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Justina

La pícara Justina era una prostituta. Su periplo literario se enmarca dentro de la novela picaresca, que tuvo su cenit en el Siglo de Oro. Sin embargo, entronca con estilos narrativos directamente medievales la literatura bufonesca con matices rabelesianos en especial. La visión que la obra trasmite del entorno social en que transcurren las peripecias de la protagonista es decididamente marginal, irreverente y sardónica. No sería impropio considerarla antisistema. El humor y la burla más descarados están presentes aún en las apostillas, presuntamente moralizantes, que jalonan los diversos episodios de la narración.

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La pícara Justina era una prostituta. Su periplo literario se enmarca dentro de la novela picaresca, que tuvo su cenit en el Siglo de Oro. Sin embargo, entronca con estilos narrativos directamente medievales la literatura bufonesca con matices rabelesianos en especial. La visión que la obra trasmite del entorno social en que transcurren las peripecias de la protagonista es decididamente marginal, irreverente y sardónica. No sería impropio considerarla antisistema. El humor y la burla más descarados están presentes aún en las apostillas, presuntamente moralizantes, que jalonan los diversos episodios de la narración.

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Francisco Lpez de beda

Libro de entretenimiento de la pcara


Justina

2003 - Reservados todos los derechos

Permitido el uso sin fines comerciales


Francisco Lpez de beda

Libro de entretenimiento de la pcara


Justina
Tabla desta arte potica
En que se ponen todas las especies y diferencias de versos que hasta hoy hay inventados,
los cuales estn en este libro repartidos en los principios de los nmeros

1. Redondillas. Libro 1.
2. Quintillas. Lib. 1.
3. Soneto de pies agudos al medio y al fin.
4. Octavas de esdrjulos.
5. Tercetos de esdrjulos.
6. Redondillas con estribo.
7. Glosa de uno en quintillas.
8. Octava de pies cortados.
9. Redondillas de pies cortados.
10. Sextillas.
11. Glosa de redondilla.

LIBRO 2 PARTE 1.
12. Cancin de a ocho.
13. Villancico.
14. Endechas con vuelta.
15. Liras.
16. Octavas espaolas y latinas juntamente.
17. Rima doble.
18. Estancias de consonancia doble.
19. Octava pomposa.

2. PARTE DEL LIBRO 2


20. Sphicos y adnicos de consonancia latina.
21. Sphicos y adnicos de asonancia.
22. Redondillas de pie quebrado.
23. Seguidilla.
24. Octava con hijuela y glosa.
25. Sextillas de pie quebrado.
26. Quintillas de pie quebrado.
27. Sonetillo de sostenidos.
28. Romance.
29. Sonetillo simple.
30. Media rima.
31. Unsonas.

3 PARTE DEL LIBRO 2


32. Esdrjulos sueltos con falda de rima.
33. Versos sueltos con falda de rima.
34. Tercetos de pies cortados.
35. Sextillas de pies cortados.
36. Liras semnimas.
37. Soneto llano.
38. Sptimas de todos los verbos y nombres cortados.
39. Sextillas unsonas de nombres y pies cortados.

LIBRO TERCERO.
40. Tercetos de ecos engazados.
41. Verso heroicos macarrnicos.
42. Cancin mayor.
43. Octavas de arte mayor antigua.
44. Seguidilla cortada.
45. Sptimas de pies cortados.

LIBRO CUARTO
46. Redondillas de solos dos consonantes.
47. Liras de pies cortados.
48. Redondillas de esdrjulos.
49. Hexmetros espaoles.
50. Redondillas de tropel.

Son cincuenta maneras de poesa.

Privilegio real
Por cuanto por parte de vos, el licenciado Francisco Lpez de beda, nos fue hecha
relacin que habades compuesto un libro intitulado Libro de entretenimiento de la pcara
Justina, que tena dos tomos, el cual os haba costado mucho trabajo y estudio, y era muy
til y provechoso, y contena cosas muy curiosas acerca de la moralidad y de las buenas
costumbres; y nos pedistes y suplicastes os mandsemos dar licencia para lo poder imprimir
y privilegio por trmino de veinte aos o como la nuestra merced fuese. Lo cual, visto por
los de nuestro Consejo, y como por su mandado se hicieron las diligencias que manda la
premtica por nos ltimamente hecha sobre la impresin de libros, fue acordado que
debamos de mandar dar esta nuestra cdula en la dicha razn, y nos tuvmoslo por bien.
Por lo cual, vos mandamos dar licencia y facultad para que por tiempo de diez aos
cumplidos, primeros siguientes que eran y se cuentan desde el da de la data desta nuestra
cdula en adelante, vos o la persona que contra ello vuestro poder hubiere, y no otra alguna,
podis imprimir el dicho libro que de suso se hace mencin, con las enmiendas en l
puestas por Thomas Gracin, que es la persona a quien por nos se mand viese y
enmendase, el dicho libro.

Y, por la presente, damos licencia y facultad a cualquier impresor destos nuestros reinos,
que vos nombrredes, para que durante el dicho tiempo le puedan imprimir por el original
que en el nuestro Consejo se vio, que va rubricado cada plana y firmado al fin dl de
Francisco Martnez, nuestro secretario de Cmara y uno de los que en nuestro Consejo
residen, con que antes que se venda le traigis ante ellos con el dicho original, para que se
vea si esta dicha impresin est conforme a l, y traigis fe en pblica forma cmo por el
corretor por nos nombrado se vio y corregi la dicha impresin con el dicho original. Y
mandamos al impresor que as imprimiere el dicho libro lo imprima al principio y primer
pliego dl y no entregue ms de un solo libro con el original al autor o persona a cuya costa
se imprimiere, para el efeto de la dicha correcin y tasa, hasta que antes y primero el dicho
libro est corregido y tasado por los del nuestro Consejo, y estndolo, y no de otra manera,
pueda imprimir el dicho principio y primer pliego, en el cual seguidamente se ponga esta
nuestra licencia y privilegio, y la aprobacin, tasa y erratas, y no lo podis vender ni
vendis vos ni otra persona alguna, hasta que est el dicho libro en la forma susodicha, so
pena de caer e incurrir en las penas contenidas en la dicha pregmtica y leyes de nuestros
reinos que sobre l disponen. Y mandamos que durante el dicho tiempo persona alguna sin
vuestra licencia no le puedan imprimir ni vender, so pena que el que lo imprimiere o
vendiere haya perdido y pierda cualesquier libros, moldes y aparejos que dl tuviere, y ms
incurra en pena de cincuenta mil maraveds por cada vez que lo contrario hiciere. De la cual
dicha pena, sea la tercia parte para la nuestra Cmara, y la otra tercia parte para el juez que
lo sentenciare, y la otra parte para el que lo denunciare. Y mandamos a los del nuestro
Consejo, presidentes y oidores de las nuestras Audiencias, alcaldes, alguaciles desta nuestra
casa y Corte y Chancilleras, y otras cualesquier justicias de todas las ciudades, villas y
lugares de los nuestros reinos y seoros, a cada uno en su jurisdiccin, as a los que ahora
son como a los que sern de aqu en adelante, que os guarden y cumplan esta nuestra
licencia y merced que as os hacemos, y contra ella no vayan, ni pasen, ni consientan ir ni
pasar en manera alguna, so pena de la nuestra merced y de diez mil maraveds para la
nuestra Cmara.

Dada en Gumiel de Mercado, a 22 del mes de agosto de 1604. Yo el Rey. Por mandado
del Rey, nuestro seor, Juan de la Mezquita.

Aprobacin
Por mandado de V. A. he visto este libro de apacible entretenimiento, compuesto por el
licenciado Francisco Lpez de beda, y me parece que en l muestra su autor mucho
ingenio, rara lectin en todo gnero de lectura, gran elegancia y orden, subido estilo,
discreto, apacible, gracioso y claro; y que debajo de gracias facetas y tratos manuales,
encierra consejos y avisos muy provechosos para saber huir de los engaos que hoy da se
usan. Y puede vuestra Alteza dar la licencia y privilegio que suplica.
A don Rodrigo Caldern y Sandeln.
De la Cmara de Su Majestad, seor de las Villas de la Oliva y Plasenzuela, el licenciado
Francisco Lpez de beda, que sus manos besa

Seor:

Esta es slo para suplicar a v. m. me d licencia para honrar y amparar con el escudo de
sus armas este libro, el cual he compuesto slo a fin de que con su lectura (que es varia y de
entretenimiento mucho, y no sin flores que, gustadas y tocadas de tan preciosa abeja, darn
miel de gusto y aprovechamiento). Digo, pues, que le compuse para que v. m. descanse
algn rato del trabajo y peso de los gravsimos negocios en que v. m. sirve a la persona
Real de nuestro Catholicsimo Csar y Universal Monarcha y a estos reinos, mostrando en
tan altos puestos las raras prendas de su discrecin e ingenio, el valor de su pecho en los
negocios arduos, la rara clemencia y mansedumbre con que ha obligado a su servicio todos
los nimos nobles y gratos y a su amistad grandes prncipes. Y dems desto ha mostrado la
ilustre sangre que v. m. hered del seor Francisco Caldern, capitn de la guardia
espaola, padre de v. m., cuyas conocidas virtudes y modestia han esmaltado la antigua
nobleza de los Calderones y Arandas, sus antecesores, linajes tan antiguos como nobles y
tan nobles como antiguos, a quien dignamente se junt la clara sangre de los nobilsimos
caballeros Sandelmes, holandeses, progenitores de v. m., cuya persona, casa, salud y estado
prospere el cielo largos y felices das en compaa de mi seora doa Ins de Vargas y
Carvajal, gloria y honra de la nobleza extremea. Vale.

Tasa
Tasse este libro, intitulado La pcara Justina, por los seores del Real Consejo, en tres
maraveds y medio cada pliego.

Prlogo al lector.
En el cual declara el autor el intento de todos los tomos y libros de La pcara Justina

Hombres doctsimos, graves y calificados, en cuya doctrina, erudicin y ejemplo ha


hallado el mundo desengao, las Escuelas luz, la christiandad muro y la Iglesia ciudadanos,
han resistido varonilmente a gentes perdidas y holgazanas y a sus fautores, los cuales, con
apariencia y mscara de virtud, han querido introducir y apoyar comedias y libros profanos
tan intiles como lascivos, tan gustosos para el sentido cuan daosos para el alma. Esta ha
sido obra propia de varones evanglicos, los cuales no consienten que la honra propia del
Evangelio (que consiste en una publicidad y notoriedad famosa) se d a ftiles e
impertinentes representaciones de cosas ms dignas de perpetuo olvido que de estamparse
en las memorias humanas. Y que no es justo que el nombre de libro, que se dio a la historia
de la genealoga y predicacin evanglica de Christo, se aplique a los que contienen cosas
tan ajenas de lo que Christo edific con su doctrina y pretendi en su venida.

Estos insignes varones han mostrado en esto ser custodios angelicales, que defienden los
sentidos para que por ellos no entre al alma memoria del pecado ni aun de su sombra, tan
daosa cuan mortfera; han probado ser jardineros del dulcsimo paraso de Christo, pues
han pretendido que, para que las tiernas plantas (que son los nios christianos) crezcan en la
virtud sin impedimento, no les ocupen viendo o leyendo en su tierna edad cosas lascivas,
las cuales, para impremirse en ellos, halla sus sujetos de cera y, para despedirse, de bronce;
hase visto ser ledos en los santos de la Iglesia y criados a los pechos de su doctrina sin
discrepar un punto della, pues por ella han juzgado cun daoso es en la Iglesia de Dios
usar semejantes libros y asistir a las tales representaciones; han mostrado en esto su
modestia y mortificacin rara, junta con una gran charidad, pues, a trueco del universal
provecho de las almas, han carecido y querido carecer destos gustos, siendo ellos los que
por la gran capacidad de su ingenio pudieran mejor juzgar de qu cosa sea gusto, si ya no es
que la divina contemplacin, a que son dados, les quita el tener por gustos los que el mundo
aprueba por tales. Finalmente, entre otras grandes virtudes suyas, dignas de eterna
memoria, han mostrado el valor de su christiano pecho, pues ni el gusto de los potentados
holgazanes que amparan este partido, ni los importunos ruegos, ni promesas de grandes
intereses y ofertas, ni la contradicin de sabios placenteros ha sido parte para que no
contradigan a un tan perjudicial cncer de la salud del alma, a un hechizo de la carne, a una
phantstica ilusin del demonio, y (por decirlo todo), han resistido a un cosario infernal, el
cual, a trueco de juguetes nieros, compra y captiva las almas y las engaa como a negros
bozales, obra propia de quien cumple y amplifica la de la redemptin de Christo y misterios
de la redemptin de las almas, que fue el fin que trajo a Dios del cielo al suelo, y a ellos a la
Iglesia, madre suya, en buena hora y feliz da.

Mas como sea verdad que el vicio es el ms valido y sus defensores ms en nmero y la
verdad tan atropellada, ya se han introducido tales y tan raras representaciones, tan intiles
libros, que, en la muchedumbre del vulgo que sigue esta opinin, ha anegado y ahogado tan
sanctos consejos, cuales son los que referido tengo destos sanctos varones, admitiendo sin
distincin alguna cualquier libro, lectura o escrito o representacin de cualquier cosa por
ms mentirosa y vana que sea. Y callo el agravio que hacen (aun los mismos que escriben a
lo divino) a las cosas divinas de que tratan, hinchndolas de profanidades y, por lo menos,
de impropriedades y mentiras, con que las cosas de suyo buenas vienen a ser ms daosas
que las que de suyo son daosas y malas. De aqu infiero que si el siglo presente siguiera
tan docto y sano consejo como el de estos famosos varones, no me atreviera aun a imaginar
el estampar este libro; pero atendiendo a que no hay rincn que no est lleno de romances
impresos, intiles, lascivos, picantes, audaces, improprios, mentirosos, ni pueblo donde no
se represente amores en hbitos y trajes y con ademanes que incentivan el amor carnal; y,
por otra parte, no hay quien arrastre a leer un libro de devocin, ni una historia de un
sancto, me he determinado a sacar a luz este juguete, que hice siendo estudiante en Alcal,
a ratos perdidos, aunque algo aumentado despus que sali a luz el libro del Pcaro, tan
recibido. Este hice por me entretener y especular los enredos del mundo en que va andar.
Esto saldr a ruego de discretos e instancia de amigos. Diles el s. Cumplirlo? No ms, s.
Pero ser de manera que en mis escritos temple el veneno de cosas tan profanas con algunas
cosas tiles y provechosas, no slo en enseanza de flores retricas, varia humanidad y
letura, y leyendo en ejercicio toda el arte potica con raras y nunca vistas maneras de
composicin, sino tambin enseando virtudes y desengaos emboscados donde no se
piensa, usando de lo que los mdicos platicamos, los cuales, de un simple venenoso,
hacemos medicamento til, con aadirle otro simple de buenas calidades, y de esta
conmistin sacamos una perfecta medicina purgativa o preservativa, ms o menos, segn el
atemperamento o conmistin que es necesaria.

Si este libro fuera todo de vanidades, no era justo imprimirse; si todo fuera de
santidades, leyranle pocos (que ya se tiene por tiempo ocioso, segn se gasta poco); pues
para que le lean todos, y juntamente parezca bien a los cuerdos y, prudentes y deseosos de
aprovechar, di en un medio, y fue que, despus de hacer un largo alarde de las ordinarias
vanidades en que una mujer libre se suele distraer desde sus principios, aad, como por va
de resumpcin o moralidad (al tono de las fbulas de Hisopo y jeroblficos de Agatn)
consejos y advertencias tiles, sacadas y hechas a propsito de lo que se dice y trata.

No es mi intencin, ni hallars que he pretendido, contar amores al tono del libro de


Celestina; antes, si bien lo miras, he huido de eso totalmente, porque siempre que de eso
trato voy a la ligera, no contando lo que pertenece a la materia de deshonestidad, sino lo
que pertenece a los hurtos ardidosos de Justina. Porque en esto he querido pertuadir y
amonestar que ya en estos tiempos las mujeres perdidas no cesan sus gustos para satisfacer
a su sensualidad (que esto fuera menos mal), sino que hacen desto trato, ordenndolo a una
insaciable codicia de dinero; de modo que ms parecen mercaderas, tratantes de sus
desventurados apetitos, que engaadas de sus sensuales gustos. Y no slo lo parece as,
pero lo es.

Dems, que a un hombre cuerdo y honesto, aunque no le entretienen leturas de amores


deshonestos, pero enredos de hurtillos graciosos le dan gusto, sin dispendio de su gravedad,
en especial con el aditamento de la resumpcin y moralidad que tengo dicho. Y deste modo
de escribir no soy yo el primer autor, pues la lengua latina, entre aquellos a quien era
materna, tiene estampado mucho desto, como se ver en Terencio, Marcial y otros, a quien
han dado benvolo odo muchos hombres cuerdos, sabios y honestos. Pienso que los que
as escriben, aadiendo semejantes resumptiones a historias frvolas y vanas, imitan en
parte al Autor natural, que de la nieve helada y despegadiza saca lana clida y continuada, y
de la niebla hmeda saca ceniza seca, y del duro y desabrido cristal saca menudos y
blandos bocados de pan suave.

Consult este libro con algunos hombres spirituales, a quien tengo sumo respecto, y sin
cuyo consentimiento no me fiara de m mismo, y dijronme de mi libro que, as como Dios
permita males para sacar dellos bienes, y junto con el pecado suele juntar aviso,
escarmiento y aun llamamiento de los escarmentados, as (supuesto que en estos tiempos
miserables tan desenfrenadamente se apetece la memoria de cosas vanas y profansimas) es
bien que se permita esta historia desta mujer vana (que por la mayor parte es verdadera, de
que soy testigo) con que, junto con los malos ejemplos de su vida, se ponga (como aqu se
pone) el aviso de los que pretendemos que escarmienten en cabeza ajena. Bien s que en
otro tiempo no fueran deste parecer, y as me lo dijeron, ni yo sin su parecer me fiara de m
mismo; pero, por esta vez, probemos; y permtaseme que pruebe, si acaso tantos como
estn resueltos de leer, as como as, leturas profanas y aun deshonestas, leyendo aqu
consejos insertos en las mismas vanidades, de que tantos gustan, tornarn sobre s y
acabarn de conocer los enredos de la vida en que viven, los fines desastrados del vicio y
los daos de sus desordenados gustos. Y, finalmente, probemos si acaso por aqu conocern
cun ftil y de poca estima y precio es la vida de los que slo viven a ley de sus antojos,
que es la ley que Sneca llam ley desleal y Cicern ley espuria o adltera.

En este libro hallar la doncella el conocimiento de su perdicin, los peligros en que se


pone una libre mujer que no se rinde al consejo de otros; aprendern las casadas los
inconvinientes de los malos ejemplos y mala crianza de sus hijas; los estudiantes, los
soldados, los oficiales, los mesoneros, los ministros de justicia, y, finalmente, todos los
hombres, de cualquier calidad y estado, aprendern los enredos de que se han de librar, los
peligros que han de huir, los pecados que les pueden saltear las almas. Aqu hallars todos
cuantos sucesos pueden venir y acaecer a una mujer libre; y (si no me engao) vers que no
hay estado de hombre humano, ni enredo, ni maraa para lo cual no halles desengao en
esta letura. Aun lo mismo que huele a estilo vano no saldr todo junto atendiendo al gasto
propio y al gusto ajeno. No doy este libro por muestra, antes prometo que lo que no est
impreso es an mejor; que Dios comenz por lo mejor, pero los hombres vamos de menos a
ms.

Puse dos consideraciones en dos balanzas de mi pensamiento. La una fue que acaso
algunos, leyendo este libro, sera posible aprendiesen algn enredo que no atinaran sin la
letura suya. Diome pena, que sabe el Seor temo el ofender su majestad divina como al
infierno, cuanto y ms ser cathedrtico y ensear a pecar desde la cthedra de pestilencia.
Puse en otra balanza, que muchos (y aun todos los que leyeren este libro) sacarn dl
antdoto para saber huir de muchas ocasiones y de varios enredos que hoy da la circe de
nuestra carne tiene solapados debajo de sus gustillos y entretenimientos; mas pes tanto la
segunda balanza, que atropell el peso del primer inconviniente. Dems de que ya son tan
pblicos los pecadores y los pecados, escndalos y malos ejemplos, ruines representaciones
de entremeses y aun comedias, alcahueteras y romances, coplas y cartas, cantares, cuentos
y dichos, que ya no hay por qu temer el poner por escrito en papel lo que con letras vivas
de obras y costumbres manifiestas anda publicado, pregonado y blasonado por las plazas y
cantones. Que ste es el tiempo en que, por nuestros pecados, ya los malos pecan tan de
oficio, que se precian de pecar como si cada especie de pecado, cuanto ms inorme y feo es,
tanto ms compitiera con la gloria de un famoso artificio, sciencia, hazaa o valenta muy
famosa.

Finalmente, pienso (debajo de mejor parecer) ser muy lcito mi intento, y si no,
condnense las historias gravsimas que refieren insignes bellaqueras de hombres
facinerosos, lascivos y insolentes; condnese el procesar a vista de testigos y de todo el
mundo, y el relatar fesimos crmenes y delitos, segn y como se hace en las reales salas del
crimen, donde reside suma gravedad, acuerdo y peso; condnense los edictos en que se
hace pblica pesquisa de crmines enormes y graves; condnense las reprehensiones de los
predicadores que hacen invectivas contra algunos vicios, en presencia de algunos que estn
sin memoria e imaginacin dellos. Pero, pues esto no se condena, antes es santo y justo,
quiero que, por lo menos, se conceda que mi libro es (no digo santo, que eso fuera
presumpcin loca, ni tal cual es la menor de las cosas que he referido), pero, a lo menos,
concdase que el permitirse ser justo, pues no hay en l nmero ni captulo que no se
aplique a la reformacin espiritual de los varios estados del mundo.

Sin esta utilidad, tiene mi libro otra y es que no piensen los mundanos engaadores que
tienen sciencia que no se alcanza de los buenos y sencillos por especulacin y buen
discurso, ya que no por experiencia. Y para conseguir este santo fin que prometo, haba
determinado hacer un tratado al fin deste libro, en el cual pusiese solas las resumpciones y
aplicaciones al propsito espiritual; y movime el pretender que estuviese cada cosa por s
y no ocupase un mismo lugar uno que otro. Pero, mejor mirado, me pareci cosa
impertinente. Lo uno, porque el mundano, despus de ledo lo que a su gusto toca, no har
caso de las aplicaciones ni enseanzas espirituales, que son muy fuera de su intento, siendo
ste el mo principal. Lo otro, porque despus de ledos tantos nmeros y captulos, no se
podra percibir bien ni con suficiente distincin adonde viene cada cosa. Y por esto me
determin de encajar cada cosa en su lugar, que es a fin del captulo y nmero, lo cual puse
muy breve y sucintamente, no porque sea lo que menos yo pretendo, sino porque si pusiera
esto difusa y largamente, destruyera mi mismo intento; que quien hoy da dice cosas
espirituales larga y defusamente, puede entender que no ser odo; ca en estos tiempos,
estas cosas de espritu, aun dichas brevemente, cansan y aun enojan.

Quiera Dios que yo haya acertado con el fin verdadero, y el po lector con el que mi
buen celo le ofrece, a honra y gloria de Dios, que es el fin de nuestros fines.

Prlogo summario
De ambos los tomos de La pcara Justina

Justina fue mujer de raro ingenio, feliz memoria, amorosa y risuea, de buen cuerpo,
talle y bro; ojos zarcos, pelinegra, nariz aguilea y color moreno. De conversacin suave,
nica en dar apodos, fue dada a leer libros de romance, con ocasin de unos que acaso hubo
su padre de un husped humanista que, pasando por su mesn, dej en l libros, humanidad
y pellejo. Y ans, no hay enredo en Celestina, chistes en Momo simplezas en Lzaro,
elegancia en Guevara, chistes en Eufrosina, enredos en Patrauelo, cuentos en Asno de oro,
y, generalmente, no hay cosa buena en romancero, comedia, ni poeta espaol cuya nata
aqu no tenga y cuya quinta esencia no saque.

La suma destos tomos vala el lector en una copiosa tabla; mas, si con ms brevedad
quieres una breve discripcin de quin es Justina y todo lo que en estos dos tomos se
contiene, oye la clusula siguiente que ella escribi a Guzmn de Alfarache antes de
celebrarse el casamiento:

Yo, mi seor don Pcaro, soy la melindrosa escribana, la honrosa pelona, la manchega
al uso, la engulle fisgas, la que contrafisgo, la fisguera, la festiva, la de aires bola, la
mesonera astuta, la ojienjuta, la celeminera, la bailona, la espabila gordos, la del adufe, la
del rebenque, la carretera, la entretenedora, la aldeana de las burlas, la del amapola, la
escalfa fulleros, la adevinadora, la del penseque, la vergonzosa a lo nuevo, la del ermitao,
la encartadora, la despierta dormida, la trueca burras, la envergonzante, la romera pleitista,
la del engao meloso, la mirona, la de Bertol, la bizmadera, la esquilmona, la
desfantasmadora, la desenojadora, la de los coritos, la deshermanada, la marquesa de las
motas, la nieta pegadiza, la heredera inserta, la devota maridable, la busca roldanes, la
ahidalgada, la alojada, la abortona, la bien celada, la del parlamento, la del mogolln, la
amistadera, la santiguadera, la depositaria, la gitana, la palatina, la lloradora enjuta, la del
psame y ro, la viuda con chirimas, la del tornero, la del deciplinante, la paseada, la
ensea nias, la maldice viejas, la del gato, la respostona, la desmayadiza, la dorada, la del
novio en pelo, la honruda, la del persuadido novio, la contrasta celos, la conquista bolsas, la
testamentaria, la estratagemera, la del serpentn, la del trasgo, la conjuradora, la mata
viejos, la barqueada, la loca vengativa, la astorgana, la despachadora, la santiaguesa, la de
Julin, la burgalesa, la salmantina, la ama salamanquesa, la papelista, la excusa barajas, la
castaera, la novia de mi seor don Pcaro Guzmn de Alfarache, a quien ofrezco
cabrahigar su picarda para que dure los aos de mi deseo.

Estos eptetos son cifra de los ms graciosos cuentos, aunque no de todos los nmeros,
porque son muchos ms. Pero porque aqu se ponen tan sucintamente, remito al lector a la
tabla siguiente.

Introduccin general
Para todos los tomos y libros escrita de mano de Justina intitulada La melindrosa escribana

Es tan artificiosa introduccin, que con su ingenio capta la benevolencia a los discretos, y
con su dificultad despide, desde luego, a los ignorantes. Divdese esta introduccin en tres
nmeros
NMERO PRIMERO
Del melindre al pelo de la pluma

REDONDILLAS

Cuando comenz Justina


A escribir su historia en suma,
Se peg un pelo a su pluma,
Y al alma y lengua mohna.

Suma del nmero. Y con aquesta ocasin.


Dice smbolos del pelo,
Para hacer su introduccin.

Un pelo tiene esta mi negra pluma. Ay, pluma ma, pluma ma! Cun mala sois para
amiga, pues mientras ms os trato, ms a pique estis de prender en un pelo y borrarlo todo!
Pero no se me hace nuevo que me hagis poca amistad, siendo (como lo sois) pluma de
pato; el cual, por ser ave que ya mora en el agua como pez, ya en la tierra como animal
terrestre, ya en el aire como ave, fue siempre smbolo y figura de amistad inconstante, si ya
no dicen los escribanos de el nmero, y aun los sin nmero, que con ellos han hecho
treguas sus plumas. En fin, seor pelo, no me dejis escribir.
No s si d rienda al enojo o si saboree el freno a la gana de rerme, viendo que se ha
empatado la corriente de mi historia, y que todo pende en el pelo de una pluma de pato.
Mas no hay para qu empatarme; antes os confieso, pluma ma, que casi me viene a pelo el
gustar de el que tenis, porque imagino que con l me decs mil verdades de un golpe y un
golpe de mil verdades. Y entenderis el cmo si os cuento un cuento que puede ser cuento
de cuentos.

Pluma de pato es smbolo de la amistad inconstante

Hulgase de la travesa del pelo


Cuento a propsito que los pelos hablan. La prudentsima reina doa Isabel, prez y
honor de los dos reinos, queriendo persuadir al rey don Fernando que cierta derrota y
jornada que intentaba era tan contra su gusto, cuan contra el buen acierto, volvi los ojos a
unas malvas que estaban en el camino y, mirndolas, le dijo:
Pregunta de la reina doa Isabel -Seor, si el camino donde estn malvas, y no otra cosa,
nos hubiera de hablar en esta ocasin a vos y a m, de qu tratara?
Respondi el rey:
-Vos lo diris, seora.
Entonces dijo la reina:
-Claro es que el camino donde solas las malvas sirvieran de lengua no supieran, en esta
ocasin, decirnos a m ni a vos otra cosa, sino mal vas.
Volvi la rienda el prudentsimo monarcha, y, sonrindose, dijo a su Isabela:
-No entend que las malvas saban hablar tan a propsito y tan bien.
La reina, echando el sello a su prudentsimo discurso y cathecismo, dijo:
Los hechos de los reyes las piedras los pregonan. Cuento a propsito y una fbula. -No
os espantis, seor, de que las malvas hablen tan bien, porque los yerros de los reyes, como
son personas tan pblicas y comunes, por secretos que sean, las piedras los murmuran y las
malvas los pregonan.
Dijo la reina por extremo bien.
Que aun all fingi el poeta que por doquiera que caminaba Jpiter, rey de los dioses,
llevaba delante de s, como pajes de hacha, sol y luna y todas las estrellas, para que el
mundo y dioses menores viesen los caminos por donde su rey andaba. Y otro pint a un rey
cargado de los ojos de sus vasallos.
Mirad, pues, oh pelos de mi pluma!, cunto me honris y cunto os debo, pues, para
decir mis yerros, mis tachas y mis manchas, hacis lengua de vuestros pelos, como si fueran
yerros de real persona, que las malvas los pregonan. As que, de haberse atravesado este
pelo, y de lo que yo alcanzo, por la judiciaria picaral, colijo para conmigo que mi pluma ha
tomado lengua (aunque de borra) para hablarme. Sin duda, que me quiere dar matraca por
ver que me hago coronista de mi misma vida. En lo cierto estoy, como si lo adivinara. Ella
es matraca. Al arma, seora pluma. Aqu estoy, y resumo fielmente lo que me decs, porque
en pago escribis con fidelidad lo que yo os dijere.
Los reyes son muy sojuzgados. Trense a propsito jeroglficos.
El pelo de la pluma honra a la escritora.
Fngese que los pelos dan matraca a la pcara; habla con ellos y responde.
Ofrecisme ese pelo para que cubra las manchas de mi vida, o decsme, a lo socarrn,
que a mis manchas nunca las cubrir pelo? Agradzcoos la buena obra, pero no la buena
voluntad, ni menos la sana intencin. Mas entended que no pretendo (como otros
historiadores) manchar el papel con borrones de mentiras, para por este camino cubrir las
manchas de mi linaje y persona; antes, pienso pintarme tal cual soy, que tan bien se vende
una pintura fea, si es con arte, como una muy hermosa y bella; y tan bien hizo Dios la luna,
con que descubrir la noche obscura, como el sol, con que se ve el claro y resplandeciente
da. En las plantas hacen labor las espinas, en los tiempos el verano, y en el orden del
universo tambin hacen su figura los terrestres y ponzoosos animales; y, finalmente, todo
lo hizo Dios hermoso y feo. Dgolo a propsito, que no ser fuera dl pintar una pcara, una
libre, una pieza suelta, hecha dama a puro andar de casa en casa como pen de ajedrez; que
todo es de provecho, si no es el unto del moscardn. Los que pretendieren entretenimiento,
tras el gasto hallarn el gusto. No quiero, pluma ma, que vuestras manchas cubran las de
mi vida, que (si es que mi historia ha de ser retrato verdadero, sin tener que retratar de lo
mentido), siendo pcara, es forzoso pintarme con manchas y mechas, pico y picote, venta y
monte, a uso de la mandilandinga. Y entended que las manchas de la vida picaresca, si es
que se ha de contar y cantar en canto llano, son como las del pellejo de pa, onza, tigre,
prfido, taracea y jaspe, que son cosas las cuales con cada mancha aaden un cero a su
valor.

No es fuera de propsito pintar una vida pcara. Trense smiles a propsito.

La vida picaresca prciase de sus tachas. Smiles a propsito.


El pelo de la pluma moteja de pelada y bubosa. Cuento a propsito. Mas ya querris
decirme, pluma ma, que el pelo de vuestros puntos est llamando a la puerta y al cerrojo de
las amargas memorias de mi pelona francesa. Parecisme al galn que, por quejarse de un
golpe de los desvos presentes y daos pasados de su dama, hizo que le sacasen de
invencin, echado e un pelambre, con un mote que deca:

Acordaos de un olvidado,
Que por vos est pelado.

Matraca a un buboso y pelado, y dcelo la pcara por s misma.

Cabellos de un buboso; comprense, etc.


As vos, con ese pelo, queris publicar mi pelona antes que yo la escriba. Segn eso, ya
me parece, seora pluma, que me mandis destocar y poner in puribus, como a luchador
romano, y que animando vuestros puntos a la batalla, vindolos con pelo y a m sin l,
tocis al arma y les hacis el parlamento, fundndolo en el que se suele practicar en la
batalla del ajedrez, que dice: cuando tuvieres un pelo ms que l, pelo a pelo te pela con l.
Confisoos de plano, seora pluma, que, con solo un pelo que se os ha pegado a los puntos,
me llevis conoscida ventaja; y confieso, si ya por tanto confesar no me llaman confesa,
que los pelos que de ordinario traigo sobre m, andan ms sobre su palabra que sobre mi
cabeza, que tienen ms de bienes muebles que de races, que son como naranjas rojas
puestas en arco triunfal, que adornan plantas que no conocen por madres, ni aun por
parientas. Y que son mis cabellos de manera que, si me toco de almirante, temo barajas de
postre, no tanto por el chinchn (que como ha tanto que soy condesa de Cabra no temo
golpes de frente), cuanto porque mis cabellos son amovibles y borneadizos, temo que al
primer tope vuelva barras al almirante y descubra el calvatrueno de mi casquete, el cual,
como est bruido sobre negro parece pavonado como pomo de espada.

Toda esta fanega de confusiones confieso que hay para ello? Digo que s. Concedo que
soy pelona docientas docenas de veces. Ser yo la primera que anocheci sana en Espaa
y amaneci enferma en Francia?. Ser yo la primera camuesa colorada por defuera y
podrida por de dentro? Ser yo el primer sepulchro vivo? Ser yo el primer alczar en
quien los frontispicios estn adornados de ricos jaspes, prfidos y alabastros, encubriendo
muchos ocultos embutidos de tosca mampostera, y otras partes tan secretas como
necesarias? Ser yo la primera ciudad de limpias y hermosas plazas y calles, cuyos
arrabales son una sentina de mil viscosidades? Ser yo la primera planta cuya raz sec y
marchit el roedor caracol? Ser yo la primer mujer que al pasar el lodo diga las tres
verdades de un golpe, cuando, enfaldndome por todos lados, diga: muy sucio est esto?;
en fin, ser yo la primera fruta que huela bien y sepa mal? No me corro de eso, seora la
de los pelos; antes pretendo descubrir mis males, porque es cosa averiguada que pocos
supieran vivir sanos si no supieran de lo que otros han enfermado; que los discretos
escriben el arancel de su propia salud en el cuerpo de otro enfermo, y no hay notoma que
menos cueste y ms valga que la que hace la noticia propia y la experiencia ajena. Y
piensa el dmine pelo que de eso me corro yo? Dolor de m, si supieran los seores
cofrades del grillimn, que me corra yo de pagar culpas obscuras con penas claras! No, mi
reina; que ya se sabe que un mismo oficial es el que tunde las cejas y la vergenza y, de
camino, con el tocino de las tijeras, unta las mejillas para desterrar el rosicler de las
corridas. Un clavo saca otro. Como este mal es todo corrimientos, con l se quitan los
corrimientos, y ans se ve que ningn pelado se corre, por ms que lluevan fisgas y
matracas. Otra tecla toque, seor pelo, que esa, por ms que se curse, nunca me son mal.
Antes, en buena fe, que me holgase saber si hogao los seores cofrades publican
congregacin, porque, como quien soy, juro, a lo menos como quien fui (que el otro
juramento daba el golpe en vago), de ir, por honrar su junta, ms cargada de parches por la
cara, que si ella fuera privilegio rodado y ellos sellos pendientes.
Smiles para consolarse un buboso.
Mujer cuando dice las tres verdades de un golpe.
Prueba convenir manifestar sus enfermedades.

Los bubosos no tienen vergenza, ni se corren, y por qu.


Juramento en vago.
No quita un dolor todos los gustos. Desmelenadas, desmelenadas de nosotras, si cuando
nuestros gustos dieron al dolor la tenencia de nuestros cuerpos, desterraran para siempre de
nuestras almas el consuelo!; como si el alma no pudiera o no supiera dar posada a muchos
gustos que vienen en hbito de peregrinos, mientras el cuerpo llora y afana. Sin pelo sal del
vientre de mi madre y sin pelo tornar a l; y si alguno pensare que nac con pelo, como
hija de selvajes, tern el consuelo de la rana.
Fbula a propsito de cmo se consuelan los bubosos.

Mosca y cisne envidiados de la rana.


Dicen las fbulas, a propsito de que nadie hay contento con su suerte, que la rana, en
realidad de verdad, naci con pelo, pero no tanto que no naciese con mucha ms envidia
que pelo; y de quien tuvo envidia fue del cisne y de la mosca. Del cisne, porque cantaba
dulcemente en el agua, y de la mosca, porque dorma todo el invierno sin cuidado. Y as
pidi a Jpiter le diese modo como ella durmiese todo el invierno y cantase todo el verano.
El Jpiter oy benignamente su peticin, y la dijo:
-Hermana rana, harse lo que me peds; mas para conseguir el efecto que pretendis, es
necesario que os pelemos, y del pelo que os quitaremos se os infundir una almohada sobre
que durmis todo el invierno como la mosca, y del mismo pelo os haremos una lengua, de
borra con que al verano cantis, no con tanta meloda como el cisne, pero con ms gusto y
mejor ocasin, pues l canta para convidar a la muerte, pero vos cantaris para entretener la
vida.
Pelse la rana, y el pelarse le vali conseguir su gusto y su peticin.
Aplcase la fbula. A propsito. Los pelados tenemos este consuelo: que si algn tiempo
fuimos gente de pelo y ahora no le tenemos ms que por la palma (Dios sea loado),
podemos decir que del pelo hecimos almohada para dormir, mientras los sanos estn en
misa y sermn, imitando las moscas, que todo el invierno son de la cofrada de los siete
dormientes; y, juntamente, hecimos lengua de borra para decir de todos sin empacho. Y
viene esto bien con el refrn de los del hospital de la folga, en Toledo, que dice: los
pelados son hidalgos eclesisticos y pjaros harpados. Y dcenlo, porque los de nuestra
factin sin pena pierden la misa y sin vergenza la fama. Dicen de todos ms que relator en
sala de crimen, y aun de s no callan; y si una vez dan barreno a la cuba del secreto, hasta
las heces derrama. Para decir de los otros son como galeotes en galera, y para pregonar su
caza son como gallinas ponedoras, que para un huevo atruenan un barrio.

Bubosos: hidalgos eclesisticos y pjaros harpados, y por qu.

Bubosos son parleros.

Sesenta especies de bubas.


Sor pelo: sepa que, si en el discurso de la matraca de la pelona lo quisiramos meter a
voces, no nos faltara cmo echarlo por la venta de la zarzaparrilla. Mil escapatorias
tuviramos, que sesenta son las especies de las bubas (como las de la locura), y se apela de
una para otra, por va de agravio. Y ms yo, que a puro pasar clases, estoy de la otra parte
de las bubas; pero no es mi desio que salgan las monas de mscara, sino que se venda cada
cosa por lo que es. Si yo quiero, despus de haber sido ladrona del tiempo, predicar al pie
de la horca, quin me puede condenar, si no es algn sin alma, que no quiere escarmentar
en cabeza ajena? El cisne canta su muerte, el cnife los daos de la cancula, la rana los
ardores del verano, el carro su carga y su peligro, y el invierno pregona, con trompetas y
atabales del cielo, los rayos y tempestades. Segn esto, ni es injusto ni indecente que
permitan el cielo y el suelo el que sea pregonera de sus males la misma que los labr por
sus manos, y que con el mismo estilo con que hablaba, cuando sin sentir nada (o por sentir
demasiado), se le peg esta roa, diga ahora, a lo pcaro y libre, lo que cuesta el haberlo
sido. As que, para con este artculo de retarme en Espaa lo que pequ en Francia, ya he
cumplido.

Abona el tratar de la picarda y bubas con varios smiles.

Abona el hablar a lo pcaro.

Mas parceme que me dice mi pluma que se le ofrece otro escrpulo, en prosecucin de
lo que significa el pelo atravesado a tal coyuntura, y es lo siguiente:
El pelo moteja de pobre, pcara, pelona.

Pobreza, hermana de picarda. Y en qu se diferencian.

Pobreza, mortero de salsas. Pobreza, cepo de limosnas.


Dceme mi pelo que me llam pelona, no por bubosa, sino por pobre. Oh, qu lindo!
Hablara yo entre once y mona, cuando contrapuntea el cochino. Sepa, seor pelo, que viene
a pospelo esa injuria, y aun no la tengo por tal, ni habr pcara que tal sienta, porque
pobreza y picarda salieron de una misma cantera, sino que la picarda tuvo dicha en caer en
algunas buenas manos que la han pulido y puesto en ms frontispicios que rtulos de
comedias; y a la pobreza la arrimaron en la casa de una viuda vieja y triste, la cual,
querindola labrar para sacar della un mortero para hacer salsas de viandantes, sac della
un cepo de limosna. Y por tanto, como la sangre sin fuego hierve, donde quiera que se
encuentran pobreza y picarda se dan el abrazo que se descostillan. Y yo, que del ripio del
mortero de la vieja cog ms que nadie, tan lejos estoy de correrme de eso y de que me
llamis pelona, que antes es el mote que cie el blasn de mi gloria y adorna el festn y
cuartel de mis armas.

Alabanza de la pobreza. Ejemplos verdaderos aplicados ridculamente. Pcaros cuando


comen van a menos. Batalla naval. Llamme pobre y pcara mi pluma, gran cosa!,
como si los pobres no tuvieran la piamter en su sitio! Es porque no tengo ms que unas
jervigillas, y esas ruines? Pues emperador ha habido tan desherrado, que tena unos zapatos
solos, y para remendarlos se quedaba en casa, hecho pisador de uva o torneador de tinteros,
que son oficios de a pie mondo. Es porque los pcaros siempre que comemos vamos a
menos? Pues capitn ha habido a quien prncipes tributarios suyos le encontraron cenando
nabos pasados por agua, dando en ellos con tal prisa y furia, que se poda decir con toda
propiedad que era la batalla naval. Es porque los pobres traemos el testamento en la ua
del meique? Pues romanos cnsules ha habido, para cuyo entierro fue forzoso pedir
limosna, sin haber muerto con otra deuda ms que la del cuerpo a la dura tierra, Ello es, en
resolucin, que los pcaros somos pobres, mendigones, menesterosos? Pues no sabes,
pluma ma, que la diosa Pandora fue pobre, y por serlo tuvo ventura y aun actin a que
todos los dioses la contribuyesen galas, cada cual la suya?

La pobreza tiene accin a todo. Prubalo.

Pobreza con soberbia es cosa afrentosa. Ejemplo. El pobre sobre todas las haciendas
tiene juros, y aun el espaol tiene votos, porque siempre el pobre espaol pide jurando y
votando. Si juntamente con ser yo pobre fuera soberbia, tuviera por gran afrenta el
llamarme pelona, como tambin la misma diosa tuvo por afrenta que se lo llamasen, cuando
(por haber sido pobre y soberbia) la desplumaron y pelaron toda los mismos dioses que la
haban dado sus ricas y preciosas plumas, y por afrentoso nombre la llamaron la pelona o la
pelada. Y de ah ha venido que a algunos pobres hidalgos, que de ordinario traen la bolsa
tan llena de soberbia cuan vaca de moneda, y piensan que por el barreno del casco han de
evaporar el aire y yerran el golpe, los llaman pelones, porque son pobres pelones como la
diosa pelada. Esos se podrn correr del titulillo, pues son pandorgos pelados; pero yo,
pobreta, que no hay hombre a quien no me someta, no tengo por afrentoso el nombre.
Tristes pcaras! Si nos preciamos de emplumadas, mal; si de peladas, tambin. Digo que
del mal, lo menos; ms quiero ser pelada que emplumada.

Hidalgos pobres se llaman pelones y por qu.


Pobres hidalgos son pandorgos.

Confusin de pcara.

Parceme, seor pelo, que no hay ya qu hacer aqu, pues, cuanto me ha querido decir,
no encaja. Podra yo jugar con l al juego que llaman los nios pelos a la mar y echarle con
un soplo a galeras, y no estoy muy fuera de hacerlo. Pero antes que le d yo vaya y se vaya,
le quiero hacer una fanega de mercedes, y son: que le doy licencia para que se alabe de que,
sin saber lo que ha hecho, me ha hecho sacar del arca un celemn de rethrica, porque, con
atravesrseme en la pluma y discurrir los smbolos de el pelo y de los pelones, he tenido
buena ocasin para pintar mi persona y cualidades, lo cual es documento rethrico y
necesario para cualquier persona que escribe historia suya o ajena, pues debe en el exordio
poner una suma del sujeto cuya es, describiendo su persona y cualidades, en especial
aquellas que ms a cargo suyo toma el historiador. De manera que mi pluma,
aprovechndose de sola la travesa de un pelo, ha cifrado mi vida y persona mejor y ms a
lo breve que el que escribi la Ilada de Homero y la encerr debajo de una cscara de una
nuez. Ni fue mejor abreviador el artfice Mimercides. Slo un pelo de mi pluma ha parlado
que soy pobre, pcara, tundida de cejas y de vergenza, y que de puro pobre he de dar en
comer tierra, para tener mejor merecido que la tierra me coma a m, que si me rasco la
cabeza no me come el pelo, y segn mi pluma lleva la corriente atrevida y disoluta, a poca
ms licencia, la tomar para ponerme de lodo, porque quien me ha dado seis nombres de P,
conviene a saber: pcara, pobre, poca vergenza, pelona y pelada, qu he de esperar, sino
que como la pluma tiene la P dentro de su casa y el alquiler pagado, me ponga algn otro
nombre de P que me eche a puertas? Mas antes que nos pope, quiero soplarle, aunque me
llamen soplona.
Juegos de pelos a la mar.

Aplcase el atravesar el pelo al hacer el autor su introductin rethrica.

Cualidad de exhordios.

Nota el artificio con que se trae todo lo dicho a propsito, y se resume lo dicho.
La pluma da seis nombres de P.
Sopla Justina la tinta para quitar el pelo de la pluma.

APROVECHAMIENTO

De lo que has ledo en este nmero primero (lector christiano) colegirs que hoy da se
precian de sus pecados los pecadores, como los de Sodoma, que con el fuego de sus vicios
merecieron el fuego que les abras. Es, sin duda, que el mundo y demonio, por fomentar la
liga que tienen hecha con la carne, nuestra enemiga, acreditan y honran los vicios carnales.

NMERO SEGUNDO
Del melindre a la mancha
A propsito de la mancha
de la saya, prosigue

artificiosamente el autor la

introductin de su libro.

QUINTILLAS

Por soplar, manch Justina


Saya, tocas, dedos, palma ,
Y por el mal que adivina,
Suma del nmero. Aunque no era tinta fina,
Le lleg la mancha al alma.

Que no hay ms justo recelo


Que temer manchas de lengua,
Pues no hay jabn en el suelo
Que, si te manchan un pelo,
Te pueda sacar la mengua.

Qujase de los daos de la tinta.


Pinta el tiempo de su mocedad, y cmo todo se muda.

Excusa sus rugas graciosamente.

Excusa el habrsele cado los cabellos.


Ay, que me entint palma, lengua, toca y dedo por quitar un pelo! Ya yo saba, seora
tinta, que vivo en cuaresma y con velaciones cerradas, sin que ella viniera muy aguda a
echar sobre el retablo de mis dedos otro de duelos, con el guardapolvo de su luto. Pues no
nos coque, que tiempo hubo en el cual, si yo quisiera, me sobraran sacrismochos que de un
instante a otro me quitaran el guardapolvo y me pusieran de veinte y cinco. Pas aquel
tiempo, vino otro. No es culpa ma. Atribyolo a la fortuna que es ciega, al tiempo que es
loco, al albedro humano que es voltario, y, para decir verdad, parte de culpa tienen unos
sulquillos que me han salido a la cara, que algunos los llaman rugas; y enganse, no lo
son, sino que mi rostro es muy blando de carona, y los cabellos soltadizos, que de noche se
me han derribado por cuello, cara y frente, me sulcaron la carne y me dejaron estas seales,
y yo, de puro enojada contra tan traviesos cabellos, los segu un agosto, y me unt con
sangre de morcilago, porque no naciesen ms cabellos tan villanos y tan amigos de arar
tierra virgen. Y aunque hall remedio para dar carta de lasto a mis cabellos, no le he
descubierto para embeber estas alforzas o bregaduras del rostro, que parece hojaldrado.

Consuelo de una mujer vieja. Una bruja me dijo que no se me diese nada, que diz que
las rayas de mi rostro no se me echaban de ver ms que por la palma. Tmame el
consuelo! Como si en la palma no se vieran las rayas! Ahora bien, pas de la raya y
salironme muchas rayas. No importa, que el alma tiene muchos agujeros y, si huye de la
cara, acude a la lengua.
Consulome con que si la tinta se entona, por lo mucho que reluce, a poder de goma
preparada, tiempo hubo en el que reluca mi cara como bien acecalada; tiempo en el cual mi
cara andaba al olio, mudando ms figuras que juego de primera, ejercitando ms
metamorphosis que estn escritos en el poeta de las Odas, mudando ms colores que el
camalen, estrujando pasas, encalando carbn, desgerrumando redomas; en fin, tiempo en
el cual estaba en mi mano ser blanca o negra, morena o rubia, alegre o triste, hermosa o fea,
diosa o sin das. Verdad es que como esta arte estabulara requiere sciencia y potencia, yo
lo compasaba de modo que la potencia la encomendaba a mi mocedad y a mis manos, y la
sciencia a tres redomas y dos salseras. Y con esto, cuando taan a concejo en mi villa el
da de fiesta cantaba yo al son de mi bandurria tres y dos son cinco, y a Dios; que esquilan.
Pntase una mujer afeitada.

Todo el bien parecer est en manos de una mujer.

Quien se afeita, tiene la potencia en las manos y la sciencia en las salseras.

De qu se acuerda, y con qu ocasin. Mas ay!, que no hay tanta infelicidad cuanto
haber sido dichosa una persona. Este amargo trago, aquesta memoria triste debo yo a la
mancha y fealdad que la tinta ha querido poner en los dedos con que yo sola hacer estas
maravillas. Mas creedme, seora tinta, que aunque ms ufana estis de haber manchado mis
dedos, toca y lengua, y tras esto lo estis de que la mancha vuestra me lleg al alma, por lo
menos no podris negarme que habis calificado mi historia, porque de haber vos dado a
entender que ya no tengo sumilleres de corps, ni de cortina, ni sacrismochos despolvorantes
desojados por mi contemplacin, creern que soy escritora descarnada, desocupada de
mociles ejercicios, que ni me vierto ni divierto, que estoy machucha, que soy de mollera
cerrada, que soy cogitabunda y pensativa, y no como otros historiadores de jaque de ponte
bien que de la noche a la maana hacen madurar una historia como si fuera rbano. Pero,
porque no se alabe tanto la hermana tinta, ni se precie de manchega y de que se halla bien
con estas carnes pecadoras, a fe que la he de quitar con saliva.
Aplcase la mancha a la introduccin de la historia.

Moja Justina el dedo y no puede quitar la mancha, antes se entinta la saya. Hace dello
melindre, y concluye a propsito. Saliva en ayunas. Ay! Ay! Por el siglo del buen
Diego Dez, mi padre, que he mojado tres veces el dedo con saliva en ayunas y no quiere
salir la mancha! Demonio es la negra tinta, pues aunque fuera serpiente, hubiramos ya
aventdola y aun murtola, que, segn dicen en alabanza del ayuno, la saliva en ayunas
mata las serpientes. Mas, segn veo, esta tinta, mientras ms la escupo, cunde tanto como si
fuera olio, con que asientan y se entraan la tinta y colores. Por mi fe, que lleva camino de
pedir trmino peremptorio y meses de plazo antes de salir a cumplir el destierro. Aun si
fuese peor de sacar una mancha de las carnes que de los vestidos, sera el diablo.
Sopla Justina y cese tinta en la saya. La mancha es mal pronstico, y lo primero es
smbolo de castigo de soberbia. Peor est que estaba. Juro como mujer de bien, a lo
menos, como mujer de buenos, que por quitar la mancha del dedo, se me ha entintado la
saya blanca de cotonia, puesta de hoy. Ya es esto mal pronstico. Tiros son a mi fama,
irremediable pena. Que, en fin, para el vestido hay jabn, pero no para la mengua en la
fama, contra quien esta mancha arma la mamona, estando en ley jirolfica, y quiere que mi
misma pluma dispare contra m la ballestilla.

Ay de m! Por soberbia me tiene la fortuna, pues ans me trata, parecindole que para
humillar mi entonacin son necesarias todas estas diligencias. Oh fortuna! Admito la
advertencia, pero niego el presupuesto. Nadie piense que el intitularme pcara es humildad
superba, o que pretendo hacer lo que algunos, los cuales, disfrazando su nombre o debajo
de buclicas glogas y dilogos pastoriles, intentan lisonjear a otros y ensalzarse a s
mismos, volviendo las trabas en sueltas, trepando con grillos de cordel y sacando caras de
hombres debajo de las mscaras de monas. Que quien entendiere bien qu cosa es
nombrarme la pcara, dar por credo que tomo otro rumbo y voy ajena de toda soberbia y
altivez.

El ttulo de pcara no es con mal fin.


Authores hay que con apariencia de estilo humilde, lisonjean y hacen otras impertinencias.

Historia de Herodes ensoberbecido con sus vestidos.

El cielo es enemigo de los soberbios


Herodes se ensoberbeci tanto un da que se vio adornado con ricas topas de tela,
reverberantes con el sol, que deslumbrado del resplandor de su vestido, o por mejor decir,
de su ignorancia, dio en decir que era Dios y que como a tal le adorasen. Mas como el cielo
es enemigo de soberbios (y tanto que por no poder sufrirlos dio con la carga en el suelo y
aun en el infierno), quiso confundir su soberbia loca a papirotes, y aun a menos.
Confundile con manchas, las cuales, cayendo sobre la ropa, le traspasaron el alma, como
si cada gota llevara una saeta de celestial fuego envuelta en s. Y fue que un da le envi
tanta agua y con ella manchas sobre su vestido rico, con que le dio a entender que su nueva
divinidad era ahogadiza y pasada por agua, y aun aperdigada a ser pasada por fuego. Justo
castigo, no lo niego. Justa pena contra quien, por verse vestido de oro, se olvida que es de
polvo y lodo, como si el oro y cuantos ricos metales hay no trajesen consigo la memoria de
la muerte y corrupcin, en razn de que las arenas exhaladas, corrompidas y acabadas, en
virtud de su corrupcin, se convierten en saphyros y en las dems piedras y metales
preciosos. Y la misma memoria traen las sedas consigo, por haberlas tejido y labrado un
gusano, el cual, por unos mismos pasos va caminando a la muerte y a hacer su tela.

Divinidad ahogadiza, etc.

Todo es memoria de la muerte. Oro y metales.

Sedas. Gusano de seda.

Mas, a qu propsito se ha enfrascado Justina en el mircoles de Ceniza, no habiendo


pasado Carnestolendas? Yo te lo dir, amigo preguntador. A un Herodes relleno de
divinidad postiza, bien fue que la tinta le diese a entender que tena ms de manchego que
de inmortal dios. Pero ni de mi vestido, ni del nombre que me doy en esta historia, qu
soberbia se puede presumir, para que as me humille el cielo? Es, sin duda, que me tienen
por tan soberbia los murmuradores destos mis escritos, que han pedido al cielo que, para
humillar mi entono, no se contente con haberme echado en remojo a puro hacer saliva, sino
que llueva agua de Guinea sobre mis vestidos. Pues, por mi fe, que no hay para qu.
Excsase de la comparacin de Herodes. Y atribyelo a los murmuradores.

Cuenta cmo le dio la saya a un bobo. Y que la saya no tiene culpa que meresca pena de
muerte Ya sera posible que esta culpa no estuviese en m, sino en mi saya. Mas, por
cierto, que no s yo, saya ma, qu culpas sean las vuestras que merezcan tan
desproporcionadas penas; antes, de verdad, afirmo que en mi vida tuve saya que ms en
estado de inocencia viviese.
El rifador castigado. Diome esta saya un inocente de los que caen por verano, habr
cuatro das, con tan sana intencin y con tantas reverencias, que tuve escrpulo de vestir
saya tan reverenciada y reverenda, imaginando si acaso la haba rifado a alguna imagen,
como el otro que azotaron porque, despus de haber ganado a San Antn la moneda, le rif
todas las cochinillas que le encomendasen aquel ao. Y lo mismos hizo con una Sancta
Luca, a quien, despus de ganado el dinero que tena para aceite a la lmpara, le dijo:
-Seora Santa Luca, una noche, y sin ojos, bien os podris acostar a escuras.
Con su salsa se lo coma, que, a lo menos, si pudo rifar la moneda a estos santos, pero no
los docientos amapolos que le mandaron asentar los seores inquisidores por estas
insolencias y otras semejantes, que ni en burlas ni en veras es bueno partir peras con los
santos, que son nuestros amos. As que quiz este era rifasayas, como el otro era rifa
cochinos. Pero dbome de engaar. Sin duda fue que aquel bendito que me dio la saya
haba sido fraile novicio, y al drmela no me habl por no quebrar silencio, si ya no es que
las nias de sus ojos (como nias, en fin, parleras) me parlaron un montn de cosicas.
Tambin es verdad que ayer, que se contaron tres das despus de la data, sali, como
ahogado, a la orilla del ro, donde me columbr, yendo yo a una ermita de un ventero, y me
dijo dos o tres razones pavonadas, en que me apunt algo tocante a la saya. Mas como yo
estaba ya ensayada y ero moza de buenas costumbres y mejores pasos, y el hombre no
sonaba, no dej el portante, sino, a lo envarado, le volv a mirar con unos ojos que
enfrenaran un berraco, y desde aquel punto y hora qued tan a tapn el pobre noviciote, que
no me ha dicho chus ni mus. As que la saya no tiene la culpa, la pecadora, y no sera justo
que si la culpa es ma, lo pague ella. Seora saya, que ya se pas el tiempo de los Sicconios,
Pndaros, Colonios, en el cual ahorcaban los sayos y sayas de los malhechores, lo cual,
despus, la gentilidad tom por jiroblfico de la injusticia que hacen los jueces cuando
imponen al inocente la culpa del malhechor.

Nias de los ojos.

Jeroglfico de la injusticia.
Pganse las malas maas. Mas ya podra ser que alguna otra saya ma, compaera
vuestra, os hubiese pegado ruines maas merecedoras destas manchas, que esto de malas
maas pgase ms que frisa de verdugo a carnes de pblico penitente.
Mas, qu hago de espulgar culpas de mi saya? Ya no me falta sino mirar si en el
alforza se le ha retrado algn pecado nefando o alguna descomunin de matar candelas,
segn ando echndola hurones que husmeen los demritos que la acarrearon la mcula.
Mas, para qu me gasto, para qu me consumo en despabilar las entendederas? Qu
puede haber sido el haberme manchado, lo primero los dedos, y lo segundo el vestido, sino
un pronstico y figura de lo que me ha de suceder acerca de mi libro, si ya no me ha
sucedido? Los dedos, no son con quien escribo mi historia? Pues quin duda sino que el
haber cado en ellos mancha pronostica las muchas que han de poner o imponer a mis
escritos?

La significacin de la mancha, a propsito de hacer su introductin el author.


Dicho notable de Aristteles. Acurdome haber ledo que, tomando Aristteles la pluma
en la mano para escribir ciertas cosas contra Platn, cay una china de lo alto, la cual le
hiri en el pulgar y, aunque no era nada agorero, dijo:
-Dedo apedreado no puede apedrear bien.
Y ces por entonces de impugnar a Platn.
Aplicacin. A propsito: mancharse mi dedo, y con el mismo material que le haba de
ayudar a escribir, es cierto pronstico de que pondrn tachas o impondrn mcula y dolo en
los dedos que lo escriben, cuanto y ms en la intencin ma y en la perfectin desta mi obra.
Y el habrseme manchado la saya con que yo me adorno es indicio de que no slo en la
substancia desta historia pondrn los murmuradores falta y dolo, pero aun en el modo del
decir y en el ornato della, conviene a saber: en los cuentos accesorios, fbulas, jiroglficos,
humanidades y erudicin retrica pondrn ms faltas que hay en el juego de la pelota. Pero
pongan, que les llamar gallinas; murmuren, que sobre lo que se habla no estn impuestos
millones; dessubstancien, que no les engordar el caldo esforzado que de aqu sacaren;
digan, que de Dios dijeron; deslustren, desadornen. Saben con qu me consuelo? Con una
carretada de refranes: arrastren la colcha para que se goce la moza; tras diez das de
ayunque de herrero, duerme al son el perro; tae el esquiln y duermen los tordos al son; al
son que llora la vieja, canta el cura en la iglesia.

Refranes a propsito de tener en poco el qu dirn.


Afuera murmuradores cuyas lenguas son acicates de mi intencin!
Cuanto y ms que el tiempo, aunque es todo locura, todo lo cura, y es cierto que ningn
otro mdico da tan infalibles recetas para curar un desengao. Y por eso dijo bien un poeta:
-No hay mancha que con algo no se quite, ni detractin que el tiempo no desquite.
Excsase de murmuradora y maldiciente. Si yo manchare ajenas vidas, linajes, estados,
oficios o personas, o descubriere algn nocivo secreto, el cielo manche mi honor. Mas, pues
no trato de eso, por qu me quieren matare?
Habla con su criada. -Venga jabn, Marina, no te de pena mi mal, que como dice el
refrn, no temas mancha que sale con agua.
Mira la saya atentamente, y apdala.
Treta de astutas.

Nombres varios impuestos por las melindrosas.


Donosa hisopada, que as me ha salmonado la saya. Vive diez, que como la saya es
blanca y se ha salpimentado con tinta, parece naipe de suplicacionero! Mas no importa, que
las astutas, de un momento a otro, hacemos verano y mudamos rostro, edad y casa. Qu
alio para no mudar saya! Vive diez! No digo yo saya, pero a poder de miel cerotera
entraremos en tantas mudas que mudemos el pellejo como la culebra o ciliebra, que as la
llaman unas benditas de mi barrio, que llaman a las zapatillas, daifas; a las ligas,
tenedorcillos; a las calzas, taleguillas; al faldelln, cerco menor; a las piernas, listoncillas; al
culantro, cilantro; a las turmas del carnero, hgado blanco, y usan otros nombres a este tono
que les debieron de hallar en la catepina machorra, a quien atribuy la otra Melibea, que
deca que este nombre asno se haba de escribir con equis.
Pero, dejados asnos a un lado, venga papel, Marina.

APROVECHAMIENTO
Especial vicio es de gente perdida no llorar los graves desastres de su alma y lamentar
ligeros daos del cuerpo. Tal se pinta esta mujercilla, la cual llora la mancha de una saya
como su total ruina, y de sus inormes pecados no hace caso. Deste gnero de gente dijo el
Propheta: tienen manchas desde la cabeza a los pies, y (siquiera) no cuidan del fin en que
vendrn a parar males tamaos.

NMERO TERCERO
Del melindre a la culebrilla

SONETO DE PIES AGUDOS AL MEDIO Y AL FIN

Suma del nmero. Psose a escribir Justina, y vio


Pintada una culebra en el papel.
Espantse y llam al ngel San Miguel,
Vio Justina uns culebrilla en el papel. De lo cual hace donosos melindres y, en achaque de
consuelo, declara el author su intento y hacer prlogo al lector. Diciendo: Ay, que es
culebra, y me mordi!
Mas si es pintada? S es. Mas bien se yo
Que la culebra es smbolo cruel.
Franquela el temor, luch con l,
Es cobarde el temor, y amain.
Ya que vio la figura sin temor,
Discurre as: Acaso este animal
Anuncia slo mal? No. Pues qu ms?
Bienes. Cules son? Fuerza y valor,
Prudencia, sanidad. Oh pesia tal!
Qu me detengo, pesar de Barrabs?

Mir Justina al papel de culebrilla, y hace melindres de haber visto la culebra.

Habla con su criada.


-Jess, mi bien! Qu has trado aqu, Marina?

Buena sea la hora que nombr culebra, pues veo con mis ojos la que con la boca
nombr. Mas si es dragn? Si me ha mordido? Si me morir? Ay Dios! Al rostro me
mira, debe de ser salta rostro. Vlgame San Miguel que venci al diablo, San Raphael que
mat al pece, vlgame San Jorge que mat la araa, y S. Daniel que venci a los leones,
vlgame Sancta Cathalina y Sancta Marina, abogadas contra las bestias fieras! Ayme,
dnde huir! Mas qu boba soy!, que no es cosa viva, sino culebra pintada en el papel, que
llaman de culebrilla. Ya parece que se me ha tornado el alma al cuerpo; ya no tengo miedo.
Mas ay, qu necia! Qu presto nos consolamos las mujeres con cosas pintadas! Debe de
ser porque somos amigas de andarlo siempre. Mas, si va a decir verdad, por mal pronstico
tengo ver pintada culebra en el papel en quien estampo mis conceptos, y, especialmente, me
da pena el haberla visto al tiempo que tom la pluma en la mano.

Torn sobre s Justina, y vio que la culebra era pintada en el papel.

Mujer, cosa pintada.

El papel de la mano es buen pronstico. No fuera este papel de la mano! Ya siquiera,


con serlo, persuadirame a que despus de escrito tuviera mano para hacerme mercedes y
me acarreara honra y provecho, dndome a maraved el palmo. No fuera este papel de la
mano, para ganar por ella a los que blasfemaren destos renglones por ser obras de las mas!
Si fuera de la mano, creyera que era mostrador del reloj, con que pintan a la esperanza
cuerda. Pero siendo de culebrilla, entender que es amenaza de la envidia, cuyas armas
fueron una sierpe o culebra que va engullendo un corazn.
Hace de todo introduccin a su propsito.
Jiroglfico de la esperanza y de la envidia.
Papel de corazn, buen pronstico. Ay mi Dios! Papel mo, ya que no sois de la mano,
por qu no fuistes del corazn, para que en la historia donde hago alarde de algunos
empleos del mo furades tan felice pronstico como yo deseo? Necesidad tenades de
corazn para mostrarle en las adversidades en que os habis de ver, y aun cuando
tuvirades dos como las perdices de Faflagonia, no fueran de sobra. Mientras un animal
muerto tiene dentro de s el corazn, tarde y mal le penetra el fuego. Y as, si vos, aunque
vis muerto, tuvirades corazn, tarde os venciera el fuego de la envidia de mis contrarios,
los cuales, por momentos, intentarn alquitranaros con el fuego de sus lenguas fogosas.
Pero, siendo de culebrilla, pensar que sois el fogoso cancerbero o que habis de ser traidor
y ofreceros a quien de vos se quisiere servir para atacar contra m la culebrina de su
intencin infernal.

Perdices de Faflagonia. Excelencia del corazn


Culebrilla es smbolo de daos.
Refirense y declrase.

Propiedades del guila y dragn y etites. En ver que tenis culebrilla o dragn pintado se
me caen las alas de guila, tan propias de mi arriscado ingenio, y me parece que, as como
es propiedad del dragn subirse al encumbrado nido de la real guila, donde, con el veneno
que all pone, quitara la vida a sus polluelos, si el guila no se valiera de la preciosa piedra
etites, llamada comnmente piedra del guila, que es nica para malos partos, para ser
gratos y amorosos, y tiene otras excelentes propriedades. As pienso que, cuando yo ms
me encumbrare en el nido de la altsima elocuencia, cuando ms levantare el estilo sobre las
nubes de la retrica, entonces el villano y terrestre vulgo har alas de la envidia y veneno de
la murmuracin, y querr, como el dragn, oprimir los polluelos de mi entendimiento, que
son mis conceptos y discursos ingeniosos, que creo son particulares, por haber sido
engendrados de un ingenio razonablejonazo, crecidos con lectin varia, aumentados con la
experiencia, acompaados y baados de dulces facetias que, dems de ser sin perjuicio de
nadie, van en un estilo muy aparejado para dar bohemio a los principotes, cansados de
cansar y estar cansados.

Alabanzas de la historia. Y historiador.

Todo animal tiene algunas buenas propiedades, en virtud de las cuales significa algo bueno.
Hormiga. Abeja. Len. guila.

Elementos. Animales venenosos.


Mas, de qu temo?, qu me acobarda? Ya pensar alguno que soy agorera, y tengo
tanto de eso como de ermitaa. Es posible que la culebra slo anuncia males y slo es
tablilla de malas mensajeras? No lo creo. No hay animal cuyas propiedades, en todo y por
todo, sean tan malignas que, a vueltas de algunas nocivas, no tenga otras tiles y
provechosas. La hormiga con su gulosa daa y con su diligencia ensea; la abeja con su
miel convida y con su aguijn atemoriza; el len con su clera mata y con su nobleza
acaricia; el guila con su fiereza persigue al dragn, mas con su realeza ampara los hijos de
la cigea montaesa, su media hermana; los elementos con sus excesos matan y con su
temperamento vivifican; los animales venenosos, con lo mismo que daan, aprovechan a
los heridos; luego no es de creer que haya animal el cual no tenga algunas buenas
cualidades que sean pronsticos de algn buen suceso. Segn eso, algo de bueno habr en
la culebrilla que me prometa un venturoso fin. Milagro es que no se me acuerde a m lo
bueno que significa la culebrilla, que no hay hoja en los jiroblficos, ni en cuantos authores
romancistas hay, que yo no tenga cancelada, rayada y notada. Doyme en la frente con la
palma para preguntar a mi memoria si est en casa. Ya, ya!, ya se me acuerdan mil
primores acerca del smbolo y buen anuncio de la culebrilla.
Justina, lectora de romanticistas.

Habla con su criada. -Moza, abre esas ventanas, que, segn me yerve de concetos esta
cholla, no hay papel en casa de Anica la papelera, ni tinta en los tinteros, para comenzar a
discantar los alegres pronsticos que me anuncia para en este caso la culebrilla, cuyo temor
he rendido con la memoria de lo que tengo de escribir a este propsito.
Culebra, feliz pronstico de muchas maneras. Fbula de la diosa de la sabidura y de la
elocuencia. Valentinianos.

Intento del autor en su libro. Es desengaar ignorantes.

Despdese de los necios el author.


Por cierto, si bien lo miro, antes tengo por anuncio de gran consuelo que el papel en
quien deposito mis conceptos y mi sabidura sea de culebrillas. Lo primero, porque quien
viere que mis escritos tienen por arma y blasn una culebra, pensarn que soy otra diosa
Sopha, reina de la elocuencia, y que me convert en culebra, no para engaar al dormido
Adn, como los herejes valentinianos lo afirmaron de la dicha diosa Sopha, vuelta en
culebrilla, sino para ensear sabidura a los dormidos que no saben en qu mundo viven,
segn como lo canta el potico choro de la misma Sopha vuelta en culebra. Y, en parte, no
se engaar quien pensare de m aquesto, porque yo, en el discurso deste mi libro, no
quiero engaar como sirena, ni adormecer como Cndida, ni transformar como Circe o
Medea, ni deslumbrar como Silvia, que si esto pretendiera no pusiera las redes en la plaza
del mundo ni las maraas por escrito y de molde. Quiero despertar amodorridos ignorantes,
amonestar y ensear a los simples para que sepan huir de lo mismo que al parecer persuado.
No hablo con los necios, que para ser oidores de mi sala, a los tales cuntolos por sordos, y
aun terna a gran merced si para en caso de leer fuesen ciegos, que desta suerte pensara
que, sindolo, me seran ms aceptas las oraciones que me rezasen a cierra ojos, que con
ellos. As que, lo primero, la culebrilla os significa desengaadora elocuencia ma.

Sabidura de Aristtil significada por la culebra. Pintan a Aristteles como que traslada
sus escritos del corazn de una culebra, por ser ella smbolo de la prudencia, astucia y
sabidura. Y as debo entender e el papel que a mi authoridad importa que el papel en quien
yo escribo sea de culebrilla, porque de aqu colegirn mis devotos, si gustaren, y mis
enemigos aunque les pese, que mucho de lo que aqu dije lo traslad del mismo original, de
quien Aristteles traslad la sciencia con que se alumbra el orbe.
Medicina de ignorantes significada por la culebra. Sicionia.

Provechos deste libro.


Esculapio, dios de la medicina, tuvo por armas y blasn una culebrilla argentada, en
memoria de que en figura de culebra hizo en Sicionia milagrosas curas, en especial en
materia de ojos. Esto me viene muy a propsito, porque la culebrilla me promete, y yo me
prometo, que con mis escritos he de curar y desengaar muchos ciegos; conviene, a saber:
madres descuidadas, padres necios, inocentes nias, errados mancebos, labradores tochos,
estudiantes bocirrubios, viejos locos, viudas fciles, jueces tardos. Y debrseme ha el
blasn de segunda Esculapia, pues lo que la culebra rasgua, mis obras lo dibujan. Y si
faltare quien me diga un amn, por lo menos, podr decir que una escritora ha dicho gran
bien de mis cosas, y ser tanta verdad como que yo soy nacida y tengo boca.
Justina, segunda Esculapia.

Gracia y donaire, significado por la culebra. El dios Mercurio era el dios de los
discretos, de los facetos, de los graciosos y bien hablantes, y este tena por armas una
hermosa culebra enroscada en un bculo de oro. Segn eso, norabuena os vea yo, culebrilla
ma, enroscada en el papel sobre quien yo reclin mi corazn y mis manos. Pues con esto
entendern los que en vos vieren mis obras, que no les quiero dar pena, sino buenas nuevas,
como el dios Mercurio; que les hablo con donaire y gracia y sin dao de barras; que, si con
lisonjas unto el casco, por lo menos no es unto sin sal; que, si amago, no ofendo; que, si
cuento, no canso; que, si una liendre hurto a la fama de alguno, le restituyo un caballo; que
con los discretos hablo bien, y con los necios hablo en necio para que me entiendan. En fin,
todas son gracias de Mercurio, y si doy algn disgustillo, es con palo de oro, que es como
palos de dama, que ni daan ni matan.
Intento del autor es dar gusto in hacer dao.

Palo de dama.
Pero ya que tantas cosas se me acuerdan en pro del prjimo, querra dar con alguna en
derecho de mi dedo, por no ser del bando de los galeotes, que dicen no se haber ensillado
para ellos el refrn que dice: ms cerca est la camisa que el sayo.
Propriedad de la culebra. Ya! Ya! Una boa! La culebra, para no dar a la muerte franco
el postigo de los odos, por donde el encantador la gua, cose el un odo con el suelo, y el
otro zrcele con la cola, para que, a puerta cerrada, se torne la muerte y aun el diablo. Oh
culebrilla, amiga ma, y qu bien me est remirarme en el espejo que me aclara vuestro
catecismo, y aprender en l y en vos cmo me he de defender de los que, so capa de
melosas lisonjas, me baldonan! Bien s que destos sirenos enmascarados me han de salir a
cantar y ladrar juntamente.
Remedios contra los lisonjeros, significado por la culebrilla.

Fisgas del libro de la pcara. Unos me dirn:


-Buena est la picarada, seor licenciado.
Otro dir:
-Gentil picarda.
Otro:
-Oh qu pcaro libro!
Otro dir:
-Buena est la justinada.
Otros:
-Bueno es el concetillo, agudo pensamiento, gnasela a Celestina y al Pcaro.
Responde a las tcitas del murmurador. Dolor de m, si yo no supiera que hay
mordiladas insertas en uncin de casco y pullas envueltas en lisonjas, y aun envidias
enroscadas en alabanzas! Hermanitos, a otro perro.
Mil aos ha que hice esta obrecilla. Para aquel tiempo, sobraba, y si no fueran mocitos,
que de lstima no me han dejado vaciar esta conserva, ya hubiera este librito dose por su
pie a la especera. Dcenme que est muy bueno el librito picarero, y que se holgarn con l.
Vayis norabuena, librito mo, que ms cuestan los naipes y valen menos. Si ello el libro
est bueno, buen provecho les haga, y si malo, perdonen, que mal se pueden purgar bien los
enfermos si yo me pongo ahora muy de espacio a purgar la pcara. Mas ay!, que se me
olvidaba que ero mujer y me llamo Justina. Vayan con Dios, que estbamos hablando yo y
el seor don papel de culebrilla.

Habla con el libro.


Torna a hablar con el papel de culebrilla. Seor don papel: como digo de mi cuento, si
alguno destos hombriperros o perrihombres os saliere a cantar por delante y a morder por
detrs, no tengis pena, que (teniendo culebrilla), con los que os ladraren, jugaris de
diente, y con los que os cantaren con lisonja o sin lisonja, haris lo que la culebra, cosiendo
el un odo con el suelo de humildad y el otro con la cola de despedida.
Definicin del vulgo, que es perro de aldea. El ignorante vulgo es de casta de perro de
aldea, que halaga al saphio mal vestido, y ladra y muerde al caballero bien ataviado que
pasa de camino, no teniendo otra causa deste mal acierto que su natural ignorancia y el no
tener trato ordinario con los de hbito semejante. As el vulgo ignorante, como no conoce ni
sabe qu cosa es una discrecin en hbito peregrino, a vulto ladra a la fama del autor, y aun
si puede morder, se ceba asaz.
Culebra tenis, papel mo; defendeos. Si a lo grave que tenis os perdieren el respecto,
silbades, y aprovechaos de que tenis culebra, y tenis de pcaro lo que yo de pcara. Y si
prohidiaren, morded, que los dientes no se hicieron para echar melecinas. Slo os pido que
si llegare un Prez de Guzmn el Bueno, os rindis a su grandeza, acompaada de su
hidalga intencin y noble proceder, que ni por Prez tendr pereza en haceros bien, ni por
Guzmn le ser nuevo el usar de cortesa. Y, generalmente, quiero que os rindis y sujetis
al noble lector que con bondad pasare los ojos por vuestros sanos consejos, vestidos con el
zurrn de chistes y gracias picarescas, que, en fin, tenis culebra, y es vuestro oficio andar
pecho por tierra.
Capta la benevolencia a los corteses. Prez de Guzmn.

Ahora bien, mal o bien preparado, ya tengo papel sin temor, dedo sin mancha y pluma
sin pelos. Puesta estoy a figura para escribir. No me faltaba sino que vos, seor tintero, os
entonsedes y hubisemos menester haceros otros tantos conjuros. Mas yo os fo que,
siendo tan proprio de cornudos el sufrir, siendo vos de puro cuerno (por bien lo
nombremos), forzoso ser que sufris estocadas de pluma que os saquen sangre tinta, y
tengis tanta paciencia cuanta suele tener una olla de mondonguera o malcocinada, en la
cual (segn deca Cisneros), es mucho de ponderar que, aunque tan de ordinario es
combatida de esmerilazos de cuchar herrera, jams quebr, ni estall, ni hendi por los
lados ms que si las tales ollas fueran encantadas.

Habla con el tintero.


Olla de mondonguera
.

Agua va! Desvense, que lo tengo todo a punto, y va de historia.

APROVECHAMIENTO
La verdadera sabidura es luz que no slo descubre su objecto, pero a s misma se
manifiesta a quien la posee, de manera que nadie hay que mejor sepa lo que sabe o lo que
ignora que aquel en quien la sciencia est. Y, por el contrario, el ignorante la primera
ignorancia que tiene es de que es ignorante. De aqu es que con razn pinta el author esta
mujercilla tan hueca de cuatro jiroblficos que ley en cualque romancero, en el entretanto
que se le secaban los paos o traan el medio para medir cebada, que le parece que no hay
sabio de Grecia a quien no la gane, ni hombre que no envidie su sabidura y elocuencia.

Libro primero

intitulado LA PCARA MONTAESA

Captulo primero
De la Escribana Fisgada

NMERO PRIMERO
Del fisgn medroso

OCTAVAS DE ESDRJULOS

Suma del nmero. Al comenzar Justina, entr Perlcaro,


Llamado el matraquista, semi astrlogo,
Mir a medio mogate, al uso pcaro,
Y viendo un libro sin ttulo ni prlogo,
Hizo el columbrn y pino de caro,
Da vaya un fisgn a Justina, sobre que se hace coronista de su vida. Tosi, sentse, y
dijo: Yo, el thelogo,
Condeno por nefando ese captulo,
Pues va sin nombre, prlogo ni ttulo.
Ah, sora chronicona! Ya es defica?
No responde? Pues oya: es un mal psimo,
Que porque ha visto ya que no es prolfica,
De en coronista el ao quincuagsimo.
Mtase a bruja, que es arte ms pacfica.
Qu aguarda? Ello ha de ser, y no al centsimo.
Corrise Justina, bravea como un Hrcules,
Aquel que dio famoso nombre al mircoles.

Naci Justina Dez, la pcara, el ao de las nacidas, que fue bisesto, a los seis de agosto,
en el signo Virgo, a las seis de la boba all.
Ya soy nacida? Ox, que hace fro! Tapagija, que me vern nacer desnuda! Trnome
al vientre de mi seora madre, que no quiero que mi nacimiento sea de golpe, como
cerradura de loba. Ms vale salir de dos golpes, como voto a Dios de carretero manchego.
Quiero marchar de retorno a la panza de mi madre, aunque vaya de vaco, y estarme
uchoando de talanquera, que todo lo he bien menester para responder al reto de un fisgn,
que, andando ayer cuellidegollado, ha salido hoy con una escarola de lienzo tan aporcada
como engomada, ms tieso y carrancudo que si hubiera desayundose con seis tazones de
asador. Y, para los que no le conocen, yo les pintar su traza, postura y talle.
Ethimologa del nombre de Perlcaro. Llmase Perlcaro, a contemplacin de una su
doa Almirez, que por el gran concepto que concibi de sus buenas partes, le llam
Perlcaro, dndole nombre de perla por su hermosura, y el de caro por la alteza de su
redomada sabiondez. Mejor me parece a m que fuera denominarle Perlcaro, de que en ser
murmurador de ventaja era perro ladrador (que el perro smbolo fue de la murmuracin por
el ladrar, como de la lisonja por el lamer), y en el trato era pcaro, y de uno y otro se vena a
hacer la chimera de un Perlcaro. Mas pase, que esto de dar nombres jacarandinos es pintar
como querer.

Nombre de jaracandina, y entrada de Perlcaro.


Entr el muy pcaro husmeando como perro perdiguero, jugando de punta y taln, como
si pisara sobre huevos, deshombrecindose por mirar lo que yo haca, haciendo
columbrones de sobre ojo con la mano sobre la frente, empinndose por momentos, al
modo que los pcaros se realzan y alean de revuelto, cuando dicen que hacen los pinicos de
caro.
Los ademanes del fisgn. Ya que confront conmigo y tuvo llena la barjuleta de lo que
pensaba decir de repens, comenz a retorcer y hilar un bigote ms corpulento que maroma
de guindar campanas, mirando de lado y sobre hombro, como juez de comisin a criados
alquilones, torcido el ojo izquierdo a fuer de ballestero, cabizbajndose a ratos ms que
oveja en siesta, volteando la lengua sobre el arco de sus dientes con ms priesa que perro de
ciego cuando salta por la buena tabernera, con un si es no es de asperges de narices,
hablando algo gangoso como monja que canta con antojos, y, a puntera, me habl as:
Matraca del fisgn que fisga. Fisga de que la misma Justina escriba su vida. -Sora
Justiniga, sora pcara en requinta, de cundo ac da en ser chronicona de su vida y
milagritos? Escribe la historia de Penlope, de Circe, de Porcia y de otras desta birlada?
Su vida guachapea? Bien hace, que quiz no hallar otro historiador que contara la vida de
una persona tan necesaria como secreta. Pocos hubiera que a cuatro azadonadas de su
leyenda no quedaran oliendo a pastel de ronda. Para coronista no tiene poco andado, que
algn da habr tenido ms de cuatro coronas en su casa. Tienes verecundia, coronista de
Bercebuc? Qu madre Teresa para escribir sus ocultos xtasis, raptos y devociones! Qu
Eneas para contar a Dido cmo sali libre y sin dao de los abrasadores incendios de la
tierra y de los recios infortunios y borrascas de la mar! Qu Csar para comentar sus
hazaas, indignas de que otro que l las tomase en la lengua o pluma, ya corta por
envidiosa, ya larga por lisonjera! Qu Esdras para contar la reparacin de su pueblo, que
obr con una mano y escribi con otra! Qu Moiss para escrebir el Pentateuco sancto!
Maldita sea la manta que te escupi! Mas yo me perdono porque voarced me perdone, y
me deje llegar otro palmito.
Contraposicin de los que escribieron sus historias.
Eneas.

Csar Esdrs. Moiss.

Fisga de que haba comenzado a contar su nacimiento.


A buen tiempo llegu, seora nia, pues vine a punto en que, por mi gran culpa, la vi
nacer envuelta en las pares de los dos oficios ms comunes de la repblica. Pregunte a
mam si quiere que la enalbarde, con miel y huevos hueros, unas torrijas y haga por ella los
dems oficios de partero. Mas cmo no grit su madre pariendo una hija tan grande?
Aunque debe de ser que como v. m. es hija tercera, y su madre pare como descosida, la
pari sin pujo, como quien se purga con pepinos. Dgale a su madre si quiere unas cuentas
de leche para desenconar los pezones. Dgaselo, ande, ea! Aunque no, tngase. No se
tenga. La verdad en mi almario, que cumpliera todo lo que la he ofrecido, si su madre
tuviera la mitad de aos que v. m. alcanza por el presente. No se me enoje, daifa, que vengo
enfermo de vmitos. Y aun ahora emprencipio.

Motjala de alcahueta y a su madre de lo otro.

Llmala vieja.

Fisga de que el libro trata sin ttulo ni prlogo. Dgame (as se vea sin esa ruga que le
hace la mamona en la frente), en qu ley de historia trgica hall voarced que se puede
comenzar un libro sin prlogo, ni captulo sin ttulo? Este captulo cmo puede ser
captulo sin cabeza? Este libro cmo lo puede ser sin ttulo, prlogo, ni sobrescrito? Es
este, acaso, el original del libro de los naipes? Ella es la humanista? Por cierto, si no
supiera ms de otras humanidades que de estas escritas, pocas cuentas tuviera que rematar
en el valle de Josafat.

Cuenta todas las artes y sciencias, y atribyelas a s el fisgn.


Segundo pecado nefando.
En esto, tosi, y con gran astrondidad se sent. Y, como si fuera un senador o
concilista, dijo:
-Digo yo, el licenciado Perlcaro, ortgrapho, msico, perspectivo, mathemtico,
arismtico, gemetra, astrnomo, gramtico, poeta, retrico, dialctico, phsico, mdico,
flebtomo, notomista, metaphsico y thelogo, que declaro ser este primer captulo y todo
el libro el segundo pecado nefando, pues no tiene nombre, prlogo, ni ttulo.
Trele a la memoria una afrentosa purga con otras cosas de que se trata en el segundo tomo.

Desde los diez aos.


Seora suputante, la que fue nacida del ao moquero, en el mes gatuno, a cuntos
nmeros o captulos piensa poner el de mi camarada el alfrez Santolaja, llamado por otro
nombre el moscn celibato, que fue su marido? No ha de decirnos con muy buena
corriente cmo la barque, y lo de la purga surrepticia con que le hizo aflojar las cinchas un
coto? Avseme cuando aportare a los arrabales deste captulo, que yo le pondr de mi mano
una o dos mrgenes sacadas del ro Letheo. Harle una tabla sealando en ella los lugares
comunes de su vida y leyenda, que todos lo han sido desde que su edad encontr con cero,
y con la tabla le har un par de cornucopias no malas. Y aun, si yo quiero, le har un sotano
(digo un soneto) para la cabezada de su libro, porque parezca madeja con cuenda, que, si
llega a gozarla, no ser la primera madeja de que goce. Y si voarced no quiere que su libro
lleve pies ni cabeza, ahrquese en buen da claro, y aun esto no habr lugar, porque si para
colgarla no tiene cabellos, ni pies, ni cabeza, aun para ahorcada no ser de provecho.
Espreme, que yo dar la postrer bocada luego, que no acierto a morir de spito.

Fisga de su abolengo.

Motjala de christiana nueva, y nota que a esta ni a otras injurias no responde, sino al
llamarla vieja.

Motjala de parlera y enredadora.

Segunda Celestina.

Falencio, enredador, venda las tripas de su madre


Dganos, madre Berecinta, si acaso es su intencin traspalarnos su vida a enviones de
captulos y sorbetones de nmeros, como si fueran las obras del buen S. Buenaventura
(buena nos la d Dios), por qu se olvidaba los mejores dos tercios de su historia, lo
primero, el abolengo de la christiandad de su padre, cuyos abuelos son tan conocidos que
nadie lo puede ignorar, si no es quien no sabe que aquellos son christianos a quien dan el
sancto bautismo, especialmente cuando son gente que lo hace a sabiendas? Lo segundo,
por qu no alegr la fiesta con la cascabelada de los abuelos de parte de madre, que si los
pusiera en ringla sonaran ms que recua encascabelada? Pues aun, sin estos dos los, se
olvid otro muy perteneciente a su vida, declrome: por qu call su concepcin,
refirindonos por estupendsimo portento que supo callar los nueve meses que anduvo en el
vientre de aquella su madrona, que en el cuerpo fue ballena y en el alma Celestina? Tan
poco le parece que hay que hacer en comprehender lo que hizo en el comedio de aquellos
nueve meses de su taciturnidad increble? Yo seguro que en toda aquella nuevemesada no
anduvo ella queda, sino que hizo algn enredo all en las tripas de su madre, como se
escribe en la historia de aquel gran trapacista Falencio (todos somos historieros), el cual en
los nueve meses que estuvo en el vientre de su madre, en estando ella dormida, le sacaba
algunas tripas y se las iba a vender a las bodegoneras. Ah mi reona! A nada responde?
Ya se nos hace defica, despus que tiene de historia lo que se poda digerir con dos de
jirapliega? No oye? No, que est muerta. Pues vaya de responso a humo muerto.
.

Llmala vieja y otras cosas con estilo satrico. nima pecadora: sbete que si va a
jeringar verdades por red de matraca, que me parece psimamente que ahora des en esa
flaqueza. Cmo? Ahora que haba voarced de aprovecharse de su experiencia para ser
maestra de principintigas, y medio mundo, da en escriba? Hse tardado toda su vida en
hacer cortar plumas, tornear tinteros y bruir papel, sin haber escrito cosa que sea de
provecho, y ahora quiere en el ms breve tercio de su vida guachapear historias? En fin, que
despus que la experiencia le ensea que no es prolfica, ni est de provecho para hacer
oficios en derecho de nuestro dedo, quiere dar tan en derecho de los suyos, que pretende
sublimar en los cuernos de la luna una vida que ha tantos aos que anda en los del toro? Y
para eso pone en cabeza de mayorazgo que naci en el signo Virgo, olvidndose que
aquella hora hubo eclipsi entre Virgo y Capricornio, y qued Virgo de lodo? Halo por
dejar oficios rencillosos y tomar oficio pacfico? Pues mtase a bruja, que la mitad del
camino tiene andado; a cundo aguarda? Ello ha de ser, pues es cierto que es v. m. tan
diligente, que no ha de haber barranco que no navegue, ni mal paso por do no ande. Por
ventura, piensa ser bruja en el ao matusaleno? No lo crea, que sera mucho durar vasija tan
tresnada, que a mucho que pisa la soga ya se roza. Yo bien estoy, seora miadora, que
despus de ser quincuagsima de en carnestolendas, pero no historigrafa. Segn eso, a
cundo aguarda? Dirme que es mocita la recin nacida. No medre don Perlcaro, si a
buena cuenta, tomada el bisiesto en que naci hasta el presente en que estamos, no hace hoy
cuarenta y ocho, tan justos como baraja de naipes, si ya no es que los cinco ceros y un cinco
le vengan a plana ringln por aforrarse con la mejor pinta de entrs.
Motjala de que no ha sacado a luz ningn hijo.

Zayrela sus mismas palabras.

Llmala bruja.

Llmala vieja de cuarenta y ocho aos.


Pntase una mujer que finge las causas de un enojo, y calla la verdadera. Aqu puso mi
paciencia el non plus ultra a la espera de la enfadosa matraca. Ya has odo lo que me dijo
este alquilador de verbos. Qu sera bueno que hiciese en este caso una matrona como yo?
Enojarse a todo reventar. Y dirn: de qu? Yo te lo dir, amigo preguntador, si me dejas
tomar huelgo para el salto.
Cmo es antiguo dar matracas y vayas.

Antiguas son las fisgas y matracas.


No se me hizo nuevo que hubiese matracas en el mundo, ni que a l viniese quien diese
vayas, que el dios de amor las dio a la muerte en diferentes casos y en coyunturas en que el
amor tom por empresa los mismos muertos amantes que la misma muerte haba sealado
por triunfo de su vitoria. No me dio pena que fray Menos diese matraca a fray Ms, pues en
las historias consta que ha habido criados que se han puesto a dar matraca a prncipes, sus
seores. Tampoco me pareci cosa indigna de pechos nobles sufrir vayas y fisgas de
fisgones rateros y de medio mocate, que aun el guila, segn vemos, muestra su realeza y
condicionaza hidalga en estar muy paciente y serena cuando la corneja se pone, papo a
papo, a partir peras con ella, y aun a hacer della burla con visajes y ademanes, sin que esto
gaste un adarme de su paciencia. Tanto, que algunos philsofos griegos dieron esto por
jiroblfico de la paciencia, a que su misma realeza les obliga a los monarchas.
Aun entre prncipes.
Dando y sufriendo matracas con sus inferiores. Propiedad del guila y corneja, a propsito.
Jeroblfico de la paciencia de los reyes.

Pues dirs, de qu se enoj Justina? Dirlo. Cmeme el pelo. Ahora bien, yo lo dir a
sorbitos, que los que enfermamos de corrimientos no podemos estar tan a punto como los
otros. Vaya el primer sorbetoncito.
Pntase una mujer corrida que encubre estar enojada. Enojme, enojme de que a tan
mal tiempo y en tal mala sazn, como era al punto que tomaba la pluma en la mano para
sacar mis partos a luz me hablasen a la mano. No ha salido mala la deshecha de mi enojo y
no poco verismil la razn de mi enfado. Y por si alguno pensare que la razn que he dado
es christiana, verdadera y cathlica, yo la quiero confirmar, y sea con una fabulita que no
yede. Acurdanse de la fbula de la zorra que, por otra causa semejante a esta, se enoj,
como yo, y ech su maldicin a una gata preada en agosto, y desde entonces salieron los
gatos agostizos desmedrados? Pues si no sabes la fbula, oye, que con la fbula de la zorra
me destet mi madre.

Fbula de la zorra, a propsito.


Enojan las burlas sin tiempo.

Estaba la zorra en una ra, y como siempre anda a buscar de comer de lance, parece ser
que quiso engaar a las sardinas para cumplir con su buen deseo de cuaresmar por agosto, y
para esto dio en escribir una carta a las sardinas del mar. Escribi, y deca la carta as:
Carta escrita de la zorra para las sardinas con engao. Seoras sardinas: el salmn, mi
seor, besa a vuesas mercedes las manos, y dice que, por ac, en agosto hay fro en rostro, y
as que vuesas mercedes se vengan acercando adonde suelen, que ahora es buen tiempo,
entre siega y vendimia, que andan los pescadores en la labor del campo y le dan franco a
vuesas mercedes. Por charidad, las amonesto que no aguarden a venir cuando suelen, que,
como las han cado en el chorrillo, no dejarn piante ni mamante a quien no pongan cerco y
maten (matados ellos se vean, que tan injustamente persiguen a vuesas mercedes). A m no
me va nada, mensajero soy del seor salmn. Pesarmea de su dao, por lo mucho que me
muero por vuesas mercedes, y tambin creo se morirn vuesas mercedes por m. Y, con
tanto, nuestro Seor guarde a vuesas mercedes de falsos y engaadores. Fecha en Alba a los
Hgados de agosto.
Retozo daoso. Ya que firm su carta la hermana zorra, contrahaciendo la firma del
salmn lo mejor que supo, una gata preada que all estaba (parecindole que la treta iba
buena y que si las sardinas anticipaban su venida, ella y la zorra sacaran el vientre de mal
ao), de puro contento, comenz a retozar, y el retozo fue tal, que repel la zorra, quebr la
pluma, borr el papel, y lo peor fue que puso la carta de mscara e imposibilit el leerla. La
zorra (viendo que se le iba el mensajero, que era la lamprea, y que tena poco tiempo y
menos papel), viendo su traza resuelta en retozos y su intento tan deshecho como su vientre
desesperado, maldijo con todo su corazn a la gata y a cuanto en el vientre traa, diciendo:
-Asados veas tus hijos como sardinas.
Por qu los gatos agostizos son frioleros. Comprehendi la maldicin a la pobre gata, y,
desde entonces, salieron los gatos agostizos tan desmedrados y friolentos que, a trueco de
calentarse, se ponen a asar como sardinas.
La gata acusa a la zorra. Quejse la gata criminalmente de la zorra ante el len, y dijo:
-Muy poderoso seor: Yo, doa gata, digo: que tengo alquilados por un tanto todos los
retozos de mar y tierra, sin embargo de que todo el linaje gatuno y todos mis antepasados
han tenido ejecutoria desto y privilegios inmemorial. Y, siendo as, que (usando yo deste mi
dicho privilegio y ejecutoria) cierto da retoc un poco con ciertas menudencias, la madre
zorra me ha echado maldiciones que me han perjudicado a m y a mis hijos. Por tanto, v.
alteza me desagravie. Y pido justicia, etc.
Dise un traslado a la zorra, la cual, en descargo de la sobredicha acusacin, dijo ans:
Descargo de la zorra. -Muy poderoso seor: Yo, doa zorra, digo: que, respondiendo al
cargo que falsamente me impone nuestra hermana la gata, afirmo que (caso negado que yo
la haya maldecido a ella y a su generacin) no lo hice por impedirla sus retozos, que en esto
ni entro ni salgo, retoce hasta que reviente, aunque fuera bien que una gata, que es gata de
bien y ya madura y preada, mirara cun mal le est andarse ahora en retozos. Mas, pues
dice que ha ganado privilegio o comprdolo, retoce; pero, seor len, cada cosa en su
tiempo. Es bueno que al punto que yo escribo mi carta y hago mi hacienda, y aun la suya,
venga la hermana gata con sus manos lavadas y lo eche todo a mal? Antes digo que yo soy
la agraviada y ella debe ser castigada con la pena del talin, como acusadora inicua, y pido
justicia, etc.
Cada cosa en su tiempo.

