Dialnet LaNacion 1705042 PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 54

ESTUDIOS

LA NACIN

SUMARIO :

A) Sntesis del concepto y desarrollo.B) Elementos o factores de la nacin.C) La


nacin, marco de la poltica.D) Nacin, pueblo y Estado.E} Conflictos entre
los Estados-naciones. Crisis de la nacin.F) Final de los Estados nacionales.
G) La interdependencia europea: la revolucin tecnolgica har desaparecer las
fronteras.

A) LA NACIN: SNTESIS DEL CONCEPTO Y DESARROLLO

La palabra nacin ( = nasci) signific originariamente un grupo de gente


nacida en el mismo lugar. En autores clsicos castellanos no es difcil hallar,
con mucha frecuencia, pasajes en que el trmino es usado en su primitivo
sentido. Se habla de ciego de nacin {= de nacimiento) o de nacin tO'
ledana. El lenguaje coloquial hispanoamericano todava hace uso de la pa-
labra con anlogo sentido.
En las universidades europeas de la Edad Media naciones eran los gru-
pos de estudiantes procedentes de una misma rea cultural.
Elias de Tejada recuerda que fue en Catalua donde por primera vez la
palabra "nacin" se utiliza en sentido moderno de cuerpo poltico separado
y no de simple unidad de ascendencia etnogrfica (i). Elias de Tejada
no parece tener en cuenta que los valencianos y mallorquines se proclama-
ban catalans de naci, pese a pertenecer a distintos reinos, a cuerpos po-
lticos separados (2). Pierre Vilar constata, pese a ello, que Catalua es uno
de los ms precoces intentos de Estado-Nacin. El propio historiador fran-
cs afirma: Quizs entre 1250 y 1350 el Principado Cataln es el pas de
Europa a propsito del cual sera menos inexacto, menos peligroso, pronun-
ciar unas palabras aparentemente anacrnicas: Imperialismo poltico-econ-

(1) ELAS DE TEJADA, cit. por J. MELIA : Informe sobre la lengua catalana, Ed. No-
velas y Cuentos, Madrid, 1970, pg. 47.
(2) MELIA: Informe, cit., pg. 48.
JUAN FERRANDO BADIA .

mico, o Estado-Nacin... Estado-Nacin tan tempranamente? En todo caso,


la estructura de la Catalua medieval presenta un nmero impresionante de
rasgos de lo que hoy recibe tal nombre (3).
El concepto de nacin (a menudo empleado como sinnimo de Estado)
se utiliza, siguiendo, a mediados del siglo xix, la lnea trazada por P. S. Man-
cini, no ya para indicar un verdadero ente jurdico, sino para designar un
particular fenmeno tnico-histrico-psicolgico, dirigido a configurar un con-
junto de hombres vinculados por lazos. comunes de raza, historia, lengua, cul-
tura y conciencia nacional (elemento psicolgico, este ltimo, al que parece
oportuno dar actualmente particular preeminencia). De manera que podr ha-
ber Estados nacionales junto a otros plurinacionales, y Estados tnicamente
compactos frente a otros con fuertes minoras nacionales extranjeras.
El trmino designar, por tanto, uno de los ms importantes tipos de co-
munidad, capaz de ofrecer un alto grado de solidaridad comn (conciencia
nacional). (4).
Ahora bien, como pone de relieve Benjamn Akzin, los dos fenmenos
del Estado y la nacin no se encuentran siempre como fuerzas armnicas y
complementarias; muy a menudo constituyen fuerzas en competencia (5).
Desde este ngulo, cabe definir dinmicamente el fenmeno de nacin como
aquel conjunto de individuos que, por razones culturales e histricas, se sien-
te capaz de organizarse polticamente en un Estado o cuando menos de
elevar la pretensin de esta organizacin poltica con posibilidad de xito. En
este sentido, la idea de nacin se convierte, por su propia naturaleza, en un
concepto radicalmente polmico. El hecho de que la literatura afirma Ak-
zin con demasiada frecuencia aprueba el Estado, debera ser tomada en
consideracin cuando se refiere al tratamiento del tema. No slo los Estados
reales con su poderosa maquinaria coercitiva, sino tambin la mayor parte de
las fuentes acadmicas y literarias, con todos los estmulos intelectuales y
emocionales que transmiten, se enfrentan a la nacin cuando se asume el ca-
rcter de una fuerza dinmica... (6).

(3) P. VlLAR: La Catalogne dans l'Espagne moderne. Recherches sur les jonde-
ments conomiques des structures nationales (existe traduccin catalana por E. DURAN),
Pars, 1963, pg. 47. P. VILAR ha estudiado el fenmeno de la formacin de la nacio-
nalidad catalana en el marco de la Espaa moderna poniendo de relieve el impacto
del condicionamiento geogrfico de la cristalizacin de la comunidad cultural catalana.
(4) Vid. E. CARLE: Mancini e la teora psicolgica del sentitnento na&onale, Roma,
1899. P. S. MANCINI: Della na&onalit come fundamento del diritto delle genti,
Turn, 1851.
(5)- B. AKZIN : Estado y nacin, Fondo de Cultura Econmica, Mjico," 1968, ca-
ptulo 2.0, pg. 14.
(6) B. AKZIN : Estado y Nacin, cit.


LA NACIN

En efecto, es ntima conexin con el tratamiento del tema y el trasfon-


do de intereses extratericos, hallamos las diversas posturas asumidas por los
investigadores de diferentes pases. As, en Blgica encontramos numerosos
cientficos de la poltica de origen flamenco en los que priva un tono radi-
calmente distinto al de sus colegas, valones. Podemos decir que, hasta cier-
to punto, las pretensiones polticas de la nacin su eventual calidad de ele-
mento activo en la dinmica poltica son generalmente acogidas en los es-
tudios de autores de nacionalidades no dominantes en los Estados politnicos,
mientras que las reivindicaciones del Estado y, por tanto, una concepcin
implcita ms o menos esttica de la nacin caracteriza las investigaciones
de autores pertenecientes a nacionalidades dominantes. La supuesta equiva-
lencia de las nociones nacin y Estado, como conceptos que se presumen
coextensivos, debe asociarse a esta ltima tradicin intelectual.
Al inaugurar el curso de Derecho internacional de la Universidad de Turn,
el 12 de enero de 1851, Mancini formulaba una definicin que iba a conver-
tirse en clsica: La nacin deca es una sociedad natural de hombres,
de unidad de territorio, de costumbres, de lengua, una comunidad de vida
y conciencia social. El sentido etimolgico del trmino queda evocado per-
fectamente en la nacin manciniana: natio, de natus, sugiere un fenmeno
natural, cuasibiolgico. Sin embargo, el fenmeno de nacin, en sentido mo-
derno, posee una dimensin poltica ajena a ese concepto.
Para la mayora de los cientficos de la poltica vinculados a la tradicin
de Max Weber, la nacin se define en trminos del sentimiento que sus
miembros comparten, por un criterio que muchas veces no resulta claramen-
te objetivo. De ah la preeminencia que, como ya apuntamos, es necesario
otorgar al elemento psicolgico, a la conciencia nacional (7). Y esto al
punto que, como escribe Francisco Murillo, podr haber nacionalismo pol-
tico sin nacionalidad (8).
El concepto de nacin escriba Max Weber pertenece a la esfera
de los valores... En la medida en que realmente existe un objeto comn
tras el trmino obviamente ambiguo de "nacin", ste aparentemente corres-
ponde al campo de la poltica. Podramos definir perfectamente el concepto
de "nacin" resume Weber del modo siguiente: una nacin es una co-

fa) MAX WEBER: Ensayos de Sociologa contempornea (seleccin e introduccin


de H. H. GERTH y C. W. MILLS), Ed. Martnez Roca, Barcelona, 1972, pgs. 211-220,
especialmente pgina 216. Traduccin castellana de M. BoFILL del libro GERTH-MlLLS:
From Max Weber: Essays in Sociology, Ed. Galaxy Books, Nueva York, pgs. 172
y 176.
(8) F. MURILLO FERROL: Estudios de Sociologa poltica, Tecnos, Madrid, 1973,
pgina 173.
JUAN FERRANDO BAD1A

munidad de sentimiento que se manifiesta de modo adecuado en un Estado


propio; en consecuencia, una nacin es una comunidad que normalmente
tiende a producir un Estado propio (9).
De acuerdo con esta misma corriente de doctrina, podramos afirmar, con
B. Akzin, que el punto de partida de nuestra investigacin debe ser, propia-
mente, el grupo tnico en el momento en que podemos estudiarlo desde el
punto de vista poltico de forma diacrnica: en el momento en que empieza
9 vislumbrarse como factor activo en una estructura poltica existente o como
reto para tal estructura.
Conviene, por supuesto, evitar el confusionismo existente entre los con-
ceptos grupo racial y grupo tnico. El primero se refiere a vnculos heredita-
rios genticamente, el segundo se refiere a la herencia social y cultural, que
se transmite a travs del aprendizaje.
Como dice N. S. Timasheff, los miembros de un grupo tnico hablan
el mismo lenguaje, aman una tierra particular como su hogar propio, obede-
cen costumbres y tradiciones determinadas, acarician su propio arte, veneran
su pasado, personifican a ste por una serie de hroes, objeto de su admira-
cin ; guardan las ofensas inferidas a sus antepasados por otros grupos, re-
conociendo smbolos comunes, como escrituras, monumentos, lugares de pe-
regrinacin, y admiten una descendencia comn (10).
El grupo tnico constituye la base humana y cultural de la nacin, pero
sta lo trasciende al configurarse en una dimensin poltica de la que aqul
carece.
En propiedad, podemos denominar nacin, siguiendo la orientacin doc-
trinal ya apuntada, a un grupo tnico capaz de determinar en parte de sus
miembros el propsito de convertirse en Estado o de organizarse solidaria-
mente con un Estado. Hablaremos de grupo nacional cuando una comuni-
dad tnica, basada en vnculos de lengua, origen, tradiciones comunes, ejer-
za o trate de ejercer una influencia importante sobre la estructura poltica
de la sociedad. A medida que una comunidad cultural tiende a reducir esa
influencia poltica, perder su carcter nacional.
Bien entendido que no consideramos, pues, la nacin como una comuni-
dad pasivamente estticamente determinada o configurada por vnculos
naturales (el origen comn, de su acepcin etimolgica), ni como mera ex-
tensin de una comunidad natural. El concepto de nacin debe quedar refe-
rido al resultado de un proceso histrico integrador, por virtud del cual una

(9) G. MILLS: From Max Weber, cit., pg. 176. Vid. MAX WEBER: Economa
y Sociedad.
(10) N. S. TIMASHEFF: The Comparative Study o Inter-ethnic Relations, en
American Sociological Review, V, 1944, pg. 225.

8
LA NACIN

variedad de grupos o comunidades menores, geogrficamente condicionadas


y socialmente diversificadas (las realidades regionales) llegan a constituir una
unidad comunitaria ms extensa caracterizada por un intenso sentido de so-
lidaridad, y que participa de unos hbitos comunes, estilos de vida y tradicio-
nes capaces de proyectarse polticamente.
Una nacin dir J. V. Stalin es una comunidad histricamente de-
terminada, de lengua, de territorio, de vida econmica y un modo de ser
psicolgico manifestado en una comunidad de cultura (i i).
Los autores suelen insistir en la distincin existente entre caractersticas
objetivas de la nacionalidad, tales como la geografa, la historia, la estruc-
tura econmica y, muy fundamentalmente, la lengua, y caractersticas sub-
jetivas, como la conciencia, lealtad, voluntad, etc., vinculadas al grupo.
Sin embargo, si bien pueden trazarse comnmente determinados elemen-
tos objetivos, la idea de nacin, por lo mismo que es para nosotros una idea
esencialmente dinmica, se ha de apoyar de forma esencial en determinadas
caractersticas subjetivas, especficamente por lo que denominamos sentimien-
to de nacionalidad (12). Sentimiento que va implcito en el nacimiento del
hecho nacional. No ser ms que un fenmeno posterior de concienciacin
de la existencia de unos factores de diversa naturaleza que hacen que
un grupo social localizado en un territorio, sea una realidad cultural dijeren'
ciada (13).
La nacin se definir siempre como una realidad social frente a. Y as
para los escritores radicales franceses del siglo XVIII, la nacin equivale a la
gente de un pas, sin distincin de rango, pero en oposicin a la monarqua.
En 1789-1793 la Asamblea Nacional eliminar los privilegios y prerrogativas
de la nobleza y el clero.
Los ideales implcitos en el uso revolucionario del trmino por los cons-
titucionalistas franceses pasaran, en nuestro siglo, a dominar el significado
' de nacin para los pases subdesarrollados de Asia, frica e Iberoamrica.
El vnculo entre nacionalidad (nacionalismo) y modernizacin ser indi-

fu) J. STALIN: Marxism and National and Colonial Question, A. Fineberg, Lon-
dres, Lawrence, 1935, pg. 8.
(12) En un reciente estudio, JULIO BUSQUETS llegar a afirmar, a tal respecto, que
al no existir un hecho sociolgico nico como base de la nacionalidad, cada naciona-
lismo crea su propia teora de los valores, en la que siempre tiene valor primario el
hecho sociolgico que la sirve de base para crear su conciencia nacional. En conse-
cuencia, todas las teoras nacionales, desde una perspectiva objetiva y racional, son
muy vulnerables..., en Introduccin a la sociologa de las nacionalidades, Dicusa, Ma-
drid, 1971, pg. 63.
(13) Sobre la nacin como conjunto cultural diferenciado. Vid. M. DUVERGER : 5o-
ciologa poltica, cit., pgs. 138-143 y 198-199.

9
JUAN FERRANDO BAD1A

soluble en la mentalidad poltica del Tercer Mundo. Los oradores polticos


de finales del siglo xvm apelan a la idea de nacin como soporte del go-
bierno del pueblo (entendindose burguesa) frente al Rey = Soberana na-
cional vs. soberana del Rey. La victoria, por tanto, del tercer Estado, es de-
cir, de la burguesa, en el perodo de 1789, justificar, como se ha apuntado,
el sentido de nacin como nacin soberana. El gobierno de la nacin
vendr a implicar, en definitiva, una amenaza, no slo a los monarcas, sino
a sus reinos, su monarqua patrimonial (14).
La Revolucin liberal'burguesa de 1789 apuntaba no a desmembrar el
Estado, sino todo lo contrario. Tenda a la unicidad del poder estatal = Esta-
do unitario centralizado, al gobierno uniforme de las leyes vs. poder perso-
nal de los Soberanos. La unidad del poder estatal realiza la sntesis de las
voluntades particulares en una voluntad nica. Los filsofos del siglo xvm
y los diputados de la Asamblea constituyente de la Revolucin francesa sub-
rayaron el carcter orgnico de la unidad del poder basndose en la supuesta
homogeneidad de la nacin.
El poder unitario centralizado no puede legitimarse ms que por su rela-
cin con la existencia de una comunidad unificada y homognea. En otras
palabras, la centralizacin postula la homogeneidad de la estructura social (15).
Exige la previa existencia de la comunidad nacional, que por definicin es
una e indivisible.
La teora de la soberana nacional, la teora de la representacin y la teora
de la voluntad general han contribuido, fundamentalmente, a la construccin
del Estado unitario centralizado, y, por ende, del poder unitario, porque l
es el rgano de una colectividad hipotticamente unificada, de la que dicho
poder unitario expresa su voluntad {16).
El Estado unitario centralizado triunf con la Revolucin francesa. Es sa-
bido que la filosofa poltica de la Revolucin francesa pona el acento sobre

(14) El ttulo III, en su artculo i., de la Constitucin francesa de 3 de sep-


tiembre de 1791, dice: La soberana es una, indivisible, inalienable e imprescriptible.
Pertenece a la nacin; ningn sector del pueblo, ni individuo, puede atribuirse su
ejercicio. ... el Poder ejecutivo est delegado en el Rey... (art. 4. 0 ). Y los artcu-
los 2. 0 y 3. 0 de la Constitucin de Cdiz (19 de marzo de 1812) dicen, respectivamente:
La nacin espaola es libre e independiente y no es ni puede ser patrimonio de
ninguna familia ni persona. La soberana reside esencialmente en la nacin, y por
lo mismo pertenece a sta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes funda-
mentales. Vid. H . KOHN: El nacionalismo, su significacin y su historia, Paids,
Buenos Aires, 1960.
(15) Vid. G. BURDEAU: Traite, cit., II, pgs. 319-320.
(16) Vid. J. FERRANDO BADA: El Estado unitario, en REVISTA DE ESTUDIOS POL-
TICOS, nm. 195, Madrid, 1974; Cfr. G. BURDEAU: Traite, cit., II, pgs. 320-321.

