Bion

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El tema central de este libro es el estudio de la persona en s misma o en grupo por el

mtodo de su observacin exacta y registrada en formulaciones precisas. Bion propor


ciona un nuevo enfoque del insight, advirtiendo al psicoanalista de la importancia de
examinar objetivamente uno de los elementos ms significativos d que dispone: el
lenguaje hablado. Afirma Bion que las formulaciones verbales son las principales herra
mientas con que cuenta el psicoanalista para lograr la comprensin de un individuo o
de un grupo. El psicoanalista debe utilizar el "lenguaje de la realizacin" para conocer
la verdad, pero teniendo en cuenta que ese lenguaje es "derivado no slo de la expe
riencia sensorial,- sino tambin de los impulsos y disposiciones alejados de los que de"
ordinario se asocian con la discusin cientfica".
Asimismo Bion estudia la mentira ("que no ha recibido la debida atencin") y descubre
la analoga de algunos conceptos psicoanalticos con ciertas formulaciones matemticas.
El temario de su obra abarca importantes tems: la medicina como modelo, realidad
psquica y sensorial, opacidad de la memoria y el deseo; las teoras, su instancia particu
lar o configuracin general; el mstico y el grupo, continente y contenido; vrtices, su
evolucin; realidad ltima, constante o imgenes visuales, las mentiras y el pensador,
continente y contenido transformados; preludio o sustituto de la realizacin.
/

Del mismo autor, PAIDOS ha publicado estas otras cuatro obras:

W. R. Bion: Elementos de psicoanlisis


. Examina e integra los ms importantes aspectos de las teoras clsicas de Freud y de
M. Klein. Obra de sumo inters tambin por la tabla que proporciona para servir como
instrumento de notacin para pensar los problemas sobre la base de un registro y cate-
gorizacin de los hechos ocurridos durante la sesin analtica.

W. R. Bion: Aprendiendo de la experiencia


Estudia los problemas vinculados con la experiencia del aprendizaje, en forma especial
la relacin entre el intento de conocimiento como sentimiento doloroso y la tolerancia
a la frustracin, y el proceso del pensar desde el encuadre de la prctica psicoanaltica
con pacientes que presentan sntomas severos de trastornos del pensamiento. La edicin
es presentada por Len Grinberg.

W. R. Bion: Volviendo a pensar


Expone el desarrollo del pensamiento de W. R. Bion en relacin con su trabajo con
psicticos y con la parte psictica de la personalidad. El autor establece aqu una teora
original del pensamiento que ha significado la apertura de un vasto horizonte a la inves
tigacin psicoanaltica. Ilumina aspectos comnmente eludidos: las limitaciones del
psicoanalista y la deformacin que sufren ciertos conceptos psicoteraputicos como "cura
cin", "mejora" y "tratamiento". Bion arriba a conclusiones que rompen la coraza
protectora de las ideas familiares, exponindose l e intenta que se expongan los lecto
res a la fuerza desintegradora, pero curativa, de las nuevas ideas.

W. R. Bion: Experiencias en grupos


Proporciona las bases para integrar el enfoque psicoanaltico clsico focalizado sobre
el individuo con los conceptos kleinianos de identificacin proyectiva y con las tcnicas
y conceptos del enfoque de la dinmica de grupo. Las observaciones de Bion acerca de
los contenidos y tono de los intercambios entre paciente y pacienta y entre los pacientes
y el terapeuta en el grupo teraputico, el significado de lo que se dice y de lo que no se
dice, de la mmica y de los silencios, le han permitido establecer un repertorio de con
ceptos qu hacen comprensibles conductas aparentemente extraas e indescifrables. Entre
estos conceptos, se destaca el de supuesto bsico, con el que designa una creencia emo
cional de la que participan todos los miembros del grupo y que lleva a sus miembros a
vivir un determinado tipo de fantasas y deseos, esto es, designa una fantasa colectiva
y Unitaria subyacente.

Otras obras conexas que el lector puede consultar, pertenecientes a nuestro fondo edito
rial: H. Guntrip: Estructura de la personalidad e interaccin humana; J. Ruesch y G.
Bateson: Comunicacin; E. Rodrigu y G. T. de Rodrigu: El contexto del proceso
analtico; J. Ruesch: Comunicacin teraputica.
W.R.BION

ATENCIN
E
INTERPRETACION

biblioteca de psicologa profunda


Impreso en la Argentina - Printed in Argentina
Queda hecho el deposito que previene la ley 11.723

Ttulo del original ingls


ATTENTION AND INTERPRETATION
First published in 1970
by Tavistock Publications Limited
11 New Fetter Lane, London E.C. 4
Set in Photon Times 12 on 13 pt. by
Richard Clay (The Chaucer Press) Ltd., Bungay, Suffolk
and printed in Great Britain by
Fletcher & Son Ltd., Norwich, Norfolk
W. R. Bion, 1970
Versin castellana de
EMILIO MUIZ CASTRO

Ia edicin, 1974

La reproduccin total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea,


idntica o modificada, escrita a mquina, por el sistema "Multigraph",
mimegrafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, viola derechos
reservados. Cualquier utilizacin debe ser previamente solicitada.

Copyright de todas las ediciones en castellano by


EDITORIAL PAIDOS
S.A.I.C.F.
Defensa 599, 3er. piso Buenos Aires
NDICE

I. Introduccin, 9

II. La medicina como modelo, 13

III. Realidad psquica y sensorial, 29


IV. Opacidad de la memoria y del deseo, 43
V. Teoras: instancia particular o configuracin general, 55
VI. El mstico y el grupo, 61
VII. Continente y contenido, 71
VIII. Vrtices: evolucin, 81
IX. Realidad ltima, 85
X. Constantes e imgenes visuales, 91
XI. Las mentiras y el pensador, 95
XII. Continente y contenido transformados, 103
XIII. Preludio o sustituto de la realizacin, 119
Referencias bibliogrficas, 123
LA TABLA
Hip
tesis Nota Aten Inda
defini- cin cin gacin Accin
toria
i 2 3 4 5 6 ... n

A Al A2 A6
Elementos 3

B
Elementos a
B1 B2 B3 B4 B5 B6 . . . Bn

C
Pensamientos del
sueo, sueos,
C1 C2 C3 C4 C5 C6 . . . Cn
mitos

D DI D2 D3 D4 D5 D6 . . .Dn
Preconcepcin

E
Concepcin
El E2 E3 E4 E5 E6 . . .En

F F1 F2 F3 F4 F5 F6 ... Fn
Concepto

G
Sistema
cientfico
G2
deductivo

H
Clculo
algebraico
I
INTRODUCCIN

Dudo de que quien no sea psicoanalista en ejercicio


pueda entender este libro, pese a que me he esforzado por
escribirlo con sencillez. Cualquier analista en ejercicio puede
entender lo que he querido expresar porque, a diferencia de
aquellos que slo leen y oyen sobre psicoanlisis, tiene la opor
tunidad de experimentar por s mismo lo que yo puedo repre
sentar nicamente por medio de palabras y formulaciones ver
bales, concebidas para una funcin diferente y desarrolladas a
partir de la experiencia sensorial. La razn es esclava de la
emocin y existe para racionalizar la experiencia emocional.
Algunas veces la funcin de la palabra es comunicar a otro una
experiencia; otras, impedir que sea comunicada fielmente. En
ocasiones la finalidad es llegar hasta un espritu bueno y permi
tir que ste llegue hasta nosotros; o, a la inversa, impedrselo a
un espritu malo. El vocabulario forjado con este material sirve,
aunque inapropiadamente, cuando el objeto estudiado est pre
sente, como ocurre en la prctica psicoanaltica. En matemti
ca, los clculos pueden hacerse sin que sea necesaria la presen
cia de los objetos acerca de los cuales hay que calcular; pero en
la prctica psicoanaltica es esencial para el analista poder de
mostrar a medida que formula. Esto no es posible cuando las
condiciones para el psicoanlisis, en sentido tcnico estricto, no
existen. Algunos de nosotros hemos tratado de desarrollar el
mtodo psicoanaltico de modo que pudiera emplearse en un
contexto grupal. Este desarrollo, si fuera posible hacerlo sin la
mutilacin del carcter fundamental del mtodo psicoanaltico,
iniciara el paso de la comunicacin privada a la pblica. El
lenguaje cumple exactamente esta funcin en el dominio de la
experiencia sensible. Las expresiones poticas y religiosas han
hecho posible un cierto grado de "publicacin" en el que

9
existen formulaciones que han alcanzado perdurabilidad y ex
tensin. Para decirlo de otra forma, el poder transmisor de las
proposiciones se ha extendido en el tiempo y en el espacio.
Vixere fortes ante Agamemnona multi y Not marble, nor the
guilded monuments / Of princes, shall outlive this powerful
rhyme son expresiones de esta creencia; son interpretaciones de
la experiencia humana. La atencin del psicoanalista es atrada
en su esfera por una experiencia particular hacia la cual podra
dirigir la atencin del analizado. Para hacerlo debe emplear el
Lenguaje de la Realizacin. Es decir, mtodos que tengan la
contrapartida de durabilidad o extensin en un dominio donde
no existen ni el tiempo ni el espacio en el sentido en que esos
trminos se utilizan en el mundo sensorial.
Cuanto he dicho con respecto a este libro es aplicable tam
bin a la sesin psicoanaltica; a mi parecer se supone que la
experiencia del psicoanlisis tiene un efecto perdurable o que
eso es lo que se propone. A diferencia de este libro, la sesin
nos proporciona a m y a los otros la oportunidad de atraer la
atencin sobre el fenmeno real al que pienso que el analizado
debe atender y esto podra reforzar el efecto de mi comunica
cin. Anloga ventaja puede hallarse, segn creo, en un enfoque
psicoanaltico de los grupos; es de esperar que la capacidad
artstica, aunque til, no sea esencial para el psicoanalista. Es
ms, puede ser una desventaja, por cuanto esta capacidad le
dara la oportunidad de proveer, como tema Platn, de un
sustituto de la verdad.
En este libro hago un anlisis tentativo de una cuestin que,
segn mi manera de ver, no ha recibido la atencin debida en
psicoanlisis: la mentira. La predisposicin a mentir puede to
marse como sntoma de una personalidad gravemente perturba
da. La mentira crea, por cierto, muchas dificultades en cual
quier intento de aproximacin psicoanaltica; pero, por otro
lado, mi experiencia en el psicoanlisis me hace pensar que la
aptitud para mentir, tan universal que slo un mentiroso podra
desconocer su naturaleza omnipresente, tiene su lugar propio
como objeto de estudio y se la ignora, a un costo peligroso,
tanto por parte del analista como del analizado. En resumen,
estoy de acuerdo en que suele ser sntoma de una personalidad
perturbada; pero, en mi opinin, no es necesariamente una con
traindicacin para el anlisis. Por el momento, me limitar a
sealar uno o dos aspectos.
Demasiado a menudo se olvida que el don de la palabra, de
empleo tan destacado, ha sido elaborado tanto con el propsito
de encubrir el pensamiento, por medio de la simulacin y la
mentira, como con el fin de elucidarlo o comunicarlo. Por lo
tanto, el Lenguaje de la Realizacin, si se va a utilizar para
dilucidar la verdad, debe reconocerse como derivado no slo de
la experiencia sensorial sino tambin de los impulsos y disposi-
10
dones alejados de los que de ordinario se asocian con la discu
sin cientfica. Freud, al igual que quienes lo antecedieron,
sinti la necesidad de apartarse aislarse? del grupo para
trabajar. Esto significara aislarnos del mismo material que de
bemos estudiar. Por lo tanto, tenemos que reorientar nuestros
puntos de vista sobre cuestiones tales como la racionalizacin y
el empleo de la razn en general. El paciente dice: "De repen
te, cuando termin de almorzar, me lanz un vaso de cerveza a
la cara sin previo aviso. Yo mantuve la sangre fra y no demos
tr ningn resentimiento, recordando lo que usted haba dicho
sobre el psicoanlisis. As pas sin que nadie se apercibiese de
ello". Est mintiendo? Est verbalizando una alucinacin pre
sente? Cuestiones de esta naturaleza se presentan a lo largo de
un tratamiento psicoanaltico y requieren una correcta evalua
cin por parte del psicoanalista. Sin embargo, no contamos con
instrumentos refinados yo trat de llenar ese vaco con mi
tabla1 para ese fin. Y no estoy hablando de hacer la interpre
tacino de las numerosas teoras que la facilitan, pues la
tabla pertenece a una categora totalmente diferente; es anloga
a un principio de la ciencia fsica y est formada, a partir de
una matriz de teoras, para ayudar a la observacin, no para ser
un sustituto de ella. Dejo a otros el estudio detallado de la
mentira y de su diagnstico diferencial con respecto a los fen
menos que aparecen como similares. El psicoanalista debe em
plear el Lenguaje de la Realizacin, pero tiene que recordar que
fue elaborado tanto para el logro del engao y la evasin como
para el de la verdad. Este aspecto se presenta particularmente
claro cuando el campo emocional que prevalece es el de la
rivalidad y la hostilidad tal como yo lo he descrito, en situa
ciones grupales, como caracterstico del supuesto bsico de ata
que-huida (Bion, 1961). El individuo recibe, de manera similar,
la influencia de la situacin emocional del grupo. Resulta, por
lo tanto, imposible dar interpretaciones correctas, salvo por
accidente, a menos que la situacin sea sealada. Por ejemplo,
la drogadiccin se explota como encubrimiento de la psicosis;
la mentira se suele justificar como un aspecto de la drogadic
cin y viceversa.
Los psicoanalistas deben determinar si estn hablando de
los medios de comunicacin, incluidos los verbales, como cosas
en s, o bien de otras cosas en s a las cuales representan estos
elementos de comunicacin gestos, acciones, silencios y for
mulaciones verbales que se estn utilizando. El propsito de
la tabla es recordar al psicoanalista la necesidad de discriminar
un elemento de otro en su experiencia psicoanaltica y, en
1 Vanse su reproduccin en la pg. 8 y en mi obra Elements of
psychoanalysis (1963) (Versin castellana: Elementos de psicoanlisis, Bue
nos Aires, Horm, 1966), en la que he expuesto con ms detalle el sistema
de la tabla.

11
particular, reconocer que lo que causa problema es, a la vez, la
comunicacin y la utilizacin que se hace de ella. Debe obser
var si el rasgo presentado (o el rasgo hacia cuya obstruccin
quiere atraer la atencin) tiene por objeto apoyar el esclareci
miento o el engao y a qu lugar del espectro gentico perte
nece (comunicacin primitiva o refinada).
Aunque la tabla no es satisfactoria en su forma presente,
espero que no confunda sino que conduzca a una versin mejo
rada. He usado los siguientes signos2:
T
Transformacin
Ta
Punto a partir del cual empieza la trans
formacin
Tp
Punto en el cual se presume que la transfor
macin se completa
Ta
Trasformacin del psicoanalista
Tp
Transformacin del analizado
O
La experiencia (la cosa en s)
Con frecuencia se utilizan analogas. Las cosas usadas y lo
que ellas representan son distintas. Se supone que un rifle y un
pene son similares. Pero la que debe ser exacta es la relacin
entre los objetos particulares en la analoga particular y no los
objetos mismos. As: el pecho es a la boca del beb como el
bistur del cirujano es a X. En cualquier caso particular la
inexactitud de la relacin merece ser criticada y evaluada. Los
objetos son culpables y condenables si son similares. Por ejem
plo, Mel cuchillo es al tenedor como el cuchillo es al tenedor
es una "no-analoga. "Los ojos son a la mente como la boca
es a la comida es una analoga correcta y llama la atencin
sobre el asunto que se observa, es decir, la relacin entre los
dos.

o
Aparecen empleados por primera vez en mi obra Transforma-
tions (1965).
12
n
LA MEDICINA COMO MODELO

La mayora de las personas piensan del psicoanlisis, al


igual que Freud, que es un mtodo para el tratamiento de una
enfermedad. Esta se miraba como si fuera similar a un sufri
miento fsico que, cuando se conoce su naturaleza, tiene que
tratarse de acuerdo con las normas de la medicina. El paralelo
con sta era y sigue siendo til. Pero al desarrollarse el psicoa
nlisis se ha visto que difiere de la medicina fsica hasta tal
punto que la brecha que los separa no es simplemente obvia,
sino insalvable. Para muchos fines la analoga proporciona com
paraciones aclaratorias y modelos que facilitan la exposicin.
Pero cuanto ms nos adentramos en el psicoanlisis tanto ms
se vuelven inadecuados los modelos para definirlo, para infor
mar acerca de l o para aplicarlo. La diferenciacin ha significa
do que los modelos que eran esclarecedores se han vuelto opa
cos y con frecuencia desorientan incluso a los psicoanalistas.
Veamos por qu. Podemos empezar por tratar las razones ob
vias y simples, aunque tampoco persistirn por mucho tiempo.
En la medicina fsica el paciente puede tener un dolor en el
pecho que lo decide a visitar al mdico. A l puede explicarle
la naturaleza e historia del dolor y de l puede recibir las
indicaciones para someterse a un examen posterior, digamos, a
rayos X o a una microscopa o a ciertas formas de tratamiento.
Por lo menos as parece; ms adelante es posible que tengamos
razones para cuestionar esta descripcin. Por el momento nos
servir para sealar la divergencia entre la medicina fsica y el
psicoanlisis.
Supongamos a un paciente que se queja no de un dolor
fsico sino mental; nadie pone en duda la existencia de la ansie
dad ni ve como una incongruencia que se busque ayuda para
curarla. Encontramos necesario diferenciar entre el dolor de
una pierna rota y el que produce, pongamos por caso, una
afliccin; a veces preferimos no hacerlo, sino cambiar el dolor

13
mental por el fsico y viceversa. El mdico y el psicoanalista
coinciden en considerar que la enfermedad debe ser reconocida
por el primero; en psicoanlisis este reconocimiento debe pro
ducirse tambin por parte del paciente. El mdico considera el
reconocimiento del dolor como subordinado a su curacin; el
punto de vista del psicoanalista lo expresa el doctor Johnson en
una carta a Bennet Langton: "No s si el hecho de ver la vida
como es nos proporcionar mucho consuelo; pero el que pro
viene de la verdad, si lo hay, es slido y duradero, al tiempo
que el que se deriva del error debe ser, como su original, falaz
y fugitivo".
El punto que demuestra la divergencia con mayor claridad
es que el mdico depende de la comprobacin de la experiencia
sensorial, en contraste con el psicoanalista, cuya dependencia
existe en relacin con una experiencia no sensorial. El mdico
puede ver, tocar y oler. Las comprobaciones con las que trata
un psicoanalista no pueden verse o tocarse; la ansiedad no tiene
forma ni color, sonido ni olor. Por conveniencia, propongo uti
lizar el trmino "intuir" como paralelo, en el dominio del psi
coanalista, al uso de "ver", "tocar", "oler" y "or", por parte
del mdico.
Dar ahora tres formulaciones diferentes del mismo episo
dio registrado en el psicoanlisis de una mujer. Podra servir
fcilmente para demostrar el problema de comunicacin y pu
blicacin que enfrenta el psicoanalista.
La paciente hizo una asociacin para expresar, si bien de
manera disfrazada, su hostilidad hacia los padres, cuyas relacio
nes entre s representa como las que se dan entre un rufin y
una prostituta. Aun intent obtener una respuesta tal del analista
que resultara equivocada cualquiera que fuese la faceta de
asociacin multidimensional que ste eligiera para la interpreta
cin. Podra "probarse" que el hecho de elegir la dimensin y
la interpretacin reflejara ms al analista que al analizado;
aqul podra dudar con impotencia ante el caudal de alternati
vas que le presentan.
Una versin, empleando las ms recnditas formulaciones
intuitivas kleinianas desde el punto de vista psicoanaltico, se
ra: el paciente estaba dirigiendo un ataque contra la potencia
psicoanaltica del analista; el "proyectil" era la asociacin, que
por eso debe ser considerada como un objeto de la categora
A6 de la tabla. Las caractersticas de la asociacin consisten, o
bien en someter la intuicin del analista a una escisin a causa
de su incapacidad para formular expresiones simultneas de di
versas y hasta incompatibles interpretaciones, o bien en tener
capacidad para compulsarlo, por la necesidad de actuar, a adop
tar un punto de vista moral para la interpretacin a causa de
que la posicin cientfica implica "escindirse" entre interpreta
ciones alternativas. La estrecha relacin entre las actitudes mo-

14
rales y la accin, en oposicin con el pensamiento o la medita
cin, se investigar ms adelante. El primer problema es elegir
qu interpretacin dar. Todos y cada uno de los muchos aspec
tos de la exposicin del paciente deben tenerse en cuenta antes
que nada. Puede considerarse como una afirmacin o como una
transformacin; con dimensiones o aspectos mltiples, puede
representarse por medio de una imagen visual de una figura en
la cual se encuentran muchos planos o en la cual muchas lneas
pasan por un punto comn. Puedo representrmelo mediante la
imagen visual de un cuerpo geomtrico con un nmero infinito
de caras. Depende de una comprobacin de la experiencia sen
sorial derivada del espacio. El intento de exteriorizar la imagen
visual se restringe como si la representacin por lneas y puntos
fuera ella misma un "espacio" demasiado restringido para "con
tener" la imagen visual: por eso tiene longitud mientras que la
imagen visual mental de una lnea o de un punto no la tiene.
La identificacin proyectiva ha sido formulada hasta ahora
en trminos derivados de una concepcin de la idea ordinaria
del hombre (o de la mujer) del espacio tridimensional. Las
formulaciones kleinianas habituales dependen de una imagen
visual de un espacio que contiene todo tipo de objetos. En
ellos se supone que los pacientes proyectan partes de su perso
nalidad que han escindido. Melanie Klein, que descubri este
mecanismo, considera que puede observarse en los pacientes
psicticos y en los que estn al borde de la psicosis. Ms tarde
ella y sus colaboradores consideran que la teora tena una
aplicacin ms amplia y que podan detectarse concepciones
semejantes en personalidades neurticas y normales. La investi
gadora destac el grado de fragmentacin y la distancia a la
cual fueron proyectados los fragmentos como un factor deter
minante en el grado de alteracin mental que el paciente des
plegaba en su contacto con la realidad. Estoy de acuerdo con
este punto de vista; al aumentar mi prctica con pacientes per
turbados se hizo evidente que se necesita una formulacin ms
rigurosa de la teora si se quiere que la interpretacin del ana
lista salve la distancia entre representacin y concepcin. Las
circunstancias bosquejadas en Learning from experience y en
Elements of psycho-analysis me lo hicieron ver claro. Debo
recapitular brevemente algo de lo que escrib entonces y volv a
tratar ms tarde en Transformations.
Hay pacientes cuyo contacto con la realidad presenta mayo
res dificultades cuando esa realidad es su propio estado mental.
Por ejemplo, un nio descubre su mano; podra haber descu
bierto tambin su dolor de estmago, su sentimiento de miedo
o de ansiedad, o su sufrimiento mental. En la mayora de las
personalidades comunes esto es cierto, pero existen personas
que toleran tan poco el dolor o la frustracin (o para las cuales
el dolor y la frustracin son tan intolerables) que sienten el

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dolor pero no desean sufrirlo y por eso no puede decirse que lo
descubren. Qu es lo que no quieren sufrir o descubrir tenemos
que conjeturarlo a partir de lo que aprendemos de los pacientes
que s se lo permiten. El paciente que no quiere sufrir dolor
deja de "sufrir placer y esto le resta el estmulo que de otra
forma podra recibir de un alivio accidental o intrnseco. All
donde un paciente entendera que una palabra seala una con
juncin constante, la experimenta como algo que no est all, y
lo que no est all, como lo que est all, es indistinguible de
una alucinacin. A causa de que el trmino "alucinacin" tiene
una penumbra de asociaciones que podra ser inadecuada, he
llamado a estos objetos elementos beta.
Las descripciones de cmo estos objetos se le aparecen al
paciente y de cmo se me aparecen a m estn pensadas para
favorecer la comprensin del lector, pero no tienen rigor sufi
ciente para que se las utilice en la prctica. Las formulaciones
tienen el status de elementos en la categora C de la tabla.
Supongamos que el paciente es capaz de tolerar la frustra
cin y el dolor: su historia diferir en importantes aspectos de
la que hemos visto. Para l el nombre representa una
"no-cosa", pero su capacidad de tolerancia le permite observar
una conjuncin constante, unirla con un nombre o utilizarla
cuando ya ha sido nombrada. El paciente A, como ahora llama
r tambin al intolerante, tiene entonces a su disposicin ele
mentos beta u objetos fantsticos y su caso difiere en este
aspecto del paciente B, como ahora llamo al segundo, que pue
de tolerar y por lo tanto nombrar (incluso si el nombre no es
ms que un gruido o un aullido) una conjuncin constante, y
de ese modo investigar su significado. Tanto si el elemento beta
o el objeto fantstico debe clasificarse o no como pensamiento,
es una cuestin de utilidad cientfica que puede determinarse
ms adelante. Yo sugiero, con carcter provisorio, que todos los
elementos beta se distingan de los que estn presentes en los
procesos mentales del paciente B, considerando que los ltimos
son pensamientos y los primeros no. A los elementos ms pri
mitivos del pensamiento desde el punto de vista gentico los
agrupar como elementos alfa, distinguindolos de los elemen
tos beta.
Usar ahora los conceptos geomtricos de lneas, puntos y
espacios (como derivado originalmente no de la realizacin en
un espacio tridimensional sino de las realizaciones de la vida
mental emocional) como reintegrables a la regin de la cual
considero que han surgido. Es decir, si el concepto de espacio
del gemetra deriva de una experiencia "del lugar donde estaba
algo", se debe volver a iluminar la regin donde, en mi expe
riencia, es significativo decir que "un sentimiento de depresin"
es "el lugar donde estaba un pecho u otro objeto perdido" y

16
que el "espacio est "dnde la depresin, o alguna otra emo
cin, sola estar".
Yo he sealado que este espacio, estos puntos y estas lneas
difieren en una importante proporcin, es decir, que en el do
minio de las imgenes visuales mentales un nmero infinito de
lneas puede pasar por un punto, pero si intento representar
esta imagen visual por medio de un punto y lneas trazados en
un papel, slo habra posibilidad de trazar un nmero finito de
ellas. Esta cualidad limitada es inherente a todas las realizacio
nes del espacio tridimensional que se asemejan a los puntos, a
las lneas y al espacio del gemetra, pero no al espacio mental
hasta que se intenta representar ste por medio del pensamien
to verbal. En estos trminos estoy postulando el espacio mental
como una cosa-en-s que es incognoscible, pero que puede re
presentarse por medio de pensamientos. En el pensamiento in
cluyo todo lo que es primitivo, incluso elementos alfa tales
como los he descrito hasta ahora. Excluyo, arbitrariamente
por definicin, los elementos beta. Los pensamientos pueden
clasificarse con las realizaciones de todos los objetos que se
aproximan a las representaciones del espacio tridimensional en
este particular: son intolerables para el paciente A porque com
parten la frustrante cualidad de todas las realizaciones. Sin em
bargo, para el "hombre comn", los pensamientos no tienen
este carcter restrictivo hasta que es necesario aplicarlos al ma
terial preverbal. El material puede ser preverbal a causa de que
la persona que busca verbalizarlo no ha tenido suficiente expe
riencia de l para observar una conjuncin constante. Se en
cuentra en un estado anlogo al observado en un nmero de
configuraciones similares tales como: tener dolor sin sufrirlo, la
incomprensin del movimiento planetario porque el clculo di
ferencial no ha sido inventado, no ser consciente de un fenme
no mental porque ha sido reprimido, no tener conocimiento de
un suceso porque no ha ocurrido.
En estas situaciones los problemas asociados requieren
que se los piense para dar con su solucin. En todas el pen
samiento es restrictivo y puede experimentarse directamente
como tal tan pronto como una intuicin requiere represen
tacin para la comunicacin privada. Puesto que el pensa
miento libera a la intuicin, hay un conflicto entre el impulso a
dejarla inexpresada y el impulso a expresarla. El elemento res
trictivo de la representacin, por lo tanto, interfiere en la trans
formacin Ta -T|3 del material preverbal. Un hombre logra la
transformacin; el otro, que no puede tolerar la restriccin, no
lo hace. Entonces est privado de la liberacin que le dara el
pensamiento si l fuera capaz de tolerarlo. La irrupcin del
principio de realidad se pone as en peligro. En mi definicin
del pensamiento, el segundo hombre no generar elementos alfa
y no ser capaz de pensar. Cualquier substituto que encuentra

17
para el pensamiento no se puede clasificar como tal. Cuando
trate la verbalizacin psictica considerar de nuevo este punto.
La falta de la funcin alfa, que debe producir elementos
alfa, implica la ausencia de imgenes visuales mentales de pun
tos, lneas y espacios. Por eso el paciente A carece del equipa
miento que lo podra ayudar a delinear la realizacin del espa
cio mental. Su posicin es anloga a la del gemetra que tuvo
que esperar la invencin de las coordenadas para poder elaborar
la geometra algebraica.
Consideremos ahora al paciente enfrentado a una experien
cia en la cual el paciente B recurrira a una identificacin pro-
yectiva como la bosquejada por Melanie Klein. El carcter res
trictivo de la realidad y la dependencia de la identificacin
proyectiva sobre el reconocimiento de objetos evita la proyec
cin de partes de la personalidad porque no hay ninguna con
cepcin de continentes en los cuales podra tener lugar la pro
yeccin. Por eso se siente que la proyeccin explosiva tiene
lugar en lo que para el analista es la realizacin del espacio
mental: un espacio mental que no tiene imgenes visuales que
cumplan las funciones de un sistema coordinado, ya se trate del
"cuerpo facetado" o de la figura multidimensional multilineal
de lneas que se interceptan en un punto. Por lo tanto la reali
zacin mental del espacio se siente como una inmensidad tal
que no puede representarse ni siquiera por medio del espacio
astronmico, porque no hay ninguna posibilidad al respecto.
Paradjicamente esta explosin es tan violenta y trae apare
jado un miedo tan inmenso -al que nos referimos de aqu en
adelante como miedo o pnico psictico- que el paciente pue
de expresarlo por un silencio total y repentino (como para
alejarse cuanto sea posible de una explosin devastadora).
El estado siguiente puede expresarse con mayor facilidad
tomando como modelo el shock quirrgico en el cual la dilata
cin de los vasos capilares en todo el cuerpo aumenta de tal
modo el espacio en el que la sangre puede circular que el
paciente puede desangrarse en sus propios tejidos. El espacio
mental es tan vasto en comparacin con cualquier realizacin de
espacio tridimensional que se siente como si se perdiera la capa
cidad emotiva del paciente porque la emocin en s misma
parece agotarse y perderse en la inmensidad. Entonces lo que
puede aparecer ante el observador como pensamientos, imge
nes visuales y verbalizaciones, debe tomarlo como restos rema
nentes o fragmentos de un discurso imitado y de una emocin
histrinica sinttica que flotan en un espacio tan vasto que sus
confines, tanto temporales como espaciales, estn sin delimitar.
Los sucesos de un anlisis, extendidos a lo largo de lo que para
el analista son varios aos, no son para A sino los fragmentos
de un momento disperso en el espacio. La distancia temporal
que separa una afirmacin de la otra puede tomarse como me-
dida de la distancia espacial de un elemento del otro en la que
todos son contemporneos. Por eso A dice que no poda com
prar helado (no ice-cream). Seis meses ms tarde notifica que no
puede todava comprar helado (no ice-cream). Tres das des
pus dice que lleg muy tarde para comprar helado (ice-cream):
ya no quedaba. Dos aos ms tarde dice que supone que no
hay helado (no ice-cream). Si hubiera yo sabido, cuando se
mencion por vez primera el asunto, lo que s ahora, podra
haber sealado el tiempo y el lugar de la referencia, pero no lo
saba y por consiguiente no pude prestar atencin a esta afir
macin o sealarla. Cuando lo hice fue a causa del tema intruso
"yo grito" (I scream). Fue todava ms tarde cuando me di
cuenta del significado de "no hay helado" (no-I scream). En
este momento slo podra hacer una muy vaga referencia a las
presentaciones previas del material. Por la manera en que se
produjo, esta dificultad pareca no tener importancia y yo hice
mi interpretacin. Con todo, me sentira ms feliz si pensara
que mi aumento de experiencia podra conducir a una observa
cin y uso del material ms tempranos. Ahora s que se desat
un violento ataque contra una relacin en la cual el nexo entre
las dos personalidades haba sido "yo grito" (I scream). Esto se
haba destruido y el lugar del nexo (I scream) haba sido ocu
pado por un "no-yo grito" (no-I scream). El nexo "/ scream"
(yo grito) en s haba sido previamente comida, ice-cream (hela
do), un "pecho", hasta que la envidia y la destructividad hubie
ron transformado el pecho bueno en un "/ scream" (yo grito).
Hirindolo en forma narrativa: el paciente haba estado ligado
a su objeto por un pecho bueno (le gustaba el ice-cream
[helado]). Bs posible que l haya atacado al pecho, que lo haya
mordido en realidad. El lugar del pecho como nexo fue tomado
entonces por un "/ scream" (yo grito). Ataques posteriores lo
convirtieron en un "no-I scream" (no yo grito). La destruc
cin del nexo por explosin tuvo lugar ahora en el dominio de
la realizacin mental. Debido a la infinitud del espacio mental,
los fragmentos del nexo se dispersaron instantneamente. La
"distancia" entre un fragmento y otro se mide en tiempo.1
Debe mostrrsele al paciente la evidencia sobre la que se
basa la interpretacin; si la evidencia se halla dispersa a lo largo
de varios aos de actuacin (acting-out), el problema de inter
pretacin reviste serias proporciones, porque el medio en el
cual efecta el paciente su transformacin no es predominante
mente la lengua coloquial sino la actuacin. El anlisis puede

1 Este relato es un ejemplo del empleo de Tp(3 con mi TaO y del paso
de Taa a Ta|3. Ta|3 es mi intento de reconstruir TpO, Tpa y Tp|3. Cuando
se llega a este grado de comunicacin privada, el problema consiste en
hacerla pblica: en formularla en lenguaje corriente, que el paciente pueda
comprender (vase Bion. 1965).

