Libro Historias de La Calle
Libro Historias de La Calle
Libro Historias de La Calle
Corporacin
REGIN
Primera Edicin
Mayo de 1991
Cartula
Pille, loco de Luis Alfonso Orozco, sobre una foto de Femando Montoya
Ilustraciones:
EDITA
CORPORACIN REGIN
Impreso en MedellnColombia
De lo ltimo que puede despojarse al ser humano, para reducirlo, es de la palabra. En estos
relatos se siente la palabra de aquellos que habitan este Medelln, se siente su forma de ver las
cosas y una manera especial de contarlos; son breves, con los sonidos justos, con la precisin de
los hechos. Algunos parecen anotaciones que hace la memoria a la realidad, muchos son guiones,
retazos de pelculas; todos son literatura.
Conocer exige acercarse por todos los caminos. Historias de la Calle es uno de los senderos;
historias odas, brotadas en clase de espaol, recogidas en talleres de jvenes escritores; escritas
por Rubn Daro Lotero y publicadas por la Corporacin Regin para permitir una lectura cada
vez mejor de los signos, los silencios, la puntuacin, la gramtica de nuestra ciudad.
El Editor
"En el cementerio de la calle
nos encontramos
con nuestra historia reflejad
en un pedazo de asfalto
y nuestro dolor regado
por toda la ciudad".
Claudia Mara Vargas Rico
1
Si se marcara con una cruz, como acostumbran an en los campos y pueblos del pas, el sitio
donde "tumban" a alguien, muchos barrios de Medelln pareceran viejos cementerios.
Tambin los antiguos romanos solan alzar un tmulo all donde mora, en el campo de batalla,
un guerrero, para que las generaciones venideras recordaran a los hombres que all se haban
cruzado. Pero ahora quin recordar a los jvenes que diariamente mueren en los barrios?
Toda verdadera historia es individual. Un hilo que se alarga. Un destino. Una tragedia.
Captar la conversacin que sostienen unos muchachos sobre una de las tantas planchas de
cemento que existen en los barrios que se asentaron sobre las laderas de las montaas de este
valle, hace parte de la Historia.
Contar la historia de alguien. Pararse y contarla con comienzo y final. O contar la historia que
otro ha contado.
Historias que atraviesan la ciudad de punta a punta y salen y entran continuamente llevadas por
los hombres.
Historias de lo que se cuenta aqu y ahora. Idioma que se desplaza como el viento que a ratos
recorre las calles de la ciudad.
Las prximas generaciones acaso hablarn de la violencia como ahora nuestros abuelos cuentan
sobre aquellos aos aciagos de la historia colombiana.
Si las literaturas constantemente estn renaciendo, aqu traemos lo que sera la gesta, pero sin
hroes, slo con llanto y dolor, de un momento de nuestra historia (me refiero a la de la ciudad en
particular).
Gestas que antiguamente hicieron nacer el canto que contaba. Poesa y cuento en boca de los que
gustaban entretener a los dems con la sola palabra.
Es el relato de una guerra contada y escrita por jvenes en tiempo de guerra; de una de las tantas
guerras que coexisten calladas o con estruendo en nuestro pas. Poemas o relatos escritos desde el
otro lado de las paredes cerca a los balazos, el grito o el llanto.
Toda guerra es por un territorio conquistado que otros invaden. El continuo xodo y
desplazamiento de los hombres as lo determina, mientras no se cree la costumbre de la
supervivencia; mientras sta no sea ley construida por unos hombres de carne y hueso, que se
sientan a acordar un destino comn, un futuro; y no la ley de las armas.
RUMORES
Nuestra Seora de las Nieves
Hace un mes se celebraron las fiestas patronales a la virgen en la iglesia Nuestra Seora de las
Nieves. La gente hizo ventas de empanadas, chuzos, chorizos, buuelos, natilla, etc., para la
iglesia. Pusieron msica y bailaban. Hubo partidos de ftbol, procesiones y misa con un obispo y
otra con un cardenal. Todo sali bien, al menos no mataron a nadie.
Un rancho
Una gente era muy pobre y viva muy arriba. La casa era un ranchito sin piso y casi sin techo.
All vivan el matrimonio y siete hijos; dos de ellos estudiaban en la escuela.
Una noche cuando un aguacero azotaba la casa, escucharon un horrible estruendo. Se levantaron
y alcanzaron a ver una gran piedra que rodaba hacia el rancho y salieron corriendo. La pobre
gente qued sin dnde pasar la noche pues la piedra ocup el rancho. Un vecino tuvo
misericordia y les dio posada, mientras volvan a levantar una casa. Pero al pasar los das se
aburrieron con ellos y los echaron. Entonces sin saber qu hacer se fueron de por la casa y no los
volvimos a ver.
Regalo
l era un perro flaco pero bravo que mi pap compr para cuidar la casa. Tenamos una hamaca.
Un da mi pap la puso en el corredor, pero en la noche se nos olvid recogerla. Al da siguiente,
al levantarnos, omos que el perro aullaba; fuimos a verlo: se haba enredado en la hamaca y para
zafarse la volvi aicos. Mi pap lo sac y le peg con una chancla. De la rabia, mi pap nos dijo
que se lo llevramos a un primo que l tena.
Algunos das despus nos dimos cuenta que el perro estaba ms flaco y muy maltratado, pues lo
castigaban pegndole planazos con un machete. El perro se senta aburrido con ese trato y
algunas veces, cuando encontraba la puerta abierta se entraba a mi casa. A nosotros nos daba
mucha lstima pero era imposible tenerlo en casa. Como all no le daban casi comida, se iba para
la carnicera y esperaba la oportunidad para robarse un trozo de carne. Luego el primo de mi pap
le regal el perro a una seora. All fue mejor tratado hasta el da en que sali detrs de un
muchacho de aquella casa, que iba a trabajar. El se mont en un bus; Regalo estaba en mitad de la
calle, cuando pas un automvil y lo arroll.
Mi padre
Mi padre haca unos diez minutos haba venido a casa y haba vuelto a salir. Estaba muy
extrao; aquel da haba venido cinco veces. Nosotros no sabamos por qu. Pero luego hubo una
llamada donde mi mamita: decan que lo haban matado. A mi mam le dijeron que estaba herido;
nunca crey que estuviera muerto. Cuando lleg al Piloto no la dejaban pasar; le decan que
estaba vivo, pero era mentiras porque estaba muerto.
Esto ocurri en San Blas, a las 10.50 de la noche. Le dispararon en la cabeza. Los que lo hicieron,
no saben el mal que nos han hecho quitndonos el padre a dos hermanos, a los que quera y
amaba mucho.
El amigo secreto
Acab temprano la arreglada de casa y por la tarde sal de vueltn con las amigas a comprar el
regalo. Como a las cinco compramos el aguardiente, el vino y las naranjas. A las nueve y media
se prendi la cosa.
Fuera de los de la cuadra, cada uno por su parte invit amigos. El descubrimiento fue tremendo
rollo: adivin quin me tena, de chepa!
Mi novio vino y estuvo conmigo apenas hasta las once. Pero cuando se fue, me cay un
muchacho y empezamos a cotizar; porque, la verdad, a m tambin me gust. Bailamos hasta el
amanecer en una de las casas de la cuadra. Toda la noche bailamos.
Estrellado amor
Un muchacho era de una banda. l, como todo vicioso, era muy lindo; varias mujeres vivan
detrs de l. Una joven primero le tena miedo; luego ese temor se convirti en amor, pues l la
miraba mucho. Y aunque tena una hija, ella lo quera ms y ms.
Un viernes se fue para una finca con su combo. A los das se vinieron algunos; pero l nada que
llegaba. Luego se supo que l y otro compaero estaban muertos.
Pero la joven an no saba nada. Ella estaba en un grupo juvenil y antes del ensayo de teatro,
varias compaeras le contaron. La reaccin fue de llanto; deca que ya el corazn le haba avisado
y lloraba inconsolable.
Asisti a su entierro pero lo ms triste fue que no pudo verlo, ni siquiera en el atad, porque a l
lo haban quemado y la caja estaba sellada.
Nombr una estrella; y cada que estaba triste hablaba con esa estrella, diciendo que era l para
ella. No lo saba sino ella.
Ella me esquiva
Cuando la saqu de la casa, slo tena diecisiete aos. Ahora estamos separados por
circunstancias que no conozco. Su indiferencia me ha cambiado del todo.
Desde que comenzamos mal me dediqu a matar. Yo tumbo a una persona y quedo sano; no ha
pasado nada. Mato a un tipo por veinte mil y si es posible tres de una vez. Es ms, acabo de venir
de un pueblo donde dej dos muecos y vame aqu, estoy sano; y si se me atraviesa otro,
tambin le doy el paseo. Eso s, no tiro vicio; pero qu ms vicio que esta vida?
No s qu hacer: cuando intento acercarme, ella me esquiva. Usted no sabe cmo me siento!
Esta semana una pelada me contrat para matar a su marido. Cuando llegamos el hombre la cogi
a golpes. Yo intervine y como intent tirarme, lo mat. Le tuve que quitar cuarenta lucas a la
pelada, pues era lo acordado, y me perd. Por ah me propusieron otro trato similar, pero yo
quiero cambiar de vida... Claro que est muy difcil.
Una promesa
El pintalabios encendido
Resulta que por mi casa se oy decir que haban matado a un muchacho por los lados de El
Jardn. Todos pensamos que era mentira. Cuando lo subieron a las 3 de la tarde casi todos nos
pusimos a llorar. Fuimos, lo vimos y lloramos ms. Por encima de la casa se vea pasar mucha
gente. Salan unos y entraban otros; por montonados.
Cuando lo iban a enterrar casi no lo dejan salir. Lo sacaron para la acera y le pusieron dos discos:
Tumba humilde y El pintalabios encendido. Al terminar los discos se oyeron tres tiros. Esa era la
despedida del barrio. Y a la salida de la iglesia se oyeron otros tres. Todo fue muy bonito.
Dos caras
Leonel era un hombre trabajador. No le haca dao a nadie, ni daba perjuicio. Un da l pidi un
arma prestada y se la robaron. Comenz a pagarla por cuotas, pero luego dej de pagarla porque
no estaba trabajando. Por esto el dueo del arma lleg y lo encendi a bala. Leonel por nada
pierde la vida y una parte de su cuerpo. Sin embargo, se recuper de las heridas y decidi cobrar
venganza. Con el hermano consigui quin le prestara armas y a quin tuviera que ver con el que
lo hiri, lo mataba.
Ahora, es de dos caras: con una es trabajador y servicial, y con la otra es un matn, que no le da
miedo de nada.
Miedo
Un da estaba afuera de la casa con mi hermana, mi pap y mi mam, cuando escuchamos unos
tiros. Al momentico que mi pap se entr, mi hermana vio al frente un herido y se maluqui; yo
me asust mucho cuando apareci un hombre con un revlver junto al rbol que est al pie de la
casa, y me entr corriendo. Mi mam fue la que recogi a mi hermana y le tuvo que dar t y
pastillas para dormir. Yo casi no duermo porque tena miedo.
Un hermano
Reinaldo trabajaba en la librera y papelera Junn. All conoci una muchacha y fueron novios
tres aos. Cuando faltaban veinte das para casarse, ocurri el accidente.
Durante ocho das estuvo en estado de coma y le hicieron varias operaciones. Cierto da lleg la
ambulancia a la casa y nos sorprendimos al ver a nuestro hermano an inconciente.
Los vecinos del barrio se manejaron muy bien durante el tiempo en que l estuvo grave. Das
despus comenz las terapias, pero por su mal genio no pudo continuar; y toda la recuperacin
dependa de su voluntad.
Hoy se encuentra invlido de un pie y de una mano. Y no es normal: le dan ataques y algunas
maanas se levanta hablando cosas que uno no entiende.
Una familia
Era una familia pobre conformada por cuatro hijos, el padre y la madre. De un momento a otro,
Javier, uno de los menores, consigui carro, moto, electrodomsticos, ropa y muchas cosas ms;
pero de igual forma desapareci, como si se lo hubiera tragado la tierra y hasta el da de hoy no se
sabe nada de l.
Todas sus pertenencias pasaron a otro hermano que, al ao de Javier desaparecer, encontraron
muerto de la manera ms brutal.
El mayor an vive pero se cree que por poco tiempo, pues varias veces han preguntado por l y
por esto se alej de su casa.
La mujer, la nica que les quedaba a los viejos, se fue a vivir a la casa de su novio. Los viejos, a
pesar de que poseen carro, casa y comodidades, viven solos, tristes y amargados.
Los hijos
Doa Romelia es una de las vecinas ms antiguas del barrio. A pesar de sus cuarenta y dos aos
de edad tiene ocho hijos vivos y tres hijas muertas.
Las abuelas
A mi abuela por parte de mi mam le tocaba trabajar mucho cuando era muchacha. Luego se
cas y tuvo once hijos; seis se murieron y cinco viven. Ella nos cuida para que mi mam se pueda
ir a trabajar, porque yo no vivo con mi pap.
A mi otra abuela no la conoc, pues muri cuando iba a tener a mi pap. Pusieron a mi abuelo en
que no saba qu hacer. Le dijeron: "Salvamos a la seora o a su hijo?" Mi abuelo pens mucho
y dijo: "Al nio. l tiene toda una vida por delante".
As fue que naci mi pap. Y aunque mi abuelo se volvi a casar, siempre se acuerda de su
primera esposa, mi abuela por parte de mi pap.
