Dialnet LaNacion 1705042 PDF
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LA NACIN
SUMARIO :
(1) ELAS DE TEJADA, cit. por J. MELIA : Informe sobre la lengua catalana, Ed. No-
velas y Cuentos, Madrid, 1970, pg. 47.
(2) MELIA: Informe, cit., pg. 48.
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(3) P. VlLAR: La Catalogne dans l'Espagne moderne. Recherches sur les jonde-
ments conomiques des structures nationales (existe traduccin catalana por E. DURAN),
Pars, 1963, pg. 47. P. VILAR ha estudiado el fenmeno de la formacin de la nacio-
nalidad catalana en el marco de la Espaa moderna poniendo de relieve el impacto
del condicionamiento geogrfico de la cristalizacin de la comunidad cultural catalana.
(4) Vid. E. CARLE: Mancini e la teora psicolgica del sentitnento na&onale, Roma,
1899. P. S. MANCINI: Della na&onalit come fundamento del diritto delle genti,
Turn, 1851.
(5)- B. AKZIN : Estado y nacin, Fondo de Cultura Econmica, Mjico," 1968, ca-
ptulo 2.0, pg. 14.
(6) B. AKZIN : Estado y Nacin, cit.
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(9) G. MILLS: From Max Weber, cit., pg. 176. Vid. MAX WEBER: Economa
y Sociedad.
(10) N. S. TIMASHEFF: The Comparative Study o Inter-ethnic Relations, en
American Sociological Review, V, 1944, pg. 225.
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fu) J. STALIN: Marxism and National and Colonial Question, A. Fineberg, Lon-
dres, Lawrence, 1935, pg. 8.
(12) En un reciente estudio, JULIO BUSQUETS llegar a afirmar, a tal respecto, que
al no existir un hecho sociolgico nico como base de la nacionalidad, cada naciona-
lismo crea su propia teora de los valores, en la que siempre tiene valor primario el
hecho sociolgico que la sirve de base para crear su conciencia nacional. En conse-
cuencia, todas las teoras nacionales, desde una perspectiva objetiva y racional, son
muy vulnerables..., en Introduccin a la sociologa de las nacionalidades, Dicusa, Ma-
drid, 1971, pg. 63.
(13) Sobre la nacin como conjunto cultural diferenciado. Vid. M. DUVERGER : 5o-
ciologa poltica, cit., pgs. 138-143 y 198-199.
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(17) Vid. G. BURDEAU: Traite, ct., II, pg. 327; J. ]. CHEVALIER: Histoire des
Institutions politiques de la France, de 1789 nos jours, Pars, 1958, pgs. 15-18 y si-
guientes.
(18) Vid. J. LAFERRIRE: Manuel de Droit constitutionnel, Pars, 1947, pgs. 60-69;
M. DUVERGER: Droit, cit., pg. 8 4 : J. LHOMME: La grande bourgeoisie au Pouvoir
(1830-1880), Pars, 1960, pgs. 13 y sigs.
(19) M. DUVERGER : Institutions politiques et droit constitutionnel, Pars, 1970,
pginas 98-104.
(20) Cfr. notas 4, 7 y 16. '
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El nacionalismo no ser, para dicho autor, sino una hipertrofia del sen-
timiento nacional. La degenerescencia, que se desarrolla a partir de una hi-
bridacin de los tipos nacionales; es decir, surge de la sustitucin de la con-
ciencia nacional y de una visin clara de la historia por el conjunto de tres
concentraciones mticas:
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(28) Vid. M. DUVERGER : Sociologa poltica, cit., pgs. 138-139; dem, Institutions
politiques, cit. (vid. 10 edicin), pg. 61.
(29) F. MURILLO FERROL: Estudios de Sociologa poltica, cit. *p. Nacionalismo.