10
LA NACIN

el principio de la igualdad de los ciudadanos. De ah que la centralizacin apa-


reciese como medio de eliminar los privilegios. La afirmacin de la unidad
y de la indivisibilidad de la nacin tena como consecuencia la destruccin
de los cuerpos intermedios. La Revolucin francesa se opona al reconoci-
miento de los grupos sociales (17). La Revolucin francesa coloc a la na-
cin, como soberana, por encima de la voluntad de los ciudadanos. A la co-
munidad estamental, la Revolucin francesa opuso la comunidad nacional, la
soberana nacional, identificando la nacin con el tercer Estado, es decir, la
burguesa (18).
La burguesa elabor la democracia individualista y centralizadora en su
intento por destruir a los otros estamentos y de controlar la vida toda del
pas en beneficio propio; y para ello se sirvi del bagaje ideolgico: sobera-
na nacional, electorado-funcin y sufragio censatario (19).
El principio de la soberana nacional, el carcter nico, indivisible e tn-
prescriptible de la misma, la afirmacin de que a la nacin le corresponda
el derecho exclusivo de darse sus leyes fundamentales ideas todas ellas que
cristalizaron cuando la Revolucin francesa encerraba como ya se apun-
t: una idea esencialmente dinmica: el principio de las nacionalidades que
ms tarde formulara Mancini: toda nacin apunta a su propio autogobierno,
a tener su propio Estado (20).
El principio de las nacionalidades tuvo su aplicacin durante el siglo XIX.
Y la proclamacin del principio de la autodeterminacin nacional por el pre-
sidente Wilson tendra una nueva aplicacin en 1919; sin embargo, todos
los nuevos Estados-nacionales, creados de acuerdo con la doctrina mancinia-
na, sucumbiran a la poltica nazi y sovitica. La Liga de Naciones extendera
el trmino oficialmente a todos los Estados soberanos.
Por otro lado, si bien Karl Marx rechaz el concepto de nacin como una
idea burguesa, los marxistas (Otto Bauer, Lenin) aceptaron, y utilizaron, di-
nmicamente, ese mismo concepto en Austro-Hungra y el Imperio Ruso, como
reto a la legitimidad monrquica. Una similar utilizacin de la ideologa na-
cional se extendera, en virtud de la alianza de los pases comunistas y los

(17) Vid. G. BURDEAU: Traite, ct., II, pg. 327; J. ]. CHEVALIER: Histoire des
Institutions politiques de la France, de 1789 nos jours, Pars, 1958, pgs. 15-18 y si-
guientes.
(18) Vid. J. LAFERRIRE: Manuel de Droit constitutionnel, Pars, 1947, pgs. 60-69;
M. DUVERGER: Droit, cit., pg. 8 4 : J. LHOMME: La grande bourgeoisie au Pouvoir
(1830-1880), Pars, 1960, pgs. 13 y sigs.
(19) M. DUVERGER : Institutions politiques et droit constitutionnel, Pars, 1970,
pginas 98-104.
(20) Cfr. notas 4, 7 y 16. '

11
JUAN FERRANDO BADIA

movimientos nacionalistas coloniales, en las luchas de liberacin naci-


nal (21).
Con ello, la idea de nacin volver a ser manejada polmicamente, dialc-
ticamente, como amenaza o reto a las estructuras polticas actuales.
Bstenos esta sucinta referencia previa para fijar mejor esta afirmacin:
. Nacionalidad, nacin, nacionalismo, son, al decir de Minogue, tr-
minos que requieren una clarificacin semntica, es decir, una interpretacin
fundamentalmente histrica, pues el investigador se halla ante la realidad
de que no slo quedan referidos a cosas distintas, segn los contextos en
que se desenvuelven, sino que por la misma razn sus lmites concep-
tuales aparecen incluso borrosos. En su conocido estudio Nacionalismo (22),
Minogue advierte que este fenmeno suele ser confundido con otro anterior:
el patriotismo. Las tesis objetivistas han enfrentado la idea de comunidad
natural al voluntarismo subjetivista, para el que tal comunidad no es lo
fundamental en la nacin. Pero ambas tesis intentan, en sentidos contrarios,
que las fronteras del Estado coincidan con las de la nacin. Minogue acier-
ta a distinguir tres procesos tpicos, bien diferenciados: 1) El nacionalismo
estatal francs, que ha respondido al anhelo de que el Estado francs se
convirtiese en comunidad. 2) El nacionalismo historicista central, cuya piedra
angular fue la nocin de Volk: y 3) Los nacionalismos postcoloniales del
Tercer Mundo. En sus explicaciones del nacionalismo, Minogue criticar
congruentemente tanto los planteamientos liberales como los marxistas, afir-
mando que la dificultad consiste en que el nacionalismo, no tiene por s
mismo una historia nica. En realidad es un factor de numerosas historias.
Para Robert Lafont, al que podemos considerar como uno de los pensadores
ms influyentes de la revolucin regionalista en Francia (23) aceptando
su propia expresin, el fenmeno de la nacin se define como un hecho
histrico estable que depende de tres factores:

1) El hecho lingstico, que surge de una crisis profunda y de


una mezcla racial.
2) El hecho cultural o de civilizacin (la nacionalidad) que

(21) DANKWARD RUSTOW: Nation, en Encyclopaedia of Social Sciencies, una


breve y polmica exposicin de su desarrollo, que prosigue, desde otros puntos
de vista en su ponencia Language, Nation an Modernity, en Quebec Round Table,
marzo 1972, Universit Laval, 1972, Copia mimeogrfica. Vid., tambin, M. ALBER-
TINI, et. al., L'Ide de Nation, en L'Ide de Nation, por M. ALBERTINl y otros,
Presses Universitaires de France, 1969, pgs. 6-14.
(22) K. R. MINOGUE : Nacionalismo, Ed. Horm, Buenos Aires, 1968.
(23) R. LAFONT: La Rvolution rgionaliste, Ed. Gallimard, Pars, 1967.

12
LA NACIN

cambia de naturaleza segn lugares y tiempos, pero que tiende a


contrastar la propia tnica con las tnicas vecinas.
3) El hecho de lite o de conciencia superior, que favorece la
nacin en su existencia, la revela como tal.

Esta nacin es la que denomina nacin primaria. Distingue Lafont entre


dos concepciones nacionales. Por un lado, la nacin es resultado de sus com-
ponentes, tales como lengua, raza, tradiciones, independientes de la voluntad
nacional. Por otro lado, existe un consentimiento presente, una fidelidad al
pasado, un deseo de futuro, es decir, una eleccin y una voluntad. La na-
cin de los ciudadanos se opone a la nacin biolgica. La nacin prima-
ria dice Lafont no es inmortal. El debilitamiento de cualquiera de sus
tres elementos constructivos implicar su decadencia o el inicio de su desapa-
ricin : la traicin de sus lites directoras, su asimilacin a otros intereses
nacionales, por ejemplo. Una lite piensa claramente esta nacin siguien-
do una conciencia intelectual superior. La de las naciones primarias se apoya
en la fidelidad tnica, y en principio resulta integrada por escritores, artistas,
lingistas, etnlogos que ceden el lugar a los polticos o que, a veces, ellos
mismos llegan a convertirse en hombres pblicos.
La nacin secundaria, conformada polticamente se confunde segn
el mismo autor con la clase dirigente de un pas que, en la actividad econ-
mica y poltica que desarrolla, crea la cultura viva, la institucionaliza. De ah
su debilidad: la nacin secundaria depende ms directamente de la clase di-
rigente. Llegamos a una segunda realidad nacional, estructurada por los si-
guientes elementos:

1) Un hecho iniciador, el acontecimiento histrico estabilizado.


2) Un hecho cultural, la ideologa poltica en movimiento.
3) La existencia de una lite que piensa la nacin de acuerdo con
esta ideologa y que la madura, la desenvuelve y eventualmente la
transforma.

El nacionalismo no ser, para dicho autor, sino una hipertrofia del sen-
timiento nacional. La degenerescencia, que se desarrolla a partir de una hi-
bridacin de los tipos nacionales; es decir, surge de la sustitucin de la con-
ciencia nacional y de una visin clara de la historia por el conjunto de tres
concentraciones mticas:

1) El falseamiento del pasado; justificacin a posteriorx de la t-


nica, en trminos de un acontecimiento poltico. La historia se rein-

18
JUAN FERRANDO BADIA

venta (se reordena) segn uno de sus resultados; se acompaa la


eleccin impertinente o la mentira al establecer los hechos histricos.
2) El anclaje territorial, a partir de la confusin autoritaria de las
fronteras ticas y las fronteras polticas que slo muy excepcional'
mente coinciden en la realidad. El criterio poltico ha pesado en el
establecimiento de las fronteras.
3) La voluntad de sobrepujar sobre los dems pueblos y el senti-
miento excluyente del orgullo, la exarcebacin de lo que Sumner lla-
mara visin etnocntrica, en base a la sobreestimacin de la tra-
dicin tnica real o imaginaria: la nacin egipcia moderna es
rabe, en el centro del panarabismo, pero su nacionalismo utiliza la
exaltacin de las glorias faranicas y habla de las creaciones culturales
del pueblo egipcio antiguo {24).

El planteamiento de Lafont, sugestivo en muchos aspectos, adolece en


nuestra opinin de quedar referido a un marco histrico-poltico excesivamen-
te concreto condicionado por la trayectoria del nacionalismo francs. E in-
cluso sera aplicable a ciertas interpretaciones suyas el sesgo denunciado
por Minogue de que el estudio de la ideologa ha sido adulterado por la
ideologa del propio autor. Insistamos en que el desarrollo de este concep-
to, como categora histrica, est condicionado por realidades polticas muy
distintas, as como por estructuras sociales divergentes. Por esto mismo, cabe
subrayar con Hans Kohn, que resulta en todo caso peligroso desde un pun-
to de vista cientfico el hablar de estos fenmenos con pretensiones de cons-
truccin tpica y genrica. No hay sino muy diversos nacionalismos; no hay
sino muchas construcciones histricas de la realidad que estudiamos. Por ello,
advierte Kohn, nicamente el anlisis del desarrollo histrico del nacionalis-
mo y el comparativismo sociopoltico de sus formas diversas de realizacin
nos dar la correcta imagen del fenmeno.
Kohn mantiene que el nacionalismo es un estado de nimo en el cual el
individuo siente que debe su lealtad suprema al Estado nacional. Para este
autor, es a partir del siglo XVIII, cuando tal fenmeno adopta una forma ca-
ractersticamente moderna, es decir, reviste formas de relevancia social y se
configura como forma polticamente actuante en la dimensin pblica. La idea
de nacionalidad se vincula de esta forma segn Kohn a la de Estado:'
se exige que cada nacionalidad conforme un Estado, frente a los ideales uni'
versalistas antiguos expresados en las ideas de Imperio o de Cristiandad.
Subraya Kohn la importancia del elemento subjetivo en la idea de nacio-

(24) R. LAFONT : Teora de la naci, Edicions 62, Barcelona, 1969, cap. I.

14
LA NACIN

nalidad, la voluntad colectiva, viviente y activa que anima al grupo nacio-


nal definindolo como tal. Dicho sentimiento estar en la base de todo na-
cionalismo. Voluntad de construir nacin que estaba ya presente, de acuer-
do con este autor, en las lites del siglo xvm, que estaba, sin embargo, ausen-
te en el sentir de las masas. Hasta la Revolucin francesa no se abre entre
el pueblo este sentimiento, que paulatinamente va acelerndose al transcurrir
el siguiente siglo, en el que el elemento unitivo de los pueblos ya no ser una
creencia religiosa, sino este sentimiento de pertenencia a una nacin. Sobre estas
bases, vendr a reforzarse la autoridad creciente de los Estados, a los que la
ideologa nacional sirve de legitimacin, incluso contra los propios ciudada-
nos quedar justificado el uso de la fuerza estatal si la conducta de stos pa-
rece amenazar la supervivencia nacional. Kohn explica el surgir del nacio-
nalismo a partir de lo que considera la primera nacin moderna, Inglaterra.
La emergencia de las ideas de libertad e igualdad en Locke, en el nacionalis-
mo de Norteamrica y en el pensamiento de Rousseau, en la Revolucin de
1789, que llevar a Napolen, smbolo del nacionalismo moderno.
Pero, junto a ese concepto de la nacin, el nacionalismo de Centro Europa
trata de buscar en sus viejas tradiciones su razn de ser: los derechos del in-
dividuo ceden aqu a los derechos de la nacin, el alma de la nacin, la
misin nacional. J. G. Herder influir sobremanera en esta direccin (25).
El nacionalismo napolenico fracasa; la Santa Alianza dirigida por Met-
ternich {26) trata de construir un orden harto distinto en el que la estabilidad
y el mantenimiento de la paz estn por encima de cualquier aspiracin na-
cional. Las uniones de patriotas nacionalistas de distintos pases se enfrenta-
rn contra este orden establecido en su demanda de Constituciones liberales
que limiten la fuerza del poder real (27). Manzini y la Joven Europa, y la Re-
volucin de 1846, extreman la causa nacionalista. Entre 1858 y 1871, sos-
tiene Kohn, cumplen las clases medias sus aspiraciones nacionalistas por el
empleo de los gobiernos nacionalistas y la diplomacia. Irn surgiendo nuevas
nacionalidades, en cuyo desarrollo cuenta, entre otros hechos trascendentales,
la guerra de Crimea, la unificacin italiana y alemana, el Movimiento Na-
cionalista de los Balcanes o la crisis nacional y nacionalista de los Estados Uni-

(25) HAN KOHN: El nacionalismo, cit.


(26) Sobre la poltica de la Santa Alianza, pero referida vs. la Espaa liberal y
su Constitucin de 1812, vid. J. FERRANDO BADA: La Constitucin espaola de 1812
en los comienzos del "Risorgimento", C. S. 1. C , Madrid-Roma, 1959, pgs. 97 y
siguientes; dem, Vicisitudes e influencias de la Constitucin de 1812, en REVISTA
DE ESTUDIOS POLTICOS, nm. 126, Madrid,,.1962, pgs. 216 y sigs.
(27) Vid. J. FERRANDO BADA: Vicisitudes e influencias, cit., en REVISTA DE ESTU-
DIOS POLTICOS, cit. . . . .

15
JUAN FERRANDO BADIA

dos. Las conexiones entre el racismo y totalitarismo quedan reflejadas en el


nacionalismo biolgico del nazismo. El nacionalismo se desplazar finalmen'
te de Europa a escala mundial desde fines de la primera guerra mundial.

5) ELEMENTOS O FACTORES DE LA NACIN

Como dice Duverger, los elementos que caracterizan la comunidad na-


cional son diversos. Algunos distinguen, como hemos apuntado, elementos
materiales (objetivos) como la comunidad de raza, de lengua, de religin, de
territorio, etc., y elementos espirituales (subjetivos), entre los que fundamen-
talmente destaca la voluntad de vivir en comn. Esta distincin segn el
autor citado no parece fundada. Lo esencial, afirma, en los elementos lla-
mados materiales es la idea que de ellos se hacen los miembros de la comuni-
dad nacional: la idea que se tiene de dichos elementos, y no los elementos
por s mismos, son lo fundamental.
Las interpretaciones racistas han desempeado, por ejemplo, un papel re-
levante en el nacionalismo alemn. El hecho es que estas interpretaciones re-
sultan cientficamente falsas (el mito de la raza aria no puede ser plantea-
do seriamente, pero es, en tanto que mito, importante polticamente).
El despertar de las lenguas nacionales asume un papel igualmente rele-
vante en el proceso de las nacionalidades, principalmente en la Europa Cen-
tral. Pero este no es, de suyo, elemento suficiente para dar cuenta de la
nacionalidad, si no es utilizado activamente como palanca de una concien-
cia histrica. Tampoco correspondern a la realidad las teoras alemanas del
espacio vital o las tesis francesas sobre las fronteras naturales. Lo deci-
sivo es el grado en que esos mitos sirven para reforzar la solidaridad na-
cional (28).
Acaso entre todos los factores de la comunidad nacional, la historia pa-
rece jugar, en definitiva, un papel esencial. Sin embargo, como ha analizado
Francisco Murillo en su estudio sobre el nacionalismo, la importancia de la
historiografa va justamente ligada a la idea de la nacin, presidida por m-
viles de tipo nacionalista (29). No se trata de una historia valorativamente
neutra, sino penetrada de lo que F. Murillo denomina valoraciones larva-
das a travs de las cuales se tienden a justificar actitudes y reivindicaciones.
La enseanza de la historia en todos los pases ha sido una educacin del
patriotismo y un instrumento ms eficaz para desarrollar los sentimientos na-

(28) Vid. M. DUVERGER : Sociologa poltica, cit., pgs. 138-139; dem, Institutions
politiques, cit. (vid. 10 edicin), pg. 61.
(29) F. MURILLO FERROL: Estudios de Sociologa poltica, cit. *p. Nacionalismo.

16
LA NACIN

<cionales que para favorecer una ciencia particular. En este aspecto, es lo fun-'
damental el sentimiento de particularismo frente a los valores universalistas
(Parsons), construyndose los estereotipos nacionales que vendrn a reforzar
la toma de conciencia de las diferencias y una visin etnocntrica de la propia
colectividad. Como dice Duverger, de esas imgenes pseudo-histricas, cada
-nacin desprende la idea de una "misin" que le incumbira en el mundo y
<jue define de una manera vaga, pero luminosa: el destino futuro que quie-
bre cumplir. Esta misin es, por otra parte, concebida de manera distinta si-
guiendo las pocas y los regmenes polticos. Incluso cambian los enemigos
hereditarios, es decir, los adversarios esenciales, encarnacin del mal, que se
es considera con deseos de querer destruir la nacin, y contra los que ella
debe, pues, afirmarse y luchar. El odio contra "el otro" es un poderoso
'factor de solidaridad nacional. "El otro" cambia siguiendo las circunstancias
y los deseos, siendo utilizada por los gobernantes para hacer popular la poli'
tica que quieren seguir (30).
Al considerar los elementos constitutivos de la nacin deberamos, por tan-
So, tener muy presente el famoso teorema sociolgico de W. I. Thomas, por
1 cual si los hombres definen unas situaciones como reales, tales situacio-
nes son reales en sus consecuencias. La nacin es, en ltimo anlisis, defini-
da por la conciencia que de ella tengan los hombres que virtualmente la
constituyen. No importa decisivamente el hecho de que algunos de los ele-
mentos sobre los que la idea nacional se construye sean errneos o mticos
i)a pureza de la raza, el espacio vital, etc.) pues tanto sociolgica como pol-
nicamente, una definicin falsa de la realidad puede convertirse en ver-
idadera si la conducta posterior acta eficazmente regida por esa idea inicial-
Trente falsa (31).
Este hecho es, a nuestro entender, el elemento fundamental para expli-
car el estado in fieri del proceso que es la nacin y del sentimiento naciona-
lista, y nos da a entender la paradoja que Francisco Murillo sealaba, por
la que es posible, en ocasiones, la existencia de nacionalistas sin nacionalidad.
"De hecho, tales fenmenos deben presentrsenos no slo como hechos de es-
tructura cristalizados, sino en relacin con los marcos mentales de referencia
-y de valor existentes en cada momento histrico y en cada situacin social.
Podemos discriminar, con todo, dos grandes perspectivas influyentes en la

(30) M. DUVERGER: Institutions politques, cit., pgs. 61-62.


(31) Como dice ROBERT MERTON, las definiciones pblicas de una situacin llegan
.a ser parte integrante de la situacin y, en consecuencia, afectan a los acontecimientos
posteriores. Tal es l conocido mecanismo de lo que MERTON llama La profeca
<que se cumple a s misma, en Teora y estructura sociales, Fondo de Cultura Eco>
imica, Mjico, 1970, pgs. 419, donde desarrolla las ideas de THOMAS.