La tienen enyerbada
Mi abuelita est muy vieja pues tiene setenta y seis aos. Ella naci en Andes y all vive toda su
familia; menos los hijos que viven ac, en Medelln. De vez en cuando vena a mi casa, pero ya
no lo hace. Casi nadie sabe de ella, pues unas viejas la tienen enyerbada para que pida plata por
las calles y no se acerque a las casas de sus hijos.
Caliche y Memo
Ramiro tan slo tena diecinueve aos y su mejor amiga era la droga. Viva con la Mona, una
linda nia que siempre ha gozado del aprecio de muchas personas. Sin embargo, l la maltrataba
y ella tena que huir donde su familia; hasta que un hermano y un sobrino se dieron cuenta del
maltrato y decidieron reclamarle.
Un viernes en la noche Ramiro aparece apualado junto a la casa de Caliche, su mejor amigo.
Este fue culpado y permaneci preso durante mucho tiempo. Pero Memo, el hermano de Caliche,
se dio cuenta de quines haban sido los culpables, y les hizo pagar quitndoles la vida.
Hoy en da Caliche ya est libre, pero Memo, de su vida ha hecho un fracaso. Se encuentra en la
crcel y slo su familia le brinda apoyo; pero se sienten mal, porque antes de lo sucedido, nunca
se haban preocupado por l.
Juan Antonio
Cuando ramos ms pequeos, solamos jugar baln en la acera de la casa de un seor llamado
Juan Antonio Bernales. l viva con su mam y una hermana, pero les robaba para irse a soplar y,
siendo tan viejo, era atracador.
Un da estaba sentado fumando cigarrillo y un pelado le tir una piedra; el casi lo mata a golpes.
Otro da aporre a la mam porque no le daba plata y ella lo hizo llevar a Bellavista.
A los seis meses sali y a la semana se tom un fraseado de veneno para matar insectos; echando
babaza por la boca, lo llevaron a la Samaritana y no se muri. El tipo entonces se regener, pero a
los pocos meses falleci. La hermana se llev a la mam para Cartagena y la casa la alquilaron.
Chferes
Estamos pasando por una etapa difcil. Ayer hubo paro de buses pues a un chofer que estaba
trabajando lo mataron porque no tena nada que le pudieran robar. Por la entrada de San Pablo
hasta Santo Domingo algunos chferes, en todas las salidas, quemaban llantas para que no
pasaran colectivos. Otros en todas las puertas pedan arroz, pltanos y papas para almorzar.
Una tarde estbamos Mara y yo en la casa. Ese da estaba la polica por all y mi mam nos
haba advertido que cerrramos la puerta. Mara estaba lavando una ropa y yo estaba fritando
cuando sentimos un ruido y vimos unas manos grandes que se pegaron del muro del patio. Un
hombre se tir y corri hada adentro. Yo iba para la calle y Mara me jal para la pieza. l se
entr all. "No vayan a salir", nos dijo. Nosotros le dijimos que nos queramos ir y nos pusimos
llorar. "Les doy plata". Le respondimos que no; mejor nos bamos y no le contbamos a nadie que
l estaba ah.
Entonces sal corriendo para la casa de enseguida y Mara se qued (luego sali ella para otra
casa, pero yo slo me di cuenta despus). La polica tocando y buscando en las casas, nada que lo
podan encontrar. Llegaron a la de enseguida y sacaron un muchacho que estaba durmiendo.
Preguntaron a los otros policas si era ese y dijeron que no. Despus llegaron a mi casa y no
podan abrirla. Entonces uno de ellos se meti por una ventana y tumb una cama: debajo de ella
estaba escondido el seor. Lo vieron y lo sacaron, pero antes reblujaron toda la casa y dejaron
todo as.
Al principio todo era un rastrojo que perteneca a un seor llamado Benjamn. l le vendi un
pedazo a mi padre, un campesino recin llegado de Amalfi. Los dems llegaron de Yarumal y
Yal.
Como todos ellos, mi padre levant una pieza de bahareque, fieltro y cartones, que poco a poco
fue ampliando y mejorando. De esta manera se formaron once casas o familias, unas muy
distantes de otras.
Sufrimos mucho para poder construir pues el agua la debamos traer de un nacimiento alejado,
que hoy llamamos "el chorrito". Los materiales eran muy caros y haba que ir por ellos a varios
kilmetros. No haba carreteras y en invierno, los caminos se convertan en lodazales
intransitables. La gente andaba siempre con los zapatos empantanados y con la ropa ms vieja.
En mi casa el mercado era muy poco; nunca alcanzaba el dinero para comprarlo. Toda la gente
era pobre, pero unida.
Para que el padre Hernndez pudiera desplazarse hasta la pequea capilla que todos habamos
ayudado a construir, le bajbamos los domingos un caballo. Con la ayuda de l se hicieron
campaas para hacer carretera y poder tener un buen transporte. Las catapilas comenzaron a abrir
calle, pero como se remova mucha tierra, las casas con las lluvias se inundaban; por fortuna todo
pas.
La luz elctrica era muy deficiente porque se coga de contrabando del sector de La Salle.
Entonces por medio de la accin comunal, se cre un comit de trabajo para conseguir una planta
elctrica. El Municipio construy una en el sector de El Jardn, que en ese entonces llambamos
Tranvilandia, porque sus moradores vivan en vagones. Fue un gran acontecimiento para toda la
familia. Se celebr con cantos, rondas, msica...
En diciembre los chicos hacamos una recolecta de plata por todas las casas, para as poder armar
las cadenetas en la cuadra.
Recuerdo las casas viejas, descuidadas por tradicin, y que ahora han tomado un aspecto ms
moderno.
Recuerdo cuando pavimentaron las calles. Aquello fue algo espectacular: madrugbamos slo
para ver cmo las mquinas transformaban nuestro mundo.
Cada ocho das nos reunamos la gallada en una esquina para ver la pelcula. Es ms, muchos
amigos de nuestra familia y vecinos venan de otros lugares para verla. Cul pelcula? Pues las
peleas y desrdenes que ocasionaba en la tienda, cuando se emborrachaba la familia conocida
como los Lzaros. Ahora de ellos se sabe muy poco.
Recuerdo el relato de Doa Argelia contando que cuando les daba a sus hijos un peso para llevar
a la escuela, estos no lo gastaban sino que ms bien lo ahorraban, para comprar un adobe para
construir la casa; que ms tarde tuvo tres pisos y en su parte baja funcion una carnicera. La
familia ya no vive all, pero esa construccin es el testimonio de unidad y abnegacin de una
familia.
Cerca de all nad la sociedad mutuaria El Espritu Santo manejada hasta hoy por Don Francisco,
ms conocido porque es evanglico, y esposo de Doa Raquel, la que cuando enferm de
amigdalitis, fue la encargada de ponerme las catorce inyecciones prescritas.
Siempre, cuando no haba qu jugar, nos bamos a la sede de los evanglicos y nos burlbamos de
su fanatismo coral, haciendo bromas acerca de ellos.
De las familias de antao ya no queda nada porque el tiempo cambi las cosas drsticamente.
Muchas se han ido y ahora los vecinos ni nos conocemos.
Una misa
A mi amigo Camilo, hace un tiempo, le agradaba mucho el punk. Sola salir con varias galladas
de punkeros a divertirse un rato; algunas veces la cuenta de muchachos llegaba incluso hasta los
cincuenta. Vestidos con trajes raros buscaban en los barrios casas desocupadas para armar sus
fiestas. Lo primero que hacan era tirar la puerta al suelo y luego preparaban grandes cantidades
de cocol, mientras otros tiraban marihuana.
Sus bailes eran bruscos y peligrosos: todos formaban una ronda contra los muros y luego se
golpeaban unos a otros con los hombros. Cuando a alguno se le suba el alcohol a la cabeza,
coga una cadena o un palo y golpeaba a todo aquel que se le atravesara; ms de uno sala con la
cabeza rota.
Algunos de ellos, como Camilo, se quedaban cerca de la puerta principal o buscaban un patio o
solar, para poder huir cuando hiciera presencia la polica.
Camilo me cuenta adems que solan meterse por las noches entre los basureros para practicar
invocaciones y splicas a Satn.
Un da, cuando asistan a una misa con una multitud de rockeros aficionados al punk,
descubrieron dos afeminados que bailaban en un estilo muy plstico. A ellos les disgust tanto
que se les lanzaron y se arm un gran alboroto. Al rato lleg la ley. Algunos fueron a dar a la
crcel; otros, a un hospital.
Cuando se renen conforman un gran grupo que no comparte ni opiniones, ni pensamientos; slo
los une la msica. Y se llevan con la doble. Van siempre solitarios.
Ah y es de nuevo la maana
Tibia y azul
El que est sealado
(en la lista hay una cruz despus de su nombre)
liviano todava
va por las calles
Trae la calavera llena de sueos
Limpio recin peinado
va a sus negocios
Cuando el asunto se despache
un nombre se tachar
Por ahora va por las calles.
Jos Manuel Arango
MARCANDO CRUCES
l era tremendo
Apareci en Guarne quemado vivo. Hace ocho das lo velaron. Tena veintids aos y era
sicario. Perteneca a la banda de Leto, a quien mostraron en estos das en televisin, acusado de
muchos crmenes.
De esa banda ya le han dado el paseo a varios, pero an quedan muchos; como diecisiete, todos
armados.
Yo saba que l era as, sin embargo lo quera. El ocho, cuando salimos a vacaciones, cumpl
quince aos; y por l no me hicieron fiesta en la casa. Mis padres se oponan a que fuera mi
novio. "Yo voy a su casa aunque tenga que matarlos a todos", me haba dicho.
l era tremendo y a veces me daba miedo, "Si tiene algn problema dgamelo, que yo se lo
soluciono". Pero yo ya saba cmo era su manera de solucionarlo. Una vez le dije que tena un
problema con alguien. No le dije con quin, para que no hubiera dificultades. Era que un
muchacho basuquero me quera robar el reloj a la salida del liceo, pero yo no me dej. Pues l se
averigu todo. Entonces Fif, as era como lo distinguan a l, abale al muchacho, dejndolo
invlido.
Mi mam me quiere sacar del colegio porque dice que yo me voy a volver sicaria, pues para ir
all tengo que pasar todos los das por el parche de los muchachos.
En mi casa siempre se opusieron a que hablara con l. Todos los das me echaban cantaleta. A m
no me gusta que me estn echando cantaleta, ni que me griten. Ellos nunca han dialogado
conmigo.
Yo tengo otras dos hermanas y entre las tres arreglamos la casa. Nos levantamos temprano y mi
mam se queda en la cama. Pero luego, mientras hago el oficio que me corresponde, me echa
cantaleta y a m eso no me gusta.
Todo comenz un mircoles en la noche, como a las ocho. Dos carros pasaban hacia abajo y yo
estaba en la acera de mi casa con un amigo. Ellos pasaron y nos miraron feo. Volvieron a subir
despus. Yo todava estaba ah y nos volvieron a mirar feo. Como a los diez minutos dieron la
vuelta por otra parte y ms abajo de donde nosotros estbamos, comenzaron a dar bala. Despus
nos dimos cuenta de que se haban llevado a cuatro y a una pelada.
La mam de uno de ellos acompaada por dos muchachos, al otro da fue a buscar a todas las
inspecciones de polica. Una persona les dijo que fueran al anfiteatro. All estaban dos
muchachos de mi barrio junto con otros. Los vecinos se pusieron muy tristes por esas muertes.
El Mono haba acabado de llegar del trabajo y fue a la tienda a comprar una pasta de jabn para
lavar su ropa. De vuelta se qued conversando con un seor y con Jhon James que estaba en la
esquina mirando, ah tranquilo. Su hermano se acerc y le dijo que se fuera para la casa. Eran
como las ocho, y al ver que estaba temprano, le dijo que al rato iba. Cuando se fue el hermano, un
taxi amarillo par en la carretera y se bajaron tres hombres encapuchados. Algunos muchachos
que estaban en la esquina lograron huir. Slo quedaron el Mono, Jhon James y el seor. Los
hombres sacaron sus armas y les dieron hasta que se quedaron quietos. El seor y el Mono fueron
los muertos. Jhon James qued invlido, sufre de ataques epilpticos y parece que queda mudo o
gago.
Un da en que estaban muy trabados, unos muchachos se fueron para unos billares y se juntaron
con los de la barra del Pibe. Un seor que reparta quesitos en una moto pas hacia la tienda, y
uno de los muchachos dijo: 'Vamos a comer quesitos". Y fueron y le quitaron al seor siete
quesitos y como tena revlver, tambin se lo quitaron y lo mataron con l. Luego le sacaron los
tenis y se llevaron la moto con los quesitos. Felices y contentos se metieron una mano de taquis,
sin tener preocupacin por nada. Ms tarde lleg la polica y buscaron y buscaron a los
muchachos y no los encontraron. As se qued todo.
Dameveinte
Tena diecisis aos y se llamaba Edison, pero le decan Dameveinte. Nosotros nos bamos con
l para paseos. Un da dos muchachos de por aqu le dijeron que si los acompaaba a la cancha.
Luego, cuando estaban en la cancha, le preguntaron por su hermano Marcos. "No s. No me dijo
qu iba a hacer", les respondi. "Nos decs donde est o te matamos", le contestaron. El sigui
insistiendo que no saba. Sin embargo, le dieron tres tiros y salieron corriendo. Dameveinte
contaba que no supo cmo se par y camin hasta la carretera. Un seor de un taxi lo llev hasta
el Piloto. l se alivi, pero tuvo que perderse de por aqu. Al tiempo, volvi.