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<cionales que para favorecer una ciencia particular. En este aspecto, es lo fun-'
damental el sentimiento de particularismo frente a los valores universalistas
(Parsons), construyndose los estereotipos nacionales que vendrn a reforzar
la toma de conciencia de las diferencias y una visin etnocntrica de la propia
colectividad. Como dice Duverger, de esas imgenes pseudo-histricas, cada
-nacin desprende la idea de una "misin" que le incumbira en el mundo y
<jue define de una manera vaga, pero luminosa: el destino futuro que quie-
bre cumplir. Esta misin es, por otra parte, concebida de manera distinta si-
guiendo las pocas y los regmenes polticos. Incluso cambian los enemigos
hereditarios, es decir, los adversarios esenciales, encarnacin del mal, que se
es considera con deseos de querer destruir la nacin, y contra los que ella
debe, pues, afirmarse y luchar. El odio contra "el otro" es un poderoso
'factor de solidaridad nacional. "El otro" cambia siguiendo las circunstancias
y los deseos, siendo utilizada por los gobernantes para hacer popular la poli'
tica que quieren seguir (30).
Al considerar los elementos constitutivos de la nacin deberamos, por tan-
So, tener muy presente el famoso teorema sociolgico de W. I. Thomas, por
1 cual si los hombres definen unas situaciones como reales, tales situacio-
nes son reales en sus consecuencias. La nacin es, en ltimo anlisis, defini-
da por la conciencia que de ella tengan los hombres que virtualmente la
constituyen. No importa decisivamente el hecho de que algunos de los ele-
mentos sobre los que la idea nacional se construye sean errneos o mticos
i)a pureza de la raza, el espacio vital, etc.) pues tanto sociolgica como pol-
nicamente, una definicin falsa de la realidad puede convertirse en ver-
idadera si la conducta posterior acta eficazmente regida por esa idea inicial-
Trente falsa (31).
Este hecho es, a nuestro entender, el elemento fundamental para expli-
car el estado in fieri del proceso que es la nacin y del sentimiento naciona-
lista, y nos da a entender la paradoja que Francisco Murillo sealaba, por
la que es posible, en ocasiones, la existencia de nacionalistas sin nacionalidad.
"De hecho, tales fenmenos deben presentrsenos no slo como hechos de es-
tructura cristalizados, sino en relacin con los marcos mentales de referencia
-y de valor existentes en cada momento histrico y en cada situacin social.
Podemos discriminar, con todo, dos grandes perspectivas influyentes en la
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identificarse con el soberano. Las relaciones entre las naciones no son cosa-
distinta a las relaciones entre los monarcas: los Tratados internacionales no
son, en el fondo, sino acuerdos personales. En este contexto, el Derecho in--
ternacional aparece como un intento de garantizar los bienes de las personas;
el pueblo no interviene en la declaracin de guerra, ya que la realiza el s e
berano. Dos caractersticas configuran esta etapa: a) La inexistencia de un
servicio militar obligatorio, la ausencia, por tanto, de una movilizacin gene-'
ral y el recurso a los mercenarios; y b) La situacin econmica se traduce en
el mercantilismo, que propugna la riqueza del soberano con la consiguiente
indigencia del pueblo. La nacin se identifica con el soberano, no ser, pues,
la riqueza del soberano la de la nacin?
2.a Desde la Revolucin francesa a la primera guerra mundial, 1914-
1918.En esta poca la soberana ya no es real, sino nacional, entendida como*
predominio del Estado llano: la burguesa. Gibbon y Burke, en Inglaterra,
y Herder y Goethe, en Alemania, etc.... simbolizan el trnsito del cosmos
politismo al nacionalismo romntico. La guerra, desde tiempos napolenicos,
supone el enfrentamiento de los pueblos como antes lo era de los soberanos.
Este nacionalismo, hasta la guerra europea, se caracteriza por el liberalismo
econmico. Se cree en esta poca que la economa tiene sus propias leyes en-
las que no influye la poltica. Sin embargo, bajo esta capa de liberalismo, hay,
en realidad; un imperialismo econmico cuyo centro es Londres. Se cree que
el ser independente polticamente supone el serlo econmicamente, pero hay
un capitalismo internacional que controla, de hecho, la economa de todos-
Ios Estados y subordina su autonoma poltica a los intereses del internaciona'
lismo econmico. Se mantiene la ilusin nominal de que cada nacin es po'
ltica y econmicamente libre.
