opulento,
rbol recin nacido, pero apto
para echar correr por entre los bosques clamorosos.

Aqu,
en medio del mar,
retozando en las aguas con mis Antillas desnudas,
yo te saludo, Trpico.
Saludo deportivo,
primaveral,
que se me escapa del pulmn salado
a travs de estas islas escandalosas hijas tuyas.

(Dice Jamaica
que ella est contenta de ser negra,
y Cuba ya sabe que es mulata!)
Ah,
qu ansia
la de aspirar el humo de tu incendio
y sentir en dos pozos amargos las axilas!
Las axilas, oh Trpico,
con sus vellos torcidos y retorcidos en tus llamas.

Puos los que me das


para rajar los cocos tal un pequeo dios colrico;
ojos los que me das
para alumbrar la sombra de mis tigres;
odo el que me das
para escuchar sobre la tierra las pezuas lejanas.

Te debo el cuerpo oscuro,


las piernas giles y la cabeza crespa,
mi amor hacia las hembras elementales,
y esta sangre imborrable.
Te debo los das altos,
en cuya tela azul estn pegados
soles redondos y risueos;
te debo los labios hmedos,
la cola del jaguar y la saliva de las culebras;
te debo el charco donde beben las fieras sedientas;
te debo, Trpico,
este entusiasmo nio
de correr en la pista
de tu profundo cinturn lleno de rosas amarillas
riendo sobre las montaas y las nubes,
mientras un cielo martimo
se destroza en interminables olas de estrellas a mis pies.

B A L A D A D E LO S DO S A BU ELO S

Sombras que slo yo veo,


me escoltan mis dos abuelos.

Lanza con punta de hueso,


tambor de cuero y madera:
mi abuelo negro.
Gorguera en el cuello ancho,
gris armadura guerrera:
mi abuelo blanco.
Pie desnudo, torso ptreo
los de mi negro;
pupilas de vidrio antrtico
las de mi bianco!

frica de selvas hmedas


y de gordos gongos sordos...
Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
Aguaprieta de caimanes,
verdes maanas de cocos...
'Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
Oh velas de amargo viento,
galen ardiendo en o ro ...
Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
Oh costas de cuello virgen
engaadas de abalorios...!
Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
Oh puro sol repujado,
preso en el aro del trpico;
oh luna redonda y limpia
sobre el sueo de los monos!

Qu de barcos, qu de barcos!
Qu de negros, qu de negros!
Qu largo fulgor de caas!
Qu ltigo el del negrero!
Piedra de llanto y de sangre,
venas y ojos entreabiertos,
y madrugadas vacas,
y atardeceres de ingenio,
y una gran voz, fuerte voz,
despedazando el silencio.
Qu de barcos, qu de barcos,
qu de negros!

Sombras que slo yo veo,


me escoltan mis dos abuelos.

Don Federico me grita


y Taita Facundo calla;
los dos en la noche suean
y andan, andan.
Y o los junto.
Federico!
Facundo! Los dos se abrazan.
Los dos suspiran. Los dos
las fuertes cabezas alzan;
los dos del mismo tamao,
bajo las estrellas altas;
los dos del mismo tamao,
ansia negra y ansia blanca;
los dos del mismo tamao,
gritan, suean, lloran, cantan.
Suean, lloran, cantan.
Lloran, cantan.
Cantan!

M A D R IG A L

Sencilla y vertical,
como una caa en el caaveral.
Oh retadora del furor
genital:
tu andar fabrica para el espasmo gritador
espuma equina entre tus muslos de metal.

SABS

Y o vi a Sabs, el negro sin veneno,


pedir su pan de puerta en puerta.
Por qu, Sabs, la mano abierta?
(Este Sabs es un negro bueno.)

Aunque te den el pan, el pan es poco,


y menos ese pan de puerta en puerta.
P or qu, Sabs, la mano abierta?
(Este Sabs es un negro loco.)

Y o vi a Sabs, el negro hirsuto,


pedir por Dios para su muerta.
P or qu, Sabs, la mano abierta?
(Este Sabs es un negro bruto.)

Coge tu pan, pero no lo pidas;


coge tu luz, coge tu esperanza cierta
como a un caballo por las bridas.
Plntate en medio de la puerta,
pero no con la mano abierta,
ni con tu cordura de loco:
aunque te den el pan, el pan es poco,
y menos ese pan de puerta en puerta.