17
JUAN FERRANDO BAD1A

* determinacin del fenmeno histrico de la nacin. La concepcin alemana,.


fundada sobre elementos tnicos principalmente, y la concepcin francesa?.
que considera la formacin de la nacin especialmente en virtud del nexo
espiritual. La concepcin alemana fue operante como ideologa desde Guilles
mo II al final del tercer Reich (1945). Las ideas de los autores franceses Go'-
bineau y Vacher, tambin defendidas por el ingls H. Steward Chamberlain,-
proponan el ncleo central de esta ideologa que postula una jerarqua entre-
las razas en cuya cspide se halla la raza aria, raza pura conservada intacta
desde la prehistoria y que perdura en la nacin alemana. La exaltacin del.
Volk y del Volkstum por'Hitler transforma esta concepcin en la piedra an-
gular del nacionalsocialismo. El Volk (pueblo, nacin) aparece como comuni-
dad fundada en la sangre, la lengua y el suelo, y entraa al propio tiempo la
idea de pueblo elegido. El Volkstum surge del encuentro de la raza, del.
suelo y de la historia. El verdadero jefe e intrprete del pueblo es el
Fhrer (32).
Frente a esta concepcin mtica de la nacin, se opone la concepcin emi-
nentemente voluntarista de cuo francs, para la que los elementos tnicos:
adquieren una importancia subalterna. Es fundamentalmente el hecho subje-
tivo de la comunidad espiritual, las actitudes nacionales, lo que los autores-
franceses vienen a destacar frente a otros criterios imaginaria o presunta-
mente objetivos. Pero este elemento, el parentesco espiritual creado en la
nacin, da a los miembros de la misma el sentimiento de encontrarse en el
interior de un grupo cerrado, de un conjunto que se opone a otras formas
nacionales, reaccionando no menos exclusivamente frente a los dems grupos:-
nacionales. Fue Renn el que da estado de naturaleza doctrinal al concepto-
voluntarista francs de nacin, que para l no es ms que un plebiscito coti-
diano de vida en comn {33).
No obstante, la nacin ha sido considerada como el resultado de un pro-
ceso histrico que haba concluido antes del nacimiento del Estado; ste apa--
reca en la opinin dominante como un ltimo trmino, cristalizacin ju-
rdicO'poltica de la nacin preexistente. De ah que se plantease lgicamen'
te el problema de si a toda nacin corresponde un Estado. La realidad des-
borda evidentemente un enfoque similar: Hay incuestionablemente nacio-
nes que han sido divididas o que se hallan parceladas en varios Estados y

(32) Cfr. A. HAURIOU: Droit constitutionnel et institntios politiques, 4.a edicin,.


Pars, 1970, pgs. 97-98.
, (33) E. RENN: Qu' est'ce qu' une nation?, 1882, reimpreso en sus Discours et
conferences, 1928. Existe traduccin castellana de R. FEKNNBEZ-CARVAJAL con estudio-
preliminar del mismo autor, publicada por el Instituto de Estudios Polticos, Madrid,,
1957, pgs. 107-108.

18
LA NACIN

hay viceversa Estados que incluyen diversas naciones diferentes. El pro-


blema de la adecuacin del Estado y la nacin presenta un doble interrogante:

i) Toda nacin tiene derecho a llegar a ser Estado? A esta


cuestin se ha dado una respuesta afirmativa en funcin del princi-
pio de las nacionalidades.
' ' 2) En el supuesto frecuente en que varias naciones coexisten en
un mismo Estado Tienen derechos las minoras nacionales? El Es-
tatuto Internacional de las Minoras da igualmente una respuesta po>
sitiva a esta segunda cuestin.

En virtud del principio de las nacionalidades, toda nacin tiene derecho-


a convertirse en Estado. Principio arraigado a la Revolucin francesa, se trata,
n efecto, de un postulado revolucionario. El origen del poder interno reside
en la nacin, en el plano del derecho interno. En el internacional, el primer
derecho de Ja nacin es realizarse poltica y jurdicamente de forma ntegra,,
lo que es postular una forma estatal. En el Tratado de Viena, el principio de
las nacionalidades fue vigorosamente combatido por la Santa Alianza que,
como se dijo, pretendera instaurar un orden estable, pero resurge tal princi-
pio a partir de la Revolucin de 1848 impulsado por Napolen III, permi-
tiendo ias unidades rumana, italiana y alemana. La aplicacin ms amplia
de este principio se halla en los Tratados de 1919, con la reconstitucin de-
Polonia, el desmembramiento de Austria, la Carta de Europa oriental. Los-
Tratados de 1919 afirmarn igualmente la proteccin a las minoras de na-
cionalidad, lengua o raza, con los derechos a: 1) El libre ejercicio pblico y
privado de la religin o creencia. 2) El uso libre de la lengua nacional, as
como a la enseanza de la misma; y 3) La igualdad desde el punto de vista
del disfrute de los derechos civiles y. polticos. El sistema de proteccin a
las minoras se reestableci, tras la desaparicin de la Sociedad de Naciones,
al final de la segunda guerra mundial, imponiendo a los pases vencidos la
obligacin de asegurar a sus subditos el disfrute de los derechos del hombre
y de las libertades fundamentales (34).

(34) Vid. A. HAUR10U: Droit consttutionnel, cit., pgs. IOO-IOI. Acerca de 1*


nocin de las minoras. Vid. Definition and Clssification of Minoritis, Comisin de
Derechos Humanos, Naciones Unidas, Nueva Yorlc, .1950. ..
IUAN FERRANDO BADIA

C) LA NACIN, MARCO DE LA POLTICA

Los fenmenos polticos se desenvuelven hoy en un marco de comunida'


des que llamamos naciones.
Ya anticipamos que una definicin clara y breve de lo que es nacin, re-
sulta imposible. Lo ms que puede decirse es que la nacin es una entidad
histrica, no es eterna. Las naciones, dir Renn, han comenzado y con-
cluirn (35). Las naciones tendrn causas complejas: geogrficas, econmi'
cas, culturales, polticas e incluso religiosas, asumidas consensualmente por
-los habitantes del lugar. Desde el siglo xix, las naciones quieren y aspiran
z ser una comunidad independiente con su propio gobierno.
A partir del siglo XIX, la nacin es el centro de la unidad poltica; en
ella se ha apoyado el orden poltico y sobre ella se definen los problemas de
estructura de una sociedad, desde el punto de vista poltico.
La nacin sigue siendo la comunidad'base sobre la que se superpone el
Estado como organizacin. Por ello, la comunidad nacional se identifica fre-
cuentemente con la organizacin poltica; definiendo la nacin como la co-
munidad que se organiza o puede organizarse en Estado.
Max Weber observ este sentido histrico comn. El concepto de nacin
dice lo encontramos orientado siempre hacia el poder poltico, de tal
manera que lo que nos despierta reparos para aplicar el nombre de nacin
no es la pequenez cuantitativa de la unin poltica los holandeses constitu-
yen para nosotros una nacin, sino la renuncia consciente al poder.... Y
concluye Max Weber afirmando que siempre el concepto de nacin nos re-
fiere al poder poltico y lo nacional... es un tipo especial de pathos que, en
un grupo humano unido por una comunidad de lenguaje, de religin, de
costumbres o de destino, se vincula a la idea de una organizacin poltica
propia, ya existente o a la que se aspira, y cuanto ms se carga el acento
sobre la idea de poder, tanto ms especfico resulta ese sentimiento pattico.
Este pattico orgullo por el poder poltico abstracto que posee o a que aspira
la comunidad, puede estar ms extendido en una pequea (cuantitativamen-
te) comunidad como la comunidad lingstica de los hngaros, checos y grie-
gos en otra cualitativamente igual, pero mucho ms grande, por ejemplo, en
los alemanes de hace siglo y medio, que entonces constituan una comunidad
de lengua, pero no tenan ninguna pretensin de poder nacional (36).
Maclver afirmaba tambin que la aspiracin a la autonoma poltica de

(35) E. RENN : Qu es una nacitv?, cit., pg. 107.


(36) MAX WEBER: Economa y Sociedad, cit., vol. I, pgs. 326-327.

20
LA NACIN

la nacin es lo que diferencia a sta de otros grupos. Las llamamos nacio-


nes dice debido a que persiguen su autonoma (37).
Este concepto de nacin, como base para la organizacin poltica, no tie-
ne ms que un valor emprico, es decir, no nos habla de las condiciones que
requiere el pueblo para poseer una aptitud para una organizacin polti-
ca independiente que lo define como nacin. Luego cules son estas con-
diciones? En respuesta aparecen las ms varias doctrinas. As, se ha afirmado
que lo que vincula a un grupo y le confiere aptitud o vocacin para la orga*
nizacin poltica son valores tales como: Raza, historia, poltica, comunidad
de lenguaje, de religin o de pensamiento, la unidad de cultura, la comn
conciencia de la comunidad nacional, la unidad geogrfica, etc. En sntesis
los ms varios elementos han sido exclusiva o combinadamente expone
Snchez Agesta propuestos como fundamentos caractersticos que crean la
vinculacin del grupo nacional y le confieren aptitud o vocacin para la or-
ganizacin poltica (38).
El problema que se presenta es decidir si cabe aceptar un criterio como
carcter exclusivo o si todos ellos son legtimos. Histricamente se puede de-
mostrar que el carcter exclusivo resulta falso, pues vemos naciones de raza
no comn (Estados Unidos), de lenguaje diverso (Suiza), con diversidad reli-
giosa (Alemania), con diversos grupos culturales, etc. Tampoco nos sirve el
criterio exclusivo en sentido inverso, por ejemplo: Sudamrica tiene un len-
guaje comn y, sin embargo, son varias las naciones. Max Weber, dice que
e! sentimiento nacional tiene variedad de fundamentos y significados ( = cri'
terio subjetivo) (39).
Los hechos mismos nos impulsan a aceptar la segunda solucin, anadien-
do que las razones, elementos o factores que vinculan a la nacin son ml-
tiples. Resulta, pues, necesario aceptar la legitimidad histrica de la multipli-
cidad de vnculos nacionales.
Tras haber expuesto el concepto y elementos de la realidad nacional cree-
mos oportuno brindar el proceso del desarrollo de la idea de nacin. Nos en-
contramos, sintticamente, con tres fases fundamentales:
1. El trmino nacin es derivado de una raz latina que alude al origen.
Todos los que tenan un lugar de procedencia comn constituan una nacin.
En esta acepcin se vino utilizando en las Universidades medievales. En trmi-
nos militares, tambin se llamaba nacin a los grupos formados por razn de
una misma procedencia, es decir, se llama nacin al grupo formado por in-
dividuos nacidos en un mismo lugar.

(37) Vid. R. M. MACIVER y C H . H . PAGE: Sociologa, t., pgs. 310-311.


(38) L. SNCHEZ AGESTA: Principios de teora poltica, t., pg. 192.
(39) Vid. MAX WEBER : Economa y Sociedad, t., vol. II, pgs. 680-681.

21
JUAN FERRANDO BADIA

Nacin, dice Covarrubias en su diccionario castellano, vale reino o pro-


vincia extendida, como la nacin espaola.
2. Siglos XVII y xviii. Los escritores selectos ya escriben en lengua ro-
mance. A raz de la diferencia de lenguas se advierten diferencias entre los
pueblos. En Europa se analizan los caracteres nacionales como los que dte-
rencian a un pueblo de otros. No obstante, madame Stael llega a dar al tr-
mino nacin, el sentido actual. En Espaa a fines del siglo XVI y durante el
siglo xvil, se admiten y estudian las diferencias entre naciones por varios autor
res como Gins de Seplveda, Gracin, Saavedra, etc.
Pero estas diferencias no tienen todava valor poltico (como queda demos-
trado, ya en pleno siglo xvni, con los discursos del padre Feijoo). El vnculo,
que a travs de esta poca soporta la unidad social del orden poltico y que
est contribuyendo a fijar esos caracteres de la unidad nacional es la Monatv
qua (40).
3. Tres doctrinas polticas dan a la nacin el valor que hoy solemos atri-
buirle :
La soberana nacional.
La independencia de las naciones.
El principio de las nacionalidades.

a) Soberana nacional.Viene a sustituir como se ha indicado a la


soberana real que era la nica existente hasta la Revolucin francesa. El con-
cepto de nacin se llena de contenido poltico. La nacin dir Sieys no
es sino un cuerpo de asociados, que viven bajo una ley comn y representa-
dos por la misma legislatura (41). Sieys identifica as la nacin con el titular
de la soberana democrtica. Los enciclopedistas franceses confunden, en un
principio, soberana nacional con poder popular.
Para Sieys y los enciclopedistas, como por ejemplo en Espaa Cabarrs y
Martnez Marina, el concepto de nacin era equivalente al tercer estado = a.
toda la comunidad por oposicin al Rey y a los estados que hasta aquel en-
tonces haban detentado la soberana. A este respecto comenta Ayala que la
identificacin del tercer estado es decir, de la entonces nueva clase burgue-
sa que se acercaba a la plenitud de su nivel histrico, con la nacin, en-
tendida como el totus de la comunidad poltica, expresa el factor moral ms
importante del proceso revolucionario que tanto contribuy Sieys a desenca-
denar con su clebre alegato. La gran fuerza revolucionaria de la burguesa,

(40) L. SNCHEZ AGESTA : Principios de teora poltica, t . , pg. 197.


(41) E. SlEYS: Qu es el tercer Estado? (con introduccin, traduccin y' notas
de F. AYALA), Ed. Aguilar, Madrid, 1973, pgs. 13 y sigs.

22
LA NACIN

el principio de su energa moral, radicaba en su conviccin de ser ella misma


idntica a la nacin. Esta conviccin es para la democracia burguesa el equi'
valente del contenido de conciencia a que responde, para la monarqua abso'
luta, la repetida frase de Luis XIV: "L'Etat c'est moi". Desde el centro de
su poder institucionalizado, el Rey; desde la polmica opositora, el tercer
estado a travs de su portavoz, se afirman uno y otro con igual decisin en
.sus respectivos momentos de apogeo histrico idnticos al todo, para justifi'
*car as su poder poltico, efectivo o pretendido. La conciencia de totalidad es,
n efecto, lo que presta al poder poltico su justificacin tica. Tan pronto
como el titular del poder, individuo, grupo o clase, pierde la conciencia de
ser idntico al todo, comienza a apoyar su posicin en argumentos de mera
legalidad: el revestimiento jurdico es utilizado entonces, por su rigidez crus-
tcea, como soporte del poder cuando ya se ha muerto y desecado la sustan-
cia moral que protega)) (42).
La Revolucin da un giro copernicano a la historia poltica europea. En
el orden poltico, la Revolucin introduce un elemento fundamental en la
vida de los nuevos Estados: la doctrina de la soberana nacional. Esta doc-
trina transfiere a la nacin como se ha dicho la sumisin que primitiva-
mente estaba dirigida hacia el Rey. Se crea una nueva conciencia ciudadana
el sentimiento compartido de pertenecer a una misma nacin en virtud
de una serie de factores tales como la abolicin de las distinciones de esta-
mentos y de los ttulos de nobleza, la nivelacin de todos los individuos al
considerarlos a todos por igual como ciudadanos, la difusin de la idea de
fraternidad laica y el sentimiento de que doquiera el pueblo hara causa co-
mn contra los tiranos...
Desde la perspectiva ideolgico-constitucional, la evolucin es muy carac-
terstica. La soberana se dice en la Constitucin del 3 de septiembre de
1971, con una frmula que ha llegado hasta los franceses de nuestros das,
siendo el dogma fundamental d su derecho pblico pertenece esencialmen-
te a la nacin, y ninguna parte del pueblo, ni ningn individuo podr atri-
buirse su ejercicio (cfr. artculo 3.0 de la Declaracin de los derechos del
hombre y del ciudadano de 26-VIII-1789). En principio pareci entenderse
con Rousseau que la nacin era la suma de los ciudadanos, en una interpre-
tacin individualista. La primera idea de la nacin que prevalece entre los
"hombres de 1789 es la individualista, directamente derivada de Rousseau. Pero
pronto se fue imponiendo el criterio orgnico, como se desprende del sistema
positivo del derecho pblico francs y especialmente de la doctrina francesa
de la soberana nacional. La palabra nacin en su acepcin jurdica pre-

,(42) F. AYALA en E. SIEYS: Qu es el tercer Estado?, cit., pg. 15.

23
JUAN FERRANDO BADIA

cisa designa no ya una masa amorfa de individuos, sino la colectividad orga-


nizada de ios nacionales en cuanto que esa colectividad se halla constituida
por el mismo hecho de su organizacin, en una unidad indivisible. En este
sentido jurdico ia nacin no es ya solamente uno de los elementos constitu--
tivos del Estado, sino que es por excelencia el elemento constitutivo del Es--
tado en cuanto se identifica con l (43).
El proceso que conduce a este resultado ha sido visto mltiples veces.
Exista un monarca absoluto imperando sobre unos subditos; cuando comen-
z a combatirse la soberana del Rey se estim que lo ms prctico que po*-
da hacerse era sustituirlo; deba, pues, hallarse otra persona que colocar en-
lugar del Rey: Haba una persona soberana, que era el monarca dice-
Barthlmy, era preciso encontrar otra persona soberana que esgrimir contra
l. Entonces los hombres de la Revolucin la encontraron en la persona mora
de la nacin. Se tom la corona del Rey y se la coloc sobre la cabeza de
la nacin (44).
La Revolucin lig nacin y Estado en una unidad indisoluble. La Fran--
cia del Anexen rgime era un conjunto de territorios histricos unidos slo:
en la persona del Rey. Luis XIV us la voz nacin, designando con ella un
conjunto de hombres nacidos subditos del Rey de Francia, sin pensar ni por
un momento que pudiesen formar un cuerpo por s mismos y aparte de l.
La nacin no forma cuerpo en Francia, reside toda entera en mi persona.
Y Luis XV, al dirigirse el 3 de marzo de 1766 al Parlamento de Pars deca r
Es en mi persona donde reside la autoridad soberana... Mi pueblo es uno-
conmigo. Los derechos separados del monarca estn necesariamente unidos:
con los mos y no existen sino entre mis manos.
Frente a esta concepcin se erige la nacin organizada, que ostenta la SO'-
berana. No se trata slo de afirmar una posicin, sino de contraponerla 2
otra preexistente, y por origen polmico se explica que al hablar ios france*-
ses de soberana nacional les interesara ms subrayar el aspecto negativo de-
que ya no se trataba de la soberana del Rey, que el ver positivamente que
era, en efecto, la nacin. Incluso si parodiando el famoso opsculo de Sieyes

(43) R. CARR DE MALBERG: Contribution a la thorie genrale l'Etat, vol. I


(reimpresin), Pars, 1962, pgs. 2-3, nota 2 y pgs. 14-15, y vol. II, pgs. 331-334.
Acerca de la polmica en torno a la personalidad bien del Estado o de la nacin defer'
dida la primera por CARR DE MALBERG y negada, entre otros, por M. BARTHLMV
(en su Traite elementaire de droit administratf, 7.a edicin, Pars, pgs. 26 y sigs.) y
por M. DUGUIT (en su obra L'Etat, 2 vols., Pars, 1901*1903), aunque BARTHLMV
se basaba en criterios jurdicos y DUGurr en criterios empricos, de la realidad contin'
gente y humana, vid. R. CARR DB MALBERG, Op. cit., vol. I, pgs. 15-25 y sigs.
(44) M. BARTHLMY: Precis de droit constitutonnel, Pars, 1936, pg. 63.'