Sentencia del len. El len, como padre, en fin, provey una justicia de entre compadres,
y mand que la gata pidiese perdn a la zorra y no hubiese pleito entre personas de una
profesin.
Aplcase a propsito que las burlas fuera de tiempo no son buenas. A propsito, yo no
digo que quien tiene por oficio el fisgar no viva de matracas, que es su oficio, como el de la
gata retozar, Pero qujome que haya venido a hablar a la mano a una persona cargada de
concetos, a tiempo que comenzaba a parir y hacer hacienda, que fue tanto como helar sobre
yemas de vid y ventear sobre cierna de espiga. Esta fue la causa de mi enojo para quien lo
quisiere creer. Pero si va a no meter la verdad entre cachibaches, sbete que me enoj... De
qu? Dirlo? Otra vez me rasco. Vaya: de que me llam vieja de cuarenta y ocho aos al
menorete, y aun, si lo notaste, me llam quin cuagsima, que es la edad en que las mujeres
apelamos para No. Quiero decir: apelamos para decir que no es as, aunque nos metan el
libro del bautismo en las nias de los ojos, que antes nuestras nias, por ser nias,
aborrecen semejante libro, que para ellas no es libro de vida, sino de muerte. Son burlas tan
pesadas que no hay mujer, por athlantada que sea, que pueda llevar onza dellas. El querer
que la mujer guste destas burlas es querer darle un burro para perro de falda y que guste de
sus coces como si fueran paticas de un don Florisel lanudo. El que gusta de decir las
semejantes gracias, es tanto como tener gusto de ver patalear las gentes, como haca Perico
de Soria, el de la aguja de descoser almas y tripas; es dar en lo vivo; es ser segundas parcas.
A duras penas dice la verdadera causa de haberse corrido. Mala burla, llamar vieja a una
mujer. Declralo con smiles. Nias de los ojos.

Pardies, yo me corr. Enojme, y hecha una onza de enojo y una arroba de clera, le dije
en esta guisa.

APROVECHAMIENTO
Cul sea el fin del hablar. Concedi a los hombres el Autor de naturaleza la poltica
comunicacin de palabras, y el uso dellas para ayudarse unos a otros en las miserias desta
trabajosa peregrinacin, para pedirse socorro en los trabajos, para alentar el amor del
prjimo y de Dios, ltimo bien nuestro. Pero los hombres ignorantes y viciosos adulteran la
lengua y las palabras, usando dellas para comunicar entre s mismos cosas frusleras y
vanas, ms proprias para calladas que dignas de salir a luz. Tales son las que en las fisgas y
matracas usan de ordinario pajes, estudiantes, damas cortesanas y gentes de la factin de
Justina y Perlcaro, como viste en el nmero pasado y vers en el siguiente.
Abuso de las conversaciones.

NMERO SEGUNDO
De la contrafisga colrica

Suma del nmero. TERCETOS DE ESDRJULOS

Justina fisga del fisgn con mucha clera, pero con mucha gracia, por el mismo orden que
l fue fisgando della. Justina est de clera frentica,
Por ver que la llamaron quincuagsima,
Como si aquesto fuera ser somtica

Desmiente al fisgn. Miente, remiente (le dije) el muy picao!, que no tengo tantos
aos como matrcula el contador del diablo, y no porque sea burro de raza ha de retozar con
los aos, que es burla asnal.
Declara curiosamente cun mal llevan las mujeres que su edad se declare. Sepa que la
edad de una mujer en teniendo cero es de cera para en caso de andar con ella. No sin causa,
mandan los obispos que los aos de una persona se queden en la iglesia, en el libro del
bautismo, y guarden el libro los mismos curas que guardan los pecados en secreto, todo a
fin que nadie ande ni toque ni se burle con los aos de nadie. Y pues se precia de haber
comido del salpicn de Silva de varia lectin, parcele que fuera tan grave afrenta y
maldicin ser las mujeres estriles (segn consta de las historias), si no fuera que la
esterilidad es ajuar de viejas? No sabe que aun los milanos, en sintindose viejos (corridos
de serlo) no parecen entre gentes, y por no parecer, perecen de hambre? La culebra, por no
parecer vieja, se mete en prensa de piedra, aunque le duela, y el guila demostola el pico
por no parecerlo, y aun se echa a cocer en agua caliente para renovar sus plumas, porque
tiene de coro el refrn que dice: padec cochura por hermosura.
Salpicn de varia lectin.
Esterelidad, ajuar de viejas y cosa afrentosa. Trese el ejemplo del milano, culebra y guila.
Refrn.
Los nios ensean a aborrescer la vejez. Y aun los nios le pudieran ensear esto, pues,
para significar cun aborrecible es la vejez, dicen que el repelarles los cabellos por la parte
ms sensible y delicada (que es la mayor pena que ellos conocen) la llaman estira viejos.
Jiroblfico de la odiosidad a la vejez.
Y pues v. m. toda su vida ha vivido a ratos perdidos, por qu algunos de los que ha
ocupado en leer cartispitis no los aplic a leer que los griegos, para encarecer cun odiosa
es la vejez aun a los mismos dioses, dijeron que porque una vez entr a ver el cielo, mand
Jpiter que se hiciesen dos escobas de dos rayos y con ellas barriesen el sitio donde la vejez
estamp sus plantas, como si su mal olor pudiera corromper lo incorruptible? Y las fbulas
refieren que en la repblica de Gauja, una mujer ri con dos verdades, llamada la una vieja
sois, la otra fea sois, y, finalmente, no par hasta que las acus falsamente por somticas,
induciendo muchas mujeres que fuesen testigos; fue de modo que quemaron pblicamente
por somticas las dos verdades. Mire l, si yo fuera de las mujeres de aquel tiempo, a qu
figurilla se haban puesto! Siempre estas verdades saben a nueces verdes.

Fbula al mismo propsito. Verdades acusadas por somticas.

Objetin contra lo dicho.


Respuesta.

Cuento a propsito.
Dirme que, pues los hombres no se ausgan de que los llamen viejos, antes se afrentan
de que los llamen mozos, tampoco es justo que Justina se enoje de que se lo digan. Oh, qu
gentil entablar para un penseque! Bien parece que no es hombre, pues no sabe en qu cae el
serlo, ni dnde el hombre tiene el tutano ni la mujer la caada, y de ignorar estos
principios le viene el errar los fines. Es como el otro desollador principiante que, en estando
un animal sin orejas, deca que no se poda atinar dnde estaba la cola, porque la ignorancia
de los principios es erradora de colas. Si quiere saber que lo que ha dicho all entre cuero y
carne no tiene entre s ms semejanza que un huevo con unas medias calzas, sepa que los
hombres, slo por tener derecho a enfadar de oficio, huelgan que los llamen viejos. Pero las
mujeres, como huelgan de ser bonazas, provechosas, salsa de gusto, pollas comedoras,
rabanitos de mayo, perritos de falda, por eso gustan de parecer mocitas y desgustan de que
las llamen talludas.
Dos razones porque los hombres gustan de que los viejos, y no las mujeres.

Para qu fueron hechos el hombre y la mujer. Y si va a hablar a lo gordo, como quien


gobierna el mundo desde el banco del Cid, sepa que el hombre fue hecho para ensear y
gobernar, en lo cual las mujeres ni damos ni tomamos. La mujer fue hecha principalmente
para ayudarle (no a este oficio, sino a otros de a ratos, conviene a saber:) a la propagacin
del linaje humano y a cuidar de la familia. De aqu nace (atencin por charidad), de aqu
nace que porque el varn en la vejez est ms a propsito para el gobierno por estar ms
instruido y experimentado, lo mismo es llamarle viejo que decirle un requiebro, y le pesa
encontrar con Jordanes que le remocen (digo de da, que de noche hay otro calendario). Por
el contrario, la mujer, como fue hecha para ayuda de cmara, en viendo que los aos se van
de cmaras y los hombres las tienen por decrselo, ponen un gesto de pujo, y el llamarlas
mozas o nias es taerles una almendrada. Y por eso dijo aquel gran trovador de las
plateras:
Por qu no se corre el hombre de que le llamen viejo, y la mujer s.

Si quies gozar lo que goza,


Y lo que el sabio aconseja,
Llamars moza a la vieja,
Carilla y nia a la moza.

Contrafisga a Perlcaro de que l es ms viejo que Justina, y hace diligencia para parecer
mozo. Dgame, irregular, hame visto dejar de comer nueces por falta de muelas?, soy
yo como l, que para refinar y ennegrecer la barba overa se peina con es carpidor de plomo,
y no ve el pobreto que est como el puerro, con porretas verdes y races blancas? No gasto
yo mi patrimonio, como l, en agallas, ferreto, nueces, granadas, piones, mirra, salvia y
leja, con que hace ungento y liga para que el rey negro restaure su barbacana.
Responde a lo de las rugas de la cara. Y ya que le parece mal que yo sea historiadora de
mi vida, no lo sea l de mis aos, ni es bien que se meta en hacer cuentas justas un tan
pblico pecador como l. Sepa que si parece que tengo rugas, es que cuando me enojo con
hidarruines como l, hago alforzas en el rostro para embeber la clera. Y crame que a no
saber que ha poco que le hizo de corona el dueo de la montancha, Dios es mi padre, que le
diera un cabe a vista de oficiales. Haga cuenta que no soy nacida y que en el vientre de mi
madre me estoy todava, que ac sabremos nacer y ser nacidas sin que nos madure ni partee
el muy comadrero. Lo que podr hacer es: a la seora su espada virginal la partee y saque
del vientre de la vaina, que a fe de hija de agrio y nieta de dulce, que pienso que la vaina de
la dicha durindana ha mucho aos que est preada, teniendo dentro en s el intacto Joannes
me fecit. Nacidas o por nacer, as nos quieren en nuestra casa.

Responde al ofrecerse a ser partero.


Llmale cobarde de espada virgen.

Responde a lo que la dijo de su marido, de quien se hace mencin en el segundo tomo.


Y el captulo del viejo yo le pondr de modo que le amargue y sepan todos cmo mi marido
Santolaja, si fue moscn, le pic en las mataduras, y (aunque celibato) le breg a coces la
barriga al muy lebrn. Que si l tuviera sangre en el ojo (aunque parezca pulla el hablar
as), no haba que atreverse a mirarme a este geme de cara que Dios aqu me puso, ni a
estos ojos pecadores, con los cuales le vi tender como cuerpo de notoma y darle ms azotes
que a pulpo en pila. Todo se andar.
Responde al aviso que le dio de que contase su concepcin. Y quin le mete a l ahora
en si cuento o no cuento mi conceta? No sabe que los christianos ni tenemos nombre, ni
edad, ni historia hasta estar bautizados, siquiera de socorro?
Hace ademanes furiosos contra el fisgn. An podra ser que una sola crcel que le falta
de visitar le hiciese yo que la tresnase y me soase. Hola, hola!, conmigo no! Y hace
gestos? Por el siglo de mis maridos, que le meta esta pluma por los ojos y le escriba con
ella una carta en la piamter, haciendo tinta de sus sesos, y le despache a las mil, de modo
que esta noche llegue a cenar sus sesos con los sesenta caballeros que hundi la tierra.
Amedrentse el fisgn. Enojme con tales ademanes, que se espant el valentn,
mostrndose tan liebre como yo libre. Y, ms por costumbre vieja que por audacia nueva,
retoc y espolvore la halda del chapeo, y mirndome con un ojo de vergenza y otro de
miedo, me dijo lo siguiente el medroso fisgn, entonando en vt:
Respuesta del fisgn. -Perdone sarc, sora Justissima, que no entend que tena
calafateada esa nima de tan varia historia, ni entend que voarced haba acusado a la
verdad por somtica.
Amgale Justina con un chapn.

Huye, y va mirando atrs el fisgn.


Al punto, baje la mano para desenvainar un chapn valenciano, mas l comenz a huir y
medir tierra a varas de pescar, y, de trecho en trecho, tornaba a mirar como ciervo acosado,
cuidando si acaso se le apareca mi chapn en forma de bala o lgrima de Moisn, que, en
fin, los corridos, el nombre se lo dice, que tienen caras de tornillo para bornearse y pies de
pluma para el traspontn.
Cmo un necio cansa. Cansada quedo de acuchillarme con un necio, que es tanto como
batallar con una fantasma, que para herir es furia infernal y para herida es aire. Y, por tanto,
reservo para el da y captulo siguiente el dar a mi libro cabeza, pues la ma, por ahora, est
encalmada y bocinada de or las dichas ronceras o rocineras deste asnal mancebo, el cual
(para que veas quin es), pretendiendo hacer su informacin para graduarse de cola en
Alcol, intent probar que descenda de Balan, y sac en limpio que por lnea recta
descenda del asna de Balan.
Probanza del linaje de Perlcaro.

APROVECHAMIENTO
Algunas mujeres hay de tan poco peso, que les pesa de que las llamen viejas, y no
porque les pese de carecer de fuerzas con que servir a Dios (que es la causa porque les
debra pesar), sino porque, aun cuando el mundo y la carne les despiden de sus vanidades,
no se quieren dar por entendidas. Y no sienten otras injurias, y sienten que les digan la
verdad ms cierta de cuantas hay.

Captulo segundo

Del abolengo alegre


NMERO PRIMERO
Del abolengo parlero

Suma de todo el captulo y nmero primero. REDONDILLAS CON SU ESTRIBO

Cada cual de sus abuelos


Dan a Justina una cosa,
Como a Pandora , la diosa
Que emplumaron en los cielos.
Melindres, el titerero,
El suplicacionero, andar,
El tropelista, engaar,
Y locuras, el barbero,
El mascarero, alegrones,
Gaitero, quita pesares,
Y el mesn, que pida pares
Cuando le ofrecieren nones .
Mas, cul ser Justina,
Cul su sciencia ,
Que es de tantos enredos
Quinta esencia?

Curiosas semejanzas que declaran que el consejo que da un necio debe ser estimado.
Dicen que el consejo que da un necio es comparado al oro, porque es cosa de tanto precio,
que no menoscaba su estima el hallarse entre lodo y cieno. Y asimismo el consejo, aunque
se halle en la boca de un necio, es de gran valor y estima. Es tambin comparado el consejo
que da un necio a flor que nace de abrojos, al sol de invierno, a la comida quitada de la
boca de len, a la presa cogida a ave de rapia, a invierno, que con lo que yela aprovecha, a
la comida del puerco, que se vuelve en substancia regalada, al palo con que azotan el pulpo,
que azotando aprovecha. As, las palabras de un necio, aunque por ser de su boca enfadan y
enojan, pero por ser consejo regalan y aprovechan. Tambin el consejo que se da acaso es
comparado al estircol de ovejas, que queda acaso y hace gran provecho a la heredad.
Smiles del consejo dado acaso.
Dnde va S. Geminiano con sus smiles? Dgolo, porque ya que aquel necio importuno
me dej espinada, mordida, apaleada y estercolada, ser bueno aprovecharme del consejo
que me dio, diciendo que para que mi libro no fuese hombre sin cabeza ni madeja sin
cuenda, contase mi abolengo. Por vida de mi gusto, que lo he de hacer! A fe, que les he de
dar un alegrn de abuelos con que ande la risa al galope!
El que cuenta vida propria est a pique de mentir. Mas qu hago? Historia de linaje (y
linaje proprio) he de escribir? Quin creer que no he de decir ms mentiras que letras?,
que si el pintar (que es poco ms que acaso) es al tanto del querer, el hacerse uno honrado
(que es cosa tan pretendida), quin habr que no lo ajuste con su gusto, aunque sea
necesario desbastar la verdad para que venga al justo? Deca un Guzmn intruso, caballero
de don al quitar, camarada de un marido que me tuvo:
Abuso de poner armas. -Nadie hay que tenga licencia para pintar armas en su casa, que
no ponga un castillo y un len, que para esto basta ser castellano o leons. Y si los oradores
tienen licencia para dar el nombre de la cabeza a los pies, sin que se les pueda decir que
juegan a punta con cabeza, tambin pueden los vasallos aplicar para s los ttulos reales,
pues todos somos miembro de rey.
Cuento a propsito. Viene muy a cuento el de un sastre, natural de la provincia de
Picarda, el cual vino a ser rico, y se llam Pimentel, y puso en la portada de su casa un
muy fanfarrn escudo de piedra y en l las armas de los Pimenteles. Tuvo soplo de esto la
justicia (que quiz fue la fragua smbolo de la justicia, porque la una y otra cosa se gobierna
a soplos), y mandle que, o borrase la pimentelada, o declarase la causa de haberse armado
caballero tan de cal y canto y puesto las venerables veneras de los Pimenteles, no habiendo
para ello otro fundamento que el haber sacado la piedra de la cantera de su rollo.
Respondi el caballero sastre:
Con cun poco fundamento se ponen armas. -Seor, las razones que me han movido a
que lo escrito sea escrito son tres: la primera, que el cantero las puso; la segunda, porque
me cost mi dinero; la tercera, que lo mand hacer por mi devocin y en memoria de las
muchas veneras que traje en mi sombrero, yendo y viniendo en romera a Sanctiago tres
veces, en los cuales viajes me hice rico con limosnas , y en agradecimiento y
reconocimiento pongo estas veneras. Y el que me quisiere quitar mi devocin no est dos
dedos de hereje.
El juez, que era christiano temeroso, respondi:

-A la Inquisicin, chitn!

Y el sastre se sali con lo que quiso.

As que todos se salen con poner las armas que pueden pagar, en especial los que son de
la mi provincia de Picarda. Y si los peds razn, cumplen con un pie de banco y con que
les cost su dinero. Qu ser lo que tan poco cuesta como escribir uno de su linaje lo que
so? Como el otro, que dijo haber descendido su linaje de la casa de los reyes de Aragn,
y fue porque algunos de sus antepasados, mozos de caballos de la Casa Real, huyendo, de
miedo de sus amos, se hicieron descolgar en unos cestos desde la muralla abajo, y esto fue
descender de la Casa Real.

Abuso en tomar blasones de linaje.


Un parecer, que slo hay dos linajes en el mundo. Pues, Qu en este tiempo, en el cual
en materia de linajes hay tantas opiniones como mezclas? Verdad es que algn buen voto
ha habido de que en Espaa, y aun en todo el mundo, no hay sino solos dos linajes: el uno
se llama tener, y el otro, no tener. Y no me espanto, que la codicia del dinero es
mondonguera y hace morcillas de sangre de toda broza, por ser toda de un color. Y cierto
que no es de espantar que haya tantas opiniones de un linaje, porque despus que en una
casa entran cuatro o cinco mujeres, cada cual con su suerte, con pan de diezmo o con
morcilla rellena, quin atinar cul es lo gordo, cul es lo magro, cul es el pin, o cul
es el ajo o calavera? Bien haya el tiempo que hacan la torre y el que alcanz el mundo
antes de ser pasado por agua, que en aquellos tiempos todos eran guzmanes y todos eran
villanos. Y as, los escritores que se quieren engrandecer toman de atrs el salto, acgense a
la torre de Babel o al arca de No y salen tan godos como Ramiro Nez.
De un linaje hay diversas opiniones.
En otro tiempo no haba ms que un linaje.
El buen pcaro halo de ser por herencia. Empero, esto de sacar su piedra de la cantera de
la torre o del archivo de No no se entiende con la escritora que se intitula Pcara, pues para
fundar su intento, debe probar que la picarda es herencia; donde no, ser pcara de tres al
cuarto.
Los fundadores de casas grandes precironse de venir de dioses y madres vrgenes. Padres
de Rmulo.

Padres de Eneas.
Y si alguno pensare que por el mismo caso que me hago fundadora de la picarda, se
cree de m que, as como todos los fundadores de casas grandes se preciaron de altsimos
principios, as yo me he de hacer de a par de Deus, no, no! No fundo yo Roma, para decir
de m (como dijeron los romanos de Rmulo, su sanguinolento fundador) que soy hija de
Marte, nacida por el costado de Ilia,virgen incorrupta; que si Rmulo fue de casta de dolor
de costado, la fundadora de la picarda es de casta de dolor de piedra, que acude a las vas
de la vejiga, que es camino real. No quiero yo fundar la replblica latina, como Eneas, de
quien fingieron ser hijo de los dioses, aunque no se le luci, cuando, al salir de Troya, se
aperdig para asado, y, al entrar en Italia, para cocido. Que la pcara naci de las tejas
abajo, como tordo. No fundo la escuela de Platn para fingir (como fingieron dl sus
discpulos los platoncillos) que nac de una sombra y de la intracta virgen Perictin. Hijo le
hicieron de virgen y de sombra. Era agudo. Deba de ser hijo de alguna doncella relamida, y
su padre deba de ser de a sombra de tejado, y, por eso, ctale hijo de como Budda, para
decir de m, como mintieron dl, y de Celso, y de Aureoto y Cecloponto, que fueron hijos
de vrgines sombra. No soy de casta de sueo, que nazco a la sombra. No fundo yo la
escuela de los gimnosofistas, incorruptas, como si el parir fuera rebueldo o estornudo. Ni
soy tan hereja ni tan necia.
Padres de Platn.

Padres del prncipe Budda y otros fundadores diversos.


Es mentira necia el fingir tales principios.

Pregunto: de qu les sirvi a las palomas el honrarlas los poetas con decir que son
abuelas de Eneas y madres o hijas de Venus?, por ventura, por eso, tvoles ms respecto el
pan en que las empanan o el asador en que las asan? Pues de qu le sirve a la pcara pobre
hacerse marquesa del Gasto, si luego han de ver que soy marquesa de Trapisonda y de la
Piojera y condesa de Gitanos?
Los ridculos fundamentos que hay para tomar los hombres los apellidos honrados. Yo
confieso que este es un tiempo en que el zapatero, porque tiene calidad, se llama Zapata, y
el pastelero gordo, Godo; el que enriqueci, Enrquez, y el que es ms rico, Manrique; el
ladrn a quien le luci lo que hurt, Hurtado; el que adquiri hacienda con trampas y
mentiras, Mendoza; el sastre, que a puro hurtar girones fue marqus de pao infiel, Girn;
el herrador aparroquiado, Herrera; el prspero ganadero de ovejas y cabras, Cabrera; el
vaquero, rico de cabezas irracionales y pobre de la racional, Cabeza de Vaca; y el
caudaloso morisco, Mora; y el que acua ms moneda, Acua; quien goza dinero, Guzmn.
Todo esto, y ms que yo me s, pasa hoy da, pero norabuena pase, que esto y mucho ms
merece el dinero. Pero la ilustrsima picarda no va por esa derrota, porque eso es querer
engualdrapar las verdades.
Ea, Justina, ya que no quieren veros nacer monda y redonda, sino que vais con races y
todo, para que adonde quiera que os planten deis fruto, decid vuestra prosapia; vean que
sois pcara de ocho costados, y no como otros, que son pcaros de quin te me enoj Isabel,
que al menor repiquete de broquel, se meten a ganapanes. Una gente que en no hallando a
quien servir, ctale pcaro, y, puesto en el oficio , vive forzado y anda triste contra todo
orden de picarda. Yo mostrar cmo soy pcara desde labinicin (como dicen los de las
gallaruzas), soy pcara de a macha martillo.
Cada cual se ha de preciar de su oficio. Dijo un labrador de Campos, de los del buen
tiempo, a mi padre:
-Seor Dez, ac, entre los labradores, tenemos por nosotros, que el macho, para ser
buen macho, ha de ser bien amachado , el caballo bien acaballado, el burro bien aburrado y
el labrador, para ser buen labrador, bien alabradorado.
Aqu entr mi padre, y dijo:
-Y el mesonero bien amesonerado .
Aqu entra Justina, y dice :
-Y la pcara bien apicarada.
Por lo cual no enmantar cosa que a nuestra picarda pertenezca.
Padre de la Pcara Montaesa, de Luna. La madre de Cea. Cuba de Sahagn.

Descripcin de Cea.
Naci mi padre en un pueblo que llaman Castillo de Luna, en el condado de Luna, y mi
madre era natural de Cea. Y si no saben dnde es Cea, yo se lo dir: es Cea junto a
Sahagn, es Sahagn un pueblo donde reside una reverendsima cuba, la cual, como casi
siempre est tan vaca como hueca, da en entonada, y dicen que la deben trigo y centeno, el
cual se le paga siempre. A lo menos, despus ac que pas el ao del muermo, digo, del
catarro, nunca la hincheron de lquido, sino de trigo y centeno. Aquel ao de la moquera se
hinch de mosto, y cupo tanto en ella, que moli un molino con l. Bravo espectculo!,
qu sera ver salir sangre de aquella hermosa ballena, herida por las manos de algn
inhumano modorro de ropa parda! Y si no conocen a Cea por la cercana de esta dama, yo
se le pintar. Es Cea un pueblo que est en dos tercios, como lo de sardina. Otros dicen que
parece puramente alforjuelas, en razn de que al principio y al fin del pueblo estn muchas
casas apiadas y en medio est una puente, que es la faja con que se traba el alforjuela. A lo
menos, si las mujeres de aquel pueblo diesen en ser mal entalladas y alforjadas, excusa
ternan, por nacer en una villa que parece molde de alforjas. Finalmente, es Cea una villa
llana como la palma, no de la mano, sino de las que llevan dtiles. De aqu colegirs, letor
christiano (y aunque seas moro colegirs lo mismo) que siendo mi padre natural del Castillo
y condado de Luna, puede decir la pcara Justina que de parte de padre es luntica, a pesar
de su colodrillo, y siendo de Cea mi madre, podr decir que de parte de madre soy cetica,
a pesar de mis caderas.

Justina, luntica y cetica.


Mas por no torcer el orden de una generacin tan importante, dir primero de mis
abuelos machunos y hembrunos y luego dir de mis padres. Ello, yo no s por qu mi padre
no me llam la torda o la papagaya, pues mis padres todos tuvieron oficios que no eran
nada deslenguados, antes eran el crisol de la parla. Pero llamronme Justina porque yo
haba de mantener la justa de la picarda, y Dez, porque soy la dcima esencia de todos
ellos, cuanto y ms la quinta.
Abuelo suplicacionero. Fue mi padre hijo de un suplicacionero, el cual, en barajas y
cestos y gastos de bergantines cosarios traa ms de cincuenta escudos en trato. l fue el
que invent traer los criados barajas, y por eso le llamaban, por mal nombre, el de Barajas.
l fue el que invent el echar la buena barba y compuso el terlincampuz de tabla a tabla. En
su tiempo, los que ahora se llaman barquillos, se llamaban suplicaciones, porque debajo de
cada oblea iban otras muchas que hacan una manera de doblez, mas las de ahora, como no
tienen doblez debajo, sino una oblea desplegada en forma de barco, llmanse barquillos. Es
vergenza, todo est sofisticado.
El inventor del terlicampuz.

Nombre de suplicaciones y barquillos.

Este mi abuelo enviaba todos sus ministros y agentes con general licencia, para que, en
campo raso y cuerpo a cuerpo, aguardasen a todo jugador de primera y qunolas, mas no de
otro juego, atento a que cartas conocidas (cuales eran las que daba l a los suyos) para
ningn otro juego valen lo que para stos. En los puntos de los naipes tena notables cifras
y haba buenos discpulos de cifra. Por orle echar una buena barba y repicar un
terlincampuz se poda ir tres leguas a verle uno, aunque fuera ciego. Muri en Barcelona, a
la lengua del agua, y con su lengua, a lo menos, por su lengua, hubo palabras con un rufo,
el cual le ech de un traspontn abajo, y aunque puesto de rodillas le hizo suplicaciones, el
rufo le hizo barquillo en el agua. No era muy malo este oficio para una espa doble o un
enfermo de bazo, pero mi padre no se aplic a l, porque era barrigudo y pesado, y as, de
ordinario, se estaba recogido en casa de su padre, cosiendo monteras y aderezando banastas
para los bergantines yentes y vinientes que sulcaban el asturiano seno.

Naipes de suplicacionero. Muerte del suplicacionero.


Bisabuelo titiritero, gran parlero.

Muerte del titiritero.


Mi bisabuelo tuvo tteres en Sevilla, los ms bien vestidos y acomodados de retablo que
jams entraron en aquel pueblo. Era pequeo, no mayor que del codo a la mano, que dl a
sus tteres slo haba diferencia de hablar por cerbatana o sin ella. Lo que es decir la arenga
o pltica era cosa del otro jueves. Una lengua tena arpada como tordo, una boca grande,
que algunas veces pensaban que haba de voltear por la boca. Daba tanto gusto el verle
hacer la arenga titerera , que por orle se iban desvalidas tras l fruteras, castaeras y
turroneras, sin dejar en guarda de su tienda ms que el sombrero o calentador. Malogrado
deste cuitado!, que, como pareca gurrin o pardal, dio en aparearse y agarrarse tanto a
hembras, que despus de haberle comido los dineros, vestidos, mulos, tteres y retablo, le
comieron la salud y vida y lo dejaron hecho ttere en un hospital. Cuando quiso tomar y,
morirse, dio en frentico, y desenfrense tanto, que un da se le antoj que era toro de
tteres y que las haba con una cruz de piedra que haba en el zagun del hospital, y despus
de hechas algunas suertes en su camisa y en otra de la hospitalera, embisti con la cruz de
piedra, diciendo:

-Apera, que te aqueno!


Y embiste con mi cruz tan fuertemente, que se qued all al pie de la letra.
La hospitalera era simple y bonaza, y vindole morir as, deca:
-Ay, el mi bendito, al pie de la cruz muri hablando con ella!
Este abuelo nos dej un pesar, y es que algunos bellacos, por hacer mal a sus sucesores,
nos dicen que nuestro abuelo se mat en la cruz.
Terterabuelo tropelista de masicoral. Mi tercer abuelo de parte de padre alcanz buen
siglo; fue de los primeros que trajeron el masicoral y tropelas a Espaa . Cas con una
volteadora, gran oficiala de todas vueltas y larga de tarea, la cual, con morir de ms de
cincuenta aos, despus un ao tsica, muri volando. Su marido no quiso casarse ms por
no ver volar ms mujeres. Gan tanto dinero al oficio, que hombres muy honrados y muy
estirados le quitaban el sombrero; y es esto tanta verdad, que un hombre, tan honrado que le
sobraba un palmo de honra sobre la cabeza, y tan estirado que muri en la horca, un da
quit a mi tartatarabuelo el sombrero, de tal modo que por pocas le quitarala vida a vueltas
del sombrero. Fue el cuento que mi terterabuelo estaba un da haciendo una tropella
llamada los nueve pasajes de embudn, y por donaire (que era amigo de decirlos), dijo a
fuer de gitano:

Ria del tropelista.


-Garda la bulza!
Y arm cierta mamona a una faltriquera.
Oylo el hombre (que era honrado por parte de su mujer), y creyendo que de veras
haba montera de bolsas, dio un torniscn a mi tropelista en la cmara de popa, con que le
derrib solas dos muelas que le haban quedado de resto en el juego de las encas, y, de
recudida, el sombrero que tena en la cabeza y, dentro dl, la mitad del oficio. Era
desgraciado en rias, que de ah a poco en una se le cayeron todos los dientes; y fue el caso
que, por decir otra gracia, le sucedi otra desgracia en que a cierto roldanillo ratero se le
desliz un puo de dedos y, como haban de dar en otra parte, le dio en los dientes y
quedaron vacantes las encas. El pobre tropelista (como aun para hablar entre dientes no
tena resto), viendo que no le podan entender palabra de las arengas, ms que si las
tropelas fueran arbigas, se fue, de corrido, a una granja de Guadalupe, donde entenda en
pasar higo, y el sol de Guadalupe, como le vio un da en una higuera, redondico, arrugado y
negro, pens que era higo pollino y pasle desta vida a la otra. Tres das despus de muerto
le tuvo el sol en la higuera, holgndose con l, y los tordos gorjeando al redor , que no tuvo
otros parientes ms llegados que celebrasen sus exequias.

Muerte del tropelista.


Abuelos de Justina en el catlogo de Crino. De los otros abuelos de parte de padre, no s
otra cosa ms de que eran un poco ms all del monte Tabor, y uno se llam Taborda. Y
as, si no se hallaren en este catlogo, hallarse han en el que hizo el presidente Cirino, que
ellos y los chuzones estn en una misma hoja.
Los parientes de parte de madre son christianos ms conocidos, que no hay nio que no
se acuerde de cuando se quedaron en Espaa por amor que tomaron a la tierra y las
muestras que dieron de christianos, y con qu gracia respondan al cura a cuanto les
preguntaba. Luego los besars las manos.
Ves aqu el abolengo parln de quien naci Justina parlona. Slo les hago ventaja a mis
abuelos, que ellos parlaban cuando el oficio lo peda, pero yo a los oficios mudos hago
parleros.

APROVECHAMIENTO
No hay perdicin ni libertad cuyo principio y fomento no sea la demasiada parlera.

NMERO SEGUNDO
Del abolengo festivo

Suma del nmero. GLOSA

Nace y vive y trota al son.

Siempre engendra un bailador


El padre tamboritero ,
Pero siempre con un fuero;
Que si acaso da en seor,
Se torna siempre a pandero.
Y porque estos aranceles
No tuviesen excepcin,
Justina (que en conclusin
Es hija de cascabeles )
Nace y vive y trota al son.

Las hijas heredan de los padres todo cuanto en ellos hay.

Herencias de Eva.
Tengo por averiguada cosa que los hijos no slo heredamos de nuestros padres los
malos originales y los bienes naturales, pero malo y bueno lo barremos, aunque no sea
natural, especialmente las hijas, que el da que nos casan barremos la casa, y el da que
nacemos, del cuerpo de Eva heredamos las mujeres ser gulosas y decir que sabe bien lo que
slo probamos con el antojo; parlar de gana, aunque sea con serpientes, como quiera que
tengan cara y hablen gordo; comprar un pequeo gusto, aunque cueste la honra de un linaje;
poner a riesgo un hombre por un juguete; echar la culpa al diablo de lo que peca la carne, y,
finalmente, heredamos comprar caro y vender barato. Y no me digas que estos males se
heredan, porque de puro usados se hacen connaturales, y por eso se heredan como
naturales. Cree que no es ans, sino que viejo y nuevo, natural y accesorio, todo lo heredan
los hijos . Leoncin, mdico famoso, pint los hijos como quiso, slo con mirar
atentamente una hermosa imagen de Venus y Cupido un poco antes de el conflicto
maridable. Las preadas imprimen en los hijos la seal de una flor, si la huelen con
intensin. Yo he ledo que es cosa muy natural que, si las ovejas poco antes de concebir
miran con intensin varas descortezadas, saldrn los corderos manchados. Pero en las cosas
racionales hay ms notorios ejemplos: una ama ladrona cri con su leche a un emperador, y
sali tan inclinado a hurtar, que por satisfacer su inclinacin hurtaba; pero, para remediar
este dao, pregon el emperador que cuando, se hallase faltar alguna hacienda mueble a
algn cortesano, la primera diligencia que hiciese la justicia fuese buscarla en su imperial
palacio. Nise, mamlo en la leche.
Tcita obiecto.
Ejemplos de muchos que heredaron de sus padres y amas cosas muy particulares de las
costumbres citadas. Cosa natural el salir corderos manchados, cuando las ovejas miran
cosas varias.

Justina muestra cmo sus inclinaciones son heredadas. Adnde vas, hermana Justina,
cargada de prlogos de bulas? Ay, hermano lector! Iba a persuadirte que no te admires si
en el discurso de mi historia me vieres, no slo parlona, en cumplimiento de la herencia que
viste en el nmero pasado, pero loca saltadera, brincadera, bailadera, gaitera, porque, como
vers en el nmero presente, es tambin herencia de madre.
Abuelos maternos de la pcara. Un tamboritero, un barbero y un mascarero, a los cuales
imita en la condicin. Hallars en el discurso desta historia que soy cofrada de la
ventosilla, que antes me faltar el huelgo que un cuento. No te escandalice, que tengo
abuelo barbero. Colegirs de mi leyenda que soy moza alegre y de la tierra, que me retoza
la risa en los dientes y el corazn en los hijares, y que soy moza de las de castaeta y aires
bola, que como la guinda y, por no perder tiempo, apunto a la alilla. No te espantes, que
tuve abuelo tamboritero, a quien no le holgaba miembro. Versme echar muchas veces por
lo flautado; no se te haga nuevo, que tuve abuelo flautista, y parece nac con la flauta
inserta en el cuerpo, segn gusto della. Vers, finalmente, varios enredos, trajes, figuras,
estratagemas, disimulos y solapos. No te espantes, que soy nieta de un mascarero y, como
tengo dicho, de los padres, madres y lechonas (digo, de las que nos dan leche) chupamos, a
vueltas de la sangre, los humores y costumbres, como si furamos los hijos esponjas de
nuestros ascendientes.
Vaya de abolengo festivo, que harto hago no le intitular el loco. Y s hiciera, si no fuera
porque no me dijeran que les ensucio el oficio, como dijo el hijo del zapatero, cuando,
mientras fue a su padre con un recado, un pasajero se ensuci en la esportilla; torn abajo el
muchacho, y hallando el mal recado, comenz a dar voces, diciendo:
-Padre, que nos han ensuciado el oficio, aqu del rey y del papa!
Abuelo barbero, y sus inclinaciones. Fue, pues, el padre de mi madre, mi abuelo, y era
barbero, el cual, de solas figuras de monas, gatos muertos, armas de tmulo y retazos de
monumentos, tena empleados en su tienda ms de seis docenas de reales; y aunque en casa
no haba seso, haba muchas bacas, y aun no haba cosa en casa que no lo fuese, en
especial su bolsa , que siempre repeta para bolsa de arrepentida jams hizo la barba a un
hombre que le faltase cuento. Almohaba una guitarra por extremo; vez hubo que, por hacer
las crines al potro rucio, desech buenas barbas de su tienda. Muerto por comedias, y
cmo muerto?, en Mlaga, saliendo a representar la figura de Mstoles, cay una teja de
un tejado que le desmostol.

Muerte del barbero.


Bisabuelo mascarero y sus inclinaciones. Mi bisabuelo era mascarero, y aun ms que
carero, que era carsimo. Viva en Plasencia, donde gan en alquileres de mscaras,
cascabeles y aderezos de farsas muy buenos reales. En lo que l sola echar mucho clavo
era en la cuenta de los cascabeles que daba a los danzantes de las aldeas, porque los buenos
de los labradores, como venan con gran prisa de llevar los vestidos para ponerse galanes,
malcontbanse, porque, al llevar, contbanse a lo sordo, y al traer, contbanse de sorna, y
con esto pagaban la cascabelada. Su mujer, a ratos perdidos, haca aloja, y por drsela un
da a su marido en otro rato perdido, perdi el marido: porque por drsela muy fra de nieve
la aloja, le aloj el nima desta vida a la otra, que todo es barrio y pared en medio, y no
muy gruesas las paredes.

Muerte del mascarero.


Terterabuelo y gaitero, y sus costumbres. Mi tertarabuelo materno fue gaitero y
tamboritero, vecino de un lugar de Extremadura que llaman Malpartida, que es un lugar
que, con estar junto a Plasencia, no simboliza con l ms que si Malpartida fuese lugar de la
China. El da de las danzas de el Curpus, o en cualquier otro de alegra, el que llevaba a este
mi abuelo no pensaba que haca poco. Haca hablar a un tamborino, dado que algunas veces
hubo menester hacerle que callase algunas tamboriladas, que, si las parlara, fueran ms
sonadas que nariz con romadizo. No haba moza que no gustase de tenerle contento y ser su
parroquiana, teniendo muy en la memoria aquel refrn que dice: a ruido de gaitero rame
yo casamentero.

Tamboritero casamentero.
No le holgaba miembro; con la boca haca el son al baile y, al de el matrimonio con los
ojos. A un volver barras, sacara l de la lunada de un corrillo una sartenada de novios fritos.
Verdad es que no eran los matrimonios de aquel tiempo tan campanudos como los de ste,
en el cual son necesarios muchos arrequives para matrimoniar de modo que aproveche. Por
cierto, con ms propriedad le pudieran llamar a mi abuelo muidor de matrimonios que
tamboritero. Y todo lo haca el mi bendito por ganar un real y dejar a sus hijos bien puestos;
y sali con ello, pues nos dej un tamborino relleno de tarjas, que para aquel tiempo era un
tesoro. Y porque gatos de dos pies no goloseasen la caada de el tamborilete, le tena el mi
buen Arias Gonzalo colgado en una estaca muy alta, como atambor ganado en buena
guerra. Y deca el buen viejo, con grande desimulacin, que no descolgaba aquel tamborino
porque era vnculo heredado de su padre, fulano Garzn, tamborinero tambin de fama, y
que le tena por consuelo de su memoria, y que el da que no le viese, no estara en s, y que
quera ms aquel tamborino roto y remendado que cien sanos. Y, de cuando en cuando,
dbale golpecitos, y deca:
El tamborino de Malpartida.
-Ms valis vos, Antona, que la corte toda.
Todas verdades apuradas.
Muerte del tamborinero.
Este muri de desgracia; y fue que, yendo un da de Corpus como capitn de ms de
docientos tamborileros que se juntan en Plasencia a tamborilar la procesin, taendo su
flauta y tamborino, bien devoto (a lo menos, bien descuidado de lo que poda suceder),
sucedi que andaba de bardanza en la procesin un hidalguete de los de la casa de Doa
Nufla, el cual (de pesadumbre que mi viejo le haba desentablado una amistad de una
diechiochena, para acensuarla a otro parroquiano suyo por dos aos, o como la su merced
fuese) vindole descuidado, le dio una gran puada en la hondonada de la flauta y
atestsela en el garguero. Deba de tener el pasapn estrecho, y ator la gaita como si se la
hubieran encolado con las vas del garguelo. Y lo peor fue que, al entrar, se llev de
mancomn tras s los dientes que encontr en el camino, como si la gaita no supiera entrar
sin aposentadores. Esta fue gaita, esta fue cua, esta fue diablo de Palermo, que nunca
quiso salir, hasta que de un estirijn se la sac de el cuerpo un tabernero, parecindole que
lo mismo era sacar una gaita de aquel cuerpo, que sacar un embudo de un cuero empegado.
Y tambin, como ms amigo, quiso ser verdugo en trance semejante. En fin, de aquel
envin sali la gaita, y junto a ella, revuelta, aquella animita saltadera, trotadera,
brincadera, bailadera, sotadera, que pareca un azogue. Muri en su oficio y su oficio muri
en l, que despus ac no ha habido tamboritero de consolacin en todo aquel buen partido
de Malpartida.

APROVECHAMIENTO
Muerte con la flauta en el gaznate.

Tabernero saca la gaita.

Muchos hombres de oficios alegres, cuales son tamboriteros y gaiteros, son nocivos en
la repblica y dignos de gran castigo, porque en achaque de entretenimientos lcitos, incitan
y mueven a cosas daosas, en lo cual imitan a los que acompaaron la idolatra con el
juego.

Captulo tercero
De la vida de el mesn

Suma del nmero. NMERO PRIMERO

Diego Dez, mesonero, padre de Justina, practica a su hija todo lo que hoy da pasa en los
mesones.
De el mesonero consejero

OCTAVA DE PIES CORTADOS

na, Los padres de la Pcara Justi


ros, Que fueron en Mansilla mesone
ja, Siendo, como son, padres y ella hi
jos. La ensean y la dan sanos conse
da, Como el consejo a gusto no se olvi
ne, Estos, por serlo tanto, los retie
dre, Que ya no hay quien se humille a madre o pa
dre, Si no es que al justo con su gusto cua

Vitupera artificiosamente el mesn, pareciendo que le quiere loar. La primera pluma que
se ha ensillado en Castilla para alabar la vida de el mesn ser sta, que tengo pico a viento
esperando si viene el arriero de el Parnaso y me trae alguna carraca con que hacer la costa
de la buena barba de el mesn. No viene? Pues crean que he recorrido hasta el pajar de las
mulas y los moldes de las loas y no hallo molde que diga de el mesn cosa que de contar
sea. Consulome con que podr decir que los moldes se erraron, que son grandes erradores.
Pero all en Castilla la Vieja, un rincn se me olvidaba; dgolo por un librito intitulado la
Eufrosina, que le siendo doncella, en el cual se refiere de un discrpito poeta que, para
alabar el mesn, dijo que Abrahn se preci, en vida, de ventero de ngeles y, en muerte, de
mesonero de los peregrinos y pasajeros del limbo, los cuales tuvieron posada en su seno.
Pero este escritor monobiblio no advirti dos cosas: lo uno, que es necedad traer tales
personas en materias tales, y lo otro, porque Abrahn dio de comer a su costa en su casa a
los vivos, y a los del limbo no llev blanca de posada, lo cual no habla con los mesoneros
deste mundo, ni tal milagro acaeci en casa de mi padre. Dems de que yo no me quiero
meter en historias divinas, no porque las ignoro, sino porque las adoro.
Jiroblficos del mesn. Veamos si enristro con algo que de contar sea. Para alabar a los
mesoneros, unos les comparan a los grajos, otros a las hormigas, otros a las abejas, otros a
las cigeas, porque todas estas aves hacen oficio de mesoneras con los huspedes de su
especie, entre las cuales quien ms se adelanta es el grajo, porque no slo hospeda la
cigea cuando pasa por su casa, pero la acompaa hasta ponerla en salvamento cuando va
o viene de veranear. Y quiz de aqu les vino a los mesoneros ser tan amigos de tener de
municin grajos empanados.

Mesoneros, por qu amigos de provisin de grajos en pan.


Ya te veo estar gorjeando por decirme que ninguno destos smbolos cuadran con el
mesonaje porque ninguna destas aves mesoneras pide dinero de cama ni de posada. Oh,
pues si todo lo quieres tan guisado, hazte preada! Vaya otra. El mesonero es como la
tierra, y el pasajero como ro. Verdad es que el ro, por donde pasa, moja, y al mesn
tambin siempre se le pega algo. Es el mesn como la boca, y el pasajero es como la
comida. Verdad es, que siempre la boca medra, siquiera en probaduras, y lo mismo el
mesn. Finalmente, el mesn es como olla nueva, que siempre toma el olor de lo que en
ella se echa; si el que pasa es prspero, queda el mesn oliendo a bienes, y si pobre, la casa
huele a trapos y la cama a piojos. Qu ms loor quieres del mesn que compararle a la
tierra, que es madre de los vivos, y al agua, que es el espejo en quien nos remiramos todos?
Qu te contar?, un dios mesonero hubo; verdad es que le desterraron del cielo por
alcahuete.

Smiles del mesn.

La mayor loa del mesn, que no es tan malo como el infierno. No se me logra cosa
buena que diga del mesn. A esta va, que parece que hago pinicos de jineta, y a cada paso
trota el potro. La mayor alabanza que yo hallo del mesn es que no es tan malo como el
infierno, porque el infierno tiene las almas por fuerza y para siempre, y con no gastar con
los huspedes un cuarto de carbn, los hace pagar el pato y la posada. Pero el mesn,
cuando mucho, es purgatorio de bolsas, y en purgndose las gentes, salen luego de all, y
aun los hace salir.
Eptetos del mesn. Ah, ah! Es por ah la grandeza del mesn? Oh, mesn, mesn!,
eres esponja de bienes, prueba de magnnimos, escuela de discretos, universidad del
mundo, margen de varios ros, purgatorio de bolsas, cueva encantada, espuela de
caminantes, desquiladero apacible, vendimia dulce, y, por decirlo todo, sois tan dichosos
los mesones y mesoneros, que tenis por abogado a mi buen padre Diego Dez y a mi buena
madre, ambos mesoneros en la real de Mansilla de las Mulas, cuyos consejos y astucias
vers en este nmero, que, si le lees, no te habrs holgado tanto en toda tu vida despus que
naciste.
Padres de Justina, mesoneros. Mi padre y mi madre no quisieron tener oficios tan
trafagones como sus antecesores, porque (como eran barrigudos) quisieron ganar de comer,
a pie quedo. Pusieron mesn en Mansilla, que despus se llam de las Mulas por una
hazaa ma que tengo escrita abajo. Es pueblo pasajero y de gente llana del reino de Len,
aunque pese al refrn que dice: amigo de Len, tuyo seja, que mo non.
Verdad es que no asent de todo punto el mesn, hasta que nos vio a sus hijas buenas
mozas y recias para servir; que un mesn muele los lomos a una mujer, si no hay quien la
ayude a llevar la carga. El da que asent el mesn, ramos tres hermanas, buenas mozas y
de buen fregado (otras tres gracias), bien avenidas en lo pblico, aunque en lo secreto cada
cual estornudaba como el humor la ayudaba. No eran nada lerdas, mas, pardiez, yo era un
guila caudal entre todas mis hermanas; vales el juego a legua, mas el mo para ellas era de
pasa pasa.

Tres hijas de el mesonero.

Sisas del muchacho. Mis hermanos todos se fueron a romper por el mundo, y
asentronse en la soldadesca. Slo qued en casa Nicolasillo, mochacho hbil, que le
enviaban por ocho de vino y sisaba doce; era el misterio que venda el jarro en un cuarto y
deca que se le haba vertido el vino y quebrado el jarro. Este qued para llevar al ro las
mulas de los huspedes y ir por recado de noche, que a nosotras no nos lo consentan,
porque haba en el pueblo pisaverdes trasgueros, que es villa de buen gento, y lo fino de la
ronda es en la calle de los mesones, y lo acendrado de el mujeriego es el mesonaje. En
buena fe, que una noche que se me antoj ir por vino a una taberna que estaba junto al
cementerio, me sepult mi padre el jarro en las espaldas, y alegando que llevaba
salvoconducto de mi madre, fue a ella y la jarre las costillas, y nos dej tales a ella y a m
que, a puro gastar encienso macho en bizmarnos, quedamos oliendo a vsperas por ms de
medio ao.

Justina y su madre castigadas por un jarro.

Pero todos estos daos desquitaba mi buen padre con sanos consejos, y tan sanos, que
nunca les doli diente ni muela. Mientras el pulmn me sirviere de abanillo, no se me
olvidar la pltica que nos hizo nuestro padre a sus hijas el da que puso el mesn en
perfectin y con todo buen recado de empean y suela. Buen mesn tengas donde quiera
que te coja la noche, que tan bueno t lo paraste, mi buen Diego Dez, mi seor y mi bien y
mi regalo, corona y gloria de los mesoneros, que no parecan tus consejos sino parlamento
de un gran capitn! Y a mis ojos chorreaban lagrimoncitas. Pero estoy de prisa y no me
puedo detener a llorar.
La pltica que hizo el mesonero a sus hijas. Y porque veas la crianza de m padre, te
quiero contar la pltica que nos hizo el da que dedic su casa a los huspedes, que es la
siguiente:
Carta de postura de cebada. -Hijas: la carta del mesn y la cdula de la postura pblica
de la cebada est siempre alta y firme. No haya junto a ella arca, banco, silla, escabel, ni
otro cualquier estribadero o arrimadero, porque no se atreva algn bellaco a hacer cuenta
sin la huspeda y examinar y cotejar por el arancel si yo relanzo mi hacienda, que, vive
Crispo, que no se gan a mecer los nios de la rollona. No quiera nadie hacer examen de mi
conciencia a costa de mi sudor.
Medida de cebada, arca, rasero y medidas. La cebada no se mida al ojo, antes el arca en
que estuviere est en otro aposento ms adentro del portal, y sea obscuro, y al medir,
siempre, la que midiere, vuelva barras a quien la pidiere recado. Las medidas estn siempre
dentro del arca, porque mientras os dicen quteme all esas pajas, est la medida conclusa.
El rasero no os obligo a tenerle en el arca, que, si hay tiento, el rasero est en la mano. Y si
por la prisa, o por comprarse cara la cebada, o con celo de hacer bien por vuestro padre,
quisiredes medir con el celemn del gusto y con el rasero del ojo, bien podris, que ms
valen vuestras manos que un medio celemn, y vuestros ojos ms que mil raseros. Y por eso
os encargo que la cebada est siempre en parte abscondida, y el arca no tenga otro fiador de
la tapa ms que vuestra cabeza, y con eso estorbaris que os husmeen el arca; que no es
bien que si est una moza honrada con medida en las manos, la hable nadie a la mano,
cuanto y ms que la medida de un medio celemn no es palabra de rey, que no puede tornar
atrs y bornearse un poco, ni es calle de plaza, que no puede tener altibajos, ni es mesa de
trucos, que no puede hacer hoyos, que el medio celemn tan bien duerme de lado como de
barriga.
En ao de caresta, ya sabis que la cebada, si la dais un hervorcito, crece mucho y
pierde poco, y aun es de provecho para las bestias que andan lastimadas con tolanos; y
quien ms medra es la bolsa de el mesonero, si se corre el oficio y no le amarga el caldo del
cocimiento. Y aos tales, en que se compra cara la cebada (y aunque sea barata, que no
debe nada lo barato a lo caro), tened siempre de municin algunos granzones que revolver
con la cebada, que para quien lo quisiere creer, aquello es la nata, y para el que no, es la
espuma. Soplen y avienten, que as lo hacen las viejas en las eras, cuanto y ms que, si las
bestias son buenas, de todo comen, y si no, aun zarazas no merecen.
.
Mezcla de granzones
Cuando el husped os dijere:
Vender caro. -Seora huspeda, qu habr que comer?
Encrgoos, por lo que debis a la fidelidad de vuestros oficios, que aunque tengis en
casa la cosa, no digis que la tenis. Encareced la cura, que para tasar, de las puertas
adentro, cada cual es seor de su casa. Cuando trajredes lo que os encargare, decid que lo
que os pidieron lo comprastes al vecino a precio de ruegos y dineros, para que al vecino se
pague la hacienda y a vosotros la salsa y la gracia.
Pocas palabras, y cundo.

Mujer ha de ser vista de lejos. Trae smiles.


Con los huspedes, menos palabras que gracias, ms donaire que respuestas. No pongo
puertas al mar, aunque el mar s con quien hablardes. Siempre tierra en medio, que la mujer
es cosa para de lejos, que es como figura de cera, como pintura al temple, librea de oropel,
labor de masa, forma de emprenta, cadver de embalsamado aejo, polvos de clavete de
azucena, que en tocndolos se descomponen, deslustran y deshacen.
Gracia antes de comer. Cualquiera demostracin que hubiredes de hacer de alguna
gracia, donaire o servicio, sea antes de comer, porque el pasajero todas las clulas libra en
el cambio de la comida y, alzadas las mesas haced cuenta que se alz el cambio.
Modo de sacalias. Al primero o segundo plato de servicio, tendris mucha advertencia
si hubieren enviado algo a vuestra madre porque si no, tendris entrada vendindola por
prefiada antojadiza, que ninguno habr tan incrdulo que vindola con tan gran barriga, no
lo crea, ni sea tan mal christiano que, de miedo que no se pierda un alma, no lo haga. Y no
reparis en si os creern, que con mozas de esperanza no hay quien no tenga fe cuanto y
ms que encontraris creederos que os crean, si decs que yo estoy preado y que de aqueso
traigo tan levantado el pecho.
Modo de pedir de comer buenamente. Y porque no os quejis de que todos los consejos
que os he dado son para nobis, od: cuando estuviredes en la mesa delante de los
huspedes, sacaris de la vuelta del delantal, o de entre corpio y saya, un mendrugo de
pan, o cosa que lo valga, y valdrn harto, que por eso dijo el refrn: el francs, hueso de
tocino, y la mesonera, pan en el corpio. Y sea el pan tan duro y seco, que slo el verlo
provoque a lstima y gana de proveeros de algn socorro y remojar la obra. Y si este tiro
saliere incierto, a causa de que algunos a la hora de comer miran haca le redao, llamad
una vecina que, con ocasin de vender algo, que sea o no sea necesario, conquiste su
benignidad y levante los golillas a la gana de daros algo con presupuesto que habis de ir
horras a todo y mancomunaros, que lo que hoy por t, maana por yo. Y cuando no haya
ms que estrujar y todos los caales estn requeridos, dejad entrar a los pobres, dando
primer lugar a los que sirven en casa; y si viredes que stos negocian mal, licencia tenis
para abogar por ellos, pues aun los clrigos y frailes pueden (segn derechos que me han
platicado) abogar por los pobres en las causas civiles.
Sustento de picarillos.
Huir de peligros. En dndoos algo, no aguardis que segunde, porque se tiene por medio
milagro que uno destos datarios rehaga la chaza. A primer quilmo, recoged la tijera, que no
nace lana tan presto. Aprended del gato, que mientras tiene en la mano el primer ratn, no
espera segundo hasta orearse un rato. Huid luego; nadie piense que sois alquilonas o que
tornastes a censo lo que se os dio de gracia. Ida una, entre otra y haga las mismas
diligencias, hasta ver el hondn a todo.
El husped no da ms que una vez.

Modo de quitar la mesa. La que quitare la mesa, qutela sin rerse, porque no la hagan
fiadora y ejecuten por la que se hizo invisible. Antes, de mi consejo, ha de entrar a quitar la
mesa la que menos bien hubiere recebido, y entre rostrituerta y ceuda que unos pensarn
que lo hace de celos, otros que de envidia, otros que de hambre, otros que de indispuesta, lo
cual, como deca un discreto, la obscuridad de que se hace boca de lobo. Item, se advierte a
la tal moza quitante que si le dieren cosa de poco momento, no la tome, sino diga:
-Djelo ah, seor galn, en esa mesa, y presto, que me quiero ir a comer, y de camino
lo dar a un pobre.
Y al alzar la mesa, revulvalo con los manteles, que de derecho toda sobra es sombra
que sigue al cuerpo del mantel. Ademn es ste tan eficaz, que muchos, por no ser notados
de mezquinos, dejan emboscar en los manteles el pan entero, el pedazo de queso, tocino,
conserva, etc. Y cuando hubiere este lance, sed diestras. No haya bien cado la caza, cuando
la amortajis en los manteles, no llegue algn criado que desvalije el mantel y lo meta en
corbona y os quite la caza de las uas, que hay huspedes astutos que traen hecho
monopolio con sus criados y dcholes que a cuenta de los amos est el ser reyes, y a la de
los criados ser tinientes. Y para hacerse mejor todo esto, convern que deis traza de
embarazar los criados en algn ejercicio nada desabrido, mientras se hace la siega y se
levanta de eras, que lo que una vez traspusiredes de un aposento a otro, es morcilla de
gato.
Consejos para despus de alzada la mesa. Alzada la mesa, suelen los huspedes chorrear
de rebalsa gracias excusadas, pretendiendo evaporar la comida a costa de una pobreta. Este
es el Magallanes en que suele haber naufragio. Hola, avisn! Huid evaporaciones de
sobrecomida. En chirlando ms de lo que es uso y costumbre, dejdmelos en golito, y si
columbrredes que se levantan a montear la caza, hablad alto, que ser pedir favor, y si no
os valiere, asomaos a la ventana y decid a voces:
- Nicolasillo, Nicolasillo!
Que como los Nicolases son obligados de la castidad, proveer Dios de que os oya yo.
Dems de que yo siempre estoy cerca de mi casa, y al primer vocear vendr, como que me
vengo a mi casa o a lo que Dios me diere a m de gracia y a ellos de pena. Verisme que
entro ms sesgo que si me hubiera desayunado con seis palmos de garrote, ms severo que
un Cid y ms grave que el conde Fernn Gonzlez. No hayis miedo que, en vindome a m
que vengo y a vosotras que hus de padre, hombre chiste, que por eso dijo el refrn: No hay
mejor perro que sombra de mesonero. Hijas, si no estuviere en casa ms de una de vosotras,
una ha de hacer todas las tres figuras, conviene a saber: que antes de comer sea perrillo de
falda halageo, mientras comen galgo hambriento, y al levantar de eras, liebre huida.

Ademn del mesonero.


Tres figuras de la moza del mesn.

Vender gato por liebre. Encrgoos mucho que todo lo que entrare en vuestra casa lo
honris mucho; no digo a los hombres, que en eso bailaris al son y haris conforme a los
mritos de cada cual, que de los hombres no hay que tener pena, pues cada cual tiene boca
alquilada y pagada para alabarse a s. A los que habis de honrar son las cosas, que no
saben hablar y volver por s. Declrome: si viene a vuestra casa un gato muerto, honralde, y
decid que es liebre; al gallo llamalde capn; al grajo, palomino; a la carpa, lancurdia; a la
lancurdia, trucha; al pato, pavo. Las frutas nunca digis que son vecinas de Mansilla, que es
decir que son villanas y montaesas, sino que vinieron de Bretaa con los godos, que es
villana no honrar, pues la honra torna siempre a su oriente. Y en tiempos que hay tantos
dones pegadizos, como piojo de crcel, no os duelan estos bautismos, que en el mesn hay
pilas para todo.
Empanadas. A lo que empanredes, hacelde el vestido holgado para que crezca, que si
no creciere ser por su culpa, y con eso podris vosotras decir que es la trucha tan grande
como parece. Que estos yertos son como los de los mdicos, y aun mejores, que aqullos
los cubre la tierra y a stos el pan, que es cara de Dios, como dicen los nios.
La ropa. Nunca digis que vuestra ropa no es limpia, que en Espaa es cosa afrentosa. Y
para vencer tretas de huspedes que, para ver si la sbana est limpia, miran si est tiesa o
sin arrugas, si cruje o no (como si hubiramos de almidonar las sbanas), para esto, lo que
habis de hacer es rociarlas y emprensarlas, que con esto podris hacer informacin que son
limpias de todos cuatro costados.
Traer recado y venir presto. De da, yo os doy licencia que vais por vino y por recado a
partes pblicas. Y no sea como una criada que tuve, que la enviaba por pasteles y iba por
ellos a los centenos, y si la rea, me responda:
-Eso merece quien se ha tardado por traer bien hojaldrada la cosa y la carne
aperdigada!
Y vez hubo que la di un real de a cuatro para que trajese para comer lo que le pareciese,
y trjolo todo de sferos. Rela. Djela, qu comida era aquella. Respondi:
-l no me dijo que trajese lo que mejor me pareciese?, pues esto es lo que mejor me
pareci.
Traer vino. Tened mejor ojo que esta bobitonta. Cuando algn husped os dijere que le
vais por vino, preguntalde en alta voz que la oyan todos:
-Seor, cunto quiere v. m. que le trayan de vino?
Que es buena treta (la cual llamaba un pariente mo la treta del atambor), porque los
huspedes, parte por vergenza de ver gran jarro, parte porque no piensen que son
mezquinos y acreditarse de liberales, envan por ms vino del que han menester. Y hacen
bien que, si el vino es bueno, jams se pierde, y aunque sea malo, sirve para lechugas.
Hacen bien, rebin, buena pascua les de Dios, que cuatro maraveds que un hombre alcanza
son para lucir con ellos fuera de su casa y pagar su trabajo a una moza honrada que se
desvela en almohazar el gusto a los huspedes.
Estancia en la puerta. Tampoco se os olvide que nunca falte una de vosotras a la puerta,
bien compuesta y arreada, que una moza a la puerta de mesn sirve de tablilla y altabaque,
en especial si es de noche y junto a la cancela.
Naipes. En lo que no habis de perder punto es cuando les oyredes boquear a los
huspedes que quieren jugar, porque esto es una mina. Con tres us, deca un to mo,
mesonero de Arvalo, que se enriquecan los mesones, y eran las us, uelas, uarato, uarajas.
Y baraja tengo yo en mi casa que ha entrado en percha de ochenta veces arriba, y nunca
sali a ver luz sin alumbrarse con un real de a cuatro. Al ms pobre que pidiere baraja, se la
dad, no se diga de vosotras que queris mal a pobres. Confisoos que o a un hombre de
buen rejo que el inventor del naipe haba puesto en la baraja tres maneras de figuras,
conviene a saber: sota, caballo y rey, y que esto denotaba que el juego no le han de usar
sino tres gneros de personas: una seorota, que es sota sincopada, un caballero y un rey.
Pero tambin o que le respondi un amigo que estaba par dl:

A quin sea lcito el juglar.


-Seor bacalario zurraverbos: advierta v. m., que aunque los pobres y pcaros no entran
en la figura del rey de oros o de espadas, pero entran en la de copas y bastos.
Qu os parece de la respuesta? Pues yo fui el responsorio.

Atento eso, no quitis a nadie su derecho. Jueguen todos con unos mismos naipes,
mientras no se mandare que los ilustres y seores vasallos paguen ocho reales por cada
baraja y los pobres dos reales.
Por aqu sacars, lector benevirlo (digo, benvolo), la discrecin de mi padre, su
erudicin y maestra. Bien le llamaron a l Diego Dez; Diego Diez mil le pudieran llamar,
pues en slo l haba la estucia y saber que pudiera hacer famosos a diez mil, y le pudieran
cantar las mozas del mesn el cantar de Carmona, que dice: Ms valis vos, Diego Gil, que
otros cien mil.

APROVECHAMIENTO

Hay mesoneros tan mal inclinados y disolutos, que hallars en sus casas aposentados
ms vicios que personas. En ellas se aposenta la codicia, la sensualidad, el ocio, la parlera
y el engao, y, sobre todo, el mal ejemplo y libertad, lo cual es causa de gran perdicin en
la repblica christiana.

Suma del nmero. NMERO SEGUNDO


Cuenta las costumbres de la madre de la Pcara, y dice que tal fue la hija como la madre. De
la mesonera astuta

REDONDILLAS DE PIES CORTADOS

Nunca de rabo de puer,


Se pudo hacer buen viro,
Ni para vihuela, cuer
De palo, lea o garro.

Cual el rbol, tal la fru,


Pu la ma y pu la hi,
Pu la man que las cobi,
Y el pobre yerno cornu.

Ya que sabes quin fue Fernando, no puedo absconderte a Isabel. Yo, hermano lector,
ya adivino que en oyendo quin fue mi madre, te has de santiguar de m como de la
Bermuda. Qu quieres? Dirasme t otro molde, y saliera yo ms amoldada. Soy fruta de
aquel rbol y terrn de aquella vena. Qu me pides?
Escucha, y oirs las hazaas de otra Celestina a lo mechnico.
Callada la mesonera. Mi madre era menos boquipanda que su matrimonio. Todos los
recados que nos enviaba eran con las dos nias de sus ojos, los cuales traa siempre a
puntera de bodocazos. Era por extremo imaginativa. Nuestros pensamientos eran su
melonar, y siempre calaba melones. Deca que nos quera como a los ojos. Y para untarme
el casco, me deca:

Aguda lisonjera.
-A tus hermanos quirolos como a los ojos de la puente, y a ti como a los de la cara.
Oylo una hermana ma cierta vez, y dijo:
-Pagadas estamos, madre, que no faltarn ojos que sean tan cosa de aire, a cuyo amor la
compare.
Entonces ella, que era astuta, dijo:
-Calla, boba, que quien pasa por un ro, tanto quiere que la puente tenga los ojos en pie,
como que lo estn los de su cara, pues le va la vida.
Con esto nos dej contentas.
Fiaba de Justina. La verdad es que me quera mucho, y debamelo, que le prest mucha
masa en que empanar secretos tan graves, que el menor que mi padre husmeara la
despernara, y quiz, si esto hiciera, acertara con el malhechor. Mas Dios me libre que yo
sea como otras, que en hacindose preadas de un secreto, luego enferman de vmitos.
Quitaba la comida de la boca, para vender. Era muy caritativa, tanto, que quitaba la
comida de la boca para dar a quien nunca vio ni esperaba dl hazas ni vias. Verdad es que
lo daba pagndoselo, y que lo que vala cuatro venda en cuarenta, pero todo es contar por
cuatros.
Muy de ordinario nos deca que la mejor provisin que podamos hacer era de
palominos empanados, porque lo uno es carne dura, y lo otro, puestos en pan, son tan
grandes como los hace quien los vende. Que las empanadoras somos de la calidad de los
reyes, que en haciendo cubrir una cosa, la damos ttulo de grande. Y lo otro, porque si fuere
grajo, nadie habr que lo jure ni denuncie, como denunciaron del otro villano cortador y
obligado en tierra de Campos, que pes una burra en la carnicera y, yendo a su casa por
carne, respondi un nio, hijo suyo, a los que importunaban por ella, diciendo:
Empanadoras de palominos, tienen calidad de reyes.
El que pes una burra en cierto pueblo de Campos.

-Vlganos el diablo!, tiene mi padre cada da una burra que pesar?


Aquellos son hurtos bobos y peso de muchos pesares, que una burra hay muchos que la
conocen tan bien como a la madre que los pari, pero un grajo, despus de pelado y metido
en la atad, el diablo que conozca si es palomino, o cerncalo, o pito, o cualque cosi.
Sisar cebada. Gran mujer de pedir prestada a una bestia la mitad de la racin y darle una
libranza para el primer mesn.
No receba pobres. Era tan compasiva de los pobres, que a ninguno receba, slo por no
le ver malpasar en su mesn por falta de dinero, que quisiera ella que cuantos entraban en
su casa les diera Dios mucha hacienda y con qu hacer mercedes.
Sisar comida. En su vida aderez comida que no cobrase pasaporte, ni arm ave
caballera en asador que, dems de sacarle la quinta esencia en forma de pringue para tostas,
no le hiciese la salva, por tratarla como a caballera. Y para excusar las mermas y alcabalas
que por su propia authoridad cobraba de todas las cosas asadas, usaba donosas tretas, las
cuales, cuando nos las platicaba, deca que era la lectin de la confusa. Unas veces se
excusaba con decir que los huspedes se haban tardado en venir y el gato ddose prisa a
llevar; otras veces soldaba la rotura con ceniza, como hondn de caldera rota; otras veces
quemaba lo desmantelado con un tizoncito, delicadamente, que pareca todo una pieza, lo
asado y lo castrado; otras (y esto era en caso desesperado) haca un guisadillo, atendiendo
siempre a dos cosas: la una, que llevase poco coste, y lo otro, que no fuese muy sabroso.
Aqu anegaba todas sus faltas, y sola decir:
La lectin de la confusa.

Cazuela de engaos. -Mirad, hijas, una cazuela es excusa barajas, porque como all se
mete todo confuso, hueso y pulpa, viene a tener verdad el refrn viejo, que a ro vuelto,
ganancia de pescadores y pescadoras. Y, creedme, que los huspedes se obligan mucho y
dan de s ms que calza de aguja, si ven que las mesoneras les guardan el aire al apetito del
comer. Pongo caso, hijas, que vaya mal guisado (que as ha de ser siempre); luego dicen:
-El guisado, as, as. La intencin fue buena, no supo ms la pobreta, que quien esto
hizo sin decrselo, hiciera ms si ms supiera.
Y luego les veris esquilar, diciendo:
Remedio para ser moza y hermosa. -Seora Mara, seora Mara! (que no hay husped
que no llame Mara a toda moza de mesn, como si todas nacieran la maana de las tres
Maras).
O si no, dicen:
-Seora hermosa!
Que, como dijo el otro, para que una vieja sea moza, no hay otro remedio mejor que ser
mesonera o ajusticiada, porque a la del mesn no hay pasajero que no diga:
-Hola, seora hermosa!
Y si a una mujer la sacan a justiciar, luego dicen:
-La ms linda mujer y de ms bellas carnes que se vio jams!
-As que, seora Mara, alcance de su guisado, que est como de su mano.
Inocencia astuta. Aqu haya gran advertencia, que la tal moza, en tal caso, ha de hablar
como inocente y vergonzosa, diciendo:
-En verdad, que compr por amor de sus mercedes un ochavo de especias y un
maraved de vinagre y ajos, para que la cazuela sabiese bien a sus mercedes, y dej en
prendas la mi sortija de plata, que no tengo otra.
Y tras esto, hijitas, un reverencia, que estis a pique de que, si es hombre liberal, os d
una buena pieza en pago del empeo de vuestra sortija y sin haber enajenado ni perdido
nada.
No acabara hoy si te contara por extenso sus tretas. Concluyo con decirte que para
abrasar la casa, le sobraban dos hervorcitos de imaginacin, y para hacernos perder pie a
todos, no haba menester echar toda la presa. Con todo eso, deca de m:
Agudeza de Justina. -Justinica, t sers flor de tu linaje, que cuando a m me
deslumbras, a ms de cuatro encandilars.
Y por verme tan bien aplicada, y por las buenas muestras que siempre di, gustaba
mucho de platicarme todos estos ejercicios que he referido y otros que callo.
Justina compara a su madre al guila. Estos trastos hered de mi madre, sin quedar
cachibacho que no me traspalase. Qu quieres? Quien da lo que tiene, no debe nada, y
quien ensea lo que sabe, menos.
Propiedad del guila. Las guilas ensean a sus hijos a que miren el sol de hito en hito,
porque como nacen con los ojos hmedos y tiernos, pretenden que el sol se los deseque y
aclare, para que vean la caza de lejos y se abalancen a ella, por ser esta propriedad nica del
guila, la cual, desde lo altsimo de las nubes, ve al cordero en la tierra y los peces en el
agua de los profundos ros, y bajando con la furia de un rayo, divide con las alas el agua y
saca los peces del abismo.

As (puedo decir), en esta materia era mi madre un guila, pues aclar mis tiernos ojos
para considerar la caza desde lejos y saberla sacar, aunque ms encubierta estuviese en un
mar de dificultades. Verdad es que yo no haba menester mucho apetite, ni me cost
muchos pellizcos el aprender, en lo cual hice ventaja a los aguilochos, y grande, porque
ellos son lerdos y tan perezosos, que es necesario que la madre, a punzadas y herronadas los
saque del nido, y aun a veces los cuelga de las uas y los hace mirar por fuerza al sol. Y por
eso fingieron los poetas que en el general repartimiento de los oficios, el guila se inclin a
ser ballestera, y tiraba al sol bodocazos y no erraba tiro.
Aguilochos son lerdos.
Jiroblfico de la vista del guila.
Propiedad de la paloma aplicada a la madre de Justina.

Oropndola, smbolo, de mujeres, y por qu.


La paloma ensea a sus pichones a barrer y limpiar el nido, porque no es puerca como
la oropndola que, teniendo doradas plumas, tiene enlodado el nido, lo cual es smbolo de
las mujeres, las cuales salen a vistas vestidas de oro y dejan un aposento ms sucio que una
letrina. Pues qu mucho que la palomita de mi madre me ensease a barrer y limpiar, no
slo la casa, pero las bolsas y alforjas de los recueros y aceiteros, que son ms sucias que
ojos de mdico y nidos de oropndola? Muchos puedo contar, a quienes el celo de ensear
sus hijos los ha hecho maestros de todo el mundo, especialmente en Egipto. Todo bueno y
sancto.
Pero mis padres no saban otros jiroblficos, sino jacarandina, ni otras sciencias, sino
conjugar a rapio rapis por meus, mea meum. De qu te espantas? Oye un cuento a
propsito.
Traje del estudiante bellacn e hipcrita. Cierto soldado quiso ganar de comer a poca
costa, y para esto se puso a lo escolstico, aunque algo bastardillo, un bonete algo lardosillo
y muy metido hasta la cncava; un cuello slo asomado, aunque pespuntado de grasa; una
cara a humo muerto, un sayo sayn, un ferreruelo largo y angosto como cdula de sacar
prendas, unas calzas que se rean del tiempo, un zapato empanado, un andar de Pero
Hernndez, un mirar de brujulistas, un meterse de hombros como concomido; una voz
modesta y baja, aunque tena el bellacn ms chorro que un pollino; y un cuello torcido,
como remate de cuchar; otro segundo Pavn, de quien te dar noticia despus de andadas
algunas millas desta historia. Con esta figura y talle, se hizo pedagogo intruso y ayo de
algunos, a quien enga en la mitad del justo precio. Especialmente enga a un caballero
que confi dl un hijo suyo para que fuese su ayo. Djole el caballero:

Abajo, c.n.
-Mire, padre, que le encargo este mochacho, que es travieso, para que le imponga. No
sepa cosa buena que no se la ensee.
Enseanza del bellacn. El dmine ayo se lo prometi as, y cumplilo. El ayo, a tercer
da, comenz a leer la cartilla a su alumno, y djole:
-Mocito, l piensa que yo soy alguno de los siete de Grecia? Engase. Piensa que es
todo oro lo que reluce? Engase. Piensa que hace el hbito al mono? Engase. Piensa
que soy quien piensa? Engase. Vive Christobalillo!, que aunque le quiera ensear cosa
buena, yo no s otra, sino dos: una de guerra y otra de paz. De paz, es un boquivuelto, y ver
si pinta, y hago a todos tope donde topare. Y por ms seas, ve aqu la baraja. Lo de guerra,
otro que tal: tome esa espada, uas arriba, punta al ojo, el pie siga a la cara.

Medr tan bien el caballerito, que, a pocos das andados, se fueron ambos a Sevilla, y
en el camino comieron lo que hurtaron, y en llegando a Sevilla, hurtaron lo que comieron.
Sac ladrn a su alumno. Este fue el bellacn por quien se invent el entrems que
dicen: no le enseaba a matar, sino a ser el obediente Isaac.
As que, hermano lector, cada cual ensea lo que sabe, aunque no todos saben lo que
ensean.

APROVECHAMIENTO
Podrse decir de algunas madres deste tiempo que son para sus hijas ms crueles que
avestruces, y que las que por naturaleza y obligacin deban ser misericordiosas, comen y
cuecen sus hijos, como dijo Jeremas. Porque, qu ms proprio cocer y tragar sus hijos
puede haber que cocerlos en maldades y aprender en ellos el fuego del pecado y deshacer
sus almas con ruines consejos y ejemplos?

Suma del nmero. NMERO TERCERO


Muri el mesonero de un golpe que le dio un caballero con un medio celemn, y la
mesonera de un hartazgo de longaniza y carnero. De la muerte de los mesoneros

SEXTILLAS

Diego Dez desafi


A romance y a latn
A la muerte;
ella venci
Y al Diego Diez le meti
En un medio celemn,
Con que vencido qued.

La mujer del mesonero


Sustituy el batalln,
Mas tambin la dio tapn,
Porque la atest el garguero
Con longaniza y carnero,
Y as triumph del mesn.

Las gentes, como viven, mueren. Y como pecan, penan. Siempre o pregonar que las
gentes como viven, mueren, salvo que viven con aire y mueren sin l; y que como pecan,
penan, salvo que el gusto del pecar es enano y las penas del hogar son gigantas. Callo la
historia de la perra y aperreada Jezabel y otros cuentos de las historias sacras, de hombres
cuyos verdugos fueron sus mismos gustos, que en chapines de tan altos cuentos no me
atrevo a andar sin caer.
Ejemplo de Diomedes, rey de Tracia.

De Herodas.
Ah est Diomedes, rey de Tracia, que fiar y abonar mi intento, pues l us engordar
sus caballos con carnes de reyes vencidos, y Hrcules, con las suyas, dio un buen da a sus
perros. Tambin me fiar mi camarada Herodas que, por saltar y bailar sin estorbo, mand
cortar una cabeza y, despus de cortada, punz rabiosamente con un alfiler largo la lengua
difunta; pero tambin ella muri bailando, y la hundi y cort la cabeza un carmbano
sobre quien andaba danzando.
Mi padre, en lo que siempre pona mucho cuidado, era en esto de echar polvoraduque
de granzones al medir la cebada, segn y como nos lo notific el da de la erectin mesonil.
Un da me mand cargar la mano algo ms de lo acostumbrado, y yo, como hija obediente,
ech a osadas. Dormise Homero. No repar el buen padre que nos oa un caballero ratio
de junto a Portalegre, que estaba junto a la puerta triste del pajar, y era para sus bestias la
cebada sobre quien granizaban granzones. Hubieron palabras; mi padre, de corrido, arroj
la soga tras el caldero; el caballero, de honrado, desenvain un medio celemn, de que haba
sobra en casa, con el cual le dio en la nuca, a tan buena coyuntura, que le meti el nima en
el medio celemn y el cuerpo le tendi a la puerta del pajar. Vean aqu!, en el medio
celemn pec y all pen. A lo menos, podrme alabar que muri como un pjaro mi padre,
y que fue tan enemigo de dar fastidio, que muri sin gastar un comino en su enfermedad.
Muerte del mesonero.
La codicia hace disimular los daos. Al caballero se le echaba bien de ver que era noble
y principal, pues no hubo bien mi padre cado en el suelo, cuando le pidi perdn y le dijo
que no lo deca por tanto, y otros cumplimientos muy de cortesano. Y si mi padre no
tuviera excusa que estaba muerto, hubiera andado muy mal en no responderle muy buenas
palabras. Era comedido el seor, y liberal. En viendo el mal recado, luego (para
consolarnos), nos dio a cuantos estbamos en casa, a tres reales de a ocho, y a mi seora
madre doce, por ver que llevaba este negocio con tanta paciencia, esperando a ver cmo lo
haca con ella y con nosotras aquel buen seor. Y con esto, nos obligaron (l con su dinero
y mi madre con su mandato) a decir a la justicia que nadie le haba hecho agravio a nuestro
padre ni tocado al pelo de la ropa; y era verdad, que no le toc en pelo ninguno, porque la
parte que le toc el medio celemn estaba pelada, sino que cay de la escalera, como l lo
sola hacer algunas noches. Y esto era verdad, y tanta, que una vez se quej de un
cucharetero porque le puso una mano de mortero en una escalera, y vindola, dijo:
El mesonero era beodo. -Mano de mortero a m para caer, hidarrun? He yo menester
mano de mortero ni otro apetite semejante para rodar cincuenta pasos de una escalera?
Con esta buena relacin que dimos de nuestro padre, nos dej la justicia.
Mortaja ridcula. Amortajmosle. Pusmosle en el aposento del horno, porque ya que no
estuviese honradamente, estuviese hornadamente. Sobre el amortajarle hubimos palabras yo
y mi madre, porque me dio una mortaja vergonzosilla, que (por ir rota a ciertas partes y
vrsele el cuerpo a tarazones) algunos pensaron que habamos enterrado a mi padre con el
rasero en la mano, en memoria de lo que haba ganado con el medio celemn, y por tener de
sobra los raseros. Desto haba mucha risa y chacota en el entierro.
Tontos! Por cierto, s! Las ganancias del Cid! Si supieran la buena obra que le haba
hecho el medio, no pensaran que le habamos enterrado con el rasero. Necios! Mirad qu
bastn de capitn, para antojrseles que le enterrbamos con l en la mano, sino un rasero
negro y carcomido! Si mi madre en dar mortaja no anduviera tan medida, nadie saliera della
en maliciar lo del rasero.
Luto a malicia. Tratamos de enlutarnos; y s hiciramos, sino que mi madre ech de ver
que no habra luto que le viniese bien, porque era muy gorda, y as se puso a la malicia el
luto. Aquella tarde toda no quisimos recebir psames de nadie, porque dijo mi seora
madre:
-An ahora mi marido est en casa, no quiero psames.
Cerramos nuestra puerta, como gente recogida, y aunque quisimos velar al difunto, no
pudimos, porque el ratio de Portalegre, en viendo cerrar las puertas, nos convid a una
muy buena cena. Mi madre, como estbamos a puerta cerrada y sin nota, acept el convite.
Verdad es que le dijo:
Cena sin pena, muerto el padre y marido.

-Seor, somos muchas. O todas, o ninguna.


El caballero hizo a todas. Era honrado.
Guarda un perro al difunto, y hace un mal recado. Fumonos. Dejamos en guarda de mi
seor padre un perrillo que tenamos. Linda pieza, vala por seis hombres, y as, nos pareci
que para guarda aquello era lo que haca al caso, que para lo que es responsos y oraciones,
las de sobremesa haban de ser todas suyas. Con todo eso, el diablo del perrillo, como oli
olla y carne, comenz a ladrar por salir, y viendo que no le abramos, fuese a quejar a su
amo, que estaba tendido en el duro suelo. Y como vio que tampoco l se levantaba a abrir la
puerta, pensando que era por falta de ser odo, determin de decrselo al odo. Y como le
pareci que no haca caso dl ni de cuanto le deca, afrentse, y en venganza le asi de una
oreja; y viendo que perseveraba en su obstinacin, sacla con races y todo y trasplantla en
el estmago. Con todo eso, por si era sordo de aquel odo, acudi al otro, acordndose que
suele ser respuesta de discretos: a esotra puerta, que sta no se abre. En fin, acudi a la otra
oreja, hizo su arenga y la misma diligencia. El perro debi de hacer su cuenta: ste est
muy muerto y mis amas muy vivas; yo muerto de hambre y ellas de boda. As que, sin m
hacen la boda?, pues yo har la ma sin ellos. Y, pardiez, dile de tajo y destajle el
cuerpo y cara, de modo que no le conociera el mismo diablo con ser su camarada.
Cuando yo llegu y vi al perro harto de carne de mesonero, y la cara de mi padre tan
descarada, y el cuerpo tan emperrado, dime lstima, y aun yo creyera que la tena mi
madre, si no la oyera decir:
La poca lstima y dolor de la prdida del marido. -Valga el diablo tanto muerto!
Dnde tengo yo ahora aqu hilo y aguja para andar a coser muertos?
Por ah lo remendamos, aunque mal. Lo que es la carne no tuvo remiendo. Yo quisiera
quitar unos pedazos de carne a un tabernero vecino, pero como mi padre era mesonero, no
vena bien remendarlo con carne de tabernero, que es remendar pao de Londres con sayal.
Fcilmente se consuelan. Con esto, determinamos enterrarle muy en haz y en paz. Mi
madre no chist ms que si ella fuera la muerta, y aun el caballero la dijo que si hablaba, la
acusara de que haba echado a su marido a los perros. Era discreta, vio lo que le convena,
qu le haba, ni qu habamos de hacer?, ya era muerto, lo perdido no era mucho, lo que l
haba de hacer en casa nosotras lo sabamos de coro, y an mi madre viva de sobra. Aquel
seor era comedido, mi padre le dio la ocasin. Cuando le pidiramos la muerte, slo fuera
enriquecer justicias y empobrecernos nosotras, y perder los patacones que nos dio bueno a
bueno, sin pleitos ni barajas. Qu haba que hacer sino pedir a la tierra que, pues cubre
tantos yertos de mdico y purga, cubriese uno de un caballero y un medio celemn?
Entirranle sin llorar. En el entierro no lloramos mucho, que no llevamos palabras
hechas. Mi madre era muy ojienjuta, y nosotras no podamos llorar si no era comenzando
madre y yendo arreo; y aunque comenzara, no s si pudiramos seguir la corriente de sus
lgrimas, porque bamos muy ocupadas en mirar no hiciesen rabos los mantos, que era
invierno y los habamos de tornar a sus dueos en acabndose la tragedia. A lo menos, no
enterr yo as a mis dos maridos. Verslo.

Cita el tomo segundo, en el primero y segundo libro.


Una verdad no podr negar, y es que, cuando me mandaron enlutar, me holgu como
los nios cuando los mandan poner calzones nuevos. Mis hermanas lo mismo. Y sucedi
que, a un mismo tiempo, tuvimos gana de ver al espejo cmo nos estaba el luto y qu
pantorrilla nos haca. Mas por haber gente delante, y unas de empacho de otras, no
osbamos descubrirnos ni salir a mirarnos en l. Pero como todas ramos chimeristas, cada
cual dio su traza para mirarse al espejo.
Mranse al espejo las enlutadas con diferentes trazas.

Una, la ms boba, dijo:


-Quiero poner ese espejo a la boca de padre, por ver si echa vaho y cubre el espejo.
Qu alio para quien, sobre muerto, estaba atenazado con dientes de perro! No se
admiti su voto, ni sirvi de ms que de desenlutar un poco mi risa.
Otra, algo ms hbil, dijo:
-Quiero ver si est firme el clavo deste espejo, porque como entran tantos, no entre
alguno que le derribe.
Mas yo dije:
-Mostrdmele ac, que en da de mortuorio no parece bien espejo aqu, quiromele
guardar en el arca.
Mi madre dio su alcaldada, y le pidi para ver si le habamos quebrado, y con este
achaque se mir a su sabor y me le dio, diciendo:
-Toma, Justina, gurdale, que ya de poco servir en esta casa.
De modo que, cada cual por su camino, dio un golpe al espejo, segn los mritos de su
discrecin, y consigui su gusto.
En fin, llevmosle a la Iglesia. A fe que, si l fuera por su pie, no llegara tan presto a
ella. Tornmonos a casa y corri el agua por do sola. Mas antes que la de mi corriente d
otro paso, te quiero referir una glosa que hizo un pisaverde a quien yo di cuenta muy de raz
del caso, y hazla que sirve de epitaphio del tmulo y blasn del prncipe de los mesoneros.

REDONDILLA

A la muerte de Diego, el mesonero, muerto con un medio sin rasero. Que a Diego
Dez, mesonero,
Le acabe un medio, es muy justo,
Que en medio del summo gusto,
Pide all la muerte el fuero.

GLOSA

Un ratio caballero,
Con un medio que arroj,
Dio tal golpe a un mesonero,
Que fue el primero y postrero
Que en el medio el fin hall.

Prescrito ha la muerte un fuero.


Que a cuantos lleva y da fin
Los lleva por un rasero,
Mas no por el celemn
Que a Diego Dez, mesonero.

Mas hay ley que a yerro muera


El que con yerro mat,
Y es regla muy verdadera,
Que le miden a quienquiera
Por el medio que midi.

Y as, no te cause susto


Que a Diez un medio mat,
Ni digas que es caso injusto,
Que a quien por medio pec,
Le acabe un medio, es muy justo.

Oh cierto y incierto fin!


Quin pudiera imaginar
Que te haba de encontrar
Debajo de un celemn,
A la puerta de un pajar!

No me admira que se muera


En su clera el adusto
O en medio de un gran disgusto;
Lo que pasmar a quienquiera
Que en medio del summo gusto.

Muerte, llvente los diablos.


Somos aqu rocines,
Que con medios celemines,
Nos dejas por los establos
Echos unos matachines?

Quien por ventas y mesones


Gastare, de hoy ms, dinero,
Ser muy gran majadero,
Sabiendo que con traiciones
Pide all la muerte el fuero.

Contemplacin de Justina a la muerte de sus padres. Yo no s glosar, mas, a tino, me


parece que mi padre, segn era de resabido, debi de desafiar la muerte, y ella, por ganar
honra en sacar del mundo a un hombre tan arraigado en l, le quiso meter en un medio
celemn, porque se dijese della que sabe tanto, que supo meter a un mesonero en un medio
celemn. Y no dudo, sino que, viendo mi madre vencido a su marido, quiso ella salir a
vengar los cuernos y vencerla a bachilleras. Mas la muerte le dio tapaboca y aun
tapagarguelo. Y, si quieres saber el cmo, oye.
Muerte de la mesonera.

Coloquio entre el asador y la mesonera.


Mi madre era muy devota de cosa de asador, en especial era perdida por cosa de
longaniza y solomo. Sucedi, pues, que una noche, viendo que ciertos pedazos de longaniza
medio asada pasaban carrera en la plaza de una chiminea, y, a caballo en su asador, corran
parejas con otra cuadrilla de pedazos de pierna de carnero, les mand que, vista la presente,
se apeasen del asador. Los pedazos de longaniza se excusaron con decir que no estaban tan
bien asados como era razn, y que estando as no podran hacer cosa que fuese de
provecho. Los otros pedazos de pierna de carnero se excusaron con que estaban desnudos y
en piernas, y que no se podan apear sin tratarlo con su amo. Pero ella les dijo que, sin
embargo, obedeciesen lo decretado. Ellos, por va de fuerza, apelaron en segunda instancia
para su amo, que era un tocinero de Valladolid, pariente del de Villaman, de quien te
contar un gracioso chiste en el libro segundo siguiente.
Lloraban los pobretos tanto, que por pocas apagaran el fuego a puro llorar, y ponan los
suspiros en lo alto del can de la chiminea. Derretanse de puro miedo, y siempre
apellidando por sus amos. Pero el tocinero era de la condicin del rey, que donde no est no
parece, y as no pudieron ser socorridos de su amo.
Ella, vista su rebelda, embiste con ellos, derrbalos del caballo, y as como estaban,
meti la mayor parte dellos en la crcel del estmago, y a los otros les temblaba la contera.
Ella, que estaba encarnizada, bebida y embebida, vele aqu el tocinero que vena en favor
de gente. Ella, por no ser sentida, meti sin mazcar ms de dos varas de longaniza, repartida
en cuadrillas, aunque mal ordenadas y peor mazcadas. Y como toda esta gente entr tan
aprisa por el postiguillo del gaznate y sin avisar a la mucha gente que haba dentro que se
arredrase, pardiez, ator la cuadrilla de longaniza de modo que ni poda pasar atrs ni
adelante, ni ella hablar ni respirar, porque estaba atacada hasta la gola.

Cogila el tocinero engullendo de su longaniza.

Apodos de la postura de la mesonera, que qued con la longaniza atravesada en el gaznate.


Entr el tocinero y pedale razn de s y de su gente, mas a esotra puerta, que aquella estaba
cerrada de longaniza. Y lo lindo era que dems de estar relleno el gaznate, le sobraba fuera
de la boca un pedazo de longaniza, que a unos pareca sierpe de armas con la lengua fuera;
a otros, ahorcada; a otros, bota con llave; a otros, garguelo con rabo; a otros, que era boca
recin nacida sin ombligo cortado; a otros, tropelista con trenzas en la boca; a otros, culebra
a boca de vivar. Slo al tocinero, que le dolan, le pareca emboscada de enemigos y cueva
de ladrones y, en fin, le pareca sepultura de su longaniza.
Pedimos favor para que aquella longaniza desocupase el paso. Los criados del tocinero,
enojados del tuerto que se haba hecho a su amo y del derecho que a ellos se les haba
quitado, iban a emboscarla el asador por el gaznate y, el ms propicio, le meti la punta de
un cuerno albar con que la maltrat no poco. En fin, qued tan lisiada, que de harta y
atormentada, de asada y asadorada, la dio dentro de cuatro horas una apopleja que la as el
nima y la sac de este mundo malo, sin llevar ms subsidio que la longaniza en la boca.
Espantme, a manera de decir, cmo pudo tan presto salir el nima por un garguero tan
acuado. Deca un ladrn famoso que el nima de un ladrn es de casta de agua de pozo,
que no sale sin soga. Mi madre, que se picaba de ladrona ms que de boba, pudo decir esto
mismo, y aun aadir que como los famosos mueren con soga de seda, ella muri con soga
de longaniza, a lo menos, la muerte hzole ms cortesa que a su abuelo el tamboritero, que
malparti de Malpartida, que a ella le tap las vas con flauta de longaniza y al otro con
flauta de madero. No s, a toda mi generacin la llev la muerte por lo enflautado. Mucho
me pesa; empero, vaya. Y tiraba de cantazos a su madre.

nima de un ladrn.