Caramba, Sabs, que no se diga!


Sujtate los pantalones,
y mira a ver si te las compones
para educarte la barriga!
La muerte, a veces, es buena amiga,
y el no comer, cuando es preciso
para comer, el pan sumiso,
tiene belleza. E l cielo abriga.
E l sol calienta. Es blando el piso
del portal. Espera un poco,
afirma el paso irresoluto
y afloja ms el fren o...
Caramba, Sabs, no seas tan loco!
Sabs, no seas tan bruto,
ni tan bueno!

N O CTU R N O E N LO S M U E L L E S

Bajo la noche tropical, el puerto.


E l agua lame la inocente orilla
y el faro insulta al malecn desierto.

Qu calma tan robusta y tan sencilla!


Pero sobre los muelles solitarios
flota una tormentosa pesadilla.

Pena de cementerios y de osarios,


que ensea en pizarrones angustiosos
cmo un mismo dolor se parte en varios.

Es que aqu estn los gritos silenciosos


y el sudor hecho vidrio; las tremendas
horas de muchos hombres musculosos

y dbiles, sujetos por las riendas


como potros. Voluntades en freno,
y las heridas plidas sin vendas.
La gran quietud se agita. E n este seno
de paz se mueve y anda un grupo enorme
que come el pan untndolo en veneno.

Ellos duermen ahora en el informe


lecho, sin descansar. Suean acaso,
y aqu estalla el espritu inconforme

que al alba dura tragar su vaso


de sangre diaria en el cuartn oscuro,
y a estrecho ritmo ha de ajustar el paso.

Oh puo fuerte, elemental y puro!


Quin te sujeta el ademn abierto?
Nadie responde en el dolor del puerto.
E l faro grita sobre el mar oscuro.

BA L A D A D E L G IJE

eque, que se vaya el eque!


Gije, que se vaya el gije!

Las turbias aguas del ro


son hondas y tienen muertos;
carapachos de tortuga,
cabezas de nios negros.
De noche saca sus brazos
el ro, y rasga el silencio
con sus uas, que son uas
de cocodrilo frentico.
Bajo el grito de los astros,
bajo una luna de incendio,
ladra el ro entre las piedras
y con invisibles dedos,
sacude el arco del puente
y estrangula a los viajeros.

eque, que se vaya el eque!


Gije, que se vaya el gije!

Enanos de ombligo enorme


pueblan las aguas inquietas;
sus cortas piernas, torcidas;
sus largas orejas, rectas.
Ah, que se comen mi nio,
de carnes puras y negras,
y que le beben la sangre,
y que le chupan las venas,
y que le cierran los ojos,
los grandes ojos de perla!
Huye, que el coco te mata,
huye antes que el coco venga!
Mi chiquitn, chiquitn,
que tu collar te proteja...

eque, que se vaya el eque!


Gije, que se vaya el gije!

Pero Chang no lo quiso.


Sali del agua una mano
para arrastrarlo... E ra un gije.
Le abri en dos tapas el crneo,
le apag los grandes ojos,
le arranc los dientes blancos,
e hizo un nudo con las piernas
y otro nudo con los brazos.

Mi chiquitn, chiquitn,
sonrisa de gordos labios,
con el fondo de tu ro
est mi pena soando,
y con tus venitas secas
y tu corazn m ojado...
eque, que se vaya el eque!
Gije, que se vaya el gije!
Ah, chiquitn, chiquitn,
pas lo que yo te dije!

A D IV IN A N Z A S

En los dientes, la maana,


y la noche en el pellejo.
Quin ser, quin no ser?
E l negro.

Con ser hembra y no ser bella,


hars lo que ella te mande.
Quin ser, quin no ser?
E l hambre.
Esclava de los esclavos,
y con los dueos, tirana.
Quin ser, quin no ser?
La caa.

Escndalo de una mano


que nunca ignora la otra.
Quin ser, quin no ser?
L a limosna.

Un hombre que est llorando


con la risa que aprendi.
Quin ser, quin no ser?
Yo.

MARACAS

De dos en dos,
las maracas se adelantan al yanqui
para decirle:
Cmo est usted, seor?