24
LA NACIN

qu'est'Ce que le Tiers tat? (1789) nos preguntamos: Qu es la nacin? Lx-


respuesta vendr tambin por el lado negativo y dialctico. Las clases pnvile--
giadas de antao quedan fuera de la nacin por arriba, y el triunfante tercer
estado burgus impondr hacia abajo el rgimen censatario de las primeras
Constituciones. Sin embargo, por encima de tales secesiones ha de campear
la nacin como un concepto de unidad indiscutible. Precisamente para no
amenazar tai unidad deben desaparecer todas las antiguas divisiones de esta-
mentos y rangos. Nunca un Estado dividido en Estados, en Ordenes tendr-
nada de comn con una nacin, dir Sieyes. La nacin no puede ser sino
la reunin de los individuos, asociacin poltica que tiene una voluntad.
comn, la voluntad de la nacin que no puede ser una en tanto "existan"
tres rdenes y tres representaciones (45).

b) Independencia de las naciones.A raz de las invasiones napolonicasr


los diversos pueblos afirmarn en la nacionalidad su derecho a la independen^
cia. A este respecto dice Snchez Agesta: Es curioso, sin embargo, advertir'
que en este mismo momento va a aparecer un nuevo valor poltico del sen-
timiento nacional. Frente a las invasiones napolenicas reaccionan los diversos
pueblos afirmando en la nacionalidad su derecho a la independencia. Este-
principio se enlaza curiosamente en Espaa con el principio anterior; para
afirmar la independencia espaola frente a Napolen y desvirtuar los pacto
de Bayona, las Cortes de Cdiz afirmaron en un solo acto la independencia-
y la soberana nacional (46).
La independencia de las naciones se produce a travs de tres fases:
1. Desintegracin.Las monarquas absolutas operan la desintegracin de-
is unidad europea, creada por el Imperio Romano, atenuada desde Carlomag-
no. resucitada por Carlos I y conservada por el Papado.
2. Unificacin.Esta tendencia ofrece tres vertientes:
a') Poltica.Las unidades polticas inferiores dan paso a una unidad su--
perior; se destruyen las estructuras polticas dispersas del feudalismo y los-
privilegios del clero, nobleza y villas en favor de una ms amplia polarizacin
en la que la masa de los subditos contrastar con una nica cabeza efectiva^
el prncipe absoluto. As llegamos al siglo XVI.
b') Econmica.El mercantilismo, sobre los supuestos de una economa
estatal cerrada, refuerza la idea de las monarquas absolutas desde ei siglo xvnr
hasta la Revolucin francesa.
c') Cultural.Se produce sobre un fondo cultural grecorromano, que da

(45) E. SIEYES: Qu es el Tercer Estado?, cit., pgs. 98 y sigs.


(46) L. SANCHEZ AGESTA: Principios, cit., pg. 198.

2S.
JUAN FERRANDO BADIA

Jugar a las lenguas romances peculiares. Aparecen El Prncipe, de Maquiave-


lo (1513). y Discours de la Mthode (1637).
3. El proceso de integracin.-Finalmente llegamos a un proceso de inte-
gracin que consolida la unificacin por medio de los nacionalismos e incor-
pora a todas las fuerzas existentes en la nacin.

c) El principio de las nacionalidades.Pero estudiemos ms detenidamen-


t e la evolucin y perspectivas del principio de las nacionalidades, pues lo
creemos conveniente para introducirnos plenamente en la. mdula del con-
cepto de nacin y sus elementos constitutivos.
La Edad Media y los tiempos modernos haban conocido y usado como
se dijo la palabra nacin, a veces para designar la unidad de origen, otras
la lingstica y otras la unidad geogrfica o poltica de determinadas pobla-
ciones. Pero quedaba reservado al siglo XIX definir la nacin como una agru-
pacin humana caracterizada por su unidad cultural e histrica, que haba de
tener una plasmacin poltica efectiva. Este postulado era radicalmente revo-
lucionario, porque desde el siglo xvi no haba existido otro principio de cons-
titucin poltica internacional que el legitimista de las monarquas absolii'
tas (47).
De la misma manera que el principio democrtico implica una ruptura
-con el pasado monrquico legitimista en el gobierno de los Estados, el prin-
cipio nacionalista subverta el orden pblico continental, que, con ms o me-
nos variaciones continuaba adscrito a las ideas establecidas en Westfalia en
1648. No es, pues, extrao que democracia y nacionalismo marchasen juntos
desde que la Revolucin francesa hizo brotar los grmenes que en este sen-
tido haba incubado en el siglo XIX.
La Revolucin francesa ejerci una influencia decisiva y fundamental en
la marcha de los pases europeos. El principio de las nacionalidades es el eje
en torno al cual giran los renacimientos y resurgimientos europeos. Slo con
el surgir del principio de las nacionalidades, como metro y medida de la rea-,
lidad poltica, como teora puesta a la base de la convivencia de los pueblos,
se. puede hablar de un cambio de tono y de atmsfera en la vida social de
las monarquas. Desde aquel momento la idea nacional se convierte en pun-
to de referencia que est en el centro del mutar histrico, y asume una im-
portancia como factor determinado del devenir histrico alemn, italiano, et-
ctera (48). El principio de las nacionalidades encuentra su primera formula-

(47) Vid. J. VlGNS VIVES : Historia general moderna, Barcelona, 1942.


(48) Vid. J. FERRANDO BADA: La Constitucin espaola de 1812 en los comienzos
del Risorgimento, C. S. I. C , Madrid-Roma, 1959; dem, Vicisitudes e influencias
de la Constitucin de 1812, en REVISTA DE ESTUDIOS POLTICOS, nm. 126, Madrid, 1962.

26
LA NACIN

<cn y su consciente aplicacin, tan slo en el perodo sucesivo a la Revolu-


cin francesa. El est basado en los principios de igualdad, libertad y soberao
na nacional, primero, y popular despus, que la Revolucin propugnaba. Pero
tengamos en cuenta que es el siglo xvm quien arroja las bases del Estado
moderno. El bagaje ideolgico-reformista del siglo xvm es potenciado por la
Revolucin francesa. Los grmenes revolucionarios del Renacimiento, de la
Reforma y las ideas iluministas del siglo xvm, de radical reaccin contra los
-valores tradicionales, son puestas al alcance de todos por obra de los enciclope-
distas franceses.
Segn la concepcin tradicional, el poder de los prncipes tiene un origen
divino y los derechos que el Estado reconoce al individuo son una mera con-
cesin graciosa de los prncipes. El siglo xvm revisa estos conceptos y los
subvierte: Origen contractual del poder de los prncipes a los que el pueblo
confa la soberana y afirmacin de que el individuo es portador de unos de-
fechos naturales, inalienables, que deban ser reconocidos por el Estado. Estas
ideas engendrarn la Revolucin francesa. La Declaracin de derechos del
liombre y del ciudadano en su artculo 3. 0 dice: Toda soberana reside esen-
cialmente en la nacin. Aqu estaba en germen el futuro desarrollo histrico
del siglo XIX, en sentido nacional. En efecto, en esta concepcin nacional del
-poder pblico estaba implcita la condenacin de cualquier dominio extranje-
to, la no intervencin en los asuntos internos de otro Estado, el reconocimien-
t o de la autonoma de un Estado y el de su personalidad nacional. Los otros
postulados de la Revolucin francesa influyeron tambin en los resurgimien-
tos europeos. El ideal de libertad ejerci un gran influjo en el curso histrico
europeo; l cre un Estado de inquietudes mental y espiritual que fructific
n un movimiento liberal (49).
Pero el principio de las nacionalidades como tal fue formulado por Man-
cini (XIX). El principio reclama para los pueblos que constituyen una na-
cin (por tener comunidad de origen, costumbres y lengua y la conciencia-
de completa y absoluta unidad) el derecho a constituirse en Estado.
Este principio se extender por toda Europa. En Francia, Renn; en Ale-,
mania, Fichte, dar origen a movimientos polticos-nacionales.

El proceso del nacionalismo

Podemos distinguir ms detalladamente tres fases:


i. a Hasta la Revolucin francesa.Durante la primera etapa, que abarca
hasta la Revolucin francesa, la nacin (en potencia, embrionaria) viene a.

(49) Vid. E. RoTTA: Introduzione. Aspetti dell'Eta moderna, en Questioni &


Storia contempornea, vol. I, dirigida por E. ROTTA, Miln, 1952, pg. 16.

27
JUAN FERRANDO BAD1A

identificarse con el soberano. Las relaciones entre las naciones no son cosa-
distinta a las relaciones entre los monarcas: los Tratados internacionales no
son, en el fondo, sino acuerdos personales. En este contexto, el Derecho in--
ternacional aparece como un intento de garantizar los bienes de las personas;
el pueblo no interviene en la declaracin de guerra, ya que la realiza el s e
berano. Dos caractersticas configuran esta etapa: a) La inexistencia de un
servicio militar obligatorio, la ausencia, por tanto, de una movilizacin gene-'
ral y el recurso a los mercenarios; y b) La situacin econmica se traduce en
el mercantilismo, que propugna la riqueza del soberano con la consiguiente
indigencia del pueblo. La nacin se identifica con el soberano, no ser, pues,
la riqueza del soberano la de la nacin?
2.a Desde la Revolucin francesa a la primera guerra mundial, 1914-
1918.En esta poca la soberana ya no es real, sino nacional, entendida como*
predominio del Estado llano: la burguesa. Gibbon y Burke, en Inglaterra,
y Herder y Goethe, en Alemania, etc.... simbolizan el trnsito del cosmos
politismo al nacionalismo romntico. La guerra, desde tiempos napolenicos,
supone el enfrentamiento de los pueblos como antes lo era de los soberanos.
Este nacionalismo, hasta la guerra europea, se caracteriza por el liberalismo
econmico. Se cree en esta poca que la economa tiene sus propias leyes en-
las que no influye la poltica. Sin embargo, bajo esta capa de liberalismo, hay,
en realidad; un imperialismo econmico cuyo centro es Londres. Se cree que
el ser independente polticamente supone el serlo econmicamente, pero hay
un capitalismo internacional que controla, de hecho, la economa de todos-
Ios Estados y subordina su autonoma poltica a los intereses del internaciona'
lismo econmico. Se mantiene la ilusin nominal de que cada nacin es po'
ltica y econmicamente libre.
3. a Desde la primera guerra europea.Es desde la primera guerra europea
cuando comienzan a establecerse las bases de las economas nacionales. Se
sientan los principios de las aduanas y se discuten las desventajas del libre-
cambio. Listz es ia figura representativa de esta nueva conformacin poltica'
econmica. Es partidario de la implantacin de aduanas para formar las eco--
nomas nacionales.
La incorporacin, polticamente, de nuevas capas sociales a la nacin, e
pueblo, el cuarto Estado concretamente, mediante el sufragio universal, con'
lleva una democratizacin ms profunda de la nacin, ya latente en etapas
anteriores. La socializacin de la nacin no implic la nacionalizacin del so-
cialismo: los socialistas confiaban en el predominio de una conciencia obrera-
sobre la conciencia nacional en las guerras mundiales. Las caractersticas do^
minantes en esta fase son, por tanto: 1) Una democratizacin de la nacin,

28
LA NACIN

por ia incorporacin a ella de nuevas capas: el pueblo; y 2) El sufragio


.universal.
En conclusin, las notas que cualifican a cada uno de estos tres perodos
jdel proceso del nacionalismo son:
i. Hasta la Revolucin francesa.La nacin se identifica con el sobe-
ano. Por tanto, las relaciones internacionales lo son de soberanos entre s.
.El Derecho internacional preservar a la gente de la guerra, ya que la realiza
,fil soberano; el pueblo no interviene para nada en que se declare o no.
En esta primera etapa se dan las caractersticas de que: a) No hay servi-
cio militar obligatorio; los soberanos no cuentan con una movilizacin ge-
neral, sino tan slo con los mercenarios; y b) La situacin econmica se re-
presenta en el mercantilismo, que propugna la riqueza del soberano, aunque
el pueblo sea indigente.
2 Desde la Revolucin francesa hasta 1914-18.Ahora, merced a la
-nueva situacin, la nacin se identifica con el estado llano (no confundirlo
.con el pueblo en masa). Se inicia el trnsito del cosmopolitismo hasta el.na-
cionalismo de carcter romntico. Este segundo proceso se distingue por:
a) Las relaciones internacionales no se reducirn a las de soberanos entre s,
sino que adquieren un inters colectivo, b) Servicio militar obligatorio, c) Li-
beralismo econmico, distinto de antes, en que la poltica y la economa es-
taban unidas. Pero, aunque no a flor de la realidad, existe un imperialismo
-econmico, manejado secretamente desde Londres. Sin embargo, cada nacin
se hace la ilusin de que es poltica y econmicamente libre; se dira que
'hay un internacionalismo econmico, y quiz se podra hablar de una inter-
nacional-capitalista.
En 1870, ms o menos se empiezan a realizar ensayos de economas na-
cionales. Se introduce la idea nacional en la economa. Listz, en un tratado
jde economa nacional, es partidario del implantamiento de aduanas para for-
mar las economas nacionales.
3.0 Desde 1914 en adelante.Se sealan aqu las caractersticas que si-
guen : a) Democratizacin de la nacin, por incorporacin a ella de nuevas
.capas de poblacin, pueblo. Y se nacionaliza el socialismo; y b) Sufragio
universal. .

A modo de sntesis

Recapitulemos todo lo expuesto hasta aqu siguiendo las lneas maestras


de Hans Kohn trazadas en torno al fenmeno nacional, su significacin y su
historia.
El nacionalismo, una de las fuerzas determinantes de la Historia contem-

29
JUAN FERRANDO BADIA

pornea, surge como fenmeno moderno en la Europa del siglo XVII, ex-
tendindose progresivamente hasta adquirir en los siglos XIX y XX la dimen'-
sin universal que hoy le caracteriza.
Este mismo desarrollo del nacionalismo sostiene Kohn nos debe poner-
sobre la pista de que, como fenmeno histrico que es, se nos aparece con-
dicionado por ideas y por realidades polticas de la ms variada ndole, as
como por estructuras y realidades sociales diversas, en medio de las cuales
debe originarse, encarnarse y desarrollarse. Es, por lo tanto, tan imposible
como cientficamente incorrecto el hablar de nacionalismo como si fuera ester
un fenmeno con pretensiones de construccin tpica y genrica. No hay uno,-
sino muchos y muy diversos nacionalismos; as como no es una, sino m u '
chas, las construcciones histricas diversas de la realidad que estudiamos. Slo
el anlisis del desarrollo histrico del nacionalismo y la investigacin compa>
rativa de sus diferentes formas de realizacin pueden hacernos comprender
el impacto que todava hoy presenta, as como sus posibilidades en orden m
la libertad y a la paz internacionales.
Pero y aclararlo resulta imprescindible para seguir adelante qu e
realmente la nacin, el sentimiento nacional, el nacionalismo? Hans Kohr*
sostiene que es un estado de nimo en el cual el individuo siente que debe
su lealtad suprema al Estado nacional. Como actitud subjetiva el nacionalis-
mo existe desde antiguo en lites tan determinadas como claramente carac-
terizadas, pero slo a partir del siglo xvm se presenta como fenmeno con?
relieve social, que configura de modo creciente la vida social, tanto en su
dimensin pblica como privada.
Slo desde fechas relativamente recientes y ello viene a reforzar lo an-
teriormente expuesto, se exigi que cada nacionalidad formara un Estado,,
su propio Estado, y que cada Estado incluyera la nacionalidad concreta ert.
su totalidad. Anteriormente, el ideal poltico no fue la nacin, sino otras uni-
dades de dimensin universal (Imperio, Cristiandad...); unidades que agluti-
naban grupos tnicos diversos y realidades multinacionales sobre la base de
una cierta civilizacin y objetivo final comn a todos ellos, y que los man-
tena, en ocasiones, de modo ms artificial que natural, unidos. Las nacionel'
lidades, en general, tienen ciertos factores objetivos que las caracterizan e
individualizan, a saber: la ascendencia comn, el lenguaje propio, el territO'
rio de asentamiento tradicional, la entidad poltica, las costumbres y tradi-
ciones, as como, a veces, una religin comn.
Pero, y ello resulta evidente, existen casos de autnticas naciones en que:
estos caracteres no se manifiestan en s totalidad. Tanto Suiza cmo Estados-
Unidos, por citar slo dos casos, resultan suficientemente expresivos para n *
tenerlos en cuenta. Sucede que, adems de los elementos anteriormente ca-

