Manual de Intervencion Comunitaria PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 258

Manual de intervencin comunitaria en barrios

Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable


Hagamos de nuestro barrio
un lugar habitable
Manual de intervencin
comunitaria en barrios
Josep Buades Fuster y Carlos Gimnez Romero
(Coordinadores)
2 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Josep Buades Fuster y


Carlos Gimnez Romero
(Coordinadores)

Rubn Torregrosa Sarrin


Joaqun Eguren Rodrguez
Marco Marchioni
Luz M Morin Ramrez
Jos lamo Candelaria
Isidro Maya Jariego
Daniel Holgado
Ignacio Ramos
Francisco Jos Santolaya
Roco Garrido Muoz de Arenillas
Violeta Luque-Ribelles
Manuel Garca-Ramrez
Pilar Domnguez Castillo
Armando Macas
M ngeles Serrano
Bernat Or
Ramon Sanahuja i Vlez
Marif Caldern Paz
Cristina Velsquez Traipe
Rafael Besoli Minguella
Carolina Astudillo Beals
Mercedes Jabardo Velasco
ngeles Carnacea Cruz
Graciela Malgesini Rey
ISBN: 978-84-15731-85-6

SEPTIEMBRE 2013
D.L.: V-2258-2003
Manual de intervencin comunitaria en barrios 3

Hagamos de nuestro barrio


un lugar habitable
Manual de intervencin

comunitaria en barrios
4 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

NDICE
Manual de intervencin comunitaria en barrios 5

INTRODUCCIN: DINAMIZAR LA PARTICIPACIN CIUDADANA EN LOS 12


BARRIOS DENTRO DE UN CONTEXTO DE CRISIS

1 Por qu un manual de intervencin comunitaria en barrios 13


2 La mirada de CeiMigra sobre la crisis econmica y su impacto 13
2.1 El impacto de la crisis 13
2.2 Recursos y redes de proteccin frente a la crisis 15
2.3 Reacciones ante la insuficiencia de recursos 16
3 Cuando la pobreza caracteriza a todo el entorno en el que se vive 16
4 Miradas de CeiMigra sobre un entorno concreto: La Coma, barrio 20
singular y diverso
4.1 Historia de un barrio estigmatizado 21
4.2 Composicin social y cultural del barrio 23
4.3 mbitos y dinmicas de participacin ciudadana 26
4.4 Convivir y participar en tiempos de crisis 29
5 Apostar por la intervencin comunitaria en barrios 31

I PARTE: LA CONVIVENCIA INTERCULTURAL ENTRE PERSONAS Y


GRUPOS DE POBLACIN EN EL MBITO LOCAL DESDE EL
ENFOQUE COMUNITARIO

CAPTULO PRIMERO: PROMOVIENDO LA CONVIVENCIA CIUDADANA 36


INTERCULTURAL EN BARRIOS DE ALTA DIVERSIDAD.
IDEAS Y EXPERIENCIAS PARA UNA PRAXIS
COMUNITARIA
1 Introduccin 37
2 Bloque I: Espacios, situaciones y procesos (categoras 1 a 3) 39
2.1 Espacios 39
2.2 Situaciones 40
2.3 Procesos 41
3 Bloque II: Convivencia (categoras 4 a 12) 41
3.1 Convivencia, coexistencia, hostilidad 41
3.2 Las dimensiones de la convivencia (categoras 5 a 13) 42
4 Bloque III: Ciudadana (Categoras 13 a 17) 43
4.1 Hacia la nueva ciudadana 43
4.2 Las dimensiones de la ciudadana (categoras 14 a 17) 45
5 Bloque IV: Interculturalismo (categoras 18 a 20) 48
5.1 El valor aadido del enfoque intercultural frente al multiculturalismo: 48
su concrecin en los espacios locales

Anexo I: El enfoque de la convivencia ciudadana intercultural 51


Anexo II: indicadores cualitativos de convivencia, coexistencia y 53
hostilidad
Tabla 1: indicadores cualitativos de convivencia 53
Tabla 2: indicadores cualitativos de coexistencia 54
Tabla 3: indicadores cualitativos de hostilidad 55
Bibliografa 56
6 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

CAPTULO SEGUNDO: METODOLOGA DE LA INTERVENCIN 58


COMUNITARIA. LOS PROCESOS COMUNITARIOS

Premisa
1 Finalidades de la Intervencin Comunitaria 59
2 Qu se entiende por comunitario 59
3 Los protagonistas 60
3.1 La implicacin de los tres Protagonistas en el proceso comunitario 61
4 La participacin 62
4.1 La Teora de los tres crculos 63
4.2 Participacin versus organizacin 64
5 Proceso dialctico y dinmico 65
5.1 La dimensin de proceso 66
5.2 Partir de lo existente 66
5.3 Cada comunidad realizar su propio itinerario 66
6. Comunidad 67
6.1 Recursos comunitarios 68
7 El equipo comunitario 68
8 La metodologa comunitaria 68
8.1 Elementos metodolgicos 70
8.2 Los Espacios y los Encuentros Comunitarios 72

CAPTULO TERCERO: DINMICAS QUE PERMITEN EL TRNSITO ENTRE 74


DISTINTAS FORMAS DE RELACIN: PARTICIPACIN,
SENTIDO DE PERTENENCIA E IDENTIDAD
COMPARTIDA

Introduccin 75
1 Sentido de comunidad 75
1.1 El sentido de pertenencia y el proceso de identificacin con la 75
comunidad
1.2 El sentido de comunidad y el proceso de aculturacin en minoras 77
tnicas e inmigrantes
2 Preparacin comunitaria 80
2.1 La implementacin de programas y la preparacin comunitaria 80
2.2 La preparacin comunitaria en la intervencin en contextos de 83
diversidad cultural
3 Coaliciones comunitarias y redes inter-organizativas 85
3.1 Qu son las coaliciones comunitarias? 85
3.2 Contextos de aplicacin 86
3.3 El ciclo vital de las coaliciones 86
3.4 Factores que predicen la participacin 86
3.5 La formacin de coaliciones para promover el desarrollo de las minoras 87
Manual de intervencin comunitaria en barrios 7

4 Participacin ciudadana 90
4.1 Definicin, componentes y resumen de la investigacin sobre 90
participacin ciudadana
4.2 El estudio de la participacin ciudadana: un enfoque centrado en el 91
anlisis costes-beneficios 94
4.3 Aplicacin al caso de las minoras 96
5 Conclusiones 98
Bibliografa

CAPTULO CUARTO: LA INVESTIGACIN-ACCIN PARTICIPATIVA COMO 102


ESTRATEGIA DE INTERVENCIN PSICOSOCIAL

Introduccin 103
1 Entender la Investigacin-Accin Participativa 103
1.1 Breve historia de la IAP 104
1.2 Caractersticas y principios generales que rigen la IAP 105
1.3 Fases y desarrollo de la IAP 106
2 Estrategias para aplicar la Investigacin-Accin Participativa 108
2.1 La coalicin comunitaria 108
2.2 El foro comunitario 113
3 Dificultades y limitaciones de la Investigacin-Accin Participativa 119
4 Beneficios y lneas de futuro de la Investigacin-Accin Participativa 121
Bibliografa 122

CAPTULO QUINTO: LA INTERVENCIN EN ESPACIOS DE ALTA DIVERSI- 124


DAD HUMANA Y CULTURAL MEDIANTE PROCE-
DIMIENTOS CONSTRUIDOS: EL GRUPO DE PARTICI-
PACIN CIUDADANA DE EL FRAILE

Introduccin 125
1 Una aproximacin geodemogrfica al barrio de El Fraile 125
2 El marco terico y procedimental: el modelo de intervencin 126
sistmica breve
3 Los antecedentes del grupo de participacin ciudadana de El Fraile: 127
Juntos En la misma direccin y el grupo de trabajo de
participacin social
4 La iniciativa: el grupo de participacin ciudadana de El Fraile 128
4.1 Descubriendo recursos 129
4.2 Construyendo objetivos compartidos 132
4.3 Planificando conjuntamente el recorrido 134
4.4 Actuando 137
5 Enseanzas del proceso 138
Bibliografa 141
8 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

142 CAPTULO SEXTO: MUJERES CREADORAS DE CONVIVENCIA


INTERCULTURAL

143 Introduccin
145 1 Mujeres: tejedoras de convivencia
147 2 Mujeres: cuidadoras del sistema afectivo y social de las familias
150 3 La categora gnero: fundamental para analizar el contexto
de intervencin
152 4 Educar la mirada: tomar conciencia de los estereotipos que
condicionan los modelos de intervencin
156 5 Mujeres: tejiendo la convivencia que crea espacios interculturales
158 6 Fortaleciendo puentes naturales y acompaando los procesos
de encuentro-empoderamiento de mujeres
160 6.1 Acompaamiento junto a las mujeres: partimos de su reconocimiento
como constructoras de convivencia
161 6.2 Procesos de empoderamiento
162 6.3 Reflexiones compartidas para acompaar procesos de empoderamiento
163 6.4 El proceso de empoderamiento desde los encuentros
167 6.5 De las dificultades a las oportunidades
169 Bibliografa

II PARTE: EXPERIENCIAS DE LAS QUE EXTRAER UN


APRENDIZAJE

174 CAPTULO SPTIMO: EL PAPEL DE LAS COMUNIDADES DE APRENDIZAJE


Y DE LA ESCUELA INTERCULTURAl

175 Introduccin
175 1 Qu son las comunidades de aprendizaje
178 2 Modelo dialgico de prevencin de conflictos
178 2.1 El modelo disciplinar
178 2.2 El modelo experto
179 2.3 Prevencin de los conflictos a partir del aprendizaje dialgico
179 3 Experiencias para la mejora del aprendizaje y la convivencia
179 3.1 La escuela de adultos La VernedaSant Mart
184 Bibliografa
Manual de intervencin comunitaria en barrios 9

CAPTULO OCTAVO: DECONSTRUCCIN DE RUMORES Y PREJUICIOS: 186


LA XARXA BCN ANTIRUMORS DEL AYUNTAMIENTO
DE BARCELONA

1 Problemtica detectada: por qu es necesaria una estrategia anti- 187


rumores?
1.1 El punto de partida 187
1.2 La necesidad de una estrategia anti-rumores 188
1.3 Destinatarios de la Estrategia 188
1.4 Sujetos comunicadores de la Estrategia 189
2 Qu mensajes estn perjudicando la convivencia? 189
2.1 Antecedentes 189
2.2 Evolucin 190
3 Cmo funciona la Estratgia BCN Antirumors? 191
3.1 La estratega y sus ejes de trabajo 191
4 Evaluacin 198
5 Conclusiones 199

CAPTULO NOVENO PROYECTO DE INTERVENCIN MUNICIPAL DESDE 202


LA PERSPECTIVA DE LA INVESTIGACIN-ACCIN
PARTICIPATIVA EN EL BARRIO DE CARRS (ELX)

1 Prlogo 203
2 Introduciendo el proyecto 203
3 La fase I del proyecto: Conociendo el tejido social del barrio y sus 205
lgicas
3.1 El barrio de Carrs 205
3.2 Los vecinos de toda la vida, los nuevos vecinos y relaciones de 208
convivencia.
4 La fase II del proyecto: Movilizando el tejido social y construyendo la 212
participacin
5 Eplogo y conclusiones 216
Bibliografa 217

CAPTULO DCIMO: EJEMPLO DE BUENA PRCTICA DE INTERVENCIN Y 218


ACCIN SOCIAL A TRAVS DE LAS EXPRESIONES
ARTSTICAS. POESA, BELLEZA Y COMUNIDAD: EL
JARDN MIQUEL MART I POL

1 La poesa que inspira un jardn para la comunidad 219


2 Versos como semillas 220
3 Educar la mirada en comunidad 220
4 Convergencias y alianzas 221
5 La formacin es accin 222
6 Arte y redes 222
Bibliografa 223
10 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

III PARTE: CMO ELABORAR UN PROYECTO


DE INTERVENCIN COMUNITARIA

226 CAPTULO DCIMOPRIMERO: GUA PARA LA INTERVENCIN


COMUNITARIA
227 1 Marco introductorio
227 1.1 Comunidad e intervencin comunitaria
228 1.2 Los actores
231 1.3 Finalidad de la intervencin comunitaria
236 2 El proceso de intervencin
236 2.1 Identificacin de los actores
236 2.2 Factores transversales
237 2.3 Trabajo en red. Convenios con otros actores (entidades, plataformas,
asociaciones, etc.)
239 3 El proyecto
239 3.1 Etapa de anlisis e identificacin de necesidades
240 3.2 Anlisis de alternativas
241 3.3 Preguntas-gua
242 4 La planificacin
242 4.1 Matriz de planificacin
244 4.2 Los supuestos o condiciones previas
244 4.3 Preguntas-gua
245 4.4 Presupuesto y gestin de los recursos
245 4.5 Gestin del calendario o cronograma
246 4.6 La implementacin o ejecucin
247 4.7 El seguimiento
247 4.8 Terminacin
248 4.9 Justificacin econmica y financiera
248 4.10 La evaluacin
249 4.11 Criterios de calidad que tener en cuenta
253 Bibliografa
Manual de intervencin comunitaria en barrios 11
12 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

INTRODUCCIN

Introduccin:
Dinamizar la participacin
ciudadana en los barrios
dentro de un contexto
de crisis

Autores: Josep Buades Fuster, Rubn Torregrosa Sarrin1 y


Joaqun Eguren Rodrguez2.

Dedicado a Maite, Si, Catalina, Ramn y Damin. Desde su compromiso


por la dinamizacin comunitaria del barrio de Nazaret (Valencia), han
inspirado la idea de dar forma a este Manual.

1
Josep Buades Fuster y Rubn Torregrosa Sarrin pertenecen a la Fundacin CeiMigra.
2
Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones. Universidad Pontificia Comillas
Manual de intervencin comunitaria en barrios 13

1 Por qu un manual de intervencin comunitaria en barrios

CeiMigra asume la edicin de un Manual de intervencin comunitaria en


barrios. Esta publicacin sigue a otras dos del mismo gnero: La persona ms all
de la inmigracin. Manual de intervencin psicosocial con personas migrantes, y
Aprendiendo a ser iguales. Manual de educacin intercultural. El hecho de prolongar
la serie de manuales puede entenderse como acto de responsabilidad hacia
muchas personas (tcnicos de las Administraciones y de ONGs, profesionales,
dirigentes asociativas...) que buscan herramientas tericas en las que apoyar su
trabajo y su compromiso. Herramientas tericas, s, pero tambin sistematizacin
de prcticas: puedan calificarse como buenas prcticas exitosas, o como procesos
truncados de los que tambin se extrae un aprendizaje.
Se trata ahora de un Manual de intervencin comunitaria en barrios. Iniciativa
para la que CeiMigra ha contado con la valiossima aportacin del Prof. Carlos
Gimnez en el diseo del temario, en la seleccin de un elenco de autoras y autores
que se hacen cargo de los temas y en la elaboracin del captulo primero.
Igualmente, CeiMigra ha contado con la colaboracin de la Conselleria de
Presidencia de la Generalitat Valenciana, a travs de la Direccin General de
Participacin Ciudadana. Antes de presentar el plan de este manual, quiz
convenga justificar desde dnde emprende esta obra CeiMigra: qu mirada sobre
la realidad y qu compromiso en la realidad le conducen a esta propuesta.

2 La mirada de CeiMigra la crisis econmica y su impacto

Los tres ltimos Informes anuales sobre migraciones e integracin CeiMigra3


son la ventana a travs de la cual la fundacin ha prestado atencin a la crisis
econmica y su impacto. Al observar la espiral de efectos que produce en las
personas y familias (en sus condiciones de vida, en su resiliencia, en sus estrategias
para lograr apoyos y recursos), constata que las redes de proteccin siempre se
revelan insuficientes en tiempos de crisis.

2.1 El impacto de la crisis

La crisis se siente en primer lugar como prdida de poder adquisitivo:


recortes salariales, prdida de otros beneficios, eventuales retrasos en el cobro de
las nminas, etc. Acenta su impacto cuando se pierde el empleo, circunstancia
que agrava la reduccin de ingresos a pesar de indemnizaciones, prestaciones y
subsidios de desempleo. Al final, la crisis se traduce en endeudamiento, peores
condiciones de vida reales y en mayor dependencia (de la familia, de instituciones
pblicas, de organizaciones sociales, de redes comunitarias de ayuda mutua).
Los impagos de los prstamos hipotecarios han aumentado el nmero de
personas y familias desahuciadas. Perdida la vivienda propia, se buscan soluciones
menos costosas. En unos casos se trata del alquiler de viviendas ms reducidas o en
peores condiciones (de mantenimiento, localizacin, servicios). En casos ms extremos,

3
Disponibles en la pgina Web: http://www.ceimigra.net/observatorio/
Este anlisis se construye especialmente a partir del apartado 3.4.1 del Informe anual 2010-2011, titulado La vi-
sin de los expertos sobre las personas extranjeras y espaolas en el contexto de crisis econmica Pp. 48-51.
14 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

hay familias que comparten vivienda, familias que subarriendan una habitacin.
Aumentan la inseguridad o precariedad econmica, la vulnerabilidad social
y la precarizacin vital, la pobreza sobrevenida. Se rompen las expectativas de
ascenso personal y social. Todos ellos son factores que repercuten en las
condiciones psicolgicas, en el equilibrio personal, en la auto-percepcin y
autoestima. Esos mismos factores, diversos y muchas veces cumulativos,
contribuyen a empeorar las relaciones entre los miembros de la familia. De modo
similar inciden situaciones como el hacinamiento, o al contrario, la separacin
impuesta por las circunstancias. El impacto de la crisis sobre la vivienda incide en
el derecho a vivir con la propia familia de las personas extranjeras: trabas
legislativas, administrativas y econmicas para la reagrupacin familiar, retornos
temporales al pas de origen de algunos miembros como estrategia de reduccin
del gasto en Espaa, etc. Pero la separacin no es un fenmeno circunscrito a las
familias de personas extranjeras: la bsqueda de oportunidades de trabajo en otros
pases afecta a toda la poblacin.
Es fcil identificar algunas categoras de poblacin entre las que el impacto
de la crisis ha sido especialmente intenso: personas extranjeras (especialmente las
que se encuentran en situacin administrativa irregular, tambin quienes no han
podido renovar la autorizacin de residencia, y con independencia de que hayan
recibido o no una orden de expulsin); familias monoparentales en las que la
persona adulta ha perdido el empleo; jvenes (especialmente sin empleo, pero
incluso muchos que lo tienen); mujeres con cargas familiares; mayores con
pensiones exiguas; miembros de minoras tnicas, y hombres mayores de cuarenta
aos con muy pocas expectativas de volver a encontrar un empleo.
Una nueva mirada sobre las categoras de poblacin que sufren ms el
impacto de la crisis dibuja el rostro de antiguas y nuevas pobrezas: las clases
populares espaolas, personas que dependan de empleos ms precarizados. Son
categoras que incluyen una gran cantidad de poblacin y en las que se pone de
manifiesto la gravedad de las situaciones padecidas. Dicho de otro modo, son las
personas que cabe identificar dentro de la categora de trabajadores pobres,
llamados en la Unin Europea working poor, la situacin denominada in-work
poverty: individuos ocupados tanto asalariados como trabajadores por cuenta
propia- durante al menos siete meses en el ao previo a la encuesta y al menos 15
horas a la semana en el empleo principal, y que pertenecen a hogares cuya renta
anual disponible se encuentra por debajo del umbral de la pobreza. Aumenta
tambin la pobreza infantil en Espaa. Entre las mujeres que haban conseguido
salir de la prostitucin para acceder al mercado de trabajo normalizado, las hay que
se ven de nuevo en el trance de volver a prostituirse cuando se prolonga el
desempleo. Entre este grupo de mujeres en situacin tan vulnerable, las hay que
buscan estrategias alternativas de resistencia: acogindose entre ellas,
compartiendo casa y comida, etc. Una categora particularmente afectada entre las
personas extranjeras, son los hombres subsaharianos. Aunque tambin lo tienen
muy difcil las personas con muy bajas cualificaciones (analfabetos a nivel absoluto
y funcional, personas sin estudios o slo con estudios primarios).
Aunque los efectos de la crisis son inmediatamente ms dramticos en la
poblacin ya en situaciones de pobreza, preocupa la precarizacin de las clases
medias (iniciada por lo dems en los aos 80), en la medida en que tambin
contribuye a trasladar los efectos de la crisis de unos grupos a otros. Personas y
familias normalizadas, instaladas en una precariedad estable, se ven de pronto
desprotegidas y compitiendo por empleos y recursos insuficientes. Ello aumenta
Manual de intervencin comunitaria en barrios 15

todava ms la presin social y el riesgo del rechazo, el racismo y la xenofobia. Las


personas inmigrantes en situacin irregular se encuentran entre los grupos de
poblacin que antes de la crisis ya vivan en la incertidumbre, la explotacin, la
precariedad laboral extrema, la inseguridad ante unos ingresos que podan no llegar
(en el doble sentido de no ser suficientes y de que no les dieran lo que les
corresponda por su trabajo en la economa sumergida), la persecucin y el riesgo
de expulsin, y el rechazo social. La falta de proteccin efectiva por parte de los
poderes y servicios pblicos, supone que las personas normalizadas que caen en
situaciones de vulnerabilidad o dependencia institucional van a competir por los
empleos que antes no queran y que tradicionalmente correspondan a las personas
y familias ms necesitadas. Esta nueva situacin puede suponer un aumento de la
tensin y el conflicto social entre las personas ms vulnerables.

2.2 Recursos y redes de proteccin frente a la crisis

Es fcil observar diferencias en el impacto y los efectos de la crisis sobre


personas y familias, incluso sobre categoras ms amplias de poblacin. En buena
medida, dichas diferencias responden a la disponibilidad de redes de apoyo social:
que existan y que funcionen suficientemente bien. La familia, nuclear y extensa, es
la primera red disponible: lo cual se hace especialmente patente entre la poblacin
espaola. Cuando faltan las redes familiares o no alcanzan a cubrir las necesidades
de los que tienen situaciones ms vulnerables, se buscan otros grupos humanos
en los que apoyarse: amistades, asociaciones y organizaciones sociales. Estas
redes de proteccin palian los procesos de empobrecimiento, marginacin y
exclusin, pero no los evitan. Ahora bien, al ejercer esta funcin protectora de las
redes extensas, las familias ven cmo merman sus recursos disponibles y corren
un mayor peligro de empobrecimiento. Una situacin especialmente grave se da
en los casos en que un matrimonio con hijos pasa a depender de los ascendientes
pensionistas; cuyas pensiones no siempre garantizan unas condiciones de vida
suficientes ni siquiera para sus beneficiarios directos.
Aumenta el nmero de personas que acuden a los servicios pblicos. Pero
se ha reducido el monto medio de las prestaciones a medida que aumentaba el
peso de las prestaciones asistenciales. Las organizaciones sociales ven cmo
aumenta el nmero de personas que recurren a su asistencia. Personas que han
quedado sin las ayudas pblicas de las que eran beneficiarias, a las que no les
resulta suficiente la ayuda pblica de la que gozan, o a las que se les ha denegado
la ayuda. La mayor actividad de las organizaciones sociales revela la insuficiencia
de los servicios pblicos para atender las necesidades reales de estas personas y
familias con los recursos de que disponen. El problema no se limita a la insuficiencia
de recursos disponibles: hay respuestas inadecuadas, falta agilidad, hay
ineficiencia. Antes de la crisis, quienes recurran a las organizaciones sociales eran
mayoritariamente personas extranjeras. En los ltimos aos se ha incrementado la
proporcin de personas con nacionalidad espaola. De nuevo, el incremento de las
personas atendidas desde las diversas organizaciones sociales demuestra el
abrupto aumento de la pobreza en Espaa. Pueden identificarse tres situaciones
distintas: personas y grupos que recaen en situaciones de pobreza, marginacin o
exclusin que haban superado; personas que no salen de situaciones de
vulnerabilidad por lo muy escaso de sus ingresos; y personas cuya situacin
aparenta una completa normalidad.
16 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

2.3 Reacciones ante la insuficiencia de recursos

La prolongacin de situaciones de dependencia institucional (programas de


acogida, viviendas tuteladas) repercute en la convivencia y en las relaciones
interpersonales en determinados mbitos locales. La competencia por puestos de
trabajo escasos y de mala calidad, o por recursos sociales menguantes, aumenta
las tensiones sociales entre los grupos que dependen de unos y otros. Tensiones
que responden mucho menos a eventuales caractersticas distintivas de tales o
cuales grupos de poblacin, que a la escasez de empleo y de respuestas sociales.
Tensiones que pueden derivar en posiciones y discursos de carcter racista y
xenfobo, nacionalista, clasista... Discursos que tratan de legitimar la postura de
rechazo, definiendo un nosotros que proteger de la amenaza de los otros. La
sociedad corre un riesgo mayor de segmentacin, en la que formas de pertenencia
construidas a partir de las diferencias (tnicas, de nacionalidad, cultura y religin,
identidad, aspiraciones de clase y atribuciones por gnero) vuelven a configurarse
como causas de la desigualdad social. Segmentacin social que pretende legitimar
la desigualdad, distintos niveles de derecho a acceder a servicios sociales.
Segmentacin que destruye cualquier posibilidad de convivencia.
Estas no son las nicas reacciones. La mayor actividad de las
organizaciones sociales responde a una mayor implicacin de la sociedad civil en
el esfuerzo por paliar los efectos de la crisis. Es cierto que numerosas
organizaciones sociales han tenido que cesar en su actividad, incluso disolverse,
al quedarse sin recursos econmicos. Pero no se ha destruido todo el tejido social.
Florecen iniciativas de economa alternativa, formas imaginativas de ejercitar la
solidaridad. Es preciso observar estas formas de nueva organizacin social, las
nuevas modalidades de participacin en los entornos vecinales.

3 Cuando la pobreza caracteriza a todo el entorno en el


que se vive

Hay problemas de vivienda que ya estaban presentes antes de la crisis, y


que son objeto de tratamiento en el Informe Anual CeiMigra 2010-20114: carencia
de suministros de electricidad, agua corriente, agua caliente o evacuacin de aguas
residuales; construcciones en mal estado de conservacin, que amenazan runa,
etc. Problemas que se agravan cuando afectan a un conjunto amplio de viviendas
en un entorno prximo (barrio, distrito, pedana, ncleo urbano): sea por deterioro
de las viviendas, por la insuficiencia de suministros y dotaciones, sea por su carcter
marcadamente perifrico.
Al dirigir una mirada sobre los barrios en los que se acumulan las viviendas
en mal estado, en los que se presentan notables carencias de servicios y
suministros, etc., es preciso tener presente otros entornos en los que no se revela
dicha problemtica, o no con la misma intensidad y gravedad. En definitiva, se trata
de hacer presente la desigualdad urbana, y de interpretarla como una forma de
injusticia social: injusticia causada por la organizacin social, econmica y poltica

4
Este anlisis se construye a partir del apartado 2.2., titulado La situacin hasta el estallido de la crisis (-
2007), Pp. 20-25; y especialmente de su elaboracin de estudios diversos sobre las condiciones de vida de
la poblacin desde la perspectiva territorial, la desigualdad urbana en Espaa, la deteccin y prevencin de
barrios en crisis mediante la identificacin de reas urbanas vulnerables.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 17

de la sociedad en su conjunto; organizacin que inhibe las posibilidades de


participacin de las personas que habitan en entornos desfavorecidos.
Se hace preciso estudiar la situacin real de las viviendas y los entornos
desfavorecidos, constatando las dificultades a las que se enfrentan, indagando en
qu medida la organizacin social, econmica y poltica causa: la fragmentacin de
los municipios en los que se separan y aislan barrios cada vez ms ricos y barrios
cada vez ms pobres; la segregacin de barrios unidimensionales que no permiten
la vida local cotidiana o satisfacer muchas necesidades sociales en el entorno
prximo; la imposibilidad de generar empleo local en muchos barrios al margen de
sus necesidades de consumo y de la capacidad laboral de sus habitantes; una falta
de participacin de la ciudadana en la toma de decisiones cotidianas. La
insostenibilidad ambiental, en definitiva, hace peligrar el futuro colectivo.
El Informe Anual 2010-2011 presenta las grandes lneas de un estudio de
los barrios en crisis de la Comunitat Valenciana, concluido en 2004, cuyos
resultados se haban presentado sucintamente en las jornadas sobre Pobreza
desde la perspectiva territorial en la Comunitat Valenciana el 29 de Junio de 20065.
La investigacin haba sido realizada en cinco fases a lo largo de tres aos. El
objetivo del proyecto de investigacin comentado consista en detectar, localizar y
estudiar detenidamente los barrios desfavorecidos y deteriorados de la Comunitat
Valenciana. Para ello se identificaron, con rigor y precisin, la totalidad de los
ncleos, reas, barrios, sectores urbanos desfavorecidos o vulnerables,
independientemente de la dimensin territorial y poblacional de los mismos. Se
mapificaron esas reas vulnerables en el plano de cada ciudad o pueblo, en su
provincia y en el conjunto de la Comunidad Autnoma. Se cuantific y se defini
su dimensin en cada caso. Se describieron y caracterizaron, tanto desde el punto
de vista urbanstico y arquitectnico, como desde el punto de vista social
(problemas, necesidades y carencias de las familias y personas). Con todo ello se
plante un anlisis de la poli-patologa social de las familias de cada barrio. Se
construy un ndice que permitiera comparar la urgencia de las intervenciones en
cada barrio, desde la constatacin de los indicadores definidos. ndice que puso
en evidencia la medida real del desfavor y de la desigualdad existente. Se
concretaron los problemas sociales, de vivienda y urbansticos que se dan en los
barrios deteriorados de la Comunitat Valenciana. Y se comprob si los planes
urbansticos que estaban en marcha en municipios de ms de 40.000 habitantes y
que tuviesen algn barrio deteriorado, actuaban en dichas zonas.
Ms all de los datos aportados por estudio referido, debera reconocerse
su extraordinaria importancia para el diseo de polticas sociales y de vivienda en
la Comunitat Valenciana y para la planificacin a medio y largo plazo. Ayudara a
pensar, no en polticas parciales (de vivienda, sociales, de rentas, de educacin y
acompaamiento familiar), sino de una sola poltica social eficaz en la prevencin
de las situaciones de grave desigualdad y en la reinsercin social de las personas
y familias que ya han cado en la pobreza, en la marginacin o en la exclusin social.

5
Estudio sobre deteccin y prevencin de barrios en crisis: identificacin de reas urbanas vulnerables.
BOEZn 97, de 23 de Abril de 2002, p. 3.202. DOCV de 30 de Julio de 2001. BOE del 31 de Julio de 2001, y
DOCE de 4 de Agosto de 2001. El desarrollo del estudio, no su contenido, ha sido descrito detalladamente
por el Centro de Evaluacin Territorial (CVT) en el informe Programa Europeo Interreg III B Medocc, publicado
en Italia por la Editorial Alinea, Florencia, 2004. ISBN 88-8125-833-1. La descripcin del estudio y la
presentacin de algunos resultados aparecen en una publicacin italiana del Centro de Evaluacin Territorial
sobre evaluacin de las polticas pblicas en barrios desfavorecidos.
18 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Quiz convenga reflejar de nuevo las conclusiones del estudio recensionadas por
el Informe Anual:

Relativas a los problemas en las viviendas y los barrios:


Se observa una interrelacin y retroalimentacin entre el deterioro
personal, social y urbano.
Se constata la necesidad de contemplar la dimensin social en la
arquitectura y el urbanismo, dado que las necesidades y caractersticas
humanizadoras y comunicadoras del hbitat urbano quedan opacadas
por la prevalencia de la especulacin en este sector.
Se confirma la escasez y, por tanto, la necesidad de las polticas activas
de acceso a la vivienda para personas excluidas. A la vez que se confirma
la falta de correspondencia entre las polticas de vivienda y las
necesidades personales y familiares de acceso a la misma. Entre las
principales dificultades constadas se encuentran: la existencia de un
parque de viviendas desocupadas, los precios de las viviendas en
propiedad, as como los precios y escasez de las viviendas en alquiler.
La inadecuacin de las polticas de vivienda se refiere: al nmero de
viviendas y/o actuaciones, a la concentracin de problemas o carencias
en determinadas zonas o barrios, al incumplimiento en muchos casos de
los planes urbansticos, de los porcentajes de viviendas de proteccin, de
la legislacin sobre accesibilidad de viviendas y barrios, o del Decreto
sobre Barrios de Accin Preferente.
Se promueve o acepta la existencia de barrios marginales, que se
convierten en espacios intratables de contencin. Ello lleva a que pervivan
distintas formas de vivienda infrahumana, que afecta principalmente a
personas espaolas de etnia gitana y a personas inmigradas.

Relativas a los problemas sociales en las familias de los barrios


deteriorados:
Aumentan los ingresos en las familias pobres sin un proceso paralelo de
formacin, de capacitacin profesional y de reinsercin social. Aparecen
nuevos problemas sociales generados por un desarrollo econmico sin
desarrollo humano y social. Se incrementa la posibilidad de conflictos
generados por el desfase actual entre ingresos y capacidades en una fase
recesiva del ciclo econmico6.
Aumenta el nmero de barrios en los que se superponen el deterioro
personal, social, de vivienda y urbano. La magnitud y gravedad de la
pobreza, la marginacin y la exclusin va ms all de lo que se reconoce
pblicamente. Aparecen nuevos pobres en relacin con las situaciones
de precariedad laboral y de insuficiencia de ingresos.
Las situaciones de pobreza, marginacin y exclusin sociales se vuelven
invisibles para la sociedad, al apartarlas de los espacios urbanos, y de los
recursos y servicios normalizados.
Se constata el carcter hereditario de la pobreza y la marginalidad. Existen
situaciones crnicas irrecuperables que quedan fuera de los cauces
normalizados de reinsercin.

6
La alerta expresada cuando empezaba a vislumbrarse la crisis econmica padecida hoy, debe mantenerse
con mayor intensidad cuando esta crisis puede prolongarse an ms en el tiempo.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 19

El presupuesto, los recursos humanos y profesionales y la especializacin


tcnica de estos no son suficientes. Faltan coordinacin y carcter
transversal en las polticas sectoriales. Se adolece de un sistema de
proteccin social consolidado (como en Sanidad o Educacin). Y recae
una carga de responsabilidad excesiva sobre los ayuntamientos, a la vez
que se produce una paulatina retirada de la administracin autonmica
en el mantenimiento de dicho sistema.

Relativas a las respuestas necesarias:


Dar respuestas complejas, coordinadas y de larga duracin a la
problemtica que comporta la interrelacin entre el deterioro social, de
vivienda y urbano. Los planes son necesarios, pero la clave est en la
suficiencia y adecuacin de la dotacin presupuestaria y tcnica, as como
de su periodo de vigencia.
Mejorar la especializacin tcnica en los servicios sociales; ampliar sus
acciones hacia el trabajo comunitario, el acompaamiento social y las
polticas transversales que contemplen la intervencin en todos los
aspectos del deterioro social y urbano.
Desarrollar y consolidar la participacin de las instituciones privadas,
asociaciones y personas directamente afectadas junto con las
administraciones pblicas.
Actualizar las partidas presupuestarias en materia de proteccin social.
Desarrollar planes autonmicos y locales de lucha contra la pobreza
elaborados desde la unidad de criterios y de intervencin, con la
participacin de todos los agentes implicados, estableciendo y
garantizando la continuidad de dichos planes en el largo plazo.
Coordinar, de manera urgente, las consellerias directamente afectadas e
implicadas en las respuestas al deterioro social y urbano: Sanidad,
Educacin, Bienestar Social, Obras Pblicas.
Crear un modo de dar respuesta a problemas sociales que no pueden
depender de los servicios sociales y, mucho menos, de las organizaciones
sociales. Por ejemplo, el trfico de armas y drogas en un barrio no puede
ser abordado desde la intervencin social convencional.
Impulsar y desarrollar, de acuerdo con las necesidades reales, polticas
activas de vivienda para los colectivos excluidos o con dificultades en el
acceso a la misma. Ampliar y dispersar el parque de viviendas sociales
en la Comunitat Valenciana. Los problemas de vivienda no se arreglan
mediante la demolicin, la cual slo traslada a otro lugar los problemas
personales, familiares y sociales; empeorando y agravando la situacin
en otras zonas; y obligando a una parte de la poblacin desalojada a pasar
de nuevo al chabolismo.
Establecer prioridades desde distintos criterios, desde el Programa 66,
resultado de este estudio. Los barrios seleccionados deberan ser objeto
de una investigacin especfica; de una intervencin mltiple, coordinada
y prolongada; y de una respuesta poltica, con presupuestos acordes a la
magnitud del trabajo.
Crear un Observatorio Social Permanente en la Comunitat Valenciana que
permita: comprobar la evolucin de la realidad social, con sus carencias,
necesidades y problemas; evaluar la eficacia y el impacto de las polticas
sociales; establecer las polticas de vivienda y sectoriales como
20 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

instrumentos adecuados para la reinsercin social de los colectivos en


situacin de pobreza, marginacin y exclusin; y planificar la coordinacin
y complementariedad de todas las polticas sociales.

Orientaciones para eventuales procesos de investigacin:


Conocer, de manera precisa y fiable, la realidad para priorizar acciones; y
abrir, mantener o suprimir lneas de trabajo contra el deterioro social y
urbano.
Evaluar lo realizado hasta ahora, su eficacia y la necesidad de reforma de
dichas acciones de acuerdo con la propia realidad puesta de manifiesto
en el estudio.
No limitar el estudio a las entidades de poblacin superiores a 1.500
habitantes, sino abrirlo a todas las zonas de deterioro social y urbano en
los municipios a partir del tamao mnimo que se establezca.
Establecer la relacin entre las caractersticas de las viviendas, los
entornos urbanos y las caractersticas personales, familiares y sociales de
la poblacin de estos barrios.
Publicar el estudio para que sea accesible a todos los profesionales e
instituciones y para que sea trabajado y sirva de base en los procesos de
participacin y bsqueda de respuestas a las necesidades sociales
especficas de la Comunitat Valenciana.

4 Miradas de CeiMigra sobre un entorno concreto:


La Coma, barrio singular y diverso

Entre las conclusiones y propuestas del estudio mencionado en el apartado


anterior, merece la pena destacar una:

Mejorar la especializacin tcnica en los servicios sociales; ampliar sus


acciones hacia el trabajo comunitario, el acompaamiento social y las
polticas transversales que contemplen la intervencin en todos los aspectos
del deterioro social y urbano.

Reconoce dos rdenes de intervencin necesarias: la que parte de los


servicios sociales especializados, y la que dinamiza la participacin ciudadana del
tejido social en un entorno dado. Esta ltima adopta en ocasiones la forma de
intervencin comunitaria, se canaliza a travs de proyectos de intervencin
comunitaria. Es una perspectiva que suscita mucho inters en CeiMigra.
En verdad, la mirada de CeiMigra sobre la insuficiencia de recursos en
entornos deteriorados no adopta la sola perspectiva de la investigacin o del
dilogo crtico con informes y otras publicaciones. Se nutre tambin de la presencia
y participacin de algunos de sus profesionales y estudiantes en barrios
deteriorados en los que se impulsaron programas de intervencin comunitaria: valga
como ejemplo la residencia de estudiantes universitarios gestionada por CeiMigra
en el barrio de Juan XXIII, segundo sector, en la Zona Norte de Alicante (residencia
que formaba parte del Programa liderazgo comunitario). Con todo, esta residencia,
y el mismo programa son fruto de la experiencia adquirida por algunos de los
miembros del equipo tcnico de CeiMigra en el Colegio Mayor Universitario La
Manual de intervencin comunitaria en barrios 21

Coma7. Todos ellos (unos como colegiales mayores y otros como directivos) tuvieron
la oportunidad de participar en la vida vecinal de La Coma, incluso en un proyecto
de intervencin comunitaria desarrollado en dicho barrio. CeiMigra tambin se
asoma a la participacin ciudadana y a los proyectos de intervencin comunitaria
en barrios desde otras atalayas: la participacin modesta en la iniciativa Conecta e
integra en el barrio de Nazaret de Valencia8, el contacto regular con tcnicos y
tcnicas de las agencias AMICS, etc.
La visin que CeiMigra ha ido adquiriendo de La Coma a travs de algunos
miembros de su equipo tcnico, de estudiantes becarios y de colaboradores, ha
determinado en buena medida su inters por la dinamizacin de la participacin
ciudadana a travs de proyectos de intervencin comunitaria en barrios. En
CeiMigra, este inters tiene un acento peculiar: sentar las bases para una
convivencia entre personas y grupos con referencias culturales diversas en un
tiempo en el que la inclusin social no puede darse por supuesta.
La Coma es uno de los barrios en los que se ha emprendido un proyecto de
intervencin comunitaria. Este captulo no pretende sistematizar las buenas
prcticas que se estn decantando a lo largo del proceso de planeamiento y
ejecucin del proyecto. En este momento inicial del manual, nos limitamos a
transmitir algo de la mirada sobre el barrio de La Coma, y sobre las esperanzas que
depositan en el proceso generado por el proyecto de intervencin comunitaria.

4.1 Historia de un barrio estigmatizado

Para poder comprender las relaciones de convivencia y procesos sociales


que se generan en un barrio, conviene emprender un mnimo recorrido histrico, y
conocer aquellos factores de peso que determinan y condicionan su futuro.
El barrio La Coma se encuentra en el trmino municipal de Paterna
(Valencia). Se levant a finales de los aos 80 del siglo XX, tras un largo y
accidentado proceso de urbanizacin y construccin en el marco de las actuaciones
poligonales de los aos 60 y 70, encaminadas a atender la demanda de vivienda
de la poblacin que se traslada del campo a la ciudad.
Originalmente, el barrio se construy en lo alto de una loma. Por diferentes
circunstancias, se paralizaron las obras de urbanizacin del entorno, dejando este
conjunto de viviendas totalmente aisladas. Los vecinos, venidos de situaciones
personales y familiares de extrema vulnerabilidad y pobreza, se encontraron con
una solucin institucional muy singular, que agrav en muchos casos la situacin
que venan arrastrando, y que se visualizaba solamente en la cuestin de la vivienda.

7
Casos como el de Guillermo Mondaza Canal, Joaqun Garca Roca, Julio Csar Gutirrez Sequeira, Daniel
Zerbo entre otros colaboradores de CeiMigra. Este apartado se debe fundamentalmente a la elaboracin
de Rubn Torregrosa Sarrin, que fue subdirector del Colegio Mayor en el periodo 2000-2007, y representante
de entidades ciudadanas del barrio de La Coma. En CeiMigra fue responsable del programa Liderazgo
comunitario, y actualmente pertenece al equipo responsable de los itinerarios de formacin e insercin socio-
laboral.
8
Iniciativa que vincula algunas entidades religiosas (parroquia catlica de Nazaret, comunidad cristiana
popular de Nazaret, Comunidad Islmica de Valencia, Fe Bah, Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
ltimos Das y, ocasionalmente, Comunidad Israelita de Valencia) con la asociacin de vecinos y vecinas,
para la atencin de personas inmigradas en situacin vulnerable, para la sensibilizacin del barrio a favor de
la integracin y para apoyar las iniciativas sociales comunes en la prctica del dilogo interreligioso.
22 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

El barrio La Coma es como un aerolito dejado caer sobre la montaa, no


se sabe bien si tras la lucha caprichosa de unos dioses o tras la batalla
interesada de unos funcionarios. Penetrar en l requiere ejercitar el arte de
traspasar fronteras invisibles. (Garca Roca, J. y Mondaza Canal, G., 2002)

Aunque su nombre administrativo es Polgono acceso Ademuz, pronto


cuaja su denominacin popular: La Coma, nombre de la partida en la que se
construye. Como suele suceder en este tipo de barrios, pronto recibe diferentes
nombres con connotaciones negativas, que vienen a aumentar los prejuicios hacia
el barrio y el estigma de sus vecinos.
Lo conformaban inicialmente 1.150 viviendas sociales, construidas por la
Conselleria de Obras Pblicas, Urbanismo y Transportes (COPUT), para ser
gestionadas por el Instituto valenciano de la vivienda (IVVSA). Viviendas sociales en
un principio planificadas para atender la migracin rural a la ciudad, pero que en
realidad han atendido todas las situaciones de vulnerabilidad social y pobreza
urbana. Para muchos vecinos, La Coma era un espacio de trnsito. Los que se
quedan, lo hacen por compromiso con el entorno o porque no tienen dnde ir.
Espacio de trnsito en el que se acaba permaneciendo. El aislamiento fsico
y simblico del barrio, unido al estigma asociado a vivir en este contexto, fue
cimentando en los vecinos una cierta unidad, una especie de pacto entre
perdedores ante las agresiones del exterior. Las diferentes procedencias geogrficas
y la diversidad cultural de los vecinos impedan inicialmente compartir un
sentimiento de pertenencia. Ms, si cabe, por la movilidad propia de personas que
viven en viviendas propiedad de la administracin, y cedidas a tales o cuales
personas por decisin administrativa, de acuerdo a las necesidades a las que trata
de hacer frente. A la postre, el sentido de amenaza externa genera un mecanismo
de autoproteccin que se traduce en la creacin de estructuras de participacin y
solidaridad: como la cooperativa de construccin creada por un grupo de vecinos
en paro, que ha dado empleo a infinidad de vecinos trabajadores del barrio a lo
largo de estos aos y que hoy sigue resistiendo los envites de la crisis econmica.
Con el correr de los aos, lleg un momento en el que La Coma dej de
estar aislada. Su excelente ubicacin, apenas a 8 Km. del centro de la ciudad de
Valencia, convierte a La Coma en un espacio ideal para quienes desean vivir cerca
del trabajo y las oportunidades de la ciudad, pero en un entorno ms tranquilo y
saludable. Tal fue el fundamento del proyecto de construccin de 1.700 viviendas
en el entorno del barrio, que pas a denominarse Mas del Rosari. La crisis
inmobiliaria ha afectado de lleno a esta nueva urbanizacin, quedando algunas
viviendas deshabitadas y algunos solares sin edificar.
Un elemento clave en el origen del barrio marcar el destino de sus habitantes y
la convivencia comunitaria: las graves carencias originales que arrastra el barrio. Se trata
de un parque de viviendas sin unas mnimas condiciones habitacionales, ni las
infraestructuras que requiere cualquier ncleo de convivencia, sin espacios para la
atencin bsica a nivel educativo y sanitario, ni espacios comunitarios o recreativos.
Todo esto llev al Consell de la Generalitat Valenciana a incluirlo en su Plan
Conjunto de Actuacin de Barrios de Accin Preferente9, en el que se reconoce

9
Decreto 157/1988, de 11 de octubre, del Consell de la Generalitat Valenciana, por el que se establece el
Plan Conjunto de Actuacin de Barrios de Accin Preferente. (DOCV nm. 935 de 03.11.1988). Disponible
online el 02/02/2013 en la pgina Web:
http://www.docv.gva.es/portal/ficha_disposicion_pc.jsp?sig=1744/1988&L=1
Manual de intervencin comunitaria en barrios 23

explcitamente la inadecuada planificacin en este tipo de asentamientos y se


elabora una estrategia de coordinacin entre las distintas Consellerias para
solucionar las graves deficiencias de sus orgenes. Veintids aos despus de la
urbanizacin del barrio, ha mejorado la dotacin de infraestructuras: llegada del
tranva y mejora de las comunicaciones, construccin de un centro de salud, puesta
en funcionamiento de diferentes instalaciones educativas, culturales y deportivas.
Sin embargo, en los ltimos aos se aprecia el deterioro de los inmuebles. Muchas
viviendas permanecen desocupadas. Se ve que el IVVSA est obligada a repararlas
antes de adjudicarlas tras un cambio de inquilinos. Y como no tiene fondos
suficientes, las deja vacantes. Una de las personas activas en los procesos de
participacin en el barrio, el prroco catlico, pone de manifiesto una paradoja:
hacinamiento y viviendas desocupadas.

Es un tema que sale en todas las asambleas. Hay mucha gente hacinada
en pisos sin una vivienda digna, en casa de familiares o en viviendas
ocupadas, lo que genera muchsima tensin entre la gente.

Cada vez hay ms viviendas sociales en el barrio sin ocupar, y cada vez hay
ms demanda. Mucha gente est desesperada con este tema, lo que genera
conflictividad con aquellas personas que si disponen de vivienda.

Hay una enorme contradiccin, ya que existen en el barrio doscientas


viviendas vacas, al tiempo que existe una gran demanda. Muchas familias
son extensas y la dimensin de la vivienda no da para ms.

La suma de hacinamiento en unas viviendas y de desocupacin de otras


produce dos efectos perversos: el deterioro de las infraestructuras y la degradacin
de las relaciones sociales.

4.2 Composicin social y cultural del barrio

Uno de los elementos singulares del barrio, ya desde sus inicios, es la


diversidad cultural de sus vecinos. Entre la poblacin espaola nacida en Espaa,
mayoritaria en el barrio, destaca un alto porcentaje de personas de etnia gitana. En
los aos 80 se calculaba que ascendan casi a un 50%. Con todo, si se unen la falta
de estadsticas oficiales con la alta movilidad que ha venido caracterizando a los
vecinos de La Coma, resulta complicado manejar datos fiables. En los aos 80
destacaban dos colectivos de poblacin inmigrada: una amplia colonia procedente
de Guinea Ecuatorial y un significativo grupo de jubilados procedentes de la antigua
Unin Sovitica.
El padrn a primero de enero de 2012 correspondiente a las secciones
censales 4619001033 y 4619001039 (las que conforman la mayora del territorio
identificado como La Coma), refleja un nmero limitado de personas extranjeras
avecindadas. La poblacin total empadronada es de 3.341 personas, de las que
3.037 tienen nacionalidad espaola (el 90,90%). Habra solo 304 vecinos y vecinas
extranjeros (un 9,10%), de los que 46 con nacionalidad marroqu, 34 con pasaporte
argelino (los ms, saharauis originarios de los campamentos de refugiados en
Tinduf), 16 de Colombia, 14 de Ecuador, 10 de Bolivia, 9 de Francia. Habra una
docena larga de familias de otras nacionalidades.
24 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Ms all de los datos del padrn, y desde la percepcin de actores


significativos en el barrio, no hay un patrn establecido que ubique a cada grupo
tnico en una porcin delimitada del barrio. Los edificios estn ocupados de manera
aleatoria y diversa, salvo una pequea excepcin: la comunidad de vecinos
procedentes de la antigua Unin sovitica, inicialmente asentada en la zona de la
Plaza Massamagrell. No hay comunidades tnicas localizadas, ni espacios
segregados. Es interesante observar la diversidad en las comunidades de vecinos.
Dicho lo cual, tambin es preciso reconocer que dichas comunidades de
vecinos no estn exentas de tensiones y dificultades en la convivencia diaria: en la
mayora de los casos por comportamientos incvicos, por actitudes de falta de
respeto hacia los vecinos. En definitiva, cabe valorar lo positivo de un rgimen de
propiedad de carcter administrativo. Como est dicho: evitando la segregacin
por zonas y espacios, impide la formacin de comunidades cerradas y hostiles,
marcadas por la doble pertenencia tnica-espacial.
Estamos, por tanto ante un barrio que adquiere experiencia de diversidad
cultural desde su nacimiento. Cuando haba pocas experiencias de comunidades
diversas, ya en La Coma se experimentaban la convivencia y la relacin entre
vecinos con referentes culturales diversos. La celebracin de las hogueras de san
Juan, que empez siendo relevante para la comunidad de etnia gitana, ha sido
adoptada por todo el barrio. Las celebraciones del ramadn, que empezaron a
celebrarse ms entre los colegiales mayores musulmanes y las familias marroques,
son ocasin para cenas compartidas que implican a muchas ms vecinas y vecinos.
Las relaciones inter-comunitarias condicionan en gran medida la respuesta
de sus habitantes ante la diversidad, ya que muchos de los jvenes que hoy forman
la segunda y tercera generacin de habitantes del barrio han nacido y crecido en
medio de esta realidad singular. No obstante, tambin conviene resaltar que, al igual
que se transmiten las buenas prcticas y la buena convivencia de generacin en
generacin, tambin los prejuicios y estereotipos culturales se traspasan a travs
de la educacin y las relaciones vecinales.
Algunas de las personas entrevistadas se valen del marco conceptual de
Carlos Gimnez que distingue entre relaciones de hostilidad, coexistencia y
convivencia, a la hora de calificar las relaciones sociales en el barrio. No podemos
afirmar categricamente que en el barrio se reproduzca una categora concreta, ya
que, como dice el propio Carlos Gimnez:

En la realidad siempre hay una mezcla o combinacin de elementos. Esto


es lo interesante del enfoque adoptado, pues obliga a identificar en cada
espacio y tiempo qu hay y cunto de cada aspecto (Gimnez, 2009).

La realidad cotidiana en el barrio, las relaciones de convivencia y vecindad,


no estn exentas de conflictos y situaciones de tensin. Eso s, no puede afirmar
que tengan como causa las diferencias tnicas o culturales. En un barrio tan diverso
como La Coma, podemos afirmar que predominan relaciones de coexistencia,
tendentes quiz a una convivencia pacfica y enriquecedora. No se pueden describir
en toda la historia del barrio conflictos interculturales destacables, ni situaciones
que denoten una situacin de hostilidad permanente. Para que se d esta situacin,
se han sumado muchos factores a lo largo de los aos, en un proceso que vamos
a intentar relatar. No podemos asumir que esta situacin sea el resultado de
programas o procesos de integracin, ya que en los ltimos aos no ha habido un
programa de trabajo comunitario claro por parte de la Administracin10. Tampoco
Manual de intervencin comunitaria en barrios 25

podemos destacar un programa concreto de intervencin en la promocin de la


Interculturalidad, hasta la implementacin en 2010 del programa ICI (Intervencin
comunitaria Intercultural), desarrollado en 17 municipios de toda Espaa, financiado
por la fundacin La Caixa, y gestionado en La Coma por la fundacin Secretariado
Gitano11. No obstante conviene destacar los esfuerzos de los profesionales que
durante todos estos aos han trabajado en las diferentes instituciones del barrio
por adaptarse a la realidad diversa y plural.
Una de las caractersticas de la naturaleza del barrio que influye en las
relaciones de convivencia e integracin de los diferentes colectivos es el sentido
de pertenencia. Los vecinos se han quejado en reiteradas ocasiones de la falta de
dicho sentido, lo cual se traduce en una falta de cuidado y atencin por el propio
entorno. La falta de ttulos de propiedad de los vecinos sobre sus casas, en un
barrio creado por decisin administrativa, de un modo bastante artificial, dificulta
la generacin de un capital social estable, la formacin de una comunidad definitiva
que trabaje conjuntamente y asiente una historia comn.
La movilidad de muchos de sus habitantes hace que sea difcil tejer unas
alianzas fuertes y estables; dificulta la constitucin de una comunidad con fuerte
sentimiento de pertenencia. Esto puede tener como ventaja el que no se generen
reacciones hostiles frente a personas y grupos culturalmente minoritarios. Si bien
es cierto que dificulta por otra parte la creacin de unas bases slidas y estables
en la generacin de espacios de convivencia, participacin e intercambio.
Una de las personas entrevistadas comparte su juicio sobre las posibilidades
de seguir construyendo un sentido de pertenencia:

Creo que, en cierta medida, los vecinos se identificaron con el barrio. La


gente, al ver la estabilizacin del barrio con el I plan integral, sinti
pertenencia hacia su barrio. Pero, actualmente, considero que si el tema de
la vivienda no se resuelve seriamente, no se podr construir pertenencia en
el barrio. Y, sencillamente, porque no existir una estabilidad local y de
convivencia de las personas en el barrio.

La diversidad cultural del barrio desde sus orgenes hace que se integre en
su propio ADN particular la visin diversa y la celebracin de lo diferente. Desde
finales de los 80 el barrio estuvo compuesto por vecinos de diferentes pases y
culturas, lo que vena a fortalecer las relaciones interpersonales. As lo expresa una
de las personas entrevistadas:

Se trata de un barrio acostumbrado a la movilidad, donde la presencia del


diferente es algo que ha existido desde sus inicios y es inherente al barrio.
La diversidad no es estigmatizadora.

El barrio tiene una historia de trabajo comunitario y de compartir entre diferentes


culturas. En el barrio hay talentos que se podran aprovechar de manera excelente.
Hay un referente histrico de accin comunitaria y lucha vecinal.

10
S lo hubo en los inicios del barrio, con un equipo de trabajo denominado UIMA (Unidad de intervencin en
medio abierto).
11
Para mayor informacin sobre el programa, consultar la pgina Web (disponible el 04/02/2013) desarrollada
por la Fundacin Secretariado Gitano:
http://www.gitanos.org/upload/71/17/HI_Definitiva.pdf
26 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Quizs podramos concluir que, salvo algunas excepciones, que la tnica


general del barrio es la coexistencia pacfica; si bien se presentan algunos
elementos distorsionadores de la convivencia, que tienen que ver con una cuestin
de comportamientos y actitudes, ms que con la particularidad cultural.

En lneas generales, este es un barrio que ha aprendido mucho ms que


otros espacios a convivir, a aceptarse en su diversidad, que ha entendido
que el espacio es de todos, que la gente ha entrado en contacto con otras
culturas, y se ha enriquecido con este proceso.

Creo que el barrio ha ido ms all de la coexistencia pacfica. Donde ms


se percibe es en el trabajo y las actividades que se desarrollan desde las
organizaciones: en la distancia corta, en los proyectos asociativos.

Ver con normalidad la diversidad, desde el interior de cada finca es un


elemento muy positivo para el barrio. Este tipo de barrios que ya nacen con
la diversidad puede ser la avanzadilla de un mundo diverso.

Los nios y jvenes no tienen que hacer muchos esfuerzos por asumir al
diferente, por encontrarse con los dems.

Si bien, se acusa la falta de espacios idneos para el encuentro:

En estos momentos hay muy pocos espacios de encuentro, a pesar de los


esfuerzos de las asociaciones por generar pequeos espacios.

Todo lo que ha aportado el Colegio Mayor sigue en la memoria de la gente,


el trabajo a pequea escala que se hace desde Critas, la Escuela Taller, el
Secretariado gitano, etc..

No s si sabemos llevar estos espacios de encuentro a gran escala. Cada


uno hace su pequeo trabajo y espacio de encuentro, pero nos recluimos
en lo nuestro, en nuestros pequeos ambientes, donde se favorece espacios
de comunin y convivencia.

No hemos sabido crear espacios comunes a gran escala, ms all de las


pequeas organizaciones, que han hecho un gran trabajo. El ICI esta
abanderando una iniciativa que genere espacios de encuentro y
convivencia.

4.3 mbitos y dinmicas de participacin ciudadana

Tradicionalmente, el barrio ha contado con una alta participacin


comunitaria y asociativa. Las dificultades y problemas de base fueron superadas,
en gran medida, gracias al esfuerzo continuado de sus vecinos y vecinas. A
principios de los aos 90 del pasado siglo llegaron a contabilizarse en el barrio hasta
un total de 30 asociaciones de todo tipo: deportivas, culturales, recreativas, etc. La
diversidad de objetivos y funciones no impeda que todos se unieran en torno a
objetivos comunes: el desarrollo del barrio, el fomento de la convivencia y la
creacin de un barrio mejor. Cabe destacar entre las entidades ms significativas
Manual de intervencin comunitaria en barrios 27

del barrio de La Coma a lo largo de su historia: la Asociacin de Vecinos, el


Secretariado Gitano, el Colegio Mayor Universitario La Coma (desaparecido), el rea
de inclusin social del Ayuntamiento de Paterna, y la Escuela Taller taca
(desaparecida). De algn modo, se trata de las principales entidades impulsoras del
Plan Integral de Desarrollo local en 1998 y del Plan de barrios, que en los aos 2009
y 2010 dio un impulso a la accin comunitaria.
Los representantes vecinales no cejan en su empeo de revertir la situacin
en la que viven, y manifiestan abiertamente la necesidad de un pacto entre todas
las instituciones implicadas en el barrio y las organizaciones vecinales. Adaptndose
a los nuevos tiempos y requerimientos actuales, creen necesario volver a la senda
del trabajo comunitario, que tan buenos resultados dio en su momento, aprendiendo
de lo mejor y rechazando aquellos errores que se dieron, que tambin los hubo. La
unin hace la fuerza, es una frase que se repiti en su momento y que conviene
poner de relieve. Los problemas sern menores con unas buenas estructuras
vecinales y unas organizaciones conscientes de los retos que asumen da a da.
Se observa con entusiasmo y esperanza el trabajo que viene desarrollando el
Secretariado General gitano, a travs del programa ICI (Intervencin comunitaria
Intercultural), cuyas bases fundamentales se centran en el trabajo comunitario, la
convivencia y la vertebracin de las organizaciones, como elemento de cambio y desarrollo
humano. Hasta el momento han desarrollado un gran trabajo de recopilacin de
documentos y planteamientos referentes y necesarios para escribir la historia del barrio, al
tiempo que se han incorporado a las diversas comisiones y grupos de trabajo existentes.
El Colegio Mayor Universitario La Coma es la institucin a la que han estado
ms vinculados los miembros de CeiMigra que proporcionan esta mirada sobre La
Coma. Se trataba de un Colegio Mayor dependiente de la Generalitat Valenciana y
ligado tanto con la Universitat Literria de Valncia como con la Universitat
Politcnica de Valncia, que funcion entre 1994 y 2012. Para hacerse una idea de
lo que supuso, valga la presentacin que haca de s mismo en su pgina Web121:

Desde 1994, los residentes del Colegio Mayor Universitario La Coma


combinan su formacin universitaria con la participacin en las diferentes
iniciativas de desarrollo social y comunitario existentes en el barrio La Coma
y promovida por sus asociaciones.

El Colegio Mayor Universitario La Coma es tambin un lugar de intercambio


de jvenes de ms de 18 nacionalidades, especialmente de frica,
Latinoamrica y Oriente Medio.

El dilogo intercultural y la riqueza de la diversidad suponen una experiencia


de desarrollo personal colectivo.

De este modo, se ofrece a estudiantes la oportunidad de:

Participar en un proyecto que dota a los jvenes universitarios de


herramientas y capacidades para su proyeccin futura en temas de
solidaridad y cooperacin internacional al desarrollo.
Crear las condiciones para una buena formacin universitaria y
aprovechamiento acadmico.

12
Pgina Web disponible el 31/01/13 en la siguiente direccin: http://www.uv.es/colecoma/principal.htm
28 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Aproximarse a la realidad social como determinante de una formacin


humana integral.
Dinamizar la convivencia y el tejido social del barrio por medio de la
interrelacin cotidiana de los estudiantes.
Enlazar la universidad a los espacios populares y promover la
interculturalidad y el intercambio entre estudiantes y vecinos de diversa
procedencia.

Tal como aparece en la presentacin, una de las caractersticas ms


notables del Colegio Mayor fue la implicacin de los colegiales mayores en las
iniciativas de desarrollo social y comunitario del barrio, y su conexin con el tejido
asociativo del mismo. La procedencia diversa de los colegiales mayores fue un
factor positivo a la hora de establecer relaciones con los colectivos del barrio. El
mismo Colegio Mayor se convirti en un lugar en el que los colectivos del barrio se
sentan en su propia casa.
El Ayuntamiento de Paterna ha realizado un gran esfuerzo institucional al
impulsar el Plan de barrios (2009-2010), en el que se desarrollaron numerosas
actividades e iniciativas tendentes a generar espacios de encuentro y estructuras
que fortalecieran la convivencia. Los representantes vecinales lamentan que estos
planes no estuvieran ms arraigados entre la gente, que en ocasiones se vieran
como propuestas externas, que no llegaron a sentirse como propios a pesar de los
grandes esfuerzos realizados.
Las dinmicas de participacin ciudadana encontraron un trampoln en
1997, con la organizacin de las jornadas Vivir en el barrio La Coma: con diez aos
de historia, mirando hacia adelante. Durante una semana, todas las organizaciones
sociales y vecinos particulares debatieron con las Administraciones locales y
autonmicas, hasta elaborar un Plan Integral de desarrollo local (1998), que marcaba
las lneas a seguir en los prximos aos, y que result de gran importancia para el
impulso y la revitalizacin del barrio. Su documento de conclusiones formulaba:

La participacin ciudadana es el eje de nuestra convivencia y el instrumento


para promover un desarrollo humano. Se expresa en la capacidad de
asociarse y trabajar juntos en el reconocimiento de los derechos humanos,
y en la conciencia de la dignidad personal, que nos pertenece por nuestra
condicin de ciudadanos13.

Histricamente, los ndices de participacin en las diferentes asociaciones


han sido muy elevados. Quizs no se deba a una conciencia real de cambio o
participacin emancipadora, sino ms bien a una necesidad de encuentro, de
ayuda, de posibilitar que vaya cambiando aquello que nos impide vivir con dignidad.
El desarrollo del Plan Integral estuvo acompaado de diferentes medidas
encaminadas a apuntalar los avances logrados. Destaca la formacin en liderazgo
comunitario. Los representantes de las asociaciones se formaron en gestin
asociativa, dinmicas de grupo, relacin con las administraciones, etc. Los
principales representantes vecinales lo recuerdan con orgullo y nostalgia. Estn
convencidos de que el trabajo con la gente y desde las organizaciones de base es
el camino:

13
Conclusiones de las Jornadas Vivir en el barrio La Coma (1997).
Manual de intervencin comunitaria en barrios 29

Creo que, en cierta medida, los vecinos se identificaron con el barrio a


travs del I Plan Integral, donde se agrand la pertenencia hacia su espacio.

Hubo un momento en el barrio en el que se aprovecharon las


potencialidades de la gente y se consiguieron grandes logros y avances que
se recuerdan con entusiasmo.

Actualmente se observa un cierto debilitamiento de los procesos


participativos y de la representacin vecinal en los rganos importantes de toma
de decisiones. Un cierto cansancio entre la gente, unido a la falta de un relevo
generacional, hacen que la gente se sienta desbordada, y manifiesten encontrase
los mismos en las diferentes actividades y reuniones de trabajo. Sin embargo, nadie
duda del papel fundamental que ejercen las asociaciones, especialmente la
asociacin de vecinos como entidad canalizadora de todas las demandas vecinales
y representativa del conjunto de vecinos. El momento actual exige nuevos modos
de afrontar las relaciones vecinales y la convivencia. Esto pasa por reactivar los
dinamismos comunitarios, tan debilitados por los propios procesos de agotamiento
y, en muchos casos, por la falta de relevo generacional que permita emerger nuevos
liderazgos.
Hoy se agudiza algo que ha acompaado constantemente a vecinas y
vecinos desde los orgenes del barrio: la desconfianza hacia las instituciones
polticas, las Administraciones pblicas y las organizaciones sociales del barrio. Les
juzgan incapaces de revertir determinadas situaciones, de sacarles de la
permanente situacin de provisionalidad.

Los vecinos han decado en la iniciativa ciudadana. Han dejado de asistir a


reuniones. Y han mostrado abiertamente que las organizaciones colectivas
no responden a sus demandas, algo que dinamita cualquier iniciativa de
trabajo comunitario.

Hay incoherencias en las polticas de vivienda, ya que no se da la


oportunidad a vecinos de mayor trayectoria para su consolidacin. Los
vecinos que eran ms activos dejaron de creer en las instituciones. Y en este
momento faltan lderes que abanderen el futuro del barrio.

La gente esta desencantada y desilusionada con los polticos. Tambin ha


habido un desencanto hacia las propias organizaciones vecinales, que
ltimamente no responden a todas las necesidades.

4.4 Convivir y participar en tiempos de crisis

En La Coma es comn la impresin de que la crisis no denota la situacin


de los ltimos aos, sino que es permanente: una situacin que acompaa toda la
historia del barrio.

Este es uno de esos barrios donde hay una crisis econmica histrica: y no
esta situacin reciente. Se puede decir que aqu la crisis est instalada: por
su condicin de Barrio de accin preferente, y su composicin de vivienda
social para familias vulnerables. Obviamente, el contexto general tambin se
ha notado en el barrio.
30 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Los pocos puestos de trabajo existentes estaban vinculados al sector de la


construccin, y ahora el nivel de desempleo es mucho mayor que en otros
lugares.

A una crisis anterior se ha unido la crisis actual, y la gente est muy mal.
Muchas familias no tienen ningn ingreso, y se percibe que esta situacin
va a ms.

Mucha gente debe preocuparse por sobrevivir, por pagar un recibo de la


luz, un alquiler para evitar el desahucio.

La eternizacin de una situacin econmica crtica para muchos vecinos y


vecinas no contradice la sensacin de que la situacin se ha agravado en los ltimos
aos:

Cualquier tcnico o vecino del barrio te dice que en el barrio hay un


retroceso en los ltimos aos. El barrio haba evolucionado y progresado
anteriormente, pero lo que se vive ahora es retroceso.

Hay carencias econmicas bsicas, mucha gente est pasando hambre.

Hay un ambiente de nerviosismo y se estn dando situaciones de los


comienzos del barrio, de los primeros momentos ms conflictivos.

Veo a la gente nerviosa, se estn reproduciendo situaciones de mucho


nerviosismo. En las asociaciones no tenemos recursos para satisfacer
todas las necesidades y tienes que acotar las ayudas. Un no a una peticin
se lleva muy mal.

Se ha acrecentado la conflictividad.

La crisis ha agudizado las dificultades y la competencia entre los vecinos,


por los recursos que puede ser sujetos de diputas estn las ayudas sociales
y la vivienda y tambin la formacin en la escuela taller.

No hay una poltica seria de rehabilitacin y adjudicacin de la vivienda y


un procesos ineficiente de gestin de dicha problemtica. Eso, en ciertos
momentos propici desde los vecinos activar procesos viciados de
adjudicacin que daaron la legitimidad de la Asociacin de Vecinos.

Una situacin como la descrita exige aunar el compromiso de la ciudadana,


las organizaciones de la sociedad civil y las Administraciones pblicas. Pero hay
entidades que han tenido que cerrar (el Colegio Mayor, la escuela-taller taca) y otras
que dan la impresin de estar debilitando su compromiso:

Liderar, por parte de la Administracin, el proceso de desarrollo junto con


los vecinos y la sociedad civil, fue un elemento clave para normalizar en su
momento el barrio. Precisamente, ante esta nueva situacin de crisis tica y
de valores, el sector pblico est rehuyendo sus responsabilidades de seguir
liderando el proceso de acompaamiento y desarrollo del barrio, que
Manual de intervencin comunitaria en barrios 31

muchas veces no solo pasa por el factor econmico, sino por hacer visibles
acompaamientos y servicios que estn correlacionados con las demandas
de los vecinos.

Al final, se instala una permanente sensacin de fragilidad. Conviviendo con


la fragilidad personal, familiar, institucional merece la pena seguir impulsando la
participacin ciudadana, alimentar la convivencia.

5 Apostar por la intervencin comunitaria en barrios

Las imgenes que proyectan barrios como La Coma alimentan la apuesta


de CeiMigra por alentar los procesos y los proyectos de intervencin comunitaria
en barrios. Hay muchas personas, muchas familias, muchos grupos humanos,
muchas comunidades e instituciones vulnerables. Las relaciones sociales son
frgiles. No se puede dar por supuesta la convivencia entre personas y grupos
distintos, como tampoco se puede jalear la hostilidad. En tal situacin de fragilidad,
la nica respuesta que alentar es la participacin ciudadana, la implicacin de todo
el entramado de sujetos presentes y activos en un entorno (barrio, municipio). A ello
ayudan los proyectos de intervencin comunitaria. Y este manual quiere ser una
herramienta a su servicio.
Despus de este captulo introductorio se abre una primera parte, que
aborda la convivencia intercultural entre personas y grupos de poblacin en el
mbito local desde el enfoque comunitario, presentando estrategias para dinamizar
relaciones de convivencia desde ese mismo enfoque comunitario.
En el primer captulo, Carlos Gimnez nos explica los fundamentos
conceptuales de la convivencia ciudadana intercultural. En el segundo, Marco
Marchioni, Luz Mara Morin y Jos lamo explican la metodologa de la intervencin
comunitaria, como metodologa participativa y comunitaria que hace de la
participacin el hecho central.
En la intervencin comunitaria se juega la participacin ciudadana, s, pero
tambin el haz de relaciones sociales. En el captulo tercero, Isidro Maya, Daniel
Holgado, Ignacio Ramos y Francisco Jos Santolaya presentan dinmicas que
permiten el trnsito entre distintas formas de relacin: participacin, sentido de
pertenencia e identidad compartida. Presentan en realidad cuatro elementos clave
para fortalecer la convivencia en barrios: el sentido de comunidad, la preparacin
comunitaria, el desarrollo de coaliciones y la participacin ciudadana; cada uno de
ellos como proceso psicosocial determinante en las dinmicas de cohesin social.
En el captulo cuarto, Roco Garrido Muoz de Arenillas, Violeta Luque-
Ribelles y Manuel Garca-Ramrez presentan la Investigacin-Accin Participativa
como una herramienta concreta orientada a la transformacin social, basada en un
proceso empoderador y dinmico potenciado por el dilogo entre iguales entre las
comunidades e investigadores implicados.
Carolina Martn Vzquez, Vicente Zapata Hernndez y Alexis Mesa Marrero
proponen en el captulo quinto un modelo de intervencin en espacios de alta
diversidad humana y cultural mediante procedimientos construidos. Lo hacen
dando cuenta de una buena prctica: el grupo de participacin ciudadana de El
Fraile (Arona, Tenerife).
En el captulo sexto, Pilar Domnguez reflexiona sobre la convivencia desde
el enfoque de la igualdad de gnero en contextos donde coexisten diferentes
32 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

culturas, apunta al empoderamiento de las mujeres para que sean agentes activas
y protagonistas en los espacios de decisin.
La segunda parte del manual presenta experiencias de las que se extrae un
aprendizaje: unas que cabe calificar de buenas prcticas, otras presentando el
aprendizaje logrado en procesos truncados.
Armando Macas, M ngeles Serrano y Bernat Or presentan el proyecto
de Comunidades de Aprendizaje, desde su prctica en la Escuela de Adultos de la
Verneda-Sant Mart, una prctica educativa de xito que, desde la interculturalidad,
est demostrando su efectividad en la superacin de los problemas de fracaso
escolar y convivencia, al aumentar el aprendizaje y la solidaridad.
Ramon Sanahuja i Vlez, Marif Caldern Paz, Cristina Velsquez Traipe,
Rafael Besoli Minguella y Carolina Astudillo Beals proponen la deconstruccin de
rumores y prejuicios. A tal efecto presentan como buena prctica la Xarxa BCN
antirumors del Ayuntamiento de Barcelona.
Tambin se aprende de procesos truncados. Mercedes Jabardo da cuenta
de un proceso prometedor que qued detenido: el proyecto de intervencin
municipal desde la perspectiva de la Investigacin-Accin Participativa en el barrio
de Carrs (Elx).
ngeles Carnacea presenta una buena prctica de intervencin y accin
social a travs de las expresiones artsticas: el jardn Miquel Mart i Pol como
conjuncin de poesa, belleza y comunidad.
Por ltimo, la tercera parte plantea cmo elaborar un proyecto de
intervencin comunitaria. Lo hace en un solo captulo, en el que Graciela Malgesini
proporciona una gua que puede utilizarse como patrn en el proceso de
elaboracin de proyectos.
Casi todos los captulos del libro transitan entre la memoria de prcticas de
las que extraer un aprendizaje, la reflexin suscitada en tales prcticas, y los
referentes tericos que ayudaron a sistematizarlas. Si este manual llega a ser til
como herramienta, ser precisamente por el modo como realiza dicho trnsito.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 33

Bibliografa

De, L., Buades, J. & Melero, L. (2010). Informe Anual sobre Migraciones e
Integracin CeiMigra 2009: Migraciones y crisis econmica
internacional. Valencia: CeiMigra.
De, L., Buades, J. & Melero, L. (2011). Informe Anual sobre Migraciones e
Integracin CeiMigra 2010-2011: Migraciones y procesos de
empobrecimiento, marginacin y exclusin social. CeiMigra, Valencia,
2011.
De, L., Buades, J. & Melero, L. (2012). Informe Anual sobre Migraciones e
Integracin CeiMigra 2012: Nuevos retos para las polticas de inmigracin
e integracin. CeiMigra, Valencia, 2012.
Garca Roca, J. y Mondaza, G. (2002). Jvenes, Universidad y
Compromiso social. Una experiencia de insercin comunitaria. Madrid:
Narcea.
Gimnez, C. (2009). El impulso de la convivencia ciudadana e intercultural
en los barrios europeos: marco conceptual y metodolgico. En: Guide to
good practices in citizenship and coexistence in European
Neighbourhoods. Pisa-Italia: INTI-CIEN.
34 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

I PARTE:
Manual de intervencin comunitaria en barrios 35

La convivencia intercultural
entre personas y grupos de
poblacin en el mbito local
desde el enfoque comunitario
36 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

CAPTULO
PRIMERO:

Promoviendo la
convivencia ciudadana
intercultural en barrios de
alta diversidad. Ideas y
experiencias para una
praxis comunitaria

Autor: Carlos Gimnez Romero14

14
Catedrtico de Antropologa Social y director del Instituto de Migraciones, Etnicidad y
Desarrollo Social (IMEDES) de la Universidad Autnoma de Madrid. Director cientfico del
Proyecto de Intervencin Comunitaria Intercultural de la Obra social La Caixa.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 37

1 Introduccin

Lo que sigue a continuacin es un marco conceptual para fundamentar una


praxis ciudadanista e interculturalista en barrios multiculturales o, ms
precisamente, en mbitos locales con alta diversidad sociocultural. Se trata de
dirimir cmo actuar, cmo fundamentar nuestra intervencin cuando se trata de
generar, colectiva y comunitariamente, convivencia ciudadana intercultural en los
barrios. Y ello, particularmente, en aquellos entornos locales donde hay amplios
sectores de residentes, vecinos y comerciantes que son:

a Migrantes internos o nacionales, esto es, llegados hace tiempo de otras


partes del pas, bien hace tiempo (poca desarrollista de los sesentas), bien
ms recientemente. La inclusin de estos migrantes internos es clave para
contemplar toda la comunidad y toda la diversidad que le es propia, y para
no identificar el hecho migratorio solo con las migraciones internacionales.
b Minoras tnicas autctonas (por ejemplo, poblacin gitana). Inclusin
tambin muy necesaria y no solo, como en el sujeto anterior, para tener
presente a toda la comunidad en toda la diversidad que le es propia,
sino tambin para no caer en el error de reducir o remitir lo intercultural
a un componente de la extranjera.
c Residentes de origen extranjero (sigan siendo extranjeros o hayan adquirido
la nacionalidad espaola, sean de primera generacin o hijos de personas
inmigradas), que han configurado comunidades socioculturales diferenciadas
y minoras alctonas, y cuya presencia como nuevos residentes (e incluso
como nuevos vecinos) se ubica ms adecuadamente si se tiene tambin en
cuanta a los otros migrantes (los internos, domsticos o nacionales), y cuya
diferenciacin etnocultural se aborda mejor al tener tambin en cuenta a las
minoras tnicas autctonas.
d Las subculturas de gnero, edad (por ejemplo, algunas tribus urbanas o
pandillas juveniles; o reas donde los mayores tienen gran peso) ocupacin
(culturas del trabajo), religiosidad (por ejemplo, zonas de Granada o Crdoba
con notable presencia musulmana, y no solo de inmigrantes, sino de
conversos) orientacin sexual (por ejemplo barrios como el de Chueca en
Madrid, con fuerte presencia de la comunidad gay) u otras.

A partir de todo ello se configura una comunidad con una notable


diversidad: racial y etnocultural, de estilos de vida, orgenes, lenguas y religiones;
que supone un reto y una oportunidad desde muy diversos puntos de vista.
Qu marcos tericos y conceptuales pueden ayudarnos en la orientacin
de la accin social planificada o inducida en esos contextos? Qu nociones o ideas
claves pueden servir para fundamentar una accin inteligentemente llevada, por
emplear la expresin de John Dewey, filsofo pragmatista y reformador educativo?
Cmo fundamentar una praxis por la convivencia local que no quede en un
llamado genrico y meramente discursivo de buena voluntad, a veces demasiado
asptica? Cmo asentar conceptualmente un diseo de intervencin que s tenga
en cuenta adecuadamente las desigualdades existentes y que, identificndolas,
trate de contribuir a su superacin?
En esta propuesta se parte, sobre todo, de una determinada concep-
tualizacin y operacionalizacin desde tres ideales sociopolticos y ticos como
son: la Convivencia, la Ciudadana y la Interculturalidad, en los que el autor viene
38 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

trabajando con diferentes equipos y proyectos en los ltimos veinte aos,


incorporando tras cada experiencia nuevos elementos y desarrollos15. Las
reflexiones que siguen son, concretamente, fruto de los trabajos actuales de
elaboracin terica, conceptual y metodolgica en el marco del Proyecto de
Intervencin Comunitaria Intercultural, que forma parte del Programa de
Interculturalidad y Cohesin Social de la Obra Social La Caixa.
Esta iniciativa mancomunada viene desarrollndose desde septiembre de
2010 en diecisiete territorios locales (barrios, zonas, distritos) de quince municipios
ubicados en ocho comunidades autnomas, entidades municipales con las que la
Obra social La Caixa tiene firmados sendos convenios de colaboracin. En cada
uno de esos territorios trabajan equipos multidisciplinares de cuatro profesionales,
recayendo la responsabilidad de cada equipo y proyecto local en otras tantas
entidades con las cuales tambin hay firmados convenios de colaboracin. El
captulo que sigue a este primero y que ha sido redactado por Marco Marchioni,
asesor general del Proyecto, junto con Jos lamo, coordinador del equipo de
direccin cientfica, y que versa sobre la metodologa de la intervencin comunitaria
y las lneas de actuacin, est relacionado tambin con dicho proyecto, y es
complementario de todo punto del aporte ms conceptual que aqu se presenta.
El ncleo prctico o propuesta que se quiere aportar es una matriz para la
reflexin o rejilla, como ms coloquialmente la denominamos en el proyecto, y
que reproducimos como Anexo I al final del texto. Se trata de un protocolo de veinte
categoras, acompaadas de temticas y preguntas, y que puede servir a aquellas
entidades o profesionales que estn implicados en el trabajo a pie de terreno en
algn territorio local. Se trata de un instrumento conceptual, y su correlato
metodolgico, usado con provecho por los equipos del Proyecto de Intervencin
Comunitaria Intercultural, y que nos ha parecido de inters ofrecer en este Manual.
A esta matriz reflexiva la denominamos rejilla porque, de lo que se trata,
es de potenciar, ordenar y sistematizar nuestra mirada sobre la realidad compleja
y cambiante de los barrios multiculturales mediante determinadas categoras,
temticas y preguntas, de tal forma que los actores institucionales, tcnicos y
sociales puedan reflexionar individual y colectivamente, por separado y/o
conjuntamente, sobre una serie de aspectos relevantes que, sin herramientas de
este tipo, podran quedar en segundo plano o sencillamente ignorados16.
A continuacin, iremos detallando los fundamentos conceptuales del
Proyecto y nuestra propuesta de asentar en bases conceptuales slidas la
promocin de la convivencia ciudadana intercultural, y lo haremos indicando
sintticamente el sentido de cada una de las categoras, temticas y preguntas de
la Matriz, siguiendo el orden en el que aparecen en esta.

