Maier - Dimension Politica de Un Poder Judicial Independiente
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234
Universalmente, el principio se enuncia por el aforismo en latn que consta en el ttu-
lo, con la partcula negativa ne: Cf. MANZINI, Tratado, t. IV, n 464, p. 524; LATAGLIATA, Contri-
bucin al estudio de la reincidencia, cap. I, ps. 29 y 32; HENKEL, Strafverfahrensrecht, 106, III,
1, p. 444; PETERS, Strafproze, 53, II, 1, c, p. 435; ROXIN, Strafverfahrensrecht, 50, B, I, p.
291; BAUMANN, Derecho procesal penal, cap. 5, II, 3, p. 286; o, lo que es lo mismo, bis de ea-
dem re ne sit actio (no haya dos veces accin acerca del mismo objeto: MANZINI, Tratado; ROXIN,
Strafverfahrensrecht). Sin embargo, en la ciencia jurdica argentina siempre se lo conoci por
non bis in idem, variando la partcula negativa: cf. NEZ, Non bis in idem, parte 1, ps. 311 y
ss.; DE LA RA, Non bis in idem; CLARI OLMEDO, Tratado, t. I, p. 247; Fallos CSN, t. 248, p.
232.
Es correcto el adverbio negativo bajo la forma ne, pues l se usa en textos imperativos o
jurdicos (Diccionario latn-espaol, p. 317), es decir, en lenguaje prescriptivo.
235
Cf. VLEZ MARICONDE, Derecho procesal penal, t. I, p. 46, nota n 30: ne quis ob
idem crimen pluribus legibus reus fieret (Paul., 1, 14, Dig.).
236
Cf. NEZ, Non bis in idem, 1, p. 312. Desaparecidas las penas corporales, hoy la
Enmienda V se interpreta en el sentido de un nuevo riesgo de privacin de la libertad: cf. COR-
WIN, La Constitucin de los EE. UU. y su significado actual, p. 481.
237
Fallos CSN, t. 248, p. 232, dictamen del Procurador General, p. 235; t. 298, p. 736,
dictamen del Procurador General, ps. 745 y 746; t. 300, p. 1273; t. 302, p. 210.
238
Cf. MAIER, La Ordenanza procesal penal alemana, vol. II, p. 303 y 362, p. 307.
239
Cf. NEZ, Non bis in idem, p. 313; MAIER, La Ordenanza procesal penal alemana,
vol. II, p. 303 y 362, p. 307; polmica establecida en la seccin Debates de Doctrina Penal,
entre BAUMANN, Sobre puntos de partida dogmticos diferentes, y MAIER, Conclusiones bsicas,
acerca, precisamente, del alcance del principio.
240
Cf. NEZ, Non bis in idem, 3 y 4, ps. 314 y ss.; CLARI OLMEDO, Tratado, t. I, n
181, p. 248; DE LA RA, Non bis in idem, II, 3, ps. 309 y siguientes.
241
Cf. MAIER, Sobre la libertad del imputado, 8, ps. 155 y siguientes.
242
Cf. NEZ, Non bis in idem, p. 315; DE LA RA, Non bis in idem, p. 316, reproduce
un fallo judicial referente a este aspecto de la cuestin (p. 312). El mismo problema, oculto tras
una argumentacin y solucin errneas, en Fallos CSN, t. 250, p. 724.
243
Cita de la Corte Suprema EE.UU., Quirin, 1942, US vol. 317, ps. 43 y s., en Fallos
CSN, t. 298, p. 736, dictamen del Procurador General, p. 745.
244
Green v. U.S., 1957, U.S. vol. 355, ps. 184 y ss. (... es uno de los prin cipios elemen-
tales de nuestro Derecho penal que el Estado no puede obtener un nuevo juicio por medio de una
apelacin aun cuando la absolucin pueda aparecer como errnea); North Carolina v. Pearce,
1969, U.S. v. 395, ps. 711 y ss.; Smalis v. Pennsylvania, 1986, U.S. v. 476, ps. 140 y ss.; sobre el
Derecho ingls: ROXIN, Strafverfahrensrecht, 73, A, III, 3, n 14, ps. 478 y siguiente.
245
Cf. MANZINI, Tratado, t. IV, n 464, ps. 525 y ss.; NEZ, Non bis in idem, 5, ps.
317 y ss.; CLARI OLMEDO, Tratado, t. I, n 182 y ss., ps. 250 y ss.; DE LA RA, Non bis in idem,
ps. 317 y ss.; sentencias del TSJ Crdoba, en BARBER DE RISSO, Doctrina Penal del TSJ Crdo-
ba, vol. II, ps. 145 y siguientes.
246
CPP Nacin, 72; CPP Mendoza, 68; CPP Salta, 67; CPP La Rioja, 65; CPP Santiago
del Estero, 38; CPP La Pampa, 63; CPP Corrientes, 70; CPP Entre Ros, 69; CPP Santa Fe, 68;
CPP Costa Rica, 45.
247
Cf. NEZ, Non bis in idem, p. 325.
248
Ninguna resolucin judicial en materia penal posee fuerza vinculante para otra poste-
rior en otro proceso, salvo el caso del ne bis in idem, esto es, que se refiera al mismo imputado,
sobre el cual recae la resolucin, y al mismo hecho. Por ello, es errnea la disposicin que conci-
be el llamado sobreseimiento absoluto (CPCrim. nacional [1889], 436, I). Peor an resultan la ju-
risprudencia y la doctrina que otorgan a la desestimacin de la denuncia o querella (CPCrim. na-
cional [1889], 200), porque los hechos en que ellas estn fundadas no constituyen delito (Fallos
CCC, t. 1, n 162 y 163, ps. 177 y s.; CCC, Sala I, 3/4/1968), fuerza vinculante para una persecu-
cin penal posterior. La opinin de ODERIGO, Derecho procesal penal, ps. 405 y 435, segn la
cual la desestimacin de la querella o denuncia posee mayor poder vinculante, en virtud de su ex-
tensin erga omnes, que el sobreseimiento, pues ste reconoce un caso en el que rige slo indivi-
dualmente (CPCrim. nacional [1889], 434, inc. 3), y ste, a su vez, mayor fuerza que la absolu-
cin, pues ella slo decide con relacin a una persona determinada, constituye un verdadero des-
propsito: de ella resulta que, mientras ms avanza el procedimiento y, como consecuencia, ma-
yor es el conocimiento del rgano de decisin, menor es su efecto.
