RIBET 22 para Web PDF
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22 / Enero-junio 2016
Nmero 22 enero - junio 2016
Comit Editorial:
Juan Carlos Lpez Senz (Universidad Iberoamericana, Ciudad de
Mxico), Gonzalo Balderas Vega (Universidad Iberoamericana, Ciudad de
Mxico), Gerardo Corts Padilla (Universidad Iberoamericana,
Ciudad de Mxico), Jos Luis Franco Barba (Universidad Intercontinental),
Christa Patricia Godnez Mungua (Universidad Iberoamericana, Ciudad de
Mxico), Rodrigo Antonio Medelln Erdmann (Universidad Iberoamericana).
RIBET.- www.uia.mx/ribet
Dialnet.- http://dialnet.unirioja.es/
Latindex.- www.latindex.unam.mx/
Redalyc.- http://redalyc.uaemex.mx/
REVISTA IBEROAMERICANA DE TEOLOGA, Ao 12, No. 22, enero-junio 2016, es una publicacin
semestral editada por el Departamento de Ciencias Religiosas de la Universidad Iberoamericana, A.C., Ciudad de
Mxico. Prol. Paseo de la Reforma 880, Col. Lomas de Santa Fe, lvaro Obregn, C.P. 01219, Tel. 59 50 40 00,
ext. 7150, 4155 y 4901, www.uia.mx/ribet, [email protected]. Editor responsable: Miguel ngel Snchez Carlos
Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2016-050912461800-102 ISSN 1870-316X Licitud de ttulo No.
13344, Licitud de Contenido No. 10917 ambos otorgados por la Comisin Calificadora de Publicaciones y
Revistas Ilustradas de la Secretara de Gobernacin. Impresa por Diseos e Impresos Sandoval, Tizapn 172, Col.
Metropolitana, 3a. seccin, Ciudad Nezahualcyotl, Estado de Mxico, C.P. 57750, Mxico, D.F. Tel. 5793 51 52.
Este nmero se termin de imprimir en agosto de 2016 con un tiraje de 500 ejemplares.
Queda estrictamente prohibida la reproduccin total o parcial de los contenidos e imgenes de la publicacin sin
previa autorizacin del editor y el Instituto Nacional de Derechos de Autor.
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www.uia.mx/publicaciones
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RESUMEN:
En este artculo el autor confronta el nuevo paradigma pluralista uno de los tres
ms conocidos de la teologa de las religiones con la situacin actual de fuerte
violencia interreligiosa e intercultural en el mundo. Fiel al mtodo latinoameri-
cano, comienza partiendo de la realidad, tratando de VER las grandes violencias
interreligiosas e interculturales de la actualidad. stas son: la violencia de per
secucin a los cristianos el grupo religioso ms acosado en el mundo; la
violencia terrorista internacional llevada a cabo con mviles de naturaleza tam-
bin religiosa; tambin, la violencia mediticamente ms conocida, la del Estado
Islmico o daesh, con sus atentados y ejecuciones sumarias publicitadas por in-
ternet; sin dejar de mencionar al grupo Boko Haram de Nigeria. Dentro toda-
va del VER, se adentra en un anlisis detallado de esa situacin de violencia,
buscando identificar a los protagonistas implicados en esta crisis, as como sus
interpretaciones, que explican las diferentes posturas que en ella adoptan. En el
JUZGAR, despus de unas cautelas previas, pasa revista a las numerosas apor-
taciones que ofrece el nuevo paradigma pluralista de la teologa del pluralismo
religioso, conformando con ello, en conjunto, un juicio iluminador y muy opera-
tivo sobre esta crisis de violencia religiosa. En la tercera parte, la del ACTUAR,
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ABSTRACT
In this paper the author confronts the new pluralist paradigm, one of the three
best-known of the theology of religions, with the current global situation of
strong interfaith and intercultural violence. Faithfull to Latin American method,
begins, based on reality, trying to see the big interfaith and intercultural violence
today. These are: the violence of persecution of Christians, the most harassed
religious group in the world; the international terrorist violence carried out with
mobile of religious nature. Also, the violence mediatically best known, the one
of the Islamic State or daesh, with its attacks and summary executions publi-
cized on the Internet; not to mention the Boko Haram group in Nigeria. Still with-
in the SEE, the author delves into a more detailed analysis of that situation of
violence, seeking to identify the players involved in this crisis, and their interpre-
tations of it, explaining the different positions it adopted. In the JUDGE, after
a previous caution, reviews the many contributions offered by the new plura-
list paradigm of theology of religious pluralism, thereby forming, as a whole, an
illuminator and very operational judgment on this crisis of religious violence.
In the third part, of the ACT, concludes by drawing attention to the responsibi
lity that theology of pluralism has to contribute to overcoming this violence; high-
lights a double urgency political and humanitarian of this crisis, and calls all
religions, including senior government agencies worldwide to take responsi-
bility.
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el nuevo paradigma del pluralismo cultural y religioso en un mundo de violencia religiosa
Ver
1
De fondo, seguimos bajo la sombra de la visionaria obra de S. Huntington, El
choque de civilizaciones y la reconfiguracin del orden mundial, Paids, Mxico, 1997.
2
Para mayor informacin, consultar http://www.pewresearch.org
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3
http://www.start.umd.edu
4
J. M. Di Falco, T. Radcliffe y A. Ricardi (dirs.), Le livre noir de la condition des chr-
tiens dans le monde, Editions XO, Pars, 2014, p. 33.
5
Ibidem, p. 13.
6
J. Elzo, Cristianos perseguidos en el mundo. Por qu el silencio de Occidente ante la
masacre y la persecucin?, en Religin Digital (http://www.periodistadigital.com/
religion), 11 de abril de 2015.
7
Vase tambin: 50 pases donde ser cristiano puede costarle la vida, en Religin
digital (11 de mayo de 2015): http://www.periodistadigital.com/religion/mun-
do/2015/05/11/50-paises-donde-ser-cristiano-puede-costarte-la-vida-religion-
iglesia-cristianos-open-doors.shtml
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sentido del esfuerzo o empeo que la santidad conlleva, pero otras directamente
como guerra santa, es decir, la violencia ejercida contra el infiel. Vase la po-
sicin de un experto, J. Melloni, en: Lo Uno en lo Mltiple, Sal Terrae, 2003, p. 111.
Tambin M. C. Bingemer, (org.), Violncia e Religio, Editora PUC-Rio, 174-225,
el captulo sobre A violncia no Islamismo.
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9
La yihad tie de sangre el Ramadn, El Mundo, elmundo.es, Madrid, 27 de
junio de 2015.
10
El Mundo, 29 de junio de 2015.
11
Sin duda, para muchos expertos en el Corn la yihad se refiere a la lucha asctica,
al esfuerzo por vivir la vida diaria de fe, pero en el contexto en que habla Al Ad-
nani, se refiere explcitamente a la guerra santa, a la violencia contra los infieles.
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Cuando los turistas se convierten en blanco de la yihad, El Mundo, 28 de marzo
de 2015. El 22 de septiembre de 2014, los yihadistas del ei difundieron un llamado
a sus seguidores a matar a los ciudadanos de los pases que se han sumado a la
coalicin impulsada por eeuu contra los yihadistas: Si puedes matar a un infiel
estadounidense o europeo, especialmente al vengativo y sucio francs, o un aus-
traliano o un canadiense, o cualquiera de los infieles que libran la guerra, incluidos
los ciudadanos de los pases que entraron en la coalicin contra el ei, entonces
confa en Dios y mtalo de cualquier manera, dijo el portavoz del grupo, Abu
Mohamed al Adnani. Diario El Comercio, Per, http://elcomercio.pe/mundo/terrorismo/
estado-islamico-llama-sus-seguidores-matar-occidentales-noticia-1758694
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El Pas, Madrid, 6 de marzo de 2015. Vase tambin: Mutilar el pasado de un
pas para destruir su futuro, de G. Altares, en El Pas, 14 de junio de 2015. Un
video, tristemente clebre, sobre la destruccin de estatuas milenarias en el museo
de Mosul, puede verse aqu: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/02/26/
actualidad/1424955673_750395.html
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. Senz De Ugarte, en eldiario.es, 26 de febrero de 2015.
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Las nias secuestradas por Boko Haram, forzadas a luchar y a degollar. Diario El
Mundo, 30 de junio de 2015.
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B. Haykel, Los dilemas del Islam: la reforma pendiente, en El Pas, 12 de abril
de 2015.
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Ibid.
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Cinco tesis de Ayaan Hirsi Ali, en El Pas, 12 de abril de 2015.
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Sera interesante comentar con detenimiento estas tesis, y descubrir que el valor
profundo que se halla bajo la mayor parte de ellas no es un valor del cual ado-
lezca slo el mundo musulmn, sino tambin el mundo cristiano occidental
En algunas de estas tesis el mundo occidental ya dio algn paso, pero todava le
falta mucho por caminar para profundizar y asimilar esos valores. Esto abona la
hiptesis de que la transformacin pendiente del mundo musulmn no est menos
pendiente en el mundo occidental ni es sustancialmente diferente; es la misma
transformacin simplemente humana: humanizar la humanidad.
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Ibid.
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B. Haykel, Los dilemas del Islam: la reforma pendiente, en El Pas, 12 de abril
de 2015.
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de violencia religiosa tan semejante a aquella de hace tres siglos, las fes
religiosas sern capaces de intervenir y de resolver al menos la violencia
que ellas mismas, las religiones, han producido y acumulado histrica-
mente y generan todava en la sociedad contempornea. Como dire-
mos en la tercera parte de nuestro estudio, Actuar, abogamos por la
intervencin activa de las religiones, y de la teologa en especial.
Nos hemos detenido en esta violencia religiosa que hace referencia
a la comunidad musulmana, por ser la ms llamativa, por el nmero de
estados involucrados en ella, as como por la resonancia internacional
del conflicto, pero ya sabemos que no es la nica. Postulamos que, aun
con sus matices, la violencia religiosa global es susceptible de experi-
mentar un afrontamiento teolgico de conjunto.
Pues bien, es aqu donde creemos que la teologa, concretamente la
teologa del pluralismo religioso (tpr), tiene algo que decir, o mucho
que decir y aportar, a esta coyuntura de violencia religiosa internacional.