Llora poco Justina la muerte de su madre, y por qu. Llor la muerte de mam algo, no
mucho, porque si ella tena tapn en el gaznate, yo le tena en los ojos y no podan salir las
lgrimas. Y hay veces que, aunque un hombre se sangre de la vena cebollera, no quiere
salir gota de agua por los ojos, que las lgrimas andan con los tiempos, y aqul deba de ser
esto de lgrimas, y aun podr decir que unas lagrimitas que se me rezumaron salan a
tragantones. Qu mucho? Va que ya yo me poda criar sin madre, y tambin que ella me
dej enseada desde el mortuorio de mi padre a hacer entierros enjutos y de poca costa.
La mortaja de la mesonera, estrecha. Pues a fe, que del trapo que sobr a la mortaja, de
puro cumplida, no se pudieran hacer muchas balas de papel ni muchas encamisadas. La
dicha camisa era ciclana de mangas, que no tena ms de una, y era de pechos bajos, y tan
bajos, que la hizo entrar a la sepultura a mi madre pecho por tierra. De espaldas no era muy
cumplida, porque estaba aposta para deceplinante, y las faldas no carecan de celosas.
Como no tena la camisa ms de una manga, all la met ambos brazos. Y creme que no
hice mal, que quiz si se los dejara sueltos ambos, se anduvieran de sepultura en sepultura
buscando longaniza, y como no viese dnde topase, echara mano de lo que hallase, aunque
fuesen tripas, y si algn muerto la riera, no dudo sino que respondiera una necedad con
que se alborotaran los cementerios; o cuando mucho, dijera:
-Cada loco con su tema, y perdonen que topo.
Que eran dos bordones que ella tena muy ordinario.
Cierto que, cuando la estbamos amortajando, la miraba a los ojos y me pareca que me
hablaba con ellos tanto y tan a menudo, que el encaje dellos pareca jaula de papagayo, y no
se me pudiera quitar el miedo y temor, sino que mirando cun calafateado tena el gaznate,
se echaba de ver que era muerte de a mazo y escoplo.
El poco llorar de las dems hermanas. Mis hermanas tambin lloraron sus sorbitos, pero
siempre guardndome la antigedad en que yo jugase de mano y llorase la primera. Y todo
con mucho decoro porque cuando la una lloraba, callaba la otra, que era para alabar a Dios
or el concierto de nuestro lloro. Parecamos los morteros de Pamplona, que cuando uno
alza, el otro abaja.
El olor que dej. Lo que ms sent fue que qued oliendo la casa a longaniza por ms de
seis meses, y el que guardaba los atades se quejaba de lo mismo, porque segn dijeron los
que la llevaron a hombros, yendo all, dio la cuerda y la longaniza, y fue tanta, que parecan
trenzas de tropelista. Yo me espanto de mi madre que quisiese dejar ac aquella longaniza y
no la enterrar en sagrado, como hizo el Cid con su querido Babieca. A fe, que si no fuera el
mal olor que dej en casa, que ella llevara ms de cuatro responsos ms de los que llev,
pero con este achaque, ms de cuatro maldiciones llev de sobra. Dios nos perdone a todos.
No la dijeron misas. Misas no le dijimos muchas. ramos tan bobas, que pensbamos
que todos los nios de la doctrina a quien disemos pan decan misas por ella, y repartimos
una hogaza entre ms de mil dellos que vinieron de diversas partes, y con esto hacamos
cuenta que la habamos hecho decir de mil misas arriba. No le dijimos otra. Del dinero que
haba en casa, no osamos gastar nada en cosa de Iglesia, porque como no era muy bien
ganado, temimos no se nos dijese que hurtbamos el puerco y dbamos los pies por Dios, y
por no dar a Dios cosa mal ganada y ajena, retuvimos el dinero. Despus, cuando quisimos
con ellos hacer por su alma algn bien, ya nuestros hermanos nos haban hecho tanto mal,
que no hubo lugar. Mi fe, pensamos que nos durara mucho el ser mandonas, y con esto,
todo lo que se lloraba era de acarreo.
Vienen los hermanos de Italia, y maltrataban las hermanas. El llorar de veras fue cuando
vinieron de Italia mis hermanos, rompidos de vestido y de vergenza, y, sin ninguna, nos
tomaron a m y a mis hermanas los cetros del imperio, que eran las llaves de casa, y nos
ganzuaron arcas y buchetas. Trepaban por las paredes a los socarrenes y desvanes con el
orgullo que si entraran la Goleta, y todo por ver si haba emboscada alguna pecunia, para lo
cual no tuvimos otra defensa ni remedio, sino soltar la rienda al lloro y madurar los
tragantones pasados. Como ramos bozales, no estbamos prevenidas de pendencieros. No
fuera ello ahora, que pudiera yo poner en campo unos doce pares, que ni por otros ms
necios diera un garbanzo, ni por ms determinados un comino!
Contentrame que mis hermanas lo fueran mas, mas estaba de Dios que yo haba de
salir de Mansilla sin races, y as me dejaron, y nunca comimos buenas migas. Verlo has en
el segundo libro, si all llegamos.
Parceme que te leo los labios, hermano letor, y que me preguntas y me mandas que te
diga muy en particular el discurso de mi vida y aventuras del tiempo que fui mesonera con
tutores y viv con mi madre. Oh necio quien tal preguntas! Qu vida quieres que cuente,
sabiendo que bailaba al son que me haca mi madre? Ea, djame, no me importunes, gentil
disparatn! No pienses que lo dejo porque es de echar a mal, que cosas hice que pudieran
entrar con letra colorada en el calendario de Celestina, pero no quiero que se cuente por
mo lo que hice a sombra de mi madre. Quiresme dejar? Quita all tu real de a ocho!
Dinero das? Pues si tanto me importunas, habr de pintar algo, aunque no sea sino el dedo
del gigante, que por ah sacars quin fue Calleja. Una clusula tena yo ordenada para
dejar en mi testamento en favor de una discpula; esa quiero poner aqu, y sea donacin
entre vivos en favor de las plateras del mesn, y servirles de ejemplo, de espejo y de aviso,
pues ella es una summa en que se suma y cifra lo que toca y pertenece a cules y quines,
cundo y cmo y para cundo han de ser cual fui yo, que dice as, y va medio en copla:
Cifra de lo que es y lo que hace una moza de mesn. La moza del mesn, esto es en
conclusin: en andar, gonce; en pedir, pobre; de da, borrega; de noche, mega; en prometer,
larga; en cumplir, manca; antes de mesa, perrilla; despus de mesa, grifa; en enredos, hilo
portugus; al fallo, puerco monts; lo empeado, todo; lo vendido, nada o poco; una alforja
de bailar y otra de trabajar; en la bolsa, municin; en la cara, siempre uncin; cumplir con
todos, amistad con los ms bobos; lo pagado, pase; lo rogado, no vale; de ordinario alegra
y siempre tapagija, y aires bola, y a Dios que esquilan, que con decir viene mam y rascar
la cofia se avientan los nublados, y no debo ms.
Pide licencia para hablar con seso. Querra pedir a sus mercedes una licencia, y es para
ser un poquito cuerda y durar como de lana, para enjaguarme los dientes con una
consideracin que me brinca en el colodrillo por salir a danzar en la boca a ringla con los
dieciocho. Ya soy cuerda, dure lo que durare. Seores, los mis seores, compadeceos desta
pobre que tales alhajas de inclinaciones hered de aquella que la pari una vez y mil la
torn al vientre para renovar las maraas que en m esculpi al principio.
Encarece el haber heredado todas las malas inclinaciones de sus padres.
Todas las cosas vuelven al principio de a do salieron, y verifcalo en todas las cosas.
Cranme que a veces me paro a imaginar que si fuera verdad que las almas se trasiegan
de cuerpo a cuerpo, como dijeron ciertos philsofos bodegueros, sin duda creyera de m que
tena a meses las almas de padre y madre. Y pues va de seso, digo que ahora me confirmo
en que todas las cosas tornan al principio de do salieron. La tierra se va al centro, que es su
principio; el agua al mar, que es su madre; la mariposa torna a morir en la pavesa, de quien
fue hecha; el sol torna cada veinte y cuatro horas al punto donde naci y fue criado; los
viejos se tornan a la edad que dio principio a su ser; la espiga madura y abundante de
granos se tuerce e inclina por tornar a la tierra de a do sali, y el ave fnix vuelve a morir en
las cenizas que dieron principio a su vida. Y el hombre... Dnde vas a parar, Justina?
Pardiez, que si no me hablaras a la mano, por pocas parara en el mircoles de Ceniza, y
dijera:

-Acurdate, hombre, que eres ceniza.


Mas no voy a eso, que cuando yo me hubiera de meter a predicadera de los
encenizados, no me faltara qu decir, aunque no fuera sino lo que o a un predicador que
predicaba coplas desledas, y viniendo a tratar del Evangelio de aquel da, dijo:
Dicho ridculo de un predicador del mircoles de Ceniza. Fisga del dicho.
-Hermanas, el Evangelio que se ha cantado en la misa de hoy dice que el da que
ayunredes untis la cabeza y lavis la cara, mas vosotras las mujeres, como en todo andis
al revs, hacis esto a la trocadilla, que untis las caras y lavis las cabezas.
No me descontent el puntillo de este padre ceniciento, porque vala cualquier dinero
para si yo fuera quien le predicara, o para l, si el sermn fuera en la ronda, o entre las
cercas, o en la lumbre asando castaas. Mas en el plpito, pardiez que fue una de las
catorce. Por otra parte, no me espanto, que quiz lo hall aquel bendito escrito en algn
cartapacio de alquiler y se le dieron con condicin que lo dijese todo como en ello se
contena, y emborrlo; o quiz de puro respeto o de vergenza. Tambin le excuso por,
ignorante, pero no de ser ignorante. Pero, quin me hace a m portazguera de plpito ni
alcabalera de echacuervos? Mas no importa, que las necias, digo, las mujeres, siempre
tenemos pagado el alquiler de los cascabeles para entrar en esta danza.

Mucho hace quien resiste a las malas inclinaciones. Pero cierto que no iba a decir nada
desto de prdicas, sino que se atraves el acho y birlle. Iba a decirles que echen de ver que
no hace poco quien, naciendo de tales madres, se refrena, ni mucho quien se desenfrena,
que las hijas son esponjas de las madres.
Que es cansancio hablar con seso. A fe, que he estirado bien la cuerda del ser cuerda. Ya
bostezo. Jess, mis brazos! Entumida estoy, cansada estoy de tanto asiento y enfadada de
tanto seso. Ahora digo que no hay mayor trabajo que obligase un hombre a hablar en seso
media hora. Pardiez, ya tema que me nacieran rugas en las entendederas; ya pens criaba
moho el molde de las aleluyas, y telaraas el de decir gracias; ya me daba brincos el
corazn por decir de lo bien hilado, que los sentidos habituados a decir gracias son como
danzantes de aldea, que si una vez se calzan los cascabeles para subir al tablado, no los
harn detener cuarenta alcaldes de corte.

APROVECHAMIENTO
No dice mal esta libre mujer en que todas las cosas tornan a su principio, pero es
culpable ella y otras de su jaez en no inferir deste punto que, pues el nuestro fue tierra,
polvo y ceniza, obremos como quien teme al que puso al hombre este fin y paradero, y
como quien agradece el haber salido de tal principio, y como quien ha de volver a Dios, que
es universal principio.

Libro segundo
intitulado LA PCARA ROMERA, en que se trata de la jornada de Arenillas

Captulo primero
De la romera bailona

Suma del nmero. NMERO PRIMERO


Trata este nmero cmo en una romera que hizo Justina, se mostr andariega y bailadera.
Y que en ella haba mucha libertad y gusto. De la castaeta repentina

CANCIN DE A OCHO

El gusto y libertad determinaron


Pintar una bandera
Con sus triumphos, motes y corona,
Y, aunque varios, en esto concordaron:
Libertad saque a Justina por romera,
El gusto saque a la misma por bailona.
Sea el mote: En Justina,
De gusto y libertad hay una mina.

Vida, llamada puerta del otro siglo. Si es verdadero el ttulo que los poetas dieron a la
vida presente y a la inclinacin natural que ms florece, llamndola puerta del otro siglo, yo
digo que los dos quicios de mi puerta (que son las dos ms vehementes inclinaciones mas),
fueron, y son, andar sin son y bailar al de un pandero. Otras dirn que quieren su alma ms
que sesenta panderos, mas yo digo de m que en el tiempo de mi mocedad quise ms un
pandero que a sesenta almas, porque muchas veces dej de hacer lo que deba por no querer
desempanderarme. Dios me perdone.
Justina comparada a Orfeo y por qu. Con un adufe en las manos, era yo un Orfeo, que
si dl se dice que era tan dulce su msica que haca bailar las piedras, montes y peascos,
yo podr decir que era una Orfea, porque tarde hubo que cog entre manos una moza
montaesa, tosca, bronca, zafia y pesada, encogida, lerda y tosca, y cuando vino la noche
ya tena encajados tres sones, y los pies (con traerlos herrados de rampln, con un zapato de
fraile dominico) los meneaba como si fueran de pluma; y las manos, que un momento antes
parecan trancas de puerta, andaban ms listas que lanzaderas. Todo es caer en buenas
manos, que quien las sabe, las tae. Mas qu mucho que fuese amiga de adufe, pues mam
en la leche la flauta y tamboril de mi agelo, el que muri con la gaita atorada en el
gaznate?
Qu cosi cosi a propsito de la gaita del abuelo de Justina. Antes que pase adelante,
quiero contar un cuento a propsito de la gaita que tap a mi abuelo las vas. A un
comediante o yo una vez apostar que nadie acertara cmo es posible tapar siete agujeros
con uno o uno con siete. Yo, acordndome de la muerte de mi abuelo, dije que los siete
agujeros de la flauta los tap m abuelo con un agujero del gaznate, y el uno del gaznate
con los siete de la flauta. Con esto, gan la apuesta, que fue unos chapines, con que me
engre; aunque miento, que con ellos me humill mi novio. Pero esto no es de aqu, sino del
medio.
As que, el un quicio o polo de mi vida fue ser gran bailadora, saltadera, adufera,
castaetera, y la risa me retozaba en el cuerpo y, de cuando en cuando, me haca gorgoritos
en los dientes.
La mejor comida y la mayor romera. La segunda inclinacin era andar mucho. Hubo un
emperador que dijo que la mejor comida era la que vena de ms lejos, y yo senta que la
mejor romera y estacin era la de ms lejos. Deca la otra: el sancto que yo ms visito es
San Alejos. A la verdad, esto de ser las mujeres amigas de andar, general herencia es de
todas. Y cierto que muchas veces he visto disputar cul sea la causa por qu las mujeres
generalmente somos andariegas, y ser bien que yo d mi alcaldada en esto, pues es caso
propio de mi escuela.
Todas las mujeres son andariegas, y disptase cul sea la causa.

Libro de las Cortes de las damas.

Primer parecer.

Segundo parecer.
Un librito que se intitula Cortes de las damas dice que en las cortes de las damas que se
celebraron en el Parnaso se propuso esta cuestin, y que sobre ella hubieron varios
pareceres. Unos dijeron que la primera mujer fue hecha de un hombre que estaba soando,
y que el sueo era que andaba por la posta una gran jornada sin saber adnde iba ni para
qu, y que as salieron las mujeres tan andariegas, que salen de casa, y si las preguntis
dnde, dirn que van a salir de casa, y no hay ms cuenta. Otro reprob este parecer,
diciendo que tan viva y despierta inclinacin de andar no pudo tener principio en andador
soado, y as dijo que pensaba que el pedazo de hueso o carne de que fue formada la
primera mujer fue hecho de tierra de mina de azogue, que es bullicioso, inquieto y
andariego.

Tercer parecer. Otro dijo:


-No fue eso, sino que, en realidad de verdad, la mujer fue hecha de un hombre dormido,
y l, cuando despert, tentse el lado del corazn, y hallando que tena una costilla de
menos, pregunt a la mujer:
-Hermana, dnde est mi costilla? Dmela ac, que t me la tienes.
La mujer comenz a contar sus costillas, y viendo que no tena costilla alguna de sobra,
respondi:
-Hermano, t debes de estar soando todava. Yo mis costillas me tengo y no tengo
ninguna de ms.
Replic el hombre:
-Hermana, aqu no hay otra persona que me pueda haber descostillado. T me la has de
dar o buscarla. Anda, ve, bscala y tremela aqu.
Pregn de la primera mujer. La mujer se parti, y anduvo por todo el mundo
pregonando:
-Si alguno hubiere hallado una costilla que se perdi a mi marido, o supiere quien tiene
alguna de ms, vngalo diciendo y pagarsele el hallazgo y el trabajo.
Mujeres, andan en busca de la costilla, etc. Y de aqu les vino a las mujeres que, como la
primera iba pregonando, ellas salen vocineras, y como nunca acaban de hallar quien tenga
una costilla de ms, nacen inclinadas a andar en busca de la costilla y viendo si hallan
hombres con alguna costilla de sobra.
Bien veo que esta es blasfemia para creda y fbula para reda y, para entendida smbolo
y catecismo no malo. Pero vaya de cuento.
Cuarto parecer de un galn. Lleg a las cortes un enamorado, y dijo:
-Las mujeres son cielos ac en la tierra, y por esto andan en perpetuo movimiento como
los cielos.
Bien hubiera dicho este galn, si las mujeres furamos incorruptibles como los cielos,
pero ni lo somos, ni l las buscaba as.
Mujeres bailan mucho por andar mucho. Muchos pareceres hubo que, por estar algo
desarropados, no osan salir al teatro y tambin por dar lugar a que salga uno muy acertado,
el cual dio la doncella Theodora, en el cual no slo la razn de ser las mujeres amigas de
andar, pero declar la causa porque todas, por la mayor parte, somos amigas de bailar, en lo
cual venci el parecer de otra discreta dama, que afirm slo ser natural en las mujeres el
andar mucho, y que si son tambin amigas de bailar es por andar. Y vese en que las que
pueden andar mucho, no bailan, sino andan. Pero las que no tienen licencia para andar
mucho, bailan mucho, porque ya que no andan en largo, andan en ancho. Este parecer hace
mucho agravio a todo el hembruno, porque es decir que son tan locas como el otro que se
paseaba todo el da sobre un ladrillo solo, y si le rean, deca:

Trae a propsito el cuento y el dicho del que se paseaba todo un da sobre un ladrillo.
-Necios, cuando viene la noche, tantas leguas he andado yo como un correo de a pie,
sino que lo que l anda a lo largo lo ando yo en redondo.
Sexto parecer de la doncella Theodora. Pero la doncella Theodora dio mejor en el punto,
y de cada una de las dos inclinaciones de andar y bailar dio su distinta razn, aunque en
alguna manera redujo ambas cosas a un principio y razn, y dijo as:
Cmo es mal y cmo no el servir la mujer al hombre. -Habis de suponer, ilustres
madamas y daifises, que aunque sea cosa tan natural como obligatoria que el hombre sea
seor natural de su mujer, pero que el hombre tenga rendida a la mujer, aunque la pese, eso
no es natural, sino contra su humana naturaleza, porque es captividad, pena, maldicin y
castigo. Y como sea natural el aborrecimiento desta servidumbre forzosa y contraria a la
naturaleza, no hay cosa que ms huyamos ni que ms nos pene que el estar atenidas contra
nuestra voluntad a la de nuestros maridos, y generalmente a la obediencia de cualquier
hombre. De aqu viene que el deseo de vernos libres desta penalidad nos pone alas en los
pies. Vean aqu la razn por qu somos andariegas. Y la que hay para que seamos tan
amigas de bailar, es la siguiente: en el bailar hay dos cosas, la una es andar mucho, y la otra
es alegrarnos mucho con el alegre son. Y como en el estar sujetas hay dos males, el uno
estar atadas para no poder salir donde queremos, el otro estar tristes de vernos oprimidas, y
tanto, que no hay necio a quien no le parezca que hace suerte en decir mal de nosotras,
como si furamos todas burras de venta y en mala feria, que para ser compradas hayamos
de ser vituperadas. Y como en el bailar hay dos bienes contra estos dos males, el uno el
andar y el otro el alegrarnos, tomamos por medio de estas dos alas para huir de nuestras
penas y estas dos capas para cubrir nuestras menguas. Y esta es la causa porque somos tan
amigas de la baila, que encierra dos bienes contra dos males.
Conclusin de lo dicho: por qu las mujeres son amigas de bailar.

Theodora laureada en las cortes. Celebrse mucho este parecer en las cortes, dando a
Theodora la palma de discreta por una resolucin tan atinada.
Ans que, seores, no se espanten que Justina sea amiga de bailar y andar, pues dems
de ser herencia de agelas, es propriedad de muchas, especialmente de todas. Verdad es que
yo aument al mayorazgo lo que fue bueno de bienes libres, porque en toda mi vida otra
hacienda hice ni otro thesoro athesor, sino una mina de gusto y libertad. De modo que,
aunque entre la libertad y el gusto hubieran sucedido las discordias que fingen los poetas,
podrs creer que yo sola bastara a ponerlos en paz, dndoles en m campo franco para
dibujar en m sus blasones, tropheos, victorias y ganancias. Que cuando el gusto me
considera tan bailona y la libertad tan soltera y tan tronera, se contentan uno y otro con
tener por armas y divisa a sola Justina, nica amada suya y propria mina de todos los
deleites suyos, confusin ma, escarmiento tuyo.
Encarece ser amiga de gusto y libertad.

El gusto y libertad concordan en tener comunes tropheos en Justina.


Herederos descuidados. Muertos, pues, mi padre y madre, y entregados mis hermanos en
el cuerpo de la hacienda, y aun en el alma della, que es la bolsa, sin decir ms misas por sus
nimas que si murieran comentando el Alcorn o haciendo la barah, tom ocasin de
andarme de romera en romera, con achaque de hacer algo por ellos, porque se me
deparase quien hiciese algo por m. Y a fe de veras, que s ahora no tuviera ms malicia que
entonces, valiera mi saya un manto de burato. Verdad es que era moza alegre y de la tierra,
y, en viendo bailar, me retozaba la risa en el cuerpo, y para hacer yo cada semana siete
romeras de a nueve leguas cada una, no haba menester ms razn que ver andar la veleta
de brego.
La primera que hice, despus que muri mi madre, fue a Arenillas la cual contar por
extenso, por cuanto en ella hubieron cosas dignas de memoria.
Cisneros y la behetra. Es Arenillas un pueblo que cae junto a Cisneros, donde hay la
behetra, de la cual dijo el otro bellacn que pregunt al diablo si entenda los aranceles de
aquella behetra, y respondi que toda una noche haba estudidolos y no los haba podido
entender. A esta romera fui desde mi casa de Mansilla. Sal de noche, como cigea que va
a veranadero, aunque miento, que las cigeas nunca hombre las vio salir, mas a m me vio
un tabernero; por ms seas, que me dijo, vindome ir vestida de colorado:
Propriedad de las cigeas.

-Colorada va la novia, ella resbalar, o cair, o cair.


Mal haya quien no le dio docientos por adivino, pues, en efecto de verdad, ya que no
ca, resbal.
Llega a la romera. A Arenillas llegu a las doce del da a lo menos, entre once y mona,
cuando canta el gocho. Holgume de ver en campo raso tantos campesinos que me olan a
camisa limpia, que son los mbares de aquella tierra. Viendo tanta gente, dije a mi
vergenza que me fuese a comprar unos berros a la Alhambra de Granada. Luego, como
buen predicadero, di una vuelta al auditorio con los ojos, y no s qu fumecinos me dieron,
que me pareca otro mundo. Vi de lejos que haba baile y, pardiez, no me pude contener,
que, sin apearme de la carreta, puse en razn mis castauelas y en el aire repiqu mis
castaetas de repica punto, a lo deligo, y di dos vueltas a buen son. Fue este movimiento tan
natural en m, tan repentino y de improviso, que cuando torn sobre m y advert que haba
hecho son con las castaetas, si no viera que las tena en los dedos, jurara que ellas de suyo
se haban taido, como las campanas de Velilla y Zamora.

La castaeta repentina.
Instrumentos unsonos a propsito. Yo haba odo decir que afirman doctores graves que
cuando dos instrumentos estn bien templados en una misma proporcin y punto, ellos se
taen de suyo, y entonces me confirm en que era verdad, porque como mis castaetas
estaban bien templadas, y con tal maestra, que estaban en proporcin de todo pandero, no
hubieron bien sentido el son, cuando ellas hicieron el suyo, y dispararon una castaeta
repentina, para que dijese a los seores panderos: ac estamos todos. Como el bobo de
Plasencia que, abscondido de una dama debajo de la cama, luego que vio entrar el galn,
sali de adonde le haba metido la dama, y dijo:
-Ac tamo toro.
Quiz pudo ser que aquella castaeta repentina se caus de que las castaetas retozaban
de holgadas, y no me espanto, supuesto que en aquel momento se cumplan veinte y cuatro
horas que no saban qu cosa era siquiera un adarme de golpecito.
Oy el son un primo mo que guiaba el carro, y no tanto por mal ejemplo que tomase
(que tambin l era de los de la baila), ni por pena que tuviese de ver bailar antes de misa,
sino por temor de que no se le espantasen las mulas, que eran nuevas, me ri a lo socarrn,
diciendo:
Rie su primo a Justina. -Prima, muy a punto venan esas tabletas de San Lzaro. Muy
poca pena tenis vos de la muerte de vuestra madre, mi ta, y de la de mi to, vuestro padre,
que Dios tenga en el cielo.
Pardiez, si entonces tuviera mi vergenza en casa, yo me corriera, pero como no haba
venido de la Alhambra, donde la despach por berros, llam al enojo, y con su ayuda dije:
De puro enojada, dice mal de su padre. -Tenga en el cielo, tenga en el cielo, por cierto,
tenga, porque segn vuestro to era de urgandilla y amigo de husmearlo todo, y segn era
cohete y busca ruido como su sobrino, y segn era amigo de verlo y escudriarlo todo sin
parar en ninguna parte, imagino que, si posible fuera salirse las gentes del cielo, no le
pudieran detener all, ni detenerle de que nos viniera a ver y tantear los pasos y contar si las
castaetadas fueron una o dos, como si fuera caso de Inquisicin, que se examinan los
relapsos. Mira ahora, para una castaeta repentina, que se le poda soltar a un ermitao,
tanto ruido!
Pardiez, ello medio bobera parece, mas djela con enojo, y luego ped perdn a Dios.
Prosiguiendo mi enojo, le dije:
Respuesta de Justina. -Juraris vos que fue castaeta lo que ostes?, berros se os
antojan? Aguardad, que luego os los traer una criada ma a quien envi por ellos al
Alhambra. Bobo, tocan a misa, y piensa el muy majadero que las repicamos a buen son!
En diciendo que dije esto de la misa, un esgrimidor que estaba junto a nosotros (que
siempre me depara la ventura con gente desta cazolada), me dijo:
-Oh, qu lindo! Misa ahora? Por Dios, seora hermosa, que lo que es misa vol, que
en este punto dice la postrera el cura de Guaza. Por seas que entre Dominus vobiscum y
Amn no dejaba tragar saliva al monacillo. Que aunque se puede pensar que lo hace por no
hacer falta a un convite de boda, pero creo que es porque los clrigos no dicen misa despus
de medio da.
Misa breve.
Con todo eso, fuimos all, y no con poca prisa, y todo fue necesario, que por pocas no
oyramos misa; mas, si plugo a Dios, llegamos al ite missa est, y entre tanto que dur el
orle, encomend a Dios a mis padres y abuelos y todo el estado eclesistico y la Casa Real,
los buenos temporales, la paz de los prncipes christianos, los pecadores y pecadoras, en
mis pobres oraciones. Ello poco tiempo fue, mas la oracin breve diz que penetra los cielos,
y aun en una oracin de ciego o decir que las oraciones breves, si son fervorosas, son como
barreno de gitano o como ganza de ladrn, que en un soplo hacen su efecto.
Misa mal oda.

APROVECHAMIENTO
Muchos y muchas de las que en nuestros tiempos van a romeras, que van a ellas con
slo espritu de curiosidad y ociosidad, son justamente reprensibles y comparados a
aquellos peregrinos israelitas que, caminando por el desierto a donde Dios les guiaba,
dieron en ser idlatras. Y nota el modo de or misa que se pinta desta mujer libre y olvidada
de Dios.

Suma del nmero. NMERO SEGUNDO


Del escudero enfadoso

VILLANCICO
Muy bien la fabl yo,
Mas ella me respondi,
Jo, jo, jo, jo.

Un muy gordo tocinero,


Obligado de Medina,
Quiso servir a Justina
De galn y de escudero;
Ofrecila vino y pan,
Queso, tocino y carnero,
Y ella le ofreci un no quiero
Tan gordo como el galn.
Muy bien la fabl yo, etc.

Los suspiros que arrojaba


Este nuevo Gerineldos,
Eran muy crudos rebueldos
Con que el alma penetraba;
Y entre suspiro y rebueldo,
Sac un hueso de tocino
Y una botilla de vino,
Diciendo: vida, bebeldo.
Muy bien la fabl yo, etc.

Dijo corrido el galn:


Jo, jo a m? Soy yo jodo?
Mientes, mientes, amor mo,
Que mi padre es Redun.
Y as te juro, Jostina,
Como moro bien nacido,
Que de gana te convido
A tocino y a cecina.
Muy bien la fabl yo, etc.

Salimos de la iglesia llevando algo picado el molino del estmago, con nimo de ir a
moler debajo de nuestra carreta. Y al salir de la iglesia, como yo vi tanto mirador por
banda, bame hecha maya, y tena por qu, pues iba de veinte y cinco, sin los de los lados.
Llevaba un rosario de coral muy gordo, que si no fuera moza, me pudiera acotar a zagun
de colegio viejo, y tuviera la culpa el rosario, que pareca gorda cadena. Mis cuerpos bajos,
que servan de balcn a una camisa de pechos, labrada de negra montera, bien ladrada y
mal corrida. Cinta de talle, que pareca visiblemente de plata. Una saya colorada con que
pareca cualque pimiento de Indias o cualque nima de cardenal. Un brial de color turqu
sobre el cual caan a plomo, borlas, cuentas y sartas, con que iba yo ms lominhiesta y
lozana que acmila de duque con sus borlas y apatusco. Un zapato colorado, no
alpargatado, que en mi tiempo no se nos entraba a las mozas tanto aire por los pies. Mis
calzas de Villacastn, algo desavenidas con la saya, porque ella se suba a mayores.
Vestido de la romera.

Argtides.

Oculatos.
Mas si los hombres mordieran con los ojos, segn fingieron los argtides, qu de tiras
llevara mi saya! Si los ojos, de puro mirar, se ausentaran de los prpados y desampararan
sus encajes, como fingieron los oculatos, sin duda que me dejaran pavonada a puro enjerir
ojos sobre m. Nunca gozamos las mujeres lo que vestimos, hasta que vemos que nos ven.
Y as, pude decir que hasta que vi que me miraban de puntera, no supe lo que tena puesto
ni por poner. Mas en viendo que me miraban a dos choros aquellos deceplinantes que
estaban en ringla a la puerta de la iglesia, luego di en lo que era.
La mujer mirada, estmase a s y desprecia a otros.
Qu cosa es ver gente! Vive diez, que me enton por ms de un hora, y que al mismo
Narciso despreciara si por entonces llegara a mi puerta. Es necedad pensar que mujer
estimada haya de hacer caso de quien la mira. Antes har mercedes a un verdugo, si la
amenaza con la penca, que favores a quien la quita una gorra y se le humilla. Somos como
un pulpo, que nos halla mejores quien nos obstiga ms. Y volo claramente en que
habiendo por dos veces columbrado dos pollarancones de los que no me solan saber a
ruibarbo ni oler a cuerno, que si en otra ocasin los viera, por todo el mundo no dejara de
decirlos un remoquete en el aire (porque esto de un conceto agudo siempre lo gast), mas
por verme tan llena de borlas y falsas riendas, tan ojeada y reverenciada, no los habl ms
que si estuviera en muda. Cierto que eran de or.
La mujer se compara al pulpo.

Unos me decan: Dios te bendiga, vindome tan cariampollar. Otros guiaban con los
ojos y me hacan el ademn del vino de al diablo, que es el mejor, segn Mstoles. Otros
me hablaban con la boca del estmago.
Pntase el talle del tocinero enamorado. Y en este nmero entra un tocinero, obligado de
la tocinera de Roseco, muy gordo de cuerpo y chico de brazos, que pareca puramente
cuero lleno. Unos ojos tristes y medio vueltos, que parecan de besugo cocido; una cara
labrada de manchas, como labor de caldera; un pescuezo de toro; un cuello de escarola
esparragada; un sayo de nesgas, que pareca zarcera de bodega; una calzas redondas, con
que pareca mula de alquiler con atabales; unas botas de vaqueta tan quemadas, que
parecan de vidrio helado; una espada con sarampin en la hoja y viruelas en la vaina; una
capa de pao tan tosco y tieso, que pareca cortada de tela de artesa. Con esta figura, sala
ms tieso que si fuera almidonado.
Contentle. Negra fue la hora. Pegseme como ladilla. Qusome hablar; no supo.
Qusele despedir, no pude. Iba tan junto conmigo, como si tuviera de tarea el injerir su
bobera en mi picaranzona. Y, de cuando en cuando, por hacerme la fiesta, haca un roden
de pescuezo, cuerpo y espada (que todo pareca de una pieza), y cada vez que volva, me
asestaba dos ojos del tamao y color de dos bodoques, y a cada bodocada, despeda un
rebueldo, y tras l, como cuando tras el rayo sale el trueno, me deca con una voz de mulo:
Ademanes del tocinero.
Razonamiento del tocinero. -Seora Jostina, almorcemos, que no ha de faltar pan y vino,
carne y tocino, queso y cecina.
Yo, que nunca aguardo a desquitarme al mircoles corvillo, le dije:
-Jo, jo, jo, jo.
l volvi, y con gran sinceridad me pregunt:
-Con quin habla, seora?
Yo dije:
-Seor, est aqu cerca mi pollino, el cual da fastidio, y si no digo esto, no habr diablo
que le eche de adonde est.
Creylo el buen Juan Pancorvo, que ans se llamaba el mal logrado, y volvise a mirar
atentamente mi pollino, rogndole con el mirar de ojos que, por la amistad, lo dejase.
Maldgate Motezuma, tocinero de Burrabs, que aun ahora no me parece que he
acabado de abroquelarme de las estocadas que contra m sacaste de la vaina de tu estmago
y de los tiros de tu boca, tan secreta de palabras cuan pblica de rebueldos!
Fue tanto el asco que me dio, que pens que me dejaba conjurada la gana de comer por
un ao. Donde quiera que iba, me segua. No me valan trazas; a todo sala. No me dejaba.
No, a lo menos, por lo que yo tena de Elas ni l de Eliseo, que tan pecador era l como yo,
salvo que l pecaba caballero en un asno y yo al pie de la letra.
El era bobo en grado superlativo. Tantas veces le desech, que l se ech a pensar una
traza con que me obligar, y fue que, echando mano a la cinta, desenvain una botilla de
vino, y de la faltriquera un zancarrn de tocino envuelto en un cernadero. Y con la bota en
la mano me salud diciendo:
-Vida, mire qu belleza. Viva y beba, que es rico, rico, rico.
Fisga Justina del tocinero. Yo, que me pico algo de poeturria, dije al mismo punto:
-Borrico, borrico, borrico, jo, jo, jo.
El torn a mirar si acaso yo hablaba con el pollino, como la vez pasada, y viendo que el
pollino no pareca, medio corrido, medio atolondrado, medio amante, medio enojado, me
dijo:
-Jo, jo a m, Jostina? Soy yo jodo? Juro a San Polo que era mi padre de la Alhambra
y de los Reduanes. Mire cmo poda ser jodo!
Yo, que o ser Redun, le dije:
-Oh, seor Redun! Pues si es Redun de los finos, yo quiero ver cmo corre la vega
en mi servicio. Vaya v. m., ande este campo, haga gentilezas, y entre ellas una sea que me
compre una sortija de azabache, tan negra como estuviera ese sombrero suyo, si estuviera
bien teido. Y no se me enoje, que no le dije jo, jo, por motejarle de jodo, Muy lejos voy
de eso. Y yo le dir el por qu cuando me compre la sortija. Por ahora no digo ms, sino
que por tenerle por muy caballero le dije lo que le dije.
Con esto conjur aquella fantasma, y fue a correr la vega pensando diligenciar
la sortija, mientras yo diligenciaba el absconderme donde correr la sortija, quiero decir,
huir de adonde me encontrase para darme la prometida.
Cun penoso sea un bobo enamorado. Ciertamente, que no hay cosa ms penosa que uno
destos caimanes enamorados. Son los tales como tiro, que si va muy atacado y dispara,
vuelve en dao lo que pudiera ser de gusto y de provecho. Aquel necio ms provecho se
hiciera si dijera con el corazn (no pudiendo o no sabiendo con la boca) a m, que no pido.
Pues decir que supo l manifestar su cuidado ms que un jumento? En mi vida vi amor
enalbardado, si no fue este. Miren qu alio de drseme a entender un hombre que, en vez
de ardientes suspiros, despachaba por instantes rebueldos que salan de lo ntimo de la yel,
que eran harto ms a propsito de dar muestras de una infernal piscina, que publicar tiernos
sentimientos de un corazn herido dulcemente.
Contrapone las necedades de un necio amante a los hechos de un discreto.

Palomas desterradas, porque requiebran con rebueldos.

Celso y su transformacin.

Transfrmase Celso en el carro y la buccina.

Amor interesal.
De las palomas dicen las fbulas que las desterr del cielo el dios de amor, aunque nieto
y descendiente suyo. Y yo no hallo que pueda haber habido otra causa, sino porque el dios
de amor tiene por asquerosos los amores del palomo, por cuanto van insertos en rebueldos.
Miren cmo no me haba de ofender a m amor tan aborrecible, que aun enfada al
ahidalgado y sufrido dios de amor! Qu Celso amador habamos encontrado, el cual, a
peticin de su dama, que era amiga de or msicas en carros triunfales, se transform en el
carro y buccina del cielo, para que su dama tuviese carro triunfal incorruptible y,
juntamente, msica incansable! Reniego de su bocina roldana, que tal son ella me hizo.
Mirad, por vuestra vida, qu billetes en papel dorado!, qu tercera subtilmente injerida
como cua!, qu dos mil patacones ojigallos para guantes, conforme a la ley del siglo
dorado!, que deca aquello que tradujo el poeta, y dice:

Si tienen puntas de oro las saetas,


Amor puede al seguro hacer sus tretas.

Qu pasacalles en falsete!, qu chinas al marco o golpecitos de celosa!, qu coplas


en esdrjulos!, qu canciones tan menudeadas que unas a otras se alcanzasen, sino un
rebueldo y otro tras l! Por l se poda decir: Sospirestes, vida ma? No seor, sino
regoldede.
Corrida estoy de haber parecido bien a un tan mal pretendiente. Ms me holgara que
dijera mal de m, como el otro caballero que ri con un gran murmurador, y le dijo:
Enfada que al maldiciente le parezca alguno bien. -Seor fulano, hanme dicho que todos
los hombres honrados deste lugar os parecen mal y hablis mal dellos, y que slo yo os he
parecido bien, y decs bien de m. Pues juro a diez y a esta cruz que, si de m hablis bien,
os he de sacar la lengua por el colodrillo, que a quien tan mal le parecen tantos hombres
honrados, crrome yo de parecerle bien. Decid mal de m como dellos, para que entienda
yo que soy tan honrado corno ellos.
Consulase de haber parecido bien a un bobo. As que estoy corrida de haber parecido
bien a este burrihombre. Mas, pues no se queja el dorado y rubio sol de que le miren tantos
feos, y el cielo no se cansa de que le miren tantos bobos, quiero sobreseer del enfado, con
presupuesto de no acordarme dl, si no fuere cuando tenga hipo tras carcajada. Slo digo
que torn a buscarme con la sortija, pero yo me hice reina de Tacamaca, que donde estaba
no pareca y estaba encobertada. Dejo esto.
En resolucin, yo desped a mi avechucho y me fui a mi carreta, donde asentamos real
yo y la parentela de Mansilla, donde comimos a dos carrillos lo que tenamos (y aun lo que
no tenamos), y pasaron lindos chistes. Excusme de ponerlo aqu el que, para hacer el retal
de las Carnestolendas, llev de mi casa listas de seda, que en otra tela vinieran bien. Digo
que me hurtaron los escritos de lo que en todo este convite y sus chistes pas.
Y digamos a lo breve este paso, que, como dicen los labradores, cuento de socarro,
nunca malo.

APROVECHAMIENTO
Es tan sutil el engao y engaos de la carne, que a los broncos, zafios e ignorantes
persuade con sus embustes y embeleca con sus regalos.

NMERO TERCERO

Del convite alegre y triste

ENDECHAS CON VUELTA

Cmo Justina dice muchos donaires.

Crrenla envidiosos; espntanse las mulas.

Van tras ellas, y ella muy sin cuidado, se va al baile y baila.


No hay placer que dure,
Ni humana voluntad que no se mude.

Sentse a comer
La hermosa aldeana,
La que come ojos,
Corazones y almas
Dice mil apodos,
Lindezas y gracias;
Fortuna invidiosa
Las trueca en desgracias.
Que no hay placer que dure, etc.

Con boca de perlas


Mil perlas derrama,
Pero los villanos
Nada bueno alaban.
Que lo amargo es dulce,
Si hay voluntad sana,
Pero si est enferma,
Lo sabroso amarga.
Que no hay placer que dure, etc.

La envidia es arpa,
Tigre y fiera hircana,
Que en ajenos bienes
Halla muerte y rabia,
Y viendo Justina
Que sta la maltrata,
Con sentidas quejas
As lamentaba:
Que no hay placer que dure, etc.

Mas considerando
Que fortuna es varia,
Trueca sus suspiros
En gustos del alma.
Da higas al tiempo
Y a la vil mudanza,
Y al son de un adufe
Esto dice y baila:
No hay placer que dure,
Ni humana voluntad que no se mude.

Eptetos del tocinero enamorado. Eptetos del galn. Despedida aquella fantasma
tocinera, aquel galn de rampln, aquel amante inserto en salvaje, me acog debajo del
pabelln de nuestra carreta, donde nos asentamos yo y mi gente ras con ras por el suelo,
como monas. Estaban conmigo unas primillas mas, de buen fregado, pero no tan primas
que no fuese ms la envidia que mostraban que el amor que me tenan. Tenan por gran
primor el servir a mis primos de estropajo, y as las trataban ellos como a estropajos. Mas
yo a ellos y a ellas haca que me respetasen, y aun los despreciaba, porque siempre tuve por
regla verdadera que la mujer slo compra barato aquello que estima en poco.

La mujer slo compra barato lo que estima en poco.


Con todo eso, quise dar vado al virotismo y soltar el chorro a la vena de las gracias y
apodos, que es sciencia de entre bocado y sorbo. Bien s que no he errado cosa tanto en mi
vida, porque las gracias no son para villanos, y menos para entre parientes. El afeite, la
gala, la damera, la libertad, el favor, el dicho, el donaire, parece bien al yente y viniente,
pero no al pariente. Es como los que dicen: Justicia, y no por mi casa. Ya se err.
Contmoslos, que de mis cascos quebrados habr quien haga cobertera para la olla de las
gracias, para que no se le vierta cuando ms yerva.
Comen debajo de la carreta.
Justina no bebe agua.
Comenzamos a hacer penitencia con un jamn y con ciertas genobradas, bien obradas, y
con nuestras piernas fiambres llenas de clavos y ajos, y llueva el cielo agua. Miento, que
maldita la gota beb, porque en nuestra tierra desttannos a las mozas con la que llora la uva
por agosto, a causa de que todas somos friolentas y boca de invierno, como dijo el otro que
nos vendi el rocn por mayo. Yo estaba recostada en el suelo a la usanza de los convites de
los hebreos, y no me faltaba razn. Mis primos y primas, todos echados en ala, que
parecamos tinajas sacadas a lavar.
Mujeres parlan en misa. Al principio de comer, no corra la vena, y as callbamos como
en misa, y an ms, que para las mujeres que contrapunteamos una misa a lo jirguero, no es
mucho encarecer; pero luego que el dios novio de la vaca, que es el Baco carboniz la
hornacha, rechinaban las centellas de los ojos y espumaba la olla por la lengua. A la verdad,
si Justina no entonara los fuelles, maldita la tecla haba que sonara bien, sino que a ruido de
una buena decidora todo hace labor. Preguntles mil qu cosi cosi, y respondieron a todo
como unos muletos de tres aos. Preguntles cul era la cosa de comer que, siendo de
carne, primero se cortaba el cuero que la carne; no dieron en ello. Djeles que era la molleja
del ave, y persinbanse de verbum caro como si relampagueara. Preguntles cul era la cosa
que con ms carga pesa menos, pero dieron en ello como en la ciudad de Constantinopla.
Uno dijo que era la porra de Hrcules. Otros, que era el caballo Babieca. Tmame el tino!
Y cuando los dije que era el cuerpo del hombre vivo, el cual cuando est cargado de manjar
pesa menos que cuando est vaco de comida y muerto de hambre, por pocas se volvieran
en matachines a puro espantarse de la sabia Justina. Y eran tan discretas mis primazas o,
por mejor decir, tan buenas pagaderas, que me lo pagaban todo a golpes sobre mis espaldas.
Hacan bien, que si yo lo quisiera entender, me decan que gracias tan mal recibidas las
echase a las espaldas y al cabo del tranzado. En fin, ellas, tras cada gracia, palmeteaban las
espaldas, como si el decir gracias fuera enfermar de tos, que se quita con golpe de espalda.
Otras mil preguntas les hice de las muy perfiladas, as de motes, como de cifras y medallas,
enigmas y cosicosas, mas para ellas era hablarles en arbigo.
Justina mova pltica.
Enigmas del cosi cosi.

De la molleja.

Enigma del cuerpo humano.

Discurre sobre que, tras cada gracia, daban golpes en las espaldas.

La ufana ciega. Verdaderamente la ufana de un vencimiento es ciega. Dgolo por m,


que no mir que al paso que iban riendo mis agudezas, iban envidiando mi buen
entendimiento, y as iban resfriando la risa, hasta tanto que se muri de fro, y despus de
muerta la enterraron la pena. Pero mi orgullosa pujanza tena vendados mis ojos para no
echar de ver que ya el placer haba reconocido las riberas de su fin y que aquella gente no
estaba para gracias, y, en fin, siempre fue tan celebrado como verdadero aquello que dijo el
poeta espaol, y yo cantaba:
No hay placer que dure,
Ni humana voluntad que no se mude.

Yendo, pues, en alto mar de mi pujanza, queriendo, a lo solapado, dar un picn a dos de
los del corro, macho y femia, al uno de comedor, y al otro de bebedor, escup una
bachillera que se me torn a la cara, y dije:
Pregunta maliciosa de Justina. -Hola, od, que os quiero preguntar un qu cosi muy
gustoso, para que tornis a enhilar el hilo de la risa. Mas que no sabis por qu pint
Apeles a Ceres, diosa del pan, con un perrillo de falda, y a Baco, dios del vino, con una
mona?
Estaba all una prima ma que haba hablado con mi Apolo (quiero decir, odome a m
la resolucin), y como tena las armas de mi sciencia y las de su invidia, entr con armas
dobles, y con gran desprecio (cosa que sent mucho), me dio un mandoble, y dijo:
-Por cierto, s! Gran sabidura! Ya no quiero callar como hasta aqu he hecho, mas por
ver que no dejas hacer baza y que hablas a destajo, quiero decirlo. Y porque entiendas que
si queremos hablar, podemos, y que nuestro callar es de discretas y tu mucho hablar es de
necia, mira: el perrillo y la mona son dos animales los cuales cri naturaleza slo a fin de
entretener las gentes con sus juegos, retozos y burlas y visajes, y si dan a la diosa del pan,
que es Ceres, y al dios del vino, que es Baco, perrillo y mona, es porque se eche de ver que
en habiendo que comer y que beber, luego se sigue el haber entretenimientos, juegos; y
burlas, conforme al dicho de un poeta, que dijo:

Armas de Ceres y Baco, mona y perrillo, y por qu.

Sin Baco y Ceres


Son de sobra gustos, juegos y mujeres.

Estos versos haba odo a Justina la que los dijo. Nunca una desgracia viene sola, y sobre
esto es comparada a cosas graciosas. Acert. Corrme de verme cogida en mi trampa y
empanada en mi masa. Mas ya me contentara con que este disgusto fuera cicln y sin
compaeros, pero nunca la adversa fortuna hizo una primera sin hacer tras ella mazo o flux.
Siempre llueve sobre mojado, como distilacin de alquitara; siempre pica sobre llagado
como mosca; y es de casta de albarda de rocn triste, que siempre cae sobre matadura.

Dgolo, porque luego que la primilla me fasqui de lleno, sali un primo de bastos que,
saliendo de su paso, aguz, cosa desusada, y dijo:

El malicioso comparado al pistolete indecente. -Justina, sabes qu se te puede decir


acerca de tu misma pregunta? Dos cosas: la una, que en esa pregunta muestras que eres de
casta de pistolete italiano, que apuntas a los pies y das en las narices. Dgolo porque
preguntas uno y malicias otro. Pero (dejando aparte tus siniestros, que son ms que de mula
de alquiler), yo te quiero responder a lo que has propuesto, ya que quieres que se ponga la
cthedra debajo del carro. Digo, pues, que si aqu hay alguna persona que merezca nombre
de mona, eres t. Lo uno, porque tienes la bota al lado (y deca verdad, porque ella me rog
que defendiese su castidad, que corra gran peligro, y tanto mayor, cuanto era ms chica y
ternecita), y lo otro, porque si las armas y los nombres de Baco y Ceres se hubiesen de
repartir entre los del corro, a nosotros los hombres nos caba el nombre de Ceres y tener por
armas perrillo de falda, y a las mujeres el nombre de Baco y tener armas de mona. Que por
eso dijo el poeta picaresco que son los hombres cereros y las mujeres bacunas. Quireslo
ver? Qu hombre hay de nosotros que, si le dejsedes, no os servira de perrillo de falda
sin dejar jams la tarea? Y en eso bien probada tenemos los hombres nuestra intencin.
Pero t y otras bailadoras como t, que sois muchas, especialmente todas, sois proprias
monas, porque proprio de monas es andar siempre bailando, ser mimosas melindreras y
urgandillas. Y yo seguro que antes de mucho te tome la mona y bailes.
Justina con la bota al lado.

Por qu se aplican a las mujeres las armas de Baco, que son una mona.

Crrese Justina. El diablo se lo dijo. Por adivino, le pudieran dar docientos por docena.
Con esta respuesta me pag el primillo. Confieso que lo pregunt con malicia, y confieso,
no sin verecundia, que como tan sin pensar revolvi sobre m con tan buen discurso, no
slo no le di a l ni a ellas ms vaya, pero me ataj y cort de manera que, por un buen rato,
no encontr con cosa buena ni mala que poder decir.
El buen decidor es de casta lanzadera, y por qu. Un buen decidor o decidora es de casta
de lanzadera, la cual aunque muchas veces y mucho tiempo ande aguda y sutilmente sobre
los hilos de la tela, pero si por desdicha encuentra en uno solo, aqul la ase y detiene. As
yo, aunque haba gran rato dicho con agudeza, top en este hilo y perd el hilo, Y, sin
echarlo de ver, no haca otra cosa sino mirar atentamente a una cabeza de coneja monda y
rada, despus de repasada, que estaba acaso en la mesa, y escarbarla con el dedo, como si
all me comiera.
El ademn de Justina corrida.
Entonces, otro de la compaa, a quien jams vi meter letra, ahora dio tan en el punto,
que en un punto me acab de poner de lodo. Como me vio estar maganta y pensativa,
mirando tan atentamente la calavera de conejo que yo tena en las manos -que, como dije, la
fortuna adversa es tirana, si desea venganza es insaciable, y a pendn herido da licencia
general a todo necio para que haga suerte en un discreto asomado. Y en parte hace bien,
pues con ellos gana la honra que pierde en ser tan favorecedora de bobos-, dijo, pues, el
decidor moderno:
Condiciones de la adversa fortuna.

El dicho de que se corri Justina. -Justina, si como creo que has sido pecadora, creyera
que eras penitente, dijera que, estando as pensativa mirando esa cadavera de conejo que
tienes en la mano, te estabas diciendo a ti misma: Acurdate, Justina, que eres conejo, y en
conejo te has de volver.
A lo menos, no negar que este dicho me torn en gazapo, pues me agazap de modo
que no dije ms que si tuviera los dientes zurcidos. Tanto fue lo que me hizo callar y
encallar.
Mis invidiosas holgaban, la parentela rea, y todos daban las carcajadas que se pudieran
or en Cambox. Yo, como avecindada en la Corredera, quseme vengar, y no fue poco
ofrecrseme cmo responder, de manera que le re al tono que l me habla reido la
castaeta soltera. En fin, yo saqu fuerzas de flaqueza y troqu mi cara por otro tanto de
mscara de grave, y con ella, le dije:

-Seores mancebo y mancebas y sor primazo: gentiles honras hacen a su ta, mi madre, a
quien Dios tenga en su gloria, pues con un ite missa est que han rezado por su nima, les
parece que tienen derecho a rerse con ms bocas que pierna de pordiosero de cantn de
corte. Miren que es la casa baja y que con tantas carretadas de carcajadas reventar la
carreta.

Bien quisiera yo decirles ms, pero a un corrido acbasele presto el huelgo. El primo,
como iba de vencimiento, sin interpolar risa -antes, con mayor orgullo-, respondi al mismo
tono que yo le respond cuando me ret la castaetada de marras. Y lo que me dijo, fue:

Justina, con disimulacin, hace que de grave calla, y no de corrida. Y responde a punto.

-Boba all, Justina!, no revientes t de pena de estar corrida, que la carreta segura est
de eso. Justina, por tus ojos, que se te antojan berros, que el ruido que has odo no son risas
carcajales, sino que la mula boba suena mucho los cascabeles del petral y collera. Verdad
es que yo no s por qu ella lo hace, que comerle, nada le come, que est encobertada. Debe
de ser, sin duda, que la mula est corrida, como t, de que la llamamos la boba por mal
nombre, y refunfua.
En diciendo esto el primo, acaso la mula se mene, y viendo que le sala tan a cuento lo
del refunfuo y los cascabeles acrecent ms la risa suya y del auditorio, y todos (ni s si a
m, si a la mula) dijeron:
-Jo, jo, jo!
Tan mal pronunciado como bien redo.
Huye la mula espantada. Pardiez, la mula como todo andaba tan confuso y de revuelta,
no oy bien, y aunque la decan jo, debi de pensar que la decan arte (si ya de puro beodos
no decan erre), y acord de tomar las del martillado. Dio un estirijn para desasirse de la
carreta con tanta fuerza, que por pocas hubiera de hacer empanada de nuestros sesos, y aun
fuera con toda propriedad empanada, porque siendo nuestro seso tan poco o tan ninguno,
siendo empanada de sesos, fuera en pan nada.
Empanada de sesos.
Soltse la mula, quebr una maroma y el hilo de la risa. Pas de trpala por entre toda
la gente, vendiendo coces a blanca y encontrones a maraved, y no se le dejaba de gastar la
mercadera.
Si no me cayera tan en parte la prdida de la mula y de su huida, holgrame ms que
nadie de verla, aunque, para decir la verdad, tan de corrida andaba yo como ella, y por eso
no me vagaba el rer. No me pes del alboroto, porque a no romper el hilo de la matraca,
llevaban camino de torcer maroma con que ahorcarme.
La mula andaba que pareca novillo encascabelado, y yo tambin lo pareca con tanta
sarta y apatusco como traa en la collera. Mis parientes, los machos, fueron tras la mula.
Mis parientas, las mulas, quedronse junto al carro recogiendo sobras, que eran
aprovechadas como monas de unto, y diz que sus abuelos fueron grandes apaadores. Yo,
pardiez, no soy tan apaadora ni aprovechada, si no es de la ocasin. Esta tuve por buena
para rerme un poco.
Ya me querrs reprender. Qu queras que hiciese?, correr? No poda, porque con las
sartas que llevaba hiciera ms ruido que la mula con sus cascabeles, y fueran muchos toros.
Haba de llorar? No, que si a la doncella Io, por llorar la vaca, la llamaron io, a m por
lloramulas me llamaran mulata. Habame de sentar? Era mucha, mucha, remucha flema,
flemaza, para quien era prima de tan buenos corredores. Habame de echar? Menos me
convena, porque pensaran que, como pusilnime, me enterraba de pura pena, cosa tan
ajena de un corazn jinete. Habame de estar en pie como grulla? Eso era mucho lanzn,
en especial quien traa el molino corrido de puro picado.

Prueba que lo ms que le convena fue irse a bailar.


En resolucin, como me vi sola y a peligro de dar en la secta de la melanclica, que es
la hereja de la picaresca, determin de irme al baile, dando dos higas al tiempo y otras
tantas a la mudanza, y cuarenta mil a quien mal le pareciese. Sentme entre una camarada
de pollas que estaban en espetera aguardando el brindis de los bailones. La moza que
almohazaba al adufe, hasta que yo llegu, haba ido viento en popa, mas, en llegando yo,
parece que reconoci ser yo la princesa de las bailonas y emperatriz de los panderos, y
luego me rog se le templase y pusiese en razn. Yo me hice de rogar, como es uso y
costumbre de todo taedor, mas al cabo hice su gusto y el mo. Toqu el pandero y cant en
falsete unas endechas que yo saba muy a propsito de mis sucesos, cuya vuelta era:

Tae el pandero Justina.

Canta Justina al son del adufe.

No hay placer que dure,


Ni humana voluntad que no se mude.

Salan estas palabras calientes del horno de mis fervorosas imaginaciones, y as no dudo
que avivaron ms de dos friolentos. Hecha mi levada, me torn a sentar, mas con la opinin
de buena oficiala de taer y rebuena de cantar y rebonisa de bailar. Luego me apuntaron los
bailones, no reparando en la poca antigedad de mi estancia ni en el agravio que se haca en
ser yo de las primero escogidas, siendo la postrera venida, sino en los muchos mritos de
los buenos toques de pandero que haban visto y los de castaeta que se esperaban.
Sacronme a bailar luego, lo cual no caus poco fruncimiento, pero llevronlo en dos
veces. Sacme a bailar, en buena estrena, un escholar, que siempre m dicha me quera dar
estos topes, como si yo rabiara por ser de corona. Entonces, ms quisiera yo que me cayera
en suerte un labrador, no, cierto, para que cultivara mis dehesas ni labrara mis sotos, que no
haba an llovido sobre cosa ma que races tuviese, sino que son gustos. Pero al fin, no es
fuerza que el que escoge sea escogido, ni acendrado. Ley es de baile, salgan las que sacan.
Obedec al sacamiento, y cuanto a la ejecucin, apel para las castauelas, mas ellas, de
puro agudas, al instante me condenaron, Entr el estudiante dando mil brincos y cabriolas
en el aire, y yo a pie quedo, como lo bailo menudito y de lo bien cernido y reposado, le
cans a l y a otra trinca de compaeros suyos, que decan ser del colegio de los dominicos
de Sahagn. Mas, a lo que yo all vi, ella es gente floja para el oficio. Dbelo de hacer que
es muy hmeda aquella tierra y mejor para criar nabos que bailadores.

APROVECHAMIENTO
La libertad y la demasa del gusto entorpece el entendimiento, de modo que aun en los
tristes sucesos no se vuelve una persona a Dios, mas antes procura alargar la soga del gusto,
con que al cabo ahoga su alma.

Suma del nmero.


Una camarada, llamada la Birgornia, robaron a Justina con un embuste muy gracioso.
NMERO CUARTO
Del robo de Justina

LIRAS

La Bigornia ladina
Ordena una danza, mscara y cancin,
Con que coge a Justina
Cantando en fabordn
Su presa, su tropheo y su traicin.

La mscara acababa
En robar la Boneta seis bergantes.
La Boneta cantaba:
Soy palma de danzantes,
Ay, ay, que me llevan los estudiantes.

Cogen en volandina
Con este embuste a Justina descuidada,
La triste se amohna,
Mas no aprovech nada,
Que fortuna, si sigue, da mazada.

Deca muy penosa:


Ay, ay, que me llevan los estudiantes.
Mas era sta la glosa
De los mismos danzantes,
Y as todos pensaron ser lo que antes.

Ya vena la noche queriendo sepultar nuestra alegra en lo profundo de sus tinieblas,


cuando vi asomar una cuadrilla de estudiantes disfrazados que venan en ala, como bandada
de grullas, danzando y cantando a las mil maravillas. Eran siete de camarada, famosos
bellacos que por excelencia se intitulaban la Bigornia, y por este nombre eran conocidos en
todo Campos, y por esto solan tambin nombrarse los Campeones. Estos traan por capitn
a un mozo alto y seco, a quien ellos llamaban el obispo don Pero Grullo, y cuadrbale bien
el nombre. Cuadrle Justina para ser su feligresa, y enderez la proa a someterme a su
jurisdictin, y s hiciera, si mi industria no me hiciera exempta. Este vena en hbito de
obispo de la Picaranzona. Traa al lado otro estudiante vestido de picarona piltrafa a quien
ellos llamaban la Boneta, y cuadraba el nombre con el traje, porque vena toda vestida de
bonetes viejos, que pareca pelota de cuarterones. Los otros cinco venan disfrazados de
cannigos y arcedianos, a lo picaral. El uno se llamaba el arcediano Mameluco, el otro el
Alacrn, el otro el Birlo, otro Pulpo, el otro el Draque, y las posturas y talles decan bien
con sus nombres.

Era harto gracioso el disfraz para forjado de repente. Venan en el proprio carro de mis
primos, porque, con engao, le haban cogido, y como le enramaron a l y a la mula, no le
conoc, porque entonces no me entenda con carricoches rameros. Antes que hiciesen sus
paradas, cantaban a bulto, como borgoones pordioseros, pero cuando paraba el carro, lo
primero que hacan era bajarse y danzar un poco de zurribanda, con corcovos, y tras esto, a
lo mejor del baile, cogan en brazos, a la picarona que llamaban la Boneta y ponanla el
bonete de don Pero Grullo y su manteo roto, y metanla en el carro con gran algazara,
haciendo ademn como que la robaban. Luego se suban con ella al carro y cantaban una
letrilla en fabordn, la cual trataba de que por premio de buenos danzantes, llevaban la
moza llamada Boneta, que comenzaba y acababa la cancin. La Boneta tena un buen tiple
mudado. Lo que cantaba era romance, con esta vuelta siguiente:

La Bigornia.

Disfraz de don Pero Grullo, obispo de la Picaranzona. La Boneta.

Cancin del disfraz y el ademn de la Boneta.

Vuelta de la cancin del disfraz. Yo soy palma de danzantes,


Y hoy me llevan los estudiantes.

Unas veces deca hoy, hoy, y otras deca ay, ay, con unos quejidos tales, que pareca
que real y verdaderamente la hurtaban. Con este disfraz incensaron toda la romera, hasta
que se cansaron todos de verlos, y ellos cantar que cantars. Con razn pudieran ser stos
comparados al cnife, que cuando ms muerde, ms canta, pues cuando quisieron morder
mi honor y mi punto, cantaron en contrapunto. Aunque iban cantando todos los de la
Bigornia, no les holgaba miembro, porque con los pies danzaban, con el cuerpo
cabriolaban, con la mano izquierda daban cdulas, con la derecha bailaban, con la boca
cantaban, con los ojos coman mozas y, con el alma toda, acechaban m estancia, que por
m lo haban, y mi muerte clara intentaban para echarme en sal en su carreta. No quiero
dejar de decir las cdulas que daban a los circunstantes, por que vaya el cuento con races y
csped.

Bigornia comparada al cnife, y por qu. Bullicio de la Bigornia.

Una cdula deca:

Cdulas del disfraz. Oh, qu lindas nias,


Si pagan primicias!

Otra deca:

Bien estudiado habemos,


Si a nuestro obispo aplacemos.

Otra, que pronosticaba que mis borlas haban de ser ornato de sus bonetes y galas del
pendn de su triunfo, deca as:

Doctor, ea, ganad las borlas,


Que aqu estn las sciencias todas.

La cdula de la Boneta deca:

Si me llevades, llevedes,
Como no me matedes.

Dur buen rato el disfraz, pero como el cansancio tenga juros sobre todos los gustos,
cobr sus derechos en ste. Deshicironse los bailes y corrillos, y cada cual comenz a
enderezar el norte de los ojos y el timn de su carreta al puerto de su pueblo.
Descansa Justina. Y ya que los recios vientos de m importuno baile haban ondeado con
el presuroso movimiento el flaco navo de mi cansado cuerpo, fume forzoso descansar un
poco sobre una blanda arena adornada de oloroso tomillo, donde para mi descanso reclin y
amarr mi navichuelo, recogiendo los remos de las castaetas y las velas de mis ganas. Ay
de m!, que entonces debi de echar su sonda mi contraria fortuna, y vindome encallada en
el arena de Arenillas, se atrevi a embestirme a lo callado la que rostro a rostro no se
atrevi jams a entrar a justar con Justina.
Roban a Justina. Dgolo, porque, por gran desgracia ma, viendo la Bigornia que yo
estaba apartada del corro de la gente y. que nadie miraba en lo que ellos ni yo hacamos,
sino que todos entendan en aprestar su jornada, si no es yo, que ni tena carro ni carreteros,
en fin, vindome descarriada y descarada, embisti de tropel conmigo toda la Bigornia,
cubrironme el cuerpo con un negro y largo manteo y con un mugroso bonete mi rostro,
cogironme en volandillas, metironme en el carro con los mismos ademanes con que
metan en el carro a la Boneta, y luego comenzaron a entonar la letrilla que solan:
Yo soy palma de danzantes,
Y, ay, ay, que me llevan los estudiantes.

Todos los que as me van, pensaban que yo era la Boneta. En fin, que me arrebataron, y
comenc a ser nima en penas mas y cuerpo en glorias ajenas. Comenc a contemplar la
vigilia de mi mal acierto. Gritaba, lamentaba y deca a voces:
Lamntase Justina. -Ay, que me llevan los estudiantes!
Mas de m nadie se dola, porque estaban hartos de or ladrado y cantado aquella
lamentacin. En especial, que ellos, para mayor disimulo, echaban el bajo a mi voz en
fabordn, con lo cual no poda percebirse si eran las burlas pasadas o las veras nuevas. Era
suyo el fabordn, y as no qued don de favor humano para m.
Repeta mil veces:
-Que me llevan, que me llevan los estudiantes!
Desgrebame y desgabame, pero eran vsperas de regla en da de atabales. En
especial, que la Boneta me arropaba, porque pensasen que yo era la verdadera Boneta, y
para que mi voz no sonase, me haca la mamona y levantaba el tiple, y el obispote
esforzaba el bajo. Con razn pusieron en mi proprio carro sus arcos triunfales, en seal de
que con mis mismas armas y con mis mismas voces me haban de vencer.
Confunde la voz de Justina.

Va el carro ligero. Al paso que corran por el suelo las ruedas del carro acarreador de
mis males, corran por mis mejillas lgrimas que las sulcaban, viendo que con la ligereza
que el guila arrebata el tierno corderito, y con la que el presuroso Mercurio arrebat a la
triste doncella Tevera para forzarla, y con la que el pensamiento sulca el orbe, con esa me
iban remontando, hasta que me hicieron perder de vista el sitio de Arenillas y la vista de la
romera gente, la cual, como no saban la gran traicin de aquel troyano seno en que iba el
nuevo thesoro de pobres, pensando los unos que era burla de entre primos, y los otros que
era el disfraz antiguo, o se rean de m, o no reparaban.
Justina llora la falta de socorro de sus parientes. Ya que vi que la burla iba haciendo
correa, congojme ms, y tena razn. Consider que, aunque yo no era la primer robada ni
forzada del mundo, pero saba que tenan cierto de mi parentela que mi rapto y deshonor
haba de ser vengado con las lanzas de copos y espadas de barro.
Tracia fue forzada de su hermano Leoncio, pero tuvo otro hermano, llamado Serpin
que, en venganza del agravio, le hizo sangrar de todas las venas de su cuerpo, y con la
sangre que sali, argamas la cal con que puso las primeras dos piedras sobre las cuales
levant unas casas que edific para su hermana sobre el cual paso he odo discantar algunos
poetas. Unos dijeron que Serpin no quiso que se preciase su hermano de pariente, y que
por eso le vaci toda la sangre. Otro lo llev porque sangre tan insensible no poda estar
menos que entre piedras y arena. Pero lo que ms hay que notar en este cuento fue el rtulo
que puso en un padrn que relataba la historia, el cual, a mi ruego, tradujo del griego un
buen griego, y deca as:

Vivan los edificios sealados


Con sangre fratricida argamasados.
Sabna y Heris vengaron el agravio de su hermana Damaris, sacando el corazn del
incestuoso Arnobio, el cual dieron a los leones. Lo cual discant el poeta, que dijo:

Tan crudos corazones


Slo pueden ser comida de leones.

No traigo a este propsito lo de Tamar ni lo de Dina, porque no es Dina Justina, sino


indigna.
As que estas pobres violadas tuvieron pendencieros de mantuvin que despescaron su
agravio, mas yo jurar por mis hermanos, que si la burla viniera a colmo, perdonaran la
sangre por una banasta de sardinas. Todo esto tenan ellos muy bien tanteado, y por eso
iban tan satisfechos de la gatada.
Qu te contar? Si vieras esta pobre Marta al revs, que quiere decir Tamar, ir camino
tan fuera de camino, enjaulada como toro que llevan al encerradero, ladrando como perro
ensabanado que llevan a mantear, tuvieras duelo de la pobrecita, medio cocida, medio
asada, medio empanada, medio aperdigada. Una cosa me dio siempre mucho consuelo y
esperanza de salir intacta, y fue que, unos por otros, se detenan y me llevaban en medio,
sin hacerme declinar jurisdictin ni conjugar tampoco. Pareca al asno de Burridano, que
estando muerto de hambre, y en medio de dos piensos de cebada, de puro pensar a cual
saludara primero, nunca comi del un pienso ni del otro. Pareca tambin al zancarrn de
Mahoma, en medio de dos piedras imanes, las cuales, una a otra, se impide el robo. Y, a la
verdad, muchos pretendientes que aman una misma dama, cuando as estn juntos, son
como olla de nabos que mucho yerve, que aunque todos andan listos con el calor, ninguno
se pega a la olla. As que todos me coman con los ojos y ninguno me tocaba con las
manos.

Asno Burridano.

Estudiantes.

Eneas.
Hasta aqu se alarg fortuna a hacer limosna a estudiantes, con quien pocas veces suele
ser franca; mas, cansada la hermossima gitana celeste de emplear su favor en estudiantes
(gente ingrata, gente que en ser voltaria compite con la misma rueda de la fortuna),
extendi su mano diestra con rostro favorable para ampararme y defenderme, parecindole
que si para un Eneas bast una inclemente borrasca, para Justina bastaba una carretada de
enemigos, y que bastaba haberme armado la mamona sin disparar la ballestilla.
Mas porque despus de un reventn subido, da gusto el mirar atrs por ser trabajo
pasado, as me le da el referir unas octavas que compuso un gran poeta a quien yo
comuniqu esta historia, y cmo iba lamentndome cuando me llevaban en el carro los de
la Bigornia. Y a este propsito compuso en octavas un dilogo entre m y la princesa de las
Musas, que a la cuenta es Calope, en que finge que la diosa de las Musas me manda referir
mis penas, y que yo, a duras, le cuento mis ansias y suspiros. Tienen un artificio singular, y
es que juntamente son elegante latn y elegante romance, dificultad que pocos la han
vadeado con el ingenio que ste, que si lo que le sobraba de poeta le faltara de loco, era
digna de lauro su cabeza.
Poeta loco.

DILOGO ENTRE LA PRINCESA DE LAS MUSAS Y JUSTINA, A PROPSITO DE


SU ROBO, EN OCTAVAS ESPAOLAS Y LATINAS

Musa. MUSA

Son juntamente en latn. Declara, si me amas, oh Justina,


Cuntas chimeras ibas fabricando,
Instante una tan prxima runa;
Cules internas voces replicando,
Urgente tanta pena repentina,
Cules lamentaciones resonando.
Cuando tantas injurias publicabas,
Cuntos coelestes orbes penetrabas?

JUSTINA

Grandes penas intentas, Musa chara,


Mandando tan acerbas jusones;
Suspende obediencias tales, dea praeclara,
Suspende tan penosas relaciones.
Suspendes? Responde, oh Musa clara,
Respondes negativa? Oh duras confusiones.
Mandas? Subjctome. Afirmo, fui clamando,
Tales infrascriptas voces dando.

Oh raras peregrinas invenciones!


Oh mchinas tan viles cuan brutales!
Oh chimricas, oh vanas ilusiones!
Oh brbaras personas animales!
Oh terrestres, caducas intenciones,
Serpentinas, crudas, duras, infernales!
Oh fortuna inhumana, ingrata, varia,
Tan dura cuan astuta, falsa cuan contraria!

APROVECHAMIENTO
En achaque de mscaras y disfraces se cometen hoy da temerarios pecados, por lo cual
los padres cuerdos y christianos deben guardar a sus hijas de semejantes ocasiones, en las
cuales est solapado el anzuelo del peligro.
Captulo segundo
De la bigornia burlada

Suma del nmero. NMERO PRIMERO


De la entretenedora astuta

RIMA DOBLE

Despus que la carreta apresurada


Qued emboscada y lejos de la gente,
La Bigornia insolente alborozada
Salt en una llanada, y su regente
Qued muy prepotente en la emboscada.
Vise Justina apretada, y de repente
Pens tan conveniente modo y traza,
Que el carro le sirvi de red de caza.

Par la Bigornia en una llanada. Despus que sal, o, por mejor decir, me llevaron por
mar en carreta, metida como carne de pepitoria entre cabezas y pies, y ya despus que la
noche puso al sol el papahgo para que, o durmiese, o fuese de ronda a visitar los antpodas,
dejando a Delio su tenencia, pararon en una llanada que estaba poco ms adelante de un
bosque que les serva de trinchea y emboscada. Al parar, vieras llover tanto del jo sobre las
mulas, que se te amulara el alma. Dolor de quien tema que queran desquitar los jos de la
mula con los artes de su persona! Tras esto, salt en la llanada la insolente Bigornia con
gran alborozo y algazara, diciendo todos:
-Vctor la secretaria del seor obispo!
Queda sola Justina. Y para aperdigarme para el oficio, me dejaron sola con el obispote.
Miren qu alio para una pobre dieciochena, que era nia y manceba y nunca en tal se
vio. Temblbanme las carnes de miedo, y aunque para l eran mis temores trmoles de
bandera en coyuntura de asalto, con todo eso, se detuvo y dijo:
-Justina, de qu temes? Aqu no estoy yo? No ests conmigo?
Ay, hermano letor, mira con quin, para consolarme con decir: no ests conmigo! Qu
Faltiel para Muchol! Qu Absaln en guarda de Tamar, sino un obispo de la Bigornia y
capataz de la bellacada!
Pero bien dicen que la apretura y estrecheza en que se ve un entendimiento es la rueda
en que cobra filos, pues en vindome en este nuevo estrecho de Magallanes, comenc a dar
en el punto de la dificultad, y lo primero en que me resolv fue en entretener agudamente
toda aquella noche el obispote, para que no corriesen sus gustos por mi cuenta, dado que l
pensaba rematar cuentas del pie a la mano. Valime mi ingenio; a l le doy gracias, que por
su industria embalsam mi cuerpo y le libr de corrupcin y del poder de aquella fantasma
eclesistca y del incendio que ya me tena tan socarrada como socarretada. Dems de que
mi ganancia no fue de las de tres al cuarto, pues, como vers, de los despojos de mi victoria
qued tan aforrada de capas, sombreros, ligas, ceidores, etc., que pudiera poner en
campaa sombrerados, ligados, ceidos y capados otros ocho capigorrones tan grandes
bellacos como stos, que quisieron en tan breve tiempo dar a la entersima Justina el ditado
de Barca Rota.
Oyan, pues, mi traza; escuchen la victoria alcanzada de una invencible novicia, no con
ms soldados que sus pensamientos ni con ms fuerza que sus trazas, y con tan buen modo,
que quiz si algunas le usaran, sonaran menos sus voces y ms su fama.
Luego que me vi a solas con este sireno de carreta y vi que con la una mano me tena
echado un puntal al cuerpo, como hacen al rbol cuya fruta est a pique de caerse, compr
una libra de Roldn por dos arrobas de dolor de estmago, y con ella desleda en lgrimas,
jalbegu mi cara, la cual qued tan arroldanada, que hiciera temer al mismo Almanzor si
estuviera en la carreta, y con buen tono, fabl as:
Razonamiento de Justina al obispo. -Ea, picarn de sobremarca, obispo de trasgos y
trasgo de obispos; l no debe de haber medido los puntos del humor que calzo, no me ha
pergeniado, que a pergeniarme bien an fuera Berceb. Amanse el trote y el trato, que el
que por ahora usa es para motolitas que no saben de carro y toda broza, que las de mi
calimbo saben hacer de una cara, dos, y en caso de visita, saben dar a un obispo cardenales
que le acompaen sin perderle de vista.
Como el bellacn oy que yo le hablaba a lo de venta y monte, y que yo haba tomado
el adobo de la lampa que l practicaba, en parte le pes, por ver que no poda sentenciarse
de remate su pleito en tan breve trmino como l pensaba, y en parte se le alegr la
pajarilla, viendo que haba encontrado horma de su zapato. Con esto, deshizo la mamona, y
mirndome de otra guisa, con ms respecto y menos vergenza, me dijo:
Razonamiento del obispo a Justina. -Picarona, si es que me haba de responder al uso de
la mandilandinga, hablara yo para la maana de San Junco. Por Dios, que me encaja.
Hermosa hilaza ha descubierto. As la quieren en su casa y as ser de provecho, y yo la doy
palabra que, por las buenas partes que ha descubierto, la he de hacer obispa de la
Picaranzona. Dgame, rostro, atento que mi sentencia est dada contra ella, la cual sentencia
es la suprema por ser dada en consejo de Rota, mire si tiene que alegar o suplicar, porque
donde no, tomar la posesin quien trab la ejecucin.
Como me quiso tocar en lo vivo, aviv y, rechinando como centella, le respond:
-Eso no. Tate, seor picarn! (y dile un muy buen golpe en los dedos). Yo apelo, a lo
menos, suplico del tribunal de su injusticia al de su clemencia Pero no; aguarde; oya,
oymonos. Escuche, escuche. Dgame, muy infame, parcele que mi entereza, guardada
por espacio de dieciocho aos (que tantos hago a las primeras yerbas), es bien que se
consuma a humo muerto y se quede aqu entre dos costeras de carro, como si fuera hoja
seca de carrasco viejo, que despus de vendida la lea se queda en la lastre de la carreta?
No quiero alegar en mi abono las leyes gentlicas que dan trmino para llorar la virginidad,
pero a lo menos, no permita que entre christianos muera una entereza tan de spito.
Dgame, qu pcaro de hospital muere sin ms luz que ahora tenemos, sin ms ruido de
campanas que el que ahora nos acompaa? Los descomulgados van a la sepultura a lo
sordo, pero, pues no lo est mi entereza, no quiera que tan sin solemnidad se le d sepultura
de carreta a cencerros atapados. Y cuando yo y mi entereza hubiramos incurrido en
descomunin alguna por delictos, que nunca faltan, para eso es el obispo, para absolverme
dellos y dar orden que mi entereza sea honrosamente sepultada. Sabe lo que ha de hacer?
Sabe lo que quiero mandarle? -que, pues yo soy obispa, justo es mandemos a veces-, que
llame la camarada y, por lo menos, de antemano bebamos la corrobla, como dicen los
montaeses de mi tierra, y delante de la insigne Bigornia se ordene un festn, y me deje
hacer cuatro pares de melindres, siquiera porque vean que me duele el degollar un pollo que
ha tantos aos que cro par, su mesa episcopal. Y tambin sepa, seor don Acmilo, que me
estimo, y quiero que delante dellos me d palabra, aunque no sea sino por bien parecer, que
cuando sea cura me dar de beber (que lo que es de comer, ya s que es pedir peras al lobo,
pues no lo ha de tener jams, ni para s ni para m, si no es que comamos las calabazas que
tiene de renta, pagadas por mano de obispo cada cuatro tmporas un tercio, sin algunos que
estn cados, que es la renta ms cierta que hay en Castilla). Y si esto le est muy a cuento,
consiento; si no, pique. Digo, pique el carro, que si por fuerza va, ya sabe que las mujeres
sabemos malograr los gustos. Ms vale carnero en paz, que no pollo con agraz, crame.
Amn, que le digo la verdad. Persona forzada, aun para servir en galera es mala, con ser
oficio aquel de por fuerza, cunto menos podr una forzada servir de hacer favores, siendo
oficio de gente voluntaria y gustosa? Y si esta razn no le contenta, llame a consejo y ver
lo que le dicen sobre esto de las fuerzas.

Mujer, mala para forzada.

Cranme o no me crean, sabe Dios que en esta ocasin me encomend con todo corazn
a Santa Luca, de quien dicen que es abogada de los que la invocan en peligros semejantes.
Vayan conmigo: mi intento era apellidar por compaa para dar largas con untura de
almacn y entretener el tiempo, aunque el motolito, con toda su Bigornia en el cuerpo,
crey que el llamar compaa era para hacerle la salsa al plato o para taer de mancomn al
conjuro de la bruja que deca: All vayas, piedra, do la virginidad se destierra.
Cuando yo vi que mi obispete suspenda el auto y me oa de autn, y vi que el gustosillo
y blando cfiro de mis regaladas y airosas palabras borneaban su cabeza de porra de llaves
y su cuello de tarasca, y haca ademanes de aprobar mi consejo y llevar este negocio de
gobierno conforme al arancel de mi peticin, luego di por tan hechas mis chazas como sus
faltas.
Propriedad de las alas del guila. Dicen que cuando las alas de cualquier ave de rapia
se juntan a las del guila, con el poder y virtud de las del guila, se van pelando y
consumiendo las de las otras aves, en especial las de las pantheras y las grullas. As, ni ms
ni menos, viendo yo que las trazas deste avechucho y grullo, que as se llamaba, se juntaban
con las mas, tuve por cierto el apocar sus intentos y destruir sus estratagemas con mis
astucias. En especial me anim el ver que haba perdido la primera ocasin, porque es regla
cierta que, quien pierde el primer punto, pierde mucho, y no tuve mejor pronstico de que
la fortuna estaba en mi favor, que el ver que se le haba escapado el primer lance de fortuna.
Fbula. Sale el Amor a caza de la Ocasin. Acompale el Consejo. Acurdome de un
galn pensamiento de un poeta que fingi que el Amor sali un da a caza llevando en su
compaa al Consejo. Era el desio del Amor cazar una fiera llamada Buena Ocasin.
Yendo, pues, en prosecucin de tan gustosa caza, llegaron a un espeso monte, en el cual
estaba la Ocasin encovada en el cabezo de un alto y casi inaccesible risco. Luego que el
Amor vio la presa deseada, pidi ayuda al Consejo. Ayudle. Llegaron al puesto tan ligera
y astutamente, que el Consejo le puso la Ocasin en las manos, de modo que el Amor la
pudo asir. Ya que el Amor tuvo la presa en las manos, volvi el rostro hacia donde estaba
su compaero el Consejo, y djole muy de espacio:
-Amigo, haced traer una jaula en que enjaulemos y llevemos viva la Ocasin, que tan
perdidos nos ha trado.
Mientras el Amor volvi el rostro y cuerpo a decir estas razones al Consejo, huy la
Ocasin a vuelta de cabeza, y dej al Amor burlado y aun afrentado. Quejse el Amor de la
poca ayuda del Consejo, mas el Consejo le respondi, diciendo:
El consejo ayuda hasta la ocasin, y no ms. -Amigo Amor, yo no acompao ms que
hasta cazar, pero no hasta enjaular. Y as, tuya es la culpa, que teniendo la caza en la mano
y armas en la cinta, no era necesaria mi ayuda.
As que, con mucho fundamento, me consol el ver que se pona a tomar consejo el
obispo en el tiempo que tena la ocasin en la mano.
Smil. Con las razones que le dije al obispote, puse su seora de cera y ms obediente a
mi mandato que si yo fuera la papesa. Queriendo, pues, poner en ejecucin mis ordenanzas,
dio un silbo como de cazador o ladrn (que todo lo era y de todo tena gesto), y al reclamo
acudi la Bigornia, pensando que ya haba, como ladrn, embolsado el hurto, y, como
cazador, degollado a la pobre tortolilla cogida en la red que ellos dejaron armada. Y como
los soldados, despus que ven desmantelado el muro que han sitiado, se entran con algazara
a tomar posesin del castillo conquistado, diciendo a voces: Viva Espaa y su rey!, as
ellos, con voces y alaridos, venan diciendo:

-Viva el obispo y su Bigornia!


Y otro picarazo, que tena una voz rocinable, dijo con un bajo temerario:
-Viva el seor obispo, remediador de hurfanas!
Yo, por les ganar la boca para mis intentos, dije a bulto un amn, y tras l, dos de
mudanzas con tres castaetas en seco, en el poco sitio que me caba en el carro, donde
bamos como palominos de venta. Usaba de todas estas trazas por vestirme del color de la
caza, lo cual fue parte para que el mismo carro que ellos ordenaron para su triunfo, me
sirviese a m de vivar donde cazarlos (como ms larga y gustosamente lo vers en los dos
nmeros que se siguen).
Esto que he referido era entre dos luces, cuando se rea el alba, y tanto ms se rea,
cuanto ms de cerca iba contemplando la burla que yo pensaba hacer al villadino, o, por
mejor decir, al villadino.

APROVECHAMIENTO
Permite Dios que el pecador no slo no consiga los gustos que pretende con sus
chimeras, pero ordena y quiere que ellas sean instrumentos de sus penas y verdugos de su
persona.

NMERO SEGUNDO
Del parlamento loco

Suma del nmero. ESTANCIAS DE CONSONANCIA DOBLE EN UN MISMO VERSO

Hizo sceptro de un garrote el obispote


Y a guisa de rey Mono, hizo su trono,
para ms abono, dijo en tono:
Amigos, cese el cote y ande el trote.

Hoy se casa el monarca con su marca,


No quede pollo a vida, ni comida,
Con que no sea servida mi querida.
Llamalda en la comarca, polliparca.

Traed tocino y bon vin de San Martn,


Pan, lea, asadores, tenedores,
Frutas, sal, tajadores los mayores,
Presto, que el dios Machn pretende el fin.

Acabada esta razn, dijo el moscn:


Marchad luego, bola, sin parola.
Furonse con tabaola, y qued sola
Justina en conversacin con su obispn.

Justina entretena y suspenda,


De modo que pudieron los que fueron
Hurtar lo que quisieron, y volvieron
Con lo que peda su seora.

Venidos, se asentaron y brindaron,


El obispo don Pero se hizo un cuero,
Luego el carretero carg muy delantero;
Mas que, si mucho pecaron, ms penaron.

Ya que estaba el carro atacado de bellacos y el gobernador de la Bigornia en medio


dellos, parecindole que no vena bien el ser obispo casado, no siendo obispo griego,
aunque andaba cerca de serlo, renunci los hbitos y hzose rey. Tom un garrote en la
mano en forma de sceptro, hizo de las capas un trono imperial, poniendo por respaldar dos
desaforados cuernos. Pareca rey Mono puramente. Capt la benevolencia, pidi atencin;
estaban boquiabiertos. Dijo Eneas, y escuchaba Dido el parlamento muy atenta por su mal.
Oh, qu bien dijo el refranista espaol!: En consejo de bellacos, razonamiento de trapos,
lo cual quisieron sin duda decir los antiguos, cuando para pintar una tropa de semejantes
bergantes gobernados por otro tal, pintaron una zorra coronada de restas de ajos,
predicando en un cesto a las monas y a los gatos.

Refrn espaol alabado.

Jiroblfico de las juntas de bellacos.

Pero vaya de parlamento episcopal:


Pltica de don Pero Grullo. -Charos infanzones mos, conocidos en nuestra regin
campesina por vuestras hazaas, tan claras, que de noche relucen ms que ojos de gato, por
lo cual son hazaas gatunas. Famosos por vuestras prendas, nunca empeadas, si no es en
buena taberna. Lo primero, hoy cese el cote, pues no hay para m fiesta cumplida sin
cumplirse mis deseos. Lo segundo, quiero que andis al trote, que es el paso de mis
cuidados. Dems desto, os aviso que os he juntado en este mi carro triunfal para que, como
a otro Scipin, coronis de gloriosa palma mi cabeza, no por la victoria que he alcanzado,
sino, por la que espero. Dems desto, os advierto que conviene a mi servicio y a vuestra
honra bigornial y a la virginal Justina, nuestra hermana, tan cara cuan barata, que, pues
puedo decir que hoy naci del vientre de la fortuna, vea yo que con gusto festejis mi
nacimiento claro. La circunstancia del tiempo, si queris mirarlo, me da a entender que,
pues naci debajo del amparo de la estrella de Venus, me ha de ser propicio el dios de
amor, su hijo, y el alba de mi Justina. Cantaris a voz en grito, cuando el piadoso cielo
honrare mi cabeza con su lauro, y diris que renazco como el ave fnix de las cenizas que
ha hecho Justina en mi alma, despus de haber quemado las potencias della con el inmortal
fuego de su rigor. Atencin, ella est entera como su madre la pari -y aqu suspir el
auditorio-, mas en esta hora piensa tomar puerto mi presuroso bajel y estampar en su
entereza el non plus ultra asido de mis dos columnas. Digo, claro, que pretendo que dentro
de una hora fatal la caza desta rara ave haga plato al gusto mo. Este es el da mayor de
marca en que vuestro monarca se casa con su marca, por tanto, mando y quiero que os
extendis por los lugares desta regin comarcana, que son muchos y muy cercanos, y no
dejis pollo, ni ganso, ni palomino a vida. Llmese mi Justina la polliparca, porque quiero
que ella sea hoy la parca que acelere la muerte a todo pollo. No quede fruta, ni queso, ni
bon vin de San Martn ni cosa de las de pasagaznate que no adjudiquis para mi cmara. Y
porque no hay principal sin accesorios, traed para m servicio asadores, tenedores, tajadores
grandes de madera, que son los platos de las bodas de los labradores; manteles, sal,
cuchillos y todo buen recado de pieza y suela. No quede cosa que no sea tributaria de mi
solemne da, ofrecindola a los pies de mi Justina, a quien justamente estoy rendido. A
vueltas desto, no cesaris de hacer perpetua demonstracin de la alegra que en vosotros
causan mis esperanzas, pues os consta que aun las cigeas se juntan a hacer fiesta el da
que alguna se casa. Ea, amigos, que el dios de amor tiene alas y no sufre dilaciones, en
especial el mo, que es ms volandero que la garza de Valdovinos. Hola, amigos, menos
parola y ms obediencia!, que pues las esperanzas de mi placer no dan ms larga que una
hora, no es justo que os d yo ms de plazo para cumplir lo que tengo ordenado y dispuesto.
Aloja su camarada.

Manda traer comida.

Cigeas festejan bodas.


Amor apresurado.

No hubo bien dicho esto el nuevo Heliogbalo, cuando los de su factin, con gran
tabaola, saltaron un barranco que nos divida con la presteza que los galeotes saltan un
remo, ocupndose en obedecer al principote de la Bigornia. Entonces tuve por verdadera la
fbula del zorro, el cual, para ir a caza de una querida zorra, puso a un cochino alas de
grifo, y se hall mejor con este modo de cetrera que con otra ninguna. As stos, aunque
como cochinos iban hacinados en una carreta, pero este zorro, con nimo de cazarme, les
puso alas de grifo. Slo hay que, aunque caz carne, pero no la que l quiso. De la presteza
con que parl me espanto, mas si cochinos mandados de zorra vuelan, qu me admiro de
la ligereza destos?
Caza la zorra con un cochino. Trese a propsito.

Cosa donosa es ver cun de gana obedecen los bellacos a quien gobierna su bellacada, y
cun de mala a sus legtimos superiores.
Cuento de un mal pagador liberal. Pregunt uno a un caballero:
-Seor, por qu pagis tan mal a vuestros acreedores, siendo tan franco y prdigo con
las personas a quien no debis nada?
Respondi el caballero:
-Porque el pagar con obligacin es de pecheros, y el dar sin deber es de nobles.
El buen pagador muestra nobleza de muchas maneras. No me quiero detener ahora en
calificar este dicho, que bien se ech de ver que err este franco necio, que antes el prdigo
paga pecho a la imprudencia y al vulgo y al qu dirn y a todo el mundo, y, por el contrario,
el que paga a su acreedor muestra gran nobleza; lo uno, en desechar sujeciones; lo otro, en
ejercer la virtud ms hidalga, que es la justicia, la cual hace una ventaja a las dems, que las
dems slo miran el provecho de su dueo, pero ella y las que a ella se llegan no miran sino
el provecho del tercero, que es ms nobleza e hidalgua. Y tambin porque ella es tan noble
e hidalga, que iguala al mayor, si debe, con el menor, si es acreedor.
Nombres de catedrticos de Salamanca. Pero dejado esto para los sotos frescos, para los
gallos briosos y para las peas fuertes, que son los floridos de nuestra Salamanca, concluyo
a mi propsito con decirte adviertas cmo estos bellacones no tenan por bien obedecer a su
verdadero obispo, el cual les traa sobre ojo; empero, a su obispo soado le obedecan, y
con la presteza que el rayo sale de Oriente y aparece luego en Occidente, con tanta y aun
con mayor obedecan estos demonios a su Belcebub.
Justina queda sola. Dejronme con l y sin m, tan sola cuan mal acompaada, tan triste
cuan disimulada. Comenzme a decir muchas chanzonetas, y de travesa me daba algunas
puntadas para que le dijese lo que pensaba yo hacer cuando tomsemos la Goleta. Yo, al
principio, comenc a responderle a son, mas, ya que vi que se meta a tantos dibujos, ech
por otro rumbo. Comenc a contar cuentos, los ms de risa que se me ofrecieron, para
divertirle la sangre. Contle medio libro de don Florisel de Niquea, que entonces corra
tanta sangre como yo peligro, mas a stos me responda que para entonces ms se atena a
el Niquea, o por mejor decir, al neque, ea, que al don Florisel, y que para quien esperaba
fruta, eran muchas flores. Dile algunos sorbos de Celestina, mas deca que tena espinancia
y que no poda tragar nada de aquello; pero ya que no me valieron los cuentos de mi seora
madre Celestina, valironme sus consejos. Del Momo, un poquito, mas dijo al Momo, no,
no. De Alivio de caminantes dije lo que import para aliviar mi camino de la carga que
tena, mas l en nada senta alivio. Bien es verdad que todo cuanto yo le deca lo saba bien,
y todo lo aprobaba, aunque era con tal modo, que daba bien a entender que como no me
tena a m toda, sino sola mi lengua y sombra, no las tena todas consigo.
Juega de los nombres de todos los libros graciosos.

Pinta que naca el sol de la parte de donde venan los de la Bigornia.

Hurtos que traen los de la Bigornia.

Pan caliente.

Diez candiles.

Mamona a una faltriquera.


En esta sazn vena ya el hermoso Apolo corriendo presurosamente por los altos de un
cerro, siguiendo el alcance de los alojados infanzones para descubrir los hurtos y
emboscadas de que siempre fue tan enemigo. Mas cansado el bellsimo joven luciente de
correr tras los nuevos Jonatases, parece que se detuvo y descans tras un espeso monte de
encinas, y ellos llegaron ante el tribunal de su antiguo obispote y nuevo rey de copas (y yo
era una de ellas), con la presteza y provisin que si ellos fueran el guila de caza que tuvo
Palelogo el rstico. Unos traan pollos; otros, palominos; otros, patos; otros, pan; otros,
platos. Que como era boda de pcara y pcaro y hecha por mano de pcaros, casi todo cuanto
despescaron empezaba en P. Pues, instrumentos de platos y asadores, cazos, asartenes?
Pudieran alhajar dos novias con lo hurtado. Uno trajo un costal de pan caliente, con
juramento que se lo haban sacado a traicin a un horno por las espaldas, que tena vueltas a
la calle, dejando por lengua que lo parl el calor y olor tan conocido. Otro, por no venir
mano sobre mano, hurt diez candiles de un mesn para hacer en mi boda el entrems de la
Encandiladora. Otro trajo una sobremesa de unos que se haban quedado dormidos, despus
de haber jugado sobre ella a los naipes, y aun dijo el estudiantico bigornio que, como vio
los jugadores dormidos, hizo al uno la mamona hacia la faltriquera. Parece ser que no traa
bien los dedos, por lo cual record el dormido, y como sinti sobre s la mano del nuevo
reloj (que apuntaba a su faltriquera, no para dar, sino para tomar), se alborot y comenz a
dar voces. Era el estudiantico bello bellaco, y sin perder comps ni mostrar turbacin, le
dijo con mucho sosiego y contento:

Deshecha de un ladrn. -Hermano mo, si como soy estudiante burln fuera algn ladrn
de los que andan hoy da por el mundo, mala manera de negociar tenades y muy peligroso
era el sueo; pero amigos somos, duerma, galn, y mire que por hacerle caridad y buena
obra le arropo.
Tras esto, le atest el sombrero sobre los ojos, no tanto por arroparle, cuanto por
arroparse con la carpeta o sobremesa sin que lo columbrase el labrador, a quien dejaba
hecho pita ciega, y tan ciega, que pens que de pura charidad duranga y celo gatuno le
dejara casquiatestado. La sobremesa era galana; por seas, que una poyata se la haba
prestado a la mesa sobre su palabra y el estudiantico la tom sobre su conciencia y debajo
de sus brazos.
Otro trajo un tizn de lumbre. Quemado l sea con l, que ste me desatent, que no
haca sino soplarle y alumbrarme a la cara y rerse, diciendo:
-Colorada va la dama.
No acabara, si contara por menudo las cosas de comer y el recado que trajeron. No me
espant sino cmo no sacaron de cuajo las aldeas y de cimientos los muros y casas de
villas, segn y como lo hizo Jpiter cuando vino a las bodas de su querido.
Bodas de Jpiter.
Ya se juntaron todos. Vesme aqu con todo el concibulo congregado para decretar a
costa de la pobre Justina, que en esta ocasin era blanco de tantos necios; mas yo tena
reforzadas mis trazas y un nimo como una capitana. Mi inquina era toda contra aquel
Holofernes eclesistico que aun rer no me dejaba, segn que con los ojos me tena
confiscados boca, lengua y sentidos.

Mirar del Grullo.


