Leon Tolstoi Cuentos para Ninos PDF
Leon Tolstoi Cuentos para Ninos PDF
Leon Tolstoi Cuentos para Ninos PDF
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(1823-1910) escribi varios libros de bre-.' r'
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ves cuentos para nios, que pertenece al i
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CUENTOS
PAR.A
NINOS
Dibujos de e.Pamov
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Edtorial Progreso
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EL GATITO
Eranse dos hermanitos, chico y chica, llamados Vasia y Katia. Tenan los
hermanitos una gata. Al llegar la primav era,la gatadesapareci. Los nios
la buscaron por todas partes, pro no logratn Una buena
"nconirarla.
maana, los chtcos estaban jugando cerca del granero y oyeron sobre sus
cabezas unos maullidos muy finos. Vasia subi por la escalera a la
tecnumbre del granero. Katia le preguntaba sin cesar desde abajo: "LLa
has encontrado? La has encontrado?"
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Vasia no le responda. Pero, por fin, grit:
La encontr! Es nuestra gata... Tiene gatitos. Son preciosos. Sube
en -seguida!
Katia fue a casa en una corrida, tom un platillo de leche y lo llev a la
gata.
Los gatitos eran cinco. Cuando hubieron crecido un poco y salan ya de
debajo del ngulo de la techumbre en que haban nacido, los chicos
eligieron a uno de ellos, pardo con calzas blancas, y lo llevaron a casa. La
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madre reparti a las vecinas los dems gatitos y consinti que los chicos se
quedaran con el gatito pardo. Los nios le daban de comer, jugaban con l
y, cuando se acostaban, lo suban a la cama.
Un da, los chicos fueron a jugar al camino y llevaron consigo al gatito.
El viento arrastrabalapaja que haba en elcamino, elgatito jugabacon
ella, y los chicos lo contemplaban muy regocijado+. Luego encontraron
cerca del camino acederas, se pusieron a recogerlas y se olvidaron del
gatito.
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Dp pronto oyeron que alguien gritaba muy fuerte: "Atrs, atrs!", Y
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vieron que se acercaba al galope un eazador precedido por dos perros, que
haban visto al gatito y queran atraparlo. Pero el tontuelo del gatito, envez
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Cuando el tren hubo pasado, todos vieron que la nia yacia de bruces
entre los rieles y no se mova
Luego, cuando el tren estaba ya lejos, la nia leVant la cabeza, se
arrodill, recogi las setas y corri a donde estaba su hermana.
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EL HUESO DE LA CIRUELA
Una madre compr ciruelas para darlas de postre a sus hijos. Las ciruelas
estaban en un plato. Vania no haba comido nnca ciruelas y no haca ms
que olerlas. Le gustaron mucho. Y sinti deseos de probarlas. Todo el
tiempo andaba rondando las ciruelas. Y, cuando se qued solo en la
habitacin, no pudo contenerse, tom una tiruela y se la comi. Antes del
almuerzo,, la madre cont las ciruelas y vio que faltaba una. Se lo dijo al
-padre
Durante el almuerzo, el padre pregunt: "Decidme, hijitos, no se ha
comido ninguno de vosotros una ciruela?" Todos djeron: "No". Vania se
puso rojo como la grana y dijo tambin: "Yo no me la he comido".
Entonces, el padre dijo: "IJno de vosotros se la ha comido, y eso no est
bien. Pero no es lo peor. Lo peor es que las ciruelas tienen huesos, y si
alguien no sabe comerlas y se traga uno, se muere al da,siguiente. Eso es lo
que temo".
Vania se puso plido y dijo: "El hueso 1o arroj por la ventana".
Todos se echaron a rer, pero Vania estall en sollozos.