Juzgar
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J. M. Vigil, Teologa del pluralismo religioso. Curso sistemtico de teologa popular,
Abyayala, Quito, 2006.
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del Diluvio, habra querido construir la torre de Babel con la cual po-
dra defenderse de Dios ante la eventualidad de un nuevo diluvio; Dios,
en reaccin a ello, habra confundido sus lenguas (pluralismo cultural
y religioso), provocando la consiguiente dispersin. En esa visin, la
pluralidad de religiones obedecera, en ltima instancia, al pecado hu-
mano, y contradecira directamente la voluntad de Dios. As como en
el cielo hay un solo Dios, en la tierra debe haber una sola religin.
La violencia religiosa que hemos conocido en los ltimos milenios
ha sido ejercida por religiones que disputaban el campo religioso a
otras religiones, a las que queran hacer desaparecer por no reconocer-
las como queridas por Dios. Cada religin se consideraba a s misma la
legtima, la nica querida por Dios, y consideraba a las otras religiones
como contrarias a la voluntad de Dios, como formando parte del con-
junto de los seres humanos infieles al proyecto de Dios. As, las otras
religiones no slo seran intiles, sino tambin falsas, dainas o, inclu-
so, diablicas.
He aqu un axioma que en el mundo moderno, desde muchos fren-
tes de pensamiento, ha cambiado radicalmente. El gusto y la preferencia
por la unidad preferencia tan comn en la filosofa clsica y antigua
y tan querida para las religiones se ha transformado en la querencia
cultural actual por la diversidad. Aqu, la mirada hacia los modelos
biolgicos ha ejercido un gran influjo: la vida prueba todas las formas
posibles para multiplicarse y para evolucionar y, en un mbito como
el de la vida, en el que todo est relacionado con todo y depende del
todo, la biodiversidad es un valor por s mismo. La unicidad, la uni
formidad, la exclusividad, etctera, son valores superados en la visin
moderna.
Con respecto a las religiones ocurre algo semejante. La teologa del
pluralismo religioso actual no piensa que sea propio del Dios de la Vida
un espritu geomtrico de lnea vertical unitaria y exclusiva. La nueva
visin considera que la enorme variedad de religiones que la humani-
dad ha producido a lo largo de los ltimos milenios25 es expresin de
25
Cien mil religiones dice Jorge Wagensberg que la humanidad ha producido en
su historia. Y la enciclopedia de las religiones de David Barrett et alii estima que
actualmente existen en el mundo ms de 10000 religiones: 2011 World Christian
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Este Concilio ha decidido renunciar a la categora de eleccin. En Dios, no hay
acepcin de personas; ni, aadamos, de religiones. Por lo que respecta a su amor,
todos somos por iguales, sin la mnima discriminacin, hijos e hijas muy queri-
dos. As lo imagina Torres Queiruga en Vaticano III. Cmo lo imaginan 17 cristianos
y cristianas, captulo El dilogo de las religiones en el mundo actual, Descle,
Bilbao, 2001, p. 70ss. Ya antes, en favor de la lgica de la gratuidad, Torres Quei-
ruga llega incluso a proponer que se elimine la expresin eleccin, que considera
peligrosa. ID., Un Dios para hoy, Sal Terrae, Santander, 1997, 22.
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Papa Francisco: Nadie puede usar el nombre de Dios para cometer violencia,
Clarn, 21 de septiembre de 2014, http://www.clarin.com/mundo/ISIS-fundamentalis-
mo-violencia-Francisco_0_1216078832.html
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As, por ejemplo, Huntington: A medida que el mundo sale de su fase occidental,
las ideologas que simbolizaron la civilizacin occidental tarda declinan y su lugar
es ocupado por las religiones y otras formas de identidad basadas en la cultura. La
separacin westfaliana de religin y poltica internacional, producto idiosincr-
sico de la civilizacin occidental, est tocando a su fin, y como indica Edward
Mortimer, cada vez es ms probable que la religin se entrometa en los asuntos
internacionales (Huntington, 1997, 61).
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Y no slo ella, obviamente.
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Para la Iglesia catlica, el hito ms significativo es el Concilio Vaticano II y sus
declaraciones sobre la libertad religiosa (Dignitatis Humanae).
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Estudi ya hace unos aos una aportacin sobre el tema: J. M. Vigil, La poltica de
la Iglesia apoltica. Una aportacin a la teologa poltica desde la historia, Edicep, Valencia,
1975.
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La palabra, a pesar de lo que se cree comnmente, es bien reciente: apenas se puso
en boga a partir de la Evangelii Nuntiandi de Pablo VI (8 de diciembre de 1975).
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He titulado este captulo en mi libro como Muerte y resurreccin de la misin.
Cfr. J. M. Vigil, Teologa del pluralismo religioso, cap. 21.
34
En un ambiente hinduista, la misin cristiana no debe pretender que el hinduista
se convierta en un buen cristiano, sino que se convierta en un buen hinduista.
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En los tiempos del colonialismo se deca que los misioneros iban a tierra de misin
tanto a implantar la Iglesia como a hacer patria.
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E. Morin, La mente bien ordenada, Seix Barral, Barcelona, 1999, 2003, 71-72.
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Tomo el concepto de E. Morin, en su Educar en la era planetaria, Gedisa, Barcelona,
2003.
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Lo recuerda J. Lovelock, La venganza de la Tierra, Planeta, Barcelona, 2007, 21.
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Actuar
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Ni el exclusivismo, ni siquiera el inclusivismo servirn a este propsito.
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No posreligioso.
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algo bueno, pero que slo cada una de ellas detenta la plenitud de la
salvacin), no podr haber paz en el mundo ni accederemos como hu-
manidad a ese nuevo nivel de conciencia, permaneciendo atascados en
la vieja edad de hierro planetaria.
Doble urgencia
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ribet Vol. XII N 22, enero -junio 2016 45-115 Derechos reservados de la uia ISSN 1870-316X
RESUMEN
Este artculo muestra que el prlogo del evangelio de san Juan es un poema
compuesto por un paralelismo muy elaborado, mientras que el evangelio es una
narracin. Se parte del estudio de su composicin literaria, donde nos es reve-
lado que todo se hizo por o`` lo,goj, es decir: la Palabra, el Pensamiento, la
Expresin, el Verbo de Dios. En el prlogo aparecen los importantes con-
ceptos teolgicos: gracia y plenitud, que brillan por su ausencia en el relato
evanglico y, sobre todo, el personaje central: el Verbo, no reaparece con este
vocablo en sentido cristolgico durante toda la narracin. El autor clarifica los
trminos para penetrar en su significacin e intentar verterlos en el lenguaje
actual, de forma que nos motive a realizar una traduccin existencial. Funda-
menta su investigacin en el estudio exegtico de las expresiones esenciales,
deslindando su sentido con la mayor fidelidad posible, intentando esclarecer, en
especial, el origen y alcance del trmino o`` lo,goj; por quien los seres humanos
hemos sido creados y bendecidos por Dios en el modelo perfecto que es el
Verbo. Antes de que Jess naciera en este mundo exista el Verbo, que el evan-
gelista propone como si ya fuera conocido por sus lectores.
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SUMMARY
Introduccin
En el prlogo del cuarto evangelio encontramos, con deslumbrante y
maravillosa intensidad, una visin muy original del acontecimiento
Jesucristo ( Jn 1, 1-18).1 Su autor refleja una extraordinaria sensibilidad
interior, orientada al apostolado intelectual que se manifiesta en su
irrenunciable aspiracin por comprender la novedad de semejante su-
ceso y hacer una relectura de la historia de salvacin a partir de tan
inslita percepcin de Dios.2 Desde la perspectiva salvfica, el origen
1
Comenta R. E. Brown, El Evangelio segn san Juan: i-xii, Editorial Cristiandad,
Madrid, 1979, 192, que la eleccin del guila como smbolo de Juan Evangelista
se debi en gran parte a los raptos celestes de los versos iniciales de su obra.
2
As S. Guijarro, Los cuatro Evangelios, BEB 124, Editorial Sgueme, Salamanca,
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la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
celestial del Verbo es fundamental no por sus noticias del mundo celes-
te, sino porque revela la identidad de Jesucristo, quien es objeto de la
fe que salva.3 Lo que caracteriza y define la fe cristiana, en ltima
instancia, radica en el estatus que le reconozcamos a Jess de Nazaret.4
Es probable que el evangelio de Juan haya sido escrito teniendo en
mente las tradiciones de Marcos y Lucas, adems del conocimiento
de la tradicin sinptica;5 pero su modo de presentar el acontecimiento
Jesucristo es muy diferente al de los otros evangelistas. Mateo y Lucas
asumen como punto inicial de sus relatos la concepcin de Jess, mien-
tras que Juan sita su obertura antes de la creacin: en la existencia
eterna del Verbo. El evangelista contempla el origen de Jess en Dios
revelndolo como su mismsima palabra; si mediante la palabra expre-
samos lo mejor de lo que somos, acaso no es para un padre su hijo?.6
Debemos justificar el tema y su planteamiento. Cualquier interpre-
tacin del misterio de la encarnacin del Verbo, al estar histrica y
culturalmente situada, entraa la impronta de la poca a la que se diri-
ge.7 Vox temporis, vox Dei. Esta sentencia, comprendida en sentido pas-
caliano, implica asumir los acontecimientos como venidos de las manos
de Dios, un llamado a rejuvenecer nuestro pensamiento, para estar a la
altura de los tiempos: Dios exige mantener nuestro espritu despierto
para poder escuchar su hablar silencioso.8
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9
K. Rahner, Escritos de Teologa iii, Editorial Cristiandad, Madrid, 2002, 221. El
mismo autor previene que: Se cae en ese peligro siempre que la naturaleza huma-
na de Cristo es presentada como libre de Dios, en la cual est envuelto el Logos
para manifestarse a travs de ella, como una especie de marioneta, manipulable
desde fuera, de la que Dios se sirve a manera de mero instrumento material, para
darse a conocer en este escenario de la historia universal [K. Rahner, Encarna-
cin, en Sacramentum Mundi, Herder, Barcelona, 1972, ii/549-567 (esp. 559)].
10
Cfr. G. H. C. MacGregor, History Or Didactic Drama?, en T. S. Kepler, Con-
temporary Thinking about Jesus. An Anthology, Whitmore and Stone, Nueva York
Nashville, 1944, 128-136.