19
considerarse como un momento en el tiempo, prolongado de
modo que se convierte en una lnea o una superficie extendida
a lo largo de una cantidad de aos: una membrana extremada
mente delgada de un momento. Contemplado as, el anlisis
total puede verse como una transformacin en la cual ha ocu
rrido una intensa y catastrfica explosin emocional O (elemen
tos de personalidad, nexo y segunda personalidad han sido ex
pelidos instantneamente a vastas distancias de su punto de
partida y unos de los otros). Este explosivo suceso O se trans
forma entonces en el medio de actuacin, y, por virtud de los
elementos beta, en Tp|3, en el cual el espacio, que es restrictivo
y no est sujeto a una formulacin adecuada de distancia entre
los elementos beta, se reemplaza por la realizacin correspon
diente al tiempo. Aunque no hay ninguna representacin del
espacio mental a la disposicin del paciente y la realizacin del
espacio tridimensional es demasiado restrictiva para un tempera
mento que no tolere la frustracin, la realizacin del espacio
mental, en cuanto es ilimitado, permite una continua y constante
expansin y separacin de los elementos beta. Para la investiga
cin de este estado mental el paciente no puede, pero s el
analista, emplear puntos, lneas y espacios. El gemetra los
ha utilizado para la investigacin del espacio tridimensional y,
mediante la sustitucin de la geometra algebraica por la figura
tiva de Euclides, ha sido capaz de extenderla al espacio multidi
mensional y deja el espacio euclidiano para que se lo utilice en
la preparacin psicolgica para las geometras no euclidianas de
las que disponemos ahora. Podemos nosotros del mismo modo
utilizar los conceptos de la geometra euclidiana para volver a
las realizaciones emocionales a partir de las cuales yo creo que
surgi originalmente? Se necesita una formulacin tan general
que obvie una multiplicacin de teoras para enfrentar una di
versidad de realizaciones que muestran la misma configuracin,
pero tan precisa que no abarque otras cuya similitud es slo
aparente, o cuya apariencia de similitud se debe a una irrelevan
te fantasa visual de categora C.
La imposibilidad de comunicarse sin frustraciones resulta
tan familiar que se olvida la naturaleza de la frustracin. La
mayora de las personas son conscientes de ello como de un
fenmeno pasajero que se experimenta en relativamente pocas
ocasiones. En la labor psicoanaltica los problemas interfieren
con ms frecuencia porque el sujeto es novel y sus dificultades
son desconocidas; las dificultades se hacen todava ms notorias
cuando el material a comunicar es preverbal o no verbal. El
psicoanalista puede utilizar silencios; l, como el pintor o el msi
co, puede comunicar material no verbal. Del mismo modo, el pin
tor puede comunicar material no visual y el msico material no
audible. El material preverbal que el psicoanalista debe tratar
constituye, por cierto, una muestra de la dificultad de comunicar -

20
se que aqul experimenta. La posibilidad de usar puntos, lneas
y espacios resulta importante para la comprensin del "espacio
emocional", para la continuidad del trabajo y para evitar una
situacin en la cual dos personalidades desarticuladas se mues
tran incapaces de liberarse de la esclavitud de la desarticulacin.
Esta relacin estril para ambas partes proporciona un mo
delo para algunas relaciones internas del s mismo. Cuando el s
mismo establece relaciones de este tipo, tanto el continente,
como el contenido deben destruirse. Por ltimo, el individuo
no puede contener impulsos apropiados para con un compae
ro, ni ste para con el grupo. El problema psicoanaltico es el
problema del desarrollo y de su resolucin armnica en la rela
cin entre el continente y el contenido, repetida a nivel indivi
dual, de pares y, finalmente, de grupo (de un modo intra y
extrapsquico).
Cualquier hiptesis definitoria, ya sea que se trate de una
exclamacin, un nombre, un sistema terico, o una exposicin
extensa, un libro, por ejemplo, tiene, y siempre se reconoci
as, una funcin negativa. Siempre debe implicar que algo es y,
al mismo tiempo, que algo no es. Por lo tanto, deja abierta al
receptor la posibilidad de inferir uno u otro aspecto segn su
temperamento. Si la personalidad es incapaz de tolerar la frus
tracin, no parece haber ningn motivo para que no llegue a la
conclusin de que la hiptesis definitoria significa que algo es.
Se permite, entonces, que la afirmacin se convierta en una
preconcepcin y se deja abierta la posibilidad para que se satu
re el elemento no saturado. Pero supongamos que la incapaci
dad para tolerar la frustracin sea "excesiva": la personalidad
puede reaccionar contra la afirmacin viendo tan slo sus impli
caciones negativas y, en un caso extremo, negndose a admitir
que la afirmacin que para l es una "nada" exista siquiera. Se
trata entonces de anularla en su funcin de hiptesis defi
nitoria. Puede servir como ejemplo el nio que no puede tole
rar el destete porque lo domina la prdida del pecho, y por
consiguiente, no puede aceptar lo que podra tener a cambio de
l. El paciente no puede tolerar la hiptesis definitoria y, por
lo tanto, no lleva a cabo la preconcepcin (D4).
El conocimiento de la prdida, del aspecto negativo de la
definicin, del "pensamiento" como una "no-cosa", es inmedia
to; el conocimiento de la ganancia, si es que la hay, debe
esperar los resultados de permitir que el pensamiento u otra
afirmacin se conviertan en una preconcepcin (* (|)). Es de
cir, que la incapacidad "excesiva para tolerar la frustracin
puede llegar a impedir el desarrollo de la preconcepcin (fun
ciones D4). Es posible que la intolerancia "excesiva" impida
tomar conciencia de las realizaciones. La "no-cosa" con su rea
lizacin correspondiente (de algn objeto no presente) es pasi
ble de destruccin, mientras que la "alucinacin" resultar fa-

21
vorecida por su proximidad. Otra manera de formular esto con
siste en decir que se siente que el dominio de las realizaciones
y todo lo que podra representarlas no proporciona "espacio"
suficiente para la libertad, mientras que el dominio de la aluci
nacin s lo hace. Al pasar, debo llamar la atencin sobre el
hecho de que tanto la prdida en la hiptesis definitoria como
el sentido de la gratificacin en la alucinacin dependen de un
alcance mental restringido. En ambos casos podra decirse que
la reaccin, de intolerancia en uno, de gratificacin en el otro,
se asocia con una "visin" miope. En consecuencia, no se con
sidera que el pensamiento ofrece libertad para el desarrollo,
sino que se lo percibe como una restriccin; por el contrario, el
acting-out parece producir una sensacin de libertad. A fortiori
una alucinacin est destinada por su cualidad de cosa en s
(no el pensamiento del pecho sino el pecho mismo) a ser indis
tinguible de la libertad. Puede entenderse, entonces, que el pa
ciente enfrenta una eleccin: o bien permite que su incapacidad
para soportar la frustracin utilice lo que de otro modo podra
ser una "no-cosa" como pensamiento y logra as la libertad que
describe Freud (1911), o bien utiliza lo que podra ser una
"no-cosa" como base de un sistema de alucinosis.
De este ltimo surgir el conjunto de transformaciones de
la alucinosis que es necesario diferenciar de las transformacio
nes de la pintura, la msica, la matemtica y el dominio de la
comunicacin verbal. La importancia de esta ltima distincin
aumenta por el hecho de que las palabras se utilizan tanto en la
expresin de la comunicacin verbal como en las transformacio
nes en alucinosis. Sin embargo, la consideracin de la naturale
za de las distintas reacciones ante la "no-cosa" mostrar que la
palabra que representa a un pensamiento no es igual a la pala
bra idntica cuando representa a una alucinacin. Puesto que
puede existir una similitud muy estrecha entre las palabras em
pleadas en los dos sistemas y, a veces, en el mtodo mediante
el cual parecen combinarse, es importante descubrir en qu
consiste la diferencia. La diferencia entre la filosofa (e incluso
el psicoanlisis terico) y la prctica del psicoanlisis puede
observarse al considerar lo que el descubrimiento de esta dife
rencia significa para el filsofo o el terico y lo que significa
para el psicoanalista en ejercicio que se ve obligado a decidir en
la propia situacin emocional si las afirmaciones del paciente
representan una alucinacin o un hecho de la realidad exterior.
Por este motivo el psicoanalista debe poseer experiencia relacio
nada con las realidades no-sensoriales y debe ser capaz de igno
rar la experiencia sensorialmente derivada cuando se presenta
formada en la memoria. La palabra "perro" representa realiza
ciones distintas en la investigacin cientfica y en la alucinosis;
pero la palabra "perro" en s no es la misma cuando representa
una realizacin en la investigacin cientfica y un elemento
perteneciente al dominio de las transformaciones alucinatorias.
A veces resulta til considerarlo anlogo al de la imagen visual
en una perspectiva reversible. En la imagen visual los trazos de
un dibujo sobre el papel permanecen inalterados pero "signifi
can" ya dos caras, ya un florero; del mismo modo "do g"
(perro) puede significar perro o Dios (God), por ejemplo. En las
transformaciones no psicticas lo invariable es insignificante: el
parecido con el discurso ordinario, el hecho de que la palabra
sea idntica en la transformacin psictica como en la no psic-
tica es accidental.
Todas las modalidades de comunicacin, verbales, musicales,
artsticas, concuerdan slo de una manera muy aproximada con
las realizaciones a las que parecen representar. Por equivocacin
se puede considerar la alucinacin como una representacin y,
por consiguiente, impropia para algunas actividades. Puesto que
las transformaciones verbales, musicales y artsticas poseen valo
res compensatorios que surgen de su carcter de transformacio
nes de O, es natural considerar una posibilidad similar con la
alucinosis. Pero las alucinaciones no son representaciones: son
cosas en s mismas nacidas de la intolerancia de la frustracin y
del deseo. Sus defectos no se deben a su incapacidad para
representar sino a su incapacidad para ser. Por lo tanto resulta
necesario que consideremos la diferencia entre la realidad
psquica y la realidad externa.
Como mi inters primordial consiste en la formulacin de
una teora, los ejemplos que expondr a continuacin van a
modo de formulaciones C, no como registros de experiencia
clnica. Mi intencin es aproximarme a una presentacin terica
ms rigurosa, es decir, menos expuesta a malas interpretaciones
debidas, ya a defectos lgicos, ya a un exceso de flexibilidad
por tratar de representar configuraciones diferentes de las mis
mas estructuras y funciones fundamentales, ya a su incapaci
dad, debida a exceso de rigidez, para representar realizaciones
en las cuales los elementos fundamentales son invariables pero
los accidentales son diversos. Estos ejemplos son elementos de
la categora C empleados como preparacin para formulaciones
tericas que pueden sustentarse por s mismas: el lector debe
considerar "estos ejemplos" como apoyos psicolgicos para
entender con propiedad las teoras. Desde este punto hasta el
final del captulo representaremos las experiencias emocionales
mediante formulaciones C.
E Los pacientes, para cuyo tratamiento deseo formular teoras,
experimentan dolor, pero no sufrimiento. Puede que sufran a
los ojos del analista porque ste puede, y realmente debe sufrir.
El paciente puede decir que sufre, pero esto slo se debe a que no
sabe lo que es sufrir y confunde el hecho de sentir dolor con el
sufrimiento del dolor. La teora deber necesariamente represen
tar la realizacin en la cual esto es posible y mostrar cmo sucede.
23
La intensidad del dolor que experimenta el paciente acrecienta
su temor a sufrirlo
2. El sufrimiento del dolor implica respeto por el motivo del
dolor, sea propio o ajeno. Al carecer de este respeto no lo tiene
tampoco por ningn procedimiento que, como el psicoanlisis,
tenga que ver con la existencia del dolor.

3. La frustracin y el dolor intenso se identifican.

4. El dolor se sexualiza; por lo tanto, se inflige o se acepta,


pero no se sufre (excepto a los ojos del analista o de otro
observador).

5. A los fines de esta exposicin, la siguiente asociacin se des


cribe de una manera narrativa, los elementos componen una
secuencia y se conectan en una cadena de causalidad. La reali
zacin de la conjuncin constante no tiene ningn elemento
que se aproxime a los elementos secuenciales o causales de la
narracin que los representa. Estos rasgos slo pertenecen a la
representacin de la categora C, no a la de realizacin que
representan. El paciente siente el dolor que le causa la falta de
cumplimiento de sus deseos. La falta de cumplimiento se expe
rimenta como una Mno-cosaM. La emocin suscitada por la "no-
cosa se siente como indiferenciada de la "no-cosa". La
"no-emocin" reemplaza a la emocin. En la prctica, esto no
puede significar sentimiento alguno, o una emocin, tal como
la ira, que pertenece al tipo de la columna 2, es decir, una
emocin en la cual la funcin fundamental es la negacin de
otra emocin.
6. Como elemento de la columna 2, toda emocin sentida es
una "no-emocin". En este aspecto es anlogo al "pasado" o
"futuro" como representacin del "lugar donde el presente so
la estar" antes de que el tiempo fuera anulado.
7. De una manera similar se anula el "lugar" donde exista el
tiempo (o un sentimiento, o una "nada" de cualquier tipo). He
ah creado, entonces, un dominio de lo no-existente. Aunque
no he llegado nunca a una comprobacin que corresponda a un
estado tal, puedo imaginar un estupor tan intenso que podra
parecer que as ha ocurrido. Con todo resulta til postularlo,
en parte porque hay ocasiones en que conviene suponer que el
paciente sustenta esa creencia, y en parte, porque es convenien
te para el analista. Como se ver, los significados no elabora
dos se refugian en el estado relativamente falto de significado
del trmino "no-existente" como categora E 1. Algunos de los
pacientes con los que tengo cierta familiaridad logran un estado
al que quiero aplicar el trmino "no-existencia", a lo sumo por

24
algunos momentos; a esto sigue una externalizacin o evacua
cin de Mno-existenciaM. Esta se convierte de inmediato en un
objeto inmensamente hostil y lleno de una envidia asesina por
la calidad o funcin de existencia dondequiera que se halle. El
"espacio, ya como una representacin, ya como una realiza
cin de la que el trmino se deriva o a la que representa, se
vuelve terrorfico o se convierte en el terror mismo: "Le silence
de ees espaces infinis m'effraie". El espacio del hombre comn,
del astrnomo o del fsico se confunde con el "espacio men
tal", y sus objetos con los objetos del "espacio mental".
8. La aproximacin cientfica o elaborada tiende a confundirse
con las realizaciones para cuya representacin se aplican sus
formulaciones. Se considera al punto (.) y a la lnea () como
si fueran anlogos a las representaciones de una perspectiva
reversible. Su significacin vara, por lo tanto, de acuerdo con
el punto de vista (o vrtice) con el que se los asocia. Los
vrtices pueden tener como realizaciones aproximadas distintas
disciplinas reconocidas, tales como religin, matemtica, fsica,
msica, pintura y otras artes. Las formulaciones asociadas con
un vrtice particular pueden clasificarse segn la tabla.
9. El ejemplo siguiente tiene como fin facilitar el acceso a
una representacin ms rigurosa de "puntos de vista" o vrti
ces. El paciente corresponde a la personalidad A; el analista, a
la B. El intercambio analtico descrito se encuentra en una
etapa avanzada en el anlisis, en el sentido de que el paciente,
que se encontraba perturbado en extremo, se ha ido adaptando
a lo que el psicoanalista considera que es la realidad. Del mis
mo modo, el psicoanalista ha logrado adaptarse mejor a lo que
el paciente considera que es la realidad. "En algn lugar" se
halla presente un "supery" que es cruel, desprovisto de todas
las caractersticas que por lo general se asocian con l, y, por
fin, de la "existencia" misma. Por lo tanto, posee las caracters
ticas de la "no-existencia" ya descripta en el apartado nme
ro 7. Empleo el trmino "supery" como una teora intuitiva
psicoanaltica, ahora con el status de una realizacin, que yo
deseo reformular en funcin de otra teora intuitiva.
El paciente habla con libertad, pero sus comunicaciones
consisten en oraciones inconexas que en cualquier mbito ajeno
al psicoanlisis seran descriptas como "incoherentes". Un tr
mino semejante no resulta lo bastante esclarecedor como para
conducir a una interpretacin psicoanaltica; pero el "vrtice"
(el "punto de vista" resultante de la consideracin del anlisis
como una conversacin corriente) me proporciona un trmino
descriptivo adecuado para el propsito inmediato. Por su falta
de propiedad para continuar la discusin psicoanaltica, el tr
mino "incoherencia" debe ser considerado con una actitud ms
crtica.
25
A medida que pasa el tiempo y a veces son necesarios
muchos meses de observacin la "incoherencia" manifiesta ca
ractersticas que cambian de una manera constante. En un ata
que de impaciencia el analizado puede describirlas como insus
tanciales, y tal vez lo sean, ya que en realidad las oraciones
pueden comunicarlo todo excepto la esencia. El paciente mutila
algunas frases. Emplea pronombres personales de modo que no
se conoce a qu personas stos se refieren. Omite partes impor
tantes del discurso, y as sucesivamente. Las mutilaciones difie
ren por su forma y efectos. No siempre privan de sentido a las
frases, aunque a veces la "falta de sentido" es su "sentido".
Este tipo de peculiaridad es slo una manifestacin de ataques
a la articulacin, siendo el vnculo la tcnica del psicoanlisis, y
tambin, el propio discurso articulado. Mi inters inmediato no
son los ataques a la articulacin sino un aspecto de la transfor
macin (Bion, 1965). El paciente, que se ha provisto de una
serie de afirmaciones, escucha la interpretacin y luego conti
na, segn todas las apariencias, del mismo modo. Una observa
cin ms extensa revela que en realidad se ha producido un
cambio. Si mi interpretacin intentaba mostrarle que estaba
hablando ms para esconder que para revelar algo relacionado
con su vida sexual, l se identificar con un "punto de vista"
(un "vrtice") tal que slo se esclarezcan ciertos elementos de
mi interpretacin. De este modo imita al matemtico cuya fr
mula lleva a cabo una transformacin en un espacio vertical.
Representar lo que sucede mediante un modelo de movimien
to lento:
El paciente comprende la substancia de lo que digo. La
totalidad de la afirmacin, incluida la implicacin de que soy el
analista, es evacuada (el mecanismo representado por la teora
de identificacin proyectiva). Se identifica con el analista y en
virtud de su intuicin puede "ver" el significado de mi interpre
tacin. El significado que l "ve" entonces es que estoy enoja
do, celoso, envidioso, a causa de mi exclusin de participar en
su vida sexual o de comprenderla. Entonces exclama: " Qu
ruido terrible! ".
Su observacin, sin la historia interpolada, aparece como un
non sequitur; si el relato dado se toma como representacin de
los hechos mentales no expresados en el intervalo entre la inter
pretacin y la respuesta, la incoherencia desaparece. Se pueden
hacer muchas suposiciones acerca del vnculo entre la interpre
tacin y la respuesta. Una serie supone que debe ser compatible
con el respeto por la verdad; otra, que debera conformarse de
acuerdo con el respeto por la omnisciencia; una tercera, que
debe ser compatible con ambos. En la preconcepcin resulta
determinante el rol del deseo.
En este episodio estn presentes algunos de los rasgos no
satisfactorios sobre los cuales deseara llamar la atencin. No

26
hay evidencia para sustentar la suposicin particular formulada.
Lograrlo implicara la mproba tarea de explicar la historia de
mi evolucin mental, o al menos la parte limitada de sta com
partida con el paciente que ha llevado a sumar "deseos" a las
creencias originales (categora C1 de la tabla) de que mi analiza
do era mi paciente.
Adems he empleado trminos, "omnisciente" es uno de
ellos, que representan evoluciones similares de significado para
que el trmino se convirtiera en la premisa de posteriores desa
rrollos. "Omnisciente" es, por lo tanto, un elemento perte
neciente a las categoras C3 y D4.
El paciente puede clasificar las mismas afirmaciones de un
modo totalmente diferente, tal como se desprende de la des
cripcin que yo hice de su interpretacin de mi interpretacin.
Para enfrentar esta dificultad propongo construir una figura que
sirva para representar los aspectos invariables de una situacin
siempre cambiante.
A modo de preparacin psicolgica para la recepcin de un
sistema independiente de las situaciones particulares para las
que se pretende que sirva, har uso de descripciones que care
cen de rigor, pero tienen definicin. Esto lleva a una falta de
flexibilidad en la formulacin final en la que se trata de combi
nar la flexiblidad y el rigor. Puede considerarse que el sistema
est contenido en un espacio emocional que est dentro de l
mismo: un "exoesqueleto" o un "endoesqueleto".
Para construir esto diferencio una conciencia de la realidad,
de una negacin, o de un ignorarla, o de una ignorancia de
aqulla. A ignorar la realidad; B la aceptar. Con el vrtice A, la
realidad ser restrictiva y frustrante; con el vrtice B, ser libe
radora y conducir al desarrollo.
Adems, supongo una aproximacin axiomtica en todas las
formulaciones tericas; las afirmaciones axiomticas no se dife
rencian de los postulados y de las premisas: estn tratados co
mo si fueran indiferenciables unos de otros y de las hiptesis
definitorias. Las hiptesis definitorias son afirmaciones que
dan el vnculo de una conjuncin constante, cualquiera que sea
el contenido de la formulacin. Considero que cualquier teore
ma es apto para uno de los usos del eje horizontal. Pero cuan
do una columna 1 -> en columna 3 y 4, significa que la categora
ha cambiado a la fila D. Cualquier teorema puede esclarecer los
hechos que no estaba destinado a mostrar, pero, a la inversa,
cualquier sistema deductivo, tan pronto como se use, parecer
acumular significado de una manera anloga a la preconcepcin
y, al hacerlo, parecer requerir axiomas que no fueron necesa
rios para completar el sistema.
Cualquier sistema deductivo puede parecer consistente en s
mismo siempre que se mantenga defini torio, es decir, con carac
tersticas que lo califiquen como perteneciente a la columna 1.
27
Las deducciones pueden parecer consistentes y lgicamente ne
cesarias mientras no se pregunte "necesarias para qu?" o
"para quin?". Pero, si se dice de ellas que son lgicamente
necesarias, esto es en s mismo una afirmacin relativa al siste
ma y no se la puede refutar a menos que se la use. Pero si se
permite realmente que se sature, es decir, si se la usa como una
preconcepcin, entonces la preconcepcin se combina con la
realizacin para producir una concepcin (E) y una vez ms
para producir un concepto (F). La concepcin (E) tiene como
caracterstica no slo que registra por implicacin (existe una
realizacin que se aproxima a la preconcepcin) sino tambin
que existe una realizacin que se aproxima a la concepcin,
aunque su existencia no se conoca an cuando se formul la
preconcepcin. No bien el sistema deductivo demuestra su valor
como instrumento de investigacin, peligra la autocoherencia,
que pareca existir cuando el dominio en el que se aplicaba el
sistema era limitado, pues se hacen necesarios ciertos ajustes
para adecuar el teorema a su dominio ampliado. Puesto que el
sistema arroja luz sobre hechos cuya significacin era descono
cida (los elementos de la posicin paranoica-esquizoide) y de
ese modo hace peligrar su autocoherencia, se despoja de las
limitaciones del dominio en el cual se aplica. Se aproxima a la
ilimitacin y a la universalidad. Puede expresarse el dilema de
este modo: si el sistema tiene coherencia interna, es limitado; si
no es limitado, entonces no se lo puede considerar autoco-
herente, puesto que su autocoherencia es contingente. Ms
an, puede parecer que sus formulaciones dependen de una
formulacin axiomtica cuya existencia ni siquiera se sospecha
ba, y mucho menos se la consideraba lgicamente necesaria,
cuando se formul el sistema y se hallaba en el mismo estado
que todas las categoras de la columna 1.

28
Ill
REALIDAD PSQUICA Y SENSORIAL

Los ejemplos del captulo anterior no son satisfactorios y lo


que me propongo ahora es considerar algunas de las razones
por las que ello es as.
Los hechos psicoanalticos no pueden enunciarse de un mo
do directo, indudable e incorregible, anlogamente a lo que
sucede con aquellos que conciernen a otras bsquedas cientfi
cas. Utilizar el signo O para denotar lo que es la realidad lti
ma, representada por trminos tales como realidad ltima, ver
dad absoluta, la divinidad, el infinito, la cosa en s. Salvo inci
dentalmente, O no cae dentro del dominio del conocimiento o
del aprendizaje; es posible "devenir O, pero no "conocerlo".
Es oscuridad e informidad, pero entra dentro del dominio de K
cuando ha evolucionado hasta un punto en el que puede ser
conocido, mediante el conocimiento obtenido por vas de ex
periencia, y formulado en trminos derivados de la experiencia
sensorial; su existencia se conjetura fenomenolgicamente.
Los hechos de la experiencia psicoanaltica son transforma
dos y formulados. El valor de estas formulaciones puede deter
minarse de acuerdo con las condiciones en que se efectan las
transformaciones. Las formulaciones de los hechos del anlisis
elaboradas en el curso de una sesin deben poseer un valor
diferente de las que se realizan fuera de ella. Desde el punto de
vista teraputico, su valor es mayor si conducen a transforma
ciones en O, y menor si llevan a transformaciones en K.
La experiencia de psicoanlisis proporciona material que no
puede equipararse con el de ninguna otra fuente. De ello se
desprende que tal material debera estar por completo a dispo
sicin del psicoanalista. El anlisis por el que todo psicoanalista
debe pasar obligatoriamente como parte de su entrenamiento
es necesario porque remueve obstculos que imposibilitan la
participacin en la experiencia psicoanaltica; tiene muchas fa-

29
cetas, pero para un psicoanalista ninguna es ms importante; lo
que tengo que decir est subordinado a ella.
Resulta imposible someterse a un anlisis sin aprender cmo
un psicoanalista determinado practica el psicoanlisis; esto es
ms un contratiempo que una ventaja. Ms an, las creencias y
convenciones establecidas, los hbitos empedernidos de pensa
miento, a menos que se los someta a vigilancia, se restablecen y
sobrepasan los lmites de la libertad que el psicoanalista ha
ganado al psicoanalizarse y llevan a un deterioro de su eficien
cia.
Es inevitable que en el curso del anlisis el analizado pro
porcione una gran cantidad de informacin sobre s mismo, del
mismo modo que el analista imparte informacin sobre el anli
sis. En el mejor de los casos esta informacin carece de valor, y
en el peor, es perjudicial, ya que todo anlisis es nico, cuali
dad de la que no participa la conversacin acerca del anlisis.
El analista debe centrar su atencin en O, lo desconocido e
incognoscible. El xito del psicoanlisis depende del manteni
miento de un punto de vista psicoanaltico; ste es el vrtice
psicoanaltico, es decir O. El analista no puede identificarse con
l: debe ser l.
Cualquier objeto conocido o cognoscible por el hombre,
incluso l mismo, debe ser una evolucin de O. Es O cuando ha
evolucionado lo suficiente como para coincidir con las capaci
dades K del psicoanalista. Este no conoce la "realidad ltima"
de una silla, de la ansiedad, del tiempo o del espacio, pero
conoce una silla, la ansiedad, el tiempo y el espacio. En la
medida en que el analista se convierta en O est capacitado
para conocer los hechos que son evoluciones de O.
Vertiendo esto a trminos de la experiencia psicoanaltica,
el psicoanalista puede conocer lo que un paciente dice, hace y
aparenta ser, pero no puede conocer el O del cual el paciente es
una evolucin: slo puede "serlo". Conoce los fenmenos por
virtud de sus sentidos, pero, como lo que le interesa es O, debe
considerar los hechos como poseedores de los defectos de irre
levancia que obstruyen el proceso de "convertirse" en O, o los
mritos de indicadores que inician dicho proceso. Sin embargo,
las interpretaciones dependen de su "conversin" (ya que no
puede conocer a O). La interpretacin es un hecho real en una
evolucin de O que es comn al analista y al analizado.
Una descripcin en A que resulta til aunque falaz es que el
analista en ejercicio debe esperar a la sesin analtica para "evo
lucionar". No debe esperar que el analizado hable o permanez
ca en silencio o gesticule o cualquier otra ocurrencia que sea un
hecho real, sino que tenga lugar una evolucin tal que O se
vuelva manifiesto en K mediante la emergencia de hechos rea
les. De un modo similar, el lector debe dejar a un lado lo que digo
hasta que el O de los hechos de lectura se desenvuelva en

30
su interpretacin de las experiencias. Un inters excesivo por lo
que he escrito obstruye el proceso que represento mediante la
expresin "se convierte en el O que es comn a s mismo y a
m mismo".
Las razones para esto son las siguientes: no puede haber un
resultado genuino basado en la falsedad. Por lo tanto, este re
sultado depende de lo cerca que se encuentre de la verdad la
apreciacin interpretativa. Tanto el psicoanalista como su anali
zado dependen de los sentidos, pero las cualidades psquicas
con las que trata el psicoanlisis no se perciben por medio de
los sentidos, sino, como lo dice Freud, mediante cierta contra
parte mental de ios rganos sensoriales, una funcin que l
atribuy a la conciencia. Sin nimo de descartar esta posibili
dad, prefiero considerarla una cuestin abierta y sustituirla por
un postulado ms general que represento por medio de O. Para
expresarlo en un lenguaje ms comn, dira que cuanto ms
"real" sea el psicoanalista, tanto ms podr aunarse con la reali
dad del paciente. Por el contrario, cuanto ms dependa de los
hechos reales ms debe fiarse del pensamiento que depende de
un trasfondo de impresin sensorial.
En la fase primitiva que Freud considera dominada por el
principio del placer y de la cual excluye la operacin de la
memoria, dependiendo esta ltima de un anterior desarrollo de
una capacidad para el pensamiento, el prototipo de la memoria
parece residir en uno de los aspectos de la identificacin pro-
yectiva. Este mecanismo, empleado para desempear los debe
res del pensamiento hasta que ste entre en funciones, aparece
como un intercambio primero entre la boca y el pecho, y des
pus entre la boca y el pecho introyectados. Yo considero esto
como una reaccin entre continente 9 y contenido . 9 parece
ser el elemento que en esta fase se encuentra ms cercano a la
memoria. Los trminos que utilizo deben considerarse como
representaciones verbales de imgenes visuales; toda la descrip
cin se har en trminos de esta categora C porque los encuen
tro ms fciles de emplear y porque considero que es ms
probable entenderlos. Es posible que ms adelante intente for
mulaciones ms complejas.
evaca el desagrado para librarse de l, para transformarlo
en algo que es o se siente como agradable por el placer de la
evacuacin, por el placer de ser contenido. 9 interviene en las
evacuaciones por los mismos motivos. La naturaleza de la rela
cin requiere investigaciones. 9, que puede tanto evacuar como
retener, es el prototipo de una memoria olvidadiza o retentiva.
El agrado puede ser retenido si el inters predominante es la
posesin; lo mismo puede suceder con la ofensa si de lo que se
trata es de hacer acopio de municiones. La evacuacin puede
resultar violenta, como si se tratara de convertir el objeto eva
cuado en un proyectil: de un modo semejante a la introyeccin

31
como satisfaccin de la voracidad. Las evoluciones de la memo
ria que son inevitables para el psicoanalista son elementos de la
categora C, el dominio de ? , la primaca de placer-dolor (en
contraste con la realidad o la verdad), y la "posesin" con su
correlativo, temor a la prdida, todos fueron adquiridos en es
trecha relacin con los sentidos.
El impulso por liberarse de los estmulos dolorosos da al
"contenido" de la memoria (?) un carcter insatisfactorio cuando
se est empeado en la bsqueda del verdadero O. Cuanto ms
exitosa es la memoria en sus acumulaciones, tanto ms se apro
xima a un elemento saturado con elementos tambin saturados.
Un analista con una mentalidad as es aquel que es incapaz de
aprender porque est satisfecho. Adems, a causa de su natu
raleza primitiva se piensa que su memoria est llena slo con
objetos que dan origen a sentimientos de placer y que est
vaca de componentes de desagrado, o viceversa. La actitud
respecto de la "memoria" o del "inconsciente" depende de la
idea de que es un continente para las "evacuaciones" de identi
ficacin proyectiva. Una memoria as no constituye un equipo
adecuado para un analista cuyo objetivo sea O, tal como puede
verse en una consideracin de lo que este signo representa.
Representa la verdad absoluta contenida en cualquier objeto
y propia de ste; se supone que no puede ser conocida por
ningn ser humano; puede saberse acerca de ella, puede recono
cerse y sentirse su presencia, pero no puede conocrsela. Es
posible ser uno con ella. El hecho de que existe es un postula
do esencial de la ciencia, pero no se la puede descubrir cientfi
camente. Ningn descubrimiento psicoanaltico es posible sin el
reconocimiento de su existencia, la unificacin con ella y la
evolucin. Los msticos religiosos son quienes tal vez se hayan
aproximado ms ntimamente a la expresin de la experiencia
de ella. Su existencia es tan esencial para la ciencia como pa
ra la religin. A su vez, el enfoque cientfico es tan esencial para
la religin como lo es para la misma ciencia y tan eficaz pa
ra una como para otra mientras no se realiza una transformacin
de K -> O.
Para llegar a conocer algo acerca del analizado, el analista
puede recurrir a K. La memoria es una parte de K. La notacin
(Freud, 1911) en el sentido amplio del trmino, es su servidora.
Pero la memoria depende de los sentidos. Est limitada por las
limitaciones de stos y por su subordinacin al principio de
placer-dolor; por consiguiente, los recuerdos son falaces y la
memoria tiene los defectos de su origen en funciones de posesi-
vidad y evacuacin.
Al psicoanalista le interesa O, que es incomunicable excepto
a travs de la actividad de K. O puede parecer accesible por
medio de K a travs de los fenmenos, pero en realidad no es
as. K depende de la evolucin de O K. La unificacin con O

