Burchardt, Hans-Jürgen - Las Crisis de América Latina

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Este artculo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 267,

enero-febrero de 2017, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

La crisis actual Las transformaciones en Amrica Latina

de Amrica Latina: durante la ltima dcada tienen


varias dimensiones, que en
causas y muchos casos se contraponen.
soluciones Transformaciones antielitistas,
perspectivas inclusivas, pero
tambin mantenimiento e incluso
profundizacin de la dependencia
de los recursos naturales. El Estado
comenz a ganar nuevamente
sustancia institucional y poder de
regulacin, pero el sistema
impositivo casi no fue tocado y
se mantuvieron numerosas formas
de precariedad laboral y social.
Y no menos ambivalencias operaron
Hans-Jrgen Burchardt en el terreno de la democracia.

E l nuevo siglo comenz en Amrica Latina con un giro a la izquierda


que fij nuevos rumbos en el tratamiento de la cuestin social, la partici-
pacin poltica o los derechos de las minoras y que obtuvo reconocimiento
internacional. Estas dinmicas fueron favorecidas por Estados que se fortale-
can y un slido crecimiento econmico en un contexto de alzas en los precios
de las materias primas. Mientras la crisis financiera desatada a partir de 2007
haca sentir a Estados Unidos y Europa las consecuencias sociales del descon-
trol de los mercados, en Amrica Latina se reduca la pobreza casi a la mitad.
Estos xitos se complementaron con nuevos ideales que tenan como meta

Hans-Jrgen Burchardt: es profesor de Relaciones Internacionales e Intersociales en la Univer-


sidad de Kassel.
Palabras claves: democracia, extractivismo, giro a la izquierda, igualdad, Amrica Latina.
Nota: esta es la versin revisada y ampliada de un artculo aparecido originalmente en Aus Politik und
Zeitgeschichte (apuz) No 39/2016, Zeitenwende in Lateinamerika? [Cambio de poca en Amrica
Latina?]. Traduccin del alemn de Carlos Daz Rocca.
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La crisis actual de Amrica Latina: causas y soluciones

una mayor participacin poltica y un desarrollo sostenible. As fue como en


2010 The Economist eligi para estos aos la elogiosa denominacin de dca-
da latinoamericana1.

Pero esta poltica ha desembocado en una crisis. Junto con la baja de los pre-
cios de las materias primas, la economa se debilita, los gobiernos pierden el
apoyo de la poblacin e intentan, ante todo, salvarse a s mismos, al tiempo
que la pobreza vuelve a aumentar2. Las ltimas elecciones en Venezuela y
Argentina o la destitucin de la presidenta brasilea Dilma Rousseff no dejan
lugar a dudas: la izquierda gobernante se enfrenta, tras ms de una dcada
en el poder, a serios problemas. Es probable que haya tenido en los ltimos
15 aos la oportunidad del siglo para avanzar por el sendero del desarrollo
y alcanzar mayores niveles de independencia del mercado mundial y de las
materias primas, pero hoy esa oportunidad vuelve a alejarse y esto coloca a
la regin ante nuevos desafos.

Entrada en el siglo xxi

Las reformas (econmicas) neoliberales introducidas a partir de la dcada de


1980 haban prometido a Amrica Latina prosperidad y participacin para
todos. Pero en lugar de incentivar el crecimiento econmico y la construccin
de instituciones estatales ms slidas, solo beneficiaron a unas pocas perso-
nas como el mexicano Carlos Slim, que se convirti en uno de los ms ricos
del mundo y simultneamente arrojaron a gran parte de la poblacin a la
miseria. Al iniciarse el siglo, ms de 40% de la poblacin latinoamericana era
pobre. El neoliberalismo condujo adems a un aumento de la participacin po-
ltica, que contribuy a dos tendencias. Por un lado, se fortalecieron en toda
la regin movimientos sociales y la cuestin social volvi a la agenda polti-
ca. Por otro lado y relacionado con lo anterior, muchos grupos indgenas
se constituyeron, tras siglos de marginacin, en un movimiento poltico con
cada vez mayor influencia. Con ellos, ganaron importancia nuevos modelos
de desarrollo como, por ejemplo, el concepto de buen vivir o una relacin
distinta con la naturaleza. Estos movimientos e iniciativas de base fueron un
importante nexo para el ascenso al poder de los gobiernos social-liberales de-
mocrticos (Chile), socialdemcratas (Brasil) o autodefinidos como socialistas
(Venezuela), que comenzaron una primera fase de gobierno progresista.