Scanla como a opositora. En llegando, me sacaron del carro a hombros como a opositor
de ctedra, por mejor decir, como a ctedra de opositor, y el obispo don Pero Grullo miraba
a las manos de los apeadores por si acaso alguno se le deslizaba alguna mano al tiempo del
trasladarme del carro al suelo. Di orden cmo se guisase de comer. Hicironlo, aunque sin
orden, pero con tanta presteza que parece que de mohatra se les haca cuanto queran. En
todo me obedecan, si no es en irse poco a poco, que esto no se poda acabar con ellos. Para
entablar mi juego, de trecho en trecho, y bien a menudo, les deca:
Prisa en guisar de comer.

Justina les hace beber. -Amigos, beban, y as lo llueven las vias.


Yo, mirando al obispote, haca que beba con un vaso de cuerno, y deca:
-Brindis quoties. Beba el obispo y vaya arreo.
El obispo se excusaba de beber con una gracia que contena mucho de naturaleza, y era
decir:
Era judo. -De vino, poco, que soy patriarcha de Jerusaln.
Asomado. Mas, aunque le amargaba, todava por mi contemplacin bebi unos
polvillos, los que bastaron para aublrsele el celebro y aun para aadir algunas erres al
abecedario de su Bigornia. El que menos, ya estaba a treinta y uno con rey; ello, las gracias
sean dadas a ciertos puos de sal que ech en el jarro. Decame el obispo don Pero:
Sal en el vino.
-Ay, mi Justina, que en todo eres un terrn de sal!
Deca yo para conmigo:
-Verdad dice ste, pues aun el vino, a pura sal, est echado en cecina.
Ya que todo estaba guisado y a punto, hizo seal el seor bigornio mayor, y todos
escanciaron y comieron como unos leones; slo mi obispo tragaba ms bocados de saliva
que de otra cosa, y pienso que en mirarme gast una libra de ojos y en decirles que se
diesen priesa otra de lengua. No dudo sino que tras cada bocado que ensilaban los de la
Bigornia le daba su reloj las ciento; mas ellos (como de la fiesta no haban de sacar otra
cosa que entremesar a las panzas, y como las traan hmedas del roco y humedad de la
noche, y daban de s como panderos mojados), iban dando alargas al tiempo, de lo cual
reciba yo tanto gusto como el obispo pena y rabia. Entre burlas y juego, siempre yo muy
cuidadosa con que bebiese el obispo y fuese arreo. Hzolo el obispo a tan buen son, que ya,
por decirles daos mucha prisa, hermanos, deca:

Borracho Pero Grullo.


-Daos murria perra, hernandos.
Ya que tuvieron rehechas las chazas y hechas las rechazas, los buenos de los
mozalbetes decan donaires. No metan letra, y si alguna metan era ces y erres. Hacanme
quebrar el cuerpo de risa, que ya el miedo haba pagado el alquiler de la casa y dose a
Berbera. Uno, que no tena salero a la mano, ech cantidad de sal en el suelo, y all mojaba
el carnero que, por ser sobre yerba, sala carnero verde, y por ser sobre tierra, negro, y por
todo sala verdinegro. Otro haca sopas de vino con briznas de cecina y sacbalas usando de
huesos como de cuchara. Otros beban con un zapato, porque, a segunda vuelta, voltearon
las copas. Era hacienda hurtada, que se logra poco.
Silencio. Ya viendo sus demasas el enfrenado y compuesto Pero Grullo, menos bebido,
aunque ms beodo, puso general silencio, diciendo:
-Carren! Carren!
Por decir callen, callen. Averige Vargas el vocabulario. Los mozuelos, como estaban
metidos en la erre de Babilonia y su confusin, no le respondan, porque ni se entendan ni
le entendan. Entonces el monarcha, muy enojado, alz una mano (que entre ellos y en su
habla jacarandina era indicio de imperativo modo en la manera de mandar), y con esto se
recogieron todos derechamente al carro, aunque no tan derechamente ni tan por nivel, que
no hicieran algunas digresiones de cabeza, parntesis de cuerpo y equis de pies.
Andar de borrachos.
Ya entraron todos, con que el carro qued en cueros, o los cueros en el carro. Lo que
yo tem mucho fue que el carretero los haba de despear, porque haba cargado la mano
ms que todos, y aun la cabeza, y iba atacado hasta la gola. El obispo me escudereaba y
llevaba de la mano al carro, aunque no tena l poca necesidad de quien se la diese, para
reparo de los muchos traspis que a cada paso daba. No he visto pies de goznes, si aquellos
no. Daba vueltas, como mona, en fin, y una vez dio una que pens se despuntara las narices,
que las tena sobresalientes un poco, y aun un mucho. El bien va que eran cadas de ms de
a marca, que era beodo reflejo, que son los peores, mas por excusar su flaqueza, deca el
pobre obispote:
Pero Grullo da traspis.

-Justina, por ti ranso.


Respondale yo:
-Ya veo que por m danza su seora, sino que no quisiera yo que hiciera tantas
reverencias ni que llevara los cascabeles en la cabeza y corona.
Yo, para decir verdad, mis ciertas mamonas le arm hacia los pies, y no fueron de poco
efeto, que maldita la que me sali en vano. Cuando se caa haca m, dbale un envioncito
hacia el otro lado, diciendo unas veces:
-Ox, que no pica,
Y otras:
-All dars rayo, que este lado es de ladina.
Con estas estaciones y revelladas lleg al carro hecho pedazos, con ms sueo que
amor. Para subirle al carro le di de pie tres veces, y l otras tantas de cabeza, y cada vez que
se levantaba, deca:
-Upa, que desta entro!
Ya de pura lstima hice a mi maa que le sirviese de gra y metle en el carro, y yo tras
l, tan sin miedo cuan sin tardanza y sin peligro. Reclinle sobre las capas, sobre las cuales
comenz a dormir la mona alta y profundamente.
Veslos aqu; todos duermen en Zamora; sola la hija de Diego Dez velando. Pero no sin
provecho, pues, segn ya vers, en el carro que cogieron el gato, pagaron el pato.

APROVECHAMIENTO
Los malos, como tienen dada la obediencia al demonio, sujtanse de mejor gana a sus
ministros que a los de Dios, mas cual es el dueo a quien sirven, tales son los gajes que
tiran.

Suma del nmero. NMERO TERCERO


De los beodos burlados

OCTAVA DE CONSONANTES HINCHADOS Y DIFCILES

La fama, con sonora y clara trompa,


Publique por princesa de la trampa
La gran Justina Dez, que con gran pompa
Vuelve su rebenque en sceptro y le estampa.
La que usa del rebenque como trompa,
La que llueve azotes y no escampa,
La que de su carreta hace palenque,
Y sceptro, lanza y trompa del rebenque.

Oh fama, cuyo acento el orbe en campa!


Tu sombro clarn no se interrompa
Hasta ver la picaresca estampa,
No digo en papel puesta, do se rompa,
O en letra de escribano, que haga trampa,
Sino en pea, en quien no se corrompa
Memoria de un triunfo tan ilustre,
Con el siguiente mote por ms lustre:

MOTE

Justina triunf de ocho beodos,


Echndolos del carro a azotes todos.

Trazas repentinas, las de las mujeres las mejores. Smiles de las trazas repentinas.
Cuando las necesidades son repentinas, las mejores trazas y remedios son los que las
mujeres damos, ca as como el uso de la razn en nosotras es ms temprano, as nuestras
trazas son las que ms presto maduran. Mil veces vers en los entremeses ofrecerse
necesidad de trazas repentinas y, por la mayor parte, las dan mujeres, que son nicas para
de repens. Es el discurso y traza de la mujer como carrera de conejo, que la primera es
velocsima, o como envin de francs, que el primero es invencible. Esto quisieron decir
los antiguos cuando pintaron sobre la cabeza de la primer mujer un almendro, cuyas flores
son las ms tempranas.
Deca un discreto:
Mujeres, por qu hablan delgado y sutil y escriben gordo y mal. -Las mujeres, por qu
pensis que hablan delgado y sutil y escriben gordo, tarde y malo? Yo os lo dir: es porque
lo que se habla es de repente y, para de repente, son agudas y subtiles, por esto es su voz
apacible, sutil y delgada. Mas porque de pensado son tardas, broncas e ignorantes, y el
escribir es cosa de pensado, por eso escriben tardo, malo y pesado.
Digo esto a propsito que tuve dos ocasiones para dar una galana traza: la una, el
cogerme de repente, y la otra, el verme tan apretada; mas a la verdad, la mayor fue el ver
que tan a mi salvo poda trazar.
Justina derriba el carretero. Vindolos todos beodos, y al carretero ms que a todos, lo
primero que hice fue darle un torniscn por verle tan fuera de m como de s. Con el golpe
arroj una espadaada de vino que espant a las mulas. Tomle el rebenque o ltigo con
que gobernaba las mulas y con l derrib mi carretero en el duro suelo. El golpe fue grande,
con el cual qued sin habla y yo sin pena. Sintieron las mulas notable alivio. Volaban, pero
ms mis pensamientos.
El camino que el carretero haba trado hasta all no iba apartado del de mi pueblo ms
que sola media legua, y yo le saba, porque algunas veces le haba andado viniendo con mi
madre, y tambin la una mula saba el camino. Piqula, y como las mulas no eran nada
lerdas, el camino apacible, el azote menudo, el cuidado grande, caminaron de modo que en
espacio de dos horas pude meter por mi pueblo esta carretada de odres, sin ms sentido ni
movimiento que si fueran insertos en la misma carreta.
Endereza Justina el carro hacia Mansilla.
Trazas de Justina. Yo comenc a pensar cmo dira al entrar con ellos por medio de mi
pueblo. Ofreciseme si dira: Guarda las zorras! O si dira: Quin compra cueros? O si
dira: Fuera, que entra la Bigornia y Pero Grullo! Mas para espantarlos bien y vengarme
mejor, me resolv en entrar dando voces y diciendo:
Mete los beodos por medio de Mansilla.
-Aqu de la justicia, que estos bellacos robaron la mula y el carro en Arenillas! (y era
as verdad, como lo viste).
Hcelo as, y con tales voces que las pudieran or en el real de Zamora.
Los beodos, con mis grandes voces, despertaron despavoridos, y como reconocieron
que estaban en medio de la plaza de Mansilla, castigados por mi mano y aun por la de Dios,
como los de Senacherib, acudan a derribarse del carro a toda furia. Esta era la primera
estacin, y no poco gustosa, porque al echarse del carro, daban temerarios zarpazos y
sonaban a cueros que se enjaguan, y los ms dellos chocaban por salir con toda prisa y huir
de mis rigores. Como los cuervos mansos y traviesos suelen derribar un vidrio, vaso o copa
y volver el odo para percebir con gusto el sonido, as yo, aunque a rebencazos los
derribaba, volva el odo a percebir el sonido del golpe.

Smil de los cuervos traviesos.


La segunda estacin era huir con tal prisa, que pareca llevaban cohetes en los
posteriores. Mas ya que haban huido algn tanto y tornado sobre s algo, echaban de ver
que iban sin sombreros, sin capas, sin cuellos, sin ligas, sin ceidores. Asomaban a querer
tornar al carro a sacar su hacienda, yo les dejaba acercar en buen comps, y, en viendo que
estaban a mi mano, tremolaba el azote de las mulas y dbales el rebencazo zurcido, que les
aturda. Bravas suertes hice defendiendo mi carro encantado, o, por mejor decir,
encantarado. Jugaba de rebenque floridamente, porque para de lejos, me serva de lanza;
para de cerca, de trompa de elefante; para en pie, de azote, y para asentado, de sceptro.
chalos a coces del carro.

Huyen y desprcense los de la Bigornia. Con estas mis levadas se atemorizaron de modo
que, sin capa, ceidor, liga, sombrero, ni cuello, ni otras muchas cosas suyas, aunque
habidas de por amor del diablo, se fueron huyendo por entre los sembrados, que parecan
puramente las zorras de Sansn con cuelmos encendidos en las colas. Todo el pueblo y
muchachos se lleg al ruido, y todos les silbaban y gritaban, y si alguno me miraba de lejos,
tornaba a tremolar el azote. Qu confusin para ellos y qu gusto para m! Estos fueron
zorros, estos fueron diablos, que desde ah a ms de dieciocho o veinte das no se pudieron
dar alcance unos a otros, hasta que un da de mercado se juntaron en el de Villada, que era
donde ellos solan hacer sus concilibulos zorreros. No se acababan de santiguar de la
villana de las borlas y de las burlas, que ambos nombres me llamaban ellos; de las borlas,
por las que llevaba al cuello, como montaesa, cuando me encestaron, a lo menos, cuando
lo pensaron; de las burlas, por las que les hice desde que les puse en cueros, dejndolos con
sus vestidos, que es el cos cos de Mstoles. Ya despus que tornaron sobre s, alababan mi
traza, pero escocales la injuria, y tanto ms cuanto ms sin reparo la hallaban, que al cabo,
al cabo, todos ramos de la carda cual ms, cual menos, y no podan dejar de reconocerme
superioridad.
Deponen a Pero Grullo. Despus que se juntaron y trataron de lo pasado, quitaron al
Pero Grullo la presidencia y obispado de la Bigornia, con tales cerimonias como si en
hecho de verdad le quitaran algn insigne oficio, y, por sus edictorrios, le privaron de oficio
y maleficio por muchos aos precisos y otros a merced, y lo sinti l como si le quitaran
algn verdadero obispado, que, en fin, siempre fue verdadero el refrn que dice: Lo que
ms se quiere, ms se siente.
Decanle:
-Hermano, no merece plaza quien tan infamemente sali de la de Mansilla.
Dan vayas a Pero Grullo y fisgan de todo cuanto dijo. Dironle criadas vayas, lo cual l
sinti ms que todo.
Uno le deca:
-Cmo digo de aquella emperatriz ante cuyos pies hoy habemos de pagar tributo?
Mejor dijeras aquella emperrada emperradera, ante cuyos pies camos hechos unos zaques,
y de cuyo rebenque fuimos tan gobernados como desgobernados.
Djole otro:
-Esta me llamis polliparca? Llmola yo grulliparca, pues fue la parca del Grullo y aun
de toda su camarada.
Otro le dijo:
-Camarada, cmo era quello de hoy renazco como ave fnix de las cenizas que ha
hecho Justina con el inmortal rigor con que me ha quemado las tres potencias del nima?
Ms cierto fuera decir: Yo nacer con dolor del vientre de una carreta, cabeza abajo y pies
arriba, y hoy ser aborto de carreta, y me pondr Justina como nuevo de puro frisado con su
azotina.
Otro le dijo:
-Hoy la rara ave de mi gustosa Justina hace plato al gusto mo. Oh, pecador! Bien
habas dicho, si no te hubiera primero dado con el plato en los cascos, y si no quemara tanto
el plato como el aceite que lami la mona golosa que estaba sobre una hornacha de lumbre.
Aceite de la mona.
Otro deca:
-Viva el seor obispo, remediador de hurfanas! El hurfano sea el diablo, y tal
remedio venga por su casa.
Otro dijo:
-Ella est entera como su madre la pari. Eso juro yo, que la entera es ella y los
quebrantados nosotros.
Otro dijo:
-Ea, presto, que el dios de amor tiene alas! juro a diez y a un rebenque con que hace
volar la carreta.
Otro, viendo que tan adelante iba el darle vaya, medio lastimndose, medio fisgando,
dijo:
-Carren, carren. Murria perra es esa en dar vayas al rasante.
Toc tecla de cuando por decir l: callen, callen, daos mucha prisa, dijo: carren, carren,
datos murria perra, etc.
Dijeron dichos agudos y donosos, que por agudos los ro y por largos los callo. Qudese
a la discrecin del pcaro ms discreto, que es el nico censor de toda letura de folga. No
dejaron cosa que no tocasen, ni punto que no glosasen, hasta decirle:
-Bien pareces patriarchn de Jerusaln y nacido all, pues tan vil y cobarde naciste.
Henchanlo de necio, cobarde y pusilnime, y fue tal y tan pblica la vaya, que, corrido
de los mates que le daban y motes que le ponan, se fue de aquella tierra. Yo no dudo sino
que no par hasta Ginebra, y aun, segn le pusieron hecho un negro, se debi de ir a
Mandinga, o a Zape, donde envan a los gatos, aunque lo natural era que se fuera l a la isla
de las monas y yo a la de los papagayos. La bellaca que le saliera al encuentro a este toro
agarrochado!
Muy capada qued la Bigornia, y tan capada cuan descapada. Con todo eso, se rehizo y
cazaba, no como antes, sino mosquitos, como milano de cuarta muda. Y a fe que no me da
a m poca pena cuando veo picarillos de alquimia entonarse y que no encuentren quien los
haga tenerse en buenas. No s acabar un cuento; ya s que enfado en l, pero ya acabo.
Vase a su casa Justina.

Smil de la pantera.
En fin, yo me fui a mi casa, donde fui recibida como un ngel, que la gente de mi casa,
aunque me quiera mal, holgaba destas morisquetas, que lo mamamos todos en la leche
retozona. Y cuando fui a mi casa, llev tras m gran cfila de gente de toda broza,
especialmente nios y pparos, como panthera, que con el olor de su boca arrebata tras s
los animales, absortos tras su fragancia. De todos fui alabada, por casta, ms que Lucrecia;
por astuta, ms que Berecinta; por valerosa, ms que Semramis. Verdad es que, por si
acaso llevaba algo socarrada mi fama o otra cosa, me zahum con trbol y incienso macho
en llegando a mi posada; quiero decir que cont el cuento con tan buenas clines, que sobre
l pudo volar mi fama.

La burla de las mulas da apellido a Mansilla de las Mulas. Spose y divulgse la burla
en toda la comarca, y fue tan clebre el cuento del carro y de las mulas, que por esta causa,
desde entonces, llamaron a mi pueblo Mansilla de las Mulas, que hasta entonces no se
llamaba ms que Mansilla a secas. La gente que me vena a ver y darme a m el parabin,
como presente, y a los bigornios el paramal, como ausentes, me tenan despalmada a puros
abrazos, aunque no muy puros, que algunos me pellizcaban, que es uso de la tierra.
Despus que repos en mi casa y se me asent la cosera, hice libro nuevo. Ya era otra
cosa; ya los principotes de mi pueblo me miraban con otros ojos; ya me llamaban de
merced y las gorras bajaban tantos puntos que llegaban a dos corcheas, y aun al corcho de
mis chapines. Mas no s qu me hube desde nia, que jams hombre de mi pueblo me cay
en gracia. Confieso que las mujeres somos de casta de plaza, que siempre gustamos de lo de
acarreo. Y somos como el deseo, que siempre endereza a lo ms remontado. Y somos como
perros, que no nos hallamos donde no hay gente, y por esta causa apeteca yo emperrarme.
Yo, en particular, siempre tuve humos de cortesana o corte enferma, y cosa de montaa no
me daba godeo. Con todo eso, el tiempo que dur el festn de los parabienes viv contenta,
que el gusto es el corazn de la vida.
Mujeres gustan de extraos.
La justicia, sabido el caso, me adjudic el despojo de la batalla y mand que el dueo
de la mula hurtada me pagase muy buen hallazgo, pues, por mi industria, haba sido librada
del poder de la Bigorma, y que se me diese por testimonio, porque nadie me pudiese
motejar de mala, sino honrar por casta y astuta. Ello, nunca faltan bellacos; alguno me ha
dicho despus ac:
Justina, si no quemada, tiznada. -Hermanita, cmo digo de la jornada de Arenillas? Si
no quemada, tiznada, que una vela pegada a un muro, aunque sea argamasado, verdad es
que no le puede quemar, pero dejar de tiznar es imposible. Qu ser si se pega a carne
gorda, que se derrite tan bien como la misma vela?
Como destas necedades he yo odo, digan, que de Dido dijeron. Lluevan dichos, que ya
ahora no me saban en mi pueblo otro nombre sino la mesonera burlona, aunque algunos
me llamaban la villana de las burlas. Ya yo no me preciaba de mirar a quienquiera, que una
honrilla sirve de garbo al cuello y de almidn al vestido.
Holgrame de haber tomado por thema deste nmero aquel refrn que dice que quien
hurta al ladrn gana cien das de perdn, de los concedidos por el obispo de sbado. Dlos
quien los diere, que si perdones se ganaran, yo haba ganado jubileo plensimo; pero ya s
que para perdones verdaderos, aun el nombre les sobra, cuanto y ms el hecho. Con el mo,
a lo menos, glos el refrn a osadas. Pero quin me mete en themas, ni glosas, sino en tejer
historias y en hilar mis romeras? Pero no, mejor me ser dejarlo, que no es paro sin venta
para no dejar descansar las gentes. Yo lo dejo. Duerme, hermano lector, que maana
amanecer y quiz tendrs gana de leer ms.

APROVECHAMIENTO
La beodez no slo impide los buenos intentos y daa a la vida de la razn, pero hace
que el que se embriaga peque ms y guste menos. En especial, note el lector en qu paran
romeras de gente inconsiderada, libre, ociosa e indevota, cuyo fin es slo su gusto y no
otra cosa.

FIN

Segunda parte
Del libro segundo de la Pcara Romera

Captulo primero
De la Jornada de Len
NMERO PRIMERO
Del afeite mal empleado

SPHICOS Y ADNICOS DE CONSONANCIA LATINA

Vencido el Grullo,
Cobra gran orgullo
La hermosa Justina,
Y se determina
Salir de aldeana
Y ser ciudadana,

Sbitamente.

Una maana
Se puso galana,
Y desde el mesn
Se parti a Len,
Acompaada
De su camarada

Brbara Snchez.

Fue bien arreada


Y mal afeitada,
Y las que la vieron
Tal vaya la dieron,
que, en fin, se ape
Y el afeite lav.

Triste picaa.

La vitoria ensorbece. Muchas veces he odo que los soldados viejos tienen por comn
refrn decir: Nunca una victoria sola. Dice bien, porque el orgullo de un triunfo hace los
nimos invencibles y los arrisca y dispone para emprender nuevas hazaas.
El grifo, a propsito. El grifo no pelea hasta que es de edad de cinco aos y tiene buen
cuerpo y suficiente proceridad, y si en la primer batalla que tiene con alguien, vence, es
prodigio de fortaleza, y si vencido, queda ms pusilnime que un milano y pocas veces alza
cabeza, y cualquier guila -no digo yo la morphnos, ni osifraga, ni halieto, ni pigargo, que
son las especies naturales del guila, sino la bastarda o mestiza, llamada cigea
montaesa- le vence y acobarda. As yo, como de la pasada y referida empresa sal tan
lozana cuan triunfante, no slo me ensanch, pero en mi mesma opinin crec; crecieron
mis humos, mis desdenes, mis pensamientos, y aun pongo en duda si creci mi alma, segn
vi en m universal mudanza. Ya yo era dama; ya las cosas de montaa y de Mansilla, que
todo es uno, me ola a aceite de alacranes; ya se haba pasado el tiempo cuando quera yo
ms uno de zaragelles blancos con una pluma de pavo en el sombrero o carapuza
cuarteada, que a los mil Narcisos de corte con todos sus alfeiques y perfilados; ya se haba
pasado el tiempo en que yo estimaba ms que uno destos me prometiese una libra de lino o
azumbre de leche o vello en jugo, o un cordero hurtado a su abuela, que si un cortesano me
ofreciera una cadena o cabestrillo de oro.
Especies naturales de guila. guila mestiza.

Justina se mete a dama.

Condicin de las simples doncellas de montaa.

Las lobas. Son las labradoras y montaesas como la loba, que en tiempo de brama
huelen todos los lobos y siempre escogen el peor y ms flaco. Hablad con que se me diera a
m en aquel tiempo un pito por el galn que, besando la mano, derribara la rodilla y dijera:
-Dama, tome ese cabestrillo de oro. Pardiez, pensara que era pulla y que me quera
encabestrar y enalbardar.
Presente de enamorado de aldea. El mayor presente que por entonces pensaba yo que se
poda hacer a una mujer de mi estofa era una sortija de latn morisco y, a lo sumo, de plata,
y cuando llegaba a ser sobredorada, vena a perder la senda de la consideracin y pensaba
que era el finis terrae de los presentes, que, como dice el refrn, en estmago villano, no
cabe el pavo.
Desprecios de dama cortesana. Passe este sola, y a tal tiempo me trajo mi entono
engomadero, que no estimaba yo entonces un faldelln de grana de polvo con franjones de
oro, ms que si nacieran los faldellines entre las cercas o entre los cuernos del Rastro. Y
todo esto vino de que, como dije, la pasada vitoria sac mis pensamientos de quicio y mi
persona de mi estado.
Vindome, pues, encapada y ensombreada, a costa de la carretada de tontos que
desembarcaron por mi orden en la real de Mansilla, rica de sus despojos y ufana de mis
trampantojos, se me puso en la cabeza salir de aldeana y montaesa y dar de sbito en
ciudadana. Resolvme en dar una pavonada en la ciudad de Len, por ver si se me pegaba
en ella algo de lo civil, ya que de lo criminal yo era maestra.
Pavonada en Len.
La ciudad de Len est solas tres leguas de mi pueblo, aunque hay en medio un mal
parntesis de un puertecillo, en cuya cumbre, en tiempos pasados, estuvo gran tiempo la
estatua de un hombre capn. Hombre, digo, capn.
Alguno me dir:
-Justina, adjetivad para peras.
Acaba ya, hermano lector. Vete conmigo, que buena es mi compaa.
As que, la estatua deste capn tena el letrero siguiente: El capn tiene del hombre lo
peor y de la mujer lo ms ruin. Cuando yo andaba malherida deste escrupulete era por
agosto, y muy cercanas las fiestas agostizas que se celebran en aquel pueblo con muchos
atabales, cuando menos.
Resolvme de ir, y, resuelta, hice resolver a ciertos caballeros de Aburra, hijos de rocino
de mi pueblo, que me tocaban algo en sangre, y aun no me tocaban poco, que me buscasen
una pollina mansa en que yo dromedease la llanada que hay desde Mansilla a la noble
ciudad de Len.
Primer sitio de Len. Esta es la campaa donde los antiguos dicen que fue la primera
fundacin de Len cuando ella estaba en su flor, en hecho y en nombre, pues se llamaba
entonces Sublantia Flor. Mas el aire de la mudanza, que todo lo derriba, la arranc de cuajo
y mud al sitio donde agora est, tan linda de lejos como fea de cerca, trocado el nombre de
Flor y su belleza en la ferocidad y en el nombre de Len, junto con el rigor del fro y la
melancola de las lluvias y humedades, en que, por lo riguroso y melanclico, representa la
fiereza del len y la melancola de su cuartana.
De veras puedo decir que no fui a Len tanto con espritu de holgazana, cuanto de
curiosa de ver cuntos grados de verdad me trataban los leoneses que posaban en mi mesn,
los cuales noche y da se estaban contando las grandezas de Len. Y leons s yo que, por
contarme toda una noche las excelencias de la Fuente del Piojo, dej de dar de cenar a su
mula. Miren con qu ansia estara la pobre acmila de que su amo acabase de espulgar los
piojos de aquella fuente! No he visto hombres ms moridos de amores por su pueblo, y es
de manera que donde quiera que se halla un leons, le parece que la mitad de la
conversacin en que se halla se debe de justicia a la corona y cornica de Len. En esto,
todos tienen una pega: parceles a los leoneses que alabar otro pueblo y no a Len es
delicto contra la corona real.

Leoneses, apasionados por su pueblo.


O decir a uno, que le vena el ser leons desde que le quiso bautizar un don Fulano
Quiones Lorenzana, su amo, honrado caballero:
Len no se denomina del rey de los animales. -Oh, seora! Len, entre los animales,
rey; Len, entre las ciudades, reina.
Si cuando esto o supiera lo que ahora s de granuja y chronicones, yo le dijera al pparo
que no se entenda, pues, segn consta de las historias, dado que Len se honre, arme y
autorice con las armas, blasn e insignias del len, que es rey de animales; pero su apellido
no viene de ah, sino del nombre de una legin de soldados enviados de los romanos para
ganarla o fundarla o trasladarla o lo que sus mercedes mandaren, y aun, por su honra, no
digo que el nombre de legin tambin le han tomado los diablos. Pero voy a mi intento, y
digo que, por excusar a un leons o otro necio de que, contando cuentos de las grandezas de
Len, haga salivas por mi cuenta, y por poder decir con libertad: no cuente ms, sor leons,
ni entable juego tan largo, que ya yo he andado esas andulencias y visto la leonera,
determin dar principio a mi jornada.

Len, nombre de diablos.

Borrica para Justina. Trajronme una borrica donosamente aderezada, porque vena
ensillada y enfrenada y pareca mona con sayo. Como vi mi burra disfrazada, dije:
-Por mi fe, que pues vos vais a lo hngaro, que he de ir yo a lo del diablo y que me he
de vestir a m y a mis mejillas de grana de polvo, de modo que parezcan dos ajs bien
maduros.
Envidia Justina a su borrica. Mira qu envidiosas somos las mujeres, que aun de la burra
tuve envidia de verla venir tan galana. Mas no es nueva en nosotras esta flaqueza.
Blandina tiene envidia del papagayo. De Blandina dicen los poetas que tuvo envidia a la
gala y colores del papagayo y, por verse con otros tales colores y plumas, pidi al dios
Apolo, o Jpiter, que no s cul era el hebdomadario de aquella semana, que la convirtiese
en papagayo. Hzolo Jpiter, y como Blandina era mujer apapagayada o papagayo
amujerado, parlaba por papagayo de da, y por mujer de noche. Los dioses enfadados de
tanto parlar, mandaron que la enjaulasen, que, pues era papagayo, no se le haca agravio,
que el refrn dice: Lo que me quise, me quise; lo que me quise, me tengo yo. Ella,
entonces, viendo acortados los pasos y libertad (cosa tan contra el gusto de las
andadorsimas mujeres), ech de ver cunto mejor le sola ir con sayas antiguamente que
ahora con plumas de color. Pidi a Jpiter que la tornase a su menester, que mujer sola ser,
y el Jpiter, que era bueno como el buen pan y deba de estar borracho cuando tal haca y
deshaca, hzolo como se lo haba pedido la papagaita.
Blandina, parlando, enfada a los dioses.

A propsito. Tuve envidia como Blandina, y por no tener que pedir a Jpiter ni a otro
beodo como l, y por tener juntamente galas y colores de papagayo y libertad de andar y
parlar como mujer, envi por blanco y color a la tienda de una amiga, con que me pueda
poner hecha un papagayo real. Trajronme buen recado, sino que yo no lo supe amasar.
Recogme a un aposento, no tan defendido que no tena dos agujeros por donde un
tabernero de la calle, que viva frontero, me sola dar unas esmeriladas de ojos en tiempo
que yo sola recogerme a ser cazadora y notomista de puertas adentro, y por jalbegarme a
gusto y no me ver corrida como otras veces, tap lo desmantelado del emplente con tres
cedazos, porque ya que me viese el tabernero, fuese por tela de cedazo, como a luna en
eclipsi, y aun con todo eso, no me asegur, porque era el tabernero gran astrlogo destas
visiones, y ech de ver que no hube bien puesto los cedazos, cuando cerna mucho por
verme, y para excusarle desta labor y a m deste temor, volv hacia l las partes que no
pensaba afeitar, y puesto el espejo en el velador, me puse un poco de blanco y color de
prima postura. Ello no qued tan bien asentado como Scvola, de quien dicen que viva tan
de asiento, que por no desasentar de una letrina, donde le dio el mal de la muerte, la
aguard all tan de asiento, que, aunque le quit la vida, pero no el quedarse sentado por
ms de cincuenta das en aquella cthedra de pestilencia.
Pone cedazos para que no la vean afeitarse.

Scvola muere sentado en una letrina.


Efectos del primer afeite. Podr decir desta primer postura, que la primera, en tierra.
Como era la primera vez que me hojaldr, encendiseme la sangre con la bregadura y
excitse tanto el calor que me derriti el pringue, de modo que cuando llegu a la puente de
Villarente, que es legua y cuarto de Mansilla, tuve por buen partido echar mi cara en
remojo y lavar toda la uncin, que fue la extrema de aquel ao. No me pesa sino de ver el
mal empleo de una salserita refina, que la reina se poda amapolar con ella. Tengo por
cierto que esto de andar al olio es necesario que o sea siempre o nunca, porque lo dems es
como comer de una vez para toda la semana, que ni luce ni engorda. Es linda cosa irse,
entablado el rostro a tercios concertados, amoldndose con la postura y venciendo
dificultades, que no se gana Zamora en una hora.
Lava el afeite.

Afeite, cundo ha de ser.

Vestido de aldeana para ir a Len. En fin, tornando a mi propsito, yo acab de


componer mi gesto, si a Dios plugo. Tras esto, me ech una saya de grana de polvo, que a
fe que otra ha levantado menos polvareda; mis cuerpos de raso, un rebocio o mantellina de
color turqua, con ribetes de terciopelo verde, mi capillo a lo medins, que pareca monje de
la cogujada, unas chinelas valencianas con unas medias lunas plateadas, a usanza destas
nobles doncellas de Tiro, por si se ofreca hacer alguno como el de marras. Queranme
subir los galanes, mas yo les dije que era ligera y saltara sin ayuda de burreros encima de
la burra. Puse la sobremesa, que era del bigornio que hizo la mamona a la faltriquera del
dormido. En la manga de mi sayuelo met un manto de burato con puntas de abalorio para
lo que se ofreciese, y ofrecise, como vers. Mi burra iba galana, y yo tambin, de modo
que ella y yo parecamos de una pieza, como lo sintieron los de Arauco de los caballos y
caballeros espaoles.
Doncellas de tiro.

Araucanos.
Part llevando los ojos de la vecindad, que si los ojos que tras m llev se estamparan en
mi jumenta, de burra se volviera pavn. Iba la burra orgullosa y grave, como quien senta el
favor de la carga, que no era mala, por ser yo, ni poca, porque, dems de que yo pesaba mis
ciertas arrobitas, como lo podrn decir los del peso de Valencia de don Juan, donde se
pesan las mozas a trigo en la iglesia, llevaba las alforjas cargadas de pepinos y cohombros,
los cuales me haba dado un bendito hortelano, siempre augusto y nunca angosto, el cual
sola librarnos a las mozas todos sus favores en estas frutillas, mas tampoco nosotras le
pagbamos en mejor moneda. Tambin saqu algo fiambre, por no andar en Len
pordioseando, que como me decan que Len era pueblo fro, tem que la caridad leonina
no tuviese la misma propiedad.
Burra ufana.

Saca fiambre.

Fui en compaa de una Brbara Snchez, gran mi amiga, y aun no quera yo tanta
amistad como ella me ofreca. Iban tambin conmigo otras mozuelas que me alababan poco
por mirarme mucho. Una dellas, vindome ms lucida que todas, y an que lo ordinario y
acostumbrado en m, a causa del nuevo acecalado, no lo pudo sufrir, y con ms invidia de la
fruta de mis granadas que deseo del buen suceso de mis flores, me dijo:
Dcenle a Justina lo del afeite, y ella responde una simpleza. -Seora Justina, muy
sonrosada vas.
Yo, que siempre envido en las primeras cartas, la respond luego -mas confieso que el
haberme aforrado de primera me hizo necia de flux-, en fin, la dije:
-Seora Brgida Romn, no es lo que piensa, sino que me lav con agua de agavanzas y
amapoles.
Dio una gran risada de ver mi inocencia y de que pensase yo que haba de persuadirse
ella que, porque las amapolas y agavanzas son coloradas, me haba de colorear a m el agua
dellas.
Nadie nace enseado. Confieso que respond como inocente, que nadie nace enseado,
si no es a llorar.
La muy matrera, como vio que me llevaba de vencida, me dijo:
Fisga del afeite. -Mi hijita, pues, en verdad, que habindote encerado el rostro de
antemano con esa cera que se te derrite por el rostro, que fue mucho pegarse tanto a l el
agua de amapolas y su color, que no suele el agua detenerse tanto sobre cosas enceradas.
Vime convencida de la nueva Celestina, y hube de ser confesora sobre mrtir. Mas jur
de nunca llevar sobre mi rostro testigos que a la primer vuelta de cordel parlan y descubren
cuantos secretos les encarga una mujer honrada en su retrete. Por esta causa, y por no
verme ms corrida, me ape y lav mi rostro y garganta en una de agua, que iba
mansamente murmurando de mi sencillez y de mis enemigas por entre unos amenos y
deleitosos sauces. Encargule el secreto que tocaba tanto a mi honra. Prometimelo, y
crela, que aunque las aguas no saben guardar secretos, pero tampoco le descubren, que es
el misterio que no entendi Erasto. Mas es fcil de entender, porque el agua no tiene sujeto
slido para conservar la memoria de los secretos, pero eslo para que nadie los conozca en
ella, porque a nada da asiento ni firmeza. Como dijo el poeta espaol, no conserva el agua
los escritos, mas hace los secretos infinitos. Y cuando no conociera yo esta propriedad en
aquella dulce corriente, bastaba ver que se iba riendo conmigo para sospechar que conmigo
haba de ser noble y fiel, que el agua fue smbolo de la fidelidad, por la que guarda en
tornar al mar, de do naci, a pagar el tributo que debe. Estvome tan propicia, que se
detuvo a mi ruego, para que en un breve espacio remirase en ella y en sus christales mi
rostro y mis mejillas, renovadas como alas de guila anciana, la cual, para renovar las
plumas, pico y alas, las moja en agua viva, despus de tenerlas clidas con el fervoroso sol
y concitado movimiento.

Agua, conserva secretos.

Agua, fue smbolo de la fidelidad.

guila, como se remoza.


Justina calla de corrida.Envidia, leona parida y peor.Envidia, peor que arpa. Hasta este
punto, yo no iba muy de porte para con mis carillas, como ni ellas muy de amistad con mis
carrillos, a causa de que el cuidado de mi cara fue prisionero de mi lengua, si vale tocar en
los jeroglficos que acot el gran maricn. Mas en echando que ech en remojo mi cuidado,
parlaba ms que una picaza, y, si bien se contara, ms cuentos dije que pasos anduve. Mis
carillas, a todo esto, gustaban poco y respondan menos. Lo que ms gastaban no eran risas
ni palabras, que no las llevaban hechas, sino las nesgas de mi saya y ribetes de mi rebocio,
siendo sus ojos, dientes, y su envidia, vientre.
Varios smiles de la invidia bien ponderados. Envidioso, con el bien desmedra. Envidia,
leona parida y peor. Envidia, peor que arpa. Ah, envidia, envidia! Unos te pintan
como perro rabioso, mas a otros les parece que es decir poco, porque al perro el saludador
le sana con su gracia, mas el envidioso con ajenas gracias empeora. Otros te llaman leona
parida, mas a otros les parece que dicen poco, porque el parto de la leona y sus furias son
de cinco a cinco meses, mas t, de un momento a otro momento, ests parida de mil daos
y preada de dos mil amenazas, que eres Hidra en partos. Otros te dan eptetos de arpa,
mas pareceres hay que es poco subir de punto tu rigor, porque la arpa, despus de haber
muerto un hombre, mira su rostro y figura en el agua, y como se ve tan parecida al hombre
que mat, ahoga en las aguas su vida por sepultar de una vez su rigor, mas t, mientras ms
te miras y remiras, ms persigues, y nunca te pesa de dao hecho de hombre a hombre,
antes, entre los ms semejantes eres ms cruel y metes ms cizaa. Otros te pintan en forma
de un tigre que despedaza su propio corazn, mas otros dicen que esto es decir nada, porque
en un corazn no tienes t para comenzar y aun te parece poco si no llegas al alma misma.
No acabar de decir pinturas tuyas, y aunque ms males de ti diga, todos sern pintados
respecto de tus verdaderos daos. Pntante como escuerzo y como ponzooso encovado,
porque les parece que el veneno del mal ajeno te engorda y su bien te da en rostro. Pero yo
no quiero meter contigo en dibujos, y menos en pintarte, que si a m se me cometiera tu
trasunto y el compararte, slo te pintara como mujer y como una de mis carillas, en quien
derramaste un veneno por entero, y este bastara. Pero quirote dejar, porque me dejes. Slo
concluyo con decirte que, entre muchos malos renombres y eptetos heredados de tu madre,
la Soberbia, y de tu abuelo, el Desamor, ya no te faltaba otro sino llamarte come sayas,
gasta tiras, engulle trapos, segn lo cual, te podrn tambin llamar tarasca, porque quien
engulle sayas, engullir tambin caperuzas y sombreros.

Envidia, nieta del Desamor y la Soberbia.


Eptetos de la envidia.

Esto he dicho a propsito de las que, de pura envidia, coman con sus ojos mis sayas y
engullan mis ribetes y molinillos. Mas, punto en boca, que como yo pesqu tanto del
sombrero y capa, no faltar quien tambin a m me llame traga capas y engulle sombreros.
Callar, callemos, que quien tiene tejado de birlo, no es bien bolee al del vecino.

APROVECHAMIENTO
Pondera, el lector, que los males crecen a palmos, pues esta mujer, la cual, la primera
vez que sali de su casa, tom achaque de que iba a romera, ahora, la segunda vez, sale sin
otro fin ni ocasin ms que gozar su libertad, ver y ser vista, sin reparar en el qu dirn.

NMERO SEGUNDO
De la pulla del fullero

SPHICOS ADNICOS DE ASONANCIA


Yendo su camino,
Desde el jumentillo,
La hermosa Justina,
Mil gracias deca.
De los estudiantes
No la habla nadie,

Porque la temen.

Mas, como el que peca


Siempre paga pena,
Vino un estudiante
Fullero y farfante
Que la ech un pulla
Con que qued muda

Y hecha una rosa.

Ella se las jura


Y ordena tal burla
Cual vers abajo,
Que es cuento galano,
Pues hizo la moza
Escupir la bolsa

Mucha moneda.

No hablan a Justina los estudiantes. Muchos estudiantes pasaban por el camino a las
fiestas, mas como el rumor de mis trazas y la fama de mis burlas les haba dado zahumerio
de pimiento, y aun de rebenque, no haba hombre dellos que me osase encarar ms que si
yo fuera hosquillo jarameo y ellos volteados, yo el perro de Alba y ellos Jerosolimitos, yo
el len, disfrazado en traje de cordero, y ellos los zorros de quien hace mencin la fbula.
Mujeres, mueren por quien las aborrece. Trae smiles a propsito.

Mujer, comparada a puente, mosquito, pulpo.


Con todo eso, les quiero decir una verdad, que aunque aborreca estudiantes, sent y me
dio pena que no me hablasen y mirasen, y mientras menos me miraban, ms creca en m el
pesar y el deseo. Somos, sin duda, las mujeres como puentes, que si no estamos cargadas de
ojos, se abre y hiende la obra, y antes quebramos por falta de ojos que por sobra de
pasajeros, aunque sean muy pesados. Somos las mujeres como mosquitos, que se van con
ms deseo al vino ms fuerte en que ms presto se ahogan. Somos como rabos de pulpo,
que quien ms le azota, le come mejor sazonado. Somos como mariposas, que dejando la
apacibilidad del sol y de la luna, con toda propiedad morimos por la abrasadora luz de la
candela, donde juntamente hallamos el desengao y el castigo. Muere muy antes una mujer
por un atrevido que ofendi su honor, y aun su gusto, que por un comedido que la guarda el
aire, que es un no s qu y s s qu raro. Las mujeres, del disgusto hacemos salsa de agraz
al gusto. El diablo entienda el guisado.

Dijo bien un discreto:


Mujer amiga de sierpe. -El que quisiere que una mujer tope primero con l que con otrie,
hgase sierpe, que como l parle, aunque la haga mal, saldr con lo que quisiere, porque las
mujeres heredaron de Eva hacer rancho con una sierpe, aunque tengan a su servicio un
bello Adn, aun en el tiempo de pan de boda. Son como Atala que despreci todos los
dioses y cas con Vulcano, el cual con un rayo haba muerto a su padre y maridos, y
aquesta fue la causa porque los antiguos, para pintar la imprudencia y condicin de la
mujer, pintaban una bellsima doncella pisando un gallardo mancebo y dando la mano a un
horrendo salvaje que, con un nudoso bastn, amagaba un golpe a sus hermosos ojos.
Mujeres comparadas a Atala, y por qu.

No s de adonde nos viene morir por lo peor, si no es que sea la causa la que dio un
griego, que, como por malo que sea un hombre, siempre hay una mujer ms mala,
consiguientemente ningn hombre debe ser despreciado de la mujer; mas cuando eso fuera,
qu es la causa que tan mal sabemos tantear mritos, graduar personas, diferenciar
calidades? Avergelo Vargas; ello va en la comadre.
Voy a mi cuento. Estudiantes fueron los que intentaron mi deshonor, como viste, y
porque pasaban sin hacer caso de mi memoria por ellos, reventaba porque me dijesen algo,
y si me lo dijeran, no lo estimara en el baile del rey Perico. Si tengo culpa, aparejen el
borrico para cuantas son mujeres, que yo en el mo me voy caballera como las otras, y
cuento mi cuento.
Los estudiantes pasajeros andaban ms cuerdos que yo, que, como hostigados, no me
miraban, aunque yo como mal escarmentada, los echaba un ojo de a real. En vindome que
me velan bajaban la cabeza y decan unos a otros:
No osan hablar a Justina.
-Pasito, bola, amigos, la mesonera burlona.
Las cuales palabras, en nuestro lenguaje castellano, era como si ms claramente
dijramos: Agua va, que pasa la que imprime las burlas con el rebenque! Ms quisiera
entonces venir en mi carreta, que a quien me diera un escudo, que para ellos no hubiera otro
tal coco, y lo mismo fuera verme los estudiantes en mi carro, que ver los moros al Cid en su
Babieca, que fue la emprenta de sus bravezas, segn y como me lo sola contar, o, por
mejor decir, cantar, un pastelero mi vecino, el cual cada maana me haca desayunar con
tres romances del caballo Babieca. Yo no he visto pastelero ms a pie ni ms a caballo que
aqul, y echbasele de ver en los pasteles, que parecan tener la carne del caballo Babieca.
Canta el pastelero.

Aunque los estudiantes no se dignaban de vernos, nunca me falt por el camino


conversacin de mujeres y espadachines, porque todo hombre o mujer que no fuese
estudiante me decan una chanzoneta. Yo no la escupa, que las mujeres, si creemos a los
maldicientes talmudistas, somos hijas de una flauta y un tamboril, y as, salimos estrechas
de pescuezo y anchas de cuerpo y hablamos tiple. Si entre chanzonetas y donaires vena de
mscara alguna pulla, aunque fuese mayor de marca, la rebata con la presteza posible y
procuraba hacer el retorno con el mejor consonante que poda destilar mi alquitara: Esto de
repens es como sale, aunque los buenos dichos de las mujeres, como son todo paja, son los
que ms presto salen al pelo del agua.
Mujer, hija de flauta y tamborino.

Pntase el fullero. De todas y todos me desquit; slo de un pcaro, medio estudiante,


medio rufin, no me desquit, y no es mucho que una pelota se me fuese por alto, y
acontecime lo que cant el poeta, que dijo: Quedse la respuesta en el tintero, que alguna
vez se duerme el buen Homero. As que este bribn inserto en escolar se llega a m y, con
la mayor socarronera del mundo, me mir en redondo con una sorna que entend que me
haba de meter los ojos en el pulgarejo o comerme las tripas con los ojos. Ya que le iba a
decir un poco de lo bien hilado, atajme con quitarme el sombrero y hacerme una
inclinacin capital y comenzar a alabar mi talle, postura y cuello. Ya ven que una mujer
alabada, no tiene espada, y si la tiene, no mata. Qu haba yo de decir a un hombre que me
estaba loando, y qu no haba de poder l decirme, usando de tan astuta invencin?

Habla el fullero a Justina. Mirar atento del fullero.

Mujeres alabadas se desvanecen.

Palomas, cuando se miran al espejo del agua. Ya se sabe que el cazador, de ordinario,
coge las palomas ms a su salvo cuando se estn remirando en el espejo del agua su belleza
y componiendo con el peine del pico sus doradas y plateadas plumas. As, no es mucho que
me burlase y me cogiese con tiro de palabras y pullas este cazahampo, estando yo como
inocente paloma entretenida, remirndome en el espejo que me hacan sus alabanzas
abogadoras de mis primores. Iba el hombre discurriendo en su laudatoria, y vino a alabarme
los agnus y piezas que yo llevaba al cuello, y en esto gast mucho almacn.
Pulla del fullero. Preguntme:
-Y, seora, qu piezas son esas dos que lleva asidas al rosario?
Respond:
-Seor, son unos agnusdei.
l dijo entonces:
-Eso no son ellos, juro a tal.
-Pues qu son? -le repliqu yo.
l entonces comenz a concertar su capa y poner el freno a punto de aires bola, para en
acabando de decir su dicho, picar; lo cual hecho, me dijo:
-Hermanita, estos son los sellos de las bulas de coadjutoria que lleva para el canonicato
del seor don fulano, cannigo de Len.
Y seal pieza no mala.
Deja con la palabra en la boca. Tan presto como lo dijo, se traspuso, de modo que
cuando me quise descargar, a uso del duelo picaral, no tuve con quien hablar, sino con su
sombra y las pisadas del cuartago, y aun este parece que iba ufano de la pulla que me ech
su amo, segn iba coleando; tal fue su presteza.
Pnese colorada. Qued corrida, echa una mona. Nada hubo all bueno para m, sino un
rosicler que me dicen mis vecinas que me haca no mala pantorrilla a la cara. Jurselas, y
no me las fue a pagar al otro mundo. Acurdate, y verlo has, que si l me glos el agnus,
iba a decir que yo le glos el quitolis, pero no quiero, por el respecto de cosas santas,
aunque es gracia sin perjuicio. Confieso que qued picadilla, mas estos enojillos son agua
de fragua y ceniza, que hace cala para que corte la espada. Este escolar era sobrino de un
hermano de un cura rico de aquella tierra. Gran fullero, iba a jugar a Len, por fama que
tena de que a las fiestas concurra gente del oficio brujular, que estos hulense de cien
leguas como bizmados, y se conocen por brjula, que les sirve de judiciaria en defeto de la
cabeza toledana. Y quiso su ventura que, en aquel breve rato que me hizo la salutacin, le
ech de ver una seal, y aun seales, por donde no le podan desconocer, que estos
bellacones son los Canes del mundo, que andan vagamundos y traen seal para que todos
les conozcan y nadie les mate, porque quiere Dios que no tengan tan honrados verdugos
como manos de hombres, sino que sus pecados lo sean. Las seales que en el rostro tena,
eran dos juanetes, que podan ser hijos del Preste Juan -que yo supongo que los hijos del
Preste Juan se llaman Preste Juanetes-. Tena un ojo rezmellado y el prpado vuelto afuera,
que pareca saya de mezcla regazada con forro de bocac colorado, y el ojo que pareca de
besugo cocido y no poco gastado a puro brujulear.

El fullero hijo de clrigo.

Canes.

APROVECHAMIENTO
Traza del demonio es que las mujeres libres, a primera vista, encuentren ocasiones con
las cuales se conserven y continen sus libertades, porque toma l muy a su cargo fomentar
la perdicin que una vez persuade.

Suma del nmero 3. NMERO TERCERO


De la entrada de Len

REDONDILLAS DE PIE QUEBRADO

Tiene Len una entrada


Tan extendida y tan larga,
Que por desabrida, amarga,
Y por importuna, enfada.
Mas Justina,

Por vencer esta mohna,


Y por dar contento a todos,
Comenz a decir apodos
De una entrada tan malina
Y tan lodosa.
Puente del Castro. Yo entr por mi Len por la puente que llaman del Castro, que es una
gentil antigualla de guijarro pelado mal hecha pero bien alabada, porque los leoneses la han
bautizado por una de las cinco maravillas. Casi yo tena credo que era semejante a la
segoviana que hizo Hrcules, o el diablo por l, segn dicen los nios, o Trajano, el que
hizo la de Alcntara, de quien dijo el otro al rey Filipo II que mirase su majestad muy bien
el ojo del medio, o como la que hizo de media legua de largo Herodes, el que reedific el
Templo; pero, con licencia de los seores leoneses, ms gesto tiene de caballete de tejado
que de puente pasajera. Dolor de la puente de Villarente, que est junto a mi pueblo!, que
si no tuviera en medio un tirabraguero de madera, a causa de haberse quebrado por la parte
ms necesaria y de ms corriente, pudiera hablar donde hubiera puentes, aunque fueran las
de Navarra, de quien dice el refrn de aquella tierra: Puentes y fuentes, zamarra y
campanas, Estella la bella, Pamplona la bona, Olite y Tafalla, la flor de Navarra, y, sobre
todo, puentes y aguas.
Puentes de Segovia, Alcntara, Herodiana.

Puente de Villarente.

Arrabal de Santa Ana, largo. Junto a esta puente por do entr est el arrabal de Santa
Ana, que si como iba a ver fiestas, fuera a buscar la muerte civil, yo escogiera el ir por all a
buscarla, como el otro que escogi morir sangrando de los tobillos. Necio!, mejor fuera
escoger que le llevaran a morir cien mil leguas de su lugar o que le dejaran ir a morir a
Len y entrar por la puerta del Castro y arrabal de Santa Ana, que con este medio tuviera
esperanza de que en el nterin pudiera apelar sesenta veces y tener despacho.
El que eligi morir sangrando de los tobillos.

Entrada de San Lzaro. Ya quiso Dios que aport a la ermita de San Lzaro. Quise
entrar a hacer oracin, mas vi unos altarcitos y en ellos unos santitos tan mal ataviados, que
me quitaron la devocin, y yo haba menester poco. A la puerta de San Lzaro o taer unas
tabletas, no de botica, que a serlo fuera ms a cuento para remedio de mi cansancio, mas no
se me hizo creble que la ermita de San Lzaro fuese como el templo de la diosa Ceres, que
tena siempre a la puerta pan caliente. Tambin se me ofreci si acaso taan a entredicho o
tinieblas, que, pardiez, segn yo saba poco de Iglesia, no me acordaba si caa el jueves
Santo en agosto. Tambin me vino a la imaginacin si acaso se haban anticipado mis
castaetas y hecho otra levada como en la entrada de Arenillas. Mas nada de eso era, sino
que aquella mujer peda limosna con aquellas tabletas, y para pedir de lejos, de modo que
cuando all lleguen los caminantes traigan desatacada la bolsa y no se detengan en madurar
la gana de dar, se hace aquello.
Tabletas de San Lzaro. Templo de Ceres.

Tabletas para pedir de lejos.

Yo, como nueva, le pregunt a la tablera:


-Hermana, no fuera mejor pedir con la boca, y no, que parecis que espantas moscas?
Dijo:
-No, seora hermosa, que esto se hace para que puedan pedir todos los pobres que aqu
se curan, aunque sean gangosos y mudos.
Yo enmudec tambin, porque me tap la razn, slo di un roden hacia las
compaeras, y les dije:
-Bueno, por vida de Justina, muy prvidos son los de Len; a fe ma que deben ser
pedidores de a legua y de ventaja, pues ensean a pedir a los mudos. Amiguitas, otro udo a
la bolsa, que piden mucho en Len.
Angerona, abogada de los mudos. De la diosa Angerona, dicen los relatores de la
jiroblera, que era madre del silencio y abogada de los mudos, y que tena siempre puesto el
dedo en la boca, pero los muy curiosos aaden una cosa en que se parece mucho a esta
tabletera de San Lzaro, conviene a saber: en que estaba a la puerta de la iglesia, y en la
mano derecha, un plato o cepo en que se echaba limosna para la diosa Volupia. Ya s que
no es slo Len quien tiene estas Angeronas, que todo el mundo es uno, sino que entonces
era tan bozal, que no pens que haba en todo el mundo ms que un San Lzaro y unas
tabletas.
Angerona, comparada a la tablera.

Pasa por el rollo, junto al cual est la casa. Fui por adelante, y por mis pasos contados
me fui al rollo. Vi que enfrente dl estaban unas mezquitas pequeas o casas de calabacero,
donde estaban asomadas unas mujercitas relamiditas, alegritas y raiditas, como pichones en
saetera. Parecan cotorreras de a seis en libra, y no lo eran ms que la Mndez. Y, por vida
ma, que para ser leoneses tan provedos, no me pareci que las haban puesto en lugar
decente y acomodado; lo uno, porque estando aquellas oficinas junto al rollo, ningn leons
honrado puede decir a su mujer vete al rollo, sin que en estas palabras vaya enjerida, como
piojo en costura, la licencia para que la tal mujer salga de sus casillas y entre en aquellas
casillas, o se ahorque en buen da claro, porque mujer junto al rollo y conjurada con tal
maldicin, qu otra tela tiene que echar ni otro oficio que hacer, sino es ahorcarse de una
manera o de otra, habiendo ocasin para todo? Y tanto mayor inconveniente es ste, cuanto
ms usada es esta maldicin en aquella tierra. Bien s que las leonesas nunca se aprovechan
desta maldita licencia y maldicin licenciosa, mas si se aprovechan, excusa tienen,
diciendo: marido, hice lo que mandastes. Como el otro hortelano motiln, a quien su
provincial mand que le trujese una lechuga de la huerta, y por saber dl que era espacioso,
le dijo por gracia:
En Len no se puede decir a la mujer vete al rollo.

Cuento del hortelano.


-Lo que habis de hacer es no la traer en todo este ao.
Fue el hortelano por la lechuga y no torn desde all a un ao, que vino con su lechuga
al provincial y le dijo:
-Vea aqu la lechuga, padre, no dirn que no hice lo que me mand.
Quiso el provincial castigarle por fugetivo, mas l se excusaba con decir:
-Padre, vos no me mandastes que no viniese dentro de un ao?
As, las de Len las envan sus maridos al rollo, y van y se recogen mientras hace calma
o quiere llover, excusa tienen de un mal recado, diciendo:
-Marido, vengo de donde vos me inviastes.
Otro inconviniente hallo yo en estar aquellas publicanas en aquel puesto: que es muy
hmedo y fro, lo cual, sobre clido, pela a las gentes y aun a las guilas, y aun hacen muy
grande agravio a las bubas que all nacieren, porque las bubas son nobles y siempre vienen
de caballeros y caballera, y las que all nacieren sern bastardas, en fin, nacidas de polvo
de la tierra y aun del lodo. Dolor de los que all trajinaren!, que metern carga de tierra de
Espaa y la sacarn de Francia.
La casa junto al rollo es tener en un carpatacio culpa y pena. Ahora se me ofrece la
causa porque los leoneses debieron de poner junto al rollo aquellas casas de placer; sin
duda fue por tener en un mismo cartapacio culpa y pena.
Deca un papelista de aqu de Salamanca que, como no hay sermonario que no tenga
junto con la Pascua la Cuaresma, tampoco hay placer carnal que junto a un hoy no tenga un
ay, y junto a un pequ un pen. Ello, el ejemplo no es muy a pelo, pero pase, siquiera
porque no se quejen los papelistas que no entran en la picarada, y ans es bien que los
citemos siquiera a una vez de remate.
Lo que yo sabr decir es que como yo era nia y vi la horca antes del lugar y junto a la
casa de las mujeres maletas, pens que era tan bravo el len, que en saliendo las gentes de
el lastre de la casa, los suban a la cmara de popa del rollo, y que en apendose de las
burras, los suban al caballo de canto, y no de rgano; mas despus perd el miedo y vi que
no era tan bravo el len.
Todas estas imaginaciones y buenos concetos me importaban para entretener el
cansancio con el cual iban batanadas mis asentaderas, lo que era bueno y aun lo que era
malo. Si tuviera un ojo en un dedo, como pidi el Momo, a fe que con l pudiera ver
estampada en mis espaldas la verdadera imagen de una albarda; por esta causa, si alguna
vez sala yo con alguna bachillera y me preguntaban mis compaeras:
-Justina, pero quin te mete la paja?
Responda:
-Hermanas, la albarda.
Humedad de Len. Tambin estos buenos pensamientos me sirvieron de freno para
refrenar el temor que llevaba, pensando que por la mucha humedad del sitio, cuando llegase
a la posada nos haba de haber nacido berros en las uas a m y a la jumentilla.

Las cansadas hermosas. Ya entr por la puerta que dicen de Santa Ana, y a fe que no
faltaron gentes que mirasen la procesin de los que entrbamos, y sobre todo la mesonera
burlona haca raya, que un cansancio, aunque embota el gusto, aguza el garabatillo. Hice
paraje en un mesn que est pegante con la misma puerta de Santa Ana, lo primero, porque
mi cansancio no me daba ms licencia (que al cansancio los antiguos le pintaron con las
piernas trozadas); lo segundo, me entr all por ver entrar gente de Campos empanada en
carretas; lo tercero, por tener cerca un paseo que llaman el Prado de los judos, y lo
principal, porque vi una fuente apacible all junto a la puerta del mesn. Fuente es que corre
cuando quiere, y algunas veces se queda a or vsperas en la Iglesia Mayor o hacer colacin
de rbanos en la plaza de San Martn. Dgolo, porque con todos estos puestos y
manantiales, tiene necesidad de hacer cuenta antes de llegar all, y aun cuando llega trae
necesidad de otra tanta agua con que lavar el barro que ha cogido en estas estaciones. Yo
haba odo nombrar la fuente Cabalina, y viendo que all iban a beber muchos caballos que
haban venido de acarreo para las fiestas, pregunt si aquella era la fuente Cabalina;
engame el nombre.

Cansancio con muletas.


Fuente de la puerta de Santa Ana.

Sucedime tambin un buen chiste, y fue que me dijo un leons, viendo que yo miraba
a aquellos caballos forasteros:
-Qu mira, seora hermosa? Espntase de que haya en Len gente de a caballo? A fe,
seora, que si hubiera en Len caballos, que hubiera muchos caballeros.
Mira, por tu vida, qu queras que le respondiese, sino un arre all! Pero dejle, porque
me dejase, que, segn vi en l, era uno de los que buscaban caballo y pudiera ser que me
cayera a cuestas la respuesta y el arre all!
Mozas del mesn, simples.

Excelencias de sus padres, mesoneros astutos.


Diome gusto que vi bien provedo el mesn, y sin duda lo estaba mejor que el mo,
digo, de alhajas, mas no de astucias, que a las mocitas de municin se les va el juego a
legua. Parecan todas sus trazas hijas de clrigo, segn se traslucan ellas de intencin bien
pecadoras, mas faltbales la sal y el saber, faltbales el consejo de una buena madre que yo
tuve, la cual, con media espolada de ojos, nos haca andar a las quince, si no es que la mano
de su reloj anduviese de posta, que para este caso no haba regla cierta. Si era necesario,
con un mesmo candil nos haca alumbrar y deslumbrar. Era ella una Circe y mi padre otro
Estabulario, tal que no les faltaba sino convertir a los huspedes en mulas; y si hicieran, si
no temieran que, siendo todos mulas, todos comieran la cebada y ninguno la pagara. Yo no
s cmo no fundaron una universidad de mesoneros, que otras ha habido de menos
consideracin, a lo menos, provecho.

Mozas simples. As que, las mocitas deste mesn eran en grado superlativo
boquirrubias. Cuitaditas! No tenan maestra! Qu haban de hacer? Quin tuviera lugar
para hacerles buena obra! Lstima les tuve. El otro, para llamar siempre a uno, decan: El
seor fulano, muchas veces come sin plato. Yo se lo dije a las bobillas por ver si haban
aportado a la provincia de Pulla, siquiera de barbavento, y me respondieron:
-S, el pan.
Y pensaron que haban hilado, beatillas.
Estando, pues, contemplando profundamente la somera destas parvolitas y examinando
una dellas que, segn me dio a entender, pretenda sacar carta de examen para poder
pblicamente hacer su labor (digo, de mesonera), sin temer malsines, quiso mi buena suerte
que, acaso sin pensar, supe cmo el fullero del ojo rezmellado, el que me dijo en el camino
que los agnusdeis eran bulas de coadjutora, posaba en aquel mesn, lo cual no me dio poco
gusto, porque dems de que yo se las haba jurado, toda mi vida tuve inquina contra
escolares, como el perro de Alba contra los carpinteros de la Veracruz.

APROVECHAMIENTO
La persona que una vez pierde el respecto a Dios, mira con desprecio las cosas santas y
no santas, las honrosas y las que no lo son tanto, y de aqu es que aun de las piedras, calles
y edificios y paredes murmura y fisga.

Captulo segundo
Del fullero burlado

Suma del nmero 1. NMERO PRIMERO


De la del penseque

SEGUIDILLA

Hcese bobilla
La del penseque,
Y no mira cosa
Que no penetre.

guila. Ojos que ven no envejecen, si no son los del guila, que cuanto ms pico ven,
van ms a Villavieja. Tambin digo que de la regla dicha excepto los ojos de mi amigo el
ojimel, el sobrino del hermano del cura, el que nos vendi el galgo, el cual, con la
continuacin del juego y falta de sueo, andaba tan chupado que pens que se le haba
exprimido el alma por los ojos y de puro brujulear se haba tornado brujo.
Alusin tcita. As, porque no envejeciesen mis ojos, todos once, mientras esperaba
alguna coyuntura para hacer la burla al del ojo arremangado, quise ver, y no por brjula,
todo lo que haba que ver en Len, que ojos, y de Len, aun durmiendo, es bien que estn
dispiertos. Y aunque tuve bien que mirar en algunos buenos picos que acudieron a decir
donaires, mas como ojos de guila envejecen viendo pico, no quise que me acaeciese otro
tanto. En resolucin, quise ver libremente, sin costas, sin echar sisa en voluntad ajena ni
pagar alcabala de la propia, y para esto era propio ver de lejos y guardarme de picos, que o
son picadores o picardeadores. Yo pens que haba mucho que ver en las fiestas, mas
confieso que no haba; aunque miento, yo me asuelvo, que s haba, y es bien decirlo
porque no nos maten los legoneses, que tienen nombre de azadn de los que llaman
legones, y azadonadas me harn decir la oracin de los leoneses y de Len.
Vistas sin costas.

Fiestas de Len. Lo primero, Granado y la Granada haban desembarcado all y haban


de representar la comedia de Santa Tais y Santa Egicaca, y haba de salir la Granada con
una calavera en la mano, que cuando la vi salir, pens que era vieja que sala a echar agua
bendita a algn cimenterio. Tambin traan el entrems de los sacristanes enharinados, que
parecan puramente torrijas enalbardadas, y otros muchos entremeses que comenzaban:
Digo que somos las ms desgraciadas del mundo estas que somos hermosas, como es uso
y costumbre en todos los entremeses de Maricastaa. Miren si haba que ver. As hubiera
que beber! Pero todo el vino que haba era vino a la malicia.
Entremeses antiguos.

Pero dejado esto, cree que no soy tan festiva, ni que iba tan descuidada de mi tiro, que
no pregunt y supe a qu hora vendra puntualmente el fullero al mesn, de lo cual hice
alforja para su tiempo y coyuntura, que todo est en guardarla, como boca de enfermo.
Yo pens que era verdad lo que maldicientes dicen, que las mujeres tenemos correo
ordinario y posta que marcha del corazn a la lengua y de la lengua a todo el mundo, mas
de veras que yo no despegu mis labios para decir a persona alguna con qu fin inquira del
estudiantn, y crean que nos agravian si piensan que no sabemos ser cerrajeras de bocas las
mujeres. Denme que sepa una mujer que le importa para algn gusto o provecho, que con
las de Nicodemus no le abrirn los labios. Pregunto: No era mujer Angerona? S. Pues ella
fue la que a la entrada del templo de la diosa Volupia estaba con el dedo puesto en la boca.
Qu era aquello, sino que si la mujer huele que hay entrada para algn gusto o deleite -
significado por la diosa Volupia-, es ms cerrada que trozo de nogal rollizo?

Mujeres, callan si interesan gusto.

Y informada, pues, deste punto con el posible silencio, part a ver un rato la ciudad,
iglesia y fiestas. Deb de parecerles melosa a algunos hijos de vecino de Len, aunque los
leoncillos son retozones como cachorros, y aun me dicen que despus, de grandes, son
juguetones, deben de ser leones de la cuarta especie, de los que fingi el poeta que se
convirtieron en moscas. Algunos de estos moscones se me pegaron ttulo de que en un
portal mo que yo tena en Mansilla, bien regado, haban estado de camarada, como huevos
en cazo de agua. La que yo sud en ir por la calle de Santa Cruz, plaza y calle Nueva, a la
Iglesia Mayor, no fue poca, porque el calor era mucho y el trecho no poco. Yo pens que
aquel pueblo era fresco como me haban dicho, mas debase de entender que era fresco
porque no es nada salado, o que lo es cuando no es menester, o quiz, como los leoneses
tenan tan publicadas sus fiestas, debi de venir a verlas el calor de Extremadura.
Dijronme que los temporales de Len eran muy francos, y pens que nacan por las calles
manzanillas de oro, mas segn vi, la franqueza era que no sabe acabar por poco, porque
comienza en fresco y acaba en yelo, y su calor acaba en fuego; pueblo extremado.
Leoneses cachorros. Leones moscados.
Len, fra y clida.

Mozas de cntaro, parleras. Llegu a la Iglesia Mayor, y poco antes de entrar en ella,
encontr con una tropa de mozas de cntaro que pens que eran gorriones en sarmentera,
segn chillaban, y era que al pie del patio (que es el paseo de los seores de la iglesia), est
la fuente que llaman de Regla, no, a lo menos, por la que all les vi tener, sino por la que
fuera razn guardar junto a tan sacro lugar. ya que est all la fuente. Mas estaba tan ajena
de regla, que yo vi moza que, embebida en ver, or y no callar, con un lacasimo
bellaqusimo, se entretuvo cogiendo y vaciando agua en su cntaro de barro ms de media
hora. Dolor de su ama, si la estaba esperando con el fro de la calentura para que le echase
ropa de la que le sobraba a ella! Lo que es la moza tard mucho. Yo la perdono, porque me
dio a beber por su cntaro un poco de agua que, aunque gruesa y no nada fresca, por donde
mojaba pasaba, y aficionme ms a su cntaro que a otro por ser el ms enjuagado o
enaguado, como dicen las ciliantristas.

Agua de len.

Iglesia mayor de Len. Comenc a entretenerme en mirar la iglesia. Es bien galana,


tanto que pens que era el carro del da del Corpus adornado de varios gallardetes y
banderolas. Not que estaba notablemente envejecida la portada, ms que ninguna otra
parte de la iglesia, y pens que la causa era porque todas las viejas gastan ms de boca que
de ninguna otra parte, en especial cuando son afeitadas; pero no es eso, sino que aquella
portada est vieja y mohna y gastada de puro enfadada de ver entrar all tantas caperuzas y
tan pocos devotos a or vsperas y oficios tan solenes. Aunque entr dentro de la iglesia, yo
cierto que pens que an no haba entrado, sino que todava me estaba en la plaza, y es que
como la iglesia est vidriada y transparente, piensa un hombre que est fuera y est dentro,
como corregela de gitano. De otras iglesias dicen que parecen una taza de plata, de aquella
pudese decir que no slo parece, sino que es una taza de vidrio, que se puede beber por
ella. Yo no s para qu fin hicieron tan abrinquinado aquel famoso templo, si no fue porque
como el fro y calor de aquella tierra son traidores, quisieron que no se pudiesen absconder
ni retraer a la iglesia, que la Iglesia no vale a traidores, o quiz el topo, que impida aquel
edificio cuando se comenz a hacer en aquel sitio Casa Real, debi de sacar en condicin
que las paredes fuesen de vidrio y las bvedas de toba; mal ao si les mandaran hacer
tejados de vidrio, que malas pedradas fueran stas. Yo hablo como boba y a fe de penseque,
que pudo ser que como la iglesia es chica y la gente de aquella tierra mucha en aquellos
tiempos, dieron traza que quedase la iglesia de modo que pudiesen or misa desde la calle.
Ya la gente est apocada, y as han cubierto los claros de las vidrieras y pintado all unas
cosas, aunque se han atajado muchos de los inconvinientes que yo pens que haba, y no
deba de haber ninguno, sino que desto de Iglesia a m no se me entiende ms que a puerca
de freno.
Portada antigua.
Muchas vidrieras en la Iglesia de Len.
Topo de Len.

Cannigos que parecen hueste. A lo mejor de mi miradura, entr gran tropa de


cannigos, vestidos de blanco, las camisas sobre el sayo, que iban entrando al coro por
diferentes puertas. Yo, como era la primera vez que vi cosa semejante, pens que era la
hueste, mas despus, viendo que eran hombres como los otros, les perd el miedo. Tras esto,
vinieron unas danzas de mozas que llamaban las cantaderas, y guiada por este nombre,
pens que haban de cantar en el coro las vsperas con los cannigos, como cuando cantan
las sibilas, y como vi pocas sillas respecto del mucho nmero de prebendados, que me
dicen ser ochenta y cuatro, y que las cantaderas eran ms de cincuenta, pens que en cada
una silla haban de estar cantando un cannigo y una cantadera, mas todo fue pensar en
vago, que no iban a cantar, sino a bailar. Por cierto, que las pudieran llamar bailaderas y no
cantaderas, y ahorrarnos de un penseque de los muchos que me sobraban, y hay ms de
cuatro que yo no digo.
Danza de cantaderas.

Desea Justina ser cantadera. Estas cantaderas eran buenas nias, pollas de hasta
dieciocho o veinte aos, en fin, de mi edad, que no tuve yo poca gana de entrar en la danza
y injerirme, como fingen de Pigargo, que se meti en el sarao de las reinas, y aun al
principio estuve por hacerlo, porque como iban bailando con atambores delante, pens que
iban haciendo gente, y como somos gente, pardiez, por pocas nos asentramos en la danza.
Por esta causa, me anduve un rato tras ellas, bailando con los ojos al son, y algunos de los
que me vean me preguntaban si era yo cantadera. Yo, aprovechndome del nombre de
cantadera y de la ocasin de fisga, le respond:

Preguntan a Justina si es cantadera.

Responde en pulla.

-No, hermanos, que estoy en muda como colorn. Yo no canto ni soy cantadera por todo
este mes, y si algo canto es clueco, como gallina, y es cuando pongo, y entonces soy
cantadera para lo que les cumpliere.
Con esto conjur algunos nublados, con esto desaparecan como trasgos los mancebos
pescudadores, aunque alguno dellos hubo que dijo:
-A lo menos, si vos no sois cantadera, tenis gesto de encantadera.
No se fue riendo, que yo le dije a l:
Alusin a las colas de las serpientes. -Si yo soy encantadera, tpate con la cola, pues te
sobra, asnazo.
Ya me dicen que no son las cantaderas de dieciocho aos, como solan, porque diz que
han de ser doncellas, en memoria de las que lo eran en tiempo del rey Almanzor, que es una
historia brava. Yo no la s, mas bien pienso que si aquello durara y Santiago no lo
remediara, llevaba camino el Almanzor de barrer cuanta virginidad haba en Espaa.
Pareca aquello a lo de la fbula del lobo, que pidi en parias las ovejitas ms bobas, y era
el bobo l. Eran de cada perrochia diez o doce cantaderas y diz que todas vrgenes; y en mi
nima que si fuera en este tiempo, lo tuviera por medio milagro, y aun en aquel no era
poco. Ellas decan que lo eran, que este es un pleito que nunca tiene ms de un testigo.

Fbula del lobo.

Testigos de la doncella.

El modo de matricular estas danzantas me cuadr mucho cuando me lo dijeron, que diz
que los curas, tres meses antes de nuestra Seora de Agosto, tienen cuenta con las casadas
que mejor les parecen, de quien saben que son diligentes, y les encargan que les vistan y
lleven una de aqullas, bien impuesta, corriente y moliente para bailar a son con un salterio
que les van taendo; tambin les van taendo delante a las cantaderas unos atambores. Yo
pens que las llevaban a la guerra, porque pens que fuera imposible consentir que un da
como aquel, en que procuran los cantores desgair los chorros a puro ser cantaderos de los
forasteros, se haba de permitir henchir la iglesia de ruido de atambores, que totalmente
impide el poder or la misa, y parecen todos caldereros. Ello, causa debe de haber, mas si
yo la entiendo, me quemen.
Atambores.
Danzas de Plasencia. Habanme dicho que en las fiestas de Len salen unos que llaman
Apstoles, y pens que tambin haban de ser cantaderos y bailar, mas despus me dijeron
que no se usaba salir sino el da del Corpus, cuando sale la gomia y el gigante Golas, y que
no bailan los Apstoles, por cuanto no hay all el indulto que hay en Plasencia para salir los
Apstoles con cascabeles y danzas y llevar en la procesin borrico y borrica. Pero ya que
no danzan en Len no les faltan danzantes baratos, que de casa de el dianche sacan a danzar
unos zaharrones, que es danza de mucho ruido y poca costa, que as lo requiere la tierra.

Zaharrones.

Claustra de Len.
Una cosa vi de que se consol mucho esta alma pecadora; en la iglesia de Len hay una
claustra o calostra, no s cmo se llama, s que en ella hay un patio que gastaron muchos
ducados en medio enlosarle y lo dejaron a la mitad, como al labrador de Zahnos, que le
hicieron la media barba a navaja y la otra le dejaron, a causa de que pidi plazos para la
paga y el maestro para la hecha. Dicen que se dej as, medio enlosarle, porque aquella
piedra la desmoronaba el agua y a pocos aos se volviera de piedra en arena. Ay, Dios! Y
el maestro no pudiera primero mirar los materiales que tena? As que en el claustro, donde
est este medio enlosado o este remiendo entero, me enteraron que ofrecen las cantaderas
de la perrochia de Seor Marciel -que es una iglesia que ha aos que est comenzada a
hacer de por amor de Dios, y porque no se acabe tan buen amor, no se acaba la obra-, unas
ciruelas y aun no s si peras, o pan, o queso; y aun me dicen que no slo ofrecen esto en
aquella iglesia, pero que pocos das despus, las mismas cantaderas llevan en un carro de
bueyes un cuarto de toro y le ofrecen a nuestra Seora. Ay, Dios, qu llaneza! Yo destas
cosas de Iglesia siempre pens que era caso de Inquisicin el murmurar, porque si no, desta
ofrenda y del tributo de las pescadas, ajos y puerros, a fe que les haba de dar una matraca
que les enviara a Egipto a los leoneses, no para hacer agravio a nadie (que bien s que todo
es santidad y naci de la antigua devocin pura y llana), sino para entretenerles y
galopearles el gusto. Mas como temo no quiera algn bachiller ir a mi costa a besar las
manos a los seores inquisidores, no quiero meterme en agudezas, sino creer firmemente
que las cantaderas de Seor Sant Marciel llevaban por gua delante de s una que llamaban
la Sotadera, la cosa ms vieja y mala que vi en toda mi vida, que me parece que para purgar
una persona y digerir hgado y livianos y todos los entresijos, bastaba enjaguar dos veces
los ojos con la cara de aquella maldita vieja cada maana, que yo fo hiciera esto ms efecto
que tres onzas de ruibarbo preparado. La cara pens visiblemente que era hecha de pellejo
de pandero ahumado; la facin del rostro, puramente como cara pintada en pico de jarro; un
pescuezo de tarasca, ms negro que tasajo de macho; unas manos envesadas, que parecan
haberlas tenido en cecina tres meses.

Ofrendas sencillas y claras.

Llaneza santa

Sotadera.

Pinta la Sotadera.

Slo en una cosa vi que andaban bien los curas, que la mandaban a la Sotadera cubrir el
rostro con una manera de zaranda forrada en no s qu argamandeles, y con esto no la ven.
Con todo eso, algunas veces que soliviaba la zaranda, pens que aquel maldito basilisco me
quera encarar por mi gran culpa, y daba el tranco que me pona en Baeza.

APROVECHAMIENTO
Personas mal intencionadas son como araas, que de la flor sacan veneno, y as, Justina,
de las fiestas santas no se aprovecha sino para decir malicias impertinentes.

Suma del nmero 2. NMERO SEGUNDO


De la vergonzosa engaadora

UNA OCTAVA CON HIJUELA, QUE GLOSAN EL PIE SIGUIENTE

Glosa de octava. Hurt a un ladrn, gan ciento de perdn


A un jugador famoso, gran fullero,
Justina, jugadera ms fullera,
(Con ser esttico y ms duro que un madero)
Le hizo derretir cual blanda cera.
Trocle el Oro aparente en verdadero,
Purgle la indigesta faltriquera,
Y a sus odos canta esta cancin:
Hurt al ladrn, gan ciento de perdn.

Madre, la mi madre
Remediadme vos,
Que me miran ojos
Con amor traidor.

Prestadme unos ojos


Contra el mal mirn
Porque me desquite
Y le cante yo:
Hurt al ladrn, gan ciento de perdn.

Ya que me vi libre desta medio Celestina y ech de ver que no haba ms olas de
forasteros ni forasteras, comanme los pies por irme a casa a la hora de las cinco o poco
ms, porque saba yo que puntualmente aquella hora era en la que el fullero haba de acudir
al mesn, y aun l me lo haba enviado a decir, y que le viese a la hora de las cinco o poco
ms. Ya eran cerca dellas. Dbame pena que no saba las calles, pero siendo fuerza el haber
de ir a las cinco a la posada, quise ms dar cinco de calle que cinco de corto. Dios sabe la
intencin con que l me envi a llamar, y an yo la s. La ma era muy diferente. Yo la
dir: l me ech la pulla aprovechndose de los agnus que yo traa al cuello. Yo determin
hacerle con ellos mesmos una que se les acordase. Pues, para que comiencen a verme el
juego, supongan que me haban dicho que traa al cuello un muy hermoso Christo de oro
esmaltado, que de slo oro pesaba docientos reales, adems de unos pendientes de perlas
graciosas y costosas, que de slo orlo me jinglaba el corazn, que el oro tiene este efecto
en las mujeres, que a las quietas las hace corredoras, por cuanto el oro se labr con azogue
vivo, y a las corredoras las para y detiene, como se vio en la doncella corredora, a la cual
gan y aventaj el mancebo que yendo corriendo derramaba manzanas de oro, y, por
cogerlas la doncella corredora, se par y perdi la apuesta. As que sola la memoria desta
pieza de oro me haca traer el corazn a la jineta. Esta era la pieza que l haca asomadiza a
las pollas, que es treta de motolitos y feos mostrar el vellocino de oro para que les tengan
amor y vayan doradas las pldoras de sus faltas, y no dudo sino que es eficaz, que yo me
acuerdo cuando para significar esto, cantaba:
Traza la burla que hizo al fullero.
Efectos que hace el oro en las mujeres.

Tretas de motolitos y feos.


Amor interesal.

Trraga, por aqu van a Mlaga, etc.

Y deca la copla:

Trraga, por qu camino


rendir de amor el pecho?

Y responda Trraga:

Prraga, si fueres hecho,


cual Jpiter, de oro fino.

Replicaba Trraga:

No, que el amor es divino


tiene alas y volar.

Pero Prraga se estaba en sus trece, y deca:

Trraga, por aqu van a Mlaga,


Trraga, por aqu van all.

As que yo no dudo sino que este medio fuera eficaz si lo que ofrecen a los ojos estos de
t si la viste, dieran con ello en las manos. Amor al Christo s que le tena yo, mas el que a
l le tena era tan poco que con dos de jirapliega le barriera de las faldas del corazn.
Entabla la treta. Vaya de traza y no me maten, que esto de contar cuentos ha de ser de
espacio, como el beber. Yo llevaba dos agnusdeis medianos a los dos lados de mi rosario de
coral, uno de plata sobredorado y otro de oro, notablemente parecidos. Por stos me haba
dicho el bellacn que eran las bulas de coadjutoria del canonicato. Eran, como digo, los
agnus tan parecidos en la labor y aparencia, que a cualquiera que no fuera muy cursado
artfice le engaara la indiferencia y rara semejanza que tenan las dos piezas entre s. Qu
hago? Desato de mi rosario el agnusdei de plata sobredorado, el cual guard en la manga de
mis cuerpos que para secretaria era tan buena como una de un fraile francisco, de las que
llamamos las damas arca de No. El otro, para que ms campease, le puse con un rosario de
azabache, que entonces era muy estimado, y, con todo eso, costaba menos que ahora, que es
el cosi cosi de Fromista, que el pato que vala menos vendan por ms. Esto de los agnus a
su tiempo vern de lo que sirvi.

Azabache costoso.

Entr en el mesn y, como supe donde estaba, entr como que no saba dl, pero tan
compuesta y enfrenada como una mula de ra. No me hubo visto bien el fullero, cuando
comenz a meter fajina y gastar bolia y decir fanfarrias y muchos donaires, y algunos
picantes, que estos necios son como lobitos, que no saben jugar sino a mordicadas. Mas yo
dejle gastar el pimentero y hceme cuenta que, pues no haba respondido a la echadiza del
camino, mejor era llevarlo por la va de colotorto, tan encargada de las damas del tiempo de
Macastrada.
Propriedad de necios.

Disimulo de las mujeres. Entr baja, encovadera, maganta y devotica, que pareca
ovejita de Dios. Entonces ech de ver lo que sabemos disimular las mujeres y con cunta
razn pintaron a la disimulacin como doncella modesta, la cual, debajo del vestido, tena
un dragn que asomaba por la faltriquera de su saya. Por cierto, tan en mi mano estuvo
disimularme y mostrarme temerosa, que con no tener ms vergenza del hombre que si me
la hubieran tundido, haca de la vergonzosa con tanta facilidad como si mi voluntad y mis
carrillos estuvieran hechos del ojo. Esto del disimular, segn yo o a un predicador, aunque
seamos santas lo hacemos, y trajo a propsito que Esther fingi delante del rey Asuero estar
tan flaca que no poda tenerse en pie sin el arrimo de una dama de palacio, y trajo de Judit,
que fingi no ser viuda y otras cosas; y la mujer de Abrahn fingi que era su hermana.
Parceme que dijo que haban fingido sin mentir; yo no dijera as, sino que haban hecho
aparencia de ficcin. Mas, qu boba! Ahora me subo yo a quebrar plpitos? Bjome con
decir que no se espanten que las pecadoras sepamos fingir y disimular.
Fictin inculpable.

Como el estudiante me vio tan humilde y vergonzosa y que de slo alabarme de


hermosa me pona colorada, iba quebrantando olas y haciendo sncopas. En fin, poco a
poco se iba enfrenando y hablaba con menos orgullo, ca siempre fue verdadero aquel dicho
del maestro: La vergenza en la doncella enfrena el fuego y apaga su centella. En fin, ya
vino a desfalcar y hablar con menos hipo; bamos a menos y call.
Modestia poderosa.

Ves, aqu ya tena Justina la perdiz parada; mira t si soy buena para perdiguero.
Ayudme mucho a hacer mi tiro que este barrabasino no saba que yo era la que llamaban
la mesonera burlona, o si lo saba, cegle el diablo, que no se le acord. Y no me espanto,
porque como esos fulleros lo viven todo de noche como predicadores de sectas falsas, y
como nunca salen de la emprenta de Pierrepapn, no llegan a su noticia estas burlas largas y
discretas ms que si fueran misas de pontifical, que para ellos es pueblos en Francia, pues
hay hombre dellos que el da de Pascua oye misa para todo el ao; as que no me conoci.
Respondle con gran mesura:
-Yo beso las manos de v. m.
Qu sera bueno que me dijese? Qu te contar? Cuadrle tanto mi virginal vergenza
y cortedad de palabras, que comenz a decir:
Alaba el fullero a Justina. -Qu mujer sta! Qu vergenza! Qu agrado! Mal haya
yo si no diera por una mujer como sta cuanto tengo! As han de buscar los hombres las
mujeres para casarse, con estas vergonzosas, encogidas, temerosas, compuestas, que todo es
esmalte sobre el oro de la hermosura (harto fue, oyendo oro, no saltar como la gata de
Venus, mas como era el punto aquel de cazar o espantar la caza, mand al corazn que se
metiese adentro y a los prpados que echasen la tapa a los ojos dello); stas quieren de
veras, stas son fieles, stas obedecen, stas regalan, stas entretienen, esta es la hermosura
que se ha de preciar, esta es la hermosura que se ha de amar, este es el dote que han de
buscar los hombres, esta es la dicha y suma felicidad.
Pnese Justina colorada. Aqu detuvo el portante, porque top en la piedra del rub de mi
vergenza, lo cual me cubri de una hermosa prpura sembrada de escarlates, cuando me
alababa. Llanamente, l me compuso una letana de eptetos y gracias mas que, a ser yo tan
blasfema como el pcaro del auto de Llerena, furale respondiendo ora pro nobis. Lo que
ms sacaba a luz los granos de mi granada era ver que, como el hombre me haba perdido el
miedo por tenerme en posesin de parvulita e inocente, cuando me dijo aquella arenga,
daba de mano y traa la punta en par de os ollos, como quien prueba vista de burra que anda
en venta.
El blasfemo de Llerena.

Tras toda esta laudatoria, arroj un celemn de ofertas cordiales:


Ofertas del fullero. -Mndeme, seora, que mal haya yo si no la sirva de ojos, que
aunque me ve apicarado y sin temor de Dios y de las gentes (de que me arrepiento), vive
Dios, que me muero por doncellas virtuosas y de vergenza. Jurar yo que est v. m. criada
a pechos de buena madre, que en el blanco de los ojos se lo echar de ver un nio.
En diciendo esto, troc la lengua en ojos.
Amante necio. Digo que una modestia, aunque sea fingida, de una mujer pondr puertas
al mar y quemar un ro con toda su corriente. Vanlo por mi hombre, a quien mi
vergenza tena en tal disposicin que, en el calor de su pecho, pudieran cocer ms masa
que en un horno de concejo, en las llamaradas de sus ojos se pudiera quemar Dardn
Dardea, y le deba de dar su corazn y el dios machorro ms recios golpazos que mazo de
batn o que cordoncito de santera.

Como yo vi buena coyuntura, y tal que pesara l cada onza de mis palabras a otro tanto
de topacin, entr con mis once de oveja y fingiendo que de pura vergenza tena cadas las
golillas, y que tragaba saliva a duras penas, y tantas que a garabatadas de ruegos era
necesario partearme las palabras, le dije:
Justina ofrece al fullero dinero prestado para saborearle. -Por cierto, seor licenciado,
que no est v. m. engaado en ofrecerme toda esa merced, que es cierto, verdad, que
anoche, aqu en la posada, me dijeron que v. m. pretenda empear una pieza de oro por no
s qu dinero prestado, y dije que me le llamasen a v. m., que yo quera, sin otra prenda
ms que su palabra, prestarle todo el dinero que trayo, que son cincuenta y cinco reales y
dos cuartos, porque yo s que el seor su to de v. m. es muy abonado y rico, y v m. puede
pagar ms que eso, que ha das que una mal lograda hermana que tengo, a quien no me
parezco en la condicin, antes, por huir sus libertades, vengo a buscar mi remedio y
encomendarme a nuestra Seora del Camino; sta me dijo quin era su to de v. m.
A esta razn, como fundada en falsa presumpcin, l se hizo de nuevas, y dijo:
Respuesta del fullero. -Por cierto, seora, en lo que toca al ofrecerme el emprstito, v.
m. me ha echado una ese y un clavo, y una argolla, y un virote, y una cadena, y unos
grillos, y una amarra (mejor dijera: y una albarda), para todos los das que yo viviere. Mas
eso de empear mi pieza, no me ha pasado por el pensamiento, porque a m me sobran
quinientos reales a su servicio de v. m., y harto mal me haban de andar las manos si a costa
de bobos no hubiese yo de sacar de Len horros unos ochocientos y el papo fuera, que el
trato que yo tengo es ms seguro que en cueros de Indias. Tener un Christo de oro, s que le
tengo, y le mostr a Julianica, la moza de casa, mas ella podr decir si yo he tratado de tal
empeo. Slo le dije por va de chacarra: Cunto me dars, Juliana, por esta pieza?
-As lo creo yo, dije, que esa pieza no la haba v. m. vendido ni empeado, sino que la
debe de traer consigo.
-As es, dijo el hombre, y vala v. m.
Y comenz a desabotonar el sayo.
Finge honestidad. Yo, como vi a hombre quitar botones de sayo, atemoricme y
apartme un poco, mas l se me lleg un mucho y me hizo miralle por fuerza, diciendo:
-Mrele, seora, que quiz no habr visto otra tal pieza.
Yo (no con pocos ademanes de vergenza, soltndole y tornndole a tomar), le mir y
remir a mi sabor, por seas, que creo que se me sali el alma a los ojos, y tras ella las tres
potencias a mirar la pieza. Alabsela parte por parte y psele en las nubes por ver si me le
daba, mas, quin le haba de alcanzar, habindole puesto en las nubes? Repetle mil veces:
-V. m. le goce con quien ms bien quiere.
Pensando que quiz me respondiera.
-Pues v. m. la goce, porque v. m. es a quien yo ms quiero.
O, si quiz me preguntase si me quera servir dl, mas parceme que por entonces no
quiz.
Loar una treta es pedirla. Es muy ordinaria treta de mujeres alabar una cosa para que nos
la den, o por ganar nuestra boca, o por temer no reventemos de antojadas. Estn tan en uso
esto, que ya se tiene por vil quien no se deja caer en este lazo. Mas yo conoc un bellaco
que con gran subtileza se sala dl. Si le alababan mucho alguna buena pieza, oalo, y ya
que se haban cansado de alabarla, o, por mejor decir, de pedrsela, preguntaba muy de
reposo:
Modos de no dar lo que se loa. -De veras, seoras, que a vuesas mercedes les parece
bien?
Decan s y res mil veces, por entender que a cabe de paleta estaba el decir: pues
srvase v. m. de la pieza. Mas l entonces, con mucha pausa, deca:
-Hulgome que esta pieza est calificada con tan buenos votos, por estimarla ms de
aqu adelante. Yo, por ser tal la aprobacin, la tern por pieza avinculada.
A gente ms moderna sola decir cuando le loaban sus cosas:
-No me espanto que a v, m. le parezca bien, que por buena me cost a m.
Este mi hombre no saba tanto de respuestas como de echar cerraderos, y hzose gorra,
aunque pienso que lo debi de hacer por pensar que de vergenza no la recibiera yo a ttulo
de dada.
Ya que vi que este tiro haba salido incierto, ech el resto de mis estragemas, y comenc
a fingir con ademanes y tragantones de saliva y encorvadas de rostro y cuello, que no me
atreva, aunque quera, decirle una cosa. Mas l, que de mis palabras rozaba ms que rocn
de yerba nueva, no va bien asomada a mi boca una palabra, cuando me la procuraba sacar
con raz y todo, y desta suerte, y con protesta de que cuanto le pidiese me dara, aunque
fuese la mitad de su ren, me sac la razn siguiente:
Pide que la trueque una pieza de oro con intencin de encajalle una pieza de plata por una
de oro. -Seor, yo quisiera (no s si lo diga), yo quisiera trocar este agnusdei de oro, y
as, si v. m. en algn tiempo ha de trocar esa pieza de oro, yo trocar con v. m., y lo que
pesare ms yo lo pagar a v. m., que ya yo he dicho a v. m. que traigo dinero y, si no
alcanzare, aqu traigo un manto de soplillo y estos corales para paga o empeo, cuanto y
ms que bien sabe v. m. y bien saben los de la posada, que yo quera fiar de v. m., y as
mesmo creo me fiar, pues soy abonada.
Qu razones stas para no le enternecer? Qu cabe para no le tirar? Qu lazo para no
caer? No hube bien dicho esto, cuando descuelga la pieza de oro del cuello y me la pone en
las manos. Miren qu duro trance para una doncella vergonzosa como yo! Yo, cuitndome
toda, sonrojada e inquieta, andando el medio caracol y orejeando con las dos manos, le dije:
-Ay, seor, que no quiero. Tmelo all! Desdichada de m! No quiero yo nada dado,
lo que quiero es que lo tase un platero, y lo que fuere de ms a ms de su Christo a mi
agnus de oro yo lo pagar a dinero. Qu dirn de m los primos y primas que vienen
conmigo, sino que soy alguna mala mujer?
Advirtese su traza. Vaya conmigo el piadoso lector y no me tenga por boba, que yo me
entenda. Quieres saber por qu lo dije esto del platero? Hcelo y djelo, porque pudiese yo
decir que el trueco (o, por mejor decir, el engao) haba sido a vista de oficiales, sin
poderse llamar jams a engao ni ponerme ante justicia, y para otras cosas que luego vers.
Trae el platero. Tanto le porfi, que por mi ruego trajo un platero amigo, a quien dijo:
-Seor, a esto os llevo, encrgoos que en todo seis contra m y en nada contra la dama
con quien trueco, que vive Dios que mi gusto era que ella se sirviera de la pieza de bueno a
bueno.
Fanfarrias de los galanes. De las fanfarrias que l dijo al platero sobre la paga que l
esperaba de su alejandra no me haga Dios testigo, ni de otras tales; mas vaya, que ya se
sabe que los hombres las ms veces se alaban, no de lo que es o fue, sino de lo que les
estaba bien que hubiera sido.
Vino mi platero con su peso y todo recado, y por pocas no me hallara, que me escond
de vergenza. Verdad es que a la ventana aguard, como Hero a Leandro, a lo menos como
a Alejandro, y despus que vi que estaba en casa, me met detrs de una cortina. Todo lo
llevaba la jacarandina.
El platero pesa la pieza. Hace mal gesto Justina. Sacaron a la infanta detrs de la manta.
Mirlos, desenvain su peso el platero, que no fue estocada, y las pesas, que no fueron
pedradas. Pes la pieza y dijo:
-Pesa ducientos reales.
Hcele un gesto de probar vinagre. El fullero hzole del ojo al platero para que no
anduviese tan en fiel.
Aadi el platero:
-De hechura, perlas y esmaltes, tres ducados (no medre yo si no valan otros ducientos
reales).
Y as enmend el rostro y psele de perlas.
Lleg a pesar mi agnus, no tan en el fiel del peso cuanto en el de los ojos del fullero, y
como eran algo desconcertadillos, no tom bien el tino, y dijo:
-Pesa el agnus solos diez ducados.
El fullero, que no perda comps alguno de mi rostro, como me le vio avinagrado en
segunda instancia, dio un golpe al platero y, de conchabanza, mientras yo luchaba con la
vergenza que tanto me azotaba, tasaron que yo pagase solos diecisis reales, diciendo que
bien mirado todo no iba de ms a ms del Christo al agnus, sino solos diecisis reales. Pag
el fullero al platero su trabajo, que fue como quien paga al verdugo. Despidise el platero,
mas yo, para entablar otro segundo y mayor engao (que te dar gusto el orle), le dije al
platero:

Paga el fullero al platero.

