Roma y Los Barbaros

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Al

margen de sus mritos como legisladores, militares e ingenieros, los


romanos asumieron el legado cultural griego y acogieron las premisas
cristianas que iban a dominar Europa durante casi dos mil aos. Pero, como
suele decirse, no es oro todo lo que reluce En los aledaos del Imperio
trataban de sobrevivir al triunfo de Roma (y a sus sustanciosos impuestos)
decenas de pueblos que senadores y generales romanos consideraban
incivilizados, y a los que reunan bajo un mismo y despectivo apelativo:
brbaros. Qu pasara si les cediramos la palabra a esos pueblos que
haban desarrollado unas matemticas y una ingeniera refinadas, cuyas
aldeas en ocasiones superaban en confort a las ciudades romanas o que en
algunos casos se hallaban a un paso de una revolucin industrial?
Eso exactamente es lo que han hecho Terry Jones y Alan Ereira, empeados
en reparar una injusticia histrica y devolver a su justo lugar a los celtas, a
las tribus germnicas, a la civilizacin dacia o a los godos. A griegos y
persas, quienes vean a los romanos como los autnticos brbaros; a los
vndalos, que sufrieron en sus carnes la incrustacin del cristianismo en el
Imperio, o a Atila el Huno, cuyas campaas contribuyeron a desmembrar
Roma. El resultado es un busto de la civilizacin romana cubierto de poco
favorecedoras sombras, unos claroscuros que los autorretratos oficiales
suelen omitir.

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Terry Jones & Alan Ereira

Roma y los brbaros


Una historia alternativa

ePub r1.0
Titivillus 23.04.17

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Ttulo original: An Alternative Roman History
Terry Jones & Alan Ereira, 2006
Traduccin: Toms Fernndez Az & Beatriz Eguibar

Editor digital: Titivillus


ePub base r1.2

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Para Sergio y Luqui, con afecto y respeto,
por sosegar nuestro corazn
BEATRIZ Y TOMS

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Prefacio
Ha sido preciso cierto valor para escribir este libro y el guin de la serie televisiva
derivada de l. Abarca un perodo de ms de setecientos aos de historia, visita tres
continentes y nos ha obligado a invadir el terreno de un gran nmero de eruditos que
no slo estn consagrados a su oficio sino que poseen una impresionante trayectoria.
Sin embargo, lleg a convertirse casi en una obsesin. En el ao 1997 propusimos
por primera vez a la BBC la realizacin de una serie televisiva sobre el particular y
desde entonces el programa se ha venido reponiendo prcticamente todos los aos. Se
trata adems, por alguna razn, de un tema que levanta pasiones. Qu otro proyecto
de la pequea pantalla habra podido lograr que el significado de un gerundio de una
frase de Tcito llevara a cuatro hombres adultos a dar encolerizadas voces en un
despacho?
Los brbaros de Terry Jones aborda las peripecias de todos los pueblos a los que
los romanos adjudicaron el despectivo epteto de incivilizados, pero es tambin una
buena oportunidad para contemplar a los propios romanos desde un punto de vista
diferente desde la perspectiva de las mismas gentes contra las que despotricaban.
Y en ese sentido coincide con una de las tesis que estuvimos remachando tanto en
Terry Jones Medieval Lives como en el programa radiofnico de Terry titulado The
Anti-Renaissance Show. Dicha tesis sostiene que la epopeya de Roma que se nos ha
endosado a todos es falsa, y que eso ha tergiversado por completo la comprensin de
nuestra propia historia ya que no slo se ha glorificado un dilatado perodo
marcado por el implacable poder imperial (y disculpado asimismo sus excesos), sino
que ese ensalzamiento, al hacerle el juego tanto a los tiranos del Renacimiento como
a otros imperios ms modernos, ha distorsionado hasta el paroxismo la idea que nos
hacemos de la llamada Edad Media y de los pueblos a los que Roma, no contenta
con aplastarlos, culp despus de su propio desplome. Ah, por cierto!, ya metidos
en harina, decidimos incluir tambin en el texto unos cuantos comentarios bien
medidos sobre la Iglesia.
Desde luego no somos expertos en la materia, y hemos contrado una gran deuda
con los numerosos eruditos e historiadores de verdad que nos han permitido utilizar
sus cerebros y pisotear su campo con nuestros zapatones, inevitablemente torpes. Les
agradecemos mucho que se hayan mostrado tan tolerantes y generosos en sus
advertencias. Nos gustara especialmente mostrar nuestra gratitud al doctor Walter
Pohl, por sus tiles comentarios; al doctor Peter Heather, por haberse tomado la
molestia de dedicar tiempo a buscar respuestas para nuestras preguntas, a veces
machaconas, al doctor Hartmut Ziche, y sobre todo, al profesor Barry Cunliffe, cuya
amabilidad al apartarnos con todo cuidado de algunos errores graves, aadida al
inequvoco y prudente entusiasmo que ha mostrado por el proyecto, ha sido de
enorme ayuda. Pedimos disculpas a todas estas personas.

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Tenemos una enorme deuda de gratitud con el equipo televisivo de produccin, en
especial con Nick Kent, de OFTV, que se las arregl para conseguir que la BBC y el
Canal de Historia se adhirieran al proyecto y lo supervisaran con mirada paternal; con
David McNab, el montador de la serie; con los productores y directores Rob
Coldstream y David Wilson (que tuvieron que bregar con una inmensa cantidad de
material y forcejear con nosotros, arrebatados por el acaloramiento de una
vehemencia seudoacadmica); y con las ayudantas de produccin e investigadoras
Clare Lynch, Susannah Davis y Sarah Veevers.
Si decide dar a este libro el tratamiento de un juego de construcciones, desrmelo
y vuelva a montar sus partes en orden cronolgico: obtendr un relato que comienza
con los primeros vagidos de Roma, en torno al siglo V a. C., y llega hasta el ltimo
emperador romano, cerca de mil aos ms tarde. Topar sin embargo con lagunas de
extraas formas y se encontrar con un buen nmero de piezas sobrantes esparcidas
por el suelo. La razn es que esto no es una historia de Roma, y que el relato que aqu
ofrecemos es distinto a todos cuantos se han escrito.
Hay desde luego, tanto en ingls como en espaol, centenares de libros que
abarcan esta misma poca, pero no existe ningn estudio de conjunto que lo aborde
desde una perspectiva no romana. Slo los libros que se dedican especficamente al
examen de determinadas sociedades concretas casi siempre las de los celtas y los
germanos han dedicado alguna pgina a los brbaros de los primeros tiempos,
los que actuaron con anterioridad al siglo I d. C. Para pocas posteriores, el lector no
especializado se vea obligado a hojear toda una serie de enormes volmenes escritos
al amparo de la gran Historia de la decadencia y ruina del imperio romano de
Gibbon. Los pueblos a los que los romanos llamaban brbaros desempean uno de
estos dos papeles: o bien se encuentran en los mrgenes del relato central, o bien
irrumpen en l como invasores.
Lo que hoy contemplamos, sin embargo, es el mundo que ellos crearon y
habitaron, y en el que Roma es la intrusa, o, ms tarde, su anfitrin o su presa, segn
los casos. Nuestro inters por Roma no reside tanto en lo que esos pueblos le hicieron
al imperio como en lo que el imperio les hizo a ellos. Y dado que ellos son de
hecho los pueblos que han dado vida al mundo en el que vivimos, ese inters se
transforma de modo notablemente literal en la siguiente interrogante: Qu es lo que
siempre nos han hecho a nosotros los romanos?. La respuesta, como ya se habr
figurado, no suele ser demasiado agradable.
Por consiguiente, lo que aqu hemos construido no es un periplo cronolgico que
recorra la historia del imperio. En vez de eso, hemos preferido dividir en cuatro
partes el mundo no romano.
En la primera parte hemos presentado el cosmos de los celtas atlnticos, desde su
pleno apogeo, ocurrido en el siglo I a. C., hasta su destruccin final, doscientos aos

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ms tarde, a manos de los ejrcitos romanos. A continuacin examinamos el fracaso
que cosecha el Estado romano en el territorio celta a lo largo del siglo III, y el
ininterrumpido declive que condujo a la reaparicin de un mundo atlntico distinto en
las antiguas tierras celtas.
La segunda parte estudia el territorio germano (en el que hemos incluido la Dacia)
y a los germanos mismos. Esto quiere decir que nos interesamos en las formas que
adopt la resistencia que los germanos ofrecieron a la ocupacin romana a lo largo
del siglo I d. C.; en la gran civilizacin de la Dacia, que Roma arras en el siglo II; y
finalmente en los godos y en los esfuerzos que stos hicieron por integrarse en el
imperio a lo largo del siglo IV y principios del V.
En la tercera parte centramos nuestra atencin en los pueblos que consideraban
que, en realidad, los brbaros eran los romanos esto es, los griegos (quienes en la
Antigedad juzgaban brbaros a todos los extranjeros, para descubrir que los
romanos les vean a su vez con los mismos ojos) y los persas (una sociedad brbara
que vio coronado por el xito el desafo militar que plante a Roma y que habra de
sobrevivir largo tiempo al imperio de Occidente). Para relatar la historia de los
griegos nos remontamos a los primeros aos del siglo IV a. C., y el estudio de los
persas nos hace retroceder otros cien aos ms, lo que nos embarcar en un viaje
pico que culmina, a los efectos de nuestro relato, con la irrupcin de los hunos en
Persia, ocurrida casi ochocientos aos ms tarde.
Hasta el momento hemos observado lo que suceda al oeste, al norte y al este. La
cuarta parte nos conduce al sur, al frica vndala, y el relato queda enteramente
enmarcado en el siglo V d. C. sta es, sin embargo, la parte en la que analizamos la
revolucin cristiana y el impacto que sta ejerci, no slo en la misma nocin de
brbaro, sino tambin en los propios brbaros. Tambin nos ocuparemos aqu del
francamente extraordinario reino de Atila el Huno, quien con toda probabilidad debi
de ser, de todo el Occidente, el personaje que ms contribuyera en la prctica (aunque
de forma ms bien involuntaria) a transferir a la Iglesia el poder del imperio.
Son muchas las cosas que pueden sorprendernos: el refinamiento de la ingeniera
y la matemtica celtas, el elevado grado de desarrollo que alcanza la filosofa
religiosa en la Dacia, el hecho de que los griegos se encontraran sin lugar a dudas al
borde mismo de una revolucin industrial, la comodidad con que transcurra la vida
en las villas vndalas, el admirable Teln de Acero que levantara Atila entre su
reino y el imperio romano Y otras muchas cosas.
Bienvenido, por tanto, a una historia narrada desde un punto de vista diferente.

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Cronologa brbara
Pese a que la sucesin temporal de los acontecimientos que se incluyen en este libro
sea tosca y un tanto primitiva, podr darle una idea del avance de la secuencia
cronolgica y ayudarle a seguir el hilo del relato.

c. 576 a. C. Comienza el reinado de Ciro I, rey de Persia.


c. 550 a. C. Edad de oro de la filosofa religiosa: Pitgoras y Zalmoxis (junto con
Buda).
522 a. C. Comienza el reinado de Daro I, rey de Persia.
486 a. C. Comienza el reinado de Jerjes I, rey de Persia.
406 a. C. Guerra entre Siracusa y Cartago.
c. 390 a. C. Los celtas de Breno atacan Roma.
336 a. C. Alejandro Magno accede al trono de Macedonia.
330 a. C. Destruccin de Perspolis.
324 a. C. Muerte de Alejandro.
305 a. C. Guerra entre rodios y macedonios.
282 a. C. Se construye el Coloso de Rodas.
279 a. C. Los celtas atacan Grecia.
212 a. C. Los romanos se apoderan de Siracusa.
168 a. C. Roma se hace con el control de Grecia.
164 a. C. Establecimiento del tratado entre Rodas y Roma.
146 a. C. Los romanos arrasan Corinto.
c. 70 a. C. Comienza el reinado de Burebista, rey de la Dacia.
59 a. C. Csar es nombrado Protector de los galos.
55-54 a. C. Csar se presenta en Britania.
53 a. C. Victoria de Vercingetrix: batalla de Carras (o Harran, Turqua).
52 a. C. Derrota de Alesia.
49 a. C. Csar invade Roma y estalla la guerra civil.
44 a. C. Csar es asesinado, y tambin Burebista.
42 a. C. Saqueo de Rodas.
27 a. C. Octavio (Augusto) es proclamado primer emperador.
12 a. C. Roma ocupa Germania.
9 d. C. Derrota de Varo.
14 d. C. Tiberio accede a la dignidad de emperador.
17 d. C. Triunfo de Germnico.

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41 d. C. Claudio es nombrado emperador.
42 d. C. Muere Cunobelino.
43 d. C. Invasin de Britania.
54 d. C. Nern es designado emperador.
60 d. C. Revuelta de los icenos.
69 d. C. Vespasiano ocupa el trono y se apodera de Roma.
81 d. C. Entronizacin del emperador Domiciano.
87 d. C. Comienza el reinado de Decbalo, rey de la Dacia.
98 d. C. Trajano, emperador.
105 d. C. Roma toma la Dacia.
117 d. C. Adriano elevado a la categora de emperador.
196 d. C. Albino es aclamado como emperador; Septimio Severo saquea Persia.
218 d. C. Heliogbalo se convierte en emperador.
222 d. C. Alejandro Severo es investido emperador; se inicia el reinado de
Ardachir I, rey de Persia.
235 d. C. Comienza un perodo de cincuenta aos caracterizado por una sucesin
de 49 emperadores.
241 d. C. Comienza el reinado de Sapor I, rey de Persia.
244 d. C. Asesinato de Gordiano III.
259 d. C. Pstumo funda el imperio galo.
260 d. C. Sapor I captura a Valeriano.
267 d. C. Zenobia declara emperador a su hijo.
270 d. C. Aureliano se convierte en emperador y abandona la Dacia.
272 d. C. Aureliano derrota a Zenobia; muere Sapor I.
273 d. C. Aureliano reconquista el imperio galo.
284 d. C. Diocleciano es proclamado emperador y divide el imperio; el gobierno
de Occidente queda en manos de Maximiano.
286 d. C. Carausio declara la independencia de Britania.
297 d. C. Constancio recupera el control de Britania.
309 d. C. Sapor II es coronado estando todava en el seno materno.
312 d. C. Constantino se apodera de Roma.
324 d. C. Constantino toma Bizancio y se convierte en el nico emperador.
325 d. C. Concilio de Nicea.
337 d. C. Fallece Constantino I.
350 d. C. Los hunos atacan Persia.
358 d. C. Sapor II resuelve el problema huno.
363 d. C. Sapor II derrota y da muerte a Juliano.
364 d. C. Valentiniano I accede al trono; en Oriente, Valente ocupa el cargo de
emperador.

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375 d. C. Muere Valentiniano I; Valentiniano II sube al trono de Occidente; los
hunos invaden la Dacia; los godos cruzan el Danubio y se convierten al
cristianismo.
378 d. C. Valente es asesinado en Andrinpolis; Teodosio I es proclamado
emperador de Oriente.
391 d. C. Se declaran ilegales el arrianismo y el paganismo.
392 d. C. Valentiniano II muere asesinado.
394 d. C. Batalla del ro Frgido: Eugenio es derrotado; Teodosio I se convierte en
emperador nico.
395 d. C. Muere Teodosio I; Alarico se rebela; la divisin del imperio en sus
mitades oriental y occidental adquiere carcter permanente.
401 d. C. Alarico ataca Italia; los vndalos cruzan los Alpes.
406 d. C. Los vndalos y las dems tribus atraviesan el Rin.
407 d. C. Los britnicos proclaman emperador a Constantino III.
408 d. C. Estilicn muere asesinado; primer cerco de Alarico a Roma.
410 d. C. Alarico saquea Roma.
411 d. C. Los vndalos se internan en Hispania.
412 d. C. Descuartizamiento de Hipacia.
417 d. C. Reino visigodo de la Aquitania; los visigodos atacan Hispania.
425 d. C. Los vndalos se apoderan de Cartagena y de Sevilla.
428 d. C. Fallece Gunderico; comienza el reinado de Giserico, rey de los
vndalos.
429 d. C. Los vndalos penetran en frica.
434 d. C. Atila y Bleda se hacen con la jefatura de los hunos.
439 d. C. Los vndalos toman Cartago.
441 d. C. Los hunos atacan los Balcanes.
444 d. C. Muerte de Bleda.
447 d. C. Atila ataca Constantinopla.
451 d. C. Los hunos invaden la Galia.
452 d. C. Los hunos invaden Italia.
455 d. C. Los vndalos saquean Roma.
476 d. C. Depuesto el ltimo emperador de Occidente.
477 d. C. Muere Giserico.
489 d. C. Los ostrogodos se apoderan de Italia.
496 d. C. Clodoveo se convierte al catolicismo.
507 d. C. Los francos se imponen a los visigodos.
526 d. C. Muerte de Teodorico.
533 d. C. Bizancio conquista frica.
535 d. C. Los bizantinos toman Ravena.

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Reparto de papeles: los buenos y los
malos

QUINES ERAN LOS BRBAROS?

N adie se ha dado nunca a s mismo el nombre de brbaro. No es un tipo de


palabra que se preste a eso, ya que se usa para aludir a otras personas. De
hecho, se trata de un trmino que denota alteridad. Lo utilizaron los antiguos griegos
para denominar a los pueblos que no eran de origen griego, debido a que no podan
comprender su lengua y les sonaba por tanto como un balbuceo ininteligible: bar
bar bar. El snscrito, esto es, la lengua usada en la antigua India, cuenta con esa
misma palabra, barbara, que significa tartamudeo, chapurreo o en otras
palabras, extranjero.
Los romanos hicieron suya la voz griega y la emplearon para etiquetar (y a
menudo difamar) a los pueblos que ocupaban la periferia de su propio mundo.
Una vez que el vocablo cont con el respaldo del poder y la majestad de Roma, la
interpretacin romana pas a ser la nica vigente, y los pueblos a los que endosaron
el epteto de brbaros quedaron marcados para siempre ya se tratase de los
hispanos, los britanos, los galos, los germanos, los escitas, los persas o los sirios. Y
desde luego, el apelativo brbaro qued convertido en un sinnimo de todo aquello
que se considerara diametralmente opuesto a lo civilizado. A diferencia de los
romanos, los brbaros carecan de refinamiento, eran primitivos, ignorantes, brutales,
rapaces, destructivos y crueles.
Los romanos mantuvieron a raya a los brbaros todo el tiempo que pudieron, pero
al final se vieron desbordados y las hordas salvajes invadieron el imperio y
destruyeron unos logros culturales que haban tardado siglos en materializarse. Las
hordas brbaras que recorrieron enfurecidas el continente europeo extinguieron
prcticamente toda luz de razn y civilizacin, derribaron todo cuanto haban
levantado los romanos, saquearon la propia Roma y sepultaron a Europa en una Edad
Sombra. Los brbaros slo trajeron consigo caos y oscurantismo, y hubo que esperar
al Renacimiento para ver nuevamente reavivada la llama del conocimiento y el arte
romanos.
El relato nos resulta familiar, pero es una simpleza.
La caracterstica que confera a Roma su singularidad no se deba a su arte, ni a su
ciencia, ni a su cultura filosfica; no estribaba en su observancia del derecho ni en su
preocupacin por la humanidad ni en su delicada cultura poltica. De hecho, en todas
esas materias, los pueblos que conquist no slo la igualaban, sino que incluso la

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superaban. El rasgo privativo de Roma radicaba en el hecho de poseer el primer
ejrcito profesional que haya conocido el mundo. Las sociedades normales estaban
integradas por granjeros, cazadores, artesanos y comerciantes. Cuando se vean en la
necesidad de combatir no fiaban su suerte a la instruccin militar ni a un armamento
estndar, sino a una determinacin mental que las empujaba a realizar actos de
herosmo personal. Desde la ptica de los pueblos que posean soldados bien
entrenados para rechazarles era fcil describirlos como simples salvajes. Pero esa
impresin se apartaba notablemente de la realidad.
Lo cierto es que debemos mucho ms a los llamados brbaros que a los
hombres que vestan la toga. Y el hecho de que sigamos pensando que los celtas, los
hunos, los vndalos, los godos, los visigodos y dems eran brbaros implica que
todos nosotros nos hemos tragado el anzuelo de la propaganda romana. Todava
aceptamos que sean los romanos quienes definan nuestro mundo y nuestro concepto
de la historia.
No obstante, en los ltimos treinta aos se ha empezado a modificar el guin. Los
descubrimientos arqueolgicos han arrojado nueva luz sobre los textos antiguos que
han llegado hasta nosotros, y esto ha propiciado interpretaciones inditas del pasado.
Hoy sabemos que el imperio romano detuvo en seco durante cerca de mil quinientos
aos numerosos avances cientficos y matemticos en curso, y que en pocas mucho
ms recientes ha sido preciso volver a aprender y a descubrir buena parte de lo que ya
se saba y se haba logrado antes de que Roma se alzara con el poder.
Roma emple su ejrcito para eliminar las culturas que la circundaban, y pagaba a
sus soldados con las riquezas que arrebataba a esos pueblos. Romaniz las
sociedades conquistadas y dej el menor rastro posible de ellas. Lo cierto es que gran
parte de lo que entendemos por civilizacin romana procede del pillaje cultural por
el que un buen nmero de elementos del mundo brbaro pasaron a manos romanas.
Las conquistas de los romanos se realizaron con espadas, escudos, corazas y piezas
de artillera copiadas a los pueblos contra los que combatan; sus ciudades se
edificaron con el botn arrancado a las culturas ms prsperas de la periferia romana;
y en cuanto a las clebres calzadas romanas, bueno, siga leyendo Tristemente,
muchos de los logros que el mundo brbaro haba alcanzado en los campos de la
ingeniera y la ciencia quedaron tan completamente destruidos que ni siquiera
despus de descubiertas las pruebas de su existencia se dio crdito a sus hazaas
cuando no se atribuan, como era habitual en otros casos, a los propios romanos.
Hoy, sin embargo, estamos empezando a comprender que la crnica de esa supuesta
involucin que nos habra hecho pasar de la luz de Roma a las tinieblas del orbe
brbaro es totalmente falsa.
Desde luego, los celtas fueron unos inconscientes al no dejarnos demasiados
documentos escritos deberan haber tenido en cuenta que los romanos, al sealar en
el frontispicio de su propaganda esa ausencia de libros, habran de poner los datos
empricos seriamente de su parte. Aun as, no deberamos creer todo cuanto nos

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digan los romanos. sta es, por ejemplo, la considerada opinin que le merecen los
alces a Julio Csar. Los cuernos de los alces, segn nos informa el gran estadista y
general, estn

recortados y las patas carecen de junturas o articulaciones. No se recuestan


para descansar, ni pueden levantarse o ponerse en pie si caen a tierra por
accidente. Los rboles les sirven de lecho: se apoyan sobre ellos y as, con
slo reclinarse un poco, descansan. Cuando los cazadores descubren, gracias a
sus huellas, dnde acostumbran a recogerse, echan abajo o cortan a ras del
suelo todos los rboles del lugar, pero de forma que parezca que se mantienen
en pie. Cuando, segn su costumbre, se recuestan sobre ellos, derriban con su
peso los rboles, que ya no tienen ninguna consistencia, y caen juntos[1].

El gegrafo griego Estrabn[2] y el enciclopedista latino Plinio el Viejo[3] repiten


con la mayor solemnidad esta interesante muestra de observacin zoolgica. Parece
tratarse de una confusin con un relato idntico en el que Aristteles habla de los
elefantes, y que, al haber sido retomado tambin por Estrabn, form parte de las
verdades asumidas sobre los paquidermos hasta finales del siglo VII, poca en la
que sir Thomas Browne se quej de que, pese a que la gente poda ver a los animales
con toda claridad y observar cmo se arrodillaban y se mantenan de pie, la
obcecacin de aferrarse a la seguridad de las autoridades clsicas les llevaba a negar
lo que tenan ante sus propios ojos[4].
Del mismo modo que la gente se mostr dispuesta, durante siglos, a refutar que
esos animales tuviesen corvejones, pese a poder verlos, tambin el entusiasmo que ha
venido manifestando desde el Renacimiento la sociedad occidental por todo cuanto
guarde relacin con los romanos nos ha inducido a contemplar gran parte del pasado
con sus ojos, aunque tuviramos delante de las narices pruebas contrarias a lo que
afirmaban. Por supuesto, el conocimiento prctico que hoy tenemos de los alces es
superior al de Julio Csar, pero si se trata de los brbaros seguimos tendiendo a
aceptar las opiniones que l nos ha dejado sobre el particular las opiniones de un
conquistador con prioridades que atender. Ahora bien, una vez que hemos dado la
vuelta al estereotipo y examinado la historia desde una perspectiva no romana, las
cosas comienzan a presentar un cariz muy distinto. Por ejemplo, la descripcin que
los romanos hicieron de los vndalos nos ha legado la voz vandalismo, y sin
embargo, como veremos, los vndalos tenan un comportamiento altamente moral y
no slo eran cultos, sino que saban leer y escribir y a menudo se mostraban mucho
ms civilizados que los romanos.
Los diferentes saqueos de Roma que protagonizaron los godos y los vndalos no
fueron calamidades destructivas. Los godos no derribaron ms que un edificio, y los
vndalos, ninguno. Tanto unos como otros eran ejrcitos integrados por cristianos.

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Sin embargo, el propio imperio romano ya haba abrazado una variante especfica del
cristianismo el catolicismo y, como era de esperar en una sociedad como la
romana, se haba empeado en imponer a todo el mundo esa variante religiosa.
La Iglesia catlica sali victoriosa, e hizo todo cuanto pudo siguiendo, una vez
ms, la gran tradicin romana por reorganizar a su antojo los pueblos y la historia.
Fue la Iglesia la que decidi qu documentos habran de perdurar y cules no: todas
las fuentes de las que disponemos han llegado hasta nosotros a travs de copistas
catlicos medievales. Por consiguiente, volvemos a encontrarnos con que la imagen
del pasado se nos ha transmitido de un modo muy peculiar.
Este libro trata de replantearse el juicio que merece la enorme cantidad de pueblos
de Europa y Asia que han sido denostados y presentados como los malos de la
pelcula los brbaros, y al mismo tiempo, se propone someter a un nuevo
examen la condicin de quienes se erigieron en modelo de civilizacin: los
todopoderosos romanos.

QUINES ERAN ROMANOS? MUY SENCILLO, QUIENES


NO ERAN BRBAROS

Debido a que la palabra brbaro, tal como la empleamos nosotros, es en esencia un


trmino que utilizaban los romanos para definir a quien no lo era, deberemos
comenzar por Roma. Los romanos tenan una idea muy clara de s mismos. Aplicaban
a cuanto responda a esa nocin el nombre de romanitas, es decir, de romanismo.
Con ello queran significar el uso de la lengua latina, el respeto por la literatura latina,
el acatamiento del derecho y la tradicin romanas, e incluso la adhesin a la
costumbre de poseer tres nombres. Todos los dems, todos los que eran extranjeros,
eran brbaros y haba que temerlos.
Por extrao que parezca, el miedo parece haber desempeado un papel clave en la
historia de Roma y, a pesar de la fuerza y el poder de los romanos, una especie de
curiosa urgencia recorre el curso entero de esa historia. Es casi como si la grandeza
de Roma hubiera sido un producto de la paranoia y la desesperacin. Otra
circunstancia inslita es que podra darse el caso de que el principal acontecimiento
de la historia romana, el que desencaden esa paranoia, no hubiera existido nunca
quiz no pasara nunca de ser una leyenda. Fuera cierto o fuera falso, lo que s
ocurri realmente es que el gran historiador romano Tito Livio (59 a. C.-17 d. C.) lo
hizo constar por escrito y que a partir de ese momento su narracin se convirti en el
texto histrico estndar que haba de quedar impreso en la mente de todo romano. As
es como los romanos aprendieron a temer a los brbaros.

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A HISTORIA DE BRENO
LA HISTORIA DE BRENO
A finales del siglo IV a. C., en la poca en que la ciudad de Roma estaba empezando a
dominar el centro de Italia, un grupo de gentes muy distintas procedentes de la Galia
cruz los Apeninos y se asent en la costa adritica, entre lo que hoy son las
poblaciones de Rmini y Ancona. Se llamaban los senones, y fundaron una pequea
urbe denominada Senigallia. Desgraciadamente, result ser el sitio perfecto para
pasar unas vacaciones en la playa, pero poco prctico desde el punto de vista
agrcola. No les result fcil encontrar un emplazamiento mejor otros grupos celtas
se haban instalado ya en los mejores asentamientos. De este modo, en el ao 390
a. C., los guerreros senones se presentaron a las puertas de Clusium (la actual Chiusi,
en la Toscana): extraos hombres a millares [], hombres de unas trazas que los
ciudadanos jams haban visto, estrafalarios soldados provistos de sorprendentes
armas[5]. Daba la impresin de que Clusium no estaba tan bien protegida como las
dems poblaciones en las que haban probado suerte, as que aquellos temibles recin
llegados pidieron que se les cedieran tierras buenas en las que poder establecerse.

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Brbaros y romanos: el primer encuentro.
Segn el historiador Livio, los celtas de Breno irrumpieron en Roma y hallaron a los patricios
sentados e inmviles como estatuas. Los ingenuos brbaros les contemplaron atnitos, hasta que
uno de ellos tir de la barba de Marco Papirio, tras lo cual el romano le golpe con su bculo.
Detalle del lienzo de Paul Jamin El saqueo de Roma por los galos en el ao 390 a. C., finales del
siglo XIX.

Los habitantes de Clusium lanzaron un llamamiento a Roma a fin de recibir ayuda


en las negociaciones, y los romanos enviaron, como corresponde, a tres hermanos de
la familia Fabia para que actuaran como rbitros. Segn Livio, cuando los emisarios
romanos preguntaron a los celtas en qu basaban su derecho a solicitar tierras del
pueblo de Clusium, la altiva respuesta fue que sus armas eran ley, y que los valientes
eran dueos de todo[6].
Los hermanos Fabios eran jvenes y arrogantes y no demostraron ser los
diplomticos con ms tacto del mundo. Se trataba, de acuerdo con Livio, de
delegados de temperamento violento que se asemejaban ms a los galos que a los
romanos. De hecho, eran los celtas quienes parecan mostrar mayor respeto por el
derecho internacional. Una vez que las conversaciones quedaron rotas, los hermanos
Fabios se unieron a los ciudadanos de Clusium en la guerra contra los senones. Uno
de los hermanos, Quinto Fabio, lleg incluso a matar a uno de los cabecillas celtas.
Segn han observado tanto Livio como Plutarco, otro historiador, era contrario al
derecho de gentes que un negociador empuase las armas para prestar apoyo a uno

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de los bandos en su lucha contra el otro. Los senones se sintieron, con razn,
ultrajados, y decidieron enviar a Roma a sus propios embajadores para exponer su
queja[7].
Por desgracia, los hermanos Fabios pertenecan a una familia muy poderosa, y
cuando el Senado refiri el asunto al pueblo de Roma, ste respald las acciones de
los dos legados, y lo que es an peor, cubri de honores a la familia. Los embajadores
celtas advirtieron a los romanos de que esa actitud tendra repercusiones y acto
seguido partieron de vuelta a Clusium. Una vez en la ciudad, se tom la decisin de
ensear a respetar la legalidad internacional a aquellos presuntuosos romanos en lo
sucesivo. Segn Plutarco, el ejrcito, a las rdenes de Breno, cubri en perfecta
formacin los 128 kilmetros que separan Clusium de Roma: Contrariamente a lo
esperado, no causaron ningn dao a su paso, ni cogieron nada de los campos, y al
cruzar por las ciudades, anunciaban con grandes voces que se dirigan a Roma, que
slo a los romanos tenan por enemigos y que consideraban amigos suyos a todos los
dems pueblos[8].
Despus, aquel extrao enemigo venido de los confines de la tierra aplast al
ejrcito romano y se dispers por la ciudad, que incendi y saque. Muchos romanos
huyeron, y los que optaron por permanecer se refugiaron en el monte capitolino.
Breno y su ejrcito les sometieron a asedio durante seis meses, pero al final
accedieron a retirarse a cambio de 450 kilos de oro.
Trescientos aos despus, Livio relata el horror y el oprobio de aquel
acontecimiento, que habra de obsesionar las mentes romanas por espacio de ocho
siglos: Se aadi el ultraje a una situacin que ya de por s era suficientemente
escandalosa, pues los pesos que los galos aportaron para determinar la cantidad de
metal requerida haban sido falseados, y cuando el comandante romano lo censur, el
insolente brbaro arroj su espada a la balanza, exclamando: Vae Victis! (Ay de los
vencidos!)[9]. La verdad es que lo que realmente pareca reventarle a Livio era el
hecho de que se hubiera comprado la clemencia de los celtas a tan bajo precio.
Figrense, viene a decir, pagar 450 kilos de oro como rescate de una nacin que
pronto iba a dominar el mundo!
Segn Livio, en esa poca los romanos consideraron seriamente la posibilidad de
abandonar su ciudad. Sin embargo, decidieron reconstruirla para no volver a
encontrarse en la vergonzosa tesitura de descubrirse en el bando perdedor. La leyenda
de Breno se convirti en uno de los elementos impulsores de la expansin romana. Al
otro lado de las fronteras haba brbaros, terribles salvajes, y Roma se vea en la
necesidad de reforzarlas. Y no slo eso, tambin tena que desplazarlas, alejndolas
cada vez ms de su propio centro, hasta que, en ltimo trmino, no quedase ya
espacio para los brbaros, salvo en el caso de que se los hubiera romanizado por
completo. A partir de aquel momento, Roma habra de atenerse a la doctrina de los
ataques preventivos para as someter a todos los pueblos que alentaban al otro lado de
sus lmites y poner al mundo romano a resguardo de la alteridad.

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Pese a que ya no demos crdito a la existencia de mamferos cuadrpedos
carentes de articulaciones, an seguimos aceptando la cosmovisin que nos han
legado los romanos de su mundo, un parecer en el que la palabra brbaro
acompaa siempre a la voz hordas. Los romanos elaboraron una imagen de s
mismos que los presentaba como un pueblo civilizado capaz de erigir un imperio para
mantener a raya a un mundo habitado por un conjunto de tribus dispersas integradas
por violentos cafres.
La leyenda de Roma arranca con la fbula de Rmulo y Remo, dos nios
pequeos perdidos a los que amamant una loba. Los romanos no lo vean con los
ojos de quien se cree ante un relato delicioso: queran mostrar con l que desde la
ms tierna infancia se haban impregnado de la voracidad del lobo, por haberla
mamado de sus propias madres. Ha llegado el momento de preguntarnos cmo habra
sido el mundo si la loba, en vez de darles de comer, hubiera optado por zamprselos.
Qu habra pasado si Roma no hubiese existido?
Cmo habra sido la historia de haberla escrito nicamente los brbaros?

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PRIMERA PARTE

LOS CELTAS

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1

La exhumacin de los celtas

H aba una vez una poblacin llamada Alesia, en lo que hoy es el centro de
Francia. Fue aqu donde los celtas francos, los galos, acaudillados por su
carismtico jefe Vercingetrix cuya ms imperecedera conmemoracin, claro est,
es la que le presenta reencarnado en un famoso hroe de historietas cmicas francesas
, libraron la ltima batalla ordenada contra las legiones de Julio Csar.
Vercingetrix cuenta tambin con otro monumento: se trata de una enorme estatua
desde la que el campen galo contempla pensativamente los restos de su ciudad,
aunque la ciudad que divisa no sea gala, sino romana, y cuente con un teatro, varios
templos y una baslica. El pueblecito que Vercingetrix debi de haber conocido ha
sido arrasado hasta los cimientos.
Unos cuantos kilmetros ms lejos, un museo arqueolgico rememora el clebre
asedio que precedi a su cada. La mayor vitrina, que preside la sala principal, es una
reconstruccin de las mquinas de asedio utilizadas por Julio Csar. Miremos a donde
miremos, la historia celta aparece enterrada bajo las enormes losas de la historia
romana.
Los romanos dejaron bien impresa su huella en toda Europa. Hay ruinas de
acueductos, anfiteatros, murallas y calzadas que transmiten su mensaje. Mucho ms
difciles de detectar son los signos que delatan la existencia de las culturas originales
que ocuparon las provincias antes de la llegada de los romanos, as que resulta
facilsimo dar por sentado que esas sociedades eran extraordinariamente inferiores a
la romana y que se vieron sustituidas por el progreso y la sobresaliente civilizacin de
Roma.
Parte de este aniquilamiento obedeci a una poltica deliberada. Los romanos
tenan bien aprendida la leccin que les diera la conquista de Breno y su ejrcito celta
en el ao 390 a. C., y se trataba de una leccin muy simple: Ay de los vencidos! La
fuerza hace la ley y el podero militar es el nico derecho internacional. Para los
romanos no supona ningn problema derribar cualquier obstculo que se interpusiera
en su camino.
Sin embargo, la supresin se debi tambin, al menos en parte, a un proceso de
aculturacin: el mundo romano posea una masa tan enorme que, sencillamente, la
fuerza de su gravedad haca que las culturas satlite quedaran prendidas en su rbita.
Para las personas ricas e influyentes del mundo brbaro la bsqueda del apoyo
romano constitua una fuente de ventajas econmicas y polticas, as que empezaron a
adoptar las costumbres y el estilo arquitectnico romano como forma de poner de

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manifiesto su posicin social. No hay duda de que habra otros individuos de menor
riqueza que tambin desearan unirse al club. De esta forma, quienes se opusieron a la
dominacin romana y quienes trataron de defender los valores tradicionales de sus
propios pueblos, hubieron de hacer frente a un doble enemigo: uno exterior y otro
interno. No es difcil hallar paralelismos con el mundo moderno.
El resultado final de este estado de cosas se concret en un eclipse cultural que ha
hecho difcil recuperar la pista de los verdaderos antepasados de la Europa actual, los
antiguos celtas. El empuje del imperio romano les ha usurpado su lugar en la historia,
ya que slo en poca reciente ha empezado a redescubrirse el rostro de la civilizacin
celta. Y su aspecto no es en modo alguno el que todo el mundo habra esperado.

LAS RACES CELTAS


Los celtas no se consideraban a s mismos celtas, del mismo modo que tampoco se
tenan por brbaros. No obstante, algunos s que se definan como celtas. Julio Csar
nos dice que los habitantes del centro de Francia se denominaban a s mismos celtas.
Sin embargo, hoy aplicamos ese trmino a un nmero de pueblos muy superior al que
en tiempos de Csar se habra juzgado de origen celta.

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El mundo de los celtas atlnticos

De hecho, en los ltimos tiempos los historiadores han empezado a mirar con un
sombro escepticismo esa palabra, y no sin razn[1]. La voz celta, como hoy la
entendemos, no qued acuada sino en el ao 1707, fecha en la que un anticuario y
naturalista gals llamado Edward Lhuyd comenz a emplearla para identificar los
distintos grupos lingsticos de Irlanda, Gales, Cornualles y la Bretaa francesa.
Antes de esa fecha, ningn habitante de las islas Britnicas habra soado siquiera
con aplicarse el adjetivo celta. Con todo, esto no significa que Lhuyd estuviera
como una regadera: en una gran zona de Europa haba existido una cultura bien

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cohesionada y reconocible, y parece razonable proporcionarle, pese a que los pueblos
que la integraban no tuvieran en su da conciencia de ella, una identidad de grupo
(establecida hoy), del mismo modo que nos referimos a los individuos de la Edad de
Piedra con esa precisa expresin genrica gente de la Edad de Piedra, aunque
no haya duda de que ellos debieron de considerarse a s mismos hombres
modernos.
Sin embargo, antes de seguir avanzando debemos quitarnos de la cabeza la visin
mediterrnea del mundo. Esta idea del cosmos no slo induce a pensar que el soleado
Mediterrneo constituye el ncleo vivo del universo, sino que juzga, al mismo
tiempo, que un lugar como las islas rcadas es un finibusterre una remota e
inhspita tierra situada en los lmites del mundo conocido. Con esos ojos debieron
de haberlas contemplado los romanos, pero el mundo celta el mundo visto desde la
ptica de los propios celtas no tena por qu ser necesariamente as[2].
En la Antigedad, la comunicacin humana tenda a girar en torno al agua. Las
vas martimas y fluviales constituan los medios a los que se recurra naturalmente
para efectuar viajes, en especial cuando haba que transportar artculos de mucho
peso. Al ser un mar, el Mediterrneo era el marco de una de esas redes de
comunicacin, pero tambin ocurra lo mismo con el litoral atlntico de Europa. Ms
que un conjunto de lugares alejados entre s y perdidos en los confines del mundo
civilizado, los asentamientos de la costa atlntica configuraban una red de sociedades
interrelacionadas.
Esta red se remonta a pocas muy antiguas. Ya en el 4000 a. C. se elaboraban en
el centro de la Bretaa francesa, y se distribuan luego a gran escala, unas hachas de
piedra pulida realizadas en diorita (una roca magmtica solidificada bajo la superficie
de la tierra). Adems, la datacin con radiocarbono ha mostrado que los monumentos
megalticos de la regin costera atlntica no se han inspirado en forma alguna en
modelos mediterrneos. Parece que, desde tiempos inmemoriales, actuaron en toda
esta zona sistemas de creencias ntimamente emparentados con los que se daba
explicacin al cosmos y a la muerte, y que Portugal, el sur de la Bretaa francesa,
Irlanda y las islas rcadas fueron todos ellos centros de innovacin en los que se
practicaban un arte y una arquitectura similares.
Hace aos se supona invariablemente que la diseminacin de estas semejanzas se
debi a procesos de emigracin en masa, y que la cultura celta acompa a las
migraciones invasoras procedentes de la Europa central. No obstante, en poca ms
reciente, los arquelogos han sugerido que la dispersin de las culturas se debi con
frecuencia a la realizacin de cortos viajes por mar y a travesas fluviales que
permitan enlazar, en una malla de comercio y comunicacin, comunidades
diseminadas y tal vez muy dispares.
Volviendo a los tiempos prehistricos, el litoral atlntico demuestra la existencia
de un asombroso despliegue de elementos culturales comunes[3]. En Cornualles,
Normanda y la Bretaa francesa se han descubierto adornos y collares fundidos en

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oro extrado de minas irlandesas. En la Bretaa francesa, la Gran Bretaa
septentrional y el norte de Irlanda se han hallado gargantillas venidas del sur de
Iberia. Tenemos la suerte de que estos pueblos siguiesen un hbito bastante extrao:
les encantaba arrojar buena parte de sus ms valiosas posesiones en las cinagas y los
lagos, u ocultarlas bajo tierra. Fueran cuales fuesen las razones que les impulsaran a
tan extravagante derroche de recursos, la consecuencia es que nos han dejado algunos
datos de su mundo. Si nos trasladamos ahora a la Edad de Hierro, observaremos que
la cultura que compartan los pueblos de la costa atlntica adquiere an mayor
visibilidad, ya que se presenta en forma de ofrendas de espadas, escudos y lanzas, lo
que prueba la existencia de un sistema de valores comn cuyos objetos muestran a
veces diseos similares.
Por consiguiente, es posible que no fueran los invasores venidos de Oriente
quienes trajeran a la Europa occidental la cultura y las lenguas que hoy denominamos
celtas, sino que stas tengan su origen en el litoral atlntico. En otras palabras, la
raz celta podra encontrarse en la red costera del ocano Atlntico.
No obstante, tambin los ros resultaban rutas importantes de transmisin cultural.
sta es la razn de que la identidad celta fuese igualmente slida en el cuadrante
occidental del centro de Europa en las regiones situadas al norte de los Alpes y
regadas por ros muy grandes, como el Danubio, el Rin, el Rdano, el Saona, el Sena
y el Loira. Lo que desconocemos es en qu sentido discurran los flujos de la
transmisin cultural.
S sabemos que en torno al ao 440 a. C. los celtas de la regin del Danubio
empezaron a cruzar los Alpes en distintas oleadas y a establecerse en el norte de
Italia, en las inmediaciones de los lagos Mayor y de Como. Tambin se asentaron en
lo que hoy es Miln. Como quiz cupiera esperar, el conocimiento que tenemos de los
celtas mejora conforme stos comienzan a entrar en contacto con el mundo realmente
culto de la Antigedad clsica.

HASTA QU PUNTO ERAN BRBAROS LOS CELTAS?


Una gran parte de nuestro punto de vista sobre los celtas de la Edad de Hierro se debe
ms a los griegos que a los romanos[4]. Platn los engloba en un conjunto formado
por una notable cantidad de brbaros diferentes dados a la guerra y a emborracharse
como cubas. A lo largo de los ochocientos aos siguientes las grandes melopeas sern
un tema que aparecer de forma constante en las descripciones de los celtas. Diodoro
Sculo (o Diodoro de Sicilia), autor del siglo I a. C., presenta una imagen de los celtas
que los hace aparecer como el prototipo del gamberro odres de vino sera la
expresin ms apropiada. Son nos dice extremadamente aficionados a beber
vino[5]. No le aaden agua, como hacen los griegos, contina, y beben hasta caer

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en el estupor o en un estado de enajenacin[6]. Le suena familiar?
Obviamente, los celtas eran el tipo de persona al que ningn griego decente se
habra atrevido a invitar a una cena: Parecen demonios de los bosques, con su densa
pelambrera y sus greas como crines de caballo. Algunos de ellos van totalmente
afeitados, pero otros en especial los de rango elevado slo se rasuran las mejillas
y se dejan un bigote que oculta la totalidad de la boca y que, al comer y beber, acta
como un tamiz y retiene trozos de comida[7].
Lo que resultaba particularmente chocante para los conservadores patricios del
mundo clsico era la vulgaridad de la vestimenta de los celtas: Los galos demuestran
[] una gran aficin a los adornos. Se cien el cuello con collares de oro, llevan
pulseras en brazos y tobillos, y todo aquel que ostente una mnima posicin social
viste prendas teidas y bordadas en oro[8]. Es fcil imaginar la exclamacin de
fastidio de los sobrios romanos enfundados en sus togas blancas frente a todos
aquellos perifollos extranjeros! Era la mejor prueba de un grave defecto moral que,
inevitablemente, habra de traslucirse en la batalla: Esta ligereza de carcter les
vuelve intolerables cuando se alzan con la victoria, y les infunde pnico cuando las
cosas se tuercen[9].
Por otro lado, no deba tratrseles con excesiva suavidad a fin de cuentas eran
cazadores de trofeos que no slo gustaban de llevar las cortadas cabezas de sus
enemigos colgando del cuello del caballo al volver de los combates, sino que las
hincaban en sus empalizadas a fin de que la gente pudiese contemplarlas[10].
Y lo que es peor, eran enormes! Los britnicos (a quienes los autores clsicos
distinguen de los celtas) tenan una estatura particularmente llamativa. Estrabn los
tuvo ante sus propios ojos: Yo mismo, en Roma, he visto a simples chiquillos que
sacaban quince centmetros a las personas ms altas de la ciudad, afirma un tanto
pasmado, aunque se apresure a aadir que los romanos, pese a su corta estatura, no
tienen por qu envidiarles, porque, al margen de su talla, eran patizambos y de
rasgos poco correctos en el resto de su figura[11].
Los celtas se mostraban asimismo extremadamente agresivos, y respondan con
facilidad a las provocaciones: Toda esta raza [] es belicosa y vehemente, y est
permanentemente dispuesta a la pelea []. Cualquiera puede encolerizarles con el
pretexto que mejor le plazca, cuando y donde quiera. Da la impresin de que uno
de los pasatiempos habituales de los romanos consista en hacer morder el anzuelo a
los celtas. Claro que, bien pensado, quiz no fuese as: eran demasiados! Su
podero radica tanto en el tamao de su cuerpo como en el elevado nmero de sus
huestes[12].
Dado que escribe en el siglo I a. C., Estrabn da muestras de un claro nerviosismo
al hablar de los celtas, inquietud que no se observa en otros comentarios ms
antiguos. Unos cuatrocientos aos antes, sus colegas griegos parecan no encontrar en
los celtas motivo alguno de temor. Helnico de Lesbos, un historiador del siglo V

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a. C., dice de ellos que se atenan a prcticas justas y rectas. En el siglo siguiente,
el historiador foro de Cime aade que observaban las mismas costumbres que los
griegos y que estaban muy bien avenidos con ellos.
Todo esto cambi en el ao 279 a. C., cuando los celtas del bajo Danubio
lanzaron un ataque en masa contra Grecia. La verdad es que no sabemos por qu
razn aument la agresividad de los celtas, si es que eso fue realmente lo que sucedi,
pero quizs ese elevado nmero de huestes del que hablaba Estrabn venga a
sealar la incidencia de una explosin demogrfica que obligara a los celtas a buscar
nuevos territorios. O quiz se tratara simplemente de un cambio cultural. No parece
existir duda alguna de que, en esta poca, hubo algunas sociedades celtas que
desarrollaron una cultura heroica basada en una lite militar. El coraje y el honor
pasaron a convertirse en elementos clave, y dieron a los griegos muchos motivos para
la admiracin. Estrabn elogiaba el sentido del deber que vinculaba a los celtas entre
s: Su espontaneidad y su simpleza les empuja a congregarse fcilmente en
muchedumbres, ya que todo el mundo se indigna ante lo que considera una injusticia
para con su vecino. Sin embargo, al final, esa llaneza llevaba implcitamente
aparejada la posibilidad de que una civilizacin superior les derrotara: Son cndidos
y sin malicia. Si se les provoca, se precipitan en masa a la batalla, de forma directa y
sin ninguna precaucin, y de este modo les vencen fcilmente quienes se valen de la
estrategia[13].

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La idealizacin romntica de los brbaros.
Este galo moribundo tallado en mrmol a tamao natural, que hoy se encuentra en el Museo
Capitolino de Roma, es una copia romana de un original griego, probablemente de bronce, que
integraba un gran monumento de conmemoracin triunfal fundido en torno al ao 230 a. C. y
colocado en la acrpolis de Prgamo, en la actual Turqua. Pese a que la figura representa
obviamente a un galo que lleva una torques, en el siglo XIX se supona que se trataba de un
gladiador romano.

Sin que resulte quiz demasiado sorprendente, los griegos comenzaron a


simpatizar con la pugna de los celtas. La idea de un galo agonizante se convirti en
uno de los temas relevantes de la escultura griega, que se complaca en la
representacin de una musculosa y heroica juventud que expira, graciosamente
rodeado el cuello por una dorada torques, vctima del filo de la espada. Los romanos
copiaron en mrmol varias de aquellas imgenes: en el Capitolio puede verse
actualmente a uno de esos galos moribundos.
Tanto la actitud de los griegos como la de los romanos parece algo paternalista,
pero en ltimo trmino, por qu no habra de serlo? A fin de cuentas, los celtas eran
inferiores en todos los aspectos, ya que posean una tecnologa menos elaborada, un
menor nmero de destrezas manuales y una ciencia y unos conocimientos
imperfectos. Para nosotros, que lo observamos todo con la perspectiva que nos da la
historia, parece inevitable que Roma se alzara con el triunfo frente a esas gentes tan
valerosas como atrasadas.
Pero no era as. No era as en absoluto.

LA TECNOLOGA MILITAR CELTA


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LA TECNOLOGA MILITAR CELTA
Puede que a los ojos de los romanos los celtas carecieran de estrategia en la batalla,
pero sus armas y pertrechos no eran en modo alguno peores que los del ejrcito
romano. Es posible que en pocas pasadas algunos celtas hubieran cargado con las
manos desnudas contra el enemigo, pero en el siglo I a. C. se haban convertido en
maestros armeros. En el ao 53 a. C., fecha en la que el cabecilla galo Vercingetrix
infligi a Csar su primera derrota militar, es muy posible que nos hubiese resultado
problemtico distinguir en el campo de batalla a uno y otro bando combatiente
caso de que nos limitramos a juzgar nicamente por las apariencias. Haba
individuos que portaban cascos de legionario pero que no eran romanos, sino galos.
Los romanos llevaban unos tocados de bronce rematados por una de cresta de crines
muy mona. Ms tarde imitaran el robusto diseo del casco galo, con sus
caractersticas carrilleras.
Y adems, los escudos de los celtas eran mejores que los de los romanos. Poseen
escudos de la talla de un hombre escribe Diodoro de Sicilia y los decoran de una
manera que les es muy peculiar. En algunos de ellos se observan figuras de bronce en
relieve y hbilmente trabajadas cuya funcin no es meramente decorativa, sino de
proteccin[14]. (Podramos estar ante un primer ejemplo de decoracin ofensiva[*]?)
Los romanos se apresuraron a adoptar el formato del escudo celta y lo hicieron suyo.
Tambin reprodujeron distintas armas de esos pueblos y utilizaron los mismos
nombres que les daban los propios celtas. La voz latina con la que se designa la lanza
ligera, lancea, deriva de la empleada por los galos que habitaban Hispania, la palabra
celta materis pas a ser la que los romanos utilizaron para designar la jabalina, y el
trmino gsum, que denota el venablo largo, tambin fue un prstamo celta.
Cuando los romanos se presentaron en Britania descubrieron otro avance
tecnolgico: los carros. Puede parecemos raro a nosotros, que hemos crecido con Ben
Hur, que los romanos se vieran sorprendidos por la presencia de carros en el campo
de batalla, pero as fue. Lo que ms impresion a Csar fue la habilidad con la que los
britnicos manejaban sus carros y el uso que les daban:

Su forma de combatir con los carros es como sigue: en primer lugar, pasan al
galope en todas direcciones, lanzan sus dardos y con el espanto que infunden
los caballos y el estrpito de las ruedas desordenan completamente la
formacin []. De esta forma, tienen garantizadas en los combates la
movilidad de los jinetes y la estabilidad de los infantes, y tales son los
resultados que obtienen con la prctica cotidiana y el entrenamiento que estn
acostumbrados a controlar los caballos cuando se lanzan al galope por
pendientes y lugares escarpados, a refrenarlos y hacerlos girar en un instante,
a deslizarse por el timn, sostenerse en pie sobre el yugo y de ah volver con

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toda rapidez al carro[15].

Todo esto era enteramente nuevo para las tropas romanas: Csar contina
diciendo que sus hombres haban quedado trastornados por aquel nuevo tipo de
combate y que se vio obligado a llevar las legiones de vuelta al campamento.
Ya se haban usado, mucho tiempo atrs, carros de guerra en Oriente Prximo,
pero se prefiri sustituirlos por la caballera. Los carros romanos eran de uno de estos
dos tipos: bien vehculos pesados y torpes utilizados en los desfiles, bien ultraligeros
y especialmente adaptados para las carreras. Con todo, los britnicos haban realizado
significativas mejoras de diseo, y, como seala Csar, haban llegado a un completo
dominio del arte de servirse de ellos. No obstante, y a pesar de las pruebas, los carros
impulsados por caballos constituyen una parte esencial del mito de la superioridad
romana. Por ejemplo el diccionario Collins indica, en la definicin de la palabra
carro, que se trata de un vehculo de dos ruedas tirado por caballos que se
utilizaba en el antiguo Egipto, Grecia, Roma, etctera. Ni siquiera se menciona a los
britnicos. Y sin embargo, los celtas eran de hecho quienes llevaban la delantera en
cuanto al desarrollo del transporte rodado.
Los enseres funerarios que se depositaban en los enterramientos indican muy bien
cul era el tipo de cosas que importaba a la gente, y en las ricas sepulturas celtas se
observa a veces la presencia de un carro y de una enorme jarra de la que poder beber.
En Hochdorf, en el suroeste de Alemania, hay por ejemplo una cmara mortuoria
cuya fecha aproximada se remonta al siglo V a. C. El fallecido encaja con la
descripcin que ha dejado Estrabn de los celtas, a quienes tiene por fornidos
guerreros mide un metro y ochenta y ocho centmetros, y yace en un enorme
lecho, bajo unos tapices. Debi de haber sido un soldado formidable excepto por el
hecho de que, aparte de una daga, no hay arma alguna en el interior de la tumba.
En el sepulcro se encontr nicamente un gigantesco caldero para el hidromiel,
cuernos utilizados a manera de vasos, y un carro que ocupa casi la mitad del
recinto[16].
As pues, parece que los romanos tomaron de los celtas sus vehculos para el
transporte rodado. En cualquier caso, eso es lo que sugieren las pruebas lingsticas.
Pese a que los primeros habitantes de Italia, los etruscos, disponan efectivamente de
vehculos con ruedas, las llantas que tenan eran frgiles, ya que estaban hechas con
piezas unidas con clavijas. Los celtas concibieron una forma de hacer una llanta con
una sola pieza de madera curvada al fuego. En Asia, se sujetaba la llanta con hierro a
fin de reforzarla, pero la habilidad de los celtas en el trabajo del metal les permita
ceir un aro entero de hierro a la rueda, lo que le daba an mayor robustez y
fiabilidad[17]. Por consiguiente, la palabra latina con la que se designa el carro militar
de dos ruedas, carpentum, procede del celta antiguo. Se ha conservado en la voz
carpenter (carpintero) del ingls moderno. Del mismo modo, hay toda una serie de
palabras con las que se designan distintos tipos de carruajes y carretas que pasaron a

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formar parte de la lengua latina y que derivan del celta: carruca, carrus, essedum,
reda, petorritum, covinarius, plaustrum
Hasta la palabra latina con la que se significa el caballo, caballus, parece de
origen celta, lo que nos da en ltimo trmino las palabras inglesas cavalry
(caballera) y cavalier (caballero). Finalmente, como coup de grce, la palabra
latina con la que se designan las alianzas, o ligas leuca, es de raz celta.

QUIN CONSTRUY LAS CALZADAS?


As las cosas, cmo es posible que los romanos construyeran calzadas y los celtas
no? En realidad la respuesta es muy sencilla. Los celtas tambin realizaron carreteras.
Si tenemos noticia de su existencia es nicamente gracias a las que se han conservado
en aquellos puntos en los que no se levant sobre ellas ninguna calzada romana. Estas
carreteras celtas estaban hechas de madera y recorran terrenos pantanosos: si han
llegado hasta nosotros ha sido precisamente por haber permanecido hundidas durante
siglos en el fango.
Como de costumbre, la versin de la historia que insiste en que los romanos-
eran-los-ms-grandes ha conseguido que esas primitivas carreteras nos resultaran
invisibles hasta hace muy poco. Una de las carreteras de la Edad de Hierro mejor
conservadas se encuentra en Corlea, en Irlanda, pero hasta la dcada de 1980 la gente
no se percat de lo antigua que era. Se la conoca en la zona como La carretera de
los daneses y se supona por lo general que perteneca a la poca vikinga o algn
otro perodo posterior. Slo cuando se procedi a fechar los maderos mediante la
tcnica de la dendrocronologa sali a la luz la verdad: los rboles haban sido talados
en el ao 148 a. C.
Sin embargo, lo que resulta autnticamente asombroso es que se hayan
encontrado carreteras de madera construidas del mismo modo y por esas mismas
fechas en toda Europa, y en regiones tan remotas como la Alemania septentrional.
Segn parece, los celtas eran hbiles constructores de carreteras, y la realizacin de
esos caminos pavimentados con maderos no era una hazaa de ingeniera pequea. Se
colocaban unas planchas de roble sobre unas guas de abedul y se les daba una
anchura suficiente como para que pudieran cruzar dos carros. Ms an, las vas que
construyeron los romanos no son necesariamente anteriores a las que elaboraron los
celtas. La primera calzada romana fue la Va Apia, y se construy en el ao 312 a. C.,
pero la llamada Senda Upton, ubicada en el sur de Gales una carretera de
maderos que cruza las marismas que bordean el estuario del ro Severn, se remonta
al siglo V a. C.
Y hoy llamamos calzadas a las vas romanas, mientras que a las carreteras
celtas que se han conservado las denominamos caminos o veredas es decir, no

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les concedemos en absoluto la categora de calzada, porque las consideramos un
simple sendero de los brbaros.

LA FALACIA DE LOS TEXTOS


Una de las principales razones por las que tendemos a considerar que los celtas son
brbaros y los romanos civilizados estriba en que si bien disponemos de una
gran cantidad de material escrito en latn, no poseemos por el contrario prcticamente
nada en celta. La Edad de Hierro (expresin con la que queremos referirnos al
perodo anterior al dominio romano) no nos ha dejado ningn libro, poema ni obra de
ciencia o literatura celtas. Sin embargo, esta circunstancia resulta en s misma
engaosa, porque tampoco ha sobrevivido apenas texto romano alguno. No tenemos
ningn manuscrito latino de tiempos de Csar: el escrito ms antiguo de Csar que ha
llegado hasta nosotros los Comentarios a la guerra de las Galias es una copia
realizada mil aos despus de los acontecimientos que narra.
En sus primeros tiempos, la Iglesia catlica se concentr en la erradicacin del
paganismo la nica estatua de bronce que se conserva de un emperador anterior al
cristianismo, Marco Aurelio, ha perdurado slo porque se consider por error que se
trataba de la de un creyente. El papa Gregorio Magno (560-604) trat de suprimir
las obras de Cicern, y se dice que quem todos los manuscritos de Livio de que
pudo incautarse[18]. Sin embargo, los monjes de los monasterios s que copiaron
laboriosamente las obras de los autores que merecan su aprobacin. De este modo
hemos adquirido el conocimiento que tenemos de los escritores romanos. Y aun as,
no se conservaron de esos manuscritos medievales ms que algunos fragmentos, que
fueron copiados nuevamente en siglos posteriores.
De hecho, sabramos an menos cosas de no haber sido por los irlandeses. Parece
que en el siglo V d. C., durante las invasiones de los godos y los hunos, se produjo
una desbandada de intelectuales que partieron de la Galia y fueron a asentarse a
Irlanda, y es muy posible que esas personas llevaran sus libros consigo. Arribaron a
una sociedad que por esa poca era ya cristiana, pero en la que haba una Iglesia
celta, no catlica. La Iglesia de Irlanda se senta bastante ms cmoda con el
paganismo, y tena ms inters en preservar el conocimiento que en destruirlo. Los
monasterios irlandeses eran centros dedicados a la copia de libros y no se vieron
perturbados por demasiadas censuras religiosas. Adems, all donde los misioneros
irlandeses levantaron nuevos monasterios (en las proximidades de Gnova en el ao
613, cerca de Constanza en 614, y en Pronne en 650) fundaron bibliotecas en las
que no faltaban los manuscritos de los autores clsicos[19].
Por tanto, la supervivencia de los escritores latinos se debe en buena medida a los
monjes celtas. Por otro lado, las races intelectuales de esos monjes penetran

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profundamente en el mundo pagano de los pueblos celtas. Los celtas de la Edad de
Hierro contaban con una especie de intelectuales profesionales conocidos con el
nombre de druidas, unas figuras que ejercan una influencia evidente sobre el
conjunto de la sociedad. Como autoridades religiosas, los druidas podan interponerse
entre dos ejrcitos y ordenarles que depusieran las armas. Se desplazaban con entera
libertad por la Galia y Britania (y probablemente tambin por otros lugares del
mundo celta). Como custodios de la literatura, as como del conocimiento histrico,
mdico, cientfico y religioso, su educacin y su formacin duraba veinte aos, ya
que eran muchas las materias a dominar.
Es cierto que una buena parte de ese conocimiento no quedaba fijado por escrito,
as que la literatura celta era meramente oral. Los druidas insistan en este punto.
Csar pensaba que lo hacan en parte porque, segn ocurre a menudo [], con el
recurso de la escritura, se pierde el inters por aprender y la memoria[20]. Sin
embargo, los druidas saban escribir y lo hacan cuando se dedicaban a propsitos
ms mundanos, pues en casi todos los otros asuntos, en las cuentas pblicas o
privadas, utilizan el alfabeto griego. Los arquelogos han encontrado muchos miles
de inscripciones en lengua celta cuya fecha es anterior a la llegada de Julio Csar. Los
caracteres que se emplean son unas veces latinos y otras griegos, aunque tambin
usen su propio alfabeto, al que denominaban Ogam.
No resulta sorprendente, dada la actitud de los monjes de Irlanda, que ste sea
uno de los lugares en los que se ha conservado una gran cantidad de material literario
celta. A diferencia de los monjes catlicos, los abates irlandeses juzgaban que su
trabajo consista en implicarse a fondo con las comunidades locales, y no vean razn
para aislarse de la sociedad que les rodeaba pese a que sta nunca llegara a hacer
suyas las nociones cristianas de familia y moralidad. Como forma de representar su
sometimiento a las normas, los monjes catlicos se afeitaban la coronilla, uno de los
signos que griegos y romanos utilizaban para sealar al esclavo. Los monjes
irlandeses se rasuraban la parte frontal de la cabeza, como haban hecho los druidas, a
fin de mostrar que eran continuadores de una antigua tradicin de potestad religiosa e
intelectual.
Esta singular casta monacal no slo se dedic a copiar los textos de los autores
romanos paganos, tambin preserv la memoria celta en libros de leyes y
recopilaciones de fbulas. Como es obvio, hemos de estudiar este material con cierta
cautela, y no slo porque no podamos saber con seguridad qu relevancia pueda tener
para el resto de Europa. No obstante, hay colecciones de textos literarios como la del
Book of Leinster, escrito en el siglo XII, que contienen relatos ambientados en el
mundo pagano celta, y en los que se percibe con claridad que sus detalles han sido
extrados directamente de aquella poca. En ellos se indica, por ejemplo, que los
guerreros iban al combate en carros y que al abandonar el campo de batalla llevaban
las cabezas de los enemigos degollados sujetas a los varales del carro y regresaban a
casa con tan horrendos trofeos. Creemos que estas cosas sucedieron realmente porque

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lo han descrito autores griegos como Diodoro de Sicilia, pero lo cierto es que
aquellos monjes irlandeses no haban ledo ningn texto griego. Su saber proceda de
la tradicin oral, y lo que hacan era ponerla por escrito.
Tal vez est usted pensando que los brbaros analfabetos deban de tener unas
leyes notablemente primitivas, del tipo Como me toques el carro, te parto la cara.
Sin embargo, los monjes irlandeses nos han dejado un corpus jurdico celta que
revela un nivel de refinamiento asombroso. Por desgracia, apenas ha sido estudiado.
Conocemos el derecho celta de Irlanda a travs de una coleccin de textos a los
que se da el nombre de leyes Brehon[*], denominacin que deriva de los brehons o
brithemuin (jueces) que asumieron las funciones legales de los druidas tras la
conversin de Irlanda al cristianismo. Dichas leyes se escribieron en verso a partir del
siglo VII d. C., y es obvio que deben su forma a la tradicin de los bardos.
La principal diferencia entre el derecho romano y el celta se deba al hecho de que
atendan a las necesidades de dos sociedades en esencia distintas. Al derecho romano
le preocupa principalmente la autoridad del paterfamilias (el cabeza de familia, la
nica persona que cuenta en trminos jurdicos), sus derechos de propiedad y la
regulacin de las actividades de negocio. Las leyes Brehon se interesan en las
responsabilidades que tienen los miembros del clan en relacin con las tierras unas
tierras que no estaban en manos de uno o ms individuos, sino del grupo, y
abordan asimismo las normas jerrquicas y las obligaciones que contrae el conjunto
de la comunidad con quienes la integran. Durante mucho tiempo estas leyes han
despertado suspicacias por provenir de donde provienen, porque el texto pertenece a
la poca cristiana, y porque no estn redactadas en prosa. ste es un excelente
ejemplo del sesgo prorromano de la cultura occidental, ya que lo cierto es que los
testimonios que tenemos del derecho romano no son mucho mejores que los del celta:
simplemente nos gusta creer que s.
El derecho romano qued por completo olvidado en la Europa medieval hasta que
se descubri en la Italia del ao 1070 una copia del siglo VI en la que figura el texto
del cdice jurdico del emperador Justiniano. Las facultades de derecho florecieron
sobre la base de ese documento, y la primera fue la de la Universidad de Bolonia,
fundada en el ao 1088. Quienes se graduaban en estas instituciones servan a
prncipes y a comerciantes, as que a mediados del siglo XVI el derecho romano rega
ya en toda Europa. Sin embargo, este derecho romano no tena en realidad nada que
ver con las leyes por las que se haba regido el imperio romano. No se trataba
nicamente de que el texto que utilizaban los eruditos medievales fuese distinto del
original, sino que perteneca adems a un cdigo jurdico bizantino creado por un
emperador reformista.
Todo lo que en realidad sabemos del derecho romano, y todo lo que de l se
impuso en Europa, procede de un texto del siglo II escrito por un tal Gayo. Adems,
hasta el siglo XIX, la mayor parte de lo que se saba de su contenido derivaba de un
resumen redactado en el ao 506 que figuraba en el cdigo legal de un rey visigodo:

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Alarico II. En 1816 se encontr el texto ntegro de un manuscrito del siglo VI, pero se
trataba de un palimpsesto, lo que significa que el documento haba sido borrado para
escribir sobre l un pasaje cristiano. Era una prctica corriente de la Iglesia medieval,
motivada en parte por el hecho de que los pergaminos eran caros, pero debida sobre
todo a que, para el cristianismo, constitua una forma muy funcional de cambiar el
pasado pagano. Era un deliberado y po acto de destruccin.
Por fortuna para nosotros, la supresin se realiz de forma imperfecta, as que
buena parte del libro sigui siendo legible. Con todo, sta es una base muy endeble
para que pueda sustentarse en ella la difundida opinin de que el derecho romano
logr conservar su vigencia a lo largo de los siglos. Y aunque podra decirse que el
derecho cltico nos ha dejado mejores documentos, y que simplemente no les
prestamos la menor atencin, se nos ha animado a dar crdito, por el contrario, al
historiador romano del siglo II a. C. Polibio, quien dej dicho que los celtas
desconocen por completo todo cuanto guarde relacin con el arte o la ciencia[21].
La verdad es que parece que Polibio no saba demasiadas cosas acerca de los
celtas. Posean arte, productos manufacturados, literatura y derecho. Y lo ms
sorprendente de todo es que tenemos pruebas de que empleaban rigurosos mtodos
matemticos.

EL CALENDARIO DE COLIGNY
No hay ejemplo mejor que el del extrao caso del calendario de Coligny para apreciar
esta tendencia que nos lleva a conceder a los romanos el mrito de sus avances
tecnolgicos y a pasar por alto al mismo tiempo los logros de los celtas. Pese a haber
sido descubierto a finales del siglo XIX, este pasmoso artilugio una prueba
concluyente del refinamiento matemtico de los celtas habra de pasar inadvertido,
olvidado, durante la mayor parte del siglo XX.
En 1897, un hombre que se hallaba cavando en un campo situado a las afueras de
la pequea poblacin de Coligny, en la zona oriental del centro de Francia, desenterr
153 fragmentos de bronce cubiertos de palabras celtas que hacan alusin a las fases
de la luna y las fiestas. Cuando por fin consigui armarse el rompecabezas, los
arquelogos se percataron de que se encontraban ante un primitivo calendario celta,
aunque nadie comprenda su funcionamiento. Habran de pasar casi cien aos antes
de que alguien alcanzara a vislumbrar hasta qu punto se trataba de un hallazgo
fascinante: el descubrimiento iba a revolucionar nuestra comprensin de la cultura
celta y de sus logros intelectuales.

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La matemtica celta.
Este calendario galo, esculpido entre los aos 50 y
150 d. C., es obviamente la copia de un original
cuya fecha se remonta al siglo I a. C. y que
probablemente formaba parte de las instalaciones
de un templo. En 1807 se encontr en el Jura un
fragmento de un calendario similar, igualmente
vinculado a un santuario. Parece que el calendario
fue meticulosamente partido en varios pedazos y
que stos se repartieron entre distintas personas.

En 1989, un joven estudioso estadounidense llamado Garrett Olmsted se interes


en el calendario. Dio la feliz casualidad de que Olmsted no era slo un erudito en
cuestiones celtas, sino tambin matemtico e ingeniero de sistemas la exacta
combinacin de conocimientos que se necesitaba para descifrar el cdigo.
Los calendarios son asuntos complicados. Cada mes ha de empezar en una luna
nueva, pero al final de un ao compuesto por doce meses lunares sobran casi once
das. Ni el mes ni el ao tienen un nmero de das exacto. Olmsted demostr que
aquellos brbaros haban calculado un sistema que permita que el calendario pudiera
comenzar todos los meses en luna nueva actuando en tal sentido como un
calendario lunar sin que eso provocara que sus festividades dejaran de coincidir
con el preciso punto de cada estacin que les corresponda lo que haca de l un
calendario solar[22]. Olmsted lleg a la conclusin de que el sistema de clculo que
haban empleado los celtas se adelantaba en muchos siglos a los mtodos posteriores.
El aparato matemtico para la realizacin del clculo es bastante impresionante,
pero la creencia de que los celtas carecan de refinamiento intelectual se mostr tan
tenaz que al principio los arquelogos franceses se negaron a publicar el trabajo de
Olmsted y ste tuvo que buscar una editorial en Alemania. La ecuacin brbaro =
tosco nos ha impedido apreciar el significado de muchos objetos brbaros, y ste
ser uno de los temas recurrentes de la presente obra.
Si desea saber qu sucede si no se tiene la capacidad de realizar esos complejos

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cmputos matemticos aplicados al calendario, fjese en los romanos. Su calendario
era tan irremediablemente desmaado que hacia el siglo I a. C. sus fechas
acumulaban ya un desfase de unos tres meses. El asedio del ejrcito de Vercingetrix
en Alesia comenz el 25 de junio del 52 a. C., pero segn los romanos se produca en
septiembre.
Su calendario era tan desastroso que unos cuantos aos ms tarde los romanos
abandonaron por completo la idea de intentar vincular los meses con la luna nueva.
Julio Csar encarg a un astrnomo griego que ideara un nuevo calendario para
Roma todo lo que tena que hacer era conseguir que una misma fecha cayese en un
punto idntico de la estacin ao tras ao. Para lograr que el calendario arrancase
como deba, el astrnomo tuvo que comenzar con un ao de 445 das, razn por la
que a ese ao se le conoci como annus confusionis. Los celtas deban de estar
partindose de risa.
Y ni siquiera aquel nuevo calendario juliano funcion de forma totalmente
correcta. An habra que volver a modificarlo a finales del siglo XVI y generar as
nuestro calendario moderno, que, segn Olmsted, no es mejor que el que empleaban
los celtas.

LOS MAESTROS FORJADORES DE EUROPA


Slo ahora comienzan los historiadores a revisar sus juicios sobre el refinamiento de
la ciencia y la ingeniera celtas. Desde los tiempos ms remotos los celtas fueron los
maestros forjadores de Europa. Los herreros celtas eran tenidos por magos, pues
podan coger un pedazo de piedra y transformarlo en una sustancia prodigiosamente
nueva una hoja de acero hbilmente trabajada cuyo filo era capaz de entallar el
bronce o el hierro comn. Se dice que san Patricio, al disponerse a combatir el
paganismo en Irlanda, compuso una plegaria, La coraza de san Patricio, en la que
figuraban estos versos:

Invoco en esta hora a cuantas virtudes hay


contra toda cruel potencia enemiga
Contra los hechizos de las mujeres y los herreros y los druidas,
contra cualquier saber que embride el alma humana.

Los hechizos de los herreros aparecen aqu junto a los conjuros de los ms
poderosos nigromantes: las mujeres y los druidas. La ciencia que permita trabajar el
metal era un arte secreto y misterioso, y los romanos no descollaban tanto en l como
los celtas y no slo en lo tocante a la fabricacin de armas, tambin en lo referente
a sus aplicaciones pacficas.

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El dominio que tenan los celtas de la tecnologa metalrgica les permiti poner
asimismo en marcha complejas granjas agrcolas. Sabemos que en Britania, ya en
torno al siglo IV a. C., conocan la reja del arado, puesto que en un templete de
Frilford, junto al ro Ock, cerca de Abingdon, en Oxfordshire un emplazamiento
habitado desde el ao 350 a. C. aproximadamente, se encontr, enterrada bajo una
de las columnas centrales, quiz como ofrenda votiva, una reja de hierro. Es
razonable conjeturar que el templo debi de ser uno los primeros edificios
construidos, y que la ofrenda de la reja de arado se hizo en el momento en el que se
pusieron los cimientos[23].
En su empleo del metal, los celtas llegaron a inventar incluso una cosechadora. El
historiador romano del siglo I d. C. Plinio nos ha dejado la nica descripcin escrita
de este artefacto: En las enormes fincas de las provincias galas se usan unos
armazones muy grandes de bordes dentados que se hacen pasar, sujetos a unas ruedas
y empujados por una yunta de bueyes, a travs de los trigales[24]. Los romanos lo
denominaban Gallic vallus. Los historiadores no lo consideraron cierto hasta el
descubrimiento de unos bajorrelieves que, al parecer, mostraban exactamente ese
aparato. Era una especie de rastrillo sobre ruedas que sacuda las espigas de trigo y
las depositaba en un recipiente, actuando de forma bastante similar a como lo hace el
depsito de un cortacsped. En la dcada de 1980 se construy y se prob una rplica
del dispositivo[25]. Despus del siglo III d. C. no parece quedar rastro de l, as que el
trabajo de la recoleccin se convirti en una tarea matadora realizada con guadaa en
tanto no volvi a inventarse la mquina, en el ao 1831.

La maquinaria gala.
Este fragmento de lpida, cuya fecha se sita en
torno al ao 240 d. C., fue hallado en 1958, entre
las piedras de unas murallas medievales de las
Ardenas, en el norte de Francia. Constituye una
prueba palpable de que realmente existi la
cosechadora gala que describe Plinio, aunque en
sta parece ser una mula la encargada de moverla,
en lugar de un buey.

Otras herramientas celtas, en cambio, siguieron usndose. Estos grupos sociales


perfeccionaron la fijacin de las hojas de hierro a su mango de madera. Por
consiguiente, las palas y las hoces, las horcas, las hachas y las segaderas que

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utilizaban los granjeros celtas de la Edad de Hierro apenas difieren de las que se
emplean en la actualidad.
El hecho de que la valoracin de la tecnologa celta haya mejorado a lo largo de
los ltimos aos se debe en particular a la arqueologa experimental que se desarrolla
en la granja antigua Butser, situada en Hampshire. En esas instalaciones se han
puesto a prueba, de la forma ms hacedera posible, esas tcnicas que antes se
ridiculizaban, y el resultado ha obligado con frecuencia a revisar el juicio que nos
merecan los conocimientos clticos. De este modo, sale a la luz que los antiguos
celtas saban lo que hacan.
Quizs el ejemplo ms simple de este reexamen de la tecnologa antigua sea el
modo en que los celtas almacenaban el producto de sus cosechas. Durante muchos
aos, la presencia de grano y otros ridos en agujeros practicados en el suelo
desconcert a los arquelogos. Pareca contrario al sentido comn sugerir que el
enterramiento de los alimentos pudiera mantenerlos secos y en buen estado. Sin
embargo result que, una vez sometida a prueba, y para sorpresa de todos, la tcnica
funcionaba. Lo que sucede es que el grano que ocupa la capa superior del hoyo de
almacenamiento, al estar en contacto con las paredes hmedas, germina,
consumiendo el oxgeno disponible y liberando dixido de carbono. Esto crea un
medio anaerobio en el que el cereal se conserva en perfectas condiciones durante
cierto tiempo.

LAS CIUDADES CELTAS


Si ha resultado fcil subestimar los logros tecnolgicos de los celtas se debe a que
gran parte de sus innovaciones se han desvanecido o no han sido bien comprendidas.
Lo mismo puede decirse del modo de vida celta en general. La forma en que vivan
desapareci bajo una avalancha de construcciones y actos propagandsticos romanos.
Del mismo modo que llamamos calzadas a las vas romanas y caminos a las
celtas, tambin denominamos poblaciones a los asentamientos romanos y
castros[*] a los celtas, y eso cuando no les adjudicamos un nombre romano:
oppida. En esto consiste la fuerza de los sesgos interpretativos: Csar utilizaba la
palabra oppidum para designar un tipo de plaza fuerte; de haber escrito alguna vez
acerca de Jerusaln es probable que le hubiera dado el nombre de recinto fortificado.
Pero el lenguaje no ha sido el nico factor que ha mantenido oculta a nuestros
ojos la civilizacin urbana celta. La conquista romana simplemente barri sus
poblaciones, que unas veces desaparecieron bajo las tierras de labor y otras se vieron
sustituidas por edificios romanos. La construccin de las ciudades romanas de
pequeo tamao obedeca a un principio distinto: eran fundamentalmente centros
administrativos y lugares para la recaudacin de impuestos. La ciudad romana giraba

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en torno a dos calles principales que se cruzaban en ngulo recto y albergaba en su
centro un conjunto de edificios pblicos que representaban la autoridad del imperio y
cuyas caractersticas permitan que su origen romano pudiera ser inmediatamente
identificado. Entre esas construcciones destacaban los templos, las baslicas, las
termas y, a menudo, los anfiteatros. Dado que las ciudades celtas no presentaban ese
aspecto, y que el propsito de su existencia era diferente, nos ha llevado mucho
tiempo admitir su importancia.
El mundo celta era un espacio dedicado al comercio, y las poblaciones constituan
centros mercantiles, frecuentemente relacionados con las actividades mineras. La
suposicin de que los celtas vivan en cabaas primitivas es un tanto equivocada, ya
que era habitual que contaran, incluso lejos de las ciudades, con viviendas de notable
porte. Las casas de labranza galas, por ejemplo, eran muchas veces edificios amplios
y rectangulares de dos plantas que en ocasiones no contaban en su interior ms que
con una nica habitacin de gran tamao, mientras que en otras constaban de muchos
aposentos diferentes.
En Britania parece haber sobrevivido hasta bien entrado el siglo I a. C. una
tradicin an ms antigua vinculada con las culturas de la costa atlntica y
caracterizada por la construccin de refugios redondos. Esos hogares, sin embargo,
podan ser sorprendentemente refinados. En la antigua aldea de Chysauster, en el
extremo de la pennsula de Cornualles, se encuentran los restos de una serie de
moradas de piedra con techo de paja dispuestas en torno a un patio central. El suelo
de las construcciones era de losas de piedra y oh, sorpresa! por debajo de ellas
discurra una red de caeras. Francamente brbaro!, no les parece?
Los constructores celtas gozaban de gran estima y se les reconoca una elevada
posicin profesional. En la tradicin irlandesa se daba el nombre de Ollamh al
maestro de obras voz que ha perdurado en el irlands moderno como sinnimo de
profesor. Estos tcnicos reciban un elevado salario y se les pagaba anualmente
una cantidad. Y desde luego se lo merecan. Los expertos celtas daban muestras de un
notable ingenio y de mucha pericia. El crannog es quiz la ms clara demostracin de
su competencia: se trata de una vivienda circular con armazn de madera construida
sobre una isla artificial situada en el medio de un lago, un estuario o un pantanal. Se
arrojaban cantos rodados al agua o a la cinaga hasta que asomaban por encima de la
superficie y despus se aadan maderos a las piedras hasta consolidar unos
cimientos. Estas casas podan llegar a tener unos quince metros de dimetro.
A partir del siglo II a. C., el comercio celta creci de forma notable, y lo mismo
sucedi con el tamao y el nmero de sus poblaciones. Algunas de stas eran muy
grandes. Una de las mayores era Manching, en el sur de Alemania. Fue la capital de
los vindelicios, y se enorgulleca de los muros que la defendan, de ocho kilmetros
de circunferencia. Fue probablemente incendiada por los romanos en el ao 15 a. C.
La ms espectacular de todas las ciudades celtas tambin se encuentra en el sur de
Alemania, entre Stuttgart y Ulm. Por desgracia, no se ha excavado adecuadamente el

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asentamiento y an se desconoce el nombre de la ciudad, pero las murallas cean
una conurbacin de dimensiones extraordinariamente grandes, ya que abarcaba una
superficie de ms de quince kilmetros cuadrados. Basta una pequea comparacin:
el muro aventino que rodeaba Roma en el siglo I d. C. delimitaba un rea que apenas
llegaba a la cuarta parte de esa extensin.
Una de las poblaciones celtas en las que se realizan excavaciones en la actualidad
es la de Bibracte, situada en lo alto de un monte del centro de Francia. Sus habitantes
acuaron una moneda propia entre el siglo III a. C. y el ao 50 d. C. primero en oro
y ms tarde en plata, y su valor era el mismo que el del denarius romano. Era una
ciudad importante lo sabemos porque as nos lo dice Csar; de hecho, es el lugar
que eligi para sentar sus reales mientras se mantuvo ocupado con la conquista de la
Galia, y el punto geogrfico en el que escribi sus comentarios sobre el particular.
El manuscrito de esa obra se envi a toda prisa a Roma a fin de que pudiera ser ledo
en pblico, ya que formaba parte de la campaa con la que Csar quera forjar de s
una imagen ventajosa para encumbrarse en su ciudad. Y eso era todo lo que sabamos
de Bibracte hasta ahora. Sencillamente la poblacin desapareci, y qued sustituida
por tierras de cultivo y bosques. Hoy, sin embargo, los arquelogos han descubierto
datos sobre Bibracte que encajan con la nueva imagen que vamos hacindonos de la
sociedad celta, esto es, de una cultura dinmica y culta que comerciaba en toda
Europa, posea una slida base econmica y utilizaba el dinero en sus transacciones.
Han aparecido pruebas de la existencia de una importante ciudad con una
animosa calle principal en la que se alineaban toda una serie de talleres y
establecimientos dedicados al comercio de artculos de hierro procedentes de las
minas cercanas, ya que elaboraban y vendan herramientas, joyas y objetos
decorativos esmaltados. Tambin trabajaban el vidrio y fabricaban cuentas y pulseras,
adems de acuar monedas, en valores que llegaban incluso al de la calderilla
corriente. Todas las tiendas tenan un stano que utilizaban como almacn. La ciudad
contaba con una superficie de ms de un kilmetro cuadrado y estaba dividida en
zonas bien delimitadas. Haba centros consagrados a la artesana y al culto religioso,
y en la zona residencial de los aristcratas podan verse casas muy atractivas.
Las ciudades como Bibracte se hallaban unidas a otras por un conjunto de rutas
comerciales que llegaban a lugares tan remotos como frica y China, aunque la
mayor parte de su actividad comercial se concentraba en el mundo romano, de modo
que tanto Roma como los galos obtenan jugosos beneficios de la situacin. Es
evidente que si uno realiza este tipo de negocios no va por ah utilizando pesos falsos
y gritndole Vae Victis! a los clientes lo que demuestra que ya hemos dejado
muy atrs a los celtas de Breno.

