Couchet Maria Mercedes. para Que Educamos
Couchet Maria Mercedes. para Que Educamos
Couchet Maria Mercedes. para Que Educamos
Para qu educamos?
Igualdad y autonoma en el
pensamiento educativo nacional
FHCE
Departamento de Publicaciones
[email protected]
1
versin electrnica disponible en el sitio http://www.fhuce.edu.uy
Para qu educamos?
Igualdad y autonoma en el pensamiento educativo nacional
Mara Mercedes Couchet
[email protected]
Departamento de Publicaciones FHCE
[email protected]
Diseo de portada
e interiores: Wilson Javier Cardozo
ISSN 1688-7476
Depsito Legal 355463
2
En la interseccin entre educacin y poltica,
las palabras igualdad y libertad vienen de lejos.
Estn tan trivializadas entre nosotros que,
cuando se las dice, casi todos estn de acuerdo.
Ser que podemos seguir llevndonoslas a la boca?
Ser que seremos capaces de lanzarlas hacia el porvenir?
Y de situarnos con ellas en una direccin en la que
an puedan ser el lugar del desacuerdo?
Ser que podremos arrancarlas del clich?
Ser que nos permitirn escribir (pensar, educar),
de una manera poltica que tenga que ver
con nosotros, con nuestros otros nos?
Jorge LARROSA y Walter O. KOHAN, Presentacin de Dossier II, 2003
Los que una vez se han encontrado juntos en los bancos de una es-
cuela, en la que eran iguales, a la que concurran usando de un mis-
mo derecho, se acostumbran fcilmente a considerarse iguales, a
no reconocer ms diferencias que las que resultan de las aptitudes
y las virtudes de cada uno: y as, la escuela gratuita es el ms podero-
so instrumento para la prctica de la igualdad democrtica.4
2
Jos Pedro Varela, La educacin del pueblo, Montevideo: Anales de Instruccin
Primaria, s/f (1874), p. 330.
3
Lo que en un trabajo anterior llamamos igualdad pedaggica (Couchet, 2008).
4
Jos Pedro Varela, o. cit., p. 381.
4
base de la Repblica, la educacin, la condicin indispensable de
la ciudadana.5
No basta con el saber, sino que es necesario guiar ese saber hacia...
el bien? A diferencia de otros pensadores como Condorcet (2001),
para Varela, lo importante es formar en el espritu de la verdad, identi-
ficada con la ciencia y supeditada a una moral.
La igualdad proclamada como fin ltimo de la educacin pasa
entonces por la extensin del saber a todos. La educacin, el saber
como la luz del Sol, puede y debe alcanzar a todos sin que se empae
su fulgor, ni se aminore su intensidad.9 Esta afirmacin es lo que da
tanta fuerza a la gesta vareliana. Todos pueden ser parte, el Estado
los acoge en la institucin escolar, concebida como educacin pbli-
ca. La instruccin comn, al destruir la ignorancia que es la fuente
de todos los vicios, es redimidora, pero no liberadora. Por qu? El
modelo del saber, el mtodo al que apuesta Varela,10 apunta a la for-
macin de un espritu moderno: confianza en la ciencia y en el progre-
so de la humanidad. Sin embargo, no hay una preocupacin tica, en
cuanto al compromiso con el hombre como tal. Es el hombre como
ciudadano, para la nacin moderna que se buscaba construir, pero
no hay una visin humanista de la educacin, sino positivista. A Va-
rela le interesa fortalecer la nacin como proyecto poltico, no la re-
pblica como principio filosfico.11
8
Ibdem, p. 424.
9
Jos Pedro Varela, s/f, o. cit., p. 330.
10
Basta recordar las famosas lecciones sobre objetos, revolucionarias en su tiempo.