Pregunta si es oro fino, para asegurar el trueco. -Qu le parece, seor maeso? No le
parece que es buen oro y muy fino el de mi agnusdei que doy en trueco al seor licenciado?
El dijo:
-Muy bueno, seora, de Portugal.
Y aun el platero pienso yo que era algo de all, que sus fumecios daba de muito
galante, que a no venir de tasa, l saliera de ella; mas como temi al fullero, tornse con su
peso y pesas como se vino.
Dicho esto, ech mano a un bolso que traa y, temblando de vergenza de dar y tomar
con hombres, le di al escolar en sus manos los diecisis reales en que fui condenada y al
drselos me anim a rer un poco, mostrndome contenta, agradecida y halagea ms que
perrilla de falda, que siempre acompaa la alegra con temor de que le destierren de las
faldas a ttulo de Cipe, zucio!
Djele:
-Tome v. m. los diecisis reales, con lo mo me haga Dios bien (entablando para que no
pidiese paga en otra moneda).
Torna los diecisis reales el fullero. l entonces me volvi los diecisis reales, y aun me
los meti por fuerza en la manga. Ya te he referido que en esta manga tena yo emboscado
el bolsillo con el agnus de plata parecido al de oro, y as, porque no encontrase con este
bolsito en quien yo tena envuelta mi segunda treta, acud a la manga y met mi mano a las
vueltas de la saya. l lo tom por favor. Verdad es que la sac presto, porque se
compadeci de ver que yo, de pura vergenza, estaba por cortarme la mano o por raer el
cuero donde las suyas me haban dado un cabe, y, sobre todo, por verme que deca yo entre
dientes:

Encarecimiento de la vergenza.

-Nunca ms, nunca otra en mi vida tal me acaeci con hombre.


En esta coyuntura, entr la segunda burla.
Yo, para darle a entender que me daba pena el verme tan obligada, le dije:
-Mustreme v. m., mustreme v. m. ese mi agnus de oro, que no me ha de llevar por
ah, que yo quiero no quedar a deber ms que buena voluntad.
l se hizo de pencas, por pensar que yo quera deshacer el trueco, pero como le
importun, me lo dio al cabo, diciendo:
-Torne, seora Justina, veamos lo que manda. Suyo es, haga dl guerra y paz.
Tom el agnus de oro, y dije:
-Si no fuera grosera yo deshiciera el concierto, pero ya que v. m. quiere hacerme tanta
merced, yo le quiero dar de mi mano cierta cosa con que se desquiten los diecisis reales.
Entonces (como de vergenza niera) le volv las espaldas porque no viese lo que
quera yo hacer. l estuvo quedo como un cepo mirndome slo por detrs, como si yo
tuviera vidrieras en el espinazo, sin intentar ver mis manos ni lo que hacan. Bien dicen que
el amor es ciego, no slo porque ama feo, sino porque aquello en quien l pone su blanco le
ciega, para que piense que el engao es gozo, la traicin servicio, el dao obligacin y el
mal bien. Verdad es que cuando este amante tuviera ojos de lince, estaba la burla tan bien
trabada que no la alcanzara, porque toda pasaba de mi manga adentro, que para l fue
manera de arcabuceros contra su bolsa ms que manga de sayuelo.
El amor es ciego.
Hcele entender Justina que le torna su agnus de oro en un bolsillo, y dale otro de plata
sobredorado.

En esta manga met el agnus de oro que le tom y saqu el bolso de tela con el agnus de
plata, el cual haba yo guardado para esta sazn y coyuntura. Alargu la mano, hcele una
solemne reverencia y dile el bolso. Sac el agnus de plata sueltos los cerraderos para que le
viese y no pensase que era engao. Mas no dudo sino que, aunque le diera un pardal piando
dentro del bolso, pensara que era agnusdei y pensara que en mi poder le haba cubierto
pelo. Vala el bolso y agnus de plata, todos gordos, cuatro ducados.
Al darle, dije:
Dale el bolso con el agnus de plata sobredorado. -Tome v. m., que en verdad este bolso
me le dio por vistas uno que haba de ser mi esposo, y le cost cuatro ducados, y por seis no
estuviera en m poder. Bien empleado va. Disele a v. m. por dos cosas: lo uno, porque no
es cosa lcita que las doncellas se carguen de obligaciones que no pueden desquitar; lo otro,
porque ya que lleva mi agnus de oro, tenga en qu le guardar, porque es de oro de Portugal,
l cual, de puro fino, se toma de cualquier cosa si no anda muy guardado.
No hube bien dicho lo del coste de los cuatro ducados, cuando el dmine licenciado
escupi otros tantos de su indigesta faltriquera y me los dio. Yo, por no ser porfiada,
tomlos con dos deditos. Entr en el nmero de damas, cuyo nombre quiere decir da ms, y
l en el del buen ladrn, que es di ms. Y es claro que las mujeres, pues fuimos hechas de
una costilla de hueso de hombre, tenemos privilegio para recebir y pedir hasta dejar al
hombre en los huesos, y aun despus de todo, pedir los huesos por justicia. En resolucin,
haciendo avanzo de la burla, yo saqu horro el Christo de oro enteramente, pues me qued
con el agnus de oro y los diecisis reales que haba ddole en trueco. tem, vend mi agnus
de plata y mi bolsillo muy honradamente, sin miedo de que mi burla sea conocida, ni
descubierta, ni probada hasta que nos veamos el fullero y yo de patas en el valle de Josafat.
Avanzo de la burla.

Y aun para doblar la burla, de ah a un hora, estando l jugando, me puse a cantar una
cancin que entonces andaba muy valida, pero tan a propsito que no pudo ser ms. Al
principio del nmero la puse.
l se puso a escucharme con harto gusto. Y deca:
-En todo tiene gracia esta doncella.
Mejor dijera:
-En todo tiene agraz esta matrera.

APROVECHAMIENTO
La modestia y vergenza, aunque sea fingida, es agradable y muy decente a las
doncellas, y gran pecado el aprovecharse mal de una cosa, de suyo tan buena y loable, para
fines malos.

Suma del nmero 3. NMERO TERCERO


De la burla del ermitao

SEXTILLAS DE PIE QUEBRADO

Fue un ermitao ladrn,


Llamado Martn Pavn,
A dar una pavonada
En la ciudad de Len,
Y pos en el mesn
En que estaba aposentada
Justina,
Gran zahor y adivina
De gente desta bolina.
l era muy redomado,
Mas ella fue tan ladina,
Que a puro meter fajina,
Le cogi como a un cuitado
Sus dineros.

Por qu los hipcritas son aborrecibles. Todos los das de mi vida quise mal a bellacos
hipocritones, y no me falta razn. Los malos justamente son aborrecidos por las virtudes en
que faltan como flacos, pero los hipcritas slo por lo que tienen y por lo que mienten.
Caso bravo que quieran stos que respectemos las virtudes que no tienen, que llamemos al
mono hombre, al lodo oro, al oropel perlas y a sus maraas y latrocinios tesoro de bienes.
Dios me deje avenir con un bellaco de pan por pan, y no con estos sirenos enmascarados.

En mi pueblo hubo uno destos, tan gran ladrn como hipcrita, que en hbito de
ermitao era gran garduo; por tal le prendi el corregidor. Escapse dos das antes de
nuestra Seora de Agosto y fue a posar en el mesmo mesn del fullero con quien tena
especial conocencia, porque se llamaban Pavones (la bellaca que fuera la pava!). No osaba
salir de da porque no cayesen o porque no recayesen en l, y fuese por la recada. Al justo
le vena llamarse Pavn, proprio de bellacos famosos, segn he odo decir a uno que
llamaban Pico de Perlas, es traer puestos en el nombre el marbete de su marca, como
Luthero y Manes, author el uno de los lutheranos y el otro de los manicheos, que el un
nombre quiere decir una cosa sucia en su lengua, y el otro, Luthero, en la nuestra significa
una cosa de burla y mofa.

Los bellacos traen el marbete en el nombre.

Pavn se llamaba, y es proprio este nombre para que por l y por las cualidades desta
ave me vaya yo acordando de las malas y perversas deste bellacn.
Pavn, figura de hipcritas. El pavn es propria figura de un hipcrita, porque tienen
propriedades tales los pavones que unas desmienten a otras, y, en hecho de verdad, parece
uno y es otro. Tiene el pavn en la cabeza crestas, en las cuales denota lozana como la del
gallo y poder como de serpiente, pero el macho es muy flaco y de pocas fuerzas y la
hembra de tan poco calor que los ms huevos que pone los enhuera. Tal era mi Martn
Pavn. Quien le oyera decir cmo antes que se recogiese haba servido al rey en Orn, en
Malta y otras fronteras, pensara que era gallo de cien crestas, que es tan lozano que vence
al len, y poderosa serpiente temida de todo hombre. No hay cuclillo que as cante su
nombre como l cantaba y cantaba sus hazaas, pero venido al fallo, era tan grande lebrn
que, si no es en la batalla de cortabolsas y en la guerra de gallinas, nunca otro
acometimiento hizo ni otra cabeza cort.
Pavn, flaco y fro, pareciendo lo contrario.
Gallo vence al len.
Pavn, smbolo de compasin.

El pavn todo est lleno de ojos, y ve tan poco, que, si la pava se le asconde, jams la
puede descubrir hasta que ella quiere. Este bellacn tena tantos ojos para censurar vidas
ajenas, que nunca haca sino dar memoriales y en ellos noticia de los amancebados y
amancebadas de Mansilla. Tenanos enfadadas a las pobres mozas de mesn, y l tena tres,
por falta de una, todas hormas de su zapato.
Quien viere una ave tan linda como un pavn, pensar que tiene la carne ms blanda
que el pavo de Indias, mas, en hecho de verdad, no la hay ms mala, ms negra ni ms dura.
As, quien viera a este hipocritn tan cargado de los ojos de todos como de trapos, descalzo,
maganto, ahumado, macilento, pensara que sus proprias miserias le pusieran ojos y
compasin de las ajenas, pero era un Nern, y donde l hurtaba con mejor denuedo era en
los hospitales. Qu nima sta! Quin fuera a l en confianza que haba de partir con ella
la capa como San Martn? Yo s que se le averigu que de un manto que le dieron a
guardar parti la mitad, pero no para dar, sino para tomar..., y llambase Martn.
Color del pavn. El pavn tiene un pecho dorado, de color de finsimo zafiro, pero los
pies son feos y abominables; as, quien viera la modestia deste, pensara que era oro todo lo
que en l reluca. Haca que rezaba y daba el silbo como cauto de llave; sospiraba, haca
ruido como que se azotaba y haca mil embelecos con que pareca un zafiro de santidad en
la tierra, mas sus pasos eran negros y feos, que ni haba bolsa que no conquistase ni mujer
que no solicitase, y en saliendo el tiro en vano, echbalo por lo de Pava y tornbase a
azotar a santo.
Voz del pavn. El pavn es de terrible y espantosa voz, mas los pasos tan sin sentir
como si pisara en felpa. As, ste daba gritos que fusemos buenos y meta ms herrera que
un Ferrer, mas de noche, sin sentir, descorchaba cepos y ganzuaba escritorios con el
silencio que si fuera llover sobre paja.
En suma, el pavn tiene figura de ngel, voz de diablo y pasos de ladrn: puro y parado
Martn Pavn.
En fin, como no hay cosa encubierta si no es los ojos del topo, vnose a saber su vida y
milagros. Prendironle. Soltse. Llevaba muchos reales. Fuese a Len a dar una pavonada
en las fiestas de agosto. Estaba en el mesn en hbito de ermitao. Vile a las dos de la
tarde, otro da despus del tiro del rezmellado. Conocle y no me conoci, y en vindome
tom un libro en la mano que deca llamarse Gua de Pecadores, y yo, como pecadora
descarriada, llegume a l para que me guiase. El bien vio que la moza que entraba no
heda, mas no me quiso mirar en tientas, dando a entender que lo haca por no caer en la
tentacin. Yo me llegu tan cerca dl con el cuerpo como l lo estaba con la voluntad.
Saludme humildemente, dicindome:
-Dios sea en su alma, hermana.
Yo confieso que como no estaba ejercitada en esas salutaciones a lo divino, no se me
ofreci qu responder, porque ni saba si le haba de decir, et cum spiritu tuo, o Deo gratias,
o sur sum corda, mas a Dios y a ventura, djele:
-Amn.
Ya que me tuvo parada, y tal que a su parecer no era censo de al quitar, me dijo:
-Hija, razn ser que se acabe de leer este captulo que tengo comenzado, porque como
son cosas de Dios, no es razn que las dejemos por las terrenas, vanas, caducas y
transitorias de las tejas abajo.
Yo, cuando o aquello de las tejas abajo, sospir un sospirazo que por pocas hiciera
temblar la taconera de Pamplona, como cuando la ciudadela mosquetea.
El prosigui con su sermona:
-Podr ser, hija ma, que la haya encaminado el Espritu Sancto, para que oya algo que
le aproveche, y si tiene algo tocante a su alma, despus habr lugar para comunicarlo.
Pardiez, por entonces tapme y hzome or lo que bast para enfadarme, y djele:
-Padre mo, yo traigo lengua de su buena vida y tengo necesidad de consolarme con su
reverencia. Traigo priesa y no me puedo detener. Rugole que, si es posible, deje eso por
ahora y oya una cosa que quiero comunicar con l, que importa a la salvacin de mi alma.
l, entonces, que no quera otra cosa, sino que aguardaba a que yo le hiciese el son,
dej el libro, y aun y aun asom a quererme consolar por la mano, por consolarme en arte
de canto llano, que comienza por la mano. Mas yo, como intentaba consuelos en
contrapunto, ahorrle esta diligencia, y propuse y dije:
Las ficiones de Justina para engaar al ermitao. -Padre, yo soy una mujer honrada
casada con un batidor de oro. Soy natural de Mayorga. Vine aqu con unos parientes mos a
las fiestas de la bendita Madre de Dios y a estarme aqu algunos das en casa de una prima
ma, beata, haciendo algo y comiendo de mi sudor. Hanme hurtado la bolsa y algunos de
mis vestidos y la almohadilla y los majaderos que traa para hacer puntas de palillos, que
las hago muy buenas. Vome tal, que estoy a pique de hacer un mal recado y afrentar a mi
linaje. Por caridad, le ruego que, pues la gente bendita como su reverencia tiene mano con
los seores honrados y ricos, y tambin quien tiene mano para ricos la tern con la justicia,
que d orden cmo me socorran, y si su reverencia tiene algo, reparta conmigo.
Respondime y djome muchas cosas que de suyo provocaran a castidad, si l no
castrara la fuerza dellas con ser quien era. Deca sin duda, buenas cosas, pero con un
modillo que destrua la substancia de la dotrina, que bien pareca obra de diferentes dueos,
pues la sustancia ola a Dios y el modillo a Berceb.
Respuestas del bellacn. Despus de alargar arengas, tan malas de entender como
buenas de sospechar, no pude atar cosa que dijese, slo coleg que, en buen romance, me
aconsejaba que muriese de hambre en amor de Dios, si pensaba ser buena, y si mala, que l
me aplicaba para la cmara, y que menos escndalo era que entre Dios y l y m quedase el
secreto; y que cuanto al pedir para m, pienso que dijo que tena gota y no poda andar, y
cuanto a darme de su dinero, que l no lo tena, y que antes un rayo abrasase sus manos que
en ellas cayese dinero, cuanto y ms tenerlo.
Tmenme el despecho del ermitao! Ya yo saba que ste haba de ser el primer auto,
pero yo iba pertrechada de fajina. Djele, pues:
-Ay, padre! No quiera Dios que yo llaga mal a un siervo suyo como l! Ya que yo
haya de serlo, ac con estos bellacos del mundo es mejor, porque lo uno es menos pecado,
porque es caza que se sale ella al encuentro, es mancha en ms ruin pao y es ms a
provecho; en fin, saca el vientre de mal ao. Ay, padre!, quirele confesar mi flaqueza, ya
que le he comenzado a decir toda mi vida con tanta verdad y me parece tan humano que se
compadecer de m. Sabr, padre, que un criado del Almirante, muy gentil hombre y
caballero, corregidor de cierto pueblo suyo aqu cerca, que ha venido aqu a Len, me ha
ofrecido muchos reales porque acuda a su gusto, y si Dios y l, padre, no me remedian por
otra va, pienso echarme con la carga.

Dale a entender que est en len el corregidor que le prendi.


l, en oyendo corregidor de cerca de Len, criado del Almirante, luego sospech (como
culpado y temeroso) si era el de Mansilla, y preguntme:
-Jess! Quin es ese mal juez o de qu pueblo? Dios tenga piedad, por su misericordia,
de pueblo gobernado por un hombre de tan poco gobierno. Decidme, hija, de qu pueblo es,
para que yo le encomiende a Dios.
Yo, con inocencia aparente, me di una palmada en la frente, y dije:
-No se me acuerda; bien s que es tres leguas de aqu.
l me dijo:
-Es Mansilla?
Respondle:
-S, s, s, ese es el pueblo. Y ha venido aqu el corregidor a ver las fiestas, y como me
ha visto a m, dice que si yo le hago placer, no quiere ms fiestas.
Lo que l se inquiet y azor no se puede significar, porque se le trasluci que le vena
a buscar y a prender y a hacer extraordinarias diligencias, pero el hipocritn, como yo le
dijese que no se inquietase, me respondi:
-No os espantis, hija, que las ofensas de Dios en el pecho de un christiano son plvora
que le minan y hacen que se inquiete y salga de s. Pero con todo eso, decidme, hija, ese
corregidor sabe adnde vivs?, no os podades vos esconder dl? tem, si yo os buscase
dineros, cmo le habades de huir el rostro?
A esto le respond:
Padre, el corregidor bien sabe que yo poso aqu, y dice que aqu, a este mesn donde
estamos, ha de venir a la noche, y que para esto tiene un buen achaque, y es que anda
espiando un famoso ladrn que en Mansilla llaman el Pavn, el cual se le fue de la crcel
de Mansilla y se vino aqu a Len, y creo no tardarn mucho en venir. Mas si su reverencia
me buscase algn remedio, muy fcilmente me escapara yo dl, porque aprestara luego mi
jumentilla y irame esta noche a nuestra Seora del Camino con mis compaeras, que van
all todas, y si me dice algo, dirle que en la romera se ver su negocio; en la romera
excusarme con mis parientes y compaeras, dirle que me lleve a Mansilla, que es camino
de mi pueblo; en Mansilla avisar a su mujer que mire que su marido anda perdido y le
recoja, y con esto ir mi camino y l se quedar en su casa. Pero si voy sin manto a mi casa
y sin la hacendilla que traje aqu para entretenerme algunos das, qu he de hacer?
Modo de huir y resistir al corregidor.

Entonces el bellacn se alter an ms, viendo que si el corregidor vena, le haba all
de coger in fraganti. Con todo eso, me hizo otro sermoncete, pero con mejor mtodo que el
pasado, porque la conclusin fue darse otra palmada en la frente (confrontbamos) y decir:
-Ya, ya, alabado sea el Redemptor! Algn ngel dej aqu unos dineros de un mi
compaero para tal necesidad. Yo me quiero atrever a tomrselos, con que vos le recis
otros tantos rosarios como os doy de reales.
Dicho esto, sac de un zurrn seis escudos y me los puso en estas manos pecadoras.
Juntronse su temor y mi contento para que ni l me dijese otra palabra ni yo a l. Fuime.
l luego mud de traje y se fue a ver con el fullero. Yo ensill mi burra y march,
porque los Pavones no me cayesen en la treta.
Pavn fue ste que en mi vida ms supe dl, que ha sido mucho para la mucha tierra
que he visto y para la dicha que he tenido en encontrar con bellacos.
El del ojo rezmellado no me vio jams, pero escribime una donosa carta, y yo, en
respuesta, otra no menos, y por mi fe, que aunque sea detener la historia de la vuelta de
Len a mi tierra, te he de referirlas, y si te parecieren larga cartas, ya te he dicho que yo
siempre peco por carta de ms, y si buenas, holgarme de que encartar gente honrada.

APROVECHAMIENTO
Hipcritas y gente que no viven en comunidad y hacen ostentacin de ejercicios y
ceremonias y hbitos inventados por slo su antojo, siempre fueron tenidos por
sospechosos en el camino de la virtud.

Captulo tercero
De las dos cartas graciosas

Smase el captulo 3. QUINTILLAS DE PIE QUEBRADO

El fullero escribe y pica


A la pcara Justina;
Ella, picando, replica,
Y, repicando, repica,
Y con furiosa bolina
Le demuestra
Que su burla fue ms diestra,
Lo otro, ms provechosa,
Lo tercero, ms graciosa,
En fin, burla de maestra,
En todo el mundo famosa.
Y ainda.

Este es un tralado bien y fielmente sacado de un scripto y rescripto que pas entre m,
Justina, y el bachiller Marcos Mndez Pavn, en razn de una burla mayor de marca, que
despus de haber pasado en cosa juzgada por espacio de nueve aos, retoando las quejas
en el corazn y lengua del sobredicho bacalario, enviaron a las quince un correo a su pluma
y ella al papel, y todos dieron de rebato sobre la pobre Justina, a quien con parte de real y
medio, bien llorado y mal pagado, le publicaron la sentencia y misiva siguiente, que a no
poder apelar para la respuesta, era casi casi cosa de afrenta.

Va de carta.

Yo, el bachiller Marcos Mndez Pavn, el agraviado, a vos, Justina Dez, ovejita de
Dios, trasquilada a cruces, que a precio de vuestras vergenzas comprastes las que yo tengo
de mis faltas en dinero y mis sobras en manilargo. Por estos mis escritos, os reto a campo
abierto para que aguardis las asadoradas de mis razones, no con menos paciencia que la
que mostris en esa insigne escuela, teniendo tantos actos y aguardando en ellos tantos
argumentos cornutos de tanto gnero de estudiantes capigorristas, resolvindoles y
resolvindoos sin dificultad ni impedimento cuantas objeciones os representan.
No podis negar que una ma vale por ciento, pues, por una palabrita que en el aire os
dije de las bulas de coadjutoria, armastes todo el caramillo que ha pasado y metido ms
obra que los cazos de Toledo y monumentos de Sevilla, y creed que en buena philosopha
natural -la cual vos sabis ya muy bien, atento que profesis mucho los movimientos
sentibles de que ella trata-, toda causa es mejor que su efecto, y por tanto, se conoce que mi
burla fue mejor que la vuestra, pues ella os hizo a vos parir la que me hecistes.
Reventredes con ella el cuerpo.
Otros, bien sabis que todo licor mezclado no es tan perfecto en su especie como el
puro, y, pues mi burla fue burla de todos cuatro costados, sin brizna ni mezcla de veras, ni
de ofensa, ni de venganza, fue burla ms perfecta en su especie que la vuestra, la cual vino
envuelta en un muy verdadero y averiguado latrocinio. Creedme que, as como se tienen
por malas las burlas del burro y otros animales de su jaez, porque no se saben burlar sin
estampar uas o patas, as vuestra burla se ha de llamar burral, por cuanto en ella sealastes
las manos y aun las uas. Yo burlas he visto de damas que, con amor fingido, parece que
echan llamaradas y queman la olla del seso, y de recudida espuman la bolsa, pero vos, no
con demostracin de amor, sino a ttulo de trueco, engaastes, y por trueco bautizastes el
hecho. Rugoos que si otro trueco hubiredes de hacer al tono deste, lo primero que
troquis sean esas manos por otras, so pena de que, a pocas tretas, os cortarn las uas para
asentaros el guante, y no slo os cortarn las uas, pero los pasos.
No se alabe tanto, que sepa que yo pensaba darle la pieza que me llev y ms barata y
con menos trotes de pasos, que si bien se acuerda, anduvo al trote desde la iglesia al mesn
para topetar con yo. Pecadorcita, en qu vicio dio! Menos inconveniente fuera dar en otro
vicio menos costoso en quien, aunque llevara carga, pero no de restitucin. No le declaro el
vicio porque de ese menester se le entiende mucho. Dirme voarced: seor licenciado, todo
se andar y aun todo se ha andado. Crolo, porque el vicio que yo digo y el hurto son
grandes camaradas. Por eso dijo el otre que los vicios son conejos. All en Salamanca le
declararn este latn, que, a lo que yo perjunco, quiere decir que como los conejos y conejas
todos paren y ninguno es estril, as, un vicio pare ms vicios que un conejo gazapos.
Engame su merced, pero pudome alabar que me enga tomando por medio un
agnus de cera, cordero mudo. Hgome cuenta que tom la pieza de mi cuello, como
tomaron a Cuenca los soldados en hbito y forma de ovejas y corderos a la misma hora que
voarced me hizo el tiro. Slo me pes que para un hecho tan humano tomase un medio tan
divino. Herejota! Por fuerza haba de serla burla en cosas de las tejas arriba? No me
poda hacer la burla en unas calzas de obra que yo tena en la posada o en algn dinero
seco? Mi fe no se atrevi a venir cara a cara, sino que se meti detrs de un santo como
fugitiva y lebrona. Por qu no me pretendi hacer la burla de Pero Grullo, el de Arenillas?
Por estas pocas que aqu Dios me puso, que si yo fuera el obispete y conmigo las hubiera,
que yo la haba de traer un extra tempora y me haba de salir del carricoche ordenada o
desordenada de mi mano.
Yo jurar que dej su merced en Len bien cacareada y pregonada la burla que me hizo.
Eso creo yo, que mujeres no saben callar cosa, aunque sea la caca y el coco y el cuco. Gran
hazaa! Por qu no les dijo que me enviaba preado por obra de gatuperio, que a trueco de
llevar adelante el nombre y opinin de mesonera burlona, dir eso y ms, y porque la crean
dar un cuarto al diablo? La inocentilla! Y con qu sencillez me deca si quera prestado
los cincuenta y cinco y un cuarto! El cuarto dle ella a Berceb, y no sea el trasero porque
no paguen justos por pecadores. Los cincuenta y cinco gurdelos, porque siquiera se pueda
decir della que entr una vez en su poder un mazo y se descart dl.
Cmo digo de aquel bolso que le dio en vistas su novio? Oh, vlame San Macario!, si
cada uno de sus novios le hubiera de dar un bolso para vistas del pleito. Y qu de bolsos
tuviera, aunque todos los tuviera necesarios, si es que ha de ir adelante en embolsar muy a
menudo de manos a boca docientos y cuarenta y cuatro que me llev en un soplo. Si
pensara que tena alma, rograla que me lo dijera de misas, pues que tiene tantos capellanes
como das hay en el ao, y en el bisiesto dos ms, para andar conforme al tiempo, a uso de
potrosa. Mas no la quiero encargar esto ni meterla en escrpulos excusados, porque me
temo que si se encarga de decir estas misas, cuando se muera, hallar tan quejosos los del
purgatorio como los que ac quedan, que, si bien lo mira, son todos los estados, que cuando
tan atrevidamente se atreve a entrar burlando y burlando de el estado eclesistico, cuyo
mnimo profesor y aclito cuadragenario soy, no ha de dejar hombre a vida. Ay,
hermanita! Ay, nueva parca de bolsas, Caribdis del dinero, silla de piezas de oro, tarasca
de sombreros, gomia de capas, zngano de meleros, condesa de gitanos, pcara de tres altos!
Rugola, mi santita, que se reporte; no piense que es grandeza menudear tanto el hacer
burlas a los hombres, que alguna vez vendr por lana y muy cicofanta.
Ya que quiso hacerme la burla, para qu volvi barras y sac a somorgujo el agnus de
la manga?, no fuera mejor rostro a rostro? Pero es de casta de caracoles, que hacen su
hecho a traicin. No le pedir el hurto ante justicia, que ya s que no teme varas altas, pero
apareje el zarzo que yo la har vomitar la empanada. No me dieron pena los ducientos
reales, pues de una asentada gano yo ms a los boquirrubios de su tierra, pero psame del
mal empleo.
Avseme de su salud y si llega ya a tener el alma setena, que de su edad ya otras tienen
seis almas y media. A lo menos, bien pienso yo que si con cada muela que se cae entra un
alma de nuevo, pasan ya de doce sus almas, y tern ya las encas hechas un purgatorio.
Sobre todo, me diga si ha entrado algn cardenal en la corte de sus espaldas, y si le han
frisado la costilla que le cupo en el repartimiento de Adn, que no me holgara yo poco una
tan gentil tundidora de bolsas ajenas hallase un buen frisador de espaldas proprias. Mas en
manos est el pandero que le sabrn taer, porque me dicen que el seor corregidor de esa
ciudad -buena vida le d Dios- los pone como nuevos a los que tienen los dedos de ms de
marca, y porque me nombres, te digo que Marcos te llama marca de ms marca.
Con esto, ceso, y no de rogar a Dios que, si es posible, en la resurreccin de la carne,
por burlarte, te hurte el cuerpo un caimn y salga tu alma trocada, metida en un bolso o
bolsa de arzn o manga de sayuelo, como el cordero que fue signo de tu cielo y memoria de
mis penas.
Fecha en el General, donde dicen leyes, en la universidad de Asma.-El bachiller Marcos
Mndez Pavn.

Respuesta de Justina por los tenores


mismos de la carta arriba dicha

Advierte la aguda correspondencia de todas las razones desta carta a las del fullero y su
arriba puesta. Yo, la licenciada Justina Dez, llamada por otro nombre la Guzmana de
Alfarache, y Pcara de prima por claustro, a vos, el bachiller Marcos Mndez, fullero,
burln de palabras y burlado de obras, nariz de alquitara, ojo de besugo cocido, pescuezo de
tarasca, cuerpo de costal, piernas de rastrillo, pies de mala copla, que a precio de la
desvergenza que me dijistes en el camino de Mansilla, comprastes la privacin y traspaso
jurdico de una buena pieza de oro y perlas que decs estar en mi poder; salud e gracia.
Sepades... Digo salud que os reviente, gracia que mejor os venga que la ma, y sepades,
para que no os engaen ni os esquilmen.

Primeramente, por estos mis escritos, os inhibo de mi fisgn y os apercibo que para el
tiempo que durare el resolveros el alma con dichos y la bolsa con hechos -que ser el que la
nuestra merced durare-, os armis de la paciencia que tuvo vuestra charitativa madre en or
llamar a su marido, vuestro putativo padre, hijo de Cornelio Tcito, por va de hembra, y
por la del varn, de Rab Sidraque. No podris negar, seor ojunregazado, que una ma vale
por mil, pues de un golpe os enga en mil gneros de cosas, cuya suma vos la podis hacer
como a quien ms le toca, y como tocos en las tres potencias del alma, y aun en las de la
bolsa. En la voluntad os toc, pues, con cebo de amor, llegastes y quedastes oliendo el
poste como el amo de Lazarillo; en el entendimiento, porque os hice ver por tela de cedazo
y creer que tena vergenza de vos quien no os estimaba en un pelo de buboso, salvo el
guante a la pieza y a la chrisma -si es que estis bautizado, siquiera de socorro-, y no me
engaara si dijese que el zahumerio de la burla lleg a vuestra memoria, pues la ternis y
debis tener de m mientras durare el nombre y vida de Justina, a quien Dios conserve
muchos aos, y a vos tambin, aunque sea hecho tarazones y en escabeche.
Ponis tacha a mi burla que tiene ms obra que los cazos de Toledo, pero si yo fui el
Juanelo del artificio, vos fuistes el pagador del trabajo. Mirad vos quin es el ms medrado
en este lance. Con filosofa me acotis o azotis? Yo no s qu es filosofa, ni la he
menester, porque para saber yo que vuestros ojos no salieron por el orden comn de
naturaleza, sino, cuando mucho, por alguna jeringa, ni vuestra fullera se dio por el arancel
de los honrados, no he yo menester filosofa natural, ni moral, ni enviar por sabios a Grecia.
Preciisos de que vuestra burla pari la ma. Ah veris vos que me sirvo yo de vos
como de potra paridera. No me diera Dios mayor trabajo que, si conversramos mucho,
haceros cada ao escupirme ms renta que una potranca de las de buena arca, que maldito
ms me diera que tener cada ao una mula boba, bija de madre.
Rome mucho de que repudiis mi burla por ir mezclada con veras; pues ahora sabis
que todas las cosas vivientes, cuanto ms perfectas, son ms mixtas? Hermanito, mi burla
era viva y vivir, y porque fuese ms perfecta, la hice mixta. Es que soy boticaria de entre
christianos y no curo con simples, como rabe, sino con pildoritas que le hagan buen
provecho. No hay mentira sin mezcla de verdad, ni mal sin mezcla de bien, ni aun bobo -
como vos bien sabis- sin mezcla de discreto, y aun vos, con ser tan tonto, comenzastes a
querer soar de poder tener algo de discreto.
El tiempo que os dur el fisgar de m, decid: no tenis vos por buena burla el ser
fullero? Pues, por mi fe, que vuestras fulleras no van forradas menos que en pellejo de
gardua. Mi burla no tiene lugar de ser llamada coz burral, que os hara yo agravio al
quitaros ese nombre y usurpar el ttulo que tenis avinculado y puesto en cabeza de mayor
asno. Sabis cmo podis llamar mi burla? Llamalda retozo de gardua, ojimel de daca y
toma, agridulce de bobos, que estos nombres le vienen mejor, y si no, sea como su
reverencia mandare, con que no tenga pena que por ac nos corten las uas, que moza soy
yo que no slo s trocar mi plata por su oro, pero s asentar el guante y, tras l, las uas, y
tras todo, armar mamona, sin ser necesario traer de acarreo quien suelte la ballestilla.
De la intencin con que pensbades darme el Christo dado, no tenis para qu darme
cuenta, que yo creo alforjarades mil chimeras; pero uno piensa el bayo y otro lo ensilla. No
tengis por consejo sano dar joyeles dados, que no hay peor juego que el dado. Y si vine
apriesa y dej la iglesia para venir al mesn a buscaros, sabed que era porque saba que
aunque estuviera a todas horas en todas las iglesias del mundo, en ninguna os haba de
encontrar, porque s que lo que vos tenis de oficio no se cursa en la iglesia; y si dej
vsperas de nuestra Seora, fue por las del Christo.
Los consejos que me dais de escoger vicios que no deban restitucin, la villa os los
pague, pero tomaldos para vos, y no en el juego de la primera, en el cual me dicen que, de
puro escoger, echis en la mesa muchas primeras que no se hacen ellas, sino vos las hacis
por un molde hecho en Ass. Debe de ser que como enseis a otros a escoger pecados, vos
os habis enseado a escoger cartas, y pues vos hacis primeras a vuestro gusto, no os
metis en los flujes de bolsa que yo hago al mo. Y, pues sabe que los vicios andan de
camarada, como l y los fulleros que trae en rueda, aprovchese de ese buen consejo para
advertir que cuando viere una moza de buen fregado, como yo, carilucia, barbiponiente,
pieza suelta, sin to ni sobrino al lado y sin can que la ladre, sino slo con su borrico y su
picarico y su baldeo y moza de la jbega y a Dios que me mudo, no la crea; santgese
della, lea en un libro como su primo el ermitao, conjrela, y por relucir que vea las cosas,
no piense que son oro, aunque se lo diga un platero de oro o un orero de plata, que de bajo
de un bolsito de tela hay mil telas y mil engaos. Desto le puede servir aquel ejemplo de los
zamarrones de Cuenca que trajo a tan buen propsito.
Y si le parece que mi burla es caso Inquisicin, hable a esos seores y cunteles el caso,
que quiz les entretendr y aliviar un poco del cansancio que suelen tener de tratar con
algunos tan grandes bobibellacos como l. Ello bien puede ser caso de Inquisicin, mas
crea que no me acusa la conciencia del haber consentido deliberadamente en pensar que
una imagen de un Christo crucificado en poder de un sayonazo como l no andaba segura, y
es charidad quitar la ocasin. Alegarme ha en su favor que fueron parientes suyos los que
labraron la cruz a Christo; pues, pesia tal con l!, labr una de palo y quiere poseer en
pago una de oro? Para renovar memorias, una de palo le bastaba, dems de las muchas que
hace cada momento en los dedos para jurar que pierde, aunque gane. Linda maa, mentir
aboque de abaque, y ah est la cruz que lo atestiguar! Ahora bien, unas nuevas le quiero
dar, y son que los christianos viejos le damos licencia para que pueda traer al cuello una
cruz de palo, para que Dios le libre de los relmpagos de Justina, aunque a un motolito
como l debajo de los pies le saldrn ocasiones y peligros que temer, que para los bobos se
hizo la mala fortuna y mal caso, que a los discretos nada les sucede acaso, porque todo lo
previenen.
Parceme que a su noticia ha venido la burla de Pero Grullo. Y jramelas? Ay, bobito,
bobito!, con l me deparara mi dicha siempre que yo fuese a caza, que a fe que no la
tuviramos mala, y a fe que si l fuera el bigornio, yo le hiciera entender que la carreta era
bolso.
No le quise hacer la burla en calzas, que yo no trato de echarlas a pollos. Dems de que
la burlada yo lo fuera, si me cargara de sus calzas de obra, que a m no me la podan hacer
buena, ni tengo por buena burla espulgar vestidos de mona. Alega que no fui cara a cara y
que volv barras? A eso digo: lo uno, que en guerra de retorno son lcitas las tretas; lo otro,
que si fue engao, fue engao a vista de oficiales. No estaba un platero delante, con sus
pesas y apatusco, y entre ellos dos lo ordenaron como quisieron? Qu ms quiere? No le
dije yo que guardase bien el agnus en el bolsillo, porque el oro de Portugal, de puro fino, se
toma? No quise decir que se tomaba l de fino, sino que por ser tan bueno le deseaban
muchos tomar y le tomaban, y echralo de ver cun presto se toma, pues no se le hube bien
dado, cuando fue tomado de m.
No le d cuidado pensar si acaso parl el chiste en Len, que le digo de verdad que
nunca fui amiga de vender secretos que se suelen pagar por calles pblicas, y no quiero yo
que por falta de secreta me hagan hacer la digestin en la calle, jeringndome las espaldas
con alguna penca o rebenque o cualque cosi. Ac, para conmigo, confieso que mil veces me
parlo el chiste entre pecho y espalda, y a su costa traigo forradas en risa todas las tres
potencias del alma, especialmente cuando me acuerdo que se queja de m porque, con
inocencia fingida, le ofrec si quera prestados los cincuenta y cinco y un cuarto. Sepa que a
tontos como l no se pueden ofrecer los cincuenta y cinco justos; lo uno, porque no vienen
bien justos con pecadores; lo otro, porque como es nmero de mazo, morirse por l, como
gaviln por rbanos, y as, no se le podrn envidiar de falso. Y dir que no me descarto de
mazos y descrtome de l? Ofrecle un cuatro. Pregunta si es trasero o delantero? El que
su merced mandare, que para l tanto monta, que me dicen hace a dos luces, como candil de
mesn, y que ha estado a pique de una plaza l y otro por ser amigos de atrs, y aun dicen
de l que es dado a perros.
No se espante que le d el bolso de los novios, porque quien no vio, novio es. Si no est
roto el que le di, por su vida que me le envi con un poco de almizcle, porque despus que
tom en las manos su carta, me huelen a sudor de jalma, y promtole, si me le enva, de
pagrselo en mandar a una recua de tontos que traigo tras m con cebo de que sern mis
novios, que bailen toda una tarde por su nima, disfrazados con vestidos hechos de ochos y
nueves, que es librea muy a su gusto. Mas eso de hacerle decir misas ni sacrificios, no me
lo mande voarced no me lo mande voarced!, porque unos pocos de capellanes amigos que
tena estn depuestos como gallinas cluecas. Si l quisiere que por su intencin y a su costa
haga que me recen cada da a mi puerta la oracin del justo Cordero, yo lo har con que me
enve el agnus de plata que me tom, que, tal como es, a m trie hace falta y a l sobra, por
ser cosa buena y de devocin.
Ya s que tengo enojado el purgatorio, mas tambin s que tiene l por amigos los del
infierno; cuente a cmo salimos. Cuando le los muchos ttulos que me daba, conoc que
esa debe de ser la letana que reza: cual es el devoto, tal el santo y tal la devocin.
Lo menos a propsito para l es contar mis aos, porque si con los pocos que tena
entonces le di la papilla que pap, qu le parece al papenco que ser agora si le tornase a
requerir el caal, despus de haber comido mn guindas que l arrobas de bobo?
Por los dientes me cuenta el alma? Bien parece que le mord. Por lo menos, sabe que
soy viva, pues muerdo. Con salud lo cuente, y sea tanta que le reviente por los ijares. Ya
pens que tena olvidada esta burla, mas parceme que segn busca consuelos, no debe de
tener an bien sana la llaga. chela un poco de massea y mascunda, con un granito de sal
de necio, y luego sanar.
Por ac no hay nada de nuevo, sino que el cardenal vive en esta ciudad y trae orden de
desterrar todos los vagamundos y fulleros. Avsole porque no le tiente el diablo de venir a
esta tierra en tan mala coyuntura, porque, dems y allende que los cardenales desta tierra
son muy rigurosos, tenemos un corregidor en esta ciudad que a cincuenta pasos huele
cuerpos malhechores. Por all, que es tierra de bobos, se le correr bien el oficio, que por
ac hendemos un cabello por veinte partes.
Lo de la marca se borre, que el rey no comete el marcar a gente de tan ruin marca,
cuanto y ms que un pigmeo como l no puede marcar a una giganta como yo.
Rome de que se me firme Pavn. Cmo digo de aquella bendita limosna que me pidi
su pariente, el que nos vendi el galgo? Sabe qu veo? Que les viene tan de casta el ser
ladrones como el ser engaados.
A buenas noches, Pavn, deshace el rodancho, mosquiln, arrmate, gigantn, que eres
un bobarrn, y por si acaso quisieres presentar esta carta a la justicia para pedir lo que fue
ganado en buena lid, advierte que va de letra de un escribano muerto, que suele ser falso, y
sin firma, porque slo un tonto como t podr firmar carta semejante. Fecha en Salamanca,
en el mes gatuno, entre once y mona.

APROVECHAMIENTO
La gente disoluta no se empacha de publicar sus maleficios por palabra y por escrito,
pero Dios las escribe en el libro donde las leern con gran confusin y mengua suya.
Captulo cuarto
De la romera de Len

Suma del nmero 1. NMERO PRIMERO


De la romera dormida y dispierta

UN SONETILLO DE SOSTENIDOS

Ni dormida ms dispierta,
Ni dispierta ms dormida,
Ni ganada ms perdida,
Ni perdida ms alerta.

Cubierta ms descubierta,
Cosiente ms descosida,
Jineta ms a la brida,
Fisgona ms encubierta.

Devota ms sin rezar,


Pagadora ms en venta,
Veladora ms en vano,

Huspeda ms sin pagar,


Cual este nmero cuenta,
Jams la vido christiano.

Ya que he dado cuenta de lo que me sucedi en Len y del retoo que de ah a nueve
aos hubo (lo cual puse junto porque se conociese ms de prximo la materia de que las
cartas trataban), quiero que nos descartemos de cartas para ir adelante con el cuento de mi
jornada.
La causa de la partida.

Prtese en silla.
Aquel da de Nuestra Seora en la noche, porque acaso aquellos pavitos no me
apareciesen en sueos y pidiesen carta de pago de mis deudas y desengao de mis burlas, y
por quitarles del cuidado que queran tomar de ser de mi guardia sin ser ngeles buenos,
determin ser romera, como quien va a Roma por todo. Mand a mi mochillero que
ensillase mi hacanea y que me la sacase al Prado de los Judos, donde tambin encontr
otras mozas que aquella misma hora iban de tropel a la romera que llaman de Nuestra
Seora del Camino, que es una legua de Len, donde van aquella noche casi todos los
forasteros. La cuenta que hice con la huspeda fue ninguna, slo hice cinco reverencias a
un San Christobal que tena junto a una lamparilla y le encomend la huspeda, que lo
haba menester, porque como era colrica -como vers abajo- y se ahogaba en poca agua, le
sera de mucha importancia un tan buen barquero de a pie, y si San Christobal me oy, bien
pagada qued, y si no, basta que yo fuese contenta sin que ella quedase pagada.
Cuenta con la huspeda.

Camino fragoso. El camino de la romera no es muy bueno, pero la compaa lo era, y


con ella y con la profunda consideracin de mi Christo lo pas con mucho consuelo y como
muy buena christiana. No pude a la ida despabilar mucho la lengua, porque el sueo me
haca hacer mucha pavesa; si no fuera que mi picarillo de cuando en cuando me soliviaba
con un cantarcito que deca: No durmis, ojuelos verdes, que por la maanita lo
dormiredes, bien creo que la romera diera un par de romeradas en aquel suelo de
Jesuchristo. Ni me aprovechaba mudarme de bridona en jineta, ni mudar ms posturas que
veleta en campanario, que, en fin, el sueo es volteador y me enseaba las vueltas
peligrosas. La postrera me vi en gran peligro, porque no estuve dos dedos del duro suelo, y
entonces, con el gran espanto, despert despavorida y no pude tornar a pegar ojo.

La pcara soolienta.
Males del sueo; lo primero, es loco.

Excusa de las mujeres por ser hijas del sueo.


Maldita sea cosa tan mala como el sueo. El sueo es loco; si da en seguir, no hay quien
le eche a palos, y si da en huir, no hay traerle con maromas. Dicen que las mujeres tenemos
dos extremos de locas: el uno, que si decimos de no y tijeretas, no hay villanchn como
nosotras, y el otro, que si decimos de s, rogaremos a un caimn. Yo digo que sea as
verdad, pero decidme, maldicientes, si la mujer es hija del sueo de un hombre dormido, y
tan dormido que le sacaron una costilla sin sentir dolor de ms ni hueso de menos, qu os
espantis de los siniestros mujeriles? Cuando la mujer fuera la misma ficcin y engao, la
pura vanidad y mentira, no haba que espantar, pues es hija del sueo vano, phantaseador y
loco. Holofernes y otros que durmieron a medias en esta vida y en la otra bien saben ser
verdad lo que digo, pues el sueo troc su descanso en alas, su quietud en azogue, su lecho
en potro y su reposo en horca y cuchillo. Dije esto a propsito de mi cabezudo sueo, que
me puso a pique de hacer tortilla de sesos para perseguirme, y en un momento se ausent de
m y desvi con el denuedo que si yo hubiera muerto a su padre. Y, la verdad, quiz dir el
sueo que s mat, porque las mujeres matamos con Eva al primer hombre, padre primero
del sueo, y por eso las mujeres somos de poco dormir, porque el sueo, en odio y
venganza de que matamos a su padre, no quiere hacer con nosotras mucho rancho.

En mi vida vide dispierta ms dormida ni dormida ms dispierta. Ya que del todo


despabil los ojos, iba imaginando mil cosas por momentos, y la que ms a menudo
salteaba mi pensamiento era si acaso en esta romera me suceda otra gatada como la de
Arenillas. Si las veces que esto se me acord se convinieran en repollos de oro, mejor
estuviera mi olla.
Apacibilidad de la ermita y su sitio. Ya llegu a la ermita, y de veras que me dio gusto el
sitio, que es un campo anchuroso que huele a tomillo salsero, provedo de caseras, y aun
hay all personas que no las podrn sacar tan presto de sus casillas; dgolo porque engordan
mucho las venteras. La ermita, bien edificada, adornada, curiosa, limpia, rica de aderezos,
cera y lmparas, ornamentos, plata, telas y presentallas. Gran concurso de gente, que por
eso y por estar en el camino de Santiago, se llama Nuestra Seora del Camino. Notable
provisin de todas frutas, vino, comidas.

Etimologa del nombre de Nuestra Seora del Camino. Frutas llamadas perdones.
Acurdome que desde esta romera qued muy devota de los perdones de aquella tierra.
Fue el cuento que un cierto galn estaba rifando al naipe ciertas avellanas y genobradas, lo
cual gan, y vindome, me convid a ello, y dijo:
-Tome perdones, seora hermosa.
Yo no entenda el uso de la tierra, y pensando que se burlaba y que me haba deparado
Dios otro obispo de romera, le dije:
-Beso a v. m. las manos, seor obispo, que en verdad que me suele a m ir bien con
obispos, aunque a ellos conmigo no tanto.
Replic el galn (que era a mi parecer galn comedido):
-No piense, seora hermosa, que me burlo, que en esta tierra es uso llamar perdones
todo lo que se da en la romera, porque se tiene por devocin como si fuera pan bendito.
Con esto me quiet, y di grandes gracias a Dios Nuestro Seor de haber encontrado
tierra donde los galanes saben tan de raz las cosas eclesisticas. Verdad es que antes de
decirme esto, haba yo recebido los perdones con una mano, porque esto del rcipe es cosa
que las mujeres lo decoramos en el vientre de nuestras madres, y por eso nos llaman
boticarias, porque nunca salimos de rcipe. Estos perdones fueron para mi jubileo
plensimo, porque como part sin cenar ms que de una empanada, a la salida de la ciudad,
traa picado el molino, y en un punto com tanto del perdn que, si como qued sin pena,
quedara sin culpa, fuera jubileo de veras.
Busca a sus compaeras y no las halla. Al candil de la luna, que la haca no muy clara,
pude maniatar mi borrico y tender mi albardoncito en el duro suelo, junto a unas mujeres
que all estaban en un corrillo, que las de mi pueblo a cabezadas me huyeron; digo mohnas
de verme dar con el sueo cabezadas contra el aire, y aunque algunas veces una amiga me
daba con la punta de un palillo, mi sueo burlaba de todo y jugaba a punta con cabeza.
Tambin es verdad que las busqu con el candil de la luna, mas no las hall porque
alumbraba mal.
El mochillero hecho grulla y centinela. Echme junto a unas mujeres, grandes
estornudadoras en sueos; eran morcilleras de pato; reclinme, y porque no me faltase
centinela que me hiciese cuerpo de guardia, di a mi mochillero un pedazo de mollete duro,
de lo que met en la alforja en Mansilla, para que se entretuviese y royese en l; y bien tena
que roer, mas hice mi cuenta que aquel pan en la mano le servira de lo que a las grullas les
sirve una piedra que llevan en la suya para sentir si duermen las que son de guarda.
Grullas.
Yo le dije:
-Leonardillo, come este pan poco a poco, que est como unos bizcochos (entendase de
galera), y en acabndosete, despirtame. Mira, no te duermas, y en pago te prometo para
almorzar el mayor pepino que traemos, y si algn hombre llegare muy junto a nosotros,
recurdame.
Las causas porque las mujeres no quieren ser cogidas al descuido. Mujer basilisco.

Hermosura de mujer es purga.

Condicin de Justina.
No notas el natural cuidado que tenemos las mujeres que no nos vean los hombres?
Qu piensas que es? Por ventura, huir dellos? No, hermano, y si no, mira t cun pocas
dejan de salir de casa por miedo de encontrallos. No es sino una de dos; o que como
basiliscos queremos ganar por la mano, por matar y no morir, o porque nuestro bien parecer
es de casta de purgas, que nunca se hacen con sola naturaleza, sino con artificio, y por eso
no queremos que quien nos viere nos coja descuidadas, y as vers que en mirando a una
mujer de repente, luego se inquieta y se remira, acude a cubrirse y descubrirse en aquella
forma y manera que a ella le parece que es ms a propsito de agradar. Mal me haga Dios si
jams quise mal a hombre; con todo eso, nunca gust que me cogiese de repente, aunque ni
mato ni espanto.

El muchacho comenz a tascar con su bizcocho, y al ruido que haca con el juego de
las muelas -que era mayor que el de los veinte y ocho majaderos de la plvora de
Pamplona-, me dorm como perro al son de los golpes del ayunque. Descans, y aunque el
sueo fue poco ms de hora y media, con todo eso me satisfizo, porque las mujeres, como
vivimos depriesa, dormimos poco, y aun si dormimos es a ojo abierto como leones, y no
cerramos ojo sino a pura fuerza de naturaleza.
Por qu las mujeres duermen poco.
Dorm, y debme de echar de mal lado, porque todo se me fue en soar, y fue el sueo
que, por las burlas que haba hecho en Len, me haban desterrado un ao. Cosa notable!
Que me pareci real y verdaderamente que haba pasado por m un ao, por donde ech de
ver cun fcil ser a Dios el da del juicio dar a un hombre en un instante tanta pena de
fuego en alma y cuerpo que le parezca que ha sido un ao, y que le haya de doler como si
tuviera diez cursos de infierno. Tambin me confirm en sentir cun traidor es el sueo,
pues igualmente abre las puertas a el gusto y al dao nuestro, para que igualmente haga
suertes en nuestra imaginacin, y aun abre puerta para que entre la muerte en sueos, como
el ladrn que saltea con mscara. Miren quin y cun traidor es el sueo, que aquel a quien
yo hice la burla estaba quieto y sin acordarse de pedir justicia, y mi traidor sueo me
desterr, y por un ao, y sin orme de justicia. Mil cosas pudiera decir del sueo muy a
propsito, mas no quiero que me digan que yendo caballera en una burra predico el sermn
de las vrgines locas. Dgalo otra, que a m no me vaga.
Penas dadas por Dios.

El sueo es traidor.

Aplica lo dicho.
Despierta Justina. Parece ser que mi mochillero, siguiendo su molienda, debi de
encontrar algn nudo en el mollete, y, queriendo conquistalle, aviv el ruido, y con l me
despert a muy buen tiempo, porque ya la gente se rebulla y parece que hormigueaba el
trato. Di dos o tres esperezos y levntome ms tiesa que un ajo, dando de camino un
pescozn al mochillero para sacarle el sueo con races y todo; y las porconas todava
roncando como unas poltronas. Parecime mucho sosiego y buen aparejo para darles un
poco de almagre de mi mano. Pardiez -si no lo han por enojo-, viendo que una dellas traa
aguja y hilo en la vuelta de una alforza y un ovillito de hilo de buen tomo en la de la saya,
coslas muy a mi gusto por las faldas de las sayas del lienzo, que en aquella tierra se llaman
camisas. Por el hilo y su olor, saqu que aqullas eran tan malcocinadas como bien
cochinadas, y deban de estarse all a hacer morcillas de pato, y, las otras, segn me lo
parlaron mis narices, eran del oficio tambin. Ya que tuve hecha mi tarea, parecime que
estas burlas son como pintura, que se ha de ver de lejos para que parezca bien, y as me
apart a ver la labor que haba hecho. No fui yo sola la mirona, que en breve espacio
tuvieron al auditorio que bast para rer asaz la encamisada. Era cosa donosa ver la labor
que hacan sueo, enojo, vergenza y descoberturas. Andaban en torno unas tras otras, que
parecan el toro de las coces; en fin, ellas andaban como cosidas y yo me rea como
descosida.

Cose Justina unas dormidas.

Burlas son como pinturas.

APROVECHAMIENTO
Los que toman la santidad por va de burla, hacen la de los santos lugares, pero tiempo
vern en el cual lo baga de ellos el Juez Universal.

Smase el nmero 2. NMERO SEGUNDO


Del asno perdido

SMASE EN UN ROMANCE

Una notoria excelencia


Que vemos en los borricos
Es que casi todos son
De un color y talle mismo;
Y aun hay algunos dolores
De que sanan los heridos,
Si se sientan ras por ras
Encima de algn pollino;
Y aun quien quisiese emborrar
Propriedades de borricos,
Se pudiera estar roznando
Desde aqu al otro siglo.
Basta saber que las dichas
Fueron nico motivo
Para que Justina hiciese
A su salvo un lindo tiro.
De puro bobidevota,
Se le traspuso el pollino,
Y ella traspuso en otro
El silln y albardoncillo;
Que si los hurtan o truecan,
Ni lamentan ni hacen mimos,
Y con el mismo semblante
Sirven al pobre que al rico.
Tanto le pareca
El nuevo hallado al perdido,
Que a boca llena le dice:
Vos sois burro y asno mo,
Que pues tanto os parecis
Al burro que se me ha ido,
Y me sanis del dolor
Que mis entraas ha herido,
Y pues que concurre en vos
Todo burral requisito,
Sin duda que vos sois l,
O sois hermanos o primos.
Norabuena lo seis,
Desde hoy llamados mo,
Mo sois, pues mo os dice
La gata que os ha cogido.

Esgrimidor lucido. Comenzaron muchos corrillos de bailes, juegos de naipes y de


esgrima, All o que alababan a un negro de que esgrima bien con dos espadas y montante,
en especial, decan que jugaba por extremo un tiempo que llaman los esgrimidores tajo
volado, con sobre roden y mandoble, que tambin los esgrimidores son como los mdicos,
que buscan trminos exquisitos para significar cosas que, por ser tan claras, tienen
vergenza de nombrarlas en canto llano, y as les es necesario hablarlas con trminos
desusados, que parecen de junciana o jacarandina. Y en verdad que las mujeres habamos
de usar esto mismo y poner nombres particulares a nuestras ordinarias cosas, que ya, de
puro usadas y nombradas, sera necesario novarles los nombres con que se ennobleciese el
arte. Mas, pues hablo de esgrima, quiero ahorrar de gracias, porque siempre que nombro
esgrima y esgrimidores, se me arrasan los ojos de lgrimas en memoria de un malogrado a
quien quise bien, que era la prima de los esgrimidores, tan aficionado al arte, que muchas
veces, faltndole con quien esgrimir, a deshora, me peda que por su gusto tomase yo la
espada negra y esgrimisemos, lo cual yo haca de buen rejo, porque, como dice el refrn,
quien bien quiere, bien obedece. Murise, mas no se me da nada, que donde quiera que
estuviere, l sabr defender su capa, que aunque la muerte esgrima con guadaa, l la har
con su montante tener a raya.
Esgrimidores y mdicos inventan nombres, y por qu.
Justina aficionada a un esgrimidor.

Esgrimidor poderoso.

Haba buenos bailes de campesinas, mas como yo ya era mujer de manto, y en esta
sazn estaba enmantada, no quise meter mi cuerpo en dibujos, porque ya me haba hecho
por qu quererle ms que a sesenta panderos. Verdad es que los pies me coman por bailar,
como si en ellos tuviera sabaones, mas venc la tentacin acordndome que Herodas
muri bailando. Slo de lejos me holgu en la taberna y vi algunas vueltas, no malas, desde
un repecho que sobrepujaba la gente, y como algunos me viesen hacer el son al baile con
los ojos, me preguntaban si quera bailar.
Justina desea bailar, refrnase con la memoria de Herodas.

Pregunta a Justina y respuesta graciosa. Yo respond:


-No, seores, que soy coja.
No falt quien con curiosidad lleg a ver de qu pie cojeaba, pero dile un favor de
pantuflo tal, que a asegundar el favor, no fuera mucho sembrar por agosto. Somos muy
curiosos los espaoles. Diz que porque le dije que era coja, haba de saber en qu nervio
estaba la falta. Por diez, que si le dijera que no bailaba por estar enferma del bazo, se me
chapuzara en las tripas a tomar el pulso del pulgarejo. Yo le perdono y quiero paz, porque
me perdone la que le di.
Curiosidad de espaoles.

Fortuna de pcaros no muy favorable. Digmoslo todo. Bien dicen que la fortuna del
tioso tiene la rueda de corcho; y quieren decir que nunca la fortuna de las pobres pcaras
es tan favorable que no tenga mal de bazo y se canse de correr.
Quiero, pues, contarles una desgracia que entre mis fortunas buenas me sucedi. Mi
mochillero andaba guardando la burra, y al son de la guarda, tascaba el pan que le di, mas
como estaba tan seco, ausg de sed y dej a la burra sobre su palabra, fiando no menos de
su fidelidad que de su castimonia; y tuvo bastante ocasin su confianza, porque haba visto
que habiendo llegado a hacerle el amor algunos de su especia y clavo, respondi a pies
juntillos que no quera amores en romeras; de adonde se pudo certificar el mochacho que
quien con sus amigos jugaba de pie, a los ladrones y enemigos dara de mano. En fin, el
mochacho sediento, boquiabierto como un pato, se fue a un pozo que estaba junto a la
ermita, donde pidi de beber a una medio samaritana, bachillera y relamida, y parece ser
que la mozuela tena poca caridad para con mochachos, y el mayor bien que le hizo fue
enjaguarle los dientes con un refrn que es muy comn entre las mozas de aquella tierra,
que dice: Quien no trae soga, de sed se ahoga. El muchacho era ladino, y, aunque
sediento, respondi:

Muchacho sediento pide de beber.


Respuestas del mochillero y la moza de cntaro. -A ese andar, la primera soga que
hallare ser para ahorcarme. Quede con Dios, bendita, y Dios la depare quien la d agua
cuando tenga toca y potro y verdugo a mano, tan sediento de su sangre como yo de su agua.
No se enterneci la daifa ni se aplic ms que a darle la sed de agua que l mismo se
llevaba consigo, dicindole:
Juega del vocablo de sed de agua. -No te quiero dar agua, rapaz, porque dejndote
sediento, puedas decir que te he dado una sed de agua.
l replic, no mal:
-Aun eso no os debo, que si sed de agua llevo, es la mesma que yo traa.
Aguard el muchacho a mejor nubada, y all despus de buenas noches, tras mucho
Dios agua, le echaron una poca en un sombrero, como si fuera racin de galera.
En este nterin, parece ser que mi burra hubo palabras con otra algo revoltosilla. De una
en otra, se desafiaron, apartronse por no alborotar el bodegn; debilas de encontrar algn
condestablo -que es prebenda de gitanos-, y por va de justicia mayor, les dio su casa por
crcel, y las meti donde hasta hoy no han parecido. No dudo sino que por no escandalizar
la asnera, les dio garrote secreto. Busqu mi burra; pregunt por ella a su guardin.
Hrtanle la burra.

Mas l, con una cara de risa, respondi:


-Los gansos avoloron y la burra huse.
Yo comenc a rerme, porque entend que el pcaro quera regodearse, que tambin
calzaba buen humor.
l, viendo que me rea, alzando y bajando su cabeza, me dijo:
-Rete, rete, que ofreco al diablo la burra si parece.
Ya que vi que la burla iba talluda, comenc a buscar la burra con ms diligencia, y aun
ya andaba perdida por la perdida. A lo menos, podr decir que tengo algo de reina, que es
haber buscado asnos perdidos, mas como soy de inclinacin humilde, de profesin pcara,
de cuidado ajena, y como ni viven Sales ni Samueles, determin carecer de la expectativa
y actin que poda tener por este camino a ser reina. Qu cosi cosi, hall mi burra sin
parecer mi burra. Explcome sin declararme, porque no me lleven ante el nuncio. Para
hallar m burra, di la traza siguiente:
Algo de reyes, buscar asnos perdidos.

Cuenta el hurto de la burra. Yo, luego que despert, haba rogado a una mesonera o
ventera gorda, que viva frontero de la ermita, que me guardase el silln y aderezo de la
burra, porque como era de codicia, tem no me le aplicasen al fisco, y porque con achaque
de ver mi burra ensillada y enfrenada, muchos se desenfrenaran a tratar de ensillar la sobre
burra. En fin, ped mi aderezo, dimelo, con que de antemano pagase tres cuartillos de
posada, como si el aderezo de mi burra hubiera tomado cama y suddole las sbanas y
almohadas. Vaya con Dios!, venteras son, su oficio hacen, y yo el de discreta en callar
aqueste punto, pues la emprenta de estas peticiones sali de el mesn que me pari.
Sac mi mochillero el aderezo de la burra, ponindose el freno en la boca,
condenndose a servirme de asno por haber sido l causa de la perdicin de mi burra por
hilar tan flojo su cuidado. Muy poco atenta estaba yo a aquestas gracias por estarlo mucho
en acotar con los ojos la burra que mejor me pareci y la que ms se pareca a la ma.
Par una con los ojos y, para mayor certificacin, le ech las manos y dije al mozuelo:
-Mochacho, ensilla aqu, que pues esta borrica est queda, o es nuestra o lo quiere ser.
Mira, t no lo ves, que parece que nos conoce? No temas, haz lo parece
El mochacho era obediente y inclinado a estas levadas, mas era algo temeroso, como
nio, por lo cual volvi los ojos atrs, y dijo:
-Hola, nuestrama, no sea que por un burro que tomamos, nos hagan subir en cada
sendos!No hay nadie que replique? Pues yo te ensillo.
Por cierto, la burra estuvo tan sujeta y obediente que a m me ech en obligacin, y a s
uno de los mejores sillones que jams burra visti. Parceme que la burra engord un
palmo en ancho y largo de verse en mi poder y tan galana, con que qued contenta, tanto
como yo pagada de la burra.
Muchas buenas propiedades he odo de los jumentos de boca de algunos philsofos
burreros. La una es que, si alguno mordido del escorpin se sienta sobre una burra, traspasa
en ella el dolor que le caus la mordedura. A lo menos, el de mi prdida, como por la mano
me le quit esta mi burra.
Burra salutfera.

La mejor propiedad de los jumentos es que no se conocen. No es mi intento hacer


cathecismo sobre las propriedades asnales, como el otro que se cans de tratar del asno que
llam de oro y le dej en el lodo, mas tampoco quiero dejar de decir que la propiedad que
en las burras me contenta ms a m es que, como unas se parecen a otras en el color y talle,
cualquier trueco, bueno o malo, pasa por ellas y ellas por l, y cualquier burla de
trasposicin, si se hace con ligereza, tiene efecto. Otros sabrn otras mejores propiedades
de burras, que, como las maman en la leche, no se les caen de los labios; mas a mi gusto y
parecer, la mejor que yo hallo en ellas es la dicha. A un caballo nunca le falta un remiendo
en el pellejo, a una mula, unos pelos en la bragadura; a un rocn, una estrella; mas las burras
todas parecen que salen por un molde, y cuando sea alguna la diferencia, que con lodo seco,
que con trasquilarlas, se desconocen ms que Urganda la desconocida, sin que haya Vargas
que lo averige ni Ronquillo que lo sentencie, y as vern que el gitano, por la mayor parte,
trata de burras, por ser hurto enaveriguable.

Gitanos, por qu tratan en borricos.


En fin, yo le dije mo y por mo qued; nunca fui mejor gata, ni jams mejor mi.
Quirote confesar una ignorancia crasa que entonces tuve, y fue que como yo o decir a
vulto a algunos telogos de bodega no s qu casos de las cosas mostrencas y de que la
necesidad grada a las gentes de licenciadas, me pareci que -siendo la ma extrema y
siendo yo de la Santa Trinidad, pues soy su criatura y profeso su fe y alabo su nombre, y en
especial, que entonces traa un hbito de la Trinidad que compr a un padre sin licencia de
m madre- me poda componer conmigo misma en razn del aplicamiento burriqueo.
Verdad es que despus ac me han mandado hacer restitucin dello, y no lo tengo olvidado,
que si muero con mi lengua y mi juicio, que, bendito sea Dios, hay tanta falta dello como
sobra della, en mi testamento he de mandar al escribano que me lo diga de misas por no ir
cargada de una borrica desta vida a la otra, que pesa mucho y el camino es largo.
Simplada a propsito de lo mostrenco.
APROVECHAMIENTO
El malvado, como por burla, obra la maldad. Ans se ve en Justina, que celebra sus
hurtos como si fueran virtudes heroicas y excelentes hazaas.

Suma del nmero 3.. NMERO TERCERO


De la romera envergonzante

SMASE EN UN SONETILLO

Dems de ser cosa bella,


No hay cosa ms subida
Que vergenza de doncella,
Y ora dada y ora vendida.
La que se aprovecha della,
Con ella pasa su vida.
Con aqueste presupuesto,
Dio Justina en vergonzante,
Con que gan un joyel de oro,
Y si como hizo un cesto,
Hiciera ms adelante,
Pudiera hacer un tesoro.

Vendedera. Una vendedora o corredera de Len andaba cruzando entre todos los de la
romera a fin de que la comprasen un joyel de oro que traa en la mano para vender, que
estas venteras de ciudad son como pescadores, que mudan mil veces el anzuelo agua arriba,
agua abajo, hasta encontrar pez que pique, y como yo era hacendosilla y codiciosa destas
piezas, piqu en el anzuelo y puse en venta la pieza, que si buena era la que se venda,
mejor era la ventera, sin hacer agravio a la merchante.
Confieso que, como maliciosa, tem no me hiciese otra gatada como la que yo dejaba
hecha en Len, mas mal ao, que sabo yo mucha mona. Bien saba yo que para ver si una
cosa es oro o plata el mejor contraste es morderla, y para ver si es alquimia o latn, ver si
mancha en raso blanco. Hice la prueba y salime a prueba. Concertla en ocho ducados,
pero como inadvertida no hice cuenta con la bolsa, y as, cuando fui a pagarla, ech de ver
que no poda sufrir tantas ancas, porque me venan a faltar diecisis reales, y, sin embargo
deso, no tena con qu tornarme a mi pueblo ni con qu pagar aquella noche cena y cama.
Prueba de oro y alquimia.
Compra sin hacer cuenta con la bolsa.

Aqu vern mi virtud, pues estando yo en tiempo en el cual pudiera yo hacer dinero
empeando la honra, no consent en tal tentacin, ni nunca Dios tal permita, porque tena
yo muy de coro una sentencia que vi escrita en el pedestal de una cruz de canto que est
hacia Villamartn, en la Montaa, que dice: Antes arreventar que pecar. Y as yo ech a
volar mi pensamiento para cazar una traza conveniente con que cumplir mi deseo sin pecar.
Y crean que las mujeres, en orden a cumplir un antojo de galas, somos extraas, y si nos
determinamos a comprar una gala, nos ha de venir a las manos, aunque nos cueste lo que la
manzana de Paris. Es herencia de Eva,. y desde que ella, por un gusto que el diablo pint,
puso a riesgo un hombre y en l el mundo todo, quedamos mal enseadas a poner a riesgo
cuanto hubiere y atropellarlo todo a trueco de salir con nuestros gustos; y mucha parte es
para salir con nuestros antojos, el poder estar preadas, o el estarlo, o el querer que lo
estemos, y a este ttulo, quedamos tan mal acostumbradas, que, aunque las dems
costumbres se nos alcen y hagan treguas, pero esta nunca jamas, amn. Pues que si el
antojo es de galas de oro, es carta ejecutoria para trabucar un mundo, y es la causa de
semejante afecto es porque todos nuestros bienes los hallamos juntos en el oro.

Desean las mujeres galas con extremos.

Herencias de Eva.

La mujer halla todos sus bienes en el oro.

Mralo t; los bienes son en tres maneras: honesto, til y deleitable. En el oro hallamos
honra y estima, que es mona del premio del bien honesto; en el oro tenemos el inters y el
provecho, que es el bien til; tenemos gusto, hermosura y gala, que es bien deleitable. Mira,
pues, con tanto tropel de bienes adunados, cmo no se ha de avivar el deseo. A la
vanagloria (que es un deseo de honra y estima) la pintaron con unas velas hinchadas que
caminan presurosamente al gusto, con tijeras y aguja para cortar y coser nuevos trajes; a la
codicia, con alas; pues juntndose todo en uno, qu se puede imaginar sino que, como
codiciosa, haba de ser inventiva y enhilar mil trazas y dar mil Cortes, y como deseosa de
gusto y fau fau, haba de andar solcita, viento en popa y volando, para poner mis deseos en
ejecucin?

Pinturas de los afectos ms intensos.

Para qu ando por rodeos? Yo determin hacerme pobre envergonzante y ponerme a


la puerta de la iglesia para igualar mis deseos con mi bolsa y con mi deuda. Ya parece que
te res y das vaya a la envergonzanta. Oye, por tu vida, siquiera un descarte, para no
hacerme tener tanta vergenza ahora como entonces. Deseos de galas hicieron a Medusa
idlatra; a Hortensia, incestuosa a Pentesilea, patricida; a Romelia, voladora; a Ceusis, gata;
a Silvia, impdica; que a m me hiciesen pobre envergonzanta, qu hay que espantar?

Excusa de haber dado en envergonzanta.

Hecho el concierto de la pieza, dile a la vendedera ocho reales por principio de paga, y
no ms, porque le dije que por no trocar un poco de oro, no le pagaba por entero.
Depositamos de mancomn la pieza en poder de un mercero que all estaba; por seas, que
se quiso hacer depositario de lo que no haba para qu. Vaya con el dianche! No hay gato
que no diga mo y al cabo no le dan nada. Dejle con su peticin en los ojos y lengua y con
la pieza en las manos, con apercibimiento de que dentro de seis horas que ped de trmino
perentorio, rematara la paga y el depsito, con que dej segura la compra; mas para la
paga, en que estaba el busilis verdadero, comenc a entablar. Mi manto, para
desvergonzada, era muy vergonzoso, y para vergonzosa, muy desvengonzado; para rica,
muy pobre, y para pobre, rico; fueme necesario buscar un manto que cubriese mi traza y mi
persona; en fin, tal cual el oficio. Yo haba visto andar por all cruzando, cubierta con un
manto viejo de anascote, tan sobrado de rugas cuan falto de tinte, a una media santera del
ao de uno, y cuando no trajera cara, por el manto se lo podan adevinar los aos y servir de
libro de bautismo.

Manto de Justina.

Yo la dije:
Toda mujer huelga de que la llamen hermosa. Fictin de Justina para pedir manto prestado.
-Seora hermosa (que aunque sea una lamparera ms pasada que higo duigal, se huelga de
que la llamen hermosa y se derrite aunque sea durandarta), seora hermosa, rugole por su
cara que en prendas desta burra y deste manto nuevo me haga merced de prestarme ese su
manto viejo para llegarme con l aqu a un pueblo que se llama Trobajo y est cerca. Tengo
en este pueblo un poco de fruta que me la goloscan los pasajeros y se me pierde de madura;
habemos de ir yo y una ta ma y buscar de camino unos primos. No nos atrevemos a llevar
buenos mantos, porque, si llueve, se nos destruirn, y creo ser la lluvia muy cierta, porque
un primo me dijo que su repertorio daba agua. Rugole, pues, mi reina, que me le d. Ande
ac, que si llueve, ella se podr entrar debajo de los portales, mas a m hame de coger el
agua en descampado. Mire que soy agradecida y no faltar un regalo con que servirla esta
amistad. Qudese aqu este mochacho para que tenga la burra de cabestro y la entretenga
mientras yo vengo. Yo s que gustar dl, que es donoso. Ea, muchacho, qudate con la
seora.

Qudase el mochiller con la vieja.


Dale la vieja su manto. Alusin al nombre de puerta. No hube bien acabado mi arenga,
cuando la mujer se desmant a s y me enmant a m. Era leonesa de las del buen tiempo.
Llambase Fulana de la Puerta, y como puerta cuyo quicio estaba untado con mis
mantecosas dulzuras y promesas, dio entrada a mi gusto y puerta franca a mis intentos.
Yo puse el manto una vez y ciento me pes. Manto fue que me hubo de matar con un
abominable hedor de malvas y jirapliega que a mi gusto es insufrible. Por la cuenta, era
melecinera de concejo, y djome el manto que se le corra bien el oficio en Len. No me
admiro, que los de Len, como con el fro traen reconcentrado al calor, de ordinario
enferman de estticos.
Pone Justina el manto viejo. Sintase a la puerta de la iglesia, y dcese el modo y traza.
Ya, en fin, me puse mi manto, que era largo y me cubra todos mis ribetes y cortapisas, y
puesta ans -que el diablo no me conociera-, me tap como condesa viuda, y, despus de
dada una vuelta a la ermita para deslumbrar la vieja, me sent a la puerta de la iglesia como
pobre envergonzante; puse sobre mis rodillas un pauelo blanco para que los que me
hubiesen de tirar limosna diesen en el blanco y para seuelo de que peda y no para los
mrtires. Y como la gente de la romera viese a la puerta de la iglesia -cosa all pocas veces
usada- una mujer de buen talle, compadecanse de m y decan:

. -Ah, triste de ti, que te hace la pobreza ser nia grande echada en la arca de la
misericordia!
Danle mucha limosna Mucha fue la limosna. Sin duda creo quedaron todos
descuartizados, segn los cuartos muchos que me echaron sobre mis rodillas. Caan de
recio, y pens que por pocas me las quebraran, pero golpe de cobre nunca mat a
hombre.
Dice de quien le dio ocho reales. En resolucin, dentro del trmino perentorio que ped a
la moza corredora y a la vieja corrida, saqu ms de diecisis reales en moneda de velln,
sin un patacn de a ocho que me meti en las manos un cannigo que deba de ser un santo.
A lo menos, si tena tanta mano para con Dios como para conmigo, l pudo medir el
camino del cielo a palmos. Yo, de en cuando en cuando, en achaque de componer el
pauelo, sacaba mi mano nada negra y no poco larga, con la cual, pareciendo moza de
respecto, provocaba a lstima a los que vean que a una tan buena moza la obligaba su
pobreza a tales extremos y su castidad a tales trazas.
Llegaban galanes; ella cabecea. Algunos galanes me echaban alguna limosna por los
odos o, por mejor decir, me la pedan. Mas yo cabeceaba como rocn enfrenado que siente
mosca y la espanta a cabezadas, y dilas tan buenas, que aunque di algunos cincos de calle,
una vez encontr el achn y llev de camino una nariz jerusalena que pareca cuatro de
bolos y -como es uso y costumbre- me descart, diciendo:
Da a uno con la cabeza en las narices.
-Perdone, que top.
-Estaba junto a m cierto nio diechiocheno, de los que cri la Rollona a castaas y pan
de boda, el cual, viendo mi resolucin, dijo:
-Ox, cmo se espolvorea la envergonzanta!
Descbrese algo. Tambin, a ratos, descubra un si es no es de una mejilla en buena
coyuntura y sazn, y vi palpablemente la eficacia desta actin, pues hubo mozo que entr y
sali seis veces en la iglesia con su antepos, slo por dar limonsna a la envergonzanta.
Levntanse Ya que tuve hecha mi mochila, me levant del ponedero. Y no fice poco en
acabar de levantar de eras, porque cada cuarto que me echaban era aceite en el fuego de mi
codicia y clavo que me cosa de nuevo con el asiento adonde estaba. Es verdad, cierto, que
prob a levantarme ms de cinco veces, y que con decir: Tras deste cuarto, voy; ya va;
agora; luego... Mas luego me detuve un juicio. Vlgate el diablo, la codicia, cul eres!
Agora digo que no me espanto de los escribanos ni de otra gente de a dinero fresco por
barba, aunque estn amancebados a pan y cochino con la codicia y que abrazados con ella
se dejen caer en el infierno, porque es liga que cose, red que caza, sirena que engaa, Circe
que transforma; es, en fin, un embeleco vivo para cuerpo y alma. Yo pienso que si no fuera
el temor de que mi manto se perdiera y de que mi burra la hallara otro dueo aparecido,
ahora no me hubiera apartado del ponedero. Bien dice el Pcaro, mi seor, que nadie cree
cun sabrosa es la vida del pcaro pobre, si una vez le paladean con ochavo tras ochavo.
Codicia de los pobres.
Pondera el mal de la codicia.
El pcaro Alfarache loado.
Hace la deshecha que va a sus necesidades. Levantme de mi folga, amortaj en mi
pauelo los cuartos advenedizos, llevlos tan atados en l cuan cosidos en m mil ojos de
pisaverdes. Tom la derrota hacia unas peas que estn all cerca de la ermita, camino de
Astorga y Pramo; all me traspuse y detuve un rato, el que bast para que los galanes
perdiesen la esperanza de verme y el hipo de buscarme. Sentme. Cont mi hacienda y puse
aparte el dinero que me restaba de la paga del joyel. Quitme el manto y, para deslumbrar
la gente, me puse un galn rebocio o mantellina que yo llevaba en mi manga, en la cual
met mi manto viejo -que no fue poco caber, segn tena el bolumbo.

Huele menos mal el manto. Ya no me ola tan mal el manto, parte por el bien que me
hizo, parte porque la costumbre se vuelve en naturaleza, y el haber cursado el olor haca no
extraarme tanto.
Disimulo de Justina. Tornme hacia la ermita con mucho desenfado, como si viniera de
suplir algunas necesidades de las que no pueden tener sostituto ni coadjutor. Metme entre
la gente. Aqu se acab el ser envergonzanta y comenz el tornar a andar con mi cara
descubierta y tan sin vergenza como antes.
Qu te parece de la invencin? Dirs que bien. Pues a m mejor. Dirs quiz que
aunque fue la traza aprovechada, pero no honrosa. Ay, hermanito, cuntos hidalgos
honrados hay que en achaque que piden para pobres envergonzantes piden sin vergenza
para s! Pues, qu mucho que yo trocase mi vergenza en menudos, si tanto dicen que vale
la vergenza de una mujer? Yo, a la verdad, no he tenido aqulla por limosna, sino por
justo estipendio de mi trabajo. Parcete, hermano, que fue poco estar una moza de buen
gesto y mejor pico ms de hora y media con funda en el rostro y lengua, en tiempo que
andaban de sobra veedores y conceptistas? Pues si esta paciencia es tan difcil, no te lo sea
el entender que merec lo que se me dio con mucha honra ma.
Hidalgos pobres.
Dice Justina que bien merece lo dado, y prubalo.

Ya te estar silbando la lengua, como a rezadora escrupulosa, porque te diga cmo me


hube y cmo despach la vieja que me dio el manto, con que mi vergenza se desvergonz
a ser envergonzante de asiento. Jess! Quin tal pregunta? Reniego de fautores de viejas.
Dejmosla, que otros mejores chistes te dir; mas, pues porfas con la tcita, habrte de
despenar contndote lo que a la vieja le acaeci con la burra, con el mochillero y con mi
manto y sin el suyo. Vaya de cuento malecinero. Mientras yo andaba en estas estaciones, la
vieja melecinera, cubierta con mi manto de soplillo y abalorio, se dio al diablo tantas veces,
que si no la llev fue porque le pareci que ni era de provecho para s ni para ningn
enemigo del alma; tales son las viejas. A la verdad, su queja era no muy mal fundada; lo
uno, porque yo la tuve cosida a la burra largas dos horas (que no tuvo nimo la triste vieja
para levantarse de encima de un canto pelado ms que su calva, porque no dijese yo que
hua con mi prenda); lo otro, porque por causa del manto mo que se cubri, la hicieron
tantos sinsabores que fuera el menos mal el mantearla como a perro. Fue el caso que como
los pisaverdes husmeadorcillos de ojeo que por all andaban van una mujer sola con buen
manto de soplillo y abalorio, no mirando que debajo de buena capa hay mal bebedor,
pensaban que haba caza. Hacanla de seas, mas ella no entenda el reclamo. Llegbansele,
hacan cabriolas como perros coliholgados, ms la triste, de corrida y confusa, se cubra el
manto y trascubra de sudor. Ellos pensaban que era doncellita de a quince, vergonzosita y
moderna, y que, por el tanto, no tena muestra. Con esto de cubrirse, echaba agua al fuego y
gana a quien no haba menester apetite. Juntbansele ms y porfiaban a que se les
descubriese, alegando mil razones, afinadas al uso, mas no a propsito. Ya vio la vieja que
le era mejor partido el descubrirse. Desmantse de spito y, medio deletreando por falta de
dientes, dijo:

Finge que no quiere contar cuento de viejas.


No llev el diablo a la vieja.
La vieja con razn quejosa, y por qu.

Pisaverdes pasean la vieja cubierta pensando que era dama.

Descbrese la vieja; habla y huyen.


-Qu me queris, malogrados? Dejadme en paz!
Los mozalbetes, viendo su gesto y habla, huyeron della como si fuera fantasma.
Estas y otras rociadas de pesadumbres causaron muchas a la triste vieja, no
acostumbrada a tanto trabajo. Esta era su queja.
Por qu causa podan tener queja de Justina los galanes. Y para decir la verdad, mayor la
podan tener de m aquellos galanes, pues por una parte les chup la moneda o, por mejor
decir, la troqu a vergenza, y por otra les puse ojos de mdico con una tan mala visin
forrada en soplillo y abalorio. Hasta la burra estaba de m tan quejosa que por pocas se
arrepintiera de ser ma, y si no la detiene, se acoje por pies. Miren cul estara el nima de
mi vieja mientra yo estaba echando el altabaque.
La burra quejosa.

Compra melones. Estando, pues, ya su paciencia para escurrirse, me fui acercando a


ella. Compr de camino tres meloncitos por medio real; con los dos le pagu el alquiler del
manto, con que le di tapaboca de meln para no quejarse ni de mi venida ni de su estancia.
Era tina cuitada la triste melecinera. Quiz se content porque de meln a melecina va muy
poco. Con el otro content al mochillero, que estaba tan descontento, que en venganza
haba parlado a la vieja lo del aplicamiento de la burra y gran parte de mi vida y milagros.
Y as, la buena vieja, que deba de ser escrupulosa, como lo suelen ser muchas, me dijo:

El mochacho parla lo de la burra.


La vieja predica restitucin. -Seora, yo la perdono lo que me ha hecho esperar, porque
Dios nos espere a todos, mas mire, hija, que torne la burra a su dueo, porque con lo ajeno
nunca Dios hizo bien a nadie.
Yo qusele decir por gracia:
-Madre vieja, eso no es ans, que si Dios no hiciera bien a nadie con lo ajeno, no me
hubiera ido a m tan bien con vuestro manto.
Las viejas no sufren gracias. Mas porque no hay gracias con viejas, a quien en un mismo
tiempo se les seca la madre y el gusto, quselo llevar por otro rumbo. Derrib mi cabeza a lo
santucho, para darle a entender que todas ramos escrupulosas, aunque no melecineras.
Puesta ans en figura, abemol mi voz, clav mis ojos en el suelo, y muy aserenada me
volv al mochilero y dije:
-Sea por amor de Dios, nio, pues de una gracia que te dije a ti has sacado una infamia
para m. Ms padeci Christo por viejos, y por mozos, y por nios, aunque no por bestias.
Seora, con su licencia, me quiero enojar. Hideputa, bobo! Y tan presto creste (lo que te
dije por burla), que esta burra no era la nuestra? Anda, bobo, que lo hice por probar tu
memoria de gallo! No ves, necio, que mientras fuiste al pozo y te tardaste, siempre yo tuve
cuenta con la burra y vi adnde fue y con quin se junt, y por eso estuvo ella queda
cuando la echamos el albardoncillo, que a no ser la nuestra huyera como un pecado?
Hipocresa de Justina.

Persuade Justina que no tom el burro, sino que fue por burla.

Volvme a la vieja y djela:


-Seora, si esta burra fuera hurtada, no la haba yo de dejar aqu pblicamente a que la
conocieran y vieran el hurto.
Crenlo vieja y mochacho. Con esto embaz la vieja y me crey a macha martino.
El mochacho, como si despertara de un sueo, levantando las manos, dio una palmadica
sorda, diciendo:
-Ay, Dios es mi padre, que dice verdad mi seora!
Sabe Dios que tem no hablara la burra como la de Balan y descubriera mi enredo.
Mas consolme con que si la burra hablara, enfrenada as como estaba, no se le entendiera
palabra.
Entonces, viendo la buena vieja mi notoria inocencia y un falso testimonio tan
convencido y patente, contrita de haber sospechado lo que sospech de una tan honrada
moza, se hinc de rodillas y, con las manos puestas, me dijo:
Pide perdn la vieja y el mochacho. -Ay, seora! Perdneme su merced, que bien haba
yo de echar de ver que no tena ella cara de andar en tales tratos, sino que este mal
mochacho, de enojo que tuvo por ver que tardaba tanto, lo dijo. Yo no se lo deca por mal a
su merced, sino que este muchacho (mal logrado l se vea) debe de ser algn pecado.
Perdneme, seora.
Sonreme de haber de perdonar a una inocente, y con un ademn de paciente la abrac,
y si no concluyo presto y me aparto, ella me echa una espadaada de lgrimas con que un
molino pudiera moler pan de dolor. Yo la perdon la injuria porque Dios me deparase otra
perdonadora tan buena y tan creedora. El mochacho tambin, medio llorando, medio
riendo, me pidi perdn y bes la cinta, y psola en la cabeza como mona, que no saba
hacer cosa sin sal.
Llora la vieja.

Hermano letor, rugote que si no te duele la muela del seso, escuches un poco de
sermn cananeo. No echas de ver cunto puede la virtud? Cree que es omnipotente, a
manera de decir. Dime: si slo el parecer virtuosa una ladrona como yo, hizo semejante
efecto en un corazn humano, qu ser el serlo? Mucho puede contra el calor la sombra de
un frondoso, acopado y fresco limn, naranjo, pltano o laurel, pero ms puede la sombra
de la virtud, pues ella sola vence enojos, allana cleras y ataja pesadumbres. Muchos
grandes philsophos de los antiguos dicen que el divino Platn naci de una sombra, y
quisieron decir que la sombra de la virtud hace hombres divinos y efectos soberanos. No
predico ni tal uso, como sabes, slo repaso mi vida y digo que tengo esperanza de ser buena
algn da y aun alguna noche, ca, pues me acerco a la sombra del rbol de la virtud, algn
da comer fruta, y si Dios me da salud, vers lo que pasa en el ltimo tomo, en que dir mi
conversin. Basta de seso, pues. Qudese aqu. Voy a m cuento.
Lo que puede la virtud.

Virtud omnipotente.

Por qu fingen que el divino Platn naci de una sombra.

Vieja se desayuna con meln. La vieja se parti, y no con poca prisa, a desayunarse con
el meln que la di y un poco de pan que ella traa, ms duro que nima de rico avariento,
que haba sacado de mohatra de poder de mi mochillero, y a fe que le escalf el valor del
pan cuando hice con l las primeras cuentas; ca con mozos de servicio todo se ha de llevar
por punto crudo, pues ellos no perdonan una jota.
Cuentas con mozos de servicio.

Aqu acaba la historia de la vieja. Rugote, letor de mis ojos, que esta vez y no ms me
hagas escurrir cuentos de vieja.
Torna por el joyel y pgale. Hecha esta diligencia, fui al mercero, pagu el joyel a la
vendedera, dando todo el menudo y moneda de velln que saqu en el ponedero, pseme la
pieza al cuello y djela, si bien me acuerdo:
Habla con su joyel. -Ah, pieza rica, cara me habis costado, mas yo fo que me lo
pagaris. Honrad mi cuello, y mirad que me lo debis, que, pues me habis hecho ser pobre
envergonzante, podr decir con ms propiedad que nadie que me habis costado m
vergenza.

APROVECHAMIENTO

Algunas mujeres se enriquecen a ttulo de pobres envergonzantes, mas no por eso los
siervos de Dios han de olvidar de dar la limosna que dan por slo amor de su buen Dios y
Seor.

Suma del nmero 4. NMERO CUARTO


Del pleito de la romera con Justina

MEDIA RIMA
Dijo a Justina un galn:
Vamos al Humilladero,
Do aquestas romeras van.
Ella dijo: Majadero,
Vaya l!, que yo no quiero
Ir do bordionas estn,

Que ir virgen con hombre a humilladero,


Es irse tras el manso al matadero.

Las romeras que esto oyeron,


Rie Justina con unas romeras; llmalas bordionas; danse de las astas y hcense amigas.
De tal suerte se enojaron,
Que sus bordones alzaron
Y por pocas no la hirieron,
Mas de palabra chocaron,
Aunque al cabo amigas fueron.

Que la guerra y la paz de las mujeres


Anda presa con puntas de alfileres.

En la romera de quien voy contando de la ermita de Nuestra Seora del Camino hay
uso que todos los que all van vayan juntamente a otra que llaman el Humilladero.
Justina piensa que ir al humilladero es pulla. Andndome entreteniendo, llegaron unos
galanes que me dijeron:
-Seora Justina, vngase con nosotros, llevarla hemos al Humilladero, que tambin van
all estas damas.
Define la clera de las mujeres. Jiroblfico. Yo (como no saba el uso de la tierra y o
que me queran llevar al humilladero) pens que era pulla y respondles con extremada
clera, ca la de las mujeres es siempre de Extremadura. Jams nuestro enojo es nio,
siempre nace vestido y calzado; ca por eso y por decir que nuestros enojos nacen siempre
de ocasiones ligeras, pint el otro nuestra clera dibujando una fuerte amazona que naca de
un colchn de lana; y otro lo volvi al revs y pint un hombre de borra, nacido de una
mujer enojada, dando a entender que nuestro enojo nace de pelos y para en borra. En fin, yo
me enoj hasta tentejuela y en un tono irregular le respond:

-No soy yo de las que ellos ni otros como ellos han de llevar al humilladero. All a otras
bordionas de su marca podrn ellos humillar y llevar al matadero o humilladero, que yo soy
muy soberbia para semejantes humildades.
Por pocas se alborotara el bodegn, porque como dije de bordionas y estaban all tres
romeras de no mal fregado con sus bordoncillos en las manos, a las cuales escudereaban los
galanes que he dicho, sobre que ment bordionas, por poco me bordonearan los hocicos con
sus bordoncicos, y por pocas me humillaran porque lo que les dije del humilladero.
Mujeres no hacen caso de palabras. De las palabras que me dijeron no hago caso, porque
entre mujeres esto de palabras, por donde se van se vienen. Los hombres, como son slidos
y macizos, en echando una palabra de la boca de uno a otro, se les torna a ella la injuria,
que como encuentra en duro, torna de rebote; mas las mujeres diz que andamos muy
barrenadas, y as, las palabras que nos decimos no han llegado de una para otra cuando
colan tierra. Y aun dicen que, conforme al libro del duelo del gnero femenino, palabras de
mujer a mujer no cargan. Debe de ser que pesan menos y son hechas de aire colado. Y aun
dicen que dichos de mujer a hombres se desquitan con dar una carrera por su calle o darlas
paz de Francia. Lo que yo s de uso es que entre nosotras aquella queda cargada a quien le
quedare o por corta o mal echada.
Duelo de mujeres.

Reir de medrosas. En este sentido, yo qued cargada, porque como vi que eran tres a
una, siempre que les deca injurias era con veinte conquies y cincuenta peros. Dur buen
espacio la rociada de palabras sin reconocerse victoria de una ni otra parte, y en el nterin,
los mancebilletes, considerando que todo aquel ruido haba nacido de mi inocencia y de la
falta de haber cursado vocabularios de romera, no cesaban de rer al ver que tena yo por
pulla el decir que me queran llevar al Humilladero. Mas de mi inocencia no hay mucho
que espantar, porque yo haba odo decir a buenos predicadores de mi pueblo que cuando se
cuenta a lo divino algn mal recado de alguna virgen loca, se significa diciendo que la
humillaron, lo cual se funda en que no hay cosa que ms entone a una mujer que el tener su
caudal entero, ni que ms la humille que lo otro. Digo si se sabe, que si es oculto, siguen su
trote.

La doncella deshonesta se llama humillada y por qu.

Sermones en romance. En fin, yo me tripul en el nombre de humilladero, y fue la causa


del tripularme y del engao esta negra habla espaola, que despus que hay sermones
impresos en romance, da de s ms que unto de anguila. Declarme la timulga del nombre
o como se llama, y tan amigos como antes. Ya que se apacigu el pleito y se fue el diablo
para ruin y nos concertamos como buenas christianas, fumonos de camarada todas con
tanta hermandad como si todas cuatro furamos mellizas. Este s que es uso y no el de los
hombres, que por dos palabras que se digan cara a cara, se descaran para no verse la cara
uno a otro en mil aos. Por gran loco fue tenido el que dijo que quera hacer un soterrano en
que guardar el aire del invierno para el verano, como la nieve, pero por ms locos tengo a
los hombres que guardan las palabras de diez en diez aos, que pues las palabras son aire,
quien las guarda, guarda aire. Por cierto que es empertenencia. De miel a yel slo va de
diferencia una letra; de jo a yo ninguna, slo ser letra de griegos o nuestra. Lindo caso, que
por echar una y por otra, cata el pleito en casa.
Loa el uso de la facilidad de desenojarse.

Locos que guardan aire e injurias.


Mujeres comparadas a arcos de cubas y carretas. Igual lo paramos las mujeres, las cuales
somos como arcos de cubas, que cuanto ms rechina es seal que estn ms cerca de
juntarse los extremos del aire, y ans, mientras ms rechinamos riendo, ms amistad nos
hacemos, y aunque ms nos carguen de injurias, no por eso hacemos ms ruido, antes
somos como carretas, que mientras ms las cargan, menos ruido hacen. Las rias de las
mujeres son sobre si dejiste cipe o zape, y sobre si parece bien el hurraco, o sobre si arrastra
la falda. Nunca reparamos en cosa sustancial, nunca reimos injurias graves, que esas antes
sirven de hacernos callar. Pardiez, mientras me dijeron de floreo, bravamente les reenvid,
mas en dicindome dos o tres verdades que contenan la casa y nombres pascuales, call
como en misa. No nacieron las injurias graves sino para capitanazos.
Nieras, rias de las mujeres.