15
Esos trabajos tericos y prcticos, de investigacin, docencia y transferencia, y sobre las temticas de la
inmigracin, la polticas pblicas sociales, mediacin, interculturalidad y codesarrollo han sido realizados
desde la Universidad Autnoma de Madrid desde 1989 en el marco del Programa Migracin y
Multiculturalidad, programa que en 2006 dio origen, junto con otros grupos de investigacin, al Instituto de
Migraciones, Etnicidad y Desarrollo Social (IMEDES) de dicha universidad.
16
La Matriz o rejilla fue trabajada en sesiones de trabajo del director del Proyecto con los miembros de los
equipos locales y posteriormente fue utilizada en algunos territorios por los tcnicos y/o miembros de la
sociedad civil del lugar. Dentro del Proyecto de Intervencin Comunitaria Intercultural, un ejemplo destacado
del uso de la Matriz o rejilla es la Monografa Comunitaria elaborada en Tortosa por una larga lista de
participantes, en un trabajo coordinado por el equipo ICI gestionado por la Associaci per la Cooperaci, la
Inserci Social i la Interculturalitat (ACISI).
Manual de intervencin comunitaria en barrios 39

2 Bloque I: Espacios, situaciones y procesos


(categoras 1 a 3)

Antes de pasar la Matriz, con todo lo relativo a los tres ideales


sociopolticos y ticos que conforman la finalidad de la intervencin local -
Convivencia, Ciudadana, Interculturalidad- es preciso preguntarnos sobre lo relativo
al espacio donde va a propiciarse dicha intervencin, las situaciones sociales ms
relevantes en dicho espacio social y territorial, y los procesos que estn ya en
marcha y que se quieren propiciar.

2.1 Espacios

Comencemos por el espacio, partiendo de que el barrio es, al mismo


tiempo, un espacio fsico o material (edificios, infraestructuras, locales, plazas, etc.),
un espacio sociocultural y simblico (historia y memoria, hitos, identificaciones,
cotidianidad y ciclos diarios, semanales y estacionales; ciclo ritual y festivo en el
ao, relaciones vecinales, imagen externa sobre el barrio, etc.), y un espacio virtual
(el barrio y sus moradores en la Nube, redes sociales, pginas web relacionadas
con el barrio, etc.).
Un punto de partida es la consideracin del territorio local como el espacio
privilegiado para el trabajo por la convivencia. Y es clave comenzar por una
completa caracterizacin de ese territorio o barrio sobre el que se va a ir
desplegando la intervencin comunitaria. Por ejemplo, en un caso que he estudiado,
como el barrio de Lavapis, en el distrito Centro de la ciudad de Madrid, hay que
dedicar suficiente atencin a su condicin de barrio: muy antiguo (histrico),
cntrico, todo un icono de referencia en la ciudad, popular, interclasista, sede de
distintos movimientos sociales, en rehabilitacin, donde coexisten como si
sumaran los tres tercios del barrio- vecinos de toda la vida, recin llegados
autctonos e inmigrantes extranjeros. Se trata de ir teniendo en cuenta y
deduciendo las implicaciones de cada uno de esos rasgos para la vida social y para
la intervencin.
Otros barrios son, sin embargo, ms recientes: barrios de periferia o
extrarradio, etc. Otros son barrios de las zonas de ensanche, o bien se trata de
zonas muy marginales. En cualquier caso, cualquier planificador o activista es
consciente de que la caracterizacin y anlisis del espacio socio-urbano es requisito
imprescindible para disear adecuadamente el proyecto de intervencin.
Ahora bien, cuando ese espacio es el lugar donde se manifiesta una intensa
diversidad sociocultural (en lo residencial, lo comercial, lo asociativo, lo comunitario,
etc.) y donde se estn desarrollando unos determinados procesos de diversificacin
(social, comercial, cultural, lingstica, religiosa, etc.) es crucial atender esta cuestin
de forma ms especfica. En este sentido, uno de los aspectos sobresalientes a
analizar, es la correspondencia o no entre esa caracterizacin socio-antropolgica
y etnogrfica con el imaginario del barrio, tanto para sus residentes, como desde
fuera. Un instrumento til a este respecto es la elaboracin de un Mapa de la
Diversidad, ubicando en el plano toda la informacin disponible sobre grupos, zonas
comerciales, asociaciones, etc.
40 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

2.2 Situaciones

Tras el anlisis de ese espacio, sus caractersticas y sujetos sociales, se


hace preciso identificar y valorar la situacin del barrio: el contexto, carencias,
oportunidades, la naturaleza y problemtica de sus relaciones sociales. En este
proceso, nos planteamos cul es la Situacin de Partida o Lnea Base de la
intervencin que se quiere llevar a cabo.
Lo primero que hicimos en el Proyecto de Intervencin Comunitaria
Intercultural adems de instalarnos en el terreno y establecer los primeros
contactos con las gentes del territorio- fue elaborar un Estudio inicial sobre el Estado
de la Convivencia: recabando para ello toda la informacin ya disponible, y haciendo
algunas consultas claves. No quisimos llamarle diagnstico: para no caer en el vicio
de aadir otro diagnstico ms, puesto que (por el contrario) tuvimos en cuenta
los ya existentes; y para no confundirlo con el Diagnostico Comunitario o
Participativo que haramos en el tercer ao del Proyecto, una vez logrado un
Conocimiento Compartido en el segundo ao.
La nocin de estado de la convivencia abarca el anlisis y valoracin de
las relaciones locales, esto es, de: las relaciones entre vecinos, residentes, vecinos
y comerciantes, as como entre grupos e instituciones. Terminolgicamente, pueden
distinguirse relaciones interpersonales, grupales e institucionales, as como la
combinacin de unas y otras. Asimismo, pueden distinguirse yendo de lo ms
general a lo ms particular- relaciones sociales, interculturales e intertnicas. Las
relaciones sociales coinciden con el universo relacional en su conjunto; algunas de
dichas relaciones sociales pueden denominarse interculturales (en el sentido fctico,
no en el normativo del interculturalismo, como luego veremos); y, a su vez, solo
algunas de las relaciones interculturales seran intertnicas (aquellas en las que est
presente la etnicidad como principio de identificacin, clasificacin y jerarquizacin)
En cualquier caso, captar y establecer con acierto el estado local de la
convivencia abarca desde ver si efectivamente hay o no relacin y entre quines
(pues la ausencia de relacin es tan frecuente como significativa); hasta la
cualificacin de dichas relaciones vecinales, locales y de barrio como buenas, malas
o indiferentes; si son de inclusin o de exclusin, de aceptacin o de rechazo, de
cooperacin y complementariedad o de competencia y antagonismo, si son
relaciones de cohesin, de tensin o de conflicto; y si los conflictos (en este ltimo
supuesto) son latentes o manifiestos, etc.
La nocin de estado de la convivencia puede ser til o al menos lo est
siendo para nosotros-. En primer lugar, para centrar el foco de la intervencin en la
gran cuestin de la convivencia ciudadana intercultural, remitiendo a la misma las
muchas y variadas cuestiones de la vida local. En segundo lugar, para englobar
dentro de ese concepto de estado de la convivencia situaciones de todo tipo:
cotidianas, residenciales (hacinamientos, chabolismo vertical, concentraciones,
guetizaciones), econmicas (nuevos comercios, inclusin o no en mercadillos, etc.),
espaciales (uso de plazas, parques y otros espacios pblicos), asociativas,
institucionales, polticas, festivas (participacin en el ciclo ritual del barrio) o
confesionales. Para realizar dicho estudio, los equipos locales se guiaron por un
ndice temtico o estructura de contenidos comn para todos, y cuya lgica
responde a las categoras que se detallan en los bloques II, III y IV.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 41

2.3 Procesos

Junto a los Espacios y las Situaciones, hay que mirar los Procesos que estn
ocurriendo en dichos espacios y que generan dichas situaciones. Si de lo que se
trata es de impulsar un proceso comunitario intercultural en un determinado
territorio de alta diversidad, es de todo punto crucial analizar y de forma dinmica,
no solo al inicio de la intervencin y como estudio ex ante- cules son los procesos
que tienen lugar. Volviendo al barrio de Lavapis, en nuestro estudio identificamos
e interrelacionamos, entre otros, procesos de asentamiento, concentracin
(residencial, escolar, sanitaria, comercial) renovacin demogrfica (rejuvene-
cimiento de la pirmide de poblacin), multiculturalizacin (tiendas, restaurantes,
vestidos, msicas, etc.), gentrificacin, movilizacin ciudadana, mercantilizacin y
transnacionalizacin. Todos ellos conllevan situaciones de inclusin /exclusin, e
implicaciones para las relaciones sociales, interculturales e intertnicas.
Esos son procesos que tienen lugar de hecho: los existentes al comienzo
y durante la intervencin. Hay que distinguirlos, o al menos as lo hacemos en
nuestro proyecto, del Proceso Comunitario Intercultural, ya sea el existente al
inicio de la intervencin y que se trata de reforzar-, ya sea el que hay que ir
generando desde el proyecto. La distincin terminolgica, conceptual y
metodolgica entre Proyecto y Proceso cobra as todo su relieve. Un aspecto
crucial es tener conciencia clara de que el Proyecto cae en buena media en nuestro
campo de control, no as el proceso, que pertenece plenamente a la comunidad
y sus protagonistas.
En trminos del Proyecto de Intervencin Comunitaria Intercultural, y
siguiendo las bases metodolgicas aportadas por Marco Marchioni, distinguimos,
analizamos y promovemos la participacin en dicho Proceso de los tres
protagonistas de la comunidad: las Administraciones (y muy particularmente la
Administracin local), 2) los recursos profesionales y tcnicos, pblicos y privados;
y 3) la sociedad civil organizada y la ciudadana en su conjunto. Cada uno de estos
tres protagonistas tiene su especificidad (posiciones, intereses, necesidades, ciclos
y horarios, lenguajes, smbolos, etc.) a las cuales hay que prestar la debida atencin
si se quiere contribuir a generar espacios propios y compartidos de relacin.

3 Bloque II: Convivencia (categoras 4 a 12)

3.1 Convivencia, coexistencia, hostilidad

Entendemos la convivencia como una relacin positiva, esto es, de respeto


y de comunicacin, pero no exenta de conflictividad. Por lo tanto, la convivencia
es una relacin pacfica. Pero no porque en ella no haya tensiones y problemas,
sino porque estos se abordan de forma dialogada, negociada o medida; en
cualquier caso con respeto activo y sin agresin (ya sea esta una agresin verbal,
simblica o fsica) y menos an con violencia.
Entendemos la convivencia como una relacin bastante exigente, que va
mucho ms all de la mera coexistencia. En esta, las personas, grupos, instituciones
o comunidades comparten un determinado espacio en un momento dado, o (mejor
sera decir) cohabitan en dicho espacio y tiempo. Esa conceptualizacin exigente
de convivencia adquiere toda su relevancia como ideal y programa de accin
orientada cuando se la contrapone a coexistencia. En otros lugares17 hemos
42 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

expuesto que, si la convivencia constituye una relacin positiva de respeto activo,


en la coexistencia apenas hay relacin, o no la hay en ningn sentido; y si hay
respeto, lo es pasivo. Si la convivencia aborda el conflicto de forma dialogada,
pacfica y positiva; en la coexistencia el conflicto permanece latente, larvado, sin
ser abordado las ms de las veces. Si la convivencia es profundamente dinmica,
la coexistencia es ms bien esttica.
Toda esta contraposicin no quiere decir que, siendo la convivencia positiva
(que lo es, pero no exenta de problemas) la coexistencia sea, por el contrario, algo
negativo. Ms bien, el modo de sociabilidad encarnado por la coexistencia tiene
las indudables ventajas de que se goza de cierta paz, aunque frgil, pues en ella
adems de escasa o nula relacin- no suele haber agresin, insulto, hostilidad
manifiesta; con lo cual entramos en el tercer modo de sociabilidad que propone el
modelo.
En efecto, la hostilidad s constituye el polo negativo del esquema
conceptual, puesto que, cuando predomina la hostilidad, entonces s existe
relacin, pero mala; relacin interpersonal y social cargada de recelo, aversin,
desconfianza, rechazo u odio; y por lo tanto, de violencia, latente o manifiesta,
estructural, fsica o simblica, si seguimos la tipologa propuesta por Galtung (1964).
Si lo concretamos en un barrio con alta diversidad, la hostilidad se manifiesta de
mltiples formas: discursos que culpabilizan al extranjero y a cualquier persona
recin llegada de todos los males de la zona, evitacin del diferente, carteles o
grafitis en contra de la inmigracin o de determinado espacio de culto, expresin
de rechazo hacia el Otro cuando participa en las actividades pblicas del barrio
como mercadillos o fiestas, etc.

3.2 Las dimensiones de la convivencia (categoras 5 a 13)

No vamos a detallar aqu ms, pues en la bibliografa puede el lector


encontrar desarrollos de estas ideas, as como ejemplos para mbitos como las
familias, los colegios o los barrios. Lo que s haremos es explicitar el trabajo de
elaboracin que hemos venido haciendo en el sentido de ir identificando niveles
donde se expresan esos tres modos de sociabilidad (Gimnez, 2005, 2007 y 2011).
Se trata de los niveles relacionales, actitudinales, normativos, axiolgicos,
participativos, comunicacionales, conflictuales, identitarios y polticos18, en los que
se manifiesta lo que haya de convivencia, de coexistencia y de hostilidad en una
determinada situacin y lugar, y por ende, en un determinado barrio. Esas nueve
dimensiones corresponden a las categoras 4 a 12 de la Matriz.
La dimensin relacional va en primer lugar, porque la convivencia es, ante
todo, una relacin de facto, una relacin en la que predominan elementos positivos,
o de cohesin y respeto. En la coexistencia apenas hay relacin, y en la hostilidad
la relacin est marcada por aspectos de negatividad desde los puntos de vista del
entendimiento, la cooperacin y la cohesin.
A esa dimensin vienen a sumarse otras. Todo lo actitudinal, por ejemplo,
ha de ser tenido en cuanta; pues las situaciones y procesos locales van a variar

17
Vase Gimnez, 1997, 2005, 2008 y 2011
18
En unas primeras versiones del modelo conceptual de Convivencia/Coexistencia /Hostilidad (Gimnez,
2005) se proponan ocho dimensiones, aadindose posteriormente (Gimnez, 2008), y tras comentarios
efectuados por la antroploga Menara Lube, la Poltica, y sobre todo su expresin local, como una novena
dimensin.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 43

considerablemente si lo que predomina en sus habitantes es la actitud de


aceptacin, comprensin o respeto, o si, por el contrario, estn muy extendidas y
asumidas las actitudes de rechazo, recelo e intolerancia hacia los diferentes.
Siguiendo este modelo multidimensional elaborado a partir, no solo de la
reflexin, sino de proyectos aplicados- a la hora de trabajar en pro de la convivencia
en el barrio, habr que prestar la debida atencin (observar, comentar, analizar,
programas actividades) a otras dimensiones como lo relativo a: las normas (usos,
costumbres, normativas), los valores (los que se comparten y los que no se
comparten), la participacin en sentido amplio (no solo el asociacionismo), la
comunicacin (lenguas, cauces, momentos, malos entendidos), todo lo relativo al
conflicto (latente y manifiesto) y las identidades (compartidas y no compartidas) de
los habitantes del lugar. Y todo ello atendiendo al todo y a la parte, esto es,
contemplando la comunidad en su conjunto, pero tambin sus diferentes
segmentos socioculturales. El esquema se cierra con la dimensin poltica, al ser
esta tan decisiva como la relacional: todas las relaciones tienen su expresin en la
polis, en lo pblico y poltico.
Esa labor de operacionalizacin ha permitido identificar hasta nueve
dimensiones interrelacionadas para la convivencia, la coexistencia o la hostilidad.
Esa lnea de trabajo permiti identificar una serie de indicadores cualitativos de
convivencia / coexistencia / hostilidad que empezaron a dibujarse en el mbito del
Observatorio de las Migraciones y la Convivencia Intercultural del Ayuntamiento de
Madrid, y que fueron explcitamente formulados en el marco del Proyecto CIEN
(Promocin de la Convivencia Ciudadana en barrios de siete pases de Europa)19, y
que se aportan como ANEXO II.
Este paso de concrecin ha servido para diferentes menesteres. As, a partir
de esas nueve dimensiones, los diecisiete equipos locales del Proyecto de
Intervencin Comunitaria Intercultural elaboraron los documentos mencionados
sobre Estudio inicial sobre el estado de la convivencia en cada territorio (en
octubre de 2010), lo que sirvi para establecer la Lnea Base o Lnea de Partida del
Proyecto. A su vez, el establecimiento de esa Situacin de Partida del Proyecto ha
permitido analizar en cada dimensin y en su conjunto- los cambios operados en
el territorio en cuanto a situacin de convivencia/coexistencia/hostilidad,
deduciendo las correspondientes implicaciones prcticas para la accin.

4 Bloque III: Ciudadana (Categoras 13 a 17)

4.1 Hacia la nueva ciudadana

El horizonte o punto focal que se propone en la intervencin en los barrios


es el logro o promocin de la convivencia ciudadana intercultural. Antes de
sintetizar las razones de la enorme relevancia de lo ciudadano en esta materia,
quisiera aclarar brevemente de qu nociones de ciudadana y nueva ciudadana
partimos.
Aqu estamos incorporando varias de las aportaciones tericas y polticas
acerca de la Nueva ciudadana que se vienen haciendo desde hace aos (entre
otros: Soysal, 1994; Kymlicka, 1996; Miller, 1997; Nussbaum, 1999; Kroes, 2002; y

19
Se trata de un proyecto europeo liderado por la Diputacin de Barcelona, en el que participaron entidades
de Suecia, Alemania, Italia y otros pases.
44 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

en Espaa, de Lucas, 1994 y 1998; Martn y De la Obra.; Ortega et al, 1999; Pajares,
2000; Cortina, 2001; Pomed y Velasco, 2003; Surez, 2005 y 2006). Partiendo del
pacto ciudadano inaugurado histricamente con las revoluciones de la Edad
Moderna en Inglaterra, Francia, Estados Unidos, etc., y asumindolo, se trata de
actualizar sus principios en el mundo contemporneo y en plena globalizacin. No
se quita validez, sino todo lo contrario, al ideal de ciudadana para todos sobre la
base de establecer una relacin entre seres libres e iguales, esto es, entre sujetos
ciudadanos (ya no sbditos) que:

1 comparten la titularidad de derechos y deberes, en cuanto que


2 pertenecen a una comunidad sociopoltica cuya constitucin y
legislacin reconoce tales derechos y responsabilidades, y estando
dicha comunidad
3 organizada en torno a unas determinadas instituciones cargadas de
legitimidad, que velan porque se respete el conjunto de derechos y se
cumplan las obligaciones de cada cual dentro de las reglas del juego
comunes.

Ese ideal, y proyecto poltico y tico de la ciudadana, debe ser hoy da


actualizado por la proclamacin de los Derechos Humanos en 1948 y su desarrollo
en los Pactos internacionales, la emergencia de entidades supranacionales, el
ascenso de movimientos sociales (por ejemplo el feminista, el ecologista, el de los
pueblos indgenas, etc.), la relevancia de la movilidad humana (migrantes,
refugiados) y otros procesos que plantean retos respecto a la inclusin o
exclusin de los sujetos en la ciudana, la soberana de los pactos ciudadanos, o la
necesidad de contemplar tambin los derechos colectivos o, en la formulacin de
Kymlicka (1996: 71 y ss.) los derechos diferenciados en funcin el grupo
El planteamiento ciudadanista cobra enorme relevancia en la funda-
mentacin de la intervencin en el barrio o territorio, al menos por tres razones:
Primera, porque lo que une, o ms exactamente vincula, a todos y cada uno
de los habitantes, pobladores o residentes de ese territorio, es: su carcter de
vecinos, de lugareos; y el hecho de que vivan en un espacio donde ejercen
determinados derechos generales (circular por las calles, usar los espacios pblicos,
acceder a los servicios pblicos, participar en la vida local, etc.) y estn sujetos a
determinadas normas y obligaciones (impuestos, normas de trfico, ordenanzas
municipales, etc.). Esto es: son titulares de derechos y deberes, ncleo primero de
la nocin de ciudadana.
Una segunda razn de la relevancia del planteamiento ciudadanista para
promover la convivencia local, y concretamente cuando nos encontramos ante
contextos locales de alta diversidad, es que resulta clave para avanzar en los
planteamientos del propio interculturalismo. Si no queremos que el nfasis
interculturalista adolezca, bien de culturalismo (concebir las culturas como algo
homogneo y esttico; tratar de explicar los procesos sociales exclusivamente por
razones culturales, desatendiendo los factores econmicos y polticos), o bien de
multiculturalismo esencialista (exageracin o exacerbacin de las diferencias
culturales, ignorancia de las similitudes, desatencin a los puntos e intereses
comunes), estamos requeridos a darle toda la fuerza a las cuestiones que plantea
la ciudadana
Un tercer argumento a favor de la relevancia del nfasis ciudadanista en el
afn de lograr convivencia local es de tipo contextual o general. El barrio o territorio
Manual de intervencin comunitaria en barrios 45

local es una sociedad-parte, no es entendible en s mismo o aislado de la


sociedad mayor donde se ubica. La zona o distrito sobre el que pivota el proyecto
de intervencin forma parte de un todo sociopoltico ms amplio. Pues bien, para
la existencia o no de cohesin en la vida local es de todo punto relevante cmo se
avance o retroceda en ese contexto ms amplio (la propia ciudad, la comunidad
autnoma, Espaa, la Unin Europea,) con respecto a la cuestin ciudadana
(ampliacin o restriccin de derechos, extensin o retraccin de la conciencia cvica
y el civismo, etc.)

4.2 Las dimensiones de la ciudadana (categoras 14 a 17)

A partir de la concepcin anterior acerca de la Ciudadana, la idea consiste


en llevar a cabo, al igual que con la Convivencia, una labor de operacionalizacin
que permita descomponer esta nocin e ideal en unidades menores, y as poder
descubrir qu implica cada una de esas dimensiones en la vida local y, sobre todo,
analizar qu suponen en los contextos locales de alta diversidad. Como
indicbamos pueden distinguirse tres ejes o planos, los correspondientes a
derechos y deberes, a pertenencia y a institucionalidad (para ms detalle vase
Gimnez et al, 2008)

Derechos y deberes

A la hora de disear, realizar y/o evaluar proyectos de intervencin social en


barrios, consideramos que adquieren gran valor ideolgico y prctico, tanto los
derechos como los deberes. Se trata, ante todo, de fundamentar, permear y animar
el programa de accin desde el enfoque de derechos, esto es: entendiendo que
la mejora de la calidad de vida, la satisfaccin de las necesidades sociales, la
cobertura de las carencias o el encauzamiento de las demandas, forman parte
indisociable del ejercicio de los derechos por parte de los ciudadanos.
Lo anterior supone no perder de vista en momento alguno que el plan o
programa de intervencin, sean cuales sean sus particularidades (mbito, actores,
objetivos), se lleva a cabo en el marco de un Estado Social de Derecho, tiene
lugar en una sociedad mayor, donde se ubica el barrio, sociedad regida, ideal y
normativamente, por un sistema democrtico y un Estado de Derecho. Pero el
proyecto local o barrial, no solo tiene ese contexto sino que, a su vez, debe estar
orientado para fomentar y contribuir con su grano de arena a la consolidacin y
desarrollo de dicho Estado de Derecho.
Cuando estamos ante una intervencin comunitaria, adquiere pleno sentido
la concepcin de los participantes como sujetos de derecho, no solo en el plano
de la sociedad general, sino en el plano local, adquiriendo notoriedad todo lo relativo
a la ciudadana local, social, cvica o de residencia: formas variadas como se la
est denominado en las teorizaciones y propuestas de Nueva Ciudadana. Esas
adjetivaciones de lo ciudadano remiten, ciertamente, a cuestiones y nfasis
particulares lo residencial, lo cvico, lo social, lo local- pero tienen todas en comn
referir la ciudadana, no a una instancia jurdico-poltica, a una nacionalidad o si se
quiere a un pasaporte, sino a una instancia de cercana, de cotidianidad, de ser
miembro de una determinada comunidad territorial.
Y en este sentido adquiere toda su relevancia la categora de vecindad, de
ser vecino/a en comn de su vecindad. Como cualquier planteamiento local, con la
vecindad cabe el riesgo del localismo. Esto es, de: concebir la comunidad local
46 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

aparte de su contexto; incurrir en los sentimientos chauvinistas de barrio; disponer


de planteamientos miopes de solo corto alcance, sin una mirada ms amplia
absolutamente necesaria en tiempo de la globalizacin y de lo glocal-; de disear
el proyecto para nuestro barrio, aparte de la ciudad. No, no es este el
planteamiento que queremos hacer ni radica ah la relevancia de la vecindad. Se
trata de retomar una categora de larga duracin en la historia de Espaa y sus
pueblos el comn de vecinos, el concejo abierto, los montes de vecinos en mano
comn, las vecindades urbanas, el asociacionismo vecinal, las comunidades de
vecinos- y darle un sentido propio de nueva ciudadana local en tiempo de avance
hacia las ciudadanas transnacionales y cosmopolitas.
Ahora bien, no estamos ante una intervencin meramente local y
comunitaria, sino de carcter intercultural. Entonces, el enfoque de derechos que
estamos analizando y proponiendo adquiere un nuevo sentido profundo y
complementario de lo visto hasta ahora. Y es que, en las perspectiva interculturalista
en la que, en seguida entraremos con algo ms de detalle- se trata de buscar e
identificar colectivamente los puntos en comn de vecinos y vecinas, ms all de
sus bagajes culturales diferenciados, ms all de sus identidades y pertenencias
particulares. Pues bien, uno de esos puntos en comn, son los derechos en tanto
miembros de la comunidad: derecho de residencia local, derechos de acceso a los
recursos pblicos, derecho a la participacin en la vida local, etc.
Junto a los derechos, y dentro del ideal y marco normativo que conlleva la
ciudadana, se sitan los deberes. Los miembros de la comunidad local comparten
un conjunto de obligaciones con respecto: a los usos de los espacios pblicos; a
la higiene, limpieza y basuras; a los impuestos y tributacin de la hacienda
municipal; a los usos, costumbres y normas de la convivencia cotidiana, etc. Si
antes veamos que el enfoque de derechos es un planteamiento necesario y cargado
de enorme potencialidad en el trabajo por la convivencia ciudadana intercultural,
ahora postulamos lo mismo para el enfoque de la tica de la responsabilidad.
En un planteamiento territorial por la convivencia ciudadana debera ser
resaltada la idea de que la vida local mejorara si cada cual cumpliera con sus
obligaciones; si las instituciones, grupos de todo tipo, asociaciones, residentes y
comerciantes asumieran las responsabilidades comunes y especficas. La cohesin
social se asentara sobre bases ms firmes. Este marco general de tica de la
responsabilidad y esta exigencia colectiva de que cada cual cumpla con su deber
presenta toda una lnea de accin local de indudable inters y potencialidad
validada por la prctica de nuestro proyecto.

Pertenencia

Demos un paso ms en el planteamiento ciudadanista, entrando en la


segunda de sus dimensiones: lo relativo a la pertenencia. La condicin de
ciudadanos locales de los habitantes de un determinado territorio, su titularidad de
derechos y deberes, radican en que son miembros de la comunidad. Si la categora
de vecindad debe ser actualizada y reconfigurada dentro de la praxis comunitaria,
no menos sucede con la de pertenencia. Deben ser varios los motivos que
expliquen por qu ha permanecido invisible esta nocin en los esquemas de
intervencin social. Algunas de las razones explicativas de esta ausencia pueden
ser, a modo de hiptesis, las siguientes. Una primera hiptesis explicativa del
reducido uso de la realidad y categora de la pertenencia (concretamente en el
campo de los estudios) es el nfasis puesto en la identidad. Ciertamente, en las
Manual de intervencin comunitaria en barrios 47

ltimas dcadas se han incorporado trabajos sobre pertenencia posnacional y sobre


pertenencias mltiples. Pero son considerablemente ms abundantes, realmente
innumerables, los trabajos sobre identidad, tanto sobre identidad social como
sobre identificacin individual, y sobre todo en lo tocante a la identidad nacional,
cultural, tnica o religiosa, y a la identidad de gnero. Abundan menos los trabajos
y propuestas sobre identidad de clase y de edad.
A pesar de esta descompensacin en la atencin prestada contempo-
rneamente a los diferentes sistemas de clasificacin y jerarquizacin en las
sociedades, y por lo tanto a sus sistemas identitarios mucha mayor atencin a las
identidades etnoculturales y de gnero que a las de clase y etarias- lo cierto es que
la profusin de anlisis y discursos sobre identidades no es algo observable en lo
tocante a las pertenencias y a los sentimientos de pertenencia. Quizs lo uno ha
conllevado lo otro.
Una segunda hiptesis explicativa del reducido uso de la realidad y
categora de la pertenencia, ahora en el campo de la accin institucional y social y
entre los profesionales de la intervencin social, puede tener que ver con las
nociones de participante, luego poblacin meta, ms adelante de beneficiario
(directo e indirecto) y sobre todo la de usuario. Se trata de nociones crecientemente
pasivas y receptivas, que pueden haber evitado que emerja con fuerza la calificacin
de miembro y la categora de pertenencia
Y con ello llegamos a la tercera y ltima hiptesis explicativa que
proponemos: precisamente la debilidad del planteamiento ciudadano o
ciudadanista, tanto en el anlisis como en la intervencin. Y, sobre todo, la no
correlacin entre el avance de las cuestiones de ciudadana en campos como la
filosofa del derecho, la ciencia poltica o los estudios de tica por no mencionar
ms que algunos de los campos que ms relevancia le han dado- y los modelos y
modos de accin institucional y social. Es, precisamente, esa desconexin entre
teora y prctica, la que tratamos de superar aqu, deduciendo las implicaciones de
lo que implica la ciudadana para la praxis comunitaria. En efecto, la nocin e ideal
de la ciudadana implica, como hemos visto, la categora de pertenencia; puesto
que es por su carcter de miembros de la comunidad poltica y social cmo los
individuos devienen titulares de derechos y deberes.
Las potencialidades de la nocin de pertenencia para la prctica de la
intervencin son considerables, pues permiten que los actores trabajen desde el
ngulo de sus sentimientos de pertenencia al grupo, la localidad, el municipio, la
comunidad autnoma, el pueblo, la nacin, la entidad supranacional y, cmo no, la
Humanidad. Concretamente, y en el plano de la comunidad local, territorial y
diversa, desde ese sentimiento de pertenencia puede ponerse sobre el tapete
cuestiones como el nosotros plural (todos somos nosotros) la estima por lo local,
el desarrollo comunitario como expresin de la voluntad colectiva, etc.
Una ltima consideracin sobre la categora de pertenencia. En el proyecto
de intervencin comunitaria puede tenerse en cuenta que, entre los residentes y
vecinos, habr pertenencias compartidas: por ejemplo, la pertenencia local o al
barrio, u otras, como la pertenencia al municipio o al pas, etc. As como habr
pertenencias no compartidas: por ejemplo, la pertenencia a un determinado
colectivo nacional o un determinado grupo cultural, lingstico o religioso. Se trata
de facilitar, y potenciar en su caso, las pertenencias comunes y compartidas, as
como de respetar las pertenencias especficas o no compartidas. Ocurre en este
punto lo mismo que con los valores (recurdese el tratamiento de ellos en la
dimensin axiolgica de la convivencia): aprovechar los valores democrticos,
48 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

cvicos, etc., que se compartan; y respetar aquellos valores que, sin chocar con los
Derechos Humanos, son propios de cada cual. Todo ello no es en absoluto fcil ni
inmediato, sino precisamente objeto del trabajo comunitario y de las actividades
inteligentes, crticas y justas en pro de la convivencia ciudadana intercultural.

Institucionalidad

Hay un tercer eje que abordar desde la perspectiva de la ciudadana: el


referido a la institucionalidad, desde el momento en que el pacto ciudadano se
sustenta en una comunidad poltica donde existen instituciones legtimas o
legitimadas en el Estado de Derecho. El sistema democrtico y el Estado de
Derecho pivotan sobre un conjunto de principios, acuerdos y marcos normativos
(respeto a los Derechos Humanos, Constitucin, imperio de la ley, separacin y
autonoma de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial) que dotan de legitimidad
a las instituciones. Sin duda alguna, y desde luego en los tiempos que actualmente
atravesamos, en los que son notables las deficiencias del sistema y en los que
determinados sectores de la institucionalidad (determinadas prcticas de los
partidos polticos, de la judicatura, etc.) dejan mucho que desear, y son
justificadamente criticadas y contestadas por la sociedad civil.
Lo que aqu se mantiene es que, para avanzar en el planteamiento
ciudadano, no solo son precisos mayor y mejor participacin social, respeto y
ejercicio de los derechos, asuncin de las responsabilidades por parte de cada cual,
compartir al menos por la mayora la pertenencia comn, respeto a las pertenencias
no compartidas pero legtimas, etc.; sino tambin respeto, vigilancia y critica de las
instituciones democrticas exigindoles que cumplan su papel de velar por los
derechos de los ciudadanos y exigir las responsabilidades.
En el plano de la intervencin comunitaria intercultural en pro de la
convivencia y la cohesin local, la institucionalidad se sita en una esfera decisiva.
Ello es debido a que las instituciones pblicas (ligadas a las administraciones, y
muy marcadamente a la administracin local) as como las instituciones privadas
(ligadas a la sociedad civil, el mundo de la economa y del tercer sector), juegan un
papel clave en la cotidianidad de las gentes, en la distribucin de recursos y en
general en la calidad de vida y desarrollo local.
Incorporar las instituciones al proceso comunitario es, por lo tanto, una
cuestin clave. Y si nos fijamos en la diversidad sociocultural de la comunidad,
partiremos de la imperiosa necesidad de que ese conjunto de instituciones
funcionen de forma inclusiva no practicando la discriminacin etnocultural,
incluyendo entre su personal tcnico profesionales de orgenes diversos, etc.-.

5 Bloque IV: Interculturalismo (categoras 18 a 20)

5.1 El valor aadido del enfoque intercultural frente al


multiculturalismo: su concrecin en los espacios locales

La Matriz o rejilla recoge tres categoras ltimas que se corresponden con


las tres dimensiones de todo interculturalismo: igualdad, respeto a la diversidad e
interaccin positiva. Indicamos a continuacin algunas ideas y apuestas en cada
uno de esos ejes, y siempre con la mirada puesta en la promocin de la convivencia
en los barrios y la cohesin local.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 49

Igualdad

La necesidad de potenciar la igualdad ante la ley y la igualdad de trato


apareca ya con fuerza en los planteamientos del pluralismo cultural en la dcada
de los sesenta del siglo pasado. La igualdad de derechos y deberes entre
autctonos e inmigrantes fue incluida en todo momento en las definiciones de
integracin en las polticas europeas. Otra cosa es que ello no se haya cumplido en
aspectos claves.
Desde el punto de vista del avance hacia la gestin positiva e incluyente de
la diversidad cultural es preciso asumir que el nfasis en las polticas y programas
de igualdad al menos de igualdad jurdica, de igualdad ante la ley, de igualdad de
trato, y mucho mejor si se plantea tambin la igualdad de oportunidades y de
gnero- es un requisito imprescindible para avanzar en la lucha contra los modelos
de exclusin (racismo, xenofobia, discriminacin, segregacin) y en la promocin
de modelos de inclusin. Sin un referente de igualdad, las polticas de gestin de la
diversidad tienden al culturalismo o lo aditivo tnico.
En el nivel de trabajo comunitario en el barrio, y concretamente en la
promocin de la convivencia intercultural y la cohesin social, ese nfasis en la
igualdad puede incorporar o manifestarse en- distintos aspectos como en los que
siguen: medidas para nivelar las oportunidades educativas de los nios y nias del
territorio, igualdad de los vecinos en el acceso a los recursos sanitarios y sociales
presentes en la localidad, igualdad de interlocucin para los sujetos culturalmente
diferenciados, igualdad en la consideracin como miembros de la comunidad, etc.
Incluso en el nivel micro, en una actividad concreta que se lleva a cabo,
este eje de igualdad nos reta a cuidar que la participacin de las personas o grupos
culturalmente diferenciados (en una escuela abierta de verano, en un comit para
la promocin de la salud comunitaria, en unas jornadas de dinamizacin comercial,
en unas comunidades de aprendizaje y servicio, etc.) sea en condiciones de
paridad, de interlocucin igualitaria, de nivelacin de la comunicacin.

Respeto a la diversidad

Tambin este segundo principio, el de la valoracin positiva de la diversidad,


el del derecho a la diferencia, figur desde el principio en los planteamientos del
pluralismo cultural. No puede haber gestin positiva de la diversidad si esta no es
valorada, respetada y aprovechada. El respeto de la diversidad complementa
perfectamente el principio de igualdad: solo en un marco de igualdad al menos de
cierta igualdad o, si se quiere, de ausencia de fuertes desigualdades- son
respetables realmente las diferencias culturales, tnicas, lingsticas, religiosas, de
origen; y, a su vez, solo teniendo en cuenta adecuadamente (esto es, sin
exageraciones, ni esencialismos, ni paternalismos) las particularidades y rasgos
propios de unos y otros grupos y personas, se puede avanzar hacia una igualdad
bien entendida. Dicho de otra manera, no se trata de la igualacin de todos en todo
ni tampoco de una filosofa o poltica de igualitarismo exacerbado: se trata, por el
contrario, de igualdad con respeto a la diferencia, de respeto a la diversidad en un
marco de igualdad, de unidad en la diversidad.
Si plasmamos esos considerandos o premisas relativos a este segundo eje
de todo interculturalismo compartido con el multiculturalismo, insistimos- en el
mbito de la intervencin en barrios, se muestra la relevancia de incorporar en el
diseo del proyecto aspectos como: a) el reconocimiento pblico de las diferentes
50 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

expresiones culturales, lingsticas o religiosas de la localidad, b) el cuidado de que


los otros (todos somos otros) estn presentes en las reuniones del proyecto, c)
acciones para multiculturalizar la composicin de las asociaciones y espacios
tcnicos, etc.
Lo que aporta de especfico el interculturalismo en este punto, es que ubica
el principio y valor del respeto activo por la diversidad comn con el
multiculturalismo- en el marco del trabajo por la interaccin positiva entre
diferentes y en el nfasis puesto en lo comn (la identificacin, bsqueda y acuerdo
de lo comn. Esto es, tras afirmar o al mismo tiempo que afirmamos- que todos
somos vecinos o padres y madres de alumnos o pacientes, y al tiempo que se
establece explcitamente lo que se comparte, lo que une o vincula; es a la par de
ello cuando se formula que hay especificidades, diferencias que tener en cuanta o
que atender. Nunca la diversidad en s misma, sino siempre a la luz de lo mucho
que se comparte; pero con esto entramos ya en el tercer eje, el ms especfico de
la perspectiva intercultural.

Interaccin positiva y nfasis en lo comn

En este tercer eje que proponemos como especfico del interculturalismo


respecto del multiculturalismo (Gimnez, 1997 y 2003), el planteamiento de fondo
radica en lo ya expresado sobre: hacer nfasis en lo comn, aprovechar lo diverso
para formular y potenciar esa esfera comn y establecer la colaboracin o
cooperacin intercultural. Ahora bien, ese mbito comn no es algo ya dado, sino
dinmico, histricamente cambiante, a ir buscando, identificando y formulando
colectiva y participativamente.
A continuacin enuncio algunos posibles elementos de esa interaccin
positiva entre diferentes y ese nfasis en lo comn. Por lo pronto, tenemos todo lo
relativo a los intereses comunes de las personas, de los ciudadanos, de los
desfavorecidos, de los vulnerables). As, pueden ser intereses comunes entre
amplios sectores todo ello tiene implicaciones-; no solo genricas, sino en el nivel
de lo local: a) el ansia comn por el desarrollo y por el bienestar y la mejora de
calidad de vida; b) la defensa y ejercicio de los derechos ciudadanos, y del Estado
de derecho y la democracia; c) el sentimiento, reconocimiento y ejercicio de la
ciudadana comn e incluyente; d) la participacin colectiva, social y ciudadana
como lugar de encuentro; e) compartir el civismo o comportamiento cvico, f) las
identidades y pertenencias comunes.
En segundo trmino, puede trabajarse comunitariamente lo relativo a
intereses comunes y colaboracin intercultural segn sectores: a) alianzas y
cooperacin entre trabajadores/as culturalmente diferenciados, b) alianzas y
cooperacin entre jvenes culturalmente diferenciados, c) intereses comunes,
alianzas y cooperacin entre mujeres culturalmente diferenciadas, d) alianzas y
cooperacin en otros grupos sociales: comerciantes, profesionales, etc.
Finalmente, enumeramos algunos requisitos del trabajo comunitario por la
interaccin positiva y la colaboracin intercultural. Destacamos los tres siguientes:
a) la exigencia recproca de responsabilidades, b) la mediacin intercultural y c) el
dilogo intercultural.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 51

Anexo I20: El enfoque de la convivencia ciudadana intercultural

Matriz conceptual y metodolgica para la reflexin sobre el sentido de


las actividades llevadas a cabo en un proyecto de intervencin
Categoras de referenciaPreguntas orientativas para la reflexin

Categoras de Preguntas orientativas para la reflexin


referencia
1 Espacios Ha constituido la propia actividad un espacio de convivencia,
segn los trminos definidos en el Proyecto?
2 Situaciones Cmo se han manifestado en el desarrollo de la actividad las
situaciones existentes en la comunidad, relacionadas con la
convivencia, la coexistencia y la hostilidad?
3 Procesos de Ha servido la actividad para aportar un granito de arena en la
transformacin superacin de hostilidades, en el paso de la hostilidad a la
coexistencia, en la trasmutacin de coexistencia en convivencia?
4 Relaciones Se ha logrado con esa actividad que se establezcan
relaciones entre personas o grupos que habitualmente no
tienen relacin?
5 Actitudes Qu actitudes de aceptacin /rechazo, de inclusin/exclusin,
de reconocimiento, etc. se han manifestado en dicha
actividad?
6 Normativas En qu marco normativo ocurre la actividad? ,
En el desarrollo de la accin: se ha hecho explcito de alguna
manera ese marco o ajuste normativo?
Son conscientes de ello los actores?
7 Valores Qu valores estn en la base de la actividad y cules se han
expresado en ella, sea de forma explcita o implcita
(solidaridad, hospitalidad, respeto, etc.)?
8 Comunicacin y En el desarrollo de la actividad o experiencia: ha habido
lenguas buena o mala comunicacin (tanto en lo verbal como en lo no
verbal)?
Qu ha sido lo sobresaliente desde el punto de vista
lingstico?
Quines han facilitado la comunicacin?
9 Conflictividad La actividad desarrollada: tiene algn componente de
prevencin, regulacin o resolucin de la conflictividad?,
Supone algn avance en la extensin de una cultura cvica
del conflicto?
Ha habido interlocucin (directa o facilitada por terceros)?
10 Participacin Qu crculos de participacin podemos distinguir en el
desarrollo de esa(s) actividad(es) (segn la teora de los tres
crculos21)

20
Adaptacin y desarrollo del instrumento metodolgico generado en el marco del Proyecto de Intervencin
Comunitaria Intercultural de la Obra social La Caixa.
21
Esquema propuesto por marco Marchioni partiendo de la consideracin de que la participacin de los
actores nunca lo es por igual o en el mismo grado, sino que se puede clasificar en, al menos, tres crculos de
mayor a menor implicacin, siendo esta ubicacin dinmica pues quien hoy est en el ncleo puede pasar
en otro momento a un crculo ms externo de colaboradores potenciales en determinadas actividades.
52 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Categoras de Preguntas orientativas para la reflexin


referencia
De qu manera ha ayudado la participacin en una misma
actividad de personas y grupos culturalmente diferenciados al
establecimiento de nuevas relaciones, as como a la
superacin de prejuicios y estereotipos?
11 Identidades Contribuye la realizacin de esa actividad a la extensin o
fortalecimiento de identidades compartidas?
En la preparacin, ejecucin y valoracin de la accin llevada
a cabo: se ha expresado de alguna manera el respeto a las
identidades propias del otro, las no comunes o compartidas?
12 Vida poltica local Se ha tenido en cuenta en el diseo de la actividad la
dimensin poltica de la convivencia? En qu sentido?
13 Ciudadanos Supone esa iniciativa algn avance en la consideracin de los
no nacionales como ciudadanos?
Genera de alguna manera mayor conciencia cvica?
14 Derechos Ha estado presente el enfoque de derechos en el
planteamiento y realizacin de esa actividad?
Qu derechos estn implcitos en ese mbito de actuacin?
15 Deberes Se ha apelado en algn momento de la actividad a las
responsabilidades de cada cual?
La participacin en dicha actividad: supone el cumplimiento,
explcito o implcito, de alguna obligacin o deber (como
vecinos, padres y madres de alumnos, profesionales,
responsables polticos, etc.)?
16 Pertenencia Se ha manifestado de alguna manera el reconocimiento del
Otro como perteneciente a la misma comunidad?
Han sido utilizadas categoras de pertenencia comn para
referirse al Otro (como por ejemplo, vecinos o la nosotros,
las gentes del barrio) o, por el contrario, la referencia al Otro
siempre es en trminos de: inmigrante, nacionalidad, otra
cultura, su religiosidad, etc.?
17 Institucionalidad Ha supuesto la participacin de los responsables polticos un
avance en su legitimacin como tales?
Se han expresado demandas hacia los representantes de las
instituciones pblicas?
Cul ha sido la actitud y respuestas de estas?
18 Igualdad Ha habido igualdad de interlocucin entre participantes de
diferentes segmentos socioculturales de la comunidad?
Cmo afectan los contextos de desigualdad al desarrollo de
actividades como la de referencia?
19 Respeto a la Ha habido respeto mutuo?
diversidad Se trata de un respecto pasivo o activo?
20 Interaccin positiva Se ha trabajado sobre intereses, derechos o necesidades
comunes?
Se ha enfatizado ese aspecto?
Manual de intervencin comunitaria en barrios 53

Anexo II22:
Indicadores cualitativos de convivencia, coexistencia y hostilidad

Tabla 1: indicadores cualitativos de convivencia

Dimensin Indicador(es)
1 Relacional Existen relaciones activas entre las personas que habitan el lugar,
con elementos de reciprocidad, aprendizaje mutuo y cooperacin.
A partir de los intereses compartidos (como vecinos, padres
de alumnos, etc.) existen vnculos ms o menos slidos entre
personas diferenciadas etno-culturalmente.
Es habitual la existencia de espacios de mezcla o mestizaje
(fsico, artstico, asociativo, cultural) sin que ello suponga
asimilacin ni marginacin.
2 Normativa Se respetan y asumen las normas morales y jurdicas,
concretamente las de las comunidades de vecinos, de uso de
los espacios pblicos y en general las normas cvicas.
3 Axiolgica Se respetan y asumen conscientemente los valores bsicos o
(valores) centrales de la comunidad ya sea esta de las comunidad
(estemos hablando de las comunidades de vecinos, las
comunidades de barrio, etc.).
Se es consciente de la existencia de valores diferenciados en
los grupos y comunidades sociales, que se respetan cuando
no suponen una contradiccin con los derechos humanos y/o
el ordenamiento jurdico.
De haber conflictos de valores, estos se abordan de forma
dialogada y pacfica.
4 Participativa Se fomenta activamente, y de hecho se consigue, que la poblacin
de origen extranjero y/o las minoras tnicas participen en las
instituciones locales y en la vida comunitaria.
Se comparten los espacios pblicos de forma normalizada y
pacfica, sin competencia, tensiones, agresiones o segregacin
de grupos etno-culturales en el espacio.
5 Comunicacional Por lo general hay comunicacin intercultural; y esta suele ser
respetuosa y efectiva.
Existe una poltica lingstica exitosa de aprendizaje de la
lengua de la sociedad receptora para aquellos que no la
conocen y dominan, as como de respeto y valoracin de las
otras lenguas presentes en el entorno.
6 Conflictual Hay medidas especficas para prevenir y evitar los conflictos
Cuando suceden las tensiones y enfrentamientos se afrontan
mediante procedimientos pacficos, como la negociacin o la
mediacin.
7 Actitudinal Institucional y socialmente, la diversidad del medio local se
valora positivamente.
Existe un respeto activo.
La tolerancia es entendida y vivida como aceptacin plena del
diferente, incluso del opuesto.

22
Adaptacin y desarrollo del instrumento metodolgico generado en el marco del Proyecto europeo CIEN.
54 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Dimensin Indicador(es)
9 Identitaria Con independencia de otras identidades y pertenencias, hay
una clara identificacin del conjunto de los moradores con la
ciudad y/o sus barrios.
Se tiene asumido un cierto grado de pertenencia local.
10 Poltica En la movilizacin ciudadana local est presente el discurso,
actitud o voluntad mayoritaria de construccin de la
convivencia.
Existen acuerdos bsicos entre las distintas formaciones
polticas locales para el fomento de la convivencia y cohesin
local.

Tabla 2: indicadores cualitativos de coexistencia

Dimensin Indicador(es)
1 Relacional Las relaciones entre las personas con bagajes culturales
diferenciados no son activas; se vive separadamente.
Hay endogamia relacional.
Escaso conocimiento de (e inters por) la cultura del otro.
Entre quienes se perciben como diferentes apenas hay
vnculos interpersonales slidos; esto es: visitas, asociacin
compartida, relaciones de amistad, de pareja o parentesco.
2 Normativa Se cumplen las normas bsicas de deferencia, vecindad, etc.,
pero en el nivel mnimo de no perjudicarse.
3 Axiolgica Los valores pueden ser divergentes, pero se acepta esa
(valores) situacin mientras no haya conflicto.
4 Participativa Aunque hay una cierta participacin de la poblacin de origen
extranjero y/o de las minoras tnicas en las instituciones
locales y en la vida comunitaria, su participacin principal se
da en espacios propios (tnicos).
Se cohabita en los espacios pblicos porque se coincide en
ellos y por imperativo, pero apenas hay relacin alguna en ellos.
5 Comunicacional La comunicacin queda restringida al propio grupo de
identificacin, nacional, cultural, tnico, religioso o lingstico.
6 Conflictual Se remite la buena relacin a la mera inexistencia de
conflictos, disputas y problemas.
Cuando surgen los conflictos: no se abordan, o se abordan mal.
7 Actitudinal Actitud neutra (ni positiva ni negativa) hacia la diversidad.
Hay respeto, pero ms bien pasivo, de dejar hacer, con nulo o
poco inters por el Otro.
La tolerancia se entiende y practica ms bien como aguantar
y soportar al Otro.
8 Identitaria Predominan la identificacin y el sentido de la pertenencia con
el propio grupo social y cultural.
Se manifiesta un sentido de pertenencia comn a la ciudad, al
barrio
9 Poltica La participacin social se expresa por separado entre los
diferentes segmentos socioculturales de la comunidad.
No hay acuerdos, pero tampoco enfrentamientos, entre los
grupos polticos locales, en cuanto a la inmigracin y la
diversificacin cultural de la comunidad.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 55

Tabla 3: indicadores cualitativos de hostilidad


Dimensin Indicador(es)
1 Relacional Alta incidencia de la desconfianza, animadversin, evitacin,
no reconocimiento y culpabilizacin del otro en las relaciones
sociales.
El otro es percibido como amenaza.
No suele haber vnculos interpersonales (quizs salvo
relaciones instrumentales); incluso se critica llegar a tenerlos
(generalmente desde el grupo dominante y excluyente).
Domina la competencia sobre la cooperacin.
Se vive en espacios separados, habiendo zonas marginadas y
tnicamente diferenciadas (guetizacin).
Con frecuencia, se da un trato discriminatorio, desigual, de
modo selectivo: segn con quin se entable relacin.
2 Normativa Se formulan constantes crticas infundadas a los Otros por no
cumplir las normas.
El grupo hostil llega a no cumplir las normas democrticas de
respeto y de trato igual.
3 Axiolgica Constantes crticas infundadas a los Otros por no compartir
(valores) los valores bsicos.
4 Participativa Se rechaza al Otro y se trata de impedirle que participe en las
instituciones y en la vida comunitaria.
En los espacios pblicos existe (o se crea con frecuencia) un
ambiente de tensin y confrontacin.
5 Comunicacional Habitualmente, no hay comunicacin con aquellos a quienes
se rechaza.
Cuando la hay, se manifiesta el mal tono, no siendo raro que
se llegue a la descalificacin y el insulto.
6 Conflictual Se tiene conciencia de que hay conflictos latentes no
resueltos, e incluso se vive con frecuencia en el conflicto
manifiesto y no bien regulado.
No hay paz social, ni siquiera paz pasiva como ausencia de
incidentes.
7 Actitudinal Rechazo de la diversidad.
No hay respeto ni tolerancia, ni siquiera en su sentido pasivo.
De la actitud agresiva puede pasarse (y se pasa de hecho) a
la agresin verbal, incluso a la fsica.
8 Identitaria Se ponen barreras a la identidad y pertenencia compartidas.
Por parte de un sector considerable, se habla de forma
excluyente de nuestra sociedad, nuestro barrio, nuestra
escuela, pues ellos o los otros no forman parte de uno y otras.
No se pretende incluir a la minora.
9 Poltica En el nivel local, existen formaciones polticas o sindicales con
actitudes y programas de orientacin xenfoba.
La sociedad o comunidad local est dividida y enfrentada
(tambin) por segmentos de orientacin poltica.
56 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Bibliografa

AA.VV. (1997) Australie: le multiculturalisme en question. Dossier en


Hommes & Migrations, nmero 1208, julio y agosto de 1997.
Alonso, L. E., Trabajo y ciudadana. Estudios sobre la crisis de la sociedad
salarial. Madrid: Ediciones Trotta. Fundacin 1 de mayo.
Cortina, A. (2001) Ciudadanos del mundo. Hacia una teora de la
ciudadana. Madrid: Alianza Editorial.
Galtung, J. (1964) Summit Meetings and International Relations, Journal
of Peace Research March 1964, 1:36-54.
Garreta, J. (2002). Las minoras tnicas en Espaa: gitanos e inmigrantes
en la estructura social, En Subir, Nuria (coord.) Codesarrollo:
planteamientos y perspectivas. Barcelona: Edicions La Terra, 36-49.
Gimnez, C. (1997 a) Gua de Interculturalidad. Proyecto Q anil. Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Guatemala. Guatemala.
Gimnez, C. (1997 b). Convivencia, en Malgesini G., y Gimnez C. Gua
de conceptos sobre Migraciones, Racismo e Interculturalidad, pp. 57-
60.Madrid: La Cueva del Oso (segunda edicin del ao 2000 en Los Libros
de la Catarata).
Gimnez, C. (2003) Qu es la inmigracin. RBA. Barcelona.
Gimnez, C. (2005). Convivencia. Conceptualizacin y sugerencia para la
praxis. Puntos de Vista, n 1, pp. 7-31. Observatorio de las Migraciones
y la Convivencia Intercultural. Ayuntamiento de Madrid.
Gimnez, C. y Lores, N. (Coords.) (2006) Anuario de la convivencia en la
ciudad de Madrid. Observatorio de las Migraciones y la Convivencia
Intercultural. Ayuntamiento de Madrid.
Gimnez, C. (2006) Polticas locales en torno a la convivencia ciudadana
Migrainfo, Diputacin de Barcelona, Barcelona, (p. 475).
www.diba.cat/c/document_library/get_file?uuid=119bebdf-85f4-4403-
97ed-6fb79527a4da&groupId=1295730
Gimnez, C. (2009) Marco conceptual y buenas prcticas en ciudadana y
convivencia en barrios europeos INTI-CIEN, Proyecto CIEN, Diputacin de
Barcelona (p.139).
Gimnez, C. (2008 a). La promocin de la convivencia ciudadana en
barrios multiculturales: marco conceptual y metodolgico Proyecto CIEN.
Diputacin de Barcelona.
Gimnez, C. & al. (2008 b) Educacin, ciudadana e inmigracin.
Documentos para el Debate, nmero 2. Fundacin L Esplai.
Gimnez, C. (2010) El interculturalismo: propuesta conceptual y
aplicaciones prcticas, Bilbao: Observatorio Vasco de la Inmigracin.
Ikuspegi, ITXAROPENA, S.A. (p. 64).
Gimnez, C (Coord.) (2011) Convivencia social e intercultural en territorios
de alta diversidad. Encuesta 2010 sobre convivencia intercultural en el
mbito local. Barcelona: Obra social La Caixa.
Gmez Crespo, P., Barbosa, F., Lpez-Caniego, M.D. y Martnez, M.A.
(2005) La integracin: conceptualizacin y anlisis, Puntos de Vista, n
3, pp. 7-29. Madrid: Observatorio de las Migraciones y la Convivencia
Intercultural. Ayuntamiento de Madrid.
Kroes, R. Ciudadana y globalizacin. Europa frente a Norteamrica.
Valencia: Frnesis Ctedra. Universitat de Valncia.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 57

Kymlicka, W. (1996) Ciudadana multicultural. Barcelona: Paids.


Lederach, J. P. (1997) Building peace: Sustainable reconciliation in divided
societies. Post a Comment) Washington D.C.: United States Institute Press.
(P. 2, G. 6).
Lederach, J. P. (2005) The Moral Imagination: The Art and Soul of Building
Peace, (Vol. 3) Oxford: Oxford University.
Lucas, J. de. (1994) El desafo de las fronteras. Derechos humanos y
xenofobia frente a una sociedad plural. Madrid: Temas de Hoy.
Lucas, J. de. (1998) El futuro de la ciudadana en la UE: Es posible hablar
de ciudadana multicultural, pginas 47-75 en E. Martn y S. de la Obra
(Eds.) (1998) Repensando la ciudadana. Sevilla: Fundacin el Monte.
Marchioni, M. (1999) Comunidad, participacin y desarrollo: teora y
metodologa de la intervencin comunitaria, Madrid: Editorial Popular.
Marchioni, M. (2001) Comunidad y cambio social : teora y praxis de la
accin comunitaria, Madrid: Editorial Popular.
Marchioni, M (2004) La accin social en y con la comunidad, Madrid:
Editorial Popular.
MIGRATION POLICY GROUP (2006). ndice europeo de Ciudadana cvica
e inclusin. Barcelona: Fundacin CIDOB. (Edicin en ingls de 2005,
British Council, Bruselas) (Elaboracin: A. Geddes,J. Niessen y
colaboradores).
MIGRATION POLICY GROUP (2011). Migrant Integration Policy. Index II.
Espaa. British Council. (Elaboracin: T. Huddleston, J. Niessen y
colaboradores).
Miller, D. (1997) Sobre la nacionalidad. Autodeterminacin y pluralismo
cultural. Barcelona: Paidos.
Niessen, J., Huddleston, T y Citron, L. (Coords.) (2007). ndice de Polticas
de Integracin de Inmigrantes. British Council.
Nussbaum, M. (1999) Los lmites del patriotismo: identidades, pertenencias
y ciudadana mundial, compilado por Joshua Cohen. Barcelona: Paids
Ibrica.
Ortega, M., Snchez, C. Y Valiente, C. (Eds.) (1999) Gnero y ciudadana.
Revisiones desde el mbito privado. Madrid: Ediciones de la Universidad
Autnoma de Madrid.
Pajares, M. (2000) Inmigracin y ciudadana en Europa. La inmigracin y el
asilo en los aos dos mil. Madrid: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
Pomed, l. y Velasco E. (Eds.) (2003) Ciudadana e inmigracin. Zaragoza:
Monografas de la Revista Aragonesa de Administracin Pblica.
Soysal, Y. N. Limits of Citizenship. Migrants and post national membership
in Europe. Chicago: The University of Chicago Press.
Surez, L. (2005) Ciudadana e inmigracin: un oxmoron? Puntos de
Vista, n 4, pp. 29-47. Madrid: Observatorio de las Migraciones y la
Convivencia Intercultural. Ayuntamiento de Madrid.
Surez, L. (2006) Rebordering the Mediterranean. Boundaries and
Citizenship in Southern Europe. New directions in anthropology, volumen
17. New York, Oxford: Berghahn Books.
58 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

CAPTULO
SEGUNDO:

Metodologa de la
intervencin comunitaria.
Los procesos comunitarios

Autores: Marco Marchioni, Luz M Morin Ramrez, Jos lamo


Candelaria23

23
Miembros del INSTITUTOMM. Red de encuentro, intercambio y debate de la democracia
participativa (http://www.institutomm.ning.com)
Manual de intervencin comunitaria en barrios 59

Premisa

En este escrito se intentan definir una metodologa y un planteamiento de


la Intervencin Comunitaria adecuados al contexto actual de la realidad de los
pases desarrollados o en vas de desarrollo, y siempre en el marco de sistemas
democrticos24. En trminos especficos, se trata de una metodologa participativa
y comunitaria que hace de la participacin el hecho central.
Este planteamiento metodolgico se sita de manera decisiva en el terreno
de la democracia y, en particular, de la democracia participativa como elemento
fundamental de integracin, desarrollo y profundizacin de la democracia formal y
representativa. Esta ltima corre evidentemente riesgos muy grandes cuando se
limita al ejercicio del derecho de voto cada cuatro aos. En varios pases
democrticos ya hay signos evidentes de crisis de la poltica y, en particular, de los
partidos polticos y del sistema de representacin (Vanse, por ejemplo, los
resultados de las elecciones de 2013 en Italia y la aparicin nuevos movimientos
que ponen en discusin el sistema existente).

1 Finalidades de la Intervencin Comunitaria

La Intervencin Comunitaria es necesaria, y potencialmente realizable, en


cualquier territorio (comunidad). Se trata de una propuesta poltica de inters
general y no limitable a comunidades particulares con grandes necesidades o en
situaciones crticas. Se contempla como una mejora y modificacin de las polticas
sociales existentes, en las que prevalece la visin asistencial que atiende a
usuarios y que excluye, de hecho, la posibilidad de un papel activo de la
ciudadana.
Por ello, la finalidad de la Intervencin Comunitaria solo puede ser la mejora
de las condiciones de vida de la poblacin interesada25. El contenido concreto de
esta mejora depender de la realidad de cada comunidad Este elemento es
fundamental, ya que se asume el principio de que cualquier situacin (individual y/o
colectiva) es mejorable y evita el peligro de vincular el trabajo comunitario a las
comunidades marginales o a situaciones sociales extremadamente deficitarias.

2 Qu se entiende por comunitario

El diccionario de la Real Academia Espaola (2001) define la voz


comunitario como lo Perteneciente o relativo a la comunidad. En la terminologa
profesional este adjetivo se usa con, al menos, dos diferentes acepciones:

1 Que el trabajo que se realiza es comunitario, en cuanto se asume la


comunidad como destinataria de la intervencin y, por lo tanto, como
objeto y no sujeto- de la intervencin.

24
Es evidente que esta metodologa encontrara obstculos difcilmente superables en sistemas sociales no
democrticos. En estos casos, la metodologa tendra que realizar evidentemente una importante adecuacin
a una realidad que no acepta la participacin de la ciudadana como un hecho normal y necesario.
25
A esta frase no hay que atribuirle un carcter neutral o genrico, ya que la intervencin comunitaria nace
de la concepcin de la participacin como derecho y de la posibilidad para todo el mundo de poder parti-
cipar en paridad de condiciones. Por ello, en esa frase hay que comprender los elementos de solidaridad,
de lucha contra la exclusin y la marginacin de todo tipo y por todo tipo de causas, etc.
60 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

2 Que el proceso comunitario asume la comunidad como protagonista y,


por lo tanto, partcipe directa.

3 Los protagonistas

La Intervencin Comunitaria identifica tres protagonistas: las adminis-


traciones26 en primer lugar y la ciudadana27 en segundo lugar, ya que ambos son
bsicos en un sistema democrtico. Identifica como tercer protagonista a los
recursos profesionales y tcnicos (es decir, todas aquellas personas que se
relacionan directa y diariamente con la poblacin y que gestionan servicios,
programas y prestaciones). Este tercer protagonista aporta su trabajo junto con
elementos tcnico-cientficos de conocimiento de la realidad en la que se interviene,
a las personas que administran (administraciones) y a las personas que participan
(la ciudadana).

Los Protagonistas del proceso comunitario y su papel

Administraciones Ciudadana
asociaciones
administracin local
grupos
otras administraciones pblicas
personas
entidades privadas

Administraciones: gobierno
de la cosa pblica
Ciudadana: derecho de
participacin
Recursos Tcnicos Recursos tcnicos: aporte
de conocimiento y elementos
pblicos y privados
cientficos a los otro
protagonistas

LM/MM
2013

26
A causa de la necesidad de sntesis de este trabajo, utilizamos el trmino administraciones para identi-
ficar, tanto las administraciones pblicas y, en particular el Ayuntamiento-, como otras entidades y organi-
zaciones fundamentalmente del Tercer Sector- que de hecho intervienen en los territorios, y que
administran recursos de todo tipo (materiales, humanos, tcnicos, etc.). Todo esto se debe a los impara-
bles procesos de privatizacin y de externalizacin de servicios y programas del sector pblico al privado,
y por el aumento del protagonismo de la llamada Sociedad Civil en la gestin de las polticas sociales (que
no es objeto de este trabajo). Estas entidades y organizaciones toman decisiones autnomas relacionadas
con el territorio; por ejemplo: sobre la posibilidad de participar en el proceso comunitario por parte de sus
profesionales. Por estos motivos, hay que hablar hoy en da de administraciones en sentido ms amplio,
aun teniendo claro que nuestros referentes principales siguen siendo los responsables polticos de las ad-
ministraciones pblicas.
27
En el contexto de la intervencin comunitaria es preferible usar el trmino de ciudadana a poblacin.
Ciudadana implica el concepto de derechos. Reservamos el trmino poblacin a los aspectos ms pro-
piamente demogrficos y socio-estadsticos.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 61

3.1 La implicacin de los tres Protagonistas en el proceso comunitario

La Intervencin Comunitaria subraya la importancia de que los tres


protagonistas se impliquen en el proceso comunitario conforme a su propio papel
y sin confusin de funciones, es decir:

Que las personas elegidas democrticamente para gobernar, lo hagan de


la manera ms participativa posible, contando con la ciudadana no solo
en el momento del voto, sino tambin durante el ejercicio de su mandato;
e introduciendo frmulas y normas que hagan de la participacin un
elemento diferencial y positivo de su forma de gobernar. En este tema
desempea un papel clave el Ayuntamiento: como gobierno local y como
administracin con ms directa relacin con la ciudadana; aunque no
tenga todas las competencias y los recursos relacionados con la vida
comunitaria, ya que estos se encuentran repartidos entre diferentes
administraciones pblicas y entidades privadas.
Que los recursos tcnicos y profesionales, pblicos y privados, que
realicen su trabajo en directo contacto con la poblacin, no limiten su
actividad a la gestin asistencial de las prestaciones (educativas, sociales,
sanitarias, econmicas, etc.), sino que contribuyan tambin a que la
poblacin pueda participar activamente en la accin de mejora de su
realidad y autonoma individual y colectiva, dejando as de ser pura
destinataria y beneficiaria de las mismas28.
Que la participacin de la ciudadana y sus organizaciones sociales
constituya un elemento central de la Intervencin Comunitaria. En muchas
realidades, la vida democrtica se ha ido debilitando con una creciente
visin negativa de la poltica en general y de los polticos en particular.
La ciudadana ha ido delegando de manera pasiva a la clase poltica el
gobierno de la cosa pblica y muchas veces esta delegacin ha llevado
al desastre y a la corrupcin. Los cambios sociales, demogrficos (con la
inmigracin en primer lugar) y econmicos (en particular ahora con la
crisis) que se han producido de manera intensa y rpida en los ltimos
decenios, han llevado a un enrarecimiento de la vida comunitaria, a una
prdida de referencias y horizontes colectivos (al mal llamado
individualismo) y al reforzamiento de las reivindicaciones particulares
(corporativismos). Con la crisis y el aumento del paro, particularmente
juvenil, aumentan las posibilidades de situaciones conflictivas en las
comunidades locales, sobre todo en relacin con la poblacin inmigrante.

Los procesos comunitarios pueden ser impulsados o propuestos por


cualquiera de los tres protagonistas (como de hecho ha ocurrido en diferentes
circunstancias) que de todas formas luego tendr que implicar a los dems.
Hay momentos en los que las administraciones juegan un papel activo y
propulsivo; otras, un papel de freno o de obstculo Hay momentos en que una
asociacin juega un papel y luego, por intereses personales, todo cambia En un

28
No es intil recordar que en muchos pases desarrollados estos recursos existen y actan en el marco de
un Estado Social (o de Bienestar) que ha sido el resultado de muchos aos de lucha de muchas generacio-
nes; y que en muchas situaciones, por diferentes motivos que aqu no podemos analizar, estos servicios
han ido perdiendo intensidad comunitaria y han ido cayendo en una praxis cada vez ms asistencialista.
62 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

sistema democrtico aunque manifiestamente mejorable- las posibilidades son


infinitas. Por ello el mtodo tiene que ser flexible, adaptable a las diferentes
situaciones y oportunidades y a las diferentes realidades.
Lo que se quiere subrayar es que la hiptesis de la Intervencin Comunitaria
debe ser asumible y viable en cualquier realidad, y debe intentar romper con el pre-
juicio de asociar el desarrollo comunitario, el trabajo social, la Intervencin
Comunitaria, etc. exclusivamente a realidades marginales o caracterizada por
graves necesidades sociales y econmicas.

4 La participacin

La participacin de los tres protagonistas es el elemento central y


estratgico de la Intervencin Comunitaria y, por lo tanto, de la metodologa: las
personas que administran lo harn contando con la participacin de la ciudadana
y esta dejar de ser exclusivamente beneficiaria pasiva de las decisiones y
convirtindose en una ciudadana activa en la vida pblica. Los recursos tcnico-
profesionales (coordinndose entre s y construyendo una relacin democrtica con
la ciudadana) aportan conocimientos y elementos cientficos para que esta relacin
sea cada vez ms democrtica y ms capaz de enfrentarse a la complejidad y la
diversidad de la realidad y a los retos de los cambios sociales y sus consecuencias.
La participacin de la ciudadana en la vida poltica y en el gobierno de la
cosa pblica ha brillado por su ausencia. Los partidos se han contentado con que
los ciudadanos y las ciudadanas les dieran su voto cada cuatro aos (delegacin
pasiva). Entre un mandato y el otro: silencio administrativo (adems de la
corrupcin que siempre aparece cuando la administracin se aleja de la ciudadana
y la transparencia se hace muy borrosa). Se ha gobernado para la ciudadana, no
con ella. Ahora la participacin se hace absolutamente necesaria, pero esto no es
fcil: requiere tiempos, y procesos lentos y complejos.
En la sociedad (por una serie de causas y elementos que sera muy largo
analizar aqu) se han ido perdiendo los horizontes colectivos y los intereses
generales han naufragado en el mar de los intereses individuales. Abrimos un
parntesis para remarcar que, contrariamente a la cultura dominante, no pensamos
que la gente se haya vuelto individualista, sino que, en el contexto social que se ha
ido conformando en los ltimos veinte aos, han ido desapareciendo los horizontes
colectivos y ello induce, naturalmente, a que las personas busquen salidas
individuales.

Participacin es la posibilidad y el derecho a ser reconocido como ser


humano activo en todos los mbitos de la vida social de una sociedad
democrtica poltico, sindical, familiar, acadmico, social, etc.- aportando
ideas, propuestas, iniciativas, acciones, etc. que contribuyen a modificar y
mejorar la realidad que nos rodea; siempre y cuando estas acciones no
limiten o impidan el ejercicio de los derechos individuales y colectivos de
otras personas (Marco Marchioni, 2008).

Todo el mundo puede participar en el proceso comunitario, ya que la


participacin es un derecho de la ciudadana, y el proceso comunitario es un
proceso abierto; pero esto no significa que todo el mundo participe.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 63

Trabajamos para que todo el mundo pueda participar y pueda incorporarse


al proceso cuando cada cual, libre y autnomamente, lo decida. Ello significa
trabajar con una metodologa que lo permita.
En general solo participa una minora, pero tiene que quedar claro por el
punto anterior- que esta minora no se cierre o impida a otras personas implicarse
cuando as lo deseen.
La participacin no tiene que ir vinculada a las mismas personas. Las
personas que participan cambian, pero el proceso sigue.

4.1 La Teora de los tres crculos

En todo el proceso comunitario aparece bsica la Teora de los Tres Crculos


que sistematiza, de manera concreta, el elemento de la participacin. Este elemento
puede ser resumido en que la participacin no va relacionada con las personas,
que pueden cambiar en el tiempo, sino con el proceso mismo. Es decir, la
implicacin de las personas a lo largo del tiempo va cambiando, pero este hecho
no pone en peligro la continuidad del proceso.
Es una teora que se deriva directamente de la prctica y de la realidad de
las experiencias participativas y comunitarias y que puede ser explicada mediante
los siguientes elementos:

Para que se inicie un proceso participativo, tiene que haber alguien que
tome la iniciativa de ponerlo en marcha, de promoverlo. Este alguien al
que llamaremos Ncleo- tiene que garantizar la voluntad de llevar adelante
la iniciativa y de asegurar el trabajo mnimo inicial para ponerla en marcha:
Crculo n 1 de los promotores de la iniciativa.
Sin embargo, por las caractersticas mismas de la iniciativa, el Ncleo tiene
que dirigirse a mucha ms gente, invitndola a participar. Frente a esta
propuesta de participacin slo puede haber tres tipos de respuesta
posibles:

a. Personas que comparten la iniciativa y la van a apoyar totalmente.


De hecho, pueden formar parte del mismo Ncleo, es decir, del
Crculo n 1.
b. Personas que comparten la iniciativa pero que pueden participar
en ella slo de manera puntual, parcial, provisional, etc. (es decir,
no de manera total). Todas estas personas van a formar parte del
Crculo n 2, es decir, el Crculo de las colaboraciones parciales.

Si no hubiese Ncleo, su participacin puntual o parcial, etc.- no podra


realizarse. Sin embargo, existiendo el Ncleo, su colaboracin resulta muy
importante, y de hecho permite el desarrollo del proceso.

c. Personas que no quieren o no pueden participar (los motivos no


interesan). Constituyen el Crculo n 3, al que llamaremos Crculo
Informativo, ya que el Ncleo informar a estas personas durante
todo el proceso, con la idea de que las situaciones cambian y
personas, que han negado su participacin en un momento inicial,
pueden cambiar de opinin y pasar al Crculo n 2 o, incluso, al
mismo Ncleo.
64 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Crculo 1
Ncleo

Crculo 2
Colaboraciones
parciales

Crculo 3
Informativo

Naturalmente esto requiere que el Ncleo no se limite a una invitacin e


informacin iniciales, sino que las mantenga en el tiempo. En todo proceso
participativo se puede participar en cualquier momento del mismo.

Todo esto nos hace comprender que:

Los tres crculos, en realidad son abiertos. Hay movimiento de entradas y


salidas en ellos. Es decir: hay personas que empiezan en el Ncleo y luego,
por diferentes motivos, pueden pasar al Crculo 2 o, incluso, al 3. Y
viceversa.
El proceso necesita de un flujo informativo constante y con el mismo
contenido para todo el mundo, para asegurar que los movimientos internos
a los tres crculos no produzcan fallos en el proceso mismo, ya que
personas escasamente informadas no podran asegurar la correcta
continuidad del proceso.

Esta teora permite comprender que lo importante es la continuidad del


proceso participativo, no la continuidad de las personas. Para ello hay que recordar
que las situaciones subjetivas y objetivas, internas y externas- cambian, y que este
es un hecho natural, normal. Pero la metodologa tiene que garantizar la continuidad
del proceso ms all de las mismas personas. Incluso, desde un punto de vista de
salud democrtica, en general es bueno que haya un recambio de las personas, y
que los cargos o papeles que cada uno puede cubrir en un determinado momento
no se eternicen de manera vitalicia.

4.2 Participacin versus organizacin

En los procesos comunitarios, un elemento fundamental reside en el hecho


de que los tres Protagonistas se hayan dado, a lo largo de los mismos, una
organizacin concreta (en cierta medida, estable, aunque flexible para poder
adaptarse a los cambios). Muy a menudo, se habla de participacin, pero de hecho,
se refieren a una participacin tutelada y dependiente de la iniciativa de otros. Si
no existe organizacin, la participacin de los tres Protagonistas depender
exclusivamente de quien ha llevado la iniciativa.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 65

Esto nos obliga a trabajar siempre desarrollando la participacin de los tres


Protagonistas, promoviendo tambin su encuentro, pero favoreciendo y propiciando
su organizacin autnoma.

5 Proceso dialctico y dinmico

La Intervencin Comunitaria se interpreta como un proceso dialctico (por


las relaciones con, y entre los tres protagonistas) y dinmico, ya que va
evolucionando en el tiempo y en el espacio territorial en el que se produce. La
Intervencin Comunitaria no se traduce en un proyecto finalista, es decir, con
finalidades pre-definidas. Se trata de un proceso indefinido e inespecfico, ya que
parte del principio que cada comunidad es una realidad particular que tiene que
realizar su propio itinerario de desarrollo, que ser diferente de cualquier otro. Ser
el mismo proceso participativo y comunitario el que vaya a determinar este
recorrido, sus finalidades y sus prioridades. En sntesis, el proceso siempre:

Es dinmico porque:

No se repite cclicamente como muchos proyectos o actividades de


numerosos servicios o recursos tcnicos (e incluso asociaciones) que
tienden a repetir actividades, cambiando los usuarios o consumidores de
los mismos-. Se trabaja con la perspectiva intrnseca de promover
participacin, es decir, autonoma, autogestin, etc. de personas, grupos,
asociaciones, gobiernos, etc.
Sus acciones, actividades y objetivos van evolucionando: en general, en
las lneas de accin especficas, en las relaciones con los tres
protagonistas (con cada uno de ellos) y en la relacin entre ellos.
Acta en realidades que se enfrentan a cambios muy importantes y que
se han producido en poco tiempo (el de la diversidad, por ejemplo). Los
cambios generan inseguridades, incluso miedos y, por lo tanto, abren el
camino a situaciones desconocidas. Muchos instrumentos antes
disponibles aparecen muy a menudo obsoletos, incapaces de afrontar
adecuadamente las nuevas realidades

Es dialctico porque:

Implica tres protagonistas y la relacin entre ellos en un proceso


compartido.
Los tres protagonistas no participan de la misma manera: porque su
participacin es discontinua como la de cualquier persona- porque sus
relaciones (es decir entre ellos) cambian continuamente y tambin porque
la realidad cambia, las situaciones cambian y esto produce a su vez
cambios en los tres.
Hay momentos en los que las administraciones juegan un papel activo,
proactivo y propulsivo; en otros desempean el papel de freno, de
obstculo, de desconfianza Hay momentos en que una asociacin juega
un papel activo y luego, por intereses personales, todo cambia Las
posibilidades son infinitas. Por ello el mtodo tiene que ser flexible,
adaptable a los cambios adems de adaptarse a las diferentes realidades.
66 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Por ltimo, pero no por ello lo menos importante, el proceso es dialctico:


porque en una realidad puede desarrollarse principalmente por la va global, en otra
realidad puede hacerlo por una va especfica, y en una tercera por una mezcla de
ambas. Pero esta flexibilidad tiene una condicin bsica: que la metodologa que
se utilice sea la misma.