11
C. M. Martini, El Evangelio de San Juan, Ediciones Paulinas, Bogot, 31986, 21.
12
M. E. Boismard, El Prlogo de san Juan, Actualidad Bblica 8, fax, Madrid, 1967, 10.
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15
As X. Len-Dufour, Lectura del Evangelio de Juan. Jn 1-4, BEB 68, Editorial Sgue-
me, Salamanca, 1989, 44, puntualiza que el ttulo en los otros escritos jonicos
aparece cualificado por un genitivo: En Ap 19, 13, el logos de Dios es la palabra
divina que acta en la historia de salvacin. El logos de la vida mencionado en la
primera carta de Juan (1, 1), no afirma que el testigo haya tenido un contacto in-
mediato con el logos viviente, sino que ha tenido un conocimiento directo relativo
a la palabra (el mensaje) de vida: peri. tou/ lo,gou th/j zwh/j, que es Jesucristo.
16
C. M. Martini, El Evangelio, 21.
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1. Composicin literaria
El evangelio de Juan es un trabajo literario de primer rango.18 Es el
resultado de un elaborado proceso hermenutico que desde la perspec-
tiva de la historia de las formas pertenece al gnero literario de un relato
biogrfico.19 En el evangelio destaca el prlogo: un himno compuesto de
atrevidos giros poticos que revela una palabra de la Palabra. El len-
guaje alcanza su cenit en la expresin potica, mostrndose colmado
de alma y de espritu.20
El prlogo, a la vez de introducir en la lectura del relato, entraa su
re-lectura.21 Esto sugiere que se adapt en el momento final de la redac-
cin del relato biogrfico sobre Jess. Se refiere a sus orgenes, resaltando
su honor adscrito al revelar que su verdadero origen est en Dios.22
17
S. Castro, Evangelio de Juan, Comentarios a la Nueva Biblia de Jerusaln 3A, Des-
cle de Brouwer, Bilbao, 2008, 17.
18
Cfr. A. Andreu, El Logos alejandrino, El rbol del Paraso 62, Ciruela, Madrid,
2009, 57.
19
As S. Guijarro, Los cuatro, 463.
20
Vase A. Alonso, Materia y forma en poesa, Romnica Hispnica. Estudios y en-
sayos 17, Gredos, Madrid, 31986, en especial: La interpretacin estilstica de los
textos literarios (87-107).
21
Al respecto es ilustrativo el comentario al evangelio de Juan escrito por Buenaven-
tura entre 1254 y 1257. Vase T. J. Herbst, Johannine Dimensions of Bonaventures
Soteriology, en Franciscan Studies 67 (2009) 243-266 (esp. 247-248), quien seala
que la estructura del cuarto evangelio est orientada hacia una exposicin de
la manifestacin salvfica de la Palabra encarnada, y el Prlogo contiene ya un
sumario de varios aspectos del rol de la Palabra como mediadora entre Dios y la
creacin. La Palabra eterna se manifest a s misma hacindose carne (1, 14) y, en
esta manifestacin, la humanidad es llevada a su prximo fin (1, 12-13). Herbst
aclara que para Buenaventura, unidos con el ejemplo del Logos, los signos, discur-
sos, y los mayores eventos del ministerio de Cristo, que comprenden el resto del
evangelio, articulan y clarifican el tema propuesto en el Prlogo.
22
Precisa R. E. Brown, El Evangelio, 200, que la forma en que el NT abord la
cuestin de la divinidad de Jess no fue especulando con el trmino Dios, sino
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describiendo sus actividades del mismo modo que describa las del Padre (cfr. Jn 5,
17-21; 10, 28-29).
23
B. Escaffre, Evangelio, 10.
24
Anota D. Muoz, La revelacin del amor de Dios y de Cristo y la respuesta de fe
y amor por parte del hombre. Hacia la esencia del cristianismo en el evangelio de
san Juan, en EstBb 66 (2008), 339-367 (esp. 342), que el prlogo es un canto a
Jesucristo el Verbo eterno junto a Dios y que es Dios.
25
Vase R. Lpez y P. Richard, Evangelio y Apocalipsis de san Juan, BBB 17, Verbo
Divino, Estella, 2006, 41-42.
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la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
26
B. Escaffre, Evangelio, 11.
27
M. E. Boismard, El Prlogo, 126. Vase X. Len-Dufour, Lectura, 37-38, para
quien es imposible justificar plenamente este esquema, que inducira a deducir
interpretaciones bastante discutibles.
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Esta estructura, que describe con solo unos trazos toda la historia de
salvacin, desde los orgenes hasta la encarnacin, pasando por el don
de la Ley de Moiss hasta la salvacin trada por Jess, cuenta con va-
rias y slidas observaciones: el verso conclusivo reasume el tema del
primer versculo, y el verso 15 enlaza con los versos 6, 7 y 8. No obs-
tante, los paralelos entre los versos 3 y 17 y 4 y 5 con el 16 parecen
un tanto forzados.28
Consideramos que la estructura literaria del prlogo, tal como lo
conocemos, probablemente encaje en este patrn potico, que confi-
gura su construccin por envolvimiento, aunque sus correspondencias no
son tan precisas:
28
Vase R. E. Brown, El Evangelio, 197, quien duda de que pueda aplicarse al
prlogo un esquema de quiasmo.
29
Cfr. A. Jaubert, El evangelio segn san Juan, CB 17, Verbo Divino, Estella, 51985, 19.
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la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
30
I. De La Potterie, La Pasin de Jess segn San Juan, Estudios y Ensayos bac, Ma-
drid, 2007, n. 9, 147.
31
Cfr. M. E. Boismard, El Prlogo, 21.
32
Biblia del Peregrino. Nuevo Testamento. Edicin de estudio; traduccin de L. Alonso
Schkel, ega-Mensajero-Verbo Divino, Bilbao-Estella, 21997, iii/ 232.
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56
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la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
(esp. 10), declara que Juan evoca el Gnesis con la frase en el principio, pero no para
indicar que habr una nueva creacin cuanto una nueva relacin de Dios con el
mundo a travs de su Hijo.
37
Advierte A. Jaubert, El evangelio, 19, que la preposicin pro.j supone cierta di-
reccin hacia. Podra traducirse tambin como vuelto hacia Dios, tal como lo
hace la versin ecumnica de la Biblia.
38
Cfr. R. E. Brown, El Evangelio, 175.
39
S. Carrillo, El evangelio segn san Juan, Verbo Divino, Estella, 2010, 78.
40
R. Lpez y P. Richard, Evangelio, 41.
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El siguiente versculo parece ser una glosa del primero; delimita, re-
dondea y concreta la reflexin inicial de las relaciones del Verbo con
Dios: l estaba en el principio junto a Dios (ou=toj h=n evn avrch/|
pro.j to.n qeo,n).
Ahora, en el verso tercero, el discurso se orienta hacia el papel que
desempea el Verbo en la obra de la creacin. En este verso, que com-
prende dos enunciados sucesivos y unidos por la conjuncin kai. (y),
se enfatiza que nicamente hay un principio en la creacin:
El trmino pa,nta, que traducimos por todo, significa todas las co-
sas. Es un concepto ms amplio que el mundo: la esfera del hombre,
que aparece en los versculos 9 y 10. Pa,nta sin artculo destaca que
todos los seres sin excepcin han sido creados por el Verbo, mientras
41
Destaca H. Van Den Bussche, El evangelio segn san Juan, Studium, Madrid, 1972,
95, que se insiste en la preexistencia divina de Jess, vinculando al Verbo a la es-
fera propia del Dios personal: a Dios Padre.
42
J. Blank, El Evangelio, 87, solo Dios es el lugar y sede de la palabra, y la Palabra
divina est vuelta a Dios. As en cuanto Palabra esencial, completa e interna de
Dios, la Palabra es a su vez de naturaleza divina.
43
A. Wikenhauser, El Evangelio, 61, la expresin junto a Dios establece que el
Verbo no es idntico al Padre, sino diverso de l. No es un atributo del Padre, sino
una persona autnoma. Vase M. Peppard, Adopted and Begotten Sons of God:
Paul and John on Divine Sonship, en CBQ 73 (2011) 92-110 (esp. 107), quien
anota: La Palabra es el nico Dios y es as uno con Dios.
44
Subraya M. E. Boismard, El Prlogo, 27, que: en cierto sentido el Verbo es dis-
tinto de Dios. Pero, en otro sentido, tambin es idntico a Dios: es Dios. Seala
G. Urbarri, SJ, Jesucristo, el Hijo. La clave del yo de Jess, en Revista Espaola
de Teologa 71 (2011) 379-415 (esp. 407), que: El Hijo es Logos, es Palabra, es sen-
tido, es transmisin en sentido humano, verbal, del ser mismo de Dios [Las cursivas
son nuestras].
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R. E. Brown, El Evangelio, 178, opina que el trmino vida nunca significa en
Juan o en las epstolas jonicas la vida natural. En 1 Jn, 1, 2 se especifica que vida
es la vida eterna.
55
Cfr. X. Len-Dufour, Lectura, 68.
56
J. Blank, El Evangelio, 90.
61
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62
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la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
60
Subraya C. Bennema, Spirit-Baptism in the Fourth Gospel: A Messianic Rea-
ding of John 1, 33, en Bib 84 (2003) 35-60 (esp. 39), que en el cuarto evangelio,
Juan Bautista es presentado como un testigo explcito de Jess, como el Mesas (cfr.
1, 6-8.15.19-37; 3, 26-30), y es el propsito del bautismo de Juan revelar la identi-
dad del Mesas que bautiza con Espritu Santo a Israel (cfr. 1, 31.33) y, a travs del
testimonio de Juan, [que] el pueblo crea que Jess es el Mesas (1, 7).
61
Cfr. X. Len-Dufour, Lectura, 75.
62
Cfr. A. Jaubert, El evangelio, 20.
63
Pseudo-Clementine, Recognitions 1, 60.
63
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64
Cfr. W. Hendriksen, El Evangelio segn San Juan, Libros Desafo, Gran Rapids,
1981, 83.
65
C. Spicq, Theological Lexicon of the New Testament, Hendrickson Publishers, Massa-
chusetts, 1994, i/84-85 (esp. 84).
66
A. Wikenhauser, El Evangelio, 71.
67
Cfr. M. E. Boismard, El Prlogo, 60.