1. Ver Michael Reid: So Near and Yet So Far en The Economist, 9/9/2010.
2. Segn clculos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud), entre 25 y 30
millones de latinoamericanos estn en peligro de caer bajo la lnea de pobreza. pnud: Informe
regional sobre desarrollo humano para Amrica Latina y el Caribe, pnud, Nueva York, 2016, p. 17.
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Hans-Jrgen Burchardt

Al principio, muchos de los nuevos gobiernos tuvieron que imponerse frente a


las tradicionales elites conservadoras. Este cambio no se hizo sin conflictos: re-
sulta emblemtico el intento de la oposicin
Muchos de los nuevos venezolana de dar un golpe con ayuda de las
gobiernos tuvieron que Fuerzas Armadas en 2002 contra el presiden-
te Hugo Chvez, elegido con 60% de los vo-
imponerse frente a
tos. Tambin es cierto que las medidas de los
las tradicionales elites nuevos gobiernos no fueron siempre elabora-
conservadoras n das de manera democrtica y que derribaron
alguna que otra institucin de la democracia
representativa. No obstante, las advertencias de que de este modo se abra un
nuevo flanco al autoritarismo no tenan en cuenta que esas polticas eran fre-
cuentemente necesarias para una profundizacin de la democracia. Sucede
que el retorno de Amrica Latina a la democracia a partir de fines de la dca-
da de 1970 se bas mayormente en transiciones pactadas, en las que las viejas
elites se haban reservado numerosos poderes de veto y derechos exclusivos
que obstaculizaban una real participacin de todos. Por ejemplo, hasta el
da de hoy, 10% de los ingresos del Estado chileno por la extraccin de cobre
se depositan en una cuenta de las Fuerzas Armadas que no est sujeta a nin-
gn control (parlamentario).

Si volvemos la vista a la ltima dcada del presente siglo, en esta prime-


ra fase se cumplieron ms esperanzas que temores. A pesar de los malos
augurios, las reglas centrales del gobierno democrtico fueron respetadas.
En numerosos pases se produjo, en dilogo con movimientos sociales y
organizaciones de base o impulsada por estos, una profundizacin de la
gestin democrtica compartida que complementaba la democracia repre-
sentativa liberal con elementos participativos y comunitarios. Entre las
medidas ms importantes estn una ampliacin de la participacin local
y ms autonoma municipal o regional. A eso se agregaron reformas cons-
titucionales ratificadas regularmente por consultas populares, que no solo
establecan ms elementos participativos y plebiscitarios sino que como
en Ecuador concedan a la naturaleza, adems, el estatus de sujeto de de-
recho. Esta concepcin de la naturaleza como titular de derecho abre, en
principio, la posibilidad de un cambio esencial en cuanto a la manera de
encarar socialmente las actuales crisis del medio ambiente. Muchos pases
se destacaron tambin por reformas progresistas en otros campos, como el
reconocimiento de diversidades y de los derechos de las minoras, la revi-
sin y persecucin de violaciones a los derechos humanos acaecidas en el
pasado, una poltica de drogas liberal, etc.
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La crisis actual de Amrica Latina: causas y soluciones

Estas tendencias fueron beneficiadas por una situacin favorable de los mer-
cados mundiales. La explosin de los precios de las materias primas dio el
apoyo econmico para un renacimiento del Estado desarrollista. Si bien fue-
ron pocas las expropiaciones reales, el Estado volvi a manejar con rienda
corta empresas pblicas o bien se reserv, tras nuevas negociaciones con em-
presas extractivas transnacionales, una mayor participacin en las ganan-
cias derivadas de las materias primas. En vista de la evolucin de los precios
internacionales y la alta demanda de materias primas latinoamericanas,
muchos inversores (inter)nacionales consideraron que estas exigencias eran
absolutamente tolerables. As fue como las arcas de los gobiernos se llenaron
de manera inesperadamente veloz y esto favoreci la expansin de la infraes-
tructura estatal. De este modo, el Estado comenz a ganar nuevamente sus-
tancia institucional y poder de regulacin. Esto sent los fundamentos para
una importante innovacin en la regin: mientras que en muchos otros pases
por ejemplo, el sur de Europa la situacin social empeoraba, la mayora de
los gobiernos de centroizquierda de Amrica Latina iniciaban una poltica
social expansiva e introducan numerosos estndares nuevos en el mercado
laboral fuertemente desregulado. La combinacin de desarrollo social sos-
tenido por las exportaciones de materias primas sigui las particularidades
de cada pas. Pero hacia fines de la ltima dcada se impuso en la regin un
modelo de desarrollo en el que un Estado fortalecido captaba los ingresos
adicionales por exportacin de materias primas, encaraba efectivamente la
cuestin social como agente de desarrollo y era legitimado una y otra vez
mediante promesas de modernizacin y elecciones democrticas. Este mo-
delo ha ingresado en los debates polticos y cientficos bajo la etiqueta de
neoextractivismo3.

Unos pocos ndices bastan para mostrar el xito inicial de esta estrategia: en
medio de un fuerte crecimiento de la economa, la desocupacin cay a un
mnimo histrico, la participacin regional del gasto social en el pib aument
a ms de 20%, al tiempo que crecan los salarios mnimos y los salarios reales.
Las llamadas transferencias monetarias condicionadas (tmc), como el progra-
ma brasileo Bolsa Famlia, prevean ingresos suplementarios otorgados a
cambio del cumplimiento de contraprestaciones tales como enviar a los hijos
a la escuela o cumplir con obligaciones sanitarias preventivas y recibieron
elogios a escala internacional, a punto tal de ser consideradas ejemplares por