Yo, en fin, vine a buenas y ellas a rebuenas, y de mancomn me llevaron en medio,


como armas de frontispicio engazadas en sirenas.
E ya que me vieron de paz, me contaron ellos y ellas el fundamento de la devocin y
denominacin del Humilladero, diciendo:
Declranle el nombre del Humilladero. -Mire, seora Justina, lo que llamamos el
Humilladero es una ermita pequea en que la Virgen se apareci a un humilde pastor, y l,
humillado, la ador y hizo humilde oracin, y por eso y porque los que all van se humillan
a la santa imagen, se llama el Humilladero.
Justina soberbia. A m muy bien me pareci, y reconoc con humildad interior aquel
santuario, pero soy tan poco humilde, que por excusar el yerro de mi enojo y la ignorancia
del vocablo, di una gran risada, y para restaarla, como sangre de vena rota, me di una gran
palmada, y dije:
-Hablara yo para maana! De manera que porque all se humillan las gentes se llama
humilladero? Yo digo que a esa cuenta se puede llamar volteadero, que yo he visto desde
lejos que los que all van dan ms vueltas a la ermita que reverencias a la imagen.
Con estas y otras chanzonetas fuimos entreteniendo el tiempo para no sentir el calor,
que nos haca llevar humildes las cabezas como a ovejas en sesteadero. Ya que llegamos al
Humilladero, hecimos nuestra oracin enana, como suele ser la oracin de los perdidos, y
dimos nuestras vueltas alrededor como s fuera casa de San Antn, aunque desto no hay de
qu hacer escrpulo, porque en aquella tierra hay tantos volteantes de obligacin, que para
ellos cada da es de San Antn para bien hacer y bien voltear.
Oracin de perdidos.
Vueltas de San Antn.

Ya no quedaba nada que hacer ni estacin por andar; slo me restaba or misa. En esto
fui desgraciada, que no bast mi descuido de acudir tarde, sino que cuando la quise or, se
me pusieron mil gentes delante que me estorbaron el or misa. Como supe, me encomend a
la Santa Virgen, aunque si va a hablar de veras, fui tan sin acuerdo, que me fui a mi casa sin
verla, y para desquitar algo de mis descuidos, hice cien reverencias, treinta y dos a cada
altar de los colaterales y treinta y seis al altar mayor. Mira mi muchachera! Todo en loco!
No falt quien se ri de m y me cont las veces, mas esto es lo de menos, ca si yo fuera
quien deba, pudiralo sufrir, pues de Ana y de otras santas mujeres se rieron de verlas
devotas, y alcanzaron lo que pedan; lo malo era que yo era tan bobilla, que si me
preguntaran qu peda a Dios con tantas reverencias, no supiera responder, porque todo
aquello iba en loco, y el mayor cuidado que yo tena en cuantas reverencias haca, era ver si
salan buenas y conforme a un molde de reverencias que a m me haba dado una dama
mesonera, gran mujer de reverencias.

Devociones en loco de las nias ignorantes.

Concluido mi centenario de reverencias, bes la cruz de mi rosario, como es uso y


costumbre, y tom agua bendita y hice como fiel christiana, aunque en todo conozco mis
faltas, si va a hablar de veras.
El molino de mis tripas iba bastante picado, y como mis ocupaciones haban sido tantas
que me estorbaron al prevenir comida, lo ms a propsito que se me ofreci fue injerirme a
buenas gentes y comer a bulto. As lo hice. Pegume a ciertas camaradas de Mansilla, con
quien com de maquilas, y no mal. Spome ricamente, porque esto que se come de
mogolln siempre sabe a pechuga. Despus que hice y rehice la chaza, despedme muy en
breve para tornarme a Len y ver curiosamente las cosas de ciudad -que fue el desinio que
me sac de Mansilla-, y tornarme luego a mi pueblo. Despedme pagando el escote con una
reverencia de medio tornillo.

Come de mogolln Justina.

Paga con una reverencia.


Cierto fisgn que a su parecer haba entablado conversacin conmigo para toda la tarde,
como ech de ver la treta y repar en que yo me haba hecho gorra y comido de mogolln,
estndose escarbando los dientes con un palo de tomillo, me dijo muy a lo fanfrrico:
Fisga de Justina un galn, y ella responde. -Vaya con Dios la gorra!
Como si ms claramente dijera que me haba yo hecho gorra para comer y que con
brevedad levantaba de eras a tiempo de pagar el recibo.
Yo, que le le el corazn, le respond:
-Agradzcame, sor galn, que tan presto me he comedido a quitar la gorra de despedida,
que suelo yo no alzar el cerco en tres das cuando sitio un puesto.
Yo quisiera mucho tornarme sola a Len por poder contar a mi salvo el dinero que me
haba quedado despus de tantas aventuras, pero no pude, que una mujer moza es como un
fraile, que nunca le falta compaero. Pegseme un bachillerejo que, de puro agudo, era
bobo, y un bobo que, de puro bobo, era agudo. El bachillerejo no se fue alabando de la
aventura del encuentro, de lo cual dar ms larga cuenta en el nmero siguiente. El bobo
era un barbero de mi pueblo, tan discreto como oficial y tan bobo como tocho. De este no
me pes, lo uno, porque hizo la barba a mi burra, socorrindola con cebada, quitndola de
su boca. Ellos se entendan, que eran para en uno. La otra causa porque no me pes del
encuentro fue porque los bobos son de muchos provechos para un discreto. Un bobo picado
y enojado sirve de truhn; mandado, sirve de burro; despachado, sirve de posta; y a m me
sirvi ste de todo esto y de sombra de hombre, por ser, como era, hombre de sombra. A lo
menos, no era loco como lo son otros barberos, segn dicen malas gentes; algo arrocinado,
eso s era. Como me conoca el humor, por parecer que quera simbolizar con l, se esforz
a decir algunas gracias, esforzadas como caldo de enfermo. La mayor gracia que hall a
mano para entretenerme fue decirme:

Pganse a Justina un bobo y un bachiller.

Bobo, de provecho para un discreto, y en qu y cmo.

Gracia del bobo y donaires de Justina.


-Seora Justina, sabe qu voy mirando?
Respondle:
-Qu, seor Araujo?
-Qu? replic. Que esa su burra me mira mucho, y no s si lo hace porque la d el
parabin de que va galana.
Justina echa pullas al barbero bobo y l no las entiende. Yo le dije entonces:
-Podra ser, seor Araujo, que con el favor que v. m. hace a mi burra se entone, y creo
que hay algo entre los dos, sino que v. m. no lo dice todo.
l se comenz a, echar maldiciones, afirmando que no me tena cosa secreta.
Yo le habl a la mano y dije:
-Tenga, que sin duda le dir en qu prende mirarle tanto mi burra. Sepa, seor maeso,
que la sangre sin fuego yerve.
Si otro fuera, ya ven si se diera por agraviado del impositicio parentesco; mas l
entendilo como el Arte de Nebrija. No es lindo que entendi que le haba yo dicho que la
sangre sin fuego herva, por querer decir que la burra era nueva y su sangre fervorosa? Yo
no diera en que l haba entendido mi dicho en esta significacin, sino que por el hilo de su
respuesta saqu el ovillo de su concepto.
La respuesta fue decirme:
-Por cierto, seora Justina, si el hervor de la sangre hiciere mal a su burra, a falta de
otro ms honrado, yo ser albitar, por servir a su merced.
A este dicho, qu queras que respondiese, siendo el cabe tan de paleta y la respuesta
tan a la mano?
Djele:
-Por cierto, seor Araujo, muy enterada estoy yo que adonde v. m. estuviere no puede
haber falta de albitar.

APROVECHAMIENTO
Las mujeres libres, aun los nombres de los santos lugares ignoran; tal es descuido que
tienen de las cosas santas.

Suma del nmero quinto. NMERO QUINTO


Del engao meloso

UNSONAS

A un bachillerejo, por echarle de s, le hizo una burla tan necia como graciosa. Un
bachiller, graduado
De importuno y porfiado,
Se peg a Justina al lado,
Mas l qued escarmentado
Del habrsele pegado
En tan mala coyuntura
Para su ventura.

Envile por cierta miel,


Pero volvisele en yel;
Y aun anduvo tan cruel,
Que le llev a Peafiel
El chapeo y zaragel,
De que qued avergonzado
El Antn Pintado.

Dos maneras de gentes que no saben lo que tienen, y dos cosas cuyos provechos son
innumerables. Dos maneras hay de gentes que no saben lo que tienen: unas que, por ser
tan ricas, no lo pueden contar; otras que, por ser tan pobres, no tienen qu contar.
Asimismo, hay dos maneras de cosas que no se sabe bien los provechos que tienen: unas,
porque tienen innumerables, como si dijsemos el unto del hombre, la camisa de la culebra,
flor de romero, blsamos y, sobre todo, el dinero, y sobre todo, el amarillo; otras, porque no
tienen ninguno, como si dijsemos el unto de mona, cabeza de rana, ombligo de oso, ojos
de lobo y, sobre todo, la pobreza y la sarna. Asimismo, entre los hombres unos hay de
notable provecho, como si dijsemos los buoleros, figones, hojaldristas y, sobre todo, la
familia picaral; otros, por extremo desaprovechados y sin jugo, como si dijsemos los
mdicos y boticarios y, sobre todo, los escribanos sin nmero.

Entre los hombres, unos sin provecho, otros de mucho.

Bachillerejo pegado. Pero si algn hombre sin provecho vi en el mundo, fue un


bachillerejo algo mi pariente que aunque me pes, se me peg al tornarme de la romera a
Len. Este, en virtud de ciertos cursos interpolados que haba tenido en el Colegio de los
Dominicos de Trianos, llevaba un pujo de decir necedades como si hubiera tomado alguna
purga confeccionada de hojas de Calepino de ocho lenguas y diecisis onzas de disparates
de Pero Grullo y trecientas cosas ms. Iba tan disparatado en el decir, que si no fuera por mi
respecto, cuantos pasaban le hinchieran la cara de dedos, porque en achaque de decir
gracias, les deca lstimas, y si replicaban, les deca necedades desaforadas y daba la
pernada que desmostolaba la gente.

Bachiller necio.

Un padre de San Francisco le respondi a l como mereca. Iba el fraile en un pollino y


el bachillerejo en otro; no le faltaba sino no ir tan fuera de s. As que mi bachiller, en
vindole, dijo as:
-Padre, en tiempo de nuestro padre San Francisco, no andaban los frailes a caballo.
El fraile le respondi:
Respuesta de un discreto padre francisco. -Hermano, es porque entonces no haba tantos
asnos como ahora.
Yo me espanto cmo a cordonazos no le ech a orear el seso, que me pareci mozo de
digo y hago.
Yo mil veces, hecha una diosa Angerona, puse el dedo en la boca pidindole que
callase, mas l, hecho un Vulcano, arrojaba rayos de lstimas envueltos en truenos de
pullas, con que abrasaba la gente.
Donaires de necios, decir secretos; y el principio de su engao. Esto de decir gracias, si
no cae en manos de discretos, es retozar a coces. A un necio parcele que la mejor gracia
del mundo es decir secretos propios y menguas ajenas, y es general engao de bobos, que
como ven que la gente se re de lo que dicen, y imaginan que hacen aplauso a sus gracias, y
no ven los cuitados que son risas que canonizan su necedad y tonteras. Dems de que no es
mucho que se ran los que oyen faltas ajenas, porque eso procede de que no hay quien no
guste de sacar a luz faltas ajenas con la mano de un tonto. El discreto hace las gracias del
aire, y de que el otro escupi recio o paso saca facetas gracias, dichos donosos y
entretenimientos suaves. Ca por eso a el dios Mercurio -que era el dios de las gracias y
buenos dichos- le pintaban con un perrillo de falda, el cual, sin morder ni hacer perjuicio,
retoza con el aire y con su sombra. Y he odo referir de Sneca que llamaba perversores de
naturaleza, corruptelas del tiempo y enemigos de la vida humana a los que por va de gracia
decan verdades que amargaban. Y, como dicen las fbulas, aun el pito, pronosticador de
buenas nieves y malas nuevas, form quejas ante Jpiter, porque la corneja un da,
burlando, le llam carro de malas nuevas, y dijo que las veras no se han de decir por burlas.
Helo dicho a propsito del gran enfado que me dio este mi primo endecir de burlas cuantas
veras l alcanzaba. Decir que llevaba pies ni cabeza en cuanto deca es pensar que el cielo
de Burgos se cae a pedazos.

Donaires de discretos.

Mercurio, dios de los buenos dichos, y su jeroblfico. Sneca.

Por esta causa, me resolv en buscar un medio y traza con que echarle de m, porque
vindose ausente no terna correncia de decir gracias en mi servicio. As que, para aventarle
que fuese otro poco en cas del diablo y juntamente aprendiese a cmo se han de hacer
burlas a otros y de las suyas escarmentase, entabl lo siguiente.
Enva al bachiller por unos favos de miel que se olvidaron en la posada.
Djele:
-Primo, mire que me importa mucho que se adelante y vaya con mucha prisa al mesn
donde yo pos ayer y anteayer, porque ahora se me acuerda que por olvido se me qued
debajo de mi cama un cesto con unos favos de miel que yo traje para presentar a un
procurador que en tiempos pasados haca los pleitos de mi madre y ahora ha de hacer los de
mi partija. Entre en l mesn como que va a otra cosa, y squelo sin que lo sienta la
huspeda; y si le apretare en que le pague lo que yo qued a deber de posada, abneme, que
bien me lo debe. Ande, aguije! No vuela? Ya ve lo que importa, no se quede aquella
hocicuda con la miel, que es un muy buen regalo y vale dinero. Hola, mire que es miel
virgen!, gurdela el decoro, no la lleve su entereza. Vaya, que importa a mi servicio.
Pens el bobo que le haba hecho los hijos caballeros en mandarle cosas de mi servicio,
y aun no entendi el majadero cun de mi servicio era.
Va como necio el bachiller. Fue hecho un rayo al mesn. Lleg jadeando, desasosegado,
y inquieto y orgulloso, como si, a ttulo de la encomienda y comisin de los favos, llevara
un rey en el cuerpo y fuera juez pesquisidor de la mesonera y del mesn.
Entra alborotado en el mesn. Entr, pues, muy alborotado, y dijo:
-Ea, huspeda, dme cuenta de aquellos favos de miel que mi prima dej!
La huspeda, como le vio tan alborotado, pens que alguna gran presea se me haba
olvidado y djole:
-Aqu no sabemos nada deso. Lo que sabemos desa buena pieza de vuestra prima es que
se fue anoche sin ms ni ms y sin hacer cuenta ni pagarme un chocho. Si ella dej algo en
la posada, yo no estoy obligada a dar cuenta dello, pues no me entreg cosa; pero si ello ha
quedado algo en mi casa o alguna prenda suya, no me saldr della hasta que me pague el
ltimo maraved. Pensaba la muy pelleja hacer burla de las mujeres de bien que ganan de
comer con el sudor de sus carnes? Pague, noramala!, que segn trae los pasos, muy barato
le cuesta el dinero, y esta noche debe de haber ganado ella eso y mucho ms.

Enjase la mesonera con Justina.

Han visto el tontillo! No supo responder, sino subise de rondn por la escalera y, de
en aposento en aposento, andaba husmeando dnde hallara el cesto de los favos, que era su
comisin mal entendida y peor efectuada.
Cursos de Justina y su efecto. Y supongan, para la inteligencia de la burla, que yo, a
causa de cierta prisa ocasionada de unos pepinos y ensalada que com, me haba
aprovechado de un cestillo de la huspeda que hall a mano, y le hice servicio y me hizo
servicio. Por eso dijo el otre que el bacn era la cosa ms agradecida del mundo, porque le
hacen servicio y hace servicio. En fin, el cesto sostituy otro vaso ms slido, hcele
servicio y hzome servicio. Ya parece que me llamas puerca; no te espantes, que son cosas
que pasan por las gentes. Andando, pues, el seor mi primo hecho hurn buscando el
canastillo, viendo la huspeda que el mocito no descubra caza ni prenda ma en que poder
ella trabar ejecucin para hacerse pagada de lo que yo la qued a deber, asile la capa y no
la solt hasta que le hizo escupir tres reales de moneda forera que se me cargaron de cama,
paja, cebada, candil y posada.
La cosa ms agradecida del mundo, el vaso de aguas bastas.

Maldicin de la mesonera. Hecho esto, le dijo:


-Ahora busque su miel, melada mala venga por l!
Deba de ser justa aquella mesonera, pues le comprendi aquella maldicin que le ech
diciendo: Melada mala venga por l! Aunque bien creo yo que no estuvo la lacre en ser
ella justa, sino en serlo la causa y en ser yo Justina, y mis trazas ms que por justicia.
Ya que tuvo licencia cumplida para buscar lo que quera, entr a somormujo debajo de
la cama en que yo haba dormido, donde encontr con el cestillo que yole dije. Sacle y dio
una gran risada, diciendo:
-Sea Dios bendito, que ya he encontrado miel y cesto!
La mesonera, como reconoci ser suyo el cestillo, que era nuevo y bien labrado, le dijo
(un disparate que suele pasar por gracia):
-No muy bendito, galn, que es mo el cesto.
Y diciendo y haciendo, arremete al estudiante a quitarle de la mano el cesto, que estaba
cubierto con alguna cantidad de lana que ped prestada a una almohada. El pobre, por
defender el cesto y los favos putativos, no s cmo se fue, que, querindole encorporar
consigo, se le trastorn el cesto con todo el matalotaje, y se puso de lodo, vestido, manos y
hocicos. El olor no era el mejor del mundo, el disgusto no poco, y todo lo pasara el
estudiante si la rabia de la mesonera no fuera tan inexorable y furiosa. Mas quiso su
desgracia que, como la mesonera vio su cesto perdido, arremeti a l por detrs y quitle el
sombrero con la presteza que el guila quit el de Idumeneo, hijo de Macrino; slo fue la
diferencia que aquel quitar de sombrero fue pronstico de investidura real, pero este de
desnudez picaral. Y no slo le quit el sombrero, pero un zaragel de pao que para ir ms
ligero haba quitado y ido con un sevillano de lienzo.
Derrmase el licor por los vestidos del bachiller.
guila quit el sombrero a Macrino.

El estudiante quisiera arremeter a la mesonera y darse un refregn con sus sayas para
medio partir la ganancia, mas ella, por no encerarse, asi de un ltigo y a palos le fue
guiando hacia la calle, hacindole hacer algunas sncopas y sinalefas en la escalera,
atrancando los pasos de tres en tres. Desta suerte le ech a orear en la calle, quedndose ella
ladrando -que morder era caso peligroso-, y diciendo:
-No tengo yo cestos para pcaros! Anda, bordin!
Esto deca dentro de su casa, teniendo a lo pblico al pobre secretario del Papa, etc.
El triste mozuelo, de corrido, no hablaba, de temeroso, se esconda. Al fin, tuvo por
bueno darse a partido y hablar a la mi seora con aquella humildad y sumisin que si ella
fuera la mandomesa y l un pobre cautivo.
-Seora huspeda, mteme v. m., que voto a Dios, siquiera por sacar el alma de entre
tanta suciedad, me holgara que me matara! Seora huspeda, djeme llegar y no me haga
estar aqu afrentado entre tantos mochados que tienen mi cuerpo cercado! Han visto cmo
se han juntado como moscas a la miel? Seora huspeda, compadzcase de m, que estos
mochachos no me dejan, como si nunca hubieran visto a un hombre enlodado! Mal haya
aquella infame de mi prima, que me hace andar en estas estaciones! Ande, seora, meta
aqu la mano y sacar dinero!
Habla humilde a la huspeda el bachiller, y llmala seora ma.

Como la huspeda oy dinero, enternecise algo y, por gran merced, le mir al rostro,
mas como le vio sayo, gregescos, manos, cara y calzas tan avecindados en Mrida, no slo
no lleg, pero huy, y dijo:
-Algn sin alma! Andad para burdin a burlaros con la hideputa de vuestra prima!
Da a palos tras el bachiller. El mocito, pensando que sus ruegos habran enternecido la
empedernidsima mesonera, basele acercando, mas ella, asiendo del ltigo, torn a hacer
segunda impresin de Palude y Palazos sobre el cuarto derecho delantero, con lo cual le
hizo ir trepando calle a hita hasta que emboc por la puerta de la ciudad, y no fue poco
caer, yendo tan rodeado de muchachos que festejaban la burla a osadas.
En fin, el triste, por ltimo albergue, se fue a lavar a una alberca de agua que estaba
junto a la barbacana del muro; all se ech en remojo, pero ni quit la mancha del vestido ni
de la fama.
chase en remojo.
Ya que esto hubo pasado por agua, parece ser que le miraron con mejores ojos y le
recibieron en el mesn, donde sac real y medio con el cual hizo fin y quit de la deuda del
cesto. Cobr su sombrero y zaragel y, a vueltas desto, le dio una correccin fraterna la
hermana mesonera, a la cual estuvo descaperuzado y tan temeroso como si fuera
penitenciado por la Inquisicin; y as era, sino que la inquisicin no era santa.
Correccin de la mesonera.

Yo bien adivin el ruido que a esta hora deba de haber en el mesn, porque conoca el
humor del mozo y la codicia y clera de la mesonera, aunque a prima faz pareca borrega,
pero, en fin, leonesa.
Mesonera comparada a reloj, y por qu. Decame a m mi madre que una mesonera es
corno un reloj. Deca bien. El reloj, cuando va de en lance en lance y de muesca en muesca,
ruido hace, pero es pequeo y gustoso; mas si da un golpe en vago, todas las ruedas se
descomponen y hace gran ruido. As, una mesonera, que de momento en momento va
golpeando la bolsa con dinero fresco de huspedes que van y vienen, hace un ruidito suave,
y al son de las llaves del llavero alegra el hemisferio de su mesn; mas si un husped se le
escapa sin pagar, da el golpe en vago, desconcirtase el reloj y arma un ruido del diablo.
El estudiante despachado sali como una vira a buscarme, pero por ahora no te dar
cuenta del suceso del encuentro, porque tengo que despachar otros mejores cuentos.
As que, adivinando el alboroto que a este punto pasaba en el mesn, que estaba junto a
la puerta de Santa Ana, no quise tornar por ella, que es sobreasnedad no huir del lugar en
que una vez hubo dao y peligro. Fuime por una calle que los leoneses llaman Renueva, y
creo pusieron este nombre a aquella calle con intencin de renovarle las casas, y como
quiz no hubo bolsa para tanto, pusironla aquel nombre para cuando lo hagan. Ya no le
falta todo, que tras el nombre le vendr el hecho, si Dios quiere; a lo menos, ella es angosta
y larga como cdula de sacar prendas. Con todo eso, cupimos por ella yo y mi borrico, que
no fue poco, segn iba ancho de ver que entraba en ciudad y en poder de quien le saba bien
taer y acompaado de otro, digo de Bertol, que tanto monta.
Ya te cansar el leer los arrabales de mi leyenda; pues, por qu no me lo decas antes,
lector amigo? Qudese aqu, norabuena, y, en estando de autn, avsame, que me vers
ciudadana y en el mesn, que es mi centro, y quiz te dar ms gusto.

APROVECHAMIENTO
La mujer viciosa fcilmente se precipita a poner los hombres en peligro, que quien no
teme el suyo, tampoco teme el ajeno.

FIN DE LA SEGUNDA PARTE DEL LIBRO SEGUNDO


Tercera parte

Del libro segundo de la pcara romera

Captulo primero

De la mirona gustosa

Suma del nmero 1. NMERO PRIMERO


De la mirona fisgante

Justina dice gracias, mirando con atencin dos monasterios, Huerta de Rey y casa de
Guzmanes, en Len. Pero aunque parece que murmura, alaba. ESDRJULOS SUELTOS
CON FALDA DE RIMA

Suele en el verano el blando cfiro


Hacer entre las yerbas varios crculos,
Entrase penetrando hasta lo ntimo,
Querindolas haber con los antpodas;
No pudiendo bajar, sube al empreo,
No pudiendo subir torna a lo nfimo;
Anda, vuelve y revuelve, y desde el rtico
Da vuelta general hasta el antrtico.

El necio, cuando oye tal estrpito,


Teme como si fuera ruido blico,
El sabio dice que es cosa utilsima,
Pues los terrestres, areos y acutiles,
En l tienen contra el mal antdoto,
Gusto, regalo, esfuerzos, nimo;
Slo el enfermo dice ser mortfero
El dulce viento, a los sanos salutfero.

Nota mucho que con los mismos consonantes hace la aplicacin. As, Justina, hecha un
blando cfiro,
Con pies, ojos y lengua hace mil crculos,
Apodos da, que penetra hasta lo ntimo,
Sus ojos son zahors de los antpodas:
Lo que encarece, sbelo al empreo,
Lo que vitupera, abtelo a lo nfimo,
Anda, vuelve, revuelve, y desde el rtico
No deja cosa intacta hasta el antrtico.

Oyla un necio y hizo tal estrpito,


Cual si resonar oyera rumor blico,
Mas ella prueba ser cosa utilsima,
Trayendo a cuento (qu piensas?) los acutiles,
Y concluye que las gracias son antdoto
Contra el dao, y en las penas ponen nimo,
Que slo un necio siente ser mortfero
Aquello que llama el cuerdo salutfero.

Introduccin de la 3p. Vista, el ms noble sentido. Dcense alabanzas de la vista;


Aristteles, Platn, Sneca, Eurpides, Teseo. Griegos; poetas. Dicen que la vista es el
sentido ms noble de los cinco corporales, y por esta causa los philsofos le dan muy
honrosos eptetos. Y he odo que Aristteles dijo ser la vista la ms noble criada del alma y
la ms fiel amiga de las sciencias; y Platn la llam espejo del entendimiento; Sneca,
arcaduz de bienes; Cicern, mina de tesoros; Eurpides, llam los ojos los galanes del alma;
Teseo, escuderos de la voluntad; Menandro, espejos de la memoria; los excelentes griegos,
reyes de lo criado; los poetas los llaman aljfares, perlas, cristales, diamantes y estrellas.
Estos diz que lo dicen; vanlo all, que si la cota saliere falsa, no ser yo la primera que
creo en cotas que no son a prueba.

As que todos convienen en que no hay gozo sin vista, y que con ella todos los gustos
son tributarios del alma. Por m digo que esto de ver cosas curiosas y con curiosidad es para
m manjar del alma, y, por tanto, les quiero contar muy de espacio, no tanto lo que vi en
Len, cuanto el modo con que lo vi, porque he dado en que me lean el alma, que, en fin, me
he metido a escritora, y con menos que esto no cumplo con mi oficio. Y noten que cuando
les parezca que mormuro, me aguarden, no me maldigan luego. Esprenme, que, cuando no
piensen, volver con la lechuga, que aunque sea para con tocino no es mala, y hecha la
cuenta, vern que torno ms honra que la que debo, que no pretendo disgustar a nadie ni
llevar lo bien ganado.
Descripcin de el edificio de San Marcos. Como digo de mi cuento, yo entr en Len,
caballera en mi borrica, por la puente que llaman de San Marcos, que es el nombre de un
ilustre convento de los seores freiles de Santiago, a cuyas paredes est arrimada la puente.
Esta casa, segn me pareci, tena muy buena habitacin, si se toma en las sillas del choro,
que son tan buenas como yo pienso que sern las celdas en que han de vivir, cuando las
hicieren. Tambin la iglesia est muy buena. Es muy sumptuosa, capaz, exenta, costosa,
alta, anchurosa, desenfadada, grave y galana; sino que yo quisiera que la volvieran lo de
dentro a fuera, como borcegu, y si as estuviera, estuviera al derecho. Dgolo porque not
que lo ms delicado de la obra, lo ms primo y ms costoso y la imaginera de canto ms
delicada y ms subtil la pusieron hacia fuera, al oreo de viento y agua, y lo ms llano hacia
dentro. Yo no s qu fundamento tuvieron los artfices para hacer un tuerto tan contra
derecho. Esta misma cuestin se movi estando yo presente, y sobre cul hubiese sido la
ocasin de traza semejante, daban mis compaeros los romeros varios pareceres.
Iglesia de los santos freiles; dice algunas gracias y torna con mayor loa.
Por qu pusieron hacia fuera las mayores curiosidades del edificio, y sobre esto varios
pareceres graciosos.
Y no se espanten, que ya han prescripto los holgazanes en dar sus votos sobre toda
architectura y perspectiva, y aun los pcaros no admiten cuento que sea de menos estofa que
la toma de la Goleta, y cuando mucho quitan del precio, consienten, de por amor de Dios,
que se cuente a la ligera un poco del seor don Juan de Austria, con censo de que al mejor
tiempo se le ponga silencio para que se trate de mayores cosas. As que comenzaron a
discurrir mis camaradas en esta cuestin, que, a caer entre pcaros, la llamaran de vos, sin
permitirla sentar. Pero romeros comen de todo.
El primer voto, sin duda galano, fue decir:
-Mirad, esta iglesia, como est tan junto al ro, dbenla de lavar a menudo, y ahora,
como la han puesto a secar, scanla por el derecho, que en estando enjuta, volvern la haz
hacia dentro, como a ropa seca.
Otro dijo:
-No es eso, sino que esta iglesia la fund gente charitativa, y viendo que todo el aire
burgals, que es el daoso, haba de entrar por esta parte, pusieron hacia fuera la
imaginera, para que tocando el aire en ella se purificase de pestilencia.
Devota contemplacin, por cierto, pero a m no me cuadr, porque si esto pretendieran,
no haban de haber puesto, entre otras santas imgines, algunas medallas que all hay de
mozas tan pecadoras como yo y otras como yo.
Otro dijo que, como aquella casa se ha mudado tantas veces, a la iglesia se le antoj
tambin, y no se le amaando jornada ms larga, se volvi lo de dentro a fuera, que fue
encamisada de las ms galanas que yo he visto.
Queja de los pasajeros. A lo menos, si es as que desde principio la fundaron aquella
casa como ahora est, una queja tenemos los forasteros de los seores tracistas, y es que,
sin duda, fiaron poco de nuestra devocin y curiosidad, pues creyeron que no tendramos
flema para entrar adentro a ver lo bueno, si lo pusieran dentro sino que lo dispusieron de tal
modo que visto el lienzo del frontispicio, no hay ms que ver. Es como colgadura de tela,
que todo se ve de una vez, o, por mejor decir, es comida a la borgooa, que todo se sirve
junto. Verdad es que adentro diz que tienen un muy buen medio claustro con una escala de
Jacobe que parece que se hizo aposta para ensear a trepar. A fe, que diz que es agria,
aunque no s si esto de la escalera mal madura es all o en el monasterio de Seor San
Claudio, donde cantan muy recio unos pavos. Tambin tienen all en San Marcos una
sacrista de muy buen yeso, con variedad de molduras y medallas, que, por lo menos, nadie
dir que aquella sacrista est hecha en canto llano. Junto a este convento, vi un hospital,
que se edific para que estn all malos los franceses y otras gentes que van camino de
Francia y no buscan a Gaiferos.
Todo galano junto.

Escalera agria.

Obra que no es de cantera.


Justina, por murmuradora, se compara al hortelano, y loa lo que al parecer vituper.
Parecerle ha a alguno que soy corno el hortelano, que de cuantas yerbas toco, slo echo
mano de la mala, pero aunque pcara, sepan que conozco lo bueno, y s que aunque esta
iglesia, mirada con ojos mdicos, cuales son los mos, parece que est al revs. Pero para
quien mira a las derechas, al derecho est, sino que siempre fue verdadero el refrn de
aldea: Cual el cangiln, tal el olor. Los ojos picaos, aunque sean trucheros, siempre
tienen algo de borrachos en pensar que las combas del nivel propio son tuertos de lo que
mide.
Bien veo que fue muy buena traza no poner aquellas medallas junto al Sacramento y en
parte tan escura, y si dije que no hay ms celdas y habitacin que iglesia y choro, burlme,
ca, hablando de veras, es claro que es suma alabanza suya el no haber edificado celdas para
s ni cuidado de su descanso por slo drsele a Dios, y carecer de aposentos porque Dios los
tenga holgados, que aunque pecadora, bien s la historia de Salomn, el cual primero dio
templo a Dios que palacio a su corona, y la de Uras, que no quiso cama por saber que
estaba en campaa la tienda del capitn general de los ejrcitos del cielo y suelo. Si mi voto
no acortara la grandeza de aquellos seores, yo los llamara segundos Uras y Salomones,
pues por haber dado insigne templo y casa de descanso a Dios, carecen del suyo propio,
cuanto y ms que la orden de aquellos ilustres caballeros no quieren descanso, siendo su
profesin y ejercicio el quitar a los enemigos el que desean y ahuyentar la infidelidad de los
trminos de su invencible Espaa. Estos cuidados los hacen no acabar claustros,
pretendiendo antes atender a cercar y claustrar ciudades y reinos enemigos. Y este asiduo y
trabajoso ejercicio les hace que no sientan la subida de escaleras agrias, gente que escala
fuertes con tal valor, que si en las nubes hubiera muros de enemigos, por ellos rompieran y
en el ms alto alczar pusieran su real bandera adornada con la espada que da a Espaa
renombre famoso y blasn insigne.

Los santos freiles; Uras y Salomones.

Profesin de los ilustres caballeros de Santiago y su fortaleza y otras cosas.

Parceles que lo he parado bueno? No ha estado buena la buena barba? Pues djolo,
con juramento que es verdad todo esto y otro tanto que callo, as de lo de veras como de lo
de burlas. Hgome de cuenta que, callando lo ridculo y lo no tal, quedar la olla de mi seso
hecha cazuela de pepitoria.
Quiero contar mi derrota y camino.
Ros que coronan a Len. Dos famosos ros cercan a Len, para que entre otras coronas
que cien aquella ilustre cabeza de las Espaas, no sea menor una corona de claros y
christalinos ros, adornados de varios y frondosos rboles pregoneros de una victoriosa e
ilustrsima cabeza. Por la ribera de uno destos ros, alta, llana y apacible, fui caminando
para entrar en la ciudad. Yo amo a aquel pueblo por ser cabeza de mi madre Mansilla, y as
me perdono por haber dicho mal dl. Cuanto dije de mal en la primera entrada fue disimulo,
que el que quiere bien una cosa siempre anda por extremos, cuando diciendo mucho bien,
cuando mucho mal. Pero siguiendo el picaral estilo que profeso, acudir a lo uno y a lo
otro. Slo vayan con lectura que lo bueno se tome por veras, y lo que no fuere tal, pase en
donaire, porque lo contrario sera sacar de las flores veneno y de la triaca que hago contra
sus melancolas tsigo para el corazn.

Amor, anda por extremos.


Advertencia al lector.

Ribera espaciosa y fresca. Fui caminando, como dicho tengo, por una espaciosa y
apacible ribera, hasta entrar en una ancha calle que tiene ambas las aceras de huertas y
planteles amensimos. Llegu hacia otro convento que est junto a la puerta por donde entr
en la ciudad, y no tuve poca gana de entrar dentro de la iglesia, siquiera a la puerta a tomar
agua bendita, que no vena yo tan mal obligada de entradas de iglesia, que trajese perdidos
los aceros de entrar por sus puertas.
Puerta chica y vieja de una iglesia. Parecime el monasterio grave y bien edificado, mas
quiso mi desgracia que, aunque vi la iglesia y el monasterio por defuera, no entr dentro,
porque jams pude columbrar ni divisar la puerta de la iglesia, o si la vi no la conoc,
porque una que all se descubra era agravio manifiesto pensar que por ella se entraba. Por
menos inconveniente tuve pensar que en aquella iglesia se entraba por minas, como en la
ciudadela de Pamplona, o por el tejado con garruchas, como en algunos castillos, que
pensar que por tan poca puerta, vieja y baja, astrosa y estrecha, haban de entrar. Porque
pensar que era casa encantada y con puerta invisible, es pensar que somos esdrjulos. A lo
menos, no podrn decir que aquella es la puerta de los vicios, sino puerta de las virtudes,
pues en la entrada es tan estrecha cuan anchurosa despus.

Puerta de la virtud.

Con esta ocasin, pas de largo sin ver el monasterio ms que por defuera; slo pude
echar de ver que aquel monasterio tiene ms tierra que el Escorial -entindese en las tapias-.
Por eso deca el otro: Dios te deje, hijo, tratar con gentes llanas que hacen las casas a
mazadas. Verdaderamente que cuando los predicadores quisiesen decir a los hombres que
sus cuerpos son casas terrenas, les podran decir: Acurdate, hombre, que tu cuerpo es
casa leonesa, que en nuestro lenguaje jacarandino sera decirle: Acurdate que tu cuerpo
es terreno y desmoronadizo.
Tapias; casas hechas a mazadas.

Aunque no vi el monasterio, tuve mucho cuidado de preguntar a mis compaeras si le


haban visto, y me dijeron que s. Pedles que me contasen lo visto, y una me dijo que le
mostraron un candelero de Flandes, el cual, sobre una piramidal de bronce torneado, funda
un vistoso artificio, y deste tronco de bronce salen cuarenta y cinco hermosos candeleros de
tres rdenes, a quince por banda, con gran proporcin, y, de trecho en trecho, entre
candelero y candelero, sembradas bolas de bronce y selvajes de preciosa labor, y en el
ltimo remate, un selvaje bravato con unas armas asidas de la una mano y en la otra un
udoso bastn. Yo, cuando lo o, las dije:

Candelero precioso.

-Segn eso, cuando ese selvaje y selvajicos estuvieren colgados, al menearse el


candelero, parecer danza de tteres o matachines gobernada por el gran selvaje.
En fin, me hicieron creer que era el mejor candelero del mundo, y por hacerles limosna
y buena obra, lo cre.
Figuras de vrgines. Tambin me dijeron que les mostraron seis cabezas de vrgines, las
tres bien puestas, bien labradas y aderezadas, con unas piedras que fueran preciosas si todo
lo que reluce fuera oro; las otras dos o tres las tienen en unas cajas de unas madera muy no
s cmo, y hzoles lstima su mal alio, mas esto de la pobreza hace que las cosas estn al
justo del posible y fuera del nivel del deseo. Yo mando dos reales de limosna para el
aderezo y ruego que pidan para ellas, que cuando todas las pcaras den tanto como yo
prometo, yo creo que en son de hacer cabezas de vrgines, podrn hacer otras tantas de
lobo.

Efectos de la pobreza.

Como cuando yo oa esto iba diciendo algunas gracias, quiso mi ventura que un cura,
muy aficionado a los frailes de aquella orden, que me haba venido escuchando y llevaba
muy mal las gracias que yo deca, rompi la presa de sbito y, queriendo hacer la
correccin fraterna, cogi un periquillo de predicarme con un hipo, como si hubiera jurado
a Dios de convertir esta m nima pecadora, que es muy proprio de necios tener las gracias
por agraz y pensar que todo donaire es aire corrupto y todo entretenimiento tiempo perdido.
Comenz a dar voces, diciendo:
-Aqu de la Inquisicin, que murmura de los conventos de Dios! Aqu del rey, que
dice mal de los monasterios reales!
Y no le falt sino decir:
-Al arma, al arma, que es el cuerpo del Draque y el nima de Luthero!
No podr ni sabr referir todas las razones que me dijo en reproche de las mas, pero
dir las que mi memoria pudiere sacar al ojo de la colada.
Va de sermn.
Loa un cura los religiosos de cuya casa fisg Justina. -Hermana, si estos padres no
tienen gran puerta de iglesia, es porque ni han menester mucha puerta para salir ellos, ni
para que vos entris; que lo primero les viene de su mucho recogimiento, y lo segundo de
su poca codicia, tan conocida en el mundo. Y si vos no hallastes por dnde entrar, no
importa, que los monarchas, emperadores, papas, reyes y prncipes hallan puerta para entrar
por ella a tratallos, regalallos y estimallos. Por esa puerta han entrado y salido gentes que,
con milagro conocido, han alcanzado salud del cielo en raras y estupendas enfermedades.
Es puerta chica, como de castillo, porque los conventos de religiosos son castillo de
sabidura, muro de sciencia, alczar de sabidura, y como castillo de universal armera
christiana tiene la puerta estrecha. No me espanto que para vos no haya habido puerta, que
por la tan estrecha no entran sino los que pretenden desnudarse de la camisa vieja del mal
trato y vida pasada. Puertas son que, all donde las veis, a muchos han parecido estrechas al
entrar y anchurosas al salir; quiero decir, pesdoles que fuesen tan holgadas para poder
salir, y al entrar no tan anchurosas cuando la gana de entrar por ellas.

Llama a las puertas de castillo, y por qu.

Puertas estrechas y anchurosas.

Dice del candelero. No se ran del candelero, que tal candelero para tales luces de
religin, y tales luces para tal candelero. Y si tiene selvajes, es una gala que para ornato
divino es muy bueno; y crean que si los santos que sanan enfermos tienen en sus altares las
muletas en seal de el hecho, no fuera impropriedad decir que delante de sus luces estn
hombres selvajes en testimonio de las brbaras e incultas naciones que han reducido a la luz
del Evangelio.

Selvajes, por qu en el candelero.

Excusa la pobreza de las reliquias. Las santas vrgines confieso que estn mal puestas,
mas eso es confusin de nuestra corta devocin y argumento de su pobreza, cuanto y ms
que es grandeza que de tal materia hayan salido hechuras de tres medios cuerpos humanos,
y con poco aderezo se pudieran adornar de modo que parecieran mucho. Y otra vez,
hermanas, no les acontezca hablar as de los monasterios.
Aqu par el santo cura, que no fue poco, segn haba sido la carrera que haba tomado.
Hallme tan confusa y apretada de ver su enojo y mi inocencia, que no supe sino decirle
que yo peda a la Iglesia el otro sacramento de la extrema uncin que me faltaba. Tan
afligida me vi, que ya pens que haba recebido todos los dems sacramentos y slo me
faltaba luchar con el diablo.
Justina pide la Uncin.

Quiso Dios que una vecina ma, por divertir mi pena y la correncia del padre cura, sali
a decir un cuento, y fue que entrando en aquel convento de que tratbamos, vio en una
capilla unas bimbres atadas, con que diz que azotan a los frailes, y se llaman disciplinas, y
el fraile que les enseaba la casa, tomando la diciplina en la mano, las dijo:
-Seoras, quieren colacin?
Y ella respondi:
-Padre, yo ayuno, que es hoy viernes.
Torna cura a reir y loa su trato. Alza, Dios, tu ira! Hele aqu mi cura, otra vez
mohno! Con este tema, torn el cura a sus alegoras, diciendo:
-Ah vern, son unos santos, no convidan mujeres con veinte meriendas profanas, sino
con diciplinas. Ms quieren parecer secos, que profanos, ms desamorados, que
pretendientes.
Pardiez, mi vecina y yo, viendo que entablaba para otro sermn, y dejmosle dando de
mano hasta que se cans y dej de moler.
No ves qu necio? Miren de qu se enoj! De orme decir gracias, como si mis
donaires fueran bombardas. Qu mal saba este buen seor que no hay mejor rato que un
poco de gusto!
Prueba que generalmente todas las cosas usan las burlas y juegos. No hay hombre
discreto que no guste de un rato de entretenimiento y burla. En su manera, todas cuantas
cosas hay en el mundo son retozonas y tienen sus ratos de entretenimiento: la tierra, cuando
se desmorona, retoza de holgada; el agua se re, los peces saltan, las sirenas cantan, los
perros y leones crecen retozando, y la mona, que es ms parecida al hombre, es retozona; el
perro, que es ms su amigo, es juguetn; el elefante, que se llega ms que todos al hombre,
los primeros das de luna reto las flores y dice requiebros a la luna.
Lo dems que falta, dgalo doa Oliva, que libra en el gusto salud, refrigerio y vida;
esta s que era discreta! Pero ya se sabe para quin no es la miel, ya se sabe qu ojos
disgustan del sol. Aclrome: tambin y todo, ahora que no me oye el clrigo, es necesario
pensar que a una mujer dice una gracia, luego es hereja. S, que christianos somos, y
aunque no sabemos artes ni toldogas, pero un buen discurso y una eutrapelia bien se nos
alcanza, sino que estos hombres del tiempo viejo, si dan en ignorantes, piensan que no hay
medio entre hereja y Ave Mara.
Contra los que no saben de burlas.

APROVECHAMIENTO
A los santos templos, que para el santo son un despertador del alma y un incentivo de
devocin, hacen la gente libre y disoluta casa de conversacin y blanco de entretenimiento,
cosa que por ser tan contra la honra de Christo, morador de los templos, la castigar
speramente. De lo cual dio indicio su Majestad Divina viviendo en esta vida mortal, pues
slo castig por su mano a los violadores del templo, cosa digna de notar de su modestia,
oh, Majestad Suprema!

Suma del nmero 2. NMERO SEGUNDO


Del barbero embobado

VERSOS SUELTOS CON FIN DE RIMA

Va Justina por la huerta que llaman del Rey y, acompaada del barbero bobo, el cual gust
mucho de ver unos selvajes de canto. Un vivo selvaje vio pintados
Ciertos selvajes que, con sus lanzones,
Ocupan un hermoso frontispicio
De unas ilustres casas que en Len
Habitan los Guzmanes ms famosos.
Qued abobado slo en ver selvajes.
Pudese decir deste embobado:
No difiere lo vivo y lo pintado.

Bertol Araujo, que as se llamaba el malogrado del barbero que se me injiri, tena muy
poco de especulativo, y dbale notable pena verme tan escudriadora y curiosa. Mas viendo
que no me poda sacar de mi paso y que era fuerza verlo todo, me dijo:
Dcela el barbero que pique y que vea la Huerta del Rey. -Seora Justina, pique esa
burra, si trae con qu, o si no, dla que ande, y ver la Huerta del Rey, que es nombrada en
Len y est dos pasos de aqu.
Yo, como o decir huerta de rey, pens que era algn Aranjuez ricamente aderezado,
con mucha murta, jazmn, arrayn, alhels, mosqueta y clavellinas. En fin, huerta de rey.
Vitupera a prima faz la huerta del Rey, y abajo torna a loar el caso.

Vista de cuernos, odiosa.


Qu ser bueno que viese yo en la Huerta del Rey? Por vida de mi gusto que, si no
fueron muchos infinitos cuernos del Rastro, otra mosqueta ni mosquete, otros claveles ni
clavellinas yo no vi. Pues el olor? De pecinas, sangre, lodos, charcos, lechones. Era todo
tan lindo, que haca olvidar la fragrancia de los mil Aranjueces. Eran tantos y tan
innumerables los cuernos que cubran el suelo y aun mi corazn de tristeza, que
verdaderamente no s quin puede llevar en paciencia aquel estar un cuerno siempre
jurndolas por la punta, la cual, por la mayor parte, est vuelta hacia la cara; y querra ms
ver puesto hacia mi cara un mosquete a puntera, que aquel maldito y descarado
encaramiento corniculario. Esto llaman los leoneses huerta de rey, que si hay herejas
contra la majestad real, esta es una. Mas soy tan dichosa, que nunca me falta quien me
saque el nima de pecado. Dirles el cuento, que es donoso.
Pinta de los pies a la cabeza un soldadillo desgarrado. Encontrme un soldadillo leons,
donosa figura. Traa un alpargate y calza de lienzo, un gregesco de sarga, o, por mejor
decir, arjado de puro roto y descosido; una ropilla frailea, que, de puro manida, pareca de
papel de estraza; un sombrero tan alicado como pollo mojado; una capa espaola, aunque,
segn era vieja y mala, ms pareca de la provincia de Picarda; un cuello ms lacio que
hoja de rbano trasnochado y ms sucio que pao de colar tinta; una espada del cornadillo
en una vaina de orillos. Era pequeo, azogado, inquieto, bullicioso y gran bachiller; otro
segundo melado. Sin ms ni ms, se enoj en forma de ver que me rea de que llamasen a
aquella huerta de rey, y hecho un len, con la espada empuada, me dijo:
Ria de un soldado con Justina. -El rey, mi seor, hizo esta huerta, y esta huerta es
huerta del rey, mi seor, aunque le pese a la relamida. El rey, mi seor, es rey de Espaa, y
cuando plant esta huerta le pareci que, para el sosiego que l haba de tener en su casa, le
bastaba haber unos simples sauces e alisos que aqu plant, porque lo ms del tiempo
ocupaba en vencer infieles, moros y paganos. S, y aunque pese a quien pesare, esta es
huerta de rey, mi seor.
Fieros de Justina. Yo no me turb desto, que no soy espantadiza, mas a mi burra no s
qu le tom, que no daba paso adelante, aunque la daba palos asaz, pues no s por qu, que
yo no iba a maldecir a maldito aquel.
Visto que Bertol Araujo no responda, y la burra no caminaba, y el soldadillo no cesaba,
determin hacerle un fiero espantavillanos, y djele:
-Si es huerta de rey o no, no se meta el muy pcaro en eso, que si llamo a mis criados, le
har moler el colodrillo a palos.
Oh, cmo relampagueaba los ojos! Oh, qu asas de brazos! Oh, qu ademanes! Todo
fue tal y tan bueno, que el soldado determin encomendarse a San Pies y rezar la oracin
del buen callar llaman santo.
Ans, noramala, ans se han de tratar estos buscarruidos, que son como cohetes, que no
hacen mal a quien los apua y ofenden a quien dellos se desva. Qu se le daba al picarillo
que yo dijese lo que quisiese? Yo no tena pagado el alquiler de mi boca por todo el da?
El rey, mi seor, deca. Mira quin dijo el rey mi seor! Todos somos del rey, y si tales
hombres, por ser soldados, son del rey, muchas mujeres que somos soldadas, aunque mal
soldadas, tambin somos del rey.
Condicin de fanfarrones.

Concluida esta aventura, apresur el paso, porque me sac del mo la pesadumbre de la


renclla, y si por m fuera, no anduviera ms a caza de ver curiosidades en Len, por no
encontrar ms uas de len; pero como sea verdad lo que o a un galn, galinillo, que
adonde acaba el philsopho comienza el mdico, parece ser que cuando yo acab el deseo
de ver curiosidades, comenz a tenerle el barbero Bertol, mi ntimo.
Reyes difuntos. Persuadame fusemos a San Isidro, donde estn muchos reyes juntos
sin baraja, que no es poco; mas yo le dije que no era amiga de ver reyes tan de por junto, y
por buen arte, me escap de que me llevase a ver las antiguallas de aquel santo monasterio.
Si yo fuera muy devota, en lo que yo me haba de ocupar era en ver a San Isidro de Len,
pues aquella casa, en reliquias preciosas, es una Jerusaln; en indulgencias, una Roma; en
grandezas de edificios, un Panthen; en religin, la anachoreta; en choro, un cielo; en el
culto divino, riquezas, brocados, plata, oro, un templo de Salomn; pero como a los ojos
tiernos es la luz ofensiva, tambin esta grandeza lo era para m en el tiempo que mis
mocedades me traan como corcho sobre el agua.

Celebrrimo el convento de San Isidro.

Indevocin de Justina.

Ya soy otra. Aqu vena bien el dicho de Marioleta, si no fuera gracia insolente, la cual,
para persuadir a un su sobrino en que fuese bueno, le dijo:
-Mochacho, aprende de m, que ya soy otra, que compr un rosario, si a Dios plugo. Por
seas, que aunque est enhilado en un simple hilo de seda floja, no se me quiebra, que no
soy como otras traviesas que a segundo da quiebran el rosario. Noranegra, culguensele de
un clavito, como yo hago, y as durar el rosario.
Mal cuento, peor dicho, pero peor era yo.
Casas de Guzmanes, famosas.

Descripcin de la casa de los Guzmanes.


Fumonos por las casas de los Guzmanes, que es paso forzoso. Estas me parecieron una
gran cosa, mas bastaba ser aquellos seores del apellido del mi seor Guzmn de Alfarache,
para pensar que haban de ser tales. Ahora me dicen estn muy, mejorados y muy ricamente
adornados los dos lienzos de casa, con ricos balcones dorados, en correspondencia de
muchas rejas bajas y altas de gran coste y artificio, de lo cual resulta una gran hermosura,
acompaada de una grandeza, gravedad y seoro trasordinario, anchurosas salas, aposentos
ricos, vigamento precioso, cantera y labor costosa y prima. Hermosa casa a fe. Slo me
pareci mal que a una escalera le falta cosa de veinte y cinco varas de pasamano y dos o
tres salseritas de blanco color para afeitar unas desvergonzadas tapias de la caja de la
escalera, lo cual, por ser en parte tan notoria y comn de aquella casa, hace notable fealdad,
digna de enmienda.

Abobse el barbero. Aqu, en ver estas cosas, se qued abobado el barbero Bertol
Araujo, aunque para esto de embobarse no haba l menester apetite. Lo que a l ms le
cuadr fueron dos selvajes de cantera que estn a los dos lados del balcn, que estn sobre
la portada principal, en cuyo frontispicio est un epitaphio o letrero, el cual, a dicho de los
que le entienden, es tan verdadero como bravato.

Epitaphio: Non dominus, domo, sed domino domus ornanda est.


El Bertol, viendo los selvajes, que eran de marca mayor, nunca acababa de repetir:
-Estos s que son hombres, pesiatal!
Cualidad del bobo en burlas y veras. Porque entiendan el gusto del barbero, que no supo
hablar de burlas, sino con burras vivas, ni de veras, sino con selvajes pintados.
En San Marcos haba l visto las figuras de muchos emperadores, capitanes,
emperatrices, reinas, galanes, damas y otras mil curiosidades, y en la misma casa las haba,
mas nunca despeg su boca para alabar cosa ninguna, sino estos selvajes; slo a estos dio
ttulo de hombres, y dbale gran gusto verlos tan denodados con sus lanzones.
Por qu cuadran al bobo los salvajes. Yo pienso que estos selvajes le cuadraron por dos
razones: la una, por la conveniencia bobuna, y lo otro, porque segn era animal
desasociable, si a l le dejaran sangrar conforme l quisiera, sangrara las gentes con un
lanzn, en la figura, traza y postura que tenan aquellos selvajes. Y con todo eso, tena carta
de examen, que, segn he odo decir, el que va graduado por el que llaman daca dinero,
nunca negoci mal. Vaya con Dios, que con esto se podr decir que somos hoy da tan
caritativos, que aun los bobos nos llevan la sangre del brazo, y aun con eso, mueren hoy da
las gentes a humo muerto.

Cartas de examen fciles.

Yo bien dejara a mi sangrador espetado y boquiabierto a que se hartara de ensalvajar


los ojos y alma con la vista de sus queridos selvajes, mas por los que nos haban visto venir
juntos, y por llevar compaa de hombre, como moza honesta, le record del susto para que
passemos adelante, y l, a mis ruegos, lo hizo. Verdad es que le di dos aldabadas a la boca
del estmago para que recordase, y aun ahora no s si ha acabado de mirar los selvajes.
Hasta que colamos toda la calle que llaman la Herrera de la Cruz otra cosa l no hizo sino
volver aquellos sus ojos a los amigos, que yo no s cmo no se descervig a puro torcer la
cabeza, que pareca cigea cantora o el asno Ciprico, el cual, despus que Jpiter le
convirti en hombre, siempre que oa roznar, bailaba y volva la cabeza atrs.

Mirar de bobos.

Asno Ciprico.
Posada de Justina junto a la casa del obispo. Ya quiso Dios que llegamos a un mesn
que est a las espaldas del palacio del Conde Fernn Gonzlez, donde entonces vivan los
obispos.
Consolme ver que hubiese mesn a quien hiciese espaldas un obispo, y ms yo, que
tena algunos pleitos con estudiantes.
Antes de tomar posada, le pregunt a mi camarada qu pensaba hacer y cundo se
pensaba ir a Mansilla. A lo cual me respondi que l haba de comprar unas ventosas de
vidrio y dos lancetas, y no s qu listones y algunas monas, muertes y gatos para la tienda,
y que comprado aquello, se pensaba partir de maana.
Yo le dije:
-Pues, seor Araujo, si es que por la maana se parte, todos iremos de camarada, que
gusto de orle rocinar, digo, razonar por el camino, y crea que, poco ms o menos, toda la
lana es pelos. No sabr por qu lo he dicho. Dgolo, porque cuanto a habitacin,
conversacin y recreacin, Mansilla y Len para en uno son.
Con esta determinacin, entramos en el mesn yo y Perantn.

APROVECHAMIENTO
Las mujeres dadas a vano gusto no le tienen en mirar cosas honrosas y de autoridad.

Captulo segundo

De la bizma de Sancha Gmez

Suma del nmero. NMERO PRIMERO


Pinta Justina la persona, traza y trato de Sancha Gmez, su huspeda, y cmo enferm. Y
en el terceto se pone un nombre, que por mal nombre llamaban a la mesonera. De la
enfermedad de Sancha la gorda

TERCETOS DE PIES CORTADOS

co Aqu vers la pintura del dios Ba


ba En una mesonara gorda y bo
na Que es un puro bodego en carne huma.
res Descbrele a Justina sus amo,
tos Su trato, su hacienda y sus secre,
na Justina, en pago, le hace la mamo.

Tocas de Sancha. Era duea deste mesn viuda de dos maridos, o, por mejor decir, de
marido y fiador, a cuya causa traa una toca roquetal muy larga, que, en razn de exceder la
gravedad de su persona aquel hbito y toca, se puede creer que la mitad de la toca era por el
marido y la mitad por el fiador. Parecime algo coja, y no lo era, sino que las gordas
siempre cojean un poco, porque como traen tanta carne en el peso, nunca pueden andar tan
en el fiel, que no se desquilate una balanza ms que otra, y esta era gorda en tanto extremo,
que de cuando en cuando la sacaban el unto para que no se ahogase de puro gorda. No la
hubiera conmigo, que yo la enjutara la panza con cortezones duros y secos, que ans cur yo
una perrilla de una dama que tena hasto de comer bizcochos. A esta mesonera, mi
huspeda, la llamaban en Len, por mal nombre, Cobana Restosna, de que ella se corra
mucho, porque se le pusieron por causa de que cierta noche que se hall bautizada en vino,
como sopa, preguntndola un husped:

Las gordas siempre cojean.

Cura de perrilla con hasto.


Mesonera llamada Cobana Restosna, y por qu.

-Cmo se llama, huspeda?


Respondi que Cobana Restosna, y con l se qued.
La triste quiso decir que se llamaba Juana Redonda, y por decir Juana Redonda, dijo
Cobana Restosna. No hay que espantar, que si los moldes, con ser moldes, se yerran, que la
lengua se yerre de noche y ascuras y en tiempo cargado y con nieblas en el celebro, no hay
que espantar. Despus deste suceso, se mud nombre y sobrenombre, y se llam Sancha
Gmez. Mas, para memoria del antiguo nombre de Cobana Restosna, le hallars en la suma
del nmero, en lo sobrado de los pies cortados, que soy como sastre hacendoso, que hasta
los retacitos aprovecho.

Torna a ver la suma del nmero y vers la curiosidad poeta.


Cordn y otros atavos de la mesonera. La cuitada, para echar el resto de sus
pesadumbres, traa un muy grueso cordn, que ms pareca bordn segn era duro, udoso
y grueso, y a los dos lados deste gordo cordn una bolsa y llavero de llaves; la bolsa, de la
hechura de huevo de avestruz, el llavero tamao, y con tanto hierro como el incensario de
Santiago. Miren si esta carga era para doblegar una mujer que pareca que constaba de slo
carne momia, o que era carne sin hueso, como carne de membrillo!

Facciones de Sancha. Sin duda era mala visin. Toda ella junta pareca rozo de roble.
Era gorda y repolluda. No traa chapines, sino unos zapatos sin corcho, viejos, herrados de
rampln, con unas duras suelas que en piedras hacen seal. Los anillos de sus manos eran
verrugas, que parecan botones de coche en cortina encerada. Nariz roma, que pareca al
gigante negro. Labios como de brocal de pozo, gruesos y rados, como con seal de sogas.
Los ojos chicos de yema y grandes de clara. Gran escopidora, que si comenzaba a arrancar,
arrancaba los sesos desledos en forma de gargajos. Tena dos lunares en las dos mejillas,
tan grandes, que entend eran botargas untadas con tinta. Pareca ella, por cierto, en la
sodoma del rostro, no muy avisada, aunque para su cuento nada boba y menos descuidada.
En casa destapse, y echarn de ver cun endiablada cara tena, pues no bast mi presencia
para aperroquiar el mesn de pisaverdes, que, en fin, como dijo el otro, poco puede un buen
despejo donde hay un buen despego.

Fealdad de Sancha.
Sancha gargajosa. Luego que columbr gente la mesonera, vino a recebirnos de paz,
aunque antes de hablar dispar una rociada de gargajos, y yo la hice la salva a la gran
salvaja. Primero que ella baj solas seis gradas de la escalera de su casa para dar conmigo y
proveer de recado, ya tena mi mochillero hechado a mi jumenta todo buen recado de paja y
cebada. Anduvo agudo el mochacho, porque en un momento columbr que en los pesebres
haba reliquias y parecile darlas a besar a mi burra porque ganase las dulugencias. Cosa
del diablo!, que en un invisible aparv el muchacho un gran montn de comida. Sola l
decir que un pesebre recin vaciado era la era de Dios, y que all coga l ms que si
sembrara.
Mochillero agudo da recado a la bestia.

Pesebre vaco.
Baj la huspeda, si a Dios plugo, y me dijo:
-Cunto quiere de cebada, hija?
Yo la respond que, de nada abajo, cuanto quisiese me diese.
No entendi el jiroglphico, y antes pens que deca que de medio abajo le diese algo.
Iba a echar un cuartillo, que es racin de burra.
Yo la dije:
-Tenga, madre, que mi burra ayuna y viene acebadada.
Con esto solt el rasero y acudi al harnero a dar paja.
El mochacho, que era agudo y deca sus gracias de en cuando en cuando, la habl a la
mano y desde lejos la dijo:
Burra empajada. -Madre, tampoco es menester paja, que est la burra empajada.
Acudiendo a que yo haba dicho que estaba encebadada.
La Sancha estaba atnita, oyendo la nueva jacarandina, y, muy asustada, dijo con
mucho pasmo:
-Nunca tal vi ni o de burra, aunque ha que trato burras ms de veinte aos.
El barbero ech cebada por s y por otre, que era tan franco como bobo, y con esto, se
fue a comprar sus ventosas, y, yo qued con mi mesonera, que de ella a una ventosa
encarnada haba muy poca diferencia.
Llambase la mesonera Sancha Gmez, y siempre se me iba el silbato a llamarla
Sancha la gorda, como a la tripera de Jan. Luego que vi el talle de la mujer y el ingenio de
rampln, se me ofreci que haba de hacerla algn buen tiro, y asest a este blanco,
poniendo en razn la ballesta de la atencin, el arco de palabras dobles, el virote de la
lisonja y el jostrado de mi perseverante ingenio. Sentme a sus pies, hablla con mucha
humildad y vergenza y llamla madre y hermosa, y estuve con ella ms amorosa y
retozona que gato de monasterio.
Justina, lisonjera astuta.

Partes de la astucia, tres. Jiroblfico de la astucia, y armas de Mercurio. Ya yo s que la


discrecin tiene tres partes: la primera, olvido de majestades; la segunda, halagos de
palabras, y la tercera, inquisicin de secretos, a cuya causa el prudentsimo Mercurio tena
por armas el perro retozn, el lobo olvidadizo y la culebra escudriadora. Y puesta en este
aviso, como loba, me olvid de otras curiosidades y desios, y aun de mis narices, que, a
acordarme que las tena, no sufriera un olor de la rabia y de la mesonera, que todo es uno;
mas hceme cuenta que ola a boca de lobo. Como perrita de falda, la hice mil halagos, y
como culebra, la saqu cuantos secretos tena, y, sin duda, la ca en gracia, que es gran cosa
entender el trato como yo lo entenda desde que mi madre me cri, que fue flor de
mesoneras.
Justina se compara a lobo, perro, culebra.

Alusin al nombre de Gmez. Con estas mis razones la ataladr los hgados a la buena
vieja, y me dijo de pe a pa toda su leyenda, tomando por presupuesto el declararme su
sancho nombre en vano y el apellido de los Gmez. Si bien me acuerdo, redujo su linaje a
los goznes de un arquetn de un molino, de adonde vino que sus abuelos se llamaban
Goznes, sino que se corrompi el nombre, y como cuando ella vino, vena corrompido, la
llamaron Gmez. Todo lo haca por asentar conmigo al odio el nuevo nombre, porque el
antiguo de Cobana Restosna no viniese a mi noticia; y era boba!
Yo, al principio, pens que lo redujera a la tarasca, que en mi tierra la llaman la gomia,
que tiene simpata con el nombre de Gmez, pero no me estuvo mal que se apellidase de los
Goznes, para que su arca me diese puerta franca.
Trajes antiguos. Djome cmo cuando era moza traa una albanega labrada con hilo
acaparrosado, con unos majadericos que entonces se usaban, y un rodete hecho de cabellos
tranzados sobre alambre. Galana Ins, con trenzas de pbilos y rosario de agavanzas! Mil
cosas me dijo de los trajes de su tiempo, que si era como ella lo pint, andaban las gentes
vestidas de monas. No hubo cosa que me abscondiese. A lo menos, si todas las mujeres
tuvieran tan buen desportaje, no se quejara el Momo, ni don Alonso, de la fbrica humana,
ni retara la falta de no haber puesto Dios vidriera al lado del corazn por donde se vieran
sus secretos, aosadas, que la vi el alma. Pues, decir que me abscondi los trances de sus
amores en cecina? Todo lo dijo, y all vi cun poco deben al amor los discretos, los galanes
y las damas, pues aquella haba tirado sus gajes. A esto dice el amor que estos son los
encuentros de cuando juega a la pita ciega, mas a otros con eso, que eso fuera si l jams
saliera de ciego.

El Momo pone faltas a la composicin humana.

Deben poco al amor los galanes, y por qu.


Encuentros de amor, que juega a la pita ciega.
Mas, ahorrando de cansadazos cuentos e historias que me cont -yendo a lo que hace al
caso-, dir una, que fue la que me abri camino para mis deseos. Tename ya por tan suya,
que quiso repartir conmigo de sus males y descansar de sus peas, y no lo errara si, como
tena por suyos mis odos, tuviera tambin mi lengua. Pero no ech de ver que donde una
puerta se cierra, ciento se abren. A este fin, me dijo (no sin algunos sospirones
enalbardados con lgrimas) cmo ella haba hecho diligencia de juntar algunos huevos para
vender a los huspedes que haban venido a las fiestas, mas que como valieron las truchas
baratas, no gast siquiera uno, de lo que estaba muy apesarada, porque tanto vena a ser la
prdida en los huevos como la ganancia en posadas de huspedes. De camino, me dijo
cmo por temor de traviesos huspedes estudiantes haba escondido los tocinos, miel y
manteca.
Ocasin inquieta. Vayan conmigo, por caridad, qu alma haba de escaparse de inquieta
y azorada, sabiendo que estaba donde haba tocino, huevos y miel?, qu entendimiento
hubiera que no moliera ms que un molino?, qu voluntad que no se engolosinara ni qu
memoria tan olvidada de su estmago que no le hiciera amistad en semejante trance? Pero
vamos con el cuento, y advierte que me precio de llevar una ventaja a las mujeres, y es que
otras, comnmente, trazan para de repente, y soy mujer que trazo a lo gatuno, quiero decir
que me estar un da aguardando lance, como cuando al ojeo de un ratn est un gato tan
atento y de reposo, que le podrn capar sin sentir, segn est atento a la caza.

Justina traza a lo gatuno.

Llave de bodegn estimada. Despus de todas nuestras conversaciones - como ella se


fiaba de m, me dijo que la alumbrase con un candil a sacar de un bodegn todo lo que
haba abscondido, segn y como ms largamente lo habemos referido. Alumbrla.
Trasladlo todo a una alacena con la veneracin y atencin que si fuera cuerpo santo. Cena
y todo lo encerr so el poder de una llave que traa asida de un cordn harto manido y
jugoso, el cual se ech al cuello por sobre toca y la llave por joyel, con la estima y respecto
que si fuera llave del arca del thesoro de Venecia.

Yo no andaba muy sobrada de comida, como ni de dineros, pero nunca hay falta donde
traza sobra, en especial en esta ocasin, en la cual con el dedo se adivinara que era muy
cierta la merced de Dios -que as se llaman huevos y torreznos con miel-. Fue de gran
consideracin para mis trazas que no haba otra persona en el mesn sino sola yo, porque
una criada, y mal criada, a lo que dijo la Sancha, que tena, se le haba ido de casa, y a lo
que piadosamente se cree, con un recuero que la trajin hacia Santander, donde son los
buenos besugos y frescos.

Moza de cntaro trajinada.

Como anduvimos la vieja y yo haciendo San Juan, traspalando mil gneros de baratijas
que tena abscondidas por temor que tena de que los estudiantes se las hiciesen declinar
jurisdicin, qued muy cansada, y no me espanto, porque yo no la ayud nada, ni la
ayudara aunque la viera echar los bofes a tarazones; antes me holgaba de verla despeada
como puerco en camino de feria. Parecame que, para lo que haba que nos conocamos,
bastaba que la alumbrase con un candil tan trabajoso, que, a puro amecharle, me dolan los
dedos. Maldita sea tan mala invencin como fue la de los candiles. He odo decir que todos
los malhechores tuvieron parte en la invencin de los candiles, y que invent el garabato un
gitano, la punta un ladrn, la torcida un judo triste, la crisuela una vieja, y el cazo un tahr,
y el atizador una sodomita, y el fuego trajeron prestado de una aldea del infierno. Miren
qu alio para no me cansar yo en entender con este malhechor!
Murmura ingeniosamente de los candiles.

La pobre Sancha Gmez, con el ansia de acabar su tarea y componer las alhajas de su
casa, no ces hasta que todo lo puso en buena razn y gobierno. Slo su cuerpo qued
desgobernado con el desmoderado cansancio de las idas y venidas del bodegn al aposento,
y tan molida y quebrantada de piernas y cuadril y caderas, que le fue forzoso, en acabando
estas diligencias, irse derecha a la cama, aunque no muy derecha, pues a cada paso se le
torca el cuerpo, de modo que pareca que iba sembrando cuartos de mesonera o que era
morcilla al aire. Desnudse, y como iba sudando, y el desnudar era tan espacioso, resfrise,
y con esto, le sobrevino al cansancio un dolor de panza tal, y con l tan apresurados cursos,
que entend serle ms fcil el parir que el parar. Dos mangas de arcabuceros no trajeran ms
obra e inquietud que ella. Al cabo, se ech. Ya la tuve un adarme de compasin, y quisiera
acudir a su consuelo viendo lo que por ella pasaba. Verdad es que, si alguna era mi
compasin, mayor era la pasin que yo tena por mirar en cul lugar pona la mesonera el
tusn, digo el cordelejo untado, con el pendiente de la llave de la alacena, porque me
importaba para mi traza, que no era mala.
Andar de Sancha.

Resfriado de Sancha.

Tusn de mesonora.

Como estaba tan acongojada y deca a voces que se mora, pens que tambin se le
muriera el cuidado de la llave; mas, si no lo han por enojo, despus de desnuda y en camisa,
la puso otra vez al cuello en lugar de gargantilla. Miren qu hbito del Carmen! Lo cual,
parte, me hizo rer, porque se me acord del morisco que comulg para morir, puestas las
manos, y tena entre ellas muy apretada la bolsa, y, en parte, me hizo rabiar, de ver que mi
traza se iba descabalando, que, en fin, entre aves de caza primas y oficialas, en el primer
vuelo se adivina el alcance y se ven las ventajas. Mas, con todo eso, volv sobre m,
considerando que no hay castillo roquero ni alczar pertrechado que deje de rendir su
entono y descervigar su presumpcin, si se ve sitiado de una perseverante estratagema o
imaginacin constante determinada a morir o vencer.

Entre aves de caza, cundo se adivina la ventaja.

Acrecent mi nimo ver el poco que tena la vieja. Ello, la diablesa de la Sancha estaba
perdida y quejbase de modo que, a no ser mal conocido, yo pensara que haca cuenta con
pago. Plugiera a las nimas del purgatorio!, que, si as fuera, a fe que habamos de ser
herederos ab intestato Araujo y yo. Pero guardbame la ventura para serlo in solidum de la
morisca de Rioseco, segn vers en el tercer libro, que ya asoma la caperuza como la sota
de bastos.
Sota de bastos.
Testamento del gato. No dicen que el gato hizo un testamento en que mand a sus
descendientes todo lo puesto a mal recado, y por no se hallar presente el gato, entr el ratn
ab intestato, con decir que l y el gato se parecan en el color del pellejo, y viniendo el gato
a cobrar su testamento, el ratn lo trag y roy, a cuya causa qued perpetua disensin
entre gatos y ratones? Pues, segn eso, bien pudiramos Araujo y yo ser herederos ab
intestato de Sancha por la parecencia, puesto que Araujo se le pareca en lo bobo y yo en lo
mesontico.

Hereda el ratn al gato, y la causa de la disensin entre gatos y ratones.


Pero dio en no se morir y yo en que con su candil haba de encontrar la merced de Dios
con miel por encima, como dijo el bobo.

APROVECHAMIENTO
Dbense guardar las viejas sencillas de mozuelas que con halagos conquistan, no tanto
su amistad, cuanto su hacienda.

Suma del nmero 2. NMERO SEGUNDO


De la bizma pegajosa

SEXTILLAS DE PIES CORTADOS

Entre el barbero y Justina ordenan una bizma con que estafan a la mesonera. Sncha
Gmez, mesone-
En su mesn recibi-
A la pcara Justi-
Y al mochillero y barbe-
Linda trinca, por mi vi-
De mazo, flux y prime-!

Tomaron la posesi-
De la apacible posa-
Y la Sancha los rega-
Mas llev su mereci-
Que quien hace bien a rui-
Jams espera otra pa-

Prueba ser la mujer inventora de estratagemas y fictiones. La primera que oy fictiones


en el mundo fue la mujer. La primera que chimeriz y fingi haber remedio cierto para
muerte cierta fue ella. La primera que busc aparentes remedios para persuadirse que en un
dao claro haba remedio infalible, fue mujer. La primera que con dulces palabras hizo a un
hombre, de padre amoroso, padrastro tirano, y de madre de vivos, abuela de todos los
muertos, fue una mujer. En fin, la primera que false el bien y la naturaleza, fue mujer.
Dirs, hermano lector:
-Pues, Justina, adnde apuntan los registros de ese breviario?
Anda, djame letorcillo, que en haciendo un pinico de predicadora, luego me tiras
nabos. Sabes a qu voy? A que nadie se espante si nos viere a las mujeres fingidoras,
disimuladas, recetistas, bizmadoras, saludadoras, y todo sobre falso, que todo es heredado,
y ms que yo me callo. Y tambin voy a contarte lo siguiente.
Higas a mdico. Ofreciseme decir a Sancha, la mesonera que te he referido, que aquel
hombre que vena conmigo, a quien ella haba visto apearse, era el mdico de mi lugar, y
que era muy inteligente y cursado en semejantes necesidades, y, pardiez, arrojme a esto
porque me hice cuenta que lo que all haba que curar, entre l y yo lo podamos recetar, y
dar una higa al mdico y dos a la bolsa de Sancha y tres a la alacena y mil a otras cosillas y
adherentes necesarios. A este fin, despach a mi mochillero para que diese priesa a Bertol
Araujo, y que acabase de negociar en la plaza de la Regla y viniese, porque importaba.

Desgracia de Bertol. Sali el mochacho tocando con la boca la trompetilla como posta
real, que era este su ordinario caminar, mas cuando el mochacho sala del lumbral del
mesn, ya Araujo vena cargado de ventosas y aun de penas, a causa de que, por haberse
parado a ver una mona, se le haba cado una ventosa en el duro suelo y, temiendo la
estrecha cuenta que della haba de dar a su mujer en Mansilla, a quien tema como al fuego,
comenz a llorar de modo que las lgrimas hacan correa como si llorara arrope. Ello no me
espanto que el hombre temiera aquella mujer, porque sola ella decirle al Bertol:
Mujer apitonada. -Hola Araujo! No me hinchas las narices, que por esta seal que Dios
aqu me puso (y era un lunar), y por aquella luz que sali por boca del ngele, y por el pan,
que es cara de Dios, que esa tu cara te sarje.
Miren quin no la temiera!
Esto alegaba l, y aada:
La barbera llamada muerte supitaa. -Seora Justina, ella no sabe que en toda Mansilla
no la saben otro nombre sino muerte supitaa? Pues, con qu ojos quiere que vaya yo a
verla enojada? Querra ms ver cien diablos!
Yo le consol y dije:
-Por cierto, que me parece que ese su mal tiene tan fcil remedio como el hasto de la
mula enfrenada del vizcano y el estar la roseta del sombrero adelante, que lo uno se cur
con quitar el freno a la bestia y lo otro con volver barras al sombrero. No diga l que
compr ms de siete ventosas, y si pidiere cuenta del dinero, dgale que lo gast en cebada,
que hombres como l es forzoso gastar mucha cebada por estos caminos.
Con esto qued ms sosegado que el cornudo, a quien, llevando a degollar a su mujer
porque haba parido de solos cuatro meses y medio, le dijo uno:
-Hermano, cuatro meses y medio de da y cuatro meses y medio de noche son nueve
meses, y as vuestra mujer es nuevemesal.
Con lo cual dej el cuchillo, diciendo:
-El diablo me lleve si te mato.
Tras esto, le dije en cifra la burla que tena pensado hacer a nuestra huspeda, mas
hablarle en cifra era hablarle en arbigo; fueme forzoso llegarme ms hacia l y decirle, pan
por pan, lo siguiente:
Fngese mdico Bertol por orden de Celestina. -Amigo, yo he dicho a esta mesonera que
sois mdico de nuestro pueblo. Tomalda el pulso y salos luego conmigo afuera, que yo os
dir lo que habis de hacer y lo que nos puede valer la trama si se teje.
Ya yo le tena acreditado con la mesonera y dchole, a lo menos mentdole, dos o tres
curas milagrosas que haba hecho en mi pueblo, y que nunca hombre que l curase se
muri. Todo verdad lisa, que eso de verdad siempre me preci della.
Bobo callado. Hizo lo que le dije, que era puro para rocn de tahona, segn era de bien
mandado. Slo lo que l eceptuaba en todos los mandamientos era que no le estorbase el
llevar con cabezadas los compases a quien le hablaba, y que no le mandasen hablar, porque
para semejantes ocasiones nunca tena palabras hechas.
Entr, pues, a la cama de la huspeda, de la cual a una pocilga no haba diferencia.
Sentse el mdico, graduado en mi escuela; tomla el pulso, el cual, con la inquietud,
andaba tan recio como mazo de batn. Advertle, por seas, que la hiciese sacar la lengua y
la tentase estmago, hgado y espaldas, hacindola volver y revolver barras por momentos.
No hago caso de decirte cmo nos hizo ver visiones. Slo digo que en estas tentativas se le
aument el resfriado y, con l, las quejas y deseos que la cursemos.
Ademanes de mdico.

Consultas de mdicos. Hechas estas diligencias, nos salimos afuera yo y el hermano


mdico a consultar el mal y la cura; y a fe que he odo yo consultas de buenos mdicos que
en graves enfermedades iban con menos tiento que yo en esta ocasin. Result de la
consulta que por mi orden, en un tono bajo y grave, difini una receta vocal por el orden
que yo se lo iba diciendo, que si alguien lo oyera, ms ana pensara que era pregonar que
recetar, pues iba diciendo conmigo, y acabse el razonamiento con decir:
-Y no falte nada de lo que dijo y ordeno.
Yo le respond:
-Amn.
Porque pareca mesa de rdenes, segn iba de grave y repetido.
Con esto me entr adentro a intimar a Sancha ms distintamente lo que con un confuso
sonido haba odo al doctor Bertol.
Djela:
Receta Justina lo que era necesario para coger miel, huevos y torreznos. -Madre, dice el
doctor Araujo que a v. m. se le ha de hacer una bizma estomaticona, y ha de llevar los
requisitos siguientes: tomars de lo gordo del tocino que est ms metido y entraado en lo
magro de un pernil aejo, sin rancido ni corrucin; derretirlo has y, con ello algo caliente,
fregars las sobretripas, que por otro nombre se llama barriga o espalda delantera, y
juntamente las mejillas dentonas y molares del rostro, porque no acuda el mal a perlesa,
despus desto, la fregars el cuerpo con pan rallado; hecho esto, hars una estopada con
doce o catorce claras de huevos, no muy frescos, sin que se mezcle yema ninguna, sobre
esto, hars una sufasin de miel en buena cantidad, & fiat mixtio; encertenla y arrpenla.
No entender todo esto, madre, pero lo principal y los materiales ya lo habr entendido. Yo
me ofrezco a ponerla las manos, y agradzcamelo, que con mi propia madre no hiciera esto.
Manda tambin el doctor que, despus de echada esta bizma, se est queda y cubierta de
ropa cuerpo y cara por espacio de hora y media, que con esto ser su remedio cierto. Qu
me dice? No me agradece la diligencia? Pues a fe que si no entendiera della que es liberal
y dadivosa y que en otra cosa me lo podr pagar, no me ofreciera a tanto.
Justina encaja la saya.
Ella -que estuvo atenta a la receta y tan medrosa de que no se le ordenase cosa que
costase dinero, como yo astuta en echar el cartabn de las puertas adentro-, acabado que la
oy, dijo:
Recado de la vieja. -Oh, bendito sea Dios!, que no he menester enviar fuera por cosa
ninguna de las que ha recetado el seor doctor, que todo eso tengo yo de mi puerta adentro.
Y vos, hija, no perderis de m la paga. Tom, hija, esta llave, con ella podris sacar pan,
huevos, estopa, tocino y miel. Cerrad la puerta de la calle, no entre nadie (treta vieja para
decir que no le cogisemos nada. Mas, con quin las haba?).
Yo la dije:
-No la hurtar hombre un pelo ni se disporn de nada si no es como lo manda la receta.
Enciende la lumbre con aceite. Fue necesario hacer lumbre, y como las mujeres somos
soplonas de oficio y no haba otra por el presente, cpome a m la tanda, mas por salir deste
trabajo y por no rogar nada a soplos, supliqu al aceite de una alcuza que atizase por mi
intencin. Remoj con ella los maderos verdes, hice una lumbre real, saqu la yema a un
pernil de tocino, frela con una docena de huevos. Rechinaba el oficio, y la mesonera, muy
contenta, pensando que estbamos muy ocupados en hacerle su socrocio.
Fre sus torreznos.

Sacamos de paales lo frito, pusmoslo a enfriar. Mientras tanto, ech en una escodilla
el pringue de lo gordo del tocino, lo cual, con unas claras de huevos, llev para curar a
Sancha. Con esto la unt la barriga, y qued tal que pareca cordobn vaqueteado; con lo
que sobr, le flot los hocicos, de modo que pareca vendimiadora golosa. Tras esto, le
calafete todo el cuerpo con mucha de la clara de huevo y miel, con que qued tan
clarificada como pegada. Tras esto, la revolv las estopas al cuerpo, y qued de suerte que,
en ser redonda y con pelos, pareca velln en jugo, y en lo apretativo de las estopas y claras,
pareca cuba breada. Cubrla cuerpo y rostro y arropla. Como todo su mal era cansancio y
fro, con ropa y calor descans.
Sancha untada y calafeteada.

Sancha arropada y sudando.

Dej a mi Sancha cubierta como perol de arroz, sudando ms que gato de algalia, tan
cubiertos sus ojos y sentidos, cuan atentos los mos por ir a despachar lo frito.
Cenamos, y no digo ms, porque sabiendo la cena y la gana, estse dicho el cuento. Ya
que vimos a la cena el fondo y bebido de la bota de cuero de Araujo, remordime la
conciencia, y fui a destapar el perol de Sancha. Hallla medio loca de contento, dndome
por lo hecho ms gracias que si yo fuera el mismo benedicamus domino en persona.
Parlaba tanto y prometa tanto, que tem no se resolviesen sus promesas en palabras y las
palabras en aire, que es su fin y su principio.

Vanidad de palabras.
Ya me enfadaba, y djela:
-Madre, acabe de dar gracias tan repicadas en canto de rgano; djelas para el Gloria in
excelsis.
Ofrecime si quera quedarme en su casa, dndome a entender que no estaba fuera de
hacerme heredera de su hacienda. Yo repudi la herencia, y repudiara mil a trueco de no
quedar en la pocilga de tan gran cochina, porque tem que, a pocos das que all estuviera,
me convirtiera en chinche como la doncella Onocrotala, la cual, por ser tan puerca,
fingieron los poetas haberse convertido de mujer en chinche, y que desde entonces este
animal, por lo que tiene de mujer, busca de noche compaa y, por volver por su honra,
busca ropa limpia, porque piensen que lo es ella. As que herencia de a pie quedo yo la
repudi. Verdad es que si yo me quedara en su casa, a pocos sorbos como estos yo la
pusiera a ella y a su hacienda tan en delgado, que ni tuviera para qu sacarse el unto ni para
qu gastar un comino para dar al escribano por la nota del testamento o codicilo.
Bien s yo que si le preguntaran a Mstoles qu le pareca de la burla, bizma y receta,
dijera mal della, por cuanto no se recet vino para la cura, pero no creo yo del clementsimo
Mstoles que, si me oyera mi razn y viera que no era justo hacer receta dudosas con que
se pusiera la burla a peligro de dar en vago, dejara de darme por excusada. No es claro que
si yo recetara vino, corra peligro el querer sacar dinero y, tras eso, se haba de dar cuenta a
vecino? S. Pues, qu burla puede medrar donde el secreto se extiende ms de a dos?
Antes, por esta misma razn, enviamos a pasear el mochacho mientras anduvimos de
botica, cuanto y ms que todo tena remedio, ni aun yo le di malo, y es el siguiente:

Doncella Onocrotala convertida en chinche.


Chinche, por lo que tiene de mujer, busca compaa, y por su honra, busca ropa limpia.

Mstoles condena receta donde no hay vino.

Trazas para ser buenas las burlas.

Yo le dije al barbero:
-Seor licenciado, no es justo que la vieja deje de pagar la bota, pues lo bebido fue por
su intencin. A la verdad, si yo quisiese de bueno a bueno sacar a la huspeda para vino,
bien creo yo sera el lance cierto, pero lo uno, por reservarme para cosas mayores, y lo otro,
porque lo hurtado es ms sabroso (y aun de ms estima, porque va por obra de
entendimiento y traza), quiero que con maa saquemos a Sancha dinero con que remojar la
obra, que anda muy seca, como dicen los oficiales cuando echan la buena barba.
Qu hago? Dgola:
-Madre, ahora slo resta, para que el mal no acuda a perlesa, que se le echen dos
ventosas en los dos carrillos.
Mamonas a Sancha. No hube bien dicho esto, cuando el Bertol, que estaba encarnizado
en curar la vieja, desenvain las dos ventosas; pero antes que se las echase, de comn
consentimiento, la hecimos muchas mamonas, con achaque de que era necesario hacer
llamamiento de humores a las mejillas para que la ventosa los desbombase. Ya que tuvimos
gastados los dedos de hacer mamonas, y las reideras de celebrarlas, echmosle las dos
ventosas, las cuales encarnaron y tiraron de manera que la boca se rea renegando, los ojos
parecan deciplinados y los odos como de liebre.
Ventosas de Sancha, con que excede los consejos de Catn. Con esto, exceda la Sancha
a los consejos de Catn, pues no slo callaba como l manda en la cartilla, pero ni va, ni
oa, ni aun poda. Con todo eso, la cubr la cara con la sbana, porque de lo que no se ve no
se da testimonio, y con dos deditos ech mano a la bolsa de Judas que tena colgada a la
cabecera como si fuera diciplina, y saqu a discrecin cuartos, los que bastaron para
lamprear los torreznos en la sartn de mi estmago. Ya diome conciencia de tenerla tanto
en el potro, y cuando la destap, estaban tan bien medradas las ventosas, que no se le va la
cara. Pareca acmila de grande, con armas de bronce en la cara.
Coge cuartos a Sancha.
Smil.
Tambin, para quitar escrpulos, le dije al licenciado que si algo fuese de ms a ms, lo
tomase por el trabajo.
Dicho del sotatelogo que, con mal fin, reprendi a Justina. Muchas veces me he
acusado de esta gatada que hice a Sancha, y estoy bien en que me culpen, pero no tanto
como me culp una vez un sotatelogo, que me dijo en una venta y sobremesa -sabe Dios
con qu intencin- que l sustentara que el mayor pecado del mundo era retozar con la
bolsa, y que esto defendera en pblica disputa.
Hideputa traidor! Sin duda lo dijo por concluir que era menor pecado el retozar con las
gentes que con la bolsa. Nunca arg tanto como con aqueste cabrahigo de teologa. Oye lo
que le dije, que aunque es necedad meterse las hembras a tontlogas, con todo eso, s que
te holgars de verme metida a teloga.
Djele:
-Seor talego, digo telogo, no niego que burlas con la bolsa traen consigo carga de
restitucin. Bien s que es gran pecado, pero no hay por qu hacer albrbolas, sabiendo que
una gran necesidad, aunque no todas veces excusa del todo, pero siempre excusa en parte,
que aun los sabios, para pintar la excusa, la pintaron muy flaca, hurtando un asador con
carne asada, donde dieron a entender que no hay pecado ms excusable que aquel que
procede de la necesidad de comida y sustento.
Albrbolas de necios telogos.

Necesidad excusa en parte.

Estuvo tan necio, que se puso a disputar conmigo, como si yo fuera la misma
universidad de Bolonia, y arrojaba teologas de dos en dos, como pernadas de mulo, que no
haba quien asiese una. Si alguna dijo que se le pudiese apuar, fue que mirase que por gula
se perdi el mundo.
Yo, pardiez, como vi que la teologa me haba venido a las manos, djele:
Gula, feliz ocasin. -Ah ver que este pecado de la gula no es tan desesperado, pues
aunque fue principio de nuestros primeros males, tambin fue ocasin de nuestros
postrmeros bienes.
Tomaos con Justina! Si se ha emboscado en por el paraso terrenal! Qu pensaban?
Conclu la disputa con darle un corregimiento hermanal, diciendo:
-Hermanito, ya que es sembrador, no me siembre de espinas el camino del cielo;
distinga entre el ser gulosa y pecar contra el Espritu Santo. No quiero decir que no es mal
hecho, que christiana soy y bien se me entiende que comer a costa ajena no est en ninguna
de las siete obras de misericordia, sino, cuando mucho, estar a las espaldas de los cinco
sentidos corporales, juntico a los tres enemigos del alma, sino que es malo y remalo, pero
no nos quiera decir que todos los pecados son de una marca.

Mala la gula y hurtos de comidas.

Eutropolo convertido en mona, y por qu. Ya me iba enojando contra los espantadizos,
mas yo les perdono con que rueguen a Dios me d con qu restituir estas y otras burlas,
porque no piense alguno que me ha de acontecer lo que fingieron haber acontecido a
Eutropolo, que era gran burln -conforme al nombre-, y, porque pagase culpas, le
convirtieron en mona, a la cual los muchachos hicieron muchas burlas hasta tanto que last
sus maleficios en el mismo gnero de sus ofensas.
Ello no es posible este metamorfosis. Mas cuando mis culpas lo hicieran posible, slo
me consolara con que hay ya en el mundo tantas monas de medio mogate, que si yo lo
fuera, fuera, entre tantas monas, monarcha.

APROVECHAMIENTO
Permite Dios, por justo juicio suyo, que quien gana hacienda con engao, sea engaada
de otros en honra, salud y hacienda, porque pague en la misma moneda sus delitos.

Captulo tercero

Del bobo atrevido

Suma de todo el captulo 3. LIRAS SEMINIMAS

El bobo se atreve casi a Justina, ella se defiende con buena traza. Es muy recio
El tiro del dios rapaz,
Y ms necio
Quien sustenta paz
Con l, que al mejor tiempo echa el agraz.

Quin pensara
Que el rey de la aficin
Intentara
Tirar a un bobarrn
Flecha, saeta y dardo al corazn?

Mas sin pensar


Le hizo tal herida,
Que a perseverar
Justina dormida,
Hubiera de caer de recudida.

Echar la comida en la cama. Sentme muy cansada y, para remediar mi mal, determin
echar la comida, quiero decir echarme yo y la comida sobre la cama, que eso llamo yo
echar la comida.
Justina mentirosa. Quiero confesar una verdad, aunque no la doy de diezmo, que segn
son pocas entre ao, ms gana conmigo el alcabalero de las mentiras, que el dezmero de las
verdades. Es, pues, la verdad ciclana que, si el barbero Araujo fuera de otro humor, sin
gnero de duda afirmo que no me atreviera a dormir sola en el mesn tan junto a l, que el
hombre solo y con mujer fue simbolizado en un nogal junto a la hortaliza, la cual con su
sombra se enflaquece y, con sus nueces se deshace. Mas como era un cuitado, parecime
que no se le entenda cosa de provecho y que cuando tuviera algunas trazas, fueran
enfermas, que no pasaran del quinto, aunque de el quinto al sexto no hay ms que un
tabique en medio. Con esto, me acost tan segura de que l cantara el ala mir, como de que
poda yo dormir de re mi fasol. Pero no hay que fiar en esta materia de hombre nacido, que
antes las personas ms arrocinadas son ms tocadas de este muermo.
Nogal junto a hortaliza, jeroblfico de la mujer junto a hombre solo.
Confianza necia.
Bobos, son menos confiables.

Animales que han acometido mujeres. Pasin de procrear, muy divina y muy humana.
Por esta causa fingieron poetas que animales como son cisne, guila, cigea, pato, bice,
elefante y centauro han acometido diosas celestiales. Dijo bien un philsofo de entre cuero
y carne, que la pasin de procrear es muy divina y muy humana, muy alta y muy bajaza;
por la parte que tira al bien comn, es tan divina que pretende que las bestias puedan arribar
a las nubes, y por la parte que es tan terrena, pretende deprimir las nubes. Como esta es
cosa que no consiste en perfiles de razones, ni en bemoles de palabras, ni en curiosos
ardides o estratagemas, por mi fe, que estos asnos presumen de que para el caso hacen al
caso mejor que los discretos. Verdad es que se explican mal, pero Dios nos libre de burros
en descampado, que como no saben de freno ni le tienen, con todo atropellan.

As que estando yo dormiendo a sueo suelto, pasada ya la media noche y digerida la


mona, me cant el gallo muy cerca y despertme, y a no tener pepita, me fuera mal con l.
Fue el caso que el seor doctor Bertol quera hacer otra cura en casa, y no a la huspeda.
Echen la buena barba y vean a quien caba el miedo. Yo debo de ser. Triste de m, si no
supiera conjurar fantasmas de entre once y mona.
Cura impertinente.

Yo que le sent el humor y adevin de qu pie cojeaba el muy licenciado, djele muy de
priesa:
-Seor Araujo. Ce, ce! No oye? Escuche, escuche, No sabe? Estse quedo, no haga
ruido. Oyeme? Oya.
l, con esto, detvose, y aun creo, si fuera mujer, se le rayara la leche, segn tom el
espanto, a lo que l despus me confes.
Traza de Justina para detener al bobo. -Seor Araujo dije, sepa que despus que se
acost han venido un montn de huspedes, y yo, por la lstima que he tenido desta pobre
mesonera y porque no pierda la ganancia, los he hecho las camas y acomoddoselos a
todos. Ah, junto a su cama, est uno, y dice que es muy pariente mo, y me da muy buenas
seas de que conoci a mi padre y a mi madre. Por su vida le ruego dos cosas: la una, que si
le preguntaren si es mi pariente, diga que s, porque tiene traza este hombre de matarme si
sabe que estoy aqu con l sin ser mi pariente, y parece un Roldn. Lo segundo, le ruego
que pise paso, porque no los despierte, que vienen cansados y molidos de la romera. Si se
ha levantado a buscar jarrillo de orinar, hacia ac no hay maldito sea aqul por ahora; yo le
vi anoche debajo de su cama, hacia los pies; bsquelo bien, que ah lo hallar o, si no,
vyase al hospital de las cien doncellas (el hospital de las cien doncellas llamaba l el
corral, por las tejas que en l destilan agua, y hablle en su lenguaje).
Aad:
-Trnese a la cama y duerma un poco, que ya casi ser tiempo que tomemos las del
martillado.
Declara la astucia de su traza. Con esto, amain. Has odo mi traza? No has atendido
cmo en ella acud a todo? Qu portillo dej por cerrar? Qu razn sobr ni falt? Y
despus dirs que las mujeres somos indiscretas e incapaces, y que por eso no nos dan
estudio. Enganse, y crean que si nos niegan el estudio, es porque de antemano sabe ms
una mujer en la cama que un estudiante en la universidad deshojndose. Es nuestra sciencia
natural, y por tanto las sciencias de acarreo son de sobra. No conviene que a las mujeres
nos ocupen en estudios que duren de media hora arriba, porque si tal nos ocuparan, se
acabaran todas las buenas trazas repentinas. Los hombres trazan de tarde en tarde y con
tinta y pluma, nosotras en el aire, y por eso, para que se conserven las sciencias repentinas,
no es justo nos ocupen en las de asientos. Qu predicador ni qu Apolo pudiera con ms
presteza remediar un peligro como el que yo remedi con solas cuatro palabras? Acaba,
pues, de creer que hay sophas, y que son mujeres.
Por qu a las mujeres no se les da estudio.

Diferencias entre las trazas de hombres y mujeres.