64
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la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
68
Cfr. A. Jaubert, El evangelio, 20.
69
AA. VV., The Exhaustive Concordance to the Greek New Testament, Zondervan Pub-
lishing House, Grand Rapids, 1995, 539-541.
70
Cfr. C. Cannuyer, Mundo, en J. Longton y R. Ferdinand (coords.), Diccionario
Enciclopdico de la Biblia, Herder, Barcelona, 1993, 1061-1062.
65
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71
Cfr. M. E. Boismard, El Prlogo, 63-64.
72
Cfr. R. E. Brown, El Evangelio, 181. Comenta S. M. Schneiders, The Lamb
of God and the Forgiveness of Sin(s) in the Fourth Gospel , en CBQ 73 (2011)
1-29 (esp. 8), que la naturaleza del pecado del mundo, iluminada por los anlisis
de Drewermann, emerge en el evangelio de Juan como un rechazo a creer que
Dios es autodonacin infinita de amor ofreciendo la vida eterna. La propia vida
de Dios es comunicada a quienes han nacido de Dios (cfr. 1, 12-13).
73
Vase M. E. Boismard, El Prlogo, 62. Segn C. Bennema, The Sword of the
Messiah and the Concept of Liberation in the Four Gospel, en Bib 86 (2005) 35-
58 (esp. 50), Juan visualiza un conflicto entre el campo de abajo caracterizado
por el maligno, la carne, la oscuridad, la muerte, el pecado, la mentira, y el campo
de arriba perteneciente a Dios, a Jess, al Espritu, a la luz, a la vida, a la libertad,
a la verdad. Este campo de abajo es llamado el mundo (8, 23), y esencialmente
es hostil, un ambiente maligno (evil environment) (1, 10-11; 3, 19; 7, 7; 15, 18-19;
16, 33). Comprese S. B. Marrow, Ko,smoj in John, en CBQ 64 (2002) 96-100
(esp. 97), quien considera que la mayor opresin es aquella de ndole espiritual que
todos experimentamos proveniente del maligno.
74
W. Hendriksen, El Evangelio, 84.
66
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75
S. Carrillo, El evangelio, 84.
76
Para A. Wikenhauser, El Evangelio, 72-73, el prlogo se expresa siempre en
trminos muy generales acerca del mundo o de los hombres. Nunca se refiere al
pueblo hebreo en particular.
77
R. E. Brown, El Evangelio, 182. J. Blank, El Evangelio, 99, coincide en la tra-
duccin vino a lo suyo, pero no interpreta igual; considera que el Verbo no ha
llegado a un pas extrao, sino a su propiedad, entendiendo por ello tambin aqu
al mundo y no solo al pueblo de Israel.
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AA. VV., The Exhaustive, 882.
87
As B. Escaffre, Evangelio, 12, comenta que Pablo emplea frecuentemente el tr-
mino carne para calificar lo que en la persona es la sede del pecado y lo opuesto
al Espritu, pero no es el caso en el cuarto evangelio.
88
Destaca H. H. Henrix, Jesus Christ in Jewish-Christian dialogue, en TD 53
(2006) 103-112 (esp. 108), que: El evento de la encarnacin del Hijo de Dios no
slo trajo un cambio en la historia, sino que cambi la historia misma.
89
Vase M. A. Ouaknin, El Dios de los judos, en AA. VV, La ms bella historia de
Dios, Editora Andrs Bello, Barcelona-Buenos AiresMxico, D. F.-Santiago de
Chile, 53-115 (esp. 79). Segn H. H. Henrix, Jesus Christ in Jewish-Christian
dialogue, en TD 53 (2006) 103-112 (esp. 108), el testimonio de la Palabra hecha
carne dice aquello que ya fue dicho en el testimonio de que Dios puso su tienda
y su nombre en medio de Israel. Las dos declaraciones significan lo mismo. La
primera mitad del verso expresa esto en un sentido cristiano, y la segunda en un
modo judo.
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Vase M. Peppard, Adopted and Begotten Sons of God: Paul and John on Divine
Sonship, en CBQ 73 (2011) 92-110 (esp. 107), quien considera que se destaca as
la combinacin de trascendencia e inmanencia de Dios en la encarnacin.
91
Para J. Lzarraga, o` ui,o.j tou/ avqrw,pou, en Jn, y su traduccin al arameo, en
EstBb 66 (2008), 387-427 (esp. 397), aplicar al Hijo del hombre el calificativo
de o` evk tou/ ouvranou/ kataba,j implica una conexin con su trasfondo danilico,
establecindose un eco a su preexistencia (cfr. I Hen 48, 2; 62, 7, 4 Esd 13, 26) o
trascendencia, a la vez que a su encarnacin (cfr. Jn 1, 14; 6, 53).
92
H. Van Den Bussche, El evangelio, 118.
93
AA. VV., The Exhaustive, 893.
94
Cfr. J. Blank, El Evangelio, 101.
95
Vase M. E. Boismard, El Prlogo, 82-85.
96
Cfr. X. Len-Dufour, Lectura, 94.
97
Cfr. J. Maras, La perspectiva cristiana, Alianza editorial, Madrid, 72005, 58.
72
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98
R. E. Brown, El Evangelio, 210.
99
Cfr. C. M. Martini, El Evangelio, 21. Por su parte, J. Heath, Some were sa-
ying, He is good ( John 7.12b): Good Christology in Johns Gospel?, en NTS
56 (2010) 513-535 (esp. 523-524), seala que Juan enfatiza la importancia del
primer signo realizado por Jess en Can de Galilea, donde manifest su gloria,
73
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y creyeron en l sus discpulos (2, 11). Esta es la primera vez que la gloria se
ha mencionado desde el prlogo, donde se us programticamente en 1, 14. Esta
apertura reclama y sumariza la cristologa jonica y, ciertamente, su evangelio.
100
X. Len-Dufour, Lectura, 96.
101
Jn 1, 18; 3, 16.18; 1 Jn 4, 9. Estadsticas consultadas en AA. VV., The Exhaustive,
649.
102
Cfr. A. Wikenhauser, El Evangelio, 77.
103
Cfr. M. E. Boismard, El Prlogo, 88-89. Precisa R. E. Brown, El Evangelio,
187, que si leemos un Hijo nico que procede del Padre, se aludira a la misin
del Hijo por el Padre, no a su procesin dentro de la Trinidad; as se confirma por
el nosotros hemos visto.
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109
As R. E. Brown, El Evangelio., 212-213. Coincide, X. Len-Dufour, Lectura,
100, pero precisa que en el prlogo no es el propsito, pues si en 1, 8 se subraya
que Juan no era la luz, al mismo tiempo lo declara como un enviado de Dios (1,
6); y si en 1, 15 Juan atestigua la superioridad de Jess, lo hace representando este
papel eminente.
110
X. Len-Dufour, Lectura., 101, este sentido de preeminencia se ve confirmado por
el prlogo histrico.
111
Cfr. H. Van Den Bussche, El evangelio, 126.
76
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112
Estadsticas consultadas en AA.VV., The Exhaustive, 812.
113
San Pablo utiliza el trmino otras 11 veces, si bien no siempre con referencia di-
recta a Cristo: Col 2, 9; Rm 11, 12. 25; 13, 10; 15, 29; 1 Co 10, 26; Ga 4, 4; Ef 1,
10. 23; 3, 19; 4, 13.
114
Cfr. X. Len-Dufour, Lectura, 102.
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que indica, como en Jn 8, 32, aquella verdad que hace libres, o sea que
da la vida.115
Es la nica ocasin en los escritos jonicos que aparece la preposi-
cin avnti, la cual se ha interpretado de distintas formas:
115
A. Wikenhauser, El Evangelio, 78.
116
M. E. Boismard, El Prlogo, 99.
117
Cfr. R. E. Brown, El Evangelio, 189.
118
Cfr. A. Jaubert, El evangelio, 23.
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Entre los dos miembros del verso 17 no hay oposicin, sino progreso,
ya que su formulacin responde a un paralelismo sinttico y progresi-
vo, concerniendo a la ley, no la gracia, sino la verdad: Al don de la Ley
corresponde el don (ca,rij) de la Verdad en Jesucristo.120 Para describir
el arribo de la gracia de la verdad en la persona de Jesucristo, el evan-
gelista emplea el mismo verbo, evge,neto, con que anunci la venida del
Verbo en la carne (cfr. 14a). Al don de la ley en el Sina transmitida por
mediacin de (dia.) Moiss, se aade el don de la verdad en y por Jesu-
cristo. Dios no limita sus dones.121
El verso 18 es de mxima importancia para comprender la teologa
jonica, sobre todo, por su significativa densidad cristolgica, al pre-
sentar a Jesucristo: por quien y de quien recibimos la gracia y la ver-
dad como el absolutamente singular:
119
Anota M. Steegen, To Worship the Johannine Son of Man. John 9, 38 as Re-
focusing on the Father, en Bib 91 (2010) 534-554 (esp. 548), que en el hombre
histrico: Jess de Nazaret, Dios convoca a los creyentes a la fe y busca encontrarse
con ellos. Por lo tanto, en la unidad de la obra de Jess, sus signos y sus palabras,
no se trata de la revelacin de su propia naturaleza divina o su ser trascenden-
tal, sino de su humanidad como la Palabra encarnada llena de gracia y de verdad
(cfr. 1, 17). Es decir, que en la Palabra que se ha hecho carne, Dios realmente puede
ser conocido (cfr. 1, 1-18).
120
Vase el esquema propuesto por X. Len-Dufour, Lectura, 104.
121
B. Escaffre, Evangelio, 12.
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122
Subraya J. L. Barriocanal, Jess como nuevo Moiss en el evangelio de Juan,
en EstBb 67 (2009), 417-443 (esp. 424), que cuando el evangelista dice que
ninguno ha visto a Dios expresa la prioridad de Jess sobre toda la revelacin
previa.
123
Cfr. V. M. Capdevila, El Padre en el cuarto evangelio, N. Silanes (dir.), Dios
es Padre, S.E.T. 25, Ediciones Secretariado Trinitario, Salamanca, 1991, 101-139
(esp. 105).
124
J. A. Noratto, La venida de Cristo segn San Juan. Clave hermenutica de la escatologa
jonica, Coleccin Teologa Hoy 68, Pontificia Universidad Javeriana, Bogot,
2009, 224.