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EL PAJARITO
Era el da del santo de Serio zha, y le hicieron muchos regalos: peonzas,
caballitos, cromos... Pero,el mejor regalo se lo hizo a Seriozha su to: una
trampa para cazar pjaros. Era una trampa muy ingeniosa: consista en una
red sujeta h un rRarco de madera, en el que encajaba una tablilla. El marco
con la red se levantab&, s echaba.alpiste sobre la tablilla, y cuando un
pajarito se posaba en ella, la red caa y lo atrapaba. Seriozha se alegr
mucho y corri a ensear la trampa a $u madre. Esta le dijo:
No me gusta ese juguete. Qu f.al,ta pueden hacerte los pjaros?
-
Por qu has de martirizarlos?
Los meter en una jaula. Ellos cantarn. Y yo les dar de comer.
- Tom Seriozha un puado de alpiste, lo esparci en la tablilla y puso
la trampa en el jardn. El chico esperaba a que acudieran los pjaros. Pero
los pjaros le tenan miedo y no volaban a la trampa. Seriozha se fue a
comer y dej la trampa en el jardn. Despus de la comida se acerc, vio
que la red haba cado y que bajo ella se debata un pajarito. Muy contento,
Seriozha atrap el pajarito y lo llev a casa.
Mira, inam , h" caiado un pajarito! Seguro que es un ruiseor!
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Cmo le late el corazn!
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, DOS CAMARADAS
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LOS CISNBS
Una bandada de cisnes volaba de las tierras fras a los pases clidos.
Volaba sobre el mar. Llevaba ya volando dos das con sus noches sobre el
mar, sin descanso alguno. En el cielo luca la luna llena, y los cisnes vean
F lejo, muy abajo, elgua aztl. Todos los cisnes estaban cansados de batir 1l
jove4 cisne volaba detrs de todos. Sus fuerzas se agotban. Bati las alas
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y vio que no poda seguir volando. Entonces, extendi las alas y plane ll
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abajo. Cada vez estaba ms cerca del agua, y sus hermanos blanqueaban --t,ll
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cisnes era ya una rayita blanca en el claro cielo. Y en medio del silencio
se oa apenas el batir de sus alas. Cuando la bandada se hubo perdldo de
vista, el cisne torci atrs el cuello y cerr los ojos. No se mova, pero
,el mar, alzndose y bajando en anchas ondas, lo alzaba y bajaba con 1.
Poco antes del amanecer, una ligera brisa riz el mar. Y el agua acariciaba
el blanco.pecho del cisne. El cisne abri los ojos. En Oriente la aurora
tea de rosa el cielo, y. la luna y las estrellas haban palidecido. El
cisne aspir profundamente, estir el cuello, bati las alas, despeg del
agua y ech a volar, rozando con sus plumas la superficie del mar. Iba
ascendiendo ms y ms, y, cuando el agua estaba ya lejos, debajo de 1,
vgl adelante, en direccin de los pases clidos. Volaba solo sobre las
euigmticas aguas hacia adonde haban volado sus hermanos.
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EL BLEFANTE
Un hind tena un elefante. El hind daba mal de comer al elefante y lo
haca trabajar mucho. Un da, el elefante se enoj y pis a su amo. El hind
se muri. Entonces, la mujer del hind rompi a llorar, llev a sus hijos a
donde estaba el elefante, los ech ante las patas del animal y dijo a ste:
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EI GORRION
Y LA GOLONDRINA
En cierta ocasin estaba yo en el
patio mirando un nido que unas
golondrinas haban hecho bajo el
l"to del tejado. Las dos golondri-
nas se alejaron volando, y el nido
qued vaco.
Mientras las golondrinas esta-
ban ausentes, un gorrin vol del
tejado al nido, mir en torno,
sacudi sus alitas y se meti en el
nido; luego, asom la cabeza y se
puso a piar.
Al poco regresaba una de las
golondrinas. Quiso entrar en el
nido, pero, cuando vio all al intru-
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so, dej escapar un lastimero piido,
agit6 las alas y luego levant el
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vuelo.
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El gorrin segua en el nido, sin
dejar de piar.
De pronto, lleg una bandada
de golondrinas: todas ellas se acer-
caban al nido, como si quisieran
ver al gorrin y de nuevo se
alejaban.