En verdad, los tribunales no tienen por misin, en nuestro sistema, decidir erga omnes,
si algo existe o no ha sucedido, o si lo que sucedi constituye un delito o, por el contrario, carece
de esos atributos, todo como si se tratara de un hecho de la naturaleza que ha ocurrido en el mun-
do; ello implicara tambin, en un sentido diverso al comn, resolver abstractamente. Los tribu-
nales deciden sobre comportamientos humanos imputables a personas y, en el caso del Derecho
penal, generalmente, slo imputables a personas fsicas determinadas. Precisamente ante esta
problemtica debe comparecer tambin la discusin del caso de Fallos CSN, t. 298, p. 736.
Suponemos que no se extender el antiguo error a la interpretacin de los efectos de las
reglas del nuevo CPP Nacin, 180, III, y 195, II. El sobreseimiento, en cambio, siempre se refiere,
en el nuevo texto, a un imputado determinado (CPP Nacin, 335).
249
Cf. DE LA RA, Non bis in idem, II, 3, B, a, p. 317; Fallos CSN, t. 264, p. 301.
250
Fallos CSN, t. 298, p. 736, dictamen del Procurador General, p. 745.
251
En contra, Fallos CSN, t. 250, p. 724.
252
Cf. NEZ, Non bis in idem, 7, p. 320. Tericamente, el concurso aparente, si ha si-
do bien resuelto, imposibilita de hecho una nueva persecucin penal, porque en estos casos no re-
sultan aplicables todas las figuras penales posibles, sino que una excluye a las dems. Sin embar-
go, se pueden presentar hipotticamente casos, en los cuales se pretenda una persecucin poste-
rior para aplicar la regla que se dej de lado en el primer procedimiento, desconociendo el con-
curso aparente o sin desconocerlo, pero pretendiendo que la regla tenida en cuenta en la nueva
persecucin prevalece sobre la que preside la persecucin anterior. Por ejemplo: supuesta la mis-
ma hiptesis fctica el juez que no decide un caso, la condena por abuso de autoridad (CP,
248, in fine), o por denegacin o retardo de justicia (CP, 273) agota toda posibilidad persecutoria,
cualquiera que sea la correccin del juicio. Los casos, as, son similares a aquellos en los que se
aplic una norma penal incorrecta en la sentencia firme, error jurdico que no puede ser subsana-
do por una persecucin penal posterior.
253
Cf. BELING, Derecho procesal penal, tr. de Miguel Fenech, 26, p. 80, y 28, p. 85.
254
Cf. NEZ, Non bis in idem, p. 320; BELING, Derecho procesal penal, tr. de Miguel
Fenech, 28, p. 85.
255
BELING, Derecho procesal penal, tr. de Miguel Fenech, 28, p. 85; NEZ, Non bis
in idem, p. 320.
256
Segn la interpretacin de SOLER, Derecho penal argentino, t. 4, p. 585, que conside-
ramos correcta. Sin embargo, la interpretacin del tipo penal contenido en el CP, 208, inc. 1, ha
llevado a algunos autores a sostener que el elemento habitualidad no implica el fenmeno objeti-
vo de la repeticin sino, antes bien, una disposicin interior de actuar as repetidamente; cf., en
ese sentido, ZAFFARONI, Tratado de Derecho penal, t. III, ps. 367 y ss.; SANCINETTI, Teora del
delito y disvalor de accin, p. 331. Esta forma de interpretar la figura extensivamente y hasta
analgicamente debera comparecer frente al concurso de delitos para explicarse mejor; y, con-
forme a la decisin que se adopte, tambin ante el ne bis in idem. No obstante esta objecin que
no ha de ser debatida aqu, lo cierto es que cualquier delito puede ser cometido mediante una
pluralidad de acciones u omisiones, circunstancia que resulta particularmente clara en ciertos su-
puestos complejos como, por ejemplo, una defraudacin.
257
Cf. NEZ, El hecho penal en la Constitucin Nacional y en el Cdigo; Derecho pe-
nal argentino, t. II, IX, ps. 203 y ss.; SOLER, Derecho penal argentino, t. 2, 62, ps. 361 y ss.;
ZAFFARONI, Tratado de Derecho penal, t. IV, cap. XXXVIII, ps. 540 y ss.; con bibliografa com-
parada, BUSTOS RAMREZ, Manual, cap. XIX, ps. 343 y ss.; CASTILLO GONZLEZ, El concurso de
los delitos; NINO, El concurso en el Derecho penal, para una teora sobre el concurso real o ma-
terial de hechos; entre la bibliografa alemana, JESCHECK, Tratado de Derecho penal, ps. 664 y
ss., con abundantes referencias bibliogrficas. Recurdese que la ley penal slo establece aqu que
se trata de hechos independientes, sin definir con precisin este nombre y calificativo, en contra-
posicin al hecho que cayere bajo ms de una sancin penal, que define al concurso ideal (CP,
54 y 55).