32
parecera posible a travs de la transformacin K - O, pero no
es as. La transformacin O K depende de la liberacin de K
de la memoria y del deseo. Por lo tanto paso a considerar el
"deseo".
Puede que no parezca necesario postular el deseo al igual
que la memoria: si pudimos hacer caso omiso de la memoria, el
deseo desaparecera del mismo modo y viceversa. Pero esto
implicara una prdida del significado que quiero retener. Por
lo tanto, adems de los recuerdos quiero considerar los pensa
mientos, que son formulaciones de deseo, y probablemente,
aunque no es seguro, los objetos que representamos mediante el
trmino "deseo". No se trata tan slo de formulaciones verba
les, ni siquiera de formulaciones verbales de elementos de la
categora C. Los deseos que pueden representarse verbalmente
son bastante simples de tratar. Por ejemplo, se presenta el pen
samiento de que a uno le gustara viajar al extranjero en las
vacaciones anuales; a continuacin pueden venir ideas, elabora
ciones ms o menos detalladas del tema principal. Estos pensa
mientos son "deseos" tpicos; son comunes en extremo y se les
puede dar cabida de una manera casi inconsciente: pueden ser
reminiscencias o anticipaciones.
Los "recuerdos" y "deseos" sobre los que quiero llamar la
atencin tienen en comn los siguientes elementos: su formula
cin ya est lista y, por consiguiente, no es necesario for
mularlos; son derivados de la experiencia que se logra mediante
los sentidos; son evocaciones de sentimientos de placer o dolor;
son formulaciones "que contienen" placer o dolor. En la medi
da en que son afirmaciones de la columna 2 su funcin es
evitar la transformacin del orden K -+ O.
Las mencionadas caractersticas no pueden ser pasadas por
alto por el psicoanalista sin que se produzca un desequilibrio de
su capacidad analtica. Para cualquiera que haya estado acos
tumbrado a recordar lo que dicen los pacientes y a desear su
bien resultar muy difcil dar cabida al dao, a la intuicin
analtica que es inseparable de cualquier recuerdo y de cual
quier deseo.
El primer paso es que el analista se imponga una disciplina
positiva de evitar el recuerdo y el deseo. No quiero decir con
esto que "olvidar" sea suficiente: lo que se requiere es una
actitud positiva de contener ambos factores.
Puede que se presente la duda de cul es el estado men
tal deseable si los deseos y la memoria no lo son. "Fe" es
un trmino que expresara de una manera aproximada lo que
necesito decir fe en que existan una realidad y una verdad
ltimas: lo desconocido, lo incognoscible, "el infinito infor
me". Esto debe creerse de cualquier objeto del que la personali
dad pueda tener conciencia: la evolucin de la realidad ltima
(representada por O) fluye en los objetos de los cuales el indi-

33
viduo puede tener conciencia. Los objetos de conciencia son
aspectos de O "evolucionado" y son tales que las funciones
mentales derivadas sensorialmente son adecuadas para aprehen
derlas. Para ellas no se requiere fe, para O s se requiere. Al
analista no le interesan estos objetos aprehendidos por medio
de los sentidos ni el conocimiento de todos ellos. Los recuer
dos y los deseos no tienen valor; pero son rasgos inevitables
que encuentra en s mismo cuando trabaja. Est interesado en
estos objetos presentes en su analizado porque le interesa el
funcionamiento de la mente de ste. Su analizado expresar su
conciencia de O en las personas y en las cosas por medio de
formulaciones que representan la interseccin de las evoluciones
de O con la evolucin de su conciencia.
No es posible decir que no deben interpretarse tales formu
laciones por parte del analizado; no puede establecerse una re
gla as separadamente de la situacin en la cual ha de ser apli
cada, puesto que no existen los criterios para ello. Tampoco es
posible establecer los criterios en la situacin del anlisis ya que
forman parte de una experiencia inefable. No puede haber re
glas acerca de la naturaleza de la experiencia emocional que
demuestren que sta est preparada para la interpretacin. En
su reemplazo puedo slo sugerir reglas que ayudarn al analista
a lograr el marco mental en el cual sea receptivo de O; podr
entonces sentirse impelido a tratar la interseccin de la evo
lucin de O con el dominio de los objetos sensoriales o de
las formulaciones basadas en los sentidos. Que lo haga o no, no
puede depender de reglas para O, u O K, sino tan slo de su
capacidad para estar de comn acuerdo con O.
Mi ltima frase representa un "acto" de lo que he llamado
"fe". Segn mi punto de vista es una afirmacin cientfica
porque para m la "fe" es un estado mental cientfico y se lo
debera reconocer como tal. Pero debe tratarse de "fe" no
impregnada por ningn elemento de la memoria o el deseo. Si
revela un aspecto de O que debe ser formulado, entonces la
transformacin requerir la operacin de la memoria y el deseo;
aun as la formulacin requerir las caractersticas negativas de
los elementos de la columna 1, es decir, que las afirmaciones
deben afirmar implcitamente que el objeto definido no es nin
guno de los elementos cuyos nombres se usan en la hiptesis
definitoria, sino una conjuncin constante cuyo significado slo
se declarar cuando se hayan eliminado de todas las huellas de
la memoria y del deseo los elementos invocados para producir
la nueva formulacin. El no observar la naturaleza de la trans
formacin O K (es decir, el uso de los objetos de memoria y
deseo para marcar una nueva conjuncin constante, y la necesi
dad de descartar las caractersticas evocativas de la memoria y
el deseo de modo tal que la formulacin que representa la
nueva conjuncin constante no est saturada) ha oscurecido el

34
nico sentido en el cual el trmino "abstraccin" tiene un sig
nificado til. Una formulacin tiene la calidad de una abstrac
cin slo en la medida en que est divorciada del trasfondo
sensorial inherente y esencial para la memoria y el deseo. La
afirmacin abstracta no debe estimular la memoria y el deseo
aunque stos hayan aportado elementos a su formulacin.
La memoria y el deseo son elementos primordiales para la
composicin de la nueva formulacin, pero debe hacerse un
distingo entre dos clases de sucesos mentales. Una es una evoca
cin de la memoria y el deseo con impulsos de posesividad y
de avidez sensorial: los impulsos generan la memoria y el deseo;
la memoria y el deseo generan la avidez sensorial. La otra es la
evocacin de memorias y deseos porque la experiencia de unifi
cacin se parece a la posesin y a la satisfaccin sensorial. Las
clases difieren porque tambin difieren los modos de seleccin
y, puesto que las clases son diferentes, la interpretacin (la
formulacin hecha por el analista) tambin ser diferente. La
evolucin de lo que proporcion un continente para las pose
siones y de las gratificaciones sensoriales con las cuales llenarlo
diferir de una evocacin estimulada por la unificacin. Los
ejercicios de descartar la memoria y el deseo deben considerarse
como preparatorios para un estado mental en el cual O puede
evolucionar. La facilitacin de la "constelacin"1 debe consi
derarse a su vez como un paso en el proceso de unificacin (la
transformacin O K). En la prctica esto significa no que el
analista recuerde algo importante, sino que durante el proceso
de unificacin con O, el proceso denotado por la transforma
cin O -* K, se evocar una constelacin relevante.
Para qu es entonces relevante la memoria del analista y
por qu no puede haber una constelacin que tenga una impor
tancia ajena al anlisis?
Es difcil concebir un anlisis que tenga un resultado satis
factorio sin que el analizado se reconcilie o llegue a un acuerdo
consigo mismo. Es tentador suponer que tal resultado o el de
seo de l puede proporcionar un criterio para la relevancia. A la
inversa, sera conveniente en caso de que los recuerdos del
analista, como reminiscencias de la experiencia sensorial, pudie
ran dejarse a un lado como fenmenos de la columna 2 moviliza
dos para mantener a raya la experiencia que es inseparable de
las transformaciones en O. Si la objecin a la memoria puede
sustentarse porque toda memoria es un caso especial de guardar
(poseer) una teora que se sabe (o se sospecha) falsa para evitar
el trastorno psicolgico que siempre acompaa al desarrollo
mental, tendr la ventaja de disminuir el nmero de teoras que
se requieren para divulgar, tal como me propongo hacerlo, las

1 Empleo el trmino "constelacin" para representar el proceso que


precipita una conjuncin constante.

35
teoras de resistencia. Se suele decir que una interpretacin
particular es poco aconsejable porque aumenta las resistencias,
pero cualquier enfoque produce sus resistencias propias y es tan
posible identificar un enfoque por sus resistencias como lo es
juzgar un rbol por su fruto. La resistencia al crecimiento es
endopsquica y endogregaria; est asociada con la turbulencia
en el individuo y en el grupo al cual pertenece la persona que
crece.
Los elementos de la categora C, resultado de la experiencia
obtenida por medio de los sentidos, todos tienen una calidad
gratificadora asociada con el dominio del principio placer-dolor.
Las objeciones que se hacen a los "recuerdos" y "deseos" son,
por consiguiente, objeciones a las afirmaciones C3 y G3 (2).
Ms adelante, cuando hablemos de las alucinaciones ser nece
sario distinguir entre los elementos C que tienen un trasfondo
de sensacin visual y los que lo tienen en relacin con otros
sentidos.
La disciplina que propongo para el anlisis, es decir, evitar la
memoria y el deseo en el sentido en que he usado estos trmi
nos, aumenta su capacidad para ejecutar "actos de fe". Un
"acto de fe" es propio del procedimiento cientfico y debe
distingurselo del significado religioso con el cual se lo inviste
en el uso conversacional; se vuelve aprehensible cuando puede
ser representado en y por el pensamiento. Antes de poder ser
aprehendido debe "evolucionar" y se aprehende cuando es un
pensamiento, del mismo modo que el O del artista se aprehende
cuando se ha transformado en una obra de arte.
Pero el "acto de fe" no es una afirmacin, ni siquiera una
afirmacin de la columna 6, aunque tiene similitudes con los
elementos de sta. Todos los elementos de la tabla tienen un
trasfondo de O a partir del cual han evolucionado y es slo
cuando O ha evolucionado lo suficiente como para ser aprehen
dido que puede representrselo mediante un elemento de la
tabla. Y slo cuando ha evolucionado hasta el punto en que
puede ser representado por uno de estos elementos, puede ser
aprehendido. Cuando es aprehendido, el elemento puede ser
representado por una categora de la tabla.
El "acto de fe" no tiene nada que ver con la memoria, el
deseo o la sensacin. Con el pensamiento tiene una relacin
anloga a la que existe entre un conocimiento a priori y el
conocimiento. No pertenece al sistema K, sino al sistema O.
No conduce por s mismo al conocimiento "sobre" algo; pero
este conocimiento puede ser el resultado de una defensa contra
las consecuencias de un "acto de fe". Un pensamiento tiene
como realizacin una no-cosa. Un "acto de fe" tiene como
trasfondo algo que es inconsciente y desconocido porque no ha
sucedido. Los pensamientos tienen como trasfondo realizacio
nes sensibles: slo puede pensarse sobre la ansiedad, el miedo,
el sexo, cuando O ha evolucionado hasta un punto en el que es
aprehensible sensorialmente y se ha vuelto pasible de transfor
maciones en K. La ansiedad se "conoce" por sus cualidades
secundarias. Sin embargo, nadie tiene duda acerca de la ansie
dad o de la "sensacin" de realidad, aunque lo que se siente
son sensaciones asociadas con la ansiedad y no la ansiedad mis
ma. De un modo similar, nadie que se despoja de la memoria y
el deseo y de todos aquellos elementos de impresin sensorial
comnmente presentes puede tener ninguna duda de la realidad
de la experiencia psicoanaltica, que permanece inefable.
La receptividad lograda por el despoj amiento de la memoria
y el deseo, esencial para la operacin de "actos de fe", es
imprescindible para la operacin del psicoanlisis y de otros
procedimientos cientficos. Es esencial para la experimentacin
de alucinaciones o del estado de alucinosis.
No considero este estado como una exageracin de una
condicin patolgica ni aun natural; ms bien pienso que se
trata de un estado siempre presente aunque cubierto por otros
fenmenos que lo ocultan. Si se pueden moderar o suspender
estos elementos, la alucinosis se torna demostrable; su profundi
dad total y su riqueza slo son accesibles para los "actos de
fe". Los elementos de la alucinosis a los cuales se puede ser
sensible son las manifestaciones ms burdas y de importancia
secundaria; para apreciarlas el analista debe participar en el es
tado de alucinosis. Esto puede desprenderse claramente de lo
que ya dije, ya que postul que un vnculo K puede operar slo
sobre un trasfondo de los sentidos, es capaz de producir sola
mente conocimiento "sobre" algo y de diferenciarse del vncu
lo O, esencial para las transformaciones en O. Antes que sea
posible dar interpretaciones de alucinacin que sean ellas mis
mas transformaciones O - K, es necesario que el analista sufra
en su propia personalidad una transformacin del tipo de las
mencionadas. Evadiendo los recuerdos, los deseos y las opera
ciones de la memoria, puede aproximarse al dominio de la alu
cinosis y a los "actos de fe" que son los nicos medios con que
cuenta para ponerse de comn acuerdo con las alucinaciones
de sus pacientes y efectuar entonces las transformacio
nes O - K.
Un tipo de alucinacin digno de estudio es el que, de una
manera provisional, podemos describir como visual. Ya he men
cionado a un paciente que pareca pensar que mis palabras
volaban por encima de su cabeza y podan detectarse en lo que
para m eran los diseos de un almohadn. Ms tarde descubr
que l vea que ese dibujo del almohadn viajaba, por as decir
lo, en la direccin opuesta. Es decir, que en un estado de
alucinosis l poda ver que los diseos eran realmente mis pala
bras que viajaban, a travs de sus ojos, hacia l. Adems, el
"significado" que no poda asirse fuera de las condiciones de

37
alucinosis, era perfectamente claro en ese estado. Sin embargo,
el "significado" de una afirmacin en la alucinosis no es el
mismo que el que tiene en el dominio del pensamiento racio
nal. Por lo general, la constelacin, la conjuncin constante y la
vinculacin (por medio de la nominacin) constituyen un prelu
dio a la investigacin del significado. En el dominio de la aluci
nosis el hecho mental se transforma en una impresin sensorial,
y las impresiones sensoriales no tienen significado en este domi
nio; proporcionan placer o dolor. De este modo el fenmeno
mental no perceptible por los sentidos se transforma en un
elemento beta que puede ser evacuado y nuevamente introduci
do para que el acto produzca no un significado, sino placer o
dolor.
En un estado de alucinosis el analizado experimenta aluci
naciones visuales que tienden a autoperpetuarse. Producen pla
cer y dolor, siendo valorados ambos, y no producen significado
en el sentido en que ese trmino se entiende en el dominio del
pensamiento racional. Por consiguiente, hay en l una tendencia
a exigir y proporcionar ms alucinacin para compensar por la
gratificacin perdida. Siente que el placer y el dolor son inade
cuados; del mismo modo, el "significado" es inadecuado. Cuan
to menos gratificaciones recibe, su voracidad aumenta ms;
cuanto ms aumenta sta, tanto ms alucinado se vuelve. Se
espera que el elemento visual est libre de las incapacidades
inherentes a aquellos sentidos que para su eficiencia dependen
de la proximidad del objeto de la gratificacin. Se pierde el
significado, se logran el dolor y el placer, a partir de un estado
independiente de la proximidad de un objeto y de la frustra
cin caracterstica de los pensamientos y de su asociacin gen
tica con la no-cosa.2
Sospecho que lo dicho acerca de las alucinaciones visuales
es vlido para las alucinaciones con un trasfondo sensorial aun
que no sea visual, pero otros sentidos carecen de la cualidad de
independencia respecto del contacto ntimo con los objetos.
Un paciente que tema la culpa sustituy el castigo. Lo
logr por medio de la alucinosis. Sus circunstancias eran cmo
das y l no manejaba los hechos mediante el acting out, como
podra haberlo hecho, para aparentar una vida de penitencia. Es
probable que pudiera haber obligado a la polica a intervenir
cometiendo alguna clase de delito sexual este tipo de delitos
apareca con frecuencia en sus manifestaciones; en lugar de
esto se quejaba con insistencia, aunque de una manera desarti
culada, de lo que ltimamente haba reconocido como visiones
o
Vale la pena contrastar este tipo de independencia de los objetos,
conferida por la alucinosis y las ventajas de la impresin "visual", con la
independencia de la presencia fsica de objetos caracterstica de la "mate
mtica" y el "pensamiento". Obsrvese tambin la distraccin causada por
la presencia de objetos.

38
sexuales y que admiti que estaban presentes durante las sesio
nes. Durante los meses en que yo haba interpretado que estaba
viendo visiones, l las negaba, pero se mantenan con tenacidad.
Una vez que hubo admitido su presencia, aunque su dominio le
resultaba penoso, tena miedo de perderlas. El dolor le produ
ca placer y, por lo tanto, haba causas para que l se apegara
al estado del cual se quejaba. Sus quejas, el fluir de sus afirma
ciones, produjeron en el anlisis un estado penoso y luego se
transformaron en un vnculo sexual entre l y yo. En el pero
do al que me refiero esto constituy una gratificacin y tam
bin una proteccin contra la conducta que podra producir
placer de una manera ms expansiva (comprometindose con la
polica, por ejemplo). Pero el temor que le produca la perspec
tiva de cualquier cambio era tan agudo que resultaba imposible
decir con alguna exactitud qu era lo que esperaba que reem
plazara sus alucinaciones en caso de que stas cesaran. Con el
tiempo, sin embargo, fue posible discutir ciertos miedos. El
acting-out limit la cantidad de experiencias y su extensin
porque el componente real significaba frustracin y demora, y
el dolor y el placer reales parecan no tener bastante poder
para satisfacerlo.3 Esta era, sin embargo, su queja respecto de
la gratificacin alucinatoria. Las alucinaciones de sueos pare
can deficientes en las asociaciones y poco apropiadas para
cumplir las funciones de los sueos, y adems se las senta
como carentes de recompensa. Con todo, comunic lo que se
gn l eran sueos.
En este perodo la alucinacin le proporcion castigo tal
como en otras circunstancias le hubiera proporcionado placer
sexual, comida o cualquier otra gratificacin sensorial. Su anli
sis mostr en realidad que la utilidad de la alucinacin estaba
absolutamente limitada a elementos con un trasfondo de reali
zaciones perceptibles; sta era su virtud y su defecto. Su valor
moral pareca residir en el hecho de que lo castigaban propor
cionndole un dolor mal merecido para compensar el haber
sido usadas alguna vez como fuente de placer mal merecido. En
la sesin analtica aparecan como una barrera que impeda
cualquier apreciacin de las realidades de la sesin. Sin embar
go, a veces surgan algunas interpretaciones. Me result difcil
establecer una regla que rigiera el tiempo en el cual las
interpretaciones pudieran entenderse, pero observ que la inter
pretacin tena que ser exacta. No era posible que l corrigiera
o adaptara una inexactitud tal como para llevar la interpreta-

o
En este aspecto, los objetos reales, el dolor y el placer reales, se
sienten como distraccin. Es conveniente comparar este tipo de distrac
cin con la frustracin experimentada por un calculista que debe resolver
problemas matemticos tan slo en la presencia de objetos que sean la
esencia de su clculo.

39
cin a la lnea de la realizacin que intentaba esclarecer. Deba
quedar sin corregir y sin asimilar porque era incorrecta.
Las sesiones se ocupaban con la verbalizacin de sus imge
nes visuales. Sus verbalizaciones estaban sazonadas con locucio
nes tales como "maana", "ayer", "la semana pasada", cuyo
significado poda entenderse como "no ahora". Haba frecuen
tes fisuras en el tiempo y los objetos psicoanalticos se espar
can a lo largo de una extensin temporal. Una negacin del
presente se corresponda con esto, lo que equivala a una nega
cin del paso del tiempo. Era como si un momento se hubiera
estirado igual que un trozo de elstico cubriendo un campo
enorme.
En una ocasin haba sentido olor a caf en el edificio
donde yo estaba trabajando. Una vez me haba visto cuando
me sorprendi un chaparrn sin paraguas ni abrigo. Estos dos
hechos aparecan fragmentados en una extensin de muchos
aos. Sera una exageracin decir que eran expresados de una
manera inconfundible. No tengo duda, o, para ser ms exacto,
por un "acto de fe" confo en que el hecho de que los frag
mentos de oraciones y entonaciones, cuando se los reuna,
eran signos de que haba pasado por ambas experiencias tal
como las he descrito. Si le fuera posible verme tomando caf
y sorprendido por la lluvia, "apoderarse" de esto y fragmentar
lo luego, evacuar estos fragmentos y dejarlos diseminados a lo
largo de un amplio espacio temporal, esto sera entonces lo que
estaba haciendo. Los dos hechos aparecen en el anlisis como si
se hubieran encastrado en el momento elstico que se extendi
para cubrir un espacio enorme. En qu medida es seguro utili
zar estas descripciones como una base vlida para las conjetu
ras? Imagino que el modo en que este paciente se apodera de
los hechos es tan ligero que no tiene material suficiente con
que proveer a sus mecanismos psicticos de una cubierta.
Adems puedo suponer que la intromisin de los mecanismos
psicticos es tal que la "piel" de la "salud" est estirada hasta
el punto de ruptura. Cualquiera de las descripciones puede ser
tan limitada como para llevar a una multiplicidad de teoras
que sirven a una configuracin nica. Pero lo que para el psico
analista constituye una iluminacin no tiene por qu serlo nece
sariamente para alguien que no haya compartido la experiencia
o para el paciente que comparte la experiencia pero la transfor
ma bajo el efecto de la alucinosis.
Este problema sugiere una comparacin de la interpretacin
con el asunto interpretado, o de la categora de asociaciones
con la categora de la interpretacin; la tabla es un instrumento
por medio del cual esto puede realizarse. S pudiera establecerse
alguna relacin entre las categoras sera posible descubrir la
naturaleza de la relacin entre la asociacin psictica y la inter-

40
pretacin apropiada. Esto implica una nueva consideracin de
la transformacin proyectiva.
Los puntos de vista expuestos acerca de la memoria y el
deseo y la necesidad de su regulacin como preparacin del
psicoanalista para su trabajo proporcionan un punto de partida
para reconsiderar la naturaleza de las transformaciones proyecti-
vas. La alucinosis, que puede ser observada cuando uno se des
poja de la memoria y el deseo, debe tener algn mecanismo
correspondiente en los hechos que llevaron a su origen. Si el
analista puede dar ciertos pasos que le permitan "ver" lo que el
paciente ve, es razonable suponer que el paciente tambin "ha
dado pasos", aunque no necesariamente los mismos, que le per
mitieron "ver" lo que ve.

41
IV

OPACIDAD DE LA MEMORIA Y DEL DESEO

El "acto de fe" (F) depende de una negacin disciplinada


de la memoria y del deseo. No es suficiente una mala memoria:
lo que comnmente se llama olvido es tan malo como recordar.
Es necesario evitar el quedarse en los recuerdos y deseos. Estas
son dos facetas de una misma cosa: ambas se componen de
elementos basados en impresiones sensoriales; ambas implican la
ausencia de una satisfaccin sensual inmediata; una supone un
acopio de objetos sensoriales, siendo la memoria la que los
contiene, y la otra una conjuncin de objetos sensorialmente
satisfactorios. Los aspectos que no varan son un adentro y un
afuera compuestos de objetos perceptibles. Cuanto ms se ocupa
el psicoanalista de la memoria y del deseo, ms aumenta su
facilidad para darles cabida y ms proclive se vuelve a minar su
capacidad para F. Ya que si consideramos que si su mente est
preocupada por lo que se dice o no se dice, o por lo que espera
o no, veremos que esto significa que no puede permitir que la
experiencia se inmiscuya, en especial aquel aspecto de ella que
va ms all del sonido de la voz del paciente o de la vista de
sus posturas. Los sonidos emitidos por el paciente o el es
pectculo que representa se relacionan con O slo en la medida
en que O haya evolucionado dentro del dominio de K.
El ejercicio desinhibido de los recursos y de los deseos es
algo anlogo a imposibilitar la preconcepcin por no dejar nin
gn elemento no saturado, y no puede distinguirse ni separarse
de esta actitud (el deseo o la memoria impiden la preconcep
cin si ocupan el espacio que debera quedar sin saturar). Si la
mente est preocupada por elementos perceptibles a los senti
dos ser, en la misma medida, menos capaz de percibir elemen
tos que no pueden sentirse. Sin embargo, es obvio decir que, a
menos que se emplee una analoga, la ansiedad no se puede oler,
tocar ni sentir. Aun as, la ansiedad est ms cerca de ser
"sentida" que muchos aspectos ms sutiles de la personalidad,

43
que sin embargo existen. Es importante que el analista evite la
actividad mental, la memoria y el deseo, que es tan daosa para
su adecuacin mental como algunas formas de actividad fsica
lo son para la adecuacin fsica.
El "pasado" y el "futuro" representan una realizacin rela
cionada con otra representada por los trminos "interno" y
"externo". El pasado es algo contenido "dentro" de la "memo
ria", y el "futuro" algo que no puede ser contenido del mismo
modo. Los "recuerdos" pueden considerarse como posesiones;
aunque se encuentran "en" la mente tanto como los recuerdos,
y por lo tanto son igualmente "posesiones"; se hace referencia
a los deseos como si ellos "poseyeran" la mente. Cierta clase de
paciente se siente "posedo" por la mente del psicoanalista o
aprisionado "en" ella si considera que el analista desea algo
relacionado con l: su presencia, su cura o su bienestar. He
dicho si el paciente "considera" que el analista desea algo, pero
en realidad decir en este contexto que el paciente "considera"
es usar una aproximacin que puede llevar por mal camino ya
que su penumbra de asociacin esconde ms de lo que revela
respecto del estado mental del paciente. El paciente se encuen
tra en un estado mental para el cual no existe aparato verbal y
el psicoanalista se encuentra constantemente con la necesidad
de producir su propio aparato para la investigacin mientras la
lleva a cabo. Si el psicoanalista no se ha despojado de manera
deliberada de la memoria y del deseo, el paciente puede "sen
tirlo" y ser dominado por el "sentimiento" de que es posedo
por el estado mental del analista y contenido en l, es decir, el
estado "representado por el trmino "deseo".
Se requiere un medio para representar sin palabras los fen
menos mentales (puesto que ellas no son adecuadas debido a su
trasfondo de experiencia sensible). El paciente utiliza palabras
que representan imgenes visuales, o puede permanecer mudo
durante perodos prolongados, o usar palabras que sean evoca
cin de emociones, a veces emociones muy poderosas, pero
desafa al psicoanalista a detectar un contenido y a expresarlo
en lenguaje comn. Las evocaciones de enojo, ansiedad, miedo,
piedad, ocio y lealtad para consigo mismo incluyen a menudo
palabras que dan a la totalidad un tinte particular: corona,
trastorno, cementerio, pueden ser palabras diseminadas en el
discurso de tal modo que sugieren duelo; o abogados, daos,
enfermedad, para sugerir procesos legales.
De este modo aparenta estar pasando por una experiencia
que no puede representar en trminos de una conversacin co
mn. Se lo podra describir, por lo tanto, como una persona
que sufre un desorden verbal si no fuera porque la perturbacin
parecera inadecuada o excntricamente descripta en esos tr
minos; de un modo recproco, para la concepcin comn resul
ta excntrico decir que un tartamudo sufre una psicosis. Pero

44
en realidad, tanto las descripciones del paciente psictico que
afirman que tiene un desorden verbal como las del tartamudo en
cuanto psictico, tienen su fundamento, y en ambas la excen
tricidad depende del vrtice. "Tartamudo" y "psicosis" son vr
tices que desarrollan la misma configuracin de una manera que
esclarece las caractersticas, del mismo modo que la visin bino
cular demuestra las cualidades que necesitan de la estereoscopia
para volverse manifiestas.
En una carta a Lou Andreas-Salome, Freud sugiri su mto
do para lograr un estado mental que le diera ventajas para
compensar la oscuridad cuando el objeto investigado era pecu
liarmente oscuro. Habla de enceguecerse de una manera artifi
cial. Como mtodo para lograr esta ceguera artificial he seala
do ya la importancia de evitar la memoria y el deseo. Para
continuar y extender el proceso incluyo la comprensin y la
percepcin sensorial entre las propiedades que deben evitarse. La
suspensin de la memoria, el deseo, la comprensin y las im
presiones sensoriales puede parecer imposible sin una negacin
completa de la realidad; pero el psicoanalista est buscando
algo diferente de lo que normalmente se conoce como realidad;
una actitud crtica aplicada a lo que ordinariamente se designa
como realidad no indica que el propsito de tomar contacto
con la realidad psquica, es decir, las caractersticas evolucio
nadas de O, sea indeseable. Este procedimiento es vlido en
psicoanlisis y en otras ciencias; del mismo modo, F es un com
ponente esencial del procedimiento cientfico, por riguroso que
sea.
Existe la posibilidad de suprimir una o todas estas funcio
nes de la memoria, el deseo, la comprensin y el sentido, ya
sea juntas o una por vez. La prctica de la supresin de estas
facultades puede llevar a la formacin de una capacidad para
suprimir una u otra segn las necesidades, de un modo tal que
la suspensin de una pueda realzar el efecto de dominacin
ejercido por la otra de una manera anloga a la que produce el
uso alternado de los ojos.
Antes de considerar la distincin que debe hacerse entre la
supresin total, el sueo u otros estados reconocidos, debemos
considerar en mayor detalle lo que significa la comprensin de
la memoria o del deseo. Acepto la concepcin que Freud tiene
de la memoria y de su relacin con la notacin {Freud, 1911).
Puesto que toda memoria tiene un trasfondo de impresiones
sensoriales, la categora apropiada es la de la hilera C. Como
hay una cantidad de aspectos en los cuales la memoria y el deseo
parecen tener una configuracin similar, propongo considerar
solamente la funcin C3 de la memoria. Qu decir del "recuer
do" de una gratificacin que se perdi? (Un deseo no realizado

45
debe clasificarse como un deseo)1 . Si la constelacin de pensa
miento a la que pertenece se asocia con sentimientos de pesar,
pena o remordimiento, puede que ese deseo deba ser considera
do por el psicoanalista como algo que domina o posee a la
memoria. Un psicoanalista en ejercicio debe decidir si est ob
servando psicoanalticamente la operacin de un objeto interno
particular o no. Lo siente el paciente as o hace lo que siente
de una manera aproximada a las formulaciones de Melanie
Klein? Me preocupa crear un modo de pensar que sirva para
efectuar una observacin clnica correcta, ya que si eso se logra
siempre hay posibilidad de evolucin de la teora apropiada.
Una observacin defectuosa significa que una interpretacin co
rrecta ser un accidente. La memoria puede ser poseda por un
deseo; puede dejar de ser sentida como una posesin, pero ella
misma se vuelve poseedora de la personalidad que le da cabida.
La categora no es ya C3. Qu es entonces? La respuesta no
demasiado grata es que nadie lo sabe mientras el progreso, el
desarrollo, se est produciendo.
La probabilidad es que o bien un proceso de racionalizacin
lleva a su conversin en categoras D -+ F y columnas 2, 4, 5, 6,
n 1, n 1, o se fija en la hilera C y columna 2. La necesidad de
resistir el impacto de circunstancias cambiantes requiere que la
memoria C2 se vuelva cada vez ms independiente del mundo
de la realidad (perceptible) e impermeable a l. Hay evoluciones
en la categora C3 (2) y son, segn la intensidad, recuerdos de
impresiones sensoriales llamadas a actuar como barreras contra
las impresiones sensoriales; parecera probable que condujeran a
un desarrollo similar a las alucinaciones. La solucin del pro
blema es factible dando una direccin a la "identificacin pro-
yectiva" e incrementando en alto grado los vrtices y las metas.
No se presta suficiente atencin al inconsciente como una meta
en s misma del objeto proyectado, ni aun a la evacuacin del
mundo mental hacia el mundo sensible y, por consiguiente,
fuera del sistema mental.
El deseo y la memoria tienen en comn que ambos tienen
un trasfondo de impresiones sensoriales. Pero el deseo se rela
ciona con aquello que se siente que no se posee; est "no
saturado". Hay, por lo tanto, una correspondencia entre el de
seo como un trmino no saturado y la evolucin de O que
representa. El problema de la discusin de O es que sta slo
puede hacerse sobre las caractersticas evolucionadas de O (K)
mientras que F se relaciona con O mismo.
El problema de la diferenciacin entre deseo y memoria
reside en el hecho de que est "localizada" en un "lugar" que
no puede determinarse, del mismo modo que no puede deter-

1 Para ser deseo, una idea debe sentirse como no realizada.

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minarse el "lugar" donde las lneas paralelas de una va de
ferrocarril se encuentran. "Donde" es un trmino con un tras
fondo de impresiones sensoriales. La diferencia entre deseo y
memoria no tiene ningn trasfondo de este tipo y no puede
discutirse de una manera adecuada en trminos que lo posean.
Sin embargo, en la prctica psicoanaltica es posible decidir
cundo lo que est experimentando el paciente es el recuerdo y
cundo el deseo. La decisin depende del hecho de que la
experiencia que posee el analista de la experiencia del paciente
es distinta de sta. La investigacin de los problemas que esto
implica depende de F. Esto significa que la comprensin del
paciente y la identificacin con l, que hasta ahora han sido
consideradas suficientes, deben reemplazarse por algo bastante
diferente. La transformacin en K debe reemplazarse por la
transformacin en O, y K debe ser reemplazada por F. Ahora
en las transformaciones en K, el punto sobre el que se enfoca la
atencin est en la lnea de interseccin de la evolucin de O
con Ta para producir T(3. En la transformacin en O la aten
cin se centra ms all de la interseccin y en O. Ta y T(3 son,
por lo tanto, proyecciones de un punto de O (infinito) sobre
una superficie; y aunque O (infinito) es inaccesible para K, es
perfectamente accesible para T en O. El analista debe volverse
infinito mediante la suspensin de la memoria, el deseo, la
comprensin. El estado emocional de las transformaciones en O
es similar al miedo tal como se lo representa en la siguiente
formulacin:

Como alguien que en un sendero solitario .


camina temeroso y aterrado
y, habindose vuelto una vez sigue caminando
sin tornar nuevamente la cabeza,
porque sabe que un demonio espantoso
camina detrs, muy cerca.