125
Cfr. J. M. Castillo, La humanizacin de Dios. Ensayo de Cristologa, Trotta, Madrid,
2009, 78. Anota G. Urbarri, SJ, Jesucristo, 409: En el evangelio de Juan la
percepcin de la profundidad de la persona de Jesucristo se radicaliza, desbrozan-
do su pertenencia radical a Dios, como Hijo.
126
Citado por R. E. Brown, El Evangelio, 191.
127
Acertadamente destaca D. Muoz, La revelacin, 343: La expresin El que
est en el seno del Padre indica no solamente una dimensin intratrinitaria sino
tambin una relacin de amor.
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82
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la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
131
Cfr. B. Escaffre, Evangelio, 9.
132
S. Carrillo, El evangelio, 86-87, traduce en voz pasiva: fue hecho carne, enfatizan-
do as la nueva y humilde condicin en que ha sido establecido el Verbo, que lo
haba hecho todo (v. 3).
83
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A. Jaubert advierte que este himno sobre el Verbo (la Palabra) no hace
ninguna alusin a Cristo y podra provenir de una coleccin juda an-
terior. Esto permite pensar que la catequesis jonica quizs abrev en
la literatura litrgica y sapiencial.134
133
Oda 12, citada por A. Jaubert, El evangelio, 18.
134
A. Jaubert, El evangelio, 18.
84
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138
R. E. Brown, El Evangelio, 192.
139
J. Blank, El Evangelio, 83.
140
Vase S. De Ausejo, Es un himno a Cristo el prlogo de san Juan?, en EstBb 15
(1956), 223-277.
141
As H. Kng, Libertad conquistada. Memorias, Trotta, Madrid, 42007, 372, quien
cuestiona: Si se consigue reformarlo, no se irradiar en todos los mbitos de la
vida eclesial? Si se consigue configurarlo de forma ms ecumnica, no ser eso de
importancia bsica para la reunificacin de los cristianos separados.
142
Cfr. J. Blank, El Evangelio, 77. En contra, H. Van Den Bussche, El evangelio,
80, para quien es arbitrario concebir como base del prlogo un himno prejuanista
y considerar las divergencias como adaptaciones del evangelista.
86
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143
R. E. Brown, El Evangelio, 194.
144
S. Castro, Evangelio, 52.
145
Vase C. M. Martini, El Evangelio, 24, quien resalta: Este Logos es Jesucristo
que nos habla del Padre.
146
W. Jaeger, La teologa de los primeros filsofos griegos, fce, Mxico, D. F. 62003, 114.
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movimiento del mundo. Hay que sentir el ritmo del ser. A pesar de las
apariencias, el universo tiene un ritmo y un camino. En l estamos y
somos.147 Entre los griegos, el trmino logos alcanz una amplia signi-
ficacin, deviniendo en un concepto vinculante del pensamiento y el
ser; al extremo que podra valorarse como una sntesis de su interpre-
tacin del mundo y de la existencia.
Por la forma vulgarizada del estoicismo, es posible que los lectores
del cuarto evangelio estuvieran familiarizados con el trmino logos en-
tendido, cual nombre propio, como la razn inminente de todo, que
asegura la coherencia del cosmos y constituye lo distintivo del ser hu-
mano dotado de inteligencia.148 Estas aproximaciones no implican que
el prlogo sea dependiente de esta concepcin filosfica, pero podemos
suponer que el evangelista estim conveniente emplear un trmino co-
nocido por la cultura contempornea.149 Segn C. M. Martini:
147
A. Andreu, El Logos, 29.
148
Esta filosofa de carcter pantesta no es aceptable desde la fe, si bien los apologistas
cristianos del siglo ii fueron sensibles a ciertas correspondencias de lenguaje. San
Justino asimila el logos del prlogo al logos estoico derramado por el mundo: el
Lgos spermatiks (Apol., 5, 4; 46, 1-5).
149
Cfr. X. Len-Dufour, Lectura, 43-44. Vase cuadro sinptico en: R. Lpez y
P. Richard, Evangelio, 42-43. Comenta R. Lpez que los sabios enseaban que
el universo est regido por un lgos que lo mantiene ordenado y bello: lgico,
diramos (esp. 43).
150
C. M. Martini, El Evangelio, 22.
151
Cfr. M. E. Boismard, El Prlogo, 10.
88
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89
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153
Vase J. Blank, El Evangelio, 83, quien asegura: El judasmo helenstico identi-
ficaba la sabidura con la tora.
154
Para A. Andreu, El Logos, 21, el libro de la Sabidura abraza una formal teologa
del logos, est escrito en griego, el griego maduro de los comienzos del helenis-
mo.
155
Cfr. B. Escaffre, Evangelio, 10.
156
En Lucas aparece: kai, evdikaiw,qh h`` sofi,a avpo. pa,ntwn te,knwn auvth/j. J. A.
Fitzmyer, El Evangelio segn Lucas, Cristiandad, Madrid, 1987, ii/686, explica que
la sabidura innata de ese plan se ha manifestado como una madre cuyos hijos
no son slo Juan y Jess, sino tambin todos los que, como exactores de tributos
y los pecadores, han prestado odos a la predicacin de Juan y a las palabras de
Jess.
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alguna sobre cules son los versculos originarios del himno y cules
han de considerarse apostillas del evangelista.157
Los criterios para delimitar los elementos originales del himno esen-
cialmente son de dos clases: la calidad potica (extensin, nmero de
acentos, coordinacin) y la temtica, sta excluye, primordialmente,
las frases apologticas por estimar que fueron escritas contra los parti-
darios del Bautista y, sobre todo, para enlazar el himno insertado a
modo de prolgo con la narracin evanglica.158
R. E. Brown acertadamente opina que si el criterio potico se fun-
damenta sobre un supuesto original arameo, nos situamos en una pos-
tura extremadamente subjetiva, y concluye: Slo hay acuerdo general
acerca de los vv. 1-5, 10-11 y 14 como partes del poema original.159
Consideramos que las dos inserciones que contienen una serie de
versculos sobre Juan Bautista (vv. 6-8 y v. 15) son claramente identifi-
cables, pues interrumpen la dinmica conceptual y lingstica del texto,
el cual desemboca en la afirmacin de la humanizacin y encarnacin
del Verbo. Insistimos en que estas inserciones sirven para entrelazar el
prlogo con la narracin evanglica, lo cual aconteci solo hasta
157
R. E. Brown, El Evangelio, 196, cita a Gaechter, quien sugiere que la adapta-
cin fue obra del traductor que trabaj con Juan y verti al griego sus ideas; y a
Boismard quien piensa que Lucas redact el himno, pues encuentra expresiones
lucanas en los vv. 14 y 17; tambin las semejanzas con los himnos paulinos se ex-
plicaran por la intervencin de Lucas.
158
Segn J. Blank, El Evangelio, 78-79, el enfrentamiento con diversos crculos
haca necesarias las delimitaciones que se dieron: contra la gnosis; frente a una
sobreestimacin de Juan Bautista por parte de sus seguidores; y contra el judasmo
coetneo. El autor interpreta que esas apostillas apuntan de antemano al Evange-
lio: Se trata de unas afirmaciones teolgicas como las que se ilustran magnfica-
mente a travs del relato evanglico, por lo que las adiciones son los corchetes que
enlazan el prlogo con el Evangelio (79).
159
As R. E. Brown, El Evangelio, 196, quien seala que el criterio temtico tam-
bin peca de subjetivo por proceder estableciendo previamente el alcance original
del poema: la teora gnstica, para luego eliminar las frases que no concuerdan
con esta hiptesis. No obstante puede cotejarse el esquema de la formacin del
Prlogo propuesto por el autor, pero quien insiste en su carcter de pura tentativa
(197). Por su parte, X. Len-Dufour, Lectura, 35, anota que el prlogo contiene
ciertas palabras que no se repiten en el evangelio: lgos (palabra, tomada absolu-
tamente), pleroma (plenitud), chris (gracia); todas ellas seran indicio de pasajes
prejonicos.
91
revista iberoamericana de teologa
juan lpez vergara
160
J. Blank, El Evangelio, 87.
161
Cfr. X. Len-Dufour, Lectura, 37.
162
As C. M. Martini, El Evangelio, 20-21.
163
Segn A. Andreu, El Logos, 21, en la versin de los Setenta: La Biblia entera da
un paso adelante en su fusin con la cultura griega; el pensamiento hebreo se hace
ya ah ms filosfico, ms pensamiento.
92
revista de teologa iberoamericana
la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
164
G. Steiner, Los libros que nunca he escrito, fce, Mxico, D. F., 2008, 81.
165
Traduccin de R. Le Daut, La nuit pascale, Roma, 1963; citada por A. Jaubert,
El evangelio, 19.
166
A. Wikenhauser, El Evangelio, 65.
167
X. Len-Dufour, Lectura, 55.
168
Vase M. Coloe, The Structure of the Johannine Prologue and Genesis 1, Aus-
BibRev 45 (1997), 40-55.
169
J. Blank, El Evangelio, 89.
93
revista iberoamericana de teologa
juan lpez vergara
lador y redentor (v. 10). No hay dos proyectos divinos sucesivos, uno
de creacin y otro de redencin. El proyecto de Dios es nico. Juan
establece un vnculo interno entre creacin, revelacin y redencin.
El Padre del que todo ser procede, crea el universo por su Verbo:
Todo se hizo por l y separado de l nada se hizo de cuanto vino a la
existencia (v. 3; cfr. Ef 1, 3-5). Cada ser humano es expresin de Dios,
proyectado y bendecido por l en el modelo perfecto que es el Verbo.
No hemos de considerar al mundo como una realidad puesta por Dios
en la existencia, sino que hemos de llegar a l a travs del misterio
del Verbo, del misterio de la relacin personal que Dios establece con el
hombre al crearlo.170 Esto implica asumir la creacin entera como una
aspiracin de Dios, que experimenta su articulacin suprema en el Ver-
bo hecho carne (v. 14).