Cuando van subiendo unos hombres y preguntaron: "Quin se apoda Dameveinte?" "Yo", dijo
l. Entonces empezaron a darle tiros y a su hermano lo aporrearon todo. A Dameveinte lo
mataron y a Marcos lo llevaron para Bellavista.
Lo ms triste fue que su madre vio por la ventana cmo destrozaban a sus hijos, sin poder hacer
nada.
Dicen que lo mataron porque haba malherido a un polica, que le haban encontrado en su casa
una moto oficial y una pistola, y que era el cabecilla de una banda.
En nombre de la ley
Eran dos hermanos que participaban en una banda. A la una de la maana de un viernes, cuando
dorman, unos hombres entraron forzando la puerta y gritando que era en nombre de la ley. Los
sacaron de la cama y a sus hermanos los hicieron tirar al suelo.
Amenazaron a la madre con coger a sus otros seis hijos, si haca algn movimiento. Amarraron a
los dos hermanos y salieron diciendo que los dejaran cerca.
A los dos minutos se escucharon dos tiros junto a la caada. La madre no pudo salir porque
hombres encapuchados y vestidos de negro rodeaban la casa. Ms tarde fue a ver y encontr a sus
dos hijos muertos.
Hasta ahora no ha podido comprender quin los mat y uno de ellos dej dos hijas.
Mandbula
Entr un hombre y le peg cuatro balazos. Lo sacaron de la tienda y lo pusieron en la calle. La
gente vino a verlo y algunos lo alzaron y se lo llevaron para la carretera para esperar un taxi o un
colectivo. Pero cuando ya lo haban montado al colectivo, unos hombres llegaron, atacaron y
encendieron el herido a pualadas. Luego se fueron. El colectivo arranc para el hospital con el
muchacho. Lo entraron a urgencias, pero fue intil: Mandbula ya estaba muerto.
Yo estaba en el colegio
Yo estaba en el colegio; no saba nada. Lo haba visto por la maana y nos habamos saludado.
l y yo la bamos muy bien. Lo quera como un amigo y l era de la banda del barrio. Se haba
ido a conseguir trabajo con otros amigos, en especial con uno que llaman Unitos. Venan en un
bus de Santo Domingo cuando algunos de la banda enemiga se subieron al bus y mataron a
Mario. A Unitos no lo mataron; slo le pusieron el arma en la cabeza para poder darle a Mario.
Tambin mataron a una nia e hirieron a una seora. Todo esto fue muy triste. Al otro da lo
enterraron.
El diario de Jhon
1
Como lo hago todas las maanas despus de desayunar, me puse a realizar mi oficio: arreglar la
casa. Luego me fui para la calle a charlar con mis amigos y a jugar ftbol, hasta la hora de irme
para el colegio.
2
Para el domingo mi padre me ha encargado que le ayude a pegar unos adobes y a encementar el
piso de la casa, pues al fin ha conseguido con qu comprar los materiales necesarios.
3
Anoche me avisaron que haban matado a mi amigo Miguel.
Hoy lo enterramos en el cementerio de San Pedro. Su familia est muy triste y yo tambin; tanto
que no fui a estudiar.
El juego de un pelato
Yo vena, como todas las maanas, para el colegio. En la tienda se haban sentado dos celadores
a tomarse un tinto. Haca fro, por eso llevaba las manos en los bolsillos e iba despacio. Cuando,
en un segundo, un pelao de unos catorce aos se abalanz con un changn sobre uno de los
hombres y le dispar.
A los que bamos del barrio para el colegio y a los nios de la escuela, les toc pasar por encima
del hombre que cay en la acera y hasta a los profesores que venan en la buseta.
El hombre era de unos cincuenta aos, como del campo. No se vea aterrorizado, ni angustiado.
Tal vez hasta el final crey que todo era el juego de un pelato.
El primo
Cmo perdonar
Llegu a mi casa temprano, pues en el colegio haban hecho un paro por la muerte de un
representante de los profesores. Cuando entr, mi madre me recibi el bolso y me dio un jugo.
Como mi hermano estudiaba conmigo, ella pregunt por l y yo le dije que se haba quedado
donde mi ta.
Pap se acost despus del almuerzo pues tena turno en la fbrica por la noche. Nos quedamos
conversando mi mam, dos hermanos y yo.
A los minutos entraron a mi casa siete muchachos del barrio fuertemente armados y empezaron a
coger todos los objetos de valor. Cada uno iba saliendo con un artculo diferente; pero uno de
ellos se qued en la casa tratando de desconectar el televisor. En ese instante se levant mi pap
de la cama, el muchacho se asust, o se cabrio como dicen ellos, y dispar sin saber siquiera
dnde; el impacto de la bala lo recibi mi mam, en su abdomen. Ella toc con sus manos la
herida, y se vio ensangrentada. Se fue recostando contra la pared y luego cay al suelo, despacio.
En ese instante mi pap sali a buscar un carro, yo me asom a la puerta, y vi a los muchachos
caminando por la calle con los objetos en la mano. Cuando entr a mi casa, mam miraba
fijamente a mi hermanito, que tena, en ese entonces, un ao y medio. Luego me mir como si
quisiera decirme algo, pero no pudo; con esa mirada se despidi de todos los anhelos que haba
hechos con nosotros, su familia. La polica vino por ella slo a las 7 p.m.
Ahora, casi cuatro aos han pasado; ya no hay quin me reciba en casa, me d algn consejo o
me ofrezca un jugo. No podemos olvidar aquella tarde; an mi hermano se arrepiente de no haber
estado en casa. Hubiera sido peor.
Nunca olvidaremos sus consejos, sus pensamientos, su vida, su forma de ser y de darse a las
personas y sobre todo, la manera que nos ense de cmo perdonar a los dems.
A la salida de clase
Picamos el saque, los jugadores correspondientes e hicimos los arcos. La cancha estaba
encharcada pero no se nos dio nada y comenzamos a jugar. Nos volvimos como marranos de
tierra y pantano.
Al finalizar, un man de San Blas que llamaban Chino, se arrim y me dijo que le hiciera un tiro,
pero yo no quise, pues a muchos muchachos les haba robado. Entonces el Chino se le acerc a
un compaero que tena puesto un reloj de calculadora, cronmetro, fecha, hora y alarma, y le
puso una navaja. "Entrgamelo o sino te manco", le dijo. l no tuvo ms remedio que entregarlo
y se puso triste. Cuando el ladrn iba por el callejn, todos nosotros cogimos piedras y nos
fuimos detrs, pero como l tambin recogi, nos dio miedo y corrimos.
Este ladrn ya le haba robado el reloj a un compaero llamado Anbal y el portaminas a Sal, un
estudiante de octavo. Fue tan de malas Anbal que el mismo ladrn le rob otro reloj. A los das,
le pegaron al Chino un tiro en la mano y se la tuvieron que enyesar.
Hoy en da el Chino, que se haca siempre en el kioskito a la salida del colegio, est linchado;
porque lo pillaron robando, y como se lo haban advertido, acabaron con su vida.
Los Pielroja
Haba en mi barrio una familia a la que apodaban los Pielroja. No s por qu la llamaban as,
pero s que la formaban unos asesinos que mataban por placer; ellos no pensaban el dolor que
senta una persona al perder un ser querido. La familia era constituida por el padre y la madre,
dos mujeres y tres hombres; los terceros eran los inconcientes de la vida de los dems, las
segundas eran sus defensoras y los primeros sus alcahuetas.
Una noche en que me encontraba en la tienda haciendo un mandado, sali de pronto uno de ellos
detrs de un seor, que era honrado y trabajador, con una pualeta en la mano para atracarlo.
Como el seor no tena plata, le dio una pualada en el estmago. Pero el seor cargaba tambin
una pualeta e hiri al muchacho; no tuvo suerte porque el otro hermano le cay encima y entre
los dos lo mataron. Y aunque varias personas fueron testigos, sus hermanas los defendieron, y
ellos continuaron haciendo sus fechoras hasta que se les acabaron sus alegras.
Una vez iba por la otra cuadra uno de ellos, cuando salieron dos hombres y lo mataron. Le
sacaron el corazn y lo tiraron frente a la puerta de su casa. Luego, como a los tres meses,
mataron al otro y le sacaron los ojos. El padre muri despus de un ataque al corazn. Los que
quedan parece que al fin reflexionaron, porque el ms pequeo no mata, pero si roba. Claro que
cuando los sacan de quicio son capaces de ser los de antes.
Quise contar esto porque hace un tiempo, el que tuviera un cuchillo era el rey: le gustaba que lo
vieran con respeto y le sirvieran los dems. Ahora es distinto. Todo ha cambiado. Las armas son
las balas y el que manda debe tener un changn o un 38.
Corroncho y Tista
Tengo setenta y dos aos y hace veintids vivo en San Blas. Hasta hace aproximadamente diez
aos, el barrio, segn lo que yo perciba, era pacfico. No se vean barritas de muchachos como se
ven en la actualidad; haba uno que otro muerto por muerte natural, pues no se escuchaba
comentar que fuera por venganzas o malos entendidos, como ahora. La primera muerte violenta a
plena luz del da, que yo recuerde, fue en el ochenta.
Una maana, Corroncho, un vecino de esta casa, fue asaltado por un tal Tista. Le rob tres
cadenas y un reloj que le haba regalado la mam el da de su matrimonio. Entonces lo esper en
la calle y a eso de las doce, cuando lo vio acercarse, se le ech encima y lo apercuello, "Dnde
tenes lo que me robaste?", le grit. "Ya lo vend", respondi. Corroncho sac un cuchillo que
horas antes haba envuelto en un Colombiano y haba escondido en su espalda. Cuando Tista lo
vio, comenz a forcejear pero no pudo soltarse. "Corroncho no lo haga!, Sultelo!", le gritaba la
gente que estaba noveleriando; pero l, sin un mnimo de compasin, le dio tres pualadas. En
ese momento lleg su esposa y se puso a llorar. Entonces Corroncho lo solt y Tista cay al
suelo. Todos crean que lo haba matado, pero no. Tista tena ms vidas que un gato y, en un
descuido, sali corriendo. Fue cuando Corroncho sac de un carriel de ganadero que llevaba
consigo, un revlver; empuj a su esposa, lo alcanz y le hizo dos tiros. Uno le bot la tapa del
cerebro...
Por cosas tan insignificantes no es justo quitarle la vida a una persona. Dicen, y a mi edad lo creo,
que los ancianos somos muy nobles. Remontndome a ese entonces, yo estaba de acuerdo en que
slo lo enviara a la crcel para hacerle perder la libertad, en castigo por codiciar lo ajeno.
El dicho de ahora, "si lo mataron es porque las deba", est mal interpretado. Hoy en da el hecho
de mirar feo, las confusiones y los parecidos, producen muerte. El barrio es un verdadero caos y
crece cada da ms el temor de vivir en l. Lo que ms siento es cmo la nueva generacin se
educa inconcientemente en la violencia
Hielo y Castalia
A pesar de que tuvimos lo necesario como pobres, o sea mecha, melona y dormida, nunca nos
gust estudiar y siempre nos mantenamos juntos, haciendo las comunes travesuras de nios. Pero
crecimos y ya slo bamos a nuestras casas a tanquiar y a dormir, tarde en la noche. Entonces
tenamos como confidente a la marihuana.
Robbamos chichipatamente para poder comer, vestir y soplar. Cuando comenzamos a coger
pescuezos, nuestras armas eran navajas y cuchillos. Por esto recibimos el rechazo de los vecinos;
nos menospreciaban porque banderibamos el barrio. Todo esto nos llev a echarnos a cuestas
enemigos que nos han roto el cuero sin lograr tumbarnos.
Hacamos vida
Cuando al Grone, a Caliche y a m nos expulsaron de la escuela, nos dedicamos a vivir de lo que
nos brindaba la calle; cogimos vicios y algunas veces hacamos robos pero no eran de gran
importancia.
Los tres estbamos entre los quince y diecisis aos de edad, y nunca nos separbamos;
compartamos lo bueno y lo malo.
Al tiempo conocimos a Enrique y a Ptete, que se tuvo que perder porque lo iban a tumbar, y no
volvimos a saber nada de l.
Con Enrique ya nuestro combo era de cuatro manes, de los cuales slo quedaramos el Grone y
yo. Digo esto por lo que nos pas un jueves en horas de la noche cuando estbamos en Beln
Altavista, visitando un parcero de Enrique que se haba ganado un par de tiros cuando se dispona
a hacer un cruce. Saliendo de la casa de ese man, nos dimos cuenta que estbamos sin un peso en
el bolsillo; slo nos acompaaba un coso y la nueve milmetros que Enrique siempre cargaba
cuando bamos de vueltn; con este fierro era que nosotros hacamos vida.
Caminamos unas cuadras y nos dimos en la cabeza; quedamos tan amurados que decidimos salir
de rebusque. Preciso, ni mandado a pedir, asom por la carretera un cliente bien embambado.
Ninguno de nosotros imagin que fuera una trampa que la polica vena haciendo desde haca
das y con muy buenos resultados. El caso fue que Enrique sac su fierro y sali primero, luego
lo siguieron el Grone y Caliche; yo lo nico que hice fue esperar y observar.
Cuando lo cogieron y lo iban a bajar de todo, se apareci de repente una parca por una esquina y
los motorizados por la otra, rodendolos completamente. Enrique les hizo unos tiros para cubrirse
mientras brincaba un muro, pero en el intento le metieron varios tiros certeros y mortales; el
Grone y Caliche, al ver lo sucedido, se rindieron.