El "demonio espantoso" representa indistintamente la bs


queda de la verdad o las defensas activas que se le oponen;
depende del vrtice.
La amenaza a la "realidad" se siente como derivada de:
1) la supresin de la memoria, el deseo, la comprensin, ya que
tal supresin hace vacilar la experiencia basada en los sentidos,
que es la realidad con la que cada individuo est familiarizado;
2) el aumento del poder de F, que revela y hace posible expe
riencias que a menudo son penosas y difciles de tolerar para el
analista y el analizado individuales; 3) el tipo peculiar de rela
ciones entre un elemento y otro del dominio de O. Se incluye
en esto una relacin que se expresa indistintamente como espa
cial o como temporal. As, en mi cita, el caminante es "venci
do" por el terror; va por un "sendero solitario". Puede no

47
parecer probable que el terror se asocie con el progreso analti
co hacia una concepcin ms realista. Por consiguiente, discu
tir el fenmeno con mayor detalle.
En primer lugar debe observarse que la sumersin de la
memoria, el deseo y la comprensin no slo parece producirse
de un modo contrario al del procedimiento aceptado, sino tam
bin estar muy cerca de lo que ocurre espontneamente en un
paciente con serias regresiones.2 El analista que emplee esta
actividad disciplinaria se encontrar con que molesta a pesar de
su propio anlisis, por profundo y prolongado que pueda haber
sido. Es necesario considerar por qu esto debera ser as.
El deseo, la memoria y la comprensin se basan en la expe
riencia sensorial expresada en trminos cuyo trasfondo es preci
samente esa misma experiencia y que fueron creados para un
uso relacionado con ella. Estn viciados por el mismo defecto
que tienen las formulaciones basadas en un trasfondo de reali
dad inanimada cuando se las aplica a la realidad biolgica. La
ansiedad, la depresin, la persecucin, no se sienten (aunque el
uso comn establece un empleo analgico del trmino "sentir
en un contexto en el que no es apropiado). Cuanto ms cerca
se halla el analista de lograr la supresin del deseo, la memoria
y la comprensin, tanto ms probable es que caiga en un sueo
similar al estupor. Aunque distinta, la diferencia es difcil de
definir. La agudizacin del contacto con O no puede separarse
de un aumento de percepcin, en particular de los elementos
de K; esta agudizacin sensorial es dolorosa aunque parcial y
mitigada por la obliteracin de la percepcin sensorial. La per
cepcin sensorial restante, que a menudo es auditiva y restringi
da a clases peculiares de sonidos, es responsable de inducir una
reaccin aguda y dolorosa (similar a la reaccin de alarma ob
servada en los bebs).
Adems, el sacrificio del placer y el dolor es una privacin
cuya perspectiva no se tolera con facilidad y que no gusta ni al
analista ni al analizado cuando la siente en el analista. La priva
cin corresponde a un desplazamiento del principio placer-dolor
de su posicin dominante. Esto no tendra importancia si no
fuera por una aparente deposicin simultnea del principio de
realidad ya que aqulla se basa en un trasfondo de realizaciones
que la psique percibe por medio de los sentidos. El aumento
disciplinado de F por supresin de K, o la subordinacin de las
transformaciones en K a las transformaciones en O, se siente,
por consiguiente, como un ataque muy serio al yo hasta que F
ha quedado establecido. Si se concibe con estrechez el mtodo

Existen verdaderos peligros asociados con la aparicin; a causa de


ello el procedimiento bosquejado aqu slo se recomienda para el psicoa
nalista cuyo propio anlisis se haya realizado por lo menos lo suficiente
como para reconocer posiciones esquizo-paranoiaes y depresivas.

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psicoanaltico como una acumulacin de conocimiento (posesi-
vidad) en armona con el principio de realidad y divorciado
de los procesos de maduracin y crecimiento (ya sea porque no
se reconoce el crecimiento o porque se lo reconoce pero se lo
considera inalcanzable y fuera del control del individuo), se
convierte en un poderoso estimulante de la envidia. Una fuente
ms de distorsin es la tendencia a vincular F con lo sobrena
tural por falta de experiencia de lo "natural con que se rela
ciona. La tendencia consiste en introducir un dios o un demo
nio que F va a revelar (o que "evolucionar" de O). El elemen
to F, que debera quedar sin saturar, se satura y se vuelve ina
decuado para su propsito. Los estadios progresivos en el ejer
cicio disciplinario propuesto para el analista, ms que atraer,
rechazan. Cuanto ms experto se vuelve el psicoanalista en ex
cluir la memoria, el deseo y la comprensin de su actividad
mental, tanto ms probable es, al menos en los estadios ms
tempranos, que experimente emociones dolorosas que por lo
general el aparato de "memoria" de la sesin al igual que las
teoras analticas, los deseos o negaciones de ignorancia a me
nudo disfrazados y la "comprensin" (que, con la mayor frecuen
cia, consiste en elementos de la columna 2) excluyen u ocultan.
Dejo a un lado la consideracin de experiencias dolorosas en la
medida en que permanecen dentro de conflictos no resueltos
del analista, ya que stos no difieren de experiencias similares
en la prctica de mtodos aceptados; no tengo nada que agregar
a lo ya conocido sobre contratransferencia y las complicaciones
a las que puede dar origen. Pero puede resultar til echar una
mirada a algunas de las experiencias ms comunes aunque no
sea ms que a modo de advertencia para cualquiera que se
disponga a intentar el enfoque que propugno.
En primer lugar, el analista descubrir enseguida que parece
ignorar el conocimiento que hasta ese momento consider co
mo garanta de escrupulosa responsabilidad mdica. Es descon
certante encontrarse con que uno no tiene idea, por ejemplo,
acerca de si el paciente est casado, si tiene hijos, o de ciertos
hechos que el analizado seal por haber tenido una significa
cin muy grande. Si el paciente presenta tendencias paranoides
y es afecto a litigar, puede parecer que se corre un riesgo
injustificable si se dejan a un lado cuestiones que en una corte
judicial podran ser consideradas significativas y una prueba de
la preocupacin corriente del mdico por el detalle. Sera as
en realidad si no hubiera razones convincentes para no "recor
dar" ese detalle. Tal como estn las cosas, pienso que, por
muchos riesgos que se corran, la obligacin del analista es con
ducir el caso segn su entendimiento y no de acuerdo con los
supuestos riesgos que l mismo corre. En este mtodo la expe
riencia que adquiere el analista se parece muy poco a los fiche
ros y a las historias clnicas que son tan comunes en psiquiatra.
Puede que parezca diferente de lo que podra esperarse segn el
punto de vista de la teora analtica aceptada. Segn esto, un
analista puede sentir, para tomar un ejemplo corriente, que su
paciente casado no est casado; si as sucede, quiere decir que
psicoanalticamente su paciente no est casado: la realidad
emocional y la realidad basada en la suposicin del contrato
matrimonial discrepan. Si esto parece sugerir que el analista
debe preservar su capacidad de memoria, sostengo que siempre
lo hace (tal como lo hace el paciente por regresivo que sea),
pero el error es ms probable a causa de la capacidad para
despojarse de la memoria y a causa del olvido. Si el analista no
recuerda que su paciente est casado, el hecho de que lo est
no tiene importancia hasta que el paciente dice algo que le
recuerda este hecho al psicoanalista.
He hablado del "hecho" de que el paciente est casado.
Tarde o temprano ser necesario dejar a un lado las locuciones
que, aunque tiles cuando se las enuncia (es decir, cuando se
las usa para unir una conjuncin constante), se vuelven intiles
para cumplir la funcin buscada. Para tomar el presente caso
como ejemplo: siempre que no se considere con demasiada pro
fundidad lo que significa, no existe dificultad para usar la frase
o la idea representada por la frase "el paciente est casado".
Pero en psicoanlisis asuntos tales como el casamiento del pa
ciente deben ser profundamente considerados. Est casado un
homosexual declarado, que tiene varios hijos y esposa, con la
persona con quien ha establecido un contrato matrimonial? En
psicoanlisis la respuesta no depende tan slo de lo que se quie
re decir por matrimonio, ya que el matrimonio no es sino un
"elemento" entre muchos: por ejemplo, el "significado" de te
ner varios hijos, o mujer o marido con quien se ha efectuado
un matrimonio legal. En un contexto tal se puede ver el valor
de considerar tanto el trmino "matrimonio" (la expresin ver
bal) como el hecho de tener varios hijos, esposa o marido,
como "afirmaciones" cuya categora en la tabla puede deter
minarse. Si se considera el "hecho" del matrimonio pronto se
hace necesario suponer una cantidad de clases diferentes de
hechos, tales como un hecho de "realidad exterior" o de "reali
dad psquica". Esos trminos resultan tiles pero son afirmacio
nes en s mismos; y la creencia de que un suceso corresponde a
una categora de "sucesos de la realidad externa" conduce a
una confusin y contradiccin. Es ms simple considerar que
las afirmaciones del paciente tienen una categora en el vrtice
del analista y observar que, segn el punto de vista de ste, no
"significan" que el paciente est casado (es decir, que no son
elementos de la columna 3) sino que tienen una categora parti
cular y que es de la evaluacin que el analista hace de la
categora de donde deriva el "significado". Sus elementos no
saturados estn saturados. Lo que el paciente piensa que quiere

50
decir es, en lo que respecta al psicoanalista, irrelevante, pero lo
que en realidad es la afirmacin y el uso que se le da, es rele-
-ante. Lo que interesa es que el paciente empieza a agregar a
las afirmaciones de una categora particular afirmaciones de una
categora diferente. El paciente cuyas manifestaciones en nin
gn momento le sugirieron al psicoanalista que est casado,
ahora, en un momento particular del anlisis introduce elemen
tos que indican que lo est; es decir, acta de una manera que
hace que el anlisis considere sus afirmaciones como pertenecien
tes a nuevas categoras incluyendo la columna 6 (est aseguran
do que realmente ha hecho algo, recurri a una clase de afirma
cin que consiste en hacer algo realmente, por ejemplo, ca
sarse) .
Ahora est claro que si el psicoanalista se ha permitido el
libre juego de la memoria, el deseo y la comprensin, sus pre
conceptos estarn habitualmente saturados y sus "hbitos" lo
llevarn a recurrir a una saturacin instantnea y bien practicada
derivada del "significado" ms que de O.
Cuando el psicoanalista prev una crisis, y en especial si
tiene o piensa que posee buenos motivos de ansiedad, su ten
dencia consiste en recurrir a la memoria y a la comprensin
para satisfacer su deseo de seguridad (o recurrir a la "satura
cin" para evitar la "no saturacin"). Si se abandona a su
tendencia, est procediendo en una direccin calculada para
cerrar cualquier posibilidad de unin con O. El paciente psicti-
co, que no recurre a resistencias, pero confa en poder evocar
los elementos presentes en su analista en los que aqullas proli-
feran, lo advierte; en otras palabras, trata de estimular los de
seos (de una manera notoria para el resultado positivo del anli
sis), sus recuerdos y su comprensin intentando as que el esta
do mental del analista no se mantenga abierto a la experiencia
de la que, de otro modo, l podra ser testigo.
Esta digresin nos lleva nuevamente a la cuestin de qu es
lo que debe considerarse como un hecho. Parece significar que
el anlisis debe reforzar las dudas acerca de "hechos" que son
parte de la "memoria". Debe oponerse resistencia a la tenden
cia a tratar de recordar alguna "causa" supuesta de la crisis y a
desear una situacin diferente y ms agradable. En el mejor de
los casos slo puede evocar algn episodio que se supone es la
"causa". El "recuerdo evocado" satura los preconceptos del
psicoanalista y oscurece las impresiones en el punto donde la
claridad del juicio y de la perspectiva para su ejercicio tienen
posibilidades de coincidir: la sesin corriente.
Digmoslo una vez ms: la capacidad para olvidar, la habili
dad para evitar el deseo y la comprensin deben considerarse
como una disciplina esencial para el psicoanalista. La falta de
prctica de esta disciplina llevar a un firme deterioro de los
poderes de observacin cuyo mantenimiento es fundamental. El

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sometimiento vigilante a esa disciplina fortalecer gradualmente
las capacidades mentales del analista en la misma proporcin en
que las interrupciones las debilitarn. Esta concepcin proviene
de la prctica comnmente aceptada y, por lo tanto, puede
tambin resultar muy conveniente considerar la base terica
implcita en sta.
La idea de que el paciente A viene cinco veces a la semana
y lo ha estado haciendo durante meses o aos, se basa en un
trasfondo de impresiones sensoriales y en una concepcin pri
mitiva y cruda de la continuidad de una persona como indivi
duo. Es la emergencia del nmero primitivo como mtodo para
asegurar la "conjuncin constante", de afirmar que el objeto es
recurrente, que el "pecho" es algo que reaparece. No nos inte
resa la anatoma del paciente; una creencia de que ningn cam
bio celular se produce en veinticuatro horas slo puede garanti
zarlo una visin crudamente macroscpica. El fenmeno mental
con el que nos enfrentamos no puede haber permanecido inal
terado ni aun en el caso de que no se haya efectuado ningn
anlisis. Los fenmenos mentales deberan revelar aspectos inva
riables y debera ser posible observarlos tal como aparecen en
aqullos, pero un aspecto invariable es una caracterstica no de
permanencia sino de transformacin. Se lo debe buscar en la
transformacin. Un psicoanalista que recuerde que A es la mis
ma persona que era ayer, da libre acceso a un elemento de la
columna 2. Tampoco existe razn alguna para que el analizado
crea que el analista es la misma persona da tras da. Tal creen
cia debe considerarse signo sospechoso de una relacin confabu-
latoria para evitar el surgimiento de un vaco desconocido, inco
herente, informe y de un sentido de persecucin relacionado
con l por parte de los elementos que conforman a O en evolu
cin.
Es as como el deseo, la memoria, la comprensin tienen la
funcin de la columna 2 de mantener a F a raya y evitar as
que su transformacin en K se convierta en una transformacin
en O. De un modo ostensible representan un compromiso, ya
que no slo perjudican a F y a las transformaciones en O, sino
que sustituyen las transformaciones en K que tienen similitud
con la transformacin en O y hacen que el preconcepto (D) en K
sirva ms como saturacin que como un medio para lograrla.
" Cmo deseara tener la oportunidad de nadar! " expresa la idea
de que se ha llegado a un estado especial de completamiento
(deseo de nadar) que impide la no saturacin que se sentira si el
individuo estuviera an por desear nadar. De todas las posibili
dades odiosas, las que con ms frecuencia se temen y detestan
son la del crecimiento y la maduracin. Esta hostilidad al prin
cipio de maduracin se hace ms notoria cuando sta parece
implicar la subordinacin del principio de placer y el surgimien
to del principio de realidad. El cambio no puede considerarse

52
indeseable porque implique prdida del placer, ya que la activi
dad del principio de placer significa actividad de dolor. De una
manera similar, la continuacin del placer cuando el dominio
de este principio se encuentra en inactividad no se ve perjudica
da por el dominio del principio de realidad. Pero el cambio de
un principio por otro no significa abandono del control ejerci
do sobre la proporcin de dolor y placer y lo deja librado a
fuerzas que estn fuera de la personalidad. La unidad con O es
atemorizante como perspectiva. No prevalece ninguna experien
cia que desafe a este preconcepto porque ste se corporiza en
la memoria y el deseo, pertenece a K y no efecta transforma
ciones en O, aunque marca su comienzo.
El punto ms importante parece ser la penosa naturaleza del
cambio tendiente a la maduracin. Quiz sea ocioso preguntar
por qu debera ser penoso, por qu la intensidad del dolor
guarda tan poca relacin con la intensidad del peligro identifi-
cable, y por qu se teme tanto el dolor. No hay ninguna duda
acerca de que se teme el dolor mental en particular de una
manera que sera apropiada si se correspondiera de un modo
directo con el peligro mental. Con todo, la relacin entre el
dolor y el peligro es oscura. Esto no es una peculiaridad, ya
que cualquier relacin de un elemento de la personalidad con
otro resulta difcil de determinar. Todava es necesario crear
una ciencia de las relaciones; se tratara de encontrar alguna
disciplina anloga a la matemtica para representar la relacin
de un elemento perteneciente a la estructura de la personalidad
psquica con otro. Es posible argumentar que las formulaciones
matemticas pueden apreciarse por completo debido a que
siempre hay algn trasfondo ms concreto con el cual puede
verse que se relacionan, aun cuando ese trasfondo pueda ser l
mismo slo matemtico. Algo similar es posible en la relacin
de los elementos de la estructura de la personalidad. La envidia
es caracterstica de otros elementos de la personalidad en lo
que respecta a que todos estaran preparados para admitir su
existencia. Sin embargo, no tiene olor; es invisible, inaudible,
intangible. No tiene forma. Debe tener un aspecto invariable o
no se la podra reconocer con tanta amplitud y seguridad, y si
tiene algo invariable debe serlo con respecto a cierta clase de
operacin y, por consiguiente, debe haber un grupo subyacente
de tales operaciones.

53
y
TEORAS: INSTANCIA PARTICULAR
O CONFIGURACIN GENERAL

La discusin es el germen a partir del cual se produce el


desarrollo, pero es condicin inexcusable que sea una confron
tacin genuina y no un impotente bracear en el aire de perso
nas en franca oposicin cuyos diferentes puntos de vista no
llegan nunca a encontrarse. Lo que sigue es una contribucin
para poner de acuerdo o en desacuerdo distintas concepciones
psicoanalticas.
Siguiendo paso a paso la controversia psicoanaltica com
prob que se estaba describiendo la misma configuracin y que
las diferencias aparentes eran con mayor frecuencia accidentales
y no intrnsecas; las diferentes posiciones parecen indicar la
pertenencia a un grupo ms bien que significar una experiencia
cientfica. Pero todo el mundo sabe que lo importante no es el
supuesto uso de una teora particular sino el hecho de si sta
ha sido adecuadamente comprendida y si su aplicacin ha sido
correcta.
Puede objetarse que el establecimiento de esta circunstancia
implicara la consideracin de cada analista en particular y de
las circunstancias de cada interpretacin individual. Aun as,
podran obviarse muchas dificultades mediante una definicin
precisa del punto de vista empleado (vrtice). Resulta admisible
que un observador diga que para l la sexualidad infantil no sea
algo evidente siempre y cuando agregue que l es ingeniero
aeronutico y como tal tiene de la infancia tan slo una visin
superficial. Lo que no es admisible es que afirme lo mismo sin
mencionar su vrtice. Espero que en algn momento se llegar
a un mtodo para designar el vrtice con brevedad y precisin.
La siguiente es una descripcin libre a modo de preludio de
algo ms cientfico.
Para acceder al estado mental esencial para la prctica del
psicoanlisis, evito ejercitar mi memoria; no tomo notas. Siem-

55
pre que me siento tentado de recordar los sucesos de una sesin
en especial, me resisto a hacerlo. Si me sorprendo a m mismo
vagando mentalmente por los dominios de la memoria, desisto
de ello. En esto mi ejercicio del psicoanlisis difiere del punto
de vista que afirma la necesidad de conservar las notas o de
grabar mecnicamente las sesiones o de que el psicoanalista se
ejercite para tener una buena memoria. Si me encuentro des
provisto de claves acerca de lo que el paciente est haciendo y
siento la tentacin de intuir que el secreto permanece oculto en
algo que he olvidado, me opongo a los impulsos de recordar lo
que pas o cmo interpret lo sucedido en alguna ocasin ante
rior. Si descubro que un recuerdo parcial comienza a entrome
terse, me resisto a su llamado sin importarme lo apremiante o
deseable que pueda parecerme.
Con respecto a los deseos sigo un procedimiento similar:
evito alimentarlos y los alejo de mi mente. (No resulta suficien
te tratar de hacer esto en la sesin, porque ya es demasiado
tarde: no debe permitirse que el hbito del deseo se desarrolle).
Por ejemplo, considero un serio defecto el hecho de permitirse
desear el final de una sesin, de una semana o de un perodo;
permitir que los deseos relativos a la cura del paciente, a su
bienestar o a su futuro ingresen en la mente interfiere con el
trabajo psicoanaltico. Esos deseos desgastan el poder del analis
ta para analizar y llevan a un deterioro progresivo de su intui
cin. Una introspeccin demostrar cun difundidos y frecuen
tes son los recuerdos y los deseos. Estn constantemente pre
sentes en la mente y resulta una difcil disciplina seguir mis
consejos. Existen excepciones, todas de una clase muy simple y
obvia.
Hay cosas que pueden registrarse con facilidad y no necesi
tan agobiar la mente, como, por ejemplo, los horarios de sesio
nes. Sera absurdo que el analista los olvidara, y adems pueden
registrarse fcilmente en un horario. Lo mismo puede aplicarse
a la edad, a los miembros de la familia, a las enfermedades
pasadas y a otros hechos por el estilo que puede sugerir la
fantasa. Pero si stos deben ser registrados, juntamente con las
direcciones y los nmeros de telfono, es porque se los puede
olvidar y porque se prestan para ello. Aunque puede afirmarse
con precisin que el paciente es casado y tiene cuatro hij OS,
no es tan fcil afirmar que su estado anmico sea el de un hom
bre casado con cuatro hijos, porque tal estado anmico no exis
te. Adems, un "recuerdo" de este tipo, y el recordatorio que
significara una nota semejante, oscureceran en gran medida la
observacin del estado anmico del paciente, supuesto que tal
estado se hallara ms cerca del que uno puede esperar de un
soltero.
Los asuntos que pueden registrarse con los medios de que
disponemos al presente, incluyendo los medios mentales, son

56
las experiencias sensoriales y las transformaciones que sufren,
resueltas en formulaciones que siempre tienen, incluyendo las
formulaciones matemticas, un trasfondo sensorial. Los fenme
nos centrales del psicoanlisis no tienen un trasfondo en los
datos de los sentidos. Aun las seales que acompaan la ansie
dad, por ejemplo, una respiracin acelerada, seran ms tiles
para oler el peligro, si ese peligro tuviera olor y nuestras faculta
des olfativas estuvieran bien desarrolladas, que para detectar un
fenmeno endopsquico. Un aparato que podra resultar til en
el caso de un peligro sensible, es intil e incluso resulta un
impedimento cuando el peligro proviene de un trasfondo men
tal y no sensorial. Por consiguiente, llevemos un registro de los
sucesos que tienen un trasfondo sensorial, tal vez como la hora
a la que debe venir un paciente, pero no de los fenmenos que
constituyen la preocupacin central del psicoanalista, ya que su
trasfondo no es sensorial.
Cmo "observar" y "registrar", entonces, el estado mental
de un paciente? Puesto que deseo discutir este aspecto, pero no
poseo la respuesta, dir que "mediante F".
Freud dijo que tena que "enceguecerme artificialmente pa
ra dirigir toda la luz sobre un punto oscuro".1 Esta frase pro
porciona una formulacin til para describir el campo que quie
ro abarcar con F. Volvindose "artificialmente ciego" mediante
la exclusin de la memoria y el deseo, uno puede llegar a F; la
aguda flecha de la oscuridad puede ser dirigida sobre los rasgos
oscuros de la situacin analtica. Por medio de F uno puede
"ver", "or" y "sentir" los fenmenos mentales acerca de cuya
realidad no duda ningn psicoanalista en ejercicio, aunque no
pueda representarlos con precisin por medio de las formulacio
nes existentes.
El vrtice que he intentado representar hasta aqu en esta
descripcin puede definirse con mayor precisin ms adelante.
Incluso tal como est ahora, espero que mi descripcin sirva
para poner en claro ciertas ventajas. Por ejemplo, resulta ms
fcil para otro psicoanalista apreciar mi trabajo si conoce el vr
tice y puede entonces anticipar lo que para l son sus mritos y
defectos. No necesita embarcarse en una discusin estril acerca
de las teoras que empleo (en un contexto del cual nada puede
conocer) si se le da una idea del estado mental al que las
aplico.
Puede verse que con un determinado vrtice resultan tiles
teoras que no lo seran con otro; que si se cambiara el vrtice
se requeriran otras teoras para iluminar los fenmenos discuti
dos. A la inversa, otro psicoanalista podr entender que yo
"vea" la situacin edpica en un contexto donde l no la vera.
Las reglas son relativamente fciles de observar para un psi-

1 En su carta mencionada en el captulo IV.

57
coanalista, y si se las obedece, personas diferentes, con pacien
tes diferentes, podran incluso tener experiencias similares y de
ese modo tender con menos frecuencia a tomar por leyes gene
rales lo que en realidad son slo instancias particulares de viejas
leyes.
La experiencia a la que me refiero es el contacto con los
aspectos evolucionados de O, la realizacin que he descrito de
distintas maneras como la realidad ltima, la cosa en s, o la
verdad. Lgicamente, en la medida en que la lgica proporciona
un modelo para el enfoque que estoy realizando, la ausencia de
la memoria y del deseo deberan liberar al analista de aquellas
peculiaridades que hacen de l una criatura de sus circunstan
cias y dejarle aquellas funciones que son invariables, las que
hacen al hombre esencial, irreductible. En realidad, esto no
puede ser. Sin embargo, de su capacidad para acercarse a este
ideal depende su capacidad para llegar a esa "ceguera" que es
un requisito previo para "ver" los elementos evolucionados
de O.
A su vez, el hecho de liberarse de la "ceguera" que le
producen las cualidades que pertenecen al dominio de los senti
dos (o su percepcin de ellas) deber capacitar al analista para
"ver" los aspectos evolucionados de O que son invariables en el
analizado. Cuanto ms progrese el anlisis, tanto ms podrn el
psicoanalista y el analizado llegar a un estado en el que ambos
puedan contemplar el mnimo irreductible que es el paciente.
(Este mnimo irreductible es irremediable, porque lo que se ve
es aquello sin lo cual el paciente no sera el paciente.)
Supongamos que el paciente relata historias interminables,
coherentes, posibles y, en apariencia, verdaderas. Despus de un
tiempo de anlisis, se hace evidente que algo no anda bien: las
asociaciones varan, de relatos de episodios que se dice que
sucedieron y que es bastante probable que as sea, a otros que
suenan no menos convincentes pero que revelan fallas. De
acuerdo con la evidencia interna resulta claro que el hecho no
pudo haber sucedido. Pero de no ser por las incongruencias, el
tono de seguridad de la narracin aquietara toda sospecha. Si
la narracin se ve amenazada, el paciente admite su falta y en
seguida comienza a producir otras fbulas que invitan al analis
ta a retirar sus comentarios y reconocer la verdad de las afirma
ciones del paciente, o bien a decirle abiertamente que est min
tiendo.
No es importante describir los detalles de este caso. Consi
derando las manifestaciones del paciente como transforma
ciones y clasificndolas por medio de la tabla, puede avanzarse
algo hacia el entendimiento de lo que est sucediendo. En Ele
mentos de psicoanlisis he recomendado ejercicios de este tipo,
pero no debe suponerse que se requiere una comprensin de
esta naturaleza. Por el contrario, puede advertirse que tal "com-

58
prensin" tiene como trasfondo la memoria y el deseo y, por
lo tanto, debe evitarse. La importancia del ejercicio consiste en
facilitar la capacidad del analista para conjeturar, no en entro
meterse en una sesin psicoanaltica. Si el anlisis se realiza
como yo lo recomiendo,la "evolucin de O" se hace manifiesta
en las cadenas de fbulas tal como lo he descrito. Debera ser
posible observar un amplio espectro de categoras de mentiras y
lo que ellas representan. El fluir de las asociaciones demanda
un alto grado de inventiva y de velocidad (especialmente para
reparar cualquier falla en la produccin), y una medida de faci
lidad verbal que puede dar una impresin de inteligencia, en
especial si el recuerdo y el deseo distorsionan los juicios hechos
sobre la categora. Lo que me interesa aqu no es el diagnsti
co, el pronstico, el tratamiento o la cura, sino el O del psicoa
nlisis.
Desde un vrtice determinado podra parecer que el analiza
do estaba "encegueciendo" al analista por cuanto ste fue inun
dado con iluminacin: tantos hechos que el punto "oscuro" no
poda "verse". Es esta afirmacin distinta del estado produci
do si el analista no puede liberarse de la memoria y del de
seo? Slo la sesin psicoanaltica puede dar la respuesta. La
actividad extra analtica estimula en el analista la duda y la
curiosidad. Un paciente as estimula la memoria y el deseo
mediante su apariencia satisfactoria que no es tal; tcitamente
se invita al psicoanalista a "recordar" todo lo que se le dice.
Esta conducta sugiere una cantidad de preguntas, de las
cuales las siguientes son slo unas pocas:
1. Son mentiras las manifestaciones del paciente? Es
"mentira" el trmino ms adecuado? En caso contrario,
cul es la formulacin correcta?
2. Por qu motivo el paciente transforma en fbulas y
qu es lo que transforma de ese modo?
3. Hay alguna diferencia entre fbula y mito? A menudo
constituye una narracin posible y coherente, pero parece
declarar que pertenece a la categora 3 cuando en realidad
parecera ser C2. Cules son entonces las experiencias
emocionales que deben ocultarse y a las que no se les
permite emerger?
4. En qu difieren las manifestaciones del paciente de
otras manifestaciones falsas? El respeto por la verdad pare
ce tener poco valor en comparacin con otros vrtices.
Cul es, entonces el vrtice? K? Qu tiene que ver
esto con las objeciones de Platn con respecto al poeta en
la sociedad? En relacin con otras manifestaciones falsas se
supone generalmente que existe la idea equivocada de que
la mentira es correcta, o una creencia de que hay alguna

59
recompensa asignada a la capacidad de despistar. Algunas
manifestaciones parecen no tener recompensa para ninguna
de las partes, pero tal vez haya placer en la creacin aun
cuando sta pueda realizarse slo mediante una mentira.
Es una folie a deux, una colaboracin? Con F podra tra
tarse, por cierto, de una confabulacin para "envenenar" o
ser "envenenado".
A estas preguntas slo puede responderse en contacto anal
tico con el paciente. La tabla o alguna otra versin de ella
facilita la gimnasia mental que prepara para ello.

60
VI

EL MSTICO Y EL GRUPO

Parece absurdo que un psicoanalista deba ser incapaz de


evaluar la calidad de su trabajo. Para intentar una evaluacin
cuenta con la opinin pblica (notoriamente inconstante y po
co segura, inadecuada adems para usarla como fundamento
de cualquier juicio), con la ansiedad, o con una sensacin de
satisfaccin y bienestar relacionada con un trabajo que le pare
ce bien hecho. Este ltimo constituye un fundamento tan vale
dero como cualquier otro, pero est sujeto a dudas y a descon
fianzas. La nica persona, aparte de l, que se encuentra en
condiciones de tener una opinin es el analizado. Tambin su
opinin debe ser examinada. Los sentimientos hostiles o amis
tosos que se revelan convergen en un punto donde debera
producirse un juicio prudente y desapasionado. En cambio, lo
que se produce es una intuicin: "Es verdad, acptelo". Formu
laciones de este tipo no se consideran cientficamente adecua
das y uno anhela algo mejor. El anhelo no puede satisfacerse a
menos que se reconozca que puntos de vista tales como la
religin, el arte y la ciencia, tal como los entendemos en la
actualidad, son tan poco satisfactorios como las formulaciones:
verdad, belleza, dios o vida futura.
La formulacin constituye el producto final de una trans
formacin; todas las transformaciones se asocian con un vrtice
particular. El psicoanalista se enfrenta en un momento tempra
no de su propia evolucin y en una etapa temprana en la
evolucin del psicoanlisis mismo con problemas que surgen
porque ninguno de los vrtices hoy reconocidos es adecuado. Es
tan absurdo criticar un trabajo psicoanaltico fundndose en
que es "no cientfico" como criticarlo porque es "no religioso"
o "no artstico". No es ninguna de estas cosas. El hecho de que
no lo sea es una crtica, pero si "consigue" ser alguna de ellas,
esto suscitara reproches. La formulacin crtica para la cual no
hay sustituto es la de que "no es psicoanlisis".