Al afirmar que todo lo que existe est en los dominios del Verbo divino,
Juan se aleja del pensamiento gnstico, conforme al cual, corresponde
a un demiurgo y no a Dios la responsabilidad de la creacin conside
rada intrnsecamente mala. El mundo material, por consiguiente, ha
sido creado por Dios, y es bueno.172 En el Sitz im Lebem en el que
surge la obra jonica eran frecuentes las nociones de luz y vida. Son
trminos que entraan un profundo sentido religioso. El evangelista
ha recogido estas palabras arquetpicas, interpretndolas de modo cris-
tolgico, para mostrar el mensaje cristiano en un lenguaje comprensi-
ble para su comunidad.173
170
X. Len-Dufour, Lectura, 56.
171
Benedicto XVI. J. Ratzinger, Jess, 328.
172
R. E. Brown, El Evangelio, 201.
173
J. Blank, El Evangelio, 91-92.
94
revista de teologa iberoamericana
la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
174
S. Carrillo, El evangelio, 81.
175
Cfr. C. M. Martini, El Evangelio, 24.
176
Segn R. E. Brown, El Evangelio, 202-203, el verso 5 puede ser interpretado
sobre el trasfondo de rbol de la vida. Las tinieblas intentaron vencer la luz. El
aoristo vencieron (kate,laben) asume su significado de una accin singular pasa-
da. Si bien la luz brilla, pues a pesar de que el hombre pec, se le dio un rayo de
esperanza. En el captulo 12 del Apocalipsis advertimos la significacin que en los
crculos jonicos tena Gn 3, 15.
177
As J. Blank, El Evangelio, 92.
178
Vase M. E. Boismard, El Prlogo, 51.
95
revista iberoamericana de teologa
juan lpez vergara
179
H. Van Den Bussche, El evangelio, 104.
180
AA. VV., The Exhaustive, 970.
181
E. Schillebeeckx, Jess. La Historia de un Viviente, Cristiandad, Madrid, 21983,
124-126. Vase J. Granados, Teologa de los Misterios de la vida de Jess, Sgueme,
Salamanca, 2009, 11, asegura: El bautismo es un Misterio decisivo para entender
la trayectoria de Jess en el tiempo.
182
G. Theissen, El Nuevo Testamento. Historia, literatura y religin, Presencia Teolgica
129, Saltarrae, Santander, 2003, 48.
183
Vase J. Kremer, Quin fue realmente Jess?, Selecciones de Teologa 31/124 (1992)
291-305 (esp. 294).
184
A. Wikenhauser, El Evangelio, 71.
185
A. Jaubert, El evangelio, 20.
96
revista de teologa iberoamericana
la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
186
W. Hendriksen, El Evangelio, 81.
187
Vase C. Spicq, Theological, i/ 84-85.
188
J. Blank, El Evangelio , 97.
189
A. Wikenhauser, El Evangelio, 72.
190
C. M. Martini, El Evangelio, 23-24.
97
revista iberoamericana de teologa
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191
Cfr. X. Len-Dufour, Lectura, 81.
192
As A. Andreu, El Logos, 41.
193
Vase M. E. Boismard, El Prlogo, 164-165.
194
Vase R. E. Brown, El Evangelio, 182.
195
A. J. Heschel considera que la religin juda: Es la conciencia del inters que Dios
tiene en el hombre, la conciencia de la alianza, de la responsabilidad que le afecta a
l y nos afecta a nosotros, citado por O. Gonzlez, Eplogo. Dios en la historia
y el destino de la humanidad, en A. Cordovilla, J. M. Snchez y S. Del Cura
(dirs.), Dios y el hombre en Cristo. Homenaje a Olegario Gonzlez de Cardedal, El peso
de los das 42, Sgueme, Salamanca, 2006, 631-667 (esp. 633).
196
A. Sucasas, Memoria de la Ley. Ensayos sobre pensamiento judo, Riopiedras, Barcelo-
na, 2002, 27.
98
revista de teologa iberoamericana
la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
197
A. Jaubert, El evangelio, 20.
198
Cfr. R. Lpez y P. Richard, Evangelio, 42.
199
S. Carrillo, El evangelio, 85.
200
Vase M. E. Boismard, El Prlogo, 73.
201
Cfr. H. Van den Bussche, El evangelio, 114.
202
O. Gonzlez de Cardedal, Existencia cristiana y experiencia religiosa, en Com-
munio (Madrid, 1996) 212-239 (esp. nm. 9, 215).
203
Cfr. A. Jaubert, El evangelio, 21.
99
revista iberoamericana de teologa
juan lpez vergara
Para que creyeran en el Nombre del Verbo era necesario que l fuera
reconocible en un rostro de hombre. La accin del Verbo en el mundo
tena que culminar en la encarnacin, que no supone la destruccin de
la trascendencia de Dios, sino la elevacin de lo humano al Padre. Se-
mejante acontecimiento entraa el ms hondo misterio:
100
revista de teologa iberoamericana
la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
101
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juan lpez vergara
211
R. Schnackenburg, Amistad con Jess, beb Minor 3, Sgueme, Salamanca, 1998, 84.
Para X. Pikaza, Diccionario de Pensadores Cristianos, Verbo Divino, Estella, 2010,
814-815 (esp. 815), en este libro, publicado originalmente en 1995, el autor nos
ofrece su testamento teolgico y humano de encuentro con Jess.
212
M. Gelabert, La insegura seguridad del telogo, en J. Bosch (ed.), Panorama de la
Teologa Espaola. Cuando vida y pensamiento son inseparables, Verbo Divino, Estella,
1999, 313-326 (esp. 323).
213
A. Andreu, El Logos, 22.
214
K. Rahner, Escritos, 221.
215
Cfr. J. Maras, La perspectiva, 86.
216
K. Rahner, De la necesidad, 79.
102
revista de teologa iberoamericana
la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
Ha llegado la hora
de que sea glorificado el Hijo del hombre.
En verdad, en verdad les digo:
si el grano de trigo no cae en tierra y muere,
queda l solo;
pero si muere, da mucho fruto ( Jn 12, 23-24).
217
J. Maras, La perspectiva, 63-64.
218
Vase S. Castro, Evangelio, 49.
219
O. Gonzlez de Cardedal, Jess, 3.
220
Cfr. V. M. Capdevila, El Padre, 104.
103
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221
G. Bornkamm, citado por E. P. Sanders, Jess y el judasmo, Trotta, Madrid, 2004, 59.
222
J. Ratzinger, Servidor de vuestra alegra, Herder, Barcelona, 22005, 40.
223
Cfr. B. Sesboe, Yves de Montcheuil, pionero de la renovacin cristolgica en el
siglo xx, en A. Cordovilla, J. M. Snchez y S. Del Cura (dirs.), Dios, 407-426
(esp. 414).
224
As A. Andreu, El Logos, 55.
104
revista de teologa iberoamericana
la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
Moiss pidi esta nica cosa: ver la gloria de Dios. Y Dios le permiti
contemplarla en tal medida que cuando baj de la Montaa su rostro
se haba vuelto radiante (Ex 34, 29) y el pueblo temi acercarse a l.
A l solo se le concedi ese privilegio de forma tan ntima, y solo por
una vez. Pero Dios le prometi que en futuro ese privilegio se extende-
ra a todo el mundo. Dios le dijo vivo Yo, toda la tierra se llenar de
la gloria del Seor! (Nm 14, 21), esa gloria que los israelitas haban
visto en vislumbres, y que profanaron. Ms tarde los profetas Isaas y
225
Cfr. A. Jaubert, El evangelio, 26.
226
X. Len-Dufour, Lectura, 96-97.
227
H. Van den Bussche, El evangelio, 123.
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228
J. H. Newman, Sermones, 239.
229
I. De la Potterie, La Pasin, 67 [las cursivas son nuestras].
230
Cfr. R. Schnackenburg, Cartas de san Juan. Versin, introduccin y comentario, Herder,
Barcelona, 1980, 313.
231
C. Dawson, Historia de la cultura cristiana, Coleccin conmemorativa 70 aniversa-
rio, fce 49, fce, Mxico, D. F. 2006, 57.
232
H. U.Von Balthasar, La oracin contemplativa, Ediciones Encuentro, Madrid, 32007, 41.
106
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la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
107
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juan lpez vergara
gelista subraya as que mientras que la ley nos fue dada (evdo,qe) por
mediacin de Moiss, la gracia de la verdad nos ha llegado (evge,neto)
por la Persona de Jesucristo, desde su destino histrico, mediante su
mensaje, misin y perduracin en la memoria y fe actuales.238 Moiss
entreg la ley como algo separado y separable de su persona; el Hijo, en
cambio, es l mismo la gracia.239 l no profiere palabras que hablan
sobre Dios: Es la Palabra en la que se expresa Dios mismo.240 Esto
es lo que con acierto se ha llamado el escndalo de la particularidad: no es
a partir de una idea de Dios, sino a partir de eso concreto que es Jess,
de eso histrico que es la encarnacin, como podemos aprender lo que
es Dios.241
238
Vase O. Gonzlez, Eplogo. Dios en la historia y el destino de la humanidad,
en A. Cordovilla, J. M. Snchez y S. Del Cura (dirs.), Dios, 636.
239
Anota K. Berger, Jess, Panorama 12, Saltarrae, Santander, 2009, 79, que este
es un rasgo originario del cristianismo ms primitivo. Jesucristo puede afirmar:
Hoy ha entrado la salvacin a esta casa.
240
H. U. Von Balthasar, T coronas el ao con tu gracia, Ensayos 112, Ediciones
Encuentro, Madrid, 1997 [el Apndice: Cuatro conferencias sobre cristologa]
274-288 (esp. 277).
241
A. Gesche, Dios para pensar, ii. Dios El Cosmos, Verdad e Imagen, Sgueme, 136,
Salamanca, 1997, 66.
242
J. H. Newman, Sermones, 332.
108
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la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
243
Cfr. R. E. Brown, El Evangelio, 213.
244
J. H. Newman, Sermones, 163.
245
Verbum Domini 13.
246
Benedicto XVI. J. Ratzinger, Jess, 313.
247
Vase C. Spicq, evxhge,omai, en Theological, ii/21-23 (esp. 21).
109
revista iberoamericana de teologa
juan lpez vergara
Conclusin
248
Cfr. G. B. Williams, La comunicacin en su interioridad: la historia literaria,
en AA. VV,, Lonergan y la comunicacin. Fundamentos comunes para una nueva era,
Comunicacin, Cultura y Religin 3, Upsa, Salamanca, 2002, 319-344 (esp. 320).
249
Benedicto XVI. J. Ratzinger, Jess, 394.
