Robirosa Conduccion Social (P Horiz Vertic)
Robirosa Conduccion Social (P Horiz Vertic)
Robirosa Conduccion Social (P Horiz Vertic)
E n el mundo de las organizaciones sin fines de lucro (OSFL) que actan en lo social,
coexisten hoy dos formas de gestin bastante contrastadas. Unas preconizan un sistema de
gestin netamente vertical, jerrquico, mientras otras privilegian la horizontalidad y la
participacin en las decisiones de gestin.
Este documento de la coleccin Gestin Social fue escrito en el ao 2005 por el Lic. Mario Robirosa, de la Universidad de San Andrs, en el marco del
Proyecto SEKN/Argentina Ciclo II dirigido por el professor Gabriel Berger. La realizacin de este proyecto es posible gracias al apoyo de la Fundacin
AVINA. Los documentos de la coleccin Gestin Social tienen como propsito ilustrar el uso de conceptos, herramientas o metodologas que pueden
servir para mejorar la gestin de las organizaciones sin fines de lucro.
Copyright 2005 Universidad de San Andrs. Permitida su reproduccin citando autores y fuentes.
En el modelo horizontal, el modo de comunicacin tpico para la toma de decisiones es la
consulta y el debate. Las relaciones entre los miembros tienden a ser de respeto mutuo y
colaboracin, aunque tambin pueden aparecer diferencias de opinin y eventuales
desacuerdos. La informacin aportada por cada miembro circula, se combina cada vez con la
aportada por los otros, se reenva a los dems y tiende a volverse siempre nueva y
crecientemente compleja.
Las organizaciones sin fines de lucro (OSFL) tienen mayoritariamente su origen en alguna
empresa, sindicato, iglesia, partido poltico, en un grupo de profesionales comprometidos o en
un grupo de base barrial. Cada uno de esos mbitos de origen tiende a marcar a la
gestin de la OSFL que origina, con aspectos centrales de su cultura organizacional.
As las organizaciones jerrquicas, como algunas empresas, sindicatos, iglesias y partidos
polticos, tienden a reproducir en la OSFL su estructura formal. Los grupos de base, por lo
general, tienden a imbuirlas de estructuras en red ms o menos equitativas, en que todos
pueden interactuar con todos, en igualdad de condiciones. Cuando el origen es un grupo de
profesionales que se organizan en una OSFL, suelen adquirir una forma mixta, aunque
fuertemente imbuida de una cultura horizontal, no siempre bien resuelta, lo cual a veces
deriva en fricciones y conflictos.
Por supuesto que esta tipologa dual es una simplificacin, no una regla general. Desde la
dcada de los 70 es indudable que la cultura poltica, por lo menos en nuestras sociedades
occidentales y urbanas, ha estado cambiando mucho. Hay una conciencia creciente y cada
vez ms extendida acerca de los derechos sociales y humanos y con ello, una conciencia del
derecho de cada individuo y de cada sector a participar en los procesos decisorios que
determinan las condiciones en que se desarrollan sus vidas y que modelan los escenarios de
sus actividades. Las personas exigen cada vez ms ser respetadas en su dignidad y
reclaman participar efectivamente en las tomas de decisiones que las afectan. Los derechos
sociales tienden a ser hoy el argumento ms aludido y utilizado en defensa y demanda de
participacin social en los procesos de gestin de todo tipo y alcance y se manifiestan
tambin en el rechazo al autoritarismo, a la verticalidad decisoria, en el reclamo de
participacin en los procesos particularizados de toma de decisiones que afectan las
condiciones en que cada uno se desenvuelve y en su calidad de vida. El reclamo de
participacin ha trascendido hoy lo especficamente poltico, con referencia al Estado como
institucin social, y se manifiesta en escenarios empresariales, sindicales, barriales y en todo
tipo de organizaciones civiles. La demanda de participacin se extiende y crece en todos los
mbitos y situaciones. De all que aun las culturas organizacionales ms tradicionales
aparecen con frecuencia teidas de pautas o discursos participativos, a su vez transmitidos a
sus OSFL, bajo la forma de un dilema que enfrenta la verticalidad con la horizontalidad en las
tomas de decisiones.
Esto nos lleva a analizar las nociones de eficiencia y de participacin, sus ventajas y
limitaciones respectivas y a redefinirlas en trminos ms sensibles y tiles, para establecer
formas de gestin menos principistas y ms adecuadas a la misin y a la produccin social de
las OSFLs.
La palabra participacin, a su vez, despierta en los gestores de estilo vertical una imagen
de masivas, largas, desordenadas y poco conclusivas sesiones de debate, donde todos
opinan y es difcil resolver algo. Esta imagen se basa en una concepcin simplista y nica de
la participacin. Pero la participacin puede tomar muy distintas formas: una consulta,
una votacin, un relevamiento de opiniones o ideas, reuniones parciales con diferentes
grupos, etc. Es claro que cada forma de participacin en decisiones de gestin puede
ser la ms apropiada para determinadas situaciones de la organizacin o tipos de
decisiones a tomar.
Esto no es slo un defecto de los escenarios participativos masivos del tipo de las
asambleas de personal, sino que lo es tambin de las organizaciones de ideologa y cultura
de gestin estrictamente horizontal.