61
Podra parecer que nos encontramos tan lejos como antes
de un resultado positivo de la discusin; "psicoanlisis" debe
ser considerado como un trmino que vincula una conjuncin
constante. Debern pasar aos antes de que comprendamos qu
es lo que une y qu significa la conjuncin. Puede hacerse en
trminos verbales? Existen otros trminos?
Como crtica al psicoanlisis se ha dicho que no puede
considerrselo ciencia porque no es posible matematizarlo. La
matemtica de que disponemos no proporciona al psicoanalista
formulaciones adecuadas. Lo mismo puede decirse de las verba-
lizaciones disponibles, pero esto se ha oscurecido porque la
conversacin corriente ha servido bastante bien hasta ahora pa
ra los analizados que vienen al anlisis. Esta situacin cambi
por la llegada de los llamados casos difciles por un lado, y por
las necesidades de comunicacin entre colegas psicoanalistas,
por otro. Est claro que se requiere una evolucin que ayude al
psicoanlisis tal como la matemtica moderna ha favorecido el
desarrollo de la fsica. Mientras tanto nos vemos obligados a
volver a las formulaciones verbales, matemticas y artsticas
existentes y a recurrir a los individuos excepcionales capaces de
emplearlos. Se ha dicho que el genio es semejante a la locura.
Sera ms acertado decir que los mecanismos psicticos requie
ren que un genio los maneje de una manera adecuada para
promover el crecimiento o la vida (que es un sinnimo de
crecimiento).
El grupo necesita preservar su coherencia e identidad; los
esfuerzos por lograrlo se manifiestan en las convenciones, las le
yes, la cultura y el lenguaje. Tambin necesita del individuo
excepcional. Esto podra resultar simple si los individuos excep
cionales se manifestaran en trminos no objetables y si la natu
raleza de su impacto en el grupo, sus leyes y convenciones
pudieran juzgarse como vivificadoras o lo contrario. La posibili
dad de una discriminacin de esta clase es dudosa y, siglos
despus, puede continuarse debatiendo si un individuo de este
tipo ejerci un efecto benfico o destructivo. Lo mismo puede
aplicarse a las ideas; adems, los grupos son hostiles o amisto
sos, favorables o desfavorables con respecto a la evolucin de
una persona o idea nueva.
El "individuo excepcional" puede describirse de distintas
formas como un genio, un mesas, un mstico y su seguimiento
puede ser breve o prolongado. El grupo negativo se declara
enemigo de la promesa de un modo que no es discernible para
los individuos comunes, pero que es aparentemente claro para
la persona dotada que busca una atmsfera ms propicia al
ejercicio de sus dotes. Por conveniencia utilizar el trmino
"mstico" para describir a estos individuos excepcionales. Inclu
yo entre ellos a los cientficos, y Newton constituye el ejemplo
ms sobresaliente de este tipo de hombre: se han rechazado sus

62
preocupaciones msticas y religiosas como una aberracin cuan
do en realidad deberan considerarse como la matriz a partir de
la cual evolucionaron sus formulaciones matemticas.
El mstico puede proclamarse revolucionario o puede decla
rar que su funcin es cumplir las leyes, las convenciones y el
destino de su grupo. Sera sorprendente que algn verdadero
mstico no hubiera sido considerado como un militante mstico
en algn momento de su carrera por algn sector ms o menos
numeroso del grupo. Sera igualmente sorprendente que en rea
lidad no fuera nihilista para algn grupo, aunque ms no fuera
que porque la naturaleza de su contribucin seguramente ser
destructiva para las leyes, convenciones, cultura y, por consi
guiente, para la coherencia de un grupo dentro del grupo, si no
de la totalidad del mismo. En esto resulta evidente que el ca
rcter del grupo, cosa que no discuto, no puede quedar al
margen de los hechos de la evolucin de un mstico en un
grupo. La fuerza destructora del nihilista mstico, o del mstico
cuyo impacto en un grupo resulta destructor o nihilista, se
extiende hasta el Lenguaje de la Realizacin y depende de l,
sea ste expresado mediante la accin, la palabra, la escritura o
la esttica. Por lo general, el alcance de la fuerza destructora
est limitado por el vehculo de comunicacin. Los fenmenos
de destruccin permanecen iguales, pero la recepcin de su
mensaje vara, estando a menudo restringida a un nmero rela
tivamente escaso.
Melanie Klein se refiere a la formacin del smbolo como si
se tratara de una funcin particular que pudiera desintegrarse o
desordenarse y dar origen a una perturbacin profunda en una
personalidad; existen realizaciones que corresponden a esta teo
ra, pero pienso que el campo de perturbacin debera consi
derarse mayor de lo que implica su teora. Por ejemplo, el
paciente psictico no siempre acta como si fuera incapaz de
formar smbolos. En realidad, a menudo habla o acta como si
estuviera convencido de que determinadas acciones, que para
m estn desprovistas de toda significacin simblica, son obvia
mente simblicas. Significan, en apariencia de un modo eviden
te, algn mensaje que para l tiene un valor personal y particu
lar. Este "significado" es bastante diferente del que uno supone
que reside detrs de una conjuncin constante que es de natu
raleza pblica y no privativa de un individuo. El primero es (y
parece pertenecer a) una comunicacin privada realizada por
Dios (o el Demonio o el Destino); cuando el smbolo psictico
se enfrenta en la prctica, su significacin parece consistir me
nos en que simboliza algo y ms en que indica que el paciente
se encuentra en una concordancia privada con una deidad o
con un demonio. El smbolo, tal como se lo entiende comn
mente, representa una conjuncin que el grupo reconoce como
constante; tal como lo encontramos en la psicosis, representa

63
una conjuncin entre un paciente y su deidad que el paciente
siente como constante.
El "smbolo" puede ser un intento de la personalidad para
utilizar su experiencia en la formulacin de una teora, que
puede usarse en el momento en que una realizacin apropiada
se presenta, o un intento para utilizar un hecho externo, por
ejemplo, un encuentro con un conocido, para producir una
interpretacin como si fuera un smbolo. Es as como una cir
cunstancia adversa puede usarse como un "smbolo" (no signo)
de la ira de Dios, o experiencias del pasado pueden representar
se por medio de smbolos cuya base gentica est en su trasfon
do sensorial. Al simbolizarla, la experiencia emocional se vuelve
gobernable, sea que en su origen se la sienta como una respues
ta a dolorosos estmulos externos, sea que la experiencia exter
na se sienta como la confirmacin de una penosa experiencia
psquica interna.
La inevitable bestialidad del animal humano es la cualidad
de la cual surgen nuestras caractersticas ms admiradas y apre
ciadas. "El hombre es un animal poltico" significa que posee
la contraparte mental de las caractersticas fsicas de un animal
que vive en rebao. Como psicoanalistas nos interesa la contra
parte mental de dichas caractersticas fsicas tal como se las
puede discernir en el individuo cuando se halla parcialmente
aislado de su grupo pero estrechamente comprometido en una
situacin que es probable que estimule sus caractersticas "de
par". El nacimiento, la dependencia, el emparejamiento y la
guerra son las situaciones bsicas a las cuales corresponden las
direcciones emocionales bsicas.
Este resumen de la condicin humana no aade nada nuevo
a lo ya conocido, en mayor detalle, por todo psicoanalista.
Tiene como objetivo recordar que la situacin analtica misma,
y, por consiguiente, la ocupacin o tarea psicoanaltica, inevita
blemente estimularn el sentimiento bsico y primitivo tanto en
el analista como en el analizado. Por lo tanto, si la tcnica que
propongo para asegurarse una apreciacin vivida de los hechos
emocionales es tan sensata como pienso, estas caractersticas
fundamentales, el amor, el odio, el miedo, se agudizan hasta un
punto tal que la pareja participante puede sentirlas casi como
intolerables: ste es el precio que hay que pagar para la trans
formacin de una actividad que es casi psicoanlisis, en una
actividad que es psicoanlisis. La actividad que es psicoanlisis
evoca deseos de conocer la forma en que el grupo reacciona a
la relacin de par; este deseo se disfraza a menudo como un
deseo de validacin, opinin pblica o aprobacin.
Regresamos as al problema original y al impulso a repudiar
el enfoque que he bosquejado. Cuanto ms se deja uno domi
nar por la reminiscencia, tanto ms se aleja de una forma de
ansiedad: se afirma la propia identidad histrica, uno era tal y

64
tal cosa y tena ciertos asociados reconocidos y recordados;
uno ha actuado tan bien como o menos bien que, o ms o
menos como. No es seguro que estas reminiscencias "histricas"
puedan corroborarse por medio de las caractersticas que figu
ran en nuestra propia historia, pero sirven para negar lo penoso
de los conflictos reales que son el origen de la perturbacin. Es
difcil, con excepcin de la alucinacin, hacer algo respecto de
este conflicto: la reminiscencia se convierte en una orga de la
categora C2 para mantener lejos los penosos enfoques que si
guen en la misma direccin que la negacin de la experiencia
sensorial.
Hay una forma de negacin de la experiencia sensorial que
se ha convertido en un lugar comn desde que Freud seal
que el anlisis debe conducirse dentro de una atmsfera de
carencia.1 No se ha reconocido que para lograr esto no es
suficiente esperar que sirvan el anlisis del analista y la nega
cin de los deseos del paciente. Nadie que considere posible
lograr un marco mental adecuado mediante un ordenamiento
psquico de unos pocos minutos antes de empezar a trabajar
puede haber aprehendido la naturaleza de la disciplina necesaria
para ser un analista o la naturaleza de las penetraciones de que
dispone el analista analizado si produce la "ceguera artificial"
para referirse a sus puntos oscuros. Puede muy bien suceder
que los analistas que intentan el enfoque aconsejado en el cap
tulo IV sobre "Memoria y deseo" se encuentren con que las
intuiciones logradas por ese medio les hacen sentir la necesidad
de un anlisis ms amplio. Es posible que la prueba de carencia
sensorial implicada en la huida de la memoria y del deseo saque
a la luz una necesidad de anlisis que existe porque la experien
cia analtica no ha sido suficiente, o puede suceder que indique
una exigencia adicional que no se hubiese presentado si el
analista hubiera permanecido contento con la "atmsfera de
carencia" tal como se la ha entendido hasta ahora. Este aspecto
es importante porque, si el abandono de la memoria y del deseo
produce una necesidad de mayor vigor, puede que los analistas
tengan que aceptar que los adelantos en la comprensin deben
ser complementados por un anlisis ms amplio. Esta contin
gencia impone una revisin del entrenamiento y el manteni
miento de la capacidad para una carrera psicoanaltica.
Aunque es fcil hacer frente a la necesidad de un anlisis
ms amplio, no es seguro que ste deba ser similar al anlisis tal
como lo experimentamos y comprendimos cuando nos someti
mos a l por primera vez. La importancia del inconsciente no
debe enceguecernos respecto del hecho de que adems de nues
tros recuerdos y deseos inconscientes, tratados psicoanaltica-

1Este aspecto se encuentra discutido en detalle en un trabajo del


doctor Samuel Futterman, de Los Angeles.

65
mente, hay un problema a resolver en el manejo de nuestros
recuerdos y deseos conscientes. Cul es el tipo de psicoanlisis
que se requiere para lo consciente?
El psictico es consciente de lo que nosotros sentimos que
requiere anlisis; para encarar este problema ser necesario dis
cutir la memoria y el deseo en relacin con la prdida de
contacto con la realidad. Se ha supuesto que el psictico rompe
los vnculos con la realidad como un paso hacia una vida sexual
en la fantasa, pero tambin se intenta establecer una libertad
con respecto a los estmulos sexuales y a los que se relacionan
con ellos. Parece obtener un resultado similar al contacto del
paciente neurtico con el inconsciente tal como se lo conoce
en el anlisis clsico. El psictico parece tener hacia lo que no
ha sido capaz de reprimir, y que por consiguiente permanece
consciente, la misma relacin y la misma actitud que otros
pacientes tienen hacia el inconsciente. Al paciente neurtico le
preocupa mostrar que los elementos neurticos presentes en su
conducta son racionales y hace todo lo que puede para raciona
lizarlos. El psictico puede "ver" que cualquier accin tiene un
significado simblico y que la conjuncin de los elementos no
es fortuita sino que tiene un significado claro para l. Esto es
posible siempre y cuando haya roto todos los vnculos con
cualquier cosa que muestre que la conjuncin es fortuita y
vaca de significado, es decir, segn mi terminologa, no satura
da: un elemento de la categora D. La saturacin prematura
implicada en esto tiene como efecto paradjico que todos los
actos son simblicos y sin embargo el paciente es incapaz de
formar smbolos en el modo accesible a la personalidad normal
que puede permitir que sus elementos permanezcan no satura
dos. El contacto con la realidad es mal recibido porque tiende
no slo a mostrar que un elemento est no saturado sino tam
bin a saturarlo de modos que resultan dolorosos a la personali
dad. Como todos sus "smbolos" tienen un significado obvio,
apenas pueden ser considerados como smbolos y no queda
nada que pueda cumplir la funcin que los smbolos llenan
para la personalidad no psictica.
En qu difiere esto del estado producido por la elimina
cin de la memoria y del deseo?
Primero, estoy aconsejando slo un rompimiento parcial
con la realidad. Segundo, se trata de un acto de disciplina
deliberado, consciente. Tercero, tiene un propsito que parece
ra diferente del que mueve a la maniobra del psictico. Este
quiere destruir el contacto; yo deseo establecerlo. Adems, su
principal preocupacin es la destruccin del contacto sensorial
y de la saturacin que lo acompaa mientras que yo estoy
ansiando disminuir el contacto sensorial para centrar la aten
cin sobre la realidad psquica. El psictico teme y odia ese
resultado; es una extensin de la realidad.

66
El dominio de la personalidad es tan extenso que no se lo
puede investigar con profundidad. El poder del psicoanlisis
demuestra a cualquier psicoanalista en ejercicio que adjetivos
tales como "completo" o "lleno" no tienen cabida en una cali
ficacin del "anlisis". Cuanto ms profunda sea la investiga
cin tanto ms claro se vuelve que por prolongado que sea un
psicoanlisis tal vez represente slo el comienzo de una investi
gacin. Estimula el crecimiento del dominio que investiga. Me
propongo aprovechar esta dificultad del siguiente modo: si es
verdad que la proporcin de lo conocido es tan pequea con
respecto a lo desconocido al final del anlisis, debe ser todava
ms pequea durante ste. Por lo tanto, pasar el tiempo
con lo que se descubri es concentrarse en una irrelevancia. Lo
que importa es lo desconocido y sobre ello debe enfocar su
atencin el psicoanalista. Por consiguiente, la "memoria" es un
demorarse en lo no importante dejando a un lado lo importante.
De un modo similar el "deseo" es una intrusin en el estado
mental del analista que oculta y disfraza el punto en discusin
y que enceguece al analista respecto de ste, es decir, del
aspecto de O que generalmente est presentando lo desconoci
do y lo desconocible aunque se manifiesta a las dos personas
presentes en su carcter evolucionado. Este es el "punto oscu
ro" que la "ceguera" debe iluminar. La memoria y el deseo son
"iluminaciones" que destruyen el valor de la capacidad de ob
servacin del analista del mismo modo que una filtracin de luz
en una cmara podra destruir el valor del filme que est ex
puesto.
Para considerar las objeciones que pueden hacerse con res
pecto a la eliminacin de la memoria, puede parecer imposible
tener un vnculo con el paciente sin recordar quin es; sin
embargo, ese reconocimiento no depende de la memoria ni del
psicoanlisis. Depende de un trasfondo de experiencia cuya pe
culiaridad indicar mediante una serie de aproximaciones. Nos
resulta familiar la experiencia de recordar un sueo; esto debe
contrastarse con los sueos que se introducen en la mente flo
tando, sin que se los desee ni se los busque, y que del mismo
modo misterioso salen de ella. El tono emocional de esta expe
riencia no es exclusivo de los sueos: tambin los pensamientos
llegan sin que se los desee, de golpe, de una manera clara, con
lo que parece ser una claridad inolvidable, y luego desaparecen
sin dejar rastros por medio de los cuales podamos volver a
apoderarnos de ellos. Quiero reservar el trmino "memoria"
para la experiencia relacionada con los intentos conscientes de
evocar. Estas son expresiones de miedo a que algn elemento,
"incertidumbres, misterios, dudas" ,2 se interpongan.

o
John Keats, "Carta a George y Thomas Keats", 21 de diciembre de
1817.

67
El recuerdo con apariencia de sueo es el recuerdo de la
realidad psquica y es el objeto del anlisis. Aquello que se
relaciona con un trasfondo de experiencia sensorial no es ade
cuado para los fenmenos de la vida mental que son amorfos,
intangibles, invisibles, inodoros e inspidos. Estos elementos
psquicamente reales (en el sentido de que pertenecen a la reali
dad psquica) son aquellos con los que tiene que trabajar el
analista.
Puede parecer que esto contradice la teora psicoanaltica
de los sueos a menos que se tenga presente que el sueo es
una evolucin de O en la que O ha evolucionado lo suficiente
como para ser representado mediante la experiencia sensorial.
Los elementos sensoriales de un sueo psictico no representan
nada, son una experiencia sensorial.3
Cualquiera que haya tomado notas cuidadosas de lo que con
sidera los hechos de una sesin debe estar familiarizado con la
experiencia de que esas notas parecern, en ocasiones, despoja
das de toda realidad: podra tratarse de notas sobre sueos
tomadas para asegurarse de no olvidarlos al despertar. A m me
sugiere que la experiencia de la sesin se relaciona con un
material semejante al sueo, no en el sentido de que los sueos
podran formar parte de la preocupacin de la sesin, sino por
cuanto el sueo y el material de trabajo del psicoanalista com
parten la caracterstica de tener apariencia de sueo.
La realidad de la experiencia psquica O en la personali
dad humana es tal que cuanto ms en contacto est el psico
analista tanto ms real ser la parte de ella que haya sido capaz
de interpretar. Tendr en claro que est formulando slo un
aspecto de una experiencia multidimensional. Una vez que la ha
interpretado, la faceta que ha interpretado pierde actualidad. El
psicoanalista lee sus notas con una sensacin de experiencia
emocional poderosamente presente en su mente, pero se trata
de una experiencia an no conocida. Sobre el fondo de esta
poderosa sensacin lee el apunte de un hecho que ha dejado de
ser importante una vez formulado. El intento de recordar o
registrar destruye la capacidad de observacin de los hechos
psicoanalticos significativos e interrumpe el ejercicio de esa
capacidad.
A la inversa, el sacrificio de la memoria y del deseo condu
ce al desarrollo de un "recuerdo" con apariencia de sueo que
forma parte de la experiencia de la realidad psicoanaltica. La
transformacin de la experiencia emocional en crecimiento
mental tanto del analista como del analizado contribuye a la
dificultad de ambos para "recordar" lo que sucedi; en la medi-

3 El uso de la experiencia sensorial para representar una realidad


psquica diferencia el sueo neurtico y su calidad simblica, del sueo
psictico.

68
da en que la experiencia contribuye al crecimiento, deja de ser
reconocible; si no se asimila, se agrega a los elementos que son
recordados y olvidados. El deseo obstaculiza la transformacin
de conocer y comprender a ser, K->0.

69
VII

CONTINENTE Y CONTENIDO

Una ventaja de creer que las observaciones son el funda


mento del mtodo cientfico es que pueden establecerse y lue
go presentarse las condiciones en las que se realizan. La simpli
cidad de este hecho tiene su atractivo para el psicoanalista: se
supone que existe una situacin analtica y luego se comunican
las interpretaciones de lo observado en esa situacin. Es posible
creer que el anlisis tiene una ubicacin en el tiempo y en el
espacio: por ejemplo, las horas acordadas para las sesiones y. las
cuatro paredes del consultorio; que en esas ocasiones y en ese
lugar el analista puede hacer observaciones que no puede reali
zar si el dominio carece de esas limitaciones o si las "observa
ciones psicoanalticas" no estn de acuerdo con el criterio con
vencional de una observacin. Si yo visualizo la afirmacin "el
criterio convencional de una observacin" como un continente,
algo as como una esfera, y la "observacin psicoanaltica" co
mo algo que no puede estar contenido en su interior, obtengo
un modelo que ser muy til no slo para el "criterio conven
cional", para representar mis sensaciones en cuanto a la "situa
cin psicoanaltica", sino tambin para el "psicoanlisis que no
puede contener". Tambin servir como modelo para mis sensa
ciones acerca de algunos pacientes: no puedo observar al seor
X porque no est dispuesto a permanecer "dentro" de la situa
cin analtica ni aun "dentro" de s mismo. He encontrado
teoras esclarecedoras de la representacin, pero no suficiente
mente esclarecedoras; ninguna de las teoras que conozco "con
tiene" los "hechos" por medio de los cuales busco claridad. Mis
"hechos" se cien contra el sistema de definicin y teora que
trato de erigir a su alrededor. El paciente que est representan
do no puede estar "contenido" dentro de las formulaciones
existentes.
Esta es una caracterstica del dominio mental: no puede ser
contenido dentro del sistema de la teora psicoanaltica. Es
71
esto una seal de que la teora es deficiente o de que los
psicoanalistas no comprenden que el psicoanlisis no puede es
tar permanentemente contenido dentro de las definiciones que
ellos emplean? Sera una observacin vlida afirmar que el psi
coanlisis no puede "contener" el dominio mental porque no es
un "continente" sino un "ensayo"; la formulacin que he trata
do de ampliar mediante el uso de los smbolos 9 y 6 reduce al
mnimo esta dificultad dejando a 9 y como incgnitas cuyo
valor debe determinarse.
Me atrevera a llevar ms all este tren de pensamiento
discutiendo algo ms prctico y especfico. Es un asunto en el
que parece llamarse a la accin,1 es decir, a la institucionaliza-
cin del psicoanlisis, que comprende publicacin, seleccin,
entrenamiento y capacitacin.
En los ltimos aos se ha extendido el uso del trmino
establishment; parece referirse al cuerpo de personas del Estado
que por lo general puede esperarse que ejerzan el poder y la
responsabilidad en virtud de su posicin social, fortuna y dotes
intelectuales y emocionales. (Esta lista no constituye un orden
de prioridades con respecto a los logros.) Me propongo tomar
prestado este trmino para denotar todo lo que va desde la
penumbra de las asociaciones que generalmente se evocan hasta
las caractersticas predominantes y decisivas de un individuo y
las caractersticas de una "clase" imperante dentro de un grupo
(tal como un instituto psicoanaltico, una nacin o un grupo de
ellas). A causa del tema que he elegido se usar por lo general
para referirse a la "clase" imperante en los institutos psicoanal-
ticos.
El establishment debe encontrar y proporcionar un sustitu
to del genio. Una de sus actividades ms controvertidas es la
promulgacin de reglas (conocidas como dogmas en las activida
des religiosas, como "leyes" en los grupos cientficos, por ejem
plo, de naturaleza o perspectiva) para beneficio de aquellos que
por naturaleza no tienen posibilidad de obtener la experiencia
directa de ser psicoanaltico (o religioso, o cientfico o artsti
co) de modo que puedan, como si fuera por poder, tener e
impartir el conocimiento del psicoanlisis. No por incapacidad
se les negar a los miembros de un grupo una sensacin de
participacin a causa de la cual podran, de otro modo, sentirse
excluidos para siempre. Al mismo tiempo estas reglas (o dog
mas) deben ser tales que atraigan en vez de rechazar, que ayu
den en vez de obstaculizar la participacin del genio que es
esencial para la existencia continuada y la vitalidad del grupo.
Un Freud puede descubrir y sentar las bases para el psicoanli-

Incluir el psicoanlisis mismo en la categora de "accin" por las


razones indicadas bajo el encabezamiento de Lenguaje de la Realizacin
en el captulo XIII.

72
sis, pero un aporte continuo de "genio" es necesario para man
tenerlo. Esto no puede ordenarse, pero si llega, el esta
blishment debe ser capaz de soportar el golpe. Faltando el ge
nio, y es claro que no puede materializarse por un perodo
muy prolongado, el grupo debe disponer de reglas y de una
estructura que lo preserven. Hay entonces un medio dispuesto,
tal como lo afirm Nietzsche acerca de la nacin, para cumplir
la funcin que le es propia, es decir, la de producir un genio.
De un modo similar puede decirse del individuo que debe estar
preparado para producir una "llamarada de genio". Considere
mos entonces este fenmeno.
Puesto que el trmino "genio" no es portador de las asocia
ciones que quiero, propongo usar en cambio la palabra "msti
co", dando por supuesto que el mstico tiene caractersticas
relacionadas por lo general con el genio y que la persona repre
sentada por cualquiera de ambos trminos podra tambin lla
marse "mesas".
El mstico es a la vez creativo y destructivo. Hago una
distincin entre los dos extremos que coexisten en una misma
persona. Las formulaciones extremas representan dos tipos: el
mstico "creativo" que proclama formalmente cumplir las con
venciones de la clase dirigente que gobierna a su grupo o some
terse a ellas; y el mstico nihilista que parece destruir sus pro
pias creaciones. Intento utilizar los trminos slo en casos de
notoria creatividad o destructividad y deseo dejar bien claro
que los trminos "mstico", "mesas" y "genio" son intercam
biables.
El problema planteado por la relacin entre el mstico y la
institucin cuenta con un patrn emocional que se repite en la
historia y toma una variedad de formas. Dicho patrn puede
aparecer en la relacin de un nuevo fenmeno con la formula
cin que lo representa. Aparece en la relacin de grupos muy
dismiles con sus msticos; se revela en la historia de las here
jas cristianas, de las teoras heliocntricas, en la relacin del
directorio rabnico de la cbala con msticos revolucionarios
como Isaac Luria, o del reformista poltico con el establishment.
Mi propsito es mostrar que ciertos elementos presentes en
la evolucin del psicoanlisis no son nuevos ni peculiares de
ste, sino que en realidad tienen una historia que sugiere que
ellos trascienden las barreras de la raza, del tiempo y de la
disciplina y son inherentes a la relacin del mstico con el
grupo. No se puede prescindir del establishment (aunque pare
ciera que el sufismo y la teora marxista lo hubieran casi logra
do) porque el grupo institucionalizado, el grupo de trabajo
(vase Bion, 1961), es tan esencial al desarrollo del individuo,
incluido el mstico, como ste lo es para l. La psicologa ho
mrica indica un estadio del desarrollo mental en el cual la
distincin entre hombre y dios se encuentra mal definida; en la

73
psique individual puede reconocerse poca distincin entre el yo y
el supery. El grupo de trabajo, bajo el vrtice religioso debe
distinguir entre hombre y dios. La religin institucionalizada
debe hacer que el hombre tome conciencia de este abismo den
tro de s mismo y en sus imgenes dentro del grupo del que es
miembro.
La institucionalizacin del psicoanlisis necesita de un gru
po psicoanaltico que tenga al "sistema" como una de sus fun
ciones. En s mismo es una rplica en el mundo exterior de un
objeto en el cual se ha efectuado la separacin deseada. Pero su
funcin consiste entonces en efectuar sta en las personalidades
de sus miembros. Se trata, pues, tanto de un modelo de un
estado deseado como de una institucin cuya funcin es hacer
consciente al individuo del vaco existente entre l mismo (su
s mismo idealizado, superegoizado) y l mismo (su s mismo
no regenerado, no psicoanalizado).
Una consecuencia de la separacin es una falta de acceso
directo del individuo hacia el dios con el cual mantena antes
relaciones familiares. Pero el dios ha sufrido un cambio como
parte del proceso de discriminacin. El dios que l conoca era
finito; el dios del que ahora est separado es trascendente e
infinito.
Para reafirmar lo dicho en trminos adecuados a un trasfon
do de experiencia humana: Freud y sus asociados se unen en
trminos de igualdad similares a los que existen entre colegas
en una aventura comn. Freud, por el simple hecho de poseer
una estatura prominente estimula las tensiones y los impulsos
emocionales propios de un grupo primitivo y lo hace an ms
por su trabajo. Los estadios primitivos del grupo analtico con
tribuyen a la intrusin de tensiones e impulsos emocionales
propios del grupo primitivo, como lo observara Freud en su
estudio del individuo. Dudo de que l haya apreciado la fuerza de
las esperanzas mesinicas que despert. El estadio primitivo pre
para el camino al estadio de discriminacin descrito en el
grupo religioso: se hace una distincin; de otro modo no habra
reconocimiento de la distincin real que existe entre un mstico
(en el sentido que yo le doy al trmino) y los seres humanos
comunes).
Esta distincin no puede realizarse adecuadamente por el
hecho de decir que es inseparable de la idealizacin. La ideali
zacin es en el grupo una actividad basada en la realidad esen
cial para el desarrollo de la discriminacin dentro del individuo.
El mismo individuo debe ser capaz de distinguir entre s mismo
como una persona comn y su creencia de que es omnisciente
y omnipotente. Es un paso hacia el reconocimiento de una
distincin entre el grupo tal como es en realidad y su idealiza
cin como corporizacin de la omnipotencia de los individuos
que lo componen. A veces, la separacin fracasa y el grupo no

74
slo se percibe como idealmente omnipotente y omnisciente
sino que tambin se cree que lo es en realidad. La toma de
conciencia por parte del individuo del abismo que existe entre
su visin de s mismo como omnipotente y la de s mismo
como un ser humano comn debe ser el resultado de una tarea
del grupo mismo y, al mismo tiempo, de un anlisis individual.
De otro modo existe el peligro de que (por identificacin pro-
yectiva) se transfiera al grupo un estado mental y de que se lo
acte all, no que se lo cambie. Es necesario describir algunos
detalles de esta situacin.
En el primer estadio no hay confrontacin real entre el dios
y el hombre porque en realidad no existe esa distincin. En el
segundo estadio el dios infinito y trascendente se enfrenta con
el hombre finito. Mientras que la funcin del grupo es estable
cer la separacin, no hay demanda de reunin. En el tercer
estadio, el individuo, o por lo menos un individuo particular,
el mstico, necesita reafirmar una experiencia directa de dios de
la cual ha sido y es privado por el grupo institucionalizado.
Antes de referirse a esto es necesario echar una mirada a algu
nas peculiaridades del grupo que ha sido institucionalizado y a
la vida dentro de l.
Los individuos muestran seales de su origen divino (del
mismo modo que los dioses del estadio anterior muestran sea
les de su origen humano). Puede considerarse a los individuos
como encarnaciones de la deidad; cada uno conserva un ele
mento inalienable que es parte de la deidad misma que reside
en el individuo. Puede considerarse que est tratando constante
mente de lograr la unin con la deidad, o tambin se lo puede
considerar divino en un grado algo menor. Esto ltimo eviden
cia una relacin gentica con el estadio en el cual no existe
distincin real entre los seres humanos semejantes a dioses por
un lado y los dioses muy humanos por otro. Por ltimo, el
individuo hace lo posible por reunirse con el dios del cual se
siente conscientemente separado. Esto se refleja en las realida
des de la relacin humana y contribuye al odio del grupo hacia
un estado al cual los individuos no pueden tener acceso di
recto, ni incluso una sensacin de acceso directo, al gran
hombre (como podran haberlo tenido a Freud alguna vez). Los
individuos no pueden conformarse con una discriminacin que
significa una separacin consciente de s mismos con respecto a
la creencia en sus cualidades semejante a Freud y al reconoci
miento de que Freud, un genio (mstico), ya no existe. No es
posible crear otro Freud por esencial que pueda resultar.
El grupo y el mstico son esenciales el uno para el otro; por
lo tanto es importante considerar cmo o por qu el grupo
puede destruir al mstico del cual depende su futuro y cmo o
por qu el mstico puede destruir al grupo. Indicar la naturale
za de las preguntas enumeradas ya que es de suma importancia
75
que se vea que el problema existe. Es inherente tanto a la
naturaleza del hombre como animal poltico, como a la del
psicoanlisis como fuerza explosiva.
La relacin entre grupo y mstico puede pertenecer a una
de tres categoras. Puede ser asociada, simbitica o parasitaria.
Es posible aplicar la misma caracterizacin a la relacin de un
grupo con otro. No me ocupar de la relacin asociada; las dos
partes coexisten y la existencia de cada una puede considerarse
inofensiva para la otra. En la relacin simbitica hay una con
frontacin y el resultado es productor de desarrollo aunque no
es posible, sin alguna dificultad, discernir ese desarrollo. En la
relacin parasitaria lo que se produce, como resultado de la
asociacin, es algo que destruye a las dos partes de aqulla. La
realizacin que ms se aproxima a mi formulacin es el grupo:
marco individual dominado por la envidia. La envidia engendra
envidia y esta emocin autoperpetuadora destruye finalmente
tanto al husped como al parsito. La envidia no puede adjudi
carse de manera satisfactoria a una u otra parte; en realidad es
una funcin de la relacin.
En una relacin simbitica el grupo es capaz de manifestar
hostilidad y benevolencia y la contribucin del mstico est
sujeta a un minucioso escrutinio. Como resultado de este escru
tinio el grupo crece en estatura y lo mismo pasa con el mstico.
En la asociacin parasitaria hasta la amistad es mortfera. Un
ejemplo fcil de comprender es la promocin que el grupo
realiza del individuo a una posicin dentro del establishment
donde sus energas se desvan de su rol creativo-destructivo y
son absorbidas por las funciones administrativas. Su epitafio
podra ser: "Lo abrumaron con honores y se hundi sin dejar
rastro". Eissler (1965), sin mencionar el principio general impli
cado, muestra los peligros de la invitacin hecha a un grupo o a
un individuo para que se vuelva respetable, para que sea mdi
camente capacitado, en suma, para que sea cualquier cosa me
nos explosivo. La actitud recproca en el mstico es que el
grupo debe adelantar o desintegrarse, pero no debe ser indife
rente. Las actitudes no son conscientes y deliberadas; son esen
ciales. Sin ellas ni el grupo es un grupo ni el "mstico" un
mstico. Una analoga analtica la constituye la interpretacin
psicoanaltica que est muerta para el estado mental existente,
el estado mental que est siendo interpretado. Mucho peor que
ser correcta o incorrecta es la falta de significacin de una
interpretacin, aunque no es suficiente con que sea significante;
eso slo sirve para asegurar que existe. Tambin debe ser verda
dera. La preocupacin primaria del grupo parasitario puede ser
destruir al mstico o las ideas msticas (mesinicas), pero si
fracasa en esto debe "establecer" su verdad o la de l.
Eissler discute el psicoanlisis "aplicado". Sospecho que s
te, aun cuando "aplicado" a curar a las personas, es un mtodo
de hacer controlable el psicoanlisis y de volverlo inofensivo
76
para el establishment. Ya lo he expresado en otro texto y en
un enfoque diferente mediante una regla que consista en que
el analista no debe permitirse albergar deseos, ni siquiera el de
curar, puesto que hacerlo sera ir en contra de la evolucin
psicoanaltica. La evolucin misma no es un objeto que pueda
"desearse". La penosa naturaleza del dilema es esencial.
La configuracin recurrente es la de una fuerza explosiva
con un marco de referencia restrictivo. Por ejemplo, el mstico
en conflicto con el establishment; la idea nueva constreida
dentro de una formulacin cuya intencin no era expresarla; la
forma artstica superada por nuevas fuerzas que requieren re
presentacin.
Es esencial preservar el lenguaje y con este fin se crean
reglas que determinan el uso de palabras y definiciones. El
Diccionario oxoniense, la filosofa lingstica y la lgica mate
mtica son contribuciones al trabajo que se realiza incesante
mente con este propsito. De este trabajo dependen hombres y
mujeres comunes con una capacidad comn para realizar estu
dios que de otro modo slo podran realizar las personas excep
cionales. Gracias a Faraday y a otros cientficos la gente comn
puede iluminar un cuarto presionando un interruptor; gracias a
Freud y a sus colaboradores la gente comn tiene la esperanza
de iluminar su mente por medio del psicoanlisis. El hecho de
que sea la gente comn la que realiza el trabajo del mundo
hace imprescindible este trabajo de cientificacin (o vulgariza
cin o simplificacin o comunicacin o todo esto junto). No
hay msticos suficientes y es necesario no desperdiciar a los que
existen.
Cuanto mejor puedan "establecerse" la palabra y su uso,
tanto ms su precisin se convertir en una rigidez obstaculi
zante; cuanto ms imprecisa sea, tanto ms bloquear la com
prensin. La nueva idea "desbarata" la formulacin creada para
expresarla. A veces la emocin es fuerte, pero la idea dbil. Si
la formulacin sobrevive, puede repetirse. Si puede repetirse
bajo severas condiciones, cobra fuerza hasta comunicar signifi
cado sin desintegracin. A la inversa, la formulacin puede des
truir su contenido. En su obra Major Barbara, George Bernard
Shaw describe la apoteosis del dicho "Ningn hombre es sufi
cientemente bueno como para ser amo de otro hombre" como
un mtodo para restar eficacia al contenido emocional.
Puede ser que la distincin entre mstico creativo y nihilista
no sea ms que un recurso temporario que depende de la nece
sidad de expresar una concepcin del mstico y no la otra. La
explosin emocional ms vigorosa conocida hasta ahora, que se
extendi a muchas culturas por espacio de muchos siglos, fue la
producida por las formulaciones de Jess. Los efectos se perci
ben an y presentan todava graves problemas de represin a
pesar de que se ha establecido cierto control. Al principio Jess