3. Sobre el anlisis y las tendencias actuales de este neoextractivismo, v. H.J. Burchardt, Rafael
Domnguez, Carlos Larrea y Stefan Peters (eds.): Nada dura para siempre. Neo-extractivismo tras
el boom de las materias primas, uasb / icdd, Quito, 2016, disponible en < http://censat.org/es/analisis/
nada-dura-para-siempre-neo-extractivismo-tras-el-boom-de-las-materias-primas>.
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su eficiencia. La imposicin de nuevas formas tarifarias para empleadas do-


msticas y servicios de cuidados, como en Uruguay, se convirti en un ejemplo
a replicar. Con estas polticas se logr reducir la pobreza casi a la mitad. Hubo
una gran movilidad social ascendente, las clases
Fue un importante medias se ampliaron de forma ostensible e incluso
logro darles a los se redujeron discretamente las desigualdades so-
ciales4. Fue un importante logro darles a los pobres
pobres no solo pan
no solo pan sino tambin voz y dignidad, lo que
sino tambin voz los anim por primera vez a decidir su destino.
y dignidad n Mientras la crisis financiera global sacuda a los
pases industrializados, Amrica Latina viva un
milagro econmico. No pocos cientficos y organizaciones internacionales
que durante dcadas pronosticaron, usando la denominacin maldicin
de los recursos, el fracaso de un desarrollo basado en las materias primas,
ya que este produca sobre todo dependencia, autoritarismo, conflictos y
corrupcin, destacaban ahora los potenciales de este neoextractivismo
democrtico.

De la fiesta a la resaca

Este xito implic tambin nuevas responsabilidades. La economa iba viento


en popa, las arcas del Estado rebosaban, el Estado usaba de mltiples mane-
ras su nuevo potencial transformador, y frecuentemente con inteligencia, la
problemtica social comenzaba a aliviarse sensiblemente y la mayora de la po-
blacin estaba ampliamente satisfecha, tal como una y otra vez lo demostraba
en las elecciones. Probablemente no hubiera en toda Amrica Latina, des-
de la independencia, un mejor momento para reformas estructurales, para
eliminar las dos pesadas herencias que impedan el crecimiento: en primer
lugar, para la supresin de las extremas desigualdades sociales mediante po-
lticas sociales innovadoras, relaciones laborales reguladas y redistribucin
democrtica, y en segundo lugar, para una reduccin de la dependencia de
las materias primas a travs de estrategias de diversificacin y aumento de la
productividad, lo cual termina, en el mediano plazo, en un desarrollo soste-
nible y en la proteccin de los recursos naturales.

Pero el xito tambin seduca. La economa y la poltica ampliaron los sec-


tores de materias primas. La expansin de los cultivos de soja y la minera

4. Comisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe (Cepal): Panorama social de Amrica Latina
y el Caribe 2015, Naciones Unidas, Santiago de Chile, 2016.
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La crisis actual de Amrica Latina: causas y soluciones

en Argentina y Brasil muestra que incluso economas relativamente desarro-


lladas apostaban cada vez ms a la nueva tendencia de exportar materias
primas. Muchos de los nuevos gobiernos anunciaron que queran usar el
neoextractivismo solo como vehculo para llegar a una estructura econ-
mica ms productiva y diversificada. Sin embargo, casi todos los programas
y medidas aplicados a tal fin fracasaron rotundamente. Hoy, la regin tiene
una dependencia de las exportaciones de materias primas mayor que a fines
del siglo xx.

Esto tuvo sus consecuencias en el Estado y la poltica: gracias a los elevados


ingresos provenientes de las materias primas, ya no era necesario zanjar los
conflictos de intereses a travs de procedimientos democrticos ni solucio-
narlos con negociaciones, sino que se los apacigu mediante transferencias
de recursos. Los sectores conflictivos fueron comprados y cooptados. Las
sociedades latinoamericanas mutaron hacia sociedades-botn en las que,
si bien el Estado conceda al principio participacin a casi todos en la ex-
plotacin de la naturaleza, el nuevo nexo no se basaba en el consenso y
la cohesin social. De este modo, se mencionan a continuacin los puntos
principales que explican la actual crisis.

Durante la fase del boom no se implementaron medidas profundas de(re)distri-


bucin. Elsistema impositivocasi no fue tocado. La presin impositiva regio-
nal es apenas la mitad de la de Europa; los impuestos tienen, en su mayora,
una fuerte dependencia de la coyuntura o son, como en el caso del impuesto
al valor agregado (iva), regresivos y resultan, por ende, ms gravosos para
la poblacin de menores recursos. Por el contrario, para la elite econmica
Amrica Latina sigue siendo un oasis impositivo: los gravmenes sobre el pa-
trimonio han seguido disminuyendo y alcanzaron en 2013 el 3,5% del total de
ingresos fiscales5.Los efectos redistributivos dependientes de los impuestos es-
tn a escala regional por debajo de 10% (en Alemania, aproximadamente 40%).
Algunas reformas impositivas, como las de Argentina o Ecuador, quedaron
en agua de borrajas o fracasaron.