3. a Desde la primera guerra europea.Es desde la primera guerra europea
cuando comienzan a establecerse las bases de las economas nacionales. Se
sientan los principios de las aduanas y se discuten las desventajas del libre-
cambio. Listz es ia figura representativa de esta nueva conformacin poltica'
econmica. Es partidario de la implantacin de aduanas para formar las eco--
nomas nacionales.
La incorporacin, polticamente, de nuevas capas sociales a la nacin, e
pueblo, el cuarto Estado concretamente, mediante el sufragio universal, con'
lleva una democratizacin ms profunda de la nacin, ya latente en etapas
anteriores. La socializacin de la nacin no implic la nacionalizacin del so-
cialismo: los socialistas confiaban en el predominio de una conciencia obrera-
sobre la conciencia nacional en las guerras mundiales. Las caractersticas do^
minantes en esta fase son, por tanto: 1) Una democratizacin de la nacin,
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A modo de sntesis
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pornea, surge como fenmeno moderno en la Europa del siglo XVII, ex-
tendindose progresivamente hasta adquirir en los siglos XIX y XX la dimen'-
sin universal que hoy le caracteriza.
Este mismo desarrollo del nacionalismo sostiene Kohn nos debe poner-
sobre la pista de que, como fenmeno histrico que es, se nos aparece con-
dicionado por ideas y por realidades polticas de la ms variada ndole, as
como por estructuras y realidades sociales diversas, en medio de las cuales
debe originarse, encarnarse y desarrollarse. Es, por lo tanto, tan imposible
como cientficamente incorrecto el hablar de nacionalismo como si fuera ester
un fenmeno con pretensiones de construccin tpica y genrica. No hay uno,-
sino muchos y muy diversos nacionalismos; as como no es una, sino m u '
chas, las construcciones histricas diversas de la realidad que estudiamos. Slo
el anlisis del desarrollo histrico del nacionalismo y la investigacin compa>
rativa de sus diferentes formas de realizacin pueden hacernos comprender
el impacto que todava hoy presenta, as como sus posibilidades en orden m
la libertad y a la paz internacionales.
Pero y aclararlo resulta imprescindible para seguir adelante qu e
realmente la nacin, el sentimiento nacional, el nacionalismo? Hans Kohr*
sostiene que es un estado de nimo en el cual el individuo siente que debe
su lealtad suprema al Estado nacional. Como actitud subjetiva el nacionalis-
mo existe desde antiguo en lites tan determinadas como claramente carac-
terizadas, pero slo a partir del siglo xvm se presenta como fenmeno con?
relieve social, que configura de modo creciente la vida social, tanto en su
dimensin pblica como privada.
Slo desde fechas relativamente recientes y ello viene a reforzar lo an-
teriormente expuesto, se exigi que cada nacionalidad formara un Estado,,
su propio Estado, y que cada Estado incluyera la nacionalidad concreta ert.
su totalidad. Anteriormente, el ideal poltico no fue la nacin, sino otras uni-
dades de dimensin universal (Imperio, Cristiandad...); unidades que agluti-
naban grupos tnicos diversos y realidades multinacionales sobre la base de
una cierta civilizacin y objetivo final comn a todos ellos, y que los man-
tena, en ocasiones, de modo ms artificial que natural, unidos. Las nacionel'
lidades, en general, tienen ciertos factores objetivos que las caracterizan e
individualizan, a saber: la ascendencia comn, el lenguaje propio, el territO'
rio de asentamiento tradicional, la entidad poltica, las costumbres y tradi-
ciones, as como, a veces, una religin comn.
Pero, y ello resulta evidente, existen casos de autnticas naciones en que:
estos caracteres no se manifiestan en s totalidad. Tanto Suiza cmo Estados-
Unidos, por citar slo dos casos, resultan suficientemente expresivos para n *
tenerlos en cuenta. Sucede que, adems de los elementos anteriormente ca-
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Por ello, tratar de buscar esta confianza en sus viejas tradiciones nacionales,
A. las que vuelve con esperanzada aoranza- No se meditar tanto aqu de
los derechos del individuo cuanto de los derechos de la nacin, para ser
tal. Se hablar as del alma de la nacin, de su misin nacional, etc. En
esta lnea se debe destacar, entre otros varios, los esfuerzos de Johann Got-
tfried Herder, del romanticismo y del nacionalismo alemanes.