77
repudi expresamente cualquier meta que no fuera el cumpli
miento de las leyes de su grupo. El directorio rabnico no
encontr solucin al problema de la represin, lo cual trajo
aparejadas consecuencias desastrosas para el grupo judo. El de
sastre atribuido a las enseanzas cristianas no termin en un
punto finito como podra ser la crucifixin; cuando, cuatro
cientos aos despus, Alarico saque Roma, San Agustn sinti
que los reproches dirigidos a los cristianos eran lo bastante
serios como para hacer necesaria una refutacin en su Ciudad de
Dios.
Persisten los problemas de la revelacin mstica que se cen
tran en tener o reclamar una relacin directa con la deidad.
Pronto se hizo evidente la necesidad de que el establishment
hiciera lo que el directorio rabnico no haba podido hacer. Las
quejas de los discpulos acerca de que gentes desautorizadas, o
lo que podramos llamar "legos", estaban haciendo milagros,
sugieren una conciencia que esperamos encontrar asociada con
un establishment. Esto, y la evidencia de una necesidad de
establecer una estructura jerrquica (lo "que se sentar a la
diestra"), es demasiado sutil como para representar algo ms
que un punto de partida para la conjetura. Algo tiene que
haber contribuido a la eflorescencia de la estructura, la jerar
qua y la institucin. La institucin es una evidencia de la
necesidad de la funcin que el directorio rabnico no haba
podido proporcionar. Aunque en muchos aspectos la Iglesia tu
vo mucho ms xito, la larga historia de la hereja (vase Knox,
1950) muestra que la estructura necesaria para contener la doc
trina de Jess estuvo y todava est sujeta a una gran tensin.
Sin embargo, no le faltaron exitosos resultados y todava hoy
pueden orse las quejas, que en realidad son un tributo al triun
fo del proceso de institucionalizacin, acerca de la falta de
entusiasmo, impulso y "espiritualidad" de la Iglesia.
Aunque podamos comparar favorablemente el constraste del
xito de la Iglesia con respecto al fracaso del directorio rabni
co, an no se ha gastado la fuerza de la revelacin mstica. Hay
evidencia de que tanto el mito de Edipo como los elementos
que en la religin cristiana tocan el punto de la paternidad y de
los hijos tienen una configuracin que sugiere la existencia de
un grupo bsico del cual son representativos estos elementos. He
usado el signo O para denotar esta "realidad ltima". Cualquier
formulacin que se perciba como aproximacin a la ilumina
cin de O producir por cierto una reaccin institucionalizado-
ra. La institucin puede prosperar a expensas del mstico o de
la idea o puede ser tan dbil que no pueda contener la revela
cin mstica.
Una formulacin puede aproximarse a la "iluminacin" de
O. Muchos msticos expresan su experiencia de acceso directo a
la deidad en trminos de luminosidad, pero la luminosidad no

78
es el nico modelo empleado. Los msticos judos en especial
consideran la voz como una representacin notable de la expe
riencia. San Pablo se encontr con que la luz y la voz eran
necesarios para representar la experiencia. Resulta significativo
que el psicoanlisis en su bsqueda de acceso directo a un
aspecto de O, aunque no slo de aquella parte de O que infor
ma acerca de las caractersticas de semejanza con dios, lleve a
cabo sus realizaciones por medio del lenguaje. Es demasiado
restrictivo estar confinado a un solo medio de comunicacin aun
que ste tenga la flexibilidad y capacidad de evolucin que posee
el lenguaje. La observacin psicoanaltica no puede, por cierto,
permitirse el lujo de estar confinada tan slo a la percepcin de
lo que se verbaliza: qu decir de los usos ms primitivos de la
lengua?
La suspensin de la memoria y del deseo promueve el ejer
cicio de aspectos de la psique que no tienen un trasfondo de
experiencia sensorial. Paradjicamente la liberacin de estos as
pectos de la psique les hace posible la revelacin de elementos
tales como los movimientos musculares no verbales de la len
gua, por ejemplo el tartamudeo. El predominio de la experien
cia sensorial promueve expresiones tales como "ver" u "or"; la
falsedad introducida por esta formulacin contribuye a esas di
ferencias que parecen tan significativas pero que en realidad
carecen de importancia. El poder intuitivo no puede desarrollar
se porque est obstaculizado por esas intromisiones del "senti
do". La institucionalizacin de palabras, religiones, psicoanli
sis, son todas instancias especiales de la institucionalizacin de
la memoria para que pueda "contener" la revelacin mstica y
al mismo tiempo su fuerza creativa y destructiva. La funcin
del grupo es producir un genio; la del establishment es aceptar
y absorber las consecuencias para que el grupo no sea destrui
do.

79
VIII

VERTICES: EVOLUCIN

Si usamos como modelo el impacto del pensamiento de


Jess sobre el grupo judo y sobre las instituciones religiosas
posteriores, aparecen de un modo ms simple y menos disfraza
do algunas tensiones psicoanalticas. El acento puesto sobre los
milagros de curacin representaba una incitacin a "medicali-
zar" la institucin creada para servir a la doctrina de Jess. La
curacin conserva su predominio en la Ciencia Cristiana, Lour
des, curaciones por la fe. Un ejemplo de problema de institu
tionalization en el primitivo grupo cristiano es la duda presen
tada a Jess por sus discpulos que queran un fallo para el
reconocimiento de aquellos que expulsan a los demonios en
nombre de Jess. Su actitud parece haber sido contraria a una
restriccin para la pertenencia al grupo: "los que no estn con
tra m, estn conmigo". Aunque ahora esta respuesta no puede
interpretarse con seguridad y puede haberse referido al efecto
favorable (para el Cristianismo) de la torpeza de los que se
oponan a su doctrina, muestra la configuracin recurrente del
problema de seleccin (legos contra profesionales, o lo exterior
al grupo contra lo que pertenece a l). Estas conjeturas ilustran
la configuracin sobre la que quiero llamar la atencin.
El psicoanlisis no puede escapar a las ideas de curacin,
tratamiento, enfermedad, tanto en los psicoanalistas como en
los pacientes. Eissler nos previene contra una estructura dema
siado rgida y limitada como para permitir la evolucin. En el
extremo opuesto los mahometanos carecen de institucin rgida
y, sin embargo, han perdurado; su solucin abrira el camino
para un "universo de expansin" del psicoanlisis pero no pasa
ra mucho tiempo antes de que a los miembros del movimiento
psicoanaltico les resultara imposible entenderse.
La importancia de la motivacin inconsciente ha tendido a
ocultar la importancia de la motivacin consciente. Un analista
o un grupo particular de ellos puede poner el acento sobre una

81
concepcin mdica que posea, de acuerdo con mi terminologa,
un vrtice comn; un observador esperara encontrar que el
vrtice se reconociera por ciertos elementos invariables tales
como ideas acerca de la enfermedad, tratamiento, prognosis,
patologa y curacin. En el psicoanlisis de los individuos se
habrn desnudado los equivalentes inconscientes de ese vrtice,
pero esto no debe impedirnos ver sus aspectos conscientes.
Supongamos el caso de un grupo en el cual la necesidad o
el deseo de hacer dinero constituye un obstculo. La contrapar
te inconsciente de este deseo ha quedado al descubierto en el
anlisis de los individuos. Cuanto mayor sea la necesidad o el
"deseo", tanto ms fcil resultar detectar una aplicacin espe
cial de la teora psicoanaltica (lo que Eissler denomina psico
anlisis "aplicado" oponindolo al "antrpico").
Otros grupos pueden exponer vrtices igualmente obstaculi
zantes: deseo de poder, influencia, propaganda, educacin, inves
tigacin o pobreza. Es evidente que en nuestro grado de evolu
cin actual, si logramos un psicoanlisis "psicoanaltico", el vr
tice del grupo establecer diferencias con respecto a los descu
brimientos del grupo. Hasta aqu parece que los analistas han
actuado basndose en el supuesto de que los motivos deben ser
analizados y, por lo tanto, pueden ser abandonados sin ms
consideracin. Esta concepcin ignora las variedades de evolu
cin descubiertas por la experiencia analtica.
La situacin edpica, o sus races an ms primitivas, ten
dra una configuracin distinta segn que el vrtice del grupo fue
ra psicoanaltico, religioso, financiero, legal, o cualquier otro. Es
to mismo aumenta la variedad de experiencias descubiertas inclu
so dentro de los lmites del psicoanlisis estricto. La expectativa
mesinica, formulada e institucionalizada en la religin cristia
na, puede representar el aspecto evolucionado de un elemento
que el mito de Edipo representa tambin en su estado evolucio
nado.
Las similitudes en las configuraciones sugieren un ori
gen comn y desrdenes tambin comunes asociados con el
problema de contener al mstico e institucionalizar su trabajo.
El impacto emocional de 9 6 ser tanto mayor cuanto ms
estrechamente se relacione con las fuerzas representadas por la
esperanza mesinica, el mito de Edipo, el mito de Babel y el
del Edn; cuanto mayor es el impulso emocional, mayor es el
problema. Esos mitos son estados evolucionados de O y repre
sentan su evolucin. Representan el estado mental alcanzado
por el ser humano en su interseccin con O que evoluciona.
Donde Eissler habla de psicoanlisis aplicado yo me referir
a psicoanlisis conducido desde un vrtice particular. Si un ana
lista o un grupo de ellos considera como parte esencial de la
prctica psicoanaltica hacer dinero, es decir, que lo consideran
una parte esencial de la prctica que es igualmente una parte

82
esencial de la curacin, entonces pienso que el vrtice debera
describirse como hacer dinero y los descubrimientos realizados
en un anlisis tal llevarn el rtulo de vrtice financiero.
Si el vrtice fuera religioso esperara que los descubrimien
tos hechos llevaran este rtulo. Con el tiempo, las configuracio
nes asociadas con los distintos vrtices evolucionaran hasta un
punto en el que pudieran ser formuladas. Esperara entonces
que la rigidez conferida por la formulacin se encontrara con la
resistencia de la fluidez del O representado por la formulacin.
Del mismo modo que en la actualidad existe un abismo insalva
ble entre lo animado y lo inanimado, lo cual hace imposible la
transformacin de lo inanimado en animado, existe tambin un
abismo entre la formulacin de la configuracin y la realizacin
subyacente que se aproxima a ella. La configuracin que repre
senta la relacin entre el mstico y la institucin puede recono
cerse en la relacin entre la experiencia emocional y la formula
cin representativa (palabras, msica, pintura, etc.) que intenta
contenerla, y tambin puede ser la representacin de ella. Pue
de advertirse la misma configuracin entre la experiencia emo
cional dionisaca y la representacin apolnea. El acceso directo
al O del mstico y de la orga dionisaca estn al mismo tiempo
contenidos y restringidos por los dogmas religiosos por los que
han sido substituidos en las mentes de las personas "comunes".
La mayora de los analistas han sentido alguna vez que el
"universo de discusin" en psicoanlisis se est expandiendo
con tal rapidez que ya no es posible mantener lo que un solda
do llama "comunicacin lateral". Para tomar un ejemplo acerca
del cual estoy en condiciones de dar mi opinin: el abismo
entre lo que algunos consideran como anlisis y lo que yo,
como kleiniano, considero como tal, es muy vasto y tiende a
serlo ms. Esto se atribuye a las diferencias en las teoras. Yo
no creo que lo que separe a los cientficos sean sus diferencias
de teora. No siempre me he sentido "separado" de alguien que
sostiene teoras diferentes de las mas; no me parece que esto
proporcione una pauta de medicin por la cual pueda medirse
el abismo. Por lo contrario, me he sentido muy separado de
algunos que, aparentemente, sustentaban las mismas teoras.
Por consiguiente, si debemos "medir" el "abismo", deberemos
hacerlo dentro de un dominio que no sea el de la teora. Las
diferencias tericas son sntomas de diferencias de vrtice y no
una medida de las diferencias.

83
IX

REALIDAD ULTIMA

Hasta aqu este libro se ha ocupado de la formulacin de


una teora, siendo los pocos "hechos" mencionados modelos
ilustrativos cuya intencin es corporizar lo que de otra manera
sera un ejercicio de trabajo con abstracciones. Lleva a la for
mulacin de una teora que tiene como realizacin un trasfon
do de prctica psicoanaltica. La teora formula una pauta recu
rrente de experiencia emocional de vasta distribucin. No reem
plaza a ninguna teora psicoanaltica ya existente, sino que in
tenta mostrar relaciones que no han sido sealadas.
Por profundo que sea un anlisis, la persona que se somete
a l ser slo parcialmente revelada; en cualquier punto del
anlisis la proporcin de lo conocido es pequea en relacin
con lo desconocido. Por lo tanto, el rasgo dominante de una
sesin es la personalidad desconocida y no lo que el analizado
o el analista piensan que conocen.
Todo progreso psicoanaltico manifiesta una necesidad de
seguir investigando. Hay una "cosa en s" que nunca puede
conocerse: por contraste; el mstico religioso reclama un acceso
directo a la deidad con la que espera convertirse en uno. Puesto
que esta experiencia a menudo se expresa en trminos que me
parece til pedir prestados, lo har, pero con una diferencia
que los acerca ms a mi propsito. Lo que se busca es que la
penumbra de asociaciones ayude a aquellos que buscan mi in
tencin.
En cualquier objeto, material o inmaterial, reside la incog
noscible realidad ltima, la "cosa en s". Los objetos tienen
emanaciones o cualidades emergentes o caractersticas en evo
lucin que chocan contra la personalidad humana como fen
menos. De estas cualidades la personalidad humana puede
darse cuenta consciente o inconscientemente; son diferentes de
la realidad ltima.

85
"Realidad ltima" es un trmino portador de una penum
bra de asociaciones que lo hacen psicolgicamente til, pero
este hecho hace inadecuado representar algo que es incognosci
ble por definicin. La misma objecin es aplicable al trmino
"divinidad". Meister Eckhart expresa su impresin de que la
divinidad evoluciona hasta un punto en que se vuelve aprehensi-
ble por el hombre como la Trinidad.
Por contraste, la divinidad no tiene forma y es infinita.
Milton expresa una idea similar en la descripcin del mundo de
las aguas oscuro y profundo que ha sido "ganado al vaco y al
infinito informe", aunque aqu el acento se pone menos sobre
la evolucin caracterstica de la divinidad y ms en la capacidad
del objeto aprehendido para aprehender.
El enfoque religioso postula una emanacin de la deidad y
una encarnacin de ella. Ambas formulaciones son necesarias
para representar estados mentales en los cuales hay una interac
cin entre estados de un objeto que a veces es completo, otras
veces est fragmentado en trozos dispersos dentro de una multi
plicidad de objetos. Para el analista, la doctrina de la encarna
cin proporciona un modelo recompensatorio; de modo que me
concentrar en ella en primer lugar.
El psicoanalista observa la conducta de un ser que por lo
general, no siempre, est tendido en un divn y habla. El analis
ta puede recibir la escena en su totalidad o cualquier parte de
ella. "Totalidad" o "parte" son aspectos de una realidad ltima
que ha evolucionado hasta que intercepta la personalidad del
observador (vase captulo III, al comienzo).
El enfoque cientfico, asociado con un trasfondo de impre
siones sensoriales, por ejemplo, la presencia del psicoanalista y
su paciente en el mismo cuarto, puede considerarse como pro
visto de una base. En la medida en que est asociado con la
realidad ltima de la personalidad, O, carece de base. Esto no
quiere decir que el mtodo psicoanaltico no sea cientfico,
sino que el trmino "ciencia", tal como en general se lo ha
empleado hasta ahora para describir una actitud hacia los obje
tos de los sentidos, no es adecuado para representar un enfoque
de aquellas realidades con las cuales tiene que vrselas la "cien
cia psicoanaltica". Tampoco es adecuado para representar ese
aspecto de la personalidad humana que se preocupa por lo
desconocido e incognoscible en su esencia: por O.
La crtica se aplica a todo vrtice, sea musical, religioso,
esttico, poltico; todos son inadecuados cuando se trata de O
porque, con la posible excepcin de la religin del mstico,
estos vrtices y otros similares no se adaptan a lo que carece de
base sensorial. Las realidades con las que se enfrenta el psico
anlisis, por ejemplo, el miedo, el pnico, el amor, la ansiedad,
la pasin, carecen del trasfondo sensorial (ritmo respiratorio,
dolor, tacto, etc.) que a menudo se identifica con ellos y que

86
se trata entonces de una manera supuestamente cientfica. Lo
que se necesita no es una fundamentacin para el psicoanlisis
y sus teoras sino una ciencia que no est restringida por gene
rarse en el conocimiento y en el trasfondo sensorial. Debe ser
una ciencia de la unificacin. Debe contar con una matemtica
de la unificacin, no de la identificacin. No puede haber nin
guna geometra de lo "similar, de lo "idntico", de lo "igual";
slo de la analoga.
La teora platnica de las Formas y el dogma cristiano de
la Encarnacin implican la esencia absoluta que deseo postular
como una cualidad universal de fenmenos tales como el "pni
co", la "ansiedad", el "miedo", el "amor". En resumen, uso O
para representar este rasgo central de toda situacin que debe
enfrentar el psicoanalista. Con l debe "ser uno"; con su evo
lucin debe identificarse de manera tal que pueda formularla en
una interpretacin. Ciertos estados mentales son un obstculo
para esto y a ellos me referir ms adelante.
Un aspecto de O que evoluciona es representado por el
nmero. Participando en la evolucin pueden encontrarse el ob
jeto, que puede multiplicarse o disminuir, y el observador; que
percibe que el objeto se multiplica o disminuye. Ignorando el
objeto de modo que se discuta slo al observador, se podra
decir que ste percibe que el objeto aumenta o disminuye. La
conjuncin constante representada por el nmero excita la cu
riosidad por saber cul, qu, cundo, por qu o cmo. "La
necesidad de conocer" (si el cambio [] est en los objetos
observados o en la "percepcin") puede activarse. Se supone
que el "nmero" se relaciona con un aspecto del objeto obser
vado', pero tambin puede considerrselo con propiedad relacio
nado con la percepcin. Hablar ms que nada del "nmero"
como nombre de la percepcin, pero para evitar confusiones
har la distincin entre, digamos, R3 (realidad externa) y \|i3
(realidad psquica), siendo este ltimo el signo para una sensa
cin de "ternariedad" que puede o no coexistir con la "terna-
riedad" como un aspecto del objeto observado.
Cuando me refiero al "nmero" en el contexto de las sensa
ciones, el trmino tiene demasiadas asociaciones que no necesi
to. Por lo tanto utilizar () para denotar el nombre de un
"objeto matemtico"1 que estoy usando como nombre de una
"sensacin".
Los siguientes ejemplos tomados de la religin, la poltica,
el intercambio conversacional, etc., pueden cumplir la funcin
de introduccin a la matemtica "psquica":
"La mayor parte de las personas. . ."
"Miles (millones) en todo el mundo. . ."
"La Trinidad"
i
Tomado de Frege (1950).

87
"Cuatro o cinco personas. .
"Esperaron durante semanas (meses, aos). . ."
En estos ejemplos, los nmeros, utilizados para representar
una sensacin del observador, pueden clasificarse de acuerdo
con los principios de la tabla, como intentos de suscitar curiosi
dad (categora 4) o como una barrera contra las afirmaciones
que podran evocar una perturbacin psicolgica (categora 2).
Estos "nmeros" se han transformado de ^ (|) en R(|) de
modo que representan realizaciones que se les aproximan. Estas
realizaciones pueden volverse complejas en extremo. Es as que
la geometra euclidiana ha sido considerada como una represen
tacin de la cual el espacio, tal como lo conoce el comn de la
gente, es la realizacin aproximada. De este modo la geometra
euclidiana se ha convertido en la realizacin contextual que se
aproxima al lgebra axiomtica que la representa.
El lgebra axiomtica parece ser totalmente independiente
de su contexto y de acuerdo con esto puede evolucionar; en la
teora aqu desarrollada, el ejemplo que he tomado, aunque
puede empezar por representar sensaciones que el contexto, el
lgebra axiomtica, proporciona, se vuelve totalmente indepen
diente de ese contexto de sensaciones. Las formulaciones H
(categora de la tabla) empiezan a carecer de "cuerpo". Qu
quiere decir que estas formulaciones pierden "cuerpo", dejan
de representar una "sensacin"? Los nmeros "tres" o "diez"
pueden representar con facilidad una "sensacin" de que hay
tres o diez objetos presentes. Los nombres tres o diez no pare
cen representar conjunciones constantes del mismo modo que
lo hace "gato". "Gato" tiene un trasfondo sensorial; tambin lo
tiene R (f); pero r|)(^) no lo tiene, a menos que invirtamos un
proceso de transformacin por medio de la geometra euclidia
na volviendo al espacio comn.
Los fenmenos no sensoriales forman la totalidad de lo que
se considera comnmente como experiencia mental o espiritual.
\|)(), que representa realizaciones no sensoriales parece ser
adaptado con bastante facilidad a los manejos para representar
las realizaciones sensoriales. Si "tres representa una realiza
cin no sensorial de ternariedad, por qu no puede hacerse
que en combinacin con "diez", "cinco", etc., represente la
ansiedad, o el amor, o el odio?
La matemtica puede ocuparse de ciertos problemas, de o-
tros se encarga la economa, de otros, la religin. Debera ser
posible transferir un problema, que no cede a la disciplina a la
que aparenta pertenecer, a una disciplina que pueda manejarlo.
Si la geometra euclidiana no puede tratar problemas multidi-
mensionales, stos pueden ser transferidos a la geometra alge
braica que s puede hacerlo. De esta manera hay ciertos proble
mas que pueden transferirse dentro de su propia disciplina para
que se intente su solucin. La matemtica desarrollada median-
88
te el manipuleo de "nmero ha probado hasta ahora su efi
ciencia para equiparar la formulacin con la realizacin que
representa. Pero los nmeros que representan sensaciones no
han evolucionado de modo que puedan manejar las realizacio
nes del dominio del cual parecen haber surgido.
Antes de considerar la transferencia de problemas de una
disciplina a otra o de los procedimientos propios de una disci
plina a los que son propios de otra, examinaremos las peculiari
dades del cambio catastrfico.

89
X
CONSTANTES E IMGENES VISUALES

Partiendo del material comentado debiera ser posible ahora


detectar una pauta que permanezca inalterada en contextos que
aparentemente son muy diferentes. Resultara til aislar y for
mular las constantes de aqulla de modo tal que pudiera ser
comunicada.
Eso es precisamente lo que hacen las formulaciones de
Freud. El pensamiento, desarrollado mediante el psicoanlisis,
ha conducido a descubrimientos que no fueron hechos por
Freud pero que revelan configuraciones semejantes a las de los
descubrimientos que s hizo. Es posible reemplazar sus formu
laciones por otras que revelan con la mayor aproximacin posi
ble todas las configuraciones que son semejantes y no slo
aquellas instancias que intent esclarecer con sus formulacio
nes?
Si su teora de Edipo se usa conjuntamente con el mito del
Edn, el mito de Babel y una versin de la expectativa mesini-
ca, puede seguir echando luz sobre el funcionamiento de la
mente tal como lo hace ahora y mostrar adems elementos de
una configuracin bsica que ample en un grado significativo
el campo iluminado. La hostilidad de la deidad hacia la curiosi
dad sealada por el Satn de Milton (libro IV de El paraso
perdido) puede compararse con el ataque al lenguaje (la imposi
cin de la confusin de lenguas) en Babel; en Edipo, con Tire-
sias y su advertencia; en la historia mesinica con el ataque del
padre al hijo. El mismo patrn se refleja en los castigos que la
Esfinge y Edipo se imponen a s mismos. Cada versin destaca
una faceta distinta; juntas sugieren una configuracin comn.
El intento de diferenciar los elementos emocionales resulta cu
riosamente infructuoso. Es as que Mel bien omnipotente, el
mal, la bsqueda del conocimiento por medio de la curiosi
dad, el impedir un desastre, la arrogancia, etc., cada in
tento parece debilitar el impacto que tienen los elementos

91
cuando son parte del todo narrativo; sufren una transformacin
similar a la que sufre el sueo cuando se lo evoca consciente
mente, o una obra de arte cuando es reemplazada por una
reproduccin. La transformacin depende de un cambio de vr
tice. El vrtice del creador de mitos no es mo en el momento
en que intento esta nueva formulacin; el de la persona que
suea no es el mismo que el de la persona despierta; el del
artista no es el vrtice del que interpreta la obra de arte. De un
modo similar, el vrtice del psicoanalista, y los cambios de
vrtice que corresponden a cambios constantes en una sesin,
efectan las transformaciones que se ponen de manifiesto en las
asociaciones e interpretaciones.
En primer lugar debe haber una diferencia de vrtice para
que sea posible la correlacin. Finalmente debe tener lugar en
el individuo. (Por el momento supongo que la correlacin es
una parte necesaria de la confrontacin y que sta es una parte
necesaria del anlisis.) Contra la confrontacin se movilizan las
defensas esquizofrnicas; la violencia la hace imposible al ani
quilar las dos caras de una confrontacin.
Segundo, el vrtice no debe ser ni demasiado distante ni
demasiado prximo; de otro modo, la correlacin se hace impo
sible. Cmo se mide la "distancia" entre el vrtice del analiza
do y el del analista? Si al analista le interesa ganarse la vida y al
analizado "curarse", cmo debe "medirse" la "distancia" en
tre estos vrtices? Puede que un hombre y una mujer tengan
perspectivas tan diferentes que se diga que sus temperamentos
son incompatibles; o puntos de vista tan similares que no pue
dan estimularse el uno al otro. Hay algn sentido en el cual
sus puntos de vista estn tan "apartados" que pueda "medirse"
la distancia, que una frase usada metafricamente pueda tratar
se de tal modo que el sentido metafrico sea reemplazado por
un sentido literal?
Desde este vrtice las perspectivas del paciente y del analista
estn separadas; el "vaco" que los separa est salvado por algo
que yo llamo lineal o plano, o una lnea o membrana. Muy
diferente es el vaco salvado por una relacin entre continente
y contenido. Lo que expongo a continuacin servir como mo
delo para una formulacin terica de este tipo de vnculo: un
hombre que se encontraba hablando de una experiencia emo
cional en la que estaba estrechamente implicado, empez a tar
tamudear de una manera penosa a medida que el recuerdo se le
volva cada vez ms vivido. Los aspectos significativos del mo
delo son stos: el hombre estaba tratando de contener su expe
riencia dentro de una figura de palabras; estaba tratando de
contenerse a s mismo, tal como se dice a veces con respecto a
alguien que est a punto de perder el control; estaba tratando
de "contener" sus emociones dentro de una figura de palabras

92
del mismo modo que un general intenta "contener" a las fuer
zas enemigas dentro de una zona determinada.
Las palabras que deberan haber representado el significado
que quera expresar estaban fragmentadas por la accin de las
fuerzas emocionales a las que slo quera dar expresin ver
bal; la formulacin verbal no poda "contener" sus emociones
que se abrieron paso y la dispersaron del mismo modo que
fuerzas enemigas que se abrieran paso por entre un ejrcito que
intentara contenerlas.
El tartamudo, en su intento de evitar la contingencia que
he descrito, recurri a expresiones tan aburridas que no
pudieron expresar el significado que l quera transmitir; no se
haba acercado para nada a su objetivo. Su formulacin verbal
podra describirse como las fuerzas militares desgastadas por el
roce al que se ven sometidas por las fuerzas contenidas. El
significado que se esforzaba por expresar qued desnudo de sig
nificado. Su intento de usar su lengua para expresar verbal
mente no pudo "contener" su deseo de usarla para un movi
miento masturbatorio dentro de su boca.
A veces el tartamudo podra verse reducido a silencio. Esta
situacin podra representarse mediante una imagen visual de
alguien que hablaba tanto que cualquiera que fuere el significa
do que intentara expresar quedaba ahogado por una inundacin
de palabras.
Espero que las transformaciones de imgenes visuales que
he utilizado hayan servido para llevar mi significado hasta el
lector. Sin embargo, la comunicacin no es tan satisfactoria.
Las imgenes visuales son demasiado concretas como para po
der expresar la relacin del mstico con el grupo. Evocan en
demasa una penumbra de asociaciones de la que de por s son
portadoras, En resumen, la situacin es similar a la del tartamu
do cuyas palabras, o la ausencia de ellas, ms que comunicar su
significado, lo contienen. Otras veces, el significado es demasia
do poderoso para la formulacin verbal; la expresin se pierde
en una "explosin" en la cual se destruye la formulacin ver
bal.
Para considerar los aspectos esenciales: la comunicacin se
refiere a una relacin entre el significado y su expresin, entre
la emocin y su expresin. Pero yo soy consciente de que no
es una relacin entre cosas; es un modelo de relaciones del
mismo modo en que los matemticos hablan de la matemtica
como de una expresin de relaciones. Ya he usado antes los
smbolos 9 para expresar una relacin entre continente y con
tenido y seguir hacindolo ahora.
La teora consiste en que un objeto est ubicado dentro de
un continente de tal modo que tanto el continente como el
objeto contenido son destruidos. En trminos grficos el conti
nente es representado por una boca o vagina, el contenido por

93
un pecho o pene. La relacin entre estos objetos, que represen
tar mediante los signos 6 y 9 de macho y hembra puede ser
asociada, simbitica o parasitaria.
Por "asociada" entiendo una relacin en la cual dos objetos
comparten un tercero para provecho de los tres. Por "simbiti
ca", una relacin en la que uno depende de otro para provecho
mutuo. Por "parasitaria" quiero representar una relacin en la
cual uno depende de otro para producir un tercero que es
destructivo para los tres.
Tomemos otro sencillo modelo visual: un hombre quiere
comunicar su enojo y est tan abrumado por la emocin que
tartamudea y se vuelve incoherente. Las constantes segn la
teora que quiero formular son las formas de habla que usa
para conducir su significado; las considero movidas por la inten
cin de "contener" lo que tiene que decir y, por consiguiente,
correspondientes al signo 9. Pienso que el enojo que trata de
comunicar es lo que debera estar contenido en su discurso y
por lo tanto resulta apropiado representarlo mediante el signo
(5. Si el hombre conservara la coherencia, esto podra corres
ponder a una dominacin del contenido por parte del continen
te: en este caso, su discurso estara tan restringido que no
podra expresar sus sentimientos. Pero supongamos que se ex
presara "perfectamente": uno podra imaginar que sus emocio
nes sirvieron para desarrollar su capacidad para un discurso bien
elegido y que su capacidad para hablar favoreci su evolucin
emocional. Esto contrasta con el desarrollo que lleva a la in
coherencia. Un fracaso tal es el producto de una relacin "para
sitaria" entre el material contenido (o ms bien, no contenido)
y el discurso proyectado para contenerlo: "continente" y "con
tenido" produjeron un tercer "objeto", la incoherencia, que
hace imposible la expresin y los medios de expresin. En la
medida en que el episodio imaginario llevara a un desarrollo de
los poderes de expresin y de la personalidad que se esforz
por expresarse, la relacin podra describirse como simbitica.
La relacin "asociada" puede ejemplificarse situando el episo
dio en una poca y en una sociedad (como la Inglaterra isabeli-
na) en las que el lenguaje haba llegado a un punto de desarro
llo tal que el hombre comn se senta inspirado a hablarlo
bien: tanto lo expresado como el vehculo de la expresin se
beneficiaban con la cultura a la que pertenecan.