Cuando hay barco a la vista,


estn ya las maracas en el puerto,
vigilando la presa excursionista
con ojo vivo y ademn despierto.
Maraca equilibrista,
giro aduln del dlar del turista!

Pero hay otra maraca con un cierto


pudor que casi es antimperialista:
es la maraca artista
que no tiene que hacer nada en el puerto.

A sa le basta con que un negro pobre


la sacuda en el fondo del sexteto;
rie con el bong, que es indiscreto,
y el ron que beba es del que al negro sobre.
sa ignora que hay yanquis en el mapa;
vive feliz, ralla su pan sonoro,
y el duro muslo a Mam Ins destapa
y pule y brue ms la Rumba de oro.
SEN SE M A Y A

Canto para matar una culebra

Mayombe bombe mayomb!


jMayombe bombe mayomb!
jMayombe bombe mayomb!

La culebra tiene los ojos de vidrio;


la culebra viene y se enreda en un palo
con sus ojos de vidrio, en un palo,
con sus ojos de vidrio.

La culebra camina sin patas;


la culebra se esconde en la yerba;
caminando se esconde en la yerba,
caminando sin patas.

Mayombe bombe mayomb!


Mayombe bombe mayomb!
Mayombe bombe- mayomb!

T le das con el hacha y se muere:


dale ya!
No le des con el pie, que te muerde,
no le des con el pie, que se va!

Sensemay, la culebra,
sensemay.
Sensemay, con sus ojos,
sensemay.
Sensemay, con su lengua,
sensemay.
Sensemay, con su boca,
sensemay.

La culebra muerta no puede comer,


la culebra muerta no puede silbar,
no puede caminar,
no puede correr.
La culebra muerta no puede mirar,
la culebra muerta no puede beber,
no puede respirar,
no puede morder.
Mayombe bombe mayomb!
Sensemay, la culebra...
Mayombe bombe mayomb!
Sensemay, no se m u ev e...
Mayomb bombe mayomb!
Sensemay, la culebra...
Mayomb bombe mayomb!
Sensemay, se muri.

E L A BU ELO

Esta mujer anglica de ojos septentrionales,


que vive atenta al ritmo de su sangre europea,
ignora que en lo hondo de ese ritmo golpea
un negro el parche duro de roncos atabales.

Bajo la lnea escueta de su nariz aguda,


la boca, en fino trazo, traza una raya breve,
y no hay cuervo que manche la solitaria nieve
de su carne, que fulge temblorosa y desnuda.

Ah, mi seora! Mrate las venas misteriosas;


boga en el agua viva que all dentro te fluye,
y ve pasando lirios, nelumbios, lotos, rosas;

que ya vers, inquieta, junto a la fresca orilla


la dulce sombra oscura del abuelo que huye,
el que riz por siempre tu cabeza amarilla.

CAM INANDO

Caminando, caminando,
caminando!

Voy sin rumbo caminando,


caminando;
voy sin plata caminando,
caminando;
voy muy triste caminando,
caminando.
Est lejos quien me busca,
caminando;
quien me espera est ms lejos,
caminando;
y ya empe mi guitarra,
caminando.

las piernas se ponen duras,


caminando;
los ojos ven desde lejos,
caminando;
la mano agarra y no suelta,
caminando.

Al que yo coja y lo apriete,


caminando,
se la paga por todos,
caminando;
a se le parto el pescuezo,
caminando,
y aunque me pida perdn,
me lo como y me lo bebo
me lo bebo y me lo como,
caminando,
caminando,
caminando...

CALOR

E l calor raja la noche.


La noche cae tostada
sobre el ro.

Qu grito,
qu grito fresco en las aguas
el grito que da la noche
quemada!

Rojo calor para negros.


Tambor!
Calor para torsos flgidos.
Tambor!
Calor con lenguas de fuego
sobre espinazos desnudos...
Tambor!
E l agua de las estrellas
empapa los cocoteros
despiertos.
Tambor!
Alta luz de las estrellas.
Tambor!
E l faro polar vacila...
Tambor!

Fuego a bordo! Fuego a bordo!


Tambor!
Es cierto? Huid! Es mentira!
Tambor!
Costas sordas, cielos sordos...
Tambor!

Las islas van navegando,


navegando, navegando,
van navegando encendidas.