Tras el fracaso de la tarea nacionalista que Napolen se propusiera, la
Santa Alianza elaborar --como se ha indicado un nuevo orden europeo
tasado en el mantenimiento de la paz y la estabilidad por encima de todo,
con detrimento de las nuevas aspiraciones nacionales. Ello ocasionar las uni-
nes a escala internacional, ms sentimentales que institucionalizadas, de pa-
triotas nacionalistas de diversos pases. Todos ellos anhelaban unas Constitu-
ciones liberales frente al poder real establecido, y como fuerza limitadora de
ste. Ei balance, en este sentido, desde 1820 hasta la Revolucin de 1830 es
francamente positivo.
Movimientos como la Joven Europa, de Mancini, y particularmente la Re-
solucin de 1848, impulsan de modo importante a la causa nacionalista. Entre
1859 y 1871 las clases medias realizan sus aspiraciones nacionales, pero no
por los idealistas y revolucionarios intelectuales, sino por el empleo de go-
biernos prenacionalistas; no por el pueblo en las barricadas, sino por los ejr-
citos y la diplomacia; al tiempo que el apoyo econmico a la causa crece con-
siderablemente.
Poco a poco se va configurando la situacin presente. Muchos son los
pasos intermedios que dan las jvenes nacionalidades. Hay que sealar al-
gunos : la guerra de Crimea, la Unificacin Italiana y Alemana, el Movimien-
to Nacionalista de los Balcanes y las manifestaciones nacionalistas (ya ane-
xionistas, ya expansinstas) de los Estados Unidos de Amrica, que sufrie-
ja una tan grave crisis nacional y nacionalista en la guerra civil.
Las relaciones entre racismo y totalitarismo vienen definidas para Kohn
en el nacionalismo biolgico, el antisemitismo, los nacionalismos totalitarios, los
fascismos, etc. Lentamente, y ya estamos en nuestro siglo, el nacionalismo
rompe los moldes europeos. Asistimos desde fines de la primera guerra mun-
dial a un movimiento nacionalista a escala mundial (50).
Es cierto que las ideologas nacionales surgieron y se desarrollaron a par-
tir de la Revolucin francesa como ya hemos tenido ocasin de indicar
y que el grito de viva la nacin! se opona al de | viva el Rey!; y tam-
bin es cierto que del principio de que las naciones eran las depositaras de
Ja soberana se derivara ms tarde el principio de las nacionalidades formu-
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lado por Mancini. A este respecto nos dice Murillo Ferrol que el nacio-
nalismo, que vena fermentando oscuramente, entr en violenta ebullicin
en 1848. Los italianos se levantaron desde los Alpes al Mediterrneo, arras-
trando consigo a sus gobernantes. Los magiares proclamaron su independen-
cia. Los checos establecieron un Gobierno en Praga. Los liberales alemanes
convocaron un Parlamento nacional en Franckfurt para discutir la creacin de
un imperio nico. Slo los polacos, atemorizados an por el castigo de 1831,
permanecieron quietos. Aunque la Revolucin del 48 fracas en lo que se
refiere al aspecto militar de las sublevaciones, lanz, sin embargo, a Europa por
el plano inclinado de los nacionalismos. Poco a poco se iran tocando las
consecuencias. Puesto en marcha el principio nacionalista, era imposible prever
dnde se detendra. Hay un creciente proceso de inflacin nacionalista que
llega hasta nuestros das e incluso se acenta despus de la ltima guerra,
aunque ya percibimos la artifcialidad del intento y est cruzado el campo
de las naciones por meridianos de otra significacin. En 1871, despus de la
unificacin completa de Alemania e Italia, haba en Europa catorce naciones
organizadas polticamente; en 1912, veinte; en 1924, veintisis. En menos
de cincuenta aos casi se dobl de Estados europeos independientes. El par-
celamiento culmin al terminar la primera guerra mundial, por obra del prin-
cipio poltico de la autodeterminacin nacional: cualquier nacin que se es-
timase como tal tena derecho a erigirse en Estado independiente. As, el
movimiento que desmembr Austria-Hungra y cre Yugoslavia y Checos-
lovaquia fue inmediatamente seguido por los movimientos que desmembra-
ron con anlogo derecho Yugoslavia y Checoslovaquia. Desde 1918 el
principio fue generosamente utilizado por el mundo rabe, por la India, por
el Extremo Oriente... Hoy existen en Europa ms de veinte, y en el mundo
mltiples unidades polticas independientes (51).