Mujeres hay sabias.
El Bertol crey y temi. El bueno del doctor fantasma, como me oy decir que haba en
el mesn gente, y pariente mo arroldanado, no slo no me habl, pero comenz a temblar y
a mover el aposento a puro temblor, tanto que pens quedara como otro Can, conocido por
malhechor; pero no era su culpa tanta, pues no hubo sangre.
Solame decir mi madre
-Hija, t fueras buena para falso testimonio, porque te levantas tarde.
Pero en esta ocasin, como sent la mosca, aviv, levantme y vestme, y aun si hallara
una cota, me la atacara; y no contenta con esto, me fui junto a la cama de la mesonera, con
achaque de que iba a saber de su salud; mas la verdad era que me pareci a m que junto a
ella no poda correr peligro mujer ninguna, que ans como a la oropndola ninguna vez la
conoce el macho en el nido porque le tiene sucsimo, as junto a tan sucio nido no me
pareca a m que corra peligro mi honestidad. Ello, pardiez, que si all viniera, que lo haba
de pagar la vieja, porque a repelones la haba de sacar la bizma de claras de huevos y flotar
con ello la cara a Bertol.
Justina, segura junto al nido de Sancha. Oropndola.

Levntase Bertol y ve su engao. Levantse por la maana Araujo, y como me vio


vestida y en talanquera junto a Sancha, el mesn sin gente, toda la casa yerma, que pareca
cosa de encantamiento o aventura de Galiana, ech de ver su necedad y mi discrecin, y, de
espanto, comenz a dar manotadas en seco; pareca gato que est a caza de pardales en
punta de canal de tejado y, al querer hacer la presa, da una gatada en el suelo por causa de
querer echar al aire las dos manos en que estribaba. Este no tena de donde caer alto, porque
siempre andaba a burra, sin peligro de poder caer della; mas lo que es dar manotadillas en
seco como gato burlado, dbalas que era un contento. Corrise de ver que le haban
entendido la treta, y defendido el saco, y tanto de corrido y avergonzado, vol sin decir
siquiera a Dios que me mudo, y ya disimulara con que no me dijera a m quedad con Dios,
pues estaba excusado de ofrecerme salud de Dios quien me haba intentado enfermedad del
diablo. Pero el no pagar la posada con un decir, seora huspeda, mire que vuelvo barras,
fue recio caso.

Para remate de sus desdichas y principio de sus temores, se le olvidaron en la cabecera


de la cama de la mesonera cuatro ventosas y una venda de sirgo que l deca que le haba
mandado su mujer comprar para sangrar las damas, y entre ellas a un muy melindroso
capn de mi pueblo que se sangraba muchas veces del tobillo, y, a pesar del diablo, que le
haban de poner una venda de sirgo. A este llamaba un sobrino mo mam, taita, por verle
sin barbas. Prdida fue sta por la cual fue speramente reprendido Bertol Araujo de su
mujer, a quien llamamos muerte supitaa. Qu dir?, hasta los tiros de la espada dej
olvidados. Negro tiro fue el suyo, que tan mal sali. Pienso yo que los vientos no llevaban
ms ligereza que aquella con que la vergenza le sac de la posada. Aqu vern que
tuvieron razn los que pintaron a la vergenza con alas, pues el vergonzoso, cuando huye,
vuela; y por eso dijo el refrn: el toro y el vergonzoso poco paran en el coso.

Olvidos del bobo.

Aunque sea anticipar cuentos, es muy donoso el que me aconteci con Araujo en
Mansilla. No haba darle un alcance, que la vergenza de no se haber careado conmigo le
haca no carearse ahora a las derechas. Ya, una vez, no pudo dejar de verme en mi casa,
porque le hice llamar para sangrar a un husped que estaba en ella, de quien l saba que
tena tan buena sangre en la bolsa como en las venas. Vino, y no le quise hablar hasta que
hiciese la sangra, por no le alterar la mano con el miedo, como el emperador, cuando para
sosegar un barbero medroso de ver a su majestad, le tom de la mano.
Ya que acab, hice encontradiza con l y djele:
Da vaya Justina al bobo. -Seor Araujo, esta es buena hora para sangrar, pero en horas
desacomodadas avsole, como amigo, que no use oficios que no son para hacer a tientas Y
dgame, mameluco, cmo se ha atrevido a venir a mi casa, que nacen en ella Roldanes de
la noche a la maana, que son espantavillanos?
Decir discreciones a necios es probar corneta donde no hay eco. Estas y otras mil gracias
le dije buenas, pero a hablar con un discreto. Pero decir semejantes gracias a tontos, es
como quien prueba corneta donde no hay eco. Con todo eso, si alguna vez estuvo menos
necio, fue entonces, que me dijo:
Razonamiento de Justina y Bertol. -Seora Justina, qu se le antoj decir que haba
tanta gente en el mesn del pas de marras? A media noche ve visiones?
Yo le dije:
-Ay, el mi buen Bertol, buen Bertol! Y aun por no ver yo una, dije que va tantas!
Diga, bambarria, al maestro cuchillada? Con mesonera burlona quiere burlas en mesn?
No sabe que yo en un mesn estoy como Aanthen sobre su madre la tierra, que nadie le
poda hacer mal ni de veras ni de burlas, y l a todos s? Pues aprenda y, para semejantes
trances, busque aprendizas, que yo he comido muchas guindas y tirado muchos huesos, y
descalabro con ellos.
Justina en el mesn, Anthen sobre la tierra.

APROVECHAMIENTO
No hay hombre que, estando con mujer a solas, comnmente sea seguro en caso de
sensualidad, y aunque ms ignorante sea. Antes deben ser reprendidas las que con decir
fulano es un ignorante, excusan su flaqueza y falta de recato, siendo sta razn que antes
acusa que excusa, pues la ignorancia es la que carece de freno y suelta las riendas en
semejantes casos.

Captulo cuarto

De la partida de len

Suma del nmero. NMERO PRIMERO


De la despedida de Sancha

SONETO

Despedida de Sancha y segunta estafadura. Justina se despide y pide a Sancha


La paga de la bizma y medicina,
Y porque d de s, la muy mezquina,
La aprieta con sus brazos, aunque es ancha,

Y como la lisonja siempre ensancha,


Dio de s, y dio truchas, miel, cecina.
Oh, omnipotentsima lisonja,
Cunto vales, cunto puedes, cunto enseas,

Y ms si te encastillas en mujeres!
All del bien ajeno eres esponja,
De all vences durezas, rompes peas,
Lo que quieres puedes y puedes lo que quieres.

Es uso en la ciudad de Len -a lo menos entonces ralo, ahora no s si se ha quitado con


los diez das -digo que era uso que a las cuatro de la maana el abogador de una cofrada en
voz muy alta, iba por todas las esquinas de las plazas diciendo a voces:
-Encomendaris a Dios las nimas de Fulano Pillitero y de Fulana Pilletera.
Y por aqu iba echando una letana de gente del otro mundo. Y como yo aquella noche
haba estado tan despierta que haba contado todos los relojes, y estuve atenta al pasar este
pregonero eclesistico, espantme y durme el periquillo hasta que la Sancha me refiri la
cornica de la cofrada y no con poca devocin.
Justina se espanta.

Despus ac me ha parecido que sera bien mandar quitar aquel uso, que quien oyere
aquello a tal hora, pensar que o es cofrada de trasgos o zorra de morrazos.
En esta sazn me acab de vestir y fui a dar los buenos das a mi burra, y qu tales los
tena ella con estos bodorrios. Volv arriba a tomar la bendicin de la gran Trapisonda de
mi huspeda, y preguntme que qu haca el licenciado que no la va.

Excusa fingida y verdadera. Yo le dije que haba partido muy deprisa aquella maana y
que las causas de irse ans haban sido muy urgentes, lo uno, porque a lo que yo crea, tena
mucho que curar en Mansilla, y lo otro, porque l haba all en Len ordenado una sangra a
una persona en sana salud, la cual no sucedi bien, y por temor de que no le denunciasen,
se haba partido. Verdad es -aad luego- que l no tuvo la culpa, porque la misma persona
que el quera sangrar le dio ocasin, y antes me espanto cmo no la desangr, segn ella
anduvo descuidada y dormida.
-As lo creo yo (dijo Sancha Gmez), que no tendra la culpa el seor dotor, que se le
echa a l muy bien de ver que es muy cuerdo y atinado, y por m lo veo, que nunca hombre
tanto bien me hizo, ni mdico me cur tan diestramente, y cuando ms seales no hubiera
en l para ver cun honrado, cun discreto, cun cuerdo y cun bendito es, basta a ver las
pocas palabras que habl.
Capta la atencin al lector. Por tu vida, oyente mo, que aunque te parezca fuera de
propsito, me escuches y juzgues si tengo yo razn en una cosa que te dir. Sabrs que no
hay cosa que ms ofenda y d en rostro que or y ver que algunos, y aun muchos, alaban y
engrandecen a algunas personas bobas de ejecutoria, sin otro fundamento, principio, ni
razn ms que decir: Fulano es discreto, es santo, sabido. Por qu? Porque no habla,
porque no dice gracias, porque no se burla. Y hoy da hallars en las repblicas y
comunidades que unos necios desconversables, impolticos, groseros hacen favor a algunos
personajes por decir que no hablan.
Enojse contra los que alaban a otros slo porque no hablan, siendo bobos.
Prueba ser indignos de ser loados los que callan por no poder ms. Aqu de Dios y
vlgalo el diablo!, como deca el bobo. Si estos no saben hablar, qu mucho que no
hablen? Qu universidad jams gradu de dotor en callar?Qu virtud puede haber donde
hay fuerza? Luego si estos callan por no poder y no saber hablar, por qu han de dar
nombre de virtud a lo que ellos mismos quisieran excusar?
Dir la otra vieja roosa:
-Hija, no ves el seso de Fulanita, que ni re, ni burla, ni dice gracias, ni donaires, ni es
chocarrera?
Dir yo:
-Pues, vieja maldita!, hay cosa ms fcil que dejar de hacer lo imposible? Pues por
qu alabas en aquella lo que le es forzoso? Qu donaires quieres que diga quien, si se echa
al aire, no tiene alas con que volar? Qu gracias quieres que diga quien por naturaleza
sali en desgracia con las tres hermanas que son las madres de las gracias? Qu burlas
quieres que haga quien no sabe qu son veras ni qu son burlas?
Tontos puestos en honra porque favorecen a otros tontos.

Declara que loa y que no alaba.


Lo que yo entiendo es que como algunas veces hay tontos mudos en buenos oficios,
acreditan otros tales por calificar su patrimonio y aperdigarlos para que sus oficios se
hereden en personas tales, y lo que peor es, que discretos habladores favorecen a veces
tontos mudos, parte porque los han menester para campear junto a ellos como rosa entre
espinas, parte porque presumen que los tales, como no hablan, no parlarn sus males, y de
stos se fan por ver que tienen el secreto en el pecho, y yrranlo, que antes estos tontos
medio mudos, como no saben hablar en canto de rgano, una vez que abren la boca es para
decir en canto llano las verdades que saben, tope a quien topare. En fin, que tienen en el
pecho secreto y en la boca secreta.
Vituperio de parleros. No alabo el parlar mucho, que bien s que es gran mal; bien s
que es resolver el alma en aire y dar la llave del castillo al enemigo (Dios nos libre y nos
guarde), y que contiene otros mil males que la lengua los calla por no escupirse a los ojos;
mas lo que vitupero es que se tenga por grandeza y blasn decir que uno no hace lo que no
sabe y que sepa callar quien no sabe hablar. Si el que no habla es porque no conviene, santo
y bendito; ese tal es digno del lauro de un Hipcrates y Agenore; pero que ese se d a un
calln de por fuerza, es necedad, y por tal la declaro por estos mis escritos.

Cundo el callar sea bueno.


Bien est, tornemos a poner los bolos y vaya de juego, que no quiero predicar porque
no me digan que me vuelvo pcara a lo divino y que me paso de la taberna a la iglesia. Slo
dije esto a propsito de la mesonera que alababa al doctor Bertolo, no slo de gran mdico,
pero de hombre de pro, porque hablaba poco. Concrtame esas medidas! Qu tiene que
ver hablar poco con ser buen mdico?, como si el ser mdico consistiera en abogar en el
tribunal de las parcas para que de hilanderas se tornaran en ser cocheras, para traspalar
gentes de muerte a vida. Vean aqu lo que yo digo:

No consiste todo en callar.

-Esta Sancha, como era una jumenta, cuadrle aquel asno mudo.
-Pues, dime, vieja de Bercegey, si todo el mundo fuera mudo, quin te relatara la
bizma que te san?
Sino que ya es refrn viejo, lo que ignoran baldonan.
Una cosa dijo Sancha con la cual yo estuve muy bien, porque la estuve aguardando el
envite al embocadero.
Regalos de obra menguan con la ausencia, y los de la boca crecen. -Psame (dijo
Sancha) que se haya ido el seor dotor sin decirme nada, que quisiera yo darle un muy buen
regalo por el trabajo.

Ya yo saba que la ausencia aumenta los regalos de boca y apoca los de obra, que por
eso pintan a la ausencia con la lengua de fuera y las manos cortadas, y porque esto no
tuviese lugar, determin hacer conforme al antiguo refrn que dice: Cuando te ofrecieron
la cochinilla, etc., y en cumplimiento dl, la dije:

Sacalias de Justina. -Ay, seora! Si v. m. tiene aficin al dotor, mi primo (que mi


primo es), y tiene gusto de obligarle, no lo pierda por estar ausente, que yo se lo llevar,
que aunque sea una trucha o cosa fresca llegar muy buena a Mansilla, pues me parto ya y
he de caminar con la fresca de la maana.
Dvida de mala gana. A ella, creo, le pes de haber regoldado la oferta del regalo, mas
como la haba hecho con tanto ahnco y yo fortalecdola con mayor y tomado los puertos a
todos los peros que podan estorbar su intento, no tuvo lugar de tornar la habla al cuerpo.
Replic:
-Pues, hija, qu os parece a vos que se le podra enviar que le estuviese bien?
A m bien se me ofreci decirla:
-Pues, madre, ese es el buen regalo que tenades aparejado? Mal alio tiene de dar
regalo quien no tena determinado nada.
Bordn de lisonjeros. Pero no me pareci ir en esa letura; antes, para alejandrarla, as del
ordinario bordn de lisonjeros, diciendo:
-Madre, en casa llena presto se guisa la cena. Tiene la casa tan proveda de regalos, que
el menor se puede dar al prncipe y a la princepa, cuanto y ms al dotor, mi primo. Mas,
pues lo pone en mi albedro, parceme que aquel jarrillo de miel que tiene en la alacena
ser all muy estimado, y yo me amaar bien a llevarlo si va as lleno como ahora est,
porque si se vaca algo, batucarse ha todo y perder la miel su fuerza, y por mucha cuenta
que se tenga, se caer y verter toda.
Pide la miel con maa.

Dar de avarientos. Fue razn concluyente, y all, a tragantones y con hartas


contenencias, me la dio.
Parceme que si la Sancha cupiera dentro del pipotillo de la miel, se me metiera en ella,
segn se le fueron los ojos tras l al punto que me hizo la entrega, y no haca sino
destaparle y mirarle como si me pidiera que la diera testimonio jurdico de algn cuerpo
muerto que me depositara all. Harta gana tuvo ella pedirme que la dejase mermar algo de
la miel, pero, para si esto me dijera, ya yo haba reparado el golpe con lo del batuquerio y
derramamiento.
Tras esto, met yo mi coleta tambin, y dije:
Segunda vez pide Justina para s. -Ah, seora! Para mi primo se hizo la tierra de
promisin, que manaba leche y miel, y para m no darn agua las piedras! Pues a fe que, si
no fuera yo nacida, que v. m. fuera muerta, y con los muchos no apedre yo las vias. Si yo
comiera miel, no se me diera nada, que de este regalo partiramos yo y mi primo, mas soy
muy poquito gulosa de cosas dulces. Ea, reina, siquiera porque me acuerde della en mis
pobres oraciones!
Confianza necia. Quiso Dios que oy las mas la vieja, y me dio un pedazo de cecina
que tena debajo del almohada, no tan fro como puerco, y una gargantilla de abalorio, un
rosario melonado, bien labrado, de azabache tan fino como yo, y (lo que ms es) me dio la
llave para que yo sacase estas galas de una arca donde tena este flete, en un escaparate
hecho de ochos y nueves. Yo, por pagarle la confianza que de m hizo, le cog un espejo del
arca; merced fue que le hice para que no viese su maldita cara y se ahorcase como arpa;
mas no hara, que yo la vi tocar en los cristales de una herrada de agua, y no desesper ni se
ahog.

Cgele el espejo.
Arpa, se ahoga viendo su cara en el espejo del alma.
De gasto de cebada y costa de posada no hubo memoria, que cuando corre la ventura,
las aguas son truchas.
El avaro cuando da es largo.

Tanto da el avaro como el franco, y por qu.


Creme que un avariento, la vez que da, es Alejandro, es como Zapardiel cuando sale
de madre. Yo hallo por mi cuenta que tanto da el avaro como el franco, sino que el avaro lo
da de un golpe y el franco de muchos; el liberal, como siempre piensa en el dar, siempre
piensa en el retener, y as salen de sus manos las franquezas con freno y falsas riendas; pero
el avariento da sin freno, porque da con deseo de poner fin de una vez a los dones todos.

Sneca.

Atngome a don de liberal vivo y testamento de avariento muerto.

Fbula de la gata bodegonera, a propsito de que el avaro cuando se suelta a hacer amistad,
da mucho.

Corta las uas la gata para medir.


He odo referir de Sneca que, en materia de espontneas donaciones, se atena a los
dones de avariento vivo y testamento de liberal muerto. Y en el libro de jauja se refiere que
cierta gata era bodegonera y tena en su servicio otra gata a quien encarg ciertas varas de
longaniza para que las vendiese a palmos; vino a la tienda cierta gardua amiga suya a
comprar ciertos palmos de longaniza, qusola hacer cortesa y dar buen palmo y,
parecindola que palmo de gato es muy estrecho, se hizo cortar las uas y con ellas
enhiladas en largo le midi el palmo tan largo como su voluntad. Pidile su ama a la gata
razn de tamaa perdicin y de un medir tan sin medida; a lo cual respondi:
-Quien mide a amigos, no puede medir con uas, y por eso me las quit, y si el palmo
sali grande, yo no exced el mandato de v. m., porque palmo hecho de uas de gato, palmo
de gato es.

Medir de entre amigos.


Entonces la gata seora dijo con grande prosopopeya esta sentencia:
Sentencia de la gata con que se cierra el intento. -Sin duda, que la vez que hace merced
un gato, es Alejandro.
El emboque de la aplicacin me perdona, pues ves que le dejo por estar la bola tan junto
a barras, que entre buenos jugadores pas por hecha. Bien te pudiera traer el jeroglfico del
gusano de seda el de las hojas del oro y el del camo, mas no quiero, por cesar de ser
coronista de esta mesonera de la pestilencia.
Apunta otros jiroblficos a propsito.
Abrazo de Sancha, enfadoso. Slo te digo que harto bien pagu su liberalidad, pues sufr
que me abrazase, o, por mejor decir, me cinchase, y yo la medio abrac; digo medio abrac,
porque para abrazarla por entero fuera necesario un arco de la cuba de Sahagn.
Tambin sufr derramarse sobre mi albanega ciertos lagrimones de oveja vieja, y me
retocase con sus claras, olor y estopas, que tuve bien que hacer en sacudir de m tascos y
pegotes.

APROVECHAMIENTO
La hacienda mal ganada siempre paga censo a malos y a buenos, que contra el ladrn,
los unos sirven de verdugos y los otros de jueces.

Suma del nmero. NMERO SEGUNDO


Del desenojo astuto

Parte de Len Justina encuentra en el camino al bachiller y, con un nuevo engao, le


desenoja y le coge dinero, y hace creer que ella le trat verdad en lo de la miel. SPTIMAS
DE TODOS LOS VERBOS Y NOMBRES CORTADOS

En el captu- siguient-
Se cuent- un cuent-admira-
De un bachill- disparata-
Neci-, bo-, loc-, imprudent-,
En quie- se cumpl- el refr
Que tras cornu-, apalea-,
Y tras los cuern-, peniten-.

Salida apresurada. Sal del mesn con la furia que sale el impetuoso torbellino impelido
del Eolo enojado, y aunque pas por mi primera posada, no me dio temor ni de los Pavones
ni de la mesonera, porque los unos tuve por cierto que estaban en cartis pitis, y la mesonera
-a la ley de creo- haba trabado la ejecucin en los muebles del bachiller. Mi burra iba bien
cargada y sin peligro de que el aire la llevase a transformar en cancula, a causa de que mi
criado y yo habamos metido en las alforjas ms especies de cosas que cupieron en el arca
de No. Porque como mi mochillero entendi la vida y humor de su ama, tambin l haca
por su parte tiros, mochilla y levadas conforme a su capacidad, que no se puede pedir ms a
un muchacho de poca edad. Segua el arte y entendala, y vilo en algunos buenos tiros que
hizo a inocentes platerillas. Mucho me debe aquel muchacho. Hcele hombre, que si yo no
fuera tamboritera, no saliera bailador.
Burra cargada.

Mochillero hace tiros como su ama.

Buenas salidas. Aunque sal de Len por la misma parte que entr, y dije mal de las
entradas, me parecieron bien las salidas, que las tiene Len muy buenas, mucho, mucho.
Entindese si las salidas son para no tornar jams, como yo lo he hecho.
Cantar alivia el camino. Venimos cantando yo y mi lazarillo -que el cantar alivia el
cansancio-, y aun la burra rozn su poquito bien, viendo echar el bajo a un burro que la
sali a recebir, el cual para medir lienzo no le faltaba todo. No me alabo de lo que cant,
porque no falta quien diga que en las mujeres, en cuanto crece la dulzura del canto, mengua
la inclinacin a las virtudes, sino de que dije coplas que me pareca que se me hacan de
mohatra. No me espanto que cantase Marta despus de harta, que el contento fue el padre
de las musas y abuelo de la poesa, y el Parnaso fue corte de la poesa por ser paraso de los
deleites.
Mujer cantora, sospecha de mal inclinada.
El contento, padre de la poesa, y por qu.

Con este ejercicio fue mi burra viento en popa hasta encimarse y arribar a la cumbre del
portillo de Mansilla, y, en vindose a vista de mi pueblo, cay, mas la noble e hidalga burra
se levant en un punto ms orgullosa que antes, de modo que me dio al alma, si, aquella
burra, como era ciudadana y reconoci tierra de villa al caer, hizo lo que Julio Csar, que
cayendo dijo:
-Tngote, frica, no te me irs.
Mudanza acarrea el deseo de sosiego, y un extremo otro extremo, y da la razn. Todas
estas aventuras y concetos me llevaban empapirotada el alma y con prspero viento
marchaban mis sentidos a tornar puerto en mi querida villa, que es naturalsima cosa a una
mudanza acarrear un deseo de sosiego y un extremo otro extremo, porque como, desde el
prncipe hasta el ltimo gusano o polvo terreno, todas las cosas estn armadas en el fuste de
la mudanza, es claro que, por no salir de quien son, jams toman ningn puesto, si no es
para que sirva de paso y trnsito.
Nunca engaa el corazn, y por qu. Algn miedo llevaba de si el bachiller melado,
parte de cansado y parte de enojado, me aguardaba en el camino, y como sea verdad que un
fiel corazn nunca engaa, por la parte que tiene correspondencia con principios an ms
altos que el mismo cielo corporal, tampoco en esta ocasin me quiso ni pudo engaar.
Dicho y hecho. Al revolver de una pea cortante, le encontr muy melanclico y
pensativo, que sin duda la clera adusta y requemada de tanto esperarme se le haba vuelto
en melancola. Pero como es natural que la vista del matador hace revivir la sangre helada e
inquietar las precordias, alborotsele la pajarilla, y, como si l fuera una colmena de
avispas ofendidas, con esa misma furia y susurro de palabras comenzadas y no acabadas,
hencha el aire de quejas y a m de algunos temores.
Enojo necio del bachiller.
El mayor que yo tena era no hubiese cogido alguna sopa de arroyo o marinica de
cascajal, que es lo mismo que lgrima de Moisn, y, dicho en romance, es un guijarro. Esto
me haca mirarle a las manos y a la faltriquera, por si la haba hecho vivar de estebanas,
que lo dems no me daba pena, que era un lebroncillo y no vala sus orejas de agua para
cosa de pendencia. Si l fuera un David, no temiera, que los Davides y los corteses slo
tiran piedras a los gigantes y no a damas; si un Adn, aunque yo hubiera pecado ms que
Eva, no temiera, porque nunca he odo que Adn apedrease ni aun tiese a Eva por el dao
que hizo. Si supiera el captulo que en el libro del duelo, que compuso Doa Oliva, y trata
la venganza que pueden tomar los hombres de las mujeres que les ofenden, no temiera,
pues se dispone all que basta por venganza tornarlas un guante. Mas de todo saba poco, y
menos de disimular. Pero, confiada en que nunca me fue mal con estudiantes, se atrevi mi
pobre chalupa a abordar con su buen calafateado o enmelado bergantn, no con poco
cuidado de desimular la risa de la burla, la pena del mal olor y el temor de sus desacatos.
Llegada con temor. Era gran habladorcillo, y, por no perder la costumbre, quiso
vengarse, no con piedras, sino poniendo en la honda de su lengua las crudas e indigestas
razones que se siguen:
Represin del bachiller. -Mala hembra, por qu has querido authorizar con la honra que
me has quitado tu mesonera e ingrata descendencia? Serpiente, por qu me has hecho
arrastrar por los suelos de las camas bandome de espurcicia? No sabes lo que yo y t
omos en un sermn, que el estircol de una golondrina caus mil pesares en casa de un
santo que no se me acuerda cmo se llamaba? Pues por qu has querido estercolarme de
hoz y de coz tan sin lstima de m? No haba otras burlas ms enjutas y de mejor olor?
Naciste entre sebosos ratios! Cristete como gusano en estircol de letrina!
Llmale asno. Qu te contar? Djome cosas que no cupieran en el Calepino. Yo no por
eso perda tiempo ni perdon algn jo a la burra, antes deca el jo doblado, con presupuesto
que el un jo era para la burrica y el otro jo para el bachiller melado, aunque no melifluo. Ya
quiso Dios que par la bomba. Bien pens l que le respondiera yo algunas razones con que
ablandara algo su escropuloso enojo, mas no se me ofreci otra respuesta sino la de
Marcela a Garcern:

Respuesta de Marcela.

Quiere darme por escrito


Ese largo parlamento?
Que me importar infinito
Para un negocio que intento.

Corrise, porque era copla usada en Mansilla y recibida por afrenta, si una moza la
deca a quien la hablaba.
Ademn de necio enojado. Entonces l, enojadsimo con la afrenta de la respuesta
presente y burla pasada, echa mano a un pual, de dos que llevaba en la mano, y, a cofre
cerrado, me amag como valentn.
Yo quisiera atropellarle con la burra, mas aunque la espole, no me entendi, o si me
entendi, no le quiso hacer mal, por el smbolo y parentesco que entre ellos haba.
Ofreciseme de hacer del ojo al aclito para que conjurara sobre l una nube de
pedradas con que siquiera le espantara. Dejlo de hacer, porque como mi picarillo era
determinado, saba que tardara yo ms en decrselo que l en empedrarle la cara y esmaltar
la miel dorada con la sangre de sus venas. Y ans me determin tomar por mi persona la
empresa de espantarle, confiada en que no era yo la primer mesonera que triunf de
hominicacos.
Ademn de Justina enojada. Baj, pues, como un len pardo o azul, y fingindome furia
de onza, y aun de arroba, le amagu con un terrn y juntamente le hice un gesto tan de
hircana furia, que tuvo por mejor mostrarme l a m las espaldas, que esperar a que yo le
mostrara a l los dientes. Con este ademn, nos quedamos ambos hechos estatuas de
salvajes de armas, l con sus dos dedos empuados en la mano, yo con mi terrn, punta al
ojo; l medroso, espantado y absorto de ver mi ademn; yo perseverante por meterle el
gesto en las tripas.
Qudanse como estatuas.

Desenojo. Ya fuimos a menos. Retraje el brazo, ech a mis espantadores ojos las
cortinas de mis prpados y plegu el pendn de mis extendidas cejas. Yo perd el miedo y
l la clera, con que pudo hablarme con algo menos rumbo, aunque no menos correa -que
en esto del decir tena rauda despepitada.
Llegseme cerca y dijo:
Razn de menos enojado. -Seora Justina, que no lo hacan por tanto, que cinco dedos
envainados en la palma nunca dan estocada de muerte. Particularmente que un agraviado,
de justicia, pide algn camino para su descargo, y el que yo intent no era el ms costoso.
Parcele bien, seora Justina, haber afrentado su sangre, enlodar a sus parientes, poner mal
olor en mi fama y mi persona? Pues as me paga que todo el camino de la romera la vine
acompaando, hecho un Roldn contra todos aquellos y aquellas que la queran agraviar?
Dgame, es posible que no tuvo miramiento una doncella tan limpia y tan honesta en
porcar un cesto nuevo y limpio como aquel, y tras esto, poner mi vida al tablero por
defender su honra y su limpieza, o, por mejor decir, su suciedad?

Cargo necio.

Habla a la mano al bachiller. Ya yo saba que aguardar fin a sus bachilleras razones era
buscar el fondo al mar con sonda de calabaza o cabeza de alfiler, y por tanto le quise atajar,
temiendo no me diese ocasin de segundo relmpago.
-Basta, basta! (le dije). Basta, seor enlodado, el de mal olor en su fama y su persona.
Si l es un bobo, qu culpa le tiene el concejo? Por qu, pues yo le dije que fuese a la
cama en que yo dorm, no subi paso a paso, sin ruido, a la propria cama donde yo le dije?
Si l fue a otra cama de algn puerco como l, de qu se maravilla que le ensuciasen y
afrentasen? En las camas donde yo duermo nunca yo dejo esos incestos. Si fuera a la
propria cama donde yo dorm, hallara ser verdad cuanto le dije, y que debajo della estaba
un gran cesto de favos de miel. Y, por ms seas, sepa que el procurador que trataba mi
pleito en Len no los quiso, porque me hace el pleito de balde, y yo, por no traer sucia la
alforja, derret los favos en casa del procurador y traigo la miel conmigo en un perolejo
vidriado. Vala aqu, para que entienda que es un tortolico y que no hace cosa a derechas; y
sepa que no lo tiene todo averiguado, que no lo har con un real de a cuatro lo que me debe.
Lo uno, porque sepa que no me cost poco a sacar de rastro el cesto y favos, que como l lo
meti todo a barato, ya no haba rastro de la miel y pensaba que era negocio dejado, y para
sacar el juego de maana, di un real a una moza del mesn que me parl cmo y dnde
estaba. Mire si yo no fuera ladrona de casa y supiera negociar en mesones, qu bueno lo
haba parado! Lo segundo, que por el dao que l hizo y por vengarse dl, me tomaron a m
ms de tres reales de miel y el cesto, y hube de comprar este pote vidriado. Velo aqu todo,
pote y miel y el cesto.
Entabla segundo engao diciendo que el bachiller tuvo la culpa.

Persuade su prdida Justina.

Qutale el sombrero en prendas de cuatro reales.


Y mostrselo, y al verlo, quitle el sombrero en prendas.
l, confuso y convencido de verse culpado y la claridad al ojo, cortse y no supo qu se
hacer. Parecile que haba de ser segundo pleito de mesonera, y tanto mayor cuanto yo era
mesonera mayor de marca. No tuvo otro remedio sino hincarse de rodillas y pedirme, por
las plagas de San Lzaro, que le fiase la paga hasta que nos visemos en Mansilla, mas yo,
como soy misericordiera y ech de ver que no llevaba moneda en que trabar la ejecucin, se
le torn con algunas ceremonias y ratificaciones de que escupira el real de a cuatro en
vindonos en Mansilla. Pidime tambin con mucha instancia que no dijese cosa de lo que
por l haba pasado a nadie de Mansilla. Yo no le dije s ni no, porque pensaba, en
cobrando el cuatrn, no dejar persona escolar ni lega a quien no dijese el chiste. Y, por
contentarme, me dio algunas cintas y arenillas que de Len traa, lo cual todo lo tomaba yo
con un ademn tan grave, como si le hiciera merced de la vida.
Convncese el bachiller de culpado.

Disimulacin de Justina.
Toma lo que le da y con gran seoro.
Dale matraca Justina para que se vaya. Ya que vi que no tena ms que dar sino palabras
suyas, que para m eran tan enfadosas, comenc a darle matraca, avisndole que si all no
desfogaba, no me podra contener en Mansilla y que mejor era que all descargase la nube.
Con este presupuesto estuvo un poco quedo, lo que bast para decirle galanas cosas sobre
lo del haberse ido a fregar al cao como muchacho azotado, y echarse en remojo como
pescada salada, y sobre lo de haberle hecho perder tierra la diosa Palas, digo la mesonera
con el palo.
Quisiera que se me acordaran los dichos que le dije, pero ya es comn que los que
decimos de repente no tenemos buena retentiva, a causa de no ser hmedas de celebro. El
s, con su humedad, podr haber retenido. Para esto de matracas era entonces yo una
cendra, y aun ahora no es tan viejo el moro que pualada no diera, si ocasin de burla y
fisga hubiera. La matraca fue tal y tan buena, que no fue en su mano aguardarla ms que si
fuera melecina de plomo derretido. En fin, tom y fuese.
Huye el bachiller por la matraca.

Cuando yo entr en Mansilla, vi que se estaba paseando por la plaza, con el vestido
mudado y en compaa de Bertol. En vindome que me vieron ambos a dos, fue como si se
les apareciera algn muerto a pedir ejecucin de testamento, y aunque ms los cece, no
hubo venir, y no me espanto, que como yo deca ce, ce, el Bertol pens que era el ce, ce de
marras, cuando le dije: ce, ce, tngase, que est aqu mi pariente Roldn. Y el bachiller,
oyendo ce, ce, se acord del cesto, y por esto huyeron ambos.
Un ce, ce, entendido de dos, a dos propsitos.

Con todo eso, el bachiller lo pens mejor y, para obligarme a que callase, me vino a
besar las manos y me trajo un real de a cuatro tan duro como un hueso. Puso el dedo en la
boca, y como as el callar como el hablar se hace con la boca, y l apuntaba a la boca, no
entend bien si me deca que callase o divulgase la burla. Yo, por acertar, ech a la peor
parte, en especial que ya yo tena el cuatrn embolsado.
Justina descubre el secreto y da matraca pblicamente al bachiller.

Vi buen auditorio; comenc a decir pu, pu! y taparme las narices.


-Qu ha, seora Justina? (dijeron los del mercado).
Respond:
-Fuego de Dios, seor bachiller, y cmo huele a miel de ovejas!
-Yo, seora?
-Ay, s! (dije). l es, seor bachiller melado, que no debi de lavarse bien en los caos
de Len. Mal haya la mesonera que le encer con tan mala trementina! Hideputa de mal
hojaldre! Este es el secreto macho que me encargaba, siendo l secreta? La bellaca que tal
callara! Parez que calla, seor bachiller! Vulvese a nio, que no sabe decir la caca?
De aqu fui diciendo bellezas, que despus que una pcara desprende tres alfileres del
secreto, no hay tal bohemio del gusto. Furiosa fue la avenida de vayas que le di y la que le
dieron los de mi pueblo, que haba en l muchos de vaya.
Qued tan asentado el nombre del bachiller melado, y con l tal mancha y mal olor en
su fama, que por muchos aos que dure no le jabonar Taborda.

APROVECHAMIENTO
Quien quiera triunfa de un labrador, porque su indiscrecin da armas contra l.

Suma del nmero. NMERO TERCERO


Refiere Justina los trajes y un razonamiento que tuvo con un asturiano. De los trajes de
montaeses y coritos

SEXTILLAS UNSONAS DE NOMBRES Y VERBOS CORTADOS

Yo soy due-
Que todas las aguas be-
Escuch- que quier- pint-
Un mapamund- gener-
De monta- y asturi-
Desde el coc- hasta el zap-
Espad-, mont-, sombr-, guad-,
Y si pregunt- quin lo ha he-,
Yo soy due-
Que todas las aguas be-.
Soy la rein- de Picard-,
Ms que la rud- conoci-,
Ms famo- que doa Oli-,
Que Don Quijo- y Lazari-,
Que Alfarach- y Celesti-
Si no me conoces cue-,
Yo soy due-
Que todas las aguas be-.

Bondad consiste en accidentes, ornatos, menudencias. Yo pienso que la bondad de las


cosas no consiste tanto en la sustancia dellas cuanto en menudencias y accidentes de
ornatos y atavos. Ans mismo, pienso yo que la bondad de una historia no tanto consiste en
contar la sustancia della cuanto en decir algunos accidentes, digo acaecimientos
transversales, chistes, curiosidades y otras cosas a este tono con que se saca y adorna la
sustancia de la historia, que ya hoy da lo que ms se gasta son salsas, y aun lo que ms se
paga.
De aqu saco que, pues he referido lo que toca a la jornada de Len, ser justo decir
algunas menudencias de graciosos trajes y figuras que vi por las aldeas y en el camino,
especialmente cuando me torn a Mansilla. Y si lo que dijere para alguno fuere agraz, haz
cuenta que mi historia es polla y que la salsa es de agraz.
Seoras de la casa del Infantado.
Tapiceras buenas.
Yo gustara ser una duquesa de Alba, Bjar o Feria -y ms ahora, que las tres hermanas
son las mismas tres Gracias sobre una misma nclita e ilustre naturaleza-; quisiera, como
digo, ser una duquesa para hacer destos trajes una tapicera tan costosa como la de Tnez,
tan graciosa como la de los disparates, tan fresca como la del Apocalipsis. En fin, fuera
tapicera tan varia y de tanto gusto, que su variedad te excusara un Aranjuez, su riqueza
unas Indias, su gusto los mil placeres.

Deca (y deca bien) una dama discreta:


Declara por qu no es amiga de colgaduras de seda. -No soy amiga de tapiceras de seda,
brocado, terciopelos, ni damascos, porque estas son colgaduras de pobres.
Y probbalo, porque estas son telas de repuesto para que, faltando dinero para saya,
puedan servir de lo que les mandaren.
Excelencias de las tapiceras de figuras. La que es propio ornato para tapicera es la que
tiene figuras, porque stas tienen mucho provecho y gusto. En invierno, arropan; en
soledad, acompaan; en tristeza, divierten; en necesidad, adornan. En fin, casi, casi suplen
lo que los hombres, como se vio en el otro capitn que no quiso ir en casa de un enemigo
suyo que tena muy buenos tapices, diciendo:
Cuento a propsito.
-No quiero ir a ver hombre enemigo mo que tiene dinero para sustentar tantos hombres
pintados, que quien compra pintados que le deleiten, buscar vivos que le venguen.
As que, si yo fuera duquesa, es sin duda que yo mandara hacer una tapicera destos
trajes de los montaeses y montaesas de mi tierra, y coritos y coritas, que te diera muy
grande gusto.
Asturianos, llamados guainos.

Asturianos llamados coritos, y por qu.


Pernina de Oviedo.
Lo primero, yo encontr unos asturianos, a los cuales, por aquella tierra de Len, unos
les llamaban los guainos, porque van guarrando como grullas en bandadas, o quiz porque
siempre van con las guadaas insertas en los hombros. Otros les llaman coritos, porque en
tiempos pasados todo su vestido y gala eran cueros. Alguno dijo ser la causa otra. La
verdad es que la falta de artificio, la necesidad del tiempo, la simplicidad del nimo y la
necesidad de su defensa, les hizo andar deste traje, y no, como algunos maldicientes dicen,
el haber salido de Asturias los que inventaron los cueros para el vino y las coronas para
Baco. Mas no por eso niego que el Baco tenga all y haya tenido jurisdicin y gran parte de
su real patrimonio, no digo en vivos, sino en vinos. Agora ya no se visten de cuero, si no es
algunos que le traen de partes de dentro, y para esto tienen comercio de por mar con las
Indias de Ribadavia, que engendra vino de color de oro. Otros llaman a estos coritos hijos
de la Pernina. Maldicientes quieren decir venir esta denominacin de una gran hechicera
que all traa los diablos al retortero y se llamaba la Pernina. Pero no es por eso, sino que
por denotar que sus piernas andan vestidas de las calzas de aguja que sus madres les
labraron en los moldes de sus tripas, les llaman de la Pernina. Todos estos nombres son
asentados en las cortes de los muchachos con slo el fundamento de su niero gusto y no es
mi intencin que pasen por verdades, pues se sabe que los mochachos han tomado licencia
para dar vayas a los ms calificados del mundo, y si yo hubiera de tejer historias de seda
fina, a fe dijera bellezas de Oviedo y de la Cmara Santa y del Principado de Asturias, pero
soy relatera ensarta piojos, y si tomo pluma en la mano, es para hacer borrones. Voy con la
pluma retozando con orlas de cortapisas. Dselo t, que a m no me vaga.
Asturianos, hijos de la Pernina, porque andan en piernas.

Postura y figura de los asturianos. Va de cuento. Estos asturianos encontr en diversas


tropas o piaras, con tales figuras que parecan soldados del rey Longaniza o mensajeros de
la muerte de hambre. Lo cual creyera cualquiera que los viera flacos, largos, desnudos y
estrujados, y con guadaas al hombro. Vi tambin que llevaban unas espaditas de madero
en la cinta. Parme a pensar qu poda ser aquello, porque decir que haba enemigos que no
podan morir- si no es con pual de madera, era negocio difcil de entender, si no es
creyendo que eran enemigos encantados como los de don Belians. Imagin si era batalla de
sopas, en la cual se suele hacer la guerra con madera, pero eso fuera si las espadillas
tuvieran forma de cucharas. En fin, no atinando la causa, me resolv de aguardarlo a saber
en el otro mundo.
Miren si es por ah la gente corita, pues llevan armas incomprehensibles que agotan el
entendimiento.
Los que iban, iban sin sombreros y casi desnudos; los que venan, traan dos sombreros
y mucho pao enrollado, de manera que imagin si acaso iban a la Isla de los Sombreros y
all los segaban con aquellas guadaas. En lo del pao tuve envidia, porque las mujeres
somos grandes personas de andar empaadas, y de los sombreros tuve curiosidad.
As, con toda mi inocencia, pregunt a un asturiano lo siguiente:
Razonamiento de Justina y un asturiano. -Hermano, decidme, cunto hay desde aqu a
la Isla de los Sombreros donde segis, y desde aqu a la Isla Paera donde os habis
empaado?
El bellacn del asturiano deba de ser hijo de la Pernina y tener la redoma llena.
Respondi:
El asturiano echa pullas a Justina. -Seora, los sombreros se siegan en Badajoz y el pao
en Putas, digo en Potos.
A esto le repliqu luego:
-Yo entend que me haban engaado. Bien haya el que es llano y dice las verdades a
las gentes! Y diga, hermano, y estas espadicas, para qu son?
A esto me dijo l:
Motjala de no casta. -Vamos contra unas mujeres que estn rebeladas contra don
Alfonso el Casto, y porque no es honra pelear con hierro contra gente de corcho, llevamos
armas de madera.
Preguntle ms:
-Y en qu isla es eso, galn?
Respondi tan presto:
-Dama, en la Isla del Cuerno.
Parecime mozo alegre y de la tierra y, por diez, met el buen sol en casa y estir las
preguntaderas, y dije:
-Y esas guadaas?
Dice:
-Son para segar oro para contentar las mujeres ruines, que son muchas, a las cuales,
como por una parte son locas y por todas codiciosas, se les ha encajado que hay en Potos
una dehesa en que nace el oro con barbas y races como puerro. Y as, a ruego de muchas,
les vamos a segar el oro con estas guadaas, y les dejamos las casas en prendas de que
volveremos, y a esto vamos para lo que cumpliere.
Por qu los asturianos no tienen cocote. Mil gracias me dijo el asturiano. Preguntle que
por qu los de su tierra no tenan cocote.
Y djome:
-Seora, en Asturias, entre dos hombres tienen una cabeza partida por medio, y, para
que se junten corno medias naranjas, estn as sin cocote para estar lisas y juntar.
Por qu andan en piernas los asturianos y por qu hablan en tono de preguntan.
Preguntle que por qu andaban en piernas los asturianos. Dijo que porque hay una profeca
de Pero Grillo, que fue asturiano, de que en Asturias ha de venir por el ro una avenida de
oro y toneles de vino de Ribadavia, y por estar prevenidos para la pesca, andan siempre
descalzos.
Preguntle que por qu hablaban siempre en tonillo de pregunta. Y dijo que, como
tienen fama de que yerran mucho, preguntando siempre pueden decir que quien pregunta no
yerra, si no es que pregunte lo otro, que ya me entiendes. Tambin dijo que hablaban en
tono de pregunta porque como estn lejos de corte, siempre llevan de acarreo respuestas.
banse lejos los compaeros, que, a no verlo, traza tena el asturiano de entretenerme
todo el da. Verdaderamente pareca noble, y sin duda lo sera, que aquella tierra tiene las
noblezas a segunda azadonada, dado que los nobles de aquella tierra son ilustre y heroica
gente.
Varios tocados de las asturianas. No te he dicho del traje de las asturianas. Oye: Unas
traan unos tocados redondos que parecan reburojn de trapos en empujo de melecina;
otras los traan que parecan turbantes de moros; otras, las ms galanas, azafranados como
cabeza de pito; otras, de tanto volumen y de tal hechura, que pareca tejado lleno de nieve.
Vi tantas diferencias dellos como hechuras de pan de ofrenda.
Luto de los montaeses. En aquella sazn traan todos luto por una persona de la Casa
Real, y era cosa de risa ver los lutos de las asturianas. Una vi que por luto traa una soleta
de calza parda presa con dos alfileres sobre el tocado. Puramente me pareci que las nimas
de aquellas asturianas deban de ser de casta de truchas empanadas en pan de centeno,
porque quien viera un rostro negro, una mantilla atrs y otra adelante, no poda pensar sino
que all vivan empanadas las nimas no encorporadas ni humanadas.

Asturianas, feas.

Calzados de asturianas. Pues las diferencias de los calzados no eran donosas? Unas
traan unos zapatos de madera, que llamaban abarcas, con unas puntas de madero que
parecan colas de ternero retozn. Si aquellas mujeres supieran escribir, con los pies
pudieran firmar, que aquel pico sirviera de pluma. Otras usan unas sandalias que llaman
zapato de apstol, stas son de cuero o pellejo, y las traen atadas con un cordel tan
fuertemente, que despus de calzadas pueden en las soplantas hacer son como pandero, y
creo lo hacen a veces, a falta de tmpano. Otras traen unos zapatos de vaca, no cosidos,
sino clavados con tan fuerte clavazn, como si fuera postigo de fortaleza, y aun algunas
para vestir tan al propio como al provecho, traen echados tacones de herraduras viejas.
Una cosa vi en que juzgu que los asturianos deben de ser volteadores de inclinacin y
aves de caza, porque sus madres los cran en el aire. Y es que van camino ocho y diez
leguas y llevan los mochachos en unos cestos o banastos sobre las cabezas. Si como los
traen en el aire, fuera en el agua, segn razn, haban de ser pescados, y cerca andan ellos
dello, pues no suelen tener casi nada de carne. Verdad es que a ellas les sobra.
Selvajes escamados. Todas estas visiones llevara en paz y en haz de mi gusto, si
encontrara alguna de buena cara, pero tenanla todas tan mala, tan negra y abominable, que
yo imagin que eran selvajes escamados y que quitados los pelos y cerdas, haban quedado
ans las caras sin barbas. Yo no s cmo, siendo aquella tierra fra, son aquellas mujeres
negras, porque el color negro es efecto de mucho calor, como se ve en el cuervo. Mas debe
de ser que con el fro se queman y ennegrecen como los naranjos cuando se yelan, o se
deben de afeitar con color de guinea, o las paren sus madres en los caones de las
chimeneas, o las ponen al humo que se acecinen, o cualque cosi. Ya sera posible que como
Asturias ha sido y ser el muro de la Fe, y la hereja tiene por antechristos al ocio, al gusto
y al dios Cupido, provey Dios destas malas caras, porque sin duda, viendo estos caballeros
tan malas visiones, se tornarn a la hereja, su seora, diciendo:

Los antechristos del ocio no quieren estar en Asturias.

-Seora, hay peste. No es tierra para nosotros, que no viviremos dos das.
Y con esto, dejara la hereja la jornada y el intento de entrar all.
Santo y bendito. Ahora digo que las doy licencia para que sean feas del Papa, pues tanto
importa.

APROVECHAMIENTO
nimos libres y holgazanes slo ponen su fin en cosas vanas y de poco momento,
olvidndose de las cosas slidas e importantes.

FIN DEL LIBRO SEGUNDO

Libro tercero

De la pcara pleitista

Captulo primero

De la hermana perseguida

TERCETOS DE ECOS ENGAZADOS

Suma del nmero. Pusieron en Justina sus hermanos


Manos, lengua, y tras esto, una demanda.
Manda el juez pague costas de escribanos.
Vanos jueces (dice), apelo al Almirante,
Ante el cual llamar a Justes de Guevara,
Vara de manteca y pecho de diamante.

Ya, Dios norabuena, asent real en Mansilla. Pero fueme como en real, pues contra m
asestaron sus tiros los que ms obligacin me tenan, hermanos y hermanas, unos por
codicia y todos por envidia. Y esto dur lo que bast y aun lo que sobr para
desengaarme, que la esperanza de buen suceso era ninguna, porque la ocasin era tan
durable como mi persona aunque a los principios me mostraban hocicos solos a boca
cerrada, de ah a poco abrieron la boca y desbocronse. Luego, mostraron dientes, luego me
mostraron las manos y luego las uas, cada cosa por su orden. Tras ten con ten, pinicos; tras
pinicos, andadura; tras andadura, trote, y tras trote, asomo de garrote. Como el odio es
fuego, si una vez mina el alma, crece, y cuando ms no puede, revienta.
Vale mal en su pueblo.

Justina reprehendida de libre. Mis hermanos siempre salan con decirme que yo era libre
y pieza suelta, y esto de pieza suelta me repetan cada paso, porque, dems de parecerles
injuria, la tenan por brava elegancia.
Yo jams les responda de veras, por no les dar ocasin a que la tomasen, sino haca mis
letradas por va de gracia, que siempre tuve esta por muy buena manera de responder, que
la tal respuesta tiene lo bueno de la venganza y lo bueno de la trapagija; es fruta madura
para el dador y verde para quien la recibe.
Aprovchase del nombre de pieza suelta para excusar su libertad. A esto de pieza suelta
les sola yo decir:
-Por cierto, que no os entendis. En realidad de verdura que una moza villana (digo de
villa), yendo a ciudad, es como pen, que en yendo suelto se hace ms presto dama, segn
dicen los jugadores del juego de los de Alba, que es el de los escaques.
Decales ms:
-Qu sabis vosotros si con esto granjear yo un casamiento con que honre a mi linaje
y sea nuestro mesn casa solariega, y se llame la casa de los Dieces o de los Justinos?
Cuntas doncellas las envan sus padres a comedias y fiestas para que finjan que van sin
licencia, en demonstracin de las finezas de amor, slo a fin de que acarreen a casa un
novio mostrenco de los que creen a las quince? Andad, que bolos son diablos, como dijo el
otro que iba a birlar y le faltaban diez. Donde no se piensa salta la liebre, y andaba sobre un
tejado. Creed que, antes, ser pieza suelta me ha de hacer a m mucho provecho, y quiz a
vosotros.
Otras veces, pardiez, espumaba la olla y se desespumaba la mar, y les deca con toda la
clera del mundo y del diablo y la carne:
Justina aborrece el encerramiento y la monja. -Qu pensbades, que me haba yo de
estar aqu hecha monja entre dos paredes? Nunca medre Justina si vosotros tal viredes en
los das de vuestra vida, aunque vivis ms que Matuta. No ha habido monja en nuestro
linaje; no quiero yo ser la primera que quiebre el ojo al diablo. No en vano, dice el cantar:
Mariquita, daca mi manto, que no puedo estar encerrada tanto.
Estas gracias no podan sufrir, que eran para ellos sol de Marzo, que parece que sabe y
da mazada. En fin, vindome moza de tan buen descarte, mis hermanos me queran tan mal,
como si de hermana me hubiera vuelto en almorrana. Qu piensas? Vinironse a poner
conmigo en contarme los pasos, en fingir chimeras, y todo era sobre que yo les peda mi
hacienda. Ah, inters, inters! Ms puedes que la naturaleza, pues ella me dio hermanos y
t me los volvistes culebrones. Hacanme fieros, y aun si va de confesin, me pusieron las
manos, y no para confirmarme ni aun para componerme el albanega. Ay, me!, que no hay
peores ni ms crudos verdugos para una mujer que hermanos. Estos, para decir
desvergenzas, se aprovechan del privilegio de hermanos; para reprimir y quitar gustos, del
oficio de padres; para regalar y hacer bienes, se acotan a hombres; y no ms, que en esto se
dice que son tiranos, y para si una pobre moza hace alguito, luego tocan a la hermandad y
aun el arma. Un mal hermano es enemigo como la carne, que no la podemos echar de
nosotras. Quien dijo hermano, dijo herir con la mano. Hablo de los que tienen tan
corrompido el amor corno el nombre.
Hermanos son crueles enemigos.

Hermanas cizaeras. Mis hermanas me ayudaban poco, antes creo que ellas
descomponan la paz y armaban las pendencias, y sabido el porqu, no era otro sino que me
olan dama y orgullosa de condicin y no podan llevar mis cosas. Maleaban con los de
fuera mi crdito y con los de dentro mellaban mi honra. La tijerada me daban que me
toreaban la ropa y ainda. Decan de m que era una arpa, que haba yo sola gastado a mis
padres ms que todas, y tenan razn, que yo gast a mis padres todo el caudal de
entendimiento y no dej que heredasen. Esto s gast ms que ellas, mas de hacienda, yo
seguro que la mitad del tiempo com lo que no entrara jams en casa, si no fuera a
contemplacin ma.

Declara cmo gast ms hacienda que nadie.

Persigue el villano perseguir al de buen entendimiento y noble de condicin.Trese el


jeroglfico de la guila y la corneja.Alas de guila corroen las de la corneja.
Epantera.
Es ordinario en gente de condicin villana perseguir las personas de buen
entendimiento. A este propsito pintaron los sabios a la villana como corneja y a la
nobleza como guila, y es la causa porque el guila es tan noble de condicin, como libre, y
la corneja tan envidiosa como villana. Es de manera que la corneja siempre anda
machinando males al guila, tanto que cuando ms no puede, se le pone frontera al guila
para hacerla gestos, ms ella, como reina, no estima por afrenta lo que hace una ave vil,
vasalla suya, que es tan para poco, que, aun muerta, el guila puede comer y de hecho con
sus alas come las suyas y las de la epantera.
Esto para m no era consuelo, porque yo quisiera comerlas en vida y no aguardar a
cuando muerta, que entonces no es tiempo de comer.
Ignorantes persiguen a los sabios.

Enemiga del ratn y elefante, a propsito.


Es muy proprio de ignorantes envidiar a los sabios, y todo menesteroso tiene envidia de
aquello que no tiene. Cuando yo veo que el elefante sufre que se quiera con l levantar a
mayores un ratn, no me admiro de la enemiga y odio natural y entraado que tienen los
hombres de corto y ratero y ratonado entendimiento con los de bueno. Persigue el ratn al
elefante por ver que el elefante tiene todo lo que a l le falta. El elefante es enamoradizo, y
tanto, que los pechos de una doncella pueden matarle de amores, con ser hembra de especie
diferente, y como el ratn es tan vil, que tiene por madre y padre la corrupcin, telaraas y
tierra de sotambanos, y las menos veces engendra un ratn a otro, de aqu procede que el
ratn persigue al animal en quien florece la inclinacin de engendrar, la cual, segn he
odo, llaman los philsophos divinsima. Y a fe, que es mucho para ser cosa tan de ac bajo.
Calidades del elefante. Otras muchas propriedades tiene el elefante, como son grandeza,
proceridad, compaa, habilidades varias, gustos de comidas, nobleza, gratitud y
excelencias que no hay en ratn, por lo cual, no reparando en que el elefante le puede
sorber como a mosquito, le pretende hacer guerra con grande detrimento suyo, no por otra
causa sino porque lo que al ratn le falta de cualidad, le sobra de envidia al elefante. En fin,
que mis hermanas eran ratones y yo elefante. Mal haya el haber nacido sin trompa, que a
tenerla, trompeara el cuerpo y trampeara la hacienda.
Con estas consideraciones me animaba a tener por honra esta contienda y por
cualidades esta porfa; pero como, en fin, las mujeres no somos de hierro, no es mucho que
ratones que matan elefantes, minando la trompa de mi entono, de cansada me venciesen.
Tras todos mis males, me pusieron demanda de mi hacienda ante la justicia de mi lugar.
Para m fue la justicia justicia, para mis hermanas misericordia. En resolucin, el seor
Justes de Guevara, que as se llamaba el cogedor de mi pueblo, me conden a desheredada
y a que pagase costas de escribanos. Qu alio para no quererlos como a dolor de ijada!
Ay de m! Para m tena vara de hierro y para mis contrarios de manteca; harta desta
enjundia hacan mis hermanas. A estas s consentan mis hermanos que saliesen a deshora a
informar la justicia en el pleito y esto no les afrentaba, y si yo miraba al cielo, ya pensaban
que llevaba el ro el ojo a la puente. Todo esto se excusara si Justez me hiciera justicia,
Dios nos libre de pleitear en pueblos chicos, donde hace la cabeza del proceso la envidia; el
proceso, el soborno; los autos, la aficin; la apelacin, la del alcalde; la revista, solturas y,
sobre todo, el dinero. Hzome dao el ser conocida por burlona, que nadie se atreva a hacer
conmigo alparcera pensando medraran conmigo como el melado y Bertol. Llambase el
corregidor de mi pueblo Justez de Guevara, y aunque por el nombre de Justez me deba
favorecer de justicia, ms parceme que se acot el apellido de Ladrn. Mas a fe que no se
fue alabando, que de pe a pa lo cont al Almirante, mi seor.
Justicia torcida.
Condenan a Justina.

Mujeres sobornadoras.

Viendo, pues, que cada da sala para mi el sol con ceo y para ellas sol de boda,
determin ir a buscar tierra donde el sol no fuese embarrador; en fin, determin irme a
Rioseco, adonde estaba el Almirante, mi seor, a seguir el pleito en grado de apelacin y
hacer a derechas el negocio de mi partija.
Muchos hermanos juntos por maravilla estn en paz; son como nabos muy atestados,
que no los penetra el fuego; como arcabuz muy atacado, que revienta, y como plantas
juntas en la tierra de do nacieron, que si no se apartan y trasplantan, nunca medran. Y con
esto tern suficiente excusa mi determinacin, y si esta no bastare, llmome Marimaricas,
que es tanto como hacer ceribones.
Dirsme:
-Pues, cmo se parti Justina tan de spito?
Aguarda, amigo interrogatorio, vers que tom gentil carrera para el salto, y sbete que
para esto veinte das antes hice un ruido hechizo, y fue que descerraje unas arcas en que me
tenan encerradas unas joyas mas, las cuales saqu con otras nieras comuneras que valan
buen dinero. Moneda no la saqu, porque no fach geito, como dijo el Galateo, y porque no
estaba madura, como dijo la zorra; ello, voluntad visto habas, como dijo el vizcano. Mas
porque el disimulo del descerrajar no era bastante a encubrirme, antes, en caso que me
partiese, me haca mucho ms sospechosa, hice otra cosa que me asegur, y fue que a cierto
galn floreado, a quien yo daba alguna audiencia a la buena fin, le dije que me importaba
que a las cuatro de la maana pasase por mi calle y por junto a mi puerta corriendo y fuese
por cierta vereda, y que si fuesen tras l, hurtase el cuerpo a quien le siguiese, y al revolver
de un cantn, quitase una media nariz postiza, y que si le diesen grita y le dijesen al ladrn,
l tambin a bulto lo dijese para disimularse, y que lo ms presto que pudise pusiese los
pies en polvorosa. No le dije ms, y l lo hizo sin discrepar, que como el amor es ciego, a
cierra ojos obedece.
Aguard al punto concertado, y poco antes que pasase, arroj desde la ventana dos
piezas de plata, una taza y un copn, y comenc a dar voces:
-Al ladrn, al ladrn, que nos lleva robada la hacienda!
Levntanse despavoridos y en camisa los de mi casa y los vecinos, corren tras l, y no
le pudiendo dar alcance ms que si fuera hombre de sombra o sombra de hombre, se
tornaron, no con poca risa de la gente que los vio ir y venir desnudos.
Yo les dije al venir:
-Levantad esas dos piezas de plata que se le cayeron al bellaco.
Y con esto hzose ms que creble que aquel ladrn haba entrado y descerrajado las
arcas.
Disimulo de ladrones. El mozo no pudo ser descubierto, porque, dems de que corra
con la ligereza de un pensamiento, se puso la media nariz de mscara que yo le di, y al
revolver de una calle se la quit y torn atrs y comenz con los otros a apellidar el ladrn,
con lo cual fue imposible dar en l como ni en m.
Yo luego comenc a entablar mi juego, y les dije que mirasen que aquello era castigo de
Dios, y todos aquellos veinte das antes que me partiese a Rioseco, haca ruidos hechizos
como de trasgo y estallidos como de amenazas de ruina, hasta que un da de San Christobal,
puesta de rodillas ante una imagen, oyndome ellos, dije:
-Yo hago voto a tal y a tal (ellos pensaron que de meterme monja, y parece ser que se
alegraban, esperando que renunciara lo dems de mi legtima, mas saliles el sueo del
perro), voto a tal y a tal, de no anochecer en esta casa, porque no quiero que se caiga y me
coja en pecado mortal de odio y de rencor, que no slo hay en ella ladrones de la hacienda,
sino de la paciencia, y aun parece que los diablos andan en esta casa.
Djelo con tal grima que les puse miedo, y aunque me dijeron que estaba loca, tenan
temor, y tanto, que aunque me vieron tomar el manto y mi hatillo, me dejaron salir,
pensando que de veras y de temor me iba en casa de alguna vecina. Ya yo tena prevenido
un truchero cosario que me llevase a Rioseco, y as lo hizo.
Entra en Rioseco. Entramos las truchas y yo frescas y corriendo sangre; frescas, porque
entramos de maana, y corriendo sangre, porque la burra sin duda iba pensando algn
consonante para alguna copla, cuando se le resbal un pie quebrado y me sarj las narices
de la vena de las dos ternillas, y fue la sangre que me sali mucha.
As supiera hablar aquella sangre inocente! Y cmo dijera:
-Aqu de Dios, justicia contra los mesoneros de Mansilla y contra aquel ladrn de
Guevara!
Y s debi de decir, sino que con el fro llevaba el pecho apretado, y lo otro, era de
maana, y como estaban todos en las camas, no la oy nadie gritar.
Pdose decir por ella lo que dijo el alcalde bobo a Mariforzada:
-De hablar, hableste, mas no te entendieste.

APROVECHAMIENTO
Los malos no saben tener paz aun entre s mismos, que lo heredan del demonio, que es
prncipe de las discordias.

Captulo segundo

De la marquesa de las motas

Suma del nmero. VERSOS HEROICOS MACARRNICOS

Usa oficio de hilandera y en l raros enredos por los cuales, le dan nombre de Marquesa de
las Motas. Ego poeturrius, cabalino fonte potatus,
Ille ego qui quondam Parnaso in monte pacivi,
Iam sum cansatus luteas transcendere tejas;
Iam cantare nolo porrazos atque cachetes;
Non porra Herculea, non iam roldnica maza
Arridet michi. Cosas de marca minori
Nunc cantare volo. Fusum, turnum atque mazorcam,
Hiis quasi gladiis Justina picaa triumphat;
Quam cardatores titulis regalibus ornant
Haec est hilanderarum princepa sublimis,
Haec cardatorum barbatorum stafatora,
Haec vetularum bruxarum garduna sutilis;
Inter aceitatos, haec est Marquesa Motarum,
Atque inter pcaros, haec est picaa suprema.
Oficiales de Audiencia alargan los pleitos. Qu vieja cosa es entre oficiales de
Audiencia untar con manteca los pleitos para que den de s! Como los de cierto pueblo, que
untaron un banco con manteca para que diese de s y cupiese ms gente, y s cupo, mas fue
porque se quitaron los capotes. Pero la untura destos escribas hace que quepa un mundo en
sus manos, y todo con capote de justicia.
Justicia torcida. Ah, vara de justicia!, que siendo tan delgada, hace sombra ms que el
rbol de Nabico de Sorna, como dijo el bobo, y con ella se disimulan y encubren hartas
cosas. No lo digo sin propsito, que soy linda aplicativa.
Presteza de negociantes.
Solicitador pervertido.
Es el caso que, pensando que mi negocio era ms breve que acento de monjas, an no
desped al truchero -que esto de negociar, como sale tan del corazn, siempre camina con
alas-, pero un solicitador mo que haca mi negocio, aunque ms el suyo, me dijo que sera
mi negocio largo. Pesme, porque se me represent que quera gastar papel, tinta, dinero y
tiempo a costa de la pleitista novicia, e hcele un gesto de golosa en mircoles de Ceniza. Y
como l viese que yo me amohinaba de tan largas esperanzas y temiendo no me solicitase
otre para darle la ganancia de solicitador mo, deseoso de no me desaperroquiar, me apunt
cierta vereda y camino para abreviar mi negocio, dicindome que por el camino que l me
apuntaba haba tanta diferencia para negociar como hay diferencia en andar un camino a
caballo y con acicates a las quince, o andallo a pie y con muletas y a legua por da y a veces
tornar atrs; y aadi:
-Y con todo eso, es va ordinaria.
Qu cosi cosi? Pens el necio que ignoraba yo aquella junciana si la quisiera usar, y
as le dije:
Castidad de Justina. -Seor mo, no me est a cuento la abreviatura que me ofrece de mi
negocio. A otro hueso con ese perro!
Excusa de hipcritas. Entonces l, por abonar su yerro, me comenz a decir:
-Pues en verdad, seora, que han venido a m pleiteantas que han seguido mis consejos,
y alguna pleiteanta entr a pie, pobre y sin blanca, que sali con sentencia en favor y con
dinero de sobra y a caballo, y todo por orden mo.
Tambin me dijo que entendiese era mucho lo que me ofreca, y torn a repetirme lo de
la comparacin del que anda el camino a pie o a caballo. No tena este necio otro estribo de
su arenga ni de su amor sino esta comparanza torreznera, y por darle tapaboca y que se le
acabase la listecilla con que quera hacer ostentacin del abismo de su aviso, le dije:
Arenga de necio.
-Seor mo, v. m. se resuelva, que yo quiero que mi negocio camine a pie y con
muletas, y ndese lo que se anduviere, que bien s yo entenderme con muletas y aun con
mulas. Aqu de Dios, no me muela!, que este pleito no es de a caballo, sino de a pie. Haga
cuenta que es mi pleito mendicante.
Pleito mendicante.
El solicitador, viendo mi resolucin, redujo sus motus proprios a mi derecho comn y
prometi acortar rienda y tiempo.
Pleitos largos. Con todo eso, no fue muy poco el que tard, pero no tanto como fuera si
yo no le hubiera cercenado el portante.
Dinero sustenta el pleito. Yo tena mucha cuenta de cebar la lmpara con dinero, y con
esto me parece que no se perda lance, a lo poco que a m se me entiende de pleitos. Nunca
daba dinero adelantado, que son peores que sastres algunos escribanos y letrados, y antes
esto les descuida que les aviva. Aguardaba a la puerta de la Audiencia con el dinero en la
mano, y con esto era como llevar cascabeles para que a mi son danzasen. Lo que nunca
pude acabar con el escribano fue que metiese ms letra en las planas, que iban tan apartadas
las partes que parecan que estaban reidas o que eran rebujones de cabellos en cabeza de
tioso, ni con que tomase los derechos delante de testigos. No s qu misterio tena esto,
aunque s s que mi bolsa me lo parl.
Cascabeles de oficiales de Audiencia.

Abusos de escribanos.

Harto nimo tena para gastar, que esto de pleitos es como pasin de ctedras, que saca
fuerza de flaqueza y hace que las gentes sean como las perdices de Flafagonia, que tiene
cada una dos corazones. Mas como el corazn y la bolsa no se cortaron en una misma luna,
ni tienen una misma propriedad, vino a ser que el corazn se me hinch de esperanzas y la
bolsa se me vaci de dineros a pocos das andados despus que entr en Rioseco. Verdad es
que era fcil consolarme de la falta del dinero, atento que tena conmigo piezas y joyas,
como ya tengo dicho, y en la presente sazn andaba ms enjoyada que tienda milanesa. Ya
que me fue forzoso deliberar sobre el medio para tener dinero, imagin si sera bueno
vender las joyas, las cuales son las ms ciertas suplefaltas y fiadores abonados en
semejantes trances; pero, si no me engao, parceme que me dijeron que no queran salir de
mi casa, porque no esperaban tener otra tal ama, y tenan razn, porque ama que as las
sacase a vistas, ninguna como yo. Sin embargo desto, parecime que era lstima vender
piezas ganadas en tan buenas lides, y que aunque hubiese dinero para pagar su valor, pero
no mi estima, porque no eran mis joyas invendibles ni avinculadas a mi mayorazgo, pero
estbanlo a mi gusto y, por tanto, me resolv de buscar dineros por otra va.
Pleitos consumen las haciendas.

Joyas, fiadores ciertos.

Piezas ganadas en buenas lides.

Djeme a m misma:
-Ea, Justina, no eres t la que hallas Indias entre salvajes? No eres la que arenillas de
campo vuelves arenas de oro? La que en las romeras haces hechos romanos? La que
sacaste un Christo de oro de poder de un sayn? Pues confa que ahora saldrs de aqueste
aprieto, pues eres la misma que antes y tu ingenio el mismsimo.
Resolucin de Justina. Andaba mi cabeza como rueda de molino y moli un poquito de
lo bien cernido; digo que, al cabo, acert con el punto de la dificultad, y, tanteando la
disposicin del pueblo, la ocasin presente y esperanzas futuras, di en la mejor traza que se
pudo imaginar. yela, que yo s que te cuadrar; slo no me pidas cochite hervite, que yo
cuento de espacio, aunque trazo deprisa.
Yo viva en una calle donde moraban muchas hilanderas que hilaban lana de torno, y
tambin mi posada era en casa de una viejecita, que el rato que le sobraba de hacer los
ejercicios que abajo vers, lo gastaba en hilar lana de torno. En esta calle haba
especialmente tres famosas viejas hilanderas, que, segn eran enemigas del gnero humano,
parecan las tres parcas que hilan las vidas, y la principal era mi huspeda, que est de Dios
que yo he de topar siempre con casas sealadas.
Las tres parcas.
Parecime que en este trato podra tener alguna granjera, no en hilar (que, por mis
pecados, nunca llam granjera lo que no se haca slo con grojear), sino en lo que vers.
Mas como para un trato tan mecnico como este era necesario bajar el entono, determin
mudar pellejo como culebra, quiero decir mudar de vestido. As lo hice. Recog mis joyas,
corales y sartas, mis sayuelos y mis sayas, mi manto y rebocios, y quedme -como
representante desnudo- con sola una sayita parda y corta, una mantillina blanca, mi zapato
mocil; en fin, a lo hilandero. Ello, el jemecillo de cara siempre puesto en razn, que por
virtuosa que sea una mujer, nunca se suele olvidar desta estacin, y yo, en particular,
siempre tuve por opinin que no hay traza buena que no tenga en la cara el molde; y esto
mejor lo s entender que explicar.

Vestido de hilandera.

En la cara, el molde de las trazas.

Puesta, pues, como pcara pobre -aunque no rota-, fui una o dos veces a pedir lana para
hilar en compaa de la vieja mi huspeda, y traamosla de casa de un cardador que viva
junto a San Andrs. Era el cardador muy barbado, como ellos suelen serlo de ordinario, a
causa de que el aceite y el arroyo de Berrueces tienen el arrendamiento de las barbas de
Espaa.
Cardadores, muy barbados.
Ya yo tena prevenida a mi vieja que llevase ms lana de la ordinaria para que yo la
ayudase a hilar. Ella la pidi de muy buena gana, y el cardador me la dio de mejor, y aun
me prometi que para m nunca faltara lana en su casa. Los cardadores no dejaban de
decirme sus remoquetes, y yo los llevara menos mal, si no fuera que aquel olor del aceite
me daba intolerable fasqua. Mas decanme mis compaeras que, cuando melindreando
deca:

Remoquetes de cardadores.

-Ay, Jess, con el aceite, y qu mal huele!


Se me pona el rostro como unas flores. Era sin duda de pura congoja, y ahora echo de
ver cun bonita estaba, pues mientras ms me enfadaba yo, ms se desenfadaban conmigo
los de la carda.
Inters villano.

Fuerza del inters.


Ah, inters villano, que para poseer tu gusto es necesario comerte como perdiz manida,
con las narices tapadas! Oh, inters, inters! No me admiro que esfuerces a pasar mil
mares de agua en navos de frgil madera, ni que al delicado galn y melindrosa dama los
cuezas en el fro de la escarcha, nieve y granizo, y vistas de trapos al que pudiera andar
como un conde, pues desnudaste a Justina de sus tan queridas joyas y galas y la heciste que
en compaa de una abominable vieja y unos agaleotados cardantes, pasase por los mares
del aceite, que son sobremanera penosos, contra quien no bastan alas de paloma ni aun de
grifo. Oh, inters, inters! Bien te pintan con espuelas calzadas y con alforjas, pues en m
vi que de plano me volviste en mujer de alforja, cuanto al vestido, y en mujer de pluma,
cuanto a la ligereza. Tal era mi diligencia.

Inters diligente.

As que yo iba y vena en casa del cardador, cuando con la vieja, cuando con mis
vecinas, hasta que ya me conocan y tenan en aquel obrador y en otros por parroquiana
ordinaria, y me prometieron dar a m que hilar sin llevar padrinos ni intercesores, ni ms
fiadores que mi persona y mi cara.
Andados unos pocos de das, les dije a las tres parcas:
Compasin fingida. -Madres, vosotras no os podis menear, porque una de vosotras es
tullida, otra gotosa y otra coja, y mientras vais y vens en casa del cardador a pedir y traer la
lana que habis de hilar, perdis de hilar cada una tres libras y de salud cuatro, porque la
congoja que os causa la prisa de tornar a vuestra tarea, os acaba, y es lstima, madres,
trocar la vida por lana de ovejas. Mejor ser que vais hoy conmigo todas tres al obrador del
maeso y digis que a m me entreguen en vuestro nombre toda la lana que vosotras y yo
hubiremos de hilar, que yo dar de todo muy buena cuenta. A vosotras os est bien y a m
no mal. La paga que de vosotras quiero, sea vuestro gusto, y si le ponis en el mo, digo que
no quiero de cada una de vosotras ms que un cuarto por ir y venir cargada, que son tres
cuatros entre todas, quemado sea tal barato! Y, para decir verdad, lo que ms me mueve es
la lstima que os tengo.

Cumplimiento.

Milln de vieja. Las viejas entraron en acuerdo sobre la concesin destos millones -que
para ellas lo eran-, y aunque las dems decan que bastaban tres maraveds, mi vieja, como
era la bruja mayor de el hato, las hizo acetar el partido. Celebrado este contrato de
mancomn, se fueron conmigo y me abonaron con el maeso y maesos, de lo cual se
holgaron no poco los lanudos, viendo que ahorraban de tan malas caras y que el trueco era
tan bueno. Con esto, entabl yo mi juego como se poda desear.

Abono de cardadores.

Pensars que pretenda yo hilar esta lana? Mejor me trasquilen, que yo tal quise ni
hice. Yo te dir lo que haca. Yo traa la lana y encargaba a las vecinas que la hilasen
delgada, igual, lasa y a provecho. Cobraba el hilado, tornbalo, y dbame el dinero.
Dirs ahora:
Declara la ganancia. -Pues esa es la famosa traza que Justina tanto cacare? Pues qu
ganaba Justina en trajinar cada da treinta o cuarenta libras de lana? Negros doce
maraveds? Gran cosa! Antes parece que era perder tiempo y servir de balde, y ser como el
sastre del Campillo y la costurera de Miera, que el uno pona manos y hilo, y la otra trabajo
y seda.
Caso puesto por mercader. Advierte, y no te engaes, que si no miras ms de a cmo lo
he contado, es como caso de conciencia en materia de restitucin puesto por boca del
mismo mercader interesado, que lo afeita de manera que, si encuentra un nuevo telogo
buscadero, de los de a ciento en carga, no slo le tumbar, pero harle parecer que un
promontorio de injusticia es monte de piedad, y una manifiesta usura es una variedad
heroica.
Sbete que, en esto de pedir yo la lana y traerla y llevarla por mi mano, tena yo muchas
e infinitas ganancias que yo haba aprendido de hilanderas famosas, que, si como me
ensearon a hilar lana, me ensearan a enhilar rosarios, ellas me aprovecharan ms y yo me
engaara menos. Pero ya ves que hago alarde de mis males, no a lo devoto, por no espantar
la caza, sino a lo gracioso, por ver si puedo hacer buena pescadora.
Al punto que yo llegaba en casa del maeso, los cardadores, desvalidos y a porfa, se
levantaban a tomar el peso y pesas para pesarme las libras de lana que se me haban de dar
para llevar, como colectora y agente de mis viejas, para que hilasen. Y entonces, ora por
descuido del que pesaba -que atenda ms a verme que a poner el peso y pesas en razn-,
ora por hacerme placer y obligarme, ora por mi ruego, ora porque yo daba al peso un
pasagonzalo a lo disimulado, me solan dar dos o tres onzas y a veces un cuartern de ms.
Vean, pues, en treinta o cuarenta libras, otros tantos cuarterones de ms que me daban y
otros tantos de menos que yo tornaba, confiada en que las mismas diligencias me haban de
valer, si era una mina, y sin hilar una mota! Dems desto, yo pona la lana hilada en parte
hmeda, y como la lana coga humedad, pesaba mucho ms, que la lana coge cuantos
licores se le juntan, y por eso fue jeroglphico de la niez y del mal acompaado.

Pesadores infieles.

Mermas en la lana hilada.

Hola amigo, avisn!, que por eso te hago avanzo de mis pasadas travesuras, que para
slo decirlas, bien excusado fuera el hacerme yo escriptora.
Vino, pues, a ser que no haba da en el cual con faltas y sobras no me quedasen borras
tres, cuatro, cinco libras de lana hilada en mi casa, porque la cuenta que yo peda a las
viejas era estrecha, ms que pulgarejo de liendre, y la que yo daba ms ancha que calle de
corte. Venda cada libra de lana por tres, cuatro o cinco reales, y a veces por siete, segn
era, y para abonar ms mi hecho y mi persona y asegurar mi juego, di en una cosa, y fue
que compr a una moza de un tejedor gran cantidad de tamo y motas de jerga, y no me
cost muy caro, que por un pedazo de pan me lo dio la triste, que diz que en su casa rodaba
tanto el pan, que no lo poda alcanzar, si no era con las alas del corazn. Deste tamo y
motas llevaba con cada libra de hilaza un poquito, mostrndome tan fiel que hasta el tamo y
motas tornaba, y este punto fue el que me acredit tanto, que por la fidelidad de las motas,
me llamaban en todos los obradores la Marquesa de las Motas.
Compra de motas de jergas.

Roda el pan y muere de hambre.

Vine a tener opinin de tan buena y tan fiel y aprovechada hilandera, que en teniendo
un cardador un pao regalado o prisa de hacer algn surtimiento, me llevaban a casa la
hilaza. Verdad es que nunca recib hacienda que de esta suerte me trajesen, porque libras
enaviadas por mano de maeso y pesadas en mi ausencia, venan pesadas muy a lo justo, y
por eso no las quera yo recebir, porque no haba lugar de hacer mangas de lana.
No recibe lana en su casa.

Lo que les deca era:


Respuesta astuta. -Seor, torne esa lana a su casa, que yo no quiero hacienda sorda, sino
delante de testigos, que acaecen muchas desgracias por recebir las mujeres lana en secreto,
y debajo de los pies le salen a una mujer embarazos.
Tornbanla, y despus iba yo a ventura de que los oficiales y mi ventura y mis
diligencias me valiesen.
Con este tratillo muerto vine a revivir y juntar muy buenos reales, con que hice mis
negocios, pasando como marquesa, y de lo restante, compr una borrica que me cost
veinte ducados, que las borricas de aquella tierra andan muy subidas. Esta di a comisin a
un aguador por un real y de comer cada da, y l sac en condicin que las fiestas gozase de
los alquileres de trajinar dueas honradas. Y corrasele el oficio, porque haba entonces en
aquel pueblo unas doncellas amovibles y algunas viudas de oropel y cierta camarada de
mujeres que parecan de casta de nabos, que para no se esturar, es necesario revolverlos y
menear la olla.

APROVECHAMIENTO
En las hilanderas hay muchas maraas y embustes para hurtar lo que se les encarga, y
deben restituirlo, porque en tanta cantidad de menudos, vienen a defraudar notablemente.

Captulo tercero

De la vieja morisca

CANCIN MAYOR

Suma del nmero. Que no viera yo un barbero acaso,


Habla con Calope. O siquiera un albetar no se hallara,
Que con ballestilla o mano de mortero,
De la vena potica sangrara
Un triste rozayerbas del Parnaso!
Finge el autor que, de enfado desta inicua vieja, no quiere aun sumar el nmero en verso.
Es figura retrica que encarece la materia. No basta media vez decir no quiero,
Sino que a fuer de fuero,
Me pidas, Musa ma,
Smil. Que con mi talante
Los hechos de una vieja en verso cante?
Que doa Luca,
Si no una parca, una arpa en el alma y gesto,
Vaya en prosa, que de verso sobra aquesto.

Pinta un ro y su ornato. As como los caudalosos ros se van ufanamente gallardeando


por junto a las mrgenes de la tierra, sustentando un paso grave y entonado, usando de sus
hinchadas olas como de brazos para ir ponindolos sobre las cabezas de las tiernas plantas
que a uno y otro lado le acompaan, llevando un ruido majestadoso y autorizado, pero en
entrando en la corte de la mar, en presencia del emperador Neptuno, enmudecen y se
esconden, sin dar ms muestras de autoridad que si se hubieran convertido en terrestre limo
o polvo seco y menudo, as yo, la que entre estudiantes, galfarros, barberos, mesoneras,
bigornios, pisaverdes, mostr mi entono, sin poder alguno medir conmigo lanzas iguales,
reconocindome todos superioridad, dando a la excelencia de mi ingenio ttulo de
grandioso, ahora que entr a competir con el mar de una morisca vieja, hechicera, experta,
bisabuela de Celestina, me vers rendir mi entono y humillar mi no domada cerviz, sin ms
ruido ni semejanza de quien fui que si nunca fuera.
Justina, ro, y la vieja, mar.
Encarece las astucias de la vieja.

Vieja de Andjar. Esta vieja, en cuya casa posaba, era advenediza, natural de Andjar.
No dudo sino que me recibi de buena gana en su posada por parecerle que era yo algo a
propsito para ensearme el arte, ca es muy proprio de herejes y de brujos desear herederos
de su profesin. Son como los bubosos, que quieren beber por todos los vasos porque
hereden todos sus bubas. Ella era morisca inconquistada, y an tengo por cierto que saba
mejor el Alcorn que el Padrenuestro, y viraselo un nio, no slo en la lengua, pero en las
obras, de las cuales dir algo, no para escandalizar al lector, sino para que fe poco de viejas
ruines que parecen rezaderas y ejemplares y no relucen sino al candil del diablo, y para que
te guardes de tales.
Herejes y brujos son como bubosos.
Vieja indevoluta debe ser huida. Refirense sus blasfemas necedades.

Yo creo en Dios, pero que ella crea en l, cralo otro. Cuando se persinaba, no haca
cruces, sino tres mamonas en la cara, como quien espanta nios, y cuando llegaba al pecho,
haca un garabato y dbase un golpecito con el dedo pulgar en el estmago. Entiende por
all el presignum.
Si la quera enmendar, responda:
-No querer mx persino, que no ser santiguadera.
Preguntbala si saba el Ave Mara.
Responda:
-Ben saber Almera, e Serra de Gata e todo.
En las cuatro oraciones deca ms herejas que palabras, que por no hacer agravio a tan
santas oraciones, no quiero conquistar la risa con trabucos de necedades y aun blasfemias.
Preguntbala por qu no se haba casado ni quera casar.
Por qu no se quera casar la morisca. Responda:
-No haber marido bueno si no ser morisco.
Algunos moriscos, sospechosos. No s en qu lo poda fundar, sino en que tema casarse
con quien la hiciese ser christiana.
No niego que pueda haber y haya muchos moriscos buenos christianos, mas cosa
notable es que los ms no quieran casarse con christianos viejos. Quin duda sino que dan
sospecha, de que quiero callar, por no me acordar del cuento del que castigaron, y yo
conoc, que antes que bautizasen un hijo o l hiciese alguna aparencia de christiano, deca.
-Perdonar, Mahoma, que no poder ms, so pena de caraa.
En lo que toca a ir esta mujer a misa, era hablar en cosas excusadas. Una sola vez la vi
ir a misa, y mientras estaban alzando, se ech de hinojos sobre la tierra, y todo el ms resto
de la misa estuvo tosiendo, con ser la mujer ms enjuta y avellanada que en mi vida vi, y
tanto, que jams, sino entonces, la vi toser.
Maldita sea persona que de cuantas veces Dios nos visita con sus bienes, no va a visitar
a Dios en su casa! Pero si yo se lo deca, cumpla con trmposelas. Veis aqu un clavo para
la herradura.
Y ahora me acuerdo que un da, tratando ella y yo de la obligacin que todos tenamos a
la Iglesia y a los seores curas, que son nuestros pastores.
-S, hija, que el primer medio real que yo gano cada ao lo guardo para el cura.
Yo que pens que tena devocin de dar aquel medio real al cura para aceite de la
lmpara o para la fbrica de la iglesia, o por otra cualque devocin, y no era sino que ella
pensaba que todo el toque de la confesin y de los misterios de la Iglesia consista en pagar
el medio real, y que con eso se acababan cuentos. Nunca vi tal vieja.
Otras indevociones. De la gente en procesin se espantaba y hua, y cuando haba
truenos, se sala a la calle. Si pasaba el Sacramento, luego tena en qu entender en algn
retrete, y si haba un ahorcado, se descervigaba por mirarlo, y hasta perderle de vista, le
haca ventana, que era pura para dama de ahorcados. El da que los haba era el da de sus
placeres, y, con ser coja, todos aquellos tres das siguientes no cojeaba, antes con gran prisa
sala todas aquellas tres noches de casa. Lo cierto era que no iba a rezar por ellos, sino que
la primer noche traa los dientes que poda, la segunda de la soga y la tercera haca conjuros
al pie de la horca. Qu demonio! Dbala osada el diablo, que es el maeso destas obras. Era
cosa particular el agua que gastaba en lavatorios y cocimientos. Malditas sean personas que
tan sin gusto, ni honra, ni provecho se dejan engaar del diablo. Siempre yo entend della
que era bruja, y no me engaaba, porque ella haca unos ungentos y unos ensalmos, que
no era posible ser otra cosa.

Brujas reprehensibles.
Si no me tuviera Dios de su mano, yo hubiera cado en tentacin de rogarla que, pues
saba tanto de nigromancia, me resucitase a mi padre, segn y de la manera que la hechicera
de Sal le resucit a Samuel, o al diablo por l. Y a fe, que si a mi padre resucitara, le haba
de preguntar que quin libraba peor en el infierno, porque me han dicho que los que ms
carena llevan son los malos escribanos, y otros, que los letrados injustos, y otros hablan
diversamente. Pardiez, yo sospech que me dijera que ni unos ni otros, sino los confesores
absolvedores destos, pues sin celo de gusto ni intereses los absuelven, como ignorantes.
Mas no quiera Dios que yo pidiera que a mi ruego se pusiese en cerco al diablo, que es gran
pecado, porque, en buen romance, es tener al diablo por amigo y con marchn.
Brujas, amigas de ensear sus bellaqueras. Ella bien me quisiera ensear el oficio por
pegarme la sarna, y aun si yo quisiera aprovecharme de cosas que ella me deca, bien
supiera yo en una noche coger sangre para hacer morcillas. Pero no quise, lo principal, por
temor de Dios, y lo segundo, porque siempre fui enemiga de oficios que se hacen medio
durmiendo como este de la brujera, en el cual por la mayor parte -como yo va- las brujas
se quedan amodorridas de sueo, y lo que en sueos hacen les persuade el diablo que es de
veras, con unos enredos que, si los hubiera de contar como ella me los refiri, nunca
acabara.
Brujas, todo lo que hacen, suean.

Bueno es saber de todo, no para usarlo, ni aun para saberlo, sino porque ya que se sabe,
sirva de defenderse una persona de bellacas brujas sanguijuelas, que as llamaron los
antiguos a las lamias, brujas y megas. Y advierto que es cosa de risa pensar que es cosa de
importancia, ruda, ni salvia, ni otras destas cosas slo naturales, pues no pueden impedir
que el demonio chupe la sangre y se la d a las brujas. Lo que es de ms importancia es,
sobre todo, rezar; lo segundo, traer el Evangelio de San Juan escrito, y lo tercero,
bendiciones santas.
Advertencia contra viejas.
Remedio contra brujas.
Y as deca esta bruja:
-Ay, hija! Las matronas (que as llamaba a las brujas), las matronas no temen ruda ni
salvia, poleo ni yerbabuena, sino conjuros de abad.
Llamaba la vieja conjuros de abad a las santas oraciones que nosotros reverenciamos.
Con todo eso, por el bien que me haca, estaba con ella en paz, no siendo jams fautora
de sus ensayos.
No denunci della porque, como ignorante, se me escap la obligacin que yo tena de
decirlo a los seores inquisidores, y si la hice bien, fue por la natural obligacin que tiene
cada cual a querer bien a quien le hace bien.
Bolsa inconquistada. Estbamos como madre y hija, y aunque me quera bien la diablo
de la vieja, con todo eso, ni por amores que la deca, ni servicios que la haca, jams pude
conquistar la bolsa, porque cuando yo pensaba la cosa, ya ella iba dos leguas adelante.
Eran sus maas, enredos y ardides tantos y tan disimulados, que me hizo caer en la
cuenta de una cosa que le y dudaba sin atinar salida. Le que en el templo de Arcadia
dibujaron al dios Jpiter de la estatura de un gran gigante que tena los pies sobre una tinaja
vuelta boca abajo, y hacia la parte de la tierra, una vieja chica y fea. Significaban en esto
que Dios tiene debajo de sus pies la luna del cielo y el terreno mundo, y el jeroglfico se
concierta desta suerte: por la tinaja entendan la luna, porque sta preside el agua,
significada por la tinaja; y por la vieja entendan el mundo, porque los engaos y embustes
del mundo no pueden tener mejor imagen y dibujo que una vieja hechicera.
Jeroglfico de las viejas astutas y malas.
Refrn y su emposicin. Tambin entonces entend un refrn que dice: La guila
ensea a vivir sin mengua, y creo quiere decir que como el guila cuando se remoza se
despide de ser vieja, pudese decir que cuanto ms desecha la vejez, desecha menguas que
estn avinculadas al estado de la senectud femenina, a lo menos, cuanto a la significacin
jeroglfica.
Confieso que me acobard tanto su ingenio, que ya, aunque dejara el arca del dinero
abierta, no me atreviera a hacerle de menos un comino, antes hiciera como el Draque, que
cuando vio las puertas de La Corua abiertas, huy y temi, pensando que era ardid.
Pero, quin diablos se ha de atrever a una bruja, que es el diablo el reidor de sus
pendencias?

APROVECHAMIENTO
Mujeres viejas que son indevotas dan indicio que son un abismo de mil miserias y
hechiceras.

Captulo cuarto
De la heredera inserta

OCTAVAS DE ARTE MAYOR ANTIGUA

Smil hecho de todas las cosas naturales, por su orden reridas. Cual suele la tierra con
agua amasarse
Y como el roco sin sentir desciende,
Como suele el aire por lo hendido entrarse
Y como a lo sordo el luego se prende,
Cual suelen las plantas en tierra entraarse,
Cual yedra que en canto y en un muro prende,
Y cual corderito que al pecho se pega,
Y cual sanguijuela que la sangre allega.
Cual suele la planta por la subtil yenda

Juntarse con otra a quien se semeja,


De la misma suerte y sin que se entienda,
Justina, hecha nieta de la muerta vieja,
Se pega a la sangre, pecunia y hacienda.
Y sin tener gana, a gritos se queja;
En maas y hacienda hereda a la muerta,
Por eso se llama la heredera inserta.

Un martes, a la noche, se levant una gran tempestad de truenos, relmpagos, aires,


lluvia y turbiones que ponan grima, Yo encend una vela bendita y pseme a rezar. La
vieja fuese a otro aposento, y pens que se iba a acostar, porque ella no tema nada destos
embarazos.
Como dorma con luz por defuera y miedo por de dentro, no pude enristrar el sueo, ni
aun pude acabar con mi fiel corazn que dejase de dar aldabadas a la puerta de mi
imaginacin, el cual, por instantes, las daba a las puertas de mi alma para que recordase y
escudriase lo que pasaba.
Levantme y vestme, y fui al aposento de la vieja por salir de la inquietud que me
atormentaba sin saber la causa. No hube bien entrado, cuando veo mi vieja papo arriba,
como trucha amorguada, que estaba muy en sana paz dando la ltima bocada.
Verdaderamente, confieso que en verla muerta perd algn tanto del miedo que tena de los
relmpagos y truenos, porque saqu por mi cuenta que, segn ella haba muerto y aun
vivido sin rastro de arrepentimiento, sin duda los diablos hacan fiestas por la muerte de
aquella su amiga, y que los relmpagos eran cohetes y los truenos atabales, a fin de festejar
la entrada de la diablesa.
Yo, como vi que la vieja haba dado en esta flaqueza y que tan sin ruido haba hecho
finiquito, comenc a ensanchar el corazn y mirar la casa con ojos seoriles, y tras esto,
comenc a hacer libro nuevo y trazar una buena vida tras una tan mala muerte; y presto
trac cuanto me convena.
Amortaja sin temor. Lo primero, yo la amortaj sin asco de mal olor, porque estaba la
vieja avellanada y enjuta que era un contento, y porque no se le antojase hacer alguna
travesura, la at pies y manos a osadas, y aun as como estaba, tema que en cogindola el
menor real, me haba de espantar, como el Cid al judigelo que le tir de la barba estando
muerto. No lo digo por la semejanza que con el Cid tena en lo bueno, sino por la que yo
tena con el judigelo. Tras esto, voy derecha a la cmara benedicta donde tena la pecunia.
Fui cargada de llaves, y probando una y otra, abr un cofrecillo barreteado y en l hall -
gloria es el decirlo y regocijo el mentarlo- envueltos cincuenta doblones de a cuatro, con lo
cual pude hacer doblar por ella, pues ella doblaba por m. Como hacan poco volumen, met
parte dello en las zapatillas y entre soletas de las calzas, parte de la faja de grana que traa
junto al cuerpo; y como algunos cayeron junto al corazn y el oro es confortativo, tuve un
nimo invencible, tanto, que estuve sin comer ni beber hasta que ech la vieja de casa y la
di eclesistica sepultura como si fuera christiana.

Busca los doblones.

Oro junto al corazn.

Luto de Justina. Pseme un luto muy de gobierno, para lo cual me vest una saya negra
de la misma vieja, y de unos griones que tena para vender, cort asaz una toca de luto
muy honrosa, que del pan de mi comadre nunca fui escasa. Baj al portal, puse dos o tres
sillas de costillas en hilera, abroqu los tornos y arrimlos como quien arrastra banderas y
voltea arcabuces y destempla aafiles y atambores en entierro de capitn general. Llam al
sacristn que me pusiese el cuerpo en un fretro. Concert a destajo todo el entierro y
oficios, lo menos costoso que pude, dicindole que mi abuela era pobre y que la comodidad
que me hiciese lo pagara en oraciones.
l me dijo:
El primero que piensa que la vieja era abuela de Justina es el sacristn. -Por cierto,
seora, cuando ms razn no hubiera que haber criado a v. m. su abuela con tanto
recogimiento, que la primera vez que a v. m. la veo es sta, bastara a creer que era una
santa y que debo hacer cortesa.
Mentira de Justina. Preguntme que cmo no me va l en misa. Yo le respond que
siempre me haca mi abuela or misa de alba, porque no me viese nadie y porque no tena
manto.
l respondi:
-Pobre y honesta.
No le dije que haba muerto sin sacramentos, sino que ella, por su pie, el da antes haba
confesado y comulgado, y aun dicho:
-Hija, ten cuenta conmigo, que maana pienso ver a Dios.
Entonces el sacristn comenz a decir a voces:
-Profeta, profeta!
Y fue a besarle el pie.
Llama las vecinas. Yo le dej besar, porque nunca fui amiga de desembotar a nadie.
Llam algunas vecinas, y todas decan que para ser una santa no haba tenido otra falta sino
haber sido desconversable. No me dio poco gusto este conque, porque con l me persuad
que era fcil persuadirles lo que les era difcil de averiguar, conviene a saber: que yo era
nieta de la difunta y trada slo para heredera. A las vecinas no les iba nada, y as me
creyeron, de modo que me sobraban testigos para probar cuanto quisiera.

Ocasin para ser nieta y heredera intrusa.