El gorrin, sin dejarse intimi-
dar, volvala cabeza a un lado, y a
otro y piaba.
Las golondrinas se acercaban
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de nuevo al nido, hacan all algo y
volvan a marcharse.
Las golondrinas no se acerca-
ban al nido en vano: cada una
llevaba en el pico un pegotito de
barro, y poco a poco iban cerrando
el orificio del nido.
Las golondrinas acudan y se
marchaban, cada vez con un pego-
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tito de barro cada una, y el agujero
t era cada vez.ms pequeito.
Al-principio se vea el cuello del
gorrin, luego no se,distingua ms
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EL AGUILA
Un guilahizo su nido junto a una carretera-, lejos del mar, y all nacieron
sus aguiluchos.
Un da en que un grupo de gente trabajaba cerca &el rbol, el guila
lleg al nido llevando en sus garras un gran pescado. La gente, al ver el
pescado, rode el rbol y se puso a dar gritos y arrojar piedras al guila.
El guila ejQ caer el pescado, y la gente lo levant y se march.
El guila se pos en el borde del nido, y los aguiluchos levantaban sus
cabezas y pedan lastimeramente de comer.
El guila estaba cansada y no poda volar otra vez al mar; se meti
en el nido, cubri a los aguiluchos con sus alas, los acariciaba, alisndoles
las plumaritas, y parecapedirles que esperaran un poco. Pero cuanto ms
los acariciaba, ms fuerte se quejaban los aguiluchos.
Entonces, el guila sali del nido y se pos en la rama ms alta del
rbol.
Los aguiluchos redoblaron sus quejas.
El guila dej escapar un fuerte grito, extendi las alas y vol
pesadamente en direccin al mar.
$egres muy avanzada la tarde; volaba despacio y bajo, y en sus garras
llevaba otra vez un gran pescado.
Cuando se acercaba al rbol, el guila mir en torno para ver si haba
gente cerca, y, al no descubrir a nadie, pleg rpidamente las alas y se pos
en el borde del nido.
Los aguiluchos levantaron la cabeza y abrieron la boca, y el guila
despedaz el pescado y les dio de comer.
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EL TIBURON
Nuestro barco haba anclado ante la costa de Africa. El da estaba muy
hermoso, y del mar soplaba una fresca brisa, pero al atardecer el tiemp
cambi: la atmsfera se calde como un horno, se haba levantado el
trrido viento del Sahar?, y apenas dejaba respirar.
Antes del ocaso, el capitn sali a cubierta y grit: "A baarse!" Los
marineros saltaron.al agtra en un santiamn, bajaron una vela, la ataron e
hicieron con ella algo as como una pileta.
Iban con nosotrs,en el barco dos chicos. Ellos fueron los primeros en
saltar al agua, pero se sentan estrechos en la vela y se les ocurri medir sus
fuerzas en el mar.
Agiles como lagartijas, braceaban con toda su fuerza hacia el barril que
flotaba sobre el ancla.
Uno de los chicos adelant a su amigo, pero luego fue quedando alazaga.
El padre del chico, un viejo artillero, observaba con orgullo desde cubierh
a su hijo. Cuando el chico comenz a quedar rezagado, el padre le grit:
"No te entregues! Aprieta!"
De pronto, alguien-grit en cubierta: "IJn tiburn !", y todos vimos en
el agua el lomo del monstruo marno.
El tiburn nadaba derecho hacia los chicos.
"Atrs ! Volved atrs ! Un tiburn !" , grit6 el artillero. Pero los chicos
no le oyeron y seguan nadando, entre risas y gritos, ms fuertes y alegres
cada vez.
Petrificado, blanco como una pared, el artillero miraba a los chicos.
Los marineros botaron una.lancha y, remando con tanta fuerza que
doblaba los remos, volaron hacia donde estaban los chicos; pero les faltaba
un buen trecho para alcanzarlos, mientras que el tiburn se ncontrabayaa
unos veinte pasos de ellos.