11
La primaca del principio poltico introduce un modelo dotado de propsito
en el que se impone un recorrido obligado: el hombre se convierte en ciudadano
6
2. La laicidad de Reina Reyes
incorporndose a una comunidad cuya idea est preformada, pensada como mito
y como trascendencia (Condorcet, 2001, p. 67). La preocupacin humanista
de la instruccin pblica hace eco de la problemtica ciceroniana de la concordia,
universalizndola por una referencia a los derechos del hombre; es preciso apren-
der para ser buen ciudadano, pero tambin para convertirse en amigo de la humani-
dad entera sin renunciar al libre albedro (Ibdem, p. 51). [] la tarea de la ins-
truccin pblica es, pues, indirectamente poltica, pero el resultado no se puede
definir a priori ms que negativamente: sabemos lo que una repblica, objeto fi-
losfico, no es. La Nacin, objeto histrico, se compone sin cesar... (Ibdem, p.
68).
12
Reina Reyes, El derecho a educar y el derecho a la educacin, Montevideo:
Alfa, 1964, pp. 37-39.
7
En un caso se propicia la libertad y en el otro el asentimiento mo-
ral y la aquiescencia intelectual.13
Para Reyes, la preocupacin por la enseanza moral gira entonces
en torno a otro eje: no se trata de formar para el bien, para el deber
y para el honor14 como fin que gua toda la educacin, sino de prote-
ger el desarrollo de una conciencia tica autnoma. La educacin
moral, ms que tratarse de la enseanza de un cdigo moral, es la
capacidad de reflexionar crticamente sobre los asuntos morales.
13
Ibdem, p. 39.
14
Jos Pedro Varela, o. cit., p. 328.
15
Reina Reyes, o. cit., p. 44.
16
Jos Pedro Varela, o. cit., p. 425.
17
Reina Reyes, o. cit., p. 45.
8
Reyes se aleja as de la discusin sobre laicidad centrada en el te-
ma de la separacin de la Iglesia y el Estado, centrndose en el nio
hombre y acercndose al porqu de la necesidad de la independen-
cia de la Escuela del poder poltico. Resulta particularmente lcida
su llamada de atencin sobre el carcter paradjico de la tarea de
educar, reflejada en la propia etimologa de la palabra, comn a la
de los trminos conducir y seducir: todos derivan del verbo latino
duco, que significa gua. Este doble carcter plantea al educador
dos posibles actitudes a asumir: la de gua que, basado en su autori-
dad, muestra un nico camino, o la del que gua al educando en la
bsqueda de su propio camino.18
Si resulta difcil establecer ese lmite entre una y otra actitud educati-
va que responden a modalidades distintas en el educador, ms difcil
resulta determinar cunto la libertad de enseanza, que supone el
ejercicio del derecho a educar, lesiona el derecho del nio a una
educacin que posibilite su autonoma.19
18
Ibdem, pp. 45-46.
19
Ibdem.
20
Ibdem.
9
escuela popular y escuela privilegiada; su fundamento es el principio
de la igualdad de los ciudadanos.21
21
Ibdem, p. 47.
22
Ibdem.
10
desarrollo de las inteligencias. En este sentido, se acerca a la discusin
sobre el saber que plantean otros autores (Condorcet, 2001) en cuanto
a la idea de saber liberador. La nocin de penetrabilidad (Vaz
Ferreira, 1957) aporta una visin muy particular sobre los saberes y
el aprendizaje, aunque no deja de tener parentescos con las posturas
iluministas.
La insistencia de Vaz Ferreira sobre el uso de textos penetrables
se conecta con la elementariedad de los saberes planteada por Condor-
cet.23 En qu sentido? A primera vista, ambas posiciones pareceran
ms bien opuestas, ya que el material penetrable de Vaz Ferreira se
podra interpretar como opuesto a los libros elementales propuestos
por Condorcet (2001), entendidos como textos (Vaz Ferreira,
1957). Pero si recordamos que estos no son de naturaleza distinta a
la de los textos cientficos,24 no pierden su originalidad so pretexto
de adaptarse a la psicologa del nio. No es que se retrase el contacto
con lo verdadero, con la esencia de las cosas, sino que se grada. En
23
Condorcet propone tres pilares de la instruccin pblica: la elementariedad de
los saberes, la formacin del juicio, y la educacin cvica (Coutel, 2005) . En re-
lacin al primero, la forma en que se dispone el saber escolar es una cuestin no
solo didctica: Cmo disponer el saber escolar de tal modo que se convierta en
liberador? Condorcet, Cinco memorias sobre la instruccin pblica y otros escri-
tos, Madrid: Morata, 2001, p. 135, nota del editor). Condorcet opta por un concep-
to epistemolgico, el de elementos de las ciencias. Este criterio de seleccin
del saber a ser enseando tiene la triple ventaja de encerrar los conocimientos
ms necesarios, de formar la inteligencia dando ideas exactas, ejercitando la memo-
ria y el razonamiento, y, por ltimo, de poner en condiciones de seguir una instruc-
cin ms amplia y ms completa (Ibdem, p. 135). Es el modelo razonado del
saber. No todo saber es entonces liberador. Es su elementariedad, ms que su
extensin, lo que permite a cada alumno encontrarse con la esencia de cada ciencia,
encuentro que exige la puesta en juego de su razn. De esta manera disponer los
elementos es estar en posesin de las herramientas que gobiernan la inteligibilidad
de una disciplina o de un saber prctico (Ibdem, nota del editor) pero tambin
es estar en posesin de la conciencia del poder de su razn, condicin para la li-
bertad.