Este intento de robo les cost cinco aos en Bellavista a los dos. All lo malo, y lo que mat a
Caliche, fue su conchudez: comenz a tirar vicio fiado. El Grone le advirti que si segua as, sin
pagar, lo iban a matar; Caliche se confi y a la semana ya estaba muerto: seis pualadas le
metieron. Me lo cont el Grone cuando fui a visitarlo y me entristeci mucho; lo nico que pude
hacer fue tratar de animarlo.
Cuando sal de la visita le dej unos pesos para que no se embalara. Yo segu vagando solo por
las calles, llevando conmigo aquel tan amargo.
Tierno y yo
Mi vida, o mejor dicho mi muerte en vida, comenz desde muy joven. Tena apenas catorce aos
cuando empec a consumir droga. Para m se convirti en mi amiga, en mi novia, hasta quizs en
mi madre. Para poder conseguirla necesit robar. Mi primer robo lo realic con unos amigos. De
l nos quedaron cincuenta mil pesos. No era mucha cosa pero andaba desesperado.
Luego de algn tiempo me fueron conociendo como Escorpin: un hombre rudo con un corazn
de piedra. Conoc a un amigo; le decan Tierno porque era lo contrario: un hombre delicado pero
con el odio ms grande que nadie se imagina.
Poco a poco fuimos formando una gallada; nuestra gallada. Aqu comenzamos a realizar robos
por lo alto y a matar.
La primera vez que mat fue por venganza. Unos tipos me haban hecho unos tiros, pero yo les
sal adelante. Sent miedo cuando los vi caer al piso y a la vez pens que era lo mejor.
A los cuatro meses de habernos perdido porque la polica nos estuvo buscando, volvimos. Ahora
todo era distinto. Para realizar los atracos ya tenamos intermediarios. Hicimos un robo
espectacular:
Conseguimos dos mujeres para que nos llevaran los fierros. Nos encontramos con ellas en un
reservado; bamos pasando uno a uno y nos entregaban el fierro. Salimos directo a la joyera.
Cuando llegamos, dejamos la moto y el carro listos, afuera. Entramos e inmediatamente nos
dirigimos a la caja fuerte. Al ver que estaba cerrada toc ponerle una granada al vigilante en la
boca para que la abriera, pero como no colaboraba, toc meterle un pepazo en el pie. Al ver que
estbamos hablando en serio, la abri.
Esta vez no salieron las cosas como queramos porque un parcern muri y otros dos salieron
heridos; cada uno con un tiro en la barriga. Los internamos en el Piloto y, para que los trataran
bien, le pagamos por aparte al mdico.
Mientras ellos estaban en el hospital, nosotros estbamos con Quique, velndolo y llorando. Lo
que nunca se haba llegado a ver: que el rudo Escorpin llorara; pero mi amigo lo mereca.
Muchos creen que nosotros trabajamos por oficina, mejor dicho, con la mafia; pero no es verdad.
Nunca nos ha gustado estar bajo el mando de ningn maricn. Adems, donde nosotros
trabajramos por oficina, ya estaramos muertos. Una vez un mafioso nos pag por matar a otro.
Fue algo horrible: el mafioso estaba en un segundo piso y en el tercero haba un nio. Una de las
balas dirigida a esa pinta le dio en la nuca y el nio muri desangrado. Nadie sabe cunto me
doli. Fue un momento de reflexin. El ms horrible de mi vida.
Sin embargo, aqu estamos Tierno y yo. Luchando contra la vida, sin detenernos ante nada. Ni
siquiera ante el deseo de salir de todo esto.
Mi familia y yo somos de un pueblo cercano a Medelln. Desde que nos vinimos de all siempre
hemos vivido en El Morro. Mi familia consta de tres hermanas, mi pap, mi mam y yo. Siempre
me ha gustado el estudio pero slo me ayudaron hasta quinto primaria. Yo trat de seguir
adelante estudiando en la nocturna pero nada ms pude hasta tercero de bachillerato pues como
tengo diecisis aos, no he podido conseguir trabajo. Fue cuando recurr a mis padres para que
me ayudaran con algo pues todo el pago que reciban era para mis hermanas. La nica respuesta
que me dieron fue que ellos no podan, que yo era un hombre y que me las arreglara como
pudiera. Me sent muy herido con ellos pues el sueo que siempre he tenido es ser un electrnico.
Mi vida ha cambiado desde los ltimos seis meses. Me consegu un 38. Mi familia se dio cuenta
pero no le dio importancia. Me empec a relacionar con los que dice ser los duros de El Morro.
En un comienzo slo les prestaba el fierro pero despus los acompaaba en sus cruces. Empec
quitando bicicletas. Luego atracamos el carro de coca-cola, pero me sent muy mal. Me dieron en
la cabeza: slo cuatro mil pesos me dejaron. Ellos son muy cochinos, no comen de nada. Hemos
ido a robar a gente muy pobre, hemos atracado taxistas y hemos hecho muchas cochinadas.
Me da tristeza sacarle el tubo a una viejita o a un nio para quitarle la bicicleta, pero tengo que
hacerlo; ya estoy metido en esto.
En mi casa no se han dado cuenta de ninguna de estas cosas, ni siquiera que me le escondo a la
gente. No he probado ni la bareta, ni la basuca y me da miedo caer en el vicio, pues la gente con
la que me estoy metiendo me ofrece. Lo peor de todo es que soy conciente del dao que le causo
a muchas personas; pero nadie sabe lo de nadie. Ojal algn da entiendan lo que es estar metido
en la propia perdicin.
El jbaro
Mis hermanos no pudieron ayudarme porque estaban en peores circunstancias: Jorge adquiri el
vicio e iba desapareciendo los pocos objetos de la casa, y Julio, como tena un pelao con la vieja
de enfrente, slo trabajaba para ellos.
Ante esta situacin trabaj vendiendo tomates por la cuadra, pero como me dejaba tan poco
dinero, no continu. Tena doce aos cuando me dediqu a robar en los paraderos.
Quera ser un duro; para esto necesitaba tener un tote. As que me puse a negociar con droga y al
cabo de tres meses pude conseguir una magnum 375 a la que bautic "la nia". Desde ese
momento comenc a trabajar por lo alto. Ay de aquel que me llevara la contraria! Perda el ao.
Tiempo despus de que tumb al primero, empezaron a tomarme respeto.
Rayo Negro
Me llaman Policarpo o Carpo porque cada que llueve o viene la poli o la embarramos por esas
viejas chismosas del morro, yo me encarpo.
A Chacho, la vieja Julia lo hizo encaar slo porque le pidi prestado el televisor y nos dej con
la gana de ver el partido de Paraguay y Ecuador. Nos toc hacerle el favor de tumbarle la puerta,
pero logr pillarnos y lo embal. Y a Cuadro le pegaron dos pepazos en el pie por trepar el techo
de la negra Socorro.
En el combo, que llamamos Rayo Negro, yo tengo diecinueve aos y el menor, catorce abriles.
En total somos quince y de muy buena suerte; pero no falta quin la embarre.
Tena diecisis aos cuando me sal del colegio por la amistad de Chiripo. El me dio champaa
en rama y, desde ese momento, me he sentido ms all de lo que soy, igual que mis compaeros.
Uno trabajo no come de nada y no se deja amurar de nadie. Empieza a perderle el respeto a los
dems y el miedo a las ranas mal nacidas. Hasta trata a las mujeres con vulgaridades y nunca
piensa en lo mal que se puedan sentir.
A personas como nosotros no nos dan trabajo, porque les da desconfianza; ah viene uno a
manejarse mal con los vecinos o con los clientes nuevos que pasan por el barrio o por el Centro;
con tal de tener lana en el bolsillo para los fines de semana y rumbiar.
Mis parceros son: Chiripo, Mochila, Chita, Cullar, Memo, Chacho, Cuadro, Sarna, El Pollo, El
Mueco, Montoo (el goce de nosotros), El Amurao, Cachepalo y yo, Carpo. Las nenas no las
nombro porque son sagradas.
El Miguelito
Me gustaba estar con los amigos y salir de vez en cuando con las nenas del barrio, pero en mi
casa se viva un infierno que mi padre haca volver en mi contra.
Tena diecisis aos y estudiaba en un liceo cerca a mi casa. Una tarde me devolv porque un
cuaderno se me haba quedado. La puerta estaba entreabierta y como iba de afn, entr sin
saludar. Desde el corredor escuch que mis padres discutan. Trat de no darle importancia, pues
ya era algo comn, pero al parecer era por m. Mi padre le deca a mi madre que si yo no
trabajaba y ayudaba con los gastos, me tendra que ir de la casa; que eso era lo mejor, as
aprendera a comportarme y a dejar de perder tiempo. Sin esperar ms sal y me dirig al liceo,
pero mi mente se qued en la casa: las palabras de mi padre me trastornaban.
Slo dios sabe cmo me dio de duro salirme de la casa, dejar mis amigos y renunciar a lo que
tanto haba soado: mi estudio.
Consegu otros amigos, no eran los mejores, pero con ellos compart lo que poda dar mi vida.
Tenan sus vicios: estaban acostumbrados al basuco y necesitaban sus robos. Al principio
solamente los acompaaba a hacer trabajitos en la noche.
El primer robo importante en el que particip fue el ltimo: atracamos uno de esos carros que
transportan dinero a los bancos, pero no nos fue muy bien. Se produjo una balacera en la que
muri un tombo y tambin uno de mis compaeros. Yo qued herido y los dems se volaron con
el dinero, dejndonos all.
Ahora me conocen como el Miguelito y busco un lugar en la sociedad, aunque creo que no va a
ser el mejor.
Manigueta
Un da Chumbi lo invit a que se trabara y le qued gustando. A los das, la situacin estaba
crtica; y en lo nico que pensaba era en robar. Al poco tiempo consigui un arma, que era lo que
ms anhelaba, pero estaba en muy mal estado. Una noche, hablando con un amigo suyo que le
decan Pepe, lo invit a que se fueran a robar. Pepe acept y al otro da se fueron de rebusque y
lograron trastiarse una moto. Estaban muy contentos; vendieron la moto por partes y se
malgastaron la plata.
Cuando ya haban acabado con la plata del cruce de la moto, volvieron a planear otro trabajo,
pero ya con otro ms, un muchacho al que le decan Frasco. Estaban en la esquina y pas un
tombo solo; entre los tres le quitaron el arma de dotacin oficial. Pero el ofendido, que los haba
quedado conociendo, vino con otros policas amigos suyos y lograron capturarlos. Los enviaron
al F2 para ser reseados y al otro da fueron llevados a Bellavista.
Los primeros das para l fueron muy aburridores, al ver que haba perdido su libertad. El deca
que estar encerrado era muy duro, que era mejor estar pasando bueno en la calle y no en esa
porquera de celda. Lo nico que deseaba era que fuera su cucha para tener un poco de consuelo.
Cuando yo lo iba a visitar, me deca: "Parcerito no me abandone, siga viniendo cada ocho das".
l deca que cuando saliera de all, se iba a poner bien juicioso y a empezar una vida nueva. En el
momento menos esperado le concedieron la libertad. Llevaba tres meses de estar preso.
Al ver que estaba libre se llen de jbilo y pidi perdn a sus padres. Ellos le perdonaron y le
dieron una moto para que trabajara. Sac el pase y se dedic de lleno al trabajo. Empez a
manejarse bien con sus padres y hermanos; y aunque todava es vicioso, no le hace mal a nadie.
Pelusa
Jhon Jairo fue mi mejor amigo desde que estudibamos en primero de bachillerato. El, por ser
del campo y de poca presencia, era al que ms molestaban los muchachos. Don Jos, su padre,
era celador en una urbanizacin, su madre era una alcahueta y tena dos hermanas muy rebeldes y
de mala fama entre los vecinos pues vivan alegando.
Como don Jos no se encontraba en la noche, Jhon Jairo se quedaba largas horas esperando el
amanecer y observando lo que suceda en la calle. Cuando llegaba la tarde, l y yo nos
encontrbamos y nos unamos a otros amigos y hablbamos por largo rato de cosas que nos
pasaban, cuentos, exageraciones, etc.
Despus empez a amanecer con aquellos vagos en la calle. Ellos lo bautizaron como Pelusa, por
la forma de su pelo. Ms tarde se iniciaron a robar en el centro, una y otra vez, hacindose coger
fama y respeto en el barrio. Este fue el motivo por el cual dej de charlar con l; pero cada vez
que nos veamos, nos saludbamos con amistad. En uno de los atracos que hicieron fueron
capturados l y algunos otros, pero por ser la primera vez que caan, permanecieron poco tiempo
en prisin.
Como Jhon Jairo ya perteneca a la banda de sicarios que haba en el barrio, la cual se mantena
en constantes balaceras, no poda permanecer en su casa, pues de all podan sacarlo y darle el
paseo. Cada guerra que pasaba dejaba uno o dos muertos para una u otra banda.
Cada da l se volva ms famoso, pues a muchos ya los haban asesinado, a otros les haban dado
el paseo y a los dems los tenan en Bellavista. Cada vez que la ley capturaba a alguien, le
preguntaba principalmente por Pelusa, pues ya tena como tres o cuatro cadas a Bellavista y en la
ltima se haba escapado. Lo consideraban como el jefe de la banda.
Don Jaime, un polica que viva en el barrio, conoca a cada uno de los integrantes. El era el que
en las noches andaba en compaa de otro en una moto, y cogan a los bandidos contra una pared
y all los fumigaban, o les daban el paseo, segn deca Jhon Jairo. Por eso la banda se desmantel
y los pocos que quedaban vivos emigraron.