94
XI

LAS MENTIRAS Y EL PENSADOR

La distincin entre verdad y mentira es algo que el psico


analista debe enfrentar constantemente, ya que tiene que apli
car en la prctica, con prontitud y eficacia, ideas que han sido
el centro de discusiones durante siglos. La aplicacin pronta y
eficaz puede resultar demasiado imperfecta para el trabajo que
se requiere de ella. El psicoanalista busca ideas que sean lo
suficientemente precisas y fuertes como para sobrevivir a las
tormentas emocionales sobre las que se debe arrojar luz.
En cuanto a los problemas de comprensin he dicho que el
psicoanalista puede aportar algo que es desconocido para el
filsofo de la ciencia porque posee experiencia relacionada con
la dinmica de la equivocacin; el psicoanalista se ocupa en la
prctica de un problema que el filsofo enfoca tericamente.
Las investigaciones acerca de la comprensin y el error tropie
zan con los problemas asociados con la verdad y la mentira. La
realidad del problema toma apariencia cuando el psicoanalista
debe preguntarse: es posible psicoanalizar a un mentiroso?
Se puede formular el problema en funcin de la tabla sin
resonancias morales. Provisionalmente parecera que la catego
ra 2 (reservada para formulaciones conocidas como falsas por
el iniciador, pero mantenidas como una barrera contra las afir
maciones que producen un trastorno psicolgico) albergara la
mentira. Dicha categorizacin supone que se ha permitido que
una experiencia llegara hasta un punto en que el paciente cree
saber que su formulacin es una mentira; pero es verdad que
la mantiene porque el hecho de no hacerlo resultara perturba
dor para su evolucin? Podra pronunciarse la mentira porque,
desde el punto de vista del mentiroso, fuera provechosa para l
y perjudicial para otro: en esas circunstancias sera correcto
afirmar que es verdad, y en tal caso que tiene significado, que
su incapacidad para sacar provecho o para herir a otro le causa
ran un trastorno psicolgico?
Como yo pienso que sera verdad, debo indicar por qu y
de qu modo es razonable categorizar la mentira en 2. En
primer lugar me ocupo de pacientes que se acercan al anlisis y
no de los que no lo hacen. Para tales pacientes resulta evidente
que se exponen al descubrimiento de la mentira. Deben tener
una gran confianza en su capacidad (o falta de confianza en el
analista) o no sentirse del todo satisfechos con la mentira. Estas
son, sin embargo, conjeturas fortuitas, y demandan una discu
sin, a las que debe contestarse en el curso de un anlisis cuya
misma practicabilidad es lo que se discute. El caso extremo pare
cera ofrecer la mejor oportunidad para la observacin de las
caractersticas esenciales o, como yo prefiero llamarlas, las
constantes del mentiroso. Las consideraciones presentes hacen
improbable que el psicoanalista trate un caso de este tipo por
eleccin. La sola idea de curar a un paciente as lo hara dudar
de aceptarlo. Por consiguiente, lo ms probable es que el menti
roso se halle tan bien oculto que el analista caiga en esa colabo
racin sin quererlo. Esto hace posible que lo mismo tambin
sea verdad con respecto al paciente; de modo que al principio
uno debe estar preparado para descubrir que no se trata de
suponer que el paciente cree que se arriesga a ser descubierto o
que esto le importa.
La necesidad de una categora para las manifestaciones que
el paciente sabe que no son verdad surge cuando un paciente,
por ejemplo, a quien en el curso del anlisis se le ha demostra
do que hay una cantidad de explicaciones para el hecho de que
llegue tarde, sigue repitiendo sus disculpas. El analista se ve
desafiado a aceptarlas, a riesgo de mostrar que no le interesa la
verdad, o a rechazarlas y asumir el rol de conciencia del pacien
te. Puede hacerse una afirmacin no para desviar, sino para
llenar la funcin de evocacin. Es as como un informe mentiro
so puede ser evocativo o provocativo, acusatorio o defensivo
para nombrar tan slo unos pocos de sus usos obvios. En tal
caso no es la categora 2 la correcta, ya que la manifestacin se
hace con la intencin de causar un trastorno emocional. En
suma, una manifestacin no veraz no corresponde a la categora
2 sino a la 6. Su naturaleza debe indicarse mediante alguna
denominacin tal como menos L (L) o menos K (K).
El trmino "mentira" tiene, pues, un valor limitado de uso
en el curso del psicoanlisis. Centra la atencin sobre algo que
no es constante; por otro lado, Lo K, junto con la catego
ra apropiada del cuadro, lo dejan expuesto a la saturacin por
parte de "significados" correctos en el caso de que las realiza
ciones que se aproximan se presentaran tanto al analista como
al analizado.
Si suponemos ahora que el trastorno emocional contra el
cual se moviliza la mentira es idntico al cambio catastrfico,
resultar ms fcil entender por qu la investigacin descubre

96
una posicin ambigua que es capaz de despertar fuertes senti
mientos. Estos sentimientos se relacionan con un sistema moral
violado; su fuerza proviene del riesgo de un cambio en la psi
que. Como el episodio que describo ocurre con frecuencia y
puede resolverse slo de un modo que parece establecer la pau
ta para la resolucin de subsiguientes repeticiones, es necesario de
tenerse en ciertos rasgos que tienen una importancia que puede
pasar inadvertida.
Puede observarse que el paciente toma una decisin entre la
mentira y la verdad. La frecuencia con que esta "decisin" se
toma de una manera automtica en favor de la manifestacin
que se sabe no cierta determinar la naturaleza del caso. Presta
r atencin a la posicin que surge en este momento para el
analista.
Por definicin y por tradicin de toda disciplina cientfica,
el movimiento psicoanaltico tiene como finalidad central la
verdad. Si el paciente formula constantemente manifestaciones
del tipo L y K, por lo menos en teora el analista y l estn
en conflicto. En la prctica, sin embargo, la situacin no se
presenta tan simple. El paciente, en especial si es inteligente y
refinado, trata de persuadir al analista por todos los medios de
que haga interpretaciones que mantengan intacta la defensa y,
finalmente, de que acepte la mentira como un principio funda
mental de eficacia superior. Como ltimo recurso har progre
sos significativos con miras a una "curacin" que resulte halaga
dora tanto para el analista como para l. La alternativa que
ofrece es desoladora: deterioro progresivo, prdida de la estima
mutua, tanto privada como pblica, hostilidad y, en casos ex
tremos, amenazas de accin legal. El analista tiene que contra
rrestar esto con una esperanza de mantener su integridad.
Algunas formas de mentira parecen estar estrechamente re
lacionadas con la experimentacin del deseo. Se tejen largas
historias improvisadas que tienen toda la apariencia de ser ver
daderas, como si el virtuosismo del ejercicio produjera placer.
Uno esperara que tales creaciones fueran idealizaciones, y algu
nas lo son, pero el estado mental del mentiroso no es comn y
sus diferencias con respecto a lo usual estn ocultas por la
verosimilitud de sus mentiras. Pertenecen, por lo general, a las
formulaciones de categora C y pueden presentar al analista
cuya mente se basa en la experiencia sensorial una dificultad
mayor que a otro que est habituado a dejar a un lado el recuer
do. Como los problemas que presenta el psicoanlisis del menti
roso son muy diferentes de los que se pueden suscitar en el de
alguien cuya perspectiva es cientfica, vale la pena considerar
brevemente qu se entiende por enfoque cientfico. En el len
guaje comn representa la suposicin de que la verdad es lo
ms importante y de que es necesario poner la razn al servicio
de su elucidacin. Antes de intentar una formulacin ms com-

97
pleja del punto de vista opuesto, ste puede representarse en
forma de fbula del siguiente modo:
Los mentirosos dieron muestras de coraje y resolucin en
su oposicin a los cientficos, quienes con sus perniciosas
doctrinas prometieron despojar a los incautos de todo ras
tro de autodecepcin dejndolos desprovistos de la protec
cin natural necesaria para la preservacin de su salud men
tal defendindola del impacto de la verdad. Algunos, cono
ciendo a la perfeccin los riesgos que corran, dedicaron,
sin embargo, sus vidas a la afirmacin de mentiras de modo
tal que los dbiles y los vacilantes resultaran convencidos
hasta de las manifestaciones ms absurdas. No es exagerado
decir que la raza humana debe su salvacin a esa pequea
banda de mentirosos geniales que, aun frente a hechos indu
dables, estaban preparados para mantener la veracidad de
sus falsedades. Hasta la misma muerte fue negada y se ech
mano de los ms ingeniosos argumentos para sustentar las
afirmaciones obviamente ridiculas de que los muertos
viven en eterna bienaventuranza. Estos mrtires de la menti
ra eran a menudo de tan humilde origen que hasta sus
mismos nombres se han perdido. Pero de no haber sido por
ellos y por el testimonio dado por su evidente sinceridad, la
cordura de la raza hubiera perecido bajo el peso puesto
sobre ella. Habiendo expuesto sus vidas, llevan sobre sus
hombros la moralidad del mundo. Sus vidas y las de sus
seguidores fueron dedicadas a la elaboracin de sistemas de
gran complejidad y belleza en los cuales la estructura lgica
estaba protegida por el ejercicio de un intelecto poderoso y
de un razonamiento perfecto. Por el contrario, los endebles
procesos por medio de los cuales los cientficos intentaban
una y otra vez sustentar sus hiptesis, ayudaban a los men
tirosos a demostrar la vacuidad de las pretensiones de los
advenedizos y a demorar de ese modo, si no a evitar, la
difusin de doctrinas cuyo efecto slo podra haber sido la
creacin de una sensacin de desamparo y de prescindencia
para los mentirosos y sus beneficiarios.
No es necesario ir ms all en la elaboracin de esta fanta
sa; este ejemplo debe indicar el vrtice que quiero establecer,
pero en la medida en que lo hace presenta dificultades. Es fcil
imaginar que existen tales cosas como hechos independientes de
la mente. Una creencia que indujera a un hombre a arrojarse
desde un faralln confiando en que su capacidad para volar lo
preservara de hacerse dao, contribuira a su dao ya que la
realidad de su creencia, el O de su creencia, es, segn el vrtice
de supervivencia, de menor importancia que el O de arrojarse
desde un faralln. Pero O, dejando a un lado este vrtice, es un
absoluto presente en ("encarnado" en) todas las cosas e incog-
noscible para el hombre. La conviccin de que volara sin
herirse puede compararse con la conviccin de que se rompera
la crisma. Segn el vrtice que se considere, las dos creencias
pueden considerarse estimables y es posible otorgar preeminen
cia a una de ellas, pero con qu escala de valores se relaciona
el valor de la creencia? Ruskin defini lo "valioso" como otor-
gador de vida. Esto puede servir en lo referente a que la teora
edpica y la escena principal proporcionan un vnculo (tal co
mo lo hace el teorema de Pitgoras, mediante el uso de las
coordenadas cartesianas, para la conversin de la geometra a
una formulacin algebraica) entre los instintos de vida y los de
muerte y lo que tienen de valioso tanto lo que otorga vida
como su contrario.
Si se toma al valor como criterio, la dificultad surge porque
no hay un valor absoluto: el individuo no cree necesariamente
que sea mejor crear que destruir; un paciente suicida parece
adherir al punto de vista opuesto.
El paciente a menudo confunde la determinacin de un
sistema de creencias, los vrtices, propsitos, quejas, y "curas"
con un intento de establecer un sistema correcto. La investiga
cin de la categora 2 consiste en ver en qu aspecto sus dolen
cias son semejantes a las de otros sistemas y de qu modo
difieren las relaciones. Tales conocimientos puestos a disposi
cin del paciente parecen darle la oportunidad de corregir erro
res. La contemplacin de sistemas distintos permite al analista
reconsiderar y corregir su propio sistema. La categora 2 impli
ca un conflicto con las impresiones de la realidad; a veces pue
de ocurrir que stas no tengan importancia, pero despus de un
punto determinado el conflicto entre la necesidad de saber y la
necesidad de negar se agudiza y puede conducir a ataques sobre
los vnculos para impedir la estimulacin que lleva al conflicto.
Pero esto presupone un propsito por parte del mentiroso, y,
por lo tanto, una pauta que puede detectarse. Este no es el
caso con algunos mentirosos; de ah que no sea posible confiar
en encontrar un sntoma, tal como un deseo de complacer al
analista, que deje la pauta al descubierto.
Para su satisfaccin, el mentiroso necesita de una audiencia;
esto lo hace vulnerable ya que su audiencia debe asignar un
valor a sus creaciones. Es, por lo tanto, importante que el
analista-vctima conceda importancia a las manifestaciones del
paciente como si se tratara de formulaciones de una verdad.
Debe ser posible observar los elementos incoherentes y detectar
una pauta que una los elementos discordes mostrando una con
gruencia y un significado del que careceran sin ella. Hasta aqu
esta descripcin no presenta diferencias con respecto a la de la
transformacin de la posicin paranoide-esquizoide en depresi
va. Es superior a una formulacin narrativa que traiciona el
elemento falso de la historia slo por la debilidad de los vncu-

99
los casuales. La reaccin Ps * D revela la totalidad de una
situacin que parece pertenecer a una realidad que preexiste al
individuo que la ha descubierto. El descubrimiento falso carece
de la frialdad espontnea del genuino Ps * D. La mentira re
quiere que un pensador la piense. La verdad, o el pensamiento
verdadero, no requiere un pensador, no resulta lgicamente ne
cesario.
Podemos considerar, de una manera provisional, que la dife
rencia entre un pensamiento verdadero y una mentira consiste
en el hecho de que para la mentira resulta lgicamente necesa
ria la existencia de un pensador pero no para el pensamiento
verdadero. Nadie necesita pensar el pensamiento verdadero: es
pera la llegada del pensador que adquiere significacin por me
dio de l. La mentira y su pensador son inseparables. El pensa
dor carece de consecuencias para la verdad, pero la verdad es
lgicamente necesaria para l. Su significacin depende de que
alimente o no el pensamiento, pero ste permanece inalterado.
Por el contrario, la mentira adquiere existencia en virtud de
la existencia previa, desde el punto de vista epistemolgico, del
mentiroso. Los nicos pensamientos para los cuales el pensador
es absolutamente esencial son las mentiras. El supuesto tcito
de Descartes acerca de que los pensamientos presuponen un
pensador, slo es vlido para la mentira.
El estado paranoide-esquizoide puede considerarse, pues, co
mo peculiar del pensador que se encuentra perseguido por pen
samientos que pertenecen a un sistema no-humano, el dominio
de O. El dominio de O puede decirse que est, vis--vis con el
pensador, en estado de evolucin. El sistema en evolucin inter
secta la personalidad del pensador individual. El impacto del
dominio de O en evolucin sobre el dominio del pensador est
sealado por sentimientos persecutorios pertenecientes a la po
sicin paranoide-esquizoide. El hecho de que se d o no cabida
a los pensamientos tiene significado para el pensador pero no
para la verdad. Si se les da cabida, conducen a la salud mental;
si no, provocan perturbaciones. La mentira depende del pensa
dor y adquiere significacin por medio de l. El vnculo que los
liga es el que existe entre husped y parsito en la relacin
parasitaria.
La relacin entre la mentira, el pensamiento, el pensador y
el grupo es compleja. El pensador puede expresar la verdad en
un grupo mentiroso; puede que el grupo no quiera que pertur
ben sus ideas y sea dominado por mecanismos y formulaciones
de la categora 2. La relacin que se establecer entre dichos
grupos y pensador ser de envidia y odio. Si el pensador est
diciendo mentiras, la relacin del pensador con sus mentiras
ser parasitaria y ambos se destruirn mutuamente. Si la menti
ra pertenece al tipo "el sol sale en el ocaso", la relacin entre
stas y el pensador es asociada: un pensamiento tal requiere un

100
pensador y ste es esencial. Pero la relacin, al menos en nues
tra poca, es asociada. El pensamiento de que el mundo perdu
rar puede ser una mentira, pero puede ser esencial para mante
ner a raya ideas acerca de que el mundo est a punto de llegar
a su fin. Una relacin tal entre mentira y pensador es simbiti
ca.
El vnculo entre una mente y otra que conduzca a la des
truccin de ambas es la mentira. El trmino "vnculo" da una
idea inadecuada de la realizacin que se quiere representar. La
mentira no est restringida, como lo implicara la palabra
"mentira" comnmente, al dominio del pensamiento, sino que
tiene su equivalente en el dominio del ser; es posible ser una
mentira y el hecho de serlo impide la unificacin con O.
En psicoanlisis el mentiroso es un hecho significativo y
adquiere significado de la naturaleza falsa de lo que dice. La
relacin parasitaria entre el mentiroso y su medio, correspon
diente a la relacin parasitaria entre el pensador y la mentira,
despoja al medio de significacin. El analista que acepta tales
mentiras est actuando como husped; si no lo hace contribuye
a los sentimientos de persecucin "siendo" un pensamiento no
pensado, un pensamiento sin pensador. El pensamiento para el
cual el pensador no es necesario es tambin un pensamiento
que el pensador no considerara con probabilidades de contri
buir a su significado. Por el contrario, una vez que ha expresa
do una verdad el pensador es redundante.
Para sintetizar he aqu la formulacin de dos definiciones:
1. El pensamiento verdadero no requiere ni formulacin ni
pensador.
2. La mentira es un pensamiento para el cual son esenciales
una formulacin y un pensador.
La mentira es caracterstica de una relacin entre la mente
husped y la mente parasitaria y destruye a ambas. El pensador
puede albergar pensamientos si no necesita pensamientos que
contribuyan a su significacin y puede tolerar pensamientos
que no lo hagan. En cuanto esencial al pensamiento, el pensa
dor est en conflicto con otros pensadores que tambin se sien
ten esenciales respecto de aqul. La envidia, los celos y la pose-
sividad que surgen son los equivalentes mentales de los elemen
tos txicos en el parasitismo fsico. Contribuyen a la naturaleza
destructiva de la cultura que evoluciona a causa del desarrollo
de la mentira. La necesidad de cada individuo de reclamar su
contribucin al pensamiento como original y esencial diferencia
el clima emocional de aquel en el cual la inevitabilidad del
pensamiento y la falta de importancia del individuo que lo
alberga no gratifican el narcisismo de la persona y, por lo tan
to, carecen de atractivo emocional. El trabajo que corrobora los
descubrimientos realizados por otros adolece de falta de atracti-

101
vo. Incluso en el caso de que requiera un pensador, no requiere
uno en particular y en eso se parece a las verdades, pensamien
tos que no requieren un pensador.
Puesto que el analista est interesado en los elementos evo
lucionados de O y su formulacin, las formulaciones pueden
juzgarse considerando la medida en que su existencia es necesa
ria para los pensamientos que expresan. Cuanto mayor sea la
posibilidad de considerar que sus interpretaciones muestran lo
necesario que su conocimiento, su experiencia y su carcter son
para el pensamiento tal como es formulado, tanta ms razn
existe para suponer que la interpretacin, desde el punto de
vista psicoanaltico, carece de valor, es decir, es ajena al domi
nio O.

102
XII

CONTINENTE Y CONTENIDO TRANSFORMADOS

En este captulo repito la configuracin en formulaciones


que parecen ser descripciones de hechos que tienen lugar en el
psicoanlisis o en la historia pero no tienen el carcter de narra
tiva histrica. Se trata de elementos de la categora C, imgenes
derivadas de un trasfondo de experiencia o de experiencia
transmitida, reorganizados segn su propsito.

Descripcin 1: Llamo a los signos y 9 contenido y conti


nente. El uso de los smbolos de macho y hembra es delibera
do, pero no debe considerarse que excluyen otras implicaciones
que no sean las sexuales. Esos signos designan una relacin
entre 9 y 6. El vnculo puede ser asociado, simbitico o parasi
tario.

Descripcin 2: Una palabra contiene un significado; a su


vez, un significado puede contener una palabra, la cual puede o
no ser descubierta. La relacin se establece por la naturaleza
del vnculo. Una conjuncin constante de elementos en un psi
coanlisis puede "vincularse" mediante la atribucin de una pa
labra, una teora u otra formulacin. Puede ser que la palabra
mediante la cual se la vincula tenga una penumbra de asociacio
nes preexistentes tan poderosa que expulse el significado de la
conjuncin constante que se supone debe sealar. Por su parte,
la conjuncin constante puede destruir la palabra, la teora u
otra formulacin que no sea aquella que esta destinada a "con
tener". Por ejemplo, un hombre est tratando de expresar senti
mientos tan vigorosos que su capacidad de expresin verbal se
desintegra tranformndose en un tartamudeo o en un balbuceo
incoherente, sin significado, de palabras.

Descripcin 3: El continente (9) extrae tanto del contenido


(d) que ste queda sin sustancia. Un psicoanlisis contina du-

103
rante tanto tiempo que el paciente no puede sacar de l ms
significado. Un ejemplo inverso lo constituira la continuacin
hasta que el paciente perdiera la paciencia, la tolerancia, el
nimo, o no tuviera ms dinero. El continente puede sacar todo
"fuera del" contenido; o puede que el contenido ejerza "pre
sin" para que el continente se desintegre. Podramos tomar
como ejemplo la palabra usada como metfora hasta que se
pierda el contexto y la palabra queda despojada de su signifi
cado.1

Descripcin 4: El matrimonio en el cual la relacin se


xual 9 6 juega un papel tal que no deja lugar a ninguna de las
dems actividades en las cuales puede comprometerse la pareja.
Por su parte, las otras actividades (es decir "las que no sean
sexuales") juegan un papel tal que no dejan lugar al desempeo
sexual. (Las metforas utilizadas en esta descripcin ejemplifi
can lo externo-interno, continente-contenido, modelo 9 6.)
o pueden representar la memoria. El continente se llena
de "recuerdos" derivados de la experiencia sensorial. Predomina
el trasfondo sensorial y los "recuerdos" que lo poseen son tena
ces. La memoria 9 se satura de acuerdo con esto. El analista
que llega a una sesin con una memoria activa no est, por lo
tanto, en condiciones de hacer "observaciones" de los fenme
nos mentales desconocidos porque stos no se aprehenden sen
sorialmente. Hay algo que a menudo se ha llamado "rememora
cin" y que es esencial para el trabajo psicoanaltico; se lo
debe distinguir rigurosamente de lo que yo he llamado memo
ria. Deseo hacer una distincin entre: 1) rememorar un sueo o
tener un recuerdo de un sueo y 2) la experiencia del sueo
que parece enlazarse como si fuera un todo, ausente en un
momento, presente en otro. A menudo se llama memoria a esta
experiencia que yo considero esencial para la evolucin de la
realidad emocional de la sesin, pero se la debe distinguir de la
experiencia de rememorar. En la memoria, el tiempo forma
parte de la esencia. A menudo se ha considerado el tiempo
como perteneciente a la esencia del psicoanlisis; en el proceso
de crecimiento no interviene. La evolucin, o crecimiento, men
tal es catastrfica y atemporal. Usar la palabra "recuerdo" con
su significado conversacional corriente; representa algo que est
fuera de lugar en la conduccin que un psicoanalista hace de
psicoanlisis. Los parientes ms cercanos de un paciente estn
cargados de recuerdos que los convierten en jueces poco confia
bles de su personalidad e inadecuados para ser sus analistas.
Hasta aqu he examinado la configuracin tal como se pre
senta dentro de los lmites de las palabras mismas; su aparicin

1 Vase: Fowler, H. W.: Dictionary of modem English usage. Segun


da edicin, "metfora" 2D.

104
en una formulacin ms compleja indica el grado de su persis
tencia. La situacin psicoanaltica proporciona y evoca ejem
plos de la configuracin; penetra en las dificultades que tanto
analista como analizado encuentran en la comunicacin. Hay
experiencias emocionales que deben transmitirse o representar
se, algunas de gran intensidad. Por lo tanto, encontramos ins
tancias de la configuracin en el asunto de que se trata y en el
procedimiento psicoanaltico sealado para tratarlo.

Descripcin 5: El paciente se encontrar sin saber qu hacer


para transmitir su significado, o el significado que quiere trans
mitir ser demasiado intenso para que pueda expresarlo con
propiedad, o la formulacin ser tan rgida que sienta que el
significado transmitido est desprovisto de inters o de vitali
dad. De un modo similar, las interpretaciones proporcionadas
por el analista, <5, se encontrarn con la respuesta aparentemente
colaboradora que consiste en repetirlas para que sean confirma
das, lo cual priva a 6 de significado ya sea por condensacin o
por despojo. La falta de observacin y demostracin de este
aspecto puede producir un anlisis progresivo en apariencia, pe
ro en realidad estril. La pista est en la observacin de las
fluctuaciones que realizan el analista y el analizado que en un
momento son 9 y d, respectivamente, y que al momento si
guiente cambian de roles. Cuando se observa este modelo, los
vnculos (asociado, simbitico y parasitario) que estn dentro
del modelo tambin deben ser observados.
Cuanto ms se familiariza el analista con la configuracin 9
y ,y y con los hechos que tienen lugar en la sesin y que se
aproximan a estas dos representaciones, tanto mejor. La expe
riencia esencial no consiste en leer este libro sino en la equipa
racin del hecho real que se presenta en el psicoanlisis y que
se aproxima a estas formulaciones. Las referencias frecuentes a
hechos que ocurren "en el anlisis" o "en el pasado" deben
ayudar al reconocimiento de las realizaciones con las cuales se
relacionan estos signos. Lo que puede resultar ms difcil es el
reconocimiento de la categora de vnculo que opera a menos
que se pueda acceder a l mediante la consideracin de la clase
de hecho que ocupa el lugar de 9 o 6. Es as que un paciente
codicioso en extremo puede querer obtener todo lo que pueda
de su anlisis dando lo menos posible; deberamos esperar que
esto se manifestara por los hechos frecuentes en los cuales el
continente despojara al objeto contenido y viceversa. Puede que
el paciente muestre que exigi mucho a su familia, pero que
experimente resentimiento por no haber hecho nada por ella.
Muchos pacientes pueden mostrar una conducta de este tipo en
ocasiones relativamente escasas, pero algunos pueden manifes
tarla en muchas actividades y en un grado sorprendente como,
por ejemplo, mediante una habitual incoherencia, mientras que

105
al analista se le exige una gran precisin en sus interpretaciones.
Este tipo de paciente no puede ser bien descrito mediante un
registro narrativo de sus hechos reales; en primer lugar, porque
cualquier formulacin de este tipo es sospechosa por las razo
nes que ya he mencionado al hablar de la memoria, y. en
segundo lugar, porque es imposible predecir qu forma tomar
su codicia. Por lo tanto, el psicoanalista que pueda tener un
paciente as, o un paciente que en ocasiones manifiesta tales
pautas de conducta, o cualquiera que se encuentre entre estos
extremos, necesita de las formulaciones de una teora que le
posibilite tener un espectro de observacin lo ms amplio posi
ble para que esas configuraciones no pasen inadvertidas. Si
esas formulaciones son demasiado abstractas, carecen de consis
tencia. Por consiguiente, les dar consistencia mediante el uso
de descripciones pertenecientes a la categora C, aunque stas
estn expuestas a producir una penumbra de asociaciones tan
grande que las formulaciones resulten saturadas o que disminu
ya la perspicacia del analista.
Las descripciones del 1 al 5 incluyen claustrofobia, agorafo
bia y actuacin (acting-out) como ejemplos de la configuracin.
La actuacin, tal como se la entiende comnmente, tiene lugar
"en" el anlisis, y el anlisis mismo es, entonces, parte de la
actuacin. Los pacientes claustrofbicos-agorafbicos se identi
fican con un objeto que est dentro o fuera de un continente.
Una capacidad para ver la configuracin revela relaciones den
tro de la personalidad del paciente que de otro modo permane
ceran desconocidas. Cuando se puede decir que un paciente
est representando, el anlisis se encuentra en una situacin
cuyos lmites son desconocidos. Si la conducta caracterizada
como "actuacin" se presenta en el anlisis, puede estar acom
paada por sntomas claustrofbicos en el paciente. No puede
detectarse la coherencia de estos sntomas si no se realiza la
configuracin bsica. Como este ltimo punto concierne a la
conducta de grupo har que mi prxima descripcin sea una
formulacin en funcin de la historia. La descripcin parecer
compleja porque intento ampliar el alcance de la configuracin,
pero su complejidad ser menor si se tiene presente que la
descripcin tiene la misma configuracin fundamental aun
cuando a primera vista parezca lo contrario. Puede resultar til
explicar que puede parecer que se presentan nuevas ideas en
esta descripcin; su novedad o la falta de ella es una funcin de
la personalidad del lector y no debe suponerse que es inherente
a la comunicacin.

Descripcin 6: Esta seccin es, en su mayor parte, una reca


pitulacin y expansin del modelo del mstico y el grupo. Al
gunos msticos llaman la atencin, pero otros no, porque las
condiciones no son propicias. Lo mismo puede aplicarse a las

106
ideas. Llamar a la idea que considero como equivalente del
mstico o del genio "idea mesinica". Una idea de este tipo
puede confundirse con la persona; esa persona puede creer que
es el mesas. Llamo a la persona "el mstico"; a la idea, "idea
mesinica". Los trminos "mstico" y "genio" son intercambia
bles. Los msticos pueden aparecer en cualquier religin, cien
cia, tiempo o espacio. Esas personas "contienen" a la "idea
mesinica", o la "idea mesinica" puede "contener" a la per
sona a la que se ve encarnar, representar o manifestar al mesas
de una manera anloga al significado que se siente que la pala
bra que debe representarlo "contiene".
Nietzsche describi a la sociedad en la cual aparece el msti
co como un cuerpo cuya funcin es producir un genio. Tam
bin es una funcin de la sociedad hacer que el mstico o la
idea mesinica estn al alcance de los miembros del grupo. Esto
se lleva a cabo mediante leyes (en la sociedad), el dogma (en la
religin), reglas o leyes (en la matemtica o la ciencia). Llamo
establishment al cuerpo que gobierna a la sociedad; su equiva
lente en el dominio del pensamiento sera la disposicin pre
existente o la preconcepcin.
El mstico establece contacto directo con Dios o "es uno"
con l. Esta capacidad no se le atribuye a un miembro ordina
rio del grupo. El establishment debe pronunciarse dogmtica
mente, establecer leyes o reglas, para que las ventajas de la
comunin del mstico con Dios o con la verdad o realidad
ltima puedan ser compartidas, a cierta distancia, por los miem
bros ordinarios. Puede que el establishment fracase en esto por
una falta de discriminacin que lleva al mantenimiento de pers
pectivas falsas o por una adhesin rgida a una estructura exis
tente, lo que hace que se establezca un vnculo parasitario entre
el mstico y el grupo, y 9. Entonces, o bien se deja sin vida al
mstico o a la idea mesinica, o bien se desorganiza la sociedad.

Descripcin 7: Donde se muestra el conflicto del mstico y


su grupo en su forma ms extrema y, por consiguiente, ms
fcil de estudiar, es en el relato de Jess y su relacin con el
grupo. El mismo proclam a la manera caracterstica de muchos
msticos que sus enseanzas guardaban conformidad con el es
tablishment existente: "No pensis que he venido a destruir la
ley o los profetas; no he venido para destruir sino para cum
plir" (Mateo: 5, 17, versin autorizada). Este alegato se asocia
con frecuencia a una conciencia de la fuerza desorganizadora
que se trae para dominar al grupo desde adentro. No siempre el
mstico proclama su conformidad con el grupo. Puede aparecer
como un destructor desde dentro o desde fuera. No proclama
intenciones o mtodos pacficos. A veces se hace una distincin
entre el mstico nihilista, que desbarata la comunidad, y el
mstico creativo, que niega los mtodos violentos, en particular

107
contra su propio grupo. Quiero destacar el carcter destructor
del mstico ya sea que se proclame o no como tal, ya que es
esa cualidad destructiva la que se relaciona con las hostilidades
del grupo hacia l y de l hacia el grupo. Es, adems, la cuali
dad que deseo destacar en esta descripcin.
La reaccin del establishment consiste en evitar la destruc
cin y lo hace incorporando al mstico dentro de s. Esto lo
expresa el ejemplo bblico mediante la tentacin en el desierto
donde se establecen claramente las compensaciones del confor
mismo. El conformismo puede consistir en el renunciamiento a
la idea mesinica o en la aceptacin del rol de mesas. Tambin
es posible que se destruya al mstico y que se tomen medidas
para asegurarse de que sus ideas corran la misma suerte.
Las funciones de contencin uso la palabra con su impli
cacin militar de una fuerza que contiene a otra deban asu
mirlas las facciones divididas del grupo, una de ellas ostensible
mente en contra de Jess, la otra en favor de l. Poco a poco se
form un nuevo grupo y tambin un nuevo establishment para
contener al mstico o, ms bien, a la idea mesinica. El grupo
judo aprendi a manejar al mstico con consecuencias menos
desastrosas para s. El grupo cristiano, aunque encontr una
solucin distinta del problema, lleg a un resultado satisfactorio
muy similar. Ninguno de los dos sistemas estaba libre de que el
problema se repitiera. Un establishment cristiano restaur la
estructura desorganizada y asegur su continuidad apropindose
de los festivales paganos y suavizando as la hostilidad que
podra haber sobrevenido como consecuencia de la prdida de
las festividades y festejos tan apreciados y valorados. Podra
consignarse el tema como un paganismo mayor y ms brillante,
con dioses restaurados y rejuvenecidos bajo el nombre de san
tos y demonios. (Milton expresa esto con mucha claridad en su
representacin del Pandemonio en los libros I y III de El paraso
perdido.)
Los problemas del establishment cristiano evolucionaron
durante la vida de Jess. Ellos fueron: el delineamiento de los
lmites del grupo, la seleccin y el entrenamiento y la estabili
zacin de la jerarqua.
Para comenzar por el ltimo punto: en el relato del Evange
lio de San Marcos (10: 35 a 45), Santiago y Juan plantearon el
problema con claridad en su peticin de status. En su respues
ta Jess parece sugerir una especie de iniciacin o de prueba,
pero la presteza con que los dos aceptan las condiciones hace
difcil saber en qu consista la iniciacin, aunque es evidente
que Jess consideraba que su realizacin era exterior a ellos.
Tambin anuncia un cambio en la funcin del establishment
tal como exista en esa poca entre los gentiles. Parece que la
peticin presentada por Santiago y Juan fuera una peticin de
status y ste aparece como un sustituto de la capacidad. Sus

108
deseos consistan en que los satisficieran, por as decirlo, ex
officio. La respuesta dada por Jess parece indicar que la "posi
cin" alcanzada ex officio fuera la alternativa preferida por el
par antes que sufrir la experiencia del mstico mismo. En este
aspecto la solucin rechazada enfrenta a uno de los requeri
mientos de la sociedad: hacer que los frutos del trabajo del
mstico sean accesibles a los miembros comunes que no tienen la
capacidad de aqul para unirse con la deidad.
Tambin surgi pronto el problema de pertenencia al grupo
y de cmo decidir si un hombre deba o no ser llamado cristia
no2 . Por lo comn dependa de la cuestin de la eficiencia
teraputica del cristiano y su sello de Cristiandad. El problema
lleg a su culminacin a causa de los efectos teraputicos apa
rentemente exitosos de personas que no tenan la categora de
miembros del grupo (Marcos: 9: 38). En el ejemplo citado
pareciera que el criterio propuesto por Jess fuera la cura exi
tosa y el hecho de que el terapeuta se la atribuyera a l. Los
aspectos implicados son: la pertenencia al grupo como smbolo
de status en s mismo; el status expresado mediante la frmula
"en Tu nombre" como agente teraputico; el resultado
teraputico como criterio de pertenencia al grupo. La solucin
era emprica, pero aceptaba el criterio de eficiencia teraputica.
Por el momento, la prueba de pertenencia parece ser doble, es
decir, mdica y teraputica por un lado y de capacidad para obte
ner los resultados por el otro. Esta ltima exigencia ha constitui
do un problema durante toda la historia. Podra describirse
como una exigencia de que el lder del grupo fuera capaz de
anticipar el futuro, de conferir idoneidad a alguien que ya se
supone que es apto y de garantizar su idoneidad en contingen
cias futuras.
Muy pronto la jerarqua cristiana se vio enfrentando los
mismos problemas que el directorio rabnico haba vencido. Las
mismas fuerzas estaban comprometidas: por un lado, la necesi
dad de controlar la idea mesinica y de ponerla al alcance de la
gente comn por medio de una formulacin dogmtica; por
otro, la idea mesinica o su encarnacin rompiendo conti
nuamente las barreras con que se trataba de controlarla y ame
nazando con destruir a la sociedad en la cual se manifestaba.
La Reforma fue un ejemplo espectacular de ello (vase Knox,
1950).
En las descripciones 6 y 7 he empleado material con el que
todos estn familiarizados para una configuracin que est repe
tida de muchas maneras y en muchas pocas. No se limita a las
sociedades religiosas o teraputicas ni a las artsticas o cientfi
cas, sino que puede identificrsela en muchas sociedades. Sin
r\

El moderno Estado de Israel se ha encontrado con el mismo pro


blema de decidir quin es y quin no es judo.