5.1 La dimensin de proceso

Con la idea de proceso se quiere expresar la necesidad de poner en


marcha algo que va a desarrollarse, a travs de fases o etapas, de manera indefinida
e inespecfica (puesto que fines y objetivos no estn pre-determinados). A esta
dimensin terica y operativa de proceso hay que asegurarle sostenibilidad y
continuidad; una condicin de normalidad y de repetitividad en otras realidades.
Las polticas sociales de los ltimos decenios (aun partiendo de
presupuestos, leyes y planteamientos avanzados) han sido gestionadas de manera
muy raqutica, y sobre todo a travs de proyectos cada vez ms especficos. Ello
viene favorecido por la dispersin administrativa y por la ausencia de polticas de
integracin institucional; temas hoy sobre el tapete por causa del dficit y de la
crisis, pero ya evidentes incluso en los aos del crecimiento ininterrumpido. La
idea de proceso resulta, por lo tanto, no solo innovadora, sino tambin,
potencialmente rompedora de la situacin existente en los territorios.

5.2 Partir de lo existente

Todo proceso comunitario tiene que desarrollarse a partir de lo que ya existe,


teniendo en cuenta la historia reciente de la comunidad: sobre todo en cuanto a
participacin social se refiere (xitos y fracasos; experiencias positivas y negativas, etc.).
Muchos proyectos especficos predeterminados y dedicados a atender
demandas especficas- intervienen en una comunidad sin contar con lo que existe.
Este hecho determina una situacin difcil para la colaboracin de otros recursos
tcnicos, y muy difcil cara a la participacin de la ciudadana ya que, en muchos
casos, en una misma comunidad han estado interviniendo muchos recursos con
muchos proyectos sin alguna relacin entre ellos29.

5.3 Cada comunidad realizar su propio itinerario

La visin comunitaria se ha identificado histricamente con comunidades


marginales, sub-desarrolladas o excluidas por diferentes causas o situaciones
(econmicas, tnicas, sociales, religiosas, etc.). Sin entrar ahora en un anlisis de esta
visin, solo conviene aqu resear que la hiptesis de los procesos comunitarios prev
la posibilidad de ser aplicada en cualquier contexto y para todo el mundo en todo
un pas, en toda una ciudad o en muchos pueblos: es decir, en cualquier parte. Otra

29
Con el trmino de recursos tcnicos nos referimos directamente a todos aquellos profesionales y tc-
nicos que intervienen en el mbito de un servicio o de un programa, etc. tanto pblicos como privados- y
que de alguna forma atienden a demandas sociales de la poblacin.
Sin embargo tambin consideramos que la propia comunidad genera sus propios recursos: lderes, dirigen-
tes, representantes, grupos formales o informales, asociaciones, etc. A estos llamamos recursos comu-
nitarios. El proceso comunitario cuenta con ambos aun teniendo en cuenta el diferente papel que
desempean.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 67

cosa, naturalmente, es que la realidad social, econmica, etc. de cada una de las
comunidades implicadas marque luego las diferencias; pero esto es porque la
Intervencin Comunitaria seguir diferentes caminos en cada diferente realidad, y no
porque se haya previamente diferenciado una comunidad de otra. Cada comunidad
realizar su propio itinerario, que ser nico e inconfundible con cualquier otro. En una
situacin, un hecho X podr tener una importancia muy grande; en otra, el mismo
hecho podr tener una importancia mnima. O al revs.
Por lo tanto, en cada comunidad y en cada realidad se pueden desarrollar
procesos comunitarios cuyos itinerarios de desarrollo dependern de factores
locales y variables independientes. Todo ello impide definir un itinerario tipo.

6 Comunidad

Desde la dimensin estrictamente operativa hay que recordar que la


comunidad es siempre un territorio habitado por una poblacin, que cuenta o no-
con determinados recursos y que expresa o no- determinadas demandas. Por
ello, la metodologa de la Intervencin Comunitaria tiene siempre en cuenta estos
cuatro elementos y sus mutuas interrelaciones:

El territorio
La poblacin/ciudadana
Los recursos tanto tcnicos (tcnico-profesionales, pblicos y privados,
que intervienen en el territorio) como comunitarios (asociaciones y grupos
formales e informales de la poblacin).
Las demandas/necesidades/potencialidades existentes.

Pero con el trmino comunidad debe identificarse una dimensin que


permita el desarrollo del proceso participativo y comunitario, y que responda a los
siguientes criterios:

1. Dimensin municipal. Es decir, relacionada con el primer rgano


del Estado, que es el municipio, y el gobierno de este: el
Ayuntamiento. Solo puede haber tres variables: un pueblo; una
parte de la ciudad (barrio, distrito, zona, etc.) o una manco-
munidad de pequeos municipios. Desvincular la definicin de
comunidad de la dimensin institucional de los municipios y de
los ayuntamientos relega la Intervencin Comunitaria a un papel
secundario y marginal. Vincularla a esta dimensin la convierte en
una posibilidad poltica de inters general y repetible.
2. Dimensin fsico-poblacional que permita la relacin y el
encuentro directos entre los tres protagonistas. Relacin y
encuentro que pueden ser mejorados, potenciados, etc., por las
nuevas tecnologas (TIC) y otros medios; pero estos medios jams
sern sustitutivos de las relaciones y el encuentro directos. Por
ello, la dimensin fsica concreta de cada comunidad depender
de muchos elementos que tienen que ser tenidos en cuenta
(geografa social, dimensin demogrfica, tipologa urbanstica,
tipos de vivienda, comunicaciones, etc., etc.). Pero no podr ser
demasiado grande, impidiendo tales relaciones.
68 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

6.1 Recursos comunitarios

Dentro de la categora de recursos30, incluimos tambin los propiamente


comunitarios, entendiendo por ello los que son producidos por la misma poblacin,
es decir: grupos, asociaciones, lderes, etc. Todos ellos son recursos comunitarios
ya que testimonian la participacin de la poblacin en algo no estrictamente
personal o familiar o particular. Todo grupo o asociacin es, por lo tanto, un recurso
potencial para su comunidad.
En este sentido hay, sin embargo, que distinguir entre:
Grupos informales: de amigos/as, de colegas, pandillas, etc.
Grupos formales: asociaciones.
Consideramos a ambos importantes en el proceso participativo, pero
diferentes a la hora de representar un papel pblico: una asociacin tiene estatuto,
junta directiva, presidente/a, etc. Un grupo informal, nada de todo ello, aunque s
importancia real a la hora de la participacin. A veces hemos verificado que un
grupo informal de jvenes es mucho ms activo y real que una asociacin formal
de jvenes, sin actividad ni vida real.

7 El equipo comunitario

El panorama actual de las polticas sociales y de los recursos existentes en


la comunidad (servicios, programas, proyectos, iniciativas, actividades, etc.) acusa
la ausencia de equipos comunitarios, es decir, dedicados al proceso global y general
de mejora de las condiciones de vida de la poblacin/ciudadana y a la promocin
del desarrollo comunitario (social, cultural, econmico, etc.). Solo existen y cada
vez ms, aunque con pocas condiciones de sostenibilidad y mucha precariedad-
recursos especficos destinados a actuar en una parcela o sector, o mbito, o
demanda, o tema puntual, etc.- de la realidad; dependiendo de diferentes
administraciones pblicas, entidades privadas, ONG, asociaciones de vecinos y un
largo etctera, los cuales ni siquiera se relacionan entre ellos.
Si pretendemos un proceso comunitario, si queremos implicar a los
diferentes protagonistas, y queremos promover un desarrollo real comunitario
entonces necesitamos de un Equipo Comunitario; el cual, contando con el dominio
de la metodologa comunitaria, trabaje el proceso comunitario y permita que la
comunidad emprenda su recorrido de mejora; contando con las intervenciones
sectoriales, puntuales y especficas que ya existan, y que ahora van a poder
producir mejores y mayores resultados.
La Intervencin Comunitaria requiere la existencia de un equipo comunitario
que no atienda a prestaciones especficas (para ello estn los recursos existentes),
sino a las necesidades del proceso comunitario y a las relaciones con y entre los
tres protagonistas. Este Equipo Comunitario es el que domina y practica (y
transfiere) la metodologa comunitaria31.

30
DRAE: 7 acepcin. Conjunto de elementos disponibles para resolver una necesidad o llevar a cabo una
empresa.
31
Nota: Generalmente las profesiones sociales han ido olvidando la dimensin comunitaria y han profundi-
zado en la vertiente clnica, individual y asistencial. En general, desconocen e ignoran las metodologas
comunitarias, el trabajo participativo y con grupos.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 69

El Equipo Comunitario:

a. Construye relaciones asertivas con el conjunto de los


protagonistas y promueve el intercambio y las relaciones entre
ellos, en paridad de condiciones y creando momentos
(encuentros comunitarios) y espacios permanentes de relacin
entre ellos; trabaja de manera participativa para construir el
conocimiento de la realidad comunitaria que, a su vez, permita
la realizacin del diagnstico y de la programacin
comunitaria.
b. Aporta trabajo, tiempo y metodologa permitiendo el
despliegue y la sostenibilidad del proceso.

Se entiende que una de las funciones y finalidades del Equipo Comunitario


es la de reforzar el tejido asociativo existente (de todo tipo); as como contribuir a
crear, en la medida de lo posible, nuevos grupos y asociaciones.

8 La metodologa comunitaria

Por metodologa se entiende el conjunto de instrumentos y acciones que


permiten aplicar, a travs de la praxis, una serie de principios, planteamientos y
finalidades tericamente desarrollados, en una realidad concreta y determinada: la
comunidad de intervencin.

De ello se desprende que:

La metodologa implica un conjunto de elementos organizados, y no actos


o acciones casuales y puntuales que se van usando segn las
circunstancias;
Los elementos metodolgicos tienen que ser coherentes con los
planteamientos tericos y, al mismo tiempo, poderse aplicar a realidades
diferentes (no existen dos comunidades iguales, as como no existen dos
personas iguales);
Por lo tanto, la metodologa tiene que ser flexible sin perder en coherencia.

La metodologa comunitaria
70 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

8.1 Elementos metodolgicos32

La metodologa comunitaria se articula en elementos metodolgicos:


permanentes, aplicados y sistematizados; que permiten el desarrollo del proceso
comunitario. Cabe presentarlos sintticamente:

La Documentacin. Todo proceso comunitario constituye un hecho


poltico y pblico. Por ello tiene que ser documentado y evaluado de
manera pblica. Ello requiere un sistema de documentacin y un trabajo
para ello por parte del equipo. Si no se documenta, no se puede informar
de manera cientfica y no manipulable.
La Informacin comunitaria, la Socializacin y Devolucin de los
conocimientos y de los resultados del proceso comunitario. El proceso
comunitario requiere de la produccin sistemtica de un flujo informativo
que permita a todo el mundo seguir el desarrollo del proceso para poder
participar o poder implicarse en cualquier momento. Se aplica aqu un
criterio/principio fundamental: la misma informacin para los tres
protagonistas (aunque en lenguaje, forma y medios diferentes para
asegurar la posibilidad de poder utilizar las informaciones en paridad de
condiciones). Adems de la informacin, el proceso tiene que devolver
los resultados del proceso mismo y garantizar, lo mejor posible, la
socializacin de los contenidos de estudios y otros elementos sin cuya
comprensin los mismos seran patrimonio exclusivo de un solo sector de
la comunidad (por ejemplo, del sector tcnico o del sector poltico).
El Conocimiento Compartido (la Audicin), la Monografa y el
Diagnstico Comunitario. En los procesos comunitarios adquiere una
importancia muy grande la construccin participativa, y contando con los
tres protagonistas, de un conocimiento compartido de la realidad
comunitaria y de un diagnstico que permita identificar las prioridades
comunes y generales. Estas, a su vez, permitirn poner en marcha
programas comunitarios para la mejora de las condiciones de vida de la
poblacin (diferentes en cada realidad), afrontando de manera comunitaria
las prioridades generales que son las que permiten salvaguardar los
intereses y las necesidades de los sectores ms dbiles y ms frgiles de
la poblacin.

LA AUDICIN

La Audicin se justifica y se convalida si a ella le sigue la intervencin social.


Es, en lo fundamental, un mtodo de intervencin. Ello se deriva de los
planteamientos originales del Trabajo Social, ya que los/as trabajadores/as sociales
evidentemente- para poder actuar (individual, grupal o comunitariamente) tienen
que conocer esa realidad. No se escucha por conocer y no actuar, sino para
conocer y actuar.
Los protagonistas de la Audicin son los protagonistas de la accin de
cambio en una determinada comunidad. Con este elemento que acabamos de
delinear, la Audicin sale del mbito estricto de la sociologa y de la investigacin

32
Este artculo no es el mbito adecuado para el desarrollo tcnico de los elementos metodolgicos. Aqu
solo se recuerdan los criterios fundamentales de los mismos.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 71

participativa para entrar de lleno en el campo de la Intervencin Comunitaria y del


trabajo social. Demasiado a menudo, las ciencias sociales33 se limitan a producir el
conocimiento de una determinada realidad, sin luego asegurar una transferencia a
la misma, facilitando as posibilidades de cambio y de mejora y una continuidad
concreta y real en el campo de la intervencin.
En el proceso comunitario el conocimiento se construye de manera
participativa. Lo cual no es suficiente: muchas veces ha ocurrido que poblaciones
objeto de estudios e investigaciones, no han vuelto a saber nada del tema. Esto
genera mucha desconfianza respecto de los estudios comunitarios.
Por esto, quien promueve la Audicin debe preocuparse de poder luego
seguir con la intervencin, so pena de contribuir, sin quererlo, a un mayor grado de
frustracin, sobre todo en las pocas personas que desde el comienzo han confiado
en el mtodo y en sus finalidades intrnsecas.
Todo esto nos lleva a otro tema del que percibimos ahora, ms que nunca,
la importancia. Por una parte, es fundamental intentar comprender la actitud de las
personas frente a su realidad, pero tambin necesitamos conocer lo mejor posible
en trminos objetivos y reales- la realidad que nos rodea, es decir, la comunidad
en todos sus aspectos. No es suficiente registrar la opinin de las personas. Hay
que conocer y tener en cuenta sus opiniones, sus valoraciones, sus diagnsticos
(porque eso es lo que las personas hacen cuando se les escucha). Pero, a la vez,
estas mismas personas tienen que poder confrontar sus opiniones, no solo con las
de las otras personas, sino tambin con los datos y los conocimientos objetivos. Si
no hiciramos esto, ms que tener en cuenta a las personas, en realidad lo que
estaramos haciendo sera contribuir a la des-educacin de la comunidad. Haramos
pura y simplemente demagogia. Y con la demagogia no se cambia la realidad.
Con la Audicin aportaramos la parte cualitativa y subjetiva de la monografa
comunitaria, es decir, las opiniones y las percepciones de todos los protagonistas.
Concluyendo, la Audicin es un mtodo de intervencin social que se
propone modificar una situacin partiendo del conocimiento que los mismos
interesados tienen de esa situacin, y contando con su participacin en la accin
consiguiente. Es un mtodo que, ms que preguntar, escucha a las personas
interesadas, partiendo del presupuesto que la opinin y la participacin de esas
personas es fundamental para cualquier accin de cambio y de modificacin.
La Audicin no es otra cosa que un intento de construir relaciones diferentes
entre los protagonistas de la comunidad, relaciones de confianza, que luego tendrn
que confluir en la accin participativa.
La Audicin es, por lo tanto, parte integrante del proceso de Intervencin
Comunitaria y es ella misma, a su vez, un proceso.

La Programacin y la Evaluacin Comunitaria, realizadas con y por los


tres protagonistas. Aunque sea inespecfico, el proceso terminar por
afrontar temticas comunitarias que se habrn definido con el diagnstico
y con la monografa. Estas temticas sern objeto de especficos
programas comunitarios, cuyas caractersticas fundamentales pueden ser
identificadas en:

33
En el texto se usa el trmino ciencias sociales en sentido amplio incluyendo: la medicina, la psicologa,
la pedagoga, etc. Todas estas ciencias, ms all de la pura investigacin, tienen la finalidad inmediata de
contribuir a mejorar la situacin partiendo del conocimiento de la misma.
72 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

- La implicacin de los tres protagonistas (qu administraciones se


implican, qu recursos tcnicos y en qu manera participa la ciudadana).
- Un desarrollo global y multisectorial del programa.
- Un desarrollo de, al menos 3 aos, y una articulacin en objetivos a
corto, medio y largo plazo.
- Disponer de un equipo dedicado exclusivamente al programa (aunque
no necesariamente a plena dedicacin)
- Seguir aplicando la metodologa comunitaria en todo su desarrollo.

Todo proceso comunitario requiere ser evaluado, interna y externamente.


La evaluacin interna se realiza con mtodos cientficos y con indicadores
relacionados con las finalidades y los mtodos utilizados en el proceso. La
evaluacin externa se realiza con la participacin directa de los tres protagonistas.
La sntesis de las dos evaluaciones permitir la posibilidad de transferir la
experiencia a otras realidades.

8.2 Los Espacios y los Encuentros Comunitarios

Son elementos metodolgicos fundamentales para garantizar la continuidad


del proceso y su sostenibilidad en el futuro prximo. Con los espacios se quiere
representar la forma de la nueva organizacin que cada uno de los tres
protagonistas se ha dado gracias al proceso comunitario (un espacio de relacin
de las diferentes administraciones para coordinar su implicacin en el proceso; un
espacio de relacin de los recursos tcnicos, pblicos y privados, para colaborar y
llevar adelante acciones comunes ms globales; y un espacio de las organizaciones
de la ciudadana y personas a ttulo individual que quieren participar activamente
en el proceso coordinndose para llevar adelante acciones, iniciativas y programas
comunes, adems de las acciones particulares de cada uno.
Los encuentros comunitarios son aquellos momentos en que los tres
protagonistas se encuentran para compartir iniciativas comunes como han sido
los resultados de la monografa, el diagnstico y la programacin comunitaria- y
otros temas comunitarios que hayan aparecido en el proceso y que requiere de
momentos de encuentro para una solucin adecuada. La metodologa comunitaria
resulta aqu tambin fundamental para asegurar la participacin de todo el mundo
en paridad de condiciones. Lo que diferencia los tres protagonistas es su papel en
la vida comunitaria, ms all de visiones jerrquicas y antidemocrticas, todava
dominantes, que el proceso comunitario ha contribuido a reconsiderar.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 73
74 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

CAPTULO
TERCERO:

Dinmicas que permiten el


trnsito entre distintas
formas de relacin:
participacin, sentido de
pertenencia e identidad
compartida

Autores: Isidro Maya Jariego, Daniel Holgado, Ignacio Ramos y


Francisco Jos Santolaya34

34
Miembros del grupo de investigacin Laboratorio de Redes Personales y Comunida-
des, en la Universidad de Sevilla (http://investigacion.us.es/sisius/grupo/HUM059)
Manual de intervencin comunitaria en barrios 75

Introduccin

En este captulo presentamos cuatro elementos clave para fortalecer la


convivencia en barrios: el sentido de comunidad, la preparacin comunitaria, el
desarrollo de coaliciones y la participacin ciudadana. Cada uno de ellos describe
procesos psicosociales que son determinantes en las dinmicas de cohesin social.
La convivencia se ve facilitada cuando los vecinos desarrollan una conexin
emocional compartida, cuentan con un nivel adecuado de organizacin comunitaria,
son activos en el afrontamiento de problemas sociales y estn preparados para el
cambio social. A continuacin vamos a presentar cada uno de dichos conceptos,
mostrando en cada caso las implicaciones para el diseo de estrategias de
intervencin social y comunitaria. En cada apartado revisaremos tambin las
peculiaridades de las dinmicas de cohesin social en contextos de diversidad
cultural.

1 Sentido de comunidad

1.1 El sentido de pertenencia y el proceso de identificacin


con la comunidad

El sentido de comunidad se refiere a la experiencia subjetiva de pertenencia


a una colectividad, ya sea un barrio, una organizacin o una agrupacin relacional.
Normalmente se aplica a estructuras de nivel meso-social, basadas en la interaccin
entre sus miembros. Lo ms habitual ha sido estudiar la identidad compartida por
los residentes de un bloque de pisos, una manzana o un vecindario. Sin embargo,
tambin se ha aplicado a ciudades, lugares de trabajo, escuelas, grupos de auto-
ayuda, agrupaciones de la sociedad civil y comunidades formadas por minoras
tnicas.
Veamos, en primer lugar, la idea de comunidad y sus formas, para pasar a
continuacin al concepto de sentido psicolgico de comunidad y los factores que
lo componen.
Una comunidad es una red de relaciones de apoyo mutuo, de fcil acceso
y de la que la persona podra depender (Sarason, 1974). Se trata de agrupaciones
amplias de individuos, que pueden desarrollar un sentido de compromiso mutuo
pese a que no todos se conozcan entre s. Las dinmicas de cohesin social pueden
ser similares a las que se producen en la interaccin en grupos pequeos. Sin
embargo, en una comunidad, no todos los miembros se conocen entre s, sino que
estn expuestos a la influencia de las relaciones indirectas con individuos que
pertenecen al mismo espacio social de referencia. Gran parte del inters de la
nocin de comunidad reside precisamente en examinar los efectos inconscientes
de la estructura social sobre el individuo.
No es fcil establecer los lmites de una comunidad. Cuando lo aplicamos
a un barrio o a una ciudad estamos recurriendo a una definicin externa pre-
existente, que no siempre se ajusta con exactitud a la experiencia de interaccin
de los residentes. Tambin podemos basarnos en la definicin de los propios
miembros, que muchas veces se inspiran en actividades e intereses compartidos,
de carcter ms impreciso. En ambos casos podemos asumir que se trata de
76 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

estructuras basadas en la interaccin que se traducen en una relacin de


interdependencia. Desde ese punto de vista, hay diferencias individuales en el grado
de centralidad que cada persona ocupa en la comunidad de referencia, as como
lmites difusos en la periferia, que ponen en contacto con otros espacios de relacin.
La literatura ha distinguido tradicionalmente entre comunidades locales y
comunidades relacionales. Las comunidades basadas en la localidad se apoyan en
el impacto de la proximidad geogrfica en las relaciones interpersonales. Son
comunidades locales, por ejemplo: los pueblos, las ciudades, zonas rurales
definidas, los barrios o las manzanas de edificios. Por su parte, las comunidades
relacionales no estn delimitadas geogrficamente, sino que se definen en funcin
de las relaciones personales y del sentido de pertenencia de los miembros. Por
ejemplo: las comunidades virtuales (o comunidades online), o las agrupaciones de
personas con intereses comunes, ilustran este segundo tipo.
En cualquier caso, el aspecto al que la investigacin ha prestado ms
atencin es la experiencia subjetiva de pertenencia. El sentido psicolgico de
comunidad fue definido originalmente como la percepcin de similitud con otros,
una interdependencia reconocida con los dems, la voluntad de mantener esa
interdependencia dando o haciendo por otros lo que uno espera de ellos, la
sensacin de que uno forma parte de una estructura ms amplia confiable y
estable (Sarason, 1974, p. 157).
Esta idea ha sido desarrollada posteriormente en un modelo que distingue
cuatro elementos de la experiencia subjetiva de pertenencia a la comunidad.
McMillan y Chavis (1986) definen el sentido de comunidad como: un sentimiento
que los miembros tienen de pertenencia, un sentimiento de que los miembros son
significativos entre s y para el grupo, una fe compartida en que las necesidades de
los miembros sern atendidas a travs de su compromiso para permanecer juntos.
De acuerdo con ello, los componentes del sentido de comunidad son: (a) la
pertenencia, (b) la influencia, (c) la atencin de necesidades y (d) la conexin
emocional compartida.
La pertenencia, normalmente se basa en la definicin de unos lmites o unas
lneas divisorias (ms o menos difusas) entre los miembros y los que no pertenecen
a la comunidad, as como en la existencia de smbolos compartidos. En segundo
lugar, los miembros sienten que pueden tener una influencia en el grupo, a la vez
que son influidos por el colectivo. Por otro lado, la comunidad se basa en el
intercambio de recursos, de forma que los individuos se ven recompensados por
participar en la misma y ven satisfechas algunas de sus necesidades. Finalmente,
la comunidad se basa en una historia compartida, en el desarrollo de rituales y
celebraciones, y en una dinmica emocional de carcter colectivo.
El sentido psicolgico de comunidad se relaciona, entre otros factores, con
el tiempo de residencia, la estabilidad residencial, el comportamiento de
participacin y la satisfaccin con el vecindario (Dalton, Elias & Wandersman, 2001).
Est muy contrastado que la identificacin con el barrio suele ser mayor en aquellos
vecinos que llevan ms tiempo viviendo en la zona. Del mismo modo, cuando hay
una proporcin elevada de movilidad entre los vecinos, ya sea porque se van a vivir
a otro lado o porque solo se asientan temporalmente, se ve afectada negativamente
la cohesin social del conjunto. Tambin se ha documentado un proceso de
potenciacin mutua entre participacin comunitaria y sentido de comunidad,
relacionado con la percepcin de control y el empoderamiento individual y colectivo
(Maya Jariego, 2004). Los vecinos ms activos tienen por lo general un mayor
sentido de pertenencia, y viceversa. Finalmente, tener relaciones sociales positivas
Manual de intervencin comunitaria en barrios 77

con los vecinos se asocia con una mayor identificacin con el barrio.
En el desarrollo del sentido psicolgico de comunidad resultan claves los
espacios de intermediacin. Es decir: aquellos lugares y contextos donde los
vecinos pueden encontrarse, establecer relaciones y desarrollar la conexin
emocional compartida. Por ejemplo: los lderes naturales suelen ejercer un papel
de articulacin comunitaria, facilitando la participacin social y el desarrollo de
relaciones, o bien poniendo en contacto grupos de vecinos que aparecen
desconectados. Tambin hay contextos de comportamiento, diferentes en cada
comunidad, que facilitan el contacto entre vecinos y que actan como espacios
para la interaccin. Puede tratarse del mercado local, una asociacin de vecinos,
la iglesia, una plaza pblica, etctera. Por su parte, las asociaciones junto con
otras organizaciones, tales como escuelas y centros comunitarios- tambin son
estructuras mediadoras que guardan relacin con las dinmicas de cohesin social
en el barrio.
En ltima instancia, el sentido de comunidad resulta beneficioso en trminos
psicolgicos y sociales (Dalton, Elias & Wandersman, 2001). Concretamente, se
relaciona con indicadores positivos de bienestar psicolgico, satisfaccin con la
vida y salud fsica y mental. Las personas que desarrollan una identificacin positiva
con el entorno comunitario suelen disponer tambin de mayor percepcin de control
y mejores estrategias de afrontamiento ante el estrs. El sentido de comunidad se
relaciona con menor percepcin de delincuencia y est asociado con una mejor
situacin del barrio en trminos de participacin, organizacin comunitaria y
necesidades sociales.

1.2 El sentido de comunidad y el proceso de aculturacin en minoras


tnicas e inmigrantes

Para el caso de los inmigrantes extranjeros, cabe analizar tanto las


comunidades locales como las comunidades relacionales. Por ejemplo, podemos
evaluar la integracin de un grupo de inmigrantes marroques en el barrio de
residencia (la comunidad local), o bien evaluar el grado de cohesin social entre los
inmigrantes marroques en Sevilla (una comunidad relacional). En el segundo caso,
aunque tambin utilicemos una delimitacin espacial (la ciudad de Sevilla) estamos
valorando la pertenencia a la comunidad relacional de compatriotas expatriados.
Los inmigrantes extranjeros tienen un perfil diferenciado que puede afectar
a los procesos de identificacin comunitaria. En primer lugar, el tiempo de estancia
en Espaa es una dimensin clave, que condiciona en parte: las relaciones con
espaoles, el nivel de informacin sobre el contexto receptor, las estrategias de
aculturacin, el dominio del idioma, el conocimiento de los servicios y la insercin
en el mercado de trabajo entre otros aspectos (Maya Jariego, 2007). En segundo
lugar, los inmigrantes suelen tener un elevado nivel de movilidad geogrfica, por
encima del de la poblacin autctona, lo cual incide negativamente en las
oportunidades de arraigo territorial. Y en tercer lugar, las circunstancias de exclusin
social pueden funcionar como barrera para la integracin comunitaria, reduciendo
los estmulos para la identificacin con las comunidades de referencia. En el mismo
sentido, los niveles de participacin social en el colectivo inmigrante estarn
probablemente conectados con las oportunidades de conexin emocional
compartida y el sentido de pertenencia vecinal.
La reagrupacin familiar y (de forma ms amplia) la emigracin en cadena
contribuyen a la formacin de comunidades de inmigrantes (Maya Jariego, 2004).
78 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Concretamente, en el caso de los inmigrantes recientes se ha descrito cmo el


desplazamiento en cadena genera un proceso de crecimiento endgeno, que
interacta con los contextos de recepcin, resultando en dinmicas de segregacin
socio-espacial. Tanto el tamao, como el grado de organizacin de la comunidad
expatriada, conforman el espacio de oportunidades para el establecimiento de
relaciones y la integracin en la comunidad local.
A priori, los barrios ms cohesivos y organizados estn ms capacitados
para absorber nueva poblacin. Sin embargo, no es la nica dimensin a la que
estar atentos cuando nos preocupa la integracin comunitaria de las minoras
tnicas. Por ejemplo, el establecimiento de unos lmites de pertenencia muy
definidos puede dificultar la incorporacin de miembros de la minora a la
comunidad ms amplia. De hecho, un nivel muy elevado de cohesin social puede
desembocar en dinmicas comunitarias negativas. Las cotas ms altas de
identificacin colectiva se traducen con frecuencia en presiones para la asimilacin
y la conformidad sociales, generan un control social excesivo del comportamiento
individual, o dan lugar a una aceptacin limitada de la diversidad.
Es decir, la afirmacin positiva del endo-grupo coincide a veces con una
escasa tolerancia a la diversidad y se traduce en prcticas de carcter excluyente.
Por eso es de inters conocer cmo se equilibra el capital social cohesivo (bonding)
con el capital social de intermediacin (bridging), que facilita el establecimiento de
puentes con la minora. Los valores y smbolos compartidos pueden utilizarse para
fundamentar la percepcin de amenaza y las reacciones negativas de la sociedad
receptora. Por eso, el discurso sobre un nosotros debe tomar en consideracin
de algn modo la existencia de conflictos dentro de cada comunidad y las
dinmicas de cambio permanente, para poder resultar inclusivo.
Los inmigrantes se mueven entre los espacios sociales de la comunidad de
origen y la sociedad receptora, en un marco de mltiples sentidos de comunidad.
La experiencia subjetiva de contacto entre dos comunidades de referencia ha sido
analizada como parte del proceso de aculturacin (Maya-Jariego & Armitage, 2007).
La distribucin del tiempo personal entre ambos espacios sociales parece tener
influencia en la identificacin con cada una de las comunidades en las que participa
el individuo. En cualquier caso, la persona puede mantener un anclaje con dos
espacios sociales de referencia, sin que funcionen necesariamente como
alternativas incompatibles entre s. El tiempo de estancia en el pas de acogida suele
atenuar la identificacin con la comunidad de origen. Por su parte, la comunidad
de inmigrantes expatriados cumple un papel de intermediacin, desacelerando los
cambios que se experimentan a nivel personal.
En la Tabla 1 hemos resumido el caso de un programa de atencin prenatal
con inmigrantes hispanas en la frontera de Estados Unidos con Mxico. Se trata
de una experiencia en la que el sentido de comunidad de las agentes de salud, y
por extensin el carcter comunitario de la intervencin, contribuy a la efectividad
del programa.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 79

Tabla 1. Un caso de agentes de salud con inmigrantes (Meister & Warrick, 1992).

Agentes de salud en una intervencin prenatal de corte comunitario

Contexto y Las mujeres de las comunidades de temporeros muestran


Objetivos diferentes complicaciones durante el embarazo, de acuerdo con
los datos disponibles en los servicios de salud. La mitad de dicha
poblacin estaba por debajo del nivel de la pobreza.
Los objetivos del programa fueron mostrar pautas adecuadas de
cuidado prenatal a las mujeres embarazadas con escasa informacin
y redes inadecuadas de apoyo social; proporcionar educacin y apoyo,
facilitando el acceso a los servicios de salud; y generar un recurso
sostenible a travs de la formacin de promotoras de salud.

Descripcin El programa Un comienzo sano es una intervencin educativa y de


atencin prenatal a mujeres hispanas en tres comunidades de
inmigrantes temporeros en Arizona. El programa tiene tres
componentes: la formacin prenatal en espaol, el entrenamiento
de promotoras de salud de la propia comunidad y una red de
apoyo de profesionales locales de la salud. El coordinador del
programa ejerci un rol de brker cultural.
Una de las innovaciones del programa consiste en la educacin de
iguales, reclutando mujeres latinas en los barrios de referencia de
la intervencin. Se recurre a la educacin de iguales en aquellos
contextos en los que los recursos de salud profesionalizados son
escasos o donde hay problemas de accesibilidad. Esta estrategia
es especialmente apropiada dada la movilidad de la poblacin de
temporeros, mejorando la continuidad de la intervencin en
diferentes contextos. Tambin mejora la adecuacin y la perti-
nencia cultural del programa.

Participantes Participaron 147 mujeres de tres comunidades diferentes. En el


momento de desarrollarse la intervencin, era cuatro veces ms
probable que las hispanas no recibieran atencin prenatal en
comparacin con las anglosajonas. Por su parte, las que no
reciban atencin prenatal tenan cinco veces ms probabilidades
de dar a luz un hijo con bajo peso al nacer.

Resultados La educacin informal y la difusin de modelos de rol maternal


funcionaron adecuadamente, facilitando el acceso a cuidados clnicos.
Hubo una excelente implicacin de participantes, con solicitudes para
formar parte del programa muy por encima de lo esperado. Los
problemas de transporte dificultaron el acceso al programa. Sin
embargo, en algunos casos tambin participaron mujeres que cruzaron
la frontera de Mxico para asistir a las clases de cuidados prenatales.
La alta implicacin de las promotoras hizo que el programa se
convirtiera en un sistema de apoyo familiar. El sentido de comunidad
de las promotoras fue un catalizador de la mayor implicacin en el
programa, contribuyendo a una implementacin ms efectiva. Las
promotoras mejoraron su sentido de eficacia y experimentaron un
proceso de empoderamiento a lo largo del programa.
80 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

2 Preparacin comunitaria

2.1 La implementacin de programas y la preparacin comunitaria

El diseo y el desarrollo de programas de intervencin social es un paso


fundamental para garantizar su efectividad en el contexto en el que se aplican. En
este sentido, contar con: (a) programas bien definidos en sus objetivos y
actividades, (b) basados en modelos tericos que expliquen el problema sobre el
que se quiere intervenir, (c) que atiendan a factores de riesgo y proteccin de la
poblacin, y (d) que cuenten con experiencias previas de efectividad en otros
contextos y con otras poblaciones, son elementos importantes en cualquier proceso
de intervencin.
Sin embargo, para muchos autores, este es solo el primer paso en el proceso
de mejora de la salud y el bienestar de la poblacin (Durlak & DuPre, 2008). Transferir
estos programas al contexto de intervencin y garantizar su mantenimiento es un
proceso complicado, en el que la interaccin entre el programa y las caractersticas
comunitarias determinar la efectividad final del mismo. En este sentido, para Durlak
& DuPre (2008) la aplicacin del programa debe contar con distintas fases, desde la
difusin (proporcionar informacin sobre el programa y su importancia a la poblacin),
pasando por la adopcin (la decisin de implicarse en el programa por parte de las
asociaciones y organizaciones locales), la implementacin (la aplicacin de las
actividades y contenidos del programa en el contexto social) y la sostenibilidad del
programa (su mantenimiento a lo largo del tiempo).
Lo que subyace a esta idea de la importancia de la implementacin del
programa, es la interaccin que se produce entre el programa o servicio y las
caractersticas actuales, la historia previa y las perspectivas futuras de los entornos
comunitarios en los que se implantan. Por ejemplo, a la hora de organizar y poner
en marcha un servicio de atencin socio-laboral para colectivos inmigrantes en un
barrio determinado, tendremos que prestar atencin al diseo adecuado de los
objetivos del servicio, a los modelos tericos y prcticos previos existentes en este
mbito (toma de decisiones, itinerarios laborales, formacin vocacional, etctera),
as como el conocimiento de las experiencias previas similares aplicadas en nuestro
contexto o en otros contextos similares. Adems, habr que tener en cuenta las
caractersticas de la poblacin a la que va dirigido el servicio (el tiempo de
permanencia en el lugar de destino, la situacin administrativa y/o laboral, etctera),
la diversidad tnica y cultural del colectivo, las prioridades en las necesidades que
consideran que deben ser atendidas tanto el propio colectivo como otras
organizaciones de atencin a inmigrantes ya existentes, el conocimiento del
problema existente o la predisposicin del colectivo a hacer uso de este tipo de
servicios de orientacin laboral o de participar en su configuracin y en el tipo de
atencin prestada.
El conocimiento, el control y la incorporacin de estos factores sern
fundamentales para garantizar la efectividad y la continuidad de los servicios
implementados. En este sentido, un concepto que sirve tanto como predictor de la
efectividad como de modelo de intervencin en s mismo es la preparacin
comunitaria para el cambio. La Preparacin Comunitaria ha sido definida como el
nivel de disposicin de una comunidad para aceptar los cambios que se le
proponen a travs de la intervencin (Edwards, Jumper-Thurman, Plested, Oetting
& Swanson, 2000). Adems, la preparacin de la comunidad para el cambio es una
de las barreras que Morrisey, Wandersman, Seybolt, Nation, Crusto y Davino (1997)
Manual de intervencin comunitaria en barrios 81

apuntan como existentes para la implementacin y la efectividad de las


intervenciones. Es decir, si no contamos con una comunidad preparada para el
cambio, difcilmente nuestra intervencin podr tener xito, desde el momento en
que cualquier programa implica la modificacin de estructuras y procesos
comunitarios para mejorar el bienestar de la poblacin. Segn el modelo inicial
propuesto por Oetting, Donnermeyer, Plested, Edwards, Kelly y Beauvais (1995), la
preparacin comunitaria se puede evaluar en la comunidad a partir de seis
dimensiones:

1 Iniciativas existentes en la comunidad (programas, actividades, polticas,


etctera). El tipo de programas o intervenciones similares que existen en
el entorno comunitario.
2 Conocimiento acerca del problema o necesidad objeto de evaluacin
(por ejemplo: la prevencin del cncer de mama o la inclusin social de
minoras desfavorecidas).
3 Conocimiento de las iniciativas y programas implementados para hacer
frente al problema.
4 Liderazgo (incluyendo los lderes formales y los miembros influyentes de
la comunidad).
5 Recursos (personales, econmicos, materiales, etctera).
6 Clima comunitario. Esta dimensin hace referencia a aspectos como el
sentido de comunidad o la cohesin social.

A partir de estas seis dimensiones, estas autoras configuran nueve niveles


de preparacin comunitaria (que van desde la tolerancia o ausencia de conciencia
de la existencia del problema en la comunidad hasta la profesionalizacin de las
iniciativas comunitarias), cada uno de los cuales requerir acciones diferentes para
mejorar la preparacin de la comunidad. De este modo, es posible facilitar el acceso
a niveles superiores a comunidades que se encuentren en los niveles ms bajos,
de forma que mejore la probabilidad de xito de las intervenciones que se planteen
implementar.
En resumen, este modelo proporciona a los profesionales e investigadores
herramientas prcticas para intervenir en los contextos comunitarios y maximizar
la efectividad de los programas de intervencin, de acuerdo con las caractersticas
comunitarias y la interaccin de las mismas con la implementacin del programa.
Recientemente, otros autores han aportado su punto de vista al modelo inicial de
preparacin comunitaria. Por ejemplo, para Chilenski, Greenberg y Feinberg (2007)
la preparacin comunitaria integra aspectos organizativos y comunitarios en su
definicin. Para estos autores, la intervencin se entiende como un proceso de
colaboracin con la comunidad, en el que la participacin de organizaciones y
agentes comunitarios se torna fundamental para garantizar su efectividad. En este
caso distinguen cuatro factores disposicionales de la comunidad para el cambio
social: (a) el sentido de pertenencia a la comunidad, (b) la iniciativa comunitaria, (c)
la historia previa de xitos y fracasos de la comunidad respecto a la intervencin y
(d) la presencia y calidad del liderazgo comunitario.
Por otro lado, Chazdon y Lott (2010) apuntan a que la idea de la preparacin
para el cambio como un continuo es til, pero que los niveles altos de preparacin,
relacionados con la profesionalizacin y la instauracin y el mantenimiento de la
intervencin, no se corresponden con los objetivos de participacin, implicacin y
empoderamiento comunitario, propios del mbito del desarrollo comunitario. Para
82 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

estos autores, el desarrollo y el empoderamiento comunitario no pueden tener como


objetivo la profesionalizacin de la intervencin, sino la implicacin y la participacin
de la comunidad en el proceso de planificacin y toma de decisiones respecto a
los servicios y programas.
La preparacin comunitaria, ms que una caracterstica especfica y
concreta de los entornos sociales, es el resultado de la interaccin entre diversos
procesos comunitarios, como la participacin social, la capacidad comunitaria, la
implicacin y el liderazgo de los agentes sociales, la colaboracin y las redes
sociales de intercambio o los procesos internos de las organizaciones comunitarias
(Holgado & Maya-Jariego, 2010, 2012). En este sentido, es ms fcil entender la
preparacin para el cambio como determinados perfiles o contextos de interaccin
entre las caractersticas de la implementacin del programa y las caractersticas de
la comunidad, ms que un determinado nivel de preparacin. La complejidad de
los contextos comunitarios y de los procesos de implementacin hace difcil encajar
a una comunidad en un nico nivel de preparacin, sin pensar en el carcter
interactivo y dinmico del concepto.
En un estudio previo (Holgado & Maya-Jariego, 2012) en el que se evalu la
preparacin comunitaria para la intervencin desde Centros de Atencin Primaria
en Andaluca, se encontraron tres perfiles de preparacin comunitaria, en funcin
de la interaccin entre el ajuste comunitario de los programas, la implicacin
comunitaria del centro de salud y la participacin de la comunidad en la toma de
decisiones dentro del centro de salud. Est resumido en la Tabla 2.

Tabla 2. Tres perfiles de Preparacin Comunitaria.

Contexto de perfil bajo


Bajos niveles de participacin Actuacin especfica sobre el rol
Bajos implicacin y ajuste comunitarios profesional
Alta carga asistencial y contexto de Reduccin de la carga asistencial y a
atencin fundamentalmente biomdico demanda
Dinamizacin de equipos profesionales
Contexto tcnico-asistencial
Buen nivel de participacin comunitaria Formacin especfica en los mbitos
Alta implicacin profesional en la de intervencin
comunidad Mejora del ajuste comunitario de las
Bajo ajuste de los servicios a las intervenciones y servicios
caractersticas de la poblacin
Contexto de corte comunitario

Perfil medio-alto de participacin de la Utilizacin de modelos de buenas


comunidad en la toma de decisiones prcticas de intervencin
del programa Potenciacin de la participacin y la
Alto ajuste comunitario implicacin de la poblacin en el
Alta implicacin profesional en los funcionamiento y toma de decisiones
problemas de la comunidad en programas y servicios
Manual de intervencin comunitaria en barrios 83

2.2 La preparacin comunitaria en la intervencin en contextos


de diversidad cultural

El modelo de preparacin comunitaria ha sido aplicado a una gran cantidad


de mbitos de intervencin (consumo y abuso de drogas, prevencin del VIH,
obesidad infantil, seguridad vial, etctera). Tambin en el contexto de la diversidad
cultural, el modelo de preparacin comunitaria para el cambio puede facilitar la
efectividad de los servicios y programas destinados a minoras tnicas y colectivos
inmigrantes (Scherer, Ferreira-Pinto, Ramos & Homedes, 2002).
La intervencin con minoras culturales y colectivos culturalmente diversos
plantea la cuestin del impacto de la diversidad cultural en la efectividad de dicha
intervencin. Al igual que las buenas prcticas y los programas basados en la
evidencia pueden estar ligados al contexto de intervencin para el que han sido
diseados y donde han probado su efectividad, tambin es posible que esta
vinculacin se plantee en el caso de las diferencias culturales. En estos casos, se
plantea la dificultad de la adaptacin o ajuste cultural a la poblacin usuaria del
servicio o programa. La simple traduccin o inclusin de imgenes de la minora
tnica de referencia (en el caso de un folleto, por ejemplo) no garantiza la adaptacin
cultural del programa y el ajuste a las peculiaridades de dicha poblacin (Jumper-
Thurman, Edwards, Plested & Oetting, 2002).
En este sentido, la preparacin comunitaria puede ser un modelo til para
facilitar dicho ajuste y la efectividad de intervenciones y servicios con poblacin
culturalmente diversa (Jumper-Thurman et al., 2002). Una de las premisas de la
mejora de la preparacin para el cambio es la de la implicacin de la comunidad en
la toma de decisiones sobre el proceso de diseo, implementacin y evaluacin de
la intervencin. En estos casos, la mejor forma de incorporar la perspectiva cultural
de, por ejemplo, un colectivo de inmigrantes, es contar con su apoyo y participacin
(bien directamente o bien a travs de organizaciones o asociaciones que acten
como mediadoras) en la puesta en marcha de las acciones de intervencin. Ser la
propia comunidad la que determine si los objetivos de actuacin son vlidos dentro
de su marco cultural y se ajustan a sus normas, valores y costumbres culturales.
De este modo, ser posible preparar a estos colectivos para el cambio que se les
propone a travs de la intervencin, hacindoles partcipes por ejemplo, de los
objetivos, desarrollo y puesta en marcha de un servicio de atencin socio-laboral,
que se ajuste a las necesidades reales y al marco cultural de las minoras de
referencia.
A continuacin, describiremos la aplicacin del modelo de preparacin
comunitaria en un contexto de intervencin con una minora tnica.
84 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Tabla 3. Evaluacin de la preparacin comunitaria en un caso de prevencin


del cncer de mama (Holgado & Maya-Jariego, 2010).
Preparacin comunitaria de mujeres Latinas para la prevencin del
Preparacin comunitaria de mujeres
Latinas para la prevencin del cncer de mama
Contexto y La tendencia a la baja en la incidencia de los casos de cncer de
Objetivos mama que se ha observado en la poblacin general en Estados
Unidos (por ejemplo, entre mujeres anglosajonas y afroamericanas)
no se ha observado en el caso de las hispanas. Por otro lado, se
ha observado la escasa participacin de estas mujeres en las
pruebas de deteccin temprana y en los programas de prevencin
del cncer de mama.
Descripcin Para evaluar la preparacin comunitaria se cont con 19
informantes clave de cuatro zonas urbanas de colorado. Los
informantes eran miembros de organizaciones, lderes comunitarios
y miembros influyentes de las comunidades seleccionadas. A
todos ellos se les aplic el cuestionario de evaluacin de la
preparacin comunitaria, que evala las seis dimensiones
establecidas para la misma (clima y actitud comunitaria,
conocimiento del problema, programas existentes en la
comunidad, conocimiento de estos programas por parte de la
poblacin, liderazgo y recursos).
Integrantes Los 19 informantes clave seleccionados fueron:
Cinco directores de organizaciones comunitarias.
Dos mujeres que proporcionaban cuidados mdicos
tradicionales.
Cuatro enfermeras del sistema pblico de sanidad.
Dos miembros de una comunidad religiosa.
Tres representantes del Departamento de Salud.
Tres lderes comunitarios informales.
Resultados Los resultados mostraron niveles bajos de preparacin en las
comunidades evaluadas. En general, se mostraba cierta
indiferencia hacia el alcance del cncer de mama entre las mujeres
del colectivo latino evaluado. No era percibido como un problema
que afectara de modo especial a esta poblacin.
Los informantes apuntaban que tampoco exista un conocimiento
bsico acerca de los sntomas, tcnico de autoexploracin y
diagnstico para prevenir la aparicin del cncer de mama.
El conocimiento de los programas y pruebas de prevencin
existentes tambin era escaso adems de no existir iniciativas
sistematizadas para involucrar a esta poblacin en dichas pruebas.
Finalmente, cabe sealar la importancia de la medicina alternativa
entre algunos miembros de este colectivo que dificultaba su inters
por el acceso a los recursos de prevencin prestados por los
servicios de salud.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 85

Estos resultados explican en parte el escaso acceso de esta


poblacin a los servicios mencionados, debido a la escasa
preparacin para ello. Adems de los factores individuales
mencionados al principio, es posible identificar un conjunto de
factores sociales que afectan a la capacidad de la comunidad para
participar en el cambio propuesto mediante las estrategias de
prevencin del cncer de mama.

cncer3 Coaliciones comunitarias y redes inter-organizativas

3.1 Qu son las coaliciones comunitarias?

Las coaliciones comunitarias y, de forma ms amplia, la formacin de alianzas


y redes colaborativas surgen con el objetivo de mejorar la calidad de vida de la
poblacin (Wells, Ford, McClure, Holt & Ward, 2007). Una coalicin comunitaria puede
ser entendida como la unin entre diferentes organizaciones, instituciones y agentes
comunitarios que trabajan de forma cooperativa para mejorar las condiciones de vida
de la comunidad. Segn Berkowitz (2001) las caractersticas que distinguen a las
coaliciones comunitarias de otro tipo de estructuras son (a) que representan a diferentes
sectores de la comunidad, (b) que estn diseadas para hacer frente a mltiples
cuestiones sociales y que (c) el proceso de toma de decisiones se produce de abajo
hacia arriba. Esto implica que los diferentes sectores representados en la coalicin
participan de forma activa tanto en el diseo e implementacin de las estrategias como
en la deteccin de las necesidades que determinan las acciones de la coalicin.
El carcter participativo de las coaliciones las convierte en un tipo de
iniciativa capaz de catalizar la participacin ciudadana, generar empoderamiento
comunitario, facilitar la preparacin comunitaria para el cambio social e incrementar
la justicia social percibida (Feinberg, Riggs & Greenberg, 2003; McMillan, Florin,
Stevenson, Kerman & Mitchell, 1995). Las coaliciones ofrecen a sus miembros la
oportunidad de expresar sus necesidades, de canalizar sus demandas y de adquirir
conocimientos sobre la resolucin de problemas sociales. Estos elementos hacen
que la comunidad adquiera un papel activo en la resolucin de problemas sociales,
incrementado as la sensacin de control y de autonoma en lugar de ser un mero
receptor pasivo de las intervenciones.
Este enfoque eminentemente horizontal facilita la apropiacin de las
intervenciones por parte de la comunidad, la implicacin activa de sus miembros y
la identificacin con los objetivos de la coalicin. En este sentido Foster-Fishman,
Berkowitz, Lounsbury, Jacobson y Allen (2001) afirman que las coaliciones logran
incrementar la capacidad comunitaria para mejorar las condiciones de vida de la
comunidad al cumplir una doble funcin: (1) implementan las acciones diseadas
por otras instituciones y (2) fomentan la participacin de organizaciones
comunitarias en las iniciativas de intervencin. En ambos casos, la coalicin
desempea un papel crucial en la deteccin de necesidades y en la adecuacin de
los programas de intervencin a las caractersticas del contexto comunitario.
86 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

3.2 Contextos de aplicacin

La formacin de coaliciones comunitarias se ha utilizado para resolver


distintos problemas, como: el abuso de sustancias, la violencia, la prevencin de
enfermedades crnicas y la promocin de la salud (Butterfoss, 2007; Butterfoss,
Goodman & Wandersman, 1993). As estas iniciativas se utilizan para enfrentar una
gama cada vez ms diversa de cuestiones sociales (Berkowitz, 2001). Una
caracterstica destacada de las coaliciones es su capacidad para: (a) obtener
recursos financieros, (b) fortalecer el desarrollo econmico local, (c) movilizar la
participacin ciudadana y (d) potenciar las relaciones inter-grupales. Estos factores
refuerzan la identidad colectiva, incidiendo al mismo tiempo sobre otros procesos
vitales para el desarrollo comunitario, como: el capital social, el sentido de
comunidad y la participacin ciudadana. La funcin que desempean las
coaliciones, equilibrando la distancia de poder entre los colectivos minoritarios y la
poblacin local, hacen de las coaliciones una iniciativa de colaboracin
especialmente indicada para mejorar la situacin de las minoras tnicas.
Otros beneficios que comporta la formacin de coaliciones comunitarias se
relacionan con su capacidad para involucrar a la administracin pblica en sus
acciones, actuando como interlocutor vlido. Esto facilita la coordinacin y la
transferencia de informacin y recursos en ambos sentidos, agilizando los
procedimientos y las acciones implementadas por la coalicin y evitando la
duplicacin de esfuerzos (Chavis, 2001).
Adems, al estar representados diferentes sectores de la comunidad (tales
como las organizaciones comunitarias, el tejido empresarial, las instituciones
pblicas y las organizaciones no gubernamentales, entre otras) las coaliciones
tienen acceso y pueden captar- a personas de diferentes mbitos con capacidad
para aportar sus conocimientos y experiencias a la coalicin.

3.3 El ciclo vital de las coaliciones

Las coaliciones comunitarias pueden evaluarse en funcin de la etapa en la


que se encuentren. Rich, Edelstein, Hallman & Wandersman (1995) identificaron las
cinco fases que integran el ciclo de la coalicin. Al inicio de la coalicin tiene lugar
la planificacin de la colaboracin en la que los miembros de la coalicin definen
cuales son las prioridades de la intervencin y las estrategias a seguir. En segundo
lugar se produce la accin comunitaria, momento en el que se desarrollan los
programas. En tercer lugar se produce el denominado cambio comunitario en el
que comienzan a observarse los efectos de las iniciativas implementadas. En cuarto
lugar, se aprecia un incremento de la capacidad operativa de la coalicin y empiezan
a consolidarse los resultados de la intervencin. Finalmente, las coaliciones que
hayan tenido xito en las etapas descritas, experimentarn la fase de
institucionalizacin en la que se asientan en el entorno comunitario.

3.4 Factores que predicen la participacin

Algunos estudios han puesto el foco de atencin en los factores que


predicen la participacin voluntaria en coaliciones y organizaciones comunitarias.
Chinman y Wandersman (1999) analizaron la relacin entre los costes y beneficios
de la participacin de voluntarios que colaboraban en organizaciones comunitarias
de distintos mbitos. Los autores demostraron que los beneficios sociales que se
Manual de intervencin comunitaria en barrios 87

alcanzaban a travs de la coalicin y la posibilidad de generar cambios de largo


alcance eran los mayores incentivos para participar, mientras que el tiempo invertido
y la falta de procedimientos y protocolos de actuacin especficos en las
organizaciones eran los mayores costes percibidos. En otro estudio Wells, Ward,
Feinberg y Alexander (2008) examinaron los factores que motivaban la participacin
estable en las coaliciones comunitarias. As, Wells et al. (2008) demostraron que los
factores con mayor capacidad para predecir la participacin en la coalicin eran la
existencia de un liderazgo participativo y la percepcin positiva de los miembros
respecto a su capacidad para influir en los resultados de la coalicin.
Sin embargo, a pesar del potencial como estrategia de intervencin, las
coaliciones deben hacer frente a mltiples desafos (Berkowitz, 2001; Chavis, 2001;
Foster-Fishman et al., 2001; Wolff, 2001). Aunque las estructuras de este estn
formadas por organismos e instituciones que forman alianzas para resolver
problemas concretos, tambin es frecuente que estas entidades tengan diferentes
objetivos e intereses. Por otro lado, es posible que existan tensiones relacionadas
con la historia previa de colaboracin, la distribucin de recursos y con la distancia
de poder entre los miembros, que pueden dificultar las relaciones internas. En
cualquier caso, la adecuada gestin de estos conflictos puede generar
transformaciones positivas en las normas y los mtodos de la coalicin que, segn
Chavis (2001), son la clave para que esta se consolide en la comunidad y pueda
lograr cambios de segundo orden.

3.5 La formacin de coaliciones para promover el desarrollo de las


minoras

En el caso de la poblacin inmigrante, la formacin de coaliciones puede


erigirse en una estrategia sumamente efectiva para mejorar la calidad de vida y
facilitar el proceso de integracin de los inmigrantes en el pas receptor. Los
colectivos migrados suelen experimentar dificultades en su proceso de adaptacin
en el contexto de destino. Estos problemas se asocian a factores como: el
desconocimiento del idioma, la falta de regularizacin administrativa, las dificultades
para acceder a un empleo digno y el debilitamiento de los vnculos con el pas de
origen. El punto de partida de los colectivos minoritarios puede ubicarlos en
situacin de desventaja. Por tanto las coaliciones comunitarias pueden convertirse
en una estrategia de intervencin adecuada para incrementar la visibilidad de la
poblacin migrada, detectar las necesidades especficas que experimentan estos
colectivos y disear las estrategias para resolver las demandas identificadas. La
creacin de un espacio en el que las agrupaciones de inmigrantes puedan
expresarse libremente permite al mismo tiempo generar una historia compartida a
travs de la cual los miembros pueden reafirmar su identidad en el pas de acogida
y reforzar el sentimiento de pertenencia respecto a su comunidad. Adems de
beneficiarse de las acciones concretas destinadas a mejorar la calidad de vida de
los inmigrantes, la creacin de un entorno seguro en la comunidad en el que los
colectivos minoritarios puedan dialogar en torno a cules son sus necesidades y
los recursos disponibles para hacerle frente, hace posible incrementar la percepcin
de autonoma y control sobre sus vidas.
Desde esta perspectiva, la participacin en coaliciones comunitarias y la
generacin de un contexto en el que los inmigrantes puedan hacer efectivas sus
demandas e intercambiar experiencias sobre el proceso migratorio, puede ser de
gran ayuda para potenciar las relaciones dentro del colectivo. Este aumento de la
88 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

interaccin puede tener un impacto notable en el entramado de relaciones y en los


recursos de apoyo social de los que disponen los inmigrantes. En este sentido,
Martnez, Garca y Maya-Jariego (2001) demostraron que los inmigrantes que
disponen de ms recursos de apoyo social tienen menos riesgo de experimentar
enfermedades de salud mental y percepcin de aislamiento social. No es de
extraar que el disponer de mltiples fuentes de apoyo facilite el proceso de
adaptacin en el contexto receptor, al proporcionar informacin y recursos de gran
utilidad durante las distintas etapas del proceso migratorio, mejorando de este
modo el bienestar subjetivo.
Resulta igualmente de inters que diversos estudios se hayan centrado en
la necesidad de tomar en consideracin la asimetra de poder que caracteriza la
relacin entre la poblacin autctona y los colectivos minoritarios. Diversos autores
han puesto de relieve que las coaliciones comunitarias, con el objetivo de mejorar
las condiciones de vida de la poblacin migrada, deben orientar su accin a reducir
la asimetra de poder y a facilitar el acceso a los recursos en igualdad de
condiciones. Nelson, Prilleltensky y McGillivary (2001) examinan los valores que
deben tener en consideracin los miembros y promotores de coaliciones
comunitarias que representen y defiendan los intereses de colectivos oprimidos.
Nelson et al. (2001) sealan que en las alianzas entre colectivos minoritarios y
miembros de instituciones pblicas y centros de investigacin, debe darse un rol
igualitario entre las partes, rompiendo las barreras relacionadas con el papel de
experto que pueden ejercer los integrantes de las instituciones del contexto
receptor. Esto supone que los agentes e interventores deben ser especialmente
sensibles a las diferencias culturales y a las demandas especficas de estos
colectivos, adaptando las estrategias de intervencin a las caractersticas del
contexto comunitario, y facilitando la comprensin de los mtodos y procedimientos
desarrollados por la coalicin. Este proceso conjunto de adaptacin debe dar como
resultado un contexto sensible y respetuoso a la especificidad cultural de los
colectivos que participan en la coalicin, generando un marco de colaboracin
simtrico basado en el respeto mutuo a los valores (Nelson, Prilleltensky &
McGillivary, 2001).
A modo de ejemplo, en la Tabla 4 resumimos los objetivos y las estrategias
de intervencin puestas en marcha por una coalicin orientada a mejorar la calidad
de vida de la poblacin inmigrante.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 89

Tabla 4. Descripcin de una coalicin comunitaria basada en la promocin


de colectivos minoritarios.

Migrant Health Promotion (MHP)

Objetivos El programa financiado por la Comisin de Salud Fronteriza de EE.UU.-


Mxico, tiene la finalidad de equilibrar las condiciones de vida de la
poblacin inmigrante en Texas (EE.UU.). Concretamente la iniciativa se
centra en facilitar y potenciar el acceso a los servicios de salud y
promover la participacin de los representantes de los colectivos
minoritarios en las mesas de salud y ante los organismos e instituciones
que definen las polticas pblicas en materia socio-sanitaria. De este
modo se persigue incrementar la visibilidad de los colectivos
desfavorecidos en la determinacin de las polticas sociales.
Descripcin La plataforma MHP proporciona asesoramiento a organizaciones
comunitarias y representantes de poblacin desplazada en su
mayora de origen mexicano y de pases centroamericanos- para que
puedan constituir coaliciones comunitarias a nivel local. De este modo
el MHP ofrece asesoramiento para la formacin de coaliciones y ejerce
de mediador ante los organismos pblicos en los momentos iniciales
de la coalicin. Igualmente proporcionan asistencia tcnica y
seguimiento hasta que se produce la institucionalizacin de la
coalicin.
Integrantes El programa cuenta con promotores locales (generalmente de la misma
procedencia de los colectivos que participan) que son los encargados
de disear las acciones conjuntamente con los representantes de los
colectivos migrados, que suelen ser lderes comunitarios y miembros
de organizaciones que representan los intereses de los migrantes.
Tambin participan miembros del gobierno local y asesores de centros
de investigacin y de la Universidad Chicago.
mbitos de El MHP ha participado activamente en el desarrollo del programa
actuacin Futuros Saludables que se destinaba a la formacin de coaliciones
para mejorar la salud primaria, nutricional y mental de los inmigrantes.
Tambin ha desarrollado la formacin de coaliciones para prevenir
problemas especficos de salud localizados en reas geogrficas,
como el programa de prevencin de diabetes y un programa para
prevenir las enfermedades de salud mental infantil en el Valle del Ro
Grande (Texas). Para obtener informacin ms precisa sobre los
mbitos de actuacin vistese el sitio web del MHP:
http://www.migranthealth.org
Resultados Las diferentes coaliciones puestas en marcha a travs del MHP han
tenido como resultado importantes beneficios en la salud de los
colectivos ms desfavorecidos. Las acciones en materia de acceso a
los servicios de salud han tenido como consecuencia la formacin de
coaliciones y grupos de trabajos formados por miembros de la
comunidad, usuarios, expertos y miembros de agencias del gobierno
local que trabajan juntos para resolver las demandas formuladas por
estos colectivos. Adems las acciones han producido un impacto
positivo sobre el nivel de estructuracin e integracin de las
organizaciones de inmigrantes respondiendo de manera exitosa a las
necesidades especficas.
90 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

4 Participacin ciudadana

La intervencin social y comunitaria integra entre sus lneas de actuacin el


anlisis de las dinmicas de poder en una comunidad (Kloos et al, 2012). Asumiendo
una ptica ecolgico-sistmica, habra que considerar diferentes niveles y contextos
donde las interacciones humanas tienen lugar, tanto a nivel de individuos,
organizaciones y comunidades. En esta seccin se definirn: los componentes ms
importantes de la participacin ciudadana; un proceso ligado al ejercicio de poder
y/o influencia en la toma de decisiones a niveles micro, meso y macro-sistmicos,
y que facilita a los miembros de una comunidad asumir un rol activo en las
decisiones colectivas (Prilleltensky, 2001; Wandersmann & Florin, 1990)
Asimismo, se describirn diferentes lneas de investigacin desarrolladas a
partir del estudio de los procesos de participacin ciudadana, y que la literatura
especializada en Intervencin Comunitaria ha conectado con el anlisis de las
dinmicas de: empoderamiento psicolgico, sentido de comunidad o incidencia
sociopoltica. En este sentido se presentar la aproximacin coste-beneficio, de
acuerdo con la revisin realizada por Chinman & Wandersman (1999) y aplicada a
diferentes contextos organizativos (Chinman, Wandersman, & Goodman, 2005). Este
enfoque trata de esbozar los diferentes factores que incrementan, o por el contrario
obstaculizan, la participacin de la ciudadana en iniciativas de tipo comunitario.
Por ltimo, se profundizar en el estudio de la participacin ciudadana en el
caso de minoras y poblacin inmigrante, donde se enfatizar el papel facilitador
de la participacin ciudadana en las dinmicas de inclusin social y de adquisicin
de competencias personales en el ejercicio de una ciudadana y una calidad de vida
ptimas. Se emplearn como ejemplo una iniciativa desarrollada en el mbito del
fomento de la participacin y la colaboracin ciudadanas en Andaluca.

4.1 Definicin, componentes y resumen de la investigacin sobre


participacin ciudadana

La participacin ciudadana puede ser definida como aquel proceso en el


que las personas toman parte en la toma de decisiones de las instituciones,
programas y entornos que les afectan (Heller, Price, Reinharz, Riger, &
Wandersman, 1984). Asume diversos formatos, y toma cuerpo a travs de diferentes
alternativas, que van: desde el asociacionismo vecinal, organizaciones de base
comunitaria como asociaciones de madres y padres de estudiantes, hasta
movimientos sociales ms o menos estructurados. Quizs, por ello, estos autores
diferencian dos grandes formas de participacin: (1) Una participacin de base
comunitaria (grassroots participation), donde las organizaciones y los movimientos
sociales inician la participacin y eligen sus propsitos y los mtodos; y (2) Una
participacin de tipo ms formal (government-mandated), en la que existen unos
requisitos establecidos para el ejercicio de la participacin y las decisiones en
polticas pblicas.
De ahora en adelante, pues, se asume que la incidencia a travs de vas
democrticas en la toma de decisiones es uno de los componentes relevantes de
la participacin ciudadana. Esta dimensin es relevante, ya que la participacin
ciudadana (ocurre igual con empoderamiento) es un trmino de uso tan extendido
que, coloquialmente, se hacen continuas referencias a la participacin ciudadana
en un plano retrico, ms que realmente aplicado a la incidencia en la toma de
decisiones. En otras palabras, no todas aquellas actividades realizadas
Manual de intervencin comunitaria en barrios 91

colectivamente (tales como grupos de trabajo, eventos o foros) implican


necesariamente un componente compartido de toma de decisiones, aun cuando
tengan efectos positivos como contextos facilitadores para fomentar el
asociacionismo o el intercambio de impresiones sobre un determinado asunto de
inters. De hecho, incluso podra sostenerse que la participacin ciudadana no tiene
por qu estar directamente relacionada con decisiones mejor tomadas, ya que unos
grupos pueden tratar de hacer valer su visin de determinados problemas sobre
otras perspectivas que caeran en un segundo plano en caso de considerarse
minoritarias. Por ello, de acuerdo con Kloos et al. (2012), en la medida en que la
participacin ciudadana est inspirada en valores tales como el sentido de
comunidad, la justicia social o el respeto por la diversidad, sus beneficios pueden
incluso servir como base para el empoderamiento de una comunidad a largo plazo.
La conexin entre participacin ciudadana y empoderamiento es una
constante en la literatura, que coincide en definir la participacin ciudadana como
una de las vas que puede derivar en empoderamiento; un proceso ms amplio y
ligado a la adquisicin de recursos, comprensin y dominio del contexto, en el que
individuos y organizaciones se desenvuelven. Rich, Edelstein, Hallman y
Wandersman (1995) pusieron de manifiesto las consecuencias negativas de la falta
de oportunidades para la participacin, expresadas en trminos de falta de acceso
(o fracaso en el intento) de control significativo sobre los asuntos que preocupan a
la ciudadana. Maton (2008) realiz un anlisis de los contextos empoderados,
identificando la existencia de iniciativas de participacin ciudadana entre sus
caractersticas. Cabra sealar los primeros acercamientos de Kieffer (1984) al
realizar un exhaustivo estudio sobre las conexiones entre participacin ciudadana
y empoderamiento a travs de entrevistas en profundidad a lderes comunitarios.
En suma, se podra afirmar la existencia de vnculos tericos y empricos entre
participacin ciudadana y empoderamiento. Las acciones participativas son ms
efectivas cuando se realizan colectivamente y cuando se mantienen en el tiempo
(Wandersman, 2009).
El papel del sentido psicolgico de comunidad merece tambin una reflexin
detenida, ya que se han hallado evidencias de una relacin positiva entre el sentido
psicolgico de comunidad, la participacin ciudadana y otros comportamientos de
tipo pro-social (Omoto & Malsch, 2005), especialmente en el caso de organizaciones
comunitarias (Chavis & Wandersman, 1990; Perkins & Long, 2002) y en trminos de
participacin poltica (Davidson & Cotter, 1989). Los resultados parecen poner de
relieve que el sentido psicolgico de comunidad contribuye a la accin social
individual y colectiva, al tiempo de promover otras formas de participacin cvica,
incluyendo iniciativas de ayuda a terceras personas, como puede ser el caso del
voluntariado (Omoto & Snyder, 2010).

4.2 El estudio de la participacin ciudadana: un enfoque centrado en


el anlisis costes-beneficios

Las organizaciones comunitarias encuentran en su capital humano la


principal fuente de recursos para el logro de sus metas. En muchas ocasiones, la
implicacin ciudadana est sostenida a travs de la contribucin desinteresada de
sus miembros (personas asociadas, voluntarias, etctera) que invierten su tiempo
a favor de una causa de inters comn. El incremento de la participacin es un tema
crucial para el mantenimiento de sus actividades, al tiempo que plantea
interrogantes para el estudio de aquellos factores que inciden en una mayor
92 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

capacidad para atraer a personas a favor de iniciativas de participacin comunitaria


(Wandersman, Florin, Friedman, & Meier, 1987; Prestby, Wandersman, Florin, Rich,
& Chavis, 1990; Chinman, & Wandersman, 1999; Chinman, Wandersman &
Goodman, 2005).
Aplicando estos argumentos al contexto de entidades de accin voluntaria,
una de las vas para incrementar la participacin sera potenciar los beneficios y
minimizar los costes de la experiencia de voluntariado como resultado de su
participacin.
El modelo parte de la base de la existencia de intercambios que, de manera
natural, se producen en las organizaciones comunitarias; en los que, por ejemplo,
sus responsables, o personas con ms experiencia, facilitan el acceso a recursos
(beneficios) a las personas que integran la organizacin, las cuales, a su vez,
comparten su tiempo y sus recursos personales, que son empleados por la
estructura para conseguir sus metas. Este mecanismo de reciprocidad social resulta
esencial en el funcionamiento de una organizacin y, en el caso de las acciones
sociales, orienta el proceso de organizacin de los recursos individuales a favor del
funcionamiento colectivo.
Los tipos de beneficios pueden ser agrupados en tres categoras: (a)
materiales, definidos como aquellos reconocimientos tangibles asociados a un valor
monetario (por ejemplo, recibir informacin sobre prestaciones o recursos
comunitarios, eventos, etctera); (b) solidarios, recompensas intangibles derivados
de la pertenencia al grupo (por ejemplo, reconocimiento o respeto social); y (c)
intencionales, tambin de naturaleza inmaterial, y relacionados con las metas de la
organizacin, cuyos miembros reciben de acuerdo con el grado de compromiso y
participacin en la entidad (por ejemplo, lograr que el barrio sea un lugar seguro
para vivir).
Los resultados obtenidos sugieren que los beneficios sociales y normativos
son los ms importantes, de manera que las recompensas derivadas de la
socializacin con los dems y los efectos de alcanzar las metas de la organizacin,
seran las dimensiones mayoritariamente citadas por las personas participantes.
Adems, los miembros ms activos manifiestan una ms alta variedad de tipos de
beneficios en relacin a las personas menos activas. El tipo de organizacin
determina el modo en el que las personas perciben los beneficios de su
participacin. Es decir, considerando que las metas tienden a ser congruentes con
los incentivos propuestos, las diferentes organizaciones brindarn beneficios de
acuerdo con la naturaleza de su actividad. Por lo tanto, grupos tales como
organizaciones vecinales o incluso entidades de tipo privado, probablemente
atraern a personas interesadas en beneficios de tipo personal (por ejemplo,
aumentar el valor econmico de un determinado barrio); mientras que en estructuras
ms cercanas a las coaliciones comunitarias, puede que sus miembros estn ms
interesados en beneficios de tipo normativo (por ejemplo, prevenir el abuso de
alcohol y otras drogas).
Un ejemplo de la utilidad prctica de esta aproximacin result del anlisis
de la participacin ciudadana en el caso de una coalicin comunitaria dedicada al
mbito de la prevencin del consumo de drogas. Est resumido en la Tabla 5.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 93

Tabla 5. Costes y beneficios de la participacin en coaliciones comunitarias


dedicada a la prevencin del consumo de drogas.

Beneficios Costes
Materiales
Aprender nuevas habilidades. Encontrar personas que cuiden a mis
Recibir informacin sobre servicios familiares.
comunitarios, eventos, ayudas Excesiva demanda para mi
pblicas, etc. disponibilidad de tiempo.
Aprender ms sobre el alcohol y el Me toma demasiado tiempo que quito
consumo abusivo de otras drogas. de otros compromisos con mi
Apoyar mi decisin de no abusar del comunidad.
alcohol y otras drogas. Exige ms tareas a las ya
Proporcionar una oportunidad para desarrolladas en mi trabajo.
mejorar la manera en la que hago mi Requiere asistir a reuniones o eventos
trabajo. difciles de compaginar con mi
Oportunidades para explorar nuevas agenda personal.
oportunidades laborales.
Solidarios/Sociales

Obtengo apoyos por trabajar con Tengo que renunciar a actividades


otros miembros de mi comunidad. con familia y amistades.
Obtengo reconocimiento personal y Me siento poco acogido/a o no me
respeto por parte de los dems. gusta formar parte de las reuniones.
Solidarios/Sociales
Satisfaccin por implicarme en un Conflictos entre mi participacin aqu
proyecto importantes. y los fines de otras entidades donde
Sentido de responsabilidad por participo.
contribuir a la comunidad. Desacuerdos personales con la
Ayudo a otras personas del riesgo de direccin o las actividades de la
la adiccin al alcohol u otras drogas. organizacin.
Contribuyo a que mi comunidad sea Tengo la impresin que en esta
un lugar ms seguro para vivir. organizacin no sale nada bien.
Sensacin de no contribuir a travs
de esta organizacin a resolver los
problemas de adiccin a las drogas.
94 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

4.3 Aplicacin al caso de las minoras

A lo largo de todo el planeta, miles de personas se encuentran peridicamente


ante la decisin de desplazarse de sus lugares de origen debido a causas como:
violencia, conflictos armados, convulsiones polticas o razones econmicas, entre
otras. Y no siempre estas personas encuentran facilidades para el ejercicio de una
ciudadana formal y plena en los lugares de acogida. Esto supone un reto, no solo para
el mbito de la gestin poltica, sino tambin para la comunidad cientfica, que ha de
explorar vas efectivas a travs de las cuales proporcionar recursos a las comunidades
con el propsito de hacer partcipe (en sentido amplio y desde un punto de vista
sensible a la diversidad cultural) al conjunto de la poblacin en los procesos de
participacin ciudadana (Kloos et al., 2012).
A lo largo de las ltimas dcadas, la investigacin en el terreno de la
participacin ciudadana en el mbito de las minoras y la poblacin inmigrante ha
estado ligada a diferentes tpicos de investigacin-accin comunitarias, y que
resumimos a continuacin:

La insercin socio-laboral y evaluacin participativa de las polticas activas


de empleo. La participacin ciudadana requiere una dedicacin de tiempo,
esfuerzo y conocimiento de la dinmica de funcionamiento de una
comunidad no exenta de riesgos para las personas recin llegadas. El
acceso al empleo se identifica como una de las principales vas para la
plena inclusin social. La investigacin ha prestado atencin al anlisis de
la efectividad de aquellos programas que en su diseo, implementacin y
resultados pronosticaban mayores niveles de empleabilidad. Un ejemplo
de esta colaboracin entre ciencia y prctica la encontramos en la
evaluacin de iniciativas financiadas con fondos europeos y que, en
muchas ocasiones, se sostenan metodolgicamente a travs de la
participacin activa de sus usuarios en la toma de decisiones de los
programas. Un caso prctico lo encontramos en la evaluacin del
programa Integra-Diversidad (Garca, Santolaya & Martinez, 2002), as
como en la elaboracin de materiales para la gestin participativa de los
programas de insercin socio-laboral con inmigrantes (Maya-Jariego,
Holgado & Santolaya, 2006).
Fomento del asociacionismo y la accin voluntaria organizada de y pro
inmigrantes. La atencin a minoras y grupos sociales ms vulnerables ha
sido el eje principal de una buena parte del tejido asociativo.
Organizaciones de base comunitaria han brindado apoyo asistencial para,
por ejemplo, la bsqueda de alojamiento a inmigrantes, la regularizacin
administrativa o la sensibilizacin al conjunto de la sociedad en torno a la
interculturalidad como valor democrtico. Adems, cabra citar el caso de
entidades emergentes por parte de aquellas personas consideradas
inicialmente como usuarias de estos servicios y que adquieren habilidades
y competencias para liderar entidades donde hacer or la voz promoviendo
iniciativas de participacin ciudadana (vase, por ejemplo, el informe sobre
el estado actual del movimiento asociativo y de voluntariado realizado
durante el diagnstico de necesidades del III Plan Andaluz del Voluntariado
(2010-2013), Maya-Jariego, Holgado & Santolaya, 2009).
La participacin ciudadana como estrategia para la mejora de la
accesibilidad de los servicios pblicos. Una tercera lnea aplicada tiene que
Manual de intervencin comunitaria en barrios 95

ver con el fomento de la participacin ciudadana en el diseo, gestin y


evaluacin de los programas pblicos. Se trata de hacer competentes
desde el punto de vista de la atencin a la diversidad a los programas que
cuentan entre sus destinatarios a colectivos minoritarios. La participacin
ciudadana desempea un papel crtico como una de las vas para el
incremento de la accesibilidad y cobertura de los servicios educativos y
de salud, entre otros. Para profundizar en la aplicacin de diferentes
estrategias de intervencin comunitaria se recomienda el anlisis de casos
prcticos realizado por Maya-Jariego, Garca & Santolaya (2007).
Inclusin social, internet y participacin ciudadana. A lo largo de la ltima
dcada se han iniciado lneas de investigacin dedicadas al estudio de los
efectos de las nuevas tecnologas en diferentes mbitos de la vida pblica
y privada. Aparecen nuevos patrones de interaccin humanas sostenidos
a travs de las nuevas tecnologas (Wellman, 2001) y los procesos de
participacin ciudadana tambin evolucionan a partir de los usos creativos
que se empleen con fines participativos. Para una revisin de casos
prcticos sobre las nuevas tecnologas a favor de la integracin social, la
inclusin y la participacin econmica de inmigrantes y minoras tnicas
se recomienda la revisin de Maya-Jariego, Cruz, Molina, Patraca y
Tschudin (2009).

Tabla 6. Un caso de participacin ciudadana en la integracin social


de la poblacin inmigrante.

Participacin ciudadana y fortalecimiento del movimiento


asociativo de y pro inmigrantes

El proyecto Redes Interculturales

Consejera de Justicia e Interior Junta de Andaluca

http://www.redesinterculturales.org

El proyecto Redes Interculturales surgi en el ao 2008, a partir de una


demanda expresada por parte de diferentes entidades no gubernamentales
andaluzas relacionadas con el hecho migratorio, la gestin de la diversidad
y la interculturalidad.
Se iniciaron contactos con ms entidades y se identificaron carencias en la
comunicacin entre las instituciones pblicas y el tejido asociativo, as como
una carencia en el acceso a los recursos y posibilidades que brindaban los
recursos tecnolgicos. Diferentes entidades manifestaban que no se
conocan entre s, y vean como una oportunidad compartir los recursos
pblicos en materia de integracin socio-laboral de personas inmigrantes.
El proyecto comenz a gestarse a partir de foros provinciales, y su primer
producto visible result la creacin de un portal web propio. El matiz ms
importante del proyecto tuvo que ver con su propia filosofa, donde las
entidades asuman un papel activo en la toma de decisiones sobre la
configuracin del portal y los servicios que prestara. As, se prest especial
atencin a la organizacin de una plataforma de enseanza virtual donde, a
modo de e-formacin, se brindaran recursos formativos a las personas,
96 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

voluntariado y profesionales que colaboran con entidades no


gubernamentales en materia de interculturalidad.
El portal web tambin ofreca un conjunto de noticias generadas, no solo
por parte de las instituciones pblicas, sino por parte del propio programa;
el cual combinaba una intensa vida presencial a travs de reuniones
peridicas, con una visibilidad clara a travs de la actualizacin de noticias
y recursos. De hecho, en seguida surgi la iniciativa de crear un boletn
electrnico de noticias.
Seguidamente, se crearon una agenda compartida de eventos y un perfil
especfico para todas las entidades participantes, donde cada entidad
divulgaba sus iniciativas y programas. Posteriormente, se cre una agenda
de recursos virtual, que se actualiza peridicamente y permanece abierta al
pblico.
Cabe sealar tambin la creacin de un espacio para la colaboracin on-
line, denominada sala virtual para reuniones, as como un perfil abierto en
redes sociales como Facebook.
El programa funciona como una comunidad de prctica donde las
decisiones se toman de una manera horizontal entre las entidades
participantes. Su vocacin de facilitadora de recursos, la hacen muy cercana
a la filosofa de una clearinghouse (cmara de compensacin) para el
asociacionismo intercultural andaluz.
La apropiacin del proyecto por parte de las entidades participantes y la
filosofa compartida sobre el funcionamiento del programa hacen pensar en
la continuidad de la iniciativa ms all de la finalizacin oficial del proyecto,
cuando en 2013 desaparezca la fuente europea de recursos.