250
H. U. Von Balthasar, Por qu soy, 35.
251
S. Kierkegaard, Ejercitacin del cristianismo, Trotta, Madrid, 2009, 56.
110
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la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
los cristianos de dar respuesta a todo el que nos pida razn de nuestra
esperanza (cfr. 1 P 3, 15).
El evangelista nos ofrece claro testimonio de que nadie puede ahon-
dar en el acontecimiento Jess sin apasionarse, sin amarlo de verdad. El
amor no quita el juicio, como frecuentemente se piensa; por el contra-
rio, lo suscita. No fue el discpulo al que Jess amaba quien lo re-conoci
resucitado y le dijo a Pedro: Es el Seor ( Jn 21, 7). Ser por ello que
Ben Sir asegura que quien tiene experiencia se expresa con inteli-
gencia (Si 34, 9)? Al declarar el evangelista: El Verbo se hizo carne,
penetra en el dominio de lo indecible, desde su corazn rendido y
adorante, ante el misterio de la encarnacin que lo avasalla.
Esto le sucede a partir de su propia experiencia reflexionada, madu-
rada, que lo conduce a la certeza de que el meollo de su fe no es que Jesu-
cristo es Dios, o que es hombre, sino que es el Dios-hombre a quien, en su
obra, la comunidad, en boca de Toms, reconoce como Seor mo y
Dios mo ( Jn 20, 28). El evangelista propone al lector no solo apro-
piarse del recuerdo del pasado, sino renacer cada da en la fe en Jesu-
cristo, que solo cuenta a Dios.252
Su singular teologa nos brinda as la oportunidad de reflexionar de
un modo nuevo y audaz acerca del inefable acontecimiento. Se trata de
un poema encantador, que entraa una palabra del Verbo. Los hori-
zontes jonicos se remontan ms all de lo humano, no centrndose en
los orgenes terrenos de Jess, sino en la existencia csmica del Verbo,
en el principio absoluto, en la eternidad de Dios.
Juan se descubre como un maestro del inusual arte del pensar; es-
forzado atleta de la especulacin rigurosa, testigo excepcional de la
trascendencia del apostolado intelectual cristiano, sin duda, fruto de su
experiencia singularsima de interiorizacin del mensaje evanglico,
como asegura san Agustn en su comentario homiltico al prlogo:
252
Y. M. Blanchard, Los escritos jonicos. Una comunidad atestigua su fe, CB 138, Verbo
Divino, Estella, 2008, 3.
111
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253
Citado por X. Len-Dufour, Lectura, 31-32.
254
X. Len-Dufour, Lectura, 31-32.
255
As C. M. Martini, El Evangelio, 23, quien subraya que el sentido ltimo de toda
la realidad, de mi situacin, reside en la dependencia de Dios.
112
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la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
256
J. Guitton, Dilogos con Pablo VI, Cristianismo y hombre actual 80, Cristiandad,
Madrid, 1967, 80-81.
113
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257
As S. Kierkegaard, Ejercitacin, 43, quien precisa: Lo que camin para buscar
a los pecadores!.
114
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la importancia del lenguaje para alcanzar una compenetracin profunda con el espritu jonico
Cristo de la fe. Por eso hemos propuesto esta reflexin sobre los temas
contenidos en el prlogo, que recorren toda la narracin evanglica y
que en definitiva son verbolgicos y cristocntricos. Estos carcteres consti-
tuyen la clave de lectura de cada pasaje, es decir, la simultaneidad de la
divinidad y de la humanidad en la persona de Jesucristo, en quien y a
travs de quien nos han llegado h` ca,rij kai. h`` avlh,qeia; quien es pre-
sentado por el evangelista con extrema originalidad justo en la conclu-
sin del prlogo como el absolutamente singular, pues
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ribet Vol. XII N 22, enero -junio 2016 117-144 Derechos reservados de la uia ISSN 1870-316X
La Mariologa en el dilogo
ecumnico
RESUMEN
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revista iberoamericana de teologa
blas rivera balboa
SUMMARY
One of the main difficulties of ecumenical dialogue of the Catholic Church with
other Christian denominations, especially the churches of the Reformed tradi-
tion, it is the Catholic Mariology. Mary is the mother of unity in the Church.
The state of separation of Church is a fact, but it is a situation that should not
happen. It is an attack on the very being of the Church. It is a scandal and is an
injury. Therefore, Mary can not remain an obstacle, but rather should encourage
contact, dialogue and reconciliation among those who profess the same faith in
God the Father, Son and Holy Spirit.
The aim of this study is simply to rethink Mariology in the light of a better
future ecumenical, although we are aware that it is not easy to devote a study
to the topic of Maria from the ecumenical perspective, then, until relatively re-
cently, has been excluded as an argument precisely ecumenical dialogue. How-
ever, we start from the following principle: There can be no Christian theology
without continual reference to the person of the Virgin Mary and her role in
salvation history.
118
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la mariologa en el dilogo ecumnico
119
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3
Cfr. Grupo de les Dombes, Mara en el designio de Dios y la comunin de los
santos Dilogo Ecumnico xxxv 111 (2000) 77-154.
4
J. Moltmann,,Una mariologa ecumnica? Concilium 19 (1983) 21-23.
120
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la mariologa en el dilogo ecumnico
5
Cfr. Diez Presa, Macario, Mara en la teologa protestante moderna Ephemerides
Mariologicae xliv (1994) 453-465.
6
Cfr. Barth, K., Die Kirchliche Dogmatik. Zollikon, Zurich, 1948, I/2, 153. Barth
habla incluso de tumor a extiripar. Cfr. Gherardini, B., Maria nella concen-
trazione cristologica di Karl Barth, Sacra Doctrina 18 (1973) 323-335.
7
Barth, Karl, Kirchliche Dogmatik (1948) I/2, 127-129.
8
Cfr. Mehl, R., Du catholicisme romain, Pars, Neuchatel (1957) 91.
9
Juan Pablo II, Redemptoris Mater, n. 30.
121
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10
La Enhortacin apostlica Redemptoris Mater, que resume muy bien la situacin
actual de la devocin a Mara en la Iglesia ortodoxa, menciona, por ejemplo,
explcitamente los Concilios de feso (431) y de Nicea ii (787), y algunos Santos
Padres de la Iglesia oriental, como san Cirilo de Alejandra (para las tradiciones
coptas y etopes), san Efrn la ctara del Espritu Santo (para las tradiciones de la
Iglesia siriaca), san Gregorio de Narek (para la tradicin armena): Cfr. R.M. n. 31.
11
Cfr. Nmero monogrfico: Mara en las Iglesias ii: en la Ortodoxia. Ephemerides
Mariologicae 44 (1994) 181-353.
12
Muy interesante para conocer la teologa ortodoxa actual referente a la mariologa,
es el artculo de Moldovan Teofil, Doctrina y piedad mariana en la Iglesia orto-
doxa actual, Ephemerides Mariologicae 42 (1992) 267-294.
13
Cfr. Nissiotis, N., Maria nella teologia ortodoxa, Concilium 19 (1983) 1261; Ware,
K., The Mother of God in Orthodox Theology and Devotion en Stacpoole, A. (ed.),
Marys Place in Christian Dialogue, St. Paul Publ., Middlegreen (1982) 169-181.
122
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la mariologa en el dilogo ecumnico
14
Juan Pablo II, Encclica Ut uunm sint, n. 79.
15
Napiorkowski, Stanislaw C., Mariologie et ecumnisme aprs le Concile Vatican ii,
Ephemerides Mariologicae 42 (1992) 215: Jai demand de remplacer Marie per
mariologie, do mon sujet Mariologie et oecumnisme Le problme Marie
et loecumnisme nexiste pas, car il est vident que Marie dsire lunit. Le pro-
blme ne se situe donc pas du ct de Marie; le problme est en neus, dans notre
parole sur Marie, parole qui peut paralyser loecumnisme ou bien svir. Il surgit
aussi des problmes dans la thologie et dans la pratique du culte marial.
16
Napiorkowski, Stanislaw C., Mariologie et ecumnisme aprs le Concile Vatican ii,
Ephemerides Mariologicae 42 (1992) 215-236.
17
Cfr. T.M.A., n. 34.
123
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18
Mara en el designio de Dios y en la comunin de los santos, es el ttulo original de un
documento publicado en dos momentos y editado en un nico volumen en la
actual versin francesa. El original francs recoge en un nico texto, publicado
en Pars en 1999 en Bayard ditions-Centurion, dos volmenes publicados por
separado: Marie dans le dessein di Dieu et la comunin des saints. Dans lhistorie et
lEcriture (1997), y Marie dans le dessein di Dieu et la communion des saints. Controverse
et conversion (1998).
19
Cfr. Fernndez, Domiciano, El futuro de la mariologa ante el reto del ecumenismo,
Estudios Mariolgicos 57 (1992) 309-330.
124
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125
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No ofrece dudas que las objeciones que suscita este punto, al mar-
gen de la aplicacin de unos determinados mtodos hermenuticos y
exegticos a los textos escriturarios, tocan tanto el rea de la doctrina
de la gracia y la justificacin como aspectos centrales de la cristolo-
ga: de ambos terrenos proceden las consideraciones que han conduci-
do tanto a la exaltacin catlica del papel de Mara como al correlativo
distanciamiento reformado. ste, en su versin moderna, contina
siendo un eco de posturas ya planteadas por los padres de la Reforma
desde sus orgenes.23
Y por lo dems, no ha dejado de resonar tambin, como un escollo
a superar, en el contexto de los recientes esfuerzos por un crecimiento
en la comprensin y aproximacin interconfesionales.
Para la Alianza Bautista Mundial, la devocin a Mara parece
comprometer la nica mediacin de Jess como Seor y Salvador.24
Los luteranos norteamericanos, en una extensa declaracin producto
de la sptima serie de discusiones teolgicas con expertos catlicos, se
preguntaban si las enseanzas oficiales sobre Mara y el culto a los
santos, a pesar de las protestas en contra, no restan mrito al principio
de que slo en Cristo se debe confiar, porque todos los dones salvfi-
cos de Dios vienen tan slo por mediacin suya.25 Y en uno de los
grupos de dilogo multilateral evanglico-catlico, un prolongado tra-
bajo de explicaciones mutuas sobre puntos de conflicto, por otra parte
aceptadas en no pequea medida, no impidi con todo que a los parti-
cipantes protestantes siguiera parecindoles
23
Crf. Genre, E., C posto per Maria nella liturgia reformata? Rivista Liturgica 85
(1998) 241-256.