109
embargo, mi intencin es no expresar ninguna opinin sobre la
naturaleza de diversos grupos. No me propongo escribir una
historia, sino formular una pauta en trminos pintorescos perte
necientes a la categora C; es decir, representar una configura
cin en trminos que den cuerpo a una idea que de otro modo
slo parece una elaboracin de abstracciones carente de signifi
cado. Supongo, naturalmente, que personas que no sean psicoa
nalistas sacaran provecho de un reconocimiento de la configu
racin y del grupo bsico al que uno sospecha que pertenece,
pero en este momento slo me intereso, como analista, por la
configuracin tal como pueden percibirla otros analistas. Por lo
tanto, no debe suponerse que las descripciones 6 y 7 tengan
una aplicacin sociolgica o poltica, sino que se las debe to
mar como fbulas o construcciones mitolgicas (categora C)
que formuladas con mayor precisin y elaboracin representa
ran un modelo al cual se asemejara la personalidad humana.
La fbula, construida en funcin del grupo, debe considerarse
como una descripcin del mundo interior del hombre (Mo-
ney-Kyrle, 1961). Para quienes estn familiarizados con la teo
ra kleiniana mi descripcin puede aparecer como una represen
tacin dramatizada, personificada, socializada e ilustrada de la
personalidad humana. Una comparacin de esta visin grfica
con la morfologa aceptada del anlisis clsico puede ayudar a
esclarecer el procedimiento. La teora formulada en funcin del
yo, el supery y el ello difiere en dos aspectos. En primer
lugar, es una formulacin de categora F, mientras que la for
mulacin grfica que yo estoy representando verbalmente perte
nece a la categora C, es primitiva y basada en una terminologa
derivada de los sentidos. Segundo, se trata de una teora cuya
realizacin aproximada debe buscarse en la psicopatologa y en
la psicomorfologa. La realizacin que se aproxime a la formu
lacin de la categora C debe buscarse en material superficial y
fcilmente accesible a la conciencia. Sus races inconscientes
deben descubrirse mediante la investigacin psicoanaltica.
Slo de una forma muy aproximada puede representarse la
idea mesinica mediante las formulaciones de la categora C que
he estado utilizando. Jess, Meister Eckhart e Isaac Luria repre
sentan de distintas maneras el problema de reconciliar la idea
mesinica con el establishment. El directorio rabnico apren
di a ser cauteloso, de modo que cuando tuvo que ajustar
se a la doctrina lurinica y a las afrentas que, segn sus ad
versarios, sta haba infligido al judaismo, no contribuy
a una explosin. Por su parte, Luria insisti en un conser
vadurismo y remiti todo lo que deca a las autoridades ms
antiguas. Resulta significativo que no haya dejado nada escrito
y que cuando un discpulo le pregunt por sus razones para no
volcar sus enseanzas en un libro, dijera: "Es imposible, porque
todas las cosas se interrelacionan. Casi no puedo abrir la boca

110
para hablar sin sentir como si el mar rompiera los diques y los
sobrepasara. Cmo expresar, entonces, lo que mi alma ha reci
bido y cmo volcarlo a un libro?" (Scholem, 1955, pg. 254).
Meister Eckhart escribi con profusin, pero la oscuridad de su
escritura y tal vez el tema hicieron que ms de veintiocho
proposiciones de sus ltimos escritos fueran condenadas como
herticas. La cuestin principal parece centrarse en sus francas
afirmaciones de identidad con la divinidad: "somos transforma
dos y convertidos en Dios". El destino del mismo Jess fue la
crucifixin, como si se tratara de un criminal, por un lado, y la
deificacin por otro. Tanto Isaac Luria como Jess fueron se
guidos por una proliferacin de biografas hagiogrficas; en el
caso de Jess, gran parte de ellas no estn incluidas en el ca
non. Los rasgos comunes son: contencin de la idea mesinica
en el individuo; contencin del individuo mesinico en el gru
po; el problema que representa para el establishment al que le
concierne por un lado el grupo, y por otro la idea mesinica y
el individuo. Es necesario ahora volver a la palabra.

Descripcin 2 (ciclo 2): Si fuera necesario expresar las des


cripciones 6 y 7 mediante una sola palabra, podra hacerse una
eleccin entre trminos tales como "religin", "cristiandad" o
"Dios". En caso de no encontrar adecuado ninguno de estos
trminos, podra buscarse el apropiado mediante una introspec
cin. Este intento consiste en una bsqueda en la mente del
trmino que se supone que existe o una bsqueda del trmino
en el significado; este ltimo constituye un ejemplo del signifi
cado como conteniendo a la palabra. Las dificultades que se
presentan al encontrar la palabra tienen su descripcin en los
trminos utilizados por Poincar cuando estaba buscando una
frmula matemtica, o en la expresin de Isaac Luria citada
anteriormente. Se puede obtener una idea ms ajustada del pro
blema sustituyendo la palabra "afirmacin" por "palabra" e
incluyendo en su definicin cualquier acto de expresin. En los
trminos de la categora C el problema que se presenta es simi
lar al del escultor que busca su forma en el bloque de material, al
del msico que encuentra la frmula de la notacin musical en
los sonidos que oye, al hombre de accin en busca de las
acciones que representen sus pensamientos. Una de las peculia
ridades de esta discusin reside en que es un ejemplo del pro
blema que se est discutiendo. Es un intento de encontrar la
formulacin verbal a la cual se asemejan las realizaciones psico-
analticas. Expongo una vez ms el problema del siguiente mo
do: el psicoanlisis, la cosa en s, existi. Le correspondi a
Freud revelar las formulaciones contenidas en l. A su vez, ya
formuladas por Freud, nos toca a los dems (incluyendo al
mismo Freud) descubrir el significado de la conjuncin unida
por su formulacin.

111
Es necesario postular el "pensar" sin suponer que sea esen
cial un pensador. No tratar de explicar las razones en este
momento. Todo el pensar y todos los pensamientos son verdade
ros cuando no hay un pensador. Por el contrario, para las men
tiras y falsedades es absolutamente necesario un pensador. En
cualquier situacin en la que est presente un pensador los
pensamientos formulados son expresiones de falsedades y men
tiras. El nico pensamiento verdadero es aquel que nunca en
contr un individuo que lo "contuviera".
Podra suponerse que la idea mesinica tiene como contra
parte la verdad absoluta, O, para la cual no es necesario un
pensador. Lo caracterstico del pensamiento dentro de un indi
viduo, o del pensamiento dentro de un continente, es la fal
sedad. De esto se desprende que todo pensamiento tal como se
lo conoce comnmente, es decir, como un atributo del ser
humano, es falso, siendo el problema relacionado con esto el
grado y naturaleza de la falsedad. La mentira es una falsedad
asociada con la "moral".
La idea mesinica es un trmino que representa a O en el
punto en el cual su evolucin y la de un pensador se intersec-
tan. El mstico, tal como lo hemos visto en las descripciones 6
y 7, es un pensador que proclama su capacidad de contacto
directo con O. El grado de falsedad depende de que la relacin
con O sea asociada, simbitica o parasitaria. No se reconoce
con la frecuencia suficiente que un paciente en el cual la resis
tencia es activa puede estar reaccionando contra lo que siente
como un pensamiento en busca de un pensador. Se supone que
es su propio pensamiento (teora clsica de la resistencia), pero
no tiene que serlo necesariamente.
El pensamiento O y el pensador existen de un modo inde
pendiente uno del otro. No hay reaccin o, como diramos
comnmente, identificndonos con el pensador, la verdad no ha
sido descubierta aunque "existe". En la simbiosis, el pensamien
to y el pensador se corresponden y se modifican el uno al otro
por medio de la correspondencia. El pensamiento prolifra y el
pensador evoluciona. En una relacin parasitaria tambin hay
correspondencia, pero sta es de la categora 2, lo cual significa
que se sabe que la formulacin es falsa pero se mantiene como
una barrera contra la verdad a la que se teme por considerrsela
aniquiladora del continente o viceversa. La falsedad prolifra
hasta convertirse en mentira. La barrera de la mentira aumenta
la necesidad de la verdad y viceversa.
La posicin asociada cambia cuando pensamiento y pensa
dor se aproximan. En trminos ms comunes, cuando un "des
cubrimiento" amenaza, se origina una situacin crtica. Se suele
decir que las esperanzas mesinicas eran ms activas que lo que
es usual al nacimiento de Jess y es necesario destacar el hecho
de que ms de un investigador parece estar por llegar a un
descubrimiento cuando ste se realiza. La resistencia del pensa
dor al pensamiento no pensado es caracterstica del pensamien
to . de la categora 2. El problema crucial parece consistir en la
fuerza relativa de la idea mesinica y de la personalidad que va
a "contenerla". Debemos, por lo tanto, reconsiderar la persona
lidad. Para ello utilizar las descripciones 6 y 7 como represen
taciones grficas (categora C) de las partes que componen la
totalidad del individuo, no del grupo. Parto de la base de que
el lector tiene en mente las teoras existentes sobre la estructu
ra de la personalidad. No debe suponerse que hay que abando
narlas o que deben ser modificadas por lo que sigue. Las teo
ras existentes son formulaciones de la categora F; lo que tiene
lugar en el consultorio es una situacin emocional que constitu
ye ella misma la interseccin de un O en evolucin con otro O
en evolucin. La descripcin que proporciono es, tal como lo
han sido todas las de este captulo, una formulacin de catego
ra C con la cual se intenta cubrir el vaco entre un hecho
singular por un lado, y una formulacin generalizada de catego
ras F por el otro.
Descripcin 3 (ciclo 2): La idea mesinica se reviste de una
variedad de formas. Aunque puede adoptar cualquiera, parece
haber dificultades para que forma e idea lleguen a una relacin
asociada o simbitica. Por lo tanto, me resulta difcil hallar una
formulacin por medio de la cual haga llegar al lector mi signi
ficado, pero puedo indicarle el consultorio o el grupo como
lugares donde podr intuirlo por s mismo. Del mismo modo
puedo inducirlo a observar la palabra "cura" cuando la oiga, ya
que "dentro" de ella le ser posible intuir la idea mesinica.
Debe detener su atencin en las formulaciones en las cuales
se lo describa en trminos positivos, ya que "en su interior"
podr adivinar la idea mesinica que "contienen". Sea que la
manifestacin represente en apariencia unas vacaciones de verano,
un automvil, una persona, un momento en el tiempo, debe ser
capaz de llegar a intuir gradualmente la aparicin reiterada de
la idea mesinica y persuadirse de su realidad y de su propia
capacidad para sentir su presencia.
Cuando digo que el lector puede buscar en el consultorio o
en el grupo, estoy delimitando el campo de investigacin para
proporcionarle un "continente" dentro del cual pueda conti
nuar la bsqueda sin dificultad y con relativa rapidez. Sin em
bargo, es dudoso que la intuicin de una conjuncin constante
en el dominio de la realidad psquica pueda lograrse rpida y
fcilmente. Por lo tanto, no puede haber atajo para el psicoana
lista; puede esperar que su experiencia lo capacite para intuir la
idea mesinica o reconocer que esa esperanza es en s misma
una formulacin que la contiene.

113
La concepcin de que la idea mesinica se encuentra conte
nida en el anlisis o de que las descripciones 6 y 7 pueden
utilizarse como manifestaciones o formulaciones de la personali
dad individual pertenecientes a la categora C, implica que la
personalidad puede representarse por medio de una relacin
y que la personalidad tiene una relacin 9 con un psicoanli
sis. Dicha formulacin ayuda al analista a intuir una personali
dad que, aunque externa al psicoanlisis, est presente dentro
de ste por "referencias"; el paciente se convierte en una
voz que informa que la idea mesinica se encuentra en algn
lugar exterior. Una complejidad caracterstica de la relacin
significativa por su produccin de acting-out, se relaciona
con los elementos beta que permanecen fuera del dominio pro
pio del pensamiento, pero parecen pertenecer a l porque se
representan "en" el psicoanlisis por medio de manifesta
ciones C3 realizadas por el analizado. Tanto el psicoanalista co
mo su analizado parecen, por lo tanto, estar excluidos del domi
nio de la accin y "confinados dentro" del dominio del pensa
miento de modo tal que no estn en condiciones de "psicoana-
lizar", sino tan slo de sustituir el "psicoanlisis" por el pensa
miento psicoanaltico que es un preludio a las interpretaciones
(la contraparte psicoanaltica de la accin).
La prctica psicoanaltica demuestra que los motivos para
cualquier actividad humana son numerosos y complejos. Deri
van de un trasfondo de deseos sensoriales; basta con que uno
quede demostrado para que parezca que otros deseos permane
cen desconocidos. A los propsitos de la pareja psicoanaltica
se llega por conjeturas y se formulan, al menos en lo que
concierne al analizado, en trminos que representan la experien
cia sensorial. Hasta los objetos de curiosidad se formulan en
trminos adecuados a un trasfondo sensorial. En la medida en
que los deseos puedan ser formulados sern deseos sensoriales y
propsitos sensoriales, siendo el predominante el de mantenerse
vivo. Estos deseos y propsitos, sin excepcin, son irrelevantes
para el psicoanlisis. Tampoco probaron su relevancia ni en el
judaismo ni en el cristianismo. Todava no han sido reempla
zados por formulaciones que resulten ms satisfactorias. Mien
tras se considere el pensamiento como subordinado a los senti
dos no hay dificultad. Si el pensamiento es una actividad pri
maria, se presume que existen los propsitos de contemplacin
o de meditacin, porque el pensamiento est ligado a su histo
ria gentica como subordinado a la actividad muscular; del mis
mo modo se supone que la actividad muscular tiene un propsi
to de acuerdo con el dominio del principio de placer.
Es posible que Jess, en el curso de sus enseanzas, hubiera
cubierto la vacuidad producida por la subordinacin de los pro
psitos sensoriales al desarrollo de una capacidad de contempla
cin o de meditacin. Pero puesto que su doctrina estaba somet-
da a las presiones idnticas que ya he descrito, es decir, ani
quilamiento por destruccin fsica, por un lado, y honores divi
nos, por otro, no sabemos cul podra haber sido tal solucin.
En la prctica, el problema est archivado; el pensamiento con
tina subordinado a la satisfaccin de los deseos sensoriales.
En consecuencia, el psicoanlisis lleva a cuestas un propsi
to que, de acuerdo con diferentes deseos, le atribuyen tanto el
analista como el analizado. Ambos se ven privados de cumplir
su propsito ya que ste es perseguido en el dominio de la
accin y el psicoanlisis est confinado al dominio del pensa
miento en el cual el pensamiento es la nica forma de realiza
cin. El "conflicto" existe entre la accin y el pensamiento
siendo su contraparte, en las descripciones 6 y 7, el problema
expresado en la refutacin agustiniana de la responsabilidad
de la cristiandad por la cada de Roma. En lo individual, las
exigencias de la accin y la gratificacin sensorial asociadas con
la supervivencia fsica chocan con la exigencia de la "actividad"
mental. La ltima no se puede justificar a s misma en trminos
comprhensibles para la primera. La primera puede justificarse
ante la ltima porque su aparato de realizacin sensorial es
irrelevante para el dominio del pensamiento.
He empleado el trmino "conflicto", en las descripciones de
accin y pensamiento, como una seal de la concepcin acepta
da. El objeto del uso de 9 es diferenciar los estados de con
tencin los cuales, tal como sucede con pensamiento y accin,
evitan el conflicto conteniendo a uno y a otra en un estado
asociado mutuamente exclusivo. En estas condiciones pensa
miento y accin no se modifican el uno al otro sino que persis
ten asociados en la misma personalidad. Las acciones que apa
rentan ser compulsivas son en realidad elementos beta confina
dos al dominio de la accin y aislados, de ese modo, respecto
de los pensamientos confinados a su vez al dominio del pensa
miento (que incluye el psicoanlisis). De una manera similar los
pensamientos estn confinados a su propio dominio y pueden
recibir influencias de los elementos beta confinados en el domi
nio de la accin. Una aparente excepcin, no real, la constitu
yen los elementos C3 en pensamientos que parecen incorporar
la categora A al reino del pensamiento, pero que slo son re
gistros de accin de la categora C; no hay conflicto.
Los dominios del pensamiento y de la accin estn tan
prximos, ya que la musculatura puesta en movimiento al ha
blar se relaciona con los elementos beta, que la distincin entre
ellos se hace confusa. La misma confusin surge si la intoleran
cia de la frustracin lleva a una sustitucin del pensamiento por
la accin. La omnipotencia asociada del pensamiento obstaculi
za el uso apropiado de la musculatura, del mismo modo que un
sentimiento de desamparo estimulado por una accin ineficaz

115
de los msculos a menudo es la base gentica de la omnipoten
cia: cuando uno es activo el otro est presente.
En los prrafos anteriores he dado ejemplos de asocia
dos con lo externo y con lo interno. Tienen un valor psicolgi
co por cuanto dan cuerpo a una formulacin que de otro modo
podra carecer de l, pero el lector debe buscar ms ejemplos
provenientes de su prctica. Segn el cmulo de sus experiencias
anteriores, un paciente describir objetos variados como conti
nentes, tales como su mente, el inconsciente, la nacin; otros
como contenidos, tales como su dinero, sus ideas. Los objetos
son numerosos pero no lo son las relaciones.
El individuo siempre muestra algn aspecto de su personali
dad que es estable y constante aun cuando puede resultar muy
difcil detectarlo en medio del tumulto de evidencias de inesta
bilidad, y puede que se manifieste tan slo en la regularidad
con la cual el paciente asiste a las sesiones. En su estabilidad se
encontrar el equivalente de lo que, en las descripciones 6 y 7,
he llamado establishment. Se mantendr con gran tenacidad
como la nica fuerza capaz de contener al equivalente de la
idea mesinica. A su vez, la idea mesinica es la nica fuerza
capaz de soportar las presiones del equivalente del establish
ment en lo individual. Los temores de identificacin megaloma-
naca con la idea mesinica se relacionan con una incapacidad
para "ser uno" con el Padre omnipotente. El equivalente del
establishment individual no se relaciona con el padre o la
madre, pero puede vincularse con fragmentos de ambos.
En la configuracin 9 i la decisin es sinnimo de seleccin
para incluir o excluir. Es as que el psicoanalista debe decidir
entre incluirse en diversos grupos o excluirse de ellos; incluir o
excluir determinadas asociaciones, ideas, experiencias, etctera.
El establishment del grupo debe decidir entre incluir o excluir a
ciertos individuos. La personalidad decide incluir o excluir cier
tas caractersticas o, a falta de esto, incluir o excluir la concien
cia de que existen. El desagrado por la responsabilidad de la
decisin, o la conciencia de ella, contribuye a la formulacin de
procedimientos de seleccin por medio de los cuales se hace a
sta actuar, al igual que el dogma o las leyes de la ciencia,
como un sustituto del discernimiento o como chivo expiatorio
de la culpa presente en el ejercicio abiertamente reconocido de
la responsabilidad.
Puede verse que la configuracin sobre la que he tratado de
llamar la atencin tiene una penumbra de asociaciones que con
serva una funcin esclarecedora en las circunstancias en las cua
les se la trae a colacin. A veces, la luz que irradia es distorsio
nante a causa de un exceso de importancia dada al pasado, que
carece de relevancia, y de una obstruccin del presente y futu
ro que, por desconocidos, son relevantes. Una vez reconocida la
constancia de la configuracin puede evaluarse su naturaleza y

116
puede relacionrsela con la teora psicoanaltica. A su vez,
cuando la teora requiere reajustes, puede ser reformulada.
La formulacin primitiva de 9 d., en trminos tales como
pecho y boca, pene y vagina, perteneciente a la categora C,
tiene la simplicidad de todas las formulaciones de esa categora.
Aunque las descripciones 6 y 7 aparentan una mayor compleji
dad, tambin llevan el sello de las formulaciones de la catego
ra C. Ambas parecen diferir de las configuraciones representa
das por la teora kleiniana de la interaccin entre la posicin
esquizo-paranoide y la posicin depresiva. Soy renuente a acep
tar esta escisin. La formulacin ms satisfactoria que muestra
la armona bsica se relaciona con la prctica del psicoanlisis.
La exposicin de la configuracin de continente y conteni
do ha ocupado una parte considerable de este libro. Puede, por
lo tanto, parecer sorprendente que a esta altura y con relativa
brevedad describa el que quiz sea el mecanismo ms importan
te empleado por un psicoanalista en ejercicio. No requiere tanta
descripcin y su comprensin resulta algo ms fcil. Slo por
estos motivos ocupa lo que puede parecer una parte insignifi
cante de este libro. Es una derivacin de las descripciones de
Melanie Klein de las posiciones esquizo-paranoide y depresiva, a
las que el lector debe remitirse.
He aqu expuesta en forma sumaria mi formulacin de este
asunto tal como concierne el analista en ejercicio:
El analista que se haya guiado por lo dicho en este libro, en
particular con respecto a la memoria y al deseo, debe ser capaz,
en cada sesin, de conocer el material que, por familiar que
pueda parecerle, se relaciona con lo que es desconocido tanto
para l como para el analizado. Para lograr un estado mental
anlogo a la posicin esquizo-paranoide debe resistirse cualquier
intento de aferrarse a lo que sabe. Para este estado y con el
objeto de distinguirlo de la "posicin esquizo-paranoide" que
debe reservarse para describir el estado patolgico para el cual
lo emple Melanie Klein, he acuado el trmino "paciencia".
Mi intencin es que conserve su asociacin con el sufrimiento y
con la tolerancia a la frustracin.
Debe conservarse la "paciencia", sin "un ansia exacerbada
de llegar hasta el hecho y la razn" hasta que "evolucione" una
pauta. Este estado es similar a lo que Melanie Klein ha llamado
la posicin depresiva. Para este estado utilizo el trmino "segu
ridad", cuyas asociaciones con las ideas de proteccin y de
disminucin de la ansiedad intento conservar. Considero que
ningn analista tiene derecho a creer que ha realizado el trabajo
requerido si no ha pasado por ambas fases: "paciencia" y "se
guridad". El pasaje de una a otra puede ser muy corto, como
en los estadios ltimos del anlisis, o puede ser largo. Pocos
psicoanalistas, si acaso algunos, deben creer que pueden escapar
a los sentimientos de persecucin y depresin asociados comn-

117
mente con los estados patolgicos conocidos como posiciones
esquizo-paranoide y depresiva. En resumen, a la sensacin del
logro de una interpretacin correcta le seguir por lo general y
casi inmediatamente una sensacin de depresin. Considero que
la experiencia de oscilacin entre "paciencia" y "seguridad" es
un indicio de que se est realizando un trabajo valioso.

118
XIII

PRELUDIO O SUSTITUTO DE LA REALIZACIN

Yo no tuve una ria con Dilke sino una disquisi


cin acerca de distintos temas; en mi mente se ajus
taron varias cosas, y enseguida se me hizo claro qu
cualidad interviene en la formacin de un Hombre
de Realizacin, especialmente en literatura, y que
Shakespeare posey en tan gran medida: me refiero
a la Capacidad Negativa, es decir, a la capacidad de
un hombre para estar en medio de la incertidum-i
bre, el misterio, la duda, sin un ansia exacerbada de
llegar hasta el hecho y la razn. John Keats.1

Se impone la discusin de algunos aspectos de la prctica


del psicoanlisis; los agrupo bajo la denominacin Lenguaje de
la Realizacin. La cita de Keats servir como introduccin al
campo del que nos vamos a ocupar. El lenguaje se define de
una manera vaga y general para incluir el comportamiento del
cual se dice a veces: "las acciones son ms elocuentes que las
palabras". En comparacin y en contraste con el Lenguaje de la
Realizacin, considero el lenguaje que es un sustituto de la
accin y no un preludio de ella. El Lenguaje de la Realizacin
incluye el lenguaje que es a la vez preludio para la accin y una
especie de accin l mismo; el encuentro entre el analista y el
analizado es un ejemplo de este lenguaje. Esta discusin se
centra en el problema de hacer que la atencin acte sobre las
realizaciones a las cuales se aproximan las teoras de Freud.
Toda sesin debe juzgarse por comparacin con la formula
cin de Keats a fin de prevenirse contra una falla que por lo
comn se pasa por alto y que conduce al anlisis "intermina
ble". Esta falla reside en la manera deficiente de observar y se
agrava por la incapacidad para apreciar el significado de la ob
servacin. En raras ocasiones he dejado yo de experimentar

1 "Carta a George y Thomas Keats", 21 de diciembre de 1817.

119
odio por el psicoanlisis y por su complemento, la sexualizacin
del psicoanlisis. Son parte de una "conjuncin constante". En
trminos de la categora C: el animal humano no ha dejado de
ser perseguido por su mente y por los pensamientos que suelen
asociarse con ella, cualquiera que sea su origen. Por ende no
tengo la esperanza de que ningn psicoanlisis bien hecho esca
pe al odio inseparable de la mente. Sin lugar a dudas se busca
refugio en la negligencia, en la sexualizacin, en la actuacin y
en diversos grados de estupor. La atencin del psicoanalista no
debe desviarse de las zonas de material caracterizadas sea por el
Lenguaje de Sustitucin o por el Lenguaje de la Realizacin;
debe permanecer sensible a ambos. No pretendo que la sensibi
lidad pueda lograrse fcilmente: el espacio mental de que dispo
ne el analizado y el material observado estn sujetos a tantas
transformaciones que una pretensin tal sugerira inexperiencia
de la prctica del psicoanlisis. El analizado con experiencia
encuentra en los sueos un auxilio til porque se supone, con
acierto, que los psicoanalistas desean escucharlos. Los hechos
comunes pueden ser transformados para darles expresin en
trminos sadomasoquistas o en una jerga casi psicopatolgica;
no hay lmite para las formas de transformacin. La experien
cia conduce a una extensin del campo sobre el cual opera el
Lenguaje de la Realizacin y por lo tanto a una ampliacin de
la zona en la cual puede reconocerse su actuacin. Debemos
considerar ahora la extensin del concepto de vrtices en rela
cin con los dos individuos que forman la pareja psicoanaltica.
Como se recordar, el trmino vrtice puede entenderse co
mo similar a "punto de vista", salvo en ciertas situaciones espe
ciales. Existe una especificidad psicolgica o mental anloga a
la que se asocia con la relacin entre los rganos sensoriales y
las impresiones de la misma naturaleza. Para tener en cuenta
esta especificidad es necesario dejar a un lado el trmino "punto
de vista" y reemplazarlo por otro ms abstracto como "vrti
ce". El Lenguaje de la Realizacin se refiere siempre a un vrti
ce, tanto si ste ha sido determinado (o desarrollado) como si
no. Toda vez que vamos a considerar tanto al psicoanalista
como al analizado, tendremos que abordar nuestro problema
desplazndonos del campo que se suele pensar pertenece al psi
coanlisis. Entre los estados mentales de los que se ocupa el
psicoanalista hay muchos que suelen ser coto de caza de otras
personas; por ejemplo, los ladrones, los pervertidos sexuales, los
asesinos, los chantajistas. Su mundo mental va acompaado por
un mundo de realidades externas que alimenta sus estados men
tales mediante una organizacin establecida de espionaje interna
cional y comercial, de fuerzas policiales, de organizaciones reli
giosas; uno de los grupos se complementa con el otro. Los
procesos de seleccin en la Iglesia o* en la polica son llevados a
cabo por examinadores (en el caso de delincuentes por distintos

120
tipos de tribunales de justicia). Su finalidad es separar el bien
del mal. Quin o qu debe ejercer el poder y qu voz debe
articular el Lenguaje de la Realizacin es asunto de importancia
y ha sido aceptado como tal tanto si el campo en el que se
lleva a cabo la lucha es el individuo como si se trata de conglo
merados de individuos. Los psicoanalistas aceptan que su cam
po es el individuo. La suposicin de que las inhibiciones deben
disminuirse parece estar basada en una concepcin del indivi
duo anloga a la del grupo en el que la democracia es una mala
forma de gobierno pero, sin embargo, la mejor.
El psicoanalista y el analizado tienen, ambos, un vrtice (o
vrtices) que, si se conociera, indicara la organizacin que cada
uno de ellos considera la mejor. El esquema freudiano de ello,
yo y supery sugiere una concepcin de la organizacin de la
personalidad, si bien no hay nada que indique que dicho esque
ma represente una preferencia y no una observacin.
La idea que se nutre de amor se desarrolla desde la matriz
para funcionar en el Lenguaje de la Realizacin, a partir del
cual puede transformarse en realizacin. Pero si la idea est
sujeta a la divisin puede volver a dividirse repetidas veces,
amplindose cada trozo y teniendo que dividirse de nuevo. As
uno no consigue desarrollarse sino que se divide y se multiplica
y logra un incremento de tipo canceroso no cualitativo. Parecie
ra ser un gran aumento de la ideacin, pero no lo es, porque
todas las ideas, cuando se las inspecciona, resultan ser la misma.
La matriz emocional de la cual surge esto no es la envidia y la
gratitud, sino la envidia y la codicia. La idea se divide una y
otra vez y como resultado produce una cantidad de partculas:
las "heces mentales". La envidia y la gratitud, por su lado,
estimulan un deseo de ganancia, pero capacitan al individuo
para establecer una buena relacin entre la ganancia y lo que le
ha posibilitado realizarla. El rechazo de la deuda originada en
su personalidad "predatoria" y la necesidad de continuar repu
dindola, excluyen de la actividad a otras partes de la personali
dad. La codicia del supery conduce a la usurpacin del domi
nio de la realidad (hechos cientficos) por parte del aspecto
"moral", y de las leyes "cientficas" por las leyes "morales".
El modelo para el desarrollo canceroso no es la divisin del
objeto sino de la envidia, de la cual cada "trozo" se desenvuel
ve de manera independiente con respecto a los dems. Estos
"trozos" aparecen ostensiblemente como ideas "diferentes". En
realidad son un encubrimiento: ideas-* impulsos -* UN impulso.
En este aspecto puede considerarse que las sesiones se repiten,
y su cualidad incambiable se descubrir a s misma a pesar de
los numerosos cambios de disfraz. Algunas veces se describe
este estado como una reaccin teraputica negativa cuando de
biera describrselo con ms justeza como una "proliferacin de
la envidia fragmentada". Si la envidia asumiera un aspecto de

121
objeto total podra vrsela como envidia de la personalidad
capaz de madurar y del objeto que estimula la maduracin.
Este objeto es el pecho (9) o la boca (<J). Ambos se reemplazan
uno al otro. La cualidad estimulante a su vez reemplaza al
objeto estimulante. As se inicia una serie de transformaciones,
siendo cada una sustitucin de la anterior y estando sujeta en
la divisin. La crtica de Berkeley a la matemtica de Newton
est bien fundamentada desde el punto de vista psicolgico
porque NO es la matemtica de desarrollo lo que se representa
por medio del clculo infinitesimal y de su empleo de los con
ceptos de aumentos positivos y negativos infinitamente peque
os, es decir, "los espritus de las cantidades fenecidas". Desde
el punto de vista psicolgico est ms cerca de la verdad consi
derar la formulacin newtoniana como medida de la restaura
cin de los objetos totales que como medida de desarrollo. Es
la matemtica el Lenguaje de la Realizacin o de la Restaura
cin? Lo que se requiere no es una disminucin de la inhibicin
sino del impulso para inhibir; ste es fundamentalmente envidia
de los objetos que estimulan el crecimiento. Lo que se debe
procurar es una actividad que sea a la vez la restauracin de
Dios (la Madre) y la evolucin de Dios (lo informe, lo infinito, lo
inefable, lo inexistente) y que slo puede encontrarse en el
estado en el cual NO hay memoria, ni deseo, ni entendimiento.

122
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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