A pesar de esta explosin nacionalista que en la actualidad est en ple-
no vigor en los pases recin descolonizados como los de frica (52), Asia, et-
ctera el Estado nacional soberano est en franca crisis. A este respecto nos
dice Duverger q u e : La supremaca del Estado es muy combatida desde
hace varias dcadas: en tanto que marco del poder, el Estado se desvaloriza.
A esta desvalorizacin, que es un hecho, corresponde el desarrollo de nuevas
teoras jurdicas, opuestas a las de la soberana del Estado: Las doctrinas fe-
deralistas.
El hecho de la desvalorizacin del Estado nacional se manifiesta de varias
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a) Pueblo y nacin
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b) Nacin y Estado
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(61) MACIVER, Loe. cit. Esta doctrina ha sido muy ampliamente recogida en Defin'
tion and Classification on Minorities, Memorndum submitted by the Secretary-Gene-
ral, Naciones Unidas, Comisin de Derechos Humanos, Nueva York,. 1950, pg. 5.
Cfr. R. M. MACIVER y C H . H . PAGE: Sociologa, cit., cap. XVIII.
(62) H. D. LASSWELL y A. KAPLAN: Power and Society, Yale Univ. Press, 1963,
secc. 8. 1.
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tica liberal se asienta sobre el concepto de individuo (63), es decir, una con-
sideracin del ser humano encerrado en su aislamiento. El individualismo
implica la exclusin de grupos sociales intermedios. De ah el Estado unita-
rio centralizado, tal y como se expuso.
De la patria, parte de un todo universal, se pas a la nacin soberana
como unidad cerrada.
El patriotismo es un sentimiento natural, evidentemente anterior a la Re-
volucin francesa. El nacionalismo ser una exacerbacin del patriotismo. La
nacin y las ideologas nacionalistas como subraya Duverger tomaron
cuerpo a partir de ia Revolucin francesa para oponerse aquel otro de viva
el Rey!. El liberalismo poltico, el romanticismo y las invasiones napolenicas
fueron en Europa los factores que motivaran el nacimiento de las na-
ciones y del principio de las nacionalidades: cada comunidad nacional ha
de auto gobernarse.
La comunidad nacional implicar, pues, una comunin en un sistema de
valores y una voluntad de vida poltica en comn con vocacin de indepen-
dencia frente a un enemigo hereditario, que puede ser otra nacin, raza,
religin, etc. (64).
La burguesa liberal utiliz su concepto de nacin, que tericamente
serva para englobar a todos los ciudadanos para enfrentarse con la aristocra-
cia terrateniente, a los monarcas o ambos. De ah soberana nacional vs. so-
berana regia. Pero para evitar que los beneficios de su revolucin liberal se
extendieran al cuarto Estado, al futuro proletariado, la burguesa inicialmen-
te revolucionaria recurri muy pronto a su teora de la nacin, conside-
rndola como un todo con fines y voluntad propias superiores a los wnem-
bros que las componen para sacar de ella conclusiones que le permitiesen
monopolizar el poder conquistado: teora del sufragio-funcin y del su-
fragio censatario (65).
Cada nacin europea se diferencia por un tpico sistema de valores, por
la posesin de bienes culturales propios. En cada una de ellas los factores
aglutinantes son peculiares: las circunstancias econmicas y geogrficas, la
raza, la religin, las empresas colectivas, etc. La adhesin de los miembros
de una colectividad a un particular sistema de valores asentados en bienes
culturales tpicos, especficos, determinan la dimensin esencial del concepto
de nacin (66).