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2

El saqueo de la Galia

S i tenemos presentes las fabulosas riquezas de Roma podra parecer extrao que
los romanos se tomaran la molestia de conquistar las empobrecidas naciones
brbaras que limitaban con su imperio. Desde luego, exista el constante imperativo
de la seguridad interior, al que se aada la doctrina de los ataques preventivos, un
credo que instaba a los romanos a atacar antes de ser atacados. Ahora bien, es
posible que hubiera alguna otra razn? A mediados del siglo I a. C., el caudillo galo
Vercingetrix acu monedas de oro con su nombre y una efigie idealizada,
posiblemente basada en el modelo del padre de Alejandro Magno: Filipo II de
Macedonia. Dejando a un lado el hecho de que Vercingetrix no llevaba bigote (pese
a la afirmacin de Diodoro de Sicilia, quien sostena que todos los miembros de las
clases altas se lo dejaban), lo ms sorprendente de esta acuacin se hace patente al
comparar la moneda con otra pieza romana de oro de la misma poca.
Y es que no existe ninguna. Los romanos no tenan suficiente oro como para
acuar monedas con ese metal. No hasta que conquistaron la Galia. All era donde se
encontraba el oro.

EL ORO DE LOS CELTAS


Lo cierto es que los celtas tomaron de los griegos la idea de la acuacin y se
anticiparon en esto a los propios romanos. Los celtas insubrios del norte de Italia
emitan ya su propia moneda cincuenta aos antes de que los romanos les imitaran. Y
del siglo IV en adelante los diferentes prncipes y comunidades siguieron acuando
monedas de oro y plata. Por supuesto, en tiempos de Csar los romanos tenan
monedas, pero eran de plata o bronce. De cuando en cuando se haban emitido
monedas de oro, pero se trataba de una prctica ya abandonada en poca de Csar:
sencillamente, Roma no dispona del oro necesario. Los galos en cambio s que lo
tenan, y lo utilizaban para acuar monedas.

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Una antigua tradicin gala.
Han llegado hasta nosotros cuatro ejemplares de
este estter de oro. Se acu poco antes de la
derrota de Vercingetrix. En 1997 se vendi uno de
ellos, pagndose por l, aproximadamente, unas
cuarenta mil libras esterlinas. Siguiendo la
tradicin de la acuacin gala, la imagen que aqu
vemos se basa en la del busto del joven Apolo que
apareca en las monedas de oro de Filipo II de
Macedonia, emitidas trescientos aos antes.
Representa el poder y la riqueza, as como un
elevado nivel de refinamiento.

Los historiadores no han cado en la cuenta de que la Galia era tan prspera sino
en fecha muy reciente. Se crea que los galos haban obtenido el oro de la venta de
esclavos a otros pueblos ms ricos, probablemente en el Mediterrneo oriental. Sin
embargo, hoy sabemos que el oro de los galos proceda de centenares de minas[1].
Batrice Cauuet, que ha realizado excavaciones en muchas de ellas, estima que
debieron de producir cerca de setenta toneladas de ese material. En la Dordoa se han
encontrado minas de treinta metros de profundidad con galeras perfectamente
apuntaladas en las que se empleaban tornillos de Arqumedes para evitar las
inundaciones. Esto contrasta muy llamativamente con las ideas que predominaban en
pocas pasadas sobre la Galia prerromana. Las instalaciones mineras estaban tan bien
organizadas que hasta hace muy poco tiempo se supona que eran romanas. Claro, es
obvio que nadie iba a imaginarse que aquellos implacables brbaros mostachudos
pudieran hacer ese tipo de cosas.
Los mineros, por la propia naturaleza de su ocupacin, no pueden producir
alimentos para s mismos, lo que significa que han de confiar en una infraestructura
agrcola y comercial para su sustento. Esto implica que toda actividad minera de
grandes dimensiones exige el respaldo de una organizacin social compleja y bien
dispuesta.
No estamos por tanto ante una sociedad tribal simple, sino en un mundo mltiple
provisto de una industria especializada que suministraba lingotes de oro a casas de
moneda y a joyeros situados a cientos de kilmetros de distancia y todo ello se
mantuvo por espacio de unos trescientos aos. Y desde luego, a los celtas no les
intimidaba en absoluto la idea de alardear de todo aquel oro que producan. La
ostentacin de objetos de ese metal era algo que formaba parte de su cultura: tanto los
hombres como las mujeres lucan un montn de alhajas fastuosas torques en torno
al cuello, brazales y brazaletes, broches, prendedores y anillos, todo ello de oro,

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incluso sus tnicas tenan bordados y adornos de ese metal[2].
A los ojos de los romanos, los celtas no eran unos salvajes menesterosos que a
duras penas lograran ganarse la pitanza; al contrario, debieron de parecerles
irritantemente ricos, circunstancia que probablemente explique muchas cosas, en
particular por qu los romanos se interesaron tan vivamente en el mundo de los
celtas.

CSAR INVADE LA GALIA


Una de las cosas de las que podemos estar seguros es de que el mvil que llev a
Julio Csar a apoderarse de la Galia no fue el de conocer mejor a los nativos. Csar
era un ambicioso senador de cuarenta aos que trataba de hallar un modo de dar un
nuevo impulso a su carrera, entonces vacilante. En el ao 61 a. C. haba contrado
deudas que se elevaban a veinticinco toneladas de plata[3], y su supervivencia
dependa de un valedor multimillonario llamado Craso. Necesitaba desesperadamente
grandes sumas de dinero para poder cancelar sus deudas, y una aventura militar que
propulsara su carrera. La Galia habra de proporcionarle la oportunidad de satisfacer
ambos objetivos, y sera un galo quien le ofrecera el pretexto preciso.
El nombre de aquel galo era Diviciaco, y haba sido el cabecilla de los heduos.
Tras ser depuesto por su hermano, que haba recurrido a la fuerza para arrebatarle el
poder, huy a Roma y trat de convencer a los romanos de que deban ayudarle a
recuperar su posicin.
Sus anfitriones le dispensaron el trato que solan dar a los personajes
extravagantes, y a Diviciaco le encantaba seguirles el juego. Est claro que saba
mostrar buenas maneras en la mesa, dado que le invitaron a las mejores mansiones.
Incluso le pidieron que pronunciara una alocucin ante el Senado, y l caus
sensacin al aparecer ataviado con su indumentaria de guerra, reclinado sobre el
escudo. Pese a todo, la aventura militar no causaba entusiasmo en Roma. La gente se
negaba a creer sus afirmaciones, y l sostena que su hermano era un jefe peligroso y
partidario de la guerra.
As prosiguieron las cosas hasta que Csar vio aqu su oportunidad. Diviciaco
empez a difundir la idea de que su malvado hermano se haba conjurado con otro
pueblo celta, el de los helvecios, junto a los cuales se propona llegar a dominar toda
la Galia[4]. La mayora de los romanos debi de responder: Y qu?, pero Csar
se las arregl para convertir esas soflamas en la advertencia de una inminente
amenaza para la propia Roma. Los helvecios vivan en los Alpes, y si se hubieran
desplazado al oeste, penetrando en lo que hoy es el centro de Francia, es evidente que
los feroces germanos se habran apoderado de sus tierras y puesto a Italia en
peligro[5]. Tras dedicarle grandes halagos por todos sus mritos, Csar convenci al

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Senado de que le concediera el ttulo de Protector de los galos. En 59 a. C. fue
nombrado para este cargo por un perodo de un lustro. En los aos siguientes sus
ejrcitos habran de dar muerte a casi un milln de galos, probablemente una sexta
parte de la poblacin total[6]. Vaya proteccin, y menudo protector!
Y adems, por qu habra de preocuparle a Csar proteger a un puado de
brbaros? Su meta era el poder personal, y para lograrlo tena a su disposicin una
formidable maquinaria blica. Gracias a la completa reforma militar que haba
realizado su to Mario, Roma contaba entonces con el nico ejrcito profesional del
mundo plenamente dedicado a su labor, y no slo pagaba un salario reglado a sus
soldados, sino que stos se servan de corazas, armas, pertrechos y tcticas tan
estndares como los beneficios que podan esperar.
Por otra parte, los galos eran granjeros y comerciantes que slo podan
congregarse y acometer empresas militares durante breves perodos de tiempo, y con
una instruccin muy limitada, ya que despus tenan que regresar a sus hogares y
ocuparse de sus familias. La nica forma de poder mostrar una mnima eficacia
militar era manifestar todas aquellas cualidades que les definan como brbaros:
deban tener el nimo dispuesto a compartir un vehemente compromiso colectivo,
presto a enardecerse instantneamente con vistas al combate y a enorgullecerse del
herosmo individual caracterizado por el desprecio al riesgo fsico.
Csar era consciente de que sus legiones podan perder una batalla, pero saba que
bastaba simplemente con que no abandonaran el campo para que lograran alzarse con
la victoria en cualquier guerra imaginable. Todo cuanto necesitaba era una excusa, y
hete aqu que se presenta ante l un jefe galo exiliado y le ofrece una perfectamente
utilizable. Csar anunci que se vea obligado a invadir la Galia (sujeta ahora a su
proteccin) porque los helvecios haban empezado a invadir el territorio de los
heduos: ocurri que los arvernos y los scuanos tomaron a sueldo a los
germanos. De stos cruzaron en un primer momento el Rin unos quince mil, pero
cuando aquellos hombres salvajes y brbaros se aficionaron a los campos, la forma de
vida y las riquezas de los galos, fueron muchos ms los que pasaron: que ahora haba
en la Galia unos ciento veinte mil[7]. Por consiguiente, march al norte y los pas a
espada. Fue una gloriosa victoria que prestigi infinitamente la imagen de Csar a su
regreso a Roma.
Sin embargo, hay algo sospechoso en la crnica de Csar. ste dice que, tras la
contienda, sus hombres hallaron ciertos documentos entre los restos del
acantonamiento de los helvecios. Aquellos hombres salvajes y brbaros haban
elaborado un censo exhaustivo y nominal en caracteres griegos del nmero de los
que haban salido de su patria, de los que podan empuar armas y, aparte, tambin de
los nios, ancianos y mujeres. Unos y otros sumaban un total de 263 000 helvecios,
36 000 tulingos, 14 000 latobicos, 23 000 ruracos y 32 000 boyos. De ellos, los que
podan empuar armas eran unos 92 000. La suma total era de 368 000,
aproximadamente[8].

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Por consiguiente, eran cultos y saban hacer nmeros. Pero Csar no se quedaba a
la zaga. Tambin l confeccion su propio censo, en el que contabiliz a los que
volvieron a su patria, calculando que haban sido 110 000. En otras palabras, haban
desaparecido ms de 250 000 de aquellos individuos cabe suponer que muertos o
esclavizados en su mayor parte. Un precio poco elevado que era preciso exigir
cuando uno se propona dominar el mundo.
Ahora bien, el verdadero inters de estas cifras reside en que desde luego no
parece desprenderse de ellas que los helvecios fueran una caprichosa turba de
salvajes, y lo cierto es que no lo eran. Estaban tratando de emigrar. Haban
organizado y controlado de forma muy notable la totalidad de su empresa si haban
establecido un censo haba sido para asegurarse de que todo el mundo dispusiera de
comida y alojamiento. Ms an, haban pedido permiso a Csar para cruzar el
territorio romano. ste se neg a concedrselo, y al verse los helvecios obligados a
tomar una direccin distinta, Csar aprovech la ocasin para afirmar que estaban
invadiendo a los heduos.
Haba sido una trampa. El relato que Csar ofrece de los hechos trataba de
tergiversar al mximo las cosas. Y ahora haba hundido ya sus garras en la Galia:
haba puesto en marcha una campaa que habra de reportarle beneficios suficientes
para poder satisfacer sus deudas, as como los laureles precisos para quedar
transformado a los ojos de Roma en un heroico conquistador. Pas a ser dueo
personal de una inmensa cantidad de galos, y muchos de ellos fueron vendidos en los
mercados de esclavos romanos. Adems, segn Suetonio, acab poseyendo tanto oro
que ya no saba dnde meterlo, as que lo subast a un precio que rebajaba su valor
en un 25%. Y todo esto sin mencionar el resto de las regalas procedentes del
pillaje[9].
De acuerdo con Plutarco, los ejrcitos de Csar no slo mataron a un milln de
personas, sino que esclavizaron a otro milln ms. Si el total de la poblacin era de
seis millones, eso significa que la proteccin de Csar haba eliminado a la tercera
parte. No parece excesivamente aventurado afirmar que le interesaba ms proteger
los recursos de los galos que sus vidas, y que, al igual que los helvecios, se haba
aficionado a los campos, la forma de vida y las riquezas de los galos.
Su ferocidad fue impresionante: en el ao 55 a. C., fecha en la que dos grupos de
germanos tuvieron la audacia de atacar un campamento romano y de matar a 74
jinetes, Csar orden una masacre que aniquil a todos los hombres, mujeres y nios
hasta un total, segn sus propias estimaciones, de 430 000 individuos[10]. El
Senado decret fiestas y sacrificios para conmemorar el genocidio, pero aquello
pareci ya excesivo a algunos romanos. Catn de Utica se sinti tan ultrajado que
exigi que Csar fuese entregado a los germanos para expiar el crimen[11]!
Dndose cuenta de que haba ido demasiado lejos, Csar dedic entonces un par
de aos a rehacer su reputacin. De este modo, fue el primer general romano en
cruzar el Rin e invadir Germania, e igualmente el primero en atravesar el canal de La

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Mancha y ocupar Britania, que por entonces se encontraba, en opinin del romano
corriente, allende el mundo conocido[12].
Al terminar el verano del ao 53 a. C., Csar se retir a Italia, mientras dejaba
varias guarniciones dispersas por todo el territorio ocupado, aunque no
necesariamente bajo control. Sus cinco aos como protector tocaban a su fin, y an
no haba conjurado todos los peligros que se cernan sobre l. El da en que expirara
su mandato no slo perdera el mando de las legiones de la Galia, quedara tambin
expuesto a todas las acusaciones que sus enemigos tuvieran a bien interponer en su
contra como consecuencia de las acciones realizadas en el perodo de sus conquistas,
ya fuera por irregularidades legales o por corrupcin. Y en Roma no le faltaban
enemigos que tuvieran una idea muy clara de lo que haba estado haciendo. Lo nico
que poda salvarle era una situacin de emergencia y los galos (que los dioses les
tuvieran en la gloria!) habran de ponrsela en bandeja.

VERCINGETRIX Y LA LTIMA BATALLA DE LOS GALOS


El to del batallador Vercingetrix, junto con los ancianos de la tribu que se
oponan a sus ideas de rebelin y de resistencia a Roma, haba expulsado al jefe
galo de su propio territorio. No obstante, Vercingetrix consigui reunir un ejrcito y
ponerse al frente de su pueblo, los arvernos. A partir de aquel momento comenz a
demostrar sus dotes de caudillo carismtico, y se las arregl para lograr algo que
ningn otro cabecilla galo haba conseguido hasta entonces: crear una alianza contra
Csar. As las cosas, alcanz despus a imponer su autoridad a un ejrcito de
coalicin integrado por individuos pertenecientes a los distintos pueblos de la Galia.
De hecho, eso es precisamente lo que quiere decir Vercingetrix. No se trata de
un nombre, sino de un ttulo compuesto por dos palabras galas ver, que significa
por encima de, y cengetos, voz con la que se denomina a los guerreros y un
vocablo latino, rex, rey. Encontramos constantemente grandes dirigentes brbaros
cuyos nombres son en realidad ttulos latinos de realeza desde este Vercinget-rix
del siglo I a. C. a los Ala-rico y Gise-rico que surgirn cuatrocientos aos ms tarde.
En realidad, habra de ser un pueblo conocido como los carnutes el que iniciara el
levantamiento, pues los comerciantes romanos que se haban instalado en la ciudad
de Cnabo (Orleans), junto con sus familias, fueron degollados por elementos
pertenecientes a esa tribu. Sin embargo, Vercingetrix atac y aniquil despus los
cuarteles de invierno romanos. Lo que Csar quera era justamente una revuelta.
Avanz a marchas forzadas con su ejrcito y cruz los montes Cevenas, que en esa
estacin se hallaban cubiertos por una capa de dos metros de nieve. Los galos, que
pensaban que las montaas constituiran un obstculo infranqueable en esa poca del
ao, se vieron sorprendidos, as que a lo largo de las siguientes semanas

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Vercingetrix sufri toda una serie de derrotas.
No obstante, era un cabecilla claramente sobresaliente, ya que no perdi autoridad
y convoc un consejo en el que anunci que tanto l como sus coterrneos galos
deban emplear en la guerra medios completamente diferentes a los habituales. En
lugar de enfrentarse a los romanos cara a cara, se dedicaran simplemente a lograr que
el hambre obligara al enemigo a rendirse. Los galos deban atacar las partidas que
salieran en busca de alimento y, lo que es ms, tenan que incendiar las pequeas
ciudades y las aldeas en las que se almacenaban las provisiones, de modo que el
ejrcito romano no tuviera sustento que llevarse a la boca. La quema de las
poblaciones dejara adems sin refugio a los galos que no quisieran unirse a la
rebelin, lo que les obligara a sumarse a ellos y combatir.
El consejo aprob unnimemente aquellos planes y, en un solo da, el fuego
destruy no menos de veinte pueblecitos. Csar nos dice que el resplandor de las
llamas poda verse por todas partes. No obstante, haba una poblacin que los galos
de la localidad se mostraron remisos a prender con las antorchas: Avrico la actual
Bourges. Cuando se celebr el consejo, los lugareos suplicaron a Vercingetrix
que no arrasara una de las ciudades ms bellas de toda la Galia. Contrariando su
propio criterio, el dirigente galo les permiti defender la plaza.
El resultado fue el desastre: los romanos consiguieron romper los parapetos y,
como venganza por la masacre de Cnabo, pasaron a espada a cuarenta mil hombres,
mujeres y nios. Tal vez unos ochocientos lograron escapar y reunirse con
Vercingetrix. Lo irnico es que muy probablemente aquella catstrofe contribuyera a
acrecentar la reputacin de Vercingetrix como juicioso caudillo militar, dado que se
haba opuesto con tanta firmeza al plan que haba desembocado en tal derrota.

LOS GALOS SON APLASTADOS


Vercingetrix condujo entonces su ejrcito a travs del territorio galo, perseguido por
Csar y no menos de seis legiones, a las que se sumaban las tropas auxiliares
reclutadas entre los heduos que proporcionaban soldados como contrapartida por el
hecho de que los romanos hubieran repuesto en el trono a su jefe Diviciaco. No
obstante, los galos consiguieron rechazar a los romanos en la primera batalla y
mataron, segn las estimaciones del propio Csar, a unos setecientos de sus efectivos,
entre ellos a 46 centuriones. El prestigio de Vercingetrix se hallaba ahora en su
punto mximo, y otros pueblos comenzaron a unirse a la sublevacin. Los heduos se
rebelaron contra su rey, apoyado por los romanos, y tambin ellos se unieron a la
insurreccin. Y no slo eso, en el consejo general, un abrumador nmero de votos
confirm a Vercingetrix en el cargo de comandante en jefe de los celtas. Ahora se
hallaba al frente de un formidable ejrcito de quince mil jinetes y superaba en

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nmero a las falanges de Csar. Todos los soldados de la caballera gala se
comprometieron con el ms sagrado de los juramentos a que no se refugie bajo
techado, ni se allegue junto a sus hijos, sus padres o su mujer, aquel que no haya
cabalgado por dos veces a travs de la columna enemiga[13]. Dura decisin.
Sin embargo, Csar haba reclutado en secreto a un gran nmero de soldados de
caballera germanos, lo que le dio una inesperada ventaja. Cuando los galos atacaron,
se vieron repelidos y tuvieron que retirarse a Alesia, a unos cincuenta kilmetros de
la actual Dijon.
Csar sac el mximo partido de su superioridad y se dispuso a conquistar por
inanicin aquella plaza fuerte. Hoy puede verse en el arquedromo situado justo al
sur de la ciudad de Beaune una enorme e impresionante reproduccin de las obras de
asedio que orden realizar Csar. En esas instalaciones puede uno comprobar en toda
su magnitud la aportacin de Roma al mundo: la conjuncin del pensamiento
racional, la habilidad para las obras de ingeniera y la autoridad poltica sumadas al
podero militar, elementos todos ellos destinados a dominar y civilizar a los pueblos
salvajes que los rodeaban.
Csar mand excavar un foso de seis metros de profundidad y otros dos de cuatro
metros y medio, rellenando uno de estos ltimos con agua desviada de un ro
cercano[*]. Levanta asimismo un terrapln y una empalizada de casi dieciocho
kilmetros de circunferencia, a lo que aade un parapeto y almenas en el que sita
torres de vigilancia a intervalos regulares. En lo alto del parapeto se colocan grandes
ramas en forma de asta [] destinadas a entorpecer la escalada de los enemigos[*].
Sin embargo, antes de que Csar pudiese dar por concluidas las fortificaciones
destinadas al asedio, repletas de zanjas y trampas, Vercingetrix envi a su caballera
a medianoche y consigui pasar por los resquicios que an quedaban. Tenan rdenes
de cabalgar hasta el ltimo rincn de la Galia y reunir un ejrcito que viniera en su
auxilio. Si fracasaban, ochenta mil hombres escogidos moriran con l[14]. Era el
tipo de emergencia que sacaba a la luz lo mejor de la solidaridad celta. Se convoc
con asombrosa rapidez un consejo de toda la Galia y se reuni un extraordinario
ejrcito de 320.000 hombres dispuestos al rescate. Al fin los galos estaban actuando
como una nica entidad poltica.
En vista de aquellos preparativos, Csar construye en torno al primero un segundo
crculo, idntico, de baluartes, integrado por veintids kilmetros de reparos y
trincheras pensados para defender a su propio ejrcito de sitiadores de las ingentes
tropas de refuerzo que estaban de camino, segn saba Csar por los trnsfugas y los
prisioneros. Ahora bien, los hombres atrapados en el interior de Alesia no saban si
se estaba preparando algo o no. Comenzaron a desesperarse al ver que sus
provisiones se haban consumido. Como ltimo recurso, expulsaron de la ciudadela a
todos los habitantes que no estaban en situacin de combatir. Se oblig a los
ancianos, a las mujeres y a los nios a permanecer en la tierra de nadie que separaba
los muros de la propia Alesia de las fortificaciones romanas. Una vez all, rogaron a

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los romanos que les tomaran como esclavos o hiciesen con ellos lo que mejor les
pareciera, con tal de que les proporcionaran comida. Sin embargo, Csar se neg a
dejarles cruzar las puertas. Vercingetrix no se atreva a readmitirlos porque tan
pronto como les diera el paso franco los romanos se precipitaran al interior de la
ciudad. Cabe suponer que la consecuencia fue que se quedaron en aquella zona
intermedia y perecieron de hambre, aunque Csar no d indicacin alguna respecto de
su destino.
Cuando finalmente lleg la expedicin de refresco, las fortificaciones romanas se
revelaron inexpugnables. Da tras da, los galos se lanzaron contra el bastin de sus
sitiadores, pero no lograron abrir brecha. Transcurridas cinco jornadas de lucha,
Vercingetrix decidi que no poda seguir contemplando la agona de su gente. Segn
Csar, el jefe galo abandon el mando y se avino a ser entregado a los romanos.
Plutarco nos dice que tom las armas ms hermosas que tena, enjaez ricamente su
caballo, y saliendo en l por las puertas dio una vuelta alrededor de Csar, que se
hallaba sentado, apeose despus, y arrojando al suelo la armadura se sent a los pies
de Csar[*].
Vercingetrix fue llevado a Roma y encerrado durante cinco aos en una
mazmorra conocida como el Tuliano[*]. Finalmente le sacaron de su prisin y le
exhibieron pblicamente durante los veinte das que se dedicaron a solemnizar las
victorias de Csar. Una vez mostrado a la multitud, se dio muerte al feroz brbaro por
estrangulamiento. En esa poca, Csar, gracias a la utilsima revuelta de
Vercingetrix, haba amasado la fortuna, el poder y la popularidad suficientes como
para apoderarse de la propia Roma.
Un emperador francs, Napolen III, mand levantar la heroica estatua del
cabecilla galo que se yergue en las afueras de Alesia para enaltecer el orgullo
nacional de Francia. Vercingetrix se muestra altivo, como un jefe tribal no
doblegado que encarna un modo de vida a punto de extinguirse. Contempla desde su
pedestal las ruinas del asentamiento romano construido sobre su ciudad, y la
desaparicin de su mundo.
No era ms que un brbaro.

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3

Las mujeres celtas y la gran revuelta


britnica

A h la tenemos, justo al lado del Parlamento de Londres, a tamao superior al


natural y dos veces ms terrible que en la vida real: es la reina brbara en
persona Boadicea, aprenderemos a llamarla, o Boudicca, segn la conocan los
celtas. Si se ha convertido en Boadicea para millones de escolares ingleses se
debe a un error imputable a dos personas. En primer lugar, el historiador romano
Tcito escribi su nombre con dos ces: Boudicca. Ms tarde, en la Edad Media, un
copista aadi mayor confusin a la equivocacin inicial de Tcito y tom la u por
una a y la segunda ce por una e. Y de ese modo, Boudicca pas a ser Boadicea.
En cualquier caso, no era se su nombre. Segn suele suceder con muchos
cabecillas brbaros, lo que pensamos que es un patronmico resulta ser en realidad
un apodo, como ocurre en el caso, por ejemplo, de Luis XIV de Francia, a quien se
conoca como el Rey Sol. Buideac es una palabra celta que significa victorioso.
Lo que simplemente muestra que ni siquiera podemos dar crdito a lo que leemos en
los monumentos en especial si se encuentran justo al lado del Parlamento.
Fuera cual fuese su nombre, Boudicca constitua un ultraje para todo lo que un
romano decente consideraba importante: se trataba de una mujer que no slo era
enrgica y dominante, sino tambin soldado y jefe. Un terrible desastre se ha
producido en Britania. Dos ciudades han sido saqueadas, y entre las bajas romanas y
las de sus aliados son ochenta mil los ciudadanos que han perecido: Roma ha perdido
la isla. Adems, ha sido una mujer la que ha trado a los romanos tal ruina, hecho que,
en s mismo, es causa de la mayor vergenza[1]. La sola idea de que las mujeres
combatieran en las guerras junto a los hombres constitua una monstruosidad a los
ojos de los romanos. Pero que ya se atrevieran incluso a guiar a los hombres en la
batalla, era el colmo! Aquello supona tal perversin del orden natural de las cosas
que apenas se tomaba uno la molestia de considerar siquiera semejante posibilidad, al
menos en el caso de los varones romanos.

LAS MATRONAS ROMANAS


Entre los romanos exista la afianzada creencia de que constitua un mal moral que

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una mujer ejerciese el poder. Para ellos era una de las ms claras diferencias entre la
civilizacin y la barbarie. En el Templo de las Vrgenes Vestales de Roma se
custodiaban religiosamente los smbolos de la feminidad romana. Las Vestales eran
esposas de la ciudad guardianas del fuego sagrado que deba arder da y noche en
el pebetero pblico del templo. Se crea que si la llama se apagaba se abatira un
desastre sobre Roma. Las Vrgenes Vestales salvaguardaban asimismo la pureza de la
feminidad romana. Se las elega a una edad comprendida entre los seis y los diez
aos, y permanecan en el templo durante treinta aos. Si en ese perodo de tiempo
rompan su voto de castidad, los romanos haban dispuesto una sencilla cura para su
apetito sexual: eran emparedadas y se las dejaba morir de inanicin.
Y en cuanto al resto del gnero femenino, no se aceptaba que ninguna mujer fuese
cabeza de familia o ejerciera sobre ella gnero de control alguno (potestas). La mujer
careca de rango poltico, no tena derecho al voto y no poda desempear ningn
cargo ni tampoco formar parte lbrennos los dioses! del ejrcito. El clebre
orador Cicern explicaba que nuestros antepasados establecieron la norma de que
todas las mujeres, debido a la debilidad de su intelecto, quedaran bajo la tutela de un
custodio. Nada de lo que hiciese una mujer romana tena validez legal alguna a
menos que un hombre lo aprobara.
Por consiguiente, las mujeres romanas, ya fueran hijas, viudas o esclavas, se
hallaban sometidas al control absoluto del hombre que estuviera al frente de su hogar:
el paterfamilias. La pregunta quin es el padre? era de suma importancia en
Roma. Din Casio refiere la ancdota de la esposa del emperador Septimio Severo
(193-211 d. C.), Julia Domna, a quien dej conmocionada la aparente libertad con
que las mujeres celtas escogan a sus maridos y amantes. Julia declar que semejante
conducta era muestra de una completa falta de escrpulos morales.
La esposa del cabecilla britnico a quien confi aquella opinin respondi con
cierto mpetu: Nosotras las mujeres celtas atendemos la llamada de la naturaleza de
manera ms decente que las de Roma. Nos unimos abiertamente con los mejores
hombres, pero vosotras, la romanas, permits que os traten licenciosamente en secreto
los ms viles[2]. No es de extraar que las mujeres brbaras ejercieran tan notable
influencia en la imaginacin de los varones romanos. Eran rebeldes, fuertes,
peligrosas y quiz sensuales. Fue la asociacin de las mujeres celtas con el
comportamiento brbaro lo que llev al Senado a decretar en el ao 40 d. C. que las
prostitutas deban teirse los cabellos de rubio un color que los romanos
relacionaban con los celtas. Sin embargo, fue el deseo de mostrarse sensuales lo
que indujo a las damas de las ms altas esferas de la sociedad romana a ponerse
pelucas de ese color.
Se supona que las mujeres no podan gobernar ningn asunto, aunque, desde
luego, haba ocasiones en que stas, como es el caso de la madre de Nern, Agripina,
ejercan un indudable poder en Roma. Ahora bien, no se trataba de una situacin con
la que los romanos se sintieran cmodos, y ms tarde los autores latinos trataron de

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corromper su memoria con desprecios y comentarios maliciosos.

LAS MUJERES CELTAS


En la sociedad celta, las mujeres se encontraban en una situacin totalmente
diferente. Los hogares brbaros no eran propiedad del cabeza de familia y las
mujeres no pasaban a formar parte del patrimonio del marido tan pronto como se
casaban: conservaban su integridad y su dinero. Todas las propiedades o riquezas que
uno y otro contrayente aportaran al matrimonio pasaban a formar parte de sus bienes
gananciales, y el que sobreviva era el poseedor del total.
Csar, a quien debemos esta informacin, aade adems que en la Galia los
maridos tenan en sus manos la vida o la muerte de sus esposas, y que stas podan
ser torturadas en caso de que el marido falleciera en circunstancias sospechosas. Por
lo dems, segn seala Estrabn, incluso las mujeres casadas podan llevar una vida
notablemente independiente de sus esposos. Adems, se les reconoca el derecho a
desempear el papel de cabezas de familia, como establece claramente una tablilla
imprecatoria hallada en Bath en ella se cita a una tal Veloriga y se indica que es
ella quien acta como tal. En ese mismo lugar se han hallado cientos de tablillas
similares: los britanos las utilizaban para pedir a los dioses que ajustaran las cuentas a
las personas que les haban robado o maltratado, aunque tambin muestran que las
mujeres britnicas tenan derecho de propiedad y realizaban tratos y negocios.
Todo cuanto sabemos acerca del derecho celta procede de las leyes Brehon, es
decir, de las normas por las que se rega un cierto sistema jurdico autosuficiente que
careca de tribunales y de polica y que descansaba en el respeto de la comunidad.
Esas leyes mostraban ms consideracin por los individuos que por la propiedad,
juzgaban sagrados los contratos, imponan deberes como el de hospitalidad y
proteccin para con los extranjeros y daban por supuesto que las mujeres tenan los
mismos derechos que los hombres en materia de propiedad y que podan
divorciarse[3].
No parece existir duda alguna respecto de la antigedad de esas leyes. En ellas se
enumeran catorce causas en las que una mujer puede sustanciar un divorcio, entre las
cuales figuran la de ser maltratada en pblico por su marido y la de recibir palizas
suyas. A ojos de los romanos, el hecho de golpear a la esposa tena aproximadamente
la misma importancia que la de romper la vajilla, puesto que la mujer constitua una
propiedad ms. En esos cdigos jurdicos celtas, la esposa tiene los mismos derechos
que cualquier otra persona, as que si le pegaban, haba multas y tablas para fijar las
formas de compensacin. Adems, la mujer tena derecho a divorciarse y poda
recuperar cuantas propiedades hubiera aportado al matrimonio. Era libre de volver a
casarse.

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En Roma, la violacin no era considerada un delito contra la mujer, sino un
ultraje al varn que la tutelaba, una agresin a sus propiedades. En el mundo celta, si
una mujer sufra una violacin no slo tena derecho a una compensacin personal,
sino tambin a vengarse.
En el ao 189 a. C., al invadir los territorios celtas de la Galacia (en la actual
Turqua), los romanos capturaron a una mujer llamada Chiomara, esposa de un
cabecilla. Un centurin la viol y, al descubrir su elevado rango, tuvo el descaro de
enviar una peticin de rescate a su marido. Se concert un intercambio y llegaron
unos enviados de su tribu que entregaron el dinero. No obstante, al mostrarse el
centurin excesivamente efusivo en las despedidas, Chiomara hizo seas a uno de sus
compatriotas para que ste cortara la cabeza al atrevido. Chiomara se llev a casa el
espantoso trofeo, como solan hacer los guerreros celtas, y lo arroj a los pies de su
esposo. El hombre qued horrorizado por aquel acto, que rompa la tregua vigente, y
dijo: Mujer! Buena cosa me traes, a fe ma!. A lo que Chiomara replic: S, pero
an mejor es que slo conserve la vida uno de los hombres que se han acostado
conmigo[4].
A diferencia de las romanas, las mujeres celtas podan ejercer el poder por
derecho propio, y en todo el mundo celta se conoce la existencia de distintas reinas.
Hay constancia, por ejemplo, de que fue una jefa de los escordicios llamada
Onomaris (que posiblemente signifique Serbal[*]) quien fund lo que hoy es
Belgrado[5]. Y en torno al ao 231 a. C., Polibio nos dice que una tal reina Teuta
condujo a su gente en la guerra contra los griegos de Epiro. A los embajadores que
envi Roma para mediar en el conflicto debi de disgustarles tener que negociar con
una mujer y no se preocuparon de ocultarlo. En cualquier caso, parece que le bajaron
terriblemente los humos a la reina, ya que, segn Polibio, sta se dej llevar por un
arranque de petulancia femenina y les mand asesinar cuando regresaban a casa[6].
El modo en que las mujeres celtas participaban en la vida poltica y pblica
constitua una afrenta al concepto romano de la decencia. Plutarco, por ejemplo,
seala que en el siglo IV a. C. los volcas del norte de Italia enviaron embajadoras a
negociar con el general cartagins Anbal: En el tratado que firmaron con [este
estratega] consignaron una clusula por la que, en caso de que los celtas se quejaran
de los cartagineses, los gobernadores y los generales que stos tenan en Hispania
habran de actuar como jueces; mientras que si eran los cartagineses quienes ponan
objeciones a la conducta de los celtas, los rbitros deban ser las mujeres celtas[7].
Los datos arqueolgicos nos proporcionan un gran nmero de pruebas que
sugieren, por el modo en que se enterraba a algunas mujeres, as como por la
abundancia y la riqueza de sus enseres funerarios, que deba de tratarse con toda
probabilidad de gobernantas. Una de esas mujeres fue enterrada en Vix, en la regin
francesa de la Borgoa. Falleci aproximadamente en 480 a. C., a una edad de unos
treinta y cinco aos. En 1952, fecha en la que se abri el sepulcro, result ser uno de

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los hallazgos arqueolgicos ms espectaculares del siglo XX.
Fuera quien fuese aquella mujer es obvio que se trataba de un personaje poderoso
y relevante, a juzgar por la opulencia del material funerario. Entre los objetos
hallados figura uno de los mayores recipientes para la mezcla del vino y el agua
denominados crteras que nos ha legado la Antigedad, junto a otros valiosos
utensilios. La crtera resulta significativa porque una de las caractersticas capitales
del liderazgo consista en la celebracin de grandes festejos en los que se beban
enormes cantidades de alcohol. Los restos de la mujer estaban adornados con
magnficas joyas de oro, bronce, mbar, lignito y coral, y sobre la calavera se
encontr una esplndida torques de oro en la que se aprecia un extraordinario trabajo
de artesana. Su cuerpo yaca en un carro ricamente decorado[8]. El funeral debi de
haber sido una espectacular demostracin de su poder: las multitudes contemplaron
posiblemente el carruaje mortuorio tirado por caballos que condujo a la tumba su
cadver y asistieron quizs a la ceremonia con la que se desmantel el coche fnebre,
se colocaron las ruedas a los lados del sepulcro y se situ en su interior la gran crtera
con toda probabilidad llena de vino para el gape luctuoso.
En Reinheim, justo al sur de Saarbrcken, en la frontera entre la Galia y
Germania, se descubri la tumba de otra mujer celta, enterrada en el siglo IV a. C. con
un carro y materiales funerarios de calidad comparable a los anteriores. El hecho de
que fuera enterrada con un carro sugiere que se trataba de una jefa militar. Tambin
ella estaba rodeada de un fabuloso depsito de joyas[9].
Pero no slo haba mujeres poderosas en lo ms alto de la escala social celta:
tambin se observa su presencia en los peldaos inferiores, y a veces los textos de los
autores romanos dejan asomar, a regaadientes, una cierta admiracin por ellas.
Diodoro de Sicilia nos informa de lo siguiente: Las mujeres de los celtas son casi de
la misma estatura que los hombres y su valenta tambin rivaliza con la suya. Es
probable, por supuesto, que tratara de minimizar la talla de los varones celtas, pero
tambin es verdad que expresaba un punto de vista habitual entre los romanos, que
consideraban que uno de los elementos del carcter antinatural de la sociedad celta
radicaba en el hecho de que las mujeres fuesen an ms bravas que los hombres.
Un soldado romano del siglo IV d. C. llamado Amiano Marcelino parece haber
incluido a las mujeres celtas en la misma categora a la que pertenece el estereotipo
de los chistes sobre suegras:

Ni siquiera todo un grupo de extranjeros podra detener a uno de estos galos


cuando lucha si se le une su mujer, mucho ms fuerte que ellos, de ojos
verdes[*]. Y sobre todo cuando una gala, con el cuello hinchado, apretando los
dientes y blandiendo sus enormes y nveos brazos, comienza a repartir patadas
y puos a la vez, como si fueran proyectiles lanzados por la tensin de las
cuerdas [de una catapulta]. La voz de la mayor parte de ellos [hombres y

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mujeres] es terrible y amenazadora, ya estn aplacados o enardecidos[10].

Marcelino, el ltimo historiador competente que escribi en latn, prest servicio


activo en la Galia, as que es posible que haya basado estas observaciones en alguna
experiencia personal. Puede que las pescaderas locales, al ser l un oficial del ejrcito
de tendencias ms bien intelectuales, le despacharan sin rodeos, molestas porque un
nio soldado pretendiera mangonearlas. Con todo, le impresionaba su higiene:
[Todas] cuidan su elegancia y aseo con gran esmero.
Lo que los observadores romanos vean ms extrao ms brbaro era el
modo en que las mujeres celtas irrumpan en el coto masculino de la guerra. En una
ocasin, Tcito, aturdido, indica que los celtas no ponan objecin alguna al hecho de
que fuera una mujer quien se situara al frente de ellos: En Britania escribe no
hay norma excepcional alguna que excluya del trono a las mujeres o les impida
ponerse al mando de los ejrcitos. De hecho, cuando los romanos invadieron
Britania en el ao 43 d. C. el gobierno de una parte de la isla se hallaba en manos de
una mujer casada que ejerca como reina y obtena obediencia de su propio marido.
Se llamaba Cartimandua, reina de los brigantes, una confederacin de tribus que
ocupaba la mayor parte del noreste de Inglaterra.

LOS COLABORADORES BRITANOS


Cartimandua (Potra lustrosa) no era una patriota ni una defensora de la libertad. Le
encant la idea de traicionar a sus coterrneos, entregarlos en manos de los ocupantes
romanos y reclutar tropas romanas para vencer toda resistencia pese a que la
estuviera organizando su propio marido. Naturalmente, disfrut de un largo y
prspero reinado: en su descripcin, Tcito sostiene que la reina floreca en todo el
esplendor de la riqueza y el poder. Sin embargo, es posible que la estemos juzgando
con excesiva dureza. Cartimandua se limitaba a continuar la arrogante tradicin de
los jefes britanos que haca ya mucho tiempo que aceptaban el soborno de los
romanos. De hecho, la colaboracin de los britanos con la superpotencia romana
llevaba verificndose casi un siglo quiz ms.
Estrabn, en un texto escrito poco despus de que Csar conquistara la Galia en el
siglo I a. C., observa que no es necesario invadir Britania, dado que ya hay un gran
nmero de jefes britanos totalmente encantados de seguir el juego a los romanos:

Algunos de los cabecillas de este lugar, tras procurar la amistad de Csar


Augusto, a quien han enviado embajadores y dedicado toda clase de lisonjas,
no slo han presentado ofrendas en el Capitolio, sino que se las han arreglado
para conseguir que la totalidad de la isla se encuentre prcticamente en manos

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de los romanos. Y lo que es ms, aceptan con tanta facilidad la realizacin de
trabajos pesados, ya sea en las exportaciones que salen de aqu para dirigirse a
la cltica [la Galia] como en las importaciones procedentes de aquella regin
[] que no es preciso dejar guarniciones en la isla[11].

Desde que Csar visitara Britania y convirtiese a algunos de los gobernantes


locales en clientes de Roma muchos britanos acaudalados se haban enamorado del
estilo de vida romano. Por ejemplo, las excavaciones que los arquelogos de la
Universidad de Reading han realizado en Calleva (la actual Silchester) han revelado
la existencia de grabados hechos a punzn e inscripciones escritos todos ellos en
latn, as como grandes cantidades de objetos de barro importados de Francia y del
Mediterrneo[12]. Al mismo tiempo, se reconstruyeron con forma rectangular algunos
de los tradicionales edificios de planta circular y se dispusieron las calles en forma de
cuadrcula, como se haca en las poblaciones romanas aunque los edificios
municipales siguieran construyndose an con un armazn de madera cuyos
intersticios se rellenaban con zarzos y barro y conservasen la techumbre de paja en
lugar de optar por un cerramiento de tejas. Al menos estos celtas eran
ambiciosos[13].
Desde luego, no a todo el mundo le entusiasmaban de aquel modo los romanos.
Por ejemplo, de los dos reyes britanos que gobernaban la regin sureste de la isla y a
quienes Roma otorgaba la condicin de aliados, Cunobelino, rey de los catuvelaunos,
era menos favorable a los romanos que Verica, rey de los atrebates. Quiz resulte
significativo que las monedas de Cunobelino llevaran estampados haces de cebada,
para la cerveza britana, mientras que en las de Verica aparecan representados unos
racimos de uvas, materia prima del vino romano. No obstante, Cunobelino jugaba con
dos barajas, ya que consigui tener contentos a los romanos y al mismo tiempo
reducir el reino de su aliado, Verica, a una simple porcin de lo que un da fuera.
Desgraciadamente para Verica, Cunobelino falleci en el ao 42 d. C., y sus dos
hijos, Togodumno y Carataco, no mostraban en absoluto la misma predisposicin a
pagar los gravmenes comerciales que el reconocimiento de Roma exiga satisfacer.
Tambin estaban menos dispuestos a atenerse a las sutilezas de la diplomacia.
Invadieron inmediatamente el reino de Verica, y probablemente algn otro, hasta
obtener el control de la mayor parte del sur de Britania. Se negaron a actuar como
clientes de Roma, y al huir Verica a Italia tuvieron la osada de solicitar su
extradicin!
Este desafo frontal a Roma puso al emperador Claudio en un aprieto. Si no haca
nada y dejaba que aquellos dos prncipes britanos se burlaran del poder de Roma,
aumentara an ms la imagen de debilidad y desmadejamiento que ya presentaba a
ojos de muchos romanos, quienes le tenan por un hombre anciano, tartamudo y
dedicado al estudio.
Y lo que es peor, pese a que siempre haban existido slidos argumentos

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econmicos que se oponan a la idea de invadir Britania, el reciente descubrimiento
de mineral de plomo mezclado con plata en el oeste de la isla haba desbaratado tal
planteamiento. Se trataba de un incentivo enorme: la plata reactivara la divisa
romana, y con el plomo podran fabricarse caeras para las instalaciones de
fontanera y objetos de vidrio para la mesa, y vitrificar adems un enorme nmero de
piezas de cermica romana. Las minas sufragaran la totalidad del coste de la
invasin. Por ltimo, Claudio contaba con dos nuevas legiones en el Rin, y era
preciso mantenerlas ocupadas. sta era la oportunidad que necesitaba para hacerse
respetar como emperador y ganar algn dinero. La verdad es que no tena otra
alternativa. El ataque comenz en el ao 43 d. C.
De los dos agitadores que haban desencadenado la invasin romana, Togodumno
se rindi, pero Carataco continu la lucha tras atrincherarse en Gales. En el ao 51
d. C., cuando finalmente se vio superado, huy al norte y pidi asilo poltico a
Cartimandua y a los brigantes. Pero fue un terrible error de clculo, porque
Cartimandua no comparta su poltica. Ella ya se haba aliado anteriormente con los
ocupantes y no tena la menor intencin de hacer nada que pudiese poner en peligro
sus relaciones con Roma, ya que sa era la nica forma de poder controlar a su propio
pueblo. De este modo, cuando Carataco se present ante ella para solicitar su
proteccin, la reina pisote framente todas las normas de la hospitalidad (que eran de
suma importancia para los celtas), carg de cadenas a Carataco y a su familia, y le
entreg a los romanos.
Con todo, la peripecia de este notable rey militar britano no termina aqu.
Carataco fue conducido a Roma, junto con sus ms prximos parientes, y una vez all
las cosas no se desarrollaron como era habitual en el caso de un enemigo cautivo. Le
haba precedido la fama de intrpido hroe resistente que se haba mantenido firme
frente a todas las adversidades y ante el poder de Roma. Y a pesar de que tanto l
como su familia fueron expuestos encadenados al escarnio pblico y paseados por
toda Roma, se permiti que Carataco se presentara ante el emperador y lanzase una
digna y elocuente peticin de indulgencia: Porque, si vosotros queris mandar sobre
todos, la consecuencia ha de ser que todos admitan la esclavitud? Si me hubiera
rendido entregndome enseguida, ni mi fortuna ni tu gloria habran adquirido
renombre; adems, tras mi ejecucin vendr el olvido. En cambio, si me mantienes
vivo, ser un ejemplo eterno de tu clemencia[14]. Funcion. Carataco fue perdonado
y su familia y l mismo vivieron el resto de su vida en Roma, donde gozaron de gran
estima.
Mientras tanto, la terrible Cartimandua disputaba con el rey consorte, Venucio.
Cuando ste trat de provocar un levantamiento, ella mand llamar tranquilamente al
ejrcito romano para que le pusiera en su sitio. Pese a todo, ambos se reconciliaron y
continuaron haciendo vida matrimonial, hasta que Cartimandua se li con Vellocato,
el escudero de su esposo. Como era de esperar, Venucio utiliz esa circunstancia
como pretexto para poner en marcha una nueva rebelin. Cartimandua volvi a apelar

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a los romanos, pero en esta ocasin la resistencia de los brigantes revel ser
notablemente ms slida y los romanos se vieron obligados a replegarse, junto con la
reina y su amante. No ha quedado constancia de qu pudo sucederles despus de
aquello.
Sin embargo, las andanzas de Cartimandua demuestran con toda claridad que el
poder y la independencia de las mujeres celtas se contrapona de forma muy marcada
a la situacin en la que se encontraban sus equivalentes romanas. En la Britania de
aquella poca, una mujer de alto rango poda ocupar una posicin social que la
facultaba para ejercer un poder poltico decisivo, negociar con los romanos, firmar
tratados y dominar no slo a su propio pueblo, sino a toda una federacin de tribus.
Tena adems la posibilidad de elegir a su amante y de divorciarse de su marido tan
pronto como le viniera en gana.

LA REINA BOUDICCA Y LOS ICENOS


Todo esto nos devuelve a Boudicca, reina de los icenos un personaje formidable:
Su estatura era enorme, y su aspecto de lo ms aterrador, haba ferocidad en sus
ojos, y hablaba con voz spera; grandes crenchas de leonados cabellos le resbalaban
hasta las caderas; en torno al cuello luca un gran collar de oro; y vesta una tnica de
distintos colores sobre la que fijaba con un broche un grueso manto. Tal era
invariablemente su atuendo[15].
Boudicca era esposa de Prasutago, quien, como rey de los icenos, controlaba la
regin que corresponde aproximadamente al actual Norfolk. Tcito le presenta de
este modo: El rey de los icenos, Prasutago, famoso por su prolongada
prosperidad[*]. Suena como si se tratase de una especie de rey Midas celta, y en los
ltimos aos un notable descubrimiento ha venido a reforzar esa impresin de que los
gobernantes icenos eran extremadamente ricos.
En agosto de 1990, Charles Hodder se paseaba con su detector de metales por un
campo cercano a la aldea de Snettisham cuando de pronto tropez con algo. Se puso a
escarbar y encontr un recipiente de bronce celta. En su interior haba chatarra, lo que
resultaba extrao. Se puso en contacto con el Museo Britnico y sus expertos
descubrieron que se trataba de un engao: haba un autntico tesoro en un doble
fondo del cofre. Al final hallaron doce escondrijos en los que se ocultaban otros
tantos caudales. En cada uno de ellos se haban guardado las riquezas con el mayor
esmero, y siempre se colocaba el objeto ms valioso en la parte superior. La fortuna
era absolutamente fabulosa.
Lo que se haba descubierto era, en efecto, un conjunto de depsitos bancarios,
presumiblemente un acopio ritual en el que se haba reunido la parte ms sustancial
del patrimonio de la familia real icena. Las torques de oro, de una calidad increble,

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anonadaron a los historiadores, que no haban imaginado siquiera que tales fondos
pudiesen haber existido en la Britania de la poca. Haba montones de monedas cuya
fecha era cien aos anterior a Boudicca, pero los hallazgos se encontraban en un
recinto excavado de ochenta mil metros cuadrados, y en l el enterramiento de las
arquetas se haba producido aproximadamente en vida de la reina[16].
Se trata del descubrimiento arqueolgico ms importante jams realizado en Gran
Bretaa, y constituye una indicacin de que Britania, una vez reincorporada por
Roma al mundo de los negocios, era un lugar en el que resultaba posible hacer dinero.
Para contribuir a la romanizacin del sureste de la isla, el emperador Claudio haba
concedido enormes prstamos a los dirigentes locales a quienes deseaba favorecer, y
lo mismo hizo la corte de su hijo adoptivo, Nern. Sin embargo, si Claudio lo haca
probablemente por motivos polticos, Nern y sus cortesanos lo consideraban un
modo de obtener dinero con engao.
Las lites romanas eran perfectamente conscientes de que una jugosa tasa de
inters constitua una forma de sangrar a los brbaros cuando menos tan efectiva
como la de exigirles un tributo, as que se alentaba el endeudamiento de las
familias descollantes. El tipo de inters habitual era del 1% mensual. El filsofo
Sneca, consejero de Nern (y en realidad su tutor), convencido de no ir mal
encaminado, haba prestado a los isleos cuarenta millones de sestercios que stos
no le haban pedido[17]. Esa suma bastaba para sufragar los gastos de una legin
durante cuarenta aos. El tesoro de Snettisham muestra por qu pensaba que aquel
dinero se hallaba a buen recaudo. Parte de aquel capital o quiz todo l debi de
haber sido un prstamo personal al rey de los icenos, y es posible que la garanta
fueran las propias joyas de la corona. Prasutago era un devoto colaborador de los
romanos. En cualquier caso, recibiera o no de stos el impulso necesario para acceder
al trono, parece que Prasutago utiliz el dinero que Roma puso a su disposicin para
convertirse en un personaje importante.
En la dcada de 1980, las excavaciones que se realizaron en Thetford sacaron a la
luz un espacio situado en lo alto de una colina en el que un enorme proyecto
arquitectnico haba producido una sbita transformacin, aproximadamente en los
aos de la conquista romana. Segn parece, el lugar qued convertido en un
emplazamiento ceremonial compuesto por un nico gran edificio circular que
probablemente tena dos plantas. Haba objetos de metal en otro recinto diferente, y
se pens que quiz se tratara de una casa de moneda o del taller de algn joyero, pero
no daba la impresin de que nadie hubiera habitado el lugar. Se trataba, con toda
claridad, de un suntuoso centro regio, de coste desorbitado. La presencia de un
enorme nmero de columnas de madera en la periferia del recinto desconcert a los
arquelogos, que llegaron a la conclusin de que se encontraban ante un enorme
bosque artificial de robles sagrados. Quiz fuese la versin romanobritana de un
centro drudico[18].
Est claro que, a los ojos de los romanos, Prasutago representaba el rostro

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aceptable del gobierno celta. Parece que el rey prosper en el estado surgido tras la
invasin. Adems, se le permiti mantener el reino libre del control de Roma hasta su
muerte, fecha a partir de la cual se supona que deba quedar integrado en el sistema
romano. Tcito nos dice que para evitar esa imposicin, Prasutago ide un astuto
ardid. Haba dejado como herederos suyos al Csar y a sus dos hijas, pensando que
con tal legado su reino y su casa se veran libres de cualquier afrenta[19]. Sin
embargo, al morir, en el ao 59 d. C., Boudicca accedi al poder. Y se fue
justamente el problema.
Boudicca se encontraba ahora al frente de la casa real, una situacin carente de
sentido en el derecho romano. Segn el derecho celta, poda ser tutora legal de sus
hijas y hacerse responsable de cualquier deuda pendiente, pero de acuerdo con el
derecho romano ninguna mujer poda ejercer la tutora legal de un heredero[20], y una
ley promulgada tan slo unos pocos aos antes, en el ao 46 a. C., sostena que la
reina no poda asumir la responsabilidad de una deuda contrada por otra persona[21].
Se haca necesario devolver el dinero a los romanos.
Como filsofo, Sneca escribi ensayos sublimes sobre el perdn de las ofensas y
la superacin del mal con la bondad, sobre el hermanamiento universal de los
hombres y la general obligacin a la benevolencia. Sin embargo, en ltimo trmino,
todo aquello qued en nada. El estilo de Sneca no abogaba precisamente por la
cancelacin de la deuda del Tercer Mundo. Nern y l reclamaron la devolucin de
los prstamos, y Boudicca, para decirlo francamente, no poda pagar. O no quera
hacerlo. Por consiguiente, Nern confisc la totalidad de su reino y envi a los
alguaciles.
Y ah empezaron los azotes y las violaciones. Tcito parece narrar los hechos
desde una ptica decididamente favorable a los celtas: el reino [de Prasutago] fue
devastado por centuriones y su casa por esclavos, como si hubiera sido conquistada.
Ya de entrada su esposa Boudicca fue azotada y sus hijas violadas; y todos los icenos
principales [] fueron desposedos de los bienes de sus antepasados. La orgullosa
leyenda con la que Roma adornaba su propia historia haba comenzado con una
violacin mltiple, puesto que los romanos fundamentalmente una banda de
criminales y forajidos tomaron a las mujeres de otra poblacin (las esposas e hijas
de los sabinos) para perpetuarse en la descendencia que stas les dieran. La violacin
de las hijas de Boudicca era la ms despiadada demostracin de que, bajo el yugo
romano, las mujeres carecan de poder y eran propiedad de los hombres.
Todos los icenos principales deca Tcito, como si la regin entera hubiese
sido recibida como regalo, fueron desposedos de los bienes de sus antepasados, y los
allegados del rey tratados como esclavos[22]. Pero el desprecio de los romanos por
los derechos de sus sbditos brbaros no se circunscriba a los poderosos y bien
nacidos. Hasta el ms humilde de los soldados romanos se percataba de que todo lo
que un da poseyeran los britanos quedaba ahora a su alcance, y su conducta
conmocion totalmente a Tcito: Era especialmente intenso su odio [el que sentan

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los britanos] contra los veteranos [soldados retirados a quienes se concedan las
tierras de los pueblos conquistados]; y es que stos, trasladados recientemente a la
colonia de Camuloduno [Colchester], los echaban de sus casas y les hacan abandonar
sus campos, llamndoles prisioneros y esclavos; mientras tanto, los soldados
alentaban la insolencia de los veteranos, pues su manera de vivir era parecida y tenan
la esperanza de conseguir la misma libertad que ellos[23].
Las cosas haban llegado a un punto crtico.

EL FIN DE LOS DRUIDAS?


Los druidas constituan la columna vertebral de la sociedad celta. Las fuentes
romanas nos dicen que no se trataba de meros devotos religiosos, sino que tambin
eran los jueces supremos del mundo celta, y que su autoridad trascenda todas las
divisorias polticas. Segn Csar, que escribe estas palabras cien aos antes de los
acontecimientos que acabamos de referir, su culto comenz en Britania[24], para ser
llevado ms tarde desde all a la Galia. Su centro de actividad se situaba en los
alrededores de lo que hoy es Chartres. Sin embargo, por la poca en que Csar zanj
sus asuntos en la Galia, el ncleo de las enseanzas drudicas se encontraba en la
pequea isla de Anglesey, frente a las costas del norte de Gales[25].
Claudio ya haba tratado de acabar con los druidas de la Galia[26]. Ahora los
romanos decidieron extirpar quirrgicamente el corazn de la resistencia celta
aniquilando a los druidas en su ms recndito escondrijo en las espesuras de su
ms sagrado territorio. Desde luego, los romanos pretendan que la accin se
sustentaba en un razonable fundamento humanitario, puesto que los druidas an
seguan practicando sacrificios humanos el colmo de los horrores!. Hay mucha
polmica respecto a la verdad o falsedad de esta afirmacin. Sin embargo, contamos
con una prueba anterior, la que aporta Posidonio (c. 135-50 a. C.), quien de hecho
viaj a la Galia celta y a Iberia y fue un honrado testigo ocular del modo en que se
desarrollaba la vida celta en esa poca. No sabemos si asisti efectivamente a algn
sacrificio humano, pero no tena razn alguna para habrselo inventado a fin de
cuentas, admiraba a los celtas y quera presentarlos como a nobles salvajes. Su
relato es convincente y detallado:

[Los druidas] tienen un mtodo de adivinacin especialmente extrao e


increble que aplican a las cuestiones de la mayor importancia. Tras haber
ungido a una vctima humana, la hieren con un cuchillito en la zona situada
por encima del diafragma. Cuando el hombre agoniza a causa de la herida,
interpretan el futuro observando el modo en que se desploma, la convulsin
de sus miembros y sobre todo la forma en que borbotea la sangre[27].

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No son las palabras de Posidonio, porque no se ha conservado ningn ejemplar de
sus Historias, pero nos las refiere Diodoro de Sicilia, autor que escribe algo despus
que l, aunque en el mismo siglo. Diodoro tiene una opinin distinta de los celtas,
menos entusiasta: Empujados por su naturaleza salvaje y primitiva se entregan a
prcticas religiosas particularmente ultrajantes. Acostumbran a custodiar a algn
criminal por espacio de cinco aos, para despus empalarle en una estaca a fin de
honrar a sus dioses tras lo cual le queman en una enorme pira, junto con otras
muchas primicias. Los prisioneros de guerra tambin sucumben en sus sacrificios a
los dioses[28].
Cuidado, los romanos no eran los ms indicados para quejarse de los sacrificios
humanos. Tito Livio y Plutarco documentan que en tres ocasiones, en los aos 228,
216 y 113 a. C., fueron enterradas vivas dos parejas de galos y griegos, un hombre y
una mujer en cada caso, en el Foro Boario. Y desde luego, las Vrgenes Vestales que
quebrantaban su voto de castidad sufran una suerte similar. Y no slo eso: si
hablamos de quitar vidas humanas a escala industrial, quin sera capaz de llegarle a
los romanos a la suela del coturno? No vacilaban en crucificar a millares de esclavos
rebeldes, y tampoco les pareca mal arrojar a los delincuentes a la arena del circo,
donde eran despedazados por animales salvajes para regocijo del pblico.
Sin embargo, el argumento de una elevada exigencia moral fue un buen pretexto
para arremeter contra el meollo de la identidad celta. Y as fue como en el ao 60
d. C. empez a concentrarse en el estrecho de Menai, justo enfrente de Anglesey, el
grueso de las fuerzas de ocupacin romanas:

Estaban formadas delante de la playa las filas del ejrcito enemigo, denso en
armas y guerreros, y con las mujeres corriendo entremedias; como si fueran
Furias, con sus vestimentas fnebres y sus cabellos sueltos portaban
antorchas; alrededor, los druidas lanzaban horribles imprecaciones con las
manos levantadas hacia el cielo. Lo inslito del espectculo impresion tanto
a los soldados que, como si tuvieran paralizados los miembros, ofrecan a las
heridas sus cuerpos inmviles. Despus, estimulados por su general y
animndose ellos mismos a no temer a aquel ejrcito femenino y fantico,
adelantan sus enseas, destrozan a los que se encuentran y los envuelven en
su propio fuego. Despus de esto, a los vencidos se les impuso una guarnicin
y se talaron aquellos bosques consagrados a crueles cultos; en efecto, ellos
consideraban lcito regar los altares con sangre de prisioneros y hacer
consultas a los dioses a travs de entraas humanas[29].

Y aqu es cuando se arma la marimorena.

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REVUELTA DE BOUDICCA
LA REVUELTA DE BOUDICCA
El levantamiento que encabez Boudicca fue un estallido de furia y violencia
protagonizado por una coalicin de pueblos britanos. Se dice que Boudicca reuni un
ejrcito de unos cien mil soldados. Din Casio sita la cifra en ciento veinte mil, y
ms tarde la eleva hasta un total de doscientos treinta mil combatientes. El primer
objetivo de las tropas celtas fue la odiada colonia de Camuloduno.
Nern les haba hecho a los britanos el favor mejor dicho, el honor de erigir
en ese lugar un templo dedicado a su padre adoptivo, el emperador Claudio, quien
tras su muerte se haba transformado supuestamente en dios. Se oblig a los britanos
ricos a oficiar como sacerdotes en aquel santuario, y para colmo, a pagar los rituales
cuya realizacin les haba sido adjudicada. Tcito seala que el cenobio se vea
como una fortaleza de la eterna opresin[*]. Adems, con imperial arrogancia, el
ejrcito romano no haba considerado necesario rodear de defensa alguna la colonia
de Camuloduno. Tomar la plaza era pan comido.
Si los colonos all instalados se preocuparon al llegarles las primeras noticias del
alzamiento, una serie de malos augurios vino a quebrantar an ms su confianza. En
primer lugar, la estatua de la victoria del centro de la poblacin se vino abajo sin
razn alguna y cay de espaldas al enemigo, como si pretendiera huir de ellos.
Entonces, escribe Tcito, las mujeres, posedas por el delirio, profetizaban que se
acercaba el final y aadan que en la curia se haban escuchado voces de
extranjeros, que el teatro haba resonado con lamentos y que en el estuario del
Tmesis se haba visto una imagen de la colonia vuelta del revs; adems, [se haba
descubierto] el Ocano teido con color de sangre y unas huellas de cuerpos humanos
dejadas por la marea al retirarse[30]. Signos suficientes para sembrar el pnico entre
los ms aguerridos veteranos. Lanzaron un llamamiento de auxilio a Cato Deciano, el
gestor de las rentas imperiales es decir, el procurador, por emplear la denominacin
romana del cargo, pero todo lo que hizo fue enviar una raqutica tropa de
doscientos soldados que ni siquiera contaban con los pertrechos adecuados.
Si entre aquellas tropas cundi la sensacin de que haban tenido mala suerte,
estaban en lo cierto. El asedio apenas dur dos das. Antes del asalto final, todos los
combatientes romanos se encerraron en el templo en busca de cobijo. Pero no les
sirvi de nada. Antes de incendiar el pueblo, los rebeldes los arrastraron fuera de su
improvisado refugio y los condujeron hasta un bosquecillo sagrado, donde fueron
degollados uno a uno. Menudos brbaros! Pero se atreveran a convertir la masacre
en una exhibicin pblica, como hacan los civilizados romanos cuando haba que
escenificar una matanza en el circo? Pues no! Eso es lo que haca de ellos unos
brbaros: no tenan sentido del espectculo.
Salvo si se trataba de encender un buen fuego. Todo el que haga un agujero de
tres metros en cualquier punto de la regin de Colchester topar invariablemente con

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una capa de carbn. Son los restos de una enorme hoguera la que prendieron
Boudicca y sus seguidores sirvindose de la pequea poblacin de Camuloduno como
combustible.
Las fuerzas de la coalicin celta derribaron la estatua del dios Claudio: en 1907 se
encontr su cabeza en el ro Alde. La novena legin, que apretaba el paso para abrirse
camino a travs de la comarca, aunque demasiado tarde para aplastar la revuelta, cay
en una emboscada y fue aniquilada por completo. Tcito ech la culpa a Cato
Deciano, quien, asustado por esta derrota y por los odios de la provincia a la que su
avaricia haba conducido a la guerra, cruz el canal de La Mancha y huy a la Galia.
Mientras tanto, Suetonio Paulino, al frente de las legiones, inici el repliegue y
cruz a marchas forzadas el territorio hostil hasta llegar a Londres. No obstante, una
vez all comprendi rpidamente que no lograra defender la plaza de las tropas que
se encaminaban hacia ella, as que decidi que sera mejor no tratar de hacerlo. Lleg
a la conclusin de que el sacrificio de aquella sola ciudad [ salvara] a todas las
dems, escribe Tcito. Ni el llanto ni las lgrimas de quienes le imploraban ayuda
le convencieron para no dar la seal de marcha[31]. El ejrcito de Boudicca tuvo
entera libertad para reducir el lugar a cenizas, y en la actualidad la nica prueba
material que queda de aquel primitivo centro comercial romano llamado Londinium
es una capa de arcilla roja quemada de veinte centmetros. El nmero de vctimas
romanas se estim en unas setenta mil almas.
Sin embargo, no fue la matanza lo que persuadi a Tcito de que estaba hablando
de autnticos brbaros. Fue su absoluta incapacidad para comprender los aspectos
comerciales de la guerra: Pues ni hacan prisioneros, ni los vendan como esclavos
escribe, tampoco los dedicaban a cualquier otro comercio de guerra, sino que
preparaban a toda prisa asesinatos en masa, patbulos, hogueras, cruces, como si
despus tuviesen que pagar ellos con la muerte, pero, eso s, despus de tomarse
previamente la venganza[32].
La gran batalla final, segn Din Casio, empez con una alocucin que Boudicca
dirigi a sus tropas desde su carro de guerra. Es poco probable que el discurso que
pone en su boca sea el que efectivamente pronunciara, pero resulta interesante porque
nos da una idea de cul era la percepcin que tenan los romanos de la ocupacin de
Britania:

Sabis por experiencia cun diferente es la libertad de la esclavitud. Puesto


que en el pasado algunos de vosotros, ignorantes de qu era lo mejor, habis
cado en el engao de las seductoras promesas de los romanos, ahora
conocis, por haber probado ambas cosas, el gran error que cometisteis al
preferir un despotismo importado a vuestro ancestral modo de vida, y habis
llegado a comprender cunto mejor es la pobreza sin amo que la prosperidad
en la esclavitud[33].

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La arenga de Boudicca a sus efectivos tambin seal que los romanos eran unos
combatientes claramente inferiores, puesto que se escondan tras las empalizadas que
levantaban y llevaban gruesas corazas. Esto indicaba que tenan miedo, afirm
Boudicca, y tambin reduca su capacidad de maniobra. Mostrmosles que no son
ms que un hatajo de liebres y zorros que imaginan poder dominar a perros y a
lobos!
Sin embargo, al final, los soldados romanos no se mostraron tan medrosos ni
parecieron sentirse demasiado abrumados por el peso de la armadura. Lo cierto es
que, tratndose de una batalla campal entre granjeros y tropas profesionales, la justa
clera de los primeros no tena la menor posibilidad de salir airosa. Tcito lo registra
de este modo: hay quienes cuentan que cayeron casi ochenta mil britanos, frente
a unos cuatrocientos soldados muertos y no muchos ms heridos. Boudicca puso fin a
su vida envenenndose[34].
Con el fracaso de la revuelta, buena parte de los efectivos icenos restantes fueron
aniquilados a consecuencia de la venganza romana mucho ms justificada, claro
est, que su equivalente brbara. Pensemos por ejemplo en el tesoro enterrado en
Snettisham todos cuantos saban dnde se encontraba debieron de haber muerto,
as que las riquezas quedaron all, olvidadas, hasta que Charles Hodder las descubri
con su detector de metales. Sneca no logr que le devolvieran el dinero, y la
fortuna se exhibe hoy en el Museo Britnico, tras haber permanecido oculta bajo
tierra dos mil aos.

LAS TROPAS REBELDES


Para Roma, el coste de la erradicacin de los druidas fue enorme, porque min la
lealtad de las milicias auxiliares brbaras que se haban empleado para llevarla a
cabo. Entre las fuerzas que se desplegaron en el ataque contra Anglesey figuraban
cuatro mil batavos (es decir, germanos procedentes del estuario del Rin), y no les
agradaba en absoluto la tarea encomendada. Sabemos que los auxiliares batavos de
Britania participaron en la accin porque eran clebres por su capacidad para cruzar
los ros con toda la impedimenta encima. Para ello, procedan de este modo: varios
soldados de infantera nadaban junto a cada soldado de caballera y se aferraban a su
montura. Pues bien, Tcito describe esta misma tctica en el asalto a Anglesey[35].
La ofensiva lanzada contra las mujeres druidas tuvo que haber causado
necesariamente una gran incomodidad a los batavos, puesto que en su propia cultura
las figuras femeninas provistas de un rol semejante al de los sacerdotes celtas eran
personajes muy respetados[36]. Y adems, aquellos hombres haban recibido el
encargo de aplastar a Boudicca y de eliminar a los icenos, exigencia que tambin
debi de haberles resultado problemtica. Los batavos y los icenos se conocan bien

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los vnculos entre el Anglia Oriental y el sur de Holanda siempre haban sido muy
slidos.
Los batavos haban emigrado a los territorios controlados por los romanos
tratando de que stos les protegieran de sus vecinos, y el acuerdo al que haban
llegado estipulaba que los varones batavos asuman la obligacin de servir en el
ejrcito. Segn parece, todas y cada una de las familias batavas deban tener
necesariamente un hijo de uniforme como mnimo. Eran famosos por la lealtad que
profesaban a sus comandantes haca ya setenta aos que la guardia montada
personal del emperador estaba compuesta por batavos, desde Augusto, el primero de
los mximos gobernantes romanos. Los auxiliares obedecan a Suetonio Paulino
fueran cuales fuesen sus exigencias. Sin embargo, seis aos ms tarde se enviaba a
aquellos hombres a Britania, y a partir de entonces ya no iba a resultar tan fcil seguir
dando por supuesta la misma lealtad. En 67 d. C., Nern arrest a dos destacados
nobles batavos sobre quienes pesaba una sospecha de traicin. Un ao despus, su
sucesor, Galba, destitua con deshonor a su guardia de corps batava.
En 69 d. C., los comandantes romanos del Rin se rebelaron contra Galba, y se
produjo un intento de reclutar por la fuerza a un nmero de tropas batavas an mayor,
lo que gener un amargo resentimiento. Fue entonces cuando una vidente, a la que
Tcito llama Veleda (la palabra que utilizaban los celtas para denominar a las mujeres
druida era Veleta), profetiza que los batavos llegaran a desembarazarse por
completo del yugo romano. Perteneca a la tribu de los brcteros, vecinos de los
batavos. Ambos pueblos eran ms germanos que celtas, pero la distincin no era ni
mucho menos tan ntida como sugieren los autores romanos. Al igual que los druidas,
la virgen Veleda actuaba como rbitro en las disputas que surgan entre las diferentes
comunidades. Su persona era considerada sagrada: viva en una torre y hablaba a
travs de un intermediario.
El cabecilla de la revuelta era Civilis, un general tuerto que se encontraba entre
los hombres arrestados por Nern. Tcito pone buen cuidado en decir que el
levantamiento se declar ritualmente en un bosque sagrado. Este toque drudico era
un invento romano, o quizs un artificio simblico, ya que las investigaciones
basadas en los estudios polnicos muestran que apenas haba rboles en la zona. El
vnculo entre la autoridad de las hechiceras germano celtas y la oposicin a Roma
era bastante real. Los soldados batavos que se haban visto obligados a superar sus
reticencias y avenirse a matar druidas a mayor gloria de Roma[37] pasaron a engrosar
las filas del ejrcito de Civilis[38]. Su rebelin gan terreno rpidamente, y pareca
seguro que Roma iba a reconocer la independencia de toda la regin formada por los
Pases Bajos. Para el ao 70 d. C. ya haban sido aniquiladas dos legiones romanas, y
Civilis, cuya autoridad llegaba hasta Colonia, controlaba a otras dos. El comandante
romano fue llevado ante Veleda, en calidad de esclavo, y se entreg a la virgen druida
el buque insignia de la armada romana para que lo utilizara como barcaza personal.
No obstante, Civilis sigui adelante con la guerra, y oblig al nuevo emperador,

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Vespasiano, a realizar un enorme esfuerzo militar para neutralizarle a l y meter en
cintura a la regin. Sin embargo, Veleda sigui actuando como rbitro muchos aos
despus, y el crculo de los druidas continu siendo un foco de descontento en las
comarcas celtas[39]. La romanizacin de aquellos pueblos no estaba siendo tan fcil
como hubieran querido los romanos.

LOS REBELDES BRITANOS


En lugar de convertirse en la vaca lechera que Sneca haba esperado encontrar,
Britania revel ser una molestia insoportable. Se trataba de una zona conflictiva. En
la Galia, tras la derrota de Vercingetrix, los indgenas aceptaron vivir bajo el yugo
romano durante un tiempo, pero sus paisanos celtas, los britanos, no se sometieron
tan fcilmente al dominio de Roma. De hecho, muchos de ellos jams llegaron a
claudicar, y la romanizacin de Britania fue menor que la de la Galia. El hecho de
que el ingls no sea una lengua romance resulta significativo. Los pueblos
germnicos que terminaron ocupando Francia y Espaa aprendieron a hablar latn, en
cambio, los anglos, los jutos y los sajones no.
La isla nunca lleg a conquistarse por completo, y es un hecho sorprendente que
en el siglo II todas las pequeas ciudades de Britania contaran con importantes
murallas defensivas, circunstancia que no se daba en la Galia. La minscula
poblacin de la isla constituy una constante jaqueca para la superpotencia romana.
De hecho, se necesitaron tres legiones enteras para conseguir que Britania siguiera
siendo romana lo que representa una operacin enorme. Esto contrasta con los
casos de Hispania, donde bastaba una legin para mantener el orden, y del norte de
frica, donde haba dos. A menos de que vivieran cerca del Rin, donde se hallaban
estacionadas cuatro legiones para impermeabilizar la frontera frente a las incursiones
germanas, la mayor parte de los habitantes de la Galia apenas vean un solo
legionario. Sin embargo, el mantenimiento de Britania en la rbita romana exiga
destacar una fuerza de unos cincuenta mil soldados.
Esto representa un gigantesco ejrcito regular. Ningn rey medieval ingls pudo
permitirse jams disponer siquiera de una dcima parte de esa cifra, y para la
economa romana termin constituyendo una sangra permanente. La poblacin de
Britania supona menos del 5% de la del conjunto del imperio, y sin embargo el
mantenimiento de la isla bajo la frula romana obligaba a tener alerta al 10% de los
efectivos militares del imperio. La ocupacin de la mayor parte de las tropas no se
centraba en guarnecer el muro septentrional[*], sino en amilanar a los nativos del
territorio ocupado[40].
Estrabn dudaba de que los beneficios econmicos de la ocupacin de Britania
pudieran compensar su coste, y hay que tener en cuenta que basaba sus clculos en

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una nica legin, no en tres. Adems de su paga y de sus pertrechos personales, la
tropa precisaba enormes cantidades de comida sobre todo trigo, que durante
dcadas hubo de ser importado, puesto que, en un principio, el principal cultivo de
Britania era la cebada (con la que se haca una masa que se utilizaba para elaborar
cerveza y se consuma en forma de papilla, pero que los romanos slo consideraban
apta para el forraje de las bestias). El ejrcito necesitaba igualmente un enorme
nmero de animales. Se ha calculado que, slo a las fuerzas de ocupacin instaladas
en el norte de Britania, deban proporcionrseles anualmente diez mil caballos y
cuatro mil mulas, junto con el correspondiente pienso, as como doce mil terneros con
los que obtener cuero para las tiendas y dos mil animales para los sacrificios[41].
Britania le estaba costando a Roma una ingente cantidad de dinero, y los nicos
que verdaderamente se beneficiaban de ello parecan ser los propios brbaros es
decir, los cabecillas que suministraban y aprovisionaban a aquel enorme
contingente[42]. Para Roma era un psimo negocio. Segn Apiano de Alejandra,
autor que escribe en torno al ao 150 d. C., los romanos haban ocupado la mejor y
ms grande zona [de Britania], pero se desentendan del resto. Y ni siquiera les
resulta excesivamente ventajosa la parte que habitan[43]. Por tanto, cul era la razn
de que los romanos se tomaran la molestia de asentarse en esta conflictiva isla?
Una de sus motivaciones era la plata: los romanos obtenan en Britania grandes
cantidades de este mineral. Antes de que hubieran transcurrido seis aos desde el
comienzo de la invasin de 43 d. C., las minas de plata de los Montes Mendip, cerca
de Bath, se hallaban ya a pleno rendimiento, y para el ao 70 d. C., Britania era ya el
primer productor de plata del imperio. Sin la plata de Britania, la moneda de Roma no
habra valido un ardite. Adems, tambin era importante el plomo del que se extraa
la plata. En esa misma zona de los Montes Mendip se han encontrado lingotes de
plomo con un sello que indica que estaban destinados al emperador o a legiones
concretas. Los romanos utilizaban grandes cantidades de plomo, tanto para vitrificar
su cermica como para fabricar objetos de vidrio. Tambin se las arreglaban para
ingerir notables dosis de ese metal. Pese a que saban que era peligroso, no por eso
dejaban de emplear recipientes de plomo en los que preparaban un almbar con el que
endulzaban el vino y que tambin usaban para elaborar golosinas y salsas. De hecho,
los romanos recurran tanto al plomo que generaban una vasta polucin. Muestras
tomadas del casquete glaciar de Groenlandia y de las cinagas y lagos de Suecia,
Suiza y Espaa revelan que durante la poca romana se produjo un enorme
incremento de la contaminacin por plomo[44].
Roma no trajo prosperidad ni un excesivo confort a la mayora de los pueblos que
conquist. Se ha estimado que entre la llegada de Csar a la Galia y la muerte de
Augusto, ocurrida en el ao 14 d. C., se produjo una cada demogrfica en el imperio
que supuso una mengua de poblacin de entre cinco y quince millones de individuos
pese a la adquisicin de nuevas provincias, entre ellas la de la Galia. En la Galia
el nmero de vctimas de la conquista debi de situarse cerca de los dos millones de

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personas, contando tanto a los muertos como a los esclavizados, y la curva de
poblacin inici una prolongada tendencia descendente. Es probable que en Britania
sucediera algo muy similar. Se ha estimado asimismo que, de la posible poblacin
existente en el imperio en el siglo II, cifrada en unos sesenta y cinco millones de
almas, no ms de un milln de personas vivan por encima del nivel de subsistencia.
Tcito pone en boca de uno de los cabecillas britanos una furibunda condena de la
conquista. En sus palabras se aprecian los ecos de una frialdad que ha atravesado los
siglos y que an hoy continan resonando:

Saqueadores del mundo; tras haber agotado la tierra con su universal pillaje,
desvalijan los mares. Si su enemigo es rico, se muestran rapaces; si es pobre,
codician el poder; ni Oriente ni Occidente han bastado a satisfacerles. Son los
nicos hombres que ambicionan con idntica avidez echar mano a la pobreza
y las riquezas. Al robo, la matanza y la rapia dan el falso nombre de
imperio; asolan cuanto encuentran y lo llaman paz[45].

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4

Los romanos en la cspide

L a derrota de Boudicca dej a los romanos al frente de la situacin. Sin


embargo, no se apoderaron del mundo entero simplemente creyeron haberlo
hecho. En el siglo II d. C., el emperador Adriano comprendi que el imperio deba
tener lmites, y erigi su clebre muro para delimitar una de las fronteras
septentrionales. Y los celtas tampoco desaparecieron de la historia, pese a que se
hubiera sido el propsito de los romanos.

LOS CELTAS SE PASAN A LA CLANDESTINIDAD


Desde luego, la cultura celta pronto qued enterrada bajo el enlosado de las nuevas
ciudades romanas la construccin en piedra era algo que pocos celtas del norte de
Europa se haban molestado en intentar. Llegaron colonos romanos, se asentaron
en las tierras de los celtas y se dedicaron a convertir en romanos a los celtas que
haban sobrevivido a las invasiones. Los romanos lograron que se vistiesen como es
debido. La educacin drudica fue sustituida por la latina. Los recin llegados les
inculcaron la nocin de que haba que respetar las leyes, la cultura y el arte de Roma.
Y sobre todo, los ocupantes sacaron el mximo partido al entusiasmo que se apoder
de los celtas y les convirti en consumidores y contribuyentes perfectamente
dispuestos a cooperar[1].
Si hubiramos visitado la Galia y el sur de Britania en la poca de Adriano, esto
es, en el siglo II d. C., habramos tenido la impresin de encontrarnos en un mundo
totalmente romanizado. En las ciudades, cuyo gobierno y desarrollo recaa en manos
de acaudalados lugareos, poda verse una cuadrcula de calles trazadas a cordel e
imponentes edificios de piedra, como foros, termas y anfiteatros. Se dio a los celtas la
posibilidad de convertirse en ciudadanos romanos siempre que tuvieran el
suficiente dinero y residieran en una ciudad; y quin sera capaz de rechazar
semejante oferta? Para desenvolverse en el mundo de aquella poca, la posesin de la
ciudadana romana era tan importante como llegara a serlo el carn del partido para
prosperar en la antigua Unin Sovitica. En el campo, las alqueras de las villas de los
nuevos prceres enriquecidos por servir a Roma sustituyeron a las grandes granjas de
la aristocracia celta de pocas pasadas, en el contexto de una expansin econmica
constantemente estimulada por el poder adquisitivo del ejrcito romano.

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Sin embargo, en muchos sentidos todo esto no era ms que una apariencia. Antes
sola argumentarse que los celtas se mostraron plenamente dispuestos a abrazar la
romanizacin y que la vieja identidad celta vino poco menos que a desaparecer. Los
arquelogos sealaban la proliferacin de la cermica de tipo romano y la abundancia
de artculos de lujo. De haber tenido la oportunidad, los celtas se habran sentido en
los McDonalds como el pez en el agua. Pero bueno, si los celtas abandonaron
incluso a sus viejos dioses y comenzaron a adorar a las deidades romanas! As es
como solan interpretarse las cosas. No obstante, en la actualidad los historiadores
son ms precavidos[2].
Para empezar, la cermica tenda a fecharse en funcin de su estilo, as que se
supona que los objetos de loza autctonos eran anteriores. A continuacin, y con
un razonamiento tautolgico, se sugera que ese hecho demostraba la existencia de
cambios en las prcticas indgenas[3]. Adems, lo que se juzgaba cermica romana
no siempre lo era necesariamente ya que poda haber sido trada de los pueblos
vecinos sometidos al control de Roma. Parece que los historiadores europeos y
estadounidenses se sentan predispuestos a dar crdito a la teora del xito de la
romanizacin debido a su misma fe en el efecto civilizador de las conquistas de sus
propios pases. De este modo sostuvieron que, una vez que los romanos hubieron
establecido un paralelismo entre los dioses celtas y los suyos, los nativos abrazaron la
religin romana. Segn Csar, adoraban a Mercurio, Apolo, Marte, Jpiter y
Minerva[4] l crea que simplemente les daban un nombre equivocado. Sin
embargo, lo que realmente suceda era que los antiguos dioses continuaban vivos,
aunque de forma disfrazada.
La deidad celta conocida con el nombre de Beleno[*], por ejemplo, fue
enmascarada bajo la denominacin latina de Apolo Beleno, pero los sacerdotes que
afirmaban descender de los druidas eran los encargados de celebrar sus festividades.
Adems, los druidas continuaron con sus prcticas hasta bien entrado el siglo II d. C.,
a juzgar por un enterramiento descubierto en las afueras del pueblo de Brough, en el
este de Inglaterra. Brough era una pequea ciudad romana, su fortaleza militar haba
sido transformada en un conjunto de edificaciones civiles y se haba construido un
teatro nuevo. Sin embargo, la persona enterrada era un sacerdote celta, un druida, y
junto a su cuerpo se hallaron un cntaro con remaches de hierro y dos cetros,
doblados y rotos a consecuencia del ritual funerario. Al parecer, en la Galia del
siglo III an existan sacerdotisas del culto drudico, ya que realizaron profecas de
advertencia al emperador Alejandro Severo[5], pudieron ser consultadas por
Aureliano[6], y vaticinaron que Diocleciano accedera al trono del imperio si mataba a
un jabal[7]. Los antiguos dioses celtas an alentaban: simplemente adoptaron (y se
adaptaron a) nuevas formas.
Lo mismo sucedi con los patronmicos personales. Uno de los sacerdotes de
Apolo Beleno, por ejemplo, responda por Attius Patera un nombre de buena

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sonoridad latina, dir usted (patera, en latn, significa cuenco de fondo plano).
Sin embargo, el poeta Ausonio, que casualmente conoca a Attius Patera, explica que
en galo patera es la palabra con la que se designa al iniciado. Por consiguiente, los
celtas se ponan a s mismos y ponan a sus hijos nombres que parecan romanos pero
que en realidad constituan otras tantas formas de encubrir los apelativos celtas[8].
El suegro de Tcito, Agrcola, fue gobernador de Britania entre los aos 78 y 84
d. C. El historiador describe el proceso por el que, bajo la suave tutela de su pariente,
se convenci a los britanos de que hicieran suya la vestimenta romana, hablasen latn
y contribuyesen a la construccin de templos romanos, plazas pblicas y buenas
casas. Sin embargo aade, no sin condescendencia: Y de ese modo se les indujo
gradualmente a apreciar las tentaciones, adversas para su moral, de los prticos, las
termas y los esplndidos banquetes. Los desprevenidos britanos identificaban estas
nuevas costumbres con la civilizacin [humanitas], cuando lo cierto es que no eran
sino uno de los factores que los esclavizaban[9]. No obstante, la civilizacin era
algo a lo que slo unos cuantos celtas privilegiados podan aspirar. Los hijos de los
jefes podan albergar la esperanza de adaptarse al estilo de vida romano, pero la
mayora de los britanos permanecieron al margen.
Por consiguiente, la cultura celta no fue borrada de la faz de la tierra. Lo que
ocurri fue que se convirti en una prctica clandestina en todos aquellos lugares en
que los romanos hicieron valer sus conquistas. Sucedi lo mismo en toda Europa:
tanto los britanos como los bretones, los galos y los espaoles conservaron vivito y
coleando el mundo cltico. Experiment cambios, desde luego, dado que aument el
comercio, que la ciudadana romana y el uso del latn se extendieron, y que las
calzadas romanas comenzaron a surcar la campia. Sin embargo, a pesar de que los
romanos introdujeran una estructura concreta en la disposicin de las vas de
comunicacin terrestre de los celtas habida cuenta de que todas ellas conducan a
Roma, fueron incapaces de reorganizar el mar. Britania, Armrica (la regin
francesa situada al norte del Loira) y Galicia, en Espaa, siguieron formando parte de
una red atlntica de pueblos celtas que habra de mantenerse viva durante muchos
siglos.
Con todo, para la inmensa mayora, iba a ser un perodo lleno de dificultades.