DO S N I O S

Dos nios, ramas de un mismo rbol de miseria,


juntos en un portal bajo la noche calurosa,
dos nios pordioseros llenos de pstulas,
comen de un mismo plato como perros hambrientos
la comida lanzada por la pleamar de los manteles.
Dos nios: uno negro, otro blanco.

Sus cabezas unidas estn sembradas de piojos;


sus pies muy juntos y descalzos;
las bocas incansables en un mismo frenes de mandbulas,
y sobre la comida grasienta y agria,
dos manos: una negra, otra blanca.

Qu unin sincera y fuerte!


Estn sujetos por los estmagos y por las noches foscas,
y por las tardes melanclicas en los paseos brillantes,
y por las maanas explosivas,
cuando despierta el da con sus ojos alclicos.
Estn unidos como dos buenos p erros...
Juntos as como dos buenos perros,
uno negro, otro blanco,
cuando llegue la hora de la marcha
querrn marchar como dos buenos hombres,
uno negro, otro blanco?

Dos nios, ramas de un mismo rbol de miseria,


comen en un portal, bajo la noche calurosa.

B A L A D A D E SIM N CA R A BA LLO

Canta Simn:
Ay, yo tuve una casita
y una mujer!
Yo,
negro Simn Caraballo,
y hoy no tengo qu comer.
La mujer muri de parto,
la casa se m enred:
y ,
negro Simn Caraballo,
ni toco, ni bebo, ni bailo,
ni casi s ya quin soy.
Yo,
negro Simn Caraballo,
ahora duermo en un portal;
mi almohada est en un ladrillo,
mi cama en el suelo est.
La sarna me come en vida,
el reuma me amarra el pie;
luna fra por la noche,
madrugada sin caf.
No s qu hacer con mis brazos,
pero encontrar qu hacer:
yo,
negro Simn Caraballo,
tengo los puos cerrados,
tengo los puos cerrados,
y necesito comer!

Simn, que all viene el guardia


con su caballo de espadas!
(Simn se queda callado.)
Simn, que all viene el guardia
con sus espuelas de lata!
(Simn se queda callado.)
Simn, que all viene el guardia
con su palo y su revlver,
y con el odio en la cara,
porque ya te oy cantar
y te va a dar por la espalda,
cantador de sones viejos,
marido de tu guitarra...!
(Simn se queda callado.)

Llega un guardia de bigotes,


serio y grande, grande y serio,
jinete en un penco al trote.
'Simn Caraballo, preso!

(Pero Simn no responde,


porque Simn est muerto.)

CA N C I N D E LO S H O M B R ES PER D ID O S

Con las ojeras excavadas,


rojos los ojos como rbanos,
vamos por las calles calladas.

La tripa impertinente hipa,


puntual lo mismo que un casero,
pero nada hay para la tripa.

No hay aguardiente ni tabaco,


ni un mal trozo de carne dura:
slo las pulgas bajo el saco.

As andamos por la ciudad,


como perros abandonados
en medio de una tempestad.

E l sol nos tuesta en su candela,


pero por la noche la Luna
de un escupitajo nos hiela.
Somos asmticos, diabticos,
herpticos y paralticos,
mas sin regmenes dietticos.

Nos come el hambre da a da,


y van cavndonos los dientes
charcos bermejos en la enca.
As andamos por la ciudad,
como perros abandonados
en medio de una tempestad.

Quin es quien sabe nuestros nombres?


Nadie los sabe ni los mienta.
Somos las sombras de otros hombres.

Y si es que hablar necesitamos


unos con otros, ya sabemos
de qu manera nos llamamos.

Caimn, E l Macho, Perro Viudo,


son nuestros nombres en la vida,
y cada nombre es un escudo.

As andamos por la ciudad,


como perros abandonados
en medio de una tempestad.

Qu ms da ser ladrn o papa?


E l caldero siempre es el mismo,
lo que le cambian es la tapa.

Y hay quien podrido est en lo hondo;


cuando el pellejo ms perfuma
ms el espritu es hediondo.

Nosotros vamos descubiertos;


el pus al sol, la mugre al aire,
y con los ojos bien despiertos.

As andamos por la ciudad,


como perros abandonados
en medio de una tempestad.

Secos estamos como piedra.


Largos y flacos como caas.
Mano-pezua, barba-hiedra.