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EL SALTO
Un barco regresaba al puerto de origen despus de haber dado la vuelta al
mundo. El tiempo era bueno, y todos los tripulantes se hallaban en
cubierta. Entre la gente iba y vena una mona grande, haciendo rer atodos.
La mona bailoteaba, brincaba, hacia graciosas muecas, imitaba a la gente
y, al parecer, se daba cuenta de que los hombres se divertan y redoblaba
travesuras.
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Sbitamente se acerc de un salto al hijo del capitn del barco, nio de
unos doce aos, le quit el sombrero, se lo encasquet ella misma y trep
rpida por uno de los palos. Todos se echaron a rer, pero el chico se haba
quedado sin su sombrero y no saba si imitar a los dems o si echarse a
llorar.
La mona se sent en la primera verga, se quit el sombrero y se puso a
destrozarlo con manos y dientes. Al parecer, quera que el chico rabiase,
pues lo sealaba con el dedo y le haca muecas. El chico laamenar con el
puo y le dio unos gritos, pero la mona no hizo ms que redoblar la furia
con que destrozaba el sombrero. Los marinos rean ya a mandbula
batiente, pero el chico, todo arrebolado, se quit la blusa y se dispuso a
atrapar a la mona. En un santiamn trep por un estay a la primera vrga,
pero la mona, ms gil y rpida que 1, subi ms arriba en el mismo
instante en que el chico crea que iba ya arrebatarle el sombrero.
No te escaparst -grit el chico, y sigui trepando.
La mona lo dej acercarse y, luego, ascendi ms alto, pero ql chico,
lanzado a la persecucin, no quedaba a la zaga. En cosa de unos instantes,
la mona y el chico llegaron a lo alto del palo. Una vez all,la mona se estir
cuanto pudo y, asindose con una mano'trasera al estay, colg el sombrero
de la punta de la ltima verga, se subi a la cima del mstil y, bailoteando,
mostraba los dientes, muy contenta. Del palo a la punta de la verga en que
colgaba el sombrero habra cosa de metro y medio. Por ello, para alcanzar l
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En aquel mismo instante, su padre, el capitn del barco, sala de su
camarote. Llevaba en las manos un rifle, con el que se dispona a matar
gaviotas. Al ver al hijo en lo alto del palo, le apunt el rifle y le grit:
Al agua! Salta en seguida al agua! Si no, te mato!
-El chico se tambale, pero no haba entendido al padre.
Salta o te pego un tiro!... Una, dos...
-Apenas el padre hubo gritado "tres", el chico salt cabeza abajo.
El cuerpo del chico cay al mar como un proyectil de artillera, y apenas
las aguas se hubieron cerrado sobre 1, cuando veinte bravos marineros
saltaban ya del barco a las olas. Unos cuarenta segundos despus todos
parecieron infinitamente largos- emergi el cuerpo del nio. Los -a
marineros lo asieron y lo llevaron al barco. A los pocos minutos, el agua
flua ya de la boca y la nariz del nio, que comenz a respirar.
Cuando el capitn vio esto, dej escapar un grito, como si algo lo
estrangulara, y corri a su camarote, para que nadie le viera llorar.
EL LEON Y EL PERRITO
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Cuando el len comprendi que eI perrito estaba muerto, dio de pronto un
salto, y, erizado el pelo, se golpe los costados con la cola, se arroj contra
la pared de la jaula y se puso a roer los cerrojos y el piso.
El len estuvo todo el da agitndose en la jaula y rugiendo y, luego, se
tendi al lado del perrito muerto y qued inmvil. El dueo del parque
quiso retirar de la jaula al perrito muerto, pero el len no dej que se le
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que el len otvidara su pena si se r. "uu otro perrito y
meti en la jaula un chucho vivo, pero el len lo despedaz al instante.
Luego, abraz entre sus patas al perrito muerto y no se movi en cinco
das.
Al sexto da, el len se muri.
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