CRISIS DE CRECIMIENTO EN EL IMPERIO


Resulta un tanto perturbador cobrar conciencia de que el mundo mediterrneo clsico
no era el paraso del turismo que la mayora de nosotros tenemos hoy en mente.
Era, muy al contrario, un mundo sujeto a la permanente amenaza de la
hambruna[10]. Las poblaciones celtas eran ncleos comerciales y fabriles y formaban
parte de la misma economa en la que tambin se hallaban incluidos los granjeros de

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la campia. Por otro lado, las pequeas ciudades romanas eran centros
administrativos y sede de las lites polticas que vivan de los ingresos que generaban
sus cargos oficiales y sus propiedades rsticas. Los pueblos romanos gestionaban las
tierras que los rodeaban y se nutran de su produccin, enriquecindose a expensas de
la poblacin rural.
El gran mdico griego Galeno, que vivi en el siglo II d. C., explicaba las causas
que determinaban que la malnutricin estuviese tan extendida en las comunidades
rurales. El mal era plenamente imputable, dice, a la rapacidad de los habitantes de los
pueblos: Quienes residen en las ciudades, como muchos tienen por costumbre,
renen y almacenan todo el grano necesario para el ao inmediatamente posterior a la
cosecha. Se llevan la totalidad del trigo, la cebada, las judas y las lentejas, y dejan el
resto a los campesinos. Pocas ciudades romanas podan atender a sus propias
necesidades, por eso tenan que saquear el campo para mantener bien abastecidas sus
despensas. Esto significaba que el 10% de los romanos que vivan en las urbes
explotaba al 90%, que resida fuera de ellas.
Durante la fase expansiva del imperio se observa una tendencia del mismo tipo.
Los ciudadanos romanos radicados en el interior de las fronteras de Italia podan vivir
libres de excesivas cargas fiscales a expensas de los provincianos que habitaban en
los territorios conquistados. Es verdad que en Italia se pagaban impuestos por
cultivar cosechas y engordar ganado en los campos pblicos. Tambin haba que
pagar cnones en los puertos y satisfacer una renta en las minas, y se abonaba un
gravamen sobre la sal (que aboli Calgula), una tasa por la posesin de tierras, una
cantidad como arancel o portazgo e incluso un arbitrio por conservar la soltera. De
hecho, Nern lleg a introducir un tributo por la evacuacin de aguas menores, pero
no tuvo demasiada aceptacin. Sin embargo, la parte con mucho ms sustanciosa de
los ingresos imperiales proceda de los tributos que aportaban los habitantes de las
provincias. Para recaudar esos impuestos, los romanos empleaban a unos agentes
fiscales rurales a los que se daba el nombre de publicani. El derecho a ocuparse de la
exaccin de los gravmenes constitua en s mismo una mina de oro para todo aquel
que tuviera la suerte de conseguir semejante contrato, as que Roma adquiri el
hbito de subastar en todas las provincias, cada cinco aos, el cargo de recaudador de
impuestos.
Y desde luego la corrupcin recorra el sistema de arriba abajo. A tal punto, de
hecho, que en el siglo I a. C. el emperador Augusto aboli los agentes fiscales del
mbito campesino y puso la responsabilidad de la recaudacin de impuestos en
manos de funcionarios urbanos[11]. Tambin orden adoptar un impuesto de
capitacin (una contribucin fija imputable a todos los adultos), porque, en los aos
de mala cosecha, los ricos pagaban menos impuestos por sus tierras y por sus ventas,
pero segua siendo necesario pagar al ejrcito. Dado que las tropas consuman al
menos un 70% del presupuesto, en esos aos haba una considerable falta de liquidez.
El dficit presupuestario se enjug mediante la implantacin de esa tributacin por

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cabeza lo que supuso una mala noticia para las personas menos acomodadas.
Mientras Roma continu expandindose no hubo demasiados problemas. El
ejrcito sufragaba sus propios gastos, ya que se quedaba con parte de las tierras
incautadas, con el botn procedente de los pillajes y con la poblacin sometida a
esclavitud, que actuaba como la ms barata de todas las manos de obra posibles. Los
esclavos [servi] reciben ese nombre porque los comandantes suelen vender a las
gentes que capturan y por consiguiente salvan [servare] su vida en lugar de matarles.
La palabra que denota que los esclavos constituyen una propiedad [mancipia] deriva
del hecho de que son arrebatados al enemigo por la fuerza de las armas [manu
capiuntur][*][12].
Esos esclavos se utilizaban asimismo como braceros en las labores agrcolas, y
sta es la razn de que los trabajadores romanos quedaran libres para integrar un
ejrcito permanente[13]. Mientras el imperio romano mantuvo su constante expansin
consigui enriquecerse con el fruto de su propia actividad. Sin embargo, en Britania
la economa comenz a tambalearse: Estrabn ya haba manifestado que la ocupacin
de la isla no podra arrojar beneficios superiores a su coste, y dicho desembolso
result ser mucho mayor de lo que haba previsto. De este modo, al cesar la
expansin en el siglo III, con el consiguiente desplome de los efectivos de esclavos y
de los caudales allegados mediante los saqueos y la anexin de nuevas tierras, el
conjunto del imperio qued convertido en una gigantesca maquinaria fiscal.

UNA INFLACIN DESBOCADA


Entonces fue cuando las medidas adoptadas durante el perodo de expansin
comenzaron a volverse contra el imperio. Los emperadores trataron de aferrarse al
poder mediante sucesivos incrementos del salario del ejrcito. Despus intentaron
cubrir los costes acuando monedas de plata con un contenido cada vez menor de
ese metal. En torno al ao 250 d. C. contenan ya un 60% de bronce, y en 270
pasaron a ser simples piezas de bronce con un bao de plata. De este modo, las
monedas perdieron su valor y los precios se pusieron por las nubes. Se calcula que
por una compra que en el siglo II costase un denario se pagaban veintisiete a finales
del siglo III[14], cifra que ms tarde lleg a subir hasta los ciento cincuenta
denarios[15].
En el siglo III, la presin a que se vean sometidas las fronteras exigi una
revolucin en la organizacin militar romana: las dimensiones del ejrcito se
multiplicaron por dos, y lo mismo ocurri con los costes. El ejrcito romano pas a
contar con seiscientos mil hombres el mayor grupo de gente dedicado a una misma
tarea que jams hubiera conocido el mundo antiguo y una constante sangra para las
arcas del emperador.

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Sin embargo, claro est, no iba a ser el emperador quien se viera corto de
efectivo, tendra que ser el ciudadano quien quedara sumido en la escasez. En
tiempos del emperador Diocleciano (que gobern entre los aos 284 y 305) la queja
comn era que haba ms recaudadores de impuestos que contribuyentes[16]. Dado
que ahora las monedas carecan de valor, la exaccin fiscal se realizaba
principalmente en forma de bienes y servicios[17]. La recaudacin de impuestos se
convirti en un sistema dedicado a las requisas y a la organizacin de trabajos
forzados.
Sin embargo, lejos de solucionarse, la inflacin empeor an ms. Diocleciano
haba determinado que medio kilo de oro[*] vala cincuenta mil denarios, pero en el
ao 307 las fluctuaciones del mercado dispusieron que era preciso abonar cien mil
denarios para recibir esa misma cantidad de metal noble, despus subieron la cifra a
trescientos mil en el ao 324, y finalmente la situaron, a mediados del siglo IV, en la
increble suma de dos mil millones cien mil denarios. Y de algn modo, por la
misteriosa aunque ineluctable ley que rige las sociedades humanas, los ricos se
hicieron ms ricos y los pobres ms pobres. En torno al siglo IV, la aristocracia
senatorial era cinco veces ms pudiente que la del siglo I d. C. Los dineros parecan
desaguar de la campia y salir de los bolsillos de la gente corriente que se dedicaba a
cultivar la tierra para ir a parar, por enigmticos cauces y conductos, a manos de los
ricos magnates.
El efecto de filtracin de la riqueza[*] era tan mtico entonces como ahora.
Inevitablemente, la opulencia ascenda hacia los peldaos ms elevados de la escala
social, y no al revs, efecto que se verific de la forma ms espectacular en la propia
Roma. Un campesino poda considerarse afortunado si lograba cifrar en cinco
monedas de oro sus ingresos anuales. Un comerciante quizs alcanzara las doscientas.
Al mismo tiempo, las expectativas de renta de uno de los cortesanos de Diocleciano
giraban en torno a las mil monedas de oro al ao, y un senador romano poda contar
con ciento veinte mil. Sencillamente, no haba comparacin posible.
Se hizo evidente que el imperio romano constitua un estado de cosas
notablemente bueno para los ricos, pero que resultaba psimo para el resto de los
ciudadanos. Hacia el ao 350 y en el plazo de un par de generaciones, el
impuesto que gravaba la posesin de tierras se haba triplicado y representaba ya la
tercera parte de la produccin bruta de un granjero. No es de extraar que la
poblacin de la Galia mostrara signos de haber experimentado un constante declive,
ni que las ciudades crecieran a expensas del campo. Y cuanto menos gente se
dedicara a las labores agrcolas, ms duro se haca el trabajo de quienes an se
afanaban en ellas de este modo, a medida que los problemas fueron aumentando,
las limitaciones impuestas a la libertad del pueblo llano se hicieron cada vez ms
intolerables. Se decret que era ilegal que el campesino abandonara su granja, o
que un hijo se ganara la vida con un oficio distinto al que hubiera ejercido su padre.

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Los pobres se empobrecieron, se vieron obligados a pagar una tributacin que no
podan permitirse satisfacer, y empezaron a aorar la edad de oro en que las cosas
haban sido de otro modo. La nica opcin legal que le quedaba a un galo o un
britano venido a menos e incapaz de pagar al fisco era renunciar a su libertad de
movimientos y a sus tierras y aceptar la proteccin de algn gran terrateniente lo
que en la prctica equivala a verse convertido en una ms de las propiedades del
hacendado a cambio de quedar a salvo del recaudador de impuestos.
En el siglo V, un rotundo crtico de su poca, Salviano, seal que los
recaudadores de impuestos constituan un mal que acarreaba nuevos males:

la mayora es oprimida por una minora, una minora que considera que las
exacciones pblicas constituyen un derecho privativo suyo y se dedica a sus
propias componendas particulares, disfrazndolas de recaudacin de
impuestos. Y en esto se afanan no slo los nobles, sino los hombres de la ms
baja extraccin; no slo los jueces, sino quienes se subordinan a los
magistrados []. Existe algn lugar [] en el que los principales
ciudadanos no devoren la mdula de las viudas y los hurfanos, e incluso de
los santos? [] Nadie, salvo el encumbrado, est a salvo de los estragos de
estos bandidos y saqueadores, excepto aquellos que son a su vez ladrones[18].

Cuando las lites de las antiguas tierras celtas consideraron que las cosas haban
superado el lmite de lo admisible, buscaron en Britania una solucin. Esto se debi
precisamente al hecho de que Britania nunca hubiera quedado enteramente sometida
al yugo romano. El enorme contingente militar que all exista era justamente lo que
necesitaban.
En realidad la situacin se remontaba al menos al ao 196 d. C., fecha en la que
las tropas haban proclamado emperador al gobernador de Britania, Albino. ste se
estableci en Lyon y cont con el respaldo de los grandes terratenientes de la Galia y
de Hispania, los cuales buscaban estabilidad en una poca en la que el imperio se
descompona a consecuencia de unas terribles epidemias de peste que quizs hubieran
matado a una cuarta parte de la poblacin. Su apoyo militar era tan grande que Roma
se vio obligada nada ms y nada menos que a reconquistar la Europa occidental.
A lo largo del siglo siguiente, las guerras civiles, el desplome de la divisa romana
y el descenso demogrfico, asociado, casi con toda seguridad, a nuevos brotes de
peste (en uno de los cuales muri el emperador Claudio II el Gtico en el ao 270),
minaron progresivamente la economa de Europa. A partir del ao 235, y en un
perodo de tan slo cincuenta aos, distintos grupos de soldados proclamaron
emperadores a cuarenta y nueve hombres. Sabemos que al menos el 25% de ellos
terminaron asesinados, sin contar a los tres que se suicidaron ni a un cuarto personaje
que al parecer result fulminado por un rayo. De hecho, aparte de Claudio II, slo

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sabemos de uno que haya fallecido de muerte natural Valeriano, quien se mantuvo
en el cargo por espacio de siete aos, y que al expirar, en el ao 260, se encontraba a
salvo con los persas, aunque en calidad de prisionero.
En la Europa occidental el imperio se desvaneci de facto durante unos cuantos
aos. En 260, un gobernador galo, Pstumo, con el sostn de las tropas del Rin, fund
un reino propio, el imperio galo, que llegaba hasta Britania e Hispania. No hizo
intento alguno de atacar Roma, pero fue el restaurador de la Galia. Al final, Roma
reaccion y en el ao 273 aplast aquel imperio celta disidente y volvi a imponer su
poder y sus tributos. Durante un tiempo, sin embargo, pareci que el imperio romano
haba llegado a su fin, y una confederacin de germanos, que se daban a s mismos el
nombre de francos (o pueblo libre), cruzaron el Rin y se trasladaron a la regin que
hoy ocupa Blgica. Roma fue incapaz de evitarlo. Los francos eran un pueblo
marinero y rpidamente se hicieron con el control del canal de La Mancha. Se dice
que eran ladrones y piratas, aunque tambin parece probable que proporcionaran
gnero a los bandidos del propio imperio, bandas de individuos desesperados que
haban huido de sus tierras o se haban visto desposedos de ellas y que por tanto no
podan seguir permitindose el lujo de abonar los impuestos.

EL FRACASO DEL DERECHO


En ocasiones, esas compaas de soldados actuaban como simples bandoleros y
salteadores de caminos, ya que su modo de vida consista en robar y matar. En otros
casos se convirtieron en un desafo directo para el dominio de Roma, dado que
organizaban cortes regias propias y reunan verdaderos ejrcitos en el campo de
batalla. Y, por supuesto, haba tambin muchos casos intermedios. Pese a su
naturaleza diversa y contradictoria, termin dndose a todas aquellas facciones un
mismo nombre: el de bagaudos. La palabra celta baga significa guerra, y unida al
sufijo aud significa guerrero o combatiente, as que lo ms probable es que
por bagaudos debiera entenderse luchadores (aunque est claro que haba una
nutrida presencia de bagaudos en los Pirineos, sin mencionar que la palabra vasca
baugaude significa estamos dispuestos).
Ha habido un enorme debate erudito en relacin con la identidad y las metas de
los bagaudos. Hubo un tiempo el de la poca en que se consideraba que las
Jacqueries del siglo XIII en Francia y la Revuelta campesina de Inglaterra constituan
la expresin de la natural violencia anrquica de los rsticos ignorantes en que se
pensaba que los bagaudos constituan la prueba de que el necesario control social
haba fracasado. Despus los historiadores marxistas afirmaron que se trataba de
revolucionarios protocomunistas, de trabajadores y campesinos ideolgicamente
radicalizados que albergaban la esperanza de alumbrar una sociedad ideal. Estudios

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ms recientes, que subrayan la importancia de las lites locales en el gobierno de
todas las cosas, sostienen que es posible que los bagaudos hubieran obedecido a
menudo las rdenes de los aristcratas locales en aquellas zonas en que el predominio
romano se hubiera venido abajo, y que en realidad combatan para salvar el orden
social y no para destruirlo ni transformarlo.
Todos estos puntos de vista contienen algn elemento de verdad, pero ninguno de
ellos nos refiere la totalidad del relato. Los movimientos guerrilleros siempre resultan
complejos son en parte alzamientos iracundos protagonizados por los pobres y los
exasperados, en parte rebeliones ideolgicas de los jvenes radicales cultos, en parte
instrumentos creados por los polticos locales a fin de luchar contra enemigos ms
poderosos y, por ltimo (cuando las guerrillas se enfrentan a la derrota militar, o
cuando sus dirigentes se han reincorporado al sistema), puros casos de bandidaje
asesino.
Salviano senta una abierta simpata por los bagaudos:

malos y crueles jueces los haban despojado, oprimido y aniquilado.


Despus perdieron el derecho a la ciudadana romana, as como el honor de
tener un nombre romano. Les echamos la culpa de nuestros infortunios [].
Llamamos forajidos a aquellos que hemos obligado a dedicarse al crimen.
Pues de qu otro modo han llegado a ser bagaudos, si no es por nuestra
perversidad, por la villana del comportamiento de los jueces, por la
proscripcin que han provocado y el pillaje a que se dedican cuantos han
convertido la gestin de los impuestos pblicos en motivo para el aumento de
sus propias ganancias y han hecho de la recaudacin de impuestos la fuente de
su personal botn[19]?

La primera ocasin en que aparece constancia histrica de los bagaudos se


produce en la dcada de 280, en un perodo en el que las dificultades econmicas y el
desencanto con lo que Roma representaba haban dejado una amarga huella en el
norte de la Galia: Los granjeros sin experiencia ambicionaban el uniforme militar; el
labrador imitaba al soldado de infantera, el pastor al de caballera, el aldeano que
arruina su propia cosecha al enemigo brbaro[20]. La tarea del ejrcito consista en
hacer frente a este problema, y el comandante de la zona era Carausio, un celta
romanizado procedente de una humilde familia de marineros de lo que hoy son los
Pases Bajos. En el ao 286 suprimi con xito el levantamiento de los bagaudos de
la Galia.

LOS EMPERADORES DE BRITANIA

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En esta poca el emperador Diocleciano dividi el imperio en dos: se reserv para s
el gobierno del imperio de Oriente, a partir de la ciudad de Split (en la actual
Croacia), y dej en manos de Maximiano el dominio del imperio de Occidente, de
Miln en adelante. Roma estaba demasiado lejos del escenario de los
acontecimientos. Despus, Maximiano nombr a Carausio comandante de la flota del
mar del Norte, cuya base se encontraba en Boulogne. Su misin consista en limpiar
los mares de los piratas francos que infestaban el canal de La Mancha y que
hostigaban las costas de la Galia septentrional. Carausio cumpli el encargo y con
creces. Maximiano empez a sospechar que permita que los piratas cruzaran el
canal y realizaran incursiones en Britania o en la Galia para interceptarlos despus de
camino a sus cubiles y quedarse, tras llegar a un acuerdo con ellos, un porcentaje del
botn. Carausio conoca muy bien a los francos vivan en una parte del mundo que
tambin era la suya y entraba dentro de lo posible que estuviese conchabado con
ellos. Al final, Maximiano mand matar al poderoso capitn de su flota del norte.
Carausio se enter de la orden del emperador y entonces s que decidi puesto que
no sabemos si realmente estaba planeando con anterioridad una rebelin o no
proclamarse emperador de pleno derecho, trasladando toda su operacin al terreno
seguro de Britania. Desde sus cuarteles de la isla se convirti en el gobernador de
facto de Britania y de la regin de la Galia situada al norte del Loira. Maximiano
arm una flota a fin de dar una leccin a aquel advenedizo, pero todos los pilotos que
conocan bien el canal de La Mancha trabajaban a sueldo de Carausio, y esa
circunstancia, unida al mal tiempo, ech a pique el intento de Maximiano por
recuperar el control. Por el momento tuvo que aguantar al usurpador.
Carausio era un brbaro respaldado por brbaros los celtas y los francos,
pero no era una Boudicca rediviva. Fue lo suficientemente inteligente como para no
desafiar al imperio, e hizo todo lo posible, en cambio, por presentarse como una
tercera potencia aadida a la de los otros dos emperadores. Incluso acu monedas en
Londres con la imagen de los tres emperadores y la siguiente inscripcin: Carausio y
sus hermanos. Es probable que esa iniciativa sentara como un tiro a Diocleciano y a
Maximiano, a quienes tambin debi de disgustar notablemente el hecho de que las
monedas de Carausio fueran muy superiores a las suyas. La reduccin del contenido
en plata haba convertido a las monedas romanas en una especie de chiste, y a pesar
de que el emperador Aureliano (que gobern entre los aos 270 y 275) haba tratado
de reformar la divisa, lo nico que haba podido conseguir, en el mejor de los casos,
era una aleacin de veinte partes de bronce por una de plata. Carausio comenz a
emitir monedas de oro y plata. El contenido de plata de estas ltimas era del 90%
una pureza desconocida desde los tiempos de Nern. Al menos haba alguien que
acuaba una moneda de verdad en la que uno poda confiar.
Carausio tena bastante buena mano para la propaganda y saba que la
distribucin de aquel tipo de monedas le granjeara una gran reputacin en el ejrcito.
En realidad, las monedas de oro no se utilizaban en la actividad comercial diaria

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eran ms bien una especie de ricos vales y a menudo se las reparta entre la
soldadesca como una forma de recompensa. El elevado contenido de metal
precioso las converta en un bien tan preciado como una pensin es decir, no se
trataba de un simple feliz recuerdo a conservar como chuchera sentimental.
En el mundo romano aquella clase de monedas confera legitimidad a todo aquel
que las emitiese. Carausio posea oro y lo emple con grandes resultados. Las
monedas que emiti fueron en todos los casos un elemento ms de su intuitivo
dinamismo publicitario. Gracias a ellas se aseguraba de que su imagen circulara por
todas partes, junto con su propaganda, ya que en el reverso de las monedas podan
leerse algunos eslganes; uno de ellos le presentaba como Restaurador de los
romanos. Los romanos haban acuado monedas en las que Britania apareca
representada como una mujer, y Carausio emiti una en la que la mujer le daba la
bienvenida. La leyenda deca: Al fin llega el esperado, y debajo las siglas RSR
lo que probablemente sea una referencia a un verso del poeta romano Virgilio en el
que se saludaba el Retorno a un mundo Regido por Saturno[*], algo as como el
equivalente latino de los Albores de la Era de Acuario, corregido y aumentado. Las
arcas de Roma se custodiaban en el Templo de Saturno, as que el Retorno a un
mundo Regido por Saturno poda significar tambin, y de un modo plenamente
literal, la recuperacin de la Edad de Oro, puesto que vena a afirmar: Nosotros
tenemos oro. Adems, el pasaje de Virgilio contina con estas palabras: el hijo ser
gua de un mundo pacificado por las virtudes de su padre, afirmacin que los
cristianos tomaron, claro est, por una profeca que anunciaba el fundamento de su
propia religin. Por consiguiente, Carausio conectaba asimismo con los cristianos
cultos y bien educados sin desafiar abiertamente la fe del imperio. Otro de los
mensajes habituales de sus monedas deca: Paz.

Britania, el nuevo futuro.


Un denario de plata de Carausio en el que puede
verse cmo Britania (que lleva un tridente) le
estrecha la mano y dice Expectate Veni, es decir,
Al fin llega el esperado. Esta frase podra
proceder de un pasaje de la Eneida de Virgilio en la
que Hctor, el hroe troyano cado, regresa
convertido en espectro y da efectivamente
instrucciones a Eneas sobre cmo fundar la nueva
ciudad de Roma. Es evidente que en este caso
Carausio transfiere esa misma responsabilidad a
Britania!

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Puede que Carausio fuera celta, pero no por ello deseaba sustituir la cultura
romana por la celta. Nada ms lejos de su intencin. Carausio aspiraba a la
romanizacin. Para empezar, el ttulo imperial que se otorg a s mismo era
notablemente romano, y no brbaro. En Carlisle hay una estela en la que puede leerse
la siguiente inscripcin: IMP C M AVR MAVS CARAVSIO INVICTO AVG
Emperador Csar Marco Aurelio Mauseo Carausio, Invicto y Augusto. De
toda esta retahla, el nico nombre que tena al nacer era su patronmico galo, Mauseo
e incluso ese apelativo haba sido deformado para darle una sonoridad latina.
Esta situacin recuerda mucho a lo sucedido durante la rebelin checa de 1968,
fecha en la que Alexander Dubcek, en el momento lgido del movimiento hippy, ide
lo que dio en llamarse el socialismo con rostro humano, al creer que si pona buen
cuidado en el uso de las palabras, Mosc no tendra razn alguna para enviar los
tanques. Se equivocaba, y la romanitas con rostro humano de Carausio estaba
igualmente condenada, aunque lograra sobrevivir durante ms de diez aos.
La clave del poder de Carausio resida en el hecho de que controlaba el mar,
dominio que a su vez tena su fundamento en una serie de puertos bien defendidos.
Sin embargo, los recursos del imperio eran ilimitados simplemente le estaba
llevando tiempo reunirlos. En el ao 293, Diocleciano y Maximiano aumentaron de
hecho el nmero de los emperadores, aunque no a tres, sino a cuatro, y Carausio no
formaba parte de la lista. Fue en aquel momento cuando Carausio emiti las infames
monedas con las efigies de los tres emperadores Si se trataba de un gesto
conciliatorio, no funcion. En Occidente, Constancio Cloro se uni a Maximiano.
Constancio tena rdenes de meter en cintura al imperio disidente de Britania. Se
apoder de Boulogne, y probablemente desbarat con ello la reputacin de Carausio.
En todo caso, Carausio habra de morir enseguida con toda probabilidad asesinado
por orden de uno de sus oficiales, Alecto, quien se hizo con el poder y pas a
convertirse en emperador de Britania. Pero no iba a permanecer en el cargo mucho
tiempo, ya que en el ao 297 Constancio desembarc con su ejrcito en la isla, mat a
Alecto y se apoder de Londres.
No obstante, los problemas de fondo no se haban solucionado. Tan slo diez aos
ms tarde, en 306, las legiones de Britania volvieron a proclamar un emperador
propio, y la Galia lo acept inmediatamente como salvador del orden social. El nuevo
emperador estableci un gobierno regional en Trveris, cerca de la actual frontera
entre Alemania y Luxemburgo. Y en esta ocasin, cuando el gobernador de Roma
trat de aplastar al dirigente de las tierras celtas, designado por el emperador de
Britania, las cosas no salieron como antes. El hombre en cuestin, Constantino, se
adue de Roma y termin apoderndose de la totalidad del imperio.

UNOS ROMANOS ANTIRROMANOS

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Constantino fue el primer emperador cristiano. Su revolucin se desarroll en un
imperio romano que mostraba cambios fundamentales respecto de la situacin que le
era natural en la poca de la conquista de Britania. En primer lugar, no haba ya un
ejrcito de romanos que dominara y amansara a los otros. Segn parece, durante el
reinado del primer emperador, Augusto (27 a. C.-14 d. C.), el 68% de los legionarios
eran de origen italiano. Sin embargo, esta proporcin declin de forma
ininterrumpida hasta que lleg un momento, en el siglo II d. C., en el que nicamente
el 2% de los ciudadanos en armas eran de origen italiano. Adems, el ejrcito del
emperador inclua asimismo un gran nmero de tropas auxiliares reclutadas entre los
godos de la Europa oriental. En la poca en que Constantino accedi al poder, la
distincin entre romanos y brbaros no estaba en modo alguno clara.
La conversin del imperio al cristianismo no alivi ni mucho menos las penurias
de los granjeros humildes. Diocleciano haba puesto en marcha la poltica de fijar a la
gente a la tierra con la intencin de garantizar la existencia de mano de obra y de
permitir al mismo tiempo que los terratenientes cobrasen impuestos a los pobres en
nombre del gobierno central. Los aparceros pasaron a convertirse en coloni, y los
coloni eran propiedad de los terratenientes, ya que formaban un lote con la propia
tierra. Lo mismo ocurra con sus descendientes. Al igual que los esclavos, los coloni
no tenan derecho a demandar a sus terratenientes y se les prohiba que vendieran sus
propiedades sin permiso. Una compilacin de las leyes dictadas por los emperadores
cristianos dice lo siguiente: Es correcto sujetar con cadenas, al modo de los
esclavos, a aquellos coloni que se propongan huir, para que de este modo se vean
obligados a realizar las tareas que son propias de un hombre libre y sufran al mismo
tiempo el castigo destinado a los siervos[21]. Se obligaba a los individuos que saban
un oficio o posean alguna habilidad artesanal a efectuar trabajos serviles a
perpetuidad en una determinada parcela de tierra, y el destino de sus hijos era el
mismo.
En condiciones tan duras, las revueltas suponan un mal endmico. En Britania,
los pueblos comenzaron a decaer: los edificios pblicos de Wroxeter, al sur de
Chester, por ejemplo, quedaron convertidos en silos de grano, y en la dcada de 360
hubo una importante alteracin del orden pblico. Pese a que se dice por lo comn
que se trat de una enorme subversin debida a una conspiracin brbara, lo ms
probable es que fuera ms bien consecuencia de la permisividad de los oficiales
romanos, que abandonaron su puesto, ya que la revuelta qued zanjada despus de
promulgar unos edictos y de prometer impunidad a los desertores que entraran en
razn[22]. Con todo, los romanos extremadamente ricos seguan prefiriendo Britania a
la Galia, ya que en la isla an haba un ejrcito regular lo suficientemente grande
como para proporcionar una cierta sensacin de seguridad. Parece que en el siglo IV
fueron muchos los romanos acaudalados que huyeron de la Galia y construyeron
enormes villas en la campia britnica.
Pero volvamos un momento a la Galia: se daba la circunstancia de que esta

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regin, que en el pasado haba exportado grano para alimentar al ejrcito de Britania,
tena ahora que recibirlo de la isla[23]. La revuelta campesina adquiri un cariz
abiertamente antirromano. Segn un autor, en el ao 362 la gente prefera vivir en las
tierras dominadas por los brbaros[24].
Una vez ms, se recurri al ejrcito de Britania para rescatar a los ricos de la
Galia. En el ao 383, Magno Mximo sigui prcticamente los pasos de Constantino,
ya que tambin parti de sus bases de Britania, convertido en jefe paramilitar, para
apoderarse de la Europa occidental, avanzando despus con la intencin de
conquistar Italia. El emperador Teodosio y su general Estilicn se las arreglaron para
aniquilarle, y las tropas que Mximo haba sacado de Britania jams regresaron.
Estilicn visit Britania para tratar de llegar a un acuerdo de paz que tranquilizara el
norte de Europa, pero tambin l termin retirando sus tropas de la isla.
A principios del siglo V comenzaron a presentarse en la Galia, en nmero cada
vez mayor, grandes cantidades de emigrantes germanos pobres. Dado que la campia
se hallaba en buena medida en manos de las fuerzas guerrilleras, Britania volvi a
verse en la tesitura de tener que proporcionar un nuevo salvador a los ms prsperos
ciudadanos de la Galia. Para esta poca la mayora de las legiones ya haban
desaparecido, y los terratenientes locales eran quienes financiaban directamente sus
propias milicias. En cierto sentido, la situacin era similar a la que se observa hoy en
algunos pases latinoamericanos, donde en ausencia de un gobierno central eficaz, las
fuerzas paramilitares de derechas luchan con los guerrilleros de izquierdas por el
control parcial de determinadas provincias.
Los britnicos designaron, en rpida sucesin, un cierto nmero de jefes militares
antes de decidirse finalmente a seguir a un soldado que quiz resultara elegido debido
en parte a su nombre pues tambin se llama Constantino. En el ao 407 le
enviaron, junto con todas las tropas de legionarios que lograron reunir, a Boulogne,
donde se hizo rpidamente con el control de la comarca y se proclam a s mismo
emperador, con el nombre de Constantino III.
Puede que le hubiera dado por llamarse emperador, pero aquellos pueblos no se
encontraban ya dispuestos a seguirle el juego a Roma.

Los brbaros instalados al norte del Rin, asolndolo todo a placer, obligaron
tanto a los habitantes de Britania como a algunos de los pueblos celtas a
sacudirse el yugo romano y a vivir su propio destino disociados del derecho
romano. En consecuencia, los britanos se alzaron en armas y, sin reparar en
los peligros que ellos mismos corran, liberaron sus ciudades de la amenaza
brbara. De igual manera, toda la Armrica [esto es, el noroeste de Francia],
junto con otras provincias galas, sigui a los jefes de los britanos: se
declararon libres, expulsaron a los magistrados romanos, y dispusieron el
gobierno de sus cosas a su propia manera[25].

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La regin atlntica qued completamente disgregada y pas a regirse
definitivamente por un gobierno propio.
La peripecia de una mujer llamada Melania, una matrona romana que haba
nacido en torno al ao 383 y que dedicara su vida a la devocin cristiana, es un buen
ejemplo de la amplitud que tuvo el cambio poltico y social[26]. Hacia el ao 410,
Melania vendi la prctica totalidad de sus posesiones con la intencin de donar
cuanto obtuviera a quienes se dedicaban a la vida monstica. Las nicas propiedades
que conserv fueron las de Britania probablemente porque la isla se encontraba
ahora fuera del radio de accin del sistema comercial romano[27].
El movimiento antirromano se haba hecho con el poder. En el siglo V nos
encontramos con que Salviano ensalza a los brbaros, a quienes considera un faro
capaz de arrojar luz en la tenebrosa corrupcin y crueldad de la sociedad y los valores
romanos: Casi todos los brbaros, al menos aquellos que pertenecen a una tribu y
obedecen a un mismo rey, se muestran afecto unos a otros; la prctica totalidad de los
romanos se acosan mutuamente[28]. Desde luego, seguan siendo brbaros, y no
haban dejado de parecer hediondos a los romanos. Ni siquiera Salviano poda pasar
por alto el ftido olor que se desprende de los cuerpos y las ropas de los
brbaros[29].
Sin embargo, haba muchos galos que preferan soportar tales emanaciones, e
incluso vivir en comunidad con grupos de individuos no catlicos, a seguir llevando
una vida de romanos.

El Estado se ha corrompido a tal punto en estos das que slo siendo malvado
puede un hombre sentirse a salvo [] se saquea a los pobres, las viudas
suspiran, los hurfanos sufren opresin, al extremo de que muchos de ellos,
nacidos en familias distinguidas y habiendo recibido una buena educacin, se
pasan al bando de nuestros enemigos a fin de librarse de la persecucin
pblica. Buscan entre los brbaros la dignidad del romano por no poder
soportar la brbara indignidad que reina entre los romanos []. De este
modo, emigran a las tierras de los godos, o a las de los bagaudos, o aun a las
de alguna otra tribu de los numerosos brbaros que en todas partes campan
por sus respetos, y no les pesa su exilio. Prefieren vivir como hombres libres
en una situacin que externamente reviste la forma de un cautiverio, que
como presos sujetos a una aparente libertad. Por tanto, el nombre de los
ciudadanos romanos, que un da fuera altamente valorado y, ms an, caro de
alcanzar, es hoy objeto de repudio y se le rehuye, pues no slo ha pasado casi
a ser tenido por vil, sino a merecer incluso que se le juzgue aborrecible[30].

El rechazo de Roma fue el elemento bsico que permiti que se desarrollara el


nuevo mundo de la Europa occidental, pero su construccin se fund en cierto modo

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en la memoria viva del cosmos que tan afanosamente haba tratado de remplazar
Roma: el mundo de los brbaros celtas. Hoy comienza a abrirse paso entre los
historiadores la idea de que es simplemente errneo considerar que el adjetivo
romano sea sinnimo de normal en la Galia en cualquier perodo dado, y que el
hecho de que el imperio perdiera la Galia fue un beneficio para sta, puesto que as
pudo retornar a su situacin normal[31].
Parece que en Britania la indiferencia que despertaba la romanitas era an ms
clara. En el siglo VI, se adoptaron en la isla cdigos jurdicos que no eran latinos (a
diferencia de lo que sucede en el caso de los cdices empleados por los godos y los
vndalos del sur de la Galia y de Hispania), su red urbana se vino abajo, el sistema
fiscal se desvaneci, y mientras la Galia e Italia siguieron organizando la jerarqua
cristiana en torno a los obispos, en Britania hasta esos prelados terminaron por
desaparecer, y el mundo cristiano devino monstico.
El mundo de los druidas haba quedado aniquilado y no habra ya de reactivarse.
Sin embargo, la brutalidad, la crueldad y la opresin que ejerca el poder de Roma
eran a tal punto superiores a las del mundo druida, que el eclipse romano no precis
de invasin alguna. Si se debilit fue por haber suscitado un gran odio entre las
personas que hubieron de sufrirlo. Y porque la mayora de ellas no vea ya razn
alguna que lo justificara.

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SEGUNDA PARTE

LOS BRBAROS DEL NORTE

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5

Los germanos

U no de los pasatiempos favoritos de los brbaros de Germania era una


actividad similar a la danza escocesa de las espadas aunque podramos
decir que constitua una celebracin de doble filo, con perdn del juego de palabras
. En el baile intervenan tanto espadas como lanzas y al parecer poda resultar fatal.
Sostenan los espectadores en alto sus espadas a distintas alturas, o quiz las
blandan como si estuviesen en una batalla, mientras los danzarines zigzagueaban
entre ellas? No lo sabemos. Todo cuanto ha llegado hasta nosotros es una incitante
descripcin de Tcito: En todas las reuniones se exhibe siempre el mismo tipo de
espectculo. Los jvenes desnudos que practican este entretenimiento brincan
mientras ejecutan una danza entre espadas y lanzas en las que podran dejar la vida.
La experiencia les hace hbiles, y a su vez la habilidad les vuelve grciles.
Sin embargo, aunque es evidente que el peligro de muerte se le qued muy
grabado, lo que realmente impresion a Tcito fue el hecho de que los bailarines se
entregaran a ese esparcimiento por pura diversin: no esperaban que nadie les
pagase! No tienen en mente ni ganancias ni pagas de tipo alguno; por temeraria que
sea su distraccin, su nica recompensa es el regocijo de los espectadores[1]. Lo que
ocurra, segn Tcito, era sencillamente que los germanos no sentan inters por el
dinero. No practicaban la usura. Conseguan mbar, pero no le concedan valor, y
cuando se les daban buenos dineros por l reciban asombrados aquellas
cantidades. En la poca en que escriba Tcito, Roma era ya una sociedad
enteramente mercantil y la motivacin del beneficio haca girar muchos de sus
engranajes. Por el contrario, la cultura germana le pareca estar an en manos de
fuerzas primitivas como el honor, la fidelidad, la bravura y en ocasiones, la simple
joie de vivre!

LOS PROTOEUROPEOS
Si basamos nuestra valoracin en el hecho de que en torno a ellos habra de surgir en
ltimo trmino una civilizacin europea que acabara por dominar la tierra, este
pueblo aparentemente sencillo y feliz podra considerarse el ms importante de todos
los grupos brbaros. Su relevancia supera incluso a la de Roma. Los godos pues
sa es su denominacin tardorromana llegaran a apoderarse del imperio de

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Occidente (vase el captulo 8), y tanto Francia y Alemania (Alamania) como
Inglaterra (Anglia) se reconocen descendientes de los pueblos germnicos de los
francos, los alamanes y los anglosajones.
Ahora bien, si los historiadores recibieron con suspicacia la palabra celta,
deberan recelar an ms de la voz germano. Hasta donde nos es dado saber, no
hubo pueblo alguno en el mundo antiguo que se denominara a s mismo de ese modo
es una expresin que procede de los autores griegos y romanos. El vocablo
aparece mucho despus que la voz keltoi (celtas). La primera persona que utiliza la
palabra germani es Posidonio, un historiador griego, y lo hizo en el ao 100 a. C[2]
Puede que se trate de la deformacin de un primitivo trmino germano, el de
gaizamannoz (lanceros), voz que era utilizada como denominacin de grupo por
una comunidad tribal.
Parece claro que, en torno al 500 a. C., la zona del noroeste de Alemania y el sur
de Escandinavia se hallaba habitada por pueblos que no slo compartan un mismo
estilo de vida, adems de sus races lingsticas y su mitologa (mitologa que hemos
llegado a conocer principalmente a travs de las sagas nrdicas), sino que tambin se
encontraban inmersos en un comn proceso de expansin hacia el sur. Los italianos
se percatan por primera vez de su existencia en el ao 113 a. C., fecha en la que dos
pueblos conocidos como cimbros y teutones se desplazan, procedentes del norte, a la
regin de la actual Austria. Diez aos ms tarde se presentaron en Italia y solicitaron
que se les concediera un lugar en el que asentarse. Aquellos guerreros enormes y
semidesnudos infligieron una tremenda derrota al ejrcito romano antes de ser a su
vez aplastados por completo.

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La Dacia y el mundo de los germanos

Debemos a Csar el primer empeo autntico de ofrecer una descripcin de los


germanos, quienes por aquella poca emigraban en nmero significativo a la Galia
occidental. Es obvio que los nicos germanos que Csar conoca eran los que vivan
en las proximidades del Rin, y que las fuentes que le aportan nuevos datos son
claramente sospechosas. Ellas son las que le refieren el relato del alce sin

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articulaciones, y las que le proporcionan la informacin relacionada con la supuesta
presencia de un unicornio en los bosques germanos un unicornio cuyo cuerno se
ramifica en su extremidad en varias puntas, es decir, un unicornio distinto a
cualquiera de los que hayamos podido tener noticia.
Aparte de Csar, la nica fuente romana digna de mencin es la del historiador
Tcito, cuyo fascinante librito titulado Germania ofrece descripciones tan verdicas
que da la impresin de que el autor estuvo realmente all, cuando lo cierto es lo
contrario. Segn parece, el texto de Tcito se basa en una obra de Plinio que se ha
perdido aunque este autor s que haba visitado Germania y realizado all sus
averiguaciones. Desde luego, en la poca de Tcito, es decir, un siglo despus de
Csar, se conoca ya mucho mejor a los germanos, as que a este autor no le interesa
tanto mostrar lo salvajes que stos eran como presentarlos a otra luz, la que los tiene
por ejemplos de la moral natural de los indgenas, en marcado contraste con la
refinada corrupcin romana.
Resulta bastante claro que los pueblos que vivan en la regin noroccidental de
Germania diferan notablemente de los celtas. Las descripciones que hacen de ellos
los romanos tienden a ser caricaturas de carcter muy general, pero contienen un
grado de verdad. Los germanos vivan en asentamientos pequeos e independientes
cuya economa guardaba ms relacin con la cra de reses y la caza que con el cultivo
de la tierra. No haba en sus territorios demasiadas cosas que los romanos pudieran
saquear (pese a que la palabra latina que significa dinero pecunia proceda de
pecus, ganado).

UN SISTEMA DE VALORES DISTINTO


Los romanos quedaron un tanto desconcertados al verse frente a una sociedad que se
interesaba tan poco por la riqueza y que, adems, trasladaba al campo de batalla esta
falta de entusiasmo por las ganancias. Los soldados romanos combatan por un
salario. Sus generales hacan ostentacin de su opulencia y posicin, ya que se
dedicaban a la buena vida y a decidir sobre la vida y la muerte de sus tropas. Entre los
germanos las cosas eran completamente diferentes. Para un cabecilla exhibir su rango
significaba hacer alarde de su valenta, y era su generosidad en los banquetes y
diversiones lo que daba fe de su fortuna.
Se trataba de una cultura guerrera en la que el valor y la estima de los propios
pares era ms importante que la acumulacin de bienes. Los hombres jvenes, una
vez alcanzada la edad adulta, no se cortaban el pelo ni se rasuraban la barba mientras
no matasen a su primer enemigo en combate. Y segn Tcito, lo que les incitaba a
mostrar coraje en la batalla era la aprobacin o la censura de sus parientes: Lo que
ms enardece su valor es el hecho de que las filas de sus escuadrones o batallones, en

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lugar de formarse al azar o como consecuencia de una congregacin fortuita, estn
integradas por familias y clanes[3]. El historiador romano explica que la clave de
bveda de este comportamiento era la lealtad al jefe: Defenderle, protegerle, asociar
las proezas de coraje a su renombre, es la mxima muestra de lealtad. El jefe lucha
por la victoria, los vasallos combaten por su jefe.
Y con la lealtad vena la intrepidez una osada desencadenada por la presin del
grupo de iguales. Esto determinaba que los germanos adquirieran hbitos bastante
temerarios: Segn sus costumbres, nada hay ms vergonzoso o torpe que utilizar
sillas de monta. As se atreven, aunque sean pocos, a cargar contra cualquier
contingente de jinetes que utilicen corazas equinas[4]. Pero no slo sus caballos se
presentaban a cuerpo gentil en la batalla. Tambin ellos hacan lo mismo. Cuando
luchaban contra los romanos, totalmente acorazados, su nica defensa era un escudo
de madera o mimbre.
Comparada con el fro profesionalismo y la disciplinada planificacin de los
romanos, la actitud de los germanos ante la guerra resultaba catica e individualista.
La opinin que tenan de la guerra parece haber sido de carcter deportivo, y en
algunos aspectos incluso caballeroso. En este sentido, pese a que en aquella poca
libraron guerras con el nimo y la entrega propias de los profesionales, se guiaban por
una tctica que no superaba el nivel del mero aficionado[5]. En la guerra deba
predominar, en opinin de los germanos, la exhibicin de valor antes que el deseo de
beneficios materiales o de medro poltico.
Es fcil percibir un vnculo entre la disposicin que mostraban los germanos ante
la guerra y los cdigos de hidalgua de la Edad Media. Por ejemplo, las races de la
idea medieval de designar dos hroes, uno por cada bando en liza, para decidir el
resultado de una batalla en combate singular, se remontan a las guerras que
enfrentaron a los brbaros con Roma. Tras haber hecho prisionero, por el medio que
sea, a un hombre de la tribu con la que se hallan en guerra, le enfrentan a un soldado
escogido de su propia tribu y se deja que cada combatiente utilice las armas
habituales en su tierra. La victoria, ya favorezca a uno o a otro, se juzga una seal que
determina el resultado de la guerra[6].
Los germanos carecan de organizacin militar. La guerra consista por entero en
un cruce de heroicidades personales. No obstante, sus hazaas no parecan
particularmente peligrosas, en especial porque sus armas eran muy malas. Incluso el
hierro escasea entre ellos afirma Tcito, como podemos deducir por la
naturaleza de sus armas. Son muy pocos los que emplean espadas o astas largas. Usan
un venablo (framea es el nombre que le dan[*]) de punta estrecha y corta, pero tan
aguda y fcil de manejar que la misma arma sirve, segn las circunstancias, para el
combate cuerpo a cuerpo o a distancia[7].
Ni siquiera despus de haberse apoderado de los superiores pertrechos de los
romanos se decidan necesariamente a utilizarlos ellos mismos en los choques. Los
datos arqueolgicos muestran que despus de la victoria tendan a romperlos y a

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arrojarlos a una cinaga como ofrenda a los dioses. La correlacin de avances
tcnicos entre los germanos y el ejrcito romano era de la misma naturaleza que la
que separaba a las huestes de matabeles y zules de las tropas britnicas del
siglo XIX[8]. Y aun as, era frecuente que las lanzas de los germanos no fuesen ms
que un palo aguzado de punta endurecida al fuego.
Por supuesto, Tcito exagera las admirables cualidades que exhiban los
germanos a fin de corregir la moral de los romanos de la poca. Sin embargo, cuando
describe la estructura de las instituciones sociales germanas hay otras pruebas que
confirman su relato.

EL IGUALITARISMO GERMANO
Existen datos arqueolgicos que respaldan la imagen que presenta Tcito, segn la
cual la sociedad germana era notablemente igualitaria. De entre los que pertenecen al
perodo en el que este autor escribe, son pocos los asentamientos descubiertos en los
que se observe el predominio de una vivienda determinada: al parecer, todos los
edificios debieron de ser poco ms o menos de las mismas dimensiones. Unicamente
despus de la poca de Tcito, una vez que el contacto con los romanos haba sido ya
bastante prolongado, comienza a apreciarse que los individuos acumulan riquezas y
se destacan del resto del clan instalndose en viviendas de superior calidad.
De manera similar, era poco frecuente atribuir titularidad privada a la tierra.
Segn Csar, todos los aos los cabecillas de los clanes repartan tierras entre las
diversas familias, y al ao siguiente redistribuan las parcelas de forma totalmente
distinta y entre personas diferentes. Csar sustenta la explicacin de este
comportamiento en varias razones. Sugiere en primer lugar que podra deberse al
deseo de impedir que las familias se encariasen en exceso con la tierra y adquirieran
as ms aficin por la agricultura que por la guerra. Sin embargo, el principal motivo
es, a su juicio, la procura de una sociedad ms igualitaria. Los magistrados y los jefes
asignan tierras de forma rotatoria a las familias del clan a fin de evitar que los
individuos se afanen por ampliar su territorio, ya que, de ocurrir esto, los ms
fuertes expuls[aran] a los ms dbiles de sus posesiones. La constante
reorganizacin de los recursos tambin impeda que surgiera el ansia de riquezas, de
donde nacen las banderas y los enfrentamientos, lo que permita a los jefes
mantener al pueblo en calma, al ver cada cual que sus bienes igualan a los de los
poderosos[9].
Tiene gracia que Csar hable de igualdad social! Los romanos vean en la
sociedad dos tipos de personas: hombres libres y esclavos. Y desde luego la relacin
entre unos y otros encuentra su fundamento en la propiedad. Entre los germanos no se
poda comprar ni vender a la gente, y en todo caso los individuos se hallaban

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obligados a cumplir determinados deberes algo que para los romanos de aquellos
aos resultaba tan chocante como el hecho de llevar pantalones.

El amo no se distingue del esclavo por el hecho de que al primero se le cre


con mayor delicadeza. Ambos crecen rodeados de los mismos rebaos y
duermen sobre el mismo suelo en tanto el hombre libre no alcanza la edad en
que se le distingue y se reconoce su mrito []. Y en cuanto a los dems
esclavos, no se les asigna, como es costumbre entre nosotros, distintas tareas
domsticas, sino que todos ellos se encargan de la organizacin de una casa y
poseen un hogar propio. El amo obtiene del esclavo una cierta cantidad de
grano, cabezas de ganado y vestidos, como hara con un aparcero, y ah se
detiene el lmite de la sujecin[10].

Este igualitarismo se reflejaba sobre todo en las instituciones polticas germanas.


El fundamento del poder poltico radicaba en la junta popular, en la cual trataban los
jefes, segn Tcito, las cuestiones menores, aunque las decisiones importantes
quedaban en manos del conjunto de la asamblea. Sin embargo, pese a que el
dictamen final siga estando en manos de la gente, siempre son los jefes quienes
debaten en profundidad el asunto[11].
A continuacin, Tcito nos explica que la independencia y la libertad del pueblo
hacen que resulte muy difcil poner de acuerdo a todo el mundo para reunirse en una
misma fecha y hora, as que a veces transcurran hasta tres das antes de poder dar
inicio a una asamblea. No obstante, una vez iniciada sta, son los sacerdotes quienes
se ocupan de encauzarla. Piden silencio y despus es el rey o el jefe quien, por lo
comn, toma primeramente la palabra, aunque si se le escucha se debe ms a que
tiene influencia y capacidad de persuasin que al hecho de estar investido del poder
de dar rdenes. Y al parecer, no existen prcticas serviles ni gestos de adulacin en
las conferencias populares germanas. Los asistentes tienen libertad de mostrar la
opinin que les merece el discurso del dirigente: Si sus juicios les disgustan, los
repudian con murmullos; si les satisfacen alzan sus picas[12].
Y es esa libertad de la gente, as como el hecho de que los poderes de que
disponen los jefes se hallen sujetos a tan estrictos lmites, lo que representa un
contraste tan marcado entre la sociedad germana y la romana. En la batalla, la
actuacin de los reyes y los cabecillas deba ser necesariamente ejemplar, mientras
que la capacidad de ejercer la coercin quedaba reservada por entero a los sacerdotes.
Estos soberanos no poseen un poder ilimitado ni arbitrario, y los generales
consiguen ms con el ejemplo que por medio de la autoridad. Si se muestran
vigorosos, si descuellan, si luchan en primera lnea, guan a los dems hombres por la
admiracin que despiertan en ellos. Pero slo a los sacerdotes se les permite
reprender, encarcelar e incluso azotar, y no como castigo ni por orden de un general,

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sino, por as decirlo, por mandato del dios que segn sus creencias inspira a los
guerreros[13].

LA POBREZA DE LOS GERMANOS


Csar crea firmemente que no haba punto de comparacin posible entre el nivel de
vida de los germanos y el de los galos: Ni la tierra de los galos puede compararse
con la de los germanos, ni el modo de vida de estos ltimos admite ser equiparado al
de los primeros[14]. Por supuesto, Csar tena buenas razones para establecer una
clara distincin entre galos y germanos, as como para fomentar la idea de que el Rin
era una autntica lnea divisoria (cosa que en realidad no era). Esas nociones le
permitan justificar la invasin de la Galia. Es obvio que los galos no constituan una
amenaza para Roma, pero Csar quera que la gente creyese que los germanos eran
muy distintos, salvajes y peligrosos. De hecho, los romanos tenan el deber de
proteger la Galia de sus incursiones! Por eso dice que aquellos hombres salvajes
y brbaros se aficionaron a los campos, la forma de vida y las riquezas de los galos,
[que] fueron muchos ms los que pasaron [y que] ahora haba en la Galia unos ciento
veinte mil[15].
Dado que tenan pocas posesiones (un hecho que se desprende claramente de los
datos arqueolgicos y se deduce asimismo del testimonio de los autores romanos), los
germanos podan desplazarse con gran facilidad. A Csar no le result difcil dar la
impresin de que representaban un desafo y de ese modo sent la necesidad de
defender Roma mediante la proteccin de la Galia.

[Csar] consideraba peligroso para el Pueblo Romano que los germanos se


acostumbraran poco a poco a cruzar el Rin y que llegaran en tropel a la Galia.
Y pensaba que aquellos hombres, salvajes y brbaros, no iban a abstenerse,
una vez ocupada toda la Galia, de pasar a la Provincia y desde all dirigirse
contra Italia como haban hecho antes los cimbros y los teutones[16].

Tcito observa que en Germania no haba asentamientos que se asemejaran a una


verdadera poblacin sino que nicamente se encontraban viviendas aisladas y
dispersas, con el aadido de que las construcciones no solan presentar ninguna
caracterstica notable. Cuidaban ganado, pero segn Csar sus reses eran enclenques
y [estaban] mal formadas, razn por la que las utilizaban como animales de tiro. En
todas las casas, los nios correteaban desnudos y mugrientos, circunstancia que, a
juicio de Tcito, terminaba proporcionndoles esa slida complexin y fornidos
miembros que tanto admiramos.
Los germanos se cubran con un manto y, si gozaban de una posicin acomodada,

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usaban pantalones un tipo de vestimenta que a Tcito se le haca extrasima:
llevan, dice, un atavo que no cae suelto, como el de los srmatas y los partos
[pueblos orientales que vestan una especie de calzones flojos], sino que se cie al
cuerpo y revela las formas de las extremidades. Tambin se percat de que a
mayor contacto con los romanos menor era el cuidado que ponan los germanos en su
forma de vestir. Tambin llevan pieles de animales salvajes; las tribus del Rin y el
Danubio se las colocan de forma negligente, mientras que las del interior las lucen
con mayor elegancia, ya que no pueden conseguir otra indumentaria a travs del
comercio.
Esto hace pensar en los pueblos indgenas de nuestros das, que se ataviaban con
sus prendas tradicionales hasta que, poco a poco, comenzaron a aparecer con
camisetas y gorras de bisbol. Adems Tcito, cuyo caso se asemeja tambin en esto
al de las tribus indgenas actuales, describe el momento en que toman contacto por
primera vez con el dinero y su valor.

No obstante, no me atrevera a afirmar que no haya veta alguna de oro o plata


en suelo germano, pues nadie ha realizado nunca prospecciones. Les importa
muy poco poseer o utilizar esos metales. Se pueden encontrar entre sus
pertenencias algunos recipientes de plata, pues sus embajadores y cabecillas
los reciben como presentes, pero se los emplea con la misma despreocupacin
que si fueran de barro. No obstante, las poblaciones fronterizas valoran el oro
y la plata, pues conocen su utilidad comercial, y estn familiarizados con
algunas de nuestras monedas, sabiendo preferir unas a otras[17].

Con todo, era preciso tomarse en serio a los germanos, pese a que no fuera
posible hacer dinero con ellos, pues eran enemigos sumamente peligrosos. En
Occidente, las palabras brbaro y germano terminaron siendo sinnimas.

HERMANN EL GERMANO
Hermann (a quien en lo sucesivo llamaremos Arminio) era un joven prncipe del clan
de los queruscos, una tribu que habitaba en una regin de Germania situada en los
alrededores de lo que hoy es Hannover. Sin embargo, para ser un gran hroe nacional
presenta un importante inconveniente: nadie sabe cul era su verdadero nombre. En
las fuentes clsicas se le llama Arminio, pero se es un nombre romano
probablemente una adaptacin latina de su apelativo querusco. A partir de la poca
de Lutero, los alemanes decidieron denominarle Hermann, pero este nombre se basa
en un concepto errneo de la etimologa de Arminio. Podramos conjeturar que quiz
respondiera por Erminameraz, pero dado que no es ms que una hiptesis, nos

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atendremos al nombre con el que le conocieron los romanos.
Los nacionalistas alemanes del siglo XIX convirtieron a Arminio en un hroe
porque es uno de los primeros cabecillas germanos identificables (y capaz de
despertar simpatas) del que se sabe que obtuvo una importante victoria militar frente
a los romanos. Es tambin un magnfico ejemplo del tipo de gol en propia puerta que
los romanos empezaron a encajar tan pronto como comenzaron a dedicarse a
proporcionar instruccin militar a los brbaros a fin de que combatiesen por ellos,
porque Arminio haba sido soldado romano.
Una vez que los romanos hubieron conquistado la Galia a mediados del siglo I
a. C., los ataques y las incursiones que realizaban los germanos, cruzando una y otra
vez la frontera del Rin, comenzaron a convertirse en un problema, y cabe pensar que
en una amenaza, as que Augusto pens que no tena por qu resultar demasiado
difcil civilizarles. A fin de cuentas, no eran ms que unos simples salvajes alojados
en chozas y carentes de cualquier cosa que pudiera asemejarse a una organizacin. El
de Germania era un territorio enorme en la geografa romana se extenda hasta el
Danubio por el sur y desde los Pases Bajos hasta la Rusia occidental por su extremo
norte, y sin embargo exista la teora de que crear en esa zona una nueva provincia
romana, a la que deba darse el nombre de Germania Magna, no tena por qu obligar
en modo alguno a una conquista militar.
Las ventajas de la civilizacin romana eran tan evidentes que el plan se
materializara con un mnimo empleo de la fuerza y grandes dosis de lisonjas y
sobornos. En el ao 12 a. C. un ejrcito atraves el Rin, libr unas cuantas
escaramuzas, realiz tratos con los cabecillas del lugar y termin llegando tres aos
despus al Elba, sano y salvo. Resultaba obvio que no poda obtenerse ningn
provecho econmico de los germanos, pero una vez que hubieron sido metidos en
cintura, se vio sin lugar a dudas que podan prestar tiles servicios militares. De
hecho, Augusto reclutaba a su propia guardia de corps montada entre los miembros
de una comunidad germana asentada en los alrededores de la cuenca baja del Rin, la
tribu de los batavos, debido a que desconocan el miedo y a que una vez que haban
jurado guardar lealtad personal a un jefe poda confiarse en ellos ms que en
cualquier romano.
Hubo un tiempo en que el ejrcito romano haba estado compuesto por
ciudadanos de las clases elevadas dispuestos a cumplir con su deber cvico, pero
ahora se haba convertido en una fuerza totalmente profesional y una buena parte de
sus efectivos no eran ya de origen romano. Las legiones siempre haban necesitado el
complemento de tropas auxiliares, pero hasta aquel momento sus miembros haban
sido reclutados principalmente entre las ciudades aliadas de la propia Italia. Ahora,
los integrantes de esas mismas tropas auxiliares salan de la poblacin brbara de
las provincias. Ms an, si prestaban servicio durante veinticinco aos podan incluso
convertirse en ciudadanos romanos.
Es posible que las cifras de soldados pasaran de los doscientos cincuenta mil

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hombres a los trescientos mil, un aumento que permiti que el ejrcito se ocupara
adecuadamente de las cada vez ms amplias fronteras que delimitaban el mbito de la
influencia romana. Sin embargo, tambin significaba al mismo tiempo que, en su
deseo de asimilar a sus enemigos, los romanos se afanaban diligentemente en la tarea
de proporcionar instruccin y equipamiento militar a los propios brbaros a quienes
trataban de mantener a raya. No resulta sorprendente que algunos brbaros intentaran
aprovechar la aculturacin en la que se vean sumidos a consecuencia del ascendiente
de los romanos y de lo que stos les enseaban. Y entre esos brbaros se encontraba
Arminio o Hermann, el germano.
El terruo de su familia debi de pasar a formar parte de la Germania Magna
siendo l muy nio. Se persuadi a su pueblo de que deba enviar a sus jvenes
guerreros al ejrcito, y en l sirvi por espacio de cinco aos, junto con su hermano
Flavo, probablemente entre los aos 1 y 6 d. C. Las oportunidades que se ofrecan a
los nuevos sbditos germanos de Roma eran enormes. En su condicin de hijo de uno
de los jefes, Arminio tena grandes posibilidades de recibir un trato especial. Se nos
dice que alcanz el grado de equites, lo que le converta en algo as como sir
Arminio, lo que significaba que el emperador debi de concederle la ciudadana
romana y tierras en Italia por valor, cuando menos, de unos cuatrocientos mil
sestercios cerca de cuatrocientos kilos de plata. Esa cantidad le proporcionara
una renta anual de veinte mil sestercios es decir, veinte veces la paga de un
legionario. Resulta sorprendente lo lejos que poda llegar en esa poca un joven
brbaro de elevada cuna.
Adems, la nueva provincia romana prosperaba razonablemente bien. Los
historiadores solan creer que la provincia de la Germania Magna era poco ms que
una fantasa de Augusto, pero en 1977 se descubri, al este del Rin, en Waldgirmes, a
unos cincuenta kilmetros al norte de Frncfort, una ciudad romana una autntica
poblacin civil, es decir, no un campamento militar. En su centro se hallaban una
baslica y un foro y en este ltimo destacaba la presencia de una estatua ecuestre
chapada en oro, presumiblemente de Augusto. El hallazgo sugiere que en esa urbe
vivan romanos de clases verdaderamente altas en compaa de germanos, lo que
indica que la nueva provincia debi de haber sido una realidad plenamente activa[18].
El hermano de Arminio abraz el sistema romano de todo corazn y se apunt a
la pelcula (si se me disculpa el anacronismo). Flavo continu su carrera de oficial en
el ejrcito romano, a diferencia de Arminio. ste aprendi todo cuanto necesitaba
saber acerca de las tcnicas militares, las armas y la organizacin romanas, y tambin
(lo que quiz revistiera idntica importancia) acerca de las formas en que reaccionaba
el ejrcito frente a las distintas variantes de ataque. Una vez hecho esto, regres
apresuradamente al seno de su propio pueblo. Desde luego, no dej de mostrarse
extremadamente corts con los romanos, y adems sigui hablando latn y diciendo
todo cuanto era correcto decir, pero nunca olvid su origen querusco.
Otro soldado romano que combati en numerosas campaas en Germania por esta

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misma poca consign por escrito sus peripecias, lo que no deja de ser un asombroso
golpe de suerte. En el ao 6 d. C., Veleyo Patrculo se hallaba a las rdenes del
ejrcito que Tiberio tena destacado en Panonia y, dado que Arminio tambin
formaba parte de ese mismo contingente, es muy posible que Veleyo le conociera
personalmente. Pese al hecho de que aquel hombre habra de terminar convirtindose
en un enemigo y de obtener ms de una victoria sobre los romanos, Veleyo nos
ofrece un retrato de brillantes colores: [Era] un hombre joven de noble cuna,
valeroso en la accin y de mente despierta que posea una inteligencia muy superior a
la del brbaro corriente; [] sus ojos y su rostro mostraban un ardiente espritu
interior[19]. El historiador Tcito, que escribe unos cuarenta aos despus de los
acontecimientos, reconoca que Arminio haba aprovechado bien la instruccin
romana: Los ejrcitos salen al combate con la misma confianza por ambas partes, y
no limitndose, como haba ocurrido antes entre los germanos, a ataques espordicos
y por medio de grupos dispersos; y es que en su larga lucha contra nosotros haban
aprendido a seguir a las enseas, a reforzarse con tropas de apoyo y a acatar las
rdenes de sus jefes[20].
Veleyo Patrculo parece haber sido asimismo muy consciente de la amenaza que
representaban los brbaros entrenados por los romanos, como el mismo Arminio.
Segn afirma, el ms peligroso de todos los pueblos germnicos era el de los
marcomanos de la Germania central, al que capitaneaba el carismtico y ambicioso
rey Maroboduo. Tambin Maroboduo haba aprendido la tctica militar en Roma, y
eso era lo que haca que resultara tan temible: El cuerpo de guardia que protege el
reino de Maroboduo, que ha adquirido, mediante constantes ejercicios, un nivel de
disciplina casi igual al romano, pronto habra de colocar al rey en una posicin de
poder que espantaba a nuestro mismo imperio[21].
Veleyo Patrculo nos dice que haba tenido el honor de acompaar al gran Tiberio
en la acometida militar que haba creado la Germania Magna. Las tropas romanas
haban invadido Germania, cruzado el ro Weser y penetrado seiscientos cincuenta
kilmetros, en un avance increble, en las tierras situadas ms all del Rin, hasta
enlazar con la flota anclada en el ro Elba. La propia flota haba llegado hasta all tras
navegar por un mar desconocido del que nunca antes habamos odo hablar. Qu
grandes hazaas!
Hacia el ao 8 d. C. no quedaba ya nada por conquistar excepto las tierras de
Maroboduo y sus marcomanos, aunque stos se haban asegurado la posesin de un
nuevo territorio en Bohemia. Dejando al margen esa regin, Roma era duea de
Germania, y todo lo que faltaba por hacer era imponer un poco de la ley y el orden
romanos y conseguir que los indgenas pagaran sus impuestos.
Sin embargo, las cosas no iban a desarrollarse de ese modo. En absoluto. Se
avecinaban acontecimientos terribles.

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ERMANOS 3, ROMANOS 0
GERMANOS 3, ROMANOS 0
Germania haba sido siempre un lugar pavorosamente fascinante para los autores
romanos. La vean como una tenebrosa y traicionera tierra de bosques y marismas
un mundo salvaje y despiadado. Cuanto ms violento es el Ocano [el mar del
Norte] que los otros mares y cuanto ms destaca Germania por la inclemencia de su
clima, tanto ms sobrepas en sorpresa y magnitud aquel desastre[22]. Y a ojos de
los romanos poda decirse lo mismo de los pueblos que habitaban la comarca: Quien
no los haya conocido, difcilmente creera el grado en que se une en los germanos
[] la habilidad y la terrible fiereza; se trata adems de una raza de mentirosos
natos[23]. Estamos por tanto en presencia de brbaros no aptos para los no
iniciados.
sta es la razn de que consiguieran embaucar a un ingenuo administrador
romano llamado Publio Quintilio Varo. Varo haba sido nombrado gobernador de
Germania en el ao 7 d. C., y se le haba encargado la misin de imponer la ley y el
orden, junto con la de recaudar los impuestos habituales. Tras quince aos de paz,
Augusto crea que los pueblos de Germania haban aceptado ampliamente su nueva
situacin, cuando en realidad el grado de aquiescencia era muy inferior al que l
haba dado por supuesto. Varo iba a proporcionar a Arminio una gran oportunidad de
alcanzar la fama. Varo, que no resultaba un hombre agradable, proceda de una cuna
ms noble que ilustre. Era de temperamento apacible y modales graves, y al ser
tambin un poco indolente, tanto en lo tocante al cuerpo como a la mente, se hallaba
ms habituado al solaz del campamento que a la accin de la batalla[24]. Varo haba
sido gobernador de Siria inmediatamente despus de la muerte de Herodes el
Grande[*], y al parecer se haba llenado los bolsillos. Lleg a esta rica provincia
siendo un hombre pobre, pero la abandon siendo l rico y pobre la provincia, dice
Veleyo Patrculo. Vaya, vaya: por fin un epigrama de un soldado metido a
historiador del que podamos estar orgullosos!
En su condicin de patricio y plutcrata, Varo era perfectamente consciente de
que apenas poda considerarse humanos a los brbaros de Germania hombres
nicamente por la apariencia de los miembros y la voz, pero supona que haban
entendido la idea de que los romanos merecan que les lamieran las botas de puro
agradecimiento. Por consiguiente, se present en el corazn de Germania como si lo
hiciera ante gentes que disfrutan de las bondades de la paz, as que en su calidad de
miembro del tribunal dedic ntegramente el tiempo de una campaa de verano a dar
audiencia y a observar los detalles propios de los procedimientos jurdicos[25].
Supuso asimismo que poda dar a los germanos el trato que les corresponda como
seres claramente inferiores, y un historiador posterior escribe, no sin agudeza, que la
arrogancia haba sido el germen de su propia aniquilacin: No slo daba rdenes a
los germanos como si de hecho fuesen esclavos de los romanos, sino que tambin les

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exiga tributo como a naciones conquistadas. stas eran demandas que los germanos
no podan tolerar[26].
Otro historiador romano de principios del siglo II d. C. se muestra an ms severo
al describir su forma de ser, ya que dice lo siguiente: y no menos que su crueldad
[los germanos] comenzaron a detestar el carcter licencioso y la soberbia de Quintilio
Varo[27]. Es una afirmacin que tiene todos los visos de ser cierta, especialmente si
tenemos en cuenta que, para sofocar una revuelta surgida en Judea, Varo haba
incendiado la aldea de Emas y crucificado a dos mil judos[28]. En materia de
crueldad institucionalizada a escala industrial, los romanos podan ensear un par de
cosas a los brbaros.
Con todo, no hay la menor duda de que los germanos dieron realmente a Varo
gato por liebre. Segn Veleyo, realizaron una increble maniobra de distraccin en la
que el gobernador se dej enredar sin sospechar nada, ya que entablaron toda una
serie de litigios judiciales ficticios con el nico fin de mantener a Varo ocupado en su
magistratura. Y cada vez que l fallaba diligentemente los casos, a la aparente
satisfaccin de todos, los germanos expresaban su gratitud por el hecho de que la
justicia romana zanjase aquellas disputas, afirmando que este mtodo, desconocido
hasta entonces, suavizaba su misma naturaleza brbara, y que las querellas que solan
dirimirse a espada llegaban ahora a su fin gracias al derecho[29].
Quienquiera que hubiese ideado la estratagema y pudo haber sido el propio
Arminio obr un milagro. Se estaba dando a Varo que no se encontraba en la
defendida zona de Waldgirmes, sino ms al este una falsa sensacin de seguridad.
Al final, Varo qued persuadido de estar actuando como un juez urbano que
administra justicia en el foro, y no como un general al mando de un ejrcito en el
corazn de Germania.
Para empeorar las cosas, hubo incluso un jefe querusco que le dio el soplo de que
le estaban tomando el pelo. El traidor era un hombre llamado Segestes, que haca ya
mucho tiempo que haba decidido unir su suerte a la de los romanos. Como haba
sido un colaborador de notable lealtad, Augusto le haba recompensado con la
ciudadana romana. Cabe suponer que era tambin beneficiario de otras
gratificaciones sustanciosas, dado que se opona firmemente a toda idea de rebelin
contra los romanos.
Segestes advirti a Varo de que, con independencia de lo amistosos y sumisos que
se mostraran sus coterrneos queruscos, en realidad estaban tramando su perdicin.
Durante un festn celebrado poco antes del levantamiento, Segestes lleg incluso a
sugerir que el gobernador romano deba arrestar a Arminio y a los dems cabecillas
queruscos entre los que se inclua a s mismo (presumiblemente para despejar
cualquier sospecha). Argumentaba que la plebe no intentara nada, si se quitaba
de en medio a los principales, y as l tendra tiempo para distinguir a los criminales
de los inocentes[30]. Pero Varo no le escuch: Era el destino quien guiaba los
planes de Varo y le mantena vendados los ojos del entendimiento []. Y as fue

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cmo Quintilio [Varo] se neg a dar crdito al aviso y sigui viendo en la aparente
amistad de los germanos la medida de su propio mrito, escribe Veleyo Patrculo,
quien aade sombramente: Y tras aquella primera advertencia, no hubo ya
oportunidad para una segunda[31].
Cuando llegaron a odos de Varo las noticias de que se haba producido un
alzamiento en el norte, se puso inmediatamente en marcha con sus tres mejores
legiones a fin de dar una leccin a los rebeldes. Pero la insurreccin no era ms que
un ardid. Mientras el gobernador romano avanzaba orgulloso al frente de sus hombres
por los espesos bosques de la cuenca alta del ro Weser, Arminio le tendi una
emboscada. El emplazamiento en el que se produjo el choque qued oculto a los ojos
de los arquelogos hasta el ao 1989, porque durante un gran nmero de
generaciones todos ellos haban supuesto que tena que haberse tratado
necesariamente de un ataque guerrillero en terreno frondoso, lo que significaba que
los salvajes se habran precipitado desde su escondite en los rboles y sorprendido as
a los desprevenidos legionarios. En realidad, se trat de un combate bien planeado y
se libr en un campo de batalla muy complejo en el que haba posiciones fortificadas
preparadas de antemano por los germanos.
Brbaro no era sinnimo de feroz ni de estpido. Arminio se haba empapado
de la estrategia y la tctica militar romanas y haba logrado convencer a sus hombres
de que deban actuar de forma planificada y con coordinacin, en vez de confiar en
los habituales y temerarios gestos de herosmo individual. El resultado fue
impresionante. Los brbaros de Arminio aplastaron, prcticamente hasta el ltimo
hombre, a tres legiones, junto con su general y la totalidad de sus oficiales y tropas
auxiliares, sin olvidar a la plana mayor: Debido a la negligencia de su general, a la
perfidia del enemigo y al rigor de la fortuna [] un ejrcito de bravura insuperable,
la primera de las falanges romanas por su disciplina, su vigor y su experiencia sobre
el terreno, qued exterminada casi por completo por el mismo adversario al que hasta
entonces haba degollado siempre como a simple ganado[32].
Por supuesto, estaba bien que los romanos pasaran a sus oponentes a cuchillo
como a simple ganado, pero que los brbaros hicieran lo propio con los romanos
era antinatural y profundamente chocante. Un hombre que ellos mismos haban
entrenado y educado haca probar a los romanos un poco de su propia medicina. Fue
una humillacin que jams olvidaran, y durante siglos los romanos despreciaron el
nombre de Varo. Abrumado por la enormidad de la catstrofe de que se haba hecho
responsable, tuvo al menos un rasgo de decencia (en opinin de los romanos): se
suicid. El enemigo, en su barbarie nos dice Veleyo, mutil su cadver, ya
que, tras quemarlo parcialmente, le cort la cabeza y se la entreg a
Maroboduo[33], quien se la envi a Augusto.
Cuarenta aos ms tarde, Tcito tiene la total certeza de que el desastre fren las
ambiciones de Roma en Germania, y los datos arqueolgicos le dan la razn. A partir
de aquel ao desaparecieron tanto la poblacin de Waldgirmes como la totalidad de

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los fuertes situados al este del Rin[34]. El historiador romano deja tambin
meridianamente claro que el objetivo de Roma era el sometimiento del mundo, y
admira a los germanos por haber ofrecido resistencia: Estaba fuera de toda duda que
el aniquilamiento de Quintilio Varo haba salvado a Germania de la esclavitud. []
Incluso brutos sin habla como aqullos haban recibido de la naturaleza el don de la
libertad, siendo adems el coraje la particular virtud de aquellos hombres. El cielo
favoreci al bando ms arrojado[35]. Las ondas de aquella conmocin recorrieron el
imperio, batieron con estruendo las puertas de la Ciudad Eterna e incluso vinieron a
estrellarse a los pies del propio emperador Augusto.
Segn el historiador Suetonio, la escandalosa derrota de Varo estuvo a punto de
hundir el imperio y de hecho, el descubrimiento de Waldgirmes y la comprensin
de que en la batalla no se haba perdido simplemente un puado de soldados, sino una
provincia entera, confieren un nuevo significado a esta afirmacin. Augusto orden
inmediatamente que se patrullaran las calles de Roma y puso en marcha otras
medidas de seguridad a fin de garantizar que la catstrofe no diera lugar a otros
levantamientos. Lleg incluso a despedir a su guardia personal batava. Lament
grandemente aquel revs escribir Din Casio doscientos aos despus no slo a
causa de los soldados que se haban perdido, sino tambin porque tema por las
provincias germanas y galas, y sobre todo porque tena el presentimiento de que el
enemigo poda atacar Italia y la propia Roma[36]. Suetonio dice lo siguiente: De
hecho se afirma que se tom tan a pecho la calamidad que durante meses no se
arregl ni el cabello ni la barba, y era frecuente que se golpeara la cabeza contra una
puerta y exclamara: Quintilio Varo, devulveme mis legiones!. Siempre
conmemor el aniversario de aquel mazazo y lo declar da de luto solemne[37].
Era tan grande la vergenza que nunca se aluda a la prdida de la Germania
Magna. Y a pesar de que al final se haya descubierto una poblacin abandonada en la
actual Waldgirmes, los romanos no han dejado ningn testimonio que nos indique
cul era el nombre que ellos le daban pese a que se tratase, presumiblemente, de la
capital de la Germania Magna. Nadie osaba decir que Roma haba perdido algo
ms que sus legiones.

EL COLABORACIONISTA Y EL DEFENSOR DE LA LIBERTAD


Resulta bastante curioso, pese a la magnitud de la victoria obtenida frente a Varo, que
Arminio no fuera proclamado inmediatamente jefe supremo e indiscutible de los
queruscos. An haba muchos germanos que consideraban que les resultaba ms
ventajoso colaborar con Roma que oponerse a ella. Y Segestes, el hombre que haba
tratado de notificar a Varo el inminente cataclismo, era uno de los cabecillas de esta
faccin.

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Naturalmente, haba participado junto a Arminio en el ataque contra Varo, ya que
de lo contrario habra levantado sospechas, pero sus simpatas siempre haban estado
del lado de sus propios intereses, es decir, con los romanos. Segestes se haba
convertido en el jefe de los queruscos que se enfrentaba a Arminio, y ahora la
rivalidad entre ambos hombres haba adquirido tintes personales. La causa era que
Segestes haba pasado a ser, contra su voluntad, suegro de Arminio, y la idea le
desagradaba profundamente. Segestes haba prometido a su hija Tusnelda con un
hombre al que, como cabe suponer, deba de juzgar apropiado. Sin embargo, haba
aparecido Arminio, y no slo haba robado el corazn de Tusnelda, sino que se la
haba llevado consigo y se haba casado con ella a pesar de las protestas del padre[38].
Parece que Arminio estaba realmente enamorado de la joven, y Tcito nos dice que la
propia Tusnelda demostr un nimo ms parecido al de su marido que al de su
padre[*]. Segestes y Arminio siempre haban procurado fines polticos diferentes,
pero ahora se detestaban al mximo el uno al otro.
Los romanos eran perfectamente conscientes de estas desavenencias. Al morir
Augusto, el sobrino del nuevo emperador Tiberio, Germnico, regres a Germania
para vengarse de los queruscos, y se propuso sacar todo el partido posible a la
disensin. As nos lo refiere Tcito: Y es que abrigaba la esperanza de que el
enemigo estuviese dividido entre Arminio y Segestes, ambos clebres, el uno por su
deslealtad para con nosotros y el otro por su fidelidad. Arminio era un agitador de
Germania; [y] Segestes inform a Varo en varias ocasiones [] de que se preparaba
una rebelin[39].
Germnico comenz a materializar su venganza contra los queruscos con el
exterminio de los catos, cuya capital destruy: Cay sobre [ellos] de una forma tan
imprevista, que todos los ms dbiles por razn de su edad o de su sexo fueron
capturados al momento y pasados a cuchillo[40]. Mientras tanto, Arminio se haba
hecho con el poder y haba puesto cerco a Segestes, quien llam en su auxilio a
Germnico. Est claro que Segestes era un aliado importante para Roma, puesto que
Germnico rescat y escolt al colaborador, quien cruz el Rin con un gran nmero
de parientes y varias mujeres de alto rango, entre ellas su hija Tusnelda, la mujer de
Arminio. No podemos explicar con claridad por qu aparece en compaa de
Segestes, pero tuvo que haber sido necesariamente separada de Arminio a la fuerza,
presumiblemente durante el tiempo que ste pas en prisin, pues haba sido
encarcelado por Segestes (segn ms tarde afirmar este ltimo). Segestes admite que
Tusnelda no se encontraba con l por propia voluntad.
Segn lo que puede leerse en las pginas de Tcito, Tusnelda parece ser una
mujer notable y decidida. All la tenemos, encinta y separada de su esposo, raptada
contra su deseo y llevada al campamento enemigo por su propio padre, un
colaboracionista y ni aun as pide clemencia. [N]o se present deshecha en
lgrimas ni con voz suplicante, sino con las manos juntas dentro de los pliegues de su
vestido, dirigiendo la mirada a su vientre de embarazada[41]. Resulta fcil imaginar

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que una mujer de su temple admirara a un hombre como su marido, el cabecilla del
movimiento independentista de su tierra, y que despreciara a su padre, espa y
confidente del enemigo.
El propio Segestes aparece en las pginas de Tcito, quien nos dice que era de
descomunal tamao y [no mostraba] miedo alguno [a los romanos] al tener en mente
sus amistosas relaciones[*]. Inmediatamente despus de haber sido presentado de
este modo, Segestes pronuncia un discurso interesado y perfectamente concebido,
segn la imaginacin de Tcito, para justificar su traicin:

Desde que el divino Augusto me concedi el derecho de ciudadana, he


elegido a mis amigos y mis enemigos segn vuestros intereses; no lo hice por
animadversin a mi patria (y es que los traidores resultan odiosos incluso a los
que son objeto de sus preferencias), sino por tratar de conducir al mismo fin a
romanos y germanos y por preferir la paz antes que la guerra. Pues bien, a
Arminio, raptor de mi hija e infractor del tratado que tena con vosotros, lo
llev acusado ante Varo, que entonces estaba al frente de vuestro ejrcito[42].

Germnico prometi conceder a Segestes y a su familia un territorio seguro en la


Galia. El hijo que Tusnelda dio a Arminio fue educado en Ravena. Tcito promete
contarnos de qu burla del destino fue vctima ms tarde[*] aquel nio, pero
finalmente no llegar a hacerlo.

EL CONTRAATAQUE DE ARMINIO
Arminio estaba, como es lgico, un poco harto de la conducta de Segestes. De hecho,
estaba ms que harto. Tcito dice que el rapto de su esposa y el ver sometido a
esclavitud al fruto de su vientre le haban vuelto loco[*]. Por consiguiente, hizo
rpidas gestiones entre los queruscos y les pidi que reanudaran la guerra contra los
romanos. La lectura de las palabras que Tcito pone en boca de Arminio resulta
conmovedora: [L]os germanos nunca encontraran justificado el haber visto varas,
segures[*] y togas entre el Elba y el Rin. Otros pueblos, por no tener conocimiento del
imperio romano, no haban experimentado los suplicios, no saban de tributos; ya que
se haban liberado de ellos[43].

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El soldado desconocido.
En esta lpida hallada en Xanten (junto al Rin)
puede verse a un centurin junto a sus dos libertos.
La inscripcin reza: A Marco Celio, hijo de Tito,
del barrio de Lemonia, en Bolonia, primer
centurin de la decimoctava legin, de cincuenta y
tres aos y medio. Cay en la guerra de Varo.
Puede que sus huesos estn aqu inhumados.
Erigida por su hermano Aelio, hijo de Tito de
Lemonia. Es de suponer que sus restos mortales
nunca pudieron ser identificados.