Si bien se mejoraron significativamente las prestaciones sociales, no sucedi


lo mismo con su grado de cobertura. Los que ms se beneficiaron con ellas
fueron los empleados pblicos o los trabajadores formales, o sea, solo la mi-
tad de las personas en condiciones de trabajar; el 20% ms pobre de la regin

5. Cepal: Estudio econmico de Amrica Latina y el Caribe 2016: La Agenda 2030 para el Desarrollo Sos-
tenible y los desafos del financiamiento para el desarrollo, Naciones Unidas, Santiago de Chile, 2016.
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recibe actualmente apenas 10% de todas las transferencias sociales. La ex-


pansin de lossistemas sociales excluyentes orientados mayormente segn
el modelo de Bismarck profundizaron las brechas sociales en lugar de redu-
cirlas. Las transferencias condicionadas, con
Las transferencias una participacin en las erogaciones de 0,4%
condicionadas solo del pib en el caso de Brasil, solo pudieron ac-
tuar como compensaciones limitadas. De to-
pudieron actuar
dos modos, es ms dramtico el hecho de que
como compensaciones muchas de estas transferencias tampoco ha-
limitadas n yan sido establecidas como derechos sociales
en la fase de crecimiento, con lo que podran
ser anuladas en cualquier momento. A pesar de los numerosos esfuerzos,
tampoco se ha logrado reducir significativamente el trabajo informal. Los
mercados laborales y las estructuras productivas siguen estando altamente
precarizados, de modo que hoy en da casi 50% de las personas en condicio-
nes de trabajar concretamente, 120 millones de jvenes y frecuentemente
mujeres trabajan manteniendo una relacin laboral precaria tanto desde el
punto de vista contractual como social, tienen ingresos relativamente bajos y
generan 10% del pib regional6.De ese modo se explica la productividad par-
ticularmente baja de Amrica Latina, que tampoco aument durante el boom.
La explotacin de materias primas no necesita una elevada cualificacin la-
boral de grandes masas de trabajadores. Las elites, pero tambin importantes
sectores de las clases medias, sacan gran provecho del trabajo informal, que
les permite, por ejemplo, beneficiarse del trabajo domstico y de cuidados en
forma barata y sin complicaciones. Es por estas constelaciones que, a pesar de
haber suficientes recursos del Estado en la regin, no se ha logrado crear un
sistema deservicios pblicosde alta calidad y accesible para las mayoras que
abarque, adems de la tutela de nios y los cuidados ambulatorios, la educa-
cin y la salud, como tambin la infraestructura general, como el transporte
urbano, la seguridad civil y pblica, etc.

El cambio social de las ltimas dos dcadas en Amrica Latina queda evi-
denciado con toda claridad en el hecho de que todos los estratos sociales
involucrados vivieron por igual una movilidad ascendente sin que se mo-
dificara la constelacin interna: las elites econmicas pudieron mantener su
patrimonio e incluso aumentarlo; a comienzos de esta dcada, la cantidad
de millonarios latinoamericanos se increment aproximadamente un 5%.

6. Organizacin Internacional del Trabajo (oit): Panorama laboral 2015. Amrica Latina y el Caribe,
oit, Oficina Regional para Amrica Latina y el Caribe, Lima, 2015.
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La crisis actual de Amrica Latina: causas y soluciones

Las clases medias se ampliaron y algunas medidas complementarias finan-


cian en menor medida a las clases bajas7.

Menor atencin se prest al ascenso del ascensorista: el Estado. La ampliacin


democrtica se le fue volviendo paulatinamente una molestia: por un lado,
un desarrollo basado en las exportaciones de materias primas suele requerir una
administracin central con margen de accin y que, en trminos de manejo de
recursos, dependa de manera limitada de la legitimacin de la sociedad; pero
esto, como se sabe, favorece en gran medida el clientelismo y la corrupcin. Las
exigencias o los controles democrticos son, entonces, molestos. Por otro lado,
los daos al medio ambiente que surgen del saqueo de recursos naturales han
provocado protestas locales cada vez mayores que han logrado, merced a los
nuevos derechos y las nuevas autonomas democrticas, impedir la extraccin
de materias primas y poner en peligro los ingresos del Estado. Muchos go-
biernos reaccionaron con una represin cada vez mayor: limitaron derechos
ya concedidos (por ejemplo, derechos constitucionales de los indgenas a la
autodeterminacin) o los anularon por completo, rescindieron compromisos
asumidos con movimientos sociales o criminalizaron a estos ltimos. Adems,
hicieron las paces con viejas elites e incluso formaron nuevas alianzas.

Pero los ascensores no solamente viajan hacia arriba. Cuando, junto con el
desmoronamiento de los precios de las materias primas que se dio a partir de
2013, se anunciaba una cada al vaco y las redes de suministro comenzaban a
romperse, muchos gobiernos de centroizquierda perdieron algunos decisivos
aliados y sectores de sus bases. Adems, tuvieron que aprender que las oli-
garquas econmicas tradicionales solo estn dispuestas a formar coaliciones
si pueden permanecer junto a sus pares. El de Brasil no fue el primer caso
en que se aplic el golpe suave, o sea, la toma del poder de las viejas eli-
tes mediante un veloz derrocamiento de los titulares del gobierno, mien-
tras se mantienen en apariencia los derechos constitucionales. Ya haba
sido probado con xito en Honduras en 2009 y en Paraguay en 2012. Una
de las cosas que evidencia esta poltica es la funesta alianza de las elites
conservadoras con consorcios de medios privados fuertemente monopo-
lizados de Amrica Latina, que prcticamente no permiten la diversidad
de opiniones. Adems, es sorprendente cmo la comunidad internacional,
siempre comprometida con la democracia, da por lo menos su aprobacin
a estos golpes de Estado legales.

