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Verdades de fe, pg.
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PAUTAS DE ORACIN Fraternidad Misionera Verbum Dei
08. 01) CUERPO
MSTICO DE CRISTO: PERMANECED EN M, COMO YO EN VOSOTROS. INTRODUCCIN.- La Escritura nos dice que nuestra vida est conectada a Dios, somos como las ramas de un rbol, de la vid. Vamos a poner en juego esta semana la imaginacin para percibir cmo podemos ser una de sus ramas, de las ms frondosas, de las que permanecen ntimamente unidas a l para dar vida al resto de la planta: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viador. Todo sarmiento que en m no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que d ms fruto. Vosotros estis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en m, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por s mismo, si no permanece en la vid; as tampoco vosotros si no permanecis en m. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en m y yo en l, se da mucho fruto; porque separados de m no podis hacer nada. Si alguno no permanece en m, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecis en m, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queris y lo conseguiris. (Jn 15, 1-7) Gracias, Seor por mostrarnos el secreto: T sabes bien que no nos gusta separarnos de nuestros seres queridos y te pones ante nosotros suplicando nuestra compaa una compaa que no necesitas T sino nosotros. Tambin nos muestras que slo si te escuchamos y nos relacionamos contigo podemos ser realmente felices, tener una vida plena y dar mucho fruto. Verdades de fe, pg. 114
I.- Por amor, Cristo nos ha injertado a todos en su Cuerpo.
Gracias, mi Dios, porque no slo nos has creado y nos has dado la Vida eterna desde fuera Al vernos tan desorientados, tan frgiles, te acercas porque te gustara guardarnos bajo tus alas (Lc 13,34) como la gallina lo hace con sus polluelos Tu instinto materno no soporta ver que nos perdemos y slo se te ocurre introducirnos en tu Cuerpo, que es la Iglesia. Somos todos uno, somos un Cuerpo difcil?, misterioso?, s! pero real como el aire que respiramos, que tampoco se ve ni se siente pero que existe y nos da vida. La Iglesia es el hogar en el que T has querido ponernos para nutrir y desarrollar nuestra Vida. Estamos en ella para crecer hasta llegar a la talla de Cristo: somos un solo Cuerpo compuesto por muchos miembros, todos te necesitamos (Rm 12, 4-5). Nuestra vida unida a l, que es la Cabeza del Cuerpo Mstico, encuentra el desarrollo mximo y tiene una inmensa repercusin. Sin l, sin la Vida del Cuerpo en el que nos ha introducido, no somos nada.
II.- Sin l no podemos nada.
El orgullo nos mueve, a veces, a creer que solos lo podemos todo y esto nos separa de su Amor: el egosmo, el pecado, la superficialidad, nos tienen marcados. Sin embargo una y otra vez nos damos cuenta que la soledad nos lleva al vaco. Nos puede ayudar la imagen del feto en el seno materno: el feto tiene vida mientras est estrechamente unido a la madre, es dependiente de lo que recibe de la madre: cario, alimento, aire, sin la madre, el nio -an ya en medio del mundo- vive sin estructura, sin forma, sin horizonte que le integre como persona. Esto ha hecho Jess con nosotros: nos ha insertado en El para que siempre tengamos un hogar, una identidad, unos lazos que nos mantienen unidos a l. Es l quien, da tras da viene a nosotros y nos llama dicindonos: Permaneced en mi amor. Qu grande es, Seor, escuchar el eco de estas palabras! palabras que tu pronuncias an ms fuertes, como una splica, cuando nos obstinamos en distraernos y alejarnos de ti. Qu ganas con esto, Seor? solo el sufrimiento que provocan en ti todos nuestros pecados. Asumiendo nuestras vidas tu vives el sufrimiento del mundo desde fuera, lo llevas todo dentro de ti. Verdades de fe, pg. 115
III.- Nos has asumido con todas las consecuencias.