Pelusa fue uno de los que emigr con su familia. Los nicos que de vez en cuando se asoman por
ac, son sus padres y hermanas, para visitar a los amigos; pero se van rpido porque tambin son
mirados con recelo. Segn cuenta la gente, Pelusa an hace estragos y huye de la ley.
El Chulo
Durante unos ocho meses no supe nada de ellos, hasta decid buscar su casa. Me la pas
preguntando y di con ella. Cuando toqu la puerta sali el Chulo. Lo salud, me invito a pasar y
nos quedamos conversando toda la tarde y casi toda la noche. Me qued a vivir all dos meses.
Pero por un problema con el padrastro, me tuve que volver para mi casa. Por esto no dejamos de
ser buenos amigos. Sin embargo me alej un poco de l, porque estaba descuidando mucho mis
estudios primarios.
Mientras estuvimos alejados, l comenz a juntarse con gente que no era de confianza. Un da
tuvo un problema con uno de esa gallada que apodaban el Boque. Y estaba montando en bicicleta
cuando ste le hizo tres tiros y slo uno le dio. As corri lo ms que pudo y se entr a una casa
donde lo protegieron. La bala le haba rozado el hombro. La seora de aquella casa lo cur y le
coloc un vendaje. Cuando se alivi fue con sus amigos y consigui un revlver y se fue en busca
del Boque. Lo encontr y lo encendi a bala, con tan mala suerte que de seis tiros slo le dio tres.
El Boque qued invlido.
Al tiempo los amigos del Boque fueron a buscar al Chulo a su casa. Como l saba que venan a
matarlo se escondi; entonces sali su padrastro y le dieron dos tiros en la cabeza. Su madre al
ver esto sali corriendo. Por la noche vinieron a hacer el levantamiento. Tuvieron que vender la
casa casi que regalada pues constantemente iban a buscarlo, y se fueron para Santo Domingo.
All El Chulo se degener: comenz a robar y a matar para conseguir plata y salir de la pobreza.
PARCEROS
Cmo es que se trabaja el yeso
Recuerdo cuando era pequeo y viva en un mundo de ilusiones con mis compaeros de calle;
jugbamos a ser camioneros, pilotos, capitanes; jugbamos baln y a la guerra, sin saber que ms
tarde sta sera el destino de muchos. Tenamos nuestras discusiones y peleas con los
compaeros, pero no pasbamos de eso, y al rato, o al otro da, ya estbamos hablando de nuevo.
La mayora estudibamos en la misma escuela. Los que estbamos en el mismo curso nos
conocamos mejor y sabamos cmo ramos de buenos o de malos para el estudio. Algunos que
slo vivan jugando en la calle, en el descanso nos mostraban el pastel para la hora del examen.
Antes del final de quinto de primaria, sabamos quines perdan el ao. Los que ganamos
pasamos al colegio y seguimos adelante y, de los perdedores, algunos repitieron y continuaron,
pero otros se salieron del estudio y cogieron la calle. La mayora de estos se pusieron a trabajar;
sin embargo, al poco tiempo se cansaron y se quedaron en la calle. All se fueron daando y
apenas s le daban el saludo a uno.
Ahora se oyen rumores de que estn robando en su propio barrio; o que amigos en otros tiempos,
se matan unos a otros.
Una tarde vena del colegio y uno de ellos me llam; me salud y me pregunt: "cmo es que se
trabaja el yeso?" Nos lo haban enseado en la escuela, pero a l se le haba olvidado. Yo le
expliqu. "En qu ao ests?". "En dcimo", le dije. 'Vas muy adelante. Si hubiera seguido
estudiando como t, ya ira all", se lament.
Otros me cuentan que tienen muchas culebras y los busca la ley, sin decir que viven flacos y
acabados por el vicio.
Dos amigos
Los principiantes
Rene, Alex y Chepe siempre fueron los mejores parceros: tiraban bareta juntos, coman juntos y
robaban juntos.
Un da decidieron hacer un robo en Manrique. Las armas que llevaban eran dos mentirosos y una
picoelora.
Entraron a la tienda, hicieron el robo y saliendo, a los diez metros, los detuvo la polica.
Salieron y continuaron en el mismo trabajo, pero no con mentirosos sino con armas de verdad.
Los Patos
Un grupo de jvenes viva por la misma cuadra del barrio. Unos estudiaban juntos y los otros,
mientras tanto, vagaban.
Hacan reuniones, o como ellos dicen, se parchaban en la esquina ms central. Luego formaron
una banda y vaya qu banda! Robaban, soplaban, y lo peor, quebraban a la gente que viva por
ese lugar.
Un da decidieron hacer un robo cuatro de los integrantes de esta famosa banda: Canocho,
Medalla y dos hermanos, Tin y el Abuelo. Su objetivo era atracar el carro de la cerveza. Llegado
el da lo efectuaron y les sali a las mil maravillas.
Ms abajo otro grupo de muchachos haba formado otra banda: Los Chichones. No les gustaba
mucho la amistad de Canocho, Medalla y los dos hermanos. Decidieron entonces tumbarlos, o
como decimos, matarlos.
Los Patos estaban en la esquina preferida cuando los Chichones les dispararon. En el intercambio
de balas le dieron a Medalla y los otros tres se escaparon. As pues, los Patos odiaron a los otros y
los traicionaron de la forma ms eficaz y soez del mundo: los raniaron a la lomba. As
aprehendieron a diez integrantes de la banda los Chichones y los condenaron a treinta aos de
prisin. Pero quedaron cinco, que se encargaron de borrar del mapa a los de la banda de los Patos.
Sin embargo quedaron dos que rehicieron la banda y le cambiaron de nombre. Decidieron que no
haran nada malo en su barrio, para tener el cario de la gente. Y lo lograron.
A esta banda lleg un integrante llamado Tat, que era de las bandas de Envigado. Con l
consiguieron armas sofisticadas y le hacan trabajos al Cartel. El primero que realizaron les sali
a la perfeccin: matar a un importante periodista. Luego fueron a Cali y pusieron bombas en
algunas drogueras.
A estos muchachos no los cogan porque planeaban todo muy bien. Durante tres aos fueron muy
famosos. Pero la banda sufri un descontrol: Tat no se volvi a ver por ninguna parte.
Los muchachos preguntaron por l; cansados de preguntar sin respuesta, se dirigieron a Envigado
y les dijeron que a Tat lo haban mandado a hacer un trabajo al extranjero.
La banda al ver que no tena vocera en el patrocinio, decidi esperarlo. Pero nunca volvi. Ms
tarde supieron que lo haban matado. Aqu comenzaron a tener problemas: la ley ya saba de
ellos; haca batidas y allanaba casas. Hasta que un da lleg el ejrcito al barrio ese da nunca se
olvidar y cogieron al cabecilla. Aqu la banda tuvo su fin: comenzaron a ser cogidos y
encontrados muertos. Al cabecilla lo extraditaron a los EE. UU. y lo condenaron a cadena
perpetua. Los del Cartel se dieron cuenta y a los muchachos que quedaron les dieron camello.
Esta es la historia de unos muchachos que nunca se preocupaban por nada y vivan por la cuadra.
Un viernes se encontraban molestando como siempre en la esquina, los integrantes de esta
bandita: el Caliche, Juancho, Gringo, Pibe, Buseto y el Crack, un flaco tan erecto que pareca se
hubiera tragado una varilla; le decan as porque a menudo cuando caminaba le traqueaban los
huesos. Ellos se hacan llamar los Duros.
Aquella tarde vieron un hombre bien vestido que vena por la calle y se le aventaron como perros
a su presa. El hombre de inmediato cay al piso, el rostro plido como una hoja de papel. No
saban los muchachos que sufra del corazn. El cuerpo sin vida del hombre, facilit que lo
esculcaran y le quitaran unos billetes y un reloj muy fino que se haba guardado en el bolsillo de
atrs. Los muchachos no saban que estaba muerto. Juancho s se percat, pero no lo dijo.
"Tranquilos parces que a este man slo le dio un babiao", les coment. No quiso decir la verdad
porque saba que perturbara al Pibe.
Pero un da, en otro de sus robos ocurri la tragedia; quin creyera que sera lo ltimo que haran
juntos. Robaban en un almacn de ropa cuyo propietario era un anciano. Este no quera dejarse
robar y con un movimiento sac del mostrador un revlver. Aprovechando su lentitud, el Gringo,
el ms gil de todos, trat de quitarle el arma. Se oy un disparo y el viejo cay al suelo. Los
dems muchachos comenzaron a sacar el dinero de la caja y a coger uno que otro vestido. Todos
estaban en actividad menos el Pibe, que qued pasmado frente al viejo.
Una patrulla que se encontraba cerca se percat de lo que suceda y en un instante estuvo frente a
los muchachos. Caliche dej lo robado y corri. Todos corran en distintas direcciones menos el
Pibe que no levantaba la vista del cuerpo sin vida del anciano. Fue al primero que atraparon.
Luego un disparo le dio a Buseto que desafortunadamente era el ms lento. La polica le cay ah
mismo como gallinazo a la carroa. Por suerte el disparo le peg en una pierna.
Ahora Buseto slo tiene las paredes como compaeras y le alegra saber de su amigo el Pibe que
se encuentra en el otro patio.
La Perica
Se llamaba la Perica, lo que significaba en el barrio el horror pues este joven de origen
desconocido era el jefe de su propia gallada. l no vacilaba en apretar el gatillo de su arma para
eliminar a quien no quisiera obedecerle. La Perica le haca trabajos a la maa que le pagaba muy
bien; pero a l no le bastaba con esto, si no que tambin mandaba a los peores viciosos del barrio
a robar y en pago les daba basuco.
Un da la Perica sala de su casa cuando se encontr la sorpresa: el raya lo estaba esperando, y sin
darle tiempo para hacer o decir algo, lo mat.
Tocayo
Una maana de abril estaba en el callejn aquel muchacho moreno, bajo, de cabello liso y ojos
apagados, alias Tocayo, cuando apareci la polica haciendo una batida. Cogieron a Hornero, a
Rangel, al Calvo y al Cojo, pero l se escondi y se perdi. Apareci a los dos das. Toda la gente
asustada se encerraba en sus casas: Tocayo atracaba en el barrio sin respetar a nadie.
Lina
Como otros sbados en la noche, los visajes rodeaban la calle. La muchedumbre paseaba serena,
sin sospechar que pronto habra uno de cruces. Lina, a quien llamaban as por su primera novia,
estaba con su nena y su parcero Luis, sin saber que su vida estaba pagando.
Pas un taxi disminuyendo la velocidad; de l se bajaron dos pintas que sin respetar a nadie
descargaron sus armas, dejando a Lina herido en el piso. Unos parces que estaban en la esquina
fumndose un takis llamaron la parca, pero eso sapos no llegaron. Luis tir dedo a un taxi, que se
hizo el olo y no quera parar; pero la gente se coloc en toda la calle y el chofer no tuvo ms
remedio. Lo llevaron al Piloto pero ya no tena reparacin. En medio del dolor, Lina mir a su
novia y le dijo: "qu pasta que en mi ltimo momento ests conmigo". Y fue un chulo ms de
tantos.
Pica
Con esta aceptacin el parce le arm el cajn, pues Pica en ese estado no saba lo que haca. Le
robaron a una vieja que pasaba, pero por detrs vena la poli.
La poli empez a tirar chumbimba y le pegaron a Pica tres balazos por la espalda. Sin embargo
sigui corriendo y a la cuadra cay al suelo. Se lo llev la plida. Y el Chorro qued en el bote
con diez meses de prisin.
El Grillo trae las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta. Memn y el Ratn lo notan
nervioso.
Por qu est tan tocao, llave? Saque esas manos.
El Grillo est muy nervioso y a toda costa no quiere que sus amigos lo echen de all.
Saben qu? Hagamos pues un cruce. Cunto quieren de lo que le quit a ese man?
El Pjaro
El Cojo es el que ms bronca le lleva. Y nadie sabe lo que es capaz de hacer; en una ocasin le
mutil la mano a un amigo porque le haba faltado en diez basucos.
El Pjaro llevaba una chaqueta negra de cuero que haba robado. Los muchachos, dizque sus
parces, llevados por la desesperacin de trabarse, se la quitan y lo despiden a punta de pata. l no
se defiende pues son seis contra uno.
Por esta causa, va matando uno a uno. Primero caen el Flaco, el Rolo y Pualada. Los dems
estn alertas y quieren pagarle con la misma moneda, sobre todo el Cojo, que es el que ms desea
liquidarlo. El Pjaro tiene quin le ayude y se les adelanta. Los sorprende pero no logra matarlos.
Los hiere.
Pero llega el momento. El Pjaro atraca un almacn con sus cmplices y le pegan tres tiros en la
espalda. Logra escapar y lo llevan al hospital. Al darse cuenta el Cojo y sus seguidores, deciden
terminar el trabajo que otros han comenzado. Adems el Pjaro no tiene el 38 largo que siempre
lleva incrustado en la cintura.
El Cojo se desliza por el centro asistencial y le da treinta pualadas. El dao que le ha hecho a l
y a sus parceros ha sido pagado. El Pjaro ha sido al fin cazado.
Richar
Y comenzaron a salir por grupos por si se encontraban con ellos. Pero transcurrido un tiempo en
calma, los Nachos lograron tirotear al cabecilla, a Richar. Como en otras ocasiones, una ta lo
cur. Ella y algunos vecinos le aconsejaban que se alejara de la banda.