5 Conclusiones

La convivencia en barrios se corresponde en parte con las dinmicas de


conexin emocional compartida de los residentes, los cuales dependen a su vez
de niveles adecuados de participacin y organizacin comunitarias. En este captulo
hemos aplicado los conceptos de sentido psicolgico de comunidad, coaliciones
inter-organizativas, participacin social y preparacin comunitaria para analizar la
integracin local de los inmigrantes extranjeros.
Las comunidades son estructuras meso-sociales basadas en la interaccin,
que se reflejan en la experiencia subjetiva de los participantes. En el caso de los
inmigrantes hemos identificado los siguientes elementos clave:

1 La identificacin con el barrio tiene un componente de arraigo territorial,


y otro basado en el desarrollo de relaciones positivas con los vecinos.
Los inmigrantes experimentan un proceso de reubicacin geogrfica que
afecta a ambos elementos.
2 El inmigrante se mueve entre los espacios sociales de referencia de los
barrios de origen y los barrios del contexto receptor. Esto da lugar a
dinmicas de contacto y cambio entre mltiples sentidos de comunidad,
que discurre en paralelo a un proceso de aculturacin ms amplio.
3 El asentamiento prolongado en el barrio fortalece el sentido de
comunidad. En cambio, la movilidad geogrfica en el pas de acogida
hace ms difcil la integracin comunitaria.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 97

4 El colectivo de inmigrantes expatriados conforma una comunidad


relacional que hace de intermediaria entre los barrios de origen y los
barrios receptores, desacelerando el proceso de cambio.
5 Las estructuras mediadoras tienen un papel clave en la integracin
comunitaria de los inmigrantes. Concretamente, los lderes naturales, las
asociaciones locales y los contextos de comportamiento en los que los
vecinos se relacionan entre s son elementos de articulacin comunitaria
que definen las oportunidades para la interaccin.
6 Los barrios cohesivos tienen ms potencial para asimilar nueva
poblacin. Sin embargo, la definicin de lmites cerrados puede
traducirse en prcticas excluyentes y en una menor tolerancia a la
diversidad tnica.
7 Adems del capital social cohesivo (bonding), el potencial de integracin
de un barrio reside en sus capacidades para el establecimiento de
puentes con otras comunidades y con colectivos minoritarios (bridging).
8 El desarrollo de coaliciones inter-organizativas mejora los niveles de
organizacin comunitaria, desplegando competencias para el
afrontamiento de problemas sociales.
9 La participacin social desarrolla el control comunitario de las
intervenciones, aumenta la pertinencia cultural, facilita la accesibilidad a
los servicios y mejora la preparacin comunitaria.
10 Las comunidades abiertas, con redes sociales conectadas con el
entorno ms amplio y valores de diversidad y tolerancia, estn mejor
preparadas para el cambio social que conlleva la llegada de nueva
poblacin.
98 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Bibliografa

Berkowitz, B. (2001). Studying the Outcomes of Community-Based


Coalitions. American Journal of Community Psychology, 29(2), 213-227.
Butterfoss, F.D. (2007). Coalitions and partnership in community health.
San Francisco: Jossey-Bass.
Butterfoss, F.D., Goodman, R.M. & Wandersman, A. (1993). Community
coalitions for prevention and health promotion. Health Education Research,
8(3), 315-330.
Chavis, D.M. (2001) The Paradoxes and Promise of Community Coalitions.
American Journal of Community Psychology, 29(2), 309-320.
Chavis, D.M., & Wandersman, A. (1990). Sense of community in the urban
environment: A catalyst for participation and community development.
American Journal of Community Psychology, 18, 55-81.
Chazdon, S. & Lott, S. (2010). Ready for engagement: using key informant
interviews to measure community social capacity. Community
Development, 41(2), 156-175.
Chilenski, S.E., Greenberg, M.T. & Feinberg, M.E. (2007). Community
readiness as a multidimensional construct. Journal of Community
Psychology, 35(3), 351-369.
Chinman, M.J. & Wandersman, A. (1999). The benefits and costs of
volunteering in community organizations: Review and practical
implications. Nonprofit and Voluntary Sector Quarterly, 28(1), 46-64.
Chinman, M., Wandersman, A., & Goodman, R.M. (2005). A Benefit-and-
Cost Approach to understanding Social Participation and Volunteerism in
Multilevel Organizations. In A.M. Om oto (Ed.), Process of Community
Change and Social Action (pp. 105-126). Mahwah, New Jersey: Lawrence
Erlbaum Associates.
Cruz, P.G., Maya-Jariego, I., Molina, J.L., Patraca, B., & Tschudin, A. (2009).
ICT for Integration, Social Inclusion and Economic Participation of
Immigrants and Ethnic Minorities: Case Studies from Spain. Luxemburg.
Office for Official Publications of the European Communities.
Dalton, J.H., Elias, M. J. & Wandersman, A. (2001). Community psychology:
Linking individuals and communities. Stamford, CT: Wadsworth.
Davidson, W.B., & Cotter, P.R. (1989). Sense of community and political
participation. Journal of Community Psychology, 17, 119-125.
Durlak, J.A. & DuPre, E.P. (2008). Implementation Matters: A Review of
Research on the Influence of Implementation on Program Outcomes and
the Factors Affecting Implementation. American Journal of Community
Psychology, 41, 327-350.
Edwards, R.W, Jumper-Thurman, P., Plested, B., Oetting, E. & Swanson,
L. (2000). Community Readiness: Research to Practice. Journal of
Community Psychology, 28(3), 291-307.
Feinberg, M.E., Riggs, N., & Greenberg, M.T. (2003). Social networks and
community prevention coalitions. University Park: Pennsylvania University.
Foster-Fishman, P.G., Berkowitz, S., Lounsbury, D.W., Jacobson, S., &
Allen, N.A. (2001). Building Collaborative Capacity in Community
Coalitions: A Review and Integrative Framework. American Journal of
Community Psychology, 29(2), 241-261.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 99

Heller, K., Price, R. H., Reinharz, S., Riger, S., & Wandersman, A. (1984).
Psychology and community change: Challenges of the future. Homewood,
IL: Dorsey Press/Pacific Grove, CA: Wadsworth.
Holgado, D. & Maya-Jariego, I. (2010). La participacin de mujeres latinas
en ensayos clnicos para la prevencin del cncer de mama: un caso de
aplicacin del modelo de preparacin comunitaria. Investigacin y
Desarrollo, 18(1), 114-141.
Holgado, D. & Maya-Jariego, I. (2012). Preparacin comunitaria y
contextos de intervencin: el caso de los trabajadores de atencin primaria
en Andaluca (Espaa). Anales de Psicologa, 28(1), 150-160.
Jumper-Thurman, P., Edwards, R.W., Plested, B.A., & Oetting, E.R. (2002).
Honoring the differences: Using community readiness to create culturally
valid community interventions. En G. Bernal, J. Trimble, K. Burlew & F.
Leong. Handbook of Ethnic and Racial Minority Psychology. Thousand
Oaks, CA: Sage Publications. Pp. 564-507.
Keiffer, C. (1984). Citizen empowerment: A developmental perspective.
Prevention in Human Services, 3(16), 9-35.
Kloos, B. et al (2012) Community Psychology. Linking Individuals and
Communities. Belmont (CA) Wadsworth.
Garcia-Ramrez, M., Santolaya, F.J., & Martnez, M.F. (2002). Integracin
Social y Empleo de Inmigrantes: El Programa Integra Diversidad. Sevilla.
Direccin General de Bienestar Social.
Garca-Ramrez, M., Maya-Jariego, I., y Santolaya, F.J. (2007). Estrategias
de Intervencin Psicosocial. Casos prcticos. Madrid: Pirmide.
Martnez, M.F., Garca, M., & Maya-Jariego, I. (2001). El efecto
amortiguador del apoyo social sobre la depresin en un colectivo de
inmigrantes. Psicothema, 13(4), 605-610.
Maton, K.I. (2008). Empowering community settings: Agents of individual
development, community betterment, and positive social change.
American Journal of Community Psychology, 41, 4-21.
Maya-Jariego, I. (2004). La formacin de comunidades de inmigrantes:
desplazamiento en cadena y contexto de recepcin. Araucaria. Revista
Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, 6 (12), 83-91.
Maya-Jariego, I. (2007). El dilema de los trabajadores extranjeros: la
empleabilidad en un mercado de trabajo segmentado. Revista de Empleo,
16, 36-39.
Maya-Jariego, I., Holgado, D., y Santolaya, F.J. (2006). Diversidad en el
Trabajo: Estrategias de Mediacin Intercultural [multimedia]. Sevilla. Fondo
Social Europeo & Junta de Andaluca.
Maya-Jariego, I., Holgado, D. y Santolaya, F.J. (2009) Anlisis Normativo
de Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades del Voluntariado
en Andaluca. Informes, Estudios, Trabajos y Dictmenes. Junta de
Andaluca.
Maya-Jariego, I. & Armitage, N. (2007). Multiple Senses of Community in
Migration and Commuting: The Interplay between Time, Space and
Relations. International Sociology, 22 (6), 743-766.
McMillan, B. & Chavis, D. M. (1986). Sense of community: a definition and
theory. Journal of Community Psychology, 14, 6-23.
100 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

McMillan, D.W., Florin, P., Stevenson, J., Kerman, B. & Mitchell, R.E. (1995).
Empowerment praxis in community coalitions. American Journal of
Community Psychology, 23, 699-727.
Meister, J. S. & Warrick, L. H. (1992). Using Lay Health Workers: Case
Study of a Community-Based Prenatal Intervention. Journal of Community
Health, 17 (1), 37-51.
Morrisey, E., Wandersman, A., Seybolt, D., Nation, M., Crusto, C. & Davino,
K. (1997). Toward a framework for bridging the gap between science and
practice in prevention: A focus on evaluator and practitioner perspective.
Evaluation and Program Planning, 20(3), 367-377.
Nelson, G., Prilleltensky, I., & McGillivary, H. (2001). Building Value-Based
Partnerships: Toward Solidarity With Oppressed Groups. American Journal
of Community Psychology, 29(5), 649-677.
Oetting E. R., Donnermeyer J., Plested B., Edwards R.W., Kelly K. &
Beauvais F. (1995) Assessing community readiness for prevention. The
International Journal of the Addictions, 30(6), 659-683.
Omoto, A.M. & Malsch, A.M. (2005). Psychological Sense of Community:
Conceptual Issues and Connections to Volunteerism-Related Activism. In
A.M. Omoto (Ed.), Process of Community Change and Social Action (pp.
83-104). Mahwah, New Jersey: Lawrence Erlbaum Associates.
Omoto, A.M. & Snyder, M. (2010) Influences of Psychological Sense of
Community on Voluntary Helping and Prosocial Action. In S. Strmer & M.
Snyder (Eds) The Psychology of Prosocial Behavior: Group Processes,
Intergroup Relations, and Helping. UK: Wiley-Blackwell.
Perkins, D.D., & Long, D.A. (2002) Neighborhood sense of community and
social capital: A multi-level analysis. In A. Fisher, C. Soon, & B. Bishop
(Eds), Psychological sense of community: Research, applications, and
implications (pp. 291-318). New York: Kluwer.
Prestby, J.E., Wandersman, A., Florin, P., Rich, R., & Chavis, D. (1990).
Benefits, costs, incentive management and participation in voluntary
organizations: A means to understanding and promoting empowerment.
American Journal of Community Psychology, 18, 117-149.
Prilleltensky, I. (2001). Value-based praxis in community psychology:
Moving toward social justice and social action. American Journal of
Community Psychology, 29, 747-778.
Rich, R.C., Edelstein, M., Hallman, W.K. & Wandersman, A. (1995). Citizen
participation an empowerment: The case of local environmental hazards.
American Journal of Community Psychology, 23, 657-676.
Sarason, S. B. (1974). The psychological sense of community: prospects
for a community psychology. San Franscisco: Jossey Bass.
Scherer, J.A., Ferreira-Pinto, J.B., Ramos, R.L. & Homedes, N. (2002).
Measuring Readiness for Change in two Northern Border Mexican
Communities. Journal of Border Health, 6(1), 35-41.
Wandersman, A. (2009). Four keys to success (theory, implementation,
evaluation, and resource/system support): High hopes and challenges in
participation. American Journal of Community psychology, 43, 3-21.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 101

Wandersman, A., & Florin, P. (1990). Citizen participation, voluntary


organizations and community development: Insights for empowerment and
research [Special section]. American Journal of Community Psychology,
18(1), 41-177.
Wandersman, A., Florin, P., Friedman, R.R., & Meier, R. (1987). Who
participates, who does not, and why? An analysis of voluntary
neighborhood organizations in the United States and Israel. Sociological
Forum, 2, 534-555.
Wellman, B. (2001) Does the Internet Increase, Decrease, or Supplement
Social Capital? Social Networks, Participation, and Community
Commitment. American Behavioral Scientist, 45(3), 436-455
Wells, R., Ford, E.W., McClure, J.A., Holt, M.L. & Ward, A. (2007).
Community Based Coalitions Capacity for Sustainable Action: The Role
of Relationships. Health Education & Behavior, 34, 124-139.
Wells, R., Ward, A., Feinberg, M. & Alexander J.A. (2008). What Motivates
People to Participate More in Community-based Coalitions? American
Journal of Community Psychology, 42, 94-104.
Wolff, T. (2001). A Practitioners Guide to Successful Coalitions. American
Journal of Community Psychology, 29(2), 173-191.
102 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

CAPTULO
CUARTO:

La Investigacin-Accin
Participativa como
Estrategia de Intervencin
Psicosocial

Autores: Roco Garrido Muoz de Arenillas, Violeta Luque-


Ribelles y Manuel Garca-Ramrez35

35
Miembros de la Coalicin para el Estudio de la Salud, el Poder y la Diversidad
(CESPYD). Universidad de Sevilla.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 103

Introduccin

Este captulo pretende mostrar la Investigacin Accin-Participativa (IAP)


como una herramienta orientada a la transformacin social, basada en un proceso
empoderador y dinmico potenciado por el dilogo entre iguales entre las
comunidades e investigadores implicados. Adems, aborda dos estrategias
propicias para desarrollar procesos de IAP, la coalicin comunitaria y el foro
comunitario.
Es preciso advertir al lector que no se pretende hacer una revisin
exhaustiva de los fundamentos epistemolgicos, tericos y ticos de la IAP.
Tampoco es nuestra intencin mostrar dos estrategias que, aplicadas a modo de
recetas de cocina, desemboquen en procesos de IAP. Nuestra pretensin es mostrar
las bases tericas de la IAP y dos estrategias para su aplicacin directa con las
comunidades. Sin embargo, hay muchas otras vas que pueden facilitar procesos
de IAP y es el lector quien deber ir explorando cul es el mejor modo de actuar
ante determinado contexto social, y segn las caractersticas de la comunidad.

El captulo se organiza del siguiente modo:

1 En primer lugar, se muestra qu es la IAP, el contexto en el que nace,


sus caractersticas y principios bsicos. Adems, se indican los pasos
generales para desarrollar un proceso de IAP.
2 En segundo lugar, se exponen dos estrategias que facilitan los procesos
de IAP, las coaliciones comunitarias y el foro comunitario.
3 En tercer lugar, se muestran las dificultades y limitaciones a las que nos
podemos enfrentar al implicarnos en procesos de IAP.
4 Para terminar el captulo, se indican las razones por las que en el actual
contexto de crisis econmica, social y poltica se hace especialmente
necesario trabajar desde la IAP, proporcionando algunas posibilidades
de intervencin y orientaciones de futuro.

1 Entender la Investigacin-Accin Participativa

La IAP es un mtodo caracterstico de la Psicologa Comunitaria por el cual


se investiga a la vez que se interviene en/desde una comunidad. Las personas o
grupos afectados por el problema identifican sus necesidades, planifican y
desarrollan acciones para superarlo, implicndose as en un proceso de
empoderamiento o liberacin en el que el investigador externo acta como
promotor y catalizador del cambio.
La IAP se desarrolla a travs de tres actividades fundamentales (Balczar,
2003): (a) investigacin, ya que se realiza un anlisis profundo de las condiciones
de los grupos o comunidades y se evalan participativamente sus necesidades; (b)
educacin, por la que se genera conciencia crtica en la comunidad, permitiendo
identificar sus necesidades, la causa de sus problemas y las posibles soluciones a
los mismos; y (c) accin, desde la que los participantes implementan soluciones a
sus problemas, utilizan sus propios recursos y toman a los investigadores como
apoyo para lograr la transformacin social.
104 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Sobre esta triple funcionalidad, la IAP parte de una concepcin dinmica de


la realidad, entendiendo que no hay verdad absoluta. Por este motivo, y con la
intencin de alcanzar el mayor y ms adecuado conocimiento sobre una realidad,
incorpora la perspectiva de diferentes agentes. As, la IAP combina el conocimiento
popular con el conocimiento cientfico. Investigadores externos y comunidad
trabajan conjuntamente, de forma horizontal, para facilitar el dilogo y la produccin
conjunta de conocimiento. Como dice Montero (1998), las relaciones entre sujetos
externos e internos a la comunidad deben ser dialgicas, horizontales. El
investigador externo posee un saber especializado, los miembros de la comunidad
poseen saberes especficos. Ambas formas enriquecern la accin a desarrollar y
contribuirn a la produccin de nuevas formas en ambos campos. Todos ensean,
todos aprenden. No hay expertos (p.217)
Para aclarar el concepto, se presentan tres definiciones sobre la IAP:

1 Proceso por el cual miembros de un grupo o comunidad oprimida


recogen y analizan informacin y actan sobre sus problemas con el
propsito de encontrarles soluciones y promover transformacin poltica
y social (Selener, 1997, pg. 17)
2 Una actividad integrada que combina la investigacin social, el trabajo
educacional y la accin (Hall, 1981, pg. 7)
3 Estudio de un contexto social donde mediante un proceso de pasos
sucesivos en espiral se investiga a la vez que se interviene (Montero y
Len, 2007, pg. 856)

1.1 Breve historia de la IAP

El origen de la IAP se remonta a los trabajos de Kurt Lewin (1946),


considerado precursor de la investigacin-accin (IA). Este mtodo que surge como
forma de unin entre la teora y la prctica a travs del anlisis del contexto, la
categorizacin de prioridades y la evaluacin. Es esclarecedora su famosa frase:
No hay nada ms prctico que una buena teora. Lewin, desde Norteamrica,
buscaba una ciencia robusta a la vez que transformadora, y consigui hacer una
ciencia social bsica y aplicada (social management o ingeniera social) que tuvo, y
an tiene, un gran impacto.
Posteriormente, Fals-Borda estableci las bases de la IAP como hoy se la
conoce, transformando la IA lewiniana al introducir la participacin activa de las
personas objeto de estudio en el proceso. En su trabajo Accin Comunal en una
vereda colombiana (1959) detalla cmo participan los vecinos de la vereda en la
transformacin de su comunidad y cmo deciden estudiar dicha transformacin y
los elementos influyentes. Este trabajo fue la base de muchos otros, especialmente
en Latinoamrica.
De esta forma, la IAP germina en Amrica Latina en los aos setenta del
siglo pasado, donde, en un panorama marcado por las desigualdades sociales y la
pobreza, muchos investigadores estaban insatisfechos por las corrientes cientficas
predominantes (que iban desde el conductismo hasta el psicoanlisis).
Consideraban que era necesario un acercamiento a la realidad social y contribuir al
cambio social. Como indica Montero (2006, p. 121), se haban iniciado una serie
de cambios en el modo de hacer como en el de pensar, cuestionando no slo los
qu y para qu de sus investigaciones y aplicaciones, sino adems los cmo [...]
encontrando como respuesta una frmula que pareca simplsima: Estudiar los
Manual de intervencin comunitaria en barrios 105

problemas concretos de nuestras sociedades desde ellas mismas y desde y con


quienes los sufren, a fin de transformar esas sociedades. Los autores ms
relevantes en su desarrollo y consolidacin son Paulo Freire (1970) desde el campo
de la educacin con su Pedagoga del oprimido, Fals-Borda (1959) y Hall (1981)
desde la corriente de la Sociologa militante o Martn Bar (1985) desde la Psicologa
de la liberacin. El trmino (IAP) cobra reconocimiento a partir del Simposio Mundial
sobre Crtica y Poltica en Ciencias Sociales celebrado en Cartagena de Indias,
Colombia, en el ao 1977. En este evento se consolida una comunidad cientfica
que confiere estatus de paradigma cientfico a la IAP. A partir de entonces es una
prctica extendida y reconocida de las Ciencias Sociales, especialmente de la
Psicologa Comunitaria.

1.2 Caractersticas y principios generales que rigen la IAP

Las caractersticas bsicas y los principios propuestos para la


implementacin de la IAP que consideramos ms relevantes, son las que siguen
(Garca-Ramrez, Balczar & Surez-Balczar, 2003; Montero, 2006; Selener, 1997,
Lpez-Cabanas & Chacn, 1997):

1 Une teora y prctica (praxis) de modo que las prcticas generan teoras
y viceversa.
2 La IAP interviene sobre situaciones reales en contextos concretos.
Emerge en la realidad social ms prxima de los ciudadanos y est
orientada hacia ella. Por ello, actuar a pequea escala (barrio o regin)
facilita la implicacin de los participantes, el desarrollo del proceso, su
evaluacin y, por ende, el xito de la iniciativa.
3 La ltima meta de la IAP es la transformacin de la realidad social a travs
del empoderamiento de los grupos o comunidad participante. Para ello
es fundamental comenzar abarcando problemas de fcil solucin, que
sean de gran inters para la comunidad. As, el xito acta como
reforzador del proceso, generando auto-eficacia y confianza en los
participantes. Esto facilita avanzar a fases ms complejas.
4 La IAP considera a los participantes como agentes sociales activos en
el proceso de investigacin y cambio. Personas con voz propia, habilidad
para decidir, reflexionar y capacidad transformadora. La dificultad es que
los grupos oprimidos, debido a su historia de exclusin y alienacin,
suelen tener esta capacidad mermada, lo cual no les permite tomar la
iniciativa. Por ello, en muchas ocasiones la IAP parte de agentes
externos a la comunidad.
5 El problema se origina en la comunidad y es definido, analizado y resuelto
por los participantes. La IAP necesita de la participacin activa de la
comunidad durante todo el proceso. Los agentes externos facilitan y apoyan
este proceso, formando coaliciones, ayudando a generar conciencia crtica,
evaluando las necesidades o facilitando la obtencin de recursos.
6 La participacin activa de la comunidad lleva a una comprensin ms
autntica y profunda de la realidad. Parte de su realidad concreta,
definiendo el problema desde la perspectiva de los participantes. La IAP
fomenta el desarrollo del saber popular y enriquece el saber cientfico.
7 La IAP tiene un carcter dialgico. El dilogo lleva al desarrollo de
conciencia crtica de los participantes, facilita la comunicacin entre
106 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

investigadores-participantes y entre los propios participantes. Es un


proceso educativo que promueve el desarrollo de capacidades
comunicativas y el respeto. Permite a los participantes aprender a aprender
y valorar la investigacin como una herramienta til en sus vidas.
8 Tiene un carcter crtico y poltico, que cuestiona el statu quo y permite a
las personas, mediante reflexin, aprendizaje y responsabilidad social,
reconocer y rechazar formas de opresin e injusticia, as como transformar
esas condiciones. De esta forma, se puede contemplar la IAP como un
instrumento democratizador y de desarrollo de la sociedad civil.
9 Se debe mantener un esfuerzo consciente en el ritmo de accin-reflexin
del trabajo. La evaluacin continua del proceso y de los resultados es
un elemento crucial para el xito.
10 La IAP permite a las comunidades desarrollar un mayor sentido de
pertenencia del proceso de investigacin, as como de la propia
comunidad. Esto incrementa la posibilidad de xito y de continuidad
de la accin transformadora.
11 La informacin debe ser devuelta a la comunidad, en el lenguaje y forma
cultural en que fue originada. Se trata de un proceso de triangulacin
(Blaikie, 1991) y de enriquecimiento mutuo. La devolucin no puede
limitarse a la publicacin de artculos o informes, sino que debe ser un
proceso en el que se muestren los hallazgos a la comunidad.
12 Hay que ser conscientes de que las transformaciones sociales suelen
ser cambios a largo plazo. Por ello, se deben marcar objetivos a corto,
medio y largo plazo, de forma que los participantes puedan percibir
mejoras en su comunidad antes de agotarse en el proceso.

1.3 Fases y desarrollo de la IAP

Las principales fases para la implementacin de una IAP son (ver Figura1):

1 Contacto con la comunidad y formacin del grupo de trabajo. El primer


contacto con la comunidad depender de quin inicia el proceso de IAP.
Sea como fuere, tras la demanda debe formarse un grupo de trabajo
que, en muchas ocasiones, toma forma de coalicin (ver apartado 2.1).
2 Evaluacin de necesidades, seleccin del problema-objetivo y diag-
nstico participativo. En esta fase se evalan las necesidades de la
comunidad y se jerarquizan segn su importancia. Se seleccionar el
problema-objetivo de la realidad social sobre el que se centrar el
trabajo, el cual debe ser de inters para la comunidad (p. ej., los
conflictos juveniles, la suciedad del barrio). Los investigadores externos
debern acompaar y ayudar en este proceso, asegurando que se
respetan las vas de comunicacin y de toma de decisiones claras y
democrticas. Para profundizar en dicho problema, se define
operativamente, se identifica su impacto, su distribucin en la
comunidad, su evolucin y factores que la condicionan en los diferentes
niveles ecolgicos (p. ej., individual, relacional, comunitario y macro). Es
muy probable que el grupo (o comunidad) se d cuenta de que necesita
ms informacin sobre el problema antes de proponer actuaciones. En
este caso, los agentes externos deben actuar como formadores de la
comunidad en tcnicas de investigacin social y facilitar este proceso.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 107

Tras la recogida y anlisis de la informacin obtenida, se cuestiona y


completa la visin inicial del problema, en un proceso de objetivacin
conjunta, donde el problema es descrito, interpretado y conceptualizado,
elaborando una hiptesis sobre sus causas y posibles estrategias de
solucin. El foro comunitario puede ser una buena herramienta en este
punto (ver apartado dedicado al foro comunitario).
3 Programacin y ejecucin del plan de accin. Las propuestas de accin
deben dirigirse a reducir o eliminar los factores de riesgo y a generar o
potenciar los factores de proteccin. Si es posible, estas acciones deben
disearse en distintos niveles ecolgicos. En esta fase es recomendable
implicar al mayor nmero de participantes posible, segn el tipo de tarea,
el nivel de conocimiento y entrenamiento, y el plan de accin. Es
fundamental establecer los indicadores por los que se van a registrar los
diferentes aspectos de la accin y del impacto, y entrenar en su uso a
los miembros de la comunidad encargados de implementarlo. El proceso
de ejecucin debe estar en continua revisin para que la implantacin
sea exitosa. Tambin hay que tener en cuenta la temporalizacin de las
acciones. Ya que no todas culminarn al mismo tiempo, es bueno
diferenciar entre acciones a corto, medio y largo plazo. As, los
participantes sabrn qu y hasta cundo deben esperar el cambio y no
darse por derrotados en el camino.
4 Evaluacin del proceso global y triangulacin de la informacin. En IAP
es bsica la evaluacin, tanto del proceso como del resultado final. Esta
evaluacin debe ser rigurosa a la par que participativa. En un primer
momento, son los agentes externos los que se hacen cargo del anlisis,
pero el proceso finaliza con la devolucin de la informacin a la
comunidad y su retroalimentacin. De esta forma, se triangula la
informacin. El foro comunitario es una buena herramienta para lograr
esto (ver apartado 2.2). La importancia de la evaluacin radica en que
es uno de los pilares de este mtodo, que sigue una espiral de
investigacin-programacin-accin-evaluacin-investigacin,
programacin y as sucesivamente.

Figura 1. Fases del proceso de IAP


108 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

El resultado del proceso de IAP depender del objetivo-problema


seleccionado, de la profundidad de su evaluacin, de las metas fijadas, del tipo de
resistencia u oposicin encontrada, de los recursos disponibles y de la efectividad
en las acciones tomadas (Balczar, 2003).

2 Estrategias para aplicar la Investigacin-Accin


Participativa

Son mltiples las estrategias que permiten articular procesos de IAP. En esta
seccin se ha optado por abordar las coaliciones comunitarias y el foro comunitario
por varias razones: (a) Implican trabajar con grupos de personas; (b) Permiten
compatibilizar los diferentes intereses de los implicados; (c) Proporcionan las
herramientas necesarias para una comunicacin constante entre las personas
implicadas; (d) Estn orientadas a la prctica/ ejecucin de acciones; (e) Posibilitan
diferentes grados de implicacin de los integrantes/ participantes y (f) Posibilitan
relaciones igualitarias entre los implicados, poniendo al mismo nivel el conocimiento
y experiencia de las comunidades, de investigadores y de profesionales (Garca-
Ramrez, Paloma, Balczar & Surez-Balczar, 2009).

2.1 Las coaliciones comunitarias

Durante los ltimos veinte aos, el desarrollo de coaliciones comunitarias


integradas por organizaciones, instituciones y ciudadana preocupada en mejorar las
condiciones de vida, ha ido adquiriendo popularidad y se est configurando como una
estrategia de intervencin que contribuye al fortalecimiento de la sociedad (Butterfoss,
Goodman & Wandersman, 1993). En este creciente impulso, y en su capacidad para la
transformacin social radica la importancia de conocer en qu consisten y cmo
funcionan. A continuacin se define el trmino, se abordan sus principales aspectos
metodolgicos y sus fases. Para terminar se expone cmo llevar a cabo su evaluacin
y las ventajas y limitaciones de las mismas. En el cuadro 1 se esquematizan los puntos
esenciales de la coalicin comunitaria a partir de un ejemplo.

2.1.1 Qu es una coalicin comunitaria?

Existen mltiples definiciones de coalicin (Brown, 1984, Fawcett et al.,


1997). Sin embargo, a pesar de esta diversidad, existen ciertos elementos
aceptados por la mayora de autores: Las coaliciones comunitarias deben orientarse
a solventar un problema, deben estar estructuradas y centradas en actuar sobre
metas especficas externas a la coalicin. Adems, deben comprometerse en incluir
a miembros de organizaciones con diferentes capacidades, habilidades,
conocimientos y recursos (Butterfoss, Goodman & Wandersman, 1993). As, la
coalicin se convierte en un conjunto de personas y grupos de inters con objetivos
comunes, cuyas actuaciones se dirigen al logro de unas metas que no pueden lograr
independientemente (Appley & Winder, 1978; Hord, 1986; Feighery & Rogers, 1989).
Entre las caractersticas de las coaliciones destaca su capacidad para
acometer ms de un objetivo, para intercambiar recursos mutuamente beneficiosos
y para llevar a cabo intervenciones multinivel. En algunos casos, dependiendo del
objetivo de la coalicin, es preciso que se mantengan durante perodos prolongados
de tiempo (Thompson & Kinne, 1990).
Manual de intervencin comunitaria en barrios 109

Qu aspectos metodolgicos hay que tener en cuenta al crear una coalicin


comunitaria?

Para facilitar el xito de las coaliciones es preciso tener en cuenta varios


aspectos crticos que se detallan a continuacin (Wolff, 2001):

1 Disposicin de la comunidad: Antes de crear una coalicin es esencial


valorar el grado de preparacin de la comunidad para solucionar sus
problemas y participar en la coalicin. Esta preparacin depende, en
gran medida, de la calidad de sus lderes que proporcionan esperanza,
energa y una visin de futuro. Adems, las coaliciones suelen tener ms
xito cuando la motivacin proviene de la comunidad y esta tiene
capacidad para influir en todos los aspectos de la coalicin. Una
coalicin puede actuar como respuesta a una presin o a una crisis, o
como una forma de planificar el futuro. Sin embargo, en ocasiones la
motivacin surge de agentes externos a la comunidad, que identifican
un problema concreto y ofrecen recursos para afrontar el problema. Otro
elemento a considerar al configurar una coalicin comunitaria es la
historia previa de sus miembros, ya que tanto los xitos como los
fracasos influyen en su funcionamiento actual. Por otro lado, el grado de
competencia entre y dentro de los distintos grupos implicados en la
coalicin es crtico. La existencia de intereses encubiertos que no son
reconocidos por las partes y que pueden entrar en colisin dificulta el
trabajo por una meta compartida. Sin embargo, un elemento que facilita
el xito de la coalicin es su reconocimiento social, que implica su
compromiso con mltiples componentes de la comunidad. Todo lo
mencionado requiere tiempo para construir relaciones, movilizar a la
comunidad y conocer a los lderes. No en vano, las coaliciones
comunitarias ms exitosas son aquellas que han invertido el tiempo
suficiente en su configuracin y funcionamiento.
2 Intencionalidad: La intencionalidad implica confianza de los miembros
en su capacidad para afrontar cualquier asunto, lo que fomenta el
sentido de eficacia. Asimismo, la eficacia de la coalicin se ve fortalecida
con el desarrollo temprano de una misin compartida, que debe estar
clara para todos los participantes y relacionarse con las metas, objetivos
y actividades diarias. Las metas y objetivos deben ser concretos,
alcanzables y medibles. El cumplimiento de estos debe medirse
mediante encuentros peridicos de toda la coalicin, a modo de
autoevaluacin, que garantice que la coalicin se mantiene responsiva
a los cambios comunitarios y a las necesidades organizacionales.
3 Estructura y capacidad organizacional: Para lograr su objetivo, la
estructura de una coalicin comunitaria debe facilitar: la toma de
decisiones, la comunicacin efectiva, un buen liderazgo y los recursos
humanos y materiales adecuados. La estructura de toma de decisiones
compartidas de las coaliciones implica tener en cuenta a todos los
sectores implicados (p. ej., personal, direccin de la coalicin,
participantes, financiadores), y revisar roles y responsabilidades con
cierta frecuencia. La comunicacin, entre los mismos miembros de la
coalicin y de estos con quienes no pertenecen a ella, es un elemento
clave: permite construir sentido de pertenencia y confianza a los
110 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

primeros, a la vez que proporciona poder y respeto a los segundos. Para


facilitar la comunicacin se suelen crear boletines informativos de la
coalicin, blogs, informes anuales, publicidad, etc., que propician el
trabajo distendido y la informacin fluida.
4 Actuaciones: La habilidad de la coalicin para llevar a cabo su objetivo
y documentar los resultados influye en sus miembros, en quienes la
evalan y en quienes la financian. Lograr resultados concretos facilita la
membresa y el compromiso voluntario con la coalicin. Sin embargo,
mantener viva una coalicin es una tarea complicada. Hay que lograr un
equilibrio entre el intercambio de informacin, la planificacin de las
fases de trabajo, la puesta en marcha de acciones y la focalizacin en el
funcionamiento interno. En caso contrario se cae en la frustracin de los
miembros y se fracasa en el objetivo. Lograr ciertos apoyos (p. ej., de
otras coaliciones, de organizaciones, de lderes locales, de entidades de
financiacin) puede facilitar esta tarea.
5 Afiliacin/ Participacin: Atraer a un amplio sector de la comunidad a
la participacin activa en la coalicin es esencial para su xito. La
construccin de membresa ocurre al comienzo y en el transcurso de la
coalicin. Para ello, los lderes deben estar comprometidos en identificar
nuevos participantes de dentro y fuera de la comunidad. El nmero
adecuado de participantes variar en funcin de su objetivo. La
diversidad (p. ej., racial, cultural, generacional, en capacidad de poder,
etc.), es uno de los objetivos esenciales de las coaliciones.
6 Liderazgo colaborativo: Implica que est disperso entre los miembros
de una coalicin y se desarrolla entre ellos (Wolff, 2001). As, una de las
principales preocupaciones de los lderes de coaliciones exitosas es la
bsqueda de vas para expandir el liderazgo entre los participantes y
delegar responsabilidades progresivamente. No en vano, la clave de las
coaliciones est en las relaciones entre los participantes. Construir
relaciones personales, estar en contacto continuo, hacer visitas a la
comunidad, etc., son aspectos fundamentales para fomentar el xito.
7 Relaciones: El xito de las coaliciones comunitarias depende de su
capacidad para aunar personas y facilitar las relaciones entre ellas. Esto
favorece ciertos procesos de resolucin de problemas y contribuye a
mejorar la calidad de vida en la comunidad. Por tanto, los resultados
beneficiosos de los encuentros de la coalicin y las interacciones que
tienen lugar durante sus actividades son determinantes. Esos beneficios
se acumulan cuando las personas comienzan a saber a confiar y a
trabajar entre s.
8 Asistencia tcnica: La creacin y mantenimiento de una coalicin
implica una multitud de procesos complejos que, en ocasiones, pueden
requerir asistencia tcnica, (p. ej., consulta, formacin y apoyo) para su
resolucin. Esta asistencia la pueden encontrar en otros iguales, que
aportan sus experiencias y conocimientos, en servicios para apoyar a
las coaliciones, materiales escritos, manuales, etc. (Wolff, 2001).
Manual de intervencin comunitaria en barrios 111

Cules son las etapas del desarrollo de una coalicin comunitaria?

Butterfoss, Goodman & Wandersman (1993) distinguen dos etapas en la


formacin y desarrollo de una coalicin: la fase de formacin y la fase de
planificacin y actuacin. En cada una de estas fases deben llevarse a cabo las
siguientes acciones:

1 Proceso de formacin: (a) Definir la agenda y valorar la disposicin; (b)


Reclutar a las personas ms adecuadas y convocarlas; (c) Crear una
visin preliminar conjunta: misin, metas y objetivos; (d) Reexaminar la
membresa (ampliarla en caso necesario); y (e) Crear una estructura y
conseguir los recursos necesarios.
2 Proceso de planificacin y actuacin: (a) Conseguir los primeros
logros, dinamizar al grupo y a la comunidad; (b) Llevar a cabo los
cambios; (c) Mantener la vitalidad; (d) Mejorar a travs de la evaluacin;
y (e) Mantener el legado.

Se debe evaluar una coalicin comunitaria?

Un elemento esencial del trabajo en coalicin es la evaluacin, la cual


permite ser conscientes del buen funcionamiento y de los cambios necesarios.
El mejor momento para desarrollar el plan de evaluacin de la coalicin es
antes de implementar el proyecto en el que se enmarca, o antes de la puesta en
marcha de la coalicin. Debe quedar claro cul es el objeto de la evaluacin y
contener cuestiones de importancia para la comunidad, el personal y los
financiadores (p. ej., cuestiones econmicas y prcticas). Para llevar a cabo el plan
de evaluacin es preciso tener en cuenta a todos los grupos implicados e identificar
sus intereses.
Los principales pasos para desarrollar el plan de evaluacin son: (a) Clarificar
los objetivos y metas de la coalicin; (b) Desarrollar las preguntas de evaluacin en
torno a la panificacin y evaluacin, el logro de objetivos, el impacto sobre los
participantes y el impacto sobre la comunidad; y (c) Desarrollar los mtodos de
evaluacin (p. ej., medicin de resultados, observacin, encuesta y entrevistas,
informes del logro de metas e indicadores de impacto a nivel comunitario).
Al llevar a cabo la evaluacin hay otros aspectos relevantes que no se han
mencionado hasta el momento. Por ejemplo, el mejor momento para su realizacin
es inmediatamente despus de disolver la coalicin, cuando todo est reciente y la
informacin est accesible. Asimismo, es preciso planificar temporalmente las
actividades de evaluacin. Por otro lado, no hay que olvidar la importancia de
devolver los informes tras cada encuentro, los de la evolucin de la coalicin y el
final. Por ltimo, sealar la conveniencia de tener disponible un informe para
compartir con cualquier implicado.

Cules son las principales ventajas del trabajo en coaliciones?

La coalicin comunitaria como estrategia para desarrollar trabajos basados


en la IAP tiene mltiples ventajas (Butterfoss, Goodman & Wandersman, 1993): (a)
Posibilita a las organizaciones implicarse en nuevos y ms amplios temas
distribuyendo la responsabilidad (Black, 1983); (b)Puede despertar un gran apoyo
por parte de la comunidad para resolver asuntos, llevar a cabo acciones y afrontar
112 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

necesidades no satisfechas ; (c) Tiene la capacidad de maximizar el poder de los


individuos y grupos a travs de la accin conjunta (Brown, 1984); (d) Puede
minimizar la duplicacin de esfuerzos y servicios (Feighery y Rogers, 1989); (e)
Puede ayudar a movilizar ms talentos, recursos y enfoques para influir en una
cuestin que una organizacin sola no podra lograr (Roberts-De Genmaro, 1986);
(f) Puede facilitar el reclutamiento de participantes de diversas procedencias
(Feighery y Rogers, 1989); (g) Su naturaleza flexible permite explorar nuevos
recursos en situaciones cambiantes (Boissevain, 1974).

Cuadro 1 La coalicin comunitaria de un proyecto enfocado a disear


un protocolo para fomentar la lactancia materna

Objetivos de Contribuir a elaborar un protocolo de actuacin para unificar la prctica


la coalicin de enfermera en lo relativo a la lactancia materna. (a) Integrar la
comunitaria evidencia cientfica, la experiencia de los profesionales, las necesi-
dades percibidas identificadas por las asociaciones de usuarias
autctonas e inmigrantes, y facilitar los recursos para implementar las
acciones; (b) Preparar los contextos donde fuesen a tener lugar los
cambios en la prctica profesional promoviendo el cambio con el
objetivo de que fuese aceptado por todos los profesionales implicados;
y (c) Establecer sistemas de evaluacin adecuados.

Momento de Una vez identificados los lderes del contexto, las personas motivadas
configuracin e interesadas en participar y las personas implicadas en el proceso de
de la coalicin LM, desde el pre-parto hasta los tres meses del beb.
en el contexto
del proyecto de
investigacin

Estrategias Blog, lista telefnica, lista de correos electrnicos, boletn


de difusin informativo trimestral, boca-oreja, reuniones, informes de
devolucin de informacin.

Participantes 4 Enfermeras de los servicios de maternidad; 2 enfermeras


especializadas en la atencin a prematuros; 2 enfermeras de
atencin primaria; 2 pediatras; 2 gineclogos; 2 representantes de
una asociacin de promocin de la lactancia materna; 2
representantes de 2 asociaciones de inmigrantes (marroques y
latinoamericanos); 1 enfermera responsable de la unidad de
investigacin del hospital; 1 psicloga procedente del grupo de
investigacin que participaba en el proyecto.

Algunos Sala de reuniones, ordenador, proyector, fotocopiadora, internet,


recursos bibliografa sobre el tema, impresora, grabadora.
materiales
necesarios
Manual de intervencin comunitaria en barrios 113

Algunos Dos personas encargadas de dinamizar la coalicin y de poner en


recursos marcha las iniciativas que se acordaban.
humanos
necesarios

Duracin 24 meses

Actividades - Taller sobre cmo se trabaja en coaliciones.


realizadas - Taller sobre lactancia materna.
- Revisin de la evidencia cientfica, centrada en las buenas
prcticas ms relevantes en la promocin de la lactancia materna.
- Anlisis de las prcticas culturales de las usuarias y de sus
condiciones de vida para analizar la pertinencia de ciertas
recomendaciones.
- Preparacin del contexto para el cambio.
- Elaboracin de psters informativos sobre las buenas prcticas
en lactancia materna, adaptados a la diversidad cultural y en
varios idiomas (p. ej., castellano, ingls, chino y rabe).
- Dpticos informativos sobre buenas prcticas en lactancia
materna, adaptados a la diversidad cultural y en varios idiomas
(p. ej., castellano, ingls, chino y rabe).
- Plan de implementacin del protocolo para el fomento de la LM.
- Estudio piloto que conllev la mejora del registro.
- Diseminacin de la iniciativa en congresos y elaboracin de
publicaciones.

2.2 El foro comunitario

A continuacin se expone en qu consiste y cules son los pasos necesarios


para desarrollar un foro comunitario. Posteriormente, se indica un posible
procedimiento para evaluarlo. En los cuadros 2 y 3 se presentan, a modo de
ejemplo, los puntos esenciales de dos foros comunitarios desarrollados con dos
poblaciones y objetivos diferentes.

2.2.1 En qu consiste el foro comunitario?

El foro comunitario es un instrumento efectivo que permite trabajar con


grupos de personas y/o comunidades. Adquiere la forma de una asamblea
participativa y estructurada en la que cada asistente tiene un rol y existe un objetivo
general y unas tareas compartidas por todos. Las tareas suelen estar vinculadas al
anlisis de determinado problema social (p. ej., la escasa participacin social de las
mujeres de un barrio con necesidades de transformacin social, la integracin de
los inmigrantes marroques en Andaluca), a la identificacin de las dificultades o
barreras existentes para solucionarlo y a la propuesta de acciones que faciliten su
resolucin y que puedan llevarse a cabo con los recursos existentes. Habitualmente
este tipo de actividad est enmarcado en un proceso de IAP, constituyendo una
fase ms del mismo.
Los objetivos de un foro comunitario son mltiples, entre ellos: (a) Facilitar
un punto de encuentro entre la comunidad, y entre esta y los profesionales que
114 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

trabajan en su entorno; (b) Compartir los resultados de las fases previas del proceso
de IAP, como la fase de evaluacin de necesidades; (c) Dar a conocer buenas
prcticas basadas en la evidencia protagonizadas por otras comunidades
semejantes, facilitando procesos de mentora; (d) Discutir las dimensiones de los
problemas sociales que se estn abordando y discutir las estrategias para su
solucin; (e) Facilitar la creacin de grupos de trabajo que intercambien inquietudes
y sugerencias; y (f) Brindar la oportunidad a las comunidades de participar en
actividades organizadas a nivel comunitario.

2.2.2 Quines son los implicados en un foro comunitario y cules son


sus roles?

En el desarrollo de un foro comunitario hay una multiplicidad de personas


y/o colectivos implicados: (a) El personal investigador plantea la situacin a tratar,
la enmarca en el contexto de la vida cotidiana de la comunidad e invita al debate
(Rubio & Varas, 1997; Surez-Balczar, 1998); (b) La comunidad (p. ej., ciudadana
y profesionales que trabajan en el barrio) dota de contenido las cuestiones a tratar,
delimita las situaciones problemticas, ofrece soluciones y busca las estrategias
para ponerlas en prctica; (c) La entidad financiadora suele inaugurar el foro y hacer
una breve presentacin; y (d) Otras comunidades que hayan llevado a cabo
procesos semejantes actan como mentoras, mostrando su experiencia y
participando en los grupos de trabajo (ver ms abajo).

2.2.3 Qu son y para qu sirven los grupos de trabajo?

Los grupos de trabajo se enmarcan como una actividad dentro del foro
comunitario. Su objetivo consiste en facilitar la organizacin de los participantes en
el foro. En estos grupos, los participantes se esfuerzan por reflexionar sobre un
aspecto concreto del fenmeno social sobre el que estn trabajando, las
dificultades para participar activamente en la solucin del mismo y lo que necesitan
para superarlas. Entre los miembros del grupo eligen un portavoz, un secretario y
un lder, roles que pueden rotar de una sesin a otra. Para el buen funcionamiento
de estos grupos es conveniente que el personal investigador facilite una serie de
herramientas que orienten el trabajo.

2.2.4 Cmo organizar un foro comunitario?

Un foro comunitario puede tener una duracin variable y organizarse de diversos


modos segn las posibilidades de los asistentes, y de las cuestiones a tratar. A
continuacin se muestran los pasos a seguir para organizar un foro comunitario:

1 Preparacin de la comunidad. Antes de celebrar un foro comunitario


es preciso que la comunidad y el personal investigador hayan
establecido lazos de confianza y colaboracin. Normalmente estos lazos
se establecen a lo largo del anlisis de necesidades, etapa tras la cual
suele celebrarse el foro. Adems, la comunidad debe haber detectado
la pertinencia y ventajas de llevar a cabo esta actividad de modo que se
implique en su organizacin y difusin.
2 Presentacin y justificacin del foro comunitario. Presenta la
actividad algn miembro de la entidad financiadora del proyecto/
Manual de intervencin comunitaria en barrios 115

iniciativa en el que se enmarca el foro, quien dirige la investigacin-


intervencin o un lder. A continuacin, el equipo de investigacin
presenta los objetivos de la investigacin y las conclusiones de la
evaluacin de necesidades. Posteriormente, se expone una buena
prctica basada en la evidencia semejante a la que se pretende llevar a
cabo con la comunidad en cuestin. Es conveniente que esa buena
prctica sea presentada por sus protagonistas, para que se inicie el
proceso de acompaamiento como mentores (Dalton, Elias &
Wandersman, 2001).
3 Debate 1. Con el objetivo de facilitar la participacin de los asistentes,
se dividen en grupos de trabajo de seis personas aproximadamente.
Cada participante elige el grupo de trabajo en el que se va a integrar en
funcin de sus intereses. El objetivo de este primer debate es identificar
cuestiones en las que trabajar dentro de un rea especfica. Por ejemplo,
si un grupo trata de espacios comunitarios e infraestructura, un
participante puede identificar que la escasez de zonas verdes es un
problema que debe ser resuelto. El grupo de profesionales tambin se
organiza en torno a un grupo de trabajo y analiza el fenmeno social
desde su punto de vista. Cada uno de estos grupos cuenta con una
persona que facilita el trabajo y sirve de apoyo, habitualmente personal
investigador. Los pequeos grupos debaten en torno a cuarenta minutos.
4 Puesta en comn 1. Todos los grupos exponen ante el plenario, durante
aproximadamente veinte minutos, las conclusiones del debate 1. Es
decir, comparten la definicin y contextualizacin que han realizado de
la dimensin del fenmeno social sobre la que estn trabajando. A partir
de la exposicin de cada grupo de trabajo se elabora una lista con todas
las ideas generadas. Posteriormente, los participantes se reagrupan en
los mismos grupos de trabajo para pasar al debate 2.
5 Debate 2. En una segunda sesin de trabajo en grupos pequeos,
anotan las dificultades que encuentran para participar activamente en la
solucin de los problemas identificados y qu necesitaran para
superarlas. Mientras, el grupo de profesionales trabaja en este mismo
sentido. En este debate, los grupos tambin cuentan con un facilitador
del debate.
6 Puesta en comn 2. Un representante de cada grupo expone las
conclusiones y se van anotando por el resto de participantes en el foro
comunitario. A continuacin, el grupo grande debate sobre ellas hasta
llegar a un consenso general.

En resumen, mediante el proceso conjunto de carcter reflexivo, analtico y


propositivo que supone el foro comunitario, los implicados tienen la oportunidad de
conocer los elementos que necesitan para modificar su rol comunitario y, por tanto,
van experimentando un cambio en su auto-concepto. Debaten sobre sus necesidades,
problemas y dificultades para participar activamente en la transformacin social.

2.2.5 Es necesaria una evaluacin?

Es preciso evaluar la satisfaccin de los participantes con el foro comunitario y


su impacto. En la evaluacin de la satisfaccin se pretende saber cunto disfrutaron los
participantes, qu piensan de las actividades, qu es conveniente modificar en futuras
116 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

ediciones, qu puede permanecer igual, qu elementos incluir, etc. El objetivo de la


evaluacin del impacto es valorar la repercusin del foro comunitario en la comunidad,
teniendo en cuenta elementos como: nmero de asistentes, nmero de grupos de
trabajo formados y cuntas personas los integran, etc.

2.2.6 Hay que devolver la informacin?

Una vez que se da por concluido el foro comunitario, y finalizado el proceso


de evaluacin, es conveniente redactar un informe de conclusiones para devolver
la informacin obtenida a la comunidad. De esta forma se entiende que la
informacin pertenece a todos los implicados y que todos tienen un rol protagonista
en el proceso.

2.2.7 Hay alguna estrategia para facilitar el xito?

Hay algunas medidas que se pueden llevar a cabo para facilitar el xito del
foro comunitario, entre las cuales aparece en: (a) Llevar a cabo una adecuada
difusin de la actividad; (b) Proporcionar comida, caf, etc., en los descansos o al
finalizar la sesin; (c) Que en la organizacin del foro se impliquen lderes
comunitarios; (d) Disponer de una espacio adecuado (accesible, espacioso,
confortable, con buena audicin, etc.) y contextualizarlo para la ocasin; (e) Llevar
los materiales necesarios para el trabajo (folios, bolgrafos, pizarras, proyector,
ordenador, etc.); (f) Realizar fotografas, vdeos, etc.

Cuadro 2 El foro comunitario de un proyecto para incrementar la


participacin social de las mujeres de un barrio con
necesidades de transformacin social

Objetivos del (a) Facilitar el encuentro entre las mujeres del barrio y entre estas y
foro los/las profesionales que trabajan en l; (b) Compartir los resultados
comunitario del proceso de evaluacin de necesidades con la comunidad; (c)
Dar a conocer una buena prctica semejante a la que estaban
desarrollando las mujeres; (d) Discutir las dimensiones de los
problemas de participacin de las mujeres del barrio en cuestin,
identificados desde una perspectiva de gnero, y discutir las
estrategias para su solucin; y (e) Facilitar la creacin de grupos
de trabajo para el intercambio de inquietudes y sugerencias.
Momento de Realizada la evaluacin participativa de necesidades.
celebracin
del foro en el
contexto del
proyecto de
investigacin
Difusin Carteles y dpticos informativos, llamadas telefnicas, boca-oreja.
Participantes - 8 mentoras, 34 lderes comunitarias, 3 investigadores y 4
estudiantes universitarios, 4 profesionales del ayuntamiento y 6
agencias de servicios.
Algunos - Sala espaciosa, con buena luz y sonido, y accesible
recursos - Sillas mviles y mesas
materiales
necesarios
Manual de intervencin comunitaria en barrios 117

- Materiales decorativos para contextualizar el espacio


- Ordenador y proyector
- Pizarras para los grupos de trabajo, folios y lpices
- Micrfono, grabadoras y cmara de fotos
- Algo de comer para amenizar la jornada
Algunos Coordinadora de toda la sesin; Dinamizadora para cada grupo de
recursos trabajo; Encargada del servicio de guardera; Encargada de
humanos preparar el cctel
necesarios

Duracin 2 das, 3 horas cada da.


Actividades 1 Convocar a las mujeres del barrio y a los grupos formales (tejido
realizadas asociativo, profesionales o personas voluntarias, etc.).
2 Inicio del foro: presentacin y justificacin del foro.
Instrucciones sobre la tcnica de debate a utilizar, el Phillips 6/6.
3 Presentacin de una buena prctica semejante.
4 Debate 1 en pequeos grupos. Se aplica la tcnica de debate
Phillips 6/6. Identificacin del problema que les afecta y las
estrategias para solucionarlo.
5 Divisin de las personas en grupos de trabajo segn la temtica
de su inters.
6 Debate 2 en pequeos grupos. Lista de los recursos necesarios
para solucionar sus problema y diseo de un plan de trabajo.
7 Puesta en Comn 2 en gran grupo. Exposicin de conclusiones
y debate hasta llegar a un consenso general.
Explicacin del papel de los grupos de trabajo, que debern
reunirse regularmente, siguiendo el mismo procedimiento que el
del foro comunitario como base en el planeamiento de acciones
para solucionar problemas.
8 Evaluacin del foro comunitario: explicacin y reparto de las
encuestas de evaluacin de la satisfaccin con el encuentro y
con la evaluacin de necesidades.
9 Plan de futuro y despedida: propuesta de crear una coalicin
formada a partir de los grupos de trabajo, los representantes
profesionales de los servicios comunitarios, investigadores y
entidad financiadora.
10 Clausura: despedida y cctel.
Grupos de Zonas verdes y parques; Deterioro y espacios comunes;
trabajo Aislamiento y estigmatizacin del barrio; Cultura; Problemas de
drogas; Sobrecarga de roles de la mujer y violencia de gnero;
Embarazos adolescentes.
Resultados - Las mujeres aprenden por ellas mismas cmo trabajar por el
obtenidos cambio comunitario.
- Las mujeres adquieren habilidades de evaluacin.
- Reflexionan sobre el proceso que han participado y comparten
opiniones.
- Las mujeres valoran el trabajo de investigacin, las fortalezas y
debilidades del proceso, y su impacto.
118 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Cuadro 3 El foro comunitario de un proyecto para proponer acciones


contra las barreras para la integracin de los inmigrantes
marroques en Andaluca

Objetivos del (a) Revisar y diseminar los resultados obtenidos en las fases
foro anteriores del proyecto sobre las barreras para la integracin que
comunitario encuentran los inmigrantes marroques en las comunidades
andaluzas; (b) Obtener retroalimentacin por parte de la comunidad
de los resultados obtenidos; (c) Elaborar un plan de accin para
promover las fortalezas detectadas; as como prevenir y minimizar
las debilidades que amenazan la integracin comunitaria y el
bienestar de los marroques; y (d) Estimular a las comunidades para
la accin.
Momento de - Al final del proyecto, como mtodo de triangulacin de la
celebracin informacin y estimulacin de un plan de accin coordinado y
del foro en el desarrollado por la propia comunidad.
contexto del - Se celebraron dos foros, uno en Sevilla y otro en Almera con el
proyecto de objetivo de maximizar la participacin y el acercamiento a la
investigacin comunidad.
Estrategias Carteles informativos, llamadas telefnicas, boca-oreja.
de difusin
Participantes - En Sevilla: 6 mentores, 12 personas de apoyo y 40 agentes
(perfil y comunitarios (profesionales de servicios comunitarios, polticos,
nmero) empresarios, lderes religiosos, vecinos marroques y espaoles).
- En Almera: 3 mentores y 11 agentes comunitarios (profesionales
de servicios comunitarios, lderes comunitarios, vecinos
marroques y espaoles).
Algunos - Sala espaciosa con buena luz y sonido, y accesible, con mesas
recursos y sillas mviles. Con buena luz y sonido, y accesible.
necesarios - Materiales decorativos para contextualizar el espacio.
- Pizarras para los grupos de trabajo, folios y lpices.
- Micrfono, grabadoras y cmara de fotos.
- Comida para el desayuno y el almuerzo.
Duracin Sevilla: un da completo, incluido el almuerzo (desde 10:00 21:00 h.)
Almera: una maana (desde 10:00-14:00 h.)
Actividades 1 Bsqueda y contacto con los participantes.
realizadas 2 Convocar a los participantes.
3 Inicio del foro: presentacin del proyecto y justificacin del foro.
Indicar la estructura del da.
4 Presentacin de resultados hallados en el proyecto. La
informacin es presentada mediante poster y la explicacin de
los investigadores. Se crea un ambiente de trabajo interactivo
donde se entablan debates y se responden preguntas. Se
aproxima la teora a la prctica y se empiezan a crear redes en
torno a las temticas planteadas.
5 Divisin de las personas en grupos de trabajo segn la temtica
de su inters.
6 Debate 1 en pequeos grupos. Se aplica la tcnica de debate
Phillips 6/6. Identificacin del problema que les afecta y las
estrategias para solucionarlo.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 119

7 Puesta en comn 1 en gran grupo. Exposicin de una lista con


las ideas generadas en cada mesa de trabajo/temtica.
8 Debate 2 en gran grupo. Se realiza una lista global de acciones
consensuadas para solucionar el problema y se disea un plan
de trabajo.
9 Puesta en comn 2 en gran grupo. Exposicin de conclusiones.
10 Evaluacin del foro comunitario: explicacin y reparto de las
encuestas de evaluacin de la satisfaccin con el encuentro y
con la evaluacin de necesidades.
10 Agradecimientos y despedida.
Una vez terminado el foro, se pasa a cada participante la lista de
correos y contacto de los dems participantes, as como de las
conclusiones y plan de trabajo propuesto. Indicando la disposicin
del grupo de investigacin a apoyar su implementacin.
Grupos de (a) Educacin; (b) Salud y Servicios Comunitarios;
trabajo (c) Administracin, Trabajo y Sindicalismo; (d) Accin Poltica,
Organizaciones Comunitarias y Movimientos Sociales;
(e) Familia, Menores y Mujer; y (f) Convivencia Vecinal.
Resultados En los foros se formularon ms de 40 acciones concretas, en todas
obtenidos las reas propuestas, para ejecutar un plan de accin con el que
mejorar la integracin comunitaria de los inmigrantes marroques
asentados en Andaluca.

3 Dificultades y limitaciones de la Investigacin-Accin-


Participativa

La IAP se puede aplicar a muchos problemas y a diferentes reas. Sin


embargo, es un proceso complejo que implica mucho tiempo y esfuerzo y su xito
depende de numerosos agentes y elementos.
Como recomienda Ander-Egg (1992), se debe huir de tendencias
absolutistas que consideran la IAP como la nica metodologa vlida para trabajar
con comunidades vulnerables/ grupos desfavorecidos. Esto, adems de ser falso,
puede partir del desconocimiento de los dems mtodos de investigacin-
intervencin social. Es necesario tener una buena formacin terica y metodolgica
desde la que poder valorar la IAP en su justa medida (con sus potencialidades y
limitaciones) y en comparacin con otras tcnicas que puedan ajustarse mejor a
las necesidades y objetivos investigadores o de intervencin.
A continuacin, para facilitar esta valoracin, exponemos algunas de las
limitaciones de la IAP (Balczar, 2003; Jimnez-Domnguez, 1994; Lpez-Cabanas
& Chacn, 1997):

1 Este mtodo funciona a nivel local: cuanto menor sea la comunidad y


ms especfico el problema a trabajar, mayor ser su efectividad. Por
ende, la transformacin social que persigue es micro-social (aunque
posteriormente, a largo plazo, pueda generar cambios de mayor alcance)
2 La dificultad que entraa conjugar y sintetizar el conocimiento popular
(basado en la herencia cultural y el sentido comn) con un conocimiento
cientfico (basado en un sistema racional-acadmico de ideas). Para ello
120 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

es necesario un cuestionamiento crtico de ambos enfoques, lo que


puede generar conflicto e incluso la ruptura de la colaboracin.
3 En ocasiones, no logra integrar coherentemente la utilizacin de
instrumentos de evaluacin derivados de prcticas investigadoras
tradicionales, con los principios epistemolgicos de la IAP. Es usual
utilizar mtodos no participativos (como encuestas estandarizadas) en
el proceso de evaluacin. No obstante, si se combinan diferentes
mtodos y estos son seleccionados de forma participativa, no tiene
porqu ser una limitacin, sino una ventaja, ya que los mtodos mixtos
permiten recoger informacin muy completa a diferentes niveles y
profundidad.
4 Dificultades para lograr la horizontalidad. La aproximacin de t a t
del investigador a la comunidad no siempre es fcil, ya que ambos
parten de un estatus diferente. A veces puede ensombrecer el proceso
su actitud arrogante, otras veces una actitud de compasin benevolente.
Ambas son dainas para la relacin y colaboracin con la comunidad.
El lenguaje alejado de tecnicismos y la escucha activa son dos buenas
estrategias de aproximacin.
5 La escasez de conciencia crtica en la comunidad y en los investigadores.
Paradjicamente, este es el objetivo de la mayora de las IAP y, a la vez,
el motivo por el que no hay ms. Las comunidades vulnerables suelen
tener una visin alienada y de indefensin. La tarea del investigador es
sensibilizarlos y hacerles ver que tienen mucho que ganar y poco que
perder en el proceso. La situacin se agrava cuando son los propios
agentes externos los que tienen esa visin fatalista.
6 Las limitaciones de la participacin y la representatividad. En todo
proceso de IAP es necesario plantearse si los participantes representan
a toda la comunidad, qu caractersticas individuales o intereses los
motivan a participar, cmo influyen sus valoraciones en el problema, etc.
7 Posibles conflictos internos o crisis de liderazgo en la comunidad. Esta
puede generarse por falta de confianza entre los miembros, la falta de
experiencia o competencia de los lderes, la envidia o la existencia de
intereses ocultos.
8 La falta de recursos, especialmente econmicos y de tiempo. Una de las
amenazas ms preocupantes es caer en el desnimo por no alcanzar
los objetivos planteados en el tiempo previsto. Por ello, es imprescindible
plantearse objetivos a corto, medio y largo plazo, y que la comunidad
note el progreso. Asimismo, es importante, hacer una buena previsin
de los gastos y ajustarse a los recursos disponibles.
9 La dificultad de la difusin gradual del protagonismo de los agentes
externos y la continuidad de las acciones una vez estos desaparecen del
proceso. Para que esto no ocurra, hay que asegurarse de que el proceso
de empoderamiento de la comunidad ha sido efectivo y que se siente
eficaz en el trabajo autnomo. Asimismo, es fundamental el seguimiento
de la evolucin de la comunidad, as como prestarse como un recurso
en momentos de dificultad.
10 Existen escasos modelos metodolgicos prcticos y guas de accin
especficas que marquen y faciliten la direccin de la IAP. Asimismo, hay
poca formacin de los profesionales en tcnicas de investigacin-accin
participativas. Esto dificulta la decisin e implementacin del proceso
Manual de intervencin comunitaria en barrios 121

de IAP. Es necesario, por tanto, avanzar en esta lnea y contribuir a su


desarrollo cientfico y metodolgico.

4 Beneficios y lneas de futuro de la Investigacin-Accin-


Participativa

A pesar de estas limitaciones, existen muchas aplicaciones potenciales de


la IAP. Entre sus beneficios se encuentra su capacidad para: (a) Aumentar el
desarrollo de la comunidad, su capacidad de reflexin y crtica; (b) Promover el
liderazgo y competencias sociales entre sus participantes; (c) Solucionar problemas;
(d) Estimular la autoayuda, reforzar el espritu de solidaridad y de colaboracin, etc.
(Balczar, Surez-Balczar & Keys, 1998). En suma, la IAP puede afectar de forma
significativa a la vida de muchas personas. Adems, es un cambio que surge desde
ellos mismos, por lo que se genera empoderamiento en las comunidades y se
fortalece su capacidad de reflexin y accin. Por ello, se debera estimular la
prctica de IAP en investigaciones futuras.
En el contexto actual de crisis socioeconmica y poltica, la IAP puede ser
un mtodo de especial utilidad y relevancia. Actualmente muchas personas sienten
que no pueden cambiar su situacin de pobreza o exclusin, que esta es merecida,
que es consecuencia de su mal comportamiento, o que no hay otras formas de
actuar a las que conocen. Esta alienacin de la poblacin seala la necesidad de
educar y empoderar a las comunidades para cuestionar el statu quo y promover su
participacin en la vida comunitaria y poltica. Igualmente, desde las ciencias
sociales hay una necesidad de generar un conocimiento contextualizado y sensible
a los mltiples cambios que experimentamos. As, la IAP es una metodologa que
recoge estas ideas en sus principios, y se ha mostrado eficaz para promover la
autodeterminacin de las personas y comunidades, para clarificar las races de las
injusticias sociales y para luchar contra ellas logrando as mayores niveles de justicia
social y bienestar.
122 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Bibliografa

Ander-Egg, E. (1992). Repensando la investigacin accin participativa.


Comentarios, crticas y sugerencias. Vitoria: Departamento de Trabajo y
Seguridad Social. Gobierno Vasco.
Appley, D.E. & Winder, A.E. (1978). An evolving definition of collaboration
and some implications for the world of work. Journal of Applied Behavioral
Science, 13, 280-290.
Balczar, F.B. (2003). La investigacin-accin participativa en psicologa
comunitaria. Principios y retos. Apuntes de Psicologa, 21(3), 419- 435.
Balczar, F.B., Surez-Balczar, Y. & Keys, C. B. (1998). Un modelo de
investigacin-accin para desarrollar la capacidad de comunidades para
incrementar su poder. Suma Psicolgica, 5(2), 123-147.
Black, T. (1983). Coalition building-some suggestions. Child welfare, 62,
263-268.
Blaikie, N. W. H. (1991): A critique of the use of triangulation in social
research. Quality and Quantity, 25, 115-136.
Boissevain, J. (1974). Friend of friend. Oxford: Brasil
Blackwell. Brown, C. (1984). Arts of Coalitions Building: a Guide for
Community Leaders. New York: The American Jewish Committee.
Butterfoss, F.D., Goodman, R.M. & Wandersman, A. (1993). Community
Coalitions for prevention and health promotion. Health education research.
Theory and practice, 8(3), 315-330.
Dalton, J., Elias, M. & Wandersman, A. (2001). Community Psychology.
Linking Individuals and Communities. Belmont, EEUU: Wadsworth,
Thomsomn Learning.
Fals-Borda, O. (1959). Accin comunal en una vereda colombiana. Bogot:
Universidad Nacional, Monografas Sociolgicas.
Fawcett, S.B., Lewis, R.K., Paine-Andrews, A., Francisco, V.T., Richter K.P.
& Williams E.L. (1997). Evaluating community coalitions for prevention of
substance abuse: The case of project freedom. Health Education and
Behaviour, 24, 812828.
Feighery, E. & Rogers, T. (1989). Building and Maintaining Coalitions.
Published as Guide No.12 in the How-To Guide on Community Health
Promotion. Standford Health Promotion Resource Center. Palo Alto. CA.
Freire, P. (1970). Pedagoga del Oprimido. Mxico: Siglo XXI.
Garca-Ramrez, M., Paloma, V., Balczar, F. & Surez-Balczar, Y. (2009).
Building International Collaborative Capacity: Contributions of Community
Psychologists to a European Network. American Journal of Community
Psychology, 44(1/2), 116-122.
Garca-Ramrez, Balczar, F. & Surez-Balczar (2003). Investigacin-
Accin Participativa. Una Herramienta til para Entender la Diversidad
Humana. Apuntes de Psychologa, 21(3), 409-576.
Hall, B. (1981). El conocimiento como mercanca y la investigacin accin
participativa. En O. Fals-Borda, B. Hall, A. Vio Grossi, E. Cohen, G. Le
Boterf, E. Rubin, J. Pierre, F. Grandoit, A. Schutter, T. de Witt & V. Gianotten
(Eds.), Investigacin participativa y praxis rural, Lima: Mosca Azul Editores,
(pg. 48-68).
Hord, S. (1986). A synthesis of research on organizational collaboration.
Educational Leadership, 43(6), 22-26.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 123

Jimnez-Domnguez, B. (1994). Investigacin accin participante: una


dimensin desconocida. En M. Montero (Ed.), Psicologa social
comunitaria: teora, mtodo y experiencia (pp. 103-137). Guadalajara:
Universidad de Guadalajara.
Lewin, K. (1946). Action research and minority problems. Journal of Social
Issues, 2, 34-46.
Lpez-Cabanas M., & Chacn, F. (1997). Intervencin Psicosocial y
servicios sociales. Un enfoque participativo. Madrid: Sntesis.
Martn-Bar, I. (1985). El papel del psiclogo en el contexto
centroamericano. Boletn de Psicologa de El Salvador, 4(17), 99-112.
Montero, M. (1998). La Comunidad como objetivo y sujeto de la accin
social. En A. Martn Gonzlez (Coord.), Psicologa Comunitaria.
Fundamentos y Aplicaciones (pp. 211-222). Madrid: Sntesis.
Montero, M. (2006). Hacer para transformar. El mtodo en Psicologa
Comunitaria. Buenos Aires: Paids.
Montero, I. & Len, O.G. (2007).A guide for naming research studies in
Psychology. International Journal of Clinical and Health Psychology, 7(3),
847-862.
Roberts- De Genmaro, M. (1986). Building coalitions for political advocacy.
Social Work, July/August, 308-311.
Rubio, J.M., & Varas, J. (1997). El anlisis de la realidad en la intervencin
social. Mtodos y tcnicas de investigacin. Madrid: Ed. CCS.
Selener, D. (1997). Participatory Action Research and Social Change.
Nueva York: Cornell University, Participatory Action Research Network.
Surez-Balczar, Y. (1998). La Psicologa Comunitaria en las Comunidades
Hispanas de Estados Unidos. En A. M. Gonzlez (Ed.), Psicologa
Comunitaria. Fundamentos y Aplicaciones (pp. 107-119). Madrid: Sntesis
Psicologa.
Thompson, B. & Kinne, S. (1990) Social change theory: applications to
community health. In Bracht. N. (Ed.), Health Promotion at the Community
Level Sage, Newbury Park, CA, pp. 45-65.
Wolff, T. (2001). A Practitioners Guide to Successful Coalitions. American
Journal of Community Psychology, 29(2), 173-191.
124 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

CAPTULO
QUINTO:

La intervencin en espacios
de alta diversidad humana y
cultural mediante
procedimientos construidos:
el grupo de participacin
ciudadana de El Fraile

Autores: Carolina Martn Vzquez, Vicente Zapata Hernndez y Alexis


Mesa Marrero36

36
Martn Vzquez, Carolina, Psicloga y tcnica del proyecto Puzzled by Policy. Zapata
Hernndez, Vicente Manuel, Profesor Titular de Geografa Humana de la Universidad de
La Laguna y Director Acadmico del Observatorio de la Inmigracin de Tenerife. Mesa
Marrero, Alexis, Gegrafo y coordinador del proyecto Juntos En la misma direccin.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 125

Introduccin

Conscientes de la necesidad de desarrollar experiencias que permitan


obtener claves para actuar en los contextos y marcos de alta diversidad humana y
cultural, varias entidades, colectivos e iniciativas se han unido para llevar a cabo
una actuacin conjunta en un mbito geogrfico particular de la isla de Tenerife, la
localidad de El Fraile en el municipio de Arona.
El Fraile destaca, sobre todo, por su carcter multicultural, fundado por
inmigrantes gomeros y forjado a partir del asentamiento de miles de personas que
han inmigrado a este barrio del Sur de Tenerife durante dcadas, procedentes de
mltiples orgenes e impulsados por distintas motivaciones. Es la caracterstica que
proyecta y distingue a esta poblacin en el mbito insular, y la que, en ciertos casos,
ha contribuido a conformar una imagen distorsionada de su realidad al abordar la
diversidad humana y cultural como sinnimo de problemas y conflictos,
desaprovechando la oportunidad de beneficiarse de la riqueza que ofrece.
Por ello, el Observatorio de la Inmigracin de Tenerife y su vinculacin con
el proyecto Juntos En la misma direccin a travs del Grupo de Trabajo de
Participacin Social y del proyecto europeo Puzzled by Policy, con la colaboracin
de la Concejala Delegada de Participacin Ciudadana del Ayuntamiento de Arona,
han acordado promover, junto a los actores locales, el desarrollo de una iniciativa
para favorecer la gestin de la diversidad mediante la participacin social tomando
como mbito de referencia el barrio de El Fraile: el Grupo de Participacin
Ciudadana de El Fraile.

1 Una aproximacin geodemogrfica al barrio de El Fraile

El Fraile es un barrio que se ubica en el municipio de Arona, en el extremo


meridional de Tenerife (Islas Canarias). Segn el padrn municipal de habitantes en
el 2011, el barrio cuenta con 7.420 habitantes, lo que lo convierte en el segundo
ncleo ms habitado del municipio.
Una de cada dos personas que residen en el barrio, en concreto el 50,7%,
ha nacido en el extranjero, mientras que el 39,9% ha nacido en Canarias. Este hecho
sita a El Fraile entre los ncleos de Arona con mayor peso de poblacin de origen
extranjero, superado solo por barrios con menor poblacin (Guaza) o por ncleos
caracterizados por el turismo residencial (Los Cristianos, Costa del Silencio,
Chayofa, Playa de Las Amricas, Palm-Mar y Oasis del Sur). El 2,1% del total de
poblacin de origen extranjero residente en Tenerife se ubica en El Fraile.
Entre 2001 y 2011 ha tenido lugar un incremento del peso porcentual de la
poblacin de origen americano, que ha pasado del 52,1 al 60,3%. Tambin ha
aumentado el peso de la poblacin nacida en frica, del 22,4 al 24,7%, a la vez que
ha disminuido la importancia relativa de la poblacin de origen europeo desde el
24,9 al 14,4%. El peso de la poblacin asitica es muy reducido (0,7%).
La poblacin de origen extranjero de El Fraile se ha cuadruplicado a lo largo
del periodo 2001-2011, pasando de 864 a 3.764 personas. En cuanto al crecimiento
porcentual interanual de la poblacin de origen extranjero, es notoria la alternancia
entre periodos de mayor y menor crecimiento. As, entre 2001 y 2005 se produjo un
fuerte crecimiento, que casi cuadruplic el nmero de personas nacidas fuera de
126 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Espaa y duplic su peso porcentual. Tras un ao de estancamiento, 2007 y 2008


se caracterizaron por un crecimiento moderado, a lo que sigui un estancamiento
y una leve disminucin. As, en 2011 hay en El Fraile menos personas de origen
extranjero que en 2009.
Con respecto a la estructura por edad y sexo de la poblacin de origen
extranjero, destaca la poblacin comprendida entre los 30 y los 44 aos, con
predominio de los hombres en esta franja de edad. La relativa juventud de la
poblacin nacida fuera de Espaa refleja el predominio de la poblacin de origen
americano con respecto a la de origen europeo.

2 El marco terico y procedimental: el modelo de


intervencin sistmica breve

El marco terico que fundamenta la intervencin que se realiza para el


desarrollo de la iniciativa del Grupo de Participacin Ciudadana de El Fraile es el
modelo de intervencin sistmica breve. Este modelo, a partir del cual tambin se
han diseado y desarrollado iniciativas como la estrategia Juntos En la misma
direccin o el proyecto Puzzled by Policy, dando cuenta de su idoneidad para el
trabajo compartido con mltiples entidades cuyos objetivos se orienten a conseguir
metas comunes, se sustenta en diferentes enfoques y mtodos que definen un
cuerpo de principios metodolgicos que son asumidos por los procesos que se
inician. Entre estos, destacan:

Enfoque del Constructivismo: considera la realidad como una


construccin, una interpretacin de nuestra mente, de lo que vemos,
segn nuestro filtro mental, determinado por los conocimientos previos,
las experiencias personales, los intereses, etc. Estos influyen en el modo
como interpretamos la realidad. La idea bsica es: la realidad no se
descubre, se inventa (Watzlawick, 1984).
Enfoque del Construccionismo social: considera a las personas como
seres eminentemente sociales, que construimos la realidad mediante el
consenso social, la interaccin con los dems, a travs del lenguaje.
Modelo de las Terapias Narrativas: considera que los relatos que
verbalizamos son la fuerza ms poderosa para modificar nuestras vidas, y
que representan la visin que tenemos del mundo y de nuestras relaciones.
Estos relatos se van distorsionando en la memoria a medida que son
filtrados por las normas y los supuestos sociales. Por eso, la observacin
atenta de sus orgenes puede llevar a narrativas ms ricas, ms apegadas
a la experiencia y menos limitantes. Por medio de este conocimiento,
expresado en narrativas ms fieles a la experiencia, las personas
reconstruyen sus identidades en trminos positivos y se esfuerzan por
aproximarse a sus redescubiertas metas.
Modelos de la Terapia Centrada en Soluciones: considera que no debe
hablarse de problemas. Intenta hablar de aquellas situaciones que se
generaran si los problemas se dieran y los concibe como excepciones. Es
una bsqueda de soluciones a partir de los recursos propios de las personas.
La Indagacin Apreciativa: valora la mirada apreciativa que facilita el
descubrimiento hacia las fortalezas, metas y recursos a adquirir, en lugar
de una mirada hacia las necesitadas y obstculos, que impida alcanzar
Manual de intervencin comunitaria en barrios 127

los fines y desarrollarse plenamente.

Partiendo de esta diversidad de preceptos tericos, la construccin del


Grupo de Participacin Ciudadana de El Fraile se ha realizado tratando de involucrar
al conjunto de actores participantes en la definicin, ejecucin y evaluacin del
proceso, tratando de asumir estos principios metodolgicos como frmula ms
adecuada para alcanzar y multiplicar los resultados y efectos deseados.

3 Los antecedentes del grupo de participacin ciudadana


de El Fraile: Juntos En la misma direccin y el grupo de
trabajo de participacin social

El principal referente del proceso que se desarrolla en el Fraile se encuentra


en el contexto de la estrategia Juntos En la misma direccin. Impulsada por el
Cabildo de Tenerife a partir de la accin conjunta del Servicio Administrativo de
Accin Exterior y del Observatorio de la Inmigracin de Tenerife, Juntos En la misma
direccin ha logrado aunar en una red de trabajo estable a asociaciones de
inmigrantes, instituciones pblicas y organizaciones sociales con el objetivo comn
del fortalecimiento de los procesos de integracin para la cohesin social en la isla
de Tenerife. Su despliegue desde el ao 2009 ha supuesto una enorme labor
colaborativa que ha rendido apreciables resultados fruto del fomento del dilogo
intercultural a todos los niveles.
La red creada, denominada Red Juntos, basa su funcionamiento en la
definicin conjunta de sus fines, tratando de concienciar a sus integrantes de que
los resultados se consiguen con el trabajo continuado en el tiempo. De esta forma,
ha conseguido poner el nfasis en la construccin de un proceso de convergencia
hacia el logro de metas comunes, ms que en la consecucin, posiblemente
efmera, de objetivos aislados. El funcionamiento de Juntos En la misma direccin
se ha basado en la actuacin compartida de las entidades y personas que integran
la Red, tratando de que sus miembros decidan cules son las metas por las que se
quiere actuar y las herramientas necesarias para que se alcancen. Las entidades e
instituciones que colaboran y participan en la iniciativa han asumido y comparten
los principios de trabajo conjunto, colaboracin activa y corresponsabilidad en la
ejecucin de las diferentes actividades.
En este contexto y a demanda de la propia Red Juntos, en el ao 2011, se
crean grupos de trabajo temticos participados por entidades de la Red con el fin
de operativizar las objetivos que se proponan. Se constituyeron cinco grupos:
Servicios Sociales, Comunicacin, Codesarrollo, contra la Violencia de Gnero y
Participacin Social. Siguiendo los principios construccionistas que han orientado
el desarrollo de la estrategia Juntos En la misma direccin, cada grupo de trabajo
defini su Plan de Grupo de forma conjunta con sus integrantes, consensuando los
objetivos y las metas, los principios y las formas de organizacin.
En el Grupo de Trabajo de Participacin Social fue creciendo y tomando
fuerza la aspiracin de fomentar que toda persona sea reconocida y valorada en su
comunidad, favoreciendo, mediante la participacin social, la gestin de la
diversidad humana y cultural como una oportunidad de crecimiento y desarrollo
socioeconmico en la escala local.
Dado el nivel de concordancia de los objetivos del Grupo de Trabajo de
Participacin Social con otros actores sociales, en especial, el proyecto Puzzle by
128 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Policy y el propio Observatorio de la Inmigracin de Tenerife, surgi la idea de sumar


esfuerzos por un objetivo compartido y colaborar en el fortalecimiento de los
procesos de integracin y cohesin social, iniciando una lnea de accin por
diferentes barrios de Tenerife con un alto grado de diversidad humana y cultural,
implicando a los agentes locales en el diseo de estrategias que favorezcan e
impulsen los procesos de integracin y convivencia social. La primera oportunidad
que tienen de materializar esta aspiracin es en el barrio de El Fraile.