Cuando nos separamos del Seor somos como esas ramas cortadas del tronco que se secan. Pero hay otras ramas que no llegan a desgajarse del todo, estn quebradas pero no enteramente, mantienen la vida pero no producen fruto; chupan la savia justa para no morirse pero no tienen fuerza: as vivimos muchos cristianos, nos mantenemos ms o menos pero qu nace de nosotros? cul es el valor de nuestros actos? El valor de nuestra obra lo prueba la vitalidad con la que actuamos, incluso en momentos de turbacin: quien est unido a Cristo da mucho fruto. Nadie puede poner en su vida otro cimiento que no sea Jesucristo (1Cor, 3, 11-13), y desde l, construir nuestra vida con materiales que no se caigan ante el primer viento. Perdona, Seor todas las veces que construyo mi vida desde la opinin y el aprecio de los dems. Gracias por quitarme la paz interior en esos momentos. Haz, Seor, que me d cuenta de mi falta de libertad y de fecundidad cuando quiero mantener mi puesto, mis privilegios. Perdname por no estar a punto para producir siempre los frutos que necesita tu Iglesia. Ella no necesita mi vida, mi xito, te necesita a Ti. Aydame a ser feliz siempre que T crezcas aunque yo disminuya.
IV.- Cristo nunca nos arranca de su Cuerpo.
En el caso de la Vid, cuando una rama no produce frutos se la corta para que no chupe la savia de otras ramas que pueden producir ms fruto y si una rama se corta, no hay forma de restablecer la unin Sin embargo, Jess no nos abandona, nunca nos da por perdidos aunque le estemos chupando la sangre y le contagiemos la enfermedad de nuestra envidia, de nuestra insatisfaccin, de nuestro deseo desordenado. l no nos extirpa, somos carne de su carne y nos asume aunque pongamos en peligro su vida. De hecho l se ha hecho por nosotros el maldito de Dios y se ha hecho uno que no tena ni apariencia ni figura hasta quedar destrozado en la Cruz (Is 53, 1-9; Ga 3,13) y desde all nos grita como aquel leproso le haba gritado a l: si quieres puede sanarme (Lc 5, 12-13). Quiero, Seor, pero necesito que t me cures primero. Necesito que metas tu mano en la lepra de mi mente desordenada y que cures el Verdades de fe, pg. 116
sida contagioso de mis comentarios faltos de amor para contigo y para
los dems. Necesito escuchar de tus labios quiero, queda limpio y crermelo sin ms, abriendo mi vida a tu Vida y a tu Amor. La gente dice que t eres un Dios justiciero y yo constato en m que tu justicia es la de meter tu mano en medio de mis faltas para sanarlas, la de cubrir todos mis pecados con el manto de tu misericordia para Ti no existe la pena de muerte! T siempre esperas que yo acepte recibir la Vida que t me das.
V.- En Ti, siempre hay esperanza!
Tienes carencias humanas? Lo que necesitas es reconstruir el templo vivo de tu persona, es ah donde Yo quiero habitar. Una vez curado desde dentro Entrega tu vida, tu tiempo. Entrgate sin reservarte nada. El tiempo es cielo, es eternidad. Si tienes una fuerte unin con Cristo, repercutir en ti la situacin del mundo. Cristo Cabeza te lleva a observarlo todo desde l. Vers que todo hombre necesita ser reconstruido, para ser Morada de Dios, Templo y Santuario donde l mora en la tierra. Todos deseamos el Reino de la Trinidad en nosotros y en todos sus hijos. Si t ests, Seor, hasta el infierno ms grande puede ser transformado porque T ests ah, sufriendo con nosotros: T sufres en tu carne cada comentario, cada golpe, cada crimen. Y tu respuesta a todo ese pecado nuestro no es la condena sino el asumirlo todo en Ti, amndonos. Tu Pasin es eso: la respuesta de tu Amor a nuestra soberbia. Orar es estar a la escucha de la Trinidad, que te descubre su realidad y te proyecta hacia todos los hombres. Hay millones de hijos que si quieres puedes curar con tu unin con la Trinidad. Si Dios est presente en ti, puedes, con l, lograr lo que Dios quiere en t.