Con independencia de cules pudieran haber sido las autnticas palabras de


Arminio, lo cierto es que surtieron efecto. Germnico se alarm al constatar la
envergadura de la rebelin que se estaba organizando en su contra, as que lanz
ataques contra distintos frentes a fin de dispersar al enemigo. Una de las columnas
romanas, mientras se dedicaba sosegadamente a incendiar, pillar y aniquilar enemigos
en las tierras de los brcteros, encontr el guila de la legin decimonovena que
Varo haba perdido. Al final llegaron al bosque de Teutoburgo, donde seguan sin
sepultura los restos de Varo y sus legiones. Los supervivientes guiaban a los vivos
para que stos pudieran encontrar a los muertos, y segn Tcito: Despus de enviar
por delante a Ccina a inspeccionar [] llegan a aquellos lugares siniestros y
horrorosos de ver y recordar []. Y en el descampado haba huesos que
blanqueaban, diseminados o amontonados, segn hubieran cado huyendo o
resistiendo. Junto a ellos se encontraban trozos de flechas, patas de caballo y cabezas
[humanas] clavadas en los troncos de los rboles; en los bosques sagrados cercanos
[se vean] los altares brbaros en los que [los germanos] haban sacrificado a los
tribunos y a los centuriones de los primeros rdenes[44].
A lo largo de la campaa que se desarroll durante el ao siguiente tuvo lugar un
extraordinario encuentro. Tcito lo relata con tintes dramticos y resume los
sentimientos de zozobra que debieron de ser comunes en muchas de las familias
brbaras a medida que el imperio se abalanzaba sobre ellas. Nos dice que Arminio se
presenta a la orilla de un ro y pide permiso para hablar con su hermano Flavo, que se
encontraba en el campamento romano, en la otra ribera. Flavo haba perdido un ojo

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algunos aos antes mientras luchaba a las rdenes de Tiberio. Al llegar Flavo,
Arminio pide a su hermano que le diga

de dnde procede aquella deformacin de su rostro. Cuando le dio cuenta


del lugar y de la batalla, le pregunta qu premio haba recibido. Flavo alude a
los aumentos de sueldo, al collar, a la corona y a las otras recompensas
militares, mientras Arminio se mofa de tan vil pago por su esclavitud.
A partir de aquel instante comienzan a hablar cada uno de una cosa: el uno
de la grandeza romana y del poder del Csar, de la dureza de los castigos
impuestos a los vencidos y de la clemencia reservada para quien acude a
rendirse, y de que su esposa e hijo tampoco son tratados como enemigos
[ambos vivan ya prisioneros en Ravena]; el otro [Arminio] de las
obligaciones hacia la patria, de la ancestral libertad y de los dioses nacionales
de Germania, y de que su madre se une a las splicas; y le pide que no
prefiera ser un desertor y traidor a sus familiares y amigos, su pueblo al fin y
al cabo, antes que ser su general[45].

Tcito dice que a partir de ese momento la discusin empez a plagarse de


insultos y habra terminado en una pelea (pese a que los hermanos se encontraban en
orillas opuestas del ro) si Esterninio no hubiera sujetado a Flavo. Al otro lado se
poda ver a Arminio, amenazante y anunciando que habra lucha, [aunque], en efecto,
intercalaba la mayor parte de sus amenazas en latn. En el transcurso de la siguiente
noche, uno de los queruscos posiblemente el propio Arminio anduvo
merodeando por la empalizada romana lanzando pullas en latn a los soldados y
prometiendo a cada desertor una esposa, una parcela de tierra y un centenar de
sestercios.
Al estallar la batalla, la fortuna se inclin del lado de los romanos. Arminio
result herido, pero se embadurn el rostro con su propia sangre para evitar que le
reconocieran y se abri paso entre las filas de los arqueros romanos merced a la pura
fuerza fsica, ayudado por el mpetu de su caballo. Germnico afirm haber derrotado
a Arminio, pese a que no haba logrado eliminarle ni hacerle prisionero. Los romanos
quemaron cuanto encontraron, mataron a todo aquel que se interpuso en su camino,
embarcaron en sus naves y regresaron a casa.

EL TRIUNFO DE GERMNICO
Tiberio insisti en que su comandante se presentase en Roma y fuera recibido
triunfalmente por sus victorias sobre los germanos es muy posible que el
emperador se sintiese celoso por el hecho de que su sobrino estuviera cosechando

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demasiados xitos y adquiriendo una excesiva popularidad entre los soldados. Por
consiguiente, a pesar de que la guerra de Germania an no haba quedado
verdaderamente zanjada, Germnico vivi su ceremonia de triunfo el 26 de mayo del
ao 17 d. C. Fue un acontecimiento extraordinario.
Arminio debi de haberse sentido un tanto olvidado, ya que la solemne entrada de
Germnico en Roma no slo fue el gran suceso social del ao, sino que su esposa y
su hijo, al que nunca haba podido ver, se encontraban all, no en calidad de
espectadores, como puede comprenderse, sino en el desfile, junto a los dems
cautivos.
El gegrafo griego Estrabn escribi una crnica del triunfo poco despus de que
se hubiera celebrado. El castigo que se infliga a los queruscos por la astucia
demostrada al aniquilar las legiones de Varo era la humillacin pblica: Todos ellos
[los queruscos] sufrieron el escarmiento, lo que permiti que Germnico disfrutara de
un triunfo deslumbrante el tipo de triunfo en el que los ms clebres hombres y
mujeres del bando enemigo marchaban cargados de cadenas. Se encontraban entre
ellos Segimer, hijo de Segestes y cabecilla de los queruscos, y su hermana Tusnelda,
esposa de Arminio [] as como Tumelico, hijo de Tusnelda, de tres aos de edad
. Contemplaba el espectculo el architraidor Segestes en persona, obligado a
presenciar la deshonra pblica de sus propios hijos: Pero Segestes, suegro de
Arminio, que desde el principio se haba opuesto a los designios de su yerno y que,
aprovechando una ocasin propicia, le haba abandonado, se hallaba entre los
asistentes, como invitado de honor, en el triunfo que conmemoraba la victoria
obtenida sobre sus seres queridos[46]. Es posible que los romanos le estuvieran
recompensando por haber traicionado a su propia gente.

EL FIN DE ARMINIO
Parece que la oposicin de los germanos a Roma no era una simple expresin del
amor por la libertad; guardaba tambin relacin con su inconmovible negativa a
aceptar que una estructura ajena, ya fuese imperial o monrquica, viniese a sustituir
los arreglos sociales tradicionales de las tribus, con sus asambleas populares, su
legislacin y sus ceremonias de eleccin de jefes militares. Siempre que un cabecilla
pareca considerar escaso el poder de que disfrutaba y se propona convertirse en
soberano, los germanos comunes y corrientes se lo reprochaban. Y eso fue lo que en
ltimo trmino le sucedi a Arminio.
Tanto l como otros jefes castrenses haban hecho lo necesario para quitarse a los
romanos de encima, lo que significaba que ahora podan dedicarse a otros empeos
ms tradicionales, como el de guerrear entre s. As lo expone Tcito, de modo
bastante sucinto: con la partida de los romanos y al quedar libres de miedo a los

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extranjeros, por mantener la costumbre de su raza y en aquel entonces la competicin
por la gloria, haban dirigido las armas contra s mismos[47].
Una vez hubo dejado Segestes de obstaculizar su camino, el nico rival autntico
que tena Arminio entre los miembros de los otros clanes era Maroboduo, quien por
esta poca se encontraba a la cabeza de un conjunto de pueblos reunidos bajo una
misma denominacin colectiva: los suevos. Parece que se trataba de un caudillo
engredo y ambicioso, pero formidable. Veleyo Patrculo nos dice que era un
hombre de noble familia, de fornidos miembros y nimo intrpido, brbaro por su
origen, mas no por su inteligencia. Impuso la disciplina romana a sus propias
huestes, que en sus mejores tiempos lleg a contar con unos setenta mil soldados de
infantera y cuatro mil de caballera.
Y adems, segn Veleyo, acariciaba la idea de hacerse con un imperio seguro e
investirse del poder monrquico[48]. De hecho, utilizaba el ttulo romano de rex.
Desde luego, los romanos se enorgullecan de detestar a los reyes (sa haba sido la
razn de que se asesinara a Csar cuando daba muestras de querer ceir una corona),
as que es posible que se haya dado una interpretacin romana a las explicaciones de
los hechos que han llegado hasta nosotros, incluso a la de Tcito: Maroboduo era
odiado entre los suyos por haber tomado el nombre de rey, y Arminio, como luchaba
por la libertad, disfrutaba de su favor. Pues bien, no slo los queruscos y sus aliados,
los soldados veteranos de Arminio, tomaron las armas, sino que incluso los pueblos
suevos del reino de Maroboduo, los semnones y los lombardos se pasaron [al bando
de Arminio[49]].
Maroboduo termin enviando un SOS al emperador Tiberio en el que solicitaba
su ayuda para luchar contra Arminio, el enemigo del imperio. Era la iniciativa de un
hombre desesperado, y Tiberio le record, con toda la razn, que Roma ya haba
requerido el apoyo de Maroboduo en sus luchas contra los queruscos y que, sin
embargo, ste les haba dado la espalda, as que, qu motivo podan tener los
romanos para respaldarle a l ahora? Al final, Maroboduo solicit asilo poltico.
Tiberio le asegur que sera bienvenido y que podra marcharse cuando lo
considerase oportuno, pero le denunci ante el Senado, afirmando que se trataba de
una de las mayores amenazas que se cernan sobre Roma. El germano pasara los
dieciocho aos siguientes en Ravena, convertido en prisionero mimado, y all lleg
a viejo con una reputacin muy mermada a causa de su excesivo afn de vivir[50].
Despus de aquello, parece que se esfum en Arminio el desagrado que hasta
entonces le haba inspirado la idea de la monarqua, ya que comenz a poner todo su
empeo en crear un reino germano que le permitiera amilanar a Roma. Sin embargo,
descubri que los germanos no estaban dispuestos a someterse a nadie, ni siquiera a
su persona. Y puesto que los romanos se haban retirado de la Germania Magna, daba
la impresin de que el pueblo no tena por qu entregar su independencia a nadie, ni
siquiera a un jefe supremo de su propia sangre. Por lo dems Arminio escribe
Tcito encontr oposicin en la libertad de su pueblo; combatido con las armas,

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despus de luchar con irregular fortuna, cay vctima de las trampas de sus amigos.
En otras palabras, le asesinaron.
Tcito nos ha dejado una valoracin muy generosa de Arminio, y sus palabras
muestran el grado de impacto que causaron en sus enemigos su personalidad y su
carrera: [A]utntico liberador de Germania, que provoc no al pueblo romano de la
primera poca como haban hecho otros reyes y caudillos, sino a su poderossimo
imperio; obtuvo resultados inciertos en las batallas, pero no fue vencido en la guerra.
Su vida dur treinta y siete aos, estuvo doce en el poder y es cantado an entre los
pueblos brbaros[51]. Un digno hroe nacional para Alemania. Si al menos
supiramos su nombre

UNA LECCIN BIEN APRENDIDA


Tras abandonar la Germania Magna, el emperador Augusto comprendi que no era
buena idea continuar de manera indefinida la expansin de las fronteras del imperio.
En consecuencia, aconsej a su sucesor, Tiberio, que las mantuviera entre los lmites
naturales formados por el Rin, el Danubio y el ufrates[52]. Dijo tristemente que
esforzarse por conseguir un beneficio pequeo con costosos recursos era como pescar
con un anzuelo de oro, pues no habra captura que pudiera compensar la prdida de
ste, si llegaba a ser arrastrado[53].
Sin embargo, el imperio precisaba seguir metiendo nuevas presas en el morral. De
lo contrario, los gastos provocados por el sostenimiento del sistema militar creceran
sin que hubiera nuevas conquistas que los contrarrestasen, y Roma se encaminara a
la bancarrota.
Britania, invadida en el ao 43 d. C., result no ser una gran fuente de riquezas.
No obstante, por fortuna para Roma, exista an otra tierra que prometa pinges
beneficios a cualquier emperador capaz de hacerse con ella. Ahora bien, esta vez no
se realizara ningn descabellado intento de civilizar a sus habitantes. Simplemente se
les eliminara.

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6

La Dacia y el mundo perdido

R oma tena un corazn de piedra. Justo en medio de Roma hay un monumento


imperial erigido por el Senado a principios del siglo II d. C. en honor del
emperador Trajano. Es un objeto misterioso. Pese a que lleve casi dos mil aos en el
centro de la ciudad, en realidad no comprendemos su significado. Sin embargo, lo
que s sabemos es que conmemora los despiadados procedimientos que Roma
empleaba a gran escala.
La parte baja de la Columna de Trajano, que es la que la mayora de la gente logra
observar con detalle, invita al extranjero de paso a contemplar el rostro civilizado de
la sociedad romana. Toda una serie de dignos estadistas conversan con sus esposas e
hijos en una sosegada escena de sobrio jbilo. No obstante, si miramos algo ms
arriba (para lo cual necesitaremos unos prismticos), comenzamos a vislumbrar la
realidad que se oculta tras el poder la muerte y la destruccin de la guerra
representadas en miles de imgenes de gran realismo. Se acuerda del emperador
Augusto y del disgusto que le produjo el hecho de que Varo hubiera perdido sus
legiones? No se trataba de ningn sentimentalismo. Augusto quedaba impvido ante
la muerte, como l mismo dej bien claro en el Templo de Ankara (Turqua) que est
dedicado a su persona. En la actualidad los muros del edificio se derrumban,
carcomidos por la polucin, pero en ellos se encuentra la descripcin que el propio
Augusto nos brinda de sus hazaas: Tres veces celebr juegos con gladiadores en mi
propio nombre, y cinco en nombre de mis hijos o nietos, y en ellos combatieron a
muerte unos diez mil hombres.
Los brbaros germanos nunca llegaron a perpetrar una salvajada que pudiera
compararse con sta. La sed de sangre, la diversin consistente en asistir a un
espectculo en el que una serie de hombres se mataban unos a otros constitua una de
las caractersticas singularmente romanas. Arminio y sus seguidores haban
masacrado a las legiones porque sa era la nica posibilidad que tenan de defender
sus tierras, su sociedad, su modo de vida y les dio resultado. Pero los romanos
provocaban matanzas de personas por el puro placer de contemplar la sangre.
Decoraban sus viviendas con lujosos mosaicos en los que aparecan representados
unos brutales combates de gladiadores que ellos mismos haban patrocinado, y se
reunan a millares para ver a los criminales despedazados por animales salvajes
expresamente cazados y enviados por barco a Roma con ese fin.
Disfrutar con la contemplacin del sufrimiento y la muerte de otros seres

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humanos era la esencia misma de la identidad romana. Y apreciaban en particular la
visin de la agona y el fallecimiento de los brbaros y no slo de los brbaros,
sino tambin de otros monstruos venidos del despiadado mundo de allende sus
fronteras. Eso es precisamente lo que se encargaban de evocar los atuendos de los
gladiadores. stos eran tipos estndar: haba brbaros tracios; esedarios, equipados
con los pertrechos de los conductores de carro celtas; mirmillones, vestidos con
figuras que recordaban a los monstruos marinos; andbatas, protegidos por corazas,
como los persas, etctera. Cuando el emperador Nern culp del gran incendio de
Roma a los seguidores de la nueva religin los cristianos decidi aplicarles un
castigo que a su juicio satisfaca el requisito de resultar convenientemente
entretenido. Segn Tcito, unos cuantos cristianos fueron cubiertos con pieles de
animales salvajes y despus arrojados a los perros, que los destrozaron, mientras que
otros quedaron transformados en antorchas humanas, pues se les prendi fuego al
oscurecer para que remplazaran la luz diurna. Los historiadores sugieren que Tcito
se limitaba a repetir los relatos exagerados que haban difundido los enemigos de
Nern, pero lo importante es el hecho de que semejante historia resultara creble. La
gente asociaba a su emperador con un grado de horror totalmente comparable al de
Auschwitz y quiz peor. Si estaban dispuestos a dar crdito a un relato que
afirmaba que el emperador haba prendido fuego a toda una serie de hombres y
mujeres vivos, despus de haberlos clavado en postes y de haberlos empapado en
aceite a fin de iluminar un espectculo, era porque el pblico disfrute de la tortura, ya
que constitua una parte inseparable de la estructura del Estado en el que vivan. Los
gritos de agona eran un elemento ms de la diversin.
La implacable brutalidad, la completa indiferencia frente al padecimiento humano
y el goce con la contemplacin de la tortura no eran caractersticas brbaras, sino
romanas. Y los romanos se enorgullecan de ello. Tanto la guerra como la celebracin
de triunfos, el degello de decenas de miles de personas y el desfile de prisioneros y
despojos, as como la esclavitud y el asesinato pblico de los cautivos, eran
elementos relevantes para la dignidad de los emperadores. Augusto se ufanaba de su
clemencia, pero no por ello resultaba menos sanguinaria su conducta. En el muro del
templo que hemos mencionado antes el emperador afirma lo siguiente: En todo el
mundo he librado numerosas guerras por tierra y por mar, tanto en Roma como en el
extranjero. En el caso de los pueblos forneos a los que poda perdonarse sin peligro,
prefer la conservacin al exterminio. El exterminio es decir, el genocidio era
una posibilidad a tener en cuenta, obviamente. Y en ocasiones se converta en la
opcin predilecta.

GENOCIDIO

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Muchas de las imgenes de la Columna de Trajano muestran a los romanos absortos
en la matanza de dacios. Resulta irnico que haya llegado hasta nosotros una
iconografa tan abundante de un pueblo brbaro del que por lo dems sabemos muy
poco. La columna conmemora la campaa que realiz Trajano entre los aos 101 y
106 d. C., campaa que le llev a invadir el reino de Dacia y a aniquilar la totalidad
de la nacin dacia. O eso les gustaba creer al menos a los romanos.
Hoy, algunos historiadores se muestran reacios a conceder a Trajano el honor de
haber perpetrado un genocidio perfecto. Dichos estudiosos sealan la existencia de
inscripciones y documentos escritos que indican que el nmero de dacios que
lograron eludir el holocausto romano fue suficiente como para garantizar una cierta
continuidad entre aquella poca y la actual, y que lo que queda del territorio de Dacia
recibe ahora el nombre, no sin sarcasmo, de Rumana. Existe constancia, por ejemplo,
de que al menos doce unidades de tropa dacias fueron enviadas posteriormente a
distintas regiones del imperio romano muchas de ellas, segn los datos
arqueolgicos, a Britania y lo que es ms, el remate de la propia Columna de
Trajano muestra el relieve de unos dacios que vuelven a apacentar tranquilamente sus
ovejas en un paisaje desierto.

Las cosas que hacan feliz a Trajano.


Las escenas de matanzas que aparecen
representadas en la Columna de Trajano no eran lo
que se dice porttiles, as que Trajano hizo circular
su imagen de matador de dacios en las monedas.
En la que aqu vemos, que lleva la inscripcin
SPQR OPTIMO PRINCIPI Gobernante
supremo del Senado y el pueblo de Roma, se
observa a Trajano dedicado a alancear
animadamente a un dacio, como si se tratara de una
partida de caza.

El inconveniente es que en la antigua Roma era del dominio pblico que Trajano
haba liquidado a los dacios. El mdico del emperador, Critn, afirmaba que Trajano
haba culminado tan esplndidamente su tarea que no haban quedado ms que
cuarenta dacios eso es al menos lo que el escritor Luciano dice que dijo. De
hecho, Critn compuso una crnica de las aventuras que vivi en la Dacia junto a
Trajano, pero el libro se ha perdido, y es posible que Luciano, que era un ingenioso
autor satrico, hubiera empleado aqu una hiprbole cmica para dejar claro el asunto.
No obstante, los autores posteriores siguieron dando pbulo a la idea. Entre ellos
figura incluso el emperador Juliano (ms conocido como Juliano el Apstata), quien,

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en una de sus obras, imagina que Trajano proclama: Con mis solas manos he
derrotado a los pueblos que habitan ms all del Danubio y he acabado con las tribus
de los dacios[1]. El historiador del siglo IV Eutropio dej escrito que una vez
doblegada la Dacia todo cuanto qued fue una tierra balda que Trajano repobl ms
tarde con gentes tradas de distintos lugares del imperio. Trajano asent en los
campos y en las ciudades a ingentes cantidades de personas de todo el orbe romano,
puesto que la Dacia se haba quedado sin hombres tras la larga guerra[2].
Dado que se trata de un relato muy difundido, bien pudiera suceder que la imagen
que corona la Columna de Trajano no represente el regreso de los dacios a su tierra
natal, sino la repoblacin de la comarca vaca por los colonos romanos. No obstante,
se ha sugerido tambin que esas tallas finales podran corresponder al realojo de los
ltimos dacios en alguna zona del imperio.
Y si de lo que hablamos es del despliegue de dacios en el ejrcito romano,
tambin eso podra considerarse un sntoma de que fueron muy pocos los varones
dacios a los que se permiti permanecer en el pas tras la campaa. Otro escritor,
basndose en la informacin que obtiene de la crnica de Critn, pretende que
Trajano alist en el ejrcito romano a un milln de dacios. Pese a que probablemente
se trate de una exageracin, el aserto indica que los romanos estaban decididos a no
dejar que quedaran muchos hombres en el terruo dacio un hecho que Eutropio
confirma[3].
Una arqueloga, Linda Ellis, lo describe como una especie de Ao Cero en el que
los romanos barrieron la Dacia y levantaron en ella una nueva civilizacin, como si se
tratara de una terra nova. Las tradiciones dacias no tuvieron continuidad, ni en lo
religioso ni en lo econmico ni en lo poltico, as que la civilizacin dacia qued
literalmente borrada de la superficie de la Tierra y fue sustituida por un nuevo orden
romano. Ya eliminaran o no a la totalidad de la poblacin, los romanos hicieron un
minucioso trabajo al lograr que la cultura y la identidad dacia desaparecieran del
mapa.
Los dacios, por tanto, tienen el honor de ser una de las pocas naciones del planeta
cuya aniquilacin haya quedado tiernamente registrada en imgenes y transmitida de
este modo a la posteridad. As pues, hemos de preguntarnos: eran realmente tan
brbaros?

UNA CIVILIZACIN PERDIDA


Resulta un tanto difcil saber quines eran los dacios, dado que los romanos
consiguieron erradicar a tal punto su sociedad[4]. La conquista de Trajano del ao 106
d. C. culmin con el suicidio del rey dacio Decbalo y con la huida de la mayor parte
de los supervivientes al otro lado de la cordillera de los Crpatos. La nueva provincia

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romana, la Dacia trajana, era un Estado militar gobernado por un general y ocupado
por tropas romanas alojadas en acantonamientos recin creados. Se trajo hasta la zona
a toda una poblacin nueva, compuesta principalmente por esclavos, a fin de labrar la
tierra y explotar las minas. Incluso la lengua de los dacios se esfum. Todo cuanto
queda de ella son unos cuantos nombres propios y una lista de plantas.
A no ser que sea usted rumano, lo ms probable, por tanto, es que nunca haya
odo hablar de los dacios. De hecho, es posible que le asombre saber que fue una de
las grandes civilizaciones del mundo antiguo y que sus miembros seguan las
enseanzas de un cabecilla religioso a quien un historiador griego compar, por su
importancia, con Moiss. El mundo de los dacios, con todos sus logros y doctrinas, se
haba desvanecido como si nunca hubiera existido. Gracias a Roma.
Tomando como base las imgenes que ya hemos mencionado de los brbaros
dacios que aparecen en la Columna de Trajano, nunca adivinaramos que su reino fue
uno de los ms prsperos de Europa. Antes de que los romanos les libraran de tan
dura tarea, los dacios haban sido unos magnficos artesanos de la metalistera un
oficio que quizs aprendieran del gran nmero de celtas que integraban una parte
sustancial de la poblacin[5]. Y adems tenan una profusin de metales preciosos
con los que trabajar.
La nica pista que nos proporciona la Columna de Trajano se reduce a unas
cuantas instantneas en las que se observa el botn que se llevaron los romanos: un
tesoro legendario de valor muy superior a lo que se precisaba para sufragar el coste
de la guerra. Un autor del siglo VI[6], que cita a Critn, afirma que el tesoro estaba
compuesto por 1650 toneladas de oro y 3310 toneladas de plata, a lo que hay aadir
toda una serie de objetos de valor incalculable. Quiz se trate de una exageracin,
pero aun as debi de tratarse de una suma enorme. Y no resulta extrao, ya que la
Dacia posea abundantes cantidades de oro, plata y hierro. Los dacios ya explotaban
esos ricos yacimientos mucho antes de que les invadieran los romanos. Por ejemplo,
se ha estimado que la fecha de los maderos que apuntalan una de las minas
descubiertas se remonta al siglo III a. C.
La Dacia no slo era rica, sino que en trminos sociales se hallaba en un plano de
igualdad con Roma. Se trataba de una sociedad notablemente desarrollada que, en
distintos momentos de su historia, haba dado una serie de gobernantes poderosos que
haban creado una confederacin capaz de desafiar a Roma.
Desde el punto de vista moderno, resulta fcil imaginar un ejrcito romano de
tecnologa inmensamente superior a la de las falanges de los atrasados brbaros que
les rodeaban. Pero lo cierto es que las cosas no eran en absoluto de ese modo. Con la
posible excepcin de la artillera, los pertrechos de aquellos brbaros eran de eficacia
igual a los de los romanos, y en un mbito en particular el de la metalurgia
resultaban ser mejores en algunas ocasiones.
Los dacios tambin haban comerciado con los romanos desde el siglo II a. C., y
sus vnculos con Grecia se remontaban incluso a pocas anteriores. No eran en modo

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alguno un puado de salvajes atrasados y solitarios. Contaban con una aristocracia
culta, y al igual que los celtas, empleaban en su lengua los alfabetos griego y romano.
Llevaban ciento cincuenta aos acuando moneda propia y fabricaban elegantes
objetos de cermica capaces de adornar cualquier hogar refinado.
Su regin les proporcionaba frtiles tierras de labranza y se sentan lo
suficientemente seguros como para construir ciudades no totalmente rodeadas por
muros de proteccin. Los asentamientos dacios se caracterizaban por situar en el
centro una pequea ciudadela fortificada, mientras que las zonas dedicadas al culto
religioso y a la actividad industrial se situaban extramuros. Las recientes
excavaciones han revelado la existencia de elaboradas construcciones dacias en los
montes de Transilvania, y se observa que los edificios han sido realizados con
tcnicas similares a las empleadas por los griegos, aunque sus inmuebles se
diferencien claramente de los suyos. Los dacios empleaban bloques de piedra caliza
que transportaban a veces por espacio de veinticuatro kilmetros por carreteras bien
trazadas pese a la extrema dificultad del terreno que deban salvar. Incluso en una
poca tan remota como la del siglo I a. C., hubo un poderoso gobernante dacio, que
probablemente respondiera al nombre de Burebista, que viva en un palacio que
alardeaba con orgullo de sus caeras de agua y estaba rodeado por varios anillos
fortificados. La desaparicin del alczar, sin embargo, fue tan completa, que hasta
fecha muy reciente nadie ha sido capaz de indicar siquiera con seguridad el lugar de
su emplazamiento.
Burebista fue el primer gobernante que uni a los dacios en una confederacin y
el primero tambin que impuso su autoridad a las diversas comunidades de la zona.
Someti a su mando a los pueblos vecinos y, segn Estrabn, empez a gozar de un
poder formidable, incluso a ojos de los romanos.

UNA RELIGIN OLVIDADA


Estrabn dice que Burebista era un jefe carismtico y despiadado, aunque lo
suficientemente refinado como para comprender que el respaldo de la religin y las
castas sacerdotales contribua muy notablemente a realzar todo poder poltico: Le
ayudaba a garantizarse la completa obediencia de su tribu su coadjutor Decaneo, un
mago, un hombre que no slo haba recorrido Egipto, sino que tambin haba
profundizado en ciertas artes de prognosis gracias a las cuales se pretenda capaz de
conocer la voluntad divina, de modo que al poco tiempo fue elevado a la categora de
dios[7]. Se trata de una religin notable, ya que haba nacido entre los propios
dacios.
En las cumbres montaosas se encontraba el santuario de los sacerdotes de
Salmoxis (o Zalmoxis). Segn los griegos, Salmoxis haba sido discpulo de

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Pitgoras[8]. Estrabn dice que era esclavo del matemtico[*]. Pas algn tiempo en
Egipto una estancia obligatoria en el mundo clsico para cualquiera que quisiese
hacer carrera en el terreno de la invencin de religiones y al regresar a su patria
chica dacia fue agasajado con gran entusiasmo por los gobernantes y las gentes de la
tribu, pues tena la facultad de realizar predicciones fundndose en la interpretacin
de las seales del cielo. Al principio, Salmoxis no era ms que el sacerdote del
principal dios dacio, pero conforme fue pasando el tiempo, el mismo Salmoxis
empez a ser venerado como un dios. Viva como un ermitao en una cueva[*], donde
slo reciba las visitas del rey y sus ayudantes.
Estrabn ofrece a continuacin un anlisis de la relacin entre Salmoxis y el rey
en la que explica de qu modo procedi Burebista para unir la religin y la poltica y
beneficiarse de dicha asociacin. Desde luego, la utilizacin de la religin como
elemento con el que impulsar la poltica an sigue vigente en la actualidad. Est claro
que Burebista era un experto en la materia.

El rey cooperaba con l porque vea que de ese modo el pueblo le prestaba
mucha ms atencin que antes, pues la gente crea que los decretos que
promulgaba concordaban con el parecer de los dioses. Esta costumbre ha
perdurado y an se observa en nuestra poca, pues siempre ha sido posible
hallar a algn hombre de ndole tal que pese a no ser en realidad ms que un
consejero del rey, reciba entre los getas [es decir, los dacios] la consideracin
de un dios[9].

Salmoxis parece haber gozado de una reputacin similar a la de Buda, quien era
contemporneo, ao por ao, de Pitgoras (se cree que ambos vivieron entre 560 y
480 a. C.). Sin embargo, el budismo se ha perpetuado y la religin de Salmoxis no
los romanos se hallaban muy lejos de la India y dolorosamente cerca de la Dacia.
Haba un santuario, pero no estatuas de los dioses, y tampoco altares o prcticas
sacrificiales. Un coetneo griego de Csar, Diodoro de Sicilia, sostiene que Salmoxis
fue uno de los tres grandes filsofos no griegos (los otros dos eran Moiss y el persa
Zoroastro), pero no sabemos prcticamente nada de sus enseanzas. Lo que s
sabemos es que afirmaba que el alma es inmortal. Segn Platn, que escribe en torno
al ao 380 a. C., Salmoxis mantena que la enfermedad era consecuencia de un
desequilibrio del cuerpo. sta sera la causa de que se les escapasen muchas
enfermedades a los mdicos griegos: se despreocupaban del conjunto, cuando es esto
lo que ms cuidados requiere, y si ese conjunto no iba bien, era imposible que lo
fueran sus partes. Pues es del alma de donde arrancan todos los males y los bienes
para el cuerpo y para todo el hombre; como le pasa a la cabeza con los ojos. As pues,
es el alma lo primero que hay que cuidar al mximo, si es que se quiere tener bien a
la cabeza y a todo el cuerpo. El alma se trata, mi bendito amigo, con ciertos ensalmos

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y estos ensalmos son los buenos discursos, y de tales buenos discursos, nace en ella la
sensatez[10].
Para hacernos una idea del enorme poder que consegua Burebista con esta unin
de la religin y la poltica, Estrabn nos dice que logr atajar el problema del
alcoholismo, que haca estragos en su pueblo, persuadiendo a sus sbditos de que
arrancasen las vides y se acostumbrasen horror de horrores a vivir sin vino!
Brbaros abstemios? Obviamente la palabra brbaro no significa en absoluto lo
que solemos suponer.
Burebista era tambin lo suficientemente inteligente como para comprender que
la rutilante estrella de Julio Csar constitua una amenaza potencial, aun en el
supuesto de que Csar todava se hallaba enfrascado en la lucha por la obtencin del
poder en Roma. Y todo esto en una poca en la que Csar no era an un ttulo
solemne, sino nicamente un nombre propio que significaba, cosa muy curiosa, el
de cabellos largos; ya sabe, como los brbaros.
En todo caso, la preocupacin que causaban en Burebista las ambiciones de Csar
bast para que el rey se decidiera a enviar un mensaje al archienemigo de Csar,
Pompeyo, a quien ofreci apoyo militar a cambio de que Roma reconociera su reino.
Un cabecilla brbaro prestndose a intervenir en una guerra civil romana? Una vez
ms, la palabra brbaro parece dar un vuelco a su presunto significado.
Al final result que el ofrecimiento de Burebista llegaba demasiado tarde y que
Csar ya se haba hecho con el poder en Roma, lo que debi de provocar cierta
intranquilidad en el rey dacio. Tras haberse declarado partidario de Pompeyo y
contrario a Csar tena que saber necesariamente que este ltimo le habra colocado
en el primer puesto de su particular lista del Eje del Mal. Csar ya haba conquistado
la Galia y puesto en el poder en el sur de Britania a gobernantes que formaban parte
de sus clientes la Dacia y Burebista eran su prximo objetivo.
No obstante, Csar fue asesinado antes de poder actuar y lo mismo le sucedi a
Burebista (en lo que quiz fuera una especie de divina simetra). La confederacin
dacia se desmembr, y habran de pasar cien aos ms antes de que otro poderoso
dominador lograse unir las fuerzas de la Dacia para volver a plantar cara a Roma.
Mientras tanto, sin embargo, la desunin poltica no trajo consigo ninguna vuelta a la
barbarie ni a otra incivilizada situacin por el estilo. Se dice que el gran emperador
Augusto haba prometido a su hija de cinco aos con un jefe dacio, y supuestamente
el propio Augusto se habra mostrado interesado en casarse con la hija de aquel
hombre.
Sea cierta o no esta historia, nos da una idea de la notable igualdad que exista a
los ojos de los contemporneos entre las sociedades romana y dacia. Fuese cual fuese
el propsito de Trajano al aniquilar a los dacios, no estaba librando al mundo de un
nido de ignorantes salvajes.

DECBALO Y EL LOCO DOMICIANO


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DECBALO Y EL LOCO DOMICIANO
Es probable que el siguiente caudillo carismtico de la Dacia, un siglo despus, no
fuera dacio. Segn parece, en la segunda mitad del siglo I d. C., los dacios de la zona
pasaron a convertirse en una minora, superados en nmero por los celtas, los iranios
y los bastarnos (un pueblo del extremo ms oriental de Germania). Por consiguiente,
fuera cual fuese el origen tnico de Decbalo, no debe extraarnos que llevara un
nombre que no era dacio[11].
Decbalo era un astuto cabecilla guerrero que se revel capaz de reunir todos
aquellos elementos demogrficos dispares y forjar de ese modo una nica y bien
trabada fuerza militar. Segn Din Casio, Decbalo era un lince para las cuestiones
relacionadas con la tctica blica y tena asimismo buen ojo para salir victorioso en
las guerras. Saba juzgar con perspicacia qu momento era bueno para atacar y en
cul resultaba preferible replegarse. Era un experto en el arte de tender emboscadas y
un maestro de las batallas en campo abierto. Adems, no slo saba cmo sacar
partido a un triunfo, sino asimismo cmo gestionar adecuadamente una derrota[12].
Tambin se llev a su reino a un considerable nmero de expertos militares trados
del lugar ms obvio: ofreci condiciones atractivas a los legionarios romanos que
sentan ganas de cambiar de bando y aquellos desertores terminaron convirtindose
en la espina dorsal de su formidable ejrcito. Se haba hecho con la mayor y ms
aguerrida parte de sus huestes mediante la persuasin: as atrajo a los soldados de los
territorios romanos y se los llev a combatir con l[13]. Se calcula que por s solo
debi de llevar al campo de batalla a un ejrcito de cuarenta mil hombres, a lo que
hay que aadir el contingente de veinte mil combatientes que aportaron sus aliados.
Desde luego, Decbalo hizo sonar las alarmas del megalmano emperador
Domiciano. En el ao 85 d. C., los dacios cruzaron el Danubio y mataron al
gobernador romano de la regin. Domiciano decidi tomar represalias, y entonces
Decbalo se ofreci a negociar. Domiciano hizo caso omiso de aquella propuesta y
march contra los dacios. Desde luego, no fue en persona no era as como
Domiciano haca las cosas. Envi a uno de sus generales, Cornelio Fusco, al frente
de un vasto ejrcito. Mientras tanto, el propio Domiciano permaneca en una de las
ciudades de la Moesia (la regin situada en la orilla romana del Danubio) entregado a
la vida licenciosa, como tena por costumbre. Y es que no slo era fsicamente
indolente y medroso de nimo, sino tambin de lo ms disoluto y lascivo, vicios que
satisfaca por igual con mujeres y efebos[14]. Al enterarse de esto, Decbalo envi
prontamente otro embajador a Domiciano con la insultante sugerencia de hacer las
paces con el emperador a condicin de que todos los romanos pagasen dos bolos
anuales a Decbalo. De lo contrario, deca, declarara la guerra a los romanos y les
causara grandes males.
Fusco atraves el Danubio en el ao 87 d. C. y trat de adentrarse en el corazn

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de la Dacia cruzando los Alpes transilvanos por el paso conocido como las Puertas de
Hierro. All le atacaron los dacios en un lugar que las crnicas denominan Tape.
Fusco encontr la muerte en la refriega, una de sus legiones fue borrada del mapa y
sus estandartes y mquinas de guerra cayeron en manos de los dacios. Al parecer,
algunos de los romanos aprovecharon el momento para unirse al ejrcito dacio.
Dos aos despus, le toc a Decbalo recibir a los emisarios del emperador, que
venan a proponerle una tregua. El rey brbaro era un hbil negociador y no vacil en
utilizar la ventaja que entonces tena sobre Domiciano, que haba sufrido varios
reveses en su reciente campaa contra los suevos germanos. En el tratado que firm,
Decbalo estableci unos trminos que le permitan exigir grandes sumas de dinero a
Domiciano, as como artesanos de todos los oficios, tanto los que se aplican a la
guerra como los que son propios de la paz y garantas de que los pagos no habran
de cesar en el futuro. Como contrapartida, se esperaba que Decbalo entregara a los
prisioneros con sus armas y que rindiera homenaje al emperador. No obstante,
Decbalo era demasiado sagaz para presentarse personalmente ante el trastornado
Domiciano. En vez de eso, envi como representante a Roma a un tal Diegis junto
con unos cuantos cautivos y algunas armas que segn pretenda, eran las nicas que
tena en su poder[15]. En realidad estaba tratando con el mximo desprecio al
emperador romano, ya que los emisarios que haba enviado no eran nobles dacios,
quienes se distinguan por el hecho de llevar cubierta la cabeza, sino personajes de
segunda fila que lucan la larga cabellera que en la Dacia era seal de baja extraccin.
Puede que Domiciano no se percatara del insulto, o quizs ignorarlo resultara
propicio para sus propsitos. Fuera como fuese, el emperador, que en circunstancias
normales se mostraba extremadamente puntilloso, no se dio por ofendido y acept el
trato.
La realidad era que Domiciano planeaba hacer pasar este rocambolesco acuerdo
de paz por una gran victoria. Ya haba celebrado en el ao 83 d. C. una ceremonia
triunfal por sus xitos en Germania que haba sido una farsa, ya que se dice que en
ella disfraz a sus esclavos para hacerlos pasar por prisioneros germanos. Ahora
haca lo mismo con el supuesto triunfo sobre los dacios. Coron al legado, Diegis, y
le nombr rey de la Dacia, exactamente igual que si hubiera conquistado de hecho la
regin y pudiera dar a los dacios el rey que ms le complaciera, colm de honores y
dineros a la soldadesca, y exhibi objetos procedentes de las reservas del mobiliario
imperial fingiendo que se trataba de despojos de guerra. Despus decret la
celebracin de unos juegos triunfales en los que, segn nos informa Din Casio, con
indudable sesgo de antipata, no hubo nada digno de entrar en los anales de la
historia, excepto el hecho de que las doncellas compitieran en la carrera
pedestre![*]. No obstante, tambin organiz un remedo de batalla naval en un nuevo
escenario y en ella murieron prcticamente todos los combatientes, al igual que
muchos de los espectadores. Mientras se realizaba la naumaquia, estall una
violenta tormenta seguida de copiosas lluvias. Sin embargo, el emperador no permiti

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que nadie abandonase el espectculo ni se cambiase de ropa aunque, por supuesto,
l s lo hizo. En consecuencia, no pocos cayeron enfermos y fallecieron. Din
Casio aade asimismo que era frecuente ver combates de enanos y mujeres, aunque
no queda claro si se refiere a enfrentamientos de enanos contra enanos y de mujeres
contra mujeres o a luchas de enanos contra mujeres[16].
Casi mil kilmetros ms lejos, de nuevo en la Dacia, Decbalo hubo de
enfrentarse a un nuevo estratega romano: Juliano. Este general puso a punto al
ejrcito romano y consigui una victoria sobre los dacios una vez ms en Tape.
Decbalo se vio obligado a adoptar una postura defensiva, y pese a todo logr
cambiar otra vez las tornas a su favor en esta ocasin gracias a un truco. Como
tema que Juliano estuviese a punto de arrasar su palacio real, Decbalo mand talar
todos los rboles de la zona y despus los coloc de pie y en formacin militar,
revestidos de corazas, con la intencin de que los romanos los tomaran por soldados,
se asustaran y abandonaran el campo, dice Din Casio[17]. Y al parecer, eso fue
exactamente lo que ocurri.
Esta extraa confrontacin militar puso fin a los contactos entre Decbalo y
Domiciano. Decbalo segua siendo oficialmente vasallo de Roma, pero el imperio le
pagaba por semejante privilegio. Se trataba de un acuerdo que sin duda convena al
rey dacio, pero estaba claro que el siguiente emperador romano no iba a estar
dispuesto a consentirlo. Domiciano fue asesinado para alivio general en el ao
96 d. C. Le sustituy el anciano Nerva, que nicamente gobern durante dos aos
pero eligi sabiamente como sucesor a un espaol de notable prudencia: Trajano.

DECBALO Y TRAJANO
Trajano estaba tan cuerdo como loco haba estado Domiciano, y haba decidido
mostrar a los dacios quin estaba al mando. De hecho, podramos decir que la
conquista de la Dacia se haba convertido en una especie de obsesin para l. Se
afirmaba que siempre que deseaba poner un particular nfasis en algo sola emitir
juramentos del siguiente tipo: Que vea Dacia convertida en una provincia, y que yo
supere el ster y el ufrates con puentes[18].
Tan pronto como Trajano se puso al frente del mayor ejrcito del mundo,
Decbalo debi de comprender que se avecinaban tiempos difciles. Era tradicional
que todos los nuevos emperadores dieran un primer impulso a su gobierno con una
pequea aventura militar, y Trajano en particular no iba a quedarse atrs. El hecho de
ponerse a patear enemigos en las fronteras contribua a que un emperador imprimiese
su sello de autoridad en el imperio y se forjara una reputacin, por no mencionar que
tambin le ayudaba a mantener ocupado al ejrcito. Adems, a Trajano le deleitaba
la guerra[19].

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Decbalo debi de percatarse asimismo de que en el momento en que Trajano se
haca cargo del imperio ste se hallaba en una dificilsima situacin econmica.
Precisaba con urgencia una inyeccin de efectivo. Y en la Dacia, Decbalo se hallaba
literalmente sentado sobre una mina de oro. Sin embargo, en lugar de ser Roma la
que se beneficiara de todas aquellas riquezas, haba sido Decbalo quien se las haba
arreglado para negociar que la capital del imperio le enviase anualmente grandes
sumas de dinero en pago de las lisonjas que, por su hipottico dominio sobre la
Dacia, haba recibido el perturbado ego de Domiciano. Segn nos dice Din Casio,
sa fue la razn clave que impuls a Trajano a marchar contra la Dacia: le afliga la
cantidad de dinero que los dacios reciban cada ao, y tambin observ que su poder
y su soberbia se incrementaban[20].
A medida que Trajano avanzaba, Decbalo comenz a preocuparse. Saba que en
el nuevo emperador tena un enemigo que estaba a la altura de su capacidad y que, a
diferencia de Domiciano, contaba con cierto respeto entre sus soldados. Decbalo
era consciente de que en su primer encuentro no haba vencido a los romanos, sino a
Domiciano, y que ahora tendra que combatir tanto a los romanos como a Trajano, el
emperador[21]. El rey dacio debi de haber contemplado con consternacin cmo
Trajano iniciaba su conquista con competente minuciosidad. Los espas de Decbalo
le informaran de que el emperador haba tendido el puente que tantas veces haba
prometido levantar sobre el Danubio (e incluso es posible que hubiese erigido dos) y
le diran que ahora se afanaba en construir calzadas por todo el territorio dacio.
Sin embargo, Decbalo no era hombre que se acobardase fcilmente, y sigui
dando muestras de su buen mpetu, ya que se dedic a mofarse de los romanos.
Cuando Trajano lleg a las Puertas de Hierro, Decbalo le envi una advertencia que,
sorprendentemente, vena inscrita en una gran seta, segn refiere Din Casio. Se
trataba probablemente de un plato en forma de seta utilizado con fines rituales, y
tristemente no es el nico caso histrico en el que la correspondencia diplomtica se
haya verificado por medio de hongos. La inscripcin aconsejaba a Trajano que diera
media vuelta y mantuviera la paz[22].
Por supuesto, Decbalo no esperaba que Trajano aceptase su recomendacin de
hecho, de haber sido as, es probable que se hubiera llevado una gran sorpresa, as
que las fuerzas romanas llegaron finalmente a la capital de la Dacia: Sarmizegetusa.
Se apoderaron de unos cuantos fuertes situados en las montaas y no slo
descubrieron algunas catapultas de su propia artillera cadas en manos de los dacios,
sino que encontraron incluso el estandarte que Fusco haba perdido en la campaa
anterior. Tambin se llevaron presa a la hermana de Decbalo.
El cabecilla dacio haba quedado derrotado. Se present personalmente ante
Trajano, se prostern en el suelo y mostr obediencia al emperador. Los trminos del
armisticio que se redact obligaban a Decbalo a convertirse en aliado de Roma, a
entregar las tierras que el ejrcito romano haba ocupado, a demoler sus baluartes y a
dejar de reclutar soldados y tcnicos romanos para ponerlos nuevamente a

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disposicin de Trajano. Decbalo tambin tuvo que enviar emisarios al Senado de
Roma a fin de proceder a la ratificacin del armisticio. Una vez all, en el Senado,
aquellos estadistas brbaros que presumiblemente seguiran llevando bonete
entregaron las armas, juntaron las manos en la actitud propia de los prisioneros, y
pronunciaron unas palabras de splica[23]. El tratado qued ratificado y se les
devolvieron las armas.
Sin embargo, Decbalo no tena intencin alguna de atenerse a ninguno de los
trminos de paz que haba acordado quiz no ms que Trajano, cuyo propsito no
deba de contemplar la idea de permitir que todo aquel oro permaneciera en la Dacia
. Decbalo deba de saber que el deleite [que] la guerra produca en Trajano no
quedara satisfecho mientras no hubiera sometido la Dacia por completo. El rey
brbaro debi de darse cuenta de que se estaban reforzando las fortificaciones
romanas que bordeaban el Danubio y tena que saber que los romanos se disponan a
conquistar la totalidad de su reino. Fue en esa poca cuando Trajano sustituy el
puente de madera que salvaba el Danubio por otro de piedra. Estaba claro que los
romanos haban venido a la Dacia para quedarse.
Decbalo hizo quiz lo nico que poda hacer: tom la iniciativa e invadi la
Moesia romana, logrando as el control de los fuertes. El Senado le declar enemigo
de Roma, y Trajano volvi a marchar contra l. No obstante, en esta ocasin el
resultado deba de parecer ms inevitable, ya que un gran nmero de dacios comenz
a desertar y a pasarse al bando romano.
Decbalo solicit la paz, pero una vez ms no fue l quien realiz personalmente
el acto de rendicin estaba demasiado ocupado estableciendo contactos, en un
intento desesperado de reunir un ejrcito brbaro para hacer frente a Trajano. Trat
asimismo de asesinar al emperador mientras se hallaba en Moesia. Se envi a unos
cuantos desertores romanos con el encargo de intentar eliminar a Trajano, quien,
segn Din Casio, se prodigaba en exceso, pues reciba a todo el mundo y debido a
las exigencias de la guerra aceptaba conferenciar absolutamente con todo aquel que
lo deseara[24]. Sin embargo, uno de los conjurados fue arrestado y, sometido a
tortura, inform de los planes de los dems.
No obstante, Decbalo volvi a sacar hbilmente un conejo de la chistera. Invit a
Longino, el comandante del ejrcito romano en la Dacia, a reunirse con l,
asegurndole que ahora s que estaba dispuesto a satisfacer todas las exigencias de los
romanos. En vez de eso, sin embargo, Decbalo dio muestras de un gran descaro,
mand detener a Longino y le interrog pblicamente a fin de conocer los planes que
estaba urdiendo Trajano para conquistar la Dacia. Longino se neg a admitir nada, as
que Decbalo oblig al general romano a acompaarle, sin grilletes pero vigilado por
su guardia, e hizo saber a Trajano que si quera recuperar a su jefe militar tendra que
devolver todas las tierras de la Dacia que se extendan hasta el Danubio y que ahora
se hallaban bajo dominio romano. Decbalo exiga asimismo que se le indemnizara
por todo el dinero que le haba costado la guerra hasta aquel momento. En fin, por

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pedir que no quede!
La respuesta de Trajano fue ambivalente.
Longino hizo lo que consideraba ms honroso en una situacin tan insostenible
como la suya. Consigui que un liberto le proporcionara un veneno. Antes de
ingerirlo prometi convencer a Trajano y, a tal efecto, entreg al liberto, contando
con las bendiciones de Decbalo, un escrito de splica para que ste lo hiciera llegar
al emperador. Cuando Longino se quit la vida, el liberto ya haba partido.
Decbalo debi de ponerse furioso al perder a tan prestigioso e importante
prisionero, as que solicit a Trajano que permitiera el regreso del liberto a cambio
del cadver de Longino y de diez cautivos. Sin embargo, Trajano era antes que nada
un hombre prctico que quera proporcionar incentivos a los desertores dacios.
Consider que la seguridad del valiente liberto, que haba asumido el grandsimo
riesgo de procurarle el veneno a Longino, tena ms importancia para la dignidad
del imperio que el sepelio de su general, as que se neg a entregar al liberto a una
muerte segura.
A lo largo del ao 105, Trajano continu guerreando con ms dosis de pausada
prudencia que de apresuramiento, y al final, tras una enconada lucha, venci a los
dacios[25]. Cuando Decbalo comprendi que aquello era el fin, se suicid y su
cabeza fue llevada a Roma.

EL SAQUEO
Roma haba expandido sus lmites con la Galia y Britania mediante una guerra de
conquista respaldada por una poltica de romanizacin de los habitantes brbaros. Sin
embargo, dado que esa poltica haba recibido un duro golpe en Germania, Trajano
haba concebido planes muy distintos para la Dacia. Aquello era una invasin. Quera
apoderarse de la tierra y de los recursos, y no tena la menor intencin de romanizar a
los habitantes que all se encontraran. El territorio fue arrasado. Los supervivientes
huyeron hacia el norte, mientras Trajano haca llegar de otros lugares una nueva
poblacin compuesta por legionarios, campesinos, comerciantes, artesanos y
funcionarios de la Galia, Hispania y Siria. Se levant una Dacia totalmente nueva,
con nuevas ciudades, nuevas fortalezas y nuevas calzadas.
Los romanos comenzaron a extraer todo el oro y la plata que pudieron con la
mxima rapidez, para despus sacar los minerales de la regin en cantidades ingentes.
Un enorme nmero de esclavos fue puesto a trabajar en las minas, y tras su corta vida
til sus cadveres eran amontonados en grandes pilas. Los romanos no slo
despojaron a la Dacia de sus yacimientos de metales preciosos, sino tambin de todos
los objetos de oro y plata de los que pudieron echar mano. Y debieron de haber sido
muy concienzudos en tal labor porque, desde entonces, las excavaciones

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arqueolgicas apenas han sido capaces de encontrar ninguna otra pieza de oro.
Uno de los tesoros ms importantes que Trajano logr arrancar de aquel bao de
sangre debi de ser el constituido por las joyas de la corona dacia. Antes de
suicidarse, Decbalo haba tenido buen cuidado de enterrar todos sus tesoros, y lo
haba hecho en un lugar en principio inaccesible a los ladrones. Din Casio nos
refiere cmo lo logr:

[No obstante], los tesoros de Decbalo tambin fueron descubiertos, pese a


haber sido ocultados bajo el lecho del ro Sargetia, que fluye junto a su
palacio. Con la ayuda de unos cuantos prisioneros, Decbalo desvi el curso
de la corriente, excav en su lecho y, en la cavidad resultante, deposit una
gran cantidad de plata y oro, as como otros objetos de gran valor que podan
resistir un cierto grado de humedad. Despus mand que se amontonaran
piedras sobre ellos y las recubri de tierra apisonada, tras lo cual devolvi al
ro su curso natural. Tambin hizo que los mismos cautivos que le haban
ayudado depositaran sus togas talares y otros artculos de similares
caractersticas en unas cuevas, y una vez hecho esto se deshizo de los esclavos
para evitar que revelaran nada. Sin embargo, Bicilis, un compaero suyo que
estaba al tanto de todo lo que se haba dispuesto, fue capturado y dio
informacin sobre estas cosas[26].

Tan prodigiosa era la cantidad del botn que Trajano haba llevado consigo a su
regreso de la Dacia, que el mercado del oro se vino abajo y su precio se desplom en
todo el imperio.
Cuando Trajano accedi al trono imperial, la economa romana pasaba grandes
apuros, pero gracias a la breva que le cay del cielo con la Dacia consigui
encontrarse en situacin de empezar a derrochar dinero empeo en el que este
emperador no se emple a medias. Colm de regalos a su gente y financi unos
juegos circenses que duraron 123 das, cifra que constitua una plusmarca en la
materia. En el transcurso de aquellos juegos moriran once mil animales, tanto
salvajes como domsticos, y diez mil gladiadores habran de cruzar sus armas. La
idea que los romanos tenan de pasrselo bien sola ir asociada a este tipo de
matanzas.
Pero no se limit a malgastar sus ganancias en diversiones no era se en
absoluto el estilo de Trajano. Se embarc asimismo en un inmenso proyecto
urbanstico que habra de cambiar para siempre el aspecto de la Ciudad Eterna. De
hecho, en la actualidad, cuando contemplamos las maravillas de la Antigua Roma, lo
que vemos en realidad es el producto de los beneficios generados por el botn
conseguido en el brbaro reino de la Dacia en el ao 106.
Trajano construy el Foro que lleva su nombre y tendi una calzada de piedra
sobre las marismas pontinas. Reconstruy Ostia, el puerto de Roma, cre unas

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inmensas termas pblicas nuevas y edific un gigantesco anfiteatro que poda
colmarse de agua para organizar combates navales, un espectculo muy en boga por
aquel entonces. Cree usted que no haba agua suficiente para poder llenarlo? El
dinero no supona un problema para Trajano para eso tena el tesoro dacio.
Levant un acueducto al efecto, y consigui traer el agua, que se hallaba a cien
kilmetros de distancia. Se necesita un canal que una el Mediterrneo con el mar
Rojo? Excvese[27]! Precisamos un puente sobre el Danubio? Constryase!
Debemos dotarnos de otra legin? Pues organcense dos! Trajano se haba
convertido sbitamente en el hombre ms rico del mundo.
El Foro presenta un aspecto impresionante incluso en la actualidad. Cuando
Trajano lo puso en pie, con su cubierta de cobre, expresaba todo el poder y la
majestad de la mayor potencia de la Tierra. Y en el Foro que lleva su nombre levant
Trajano su extraordinaria columna para que el mundo pudiese conmemorar la
aniquilacin de los antao poderosos dacios.

EL MISTERIO DE LA COLUMNA DE TRAJANO


Las campaas que libr Roma en la Dacia entre los aos 101 y 106 pudieron haberse
contado entre las mejor relatadas de todas las que desencadenaron las guerras de la
Antigedad. Trajano dej una crnica escrita por l mismo, y su mdico personal,
Critn, redact otra. Por desgracia, ambas se han perdido. La principal fuente con que
contamos para obtener informacin sobre la contienda es la Historia romana
compilada por Din Casio ms de medio siglo despus. Resulta irnico que tengamos
tan pocas pruebas y que sin embargo dispongamos de ms imgenes de ese
acontecimiento que de cualquier otro de la Antigedad. Y en eso consiste el gran
misterio de la Columna de Trajano.
Las representaciones iconogrficas que se encuentran en la base de la columna
pueden verse desde el suelo. La escalera que recorre el interior del monumento nos
permite ascender hasta su parte superior y disfrutar de una magnfica panormica de
la ciudad, pero no contemplar los relieves del exterior de la columna. Y dado que no
existe perspectiva alguna desde la que se puedan observar las imgenes a simple vista
(y que nunca hubo, hasta donde nos es dado saber, ningn mirador que lo facilitara),
esto significa que, durante la mayor parte de los mil novecientos aos que lleva en pie
la columna en el Foro de Trajano, la mayora de las imgenes han sido de hecho
invisibles.
Por consiguiente, qu razn pudo haber para labrarlas? Ocurri simplemente
que quienes la concibieron no cayeron en la cuenta de que habra de resultar
imposible verlas desde el suelo? O se construyeron acaso plataformas temporales
que posibilitaran que la gente las contemplase en ocasiones especiales? O haba

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quizs algn otro motivo? Los relieves y especialmente unos tan realistas como
sos eran caros, y nadie los hubiera encargado a la ligera. Pudo haber ocurrido
que al pagar por su realizacin y colocarlos despus de manera que nadie pudiera
contemplarlos Trajano estuviera haciendo un sacrificio, una ofrenda a los dioses, que
le haban concedido el grandioso don de la destruccin de una nacin entera? Sin
embargo, los dioses, como a menudo han sealado los griegos, poseen un cruel
sentido de la irona. Dacia habra de ser la tierra en la que germinara la venganza que
ms tarde se abatira sobre Roma.

LA INVENCIN DE LA FRONTERA
A lo largo de los siglos tenemos constancia, a travs de muchas crnicas, de la
existencia de hordas brbaras que barran Europa y traan la muerte y la destruccin
al mundo civilizado provocando asimismo la total confusin de quien intente
hacerse una idea de qu es lo que estaba sucediendo. En las pginas de la historia,
los godos, visigodos, vndalos, francos, lombardos, jutos, suevos, marcomanos y
sajones en total unas ochenta tribus germnicas se lanzan a la carga una y otra
vez y dejan pocas oportunidades para que el lector se entere de cmo vivan. Con
todo, podemos al menos consolarnos con la idea de que, si eso es lo que hoy parece,
tambin debi de ser la impresin dominante en la poca de los romanos.
Siendo as las cosas, los romanos trazaron una divisoria. En su empeo por poner
orden en el caos, crearon las primeras fronteras del mundo occidental. A este lado de
la lnea se encontraba su mundo el mundo de la romanitas. Ms all de aquella
marca se hallaban los otros el mundo de los brbaros. Cuanto ms lejos de
Roma se encontraran dichas fronteras, ms segura estara la Ciudad Eterna, o, en
todo caso, ms a salvo se sentira y mayores seran sus riquezas. sa era al menos la
teora.
La idea de una frontera entre un pueblo y otro era muy propia de los romanos. El
resto del mundo occidental tenda a vivir en grupos nacionales o familiares de
actividad circunscrita al mbito de ciertas zonas, pero no estaban habituados a la
nocin de una lnea que no pudiera traspasarse. Los germanos nunca consideraron
que el Rin supusiese un lmite, ni siquiera lo juzgaban una barrera, y acostumbraban a
cruzarlo peridicamente por toda clase de razones. Lo mismo hacan los romanos,
pero para ellos termin representando la frontera entre la civilizacin y la barbarie.
La historia de Breno y de su ocupacin de Roma en torno al ao 390 a. C. haba
logrado que arraigara en la psique romana la determinacin de no volver a permitir
jams que los brbaros violentaran de nuevo el sagrado ncleo de su universo.
Al menos hasta el siglo IV, el imperio romano vena a ser una extensin de la
ciudad de Roma, y al principio las fronteras de ese imperio se concibieron como

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ampliaciones de las murallas de la urbe. Cruzar la frontera era como penetrar en una
ciudad. Sin embargo, para la propia Roma la frontera no represent nunca un lmite.
Ni pensarlo! La frontera de Roma no constitua un trmino, era un simple alambre
que alertaba a las autoridades de los movimientos de bienes y personas, y una serie de
puestos avanzados que permitan la realizacin de incursiones en las tierras situadas
ms all del confn trazado[28].
Los esfuerzos romanos experimentaron un cambio: si haban comenzado tratando
de absorber y cambiar a los brbaros, o de eliminarlos en caso de no ser eso posible,
terminaron conformndose con mantener una lnea de defensa capaz de mantenerlos a
raya. El sucesor de Trajano, Adriano, levant lmites palpables: un muro de piedra en
el norte de Britania, as como una empalizada de madera y una serie de torres de
vigilancia en Germania. La barrera, que no era fsicamente compleja, pero estaba
fuertemente custodiada y bien armada, recibi el nombre de limes: el lmite.
Los brbaros germanos haban provocado cambios fundamentales en el modo en
que Roma vea su propio imperio. En el pasado haba sido una obra en curso que en
ltimo trmino habra de civilizar a la humanidad entera a fin de proteger a la ciudad
originaria. Ahora en cambio posea lmites, una frontera. El mundo habra de
permanecer dividido.

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La matanza de los dacios.
La Columna de Trajano tiene 38 metros de altura, y en ella hay una espiral ilustrada de 200 metros
de longitud que nos refiere la crnica de la conquista de la Dada por parte de este emperador. La
escena que aqu vemos, situada aproximadamente a media altura, es muy caracterstica los
soldados romanos se aplican a la eliminacin en masa de los indgenas, que hacen esfuerzos
desesperados por defenderse y no suponen amenaza alguna. Estaba previsto que los romanos
empuasen unas espadas de metal en miniatura, pero al parecer jams llegaron a perforarse los
orificios en que deban de fijarse.

Sin embargo, cuando Trajano expandi las murallas de Roma al otro lado del
Danubio conquist una tierra que estaba rodeada de cordilleras y careca de toda
frontera defendible. La Dacia habra de ser la membrana permeable por la que un
incontable nmero de brbaros habra de colarse en el imperio. La provincia de la
Dacia fue abandonada tras 165 aos de ocupacin, pero aquello no fue ms que el
comienzo. Roma haba dejado de proponerse la romanizacin de los brbaros. Ahora
se pona en marcha el proceso inverso: la barbarizacin de Roma.

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7

Los godos

L os godos saquearon Roma en el ao 410 d. C. Fue un acontecimiento de


significacin histrica y, sin embargo, es probablemente unos de los lances ms
tergiversados de la historia.
Los godos no destruyeron Roma, y tampoco diezmaron a la poblacin. Al
contrario, los brbaros pusieron buen cuidado en dar cuartel a los civiles y en no
daar los edificios pblicos. Tampoco era Alarico el Godo un pagano salvaje
decidido a aplastar el corazn de la cristiandad lo cierto es que era l mismo
cristiano, que admiraba Roma y que simplemente trataba de hallar en el sistema
romano un hueco para su pueblo. De hecho, lejos de ser un invasor extranjero,
Alarico haba sido en realidad uno de los comandantes en jefe del ejrcito romano!
Tan slo un ao antes del saqueo de Roma haba conseguido elevar al trono, con las
bendiciones del Senado, al hombre al que l mismo apoyaba para el puesto de
emperador, aunque pocos meses despus el propio Alarico habra de destronarle.

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El regreso de los brbaros.
Esta imagen de Alarico y sus godos entregados al saqueo de Roma en el ao 410 imita el lienzo en
el que Paul Jamin nos mostraba el asombro de los celtas al penetrar en la ciudad ms de setecientos
aos antes y es expresin de la fantasa por la que se representa a los brbaros con aspecto de
necios adictos a la demolicin. La estampa se public en 1962 en la revista National Geographic.
Resulta difcil creer que este Alarico haya podido ser el comandante supremo de los ejrcitos
romanos.

Las razones que provocaron estos malentendidos acerca del pillaje de Roma
resultan tan interesantes como la crnica del saqueo mismo. Y todo comenz en la
Dacia.

LOS GODOS EN LA DACIA


Trajano haba conquistado la Dacia a principios del siglo II d. C. y la haba poblado
de colonos romanos. Sin embargo, una cosa era conquistar la Dacia y otra muy
distinta conservarla. El problema radicaba en el hecho de que sus fronteras
septentrional y oriental eran extremadamente porosas y resultaba imposible
defenderlas.
El sucesor de Trajano, Adriano, pens seriamente en abandonar la provincia y en
establecer su frontera en el Danubio, cosa que habra sido muy sensata tanto desde el
punto de vista econmico como estratgico. La dificultad estribaba en el enorme
nmero de ciudadanos romanos que ya se haban instalado en la regin a fin de
colonizarla. Adriano sinti que no poda abandonarlos sin ms. El emperador
Aureliano no devolvera oficialmente la colonia sino en el ao 272 d. C., y para

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entonces la poblacin ya no era romana, sino brbara y entre sus integrantes haba
un considerable nmero de godos.
Nadie sabe realmente cundo o cmo llegaron los godos a la Dacia, pero las
pruebas arqueolgicas muestran que ya en la poca del emperador Filipo el rabe
(que gobern entre los aos 247 y 248) la mayora de los romanos haban
abandonado la zona. No se encuentra ninguna inscripcin romana posterior al ao
258 y despus de 260 no hubo ya ningn gran acantonamiento de tropas. A lo largo
de todo el siglo, el nmero de los emigrantes que penetraron en la Dacia no dej de
crecer, y los romanos se mostraron incapaces de hacer frente a la avalancha, ya fuera
por medio de maniobras diplomticas o de acciones militares.
Era inevitable que el imperio romano se convirtiera en un imn para los brbaros
que rodeaban sus fronteras. La riqueza de Roma, las perspectivas comerciales y la
posibilidad de encontrar empleo eran todos ellos elementos que contribuan a atraer a
los pueblos brbaros a los confines del imperio. De este modo, la presin
demogrfica era con frecuencia ms acusada en esas regiones que en otros lugares.
Los godos se haban asentado en gran nmero en la costa septentrional del mar
Negro, pero una vez instalados descubrieron que sus granjas y aldeas bloqueaban las
rutas migratorias naturales de los pastores nmadas de las estepas. Por consiguiente,
comenzaron a realizar incursiones en el territorio romano de la Dacia.
Los romanos trataron de detenerles, y se atribuyeron cierto nmero de victorias
militares, pero la Dacia resultaba radicalmente indefendible y adems era preciso
controlar otras importantes regiones del imperio, razn que hizo que Aureliano
decidiera finalmente tirar la toalla y volver a situar la frontera del imperio en el
Danubio. No obstante, para salvar la cara cambi el nombre de otra provincia, a la
que pas a denominar Dacia, y con esa estratagema pudo fingir que segua siendo un
territorio romano.
Alarico, sin embargo, haba nacido en la Dacia autntica, aproximadamente unos
cien aos antes, en el seno de una familia aristocrtica goda. Por aquella poca, los
godos dacios constituan ya una sociedad de granjeros estable, culta, prspera y
cristiana. El historiador bizantino Procopio nos dice que los godos tienen todos la
piel blanca y el cabello rubio, son altos y bien parecidos, se rigen por las mismas
leyes y comparten una misma religin[1].
Muchos godos se haban convertido al cristianismo mientras se hallaban an fuera
del imperio romano. En el siglo IV d. C., su obispo, Ulfila, tradujo la Biblia al godo,
sirvindose para ello de un alfabeto inventado compuesto por caracteres griegos,
latinos y rnicos. Sin embargo, Ulfila pas por alto el Libro de los reyes, porque lo
juzgaba excesivamente violento. Deca que el pueblo godo manifestaba ya suficiente
propensin a la guerra como para aadirle incentivos, y que el Libro de los reyes, al
no ser sino el relato de una serie de hazaas militares, podra estimular su
belicosidad. Los godos, afirmaba Ulfila, tenan ms necesidad de cortapisas capaces
de refrenar sus pasiones militares que de acicates que les empujaran a la accin

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blica[2].
Es posible que estas palabras reflejaran el enfoque que daban los brbaros a la
religin cristiana, lo que est claro es que no era sa la actitud con que los romanos se
acercaban a ella. El cristianismo romano se haba forjado en las llamas del imperio
romano y en la ideologa de esa misma potencia una ideologa de poder y de
hegemona mundial.

LOS GODOS SE UNEN AL IMPERIO


En la Dacia los godos vivan en aldeas prsperas, y algunas de ellas eran aliadas de
Roma, como sola ser habitual entre los pueblos germnicos. Sin embargo, en la
poca en que naci Alarico su mundo estaba desmembrndose, ya que sus granjas
comenzaban a sufrir por entonces las consecuencias de las incursiones de los jinetes
hunos. Un autor contemporneo describe as la estupefaccin y el terror
generalizados que reinaban en aquellos das: una nacin desconocida hasta
entonces, semejante a un alud de nieve que se precipita desde lo alto de las montaas,
estaba destruyendo y saqueando todo lo que encontraba a su paso[3]. Nadie estaba
realmente seguro de su lugar de procedencia, aunque en la actualidad la mayora de
los estudiosos creen que venan de las estepas de Asia, o quiz del sur de Siberia. De
una cosa no haba la menor duda: ya nada volvera a ser como antes.
Los padres de Alarico se retiraron a una isla situada en el delta del Danubio, y en
esa isla fue donde naci el cabecilla godo. En el ao 375, cuando contaba unos seis
aos de edad, empezaron a aparecer hunos en mayor cantidad que nunca. Algunos
godos decidieron ofrecer resistencia y otros unieron su suerte a la de los invasores,
pero la mayora huy, y un enorme grupo solicit prudentemente permiso para cruzar
el Danubio y penetrar en el seguro refugio del imperio. Hoy conocemos a esas gentes
con el nombre de visigodos esto es, los godos del oeste. Y su peticin de asilo se
ha transformado, en la memoria popular, en la invasin de las hordas brbaras.
El imperio en el que se adentraban se hallaba inmerso en una profunda
reorganizacin, tras haber sufrido una catastrfica derrota en Persia en el ao 363.
Valentiniano, un soldado que asumi el mando supremo en 364, decidi concentrarse
en la defensa de la Europa septentrional y occidental y nombr a su hermano Valente
emperador de Oriente, regin que habra de gobernar desde su sede de
Constantinopla. Valente no estaba en situacin de poder detener la emigracin en
masa que se precipitaba sobre la cuenca baja del Danubio. Acept conceder a los
godos un permiso de entrada y les prometi que les proporcionara alimento a
condicin de que no slo le entregaran las armas y le procuraran hombres para el
ejrcito, sino que se comprometieran a convertir al cristianismo a todos los paganos
que hubiera entre sus filas.

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Valente proporcion a los inmigrantes incluso transporte, pues lo necesitaban para
superar el caudaloso Danubio, que bajaba muy crecido debido a unas intensas lluvias.
Los visigodos fueron agrupados en compaas y despus, durante varios das, con sus
noches, se les traslad al otro lado a bordo de naves, barcas y troncos de rboles
ahuecados[*]. Los oficiales encargados de la operacin trataron de contar su nmero,
pero desistieron del empeo.

El que quiera saber esto es como si quisiera saber cuntos granos de arena del
desierto libio son arrastrados por el Cfiro[4].

Tan inmensa era la multitud que algunos trataron de cruzar a nado, pero fueron
arrastrados por la peligrosa corriente el enorme caudal hizo que se ahogaran
muchos que intentaban luchar contra la fuerza de las aguas, nos dice Amiano
Marcelino[5].
En cualquier caso, los motivos de Valente no eran de carcter humanitario. Haba
empleado inmensos recursos en sus combates contra Persia y estaba convencido de
que aquel contingente de tropas tan numerosas y procedentes de tierras muy
alejadas le permitira aumentar el nmero de sus legiones y disponer de un ejrcito
invencible. Adems esperaba que aparte de la ayuda militar que las provincias
aportaran anualmente, su tesoro se vera incrementado con una gran cantidad de
oro[6].
Lo que les ocurri despus a los godos se alejaba sin la menor duda de cualquier
atisbo humanitario. Se ubic a los refugiados en campamentos temporales donde
las condiciones se hicieron rpidamente intolerables principalmente, segn se dijo,
a consecuencia de las corruptas prcticas de los oficiales al mando: Lupicino, el
comandante general de los Balcanes, y un tal Mximo. Los dos tipos se
aprovecharon de los godos, que pasaban hambre, y planearon comerciar de forma
abominable. Retuvieron los suministros de vveres que supuestamente les haban sido
confiados para los brbaros y obligaron a los refugiados a canjear la carne de perro
que ellos les entregaban por esclavos, a razn de un esclavo por perro. [D]ndose
incluso el caso de que, entre stos, figuraban hijos de los nobles brbaros[7].
Fuese o no ntegramente imputable este acto de explotacin a aquellos dos
generales, y no consecuencia de una poltica imperial, est claro que en aquellas
circunstancias los visigodos haban quedado reducidos a la vulnerable posicin que
caracteriza al refugiado, convertidos por lo tanto en extranjeros recin llegados, de
conducta hasta el momento irreprochable, aunque lo peor era que se moran de
hambre. Por si fuera poco, en aquel momento se permiti que otro grupo de godos
an mayor atravesara el Danubio.
Estaba claro que antes o despus iban a surgir problemas. Los indefensos
refugiados se transformaron en una horda sedienta de venganza y a los romanos les

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fue imposible contenerlos. Llegado a este punto, y de un modo no exento de cierto
encanto, Amiano escribe lo siguiente: [S]uplico a mis futuros lectores, si es que los
hay alguna vez, que no me exijan narrar con exactitud lo sucedido, o especificar el
nmero de muertos[8].
Durante los dos aos siguientes, en vez de convertirse en la columna vertebral del
ejrcito romano, como haba esperado Valente, los distintos grupos de godos,
semejantes a fieras que quedan sueltas al romperse sus jaulas, se desbocaron
furiosos por las extensas regiones de Tracia[9]. Amiano lo atribuye a lo perturbado
de la poca como si las Furias hubieran excitado en todo el mundo el deseo de
rebelin contra la frula de Roma. Graciano, de diecinueve aos, sobrino de
Valente y gobernante en aquel momento de la Europa occidental, logr sofocar una
revuelta en Germania, y en Tracia el general Sebastiano aniquil a algunas bandas
godas de salteadores, hacindose con un enorme botn.

LOS GODOS TRIUNFAN EN ANDRINPOLIS EN EL AO 378


D.C.

Por ltimo, en 378, Valente no tuvo ms remedio que entrar en accin, aunque no
movido, claro est, por ninguna noble razn. Segn se dice, le consuma la envidia
que senta por su joven sobrino y trataba desesperadamente de realizar alguna hazaa
gloriosa que le equiparase a l. Abandon por tanto las comodidades de la villa
imperial de las afueras de Constantinopla y se dirigi al oeste al frente de un inmenso
ejrcito para combatir a los visigodos en las inmediaciones de la ciudad de
Andrinpolis. Una vez all, levant una slida empalizada y esper con impaciencia
la llegada de su sobrino, al que acompaaba el ejrcito de la Galia.
En ese instante, la fatdica intervencin de unos datos errneos marc el inicio del
inminente desastre que iba a abatirse sobre los romanos. Los espas transmitieron la
equivocada informacin de que el nmero de godos, cuyas familias y tropas se
hallaban protegidas por un enorme crculo de carretas, ascenda nicamente a cien
mil almas. El emperador, ansioso por ganar la baza a su sobrino, debi de creerse ante
la oportunidad de obtener una fcil victoria y de atribuirse ntegramente el mrito. Es
probable que el hecho de que llegara un mensaje del joven Graciano en el que ste
instaba a su to a mostrarse paciente y a no exponerse de manera temeraria a ms
peligros de los necesarios no contribuyera precisamente a calmar sus nimos.
En la batalla subsiguiente, la llegada de un formidable contingente de bien
pertrechada caballera goda aplast a las legiones romanas. Amiano nos ha dejado un
relato trepidante (aunque sin duda totalmente inventado) en el que se nos describe la
lucha hasta el ltimo aliento de un brbaro herido de muerte: En un lugar poda
verse a un brbaro altivo y fiero con gesto crispado, porque, de un golpe, le haban

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cortado una pierna, o la mano, o le haban atravesado un costado y que, a punto ya de
morir, diriga a su alrededor una mirada amenazadora[10].
Fueron sin embargo los romanos quienes se llevaron, con mucho, la peor parte. El
propio emperador Valente fue muerto en la desbandada. La crnica de Amiano dice
que se abri paso entre montones de cadveres y que, al igual que la tropa,
comenz[] a pisar los cuerpos sin preocupacin alguna[11], para acabar muriendo
entre los soldados rasos. Su cadver jams pudo encontrarse. El imperio de Oriente
perdi las dos terceras partes de sus efectivos militares, puede que unos cuarenta mil
hombres el doble de los que Varo haba enviado a la muerte en el bosque de
Teutoburgo, y ya nunca volvera a ser el mismo. Las anticuadas legiones de
infantera se haban revelado intiles frente a la caballera pesada de los godos. El
imperio iba a tener que acostumbrarse a convivir con ellos.
El sucesor de Valente, Teodosio, hizo las paces con los visigodos y les ofreci la
posibilidad de disfrutar de una posicin enteramente nueva como pueblo
independiente en el interior del imperio romano, asentados en lo que hoy es Bulgaria
y con derecho a tener leyes y gobernantes propios. Se les peda que proporcionaran al
imperio un tipo de tropas, a las que dio en llamarse federales, a cambio de un
subsidio en metlico. Era un acuerdo difcil de aceptar para los romanos, y un asesor
poltico del imperio proclam que, a pesar de que Teodosio poda haberlos aniquilado
a todos, caso de haberlo deseado, le convena ms llenar la Tracia de campesinos que
de cadveres aunque no mencione que los campesinos eran casualmente
brbaros[12]. Sin embargo, los godos terminaran por descubrir que se trataba de un
psimo trato, ya que les confinaba en una especie de reserva brbara y les reclua en
una tierra que era incapaz de proporcionarles sustento.

EL SURGIMIENTO DE ALARICO
Cuando todo esto sucedi, Alarico era un adolescente. Poco despus habra de
convertirse en oficial de las fuerzas federales del ejrcito godo sujetas militarmente al
alto mando del imperio, donde revelara ser un conductor de hombres muy
capacitado. Hacia el ao 394, siendo an muy joven, era ya general y se hallaba al
frente de veinte mil soldados. El ejrcito en el que serva no pareca ya en modo
alguno romano. Su emperador, Teodosio, que era espaol y cristiano, gobernaba una
reluciente ciudad que profesaba esa misma religin: Constantinopla. Cuando Alarico
march a la guerra a las rdenes de Teodosio haba, junto a sus propias huestes
visigodas, mercenarios hunos, vndalos germanos y alanos, iranios e beros, todos
ellos capitaneados por el comandante supremo del imperio, Estilicn, quien a su vez
era hijo de un vndalo. Ni siquiera el aspecto de dicho ejrcito era el de una
formacin romana. Los legionarios vestan calzones de cuero y gruesos mantos,

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mientras que los oficiales llevaban enormes adornos pectorales y lucan espadas de
empuaduras repujadas, como las de los godos. Adems, todo el ejrcito empleaba el
grito de guerra germano, o barritus, que comenzaba como un leve murmullo al
iniciarse el ataque y luego creca hasta convertirse en un terrible alarido, como el de
una rompiente que se estrellara contra las rocas.
Por otro lado, el enemigo hacia el que se dirigan tampoco estaba compuesto por
unos cuantos brbaros salvajes su adversario era, de hecho, el nuevo emperador de
Occidente, Eugenio, un antiguo maestro de retrica, a quien el comandante militar del
ejrcito occidental haba colocado en el trono tras asesinar al emperador legtimo,
Valentiniano II, de slo diecinueve aos de edad.
Eugenio no era slo un usurpador, sino tambin pagano y luchaba bajo el
estandarte de dioses gentiles como Hrcules y Jpiter. La mayor parte de los
senadores de Roma le apoyaban. Se haban opuesto al cristianismo y ahora
albergaban la esperanza de salvar al imperio de lo que consideraban la fatal
destruccin de sus ms importantes tradiciones. Por otro lado, Teodosio era un
fervoroso cristiano y poco antes haba prohibido todo culto a los dioses de los
idlatras tanto en pblico como en privado y clausurado los templos. Su nombre
significa regalo de Dios en griego, y quiz por ello estaba decidido a afianzar
radicalmente la autoridad de la civilizacin cristiana griega que encarnaba la Nueva
Roma esto es, Constantinopla, y a sustituir con ella el influjo de la Antigua
Roma, latina y pagana. Ahora, con la ayuda de los godos de Alarico, reclua
definitivamente al emperador pagano en Occidente.
Los cristianos recibieron el triunfo como un milagro, pero desde el punto de vista
de Alarico se trataba de un desastre que haba costado demasiada sangre goda se
dice que en un solo da haban muerto diez mil godos. Es probable que se tratase de
una exageracin, pero se sospechaba (posiblemente con fundamento) que Teodosio
haba expuesto deliberadamente a los godos al peligro a fin de reducir su nmero. En
opinin de Orosio, un historiador cristiano de aquella poca, Teodosio haba obtenido
dos victorias: una sobre el usurpador y otra sobre los godos[13]. Desde luego haban
surgido resquemores entre los godos, y Alarico decidi que haba llegado el momento
de obtener del imperio mucho ms de lo que se les haba ofrecido hasta entonces.
Alarico se las arregl para que sus tropas le proclamasen rey (parece que Alarico
significa rey de todos[*]) y comenz as una nueva andadura que habra de
convertirle en un enrgico negociador y en un defensor de los derechos de los godos.
Al morir Teodosio el 17 de enero del ao 395 y dejar el imperio dividido entre sus
dos hijos, Alarico debi de percatarse de que acababa de presentrsele la mejor
oportunidad para materializar sus planes. Oriente se hallaba nominalmente dirigido
por Arcadio, quien por entonces contaba nicamente diecisiete aos de edad, aunque
la gobernanza haba sido confiada a un regente. En Occidente el emperador era
Honorio, que slo tena diez aos, aunque el poder recaa en realidad en manos de
Estilicn, el ms fiel general de Teodosio. Estilicn sostena que, en su lecho de

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muerte, Teodosio le haba designado tutor de sus dos hijos. Estaba claro que se
preparaba una lucha por el poder en el imperio: qu mejor momento que se para
que el nuevo cabecilla del pueblo godo afirmase su autoridad? En la primavera del
ao 395 Alarico se rebel y su primera accin fue conducir a sus visigodos hacia
Constantinopla para despus asolar Grecia.
Sera una equivocacin imaginar que Alarico y sus visigodos eran una banda
trashumante de pacifistas envueltos en guirnaldas de flores que se rebelaban contra el
frreo yugo de la dominacin romana. La invasin goda de Grecia no fue una
excursin de colegiales domingueros. Tras penetrar en tierras griegas, comenzaron
inmediatamente a saquear la comarca y a someter todas las poblaciones al pillaje,
dedicndose a matar a todos los hombres, ya fuesen jvenes o viejos, y a llevarse a
las mujeres y a los nios, junto con el dinero, escribir cien aos ms tarde el
historiador pagano Zsimo. En esta incursin, toda la Beocia [una regin del centro
de Grecia], as como la totalidad de las tierras por las que pasaron los brbaros []
quedaron arrasadas a tal punto que an hoy pueden verse los restos de sus
fechoras[14].
Las correras de Alarico por Grecia se prolongaron hasta el ao 397. Sin embargo,
al permitir que sus tropas lo arrasaran todo, Alarico no se limitaba a proporcionarles
un incentivo. Tena planes a ms largo plazo, ya que al proceder como lo haba hecho
obligaba al imperio romano a reconocer en los godos a un actor poltico digno de ser
tenido en cuenta. Y al mismo tiempo enfrentaba al imperio de Oriente con el de
Occidente, y lo estaba haciendo adems con suma pericia.
En el verano del ao 397, Estilicn parti de Roma y embarc junto a su ejrcito
con intencin de expulsar a Alarico de Grecia. Al enterarse de la noticia, Alarico
inici negociaciones con el regente del imperio de Oriente, un eunuco llamado
Eutropio. El hombre no era ningn tonto: saba que si Estilicn derrotaba a Alarico,
el siguiente movimiento del vencedor sera apoderarse de Constantinopla. Por
consiguiente, Eutropio lleg a un acuerdo con Alarico por el que parece haber
concedido al jefe godo el puesto de magister militum es decir, comandante
supremo del ejrcito romano del Ilrico (la regin que durante gran parte del
siglo XX habra de constituir Yugoslavia). Eso era exactamente lo que los caudillos
godos haban estado soando desde el ao 376.
Pero Alarico era diferente.