(63) Sobre la estrecha relacin de los conceptos liberalismo y nadan, vid. G. RuGGlE-
RO: Historia del liberalismo europeo, Madrid, 1944, pgs. 425-437.
(64) M. DUVERGER : Institutions politiques, cit., pgs. 31-33.
(65) Vid. notas 43-45. Cfr. M. DUVERGER: Institutions politiques, cit., pgs. 103-104.
(66) Vid. MAX WEBER: Economa y Sociedad, cit., vol. II, pgs. 678-682.
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b) Conflictos nacionales
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(67) Vid. K. MARX y F. ENGELS: Manifiesto del partido comunista, cit. Sobre la
teora marxista - leninista de la Nacin y los movimientos de liberacin nacional,
vid. F . Y. KoNSTANTINOV: El materialismo histrico (traduccin directa del ruso por
W. ROCES y A. SNCHEZ VZQUEZ), Ed. Grijalbo, Mjico, 1963, pgs. 242-268*
vid. A. GRATE: Karl Marx y los nacionalismos separatistas, Bilbao, 1974, pgi-
nas 49-153-
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(70) Vid. J. J. CHEVALLIER: LOS grandes textos polticos desde Maquiavelo a wues-
tros dios (traduccin de A. RODRGUEZ HUESCAR), Ed. Aguilar, Madrid, 1972, pg. 383.
(71) Vid. B. PIRRO: Principi di storia e dottrina del Fascismo, Roma, 1942, pgi-
nas 9 y sigs.
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la vida de cada uno de los individuos y de los pueblos. El Estado, tal y como
lo concibe el fascismo, es un hecho espiritual y moral puesto que concreta
la organizacin poltica, jurdica y econmica de la nacin; tal organizacin
es, en su nacimiento y en su desarrollo, una manifestacin del espritu. El Es-
tado es la garanta de la seguridad interna y externa, pero es tambin el de-
positario y el vehculo del espritu del pueblo, tal y como fue elaborado en
la lengua, en las costumbres, en la fe. El Estado no es solamente presente,
sino tambin pasado y, sobre todo, futuro. Es el Estado que, trascendiendo
los lmites breves de las vidas individuales, representa la conciencia inmanen-
te de la nacin. Es el Estado el que educa a los ciudadanos en la virtud civil,
les hace conscientes de su misin, les invita a la unidad; armoniza sus inte-
reses con la justicia; lleva a los hombres de la vida elemental de la tribu a
la ms alta expresin humana de potencia que es el imperio.... Para el fas-
cismo todo est en el Estado, y nada humano o espiritual existe, y tanto me-
nos tiene valor, fuera del Estado. En tal sentido el fascismo es totalitario, dice
Mussolini, y el Estado fascista, sntesis y unidad de todo valor, interpreta, des-
arrolla y potencia toda la vida del pueblo. Ni individuos fuera del Estado, ni
grupos (partidos polticos, asociaciones, sindicatos). Prescindiremos de otras
citas al respecto porque la aportacin basta para reflejar la concepcin fas-
cista del Estado y de la nacin, caracterstica esencial del fascismo italia-
no (72).
(72) Vid. Raccolta di documenti stori e politci, a cura del Gruppo universitario
Caravelle, l Fascismo. La dottrina del Fascismo. La Carta del Lavoro. I 18 punti di
Verana, Roma, 1954, pgs. 2-3, 7-8; cfr. O. RANELLETTI: Istitu&oni di diritto pubblico,
Miln, 1954, pgs. 103-105. Vid., especialmente, G. BORTOLOTTO: Lo stato fascista e la
NaQone, Athenaeum, Roma, 1931, parte primera.
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que llev a las guerras de agresin, pues no caban unidades superiores a las
nacionales sobre conceptos tan exclusivistas. La segunda guerra mundial sera
su final catastrfico.
El antiguo nacionalismo liberal, tras la primera guerra mundial, se ver
incrementado en los fascismos por el miedo a la revolucin comunista, que
ya haba estallado en Rusia. Frente a esa amenaza, el nacionalismo agresivo,
pues, fue asimilado por los Gobiernos conservadores y totalitarios, apoyados
en parte por a burguesa, desde los fascismos latinos hasta los germanos.