Mas no temblis si crece el hambre:


presto el gorila maromero
se estrellar desde su alambre.

nimo, amigos! Piernas sueltas,


diente afilado, hocico duro,
y no marearse con dar vueltas!

Saltemos sobre la ciudad,


como perros abandonados
en medio de una tempestad!

G U A D A LU P E W . I.

PO IN T E- -P IT R E

Los negros, trabajando


junto al vapor. Los rabes, vendiendo,
los franceses, paseando y descansando,
y el sol, ardiendo.

En el puerto se acuesta
el mar. E l aire tuesta
las palm eras... Y o grito: Guadalupe!, pero nadie contesta.

Parte el vapor, arando


las aguas impasibles con espumoso estruendo.
All, quedan los negros trabajando,
los rabes vendiendo,
los franceses paseando y descansando,
y el sol ardiendo...
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W EST IN D IES LTD.

W e s t Indies! Nueces de coco, tabaco y aguardiente...


ste es un oscuro pueblo sonriente,
conservador y liberal,
ganadero y azucarero,
donde a veces corre mucho dinero,
pero donde siempre se vive muy mal1
E l sol achicharra aqu todas las cosas,
desde el cerebro hasta las rosas.
Bajo el relampagueante traje de dril
andamos todava con taparrabos;
gente sencilla y tierna, descendiente de esclavos
y de aquella chusma incivil
de variadsima calaa,
que en el nombre de Espaa
cedi Coln a Indias con ademn gentil.

Aqu hay blancos y negros y chinos y mulatos.


Desde luego, se trata de colores baratos,
pues a travs de tratos y contratos
se han corrido los tintes y no hay un tono estable.
(El que piense otra cosa que avance un paso y hable.)
Hay aqu todo eso, y hay partidos polticos,
y oradores que dicen: En estos momentos crticos...
Hay bancos y banqueros,
legisladores y bolsistas,
abogados y periodistas,
mdicos y porteros.
Qu nos puede faltar?
Y aun lo que nos faltare lo mandaramos buscar.

1 Cierto que ste es un pueblo manso todava... / No obstante, cualquier da / alza de un golpe
la cerviz; / rompe por dondequiera con sus calludas manos / y hace como esos rboles urbanos /
que arrancan toda una acera con una sola raz.
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West Indies! Nueces de coco, tabaco y aguardiente.


Este es un oscuro pueblo sonriente.

Ah, tierra insular!


Ah, tierra estrecha!
No es cierto que parece hecha
slo para poner un palmar?
Tierra en la ruta del Orinoco,
o de otro barco excursionista,
repleto de gente sin un artista
y sin un loco;
puertos donde el que regresa de Tahit,
de Afganistn o de Sel,
viene a comerse el cielo azul,
regndolo con Bacard;
puertos que hablan un ingls
que empieza en yes y acaba en yes.
(Ingls de cicerones en cuatro pies.)
West Indies! Nueces de coco, tabaco y aguardiente.
ste es un oscuro pueblo sonriente.
Me ro de ti, noble de las Antillas,
mono que andas saltando de mata en mata,
payaso que sudas por no meter la pata,
y siempre la metes hasta las rodillas.
Me ro de ti, blanco de verdes venas
bien se te ven aunque ocultarlas procuras! ,
me ro de ti porque hablas de aristocracias puras,
de ingenios florecientes y arcas llenas.
Me ro de ti, negro imitamicos,
que abres los ojos ante el auto de los ricos,
y que te avergenzas de mirarte el pellejo oscuro,
cuando tienes el puo tan duro!
Me ro de todos: del polica y del borracho,
del padre y de su muchacho,
del presidente y del bombero.
Me ro de todos; me ro del mundo entero.
Del mundo entero, que se emociona frente a cuatro peludos,
erguidos muy orondos detrs de sus chillones escudos,
como cuatro salvajes al pie de un cocotero.
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Cinco minutos de interrupcin.


La charanga de Juan el Barbero
toca un son.

Coroneles de terracota,
polticos de quita y pon;
caf con pan y mantequilla...
Que siga el son!

La burocracia est de acuerdo


en ofrendarse a la Nacin;
doscientos dlares mensuales...
Que siga el son!

El yanqui nos dar dinero


para arreglar la situacin;
la Patria est por sobre todo...
Que siga el son!

Los viejos lderes sonren


y hablan despus desde un balcn.
La zafra! La zafra! La zafra!
Que siga el son!