ALARICO CONTACTA CON OCCIDENTE


El cargo de magister militum convirti a Alarico en un illustris es decir, en una
persona de rango principal tanto en el Senado como en la ms alta asamblea de la
Iglesia, el consistorio. De este modo, qued transformado en una figura relevante

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de la poltica imperial y por tanto adquiri la posibilidad fuesen cuales fuesen las
ambiciones personales que pudiese acariciar de presionar en favor de los intereses
de los godos del imperio.
Lo cierto es que Alarico el Godo jams combati con la intencin de destruir
Roma. Uno de sus coetneos dice de l que era cristiano y de apariencia ms romana
que goda[15]. No, Alarico luchaba para tener derecho a formar parte del club, aunque
al mismo tiempo tambin deseaba modificar la naturaleza de ese club. El imperio no
era ya un crisol en el que se diera por supuesto que todo el mundo formaba parte de la
cultura y la civilizacin romanas. Ahora abarcaba dos grandes culturas: la latina en
Occidente y la griega en Oriente. Alarico quera que se aceptara a sus visigodos como
una tercera fuerza, y que se les concediera un terruo propio en el que poder
prosperar. No obstante, dio bastantes muestras de carecer de escrpulos, al disponer
la enemistad de las dos potencias del imperio, y no le importaba qu bando fuese el
que le hiciese un hueco Oriente u Occidente, lo fundamental era conseguirlo.
Por el momento, Alarico se haba aliado con Oriente, pero la agitacin poltica
que se viva en la zona, puesto que los regentes se mataban y se sucedan unos a otros
con vertiginosa rapidez, debilit la estabilidad de cualquier acuerdo al que pudiese
haber llegado. Por consiguiente, en el otoo del ao 401, Alarico y sus godos
tomaron una decisin de gran trascendencia. Resolvieron volver a hacer el petate,
montarse en sus carromatos, dejar la tierra que haban ocupado durante los ltimos
veinticinco aos y dar comienzo a una nueva migracin que, a travs de los Alpes,
habra de conducirles al desconocido paisaje poltico de Italia. Aquello significaba
cortar sus relaciones con Constantinopla y forzar un pacto con el hombre que hasta
entonces haba sido su enemigo: Estilicn.
Tras arrasar la campia, los godos de Alarico marcharon sobre Miln, que durante
ms de cien aos haba sido la sede del gobierno de Occidente. El pupilo de Estilicn,
el emperador de Occidente, Honorio, de diecisiete aos de edad, huy a refugiarse en
Ravena, que contaba con cierta proteccin al estar rodeada por marjales. El mundo
romano se sinti realmente alarmado ante el imparable ejrcito godo. Unos aos ms
tarde, en la biblioteca del templo de Apolo de Roma, el poeta Claudiano recit unos
versos para conmemorar la victoria que haba obtenido Estilicn sobre Alarico en el
ao 402. Aunque relativicemos lo que dijo, dado que el panegirista era tambin el
principal consejero poltico de Estilicn, no es posible que la descripcin del palpable
temor que inspiraba el ejrcito de Alarico fuera totalmente inventada: T y slo t,
Estilicn, has disipado las tinieblas que envolvan nuestro imperio y restaurado su
esplendor. Gracias a ti, la civilizacin que casi se haba desvanecido ha quedado
libre de su lgubre prisin y puede avanzar de nuevo []. Ya no tenemos necesidad
de mirar desde las murallas, reunidos en tropel como ovejas medrosas, y contemplar
el resplandor de nuestros campos, incendiados por el enemigo[16].
Exista realmente miedo a que el imperio se hallara en las ltimas, y a que todos
aquellos feroces brbaros que lo rodeaban no estuvieran sino esperando el momento

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propicio para saltar sobre l. Segn Claudiano, Estilicn arengaba a sus tropas antes
de la batalla afirmando que todos los dems brbaros esperaban el resultado del
choque y que el hecho de que las fuerzas del imperio salieran victoriosas quitara de
la cabeza de los brbaros cualquier idea de rebelin futura: los fieros pueblos de
Britania y las tribus que moran en las orillas del Danubio y el Rin nos contemplan
todos []. Llevaos ahora la victoria y habris ganado muchas guerras no declaradas
an. Devolved a Roma su pasado esplendor; el cuerpo del imperio se tambalea; que
vuestros hombros lo sostengan[17].
Estilicn atac a los godos de Alarico el Domingo de Resurreccin del ao 402,
mientras se hallaban rezando a las afueras de la ciudad de Pollentia, justo al sur del
actual Turn. Pese a que Claudiano y otros intelectuales proclamaron que la batalla
haba sido una gran victoria romana, lo cierto es que Estilicn haba dejado escapar a
Alarico y que ste se haba llevado consigo, ms o menos intactas, a sus huestes.
Algunos romanos llegaron a la conviccin de que Estilicn no estaba haciendo
todo lo posible por suprimir a Alarico y a sus godos. Hubo incluso un informe que
afirmaba que Alarico haba establecido un pacto con Estilicn por el que ambos se
haban comprometido a atacar Constantinopla, cosa que muy bien pudo ser cierta. En
todo caso, habran de pasar dos o tres aos antes de que Estilicn y Alarico quedasen
oficialmente convertidos en aliados. Alarico prometi contribuir con su ejrcito y
ayudar a Estilicn a hacerse con la zona oriental del Ilrico, entonces en manos del
emperador de Oriente, Arcadio. l y sus godos esperaron en Epiro (la zona costera
del noroeste de Grecia y el sur de Albania) a que llegara Estilicn. No obstante, su
aliado no se present. Tena que librar otras muchas batallas, ya que el imperio de
Occidente sufra un levantamiento tras otro.
Al final, cuando quedaba ya poco para que se terminara el ao 407, Alarico
perdi la paciencia y march con su ejrcito hasta la provincia del Nrico (la actual
Austria). Una vez all exigi que se le entregaran mil ochocientos kilos de oro no
slo en concepto de pagos atrasados por el tiempo que haba tenido acantonadas sus
tropas en Epiro (lo que resultaba razonable), sino para sufragar asimismo los gastos
de su viaje a Miln y de su posterior desplazamiento al Nrico. Esto equivala a
pedir a Roma que aceptara remunerar con cargo a sus propias arcas el privilegio de
no ser invadida.
En el palacio imperial de Roma, Estilicn logr persuadir al reticente Senado y
obtuvo su aprobacin para entregar a Alarico la suma de 1360 kilos de oro, con el
argumento que el godo aceptara la componenda. Se oy murmurar a un senador de
elevada posicin llamado Lampadio: Esto no es un acuerdo de paz, sino una cadena
que nos esclaviza[18].
Lampadio no era el nico que pensaba que todo aquel asunto era un escndalo. El
hbito de llegar a acuerdos con los brbaros haba terminado por resultar
polticamente insostenible, y Estilicn comenz a perder el ascendiente que hasta
entonces le haba permitido influir en Honorio. En mayo de 408 muri Arcadio, el

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emperador de Oriente. El heredero al trono era su hijo de siete aos Teodosio II, pero
por esta poca Honorio se haba obsesionado con la idea de que Estilicn abrigaba
ambiciones imperiales. Mand asesinar a los aliados de Estilicn y dio orden de que
se arrestara al general. Estilicn se acogi a sagrado en una iglesia. Sin embargo, los
soldados del emperador juraron ante el obispo que no haban venido a matar a
Estilicn sino nicamente a detenerle. Con todo, tan pronto como el general fue
entregado se le anunci su sentencia de muerte y se le condujo al lugar en el que sta
deba ser ejecutada. Los partidarios que an le quedaban trataron de evitar el
desenlace, pero Estilicn les pidi que depusieran las armas y se encamin
tranquilamente al cadalso en la ms pura tradicin del antiguo estoicismo romano.
Proceda de cuna vndala y le haban llamado brbaro, pero quera mostrar que era el
ltimo representante de lo que un da haba sido Roma, y que con su muerte era la
misma Roma la que desapareca.
Con la perspectiva del tiempo cabe decir que no podran haberse hecho peor las
cosas. Honorio, de veintitrs aos, acababa de ejecutar al nico general que haba
sido capaz de hacer frente a la amenaza que representaba Alarico. Y la ejecucin de
este comandante vndalo desencaden por toda la Ciudad Eterna un catastrfico
pogromo contra los brbaros. Las vctimas fueron las mujeres y los hijos de los
brbaros que integraban las fuerzas auxiliares del ejrcito de Estilicn.

Tras eliminar, como a una seal convenida, a todos los brbaros presentes les
despojaron de cuanto posean. Cuando los parientes de quienes haban sido
asesinados se enteraron de los hechos llegaron de todas partes a reunirse en un
mismo punto. Y como se sentan profundamente indignados con los romanos
por la impa violacin de las promesas que haban hecho en presencia de los
dioses, todos ellos resolvieron unirse a Alarico y ayudarle en su guerra contra
Roma[19].

Se deca que haban sido treinta mil los soldados brbaros del ejrcito romano que
haban desertado para sumarse a las fuerzas de Alarico. Por si fuera poco, los miles
de combatientes que haban sido vendidos como esclavos tras las derrotas de los
dems grupos de godos aprovecharon ahora el caos general y abandonaron su
cautiverio para ir a engrosar an ms las filas del ejrcito de Alarico.

ALARICO PONE CERCO A ROMA EN EL AO 408 D.C.


Alarico juzg que la situacin estaba ya lo suficientemente madura como para poder
arrancar a Roma el acuerdo que haba estado buscando. Para aumentar an ms las
dificultades de los romanos, emprendi una larga marcha sobre la capital. Orden a

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su cuado Atalfo que se uniera a l junto con su considerable contingente de godos
y hunos. No encontr oposicin alguna en su avance hacia el sur y, segn Zsimo, la
marcha estuvo incluso rodeada por una especie de clima festivo.
La nica reaccin de Honorio consisti en intensificar la caza de brujas contra
todo aquel que hubiera tenido el ms mnimo tipo de vnculo con Estilicn. Orden
que se llevase a Roma al hijo del general y se le ejecutara. Despus recompens a los
dos eunucos que haban perpetrado la fechora con los cargos de chambeln y
vicechambeln del imperio. A continuacin asesin al comandante de las tropas de
Libia por estar casado con la hermana de Estilicn y concedi su puesto al hombre
que haba matado al general vndalo.
El Senado se sum al disparate. En lugar de adoptar medidas prcticas para
contrarrestar el avance de los godos, vot la condena a muerte de la esposa de
Estilicn, Serena. Los nobles senadores estaban convencidos de que era ella y slo
ella la causa de que los brbaros se abalanzasen sobre la ciudad. El argumento que
los haba persuadido era ste: Una vez nos hayamos desembarazado de Serena,
Alarico se retirar de la ciudad, porque no quedar en ella nadie capaz de traicionarla
y darle esperanzas de verla caer de este modo en sus manos. Serena fue ejecutada
segn lo previsto[20]. Lo que slo consigue demostrarnos que la idiotez poltica no es
privativa de nuestra poca.
Para asombro de los senadores, la muerte de Serena no fren en modo alguno el
avance de los godos. Alarico puso cerco a Roma, se adue del Tber y cort los
suministros que llegaban a la ciudad a travs del puerto de Ostia. Los senadores se
dispusieron a resistir, ya que suponan que el emperador, que se hallaba en Ravena,
enviara fuerzas en su auxilio. O eran muy optimistas o estaban psimamente
informados de las prioridades del emperador. Del cuartel general del imperio no lleg
ayuda alguna.
Los habitantes de Roma estaban asimismo mal informados respecto a sus
sitiadores. En el paranoide mundo dominado por la obsesiva persecucin que haba
emprendido Honorio contra el fantasma de su antiguo general haba corrido el rumor
de que los brbaros que se encontraban a las puertas de Roma no tenan como
cabecilla a Alarico, sino a un pariente de Estilicn que se haba presentado all con
idea de vengarse. Las condiciones en el interior de Roma se hicieron desesperadas, y
los ciudadanos se vieron enfrentados al peligro de comerse unos a otros[21]. San
Jernimo refiere haber odo que una mujer haba llegado a devorar a su hijo recin
nacido.
Al final, los romanos enviaron una embajada a Alarico para decirle que estaban
dispuestos a luchar pero que se avenan a negociar la paz. Zsimo seala que los
emisarios se sintieron avergonzados al comprobar lo errneos que eran los informes
que tenan del enemigo que les atacaba. Alarico se mostr despreciativo. Se les ri a
la cara y contest a sus propuestas con arrogancia y presuncin. Exigi que los
romanos le entregaran todo el oro y la plata que hubiera en la ciudad, cuantos bienes

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hubiera en las viviendas y la totalidad de los esclavos brbaros. Uno de los
embajadores pregunt: Si toma usted todas esas cosas, qu les quedar a los
ciudadanos?. A lo que Alarico replic: La vida[22].
Acordaron 2260 kilos de oro, 13 600 de plata, 3000 pieles encarnadas de carnero
(el de los godos debi de convertirse en un ejrcito muy elegante) y 1360 kilos de
pimienta (ya estaban, desde luego, muy curtidos). Para poder pagar el rescate, los
romanos dejaron los templos sin plata ni oro, e incluso llegaron a fundir las estatuas
de esos metales que encontraron. Entre ellas estaba la dedicada al Valor de la
Fortaleza. Con la destruccin de la efigie dice Zsimo desapareci por
completo cuanto quedaba del coraje y la intrepidez romanas[23].
Una vez entregados los tesoros, Alarico permiti que los ciudadanos circularan
libremente entre la ciudad y el puerto, y suspendi por espacio de tres das seguidos
los impuestos que gravaban las ventas y el pago de los cnones. Cuando el cabecilla
godo se enter de que algunos de los brbaros no respetaban el derecho de paso de
los ciudadanos procur por todos los medios impedir que se reprodujeran tales
actos, los cuales haban ocurrido sin l saberlo ni consentirlo[24].
Alarico pareca estar a punto de conseguir lo que siempre haba deseado. El
prefecto pretoriano de Italia, Jovio, negoci con gran esfuerzo un acuerdo de paz en
nombre de Honorio. Se concedera anualmente una cierta cantidad de oro a Alarico y
a sus godos, as como una medida de trigo, y se les permitira asentarse en las
regiones del Vneto, Austria y Croacia. ste era el trato que deba dar paso a una
armnica convivencia en el nuevo imperio formado por las tres naciones: la latina, la
griega y la goda. Era la nica forma de salir adelante, y Jovio envi al emperador el
texto del pacto junto con una carta en la que aconsejaba a Honorio que nombrase a
Alarico comandante de sus dos ejrcitos, ya que el imperio necesitaba las tropas
brbaras, y si Alarico no contaba con un cargo conveniente no habra paz.
No obstante, el emperador tenda ms a seguir los malos consejos que los buenos.
Reprendi a Jovio por su imprudente temeridad y dijo que jams debera
investirse a Alarico o a cualquiera de sus familiares de dignidad o mando alguno[25].
Frustrado, a Alarico no se le ocurri mejor forma de persuadir al emperador que
lanzar un nuevo ataque contra Roma. Desesperado, envi a una delegacin de
obispos ante Honorio a fin de que stos aconsejaran al emperador que no permitiera
que una ciudad tan noble, que durante ms de mil aos haba dominado buena parte
del mundo, fuera capturada y destruida por los brbaros, y que no consintiese que las
llamas enemigas derruyesen sus magnficos edificios, sino que optase por acordar la
paz en condiciones razonables[26]. A continuacin, los prelados presentaron las
propuestas de paz de Alarico, quien las haba planteado en los trminos ms
razonables que caba formular: desisti de la exigencia de un tratamiento especial y
manifest que slo deseaba poder asentarse en dos zonas situadas en un extremo del
Danubio que sufren el acoso de continuas incursiones y aportan muy escasos
ingresos al Tesoro pblico. Adems de lo anterior, lo nico que exiga era disponer

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del trigo que el emperador considerase oportuno concederle, comprometindose a
reducir su demanda de oro. Quera adems que entre l y los romanos perdurase una
relacin de amistad y alianza, de manera que juntos se opusieran a todo aquel que se
alzara frente al imperio[27].
Era demasiado bonito para ser cierto. Cmo podra nadie en su sano juicio
rechazar semejantes propuestas? Estaba Alarico realmente tan desesperado por
conseguir un lugar de asentamiento para su gente? O es que se haba dado cuenta de
que Honorio jams llegara a un acuerdo y por tanto pona sobre la mesa la oferta de
paz ms extravagantemente razonable de cuantas pudieran concebirse a fin de quedar
l mismo libre de toda responsabilidad respecto a lo que pudiera suceder a
continuacin? Si Roma reciba un duro golpe iba ser claramente por culpa del
emperador.
Sin embargo, Honorio tena una reputacin que mantener la de su terca
insensatez, y desestim las propuestas. Alarico avanz una vez ms sobre Roma y
se hizo con el control del puerto. Roma reciba sus suministros de grano de las
inmensas fincas coloniales que el imperio posea en el norte de frica, y los
ciudadanos, al enfrentarse a una muerte segura por inanicin, capitularon. Se le
abrieron las puertas de la ciudad.

ALARICO DESIGNA EMPERADOR


Fue una situacin extraordinaria casi increble. Un cabecilla brbaro se haba
adueado de Roma y tena la facultad de designar funcionarios y realizar
nombramientos a su antojo. Con el beneplcito del Senado, Alarico lleg incluso a
poner en el trono a un nuevo emperador. Su candidato era el prefecto de la ciudad, un
pagano tradicionalista llamado Atalo, y durante un tiempo la ciudad disfrut de una
momentnea mejora en su gobierno. Alarico fue nombrado vicecomandante del
ejrcito romano y todas las perspectivas parecan prometedoras. Salvo, claro est, por
el hecho de que Honorio no estaba de acuerdo con nada de todo aquello. Y puesto
que an controlaba frica, el granero de Roma, la primera tarea de Atalo tendra que
ser apoderarse de Cartago.
Sin embargo, Atalo iba a resultar un desastre. Un adivino le dijo que habra de
someter Cartago y toda el frica sin necesidad de combatir, as que se limit a enviar
al frente del ejrcito imperial de frica a un general designado por l pero el
hombre fue asesinado al llegar a su destino. Entonces Atalo envi a frica una
gran cantidad de dinero con la esperanza de que, de algn modo, aquello sirviera para
arreglar las cosas. En ese instante Alarico empez a percatarse de que haba colocado
en el trono imperial a un hombre que conceba sus proyectos con la ms insensata
temeridad, sin razn ni perspectiva de ventaja alguna[28]. Y Honorio, a quien se

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segua obedeciendo en frica, se asegur de que no llegara trigo ni aceite alguno a
Roma. En la ciudad, la hambruna fue an mayor que la del ao anterior. La broma
ms socorrida en el hipdromo consista en gritar: Poned precio a la carne
humana![29].
Al final, Alarico no pudo seguir sosteniendo por ms tiempo los disparates de su
patrocinado. March a Rmini, en la costa adritica, donde se hallaba a la sazn Atalo
tomando el sol, y all mismo, en pblico, despoj de la diadema y de la prpura al
emperador que l mismo haba elegido. Alarico, el jefe godo, poda nombrar y
destituir a un emperador romano, as, sin ms. No estaba mal para un humilde
brbaro del delta del Danubio. No hay momento en el que se haga ms patente el
atractivo de Alarico como destacada figura histrica que este en el que trata de
semejante modo al exasperante Atalo. Tras destituirle de su cargo, el caudillo godo le
condujo de vuelta a Roma y puso al exemperador y a su hijo bajo arresto en el palacio
que haba requisado en la urbe. Atalo se encontrara a salvo hasta que finalmente se
alcanzase un acuerdo de paz con Honorio[30].
Era incluso posible que Alarico hubiera llegado ya a un arreglo con Honorio, y
que parte del trato consistiera en destronar al emperador rival a cambio de la paz. En
cualquier caso, Alarico envi la diadema y el manto imperiales a Honorio, y parti
para Ravena a fin de confirmar el tratado que se fraguaba entre ambos. No obstante,
poco antes de llegar a la ciudad, fue vctima de un ataque, evidentemente con el
consentimiento de Honorio[31]. Alarico, que vio que la paz volva una vez ms a
quedar fuera del orden del da, se vio forzado a utilizar su ltimo recurso. Dio media
vuelta y saque Roma. El saqueo de Roma no fue un triunfo del podero militar godo:
constituy el ltimo y desesperado acto de la diplomacia de Alarico, y se sald con
un fracaso.

ALARICO SAQUEA ROMA EN EL AO 410


Todo cuanto rodea al saqueo que Alarico infligi a Roma resulta extraordinario. La
forma en que los godos lograron penetrar en la ciudad, lo que hicieron una vez que
hubieron irrumpido en ella, de qu modo la abandonaron Todo resulta increble.
Alarico se vea ahora por tercera vez a las puertas de Roma, pero en esta ocasin
el asedio no iba a ser largo. Los godos entraron en la ciudad la noche del 24 de agosto
de 410. Los romanos an recordaban los relatos que narraban la hazaa de los celtas,
que haban tomado la ciudad ochocientos aos antes. Desde aquella traumtica
experiencia, todo el objeto de las conquistas de Roma haba radicado en evitar que
volviera a producirse otro acontecimiento semejante la obsesin se haba centrado
en expandir el poder de Roma en todas direcciones, en romanizar o matar a los
brbaros que rodeaban al imperio, y en lograr que la ciudad se encontrara a salvo.

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Ahora, sin embargo, todos aquellos esfuerzos se revelaban baldos.
En Beln, san Jernimo dej escrito que no tena palabras para expresar su
pesadumbre: El mundo entero pereci en una ciudad. Pelagio, el hereje, que de
hecho se encontraba en Roma en aquellos momentos, acert nicamente a comparar
el saqueo con el juicio final, suceso en que el terror iguala a todos los seres humanos:

Roma, concubina del mundo, se estremeca, abrumada de pavor, con el sonido


de las resonantes trompetas y los clamores de los godos. Dnde estaba
entonces la nobleza? Dnde las supuestas divisiones inmutables de la
sociedad? Todos formaban una masa compacta, sacudida por el miedo. Todos
los hogares conocieron la congoja y el omnipresente terror se apoder de
nosotros. Esclavos y nobles eran uno solo. Un mismo espectro funesto
caminaba airadamente ante todos nosotros[32].

De verdad? Porque lo que resulta extrao es que, una vez dentro de la ciudad,
Alarico y sus godos observaron al parecer un comportamiento que ningn otro
ejrcito invasor haba mostrado antes ni habra de volver a manifestar en el futuro.
En primer lugar, Alarico haba cursado rdenes estrictas de que se limitara el
derramamiento de sangre. Orosio, que escribe en una poca en que an se conservaba
fresco en la memoria el recuerdo del saqueo, refiere que Alarico dio rdenes de que
no se tocara ni agrediera a todos aquellos que se hubieran acogido a sagrado,
especialmente en las baslicas de los santos apstoles Pedro y Pablo[33]. Hubo unos
cuantos incendios, pero la ciudad apenas sufri daos.
Alarico, por supuesto, permiti que sus hombres se entregaran al saqueo y al
pillaje, aunque incluso en este aspecto se mostr cierta contencin. Uno de los godos,
que era cristiano, pregunt a una anciana dnde poda encontrar oro y plata. La mujer
trajo entonces la patena y los adminculos sagrados de los apstoles Pedro y Pablo y
se los entreg al soldado diciendo: Ahora eres t quien deber cuidar de ellos,
puesto que a m me es ya imposible. Al enterarse Alarico de lo sucedido, orden
celebrar una gran procesin por toda la ciudad y en ella se exhibi la patena, que fue
colocada alternativamente sobre la cabeza de todos los presentes y llevada bajo la
custodia de una doble hilera de espadas en alto; romanos y brbaros a una elevaron
un mismo himno a Dios en pblico[34].
El oro y la plata de las casas qued estrictamente a salvo en caso de que se
utilizara con fines religiosos, y los presuntos violadores eran rechazados con
vergenza al ser delatados por las damas romanas. En el botn que se llevaron los
godos figuraba la propia hermana del emperador Honorio, Gala Placidia, a quien
Alarico trat con todos los honores y miramientos debidos a una princesa[35]. Para
ser un saqueo no parece que resultara tan terrible.
Honorio, que se hallaba en Ravena, pareci captar la mdula de la situacin.

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Cuando uno de los eunucos, el que se encargaba de las aves de corral, irrumpi en la
sala en que se encontraba el emperador e inform de que Roma haba perecido,
Honorio exclam: Pero si acaba de comer de mi mano!. El eunuco, al comprender
que el emperador crea que se haba referido a un gran gallo joven que l tena y al
que se le haba dado el nombre de Roma, explic que era la ciudad lo que haba
fenecido. El emperador suspir con alivio y replic: Pero qu susto, amigo mo,
crea que era mi gallo Roma el que haba dejado este mundo. Lo que nicamente nos
muestra que Honorio no tena ni idea de cmo contar un buen chiste[36].
Teniendo en cuenta que se trataba del asalto a una ciudad, todo aquello result
ser, a fin de cuentas, un pillaje bastante extrao, y el final habra de revelarse
igualmente extraordinario. Tras pasar tres das dedicado a tan apacible alboroto,
Alarico simplemente levant el campo y se march. Era evidente que los godos no
podan vivir en una ciudad que se mora de hambre y, al parecer, los planes de
Alarico consistan en embarcar a todos sus hombres, poner rumbo a frica y
establecerse all. Sin embargo, no era eso lo que iba a suceder. Tras avanzar con xito
hasta Calabria y tratar de organizar, con bastante menos fortuna, una expedicin
naval para cruzar el estrecho de Mesina, Alarico cay enfermo y muri.
Pese a todas sus atractivas cualidades, Alarico haba fallado en lo fundamental. El
pueblo godo segua sin contar con un hogar permanente, y todo lo que Alarico haba
logrado era saquear la ciudad de la que tanto anhelaba formar parte.

LAS IMPLICACIONES DEL SAQUEO DE ROMA


No hay duda de que el saqueo de Roma a manos de Alarico supuso una profunda
conmocin para todos. Qu nos quedar si Roma se derrumba?, gema san
Jernimo. Sin embargo, para quienes lo vivieron, el significado del ao 410 no fue el
que hoy le atribuimos.
El principal tema de conversacin entre los contemporneos de Alarico no eran
las presiones econmicas o polticas que se haban generado como consecuencia de
aquella catstrofe, sino el relacionado con el dilema de a quin deba atribuirse la
responsabilidad de aquel terrible acontecimiento: a los paganos o a los cristianos.
En 410 no se haban cumplido an cien aos desde que el imperio se convirtiera al
cristianismo. Slo haban transcurrido ochenta y seis aos desde que se prohibieran
los sacrificios paganos, y no ms de diecinueve desde que quedaran proscritos todos
los cultos a los dioses gentiles. Segn refiere Orosio, cuando Alarico se present a las
puertas de Roma, los paganos de la urbe se congregaron diciendo [] que la ciudad
haba dejado de contar con el amparo divino y que habra de perecer muy pronto
debido a que se haba desentendido por completo de sus dioses y sus ritos sagrados,
a lo que el autor hispanolatino aade: [adems], se cargaba pblicamente de

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reproches el nombre de Cristo, como si fuera un azote de la poca[37].
Fue un hueso duro de roer para los cristianos. Las pruebas eran claras y
abrumadoras. Durante ochocientos aos, Roma haba logrado mantener a raya a los
brbaros. Entonces haba decidido dar la espalda a sus antiguos dioses y abrazar una
religin de moda que no pareca causar ms que problemas a sus fieles. Y qu era lo
que suceda entonces? Se produca lo imposible. La historia de Breno se repeta y las
hordas brbaras se pavoneaban una vez ms por las sagradas calles de Roma.
Para la gente de la poca el ms importante significado del saqueo de Roma era
que pareca asestar un duro golpe a la religin cristiana. sa es quiz la razn de que
Alarico, quien a fin de cuentas era tambin cristiano, abandonara su rutilante trofeo.
Simplemente le habra resultado imposible soportar la idea de convertirse no slo en
el destructor de la ciudad, sino asimismo en el aniquilador de la fe de los cristianos
que vivan en ella.
El obispo de Hipona, una poblacin del norte de frica, se quejaba de que
muchos de los que echaban la culpa del saqueo de Roma a los cristianos no habran
conseguido escapar de la carnicera de no haber fingido pertenecer ellos mismos a esa
religin[38]. El buen obispo sera posteriormente canonizado, y por eso ha pasado a la
historia como san Agustn. Tanto le preocup el perjuicio causado a la fe cristiana por
el saqueo que Alarico infligiera a Roma que escribi veintids libros para
contrarrestar sus efectos negativos, englobados bajo el ttulo general de La ciudad de
Dios contra los paganos.
Uno de los argumentos centrales de la mencionada obra de Agustn es que, lejos
de probar que el cristianismo presenta deficiencias que no se encuentran en los viejos
ritos paganos, el saqueo de Roma del ao 410 fue un honroso espaldarazo para la
nueva religin, ya que Alarico en un acto que lo diferencia de cualquier otro
invasor mostr gran clemencia con la gente. En el captulo titulado La crudeza en
la destruccin de Roma fue producto de la tradicin blica. La clemencia vino de la
fuerza del nombre de Cristo, escribe: En cambio, lo inslito all ocurrido, el que,
cambiando su rumbo los acontecimientos de una manera insospechada, el salvajismo
de los brbaros se haya mostrado blando hasta el punto de dejar establecidas, por
eleccin, las baslicas ms capaces para que el pblico las llenase y evitaran la
condena, se lo debemos al nombre de Cristo: all a nadie se atacaba; de all nadie
poda ser llevado preso[39]. Por supuesto, Agustn aade casi inmediatamente que no
debemos confundirnos: lbrenos Dios, de atribuir esta paciencia a los propios
brbaros!, viene a decirnos por supuesto, que no!. Fue Cristo quien les fue
poniendo freno y los abland dado que, evidentemente, Alarico era cristiano.

EL REINO VISIGODO

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Agustn se equivocaba: sus protestas eran excesivas. Lo cierto es que la ciudad sali
del saqueo en perfectas condiciones y que en el plazo de pocos aos recuper su
antiguo modo de vida. Ahora bien, el desplome del imperio de Occidente se hubiera
producido con o sin saqueo, y la identidad de Roma se estaba diluyendo como
consecuencia del aumento del nmero de cristianos, que estaban imponiendo su
nueva civilizacin a la ciudad pagana. En ese escenario haban irrumpido los godos
de Alarico y, al servicio de Teodosio, haban diezmado al ejrcito de la Roma pagana
del emperador Eugenio.
Agustn y los dems telogos de la Iglesia que hacan campaa contra el
paganismo y la hereja estaban creando un nuevo orden poltico, concebido para
sustituir al antiguo imperio. En ese nuevo mundo, la importancia de la ciudad de
Roma era ms sentimental que prctica: rara vez se vea aparecer por esa capital a los
emperadores, la mayora de los senadores vivan apartados de la ciudad, y en la poca
en que se present Alarico, la poblacin de la urbe haba perdido alrededor de las dos
terceras partes de los habitantes que tuviera en tiempos de su mximo apogeo
demogrfico, poca en que alcanz una cifra situada en torno al milln de individuos.
Si en Oriente el nuevo orden cristaliz en el imperio cristiano de Bizancio, en
Occidente qued reducido a un mosaico de reinos cristianos que se identificaban con
Roma pero que no reconocan en la ciudad otro poder que el de la Iglesia. Y fue aqu
donde finalmente habran de encontrar los godos un espacio propio.
Tras la muerte de Alarico, los godos se trasladaron al sur de la Galia,
capitaneados por el cuado de Alarico. Al parecer, Atalfo haba mantenido en
alguna ocasin puntos de vista diferentes a los de Alarico en relacin con Roma, ya
que se inclinaba ms a sustituirla por un poder godo que a lograr que la ciudad les
aceptara a ellos. Sin embargo, ahora daba la impresin de haber perdido totalmente la
confianza en su propia gente y de haber decidido que los godos necesitaban la mano
firme de la autoridad romana. En el ao 415, un ciudadano de Narbona transmiti a
san Jernimo las ambiciones polticas, ya bien meditadas, de Atalfo, y Orosio fue
testigo de la conversacin. Segn parece, Atalfo habra dicho lo siguiente:

Cuando tena plena confianza en el valor y la victoria, hubo un tiempo en el


que aspiraba a cambiar la faz del universo; a hacer olvidar el nombre de
Roma; a levantar sobre sus ruinas el reino de los godos; y a adquirir, al igual
que Augusto, la inmortal celebridad que corresponde al fundador de un nuevo
imperio. Tras reiteradas experiencias, qued gradualmente convencido de que
las leyes son una necesidad esencial si se quiere conservar y regular el
funcionamiento de un Estado bien constituido, y asimismo de que el fiero e
intratable humor de los godos era incapaz de aceptar el saludable yugo del
derecho y la gobernacin civil. A partir de aquel momento procur a mi
ambicin un distinto objeto de renombre; de ah que hoy sea mi sincero deseo
que la gratitud de las edades venideras reconozca el mrito de un extranjero

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que blandi la espada de los godos no con intencin de subvertir, sino de
restaurar y mantener, la prosperidad del imperio romano[40].

Uno se pregunta a qu repetidas experiencias puede estarse refiriendo.


Atalfo decidi casarse con Gala Placidia a la que regal cincuenta recipientes
repletos de oro y otros cincuenta colmados de joyas, y trat adems de aupar al
poder, para saberse del lado ganador en su nueva lealtad a Roma, a un Augusto
elegido por l mismo. Sin embargo, fue asesinado en el ao 415. Los ejrcitos
romanos empujaron a los visigodos de Atalfo hasta Hispania y se deshicieron del
emperador que actuaba como marioneta suya. Sin embargo, el sucesor de Atalfo,
Valia, hizo las paces con Honorio, quien termin por aceptar el pacto que tan
obstinadamente haba negado a Alarico. Valia entreg a Gala Placidia, hermana de
Honorio, al emperador, y en el ao 417 se le concedi el derecho a instalarse en la
Aquitania, regin en la que los godos habran de residir en calidad de fderati esto
es, de aliados independientes de Roma que, por primera vez, no se hallaban separados
de ella por una frontera. Por esto haba luchado Alarico con tanto ahnco: por un
territorio godo obtenido por negociacin y situado en el interior del imperio, no en
sus mrgenes. Valia estableci su corte en la Tolosa francesa, que pas a convertirse
en la capital de un reino cristiano visigodo.
Haban sido los cristianos los que haban dado la puntilla al imperio de Occidente.
Pero iban a ser los brbaros quienes alumbraran la Europa en la que hoy vivimos.

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TERCERA PARTE

LOS BRBAROS DEL ESTE

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8

Los helenos

L os romanos se hallaban prcticamente rodeados por los brbaros. Tenan


brbaros por su flanco oeste, brbaros al norte y brbaros al este. Desdearon a
los del norte y el oeste (es decir, a los celtas, los godos y los germanos) por
considerarlos primitivos e incivilizados. No obstante, cuando trataron de hacer lo
mismo con los brbaros de Oriente descubrieron que haban topado con un hueso ms
duro de roer. Oriente fue la regin en la que Roma encontr la horma de su zapato.
Y fueron dos los distintos mbitos que le hicieron comprender que haba chocado
con un igual: el militar y el intelectual. El imperio persa obstaculizaba las ambiciones
territoriales de Roma en Oriente. Por otro lado, el mundo helnico se hallaba
polticamente incluido en el orbe romano, aunque, aparte de eso, consigui
transformar la vida intelectual de Roma. En palabras del poeta romano Horacio:
Grecia esclavizada, esclaviz a su feroz conquistador[1]. En ambos casos, la fe de
Roma en su propia superioridad hubo de enfrentarse al desafo del impedimento con
el que haba tropezado. Sin embargo, la historia que nos han contado, es decir, la
historia de la grandeza de Roma, ha conseguido ingenirselas para pasar por alto
estas realidades.
La conquista de Grecia hizo que Roma se volviera an ms griega, hasta el punto
de que el traslado de la sede imperial a la ciudad griega de Constantinopla lleg a
considerarse la cosa ms natural del mundo. A medida que Roma fue evolucionando
y convirtindose en una potencia predominantemente oriental, su gran conflicto con
Persia pas a constituir el asunto ms importante del proyecto imperial la lucha con
los persas habra de durar siglos, y al final oblig al imperio a sangrar a su regin
occidental hasta el agotamiento a fin de sufragar los gastos que provocaba la defensa
de Oriente.
Sin embargo, si el imperio romano fue modificndose bajo la influencia de
Grecia, tambin Grecia qued transformada como consecuencia de su contacto con
Roma. Aunque los romanos se haban acostumbrado a considerarla la cuna de la
cultura, la literatura y las artes, Grecia haba sido asimismo la civilizacin que
mayores innovaciones cientficas y tcnicas haba aportado al mundo. No obstante,
dondequiera que gobernaran, los romanos rechazaban las novedades. En ningn otro
lugar queda ms claramente demostrado el efecto del peso muerto que supona el
estancamiento romano que en sus relaciones con el mundo helnico.

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EL MECANISMO DE ANTIQUITERA
En 1900, un hombre llamado Elas Stadiatos se hallaba buceando en busca de
esponjas en las costas de la isla griega de Antiquitera. Cuando le izaron sobre el
puente de la oxidada embarcacin que serva de puesto de buceo, tena los ojos
desorbitados y balbuceaba que haba visto un bulto con forma de mujer desnuda en
el fondo marino[2]. Al final se descubri que no era que el pobre hombre sufriera
alucinaciones, sino que haba dado con el pecio sumergido de un barco hundido en la
Antigedad que an conservaba un inestimable cargamento de tesoros artsticos
presumiblemente mientras navegaba rumbo a Roma.
Durante los dos meses siguientes los buceadores extrajeron del mar un tesoro
fabuloso: joyas, vajillas, muebles, piezas de cermica y decenas de objetos diferentes,
entre los cuales figuraban algunas estatuas de piedra as como otras de bronce, de
menor tamao. Entre las riquezas halladas haba un herrumbroso trozo de metal
cubierto de conchas y algas que an dejaban entrever lo que pareca ser algn tipo de
engranaje. Uno de los buceadores lo haba sacado a la superficie porque bajo la
herrumbre parecan atisbarse algunos trozos de bronce, pero entre tantas y tan
esplndidas obras de arte clsicas pareca difcil que nadie pudiese dedicar la menor
atencin a aquel cachivache. Adems, se rompi en varios pedazos poco despus de
haber sido expuesto al aire atmosfrico y lo que quiz fuera el bastidor de madera al
que se hallaba sujeto qued completamente deformado. No obstante, muchos aos
despus se caera en la cuenta de que se trataba del objeto ms valioso de todos, ya
que habra de revolucionar nuestra comprensin del mundo antiguo.

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El mundo de griegos y partos en el ao 100 d. C. aproximadamente

El artilugio tena grabados unos signos astronmicos, y durante unos cincuenta


aos constituy un misterioso rompecabezas que de vez en cuando haca fruncir el
ceo a los eruditos y a los especuladores. Hubo quien sugiri que se trataba de una
especie de astrolabio (un arcaico aparato de navegacin), pero otros estudiosos
insistieron en que eso superaba los conocimientos de los antiguos griegos. En

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cualquier caso, era mucho ms complejo que un astrolabio. Resultaba obvio, insistan
los escpticos, que no se trataba en modo alguno de un aparato griego.
Sin embargo, al final, un fsico e historiador de la ciencia britnico, Derek de
Solla Price, se present en el Museo de Atenas con intencin de llevar a cabo un
estudio pormenorizado de aquel extrao artefacto. Tras ocho aos de investigaciones
anunci que se trataba de una complejsima mquina de precisin[3]. El dispositivo
contena unas treinta ruedas dentadas, aunque las letras que se haban labrado en su
superficie slo podan pertenecer al siglo I a. C. La hiptesis era tan descabellada que
un catedrtico le contest que el nico modo de poder considerar cierto ese
planteamiento era suponer que alguien que se encontrara navegando ms de mil aos
despus por las inmediaciones del pecio lo hubiera dejado caer por la borda.
En el ao 1971, todava convencido de que tena que estar en lo cierto, Price
persuadi a la Comisin Griega de la Energa Atmica para realizar un experimento
con la nueva tecnologa de rayos gamma y examinar as la oxidada pieza de bronce.
Se obtuvieron unas placas fotogrficas gracias a las cuales logr reconstruir el
ingenio y probar en qu fecha haba sido confeccionado. La reconstruccin de Price
sac a la luz un mecanismo de aspecto similar a los que existan en el siglo XVIII
aunque en realidad se trata de una mquina de computacin mecnica fabricada con
toda probabilidad en la isla de Rodas, frente al extremo suroccidental de la Turqua
contempornea, en torno al ao 80 a. C.. El instrumento muestra las posiciones del
Sol y la Luna en unos cuadrantes que no indican datos relativos a un da o una
semana, sino a un perodo de cuatro aos[4].
Y de pronto qued claro que la idea que los historiadores tenan del mundo no
romano estaba muy, pero que muy equivocada. En una poca en la que el calendario
romano presentaba un desfase de ms de ochenta das, de modo que la gente afirmaba
estar celebrando las fiestas de la primavera pese a encontrarse en plena cancula
veraniega, un taller griego de Rodas conceba y realizaba un aparato capaz de mostrar
las posiciones exactas de los cuerpos celestes y de ofrecer los resultados en unas
esferas de fcil lectura.
Michael Wright, exconservador de objetos de ingeniera mecnica del Museo de
Ciencias de Londres, ha fabricado una reproduccin del mecanismo de Antiquitera a
partir de sus propias deducciones. Su utensilio posee setenta y seis ruedas dentadas,
y una de las agujas indicadoras emplea setenta y seis aos en efectuar una rotacin
completa! Se trata de un complejo modelo operativo del sistema solar. El usuario o
la usuaria puede marcar la fecha que desee dice Wright y el instrumento le
sealar las posiciones que ocuparan en el cielo el Sol, la Luna y los cinco planetas
entonces conocidos.
No est claro para qu se utilizaba. Quizs el aparato fuera nicamente un medio
para predecir las fases de la Luna o los eclipses. O quiz se empleara para realizar
previsiones astrolgicas. La astrologa era una ciencia fundamental en el mundo
antiguo. Constitua la fuerza impulsora que haca avanzar la astronoma de Egipto y

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Babilonia, y condujo al desarrollo de una compleja matemtica con la que poder
calcular el movimiento aparente de las estrellas y los planetas. (De hecho, el vnculo
entre la astrologa, la astronoma y las matemticas continu siendo muy estrecho
incluso despus de la poca de Newton, en el siglo XVII). No obstante, quiz se tratase
simplemente de una herramienta con la que explorar los misterios del cosmos a los
griegos les fascinaba la especulacin cientfica y filosfica de carcter abstracto.
Fuera cual fuese el uso que se le diera, no haba duda de que su diseo y
construccin superaban con mucho las capacidades de los romanos. Pese a lo que la
mayora de la gente piense, haba culturas no romanas competentes que ciertamente
fabricaron mquinas extremadamente complejas hasta que los romanos se hicieron
con el poder.

ROMA, LA DESTRUCTORA
Roma fund su imperio en la destruccin de otras civilizaciones. Cartago, una de las
grandes ciudades del mundo antiguo, fue arrasada por los romanos en el ao 146
a. C[5]. La urbe haba contado en su da con grandes bibliotecas repletas de libros
escritos en la lengua que hablaba aquella cultura: el pnico. No ha llegado hasta
nosotros una sola lnea del idioma pnico. El Templo de Jerusaln fue destruido y sus
enseres llevados a Roma, as que nada de lo que podamos hacer, salvo la
especulacin, nos permitir vislumbrar el modo en que pudo haber funcionado ese
oratorio en vida de Jess. Sabemos que los druidas posean distintas doctrinas, pero la
prctica totalidad de sus escritos fueron destruidos. Los dacios contaban con una
filosofa religiosa que los griegos comparaban a la de Moiss y Pitgoras, pero su
contenido qued borrado por entero.
Cmo podramos cuantificar el perjuicio que los romanos causaron a la historia
de la civilizacin? Probablemente nunca lo logremos. Sin embargo, la destruccin
ms asombrosa de todas, y la que ha pasado ms inadvertida, fue la del mundo
tecnolgico de los helenos. Contrariamente a cuanto se nos ha inducido a creer, el
cosmos helnico era un mundo repleto de engranajes metlicos y relojes muy exactos,
de pistones y mquinas de vapor: un mundo de avanzada ingeniera. Una sociedad
antigua quizs hubiera podido describir la existencia de artefactos fabulosos, pero sin
tuercas y tornillos de adecuada precisin ese tipo de objetos no pasara de ser una
mera fantasa. Antes sola pensarse que determinados inventos, como las mquinas
fresadoras capaces de tallar la espiral de un tornillo o la junta cardn, surgieron por
primera vez en los siglos XVII y XVIII, lo que explica la revolucin industrial y le da
fundamento. Hoy sabemos que ambos inventos se utilizaban ya en el mundo helnico
antes del siglo I de nuestra era. La pregunta es: para qu los emplearon los griegos?
Existe un papiro del siglo II a. C. hallado en Alejandra en el que se ofrece una

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lista de los ms grandes hombres de la historia: legisladores, pintores, escultores,
arquitectos y tambin sorprendentemente ingenieros mecnicos[6]. Uno de ellos
es un tipo llamado Abdaraxo, que construy las mquinas de Alejandra. Es la
nica ocasin en que aparece constancia de su nombre. No hay pista alguna en
ninguna parte que nos indique para qu servan aquellas mquinas ni por qu eran tan
clebres. La fama de Abdaraxo desapareci junto con sus logros. Cuntos
Abdaraxos ms habr habido de los que no haya quedado constancia alguna?
A menos de que resultara til para la matanza de personas, la mecnica no
revesta el menor inters para los romanos. Vitruvio, un ingeniero romano del siglo I
a. C., enumera en una lista los nombres de los doce autores que haban escrito obras
sobre mecnica[7]. Todos ellos son helenos: He observado que sobre esta materia los
pensadores griegos han publicado un gran nmero de obras, mientras que nuestros
propios compatriotas han escrito muy pocas. Slo han llegado hasta nosotros los
textos de tres de los eruditos mencionados en dicha lista, mientras que respecto a los
otros ocho de los doce totales la nica indicacin de que existieron se debe
justamente a Vitruvio. Desde luego, el de Abdaraxo no era un nombre capaz de
impresionar a los romanos. No se trataba de un nombre latino, sino brbaro.

LOS BRBAROS GRIEGOS


Qu pudo motivar que, de entre todos los pueblos de la poca, se diera en atribuir a
los griegos la calificacin de brbaros? A fin de cuentas, si uno contempla el
mundo griego ver los restos de una civilizacin clsica. Y no haban sido los
propios griegos quienes acuaran en primer trmino la palabra brbaro para
describir a los extraos salvajes que hablaban en jergas incomprensibles?
La voz brbaro no denota necesariamente a los guerreros norteos de pelo en
pecho. Ya en el siglo V a. C. su significado remita simplemente a alguien que fuera
diferente de nosotros. En el ao 431 a. C. el historiador griego Tucdides conclua,
al tratar de comprender por qu Homero no empleaba ese vocablo, que se deba a
que los helenos an no podan ser sealados con un solo nombre opuesto a aqul[8].
En aquella poca se aplicaba la denominacin de helenos a los habitantes de lo
que hoy es el sur de Grecia, as como a quienes residan en las colonias griegas
situadas en las costas del Mediterrneo y el Egeo o en las islas. No obstante, quedaba
fuera del mbito abarcado por esta designacin una porcin muy significativa del
mundo de habla griega, y en particular la mayor parte de la regin septentrional de
Grecia. Alejandro Magno, por ejemplo, hablaba griego pero era natural de
Macedonia, una regin situada al norte, as que los griegos le consideraban brbaro.
En el ao 476 a. C. su antepasado Alejandro I de Macedonia se haba presentado en
los Juegos Olmpicos y haba solicitado poder participar en ellos. El resto de los

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competidores expresaron sus ms indignadas protestas, pues sostenan que no
competiran contra un brbaro[9]. Al final se le permiti tomar parte en el
acontecimiento tras haber mostrado una genealoga inventada que afirmaba que tena
ascendientes helenos en Argos.
La cuestin no estribaba en el idioma que hablara sino en el hecho de si era o no
uno de nosotros. Y en las ciudades-Estado griegas hubo muchas personas que no
quedaron conformes con la participacin de aquel Alejandro en los juegos. Ms de
cien aos despus, al atacar otro rey macedonio, Arquelao, una ciudad griega, se
pronunci un emocionado discurso que instaba a los griegos a hacerse fuertes contra
l: Dejaremos que Arquelao nos esclavice, aceptaremos someternos, siendo
griegos, a un brbaro?[10]. Demstenes, el gran estadista y orador ateniense, declar
que el padre de Alejandro Magno, Filipo, no era siquiera un brbaro que
pertene[ciera] a un lugar que pueda nombrarse con honor, sino un repugnante bellaco
de Macedonia, donde nunca ha podido comprarse un esclavo decente[11]. Con eso ya
se hacen una idea.
A los ojos de los helenos tambin los romanos eran brbaros. A pesar de que
estaban dispuestos a considerarlos griegos a ttulo honorfico, si se comportaban
adecuadamente, y de que les permitieron competir en sus juegos a partir de finales del
siglo III a. C., los helenos se referan a ellos como barbaroi cuando les colmaban la
paciencia[12]. Segn deca a sus oyentes Catn el Censor, un estadista romano del
siglo III a. C., los griegos acostumbran a llamarnos brbaros[13].
Y en un plano totalmente elemental, los romanos les devolvan el cumplido.
Catn deca que los griegos tendan al desorden y la corrupcin morales. Desde
luego, eran unos brbaros provistos de una interesante literatura, pero aconsejaba a su
hijo que no profundizara en ella en exceso[14]. Igual que los griegos, los romanos
empleaban la palabra brbaro para designar prcticamente a cualquier persona que
no formase parte de su propia civilizacin. Y hasta el siglo II a. C., los griegos
encajaban en esa categora.
Andando el tiempo, la Repblica Romana qued plenamente helenizada, as que
en la poca de Augusto los grandes creadores de los mitos poticos que sustentaban
la identidad romana, Ovidio y Virgilio, trataron de dar la sensacin de que Roma y
Grecia constituan una misma civilizacin. Trescientos aos despus de que
escribieran sus obras, la lengua y la cultura griega (con algunas modificaciones)
dominaban la totalidad del imperio romano de Oriente. De hecho, la identificacin
del imperio romano con el carcter griego lleg a ser tan grande que en la actualidad
la palabra con la que los griegos aluden a su propia identidad es romiosini es decir,
romanismo. Sin embargo, en los primeros aos de la Repblica Romana las cosas
eran muy distintas.
La helenizacin de los romanos comenz despus de que stos derrotaran al
poder macedonio en el ao 196 a. C. y se hicieran con el control de Grecia. Por

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aquella poca los romanos comenzaron a educar a sus hijos en escuelas, y los nios
de las familias ms acomodadas aprendan griego desde los doce o trece aos.
Con todo, esto no evit que los romanos siguieran mostrndose brutales con los
griegos. En el ao 171 a. C., al reanudarse la guerra con Macedonia, los romanos
aniquilaron ese reino, arrasaron buena parte del Epiro y durante los tres aos
siguientes pusieron fin a la vida poltica griega. La conquista de Grecia por los
romanos fue despiadada, y el impulso que les motivaba era en gran parte el ansia de
pillaje. En el ao 146 a. C., fecha en que la prctica totalidad del Peloponeso, junto
con algunas regiones del centro de Grecia (la confederacin aquea), se rebel
contra la dominacin romana, la ciudad de Corinto fue asolada y sus habitantes
vendidos como esclavos.
Sin embargo, por esos mismos aos, los romanos consideraban que los griegos
constituan la primitiva fuente de la civilizacin (humanitas), y la juzgaban ms
refinada, ms culta y de modales ms delicados que la suya propia. Por otra parte,
despreciaban a los griegos por mostrarse mucho menos valientes que los encallecidos
vecinos de su flanco occidental: su ingenio estaba ms agotado, y eran decadentes,
taimados y amantes de los lujos. Por mucho respeto que sintieran por la cultura
griega, ningn romano ambicioso quera que le confundieran con un griego[15]. Para
un buen romano, un heleno no era uno de los suyos.

ALGUNOS MALENTENDIDOS RELACIONADOS CON LOS


GRIEGOS

La poltica de Roma, basada en lograr que el control militar y poltico que ya posea
en otras regiones se hiciera notar en las que habitaban los brbaros del este, tuvo
consecuencias verdaderamente espantosas en la historia de Europa. El mecanismo
hallado en el pecio de Antiquitera constituye una indicacin de la magnitud del
desastre. Una catstrofe que apenas comienza hoy a salir a la luz, ya que durante
muchos de los siglos posteriores se hizo caso omiso de los pocos textos que recogan
los avances de la ciencia, la matemtica y la ingeniera de la Antigedad.
La flor y nata romana mostraba desdn por la ingeniera prctica, y como se haba
dado errneamente por supuesto que la Grecia y la Roma clsicas constituan de
hecho una sola empresa cultural, se ha afirmado con frecuencia que los griegos eran
de idntico parecer. En el siglo IX haba ya, en determinados crculos, crecientes
suspicacias que ponan en duda que los griegos hubieran sido realmente tan
inteligentes. Si eran tan capaces, por qu no lograron inaugurar la ciencia de la
mecnica que puso a Europa en la va de la revolucin industrial[16]? La respuesta fue
una magnfica humillacin para aquellos incultos: los antiguos griegos, muy
adecuadamente, haban dejado la prctica y las cuestiones experimentales en manos

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de sus esclavos y sirvientes.
La autoridad a la que habitualmente se cita en relacin con este particular es
Plutarco, un griego completamente romanizado que escriba a principios del siglo II
d. C.
Plutarco afirmaba que el desprecio que mostraban los romanos por la simple
mecnica se remontaba a los antiguos griegos, y deduca que las crticas que dedica
Platn a la actividad experimental implicaban que la mecnica haba quedado
separada de la geometra, y los filsofos la repudiaban y se desentendan de ella[17].
De este modo, Plutarco proyectaba el menosprecio que a l mismo le inspiraba el
asunto en las palabras del griego Arqumedes: [Este autor] consideraba que el
trabajo del ingeniero, as como el vinculado con cualquier arte relacionado con las
necesidades cotidianas, era una materia innoble a la que nicamente deba dedicarse
el artesano. Arqumedes, que llevaba muerto trescientos aos, no estaba en
condiciones de discutir una pena, ya que esta afirmacin, dada la cantidad de
tiempo, energa y prestigio que invirti en la realizacin de mquinas, es un evidente
sinsentido.
En los primeros aos del Renacimiento, poca en la que cobraron nuevo inters
las Vidas paralelas, esta obra de Plutarco comenz a ejercer un estmulo que termin
generando un renovado respeto por los clsicos. La literatura, la filosofa y la
matemtica terica griegas han sido tratadas desde entonces con reverencial
admiracin. Sin embargo, los estudiosos educados en la cultura clsica reproducan
mimticamente una actitud de desprecio hacia los objetos de la ingeniera y la
tecnologa prcticas, ya que consideraban que ese desdn era de raz griega. Los
textos griegos que han llegado hasta nosotros y que versan sobre estas cuestiones
fueron unas veces ignorados por completo y otras desechados, ya que los eruditos,
que desconocan por completo toda nocin de ingeniera, los juzgaban caprichos
imposibles.
Ahora bien, ste era un prejuicio romano, no griego. La ciencia mecnica griega
se basaba en una investigacin cientfica, tanto prctica como terica,
extremadamente desarrollada. Sin embargo, los romanos desbarataron sus avances,
no slo porque no les interesaban, sino porque adems necesitaban que la sociedad
cambiase lo menos posible. Roma nos ha impuesto en todos los aspectos su
comprensin de la historia de la tecnologa y ha logrado que participemos de ella en
la misma medida que ya hemos visto en otros mbitos. Los romanos vivan en el
interior de unas fronteras y cuanto haba al otro lado resultaba peligroso. Es algo que
se aplica con idntica validez tanto a su mundo mental como a su geografa.

LAS MQUINAS DE GUERRA

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Las fuentes literarias romanas no se explayan en exceso sobre el refinamiento
tecnolgico de los helenos. Las primeras revelaciones relacionadas con la antigua
ciencia griega se deben a un oficial de artillera alemn de la Primera Guerra Mundial
llamado Erwin Schramm, quien comenz a realizar por s mismo reconstrucciones de
algunos aparatos de artillera antiguos[18]. El historiador britnico Eric Marsden ha
dado a su trabajo un alcance muy superior al inicial[19].
La primera prueba de que ocurra algo extrao con las mquinas de guerra
helnicas se remonta al ao 399 a. C. Dionisio el Viejo, tirano de Siracusa (aunque
por entonces el trmino vena a significar algo parecido a nuestro director general),
una colonia griega de Sicilia que estaba en guerra con el gran estado norteafricano de
Cartago, puso en marcha un servicio de investigacin y desarrollo militar. Buena
parte de lo que all se produjo responda a la consigna de cuanto mayor, mejor
los navos de guerra ms apreciados eran los trirremes, eficaces arietes martimos con
tres rdenes de remeros. Vala la pena comprobar si el hecho de aadir nuevos
grupos de bogantes poda aumentar an ms su podero. El experimento fue un xito,
y de este modo naci el quinquerreme. El primero de los fabricados, provisto de
adornos de oro y plata, se hizo a la mar para recoger a la novia de Dionisio en una
ciudad que el poltico quera tener como aliada. El resplandeciente buque, con su
ornamentado arpn de proa y los remos rizando el agua, manejados por quinientos
hombres ocultos en el interior de sus inmensos costados de madera, era una
espectacular imagen de organizacin, riqueza y tecnologa.
De vuelta en Siracusa, Dionisio comenz a construir simultneamente doscientos
barcos, dedicndose asimismo a carenar y reparar otros doscientos sesenta ms. Se
forjaban a martillazos armas y armaduras en nmero descomunal. Sin embargo, lo
ms asombroso de todo era que sus ingenieros haban alumbrado un tipo de arma
enteramente nuevo el primer artilugio de artillera. Hasta entonces, la fuerza de
un proyectil dependa del vigor y la habilidad del brazo que lo arrojaba o tensaba el
arco, pero de pronto la guerra quedaba sbitamente mecanizada.
Llamaron catapulta (literalmente parte escudos) a la mquina que haban
construido, y su apariencia inmediata era la de una ballesta. Una de sus caractersticas
ms curiosas era que el arco del dispositivo no responda al diseo que ms tarde
habra de resultar normal en Europa, ya que no se trataba de una vara de madera
concebida para combarse y despus distenderse. Se cree que estaba formado por
capas de distintos materiales madera, asta y tendones: una tecnologa que ya se
empleaba en los arcos de los nmadas de las estepas mongolas. Este arco
constituye un muelle de inmensa fuerza y para tensarlo es preciso curvarlo en sentido
opuesto al de su pandeo natural (a menudo se le denomina arco recorvo). En manos
de un soldado experimentado su alcance es de 275 metros, y a noventa metros es
capaz de atravesar de parte a parte a un buey, con independencia del punto en el que
se produzca el impacto. Provisto de una culata, un gancho al que sujetar la cuerda del
arco, un manubrio para tensarla, una gua para el mecanismo y un gatillo, poda ser

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utilizado por reclutas inexpertos tras unos cuantos das de entrenamiento.
Tambin vale la pena sealar que Dionisio consigui esos resultados gracias a la
utilizacin de unas tcnicas de gestin tan avanzadas como los inventos de ingeniera
que haba auspiciado[20]. Emprendi una agresiva campaa de captacin de los ms
destacados artfices del mundo, a los que ofreca unos sueldos muy generosos,
organiz las fases del trabajo en bloques fciles de controlar y l mismo animaba y
recompensaba a los que tenan xito es decir, su organigrama contemplaba le
existencia de una especie de empleado del mes.
Otras regiones de la zona adoptaron y desarrollaron rpidamente esta tecnologa.
Los brbaros de Macedonia la consideraban extremadamente til, y Filipo de
Macedonia puso en marcha su propio sistema de investigacin. Parece que estas
iniciativas hicieron que la capacidad mecnica de los aparatos conocidos alcanzara un
nivel completamente indito, ya que se sustituy el arco elstico por la energa de
torsin proporcionada por manojos de tendones o cabellos enrollados. En el ao 336
a. C. su hijo Alejandro, que entonces contaba veinte aos de edad, hered el reino y
las mquinas de guerra y se dispuso a conquistar el mundo con aquel equipo, para lo
cual acostumbraba a llevar consigo el suficiente nmero de artilleros provistos de
catapultas como para proteger el avance de sus tropas. Es obvio que el carisma
personal de Alejandro Magno contribuy a su xito, pero tambin le ayud a lograrlo
el hecho de que empleara un revolucionario armamento mecnico a gran escala, ya
que, frente a una defensa enemiga dotada de simples equipos tradicionales, el empuje
de los nuevos aparatos resultaba irresistible. En doce aos conquist el Asia Menor,
Persia, Egipto y buena parte de la India.
El imperio de Alejandro se desmembr a su muerte, pero haba dejado una huella
indeleble en el mundo, y sus sucesores, tanto en Alejandra como en Macedonia,
siguieron desarrollando la tecnologa militar. En el ao 305 a. C., fecha en la que
Roma era simplemente una agresiva ciudad italiana enfrascada en una serie de
batallas a pequea escala para dominar a sus vecinos, los macedonios atacaron las
murallas de Rodas, en el Mediterrneo oriental, con su ms moderno armamento.
Utilizaron una helpolis (conquistadora de ciudades) de nueve plantas y cubierta de
planchas de hierro que se desplazaba sobre ocho grandes ruedas gracias al esfuerzo
de dos mil hombres. En las planchas podan abrirse unos postigos que permitan el
lanzamiento de proyectiles y los portillos variaban de tamao en funcin de las
distintas dimensiones de la municin[21].
Sin embargo, Rodas tambin haba ideado sus propios inventos. El avance de la
torre de asedio encontr la respuesta de un feroz aluvin de proyectiles lanzados por
las mayores y ms complejas catapultas del mundo, as que la helpolis tuvo que
retroceder, ya que no slo haban empezado a caerse las planchas de hierro, sino que
los dardos incendiarios haban prendido fuego a la inmensa mole. Haba sufrido el
impacto de ms de mil quinientas cargas de catapulta y unas ochocientas flechas
incendiarias.

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Ha llegado hasta nosotros la descripcin de una de las armas que emplearon los
hombres de Rodas. El texto, escrito en torno al ao 200 a. C., es obra de un griego al
que hoy conocemos con el nombre de Filn de Bizancio. Este autor explica en todos
sus pormenores los engranajes con los que se mova una transmisin de cadena que
cargaba automticamente los proyectiles, uno tras otro, en la acanaladura de
lanzamiento. El aparato resulta asombrosamente moderno, ya que en realidad se
trataba de una especie de metralleta. Cuando Erwin Schramm hizo una demostracin
de la copia realizada por l ante el kiser Guillermo II, el segundo dardo hizo impacto
en el blanco en el punto exacto en que se haba clavado el primero y lo parti en dos.
En este caso el problema resida en que el artefacto no lograra, en efecto, sino matar
una y otra vez al mismo hombre, a menos que la mquina pudiera desplazarse y
disparar al mismo tiempo ahora bien, como los antiguos griegos ya haban inventado
la junta cardn, el aparato tena de hecho la posibilidad de operar de ese modo[22].

LAS MQUINAS Y LAS MATEMTICAS


Y an no hemos visto ms que la punta del iceberg. Los textos de Filn, conocidos
con el ttulo de Compendio mecnico, describen todo tipo de dispositivos. En
muchos de ellos haba trabajado personalmente y algunos eran de su invencin. Haba
ruedas autopropulsadas, sistemas codificados de comunicacin, una bomba movida
por cadenas, otra neumtica y una tercera impulsada por pistones, junto a 78 aparatos
mecnicos que funcionaban a base de aire caliente o vapor[23]. Uno de ellos era una
sirena de faro accionada a vapor, lo que permita que las advertencias a la navegacin
martima pudiesen orse cuando no era posible divisar la seal luminosa. Filn
operaba asimismo en el negocio del espectculo y se haba especializado, para
diversin de sus patronos, en el diseo de autmatas, como un caballo capaz de beber
agua y una joven que escanciaba lquidos a voluntad.
El mecanismo de Antiquitera ha ampliado de forma profunda la comprensin que
hoy tenemos de lo que era posible realizar en la Antigedad, y deja claro que muchas
de las cosas que se han considerado con todo aplomo fantasas y exageraciones son
de hecho descripciones absolutamente veraces de mquinas que existieron. La
concepcin del mecanismo es en s misma una maravilla. Sin embargo, y al margen
de esto, su construccin exigi disponer de refinados conocimientos astronmicos.
Por otra parte, ha llegado hasta nosotros un libro escrito por el hombre que quiz
fabricara el artilugio: Gemino de Rodas.
Gemino explica claramente que conoce los datos recopilados por los astrnomos
de Babilonia y que desea ponerlos al alcance de todo el mundo. La totalidad de este
trabajo se sustentaba en un serio conocimiento de la matemtica terica, y lo cierto es
que los griegos se tomaban muy en serio las matemticas y nadie se las tomaba

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ms en serio que Arqumedes, que vivi en el siglo III a. C.. La lista de las cosas en
las que trabajaba resultara para la mayora de nosotros tan incomprensible como
debi de serlo para los romanos de la poca. Es poco probable que el examen de la
cuadratura de la parbola y el anlisis del centro de gravedad de las secciones del
plano paraboloide puedan dar sentido a nuestras vidas, pero a Arqumedes estas
cuestiones le tenan absolutamente embelesado, y lo menos que puede decirse es que
a alguien tenan que interesarle.

Mquina neumtica de Filn de Bizancio.


Este manuscrito latino es una traduccin de un
texto rabe realizada a finales del siglo XII. En el
siglo IX se llevaron de Bizancio a Bagdad
numerosas obras de ciencia y filosofa griegas con
el fin de que los judos y los cristianos nestorianos
las tradujeran y pudiera as consultarlas el califa.
De este modo, el califato islmico dio continuidad
a la antigua tradicin persa del multiculturalismo.

O al menos diremos que a alguien tienen que interesarle si queremos un mundo


en el que exista una ingeniera avanzada, una astronoma compleja, formas seguras de
navegar en mar abierto y una maquinaria de trabajo bien desarrollada. Todas estas
cosas parecen enteramente pragmticas y prcticas, pero de hecho requieren la
existencia de una ciencia terica de elevado nivel conceptual.

EL DIVINO ARQUMEDES
Arqumedes se ocupaba de la prctica tanto como de la teora. Su genio para unir la
matemtica y la fsica para analizar las reglas lgicas que controlan el
comportamiento de slidos y lquidos se trasladaba directamente a la construccin
de mquinas, y en especial a la realizacin de ingenios militares. Cuando los romanos

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pusieron cerco al puerto de Siracusa en Sicilia, donde viva Arqumedes, ste ide los
lanzamisiles que los rechazaron: catapultas de diversos alcances instaladas adems de
forma que, por su secuencia de tiro, los romanos no pudieran ponerse a cubierto.
Tambin organiz las defensas de modo que todo se concertara en favor de los
defensores. Fue Arqumedes quien invent los balancines mviles que podan hacerse
girar por encima de los muros de la ciudad a fin de dejar caer grandes pesos sobre los
atacantes. Su arma secreta y la que parece haber causado ms alarma entre los
romanos era un aparejo de garfios que poda suspenderse sobre los barcos
amarrados al pie de los contrafuertes de la plaza y que, mediante un sistema de
palancas, era capaz de sacarlos del agua.
Uno de los ejemplos ms reveladores de lo difcil que nos resulta darnos cuenta
del refinamiento tecnolgico de los griegos es el hecho de que actualmente sean
muchos los que se niegan a creer que Arqumedes hubiera podido disponer de dos
armas concretas: un conjunto de espejos que utilizaba para prender fuego a los barcos
enemigos, y un can a vapor capaz de disparar proyectiles pesados a distancias muy
superiores a las de cualquier catapulta. Cuando emprendimos la indagacin sobre el
particular, se nos dijo que nadie da crdito a los relatos que aluden a la existencia
de tales armas. Sin embargo, la eficacia de los espejos incendiarios qued demostrada
tanto en el ao 1646[24] como en 1747[25]. Sirvi para algo? No lo parece, puesto
que incluso en el ao 1973, un sesudo artculo de Ioannis Sakkas demostr
matemticamente que era imposible concentrar los rayos del sol lo suficiente como
para prender fuego a la madera[26]. Su trabajo se public casualmente el mismo ao
en que un experimento a gran escala logr poner en llamas un barco situado a
cuarenta y ocho metros en menos de dos minutos[27]. La prueba matemtica de que
aquello no poda suceder tiene la misma validez que los clculos que afirman que los
abejorros no pueden volar.
Las pruebas que atestiguan que Arqumedes construy efectivamente ese aparato
parecen concluyentes. Luciano de Samosata (c. 150 d. C.)[28] y Galeno[29] indican en
sendas referencias que Arqumedes prendi fuego a unos navos romanos, mientras
que otros autores Zonaras[30], Eustatio[31] y Din Casio[32] hablan de la
utilizacin de espejos con ese fin. Antemio (el arquitecto del siglo VI que levant el
templo de Santa Sofa en Constantinopla) seala que ninguno de los autores que
mencionan la mquina incendiaria del divino Arqumedes la describe como un espejo
compuesto, sino como la combinacin de muchos[33]. Por desgracia, las fuentes en
que se basa Antemio se han perdido; slo contamos con un resumen de una de ellas,
redactado en el siglo XII[34]. Sin embargo, se dice que un tipo de espejo incendiario
salv a Constantinopla de una flota goda en vida de Antemio, en el ao 514 d. C[35].!
Ten, el ltimo encargado de la gran biblioteca de Alejandra, alude a la existencia de
un manuscrito escrito por Arqumedes que trataba de los espejos, hoy perdido, y en
1976 se public una copia rabe de otro manuscrito del siglo II a. C. en el que se

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menciona que un matemtico griego haba intentado averiguar, en torno al ao 160
a. C., cmo se construa un ingenio de espejos incendiarios[36].
Y a pesar de todo se nos sigue diciendo que es imposible que Arqumedes
inventara semejante artefacto. Esta particular victoria de los prejuicios tuvo su origen
en el Renacimiento, con Kepler y Descartes, y desde entonces se ha venido
manteniendo con autntica determinacin[37]. Un historiador contemporneo ha
llegado incluso a explicar que no es posible que Arqumedes fabricara el dispositivo
porque tena otras armas eficaces que resultaban menos costosas no habra salido
a cuenta, dice[38]. De esta misma forma se podra probar que los Estados Unidos
nunca arrojaron la bomba atmica sobre Japn.
No sabemos si Arqumedes emple o no un espejo incendiario. Pero no es posible
seguir considerando que las crnicas que refieren su existencia sean una fantasa. Se
dice que lo hizo, era posible hacerlo y saba cmo conseguirlo.
El can a vapor de Arqumedes cuenta con menos testimonios. Todos los
conocimientos relacionados con el arma quedaron olvidados alrededor del ao 1350,
fecha en que el poeta italiano Petrarca hall una descripcin de ese objeto en un
manuscrito de Cicern conservado en la biblioteca de una iglesia. El can aparece
detallado en De remediis utriusque fortun (De los remedios contra los reveses de
fortuna). Un siglo ms tarde aproximadamente, es obvio que Leonardo da Vinci tuvo
en sus manos el manuscrito y que se inspir en l para producir una versin mejorada
a la que dio el nombre de architronito[39]. Sakkas, que ya haba probado la gran
eficacia de los espejos incendiarios, construy en 1981 una versin a pequea escala
del can y demostr que funcionaba asombrosamente bien.
Los inventos de Arqumedes ponan tan nerviosos a los romanos que llegaron a
convencerse de que posea poderes sobrehumanos y de que era una especie de
hechicero. Incluso en la actualidad, los descendientes de los romanos que viven en
Siracusa asustan a sus hijos con esta advertencia: ndate con ojo, o si no vendr
Arqumedes y te coger!. Bonita forma de recordar a uno de los mayores
matemticos de todos los tiempos.
Los romanos tardaron casi tres aos en forzar las defensas de Siracusa su
fuerza no descansaba en la ingeniera, sino en su implacable determinacin. Aqul
fue el fin de Arqumedes: Se cuenta que en medio del alboroto y el terror que
provocaban los soldados que recorran la ciudad vencida en busca de botn,
[Arqumedes] se hallaba calladamente absorto en unas figuras geomtricas que haba
dibujado en la arena y que fue muerto por un soldado que no saba quin era[40].
Los romanos se dieron cuenta de que haban hecho algo terrible, pero la
verdadera tragedia para todos nosotros fue que no tuvieran el menor inters en
proseguir el trabajo que vena realizando Arqumedes. Les agradaban las maravillas
mecnicas que produca la ciencia griega, pero nicamente como curiosidades. Segn
Cicern, Marcelo, el general que tom Siracusa, no sac de la ciudad ms que un
objeto del botn recogido: un planetario que haba pertenecido a Arqumedes[41].

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Tambin a Cicern le fascinaban estas cosas, lo que nos devuelve al mecanismo de
Antiquitera. Cuando se fue a pique, junto con aquel malhadado navo en el ao 80
a. C., es muy posible que estuviera navegando de camino a la vivienda del propio
Cicern. Este autor conoca bien Rodas y era gobernador de una provincia vecina
poco antes de que se perdiera el barco en el que viajaba el mecanismo. Dado que el
cargamento de estatuas y otros objetos de lujo iba destinado con toda probabilidad a
algn coleccionista adinerado, no sera de extraar que Cicern fuese el propietario
en potencia de aquellos artculos.
La isla de Rodas ocupaba un lugar muy particular en el organigrama romano.
Desgraciadamente, esa circunstancia iba a constituir su perdicin. Y la crnica de la
destruccin de Rodas viene a ser un compendio de la lamentable intriga por la que
Roma se convirti en destructora del mundo cientfico y tecnolgico de los helenos.

RODAS
Antes de que Roma entrara en escena, Rodas fue durante muchos aos la fuerza
dominante en el Mediterrneo oriental. Su puerto principal era el mayor mercado de
la regin, y gracias tanto a sus barcos como a su armamento naval, de gran eficacia,
consegua mantener las aguas razonablemente limpias de piratas. Dominaba la isla
una ciudad amurallada del mismo nombre, construida segn un diseo trazado a
cordel en torno al ao 410 a. C. Tena cinco fondeaderos, calles pavimentadas,
parques, templos y gimnasios, y estaba suntuosamente decorada con monumentos y
estatuas. An exhibe orgullosa una acrpolis, las ruinas de los templos de Afrodita y
Apolo y, por supuesto, el recuerdo de su clebre Coloso, una de las siete maravillas
del mundo antiguo. El Coloso de Rodas fue erigido en el ao 282 a. C. y antes de ser
derribado por un terremoto se ergua, a ms de treinta metros de altura, en la entrada
del puerto. Un autor romano, Plinio el Viejo, deca que la mayora de la gente no
consegua siquiera rodear con los brazos el pulgar del gigante cado.
El papel de Rodas en la gestin del comercio martimo hizo surgir asimismo un
cdigo jurdico mercantil notablemente desarrollado al que se conoca como
derecho martimo de Rodas, y hay que destacar que desde entonces ha venido
constituyendo, hasta nuestros das, el fundamento del derecho comercial martimo.
Dado que la datacin de este cdigo parece situarse entre el ao 800 y el 600 a. C. es
probable que debamos considerarlo el primer sistema prctico de derecho comercial
de la historia, lo que socava en buena medida toda pretensin que trate de afirmar que
los romanos fueron los grandes legisladores del mundo.
No obstante, todo esto lleg a su fin en el siglo II a. C. Roma estaba decidida a
hacerse con el control del Mediterrneo oriental, pero Rodas se hallaba demasiado
bien defendida como para pensar en un ataque militar. Por consiguiente, los romanos

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optaron por debilitar la economa de la isla. Rodas dependa de los derechos de
portazgo y los cnones que haba que pagar por las distintas mercancas que entraban
y salan del puerto. Roma se limit a aduearse de la vecina isla de Delos y a
establecer en ella un puerto libre de aranceles. Esta competencia desleal erosion
poco a poco la entera economa de Rodas. Los ingresos por los impuestos portuarios
descendieron un 85%. En el 164 a. C., obligada a doblar la rodilla, Rodas se vio en la
necesidad de firmar un tratado por el que se comprometa a tener los mismos amigos
y enemigos que Roma.
Vindose reducidos a esa condicin, los isleos tuvieron que ingenirselas para
sobrevivir de alguna manera. No tuvieron ms remedio que explotar el otro gran
activo con el que contaban: el de ser un importante centro cultural. En sus das de
esplendor, Rodas haba dado al mundo una fenomenal produccin artstica y cultural,
con obras maestras de todas clases. Aparte de sus logros cientficos, era clebre por
sus poetas, escritores, historiadores, filsofos, ceramistas, pintores, escultores y, lo
que result ms importante cuando se vieron forzados a ganarse la vida en
competencia con los romanos, por sus maestros de retrica.
Puede que los romanos no mostraran la menor curiosidad intelectual o que no les
interesasen las conquistas cientficas de un lugar como Rodas, pero desde luego s
que les atraa el poder. Y en la antigua Roma republicana las vas que conducan hasta
l pasaban necesariamente por la oratoria: el arte de ganar adeptos y de hacer triunfar
los propios argumentos en pblico. Ningn romano tena posibilidades de alzarse con
un puesto importante si no era capaz de desarrollar sus habilidades retricas, algo de
lo que los habitantes de Rodas andaban sobrados. Para un joven romano ambicioso
lleg a ser de rigueur pasar cierto tiempo preparndose en la isla.
Desgraciadamente, y dado que los romanos no se molestaban en mantener las
patrullas para el control de la piratera que Rodas ya no poda permitirse, el viaje se
haba vuelto muy peligroso. De hecho, en el ao 76 a. C. el joven Julio Csar fue
capturado por unos raqueros cuando viajaba a la isla para acudir a una escuela. Csar
afirma haber resultado ser un prisionero ms bien festivo, y haberse llevado muy bien
con los piratas, aunque en un principio se sintiera insultado cuando stos exigieron un
rescate de veinte talentos. Csar insisti en que lo subieran a cincuenta:

les trataba con tal desdn, que [al irse] a recoger les mandaba a decir que
no hicieran ruido. Treinta y ocho das fueron los que estuvo ms bien
guardado que preso por ellos, en los cuales se entretuvo y ejercit con la
mayor serenidad, y dedicado a componer algunos discursos, tenalos por
oyentes, tratndolos de ignorantes y brbaros cuando no aplaudan[42]

Csar aade a rengln seguido que a veces les amenaz, entre burlas y veras,
con que los haba de colgar, de lo que se rean.
Una vez que se pag su rescate y que fue puesto en libertad, equip una pequea

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flota, se lanz en su persecucin y se apoder de la mayor parte de ellos. Tras
entregarlos a las autoridades, l mismo los puso en un palo. Despus de aquello,
Csar continu con los cursos que tena planeado estudiar.
El relato que nos transmite Julio Csar respecto a lo que sucedi muestra hasta
qu punto haba aprendido eficazmente el arte de autopropaganda. Es quiz posible
que llegara de hecho a alguna clase de pacto con uno o ms de sus captores para
atrapar al resto. Se ve que la historia ha sido concebida para aumentar su reputacin
en el muy particular clima moral de Roma ya que no slo muestra que se trataba de
un joven con estilo y buen garbo, sino que careca por completo de la ms mnima
doblez (a diferencia por tanto de los griegos que le haban enseado) y era totalmente
despiadado.
La irona que envuelve todo el asunto es que el intento por el que Rodas trata de
hacerse un hueco econmico como escuela privada para los jvenes brutos de Roma
acabe siendo lo que d la puntilla a la isla. En el ao 44 a. C. Csar es asesinado. Uno
de los conspiradores se haba familiarizado con la isla exactamente por las mismas
razones que Csar: tambin Casio haba ido a Rodas a aprender retrica. Tras el
magnicidio, necesitaba dinero para fortalecer su posicin mientras maniobraba en pos
del poder. Al mirar a su alrededor en busca de alguna forma sencilla de llenar sus
arcas sin demasiada oposicin tropez con su antigua alma mter. Saba exactamente
lo que all haba, y tambin que Rodas careca de capacidad para resistir su empuje.
La excusa que hall para lanzar su ataque fue que exista la posibilidad de que sus
enemigos que, por supuesto, eran adversarios de la Repblica contaran con la
ayuda de las embarcaciones de Rodas. De este modo, en el ao 42 a. C., haciendo
caso omiso de los desesperados llamamientos de su antiguo maestro, simplemente
invadi la isla y saque el lugar[43]. A los romanos siempre les haban gustado los
objetos que produca la isla, as que, a su regreso, Casio se hizo a la mar con tres mil
obras maestras.
Rodas jams se recuperara del golpe.

ROMA APAGA LA LUZ


Hoy sabemos que la propaganda de la historia romana que Roma fue la gran
impulsora del dominio del arte de la ingeniera y del pensamiento cientfico es algo
diametralmente opuesto a la verdad. El mundo no romano del Mediterrneo oriental
haca nuevos descubrimientos y lograba nuevas invenciones generacin tras
generacin, pero sus conocimientos y destrezas no volvieron a ver la luz sino hasta
bien entrada la Edad Media, o incluso en pocas posteriores.
Por supuesto, los romanos s desarrollaron algunos de los productos salidos de la
ingeniera griega por ejemplo, aadieron ruedas a las mquinas de artillera, y

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supieron apreciar la vertiente prctica de algunas invenciones relativamente simples,
como la noria de cangilones para extraer agua (se han encontrado cuatro de estos
artefactos en Londres). Sin embargo, pasaban por alto cualquier otra cosa cuyas
aplicaciones prcticas resultasen menos evidentes. Y dado que todo avance cientfico
guarda relacin con investigaciones de carcter no demasiado prctico, las
consecuencias fueron desastrosas.
Fijmonos por ejemplo en lo que sucedi con la mquina de vapor. En el siglo I
d. C. un autor tcnico griego llamado Hern, que trabajaba en Alejandra, realiz la
descripcin de un motor de vapor capaz de efectuar tareas. Unido a un invento
atribuido al gran innovador de cuatro siglos antes y denominado por tanto tornillo de
Arqumedes, que ya se utilizaba para bombear agua, poda haberse convertido en una
forma sencilla y tremendamente efectiva de incrementar el porcentaje de tierras de
regado, el suministro de agua de las ciudades y la calidad del drenaje de las minas de
gran profundidad.
Sin embargo, no sucedi as. El historiador Suetonio nos refiere un suceso muy
significativo, un acontecimiento que tuvo lugar en el ao 70 d. C. Tras una guerra
civil en la que las legiones haban incendiado y saqueado Roma, haba accedido al
poder un nuevo emperador, Vespasiano, que en ese momento se hallaba enfrascado en
la exaccin de cuarenta mil millones de sestercios para la reconstruccin de la ciudad.
Los trabajos implicaban la talla de toda una serie de inmensas columnas de piedra y
su transporte hasta la cima del monte capitolino, el centro sagrado de la urbe. En ese
momento Hern, o alguien que se le pareca mucho, se present de improviso en la
corte con un artilugio capaz de efectuar aquella labor. No sabemos de qu se trataba,
pero era claramente una mquina que sustitua la fuerza de traccin humana por la
energa mecnica y era capaz de levantar verticalmente y con un solo movimiento
varias toneladas de peso. Pudo ser algn tipo de funicular movido a vapor.
Vespasiano compr el ingenio y lo desguaz, diciendo: He de alimentar al pueblo
llano[44]. Si el imperio romano hubiese permitido que la tecnologa progresara
habra dejado a las masas sin trabajo. La mquina de vapor de Hern termin
utilizndose para abrir automticamente las puertas de un templo cuando se encenda
un fuego en un altar situado en el exterior.
El propio Hern constituye en cierto modo un enigma. Lo ms probable es que
los asombrosos inventos que describe pertenezcan de hecho al siglo III a. C., y que
guarden relacin con una tecnologa que ya haba comenzado a caer en el olvido en la
poca en la que l mismo escribe. Un aplicado estudioso de la ciencia helenstica
sealaba que, a pesar de que estuviera detallando la composicin de unos
instrumentos que exigen la utilizacin de tornillos metlicos de precisin y el
conocimiento de la teora de la transmisin mediante engranajes metlicos, elementos
ambos que se empleaban trescientos aos antes de la poca en la que este autor
escribe, los aparatos cuyo funcionamiento explica presuponen nicamente la
fabricacin de pernos de madera y el uso de sistemas de friccin en vez de

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engranajes. Esto parece una prueba de que efectivamente hubo en el mundo romano
un marcado declive de los conocimientos de ingeniera[45].
La mayor parte de los pasmosos inventos de Hern iban dirigidos al
entretenimiento, ya que en su poca no exista inters alguno por utilizarlos en
aplicaciones prcticas. Construy complejos autmatas, como un modelo de Hrcules
y un dragn (Hrcules golpeaba al dragn en la cabeza y ste le escupa agua en la
cara), e incluso un teatro entero de autmatas que haca representaciones por s solo y
ofreca con sus robots una pieza titulada Nauplius, un cuento trgico ambientado en
la poca posterior a la guerra de Troya. Podan verse, entre un buen nmero de
escenas, una en la que se reparaba el bajel de Ayante (a base de mucho martilleo),
otra en la que apareca la flota griega (acompaada por un cortejo de delfines
saltarines) y una tercera en la que Ayante falleca fulminado por un rayo. Despus,
bajaba el teln y la obra volva a empezar desde el principio.
Puede que el inters que despertaba la tecnologa aplicada al entretenimiento
llegase an ms lejos. Adems de los autmatas que se movan en su teatro mecnico,
Hern describe tambin unos autmatas estticos, a los que considera ms seguros y
que permitan montar una mayor diversidad de escenas. Esos autmatas eran, al
parecer, tan prodigiosos que, segn l mismo nos dice, los antiguos acostumbraban a
decir que los fabricantes de tales ingenios obraban milagros[46]. Los personajes se
pintaban en unos paneles y stos se exhiban en muy rpida sucesin por medio de
ventanillos un mecanismo movido mediante cordeles coordinaba las trampillas con
la secuencia de las imgenes Hern afirma que este sistema poda mostrar a un
personaje en movimiento, o hacer que apareciera y desapareciera.
A quin le importa el motor a vapor: los antiguos griegos tenan cines y pelculas
de dibujos animados!
Era un mundo plagado de autmatas: Hern refiere incluso la existencia de uno
accionado con monedas que ofreca una copa llena de agua a todo aquel que insertase
una pieza de cinco dracmas en la ranura. No sabemos para qu se utilizaba, pero tal
vez hallemos una pista en el hecho de que una mquina algo ms perfeccionada
entregaba asimismo una pequea pastilla de jabn. Slo se necesitaron mil
setecientos aos para volver a descubrir la misma idea.
Por notables que fueran los inventos de Hern, no son obra de su propia poca
sino resultado de los grandes avances tecnolgicos y cientficos que haban realizado
los griegos en los siglos anteriores, antes de que Roma se hiciese con el poder
absoluto. No se trata simplemente de que los romanos fuesen indiferentes a estas
cuestiones y de que los griegos mostrasen un mayor desvelo intelectual. En la
cosmovisin general romana el cambio representaba una amenaza. El sistema era el
sistema, y todo aquel que desease una transformacin era un enemigo.
La primera actitud con que los romanos abordaron el mundo consisti en intentar
lograr que fuera todo l romano; la segunda se centr en levantar un muro tras el que
poder conservar sin modificacin alguna la romanitas, generacin tras generacin.