4 La iniciativa: el grupo de participacin ciudadana


de El Fraile

El Grupo de Participacin Ciudadana de El Fraile es una iniciativa que


encierra en s un proceso de participacin ciudadana en activo pero, cuyos
resultados en su primeros estadios han demostrado la conveniencia de la
metodologa desarrollada, auspiciada en gran medida por el modelo sistmico-
constructivista derivado de la estrategia Juntos En la misma direccin, pero en el
que tambin confluyen tcnicas y procedimientos de diferentes disciplinas, en
especial, la Geografa. La metodologa se ha podido desarrollar en buena medida
gracias a la figura profesional del facilitador/a, principal catalizador/a de un proceso
que se segmenta en cuatro fases: descubriendo recursos, construyendo objetivos
compartidos, planificando conjuntamente el recorrido y actuando.
El papel del facilitador/a, en el contexto de procesos vinculados a la
constitucin de grupos de trabajo, consiste en realizar un acompaamiento
fomentando la responsabilidad e implicacin de las personas/entidades
participantes en la toma de decisiones, en la organizacin y en el desarrollo de
acciones que ayuden a alcanzar sus objetivos (aquellos que han decidido),
partiendo de una mirada positiva que, entre ostros aspectos, pretende hacer
hincapi en sus fortalezas y metas, favoreciendo la aparicin de narrativas
orientadas hacia las posibilidades y la responsabilidad de los/as participantes de
llevar a cabo las acciones (aquellas que han acordado), que promuevan las mejoras
que aspiran alcanzar para su desarrollo y la consecucin de sus fines (aquellos que
han decidido). El Grupo de Participacin Ciudadana de El Fraile ha contado con la
participacin de dos personas facilitadoras.
Aproximarse a la metodologa a travs de la experiencia vivida en el barrio
de El Fraile es el objetivo de este apartado y, para ello, conviene remontarse a sus
momentos iniciales. El Grupo de Participacin Ciudadana de El Fraile parte, como
se menciona en el punto anterior, de una propuesta de dinamizacin realizada por
el Grupo de Participacin Social del proyecto Juntos En la misma direccin. Esta
caracterstica del proceso que est por desarrollarse tiene una importancia relativa;
en especial, porque ha tenido fuertes implicaciones en la constitucin definitiva y
en el desarrollo del Grupo de Participacin Ciudadana de El Fraile.
La propuesta de dinamizacin tena por objetivo general fortalecer los
procesos de convivencia y cohesin social en un barrio con un alto grado de
diversidad cultural y humana. El hecho de que se realizara en el barrio del Fraile, un
territorio que comparta las caractersticas que se requeran, vena dado en buena
medida porque personas participantes en el Grupo de Participacin Social, eran
vecinos y vecinas del barrio. Aparte, y como elemento positivo para el proceso que
se desencadenara, el que el Grupo de Participacin Ciudadana de El Fraile contara
desde sus inicios con personas vinculadas al Grupo de Participacin Social
Manual de intervencin comunitaria en barrios 129

facilitaba el logro de los objetivos en cada fase del proceso que estaba por
comenzar, dada la experiencia previa que atesoraban, as como por la vinculacin
con el objetivo general que se trataba de conseguir.
No obstante, era necesaria la congregacin de ms entidades y personas
en torno a la consecucin del objetivo general que fueran, en definitiva,
representativas de la pluralidad del barrio. Se realiz una primera convocatoria
abierta a todas las personas y entidades del barrio que quisieran participar para
presentar la propuesta y tratar de comprometerlos en su logro. A partir de entonces,
aunque se ira cimentado con el transcurso por las cuatro fases del proceso, se
puede hablar del Grupo de Participacin Ciudadana de El Fraile.

4.1 Descubriendo recursos

Reunidas las personas y entidades que formaban inicialmente el Grupo de


Participacin Ciudadana de El Fraile, el primer objetivo del proceso consista en
conocer el barrio, descubrir los recursos y aproximarse en detalle a su realidad.
Esta primera fase se desarroll a partir del mes de enero de 2012 y se realizaron
tres encuentros, uno por semana.
Tratando de ser consecuentes con los principios metodolgicos de la
intervencin, resultaba prioritario comenzar el trabajo conociendo los recursos
existentes, es decir, tomando conciencia de lo que ya se haca y funcionaba, de los
logros que se haban alcanzado relacionados con el objetivo general, en definitiva,
los aspectos positivos con los que el barrio ya contaba. De forma que las primeras
tomas de contacto se enfocaron a descubrir tres tipos de recursos:

Entidades y vecinos/as del barrio. Respetando el carcter inclusivo del


proceso, se prest especial atencin a identificar y vincular a personas y/o
entidades del barrio, en especial, lderes locales o entidades de gran
influencia en el territorio.
Iniciativas y proyectos que permitieran poner en valor la diversidad humana
y cultural como fuente de progreso y desarrollo en la realidad local.
Infraestructuras y espacios comunes, en especial, de encuentro en el
barrio.

Con carcter previo a la realizacin del primer encuentro, se contact con


la Concejala de Participacin Ciudadana del Ayuntamiento de Arona para compartir
las aspiraciones del Grupo de Participacin Social y conocer de primera mano el
papel que querra desempear en el proceso. En este caso, no solo mostraron
inters en la iniciativa, sino que se implicaron como un actor ms en su desarrollo.
Las claves metodolgicas que se desplegaron para el logro de los objetivos
de esta primera fase, y que se han tenido en cuenta a lo largo del proceso desde
entonces, se podran resumir en dos:

1 Todas las personas/entidades son recursos. Desde el momento de las


presentaciones con las que se inicia el primer encuentro se entiende que
cada persona/entidad presente es un recurso, no solo como miembro
de un grupo, sino como parte de una respuesta. Cada persona/entidad
encierra una habilidad o una destreza que aportar, en mayor o medida,
al fortalecimiento de la convivencia. Solo hay que identificarla. Cada
habilidad y destreza es tan importante como cualquier otra.
130 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

2 Todos los recursos se ubican en un espacio. Cuando se identifican los


recursos, es necesario realizar un ejercicio de sntesis geogrfica tras
conocer su ubicacin espacial. En especial, de cara a los procesos de
planificacin aunque, a su vez, encierra otros aspectos positivos: las
personas participantes en el proceso tienen una mejor comprensin de
las relaciones y la potencialidad de los recursos existentes. Tambin, una
vez identificados, si era posible, se celebraban los encuentros del Grupo
en los nuevos recursos detectados, tratando de aproximar a las personas
y entidades participantes para su conocimiento in situ.

Identificar los recursos, caracterizarlos y ubicarlos espacialmente no es una


actividad sencilla. Naturalmente, existen casos fcilmente identificables,
susceptibles de caracterizacin y ubicable; pero cuando hay que reconocer todos
los recursos que se supone que existen y que no se conocen a priori, es importante
emplear el tiempo necesario para su logro y, si se requiere, el desarrollo de
estrategias especficas que ayuden a conseguirlo.
Los encuentros que se celebraron desde la primera toma de contacto se
caracterizaron por su conduccin desde el equipo de facilitadores/as con una
actitud de curiosidad, preguntando de manera insistente, tratando de obtener del
interlocutor/a una reflexin sobre los recursos con los que se cuenta, cambiando el
foco de atencin centrado, de normal, en los problemas, hacia un foco centrado en
las fortalezas. La forma de plantear las preguntas, siempre abiertas, para que sean
las personas protagonistas las que aporten los contenidos, as como orientar la
comunicacin hacia los aspectos positivos, tiles al propsito que se persigue, ha
sido una de las principales herramientas que han favorecido el avance en esta
primera fase. A lo largo del proceso de dinamizacin, estas preguntas se solan
acompaar con dinmicas para generar un ambiente ms participativo e interactivo
en el grupo, procurando propiciar que no solo se trabaje sino que, adems, se haga
de una manera amena y distendida.
Por ejemplo, cuando se trataba de identificar recursos, se realiz la dinmica
denominada Termmetro de la Convivencia. A partir de la representacin de un
termmetro, se trataba de medir el grado de convivencia en El Fraile. Primero se
solicitaba a las personas participantes que en pequeos grupos valoraran en una
escala de diez la convivencia en el barrio y, con posterioridad, se indagaba por qu
se haba seleccionado esa puntuacin en vez de una menor. El resultado es que
comenzaban a aparecer aquellos aspectos en los que se poda apreciar la buena
convivencia en El Fraile.
En otro de los casos, cuando se trataba de ubicar espacialmente los
recursos, una dinmica muy til fue la construccin conjunta de un mapa de
recursos del barrio. Esta dinmica consiste en elaborar, entre todas las personas,
un mapa y ubicar en el mismo las infraestructuras y equipamientos pblicos, as
como los proyectos e iniciativas que fortalecan la convivencia en el barrio. La
confeccin del mapa no es inmediata, puede prolongarse en el tiempo y se
convierte, a su vez, en una herramienta de trabajo. De manera especial, en las
primeras reuniones, se finalizaba preguntando quin ms debera estar en el mapa
y qu se poda hacer para que participaran, lo que ayudaba a cultivar un sentimiento
de responsabilidad compartida para lograr encuentros cada vez ms concurridos y
participativos.
Si atendemos a los resultados obtenidos en esta primera fase, habra que
resaltar dos dimensiones. Por un lado, en el nivel del Grupo de Participacin
Manual de intervencin comunitaria en barrios 131

Ciudadana de El Fraile, las formas y procedimientos seguidos permitan hablar


mucho de los aspectos positivos del barrio, lo que provocaba un aumento de la
motivacin en las personas participantes y la aparicin de recursos del barrio tiles
para el objetivo de la iniciativa. El descubrir y centrar la atencin en los recursos y
aspectos positivos, favoreci la generacin de un clima agradable en el que las
personas se sentan en confianza para expresarse e intercambiar ideas,
descubriendo puntos comunes, lo que redund en el carcter participativo del
grupo y en su cohesin interna.
Desde la perspectiva de los recursos, al final de esta fase se haba detectado
una gran parte de los recursos existentes que contaba el barrio, independientemente
de su tipologa. Las entidades participantes ascendan a 26, y participaban cerca de
40 personas, muchas de las cuales eran vecinos/as del barrio (en las fases ltimas del
proceso la cifra de personas participantes haba ascendido a 102). Aparte, se
identificaron 16 iniciativas y proyectos que aportaban a los objetivos generales que
enmarcaban las aspiraciones del Grupo y que daban cuenta de aquello con lo que el
barrio ya contaba. Y, por ltimo, se reconocieron 16 infraestructuras y espacios
comunes. Uno de los aspectos en los que los/as vecinos/as pusieron mucho nfasis
fue cmo El Fraile se haba ido dotando de infraestructuras, hasta lograr ser un barrio
muy bien dotado de equipamientos pblicos.
Las dinmicas, incluso el hecho de celebrar las reuniones en diferentes
espacios del barrio, adems de cumplir con el fin de identificar y reconocer recursos,
tambin favorecan el dilogo y las relaciones de las personas/entidades entre s.
Las conversaciones que surgan en torno a lo til y lo positivo, han servido de cauce
para propiciar un cambio en la forma de ver y de entender la diversidad,
decodificando y construyendo en grupo un discurso, en el que se destaca el valor
intrnseco de la diversidad como un elemento enriquecedor.

Tabla I: Recursos descubiertos

Tipologa Descriptor

Entidades y Asociacin de Mayores (1)


vecinos/as Asociacin de Vecinos (1)
Asociaciones de Inmigrantes (9)
Asociacin de Madres y Padres de Alumnos (1)
Asociaciones sociales (10)
Ayuntamiento (1)
Colegio de Educacin Infantil y Primaria (1)
Parroquia (1)
Mezquita (1)
Iniciativas y Proyecto Construyendo Convivencia en El Fraile
proyectos Proyecto intercultural del Colegio de Educacin Infantil y Primaria
Banco de alimentos
Clases de idiomas y apoyo idiomtico (espaol, rabe)
Cursos de habilidades sociales
Cursos de cocina y plancha para hombres
Apoyo en traducciones
Orientacin en insercin laboral
Asesoramiento legal y jurdico a empresas
132 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Asesoramiento en asociacionismo
Actividades para favorecer el conocimiento del patrimonio y de los
juegos tradicionales canarios
Actividades de dinamizacin intercultural y acompaamiento
Infraestruc - Centro de Salud
turas y Colegio de Educacin Infantil y Primaria
espacios Centro Cultural
comunes Pabelln deportivo
Campo de ftbol
Polideportivo
Casa de la Juventud
Guardera municipal
Plazas pblicas(2)
Locales sociales de la Parroquia
Locales sociales de la Mezquita
Sede social de la Asociacin de Mayores Fraisa
Sede Social de la Asociacin Senegalesa DIAPO
Casa de Senegal de la Asociacin de La Voz de las Mujeres
Senegalesas en Tenerife.

4.2 Construyendo objetivos compartidos

En la primera fase del proceso se profundizaba en el descubrimiento de los


recursos de una manera abierta y flexible, dando espacio, por primera vez, a que
las personas pudieran poner de manifiesto las motivaciones individuales37 de su
participacin en el Grupo. Tras el descubrimiento e identificacin de los recursos
existentes en el barrio, y teniendo ciertas nociones sobre las motivaciones de cada
una de las personas participantes, la informacin recabada se emple como
elemento catalizador para sustanciar el trnsito a la siguiente fase: construir
objetivos compartidos. Esta segunda fase se prolong durante los meses de febrero
y marzo de 2012, tiempo en el que se celebraron tres encuentros.
La propuesta inicial, mejorar los procesos de convivencia y cohesin social
en el barrio, es un objetivo general que ha sido compartido por las personas y
entidades que conforman el Grupo de Participacin Ciudadana. Sin embargo, no
hay que perder la perspectiva de que es un objetivo general heredado del Grupo
de Participacin Social, con el que existe una fuerte identificacin, pero que no ha
surgido de manera interna en el Grupo, no ha sido construido conjuntamente. La
construccin conjunta garantiza la vinculacin real con los fines que se acuerdan.
No es un proceso sencillo y requiere de grandes esfuerzos, sin embargo, cuando
se alcanzan resultados, la vinculacin con los mismos es muy fuerte por parte de
las personas que han participado en su construccin.

37
Ya sea en representacin de una persona particular o en representacin de una entidad.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 133

Tras consultar especficamente y de manera manifiesta sobre la adopcin


del objetivo general por parte del Grupo, se reforz su identificacin como un
objetivo general propio. Aun as, era imprescindible dotarse cuanto antes de
objetivos especficos y construidos por las personas y entidades participantes si
se quera continuar con garantas el proceso. La construccin de los objetivos
especficos del Grupo se dividi en dos pasos: el reconocimiento por parte del
Grupo de las motivaciones particulares de cada persona participante, tratando de
conocer en detalle las aspiraciones individuales, el verdadero hecho movilizador, y,
a continuacin, la construccin de los objetivos compartidos propiamente dichos
relacionndolos con las motivaciones comunes detectadas.
Profundizar en las motivaciones individuales puede ocasionar alguna
dificultad si no se asume de una manera sosegada, respetando lo expuesto y
argumentado por el resto de personas participantes. Este paso no se acomete de
manera sbita, como se ha indicado; las motivaciones son algo recurrente que ha
ido tratndose a medida que el proceso avanzaba, aunque siempre sin entrar en el
detalle. Todas las motivaciones son vlidas, siempre que no contradigan el objetivo
general; sin embargo, puede que todas no sean compartidas. Es importante
comenzar por las que s lo sean, pues determinan o sustancian los fines ltimos
que se pretenden, y sientan las bases para la construccin de los objetivos
compartidos. Conocido el vector, los fines, el trabajo debe centrarse en la longitud
del segmento que se quiere alcanzar, los objetivos especficos.
Para iniciar el trabajo en la definicin de objetivos se volvi a retomar la
dinmica del Termmetro de la Convivencia y, con la ayuda de esta, tratar de
avanzar hacia aspectos ms concretos en los que debera centrarse la accin que
el Grupo podra desarrollar en el barrio. Para ello, en esta ocasin se pregunt qu
tendra que pasar para subir un punto en la escala y, si se subiera ese punto, en
qu se notara. Esta dinmica permite a la persona proyectarse hacia un estado
alcanzado, e incluso reflexionar sobre los logros que deben darse para conseguirlo.
Los logros se traducen en posibles objetivos.
Conocidos todos los objetivos que surgen tras la dinmica y reflexionando
en torno a ellos, se inicia un proceso de seleccin de los objetivos comunes al
conjunto del Grupo. La seleccin de los objetivos definitivos debe ser el resultado
de un acuerdo entre las personas participantes lo ms amplio posible. Con la
seleccin definitiva de objetivos debe realizarse un anlisis de viabilidad, es decir,
determinar su probabilidad de logro al someterlo a la capacidad de accin del
Grupo. Si no es viable, hay que seleccionar nuevos objetivos.
El hecho de fomentar que se formulen propuestas en positivo y conceder
un espacio de confianza para que las personas se expresen libremente, pudiendo
aportar y enriquecer lo que para ellos significa un objetivo y qu aspectos son
importantes trabajar para lograrlo, favorece los procesos de construccin conjunta
tanto como que, en relacin a lo construido, las personas integrantes del Grupo lo
sientan y hagan suyo, en definitiva, de todos/as. Siendo en ese momento, cuando
podemos hablar de objetivos comunes y compartidos.
Entre los resultados obtenidos en esta fase, tras constatar como propio el
marco de actuacin, el objetivo general, se construyeron cinco objetivos especficos
a partir de la conjugacin de una serie de elementos motivadores comunes que se
consensuaron.
134 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Tabla II: Objetivos construidos y compartidos


Objetivo generalElementos motivadoresObjetivos especfic
Objetivo
Elementos motivadores Objetivos especficos
general
Construir un proyecto comn Fortalecer el trabajo conjunto
Mejorar los Tener un barrio mejor y ms entre los agentes sociales y
procesos de limpio vecinos/as
convivencia y Que la vecindad dialogue y se Fomentar el compromiso en la
cohesin mantenga unida para seguir mejora de las dotaciones y la
social en el adelante. limpieza del barrio
barrio Compartir y conocerse a Fortalecer las relaciones entre
los/as vecinos/as de vecinos/as
diferentes culturas Favorecer la accesibilidad en el
Ser un referente en la gestin barrio eliminando barreras
de la diversidad como una idiomticas
oportunidad de desarrollo Favorecer el desarrollo de
actividades interculturales

Haber realizado este proceso en un contexto territorial tan prximo como


ha sido el propio barrio, ha sido un aspecto que ha hecho posible que se culminara
con xito esta segunda fase. Los contextos territoriales ms prximos, al igual que
la construccin compartida de objetivos, refuerzan la vinculacin de las personas.
Los/as participantes se implican ms en aquello que sienten cercano y, el barrio en
el que residen, se presenta como el lugar donde se relacionan y desarrollan una
parte importante de sus vidas, por lo que su conocimiento es mayor y, por tanto,
hay ms probabilidades de que surjan intereses comunes.
Al igual, haber procurado un espacio para el debate y el dilogo, dando
prioridad a que las personas se expresen, se conozcan y construyan conjuntamente,
siendo generosos con el tiempo que se invierte, ha sido otro aspecto muy
importante. La experiencia ha puesto de manifiesto que, a mayor tiempo dedicado
en hablar de aspectos positivos, ms fcil les resulta a las personas participantes
imaginarse avanzando hacia objetivos comunes.
Esta fase, a diferencia de la anterior, requiere de un mayor nivel de cohesin
grupal pues, como se ha podido observar, comienzan a aparecer situaciones en la
que es necesaria la toma de decisiones colegiada entre las personas participantes
del Grupo. Este hecho incide en la necesaria maduracin interna del Grupo como
organizacin de personas y entidades, con aspiraciones comunes, para seguir
avanzando en el proceso.

4.3 Planificando conjuntamente el recorrido

En esta fase del proceso, la accin del equipo de facilitadores/as se centr


en realizar nuevas dinmicas que permitieran profundizar en cmo podran lograse
los objetivos y que rol debera desempear el Grupo de manera conjunta o sus
integrantes de manera individual. El propsito era identificar de forma consensuada
las actividades necesarias para la consecucin de los objetivos especficos y tratar
de alcanzar acuerdos para su gestin compartida. Esta tercera fase se prolong
desde abril hasta septiembre de 2012, celebrando un total de cuatro encuentros en
dicho perodo.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 135

La dinmica con la que se inici la tercera fase, denominada El reportaje


del barrio, consisti en volver a realizar proyecciones hacia un futuro, pero esta
vez suponiendo que se conseguan los objetivos especficos acordados. La
dinmica consisti en ubicarse a un ao vista e imaginar que se haba conseguido
todo lo propuesto, siendo un xito tal que, un medio de comunicacin elaboraba
un reportaje sobre el barrio contando el proceso por el que haban llegado a esa
situacin.
Una vez realizada la proyeccin a ese futuro concreto, las personas
compartan lo que imaginaban que poda contener ese reportaje, prestando especial
atencin a las actividades clave que fueron de utilidad. Estas actividades clave son
respuestas a la pregunta por lo que debera hacer el Grupo para el logro de sus
objetivos. Una vez ms, las actividades detectadas se presentan y argumentan en
el seno del Grupo, tratando de seleccionar las que deberan asumirse, con el mayor
grado de aceptacin posible. La seleccin de actividades debe someterse a un
anlisis de viabilidad, es decir: se debe determinar su probabilidad de
materializacin, considerando las posibilidades del Grupo. Si hay dudas acerca de
su viabilidad, hay que seleccionar nuevas actividades.
El anlisis de la viabilidad de las actividades requiere profundizar, por
primera vez, en cuestiones relacionadas con la organizacin interna del Grupo. A
partir de este momento, el Grupo debe reorganizarse para desarrollar actividades y
tratar de alcanzar sus objetivos. El rol a desempear por sus integrantes cambia
sustancialmente: pasan de cumplir una funcin meramente propositiva-consultiva
a asumir una nueva funcin ejecutiva. Este hecho debe ser tratado de manera
explcita para un adecuado desarrollo del proceso.
Para poder acometer las actividades que finalmente se seleccionaron, el
Grupo opt por una organizacin en grupos operativos y constituyeron comisiones
de trabajo temticas donde las personas se vinculaban atendiendo a sus
habilidades o destrezas. Cada comisin de trabajo se vincula con un objetivo
especfico y, en consecuencia, con el desarrollo de las actividades acordadas para
su logro. Por ello, siendo conscientes de que la organizacin de las comisiones
tambin deba concretarse de manera progresiva, una de las estrategias empleadas
para procurar la materializacin de actividades consisti en favorecer la gestin
compartida de las mismas. Las actividades se dividen en una suma de pequeas
tareas, asumibles y revisables, que son repartidas de comn acuerdo, procurando
que cada persona asuma la realizacin de una.
Distribuir el nmero de tareas entre el total de participantes, aunque no
requirieran de mucho esfuerzo, era tan importante como dotarlas de una
temporalidad. Procurar que toda persona tenga una tarea asignada en un perodo
de realizacin concreto, es decir, que desempee un rol en el logro de un objetivo
mayor, viabiliza la materializacin de actividades y, con ello, el logro de objetivos.
Aunque requiere de un mayor nivel organizacional, se consigue que el proceso
avance por mltiples cauces de forma paralela, obteniendo pequeos resultados
que desembocan en mayores logros.
Desde el punto metodolgico, un aspecto que tener en cuenta para alcanzar
una mayor eficiencia en el logro de los objetivos de esta tercera fase, es haber
invertido el tiempo necesario en las fases anteriores. De no ser as, el proceso ser
deficitario y se evidenciarn muchas dificultades para conseguir los logros, puesto
que una identificacin con los objetivos es imprescindible para determinar cules
son las actividades ms adecuadas para su logro y resultar ms fcil realizarlas,
habiendo identificado y conocido los recursos existentes con los que cuenta el
136 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

territorio. Un procedimiento que ha sido til en todos los encuentros pero, quiz,
de manera especial en esta fase, consista en visibilizar, de forma fija y actualizada
a travs de murales que iban completando el equipo de facilitadores/as, las
relaciones existentes entre los diferentes elementos que se estaban considerando
(recursos, objetivos especficos y actividades) y los acuerdos que se iban adoptando
por el Grupo.
Los resultados operativos obtenidos por el Grupo de Participacin
Ciudadana de El Fraile fueron: haber identificado un conjunto de actividades para
el logro de los objetivos especficos y en especial, haberse reconstruido a nivel
organizacional dada la nueva funcin que se asuma, la ejecutiva, sin perder la
motivacin para seguir trabajando por el objetivo general.

Tabla III: planificacin conjunta del recorrido

Objetivos
Actividades propuestas Grupos operativos
especficos

Fortalecer el - Concretar el Plan de Grupo Comisin de trabajo


trabajo - Elaborar un listado de Asociaciones y conjunto
conjunto entre datos de contacto de las mismas.
los agentes - Desarrollar reuniones entre diferentes
sociales y agentes sociales y vecinos/as del barrio
vecinos/as - Realizar un Taller motivacin para la
coordinacin
Fomentar el - Hacer campaas de sensibilizacin Comisin de Medio
compromiso en sobre la limpieza en el barrio. Ambiente
la mejora de las - Crear grupos de limpieza para el
dotaciones y la interior y el exterior del barrio.
limpieza del - Reuniones con los responsables
barrio polticos para mejorar el servicio de
limpieza en el barrio.
Fortalecer las - Gua con recursos y personas que Comisin de mediacin
relaciones entre pueden participar en el proceso de
vecinos/as mediacin.
- Diseo de un protocolo de mediacin
- Elaboracin de carteles informativos
del servicio de mediacin.
- Resolucin de situaciones
problemticas
Favorecer la - Ofrecer clases de espaol adaptadas Comisin de traduccin
accesibilidad en a la disponibilidad de las mujeres con e intercambio de idiomas
el barrio dificultades
eliminando - Traducir la informacin de carcter
barreras pblico a los idiomas ms hablados
idiomticas en el barrio
Favorecer el - Presentar el proceso y el Grupo de Comisin de relacin y
desarrollo de Participacin Ciudadana de El Fraile comunicacin
actividades en rueda de prensa
interculturales - Transmitir la informacin de las
actividades que se realicen en el
barrio
Manual de intervencin comunitaria en barrios 137

- Convertir las fiestas del pueblo en


fiestas interculturales
- Organizar el rezo multicultural por la
paz con la participacin de la
mezquita y la iglesia

Aparte, el Grupo obtuvo otros importantes resultados desde la perspectiva


de la cohesin grupal. Tras finalizar esta fase con xito, la cohesin grupal se
intensific, hecho que se evidenci en una mayor implicacin de las personas
participantes, una mayor participacin en las reuniones, en la aportacin de
propuestas de mejora, en el ofrecimiento voluntario para realizar nuevas tareas y en
el cumplimiento de los acuerdos. Cabe mencionar que es una consecuencia directa
del proceso donde, lo avances en el mismo, revierten de manera positiva. Finalizar
esta fase implica haber llegado a una serie de acuerdos para la gestin grupal de las
actividades, aumentando el sentimiento de responsabilidad compartida y requiriendo,
por tanto, de un mayor nivel de cohesin grupal para continuar.

4.4 Actuando

La ltima fase del proceso centra la atencin sobre los aspectos ms


organizacionales del Grupo. Al tiempo que se van sumando recursos, proponiendo
tareas, materializando actividades y contribuyendo al logro de los objetivos, procura
generar medios y herramientas que ayuden en la gestin del Grupo y en la
mantenimiento de su actividad: seguimiento de tareas propuestas, resolucin de
conflictos y evaluacin de las actividades, etc.
En esta fase, si se han completado con xito las anteriores, el proceso en el
que se ha asentado el Grupo y la dinmica generada revierten cada vez ms en la
consolidacin del Grupo. Su consecuencia ms inmediata es la progresiva
desaparicin de la figura del facilitador/a. Esto sucede si el proceso contina de
manera positiva y sin dejar de revertir, y se mantiene por lo menos hasta que no se
reinicie de nuevo el proceso. Los motivos para reiniciar los procesos son la
consecucin, o no, de los objetivos propuestos y el planteamiento de nuevos, bien
por reajuste, bien por nuevas motivaciones que se han detectado.
Como se ha mencionado, el Grupo de Participacin Ciudadana es una iniciativa
activa que llega a conformarse tras un proceso, al cual le resta todava una ltima fase
para desarrollarse en su totalidad: la evaluacin de sus resultados y un anlisis detallado
del proceso desarrollado. No obstante, atendiendo a las comisiones y al trabajo que han
realizado sobre la base de su planificacin especfica, se puede adelantar las
experiencias que se estn obteniendo en esta fase (an en desarrollo):

a Comisin de Medio Ambiente. La comisin ha propuesto actividades


centradas en la sensibilizacin y la toma de conciencia de la importancia
de mantener limpio el barrio aspirando, incluso, a la limpieza de los
alrededores de El Fraile. De cara a esta ltima actividad, ya se han
celebrado reuniones con el Ayuntamiento de Arona para acordar qu,
cmo y cundo se puede limpiar. Con el objetivo de implicar a ms
personas en la limpieza y continuar con el proceso de sensibilizacin,
se est diseando una campaa de sensibilizacin.
138 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

b Comisin de relacin y comunicacin. Se ha priorizado como actividad


importante el rezo interreligioso, a realizar la primera semana de enero
de 2013, aproximadamente coincidiendo con el da Internacional de La
Paz. Se est diseando la actividad, tratando de involucrar al mayor
nmero de personas y prcticas religiosas posibles. Entre las actividades
ya materializadas, estuvo la celebracin de una rueda de prensa
informando de la existencia del propio Grupo, presentndolo al conjunto
de la sociedad.
c Comisin de traduccin e intercambio de idiomas. La comisin ha
centrado sus acciones y actividades en la traduccin de los documentos
y carteles ms tiles para la mayora vecinos/as del barrio. En especial,
los que se utilicen en: centros de enseanza, centros de salud, as como
en las convocatorias de reunin del Grupo de Participacin. A tal efecto
se han puesto en contacto con el colegio: ya que comenzaba el curso
acadmico y era un momento de mucha transmisin de informacin por
escrito. A partir de noviembre, comienzan con los documentos del centro
de salud. Asimismo, el grupo se est ofreciendo a colaborar con el resto
de grupos para cualquier tipo de difusin o accin de traduccin que se
necesite.
d Comisin de mediacin. La comisin est contactando con aquellas
personas que, siendo referentes de los diferentes colectivos de El Fraile,
quieran colaborar con la comisin en los momentos en los que sea
necesario intervenir en un proceso de mediacin. Por otra parte, han
considerado necesario fomentar el conocimiento de este nuevo recurso
para que se haga uso en el barrio. A tal efecto se estn diseando
medios de divulgacin. Adems, estn trabajando sobre protocolos
consensuados de actuacin frente a situaciones de conflicto.
e Comisin de trabajo conjunto. Se est elaborando un inventario de
entidades y asociaciones con las que cuenta el barrio (adems de las ya
contactadas en el proceso), que permitan incluir los datos de contacto.
Aparte estn implicados en el diseo y organizacin de un taller
formativo en el que se trabajen la motivacin y la mejora de la
coordinacin para favorecer de esta manera la coordinacin entre las
diversas asociaciones y colectivos de El Fraile.

5 Enseanzas del proceso

Aunque el Grupo tiene que avanzar todava hacia un mayor desarrollo de la


cuarta fase, poniendo en marcha las acciones que han propuesto, se han afianzado
los cimientos de un trabajo participativo que aumenta las probabilidades de lograr
los objetivos que se propongan. El proceso iniciado y desarrollado con el Grupo de
Participacin Ciudadana de El Fraile ha permitido, en un breve espacio de tiempo,
conseguir unos importantes resultados con la consolidacin de un grupo de trabajo
con una fuerte cohesin interna, un modelo organizativo depurado y unos objetivos
compartidos que, en esencia, nos muestra como las estrategias que se construyen
de forma conjunta favorecen la implicacin de las personas en los procesos y, por
ende, la consecucin de resultados.
Tras la experiencia acumulada en los proyectos Juntos En la misma
direccin, Puzzled by Policy y, en concreto, en el Grupo de Participacin Ciudadana
Manual de intervencin comunitaria en barrios 139

de El Fraile, podemos subrayar sintticamente las claves procedimentales y


estratgicas, procurando poner el nfasis en aquellas que permiten su rplica en
nuevos contextos y/o territorios. Desde la perspectiva estratgica, ms vinculada
con la experiencia adquirida tras el proceso, destacamos las siguientes claves:

Las particularidades socio-territoriales deben orientar la definicin de


procesos comunitarios de base intercultural en los que las nuevas
caractersticas sociales deseen convertirse en oportunidades de
desarrollo.
La eleccin de la escala de intervencin es fundamental, y de esta
depende el conjunto de actores, recursos, iniciativas y experiencia
colectiva que protagonizar cada proceso.
La convergencia de las distintas dimensiones del tejido asociativo es
esencial en la gestin intercultural, previo reconocimiento y diagnstico de
su configuracin y estructura de relaciones.
El barrio es el marco de organizacin y actuacin ideal para la gestin de
la diversidad por suponer el mbito de confluencia de viejos y nuevos
habitantes, adems de que su proximidad favorece la vinculacin e
identificacin con los procesos que tienen lugar en l.
La existencia de un grupo promotor y de un equipo tcnico comunitario,
desde la perspectiva operativa, supone una premisa esencial para avanzar
en los aspectos motivacionales y organizativos.

Desde una perspectiva procedimental, ms vinculada con los principios


metodolgicos que promueve el marco terico de referencia, las claves han sido:

La construccin compartida de procesos comunitarios de base intercultural


considerando cada proceso como nico en su formulacin y desarrollo.
El diseo de estrategias considerando el enfoque ascendente e implicando
a todos los actores, suscitando procesos incluyentes y estableciendo
organizaciones horizontales (multidireccionales).
Emplear un lenguaje positivo y con una mirada hacia las soluciones,
propiciando el aumento de la motivacin, ayudando a fomentar la aparicin
de nuevas propuestas de acciones y la propia construccin conjunta.
Validar la preocupacin o inquietudes que surjan entre las personas
participantes como medio de resolver y mediar en situaciones conflictivas.
Respetar el principio de discurrir por distintos espacios del barrio, tratando
de conocer de primera mano los recursos con los que se cuenta.
Valorar ms la importancia del proceso, del aprendizaje compartido, que
la obtencin de resultados inmediatos.
Reconocer las aspiraciones de cada entidad y el papel protagonista que
pueden y quieren desempear desde el respeto al conjunto.
Establecer espacios comunes y favorecer los procesos que propician la
toma de decisiones conjunta y la gestin compartida de las actividades.
Procurar medios efectivos de comunicacin e informacin detallada de
todas las actividades que se realizan.
Fomentar el trabajo colaborativo en red para poder ofrecer respuestas
colectivas a necesidades individuales.
Procurar una relacin de beneficio mutuo entre los participantes en la Red.
140 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

La diversidad humana puede convertirse, sin duda, en un potente factor de


desarrollo y progreso socio-territorial, siempre que se formulen adecuados
argumentos para su gestin en clave intercultural en el marco local. All deben
organizarse redes de actores que compartan la interculturalidad como perspectiva
y metodologa de intervencin, siendo el mundo asociativo uno de los elementos
fundamentales para avanzar en este tipo de procesos, siempre que, se consiga
entroncar con la realidad y los actuales retos de cada lugar.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 141

Bibliografa

Barret, F.J. & Fry, R.E. (2010), Indagacin Apreciativa. Un Enfoque Positivo
para construir capacidad cooperativa. Uruguay: XN Consultores.
Bushe, G.R. & Kassam, A. (2005), When is appreciative inquiry
transformational? A meta-case analysis en Journal of Applied Behavioral
Science, number 41, NTL Institute, pp. 161-181.
Bushe, G.R. (2009), Generativity and the Transformational Potential of
Appreciative Inquiry enZandee, D., Cooperrider, D. & Avital, M. (Eds.)
(2009), Organizational Generativity, volumen 3, Advances in Appreciative
Inquiry, Amsterdam: Elsevier.
Cooperrider, D.L., Whitney, D. & Stavros, J.M. (2003), Appreciative Inquiry
Handbook. The First in a Series of AI Workbooks for Leaders of Change.
Bedford Heights: Lakeshore Publishers.
Garca, M.D., Muoz de Bustillo, M.C., Martn Vzquez, C. & Fernndez
Marn, M. (2010), Resolucin de conflictos en las asociaciones de
inmigrantes: la aplicacin de los dilogos apreciativos, comunicacin
presentada en el VII Congreso Iberoamericana de Psicologa, Oviedo.
Gergen, K. J. & Gergen, M. (2004), Social construction: entering the
dialogue. Ohio: Taos Institute Publications.
Mesa Marrero, A., Ramallo Rodrguez, J. & Zapata Hernndez, V.M. (2012),
Juntos En la misma direccin: nuevos mtodos para viejos retos en
contextos de creciente diversidad humana, Documentos OBITen, 5, Santa
Cruz de Tenerife.
Muoz de Bustillo, M.C., Garca, M.D., Torbay, A. & Rodrguez, T. (2010),
Construyendo cambios apreciativamente: la utilidad de los dilogos
apreciativos en trabajo psico-educativo con grupos, comunicacin
presentada en el VII Congreso Iberoamericano de Psicologa, Oviedo.
Observatorio de la Inmigracin de Tenerife (2009), Catlogo de
Asociaciones de Inmigrantes de Tenerife 2009, Proyecto En la misma
direccin. Cabildo de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife: Servicio
Administrativo de Cooperacin Internacional y Asuntos Europeos.
Observatorio de la Inmigracin de Tenerife (2011), Catlogo de
Asociaciones de Inmigrantes de Tenerife 2011. Cabildo de Tenerife, Santa
Cruz de Tenerife: rea de Economa y Competitividad.
Rodrguez, A. y Beyebach, M. (1994), Terapia Sistmica Breve: Trabajando
con los recursos de las personas en Garrido, M. & Garca, J. (Comp.) (1994)
Psicoterapia: Modelos contemporneos y aplicaciones. Valencia:
Promolibro, pp. 241-286
Schnitman, D.F. Y Schnitman, J. (2000). La resolucin alternativa de
conflictos: un enfoque generativo en Schnitman, D.F. (Comp.) (2000)
Nuevos Paradigmas en la Resolucin de Conflictos. Perspectivas y
prcticas. Buenos Aires: Ediciones Granica, pp. 133-158.
Varona Madrid, F. (2007), La Intervencin Apreciativa: Una nueva manera
de descubrir, crear, compartir e implementar el conocimiento para el
cambio en instituciones gubernamentales o privadas en Investigacin y
desarrollo, volumen 2, nmero 15. Colombia: Universidad del Norte, pp.
395-419.
Zapata Hernndez, V.M. (2012), Gestin intercultural con enfoque
socioterritorial: el protagonismo del mundo asociativo, en prensa.
142 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

CAPTULO
SEXTO:

Mujeres creadoras de
convivencia intercultural

Autora: Pilar Domnguez Castillo38

38
Licenciada en Psicologa. Mster en Cooperacin al Desarrollo, Postgrado en Acom-
paamiento Psicosocial, Mster en Estudios de Gnero e Investigadora en intervencin
psicosocial con grupos de mujeres.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 143

Introduccin

Entre una y otra orilla-realidad, las mujeres van recomponiendo con los
distintos elementos, algo nuevo que no rompe sino que enriquece los largos
procesos de integracin. As se va generando la interculturalidad
(adaptacin de Bel Adell, 1996: 104).

La convivencia desde el enfoque de la igualdad de gnero en contextos


donde coexisten diferentes culturas, es un proceso y finalidad inaplazable que
hemos de tener presentes como sociedades del siglo XXI. La construccin de
nuestras sociedades, de nuestros modelos de convivencia, de la articulacin de
instituciones civiles, gubernamentales, de participacin, de proteccin ha de
realizarse en procesos en los que las mujeres sean agentes activas y protagonistas
en los espacios de decisin.
El xito o el fracaso en los procesos de integracin marcar la diferencia
entre una sociedad estable, solidaria, respetuosa con los derechos humanos,
democrtica, capaz de enriquecerse con otras culturas y otra sociedad basada en
el conflicto permanente con sectores cada vez ms numerosos de poblacin
marginada y excluida; una sociedad dual fundamentada en la desigualdad y
explotacin de los ms dbiles que en estos momentos son migrantes y entre ellos,
las mujeres (Bel Adell, 1996).
Este horizonte ha de inspirar nuestra intervencin. El punto de partida
necesario para la construccin permanente de convivencia necesita articularse
desde la conviccin profunda de que la participacin de todas las mujeres en sus
contextos de convivencia es cuestin de derechos y obligaciones. Es una cuestin
de justicia y de dignidad de las mujeres. As como tambin lo es de reconocimiento
y visibilizacin del esfuerzo continuado que realizan en la construccin de las
sociedades en las que vivimos.
El objetivo de asegurar el reconocimiento y la participacin de las mujeres
en los espacios de convivencia de diferentes culturas puede llevarnos en un primer
momento a plantear la siguiente cuestin, que es central:

Cul es el papel de las mujeres migrantes en estos procesos de


participacin para la convivencia intercultural?

Sin embargo, desde la perspectiva de gnero, y de construccin de


convivencia intercultural, con la que nos comprometemos (y sobre la que iremos
reflexionando conjuntamente a lo largo del captulo) sentimos que el eje central
desde donde partir se sita en la siguiente cuestin:

Qu niveles de visibilidad y participacin activa muestran las mujeres,


cualesquiera que sean sus identidades culturales, que comparten barrios
y comunidades en la construccin de los espacios de convivencia
intercultural?

No podemos obviar el hecho, prestmosle atencin, de que la falta de


participacin de las mujeres en los espacios pblicos, en los procesos de toma de
144 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

decisiones no depende de cules sean sus referentes culturales. Nuestra sociedad


de acogida presenta ndices de participacin bajos de los colectivos de mujeres, a la
vez que nos encontramos con mujeres migradas cuyo proceso personal se encuentra
vinculado con una alta participacin y compromiso socio-poltico.
Esta mirada integradora nos ha permitido ir ms all del imaginario que
percibe a las mujeres migrantes como procedentes de sociedades mucho menos
desarrolladas y mucho ms machistas, optando as por situarnos en una perspectiva
crtica de gnero, donde mujeres de una y otra orilla y cultura han de realizar
procesos de empoderamiento en los que se visibilice su trabajo de constructoras
de convivencia y sean agentes de transformacin de manera activa en la creacin
de espacios vecinales interculturales.
La apuesta por la posicin que adoptamos, la que dirige una mirada crtica
a la realidad desde la perspectiva de gnero, forma parte de un compromiso, as
como constituye el lugar y manera desde donde nos enunciamos.
He optado por una enunciacin en primera persona plural, como parte de
una conviccin y compromiso por los procesos de aprendizaje compartido desde
los Conocimientos Situados: Como dice su autora, Donna Haraway, no
podemos, ni queremos, obviar la capacidad que tenemos de crear y re-recrear
conocimiento al elegir el lugar en el que nos situamos (Haraway, 1995: 329).
Desde la epistemologa de los conocimientos situados (Haraway, 1995)
pretendemos dar agencia a las mujeres cuando realizamos procesos de
acompaamiento, participacin y empoderamiento, reconociendo, visibilizando y
generando de este modo la construccin de la convivencia intercultural desde planos
de horizontalidad donde el conocimiento de cada mujer participante es legtimo, vlido
y enriquecedor en este proceso de construccin continua (rompiendo igualmente la
verticalidad en quien realiza la intervencina quien va dirigida la misma).
Pretendemos dar agencia a las mujeres, romper con la dicotoma y
verticalidad entre quienes realizan las intervencionesa quienes van dirigidas las
mismas. Para ello, es fundamental conocer y acercarnos a los conocimientos
situados de las mujeres, dando valor a las afirmaciones hechas desde la vivencia
y experiencia de las personas en lugar de proferir afirmaciones desde arriba, desde
posiciones supuestamente ms sabias, situadas tan solo en un lugar.
Esta enunciacin desde lugares crticos que apuestan por la participacin
de mujeres en planos de equidad y reivindicacin de sus conocimientos y
experiencias, nos dirige a hacernos eco de cuestiones y debates que deberemos
tener en cuenta para realizar procesos de acompaamiento a mujeres:

En los procesos de acompaamiento a mujeres: nos gustara potenciar


su papel tradicional de sustentadoras del ncleo familiar,
transmisoras de costumbres, de ser-de-y-ser-para-otros de forma
inalterada? O, utilizamos este papel de transmisoras de las
tradiciones para que desde ah puedan transformar sus roles hacia
una mayor participacin y transformacin de las estructuras
sociales? (Sb, 2002: 310).
Nos gustara retomar el debate y sealar la dificultad en la planificacin de
las estrategias de intervencin y de accin social, puesto que existe una
separacin que hemos de tener en cuenta, entre asistencialismo y
empowerment, entre diversidad y eurocentrismo, entre ayuda a corto plazo
y reivindicacin poltica, entre autogestin y colaboracin institucional
(Op.cit. 291).
Manual de intervencin comunitaria en barrios 145

Generamos Intervenciones y espacios donde mujeres siguen siendo las


beneficiarias, perpetuando su situacin de inferioridad-pasividad del modelo
tradicional de Feminidad, que es el que las sita ah? O, mantenemos una
exigencia encubierta de asimilacin de las mujeres migrantes cuando
hablamos de construccin de procesos para la convivencia intercultural?

Estas son algunas de las cuestiones crticas que nos interpelan, en las que
consideramos importante detenernos si deseamos acompaar procesos de
construccin de convivencia intercultural desde la perspectiva de gnero.
Comenzamos este captulo de lectura, reflexiones y aprendizajes compartidos
inspirados por estas cuestiones fundamentales a las que nos gustara ir creando
respuestas y posibilitando de esta manera, espacios y procesos de
empoderamiento dirigidos a la construccin de convivencia intercultural junto a las
mujeres que viven en contextos de diversidad cultural.

1 Mujeres: tejedoras de convivencia

La patrilocalidad ha hecho que, en la mayora de las culturas, sean las


mujeres las que abandonan el lugar de origen cuando se casan para ir a vivir
al lugar de su marido. As, mientras que el hombre poda pasar toda la vida
en el grupo en el cual naca, la mujer era emigrante por definicin, puesto
que al casarse deba cambiar de lugar (Juliano, 2000: 382).

Esta reflexin de la antroploga feminista Dolores Juliano apunta diferentes lneas


de pensamiento crtico en relacin a los procesos migratorios (internos y externos, campo-
ciudad e internacionales). Una de ellas comprueba cmo los procesos de movilidad,
desplazamiento y migraciones de las mujeres han permanecido invisibles durante mucho
tiempo. Sin embargo, en nuestro imaginario colectivo, la figura del hombre (migrante
interno o internacional, desplazado) es ms notable, y hay una mayor tendencia a
identificar a los hombres en los papeles activos en la bsqueda de nuevos horizontes y
lugares donde desarrollarse, trabajar y construir mejores lugares para sus familias.
Por ello, con nuestro ttulo: Mujeres39: Tejedoras de convivencia nos
gustara visibilizar, reconocer y valorar el trabajo fundamental de las mujeres que,
all donde han ido, han hilvanado relaciones personales para tejer redes de
convivencia y posibilitar as un entramado social que dota de apoyo, relaciones
sociales y afectivas a sus familias.
Las mujeres tejen convivencia desde las relaciones vecinales que
establecen, desde los espacios comerciales necesarios para el cuidado de las
familias, desde escuelas y espacios educativos no formales, desde espacios
asociativos donde mantienen las tradiciones culturales as como desde lugares
socio-asistenciales que dotan de recursos para la mejora de sus familias. Ellas son
impulsoras de convivencia (Remei Sipi, 2000 y Dolores Juliano, 2000).

39
Hablamos de MUJERES porque, tal como apunta Carmen Gregorio en su libro Mujeres de un solo
mundo (Gregorio, 2002), queremos: (hacer) referencia a las mujeres en plural a la vez que se seala su
pertenencia a un solo mundo: pretendo poner de manifiesto su diversidad al mismo tiempo que dar cuenta
de su similar posicin de subordinacin a escala planetaria. Nombrando a las mujeres en plural se quiere
huir de la categora esencializadora mujer en singular, para poner el nfasis en los distintos significados
que la diferenciacin de gnero toma en contextos histricos y sociales especficos.
146 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

En nuestros contextos donde convergen diferentes culturas, son las mujeres


igualmente quienes van tejiendo las relaciones que hacen posible el encuentro y
convivencia intercultural, no sin dificultades ni problemticas que afrontar. Algunas
de esas dificultades son fruto de las actuales construcciones socio-culturales que
determinan el significado que otorgamos a la alteridad, considerndose esta en
muchas ocasiones un entramado de prejuicios, estereotipos e ideas preconcebidas
que dificultan el encuentro y la convivencia entre familias y mujeres de diferentes
culturas que comparten barrios y comunidades.
Nos gustara que este captulo permitiera dotar de claves y reflexiones para
poder acompaar a las mujeres de todas las culturas que comparten espacios
vecinales, en los procesos socio-personales con los que desarrollan sus labores de
tejedoras de convivencia intercultural. Acompaamiento que fortalece habilidades
socio-personales, comunicativas, y afectivas a mujeres de diferentes culturas desde
intervenciones que parten de sus voces protagnicas y de sus vivencias,
determinando ellas sus necesidades y aspiraciones para sus contextos vivenciales.
De este modo, estaramos junto a las mujeres en la creacin de espacios y
encuentros de mujeres que permitan construir convivencia intercultural desde la
creacin de relaciones de horizontalidad (en oposicin a relaciones de dominacin
y jerrquicas) y siendo conscientes de los retos y problemticas que se dan en los
contextos en los que coexisten diferentes culturas.
Sin embargo, no pretendemos atribuir a las mujeres una mayor
responsabilidad en la construccin de la convivencia intercultural. De donde la
necesidad de dar tratamiento adecuado a la diversidad (HEGOA y ACSUD, 2010)
desde una perspectiva de gnero que permita establecer relaciones de convivencia
desde planos de igualdad y desde el ejercicio pleno de derechos de las mujeres
(desarrollando estas sus dimensiones integrales ms all de los espacios privados
y domsticos que el mandato de gnero femenino implica). Igualmente es necesario
acompaar procesos para que los hombres puedan realizar un desarrollo de sus
dimensiones afectivas, de cuidado y emocionales, necesario para convertirse
igualmente en agentes constructores de convivencia intercultural desde espacios
privados y relaciones personales y afectivas.
El horizonte al que nos dirigimos se concreta de este modo a nivel de
relaciones de convivencia en barrios, escuelas, asociaciones, servicios sociales,
comunidades, etc., donde las mujeres, visibilizado y reconocido el trabajo que
realizan desde su modelo de feminidad, puedan as desarrollar las dimensiones
personales relacionadas con los procesos participativos y de toma de decisiones
en sus lugares de convivencia.

Un aspecto fundamental es acortar, hasta eliminar, estas discriminaciones


de las mujeres () Aspiramos a lograr el desarrollo pleno de las
capacidades de cada una y uno de las mujeres y hombres, huyendo de
estereotipos tradicionales que clasifican capacidades y valores en
masculinos y femeninos de forma rgida, y buscar la convivencia entre
ambos basada en la colaboracin y no en el enfrentamiento o la dominacin
del uno sobre la otra (Bel Adell, 1996: 96).

Nuestro enfoque de investigacin-intervencin tiene una perspectiva de


gnero. Esta nos facilitar herramientas analticas para comprender cmo las
sociedades establecen funciones, mandatos, tareas y espacios diferenciados para
hombres y mujeres. Y desde ah, tomando conciencia de cmo se entrecruza la
Manual de intervencin comunitaria en barrios 147

variable del gnero con otras variables (como la etnia, la clase social, la situacin
de regularidad administrativa entre otras) nos acercaremos a una mejor
comprensin del funcionamiento de sociedades, barrios, culturas y procesos
personales. Este anlisis de las relaciones, de las instituciones y espacios
compartidos ha de ser la base desde la que acompaaremos a las mujeres en
acciones, programas, espacios, etc., que derriben las barreras (segn categoras
de gnero, etnia) que impiden el desarrollo integral de las mujeres y hombres;
desde las que iremos creando una sociedad desde relaciones de convivencia
intercultural e igualdad entre mujeres y hombres de todas las culturas.
Sin embargo, el papel de las mujeres como constructoras de convivencia
sigue siendo ocultado e infra-reconocido. As pues, un inicio fundamental consiste
en visibilizarlo y reconocerlo: Este anlisis desde la categora de gnero nos brinda
claves para entender qu procesos socio-culturales-econmicos imponen que haya
personas que estn sufriendo dobles y triples discriminaciones. Y, desde el
reconocimiento de sus labores de articuladoras de convivencia en espacios
pblicos y privados y de las vivencias que implican estos procesos, podremos
disear y llevar a cabo procesos de empoderamiento y acompaamiento con las
mujeres para mejorar sus vivencias y situaciones.
Apostamos, por tanto, por la construccin de una convivencia intercultural
por la que mujeres de diferentes culturas puedan transitar ms all de estereotipos
y prejuicios que albergamos (cada una de nosotras y de nosotros) sobre otras
identidades culturales. Y esto gracias al acompaamiento y creacin de relaciones
en espacios de convivencia que nos permitan tomar conciencia y derribar fronteras
internas (y lmites mentales), as como hacer posibles procesos de empoderamiento
colectivo desde los procesos identitarios que comparten como mujeres.
En este captulo queremos aportar reflexiones, herramientas, estrategias,
tomas de conciencia de nuestros modelos y categoras sobre mujeres y migracin
(como personas que trabajamos en intervencin social con mujeres); dirigidas a
acompaar procesos junto a las mujeres que tejen convivencia sin sobrecargarlas
de responsabilidades, sino logrando una transformacin que mejore su calidad de
vida y sus relaciones afectivas y sociales.
Mujeres de todas las culturas: no diferenciamos entre mujeres de la
sociedad de acogida y mujeres migrantes, puesto que son todas quienes
construyen convivencia, quienes crean lazos y vnculos que unen como puentes a
las familias y comunidades. Mujeres que comparten los modelos de feminidad del
sistema patriarcal que actualmente caracteriza a las culturas (tanto de la sociedad
de acogida como de las sociedades de origen de las migraciones).

2 Mujeres: cuidadoras del sistema afectivo y social


de las familias

Las mujeres, tejedoras de relaciones interpersonales y creadoras de redes


de afectos (dentro y fuera de las familias), hilvanan sociedades y establecen la
convivencia en los lugares que habitan ellas y sus familias.
En los procesos migratorios, mujeres de la sociedad de acogida y mujeres
migrantes crean canales que hacen posibles encuentros y convivencia.
En las actuales culturas, encontramos que los roles y funciones que se
adscriben a las mujeres les exigen que sean quienes:
148 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Mantengan, cuiden y aseguren las relaciones interpersonales y sociales


que establecen las familias.
Generen y construyan nuevas relaciones en los procesos de migracin
(migracin campo-ciudad, migraciones internacionales)

Sin embargo, hemos de dirigirnos a los numerosos artculos, libros, textos


(publicados recientemente) para encontrar la legitimizacin de este trabajo de las
mujeres en la construccin de convivencia y de relaciones de apoyo social para
toda la familia. Estos estudios (las) han revelado como eficaces agentes de
integracin, grandes transmisoras de los valores de sus orgenes, para que nuestros
hijos e hijas mantengan su autoestima (Sipi 2000: 363).
Nos gustara reflexionar sobre los procesos migratorios internacionales y
comprobar cmo desde hace unos aos, diferentes tericos y tericas (Hochschild,
Surez, Gregorio Gil, Juliano, Sb) han realizado una clara apuesta por visibilizar y
reconocer el trabajo de las mujeres en los mismos. De este modo, se est poniendo
de manifiesto la riqueza (no reconocida ni social, ni econmica, ni polticamente) que
las mujeres aportan al ser incansables creadoras de todo tipo de estrategias para la
supervivencia de todo su entorno as como constituirse en piezas imprescindibles para
la buena integracin de su grupo en la sociedad receptora (Sipi, 2000: 363).

No se ha valorado el papel de las mujeres migrantes en el desarrollo de las


sociedades de acogida ni en las sociedades de origen puesto que se ha
puesto slo el nfasis del potencial econmico de los procesos migratorios.
El desarrollo al que queremos hacer referencia es el Desarrollo Humano:
aquel que se traduce en una mejora de las vidas de las personas. El
crecimiento no es sinnimo de desarrollo, sino un medio, pero que ha de
estar subordinado al bienestar de las persona (Bel Adell, 1996: 101).

Las investigaciones realizadas en relacin a las mujeres como protagonistas


de procesos migratorios (Bel Adell, Gregorio, Agrela, Rodrguez, Juliano) no pretenden
universalizar, ni simplificar, ni generalizar las experiencias de las mujeres; en cambio,
s visibilizar y evidenciar el gran trabajo que realizan, hasta hace poco tiempo invisible.
Retomamos este esfuerzo, de las mujeres y de las personas investigadoras, porque
consideramos que un paso fundamental para los procesos de empoderamiento y
construccin participativa de mujeres para la convivencia intercultural, es la
legitimacin de toda su contribucin. Algunos resultados de los estudios de las autoras
citadas sirven para visibilizar inicialmente su labor (Bel Adell, 1996):

Las mujeres migrantes han demostrado ser ms pragmticas en su


adaptacin a los diferentes modos de vida y opiniones de la sociedad.
Suelen desarrollar actitudes ms tolerantes ante la pluralidad de valores
sin sentirse amenazadas en los suyos. Muestran una mayor capacidad
y aptitud para orientarse y dominar la vida diaria en una sociedad que
les extraa y desarrollar comportamientos aceptados por la nueva
sociedad.
El papel que las mujeres juegan en las familias, especialmente en la
formacin de opiniones, actitudes y comportamientos de los hijos, es
mucho ms decisiva; y ello ha sido la razn por la que, cada vez ms, se
le atribuya y reconozca su papel clave en la integracin.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 149

Han demostrado ser buenas mediadoras entre su colectivo y la sociedad


receptora, del mismo modo como las mujeres de las sociedades de
acogida son un factor de mediacin clave en el establecimiento de
relaciones de convivencia: tales visibilizacin y reconocimiento nos ofrecen
la oportunidad de poder acompaar procesos y crear puentes de
encuentro desde mujeres de diferentes orillas que convergen en nuevos
lugares que se reconstruyen continuamente.

Sin embargo no es sencillo ni fcil para las mujeres adoptar estos roles y
ser mediadoras en estos procesos, puesto que se suman y aaden a las funciones
tradicionales de esposa y madre, cuidadora del hogar y salvaguarda de los valores
de su subcultura a travs de la educacin de los hijos.
No podemos obviar que esto les otorga una fuerza fundamental de cambio,
no solo en la transformacin de su vida y funciones, sino en impulsar y afianzar los
proceso democrticos aportando su singularidad y su visin especfica al conjunto
de los cambios que se van produciendo (p. cit.: 96) pero hemos igualmente de
reconocer la complejidad que entraa, as como la sobrecarga y responsabilidad
que las sociedades depositan en ellas al ser en el grupo familiar un elemento de
estabilidad difcil de sustituir.
De este modo, en el trabajo de acompaamiento a mujeres para que sean
agentes de transformacin hacia la convivencia intercultural, hemos de iniciar
dichos procesos junto a ellas desde lo que significa y supone el que ellas sean
guardianas de las tradicionales, protectoras de las identidades culturales y
nacionales (Bel Adell, 1994; Juliano, 2000).
Estas responsabilidades compartidas que las culturas les atribuyen, facilitan
la articulacin y los encuentros entre las mujeres de diferentes culturas (de sociedad
de origen y migrantes), a la vez que unas y otras se sienten responsables de hacer
que se mantengan y protejan sus tradiciones culturales. Vivencias y experiencias
compartidas de gran responsabilidad y dificultad. Pero ser compartiendo historias,
dificultades, esperanzas, ilusiones donde se generen vnculos y procesos para
que mujeres, desde las relaciones, sigan transformando sus barrios en lugares de
convivencia intercultural desde la igualdad de gnero.
Ellas, como tejedoras de convivencia, como creadoras de relaciones
interpersonales para sus familias, se convierten as en agentes de transformacin
social. A lo largo de este captulo acompaaremos procesos de transformacin
personal que posibiliten aperturas, transitar por espacios interiores que ofrezcan
lugares de encuentro en el contexto de barrios. Desde ah, ellas mismas recrearn
y posibilitarn nuevos modelos de relaciones en unos nuevos lugares donde sientan
que sus identidades culturales no se pierden sino se enriquecen.
Desde el modelo de intervencin que vamos construyendo, dirigido a la
convivencia intercultural desde perspectiva de gnero, tanto mujeres como hombres
desarrollarn nuevas dimensiones de relaciones, responsabilizndose unas y otros
en crear espacios y relaciones de encuentro con familias y personas con las que se
comparten los barrios, ciudades, comunidades.
150 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

3 La categora gnero: fundamental para analizar


el contexto de intervencin

Hemos visibilizado la importancia del trabajo de las mujeres a lo largo de la


historia y de las culturas, para mantener las relaciones interpersonales, como
guardianas de las identidades culturales. No nos interesa valorar estas funciones
de manera simplificadora ni esencialista, sino reconocer su importancia; puesto que
ha permanecido invisible hasta ahora debido al entramado de relaciones socio-
personales que estructuran las sociedades para su funcionamiento.
De este modo, mientras que tradicionalmente se ha asignado a las mujeres
las funciones de cuidado y proteccin de las familias e identidades, el mandato
social para los hombres (mandato de gnero masculino) consista en generar
recursos econmicos para la sostenibilidad funcional de las familias.
Uno de los problemas principales (entre los muchos) de la categorizacin de
gnero establecida a travs de la socializacin diferenciada de mujeres y hombres
en la que se asignan caractersticas, roles y funciones diferenciados para unas y otros,
es que los modelos de gnero tradicionales40 (masculino y femenino) son:

Opuestos y dicotmicos. a las mujeres se les presuponen como


caractersticas la pasividad, docilidad, dependencia mientras que se
vinculan a los hombres la actividad, autonoma, agresividad La
dicotoma y la oposicin de las caractersticas que se atribuyen a mujeres
y hombres imponen que, para cumplir el modelo tradicional, no se puedan
poseer aquellos atributos o caractersticas asignados al otro gnero.
Reservados para espacios totalmente diferenciados. La categora de
gnero femenino tradicional sita a las mujeres en el espacio privado,
domstico y relacionado con el cuidado de las familias (valorando este
desarrollo por encima de otros modelos de desarrollo socio-personal),
mientras que el modelo masculino tradicional se desarrolla en los espacios
pblicos, visibles y relacionados con la provisin econmica de las
familias.
Con diferente valor. Los espacios, funciones y categoras relacionadas
con el gnero masculino se visibilizan ms y gozan de mayor
reconocimiento social (principalmente se desarrollan en los mbitos
econmico y poltico) mientras que las tareas que tradicionalmente se han
asignado al gnero femenino permanecen en la sombra y no gozan de
reconocimiento (ni social ni econmico)41.

40
En la transformacin constante e inevitable que caracteriza el transcurrir del tiempo y los cambios de
modelos socio-histrico-culturales, las relaciones y dinmicas de mujeres y hombres se van transfor-
mando en las diferentes dimensiones (con mayor rapidez e impacto en los dos ltimos siglos). En la ac-
tualidad podemos diferenciar cuatro modelos de gnero: Modelo tradicional, modelo en transicin,
modelo contemporneo y modelo de la igualdad (Sara Velasco, 2009). Hacemos referencia de manera
fundamental al modelo de gnero tradicional
41
Actividades tambin ignoradas por el modelo econmico actual donde la visibilidad y reconocimiento
se relaciona con la ganancia econmica. Por ejemplo: Ejercicio maternidad o su labor de tejedoras de re-
laciones, constructoras de convivencia.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 151

Este sistema de socializacin diferenciada en el que se produce un reparto


del poder y de los espacios (donde hombres pueden tener mayores oportunidades,
posibilidades de decisin) se llama Patriarcado. Este sistema de organizacin
socio-poltico-econmico tradicional ha estructurado las relaciones entre hombres
y mujeres; as como las relaciones de unos y otras en las dimensiones: polticas
(menor representacin de mujeres en los espacios de toma de decisiones),
econmicas (obtienen menores ganancias econmicas, tienen menos posibilidades
de acceso a los recursos y de control de los mismos), y sociales (queda legitimado
el poder de las mujeres en la esfera familiar, as como el de los hombres en la esfera
pblica y en la toma de decisiones).
Hasta ahora hemos hecho referencia a los modelos de gnero tradicionales,
puesto que han estado presentes como modelos nicos en el desarrollo de nuestras
sociedades. Sin embargo, en las ltimas dcadas encontramos que existen
procesos de transformacin en numerosos pases y culturas (en algunas de ellas
en focos ms minoritarios, mientras que en otros pases y culturas se est
produciendo con mayor impacto) que comienzan a introducir modelos de gnero
ms igualitarios donde la feminidad y masculinidad amplan sus roles, atributos,
caractersticas, modelos de relaciones afectivas, etc., posibilitando que mujeres y
hombres puedan desarrollar sus identidades y procesos vitales en espacios y tareas
hasta entonces vinculados al otro gnero.
Los modelos de gnero (que determinan las relaciones entre mujeres y
hombres en los espacios privados y familiares as como pblicos y laborales) son
una construccin socio-cultural-histrica (y cambiantes por tanto) que nos permite
el trabajo por la transformacin de los mismos para conseguir relaciones igualitarias
donde mujeres y hombres puedan optar por un desarrollo integral no restringido
por los mandatos de gnero tradicionales.
El gnero (identificarse con el modelo femenino o masculino) supone por
tanto un factor de estructuracin social transcultural e intracultural (Cols, 2006:
26). Es decir: configura tanto grupos intraculturales como transculturales y, por
tanto, se convierte en una clave para ver y analizar las relaciones entre mujeres y
hombres de las mismas y de diferentes culturas (as como de las relaciones entre
mujeres de diferentes culturas).
Consideramos fundamental reflexionar sobre el modo como se construyen
el gnero y otras categoras sociales que crean las diferenciaciones sociales que
tenemos interiorizadas y que determinan nuestras maneras de entendernos y de
relacionarnos. Categoras que muchas veces son asumidas por nuestros marcos
tericos y epistemolgicos como realidades pre-existentes. Pero, tal y como apunta
Carmen Gregorio Gil, las diferenciaciones en funcin del gnero no son algo ni
obvio ni naturalizado (Gregorio Gil, 2010).
El gnero nos permite enriquecer los anlisis socio-culturales que ayudan a
determinar el significado subyacente y las implicaciones de otras categoras como
la etnia, la clase social, la situacin de regularizacin administrativa, etc.:

Se observa una estratificacin en trminos de clase y etnia. La posicin de


cada mujer migrante se sita a lo largo de diferentes ejes: gnero, clase,
etnia, e incluso rural-urbano (Sb, 2002: 294).

Las categoras socioeconmicas, culturales, de procedencia urbana-rural,


tnicas, religiosas, etc., se entrecruzan con los procesos personales individuales
(subjetivos) relacionados con los modelos de feminidad y masculinidad que las
152 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

personas vamos incorporando en nuestra identidad. No podemos obviar que las


vivencias de todas las mujeres se caracterizan por procesos determinados por estas
categoras. A su vez, tiene un gran valor que integremos esta perspectiva de anlisis
de la realidad, puesto que nos permitir no presuponer ni generalizar cuestiones
culturales a las vivencias y experiencias concretas de cada una de las mujeres a
las que acompaaremos en sus procesos de participacin.
Por otra parte, creemos importante anotar cmo los modelos de gnero
predominantes en la sociedad de acogida y en las sociedades de procedencia de
procesos migratorios se relacionan fundamentalmente con el modelo de gnero
tradicional. Nos encontramos as que hay mujeres de diferentes culturas que
comparten normas, atributos y roles de cuidado para los otros y otras desde
espacios privados y domsticos, ser mantenedoras y responsables de la felicidad y
mundo afectivo de sus familias, guardianas de las tradiciones y normas.
La perspectiva de gnero nos permite una articulacin colectiva de mujeres
de diferentes orillas y orgenes, siendo conscientes igualmente que cada cultura
establece su modelo de gnero femenino tradicional desde sus propios parmetros
culturales, generando as diferencias en la construccin de la feminidad.

4 Educar la mirada: tomar conciencia de los estereotipos


que condicionan los modelos de intervencin

Tu mirada me constituye.

Nos constituimos por la mirada de las otras personas que nos rodean, con
las que convivimos42.

La mirada de los otros y las otras nos legitima.

Seguimos en nuestro proceso de reflexionar, complejizar y tomar conciencia


de los significados que albergan las construcciones (categoras socio-culturales)
que utilizamos para definirnos y definir a las personas. Nos encontramos en sintona
con Carmen Gregorio (2010: 101) cuando enuncia: Complejizar el concepto de
gnero desde sus articulaciones con otras categoras de diferenciacin social nos
permite igualmente realizar un anlisis para superar categoras homogeneizadoras,
simplificadoras y desalentadoras en trminos polticos como mujeres del Tercer
Mundo, Mujeres migrantes.
Hemos de tomar conciencia de nuestras miradas con mayor responsabilidad,
puesto que somos personas que acompaamos procesos socio-personales. Y
nuestras concepciones sobre la otra y el otro no solo determinan un modelo
determinado de acompaamiento y de intervencin (que pueda facilitar procesos de
liberacin o imposiblitarlos), sino que las personas que acompaamos se sienten
legitimadas, o no, segn la mirada que perciben de nosotras y nosotros.
Se nos plantea la necesidad de ser conscientes de cmo nuestras miradas
y concepciones sobre las mujeres migrantes y no migrantes condicionan los
modelos de intervenciones socio-educativas: Las generalizaciones llevan consigo
proyectos limitados y condicionan modelos de intervencin social y educativa
(Prez Grande, 2008: 196).

42
(Juliano, 2000).
Manual de intervencin comunitaria en barrios 153

Para ello, nos gustara plantear algunas claves sobre las cuales reflexionar:

Las categoras que establecen la oposicin entre mujeres migrantes y


mujeres de la sociedad de acogida, reconociendo las cules de ellas
tenemos interiorizadas.
Cmo ha sido el proceso de creacin socio-cultural de las categoras
definitorias. Y si cumplen alguna funcin social las categoras que
poseemos para definir a mujeres migrantes. (Gregorio Gil: 2010).
Cul es el proceso por el que las categoras definitorias generalizan las
caractersticas culturales de determinados lugares de origen y se
naturalizan, como si formaran caracterstica inherente, unificadora y
esttica en todas las mujeres de determinada sociedad de origen.
Los efectos que produce la utilizacin de dichas categoras definitorias,
estticas y unificadoras para comprender a las mujeres migrantes; si no
estaremos desposeyndolas de su voz como sujetos histricos e
inhabilitando su capacidad de transformacin, de enunciacin y
reivindicacin.
La necesidad de conocer los procesos de convivencia intercultural que
nos gustara acompaar. Puesto que si no deseamos esencializar ni
universalizar las experiencias de las mujeres, apostaremos por procesos
de relaciones de horizontalidad desde el empoderamiento. Es lo que nos
permite ir tejiendo convivencia desde las experiencias narradas, las
vivencias compartidas as como desde los enunciados subjetivos que
permitiremos que todas las mujeres realicen.

En este camino de reflexin sobre cmo y desde dnde miramos y


entendemos las experiencias de otras mujeres, consideramos necesario hacernos
conscientes de los estereotipos comunes en nuestra sociedad, analizndolos de
forma que no condicionen los proyectos en los que nos implicamos. Un reto
importante consiste en analizar las concepciones existentes sobre mujeres
migrantes en nuestro imaginario colectivo, e interpelarnos para tomar conciencia
de aquellas en nuestras propias concepciones; puesto que de otro modo
determinarn nuestros comportamientos y pautas de interaccin e intervencin y
contribuiremos as a la reproduccin de lo que describen.
Dolores Prez Grande (2008: 144) afirma que los estereotipos ms
frecuentes hacen referencia a la mujer inmigrante analfabeta, ignorante y pobre;
los cuales coexisten a su vez con estereotipos aparentemente contradictorios. En
los discursos pblicos se transmite, por una parte, una representacin de la mujer
inmigrante como responsable del equilibrio, bienestar e integracin familiar; y por
otra, la de mujer dbil, frgil y vulnerable, incapaz de tomar iniciativas y necesitada
de proteccin.
Nuestro objetivo no consiste en especificar ni enumerar los estereotipos
presentes en nuestra sociedad, sino tomar conciencia de los estilos de intervencin
que podramos desarrollar de no tomar conciencia del significado de las categoras
socio-culturales con las que definimos a otras personas:
Agrela (2005) ha recogido algunas caractersticas que definiran los posibles
modelos de intervencin en funcin de los estereotipos y categoras con las que se
entiende la vivencia de las mujeres:
154 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Modelo paternalista victimista: las contempla como mujeres indefensas,


vulnerables y carenciales que suscitan compasin y proteccin, que
necesitan ser ayudadas y orientadas en todo lo que hacen, ya que son
incapaces de hacer frente a las dificultades por s mismas. En este caso,
los modelos de intervencin socioeducativa se destinan a paliar las
supuestas deficiencias y falta de habilidades para adaptarse al medio.
Valoracin social negativa: percibe los comportamientos y actitudes de
las mujeres migrantes como extraos o desviados, en lugar de tomar en
cuenta las diferencias culturales y establecer un dilogo intercultural
(desde vivencias y contextos de cada una). En muchos casos, considera
que provienen de culturas menos desarrolladas. Por consiguiente, los
proyectos socioeducativos tienden a convertirlas, concienciarlas,
normalizarlas o reprimir conductas y comportamientos.
Modelo salvacionista: percibe las mujeres migrantes como atrapadas
por sus sociedades patriarcales, estando ellas subordinadas e
incapacitadas para rebelarse a un destino ante el que se resignan debido
a su debilidad. Desde este enfoque de percepcin de mujeres
inmigrantes, suele considerarse que estas situaciones ya se encuentran
superadas por las mujeres de la sociedad de acogida. Encierra
normalmente a las mujeres rabes y musulmanas en estos estereotipos.
De de donde dirige los proyectos socioeducativos que al fomento de la
autonoma de las mujeres. Se advierte un problema, una contradiccin en
que incurre dicho tipo de programas y proyectos: elaborados y
gestionados la mayora de las veces sin la de las mujeres a quienes se
destinan.
Enfoque del choque cultural: percibe como problema principal la enorme
distancia cultural con las mujeres autctonas y la incapacidad para
manejar la brecha cultural que se produce. Se requeriran programas de
aprendizaje y conocimiento de cultura autctona adaptados
especficamente a diferentes culturas, de forma que puedan salvar estas
distancias.

Para poder establecer relaciones y acompaamiento desde relaciones en


igualdad que fomenten una participacin transformadora (personal y social) es
interesante hacernos eco de la reflexin de Carmen Bel Adell (1996: 98) acerca de
cmo hablar de la mujer migrante en singular es equvoco, se da una gran variedad,
cada persona es nica y causas aparentemente iguales resultan diferenciadas. Su
condicin no es homognea sino que ofrece una amplia gama de situaciones
derivadas de los distintos orgenes y culturas: magrebes, rabes, negro-africanas,
asiticas. De este modo, disear un perfil de la mujer inmigrante es tarea
arriesgada.
Creemos evidente que, desde los modelos de relaciones y de
acompaamiento que vamos proponiendo a la reflexin, no tiene sentido que
intentemos realizar esquemas ni perfiles sobre mujeres: no solo por la irrealidad que
supondra, sino porque apostamos por un acompaamiento personal que posibilite
encuentros desde donde las personas nos vamos descubriendo mutuamente.
Las construcciones sobre las categoras definitorias de mujeres migrantes
nos conducen a reflexionar igualmente acerca de la construccin de la alteridad.
Dolores Prez Grande (2000: 386) afirma que existe una tendencia a construir el
nosotros en contraposicin del otro. El nosotros y nosotras se construye mediante
Manual de intervencin comunitaria en barrios 155

la atribucin de una cantidad de caractersticas positivas, que nos atribuimos a


nosotros mismos.
Los problemas que proyectamos sobre la alteridad nos liberan de la toma
de conciencia de nuestras problemticas socio-culturales. Diferentes autores (Prez
Grande, Gregorio, Fernndez) apuntan cmo se distorsionan las ideas sobre los
procesos migratorios porque resulta ms cmodo atribuir los problemas a otras
personas que hacer un anlisis serio de la situacin social.
De este modo, consideramos interesante dejarnos interpelar sobre el modo
como se depositan en la alteridad (en este caso en la construccin de las mujeres
migrantes) muchas problemticas que las sociedades de acogida no desean
afrontar, analizar, ni se plantean intervenir en las mismas (Juliano, 2000; Prez
Grande, 2008; Gregorio Gil, 2005). Tareas que cuya responsabilidad competera a
las personas de la sociedad de acogida; pero que se constituyen como
problemticas urgentes e incomprensibles que han de resolver las personas
migrantes.
Carmen Gregorio Gil (2010: 107) plantea en esta lnea: Ser que
seguiremos viendo a las mujeres inmigrantes como otras tradicionales? No sera
ms fructfero reflexionar sobre nuestras propias lentes que hacen que veamos a
las mujeres bien como vctimas de sus sociedades patriarcales y capitalismos o
bien como heronas que rompen con sus realidades de opresin?
Del mismo modo, Dolores Prez Grande (2008: 146) hace visible cmo se
agravan las representaciones sociales estereotipadas hacia las mujeres migrantes
con el estigma de vctima sumisa que se niega a convertirse, a occidentalizarse,
sin conciencia de gnero.
Presentar a la mujer migrante como paradigmtica victima de dominacin
de gnero es un discurso que oculta e invisibiliza el hecho de que, parte de las
condiciones de subordinacin de las que son objetos, son producto de relaciones
de poder y subordinaciones imperantes en Espaa, desconociendo la existencia
de relaciones de poder patriarcales en la sociedad espaola (Fernndez, 2006: 84)
A modo de conclusin, gracias a las reflexiones sobre los procesos de
alteridad, de estereotipos y de concepciones sobre mujeres migrantes, nos gustara
poner de manifiesto algunos retos y aprendizajes:

Entre los muchos riesgos de esencializar las construcciones e identidades


culturales, encontramos que algunos de ellos determinan, en las
intervenciones, relaciones de jerarquizacin que imposibilitan procesos de
participacin activa real.
Las concepciones sobre la alteridad que definen a las personas migrantes
encubren el que en numerosas ocasiones se les responsabilice de los
problemas de integracin a las poblaciones migrantes (Gregorio Gil, 2010).
Apostamos por tanto por Ir ms all del tratamiento lineal y esttico, por
el que se construyen las categoras con las que definimos e interpretamos
las realidades e identidades de otras personas. La identidad se constituye
en un proceso continuo e intersubjetivo, en el que cada una de las
personas vamos recreando, reconstruyendo nuestra identidad desde un
proceso activo por el que transformamos e integramos los modelos
existentes en nuestra sociedad en funcin de los procesos subjetivos y
personales.
156 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Consideramos que la participacin activa de las mujeres en la creacin de


espacios y acciones desde los que acompaemos procesos de convivencia es el modo
legtimo y necesario que nos permite no esencializar ni generalizar las experiencias
concretas, asumiendo as la heterogeneidad de las experiencias personales. Del mismo
modo, creemos que los procesos de encuentro y participacin activa son tanto el
camino como fin de las intervenciones en las que participamos.

5 Mujeres: tejiendo la convivencia que crea


espacios interculturales

La mayor y ms poderosa marginacin es el silenciamiento, de esto saben


mucho las mujeres de todos los tiempos y lugares. Sacar a la luz lo que las
sombras ocultan; recuperar, o mejor, dar la palabra y recibirla de las mujeres
inmigrantes en la larga y silenciosa travesa del proceso migratorio.