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poltica, etc. Las culturas son las ideologas, las creencias, las representaciones
colectivas, etc. Estos tres elementos no son, en verdad, separables, pero esta
clasificacin aclara bastante bien los aspectos esenciales de la vida social, en
la que tienen lugar los fenmenos polticos (81).
Limitaremos nuestro anlisis a la influencia de las tcnicas en ia supera-
cin de los marcos nacionales.
Littr define la tcnica como el conjunto de procedimientos de un arte,
de una fabricacin. Por tcnicas entiende Duverger el conjunto de inven-
ciones materiales de los hombres, tiles, mquinas, etc., que les dan un poder
sobre la naturaleza o sobre los otros hombres. Algunos autores, verbigracia,
J. Ellul, consideran que tambin es tcnica la organizacin social en cuanto
encuadra a los hombres. Esta ser la opinin sustentada por nosotros (82).
Entendemos por tcnica, no el conjunto de mquinas, ni tampoco el con-
junto de medios destinados a satisfacer necesidades materiales. Ser para
nosotros un sistema de medios elegidos entre los ms eficaces. El carcter
eficaz, es la nota que, a nuestro juicio, define la naturaleza de la tcnica.
Hablamos de tcnica desde el momento en que un hombre que quiere hacer
algo reflexiona en torno a los medios a manipular y elige por su eficacia los
medios que l emplea. El paso de la fase de la vida espontnea a la vida
racional se caracteriza precisamente en que en esta ltima el hombre organiza
voluntaria y sistemticamente los medios eficaces a utilizar en el despliegue
y realizacin de una actividad cualquiera.
Partimos, pues, de este concepto de tcnica y en ella distinguiremos con
Bettelheim y Ellul dos grandes grupos: a) Tcnicas materiales; y b) Tc-
nicas de organizacin.
Las tcnicas materiales son las tcnicas de produccin, de circulacin, de
construccin de viviendas, etc. Normalmente, estas tcnicas responden a ne-
cesidades de los usuarios. Las tcnicas materiales se fundamentan, en gran
parte, en las leyes naturales de la causalidad.
Las tcnicas de organizacin se basan, por el contrario, en un predomi-
nio de las leyes sociolgicas. Pueden ser tcnicas de accin econmica, de
planificacin, de accin poltica, de accin sociolgica o de tcnicas jurdicas.
Normalmente, estas tcnicas no responden a necesidades de los usuarios, sino
ms bien a necesidades de la colectividad, de los gobernantes, en una pala-
bra, de aquellos que tienen el rol de dirigir y, por ende, de pensar global-
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mente los problemas de la sociedad. Pienso que las tcnicas materiales y las
de organizacin guardan una estrecha relacin (83).
El hecho esencial de ese dominio estriba en la gran cantidad de inven'
dones que, desde hace siglo y medio, han -transformado las condiciones de
existencia de los hombres. Esta revolucin tcnica ha avanzado de forma
desigual en todos los pases. La diferencia entre pases subdesarrollados..., e
industrializados es una diferencia de nivel de desarrollo tcnico. El progreso
tcnico modifica los marcos econmicos y culturales de la vida poltica: el
cambio de estos marcos econmicos y culturales es lo que transforma, a su
vez, la vida poltica. Aunque las consecuencias directas del progreso tcnico
sobre la vida poltica (uso de la televisin y de los medios de informacin
de masas por la propaganda, utilizacin de mquinas electrnicas para las de-
cisiones gubernamentales, etc.), son menos importantes que estas consecuen-
cias indirectas; sin embargo, por referirse ms inmediatamente al contenido
de nuestra disciplina ser objeto de un minucioso anlisis ms adelante.
En el transcurso de unos aos se han ms que cuadruplicado las carrete-
ras y puentes que comunican, por ejemplo, Espaa con Francia a travs de
Irn y Behobia. Lo mismo podra decirse de los puestos fronterizos. La inaugu-
racin del ferrocarril Madrid-Pars puede implicar la posibilidad de nuevos
y ms inmediatos contactos. Se espera el pronto y ms eficaz funcionamien-
to y al alcance de todos de ste y otros medios de comunicacin para
que_d sus frutos la futura integracin de Espaa en Europa. Pues la afluen-
cia de turistas multiplica los contactos de Espaa con esa vieja Europa de
la que somos parte integrante.