30
LA NACIN

racterizados, existe un factor subjetivo que resulta esencial al concepto de na^


cin, y que, por ello, estar siempre presente, aun cuando falten algunos de;
los sealadas antes. Este factor subjetivo, que, sin duda, deber apoyarse so--
bre realidades de ndole diversa, en su mayor parte objetivas, no es otro que
la voluntad colectiva, viviente y activa que anima al grupo nacional de que'
se trate y que al tiempo lo define como tal grupo nacional. Esa voluntad
colectiva de ser nacin es la verdadera esencia del nacionalismo en su ver-'
dadera acepcin, es el estado de nimo colectivo que inspira a una poblacin
y le da un sentido nacional propio y definido, lo que est en el ncleo de
todo nacionalismo.
Esta voluntad de constituir nacin era experimentada hasta el siglo XVHf
por lites intelectuales, como ya hemos sealado. Las masas, los pueblos ere
general, no sentan esta necesidad de ser nacionales. No sentan su vida-
como dependiente del destino del cuerpo social, nacional en su totalidad.-
Conviene, sin embargo, matizar esta afirmacin. Cierto es qu ante un pe--
ligro externo un pueblo poda unificarse (caso de las guerras mdicas, por
ejemplo), pero pasada. esta unin defensiva y ocasional, el fragmentarismo y
la historia lo muestra hasta la saciedad, volva a imponerse en aquella so-
ciedad. Hasta la Revolucin francesa no se despierta en la totalidad de Ios-
ciudadanos un vibrar al unsono, una profunda emocin nacional, un vef-
dadero espritu y anhelo de ser nacin. Poco a poco, y a partir del siglo Xix r
el proceso se acelera, el elemento aglutinante de los pueblos no ser ya una
creencia religiosa o una comn tradicin cultural, sino un espritu nacional
concreto. Y tambin a partir del siglo Xix este nacionalismo, que domina Ios-
impulsos y actitudes de las masas, servir de justificacin a la autoridad er-:
cente de los Estados y de la legitimacin del uso de la fuerza de esos mis-
mos Estados, contra los ciudadanos propios o contra Estados extranjeros cuan^
do se estime peligra la unidad o pervivencia nacional. Todo cuanto sea con>
ducente a mantener la nacin es consentido, "vlido y, en principio, social-
mente aceptado.
El despertar del nacionalismo y la libertad es perfilado por Kohn en sus
lneas esenciales: vemos as a la primera nacin moderna: Inglaterra; el na^
cimiento de las ideas de libertad e igualdad n Locke, Rousseau, en el na-'
cionalismo de la naciente Norteamrica y en el nacionalismo de la Revolu-'
cin francesa de Napolen, patriota, emperador y nacionalista a un tiempo.
Junto a este nacionalismo de las clases medias que se desarrolla en la Eu-
ropa Occidental a la sombra d Locke y que desea limitar l poder gubem'
mental desarrollando el concepto de libertad individual y de representacin
poltica, el nacionalismo de Centro Europa, que careca de races, es una rea*
lidad poltico-social diferente, adolecer de falta de confianza en s mismov

31
JUAN FERRANDO BAD1A

Por ello, tratar de buscar esta confianza en sus viejas tradiciones nacionales,
A. las que vuelve con esperanzada aoranza- No se meditar tanto aqu de
los derechos del individuo cuanto de los derechos de la nacin, para ser
tal. Se hablar as del alma de la nacin, de su misin nacional, etc. En
esta lnea se debe destacar, entre otros varios, los esfuerzos de Johann Got-
tfried Herder, del romanticismo y del nacionalismo alemanes.
Tras el fracaso de la tarea nacionalista que Napolen se propusiera, la
Santa Alianza elaborar --como se ha indicado un nuevo orden europeo
tasado en el mantenimiento de la paz y la estabilidad por encima de todo,
con detrimento de las nuevas aspiraciones nacionales. Ello ocasionar las uni-
nes a escala internacional, ms sentimentales que institucionalizadas, de pa-
triotas nacionalistas de diversos pases. Todos ellos anhelaban unas Constitu-
ciones liberales frente al poder real establecido, y como fuerza limitadora de
ste. Ei balance, en este sentido, desde 1820 hasta la Revolucin de 1830 es
francamente positivo.
Movimientos como la Joven Europa, de Mancini, y particularmente la Re-
solucin de 1848, impulsan de modo importante a la causa nacionalista. Entre
1859 y 1871 las clases medias realizan sus aspiraciones nacionales, pero no
por los idealistas y revolucionarios intelectuales, sino por el empleo de go-
biernos prenacionalistas; no por el pueblo en las barricadas, sino por los ejr-
citos y la diplomacia; al tiempo que el apoyo econmico a la causa crece con-
siderablemente.
Poco a poco se va configurando la situacin presente. Muchos son los
pasos intermedios que dan las jvenes nacionalidades. Hay que sealar al-
gunos : la guerra de Crimea, la Unificacin Italiana y Alemana, el Movimien-
to Nacionalista de los Balcanes y las manifestaciones nacionalistas (ya ane-
xionistas, ya expansinstas) de los Estados Unidos de Amrica, que sufrie-
ja una tan grave crisis nacional y nacionalista en la guerra civil.
Las relaciones entre racismo y totalitarismo vienen definidas para Kohn
en el nacionalismo biolgico, el antisemitismo, los nacionalismos totalitarios, los
fascismos, etc. Lentamente, y ya estamos en nuestro siglo, el nacionalismo
rompe los moldes europeos. Asistimos desde fines de la primera guerra mun-
dial a un movimiento nacionalista a escala mundial (50).
Es cierto que las ideologas nacionales surgieron y se desarrollaron a par-
tir de la Revolucin francesa como ya hemos tenido ocasin de indicar
y que el grito de viva la nacin! se opona al de | viva el Rey!; y tam-
bin es cierto que del principio de que las naciones eran las depositaras de
Ja soberana se derivara ms tarde el principio de las nacionalidades formu-

(50) H. K O H N : El nacionalismo, cit.

32
LA NACIN

lado por Mancini. A este respecto nos dice Murillo Ferrol que el nacio-
nalismo, que vena fermentando oscuramente, entr en violenta ebullicin
en 1848. Los italianos se levantaron desde los Alpes al Mediterrneo, arras-
trando consigo a sus gobernantes. Los magiares proclamaron su independen-
cia. Los checos establecieron un Gobierno en Praga. Los liberales alemanes
convocaron un Parlamento nacional en Franckfurt para discutir la creacin de
un imperio nico. Slo los polacos, atemorizados an por el castigo de 1831,
permanecieron quietos. Aunque la Revolucin del 48 fracas en lo que se
refiere al aspecto militar de las sublevaciones, lanz, sin embargo, a Europa por
el plano inclinado de los nacionalismos. Poco a poco se iran tocando las
consecuencias. Puesto en marcha el principio nacionalista, era imposible prever
dnde se detendra. Hay un creciente proceso de inflacin nacionalista que
llega hasta nuestros das e incluso se acenta despus de la ltima guerra,
aunque ya percibimos la artifcialidad del intento y est cruzado el campo
de las naciones por meridianos de otra significacin. En 1871, despus de la
unificacin completa de Alemania e Italia, haba en Europa catorce naciones
organizadas polticamente; en 1912, veinte; en 1924, veintisis. En menos
de cincuenta aos casi se dobl de Estados europeos independientes. El par-
celamiento culmin al terminar la primera guerra mundial, por obra del prin-
cipio poltico de la autodeterminacin nacional: cualquier nacin que se es-
timase como tal tena derecho a erigirse en Estado independiente. As, el
movimiento que desmembr Austria-Hungra y cre Yugoslavia y Checos-
lovaquia fue inmediatamente seguido por los movimientos que desmembra-
ron con anlogo derecho Yugoslavia y Checoslovaquia. Desde 1918 el
principio fue generosamente utilizado por el mundo rabe, por la India, por
el Extremo Oriente... Hoy existen en Europa ms de veinte, y en el mundo
mltiples unidades polticas independientes (51).
A pesar de esta explosin nacionalista que en la actualidad est en ple-
no vigor en los pases recin descolonizados como los de frica (52), Asia, et-
ctera el Estado nacional soberano est en franca crisis. A este respecto nos
dice Duverger q u e : La supremaca del Estado es muy combatida desde
hace varias dcadas: en tanto que marco del poder, el Estado se desvaloriza.
A esta desvalorizacin, que es un hecho, corresponde el desarrollo de nuevas
teoras jurdicas, opuestas a las de la soberana del Estado: Las doctrinas fe-
deralistas.
El hecho de la desvalorizacin del Estado nacional se manifiesta de varias

(51) F. MURILLO FERROLS Nacin y crisis, en REVISTA DE ESTUDIOS PoLfncos,


Madrid, 1951.
(52) Sobre el nacionalismo negro-africano, su naturaleza y caractersticas, vid. J. BuCH-
MANN: L'Afrique noire independante, Pars, 1962, pgs. 103-172.
JUAN FERRANDO BADIA

maneras. Primeramente en el desarrollo de las organizaciones internacionales:


ya la Sociedad de Naciones marcaba un progreso en el caos anterior. La
O. N. U., a pesar de su inseguridad, marca un progreso sobre la Sociedad
de Naciones. Algunas organizaciones internacionales ms limitadas traducen
progresos an ms netos: La Comunidad Europea del Carbn y del Acero
(C. E. C. A.); despus, el Mercado Comn Europeo y el Euraton establecen,
por primera vez, verdaderos rganos supranacionales, que no dependen de
los Estados, en dominios limitados, pero importantes. La transformacin mis-
ma de las alianzas tradicionales, tal como se manifiesta en la Organizacin
del Tratado del Atlntico Norte (O. T. A. N.) es sintomtica: se han esta-
blecido verdaderas instituciones de carcter permanente. Si no tienen jurdi-
camente una autoridad supranacional, tienden de hecho a ella.
Y en el seno de estas organizaciones internacionales con fines especficos
precisamente las estructuradas con ms solidez sus miembros integrantes
no gozan de un status igualitario. En el interior de la O. T. A. N., por ejem-
plo, la influencia de los Estados Unidos es preponderante, incluso como la
de la U. R. S. S. en el interior del bloque sovitico. Pero esta tendencia a
la constitucin de imperios es una forma de desvalorizacin del Estado: slo
el Estado colocado a la cabeza del Imperio puede ser calificado de sobera-
no; los otros estn ms o menos sometidos a su autoridad. La soberana de
los Estados-naciones desaparece como tal.
En fin, el desarrollo de las ideologas internacionales constituye otro as-
pecto de la desvalorizacin del Estado. Los progresos del socialismo han ex-
tendido la idea de que las solidaridades de clases deben de privar sobre las
solidaridades nacionales, y esta idea corresponde a la realidad en ciertos pa-
ses. En el curso de la segunda guerra mundial, la lucha entre colaboradores
y resistentes, en cada pas, ha enseado que las solidaridades nacionales
se debilitan en detrimento de solidaridades ideolgicas internacionales. Hoy
la divisin entre comunistas y anticomunistas a travs del mundo occidental,
traduce un fenmeno del mismo orden: un francs de derechas se siente ms
solidario de un americano que de un comunista francs; un comunista fran-
cs se siente ms solidario de un comunista sovitico que de un burgus
francs.
Sin embargo, como dice Duverger, no es preciso exagerar esta desvalo-
rizacin del Estado... Los reflejos nacionalistas permanecen muy fuertes en
el subconsciente de los pueblos: en 1940, fue suficiente el Pacto germnico-
sovitico para que la masa de los comunistas franceses e incluso dirigentes
importantes (como el padre Jolit-Curie) se integraran en la comunidad na-
cional. Las dos guerras mundiales han demostrado la fuerza de las solidari-
dades nacionales. El desarrollo de los nacionalismos en los pases subdesarro-

8i
LA NACIN

liados acrece en ellos la importancia del Estado, como en Europa en el si-


glo xix.
De la misma manera que las teoras de la soberana nacional fueron ela-
boradas para justificar la lucha contra las monarquas y para el establecimien-
to del Estado nacional, modernamente, y ante la disgregacin del Estado na-
cional, se han elaborado teoras opuestas: las teoras federalistas. Bien enten-
dido que de la misma manera que las teoras de la soberana, las teoras fe-
deralistas vienen, de hecho, utilizadas con fines polticos. Los temas del fede-
ralismo europeo sirven, en general, para reforzar la" potencia militar de Europa
frente al bloque sovitico, como lo demostr la campaa propagandista para
la creacin de la C. E. D. Quiz estemos en presencia del nacimiento de una
forma nueva de nacionalismo.
Pero insistamos en el hecho de que as como las teoras de la soberana
fueran elaboradas para justificar la supremaca del Estado, su desvalorizacin
est engendrando las teoras federalistas que atacan al Estado soberano en dos
frentes, a la vez: por una parte, defienden el desarrollo de la autonoma
de los grupos territoriales que se hallen en el seno del marco nacional, y, por
otra, proclaman.la necesidad por mltiples razones de que el Estado de-
legue algunas de sus actuales competencias decisorias a favor de otras comu-
nidades ms amplias, tal y como anteriormente se ha indicado: Un federa-
lismo parcial europeo o unas organizaciones supranacionales europeas han sur-
gido despus de la ltima guerra mundial (53).

D) NACIN, PUEBLO Y ESTADO

a) Pueblo y nacin

Despus de exponer el concepto de nacin y sus elementos constitutivos,


as como las diversas perspectivas en torno a la idea de nacin, creemos im-
prescindible diferenciar este concepto de otras nociones que con l guardan
una estrecha vinculacin: Pueblo y Estado.
Pueblo y nacin son, en efecto, dos conceptos distintos, aunque la demo-
cratizacin del fenmeno de la nacin ya referido apunte hacia la utilizacin
indistinta de ambos conceptos. Como observa G. Leibholz pueblo y nacin
no son idnticos, aun cuando el lenguaje moderno no raras veces aplique hoy
en un sentido sinnimo ambos conceptos. Pueblo, en oposicin a la nacin,
es en realidad algo que existe por naturaleza. Los pueblos, en oposicin a

(53) M. DUVERCER: Institutions politiques, cit., pg. 68.

85
JUAN FERRANDO BADIA

las naciones, han existido tanto en la Antigedad como en la Edad Media y


en la llamada Edad Moderna, y verdaderamente el pueblo, en su sentido ori-
ginario, tal como ese concepto se viene empleando hoy en los Estados ro-
mnicos al hablar stos de poplo o de peuple, o tal como el mismo con-
cepto viene siendo tambin originariamente familiar en los Estados anglosajo-
nes cuando emplean la expresin people, presupone siempre la presencia real
de un nmero de personas que ha de ser en algn modo imaginable sensi-
blemente, ya sea de modo visual, retrico, acstico o corporal. En este sentido
ya antes se vena hablando, por ejemplo, del pueblo bajo al pretender dis-
tinguirlo de la clase dominante. En este mismo sentido lo seguimos emplean-
do an hoy cuando hablamos, por ejemplo, de que se rene el pueblo en la
calle o en una plaza o en un mercado, y que al pueblo, as reunido, le dirige
la palabra un orador. Pueblo, en este sentido, es el que est presente, el real-
mente unido; por tanto, el pueblo que puede manifestar su voluntad en for-
ma de aclamaciones, votaciones plebiscitarias y elecciones. Pueblo, en este
sentido, es el de la democracia plebiscitaria o directa, el que exterioriza su
voluntad en forma de una poblacin activa que ejercita su derecho electoral
y de sufragio. Un pueblo que est presente de ese modo real no puede ser
representado, a no ser que se falsee la idea de la democracia plebiscitaria,
como ya lo haba visto con razn Rousseau.
Junto a esta significacin el pueblo, como presencia real cabe deslin-
dar su significado de pueblo como unidad poltico-ideolgica. La represen-
tacin propia de un pueblo (verbigracia, por un Jefe de Estado o un Parla-
mento) supone otro concepto de aqul. Al hablar de representacin, pensa-
mos en el pueblo como unidad poltica ideal, que, por cierto, no posee una
personalidad colectiva independiente de los individuos, pero, en cambio, es
a la vez algo ms que la suma de los individuos que constituyen la comu-
nidad popular, y al mismo tiempo la herencia de las generaciones anterio-
res y el embrin de las futuras.
Los elementos que constituyen el pueblo son controvertidos. Se dice que
son todos o parte de los elementos comunes a los individuos de un pueblo
(religin, lengua, historia, etc.), pero nos encontramos con pueblos que no
mantienen esa homogeneidad (Suiza, Estados Unidos). Estos pueblos tienen,
sin embargo, un elemento que los homogeniza, su conciencia de solidaridad.
Qu es lo que convierte a un pueblo en una nacin?, se pregunta Leib-
holz. Las palabras nasci y natus, de las que se se deriva en sentido filolgico
nacin, no debe hacernos creer errneamente, como ya tuvimos ocasin de
indicar, que la comunidad de nacimiento y de desarrollo convierta a un pue-
blo en una nacin. Tampoco el idioma comn, aunque no haya de menos-
preciarse su importancia como elemento constituyente de la nacionalidad, per-

36
LA NACIN

mite explicar la formacin nacional de los pueblos. En realidad ms bien


un pueblo slo se convierte en nacin nos dir Leibholz porque se da
cuenta conscientemente de su propio valor poltico cultural y afirma sen-
siblemente su existencia como una totalidad independiente concreta. Un pue-
blo se despliega en nacin mediante un acto de conciencia de s mismo y de
voluntad, y no, como se ha afirmado en ocasiones, por una elaboracin ms-
tica de una supuesta sustancia irracional (54). Por eso ya E. Renn - tenia
razn al afirmar en su conocido escrito Qu'est-ce qu'une nation}: La exis-
tencia de una nacin es un pebliscito de todos los das (55). Cuando un ipue-:
blo se afirma como sujeto de la Historia, o, como se ha dicho tambin,,
como portador de una historicidad existencial (Stavenhagen), cuando, en'
otros trminos, se ha formado y determinado histricamente, est entonces
justificado el hablar de una nacin.
En estas circunstancias no es de extraar el que en una poca en la que
en Europa todos los pueblos desde hace tiempo se han venido desplegando:
en naciones, y en la que en Asia y en frica en el siglo XX los pueblos' en
medida cada vez mayor, consumado el descubrimiento de darse cuenta de-
s mismos, afirman su propia persistencia histrica, se identifiquen cada vez.
ms entre s pueblo y nacin y que de da en da se haga ms difcil distin-
guir sensiblemente entre ambos conceptos.
Pero la nacin, en oposicin al pueblo, es una categora histrica; no ha
existido siempre. El pueblo se va desarrollando en nacin paulatinamente, y
es artificial fijar fechas concretas al surgimiento o cristalizacin de una na-
cin como hecho cristalizado. El paso de un pueblo a nacin mediante la
afirmacin de su existencia poltica es un hecho que ha implicado un' de-
cantado de hechos a travs, a veces, de varios siglos.
No se puede hablar de naciones en la Edad Media en' el sentido de
Estado nacional. Se hablaba ocasionalmente de naciones en ciertos aspectos,
pero el sentido que en esa poca se asociaba a tal concepto era completamen-
te distinto al uso de los siglos XVIII y XIX. En cambio, se ha dado en la
Edad Media lo que se entiende. como fenmeno pueblo, naturalmente en el
sentido anteriormente referido. Pero los pueblos de la Edad Media se sen-
tan fundamentalmente miembros del extenso Corpus Christianum y, dentro
del mismo, miembros de las diversas diferenciaciones de estamentos sociales
que relativizaban las distinciones nacionales; o, dicho de otro modo: en la
Edad Media, en tanto no se fue desarrollando la conciencia de s mismo del

(54) G. L E I B H O L Z : Pueblo, nacin y Estado, en REVISTA DE ESTUDIOS POLTICOS,


nmero 21, Madrid, 1952, pgs. 21 y sigs.; vid. MAX W E B E R : Economa y Socie*
dad, cit., vol. II, pg. 679.
(55) E. RfcNAN: Qu es una nacin?, cit., pg. 107.