7. Capgemini: World Wealth Report 2016, 2016; Cepal: Panorama social de Amrica Latina y el
Caribe 2015, cit.
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Lecciones para el futuro

Actualmente hay tres interpretaciones de la transformacin reciente en la


regin: por un lado, se da la bienvenida a los nuevos gobiernos conservado-
res, ya que por fin terminarn con el tutelaje, el clientelismo y la corrupcin
y volvern a dotar de eficiencia a la economa. Pero quien observe los pro-
gramas carentes de ideas de numerosos partidos conservadores, particular-
mente el de los 24 viejos oligarcas blancos que destituyeron a mediados de
2016 al gobierno brasileo, se da cuenta claramente de que no es una nueva
poltica la que est accediendo al poder, sino que solo se est operando un
cambio de elites polticas. As, no asombra casi a nadie que los nuevos go-
biernos conservadores apliquen la misma solucin a la crisis que los gobier-
nos progresistas que an estn en el poder: una drstica profundizacin de
la explotacin de los recursos naturales.

Por otro lado, se lamenta el distanciamiento entre gobiernos y movimien-


tos sociales, mientras que estos ltimos se transforman una vez ms en
los prximos portadores de esperanza. Si bien no caben dudas de que la
participacin social de los sectores menos favorecidos ha mejorado cla-
ramente, estos no entregarn dcilmente sus derechos sociales, lo cual
puede poner en marcha nuevas dinmicas polticas. Pero es imposible
precisar qu destino tendr este viaje. Esperar al prximo salvador exime,
mientras tanto, de compromiso propio y de posicionamiento poltico; es,
ante todo, cmodo y una expresin de pereza intelectual. En lugar de ello,
debera reflexionarse abiertamente sobre las experiencias acumuladas y
sobre lo que es decisivo para todo movimiento social: cmo resolver el
dilema de mantener apertura, dinmica y creatividad, pero tambin tener
un continuo impacto poltico evitando la parlisis por la cooptacin y la
institucionalizacin. Adems, debe discutirse cmo armonizar mejor una
poltica de Estado fuerte con estructuras democrticas de base y movi-
mientos sociales.

En tercer lugar, se argumenta que, con las medidas correctas, se sigue po-
sibilitando un proyecto de justicia social. En realidad, el debate sobre si las
polticas reformistas o las radicales son ms aptas para resolver la cuestin
social acompaa a los gobiernos progresistas desde sus inicios. No toma en
cuenta que, desde una mirada actual, la supresin de las desigualdades so-
ciales ha fracasado, independientemente de los diferentes estilos polticos.
O sea, un Chvez que polarizaba logr, a fin de cuentas, tan poco como el
moderado Luiz Incio Lula da Silva.
123 Tema Central
La crisis actual de Amrica Latina: causas y soluciones

En vez de lamentarse por las oportunidades desaprovechadas o de revitali-


zar las ideas fracasadas ignorando la historia (el neoliberalismo, por ejemplo,
es siempre una estrategia de redistribucin invertida de los de abajo hacia
los de arriba y no una estrategia econmica), deben mencionarse de forma
realista los errores ms importantes de los ltimos 20 aos y se los debe con-
siderar como tarea para los prximos 20 aos:

- Los gobiernos progresistas han omitido casi por completo llevar adelante
durante el boom de las materias primas una activa poltica internacional de regu-
lacin de estos mercados que sea favorable para ellos mismos. Amrica Latina
ha ganado indudablemente independencia poltica y pases como Brasil han
ayudado a fortalecer la influencia de la regin en organizaciones internacio-
nales como el Fondo Monetario Internacional (fmi) o el Banco Mundial. Sin
embargo, nunca se atac polticamente ese taln de Aquiles que es la depen-
dencia de las materias primas. No obstante, Venezuela, con la revalorizacin
de la Organizacin de Pases Exportadores de Petrleo (opep), ha dado una
clara muestra de que en este tema hay margen de accin poltica. Gracias a
la importancia estratgica que la regin tiene y tendr para el suministro de
materias primas, pueden pensarse aqu formas de regulacin enteramente
cooperativas que hagan disminuir la dependencia de los precios voltiles y
que tomen en cuenta tambin requisitos de sostenibilidad.

Esto est estrechamente relacionado con una cooperacin regional ms intensa.