A medida que en el Continente se ha popularizado el automvil, en deter-
minados puntos como entre Strasburgo y Colonia, es tan poco lo que la
frontera separa, dado el incesante ir y venir de franceses y alemanes, que
los gendarmes, policas y aduaneros parecan sentirse en ridculo: all no ha-
can ms que estorbar, obstaculizando un trfico ya de por s congestionado.
Esta misma movilidad ha alcanzado a todos los pases europeos y as ha
habido que perforar ms y ms los Alpes para que dejaran de dificultar el
trfico que, del Norte al Sur, va en busca del sol mediterrneo.
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JUAN FERRANDO BADIA
(84) Sobre el sugestivo tema de las consecuencias sociales y polticas de los trans-
portes existe ya una abundante bibliografa. Vid., entre otros, L. ARMAND y M. DRAN-
COURT: Phidoyer par Vavenir, Pars, 1961, pgs. 238 y sigs. J. MERCIER: Les conse-
quences conomiques des transports, Nancy, 1961, pgs. 20 y sigs. Cfr. M. SORRE :
Fondements de la gographie humaine, II, Pars, 1954, pgs. 592-594. L. M. JoUFFROY:
L'ere du rail, Pars, 1953, pgs. 70 y sigs. Cfr. P. GEORGE: Prcis de gographie
urbaine, Pars, 1961, pg. 26. M. WOLKOWITSCH: L'economie regionale des transports
dans le centre et le centre ouest de la France, Pars, 1956, pginas 287 y 327.
Vid. G. D'HAUCOURT: La vie americaine, Pars, 1958, pgs. 184 y sigs. Vid. A. SlEG-
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LA NACIN
RESUME
S U MM ARY
The -word nation originally meant a group of people born in the same
place. In the European universities of the Middle Ages "nations" were groups
FRIED: Hineraires des contagions, epidemies et ideologies, Pars, 1960, pgs. 13 y si-
guientes. Vid. A. GRUNTHAL : Tourism in Under-developed Countries of frica South
of Sahara, en la Revue du Tourisme, Pars, 10 de diciembre de 1961, pgs. 180-182.
Vid. P H . FROMONT: Les iransports dans les conomies sous'dveloppes, Pars, 1957,
pginas 331. Vid. J. MERCIER: L'economie et les transports du Tohad, de l'Ouba'
nogui et du Nort Cameroun, 1956, pgs. 510 y sigs.; J. JODEAU: Rflexions aus le
role du transport arien dans une evolution harmonieuse des pays insuffisanment dve-
loppes, 1962, pgs. 324 y sigs.
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JUAN FERRANDO BAD1A
of students jrom the same cultural rea. The concept of "nation" frequently
used as a synonytn for State ivas used in the mid-nineteenth century in
Mancini's sense, not of a real legal entity, but of a specific ethinco'historico'
psychological phenomenon, as a term to describe a group of men bound by
common links of race, history, language, culture and national conscience. So
one could have national States and multunational States, ethically compact
States and States ivith strong foreign national minorities. The different attu
tudes taken by the research^workers of different countries show once again
just how variously the term has been understood.
After describing the different interpretations of the concept in question,
the author analyzes the various elements or factors it comprises; the nation
as the framexvork of politics, the development of the idea of the nation, the
political faiths that have given it the valu we attach to it today (national
sovereignty, national independence, the principie of "nationality" itself). He
goes on to study the process of nationdism, in which he distinguishes betiveen
three phases; the first, up to the French Revolution; the second, from the
French Revolution to the First World War; the third, from 1914 to the pre*
sent day.
The concept of "nation" is then distinguished from others closely asso'
ciated with it like People and State. We are also treated to an exammation
of the conflicts betiveen Nation - States, the crisis of the Nation, the end
of the national States and finally shown the progressive interdependence of
Europe on the economic, social and political planes and the socio-economic
assumption of politics. In this autho/s view, national frontiers will disappear
befor the impact of the technological revolution.
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