258
Cf. SOLER, Derecho penal argentino, t. 2, 60, ps. 308 y ss.; NEZ, Derecho penal
argentino, t. II, 62, ps. 361 y ss.; ZAFFARONI, Tratado de Derecho penal, t. IV, ps. 554 y ss.;
BUSTOS RAMREZ, Manual, ps. 343 y ss.; JESCHECK, Tratado de Derecho penal, ps. 656 y ss.; N-
EZ, Concurso ideal de delitos, ps. 261 y ss.; El hecho nico como base del concurso ideal,
ps. 211 y ss.; VILA, Algunas ideas sobre el problema del concurso ideal; CASTILLO GONZLEZ,
El concurso de los delitos; NINO, El concurso en el Derecho penal.
259
Cf. SOLER, Derecho penal argentino, t. 2, 46, ps. 173 y ss.; NEZ, Derecho penal
argentino, t. I, tt. I, VI, ps. 225 y s.; ZAFFARONI, Tratado de Derecho penal, t. IV, ps. 557 y ss.;
JESCHECK, Tratado de Derecho penal, ps. 670 y ss.; GAVIER, Aplicacin de la ley penal y concur-
so de leyes.
260
Cf. ZAFFARONI, Tratado de Derecho penal, t. IV, ps. 541 y ss.; BUSTOS RAMREZ, Ma-
nual, ps. 347 y ss.; STRATENWERTH, Strafrecht, n 1217 y ss.; GMEZ MNDEZ, El delito conti-
nuado.
261
Sobre los casos de mltiple encuadramiento jurdico y el principio ne bis in idem, cf.
el ejemplo clsico de BELING, Derecho procesal penal, tr. de Miguel Fenech, 28, p. 84.
262
NEZ, Non bis in idem, 7, p. 321. l utiliza el ejemplo del droguero que, disimu-
lando el carcter nocivo de una sustancia, le da destino en oportunidades diferentes (CP, 201).
263
Cf. AA.VV., Strafgesetzbuch. Kommentar (Schnke-Schrder), 18 ed., 52 y ss.,
Vorbemerkungen, n 68 y ss., p. 612 (escrita por Walter STREE); NEZ, Non bis in idem, 7, p.
322.
264
Cf. NEZ, Non bis in idem, 7, p. 322; AA.VV., Strafgesetzbuch. Kommentar
(Schnke-Schrder), 18 ed., 52 y ss., Vorbemerkungen, n 68 y ss., p. 612 (escrita por Walter
STREE).
265
La regla en STREE [Strafgesetzbuch. Kommentar (Schnke-Schrder), n 69]; MAU-
RACH, Strafrecht. Allgemeiner Teil, 6 ed., t. parcial 2, 54, III, B, 3, ps. 382 y ss.; GSSEL, Straf-
verfahrensrecht, 33, E, II, b, 4, p. 291.
266
sta es la otra vertiente de la solucin indicada, que, sin reparar demasiado en el
principio procesal que estudiamos, prefiere fundar su decisin explicando que, de todos modos, la
sentencia judicial interrumpe la continuacin o permanencia delictiva; cf. NEZ, Non bis in
idem, 7, p. 322, coincidiendo con la solucin del problema en el derecho material; Derecho pe-
nal argentino, t. I, V, tt. III, VI, p. 257, solucin que, sin embargo, no parece repetir para el de-
lito continuado, t. II, IX, III, ps. 260 y ss., cf. all las di versas opiniones sobre esta problemti-
ca.
267
Cf. GMEZ MNDEZ, El delito continuado, VI, 3, ps. 90 y s., con la misma solucin,
para el delito continuado, aunque incluyendo el motivo de derecho material: interrupcin de la
continuacin por la sentencia de condena.
268
Cf. GSSEL, Strafverfahrensrecht, 33, E, II, b, 4, p. 292.
269
Cf. Fallos plenarios CCC, vol. III, 15/9/1981, p. 165, Pitchon, A. P., (fundamento
de la mayora, votos de los jueces GARCA TORRES y GARCA BERRO); NEZ, Non bis in idem,
7, p. 322; Derecho penal argentino, t. I, V, tt. III, VI, p. 257; CARRERA-CAFFERATA NORES,
Prescripcin de la accin penal, aspecto procesal e interrupcin del delito permanente, p. 293;
MANZINI, Tratado, t. IV, ps. 529 y s., para quien tanto interrumpe la sentencia judicial, como la
misma promocin de la persecucin penal, tratndose de delitos permanentes; LEONE, Tratado de
Derecho procesal penal, t. III, parte III, n 20, ps. 372 y ss., menciona la sentencia de condena
como interruptiva en los delitos permanentes; ambos autores italianos opinan que, en el delito
continuado, las acciones son divisibles y punibles individualmente, razn por la cual el efecto de
clausura de la cosa juzgada slo se extiende al hecho o hechos objeto del proceso y la sentencia
(MANZINI, Tratado, t. III, n 495, ps. 443 y ss.; LEONE, Tratado, n 10, ps. 358 y ss., para quien,
incluso, la sola promocin de la persecucin penal, conocida por el agente, cumple el papel de
interrumpir la persistencia del designio criminoso inicial, como si se tratara de un concurso
material de hechos punibles o siguiendo sus mismas reglas, segn la tesis de la Corte de Casacin
italiana.
270
Cf. CARRERA-CAFFERATA NORES, Prescripcin de la accin penal, aspecto procesal e
interrupcin del delito permanente, p. 294, opinin que recoge el voto del juez GARCA TORRES,
en el fallo plenario citado, p. 168.
271
Cf. MANZINI, Tratado, t. III, n 495, I, ps. 443 y s., quien ejemplifica con el adulterio
y el concubinato que prosiguen con posterioridad a la condena; esa opinin funda el voto del juez
GARCA BERRO, en el fallo plenario citado, ps. 175 y siguiente.