Las caas largas tiemblan


de miedo ante la mocha.
Quema el sol y el aire pesa.
Gritos de mayorales
restallan secos y duros como foetes.
De entre la oscura
masa de pordioseros que trabajan,
surge una voz que canta,
brota una voz que canta,
sale una voz llena de rabia,
se alza una voz antigua y de hoy,
moderna y brbara:

Cortar cabezas como caas,


chas, chas, chas!
Arder las caas y cabezas,
subir el humo hasta las nubes,
cundo ser, cundo ser!
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Est mi mocha con su filo,


chas, chas, chas!
Est mi mano con su mocha,
chas, chas, chas!
Y el mayoral est conmigo,
chas, chas, chas!
Cortar cabezas como caas,
arder las caas y cabezas,
subir el humo hasta las nubes...
Cundo ser!

Y la cancin elstica, en la tarde


de zafra y agona,
tiembla, fulgura y arde,
pegada al techo cncavo del da.

El hambre va por los portales


llenos de caras amarillas
y de cuerpos fantasmales;
y estacionndose en las sillas
de los parques municipales,
o pululando a pleno sol
y a plena luna,
busca el problemtico alcol
que borra y ciega,
pero que no venden en ninguna
bodega.
Hambre de las Antillas,
dolor de las ingenuas Indias Occidentales!

Noches pobladas de prostitutas,


bares poblados de marineros;
encrucijada de cien rutas
para bandidos y bucaneros.
Cuevas de vendedores de morfina,
de cocana y de herona.
Cabarets donde el tedio se engaa
con el ilusorio cordial
de una botella de champaa,
en cuya eficacia la gente confa
como en un neosalvarsn de alegra
para la sfilis sentimental.
Ansia de penetrar el porvenir
y sacar de su entraa secreta
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una frmula concreta


para vivir.
Furor de los piratas de levita
que como en Sores y E l Olons,
frente a la miseria se irrita
y se resuelve en puntapis.
Dramtica ceguedad de la tropa,
que siempre tiene presto el rifle
para disparar contra el que proteste o chifle,
porque el pan est duro o est clara la sopa!

5
Cinco minutos de interrupcin.
La charanga de Juan el Barbero
toca un son.

Para encontrar la butuba


hay que trabajar caliente;
para encontrar la butuba
hay que trabajar caliente:
mejor que doblar el lomo,
tienes que doblar la frente.
De la caa sale azcar,
azcar para el caf;
de la caa sale azcar,
azcar para el caf:
lo que ella endulza, me sabe
como si le echara hiel.
No tengo donde vivir
ni mujer a quien querer;
no tengo donde vivir,
ni mujer a quien querer:
todos los perros me ladran,
y nadie me dice usted.
Los hombres,, cuando son hombres,
tienen que llevar cuchillo;
los hombres, cuando son hombres,
tienen que llevar cuchillo:
yo fui hombre, lo llev,
y se me qued en presidio!
Si me muriera ahora mismo,
si me muriera ahora mismo,
si me muriera ahora mismo, mi madre,
qu alegre me iba a poner!
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Ay, yo te dar, te dar,


te dar, te dar,
ay, yo te dar
la libertad!

West Indies! West Indies! West Indies!


Este es el pueblo hirsuto,
de cobre, multicfalo, donde la vida repta
con el lodo seco cuarteado en la piel.
ste es el presidio
donde cada hombre tiene atados los pies.
sta es la grotesca sede de companies y trusts.
Aqu estn el lago de asfalto, las minas de hierro,
las plantaciones de caf,
los ports docks, los ferry boats, los ten cents...
ste es el pueblo del all right
donde todo se encuentra muy mal;
ste es el pueblo del very well,
donde nadie est bien.

Aqu estn los servidores de Mr. Babbit.


Los que educan sus hijos en West Point.
Aqu estn los que chillan: helio baby,
y fuman Chesterfield y Lucky Strike.
Aqu estn los bailadores de fox trots,
los boys del jazz band
y los veraneantes de Miami y de Palm Beach.