37
JUAN FERRANDO BADIA .

pueblo en una autoconciencia nacional, se sobrepona a sta la conciencia de


la amplia comunin religiosa, y asimismo la de la comunin de la particular
clase social, muy al contrario que en la poca del Estado nacional, en la que,
como hemos de ver igualmente, tiene la primaca sobre todas las dems for-
nas de relacin social el vnculo nacional.
Es, como se dijo, a partir de la Revolucin francesa el momento en que
nace el moderno Estado nacional, y cuando la burguesa imprimi su huella
decisiva al Estado nacional del siglo x i x por medio de la afirmacin del valor
peculiar de la existencia del pueblo. Y, como consecuencia del proceso ra-
diral de igualizacin y democratizacin en el curso del ltimo siglo, las capas
sociales inferiores, antes excluidas de la vida poltica, han venido formando
parte en medida creciente del proceso formativo de la nacin. De ese modo
una nacin puede asumir un carcter muy diverso tanto poltica como socio-
lgicamente, segn que la nobleza, la burguesa, la clase campesina o la obre-
ra le hayan impreso una huella aristocrtica, burguesa o socialista (56).
El acto por el cual un pueblo se despliega como nacin puede asumir di-
versas formas. Unos estaban ya organizados como organizacin preestatal y
en su evolucin ms o menos lenta, el Estado existente ha pasado a ser Es-
tado nacional (Francia, Inglaterra, etc.). Otros pueblos, la voluntad de llegar
a ser nacin polticamente slo asume forma poltica concreta en el siglo XIX,
y slo mediante un costoso esfuerzo llegaron a constituirse en Estados nacio-
nales (Italia, Alemania).
Por otra parte, no es necesario que los pueblos que han podido desarro-
llarse en naciones tengan que organizarse polticamente en una unin estatal.
Verdad es que toda nacin habr de tener la voluntad de autodeterminarse
polticamente, es decir, de constituirse en Estado, porque no satisfara al Es-
tado nacional el que la nacin no sea la sustancia por la que se legitima.
Debemos trazar, en este punto, la distincin entre naciones estatales y
naciones culturales.
Denominaremos nacioneS'Estado a aquellas en que el pueblo, desplegn-
dose en nacin, encontr a la vez su forma poltica de desarrollarse en Es-
tado.
Naciones culturales son aquellas, como dira Meinecke, que poseen una cul-
tura comn sentida como tal.
La anterior distincin nos lleva a diferenciar los conceptos de nacin, mi-
noras nacionales y Estado nacional.
De manera tpico-ideal, como hemos visto, el Estado nacional supone la

(56) G. LEIBHOLZ: Pueblo, nacin y Estado, ct., en REVISTA DE ESTUDIOS POL-


TICOS, cit., pgs. 27-28.

38
LA NACIN

homogeneidad de la poblacin del Estado; un Estado no homogneo na'


cionalmente en la poca del Estado nacional es una anomala. Si la pobla-
cin del Estado se compone de grupos minoritarios que se sienten pertene-
cientes a otra nacin (por su diverso origen cultural o distinto destino his-
trico), no resuelve la disyuntiva que se establece el hecho de que la mayora
est identificada en la realidad poltica nacional. El reconocimiento de los
derechos de las minoras nacionales por los organismos internacionales tiende
a considerar esta situacin.
Hablar de Estado nacional significa que en las diversas comunidades de
que ste se integra (familias, regiones, etc.) hay una que pretende para s, y
recaba con xito, la primaca, para la cual la forma poltica de organizacin
adecuada ser el Estado. En poca del Estado nacional, el poder y la soberana
estn ntimamente ligados. Ei Estado soberano ser, en este sentido, aquel
en que las autoridades constitucionalmente elevadas a la representacin po-
ltica, pueden tomar decisiones de obligatoriedad hacia el exterior y en el
interior.
Uno de los aspectos histricos del nacionalismo ha sido el aumento de
las tendencias igualitarias. No quiere esto significar que ignore las diferen-
cias de clase. Pero parece exigir el que los habitantes de un pas se consi-
deren de algn modo iguales entre s, en comunidad de ideas, historia, senti-
mientos. El nacionalismo se opone, en. este sentido, a la estructura feudal,
que lo imposibilita; la conciencia de pertenencia a un estamento es aqu
ms fuerte que la vinculacin a un pas, que la comunidad colectiva que a
todos unifica en algn sentido y, en cierto modo, a todos hace iguales. El
juego de solidaridades y de antagonismos en la sociedad feudal operaba de
forma que el sprit de corps nacido de un estamento era ms significativo que
el que virtualmente habra de generar la pertenencia nacional. El noble con-
sidera al villano fundamentalmente como un inferior, raramente como paisa-
no. La lealtad de vasallaje quedar subrogada por otra, la de la patria, que,
de algn modo, tiene que considerarse como patria de iguales.
Pero el nacionalismo no tiene que ir, forzosamente, unido a los princi-
pios de igualitarismo liberal. Existen en pleno siglo XX nacionalismos como
el africano desvinculados de esta idea. No obstante, es lo cierto que el
nacionalismo como fuerza social se confunde con la ideologa liberal bur-
guesa. Ms adelante examinaremos este aspecto cuando analicemos las rela-
ciones entre los trminos nacin y burguesa liberal.

39
JUAN FERRANDO BADIA

b) Nacin y Estado

Consideramos oportuno, tras la exposicin llevada a cabo en torno al con-


cepto de nacin y antes de adentrarnos en el anlisis de la idea de regin,
establecer la distincin entre los conceptos de nacin y Estado.
Se puede distinguir con Duverger dos significaciones diferentes en el
trmino Estado. Cuando se habla de la intervencin del Estado en las em-
presas privadas, se critica al Estado o se proponen reformas, entendemos por
Estado el conjunto de los gobernantes. Cuando se dice que Francia, Italia o
Gran Bretaa son Estados, se alude a que determinadas comunidades poseen
la cualidad de exhibir una ((nacionalidad soberana.
El Estado en el primer sentido es lo que Duverger llama el Estado-go-
bierno, que designa al conjunto de los gobernantes de una nacin. El Esta-
do en su segundo sentido = el Estado-nacin (57).
Sin embargo, habr de pasar mucho para que podamos ver con claridad
las repercusiones que el concepto de nacin ha tenido en la teora del Esta-
do. El hecho es que, como vimos, y segn la tradicin dominante, dice Mu-
rillo Ferrol, los ms entraables conceptos d e . la ciencia poltica contempo-
rnea estn directamente animados de un propsito, no ya nacional, sino na-
cionalista : son utilizados para producir una unidad nacional polmica (58).
Tal actitud ha sido brillantemente denunciada por Benjamn Azkin, en el
ya citado estudio, Nacin y Estado.
Frente al concepto de nacin, como forma de sentimiento de comunidad
creada por circunstancias histricas y capaz de organizarse en Estado, o, al
menos de elevar la pretensin de esta organizacin autnoma con alguna pro-
babilidad de xito, importa afirmar que el Estado es una institucin poltica que
reclama, con buen resultado, el poder supremo sobre un territorio definido. Esta
pretensin dir Max Weber se puede sostener cuando el Estado mono-
poliza efectivamente el uso de la fuerza fsica en un determinado territo-
rio (59).
Una caracterstica recurrente de la bibliografa sobre el Estado, que debe
tenerse presente en este momento es la que considera, en general, la estaticidad
como una forma de organizacin social, que marca, no toda forma de ac-
tividad humana, sino ciertos aspectos definidos de esa actividad. Mientras el
trmino nacin, en tanto que formacin tnica, culturalmente determinada,

(57) Vid. M. DUVERGER: Institutions poli tiques, cit., pg. 28.


(58) Vid. F. MURILLO FERROL: Estudios de Socilogo, poltica, cit., cap. Naciona-
lismo.
(59) Vid. MAX WEBER: Economa y Sociedad, cit., vol. II, pgs. 1056 y sigs.

40
LA NACIN

alude a una configuracin social comunitaria la mayor parte de los socio-


logos y cientficos de ia poltica consideran el Estado como una asociacin
u organizacin caracterizada por un instrumento especfico, la ley, e implica
el uso o su posibilidad de la coercin legtima. La ley, se dice, define la
esfera del Estado; estrictamente hablando, el Estado es una organizacin
legal, que implica un monopolio altamente efectivo y legitimado del uso
de la fuerza fsica en una sociedad.
La definicin sociolgica del Estado como asociacin descansa en tres
notas principales, que desde este punto de vista, lo distinguen de su base
humana, la nacionalidad:

1) Sus formas sociales no se originan espontneamente, sino que


son creadas de una manera deliberada y consciente.
2) Sus controles no se extienden a un nmero indefinido de ac-
tividades, sino tan slo a la regulacin jurdico-poltica de ciertas con-
ductas.
3) Su obligatoriedad, en el sentido de que todas las personas de
un territorio dado quedan afectadas por sus actividades, aun contra
su deseo.

El exponente mximo de esta doctrina sociolgica clsica recogida en el


informe de las Naciones Unidas sobre las minoras es R. Maclver en su
referido estudio Community.
Recordando la diferenciacin ya tradicional entre comunidad y sociedad o
asociacin como formas especficas de integracin social Maclver sub-
raya el hecho de que a pesar de que el Estado, al igual que la comunidad,
posee fronteras territoriales y ejerce un tipo de control en esa rea los tr-
minos Estado y comunidad no son sinnimos ni coextensivos.
Cada Estado advierte este autor tiene unos lmites territoriales r-
gidos, pero el mundo moderno, delimitado en Estados separados no se halla
fragmentado en un nmero de comunidades aisladas. La comunidad es, como
hemos visto, cuestin de grado, un conjunto de interrelaciones sociales, .ora
ms densas, ora ms dbiles, cuyos filamentos se entremezclan y unen a los
hombres a travs de pases y continentes. El Estado, a diferencia de la co-
munidad, es exclusivo y determinado. All donde termina un Estado, co-
mienza otro. Ningn hombre puede, sin contradiccin, prestar fidelidad a dos
Estados (...). pero puede penetrar en la vida de tantas comunidades como
se lo permitan sus oportunidades y simpatas (60).

(60) R. MACIVER: Community, MacMillan, Londres, 1920, pg. 23.

41
JUAN FERRANDO BADIA

La caracterstica teleolgica esencial del Estado es la organizacin polti-


ca, y su principal instrumento la ley, de naturaleza incondicionada, expresa
y fundamentalmente negativa. El Estado obtiene un control legtimo sobre
sus miembros porque stos quieren ese poder, porque se someten a su ley
y se unen para mantenerlo. La comunidad es la vida comn de seres que se
guan desde dentro, activa y espontneamente (bajo controles difusos que
la comunidad crea) y que se relacionan formando una red compleja de uni-
dad social. El Estado debe, pues, ser claramente distinguido de aquella co-
munidad que lo crea; aqul ha de considerarse, no como la comunidad mis-
ma, sino como su organizacin en tanto que enmarca un sector de actividades
polticamente definidas de esos miembros (61).
Podemos trazar as una definicin del Estado en sentido amplio y cid'
sico como asociacin de personas que habitan un territorio comn y que
retienen en l la autoridad suprema; o ms concisamente usando la ex-
presin de H. Lasswell, como un grupo territorial soberano (62).
En sentido abstracto, el Estado se nos presenta como poder jurdicamente
institucionalizado, e implica dos elementos esenciales: el Poder y la Cons-
titucin o leyes. En su acepcin concreta, el concepto de Estado se traduce
sociolgicamente en este otro trmino: los gobernantes, uno de los extre-
mos lgicos de la relacin poltica. Podemos, por tanto, definir la idea de
Estado, en su acepcin jurdica, como el complejo de instituciones jurdico-
polticas y poltico-gubernamentales. Se deslinda, de este modo, de la idea de
Rgimen, mucho ms amplia, en cuanto que ste abarca tanto a los gober-
nantes como a los gobernados, e implica un conjunto de instituciones jurdi-
co-polticas y polticas objetivas comunes tanto de los primeros como de los
segundos.

E) CONFLICTOS ENTRE LOS ESTADOS-NACIONES. CRISIS DE LA NACIN

a) Nacin y burguesa liberal

La nacin implica una concepcin individualista de la comunidad al con-


siderarla como un todo cerrado, de la misma manera que la democracia pol-

(61) MACIVER, Loe. cit. Esta doctrina ha sido muy ampliamente recogida en Defin'
tion and Classification on Minorities, Memorndum submitted by the Secretary-Gene-
ral, Naciones Unidas, Comisin de Derechos Humanos, Nueva York,. 1950, pg. 5.
Cfr. R. M. MACIVER y C H . H . PAGE: Sociologa, cit., cap. XVIII.
(62) H. D. LASSWELL y A. KAPLAN: Power and Society, Yale Univ. Press, 1963,
secc. 8. 1.

42
LA NACIN

tica liberal se asienta sobre el concepto de individuo (63), es decir, una con-
sideracin del ser humano encerrado en su aislamiento. El individualismo
implica la exclusin de grupos sociales intermedios. De ah el Estado unita-
rio centralizado, tal y como se expuso.
De la patria, parte de un todo universal, se pas a la nacin soberana
como unidad cerrada.
El patriotismo es un sentimiento natural, evidentemente anterior a la Re-
volucin francesa. El nacionalismo ser una exacerbacin del patriotismo. La
nacin y las ideologas nacionalistas como subraya Duverger tomaron
cuerpo a partir de ia Revolucin francesa para oponerse aquel otro de viva
el Rey!. El liberalismo poltico, el romanticismo y las invasiones napolenicas
fueron en Europa los factores que motivaran el nacimiento de las na-
ciones y del principio de las nacionalidades: cada comunidad nacional ha
de auto gobernarse.
La comunidad nacional implicar, pues, una comunin en un sistema de
valores y una voluntad de vida poltica en comn con vocacin de indepen-
dencia frente a un enemigo hereditario, que puede ser otra nacin, raza,
religin, etc. (64).
La burguesa liberal utiliz su concepto de nacin, que tericamente
serva para englobar a todos los ciudadanos para enfrentarse con la aristocra-
cia terrateniente, a los monarcas o ambos. De ah soberana nacional vs. so-
berana regia. Pero para evitar que los beneficios de su revolucin liberal se
extendieran al cuarto Estado, al futuro proletariado, la burguesa inicialmen-
te revolucionaria recurri muy pronto a su teora de la nacin, conside-
rndola como un todo con fines y voluntad propias superiores a los wnem-
bros que las componen para sacar de ella conclusiones que le permitiesen
monopolizar el poder conquistado: teora del sufragio-funcin y del su-
fragio censatario (65).
Cada nacin europea se diferencia por un tpico sistema de valores, por
la posesin de bienes culturales propios. En cada una de ellas los factores
aglutinantes son peculiares: las circunstancias econmicas y geogrficas, la
raza, la religin, las empresas colectivas, etc. La adhesin de los miembros
de una colectividad a un particular sistema de valores asentados en bienes
culturales tpicos, especficos, determinan la dimensin esencial del concepto
de nacin (66).

(63) Sobre la estrecha relacin de los conceptos liberalismo y nadan, vid. G. RuGGlE-
RO: Historia del liberalismo europeo, Madrid, 1944, pgs. 425-437.
(64) M. DUVERGER : Institutions politiques, cit., pgs. 31-33.
(65) Vid. notas 43-45. Cfr. M. DUVERGER: Institutions politiques, cit., pgs. 103-104.
(66) Vid. MAX WEBER: Economa y Sociedad, cit., vol. II, pgs. 678-682.

43
JUAN FERRANDO BAD1A

Pero como se dijo las naciones tuvieron un origen histrico. La con-


centracin en las manos de un Rey de todas las fracciones de poder poltico
esparcidas en la pluralidad de seoros, asentados en un mismo territorio
fue, en muchos casos, una pieza fundamental sobre la que se asentarn a
comienzos del siglo XIX las ideologas nacionalistas. Los futuros Estados na-
cionales se constituyeron embrionariamente en torno a las monarquas abso-
lutas: un solo territorio, un solo pueblo, un solo seor.
Con el correr de los tiempos fueron ensanchndose y redondendose los
lmites hasta los que llegaba el poder de los monarcas, procurndose que
coincidieran con unas fronteras ms o menos naturales. Las tensiones, con-
flictos y guerras fueron encerrando a los diversos pueblos en sus respectivas
fronteras y alejndolos unos de otros. Este alejamiento acentu los caracte-
res diferenciales de los sistemas de ideas y de conductas compartidos o acep-
tados por los habitantes de un determinado territorio, hasta tipificarlos. As
se habla del pragmatismo dei ingls, de la arrogancia del espaol y del ra-
cionalismo del francs, para caracterizar a los subditos de las monarquas ms
antiguas de Europa. Sobre estas realidades fcilmente surgira la ya apuntada
teora liberal de las naciones y el principio de las nacionalidades. Y la autar-
qua y la soberana poltica de cada Estado-Nacin, basadas precisamente en
la creencia de que cada uno es radicalmente diferente de los dems, fue el
fundamental obstculo para construir un orden europeo durante la Edad con-
tempornea.

b) Conflictos nacionales

Pero el hecho de que en todos los pases llegara la burguesa liberal al


Poder no signific que surgiera una etapa de paz y de armona entre los re-
cin estrenados Estados-naciones. Al contrario, las tensiones internas de la bur-
guesa y los intereses egostas de cada uno de los Estados desencadenaron
a lo largo de todo el siglo XIX una serie de conflictos y guerras que nada
tenan que ver con las .antiguas luchas que mantenan entre s los monarcas
absolutos. El concierto europeo no pudo asentarse slidamente sobre los Es-
tados-naciones, pues por propia definicin eran soberanos, ilimitados en su
poder. Tan slo se logr un frgil equilibrio entre las naciones: la Sociedad
de Naciones.
El capitalismo, en su fase inicial, no exiga un entendimiento de los capi-
talistas de los diversos pases. Se encontraba todava en perodo de crecimien-
to. Los intereses de los unos chocaban con los intereses de los otros. De ah
que el entendimiento, por encima de las fronteras, se hallaba muy lejos...
Al calor de las condiciones polticas producidas por los Estados-naciones, fue