Yo estimo mucho a mis parceros y no los voy a dejar, pues soy el duro y tengo que defenderlos.
Pero Sabe qu, vieja? Vea, le juro que si paso vivo diciembre, me salgo.
Un da los Nachos lo esperaron en cierto punto; segn coment la gente, eran cincuenta. Richar al
verlos se entr para una casa y se meti debajo del poyo. Pero aquellos no comieron de nada, se
entraron a la casa y le dieron ms de cincuenta tiros.
Pobre chacho, lo dejaron vuelto una nada coment la gente que se pill todo por las rendijas de
las ventanas.
Los Nachos poco a poco acabaron con los que quedaban de los Richar. Pero ms tarde la polica
acab con aquellos.
Chuki
En un pequeo barrio de la ciudad haba un grupo de parceros que eran uno para todos y todos
para uno. Al cabecilla lo apodaban Chuky. Los otros eran: Carlos, Divi, Pica y Tipo. Una noche
Chuky le habl a la gallada:
Uy! Saben qu? Estoy embalao: ayer me le trasti un tubo a uno de los Magnolios y me lo van
a sacar. Por eso unmonos a lo bien, sisas?
Sisas parce; estamos contigo respondi Tipo Vamos a ensearle a los Magnolios quienes son los
Beibis.
As se llamaba la banda porque parecan hijos de papi y mami. Ya se haban llevado a ms de uno
por delante y no les importaba robar al que fuera y como fuera. Eran tremendos!
Se lleg el da del enfrentamiento con los Magnolios. Los Beibis compraron yerba y fueron a su
encuentro. Pero no sucedi nada.
A la semana hubo un baile en una discoteca del barrio, al que asistieron algunos Beibis y
Magnolio con uno de sus parceros. Pero como aquel lo haba amenazado, Chuky busc el
momento apropiado, a la salida, para salirle adelante: le meti un pepazo en el corazn.
El ms sano de los Beibis era Carlos; andaba con ellos pero no participaba en los trabajos. Ya uno
de los Magnolios le haba advertido que los dejara. Pero no hizo caso y una tarde, desde una
moto, lo tumbaron con un changn.
Otro da, cuando Chuky estaba en la plancha de la casa de un parcero, no de la banda, pas una
mujer coquetendoles. Ellos bajaron y cerraron la puerta. Pero el amigo al ver que se acercaban
dos muchachos, sospech.
l pens que Chuky haba salido corriendo tambin. Oy un changonazo y mir hacia atrs: all
estaba tendido cerca a la puerta de su casa. Llam a los Beibis, pero no pudieron hacer nada por
l.
La Mirla y el Tuerto
Entonces, Sabe qu, Mirla? Ande y trigame esto en yerba, para que nos desamuremos y tales.
Y no se quede mucho por ah, recuerde que estamos marcando cruces.
La Mirla sali a cumplir el encargo. Recibi las papeletas y corri en busca del Tuerto. Pero
estaba de malas, unos rayas lo pillaron y lo siguieron.
Parce, estamos embalados. Unos rayas me pillaron y me vienen siguiendo. Pismonos! le dijo
al Tuerto.
No parcero. Espermoslos aqu, les voy a dar una leccin a esos parlanchines. Squeme los
tubos que tenemos, no nos vamos a dejar banderiar de ellos.
Pero cuando la Mirla se levant le dieron en todo el corazn. Al ver a su parcero botando grumos
de sangre por la boca, el Tuerto se puso a llorar y comenz a disparar. Sali y le dio un pepazo a
uno de los rayas. Estos respondieron. All quedaron los dos parceros inseparables hilando sangre.
Los dems pelados de la banda se desterraron del barrio luego de la muerte de sus amigos.
Mes negro
Como en ningn otro ao aquel fue el agosto ms oscuro para mis compaeros y yo.
En la noche del catorce nos reunimos a planear el atraco a una joyera y a brindar porque todo
saliera como lo pensbamos. Todo se vea tan sencillo y haba tantos millones de por medio. Esto
era lo que nos impulsaba y nos daba valor para que cinco compaeros y yo, atracramos aquella
gran joyera. Ganaramos diez millones o tal vez treinta. De todas maneras era una suma
considerable que nos sacara del mal momento por el que pasbamos.
Dejamos andar los das, pensando slo en la fortuna que nos iramos a traer; y rezando cada cual
en su estilo. "En aquel da nos va a ir muy bien", nos repetamos.
Y por fin lleg el da esperado! Slo faltaba que pasaran las horas rpidamente.
Comenzaba a atardecer cuando nos dispusimos a partir; bien cargados por supuesto. El Negro
llevaba una colt 45 de cacha blanca; Murlitos, una subametralladora bajo su chaqueta; Campero,
un 38 corto con suficientes municiones; Garrincha, que haba sido encargado de robar el carro, un
changn bien camuflado. La Muerte tampoco se quedaba atrs: cargaba un 38 corto y un petardo.
Yo llevaba una pistola de ocho tiros y una granada. El carro era un taxi amarillo, Mazda, ltimo
modelo; y el encargado de manejarlo era Garrincha: una cabrilla ni la hijueputa.
Nos montamos en el taxi, pero cuando faltaban pocas cuadras para llegar a La Gran Perla, lleg
nuestro primer susto: un polica hizo parar el taxi y quiso partirlo porque llevaba sobrecupo; pero
con unos billeticos que le ofreci Garrincha dej de sabotear.
Minutos ms tarde llegamos a nuestro destino, pero no pudimos actuar porque en ese mismo
momento pasaba por all una bola de la polica. Hicimos tiempo hasta que se alej. De inmediato
nos tiramos del taxi todos, menos Garrincha, que nos alejara en el carro de aquel lugar.
Penetramos en la joyera y uno de nosotros grit: "Al suelo todos, maricas, que esto es un
asalto!"
Lgicamente, todos se tiraron al piso con la cabeza hacia abajo. En ese momento haba en el local
como once trabajadores adems del gerente.
Simultneamente Murlitos y la Muerte recogan en unas bolsas negras todas las joyas, alhajas,
cheques y dinero en efectivo. Campero vigilaba la entrada y miraba que nadie se acercara al
local.
El Negro y yo tenamos los fierros listos por si alguno de los empleados se mova. Por supuesto
esto no iba a suceder porque los tenamos muy atemorizados con algunas frases que les
gritbamos. Pero, claro, no poda faltar el hroe, el supermn: un empleado se las quiso dar de
listo y toc un botn. La dicha no le dur mucho, porque para desgracia suya le propin un
frutazo en la cabeza y muri en segundos.
Haban transcurrido slo cinco minutos y nos disponamos a partir ya casi coronados, cuando nos
dimos cuenta que el maldito empleado haba alcanzado a hacer sonar la alarma.
Nos lo confirm el grito que peg el Campero: "Ay, maricas, nos embalamos! Llegaron esos
verdes hijueputas!"
Apenas terminaba de decir estas palabras tan desagradables, cuando una bala atraves
certeramente su cabeza.
En cuestin de minutos todo se haba convertido en un campo de batalla: balazos por aqu y por
all, palabras groseras de lado y lado. Con los refuerzos que ellos haban pedido se nos
complicaron ms las cosas.
Por un momento pensamos en rendirnos. Pero no. Todos ramos hombres de gevas; berracos y
suficientemente capaces como para responder aquel tiroteo.
Bueno... eso pensbamos hasta que el Negro y Murlitos fueron dados de baja.
Ahora, slo quedbamos la Muerte y yo, porque a Garrincha nunca lo volvimos a ver, ni a saber
nada de l. No supimos si lo mataron, si lo cogieron preso, si se entreg o si huy con el carro.
A la Muerte y a m nos quedaban dos soluciones: una era entregarnos; y eso, jamas. La otra era
salir, tirar la granada que tena en mi poder y correr dando bala como locos. Esto era muy
arriesgado, pero era lo nico que quedaba. El dinero y las joyas estaban regados por el suelo. A
los empleados, el Negro los haba encerrado antes de morir. "Bueno pues, Muerte", le dije "Al
ataque!".
Salimos y lanc la granada como habamos planeado. Pero tan mala suerte tenamos, que cuando
tir la granada, mi compaero se encontr con su tocaya, la muerte: una esquirla le penetr en la
cabeza. Y bueno, lastimosamente muri, con dos policas ms.
Yo no haba corrido cien metros cuando un balazo me cruz la pierna. En cuestin de segundos
llegaron los tombos, me paliaron en el suelo y me apuntaban con sus armas. Me torturaron
mucho.
Ahora slo me restan diez aos para salir libre. Y aqu me ves vivito y coliando, aunque con muy
malos recuerdos.
Marcando cruces
Era diciembre. Las cadenetas de colores aleteaban sobre las calles, por todo el barrio. El viento
pasaba raudo columpindose desde El Morro hasta El Picacho por encima del valle. El medioda
produca alegra; ms an cuando sabamos que haba clsico: Los Chachos y La Real 41 se
disputaran el campeonato del ao.
Desde un buen rato, antes del partido, nos parchamos en la cancha todos los hinchas de Los
Chachos, pues eran los nuestros, los del barrio.
Muchachos, como sube la gente de la cuarentaiuno y no quiero que esto se caliente, llam a los
polochos. As que mejor manden a guardar sus fierros.
Fresco, don Zoilo, que aqu no va a pasar nada. Le respondi Eucario al dueo de la tienda y
organizador del partido.
Todos empezaron a sabotear a las muchachas y las baaron por la espalda con las polas que
tenan. El ambiente estaba superbacano cuando comenz el partido. La emocin se apoder de
cada uno de nosotros.
(Atrs quedaba la puerta cerrada de la escuela: "Los que van a jugar en la canchila", grit Papilas.
Todos corrimos con el bolso de cuadernos a la espalda, detrs de l. Hicimos los arcos, picamos
los jugadores y el saque. Aquel da, la cancha estaba muy encharcada, pero como era viernes, no
se nos daba nada. Recuerdo cuando Eucario cay al pantano y nos lo gozamos. "El nio de
Armero! El nio de Armero!", le gritamos).
En uno de los extremos de la cancha estaba el Mocho con Pedrito calndose el video: los gusanos
de San Jos tambin haban cado al lugar. Claro! No slo a pillar el clsico, sino marcndole
cruces a Eucario. Pero nosotros estbamos zanahorios. A la final no nos asustbamos, ni nada.
Eucario haba mandado a guardar su fierro con Nandito y sus parceros tambin estaban limpios,
pues venan de jugar un partido; todos sudorosos, en pantaloneta, all mismo se cambiaron. Muy
cerca unos nios jugaban recogiendo grillitos en un tarro.
Cuando el Mocho se la cal, que el partido se iba a calentar, dizque busc a Eucario para
contrselas, pero no lo vio. Esa fue la rara que sac para sacarse en limpio.
El hermanito de Henry, que estaba piloso con el movimiento, fue a colocarse unos zapatos, ya
que as, descalzo, se vea muy bandera. Este instante fue aprovechado por Mincho y el Gordo,
que iban picndole el arrastre a Eucario. Los dems acompaantes de Mincho estaban parchados
en diferentes lugares. Pilosos, pillando la accin, por si algo no sala como lo planearon.
(Los de San Jos le llevaban la mala a Eucario, pues ste ya haba tumbado a siete de ellos.
Todo comenz desde aquel baile donde Mochila. Memo haba invitado a tres del barrio que no se
llevaban bien con algunos de San Jos. Uno de stos, Chita, le puso un tubo en la mano de
Cuellar y empezaron a sonar los totes al ritmo de la salsa. Los del barrio debieron salir brincando
hacia abajo, mientras ellos se cagaban de risa. Memo luego cont que Chita deca: "Pa chuchito
lindo. Eso fue lo ms bueno de la rumba." Desde ah comenz todo. Al ltimo, a Edison, Eucario
le haba pegado doce tiros, pero no logr encaletarlo. Y l fue quien lo mando matar. Ahora era el
momento).
Claro! Toda la gente pendiente del partido. Nadie daba visaje de nada. Y Eucario limpio. No
estaba maniao. Mincho se le acerc por detrs y lo agarr del pelo. (Eucario se gastaba una
hermosa y bien cuidada cabellera, muy cotizada entre las muchachas.)
!Tan, tan, tan! qu pasa! Todos nos abrimos de ah. La gente de la tribuna tambin corri.
Siguieron sonando los totes: seis, siete, ocho... Nadie los cont en forma. Diana y yo nos
encontramos en mitad de la cancha y miramos hacia atrs. Mincho y compaa se abran, totes en
mano. Nos acercamos. Henry, el mejor parcerito, tena un tiro en el brazo. Y all estaba tendido
Eucario, con su buena mecha y su cara de nio beibi. Pero para qu, si l se haba confinado y lo
haban cogido cagando.
(Pero ya habas dicho, cuando aquella batida y la tomba te llev para el bote: "cuando yo salga de
aqu, el tiempo que voy a durar vivo es muy poco; pero sabe qu? Hay que tirar serenidad.
Porque en diciembre, cualquiera puede ser el mueco de ao viejo).
Al rato lleg la parca y los polochos preguntando datos de l, pero nadie informaba. El partido
continu mientras hacan el levantamiento. Los Chachos perdieron el partido; nosotros, nuestro
parcerito.