24
Condorcet, o. cit., p. 111, nota del editor.
11
ltima instancia, tambin se penetra en el conocimiento comenzan-
do por ideas vagas,25 que en Condorcet estn representadas por
los conocimientos elementales que son la condicin de inteligibilidad
de los conocimientos cientficos. Vaz Ferreira afirma que esa materia
parcialmente inteligible, destinada a ser penetrada, constituye el fer-
mento vivo y estimulante de la educacin en su forma ms eficaz;
naturalmente: bien seleccionada y en la conveniente proporcin.26
Entonces, los libros penetrables de Vaz Ferreira son lo que los conoci-
mientos elementales a Condorcet.
En esencia hay una preocupacin comn, ya que ambos apuntan
a poner a disposicin el patrimonio de saberes de la humanidad,
de habilitar el mximo desarrollo de los talentos que permita la exten-
sin de la cultura general.
25
La inteligencia humana debe comenzar por ideas vagas e incompletas, para
adquirir despus, por la experiencia y por el anlisis, conceptos cada vez ms
precisos y completos, sin poder nunca alcanzar los lmites de esta precisin y de
este total conocimiento de los objetos (Ibdem, p. 126).
26
Carlos Vaz Ferreira, Estudios Pedaggicos, Montevideo: Cmara de Represen-
tantes, 1957, p. 78.
27
Ibdem, p. 100.
12
Esta forma de organizar el saber escolar permitira evitar la medio-
crizacin a la que podra llevar una enseanza guiada solo por la
idea directriz del escalonamiento. La igualacin pedaggica en este
caso (de mtodos y de contenidos) sera negativa. Por otro lado, la
complementacin de ambas ideas directrices (de escalonamiento y
de penetrabilidad) permitira elevar el nivel de cultura general, en el
sentido de la humanizacin. Hay que desafiar a la inteligencia (con
textos penetrables) de manera que la educacin humanice. Este huma-
nizar pasa por el mximo desarrollo de las capacidades, o lo que l
llama, las funciones superiores del pensamiento.28
28
Ibdem, p. 22.
29
Ibdem, p. 24.
30
Zea, Leopoldo, El pensamiento latinoamericano, Barcelona: Ari, 1976, p. 421.
31
Ibdem, p. 412.
13
4. El problema de la Escuela rural
32
Castro, Julio, El banco fijo y la mesa colectiva, Montevideo: Revista de la
Educacin del Pueblo, 2007, p. 150.
33
Ibdem, p. 146.
34
Ibdem, p. 153.
14
el medio rural, no era eficaz por diversos motivos que tienen que ver
con las caractersticas del medio, pero, sobre todo, por la forma ciuda-
dana de la organizacin escolar. La escuela rural entonces no logra
ser socializadora,35 y tampoco liberadora, en el sentido de que es
la negacin de lo que el nio de campo es. En lugar de afirmarlo en
su personalidad, lo niega. Se produce un desdoblamiento de la vida
del nio, al no poder tender puentes entre lo enseado en la escuela
y su realidad social.36 En la introduccin a su libro La Educacin
Rural en el Uruguay (1944), Castro seala que hay un criterio ciuda-
dano que lo invade todo, que lo resuelve todo a su manera y que pre-
tende reducir la realidad a sus particulares puntos de vista.37
Segn Castro, los factores que llevan al aislamiento de la escuela
en el medio rural son tres: la distancia entre la cultura del maestro,
generalmente ciudadana, y la del medio rural, los mtodos y el progra-
ma.38 La tarea de la escuela rural, por tanto, queda reducida a la de-
sanalfabetizacin:
35
Julio Castro, La escuela rural en el Uruguay, Montevideo: Talleres grficos
33, 1944, p. 43.