44
LA NACIN

crendose una mentalidad especial, xenfoba e hipersensible que llevaba, a


veces, ms lejos de donde les aconsejaban las circunstancias. Francia declar
la guerra a Prusia por la emocin producida por un telegrama, aunque es cier*
to que todo estaba dentro de la genial estrategia de Bismarck y del capita-
lismo imperial alemn, en proceso de madurez.
Diversos factores econmicos, tcnicos y sociales produjeron la crisis de
los Estados-naciones. Quiz haya sido el socialismo marxista el primero que
realiz un ataque frontal, a este concepto de nacin, pues, para l, era como
un cloroformo que utilizaba la burguesa para adormecer las luchas de clases,
en el marco nacional. Para los marxistas, la nacin era y es una superestruc'
tura cultural ideada contra la clase proletaria. Por encima de las fronteras
nacionales, Marx lanz un grito de guerra: Proletarios de todos los pases,
unios (67).
En la segunda mitad de! siglo XIX, los obreros tomaron conciencia de
clase, vctimas de la injusticia del capitalismo liberal a ultranza, y plan-
tearon la lucha contra la burguesa industrial. Pero las reivindicaciones so-
ciales proletarias no se formularon slo como problemas que afectan a los
obreros de cada pas, sino que se plantearon' como la lucha entre dos clases
esencialmente hostiles que rebasaron las fronteras nacionales. En boca de los
principales dirigentes obreros se oa constantemente que era necesaria la unin
de obreros de todos los pases para luchar con xito contra el enorme poder
econmico y poltico de la burguesa. Esta necesidad llev a los dirigentes del
movimiento obrero a celebrar una reunin en Londres, en 1864, bajo el nom-
bre de Primera Asociacin Internacional de Trabajadores o Primera Inter-
nacional.

c) El nacionalismo fascista vs. socialismo internacionalista

Como reaccin contra el socialismo marxista y contra las luchas sociales


de mediados de siglo se sinti paulatinamente entre conservadores y liberales
unidos en los intereses comunes del capitalismo la necesidad de una cola-
boracin contra los movimientos socialistas. En este sentido los fascismos fue-
ron en el interior de las comunidades nacionales la versin defensiva de
un nuevo conservadurismo. Todos ellos, especialmente el fascismo italiano,

(67) Vid. K. MARX y F. ENGELS: Manifiesto del partido comunista, cit. Sobre la
teora marxista - leninista de la Nacin y los movimientos de liberacin nacional,
vid. F . Y. KoNSTANTINOV: El materialismo histrico (traduccin directa del ruso por
W. ROCES y A. SNCHEZ VZQUEZ), Ed. Grijalbo, Mjico, 1963, pgs. 242-268*
vid. A. GRATE: Karl Marx y los nacionalismos separatistas, Bilbao, 1974, pgi-
nas 49-153-

45
JUAN FERRANDO BAD1A

exaltaron al mximo el concepto de nacin, al que quisieron someter en


grado diverso individuos y grupos sociales. Esta exaltacin produjo los na-
cionalismos contemporneos proyectados hacia el exterior en forma de im-
perialismos. Su contraslogan ser: Opresores y oprimidos de una misma na-
cin, unios.
En efecto, despus de la primera guerra mundial, el antiguo nacionalismo
liberal se ver incrementado por el miedo al auge del socialismo internacio-
nal y al temor a la revolucin comunista, que haba estallado en Rusia.
En Alemania, donde el nacionalismo se basaba, adems, y con ello la pro-
paganda de la derecha, en las severas condiciones impuestas por el Tratado
de Versalles tras la derrota de la Alemania imperial englobaba a los mo-
nrquicos utpicos, a los antisemitas, a los antidemcratas, a los anticomunis-
tas, etc. Es este nacionalismo el que proporcion a Hinderburg, viejo mariscal
que encarnaba el espritu prusiano, ms de catorce millones de votos en 1925,
a la muerte del Presidente socialista Ebert. Hinderburg se convertir durante
su presidencia en un instrumento manejado por la extrema derecha. Poco ms
tarde el mariscal entregar el poder a Hitler, que con su nacismo agit vio-
lentamente el smbolo nacionalista, respaldado por la pequea burguesa con-
servadora, como lo demuestran las cifras de las elecciones. A este respecto hay
que subrayar que Hitler, que en 1932 perdi dos millones de votos y 34 esca-
os en el Reichstag sumando 196 diputados de los 583 de la Cmara,
obtuvo un ao despus, ya sin embarazos democrticos, el 92 por 100. Y fue
expresivo expresivo y pattico que en el campo de concentracin de
Dachau, an escasamente poblado de 2.292 recluidos votaron a su favor
2.154 (68).
En Italia tambin sern los fascistas los que extremaron la idea nacional
y comenzaron en 1919 las violencias contra los sindicalistas y socialistas, con
la complicidad del Gobierno y la alta burguesa, que llevaron a Mussolini al
Poder. Las cifras del partido fascista italiano, en i92i, indican en qu pro-
porcin participan en l las diferentes clases sociales. Del total de 150.000
miembros, el 60 por 100 eran burgueses; el 16 por 100 obreros, y el 24
por 100, campesinos. He aqu los porcentajes por clase social, del que preten-
da ser partido revolucionario (69).

(68) Vid. A. RAMOS-OLIVEIRA : Historia social y poltica de Alemania, vol. II,


Ed. Fondo de Cultura Econmica, Mjico, 1952, pgs. 7 y sigs.
(69) Vid. S. GlNER: Historia del pensamiento social, Ed. Ariel, Barcelona, 1972,
pginas 32 y sigs.

46
LA NACIN

d) Concepcin fascista de la nacin

El fascismo italiano, al decir de Chevallier, afirma el valor absoluto del


Estado y de la nacin (70). Siguiendo la tradicin de los griegos y de los
romanos, de Maquiavelo y de Hegel, el fascismo parte de la exaltacin del
Estado como espritu, como una realidad no slo poltica, sino tambin ideal
y moral. Este Estado tico (alma del alma), matizado de tinte religioso,
absorbe y condensa todas las actividades espirituales, polticas, jurdicas y eco-
nmicas de la nacin que es, como el Derecho, una creacin del propio Estado.
La nacin se concibe como un organismo que comprende la sucesin
ilimitada de las generaciones ante las cuales los individuos son slo elemen-
tos transitorios que deben servir al Estado con la misin de restaurar las
tradiciones del Imperio romano y superar la decandencia producida por el li-
beralismo (Rocco). Esta visin orgnica de la nacin se exalta como el mito
imperial del fascismo, al estilo de Sorel. Nuestro mito es la grandeza de
la nacin, repeta el Duce. La meta propuesta era eminentemente imperialis-
ta, y para conseguirla haba que sacrificar cuanto fuese necesario: la sangre
es la que mueve las ruedas de la Historia. El vigoroso vitalismo del mo-
vimiento fascista conduce a una apologa de la guerra y a una condena del
pacifismo, nacido de un abandono de la lucha y de un acto de cobarda.
Slo la guerra pone en su mxima tensin toda la energa humana y estam-
pa un sello de nobleza a los pueblos que tienen el valor de afrontarla {71).
De las dos notas esenciales del fascismo italiano, su carcter corporativo
y su carcter totalitario os interesa subrayar esta ltima. Los dos ingredien-
tes del mismo son: a) Partido poltico nico; y b) Control por parte del Es-
tado de toda la vida de la nacin. Para Mussolini, la doctrina del Estado es
uno de los principios bsicos del fascismo: Para el fascismo el Estado es ab-
soluto, ante el cual los individuos y grupos son relativos. Individuos y grupos
son pensables en cuanto estn en el Estado. En 1929, en la primera Asam-
blea quincenal del rgimen, Mussolini deca: Para el fascismo, el Estado no
es guardin nocturno que se ocupa solamente de la seguridad personal de los
ciudadanos, ni una organizacin con fines meramente materiales, como aque-
lla de garantizar un cierto bienestar y una relativa y pacfica convivencia so-
cial para lo que bastara un Consejo de Administracin; tampoco es una
creacin de poltica pura, sin adhesin a la realidad material y compleja de

(70) Vid. J. J. CHEVALLIER: LOS grandes textos polticos desde Maquiavelo a wues-
tros dios (traduccin de A. RODRGUEZ HUESCAR), Ed. Aguilar, Madrid, 1972, pg. 383.
(71) Vid. B. PIRRO: Principi di storia e dottrina del Fascismo, Roma, 1942, pgi-
nas 9 y sigs.

47
JUAN FERRANDO BADIA

la vida de cada uno de los individuos y de los pueblos. El Estado, tal y como
lo concibe el fascismo, es un hecho espiritual y moral puesto que concreta
la organizacin poltica, jurdica y econmica de la nacin; tal organizacin
es, en su nacimiento y en su desarrollo, una manifestacin del espritu. El Es-
tado es la garanta de la seguridad interna y externa, pero es tambin el de-
positario y el vehculo del espritu del pueblo, tal y como fue elaborado en
la lengua, en las costumbres, en la fe. El Estado no es solamente presente,
sino tambin pasado y, sobre todo, futuro. Es el Estado que, trascendiendo
los lmites breves de las vidas individuales, representa la conciencia inmanen-
te de la nacin. Es el Estado el que educa a los ciudadanos en la virtud civil,
les hace conscientes de su misin, les invita a la unidad; armoniza sus inte-
reses con la justicia; lleva a los hombres de la vida elemental de la tribu a
la ms alta expresin humana de potencia que es el imperio.... Para el fas-
cismo todo est en el Estado, y nada humano o espiritual existe, y tanto me-
nos tiene valor, fuera del Estado. En tal sentido el fascismo es totalitario, dice
Mussolini, y el Estado fascista, sntesis y unidad de todo valor, interpreta, des-
arrolla y potencia toda la vida del pueblo. Ni individuos fuera del Estado, ni
grupos (partidos polticos, asociaciones, sindicatos). Prescindiremos de otras
citas al respecto porque la aportacin basta para reflejar la concepcin fas-
cista del Estado y de la nacin, caracterstica esencial del fascismo italia-
no (72).

e) Nacionalismo integral y nacionalismo liberal

Es conveniente que distingamos ambos tipos de nacionalismo, aunque se


hallan imbricados.
La idea de nacionalismo engloba, y confunde, para muchos autores, rea-
lidades no slo distintas, sino incluso contrapuestas que, utilizando la termi-
nologa de H. Kohn, cabra designar como nacionalismo liberal o como na-
cionalismo integral. El nacionalismo liberal acenta la democracia poltica,
los valores humanitarios, los derechos del hombre o la libertad individual.
Puede simbolizarse en la figura de Mancini, y se vincula al llamado princi-
pio de las nacionalidades. Por otro lado, el nacionalismo integral, el del fas-
cismo, acenta la sumisin del individuo al Estado, glorifica la concepcin or-
gnica del Estado, rechaza la democracia poltica y llega a valorar la agresin

(72) Vid. Raccolta di documenti stori e politci, a cura del Gruppo universitario
Caravelle, l Fascismo. La dottrina del Fascismo. La Carta del Lavoro. I 18 punti di
Verana, Roma, 1954, pgs. 2-3, 7-8; cfr. O. RANELLETTI: Istitu&oni di diritto pubblico,
Miln, 1954, pgs. 103-105. Vid., especialmente, G. BORTOLOTTO: Lo stato fascista e la
NaQone, Athenaeum, Roma, 1931, parte primera.

48
LA NACIN

internacional como un tipo de comportamiento positivo, basado en una amplia


participacin de las masas (73). Se trata, efectivamente, de dos fenmenos an-
titticos que, no obstante, denotan una forma de conciencia de grupo: ia
conciencia de pertenencia o de vinculacin a la nacin, implicando, en todo
caso, una cohesin, un sentido de unidad o de comunidad que identifica al
individuo con el tipo de organizacin poltica existente o deseada: la comu-
nidad nacional. En tal sentido, cabr utilizar con rigor el trmino de ideo-
loga nacionalista en el sentido de Manheim (74), al referirnos a las formas
imperialistas, antidemocrticas, y aplicar el trmino de utopa al sistema
coherente de valores y afectos vinculados al principio de las nacionalidades,
como producto de la moderna democracia de masas, del compromiso iguali-
tario y la exaltacin de la voluntad popular (75). Pero qu es el nacionalis-
mo? se pregunta Hans Kohn al comienzo mismo de su obra El naciona*
lismo, su significado y su historia. El nacionalismo es un estado de nimo
en el cual el individuo siente que debe su lealtad suprema al Estado nacio-
nal. Durante la historia toda existi un grado variable de profundo apego por
el propio suelo nativo, por las tradiciones locales y por la autoridad territo-
rial establecida. Pero slo a fines del siglo XVIII se convirti el nacionalismo,
en el sentido moderno de la palabra, en un sentimiento generalmente reco-
nocido que modela en grado creciente la vida pblica y privada. Slo muy re-
cientemente se exigir que cada nacionalidad formara un Estado, su propio
Estado, y que el Estado incluyera la nacionalidad toda (...). Aunque los fac-
tores objetivos tienen gran importancia para la formacin de las nacionalida-
des, el elemento ms esencial es una voluntad colectiva viviente y activa.
Renn expres esta ltima idea con su afirmacin clebre de que la nacin
es un plebiscito tcito diario (76). Tal solidaridad activa existir cuando
los individuos y las comunidades sobre los que se construye la nacin se sien-
tan efectivamente unidos en una tarea comn.
El chauvinismo designa un tipo extremo y, por tanto, fantico de senti-
miento nacionalista: Los polticos y periodistas franceses usaron ese trmino
para denunciar el desorbitado nacionalismo de los bonapartistas y de sus su-
cesores. El chauvinismo supone una afirmacin exclusiva de los valores na-
cionales y la subvaloracin sistemtica de todas las otras naciones (77).
El nacionalismo integral o fascista entr en crisis por su propia dialctica,

(73) H. KOHN: El Nacionalismo, cit.


(74) K. MANNHEIM: Ideologa y utopa, cit.
(75) Vid. C. J. FRIEDRICH: Corporate federalisme and linguistic Politics, Quebei
Round Table, Univ. Laval, 1972.
(76) RENN: Qu es la nacin?, cit., pg. 107.
(77) Vid. H. KOHN: El nacionalismo, cit., pg. 10.

49
JUAN FERRANDO BAD1A

que llev a las guerras de agresin, pues no caban unidades superiores a las
nacionales sobre conceptos tan exclusivistas. La segunda guerra mundial sera
su final catastrfico.
El antiguo nacionalismo liberal, tras la primera guerra mundial, se ver
incrementado en los fascismos por el miedo a la revolucin comunista, que
ya haba estallado en Rusia. Frente a esa amenaza, el nacionalismo agresivo,
pues, fue asimilado por los Gobiernos conservadores y totalitarios, apoyados
en parte por a burguesa, desde los fascismos latinos hasta los germanos.

F) FINAL DE LOS ESTADOS NACIONALES

Europa no pudo basarse ya en los Estados-naciones. Con la segunda gue-


rra mundial segn se dijo cay la extrema derecha, y con ella, el nacio-
nalismo romntico pequeo-burgus, y fascista. Mientras que, en Europa, las
reivindicaciones obreras van siendo canalizadas por vas legales dentro de la
democracia liberai, junto a una poltica social y econmica que acorta, en
parte, la diferencia entre obreros y burgueses (78), las necesidades econmicas
de alta burguesa ya no son exclusivamente nacionales, pues ha surgido un
internacionalismo de los negocios. Ya no se considera la nacin como organis-
mo aislado, cerrado y autrquico. Los obreros, legalizados ya los sindicatos
convertidos en un grupo de inters, y, a veces de presin fuerte no re-
quieren, al menos para una simple mejora econmica, de la ayuda de los obre-
ros de otros pases, con lo que el conflicto nacionalismo-internacionalismo, pro-
ducto del conflicto de base obrero-burgus, est siendo superado, en parte
tan slo, por la democracia social y econmica (79).
Junto a estas razones de tipo social, entre otros factores, han llevado tam-
bin a la superacin del concepto de nacin, como sociedades cerradas y
autrquicas, motivos de tipo defensivo militar en relacin con la U. R. S. S.
que produjeron la aparicin de la N. A. T. O. Y, por otra, la defensa eco-
nmica ante los Estados Unidos ha empujado a Europa a integrarse en unida-
des supranacionales de carcter econmico, como preludio de su unidad poltica.
El Estado-nacin y el nacionalismo son un producto de una poca que
est terminando. Desaparecidas las circunstancias que los motivaron burgue-
sa encerrada en sus fronteras y su defensa contra la posicin internaciona-
lista de los obreros, el Estado-nacin no puede subsistir hoy da ms que

(78) Vid. J. FERRANDO BADA: La democracia en transformacin, cit., parte pri-


mera y segunda.
(79) Sobre estos conceptos, J. FERRANDO BADA : La democracia en transforma'
don, cit.

SO
LA NACIN

como un anacronismo. La Europa de los nueve (M. E. C.) y de los siete


(E. F. T. A, hoy en crisis) ha comprendido la ineficacia de un sistema cadu'
co, como en 1967 se puso de manifiesto en la reunin que, en Estocolmo,
tuvieron los siete pases integrantes de la Asociacin Europea de Libre Cam-
bio. Pero las cosas deberan ir ms aprisa y no esperar a que una sugerencia
americana 'o de cualquier otro tipo ofreciera una posible grieta en el
camino emprendido hacia la unidad poltica, en forma confederal. Europa no
se apresura, como debiera, a aceptar las exigencias de las necesidades unita-
rias (80).
El pesimismo rein en la reunin-de Estocolmo. Inglaterra, y con ella los
pases asociados, arrastraban y arrastran todava ahora las consecuencias de
unos prejuicios nacionalistas que retrasaron la colaboracin de todos los pases
europeos cuando Churchill, en su discurso de Zurich el ao 1946, lanz la
idea de la unin europea, y luego frustraron las posibilidades que ofreca el
Plan Marshall para establecer una estrecha colaboracin econmica rompien-
do las anticuadas fronteras nacionales.
Pero a pesar de los obstculos, Europa, desde sus comienzos de federacin,
iniciados en Estrasburgo, hasta los actuales proyectos de federacin poltica,
camina lentamente hacia su unidad.
En consecuencia, los marcos nacionales han quedado superados y la crea-
cin de organismos tales como la Comunidad Europea de Carbn y del Ace-
ro y el Mercado Comn es una prueba de ello.

