El Asesino Desorganizado PDF
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La prdida de dicho control, segn Lorenz, se debi al uso de las primeras armas, que
permitieron al ser humano actuar con rapidez mayor que la del instinto, de modo que la
inhibicin de matar ya no fue eficaz.
Con el perfeccionamiento de las armas, el hombre pudo matar a distancia y, adems, sin
ser visto por el enemigo. Pero no slo eso: pudo matar tambin -y esto es
importantsimo- con impunidad emocional. El asesino que tira, por ejemplo, un misil de
un continente a otro, no vive directamente las terribles consecuencias que ocasiona.
Para sentir plenamente, emocionalmente, lo que significa matar, hay que hacerlo sin
armas. Si un fin de semana fusemos a cazar conejos y tuvisemos que matarlos con los
dientes y con las uas, y sintisemos cmo se defiende el conejo, y cmo le brota la
sangre, y todo el esfuerzo que hay que hacer para finiquitarlo a mordiscos, entonces
viviramos realmente, sentiramos profundamente, lo que es matar. Pero no, nosotros no
hacemos eso; vamos con la escopeta y le disparamos a cien metros. As no sentimos
nada.
La compulsin de matar
"El hombre necesita matar, es un ser predatorio. Comenz hacindolo, hace millones de
aos, porque era la nica manera de sobrevivir, de comer, de no ser matado. Y ha
seguido hacindolo siempre, en todas las pocas de su historia, de manera refinada o
brutal, directamente o a travs de testaferros, con puales, balas, ritos y smbolos,
porque si no lo hiciera se asfixiara, como un pez fuera del agua." (Mario Vargas Llosa, El
Lenguaje de la Pasin, 222.)
La brutalidad, dice Friedrich Hacker, parece ser el lema de nuestro tiempo. Tanto la
aplicacin crudelsima de la violencia brutal cuanto la habituacin indiferente a la
brutalidad como suceso diario, son cada vez ms frecuentes. Hasta tal punto que hemos
de tenerlas por solencias, como dira Julin Maras.
"Si yo creyera -dice Lorenz- que el hombre es la imagen 'definitiva' de Dios, entonces no
tendra mucha confianza en Dios."
Habr que pensar, en consecuencia, como ciertos gnsticos, que a nosotros no nos cre
Dios, sino el Diablo, en un momento en que Dios estaba descuidado.
Servomecanismo
En el ser humano, la deteccin del error o de la diferencia entre la propia actuacin real
y la deseada, no motiva la correccin, salvo ocasionalmente, y en consecuencia el yerro
o el desfase prosigue y la actuacin empeora. Pareciera haber en nosotros vocacin de
peora y no, como sera menester, nimo de mejora.
Suele decirse, repitiendo a Sneca, que es propio del hombre equivocarse ("errare
humanum est"); y es cierto; slo que siempre conviene agregar, como hacan los
escolsticos, que es diablico perseverar en el error ("perseverare autem diabolicum").
Como deca el fisilogo francs Charles Richet, estar dotado de razn y ser insensato es
algo mucho ms grave que no estar dotado de razn.
Qu es el hombre?
El hombre es un miembro del reino animal, del filum de los cordados, del subfilum de los
vertebrados, de la clase de los mamferos, de la subclase de los euterios, del grupo de
los placentarios, del orden de los primates, del suborden de los pitecoides, del
infraorden de los catarrinos, de la familia de los hominoides, de la subfamilia de los
homnidos, del gnero homo y de la especie stupidus.
"Todos los hombres -deca Mussolini- somos ms o menos estpidos. La cuestin es ser
un estpido ligero. Dios nos libre de los estpidos pesados!"
"Recientemente -dice Jos Mara Cabodevilla, en El Libro de las Manos-, tras un serio
estudio comparativo entre el hombre y los antropoides, se ha demostrado que, de un
total de 1065 rasgos anatmicos, slo 312 son exclusivos del hombre, de tal suerte que
las semejanzas entre nosotros y los monos antropoides son mayores que las que existen
entre stos y el resto de los monos.
"Tanto ellos como nosotros somos primates, ttulo mucho ms insigne que el de simples
vertebrados o simples mamferos, pues 'primates' significa los primeros, los ms
sobresalientes, los Animales Principales."
Si lo que Cabodevilla quiere decir es que tal primaca obedece al hecho de ser nosotros
los que hacemos las mayores animaladas, entonces concuerdo plenamente con l. Nadie
nos supera, en efecto, en la comisin de burradas. Somos, pues, los Animales
Principales.
No solamente somos la nica especie que no sabe convivir y que mata cada veinte
segundos a uno de sus congneres, sino que estamos empeados -peligrossimo
empeo- en una creciente destruccin ecolgica.
Richard Leakey, el gran paleontlogo de Kenia, tal vez el paleontlogo ms famoso del
mundo y cuyos hallazgos han sido sensacionales, ha publicado, en coautora con Roger
Lewin, el libro titulado Los Orgenes del Hombre. Entresaco de esta obra la cita
siguiente, que contiene una presuncin lamentablemente muy bien fundada y que dice
as:
"Quiz la especie humana no sea ms que un espantoso error biolgico que se ha
desarrollado hasta traspasar un punto en que ya no puede prosperar en armona consigo
misma ni con el mundo que la rodea."