272
El efecto (negativo) de clausura propio de la cosa juzgada slo alcanzara a aquello
que, en el caso concreto, el tribunal pudo, jurdicamente, juzgar en su fallo o a aquello que estaba
alcanzado por el deber genrico del tribunal de averiguar (cf. HENKEL, Strafverfahrensrecht,
106, III, 3, ps. 446 y ss.); para la solucin de los casos es preciso partir del ncleo fctico signifi-
cativo del objeto procesal (cf. PETERS, Strafproze, 53, II, 3, ps. 437 y ss.), de modo tal que la
condena o absolucin por homicidio culposo cierra la posibilidad de perseguir penalmente por
homicidio doloso, pues matar a otro constituir un complejo fctico nico y, por tanto, irreprodu-
cible; disparar contra otro y matarlo, en cambio, representaran significados totalmente diversos,
por lo que la condena por abuso de arma de fuego no impedira la persecucin penal por homici-
dio, si se descubriera despus que el disparo dio en una persona y caus su muerte; en el delito
continuado y en el permanente, la opinin de PETERS concluye de manera similar a la de HENKEL:
est permitido perseguir penalmente los actos parciales que no fueron objeto de la primera sen-
tencia y, en su caso, unificar los fallos y la pena (p. 447).
273
Cf. voto del juez ALMEYRA, p. 180.
274
Cf. ZAFFARONI, El sistema de la pena total en el Cdigo Penal argentino, ps. 487 y
ss., aunque no se ocupa de estos casos.
275
MANZINI, Tratado, t. IV, n 464, 1, p. 525; CLARI OLMEDO, Tratado, t. I, n 185, p.
252; DE LA RA, Non bis in idem, 3, B, c, p. 320; NEZ, Non bis in idem, 8, p. 323, quien ad-
vierte la equivocidad de la rbrica.
276
Frase de NEZ, Non bis in idem, p. 324.
277
Se incluye, tambin, el juzgamiento disciplinario por autoridades judiciales y no se in-
cluye, segn correspondera, el caso inverso.
278
Cf. CLARI OLMEDO, Tratado, t. IV, n 1069, p. 377; DLBORA, CPP Nacin anota-
do, art. 180, p. 183.
279
Cf. ODERIGO, Derecho procesal penal, ps. 405 y 435.
280
Cf. NEZ, Non bis in idem, 8, p. 325; ver nuestra solucin en 4, b.
281
Cf. NEZ, Non bis in idem, 8, p. 324.
282
Nuestros autores de Derecho penal no han comprendido estos casos en la segunda dis-
posicin del art. 58 o cuando se hubieran dictado dos o ms sentencias firmes con violacin de
dichas reglas: limitan la aplicabilidad del precepto al caso del concurso real (CP, 55) y exclu-
yen, tcitamente, toda otra posibilidad (concurso continuado, permanencia delictiva, o el que aho-
ra nos ocupa, concurso ideal, CP, 54): cf. NEZ, Derecho penal argentino, t. II, XII, tt. V, cap.
III, II, b, ps. 515 y ss.; SOLER, Derecho penal argentino, t. II, 62, VI, ps. 367 y ss.; ZAFFARONI,
El sistema de la pena total en el Cdigo Penal argentino. Los penalistas, sin embargo, se han
preocupado, con exclusividad, del problema tpico de Derecho penal material que identifica el sis-
tema elegido por la ley para componer una pena nica en los casos de concurso (absorcin, acu-
mulacin, acumulacin limitada, aspersin) y, desde esa atalaya, han mirado a las cuestiones que
plantean varias sentencias penales vigentes a un mismo tiempo; errneamente, a nuestro juicio,
han supuesto que ello slo puede suceder cuando los hechos punibles que tratan las condenas son
distintos (caso normal), resolviendo el problema de la diversa naturaleza de la unificacin segn
que el hecho punible sea anterior o posterior a la primera sentencia (inobservancia de las reglas
del concurso real [CP, 55] por motivos procesales o reincidencia), y han dejado de lado la consi-
deracin de otros casos posibles, quizs porque, inconscientemente, han supuesto su imposibili-
dad, en virtud del ne bis in idem.
Si la razn de ser de la regla del CP, 58, es, en gran medida, el problema que, a la apli-
cacin de las reglas concursales del Derecho penal, le plantea el proceso penal y sus propias re-
glas, frente a la necesidad de una pena total (ZAFFARONI, El sistema de la pena total en el Cdi-
go Penal argentino, p. 492), no observamos cul ser la razn de excluir los casos que tratamos,
aunque se trate en ellos de un concurso ideal y del principio de absorcin (CP, 54); el caso es aqu
idntico: obstculos procesales imposibilidad de proceder, competencia diversificada segn in-
fracciones, distinto procedimiento impiden aplicar en un nico procedimiento y por un mismo
juez la condenacin nica que requiere la ley penal. Si los motivos que fundaron la regla del art.
58, CP, en oportunidad de su sancin, fijaron su atencin, exclusivamente, en cuestiones jurisdic-
cionales (SOLER, Derecho penal argentino, t. 2, p. 367), al punto de requerirse la opinin decisi-
va de un procesalista de nota en aquellos tiempos, Toms JOFR (ZAFFARONI, El sistema de la pe-
na total en el Cdigo Penal argentino, p. 505), se debe concluir en la exigencia de que siempre
haya una pena total y un nico juez de ella, aun cuando los delitos hayan sido juzgados con an-
terioridad por otros tribunales, segn postula ZAFFARONI (p. 491) slo acercndose a la solu-
cin, pues excluye, sin explicacin, el concurso ideal (CP, 54). Falta de jurisdiccin o de compe-
tencia, en un sentido amplio, significa la imposibilidad del juez de la primer sentencia para ex-
tender su conocimiento y su fallo a aspectos jurdicos que le estn vedados por la existencia de un
obstculo procesal, la falta de instancia o de persecucin penal por la persona legitimada, la falta
de competencia en sentido estricto o la necesidad de seguir un procedimiento especial, incompati-
ble con el que se sigue por la otra infraccin; en definitiva, todo se traduce en una carencia de fa-
cultades para agotar todos los aspectos penales que el caso tiene o sugiere.