G) LA INTERDEPENDENCIA EUROPEA: LA REVOLUCIN TECNOLGICA


HAR DESAPARECER LAS FRONTERAS

Es un hecho la progresiva interdependencia econmica, social y poltica


de los diversos pases europeos, que, a pesar de constituir Estado-naciones,
han ido aproximando sus formas de vida a medida que se han ido intensi-
ficando los contactos y manifestndose las insuficiencias tcnicas del marco
aislado de la nacin.
Las diferencias nacionales, producto en buena medida de circunstancias
pasajeras, estn siendo minadas en su propio fundamento por las investiga-
ciones que someten a revisin las diversas historias nacionales. Con el estu-

(80) Sobre la adaptacin de los partidos polticos europeos a esta realidad y su


papel activo en la Comunidad Europea, vid. las comunicaciones del Clloque de Bru-
ges, editado bajo el'ttulo Les Parts Politiques et l'intgration europenne (Association
des Institus d'Etdes Europennes, Annuaire 1969^1970, Ginebra).

51
JUAN FERRANDO BADIA

dio y con el contacto se comprueba que no siempre lo propio es lo mejor


y no siempre lo extrao es lo peor.
Si los conflictos entre los Estados-naciones produjeron las catstrofes de
las grandes guerras y el predominio de las dos grandes potencias extraeu-
ropeas, tambin hicieron surgir entonces la necesidad de la integracin po-
ltica de Europa sobre nuevos fundamentos. De ah la necesidad de revisar
las historias nacionales para hacer posible la formacin de una conciencia
europea.
A ello se aade un factor de primera magnitud en orden a la quiebra
de la conciencia nacional exclusiva; el progreso tcnico que facilita el in-
tercambio de idea a travs de los modernos medios de comunicacin de ma-
sas (radio, cine, televisin, prensa...), los contactos directos de los negocios,
de las migraciones obreras y del turismo, entre otros factores, han venido a
romper enrgicamente los correspondientes complejos culturales de cada tw-
cin y los subsiguientes moldes nacionales de conducta.
El progreso tcnico ha implicado tambin la superacin de la economa
autrquica y la formacin de comunidades supranacionales de carcter econ-
mico, haciendo necesaria la futura integracin poltica de Europa.
Hemos expuesto el concepto de nacin y su crisis, pero creemos conve-
niente referirnos con detalle a Uno de los factores que de una manera ms
decisiva estn coadyuvando a la superacin del concepto de Estado nacional
y del Estado soberano. Quiz, ahora estemos en un perodo en que la na-
cin ya no est llamada a soportar la organizacin poltica, como no lo fue,
de hecho, en tiempos antiguos. Podremos decir, entonces, que el concepto
de nacin habr tenido recientemente su poca de apogeo, desde el punto de
vista poltico, para desaparecer despus. Uno de los factores que han con-
tribuido poderosamente a esta realidad es el tecnolgico. Vemoslo.

Los supuestos econmicO'Sociales de la poltica

Se denominan supuestos econmico-sociales de la poltica, por oposicin


a los supuestos fsicos, a aqullos que se deben a la creacin humana, lo
mismo se trate de tcnicas materiales, que de un procedimiento de relaciones
colectivas e incluso de una doctrina o cultura.
Los supuestos econmico-sociales se clasifican en tres grandes categoras:
las tcnicas, las instituciones y las culturas. Las tcnicas son los medios que
el hombre se crea para actuar sobre las cosas: tiles, mquinas, etc. Las
instituciones son los procedimientos de organizacin estable de las relaciones
sociales: estatuto familiar, rgimen de bienes y de propiedad, constitucin

52
LA NACIN

poltica, etc. Las culturas son las ideologas, las creencias, las representaciones
colectivas, etc. Estos tres elementos no son, en verdad, separables, pero esta
clasificacin aclara bastante bien los aspectos esenciales de la vida social, en
la que tienen lugar los fenmenos polticos (81).
Limitaremos nuestro anlisis a la influencia de las tcnicas en ia supera-
cin de los marcos nacionales.
Littr define la tcnica como el conjunto de procedimientos de un arte,
de una fabricacin. Por tcnicas entiende Duverger el conjunto de inven-
ciones materiales de los hombres, tiles, mquinas, etc., que les dan un poder
sobre la naturaleza o sobre los otros hombres. Algunos autores, verbigracia,
J. Ellul, consideran que tambin es tcnica la organizacin social en cuanto
encuadra a los hombres. Esta ser la opinin sustentada por nosotros (82).
Entendemos por tcnica, no el conjunto de mquinas, ni tampoco el con-
junto de medios destinados a satisfacer necesidades materiales. Ser para
nosotros un sistema de medios elegidos entre los ms eficaces. El carcter
eficaz, es la nota que, a nuestro juicio, define la naturaleza de la tcnica.
Hablamos de tcnica desde el momento en que un hombre que quiere hacer
algo reflexiona en torno a los medios a manipular y elige por su eficacia los
medios que l emplea. El paso de la fase de la vida espontnea a la vida
racional se caracteriza precisamente en que en esta ltima el hombre organiza
voluntaria y sistemticamente los medios eficaces a utilizar en el despliegue
y realizacin de una actividad cualquiera.
Partimos, pues, de este concepto de tcnica y en ella distinguiremos con
Bettelheim y Ellul dos grandes grupos: a) Tcnicas materiales; y b) Tc-
nicas de organizacin.
Las tcnicas materiales son las tcnicas de produccin, de circulacin, de
construccin de viviendas, etc. Normalmente, estas tcnicas responden a ne-
cesidades de los usuarios. Las tcnicas materiales se fundamentan, en gran
parte, en las leyes naturales de la causalidad.
Las tcnicas de organizacin se basan, por el contrario, en un predomi-
nio de las leyes sociolgicas. Pueden ser tcnicas de accin econmica, de
planificacin, de accin poltica, de accin sociolgica o de tcnicas jurdicas.
Normalmente, estas tcnicas no responden a necesidades de los usuarios, sino
ms bien a necesidades de la colectividad, de los gobernantes, en una pala-
bra, de aquellos que tienen el rol de dirigir y, por ende, de pensar global-

(81) Vid. M. DUVERGER : Sociologa poltica, cit., pgs. 79-143.


(82) Cfr. M. DUVERGER: Sociologa poltica, cit., pg. 79.

53
JUAN FERRANDO BADIA

mente los problemas de la sociedad. Pienso que las tcnicas materiales y las
de organizacin guardan una estrecha relacin (83).
El hecho esencial de ese dominio estriba en la gran cantidad de inven'
dones que, desde hace siglo y medio, han -transformado las condiciones de
existencia de los hombres. Esta revolucin tcnica ha avanzado de forma
desigual en todos los pases. La diferencia entre pases subdesarrollados..., e
industrializados es una diferencia de nivel de desarrollo tcnico. El progreso
tcnico modifica los marcos econmicos y culturales de la vida poltica: el
cambio de estos marcos econmicos y culturales es lo que transforma, a su
vez, la vida poltica. Aunque las consecuencias directas del progreso tcnico
sobre la vida poltica (uso de la televisin y de los medios de informacin
de masas por la propaganda, utilizacin de mquinas electrnicas para las de-
cisiones gubernamentales, etc.), son menos importantes que estas consecuen-
cias indirectas; sin embargo, por referirse ms inmediatamente al contenido
de nuestra disciplina ser objeto de un minucioso anlisis ms adelante.
En el transcurso de unos aos se han ms que cuadruplicado las carrete-
ras y puentes que comunican, por ejemplo, Espaa con Francia a travs de
Irn y Behobia. Lo mismo podra decirse de los puestos fronterizos. La inaugu-
racin del ferrocarril Madrid-Pars puede implicar la posibilidad de nuevos
y ms inmediatos contactos. Se espera el pronto y ms eficaz funcionamien-
to y al alcance de todos de ste y otros medios de comunicacin para
que_d sus frutos la futura integracin de Espaa en Europa. Pues la afluen-
cia de turistas multiplica los contactos de Espaa con esa vieja Europa de
la que somos parte integrante.
A medida que en el Continente se ha popularizado el automvil, en deter-
minados puntos como entre Strasburgo y Colonia, es tan poco lo que la
frontera separa, dado el incesante ir y venir de franceses y alemanes, que
los gendarmes, policas y aduaneros parecan sentirse en ridculo: all no ha-
can ms que estorbar, obstaculizando un trfico ya de por s congestionado.
Esta misma movilidad ha alcanzado a todos los pases europeos y as ha
habido que perforar ms y ms los Alpes para que dejaran de dificultar el
trfico que, del Norte al Sur, va en busca del sol mediterrneo.

(83) Para un anlisis ms amplio de la revolucin tecnolgica en la dinmica pol-


tica, vid. ] . FERRANDO BADA: La dinmica poltica y el progreso tcnico, en Revisto
Espaola de a Opinin Pblica, diciembre 1965, y, en un plano ms general, del mismo
autor, Las consecuencias econmicas y sociales de la intensificacin y diversificacin
creciente de los transportes, en I. N . L, nm. 27, noviembre-diciembre 1965, pgi-
nas 30-39. Vid., especialmente, J. ELLUL: L'evolution des techniques et la politique
interioeure des Etats, Nancy, 1962; dem. La technique ou l'enjeu du sicle, Pars,
1954; J. FoURASTI: La civilization de 1975, Pars, 1962.

54
LA NACIN

Es evidente que los medios de comunicacin de masas, y especialmente


el progreso de los transportes, han servido para unir a los pueblos entre s
y han ayudado fuertemente a la agrupacin de las diferentes comunidades.
En consecuencia y como dijimos anteriormente, los marcos nacionales
han quedado superados, y la creacin de organismos tales como la Comuni'
dad Europea del Carbn y del Acero y el Mercado Comn es una buena
prueba de ello; pero, ms an, nos hallamos en vsperas de una nueva dimen-
sin del mundo: la planetarizacin.
Tambin en otros mltiples aspectos, el progreso tcnico tiene una impor-
tancia decisiva como factor de superacin de las unidades polticas nacionales.
Los medios de comunicacin de masas, ejercen una gran influencia en las
costumbres y usos de diferentes grupos sociales pues coadyuvan a que la
vida y las ideas consigan un grado de homogeneidad cada vez mayor. Hoy
se camina, en Europa y en los Estados Unidos al menos, hacia una notable
identidad de la manera de vestir, no slo en cuanto al color, sino tambin
en cuanto a la confeccin. Es cierto que la produccin industrializada y en
serie es una de las causas ms importantes de ese curioso fenmeno, pero tam-.
bien lo es la existencia de medios de transporte rpidos y econmicos, sin
los cuales no llegaran los artculos muy lejos de los centros de produccin.
As se extienden no slo entre las clases sociales de un pas determinado, sino
incluso allende las fronteras. El cine y la televisin vienen a favorecer este
progreso de homogenizacin creado por el progreso tcnico.
En orden a la dieta alimenticia hay todava grandes diferencias entre las
diversas naciones, aunque son ya muchos los artculos tipificados que gra-
cias a su fabricacin industrial y a los transportes se pueden encontrar en
cualquier parte independientemente de su distancia con el lugar de origen.
En el seno de un mismo pas el grado de homogeneidad, en este orden de
cosas, es mucho mayor. Ya desde hace unos treinta aos, las diferencias ali-
menticias y de condimentacin entre las zonas rurales y las urbanas se han
reducido apreciablemente.
Los modernos medios de comunicacin social forjan una nueva mentali-
dad y la generalizan. El papel jugado por esos medios en la configuracin
de una anloga mentalidad es importante, pero an lo es ms el uso de los
transportes debido a la posibilidad que ofrecen a los individuos de confron-
tar, in situ, las ideas recibidas a travs de aquellos otros medios. Ello im-
plica comparaciones de modos de vida y, por ende, recprocas influencias.
Pinsese en el impacto que, en algunas zonas de Espaa, estn ejerciendo los
millones de turistas que las visitan. Quien ha conocido esas zonas hace quin-
ce aos y las visita en la actualidad comprobar la gran transformacin sufri-

55
JUAN FERRANDO BADIA

da no ya en el aspecto externo, sino en los medios de vida y en la mentali'


dad. No intentamos valorar, nos limitamos a constatar un hecho.
Las ideas y la propaganda poltica necesitan para difundirse de un medio
adecuado de transmisin, pero su recepcin hace surgir en los hombres el
impulso de confirmarlas. De ah tanto la necesidad psicolgica y difusa que
hoy da sienten las gentes de hacer turismo como el uso progresivo de los
transportes. Sin embargo, toda confrontacin tambin suele producir el efec-
to contrario de resaltar las caractersticas propias. As, por ejemplo, los pases
africanos difcilmente hubieran podido tomar conciencia de su especial perso-
nalidad si los transportes no hubieran hecho posible, establecer una compara-
cin y mostrar sus particularidades.
Los transportes constituyen una de las condiciones fundamentales del des-
arrollo econmico y social de las regiones y pases. Y el desarrollo econmi-
co y social es, indudablemente, condicin indispensable para renovar los es-
quemas mentales y las formas de conducta de los grupos sociales y superar
las actuales organizaciones polticas nacionales mediante la creacin de nue-
vos grupos sociales que englobaran, a su vez, distintos usos y costumbres:
pensemos, por ejemplo, en las diversas cristalizaciones de federalismo parcial
surgidas en Europa.
Los supuestos econmicos y sociales condicionan, quirase o no la polti-
ca y a la larga imponen sus dictados. De ah que toda poltica que quiera
ser eficaz a corto y a largo plazo no ha de perderlos de vista. Que la tecno-
loga, en sus mltiples manifestaciones, ejerce un impacto en las estructuras
polticas es evidente. Ignorarlo es seguir la poltica del avestruz. Por eso, las
medidas autrquicas en materia econmica y las actitudes polticas que se
adoptan en ciertos pases, ignorando los nuevos aires predominantes y trans-
mitidos por los contactos que de todo tipo permite el progreso tcnico, resul-
tan ridculos y a la larga contraproducentes (84).
JUAN FERRANDO BADA

(84) Sobre el sugestivo tema de las consecuencias sociales y polticas de los trans-
portes existe ya una abundante bibliografa. Vid., entre otros, L. ARMAND y M. DRAN-
COURT: Phidoyer par Vavenir, Pars, 1961, pgs. 238 y sigs. J. MERCIER: Les conse-
quences conomiques des transports, Nancy, 1961, pgs. 20 y sigs. Cfr. M. SORRE :
Fondements de la gographie humaine, II, Pars, 1954, pgs. 592-594. L. M. JoUFFROY:
L'ere du rail, Pars, 1953, pgs. 70 y sigs. Cfr. P. GEORGE: Prcis de gographie
urbaine, Pars, 1961, pg. 26. M. WOLKOWITSCH: L'economie regionale des transports
dans le centre et le centre ouest de la France, Pars, 1956, pginas 287 y 327.
Vid. G. D'HAUCOURT: La vie americaine, Pars, 1958, pgs. 184 y sigs. Vid. A. SlEG-

56
LA NACIN

RESUME

Le mot nation dsignait a l'ongine un groupe de personnes nes au mme


endroit. Dans les universits europennes du Moyen Age, les "nations" taient
les groupes d'tudiants qui provenaient de la mme one culturelle. Le concept
de nation (souvent employ comme synonyme d'Etat) s'emploie, vers le mi*
lieu du XIXime sicle suivant la ligne trace par Mancini pour dsigner,
non pas une vritable entit juridique, mais un phnomene particulier ethnico*
historico'psychologique destin a configurer un ensemble d'hommes unis par
des liens communs de race, d'histoire, de langue, de culture et de conscience
nationale. De cette facn pourront coexister des Etats nationaux et d'autres
plurinationaux, ainsi que des tats ethniquement compacts face a d'autres
avec fortes minorits nationales trangeres. Etroitement lies a l'tude de ce
thme, nous trouvons les diffrents points de vue assums par les chercheurs
de diffrents pays.
Une fois exposes les doctrines qui se rferent au concept "nation", l'auteur
nous montre les diffrents lments ou facteurs de la nation, la nation en
tant que cadre limite de la politique, le dveloppement de l'ide de nation,
les doctrines politiques qui lux concedent la valeur que nous avons aujourd'hui
coutume de lui attribuer (la souverainet nationale, l'indpendance des n'
tions, le principe des nationalits).. Puis vient le processus du nationalisme
dans lequel on distingue trois phases: jusqu'a la Rvolution Francaise, de
celle-ci a la premire Guerre Mondiale, et a partir de 1914.
Enfin l'auteur marque la diffrence entre ce concept et d'autres qui lui
sont etroitement lies comme le Peuple et l'Etat.

S U MM ARY

The -word nation originally meant a group of people born in the same
place. In the European universities of the Middle Ages "nations" were groups

FRIED: Hineraires des contagions, epidemies et ideologies, Pars, 1960, pgs. 13 y si-
guientes. Vid. A. GRUNTHAL : Tourism in Under-developed Countries of frica South
of Sahara, en la Revue du Tourisme, Pars, 10 de diciembre de 1961, pgs. 180-182.
Vid. P H . FROMONT: Les iransports dans les conomies sous'dveloppes, Pars, 1957,
pginas 331. Vid. J. MERCIER: L'economie et les transports du Tohad, de l'Ouba'
nogui et du Nort Cameroun, 1956, pgs. 510 y sigs.; J. JODEAU: Rflexions aus le
role du transport arien dans une evolution harmonieuse des pays insuffisanment dve-
loppes, 1962, pgs. 324 y sigs.

57
JUAN FERRANDO BAD1A

of students jrom the same cultural rea. The concept of "nation" frequently
used as a synonytn for State ivas used in the mid-nineteenth century in
Mancini's sense, not of a real legal entity, but of a specific ethinco'historico'
psychological phenomenon, as a term to describe a group of men bound by
common links of race, history, language, culture and national conscience. So
one could have national States and multunational States, ethically compact
States and States ivith strong foreign national minorities. The different attu
tudes taken by the research^workers of different countries show once again
just how variously the term has been understood.
After describing the different interpretations of the concept in question,
the author analyzes the various elements or factors it comprises; the nation
as the framexvork of politics, the development of the idea of the nation, the
political faiths that have given it the valu we attach to it today (national
sovereignty, national independence, the principie of "nationality" itself). He
goes on to study the process of nationdism, in which he distinguishes betiveen
three phases; the first, up to the French Revolution; the second, from the
French Revolution to the First World War; the third, from 1914 to the pre*
sent day.
The concept of "nation" is then distinguished from others closely asso'
ciated with it like People and State. We are also treated to an exammation
of the conflicts betiveen Nation - States, the crisis of the Nation, the end
of the national States and finally shown the progressive interdependence of
Europe on the economic, social and political planes and the socio-economic
assumption of politics. In this autho/s view, national frontiers will disappear
befor the impact of the technological revolution.

58

También podría gustarte