En este apartado, inspirados por las palabras de Carmen Bel Adell (1996:
96-97) optamos por acercarnos a las vivencias y experiencias de las mujeres en
sus procesos migratorios, para reflexionar sobre ellas.
Nada ms alejado de nuestro inters que esencializar ni generalizar la
experiencia de las mujeres migrantes. Pero consideramos oportuno conocer
estudios que explican las riquezas, dificultades, incertidumbres y sobrecargas que
las mujeres como claves de la construccin de la convivencia intercultural (para sus
familias, su cultura de origen y la sociedad de acogida).
Comenzar con las palabras de Dolores Prez Grande (2000: 388) nos permite
partir desde la toma de conciencia de la fortaleza que las mujeres despliegan en los
procesos migratorios: La mujer migrante es una mujer que ha abandonado lugar de
origen y est formando nuevas estrategias de convivencia. Esta mujer ha dado pues,
muchsimos pasos en el sentido de lo que podramos llamar de autonoma, de toma de
decisiones, de asumir riesgos y responsabilidades. No estamos ante una mujer a la que
el mundo se le abre la llegar a la sociedad receptora, sino que llega aqu porque tiene el
mundo ya abierto. De lo contrario, no se movera del lugar de origen.
Carmen Bell Adell (1996:102) ha inspirado el ttulo de este apartado: La mujer
inmigrante, como todos los inmigrantes, vive entre dos culturas pero es quien
siente la responsabilidad y es la encargada de establecer un puente entre ambas.
La mayora de los pueblos tiene clara conciencia de que la especificidad de la cultura se
transmite por lnea femenina; de que las mujeres son agentes activos de perpetuacin
cultural aunque, paradjicamente, no se les reconozca pblicamente.
Dolores Juliano (2000) igualmente pone de manifiesto, en la misma lnea,
que la mayora de pueblos tiene clara conciencia de que la especificidad cultural
se transmite por lnea femenina.
Remei Sipi (2000) ha identificado dimensiones y experiencias que las
mujeres migrantes han tenido que desplegar para dar respuesta a los
requerimientos y necesidades que sus familias, y culturas, necesitaban:

Preservar las tradiciones y manifestaciones de las culturas.


Proveer de lugares seguros afectivamente para que las familias puedan
vivir y crecer
Sentirse en la urgencia de ser las agentes o mediadoras entre la sociedad
receptora y nuestras familias.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 157

Haber tenido que ser ms tolerantes ante la pluralidad de valores sin sentir
amenazados los suyos, para desarrollar las dimensiones anteriores.
Mostrar una mayor capacidad y aptitud para manejarse en la vida diaria
en nuevos contextos socioculturales, y tener mayor facilidad para
desarrollar comportamientos aceptados en las nuevas sociedades.
Mostrarse ms decisivas a la hora de facilitar la integracin en los nuevos
contextos socioculturales, al jugar un rol en las familias relacionado con la
formacin de opiniones, actitudes y comportamientos en los hijos.

Los resultados de los citados estudios muestran cmo las mujeres hacen
posible la riqueza del encuentro intercultural gracias a su papel como agentes de
integracin cultural.
Sin embargo, en nuestro compromiso por acercarnos a las experiencias y
vivencias de las mujeres, as como por ofrecer claves para la reflexin que nos permitan
acompaar procesos de participacin, sentimos que hemos de profundizar en estos
roles y vivencias y encontrar igualmente las dificultades a las que se enfrentan las mujeres
migrantes a la hora de dar respuesta a las demandas que se les plantean por su rol en
los modelos tradicionales de relaciones (Bel Adell, 1996: 102):

Las experiencias de las mujeres migrantes se caracterizan por la ardua y


difcil tarea que les fuerza a reinterpretar su funcin dentro y fuera del
ncleo familiar.
Las mujeres, al asumir la responsabilidad que el modelo tradicional les
impone, han de manejar los conflictos y cambios que sufre el sistema
familiar, convirtindose en el engranaje que salvaguarda la identidad
cultural y nacional a la vez que posibilita senderos y encuentros con la
nueva cultura.
El reto de mantener y posibilitar lo propio y lo nuevo causa mayor
incertidumbre, esfuerzo, y requiere movilizar mayores estrategias socio-
personales, mientras que cuando se desarrolla slo el papel de guardiana
se conlleva mejor el trauma que necesariamente lleva implcito la migracin:
puesto que esta situacin la preserva de enfrentarse a lo desconocido, pero
en contraposicin, le reporta un alto grado de marginacin.
El reto constante de ser agentes de la propia cultura (antes enunciado) y
la responsabilidad sentida de posibilitar el acceso a la nueva cultura, causa
de cuadros de estrs y ansiedad.

Este es el motivo por el que deseamos visibilizar las diferentes demandas


que se relacionan con el modelo tradicional de feminidad existente en la actualidad
en las principales culturas occidentales y orientales, reflexionando sobre ellas:
puesto que estn en la base de vivencias de ansiedad, preocupacin, sobrecarga
emocional de mujeres migrantes.
Hemos puesto de manifiesto cmo los procesos migratorios (as como los
necesarios para posibilitar el encuentro y convivencia intercultural) ofrecen riesgos
multiplicadores para las mujeres derivados de su propio rol de mediadoras:

Puentes entre dos culturas, su mediacin, que ya ha sido transformada y


es transformadora, es vivida muchas veces por la comunidad de origen, y
sobre todo por sus parejas masculinas, como desestructurante cultural.
En muchas ocasiones se debe a la amenaza que percibe el hombre sobre
158 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

su estatus en el modelo tradicional de gnero, ante el proceso de


desarrollo de las mujeres.
Existen procesos difciles que pueden sufrir mujeres migrantes debido a
sus roles en el modelo de feminidad tradicional. Se dan de manera paralela
a procesos psicosociales de soledad y sensacin de fracaso, al no
cumplirse expectativas con las que llegaban a Espaa.

Las intervenciones y procesos de acompaamiento que puedan crearse y


construirse desde las vivencias expresadas y compartidas por las mujeres nos
permitirn, no solo fortalecer habilidades y procesos socio-personales para facilitar
la convivencia intercultural, sino tambin apoyar las posibilidades de cambio de
roles en las relaciones afectivas y poder establecer modelos de relacin que no se
encuentren basadas en los modelos tradicionales de gnero (Prez Grande, 2000).
Si pretendemos transformar roles y posiciones subjetivas en las relaciones
afectivas y emocionales en las familias, hemos de apostar por intervenciones
integrales donde los hombres puedan ser conscientes de la riqueza personal que
se hace posible cuando existe un desarrollo socio-personal ms all de los lmites
que el modelo tradicional de gnero impone a mujeres y hombres.
Una apuesta que no es fcil, sino arriesgada, y que ha de realizarse en los
contextos interculturales donde mujeres y hombres de todas las culturas, que
comparten barrios y comunidades, puedan tener espacios de reflexin y habilidades
personales para transitar los senderos (afectivos, de toma de conciencia de miedos,
estereotipos) que conducen a poder transformar nuestras relaciones y a
desarrollar de manera integral nuestras dimensiones.
Tenemos inters en poder seguir reflexionando y apuntando claves para que
las intervenciones integrales sigan fortaleciendo procesos de convivencia en
contextos interculturales, conscientes de que el enlace entre Identidad e
integracin depender, en parte, de la sociedad de acogida que tienda puentes o
siembre obstculos (Bel Adell: 105).
Estamos abordando las vivencias que puedan caracterizar los procesos de
mujeres migrantes. Pero no es nuestro propsito atribuirles la responsabilidad en
la construccin de convivencia intercultural, puesto que, como enuncia Dolores
Juliano (2000: 388): La mujer suele ser quien forma nuevas estrategias de
convivencia: el mundo no se le abre al llegar a la sociedad receptora sino que tiene
ya el mundo abierto y por eso decidi emigrar.
Es por tanto responsabilidad compartida entre todas las personas que
compartimos barrios y comunidades, hacer posible el encuentro y la convivencia
pacfica y constructora de ciudadana que permite que mujeres y hombres, nios y
nias puedan desarrollar sus dimensiones socio-personales y ser agentes y
protagonistas en los contextos donde viven.

6 Fortaleciendo puentes naturales y acompaando


los procesos de encuentro-empoderamiento de mujeres

Retomamos el horizonte que inspira este captulo: el reconocimiento y la


creacin de espacios para la construccin de una sociedad intercultural donde las
mujeres (de todas las culturas presentes en barrios y comunidades) desarrollen un
papel protagonista como interlocutoras y corresponsables de la construccin de la
Manual de intervencin comunitaria en barrios 159

convivencia intercultural gracias a procesos de empoderamiento personal y


colectivo que acompaaremos.
Los procesos de empoderamiento que acompaaremos permitirn superar
la coexistencia de personas de diferentes culturas en barrios y comunidades y sentir
la riqueza de las diferentes vivencias y experiencias gracias a la corresponsabilidad
de construir lugares y espacios vecinales que respondan a las necesidades e
inquietudes de todas las mujeres, de todas las familias.
Acompaaremos procesos que permitan una convivencia en contextos de
diversidad cultural. La cual, como apunta Carmen Bell Adell (1996), no se producir
a golpe de decretos, ni solo por la va administrativa, ni se limita a la incorporacin
al mundo laboral de la personas y mujeres migrantes; sino que somos todas las
personas quienes la formamos, quienes tenemos que conseguir una convivencia
digna y en paz. Hemos de promocionar y potenciar nuestras actitudes abiertas; ser
conscientes de que nuestros barrios son fruto y proceso de las responsabilidades
compartidas donde todas y todos somos parte; y donde la participacin efectiva
sea un elemento ms de nuestro da a da; as como la prioridad de la construccin
de contextos donde todas las personas sientan que pueden desarrollar y manifestar
sus identidades culturales.
Una corresponsabilidad que crearemos con las mujeres de todas las
culturas que conviven, siendo conscientes de que tanto las mujeres de la sociedad
de acogida, como mujeres migrantes, pueden caracterizarse por la no participacin
socio-poltica en sus contextos comunitarios (como anteriormente hemos visto, el
contexto cultural al que se pertenece no determina de manera directa la
participacin o no participacin social).
Nos hacemos eco de nuevo de la importancia, en estos momentos en que nos
comprometemos a acompaar procesos de participacin de mujeres, de revisar las
categoras existentes desde las que interpretamos la vivencia de las mujeres con las
que deseamos realizar procesos de empoderamiento. Asumimos que determinadas
mujeres se encuentran menos empoderadas que otras por su pertenencia a
determinada cultura, clase social, etnia? El proceso auto-reflexivo de toma de
conciencia de las categoras que importamos a la vivencia de otras mujeres es
fundamental; y entre las cuestiones con las que debemos interpelarnos, nos gustara
recordar una reflexin de Astrid Sb (2002: 293) acerca de cmo generamos procesos
de intervencin con mujeres migrantes y a qu tipo de necesidades dan respuesta:
hemos de prestar atencin a si transferimos las necesidades de las mujeres
occidentales a necesidades de las mujeres a escala mundial.
Nos encontramos por tanto con una gran oportunidad: la creacin de
espacios de convivencia con protagonismo y participacin de mujeres, posibilitando
la mejora de la participacin de todas las mujeres. Lo cual requiere un gran reto:
acompaar procesos para la participacin de las mujeres en la construccin de
convivencia intercultural desde sus necesidades, vivencias, experiencias,
aprendizajes as como de aquello a lo que ellas aspiran en tanto que articuladoras
de convivencia y de familias, de aquello que desean, suean e imaginan de sus
barrios y comunidades.
Cmo podemos crear procesos, personales y colectivos, en los que
mujeres de diferentes culturas se sientan partcipes, protagonistas y con una voz
representativa y legtima en los espacios de decisin colectiva de los barrios?
Esta cuestin se convierte en otro de los ejes centrales de este captulo. Y
nos gustara poner de manifiesto que estos procesos han de decidirse, establecerse
y generarse junto a las mujeres; por lo que encontraremos las respuestas al
160 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

interrogante como resultado y parte de los procesos con mujeres en los que
deseamos participar y acompaar.
Nos situamos de este modo, desde una conviccin personal, en la
construccin de convivencia desde el aprendizaje mutuo y participativo. Una
conviccin personal, porque partimos una premisa: que si deseamos acompaar
procesos participativos en los que las mujeres sean agentes reconocidas de la
construccin de convivencia, debemos pensar el mismo acompaamiento en un
proceso participativo. La participacin comunitaria se aprende desde procesos que
de por s son participativos y van posibilitando que las mujeres se reconozcan en
esos roles y funciones (que como hemos visto, debido a las sociedades patriarcales,
no han podido desarrollar esa dimensin del individuo).
Procesos de acompaamiento desde el paradigma del empoderamiento que
realizaremos junto con todas las mujeres que conviven en los espacios colectivos
para que se reconozcan y desarrollen, de manera ms participativa, su rol de
puentes de encuentro de comunidades diversas culturalmente.

6.1 Acompaamiento junto a las mujeres: partimos de su


reconocimiento como constructoras de convivencia

El reconocimiento de la condicin de sujetos y agentes de transformacin


se realiza en un trabajo previo que realizar acompaando mujeres, puesto que estas
dimensiones no han sido desarrolladas en los modelos de feminidad tradicional. Es
preciso preguntarse si se encuentran interiorizados la vivencia de ser agentes de
construccin y su reconocimiento. Para lo cual consideramos necesario que el
acompaamiento pueda desarrollarse desde las construcciones que han armado
las mujeres sobre s mismas: como tales mujeres, como madres, como ciudadanas
y corresponsables de sus barrios y de los espacios comunitarios en los que ellas y
sus familias participan.
Junto a las mujeres, y desde sus procesos identitarios como mujeres,
vamos aadiendo reflexiones que nos permitirn situarnos en estos procesos de
acompaamiento a mujeres.
Creemos interesante retomar el significado profundo de estar junto a las
mujeres y sus implicaciones. Nuestra opcin metodolgica sobre el proceso de
acompaamiento no es por y para las mujeres; posicin en la que, de manera
implcita y quizs inconsciente, nos situamos en posiciones de superioridad desde
las que damos voz; procesos de acompaamiento diseados desde nuestros
conocimientos y vivencias para ellas. Apostamos y entendemos que las mujeres
tienen voz, que arman representaciones de la sociedad que desean; y por ello
acompaaremos procesos colectivos en los puedan ser visibilizadas y reconocidas
como agentes. Procesos no para ellas, puesto que perderamos la oportunidad
de crear una metodologa de trabajo, un proceso y un horizonte al que dirigirnos
junto a ellas.
Es imprescindible atender al proceso personal de quienes acompaamos
estos grupos de mujeres, el cual que nos interpela continuamente para tomar
conciencia sobre el modo como nos situamos (en igualdad o en superioridad), sobre
si realmente nos reconocemos en este paradigma de construccin continua a partir
del conocimiento compartido y colectivo que va enriqueciendo el proceso y va
generando, realmente, mujeres protagonistas de los procesos comunitarios en los
que se encuentran.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 161

6.2 Procesos de empoderamiento

Nos gustara plantear el proceso de acompaamiento a mujeres para que


sean agentes de construccin activa de barrios interculturales desde el enfoque
del empoderamiento, puesto que tambin nos permite dar una respuesta a la
reflexin de Astrid Sb (2002: 303): Contra el asistencialismo y a favor del momento
de la autoayuda y autogestin de las mujeres migrantes.
El proceso de empoderamiento permite que las mujeres ejerzan y sientan
que deciden sobre su propia vida, que pueden participar activamente en procesos
de toma de decisiones de sus contextos y sociedades, que puedan acceder a los
recursos (materiales y simblicos) de la sociedad y que se sientan protagonistas en
las transformaciones sociales de los espacios sociales que ocupan.
El empoderamiento permite que las mujeres tengan interiorizados
habilidades y procesos vitales que ayudan a cada mujer, o colectivo de mujeres, a
afrontar diferentes formas de discriminacin, de opresin que existentes en sus
vidas. Estos procesos provocan que las mujeres, una vez interiorizadas las
habilidades y recursos, sientan que pueden defender sus recursos, bienes,
oportunidades, etc., y salir de las situaciones que les generan (Lagarde, 2005).
Este proceso implica, por tanto, un trabajo integral para desarrollar las
habilidades socio-personales necesarias con las que las mujeres puedan hacer
posible una participacin social activa en la transformacin de sus contextos y
convertirlos en espacios de convivencia intercultural. Rowlands (1997) seala tres
dimensiones para explicar en qu consiste el proceso de empoderamiento:

a La personal, como desarrollo del sentido del yo, de la confianza y la


capacidad individual en la transformacin.
b La de las relaciones prximas, como capacidad de formar parte de las
decisiones y espacios de transformacin de las relaciones familiares,
vecinales, que forman el tejido social de convivencia.
c La colectiva, como participacin en las decisiones y estructuras socio-
polticas que puede adoptar formatos de sensibilizacin, movilizacin,
dirigidas a transformar estructuras relacionales.

Consideramos que este trabajo integral en dimensiones mencionadas, que


propone Rowlands, se complementa con la propuesta de Murguialday, Prez de
Armio y Eizagirre (en Prez de Armio, 2000) que nos permite desarrollar esas
habilidades de manera paralela en dos dimensiones de trabajo: individual y
colectiva:
La dimensin individual implica un proceso que eleva los niveles de
confianza, autoestima y capacidad para responder a sus propias necesidades.
Muchas veces, las mujeres tienen interiorizados los mensajes culturales o
ideolgicos de opresin y subordinacin que reciben respecto de s mismas, en el
sentido de que carecen de voz o de derechos legtimos; lo cual redunda en su baja
autoestima y en su estatus.
Trabajar por su empoderamiento implica en primer lugar ayudarles a
recuperar su autoestima y la creencia de que estn legitimados para actuar en las
decisiones que les conciernen. Este proceso de concienciacin puede ser largo y
difcil, por lo que a veces las organizaciones de ayuda se ven tentadas de no trabajar
con los ms excluidos, sino con aquellos colectivos con un mnimo de conciencia
y organizacin, como estrategia para reducir el riesgo de fracaso.
162 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

La dimensin colectiva del empoderamiento se basa en el hecho de que las


mujeres tienen ms capacidad de participar y defender sus derechos cuando se unen
con unos objetivos comunes. Es interesante sealar que, con frecuencia, el
agrupamiento en torno a un proyecto concreto y limitado puede dar pie a un proceso
de empoderamiento consistente en la toma de conciencia sobre la situacin de
injusticia u opresin en la que se vive y la consiguiente bsqueda del cambio.

6.3 Reflexiones compartidas para acompaar procesos


de empoderamiento

El fomento de espacios (fsicos y simblicos) de encuentro y de intercambio


mutuo es un elemento importante en el camino para facilitar una integracin
verdadera que no anule las propias experiencias e identidades culturales, y ayude a
disminuir el rechazo del otro/de la otra por parte de la poblacin de la sociedad de
acogida por razones de desconocimiento (Sb: 302).
Apostamos por acompaar procesos de transformacin que se realicen,
paralelamente, de manera personal, social y comunitaria; en los que los espacios y
metodologas grupales nos permitan el desarrollo de habilidades y recursos
necesarios para el empoderamiento en contextos de diversidad cultural y de
participacin en los espacios de construccin de convivencia.

El sentirse reconocidas y legitimadas como agentes de construccin de


espacios de convivencia es un proceso, no solo personal y social, sino
simblico, entre los que han de promoverse en los espacios grupales. Es
una de las claves del acompaamiento que posibilitamos a los grupos de
mujeres, a la vez que somos conscientes de que nuestra posicin no es la
de dirigir, ni dar luz sobre el proceso hacia la transformacin que
deseamos y creemos; sino de acompaar junto a las mujeres los
procesos en los que las mujeres recuperen su capacidad de incidencia,
de participacin, de toma de decisiones en contextos de diversidad
cultural; y en los que ellas se sientan no slo corresponsables de esta
construccin, sino con la seguridad y libertad de ser agentes de
transformacin, ms all de las categoras de gnero, culturales, tnicas,
socio-econmicas, etc., que hayan podido limitar sus propias
posibilidades de participacin antes del empoderamiento.
Estos procesos personales y colectivos que acompaamos se enriquecen
con las relaciones que establecemos durante los mismos. Las relaciones
que se generan en los grupos durante los procesos de empoderamiento
se caracterizan por posiciones y roles desde la igualdad; puesto que
permiten ir construyendo una convivencia intercultural a partir de los
conocimientos, experiencias de todas las mujeres que lo forman. Nos
corresponde el compromiso el facilitar espacios, relaciones y procesos
donde las posiciones de todas las personas del grupo sean activas,
transformadoras y en planos en igualdad de todas y cada una de las
posiciones subjetivas, estando nuestro acompaamiento caracterizado
por el reconocimiento, en igualdad, de los conocimientos que poseemos.
Nos corresponde el compromiso de recordar que no podemos
empoderar a las mujeres con intervenciones que mantengan sus
posiciones y roles como pasivas receptoras de los procesos en los
que se encuentran.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 163

Procesos de acompaamiento que han de partir de las vivencias de las


mujeres, de los proyectos personales y transformadores que han
realizado. El acompaamiento dirigido al empoderamiento y participacin
ha de partir y reconocer toda la experiencia vivida de las mujeres en sus
procesos personales. Cada una de las mujeres, de las personas, alberga
su historia de proceso personal, de transformacin y superacin. Es
fundamental que no consideremos que el proceso de empoderamiento de
acompaamiento ser el comienzo de su transformacin; cosa que no
solo sera irreal, sino que se deslegitimara toda una historia personal de
superacin, de procesos migratorios, de transformaciones como mujer, de
creacin y mantenimiento de otras personas, familias y comunidades.
Procesos que vienen inspirados por la solidaridad de gnero, la cual
posibilitar que podamos trabajar la emergencia de diferentes vivencias,
retos, problemticas desde un clima de tolerancia, respeto, mediacin e
intercambio (Bel Adell, 1994). Desde el compromiso existente en la
construccin activa de barrios y comunidades que sean reflejo y respuesta
de las necesidades, aspiraciones y esperanzas de las diferentes
diversidades culturales e identitarias.

6.4 El proceso de empoderamiento desde los encuentros

En los encuentros, las miradas se entrecruzan y las experiencias compartidas


crean un espacio simblico que trascienden fronteras y barreras: Internas y externas,
personales y sociales.
Empoderamiento desde los encuentros es una propuesta que surge, como
la vida misma, de la simbiosis de experiencias en el acompaamiento a grupos de
mujeres, conocimientos compartidos fruto de stas y las reflexiones inspiradoras
de mujeres que han realizado conceptualizaciones tericas sobre los procesos de
empoderamiento y de transformacin personal y social (Marcela Lagarde, Silvia
Tubert, Ana Tvora).
En los grupos de mujeres, las vivencias expresadas y compartidas permiten
encuentros en lugares comunes por los modelos de gnero compartidos ms
all de las fronteras que desean delimitar las culturas. Encuentros que nos permiten
conectarnos con vivencias y emociones, as como con aspiraciones, anhelos y
esperanzas.
En estos encuentros de vivencias de gnero compartidas se comienzan a
tejer relaciones afectivas y esperanzas colectivas de transformacin y mejora de
las situaciones socio-personales y colectivas compartidas.
Desde estos espacios grupales y afectivos, los encuentros con vivencias y
procesos de otras mujeres permitirn ir ms all de las fronteras y barreras
interiorizadas que a menudo caracterizan, errneamente, las concepciones sobre
mujeres y personas de diferentes culturas. Encuentros que harn posible otros
encuentros personales. Con las dicotomas y fronteras que habitan en cada una y
que generaban procesos de desconocimiento de otras personas en funcin de la
diferenciacin cultural.
Los encuentros constituyen las diferentes fases del proceso de
empoderamiento personal, social y colectivo que acompaaremos; as como nos
permite establecer, mediante la simbologa que representa, las dimensiones con las
que trabajaremos de manera grupal:
164 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

1 Constitucin del grupo: primeros encuentros


2 Encuentros desde las vivencias y experiencias hacia la convivencia de
encuentro intercultural.
3 Encuentros dirigidos a ser constructoras de convivencia en los espacios
comunitarios.

6.4.1 La constitucin del grupo: primeros encuentros

En las nuevas sociedades, la riqueza del encuentro entre culturas se articula


desde los vnculos afectivos y de convivencia, donde nos reconocemos en la
dignidad y en la igualdad.
Los encuentros permiten la creacin de un espacio donde la escucha activa
y el conocimiento mutuo de las mujeres generan el sentirse escuchadas, respetadas,
entendidas y comienzan a gestarse vnculos imprescindibles para el proceso de
empoderamiento. Desde el reconocimiento del papel, el esfuerzo y trabajo de todas
y cada una de las mujeres en sus procesos vitales y en el de sus familias (bien en
los procesos migratorios o en procesos de crecimiento de las mujeres de la
sociedad de acogida).
Esta legitimacin de la experiencia de cada una de las mujeres es un primer
paso, necesario, para que las mujeres del grupo se consideren a s mismas como
agentes de transformacin en sus barrios y comunidades. En este primer encuentro
el grupo comenzar su propio proceso de empoderamiento a partir de los logros,
vivencias, experiencias y dificultades que las mujeres han tenido. El trabajo grupal
partir de los procesos por los que ha transitado cada mujer: portadora de
vivencias, afectos, ilusiones, duelos y esperanzas.

6.4.2 Encuentros desde las vivencias y experiencias hacia la convivencia


de encuentro intercultural

Mujeres de diferentes orillas que se encuentran en los puentes que unen sus
culturas y en estos espacios simblicos de encuentro, donde sus roles de
mediadoras y tejedoras de convivencia son compartidos, articularemos los procesos
personales y colectivos de empoderamiento.
Los siguientes encuentros, una vez que el grupo se ha constituido,
permitirn que las mujeres se reconozcan desde los lugares sociales que ocupan
como colectivo que comparte un mismo modelo de gnero, puesto que hemos visto
que el modelo tradicional de feminidad articula mandatos y estereotipos que
trascienden y unifican las culturas. Desde el grupo que vamos acompaando se
hace posible compartir vivencias, a la vez que se proporcionarn espacios para que
las vivencias individuales puedan ser tomadas en consideracin. Esto debe
articularse con el respeto a la diversidad y a la singularidad de la posicin de cada
mujer, puesto que tiene unas demandas concretas fruto de su cmo la cultura
mediatiza y entiende el modelo tradicional.
En este proceso por el que el grupo se identifica como tal por experiencias
y dificultades compartidas, Silvia Tubert (2003) pone de manifiesto la importancia
de reflexionar colectivamente sobre la construccin de la alteridad; puesto que,
muchas veces, aquello que impide la normalizacin y convivencia entre personas
de diferencias culturas son las categoras explicativas y definitorias que tenemos
para considerar y entender lo otro, la otra, lo diverso y diferente de otras
culturas.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 165

Desde estas reflexiones colectivas sobre las categoras con las que nos
relacionamos con la alteridad, creemos interesante que el propio grupo tome
conciencia del desmesurado inters por insistir en los aspectos que diferencian a
los grupos de mujeres ms que encontrar los posibles elementos que las unen
(Agrela, 2002: 363). Como apunta la autora, existe un inters implcito que radica
en que, si insistimos en que son las diferencias e identidades culturales las
responsables de los factores de exclusin, la cultura de origen no tendr que realizar
un proceso de introspeccin para reconocer los factores socio-poltico-
econmicos-culturales que realmente provocan que mujeres migrantes se
encuentren en los niveles ms bajos de la estratificacin social.
Estos espacios de reflexin y conocimiento que se va generando de manera
colectiva, nos permitirn ir construyendo relaciones equitativas y de encuentro en
los espacios vecinales y comunales compartidos.
Desde estos espacios nos abrimos y conocemos la otredad y podemos
transitar conjuntamente senderos que hasta entonces podan estar limitados por
fronteras y desconocimientos.
Consideramos que hay otras dimensiones relevantes que el grupo de
mujeres podra trabajar grupalmente para seguir encontrndose, y desde ah,
construir convivencia intercultural:

Reflexionar y tomar conciencia, colectivamente, sobre el carcter


heterogneo, contradictorio y verstil de las identidades culturales (y su
categorizacin en funcin del gnero, raza, clase, etc.); as como la
variabilidad de modelos de gnero en funcin de culturas y contextos (an
cuando partimos que el modelo de gnero tradicional es el ms comn en
todas las culturas actuales).
Aprendizaje mutuo sobre los procesos identitarios y subjetivos de la
feminidad. La construccin de la identidad es un proceso donde los
modelos de feminidad existentes en cada cultura son interiorizados de
manera particular en el proceso personal y subjetivo. Estos procesos
sufren cambios, y las identificaciones con los modelos estn igualmente
en continua transformacin desde este proceso de un sujeto activo que
incorpora, y recrea, categoras y modelos existentes.
Reflexionar conjuntamente acerca de las dificultades compartidas sobre
las contradicciones, sobrecargas, preocupaciones y dificultades al
compartir ser engranajes de la convivencia intercultural y de la
sostenibilidad emocional de las familias.
Tomar conciencia acerca de roles, funciones y malestares, as como
riquezas y beneficios, que se encuentran mediatizados y articulados al ser
agentes de cuidados de las familias, nuclear y extensa; familia con la que
se comparte el hogar, y familia que permanece en los lugares de origen.

Estos encuentros entre mujeres posibilitan a su vez encuentros con ellas


mismas. Encuentros de manera personal e introspectiva donde cada mujer puede
encontrarse con las barreras y creencias que le distanciaban de otras mujeres y
transitar as por nuevas categoras con las que entender la alteridad as como otros
modelos de entender su feminidad.
Del mismo modo, el espacio grupal que vamos creando se convierte en un
espacio simblico que permite la cercana y el trabajo conjunto para que mujeres se
sientan agentes en la construccin de la realidad local y en los barrios y comunidades.
166 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

6.4.3 Encuentros dirigidos a ser constructoras de convivencia en los


espacios comunitarios

Si queremos articularnos en un sujeto colectivo, tendremos que construirlo


superando las diferencias que nos separan y considerarnos como ciudadanas las
unas a las otras (Rodrguez, 2002: 261)
Realizados diferentes encuentros y procesos reflexivos de puesta en comn
sobre las dificultades y riquezas de ser mujeres constructoras de convivencia,
seguimos en el proceso de empoderamiento colectivo con la simbologa de los
encuentros. En este momento, el grupo se constituira como agente activo de
interculturalidad en los espacios de sus barrios.
Este proceso colectivo puede realizarse en el paso desde la construccin
de la feminidad (en el modelo tradicional) de ser para otras y para otros, a ser
agentes de las propias vidas, de las familias, de barrios y comunidades.
Para que todas y cada una se articulen desde este rol transformador,
consideramos que es importante acompaar procesos en los que se reflexionen y
se interioricen cuestiones como:

Un grupo que se articula, no desde las necesidades individuales, sino de


las colectivas; entendidas estas como tales que no anulan las identidades
individuales, sino que las integran creando algo ms grande y comn
donde todas (y sus necesidades y anhelos) se encuentren representados.
La importancia de tejer vnculos con las instituciones vecinales y con los
espacios pblicos para la participacin activa en ellas y transformar, desde
ah, los barrios para construir la convivencia deseada de manera colectiva.

El acompaamiento de estos procesos transformadores (de las dimensiones


personales, sociales y comunitarias de las mujeres) requiere que quienes facilitemos
y compartamos este proceso, podamos ir trabajando de manera transversal ciertas
cuestiones para entender el contexto. Apuntamos algunas ideas que pueden ser
introducidas en los espacios de reflexin colectiva:

Estn acostumbradas las mujeres a verbalizar sus demandas en el


espacio pblico, a luchar abiertamente por sus derechos en la esfera
poltica? (Sb, 2002: 305).
Comparten las mujeres la utilizacin que hacen de los espacios vecinales
en continua transformacin?: cmo lo viven, desde qu punto les resulta
gratificante, desde qu puntos les resulta penoso. (Juliano, 2000: 399).

En el espacio grupal donde las mujeres van integrando (y desarrollando las


habilidades y recursos socio-personales) para convertirse en agentes de
participacin vecinal y comunitaria, una herramienta fundamental que nos permite
acompaar el proceso es el diagnstico participativo. Junto a las mujeres podemos
trabajar las siguientes claves y reflexiones:

Cmo estructuran las mujeres el mapa de su contexto vecinal?


Qu puertas perciben abiertas y de encuentro con otras mujeres y
hombres en sus barrios?
Qu relaciones mantenemos con las diferentes personas en los contextos
de convivencia?
Manual de intervencin comunitaria en barrios 167

Qu retos y dificultades consideran que existen en sus contextos para


fomentar una convivencia intercultural?
Tomar conciencia de los lugares que ocupan en los espacios familiares,
vecinales, sociales, educativos, etc., en los que participamos o participan
sus familias: Somos protagonistas? Sentimos que nuestras opiniones y
necesidades se van escuchando y respetando?

Desde las problemticas que se han vivido en los barrios, en los espacios
vecinales, en los de convivencia, etc., acogemos y partimos de las necesidades
sentidas por las mujeres. El grupo se hace cargo de ellas y buscan vas para poder
solucionarlas.

6.5 De las dificultades a las oportunidades

Las transformaciones que realizan las mujeres, en las que asumen nuevos
roles y participan activamente en espacios pblicos y asociativos, pueden
generar inseguridades y miedos en el sistema familiar ante los cambios de
los roles, lo cual dispara a menudo tensiones y conflictos.
Estas problemticas y vivencias se elaborarn de manera grupal con las
mujeres, desarrollando habilidades para la gestin de conflictos as como
fortaleciendo los procesos personales para la deteccin temprana de
situaciones violentas.
Por otra parte, desde nuestro compromiso con la transformacin desde la
igualdad de gnero, nuestro reto, y el horizonte al que aspiramos, es la
construccin de relaciones de convivencia en las que las mujeres puedan
ir ms all de los roles tradicionales, en las que los hombres puedan
desarrollar dimensiones sus dimensiones ms afectivas y emocionales
(puesto que son dimensiones que el modelo tradicional de masculinidad
no las contempla como manera de relacin).
Es oportuno que el grupo tome conciencia, a partir de la reflexin grupal, sobre
la transformacin de roles como un proceso personal que se realiza de manera
introspectiva, en el que revisamos cmo se relaciona nuestra manera de
entendernos y entender nuestro mundo con los modelos de gnero existentes
en la sociedad y cmo estos se van incorporando en nuestra identidad. El
conocimiento de los procesos permitir que puedan ser agentes de
transformacin de sus familiares, posibilitando (en hijos, hijas, parejas) que
reflexionen y tomen conciencia sobre el modo como trascender los modelos
de gnero tradicionales posibilita un desarrollo ms integral.

Desde nuestro compromiso por incorporar nuevos modelos de relacionarse


y de desarrollar modelos femeninos y masculinos ms all de modelos tradicionales,
creemos que sera muy interesante que este proceso de reflexin y encuentro
grupal, en el que se toma conciencia de los procesos de constitucin de nuestra
identidad subjetiva genrica y de cmo influye esta en el modo de estar en el
mundo, pudiera desarrollarse con mujeres y hombres.
Podemos generar de modo transversal estos procesos y espacios al trabajar
otras temticas. As, en espacios educativos formales y en asociaciones pueden
producirse reflexiones transversales sobre modelos educativos familiares o formas
de comunicacin y de relacin que fomentan la autoestima. Nos gustara que estas
ideas sirvieran de ejemplo para poder integrar la perspectiva de gnero (que hemos
168 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

desarrollado en este captulo) en espacios vecinales en los que los hombres puedan
tener la oportunidad de transformacin.
Estimamos oportuno que se puedan elaborar las vivencias, problemticas
y procesos relacionados con la violencia (en su significado ms amplio) en estos
espacios reflexivos y comunitarios. Se trata de fomentar relaciones familiares,
afectivas, comunitarias, vecinales, etc., desde la igualdad, el respeto a la dignidad
de las otras oportunidades y la libertad para que la otra persona pueda desarrollarse
de la manera elegida es una de las claves fundamentales para conseguir nuestro
reto de una convivencia intercultural desde la perspectiva de gnero.
El proceso de Empoderamiento desde los Encuentros sobre el que hemos
estado reflexionando y que hemos estado construyendo a travs de estas pginas,
es una propuesta que requiere ser transformada por los grupos de mujeres. Ellas
transformarn este proceso a medida que se va desarrollando, de manera que
pueda facilitarles a ellas sus procesos personales y colectivos.
Espacios como las Asociaciones de Padres y Madres de los centros
educativos, asociaciones surgidas por diferentes motivaciones (asociaciones
culturales, vecinales, de mujeres, de espacios de ocio, de incidencia poltica, ONG),
espacios creados y posibilitados por los Servicios Sociales o Centros de Educacin
de Personas Adultas son algunos, de los muchos, lugares donde podemos
acompaar estos procesos de Empoderamiento desde los Encuentros.
Nos gustara acabar este captulo desde una inspiracin de Paulo Freire que
nos permite seguir teniendo viva la utopa de reconstruir nuestras sociedades,
barrios y comunidades desde unas relaciones afectivas con las que desarrollarnos
y desplegar, mujeres y hombres, todo aquello que vamos deseando de sus vidas:
No somos seres de adaptacin sino de transformacin (Freire, 1997:26).
Manual de intervencin comunitaria en barrios 169

Bibliografa

Agrela, B. (2005). La accin social y las mujeres inmigrantes Hacia unos


modelos de intervencin?, Portularia, 4, pp.31-42.
Bel Adell, C. (1996). La mujer inmigrante, agente de desarrollo y factor de
integracin intercultural. Boletn de la A.G.E., 23, pp. 93-109.
Bonder, G. (1998). Gnero y subjetividad: Avatares de una relacin no
evidente. En Montecino, S. & Obach, A. (Comp.). Gnero y Epistemologa:
Mujeres y Disciplinas. Santiago de Chile: LOM Ediciones.
Cols, P. (2006). Gnero y contextos sociales multiculturales. Educacin
para el desarrollo comunitario. En Soriano, E. (Coord.) La mujer en la
perspectiva intercultural. Madrid: La Muralla.
Haraway, D. J. (1995). Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvencin de la
naturaleza. Madrid: Ediciones Ctedra.
Fernndez, D. (2006). Las mujeres inmigrantes latinoamericanas en
Espaa. Una realidad compleja. Otras Miradas, ao/vol. 6 (002) 77-105).
REDALYC.
Freire, P. (1997). Pedagoga de la autonoma. Madrid: Siglo XXI.
Gregorio Gil, C. (2010). Debates feministas en el anlisis de la inmigracin
no comunitaria en el Estado Espaol. Reflexiones desde la etnografa y la
antropologa social. Relaciones Internacionales, 14, pp. 93-115.
HEGOA y ACSUD Las Segovias (2010). Gnero en la Educacin al
Desarrollo. Abriendo la mirada.
Hochschild, A. R. (2001). Las cadenas mundiales de afecto y asistencia y
la plusvala emocional, en Giddens, A. y Hutton, W. (eds.), En el lmite. La
vida en el capitalismo global, Barcelona: Kriterios, Tusquets, pp. 187-208.
Juliano, D. (2000). Las que saben. Subculturas de mujeres. Madrid:
Editorial Horas y Horas.
Juliano, D. (2000): Mujeres estructuralmente viajeras: estereotipos y
estrategias. Papers 60, 381-389.
Juliano, D. (1999): Mobilitat espacial de gnere, en Roque, M. A. (Dir.) Dona
i migraci a la Mediterrnia. Barcelona: Institut Catal de la Mediterrnia.
Ltz, H. (2001). Migrant women of Islamic background. Images and self-
images. Milwaukee: Middle West Research Associates.
Lagarde, M. (2005). Para mis socias de la vida. Madrid. Editorial Horas y
Horas.
Lynam, M.J. (1985). Support networks developed by immigrant women.
Social Science and Medicine, Vol. 21 (3), 327-333.
Moualhi, D. (2000). Mujeres musulmanas, estereotipos occidentales versus
realidad, Papers. Revista de Sociologa, 60, pp. 291-304.
Pedone, C. (2006). T siempre jalas a los tuyos. Estrategias migratorias y
poder. Quito: Editorial Abya-Yala.
Prez Grande, D. (2008). Mujeres inmigrantes: realidades, estereotipos y
perspectivas educativas. Revista Espaola de Educacin Comparada, 14,
pp. 137-175.
Nash, M. (1999). Construcci social de la dona estrangera, en Roque, M.
A. (Dir.) Dona i migraci a la Mediterrnia occidental. Barcelona: Institut
Catal de la Mediterrnia.
170 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Ramrez, C. et al. (2005). Cruzando fronteras: Remesas, gnero y desarrollo.


Documento de Trabajo. Santo Domingo: Instituto Internacional de
Investigaciones y Capacitacin de las Naciones Unidas para la Promocin
de la Mujer (INSTRAW).
Rodrguez, P. (2002). Mujeres, feminismos y ciudadanas, en Gregorio, C.
y Agrela, B. (Eds.) (2002): Mujeres de un Solo Mundo: Globalizacin y
Multiculturalismo. Granada. Coleccin Femin. Universidad de Granada.
Rowlands, J. (1997). Questioning Empowerment. Oxford: Oxfam.
Sipi R. (2000). Las asociaciones de mujeres, agentes de integracin
social?, Papers 60, 355-364. Barcelona: Fundaci CIDOB.
Surez Navaz, L. (2004). Transformaciones de gnero en el campo
transnacional. El caso de mujeres inmigrantes en Espaa, en La Ventana,
n 20, pp. 293-331.
Surez Navaz, L. (2008). Lo transnacional y su aplicacin a los estudios
migratorios. Algunas consideraciones epistemolgicas, en Santamaria,
E. (Ed.), Retos epistemolgicos de las migraciones transnacionales.
Barcelona: Anthropos, 78, pp. 55-78.
Sb, A. (2002). Estrategias de intervencin y reivindicacin poltica:
Asociacionismo de mujeres inmigrantes entre asistencialismo y
empowerment. En Gregorio, C. y Agrela, B. (Eds.) (2002): Mujeres de un
Solo Mundo: Globalizacin y Multiculturalismo. Granada. Coleccin
Femin. Universidad de Granada.
Tvora, A. (2007). El cuerpo como lugar de expresin de los conflictos y II.
rea 3. Cuernos de temas grupales e institucionales. Asociacin para el
Estudios de Temas Grupales, Psicosociales e Institucionales.
Tubert, S. (1999). Masculino/femenino; maternidad/paternidad. En
Gonzlez de Chvez M. A. (Comp.), Hombres y mujeres. Subjetividad,
salud y gnero. (pp. 53-74). Las Palmas de Gran Canaria: Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
Tubert, S. (2003). Del sexo al gnero. Los equvocos de un concepto,
Madrid: Ctedra
Manual de intervencin comunitaria en barrios 171
172 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

II PARTE:
Manual de intervencin comunitaria en barrios 173

Experiencias
de las que extraer
un aprendizaje
174 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

CAPTULO
SPTIMO:

El papel de las
comunidades
de aprendizaje y
de la escuela intercultural

Autores: Armando Macas, M ngeles Serrano y Bernat Or43

43
Armando Macas, presidente de la Asociacin de Participantes gora; M ngeles Se-
rrano, educadora de la Escuela de Personas Adultas La Verneda-Sant Mart y profesora
de Sociologa de a Educacin en el Departamento de Teora Sociolgica, Filosofa del
Derecho y Metodologa de las Ciencias Sociales de la Universitat de Barcelona; y Bernat
Or, coordinador de la Escuela de Adultos de la La Verneda Sant Mart
(http://www.edaverneda.org)
Manual de intervencin comunitaria en barrios 175

Introduccin

La actual sociedad es muy diversa en todos los niveles (cultural, religioso,


orientacin sexual, opciones de vida, etc.) (Aubert et al., 2008). Como consecuencia,
es necesario que esta diversidad no solo est presente en el da a da de los centros
educativos, sino tambin que se establezcan formas de solucionar los conflictos
que la incluyan y la reflejen (Flecha & Garca, 2007).
Relacionar inmigracin y disminucin del nivel educativo en las escuelas es
una premisa (lamentablemente) demasiado extendida en el debate pblico, pero
que no se adeca a la realidad. Este discurso ha trado como consecuencia unas
polticas de gestin de la diversidad que no han conseguido, en general: ni mejor
convivencia, ni ms cohesin social, ni resultados acadmicos mejores. Proyectos
sociales, educativos y comunitarios como las Comunidades de Aprendizaje estn
demostrando que, basndose en las mejores prcticas educativas de xito, la
diversidad cultural es un factor que potencia mejores resultados educativos.
En el siguiente artculo presentamos el proyecto de Comunidades de
Aprendizaje, desde nuestra prctica en la Escuela de Adultos de la Verneda-Sant Mart,
una prctica educativa de xito que, desde la interculturalidad, est demostrando su
efectividad en la superacin de los problemas de fracaso escolar y convivencia, al
aumentar el aprendizaje y la solidaridad (Racionero & Serradell, 2005).

1 Qu son las comunidades de aprendizaje

Las Comunidades de Aprendizaje44 (Elboj et al., 2002) son un proyecto de


transformacin social y cultural de un centro educativo y de su entorno para
responder de forma igualitaria a las necesidades, retos y cambios que se estn
produciendo en la actual sociedad de la informacin.
Actualmente existen 120 Comunidades de Aprendizaje en funcionamiento,
distribuidas en la mayora de Comunidades Autnomas. Las Comunidades de
Aprendizaje cubren todas las lneas educativas: desde la educacin infantil a la
educacin de personas adultas, pasando por las etapas de primaria y secundaria.
Aunque en su mayora sean centros de titularidad pblica, tambin hay centros
concertados y privados, en zonas muy desfavorecidas y de zonas de alto nivel
socioeconmico que han optado por transformar el colegio en Comunidades de
Aprendizaje. Adems, el proyecto de Comunidades de Aprendizaje tiene tambin
presencia internacional: ya funciona en centros educativos de Brasil.
Las Comunidades de Aprendizaje estn basadas en teoras y prcticas
inclusivas, igualitarias y dialgicas que han mostrado su utilidad al aumentar el
aprendizaje y la solidaridad. Entre estas prcticas destacan el School Development
Program (Programa de Desarrollo Escolar) de la Yale University (Comer, 1996, 1999), el
programa de Success for All (xito para Todos) de la Johns Hopkins University (Slavin,
1996a, 1996b, 1998), las Accelerated Schools (Escuelas Aceleradas) de la Stanford
University (Levin, 1987, 1993, 1995) y el proyecto socioeducativo de la Escuela de
personas adultas La Verneda-Sant Mart de Barcelona (Snchez, 1999; Giner, 2011).
Todas ellas presentan principios comunes como son: el dilogo igualitario, la dimensin
instrumental, el fomento de expectativas positivas, la igualdad de en las diferencias y
la superacin del fracaso escolar (Racionero & Serradell, 2005).

44
Para ms informacin, consultar: http://utopiadream.info/ca/
176 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

A nivel terico, las Comunidades de Aprendizaje son inseparables del


Aprendizaje Dialgico (Flecha, 1999; Aubert et al., 2008). Basado en siete principios
clave (dilogo igualitario, inteligencia cultural, transformacin, dimensin
instrumental, creacin de sentido, solidaridad e igualdad de diferencias), este
enfoque es resultado de una larga trayectoria de investigacin, del debate con los
principales tericos y tericas en ciencias sociales, ciencias de la educacin y
psicologa (entre otras disciplinas), as como del dilogo con las y los participantes
en la prctica educativa (Valls & Munt, 2010).
El aprendizaje dialgico se basa en las interacciones y el dilogo como
herramientas clave para el aprendizaje, y destaca que, para promover el aprendizaje,
no son solo importantes (y aun necesarias) las interacciones de las y los estudiantes
con el profesorado, sino con todas las diversas personas con las que se relacionan
(Valls & Munt, 2010). El mejor ejemplo de cmo se promueven las interacciones y
el dilogo en las Comunidades de Aprendizaje son los Grupos Interactivos (Oliver
& Gatt, 2010; Racionero & Valls, 2007). Los grupos interactivos constituyen una
prctica educativa de xito (CREA, 2006-2011) centrada en la organizacin de las
aulas. Esta forma de agrupacin inclusiva del alumnado consiste en la distribucin
de los alumnos y alumnas en pequeos grupos heterogneos dentro de la misma
aula, reorganizando a la vez los recursos humanos existentes en la escuela. En los
grupos interactivos no se saca a nadie ni del aula ni del centro. Aunque se asume
que el profesorado solo no puede con todos los chicos y chicas, se ponen dentro
del aula todos aquellos recursos necesarios para que aprendan todos los alumnos
y alumnas. Las personas que entran en el aula no son solo profesorado y alumnado,
sino tambin: los propios familiares del alumnado, profesorado jubilado,
voluntariado, etc. Esto es: tantas personas como sean necesarias para que nadie
se quede rezagado en el aprendizaje, y para que todos y todas convivan desde
pequeos/as de forma solidaria, y en un ambiente diverso. De esta forma, la
dotacin de diferentes personas adultas en el aula no se utiliza para separar al
alumnado en funcin de su nivel o competencia, ni para proveer adaptaciones
curriculares a los diferentes alumnos y alumnas, sino para promover interacciones
de apoyo y aprendizaje mutuo entre el alumnado en actividades comunes (Oliver &
Gatt, 2010; Racionero & Valls, 2007).
Los grupos interactivos favorecen, al mismo tiempo, la rotacin dinmica
de diversas actividades de aprendizaje instrumental en una sola sesin, de manera
que todo el alumnado (no solo el ms aventajado) acaba realizando todas las
actividades programadas para esa sesin. Como consecuencia, se incrementa la
riqueza y la diversidad de las interacciones que se tejen entre el alumnado y las
personas adultas que entran en el aula, repercutiendo en la mejora de los resultados
acadmicos de todo el alumnado (INCLUD-ED Consortium, 2009).
Transformar un centro educativo en Comunidad de Aprendizaje implica
iniciar un proceso de formacin, reflexin y planificacin que contempla cinco fases:
sensibilizacin, toma de decisin, sueo, seleccin de prioridades y planificacin
(Elboj et al., 2002). En todo este proceso de reorganizacin, la base de todo es el
dilogo igualitario (Flecha, 1999).
Todo comienza con la fase de sensibilizacin, consistente en un conjunto
de sesiones de formacin intensiva para dar a conocer las lneas bsicas del
proyecto de Comunidades de Aprendizaje, as como las aportaciones cientficas de
las investigaciones que aplican las actuaciones educativas de xito que demuestran
promover el xito educativo y la mejora de la convivencia para todo el alumnado en
contextos plurales y diversos (CREA, 2006-2011). Esta fase contempla sesiones
Manual de intervencin comunitaria en barrios 177

con todos las personas actoras sociales implicadas: tanto el claustro como el resto
de agentes de la comunidad (si es posible), para debatir y trabajar sobre los
conocimientos que los nios y nias y las personas de hoy necesitarn para superar
las situaciones de desigualdad social en el nuevo contexto informacional, y
desenvolverse con xito en las distintas esferas de su vida personal y laboral.
Tras la fase de sensibilizacin, es preciso que la comunidad tome una
decisin antes de iniciar el proyecto de transformacin del centro en Comunidad
de Aprendizaje. Esta decisin supone un debate entre todos los miembros de la
comunidad educativa sobre lo que implica la transformacin de su centro en
comunidad de aprendizaje; haber alcanzado un acuerdo mayoritario; no nicamente
del equipo directivo y del claustro del centro, sino tambin del consejo escolar y
los familiares; adems de contar con el apoyo de la comunidad (entidades del
barrio, agentes sociales, asociaciones, etc.) y de la administracin educativa.
Una vez tomada la decisin de transformarse en Comunidad de Aprendizaje,
el primer paso es el sueo. En esta fase, todos los agentes sociales del centro
(familiares, profesorado, alumnado, personal no docente, asociaciones, entidades)
piensan y acuerdan qu modelo de escuela quieren bajo el lema: que el aprendizaje
que queremos para nuestros hijos e hijas est al alcance de todas las nias y nios
y escoge la forma de representar esos sueos para visibilizarlos a toda la comunidad
educativa. Hay escuelas que los representan a travs de un tren de sueos, nubes,
en un gran rbol donde cada hoja es un sueo, en un jardn de sueos, etc.45
A travs del sueo compartido se establece un proyecto conjunto de
igualdad que tiene el mismo objetivo: que el aprendizaje que queremos para
nuestros hijos e hijas est al alcance de todos los nios y nias, y no solo de unos
y unas cuantas. No se trata solo de ver qu les podemos dar a unos nios y nias
(quizs inmigrantes, por ejemplo) sino de conseguir la igualdad de oportunidades y
de resultados para todos el alumnado. Slo con una pedagoga de mximos
podemos trabajar para conseguir contextos educativos ms igualitarios y resolver
los problemas de convivencia que genera la falta de igualdad.
La escuela no puede conseguir por s sola hacer realidad tal escuela soada.
Tampoco lo puede conseguir nicamente con la implicacin del profesorado. En
estos momentos continuamos funcionando con una escuela heredera de una
sociedad industrial, y que tiene muy poco que ver con la sociedad de la informacin
(Aubert et al. 2008). Ante esta situacin, tenemos dos posibilidades: la primera
opcin es dejar la escuela como est, perpetuando la exclusin social del alumnado
con menos recursos y que sufre ms desigualdades. La segunda opcin consiste
en plantearnos la transformacin de la escuela en comunidad de aprendizaje,
logrando superar la exclusin y el fracaso escolar. Elegir esta ltima opcin es hacer
los sueos realidad.
A continuacin, partiendo del conocimiento de la realidad y de los medios
con los que se cuenta, se establecen las prioridades del sueo. Mediante una
asamblea en la que participa toda la comunidad educativa se consensuan las
decisiones sobre la planificacin, y se forman las diferentes comisiones mixtas de
trabajo. Las comisiones de trabajo estn formadas por representantes de la
comunidad educativa, y son responsables de ejecutar las prioridades establecidas
tras la fase del sueo. Cada Comunidad de Aprendizaje establece sus comisiones,

45
Para ver ejemplos de sueos que se han llevado a cabo en escuelas que ya son Comunidades de Apren-
dizaje, consultar: http://utopiadream.info/ca/?page_id=865 (consultado el 30 de noviembre de 2012)
178 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

aunque las hay bsicas, como: la comisin de aprendizaje, la comisin de


voluntariado, la comisin de infraestructura, etc. Entre las comisiones de trabajo
destaca la comisin gestora, formada por representantes de la direccin y
representantes de cada comisin mixta, responsable de la coordinacin y el
seguimiento de la totalidad de comisiones creadas en el centro.
Algunas de las actuaciones prioritarias ms significativas de las
Comunidades de Aprendizaje son: los grupos interactivos, la biblioteca tutorizada,
la formacin de familiares, el contrato de aprendizaje, la apertura del centro durante
ms horas y das, o la prevencin comunitaria de conflictos, entre otras actuaciones
educativas de xito (es decir, que parten de evidencias cientficas y son transferibles
en contextos diversos (CREA, 2006-2011).

2 Modelo dialgico de prevencin de conflictos

La transformacin de un centro en Comunidad de Aprendizaje supone


tambin un cambio en la forma en la que la comunidad plantea la prevencin y el
tratamiento de los conflictos; especialmente si pretende incluir e implicar la
diversidad presente (Flecha & Garca, 2007). Pueden identificarse diferentes
modelos de resolucin de conflictos y, aunque todos ellos han ido dando pasos
cualitativos, no todos han conseguido los resultados esperados. A continuacin,
en esta seccin haremos un recorrido por diversos modelos de resolucin de
conflictos: disciplinar, experto y dialgico; para centrarnos en este ltimo, que pone
el nfasis en la prevencin.

2.1 El modelo disciplinar

El modelo disciplinar parte de la idea de que existe una autoridad legitimada


para imponer unas normas y unos reglamentos determinados, tomados como
universales, sin contar con la opinin de las personas de la comunidad, ni con las
propias personas implicadas en el conflicto (Flecha & Garca, 2007).
Este modelo parte de que hay que imponer una autoridad y pautas de
conducta que las familias no ejercen o que incluso, si las ejercen, se consideran
negativas. Se toman medidas como: imposicin de sanciones, expulsin o
derivacin a otras unidades externas a la escuela. Este modelo no soluciona los
problemas, sino que provoca ms conflictos, y a la larga genera dependencia de la
figura de la autoridad.

2.2 El modelo experto

Parte de la actuacin de una persona que acta como experta para


interactuar entre las partes implicadas. Considera necesario que esta persona sea
ajena a las que han generado el conflicto, para asegurar una postura crtica y no
partidista. El objetivo de su intervencin es intentar la eliminacin del sentimiento
de culpabilidad en todos los casos, buscando una solucin dialogada entre ambas
partes (Flecha & Garca, 2007).
A diferencia del modelo disciplinar, este modelo trata de incorporar a las
personas involucradas para la bsqueda de una solucin. Sin embargo, queda
desbordado por la situacin actual: en la que una persona no puede afrontar la
cantidad y diversidad de conflictos que hoy surgen, y menos an prevenirlos.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 179

2.3 Prevencin de los conflictos a partir del aprendizaje dialgico

El dilogo supone una forma de relacin entre personas con diferentes


referencias culturales, y un camino hacia la superacin de las desigualdades y
exclusiones que hoy en da se dan a menudo en muchos centros, fruto de la
creciente diversidad y de otros elementos socioculturales de la sociedad de la
informacin.
Las Comunidades de aprendizaje se fundamentan en el aprendizaje
dialgico, que se orienta a la igualdad en las diferencias, haciendo posible vivir
juntos y juntas en igualdad, incluyendo el derecho de toda persona a vivir de forma
diferente.
En un mundo diverso es importante que la diversidad se refleje en los
centros, que no se d por supuesta. De igual manera, la diversidad debe ser
protagonista en la transformacin de conflictos.
La generacin de espacios de dilogo previene los conflictos. Para ello es
necesaria la implicacin de toda la comunidad, para que todas las opiniones sean
escuchadas y consideradas cuando se trata de establecer las causas y orgenes
de los conflictos, as como en darles solucin mientras el conflicto permanece en
una fase latente.
En este proceso se tiene que recoger la opinin de todos los miembros de
la comunidad. Todas las personas tienen algo que aportar en la transformacin del
conflicto. Las capacidades de resolucin y las habilidades de los diferentes
miembros de la comunidad enriquecen el dilogo igualitario. En el tratamiento del
conflicto toma protagonismo el consenso entre todas las partes implicadas en la
comunidad: siempre a travs del dilogo igualitario. Las normas de convivencia
consensuadas por toda la comunidad parten del principio de validez, y no del de
autoridad.
Las Comunidades de Aprendizaje promueven una educacin de calidad
fundamentada en el desarrollo de las potencialidades del alumnado. Esto, a su vez,
supone una prevencin de los conflictos: dado que el alumnado desarrolla una serie
de capacidades encaminadas a desarrollar procesos constructivos y crticos en el
aprendizaje y en relacin al entorno.

3 Experiencias para la mejora del aprendizaje y la


convivencia

3.1 La escuela de adultos La VernedaSant Mart

Uno de los ejemplos de escuela intercultural, tambin uno de los


precedentes del modelo educativo de las Comunidades de Aprendizaje, es la
Escuela de Personas Adultas de la Verneda-Sant Mart (Snchez, 1999; Giner, 2011),
que desde 1978 realiza los sueos de mucha gente en este barrio obrero de
Barcelona.
Este es un proyecto de educacin democrtica y plural, en el que la gestin
de toda la escuela est a cargo de las mismas personas participantes (no son solo
alumnos y alumnas, sino participantes) a travs de dos asociaciones (gora y
Heura), potenciando la participacin, el dilogo y el consenso en todas sus
decisiones, para lograr una mejor convivencia entre todos y todas. Constituye
igualmente un aprendizaje de excelencia.
180 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

3.1.1 Organizacin democrtica

Este modelo de escuela democrtica implica la participacin en su da a da.


Participar no es solo ser consultado, consultada. Sobre todo implica intervenir,
aportar y actuar (informacin, deliberacin, consenso y decisin abiertos a todo el
mundo) en todos los espacios: en la clase, en las comisiones, en las asambleas,
elaborando los rdenes del da de las reuniones, etc. En La Verneda se aprende a
participar participando; actitud que incluye a todas las personas, todos los espacios
y todos los procesos. Para que esto sea posible, nuestros pilares fundamentales
son el dilogo y el consenso a travs de la democracia deliberativa, la cual permite
que todas las personas participantes puedan intervenir en igualdad de condiciones,
incluyendo y potenciando toda nuestra pluralidad social y cultural. Esto es bsico,
para que las decisiones tomadas puedan ir ms all de nuestro entorno ms
prximo.
Son sus estructuras de gestin: la Asamblea, el Consejo de Centro, las
Asociaciones de Participantes, la Coordinacin Mensual del Voluntariado, la
Coordinacin Semanal o las diferentes Jornadas anuales. Son los instrumentos de
gestin de la organizacin, que se combinan con la democracia cotidiana en todas
las actividades de la Escuela. Y es que el carcter democrtico de la escuela no
slo se demuestra en estos espacios: va ms all. Y en su da a da se respira y se
acta con actitudes de respeto, igualdad, escucha y atencin; de modo que
cualquier persona, en cualquier momento, puede formular una propuesta o una
aportacin para mejorar el proyecto.

3.1.2 Grupo multicultural

En el centro existe el Grupo Multicultural: espacio de dilogo intercultural


en el que personas de culturas y orgenes diferentes que participan en la Escuela
se encuentran para debatir e intercambiar puntos de vista sobre diferentes temas
escogidos por el mismo grupo. En la Escuela de la Verneda, cada ao participan
personas de ms de 60 nacionalidades diferentes. Esta circunstancia constituye
una riqueza que aprovecha el Grupo Multicultural y que, a travs de los principios
del dilogo igualitario y la igualdad de diferencias, permite que las voces de las
propias personas inmigradas o de culturas minorizadas est presente en los
debates pblicos, tanto de la educacin de personas adultas como del barrio y la
ciudad; y que, al mismo tiempo pretende encontrar las necesidades y demandas
educativas comunes que combaten la exclusin, tanto como las desigualdades
culturales y educativas.
Este trabajo en pos de la participacin de todas las personas en la
formacin, la consecucin de sus derechos o la difusin de las actividades
educativas entre las personas inmigradas, se ha concretado a lo largo de estos aos
en diferentes acciones relevantes para el barrio y nuestra escuela. Desde el Grupo
Multicultural, por ejemplo, se inici una campaa para el derecho al voto de las
personas inmigrantes en las elecciones municipales que se tradujo en el consenso
de toda la escuela, dinamizado en todas las clases; campaa en la que, finalmente,
en un Consejo de Centro se decidi participar activamente y darla a conocer al
barrio. Tambin a raz de los atentados terroristas del 11-M en Madrid, el Grupo
llev adelante un gran trabajo para evitar la proliferacin de discursos racistas en el
seno de la escuela y en el mismo barrio.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 181

3.1.3 Comisin de accin afirmativa

Para dar respuesta al gran nmero de personas o grupos que llegan a la


escuela y que se encuentran en situaciones graves de exclusin social y educativa,
se cre una comisin para estudiarlas caso por caso, ayudando de este modo a
superar estas dificultades. La comisin de accin afirmativa intenta encontrar la
mejor solucin, y tiene como objetivo conseguir sitio para que las personas que
sufren estas desigualdades puedan completar sus estudios. Pero, a su vez, el hecho
de incluirlas tambin enriquece a todos y a todas, consiguiendo una Escuela ms
diversa y plural.
Un ejemplo de accin afirmativa sucedi en el grupo de preparacin de las
pruebas de acceso a la Universidad para mayores de 25 aos. Anualmente, este
grupo tiene una amplia lista de espera, que supera las 75 personas. Desde la
secretara nos comentaron que haba dos personas gitanas interesadas en
apuntarse a este grupo. Fue el primer paso para poner en funcionamiento la rueda
de la comisin afirmativa. La presencia de personas gitanas en la universidad no
supera el 1%. Por lo tanto, el hecho que hubiese dos personas interesadas era
motivo ms que suficiente para plantear cmo actuar. Despus de analizar la
situacin, se propuso priorizar la inclusin de estas personas en el grupo de acceso,
previo consenso con todas las personas que se haban inscrito. Esta propuesta
obtuvo una gran aceptacin y valoracin por parte de todos y todas. Primero,
porque se plante abiertamente la situacin a todas las personas; segundo, porque
se facilit su implicacin en la decisin; y tercero, porque la solucin logr un amplio
consenso.
Este ejemplo es acorde con el modelo de prevencin de conflictos arriba
explicado, ya que, al seguir este procedimiento se facilit la inclusin de personas
que forman parte de una minora excluida, y se evit un posible conflicto de
intereses al haberlo acordado previamente con todos y todas.

3.1.4 Voluntariado inmigrante

Cada ao, centenares de personas de orgenes muy diversos vienen a


aprender a la escuela. Sabemos que esta diversidad puede ser muy enriquecedora
para el aprendizaje de todos y todas si la basamos en el dilogo intercultural. Por
eso dimos un paso ms, y apostamos porque estas personas que acaban de llegar
tambin pudieran ser personas voluntarias dentro de nuestras aulas.
Las diferentes experiencias de xito en educacin de personas adultas, as
como la investigacin cientfica internacional, demuestran cmo el voluntariado es
un elemento clave que puede contribuir a la mejora educativa. Contar con personas
voluntarias permite, por una parte, tener una oferta formativa ms amplia; y por lo
tanto dar ms oportunidades formativas a la gente de nuestros barrios y pueblos.
Y por otra, el hecho de que entren varias personas adultas en la clase adems del
profesorado (cuya funcin es la de dinamizador) supone una mejora significativa de
la calidad educativa. Se aprende ms, y ms rpido. Podemos organizar el aula con
grupos interactivos. Hay ms diversidad de experiencias y conocimientos. Y se
fomenta el aprendizaje entre iguales, al igual que la solidaridad.
El voluntariado puede venir de mundos muy diversos: antiguas o actuales
personas participantes en la escuela o sus familiares, vecinos y vecinas del barrio;
personas que trabajan en diferentes universidades; estudiantes en prcticas que
provienen de diferentes facultades y escuelas universitarias, etc. De entre todos
182 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

estos perfiles, desde la Escuela de Personas Adultas de La Verneda-Sant Mart,


impulsamos y fomentamos prioritariamente la colaboracin de las personas que se
han formado en la propia Escuela.
Ftima, por ejemplo, empez en 2002 en el grupo de Neolectores de la
Escuela, y sigui estudiando hasta obtener el Graduado en Educacin Secundaria.
Paralelamente, fue descubriendo que poda participar de una manera activa en el
proyecto de la Escuela aportando todo lo que sabe, conjuntamente con las otras
personas participantes. De esta manera tambin se fue implicando en el Grupo de
Mujeres de la Escuela (es un grupo de mujeres participantes que debaten y formulan
propuestas sobre diferentes temas relacionados con la formacin y la mejora
general de la situacin de las mujeres) y desde el mismo ao que lleg, ha
participado en casi todos los Congresos Estatales e Internacionales de
Alfabetizacin, as como tambin en los Congresos de Tertulias Literarias Dialgicas.
Hace dos aos, cuando se lo permiti el trabajo, se anim a colaborar en el grupo
de alfabetizacin de la noche, una experiencia que le llen de sentido: Al hacer de
voluntaria pones ms atencin y t tambin aprendes de las otras personas. Me
gusta mucho, porque t sabes una cosa que ellos no saben, y ellos saben una cosa
que t no sabes. T aprendes de ellos y ellos de ti. En este grupo de alfabetizacin
participan muchas mujeres marroques, as que, el que ella estuviera como
colaboradora facilit su aprendizaje: A veces no saben el significado de las
palabras. Y t les das pistas en rabe para que las puedan entender.
Como vemos, una de las claves para que muchas personas que vienen a
aprender se queden despus a colaborar, se halla en el ambiente de las aulas: un
entorno de ayuda mutua se presta a que despus la gente quiera ayudar.
Un buen ejemplo de esto es Jian, que empez como colaborador de
castellano oral, y actualmente es el colaborador de las clases de chino. Un da fue
a buscar a su madre a la Escuela cuando sala del grupo de castellano oral, y los
dos decidieron quedarse al Grupo Multicultural que se reuna justo despus. Una
vez en el Grupo Multicultural, Jian conoci la Escuela. Y al ver el ambiente de
compaerismo, y que se necesitaban voluntarios, no tard nada en decidirse:
Pensaba: Yo he aprendido castellano. Pues yo ahora enseo. Es compartir la
experiencia y el conocimiento. Si a m me han dado un conocimiento, ellos tienen
derecho a tenerlo. Cmo se aprende, y las dinmicas que se generan en las clases
son, pues, fundamentales para crear este clima de convivencia y aprendizaje: Hay
gente de muchos pases diferentes. Y hay gente que tiene un nivel algo ms alto,
otros ms bajo, pero he tenido la experiencia de que la gente que tiene ms nivel
ayuda a la que tiene menos y as, el ambiente de trabajo es ms adecuado. Adems,
para muchas personas de la misma cultura, estos colaboradores se convierten en
referentes positivos y cambia mucho la motivacin para aprender: Ven un chino
que habla bien el castellano o el cataln, que t has llegado hasta este nivel. Y
entonces ven que ellos tambin pueden, y ya se marcan este objetivo.
Las Escuelas de personas Adultas son uno de los primeros puntos de
llegada cuando una persona inmigrante llega a nuestro pas, sobre todo para
aprender la lengua. Como dice Baye, un voluntario del Senegal, tener un espacio
de encuentro, de relacin, de solidaridad, ayuda a que las personas que acaban de
llegar se sientan ms acompaadas: La migracin es una parte muy dura de la vida
de la persona que lo hace. Llegas a un lugar como la Verneda, y te sientes acogido,
muy a gusto con todo lo qu ests haciendo. Es una gran familia para m, y por esto
llevo casi 8 aos colaborando en todo lo qu puedo. Tambin es el caso de Vinod,
un chico paquistan que lleg a Barcelona en 2009. Resulta que uno de los primeros
Manual de intervencin comunitaria en barrios 183

lugares donde acudi, fue a la Escuela, para aprender cataln y castellano. Desde
el primer momento se implic en el Grupo Multicultural de la Escuela y a partir de
aqu, el ao siguiente ya se ofreci a participar como voluntario en los cursos de
ingls inicial, donde contina. O Naumon, paquistan tambin, que despus de un
curso de castellano oral y de participar en diferentes actividades que organizaba la
Escuela, se anim a colaborar en las clases de informtica, porque es la carrera
que haba estudiado en su pas.
Esta realidad tan diversa es la que nos encontramos en nuestras entidades
y escuelas, la tenemos que saber aprovechar, porque es un recurso que puede
ayudar mucho a la mejora del aprendizaje de todos y todas. Es un buen ejemplo,
como el que las personas participantes en la tertulia literaria dialgica hayan
animado a Antoine (un chico senegals que empez con las clases de cataln y
despus sigui con la tertulia) a ayudar en las clases de francs, como modo de
poder ensear lo que sabe, y reforzar a la vez su aprendizaje del cataln y del
castellano. Las tertulias literarias dialgicas son encuentros de personas adultas
sin ttulos acadmicos, que leen, discuten y comparten los clsicos de la literatura
universal: desde el Romancero gitano de Lorca al Ulises de Joyce. A travs de un
dilogo igualitario, los participantes en estas reuniones desarrollan interpretaciones
nuevas y ms profundas de los textos clsicos; algo que no podan hacerlo solos,
transformando su proceso de aprendizaje y su vida personal (Serrano, Mirceva, &
Larena, 2010).
Y es que, igual que Vinod, o Antoine, muchas personas inmigrantes tienen
como segunda lengua el ingls o el francs, y este es un elemento muy interesante
que tener en cuenta. Desde hace tres aos, tiene xito el proyecto de intercambio
lingstico entre los participantes de castellano y cataln oral, y los participantes de
ingls y francs. As, por ejemplo, una persona inmigrante de Marruecos que quiere
aprender el cataln comparte una hora de conversacin con una persona
catalanohablante que quiere aprender el francs, y las dos desempean al mismo
tiempo los papeles de voluntarios y de aprendices, crean un vnculo de relacin
intercultural y consiguen acelerar ms el aprendizaje de la lengua.
Pero no todos son antiguos o actuales alumnos y alumnas. Gracias a la
difusin del boca-oreja, muchos vecinos se enteran de que muy cerca tienen un
espacio dnde colaborar. Por ejemplo, Amina es una chica marroqu de Vinars que
ha estudiado la carrera de Traduccin e Interpretacin, y que desde hace unos
meses vive cerca del barrio. Mientras estaba en el paro tena ganas de hacer
voluntariado, y a travs de una participante de la Escuela vecina suya nos conoci.
Y desde entonces ha colaborado en alfabetizacin y en la clase de terica del carn
de conducir: los chicos y las chicas marroques te preguntan y puedes traducir
bien. Ellos se sienten ms seguros y con ms confianza; ves que siempre quieren
que ests a su lado para poder aprender ms las cosas. Ahora est colaborando
en las clases de ingls: me gustan las clases, la gente, la multiculturalidad y la
participacin que hay.
Tambin es importante que nuestros proyectos educativos y sociales estn
abiertos a la participacin de todo el mundo. Desde el primer da en el que llegan a
la Escuela un participante o un voluntario, ya pueden participar en sus espacios de
decisin y aportar como uno ms en su funcionamiento. En todos estos espacios,
adems, intentamos que haya personas voluntarias que traduzcan simultneamente
lo que se va diciendo, para que todo el mundo vaya siguiendo las reuniones,
pudiendo tambin aportar y participar en igualdad. Nos encontramos as, Consejos
de Centro con intervenciones en cinco lenguas diferentes, y cmo esta diversidad
184 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

no es una dificultad ni una barrera, sino una oportunidad para tener ms riqueza de
argumentos.
Es en este sentido, que creemos y apostamos por reflejar en todos los
rganos de gobierno de nuestra Escuela la diversidad que nos encontramos en las
aulas y en la calle. Desde hace muchos aos, en las Juntas de las dos asociaciones
que gestionan la Escuela, gora y Heura, hay personas de diferentes culturas. Y en
estos momentos, por ejemplo, tenemos un presidente ecuatoriano y una
vicepresidenta marroqu.
Las personas colaboradoras, pues, tienen voz y voto en todos los rganos
de gobierno de la Escuela. Ser voluntario va ms all de colaborar en una clase.
Llegas y ya puedes participar activamente en todo. Es un funcionamiento que
genera mucha creacin de sentido.
Como hemos visto, el voluntariado genera mucha riqueza, y sobre todo un
mayor aprendizaje para el alumnado. Y la incorporacin de voluntariado inmigrante
adems, tiene un efecto muy importante hacia el entorno inmediato, que debemos
tener muy presente en la poca en que vivimos: las personas de otras culturas no
son vistas como un problema, sino como una ayuda para aprender ms.

Bibliografa

Aubert, A.; Flecha, A.; Garca, C.; Flecha, R.; & Racionero, S. (2008). Aprendizaje
dialgico en la sociedad de la informacin. Barcelona: Hipatia.
Comer, J. P.; Haynes, N. M.; Joyner, E. T.; & Ben-Avie, M. (1996). Rallying the
Whole Village: The Comer Process for Reforming Education. Nueva York:
Teachers College Press.
Comer, J. P. et al. (Ed.) (1999). Child by Child. The Comer process for change in
Education. Nueva York: Teachers College Press.
Center for Research in Theories and Practices That Overcome Inequalities (CREA)
(2006-2011). INCLUD-ED: Strategies for inclusion and social cohesion from
education in Europe, FP6 028603-2. Sixth Framework Programme. Priority 7
Citizens and governance in a knowledge-based society. European Commission.
Elboj, C.; Puigdellvol, I.; Soler, M. & Valls, R. (2002). Comunidades de aprendizaje.
Transformar la educacin. Barcelona: Gra.
Flecha, R. (1999). Compartiendo palabras. Barcelona: Paids.
Flecha, R. & Garca, C. (2007). Prevencin de conflictos en las comunidades de
aprendizaje. Revista Idea La Mancha: Revista de Educacin de Castilla-La
Mancha, 4, 72-76.
Giner, E. (2011). Amistad deseada. Aportaciones de Jess Gmez y Ramn
Flecha que estn acercando la realidad a nuestros sueos. Barcelona: Hipatia
Editorial.
INCLUD-ED Consortium. (2009). Actions for success in schools in Europe.
Brussels: European Commission.
Levin, H. M. (1987). New Schools for the Disadvantaged. Teacher Education
Quarterly, num. 14, p. 60-83.
Levin, H. M. (1993). The accelerated schools resource guide. San Francisco:
Jossey-Bass Publishers.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 185

Levin, H. M. et al. (1995). Volver a pensar la educacin. Vol II: Prcticas y discursos
educativos. En Congreso Internacional de Didctica. Madrid: Ediciones Morata.
La Corua: Fundacin Paideia.
Oliver, E. & Gatt, S. (2010). De los actos comunicativos de poder a los actos
comunicativos dialgicos en las aulas organizadas en grupos interactivos. Special
Issue: Communicative acts for social inclusion. Signos, 43(2), 279-294.
Racionero, S. & Serradell, O. (2005): Antecedentes de las Comunidades de
Aprendizaje. Educar, 35, pp. 29-40. Barcelona: UAB.
Racionero, S. & Valls, R. (2007). Dialogic learning: A communicative approach to
teaching and learning. En J. Kincheloe & R. Horn (Eds.) The praeger handbook
of education and psychology (pp. 548-557). Wesport, Connecticut: Greenwood
Publishers.
Snchez, M. (1999). La Verneda Sant Mart: A School where People Dare to
Dream. Harvard Educational Review, num. 69 (3), p. 320-335. Cambridge, MA:
Harvard University.
Serrano, M.A., Mirceva, J., & Larena, R. (2010). Dialogic Imagination in Literacy
Development, Revista de Psicodidctica, 15 (2), 191-205
Slavin, R. E. en un Consejo de Centro (1996a). Every child, every school: success
for all. Thousand Oaks (California): Corwin Press.
Slavin, R. E. et al. (1996b). Education for all. Exton: Swets & Zeitlinger Publishers.
Slavin, R. E. & Olatokunbo, S.F. (1998). Show me the evidence! Proven and
promising programs for Americas schools. Thousand Oaks (California): Corwin
Press.
Valls, R. & Munt, A. (2010). Las claves del aprendizaje dialgico en las
Comunidades de Aprendizaje. Revista Interuniversitaria de Formacin del
Profesorado, 14(64,1), 11-15
186 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

CAPTULO
OCTAVO:

Deconstruccin de
rumores y prejuicios: la
Xarxa BCN antirumors
del Ayuntamiento de
Barcelona

Autores: Ramon Sanahuja i Vlez, Marif Caldern Paz,


Cristina Velsquez Traipe, Rafael Besoli Minguella y Carolina
Astudillo Beals46

46
Programa Bcn Interculturalitat. Direcci de Serveis dImmigraci i Interculturalitat.
Ajuntament de Barcelona.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 187

1 Problemtica detectada: por qu es necesaria


una estrategia anti-rumores?

1.1 El punto de partida

La Estrategia BCN Anti-rumores es una de las lneas de trabajo propuestas por


el Plan BCN Interculturalidad47, que se aprob en marzo de 2010, y que planteaba una
estrategia de ciudad para entender y abordar la convivencia en la diversidad.
El Plan se enmarcaba en un contexto de aumento notable de la diversidad
sociocultural en la ciudad. Este nuevo escenario socio-demogrfico planteaba (y
sigue planteando) nuevos y complejos retos para la convivencia y la cohesin social,
pero tambin nuevas y enriquecedoras oportunidades. En funcin de cmo se
interpretase y se abordase esta nueva realidad, prevaleceran unos factores u otros
y, por lo tanto, se generara mayores o menores dificultades a la hora de consolidar
un modelo de convivencia en la diversidad.
Teniendo en cuenta estos aspectos, en 2009 se inici el proceso de
elaboracin del Plan BCN Interculturalidad, teniendo siempre como gua una
cuestin medular que iba ms all de la gestin del hecho migratorio y de la
profundizacin de las polticas de acogida. El Plan fue crendose, bsicamente, en
torno a una pregunta central: cmo queremos convivir en la diversidad.
Para realizar la diagnosis y establecer propuestas que permitiesen responder
a la pregunta central del Plan, se articul un proceso participativo a diferentes
niveles que gir en torno a las 5 preguntas del Plan. A travs de este proceso
consultivo abierto a la ciudadana, se plantearon cinco grandes temas generales:
1) la valoracin de la diversidad, 2) las dificultades identificadas para la
interaccin, 3) los factores facilitadores de la interaccin, 4) los elementos comunes
propios de todos los barceloneses y barcelonesas, y, 5) la identificacin de espacios
reales de interculturalidad en la ciudad de Barcelona48.
Para el caso que nos ocupa, la Estratgia BCN Antirumors, la pregunta clave
fue: Qu factores dificultan las relaciones de convivencia entre los habitantes de
Barcelona con orgenes culturales diversos? Un 48,1% de las ms de 1.000
persones a les que se les formul esta cuestin respondi que los principales factores
que dificultaban la convivencia en la diversidad eran: el desconocimiento del otro/a; y
los rumores, estereotipos y prejuicios existentes sobre ese/a otro/a desconocido/a.
Resultaba evidente, por tanto, que el Plan BCN Interculturalidad deba
acoger entre sus propuestas la creacin de una estrategia destinada a combatir los
rumores y estereotipos sobre diversidad cultural. Y as qued recogido en uno de
los 10 ejes de actuacin que articulan el Plan BCN Interculturalidad. Concretamente
es en el eje 8, titulado Rumores y estereotipos: del estereotipo al conocimiento,
donde se plantean una serie de objetivos y medidas para combatir y prevenir los
rumores y estereotipos hacia la poblacin de origen cultural diverso.
De manera ms especfica, el punto 8.3 del Plan propone: el Diseo de una
estrategia de ciudad contra los rumores negativos y sin fundamento que dificultan
la convivencia en la diversidad, a partir del trabajo en red con diferentes actores y
entidades sociales, promoviendo la figura del agente activo anti-rumores.49

47
Pla BCN Interculturalitat. Ajuntament de Barcelona. Disponible online el 12 de noviembre de 2012 en la
pgina Web: http://www.interculturalitat.cat
48
Ibd. P. 17.
49
Ibd. P. 50
188 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

1.2 La necesidad de una estrategia anti-rumores

Apostar por una ciudad cuyo modelo de convivencia sea intercultural,


implica estar alerta a todos aquellos elementos y factores que puedan contribuir a
la segregacin, la desconfianza, y por lo tanto, a la conflictividad social.
Los rumores, si no se trabajan, pueden tener consecuencias graves para la
sociedad. A corto plazo, provocan desconfianza hacia determinados grupos
sociales, a los que se puede llegar a aislar. A medio plazo, suponen agravios
comparativos entre colectivos que acaban generando resentimiento. Por ltimo, a
largo plazo, el rumor puede provocar el rechazo a todo un colectivo50.
El rumor, en definitiva, instala la desconfianza en la sociedad; lo que puede
llevar a la ruptura de la convivencia y a la prdida del respeto por la diversidad51.
As, la principal consecuencia del rumor es la contaminacin de la convivencia
social: pueden aparecer comportamientos negativos hacia otras personas,
colectivos, etc.; que acaben convirtindose en un mecanismo de control e incluso
de represin.
El rumor se alimenta con la falta de reaccin de sus seguidores del rumor, a
quienes no les interesa la veracidad o no del mensaje. Simplemente lo creen y lo
difunden, entre otras cosas porque se adecua a las concepciones previas de quien
los acepta52. Por ello es fundamental desactivarlo y, en la medida de lo posible,
restaurar el equilibrio y la percepcin positiva tanto de la diversidad como de
la cohesin social.
Por todo ello, la Estratgia BCN Antirumors se plantea como principales
objetivos de trabajo:

a Desmontar y detener los rumores y estereotipos que afectan a la


convivencia.
b Visibilizar de manera positiva la diversidad.
c Prevenir la propagacin de nuevos rumores y la creacin de estereotipos,
prejuicios y actitudes discriminatorias.
d Facilitar la interaccin positiva entre persones que pertenecen a
diferentes colectivos para favorecer de este modo un contexto de no
propagacin de rumores.