24
Enchridion Oecumenicum. Relaciones y documentos de los dilogos interconfesionales de la
Iglesia Catlica y otras Iglesias cristianas y declaraciones de sus autoridades. Editado por
Gonzlez Montes, Adolfo, Biblioteca Oecumenica Salmanticensis 19, Salamanca,
Universidad Pontificia (1993) prrafo 176.
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Enchridion Oecumenicum, Biblioteca Oecumenica Salmanticensis 19 (1993) prra-
fo 2131.
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la mariologa en el dilogo ecumnico
Habra que ver en esta insistencia una muestra de la firmeza con que
el tema mariano est enraizado en el imaginario confesional como fac-
tor divisorio, de forma aparentemente inextirpable? Como quiera que
sea, el problema que supone en s mismo el tratamiento teolgico ca-
tlico de la figura de Mara ha conocido todava un agravamiento su-
plementario por el hecho de que dos de las prerrogativas de la madre
de Jess (su inmaculada concepcin y su asuncin a los cielos) han sido
subrayadas volcando sobre ellas todo el peso de la suprema autoridad
del Magisterio de la Iglesia catlica mediante su declaracin como
dogmas de fe. El escndalo interconfesional est servido: dos theologu-
mena cuya fundamentacin bblica, en el mejor de los casos, slo se deja
rastrear laboriosamente, elevados a la categora de verdades centrales
de la fe cristiana. Y si ya el dogma de la infalibilidad pontificia constitua
un serio escollo para el entendimiento entre las Iglesias cristianas, he
aqu que ahora, al prestar el mximo apoyo eclesiolgico-institucional
a las dos verdades marianas sobre las que se ejerca, dificultaba todava
ms su propia aceptacin y confirmaba su fragilidad dogmtica, com-
plicando a su vez la recepcin creyente de las mismas.
Las Iglesias nacidas de la Reforma, interrogndose sobre el porqu
del eclipse de Mara y de su silencio en el discurso protestante, as
como en el culto concluyen que ello se ha debido al catolicismo mismo
y, en concreto, a la mariologa catlica. Iluminador a este propsito es
el siguiente pasaje del dilogo oficial catlico-reformado, en el prra-
fo titulado Actitudes actuales reformadas frente a la Iglesia catlico
romana:
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1549.
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Enchridion Oecumenicum, Relaciones y documentos de los dilogos interconfesionales de la
Iglesia Catlica y otras Iglesias cristianas y declaraciones de sus autoridades. Editado por
Gonzlez Montes, Adolfo, Bibliotheca Oecumenica Salmanticensis 12, Salaman-
ca, Universidad Pontificia (1986) prrafo 162.
31
Ibid., prrafos 1290, 1292-1295.
32
Enchridion Oecumenicum. Bibliotheca Oecumenica Salmanticensis 19 (1993) prra-
fo 1973.
33
Snodo de las Iglesias valdense y metodista: Lecumenismo e il dialogo interreligioso.
Editrice Claudiana, Torino (1998).
34
Entre los elementos de unin son mencionados: el nombre de Jess que como nues-
tro Salvador es invocado; la fe en el Dios que se ha revelado en Israel y que la Iglesia
reconoce y confesa en la unidad del Padre, del Hijo y del Espritu Santo; la Sagrada
Escritura que se compone del Antiguo y del Nuevo Testamento (un reconocimien-
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Lutero, Martn, Comentario al Magnificat, W.A. 575.
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40
Confessio Augustana n. 25, en Kretschmar, G. y Laurentin, R., Der Artikel vom
Dienst der Heiligen in der Confessio Augustana, en Meyer, H., Confessio Augus-
tana. Bekenntnis des einen Glaubens. Gemeinsame Untersuchung Lutherischer un
katholischer Theologen. Paderborn/Frankfurt: Bonifatius/Otto Lembeck (1980)
256-280.
41
Barth, Karl, Die kirhliche Dogmatik, 4ed. Zurich, Evangelischer Verlag (1948) I/2,
15, 2, 1, 4.
42
Enchiridion Oecumenicum, Biblioteca Oecumenica Salmanticensis 12 (1986) 1288.
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Enchiridion Oecumenicum, Biblioteca Oecumenica Salmanticensis 19 (1993) 2131.
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Buena prueba de ello son los innumerables estudios y recensiones publicados en
revistas especializadas sobre el puesto de la mariologa en el dilogo entre las
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45
Evangelischer Erwachsenenkatechismus, G. Mohn, Gtersloh (1989) 416.
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46
Kiessig, M. (coord.), Maria, la Madre di nostro Signore. Paoline, Milano (1996) 5.
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47
Maria nostra sorella, Com-Nuevi Tempi, Roma (1988) 121.
48
Cfr. Chavannes, H., La Virgen Mara en la teologa reformada despus del Vaticano ii
en aa.vv. Enciclopedia mariana postconciliar, Madrid (1975) 257-259. En un tema tan
divergente entre catlicos y protestantes como el de la cooperacin de Mara a la
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50
Carta del 25 de marzo de 1988. El texto ntegro puede verse en Ephemerides Ma-
riologicae 38 (1988) 466-481.
51
Cfr. Osservatore Romano, 7-8 diciembre de 1987, 6.
52
Cfr. Koster, Heinrich-M., Mariologia nel xx secolo en Bilancio della Teologia
del xx secolo, Citt Nuova, Roma (1972) 143. Tambin en el ambiente protestante
pastores como M. Thurian asuman una posicin positiva respecto a Mara en la
obra de la salvacin.
53
Congar, Y., Sur la conjoncture prsente de la publication delexortation Marialis
Cultus, La Maison Dieu 121 (1975) 114-121. El Santo Padre expresa la esperanza
ecumnica de que Mara, Humilde Sierva del Seor se convertir en un punto de
encuentro para la unin de todos los creyentes en Cristo.
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Final Report of the Dialogue between the Secretariat for Promoting Christian Unity of the
Roman Catholic Church and some Clasical Pentecostals 1977-1982. Secrtariat poru
lUnit des Chrtiens. Service dInformation (1984): dedica a la temtica mari-
olgica los nmeros 8-76.
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El dilogo entre los ortodoxos y los viejos catlicos, entre 1975 y 1977,
produjo el documento titulado Cristologa. El texto se divide en tres
partes: 1. La encarnacin del Verbo Divino; 2. La unin hiposttica;
y 3. La Madre de Dios.
Las dos Iglesias proclaman la fe en la maternidad divina, conforme
a los primeros concilios, adems de la fe en la virginidad perpetua. En
lo que se refiere a la santidad de Mara, admiten una distincin: slo
Cristo carece de pecado de una manera absoluta.
4. Conclusin
Por tanto, Mara aparece como lugar de disensin y de encuentro entre
los cristianos. Pero es indudable que se ha dado un gran acercamiento en
este tema entre catlicos, ortodoxos, luteranos, anglicanos y reformados.
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Commission International Anglican/Catholic. Final Rapport. Windsor n. 49
(1981) 111-112.
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Los principales hechos, y las ideas fundamentales que son fruto gozoso
del dilogo ecumnico, podran sintetizarse en algunos puntos:
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Mxico y la Universidad
Iberoamericana participan en
Congreso Latinoamericano
de Eticistas
Hugo Garibay
Antecedentes
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La inauguracin
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mxico y la universidad iberoamericana participan en congreso latinoamericano de eticistas
Entre todos los pases que acudieron a la cita, Mxico destac como el
tercero con mayor nmero de asistentes, detrs de Brasil y Argentina,
y quiz como el de mejor articulacin entre sus integrantes. La delega-
cin mexicana estuvo encabezada por el Dr. Miguel ngel Snchez
Carlos, catedrtico de la Universidad Iberoamericana y miembro del
Consejo Regional de ctewc, quien ofreci en el panel de voces nacio-
nales una de las ponencias que ms entusiasmo gener: Reto tico
ms significativo de Mxico: la corrupcin.
Coordinado por l, acudi tambin un grupo de maestros y estu-
diantes de la Maestra en Teologa y Mundo Contemporneo de la
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mxico y la universidad iberoamericana participan en congreso latinoamericano de eticistas
Despus de Bogot
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ribet Vol. XII N 22, enero -junio 2016 153-154 Derechos reservados de la uia ISSN 1870-316X
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Normas para la presentacin
de originales
Artculos
Reseas:
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normas para la presentacin de originales
Notas
Las notas debern ir fuera del cuerpo del texto con llamadas numricas
consecutivas a pie de pgina, de acuerdo a los siguientes ejemplos:
156
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breviations to follow those of the Jerusalem Bible. Quotations from the
magisterium of the Church will be quoted with complete title, fo-
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Editorial Board:
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UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
Ciudad de Mxico
Maestra en
TEOLOGA Y MUNDO CONTEMPORNEO
(Estudios con reconocimiento oficial de la sep)
Objetivos
Formar especialistas en teologa capaces de analizar y comprender las
principales tendencias socioculturales del mundo contemporneo.
Promover el dilogo entre la teologa y las ciencias humanas y sociales.
Plan de estudios
Anlisis Anlisis
Mensaje Teologa Teologa
Historia filosfico poltico
bblico sistemtica prctica
social econmico
Temas selectos Seminario de Seminario de Temas selectos Seminario de Tendencias
del AT antropologa moral de historia de la pensamiento contemporneas en
teolgica evangelizacin en social, cientfico y economa y poltica,
rea obligatoria
reas optativas
Interdisciplinar Prctica
Teologa de las religiones Exgesis y teologa
Migracin, identidades y teologa Seminario de temas selectos del Vaticano II
Teologa en un mundo plural y globalizado Ministerios eclesiales
Evangelizacin, teologa, comunicacin Espiritualidad y mundo moderno
Seminario sobre pobreza, desigualdad y desarrollo Seminario de sacramentaria
Lecturas dirigidas I Lecturas dirigidas I
Lecturas dirigidas II Lecturas dirigidas II
Informes: Departamento de Ciencias Religiosas | Tel. (55) 5950-4000, ext. 4843 y 4901
E-mail: [email protected] | www.ibero.mx
Vol. XII / No. 22 / Enero-junio 2016