La ley positiva no impide esta interpretacin, pues, cuando observa el caso de que se
hubieren dictado dos o ms sentencias firmes con violacin de dichas reglas, permite extender la
interpretacin incluso al art. 54, CP: violacin a dichas reglas se debe entender como inobservan-
cia de las reglas de la pena total o nica, de las reglas previstas para componer la pena en cual-
quier caso de concurso, y no tan slo en los casos de concurso real (CP, 55); tampoco la regla del
art. 57 est referida, nicamente, al concurso real, como se pretende. Es cierto que el caso comn
ser, ordinariamente, el del concurso real, segn lo supone la misma ley, pero ella se puede y se
debe extender a otros supuestos en los que no resulta jurdicamente posible unificar procesalmen-
te la persecucin penal; de todos modos, la misma ley se debi extender, en el texto y sin dema-
siada claridad, a supuestos de hechos diversos, que no conforman un concurso real, y para estas
hiptesis se ha admitido una interpretacin sistemtica de la ltima frase del art. 55.
La cuestin se ha planteado al examinar el caso de las imputaciones falsas de un delito
de accin pblica ante la autoridad competente para recibir denuncias penales. Concurren a solu-
cionarlo dos normas prohibitivas: la que sanciona la accin de imputar falsamente a otra persona
un delito de accin pblica que no ha cometido (CP, 109) y la que pune la accin de denunciar
falsamente, ante la autoridad competente, un delito (CP, 245). Se ha cuestionado que una accin
como la del ejemplo constituya un concurso ideal; los que niegan que se trata de un nico hecho,
atrapado por dos disposiciones penales, arriban, consecuentemente, a fundar un concurso aparen-
te de leyes por especialidad, prefiriendo unos la calumnia (CP, 109) como desplazante de la falsa
denuncia (CP, 245) as: plenario Jorge Bulog, Fallos plenarios CCC, t. I, ps. 140 y ss., opi-
nin en mayora; GAVIER, El delito de falsa denuncia, ps. 322 y ss.; SANDRO, Relacin jurdica
existente entre calumnia y falsa denuncia, V, p. 265 y otros la falsa denuncia como desplazante
de la calumnia as: NEZ, Calumnia y denuncia falsa, V, p. 483; JIMNEZ DE ASA, Tratado
de Derecho penal, t. 2, n 602, ps. 565 y ss.; BLASCO FERNNDEZ DE MOREDA, Comentario, p.
925. Esta solucin, que rechaza el concurso ideal (CP, 54), en cualquiera de sus dos variantes,
resulta, a mi juicio, enormemente influida por la idea que los autores tienen sobre el instituto jur-
dico que ahora estudiamos (claramente en NEZ, Calumnia y denuncia falsa, III, ps. 477 y ss., y
V, p. 483), demasiado simple conforme a nuestra apreciacin. Los resultados prcticos de esta so-
lucin son reconocidamente arbitrarios y francamente decepcionantes: quien sostiene que la ca-
lumnia consume a la falsa denuncia debe admitir que el delito contra la administracin de justi-
cia, que comete quien denuncia un hecho falso, imputndoselo a una persona determinada, quede
impune, cuando la vctima no ejerce la accin penal por el delito de calumnia y la prosigue hasta
lograr una condena firme, esto es, en la gran mayora de los casos, con lo que tambin se produce
el desconcierto de supeditar, prcticamente, un delito de accin pblica, referido a un bien jurdi-
co colectivo y, especficamente, a la proteccin de la propia administracin pblica contra las ac-
ciones de los particulares, a una accin privada; quien sostiene la solucin inversa admite que la
vctima de la imputacin contra su honor est desprotegida en este caso, pues no puede perseguir
por calumnia, con la consecuencia accesoria de que, en un caso en el cual el autor con su accin
transgrede dos prohibiciones, resulta slo punible por la menor de ellas (con la consecuencia
accesoria, incluso, de que no pueda obtener una reparacin natural rpida: la retractacin).
Estas consecuencias y un nuevo examen jurdico de la cuestin, desde el punto de vista
del Derecho material, con abstraccin de sus consecuencias procesales (ne bis in idem), que aqu
no es del caso desarrollar, me convencen acerca de que el caso planteado es un ejemplo de hecho
nico subsumible, en el caso concreto, bajo dos prohibiciones (CP, 54: concurso ideal). La opi-
nin, a mi juicio, est bien expuesta, sintticamente, por el voto en minora del plenario Bulog,
Jorge, que preside el voto del doctor Mario A. ODERIGO, ps. 144 y s. (cf., tambin, FONTN BA-
LESTRA, El delito de falsa denuncia, t. III, ps. 19 y ss.).
Si sa es la solucin que corresponde en el Derecho material, no veo inconveniente algu-
no, conforme a la tesis que aqu se expone, para permitir dos persecuciones penales diferentes so-
bre un mismo hecho: en caso de mltiple condenacin, corresponder la unificacin de las conde-
nas y de la pena nica segn el sistema previsto para el caso por el CP, 54. En verdad, ninguno de
los dos tribunales o el nico tribunal, si as lo dispone la ley de competencia, pudo extender la ob-
servacin jurdica del hecho a su significado total o, si se quiere, pudo unificar procesalmente
ambas pretensiones.
No faltan quienes resuelven el caso como concurso real (CP, 55; SOLER, Derecho penal
argentino, ed. 1968, t. 3, p. 254, y t. V, p. 128; voto de VERA OCAMPO en el plenario Bulog, Jor-
ge), con lo cual desaparece el problema procesal que emerge del principio estudiado. Empero,
aun suponiendo que, por la solucin del Derecho material, se pueda excluir nuestro problema en
este caso, quedarn otros, quizs ms claros, que lo planteen: supngase el hecho de quien viola a
alguien (CP, 119) en sitio pblico o en sitio privado, expuesto a la observacin involuntaria de
terceros (CP, 129) caso que nadie dudara en sostener como concurso ideal (CP, 54) y que presen-
ta el mismo problema, pues concurren a solucionarlo dos prohibiciones, una dependiente de ins-
tancia privada y otra de accin pblica incondicionada.