De lo que se trata no es del prximo gran tratado regional, que a la larga se
demostrar ineficaz, sino de iniciativas que ayuden a construir y fortalecer
estructuras y confianza. La idea de un banco de desarrollo regional propio,
como el Banco del Sur, o de una emisora de noticias independiente, como Te-
lesur, que rompa los monopolios mediticos locales, est yendo, en tal sentido,
definitivamente por la senda correcta. Sin embargo, seguirn sin obtener re-
sultados slidos mientras sean financiadas con petrodlares y diplomacia de
cheques por unos pocos pases y se destaquen
por la instrumentalizacin poltica y la ideolo- Hasta ahora ha faltado
gizacin, lo que les impide convertirse en pro- frecuentemente el
yectos regionales plenos.
coraje poltico para
- Es necesario amortiguar la desigualdad social emprender reformas
no solo combatiendo la pobreza sino reducin- estructurales n
dola de manera sostenida. El problema y sus
soluciones son ya conocidos, pero hasta ahora ha faltado frecuentemente el
coraje poltico para emprender reformas estructurales. Una solucin ptima
Nueva Sociedad 267 124
Hans-Jrgen Burchardt

para el subcontinente que expresa una de las ms desiguales distribuciones


de tierras siguen siendo las reformas agrarias. La poltica renuncia a ellas por
la alta conflictividad ligada a su implementacin: sacuden de modo radical
las fuertes y tradicionales relaciones de poder. Esto concierne no solo a los te-
rratenientes y latifundistas privados sino tambin a la propiedad pblica, tal
como lo muestra la agricultura estatal cubana, que muestra una baja produc-
tividad debido al estancamiento de las reformas agrarias y es en gran parte
responsable de la debilidad econmica de la isla.

Las reformas tributarias redistributivas tambin tienen un rol central y de-


beran aliviar a quienes menos ganan y gravar los ingresos y patrimonios
ms elevados. Aqu no se trata de cuestiones tcnicas sobre implementacin e
imposicin. Lo importante es ms bien crear legitimidad impositiva, o sea,
reducir el rechazo de importantes sectores de la sociedad (e incluso del sector
trabajador) al pago de impuestos. Esto no se logra solo con leyes o burocracias
eficientes, sino con un Estado que ofrezca bienes pblicos de calidad y de am-
plio acceso, que aumenten la calidad de vida y las perspectivas de futuro de
los contribuyentes y sus familias. Esto incluye reformas sociales que apunten
a sistemas sociales universales que garanticen, en lugar de un asistencialismo
temporal, derechos sociales que puedan ser demandados y, en lugar de unas
pocas prestaciones para pocos, una amplia cobertura de servicios para todos.
Procesos como el del Obamacare en eeuu o el fracaso de la seguridad social
en Venezuela en un momento en el que el gobierno tena impresionantes ma-
yoras en el Parlamento muestran a las claras que las reformas sociales son
siempre terreno de luchas. No obstante, son precisamente estas batallas las
que valen la pena, ya que son las que delinean los rasgos futuros de una
sociedad. Ejemplos como la Renta Dignidad la pensin mnima universal
boliviana a la vejez prueban que tambin se pueden lograr xitos. Otros
servicios pblicos que deben ser especialmente protegidos son las institucio-
nes asistenciales y educativas como los centros preescolares, las escuelas o el
cuidado de ancianos. El Estado puede perfectamente ofrecer en estas reas
servicios de calidad, lo cual queda demostrado, por ejemplo, por el espectro
de universidades pblicas brasileas, que tiene tambin gran aceptacin por
parte de las clases medias y altas. De lo que se trata ahora es de llevar estos
xitos al mbito escolar y preescolar8.

8. Pueden encontrarse sugerencias sobre cmo disear una reforma educativa para reducir signi-
ficativamente las desigualdades sociales en el instructivo artculo de Stefan Peters: Es posible
avanzar hacia la igualdad en la educacin? El dilema de las polticas educativas de la izquierda
en Amrica Latina en Nueva Sociedad No 239, 5-6/2012, disponible en <www.nuso.org>.
125 Tema Central
La crisis actual de Amrica Latina: causas y soluciones

Mientras los gastos de los servicios de cuidados y educativos continen a


cargo del individuo, muchas familias seguirn apostando a la privatizacin,
eludiendo impuestos y recurriendo al trabajo informal. El trabajo domstico,
poco regulado y mal pago, es actualmente uno de los puntos de apoyo ms
importantes de las clases medias latinoamericanas, tal como probablemente
podr comprobar la mayora de los lectores de este artculo por experiencia
propia. Sin embargo, el trabajo informal no es solamente una ventaja para las
familias de mejor posicin, sino que tiene efectos econmicos desastrosos:
estos trabajos, mayormente poco calificados, son la principal traba para el
aumento de la productividad, con lo cual bloquean todo desarrollo que no
sea debido a la explotacin y exportacin de materias primas. Es por este mo-
tivo que durante el ltimo boom de Amrica Latina no se logr un aumento
sensible de la productividad laboral o de la participacin de la masa salarial
en el pib (expresin de la creacin de valor por el trabajo)9. Algunos xitos en
la disminucin del trabajo informal, como los registrados en Ecuador o Ar-
gentina, si bien son esperanzadores,
no pasan de ser apenas un comienzo. La poltica (progresista)
Dejan en claro que la informalidad no debera tener como objetivo
es como muchos creen el resultado
central reducir a la mitad,
de un exceso o un defecto de regula-
cin, o de una integracin asimtrica en un plazo de diez aos,
en las cadenas de valor globales, sino el trabajo informal n
que es siempre, y ante todo, la expre-
sin de una poltica activa o de una (in)accin deliberada10. Por tal motivo, la
poltica (progresista) debera tener como objetivo central reducir a la mitad,
en un plazo de diez aos, el trabajo informal, que afecta actualmente a casi 50%
de los trabajadores de la regin.