1.3 Destinatarios de la Estrategia

Resulta especialmente importante distinguir entre aquellos profesionales,


agentes sociales y ciudadana sensibilizada que pueden convertirse en agente anti-
rumor, y por tanto ser sujeto activo de la campaa, y la ciudadana de Barcelona
como objeto y destinataria de la campaa. Este segundo grupo est
conformado por personas corrientes que no elaboran una posicin crtica frente a
los rumores dominantes a nivel de calle, tendiendo a reproducirlos sin cuestionarlos
ni adoptar una actitud reflexiva frente a los mismos.

50
Com Abordar els rumors. Manual per comprendrels i dissenyar estratgies per contenir-los. Diputaci de
Barcelona. 2010. P. 29
51
Ibd. P. 57
52
Guia Prctica per a lAgent Antirumors. Com combatre els rumors i estereotips sobre diversitat cultural a
Barcelona, Ajuntament de Barcelona. 2011. P.31
Manual de intervencin comunitaria en barrios 189

Habra que distinguir entre diferentes subgrupos-objetivo en el gran grupo de la


ciudadana no sensibilizada, como ayuda para definir herramientas y mensajes especficos
que maximicen las probabilidades de xito del proyecto. En el caso de Barcelona, se han
definido algunos subgrupos, de los que se citan dos ejemplos concretos:

Los jvenes: para los que se han creado actividades anti-rumores ad hoc,
como por ejemplo el taller de hip-hop Rimando rumores.
Los trabajadores de la administracin pblica: se ha incluido un mdulo
anti-rumores en la formacin que se les ofrece sobre gestin de la
diversidad cultural.

Los colectivos migrantes tambin tienen prejuicios respecto a otros grupos


inmigrantes y respecto a los autctonos. Cabe contar entre los subgrupos-objetivo
a: jvenes, personas de la tercera edad, trabajadores del sistema sanitario,
profesores, dependientes, etc. Como norma general, se deben adaptar las
herramientas y acciones en funcin del pblico destinatario (talleres de teatro que
incluyan la memoria histrica para personas de la tercera edad, formacin especfica
para profesionales de la educacin como profesorado y personal directivo, etc.).

1.4 Sujetos comunicadores de la Estrategia

Este proyecto, an estando impulsado por un ayuntamiento, debe contar


con colaboradores procedentes de diferentes mbitos sociales y cvicos para poder
conseguir sus objetivos estratgicos. La administracin pblica no tiene suficiente
credibilidad por s sola para combatir los rumores y estereotipos. En ese sentido,
hay que hacer un esfuerzo por incorporar en la campaa a:

Asociaciones y ONGs: en particular aquellas que tengan una alta


incidencia territorial y tengan un prestigio vecinal.
Los lderes locales y vecinales: cuentan con la confianza del vecindario, y
no son sospechosos de tener algn inters en defender determinadas
ideas que puedan resultar contrarias a la opinin pblica generalizada.
Personajes famosos y comunicadores: complicidad de referentes
comunicativos, por su alcance meditico
Medios de comunicacin: indispensable la colaboracin de los medios
generalistas, porque tienen una incidencia imposible de conseguir con
campaas territorializadas.

2 Qu mensajes estn perjudicando la convivencia?

2.1 Antecedentes

Una de las primeras tareas emprendidas por la Estratgia BCN Antirumors


fue la deteccin de mensajes sin fundamento que circulaban entre la ciudadana
y los medios de comunicacin, y que perjudicaban la convivencia en la diversidad.
El documento resultante de esta investigacin fue el Manual para combatir
rumores y estereotipos sobre diversidad cultural en Barcelona53. Este documento

53
Cfr. http://bcnantirumors.cat/quisom/materials-de-la-xarxa/guia/manual-combatre-rumors-i-este-
reotips-sobre-diversitat-cultural-bar
190 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

de trabajo recoge los principales rumores y estereotipos sobre diversidad en la


ciudad. Es una herramienta prctica a partir de la cual se han desarrollado una serie
de acciones comunicativas y de sensibilizacin.
En el Manual se recogen los 12 principales rumores sobre la inmigracin
detectados en Barcelona:

1 Llegada de inmigrantes: Nos estn invadiendo.


2 Sistema de Bienestar: Copan las ayudas sociales.
3 Impuestos: No pagan impuestos.
4 Comercio: Reciben ayudas para abrir comercios; no los inspeccionan.
5 Sistema sanitario: Abusan de los servicios sanitarios y colapsan las
urgencias.
6 Identidad: Estamos perdiendo la identidad.
7 Convivencia y civismo: No conocen las normas; son incvicos.
8 Vivienda: Viven apiados y bajan el nivel de los pisos.
9 Sistema educativo: Bajan el nivel de las escuelas.
10 Espacio pblico: Sobre-ocupan y hacen mal uso del espacio pblico.
11 Trabajo y formacin: No tienen formacin; nos quitan el trabajo.
12 Integracin: Son una carga y no se quieren integrar.

Cada rumor se analiza en un captulo propio, a travs de dramatizaciones


contextualizadas en Barcelona, y protagonizadas por dos personajes: Rosita y
Blanca (una anciana y la mujer peruana que la cuida). Estas pequeas historias
permiten reflejar cmo se integran los rumores y estereotipos en nuestras
conversaciones y en las situaciones ms cotidianas.
Al final de cada captulo se incluye una batera de informaciones
denominada Sabas que..., y se recogen datos estadsticos y objetivos que, desde
el rigor, permiten desmontar el (dbil) entramado argumental sobre el que se
sustenta el rumor tratado.

2.2 Evolucin

El Manual naci ya como un documento provisional, que se revisa y


actualiza de forma peridica. Est, por tanto, en continua construccin: trabajar la
rumorologa en torno a la diversidad cultural, principalmente en un contexto de crisis
como el actual, exige que los rumores circulantes y la informacin que los sustenta
sean revisados de manera peridica. Solo as es posible reaccionar ante su
capacidad para cambiar, mutar y adaptarse a la contingencia del momento.
Por ello, los 12 rumores iniciales, que han sido la base del trabajo
desarrollado hasta ahora, se encuentran actualmente en proceso de revisin y de
redefinicin. Atendiendo al efecto que tienen los cambios econmicos y
demogrficos relacionados con la crisis econmica en la convivencia, la Estrategia
ha dibujado un nuevo mapa de rumores. En l se reordenan rumores anteriores y
se introducen nuevos frentes sobre los que se considera conveniente actuar:

1 Ayudas y prestaciones sociales


2 Sistema sanitario
3 Educacin
4 Comercio
Manual de intervencin comunitaria en barrios 191

5 Convivencia
5.1 Integracin social
5.2 Cumplimiento de leyes y normas
6 Mercado laboral
7 Estereotipos sobre mujeres migradas
8 Estereotipos jvenes de origen inmigrado / hijos e hijas de personas
migradas
9 Estereotipos sobre las religiones, en particular el Islam.
10 Datos sobre la aportacin econmica de los inmigrantes al sistema
social y econmico de acogida

Este proceso de revisin constante ha puesto tambin sobre la mesa la


discusin en torno a la bidireccionalidad de los rumores y la necesidad de trabajar
en esta lnea. Y es que conviene no olvidar que tambin existen rumores de la
poblacin migrada hacia la poblacin autctona, as como entre los diferentes
colectivos de poblacin extranjera.
Afortunadamente, una de las fortalezas de la Estratgia BCN Antirumors es
el trabajo en red. Actualmente se encuentra en proceso de elaboracin un Manual
sobre rumores y estereotipos entre colectivos cuya realizacin corre a cargo de
unas de las entidades colaboradoras de la Estrategia.
Estas colaboraciones, sin las cuales sera imposible implementar
territorialmente la accin comunicativa y de sensibilizacin de la Estrategia, se
articulan a travs de la Xarxa BCN antirumors, que se describe a continuacin.

3 Cmo funciona la Estratgia BCN Antirumors?

3.1 La estrategia y sus ejes de trabajo

Esta iniciativa, definida como una estrategia de comunicacin y


sensibilizacin, se sustenta en tres ejes: la Xarxa BCN Antirumors, materiales y
recursos y el trabajo con los medios de comunicacin.

3.1.1 La Xarxa BCN antirumors

Para llevar a cabo los objetivos de la Estrategia, ha sido clave la


conformacin de la Xarxa BCN Antirumors, impulsada en julio de 2010 por el
Ayuntamiento de Barcelona a peticin del numeroso tejido asociativo de la ciudad
implicado en el proceso de elaboracin del Plan.
Pensar en una estrategia de ciudad requera, sin duda, de la complicidad
de una base asociativa potente e implicada, que diera validez y solidez a las
propuestas de trabajo, y que permitiese crear sinergias para optimizar tanto los
recursos generados como los ya existentes. Esto ha permitido poner en valor,
interconectar y aprovechar el conocimiento y las experiencias de las entidades
implicadas.
La composicin de la Xarxa BCN Antirumors ha ido cambiando
considerablemente a lo largo del tiempo: comenz acogiendo a unos 65 miembros
(entre entidades, equipamientos municipales y personas a ttulo individual), todos
ellos muy vinculadas a mbitos relacionados con la inmigracin, la dinamizacin
cultural e intercultural, etc.
192 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

A da de hoy, la red cuenta con ms de 320 miembros, un crecimiento que


no solo ha sido cuantitativo. La red ha crecido tambin en diversidad: ya no la
forman nicamente entidades de los mbitos antes mencionados, sino que se han
incorporado a la lucha contra los rumores nuevos actores vinculados a los medios
de comunicacin, la creacin audiovisual, el comercio o la cooperacin
internacional. Tambin es destacable la adhesin de personas a ttulo individual, no
asociadas ni vinculadas al mbito de la inmigracin, que han mostrado su inters y
colaboracin por participar en la red
Tambin han evolucionado considerablemente las dinmicas de
funcionamiento de la red. Inicialmente, y con el objetivo de definir qu acciones era
necesario llevar a cabo, se cont con un grupo aproximado de 30 entidades (Grupo
ejecutivo). Su alto nivel de implicacin permiti trazar las primeras lneas de trabajo
de la Estrategia, cuyo resultado fue la elaboracin y distribucin de diversos
materiales de sensibilizacin.

Evaluacin y Plan de Accin

Tras un ao de funcionamiento, la Red inici un proceso de revisin y


evaluacin de los resultados obtenidos. Para ello, se form una Comisin Directora
que, con la participacin de las entidades del Grupo Ejecutivo, organiz una
Jornada de trabajo de la red, de la cual surgi el Plan de Accin 2012-201454,
la hoja de ruta a seguir durante los prximos dos aos.
Este Plan contempla alrededor de 41 acciones a desarrollar, agrupadas en
4 grandes mbitos de actuacin: Educacin, Formacin, Sensibilizacin y Medios
de Comunicacin. Adems, el Plan define 3 objetivos transversales:

1 Vincular colaboradores estratgicos de alta incidencia para difundir


la informacin, hacer uso de los materiales y llevar a cabo acciones
especficas.
En este sentido, se plantea establecer alianzas colaborativas y
estratgicas con mbitos claves como: educacin (AMPAS,
profesorado), comercio, asociacionismo vecinal, etc. En la misma
lnea, y como tctica para diversificar la Red en el mbito asociativo, se
hace necesario promover la vinculacin de las entidades que
tradicionalmente no han estado implicadas en temas de inmigracin,
diversidad, acogida o interculturalidad.

2 Territorializacin de la estrategia con planes de trabajo especficos


y formatos de actividades ad hoc
Esta es una de las lneas importantes de actuacin en estos momentos:
atender la realidad particular de cada barrio/distrito, y plantear
propuestas concretas de trabajo atendiendo a dicha realidad.

3 Multidireccionalidad de los rumores, prejuicios y estereotipos


Como ya hemos mencionado anteriormente, se hace necesario
comenzar a trabajar en esta lnea y ampliar el foco de actuacin.

54
http://www.bcnantirumors.cat/quisom/xarxa-bcn-antirumors
Manual de intervencin comunitaria en barrios 193

Estructura de la Red BCN Antirumors

Esta redefinicin de objetivos y mbitos de actuacin ha implicado tambin


una reorganizacin interna de la Red, que actualmente cuenta con:

La mencionada Comisin Directora: un grupo formado por 5 entidades


que acta como puente entre el resto de miembros de la Red y la Oficina
Tcnica de la Estrategia (Ayuntamiento). La Comisin Directora, en este
proceso de implantacin de las diferentes acciones a desarrollar, tendr
tambin la importante misin de elaborar conjuntamente con la Oficina
Tcnica un Plan de Seguimiento y evaluacin del Plan de Accin.
Dos Comisiones de trabajo: Comisin de educacin y formacin, y
Comisin de Sensibilizacin y Medios de comunicacin; cuya funcin
consiste en desarrollar las acciones propuestas por el Plan de Accin

Cada Comisin cuenta con sus respectivos grupos de trabajo, responsables


de la planificacin, y en algunos casos de la ejecucin de las acciones. A la vez,
son agentes claves para garantizar el impacto territorial de la Estrategia: desde su
posicin en el tejido asociativo, cultural y comunicativo de la ciudad tienen un
contacto ms directo con la ciudadana y, a la vez, permiten adecuar las acciones
a la realidad de cada barrio.
Conviene aclarar que la Xarxa BCN Antirumors no pretende ser el nico
marco desde el cual se impulsen o desarrollen actuaciones interculturales. La
direccin de Inmigracin e Interculturalidad del Ayuntamiento de Barcelona tambin
ha abierto una lnea de subvencin que apoya iniciativas nacidas fuera de la
Estrategia, pero estrechamente vinculadas a su filosofa y objetivos principales. Es
el caso, por ejemplo, de programas de radio; proyectos que intentan vincular grupos
de mujeres de diferentes edades, procedencias y barrios; o iniciativas que potencian
la convivencia comunitaria, involucrando al mayor nmero de entidades y habitantes
de un territorio, consiguiendo as un fuerte impacto a nivel vecinal y comunitario.

3.1.2 Materiales y recursos

Desde sus inicios, la Estrategia ha trabajado en la elaboracin de materiales


y en la implementacin de herramientas accesibles para todo aquel que quiera
trabajar en la desarticulacin de rumores y estereotipos.
Estos materiales comunicativos cumplen dos funciones principales: informar
y sensibilizar. Aportan datos anti-rumor con rigor, pero sin renunciar a un tono
cercano y constructivo que permita realizar un trabajo de proximidad, de
sensibilizacin basada en el dilogo cara a cara.

La Estrategia ofrece:
Formacin. Curso gratuito para Agentes Anti-rumores:
La interculturalidad, una respuesta a los rumores y estereotipos

Ciclos formativos de 12 horas que se iniciaron en mayo de 2010. Estas


sesiones ofrecen, desde una perspectiva multidisciplinar, informacin, pautas
relacionales y herramientas comunicativas destinadas a desactivar rumores.
194 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Sus principales objetivos son:

Reflexionar sobre los conceptos de cultura y diversidad


Analizar los procesos de creacin y potenciacin de estereotipos, rumores
y prejuicios
Ofrecer herramientas para el trabajo, la gestin y el tratamiento de los
estereotipos y rumores
Adquirir de forma vivencial habilidades anti-rumor prcticas para aplicarlas
en el dilogo cara a cara

El objetivo de estos cursos es la creacin de la figura del agente anti-


rumores, fundamental para la ejecucin y refuerzo de la Estrategia.
La formacin permite que estos agentes aprendan a implementar el discurso
anti-rumor en cuatro mbitos de accin y sensibilizacin diferenciados: en el dilogo
interpersonal, dentro de la entidad a la que pueda pertenecer, en los medios de
comunicacin y en el trabajo en red55.
El agente anti-rumores deber actuar tambin como caja de resonancia y
como elemento capilar en los barrios para presentar la informacin anti-rumores
objetiva. A la vez, en la formacin adquiere las herramientas necesarias para
detectar el surgimiento de nuevos rumores o estereotipos. De este modo, el agente
anti-rumor permite implementar y, a la vez, contribuir a la actualizacin de los
objetivos y lneas de actuacin de la Estrategia.
Dentro del mbito de la formacin, es importante destacar que a partir de
2012 se incorporan nuevos formatos con el objetivo de reforzar la figura del agente
anti-rumores y, a la vez, llegar a algunos de los sectores claves identificados dentro
del Plan de Accin de la Red.

Formacin de Agentes ya formados: Actualizacin de conocimientos y


materiales para aquellos agentes formados en anteriores ediciones. Permite
reflexionar sobre los nuevos retos y desafos de la tarea del agente anti-rumor.
Formacin dirigida al profesorado: Aporta herramientas y estrategias
para abordar el tratamiento de rumores dentro de la comunidad educativa.
Oferta formativa reconocida y incorporada al Plan de formacin del
Departament dEnsenyament de la Generaliat de Catalunya.
Formacin de formadores: Surge con el objetivo de dar ms autonoma
y herramientas al agente anti-rumores, para que pueda replicar la
formacin en su espacio de accin. Se pretende que el agente anti-rumor
sea tambin un agente capacitador.
Formacin territorializada: Adeca sus contenidos a la realidad del
territorio de intervencin.

Catalogo de actividades anti-rumores


El objetivo del Catlogo56 es recoger actividades de sensibilizacin y
educacin ciudadana para luchar contra los rumores y estereotipos sobre
la diversidad cultural, y ponerlas gratuitamente a disposicin de las

55
Guia Prctica per a lAgent Antirumors. Com combatre els rumors i estereotips sobre diversitat cultural a
Barcelona. Ajuntament de Barcelona. 2011. P.113
56
Material disponible online el 12 de noviembre de 2012 en la pgina Web:
http://www.bcnantirumors.cat/quisom/materials-de-la-xarxa
Manual de intervencin comunitaria en barrios 195

entidades, los servicios y equipamientos de Barcelona que deseen trabajar


por la convivencia intercultural y la cohesin social.
Junto a la formacin territorializada, es una importante herramienta para
trabajar de forma ms directa en los barrios, atendiendo a su particular
realidad.

Manual para combatir rumores y estereotipos sobre diversidad cultural


en Barcelona.
Como se coment en el apartado de antecedentes, es un material de base,
en constante evolucin y construccin, cuyos objetivos son: radiografiar los
rumores y estereotipos actuales, y aportar datos estadsticos y argumentos
que los desmienten. Como contenedor de datos, es la base a partir de la
cual se generan otros materiales que se detalla a continuacin.

Cmic anti-rumores: Blanca Rosita Barcelona57


A travs de una mujer mayor (Rosita) y su cuidadora de origen peruano (la
Blanca), la obra analiza los principales rumores sobre diversidad cultural
contextualizndolos en un entorno cotidiano. Es, en resumidas cuentas, la
versin grfica de algunos de los captulos del Manual descrito
anteriormente.
El cmic, creado por el dibujante Miguel Gallardo, se compone de cinco
captulos (en noviembre de 2012 se han editado dos). Cada captulo se
cierra con una recopilacin de datos que evidencian la falsedad de los
rumores tratados.

Trptico Rumores de bolsillo58


El trptico recoge los datos ms destacados del Manual, en un formato ms
ameno y gil. Est disponible en formatos: papel y digital.

Gua prctica para desmontar rumores y estereotipos59


La gua est orientada a la capacitacin para la sensibilizacin. Se propone:
aportar una herramienta de apoyo para entrenar las habilidades y las actitudes
que favorecen la sensibilizacin basada en el dilogo, as como dar una base
de conocimientos slida a los agentes anti-rumores. Su contexto de aplicacin
es la relacin interpersonal cara a cara en el da a da.

La web www.bcn.cat/antirumors
Es el canal principal de difusin de las campaas para combatir rumores y
estereotipos

La web es un espacio multifuncional, que difunde:

Actividades impulsadas desde las entidades de la Red, siempre abiertas


a la participacin ciudadana.

57
Material disponible online el 12 de noviembre de 2012 en la pgina Web:
http://www.bcnantirumors.cat/quisom/materials-de-la-xarxa
58
Material disponible online el 12 de noviembre de 2012 en la pgina Web:
http://www.bcnantirumors.cat/quisom/materials-de-la-xarxa
59
http://www.bcnantirumors.cat/quisom/materials-de-la-xarxa
196 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Documentos, informes y noticias que ayudan a la reflexin con datos


precisos y reales.
Propuestas de accin que animan a actuar, desde el mbito ms prximo,
contra la generacin y propagacin de rumores y estereotipos (por
ejemplo, los vdeos virales que se describen en el punto 9).
Adems, dispone de una agenda de actos y conexin con facebook y
twitter.

Campaas virales con power points en formato vdeo


Cada Power Point-vdeo trata de un tema especfico, contrastando
percepcin y realidad, con datos objetivos que desmienten la percepcin
existente. La plataforma de alojamiento de los vdeos es la web anti-rumores
y el canal YouTube, y se cuenta con el apoyo en la difusin de todos los
miembros de la Red BCN anti-rumores.
Cuando se genera uno de estos vdeos se reenva a la Red; la cual, lo reenva
a su vez a travs de sus canales, consiguiendo as una viralidad que acte
como contrapeso y respuesta a numerosos rumores que tambin
aprovechan internet para distribuirse de manera masiva

Los vdeos anti-rumores


Una serie de 6 videos anti-rumores con personajes que abordan 6 de los
rumores identificados ms frecuentes y que, a partir del humor y situaciones
pardicas y cotidianas, invitan a reflexionar sobre la falsedad de los rumores,
e incluso lo absurdo que pueden llegar a ser sus planteamientos.

Debates Ciudadanos Como vivimos juntos en la diversidad?


El debate ciudadano se cre como actividad estratgica en los territorios
para facilitar un espacio de reflexin, debate y expresin en torno a la
inmigracin y la convivencia intercultural. Se organizaron en centros cvicos,
bibliotecas, centros de barrio, entidades y aulas de aprendizaje del cataln
del Consorci de Normalitzaci Lingstica, muchos de ellos en colaboracin
con entidades de barrio.

La lnea de subvenciones de dilogo intercultural


Apoyo a las acciones anti-rumores de las propias entidades

Acciones de sensibilizacin especfica


Se realizaron 12 acciones de teatro interactivo de calle en los espacios
naturales de trfico de ciudadanos / as: mercados, fiestas ciudadanas... Su
objetivo era trabajar la proximidad de la Estrategia: haciendo llegar la
informacin anti-rumores de una forma ldica y estableciendo contacto
personal.

3.1.3 Medios de comunicacin: buscando la colaboracin de los medios

Aunque la Estrategia dispone de sus propios canales comunicativos y de


difusin (web, redes sociales, equipamientos, entidades), y aunque su concepto
comunicativo se acerca ms al dilogo que al eslogan o el gran mensaje
multimeditico, era evidente que se precisaba definir pautas de relacin con los
medios de comunicacin.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 197

A travs de ellos, sean de carcter generalista o local, la Estrategia puede


plantearse llegar a espacios comunicativos ms amplios y diversos.
En esa tarea, por otro lado, la Estrategia no prioriza lo generalista sobre lo local.
Ambos niveles son, no solo compatibles, sino necesariamente complementarios:
determinadas comunicaciones tienen sentido en determinado tipo de medios.
As, por ejemplo, se realizaron unas cuas radiofnicas con datos anti-rumor
que encontraron acomodo en redes locales de radio. En cambio, para la
presentacin de los cmics anti-rumor se consider que, dadas las caractersticas
del producto, tena sentido buscar repercusin en la prensa generalista.
En este caso concreto, la Estrategia y la Xarxa BCN Antirumors consiguieron
conectar por primera vez de manera masiva con la ciudadana a travs del
seguimiento informativo que la presentacin del cmic tuvo en los principales
diarios y canales televisivos de Barcelona.
Lo anteriormente descrito refleja, sin embargo, solo una de las dos pautas
de relacin que la Estrategia se plantea mantener con los medios de comunicacin.
Esas pautas de relacin son:

1 Considerar a los medios como receptculo y aliado difusor de


campaas, noticias y actividades anti-rumor. En este punto se incluiran
las acciones comunicativas anteriormente expuestas. Es importante
destacar que esta relacin no entiende a los medios solo como espacios
para acoger campaas y mensajes anti-rumor. La Estrategia genera
argumentos, pero tambin dinmicas y actividades cvicas que,
convertidas en noticias, tambin pueden ocupar el espacio informativo.

As pues, desde la Estrategia no solo se coordina la difusin de campaas


anti-rumor ms o menos puntuales en los medios de comunicacin. Tambin se
mantiene con ellos un contacto continuo a travs de notas de prensa,
convocatorias, propuestas de entrevistas a agentes anti-rumor, etc.
Sin ser explcitamente una campaa, este goteo continuo de noticias
relacionadas con la Estrategia permite consolidar y mantener la presencia del
concepto rumor/anti-rumor en el ecosistema comunicativo de la ciudad.

2 Estableciendo un monitorizaje constructivo que ayude a erradicar


mensajes y tratamientos informativos que, por su impacto generalista,
consolidan rumores y estereotipos sobre diversidad cultural.

Este ha sido (y sigue siendo) uno de los puntos ms discutidos dentro de la


Xarxa BCN Antirumors: cmo debe actuar la Estrategia cuando se refleja la
diversidad cultural en los medios de comunicacin de manera poco matizada o
irresponsable? Debemos actuar como denunciadores de malas prcticas?
Sin duda, la Estrategia no puede permanecer ajena a las, por desgracia, muy
comunes malas prcticas informativas que, incluso obviando las propias
recomendaciones de asociaciones y colegios de periodistas, tien la informacin
sobre la inmigracin de tonos sensacionalistas, cuando no directamente xenfobos.
Tras un amplio proceso de debate, se ha definido una lnea de actuacin
para estos casos que est acorde con el carcter dialogante y constructivo que
define a la Estrategia. La confrontacin con los medios de comunicacin resultara
contraproducente: debemos considerarlos aliados, no enemigos. Adems, no
siempre las malas prcticas informativas nacen de actitudes premeditadas, por lo
198 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

que una reaccin de confrontacin puede ser injusta y mal interpretada.


La misma profesin periodstica reconoce que necesita adecuarse y
disponer de nuevas herramientas para poder integrar el discurso de la diversidad a
su tarea comunicativa.
Aqu pues es donde quiere situarse la Estrategia: ayudando a la reflexin y
la autocrtica. Por ello, entre las medidas recogidas en el Plan de Accin se
especifica la necesidad de participar en los espacios de representacin, formacin
y autocontrol periodstico (en el caso de Catalunya: el CAC/Consell de lAudiovisual
de Catalunya/Mesa per a la Diversitat, Collegi de Periodistes, Sindicat de
Periodistes, Facultades de Comunicacin). Desde estos mbitos, y ofreciendo los
recursos de la Estrategia o generando algunos especficos, se pretende colaborar
en la mejora de las prcticas comunicativas.

4 Evaluacin

Reflexiones:

Desde sus inicios, la estrategia ha contado con una gran acogida, as


como con una alta implicacin y participacin de todos los miembros de
la red.
Cabe destacar tambin la excelente acogida: no solo de los miembros de
la red, sino tambin de sectores y entidades que no forman parte de la
Red, pero que consideran clave trabajar contra los rumores y estereotipos.
En muchas ocasiones, el alta demanda de formacin y materiales, etc. ha
superado la oferta disponible.
Siguiendo con el punto anterior, esta demanda tan elevada no procede
exclusivamente de Barcelona. En el resto de Catalua, Espaa, y desde
organismos europeos se ha contactado con la Estrategia demandando
informacin sobre sus actividades y objetivos. Una muy buena noticia, es
el convenio de colaboracin firmado entre la Diputaci de Barcelona,
lAjuntament de Barcelona y la Generalitat de Catalunya para compartir
recursos, informacin y estrategias con el objetivo comn de combatir
rumores, prejuicios y estereotipos.
Seguir contando, dos aos despus de su inicio, con una altsima
implicacin de sus miembros, a la vez que con nuevas incorporaciones,
demuestra que la Xarxa BCN Antirumors es un proyecto necesario y
vigente. Adems, es un proyecto flexible, que se va adaptando a las
necesidades de cada contexto y a los cambios sociales que se van
produciendo.
Ha sido clave plantear una estrategia de este tipo desde el punto de vista
de la informacin y la reflexin. No es una estrategia que dicta normas o
sanciona. Es una estrategia que invita: al debate, a la reflexin, a dudar de
la informacin que recibimos cada da desde fuentes annimas o cerradas
a la respuesta y el dilogo. De ah la importancia de los Debates
Ciudadanos, que permitieron llegar a un pblico diferente y no
sensibilizado que, por primera vez, se senta escuchado e implicado en un
debate que les afecta directamente.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 199

El principal reto actual de la Estrategia es contar con una evaluacin de


proceso y de impacto que permita recoger y plasmar de manera objetiva los errores
cometidos como toda esta respuesta positiva que el trabajo realizado durante dos
aos tiene y ha tenido dentro y fuera de Barcelona. Este proceso de evaluacin est
previsto iniciarse a principios del 2013.

5 Conclusiones

Es un proyecto innovador, y ms necesario que nunca en el contexto de


crisis econmica actual. Es en contextos de dificultad econmica y
competencia por los recursos que se tiende a la fractura social y, por tanto,
deben neutralizarse tendencias comunicativas y sociales que favorezcan
esa fractura.
Cada pueblo, ciudad, territorio es diferente y tiene sus necesidades y
caractersticas particulares. Hay que identificar, en cada caso, cules
son los mensajes a combatir y las herramientas de las que se dispone. De
la misma manera, como ya se ha comentado, cada grupo poblacional tiene
unas caractersticas que exigirn adaptar la campaa a diferentes formatos
y acciones de sensibilizacin.
Para trabajar un buen argumentario anti-rumores ajustado a la realidad
local, es preciso contar con fuentes de informacin transparentes que
faciliten datos e informaciones especficas, en particular dentro de la
administracin pblica de cada ente local.
Como ya se ha comentado, subrayamos que una cuestin clave de la
campaa es: quin est comunicando los mensajes anti-rumores?. La
campaa precisa legitimidad y credibilidad de sus comunicadores. Vale la
pena centrar parte de los esfuerzos de planificacin de la estrategia en
identificarlos y buscar su colaboracin activa.
Es posible implementar un proyecto similar con bajo o nulo coste,
siempre que haya inters por parte de los agentes sociales y ciudadanos
del territorio. Sin ellos, es imposible desarrollar una iniciativa de este tipo.
Es necesario trabajar mano a mano con la base asociativa, pero
tambin con la mayor parte de actores cvicos (desde los medios de
comunicacin al sector empresarial, pasando por el mbito poltico y
cultural). En definitiva: buscar el consenso y la implicacin, potenciar el
trabajo en red y compartir con toda la ciudad la necesidad de ser
comunicativamente responsables a la hora de participar en el discurso de
la diversidad.
En la compleja relacin que existe siempre con los medios de
comunicacin, es necesario dar un paso adelante e identificar qu
medios y qu periodistas son potenciales aliados. Un artculo anti-
rumores en un peridico local es una accin comunicativa muy potente y
absolutamente complementaria a otras acciones de sensibilizacin
territoriales. EL tema migratorio es atractivo para los medios y, con una
buena gestin y colaboracin, es una alianza a explotar.
Una tendencia habitual es el escepticismo existente en poner encima de
la mesa y debatir abiertamente temas delicados relacionados con la
inmigracin y la diversidad cultural. En este sentido, hay que hacer una
apuesta clara por destapar temas tabes y, con una gestin
200 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

adecuada, fomentar el debate y el intercambio de opiniones. El no


reconocimiento de retos existentes en convivencia intercultural
desprestigia nuestro mensaje. Por el contrario, reconocer que queda
camino por recorrer en algunos aspectos y apelar a la corresponsabilidad
de toda la ciudadana (de origen inmigrado y autctona), revierte en que
nuestros mensajes sean recibidos con una actitud de mayor apertura por
parte de los receptores.
La informacin estadstica es un argumento necesario, pero no es
suficiente. Para lograr un cuestionamiento real de los esquemas previos
existentes, y poder generar un proceso de reflexin en la persona que
recibe la nueva informacin, es necesario emitir un mensaje que
transmita a nivel racional y emocional. Esto no significa recurrir a
mensajes de victimizacin ni paternalistas. Es necesario contextualizar
siempre la informacin y recordar que estamos hablando de personas,
para fomentar la empata y el reconocimiento del otro.
En cualquier contexto de desarrollo de un proyecto similar, es deseable y
necesario que exista una coherencia con los mensajes y discursos
polticos de la administracin pblica, as como con el resto de
programas y acciones que se desarrollan en el territorio. EL trabajo anti-
rumores es laborioso y fruto de un esfuerzo diario a largo plazo. Mensajes
contradictorios o contrapuestos a los desarrollados en la campaa pueden
ser profundamente contraproducentes.
En esa lnea, la estrategia anti-rumores slo tiene sentido y est legitimada
en un contexto en el cual se desarrollan acciones y programas que
luchan contra la exclusin social y potencian la igualdad de
oportunidades (acceso a la educacin, al sistema sanitario, al mercado
de trabajo, etc.). No olvidemos que la lucha contra los rumores y os
estereotipos tiene sentido dentro de un modelo de ciudad y sociedad
intercultural, en la cual la igualdad de derechos y oportunidades es
fundamental.
Se ha de continuar trabajando por la generacin de espacios de
encuentro, de intercambio y de conocimiento mutuo. La interaccin sigue
siendo una poderosa herramienta en el reconocimiento del otro y el
sentimiento de pertenencia a una misma comunidad. No olvidemos que
el terreno sobre el cual se abonan los rumores negativos es el
desconocimiento y la creacin de guetos mentales y espaciales.

Todava queda mucho camino por recorrer, muchos sectores estratgicos


con los que trabajar, generar sinergias, complicidades, y propuestas de
colaboracin concreta.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 201
202 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

CAPTULO
NOVENO:

Proyecto de intervencin
municipal desde
la perspectiva de la
investigacin-accin
participativa en el barrio
de Carrs (Elx)

Autora: Mercedes Jabardo Velasco60

60
Universidad Miguel Hernndez (UMH).
Manual de intervencin comunitaria en barrios 203

Imaginar es dar comienzo al proceso que transforma la realidad


(bell hooks)

1 Prlogo

En el ao 2006 asist a un congreso organizado por la Confederacin de las


Asociaciones de Vecinos del Estado Espaol. Participaba en una mesa sobre
experiencias multiculturales. Fue la primera vez que expuse pblicamente la
experiencia que un pequeo equipo integrado por cuatro personas estbamos
desarrollando en el barrio multicultural por excelencia del municipio de Elche, el
barrio de Carrs. Conservo de aquella presentacin una sensacin agridulce. No
s si forzada por el contexto en el que se enmarcaba la mesa redonda en la que
particip, o por el momento de nuestra investigacin-intervencin, o tal vez por
ambas circunstancias, termin centrando mi intervencin en describir los espacios
de carcter intercultural que habamos abierto en el barrio. Lo cual no era ms y s
mucho menos- que otras experiencias enmarcadas en los mismos presupuestos y
con trayectorias mucho ms consolidadas que la nuestra. Mis intervenciones
previas haban generado tanta expectacin entre el pblico asistente que mi
presentacin dej un poso de decepcin, tambin entre los que con tanto inters
quisieron escucharme. Era difcil percibir en esa presentacin el papel que la
antropologa aplicada poda tener en intervenciones de cambio social. Mostrando
las experiencias en su desnudez haba borrado los trazos del proceso. Y es
precisamente ah, en ese relato que entonces permaneci oculto, donde creo que
reside la principal contribucin de la experiencia que presento en este texto.

2 Introduciendo el proyecto

El proyecto surgi de una forma ms bien vaga. En mayo del ao 2005 fui
invitada a participar en un proyecto colectivo que, en el marco de la Comunitat
Valenciana, pretenda impulsar el diseo de polticas municipales de integracin
desde un enfoque de investigacin-accin que planteara un modelo de
participacin vecinal en los barrios en los que se hubiera concentrado un volumen
mayor de inmigracin. Yo sera la responsable tcnica del proyecto en Carrs, el
barrio que con un 37% de poblacin extranjera se estaba transformando en el barrio
multicultural de Elche.
En la primera reunin que tuve con mis interlocutoras en el Ayuntamiento
de Elche la concejala y la responsable tcnica de la Concejala de Cooperacin y
Migracin, que asumira el proyecto desde la institucin municipal- tuvimos que
redefinir mi participacin y el propio proyecto, ya que la entidad que haba
impulsado su ejecucin (y el grueso de su financiacin) se haba desligado del
mismo. La Concejala de Cooperacin y Migracin quera aproximarse al fenmeno
de la inmigracin en el municipio de Elche desde un enfoque cualitativo que fuera
ms all de la mera descripcin. Y queran que a este enfoque se incorporara la
participacin de los vecinos. Por eso insistan en rescatar los tres ejes
metodolgicos del proyecto original: investigacin-accin-participacin. Por mi
204 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

parte, dado mi bagaje como especialista en migraciones y con una cierta trayectoria
en el campo de la antropologa aplicada, un proyecto como este supona un reto
personal y profesional. Por una parte, me permita re-pensar desde una metodologa
ms colaborativa (Greenwood, 2000) el proceso de multiculturalizacin en Elche,
que yo vena investigando de forma ms convencional desde que me incorpor
como docente a la Universidad Miguel Hernndez de Elche. Por otra, me permita
contribuir a la visibilizacin de la antropologa aplicada en el campo de la
intervencin social. Cont para ello con la valiossima ayuda de las entonces recin
licenciadas y hoy ya antroplogas, Nadia Lpez y Beatriz Casado, que fueron un
apoyo permanente en todas las fases del proceso.
Dedicamos semanas a la redefinicin del proyecto y a la elaboracin de un
discurso compartido entre los dos mini-equipos que liderbamos el mismo: el
equipo del Ayuntamiento (integrado por Nieves Lillo, tcnica de la concejala; y la
entonces concejala de Cooperacin y migracin, M. Carmen Bueno) y el equipo de
la UMH (que integrbamos quien esto escribe, Nadia Lpez y Beatriz Casado).
Partamos de objetivos compartidos. Ambos equipos queramos apostar por una
metodologa de carcter cualitativo y participativo que permitiera tener un
conocimiento ms profundo, no tanto del volumen de la inmigracin, sino de las
distintas lgicas y voces que se escondan detrs de los nmeros; y queramos
hacer copartcipe a la poblacin de los planes de integracin que se pudieran
disear en el mismo. Por utilizar una expresin de Villasante, pretendamos crear
zonas de decisiones compartidas despus de un conocimiento con tiempo
suficiente y mecanismos claros de los problemas y de las alternativas, y hacerlo
con metodologas que implican procesos de profundizacin y concrecin (entre
polticos, expertos y ciudadanos), con medios, tiempo y posibilidades reales para
tomar decisiones operativas y sostenibles (Villasante, 1996). Lo cual se traduca
en fomentar la participacin ciudadana desde la Investigacin-Accin Participativa
(a partir de ahora IAP), mediante la creacin de un Plan Integral para el barrio de
Carrs, que paliara los problemas de coexistencia/convivencia entre autctonos y
extranjeros, y hacerlo desde una metodologa en la que los propios vecinos (todos
ellos) se convirtieran en protagonistas.
La cuestin que se planteaba era cmo construir la participacin.
Desde que la IAP se incorpor como una metodologa de participacin-
accin en los contextos occidentales, hay una amplia bibliografa que delimita
conceptualmente los pasos y caractersticas de la misma. A m me interesaba ms
su planteamiento ms clsico, el de la escuela latinoamericana. Regres a sus
orgenes. Para incorporar a la gente hay que dar poder a la gente para que pueda
asumir acciones especficas para el mejoramiento de sus condiciones de vida (Fals
Borda, 1985). Dar poder no es dar espacios, o delimitar espacios de participacin.
Desde este planteamiento, nuestra referencia, nuestra base terica e ideolgica, no
poda ser otra que la de Fals Borda. Como l, veamos la IAP como una metodologa
dentro de un proceso visceral en busca de poder y no tan solo de integracin
para aquellos que carecen de l, un proceso que incluye simultneamente
educacin de adultos, investigacin cientfica y accin poltica y en el cual se
consideran el anlisis crtico, el diagnstico de situaciones y la prctica como
fuentes de conocimiento. Desde aqu tratamos siempre de recuperar el carcter
transformador de la IAP. Tomando de nuevo las palabras de Fals Borda la IAP
implica adquirir experiencias e informacin para construir un poder espacial el
poder popular- que pertenezca a las clases y grupos oprimidos, con el fin de
defender los justos intereses de stos y avanzar hacia metas compartidas de
Manual de intervencin comunitaria en barrios 205

cambio social en un sistema poltico participativo (Fals Borda, 1985)


Pero esta propuesta era nuestra gua, no nuestro constreimiento. La IAP
no puede ser un producto acabado, tiene que adaptarse, moldearse segn la
realidad, segn los diferentes contextos. Nosotras tenamos que comenzar
conociendo el nuestro.

3 La fase I del proyecto: Conociendo el tejido social del


barrio y sus lgicas

3.1 El barrio de Carrs

Deca Rilke que el territorio de un hombre es el de su infancia. Tambin los


barrios van construyendo la propia infancia en los momentos de su configuracin.
Lo que hoy conforma los distritos 3 y 4, una amplia extensin geogrfica que incluye
barrios diversos y ciertamente heterogneos, es fruto de la ampliacin de Elche
hacia ms all del ro Vinalop, una vez que el incremento de poblacin hizo
insuficiente la anterior trama urbana. Estudios recientes hacen referencia al carcter
inmigrante de estos distritos, en los que se encuentran los barrios con un mayor
porcentaje de poblacin llegada de otras partes del Estado. Entre ellos destacan
Patilla-Casablanca (57,2% nacido fuera de Elche), El Toscar (57,6%), San Crispn
(58%), Carrs Est (58,7%) y San Antn (74,7%). En general, toda la zona puede ser
considerada como el lugar de residencia de los obreros (y de sus familias) que la
industria del calzado y la construccin demandaban en los aos 60 y 70. En ellos
se concentran tambin las viviendas de peor calidad y de menor tamao.
El barrio de Carrs surgi ante las necesidades derivadas de un aumento
de poblacin y de las subsiguientes carencias residenciales. Su crecimiento fue
desordenado, y movido ms por la necesidad de suplir carencias inmediatas que
por una adecuada planificacin. Urbansticamente, es el resultado de actuaciones
realizadas de forma precipitada, planes diseados para acoger trabajadores, pero
no planificados para atender a ciudadanos. A la primera ordenacin territorial, que
permiti la construccin de ms de 400 viviendas de planta baja en los aos
cincuenta, le sigui de un nuevo plan de ordenacin urbanstica en el ao 1962,
que prohiba expresamente este tipo de construccin y fomentaba la verticalidad:
con edificios de 8 o 12 plantas. Solo diez aos despus, en 1973, el ayuntamiento
se dot de un nuevo plan urbano, que fij de nuevo las alturas de los pisos a 4 u 8
plantas. En la actualidad coexisten en el barrio todo tipo de edificaciones. Tal vez
las que tienden a desaparecer son las antiguas casas rurales de los aos cincuenta.
Algunas se vendieron, otras como nos contaba una de sus propietarias- se fueron
transformando:

En el ao 65-66 mis padres decidieron transformar la casa de planta baja


en una casa de dos plantas. Mi padre era pintor, y con ayuda de toda la
familia y de un to albail, hicimos toda la reforma. Aquello supuso una
mejora en las condiciones de vida. En la parte de abajo vivi durante un
tiempo una amiga de mi madre, y nosotros 4 pasamos a vivir al piso de
arriba, con muchas ms comodidades. A pesar de eso, hicieron una cocina
muy pequea y una terraza muy grande que comunicaba con el patio de la
planta baja con una escalera de obra. Para que veas la importancia que
tenan en aquel entonces los espacios abiertos de las casas. (M. 15/9/2005)
206 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Los espacios abiertos y la vida fuera de las casas han sido fundamentales
en las relaciones de vecindad que se han ido tejiendo en el barrio y que, todava
hoy, dan a estos distritos un carcter especial. Nos deca uno de nuestros
informantes, hablando de San Crispn, dentro de este distrito:

Es una zona con connotaciones de pueblo: los edificios no son demasiado


altos, hay vida vecinal, se conoce todo el mundo desde hace bastante
tiempo, las tiendas son las de toda la vida y se dan cosas como pagar en las
tiendas a la semana, y no en el momento de la compra. (E. 14/11/2005)

Si hay que hablar de la identidad de Carrs, hay que hablar de ello. En la


memoria de todos los vecinos que se instalaron en el barrio en los aos cincuenta
y sesenta est extraordinariamente vivo este recuerdo.

En estos aos las puertas de las casas siempre estaban abiertas; los vecinos
era gente que, ms o menos, haba llegado en las mismas condiciones.
Haba sobre todo: andaluces, murcianos, manchegos y gente de aqu, de
Elche

En realidad, se hace referencia a un modo de vida que todava hoy


asociamos con las aldeas y que tena sentido en un espacio que se estaba
conformando con elementos trasplantados del mundo rural: los asentamientos, que
reproducan la tipologa de viviendas del entorno rural; las relaciones de vecindad,
que reproducan el trato directo que sus nuevos moradores originarios de la
Espaa rural- portaban como bagaje; o las propias condiciones de las viviendas,
que empujaban a, forzaban, la vida en la calle.
En el caso de las viviendas de una planta:

Era una casa de planta baja donde vivamos los cuatro. A la entrada haba
un recibidor, como en todas las casas de entonces. Luego haba unas
columnas que separaban el recibidor del comedor, las habitaciones, una
cocina pequesima Y la parte ms grande de la casa era el patio o corral,
con una zona cubierta y otra al aire libre. El suelo era de cemento, donde
bsicamente se haca la vida, y donde estaba el bao o letrina. (M.S.
15/9/2005)

O en el caso de las viviendas de baja calidad, escasos metros y alto nivel


de ocupacin:

Vivamos en una casa que tena 40-50 metros, y nos metimos a vivir 9
personas (6 adultos y tres nios). Yo era una nia, tendra 10 y 11 aos, pero
recuerdo perfectamente que haba 3 habitaciones: una para cada hermana
y su familia, y mi ta soltera la comparta con el abuelo. El bao estaba en el
patio. S que tenamos agua corriente y luz en la casa. Lo que no haba, era
agua caliente, ni luz en las calles. Recuerdo que la recogida de basura, la
hacan en carro. En la cocina, que era muy pequea, tenamos una mquina
de aparar y un hornillo para cocina. Una cocina separaba la cocina del
comedor, donde tambin tenamos otra mquina de coser. (M.11/10/2005)
Manual de intervencin comunitaria en barrios 207

Al mismo tiempo, ha ido desarrollando un tejido social que se ha movilizado


en diferentes ocasiones y que ha conseguido suplir con auto-organizacin algunas
de las carencias que no haban sido cubiertas por las instituciones. En los aos
sesenta fueron las mujeres, a travs de las asociaciones de vecinos o las
asociaciones de padres de alumnos, quienes tuvieron ms protagonismo. En este
sentido, la Asociacin de Vecinos del Toscar y calles Adyacentes, creada en el ao
1964, fue pionera. Es significativo el hecho de que sus primeras presidentas fueran
Josefa Garca y Nieves Berenguer, dos mujeres.

Cuando se construye el barrio, carece de los servicios ms elementales y


bsicos. Por ese motivo hay un grupo de personas preocupadas que se
plantean que haba que hacer algo. Faltaban colegios. El alumbrado pblico
era muy deficiente. Las mujeres que queran trabajar no tenan dnde dejar
a sus hijos. Los pocos servicios que tenamos estaban masificados y
distantes. No haba parques para los nios ni nada para jvenes y mayores.
Las reivindicaciones fueron en materia de educacin. (Boletn Asociacin
El Toscar: 13/julio/2004)

Las historias de vida de vecinos de Carrs proporcionan amplias referencias


de las carencias en materia educativa insuficiencia de centros, falta de
infraestructuras- y tambin de algunas de las iniciativas que los vecinos llevaron a
cabo para poder atajarlas. Entre ellas cabe mencionar, por lo que supone de
movilizacin ciudadana, la manifestacin pblica en demanda de colegios,
organizada por las Asociaciones de Vecinos del Toscar y apoyada por todas las
asociaciones de Elche. De hecho fue as, mediante la presin ciudadana, como se
fueron consiguiendo algunos de los servicios con los que en la actualidad cuentan
los distritos 3 y 4: el Centro Social Polivalente de Carrs: el polideportivo, el Instituto
de Enseanzas medias, el Centro de Salud Iniciativas que uno de los alcaldes de
la ciudad (Maci) presentaba como programa poltico propio, dentro de una lnea
que planteaba la conexin de Carrs con el centro de la ciudad, a travs de la Avda.
de la Llibertat, pero que en cualquier caso respondan a las demandas de la
poblacin, como nos coment uno de sus concejales:

El movimiento vecinal en Carrs ha sido fuerte. Creo que funciona bien.


Cuando yo estaba en el Ayuntamiento nos solicitaban inversiones en el
barrio. Recuerdo que el Centro de Salud y el Polideportivo fueron peticiones
concretas que la Asociacin de Vecinos nos hizo llegar. Y el ayuntamiento
hizo las gestiones adecuadas para que fuesen una realidad.

Lo cierto es que todos los servicios que cuando desarrollamos la IAP


volvan a resultar escasos- eran extraordinariamente bien valorados por los vecinos.
Y alguno, como el Centro Social Polivalente de Carrs, era incluso tomado como
modelo para otras posibles intervenciones. Como comentaban los propios vecinos:

Ante las necesidades del barrio, la gente se una muchsimo. Haba


muchsima colaboracin y participacin. Queran que el barrio fuese parte
de ellos, algo de sus vidas. Queran vivir en su barrio y sentirse orgullosos
de vivir en l. (Boletn AVA del Toscar, 2004)
208 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

En resumen, podramos plantear el proceso de configuracin de Carrs


como barrio en base a una serie de rasgos:

1 Crecimiento urbanstico y demogrfico ligado a los movimientos


migratorios conectados al desarrollo del sector industrial;
2 La procedencia rural y castellana de los nuevos residentes les coloc en
la categora de los otros frente a una poblacin ilicitana que perciba
el barrio de Carrs como un gueto urbano;
3 Las caractersticas de la ordenacin urbanstica (planes urbansticos
poco preocupados por crear una infraestructura barrial y construccin
de viviendas de nfima calidad) generaron un determinado tipo de
convivencia vecinal que se manifest en una ocupacin del espacio
pblico y en el desarrollo de un slido tejido social;
4 El tejido social se ha movilizado en diferentes ocasiones, en periodos de
crisis econmica ligados al sector industrial- adoptando diversas
formas de ayuda mutua y a la hora de reclamar y luchar por unos
recursos que siempre han sido escasos;
5 La movilizacin vecinal ha cambiado de gnero. En los primeros aos,
en pleno proceso de conformacin de barrio, fueron las mujeres quienes
encabezaron las reivindicaciones. En los aos posteriores y en plena
transicin poltica, con el movimiento sindical fuerte, fueron los hombres
quienes tomaron el relevo;
6 En cualquier caso ha sido un barrio con un fuerte tejido asociativo, capaz de
movilizarse a travs de distintos organismos: asociaciones vecinales,
sindicatos y posiblemente, en los ltimos aos, asociaciones de inmigrantes.

3.2 Los vecinos de toda la vida, los nuevos vecinos y relaciones de


convivencia.

El barrio se ha ido haciendo ms complejo y ms heterogneo. A aquella


homogeneidad inicial de los primeros aos se fueron sumando, en tiempos ms
recientes, nuevas trayectorias, nuevas experiencias, nuevos idiomas, nuevas formas
de vida. Dos fueron los fenmenos que, en cuanto a composicin vecinal, afectaron
especialmente a Carrs al comienzo del nuevo siglo: la Universidad Miguel
Hernndez, que gener una nueva demanda de residencia (profesores y alumnos)
que en muchos casos se fue cubriendo en Carrs; y las nuevas migraciones.
Igualmente alteraron la morfologa de barrio algunos movimientos
generacionales. Muchos de los hijos de los antiguos vecinos, ellos mismos
trabajadores con recursos, fueron abandonando el barrio por enclaves dentro de la
ciudad ms valorados socialmente. La conjuncin de estos fenmenos fue la causa
del fuerte dinamismo del mercado de la vivienda en este barrio. Algo que contrasta
con los datos que haba sobre el mismo entorno en el ao 1996, tal y como se
puede deducir de los que aporta un estudio realizado por la Universidad de Alicante
en el ao 2000. Segn se desprende de los datos del padrn del ao 1996, el
nmero de viviendas desocupadas censadas en nuestra rea de referencia (Carrus
Est, Carrs Oest, El Toscar, la Rata, Patilla, Casablanca, San Antn, etc.) era superior
a 2.000 (lo cual se valoraba como elevado en relacin a otras reas del municipio),
y lo era sobre todo en Carrs Est, que entonces era el primer barrio de la ciudad en
viviendas vacas, con 1.061 unidades. En el mismo estudio se explicaban las
razones de este vaciamiento:
Manual de intervencin comunitaria en barrios 209

Las viviendas pequeas y con dotaciones deficientes- que quedan


desocupadas no son apetecibles para los jvenes que se emancipan. El
resultado es un fuerte envejecimiento de la poblacin, lo que a su vez
repercute en el descenso de la natalidad. Algo similar ocurre con muchas
secciones censales de Carrs Est, sobre todo en aquellas donde la
edificacin es ms antigua. (Larrosa, 2000).

Esta imagen del barrio era tambin la que tena una de nuestras informantes
que se enfrent al mercado de la vivienda en el ao 1996, cuando busc piso de
alquiler entre la plaza de Barcelona y el parque 1 de mayo:

Entonces haba muchos pisos en alquiler. En verdad, el barrio estaba falto


de zonas verdes, no haba biblioteca y el servicio de autobuses era malsimo.
Los vecinos, en su mayora eran gente obrera, muchos ya jubilados, que
haban venido de Albacete, Andaluca y la Vega Baja en los aos 60 y 70. La
mayora de los pisos son pequeos, de VPO; que la gente compr cuando
emigr y luego al progresar econmicamente y trasladarse a vivir a otras
zonas de la ciudad lo venden o lo alquilan, porque sus hijos tambin deciden
comprarse pisos nuevos en otras zonas.

A partir de 1996, los cambios fueron palpables. El incremento de la


poblacin de origen extranjero en Elche se reflej en Carrs, sobre todo en Carrs
Est, que pas a ser el barrio con mayor ndice de poblacin extranjera. Dentro del
barrio, la concentracin todava era y es mayor en torno a la plaza de Barcelona.
En cuanto a las formas de ocupacin, resulta significativo el alto porcentaje de
viviendas en venta, muy por encima de las viviendas en alquiler, que apenas se
lanzaban al mercado. Las razones de esta tendencia a la adquisicin de vivienda
por parte de los inmigrantes podramos buscarlas entre las siguientes:
En primer lugar: los inmigrantes asuman el discurso local sobre la vivienda.
Como planteaba Larrosa (Larrosa, 2000) en el estudio citado en Elche, la proporcin
de viviendas arrendadas es incluso menor que la media espaola (tan solo un 8%,
algo ms de 4.000 viviendas), seguramente por ser un municipio eminentemente
industrial, donde la movilidad demogrfica por motivos laborales o de ocio es
escasa. La mayora de los vecinos de origen extranjero con los que contactamos
argumentaban en trminos parecidos a los locales acerca de lo rentable que era la
adquisicin de una vivienda. Baste un ejemplo:

Est claro que si vives de alquiler pagas todos los meses, pero la casa nunca
es tuya. Pero, si la compras: sigues pagando todos los meses, pero al final
la casa es tuya. Est claro: no?. (Buba, senegals).

En segundo lugar: para un inmigrante era ms problemtico acceder a una


vivienda en alquiler que a una vivienda en propiedad en Elche. De hecho, lo que
observbamos, era que se estaba creando un nuevo segmento dentro de este mercado.
Eran los inmigrantes propietarios quienes alquilaban habitaciones a sus compatriotas.
En tercer lugar: tambin en sintona con el discurso local, era la
especulacin. Se compraba una vivienda esperando hacer de esta inversin un
buen negocio.
Paralelamente, comenzaron a aparecer en el barrio negocios de carcter
tnico. A finales del ao 2005 haba censados en el barrio: 22 locutorios, 9 locales
210 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

de alimentacin, 2 bazares, 1 tienda de ropa, 1 peluquera, 1 cafetera y 2 bares.


Como suele ocurrir en contextos de economas tnicas asociadas con la
inmigracin, tambin aqu se poda apreciar una dinamizacin econmica del barrio
que se traduca en la apertura de nuevos locales empresariales y comerciales, no
solo por parte de la poblacin de origen extranjero, sino tambin por parte de la
poblacin de origen ilicitano (Wong, 1998).
Todo ello fue conformado un barrio heterogneo, plural y, en cierto sentido,
tambin multicultural. La verdad es que suelo usar este ltimo trmino con
extraordinario cuidado, porque el rasgo cultural solo es uno que de los que
podemos usar para presentar en una tipologa a la configuracin de la vecindad en
Carrs. Es ms, en nuestro acercamiento al barrio y a sus vecinos fueron ms
relevantes otros criterios. As, hemos diferenciamos entre los siguientes tipos de
vecinos: los de toda la vida (los que llegaron a Carrs cuando el barrio se fue
construyendo) y los nuevos vecinos. Entre los nuevos vecinos diferenciamos entre
los que se asentaron en el barrio y los que tenan con el barrio una relacin ms
contingente.
Los vecinos de toda la vida procedan del campo de Elche, de la Vega Baja
o de otras provincias espaolas. Entre los nuevos vecinos, adems de personas
llegadas de otras zonas del Estado (muchos vinculados con la presencia de la
UMH), estaban los que haban llegado de otras partes del mundo. Entre este grupo
tambin se apreciaban muchas diferencias: no solo en cuanto a origen (que
tambin), sino en cuanto al tipo de formacin, tiempo de asentamiento en Espaa,
estructura familiar, arraigoetc. No todos respondan de la misma manera, aunque
muchos fueran percibidos de la misma forma. Lo cierto es que el barrio cambi
demogrficamente de forma sustancial en menos de cuatro aos, en los que
prcticamente dobl su poblacin.
Uno de los representantes de la Asociacin de Vecinos Camino del Pantano
ejemplific los cambios en el barrio en un encuentro con la federacin:

Yo llegu en el ao 1970 a San Crispn. En mi edificio hay ocho viviendas.


En 1970 haba: 3 familias de la Vega Baja, dos familias andaluzas y tres
familias de la Mancha. En el ao 2005 hay dos pisos con gente de la Vega
Baja y seis pisos con extranjeros: 3 de Marruecos, 1 polaco, 1 familia de
colombianos y 1 con gente de Europa del Este.

Recogimos ejemplos como este en todas las entrevistas realizadas en el barrio.


Todos los bloques de casas visitadas haban experimentado su propio proceso de
multiculturalizacin. Y la poblacin, sobre todo aquellos que respondan al tipo de
vecinos de toda la vida, comenz a vivir con tensin estos cambios.
Hemos recogido estos discursos. He aqu una muestra:

Hemos notado mucho el cambio, porque aqu estbamos acostumbrados


a ir por la calle y a conocernos todos, y ahora no conoces a nadie, te sientes
extranjero en tu barrio. Adems, la mayora de los hijos de los vecinos de
siempre se estn comprando casa por otras zonas, y cada vez queda menos
gente de la de siempre

En el ao 2000 empez a verse ms inmigracin extranjera en el Barrio, y


eso ha trado problemas. Mi cuada, por ejemplo, se quiere mudar. Ella vive
cerca de la Plaza Barcelona. Hace unos aos comenzaron a alquilar la planta
Manual de intervencin comunitaria en barrios 211

de abajo a inmigrantes rabes. Lo que sucede es que no se mete una familia,


sino varias. Mi cuada me cuenta que hacen mucho ruido, que hay mucho
trnsito de gente por la escalera, que llevan un ritmo de vida diferente al
nuestro, que han aumentado las peleas en la calle En esta zona cada vez
viven ms rabes, y esto est haciendo que los pisos bajen de precio, y la
gente de Elche est vendiendo y trasladndose a vivir a otras zonas de la
ciudad. (C.A.)

Estos comentarios recogan el tono que se palpaba en el barrio. Es ms, en


cierto sentido, nuestro propio proyecto se deba enmarcar en este contexto. Desde
distintos mbitos vecinales: asociaciones de vecinos, comunidades de escalera e
incluso individuos particulares, han ido llegado demandas al Ayuntamiento
solicitando que se ataje una situacin que se planteaba como insostenible. Las
quejas tenan que ver con los distintos usos que los nuevos vecinos hacan de las
escaleras o de las viviendas, y con la forma en la que se estaba re-ocupando el
espacio pblico.
Pero, claro, no eran las nicas quejas. Carrs, un barrio con carencias
tradicionales prcticamente en todos los servicios educativos, sanitarios, recursos
sociales-culturales- casi duplic su poblacin sin aumentar los recursos. Es ms,
dadas las caractersticas de la poblacin recin llegada diferencias idiomticas,
distintos niveles socioculturales- los recursos existentes tambin eran deficitarios,
porque rara vez respondan a las nuevas necesidades con un cierto ajuste
(intrpretes, mediadores, u otros). Nuestro trabajo tena que orientarse, dentro de
este mbito, en tres direcciones:

1 Por un lado, haba que guiar la investigacin hacia los cambios que las
nuevas migraciones haban generado en los usos del espacio.
Distinguimos entre: espacios privados, espacios pblicos y espacios
multiculturales. Y era preciso analizarlos sealando las situaciones de
tensin y las posibilidades de cohesin que se daban en todos los
mbitos. Nuestros objetivos: disponer de herramientas que nos
permitieran diagnosticar las situaciones problemticas, aquellas que
podan llegar a generar o provocar conflictos; entender los conflictos
para, desde su comprensin, aprender a resolverlos.
2 Acercarnos a los nuevos vecinos para incorporar su forma de vivir el
espacio y el barrio.
3 Abrir el proyecto a todos los agentes sociales que trabajaban y/o vivan
en Carrs y que, adems. tenan ganas y capacidad para seguir
construyendo el barrio. Recuperar aquel espritu de los que hicieron el
barrio porque se sentan orgullosos de vivir en l. Y hacerlo entendiendo
que el barrio, lo forman los habitantes que residen en l, que todos tienen
la misma voz y todas las voces tienen el mismo peso. Si el barrio era
plural y multicultural, el proyecto tambin deba serlo.
212 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

4 La fase II del proyecto: Movilizando el tejido social y


construyendo la participacin.

Imaginar. Eso fue lo primero que pedimos a todas aquellas personas con
las que contactamos en el barrio para ir dando los pasos en la formacin del grupo
desde donde se trabajara el proceso de participacin. Imaginar el barrio que
deseaban, cmo les gustara que fuera vivido. E incorporar a esas imgenes otras:
las de la convivencia, las de la creatividad las que podan reflejar un barrio plural
no dicotomizado.
Desde ese contacto (y en el contacto) se fue conformando el grupo. Tal vez
fue el proceso que exigi ms tiempo y ms paciencia. En los proyectos de
antropologa aplicada, los tiempos de la administracin y los tiempos de la
antropologa suelen entrar en conflicto. En nuestro caso, el tiempo de creacin del
grupo fue largo (para los tiempos del Ayuntamiento, que se limitaba mucho por la
necesidad de rentabilizar polticamente las acciones, o sea, dar publicidad a las
actuaciones); y fue reducido, para los tiempos que exigen las dinmicas del cambio
social. Pero fue un tiempo negociado entre las presiones de la administracin y
las relentizaciones que siempre trataba de imponer quien esto escribe-. En este
tiempo de negociaciones conseguimos crear una autntica relacin de confianza.
Finalmente, conseguimos dedicar el tiempo suficiente para ir delimitando al tiempo
que conformbamos el grupo- los espacios, los ritmos y las posibilidades de
participacin. Fue, en definitiva, un tiempo necesario para conocer los latidos del
barrio, sus dinmicas, sus voces, su historia No tanto para traducir ese material
en un texto cientfico, sino ms bien para devolvrselo re-elaborado a los miembros
del grupo para, a partir de l, ir construyendo, creando una historia colectiva.
El grupo que queramos conformar era uno que tuviera representatividad en
el barrio, que fuera el ejemplo de la composicin plural que el barrio estaba
adquiriendo; un grupo en el que aparecieran reflejados todos los barrios que
estaban integrados en un distrito tan amplio como Carrs, y donde (adems) se
reflejaran distintas maneras de habitar, de vivir y de crear en el barrio (profesiones,
sexo, edades, orgenes geogrficos). En nuestro grupo ideal deban hallarse:
individuos significativos del barrio (por su conocimiento de la realidad local, por su
grado de implicacin y compromiso); asociaciones de vecinos (muy significativas y
combativas en la poca de la transicin, con apenas peso en la actualidad, pero
aun as, uno de los referentes municipales como interlocutores); asociaciones de
comerciantes (importantes en un barrio en el que la cuestin del comercio se estaba
convirtiendo en uno de los temas de confrontacin entre los antiguos y los nuevos
vecinos); asociaciones de fiestas (por su capacidad ms o menos abierta de
inclusin del otro); vecinos antiguos (dado su conocimiento de las lgicas y
prcticas barriales); nuevos vecinos (por las aportaciones que pudieran volcar sobre
Carrs); entidades de apoyo (Elche Acoge61, Critas interparroquial62, asociacin
Wafae63, asociacin gitana); asociaciones de inmigrantes (que introducan un nuevo
dinamismo al barrio, junto con una pluralidad de visiones).
Pero nos enfrentbamos a otras dificultades: las que se derivaban de los
hbitos y vicios de las formas de participacin que ya existan. Nos plantebamos
que, para crear el grupo, haba que partir del tejido social existente y haba que

61
Para ms informacin sobre la entidad, consultar la Pgina Web: http://www.elcheacoge.org.es
62
Para ms informacin sobre la entidad, consultar la pgina Web: http://www.caritaselche.com
63
Para ms informacin sobre la entidad, consultar la pgina Web: http://www.wafae.org
Manual de intervencin comunitaria en barrios 213

movilizarlo. No se trataba tanto de crear una nueva red, sino de crear las
condiciones para que se dieran los espacios de interseccin entre las redes que ya
existan. En primer lugar, porque cada nudo de red tena su funcionamiento, sus
hbitos y sus propios discursos. Desde cada uno de los puntos a los que nos
acercbamos re-interpretaban la propuesta en sus propios trminos. Se les haca
extraordinariamente difcil salir de su espacio para entrar en ese otro de interseccin
que plantebamos crear entre todos. En segundo lugar, por el propio perfil de las
personas implicadas. La mayora tena detrs una gran tradicin como activista
social, lo cual era muy positivo en el proyecto, pero tena implcita una dificultad.
Todos tenan detrs una gran trayectoria en grupos y reuniones y la mayora tenda
sobre todo en los primeros encuentros- a repetir discursos o planteamientos
desarrollados en otros foros o en otros encuentros. En tercer lugar, porque, pese a
la aceptacin de la invitacin para participar en la IAP, pocos de los participantes
confiaban de verdad en la propuesta. Pocos crean que pudieran surgir de ese
espacio experiencias, discursos o propuestas diferentes a las que habitualmente
surgan (o se negaban) en otros mbitos. No es muy habitual, y en Elche tampoco
lo ha sido, que los ciudadanos fueran invitados a participar en un proyecto de
cambio social como agentes protagonistas y no meramente como interlocutores.
Por eso, incluso aquellos que estaban comprometidos con el mismo desde
asociaciones, movimientos solidarios- acudieron a la convocatoria asumiendo un
papel de interlocucin y no tanto de protagonistas. Esperaban propuestas, limitaban
su tiempo y moderaban su grado de implicacin.
En las primeras sesiones se dibuj una estructura que mostraba dos redes
claramente diferenciadas: una que articulaba a los miembros de la poblacin
autctona; otro que ligaba a las asociaciones de inmigrantes. Adems haba
individuos aislados que haban establecido relaciones con unos y otros. Aquellos
que ya formaban parte de las redes ms o menos establecidas tenan discursos
compartidos, alimentados a travs de imgenes estereotipadas de los vecinos de
toda la vida sobre los inmigrantes, de estos sobre la sociedad y las instituciones,
de unos colectivos en relacin a otros-, una determinada forma de relacionarse y
de presentarse. Pero pocas veces, antes de esta ocasin, haban tenido
oportunidad de compartir un mismo espacio y contrastar con el otro las imgenes
que cada uno haba elaborado previamente. Algunos de los imaginarios construidos
comenzaron a cuestionarse. Desde lo que se presentaba previamente como
colectivo inmigrante surga una multiplicidad de discursos y posiciones:

a Los que se distanciaban de su colectivo y/o posiciones ms endog-


micas o cerradas, y se sentan ms prximos a las posiciones de ciertos
sectores de la poblacin espaola;
b Los que acudan como lderes o representantes de su asociacin que
adoptaban (sobre todo al principio) los discursos y posiciones ms
reivindicativos, descontextualizados del lugar (o sea, de Carrs) y ms
propios de otros foros pblicos en los que tenan representatividad;
c Desde el interior de los discursos del asociacionismo inmigrante se
perciban diferencias entre los que procedan de frica y los que
procedan de Amrica Latina.

Por lo que respectaba al movimiento barrial, se apreciaban tensiones en el


seno de las asociaciones de vecinos, y su propia decadencia como espacios de
participacin vecinal. Al tiempo que se evidenciaba la distancia entre las formas de
214 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

percibir y vivir el barrio entre los inmigrantes y los autctonos. Finalmente, y desde
un enfoque ms global, tambin poda hablarse de una distincin entre los tcnicos
del grupo, los que tenan planteamientos ms ideolgico-reivindicativos (que
insistan en distinguirse), y los que tenan dificultad para pasar de una visin
individual a una ptica ms colectiva.
En cada una de las sesiones se hacan evidentes estas tensiones, as como
la oscilacin entre el grado de satisfaccin e insatisfaccin de cada uno de los
miembros en funcin de los vaivenes que se dieran en la sesin. Prcticamente
todos tenan prisas y la necesidad de materializar en algo concreto las charlas, los
debates y las discusiones que tenan lugar en las reuniones. Pero, dado que las
expectativas eran dispares (sobre todo al principio), la decantacin hacia una
temtica concreta o un problema especfico pareca expulsar del grupo a aquellos
miembros que no se sentan implicados en dicha problemtica particular. Y al revs.
El grupo que pretendamos crear era especialmente heterogneo. El inters
y el grado de implicacin de cada una de las personas que lo podan conformar
eran diversos. Y a menudo, incluso entraban en conflicto con los de los otros. Por
eso, en esta primera etapa, le dimos especial relevancia al dilogo: a que los
individuos que conformaban el grupo se fueran manifestando, descubriendo y re-
conociendo. Intentbamos que los espacios fueran abiertos, porque lo que
pretendamos era que las personas que acudan a nuestra llamada se sintieran
liberados para que pudieran pensar y construir sin referentes. Pretendamos que
estas reuniones se diferenciaran de otras donde cada uno sola participar. Nuestro
objetivo era que dejaran de sentirse interlocutores, que fueran copartcipes y
ejecutantes en el desarrollo del programa. Y, al mismo tiempo, que personas tan
dispares fueran descubriendo algn punto en comn; o mejor, que pensaran
conjuntamente en el distrito. As nos dimos cuenta de que tenan que pensar
primero en el barrio. Estas reuniones, que a veces tenan apariencia catica en cierta
medida, fueron posibilitando que cada uno se expresara sin cortapisas y sin
armaduras, que cada uno sintiera que ese lugar le perteneca. Era importante
saltarse en algn momento ese lenguaje polticamente correcto que le distancia a
uno de sus emociones. Pretendamos que se verbalizaran prejuicios y estereotipos
para desde esa visualizacin poder trabajar con ellos.
La consolidacin del grupo como tal grupo se dio a partir de la organizacin
colectiva de las primeras actividades dirigidas a la poblacin del distrito. La
planificacin de estas actividades (un t de mujeres, el I Encuentro de convivencia
multicultural de Carrs) sirvi de nexo de unin, nos permiti ir consensuando los
objetivos, las prioridades, a travs de las discusiones (y en las mismas discusiones)
ir conformando grupo. Se necesitaba aglutinar una diversidad de intereses
individuales en torno a una actividad comn; ir creando un discurso colectivo en el
que se pudiera reconocer cada uno de los integrantes del grupo. Haba que buscar,
pues, puntos de convergencia entre experiencias e intereses diversos.
Esta bsqueda se realiz mediante la organizacin de dos actividades que
respondieron al formato de mesas redondas asamblearias: una Mesa de sistemas
de participacin y una Mesa de urbanismo. En la primera, se buscaba dar cuenta
de todo el potencial asociativo y organizativo que se encontraba en Carrs. No solo
contaba con una gran tradicin en el movimiento vecinal (haba que recuperar el
empuje de aquellos aos donde la presin de los vecinos consiguieron las ms
importantes reformas en el barrio) sino que, adems, los nuevos vecinos portaban
una gran experiencia en formas de organizacin. Se trataba de visualizar la riqueza
de saberes que existen en el barrio. De ah nuestros objetivos: buscar las sinergias
Manual de intervencin comunitaria en barrios 215

entre unos y otros y pensar de forma conjunta la reactivacin social del barrio.
El eje temtico del segundo encuentro nos lo proporcionaron las tensiones
que se estaban viviendo en el barrio como consecuencia de la iniciativa municipal
de poner en marcha un nuevo plan urbanstico para Carrs (Proyecto de Reforma
Interior, conocido por sus siglas: PRI). Los distintos encuentros que haban tenido
lugar entre los vecinos afectados por el plan de urbanismo de Carrs haban puesto
sobre la mesa algunas cuestiones que retomamos en nuestras reuniones: la gran
dimensin del distrito y las visiones parciales que del mismo tenan los vecinos; la
dificultad de los vecinos de ligar los intereses particulares con los intereses
colectivos; la visin que planteaba el PRI sobre el barrio de Patilla y la visin que
tenan los vecinos sobre el mismo y su ubicacin; la oportunidad que ofreca el PRI
de incorporar las voces de los vecinos (su participacin) en las transformaciones
que se podan dar en su propio barrio. De ah surgi el objetivo que nos planteamos
en el segundo encuentro: crear un espacio para incorporar una visin integral de
Carrs. Nos plantebamos hablar del barrio desde diferentes visiones y reas
geogrficas, obtener una visin ms completa de cada una de las zonas que
componen el distrito, y tambin de todas ellas en conjunto.
A partir de la organizacin de ambas mesas redondas asamblearias
tratbamos de incorporar a los vecinos ilicitanos del distrito a travs de
asociaciones, especialmente las asociaciones de vecinos- al grupo promotor de la
IAP e ir creando una red de carcter multicultural en el distrito, que terminara
traduciendo lo que en algunos mbitos se planteaba todava como problema esto
es, la coexistencia forzosa entre autctonos e inmigrantes- en una ventaja, en el
reconocimiento del barrio como un espacio de creatividad.
En cada actividad se consigui convocar a cerca de un centenar de
personas residentes en Carrs, de muchas de las procedencias geogrficas que
entonces convivan en el barrio. Las actividades comunitarias consiguieron visibilizar
el grupo dentro del barrio, lo que dio pie a nuevas incorporaciones, y a una mayor
implicacin de las asociaciones de vecinos, que se resistan a entrar en el mismo
como miembros. Se fueron dejando algunos discursos previos y se fue creando un
discurso compartido (se hablaba de convivencia en lugar de integracin, de los
nuevos vecinos, se reconocan las aportaciones de los inmigrantes en el barrio, se
vean con curiosidad algunos de los nuevos locales). Se fueron creando nuevos
vnculos entre los miembros que conformaban el grupo, que se iba tejiendo en forma
de red. Se modificaron algunas de las relaciones previas. En ese proceso quedaron
reforzadas las asociaciones de vecinos, que se fueron abriendo a nuevas
incorporaciones de personas de origen extranjero que, con otro bagaje y otra
formacin, se fueron sumando.
Segn se fue decantando el grupo hacia el fomento de la participacin
dentro del barrio, se fueron desligando de l aquellos miembros que se haban
incorporado a la IAP como representantes de asociaciones que no residan
directamente en Carrs. Tambin fueron diluyndose algunos discursos de
representantes de asociaciones de vecinos que no se haban introducido
completamente en la dinmica del grupo, y que se incorporaban a las reuniones
reproduciendo los mismos argumentos que planteaban al comienzo de la IAP.
Pero la actividad que puso a prueba la capacidad de organizacin del grupo
fue la I Fiesta Multicultural de Carrs. La organizacin de una fiesta comenz a
plantearse en las primeras sesiones de la IAP. No adquiri consistencia hasta que
el grupo IAP no se consolid como tal grupo, despus de la organizacin del II
Encuentro de convivencia vecinal. La idea era celebrar una fiesta de carcter
216 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

multicultural, abierta a todos los vecinos del barrio, capaz de atraer a personas de
todas las edades y de todas las procedencias, que fuera un referente para todos
los vecinos de Carrs, pero que tambin fuera capaz de atraer al barrio a vecinos
de otros barrios de Elche. Con esta fiesta se pretenda situar en Carrs la referencia
ldico-comprometida de Elche. Y hacerlo con una impronta, un sello. Se quera que
con esta fiesta se presentara tambin la idiosincrasia de Carrs dentro del
municipio: su carcter multicultural, comprometido, participativo y creativo. No
puedo entrar en detalles, pero lo cierto es que la fiesta fue un xito y se aproxim
a los objetivos que se propona cuando se planific. Todava hubo ms. La red
creci con gente nueva que quera implicarse en nuestro funcionamiento. Puedo
decir que Carrs, en septiembre de 2007, era un distrito donde se haban abierto
amplios caudales de participacin.

5 Eplogo y conclusiones

No hubo II Fiesta Multicultural de Carrs.