(All donde cay, colocamos una cruz, y la rodeamos con piedras, pencas y palos. Pero los de San
Jos bajaron y la daaron. Ahora slo hay tierra amarilla all, sin hierba. Slo pantano). 124
Nota:
Los siguientes relatos y poemas fueron escritos con algunos jvenes
que en 1990 asistieron al Taller de Escritores en el barrio San Blas,
en el centro de la comuna nororiental de Medelln, patrocinado por
Extensin Cultural Departamental y dirigido por el autor.
SBADO EN LA NOCHE
Rubn Ramrez
Cauchera
Al fin de cuentas, uno no sabe cmo el destino organiza sus partidas. Lo cierto del caso es que
las fichas se mueven hasta lo ms profundo y oscuro de este tablero infinito, creyendo que hacen
sus propias jugadas; pero ignoran la realidad: es el destino el que juega dijo el Pretor, mientras
aspiraba el humo del marihuano, que haca un momento haba armado y el cul sostena en la
mano derecha en medio de sus dedos.
Las bocanadas ascendan en rtmicos giros, para luego desaparecer en el aire. La tarde dejaba caer
sus ltimos rayos, que se filtraban por entre las ramas de los rboles hasta el piso de la plancha,
donde se encontraba con su amigo Anael, en una de las tantas plticas vespertinas.
Cuando terminaron el marihuano, hubo un breve silencio que fue interrumpido por Anael:
De nio escuchaba mencionar a los vecinos el nombre de un tal Cauchera. Que la ley lo haba
capturado midiendo calles, decan; pero nada ms.
El Pretor se le qued mirando, como recordando, como disponiendo las imgenes idas para
volverlas presente.
Dicen que cuando lleg con su familia (madre y tres hermanos), el barrio era un incipiente
casero de viviendas esparcidas, que semejaban pequeas fincas por sus cultivos y criaderos de
animales. No haba calles propiamente dichas, sino ms bien unas especies de trochas amplias de
tierra y manga, adornadas con postes de madera en cruz, sosteniendo unas cuerdas de alambre,
que conducan la electricidad de contrabando desde Berln hasta las casas.
Floribardo era el menor de los hermanos. Logr cursar slo la primaria oficial debido a las
condiciones de pobreza de su hogar, pues abandonado por su padre, su madre, una india
boyacense, se ganaba unas cuantas monedas lavando ropa en la quebrada.
De piel morena, pelo liso, frente ancha y lustrosa, ojos oscuros que dejaban entrever un rasgo de
inteligencia y vivacidad. Andaba descalzo y cuando no, era capaz de acabar un par de zapatos en
una semana. Su mayor pasin era 9! ftbol. Mantena decenas de revistas de Vea Deportes que
prestaba a casi todo el mundo. Los fines de semana acostumbraba llevar uno o dos nios al
estadio y entrenaba un equipo. Inclusive se ha afirmado que fue el iniciador del club deportivo
del barrio.
Un sbado en la tarde, Floribardo regresaba de entregar una ropa que su madre haba lavado. En
el camino se encontr con su primo Rigoberto, con el que ocasionalmente charlaba y fumaba
marihuana. Rigoberto le propuso ir a cine para acabar de matar el da.
Cuando salieron del teatro ya la noche haba hecho posesin de las calles. Armaron un marihuano
para hacer menos penoso el ascenso. Pronto atravesaron el ltimo solar, para encontrarse de
golpe en el barrio. Slo se escuchaban los ladridos que los perros dirigan de terraza en terraza.
Entonces divisaron a un joven que se acercaba en sentido contrario, por la misma trocha, y que
dejaba ver su ebriedad con el zigzag al caminar. Al pasar justo al lado de ellos, con su cabeza
clavada al piso, Rigoberto observ, sin que Floribardo se percatara, el reloj y el anillo que llevaba
el joven.
Continuaron por la trocha, dejndola atrs. Haban caminado unos cien metros, cuando Rigoberto
sac un pretexto para devolverse. Floribardo continu solo el camino hasta su casa.
En la maana, dos seoras que se dirigan a misa contemplaron con horror desde el puente el
cadver de un joven que yaca a la orilla de la quebrada. Era el primer asesinado del barrio, por lo
que en el da no se habl de otra cosa.
El lunes, Cauchera se encontraba en su casa cuando tocaron la puerta. Era la polica. Lo pusieron
preso. Su primo haba sido capturado el domingo anterior, sindicado de asesinato. En la
indagatoria cont una historia a su amao, en la que inculpaba a Cauchera. Este no supo cmo
defenderse y fue hallado culpable de asesinato en primer grado y condenado a ocho aos de
prisin.
Anael, que haba escuchado atentamente la forma tan cruda en que el Pretor narr el relato,
pregunt con inters.
Y Rigoberto? Qu fue de l?
Rigoberto dijo el Pretor sali libre a los pocos das. Y por ah anda convertido en piltrafa. Esa
fue la condena que el destino le impuso.
EIkin Galvis
Un sbado en la noche
Cuando bamos a llegar al parque, Alberto decidi seguir por el derrumbe. As le dicen a un
pequeo camino que se desprende de la calle, insignificante, de barro, del que yo saba apenas
que exista. Eran aceritas incrustadas en la manga y pequeos escalones tallados en la tierra. Por
estos caminos la gente no anda mucho.
Seguimos por un desfiladero inundado de basura. El aire que se respiraba no era el mejor, pero
desde all se poda apreciar buena parte del barrio.
A veces el camino se estrechaba tanto, que slo una persona poda pasar. A lo largo se vean
casas apenas construidas, aferradas a la tierra junto a la quebrada; ranchos de madera sostenidos
por palos. La espuma que escapaba de los lavaderos jugaba con las piedras y los nios se
divertan con la tierra: la lanzaban al aire y luego se rascaban los ojos.
Aquel era un camino salvaje donde el ruido de los carros difcilmente llegaba.
Por aqu se camina con menos peligro. No pasan las parcas, ni los cabezones, ni los tombos a
pie dijo Alberto.
Entonces qu, parces. Pa dnde van? Pilas que arriba eso est caliente. Encontraron a un tombo
con unos huecos en la cabeza nos advirti un pelado que bajaba.
No, fresas... Suerte.
El pantano volva un lo el camino. Los nios pisaban con los pies descalzos. Estos pelados
parece que se hubieran revolcado a propsito. S o qu?
Pero a esas alturas el tropel ya era en la heladera de al lado: ese pelado que le dicen el Pita tena
un pico de botella y estaba tropeliando con un mesero.
El Pita, cuando la balacera, fue uno de los primeros que sali corriendo. Con el alboroto, de esa
heladera todos salan como locos. Pero este pelado se entr all y cuando todava disparaban
desde el kiosco, se desliz hasta la barra y se meti media de ron en la pretina. Le estaba echando
mano a la caja registradora, y en esas lo ve el mesero y se le deja venir. Cuando estaba entrando
en la barra, el Pita brinca por encima, al otro lado. Entonces otro mesero se le viene y empieza
este loco a darles caramelo, a tirarles sillas y los meseros a perseguirlo. Ya saliendo lo paa un
man, pero el Pita coge un envase y lo despica; entonces lo suelta. El mesero se manea. Se mandan
qu viajaos. La gente se acerca y les hacen corrillo.
Pero cuando menos se piensa, un montn de roca: la tiraban unos parceros del Pita. Los meseros
ah mismo se fueron a resguardar. El Pita sali caminando ms fresco!, y se perdi entre la
gente.
Qu rollo, gevn. Todo eso pas anoche?
S. Esto estuvo calientsimo. Despus llegaron los que ya sabemos, en las parcas, preguntando a
todos: que cuntos, que cmo, que quines. No, y los carros que pasaban, con un monto de
manes, todos mirones, resapos...
Oigan; ustedes dos. Vengan ac, maricas!
Qu ganas de rumba!
Es sbado y son casi las ocho de la noche. La gente desfila por las orillas de la calle; unos para la
heladera, otros para la iglesia. Algunos esperan bus en la esquina. La noche esta despejada y
fresca.
Qu ganas de rumba! pero no hay nadie en el kiosko, ni en las bancas del parque. Deben estar
abajo, en el Centro, en La Baha. Me devuelvo y veo al King y al Rigo.
Entonces qu? Vamos pa La Baha.
Listo, vamos.
Ey, Taxi!... Vecino, al centro, pero bajamos por Aranjuez.
Qu ms, home? Haca das no nos pillbamos.
Vecino, baje por la cuadra de enseguida a la derecha.
Entonces qu? En La Baha debe de estar ms de un corrido.
Por aqu a la izquierda. En la prxima a la derecha.
Eso vecino! Pngale volumen al radio. Este disco es jalao. 136
Pacho camina alrededor de nosotros, vigilante. El que s es duro para el baile es el Juanca.
Lleg el Negro. Quin creyera que la hembra bailarina viene envuelta en esa bolsa. Ese man se
amarra a esa mujer.
S, de los zapatos. Pero le pone una cara muy fea a esa mueca.
Y parece una hembra de verdad, cuando estn bailando. Ese negro es un parche.
Ese disco me trama.
S o qu, flaco. Es una pasta. El disco del finado Efrn...
Eso King, pquelo. chele ms que hay muchos.
Venga pues. Tenga. Escama de pescao nada ms.
Ese Tuso se las trae.
Pero chame ms!
Pguenlo, pues. Por ah hay cigarros. Quin los tiene?
Prndalo Jhon Daro!
Ey! Pidamos esa de los hermanos Narvez.
Cul? Cmo se llama?
A travs del tiempo o Sobre el tiempo. Cmo es?... Una hora en el tiempo! As se llama.
Cmo es que dice?
"Crucifcame. Acsame. Mteme una pnala"...
Ese tema es bien. Claro, pirobo.
Bueno, en la jugada. Quin se va a dar otro pase?
Es temprano y la noche an est fresca. Estoy por las nubes. Hace cunto estaba metido en esa
normalidad tan viciosa? Hace das no senta bacanera. Siento como si rescatara sensaciones,
cosas de adentro que el destino oculta. Pero las siento. Existo a cada segundo. A chorros, a
grandes tragos, a bocanadas. Siento astucia y lucidez. Vida de fiesta, de derroche, de motivos de
vivir, de no perderme de nada, de gustar todos mi pecados, uno por uno.
Ojo, que vinieron los tombos!
Muchachos, vmonos antes de que se enamoren de uno.
Como en el Oeste
El sol de medioda rechina sobre la cabeza, en los rostros conocidos y en los saludos de paso.
Quiubo Ramiro.
Eh! qu ms hermano?
Estabas perdido. Dnde andabas?
Vos sabes...el trabajo; llego tarde y ya no salgo. Ahora como estn las cosas es mejor estar en
casa, en las noches...
Qu mataron al man de all arriba? A Martn?
S. Como te parece esa muerte. Le metieron en cido la cabeza. La mam cuando fue a
reconocerlo, dizque se desmay: qued en calavera ese man.
Antier lo fueron a reconocer y saben cul fue la nica clave? Los dientes; no haba otra. Ese man
estaba desfigurado; como un monstruo. Tampoco lo dejaron ver; ah mismo lo enterraron. Dicen
que a esos dos pelados se los robaron unos tombos.
Las esquinas estn vacas. Parece como si el sol hubiese calcinado sin compasin las calles.
S se dieron cuenta de los boletines que salieron por ah? Andan repartiendo nombres con
fotos, como en el oeste y hasta con recompensa.
Y estn tirando otros; la van a coger tambin con las peladas. En las Granjas, un particular lleg
dando bala. Mat a dos sardinas...Hasta bonitas las peladas y con buena mecha.
Ahora s no se va a poder salir del rancho...Mejor me voy a almorzar. Suerte.
Yo tambin me voy. Nos vemos.
Suerte muchachos.
BALADA
1
La muerte vecina de la vida
compaera de rutina
cotidiana
acechante
en la confusin
en una simple equivocacin
2
La vida sospecha de muerte
filo de navaja
zumbido de bala
ahora que suena
su balada
no me alude
ahora que llega
a mi puerta
no me aturde
3
Escupitajo de plomo
como sanguijuela en el cuerpo
grito rojo de la vida
que se va
Gragea de sangre
se retuerce el cuerpo
y cae en el piso
de la muerte
4
A la muerte
mintiendo
con la muerte
jugando
esperando
sobreviviendo.
Se despert muy aperezado. Haba mucho por hacer, pero no importaba si se quedaba otro rato
en la cama. Poco a poco le vino a la mente el recuerdo de aquella ocasin en que tuvo que huir
apresuradamente por las calles del centro de la ciudad, cuando aquel hombre trigueo, de
contextura gruesa y con un mirada helada y aterradora, le dispar en dos ocasiones. Record ese
fro cortante que le recorri todo el cuerpo y esa presin asfixiante que sinti en el pecho.
Pero este da era especial y no haba espacio para los malos recuerdos. Hoy ira al hospital a
conocer a su primognito, el nio que por tantos aos haba esperado y en el cul tena fundadas
todas sus esperanzas. Se lo imaginaba gordo, con el color de piel de su madre y parecido
fsicamente a l. Ya lo vea jugando y corriendo por el pequeo parque que quedaba a unas
cuadras de su casa.
Se levant lentamente, sac del armario su mejor vestido y sus zapatos blancos de charol
destinados para ocasiones especiales. Se dirigi hacia el bao y se dio una abundante ducha fra.
An le molestaba el recuerdo del suceso ocurrido en el centro de la ciudad un mes atrs. Se visti
y sali aprisa de su casa; tena que comprar algunas cosas antes de dirigirse al hospital.