Todo esto se sabe hace tiempo. Posiblemente podran llenarse bibliotecas en-
teras con las publicaciones referidas a cada una de las demandas de reforma.
De forma complementaria, ha habido como en los ltimos diez aos con-
tinuamente intentos polticos de reducir los bloqueos al desarrollo de Am-
rica Latina. A pesar de conocer todo esto, de la voluntad existente y de los

9. Segn datos de la oit, la productividad laboral en Amrica Latina de la ltima dcada se ha


mantenido casi sin modificaciones en la mitad del promedio mundial y la participacin de la
masa salarial en el pib ha incluso disminuido en los ltimos diez aos. oit: Panorama laboral 2013.
Amrica Latina y el Caribe, oit, Lima, 2013; oit y Cepal: Coyuntura laboral en Amrica Latina y el
Caribe. Avances y desafos en la mediacin del trabajo decente, Cepal / oit, Santiago de Chile, 2012.
10. Nico Weinmann: Los ciclos de la poltica del trabajo formal e informal en Amrica Latina, en H.J.
Burchardt y Fernando Groisman (eds.): Desprotegidos y desiguales. Hacia una nueva fisonoma so-
cial?, Prometeo, Buenos Aires, 2014.
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innumerables esfuerzos, las desigualdades sociales en la regin evidencian


una fuerte inercia. Teniendo en cuenta esto ltimo, ya casi no quedan dudas
de que tambin la prxima generacin de recetas econmicas occidentales y
recomendaciones tecnocrticas est condenada desde ahora mismo al fraca-
so. La izquierda de Amrica Latina debera, pues, hacer una pausa y reflexio-
nar con espritu crtico sobre las experiencias de la ltima dcada.

- Por lo antes dicho, debe emprenderse finalmente un debate a fondo sobre


cul es la cultura poltica imperante en la regin que dificulta de forma tan des-
gastante el cambio social. Los primeros indicios no son difciles de hallar: los
estratos sociales ms influyentes y con ma-
Debe emprenderse yor poder de decisin se las han arreglado
un debate sobre cul muy bien con las desigualdades sociales y,
es la cultura poltica para ellos, cambio es sinnimo, por lo gene-
ral, de desmejora. Esto es aplicable no solo
imperante que dificulta
a la elite econmica sino tambin a las clases
de forma tan desgastante medias: 20% de la poblacin activa, que pro-
el cambio social n duce 40% del pib regional y que accede a ex-
celentes servicios sociales y econmicos, no
necesita al 50% de los trabajadores precarizados o informales, que tienen una
escasa participacin de 10% del pib, para su bienestar y prosperidad, y los
emplean solo para vivir an ms cmodamente11.

Por ese motivo, para muchos la cohesin social no es un ideal que prometa
una mejora, tal como lo experiment dolorosamente Colombia hace poco
tiempo. Gracias a sus lazos familiares, su formacin escolar o sus cuentas
en el exterior, estos estratos sociales privilegiados se orientan, en cuanto
a hbitos y cultura, mucho ms hacia el exterior; en tiempos de crisis, las
soluciones no se buscan en el propio pas. As, el inters en aumentar la
productividad o desarrollar el mercado interno es limitado, incluso si esto
pudiera significar un alto rdito econmico a largo plazo. Por tanto, el Es-
tado es visto no por codicia sino de modo estrictamente racional como
botn y no como administrador de asuntos pblicos. Lo perverso de esta
prctica social y esta cultura poltica reside en que no se problematizan
pblicamente, pero son compartidas y vividas por actores que son impor-
tantes portadores de reformas.

11. Cepal: Cambio estructural para la igualdad. Una visin integrada del desarrollo, Naciones Unidas,
Santiago de Chile, 2012.
127 Tema Central
La crisis actual de Amrica Latina: causas y soluciones