Otro de los problemas que presentan los escenarios participativos extremos masivos es el
de la manipulacin del escenario por personas o grupos que no desean negociar ideas con
otros, sino que se oponen en forma sistemtica como estrategia disruptiva: si no se decide lo
que yo quiero, impido que se tome cualquier otra decisin. Tales situaciones suelen
presentarse en momentos de crisis institucional cuando la cultura de pasillo mencionada
arriba predomina sobre el compromiso de los miembros con la organizacin, aunque a veces
puede tambin tener su origen en injerencias polticas desde el exterior.
Un problema adicional que presentan a veces estos escenarios participativos, sobre todo
en organizaciones con tradicin de gestin vertical, es la dificultad de obtener informacin
sensible de los subordinados, por el respeto que ellos tienen a sus superiores jerrquicos o
por temor a enemistarse con ellos y eventualmente perder su puesto.
Como corolario a lo dicho surge que los modelos participativos de actuacin, usados
indiscriminadamente y sin ciertos recaudos necesarios, pueden ser contraproducentes
2
para gestionar procesos planificados de intervencin en el mundo exterior . Y pueden
tambin demorar otros procesos y proyectos intra-organizacionales, como la planificacin de
las actividades, las asignaciones de personal, las evaluaciones de proyectos, el control de
gestin, etc.
Tambin todos estos procesos organizacionales pueden beneficiarse con la aplicacin de
formas participativas de gestin, pero hay que definir las formas y tcnicas apropiadas
para cada situacin, cada tipo de proceso y cada momento de toma de decisiones.
2
Hermel, Philippe (1990). La gestin participativa. (Management participativo). Barcelona, Ediciones Gestin 2000.
Si los participantes fueran pocos, hasta seis o siete personas, la actividad puede
desarrollarse en reuniones de ese grupo. Est probado que en un grupo de esta dimensin
puede mantenerse la ilacin necesaria en el debate. Pero si los participantes han de ser
numerosos, habr que implementar otra modalidad de participacin.
Una reunin con muchos participantes del tipo del brain storming (tormenta de
cerebros o lluvia de ideas) puede ser muy rica en trminos de recoleccin de
informacin, presentacin de ideas e interpretaciones de aquella informacin. Pero
difcilmente en las discusiones de una asamblea de este tipo pueden evitarse las
digresiones y discontinuidades, de modo de llegar a establecer sntesis y consensos.
Tiene la virtud de ser un espacio donde cualquier participante puede manifestarse, donde los
aportes a las discusiones enriquecen a todos, pero donde esas discusiones no se cierran en
alguna sntesis o conclusin, a menos que, llegado el momento, se proponga votar acerca de
las preguntas-objetivo bien formuladas. Esta solucin sin embargo no garantiza el
compromiso de los perdedores.
En cambio, pequeos grupos de hasta 6 o 7 personas pueden elaborar las ideas sin
interrupciones en la continuidad de lo discutido y pueden llegar a conclusiones
consensuadas. Es claro que la informacin que se obtiene en esta discusin es menos rica
que la que se produce en una reunin plenaria masiva. Pero qu sucede si se combinan
ambas modalidades en la jornada, alternando plenarios con reuniones de grupos, bajo la
forma de un taller participativo? En el plenario inicial se enriquece y mejora la calidad de la
informacin disponible, mientras que cada uno aporta al pequeo grupo posterior aquellos
contenidos de informacin que ha priorizado en la discusin del plenario. Es recomendable
que los grupos que se formen sean lo ms heterogneos posible (conformados, por ejemplo,
al azar) y no por autoafiliacin o por rea, ya que esto tendera a reunir personas con puntos
de vista ms homogneos, con el riesgo de que cada grupo fortalezca sus puntos de vista
particulares, lo que dificultara la negociacin posterior de consensos.
ANLISIS DE CASO
U n ejemplo real puede ilustrar lo dicho. Los directivos de una ONG de unos 30 miembros
(llammosla ACSO) reciben quejas y perciben sntomas de crisis entre el personal. Dada su
tradicional cultura horizontal, deciden convocar a todos los miembros a un taller interno
extraordinario de diagnstico de la situacin organizacional y propuesta de cambios. Unos
ocho miembros de ACSO rechazan explcitamente la convocatoria por desconfiar de la
direccin convocante, quien finalmente quedara con las decisiones. Asisten los otros 22.
La direccin abre la jornada, subrayando que las propuestas de cambio que se generen y que
Despus del plenario se renen los cuatro grupos de seis personas, con la tarea de
discutir, ponderar y listar en papel afiche los problemas de la ONG que deben ser resueltos
y, si posible, acompaados de sus respectivas propuestas de solucin. Algunos de los grupos
siguen trabajando ms all de la hora estipulada para redondear y registrar sus propuestas.
En el balance de este Taller resulta interesante que los malestares percibidos por la
Direccin de ACSO -y que la motivaron a convocarlo - se manifestaran en diversos aspectos,
incluyendo propuestas para su solucin. Pero lo que ms impacto tuvo fue que todos los
grupos se pronunciaran en forma convergente por una renovacin de la direccin, a pesar de
la excelente imagen que sus miembros tenan ante todos. Esta definicin provoc su
renuncia, aunque tal cosa no signific un alejamiento de ACSO, que as pudo seguir contando
con sus muy apreciadas capacidades. Los otros aspectos problemticos surgidos como
Por supuesto que esta modalidad se presta asimismo a aplicaciones particulares al interior
de la organizacin, en su conduccin colegiada, en sus reas funcionales, entre niveles o
categoras de su personal o en el mbito de lneas programticas particulares.
CONCLUSIN
PARTICIPACIN? S, PERO CUNDO Y CMO
MARIO ROBIROSA