283
Cf. WELZEL, Derecho penal alemn, 30, p. 317.
284
WELZEL, Derecho penal alemn, 30, p. 318.
285
La Corte Suprema ha fluctuado entre ambas teoras, aplicando la denominada teora
de la ubicuidad, que considera competente al tribunal que mejor pueda atender a la defensa del
imputado y a la averiguacin de la verdad, segn razones prcticas (Fallos CSN, t. 298, p. 396; t.
298, p. 721; t. 299, p. 23; t. 300, p. 886; t. 301, p. 728; t. 302, p. 515; t. 302, p. 1315; t. 302, p.
1519, entre otros).
286
Cf. NEZ, Non bis in idem, 9, p. 326.
287
No pretendemos, ahora, debatir acerca de la parte de la decisin judicial de la cual de-
be emerger el agravio; universalmente triunfa la tesis que, de manera general, indica a la parte
dispositiva, a la decisin en sentido estricto, como lugar de radicacin del perjuicio que la senten-
cia judicial provoca: cf. AYN, Recursos en materia penal, cap. III, A, 2, ps. 87 y ss.; ROXIN,
Strafverfahrensrecht, 51, B, II, 2, c, ps. 366 y siguiente.
288
Tampoco interesan aqu ciertas desviaciones parciales de esta regla, en homenaje a
otros principios, como el de objetividad de actuacin del ministerio pblico, que permite a los fis-
cales, por ej., recurrir a favor del imputado, es decir, por un agravio ajeno.
289
Green v. U.S., 1957, U.S. vol. 355, ps. 184 y ss. (... es uno de los principios elemen-
tales de nuestro Derecho penal que el Estado no puede obtener un nuevo juicio por medio de una
apelacin aun cuando la absolucin pueda aparecer como errnea); North Carolina v. Pearce,
1969, U.S. vol. 395, ps. 711 y ss.; Smalis v. Pennsylvania, 1986, U.S. vol. 476, ps. 140 y ss. Cf.
CARRI, A. D., El enjuiciamiento penal en la Argentina y en los Estados Unidos, cap. III, 3.1, p.
62.
En algn Estado federado se conoce una variacin de esta concepcin: existen tribunales
integrados por jueces profesionales y permanentes que llevan a cabo y sentencian el juicio en pri-
mera instancia, que puede ser seguido, slo por recurso del condenado, por un juicio ante el jura-
do, al que que nicamente l tiene derecho, recurso que no puede ser utilizado por el fiscal, segn
lo ha aclarado convenientemente la jurisprudencia suprema en los EE.UU. (Ludwig v. Massachu-
setts, 1976, U.S. vol. 427, ps. 618 y ss.).
290
Idntica concepcin en el Derecho ingls: cf. ROXIN, Strafverfahrensrecht, 73, III,
4, ps. 478 y siguiente.
291
U.S. v. DiFrancesco, 1980, U.S. vol. 449, ps. 117 y ss.; Pennsylvania v. Goldhammer,
1985, U.S. vol. 474, ps. 28 y siguientes.
292
NINO, Fundamentos de Derecho constitucional, 48 y 49, ps. 451 y s., y 476, res-
pectivamente.
293
El derecho al recurso contra la condena de los tribunales de juicio, en procura, in-
cluso, de un nuevo juicio, consiste, bsicamente, en someter a la condena penal y a su consecuen-
cia jurdica a la prueba matemtica de la doble conforme, segn lo ha explicado con acierto FE-
RRANTE, La garanta de impugnabilidad de la sentencia penal condenatoria, 1, p. 17.
294
Cf. AYN, Recursos en materia penal, cap. V, 12, ps. 166 y ss. (ver 6, D, 4, a).
295
Hasta aqu me acompaa la decisin de la Comisin IDH, Informe 24/92, sobre varios
casos tratados con relacin a la legislacin costarricense, bsicamente idntica a la nuestra: el
recurso de casacin satisface los requerimientos de la Convencin, en tanto no se regule, interpre-
te o aplique con rigor formalista, sino que permita con relativa sencillez al tribunal de casacin
examinar la validez de la sentencia recurrida, en general, as como el respeto debido a los dere-
chos fundamentales del imputado, en especial los de la defensa y el debido proceso. La Corte
IDH, sin embargo, reclamada por una opinin consultiva del gobierno de Costa Rica, con el texto
de un proyecto de ley que pretenda cumplir con la exigencia impuesta por la Comisin, no resol-
vi el tema, precisamente porque formaba parte de casos litigiosos pendientes en los que, even-
tualmente, deba intervenir (OC12/91 del 6/12/1991), ni resolver ms esos casos, pues el pro-
yecto costarricense, que deroga toda limitacin al recurso de casacin del imputado contra la con-
dena penal y estatuye un tribunal de casacin para condenas de menor importancia, se convirti
en ley y cumpli la exigencia de la Comisin (previamente la Sala Constitucional de la Corte Su-
prema de Costa Rica haba declarado inconstitucional esas limitaciones erga omnes).
Nos acompaa tambin, actualmente, nuestra Corte Suprema nacional, en Giroldi, Da-
vid y otro s/recurso de casacin Causa 32/93 (recurso de hecho), caso C.342, XXVI, senten-
cia del 7/4/1995, que atendi a esa jurisprudencia internacional y, en consecuencia, aclar la con-
trariedad constitucional de las llamadas limitaciones objetivas por la gravedad del agravio
a la facultad del imputado de recurrir las sentencias condenatorias por la va de la casacin, con-
siderada adecuada para cubrir la garanta.