Amrica Latina solo tendr la posibilidad de lograr alguna vez estabilidad


econmica y viabilidad social y ecolgica si se encara y tematiza intensa-
mente este punto ciego. En otras palabras: se debe persuadir a importantes
actores, sobre una base tanto argumentativa como emprica, de que el futuro
sucede, en primer lugar, en el propio pas y en la propia regin. Se trata, nada
menos, que de crear identidades propias ms all de un nacionalismo retr-
grado y de fomentar el desarrollo endgeno. Por cierto, modificar perspectivas
y costumbres sociales apreciadas es siempre difcil y lleva tiempo. Sin em-
bargo, por un lado, Amrica Latina tiene buenos motivos para confiar en s
misma: su diversidad cultural y biolgica es nica. Tambin desde el punto
de vista intelectual y poltico el subcontinente ha inspirado siempre a eeuu y
a Europa. As es que, en las dos ltimas dcadas, probadas ideas sobre nue-
vas formas de participacin poltica y social, sobre manejo de la naturaleza
e incluso la cosmovisin indgena del buen vivir han suscitado gran inte-
rs en todo el mundo. Por otro lado, la poltica progresista puede marcar el
camino a seguir, por ejemplo, a travs de bienes pblicos de alta calidad que
transformen lo propio en lo colectivo y en un valor cultural. All donde los
espacios pblicos ofrecen seguridad, las clases medias y bajas, que sufren la
delincuencia en la va pblica, perciben una sensible mejora de su calidad de
vida. Debe mostrarse que este plus de buen vivir puede lograrse no con un
plus de represin, sino mediante un plus de movilidad y cohesin social. Es
fcil entonces justificar el paso siguiente para una mayor seguridad a tra-
vs de la reduccin de las desigualdades sociales. Las tendencias globales
dan sustento a estas argumentaciones: economistas de amplia repercusin
como Thomas Piketty e instituciones ajenas a toda ideologa de izquierda
como el fmi pregonan hoy que las desigualdades sociales extremas socavan
el estndar de vida occidental, importante referencia para las clases medias
y altas de Amrica Latina. Dicho de otro modo: la desigualdad social ha
sido hasta ahora irrelevante, y ms bien un problema tico, pero maana
puede convertirse en un polvorn. La reduccin de la desigualdad se con-
vierte entonces en un factor limitador que genera daos funcionales para la
economa y la sociedad y, por lo tanto, adquiere una nueva racionalidad y
cualidad atractiva para muchos de los que hasta ahora la haban ignorado o
incluso haban sacado provecho de ella.

En la medida en que la izquierda entienda su crisis como oportunidad de


renovacin de s misma y de sus ideas del desarrollo, podr crear las respues-
tas adecuadas para sacar a Amrica Latina de su crisis actual. Esto, siempre y
cuando la izquierda tenga en cuenta el potencial de su gente, de su regin
y de s misma. A la cada de los precios de las materias primas, pronto le
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seguir una nueva recuperacin. Hasta que eso llegue, deber impulsarse un
debate serio que seale abiertamente no solo los xitos obtenidos hasta hoy,
sino tambin todos los errores, que saque enseanzas de ello y genere as
una amplia legitimidad para una nueva promesa de futuro. Es preciso decir
claramente que el intento de solucionar la problemtica social a costa de
la naturaleza conduce a una crisis. Que una senda de desarrollo centrada
en las materias primas no solamente conlleva una extrema dependencia del
extranjero e inestabilidad econmica, sino que tambin pone en peligro la
participacin poltica y el medio ambiente. El principal desafo es, entonces,
encarar las reformas estructurales hasta ahora retrasadas y reducir lentamen-
te la desigualdad social; este es el requisito para cualquier estrategia de di-
versificacin que pretenda disminuir la dependencia de las materias primas.
Esta poltica incumbe no solo a la regin sino a todos nosotros; en su calidad
de relevante proveedor de materias primas, Amrica Latina seguir teniendo
un papel destacado en la tarea central de nuestro siglo: conciliar cohesin
social con sostenibilidad ambiental. Esta responsabilidad puede ser asumi-
da de maneras diferentes, pero Amrica Latina ha dado siempre respuestas
creativas en tiempos de crisis. Es hora de que la regin tome conciencia de s
misma. 500 aos despus del descubrimiento, ha llegado el momento de
que Amrica Latina se encuentre a s misma y se redefina una vez ms.

Estudios Internacionales
Septiembre-Diciembre de 2016 Santiago de Chile No 185

Jos Morand Lavn, Presentacin Edicin Especial conmemorativa por el 50 Aniversario


del iei. Claudio Vliz, Introduccin: El Instituto de Estudios Internacionales de la Universi-
dad de Chile. ARTCULOS: Fernando Lolas, Biotica global y el problema del medio am-
biente. Felipe Morand, A casi cuatro dcadas del Consenso de Washington cul es su
legado en Amrica Latina? Mara Teresa Infante, Las fronteras desde la perspectiva del De-
recho Internacional. Joaqun Fermandois, Entre la geografa y el mundo: Amrica Latina ante
el sistema global. Federico Merke y Diego Reynoso, Dimensiones de poltica exterior en
Amrica Latina segn juicio de expertos. Roberto Arancibia, Los procesos de paz en Amri-
ca Latina: El Salvador y Honduras, un estudio de caso. Carolina Stefoni, Fernanda Stang y
Andrea Riedemann, Educacin e interculturalidad en Chile: un marco para el anlisis. OPI-
NIN: Daniel Aguirre, La gobernanza global de Internet y sus alcances para Chile. DOCU-
MENTOS: Mesa Redonda: Chile, trayectoria y proyeccin en el Asia Pacfico, Pedro Reus,
Alicia Frohmann, Diego Velasco y Fanor Larran.

Estudios Internacionales es una publicacin del Instituto de Estudios Internacionales de la Univer-


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