Aqu estn los que piden bread and butter


y coffee and milk.
Aqu estn los absurdos jvenes sifilticos,
fumadores de opio y de mariguana,
exhibiendo en vitrinas sus espiroquetas
y cortndose un traje cada semana.
Aqu est lo mejor de Port-au-Prince,
lo ms puro de Kingston, la high life de La Habana...
Pero aqu estn tambin los que reman en lgrimas,
galeotes dramticos, galeotes dramticos.

Aqu estn ellos,


los que trabajan con un haz de destellos
la piedra dura donde poco a poco se crispa
el puo de un titn. Los que encienden la chispa
roja, sobre el campo reseco.
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Los que gritan: Y a vam os!, y les responde el eco


de otras voces: Y a vamos! Los que en fiero tumulto
sienten latir la sangre con slabas de insulto.
Qu hacer con ellos,
si trabajan con un haz de destellos?

Aqu estn los que codo con codo


todo lo arriesgan; todo
lo dan con generosas manos;
aqu estn los que se sienten hermanos
del negro, que doblando sobre el zanjn oscuro
la frente, se disuelve en sudor puro,
y del blanco, que sabe que la carne es arcilla
mala cuando la hiere el ltigo, y peor si se la humilla
bajo la bota, porque entonces levanta
la voz, que es como un trueno brutal en la garganta.
sos son los que suean despiertos,
los que en el fondo de la mina luchan,
y all la voz escuchan
con que gritan los vivos y los muertos.

sos, los iluminados,


los parias desconocidos,
los humillados,
los preteridos,
los olvidados,
los descosidos,
los amarrados,
los ateridos,
los que ante el muser exclaman: Hermanos soldados!,
y ruedan heridos
con un hilo rojo en los labios morados.
(Que siga su marcha el tumulto!
Que floten las brbaras banderas,
y que se enciendan las banderas
sobre el tumulto!)

Cinco minutos de interrupcin.


La charanga de Juan el Barbero
toca un son.

Me matan, si no trabajo,
y si trabajo me matan;
siempre me matan, me matan,
siempre me matan.
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Ayer vi a un hombre mirando,


mirando el sol que sala;
ayer vi a un hombre mirando,
mirando el sol que sala:
el hombre estaba muy serio,
porque el hombre no vea.
Ay, #
los ciegos viven sin ver
cuando sale el sol,
cuando sale el sol,
cuando sale el sol!

Ayer vi a un nio jugando


a que mataba a otro nio;
ayer vi a un nio jugando
a que mataba a otro nio:
hay nios que se parecen
a los hombres trabajando.
Quin les dir cuando crezcan
que los hombres no son nios,
que no lo son,
que no lo son,
que no lo son!

Me matan, si no trabajo,
y si trabajo, me matan:
siempre me matan, me matan,
siempre me matan!

Un altsimo fuego raja con sus cuchillas


la noche. Las palmas, inocentes
de todo, charlan con voces amarillas
de collares, de sedas, de pendientes.
Un negro tuesta su caf en cuclillas.
Se incendia un barracn.
Resoplan vientos independientes.
Pasa un crucero de la Unin
Americana. Despus, otro crucero,
y el agua ingenua ensucian con ambiciosas quillas,
nietas de las del viejo Drake, el filibustero.

Lentamente, de piedra, va una mano


cerrndose en un puo vengativo.
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Un claro, un claro y vivo


son de esperanza estalla en tierra y ocano.
El sol habla de bosques con las verdes semillas...
West Indies, en ingls. En castellano,
las Antillas.

LPIDA

Esto fue escrito por Nicols Guilln, antillano,


en el ao de mil novecientos treinta y cuatro.

E LE G A A UN SOLDADO VIVO

H ie r r o de amargo filo en dcil vaina,


y el sol en la polaina.
Caballo casquiduro,
trotn americano,
salada espuma y freno bien seguro.
Cuero y sudor, la mano.

As pasas, redondo,
encendiendo la calle,
preso en guerrera de ardoroso talle.
As al pasar me miras
con ojo elemental en cuyo fondo
una terrible compasin descuaja
cielos de punta en tempestad de iras
sobre mi pecho a la intemperie y hondo.

As pasas, sonriendo,
ureo resplandeciendo,
momia ya en la mortaja:
t, cuya mano rpida me ultraja
si a algn insulto de tu voz respondo;
t, soldado, soldado,
en tu machete en cruz, crucificado.

Cuatro paredes altas


que ni tumbas ni saltas;
muda lengua, bien muda,

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