La Rutina en La Vida Del Creyente
La Rutina en La Vida Del Creyente
La Rutina en La Vida Del Creyente
Todos los das hablamos de que cosas debemos hacer, cuales son ms importantes,
cuanto tiempo tenemos para hacer estas cosas, tenemos agendas llenas con las cosas que
incluso deseamos hacer a futuro, sin tener claro si en realidad llegaremos a ese tiempo
para realizarlas, la vida de una persona est llena de planes los cuales deseamos llevar a
cabo da con da para llegar a un fin determinado; ahorrar dinero durante un tiempo
determinado para comprar una casa, pagar mensualidades durante tres aos para
obtener un auto, casarte para formar una familia, etc.
Sin duda cada una de las cosas que hacemos da a da forman parte de una rutina, la cual
nos va a llevar a un fin determinado, algunas veces se habla de que las rutinas nos llevan
al fracaso y que cuando caemos en la rutina muchas cosas pueden venirse abajo, pero
ser esto verdadero para todos los casos? Las rutinas son tan malas como para destruir
matrimonios, o sern los hbitos que la conforman los que causan esto.
Podemos decir que una rutina es una serie de hbitos que practicamos todos los das y
que llevamos a cabo de la misma manera, estos hbitos que conforman la rutina del diario
vivir son los que determinan el xito o el fracaso en la vida de una persona.
Pero podremos aplicar una rutina al diario vivir del creyente y ser esto favorable para el
creyente.
Toda rutina se compone de varios aspectos mencionare tres de los ms importantes para
hablar de una rutina que lleve al xito en la vida del creyente.
Los aspectos que se deben de trabajar todos los das es la vida del creyente sin esepcicn
son tres: la oracin, la lectura de la Biblia, y el congregarse con otros creyentes. Podemos
as decir que s logramos planear una rutina con estos tres aspectos importantes de la vida
podremos tener una vida espiritual fructfera y buena.
Hay que considerar tres pasos en esta rutina el primero es establecer los parmetros
para llevar la acabo: lugar y un tiempo determinado.
Entonces lleg Jess con ellos a un lugar que se llama Getseman, y dijo a sus discpulos:
Sentaos aqu, entre tanto que voy all y oro. Yendo un poco adelante, se postr sobre su
rostro, orando y diciendo: Padre mo, si es posible, pase de m esta copa; pero no sea
como yo quiero, sino como t. Vino luego a sus discpulos, y los hall durmiendo, y dijo a
Pedro: As que no habis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no
entris en tentacin; el espritu a la verdad est dispuesto, pero la carne es dbil. (S.
Mateo 26:36, 39-41 RVR60)
Una vez dominada esta rutina debemos de hacer cambios en la misma para seguirnos
perfeccionando. El problema est cuando no modificamos nuestra rutina y seguimos igual.
De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a
carnales, como a nios en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque an no erais
capaces, ni sois capaces todava, porque an sois carnales; pues habiendo entre vosotros
celos, contiendas y disensiones, no sois carnales, y andis como hombres? (1 Corintios
3:1-3 RVR60)
Debemos de ser pacientes los beneficios de llevar a cabo una buena rutina aveces
tardan, pero siempre llegan.
Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Seor. Mirad cmo el labrador
espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia
temprana y la tarda. Tened tambin vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones;
porque la venida del Seor se acerca. Hermanos, no os quejis unos contra otros, para
que no seis condenados; he aqu, el juez est delante de la puerta. Hermanos mos,
tomad como ejemplo de afliccin y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre
del Seor. He aqu, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habis odo de la
paciencia de Job, y habis visto el fin del Seor, que el Seor es muy misericordioso y
compasivo. (Santiago 5:7-11 RVR60)
Busquemos establecer una rutina donde incorporemos todos los aspectos importantes de
la vida cristiana, la oracin, la lectura bblica y el congregarse.
Debemos de esforzarnos por dar cada da ms y saber cuando hay que modificar nuestra
rutina.
Mantengamos la esperanza de que todos estos esfuerzos no son en vano y que s Cristo
est en ellos sin duda vale la pena llevarlos a cabo como una rutina diaria.