36
Ibdem, p. 46.
37
Ibdem, p. 5.
38
Es de justeza sealar, y as lo hace Castro, que en su proyecto original, Varela
imaginaba a la escuela rural con una fuerte injerencia de la comunidad, dndole
el carcter de centro cultural, aspecto que el decreto de Latorre suprimi.(Ibdem,
pp. 53-54)
39
Ibdem, p. 54.
15
Ms adelante, al referirse a la situacin actual de la escuela rural,
agrega:
40
Ibdem, p. 65.
41
Zea (1976) plantea que el nuevo humanismo en el pensamiento latinoamericano
seala como error de los movimientos de fines del siglo XIX el haber querido
construir una identidad propia a partir de la negacin de lo que le era ms propio.
Lo anterior fue el fracaso de un pensamiento empeado en negar su propia reali-
dad vindola con signo negativo. All estaba, quirase o no, el pasado colonial,
16
Y aqu est el error y las consecuencias negativas del desconocimien-
to de la existencia de dos psicologas y dos modos de vida distintos.42
un pasado que era menester destruir por la va de su asimilacin (p. 454). Este
movimiento por la escuela rural en Uruguay bien podr ubicarse en la corriente
de pensamiento del nuevo humanismo, segn el anlisis de Zea.
42
Julio Castro, o. cit., 1944, p. 56.
43
Ibdem, p. 57.
44
Ibdem, p. 62.
17
p. 21). Este, al describir los fundamentos de este programa plantea,
como funcin de la educacin, lo siguiente:
45
Soler, 1984, p. 22.
46
Romano (2006) analiza el efecto que este movimiento tuvo en trminos de dis-
curso: La universalidad comienza a ser objeto de disputa y diferentes posiciones
van a entrar en juego. La pregunta que vertebra las diferentes posiciones es: son
diferentes las funciones de la escuela rural de las de la escuela urbana o se trata
de una misma funcin que se desarrolla en medios diferentes? (p. 144)
47
El mismo Castro seala esta dificultad que se plantea al referirse a las crticas
que la posicin ruralista ha recibido: La consecuencia social que extraen los
que siguen este errado criterio [la posicin colonizadora] es la de creer que los
que reivindican la especificidad del medio rural quieren formar dos sociedades
opuestas: la urbana y la rural. Y siguiendo la falsa oposicin sacan las catastrficas
consecuencias imaginables (Castro, 1944, o. cit., p. 57).
18
porque tiene como fin la libertad, la escuela es antisocial. No le
gustan los dioses y en particular no ama al dios-sociedad.48
No estamos diciendo que el movimiento por la escuela rural en
nuestro pas haya olvidado la libertad como fin de la educacin. Por
el contrario, la puso ms que nunca en el tapete al cuestionar el mo-
delo homogeneizador de la escuela ciudadana. Reclamar la auten-
ticidad de la escuela rural era, en ese momento, reclamar un lugar
para la libertad como justamente lo universal del acto educativo (rea-
firmado en la afirmacin de que existen principios generales recto-
res). Pero creemos que una afirmacin de ese tipo puede llevar a un
paralogismo, como tambin seala Kintzler, el de transformar lo
real emprico por fin.49
Creemos que la nueva realidad de la sociedad uruguaya hoy, que
plantea nuevos dualismos, exige volver a centrar la discusin sobre
lo universal de la escuela. Y con este planteo nos estamos moviendo
ya al momento de las conclusiones.
5. Concluyendo desafos
48
Caterine Kintzler, Tolerancia y laicismo, Buenos Aires, Ediciones del Signo,
2005 (1998), p. 38.