296
Con ello, el recurso de casacin se aproximara a la apelacin del Derecho anglo
sajn tambin a la casacin espaola en tanto, si bien trata fundamentalmente motivos jur-
dicos especialmente pone en crisis la conducta del tribunal durante el procedimiento y en la ob-
tencin del veredicto frente a las reglas del procedimiento, contiene tambin la posibilidad de
demostrar que el veredicto contiene gruesas fallas que lo alejan de la realidad del acontecimiento
juzgado. Para acceder a este pensamiento, que, sin duda, altera el sistema tradicional de concebir
la casacin, es til pensar en nuestro sistema actual, en especial en el recurso de revisin, que,
precisamente, pretende atender estos casos una vez que la sentencia qued firme: no existe argu-
mento racional alguno que impida anticiparlo, mediante la inclusin de sus motivos en la casa-
cin, pues, si algunos de esos motivos son verificables (iudicium rescindens) nada justifica poster-
gar su tratamiento para despus de que la sentencia quede firme.
297
Cf. DE LA RA, El recurso de casacin, n 34, p. 126; hoy, nuevamente y ms exten-
so, en La casacin penal, n 18, ps. 69 y ss.; y MAIER, La Ordenanza procesal penal alemana,
vol. II, p. 282, 337, p. 287, y 351, p. 297, donde se halla la bibliografa alemana al respecto,
toda coincidente con el principio enunciado.
298
Frente a la sentencia y a su presuncin de acierto, no rige ms aqu, en relacin a la
verificacin de los motivos del recurso para rescindir el fallo, el in dubio pro reo. Antes bien, es el
imputado recurrente o aquel que recurre en su nombre, quien debe tornar plausible el motivo: se
trata de proporcionar un juicio de probabilidad suficiente acerca de que, precisamente por la rea-
lidad del motivo, la concesin de un nuevo juicio variara la decisin, al menos el fallo de culpa-
bilidad y punibilidad excluida quizs la determinacin concreta de la pena, de modo favora-
ble para el imputado. Ciertamente, sta es tarea del recurrente. Cf. ROXIN, Strafverfahrensrecht,
55, C, II, ps. 407 y s.: serias dudas sobre la correccin de la sentencia en relacin a los hechos
determinados. Por supuesto, el in dubio pro reo renace si el iudicium rescindens consigue su
propsito, esto es, ya no en relacin al motivo que precipita la duda sobre la correccin de la sen-
tencia, sino al hecho, objeto material del procedimiento, razn por la cual l permanece en el fon-
do de la apreciacin, como principio de referencia; por ej., si se logra demostrar que el juicio
prescindi de una informacin esencial, un testimonio, conocido despus del debate, o que uno de
los testigos que determinan la condena cometi falso testimonio, enseguida se preguntar acerca
de si la inclusin del elemento omitido o la exclusin del aceptado y decisivo para la solucin
pueden crear la hiptesis de falta de certeza que habilita la absolucin.
299
Cuando critiqu la legislacin alemana, que autoriza el recurso de revisin del minis-
terio pblico en perjuicio del absuelto o condenado (Rechtsstaatliches Denken und Wiederaufnah-
me des Verfahrens zuungunsten des Angeklagten) no sospech nunca que los argumentos que es-
grima eran extensibles a cualquier recurso contra la sentencia.
Represe en que nuestra legislacin procesal ms moderna, a saber, los nuevos cdigos
de Crdoba y Tucumn, insisten con el sistema bilateral del recurso contra la sentencia y en
que los autores que han tratado el tema del derecho al recurso del condenado afirman esta nece-
sidad como reclamo de justicia (cf. SAGS, La instancia judicial plural penal en la Constitucin
Argentina y en el Pacto de San Jos de Costa Rica, III, p. 160) no advierten el problema o dudan
frente a l [BIDART CAMPOS, La doble instancia en el proceso penal (la Convencin sobre Dere-
chos Humanos de San Jos de Costa Rica), n 7, p. 879].
300
Cf. NEZ, Non bis in idem, 3 y 4, ps. 314 y ss.; CLARI OLMEDO, Tratado, t. I, n
181, p. 248; DE LA RA, Non bis in idem, II, 3, ps. 309 y ss.; ver E, 1, II.
301
Ley Fundamental, Repblica Federal de Alemania, art. 103, III.
302
Entre nosotros, ya Carlos TEJEDOR, Curso de Derecho criminal, 2 ed., n 150, p. 102,
adverta sobre el cuestionamiento de la agravacin por la reincidencia, en virtud del principio b-
sico ne bis in idem; CARRARA, El estado de la doctrina sobre la reincidencia, en Opsculos, vol.
II, XIV, p. 97, seala la opinin de CARMIGNANI, entre otros, que consideran injusto el aumento
de pena al reo reincidente, por la simple consideracin de que, ya habiendo saldado ste su pri-
mera deuda con la sociedad, sera injusto regresar sobre esa partida, ya saldada por l, hacindo-
lo por dos veces responsable de un mismo delito (ltimo destacado nuestro); LATAGLIATA, Con-
tribucin al estudio de la reincidencia, cap. I, 3, ps. 29, 32 y ss., en especial, nota n 36, p. 34,
donde cita tambin a CARMIGNANI; CARMIGNANI, Teora delle leggi della sicurezza sociale, t. III,
ps. 231 y ss. (Esta razn poltica [se refiere al agravamiento de la pena para quien reincide] tie-
ne en contra suyo una razn de justicia, porque ella tiende a despreciar el principio, el cual pres-
cribe, que expiada la pena no se puede, ni directa ni indirectamente, tomar en cuenta el delito por
el cual fue impuesta); ambos dan cuenta del mismo problema en Alemania, a travs de GESTER-
DING (Der Rckfall), citado tambin por PESSINA (Elementos de Derecho penal, 2 ed., p. 530):
si en la repeticin de ste [del delito] se recuerda el primer hecho para agravar la pena, el delito
ya castigado sera penado una segunda vez, y el Estado evocara una pretensin ya satisfecha y
extinguida con el pago, y en Francia, a travs de CARNOT (Comentaire sur le Code pnal, art.