Lleg hasta la esquina de la calle y se recost contra el muro de la tienda de don Jos. Lo salud
efusivamente y le pidi que le separara una botellita para la celebracin. Mir desprevenido hacia
la calle de arriba en espera del bus y observ que bajaba una moto con dos ocupantes. No les
prest importancia, pues en ese momento slo le preocupaban los cuarenta mil pesos del
arriendo; tendra que hacer otro trabajito.
Los dos individuos se acercaron, lo miraron framente y con algo de nerviosismo. Fernando slo
alcanz a or: "es l!"; y de inmediato dos detonaciones alteraron la tranquilidad de la maana.
Sinti un gran ardor en su cabeza y otro en su pecho; una vaca sensacin de que algo se le
escapaba le inund el cuerpo y aquel fro cortante volvi a recorrerlo. Miles de imgenes y
recuerdos pasaron con velocidad por su mente. Luego...nada. Slo el murmullo del tumulto y los
rumores de la gente en los corrillos.
Calles
Somos
Somos
un aguacero de miedos
un manojo de alegras
un par de manos atadas.
Somos canto y una prolongacin de batallas.
La luna
Hoy
Nadie
Nadie nos
manda
nadie nos
controla
nadie nos
ata
nadie nos
sigue
y as nos
convertimos
en los carceleros
de
nosotros mismos.
Amigo
Caminando
Caminando
uno mismo sabe
cuntos pasos tiene un kilmetro.
Mile
Puedo irme?
No. Hasta que no me devuelvas los besos que anoche te di.
Sonre y voltio la mirada:
Mile, falt fuego en muchos de esos besos que me diste. Por eso, ms bien me marcho. Y los
pensar, los calentar y despus te los devolver uno por uno.
La Gelorosa
Extrajo tambin de su bolsillo una billetera negra, sac el tendido blanco y lo arm.
Listo, muchachos.
Ah! Qu beelleeeza.
Cuando la pata pas por las ltimas bocas, armaron el otro, porque ya estaban que la mataban. La
mat la boca diez, la de Rigo.
Yo me hallaba con Albert y Fredy viendo cmo ellos daban sus buenos pitazos y botaban humo
como locomotoras:
Los hijueputicas que uno no los crea y vea con lo que salen.
Ellos mataron tres patas y no pudieron seguir, pues se les acab la gelorosa. Les empez la
concentracin. Luego, era el que ms hablara y riera.
Qu pitos tocan?
El primer combo qued as: Mello, Mor, Miguel y Tobi. Y su contrincante: Julin, Juangui,
Nano y Mario. En la plancha nos sentamos Robert, Manuel, Jorge y yo, a observar el guerreo.
Hablamos de los goces en la fiesta de la noche anterior. De las areponas y de las que no se
dejaron cotizar. Robert se cotiz una morena chimba y al amanecer le pidi el tales. Ella acept y
a una pieza de atrs se fueron a comer ese pegado. Pero le robaron los pisos que haba comprado
haca slo cinco das.
Cul sera el gonorrea para meterle unos pepazos en esa puta cabeza!
Tengo una duda entre Cacalos y aquel perro que est all arriba y seal a Nando que se
acababa de asomar por el morro. Pero cuando sepa le va a saber a cacho al marica que me haiga
traicionado. Ya tengo el fierro listo para comprarle el tiquete y mandar de paseo a ese fariseo... O
a la final mato a esos dos chandosos. Vamos a ver qu pitos tocan.
En la sombra
Estbamos parados el finado Alex, Mera, Diego, Topo, tambin finado, y yo, en una esquina del
barrio, cuando tan! llega una parca con la gonorrea del Gmez, un tombito que no nos poda ver
por ningn lado. Yo estaba engaleochndome y tir el botecito con pega. "Suban todos cinco",
nos dijo. "Por qu agente (claro que todos pensbamos: este pirobo tan alzao, agente!) sino
estbamos haciendo nada?" Y el ttere ese: "Se suben pues o los subo!" "Entonces todo bien" y
nos subimos.
Empezaron a pasearnos por todas partes en esa parca como animales raros, para que la gente nos
mirara.
Despus nos bajaron al parque y nos dejaron all como media hora. Toda la gente lo miraba a uno
como una cosa extraa y deca: "Estas locas van pal F2".
En esas llegan la cucha del Mera y la ma, y le dicen a este tombo marica: agente sto y lo otro
(bueno, ustedes saben lo que dicen las cuchas), y este marrano les dice: "vayan y les llevan
comida a la 71 al F2". Me dice la cucha: "todo bien, que estos tombos las pagan, muchachos".
Llegamos a la 71 como a las seis p.m. Todos pensbamos: nos dejarn veinticuatro horas.
Llegaron las seis de la maana y nos llamaron por lista, "Ustedes van para el F2", nos dijeron.
Cuando estbamos desayunando llega un man todo caresuave y empez a desatinar el parche:
porque entr un pelao de unos doce aos, dijo esa gonorrea: "Ya tengo pollo pa la noche". Y le
dice Mera: "usted empieza a molestar ese pelao y todo bien con nosotros". Cuando tras! dice el
man: "ve este pirobo", nos levantamos y todos le dimos pata y puo al piso. Pero era ms sapo!
Se puso a llorar y llam a una gonorrea de tombo que haba ah y entr dando dedo: "ste, aquel,
aquel otro"; y de una nos sacaron pa fuera.
Conectaron una manguera y nos mojaron con todo y ropa. Cuando estbamos entrando al
calabozo nos encendieron a tabla, por ese marica, pirobo.
Ya despus nos pasaron para el F2. All dijeron: "estos pelados no deben nada". Yo pensaba:
"qu chimba que nos soltaran!". Pero nada gevn. Nos llevaron para permanencia, para un
escorbuto de calabozo, que lo primero que se ve es un letrero que dice: CALABOZO LA MANO
MACABRA.
Entramos los cinco. Todos callados nos miraban; pero la ventaja era que nosotros ramos cinco.
Bueno, de pronto un man como todo alzao nos pregunta: "compaeros por qu estn aqu?". Yo
le digo: "por nada gevoncito". Y bueno despus el man era como todo alzao.
Haba dos pelaos ms sardinos que nosotros; uno recin operado. Cuando llega otro man ah, el
que es muy alzao se par a cagar a una gonorrea de zanja que hay all. El man que acababa de
entrar le dijo: "oste vos, que sos el duro, vndeme un bareto". Y ste todava no se haba parado
de cagar cuando tan! le da qu patada. Y se para este man que acababa de entrar y es dele y dele.
El pelao que estaba operado que deca que yo soy de tal banda, se desmay de ver el otro que le
estaba dando. Ah es donde se conocen los hombres. El man tan alzao lloraba y deca: "yo estoy
encausado y voy pamba" Y dele pata y puo. l se desmay y lo sacaron. Despus todo qued
oscuro y en silencio. No se escuchaba sino el ruido de esa marica caera y los ratones.
Al otro da nos llamaron los de arriba. Cuando dice un man: "Alex y Diego van pamba". A Mera,
Yiyo y yo nos montaron en un carrito pequeo que pareca un sauna, gevon. Si vieras que Yiyo
prendi un cigarro y se llen ese carro de humo: casi nos ahogamos.
Arranc el carro y pensaba: "ser que nos van a cascar", y pensaba muchas cosas ms. Creo que
tambin los otros lo pensaban, porque todos nos quedamos callados. No se oa sino el sonido del
carro.
Nos llevaron otra vez para el parque del barrio y nos subieron a hablar con un cucho cariquemao,
negro. Tenamos ms presencia nosotros que ese negro. Nos dejaron unos veinte minutos y nos
soltaron. Yo dije: "qu chimba gevon! para la casa a desayunar".' Eso fue como un viernes. Yo
tena unos pesos guardados y por la noche baj al parche y nos pusimos a hablar. Despus
mandamos por perico y chorro. Nos dimos los cantaos y nos tomamos los chorros todos.
A los das se vino el Alex de Bellavista y la cucha estaba contenta. Se pasaron de por all para
que se enfriara. Pero nadie sabe lo que va a pasar.
Llego yo del centro en una buseta cuando tan! me dicen: "sabe qu gevon? cascaron al Alex".
"A cul?", pregunto. "Al parcero de Pacho, el Pescao", me dicen. "Uy, marica, al Alex. Y
dnde lo tienen?". "Por all abajo", me dicen.
Nos bajamos Moman y yo por unos callejones. Lo estaban velando en un segundo piso. Pero sabe
qu compaero, qu poquita gente del barrio! Haba slo un toque de gente. Como el hombre era
nuevo por all, no haba nadie. Despus nos bajamos a coger un taxi y nos par. Nos dice: "los
llevo por una lca pero hasta el Ca". "Listo", le dice el Flaco.
Llegamos al barrio y el tiempo pas. Ya no volv a ver a ese tombo. El Meraldo se fue para el
otro lado. Diego est por all arriba. Y yo todava estoy en el barrio. Pienso que los que an
quedan ac son sobrevivientes. Y que esta puta vida es una meditacin a la muerte.
2
Acaso no sabes
que estamos en este pedazo
de tierra podrida
muriendo da tras da?
(yo pienso esto de mi vida)
Porque la vida nos da
y nos quita cosas buenas
y slo quedamos las malas
pedazos de masas podridas
escombros
Yo considero al hombre como un animal
que re y habla
y slo son costumbres
por eso vuelvo y repito
animales de costumbres pero
Pienso y pienso en la muerte
cmo nos relacionamos con ella
si no sabemos cuando llega?
Por esto
es bella la muerte
no pregunta qu clase social
si es negro blanco rico pobre
o si es hombre o mujer
3
Porque la vida es as
no te amargues pensando
a qu vinimos a esta porquera
porque pensamos
que esta porquera de vida
es un mundo de desigualdades
porque aquel tiene ms que aquel
De dnde viene el sicariato
de la necesidad de dinero por qu?
porque muchos de mis compaeros
no tuvieron nada en su niez
ahora slo piensan
dinero, drogas, mujeres
y fierros
pero todo es un modismo
4
Hoy en da le dices a un x
o tal persona:
"Necesito que me haga
ese cascao por otro"
Pero piensa que a vos te cascan
el que necesitas
y vos no
el del que te pint el negocio
Y ah vas mal
porque ya tens
de alguna manera que corresponder
"Lo prometido es deuda".
Anteriormente se moran
y era algo extrao
hoy en da es una alegra
para el que se muere
(porque para m)
la muerte es la fiesta del alma
No debemos llorar
debemos cantar
tomar todo con calma
porque sabemos que todos
no estamos preparados para eso
pero yo lo estoy
Por eso
yo vivo tranquilo
sin ningn problema
porque esta porquera
slo son problemas
Pero si alguien
por cosas de este infierno
no est decidido a la muerte
es que no ama la muerte
Por eso
no ames este pedazo de vida
porque para uno ser feliz en este mundo
debe estar loco.
6
Qu haramos sin la muerte
quin nos libertara de la vida es
decir el dolor?
Yo digo
se cambia muy fcil de ideas
pero no de pasiones
porque la pasin
es algo que viene de adentro
es como obligar a un len
a vivir en una gran ciudad
Yo digo
que si t, l o todos
nos miramos a cada instante
en un espejo
miramos cmo nos pasa la vida
que nos sentimos viejos
Por eso
yo no quiero llegar a viejo
gas! llegar a viejo.
Doy gracias a los siguientes alumnos del Idem Fe y Alegra La Cima quines contaron la mayora
de estas historias:
Rodrigo Echeverry, Angela M. Galvis, Luz E. Salazar, Migdonia Arboleda, Manuel S. Zapata,
Luis Aristizbal, Carlos M. Arroyave, Jhon D. Meja, Wilson F. Cano, Carlos A. Mira, Elkin G.
Carmona, Hernn D. Gonzlez, Mara C. Muoz, Jos A. Aguilar, Luis A. Tabares, Gertrudis E.
lvarez, Wilfer Botero, Asdrbal F. Ramrez, Yazmn E. Taborda, Nelson E; Alvarez, Marta L.
Muoz, Estella Grisales, Adrin Monsalve O., Dinelly Marn, Jhon J. Restrepo, Gladis E. Torres,
Carlos A. Ruiz, Claudia P. Velzquez, Luz Y. Gonzlez, Mnica M. Correa, Luz Mildred
Ramrez, Yillmar A. Atehorta, Paula A. Bermdez. Margarita Grisales, Jos M. Quintero, Olivia
Lezcano B., Mara O. Holgun, Viviana M. Yepez, Sandra M. Snchez, Nelson Ospina, Paula A.
Urn, Jaime A. lvarez, Diana B. Cardona, Jhon A. Giraldo, Ana V. Gutirrez, Claudia M.
Snchez, Sandra B. Quintero y Lucy E. Sarrazola.
Toda Verdadera historia es individual. Un hilo que se alarga. Un destino. Una tragedia.
Captar la conversacin que sostienen unos muchachos sobre una de las tantas planchas de
cemento que existen en los barrios que se asentaron sobre las laderas de las montaas de este
valle, hace parte de la Historia.
Contar la historia de alguien. Pararse y contarla con comienzo y final. O contar la historia que
otro ha contado.
Historias que atraviesan la ciudad de punta a punta y salen y entran continuamente llevadas por
los hombres.
Historias de lo que se cuenta aqu y ahora. Idioma que se desplaza como el viento que a ratos
recorre las calles de la ciudad.
Historias de la calle est basado en los relatos de jvenes de la zona nororiental de Medelln, y
logra dar una imagen ms amplia de su vida y su realidad.
Corporacin
Regin