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Entre los aos 295 y 305 d. C., perodo en que el emperador encarg la confeccin de
una especie de registro catastral a fin de poder exigir el adecuado importe tributario a
todos los miembros del imperio, se curs una orden por la que en lo sucesivo se
prohiba que la totalidad de los sbditos abandonara bajo ningn pretexto la granja en
la que estuviera viviendo o cambiase de trabajo.
El curso de los avances de la ciencia y la ingeniera qued detenido, y en cuanto
al estudio de las matemticas y la astronoma lo que ocurri fue simplemente que se
le puso fin y cay en el olvido. Los maravillosos libros de la ciencia y la matemtica
griegas que han logrado preservarse en modo alguno han llegado hasta nosotros por
la accin de Roma, pese a que fuera ella la conquistadora de todas aquellas tierras.
Esos textos permanecieron en griego y fueron finalmente traducidos al rabe, para
constituir as el fundamento del desarrollo cientfico y matemtico de los eruditos
islmicos, cuyo legado no guarda relacin alguna con el mundo latino. Europa ignor
todas esas obras hasta que, siempre en nombre de Roma, los cruzados que guerreaban
a mayor gloria de la Iglesia Catlica Romana y el Sacro Imperio Romano volvieron a
presentarse en el Mediterrneo oriental a finales del siglo XI en lo que fue un
verdadero regreso de los brbaros.
Hemos perdido tantas cosas que resulta difcil hacerse una idea de lo que falta.
Tendemos a suponer que los fragmentos textuales que se han conservado son los de
mayor importancia, pero est claro que no es as. Nos hallamos a merced de los
copistas bizantinos y rabes, siempre propensos a aferrarse a los textos ms sencillos
y que, en cualquier caso, no copiaban en muchas ocasiones ms que los primeros
captulos. No tenemos, por ejemplo, ninguna de las obras tericas de Filn, en las que
se explicaban los principios de todo cuanto realizaba.
Tras quedar fuera de combate el mundo cientfico griego, desapareci incluso el
recuerdo de lo que se haba logrado. Aunque han llegado hasta nosotros descripciones
de algunas de las mquinas que construyeron, hasta hace muy poco nadie crea
realmente que tales artefactos hubieran existido. Esto ha determinado que la
comprensin de todo el mundo prerromano resultara problemtica. Del mismo modo
que se consideraba evidente que el mecanismo de Antiquitera tena que ser un
artilugio perteneciente a una poca posterior, tambin se supona que las minas celtas
deban de ser mucho ms modernas. Y por supuesto, los informes que sostenan que
los antiguos haban realizado grandes viajes por mar han sido desdeados
reiteradamente, al considerarse que se trataba de relatos mticos e imposibles, y ello a
pesar de que se contaba con pruebas que, de haber ido referidas a cualquier otro tema,
se habran juzgado testimonios excelentes.
Subyaca a este estado de cosas una poderosa razn de orden cultural. A fin de
cuentas, si los brbaros podan realmente materializar todas aquellas maravillas, los
romanos, lejos de haber constituido un factor de progreso para la tcnica y la
ingeniera de la civilizacin, haban representado un lastre que la haba hecho
retroceder mil quinientos aos. Tena que ser un error, no?

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Y qu eran exactamente aquellas mquinas de Alejandra, tan extremadamente
clebres en su tiempo que su inventor, hoy olvidado, era entonces uno de los ms
grandes hombres de la historia del mundo?

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9

Persia. Las primeras dinastas

E n el ao 470 a. C. el hombre ms poderoso de la Tierra era el rey persa Jerjes.


En lo que se consideran los aposentos de la reina, en lo que hoy son las ruinas
de la ciudad palaciega de Perspolis en la que resida el padre de Jerjes, se ha hallado
una losa de piedra caliza recorrida por una larga inscripcin. El texto comienza
diciendo lo siguiente: Un gran dios es Ahura Mazda, creador de este mundo, creador
del alto cielo, creador del hombre, creador de la felicidad del hombre y por cuya
voluntad reina Jerjes. No es ms que la habitual invocacin a Ahura Mazda, Seor
de la Luz y la Verdad, dios de los primeros gobernantes persas, y sin embargo, la
exhortacin nos dice muchas cosas del rgimen que instauraron dichos dirigentes. La
felicidad humana aparece aqu situada en el frontispicio de la plegaria, creada por el
mismo dios como un don al hombre. El deber y el derecho, la obediencia y el tributo
a Jerjes quedan todos ellos relegados a una mencin posterior el ordenamiento del
universo se basa en la felicidad.

UN IMPERIO DE TOLERANCIA
El imperio persa haba sido fundado en el siglo VI a. C., al rebelarse el iranio Ciro
contra los medos, a los que derrot y arrebat el imperio que posean en Persia y
Asiria. Venci despus a Creso, rey de Lidia, a quien an se recuerda por sus riquezas
(l fue el primer monarca que acu monedas de oro y plata), y finalmente se adue
del gran imperio de Babilonia y de la costa oriental del Mediterrneo. Hacia el final
del siglo, sus sucesores, la dinasta aquemnida, dominaron las tierras comprendidas
entre Libia y la India por el sur, y entre Bulgaria y el mar de Aral por el norte. Se
tardaban seis meses en cruzar el reino de uno a otro de sus extremos.
Cuando Ciro se apoder de Babilonia, tena muy difcil presentar de s mismo una
imagen de liberador e impedir que se le tuviese por un conquistador o un opresor.
Para tratar de poner remedio a aquella situacin, mand inscribir en un cilindro de
arcilla la siguiente crnica de sus conquistas:

Ciro siempre ha procurado tratar segn la justicia a los pueblos que [el dios]
Marduk le ha llevado a conquistar. [] Cuando entr en Babilonia como
amigo establec la sede del gobierno en el palacio del gobernador, entre

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muestras de jbilo y regocijo. Marduk, el gran seor, hizo que los
magnnimos habitantes de Babilonia me amasen []. Mis numerosas tropas
caminaron en paz por Babilonia, no permit que nadie aterrorizase al pueblo
[]. Me he esforzado en mantener la paz tanto en Babilonia como en todas
las dems ciudades sagradas. Y en lo que hace a los pobladores de Babilonia,
esclavizados contra la voluntad de los dioses, yo abol los trabajos forzados,
pues era contrario a su posicin social. Liber a todos los esclavos. Vine en
auxilio de sus moradas en ruinas, poniendo de ese modo fin a su desdicha y
sujecin[1].

Desde luego, Ciro no traa la libertad en ninguno de los sentidos que hoy solemos
darle, ya que ejerci un poder absoluto sobre sus inmensos dominios. Sin embargo, es
cierto que respet las costumbres y la religin de sus nuevos sbditos babilonios,
igual que hara su sucesor, Daro, con los dioses y las tradiciones de los egipcios al
conquistar su tierra. Los judos, a los que Ciro liber del cautiverio al que se hallaban
sometidos en Babilonia y a quienes envi de vuelta a Jerusaln a fin de que
reconstruyeran el templo que all tenan, afirmaban que Dios le haba llamado mesas
(mashyach, o, en griego, christos, Cristo), al sostener en la Biblia que Ciro es el rey
a quien he tomado de la diestra para someter ante l a las naciones[2].
Las estatuas de los dioses se consideraron imgenes de personajes reales y sus
templos se tomaron por palacios. Al igual que los asirios antes que ellos, los
babilonios se apoderaban de los dioses de los pueblos que conquistaban y los
reducan a la condicin de vasallos en el templo de su propia deidad suprema. Ciro
les devolvi la libertad. La tolerancia religiosa no representaba ningn problema para
l, a menos que la gente rindiera culto a lo que la religin que l mismo profesaba
denominaba el Error y a sus demonios, los dioses de los salvajes nmadas de las
estepas[3].
La deidad a la que Ciro adoraba, Ahura Mazda, no era ni una estatua ni un dolo,
sino una autoridad tica trascendente, a la que se reverenciaba mediante el culto a un
fuego sagrado. Esto tena la ventaja aadida de que no haba imagen de un dios
viviente que morara en un palacio o un templo y que poseyera en la tierra mayor
autoridad que el propio Ciro. ste se declar seguidor de las enseanzas del profeta
Zoroastro, y hay quien ha equiparado la extraordinaria declaracin de tolerancia
religiosa contenida en aquel cilindro con una carta de derechos humanos.
Nadie sabe con seguridad si Zoroastro fue o no contemporneo de Ciro, pero es
evidente que sta es una poca de grandes maestros religiosos son tambin los aos
en que vivieron Salmoxis y Buda. Zoroastro difundi un monotesmo tico que
constitua una doctrina vlida para todo el gnero humano. La deidad suprema, Ahura
Mazda, se hallaba en el centro de un reino de justicia que prometa la inmortalidad y
la gloria. Sin embargo, tambin exista una fuerza maligna, Ahrimn, que libraba un
feroz combate con el Dios de la Sabidura, y se afirmaba que los seres humanos eran

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libres de elegir entre la Justicia y la Verdad por un lado, y el Reino del Error por otro.
Zoroastro asimilaba el bien con las artes de la civilizacin y el gobierno, y el mal con
el nmada dedicado al latrocinio, con el enemigo de la agricultura metdica y la cra
de animales. Este planteamiento era, en realidad, una consecuencia del tipo de vida
existente en Oriente Prximo, que llevaba miles de aos girando en torno a las
ciudades. Para los conquistadores de la Antigedad, la sustitucin de la cultura de una
ciudad supona una medida drstica. Por otro lado, la idea que Roma tena de la
civilizacin iba encaminada a adecuarse a las culturas de la Europa septentrional,
fundamentalmente rurales. Los romanos levantaban Romas en miniatura a fin de
inculcar la romanitas en los nativos. Al encontrar Roma grandes ciudades en otras
regiones (Cartago, Corinto, Jerusaln), su respuesta instintiva consisti en arrasarlas.
El imperio aquemnida se asentaba sobre todo en el comercio. Son muchas las
palabras espaolas que proceden del persa, como bazar, chal, chador,
turquesa, tiara, naranja y limn y por supuesto, paraso, que es la
palabra que utilizaban los persas para referirse al jardn. El vocabulario viajaba
junto con las mercancas. En 1949, el descubrimiento de una alfombra persa de cinco
metros cuadrados con mucho la alfombra ms antigua que se haya encontrado
nunca revel las dimensiones del trfico comercial. El tapiz fue hallado en
perfectas condiciones en una tumba congelada de Pazyryk, en el sur de Siberia.
Pertenece al siglo IV o V a. C.
El centro simblico del imperio era la fabulosa ciudad palaciega de Parsa (esto es,
la ciudad de Persia, o Perspolis), que parece haberse consagrado a los rituales
imperiales. La erigi en torno al ao 515 a. C. Daro, padre de Jerjes, y el tamao del
lugar resulta impresionante incluso en la actualidad. En aquella poca, provisto de
inmensos techos de madera de cedro, enormes puertas con molduras de oro,
suntuosos cortinajes y pinturas murales, fabulosos azulejos y vividos relieves, debi
de haber sido para quedarse boquiabierto. Las paredes y las escalinatas estn
cubiertas de altorrelieves que representan a gentes de todos los lugares del imperio
que traen tributos al rey. Sus ofrendas son en gran medida simblicas ropajes,
vestiduras, cras de animales, el tipo de obsequios que pueden considerarse idneos
como sacrificios a un dios.
Este imperio no se pareca en nada al romano. Roma quera romanizar el mundo,
al que no le impona nicamente su control, sino su propia cultura, lengua, literatura,
religin y estructura social. El concepto persa de imperio arraigaba en la idea de un
rey de reyes que viva como un dios en un palacio que era prcticamente un templo
y cuyos soberanos vasallos, como si de dioses menores se tratara, gobernaban en
lgica consecuencia a sus respectivos pueblos de acuerdo con sus propios criterios.
Esto determinaba la existencia de una notable diversidad de culturas y religiones.
En los altorrelieves que recubren Perspolis se observa que, al ser llevados a
presencia del emperador, los pueblos sometidos solan ser conducidos de la mano, y
no presos por las muecas seal de que se acercaban a l de buen grado y no como

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cautivos. Roma nunca habra podido entender esos frisos de portadores de tributos
ataviados con el atuendo que les era propio y que visiblemente se presentan como
otros tantos personajes procedentes de distintas culturas. Para los romanos, o aprenda
uno a tener un aspecto correcto, esto es a vestirse y a comportarse como un romano, o
se era irremediablemente un brbaro.
La dinasta aquemnida lleg a su fin en el ao 330 a. C., fecha en la que
Alejandro de Macedonia, provisto de artillera y de una inconmovible confianza en su
misin conquistadora, despedaz el imperio con la mxima brutalidad, pues su
objetivo era convertirse l mismo en rey de reyes. A modo de respuesta por el
incendio con el que Jerjes haba destruido la acrpolis de Atenas ciento cincuenta
aos antes, Alejandro, influido por los vapores del vino, arras Perspolis y se llev
el contenido de tan inmenso tesoro con la ayuda de veinte mil mulas y cinco mil
camellos.
Al morir Alejandro, las comunidades griegas siguieron contndose entre las ms
descollantes de aquel mundo dispar que el imperio haba ocultado. En el siglo II a. C.
surgi una nueva dinasta que asumi el mando supremo, dara lugar al imperio parto
y se denominara a s misma filohelenos, es decir, amante de lo griego.
Perspolis se hallaba ahora reducida a ruinas y el imperio que un da representara
iba diluyndose poco a poco en la memoria. Sin embargo, la idea de la dignidad real
que vino a simbolizar no se haba perdido, y los partos se vincularon a su vez a la
tradicin de tolerancia y diversidad que ya haban puesto en prctica los
aquemnidas. Permitieron que los pueblos dominados conservaran su lengua y
cultura propias en las regiones en que se hallaban establecidos. El imperio parto era
de carcter descentralizado, y en l, el gobernante, que era un rey de reyes, rega ms
de dieciocho reinos sbditos, sin administracin central. Para los romanos este tipo de
arreglo resultaba incomprensible lo nico que vean en tales circunstancias era una
situacin de confusin poltica.

CRASO Y EL GRAN DESASTRE ROMANO


En el ao 55 a. C. tres eran los hombres que se repartan el control de Roma:
Pompeyo, Csar y Craso. Csar se hallaba ocupado con la conquista de la Galia.
Pompeyo haba anexionado Siria, tomado Jerusaln y acordado un tratado de paz con
el imperio parto. Sin embargo, Craso, el tercer miembro del triunvirato y el ms rico
de todos, decidi que su deber como patriota consista en conquistar a los partos,
hacerse con su oro y someter su vasto imperio brbaro al control de Roma. Adems,
la hazaa le pondra en pie de igualdad con los otros dos dueos de la Ciudad Eterna.
Craso se haba enriquecido con los incendios de Roma. Haba comprado esclavos
que eran profesionales de la construccin y la arquitectura, y cuando en la abarrotada

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ciudad ardan los edificios, l acuda apresuradamente y adquira los inmuebles en
llamas y las manzanas adyacentes, que estaban a punto de ser pasto del fuego. Lo
consegua todo a precios irrisorios, y de este modo termin siendo propietario de la
mayor parte de la urbe. Sin embargo, hay una gran diferencia entre la estrategia
empresarial y la militar.
Los partos descubrieron que corran el peligro de sufrir una invasin inminente,
sin que hubiese existido provocacin alguna ni se hubiera quebrantado ninguna
clusula del tratado que haban establecido con Roma. Se les vena encima un ejrcito
formidable: aproximadamente unos cuarenta mil hombres, esto es, siete legiones
junto con sus tropas auxiliares. Craso dedic un ao a obtener dinero en metlico de
algunas ciudades del sur de Turqua que haban tomado la prudente decisin de
mostrarse amistosas, y despus Artabaces, el rey de Armenia, le ofreci cooperar con
seis mil soldados de caballera y la concesin de paso franco por su reino.
Se supone por lo general que Artabaces mostraba as su debilidad y cobarda,
pero a Craso en cambio le inspiraban temor las probables emboscadas de los
armenios y su sed de venganza, dadas las humillaciones del pasado. Por esta razn
decidi rechazar la oferta de Artabaces y alcanzar su objetivo a travs de
Mesopotamia. Indic a Artabaces que su labor consistira en bloquear el avance
parto. Artabaces respondi que sera un placer cumplir su encargo.
Poco despus de aquello, Artabaces recibi la visita de un husped que llegaba
acompaado de un ejrcito realmente muy, pero que muy grande. Orodes II, el rey de
reyes parto, se haba presentado con la intencin de celebrar un trascendental
banquete y de concertar un matrimonio entre su hermana y el hijo de Artabaces. Lo
cierto es que el rey Artabaces no estaba en situacin de proporcionar la menor ayuda
a los romanos.
Craso descubri que Artabaces no era un aliado excesivamente fiable. En ese
momento, despus de que las fuerzas romanas hubieran soportado una larga marcha a
travs de un rido desierto, lleg un mensajero del rey armenio y, con el clsico
lenguaje de la diplomacia, dijo: Huy, lo siento. Aadi que sera mejor que los
romanos no siguieran avanzando, ya que de lo contrario tendran problemas. Sin
embargo, Craso hizo caso omiso de la advertencia y continu adelante, en direccin a
la ciudad amurallada de Harrn o Harranu, una poblacin situada al sureste de
Turqua en la que, segn la Biblia, haba nacido Abraham[*]. Harranu era el trmino
con el que los asirios denominaban las calzadas, y Harrn, que se encontraba en el
cruce de la carretera de Damasco con la de Nnive, haba sido la capital de Asiria en
el siglo VII a. C. Los romanos la llamaron Carras, y no tenan la menor idea de dnde
se encontraban. Les haban conducido hasta all el aplomo de Craso y un gua no muy
apropiado, y ahora tenan al fin un primer vislumbre de los partos.

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A BATALLA DE HARRAN
LA BATALLA DE HARRAN
Mientras Craso desfilaba con sus hombres por medio de la llanura de Harran vio ante
s a unos diez mil arqueros a caballo. La cifra equivala a poco ms de la cuarta parte
de sus propias fuerzas. Y Craso tambin contaba con algunos soldados de caballera
jinetes del sur de la Galia que cargaban con espadas en la refriega, pero que no
llevaban armadura.
El general parto, Surena, jefe de un clan denominado Suren, no era un hombre
que viajara ligero de equipaje. Normalmente se desplazaba en compaa de mil
camellos de carga, doscientos carros para su harn, una guardia personal compuesta
por mil hombres armados hasta los dientes y varios miles ms provistos de pertrechos
ms ligeros, y un squito de diez mil jinetes. Y esto nicamente para una visita en son
de paz. Sin embargo, en Harrn, donde sus intenciones eran cualquier cosa excepto
pacficas, Surena mantuvo ocultos la mayor parte de sus efectivos. Los romanos
avanzaron confiadamente.
Los arqueros de la caballera parta revelaron ser muy distintos a los de cualquier
otro ejrcito que los romanos hubieran conocido. En lugar de ir armados con simples
arcos de madera, utilizaban dobles arcos recorvos de alta tecnologa, fabricados con
lminas superpuestas de madera, asta y tendones. Aquellos hombres ms parecan
disparar con rifles que con arcos. El alcance mximo de sus armas era de 275 metros,
y a 130 metros podan traspasar limpiamente las armaduras y escudos de los
romanos.
Despus, Surena dio rienda suelta a su caballera pesada, que se haba mantenido
camuflada bajo mantos y pieles de animales. Al arrancarse las envolturas que los
cubran relampaguearon sbitamente, heridos por la luz del sol, hombres y caballos.
Los romanos se vieron inmersos en un ataque distinto, lanzado por un tipo de
enemigo completamente nuevo, ms parecido a los caballeros medievales que a
cualquier otra cosa que hubiera conocido el mundo clsico. Miles de jinetes
fuertemente armados, protegidos por igual montura y caballero, se precipitaron sobre
los soldados de a pie italianos. Penetraron con gran destrozo entre las filas de las
legiones de infantera. Despus se replegaron y dejaron que la caballera romana,
capitaneada por el hijo de Craso, persiguiera a sus arqueros.
Y entonces sobrevino otra horrible sorpresa. Los romanos que corran tras los
arqueros descubrieron que aquellos hombres podan disparar hacia atrs con tanta
potencia y precisin como si cabalgaran de frente al enemigo. La expresin la flecha
del parto iba a hacerse famosa para significar toda aparente retirada que en realidad
constituya un seuelo letal[*]. Finalmente, los caballeros partos rodearon a los
perseguidores romanos e hicieron una carnicera con ellos.

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La flecha del parto.
A lomos de pequeos y ligeros ponis, y armados
con arcos de largo alcance, los arqueros montados
partos no necesitaban armadura, ya que actuaban a
una distancia que superaba el radio de accin de las
armas de sus enemigos. Este bronce etrusco
muestra a un arquero escita del ao 500 a. C.
aproximadamente, as que constituye un ejemplo
bastante anterior de cmo efectuaban ataques los
partos incluso cuando se replegaban.

Llegados a ese punto, Craso pens que los persas se habran quedado ya sin
flechas, pero cometa un grave error. Al tratar de avanzar con el resto de sus fuerzas
fue simplemente asaeteado y hecho picadillo. Al ordenar a sus hombres que se
lanzaran a la carga, stos le mostraron las manos clavadas a los escudos y los pies
fijos al suelo por las flechas[4]. A continuacin uno de los caballeros partos hizo
caracolear su caballo delante del mismsimo Craso: llevaba la cabeza de su hijo
hincada en la punta de la lanza.
La batalla de Harran fue una leccin que Roma no olvidara. Murieron
probablemente unos treinta mil legionarios en el campo de batalla, y los diez mil
restantes fueron hechos prisioneros y deportados al Asia central. Las guilas de las
siete legiones romanas terminaron en los templos partos. Apenas quinientos romanos
conseguiran regresar a casa. La conmocin de la derrota no habra de diluirse: haba
comenzado una guerra que iba a prolongarse por espacio de seiscientos aos.

LAS OBRAS DE TEATRO ARMENIAS


Mientras los romanos se dirigan a su perdicin, y durante la batalla misma, el rey
armenio, Artabaces, y el rey de reyes proseguan sus deliberaciones sobre la boda que
habra de unir a ambas casas reales. Aquello le estaba costando una fortuna a
Artabaces.
Sucedi que los dos monarcas eran aficionados al teatro clsico griego. De hecho,

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el propio Artabaces tena reputacin de dramaturgo, y no slo escribira tragedias
griegas, sino tambin relatos y discursos. Cuando la noticia de la victoria obtenida
sobre Craso y sus legiones lleg a odos de los dos jefes brbaros, stos se hallaban
absortos con la conmovedora declamacin de Las Bacantes de Eurpides,
protagonizada adems por una de las estrellas teatrales de la poca: un actor llamado
Jasn.
En la obra, el dios Dioniso se presenta en Tebas, procedente de lo que el autor
llama el brbaro Oriente el mundo que en esa poca regan Artabaces y Orodes.
Una vez en Occidente, al dar difusin a la arraigada y clsica religin dionisaca que
gira en torno al fuego del hogar, la autoridad y el orden poltico masculinos, Dioniso
arrastra a los tebanos a un arrebatado desorden. Se enfrascan en rituales festivos,
llenos de creatividad, energa y salvajismo: es decir, se comportan como brbaros en
la ms simple acepcin del trmino. En medio de la histeria que se apodera de las
masas, un grupo de mujeres despedaza a Penteo, rey de Tebas, pues le toman por un
animal que ha de ser devorado en un festn sacrificial. La cabecilla de ese grupo de
canbales es su propia madre, gave, quien orgullosamente ofrece a su padre lo que
cree ser la carne de una bestia feroz.
Tras una emotiva tirada, estaba la audiencia aplaudiendo a Jasn, que haca el
papel de Penteo, cuando se present de improviso el lugarteniente de Surena, recin
llegado del campo de batalla. Lleg apresuradamente hasta los soberanos con la
cabeza de Craso en la mano, la arroj al suelo y se postr ante sus seores. Jasn
cogi inmediatamente el trofeo, se despoj del atuendo de Penteo y se transform en
gave, la enloquecida y criminal madre de Penteo, a la que encarna en el momento
en que se presenta en palacio con el desmembrado cuerpo de su hijo en brazos.

Traemos a palacio, de la montaa, un zarcillo recin cortado


Una hermosa presa.

Todo el mundo conoca la escena. Y todo el mundo saba lo que vena a


continuacin, la exclamacin del coro:

Quin lo ha cortado?

Y en ese momento uno de los soldados que acababan de llegar se adelant, cogi
la cabeza que Jasn sostena en las manos, la levant en vilo y respondi con las
palabras de gave, que consumaban el desenlace de la escena. He sido yo. Y era
cierto[5].

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EL TRIUNFO DE CRASO
Los brbaros se hallaban en el centro mismo de la vida pblica de Roma porque el
ritual central de la ciudad era la ceremonia del triunfo. Esta refinada celebracin de la
conquista de un nuevo grupo de brbaros vencidos por un hroe de Roma era, para un
romano, el nico modo de acceder al panten de los personajes inmortales y lograr el
reconocimiento debido a todo aquel que se haca un hueco de eterna gloria en la
historia de la ciudad. A partir de aquel momento se daba al hroe el nombre de
triumphator y se le permita lucirse en un carro dorado frente a los prisioneros y el
botn que haba trado a su vuelta a Roma. En el ao 61 a. C., Pompeyo haba
conseguido celebrar un triunfo, el tercero, por sus victorias en Oriente Prximo: el
desfile de despojos y cautivos haba durado dos das. Craso necesitaba
desesperadamente un triunfo para igualar a Pompeyo. Surena, con irnica crueldad,
iba a proporcionrselo.
Eligi como escenario el puerto de Seleucia, cerca de Antioqua. Tras coger al
prisionero que mayor parecido guardaba con el general derrotado, mand que lo
vistiesen de mujer y le orden que respondiera al nombre de Craso y al ttulo de
Imperator. Fue subido a un caballo y sacado en procesin. En los autnticos triunfos
haba unos trompeteros y funcionarios a los que se denominaba lictores que portaban
los smbolos de la autoridad de Roma: los fasces haces de varas unidas que sujetan
en el centro una segur. El falso Craso tambin cont con trompeteros, pero sus
lictores cabalgaban a lomos de camellos, de sus fasces pendan unas bolsas y se
haban sujetado a las hachas las cabezas cortadas de varios romanos. Las ltimas filas
de la procesin estaban compuestas por prostitutas y msicos que entonaban un gran
nmero de canciones calumniosas y ridculas en las que se hablaba del
afeminamiento y la cobarda de Craso[6].
Sin embargo, la ms clara expresin de desprecio a los romanos se produjo al
mostrar Surena al Senado de Seleucia la coleccin de objetos pornogrficos hallados
entre la impedimenta de uno de los generales de Craso. Esto dio a Surena ocasin de
arrojar sobre los romanos una gran cantidad de ultrajantes afirmaciones que les
ridiculizaban, dado que no eran capaces, ni siquiera cuando partan a la guerra, de
prescindir de tales temas y escritos. Y as era: Vaya un hatajo de gilipollas!,
concluy. En Roma se dijo que los partos haban matado a Craso vertindole oro
derretido en la boca, como tributo encaminado a satisfacer su apetito de riquezas[7].
Diez mil prisioneros romanos se desvanecieron en la inmensidad del imperio
parto. Algunos terminaron en lo que hoy es el Turkmenistn[8], donde se
establecieron y se unieron a las fuerzas all destinadas para la defensa de la
frontera[9]. Parece que tambin all perdieron alguna batalla, porque da la impresin
de que en el siguiente choque defendieron los estandartes de un jefe militar mongol
de Kazajistn. La historia china consigna que dos generales al mando de una

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importante expedicin que recorra esa zona toparon con un extrao ejrcito en una
ciudad situada a ochocientos kilmetros al este de Margiana. Dicha fuerza militar
contaba con una plaza fuerte constituida por una doble empalizada de enormes
troncos, y cuando los soldados hacan la instruccin disponan sus largos escudos de
tal manera que formaban una pantalla defensiva que presentaba el aspecto de las
escamas de un pez. La empalizada era un gnero de fortificacin caractersticamente
romano y desde luego se trataba de una construccin muy distinta a cuanto
pudieran conocer los mongoles, y el nico pueblo del siglo I que utilizaba escudos
de esa clase, que haca aquel tipo de instruccin y que organizaba defensas de troncos
como aqullas era el romano.
Volvieron a perder, claro est. Los que sobrevivieron fueron conducidos a China y
acomodados en un puesto fronterizo cuyo nombre original se cambi por el de
Lijian[10]. Los historiadores se han preguntado, perplejos, si aquellas personas podan
ser realmente soldados romanos, y han escrito sesudos artculos que sugieren que los
caracteres chinos de la palabra Lijian representan una palabra que significa Roma, o
tal vez Alejandra. Quiz se hayan estado fijando en la lengua que no era, ya que
lijian es una palabra mongola. Significa legin. La identidad de aquellos
individuos parece por tanto bastante obvia. Las gentes del lugar opinan lo mismo y
sealan con orgullo a un cierto nmero de personas de sus aldeas que muestran los
rasgos de lo que ellos consideran la fisonoma romana marcado caballete nasal,
grandes ojos hundidos, complexin fornida y (lo que, a nuestro juicio, no representa
quizs una herencia habitual entre los romanos) cabellos rubios y rizados. Ellos se
muestran totalmente convencidos de este origen, y muy lejos de all, en el norte de la
China central, cerca de la Gran Muralla, junto a la frontera con la Mongolia interior,
en la pequea ciudad de Yongchang (es decir, pequea para lo que es habitual en
China), se encuentran las estatuas de tres personas: un chino de la mayora tnica han;
una mujer de la minora integrada por los musulmanes hui, y un romano que perdi
un increble montn de batallas contra los brbaros.

EL FEUDALISMO PARTO
Los romanos nunca haban odo hablar de los partos. Les resultaba completamente
imposible entender a aquella sociedad, y dijeron de ella que se trataba de un reino de
hombres libres y esclavos en el que la prctica totalidad de la poblacin,
incluyendo los ejrcitos, dedicaba parte de sus efectivos a formar grupos para la
realizacin de trabajos forzados. Los hombres libres de que hablaban eran en
realidad los aristcratas partos, y los esclavos sus aparceros feudales, que, a modo
de renta, pagaban mediante la prestacin de servicios militares. Aquello superaba la
capacidad de comprensin de los romanos.

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Lo cierto es que era un tipo de sociedad que en el oeste no logr aflorar sino
despus de que se desplomara el imperio romano de Occidente. Una de las pequeas
curiosidades de nuestros modernos prejuicios histricos es que se nos haya enseado
que las sociedades feudales son retrgradas si se las compara con la centralizada
estructura del imperio romano y que los caballeros revestidos de armadura de la
Europa medieval eran soldados ms primitivos que los de las legiones de infantera
de Roma. Lo cierto, claro est, es que la Europa medieval fue el resultado de la
evolucin natural subsiguiente al derrumbamiento del mundo romano. Pero siglos
antes, en Persia, haba podido verse ya un presagio de su futura fisonoma.
Los jinetes que haban aniquilado a las legiones de Craso guardaban un
asombroso parecido con los caballeros que habra de conocer Europa mil doscientos
aos ms tarde. Los dieciocho reyes persas de segundo orden equivalan a los duques
y los prncipes europeos; en los strapas que gobernaban las provincias en nombre del
rey podemos ver a los barones medievales, propietarios de enormes territorios. De
hecho, Surena era uno de estos personajes. Los terratenientes acaudalados aparecen
representados en los caballeros fuertemente armados que vestan cotas de malla,
corazas y petos y que cargaban al galope con unas lanzas que, segn Plutarco, tenan
fuerza suficiente para traspasar a dos hombres a un tiempo.
Al igual que los ejrcitos europeos, estos hombres dependan notablemente de los
arqueros. Ahora bien, si en Europa los arqueros pertenecan a la infantera, los del
ejrcito parto iban a caballo. La pasmosa habilidad que se requiere para lanzar la
famosa flecha del parto que diezm al ejrcito de Craso, el tiro de tremenda
precisin que dirigan, de espaldas, mientras el caballo tena las cuatro pezuas en el
aire, era el resultado de toda una vida dedicada a la prctica de la arquera.
Como la de la Europa medieval, la de los partos era una sociedad caballeresca que
pintaba su ideal de caballero heroico con los rasgos de un personaje que viva
libremente, se mostraba generoso y leal, y cuya reputacin reposaba tanto en su
fuerza fsica y su capacidad para infligir un indecible dao corporal a sus pares
sociales como en la humildad que manifestaba en el terreno espiritual y religioso. Se
hace extrao constatar la semejanza de la escala de valores existente entre dos
sociedades tan distantes en el tiempo y el espacio. Quiz la mentalidad caballeresca
sea una consecuencia inevitable de la posesin de grandes riquezas, de vivir recluido
en el interior de una armadura que brinda una proteccin total y de compartir la vida
con un caballo.
No han llegado hasta nosotros crnicas de aquel mundo de andanzas
caballerescas, pero logramos hacernos una idea de cmo pudo haber sido gracias al
Shahnameh o Libro de los reyes, el gran relato pico del siglo X d. C. Se trata de un
conjunto de cuentos en el que se narra la vida de toda una serie de hroes mticos y
que tiene mucho en comn con las leyendas artricas. Pese a estar basado en
materiales mucho ms antiguos, es tambin obra de un grandsimo poeta y narrador,
Ferdous, a quien se encarg la tarea de forjar las epopeyas tradicionales y

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convertirlas en una obra potica nica. Por este motivo resulta difcil saber en qu
consistan los relatos anteriores. Sin embargo, resulta interesante sealar el papel que
desempeaba el Shahnameh en el zurjneh, el espacio ritual dedicado al
entrenamiento de los combatientes, un lugar que ya exista, aunque en forma
ligeramente distinta en tiempos de los partos y que an sigue vigente en el Irn
actual.
La traduccin de zurjneh viene a ser la de casa de la fuerza, y se considera que
en ella se obtiene una especie de preparacin espiritual y fsica que permite alcanzar
la condicin de caballero heroico. Desde el punto de vista fsico, se entrena al
iniciado en la realizacin de toda una serie de hazaas que requieren un gran vigor. El
individuo as fortalecido y plenamente formado recibe el nombre de Pehlivan, y es ya
un hroe de caballera.
El zurjneh surgi poco despus de la invasin mongola del siglo XIII y naci
como punto de encuentro clandestino para estos guerreros de formacin atltica, ya
que se estaban suprimiendo sus actividades anteriormente realizaban sus
entrenamientos rituales en campo abierto. La tradicin parta quedaba as
preservada, hasta el punto de que an sigue existiendo y conservndose. En la
actualidad, los iniciados realizan sus entrenamientos en un foso circular de unos
nueve metros de ancho. Les supervisa desde una plataforma el maestro, que toca el
tambor y recita en voz alta pasajes del Shahnameh (y por supuesto del Corn).
Mientras escuchan las proezas del mtico paladn Rostam, que salv del peligro a
innumerables reyes e hizo constantemente frente al mal, saliendo siempre victorioso,
los aprendices y los campeones realizan gestas de fuerza con grandes maderos,
enormes mazas indias y tremendos pesos, y rematan la sesin con una competicin de
lucha. Estas compaas del zurjneh tienen todava una destacada significacin
social: hoy son con frecuencia lugares en los que grupos de vigilantes populares
integrados por hombres marginados se preparan para hacer uso de una violencia
honorable. Segn parece, en Irn, los tiempos de la caballera andante no han llegado
a su fin.

LA CIVILIZACIN PARTA
La educacin constitua el ncleo de aquella civilizacin[11]. El campesinado era
probablemente analfabeto, pero los nobles iban al colegio a partir de los cinco aos
aproximadamente y permanecan en l hasta que cumplan los quince. En la escuela,
los nios (parece que algunas nias tambin reciban educacin) aprendan a escribir
y memorizaban grandes prrafos de obras literarias. La astrologa tambin formaba
parte del plan de estudios. Los chicos se entrenaban en las artes de la equitacin, la
arquera, el polo y la prctica militar.

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La educacin aristocrtica obligaba asimismo a aprender a cantar, a tocar
instrumentos musicales y a dominar algunos juegos como el ajedrez y el
backgammon, as como a recibir una informacin general acerca de los vinos, las
flores, las mujeres y el manejo de animales. Los alumnos que pertenecan a los
niveles ms altos de la escala jerrquica reciban una educacin relacionada con la
etiqueta social, los ritos ceremoniales, la conducta apropiada para las ocasiones
festivas y el modo de pronunciar discursos. Una de las pruebas con que contamos
sugiere que algunas mujeres estaban muy versadas en derecho civil. Parece que
tambin haba escuelas especializadas en la formacin de escribas y secretarios, as
como en la preparacin de los estudios religiosos.
La contribucin de los partos a las artes de la civilizacin cre ese aspecto y
emocin que asociamos con el Asia central. Ellos fueron los que inventaron la
forma arquitectnica que recibe el nombre de iwan, esto es, una gran sala abovedada
cerrada por tres de sus costados y abierta en el cuarto, construccin que ha venido
confiriendo desde entonces una extraordinaria elegancia a las ciudades del Asia
central.
Los romanos hubieran sido incapaces de levantar las hermosas bvedas que
comenzaron a realizar los partos para techar sus iwans, porque las estructuras se
habran venido abajo durante la obra. Las cpulas romanas tienen poca altura,
terminan en un remate plano, se construyen mediante la superposicin de crculos de
bloques de piedra cada vez ms ligeros, al modo de los igles, y se levantaban sobre
armazones de madera temporales, al igual que sus arcadas. La arquitectura romana se
basa en la clave de bveda la piedra que se encuentra en el centro de un arco
soporta la presin de las que la flanquean por ambos lados y sostiene de hecho el
conjunto de la estructura en pie. Sin embargo, mientras no se coloca la dovela, el
resto del arco ha de contar con algn tipo de sustentacin provisional. En realidad, la
arquitectura romana dependa de la madera que proporcionaban los bosques
europeos, ya que la piedra angular quedaba finalmente suspendida en su sitio gracias
al andamio que haba permitido colocarla.

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El iwan.
Esta magnfica madraza del siglo XVII se encuentra en Samarcanda y constituye un ejemplo de
cmo el iwan y la cpula rabes terminaron convirtindose en caractersticas distintivas de la
arquitectura pblica del Asia central.

Sin embargo, Mesopotamia y Persia haban quedado desprovistas de bosques en


poca muy anterior, as que haca ya mucho tiempo que no poda contarse con ese
mtodo de construccin. Estrabn, al describir la capital de invierno parta, Ctesifonte,
en torno al ao 7 d. C., deca que en lugar de mostrar techos de tipo europeo, todas
las casas estaban abovedadas, debido a la escasez de madera. Si exista la
posibilidad de materializar aquella clase de techos era porque los partos haban
inventado una tecnologa que les permita sostener en su sitio los bloques de
construccin durante la obra sin necesidad de ningn andamio de madera. Los unan
con una especie de cola especial para albailera, un cemento de secado instantneo
desconocido en Occidente y que se elaboraba a base de yeso. Esto dio pie a una
arquitectura enteramente nueva, ya que se hizo posible erigir cpulas de elevada
curvatura. La construccin de unas bvedas de esta naturaleza requiere la
colaboracin de una cuadrilla de obreros capaz de trabajar en perfecta sincrona,
realizando de hecho una especie de coreografa con los brazos a medida que van
haciendo encajar las piezas de la cpula en una operacin nica caracterizada por la
prontitud de los movimientos, ya que todo ha de hacerse en el breve espacio de
tiempo que deja el secado del yeso.
Aunque los romanos hubieran posedo una tecnologa semejante les hubiera
resultado imposible armonizarse de aquel modo al ponerse manos a la obra. Las
formas abovedadas planteaban interesantes problemas matemticos a los arquitectos.

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Ya se utilizaban ladrillos y tejas vitrificadas, y para conseguir que las piezas vidriadas
de forma curva encajaran con la cpula era preciso recurrir a complejas soluciones
geomtricas.
Haba que resolver ecuaciones cuadrticas y curvas trigonomtricas para evitar
que los techos se desplomaran sobre la cabeza de la gente. La competencia
matemtica de los helenos, de los sabios de Babilonia y de los estudiosos del antiguo
Oriente Prximo estaba a la altura de la tarea; desde luego, no poda decirse lo mismo
de la matemtica de los romanos.
La cpula iba a convertirse en el centro de la esttica arquitectnica asitica. De
Persia pas a la India, y al final dio al mundo, tanto en los iwans de tejas azules de
Samarcanda como en la pasmosa precisin del Taj Mahal de Agra, algunos de los
edificios de factura ms perfecta y bella que jams se hayan construido. Sin embargo,
Roma actu como un muro de contencin e impidi durante siglos que este estilo
arquitectnico recalara en Occidente. Y los conocimientos cientficos que subyacen a
este gnero de construcciones, tanto de orden matemtico como fsico, continuaron
siendo un misterio en el oeste.

LAS PILAS ELCTRICAS DE BAGDAD


Roma nunca iba a poder hacerse a la idea de que existiera un estado brbaro
extremadamente refinado y de gran podero militar. Sin embargo, los romanos no
tenan ms remedio que comerciar con Persia porque los partos controlaban las vas
de paso que comunicaban Europa con Oriente. Persia haca llegar al imperio romano
pimienta, perfumes, seda, joyas y perlas. Y quiz fuera justo que las buenas gentes de
Persia contribuyeran a satisfacer el ansia de oro que devoraba a los romanos
dedicndose a la produccin de chucheras de oro falso mediante la aplicacin de un
bao dorado por galvanoplastia.
En el ao 1937, un arquelogo alemn, William Knig, director del Museo de
Bagdad, qued desconcertado ante un recipiente de arcilla amarilla de quince
centmetros de altura. En su interior haba un cilindro de doce centmetros de longitud
y cuatro de dimetro confeccionado con una lmina de cobre soldada con una
aleacin de plomo y estao al precinto superior, hecho con pez. Del cilindro de cobre
sobresala una barrita de hierro que en su da quedaba sujeta por el tapn de betn.
Un disco de cobre cerraba el fondo del cilindro, que se hallaba igualmente sellado
con brea.
No queda claro en qu lugar encontr Knig la vasija: hay crnicas que indican
que se encontraba en los stanos del museo, pero tambin se afirma que proceda de
una tumba hallada en Khujut Rabu, un asentamiento parto situado cerca de Bagdad.
Desde luego se conservan fragmentos de otras pequeas tinajas (o se conservaban, ya

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que parece que esos artefactos desaparecieron despus del pillaje que sufri el museo
como consecuencia de la invasin de Irak capitaneada por los Estados Unidos en
2004). Knig comprendi que deba de tratarse de otras tantas bateras electrolticas,
pero en aquellos aos se desech la idea.
Tras la Segunda Guerra Mundial, un nuevo examen de la jarrita revel signos de
corrosin cida, circunstancia que dio a Willard F. M. Gray, del laboratorio de alto
voltaje de la compaa General Electric de Pittsfield, en Massachusetts, la idea de
intentar construir una rplica. Al llenar el cntaro con zumo de frutas cidas, el
pequeo bcaro produjo una corriente de entre uno y medio y dos voltios[12]. A
finales de la dcada de 1970, una egiptloga alemana, la doctora Arne Eggebrecht,
valindose de una reproduccin de esas mismas bateras, aunque provistas en esta
ocasin de un electrolito ms eficaz, afirm haber logrado de este modo recubrir con
una capa de oro una estatuilla de plata.
La idea de que los partos estafaran a los romanos con objetos chapados en oro
resulta tan entretenida como la de que pudieran emplear pilas elctricas cerca de mil
ochocientos aos antes de que Alessandro Volta las inventara. Debemos aadir, no
obstante, que en realidad no sabemos para qu se utilizaban esas jarras, y ni siquiera
podemos afirmar categricamente que se tratara de pilas. En este mbito, como en
otros muchos, lo que observamos es un pasado perdido y olvidado, y tratamos de
entenderlo mediante una pirueta de la imaginacin[13].

DE CMO LOS BRBAROS ESTUVIERON A PUNTO DE


SALVAR LA REPBLICA

Al verse claramente que los romanos no eran rival para los partos, quiz no resulte
demasiado sorprendente que al menos a un romano se le ocurriera tratar de tenerles
de su lado y conseguir as que le ayudaran a combatir a otros romanos. El hombre a
quien se le present esa idea fue Casio, el mismo Casio que habra de saquear Rodas
en el ao 42 a. C.
Casio saba exactamente lo peligrosos que podan resultar los brbaros partos
porque haba estado al mando de uno de los flancos del ejrcito de Craso y se las
haba arreglado para huir acompaado de unos quinientos hombres. Una vez lejos del
campo de batalla, sus guas rabes le aconsejaron que se ocultara en un lugar seguro
hasta que la Luna hubiera abandonado el signo de Escorpio, presumiblemente por
tratarse de una influencia de mal augurio. Casio les hizo saber que Sagitario[*] le
preocupaba mucho ms que Escorpio, y sigui avanzando hasta regresar sano y salvo
a Roma.
Una vez all tom parte en la conspiracin que en el 44 a. C. decidi salvar a la
Repblica de las ambiciones monrquicas de Julio Csar y asesinarle. Roma se

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hallaba en aquel entonces amargamente dividida entre aquellos que teman la
creacin de una nueva forma de monarqua, en la cual hubiera un emperador que lo
gobernara todo, y quienes pensaban que la antigua constitucin republicana haba
puesto a Roma en manos de una oligarqua de potentados. En la guerra civil que
habra de desatarse a continuacin, el republicano Casio se autoproclam procnsul
de Siria Csar le haba prometido el gobierno de la provincia y Casio pens que se
encontrara ms seguro si se aferraba a ese cargo que si permaneca en Roma, donde
Marco Antonio estaba atizando una ardiente fiebre contra los conspiradores.
Una vez en Siria, y tras derrotar al gobernador titular, que apoyaba a Csar,
descubri que tena a sus rdenes a un contingente de guerreros partos que se haba
unido a la guerra civil romana. Casio tuvo la brillante idea que mencionbamos al
comienzo de este apartado al enterarse de que Marco Antonio y Octavio (el futuro
Augusto) se hallaban de camino y se proponan atacarle. Casio envi a sus partos
de vuelta a Persia junto con una delegacin encargada de solicitar respaldo militar. Es
evidente que uno de los integrantes de la embajada, Quinto Labieno, se llevaba de
maravilla con los partos. Cuando Octavio y Antonio derrotaron al ejrcito de Bruto y
Casio, favorable a los republicanos, en el ao 42 a. C., haba partos entre las bajas.
No obstante, Quinto Labieno no era un hombre que se aviniera a sufrir una
derrota. Cuando Marco Antonio avanzaba hacia el sur para aduearse de Alejandra
(y, como es bien sabido, de Cleopatra), este general romano sum sus fuerzas a las
del rey de reyes en su lucha contra Roma y prosigui con sus planes, consistentes en
tratar de derribar a Marco Antonio y Octavio. Convenci a un cierto nmero de
guarniciones romanas de que se amotinaran contra el nuevo rgimen y lucharan en
defensa de la antigua constitucin republicana. De este modo, se puso al frente de un
ejrcito mixto formado por tropas romanas y partas reunido para luchar contra los
hombres que en aquel momento tenan el control de Roma. En poco tiempo se
apoder de todo el Asia Menor (lo que hoy es la Turqua asitica) y de la regin de
Siria y Palestina. A las rdenes de aquel comandante romano renegado, y en slo dos
aos, los partos lograron que su territorio recuperara prcticamente la misma
extensin que haba tenido en tiempos del antiguo imperio aquemnida, incluyendo la
totalidad del Asia Menor, a excepcin de unas cuantas ciudades. Nunca antes haba
sucedido nada parecido que un general romano capitaneara a unas fuerzas brbaras
para luchar contra la propia Roma. Este ltimo recurso de emplear a los brbaros
para salvar a la Repblica de la autoridad imperial que se haba adueado de Roma
fue un asunto que no hizo ninguna gracia a los romanos, y ha sido casi olvidado. Sin
embargo, durante un tiempo, Labieno y los persas tuvieron el destino de Roma en sus
manos.
Los partos llegaron a hacerse incluso con el control de Judea, con la ayuda de los
rebeldes republicanos romanos. El tetrarca (gobernador) de Galilea, Herodes, huy a
Roma, donde Marco Antonio y Octavio le nombraron rey de los judos. Mientras
tanto, los partos obtenan los beneficios de sus conquistas: de pronto les llegaba el

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dinero a manos llenas, y lo invirtieron en el desarrollo de Ctesifonte, la nueva capital
de invierno, a orillas del ro Tigris.
No sabemos exactamente qu aspecto tena Ctesifonte slo tenemos noticia de
que era la ciudad ms importante del imperio parto y de que a finales del siglo I d. C.
sus murallas cean una superficie tres veces mayor que la de Roma. Pero
Ctesifonte no era la Roma de la brbara Persia. El imperio romano constitua
fundamentalmente una extensin de la ciudad de Roma: las capitales romanas
primero Roma, y ms tarde Constantinopla eran la esencia misma de la civilizacin
romana. sta es la razn de que el saqueo de Roma terminara siendo un
acontecimiento de tan relevante significacin simblica. El imperio parto no
responda a esas claves: careca de un control centralizado y no obedeca a una nica
cultura. Por grande e importante que pudiera llegar a ser Ctesifonte, el imperio persa
poda arreglrselas perfectamente sin ella.
Una de las caractersticas que ambos imperios compartan era la importancia que
los dos concedan a la guerra: los generales de xito constituan un peligro para los
gobernantes en activo. A fin de cuentas, eso era lo que haba llevado a Julio Csar al
poder y sumido a Roma en una guerra civil. Sin embargo, los gobernantes partos
contaban al menos con poder y voluntad suficientes para responder a ese peligro:
Orodes hizo asesinar a Surena pocos meses despus de que ste obtuviera su gran
victoria, y ahora el sucesor de Orodes, Pacoro, empezaba a sentirse cada vez ms
preocupado por el excesivo xito de su general romano. La inquietud del dirigente
parto fue creciendo a medida que la contienda se converta en una guerra de agresin,
y al final retir su apoyo a Labieno. Aquellos brbaros, a diferencia de los romanos,
no queran conquistar el mundo. De hecho, ni siquiera pretendan aduearse de
Roma.
Fatalmente debilitado, Labieno fue incapaz de resistir el contraataque romano
cuando finalmente se produjo. En el ao 39 a. C. result muerto y Roma recuper el
Asia Menor. Un ao despus el propio Pacoro muri en Siria, mientras se afanaba en
ocupar un campamento romano que l crea desguarnecido. Y el mismo Herodes
condujo en persona otro ejrcito romano cuya misin era volver a aduearse de
Jerusaln. Lo consigui, ya que tras un asedio de cinco meses se apoder de la ciudad
santa, arrebatndosela al judo que por entonces la gobernaba con el apoyo de los
partos.
La Repblica romana estaba muerta y bien muerta. Y la leccin que Roma haba
aprendido de la derrota de Craso no fue la de que hubiera otros pueblos con derecho a
la existencia, sino la de que necesitaba dotar a su propio ejrcito de una caballera
pesada.

LOS PARTOS SON VAPULEADOS

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La frontera romana con Persia se convirti en una zona de interminables contiendas.
La guerra con Persia era ya un tema recurrente en la poltica romana y a lo largo del
siglo II d. C. los enfrentamientos se produjeron de forma prcticamente
ininterrumpida. Dado que el ejrcito romano se haba profesionalizado por completo
y que consuma ms del 80% de los ingresos que el imperio obtena a travs de los
impuestos, el Estado romano qued transformado en esencia en una estructura
dedicada al mantenimiento de sus ejrcitos. Eran ellos los que nombraban y destituan
a los emperadores. Al principio, el gobernante imperial era elegido entre un pequeo
grupo de romanos con derecho a ser considerados candidatos al puesto en virtud de
sus vnculos familiares, o al menos por haber prestado servicios como cnsules, unos
funcionarios de elevado rango nominal. Sin embargo, al final, los emperadores
romanos terminaron convirtindose en jefes militares despticos y pasaron a ser
simples productos del ejrcito, que los aupaba al trono siempre que lograra encontrar
a un hombre provisto del perfil adecuado. El primero de aquella nueva casta de
gobernantes fue Septimio Severo, un soldado nacido en el norte de frica que ejerci
el mando sin despojarse del uniforme militar. Se ha dicho que su gobierno,
implacablemente autoritario, era de un despotismo oriental, pero lo cierto es que
posea un poder que ningn rey parto pudo llegar a soar siquiera.
Severo dobl la paga de sus soldados, fue el primero que les permiti casarse
mientras an se hallaban en servicio, y sustituy la guardia pretoriana, la fuerza
militar integrada por las lites aristocrticas que protegan al propio emperador, por
una nueva unidad compuesta por tropas provinciales. No era tanto el Senado, ni el
emperador siquiera, los que regan el imperio, sino el reglamento militar y los
intendentes generales. Y por supuesto, cualquiera que despertase sus sospechas era
hombre muerto. Las fuerzas de seguridad de Roma crecieron de forma desorbitada,
hasta que finalmente empez a respirarse en la ciudad el clima de un estado policial.
Por esta poca, el imperio haba pasado a ser, en trminos econmicos, un caso
perdido. La maquinaria estatal deba alimentarse constantemente a s misma por
medio del pillaje, y no haba ya nada que saquear a menos que Severo pudiera
conseguir en Persia el tipo de victoria que se le haba estado escapando a Roma desde
los tiempos de Craso. Eso fue por tanto lo que hizo. A los romanos les gustaba creer
que sus campaas contra los brbaros obedecan a algn objetivo ms elevado que el
del puro pillaje, y de hecho era frecuente que se movilizaran por distintas razones.
Sin embargo, Casio qued tan sorprendido por la determinacin de Severo que
observ con pasmo que todo ocurra como si el nico propsito de su campaa
hubiera radicado en saquear el lugar[14].
An hoy se mantiene en pie en Roma un arco construido por Severo. Fue erigido
para dar a conocer su mayor triunfo el que le llev a penetrar en Persia en el ao
196 d. C. y a golpearla con extrema dureza. Este monumento absolutamente
gigantesco era la primera adicin arquitectnica que se haca al Foro desde los
tiempos de Adriano, ochenta aos antes. Conmemoraba el hecho de que Severo

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hubiera logrado finalmente hacerse con el dinero que Craso haba sido incapaz de
conseguir. Severo se apoder de Ctesifonte y cre dos nuevas provincias romanas, a
las que dio el nombre de Osroene y Mesopotamia, en la porcin occidental del
imperio parto. Y al mismo tiempo, mientras se dedicaba a ampliar los lmites de
Roma, realiz saqueos de tal magnitud que los economistas admiten que fue eso lo
que permiti que el imperio romano abandonara los nmeros rojos durante veinte o
treinta aos. Septimio Severo, que era natural de Libia, emple parte de aquellas
riquezas en su ciudad natal, Leptis Magna, donde mand construir un nuevo y
magnfico foro, colocar un trabajado arco de cuatro puertas en el principal cruce de
caminos y levantar un moderno puerto unido al centro de la ciudad por una avenida
flanqueada por columnas. Leptis Magna qued convertida en un centro cultural capaz
de rivalizar con la misma Roma, y todo haba sido gracias a los ingresos de Persia.
Capturada Ctesifonte, y de haberse regido en funcin de los criterios romanos,
Persia deba haberse derrumbado, pero no fue as. Sin embargo, s que experiment
cambios, y cambios que no iban a resultar demasiado agradables para Roma. El xito
de Severo desestabiliz a la dinasta parta y la debilit de modo irremediable. Las
fuerzas que surgieron para sustituirla iban a ser una imagen especular de la propia
Roma, ya que daran lugar a un Estado despiadado, agresivo y centralizado que no se
detendra ante nada.

Las deidades adoptan muchas formas, y traen consigo cosas poco gratas. Lo
que el pueblo crey que sucedera, nunca lleg a materializarse. Lo que no
esperaba fue convertido en realidad por los dioses[15].

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10

Los sasnidas

A unos cien kilmetros al oeste de la antigua ciudad persa de Shiraz se alza un


complejo palaciego en ruinas que lleva el nombre de Bishapur. Se construy
en el ao 266 d. C., y presume de reunir muchas de las caractersticas arquitectnicas
tradicionales que cabra esperar hallar en un palacio de semejantes dimensiones y
tantsimo esplendor El nico pero es que no se trata de caractersticas persas, sino
enteramente romanas. Hay un cierto nmero de pequeos arcos que responden con
toda claridad a las costumbres romanas y cuya sustentacin depende de otras tantas
piedras angulares. Haba tambin mosaicos de estilo romano, pero fueron llevados al
Louvre y al Museo Nacional de Irn. Bishapur se encuentra en la provincia de Fars
el corazn de Persia. De hecho, dado que la F y la P son una misma letra en
persa, Fars se convierte en raz de la palabra Persia. Por tanto, qu narices pinta
en este lugar un palacio de ndole romana?
Bueno, una cosa es segura: no viene a ensalzar el triunfo del podero romano
sobre los persas; de hecho, representa todo lo contrario. Al otro lado de la calzada,
excavados en una pared rocosa, se observa la presencia de una serie de grandes
paneles rectangulares, y en uno de ellos ha quedado consignado el verdadero vnculo
de este lugar con Roma. El relieve tallado en la piedra conmemora la humillacin que
sufrieron no uno, ni dos, sino tres emperadores romanos a manos del fundador
epnimo de Bishapur: Sapor I.
El caballo de Sapor pisotea con sus cascos a un emperador romano. Se trata de
Gordiano III, a quien Sapor derrot en el ao 244 y que fue muerto por sus propias
tropas. Otro de los emperadores aparece arrodillado ante el rey de reyes mientras
suplica por su vida. Se trata del sucesor de Gordiano, Filipo el rabe, quien pag un
regio rescate a cambio de que Sapor le permitiera permanecer en el trono imperial. El
tercer emperador romano se encuentra de pie, y Sapor le sujeta firmemente por la
mueca en lo que es la forma tradicional de representar el acto de la captura.
El prendido es Valeriano, a quien Sapor hizo prisionero y encerr en el palacio de
Bishapur durante el resto de su vida. Queda claro que estos relieves ptreos, tan
convenientemente a mano, venan a actuar como una especie de lbum fotogrfico en
el que conservar los buenos recuerdos.
Segn la tradicin, la arquitectura romana del palacio se debe al empleo de
forzados en las obras y a que stos eran soldados romanos capturados al mismo
tiempo que Valeriano (incluso los tcnicos y los albailes pertenecan a la tropa del
imperio). No obstante, Sapor poda haber utilizado para la construccin el estilo que

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ms le agradara. Quera mostrar claramente que el suyo era un imperio mundial, y
que la moda europea encontraba cabida en l, junto a todo lo asitico. Teniendo en
cuenta los grandes triunfos que obtuvo Sapor en su lucha contra Roma, resulta
sorprendente que su nombre no sea ms conocido en Occidente. Ahora bien, en
Occidente la nica versin vlida de los acontecimientos es la romana, y en ella no
hay sitio para los enemigos de xito.
La dinasta sasnida, a la que perteneca Sapor, sustituy al imperio parto y
coloc en su lugar un coloso brbaro, ms poderoso y mejor organizado que la
misma Roma, que habra de infligir al imperio romano una humillacin sin
precedentes. Y lo curioso es que haba sido obra de los propios romanos. stos haban
sido incapaces de dejar en paz a Persia y no haban parado de incomodarla hasta
debilitar la dominacin parta y dejar el campo abierto a una dinasta rival.
El ataque generalizado que lanz Roma a finales del siglo II aceler un proceso
que ya estaba en marcha: el dominio que el rey de reyes ejerca sobre sus vasallos
feudales haba comenzado a menguar, con lo que decreca cada vez ms el inters de
los supremos jefes locales por responder a sus demandas. La casa real parta se
escindi y qued envuelta en una lucha por el control de un imperio que se deslizaba
progresivamente por la pendiente del caos.

LOS SASNIDAS SE HACEN CON EL PODER


En otro flanco montaoso hay un panel ms, esta vez situado en un lugar llamado
Naqs-i-Rustam, cerca de Perspolis, al noreste de Shiraz. El relieve representa al
padre de Sapor, Ardachir, en el momento de recibir la corona real de manos del
principio de la bondad y la pureza: Ahura Mazda. Ambos van a caballo y sus dos
monturas pisotean el cuerpo de un enemigo vencido. En el caso de Ahura Mazda, el
ser que se halla postrado es Ahrimn, el espritu del mal. El corcel de Ardachir, sin
embargo, planta los cascos sobre su adversario, el ltimo rey de reyes parto:
Artabano.
Ardachir fund la dinasta sasnida, y en realidad su monumento lo dice todo. Los
sasnidas provocaron nada menos que una revolucin en el gobierno persa y no se
limitaron a pasar por encima de la dinasta anterior, sino que se propusieron borrarla
por completo. Ardachir desmantel la ruinosa estructura feudal de los partos y la
sustituy por algo mucho ms parecido al modelo romano. El imperio sasnida habra
de tener un gobierno centralizado, y las caractersticas de su actuacin iban a ser las
de una operacin militar. Qued dividido en dos nuevas regiones establecidas en
funcin de criterios militares y concebidas para que dependieran del rey de reyes y se
vieran libres de intereses hereditarios y rivalidades feudales. A fin de debilitar
cualquier autoridad regional, se dispuso que los dominios de la propia familia de

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Ardachir quedaran dispersos por todo el imperio. Se consinti que los antiguos
prncipes feudales conservaran una posicin de autoridad, pero se estableci una
estructura formal para los servicios militares que stos deban prestar y se estipul la
cantidad de tropas que tenan que aportar, as que junto a la vieja costumbre del
reclutamiento de unas milicias feudales se implant la novedad de unos soldados
asalariados. El de Roma no era ya el nico ejrcito profesional del mundo. Este
imperio brbaro era algo enteramente novedoso.
El pasado fue suprimido, y Ardachir orden la completa destruccin de todo
aquello que pudiera dejar constancia de la existencia de los partos. Era posible que
los feroces y salvajes brbaros alumbraran una revolucin ideolgica? Aquella gente
lo haba hecho. Ardachir dio a su imperio el nombre de Irn, la mtica patria de los
arios. Este mito tena una fuerza similar a la que posea para los judos la creencia en
el cuasimtico reino de Salomn representaba un territorio ordenado por la
divinidad y asociado a perodos pasados y futuros de perfecto gobierno. Sin
embargo, tena un significado aadido, puesto que Ardachir dividi el mundo en lo
que era Irn y lo que no era Irn, una particin similar a la que haba establecido
Roma entre romanos y brbaros. Nosotros y los otros.
Los romanos llamaban brbaros a los persas. Ahora ellos mismos se haban
convertido en blanco de una percepcin idntica haban sido colocados en las
tierras de los demonios, en el Reino del Error: el no Irn. Y en Irn no deba
permitirse la presencia de nada que guardara relacin con el Error.
La determinacin de arrasar todo cuanto no se asemejara a su propia imagen era
asimismo un reflejo de la civilizacin romana. Era una reaccin a la resolucin
romana de borrar del mapa la identidad persa y romanizarla. Cada vez que los persas
recuperaban el control de las ciudades y las provincias que Roma haba ocupado, los
romanos clamaban que su comportamiento era el de unos brbaros agresivos. Un
emperador romano, en una arenga dirigida a las tropas antes de entablar combate con
los persas les deca: Hemos de borrar de la faz de la Tierra a la ms fastidiosa de las
naciones. Sin embargo, quien habra de desaparecer en aquella batalla en particular
habra de ser el emperador en cuestin: Juliano. Ambas superpotencias se iban a
enzarzar en una eterna disputa.
Exactamente igual que Roma, Persia necesitaba construir una ideologa que
estimulara en la gente la nocin de que sus gobernantes no eran simples jefes
mximos, sino defensores de los valores civilizados, y Ardachir no ignoraba en modo
alguno los beneficios de la propaganda. Aprovech el espritu caballeresco que haba
florecido en tiempos de los partos y se encarg de que su vida fuera pblicamente
presentada con los rasgos propios de la de un corts caballero entregado al servicio de
Dios. Se dice que, tras las batallas que le permitieron apoderarse del imperio,
formaliz su victoria en el ao 224 d. C. con la escenificacin de una justa en la que
trababa combate singular con el rey parto Artabano y le derribaba con una maza.
Como es natural, Ardachir se coron a s mismo en Perspolis. Se vinculaba as

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conscientemente al antiguo, y por entonces en buena medida olvidado y mtico,
imperio de Daro, cuyas inscripciones declaraban: Yo soy el gran rey Daro []
persa, hijo de persas, ario y de linaje ario.
La palabra ario se ha visto envuelta en tantas y tan lamentables asociaciones de
ideas que vale la pena rastrear su sentido original. Procede de la voz arya, un trmino
snscrito que significa noble y que en realidad alude a una asamblea integrada por
personas de gran habilidad o talento. El vocablo reaparece en otras lenguas
indoeuropeas en distintas formas, como la griega aristoi (supremamente noble, y
de ah el sustantivo espaol aristcrata) y la latina ars, de la cual deriva una gran
cantidad de palabras vinculadas con la destreza, el arte y la manufactura. Al
declararse ario, Daro no estaba refirindose a su condicin tnica, sino a su
genealoga aristocrtica.
El imperio del que se haba apoderado Ardachir estaba limitado por fronteras
naturales al norte y al sur. Al norte se encontraba un erial inhabitable que se extenda
hacia el este desde el mar Caspio, mientras que al sur el golfo Prsico y las montaas
afganas constituan una linde de fcil defensa. Al oeste y al este, sin embargo,
resultaba vulnerable. Por el oeste, el imperio llegaba hasta Mesopotamia o lo
habra hecho, al menos, de no haberse alzado los romanos con el control del territorio
comprendido entre los ros Tigris y ufrates, posesiones que venan a sumar a las de
Siria y Armenia. Y en el este, el imperio se estrechaba hasta alcanzar el punto de
arranque de las estepas, de las infinitas praderas desprovistas de rboles en las que
vagaban los nmadas. Este umbral constitua uno de los puntos clave de lo que hoy
conocemos como Ruta de la Seda: era la puerta de entrada terrestre por la que
penetraban las mercancas chinas e indias hasta el Mediterrneo.
Ardachir se propuso incluir en sus dominios estas dos regiones fronterizas. Envi
importantes fuerzas al este y estableci su autoridad en una regin que se extenda
desde el mar de Aral hasta el norte de la India. En el flanco occidental desafi
directamente al imperio romano, ya que recuper Ctesifonte casi inmediatamente,
expuls de Mesopotamia a los romanos y ocup Armenia.

EL REINO DEL ERROR


No resultaba excesivamente difcil presentar al imperio romano como el Reino del
Error y la sede del mal. En los ltimos aos, ese imperio se haba vuelto bastante
extrao. Poco antes de que Ardachir se aupara al trono persa, Roma haba estado
gobernada por uno de los emperadores ms raros que jams hayan vestido la prpura.
Que sepamos, Elagbalo (conocido asimismo como Heliogbalo) fue el nico
emperador romano que, segn se dice, no slo acostumbraba a vestirse de mujer, sino
que despos a una Virgen Vestal y sola presentarse desnudo en los burdeles y

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ofrecerse all a los clientes[1].
Septimio Severo haba debilitado fatalmente al rgimen parto, abriendo las
compuertas que daran paso a la revolucin sasnida, pero tambin inici los
acontecimientos que habran de paralizar Roma con la llegada de Elagbalo al poder.
Severo haba tratado de fortalecer su posicin en Siria casando a su sobrina, Julia
Soaemia, con un sirio que result ser ni ms ni menos que el sacerdote encargado del
culto hereditario al dios sol sirio El-Gabaal (ms conocido para la mayora de
nosotros como Baal). La familia maniobr y se entreg al politiqueo, as que el hijo
de ambos accedi al trono imperial con apenas catorce aos, y dado que su padre
haba fallecido, hered su funcin sacerdotal y trat de llevar a Roma el culto al dios
Baal y convertirlo en la religin del imperio. Elagbalo era en realidad el nombre
de su dios. Mientras su madre y su abuela gobernaban el imperio, l se dedic a
organizar refinados festivales religiosos sirios, consagrados en buena medida a la
fertilidad. Elagbalo escandaliz a Roma.
Su madre no hizo nada para frenar sus excesos sexuales, y al final su abuela
decidi que ambos deban desaparecer. De este modo, persuadi a Elagbalo de que
se convirtiera en padre adoptivo de su primo Alejandro, y despus soborn a la
guardia pretoriana a fin de que asesinara al emperador-sacerdote y a su madre. En
consecuencia, en el ao 222 d. C., otro muchacho de catorce aos, Alejandro Severo,
qued convertido en nuevo emperador, y su madre, la hermana de Julia Soaemia,
comenz a dirigir el circo. Las muy antirromanas costumbres de Elagbalo llegaron a
su fin.
En el ao 231, Alejandro y su madre se presentaron en Antioqua con un ejrcito
que supuestamente deba devolver el poder a los romanos, y envi emisarios a
Ardachir en un intento de iniciar las negociaciones. Antioqua era la capital de Siria,
y Alejandro, como hijo adoptivo de Elagbalo, era el nuevo sumo sacerdote de El-
Gabaal. Est claro que el ejrcito que se haban trado de Roma no se senta muy feliz
con lo que estaba sucediendo. Segn Herodiano, un sirio que consignaba los
acontecimientos a medida que se iban produciendo, Los brbaros mandaron regresar
a los emisarios junto al emperador sin resultado alguno. Entonces Ardachir escogi a
cuatrocientos persas de muy elevada estatura, los atavi con suntuosos vestidos y
adornos de oro, y les proporcion caballos y arcos. Envi a aquellos hombres ante
Alejandro en calidad de embajadores, en la creencia de que su aspecto habra de
deslumbrar a los romanos[2]. Ardachir se propona ofrecer as a Alejandro y a su
madre una imagen de esplendor oriental que les resultara familiar y les inquietara.
Los enviados dijeron que el gran rey Ardachir ordenaba a los romanos y a su
emperador que se retiraran de toda la Siria, as como de la parte de Asia que se halla
frente a Europa; deban devolver a los persas la totalidad del Oriente Prximo,
incluyendo la mayor parte de la actual Turqua. La madre del emperador decidi
despojarlos a todos de sus ropajes, ponerlos bajo arresto y enviar al ejrcito. ste no
senta el menor entusiasmo por nada de lo que estaba producindose, y tampoco era

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seguidor enardecido de la emperatriz madre. El resultado fue que se lleg a un punto
muerto. El ejrcito romano sufri enormes prdidas, y Ardachir perdi algunos
territorios de Mesopotamia. Alejandro Severo se repleg, y en el ao 233 su madre
dispuso que se le recibiera con un desfile triunfal en Roma. Ambos fueron asesinados
dos aos ms tarde por sus propias tropas.
Paralizada Roma, Ardachir se hizo con el control de Mesopotamia y Armenia.
Despus se retir a Persia, y su hijo subi a la palestra como el nuevo rey de reyes.

SAPOR Y LA HUMILLACIN DE ROMA


A lo largo de casi veinte aos, el nuevo gobernante, Sapor I, que haba accedido
al poder en 241, se vio confrontado a una sucesin de ejrcitos romanos. Cerca de
Perspolis, junto a la tumba de Daro, dej una larga inscripcin en parto, persa
medio (la lengua que l mismo hablaba) y griego. En ella deja constancia tanto de la
humillacin que infligiera a Gordiano III y al usurpador que le haba sucedido en el
ao 244, Filipo el rabe, como de las grandes conquistas que obtuvo diecisis aos
despus, al convertirse en el primer y nico gobernante brbaro en capturar vivo a un
emperador romano. Ya antes haba perdido Roma legiones a manos de los brbaros,
pero ahora se daba por primera vez el caso de que un emperador, Valeriano, se viera
obligado a consumir sus das como prisionero de un gobernante enemigo. Y lo que
era an peor, los romanos comprendieron que en el ejrcito persa haban intervenido
mujeres provistas de indumentaria y pertrechos exactamente iguales a los de los
hombres[3]. El calificativo de vergonzosa apenas bastaba a dar una idea de lo que
semejante derrota haba supuesto para los romanos.
En Bishapur, cerca de las ruinas del palacio, se encuentra un edificio que la
tradicin histrica popular ha grabado en la memoria con el nombre de zendan-e
valerian: la prisin de Valeriano. Situado en el interior del propio complejo
palaciego, el edificio, que ha sobrevivido prcticamente en su totalidad, es un templo
semisubterrneo dedicado a Anahita, la diosa del agua y la fertilidad. Descubierta en
fecha reciente, esta cmara haba sido concebida para poder ser inundada a voluntad,
presumiblemente con intencin ceremonial. No slo parece probable que Valeriano se
viera obligado a vivir a una distancia lo suficientemente corta de los paneles tallados
en la roca que exhiban su derrota militar como para que Sapor se sintiera seguro de
que poda verlos fcilmente, sino que es muy posible que tambin desempeara algn
tipo de papel sumiso en el culto a la diosa de la fertilidad, que era tambin diosa de la
guerra y cuya adoracin inclua la prostitucin ritual.
Tras su muerte, parece que Valeriano fue disecado y empajado como un trofeo de
caza y exhibido en un templo. Casi con toda seguridad, este smbolo de la
humillacin del imperio se le mostraba a todo visitante romano. Como era de esperar,

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la propaganda romana empez a funcionar a toda mquina. Se hizo correr el rumor de
que Sapor haba hecho prisionero a Valeriano por medio de una jugarreta, ya que le
habra capturado mientras enarbolaba una bandera de tregua. Como un devastador
incendio, las tropas de Sapor haban arrasado todo el Asia romana. La totalidad de la
poblacin de Antioqua haba sido masacrada. El dominador persa haba colmado de
cadveres los barrancos de la Capadocia para que su caballera pudiera salvarlos.
Haba dejado morir de hambre a sus prisioneros, a los que nicamente se haba
llevado al ro una vez al da para que se abrevasen como caballos. Y haba empleado
a Valeriano como taburete para izarse sobre su caballo cada vez que quera montarlo.
No hay pruebas de ninguna de estas afirmaciones como tampoco las hay de la
teora opuesta que sostiene que Valeriano se haba rendido a Sapor para evitar la
suerte de otros emperadores, muertos a manos de su propio ejrcito. No obstante, s
las hay de que el mismo Sapor uno de los ms despiadados emperadores persas
era un hombre culto. Consolid una corte compuesta por eruditos, encarg que se
tradujeran del griego y del snscrito obras cientficas y filosficas, y mostr un serio
inters por la filosofa religiosa. De hecho, pese a que puede decirse que en tiempos
de la dominacin sasnida los persas se reorganizaron y pasaron a convertirse en una
sociedad militar capaz de rivalizar con Roma, parece que no perdieron ninguna de sus
aptitudes culturales.

LOS BRBAROS EN LA CORTE


Al parecer, los sasnidas llevaban una vida presidida por refinados modales
cortesanos y lo ms alejada que quepa imaginar de cualquiera de las ideas asociadas a
la tosquedad brbara. No son muchas las fuentes originales que han llegado hasta
nosotros, pero s que contamos con antiguos textos rabes y persas derivados de la
literatura sasnida, una literatura que describe cmo eran las cosas en una poca que
ha llegado a ser considerada como la edad de oro de las grandes ceremonias y la
perfecta compostura.
Era la posicin social lo que dictaba por completo la conducta cotidiana. La
persona de rango ms bajo (o la ms joven) no slo tena que ser la primera en
desmontar y besar el suelo (el gesto que entre los sasnidas equivala al apretn de
manos), sino que se esperaba asimismo que esa persona dejara que todos cuantos la
superaran en posicin eligieran el color de las piezas antes de jugar al ajedrez o al
backgammon y permitiera asimismo que realizaran el primer movimiento[4]. Los
hombres deban ir bien vestidos (con un ceidor sagrado, calzado y pleo, prendas de
las que deban despojarse educadamente al encontrarse frente a personas de gran
dignidad), limpios y perfumados (aunque no en exceso). En las ocasiones festivas,
tanto los hombres como las mujeres se paseaban con flores en la mano.

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Haba que tener mucho cuidado para no meter la pata, ya que jams haba que
criticar a nadie por haber sugerido un mal consejo, ni hacer que alguien se sintiera
culpable por seguir la excelente indicacin que uno mismo hubiera podido darle, ni
sentarse en el sitio destinado a una persona ms importante o discutir sobre el
particular. Se supona que uno deba mostrarse afable y corts sin resultar servil. La
conversacin constitua un campo minado: lo correcto era escuchar cuidadosamente,
no hablar demasiado, no interrumpir jams y opinar con formalidad y elocuencia. El
hecho de mostrar un acuerdo entusiasta en cualquier materia insinuaba que se tena la
pretensin de ser una autoridad en el asunto, as que nunca deba cederse a la
tentacin de manifestarlo. De hecho, el excesivo entusiasmo (que puede resultar de lo
ms aburrido) era un comportamiento absolutamente contraindicado. Estaba muy mal
visto criticar a otro pas o rerse de algn nombre chistoso. Se consideraba
vergonzoso silbar, hacerse eco de cualquier rumor o contar cuentos chinos. La norma
consista en observar la mayor cortesa y encanto en todo.
Los modales a observar en la mesa se hallaban completamente sujetos a un ritual.
El anfitrin no se sentaba mientras no le instasen a hacerlo los invitados, y en la
comida se presupona que no habra de insistir para que nadie repitiese. Deba
asegurarse de no emborracharse antes de que lo hiciesen sus huspedes, y en caso de
que stos se mostraran un tanto achispados, l deba fingir que tambin lo estaba. Y
por supuesto, antes y despus de la comida se decan unas plegarias. Los comensales
deban poner buen cuidado en no servirse antes que los dems y en no dirigir la vista
al punto por el que se traa la comida. Tenan que comer lentamente, y conversar con
la mirada baja, ya que era de mala educacin observar a las personas mientras
coman. No deba haber disputas, por tanto, ni insultos, y se juzgaba con verdadera
severidad conducirse como un beodo.
La vida en la Persia sasnida era en cierto modo similar a la del Versalles de
Luis XIV. Las posibilidades de ver menguar la propia posicin social eran infinitas.

LA RELIGIN SASNIDA
Sin duda, Sapor senta un autntico inters por la filosofa religiosa, pero tambin es
verdad que la religin aportaba unas ventajas polticas indirectas extremadamente
tiles. Su abuelo, Papak, el iniciador de la revolucin sasnida, haba sido el sumo
sacerdote del templo dedicado en Istakhr al fuego de Zoroastro (su predecesor en el
cargo, Sassek, haba sido su fuente de inspiracin, y posiblemente tambin su padre
de ah el nombre de la dinasta). El templo se hallaba consagrado a Anahita. En
el antiguo Oriente Prximo, esta ltima era una diosa reconocible bajo un gran
nmero de denominaciones: Istar, Astart, Afrodita Sin embargo, slo en Persia se
renda culto al fuego sagrado.

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Esa llama constitua una manifestacin de la divina luz del espritu de la bondad y
la pureza, Ahura Mazda, y era constantemente alimentada por unos sacerdotes que se
cubran la boca con un velo para evitar que su aliento contaminase su pureza. El
propio Papak parece haber sido uno de los impulsores del resurgir del zoroastrismo,
ya que era un decidido monotesta de motivacin tica y se opona al pluralismo
cultural de los fracasados aristcratas partos. Era contrario a los helenos, con su
multiplicidad de dioses amorales, y estaba resuelto a establecer una religin de
Estado en todo el imperio a fin de fundar en ella el nuevo orden. Destron al
gobernador de Fars y, con el evidente respaldo de las facciones militares de la
nobleza, se adue de la provincia.
Es posible que Papak se viera favorecido por la reaccin de los persas contra lo
que era, a fin de cuentas, un rgimen decadente, y por el deseo que les animaba
conscientemente a restituir las antiguas tradiciones persas. De aquellas costumbres,
era mucho lo que haba cado en el olvido, pero no la idea que presentaba a Ahura
Mazda como adalid del orden establecido, y al siniestro seor Ahrimn como
defensor del caos. En tiempos de los aquemnidas, el fuego de Ahura Mazda haba
pasado a identificarse con la vida del gobernante: al morir ste, se extingua el viejo
fuego y se prenda otro nuevo. De este modo, el mandatario persa volva a
identificarse una vez ms, y de forma plena, con Ahura Mazda y el fuego sagrado.
Desde luego, el culto a un nico dios centralizado es tambin un mtodo til para
centralizar el poder poltico, y el hijo de Papak, Ardachir, parece haber hecho buen
uso de la autoridad que la religin le confera. La antigua tolerancia religiosa de los
aquemnidas y los partos no formaba ya parte del orden del da. Este nuevo Estado
era una teocracia centralizada. Ardachir mand acuar en sus monedas la imagen del
altar en el que arda el fuego sagrado y declar que la religin y la monarqua se
hallaban hermanadas. Se deca que en su lecho de muerte haba dado a su hijo el
siguiente consejo: Considera que el altar del fuego sagrado y el trono son
inseparables, pues se sustentan el uno al otro. Su dominio era expresin de la
voluntad de Dios. De ese modo, cualquier discrepancia con el rey de reyes quedaba
convertida en un ataque contra la moral misma. A los fieles de toda doctrina que no
fuera la del zoroastrismo les aguardaban tiempos difciles.
Es necesario definir adecuadamente los parmetros de toda religin oficial, y el
zoroastrismo lo logr gracias a un texto fundamental: el Avesta. Se conoce con este
nombre a una coleccin de diecisiete enigmticos himnos, los Gathas, a los que hay
que aadir toda una serie de oraciones, prescripciones para los rituales y frmulas
para la pureza del cuerpo y el alma. Ardachir mand introducir una especie de orden
en el Avesta, y se sirvi del texto resultante como base de su cdigo legal. Los
sacerdotes hereditarios, llamados magos, timoneaban la vida de las cortes de los
monarcas. Los ordenados controlaban asimismo los colegios, adems de encargarse
de poner en prctica los rituales religiosos es decir, las ceremonias asociadas con
los nacimientos de los nios, las bodas, los fallecimientos, etctera. Los ungidos

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cobraban unos honorarios y tambin imponan sanciones econmicas a los pecadores
que confesaban sus faltas lo que era una opcin preferible a la de verse acusado del
yerro en un juicio, puesto que el fallo poda dictar que se aplicaran castigos
corporales al reo. Adems, los sacerdotes advertan a quien quisiera escucharles
que tanto los pecadores como todos aquellos que no participaran a fondo en los
rituales y las oraciones acabaran vindose en manos de Ahrimn, el demonio, y se
perderan los goces del paraso.
Pero todo esto planteaba un evidente problema filosfico: cmo puede haber un
Dios que sea todopoderoso si existe al mismo tiempo una fuerza maligna a la que no
consigue vencer? La solucin del zoroastrismo oficial consisti en decir que el
Tiempo Infinito, Zurvan, era la divinidad primigenia, el padre de todo, tanto de la
energa del bien, Ahura Mazda, como de la sustancia negativa, Ahrimn. Esto
significaba que Ahura Mazda no era responsable de la existencia del mal.
La lgica dictaba que fuera la religin la que procurara justicia, lo que a su vez
constitua la base de una sociedad ordenada y capaz de sostener los gastos militares.
La doctrina imperante rezaba del siguiente modo: El poder no puede sustentarse sin
ejrcito, el ejrcito no existe sin dinero, no hay dinero sin agricultura, y la agricultura
no prosperar sin justicia. Por consiguiente, gracias a una religin convenientemente
organizada, Ardachir consigui poner en marcha un sistema de justicia y recaudacin
de impuestos con capacidad para sufragar un ejrcito.

SAPOR Y EL MESAS
Tanto en Persia como en Roma, la filosofa religiosa era la cuestin ms relevante.
Los continuos enfrentamientos entre Roma y el imperio parto no slo condujeron a
Persia a la crisis, fueron asimismo una de las principales causas de zozobra que
afligieron al imperio romano a lo largo del siglo III. Tan pronto como se hizo con el
poder, Ardachir cerr todas las rutas que seguan las caravanas que se dirigan al
Mediterrneo. El comercio entre Roma y el Lejano Oriente qued interrumpido, y la
reanudacin de las hostilidades hizo que el coste del ejrcito romano se disparara. En
consecuencia, hubo porciones del imperio de Occidente que empezaron a
desentenderse de la autoridad central y a tratar de organizar sus propios asuntos,
porque la produccin agrcola comenzaba a fallar y los impuestos aumentaban. ste
fue el clima en el que cuaj inicialmente el ascendiente del cristianismo en el mundo
romano, y en la agitada atmsfera de la revolucin provocada en Persia por el
zoroastrismo las consecuencias indirectas de los cultos cristianos empezaron a
suscitar un serio inters.
En Fars, un culto denominado de los practicantes de las abluciones crea que
era posible lavar los pecados del alma mediante ritos bautismales. Se trataba de un

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grupo judeocristiano de orientacin mesinica al que se denominaba de los elkesaitas,
cuyos miembros observaban el sabbat judo, practicaban el vegetarianismo, se hacan
la circuncisin y seguan su propia versin de las enseanzas de Cristo y Moiss. En
este ambiente ms bien enfebrecido surgi un lder religioso llamado Manes que
afirmaba ser el ltimo profeta de un linaje que descenda de Zoroastro y llegaba hasta
Jess a travs del Buda. Manes resaltaba el carcter universal de la verdad y, en una
consciente imitacin de Pablo, se dedic a efectuar toda una serie de viajes
misioneros.
Manes llev un mensaje mesinico al mundo del zoroastrismo. A partir de aquel
momento, la batalla entre las fuerzas del bien y del mal dej de ser un simple
fundamento moral para la sociedad humana y se convirti en una urgente crisis.
Manes enseaba que las fuerzas del mal estaban llevndose la victoria, y que la
redencin el triunfo del bien slo se producira tras el decidido combate de un
selecto grupo de fieles. Segn Manes, el pecado original que cometieran Adn y Eva,
falta de la que los seres humanos precisaban ser redimidos, no haba sido, como
haban determinado los cristianos, la realizacin del acto sexual, sino la ingestin de
carne. Manes contaba con un ncleo duro de adeptos, los elegidos, que llevaban una
vida consagrada a un ascetismo lacrimoso centrado en los zumos de frutas y la
abstinencia sexual, aunque para el resto de sus seguidores, a los que se dio el nombre
de maniqueos, predicaba la prctica ocasional del vegetarianismo y del ayuno
aunque, si aquello resultaba excesivamente duro, bastaba con la fe. Todo esto
constitua una preparacin para un apocalipsis en el que la Tierra sera destruida, los
condenados se veran subsumidos en una nube csmica de materia impura y el reino
de la bondad y la luz quedara separado del feudo de la maldad y las tinieblas.
Sapor, que haba invitado a Manes a su coronacin, le brind su proteccin y le
anim a acompaarle en sus campaas, en las que tambin se hallaban presentes los
sacerdotes de Zoroastro, que seguan al rey para realizar los ritos asociados al fuego
sagrado y limpiar de perversidad y malos espritus las tierras conquistadas. En
trminos generales, y a pesar de su firme devocin a Ahura Mazda, Sapor tenda a
situarse en la senda del multiculturalismo persa. Le agradaba conversar con los
filsofos griegos y convenci a los sacerdotes de Zoroastro de que incluyeran en el
Avesta obras de metafsica, astronoma y medicina tomadas de los griegos y los
indios. A diferencia de su padre, proclam que los maniqueos, los judos y los
cristianos tenan libertad de culto en sus propias comunidades, siempre que se
atuvieran a las leyes de los sasnidas y pagasen sus impuestos. Tras invadir Siria,
Sapor deport a las poblaciones de Damasco y de otras ciudades no iranias,
ordenando asimismo a grandes grupos de cristianos de habla griega que se trasladaran
de Siria a las provincias de Persis, Parda y Susiana[*], adems de a la ciudad de
Babilonia, donde se les permiti que organizaran sus propias comunidades y
siguiesen a sus propios dirigentes. De este modo, surgi incluso un obispo cristiano
en Ctesifonte.