56, n 2, t. 1, p. 162); cf. tambin, DELL ANDRO, La recidiva nella teoria della norma penale, ps.
19 y ss., con bibliografa extensa y antigua; PRUGLIA, Della recidiva, II, 2, ps. 707 y ss.; PESSI-
NA, Elementi di diritto penale, 141 y ss., ps. 357 y ss., que sintetiza muy bien las opiniones del
siglo XIX, y cuando ubica a la reincidencia histricamente ( 140, ps. 356 y ss.), permite conjetu-
rar que el problema ya se insinuaba en la doctrina de los prcticos italianos, especficamente en
Julio CLARO, quien ya entonces se defenda exponiendo que los dos hurtos anteriores no deban
computarse como nuevo castigo de ellos, sino como circunstancia agravante del tercero (hablando
del problema de la pena de horca de los fures famosi: ladrones que llegaban a tercer hurto).
303
CCC en pleno, Guzmn, Miguel A., Pl. n 39 bis, 8/8/1989.
304
Cf. en este mismo sentido, MAGARIOS, Hacia un criterio para la determinacin ju-
dicial de la pena, V, ps. 80 y siguiente.
305
Ibidem nota n 302: Pena verificada como insuficiente para ese autor, lo que aunque
al gran maestro le incomode, significa tomar en cuenta, como fin de la pena, argumentos de pre-
vencin especial.
306
En sentido similar, Fallos CSN, t. 248, p. 232.
307
Fue Alberto M. BINDER, colaborador, colega y auxiliar docente del Departamento de
Derecho Penal (Facultad de Derecho, UBA), quien sugiri la explicacin aqu desarrollada.
308
Una tercera sentencia de la CCC, Sala V, Gersternborn, D. E., 8/4/1986, voto de la
mayora, ubica bien el problema siguiendo a LATAGLIATA, Contribucin al estudio de la reinci-
dencia, dentro del reproche de culpabilidad, pero extrae consecuencias incorrectas. Para ella, el
juicio mltiple sobre un mismo hecho y una misma persona, que implica el principio ne bis in
idem, se debe producir a nivel de la estructura tpica de la accin o la omisin, sin interesar una
nueva valoracin del mismo hecho ya juzgado, que motiv la aplicacin de una pena anterior pa-
ra agravar el reproche de culpabilidad o, simplemente, la pena de otro delito posterior. La opinin
admite, as, en el caso, la posibilidad de un juzgamiento mltiple, pero no le interesa, en tanto s-
lo afecta la culpabilidad o la pena. Adems de que esta afirmacin carece de fundamento racional
que la apoye, la opinin no advierte que ha variado radicalmente el juicio de culpabilidad: del re-
proche por lo que el autor ha hecho al reproche de la personalidad del autor, aspecto que constitu-
ye el ncleo problemtico verdadero de todo cuestionamiento sobre la reincidencia.
El voto en minora de esta sentencia de idntica solucin a la de sus colegas: constitu-
cionalidad de la restriccin para otorgar la libertad condicional a los reincidentes (CP, 14) fun-
da el dispositivo en lo exagerado del planteo colisin del CP, 14, con el principio ne bis in
idem, para lo cual afirma la presuncin de validez de las leyes sancionadas y promulgadas por
las autoridades competentes, mientras no se opongan abiertamente a una regla constitucional,
conforme a la doctrina conocida de nuestra Corte Suprema.
309
Fallos CSN, t. 311, p. 1451.
310
Ibidem, considerando 7; en igual sentido, cf. GARCA, Reincidencia y punibilidad.
Aspectos constitucionales y dogmtica penal desde la teora de la pena, ps. 126 y siguientes.
311
Ver voto del juez ZAFFARONI en el fallo plenario Guzmn, citado en el texto.
312
Quedan exentas las acciones privadas.
313
Cf., entre nosotros, MAGARIOS, Hacia un criterio para la determinacin judicial de
la pena, ps. 77 y ss.; tambin, aunque de modo indirecto, SAMPAY, La filosofa jurdica del ar-
tculo 19 de la Constitucin Nacional.
Sobre las crticas al fundamento de la reincidencia por la mayor culpabilidad del autor
sobre la base del principio del Derecho penal de acto, cf. HAFFKE, Reincidencia y medicin de la
pena, ps. 179 y ss.; tambin, y en especial, voto del juez Mario MAGARIOS en la sentencia del
Tribunal Oral en lo Criminal n 23 de la Capital Federal, in re: Moya Peralta, Jaime E. s/tentati-
va de robo, causa n 15, del 28/7/1994.
314
Cf., Teora de las normas, ps. 283 y s., donde sostiene que el volverse reincidente
constituye un ilcito reprochable pues junto a las normas que subyacen a los tipos de la parte espe-
cial est, segn la concepcin de KAUFMANN, otra norma que prohbe al autor reincidir. Entonces
concluye: Lo ilcito consiste aqu en haber adquirido un rasgo de carcter, en el acostumbra-
miento a ser determinado por impulsos contrarios al valor. Para evitar esto, el orden jurdico esta-
blece una norma: No debes dejar arraigar en t la tendencia a cometer delitos... Se trata entonces
de dos contrariedades al deber, de la lesin de dos normas distintas y, por lo tanto, existen ...
dos reproches de culpabilidad, es decir, el reproche de no haber cumplido dos deberes a pesar de
la capacidad de hacerlo....
315
Cf. VLEZ MARICONDE, Derecho procesal penal, t. II, cap. V, III, 3, p. 195; BAU-
MANN, Derecho procesal penal, cap. 2, 9, ps. 107 y ss.; NINO, Fundamentos de Derecho constitu-
cional, p. 451.