49
Caterine Kintzler, Catherine, La Repblica en preguntas, Buenos Aires: Edicio-
nes del Signo, 2005 (1996), p. 23.
19
estructuras sobre las que se asienta la vida nacional anuncia tambin
la caducidad de muchas ideas en materia de educacin.50
50
Julio Castro, o. cit., 2007, p. 139.
51
Ibdem, p. 36.
20
esta primera definicin, aun sin negar la especificidad de lo educativo.
Pero es importante distinguir hasta dnde la discusin sobre temas
educativos se puede dar en trminos tcnicos, y cundo se entra en
el terreno de la naturaleza poltica de la educacin (Freire, 1997).
Significa esto que no ha de cuestionarse la pertinencia de los
contenidos a ser enseados segn el medio (o el contexto)? No. Es
decir, s han de cuestionarse. Pero, y pidiendo prestada la idea de
paralogismo de Vaz Ferreira para analizar los errores en el razona-
miento de los problemas pedaggicos, diremos que este es uno de
ellos. No todos los contenidos habilitan un proceso educativo en el
sentido de la autonoma. Sin embargo, esto no tiene que ver con la
especificidad del educando y su medio, sino con la naturaleza del
saber. Nos cuestionaremos esto en la medida en que, como educado-
res, apuntemos a educar para la libertad. Recordando a Condorcet,
diremos que no todos los saberes son liberadores. Si bien debemos
reconocer que la realidad actual exige adaptarse a ella de manera de
revertir los procesos de exclusin agudos que se estn dando en nues-
tro pas, y afirmar ms que nunca la igualdad en la escuela, esto no
puede llevarnos, como educadores progresistas, a claudicar de la
bsqueda de la emancipacin. Adorno lo planteaba como una tensin
que debe resolverse histricamente (Adorno, 1998, p. 97). Entonces
esto exige revisar las especificidades que cada medio presenta, y
equilibrar la tarea educativa entre la adaptacin como forma de
supervivencia, y la emancipacin como forma de felicidad y huma-
nizacin. Y tambin como garanta de la democracia. Una democracia
no puede sobrevivir si una parte de la poblacin no se siente parte.
Kintzler advierte sobre el peligro de abrir la escuela al mundo:
reducida a un mecanismo elemental de inmersin social, la escuela
abandona toda relacin seria con el saber.52 No se trata segn la au-
tora de ignorar las especificidades, sino de no convertirlas en el fin
de la escuela. As, no es el nio campesino ni el nio pobre el sujeto
de la escuela, sino el nio deseoso de saber que no sabe de ese deseo.
52
Caterine Kintzler, o. cit., 2005 (1996), pp. 26-27.
21
El saber con el cual se instruye en la escuela est ms all del alumno
y ms all del maestro. Se trata de una autoridad que cada uno est
invitado a construirse por s mismo. Es un ejemplo y una experiencia
concreta de la libertad, y tal vez la experiencia ms elevada que un
hombre pueda hacer de la libertad. Alcanzar esta forma de autoridad,
ser el autor de lo que se piensa, de lo que se dice, he aqu la apuesta
esencial de lo que nuestros antepasados han llamado instruccin.53
53
Caterine Kintzler, Tolerancia y laicismo, Buenos Aires, Ediciones del Signo,
2005 (1998), p. 39.
22
micos y sociales necesita de esta emancipacin pero no se da en la
escuela. Nos sentimos en sintona con el planteo, en cierta manera
pesimista, de Jacotot (2008), como sealaba Rancire, y radicalmente
liberador a la vez, para el educando y para el educador:
54
Jacques Rancire, El maestro ignorante, Barcelona: Laertes, 2003, p. VII.
23
Bibliografa
25
26
ESTUDIANTES Y EGRESADOS TTULOS DESDE NOVIEMBRE 2010
27
El objetivo de la coleccin Avances de Investigacin es fortalecer
la difusin del rico y valioso trabajo de investigacin realizado en
la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin (FHCE).
Asimismo procura estimular la discusin y el intercambio a partir
de estos pre-prints, preservando la posibilidad de su publicacin
posterior, en revistas especializadas o en otros formatos y soportes.
Departamento de Publicaciones
Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educacin
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