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El hecho era que, una vez quebrado el podero militar de Roma, Sapor no tena
demasiadas cosas que temer. La frontera volvi a ser notablemente permeable, los
comerciantes empezaron a cruzarla en uno y otro sentido, y la gente se casaba con
personas de cualquiera de los lados de la divisoria. Aqul era, a fin de cuentas, el
mundo de los bazares, de los mercaderes, de los negocios. Puede que Roma hubiera
sido concebida para la guerra, pero Persia tena mejores cosas en que pensar.

PALMIRA
Sin embargo, pese a sentirse seguro, Sapor fue incapaz de mantener el control de
Mesopotamia. Perdi dicho territorio, no a manos de Roma, sino por la accin de uno
de los antiguos socios comerciales de Persia, Palmira, el eslabn de Oriente Prximo
por el que Persia quedaba unida al Mediterrneo. Palmira era un lugar bastante
sorprendente, y estaba a punto de convertirse en un espacio an ms pasmoso.
Cuando Sapor accedi al poder, Palmira era la ciudad ms importante de una
provincia romana denominada la Siria fenicia. A las gentes de Oriente les resultaba
difcil asimilar el poder de Roma: el gran problema estribaba en el hecho de que los
romanos fueran tan presuntuosos hay que tener en cuenta que, para lo que sola ser
habitual en la regin, la historia de los romanos era muy breve, y adems
prcticamente carecan de cultura. As, por ejemplo, en Palmira ya haba un templo
dos mil aos antes de que los romanos pudieran siquiera soar con contemplarlo. Su
forma, presidida por una ancha cmara de muros de piedra rodeada por columnas en
su parte exterior, se asemeja mucho ms al tipo de construcciones que se atribuyen a
Salomn que a cualquier edificacin romana. Y as deba ser, en efecto, ya que en la
Biblia se seala que este templo era parte integrante del reino de Salomn. De hecho,
lo que dice la Biblia es que fue el propio Salomn quien lo construy[5].
Palmira es un nombre griego y romano que significa palmeral. Los lugareos la
llamaban Tadmor, que indica lo mismo. El templo estaba dedicado a Baal. Fue
reconstruido despus de que los romanos se presentaran en la zona una clara
demostracin de que aquellas gentes no estaban romanizadas.
La entera escala de valores de Palmira se hallaba regida por el comercio. Hay
pueblos que se interesan por los dioses, otros que prefieren la conquista y la
dominacin del mundo; los habitantes de Palmira consagraban su vida y su energa a
los negocios de importacin y exportacin. La mayor parte del comercio que se
efectuaba entre el Mediterrneo y Persia, o la India y China, se encontraba en manos
de los ciudadanos de Palmira rabes, judos y persas. Como intermediarios
imprescindibles entre el este y el oeste, estos comerciantes jugaron largo tiempo al
gato y al ratn, tratando de ser a un tiempo amigos de Roma y devotos de Persia.
Y durante muchos aos se las arreglaron para salir muy bien parados. Decan

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aceptar hallarse bajo la soberana romana para evitar ser vapuleados, pero
convencieron a Roma de que les concediera el estatuto de ciudad libre quiere
decirse exenta de pagar los impuestos romanos, que es lo que realmente les importaba
. Los jefes de Palmira garantizaban a las caravanas que se hallaban de paso vas de
trnsito seguras, es decir, no expuestas a la accin de los jeques del desierto; haba
guas que indicaban a esas mismas caravanas la ruta a seguir en aquellas desoladas
regiones; disponan de arqueros a caballo para proteger a los caravaneros de las
incursiones de los beduinos; y al traspasar sus puertas, la ciudad gravaba con pesados
cnones todos los artculos destinados al comercio. Entre las mercaderas figuraban
muchos artculos de primera necesidad as como buen nmero de objetos
considerados de lujo en el mundo de la poca: lana, tintura de prpura, seda, vajillas
de vidrio, perfumes, especias, aceite de oliva, higos secos, nueces, queso y vino.
Palmira era una ciudad del desierto, pero sus mercaderes posean barcos
fondeados en aguas italianas, controlaban el comercio de la seda india y traan oro y
piedras preciosas que una vez trabajados por los artesanos del gremio de la orfebrera
quedaban transformados en objetos destinados a la ostentacin. La agricultura estaba
bien organizada, y los cultivos contaban con el regado que permita la presencia de
un lago creado mediante la construccin de una presa de cuatrocientos metros de
longitud. Palmira se convirti en una de las ciudades ms ricas de Oriente Prximo,
de modo que su poblacin (algunos de cuyos miembros aceptaban la ciudadana
romana y aadan un nombre romano al semtico que ya tenan) sustituy las
tradicionales viviendas construidas con ladrillos de barro por la piedra caliza, mucho
ms moderna. El lujo, las dimensiones y la decoracin de sus casas superaba en
suntuosidad a cualquiera de las que podan verse fuera de Roma.
Se pavimentaron nuevas calles flanqueadas por columnatas y la ciudad comenz a
presentar el aspecto de una poblacin grecorromana particularmente prspera, ya que
contaba con una esplndida plaza de mercado y un teatro de estilo griego. Sin
embargo, no haba anfiteatro. Y tampoco se celebraban combates de gladiadores. Si
los espectadores vean luchas entre brbaros de pega y espectculos con animales
salvajes de verdad y empezaban a disfrutar con la exhibicin de la muerte como
forma de entretenimiento era porque se les intentaba inculcar la escala de valores de
los romanos. Pero en Palmira no estaban por la labor.
Lo cierto es que los ciudadanos de Palmira haban conseguido realizar con xito
una gran jugada: eran el nico pueblo que se las haba arreglado para vivir en
compaa de los romanos sin quedar romanizado. Se limitaban simplemente a fingir
que eran romanos. Desde luego, tomaban precauciones para proteger sus bienes.
Proporcionaron instruccin a un magnfico ejrcito de arqueros a caballo. Sus
soldados se hallaban al servicio de Roma de hecho, Roma insisti bastante en este
punto, as que algunos tenan que incorporarse al ejrcito romano, y hubo incluso
unos cuantos que llegaron a defender los estandartes de Roma en Britania, junto al
Muro de Adriano.

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Sin embargo, como la guerra entre Roma y Persia se haca interminable, este
plcido acuerdo comenz a resquebrajarse. El comercio decreci, no slo porque
Persia se convirti en zona de guerra, sino porque el revolucionario ascenso al poder
de Ardachir hizo que resultara imposible preservar el signo de las relaciones que
haban mantenido hasta entonces Roma y Persia. En la dcada de 250 el gobernante
de Palmira se ofreci como aliado a Sapor. Sin embargo, se le respondi con gran
firmeza que el rey de reyes no tena aliados, sino vasallos. Los romanos le hicieron
una propuesta mejor y el dirigente de Palmira la aprovech. El emperador Valeriano
le hizo cnsul y gobernador de la Siria Fenicia.
Una vez que el mandatario de Palmira se hubo puesto manos a la obra y decidi
atacar Persia tras la captura de Valeriano, el nuevo emperador, Galieno, dio por
supuesto que la campaa era una iniciativa en favor de Roma y le nombr corrector
totius orientis, es decir, supervisor de todo el Oriente. No obstante, el administrador
de Palmira haba determinado proclamarse rey de reyes y resuelto tratar por cuenta
propia y en pie de igualdad con Sapor.

LA REINA ZENOBIA
Tras el asesinato del gobernador de Palmira en el ao 267, su esposa reclam el ttulo
de su marido en nombre de su hijo Valabato. Y as comenz el reinado absolutamente
asombroso de una mujer no menos fascinante llamada Zenobia aunque en realidad
sa era la denominacin que le haban dado los romanos. Su verdadero nombre era
Bat Zabbai, es decir, hija de Zabbai, pero en esta ocasin los romanos acertaban al
llamarla Zenobia. Quin ha odo hablar jams del seor Zabbai? Zenobia era un
personaje por derecho propio y ciertamente no ha habido muchos como ella.
Todo el mundo deca que era de una rara belleza. Las descripciones que nos han
llegado de su persona hablan de la blancura de sus dientes como perlas y de sus
grandes y centelleantes ojos negros. En las ocasiones asociadas a la solemnidad
estatal vesta la prpura de las clases dirigentes, una tnica ribeteada de piedras
preciosas y con adornos de oro en la cintura. Uno de los brazos quedaba desnudo
hasta el hombro y cuando se desplazaba en su carruaje con incrustaciones de pedrera
acostumbraba a llevar un yelmo.
Zenobia gobernaba al estilo de las reinas de Oriente. Para saludarla haba que
postrarse ante ella, como ocurra en la corte persa, en la que el gobernante se
presentaba a sus sbditos en calidad de dios viviente. Afirmaba descender de un
linaje aristocrtico que resultaba particularmente impresionante en una sociedad de
comerciantes, ya que se deca descendiente de Cleopatra. La reina Zenobia haba
recibido una esmerada educacin y hablaba griego (y, segn sostienen algunos,
tambin egipcio) adems de latn, arameo y persa[6]. Se dice que escribi la primera

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historia completa de su tierra, pero desde luego no era ninguna marisabidilla.
Cazadora consumada, Zenobia sola salir a ojear leones y osos con su marido,
Odenato, en vida de ste. Tambin acostumbraba a acompaarle a la guerra, y
realizaba ntegramente la instruccin militar, ya que vesta la coraza y llevaba armas.
En lugar de desplazarse en una litera, cabalgaba o marchaba al frente de una columna
de soldados, y comparti con Odenato la gloria de sus victorias sobre los persas.
Visto lo visto, fue un error que el Senado romano, capitaneado por el emperador
Galieno, anunciase que iba a limitar su autoridad y que no la nombrara corrector
totius orientis, con lo que Palmira se vera reducida a la condicin de Estado cliente.
La respuesta de Zenobia fue directa y decidida. Da la impresin de que la reina haba
resuelto que el imperio romano deba adoptar una nueva forma, pasando a ser una
federacin descentralizada de imperios. En Europa, Britania, la Galia e Iberia se
haban separado y nombrado a su propio emperador. El podero de Roma en Oriente
haba quedado disuelto tras la captura de Valeriano. Los ejrcitos de Zenobia
controlaban la parte persa de Mesopotamia. Por qu Palmira no habra de
constituirse en centro de una parte independiente del imperio y reafirmar as las
antiguas tradiciones del Oriente Prximo?

Zenobia.
Este relieve funerario de Damasco muestra a
Zenobia, la reina renegada de Palmira, en
compaa de Tyche, diosa de la fortuna y
protectora de la ciudad. Con un rasgo de
optimismo, el emperador romano aparece
representado a los pies de la reina, que lo mantiene
as sometido. Zenobia suscit en vida una
difundida admiracin, pero en modo alguno puede
decirse que se tratase de un sentimiento universal;
un destacado rab judo de su misma poca declar:
Feliz aquel que pueda ver la cada de Palmira.

Con esa idea en mente, Zenobia se apoder de Egipto y Siria. Como en Roma los
emperadores se sucedan rpidamente unos a otros, tena prcticamente las manos
libres. Era inmensamente popular y lleg incluso a atreverse a llevar la diadema
imperial y a adjudicarse el ttulo de reina de Oriente. Las monedas que acu

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llevaban la inscripcin Augusta, madre del emperador, y sus hijos no slo
recibieron una educacin latina, sino que desfilaron ante las tropas sirias investidos
de la prpura imperial.
La situacin, sin embargo, no dur demasiado. Al final, Roma reorganiz su
ejrcito y comenz a someter nuevamente a su dominio militar a las provincias
disidentes. El emperador Aureliano hizo frente al imperio oportunista de Zenobia y
gan dos batallas decisivas a la reina. Zenobia se hallaba presente en ambos choques
y tom parte activa en ellos, pero perdi. Y al ver el sesgo que tomaban los
acontecimientos, sus valedores desaparecieron. Sufri asedio en Palmira y huy,
aunque termin siendo capturada a unos cien kilmetros de la ciudad. Su reinado
acab en 272, y al ao siguiente la ciudad fue arrasada y sus habitantes pasados a
espada.
Hay diferentes versiones de lo que le sucedi a Zenobia, pero lo ms probable es
que fuera llevada a Roma y que desfilara en la ceremonia triunfal de Aureliano,
cargada de cadenas, aunque en este caso fueran de oro. Despus, tras conferenciar y
librarse de un destino peor, es posible que terminara convirtindose en huspeda de la
alta sociedad y residiera en una elegante villa de Tvoli. Hay una fuente, ms bien
dudosa, que cita una carta en la que Aureliano sale al paso de las crticas que le
haban censurado por haber prendido con grilletes a una mujer:

Aquellas personas que ahora me reprochan ese gesto me concederan


abundantes elogios si supieran de qu clase de mujer se trata, cun prudente
se muestra en sus determinaciones, con qu firmeza ejecuta sus planes, lo
severa que es con los soldados, hasta dnde alcanza su generosidad cuando la
necesidad acucia, y lo inflexible que puede llegar a revelarse cuando la
disciplina as lo exige. Podra decirse incluso que las derrotas que Odenato [su
marido] obtuvo sobre los persas fueron obra suya, y tambin que ella fue la
responsable del avance que la permiti presentarse, una vez puesto en fuga
Sapor, en la mismsima Ctesifonte. Debiera aadir aqu que era tal el miedo
que esta mujer inspiraba a los pueblos de Oriente, as como a los egipcios, que
ni los rabes ni los sarracenos ni los armenios se atrevieron a enfrentarse
jams a ella[7].

Aun suponiendo que, en realidad, la carta no haya existido nunca, s que muestra
el modo en que los romanos la recordaban.

PERSIA Y ROMA. LA LUCHA CONTINA


Este asunto haba hecho que Roma y Persia se ocuparan de otras cosas, y por la poca

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en que la Ciudad Eterna estaba lista para volver a contender con los persas, Sapor
haba muerto, los sacerdotes de Zoroastro haban vuelto a tomar el mando y la
tolerancia haba hecho nuevamente acto de presencia. Tras el fallecimiento de Sapor,
en el ao 272, Manes haba sido llevado a juicio y condenado por actuar como mal
doctor de su doctrina. Parte del delito del que se le acusaba consista en el hecho de
ser pacifista: en la guerra contra el Error (esto es, Roma), el pacifismo no
representaba una posibilidad que pudiera ser tenida en cuenta. Manes fue enviado a
prisin y condenado a muerte en torno al ao 276.
Mientras tanto, la nueva maquinaria administrativa haba puesto a trabajar a sus
prisioneros romanos en una serie de proyectos de irrigacin que incrementaron en un
50% la cuanta de las cosechas y la poblacin sedentaria del Creciente frtil la
regin situada entre los ros Tigris y ufrates[8]. La guerra se reanud en el ao
295, fecha en la que Roma atac Ctesifonte y en la que, pese a resultar repelida en un
primer momento, terminara consiguiendo una enorme victoria que le permitira
aduearse de todo el harn del rey de reyes. No se trataba de ningn asuntillo balad
ni de media docena de beldades. El harn era una ciudad habitada por varios miles de
mujeres y la familia real al completo, lo que inclua a los hijos del emperador, de
entre los cuales habra de elegirse al sucesor. El precio de la devolucin del trofeo fue
la entrega del control de todas las tierras que Persia posea en su regin noroeste,
entre ellas las de Armenia y el norte de Mesopotamia.
En consecuencia, a comienzos del siglo IV, Roma firm un tratado de paz con
Persia, aunque la presin de esta interminable guerra iba a modificar por entero las
caractersticas del imperio romano. El terrible coste de un ejrcito de dimensiones
cada vez mayores fue uno de los factores determinantes; el otro vino definido por el
hecho de que la defensa de la frontera con Persia fuera una labor que mantena
constantemente ocupadas a las fuerzas de Roma.
Realmente todo pareca indicar que el imperio brbaro de Persia era el que se
las arreglaba para salir adelante perfectamente bien y que el romano era el que se
hallaba empantanado. En el ao 309, al morir el emperador sasnida Ormuz II,
accedi al trono su hijo. No obstante, segn el consenso general, ste era incapaz de
desempear el cargo, as que fue sustituido por un feto que an se hallaba en el seno
materno. Segn parece, la coronacin del vientre de la madre, cuyo hijo habra de
convertirse en Sapor II, fue un acontecimiento memorable. Es de suponer que los
magos, o sacerdotes, ya habran establecido por medio del estudio de las estrellas que
se trataba de un varn.
El imperio persa tena la suficiente capacidad como para cumplir pausada y
ordenadamente sus funciones pese a tener primero un feto, y ms tarde un infante, en
el trono. Roma, en cambio, era un desbarajuste. Durante la infancia de Sapor II las
guerras civiles cuartearon el imperio romano hasta el ao 312, fecha en que la
definitiva conquista de un comandante militar nacido en los Balcanes Constantino
logr ponerles fin. Se produjo entonces un equilibrio de fuerzas entre Constantino

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y el general al mando de las tropas romanas de Oriente cuyo desenlace fue una
terrible guerra que se sald en el ao 324 con unos veinticinco mil muertos y un
Constantino erigido en dominador del imperio de Oriente. Una vez instalado en el
poder, Constantino decidi centrar en el este todos los objetivos del imperio y
sustituir la ciudad palaciega de Bizancio por una grandiosa capital nueva,
Constantinopla, la Nueva Roma situada en los confines mismos de Asia.
El antiguo imperio latino quedaba as condenado a transformarse en un empeo
perifrico, destinado a ocuparse nicamente de la agricultura y los germanos. Se dej
en gran medida que se las arreglara como pudiera y, en consecuencia, se declararon
frecuentemente en el Rin distintas formas de anarqua militar, puesto que los ejrcitos
adquirieron la costumbre de elevar al poder a sus propios comandantes y de contratar
a mercenarios godos cada vez que precisaban suplir sus propios efectivos. La palabra
romano dej de significar perteneciente a la ciudad de Roma o propio de ella y
el corazn del imperio pas a ser griego. La antigua distincin entre griegos y
romanos, diferenciacin que haca que unos y otros se juzgaran con mutua
desconfianza, haba dejado de tener el menor sentido salvo en la ciudad de Roma,
por supuesto, donde los personajes ms descollantes no hablaban una sola palabra de
griego y seguan considerando con enorme suspicacia a los orientales, a quienes an
tenan por falsos, decadentes e inmorales.
El imperio de Constantino destacaba asimismo por otra novedad, la de haber
abrazado oficialmente el cristianismo, y esta decisin iba a ejercer un claro impacto
en Persia. Como es obvio, el cristianismo haba pasado de este modo a formar parte
del Reino del Error, y se daba por supuesto que las minoras cristianas, en especial las
de la regin fronteriza de Armenia, se hallaban sometidas a la influencia de la
principal potencia enemiga. En el imperio romano se haba dejado de perseguir a los
cristianos, pero en esta materia era Persia la que ahora tomaba el relevo.
A medida que Constantino iba hacindose mayor se perciba con claridad
creciente que el imperio romano estaba a punto de encajar un nuevo y muy severo
golpe. Constantino haba anunciado que dividira el imperio romano en cinco partes,
y estaba claro que sus herederos habran de intentar hacerse picadillo unos a otros.
Llegados a este punto, como era de esperar, Sapor II, que ahora tena ya veintisis
aos, decidi recuperar las tierras que Roma haba arrebatado a Persia. Entre los aos
337 y 350, ambos imperios libraron una guerra intermitente en lo que ahora eran las
posiciones fortificadas romanas de Mesopotamia.
El ataque de Roma contra Persia haba creado un imperio brbaro dotado de
una organizacin cuando menos igual de buena que la romana, ya que estaba
notablemente centralizado y posea un gran podero militar propio. Ahora la incesante
situacin de guerra estaba debilitando progresivamente a ambos colosos. En el caso
de Roma, la concentracin de fuerzas en Persia estaba desguarneciendo cada vez ms
las fronteras del Rin y el Danubio, lo que trajo consigo un incremento del volumen de
las incursiones de los pueblos germnicos. Y en lo que hace a Persia, aquella misma

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pugna estaba dejando sin recursos la frontera oriental de Kushan, la puerta de entrada
cuya custodia defenda a la civilizacin de los jinetes de las estepas.

PERSIA Y LOS HUNOS


Ni siquiera la mano ms larga y la necesidad de una larga mano era justamente uno
de los lemas del emperador persa poda saber qu estaba sucediendo en la totalidad
de tan vasto territorio. El viaje desde la zona de guerra de Armenia hasta la capital del
imperio, Ctesifonte, llevaba dos meses, y Kushan se hallaba a la misma distancia en
direccin al este. En el ao 350, Sapor II se vio forzado a cejar en su agotadora lucha
con Roma porque haba despojado de excesivos recursos el Oriente con el
devastador resultado de que los hunos haban aprovechado la ocasin para penetrar
en sus tierras.
Al este de Kushan se extendan cerca de seiscientos cincuenta mil kilmetros
cuadrados de desoladas estepas, una infinita pradera abierta en la que no crecan
rboles de ninguna clase y que llegaba hasta el norte de China. El modo de vida de
los pueblos tribales que vagabundeaban por aquellos interminables pastizales era
simplemente incompatible con el cultivo de la tierra y los asentamientos urbanos. De
hecho, incompatible con lo que llamamos civilizacin. Para unos pueblos que
dedicaban su existencia a trasladar grandes manadas de animales por aquellas tierras
de pastoreo, las granjas de los individuos sedentarios constituan un mero obstculo
del camino, y las ciudades eran simples almacenes de objetos tiles y valiosos a los
que se poda echar mano siempre que fuese necesario. Los habitantes de las ciudades,
que eran evidentemente incapaces de sobrevivir en campo abierto, resultaban
interesantes nicamente en caso de que poseyeran artculos prcticos con los que
comerciar, pero es probable que, en trminos generales, los nmadas consideraran
que lo mejor era que estuviesen muertos.
Los pueblos sedentarios de Asia tenan que erigir y conservar constantemente
barreras contra los nmadas, y guarnecer tales defensas con tropas competentes. Los
chinos haban construido la Gran Muralla. La tarea a la que deban enfrentarse los
pueblos que habitaban el Asia central resultaba mucho ms sencilla porque su
frontera era notablemente ms pequea, pero se les haca imprescindible no llegar a
perder nunca el control de su territorio.
Las inmensas estepas de Asia slo se detenan en la cadena de los Urales. All
donde las cimas de esta cordillera comienzan a perder altura, esto es, hacia el sur, en
lo que hoy es Kazajistn, hay un obstculo que impide eficazmente el paso de los
errantes nmadas: un desierto carente de pastos. En medio de ese desierto se
encuentran los restos de un ocano desaparecido: el mar de Aral. sta es la regin
que la antigua Unin Sovitica juzg idnea para situar en lugar seguro un

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cosmdromo y una zona de pruebas para sus misiles nucleares.
La ruta terrestre por la que se entra o sale del occidente asitico discurre ms al
sur, a travs de un estrecho pasadizo ubicado al norte de las montaas afganas, ya que
en esa zona, un rosario de oasis permite cruzar el desierto. Los soldados de esta
comarca fueron los designados para actuar como guardianes de los puntos de paso. Si
eran trasladados a otra zona, Persia quedaba indefensa frente a los brbaros de las
estepas. Las ciudades de Oriente Prximo, y ms tarde las del Mediterrneo,
quedaban igualmente expuestas. Segn parece, Zoroastro, que identificaba el bien
con las artes de la civilizacin y del gobierno, y el mal con los robos de los nmadas,
enemigos de la agricultura metdica y de la cra de ganado, naci en Kushan. Pues
bien, acababan de irrumpir bruscamente en escena unos agresivos nmadas: los
hunos.
Resulta extremadamente difcil saber de quines se trataba. Los documentos
chinos hacen referencia a una gran confederacin de tribus dedicadas a las
actividades pastoriles: los hsiung-nu o xiongnu. Estos pueblos amenazaban la frontera
norte del imperio chino, de modo que en el siglo I d. C. los chinos quebraron la
confederacin por medios militares. Algunos de aquellos pueblos se asentaron en el
interior de China. Otros se desplazaron al oeste, a las estepas del Kazajistn oriental,
que segn parece presentaban a sus ojos el aspecto de un paraso terrenal
denominaron Nie-Ban a la regin, lo cual significa nirvana, o placidez celeste.
Tenemos referencias chinas que hablan de una poblacin de unas doscientas mil
personas, cuya propensin al aseo destacan estas mismas fuentes. Por lo visto,
aquellos individuos se lavaban y cepillaban los dientes antes de comer, tres veces al
da, y se arreglaban el pelo, dejndose el flequillo.
Quiz fueran esos mismos pueblos los que haban emprendido la marcha,
empujados posiblemente por la hambruna. Si llegaron a avanzar unos ochocientos
kilmetros en direccin suroeste alcanzaron sin duda los oasis en que se detenan las
caravanas, y una vez all se habran precipitado por aquel estrecho embudo y
desembocado en el este de Persia, donde cabe suponer que aquellas gentes
desesperadas y hambrientas emplearan sus destrezas de arqueros a caballo para
apoderarse de todo lo que necesitaran y repeler cuantos intentos se hicieran por
rechazarles. Los pequeos caballos mongoles apenas han cambiado a lo largo de los
siglos. Las monturas de los hunos destacaban por su corta alzada, gran cabeza, pobre
planta y notable resistencia. Sapor II iba a tener que prestarles toda su atencin.
Necesit siete aos, y una mezcla de fuerza y dinero con el que sobornarles, para
persuadir a los hunos, o al menos a un cierto nmero de ellos, de que se hicieran
aliados suyos. Hacia el ao 358 se hallaba ya en condiciones de volver a luchar
contra los romanos y esta vez iba a tener un xito considerablemente superior.
Sus triunfos alcanzaron un punto culminante en el ao 363, fecha en la que el
emperador Juliano un personaje de gran inteligencia, aunque muy testarudo, que
apenas superaba la treintena decidi partir a la conquista de Ctesifonte. Fue Juliano

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quien areng a sus tropas con la frase que ya hemos visto: Hemos de borrar de la faz
de la Tierra a la ms fastidiosa de las naciones. No slo fracas en su intento de
aduearse de la ciudad, sino que tambin se mostr desprevenido, ya que no dispuso
preparativos suficientes para el caso de que sus tropas se vieran obligadas a batirse en
retirada. Entorpecidas por la escasez de suministros y acosadas por el enemigo, las
legiones de Juliano se vieron detenidas en seco al resultar muerto el emperador en
una escaramuza de poca importancia. Su sucesor, Joviano, se vio obligado a devolver
todo cuanto Persia haba entregado al imperio sesenta y cinco aos antes como
rescate por el harn cado en manos de Roma. Era la nica manera de que Joviano
lograse llegar sano y salvo a casa.
Puede que la renovada confianza y los xitos militares de que se enorgulleca
Sapor II tras sellar un pacto con los hunos guardara alguna relacin con el hecho de
que esos mismos nmadas volvieran a hacer acto de presencia en la Dacia tan slo
unos cuantos aos despus en 375 Hemos de considerar que fue una simple
coincidencia que los pueblos germnicos situados al norte del mar Negro se vieran de
pronto sometidos al ataque de los atronadores cascos y potentsimas flechas de miles
de extraos jinetes orientales que parecan unidos a sus monturas como otros tantos
centauros y que avanzaban rpidamente hacia poniente? La consiguiente conmocin
habra de causar el naufragio del imperio romano, y provocara una enorme
migracin de godos que terminara aniquilando las dos terceras partes del ejrcito que
combata a Persia.
La terrible dominacin de Roma estaba llegando a su fin.

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CUARTA PARTE

VNDALOS Y HUNOS

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11

La cara oculta de los mitos

D e todos los pueblos brbaros que recorrieron Europa en el siglo V d. C., los
que con diferencia han merecido una ms duradera reputacin de absurdo
salvajismo y espritu destructivo han sido los vndalos y los hunos. Y sin embargo,
como a menudo sucede con la historia de los brbaros que ha llegado hasta nosotros,
nada es como lo pintan las apariencias.
Atila lleg de Oriente a la cabeza de unas hordas hunas sedientas de sangre y
lanzadas a la carga que llegaron hasta las mismas puertas de Roma o casi, pues se
vieron detenidas, segn se dice, por la mano de Dios, encarnada en la persona del
papa Len I. Son muchas las cuestiones que suscitan extraeza en esta crnica.
Para empezar, se omite el hecho de que Atila pretenda haber acudido en realidad al
rescate de una damisela en peligro (como lo oyen!). Pero quiz lo ms raro de todo
sea que cuanto ms trata uno de identificar a los hunos, tanto ms parecen evaporarse
ante nuestros ojos.
Nadie pone en duda que Atila haya existido. Sin embargo, lo que ya resulta
menos fcil de concretar es la presencia de las hordas hunas. La mayor parte de los
guerreros que seguan a Atila eran de hecho germanos, y se ha reconocido que, sea
cual sea el corte temporal que se elija, es probable que el nmero de guerreros hunos
no superara en Europa los quince mil individuos[1]. Y si uno trata de encontrar las
huellas que dejaron aquellos hunos, ocurre algo muy notable: resulta imposible
hacerlo. No existe un solo retrato que nos muestre el rostro de algn huno, y no se ha
descubierto ninguna vivienda que muestre signos de haber albergado a Atila. No se
han encontrado ms que doscientas tumbas cuyo contenido muestre algn elemento
capaz de acreditar su origen huno, e incluso estos enterramientos suscitan polmica
en la actualidad. Por si fuera poco, no sabemos en qu lengua se comunicaban, salvo
por el hecho de que el idioma que se hablaba en la corte de Atila en los aos en que
ste viva era el godo. Hasta los nombres de los dirigentes hunos de la poca de Atila
son (con toda probabilidad) de origen germano incluido el del propio Atila.
La dificultad que plantea discernir la identidad de los hunos parece constituir una
prueba de que no eran, como se ha imaginado, unos implacables asesinos que
aniquilaban a cuantos pueblos conquistaban. Desde luego no cabe duda de que haba
hunos en el este de Europa, pero la falta de datos que atestigen claramente la
presencia de una cultura huna es una indicacin de que en vez de acabar con los
pueblos que sometan, los hunos solan optar ms bien por mezclarse con ellos. De

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hecho, sta ha sido siempre una conclusin muy obvia a tenor de las fuentes escritas,
a condicin de que las examinemos con una mentalidad abierta. sta es la razn de
que, hasta el ao 1920, H. G. Wells, clebre novelista, crtico social e historiador, no
pudiera aventurar la explicacin de que en vez de matar a las gentes que invadan,
las incorporaban a su cultura y se casaban con sus mujeres. Posean ese don que
precisan todos los pueblos destinados al predominio poltico: la asimilacin
tolerante[2].
Irnicamente, fue este proceso de asimilacin el que termin por borrar del
registro arqueolgico la identidad propia de los hunos, dejando slo las caractersticas
de aquellos a quienes dominaron.

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Los vndalos y los hunos

La idea de que los hunos eran unos despiadados asesinos es producto del
nacionalismo europeo y de la propaganda de la Primera Guerra Mundial. Deseosos de
hallar los orgenes remotos de su historia, los romnticos alemanes recuperaron los
antiguos mitos, entre cuyas narraciones aparecan varios relatos entusiastas de un
dirigente huno heroico y violento llamado Etzel (Atila). En el ao 1900, el kiser

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Guillermo II, al rememorar dichos relatos y al situarlos en un perodo histrico
equivocado, se diriga de este modo a las tropas que estaban a punto de acudir a
acallar una revuelta china:

No se dar cuartel, no se harn prisioneros. Haced que todo aquel que caiga
en vuestras manos se halle a vuestra merced. Igual que los hunos hace mil
aos, unidos bajo el liderazgo de su capitn Etzel, se forjaron una reputacin
que les ha permitido permanecer vivos en la tradicin histrica, alcance
tambin tal fama el nombre de Alemania en China que ninguno de sus
naturales vuelva a atreverse jams a mirar con recelo a un solo alemn[3].

Los peridicos britnicos acogieron este discurso con indignado arrebato, y al


informar de las (ficticias) atrocidades que se atribuyeron a las tropas alemanas en
Blgica, al comienzo de la Primera Guerra Mundial, recurrieron al trmino hunos y
lo utilizaron como apelativo genrico para referirse a aquellos salvajes alemanes.
Atila el Huno nunca logr recuperar su buen nombre.
Los vndalos han sido vctimas de una distorsin parecida en el pasado
imaginario de Europa. Como es obvio, nos han proporcionado la palabra que
empleamos para designar a quienes destruyen deliberadamente una propiedad
cualquiera. Y sin embargo, la actuacin de los vndalos estuvo regida por unos
principios morales que podramos considerar ms severos que los que nosotros
mismos manejamos y no destruyeron nada.
La culpa de todo esto recae en este caso en los anales de la Iglesia (igualmente
basados aqu en un mito). Tras los llamados motines de Gordon del Londres de 1780,
episodio en el que los seguidores de la emancipacin catlica se vieron atacados, el
poeta William Cowper llam vndalos a la turba que quem la biblioteca de lord
Mansfield[4]. La versin de la persecucin vndala que haba divulgado la Iglesia
haba impregnado a Cowper desde la cuna, de ah que dedicara toda su vida a atender
a los hombres de iglesia. Cowper escribi algunos de los ms clebres himnos
ingleses, entre ellos el titulado Amazing Grace (Sublime Gracia).
La nocin por la que se asociaba a los vndalos con la destruccin cuaj
enseguida. Durante la Revolucin francesa, un obispo revolucionario ide la palabra
vandalismo para describir los destrozos que el ejrcito republicano francs haba
causado en los monumentos y los edificios pblicos[5]. Describi sus acciones con la
nueva voz de vandalismo y el trmino tuvo xito.
Esta denominacin encuentra fundamento en el tono que los romanos utilizaron al
escribir sobre sus enemigos. Los registros escritos no son invariablemente hostiles
porque en distintas pocas los romanos consideraron aliados suyos tanto a los hunos
como a los vndalos. De hecho, durante muchos aos el supervisor del imperio
romano de Occidente fue un vndalo. Sin embargo, en los casos en que los

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documentos se muestran adversos a ellos, las fuentes, ya sean latinas o griegas, pintan
un retablo de extraordinario y vivo horror. Como ya hemos visto, los autores romanos
solan distorsionar la verdad de todos los hechos relacionados con cuantos
consideraban brbaros. Ahora bien, a partir del siglo V la tergiversacin comenz a
realizarse de una forma enteramente indita, porque tambin empezaba a verse a los
brbaros con nuevos ojos.
Muchas comunidades brbaras se haban integrado a tal punto en el imperio
romano que la antigua distincin entre romanos y brbaros, tan estrechamente
vinculada a la nocin de frontera, desapareca ya gradualmente. Sin embargo, eso no
impidi que los romanos siguieran considerando que los brbaros eran los otros.
Cuando el imperio se convirti al cristianismo, el rol de los otros pas a
corresponder a los paganos y cuando esos otros abrazaron la religin cristiana,
fueron los herejes quienes heredaron el papel. En una sociedad en la que la religin
penetra todos los aspectos de la vida, la expresin de la variedad cultural adopta el
aspecto de la diferencia religiosa, y el ms persistente don de la cristiandad al mundo
ha consistido en demonizar tales diferencias mediante el concepto de hereja[6]. La
verdad de los hechos histricos relacionados con los vndalos y los hunos tuvo lugar
en un mundo que estaba experimentando el vuelco por el que habra de abandonar su
pasado pagano e iniciar la andadura de la era cristiana. Y esa verdad no tiene nada
que ver con los mitos.

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12

La cristianizacin del imperio

S egn Rutilio Claudio Namaciano, un poeta romano del siglo V, la causa de


todos los desastres que hubo de sufrir Roma a lo largo de su vida podra
remontarse a un nico acto que se haba producido en torno al ao 406. Ningn
historiador ha compartido nunca su opinin, pero cabe la posibilidad de que esto
justamente no venga a mostrar sino la muy escasa disposicin de los historiadores a
compartir la cosmovisin de las gentes sobre las que escriben. El acto en cuestin fue
la quema de unos libros[1].

LOS LIBROS SIBILINOS


Los volmenes a que nos referimos haban estado guardados durante siglos en el
templo de Apolo Patroos de la Colina Palatina de Roma. Reciban el nombre de
Libros Sibilinos, haban sido recopilados por una sibila o profetisa y contenan la
historia del mundo tanto pasada como futura. Segn la leyenda, en los remotos
das en que Roma an estaba gobernada por un rey, la sibila se present ante el
monarca y ofreci a la ciudad, por trescientas monedas de oro, nueve libros en los
que se hallaba consignado el destino del mundo. El rey declin la oferta. La profetisa
quem tres de los libros, y a continuacin pidi el mismo precio por los seis restantes.
La sacerdotisa fue rechazada de nuevo y ella carboniz tres libros ms pero la
cuanta exigida permaneci inalterada. El rey cedi, la sibila se desvaneci, y
Roma se hizo con el orculo.
La hojas de los textos (y es muy probable que fueran realmente hojas: hojas de
palmera escritas en griego) quedaron depositadas en un arcn de piedra colocado bajo
el nivel del suelo en el templo dedicado a Jpiter Capitolino, posiblemente en torno al
ao 500 a. C. Contaban con unos custodios especiales al principio eran dos, pero
terminaron siendo quince. Estas autoridades consultaban los textos cuando lo
ordenaba el Senado, en momentos de crisis. Si alguno de los custodios revelaba lo
que decan era condenado a muerte.
La consulta de estos textos jalona la totalidad de la historia de Roma. Por
ejemplo, cuando Anbal se present a la puertas de la ciudad, en el ao 217 a. C., el
cielo rebosaba de portentos. Segn las fuentes latinas (y quin se atrevera a
ponerlas en duda?) el disco solar disminuy de tamao, despus pareci chocar con la

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Luna, y finalmente surgieron en pleno da dos lunas en el firmamento. Entonces, con
idntica intencin de resaltar la idea de que algo no estaba yendo demasiado bien, el
cielo se abri de par en par, brot una resplandeciente luz e inmediatamente despus
pareci incendiarse[2]. Se solicitaron los servicios de los guardianes de los Libros
Sibilinos, y stos dieron instrucciones al para entonces histrico populacho de que se
echara a la calle, se instalara en los cruces de caminos y rezara a Hcate, la reina de
los cielos. La bveda celeste iba a dejar caer en Asia una piedra negra de origen
divino y el pueblo de Roma deba hacerse con ella. El meteorito cay, los romanos lo
recogieron, y Anbal fue incapaz de seguir avanzando[3].
Los historiadores han supuesto que se trat de una coincidencia. Y es probable
que tengan razn.
Casi quinientos aos ms tarde, cuando los alamanes amenazaron con aduearse
de Roma en el ao 270 d. C., el emperador Aureliano orden que el Senado decretara
que deban consultarse los Libros Sibilinos[4]. Por esa poca los documentos se
hallaban guardados en el templo de Apolo y en realidad eran ya unos textos
diferentes, porque los originales haban sido destruidos en un incendio; estos nuevos
orculos se haban comprado a unos misteriosos proveedores de profecas orientales
de segunda mano. Con todo, los misterios, misterios son, as que los textos seguan
conservando su capacidad taumatrgica. Esta vez exigan la verificacin de
procesiones de sacerdotes ataviados con tnicas blancas y acompaados por un coro
de jvenes y vrgenes; la purificacin ritual de la ciudad y la comarca limtrofe; y la
realizacin de sacrificios, unos sacrificios dotados de tan poderosa influencia que a
los brbaros les habra de resultar imposible penetrar en el mbito mstico en el que
se haban celebrado[5]. Y una vez ms, la ciudad se salv.
De nuevo, los historiadores mostraron escaso inters por los rituales, salvo quiz
para tomarlos a risa. Sin embargo, estos episodios muestran la extraordinaria
relevancia que concedan los romanos a la profeca y la adivinacin, ya que realmente
crean que su imperio era el nico que contaba con la proteccin de los dioses. Y
revelan asimismo el carcter radical de la revolucin que se extendi por todo el
imperio una vez que el cristianismo se hizo dueo de la situacin.
El hombre que realiz el acto al que se refiere Rutilio y mand quemar los libros,
el autntico gobernador del imperio de Occidente en aquella poca, fue el gran
general Estilicn, ferviente cristiano. Con toda intencin, haba engalanado a su
mujer con las mismas joyas que vesta la estatua de la diosa Victoria, que llevaba
muchos siglos presidiendo las deliberaciones del Senado, porque quera barrer el
paganismo de la mismsima alma de Roma. Y Estilicn era vndalo.

LOS VNDALOS ROMANOS

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El proceso que haba permitido que un brbaro terminara convirtindose en tutor del
imperio romano fue en ltimo trmino expresin del triunfo de la poltica imperial
centrada en la romanizacin del mundo comprendido en el interior de sus fronteras.
Los vndalos formaban una nacin de granjeros germanos no particularmente
belicosos y marcados por un historial de emigraciones provocadas por la presin de
otros pueblos. Vndalo (wandal) significa vagabundo. Se fueron trasladando
gradualmente hacia el sur a medida que otros vecinos, algo ms dados a las
heroicidades, iban asentndose en sus tierras, desplazndose as, a lo largo de unos
trescientos aos aproximadamente, desde lo que hoy es el centro de Polonia hasta la
regin de Bohemia y penetrando finalmente en el imperio romano como refugiados.
Su carcter mostraba palpablemente los rasgos propios de las gentes de origen
escandinavo, ya que pese a poseer una slida moral personal su organizacin militar
flojeaba bastante. En el ao 330 d. C., el emperador Constantino les permiti
finalmente instalarse en la provincia balcnica de Panonia, aunque el pacto
establecido les converta en campesinos dedicados al cultivo de la tierra y en
efectivos para el ejrcito de Roma. Y, por supuesto, aquello logr que aprendieran a
calcar su comportamiento en el de los romanos.
Muchos de sus jvenes pasaron a formar parte de las tropas auxiliares del ejrcito
romano e hicieron suya aquella nueva identidad. Y hete aqu que al cabo de cuarenta
aos los hunos sumieron su mundo en el caos.
En realidad el desorden no fue obra de los propios hunos. La zona comprendida
entre el Cucaso y el Danubio era una especie de mesa de billar geogrfica, puesto
que el movimiento de un grupo de gente chocaba contra otro y el de ste rebotaba a
su vez en un tercero. Los hunos colisionaron con los godos. Los godos repercutieron
el golpe en los vndalos. Y los vndalos acabaron en la tronera de los romanos.

LOS MISTERIOSOS HUNOS


Un historiador godo que escribe cerca de doscientos aos ms tarde expresa cmo
conceba su gente a los verdaderos brbaros. Los hunos, explica este autor, eran una
casta engendrada por la cpula de unas hechiceras escitas con los espritus del
desierto, y al principio no constituan sino una ralea minscula, sombra y raqutica,
una raza que apenas se pareca a la humana y a la que no se conoca otro lenguaje
aparte de uno que pareca asemejarse remotamente al humano. Despus, sin
embargo, se haban transformado en monstruos: su semblante no era tal, sino, por
as decirlo, una masa informe con dos agujeros en lugar de ojos [], llegan a viejos
siendo imberbes y son jvenes sin belleza porque su rostro, marcado por las cicatrices
de las espadas, se ve privado del pelo que sienta tan bien a esta edad. Son bajos de
estatura, pero giles y desenvueltos en sus movimientos y muy aptos para la

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equitacin; tienen anchas espaldas y son hbiles en el manejo del arco y las flechas
[]. Pero a pesar de esta apariencia humana, lo cierto es que viven como bestias
salvajes[6].
No hay duda de que tenan un aspecto alarmante, y no slo por el hecho de que
sus caras tuvieran rasgos orientales. Los hunos modificaban la forma de su crneo, ya
que acostumbraban a vendar y sujetar con tablas las cabezas de los bebs a fin de
aplanarlas y volverlas ms alargadas. No ha llegado hasta nosotros una sola imagen
que nos muestre el semblante de los hunos, pero el efecto conseguido puede verse en
las antiguas pinturas y bustos de cermica mayas de Centroamrica. Los mayas
hacan exactamente lo mismo con sus propias criaturas, y precisamente por la misma
poca. Sin embargo, los mayas no se escarificaban la cara como hacan los hunos; se
es un adorno que se observa en los rostros de algunos individuos del frica central,
donde an hoy se seala la identidad tribal mediante la realizacin de incisiones en
las mejillas de los hombres.
Los hunos se hallan rodeados por un extrao halo. Se sabe muy poco de su
identidad antes de su llegada a la Dacia, y tambin se ignora qu pudo haberles
inducido a ponerse en marcha. Nadie puede decirnos de dnde proceden, ni durante
cunto tiempo estuvieron viajando. Se desconoce igualmente su idioma.
Entre los historiadores existe el consenso general de que sencillamente se
dirigieron directamente a Occidente, cruzando de punta a cabo el Kazajistn desde
Oriente. Esto parece muy poco probable, dado el entorno extremadamente duro que
circunda el mar de Aral. Realmente no haba forma de que unos pastores se
trasladasen a ese territorio sin perder sus ganados y sucumbir a la hambruna, y los
jinetes tampoco habran encontrado manera alguna de alimentar a sus monturas. Sin
embargo, en el ao 350 Sapor II se haba visto obligado a interrumpir su lucha con
Roma debido a la irrupcin de los hunos por su frontera oriental. Y gracias a aquella
penetracin los hunos lograron tener acceso a una ruta que, partiendo de Asia, llegaba
hasta el mar Negro, siguiendo el ro que separa Bujara de Merv: el Oxus (o Amu-
Daria).
Hoy el Oxus es una corriente innavegable que fluye hacia el norte y cruza el
desierto antes de desembocar en el mar de Aral en otras palabras, no conduce en
realidad a ningn sitio. No obstante, en la poca romana su curso avanzaba en
direccin noroeste y no desembocaba en el mar Aral, sino en el mar Caspio[7].
Cuando Sapor hubo recuperado el control de sus dominios orientales, en el ao 257,
sa fue la ruta de huida ms evidente que encontraron los hunos, los cuales llegaron
hasta el Caspio, cruzaron el Cucaso, recorrieron despus el mar Negro y fueron a
parar finalmente a los Crpatos. Y en el momento en que aquellos extraos
personajes comenzaron a desplazarse lentamente an ms al oeste, superando todas
las barreras que se interponen entre Asia y Europa montaas, desiertos, pantanos
, empezaron los relatos que ya conocemos.
En el ao 1995 se descubrieron en Pokrovka, al norte del mar Caspio (o sea, al

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oeste de los Urales), unas calaveras deformadas de origen huno halladas en unas
tumbas fechadas entre los siglos II y IV[8]. Pero cmo haban llegado hasta all?
Cuesta creer que hubieran podido alcanzar esa zona sin atravesar la parte oriental del
imperio persa y superar el Cucaso. De hecho, en aos posteriores los bizantinos
habran de ayudar econmicamente a los persas en la defensa de esta va de acceso,
puesto que para entonces ya haban comprendido el peligro que entraaba[9]. De no
haber pensado que aqulla era una forma eficaz de bloquear a los invasores no
habran despilfarrado el dinero.
Ahora bien, si Roma no hubiera luchado tanto tiempo y con tanta dureza para
lograr el debilitamiento de Persia muy bien pudiera haber sucedido que los hunos se
hubieran mostrado incapaces de huir al oeste. Y de este modo la incomprensin de
Occidente no habra forjado toda una panoplia de pesadillas relacionadas con gentes
que asan a las mujeres embarazadas, extirpan el feto, lo ponen en un plato, vierten
agua sobre l, y hunden sus armas en el brebaje resultante; [seres que] devoran la
carne de los nios y beben la sangre de las mujeres[10]. Lo cierto es que los hunos no
hacan esas cosas, por supuesto, pero estas creencias muestran el espanto que
provocaban en las gentes aquellos humanos, los ms extraos que jams hubieran
visto.

LA VIDA DE LOS HUNOS


Existe la suposicin universal de que aquellas bestias haban constituido en su origen
un grupo nmada que, dedicado a la explotacin pastoril del medio, se dedicaba a
recorrer las estepas de Mongolia. Por lo comn, los nmadas llevan una vida muy
ordenada que gira en torno a la supervivencia de sus animales: ellos velan por la vida
de sus rebaos, y los rebaos les mantienen vivos a ellos. Carecen de viviendas
permanentes porque dos veces al ao pasan, junto con sus animales, de los pastizales
de verano a los de invierno dedican varias semanas del ao al traslado.
Constituyen inevitablemente una sociedad relativamente igualitaria, porque durante la
migracin todo el mundo se encuentra en una situacin de mutua dependencia. Son
tambin ambulantes, y tienen muchas probabilidades de convertirse en guerreros
montados de gran eficacia, ya que han de mostrarse diestros para proteger a sus
rebaos.
Los hatos de ganado mongoles estaban integrados por ovejas, cabras, reses
vacunas, camellos y yaks. De ellos conseguan los hunos carne y bebida (elaboraban
ciento cincuenta productos lcteos diferentes), combustible (que obtenan de los
excrementos) y ropa y abrigo (en tiendas de fieltro). Los rebaos necesitaban una
atencin constante por ejemplo, las ovejas y las cabras deban llevarse a pastar
despus de los caballos y el ganado vacuno, ya que, al pacer, las primeras aprovechan

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los tallos casi hasta la raz. De este modo, sus campamentos eran ciudades de tela,
provistas de artesanos especializados, como carpinteros, tejedores y herreros, adems
de, por supuesto, armeros.
El arma principal de los hunos era el arco recorvo compuesto, muy conocido ya
entre los pueblos de la Europa oriental. No se trata de un arma de fcil fabricacin.
Destensado, se curva en direccin opuesta a la que adquiere el arco tenso. Para hacer
la cara interna del arco se unen varios trozos de cuerno y se encolan a una base de
madera, ya que esta mezcla resiste la compresin y por tanto se distender con gran
potencia cuando el arco tensado se dispare; en la cara externa se fijan bandas
tendinosas porque se oponen a la extensin y tiran del arco doblado forzndole a
recuperar su forma destensada. Cada una de las piezas del arco exige ser seleccionada
con gran precisin, pues ha de acertarse en el grosor y el ahusamiento de las puntas.
Se tarda un ao en confeccionar un buen arco.
Estas armas eran muy potentes, pero topaban con una limitacin obvia. Un
hombre a caballo no puede manejar con comodidad un arco cuya largura rebase el
metro la mayora de los arcos medan unos setenta y cinco centmetros. Un arco
ms largo habra tenido una mayor potencia, y se habra mostrado eficaz a mayor
distancia, pero habra resultado sencillamente muy poco prctico. No obstante, fue
justamente eso, segn habr de verse, lo que hizo tan temibles a los hunos. Se han
hallado unos cuantos arcos hunos en algunas sepulturas, y miden entre ciento treinta
y ciento sesenta centmetros de largo, ms del doble del tamao del arco recorvo
normal[11]. De hecho, ciento sesenta centmetros es la longitud que tenan muchos
de los largos arcos medievales ingleses, cuya altura igualaba la de los arqueros. Y la
compleja construccin de los arcos mongoles los haca mucho ms potentes que las
armas que atravesaban la coraza de los caballeros franceses.
Parece increble que unos jinetes que cabalgaban a lomos de unos caballitos de
muy corta alzada pudieran manejar semejante arma. La clave estaba en que el arco
era asimtrico: la parte inferior era tan corta como la de un arco recorvo normal, pero
la seccin superior era enorme. En consecuencia, disponan de un arma cuyo dominio
deba de exigir necesariamente un gran nmero de aos de prctica, pero que permita
a los hunos matar a sus enemigos mantenindose ellos mismos muy lejos de su
alcance. Esto no es lo que cabra esperar de unas gentes fundamentalmente
interesadas en proteger sus rebaos. Se trata de un arma de choque, concebida para
llevar la iniciativa y ser utilizada contra un enemigo que desconoce que va a ser
vctima de un ataque.
Por lo comn, la vida de los nmadas estaba presidida por algn tipo de relacin
con las comunidades de granjeros sedentarios, ya que necesitaban grano y los
campesinos se lo entregaban a manera de tributo. Este apao, aadido a la necesidad
de trasladar a sus animales a pastos conocidos y en pocas predeterminadas, tenda a
hacer que el circuito de la actividad nmada resultase notablemente predecible. Sin
embargo, la nica informacin con que contamos para tratar de vislumbrar cmo fue

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la llegada de los hunos es un mito godo que sugiere que no tenan animales que
conducir a los pastos. Entre su mundo y el de los godos se alzaba una barrera
infranqueable: la del caudaloso ro Don, que fluye procedente del norte y desemboca
en el mar de Azov, cuyas costas limitan con un vasto pantanal que se extiende hasta
el mar Negro.
Su modo de vida parece ser una cuestin sujeta a controversia: realmente eran
pastores nmadas? La leyenda que nos refiere cmo atravesaron los marjales sugiere
que no. Debemos a un griego, Eunapio de Sardes (346 a 420), la versin ms antigua
que se conoce de esta fbula, y es evidente que, al principio, este autor crea que los
hunos cuidaban rebaos. Segn se dice, un da, una de sus novillas sufri la picadura
de un tbano y en su huida se intern en la cinaga haciendo as que el pastor
descubriera una nueva tierra desprovista de godos. Sin embargo, Eunapio decidi
que aquel episodio no era del todo correcto se trataba sencillamente de la
reconstruccin de un relato incluido en una obra clsica que por entonces contaba ya
con unos ochocientos aos de antigedad y que haba sido compuesta por Esquilo: el
Prometeo encadenado. Convencido de estar en lo cierto, Eunapio reescribi el
drama y consider que la persecucin por el tremedal corresponda en realidad al
rastreo de unos cazadores hunos que iban tras un venado[12].
Este lance de caza lo repiten otros muchos historiadores, entre ellos Prisco, que
conoca a los hunos y se entrevist con Atila. Esto sugiere que estos autores no
pensaban que los hunos fueran pastores nmadas. Aquellas gentes contaban con un
buen suministro de piezas de caza en su entorno: no necesitaban dedicar excesivo
tiempo a cobrarlas. Quizs anduvieran en busca de algn fruto exquisito o de una
tentadora hortaliza en el misterioso pantano, pero de ningn modo estaran
desesperados por encontrar carne.
No tenemos la menor idea de cul pudo haber sido la seal que iniciara el
desplazamiento de los hunos a la Dacia. Si en alguna poca se haban dedicado al
cuidado de sus rebaos, parece que terminaron por desentenderse de ellos y se
centraron en cazar por extensas zonas de terreno. Y en la vertiente occidental del mar
Negro descubrieron manadas de reses domsticas listas para la brocheta. Su llegada
provoc una conmocin pasmosa. Viajaban a mayor velocidad que cualquier
mensajero que pudiera dar la alarma porque cada jinete galopaba con una reata de
caballos de refresco, de modo que nunca montaba en un animal fatigado. Todo lo que
se perciba era una nube de polvo, luego el atronador sonido de los cascos de los
caballos, e inmediatamente despus las letales flechas ennegrecan el cielo. Los godos
huan para salvar la vida.
Fue entonces cuando una gran parte de la poblacin goda de la Dacia huy al otro
lado del Danubio para hallar refugio en el resguardado puerto del imperio. Ahora
bien, se daba el caso de que los vndalos ya ocupaban las tierras en las que
penetraban los godos en fuga y que en la actualidad forman parte de Serbia y
Bulgaria, de modo que no es de extraar que los vndalos se mostraran

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perfectamente dispuestos a ayudar a los romanos a suprimirles, ya que la
desesperacin de los godos por encontrar un pedazo de tierra en el que poder
asentarse haba llegado a tal punto que haban empezado a dedicarse al robo y al
saqueo.
Uno de los pocos supervivientes de la batalla de Andrinpolis que no slo era
consecuencia directa de aquella situacin, sino que se sald, entre otras cosas, con el
asesinato del emperador Valente fue su leal capitn vndalo, casado con una mujer
romana. El hijo que ambos tenan estaba destinado a convertirse en el hombre ms
poderoso del imperio de Occidente, pese al hecho de que fuera vndalo. Su nombre
era Estilicn.
Estilicn no tuvo realmente demasiadas posibilidades de elegir su carrera. El
oficio militar, como el de carnicero, panadero o campesino, era una ocupacin
hereditaria que se ejerca de manera obligatoria. El imperio no favoreca demasiado la
movilidad social. Esto significa que una vez que los brbaros ingresaban en el
ejrcito, lo hacan asimismo sus descendientes. El papel del ejrcito como gran fuerza
romanizadora del imperio era cosa del pasado. De hecho, no estaba ya
particularmente integrado por romanos, lo que implica que Roma haba dejado de ser
estrictamente romana.

LA NUEVA ROMA
En el siglo IV, el imperio haba experimentado una total transformacin. La crnica
de los hechos resulta bastante confusa. En el ao 312 un oficial militar de alto rango,
Constantino, se apoder de Roma al frente de un ejrcito en el que haba impreso el
sello de los smbolos cristianos. Doce aos ms tarde, Constantino se haba
convertido en gobernante nico del imperio. Instituy una dominacin monrquica
hereditaria cuya sede era la recin fundada ciudad cristiana a la que haba dado
nombre: Constantinopla, la Nueva Roma, desde la que el soberano impulsaba la
conversin de sus sbditos a la nueva fe, de la que era mximo supervisor.
El imperio de Constantino tena un poderoso enemigo: el imperio persa, rival
tambin en el campo religioso. Aqulla era una esplndida razn para justificar que el
centro neurlgico del imperio romano tuviese que estar situado tan lejos de Roma y
tan al este de la antigua metrpoli. Persia habra de causarle grandes males. El ltimo
emperador de la dinasta iniciada por Constantino, Juliano, fue matado por el
emperador persa Sapor II en el ao 363. Y a medida que la guerra con Persia iba
tragndose un ejrcito tras otro, aumentaba la vulnerabilidad de Occidente. Las
legiones que un da haban custodiado las fronteras se vieron degradadas al rango de
meras milicias, y sus miembros rebajados a la categora de soldados de guarnicin, lo
que significaba disponer de peor armamento e instruccin. Al mismo tiempo, la

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seguridad de la Galia pas a manos de una tropa de campaa integrada por
mercenarios brbaros. De hecho, la palabra con la que se designaba al soldado
en latn tardo era precisamente sa: barbarus.
En el ao 364, tras la derrota de Juliano y la rpida muerte de su joven sucesor, el
ejrcito aup al trono imperial a uno de sus oficiales. Los romanos se negaban a dar a
sus gobernantes el ttulo de reyes, pero sa es la palabra que mejor describe a
Valentiniano. Rega el imperio como si de una empresa familiar se tratara: l
gobernaba el imperio de Occidente desde Miln, mientras que su hermano Valente
desempeaba un papel secundario desde Constantinopla, ocupado en tutelar las
provincias orientales. Valentiniano instituy en Trveris una corte independiente,
cerca de la actual frontera entre Alemania y Luxemburgo, a fin de administrar las
viejas tierras celtas de Britania, la Galia e Hispania, sometidas todas ellas a la
autoridad simblica de otro soberano menor, su joven hijo Graciano. Todos ellos
reciban tratamiento de emperador.
El imperio estaba ahora controlado por las cortes de cada uno de los emperadores,
convertidas en otros tantos mbitos de protocolo y misterio impenetrables. En el
centro de la corte se encontraba la sagrada persona del emperador. ste era tratado
como un dios viviente: no slo se le custodiaba tras unos visillos, sino que en su
presencia todo el mundo deba prosternarse tumbndose en el suelo. Se trataba de una
imitacin de las costumbres asociadas a la dignidad real persa.
El gobierno se hallaba en manos de un grupo de ministros vinculados a la persona
del emperador. Entre ellos figuraban los encargados de atender a la sagrada casa real,
provista de chambelanes, personal domstico, ujieres y guardianes, adems de
oficiales de alta graduacin, consejeros y secretarios. Haba un departamento
jurdico; un jefe de recursos humanos que supervisaba las audiencias concedidas por
el emperador y controlaba a la guardia, y un conde de la sagrada generosidad que
administraba el Tesoro, incluidas las minas, las casas de acuacin de moneda, la
recaudacin de impuestos, la percepcin de portazgos y el pago de los salarios de los
funcionarios del gobierno, y que se ocupaba adems de dirigir las hilaturas imperiales
y de organizar los asuntos relacionados con la distribucin de ropa o las asignaciones
para la confeccin de las indumentarias de los miembros de la corte, el ejrcito y el
funcionariado. Haba tambin un conde encargado de los gastos personales del
soberano cuya tarea inclua la gestin de las propiedades del Estado, y un prefecto
pretoriano sobre el que recaa el peso de la logstica militar, el sistema postal, las
calzadas, los puentes y dems. Esta maquinaria administrativa atenda a sus propias
necesidades y a las del ejrcito, que consuma la prctica totalidad de los ingresos del
imperio. El ejrcito protega a la corte y la corte protega al ejrcito. Estrictamente
hablando, el emperador mismo no era una pieza necesaria, salvo como smbolo de
autoridad.
Por tanto, al morir Valentiniano en el ao 374 (de una apopleja provocada por un
acceso de clera sobrevenido mientras trataba de negociar con los brbaros junto al

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Danubio) y al apoderarse Graciano de Miln, el ejrcito y la burocracia aceptaron
conceder al hermano de Graciano, que por entonces contaba dieciocho aos de edad,
el ttulo de emperador, as que ste, convertido ya en Valentiniano II, fue elevado al
trono en Trveris.

EL IMPERIO DEL ARRIANISMO CRISTIANO


La capital de Graciano, Miln, era la ciudad en la que Constantino haba abrazado el
cristianismo sesenta aos antes, y en ella la corte y la catedral se repartan el poder.
En el ao 375, cuando los godos cruzaron el Danubio y se adentraron en aquel
imperio cristiano, Valente insisti en que se convirtieran al cristianismo. La ventaja
que Constantino haba advertido en la religin cristiana estribaba en el hecho de que
sus obispos, a diferencia de lo que suceda con los sacerdotes paganos, ejercan una
autoridad nica sobre sus feligreses, lo que significaba que si el emperador dominaba
a los obispos tendra en sus manos un gnero de poder completamente nuevo. Desde
luego, aquello implicaba que el imperio adquira el control de la teologa. Sola
asociarse al emperador con el Sol, as que la fiesta del sabbat cristiano pas del
sbado al domingo[*]. Se represent asimismo a Cristo como a un dios solar, y hacia
el ao 352 la Iglesia se avino sumisamente a celebrar el nacimiento de Jess el 25 de
diciembre, que no slo era la fecha de la fiesta del Sol Invictus (figura identificada
con el emperador), sino tambin la de la venida al mundo de Mitra[*], la deidad a la
que rendan culto todos los estamentos del ejrcito.
Adems Constantino puso mucho inters en que los obispos se mostraran de
acuerdo en todos los asuntos relacionados con la fe, fueran stos los que fuesen.
Aquello gener un despiadado y desconcertante debate enmarcado en el concilio
eclesistico que se celebr en Nicea en el ao 325. La cuestin filosfica vinculada
con el modo de establecer las diferencias que existan entre Dios y Jess adquiri
tintes de feroz pugna: lo que estaba en juego era algo ms que la salvacin.
Constantino haba iniciado la prctica de eximir del pago de impuestos al clero, as
que los ciudadanos acaudalados rivalizaban entre s en su afn de contribuir
econmicamente al auge de la nueva religin oficial para permanecer en la lista de
los favorecidos por el emperador. Por consiguiente, es obvio que adems de poder
poltico haba mucho dinero de por medio, y todo ello aadido a la voluntad de
dominacin espiritual del mundo romano. No es de extraar que los distintos
elementos presentes en el seno del clero trataran de afianzarse como nicos lderes
legtimos y, por consiguiente, como acreedores exclusivos de tan rutilantes trofeos.
Oficialmente, quienes salieron victoriosos de esta competencia fueron los
obispos, ya que argumentaron que Dios y su Hijo eran de idntica sustancia, mientras
que los perdedores (denominados arrianos en honor a su principal portavoz, el obispo

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Arrio de Libia) sealaron que Jess haba sido engendrado y tena que ser por tanto
diferente a Dios y hallarse en cierta medida subordinado a l. El hecho es, sin
embargo, que los arrianos habran de superar finalmente a sus oponentes, puesto que
bautizaron a Constantino y se hicieron con las recompensas que estaban en juego.
Con la breve pero notable excepcin de Juliano, un emperador pagano que saba
por experiencia que ninguna fiera es tan peligrosa para los hombres como los propios
cristianos entre s[13], todos los emperadores de Constantino a Valente
abrazaron la teologa de Arrio. Era un rgimen bastante tolerante, ya que permita que
los cristianos de otras confesiones continuaran con sus disquisiciones: simplemente
se les negaba toda posicin oficial. Los godos y los vndalos haban penetrado en un
imperio cristiano de fe arriana. El arrianismo se convirti en su nueva religin. Y sa
iba a ser, al final, la causa de un montn de graves problemas.

LA REACCIN CONTRA LOS ARRIANOS


Dada la naturaleza del nuevo Estado romano, el emperador, que no era soldado, se
vio arrinconado por la maquinaria de su misma corte. Ahora bien, ejerca el poder
supremo en materia de religin, y el cristianismo le permita disponer de un campo en
el que actuar con verdadera autoridad. Quiz no deba extraarnos que un carismtico
lder cristiano disfrutara de una considerable influencia en esa situacin, y Ambrosio,
un jurista muy culto que haba sido nombrado obispo de Miln en el ao 374, fecha
en la que Graciano tena quince aos y acababa de trasladar su corte a dicha ciudad,
desempe con mritos ms que suficientes el papel de gua espiritual. Ambrosio era
un enrgico polemista, llevaba una vida lo ms ejemplar posible y gozaba de una
enorme popularidad en Miln.
El obispo era una especie de cristiano de nuevo cuo, ya que articulaba sus ideas
en torno al concepto teolgico de la Trinidad. La doctrina de la Trinidad como nocin
de una nica divinidad de Padre, Hijo y Espritu Santo supona una evolucin del
argumento que se haba utilizado pblicamente contra los arrianos en el Concilio de
Nicea del ao 325, argumento que sostena que el Padre y el Hijo eran una misma
sustancia. Se trata de un concepto esencialmente mstico, no racional, como ms tarde
habra de afirmar explcitamente Toms de Aquino: Es imposible acceder al
conocimiento de la Trinidad de la Divina Persona mediante el uso de la razn
natural[14]. De hecho, de aqu se sigue que todo aquel que pueda ofrecer una
interpretacin lgica coherente ha de ser por fuerza un hereje. Por tanto, todo qued
dispuesto para la reactivacin de aquel debate asombrosamente abstruso que en
realidad abordaba una cuestin totalmente distinta a la que presuntamente se
intentaba dirimir.
La verdadera pugna giraba en torno al poder, el dinero y aquella antigua y

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persistente suspicacia que inspiraban en los romanos los taimados griegos, que no
eran muy de fiar. Las doctrinas de la Trinidad comenzaron a adquirir popularidad en
Occidente en la poca en que Ambrosio an ejerca una carrera laica como
gobernador de la regin de Miln. Al morir el anciano obispo de esa ciudad, se
produjo una disputa por la sucesin. La trifulca alcanz proporciones difciles de
manejar, y Ambrosio se present en la baslica para calmar los nimos. Ambrosio era
hijo de un funcionario pblico romano y, al igual que la mayora de los romanos de
las clases superiores, no era cristiano. Sin embargo, encontr la forma de que se le
propusiera asumir la dignidad episcopal por aclamacin popular. Fingi mostrarse
reacio, pero recibi el bautismo y se hizo con el cargo. Era la mejor jugada
profesional de cuantas se le presentaban.
Hasta el momento de su ordenacin, Ambrosio se haba revelado
espontneamente propenso a respaldar la versin oficial del cristianismo, esto es, la
del arrianismo, pero su actitud iba a cambiar muy pronto. Manipul con gran talento
los argumentos teolgicos y arm de este modo una plataforma poltica personal con
la que comenz a restar poder a la ciudad de Constantinopla y a adjudicrselo a s
mismo. La base de su planteamiento sostena que la forma oficial del cristianismo,
esto es, el arrianismo, a la que Ambrosio caricaturizaba despiadadamente, era un
error, y aada que l poda pedir a Dios que interviniera y se pusiera de parte de
cualquier emperador que apoyara sus creencias y luchara contra los godos arrianos.
Mientras se dedicaba a consolidar su propia posicin escribi el primer tratado
latino sobre el Espritu Santo, texto que estaba fundado en una obra del griego
Ddimo: san Jernimo lamentaba que Ambrosio hubiera transformado una buena
prosa griega en mal latn[15]. Ambrosio compuso su tratado como parte de la campaa
que haba emprendido para ganarse el favor de Graciano y persuadirle de que hiciera
abrazar al imperio la doctrina trinitaria cristiana, ms conocida como catolicismo.

LA ANTIGUA ROMA
Pese a que Roma era la ciudad de san Pedro, el entusiasmo que despertaba el
cristianismo en Constantino ejerci en ella un impacto relativamente escaso. En la
poca en que Constantino falleci, Roma contaba con siete iglesias, adems del
sepulcro de san Pablo. Sin embargo, tanto esa tumba como cinco de las iglesias
mencionadas se hallaban extramuros de la ciudad. Tan slo la baslica de San Juan de
Letrn (la residencia del obispo de Roma) y la iglesia de la Santa Cruz de Jerusaln
se encontraban en el interior de la urbe, y las dos se hallaban escondidas en un rincn
relativamente alejado del este de Roma. El centro de la ciudad segua siendo un lugar
presidido por monumentos gentiles, y la mayora de los senadores romanos
continuaban mostrndose decididamente paganos.

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El icono pagano ms importante del imperio romano era la Victoria. Din Casio
describe el altar que le estaba dedicado en uno de los extremos del edificio senatorial
de Roma, dominado por la estatua de oro que la representaba en forma de diosa
alada[16]. El primer emperador, Augusto, la haba colocado all en el ao 29 a. C. para
conmemorar la victoria que haba obtenido Roma en su choque con Antonio y
Cleopatra, y la haba decorado con los despojos trados de Egipto. Se inici as una
tradicin que los senadores materializaban quemando incienso y ofreciendo
libaciones ante el altar. Y aqul era tambin el lugar en el que los senadores prestaban
juramento, incluido el de lealtad que se exiga al emperador al tomar ste posesin de
su cargo. La diosa de la Victoria era un smbolo de la propia Roma y apareca con
mucha frecuencia en sus monedas. No haba ninguna otra imagen que por s sola
pudiera representar de ese modo a Roma, y a los ojos de los cristianos tampoco haba
efigie que evocara como ella el antiguo orden que deseaban borrar del mapa.
En el ao 378, cuatro aos despus de que Ambrosio hubiera sido ordenado, el
obispo convenci a Graciano de que renunciara al ttulo de pontifex maximus es
decir, de jefe de los sacerdotes del imperio, cargo que Constantino y sus sucesores
haban desempeado con honor. Graciano elimin entonces los subsidios estatales
que sufragaban muchas de las actividades de los paganos y quit del Foro el Altar de
la Victoria. Cuando una delegacin de senadores quiso presentarse ante l para
solicitar que fuese devuelta a su lugar, Graciano se neg a recibirles.
Aquel mismo ao Valente result muerto en Andrinpolis, mientras trataba de
suprimir la rebelin de los godos. Graciano, que ahora tena ya diecinueve aos de
edad, sustituy a Valente y puso en su puesto al comandante de mayor rango de su
ejrcito, Teodosio, espaol y catlico. La versin del cristianismo que defenda
Ambrosio quedaba as situada en el centro neurlgico del poder.

EL TRIUNFO DEL CATOLICISMO


El nuevo hombre fuerte de Constantinopla empez inmediatamente a rodearse de
personas afines. Dos das despus de haberse instalado en la ciudad destituy al
obispo arriano de Constantinopla y lo remplaz por el dirigente de la (pequea)
comunidad catlica de la capital. Un par de aos ms tarde, en 380, promulg un
decreto imperial por el que se pona fuera de la ley al arrianismo:

Tenemos a bien ordenar que todas las naciones gobernadas por nuestra
clemencia y moderacin, se adhieran resueltamente a la religin que san
Pedro ense a los romanos, que nuestra piadosa tradicin ha conservado, y
que hoy profesan el pontfice Dmaso y tambin Pedro, obispo de Alejandra,
hombre de apostlica santidad. De acuerdo con la disciplina de los apstoles,

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y la doctrina del Evangelio, creemos en el nico Dios, Padre, Hijo y Espritu
Santo, unidos en idntica majestad y piadosa Trinidad. Autorizamos a los
seguidores de esta doctrina a reclamar para s el ttulo de cristianos catlicos.
Y puesto que juzgamos que todos los dems son extravagantes orates, les
calificamos con el infamante nombre de herejes y declaramos que sus
conventculos no deben seguir usurpando la respetable denominacin de
iglesias. Adems de la condena de la divina justicia, habrn de sufrir
necesariamente los severos castigos que nuestra autoridad, guiada por la
celestial prudencia, considere apropiado aplicarles[17].

El catolicismo era agresivamente intolerante y desplegaba sin ambages aquella


ferocidad que tanto haba espantado a Juliano. Arrojar cristianos a los leones
resultaba casi un acto humanitario comparado con la accin de poner a los arrianos a
los pies de los catlicos. Los habitantes de Constantinopla tuvieron la impresin de
estar viviendo una ocupacin extranjera, ya que de pronto sus iglesias fueron
declaradas herticas y perdieron sus privilegios fiscales. El pueblo llano de la zona,
desafiando a su emperador, comenz a mostrar un vigoroso entusiasmo por el
arrianismo, as como por la idea de que Cristo, dada su naturaleza humana, era
inferior a Dios. Todos los habitantes quedaron transformados en telogos de cantina:
Si uno pide monedas sueltas, el hombre se lanza a una investigacin teolgica sobre
lo engendrado y lo no engendrado. Si se pregunta por el precio del pan, se obtiene la
respuesta de que el Padre es superior y el Hijo subordinado. Si se comenta que el
bao est a buena temperatura, el encargado anuncia que el Hijo fue creado de la
nada[18]. En Alejandra, los arrianos desfilaban por las calles entonando cnticos
relacionados con sus creencias.
Y a pesar de que el catolicismo se haba adueado de Constantinopla penetrando
en ella por sus ms encumbradas esferas y constitua por entonces un credo muy
popular en Occidente, el tercer emperador, el hermano pequeo de Graciano,
Valentiniano II, que se hallaba en Trveris, segua siendo arriano al igual que su
madre, que resida en Trveris con l. Como es obvio, cualquier usurpador que
tuviera inters en desplazar a Valentiniano II del poder poda utilizar ahora la religin
como una prctica arma extra. Por consiguiente, cuando la guarnicin de la isla
proclam emperador en la misma Britania a Magno Mximo un gobernante
espaol que las leyendas galesas recuerdan con el nombre de Macsen Wledig, el
recin ascendido soberano se declar catlico y denunci al joven Valentiniano por
hereje[19]. Despus, en el ao 383, Mximo invadi la Galia. Valentiniano y su madre
huyeron a Miln. La defensa de Trveris qued en manos de Graciano. El grueso de
sus fuerzas estaba compuesto por moros de frica y alanos iranios, y fatalmente
prefirieron alinearse con Mximo. Lo mismo ocurri con los alamanes, que por
entonces prestaban servicio como tropas auxiliares del ejrcito romano. Mximo era
el candidato favorito de los brbaros, que le preferan como emperador de las

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antiguas tierras celtas. Graciano fue asesinado por sus propias tropas.
Mximo remplaz a Graciano y estableci su corte en Trveris. Valentiniano II se
encontraba ahora en una posicin an ms vulnerable. Ambrosio, para quien la
lealtad hacia la familia gobernante era obviamente lo primero de todo, parti como
enviado para negociar con Mximo, en la idea de que el hecho de que la entrevista
fuera de catlico a catlico habra de allanar las cosas. Una vez ante Mximo se neg
a entregar al muchacho en manos del usurpador. Por consiguiente, Mximo reuni
una fuerza integrada principalmente por alamanes y se dispuso a invadir Italia.
Teodosio no tuvo ms remedio que reconocer a Mximo como emperador con sede
en Trveris a cambio de permitir que Valentiniano II continuase siendo emperador de
Italia. En el ao 384, tras alcanzar este acuerdo, Mximo dio a su hijo el nombre de
Vctor y dej de reconocer en Valentiniano II al emperador.

EL ASCENSO DE UN VNDALO
ste era el mundo en el que el joven Estilicn, de padre vndalo y madre romana,
comenzaba a hacer progresos en la carrera militar. Entre Mximo y Teodosio se
estaba gestando una guerra. Sin embargo, antes de iniciar una contienda en
Occidente, Teodosio tena que asegurarse de que la frontera con Persia se hallaba
bien consolidada. No quera verse atrapado en un choque con dos frentes. El gobierno
persa pareca ahora ms dbil que en otras pocas, quiz le resultase posible negociar
un tratado de paz, y el hombre que eligi para dicha tarea fue Estilicn.

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El vndalo que gobern el imperio.
Segn parece, este retrato en marfil de Estilicn le
representa con sus rasgos verdaderos. Fue
realizado probablemente en el ao 395 d. C., o
poco despus, ya que pueden verse en el escudo las
imgenes de Arcadio y Honorio, los hermanos que
heredaron las dos mitades del imperio tras la
muerte de Teodosio, ocurrida ese mismo ao. Va
vestido como funcionario de la corte imperial, pero
la capa aparece sujeta con el caracterstico
prendedor germnico (fibula).

Al ser enviado a Persia en el ao 387, Estilicn contaba probablemente veintiocho


aos de edad y era mucho lo que dependa del modo en que desempease su misin.
Tena que mostrarse convincente y presentar como algo factible la posibilidad de que
se reanudara la guerra, pero deba proceder simultneamente con el suficiente tacto
como para percibir la mejor forma de abrirse paso a travs de los entresijos de un

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protocolo cortesano an ms rgido que el de Constantinopla, y todo ello sin generar
siquiera la sombra de una ofensa. Deba transmitir la urbanidad y el inmenso
refinamiento de un cortesano y al mismo tiempo no ocultar sino mnimamente la
confianza y la implacable brutalidad de un brbaro. Evidentemente, lo realiz todo de
forma sobresaliente: Estilicn regres con un tratado de paz en el que los dos
imperios se repartan la disputada regin de Armenia.
Dado que Roma y Persia haban estado guerreando durante ms de cuatrocientos
aos, la consecucin de un tratado de paz que pudiese mantenerse por tiempo
prolongado constitua un xito muy sealado. Teodosio poda ahora volver su
atencin a Occidente y ocuparse de Mximo. Estilicn fue nombrado comandante en
jefe del ejrcito de Teodosio y se cas con la sobrina del emperador.
Mximo decidi que no poda cometer la osada de seguir esperando. A finales
del verano de ese mismo ao de 387 inici la invasin de Italia y desplaz a
Valentiniano II de una vez por todas. Valentiniano huy y se present ante Teodosio
en Oriente para solicitar su ayuda. Al parecer, Teodosio dijo al joven que se mereca
todo cuanto le estaba ocurriendo, por haberse convertido al arrianismo[20], pero que
aniquilara al usurpador. Y aqu fue donde intervino Estilicn.
Teodosio tena ante s dos alternativas: aceptar a Mximo, reconocer que le era
imposible controlar al nuevo emperador de Occidente y llevar una vida tranquila al
menos en tanto Mximo no se propusiera apoderarse tambin de Oriente, o
declararle la guerra a fin de instalar a Valentiniano II en el trono de Occidente en
calidad de gobernante subordinado a l y sujeto a su supervisin. Teodosio era un
soldado y haba logrado consolidar la frontera oriental de sus posesiones, as que la
eleccin no presentaba grandes dificultades. El precio que pidi por el rescate de
Valentiniano II fue la mano de la hermana de ste, lo que le haca formar parte de la
dinasta responsable de su propio nombramiento como emperador. Y por supuesto,
toda aquella hereja arriana tena que desaparecer.
En el ao 388, Mximo fue derrotado y ejecutado. Valentiniano II consigui ser
restaurado en el trono de Occidente, aunque sometido a la supervisin directa del
hombre en quien Teodosio haba depositado ahora la mxima confianza: Estilicn.

LA VICTORIA SOBRE EL PAGANISMO


El poder que ahora ejerca Ambrosio era extraordinario. En el ao 390 haba
excomulgado a Teodosio por haber castigado la conducta de una muchedumbre
dispuesta a linchar unas personas con la tradicional brutalidad romana. El emperador
hizo penitencia. Aquello era una prueba sorprendente de que se haba producido una
autntica revolucin en el seno del imperio. Y adems la fuerza de dicha revolucin
iba en aumento. En el ao 391, Teodosio declar que, en lo sucesivo, el cristianismo

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catlico habra de ser la nica religin permitida. Se prohibieron los sacrificios, los
templos quedaron convertidos en iglesias y se proscribi formalmente el paganismo.
Una vez organizadas las cosas en Occidente a satisfaccin de Teodosio, Estilicn
regres a Oriente y dej a Valentiniano II en la Viena francesa, cerca de Lyon, con su
general, Arbogasto, a su cuidado. A pesar de la notable capacidad de que haca gala
en muchos aspectos, Estilicn cometa a veces extraos errores. ste fue uno de ellos.
Arbogasto era franco, y los francos no eran cristianos.
Se dijo que Valentiniano se haba suicidado. Por estrangulacin.
Arbogasto abandon Viena inmediatamente despus de aquello, se present en
Roma y una vez all elev al trono de Occidente a un emperador pagano, para deleite
de los senadores, igualmente gentiles. El elegido fue Eugenio, quien hizo ver que
Roma recuperaba sus tradiciones dedicndose a reconstruir el templo dedicado a
Hrcules en Ostia y a patrocinar juegos y festivales paganos. Ms an, se avino a
reponer en su lugar el Altar de la Victoria, el smbolo definitivo de la vieja Roma.
El paganismo se haba puesto en marcha literalmente, ya que el ejrcito de
Eugenio avanzaba con nimo de enfrentarse al de Estilicn. En Miln, el obispo
Ambrosio tema a tal punto a los senadores paganos que huy al enterarse de que se
aproximaban. Arbogasto y el nuevo prefecto de Italia haban prometido convertir la
baslica de la iglesia de Miln en un establo para sus caballos y enrolar al clero en el
ejrcito despus de que Eugenio regresara con la victoria. Sus huestes luchaban bajo
el estandarte de los dioses paganos de Roma: Hrcules y Jpiter. Por otra parte,
Teodosio invocaba al Dios cristiano y respaldaba sus splicas afirmando que haba
tenido visiones en las que los apstoles se le aparecan en forma de caballeros godos.
Con la ayuda de los visigodos de Alarico, Teodosio y Estilicn derrotaron a
Eugenio. La guerra entre paganos y cristianos se decantaba as definitivamente en
favor de estos ltimos: no volvera a armarse nunca ms otro ejrcito pagano romano.
El Altar de la Victoria qued finalmente arrumbado, y el collar de la diosa termin
ciendo el cuello de la esposa de Estilicn. La vieja Roma y el paganismo eran cosa
del pasado; Estilicn, Teodosio y Constantinopla, el futuro. Y ahora no haba ms que
un solo emperador. Teodosio lo gobernaba todo, bajo los auspicios del dios cristiano.
La versin catlica de Jess, de naturaleza idntica a la del mismo Dios, le
converta en una especie de emperador trascendente. Un mosaico situado en el bside
de la iglesia de Santa Pudenciana de Roma, fechado en torno al ao 390, muestra el
nuevo Cristo imperial de Teodosio: se presenta majestuoso, en el centro de una
aureola, barbado como Jpiter, y como l, sentado tambin en un trono frente al
observador. Se aprecia que ha sustituido a Jpiter en el papel de protector del
imperio. El Arco de Constantino que se encuentra en Roma nos permite ver al
emperador sentado en un trono y rodeado de un halo similar puesto que en aquella
poca no era el smbolo de la santidad, sino de la autoridad imperial[21]. Los
personajes que estn a su alrededor alzan sus brazos en una splica, exactamente
igual que los discpulos del mosaico de la iglesia que acabamos de mencionar. Por

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decirlo con las palabras de Ambrosio, Cristo se hallaba ahora al frente de las
legiones[22].

LOS ARRIANOS SE CONVIERTEN EN LOS NUEVOS


BRBAROS

Ahora bien, los godos que haban integrado gran parte del ejrcito victorioso no
aceptaron abjurar de su arrianismo. Tras haber sido utilizados en la guerra contra
Eugenio como una especie de carne de can en versin antigua, no sentan excesivas
tentaciones de considerarse miembros del club romano. Los brbaros y los romanos
quedaron separados por una nueva lnea divisoria. La antigua separacin entre ambos
no tena ya demasiado sentido. Haca siglos que el significado de la palabra
romano no remita ya a nada que guardara relacin con la ciudad de Roma: la urbe
de Roma era mucho menos relevante que el imperio de Roma. Tambin el romanismo
haba dejado de ser una cuestin de ciudadana: desde el ao 212 todos los hombres
libres que vivan en el imperio tenan derecho a ella. Los brbaros haban dejado de
ser personas ajenas al mbito propio de Roma: vivan en todos los lugares del imperio
y nutran la mayor parte de las filas del ejrcito. Y dado que el imperio era una
maquinaria militar, eso significaba que haba brbaros que ocupaban altos cargos
Estilicn era el caso ms destacado. En efecto: la distincin entre romano y
brbaro haba pasado a definirse en trminos raciales. La madre de Estilicn era
romana, pero su padre era vndalo, as que l mismo era tambin un brbaro.
Ahora bien, la diferencia entre Alarico y sus godos y los romanos no era
simplemente de carcter racial: ahora se haban convertido en herejes a los que era
preciso expulsar. De hecho, esto le result til a Teodosio, ya que evidentemente
incit a los griegos a abandonar el arrianismo y abrazar el catolicismo, pues no
queran que se les identificara con ningn brbaro.