Tuvo soplo la justicia de la repentina muerte de la morisca y mand a un alguacil


viniese a hacer la diligencia y depsito, en el nterin que pareca el heredero, segn los
derechos disponen. Entr el alguacil, pero yo no me turb, y de propsito no le quise decir
cosa alguna del ser yo nieta de la difunta, sino al descuido y como cosa asentada, entabl
mi hecho. Y el modo fue que comenc a derramar unas lgrimas que enternecieran un
Agamenn, cuantims un alguacil, y con ellas en m rostro, le dije:
Justina no se turba.
Llora con astucia.
Entabla el engao con descuido. -Mire, mi seor alguacil, mi desgracia, que se me muri
esta bendita como un pjaro, confesada de ayer, como no han sabido mi mala suerte, no ha
venido un nima que me consuele, hasta ahora que vinieron estas seoras (Dios las d
salud) y v. m., a quien Dios prospere muchos aos, como yo deseo. Ay, mi seora abuela!
Ay, abuela ma! Lumbre de los mis ojos! Y qu har yo sin vos? Que me trujistes vos a
vuestra casa para vuestro regalo despus de haberos Dios llevado todos vuestros hijos y
nietos, y sola yo he quedado para cubrir los vuestros ojos! Mejor fuera que vos cubrirades
los mos!Ay, seor alguacil! Mucho debo a Dios, que ya que a esta pobre la llev Dios
todos sus hijos y nietos, qued sola esta triste nieta suya para cubrir sus ojos! Que era ella
una santa, un alma de paloma! No es verdad, seoras vecinas, que era mi abuela una
bendita?
Ellas respondieron todas juntas y a voz de uno:
-S, por cierto. No llore, seora, que su abuela est gozando de Dios.
Crela el alguacil. Como el alguacil oy todo lo que dije con inocencia, y que como cosa
asentada me trataba como nica nieta y heredera suya y que las vecinas decan lo mismo,
no slo no me embaraz la hacienda, pero dijo:
-Pues, qu me traen engaado, supuesto que esta pobre doncella es la heredera?
Yo entonces, por asegurar ms el caso, me volv al alguacil y djele:
Hcese pobre. -Heredera yo, seor alguacil? Negra herencia de cuatro trapos! No me
d Dios salud si hay en mi casa un real en cuartos ni en plata con que enterrarla, sino vendo
estos tornos y cachibaches! (Y deca verdad, que yo no tena suyo real en plata ninguno,
porque todo estaba en oro y no haba plata ni cuartos).
Maldicin verdadera y astuta.

El alguacil echa el altabaque para Justina. Con esto se compadeci de m el alguacil


tanto, que para darme limosna ech el altabaque y sac treinta reales. Maldita la blanca l
puso de su bolsa, sino la diligencia sola, pero harto fue para un alguacil.
Una cosa jurar yo, y es que si l entendiera lo de la morralla de la morisca, nunca l
me creyera tan presto lo del abolorio. Pero la poca esperanza aviv su fe, en especial que
mis tretas y eficacia en el hablar dio la vida al negocio, y tanto mayor, cuanto menor era mi
miedo. Ca atento que la vieja era muerta, no tena recelo alguno de que pudiese en el
mundo haber quien me alcanzase en maraas. Con esto, me entregu en el cuerpo y aun en
el alma de la hacienda y hice y deshice como quise en todo y por todo.
Ya ech mi viejecita en la fuesa lo ms honrada y prestamente que yo pude, y a fe que
me cost la burla buenos cinco ducados, pero guarde Dios al alguacil y buenas gentes que
lo socorrieron.
Sintese la prdida de una vil codizuela.
Ignorancia maliciosa de Justina.
Casi estoy por decir que aunque se ofrecieron algunas cosas de disgusto en este
entierro, ninguna sent tanto como el interrumpir la ganancia de las libretas, porque cree
que cuando una codizuela va llevando rauda y corriente, da notable pena el ver que se
perturba y que, por perturbarse, no hay dinero fresco cada da. Pero en fin, si duelos con
pan son buenos, con dineros son rebuenos. Digo mi simplicidad, que para abonar mi
atrevimiento y el meterme tan sin escrpulo en la herencia, no tuve para conmigo otra
excusa sino slo el parecerme que aquella bruja -despus del cabrn- me quera ms a m
que a nadie. Otre necedad: no la dije misas, por parecerme que no la poda hacer mayor
pesar que ofrecerle en muerte lo que tanto aborreci en vida. Otra simpleza: parecime que
si ella muriera con su lengua, mandara aquella hacienda a algn mal morisco, lo cual fuera
como quien lleva armas a infieles, y, por tanto, me pareci a m que era mejor ahorrar
destos inconvenientes a Espaa y meter en ella paz bien pagada y mejor merecida. Por esta
causa, me pareci en el pleito de propriedad y herencia sentenciar en mi favor en vista y
revista, y me hice poseedora inquilina, como dicen los escribanos. Lo que hay de culpa,
Dios lo perdone; lo que hay de donaire, el lector lo goce.
No encontrara yo otras ochenta mil viejas como esta cada da, para que tan sin
contrapeso me hicieran bien! Aunque mal digo sin contrapeso. Uno tuve muy a mi
despecho, y fue que antes del entierro, y en el entierro, y despus del entierro, me vi
necesitada de echar algunos lagrimonatos mal maduros que me daban gran fastidio, porque
llorar una persona sin gana, cree que slo se puede hacer en dos casos: el primero, que sea
mujer, y el segundo, cuando ve el inters al ojo. Particularmente cree que forcejar a llorar a
una mujer que le estaban retozando en el cuerpo cincuenta doblones de a cuatro, ya ves qu
trabajo sera. Casi parece tan grande como la colisin del retozo de las dos hijas de Silva,
que forcejaban en el vientre de su madre sobre cul saldra primero. De verdad te digo que
slo por haber vencido el torrente del alegra y forzado el alma a llorar en ocasin tan sin
ocasin, merec los docientos ducados, porque te doy mi palabra que desde el da que mi
padre me imprimi el jarro en las costillas, como viste arriba, hasta aquella presente hora,
mis ojos no se haban desayunado de llorar, si no fueron aquellos dos sorbitos que llor y
pucheritos que hice en la jornada de Pero Grullo, que aun cuando mis hermanos pusieron en
mi cara la verdadera seal de sus cinco dedos, no llor, que soy muy ojienjuta.

Hijas de Silva.

Justina, ojienjuta.

No soy yo moza de los ojos cebolleros, como otras que traen la canal en la manga y las
lgrimas en el seno, y en queriendo llover, ponen la canal y arrojan de golpe lgrimas ms
gordas que estircol de pato. All ech de ver que el suelo de un pueblo hace mucha
impresin en las condiciones y en el cuerpo, pues como Rioseco es y se llama seco, me
peg la sequedad a mis ojos y celebro, o debo yo de ser sola la agraviada, pues otras le han
hallado ms hmedo para s que yo le hall para m. Era gusto orme las simplezas de nia
inocente y tierna que yo deca en la iglesia, cuando, como trtola cuitada, lloraba la muerte
y ausencias de mi querida abuela. Daba gritos, y eran tan recios como si estuviera de parto,
y tan altos, que no s cmo no me subieron al cielo estrellado y me convirtieron en estrellas
higadas y pluviales, como a las hermanas de caro en la muerte y lloro de su loco hermano,
que muri asado en el sol, cocido en el agua de las fervorosas lgrimas de sus hermanas.
Deba de ser mejor hermano que los mos, pues le lloraban tanto, o deban de ser tan locas
como l, que pretendi con caballos de cera vencer a los del poderoso Phaetn.

Lloros desentonados.

Muerte de caro y lloro de sus hermanas.


Con estas ceremonias y lloros, ech el sello y confirm la opinin de ser mi abuela y
asegur mi herencia, que bien pienso yo que cuanto ha que hay lloraderas en el mundo -
sean precisas, sean voluntarias, sean alquiladas, sean insertas-, no ha habido lloradora ms
bien pagada que Justina.

APROVECHAMIENTO
Nota las falsas lgrimas de una mujer, las astucias de una doncella, la codicia de una
mozuela, sus embustes y mentiras, y todo te sirva de escarmiento y de aviso.

Captulo quinto
Del sacristn importuno

SEGUIDILLA CORTADA

Seor sacristn, vay con el dia-


Que no quiero honras que cuestan ca-

Mirar de casa con ojos seoriles. Ya que la gente, despus del entierro, me trajo a mi
casa y tuve segura posesin del arca del tesoro y del tesoro del arca, pase la casa toda muy
bien y vi el mueble, que era poco, pero no malo. Verdad es que los vestidos estaban ms a
propsito para sacar dellos polilla que dinero.
Estando mirandolo que en casa haba, llam a la puerta el sacristn, que era una sal;
digo en el color, que en la gracia era una salmuera. Lindo talle para trasgo. El sacristn ms
asacristanado que com en toda mi vida. Era lego, soltero y bien soltero, aunque a los
principios no se atrevi a soltar. Vena el bueno del hombre por el dinero del entierro, que
eran cinco ducados, en honor y reverencia de los cinco sentidos corporales. Hablme con
tres mil retruecanos y cortesas, dicho todo con una manera de angustia, que entend que era
segundo mortuorio a humo muerto. En resolucin, l me dijo que entonces no quera ms
de un ducado y que poco a poco le ira pagando lo dems, que quera cobrar en tres tercios
la deuda.
Sacristn, pide el dinero del entierro.

Yo le dije:
No quiere dares ni tomares con el sacristn. -Seor, la limosna de la sepultura no es
alquiler de casa, que se paga a enviones, ni quiero dares ni tomares con sacristanes. No
quiero censos de quita y pon con gente eclesistica que anda cada da entre la cruz y el agua
bendita. Ve aqu todo su dinero y vyase con la paz de Christo.
l entonces, por complacerme, me dijo que si a m me pareca, que l quera hacerme
alguna baja.
Yo le dije:
-Seor sacristn, ni quiero que me haga baja ni quita. Tome su dinero y djeme con m
sosiego. A cada cual haga Dios bien con lo que es suyo. V. m. no tiene otra renta sino su
trabajo, y deste dinero lo menos es lo que a l le toca; no haga franquezas que le salgan al
ojo.
No le dije a los ojos porque no tena ms que uno, y ms que era el del can el que le
faltaba.
Importunidades del sacristn y a mal tiempo. Estuvo el sacristn bien importuno, y para
m lo era ms, y en la presente sazn mucho ms, porque me coman los pies por tornar a
acabar de hacer escolta y visita general de las preseas que la vieja haba dejado, y se fue
haciendo ms reverencias que hay en un convento de frailes.
Vase el sacristn.
Esotro da torn tan sin vergenza como si yo le hubiera pedido por amor de un santo
que me viese. Djome mil principios de cosas, y si alguna sigui, fue decir:
El sacristn repregunta. -Seora, vngola a preguntar si ha de hacer honras a su abuela.
Yo, entonces, hice el ademn del piojoso y, concomindome toda, le dije:
-Y de qu, seor sacristn? Las mayores honras que v. m. y yo la podemos hacer a mi
honrada abuela es no hablar juntos, que yo s della que disgusta mucho que yo hable con
sacristanes. Eso de honras gurdese para los caballeros y ricos, que yo no tengo sino tres
sillas y dos tornos, un jarrillo, un cntaro y dos cestos, y una triste ropa de cama y un
vestido roto. Mire si tern bien que hacer para ganar para pagar el entierro, cuanto y ms
hacer honras!
Intento ruin, entendido. A l le pareci que era este buen pie para tomar la mano en
proseguir su intento y hacer su oferta, y hzomela de hacer las honras a su costa y pensin;
mas, por la cuenta, quera honrar a mi abuela en la iglesia y deshonrarla en su casa.
Yo, que le entend la honorfica, le dije:
Vulvese Justina contra el sacristn y trayrelo con lo que haba hecho y dicho. -Tate,
seor sacristn! Honrados das viva, que as me quiere cargar de honra! Yo se lo tengo a
merced. Honra, el rey tiene harta, descuide de eso. Y, por hablar ms claro, dgame, seor
honrador, era l el que estimaba tanto la santidad? Era l el que canoniz a mi abuela por
profeta? Eran estas las profecas? Pues crea que no se cumplirn en mis das. Era l el
que alababa la honestidad con que me cri mi abuela? Sola una excusa tiene, y es que as
como lo que el len toca con la boca no queda de provecho, as castidad alabada de su boca
no queda a su parecer sino para echar a mal. Diga, pensadero, en qu pensaba cuando dio
en pensar que a dos das muerta mi abuela he de perder lo que he ganado por espacio de
tantos das?
Enamorados son locos y confiados. No hay enamorado que no sea loco y confiado. Este
pens que yo le dilataba con esto la cura, y que decirle que mi abuela haba solos dos das
que era muerta, era darle pliza con plazos y esperanza para el tiempo de por venir. No me
sali el sueo del perro. Dicho y visto No me cato, cuando desde all a otros veinte das
torn con la misma demanda, tomando por terna el preguntarme si quera hacer el cabo de
ao de mi abuela. Aqu ya perd pie para no hablar en copla, sino en el estilo de ambausn.

Vuelve a importunar.

Djele:
Despide al sacristn sangrientamente. -Seor don besugo estrujado, no me enfade, que el
da que enterr a mi abuela, acab con sacristanes para todos los das de mi vida, y crea que
un sacristn a media legua me huele a requiliternam y a neque especias, lo cual para un
vivo tan ruin y pecador como yo es peor que regeldo de descasado. Adnde o en qu
calendario hall que en veinte das se acaba el ao, para venirme a acabar la vida sobre que
haga cabos de aos? Digo, que cuando el sol tornare atrs y concluyere su curso en los
veinte das dentro de los cuales dice que es cabo de ao, entonces dar a sus porfas cabo. Y
no es poco decirle esto, que aunque s que es imposible la condicin, con todo eso, por
pensar que pensar que le prometo algo, me animo a mucho, y avsole no me atraviese los
umbrales, porque mi abuela me dej casi concertada en Mansilla con un hidalgo honrado
que tiene ya mi honra por su cuenta, y si viene y sabe que aqu entra a ofrecerme esas
honras, crea que el menor pedazo ser la oreja. Y mire lo que ha hecho en solos tres das
que aqu ha venido, que por conservar mi honor, me es forzoso irme a Mansilla, y de hecho
lo har, que ya lo he dicho a mis vecinas y me aconsejan que lo haga.
Desuciale.

Con esto, el sacristn vol, despedido de honras y provechos de cabo de ao y de todos


sus intentos. Cul ira su nima!

APROVECHAMIENTO
Un loco amor lo menos que acarrea es deshonor.

Captulo sexto
De la partida de Rioseco

SPTIMAS DE PIES CORTADOS

Cual mercader codicio-


Que de Indias viene ri-
Cuya galera o navi-
Trae el dulce viento en po-
Ni ms ni menos, Justi-
Rica, ligera y gozo-
De Rioseco va a Mansi-

Entrega una obligacin con que obliga a que no la descubran. Entre la hacienda que
haba en casa, encontr dos obligaciones: una, contra una morisca muerta, y otra contra otra
viva, la cual yo conoca y aun la tema, porque sta saba muy bien que yo no era nieta de la
vieja, sino que todo era trama, y para que no me descubriese, us de este ardid.
Yo le dije:
-Hermana, veis aqu una obligacin de seis mil maraveds que debis a mi abuela. Ella
me la dio y entreg para que cobrase de vos, pero creed que yo no os he de dar pena,
porque espero que me haris merced en otras cosas.
La cuenta de la deudora. La morisca era astuta y entendime, y hzose esta cuenta: si yo
descubro que esta no es heredera, entrar la justicia en la hacienda, y ella, por vengarse,
descubrir lo de mi obligacin para que de m cobren el dinero, y por tanto me perder, y si
callo, no me hablar palabra. Visto esto, determin callar, y call ms que una muerta, y yo
call porque ambas tenamos buen callar.
Cobrar deudas es busca ruidos y descubre verdades. De los herederos de la otra morisca
tambin pudiera yo cobrar, que abonados eran, mas no quise, porque no me pusiesen alguna
objecin con que lo borrsemos todo, que esto de cobrar deudas es busca ruidos y descubre
verdades.
Fbula de la paloma que prest al sapo la castidad. A este propsito, dice la fbula que
la paloma prest al sapo, en prendas de la cola, la castidad, y que el sapo no teniendo de
qu pagar y aun enfadado de verse tan casto, pidi a la diosa Venus le convirtiese en
paloma. Ella lo hizo, pero por si el sapo se entonase, sac dl un retrato y escondile en las
aguas del Danubio, para cuando se entonase, darle en los ojos con el retrato de quin fue, y
que la confusin de ver quin fue y quin era le hiciese acortar de presuncin. La paloma,
viendo al sapo tan paloma como ella, pidile su deuda y que le dara su prenda. Hubieron
palabras en que vino a decir el sapo a la paloma que era tan bueno y mejor que ella. La
paloma, corrida, quejse a su madre natural, Venus, que la vengase de aquel agravio.
Villanos son ingratos.
La paloma se queja a su madre Venus.

Ella e dijo:
-Anda, hija, y busca en las aguas el retrato del sapo, y con esto le convencers para que
torne la castidad que le prestaste, que ponindole delante su figura, se acordar de lo que no
tuvo y lo que tiene.
La paloma es torpe. Fue la paloma y, como es torpe, jams pudo descubrir el retrato,
pero siempre iba y vena a buscarle, y de all le qued a la paloma que nunca cesa de andar
solcita mirando y remirando el agua, por si halla all el retrato del sapo para que le torne su
castidad y aun su honra, lo cual ha sido causa que muchos cazadores maten palomas
embebidas en mirar las aguas.
Inquietud de la paloma en el agua.
Vean aqu en qu para pedir deudas: en no cobrarlas y recibir afrenta, pues el sapo, tras
no volver a la paloma su castidad, la dijo injurias y puso a pique de que el cazador la mate.
Por eso no quise yo ser paloma en pedir deudas al sapo.
Refrn de pleito. Bien creers que con tan buena ayuda de costa concluira bien mi
pleito y sacara sentencia en mi favor. As fue, y tan favorable, que slo mi generoso gusto
pudiera hacer tal efecto, que, como dice el refrn, trae la bolsa abierta y entrrsete ha en ella
la sentencia.
Concluso el pleito, hice la almoneda (el almoneda), afeitando primero todo el ajuar y
emprensando la ropa de lino, y como se venda en parte escura, pas como cuarto falso.
Debime esto de valer otros trecientos reales, sin ocho ducados que pagu, porque los deba
la vieja del alquiler de la casa, y aun para stos hice que me tomasen para en parte de pago
unos cachibachos que no poda vender, requirindolos que yo me haba de ir a servir a
Mansilla forzada de mi pobreza y que no haba otra cosa de qu pagar. Entre otras cosas,
les hice tomar en pago una albarda vieja de mi burra en tanto precio como si fuera nueva,
mas ellos se conformaron, diciendo:

Requerimiento de Justina.

Vende la albarda.

La mala paga siquiera en pajas, cuanto ms en albardas.


Part de Rioseco a Mansilla en burra propria, con sentencia favorable y con trecientos
ducados, poco menos. Qu te faltaba, Justina, sino sarna? Vine cantando las tres nades,
madre. No dejaba de tener algn recelo de cun mal recebida haba de ser. Bien se me
ofreci enviar delante de m presentes a mis hermanos y algn recado amoroso, mas no era
yo tan cuerda que imitase a otro mejor que yo, al que por gran temor de su hermano, yendo
rico y poderoso, le envi presentes para que ddivas ablandasen peas. Antes, me pareci
como a necia que tanto me perdiera y diera nota de que haba ganado mucho en poco
tiempo, que es cosa de mucha nota en mozas cual yo era, y aun no pudiendo esconder que
el burro era mo, dije que me le haba encargado una vieja, la cual, cuando se muri, me
dijo se le vendiese y se le hiciese decir de misas. Y fue donoso cuento, que cuando mis
hermanos me preguntaron la primera vez lo del borrico, estaba delante un clrigo, y como
me oy decir que le haba de vender para decir de misas, me sali a la parada ofrecindose
a decirlas a cuenta.
Mas yo le dije:
-No seor, que han de ser misas con dicono y sudicono, y en su aldea no hay lugar
para tanto.
Si esto no digo, cogido me haba el cura.
Entr en mi casa, recibironme, viva, y aun a penas. Con todo eso, me teman, por ver
que me haba sabido valer tan bien de Rey y de Iglesia, pues traje carta de excomunin para
los ladrones de fuera y ejecutoria contra los ladrones de adentro. En virtud de la sentencia,
nombr un curador a mi gusto, que era un hombre de armas a quien yo conoca muy de
atrs y a la sazn estaba conmigo muy adelante en voluntad, y no le nombr tanto por
finezas de amor, cuanto porque para defender mi hacienda y persona tena armas y dientes
contra aquellos galeotes, mis hermanos, cuya clera creci con el nuevo enfado de la
sentencia favorable.
Este hombre de armas era viudo y estaba de asiento en Mansilla y posaba en la misma
casa de mis hermanos, y aun la sustentaba, no de comida, sino de juego. La voluntad que yo
le tena era sana y sincera, aunque no poca, que verdaderamente las mujeres, si no nos
pervierten, sabemos querer sin ofensa de Dios mucho tiempo, sino que no nos entienden,
que nosotras somos como mariposas, que querramos tratar el fuego sin quemarnos. Con
esta lectura acuda a l en todas mis necesidades, y aunque el hombre me amparaba de
merced, con todo eso, me pareci que me importaba buscar marido que le doliese mi
hacienda y me amparase de justicia, por lo cual determin mudar estado y meterme en la
orden de matrimonio.
Mujeres, como mariposas.

Algunas amigas mas me daban modos de devociones para casarme, mas viendo que
eran muchas dellas de risa, las dejaba. Hall por mi cuenta que son ms las recetas de
devocin para casarse, que las que hay para dolor de muelas. Acurdome que hice azotar a
una mujer porque me dijo que madrugase la maana de San Juan al punto que alboreaba, y
que cual fuese la primer cosa que viese, tal sera mi novio. Madrugu, y lo primero que vi
fue un borrico que vena roznando. Esper otro poco, y pas un sacristn capn. Tmame
la esperanza para bien matrimoniar!
Dejme de esto y di en hacer las romeras cosarias, que son ir a las ms lejos, parte por
alejarme de aquellos verdugos insertos en hermanos, parte por poder decir que el marido
trado de lejos es precioso. Imit en esto a la trtola, que cuando est descasada, se aleja de
su nido y no vuelve a l hasta venir enmaridada.
Casamiento de trtola.
Cualidades del meln. Esto de encontrar con buen marido es como quien compra
melones, que ni el hombre sabe si el meln que compra est maduro o verde, ni si es todo
pepita o todo carne. Slo dice que el meln ha de tener tres cualidades: pesado, escrito y
oloroso. Y a esta cuenta, buen marido encontr yo, porque en lo que toca a escrito, no haba
otro ms escrito en Espaa, pues lo estaba en ms de veinte compaas de soldados, y a las
menos haba servido, y aun la frente traa escrita con cuchilladas; pesado, no lo era poco;
oloroso, tampoco lo era, que de ordinario traa una poma porque no le oliese mal una
fuente, y le dur la poma hasta que un da la jug al treinta y uno, mas no por eso dej de
oler, que como qued pobre, ola a pcaro a cien pasos, que todo es olor, o bien o mal.

APROVECHAMIENTO
Pondera el gran descuido de tomar santas devociones para encaminar a Dios el
matrimonio santo, por lo cual hoy da tienen los matrimonios fines tan aviesos y
desgraciados.

LAUS DEO

Libro cuarto
De la pcara novia
Captulo primero
Del pretendiente tornero llamado Maximino

REDONDILLAS DE SOLOS DOS CONSONANTES, DE MANO DE JUSTINA

Suma del nmero. Un Maximino de Umenos,


Mximo de Umenos pretende a Justina; finge ser ms de lo que es. Infrmase Justina,
deschale y dale vaya donosa. Por ir de menos a ms,
Quiso, ni poco menos,
Poseer en m lo ms.

Fingime ser, cuando menos,


Mendoza, Guzmn y aun ms,
Mas todo fue por dems,
Porque era un peln y aun menos.

Yo le dije: no haya ms,


Seor mnimo de menos,
Que ni tengo amor de ms,
Ni tengo seso de menos.

Y no me torne aqu ms,


Seor tornero; a lo menos,
Visite mi casa menos,
Si quiere no tener ms.

Dijo Umenos: a lo menos,


No me quitars jams
Que te quiera mucho ms,
Cuanto me quisieres menos,

Si ans procedes de hoy ms,


Tal es lo ms cual lo menos,
Rugote vamos a menos
Y no me envides ms y ms.

Ni mates, ni mueran ms,


Que Dios nos hizo de menos,
Y aun es poco ms o menos
Lo que va de ms a ms.
Y si es extremo tu ms,
Y es otro extremo mi menos,
Estima menos tu ms
Porque valga ms mi menos.

Que aunque yo te viera en menos


Y me viera a m en lo ms,
En mi ms tuviera menos
Porque entraras t en lo ms.

Sube un poco ms mi menos,


Baja un poco ms tu ms,
Y con eso, desde hoy ms
Umenos no ser menos.

Porque siendo t algo menos


Y yo tambin algo ms,
Crecer yo tanto ms
Cuanto t fueres de menos.

Aquesto me dijo Umenos,


Y trecientas cosas ms,
Y aunque nunca me am menos,
Nunca yo le quise ms.

Dos cosas en pueblos pequeos que no se pueden esconder. Dos cosas hay en los
pueblos pequeos que no se pueden esconder: almoneda y moza casadera. Y como me
olieron a vspera de novia, iban y venan pretendientes como la vanagloria.
Descripcin de Umenos. El primer pretendiente mo (a lo menos, de los primeros) fue
uno tan faltoso de hacienda y traza cuan sobrado de amor y buen despejo, mocito espigado,
barbiponiente, bermejuelo, pintojo, espadachn, no mal talle, sino que tena la cabeza chica,
que pareca porra de llaves, seal de poco seso, y la cara hoyosa de viruelas, tal que pareca
molde de picar botas. Llambase Maximino de Umenos, y aun era menos de lo que pareca.
Este, despus de haber hecho algunas demonstraciones, no tan costosas como graciosas,
pensando que mi casamiento era de casta de qunola, que se hace sin descarte, o de
ublado, que se hace en el aire, me dijo, como cosa hecha, sin arengas ni exordios:
Razonamiento liso de Umenos en que pide a Justina sea su esposa. -Seora Justsima, si
v. m. me quiere por su criado de las puertas adentro, para almohazar su mula, ensillar su
yegua, lavar sus paos, coser sus sayas, y para otros oficios a esta guisa, aqu estoy, hgase
su voluntad. Crame que no soy perdido sino de amores, y no por todas, sino slo por
voarced, a quien quiero por mi esponja.
En parte me cay en gracia el denuedo del hombre.
Djele que me dijese qu oficio tena. l titube algo acerca deste punto, pero como era
descaradillo, limpise de saliva y de vergenza y djome:
Finge Umenos tener muchos oficios y dcelos donosamente.

Torneador toreador, etc.


-Una alma conjurada no puede negar la verdad, y as sabr v. m. que no tengo un oficio,
sino muchos, y son ms que los del libro de Tulio. Mis oficios tienen tiempos, como el
ganado pastos. Yo, al verano, torneo; al invierno, pongo en orden lanzas, garrochones y
rejones para hacer lo que se ha de hacer en su tiempo, y aderezo garrochas pavonadas para
toros, y aun si tomo un caballo entre manos, no hay quien d mejor cuenta dl que yo.
Hidalgo como el gaviln, que soy Mendoza, Guzmn, Cabrera, y de ah arriba cuanto
mandare. Soy vizcano, alavs, linda res y mozo que no me duermo en las pajas.

Dormir en pajas.
Empeo del pretendiente. En esto ltimo, bien saba yo que menta, porque me constaba
que maldito el colchn tena en su cama, sino que dorma ras con ras sobre las pajas de un
jergn, a causa de que el colchn le tena empeado en casa de un sastre que le hizo coleto,
ropilla y valones para seguir su pretensin. Yo bien adevin que este mocito no traa caudal
para ser admitido a tlamo y que todo era fruslera, mas con todo eso, no le quise responder
de repente porque no me sucediese lo que a la diosa Delio, que querindola por mujer el
dios Apolo, le desech por verle que vena mal vestido, y a la ligera. l pas de largo, y
cuando ella vio que llevaba tras s todo el ejrcito del cielo por criados, arrepentida, jur
hacer de ciertos a ciertos tiempos un gran llanto y vestirse de luto, y de aqu provinieron los
eclipses y diluvios de Delio, que es la luna.

Jeroglfico de los eclipsis y diluvios de la luna, a propsito.


Es necedad de casaderas despedir pretendientes. Ans, yo no quise desechar a este
pretendiente, lo uno, por lo dicho, que debajo de sayal hay al; lo otro, porque es ignorancia
de damas casaderas despedir un pretendiente hasta que pique otro. Es cordura que nunca
est vaco el puesto, que taberna sin gente, poco vende. Mas ya que acudieron al reclamo
otros opositores de ms suficiencia y partes, yo, que estaba informada de las pocas deste
barbiponiente espadachn, le llam y dije:
Refrn a propsito.

Respuesta de Justina y declaracin de los oficios del tornero. -Seor, yo he pensado en


aquel negocio que v. m. me dijo el otro da, y creo que conforme a la relacin que v. m. me
hizo, me engaaba en la mitad del justo precio. De veras que cuando v. m. me dijo que era
torneador en verano, entend que ocupaba v. m. el tiempo del verano en torneos y justas, y
parecame bien, porque el tiempo del verano, en el cual la sangre se dilata y los miembros
se desencogen, es acomodado para los ejercicios belicosos, y yo no estoy mal con personas
de esa profesin. Mas segn soy informada, el tornear v. m. en verano es que v. m. es
tornero, y en el verano tornea trompos para los muchachos. Y me han dicho que el poner v.
m. en orden lanzas y garrochones, es que en invierno no tiene qu hacer sino aderezar estos
instrumentos a quien se lo paga. Y lo de dar cuenta del caballo, segn me han dicho, es que
v. m., si se lo pagan, engorda los caballos con zanahoria, pan de linaza y aceituna, que
dicho en buen romance, es que v. m. es tornero de nios, garrochero de bobos y almohacn
de caballos. Es ans como lo digo y la fama lo canta?
Torneador de verano.
Tornero de trompos de nio.
Suma los oficios de Maximino.

El bueno del alavs, que tena muy poquita vergenza, se quit su sombrero y dijo:
Respuesta descarada. -S, seora, lo mismsimo, est vuested en lo cierto; valo voarced
si le arma el mozo.
Cuando esto o, quisiera pelarle las cejas de puro enojo, mas templme considerando
que l haca como discreto en buscar su remedio como mejor poda, y que yo era libre para
hacer mi gusto, y por no perder ocasin ninguna que fuese dl, le comenc a dar un poco de
vaya, y volviendo el rostro al sesgo como se usa entre matraquistas de la hampa, le
comenc a decir veinte cosas.
Matraquea Justina al pretendiente y zahirele con su misma informacin.

Fisga de que se llam tornero.


-Sor tornasolado (le dije), dgame por vida de ese banco de botonera y por esas barbas
de oropel, no hall otro oficio que ms me cuadrase que el de tornero veraniego? Pues
tan amiga le parece que soy de maridos que tengan oficio de a pie quedo y de siempre en
casa? Pues no ve que siendo tornero de dos de queso, en faltndome qu hacer, le enviara
por cuernos al Rastro para que torneara tinteros para toda la vecindad? Dgame, tantos
toros pensaba correr, siendo mi marido, que se ofreci de aderezar lanzas y garrochones
con que torearlos? Consulese con que sabe poner en orden caballos, que para cuando haya
de salir de semejantes ocasiones tan avergonzado como corrido, estarle ha bien, y saldr
encima de esos caballos. Una cosa le quiero preguntar, y respndame, que yo le doy
licencia que me hable: Por qu en aquella relacin que me hizo de sus oficios, calidades y
partes, no me dijo en qu le poda yo ayudar en aquel oficio de torneador veraniego? No
hube bien preguntado esto, cuando el mancebillete me respondi sin maldita la pepita:

Fisga del aderezar garrochones para torear.


Fisga de que dijo daba cuenta de caballos.
Pregunta Justina de qu pensaba servirse della.
Responde sin vergenza y echa pullas a Justina. -Sora ma, yo la dir a voarced de lo
que me haba de servir si matrimoniramos los dos. Habame de hacer cordeles de cerro y
amolar las puntas a los clavos de trompos y peonzas, porque los muchachos dejaran toda la
ganancia en casa.
Enjase Justina con Maximino y hcele fieros. Aqu confieso que me enoje en un si es
no es, y me desprend dos alfileres de la paciencia, y sin ellos y sin ella, le dije:
-Muy pcaro de a ocho en cuartern! Lo que ha de hacer es ir a buscar moza a beda,
donde son los buenos cerros, y busque una aguzadera de puntas de trompos en la manflota,
que, Dios es mi padre, si otra vez me mira al rostro ni estampa el pie veinte y cinco pasos
de mi puerta, le haga yo al trompero trompn, no slo ir trompicando, pero tornearle las
espaldas y sacarle la punta de la lengua por el colodrillo de esa cabeza de peonza.
Teme y huye Maximino. Temime sin duda el pretendiente, y imaginando que yo tena
de respuesta los diablos de San Antn, se encomend al caballo de los pies.
Mujeres, ponen temor. Cosa rara, cun en manos de una mujer est en coger y en
descoger un hombre, ponerle hecho un ovillo y hacerle dar hebra! Ans le met a ste las
cabras en el corral, como si yo fuera el gigante Golas.
Calidades de un capitn.
Mujeres, temidas y por qu. Jiroglficos varios a este propsito.
Mas no me espanto que nos teman los hombres, que -como deca el seor don Carlos-
aquel capitn es ms temido que sabe mejor vencer con paga y amor la voluntad de sus
mismos soldados, y como nosotras pagamos a nuestros Roldanes en moneda de a dos caras,
adelantadas las pagas, no hay hombre que no nos tema.
Una vez o en casa de unos caballeros, sobremesa, seguir este intento; y uno trajo a este
propsito aquella pregunta comn de que por qu causa a la fortaleza la pintan como mujer,
y respondi diciendo que por la causa dicha. No me pareci cosa muy a propsito. Mejor
dijo otro que sali con menos orgullo y ms razn. Este prosigui el intento, y dijo que para
significar los antiguos cmo las mujeres somos valientes de acarreo y temidas cuando
queremos, pintaron a la fortaleza en servicio de Venus, y que otro pint a Venus que, yendo
volando, arrebat la fortaleza y la llev gran trecho a mal de su grado y la meti entre unos
agrios peascos convecinos de su jardn, y en estando en ellos, le quit la capa a la fortaleza
y la hizo que cavase y cultivase las peas, plantando en su lugar rboles deleitosos, y
edificase una fuerte torre; y aadi haber ledo en muchos poetas que los ms copiosos
ejrcitos del mundo los haban capitaneado mujeres, no por otra causa, sino porque la
fortaleza viene a ser esclava del amor y las mujeres.

Mujeres valientes de acarreo. Jiroblficos a propsito.


Sirven las berzas al amor.

Y concluyendo la pltica, dijo:


Descripcin de las pagas de las mujeres. -No se espante nadie que las mujeres sean
temidas, que pagan sus soldados adelantado, trazan sosiego y pelean sin peligro.
Este pretendiente se llamaba Maximino de Umenos, y sobre uno y otro apellido le dije
algunos conceptos razonablejonazos, parte de los cuales puse al principio deste nmero, y
parte est escrito en el envs de mi memoria, y, por no descogerla, me perdonars el cuento.

APROVECHAMIENTO
Los que pretenden casarse en estos tiempos mienten en su calidad y casi en todo, siendo
el contrato que con mayor verdad se debe tratar.

Captulo segundo
Del pretensor disciplinante
LIRAS DE PIES CORTADOS

Suma del nmero. Un peln desgarra-


Que andaba amartelado por Justi-,
Un hidalgo, hijo de viuda, no pudiendo de otra suerte, ronda a Justina en hbito de
disciplinante. Justina le enva corrido. Por verse remedia-,
Pidi al dios Cupi-,
Le diese de limosna un buen vesti-.

El ciego de Cupi-,
Como ciego, pobre e inocent-,
Le dio un pobre vesti-
Ms para penitent-
Que para ostentacin de pretendient-.

Dio al triste amant-


Camisa, capirote y discipli-
Y, hecho disciplinant-,
Pasea su Justi-,
Mostrando en azotarse gallardi-.

En fin, de aquesta empres-


Sali el diciplinante remoja-
Y a toda furia y prie-,
Seguido de mocha-
Que le hicieron huir ms que de pa-.

Amor es inventivo.
Justina no se atreve a tratar de las cosas de las tejas arriba.

Amor muda trajes.

Portugus, muere vestido, y por qu.


No se le puede negar al amor que es inventivo y que en trajes y disfraces tiene la prima.
No trato del amor excelentsimo, porque en m casa llueve como en Toledo, de las tejas
abajo, que no soy caro, ni Phaetn, ni Simn Mago, ni marqus de las nubes, para que el
vuelo de mi lengua y pluma suba medio coto sobre el caballete de un tejado. Digo, pues,
que con justo ttulo se le dan al amor de inventivo, pues muda y disfraza como quiere las
gentes, porque quien es tan poderoso para en un instante trocar las almas, no es mucho que
lo sea para trocar los vestidos, si no es que sean los vestidos del otro portugus, que se
visti para morir, y dijo:
-Ahora, mteme Deus, con condezaon que el da do juicio no me tire este vestido o
truque, que eo quiero que co o meo me faga Deus ben.
Muchas cosas te pudiera decir por donde conocieras los raros disfraces y ensayos del
amor, mas por ahora me contentar con decirte uno de los ms donosos que has odo, y es
de un pretendiente mo que, no teniendo otro modo ni manera cmo hablarme, dio en
vestirse de diciplinante para que no le faltase al amor librea que haya dado a los suyos.

El amor ha dado todas las libreas.


Hijo de viuda. En mi pueblo haba un hijo de una lavandera viuda muy regaln y muy
hijo de viuda. ralo tanto, que l solo se sentaba a comer a la mesa y su madre le serva,
como si fuera madre al uso de Jauja. Nunca la llamaba mi madre, sino la mi lavandera.
Harto tena la madre que afanar para sustentarle a l. El provecho que dl se tena en casa
no era sino slo que, estando l en ella, jams se endureca ni tomaba de moho el pan, y
para pasar dos azumbres de vino de un aposento a otro, no haba menester bota, ni jarro, ni
cuero. Tambin haba su madre dl otro provecho, y era que cada da, despus de comer, la
contaba un pedazo de la historia y descendencia de los Machucas, y conclua siempre
diciendo:
Madre de Jauja.
Provechos sin provecho.

Porfa necia del presumido hidalgo. -Lavandera ma, desta gente fue vuestro marido y
mi padre, que sea en gloria. Hidalgo era, aunque pese a ruines hombres, que aunque le
hicieron pechero, fue cosa injusta, y el rey nos debe todos los pechos mal llevados desde
docientos aos ac. Yo soy hidalgo, que en Castilla el caballo lleva la silla.
Con este cuento andaba la madre tan pagada, viendo que su hijo no era slo hidalgo,
sino becerro de hidalguas, y daba sus servicios por bien empleados en razn que de su
linaje hubiese en el mundo un hidalgo. En fin, la pobre vieja andaba machucada y l muy
pomposo por el lugar.
Talle del disciplinante. Tena el mozo no mal talle, antes era alto, bien dispuesto y por
extremo blanco, y de tan buenas carnes como mal espritu. Psosele en la cabeza casar
conmigo. Gustara l para esta aventura hallarse muy vestido y arreado, mas no le fue
posible por ninguna va, porque aunque l quisiera hurtar algn vestido negro mal
guardado, no le haba en el pueblo, que por entonces no vestan los de Mansilla pao
guineo, ni tampoco era para el oficio de ladrn, porque por no llevar l una mala noche
anduviera en cueros.

Ladrn perezoso.

Esta ocasin de verse con tan poca ropa le detuvo de venirme a hablar cuerpo a cuerpo
y decirme su razn. S que pasaba l con otros por la calle y miraba hacia mi ventana, mas
tornando a mirarse, deshaca la rueda de los ojos y alentaba las del cuerpo para pasar de
largo. Sin duda que le vi un da con unas calzas que, para no perderse el pie y pierna al
embocarse en ellas, era menester una gua de hilo a hilo; los gregescos tan repelados, que
ms traa gesto de toreador acornado que de pretendiente amoroso; sayo y capa de la misma
suerte. Y con andar ans, era tan poderoso para con l la descendencia de los Machucas, que
forcejeaba contra la tempestad de sus trapos y pobreza, pretendiendo arribar al tlamo de
Justina, la hidalga.
Vestidos del pretendiente pobre.

Hidalgo porfiado.

Vino Mayo, y con l un da florido, alegre y claro, fiesta de la Cruz. Este da se resolvi
ponerse de librea para rondarme la puerta y decirme su razn, y la librea que tom fue
vestirse de diciplinante, y porque se declarase ser acertado jiroglphico el de aquellos que
por ley ordenaron que las mortajas de venta se colgasen a las espaldas del templo de Venus,
madre del dios de amor, pues este idlatra de su cuidado descolg este ensayo y mortaja del
templo de Venus, que en su alma hizo para suplir la falta de un buen sayo.
Diciplinante rondador.
Mortajas de venta en el templo de Venus.

Discurso del pretensor diciplinante. Su discurso fue ste: Las partes con que yo puedo
competir son con que me vea mi buen cuerpo, disposicin y blancura de carnes
descubiertas, y aun ser posible que el verter mi sangre la mueva a compasin.
En cumplimiento deste propsito, se fue a la ermita que llaman de San Roque, y all se
visti de una sbana de Ruan ma, la cual yo haba dado a lavar a su madre. Comenzse a
azotar y andar a son. La traza del diciplinante era tan donosa como gallarda si cayera en
otro sujeto. Dbase tres azotes en buen comps, y tras ellos, daba otros tres gallardos pasos
con el azote sobre la espalda y los brazos puestos en asa. Como el diciplinante era slo uno
y el ruido tanto y el uso tan nuevo para aquella tierra, en un punto aparrochi todos los
muchachos de la villa. Llegaron a mi puerta, y como no poda llamar al cerrojo, un poco
antes de llegar aviv en tanta manera el ruido de los golpes, que entend que me corra la
calle algn desaforado caballo. Asomme a la ventana, y como el diciplinante vio que yo le
miraba, por me hacer favor, dobl la parada de los azotes y acort la de los pasos, dndose
a cada paso y medio seis azotes, y repicbalos a buen son. Cuando vi tal furia de azotes,
temblronme las carnes de miedo, y cierto que sospech que eran azotes del otro mundo o
que era el nima de Pavn que andaba en penas por mi puerta. Quitme deste miedo un
muchacho que me dijo:
Diciplinante fanfarrn.

Jntanse los mochachos.

Paseo y ademanes del diciplinante.


Azotes del otro mundo.

Muchacho descubre al diciplinante. -Seora, Machn es, no le conoce?


Entonces, viendo que era hombre de carne y sangre, y buena sangre, segn l deca,
naturalmente me compadec dl, y sin mirar lo que deca ni lo que poda suceder, olvidada
totalmente de que aquel era pretendiente mo, dije:
Justina, al descuido, le habla compasivamente. -Ay, el mi disciplinante, y qu llagado
vas, y quin te pudiera socorrer y consolarte!
Deja el hato el disciplinante y ntrase en casa. No hube bien dicho esto ni l odolo,
cuando, pensando que era hecho su casamiento y mi voluntad conquistada, sin ms ni ms,
dejando la procesin de los muchachos en la calle, dio a uno el capillo y a otro el azote y se
entr en mi casa, y subiendo a toda furia uno y otro alto, se puso en mi presencia.
Yo tem que as, hecho morcilla, me diese paz y huile, el cuerpo. Yo no saba si rerme
o enojarme en semejante ocasin. En fin, me report y le pregunt:
-Hermano, quin sois, a qu vens, o qu queris?
A esto me respondi:
Razona el disciplinante con Justina. -Seora, al quin sois, digo que soy un ave fnix; y
si me pregunta a qu vengo, digo que a si me quiere mandar algo; y si me pregunta que que
quiero, es si le est bien casarse conmigo.
Risa lenta y mortecina. Yo no pude tener la risa; soltla, sali, y queriendo mi risa
retozar, con el disciplinante desnudo, enfrise y tornseme al cuerpo. Con esto tuve lugar
de hablarle y djele:
Despedida de Justina. -Por cierto, seor hidalgo nuevo, yo tena lstima de ver sus
carnes tan desangradas, pero ya ms la tengo al seso que se le va que a la sangre que le
corre. Y pues me habla por prrafos, haciendo una razn de tres esquinas, como bonete de
entrems, yo le quiero responder con otra razn de tres gajos, como cuerno de ciervo o
asador de boda, por los mismos casos. Hame dicho que es ave fnix, y mucho me pesara si
lo dijera de veras, porque si se le antoja morir quemado, como suele el ave fnix, no querra
me quemase esa sbana de Ruan que di a su madre para lavrmela, y como sea verdad que
esa sbana no se cort de la tela del mantel de Plinio, el cual se lavaba y purificaba con el
fuego, no querra que pensase su madre que quedara lavada mi sbana quemndola l con el
fuego que promete. No debi de querer decir v. m. que es ave fnix, sino pelcano, y eso
aun se puede creer, y yo lo creyera, si la sangre que saca a traicin la sacara en somo del
garguero, como dicen los de su tierra. A lo segundo que me dice, que viene a que yo le
mande algo, digo que yo no he visto diciplinante tan bien mandado ni l ha visto ms mala
mandona de disciplinantes. No mando yo a gente en camisa, dems de que yo tengo
escrpulo de sacarle de un tan buen paso como lleva. A lo tercero, de casarse conmigo, la
respuesta est en la mano; yo concedo que los hidalgos han de ser recebidos con sola la
capa y espada y las hidalgas en camisa, pero no pide justicia que reciba yo a un hidalgo en
camisa como si fuera mujer y sin la mitad de la buena sangre que yo tanto apetezco. No
quiero yo amante que echa su amor en las espaldas, sino por el lado del corazn.
Hermanito, tome su capirote y su azote, y trote. Mire que hace falta a tanto del bello
muchacho que le aguarda, que no quiero yo que por mi culpa se deshaga la procesin de la
Vera Cruz de Mayo, ni quiero, si hay falta de agua, tenga la culpa yo por hablar a la mano a
un diciplinante tan devoto como l.

Justina le da vaya sobre lo del ave fnix.

Mantel de Plinio, se purificaba en el fuego.

Dale vaya en lo que le dijo.

Fisga de venirse a casar en camisa.

Despide al diciplinante.
Diciplinante corrido, baja. Ya t ves con esta respuesta cul se marchitara el pobre
diciplinante. Cree que si le vieras bajar las orejas y las escaleras, vieras el retrato de la
quinta langosta. Tard en bajar media hora, que un corrido corre poco.
En este comedio tuve yo lugar para hacer del ojo a un angelito de la vanguarda, que
estaba fregando las escudillas, que hiciese lo que saba. Entendime, que en mi casa todos
entendan a medio guiar.
Ya que sali a la puerta, fue muy bien recebido de los muchachos que all esperaban su
advenimiento. Dur no poco la risa, y l tuvo por bien tornarse a encorporar el capillo, por
no se ver ms avergonzado. Tom su azote, y dando un vehemente sospiro, alz los ojos a
mi ventana. Entonces, por sus mritos y pasiones, de la nube de una gran caldera descendi
sobre cuerpo una gran chaparrada de agua de a medio hervir, harto limpia, pues limpiaba
los platos, en que hubo para l y para los mochachos. Ellos, enojados de la mala vecindad,
comenzaron a tirar barro y terrones al disciplinante, como si fuera encorozado. l, con la
clera, quisiera entrar a machucar la moza, mas ya ella haba asegurado el paso, porque
tena echada la tranca, y por si replicase, el aldaba, y por si replicase, un canto.
Trnase a vestir el diciplinante.
Diciplinante remojado.

Echa la moza la tranca.

Ya que no tuvo otro medio con que mostrar su enojo, ech tras los muchachos con
intencin de hacerlos disciplinantes de por fuerza. Mas ellos revolvieron sobre l con tanto
bro que, como los ratones vencieron a los valientes de Rodas, le vencieron al valiente
hidalgo, y fueron tan poderosos, que le echaron del pueblo as, en pelete, como estaba, y
hasta hoy no ha tornado al pueblo.

Sabido el alboroto, vino la justicia. Tomme el dicho. Yo dije que aquel hombre me
haba dicho que yo era un ngel y que aquella casa era cielo y cosas a este tono, y que yo
me hice cuenta: mi casa es cielo, y este disciplinante de por mayo sin duda pide agua, y as
mand que se le echase porque no fuese corrido de que con tan recios azotes no sacaba
agua del cielo de mi casa.

Ratones de Rodas.

Echan del pueblo los mochachos al disciplinante.

Depone Justina el caso ante la justicia.

Por libre, Justina. Dironme por libre, aunque no haba para qu, que yo me lo tena a
cargo, pues fui siempre ms libre que el ave que canta siempre su nombre.

APROVECHAMIENTO

El loco amor vuelve los hombres locos y hace que con vergenza y deshonor sea
castigado quien le admite en su alma.
Captulo tercero
De los pretendientes que ni quiero ni creo

Suma del nmero. REDONDILLAS DE PIES ESDRJULOS

Refirense los pretendientes que desech Justina, que son varios. Aqu vers junto al
tlamo
La celebrrima Phlide,
Y festejar a Amarlide
El amor con dulce clamo.
Aqu vers la matrcula
De muchos mseros znganos,
Que con almas de cancula
Tienen bolsas de carmbanos.
En fin, vers que amor, si es pobre y pcaro,
Alas da, pero son alas de caro.

No consiste la hermosura en solas partes principales.

Aplcase al propsito.
As como en un cuerpo humano vemos que su hermosura no consiste toda en ojos, que
eso fuera ser el hombre puente, ni toda en pies, que eso fuera ser copla, ni toda en brazos,
que eso fuera ser mar, ni toda en manos, que eso fuera ser papel, sino que tambin requiere
la hermosura que haya uas, cejas, cabellos, vello y otros excrementos, as el conocer el
honor de haber sido pretendida no consiste en que se conozcan los amantes admitidos tanto
cuanto en que se conozcan los desechados, que son como excrementados. Estos han de
honrar mi historia.

Los pretendientes desechados honran a las damas. Estos desechados honran a las damas
como espina a flor, como cabeza de tirano a pies de capitn, como cautivo acoyundado en
carro de triunpho. Y creme que pudiera hacer una historia entera de los varios sucesos que
en mi breve doncellez me sucedieron, porque no hay duda sino que una moza, despus que
se embarca en el propsito de casar, es navo que compite con todos los vientos, derechos y
traveses, altos y bajos, mansos y furiosos, y aun es como roca o muro de junto a mar, donde
son tan frecuentes las olas, que por instantes unas a otras se van siguiendo el alcance, hasta
que mansamente se quebrantan en la ribera, roca o playa arenosa; sino que hay olas que
para ser apacibles es necesario que no salgan de madre y otras que para serlo es necesario
que salgan de madre. Qudese ans. Slo har, en general, alarde de mis aventureros
pretendientes, porque decir en particular de todos fuera reducir a cuenta los tomos del sol,
las estrellas del cielo, las gotas del mar y los mnimos de las cosas cuantiosas y continuas y
los juramentos falsos de los mercaderes.
Mozas casaderas, compiten con todos los vientos.

Galanes a lo grave, desechados. Unos de mis pretendientes ponanla gala en mostrarse


graves, por parecerles que yo tena algunas avenidas de toldo y entono grave. Estos pasaban
por mi calle tan llenos de este almidn y tan embutidos de juiciazo, que parecan unos
senadores de Atenas. De estos me rea yo mucho, considerando su corto entendimiento,
pues no vean que el fuego corporal de las minas quita la gravedad a las rocas y peas y las
levanta desde lo nfimo hasta la torre de Eolo, aligerando su peso, y ellos, siendo de pluma,
presumen que el fuego interior de su amor los vuelve en piedras, peas y rocas de gran
peso.
Es necedad pensar que caben juntos gravedad y primor.
No creo amor tan de a pie quedo, que es amor peasquino, amor que para cuerdo es
loco y para loco es cuerdo. No creo al amor, si ese es amor. Eso fuera creer que el amor
slo por bien parecer tiene saetas ligeras en las manos y en el cuerpo voladoras alas, y fuera
pensar que el fuego enfra y la agua seca. No creo en el amor si ese es amor.
El amor, por veloz, tiene alas y saetas con plumas.
Galanes slo galanes. Pntalos bien. Otros daban en quererme enamorar por galas, y
estos ponan todo su fin en ir muy entablados de espalda, a puro papel y engrudo;
sobrepuestos de pantorrilla, a puro embutir calzas estofadas; asentados de planta, a costa de
tacn delantero; borneadizos de empea, a puro torcedor, y sobre todo descontentadizos de
cuello, yendo siempre tomando el somorgujo hacia dentro, y finalmente, nunca contentos
del asiento del vestido. All vi ser verdad que una de las necedades que estn en la lista de
Espaa es que el galn espaol siempre se anda vestiendo. Mas no creo en amor, si este es
amor, si no es que pensemos haber sido acaso el pintar al amor desnudo y como nio que
no se sabe ni puede vestir. Al amante de veras no le ha de sobrar tanto tiempo para
acordarse de su vestido, ni ha de ser su amor tan garrapato, que se quede en el vestido del
mismo amante sin salir afuera. Eso llamo yo ser Narcisos de s mismos y no amantes de sus
pretendidas. Es su amor fuego de tan poca fuerza, que los enciende por de fuera, como a
ungidos con agua ardiente, y por de dentro los deja fros. Estos son amantes de entre cuero
y carne, requebradores de boca de estmago y aun estomagadores de boca.

Amor, no atenido a vestidos.


Narcisos de s mismos.

Enamorados de apariencia. Otros daban en representarse enamoradsimos y derretidos.


Estos iban por la calle como absortos y asustados, haciendo de su corazn Vulcano, y de su
frente cielo, y de sus ojos rayos con que abrasar mi casa y persona. Y si les pareca no tan a
propsito este ensayo, luego que me van, mudaban figura, trocando sus guios locos en un
mirar piadoso y tierno, y con l iban mansamente repasando el espejo de mis ojos, y al
trasponer de la calle, se cosan como pulpos a un cantn, tan sesgos y enteros como si
hubieran venido por cuerda como cohetes. Y si acaso yo al descuido les daba una onza de
mrame Miguel, all era el alcachofar el alma y regraciar mi vista con tanto del meneo, que
parecan sus rostros colas de mula rabona, ya ojialegres, ya elevados, ya hacia un lado, ya
hacia otro. An destos me rea ms, y no creo en amor, si este es amor. Amor que, antes de
llegar a su punto, representa los extremos de su ltima perfectin, es como camuesa que sin
estar madura huele y est amarilla; amor que sale primero a los ojos y a los meneos que a
las manos, no creo en l; manos muertas y ojos vivos es imaginacin y chimera de amor. Si
con este xtasis de contemplacin tuvieran obra realengas, era entrar por camino real, mas
esotras veredas no las conozco. Reniego del amor, si ese es amor. Creer que en mirar
ventanas echa el amor su caudal es creer que sin fundamento pintaron al amor con los ojos
vendados. Es risa pensar que est atenido el amor a mrame Miguel. No creo en amor, si ese
es amor. El amor chapado cierra los ojos y abre los puos, encarcela la lengua y desataca la
bolsa; en fin, es calentura, que tiene el pulso en las manos.

Galanes alcachofados.

Amor mal maduro.

Dios de amor, con ojos vendados.

Enamorados Roldanes. Otros hubo que pensaron de Justina que se mora por Roldanes,
y a esta causa pasaban por mi puerta con espadas de a ms de la marca, hechos festones de
armas, tozadas de instrumentos blicos. Esto era de da que de noche todo era sacar lumbre
de las piedras con los golpes de sus espadas, intentando ruidos hechizos. Uno destos me
acuerdo pas una vez, entre otras, por mi puerta, y antes de hacer su acostumbrada salva,
comenz a hilar y torcer los bigotes, metiendo el uno en la boca, mientras el otro se hilaba,
y, torcidos ambos, dio un soplo que sirvi de goma para entiesarlos; tras esto, recorri
espada y daga y, finalmente, dando un roden al chapeo, alz los ojos y dijo:
Enamorado valentn; necio. -Reina ma, hale enojado alguno? Que, vive Dios!, que le
acabe.
Yo le dije:
-Si me hubiera v. m. de matar a quien me enoja, no hiciera v. m. testamento, pero con
todo eso, viva mil aos para hacer rer a las damas.
Amante contentadizo reprehendido. Con esto se fue l muy contento, y contaba por
favor el ventanazo.
Necedad ser enamorado valentn. Oh, ignorantes, que pensis que las damas viven de
valentas y roldanajes! Eso es no saber que Cupido jams ci espada ni daga, ni embraz
adarga ni escudo, ni empu lanza ni chuzo, ni jug montante ni alabarda. Son dos cosas
entre s muy diferentes cursar valenta y profesar amor, que lo uno vive en el alma y es
husped del cuerpo, y lo otro vive en el cuerpo y slo tiene por mesonera al alma. Es el
amor humano, si est en posesin, noble, ahidalgado, manso, apacible, quieto, asentado y
reposado. Pero la fiereza y braveza es rigurosa, avara, inquieta, impaciente, tirana,
espantosa y formidable. De adonde saco que quien lleva el amor por estos cerros no conoce
qu es amor, o es su amor cerril, que no puede ser domado menos que con albarda, y an.

Cualidades del amor.

Recopila varios modos de pretendientes. Ya quiero callar pretendientes de otras sectas


por no hacer letana de erradores. Callo los donaires que me decan algunos, tan fros, que
al llegar a mi ventana se volvan calamocos o pinganillos. No digo de los muchos billetes,
que fueron en tanto nmero, que no se haca empanada en el pueblo que no se sentase sobre
ellos, ni rueca de vieja que no se enmitrase con un rocadero hecho dellos. Una moza tena
que gan muchos ochavos a engrudar papel de estraza aforrado en billete, y a cuarto el
rocadero rayado con bermelln hecho de teja.
Billetes de necios.

Qu dir de las msicas zorreras con que me hacan tornar a la memoria el olor del
requieliternam con que me sahumaron en el entierro de Rioseco? Pues, qu si contara los
pretendientes rsticos que con su humilde buclica aspiraban a la pretensin y ctedra de la
pobre mesoneruela? Fuera un juicio contarlos. Mal digo fuera un juicio, antes fuera una
gran locura. Qu cuenta ni qu cuento he yo de hacer de amadores de estmago, indigestos
de bolsa, mancos de manos, que piensan conquistar la torre de un corazn atacando el
arcabuz de slo papel de billete y plvora de apariencias? Si no hay cosa que vale, no vale
nada, y es tirar sin bala, que por eso se dijo: Quien dispara sin bala nunca mata. Tales
amantes, ni los creo ni los quiero.
Desecho de amadores impertinentes.

Smiles de los amantes campanudos. Saben a qu los comparo yo estos amantes


campanudos que hacen aparencias y no ofrecen? Parcenme que son como afinadores de
rgano, que le templan y no le tocan; son como hombres de reloj, que amagan a quebrar la
campana y slo la hacen sonar; son como truenos, que hacen ruido y nunca dao; son como
fuego, que guisa lo que no come; son, finalmente, como parras locas, que todo es hoja y el
fruto no es ninguno. De qu sirven accidentes sin sustancia, plumas sin carne, paja sin
grano, apariencias sin verdad? Es disparate pensar que esto puede satisfacer a una mujer.
Tal amor, ni le creo ni le quiero.
S que a las damas las despierta el gusto, pero luego se queda como pulso de
desahuciado. Es el dinero el plus ultra con quien todo crece y pasa adelante. Gustamos las
damas que haya pasajeros por nuestra puerta, que no es buen bodegn donde no cursan
muchos. Pero no es ese el finis terrae, que ya la gallarda, gravedad, seoro -y aun el gusto
y el amor-, por pragmtica usual se ha reducido a slo el dar. Deca un licenciado soleta, mi
amigo, que se hall en la batalla gramatical en que salieron muchos verbos con las narices
cortadas, que el amor se declina por slo dos casos, conviene a saber: dativo y genitivo. El
primero por antes de casarse y el segundo por postre. El diablo soy, que hasta los
nominativos se me encajaron!
Sin el dinero, nada va plus ultra.
Amor, reducido a dinero.
El amor tiene solos dos casos.

El dinero da todas las partes al galn casadero.Discurso por lo que tienen las armas reales.
En resolucin, el arancel con que hoy se miden las cualidades y partes humanas es el
dinero. Quireslo ver? El dinero, para ser hermoso, tiene blanco y amarillo; para galn,
tiene claridad y refulgencia; para enamorado, tiene saetas como el dios Cupido; para
avasallar las gentes, tiene yugo y coyundas; para defensor, castillos; para noble, len; para
fuerte, columnas; para grave, coronas, y, en fin, para honra y provecho, es dinero, que quien
esto dijo lo dijo todo. Un sabio dijo que el dinero tena tres nombres, el uno por fuerte, el
otro por til, el otro por perfecto; por fuerte, se llama moneda, que quiere decir municin, y
fortaleza; por til, se llama pecunia, que quiere decir pegujal o granjera gananciosa y
paridera, y por perfecto, se llama dinero, tomando su apellido del nmero deceno, que es el
ms perfecto.

No anduvo mal este loador de la moneda; sin duda que era letrado o a lo menos
escribano. De aqu podrs colegir mi seso y buen acierto, pues no andaba a lo loco, sino a
lo cuerdo y aprovechado. Siempre tuve por dotrina cierta que los hombres, cuanto ms
calificados son, tanto son de mayor capacidad, cuanto ms largos son de manos, que es
seal que tienen grandes alas de corazn, pues les hace volar fuera de s.
Somos las mujeres como astrlogos, que las malas o buenas calidades las conocemos
por las manos. Si el amor gana por mano, bsole las manos, y si en otra parte hace su
manida, ni le creo ni le quiero.

APROVECHAMIENTO
La mujer vana es terrero de necios en quien hacen suerte los locos y de poco seso, y el
vano amante es vil esclavo, que en las minas de su proprio cuerpo y alma cava el azogue y
metales para pagar el verdugo de sus gustos, que es la mujer a quien sirve y el proprio amor
en quien idolatra. Y finalmente, no hay quien no compre el amor a dinero.

Captulo cuarto
De las obligaciones de amor
Suma del nmero.

Dice Justina qu causas la obligaron a amar a su Lozano, y las que generalmente obligan a
todas las mujeres, y encarece por la mayor el inters. HEXMETROS ESPAOLES

Tanto crece el amor cuanto la pecunia crece,


Que hoy da todo a l se rinde y todo le obedece.

Natural deseo del matrimonio. Varios smiles.


Smil de la paloma y la yedra.
Varias semejanzas y jiroblficos dibujaron los antiguos para por ellos significar qu
cosa es la mujer, pero casi en todos iban apuntando cun natural cosa le es buscar marido
para que la apoye, fortalezca, defienda y haga sombra, ca aun pintadas, no nos quieren dejar
estar sin hombres. Unos, la dibujaron en la paloma, porque esta ave sin hembra conocida,
jams est en palomar ni la hembra sin el macho. Si as nos pareciramos a ellas en tener la
yel en el zancajo, no fuera malo. Otros, por la yedra, por cuanto esta planta jams puede
prevalecer sin tener parte de adonde asir, en tanta manera, que por asirse fuertemente a lo
que topa, suele derribar los muros, a cuya causa establecieron las leyes que no plantasen
yedra junto a los muros, lo cual he visto yo traer a propsito de que las mujeres hagan
menos sombra en los muros de la repblica y demoronen menos cal. Bien aludieron a esto
los que dijeron ser la mujer una planta que en ojos, frente, cabellos, manos y vestidos tena
races como de yedra para prender doquiera que acostase. Otros llamaron a la mujer tierra,
otros agua, otros aire, otros fuego y otros cielo, y aunque esto fue dicho a diversos
propsitos, conviene a saber: que por su bajeza y menora, la llamaron tierra; por su
parlera, ola, y por su fecundidad, mar; por su instabilidad, aire; por su clera, fuego, y por
su hermosura, cielo. Pero todos estos eptetos convienen en que as como todas estas cosas
buscan su centro y natural regin para conservarse y el cielo polos y ejes en que apoyarse,
as la mujer, naturalmente, apetece hombre que la defienda, y como sali del hombre, que
es su centro, al mismo quiere tornar para adquirir su conservacin, si ya no es que lo
apliques a que una mujer dentro de una casa es junta la contrariedad de todos los elementos.

Varios eptetos de la mujer.


Mujer, sali del hombre y a l desea tornar.

Hola, amigo, basta! Lo aplicado estaba bueno.


Modo de bien querer. Viendo, pues, yo que allende de las comunes y generales
obligaciones que las mujeres tenemos de ser varonesas y buscar varn, a m me corra tan
particular por el aprieto en que me va, me cas con un hombre de armas a quien yo haba
nombrado curador y defensor en los negocios de mi partija. Este hombre de armas me
arm, y si quieres saber cmo fue, no digo ms sino que me mir y mirle, y levantse una
miradera de todos los diablos, semejante al humo de cal viva. Ahora, qu cosi, cosi! Sola
yo con este hombre hablar de la oseta y meter ms ruido y armona que gorrin en
sarmentera; mas luego que le quise bien, nunca tuve palabras.

Amor tiene pocas palabras.

Sin duda es que diz que el dios de amor condena a los parleros a que saquen la lengua
por los ojos y el corazn por las manos. Ya es verdad que en esto de sacar la lengua,
siempre apelamos con las mil y quinientas. Pienso, sin duda, que la causa que movi a
pintar al dios Cupido con dos saetas es porque el amor tiene dos tiros: el uno al corazn y el
otro a traspasar la lengua. Y eslo tanto, que para mostrar su destreza se venda los ojos,
como el diestro taedor que para hacer ostentacin de su arte no mira al juego del
instrumento ms que si fuera ciego.

Amor tiene ciertos dos tiros, y cules sean.


Amor, por arrogante, tiene los ojos vendados.

En resolucin, digo que como el verdadero amor nunca echa su caudal en palabras, al
punto que en nuestras almas entr, vaci el alma del aire con que se hacen las palabras, y
meti en su lugar fuego con que abrasa los corazones. Era fuego y quemme, que ni soy
Larins, ni Setin, ni Arbeston, ni pabilo de la vela de Venus, ni mantel de Plinio, ni dedo de
Pirros, ni cuerpo de Falisco para que el fuego no me queme.

Smil a propsito.

Cuidado dicho con pocas palabras. Djome Lozano su cuidado con tan pocas palabras y
tan cortas, que daban bien a entender que ms se hicieron para pensadas que para dichas, y
como venan abrasadas del fuego de amor, salan tan estrujadas, que denotaban quererse
tornar a su alma en saliendo por no se enfriar fuera della ni perder el espritu interior con
que las despeda el arco del alma por la cuerda de la lengua. Y si pocas razones
manifestaron su cuidado, menores fueron las que sacaron mi consentimiento, que, en fin, es
cosa constante que por pequeo que sea el eslabn, siempre es de ms cantidad y ms ruido
que la del fuego que levanta la de la yesca en quien aprende. Sus palabras hicieron oficio de
eslabn, y las mas, de amoroso fuego y yesca, de fuerza haban de ser tan pequeas como
lo es un s quiero, que en ocho letras se concluye.
Palabras fervorosas.

Ya no falta sino decir las gracias y partes de mi novio. Dirlas, y con ellas las tachas,
que, en fin, no hay cosa criada sin chanfaina de malo y bueno, que aunque ms digan de un
hombre que es como un oro, nunca es oro acrisolado.
Era mi marido lozano en el hecho y en el nombre, pariente de algo y hijo de algo, y
precibase tanto de serlo, que nunca escup sin encontrar con su hidalgua. Poda ser que lo
hiciese de temor que no se nos olvidase de que era hidalgo; y no le faltaba razn, porque su
pobreza era bastante a enterrar en la huesa de el olvido ms hidalguas que hay en Vizcaya.
Era alto de cuerpo, tanto, que unas damas a quien pidi licencia para entrar a visitarlas, se
la dieron con que se hiciese un udo antes de entrar. Era algo calvo, seal de desamorado;
ojos chicos y perspicaces, seal de ingenioso, alegre y sobrino de Venus; nariz afilada, que
es de prudentes; boca chica con frente rayada, que es indicio de imaginativos; corto de
cuello, que es seal de miserables; espalda ancha, de valiente; hollbase bien, ms de punta
que de taln, que es seal de celoso; no tena un cornado, seal de pcaro y efeto de pobre.
Dos cosas tena por las cuales le poda despreciar cualquier mujer de bien: la primera, que
jugaba el sol antes que naciese, y no digo yo el sol, que con quedarme a buenas noches se
acabara, pero jugaba toda la noche; la segunda, que era muy amigo de pollas. En esto no
reparaba tanto, por creer de m que le supiera amansar, mas lo primero siempre me dio
pena, porque no tena ms retentiva en el juego que si jugara a deber o a pagar sobre los
montes de la canela.

Phisionoma de Lozano, y su declaracin.

Calvos.Nariz afilada.

Cortos de cuello y espaldudos.

Marido jugador, cosa penosa.

Mas, qu de tachas digo? Digo mal de la prenda y quedme con ella. Casme con l.
Pero dirme alguno:
-Pues, cmo Justina, la tan guardada, la astuta, la que a todos engaaba y nadie a ella,
se haba de dejar engaar tan a ojos vistas en hacienda, en gusto y en dinero, y ms en
materia de casamiento, que es nudo ciego?
Excusa de casamiento errado. A esto pudiera yo responder que quien quiere bestia sin
tacha, a pie se anda; o con el otro refrn que dice: Es mucho don Diego, buen marido y
caballero. Pero quiero que me lean el alma y en ella un consejo digno de saber de todos,
ora sean de nuestro bando picaral, ora sean de otra lampa, y, en resolucin, quiero ensear
la vereda por donde camina el corazn de una mujer, que quiz me echar bendiciones
alguno de los muchos que andan este camino.
Verdaderas inclinaciones de la mujer en materia de amor. Sepan todos cuantos quieren
conquistar corazn de hembra que las menos se rinden a poder de pasin de amor o aficin,
porque en las mujeres las pasiones de amor no slo son, como dijo el otro, reposadas y
raposadas, sino son lentas y amortiguadas. Es su amor fruta que no nace en ellas, y si nace,
no madura, si no es con humanas diligencias de regalos, importunidades y servicios. Es
como fruta, que a veces madura en paja, otras en pez y otras en arena, y si hubiera fruta que
madurara en la bolsa, era la comparacin nacida.
Amor, fruta que no madura en las mujeres.
Si quieres saber por qu caminos le viene a la mujer de acarreo el amor, yo te lo dir.
Por una de tres razones ama una mujer. La primera y ms principal es por ddivas e inters,
por manera que, si estimamos calidades, partes, prendas y grandeza, es por pensar que es
plata quebrada, por la cual hallaremos moneda e inters; en fin, que trocarnos la estima del
honor por el valor del til que deseamos. Nadie se espante de que yo diga lo mucho que
puede con las mujeres el inters, pues natural razn lo persuade y patentes ejemplos lo
declaran.
Los que pagan censo a la avaricia: nios, viejos y mujeres. Oh, si atinase a
contrapuntear este puntillo! Tres gneros de gente hay que, por tener avinculada la
necesidad, pagan fuero a la avaricia: nios, viejos y mujeres. Los nios, porque ni tienen ni
saben qu es tener; los vicios porque han menester tener mucho y no tienen nada; las
mujeres, porque, dems de que tienen el mal de los nios y los viejos, tienen extremo en
antojos, con el cual pueden menguar el caudal imaginable. No te quejars que esta razn ha
salido mal hilada.
Todas las mujeres regatean. Quieres ver cun codiciosas somos las mujeres? Pues
repara que no hay mujer, por excelente que sea, que no regatee en lo que compra, aunque
sea una reina. Nadie hay que se salga del nmero de las damas ni del da ms; y si es verdad
que al oro todas las cosas le obedecen, la mujer jams cometi crimen lese majestatis contra
esta obediencia debida al rey de oros. As que el inters es la primera y principal cosa que
acarrea nuestro amor. Esto bien claro va.
Perdonen las Alejandras; aunque no, no perdonen, que no ha habido ms de un
Alejandro macho, y hembra deste hombre ni deste humor, ninguna.
Segunda obligacin es verse servidas.

Por qu la mujer estima el tener por siervo al hombre.


Lo segundo que nos rinde y obliga es ver que un hombre nos est sujeto, rendido, puntual,
reconocedor de nuestras excelencias y hermosura, protestador de que es indigno siervo y
nosotras reinas meritsimas. Este es gran punto, y su fundamento tambin es muy natural, y,
si no me engao, es ste: las mujeres nacimos esclavas y sujetas, y como por nuestros
pecados todo el dominio y sujecin es aborrecible, aunque sea natural y para nuestro bien,
ni cosa ms amable que el mandar, viene a ser que no hay cosa de nosotras ms estimada
que vernos con cetro sobre las vidas y sobre las almas, aunque sepamos que ha de durar
poco. Y lo peor es que no dura ms el cetro que si fuese hecho de humo, y si lo es, humo es
que nace de fuego de estopa. Esta es la causa porque preciamos tanto las agorradas, los
paseos, las estancias al agua, yelo, granizo, escarcha, nieve, relmpagos, truenos,
torbellinos, turbiones, borrascas, rayos y peligros varios, en fe de que son esclavos nuestros,
que si desto gustamos, es porque nos ensancha el verlos como a esclavos herrados con el
sello de nuestra obediencia, aunque yo confieso que esto de servirnos los hombres, o no lo
entiendo bien, o es el servicio del juego de quebranta hueso. Empero, vaya. Servir lo
llaman, no le quitemos el nombre.

Importunidad vence a las mujeres. El tercer modo, tambin muy cosario para rendir
voluntades mujeriles, es la importunacin perseverante o perseverancia importuna. No lo
digo por decir, sino porque es verdad notoria, y la razn lo es mucho ms. Las mujeres
nacimos para dar gusto, y no hay cosa que a nuestro natural ms le contradiga que dejar a
nadie descontento. Aqu prenden los muchos alfileres con que nos prendemos; aqu consiste
el deseo de componernos y ataviarnos para dar gusto; de aqu nace favorecer a los atrevidos
y escoger el ms feo, por ser el ms importuno.

Por qu se las componen las mujeres tanto.


Dirsme:
-A qu propsito tan larga arenga?
De los fundamentos dichos colige la excusa de su yerro. No te espantes, que para gran
salto es menester tomar muy de atrs la carrera, y para excusar un tan errado casamiento es
necesario poner tales fundamentos como los que has visto, y aun plega a Dios no se nos
caiga la casa. Digo, pues, que no te espantes de mi yerro, porque si alguno tuvo excusas,
fue el mo.
Justina, conquistada por tres caminos. Tres cosas he dicho que rinden una mujer: inters,
presumpcin y importunidad. Inters, no dudes que le hubo, pues sin quien me amparara, ni
mi sentencia era sentencia, ni mi hacienda fuera ma. Mi presumpcin no era poca, pues
casando con hijo de algo, haba de salir de la nada en que me cri. Dems de que era muy
puntual sirviente, y, si se puede decir, me adoraba. Y lo que es importunarme, fue de modo
que siempre me andaba haciendo arrumacos y formando querellas, diciendo las arengas
comunes, conviene a saber: que me matas, que me acabas, toma este pual y muera a tus
manos, tigre, y todo lo dems que en semejantes ocasiones se suele necear.

Arengas comunes de amadores.

Con esto desat mi corazn y me determin meterme a caballera y mujer de algo.


Qusome, qusele, que se ha de hacer? Puso el fuego la codicia, atizle la importunidad,
soplle la vanagloria; el diablo cayera. Y ms, despus que el amor es indiano y aun
avestruz, que come metal acuado.
De todos nuestros conciertos no dimos parte a mis hermanos, que ya s el refrn que
dice: Quien sus propsitos parla, no se casa. S de cierto que si les descubriera mi pecho,
antes me le atravesaran con lanzas, que dejrmelas correr con este hidalgo, que ya se sabe
que es natural la enemiga que tienen los villanos a los hijos de algo, que para dibujar los
antiguos un villano, pintaban un montn de tierra, y para pintar un noble, dibujaban un sol.
Y qu bien, y qu a mi propsito! La tierra, con ser ans que del sol recibe tantos bienes,
procura, como villana, con sus vapores y exhalaciones tupir el aire y ofuscar y enturbiar la
clara y hermosa luz de el sol; mas l, como hidalgo, trueca estos vapores en agua, con que
se fertiliza la tierra villana, y paga su osada con hacerse el sol estmago de sus indigestas
crudezas y alquitara de sus exhalados vapores. Ans el villano, con recibir de un hidalgo
hombre de armas honra y provecho, siempre le aborrece y persigue.
Enemiga entre villanos e hidalgos.

Jiroglfico de la tierra y el sol.

Smil de la tierra y el sol a propsito de la enemiga entre villanos e hidalgos.

Villana ingrata.
Fbula de la ria de los animales nobles e hidalgos. Y all fingi la fbula que rieron
los hidalgos y villanos animales y publicaron sangrienta guerra. Mas sali de concierto
quedos, por ambos campos, las hubiesen. En nombre de los hidalgos fue nombrada el
guila y de los villanos, el dragn. Salieron al campo. El dragn anduvo en todo como
villano; lo primero, dijo al guila que, para pelear con armas iguales, haba de ser la batalla
en el suelo y que le haba de prestar unas alas. Todas estas ventajas le dio el guila, y, en
entrando en batalla, al segundo encuentro se retir el dragn diciendo que no quera pelear
ms. Preguntando el guila que por qu causa lo dejaba, respondi:

Ventajas y nobleza de el guila.

Jeroglficos de hidalgos: guila y dragn.

-Yo lo dir. O me vences, o te venzo. Si me vences, muy bien es dejarlo. Si te venzo y


te mato, ya s que es condicin de guilas venir cada da muchas a ver el cuerpo muerto de
su especie hasta que del todo se corrompe, y aborrzcoos tanto, que ms quiero no ser
vencedor, que veros tan a menudo.
Mira hasta dnde llega el odio de villanos e hidalgos! Es tanto, que un da, de burlas,
se lo dije a Nicolasillo, mi hermano menor, y me dijo que la maldicin de Dios hubiese si
me casase con hombre hidalgo. Por esta causa se lo encubr a los dems, hasta que un
domingo fuimos mi esposo y yo y mis hermanos juntos a la iglesia, y all nos amonest el
cura.
Mis hermanos, cuando vieron nombrar Justina Diez, hija de Fulano Dez, con Fulano
Lozano, embazaron: mirbanse unos a otros, y luego todos me miraban a m.
En la iglesia se descomide Justina. Y parecime ya mucha miradera, y, pardiez, no lo
pudiendo sufrir, aunque estbamos en la iglesia, afirm mis manos sobre las sobre arcas y
la cabeza sobre el cuello, y en buen tono les dije:
-Yo soy! No me conocis? Qu me miris?
Mal era, en buena fe, que no les iba yo a ellos a dar cuenta de lo que yo hago! Vistes
ahora? Buen alio tuviera yo, para que me lo estorbaran! Lea, seor sacristn, y digan, que
de Dios dijeron.
No me chist hombre. Rime el cura, mas, como dijo la asturiana, vengu mi corazn.
Con esto, y con ver que mi pandero estaba en tan buenas manos como las del hombre de
armas, no boquearon palabra, sino que vomitaron hasta el postrer maraved de mi hacienda.
Desde all, comenc a cobrar bros de hidalga, mas no por eso mis hermanos me tenan
ms respeto.
Mal haya el nacer villana y montaesa, que nunca sale la persona de capotes! Es lo que
dijo el otro carnicero que no quiso adorar la imagen de Venus, porque supo que se haba
hecho de un tajn en que l cortaba carne, y dijo:
-Como la conoc tajn, no la puedo tener respeto.
Ans que, como me haban conocido tajona, nunca me guardaban el debido
acatamiento.

APROVECHAMIENTO
Una mujer libre a la misma Iglesia santa pierde el respeto y en ella se descompone,
porque quien niega a Dios la posada de su alma y la tiene tan en poco que, de casa de Dios,
la hace pocilga de demonios, tampoco atiende cun digno es de suma reverencia aquel
divino templo en que Dios est real y verdaderamente.

Captulo quinto
De la boda del mesn

REDONDILLAS EN TROPEL

Suma del nmero. Cas Justina en Mansilla,


Y tarone y cantrone
Y bailoren y danzrone.
Hubo cien mil maravillas
Y trecientas mil cosillas.

Naci el sol sin bemol,


Con cuernos de caracol,
Hecho harnero y trompetero,
Y su cara de pandero,
Y su gesto de perol,
Haciendo dos mil cosquillas,
Y trecientas mil cosillas.

La madrina muy ana


Y trecientas mil cosillas.
Fue el tocado barajado,
Y el velado lo ech a un lado.
La madrina se amohna,
Paga el jarro las rencillas
Y trecientas mil cosillas.

Colaciones de piones
Y buuelos y melones,
Y el bon vin de San Martn
Hecho un mastn con retintn,
De avellanas, dos serones,
De altramuces, mil cestillas
Y trecientas mil cosillas.

Un cantor y un atambor,
Y bail el corregidor,
Y el sacristn sin bragas
Nos convid a verdolagas,
Y todos al derredor
Hicieron mil maravillas
Y trecientas mil cosillas.

Sol de boda el da de la de Justina. Ya que vino el da de mi casamiento, si no lo han por


enojo, amaneci, y amaneci puro sol de boda, de suerte que era necesaria muy poca
astrologa para adivinar por el sol que se casaba Justina aquel da, porque sali el sol con su
caraza de harnero, todo muerto de risa, dando porradas en las gentes, que son las cualidades
de novios de aldea, segn dijo el buen Cisneros.
En todo hay opiniones. Por la maana me vinieron a tocar mis vecinas, y me tocaron
ms que si si yo fuera portapaz. Fue tal la prisa de tocarme, que rieron sobre mis toquijos,
que en todo hay opiniones, hasta en tocar una novia. Lo que una tocaba, destocaba la otra, y
ya que de comn acuerdo estuve tocada como la Pandora, al gusto de muchos, entr la que
haba de ser mi madrina, tan ancha y gorda que no caba por las puertas, y la primera
diligencia que hizo fue quitarme el tocado al rodopelo, diciendo que nadie se metiese en
oficio ajeno, y sobre esto, hubiera de abrasar la casa, quejndose que nadie se hubiese
atrevido a tocar su ahijada, sin estar ella presente.
Pandora.
Madrina gorda.
Oficio de madrina.

Desmelenada de m, y si fuera ahora, tengo la cabeza in puribus!


Traa de su casa para tocarme un papel de alfileres, y creo que si como comenz a
tocarme, prosiguiera, entablaba para da y medio. Mas quiso Dios que vino la del
corregidor Justez de Guevara, que me libr de las manos desta bada, que me tena
martirizada, y a pesar del diablo, que diz que si me hincaba un alfiler de a blanca por las
sienes, haba de callar, porque diz que las novias no han de abrir la boca aunque las abran a
puro hincar alfileres, como si la novia no fuese persona el da que se casa. As que entr la
corregidera y dijo que muchos componedores descomponan la novia, y, por tanto, me
dejasen a m a mis solas tocarme a mi gusto, que era muy justo.
La del corregidor viene.

No quisieron ms las vecinas para vengarse de la madrina, y en justo y en creyente, me


metieron adentro y me libraron de sus manos. Ella, de ac afuera, me haca algunas
advertencias, y yo, por bien de paz, deca que todo lo que su merced mandase se hara, pero
aunque esto deca, hice a mi gusto.
Advertencias de la madrina.
Cogujada y garza. Quin sale mejor tocada.
Apuesta.
Acordseme de la fbula de la cogujada y la garza, que apostaron cul sala mejor
tocada, y la cogujada se ayud de muchas aves, y la garza slo de su garzn, y sali la
garza incomparablemente mejor tocada. Ans mismo, el seor mi marido me ayud a tocar
su pedazo, y diz que sal bonita, si a Dios plugo.
Garbos, mal vistos. Usbanse entonces unos garbos que parecan carrancas de mastn, y
con uno dellos sal tan cuellierguida, lominhiesta y engomada como si fuera mujer de
bocac desayunada con virotes. Dime gran pena el verme obligada a ir tan cuellierguida y
sujeta a falsas riendas, porque toda mi vida fui amiga de jugar bien de mis miembros. Ni s
cmo hay mujeres que gusten de ir de aquella suerte, que parecen hombres de paja sobre
fuste de lanzn.
Mujer de bocac.
Justina, miembriexenta.
Hombres de paja sobre fuste de lanzn.
La comida fue buena y bueno el servicio, y con todo eso, hubo en ella algunos que
comieron sin plato. Dime gusto de ver que dos pelones de mi pueblo, con achaque de pan
de boda, enviaban a sus casas cuanto podan a sus mujeres, y mirndome, decan como por
donaire:
Pelones, en boda, envan platos.
-Con licencia de la seora Justina.
Justina los entiende. Mas yo, porque no pensasen que el ser novia es ser boba y no ver
nada, les deca, tambin por burlas, lo que pudiera pasar por veras, y era responder:
-Vaya en amor de Dios.
Vino de boda.

Beodos.
El vino no fue malo. Por seas, que algunos de los convidados, a tercera mano, se
pusieron a treinta y una con rey, y a cuarta, hablaban varias lenguas sin ser trilinges en
Salamanca ni babilonios en torre. Estos son los que honran las bodas, porque despus de
acabadas, dicen a los que les preguntan lo que pas, que en la boda hubieron danzas, y que
hasta la casa era volteadora, y que ardan setenta candiles por arte de encantamiento sin
haber gota de aceite, y que hubo colaciones de letras y que a ellos les cupo la echis, y que
todos los de la boda traan cascabeles, y ellos en la cabeza, y que todos los convidados
vinieron de lejas tierras y hablaban con tal destreza que con sola la R decan cuanto
queran, y cuentan mil maravillas con que pretenden hacer una boda tan famosa como la de
Daphne, en cuyo casamiento se volvieron las piedras en vino.
Beodos, honran las bodas, y lo que dicen.

Colacin de la boda. La colacin no fue mala, pues allende de ciertos melones de


invierno que hicieron madurar a pulgaradas, hubo piones mondados y en agua, que para en
aquella tierra es el non plus ultra de los regalos; avellanas en abundancia, y aun agavanzas
y altramuces, con un si es no es de turrn.
Buuelos con tripas de estopa. Yo, para rer, haba mandado hacer unos buuelos con
tripa de estopa, y maldito el hombre dej de picar. Mira t cules deban de estar sus
almas, pues les hice hilar estopa con los dientes! Otros tena hechos con pimienta, pero no
los quise servir, por creer que era hacerme a m la burla y ponerme a peligro de gastar otro
tanto de vino. Lo de las estopas me dio mucho gusto, porque hubo hombre que con las
estopas en los dientes se hall ms embarazado y enredado que si tuviera entre los dientes
el labirinto de Creta.
Buuelos con pimienta.

Madrina bebedora. La madrina coma poco, porque con el enojo de los tocados se las
jur a un pichel, porque tena en el pico pintado un rostro semejante a la que sin su orden
me haba tocado, y con la saa asi el pico y del pichel y dio tanto en l, que no le dej, con
ser de azumbre, gota de sangre. Mira t cul estara para darme los consejos que suelen dar
las madrinas. Yo me viera harto corrida si no proveyera la fortuna que esta se durmiera, a
tan buen son, que al de su ronquido se dieron algunas zapatetas.
La madrina ronca.
Bailan corregidor y corregidora. Una cosa muy calificada tuvo la boda, y fue que
bailaron corregidor y corregidora y los corregidoricos y todo. Una hija del corregidor bail
bien, y recibiendo dello gran gusto su padre, la dijo que pidiese cosa de su gusto, aunque
fuese la mitad de su ren. Ella le pidi una cabeza de ternera y una caja de carne de
membrillo y unas medias lagartadas. Mas l le dijo en su casa a solas:
Baile de la boda; baila la hija del corregidor.
Peticin por el gusto del baile.
-Hija, no lo deca por tanto. Cabeza, yo te la dar. Di t a la moza de casa que vaya al
Rastro por una de cordera tierna, y cata ah una cabeza de ternera. Lo otro que pides no se
usa en esta tierra ni pertenece a mi reino.
Baile del sacristn; dice a la gala. Tambin el sacristn bail su poquito y aun zapate un
si es no es, y aun algo ms de lo que sus bragas requeran. A cada zapateta, repeta:
-A la gala de San Martn.
El bendito decalo por honrar al patrn de la parroquia en que nos casamos, que se
llamaba San Martn, mas algunos bellacos, maliciando que lo haca el sacristn en honor y
reverencia del vino, que era de San Martn, le comenzaron a arrendar, y tras cada zapateta,
decan:
-A la gala de lo de Ribadavia, Cocua y Alaejos, que sustenta nios y viejos.
En lo que toca a bailar, yo creo que no ha habido boda, desde la de Hornachos ac, tan
festejada con bailes. Fuelo tanto, que hubo persona en la boda que, no pudiendo bailar con
las manos y pies, por legtimo impedimento que le vino y sobrevino -y otra vez vino-, ya
que no pudo bailar, se ech a rodar por el aposento, y no s si del peso, si del gusto,
cantaban o rechinaban las vigas.
Impedidos del vino, rodaron en la boda.

Una comedia hicieron los estudiantes de Mansilla de repente, y era la historia del rey
Morcilla y las cortes del Malcocinado. La msica fue buena, y cantaron el cantar de la bella
Malmaridada, que fue pronstico de mis sucesos. Pero dejemos esto de mis malas andanzas
y varias aventuras y alojamientos en compaa de mi marido para el segundo tomo
siguiente. Concluyamos el cuento de la boda. Acabse la fiesta y furonse a sus casas los
bodeantes acompaados del tamborino y una hacha de tea, que es el uso de las bodas de los
ilustres de nuestro pas. Yo me qued en mi casa con mi Lozano.
Msica, mal agero en la boda.

Vanse los huspedes.


No te puedo negar que la noche de mi boda tuvo un poco de desconsuelo, y aun mucho.
La causa yo te la dir:
Melindres de novias. Las doncellas que tienen madres o tas o otras mujeres a quienes
toque el bien o el mal de una novia, scanla de vergenza en la noche de la boda, y la
novia, confiada que tiene valedores, hace algunos desvos, y como quien recela el salto,
hace que se torna atrs, escndese, concmese, y hace otras diligencias semejantes con que
da a entender su inexpugnable entereza y hace estimarse y desearse.
Fin de los melindres. Yo tambin quisiera hacer algunos melindricos a este tono y llorar
de vergenza de ver que haba de dormir con hombre. Quisiera ir a la cama medio por
fuerza, gritando, sospirando y gimiendo, a fuer de las gentiles doncellas que lloraban su
virginidad, pero aunque volv el rostro a una parte y a otra, no hallaba persona de quien
poder fiar esta aventura.
Fltale a Justina quien la saque de vergenza. Mis hermanas excusbanse por ser
doncellas, y an tenan entonces ms invidia que dinero y no estaban para hacer mercedes,
y de mis hermanos no haba que hacer caso, porque este oficio de quitar vergenzas es de
mujeres y no de hombres, pues ellos antes las ponen que las quitan.
Confusin de la novia. Vime confusa, porque si iba luego mal; si tardaba, peor, porque
haba en el mesn unos huspedes que le convidaban a jugar a mi novio, y era mozo que si
tantico me descuidara y se sentara a jugar, bien poda yo estarme cantando el socorred con
agua al fuego toda la noche, porque l no era mozo que no se saba sentar a jugar para
menos que una noche, y aun cenando hizo dos o tres partidos. Miren si me descuidara y le
soltara de la mano, cul anduviera el mo. Por eso hacen mal las novias que se casan con
hombres que las han visto mucho y aperdigado, porque al menor csped que se atraviese, se
les empata el molino.

Marido jugador.

Advertencia de novias.
Novia rogadora. En fin, tanteando uno y otro, me pareci que no slo no me estaba bien
hacerme de rogar, pero lo que ms convena por entonces era rogarle yo tanto como si l
fuera la novia. Y a fe que hizo harto, y vi que me quera mucho en que dej por m la
baraja, que era su hembra, como l deca.
Yo bien saba mi entereza y que mi virginidad dara de s seal honrosa, esmaltando
con los corrientes rubes la blanca plata de las sbanas nuptiales; pero sabiendo algunos
engaos y malas suertes que han sucedido a mozas honradas, me previne, que si esto
hubieran hecho algunas mujeres casadas con maridos tomines, no hubieran padecido tantos
trabajos con sus maridos incrdulos y protervos, que les parece que no hay virginidad
carbonizada que le baste para serlo ser confesadera, sino que por fuerza ha de ser mrtile,
sanguinolenta y morcillera. Y enganse, que hay tiempos en que el haber precedido, de
prximo, abundancia, causa esterilidad; lo otro, que hay sujetos abertices como prados
concejiles; y otras tienen otras excusas, ms para dichas entre sopa y brindes, que para
escritas en papel.
Novia prevenida.
Maridos incrdulos.

Desengao de los incrdulos en materias de entereza.


Yo s que mi marido no se quejar de m en esta materia, cuanto y ms que ingenio
tena yo para, si quisiera andar a engaar motolitos, vender quebrado por sano; mas no me
d Dios tal dicha. Con todo eso, amigo, avisn!, que las invenciones de las mujeres para en
semejantes casos son raras, porque tienen la experiencia por maestra, la necesidad por
repetidora y la inclinacin por libro.
Mujeres, invencioneras en caso de honestidad.
Blasn del sueo. Todo cansa. Dgolo porque cuando ms gusto pens tener, fue forzoso
dar al sueo mi cuerpo, para que tuviese verdad aquel antiguo blasn que sac el sueo en
las justas de Marte, diciendo entre otras bravatas:
-Yo soy el primer novio de las damas y el que ms estoy con ellas en las camas.
Y si todo cansa, aunque sea el sumo gusto, justo es que piense yo que la larga historia
de mi virginal estado te dar fastidio.
Despdese del letor. Adis, piadosos lectores. Los cansados de leer mi historia,
descansen. Los deseosos de el segundo tomo, esperen un poco, guardando el sueo a la
recin casada. Y crean que si los principios de mis infantiles aos les han dado gusto, les
ser incomparablemente mayor saber las aventuras tan extraordinarias que en largo tiempo
me sucedieron con gentes de varias cualidades, no slo en el tiempo que estuve casada con
Lozano, el hombre de armas, como se ver en el libro primero, pero en el que lo estuve con
Santolaja, que fue un viejo de raras propriedades, como se ver en el libro tercero y cuarto.
Ctase el segundo tomo.

Desto se trata en el fin del segundo tomo.

Justina, famosa en mucho.

Mostrarlo ha en los libros siguientes.Libros del segundo tomo.


Era nico el mi Santolaja, cuya muerte dio principio a ms altas empresas, las cuales
me pusieron en el felice estado que ahora poseo, quedando casada con don Pcaro Guzmn
de Alfarache, mi seor, en cuya maridable compaa soy en la era de ahora la ms clebre
mujer que hay en corte alguna, en trazas, en entretenimientos, sin ofensa de nadie, en
ejercicios, maestras, composturas, invenciones de trajes, galas y atavos, entre meses,
cantares, dichos y otras cosas de gusto, segn y como se lo dir el citado segundo tomo, en
cuyo primer libro me llamo la alojada, en el segundo la viuda, en el tercero la mal casada y
en el cuarto la pobre. Libros son de poco gasto y mucho gusto.

Pide paga. Dios nos d salud a todos; a los lectores para que sean paganos, digo para que
los paguen; y a m para que cobre, y no en cobre, aunque si trae cruces y es de mano de
christianos lo estimar en lo que es y pondr donde no lo coman ratones.
Soy recin casada. Es noche de boda. A buenas noches.

APROVECHAMIENTO
Generalmente, en el discurso de este primer tomo y en el de la mocedad de esta mujer,
o, por mejor decir, desta estatua de libertad que be fabricado, echars de ver que la libertad
que una vez echa en el alma races, por instantes crece con la ayuda del tiempo y fuerza de
la ociosidad. Vers ans mismo cmo la mujer que una vez echa al tranzado el temor de
Dios, de nada gusta, si no es de aquello en que le contradice, siendo ans que sin Dios no
hay cosa que merezca nombre de gusto, sino de pena mayor que los mil infiernos. Mas
como Dios sea infinitamente bueno, de los Males saca bienes para los suyos y para su
divino nombre, honra y gloria.

Todo lo que en este libro se contiene, sujeto a la correccin de la Santa Iglesia romana y
de la Santa Inquisicin. Y advierto al lector que siempre que encontrare algn dicho en que
parece que hay un mal ejemplo, repare que se pone para quemar en estatua aquello mismo,
y en tal caso, se recorra al aprovechamiento que he puesto en el fin de cada nmero y a las
advertencias que hice en el prlogo al lector, que si ans se hace, sacarse ha utilidad de ver
esta estatua de libertad que aqu he pintado, y en ella, los vicios que hoy da corren por el
mundo. Vale.
LAUS DEO

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