Ms all del brusco final del proyecto, merece la pena recoger algunas
conclusiones del proceso seguido: Por qu no se terminaron de consolidar los
espacios de participacin que se haban generado?
En primer lugar, porque fuimos apartadas las personas que lo habamos
impulsado, conducido y prcticamente guiado Y probablemente desaparecimos
antes de tiempo. El segundo convenio firmado por la UMH y el Ayuntamiento de
Elche concluy justo en periodo electoral. Y los resultados electorales tuvieron
consecuencias para nuestro proyecto. A pesar de que se mantuvo el mismo signo
poltico, se realizaron remodelaciones dentro del Consistorio que afectaron muy
directamente a la Concejala que haba apoyado directamente nuestro proyecto.
Desde el nuevo equipo dej de considerarse de inters el trabajo que habamos
venido realizando en Carrs, as que se fren primero y se paraliz despus.
En segundo lugar, porque lo hicimos cuando el grupo todava no estaba
suficientemente rodado, ni construido y/o articulado en torno a un proyecto comn.
Eran conjuntos de personas con intereses muy distintos y con formas de vivir el
barrio tambin muy distintas, con intereses que todava no se haban definido como
comunes. Nuestro papel el trabajo que venamos desarrollando desde la
antropologa aplicada- todava se haca necesario. Todava haba que trabajar para
crear una conciencia de grupo, de barrio y de comunidad. Eso haba que construirlo
y hacerlo siguiendo el pulso del barrio y de sus ocupantes, conociendo y dibujando
la posibilidad de nuevas sinergias; ayudando a potenciar y crear nuevos espacios
interculturales que todava no aparecan de forma natural.
Las iniciativas que partieron del grupo tenan un carcter ms ldico:
culinarias (cuyo objetivo era crear una red de mujeres en el barrio), excursiones por
el barrio (una nueva forma de contribuir a transformar el propio imaginario que los
vecinos tienen del barrio, incorporando esa referencia multicultural que ya es uno
de sus signos identitarios), un peridico/boletn. Cada una de estas actividades
tuvo su desarrollo. Se crearon comisiones, hubo reuniones, diseos, primeras
experiencias Pero todo el impulso desapareci cuando nos retiramos quienes
convocbamos las reuniones, adelantbamos el orden del da, mantenamos el
pulso.
En tercer lugar, porque se crearon ciertas dependencias: de las fuentes de
financiacin, del apoyo tcnico Dependencias que estaban condicionadas por la
Manual de intervencin comunitaria en barrios 217

necesidad de realizar actividades que tuvieran resonancia. Y, si bien fue una buena
forma de penetrar en el barrio, termin condicionndonos.
Tambin nos veamos empujados por los ritmos del propio convenio, los
electorales, nuestras propias prisas por dejar el peso del proyecto (la implicacin
tambin pesa extraordinariamente), las propias imposiciones acadmicas que
marcan sus propios ritmos y que ya nos estaban empujando hacia nuevas
investigaciones.
Tal vez habra que pensar cmo poder sentar las bases para otro tipo de
participacin, con nuevas formas de conexin entre la Universidad con las
instituciones pblicas y con la ciudadana. Imaginar cmo se pueden vincular los
intereses acadmicos, con los institucionales Pero tambin, y ms especialmente,
con los de los ciudadanos y, cmo desde ah, podemos encontrar la manera de
contribuir tambin a la transformacin de la sociedad.

Bibliografa

Fals Borda, O. (1985) Conocimiento y poder popular. Bogot: Siglo XXI


Greenwood, D. J. (2000) De la observacin a la investigacin-accin
participativa: una visin crtica de las prcticas antropolgicas. Revista de
Antropologa Social. N. 9:27-49.
Larrosa, J. A. (2000) Atlas demogrfico y social de la ciudad de Elche.
Alicante: Universidad de Alicante.
Rodrguez Maci, M. (2003) Pensar la ciutat. Elx: Rodrguez Maci.
Rodrguez Villasante, T. (1996) Participacin e integracin social., Primer
catlogo espaol de buenas prcticas. Madrid: Ministerio de Obras
Pblicas, Transportes y Medio Ambiente.
Wong, Bernard (1998) Ethnicity and entrepreneurship. Boston: Allyn and
Bacon
218 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

CAPTULO
DCIMO:

Ejemplo de buena prctica


de intervencin y accin
social a travs de las
expresiones artsticas.
Poesa, belleza y
comunidad: el jardn
Miquel Mart i Pol

Autora: ngeles Carnacea Cruz64

64
Antroploga social, miembro del Instituto de Investigacin sobre Migraciones,
Etnicidad y Desarrollo Social (IMEDES). Direccin de correo electrnico:
[email protected]
Manual de intervencin comunitaria en barrios 219

La belleza es vuestro patrimonio, pero vosotros prefers la pereza triste y


rutinaria de una caja de cartnDejadme decir que ya es tiempo de amar,
que ya es tiempo de creer en los prodigios y que algn da habr flores en el
jardn y viento en los rbolesAquellos que han vivido muchos aos lejos del
pueblo sern llamados a retornar.

1 La poesa que inspira un jardn para la comunidad

El poeta Miquel Mart i Pol (que durante aos vivi con la esclerosis mltiple)
y sus versos inspiran este jardn que lleva su nombre en la Universidad de Vic (UVic).
Salvador Sim, coordinador del proyecto y profesor de Terapia Ocupacional en la
UVic65, defiende que la Universidad debe estar al servicio de la sociedad, mxime
viendo las complejas situaciones sociales actuales, y apostando por que esta se
involucre en trabajar con colectivos como los que acuden al Jardn. El poeta, dice
Salvador Sim, fue un maestro para los profesionales de la salud, en especial para
los terapeutas ocupacionales. A travs de la poesa, una ocupacin significativa,
fue ms all de su enfermedad y cre un jardn de belleza para todos nosotros a
travs de sus versos, recuerda Salvador.
El rbol de ginkgo biloba que abre la entrada al jardn simboliza la resiliencia.
Fue tambin un ginkgo biloba el rbol que qued destrozado en Hiroshima tras la
explosin de la primera bomba atmica y que en la primavera siguiente brot de nuevo.
Cuando Salvador Sim hablaba de diagnstico psiquitrico en sus clases,
le preocupaba que sus alumnos y alumnas se quedaran con el diagnstico y con la
parte clnica, y les costase ver que esa era slo una dimensin de la persona.
Desde esa preocupacin, y con la voluntad de hacer algo por invitarles a
cambiar la mirada y por implicar a la comunidad, surgi su inters por crear un lugar
de encuentro con el Otro, con su mirada, con su rostro, para que comprendieran
que el encuentro es con el ser humano. Y que ese ser humano puede tener una
patologa mental, otras veces una situacin de exclusin social, pero que no tenan
que quedarse slo con la visin del diagnstico.
La Universitat de Vic cedi 1.000 m2 de espacio para crear un jardn, como
servicio a la comunidad. El proyecto Miquel Mart i Pol naci en 2005,
inaugurndose en 2006. El jardn es una metfora de la sociedad inclusiva, de
igualdad de oportunidades y de respeto a la diversidad.
Hoy, el proyecto, adems de encargarse del mantenimiento del jardn,
tambin se ocupa de la creacin de nuevas zonas ajardinadas en la Universidad. Y
sigue creciendo su influencia en el mbito de proyectos de desarrollo comunitario
en toda Espaa y fuera de nuestras fronteras.

65
Tambin codirector de: Terapia ocupacional sin Fronteras. Aprendiendo del espritu de supervivientes.
220 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

2 Versos como semillas

Mi finalidad en aquel momento era reflexionar con los estudiantes de la


importancia de ser capaces de ver ms all de la realidad inmediata con las
personas con las que trabajamos, de ser capaces de ver su potencial oculto,
y saber trabajar en el invierno, aunque no se vean los frutos, con la certeza
de que estos llegarn en primavera. Salvador Sim.

A Salvador le gusta recordar el da que estaban haciendo jardinera en un


espacio de la Universitat de Vic, con un grupo de 6-8 estudiantes, y estos
protestaban porque la tarea de quitar piedras para empezar a hacer el sistema de
riego era un poco ardua. En ese momento Salvador les llev al espacio que hoy
ocupa el Jardn Miquel Mart i Pol, que entonces estaba lleno de maleza, y les
pregunt qu vean:. Vemos piedras, maleza, un espacio horrible le respondieron,
y l les dijo: Mirad ms all. Qu veis?. Nada dijeron-, y l les respondi: Yo
veo un rododendro, un ginkgo biloba, rosales.
La idea de Salvador en aquel momento, como profesional del mbito de la
salud y de lo social, era y sigue siendo que siempre tenemos que ver ms all de la
realidad inmediata, para intentar llegar al ser de la persona. Si nos quedamos en la
realidad inmediata y no vemos el potencial de la persona estamos limitando a esa
persona y difcilmente podremos acompaarla. En ese momento, lo que quera
explicarles a los estudiantes era esa visin y fue entonces cuando Miquel Mart i
Pol y sus versos comenzaron a conspirar.
Son los versos de Miquel Mart i Pol que abren este texto, los que resultaron
fundamentales en la inspiracin que impuls a Salvador a poner en marcha el proyecto.
El ltimo: Aquellos que han vivido mucho tiempo fuera del pueblo sern llamados a
retornar, dio la clave del proyecto. El jardn es una creacin conjunta entre: estudiantes
de Terapia Ocupacional, voluntarios/as y aquellos/as que han vivido muchos aos lejos
del pueblo por una situacin de exclusin social relacionada con la salud mental, la
pobreza o la inmigracin. Ese pueblo del que habla ese verso sirve de metfora para
hablar de nuestra sociedad, de la comunidad.
La sociedad genera mecanismos de exclusin y es necesario que
nosotros/as, desde la comunidad, generemos estrategias para favorecer la inclusin
social, la participacin de todos y todas. Darles oportunidades a esas personas
para que puedan participar como lo que son, ciudadanos y ciudadanas de pleno
derecho, con obligaciones y deberes.
Todo est por hacer pero todo es posible. Este es otro de los sugerentes
versos que escribi Miquel Mart i Pol, el que inspira lo que hoy es el jardn, todas
las posibilidades que alberga y genera.

3 Educar la mirada en comunidad

Lo esencial es invisible a los ojos (El Principito, A. de Saint-Exupry)

Hablamos de educar la mirada en tres dimensiones. En una primera


dimensin, el proyecto quiere educar la mirada de los estudiantes: que vean el
potencial de las personas, y sobre todo que crezcan como personas, que crezcan
en ciudadana. La segunda dimensin pretende educar la mirada de los/las
jardineros/as: el jardn les muestra el potencial que ellos/ellas tienen, se reconocen
Manual de intervencin comunitaria en barrios 221

como seres capaces de accin, segn palabras del antroplogo y filsofo Paul
Ricur (2005), y la sociedad les reconoce como tales.
Vuestras manos sern de viento y de luz. Miquel Mart i Pol tena
discapacidad fsica e hizo cosas importantes me dice Paco, uno de los jardineros-
y en una de las narrativas que recoge la investigacin que ha realizando Salvador
Sim, piensa que l, con una discapacidad mental, tambin puede hacer cosas
importantes, como trabajar en el Jardn.
La tercera dimensin tiene por objeto educar la mirada que la comunidad
tiene de estas personas, a travs de lenguajes artsticos como la fotografa, el
videoarte, etc., y con acciones como la exposicin Educando Miradas (que ha
viajado a msterdam y a otros lugares); el blog del jardn, etc., y la participacin en
diferentes redes nacionales y europeas.
Una comunidad inclusiva es aquella en la que toda persona puede participar
como lo que es, un/a ciudadano/a de pleno derecho, con deberes y a pesar de
cualquier situacin compleja de origen social, fsico o psicolgico.
El jardn es una metfora, un lazo de interdependencia entre todos/as.
Todos/as somos capaces de crear belleza y de crear una sociedad ms inclusiva.
La Universidad de Vic apoy a Salvador para la puesta en marcha del Jardn.
Salvador defiende una Universidad que sea la vanguardia en la alianza con
profesionales del mbito social, de salud, polticos y empresarios. La Universidad,
como profeta de la democracia, debe comprender la realidad para transformarla, si
no, la educacin es estril seala-.

4 Convergencias y alianzas

La intervencin social, la educacin y la investigacin convergen en el proyecto.


Salvador llama la atencin sobre la segmentacin que ha sufrido la intervencin, debida
a su vez a la importante segmentacin entre el mbito social y el de la salud.
Hay dificultad para desarrollar proyectos que tengan una visin
transdisciplinar y que integren el binomio accin reflexin. Por ello estn desarro-
llando investigacin-accin participativa, porque hay que desarrollar praxis basadas
en la investigacin, desde la comunidad y con la participacin de esta.
Otra de las convergencias que se dan en el Jardn, es que ha logrado
generar un espacio de encuentro de todos los sectores sociales: el sector poltico
(Consell Comarcal D'Osona, Ajuntament de Vic); el sector social, donde Critas
Arxiprestal y la Fundaci Centre Mdic Psicopedaggic son referentes y derivan a
las personas que trabajan como jardineros/as; adems de entidades como La Caixa,
Fundaci Caixa Sabadell, Rotary Club, entre otras.
Los jardineros y jardineras son personas que viven situaciones de exclusin
por causa de su enfermedad mental, por su condicin de inmigrantes, etc. La
jardinera es una ocupacin significativa para ellos/as, un espacio de bienestar.
Junto a ellos/as participan en el Jardn cinco estudiantes de terapia ocupacional
que han encontrado ah un modelo de convivencia, y en algn momento tambin
acuden voluntarios/as. En la actualidad, estn empezando a ocuparse de temas
como la reforestacin y recuperacin de espacios naturales.
Es una escuela de ciudadana ecolgica en la que los/las estudiantes se
conciencian y pueden tener instrumentos reales transdisciplinares para abordar la
complejidad de la realidad social, con una mirada crtica y orientada a la accin y
al trabajo comunitario.
222 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

El jardn es una escuela de democracia participativa, dice el Consell


Comarcal. El presidente de Critas dice que es una metfora de lo que podemos
hacer a nivel social. Y desde el Rectorado de la Universitat de Vic sealan que se
puede crear una Universidad que est ms al servicio de la comunidad, que puede
hacer investigacin de calidad y educacin de calidad. Sin duda, el jardn es una
muestra de esa voluntad y de esa suma de esfuerzos y confianzas, un tndem
fundamental en el trabajo comunitario.

5 La formacin es accin

Una vez al ao, los jardineros/as realizan un viaje para seguir la trayectoria
de formacin continua que tiene el proyecto y tomar contacto y generar red con
proyectos de caractersticas similares en Espaa. La reforestacin y la recuperacin
de espacios naturales es una lnea de formacin y accin muy importante.
Entre los jardineros/as, alguno ha ido logrando incorporarse al mundo de la
empresa normalizada u ordinaria en estos aos. Esto nos habla de inclusin, de
un esfuerzo contenido en el proyecto hacia la insercin laboral.
Una escuela de ciudadana ecolgica: eso es tambin el Jardn Miquel Mart
i Pol. Aprender e implicarse en el respeto y cuidado de la naturaleza es otro de los
aspectos que ponen en valor el proyecto y que hacen que siga creciendo.

6 Arte y redes

Las bubdelias llaman a las mariposas. El ginkgo biloba habla de resiliencia. Los
cipreses dan la bienvenida al jardn. Y as, cada una de las plantas y rboles que habitan
y viven el espacio tiene un sentido. Han sido elegidas por el director tcnico en jardinera,
Joaqun Fit, segn criterios climticos y de sostenibilidad ecolgica.
El arte es una parte fundamental del proyecto desde su origen. Un jardinero ha
ejercido el rol de fotgrafo, y ha ido recogiendo el proceso de creacin de belleza,
registrndolo en imgenes. Una estudiante de Bellas Artes ha diseado el blog. Hay
fotgrafos que han hecho retratos de los/las jardineros/as. Se ha hecho vdeo arte y
performance.
En esta sociedad, en la que se conoce el precio de las cosas, pero no su
valor como dice Salvador- es bsico alimentar la mirada artstica de los estudiantes
y la Universidad no debe reducirse exclusivamente a las competencias acadmicas
y tcnicas. Es clave la transdisciplinariedad entre los mbitos de las ciencias y las
artes. Y, cada vez ms, es justo y necesario estar en red. Por ello forman parte de
la Red Atenea, constituida principalmente por terapeutas ocupacionales,
psiquiatras, y otros profesionales del mbito de la salud y de lo social, que estn
desarrollando proyectos pioneros en Espaa y sobre todo en Latinoamrica. Esta
red naci a partir del jardn y sigue creciendo.
A nivel europeo, forman parte del proyecto Incrementado la educacin y la
inclusin social a travs de la ocupacin, una red europea formada por 4 pases
(Grecia, Blgica, los Pases Bajos y Espaa) e integran tambin la Red Competence
for Poverty Reduction, con 14 instituciones, que son redes de conocimiento, con lo
cual al final la representacin total son ms de 500 instituciones. Durante estos aos
han participado en proyectos Intensive Programs de la Unin Europea y, adems,
el proyecto est reconocido como buena praxis europea en Terapia Ocupacional
por la European Network of Occupational Therapy In Higher Education (ENOTHE).
Manual de intervencin comunitaria en barrios 223

El jardn es un espacio de belleza creado a partir de un espacio abandonado,


pero tambin es la visin de lo posible, y nos ensea a todos los niveles. Es
vida, es poesa y es belleza.

Salvador Sim.

Bibliografa

Kronenberg, F., Sim, S. & Pollard, N. (Dir.) (2007) Terapia ocupacional sin
Fronteras. Aprendiendo del espritu de supervivientes; Buenos Aires;
Madrid: Editorial Mdica Panamericana.
Ricur, P. (2005). Caminos del reconocimiento. Madrid: Trotta.
224 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

III PARTE:
Manual de intervencin comunitaria en barrios 225

Cmo elaborar un proyecto


de intervencin comunitaria
226 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

CAPTULO
DCIMOPRIMERO:

Gua para la intervencin


comunitaria

Autora: Graciela Malgesini Rey66

66
Doctora en Historia Econmica. Investigadora y consultora. Miembro de IMEDES.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 227

El manual de intervencin comunitaria en los barrios finaliza proporcionando


una gua que se pretende til para elaborar un proyecto de intervencin comunitaria.
Dicha gua cuenta con un marco introductorio, que parte de las nociones de
comunidad y de intervencin comunitaria, para considerar tanto los actores que
pueden implicarse en la misma como los fines que cabe plantear.
En un segundo momento, la gua aborda el proceso de intervencin,
detenindose en pasos como: la identificacin de los actores, los factores
transversales que intervienen en el proceso, las redes de trabajo y los convenios
que se establecen entre los actores implicados. Al final de la seccin se plantean
algunas preguntas-gua.
En un tercer momento, la gua se detiene en el proyecto de intervencin
comunitaria como tal proyecto; esto es, en las etapas de anlisis e identificacin
de necesidades, y el anlisis de alternativas. Igualmente se plantean algunas
preguntas-gua al final de la seccin.
A continuacin aborda toda la secuencia de la planificacin: la matriz de
planificacin del proyecto, la identificacin de supuestos o condiciones previas, y
las preguntas-gua que interesan a la formulacin del proyecto; pero tambin la
elaboracin del presupuesto y la gestin de los recursos; la gestin de los tiempos
o el cronograma; la ejecucin del proyecto, su seguimiento y terminacin; la
justificacin econmica y financiera; y la evaluacin.
La gua finaliza proporcionando un conjunto de criterios que permiten medir
la calidad del proyecto: integralidad, participacin, pertinencia, eficacia, eficiencia,
impacto, sostenibilidad-viabilidad futura. El ltimo criterio de calidad consiste en
que el proyecto pueda considerarse una buena prctica.

1 Marco introductorio

1.1 Comunidad e intervencin comunitaria

La comunidad es un concepto que se puede definir desde perspectivas como:


La pertenencia: quines entran y quines no entran en el conjunto;
La incumbencia: por qu estos s y estos o aquellos no;
La temporalidad: cmo los lmites temporales definen a los sujetos y excluyen
a los no participantes (pensemos en un barrio donde hay mucha poblacin
que ha llegado en los ltimos meses y no se les quiere implicar an dentro del
proceso, porque pueden no permanecer el tiempo suficiente);
La geografa: hasta dnde, de acuerdo con qu hitos se fijan los lmites
espaciales de esta comunidad;
La identidad: homogeneidad versus heterogeneidad.

La intervencin comunitaria es el conjunto de acciones destinadas a


promover el desarrollo de una comunidad a travs de la participacin activa de esta
en la transformacin de su propia realidad.

La intervencin comunitaria pretende, por tanto, la capacitacin y el


fortalecimiento de la comunidad favoreciendo su autogestin: para su propia
transformacin y la de su ambiente. Debe contribuir al desarrollo social, cultural,
econmico y medioambiental de la comunidad a corto, medio y largo plazo. Se
propone, entre otros, los siguientes objetivos:
228 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Informar, implicar y capacitar a actores de la propia comunidad para


ayudar a crear confianza y resultados mutualmente beneficiosos;
Valorar, sistematizar y priorizar las necesidades de la comunidad a travs
de la participacin de todos los actores interesados;
Prevenir problemas de convivencia mediante tcnicas de resolucin de
conflictos, mediacin y gestin de la diversidad cultural y social;
Planificar e implantar infraestructuras y servicios fsicos y sociales
necesarios para la comunidad;
Valorar y reducir los impactos negativos de intervenciones realizadas por
particulares, empresas, y organismos gubernamentales;
Identificar precozmente posibles problemas: evitando y reduciendo costes
en comparacin con soluciones no planeadas; e incorporando costes
inevitables en factibilidad, desarrollo de proyectos y planificacin.

1.2 Los actores

En toda intervencin comunitaria es preciso identificar adecuadamente los


actores a los que se pretende informar, implicar y capacitar para que participen en
el proceso. Un primer tipo de actores que tener en cuenta son las entidades que
realizan la intervencin social. Conviene delimitar quines son y cmo se
desarrollan. En esta Gua nos referimos a las entidades que realizan la intervencin
social desde la esfera privada y sin nimo de lucro. Es decir: no nos referimos a los
servicios sociales u otros sectores de la administracin que actan bajo mandato y
seguimiento de normativa y polticas pblicas; tampoco a aquellas entidades que
se mueven en la lgica de la obtencin de beneficios econmicos; nos centramos,
pues, en aquellas entidades que buscan fines que se consideran altruistas y/o
solidarios. Este ltimo tipo de entidades se puede clasificar en los siguientes
grandes grupos:

Entidades que promueven formas tradicionales de ayuda mutua:


organizaciones religiosas, de caridad, redes comunitarias de mbito local.
Movimientos sociales, centrados en la reivindicacin de bienes materiales
o simblicos, como: el sindicalismo, el feminismo o el ecologismo.
Asociacionismo civil u organizaciones: vecinales, deportivas, culturales,
estudiantiles, de ocio...
Organizaciones no gubernamentales (con sus distintos anclajes sociales
e institucionales).
Fundaciones y centros de investigacin con carcter filantrpico, incluso
ligados al mundo empresarial.

El destino de estas entidades est marcado por el modo como se desenvuelve


el llamado desarrollo organizacional. Un primer aspecto relevante del desarrollo
organizacional viene constituido por las variables que influyen en el mismo:

La duracin y trascendencia de la problemtica a la que atienden.


El impacto en la poblacin beneficiaria participante.
La capacidad de representar los intereses de aquellas personas ya
comprometidas o que desean comprometerse con propuestas colectivas.
La capacidad de conseguir recursos privados y/o pblicos.
La ausencia de restricciones formales o institucionales.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 229

La capacidad (eficiencia y eficacia) de su cuerpo directivo y del personal


tcnico.
La eficiencia a la hora de satisfacer dichas demandas, en la obtencin,
manejo y uso de los recursos.
La fidelidad y apoyo de los miembros con la misin de la entidad.
La flexibilidad para adaptarse a los nuevos retos, para ampliar su campo
de accin y para la diversificacin.

Un segundo aspecto relevante del desarrollo organizacional es la cultura de


la participacin propia de cada una de las entidades, que viene a ser como su
andamiaje invisible. Una nocin de referencia para comprender cmo opera este
proceso es la agencia. Se define agencia como la accin y la capacidad para
actuar. Agente es el que acta, el actor situado en un escenario, en un contexto
delimitado. El agente y su accin estn estructurados, pero tambin son
estructuradores del contexto. Ni agente, ni accin, ni contexto pueden ser
considerados como sistemas cerrados, como totalidades. Un sujeto (agente) nunca
puede ser considerado una identidad plena y estable.
Un tercer aspecto relevante del desarrollo organizacional viene constituido
por aquellos bienes intangibles o inmateriales con los que cuenta la organizacin:
su capital social. El capital social es una materia prima fundamental de las
organizaciones sociales: un conjunto de relaciones sociales que se revelan como
un activo con el que cuentan los individuos para alcanzar mayores cotas de
bienestar. Incluye: los apoyos que recibe una organizacin desde el exterior
(instituciones, autoridades, entidades o individuos que forman parte del crculo de
relaciones de una organizacin sin que pertenezcan a la misma), sus simpatizantes
(incluso sin que presten apoyo efectivo), sus socios, quienes invierten recursos
humanos o econmicos en el desarrollo de la misin de la organizacin
Aun centrando la mirada sobre las entidades privadas sin nimo de lucro
como agentes de la intervencin, es preciso tener en cuenta a las personas
trabajadoras sociales y educadoras sociales. Las funciones propias de las personas
que realizan el Trabajo Social son objeto de numerosos intentos de clasificacin.
Presentamos aqu un compendio siguiendo a Ander Egg (1995):

1 Informacin, orientacin y asesoramiento en materia de accin social a


personas, grupos e instituciones.
2 Deteccin, estudio, valoracin y/o diagnstico de las necesidades y
problemas sociales.
3 Prevencin de la aparicin de situaciones de riesgo social.
4 Planificacin de programas y proyectos de promocin, prevencin y
asistencia de desarrollo social en el rea de bienestar social con
individuos, grupos y comunidades.
5 Intervencin, atencin directa, rehabilitacin e insercin social de
personas, grupos, instituciones y comunidades.
6 Supervisin: a nivel administrativo, con la tarea de estmulo, orientacin
y gua; a nivel docente, como formacin.
7 Promocin de la creacin, desarrollo y mejora de recursos comunitarios,
iniciativas e insercin social.
8 Fomentar la integracin, participacin organizada y el desarrollo de las
potencialidades de personas, grupos y comunidades para mejorar su
calidad de vida.
230 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

9 Evaluacin. Investigacin social aplicada, encaminada a identificar,


obtener y proporcionar, de manera vlida y fiable, datos e informacin
suficiente en que apoyar un juicio acerca del mrito o valor de los
diferentes componentes de un programa o recurso social. Este juicio
puede aplicarse en cualquiera de las fases del proceso.
10 Funcin gerencial. Organizacin y gestin de servicios sociales y
recursos humanos, implementando los procesos de calidad en los
servicios, tanto a nivel de administraciones pblicas como en servicios
y organizaciones privadas.
11 Funcin de Coordinacin, desarrollo de mecanismos eficaces o redes
de coordinacin Inter-institucional y/o entre profesionales dentro de
una misma organizacin.
12 Participacin en la elaboracin y ejecucin de polticas sociales.
13 Mediacin. Facilitar la comunicacin entre las partes, ayudar en la
formulacin de propuestas positivas y acuerdos, promover la reflexin
de las personas sometidas a tensiones y conflictos, generar confianza
en las propias soluciones de las partes implicadas, derivar los casos
hacia otros profesionales cuando la funcin mediadora resulte
insuficiente o inadecuada.
14 Investigacin de problemas sociales, de la realidad social, investigacin
de aspectos epistemolgicos de la disciplina y divulgacin cientfica
con la publicacin terico-prctica de las experiencias e
investigaciones.
15 Ejercicio de la docencia de la disciplina a nivel universitario, enseanza
secundaria, y no reglada.
16 Introducidas las entidades y las personas tcnicas en Trabajo Social o
en Educacin Social, conviene dirigir la mirada sobre el conjunto
amplio de personas participantes en la intervencin social.

En toda intervencin comunitaria se pretende identificar, informar, implicar


y capacitar a una serie de actores para que participen en el proceso. La
participacin de las personas en los distintos mbitos (privados, pblicos, formales
e informales) es fundamental para el desarrollo humano. El concepto moderno de
ciudadana en las sociedades democrticas est ntimamente relacionado con el
de participacin, como elemento integrador y movilizador. La participacin no debe
considerarse un elemento neutral, ni abordarse con un voluntarismo simplista: no
es suficiente participar de cualquier manera y en cualquier condicin para lograr
cambios o para mejorar la vida presente. La participacin en procesos que
pretenden la mejora de las condiciones de vida debe poder ser eficaz, positiva y
productiva. Para ello es preciso cuidar las condiciones previas. Frecuentemente, es
necesario emprender acciones afirmativas o positivas para permitir que se rompa
el crculo de la exclusin social y las personas accedan a su derecho a participar.
Sin embargo, esta no es tarea fcil. Hay ocasiones en que son los propios
mecanismos de la intervencin social y de los servicios sociales los que
desjerarquizan o desalientan la participacin de las personas afectadas. Los
problemas habituales que impiden o dificultan la participacin son:

1 La falta de respeto sufrida por las personas que viven en la pobreza;


2 La privacin del poder de decisin que sufren las personas que viven
en la pobreza;
Manual de intervencin comunitaria en barrios 231

3 El carcter meramente aparente de los ejercicios de participacin que


se plantean;
4 La falta de escucha de todas las voces;
5 Actitudes y comportamientos profesionales que desalientan la
participacin.

La cultura de la participacin se construye sobre la base de la experiencia


y de la valoracin social. Depende de factores como:

La regularidad de la participacin y el nivel de respuesta de la comunidad,


segn: el inters y la implicacin sean continuos o discontinuos, si se trata
de un impulso inicial que luego desaparece, si surge solamente como
respuesta a la exigencia del personal tcnico, si implica la ejecucin
jerrquica de una decisin tcnica-autoritaria del proyecto.
La relacin entre los esfuerzos y los resultados.
El respeto mutuo entre los participantes.

La participacin debe contribuir a: mejorar las estrategias de afrontamiento


de los problemas; concienciar sobre los derechos que les asisten; aumentar la
autoestima, la creatividad, la inspiracin y el espritu de cooperacin; ofrecer
mayores recursos y apoyo tcnico adecuados.

1.3 Finalidad de la intervencin comunitaria

Cuando hablamos de proyectos de intervencin social, la primera pregunta


que se suscita es la siguiente: para qu tenemos que intervenir? La respuesta
que damos suele tener que ver con los objetivos que nos planteamos. Por ejemplo:
para mejorar las condiciones de vida de un sector de poblacin que vive en pobreza;
para empoderar a un grupo vulnerable, de forma tal que consiga resolver sus
dificultades; para lograr cambiar conductas autodestructivas o disminuir los daos
entre personas con adicciones; para prevenir conductas de riesgo entre jvenes...
Otras respuestas pueden ser ms simples: para evitar que las personas que pasan
hambre se mueran de desnutricin, para evitar que las personas sin hogar se
congelen en las noches de invierno, para que la gente que no puede vestirse
dignamente tenga acceso a un ropero....
Durante dcadas, el trabajo social se ha caracterizado por una concepcin
de distribucin de servicios, enraizada en una ideologa de arriba-abajo. En esta
visin, quienes proveen los servicios nunca transfieren la informacin definidora de
su rol, habilidad o competencia; sino que la atesoran y guardan para s, perpetuando
en el usuario o beneficiario la necesidad de ayuda y del servicio.
El modelo de competencia es una tendencia que pretende revisar la filosofa
anterior desde la conciencia de trabajar con los insumos de las propias personas
afectadas, y contando con ellas en todo el proceso. Este modelo pretende
desarrollar la competencia y autonoma de la persona en tanto ciudadano/a, y de
sus organizaciones, para hacer frente a sus problemas.
La intervencin comunitaria o modelo de atencin comunitaria (community
care) se da cuando la intervencin social (u otras) se produce en clave de
proximidad, se apoya en las redes familiares y comunitarias, y les da soporte. Se
proponen otros conceptos relacionados: intervencin comunitaria, servicios
comunitarios, nivel comunitario67
232 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

En sntesis, un proceso de intervencin tiene como objetivo mejorar las


condiciones de vida de la poblacin de modo que el grupo social de personas o
comunidad de afectadas/os sea protagonista de dicho cambio. Implica detectar,
conocer, abordar, trabajar con las necesidades, aspiraciones, problemas o temas
de inters para la comunidad. Para ello, se deben tener en cuenta los siguientes
elementos y sus interrelaciones: territorio, poblacin, recursos y demandas,
dinmica de relaciones de poder (asimetras).
Est claro que la intervencin social no es un acto neutral. Implica
posicionarse continuamente en:

Sus premisas (por qu),


La aproximacin (cmo),
La identificacin de actores (para quines y, dentro de ellos, cules),
El mtodo de relacin con las personas destinatarias (desde dnde),
Las formas de intervencin (para cambiar qu),
La naturaleza del proceso de cambio (con qu profundidad y duracin),
La duracin del mismo (la sostenibilidad),
El grado de implicacin de las personas (con quines),
El uso de los recursos disponibles (de qu manera)...

Grfico 1: Elementos de la intervencin social y sus interrelaciones

Fuente: Elaboracin propia.

67
Existe una especializacin en este tema en disciplinas concretas como la Psicologa, que ha inspirado
bastante el reciente desarrollo de la intervencin social de base comunitaria. La Psicologa Comunitaria es
un campo de especializacin de la psicologa en el que se privilegia una ptica analtica, que considera los
fenmenos de grupos, colectivos o comunidades a partir de factores sociales y ambientales, a fin de reali-
zar acciones orientadas al mejoramiento de las condiciones de vida de los sujetos. La metodologa que uti-
liza privilegia un enfoque territorial, participativo para quienes estn involucrados en sus procesos de
intervencin, intentando generar cambios de largo plazo en los sistemas sociales en los que estn insertos
esos grupos.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 233

Hay autores que insisten en que es prcticamente imposible evitar la


culpacin de las personas que van a ser sujetos de intervencin. En parte, porque
subsiste la idea de que somos las personas las responsables de meternos en
problemas. De este modo, cuando nos quedamos desempleados, la lectura podra
ser: que no somos lo suficientemente productivos o eficientes, y por eso nos
despiden. Cuando sufrimos un episodio de violencia domstica, esa visin argira
que elegimos a la pareja equivocada y nos termina maltratando. Si no llegamos a
fin de mes y perdemos nuestros bienes, se explicara porque elegimos contraer
deudas y luego nos embargan, etc.
Sin negar la responsabilidad individual en las decisiones que tomamos, es
innegable que muchas de estas vienen condicionadas por razones contextuales
muy poderosas, como: la discriminacin (por gnero, origen u otras razones), el
nivel educativo, la condicin bio-psico-social, la renta, la situacin familiar, las
personas a cargo, los hechos traumticos
Otro conjunto de factores vienen generados por el impacto de los mercados
sobre la vida de las personas; cuestin clarsima en los casos del acceso a la
vivienda, al empleo o al consumo.
Algunas instituciones multilaterales y autores hablan de la transmisin inter-
generacional de la pobreza para explicar las conductas de los hijos en hogares
donde se vive con escasos recursos econmicos y sociales. Desde esa perspectiva,
la intervencin social es necesaria para equiparar la desigualdad de oportunidades,
porque se ha nacido y crecido en hogares que van a transmitir sus condiciones
socioeconmicas negativas a los menores. Lgicamente, un factor importante que
considerar es cmo inciden las instituciones educativas, sanitarias, culturales, los
servicios sociales en los condicionamientos vividos en el seno de los hogares.
Los dficits de las polticas sociales, de proteccin y de servicios que componen el
Estado del Bienestar, tienen una parte de responsabilidad, que se debe determinar
en cada caso.
De este modo, dada la complejidad (no imposibilidad) de realizar un anlisis
equilibrado de todos los elementos que entran en juego, lo ms sencillo es
apoyarse en lo que prima, de modo que se tiende a la culpacin (directa o indirecta,
consciente o inconsciente). Lo cual orienta la intervencin ms bien a trabajar con
las personas y sus comunidades o grupos a los que pertenecen, que al
cuestionamiento, crtica profunda o transformacin de las causas de la desigualdad.
En concordancia, tambin hay estrategias que pueden ser definidas de
acuerdo con sus objetivos y, en cierta medida, con los resultados que buscan. Se
pueden clasificar en tres grupos: paliativas (pueden mejorar por el momento),
reproductivas (pueden servir para permitir la continuidad) y de empoderamiento o
emancipadoras (pueden modificar las relaciones de poder).
Una estrategia de intervencin de carcter paliativo tratar de solventar
provisionalmente un problema concreto, dando prioridad a la urgencia de la actuacin,
frente a la necesidad de establecer cambios en el sistema injusto o la disfuncin que
llevaron a dicha situacin. Por ejemplo, hay personas que no tienen comida:
La estrategia paliativa consiste en darles de comer en comedores o distribuir
alimentos: no se cuestiona el origen de la falta de satisfaccin de la necesidad
bsica de nutricin.
Una intervencin de carcter reproductivo procurar que se restaure un statu
quo bsico para que no se profundice el dao o el problema. Por consiguiente, no
tender a producir cambios radicales en los factores principales de la exclusin o
la pobreza.
234 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

La estrategia emancipadora o de empoderamiento, tal como se desprende


de la denominacin, perseguira la produccin de transformaciones estructurales y
un cambio en las relaciones de poder, para favorecer procesos profundos y
sostenibles en el tiempo.
Evidentemente, toda clasificacin tiene un efecto reduccionista, ya que simplifica
la realidad. En las actuaciones dirigidas a luchar contra la exclusin social, los tres tipos
de estrategias se pueden solapar. As, cabe imaginar una intervencin reproductiva
(destinada a mantener ciertos niveles de exclusin social), tal que incluya medidas
paliativas para hacer frente a los efectos ms adversos, de modo que, al hacerlo,
establezca determinadas condiciones para que las personas socialmente excluidas
puedan auto-organizarse. En contraste, las iniciativas de emancipacin pueden
comenzar a trabajar en las situaciones ms drsticas sin abordar las causas directas de
la exclusin social. Tambin se ha desarrollado una tendencia creciente en el uso de
estrategias de prevencin, que provienen de la sanidad y la educacin, y que se estn
aplicando para evitar la profundizacin de la exclusin social. Este enfoque preventivo
puede ser utilizado para las estrategias reproductoras, paliativas y empoderadoras-
emancipadoras que se resumen seguidamente.

Tabla 1: Tipos de estrategia

Objetivo Estrategia Estrategia Estrategia


general reproductiva paliativa empoderadora-
emancipadora
La exclusin social La caridad, la Emancipacin.
siempre va a existir. beneficencia y las
Estmulo diferencial. donaciones filantrpicas.
Representacin La exclusin social La exclusin social afecta Fenmeno histrico que se
social de la est arraigada en el a los ms dbiles. puede cambiar.
exclusin social comportamiento de la
persona y en sus
capacidades.
Objetivos Mantener los umbrales Reducir la exclusin Conseguir la autonoma
implcitos de exclusin social. social. individual y del grupo.
Objetivos Hacer frente a los efectos Hacer frente a las causas
explcitos ms graves. de la exclusin social.
Tratamiento de Desde el confinamiento Paternalismo. Ayuda. Movilizar a la ciudadana
las personas en al control generalizado. contra la exclusin social
situacin de
exclusin
Alianzas poderosas y Mala conciencia de grupo Las personas excluidas
cooperacin con aquellos e individual y bsqueda socialmente son las ms
que no sufren exclusin de pruebas de los motivadas.
social. impactos alcanzados.
Sobrepasar la situacin, La insuficiencia de Las dificultades para avanzar
supervivencia. recursos y la reproduccin frente a las causas. El
peridica de las proceso de sensibilizacin y
situaciones de exclusin de la reforma es lento.
social (mito de Ssifo).
Marco temporal A largo plazo. A corto plazo, cclico. A largo plazo.
Fuente: Traduccin del ingls y adaptacin de CIARIS68
68
Tabla original disponible online el 25/11/2012 en la pgina Web:
http://www.ciaris.org/community/library/page/93?node=189
Manual de intervencin comunitaria en barrios 235

De acuerdo con la posicin de Fidel Garca (2008), los criterios y objetivos


en la intervencin social se abren ms all de las personas con las que trabajamos;
se refieren tambin a nosotros, y pretenden ponernos en clave de trabajo para ir
siendo personas en sociedad: ellos, nosotros y todos. Se despliegan en un proceso
de acompaamiento, sin el cual no pueden ser; su condicin de posibilidad pasa
por desarrollar la tarea de acompaar, concretada en cada lugar y en cada persona.
Para ello, establecen 5 criterios:

1 Que las personas en pobreza y exclusin como sujetos del proceso de


desarrollo en nuestro territorio.
2 Trabajar en red desde la complementariedad con otros agentes.
3 Ofrecer recursos humanos como materiales de calidad.
4 Establecer un trabajo basado en el acompaamiento educativo.
5 Construir una comunidad acogedora y accesible, que nuestro trabajo
modifique tambin el entorno donde viven las personas con las que
trabajamos.

Complementariamente, Carolina Homar (2008) plantea que si la exclusin


es un fenmeno multi-causal o polidrico no podemos atribuirla a una sola causa,
lo cual determina en las opciones metodolgicas. Es un fenmeno dinmico, no
estamos ante situaciones permanentes. Hay una constante necesidad de revisin,
por el gran dinamismo y variabilidad en las situaciones; y porque el objetivo se
construye, de alguna manera, desde la propia subjetividad. Al mismo tiempo, se
trata de un fenmeno estructural, si bien con un marcado carcter contextual y
relativo. Todo ello, de alguna manera, nos conduce a ese nuevo paradigma de la
intervencin. En consecuencia, Carolina Homar plantea un paradigma de la nueva
intervencin, que presenta las siguientes caractersticas:

Grfico 2: Paradigma de la nueva intervencin

Prespectiva
dinmica

Protagonismo Integralidad
de la persona

Prevencin y
Rotura de atencin de
etiquetas las causas

Fuente: Carolina Homar


236 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

2 El proceso de intervencin

Desde un punto de vista concreto, una intervencin social consiste en una


accin programada y justificada desde un marco legal y terico, que se realiza sobre
un colectivo o individuo, trabajando los perfiles psico-evolutivos y los sectores
sociales con el doble fin de mejorar su situacin generando un cambio social,
eliminando situaciones que generen desigualdad.
A continuacin, vamos a ofrecer una serie de herramientas lgicas para
poder diagnosticar e identificar correctamente un problema que demande la
intervencin.

2.1 Identificacin de los actores

En primer lugar, se trata de identificar a todas aquellas personas y actores


(entidades, instituciones, grupos polticos, etc.) que:

Quieren que se lleve adelante el proyecto y los cambios que implica;


Van a poner en prctica las acciones y trabajar por los cambios que
implica;
Se benefician directamente;
Se benefician indirectamente;
Son perjudicados directa e indirectamente.

2.2 Factores transversales

Los principales aspectos a considerar, de manera sucinta, seran los


siguientes:

Edad
Gnero
Orientacin sexual
Origen (nacional, tnico-cultural)
Religin
Condicin bo-psico-social

Dichos factores se denominan transversales porque operan en distintos


niveles, potenciando los procesos de desigualdad. Nos referimos concretamente a
uno de ellos, el gnero, porque es tal vez el menos visible. Hablamos del concepto
desigualdad de gnero para referirnos a las desigualdades de derechos entre
hombres y mujeres. Por ejemplo, la brecha del 25% entre los salarios de las mujeres
con respecto a los hombres por el mismo tipo de trabajo, es desigualdad de gnero.
Por otra parte, la denominada perspectiva de gnero implica un trabajo consciente
para reducir o eliminar dichas desigualdades. No debe ser un captulo dentro de
un proyecto, sino una verdadera filosofa de trabajo.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 237

A la hora de plantear la intervencin social, es conveniente que tengamos


en cuenta nuestros propios prejuicios y los estereotipos que construye la
sociedad en la que vivimos. Esto es particularmente importante cuando la
comunidad sujeto de la intervencin tiene una composicin diversa,
posiblemente asociada con la desigualdad, en la que pueden darse procesos
de hostilidad, coexistencia (con o sin conflictividad) e, idealmente, de
convivencia intercultural69.

El prejuicio surge por conveniencia, para discriminar, descartar o dominar


a otras personas o aceptarlas preferentemente, sin tener remordimientos ni pararse
a pensar si eso es bueno o malo, o si es una opinin objetiva o subjetiva.
Comnmente se trata de una actitud hostil o, menos frecuentemente, favorable
hacia una persona perteneciente a un determinado grupo, simplemente por el hecho
de pertenecer a ese grupo, en la presuncin de que posee las cualidades negativas
o positivas atribuidas al mismo. La opinin se produce respecto del grupo
prejuiciado y despus incorpora al individuo. El prejuicio es una evaluacin
preconcebida de las personas, una idea preconcebida que se tiene sobre los otros.
Un estereotipo es una imagen mental muy simplificada, y con pocos
detalles acerca de un grupo que comparte ciertas cualidades caractersticas y
habilidades. Por lo general, ya haba sido aceptada por la mayora como patrn o
modelo de cualidades o de conducta. El trmino se usa a menudo en un sentido
negativo, considerndose que los estereotipos son creencias ilgicas que limitan
la creatividad y que slo se pueden cambiar mediante la educacin. Los
estereotipos ms comunes del pasado incluan una amplia variedad de alegaciones
sobre diversos grupos raciales y predicciones de comportamiento basadas en el
estatus social o la riqueza.
La identidad puede estar presente en dos niveles: la identidad asignada, y
la identidad optada (o de opcin). La identidad asignada es la que suele prevalecer,
pues est basada en concepciones aceptadas y/o impuestas por la sociedad. Por
ejemplo la identidad de clase, de gnero, de raza/tnica, de edad, de situacin
fsica/psquica que la sociedad impone. Ella define a travs de sus instituciones, a
travs de sus concepciones del mundo, qu se entiende por ser joven, qu se
supone que es ser gitano, inmigrante, mayor, etc. En la identidad optada prevalece
la voluntad. Tiene que ver con el crecimiento de la persona, con la posibilidad de
modificar su vida, con la posibilidad de darle un sentido nuevo. Luego, tenemos el
nivel de la auto-identidad o autoconciencia, que es la identidad que desarrolla cada
una de las personas de s misma, por s misma.

2.3 Trabajo en red. Convenios con otros actores (entidades,


plataformas, asociaciones, etc.)

El proceso participativo tiene que ser obra de todos los actores que se van
a implicar en el proyecto. Posteriormente se debe llegar a una puesta en comn.
Es conveniente que los acuerdos y desacuerdos queden plasmados por escrito y
que dicho documento est en poder de los diferentes actores implicados.

69
Hostilidad, coexistencia y convivencia son tres ideas clave que desarrolla Carlos Gimnez (2005).
238 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

Ese documento constituir la base del convenio, que deber ser firmado
por todos los actores que participen en el proyecto, en cualquier grado. Los
convenios escritos y firmados por todos los actores son mucho ms que una
formalidad.

Son compromisos que permiten:

Reforzar la confianza y reducir los riesgos de interpretaciones


particulares o discrecionales de acuerdos orales.
Distribuir las responsabilidades, derechos y compromisos entre todos los
actores que integran el consorcio o partenariado.
Tienen que estar claros los siguientes aspectos:
Integrantes del consorcio y responsables principales de la ejecucin del
proyecto.
Plan de actividades y responsabilidad de cada integrante.
Calendario.
Presupuesto.
De acuerdo con estas distribuciones, se pueden establecer los protocolos
de actuacin, con el objeto de regular la participacin de cada miembro.

14.2.4. Preguntas-gua
1 Quines somos los que pretendemos realizar la intervencin a
travs de un proyecto?
a - Caractersticas de la entidad (fecha fundacin, socios,
misin, trayectoria, relacin objetiva con el tema propuesto).
b - Se trabaja en red y en coordinacin con otras entida-
des/autoridades? (En caso afirmativo, presentarlas).
2 Qu tipo de intervencin nos proponemos realizar y por qu?
(reproductiva, paliativa, empoderadora)
3 Cmo es la comunidad con la que vamos a trabajar? quines la
integran?
a - Perspectiva sociolgica: anlisis socio-demogrfico, te-
niendo en cuenta los factores transversales; anlisis de su
participacin poltica (ciudadana)
b - Perspectiva etnogrfica: elementos simblicos ms desta-
cados, mecanismos de control y de poder, conflictos y
acuerdos, tabes.
c - Perspectiva de la desigualdad: en trminos de rentas, de
acceso a bienes y servicios (educacin, sanidad, cultura,
vivienda), de entorno espacio-natural (rural-urbana; comuni -
cada-aislada; deteriorada-conservada; concentrada-abierta,
entre otros)
4 Cmo nos relacionaremos con la diversidad existente en esta
comunidad? (identificar nuestros prejuicios y estereotipos)
Manual de intervencin comunitaria en barrios 239

3 El proyecto

Nos preguntamos qu es un proyecto. Hay varias definiciones posibles, pero


vamos a comenzar por la ms simple y comprensible. Asimismo, iremos analizando
las etapas del marco lgico, en relacin con el ciclo del proyecto social (desde el
diagnstico hasta la terminacin y la justificacin).
Un proyecto consiste en:

Una serie de actividades dirigidas a alcanzar unas metas claras y unos objetivos
especficos en un tiempo dado, con un presupuesto determinado y unos
criterios de calidad de los resultados alcanzados. Otras caractersticas son: su
singularidad y su elaboracin gradual; es decir: avanzar mediante pasos
coherentes entre s, previstos desde el inicio hasta el fin.

En la intervencin comunitaria cobra crucial importancia la construccin de


conocimiento. Dado que la informacin que permite tomar decisiones y alcanzar
los objetivos de trabajo normalmente solo tiene significado para los grupos de
poblacin con los que se trabaja, todo proceso de intervencin requiere
necesariamente que se construya conocimiento significativo para s mismo.
La metodologa cualitativa se refiere a la investigacin que produce datos
descriptivos que nos van a ser de utilidad para plantear adecuadamente cualquier
proceso de intervencin social. Cuando nos planteamos un proyecto, tenemos una
serie de interrogantes vagamente formulados y un diseo de contenidos flexible.
Aunque sabemos cules son nuestras metas, necesitamos recoger una informacin
sobre la que basar nuestra induccin. Para ese fin nos puede ser de utilidad la
metodologa de investigacin cualitativa.

3.1 Etapa de anlisis e identificacin de necesidades

El proceso de intervencin social debe comenzar por un anlisis de


necesidades, que se valdr de una o varias de entre las tcnicas que se explican a
continuacin, ya que cualquier accin social que se plantee debe responder a las
necesidades de los grupos de poblacin a los que se dirige. La primera cuestin
que hay que resolver es la definicin de necesidad: Una percepcin de que un
grupo de poblacin tiene una problemtica que puede ser solucionada.

Grfico 3: Aspectos/factores de desigualdad a tener en cuenta en un


diagnstico social participativo

Fuente: elaboracin propia


240 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

En esta definicin de necesidad hay tres aspectos fundamentales:

a - Identificar implica conocer aquellos problemas en materia de


necesidades bsicas. Se definen como problemas, por cuanto su
insatisfaccin o satisfaccin parcial genera graves perjuicios en las
personas afectadas.
b - Las personas identifican las necesidades en relacin con unas
circunstancias concretas. La definicin de la poblacin-objetivo y las
caractersticas del entorno constituyen dos elementos fundamentales, a
los que se aaden los factores transversales que intervienen.
c - Identificar la necesidad conlleva la bsqueda de soluciones potenciales.

Para realizar un diagnstico participativo existen una serie de tcnicas,


preferentemente grupales, en las que el rol de la persona que facilita est claramente
explicitado (se presenta como tal al grupo). No tiene por qu tener una formacin
especfica en tcnicas de investigacin. Las conclusiones obtenidas no tienen rigor
cientfico, pero son vitales para poder avanzar en la intervencin.
Por ejemplo:

Brainstorming o lluvia de ideas


rbol de problemas (para establecer las races, que seran las causas, y
diferenciarlas de las consecuencias, que seran las ramas).
Talleres o grupos de discusin (estructurados, con preguntas que guan
las intervenciones, la composicin est definida por criterios previos por
parte de los organizadores)
Talleres de auto-expresin (menos estructurados que los anteriores, se
renen las personas que comparten una misma situacin o problema y se
expresan libremente, recogiendo de manera textual su discurso y
procediendo luego a un anlisis del mismo)
Reportajes fotogrficos/multimedia
DAFO: anlisis de debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades
Open Space
Talleres del Futuro

Se pueden complementar con entrevistas en profundidad e historias de vida


de informantes o personajes clave de la comunidad.
Mediante las herramientas del diagnstico participativo o diagnstico social
se pueden mejorar los procesos de deteccin e identificacin de las necesidades
de las personas que son objeto de la intervencin social.

3.2 Anlisis de alternativas

Una vez terminado y consensuado el anlisis de los problemas, la siguiente


etapa consiste en la formulacin de los objetivos del proyecto. Mediante la
metodologa del Marco lgico, revertiremos situaciones negativas o insatisfactorias
en realidades deseables o positivas. Para ello, transformaremos el rbol de
problemas en un rbol de objetivos similar al anterior, en el que se reformulan
positivamente los problemas antes formulados negativamente.
Se trata de convertir el anlisis de una dinmica de causa-efecto en una
relacin medios-fin. En definitiva, lo que era nuestro problema principal se convierte
en nuestro objetivo principal.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 241

Ahora que sabemos cules son los fines, debemos explorar los mejores
caminos para llegar a ellos. Es decir, trabajar en la identificacin de las alternativas
para conseguir ese objetivo principal.
Una vez trazado el panorama de las posibles alternativas/soluciones en un
grfico, como veremos, es el momento de identificar nuestra alternativa de
intervencin. De todas las opciones que nos ofrece el rbol de objetivos, algunas
son potencialmente ms factibles y viables que otras a simple vista. Por ello es
importante valorarlas todas cuidadosamente, y decidir cul o cules tienen ms
posibilidades de llevarse a cabo exitosa, eficaz y eficientemente.

Grfico 4: Panorama de alternativas posibles

Fuente: elaboracin propia

3.3 Preguntas-gua

5 AL MENOS EL 50% DEL XITO DEL PROYECTO SE DEBE A LA


CORRECTA IDENTIFICACIN DE LA NECESIDAD O TEMA. Cmo
ha sido la identificacin del proyecto? Han participado (y cmo) las
personas beneficiarias? Qu mtodo se ha seguido? (DAFO,
talleres, entrevistas, encuesta, etc.)
6 Cmo se ha elaborado el Diagnstico, en el cual se explican las
causas y las consecuencias del problema o necesidad que da origen
al proyecto? (Brainstorming, rbol de problemas, otros)
7 Cmo se han identificado y seleccionado las soluciones que
propone el proyecto para resolver el problema o necesidad?
(Anlisis de alternativas, otros).
8 Se ha hecho un anlisis ex-ante de viabilidad y de sostenibilidad
del proyecto despus de finalizado?
242 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

4 La planificacin

Despus de la identificacin de la poblacin-objetivo que va a participar, de


los problemas existentes en materia de necesidades, de dficit importantes en su
bienestar y de las interrelaciones entre los diferentes factores conocidos, es
necesario establecer las posibles soluciones.
Para ello, se deben determinar las metas, los objetivos generales, los
objetivos especficos, las actividades, los resultados esperados. Todos ellos
conforman los mecanismos y los caminos que permitirn resolver los problemas y
las deficiencias detectados.
Para lograrlo, es necesario establecer los pasos en una coordenada
temporal, la calendarizacin, y la dotacin de recursos, que se establece mediante
un presupuesto.
Ambos instrumentos nos permitirn valorar la viabilidad de las acciones
propuestas. Es decir: no se podrn conseguir cumplir objetivos de largo plazo si el
tiempo es insuficiente, no se podr alcanzar el impacto previsto si los recursos
disponibles (personal, voluntarios, dotacin en metlico, etc.) resultan insuficientes.
Cuando el marco lgico del proyecto se concreta en un documento con un
formato determinado se suele denominar la Memoria del proyecto.
Veamos a continuacin los principales componentes de la programacin o
planificacin:
La planificacin participativa comprende el proceso facilitado por personal
tcnico en el cual hombres y mujeres deciden participar e identifican, plantean,
discuten y definen los objetivos, metas, actividades y otros elementos
socioculturales y tcnicos, a fin de formular y ejecutar proyectos que respondan a
sus necesidades y que estn en funcin de una distribucin equitativa de los
beneficios.
Es un proceso flexible y dinmico de negociacin en el cual sus beneficiarios
tienen la posibilidad de intervenir ampliamente en las decisiones para solucionar
los problemas priorizados, asegurar que los beneficios que se generen estn
ajustados a sus aspiraciones, y que las estrategias para lograrlos estn de acuerdo
con sus condiciones sociales, culturales, ambientales, y con los recursos
disponibles. Cada actor involucrado tratar de influir en las decisiones, para
balancear sus costos (aportes y esfuerzos) contra los beneficios esperados. Este
es un proceso de enseanza-aprendizaje continuo y transformador.

4.1 Matriz de planificacin

Una vez que hemos logrado decidir qu alternativa o estrategia deseamos


implementar, es el momento de detallar la planificacin del proyecto mediante la
construccin de una matriz de planificacin del proyecto (MPP).
Manual de intervencin comunitaria en barrios 243

Grfico 5: Matriz de planificacin del proyecto

Fuente: elaboracin propia

Esta lgica se basa en dos tipos de relaciones:

a - La lgica vertical, que se refiere a la tradicional relacin entre actividades,


resultados y objetivos, as como a las posibilidades de que se cumplan
a partir de una hiptesis.
b - La lgica horizontal, que completa a la anterior, donde se establecen
aquellos mecanismos para evaluar la intervencin, a travs de
indicadores y medios de verificacin.

Uno de los errores ms frecuentes consiste en plantear unos objetivos muy


abstractos y ambiciosos, que luego no coinciden con las actividades programadas.
Tal error se verifica cuando la realizacin de las actividades previstas no resulta en
la obtencin de los resultados esperados. Toda esta etapa es especialmente
delicada: no debe obviarse por razones de premura o de otro tipo similar.
Del mismo modo que cada objetivo especfico tiene que haber sido
identificado en el diagnstico, cada actividad tiene que ser sustancial a la/las
alternativas seleccionadas para corregir las causas del problema o las
consecuencias del mismo, segn la naturaleza del proyecto.
Los indicadores de verificacin permitirn comprobar objetivamente si
hemos alcanzado los resultados esperados.
Por ejemplo: si el objetivo especfico es mejorar el nivel de conocimiento
tcnico de los jvenes desempleados, la actividad podra consistir en la imparticin
de cursos tcnicos dirigidos y adaptados a dichos jvenes. El resultado esperado
ser que los jvenes desempleados mejoren su formacin tcnica (a fin de mejorar
su empleabilidad). Un indicador de verificacin podra ser el nmero de jvenes
desempleados que ha seguido los cursos y que ha aprobado la evaluacin final del
mismo (la mera asistencia al curso no sera un indicador fiable).
244 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

4.2 Los supuestos o condiciones previas

A la hora de plantear una posible actuacin hay que tener en cuenta tambin
los supuestos: aquellas condiciones que tienen que darse para que el proyecto
pueda llevarse a cabo y se alcancen los objetivos planteados. Los supuestos
identifican claramente lo que est fuera del control de los actores y preferentemente
deben ser formulados como condiciones positivas.

4.3 Preguntas-gua

9 EVITEMOS CAER EN EL ERROR DE PONER OBJETIVOS IMPRAC-


TICABLES, DESFASADOS, IRREALIZABLES, INCOHERENTES CON
EL DIAGNSTICO. Con respecto a los OBJETIVOS: Estn
relacionados con el diagnstico? Tienen sentido como mecanismo
para lograr la erradicacin, disminucin o mitigacin de las causas
y consecuencias vistas en el diagnstico?
10 OBJETIVO GENERAL: Verificar que el Objetivo principal del
proyecto est claramente expresado, mencionando sus compo-
nentes principales.
11 OBJETIVOS ESPECFICOS: Verificar que estn claramente
definidos y jerarquizados, de acuerdo con el objetivo principal.
12 BENEFICIARIOS/AS DEL PROYECTO. Describir la comunidad y/o
grupo de personas dentro de la comunidad a los que se dirige el
proyecto de forma directa (sexo, edad, nacionalidad, estudios,
situacin familiar, situacin ocupacional, problemticas
relacionadas con el proyecto).
a - Lista de chequeo de gnero
b - Lista de chequeo para valorar el impacto de carcter cultural
c - Lista de chequeo medioambiental
13 Habr beneficiarios indirectos? En qu medida o grado?
14 Aplicar lista de chequeo a cada grupo de beneficiarios directos:
quines se benefician, quines se perjudican, etc.?
15 Descripcin del mbito en el que se ejecutar el proyecto qu
alcance tendr: local, regional, estatal, internacional?
16 Actividades principales: estn realmente justificadas desde el
punto de vista de la lgica vertical? Van a contribuir realmente a
conseguir cumplir con el objetivo especfico?
17 Estn planteados los insumos necesarios para llevar a cabo las
actividades de una manera realista? (por ejemplo: disponemos de
presupuestos reales y adaptados al territorio donde se realizar la
actividad?) No hemos subestimado o sobreestimado los costes?
18 Los resultados y los indicadores de verificacin: Estn pensados
para poder medir el impacto de las actividades, en relacin con el
logro de los objetivos? Son los mejores posibles?
19 Somos conscientes de los supuestos que requiere este proyecto
(por ejemplo, cofinanciacin de la administracin local o
predisposicin favorable de grupos que no estn dentro del
alcance de la entidad, etc.)?
Manual de intervencin comunitaria en barrios 245

4.4 Presupuesto y gestin de los recursos

Cuando hablamos de recursos, pueden ser de diferente naturaleza, segn


las caractersticas del proyecto:

Natural (agua, tierra, bosque)


Econmica-productiva (crdito, herramientas, ingresos, tecnologas)
Poltica (organizaciones, capacidad de liderazgo)
Social (educacin, salud, informacin)
Temporal (recurso particularmente crtico y escaso entre las mujeres) y
Espacial (geogrfica-histrica)

El Presupuesto es el instrumento lgico que asocia las actividades previstas


a la asignacin de recursos (econmico-financieros, para financiar: costes laborales,
contrataciones, adquisicin o alquiler de bienes inmuebles, gastos en bienes
consumibles, gastos administrativos entre otros) mediante gastos elegibles
(admitidos y sujetos a la aprobacin de quienes financian el proyecto). Implica una
nueva lgica vertical y horizontal, que se construye en un formato tal que permita
su seguimiento y visibilidad de resultados parciales.
El control de los recursos se refiere a la capacidad, oportunidad y habilidad
de definir el uso de los recursos e imponer tal definicin a otros.
En cualquier accin debe quedar clara la diferencia entre las siguientes
categoras: acceso a los recursos y control de los recursos. El acceso se refiere
la oportunidad de usar algo, mientras que el control consiste en la habilidad para
definir su uso e imponer tal definicin a otros. En algunas circunstancias las mujeres
o los hombres pueden llegar a tener acceso a los recursos, aun pudiendo no tener
control sobre los mismos.
Introducimos aqu tres nociones importantes en la gestin y seguimiento de
un proyecto: tiempo, costes y alcance.

El tiempo se descompone, para propsitos analticos, en el tiempo


requerido para completar los componentes del proyecto que es, a su vez,
descompuesto en el tiempo requerido para completar cada tarea que
contribuye a la finalizacin de cada componente. Cuando se realizan
tareas utilizando gestin de proyectos, es importante fragmentar el trabajo
en lapsos menores para facilitar el seguimiento.
Los costes de desarrollar un proyecto dependen de mltiples variables,
incluyendo: costes de mano de obra, costes de materiales, administracin
de riesgo, infraestructura (edificios, mquinas, etc.), equipo y utilidades.
El alcance consiste en el cumplimiento de los objetivos especificados
como resultado final. La definicin global de lo que se supone que el
proyecto debe alcanzar y una descripcin especfica de lo que el resultado
final debe ser o debe realizar.

4.5 Gestin del calendario o cronograma

No puede construirse una casa en un da. Pero hay ocasiones en que se


pretende realizar actividades y alcanzar logros tan imposibles como ese, por el acto
mgico de escribirlo en el proyecto. Como sucede en el presupuesto en lo tocante
a los recursos econmicos, los errores de planificacin del tiempo pueden acarrear
246 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

graves incumplimientos de nuestros compromisos ante la poblacin-objetivo y los


donantes. Por ello, es importante dedicar el tiempo suficiente a meditar los plazos
que se deben respetar, y los logros que se esperan conseguir en dichos lapsos de
tiempo.
Existen herramientas informticas que ayudan a mantener la agenda del
proyecto, que van desde el conocido Outlook, hasta el Microsoft Project. Este ltimo
es til para llevar la gestin detallada de todo el proyecto. Es, adems, una gran
ayuda para la elaboracin de los informes intermedios y finales. Existen algunas
otras herramientas alternativas, como Klok, que estn en fase ms inicial, pero que
tambin se pueden emplear. Lo importante es que, si se trata de un dispositivo on-
line y adems gratuito (como en el caso de la agenda del Hotmail, Google, u otros
correos web), las distintas personas implicadas en la gestin podrn acceder a las
aplicaciones de calendario y preparacin de gestiones, sesiones, etc.

4.6. La implementacin o ejecucin

En la etapa de implementacin nos encontramos con dos grandes


momentos: la ejecucin y el seguimiento.
La ejecucin del proyecto responde a la realizacin de las actividades
previstas en la planificacin, y a la ejecucin del presupuesto segn est aprobado
y se va concretando.

Un factor transversal es la participacin de las personas beneficiarias durante


todo este proceso.

Como cualquier empresa humana, los proyectos son ejecutados y


entregados bajo ciertas restricciones. Tradicionalmente, estas restricciones han
sido: alcance, tiempo y costo. Esto tambin se conoce como el Tringulo de la
Gestin de Proyectos, donde cada lado representa una restriccin. Un lado del
tringulo no puede ser modificado sin impactar a los otros. Un refinamiento posterior
de las restricciones separa la calidad del producto del alcance, y hace de la calidad
una cuarta restriccin.

La restriccin de tiempo se refiere a la cantidad de tiempo disponible para


completar un proyecto.
La restriccin de coste se refiere a la cantidad presupuestada para el
proyecto.
La restriccin de alcance se refiere a lo que se debe hacer para producir
el resultado final del proyecto.

Estas tres restricciones compiten frecuentemente entre s: incrementar el


alcance, tpicamente aumenta el tiempo y los costes; una restriccin fuerte de
tiempo puede significar un incremento en costes y una reduccin en los alcances;
mientras que un presupuesto limitado puede traducirse en un incremento en tiempo
y una reduccin de los alcances.
La gestin de proyectos consiste en el uso de las herramientas y tcnicas
que permiten al equipo de proyecto (no solamente al gerente) organizar su trabajo
para cumplir con todas esas restricciones.
Manual de intervencin comunitaria en barrios 247

4.7 El seguimiento

El seguimiento o monitoreo es el acompaamiento que se realiza de la


accin en curso. Se trata de un proceso esencialmente interno a la ejecucin del
programa, que permite descubrir las anomalas que se producen durante la
ejecucin, y tomar medidas para corregirlas. Consiste en una revisin permanente
de lo que ocurre en el desarrollo del proyecto, en comparacin con lo que se haba
previsto.
El seguimiento en general, y los informes en particular, permiten
cuestionarse la necesidad de introducir variaciones o cambios, bien en las
actividades, en el presupuesto o inclusive en el diseo del proyecto. En el caso de
que se impongan cambios sustanciales, tanto en el presupuesto como en las
actividades u objetivos, ser necesaria la consulta a los socios para solicitar la
aprobacin por parte del financiador.

Tres tipos de acciones pueden seguirse de dichos informes:

1 Acciones correctivas (cambios accidentales): suponen pequeas


correcciones del proyecto, considerando que la planificacin original del
proyecto sigue siendo vlida; normalmente suponen una reorientacin
de recursos o de tiempo.
2 Reformulacin o re-planificacin (cambios sustanciales): suponen un
cambio en las expectativas de la gente sobre los resultados del proyecto;
as, se reformular el proyecto cuando deban modificarse los objetivos,
relacin de personas o grupos beneficiarios, se hayan detectado grandes
variaciones en el presupuesto, reduccin de suministros, etc.
3 La cancelacin (devolucin de fondos): decisin drstica que afecta a
todo el proyecto. No debera llegarse hasta tal punto sin haber
considerado las fases anteriores.

4.8 Terminacin

La fecha del cierre del calendario indica el momento en el que se deben


finalizar las actividades y gastos imputables al proyecto. Es importante prever este
momento con tiempo, para no tener que concentrar mucho esfuerzo en los
momentos finales.
Tampoco es conveniente concentrar el gasto en la etapa final del proyecto,
porque se pueden cometer errores y porque, de cara a la justificacin, dar la
impresin de un uso poco ordenado de los recursos. Para controlar esta
eventualidad, es esencial el seguimiento o monitoreo. Igualmente debe establecerse
el momento en que se proceda a un cierre parcial, a mitad del calendario, para
elaborar un informe intermedio sobre la actividad y la situacin econmica.
Cabe pensar en una terminacin abrupta, fuera del calendario previsto,
cuando no sea posible continuar el proyecto por causa de fuerza mayor. Por
ejemplo: si se produce una intervencin judicial de la entidad o las entidades
gestoras, que paraliza las cuentas; o cualquier otra incidencia importante que
aconseje o conlleve la paralizacin o el fin del proyecto.
248 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

4.9 Justificacin econmica y financiera

La justificacin consiste en la descripcin de los gastos imputados al


proyecto, con arreglo al presupuesto aprobado, a las actividades previstas y
aprobadas, y al calendario de ejecucin.
En Espaa, es habitual que las Administraciones descentralizadas y cada
organismo pblico tengan sus propios criterios de justificacin, a los que se deber
responder de acuerdo con el origen de los fondos que se estn empleando. No
obstante, el marco jurdico para la gestin de cualquier dinero que sea de origen
pblico se halla en la Ley de Subvenciones.
Los Manuales de procedimientos de las entidades financiadoras, en general,
ayudan a minimizar los impactos derivados de la dificultad de gestionar un servicio,
puesto que:

a Sistematizan las intervenciones, es decir: facilitan la homogeneidad de


la provisin, suministrando las informaciones necesarias para actuar de
una forma similar con independencia de quin est realizando la
actividad.
b Revisan las actuaciones: cuando facilitan, a travs de los registros, la
posibilidad de analizar los resultados obtenidos y las causas que han
servido de base para obtenerlos.
c Promueven la mejora: ya que permiten identificar las no-conformidades
y establecer las acciones correctoras, evitando su repeticin. El anlisis
de los datos facilita igualmente la mejora.
d Facilitan la formacin de los trabajadores: ya que los documentos son
una buena referencia para planificar y desarrollar la formacin en los
procesos de gestin.
e Profesionalizan el proyecto: al permitir el intercambio de experiencias y
la consolidacin de buenas prcticas de gestin.
f Capitalizan el conocimiento prctico.

4.10 La evaluacin

Y cuando finaliza el proyecto... evaluamos para aprender.


Dependiendo de cada organizacin y de los mecanismos de gestin de que
dispone, la evaluacin adopta diferentes modalidades. La evaluacin ex post y el
seguimiento son dos procesos que comparten herramientas y metodologas, pero
los enfoques y objetivos son distintos. La evaluacin se entiende, en el marco del
ciclo del proyecto, como una etapa final o posterior (evaluacin ex post) que
pretende revisar la intervencin desde su totalidad y con miras a encontrar
aprendizajes para futuros proyectos.
Su funcin consiste en hacer la apreciacin, tan sistemtica y objetiva como
sea posible, de un proyecto en curso o acabado, un programa o un conjunto de
lneas de accin, su concepcin, su realizacin y sus resultados. Se trata de
determinar la pertinencia de los objetivos y su grado de realizacin, la eficiencia en
cuanto al desarrollo, la eficacia, el impacto y la viabilidad. La evaluacin debe apoyar
la credibilidad y utilidad de las actuaciones, tales que permitan integrar las
enseanzas extradas en los mecanismos de elaboracin de las decisiones.
La evaluacin, promovida en ocasiones por los financiadores, requiere de
un diseo especfico, concretado en unos trminos de referencia (TOR) en los que
Manual de intervencin comunitaria en barrios 249

se definen: tanto el objeto, mbito y modelo de la evaluacin; como los agentes y


herramientas para llevarla a cabo. Existen varios tipos de evaluacin que, segn el
agente que la realiza, se clasifican en:

1 - Interna: si la responsabilidad recae sobre la entidad ejecutora;


2 - Externa: si la pone en marcha una entidad externa a la intervencin, o
el mismo donante;
3 - Mixta: si se combinan las dos anteriores,
4 - Participativa o integrada: si es un equipo multidisciplinar e integrador de
los distintos grupos involucrados el que se hace responsable de su ejecucin.

4.11 Criterios de calidad que tener en cuenta

La calidad de un proyecto debe medirse con arreglo a un amplio conjunto


de criterios: integralidad, participacin, pertinencia, eficacia, eficiencia, impacto,
sostenibilidad-viabilidad futura, y que pueda considerarse una buena prctica.

Integralidad
Se trata de valorar: si se han tenido en cuenta todos los aspectos que
intervienen en las principales causas detectadas (y luego, si se han
jerarquizado correctamente); si todos los aspectos de las principales causas
detectadas se han traducido a alternativas de las que se siguen acciones
concretas; finalmente, si las actividades ejecutadas han reflejado los
aspectos integrales que conducen a la resolucin de los problemas
planteados al comienzo.

Participacin
Como se ha explicado, la cuestin de la participacin se ha vuelto crucial
para determinar la calidad de la intervencin y el nivel del impacto, ya que
las acciones pueden estar guiadas por estrategias paliativas (sin
participacin), reproductivas (con un nivel bajo de participacin) y de
empoderamiento (con un nivel alto de participacin). Pero no basta con
incluir ese tema en el momento del diagnstico, olvidndose despus al
optar por una ejecucin en la que primen los criterios prcticos, como: el
que subyace a la frase no vamos a andar consultando cada decisin con
la gente; o al argumento de que como tenemos prisa, tomemos las
decisiones y, en todo caso, las validamos ms adelante con la gente.
Argumentos de este estilo, hay muchos y son variopintos.

Pertinencia
La pertinencia de un proyecto puede medirse con arreglo a las siguientes
cuestiones:
1 Responde el proyecto a las prioridades incluidas en los documentos
de programacin de la institucin responsable de su gestin?
2 Responde el proyecto a las prioridades de la institucin financiadora?
3 Responde el proyecto a las prioridades de las polticas de desarrollo
del socio local?
4 Constituye el proyecto una prioridad para el grupo beneficiario?
5 Estn bien definidos los beneficiarios del proyecto y forman estos un
colectivo prioritario?
250 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

6 Hay correspondencia entre el objetivo del proyecto y el problema que


se pretende resolver?
7 Justifica el objetivo general la realizacin del proyecto?

Pertinencia respecto al nero


Analizar si el proyecto ha identificado los problemas y necesidades
de las mujeres. Si este ha sido el caso, analizar quin las ha
determinado y cmo se han determinado.
Analizar la coherencia del proyecto con las polticas de igualdad
de oportunidades existentes en el contexto de la intervencin y la
situacin general de las mujeres de la comunidad de que se trate.

Eficacia
La eficacia del proyecto puede medirse con arreglo a las siguientes
cuestiones:

1 Tiene el proyecto un nico objetivo especfico?


2 El objetivo especfico del proyecto dispone de indicadores operativos
que permitan valorar su logro?
3 Los resultados son medios suficientes y necesarios para la consecucin
del objetivo especfico?
4 Es posible alcanzar, tal como ha sido definido, el objetivo especifico?
5 Los factores externos que afectan a los resultados y al objetivo
especfico tienen una probabilidad razonable de cumplimiento?

Eficacia respecto al gnero


Analizar la medida en que los objetivos y resultados de la accin
de desarrollo han tenido en cuenta las diferencias y desigualdades
entre hombres y mujeres.

Eficiencia
La eficiencia no coincide enteramente con la eficacia, y puede medirse con
arreglo a las siguientes cuestiones:

1 Los medios para la ejecucin del proyecto: estn bien descritos y son
necesarios para la realizacin de las actividades?
2 Los costes previstos: se encuentran claramente justificados y son
razonables?
3 Todas las actividades: son esenciales para la consecucin de los
resultados?
4 Los tiempos de ejecucin de las actividades: resultan adecuados?
5 Las responsabilidades para la ejecucin de las actividades: estn
asignadas con claridad?
6 Los factores externos situados al nivel de las actividades: tienen un
grado aceptable de probabilidad?
Manual de intervencin comunitaria en barrios 251

Eficiencia respecto al gnero


Anlisis del logro de los resultados en relacin a los recursos que
se consumen.
Desde la perspectiva de gnero se trata de valorar de manera
correcta las aportaciones de las mujeres en relacin con los
resultados que ellas obtienen.

Impacto
El impacto de un proyecto puede medirse con arreglo a las siguientes
cuestiones:

1 Se han analizado y previsto los posibles efectos positivos del proyecto?


2 Se han detectado algunos efectos negativos provocados por la
intervencin?
3 Hay algn colectivo que pueda verse afectado de forma negativa por
el proyecto?
4 Cuenta el objetivo general con indicadores que permitan valorar su nivel
de logro?
5 Tiene el proyecto altas probabilidades de contribuir significativamente
al logro del objetivo general?

Impacto respecto al gnero


Desagregar toda la informacin por gnero y otras categoras
sociales.
Incluir un anlisis del impacto en el acceso y control de recursos y
beneficios de hombres y mujeres, y un anlisis del nivel de
participacin (barreras identificadas y medios para reducirlas o
eliminarlas) de hombres y mujeres en la ejecucin.
El impacto de un proyecto puede ser negativo cuando la posicin
de las mujeres se ha deteriorado en comparacin con la situacin
anterior a la ejecucin de la intervencin, y en comparacin con la
posicin de los hombres una vez que la misma haya finalizado.

Sostenibilidad-viabilidad futura
La sostenibilidad y viabilidad futura de un proyecto pueden medirse con
arreglo a las siguientes cuestiones:

1 Estn implicados los beneficiarios en la concepcin, gestin y


sostenimiento del proyecto?
2 Cuenta el proyecto con un apoyo poltico suficiente?
3 La organizacin que gestiona el proyecto: tiene suficiente capacidad
una vez concluida la fase de apoyo externo?
4 El proyecto: vulnera o respeta aspectos esenciales de la cultura de los
colectivos beneficiarios?
5 Contribuye el proyecto a promover la igualdad de oportunidades entre
hombres y mujeres?
6 La tecnologa transferida por el proyecto: puede ser asumida por los
beneficiarios sin grandes problemas?
7 Realiza el proyecto un buen manejo de los recursos del ambiente?
8 Se ha previsto como se conseguirn los recursos necesarios para hacer
252 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable

frente a los gastos de funcionamiento y mantenimiento una vez que


finalice la etapa de ejecucin?

Sostenibilidad respecto al gnero


Detectar en qu medida estn las mujeres implicadas en la
continuidad del proyecto, especialmente una vez terminada la fase
subvencionada de la actividad.

Buena prctica
Conviene definir qu se entiende por buena prctica:

Buenas prcticas son acciones o iniciativas con repercusiones


tangibles y mesurables en cuanto a la mejora de la calidad de vida
de los habitantes y del medio ambiente de una forma sostenible y
que pueden servir como modelos para que otros pases o regiones
puedan conocerlos y adaptarlos a su propia situacin.

Para que el proyecto que hemos ejecutado pueda llegar a ser reconocido
como una buena prctica ste tendr que tener una serie de caractersticas, como
las siguientes:

Tabla 2: caractersticas de una buena prctica

Innovadora Que introduzca bien una temtica, una metodologa y/o un


planteamiento del problema novedosos.
Estratgica Que produzca transformaciones estructurales o actuaciones
coyunturales no aisladas.
Fundamentada Que tenga criterios racionales tanto para el diagnstico, la
implementacin o la evaluacin.
Replicable Que sirva como modelo de referencia para generar programas o
iniciativas que se den en otros contextos. En otras palabras, que
sea exportable y adaptable a contextos similares.
Participativa Que implique a la comunidad y genere capital social,
favoreciendo en la medida de lo posible el trabajo en red.
Dinmica Que considere al conflicto como un elemento natural de los
procesos sociales y sea capaz de gestionarlo.
Transversal Que acte sobre todos aquellos factores de exclusin presenten
en la situacin y/o riesgo de exclusin que pretende abordarse.

Fuente: elaboracin propia


Manual de intervencin comunitaria en barrios 253

Bibliografa

Ander Egg, E. (1995). Diccionario del Trabajo Social. Buenos Aires: Lumen.
Disponible online el 03/06/2013 en la pgina Web:
http://www.trabajosocialmalaga.org/html/PROFESION_funciones_trabajad
or_social.php
Garca, F (2008), La intervencin integral: intervencin por colectivos o
intervencin por problemticas en Cruz Roja Espaola (2009), Acciones
para la inclusin: La metodologa en inclusin social, buenas prcticas y
talleres de participacin, 2009. Madrid: Cruz Roja Espaola. Disponible
online el 30/01/13 en la pgina Web:
http://www.practicasinclusion.org/images/docs/bbpp2008.pdf
Gimnez, C. (2005) Convivencia: conceptualizacin y sugerencias para la
praxis. En Puntos de Vista. Cuaderno del Observatorio de las Migraciones
y de la Convivencia Intercultural de la Comunidad de Madrid, Volumen 1.
pp. 7-32. Disponible el 03/06/13 en:
http://www.uam.es/departamentos/filoyletras/antropologia_social/PMM/d
ocumentos/pdf_2011/Puntos_de_vista_PMM/pvista_1.pdf.
Homar, C. (2008) La intervencin integral: intervencin por colectivos o
intervencin por problemticas, en Cruz Roja Espaola. Acciones para la
inclusin: La metodologa en inclusin social, buenas prcticas y talleres
de participacin. Madrid: Cruz Roja Espaola. Disponible online el
30/01/13 en la pgina Web:
http://www.practicasinclusion.org/images/docs/bbpp2008.pdf
254 Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable
Manual de intervencin comunitaria en barrios 255
Manual de intervencin comunitaria en barrios
Hagamos de nuestro barrio un lugar habitable
Hagamos de nuestro barrio
un lugar habitable
Manual de intervencin
comunitaria en barrios
Josep Buades Fuster y Carlos Gimnez Romero
(Coordinadores)

También podría gustarte