ROMA DECLARA LA GUERRA A LA RAZN


Hubo un tiempo en que los historiadores del imperio pensaban que las nicas
crnicas que vala la pena referir eran las relativas a los combates de los emperadores
y sus ejrcitos. Ahora era la salvacin, y no el poder, lo que articulaba los relatos que
merecan quedar registrados en la historia. Sozimen, por ejemplo, un historiador que
escribe en Constantinopla aproximadamente unos treinta aos despus de que Alarico
se hubiera apoderado de Roma, nicamente dedica cuatro lneas a explicar lo que
sucedi y cincuenta y cuatro a referir el descubrimiento de la cabeza de Juan
Bautista.

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El catolicismo fiel a la doctrina de la Trinidad era profunda y empecinadamente
irracional, as que, para los catlicos, la identificacin del racionalismo y la ciencia
con el paganismo resultaba una conclusin lgica. El catolicismo implant su
programa por medio de una pasmosa violencia. Uno de los ejemplos ms extremos de
esto fue el trato que los catlicos dispensaron a Hipacia de Alejandra, la primera
mujer conocida que realiz una importante contribucin al desarrollo de las
matemticas.
Su padre haba sido director de la biblioteca de Alejandra, el mayor venero
literario del mundo antiguo. Fundada en el ao 283 a. C., se admite que en el
momento de su mximo esplendor la biblioteca debi de haber albergado ms de
medio milln de documentos procedentes de Asiria, Grecia, Persia, Egipto y la India,
as como de otras muchas culturas. Trabajaba en tndem con un museo que de hecho
era una universidad en la que residan ms de cien eruditos dedicados a la
investigacin, la escritura y la lectura, adems de a la traduccin y la copia de
documentos. Parte de los fondos de la biblioteca se conservaban en el Templo de
Serapis. Cuando los cristianos se aduearon de Alejandra todo aquello lleg a su fin,
y al morir el padre de Hipacia no se nombr a ningn sucesor. El patriarca de
Alejandra, Tefilo, consideraba que, en s misma, la independencia intelectual era de
carcter hertico, as que dispuso que se destruyeran todos los templos paganos de
Alejandra, incluido el de Serapis.
A la formidable losa de la condena eclesistica, Tefilo y sus colaboradores
aadieron el dato de que Dios no era necesariamente misericordioso, sino que estaba
perfectamente dispuesto a recluir eternamente a las personas en el infierno en caso de
que pecaran y la definicin de pecado vena a equivaler, poco ms o menos, a
desobedecer a Tefilo. Al parecer, Dios guardaba una gran semejanza con este
ltimo: tena mal carcter, era autoritario, despiadado y de naturaleza suficientemente
igual a la de Cristo como para tener ojos, odos, manos y pies como los hombres.
Inmediatamente despus de que Teodosio hiciera pblica su proclamacin del ao
391, por la que prohiba los cultos paganos, Tefilo se adue de un templo y lo
transform en iglesia por medios tan agresivos que se produjo un motn y algunos
cristianos resultaron muertos. Tefilo exigi entonces que el prefecto y el gobernador
militar de Egipto hicieran cumplir estrictamente las nuevas leyes religiosas. Los
paganos de Alejandra respondieron refugindose en el Serapeo[*]. Segn el
historiador Rufino, este complejo formado por un templo y una biblioteca se alzaba
sobre una enorme plataforma a la que se acceda tras ascender cien escalones, o quiz
ms. En medio de toda aquella explanada se elevaba un santuario rodeado de
columnas de incalculable valor, la fachada exterior del edificio estaba decorada con
mrmoles y todo el conjunto ofreca un aspecto espacioso y magnfico a la
contemplacin. En su interior haba una estatua de Serapis que no slo era tan grande
que su mano derecha tocaba uno de los muros y su izquierda alcanzaba el otro, sino
que se hallaba suspendida a media altura en el aire por medio de unos imanes

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ocultos[23].
El emperador Teodosio, tras recibir lo que el patriarca consideraba un informe
objetivo de la revuelta, declar que los cristianos degollados eran mrtires. Dictamin
que se perdonara a los defensores del templo de Serapis, pero dio instrucciones para
que el templo mismo fuera demolido. El patriarca se puso al frente de una turba de
cristianos y lo destruy de manera que en su lugar pudieran erigirse los sepulcros
sagrados de los mrtires y una iglesia. Los libros fueron quemados como otros tantos
objetos paganos.
En este clima accedi Hipacia a la direccin de la escuela platnica de Alejandra,
aproximadamente en torno al ao 400. Su labor consista en dar clases de
matemticas y de filosofa neo-platnica. Era una mujer elegante que se haba hecho
clebre por dirigirse en carro a todas partes. Tambin se le atribuye la invencin del
astrolabio. La tremenda admiracin que sentan por ella sus discpulos slo era
igualada por el odio que le profesaba la Iglesia catlica lo que no resulta extrao si
se tiene en cuenta que, segn se dice, Hipacia enseaba cosas como stas: Todas las
religiones dogmticas son falaces y las personas que se respeten a s mismas jams
deben aceptarlas como descripciones ltimas de la realidad; Conserva celosamente
tu derecho a reflexionar, porque incluso el hecho de pensar errneamente es mejor
que no pensar en absoluto, y Es algo terrible ensear que las supersticiones son
verdades[24].
En el ao 412, Tefilo decidi averiguar si estaba o no en lo cierto al afirmar la
existencia de la condenacin eterna, as que fue su primo Cirilo quien pas a
desempear su funcin. Cirilo, que haba llevado hasta entonces la vida propia de un
monje catlico fantico y fundamentalista en las montaas, se present en Alejandra
con la intencin de extirpar cualquier desviacin de lo que l consideraba la fe
ortodoxa. Organiz un ejrcito personal de vigilantes de la pureza, una fuerza
compuesta por monjes radicales venidos del mismo lugar en el que l viviera su retiro
agreste. Cirilo les dio el nombre de parabalani.
Este trmino se emple en un primer momento para designar a los cristianos que
se atrevan a prestar cuidados a las vctimas de la peste, y su significado vena a ser el
de amante del mximo riesgo, persona aventurera o temeraria. La semejanza con los
musulmanes de Afganistn conocidos como talibanes (que significa estudiantes)
resulta sorprendente. Al final, el emperador insisti en que el nmero de parabalani
quedara restringido a la cifra de quinientos miembros. Cirilo en persona era quien los
capitaneaba. En el ao 415, al frente de esta cfila, atac las sinagogas de Alejandra
y orden la expulsin de la vasta poblacin juda de la ciudad. Cuando el prefecto
romano Orestes puso objeciones a la orden que haba dado Cirilo, tratando al mismo
tiempo de conservar su autoridad laica, los parabalani se abalanzaron sobre l. Cirilo
proclam que ahora todos se haban convertido en santos.
Se deca que Hipacia era consejera de Orestes, as que con generoso nimo de
brioso correctivo los parabalani la raptaron, la arrastraron hasta una iglesia, la

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desnudaron y la cortaron en pedacitos con conchas de ostra afiladas[25]. Despus
quemaron sus restos. Pero qu otra cosa poda hacerse con una mujer que se haba
entregado persistentemente a la magia, los astrolabios y los instrumentos msicos, y
que haba engatusado a mucha gente con satnicas artimaas[26]?
An hoy se reverencia a Cirilo y se le juzga santo.

ESTILICN SE HACE CON EL PODER


Teodosio slo conserv dos aos el gobierno en solitario del imperio romano.
Falleci en Miln en 395, cuando acababa de cumplir los cuarenta y nueve aos de
edad. Estilicn, que por entonces contaba unos treinta y cinco, proclam al mundo
que en su lecho de muerte el emperador haba determinado que sus dos hijos, Arcadio
y Honorio, gobernaran respectivamente en Constantinopla y Miln. Y dado que
Honorio no tena ms que nueve aos, l mismo (Estilicn) haba sido nombrado su
tutor. De este modo, Estilicn el vndalo se encontr al mando del imperio de
Occidente. De hecho, afirmaba que tambin se le haba encargado la tutela de
Arcadio, pero la corte que rodeaba a este ltimo en Constantinopla se opuso
firmemente a sus intenciones.
Estilicn, cuyo compromiso con el cristianismo era tan profundo como el de
Teodosio y sus hijos, se dispuso a borrar por completo el legado pagano de Roma.
Ahora el imperio contaba con una forma de proteccin ms adecuada, materializada
en el Dios cristiano. Y para espanto de los paganos que rechazaban las reformas,
como el poeta Rutilio Namaciano, Estilicn estaba dispuesto a destruir todos los lazos
que unan a Roma con su pasado y su futuro a fin de poner a prueba su nueva fe, y
para ello no se le ocurri mejor recurso que quemar los Libros Sibilinos.
Por la poca en que llev a cabo este atrevido acto se produjo, a unos pocos
cientos de kilmetros el uno del otro, la venida al mundo de dos nios en orillas
opuestas del Danubio. El nombre de los ejrcitos que esos nios habran de conducir
iba a ser recordado durante siglos. En el humo que exhalaban las pginas en llamas
de los Libros Sibilinos se escondan, ignoradas, las instrucciones necesarias para
realizar los actos propiciatorios que habran llevado a cabo los antiguos romanos a fin
de protegerse de aquellos ejrcitos. Uno de los bebs habra de capitanear a los
hunos. El otro llegara a ser rey de los vndalos.
La terrible irona estriba en que la historia que ha terminado filtrndose en el
lenguaje que utilizamos, pese a ser una historia integrada por recuerdos a medio
borrar y no bien comprendidos, confirma los ms hondos temores del poeta. Atila el
Huno ha dejado de ser una expresin sustantiva para convertirse en una locucin
calificativa que designa el ms descabellado salvajismo. Y la palabra vndalo
simplemente seala al que saquea, asola, desvalija y destruye, pese a que las

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descripciones que se han hecho de los propios vndalos nos hayan mostrado siempre
a unos individuos de comportamiento profundamente moral. Y los hunos, que eran
paganos, no arrasaron la ciudad cristiana de Roma, sino que se apartaron de ella
cuando el papa les pidi que as lo hicieran, y salieron por completo de los lmites del
imperio.
Y tras la irona surge la paradoja. Fueron la moralidad vndala y la retirada de los
hunos de Italia lo que habra de dar la puntilla al imperio romano de Occidente y
alumbrar la Europa medieval. Y ambos pueblos estn ntimamente relacionados el
uno con el otro, ya que los vndalos pertenecan a una nacin que hua de los hunos.

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13

Los vndalos

L os vndalos no se vieron empujados a huir por influjo directo de los hunos, en


realidad se trat de un caso grave de efecto carambola. Un enorme nmero
de godos haba escapado de los hunos cruzando el Danubio a tierras en las que los
vndalos ya estaban asentados. Destruidas sus granjas y con la perspectiva de que los
hunos se presentasen el da menos pensado frente a su puerta, los vndalos decidieron
trasladarse. Parece que era un pueblo bastante nervioso, cuyo temple no encajaba
demasiado con lo que se supone acerca del heroico guerrero brbaro.

LA INVASIN VNDALA
Al parecer en el ao 401 los vndalos se desplazaron, junto con un grupo de suevos y
de alanos, a la regin de Recia, en los Alpes. Se trataba de una asociacin extraa: los
suevos eran germanos y los alanos iranios, a pesar de lo cual decidieron unir sus
esfuerzos y ver qu podan conseguir de Estilicn. ste viaj al norte a fin de reunirse
con ellos y lleg a una especie de pacto, porque a su regreso le acompaaban, como
tropa a su servicio, unos cuantos guerreros jvenes del grupo emigrado.
Los llevaba consigo para combatir a los godos que les haban expulsado de sus
tierras. A las rdenes de Alarico, los godos exigan que se les concediese una tierra
propia y se hallaban ya en situacin de amenazar Constantinopla. Estilicn batall
contra ellos sin demasiado entusiasmo: dej que Alarico se diese a la fuga, y
Constantinopla se vio obligada a ofrecer al jefe godo un cargo militar de alto rango.
Este arreglo pareca convenir a Estilicn, que evidentemente haba decidido, de
comn acuerdo con Alarico, que el mejor lugar para establecer el terruo de los
godos estara en Iliria, en la costa este del Adritico, un territorio sujeto al control de
Constantinopla. Caba incluso la posibilidad de que al trasladar a los godos a aquella
comarca los vndalos pudieran regresar a sus hogares.
Sin embargo, aquello era poco probable: los hunos estaban demasiado cerca, y
haba ms grupos germnicos que pugnaban por dirigirse al oeste, adentrndose en el
imperio, impulsados por la desesperada voluntad de alejarse de los hunos. Parece que
tambin ellos deseaban encontrar una nueva tierra en la que asentarse. En el ao 405,
una descomunal masa de godos paganos, que segn algunas opiniones podra haber
rondado los cien mil individuos, atraves tumultuosamente el Danubio procedente de

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las llanuras hngaras. Aquel enjambre humano, capitaneado por un tal Radagaiso,
termin presentndose nada menos que en el norte de Italia[1]. Debieron de haber
quedado horrorizados al descubrir que los hunos, a quienes crean haber dejado atrs,
se encontraban precisamente all, dispuestos a hacerles frente gracias, una vez ms,
a Estilicn. Entre los efectivos del inmenso ejrcito que haba reunido no slo
figuraban algunos godos cristianos de Alarico, sino un contingente de mercenarios
hunos dirigidos por su propio comandante[2]. Los hunos no eran ya los nmadas
salteadores de la generacin anterior. Ahora estaban empezando a volverse
sedentarios, y se mostraban sumamente deseosos de llegar con el imperio al mismo
tipo de pactos que todo el mundo sellaba. Tras la batalla, el ejrcito de Estilicn
reclut a doce mil de los invasores de Radagaiso, y se hicieron tantos prisioneros que
los precios del mercado de esclavos cayeron en picado.
Evidentemente, Estilicn estaba ahora desarrollando un gran plan, un plan que
implicaba separar las regiones de Dacia y Macedonia de Constantinopla e instalar all
a Alarico y a sus godos. Aquello significaba hacerse con el control militar de Oriente,
as que para preparar el combate, Estilicn retir la mayor parte de las guarniciones
del Rin. Una vez desprotegido el Rin, el ltimo da del ao 406 un formidable grupo
de vndalos, suevos y alanos hay historiadores que piensan que su nmero se
elevaba, tambin en esta ocasin, a las cien mil almas cruz el congelado ro a la
altura de Maguncia, para penetrar as en un territorio controlado por los francos. No
se trataba de una invasin militar. Al igual que los godos que haban atravesado el
Danubio treinta aos antes, los recin llegados eran inmigrantes, un conglomerado
demogrfico compuesto por un colosal nmero de familias.
Se trataba de un montaje? El trato que Estilicn haba establecido cinco aos
antes en los Alpes con los vndalos sigue siendo un misterio. El propio Estilicn era
vndalo fue l quien sugiri a su gente la gran oportunidad que se les abra con
aquella situacin?. Hubo voces en el imperio que as lo sugirieron, pero no
pudieron aportar ninguna prueba.
Desde luego se le consideraba amigo de los brbaros. Rutilio, el poeta pagano que
se haba mostrado tan contrariado con la destruccin de los Libros Sibilinos, le llama
el funesto Estilicn[*], y le culpa de la destruccin de las defensas de los Alpes y
los Apeninos, unas defensas que los providentes dioses haban tenido a bien
interponer entre los brbaros y la Ciudad Eterna. Tambin le haca responsable de
haber instalado a los crueles godos, a sus secuaces vestidos con pieles, en el santuario
mismo del imperio. A juzgar por las apariencias, su astucia haba sido ms perversa
que la estratagema del caballo de Troya. Era peor que Nern: ste haba dado muerte
a su propia madre, pero Estilicn haba matado a la madre del mundo!
Deliberadamente o no, lo cierto era que Estilicn haba conseguido que a los
vndalos y a sus amigos les resultara ms fcil superar el Rin. Ahora bien, si Estilicn
esperaba que pudieran arreglrselas por s solos al topar con los francos,
lamentablemente estaba muy equivocado. La consecuencia de aquel encuentro fue

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una batalla desastrosa en la que, segn se dice, los no muy belicosos vndalos
perdieron veinte mil efectivos, entre los que figuraba su rey Godegiselo. Ocup su
lugar su hijo mayor, que adopt el nombre de Gunderico, o rey de los guerreros.
Este ttulo implica que deseaba emular a Alarico y conseguir que su pueblo sirviera
como ejrcito mercenario a los intereses del imperio. La respuesta de Roma vino a ser
No nos llame usted, nosotros lo haremos. Otro de los supervivientes fue el
hermano pequeo de Gunderico. ste se pondra finalmente el nombre de Giserico, el
Csar-rey[*].
se era el hombre que habra de entrar un da en Roma como conquistador.

UNOS ROMANOS ANTIRROMANOS


Decenas de miles de inmigrantes desesperados y ladrones que no tenan otro modo de
alimentarse que no fuera el de recurrir al pillaje podan generar un cierto grado de
alarma. Estilicn haba debilitado la Galia, que se hallaba ahora indefensa. Y la Galia
era una regin con una larga historia de crisis sociales, ataques guerrilleros contra los
romanos y autoridades militares independientes.
Los vndalos, suevos y alanos que haban sobrevivido a su terrible encontronazo
con los francos avanzaban ahora por unas tierras en las que haba muchos pueblos
que simplemente no deseaban convertirse en romanos. La masa de recin llegados
emprendi una larga y sobrecogedora marcha a travs de la Europa occidental,
tratando de utilizar los recursos naturales para mantenerse con vida. Esto no significa
que se convirtieran en inofensivos cazadores y recolectores ni que se alimentaran de
races y bayas. Lo que en realidad quiere decir es que se abrieron paso a travs de la
Galia saqueando y devastndolo todo, ya que integraban un grupo armado y se
hallaban en un entorno dominado por los grupos armados. Toda la Galia se vio
invadida por el humo de una gran pira funeraria[3]. Aquello era muy malo para la
actividad econmica: Quien una vez labr la tierra con un centenar de arados,
trabaja ahora para procurarse simplemente un par de bueyes; quien recorra con
frecuencia las ms esplndidas ciudades en su carruaje se halla ahora enfermo y viaja,
fatigado y a pie, por la desierta campia[4]. Los grandes terratenientes se hicieron
dueos de su destino y lograron financiar sus propias fuerzas paramilitares unas
fuerzas encabezadas por un jefe militar britano que se haba autoproclamado
emperador: Constantino III, comenzando as a gobernar a ttulo particular un
imperio privado.
Como es obvio, Estilicn tuvo la impresin de que resultaba ms importante
hacer frente a Constantino III que atacar a los refugiados vndalos, pero el ejrcito
que envi, al mando del general Saro, fue derrotado, as que se vio obligado a
negociar en los Alpes un pacto con los guerrilleros bagaudos a fin de poder regresar a

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Italia. Hacia el ao 498 Constantino III estableci su cuartel general en Arles, en el
sur de Francia, y desde all controlaba toda la Galia y preparaba sus planes para
hacerse con el poder en Hispania.

EL FIN DE ESTILICN
Cuando Estilicn propuso al Senado de Roma que era preciso pagar un subsidio a
Alarico, la institucin se haba opuesto encarnizadamente a su sugerencia con
discursos en los que surgan los tpicos de la barbarie y el honor romano. Haba
comenzado as la reaccin de la derecha contraria a los brbaros y los guerrilleros, y
su desenlace inmediato habra de terminar con la muerte de Estilicn, ordenada por
Honorio. Estilicn el vndalo haba vivido para el imperio, y su asesinato fue una
especie de suicidio imperial. Sin embargo, para muchos romanos, lo importante era
que Occidente haba dejado de obedecer al gobierno de un brbaro.
En Roma se produjeron inmediatamente pogromos contra los godos. Miles de
ellos encontraron la muerte, y decenas de miles ms huyeron de la ciudad. Despus,
los godos, capitaneados por Alarico, se vengaron de Roma reducindola por medio de
la hambruna, exigiendo astronmicos rescates para devolverle la libertad y
entregndose finalmente, en una demostracin de fuerza que se prolong por espacio
de tres das, al fingido espectculo de su saqueo. Cuando se marcharon, Alarico se
llev consigo, como rehn, a la hermana de Honorio, Gala Placidia.
Por entonces los vndalos y sus aliados haban terminado sus correras por el
norte de la Galia y puesto rumbo al sur, pasando por Burdeos y Narbona,
probablemente empujados por los seguidores de Constantino III. En el ao 409
cruzaron los Pirineos, con la aparente bendicin de los bagaudos, que les facilitaron
el paso a Hispania. Se desplazaban por territorios en los que Roma no ejerca ningn
control, regiones cuyo dueo era, al menos nominalmente, Constantino III. Segn
parece, este Constantino fue un cabecilla paramilitar de tipo bastante estndar:
perezoso, dado a los excesos y arrogante, as que sus subordinados de Hispania y
Britania dejaron muy pronto de aceptar sus rdenes. Aparentemente, las tropas que
tena en Hispania no hacan nada para bloquear los pasos fronterizos. Constantino
multiplic las bravatas, entabl combates, negoci y perdi, antes de terminar sus
das en el ao 411, decapitado y exhibido pblicamente en Ravena. El podero militar
que un da ejerciera Estilicn se hallaba ahora en manos de un romano muy romano
llamado Constancio. Se haba autoproclamado nico emperador de Occidente en
torno al ao 413.

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LOS VNDALOS EN HISPANIA
El fracasado gobierno de Constantino III en Hispania haba conseguido desgajar del
imperio a esta provincia y dado lugar al surgimiento de un emperador
independiente, que responda al nombre de Mximo y haba establecido su centro de
operaciones en la costa mediterrnea. La invasin de emigrantes que empez a
colmar la regin ha suscitado descripciones que la pintan con todos los tonos de la
obscena sed de sangre que los historiadores se empean en asociar con los brbaros:

A la irrupcin de estas naciones siguieron las ms espantosas calamidades, ya


que los brbaros actuaron con indiscriminada crueldad contra las fortunas de
los romanos y los espaoles, asolando con igual furia las ciudades y el campo.
El aumento de la hambruna oblig a los miserables habitantes de aquellas
tierras a alimentarse con la carne de sus semejantes []. Pronto hizo su
aparicin la peste, inseparable compaera del hambre. Pereci un gran
nmero de personas, hasta el punto de que los gemidos de los moribundos no
conseguan ms que suscitar la envidia de sus amigos que an conservaban la
vida[5].

Da toda la impresin de que haba demasiadas bocas que alimentar y que la mejor
solucin que podan hallar los inmigrados consista en establecerse y empezar a
cultivar la tierra. Mximo les concedi trozos de tierra[6]. Los vndalos y los suevos
se asentaron en el noroeste (Galicia) as como en la regin del centro y el sur de
Espaa (Andaluca que, segn algunas voces, podra derivar de Vandaluca),
mientras que los alanos se instalaron en las provincias que median entre una y otra
regin. Los emigrantes pasaron a convertirse en seores supremos de grandes
porciones del territorio espaol. Otro cronista espaol, Orosio, que en el ao 414
haba huido de Hispania y se haba refugiado en frica, nos informa de que los
espaoles preferan la libertad en la pobreza que les permitan los brbaros a las
comodidades sujetas a tributacin que les deparaba la dominacin romana[7]. Y
Salviano comparta este parecer de la opinin pblica espaola:

Qu mayor prueba puede haber de la injusticia romana que el hecho de que


tantos ilustres nobles para quienes la condicin romana debiera haber
constituido la mayor fuente de fama y honor se hayan visto no obstante a
tal punto acuciados por la crueldad de los desafueros de Roma que ya no
muestran deseo alguno de seguir siendo romanos? La consecuencia es que
incluso aquellos que no buscan refugio entre los brbaros se ven sin embargo
obligados a comportarse como tales, ya que eso es lo que les sucede, en la

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mayor parte de los casos, a los espaoles[8].

Parece probable que la conversin al cristianismo de los vndalos paganos se


produjera poco despus de que se apoderaran de Hispania. Parece asimismo posible
que fueran godos los misioneros que los convirtieron. Pasaron as a profesar la fe de
los cristianos arrianos, y se enorgullecan de ello, aunque tambin quepa
considerarles, con un planteamiento ms oficial, adeptos de aquella terrible hereja
identificada con la barbarie.
Desde luego, el catolicismo romano era muy popular entre las clases dirigentes
romanas de Occidente, pero no est tan claro que fuese tambin el tipo de
cristianismo que elega preferentemente el pueblo llano. Incluso Ambrosio, el
carismtico obispo de Miln, se quejaba de que en su regin disminua el nmero de
personas que acudan a comulgar. Aada que en Oriente estaba sucediendo lo
mismo, aunque esto no debe sorprendernos demasiado, habida cuenta del hecho de
que en esa zona haban sido instancias superiores las que haban impuesto el
catolicismo a la poblacin arriana. El obispo de Constantinopla se lamentaba de este
modo: En vano permanecemos en pie frente al altar: nadie participa en el
sacramento[9].
Es muy posible que la actitud de la gente, reacia a asistir a las iglesias catlicas,
fuera un sntoma del descontento popular y posiblemente guardara relacin con el
hecho de que se hubiera incorporado a Jess a la estructura de poder del imperio. La
Iglesia catlica no pona el acento en su encarnacin humana, sino en la trascendente
autoridad de su magisterio, en su derecho a juzgar a los vivos y a los muertos, as
como a decidir el destino que deban correr por los siglos de los siglos. Lo que se
haca era, fundamentalmente, presentar el terrible poder de la autoridad de Roma
como algo emanado del an ms terrible poder de Jess, un amenazante Dios
supremo pintado sobre el estuco del bside que presida el altar en el que deba
beberse su sangre y comerse su cuerpo.
La Iglesia arriana parece haber sido mucho ms estimada. El Jess que conceba
no era idntico al Dios todopoderoso. Resultaba bastante menos imponente, y no se
identificaba con el Estado. Para los godos, el arrianismo haba pasado a convertirse
en una sea de identidad. Sus iglesias no eran como las iglesias catlicas romanas, y
tampoco sus rituales. No es que los templos y las costumbres fuesen extremadamente
diferentes, pero s que lo eran un poco. Y los vndalos tambin abrazaron la fe del
arrianismo cristiano.
Esto no quiere decir que los godos y los vndalos se profesasen necesariamente
una gran amistad. En el ao 417, el nuevo rey de los visigodos, Valia, sell un pacto
con Constancio que finalmente le permitira conseguir para su pueblo, con el respaldo
romano, la tierra que llevaban buscando dos generaciones. Gala Placidia, viuda de
Atalfo, fue devuelta a Roma, donde contrajo matrimonio con Constancio, quien de
este modo pasaba a formar parte de la familia imperial. El hijo de ambos sera el

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heredero natural de Honorio, ya que a esas alturas era evidente que no iba a tener
descendencia propia. Adems, a cambio de una cesin de tierras permanente en la
Aquitania, Valia iba a emplear su ejrcito para conseguir que Roma recuperara el
control de Hispania. Sus nobles visigodos se establecieron legalmente en las tierras
de los pequeos aristcratas romanos. De hecho, tambin estos nobles visigodos
estaban llamados a convertirse en la columna vertebral de las fuerzas contrarias a los
bagaudos, encargadas de proteger al imperio de la revolucin.
Sin embargo, como habra de verse en breve, Valia no iba a lanzar ningn ataque
cerrado contra los vndalos. El objetivo de su ejrcito eran los alanos y los suevos.
Los alanos quiz fueran probablemente el pueblo ms curioso de todos cuantos
haban emigrado a Hispania. Eran iranios de las estepas del Caspio, y su lengua,
religin y cultura tenan poco que ver con las de los godos. Se trataba de criadores de
caballos y luchaban como los persas, es decir, como hidalgos a caballo revestidos de
armadura. Tambin empleaban a arqueros orientales. Los hunos les haban obligado a
huir al oeste, se haban unido as a la migracin de los vndalos, y en el terrible
choque con los francos su ayuda se haba revelado vital para estos ltimos.
La otra caracterstica que los diferenciaba era que se servan, para la caza y el
manejo del ganado, de unos perros de extraordinaria fuerza fsica. An pueden
encontrarse ejemplares de esta primitiva raza canina en determinadas regiones de
Espaa, y se les conoce precisamente como alanos. Los perros alanos son los
antepasados de todos los canes de casta molosa, entre los que se encuentran los
bulldogs, los boxers, los San Bernardo, los mastines, los ridgebacks de Rodesia y los
rottweilers[*]. Los alanos conservan sus caractersticas originales: nunca han sido
criados por su belleza, sino por el hecho de ser animales de jaura tremendamente
arrojados y leales. Son perros legendarios, ya que al morder lo hacen con toda la
quijada, aferrndose a su vctima incluso con los molares. Un alano se mantendr
asido a cualquier animal sobre el que haga presa por muchas heridas que se le causen,
y seguir hacindolo aunque peligre su propia vida. Sin embargo, la soltar
obedientemente si recibe una orden.
Los alanos eran el principal objetivo del ejrcito visigodo de Valia, que los
aplast por completo. En el ao 417, tras la muerte de su rey, ofrecieron la corona de
ste a Gunderico, y a partir de entonces el jefe de esta unin ms bien heterognea se
hizo llamar rey de los vndalos y los alanos.
En el ao 421, Constancio accedi por fin al trono del imperio, que tuvo que
compartir con Honorio. Su condicin de romano de aceptable pureza racial le haba
permitido dar un paso ms que Estilicn. Sin embargo muri en el momento justo en
que pareca que el imperio de Occidente iba a contar al fin con un verdadero
gobernante, y en consecuencia la corte de Ravena se desmoron a causa de las luchas
intestinas.
Es probable que aquella circunstancia evitara a los vndalos tener que sufrir la
siguiente fase de lo que Constancio tena proyectado. Se haba reunido una titnica

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fuerza militar para recuperar Hispania, y la integraban, entre otros, varios grupos
visigodos de la Aquitania as como el ejrcito de campaa de la Galia, a los que vena
a sumarse una divisin de tropa al mando del conde de frica, Bonifacio. Sin
embargo, Bonifacio abandon la empresa. No quera quedar maniatado en Hispania
en el preciso momento en que estallaba una lucha por el poder en Ravena. Parece que
los visigodos tambin perdieron inters, as que el ejrcito de campaa galo recibi
una paliza.
En esta ocasin, el imperio romano tena graves problemas operativos. En el ao
425, al no encontrar a nadie que pudiera detenerles, los vndalos conquistaron
Cartagena, y al ao siguiente se hicieron con Sevilla. No sabemos gran cosa respecto
a lo que pudo suceder. Se supone que saquearon ambas ciudades, pero eso no aade
excesiva informacin al dato de que se aduearon de ellas. Entre los autores romanos
exista el consenso generalizado de que los vndalos no eran particularmente
belicosos. (Orosio, por ejemplo, deca que Estilicn descenda de una tribu vndala
poco aficionada a la guerra, avariciosa, prfida e ingeniosa[10]).
La consecuencia ms significativa de estos acontecimientos fue que los vndalos
se hicieron con el control de los puertos, repletos de barcos. No parece muy probable
que poseyeran grandes aptitudes marineras, especialmente si tenemos en cuenta que
seis aos antes los Augustos haban decretado que se aplicara la pena de muerte a
todos aquellos que transmitieran a los brbaros el arte, que hasta el momento
desconocen, de la construccin de embarcaciones[11]. Hemos de suponer que los
marineros espaoles haban quedado ahora sometidos a las rdenes de los vndalos,
al igual que los campesinos, que tambin deban obedecerles en las granjas. De este
modo, los vndalos se hicieron con un recurso enteramente nuevo (para ellos) y se
aduearon de las islas Baleares. Cuando los vndalos se presentaron en Ibiza por
primera vez corra el ao 426.
Adems, ahora haban encontrado la forma de abandonar definitivamente Europa.

LOS HUNOS SE PLANTAN A LAS PUERTAS DE RAVENA


En torno a esta misma poca, una gran fuerza de hunos paganos en total unos
sesenta mil, segn una crnica[12] (que podra no ser excesivamente fiable) se
present a las afueras de Ravena, la capital en la que resida el emperador romano de
Occidente. La masa de recin llegados bastaba para aniquilar cualquier ejrcito que
pudiera tener la cristiandad. Sin embargo contrariamente a lo que quiz pueda
tenderse a pensar, no estaban all para eliminar al emperador, sino para salvarle. En
realidad, haban llegado demasiado tarde, ya que el emperador en cuestin, un
usurpador llamado Juan, haba sido expuesto al pblico en el hipdromo de Aquileya
tras habrsele amputado una mano. Despus, se le aup herido a lomos de un asno

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para que una serie de actores de teatro le torturaran pblicamente antes de darle
muerte. Los romanos haban perdido su buen instinto para el negocio del espectculo.
Aquellos hunos obedecan las rdenes de un joven general romano que responda
al nombre de Aecio, un hombre que habra de alcanzar fama por su equilibrado
parecer, sus virtudes militares y su honorabilidad personal. Su padre haba sido
comandante del ejrcito de campaa de la Galia y acababa de resultar muerto, quizs
en alguna accin relacionada con la usurpacin de Juan. El propio Aecio se haba
criado entre los brbaros: primero haba vivido en casa de Alarico el Godo, en calidad
de rehn, y ms tarde fue alojado en la de Ras, el rey de los hunos.
La corte imperial romana de Ravena era un extraordinario antro de corrupcin,
lujo y maquinaciones. Honorio haba fallecido en el ao 423. El heredero ms claro
era el hijo de la hermana de Honorio, Gala Placidia, y Constancio III: un nio de
cuatro aos de edad llamado Valentiniano. Sin embargo, Constancio haba muerto y
su viuda y su hijo se hallaban en Constantinopla, en la corte del sobrino de Gala
Placidia, Teodosio II, que por entonces contaba veintids aos de edad. En su
ausencia, los hombres fuertes de Ravena designaron nuevo emperador de Occidente a
Juan, uno de los soldados de la corte. Obviamente, Teodosio II tena claro que el
emperador de Occidente deba ser su primo Valentiniano, as que envi un ejrcito
para prender a Juan.
El ejrcito de Teodosio cumpli el encargo justo a tiempo, antes de que Aecio y
los hunos pudieran hacer acto de presencia. Entre las huestes de estos ltimos se
encontraba, ejerciendo casi con toda certeza un cargo de autoridad, Atila, el joven
sobrino de Ras.
Lo curioso de los hunos es el hecho de que la primera vez que irrumpen en gran
nmero en el mundo romano no lo hagan como fieros enemigos sino como aliados de
los actores que participan en la lucha de poder romana. Los hunos llevaban un
mnimo de quince aos formando parte de los ejrcitos romanos, en los que
intervenan como apreciados mercenarios, pero la presencia de un ejrcito huno de
grandes dimensiones (incluso en el caso de que su nmero hubiera sido realmente
muy inferior a los sesenta mil individuos que hemos mencionado antes) y obediente
al mando romano era algo notablemente nuevo. Teodosio II acept pagarles por sus
servicios militares, pese a que haban venido para combatir contra l, a condicin de
que regresaran tranquilamente a sus hogares, y tambin se avino a permitir que Aecio
siguiera ocupando el antiguo puesto de su padre, lo que equivala a aceptar que
conservara el cargo que Juan le haba concedido: el de jefe militar de la Galia.
Entre los integrantes de la corte de Valentiniano y su madre haba una mezcla de
fundamentalistas catlicos, hechiceros y astrlogos. En ese ambiente, Valentiniano,
ya crecido, se haba convertido en un hombre extraordinariamente aficionado a tener
los amorosos con las esposas de otros hombres y a comportarse de la ms indecente
de las maneras, pese a estar casado con una mujer de excepcional belleza[13].
La gestin de facto del imperio de Occidente se dej en manos de los ms

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influyentes generales de la corte: Aecio y Bonifacio. Naturalmente eran rivales, y
Aecio (que se hallaba en Europa) convenci a Placidia de que Bonifacio (instalado en
frica) estaba tramando algo contra ella. Escribi tambin a Bonifacio, y le dijo que
Placidia le quera muerto, razn por la que ste rechaz los emplazamientos de la
hermana del emperador, que le instaba a regresar a Roma (lo que persuadi an ms a
Gala Placidia de que Aecio estaba en lo cierto). Bonifacio comprendi entonces que
la madre de Valentiniano iba a enviar un ejrcito para arrestarle. Decidi que
precisaba aliados, y que los vndalos eran su mejor baza. Por consiguiente, segn el
historiador Procopio, les ofreci un trato. Si acudan a Libia en su ayuda, les dara en
la regin tierras en las que poder asentarse.

LOS VNDALOS SE APODERAN DEL NORTE DE FRICA


La capital de Gunderico haba pasado a ser Sevilla, y al parecer comparta el gobierno
con su hermanastro bastardo, quien haba adoptado el extraordinario nombre de
Giserico esto es, el Csar-rey, como ya hemos dicho. Cabe presumir que la
razn de esta actitud residiera en el hecho de que Gunderico era un hombre enfermo
fallecera en 428, el mismo ao en que comenzaron los preparativos para el
traslado a frica.
Segn Idacio, obispo de Aqu Flavi, en el norte de Portugal, un demonio mat
a Gunderico por haber profanado la iglesia de Sevilla. Resulta extrao pensar que
haya podido profanar ninguna baslica cristiana, porque los vndalos eran realmente
un pueblo muy puritano que se tomaba con extremada seriedad su nueva religin.
Salviano haba dejado dicho que el hecho de que Dios hubiera querido poner a los
espaoles en manos de los vndalos mostraba hasta qu punto quera castigar los
pecados de la carne, puesto que tan notoria era la inmoralidad de los espaoles como
la castidad de los vndalos[14]. La versin que se da en el siglo XXI de esta misma
leyenda (en la que el demonio queda degradado a la categora de fucilazo) sostiene
que la baslica custodiaba los restos de san Vicente de Zaragoza, quien posiblemente
sea el nico mrtir cristiano torturado hasta la muerte mediante el crudsimo mtodo
de ser instalado en una confortable cama. (El relato seala que, al ver que el dolor era
incapaz de doblegar su voluntad, sus verdugos le tendieron en un blando lecho con la
esperanza de que aquel tierno trato diera sus frutos. Muri al poco tiempo e inici as
una nueva andadura como santo patrono de los vinicultores).
No obstante, debemos recordar que a ojos de los autores catlicos romanos un
cristiano arriano como Gunderico habra profanado un santuario por el solo hecho
de poner los pies en l. Y si podan reivindicar la existencia de un demonio inspirado
por Dios para proporcionar respaldo a su postura no hay duda de que recurriran a tal
expediente pese a que eso significara dar la impresin de que los criterios que

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movan a Dios a intervenir en los asuntos humanos resultasen llamativamente
egocntricos.
Giserico, convertido ya en nico rey de los vndalos y los alanos, rondaba la
cuarentena y haba quedado cojo a consecuencia de una cada de su caballo. Haba
vivido en su totalidad la terrible migracin que haba llevado a los suyos desde
Hungra hasta el sur de Espaa, y parece que estaba extraordinariamente decidido a
regir tanto el destino de su persona como el de su pueblo. Las dems tribus
germnicas se consideraban a s mismas romanas y todo cuanto anhelaban era
establecerse en los lmites del imperio. Es posible que el hermano de Alarico,
Atalfo, hubiera acariciado ambiciones ms revolucionarias, pero pronto las
abandon. Sin embargo, Giserico no tena deseo alguno de ser romano. Tena la
determinacin de idear una organizacin para su pueblo que le permitiera ser
notablemente independiente de Roma.
Al rey visigodo Valia tambin le haba sucedido su hermanastro ilegtimo,
Teodoredo, y evidentemente Giserico debi de considerar prudente crear una alianza
capaz de proteger su frontera norte. Cas a su hijo Hunerico con la hija de Teodoredo.
Sin embargo, no iba a necesitar que aquella coalicin se prolongase demasiado.
Con o sin la ayuda de Bonifacio, Giserico puso en marcha una pasmosa
migracin en la que particip el pueblo vndalo al completo. Elabor un censo de
todos los varones en el que incluy tanto a los dbiles ancianos como a los nios
nacidos el da anterior y hall que haba que transportar a ochenta mil hombres[15].
De ser esto cierto, la cifra de hombres en edad de combatir tuvo que haberse situado
en torno a un mnimo de cuarenta mil individuos. Si aadimos a sus familias, el
movimiento migratorio tuvo que haber estado integrado necesariamente por unas
ciento cincuenta mil personas. Y si suponemos que un barco de la poca poda acoger
a cien sujetos con sus pertenencias, nos encontramos con un trfico naval de mil
quinientos buques. Debi de haberse observado en las playas un prodigioso esfuerzo
de construccin de navos a fin de armar cascarones de corta vida til pero capaces de
cruzar a Tnger y regresar en un plazo de veinticuatro horas. Con cien
embarcaciones, la travesa entera podra haberse realizado en quince das. O quiz
dispusieran de menos bajeles y tardaran por tanto algo ms la carga y descarga de
las naves debi de haber sido una pesadilla logstica, y es probable que requiriera
cuando menos un mes.
Cuando Bonifacio descubri la verdad de la maquinacin de Aecio y trat de
anular toda la operacin vndala ya era demasiado tarde. Si el desembarco se produjo
en Tnger, que era el lugar ms obvio al que dirigirse, los vndalos no habran
encontrado oposicin alguna, ya que la regin quedaba administrativamente fuera de
la jurisdiccin provincial de Bonifacio. El comandante local dispona del equivalente
a una fuerza policial compuesta por unos cinco mil hombres, supuestamente
encargados de supervisar los movimientos de los nmadas, as como de un ejrcito
propiamente dicho de unos mil soldados, ms o menos, todos ellos provistos de

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instruccin y pertrechos adecuados[16].
Y una vez en tierra firme, los vndalos comenzaron a marchar en direccin este.

LA ANTIGUA FRICA ROMANA


Los nuevos inmigrantes se desplazaban a lo largo de una franja costera que recorre el
litoral de lo que hoy es Libia y Trpoli, la regin colonizada del frica romana. Se
encontraba muy urbanizada, ya que contaba con unas seiscientas ciudades que haban
prosperado gracias a sus exportaciones de productos a Europa y se haban gastado el
dinero en construir edificios y dar rienda suelta a un consumo ostentoso. En comarcas
que hoy cuentan con muy escasa poblacin se levantaban entonces pequeas ciudades
ricas y florecientes. En la actualidad hay en frica ms arcos de triunfo que en
ninguna otra provincia romana, y se han descubierto ms de doce teatros. Todas las
urbes tenan buenas casas adems de termas y jardines pblicos[17].
Con todo, en la poca en que se presentaron los vndalos haca ya tiempo que se
haban desvanecido los aos ms boyantes de frica. A medida que los ingresos del
imperio fueron disminuyendo, y aumentando en cambio sus gastos militares, frica
pas a convertirse en el granero supuestamente capaz de colmar el inmenso dficit
fiscal de Roma. Hubo un tiempo en que el imperio resolva sus problemas financieros
mediante la conquista de nuevas tierras brbaras y la apropiacin de sus riquezas.
Ahora en cambio, todo cuanto poda hacer era gravar con impuestos a sus propios
ciudadanos. Tambin en frica comenzaban a escucharse las amargas quejas que en
otro tiempo haba recogido Salviano y cuya causa haban sido las guerrillas bagaudas
de la Europa occidental. En las regiones marginales, las tierras dejaron de cultivarse y
la miseria se extendi por el campo. Los ricos no pagaban impuestos y los que
acababan de arruinarse abandonaban sus tierras o quedaban reducidos a la condicin
de siervos. Las cifras demogrficas decrecieron en todo el imperio por una parte
debido a que la gente no poda permitirse fcilmente mantener una familia, y por otra
probablemente tambin porque el vino endulzado con un concentrado mosto de
frutas hervido en vasijas de plomo disminua la fertilidad de los hombres. Los
campos seguan estando bien irrigados y las cosechas eran abundantes. Sin embargo,
los ricos abandonaban las ciudades y se trasladaban a lujosas villas campestres:
muchas poblaciones quedaron convertidas en zarrapastrosos mercados para los
pobres, y los tratos se realizaban a la sombra de los grandes monumentos de pocas
pasadas.
Desde luego, frica no haba sido siempre romana. La gran civilizacin de
Cartago era fenicia, y su lengua, el cananeo. Para asumir el papel de potencia
dominadora del mundo, Roma haba tenido que pasar por encima del cadver de
Cartago, nacin rival a la que no slo conquist, sino que borr del mapa todo cuanto

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le fue posible. En el ao 146 a. C., la ciudad de Cartago tena unos setecientos mil
habitantes. Cuando fue tomada, los soldados romanos dedicaron seis das a una orga
de matanzas, y por la noche prendan fuego a los edificios a fin de contar con luz para
sus fechoras. Se dice que la carnicera se llev las vidas de medio milln de almas,
sin distincin de edad ni de sexo[18]. Ni siquiera los ms virulentos propagandistas
contrarios a los brbaros se atrevieron a atribuir jams a ningn otro pueblo una
conducta de tan implacable y desalmado salvajismo. El genocidio era una
especialidad particularmente romana.
La Cartago romana, fundada 175 aos despus, se levantaba en un nuevo
emplazamiento. Sin embargo, el espectro de la antigua Cartago segua rondando por
el norte de frica. Los romanos utilizaban el adjetivo pnica para designar a
aquella civilizacin. Se trata de una voz que procede del griego phoinikos, fenicio. En
latn, pnico significaba traicionero. La lengua y la religin pnicas lograron
perdurar en el campo, y cuando llegaron los vndalos, Agustn, obispo de Hipona,
aconsejaba a los dems miembros del clero que aprendiesen ese idioma a fin de poder
comunicarse con sus fieles. En el siglo III, el futuro emperador Septimio Severo, que
se haba criado en Libia, hablaba perfectamente el pnico.

LOS CRISTIANOS DE FRICA. EL CRECIMIENTO DEL


DONATISMO

A principios del siglo V hubo un gran nmero de romanos africanos pobres que se
convirtieron al cristianismo, pero la religin que abrazaban tena poco en comn con
la que se practicaba en Ravena y Constantinopla. Antes al contrario: en realidad beba
directamente de las olvidadas tradiciones de la Cartago fenicia, la ciudad cananea que
haba sido enemiga de Roma. Baal, su antiguo dios, al que muchos rendan culto en el
Saturno romano, haba quedado ahora transfigurado y se insinuaba bajo las formas
del Dios de la Biblia, el Dios Padre, y se le denominaba senex, el Anciano. Se trataba
de una religin de estricta observancia. Si el ncleo de la vieja doctrina giraba en
torno a los rituales y los sacrificios sangrientos, la nueva se centraba tambin en los
ritos, la penitencia y el martirio[19].
Al igual que los puritanos ingleses del siglo XVII, que imponan a sus hijos
nombres como Teme-al-Seor y Alaba-a-Dios, los patronmicos de los catlicos de
Libia muestran que aquella sociedad consideraba que los cristianos deban aspirar a la
santidad. El obispo de Cartago se llamaba Lo-que-Dios-Quiera[*], su sucesor
responda al nombre de Gracias-a-Dios, y el obispo de Teluda era Est-con-Dios.
Sin embargo, haba muchos que juzgaban que su tica no era lo suficientemente
rigurosa. A medida que la miseria y la pobreza fueron aumentando, el cristianismo
africano se transform en una variante especfica y encarnizadamente anticatlica

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conocida con el nombre de donatismo, debido a que su inspirador se llamaba Donato.
Sus adeptos crean, con ptrea conviccin, que nicamente los puros de corazn
podan desempear cargos en la Iglesia Verdadera. Se consideraba que toda sujecin
de la Iglesia a la autoridad laica era negativa, y todo aquel que entrara en tratos con
los emperadores estaba condenado, con independencia de cul fuera su supuesto
rango en la jerarqua de la Iglesia.
Esta corriente haba surgido como consecuencia de la persecucin que emprendi
el emperador Diocleciano contra los cristianos a comienzos del siglo IV. Muchos
clrigos trataron de evitar el martirio mediante la cesin de objetos eclesisticos
aunque no siempre lo fueran. La faccin contraria a toda componenda jams habra
de perdonrselo. Al ser consagrado el nuevo obispo de Cartago, Cecilio, por uno de
aquellos obispos infractores, el clero que se opona a ellos design un obispo rival
de su propia cuerda.
Cuando ces la persecucin y el cristianismo pas a ser el culto del imperio, en
tiempos de Constantino, se reconoci a Cecilio la condicin de obispo de Cartago, y
los clrigos que le seguan quedaron exentos del pago de impuestos y de cnones
oficiales. Un concilio eclesistico confirm su nombramiento como es natural, ya
que no resulta probable que ningn cnclave de obispos decida alguna vez sostener
que una falta moral implique la prdida del episcopado. Mientras tanto, Donato
sustituy al antiobispo de Cartago, perteneciente al grupo que rechazaba al clero que
se codeaba con el poder poltico. Donato era un paladn numidio que gozaba de una
enorme popularidad. Lo que se produjo a continuacin fue, literalmente, una guerra.
Cecilio apel al ejrcito. La Iglesia catlica comenz a martirizar a la Iglesia
donatista y de este modo el cristianismo africano floreci con la sangre de los
mrtires y el odio a Roma y al catolicismo. La Iglesia donatista se hizo ms fuerte
y erigi iglesias propias, todas ellas enormes. Para el ao 330 contaba ya con
doscientos setenta obispos. Sus enemigos eran los administradores del imperio y la
clase de los grandes terratenientes, de la que procedan dichos administradores.
Los donatistas empezaron a matar en masa a los catlicos, y las bandas de
guerrilleros donatistas comenzaron a liberar esclavos y a subvertir el orden social. Se
les conoca con el nombre de circumcelliones gentes que vivan en los alrededores
de las cell rustican, los sepulcros de los mrtires ubicados en muchas de las
iglesias que su secta posea en Numidia y en las que se han encontrado habitaciones
humanas y tiendas de alimentos. Vestan los toscos hbitos que acostumbran a
llevar los monjes (Agustn llamaba sanctimoniales a las mujeres de este clan),
realizaban rituales propios y tenan un grito de guerra particular: Deo laudes
(Alabado sea Dios). Esta frmula se apartaba deliberadamente de la de Deo gratia,
Gracias a Dios, que era comn entre los catlicos y que sugera una especie de
arreglo contractual entre Dios y su grey.
Los donatistas eran unos revolucionarios fanticos dispuestos a sufrir el martirio
en las acciones terroristas que realizaban para atacar a los terratenientes y a los

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prestamistas. A veces forzaban a los ricos a correr detrs de sus carruajes, guiados por
sus esclavos. Y dado que crean que los mrtires iban directos al cielo, se dice que
desafiaban a cuantos encontraban a su paso y les pedan que les matasen, y tambin
se afirma que solan arrojarse en masa de lo alto de los precipicios.

SAN AGUSTN
Uno de los cristianos ms influyentes que frica dio al mundo en esta poca o ms
bien que no dio, puesto que no sali de ella y vivi en la ciudad libia de Hippo Regius
fue el obispo de esa misma urbe, cuyo nombre en espaol es Hipona. San Agustn,
segn le conocen millones de cristianos, fue un ariete retrico antidonatista.
Demostr, con lgica y autoridad, que el acto de quitarse la propia vida no era un
martirio, sino un pecado. (Debi de haber sido extremadamente desalentador para
todos los donatistas pensar que el hecho de haber logrado que un vendedor de pasta
de pescado que casualmente se hubiera cruzado en su camino aceptara matarle no iba
a permitirle acceder al reino de los cielos, sino a enviarle directamente al infierno).
Agustn tambin argument asimismo con gran energa que a Dios no le
importaban las maldades en que hubieran podido incurrir sus sacerdotes lo que
significaba que stos seguan siendo vlidos para administrar los sacramentos.
Gracias a que no regate esfuerzo alguno, y a que desarroll con fervor
inquebrantable la lgica de la persecucin, la simple profesin de fe donatista se
convirti en un delito penal. Trescientos obispos, junto al clero que les auxiliaba,
fueron desterrados. Sus congregaciones quedaron privadas de derechos ciudadanos,
se impusieron multas de entre cuatro y noventa kilos de plata a todos aquellos que se
sumaran al culto de un oficio donatista. Miles de africanos consideraban que Giserico
era el hombre que les haba salvado de Roma, y parece meridianamente claro que
muchos de los ataques que sufrieron las iglesias catlicas y que se atribuyeron a los
vndalos fueron en realidad obra de grupos de romanos que, despojados de sus
bienes, deseaban cobrarse as venganza.
La otra gran campaa que puso en marcha Agustn consisti en mejorar el destino
de la humanidad, y para ello no dud en recalcar que todos los seres humanos estaban
abocados, desde su mismo nacimiento, a la condenacin eterna (la idea de la
condenacin eterna era otro de los pilares de su teologa). Esto se deba a que el acto
de la concepcin transmita a los humanos el pecado de Adn y Eva. Este
planteamiento se daba a conocer con el conciso rtulo de doctrina del pecado
original. Lo nico que poda salvar a los seres humanos era la gracia de Dios, y aun
as nicamente en caso de que fuera administrada a travs de los sacramentos de la
Iglesia. se era el gran atractivo de la doctrina del pecado original: haca que los
sacerdotes resultasen indispensables.

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El principal opositor de Agustn en lo relativo al pecado original fue un monje
britnico llamado Pelagio. Uno de los seguidores de Pelagio envi una escandalizada
carta a Agustn:

Los nios, dice usted, cargan con el pecado de otros [] explqueme entonces
quin enva a los inocentes al castigo. Usted responde, Dios []: l persigue
a los recin nacidos, l entrega a los tiernos nios a las llamas eternas [] se
ha apartado usted a tal punto del sentimiento religioso, de lo que es norma de
la civilizacin, se ha alejado en realidad tanto del sentido comn, que ha
llegado a pensar que su Dios es capaz de cometer un tipo de crmenes que
difcilmente podra encontrarse entre las tribus brbaras[20].

San Agustn permaneci impasible. Su corresponsal tena toda la razn.


El obispo haba escrito una clebre plegaria: Otorga lo que T mandes, y manda
lo que T desees. En una poca en que el imperio en su totalidad se hallaba inmerso
en la confusin, sacudido por el desplome econmico y la agitacin poltica, en un
momento en el que una enorme cantidad de refugiados brbaros trataba de hallar,
muy a menudo con la espada, algn lugar en el que poder vivir, este ruego equivala a
decir: Aceptamos sin ms nuestro destino; Dios decreta lo que ha de suceder y su
Iglesia puede ofrecernos la gracia predeterminada que salvar nuestras torcidas
almas. Pelagio qued tan alarmado ante este planteamiento que se present en Roma
para sealar que, si bien es cierto que el hombre tiene la responsabilidad moral de
obedecer la ley de Dios, no lo es menos que debe poseer la capacidad de juicio
necesaria para poder hacerlo. Dios, argumentaba, brinda a los creyentes un viento
favorable, pero a stos corresponde gobernar la nave con sus propios medios.
Agustn no estaba de acuerdo con esto. Contaba con el respaldo que le
proporcionaba el poder poltico de la Iglesia catlica, y muy pronto los pelagianos
empezaron a recibir un trato tan spero como el que ya sufran los donatistas.

EL NUEVO REINO VNDALO DE FRICA


sa era la situacin en que se encontraba el civilizado mundo romano de frica
cuando llegaron los brbaros vndalos guiados por el solcito Giserico. Al igual que
los donatistas, Giserico odiaba a la Iglesia catlica y todo cuanto le fuera favorable.
Sin embargo, Giserico segua a otro africano, contemporneo de Donato. Giserico
cultivaba la fe de los cristianos arrianos, y el propio Arrio haba nacido en Libia.
Desde luego, la penetracin de Giserico en frica fue un paseo militar. Los
vndalos no estaban all para destruir, sino para asentarse, y como es obvio, los
labriegos de la campia, que se haban visto reducidos a la condicin de siervos y

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sometidos a unas aplastantes cargas fiscales, vieron en los vndalos a unos
liberadores. Las fuerzas de Bonifacio, dramticamente escasas, no presentaron una
verdadera resistencia. Los vndalos asumieron el control de las grandes fincas y
redujeron los impuestos de forma espectacular. El imperio perdi los suministros
anuales de grano, que se elevaban a cerca de medio milln de toneladas de trigo, as
como la mayor parte del aceite de oliva y una enorme porcin de sus ingresos
fiscales. A diferencia de todos los dems cabecillas brbaros, Giserico no tena la
menor intencin de permanecer en el seno del imperio.
Con el respaldo entusiasta de la mayora de la poblacin expuls de sus iglesias a
la cpula catlica y se apoder de sus adminculos de oro y sus propiedades
siempre, claro est, que los cristianos de la zona, los donatistas, no se hubieran hecho
antes con ellos. Como era un hombre que crea firmemente en el cristianismo de
viejo cuo aup a los sacerdotes y los obispos arrianos. De este modo, en el
transcurso de las dcadas siguientes Giserico y su hijo enviaron al exilio a ms de
cinco mil hombres de iglesia[21]. Promover el vandalismo en las iglesias vino a
significar as la sustitucin de una ortodoxia por otra, sujeta a mayores estrecheces y
notablemente menos acaudalada.
El nuevo reino de Giserico no formaba parte de Roma, pero en muchos aspectos
Roma era su modelo. Coloc a su propia gente en los puestos de responsabilidad,
remplazando as a los terratenientes romanos (relevo que se efectu a una escala que
no se haba visto en ningn lugar de Europa), pero prefiri establecer una autocracia
de nobles a gobernar por medio de cualquier tipo de consejo tribal. Probablemente se
trat de una medida necesaria, dado que los vndalos no constituan ya un grupo
tnico homogneo: durante el largo periplo que haba realizado Giserico en el
transcurso de su vida el grupo en el que viajaba haba quedado transformado en una
mezcolanza de suevos, visigodos, alanos, espaoles y posiblemente otros muchos
pueblos. No obstante, el recurso a los mtodos y sistemas romanos lleg incluso a la
utilizacin de monedas acuadas con diseos inspirados en los empleados en Ravena,
a la generalizacin del latn como lengua oficial (lo que de nuevo vena a reconocer
posiblemente una situacin que ya exista, dado que los vndalos y los alanos
hablaban idiomas sin el menor parentesco y es muy probable que utilizaran el latn
como lingua franca) y al empleo de ingenieros y arquitectos romanos.
Apoderarse del campo era una cosa, pero hacer lo mismo con las ciudades era ya
asunto diferente. Los vndalos no contaban en ellas con la misma popularidad y no
tenan modo alguno de romper las defensas urbanas. El conde de frica, Bonifacio,
se repleg a Hipona, que se haba convertido en un refugio amurallado para los altos
mandatarios de la Iglesia catlica una Iglesia dominada por Agustn.
Agustn y Giserico jams conseguiran hacerse amigos. Giserico era arriano, es
decir, un hereje, un instrumento del demonio. Agustn haba consagrado su existencia
a combatir la hereja con el empuje de un idelogo. Giserico y su horda vndala no
tenan forma alguna de penetrar en la ciudad amurallada. Se instalaron pues a las

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afueras y esperaron, hasta que finalmente se aburrieron y, hambrientos, comenzaron a
alejarse. Agustn mientras tanto se dedic a escribir feroces diatribas contra los
pelagianos y a confiar en que Dios rescatara la ciudad. Un trimestre despus de
iniciada esta situacin, Agustn falleci, y pocos meses ms tarde lleg de
Constantinopla un contingente de refuerzo. Bonifacio sali resueltamente de la
ciudad, se uni a sus rescatadores y fue rpidamente vencido por los vndalos.
Regres por mar a Ravena e Hipona se rindi. Se dijo que los vndalos haban
incendiado la poblacin, pero al parecer se las arreglaron para hacerlo sin deteriorar
ninguno de los libros de la biblioteca. El legado de Agustn pudo salvarse y llegar as
a la posteridad.
En el ao 435, el imperio reconoci que Giserico era la autoridad que
predominaba en la totalidad de Libia, salvo en Cartago. El pacto que as lo
confirmaba se firm en Hipona. No hubo nada drstico ni alarmante en la
negociacin: de hecho, Giserico orden especficamente que se liberara a Marciano,
el prisionero de ms elevado rango de cuantos se hallaban en su poder un hombre
que ms adelante acabara siendo l mismo emperador, con sede en Constantinopla
. Como era un poltico sagaz, Giserico hizo jurar a Marciano que jams volvera a
levantarse en armas contra los vndalos. Marciano hizo honor a su palabra. Procopio,
el historiador griego del siglo VI, describe como sigue las transacciones de aquel
acuerdo:

En aquella ocasin, Giserico [] hizo gala de una previsin que merece ser
recordada y gracias a la cual consolid del modo ms firme su fortuna [].
Estableci un tratado con el emperador Valentiniano por el que Giserico se
comprometa a pagarle anualmente un tributo por su dominio en Libia.
Adems entreg en prenda a uno de sus hijos, Hunerico, a fin de mostrar que
estaba perfectamente dispuesto a atenerse a lo estipulado en el acuerdo. De
este modo, Giserico no slo se mostraba valiente en la batalla, sino capaz de
preservar al mximo la victoria, y dado que la amistad entre ambos pueblos
termin creciendo notablemente, logr que su hijo Hunerico le fuera devuelto
sano y salvo[22].

UN LEGADO DE SANGRE
Los vndalos sencillamente no mostraban el aspecto que se supone deban de tener
los brbaros. Procopio deca que

desde el momento en que se aduearon de Libia, los vndalos adoptaron la


costumbre de solazarse en las termas era algo que practicaban todos, y

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todos los das. Les encantaba disfrutar de la cocina, y coman
abundantemente los mejores y ms exquisitos manjares del mar y la tierra. Era
muy comn que llevaran joyas de oro y prendas de seda, y dedicaban su
tiempo a pavonearse acicalados en los teatros, las carreras y otras agradables
diversiones, aunque por encima de todo adoraban la caza. [El campo contaba
an con extensos bosques y se hallaba poblado por un nmero de animales
bastante notable, entre los que destacaban los leones seguramente los
alanos utilizaran sus grandes perros de montera para perseguirlos!].
Adems, haba entre ellos bailarines y mimos, as como artistas preparados
para otro tipo de espectculos musicales y representaciones dignas de verse.
La mayor parte de ellos viva en el campo, en zonas bien provistas de agua y
de rboles para procurarse fresca sombra, y solan dar gran nmero de
banquetes.

Procopio aade el detalle de que los placeres sexuales de todo tipo gozan de
gran predicamento entre ellos. Sin embargo ha de buscar a continuacin algo
criticable en su conducta a fin de cuentas, no en vano se supona que seguan
siendo brbaros.
La actitud de Giserico respecto a las prcticas sexuales poco ortodoxas parece
haber sido ms bien sauda. Hay constancia de que mand anular el matrimonio de
su hijo y de que envi de regreso a la novia a la casa paterna con la nariz cortada y las
orejas mutiladas. Es Jordanes (un historiador que trabajaba al servicio de los godos)
quien nos refiere este episodio y lo presenta como un acto de crueldad personal,
motivado nicamente por la sospecha de que su esposa haba intentado suministrarle
un veneno[23]. Sin embargo, este tipo de mutilacin era una de las formas de castigo
que se aplicaban corrientemente en los crculos ms civilizados a los casos de mal
comportamiento sexual[24], lo que implica claramente que se haba dado en
considerar que la mujer de Hunerico era una zorra. Haba muy pocas probabilidades
de que el padre de la dama, rey de los visigodos, olvidara el ultraje. Y sus
consecuencias habran de ser devastadoras.
No hay duda de que los vndalos desaprobaban la moral romana, como tampoco
la hay del apetito que despertaba la sangre en los romanos. La expresin ms
caracterstica de los valores romanos se plasmaba en el anfiteatro, donde los hombres
ricos y poderosos ofrecan, corriendo ellos mismos con todos los gastos,
entretenimiento a la muchedumbre. El espectculo se basaba en una matanza de
animales, prisioneros y gladiadores. Este tipo de acontecimientos, peculiarmente
romanos, vena celebrndose desde haca cientos de aos: en pleno siglo I Sneca ya
haba descrito, como a continuacin se indica, la euforia que produca en las masas el
espectculo que se daba a medioda en el Coliseo de Roma:

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no hay ms que puros homicidios. Los combatientes nada tienen con qu
cubrirse; expuesto a los golpes todo el cuerpo, nunca atacan en vano.
La mayora prefiere esta competicin a la de las parejas ordinarias y
favoritas del pblico. Por qu no la van a preferir? No hay casco ni escudo
para esquivar la espada. De qu sirve la proteccin? De qu la habilidad?
Todo ello no es sino un retraso para la muerte. Por la maana los condenados
son arrojados a los leones y los osos, al medioda a los espectadores. stos
ordenan a quienes han matado que se enfrenten con quienes les van a matar, y
al vencedor lo reservan para la prxima matanza[25]

La muerte como diversin.


En el ao 1834 se encontraron en Torre Nueva,
cerca de Roma, cinco pavimentos de mosaico.
Realizados en el siglo III d. C., constituyen un
testimonio grfico de los combates de gladiadores
que sufragaba el propietario de la vivienda. En
ellos pueden leerse los nombres de los hombres
que intervinieron en la lucha y se les ve matarse
unos a otros para entretener a la muchedumbre,
adems de a los invitados que admiraban tan
costosa decoracin.

sta era la caracterstica ms duradera de Roma: las formas de gobierno podan


cambiar y desaparecer, podan instaurarse y derribarse religiones, pero el romanismo
se mantena, y mientras as fuese habra multitudes dispuestas a contemplar el
espectculo de la muerte en la arena. Agustn describe lo intensa que era la sed de
sangre que as se generaba. Afirmaba haber conocido a un joven cartagins que se
haba visto atrapado en el torbellino de la relajada moral de Cartago, con su incesante
rutina de entretenimientos ftiles, y le haba absorbido a tal punto la aficin a los
juegos del anfiteatro que haba terminado por perder el corazn y la cabeza. Al
joven, sin embargo, le haba influido una de sus alocuciones. Con un gran esfuerzo
de contencin se liber de la suciedad de la arena y jams retorn a ella hasta que
un da sus amigos le arrastraron, a pesar de sus protestas, a un espectculo.

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Encontraron un lugar en el que sentarse y Alipio cerr fuertemente los ojos
decidido a no tener ningn contacto con las atrocidades. Si al menos hubiera
conseguido taponarse igualmente los odos! Y es que en los momentos en que
algn lance de la lucha arrancaba un gran alarido a la multitud no poda
refrenar la curiosidad. Fuera lo que fuese lo que hubiera sucedido, estaba
seguro de que habra de encontrarlo repulsivo y conservar el dominio de s
mismo. As que abra los ojos.
Al ver la sangre fue como si hubiera apurado una copa de pasin
desenfrenada. En lugar de volver la cabeza asqueado miraba fijamente lo que
estaba ocurriendo y apuraba frenticamente aquel licor, sin darse cuenta de lo
que haca. Se deleitaba con la crueldad de la lucha y le embriagaba la
fascinacin del derramamiento de sangre. No era ya el mismo hombre que
haba sido arrastrado al anfiteatro, se haba convertido en uno ms entre el
gento.
Contempl y aplaudi, enardecido por la excitacin, y cuando abandon
la arena lo hizo con una mente enferma que no habra de darle un momento de
sosiego hasta que no retornara al mismo escenario[26].

Aquellos espectculos tenan un evidente objetivo pedaggico. Parte del


propsito de la exhibicin consista en exponer la diferencia, por entonces ya
obsoleta, entre la civilizacin y la barbarie. Los gladiadores vestan trajes
tradicionales y aparecan disfrazados como monstruos de la mitologa o brbaros
olvidados mucho tiempo atrs. Si se exhiba y daba muerte a los animales salvajes y a
los criminales era para mostrar el modo en que Roma preservaba la seguridad del
mundo. Sin embargo, an ms fundamental era el hecho de que aquellos fastos
constituyeran el homenaje que renda el imperio a las antiguas virtudes de la
Repblica romana. Los romanos crean que la contemplacin de las matanzas era
algo muy positivo. No slo porque fuera un buen entretenimiento, sino porque
resultaba igualmente bueno desde el punto de vista moral. Aquello haca que los
romanos fueran mejores.
En la actualidad tendemos a pensar que la compasin es una de las ms nobles
virtudes humanas y que de hecho resulta posible valorar la calidad de una sociedad
civilizada por el grado de compasin que muestra hacia los dbiles, los pobres y los
que sufren. Medida en funcin de ese criterio, Roma no merecera en modo alguno
que se la considerase civilizada, puesto que en ella se juzgaba que la compasin era
un defecto anmico. El Dios de Agustn, que condenaba a los nios recin nacidos a
la inmolacin del fuego eterno del infierno con sutiles argumentos de jurista, era un
autntico romano. Sneca, severo guardin de la virtud republicana, deca en un
ensayo dirigido a su pupilo y adepto Nern que la piedad era una emocin propia de
la peor clase de personas: las ancianas y las mujeres necias[27].
Los gladiadores merecan que se les contemplara y admirara porque encaraban su

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propia muerte sin estremecerse. Cicern sostena con jovialidad: Si con ello dan
satisfaccin a sus amos, no tienen reparos en morir. Plinio consideraba que estaba
contemplando un espectculo estimulante que demostraba la pasin del elogio y el
deseo de victoria. Estos autores eran excelentes romanos. A diferencia de las
ancianas y las mujeres necias, no sentan la menor compasin por las vctimas con
cuyas muertes se entretenan y educaban.
La actividad cotidiana del anfiteatro era una exhibicin del poder que Roma
ejerca sobre la naturaleza y la vida humana. Comenzaba a primera hora de la maana
con los espectculos de animales. De los pasadizos subterrneos surgan al escenario,
movidos por la maquinaria existente al efecto, paisajes enteros que despus se
poblaban de fieras exticas leones, tigres, leopardos, cocodrilos, elefantes, y
lo que se esperaba era que se despedazasen unas a otras. A la hora de comer sonaba el
toque de la ejecucin de prisioneros. Podan ser entregados a la voracidad de las
bestias salvajes u obligados (modalidad que gozaba de gran popularidad) a matarse
unos a otros. Dado que los prisioneros no tendan a hacer grandes alardes de virtud
heroica al enfrentarse a su fin, las clases altas mostraban cierta propensin a decir que
encontraban de gusto un tanto dudoso aquellas carniceras, pero constituan una
eficaz demostracin del poder y la crueldad del Estado. A continuacin vena la
sangrienta objetividad de los gladiadores, quienes, con sus distintos atuendos,
exhiban cmo haba de morir un hombre. sa era la atraccin principal, y los
gladiadores famosos tenan seguidores como los de cualquier estrella deportiva del
mundo actual.
Se sola decir que los cristianos haban detenido estas celebraciones. A fin de
cuentas, se supona que los cristianos eran capaces de mostrar compasin. Adems,
en los albores de su religin, los cristianos haban sido a su vez vctimas de los
espectculos del anfiteatro. Sin embargo, la triste verdad es que los cristianos de
Roma, siendo como eran muy buenos romanos, organizaban por su propia cuenta
combates de gladiadores. Hubo al menos un obispo de Roma (san Dmaso) que no
dud en contratar a gladiadores como guardia personal. Pese a que Honorio
prohibiera explcitamente las luchas de gladiadores en el ao 404, parece que seguan
celebrndose siempre que los romanos desearan demostrar que sus valores
tradicionales continuaban intactos.
Habran de ser los brbaros cristianos, esto es, los vndalos, quienes pusieran
freno a los sangrientos deportes del frica septentrional romana.

LA PRDIDA DEL CARCTER ROMANO DE LA CARTAGO


IMPERIAL

Finalmente, en el ao 439 los vndalos se apoderaron de Cartago. Giserico program

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deliberadamente su ataque para el 19 de octubre, fecha en que se celebraban los
juegos consulares y en que la poblacin incluso el obispo catlico se reuna para
contemplar los entretenimientos del anfiteatro. Los vndalos penetraron en la
ciudad sin encontrar prcticamente oposicin alguna, y abolieron los juegos para
siempre.
Cartago era la ciudad ms grande del imperio de Occidente despus de Roma, y la
mayor parte de cuanto sabemos de ella procede de la detallada descripcin de los
vicios de la urbe que nos ha dejado Salviano de Marsella[28]. Segn la crnica de
Salviano, la poblacin se pasaba el da sumida en el estupor de la bebida, llenndose
el estmago y entregada a todas las combinaciones posibles de la fornicacin.
Sealaba el contraste con la rectitud de los vndalos, a quienes consideraba unas
gentes mucho ms formales.
Los historiadores han tendido a desacreditar el retablo que pinta Salviano por
considerarlo producto de la enfebrecida imaginacin de un moralista cristiano
dedicado a fantasear acerca de las saturnales a las que no era invitado. Sin embargo,
un equipo canadiense de arquelogos que realiz excavaciones en Cartago en la
dcada de 1970 descubri la presencia de un enorme vertedero cerca del teatro, en el
barrio de la ciudad dedicado a las diversiones. As se pudo saber que justo antes de la
conquista vndala la gente beba una cantidad inusitadamente desmedida de vino de
Gaza, clebre por su calidad y alta graduacin. Tambin tenan la costumbre de
comer un gran nmero de ostras. Los arquelogos sugirieron que esto vena a
corroborar efectivamente la imagen que Salviano haba transmitido de los
cartagineses, a los que defina como a gentes inmersas en un continuo sopor etlico y
dedicadas a los placeres de la comida, la bebida y el sexo aunque admitieron que
no se [haba] hallado prueba arqueolgica alguna que pudiera sealar explcitamente
la realidad de este ltimo vicio[29]. Una vez que los vndalos se hubieron hecho
dueos de la situacin, parece que las costumbres de la ciudad de Cartago se
volvieron algo ms sobrias, y a pesar de que los arquelogos comprobaron que sus
habitantes seguan importando vino de Gaza, las cantidades haban disminuido
significativamente.
Lo cierto es que los vndalos apenas hostigaron a los catlicos desde luego
nada que pudiera compararse al trato que los romanos dieron a los seguidores de esa
confesin antes de que el imperio se convirtiera: hemos de recordar que en aquellos
aos las mujeres cristianas eran arrojadas a los leones en el anfiteatro de Cartago.
Y nada similar tampoco a la persecucin que hubieron de sufrir los donatistas. De
hecho, las peores quejas de los autores catlicos se centran en la circunstancia de que
se les prohibiera entonar sus himnos, incluso en los funerales.
Es verdad que de acuerdo con el obispo de Cartago, Quodvultdeus (
Lo-que-Dios-quiera), los vndalos causaron tantos muertos en la ciudad que no
qued nadie para poder enterrarlos, y que se lleg a esclavizar a mujeres con hijos, a
degollar a embarazadas, a dejar abandonados a una muerte segura a nios de pecho

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arrancados a sus nodrizas, y lo que es peor, a obligar a trabajar para ganarse el
sustento a matronas que un da haban gobernado un hogar propio[30]. Sin embargo, el
obispo y su squito eclesistico sobrevivieron a la matanza sin un solo rasguo.
Gracias a la enrgica campaa del obispo contra el arrianismo, los catlicos fueron
embarcados rumbo a Npoles. Al final el obispo fue canonizado con el argumento de
que haba sido un milagro que el barco no zozobrara. Segn parece, unos saqueadores
quemaron a dos obispos, pero desde luego la poltica de Giserico no era sa de
hecho se mostr resueltamente decidido a evitar el surgimiento de mrtires catlicos.
Antes sola decirse que los brbaros haban destruido las ciudades del mundo
romano y que suya haba sido la culpa de que la Europa medieval fuera un continente
rural salpicado por un escaso nmero de pequeas poblaciones. Cartago constitua en
este sentido el ejemplo clsico de aquella transformacin: la ciudad haba quedado
abandonada en torno al siglo VIII, y la causa se deba supuestamente a la presencia de
los incivilizados vndalos. Las excavaciones modernas han mostrado que todo esto
son ideas simplemente descabelladas.
No hay duda de que Cartago qued desierta en el siglo VIII, pero el declive se
haba iniciado ya en tiempos de los romanos, puesto que el desplome econmico
provoc que los ms adinerados se retiraran a sus propiedades rsticas, lo que
determin la decadencia del tejido urbano[31]. Contamos con un gran nmero de datos
que sealan que durante el perodo de la presencia vndala se dejaron de utilizar los
edificios pblicos. En torno al ao 450[32] comenzaron a apreciarse signos de ruina en
una baslica dedicada a la administracin de justicia y situada en el centro de la
ciudad, y en algn momento del siglo VI se procedi a la demolicin de unas lujosas
termas que presumiblemente deban de llevar ya algn tiempo en mal estado[33]. Sin
embargo, no se trataba de nada nuevo, puesto que la ciudad ya estaba cayndose a
pedazos cuando los brbaros penetraron en ella. Los vndalos derribaron los espacios
reservados a la representacin de obras dramticas, msica y poesa (el teatro y el
oden), pero lo hicieron porque consideraban inmorales aquellos lugares.
Posteriormente surgira un nuevo edificio en el solar del antiguo teatro lo que es
prueba de renovacin, no de asolamiento[34]. El circo sigui siendo un punto de
reunin muy popular gracias a las competiciones de carros, que continuaron
celebrndose sin grandes variaciones. Y est claro que la Cartago vndala contaba
con una amplia clase institucional en el mbito educativo: haba escuelas de artes
liberales, filosofa, idiomas y tica[35] en las que romanos y brbaros se sentaban
codo con codo en rebosantes salas de conferencias[36].
De hecho, resulta sorprendentemente difcil encontrar alguna prueba de la
existencia de una vida no romanizada en el frica vndala. Los vndalos adoptaron el
modo de vida de las gentes que les rodeaban, hasta el punto de que en todo el
continente slo se han encontrado ocho tumbas en las que puedan identificarse sin
lugar a dudas caractersticas germnicas[37]. Los historiadores han sealado que los

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poetas latinos que escriban en el reino vndalo constituan una minora amenazada
que sobreviva a duras penas entre los brbaros, pero no hay razn alguna para
suponer que esos poetas no fueran en realidad vndalos aparte de la decidida
creencia, que contradicen todas las pruebas que dan fe de su estilo de vida, de que era
imposible que los vndalos alcanzasen tal grado de refinamiento[38].
En la actualidad existe el consenso de que por lo que hace a la ciudad de
Cartago, la ocupacin vndala fue en buena medida un acontecimiento anodino, al
menos en lo concerniente a la vida cotidiana de sus ciudadanos[39].

MARE BARBARICUM
Con la cada de Cartago los romanos no slo perdieron frica, en realidad se
quedaron sin el Mediterrneo occidental. La totalidad del Mediterrneo, cada
centmetro de su litoral as como la integridad de sus islas, haba estado bajo dominio
romano desde el ao 133 a. C. Hispania se segua considerando romana, pese a que
ya no hubiera en ella ningn poder poltico romano. El tratado con Giserico haba
instalado en la mentalidad romana la ficcin de que frica segua siendo suya. Sin
embargo, ahora el pacto haba perdido su vigencia y frica no se encontraba ya en
sus manos. Despus de 572 aos la geografa del mundo se desgarraba. Los romanos
no podan seguir considerando suyo el Mare Nostrum.
Gracias al celo copista de un monje de la Renania del 1200 aproximadamente, ha
llegado hasta nosotros un mapa de las calzadas que recorran el mundo romano en el
siglo IV. La Tabula Peutingeriana, que as se la conoce, es una representacin del
mundo, apaisada y esquemticamente superficial, veinte veces ms larga que ancha,
en la que se traza el perfil de una banda de tierra que se extiende desde Gibraltar
hasta la baha de Bengala. Se trata de la actualizacin de un mapa ms antiguo, y en
ella aparece Pompeya, que no lleg a reconstruirse tras quedar enterrada en la
erupcin del ao 79 d. C. En la poca en que se compuso originalmente el plano, los
dominios de Roma abarcaban ms del 90% del atlas.
El Mediterrneo ocupa un 80% de la carta y la recorre como lo hara un ro no
constituye una barrera sino una va de comunicacin por derecho propio, ya que era
la principal arteria del mundo romano. El centro del mundo es Roma, inscrita en un
crculo dorado en cuyo interior se encuentra un emperador que viste la toga prpura y
sujeta un orbe terrestre, un cetro y un escudo. Inmediatamente debajo de esta imagen
se encuentra el puerto de Ostia, representado como un simple almacn semicircular
rematado por un muelle y un faro una bocana de mampostera abierta como unas
fauces a la espera de la pitanza de Roma. Y exactamente enfrente, al otro lado de
este estrecho canal mediterrneo, se encuentra Cartago, el punto de produccin de
esas vituallas.

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No obstante, ahora, el Mediterrneo haba dejado de ser una va de comunicacin.
Giserico, decidido a desbaratar, si poda, el poder que an conservaba Roma, puso
inmediatamente en marcha un plan para la construccin de embarcaciones. El mar
estaba a punto de cambiar de bando y pasar a ponerse de parte de los brbaros. Para
los romanos quedara convertido en algo tan peligroso como cualquier zona boscosa.
Se cursaron permisos de urgencia a los comerciantes de Oriente a fin de conseguir
que llegaran suministros a Roma. Se requirieron los servicios del ejrcito y la
poblacin civil recibi autorizacin para llevar armas debido al peligro de que el
enemigo lanzara un sbito ataque por mar.
Roma tena que devolver el golpe, as que comenz a reunirse en Sicilia, con
efectivos procedentes tanto del imperio de Oriente como del de Occidente, un enorme
ejrcito y una inmensa flota comandados por cinco generales. Sin embargo, la flota
no lleg a hacerse a la mar. Antes al contrario: en el ao 442 Roma se vio obligada a
firmar un nuevo y humillante tratado con Giserico por el que aceptaba que ste le
entregara el grano de frica a cambio de un pacto de no agresin que no slo
reconoca que el antiguo enemigo era ahora un rey aliado y amigo, sino que
conceda carta de naturaleza a la autoridad que ejerca al menos en una parte de
Sicilia y sellaba el arreglo proclamando la promesa matrimonial entre Hunerico, el
hijo de Giserico, y Eudocia, hija del emperador Valentiniano III.
La escuadra reunida en Sicilia en el ao 440 era descomunal, ya que estaba
integrada por mil cien navos. Poda haber transportado a un ejrcito capaz de
expulsar de Cartago a Giserico y a sus vndalos, con lo que el imperio romano de
Occidente habra conseguido sobrevivir. Por qu no lleg a levar anclas entonces?
Una vez ms, la crnica de los vndalos se entrelaza con la de los hunos. Pero en
esta ocasin los hunos iban a ser sus salvadores, ya que haban lanzado su primer
ataque contra el imperio.

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14

La venganza

H ay un nombre que representa el salvajismo brbaro en estado puro y en su


faceta ms despiadada e irracional. O cuando menos evoca los tpicos del
imaginario romano, recalentados durante el Renacimiento y constantemente refritos
desde entonces.

ATILA EL HUNO
En el siglo XVI, Rafael pinta el cuadro del encuentro entre el papa y Atila a las afueras
de Mantua (aunque en realidad el lienzo sita la entrevista a las puertas de Roma). En
esta obra se muestra la confrontacin que opona a la Santa Madre Iglesia de Dios,
defendida por los santos del cielo, con la viva imagen del anticristo, cuyos brutales
seguidores aparecen envueltos en los vapores sulfurosos del propio infierno. Con
todo, lo mejor ser que conozcamos a ese hombre. Tenga a mano su crucifijo y una
ristra de ajos. Ah, s, y un buen regalo! Un historiador griego de mediana edad
llamado Prisco form parte de una embajada enviada a presencia de Atila en el ao
449 y nos ha dejado un relato muy completo de lo que all sucedi[1].
Para empezar, la reunin de Prisco con Atila no se produjo al aire libre ni bajo
una tienda, sino en el amplio y bellamente trabajado palacio de madera del jefe huno.
El soberano brbaro se encontraba ausente y cuando regres fue recibido por una
procesin de doncellas que entonaban cnticos y caminaban bajo largos velos de lino,
sostenidos en alto por unos ayudantes. A medida que avanzaba a lomos de su caballo,
la esposa de su primer ministro sali de su vivienda portando refrescos sobre una
bandeja de plata que se mantena elevada de modo que Atila pudiese alcanzar las
bebidas desde su montura.
Atila era un hombre carismtico con un sentido de la poltica finamente aguzado.
Saba cmo presentarse ante los dems y cmo rodearse de una aureola de dignidad.
Sobresala en la promocin de s mismo y en la elaboracin de un mito personal, y no
slo se vali de aquella reunin para impresionar a los romanos, sino para mostrar a
su propio pueblo que saba dar una leccin de humildad a los romanos.
Tras haber sido obligado a esperar durante varios das, el embajador fue invitado
a un banquete cuyo comienzo haba sido fijado a las tres en punto de la tarde. Se
pidi a los invitados que brindaran a la salud de su anfitrin ante la puerta del palacio

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y despus se les introdujo en un gran saln con sillas a los lados y en el que Atila
reciba a sus huspedes recostado en un divn. Detrs de l se encontraba un estrado
en el que se acomodaba su lecho, enmarcado entre cuatro pilares y velado tras unos
cortinajes. Prisco describe a su hospedador y nos lo presenta como un hombre de
corta estatura, tez morena, pecho ancho, cabeza grande, ojos pequeos y nariz
aplastada. Su barba, poco poblada, apareca sembrada de canas. Pese a que era
imperioso no se mostraba proclive a la violencia. Era sumamente juicioso en sus
consejos, clemente con quienes le suplicaban perdn y leal con aquellos cuya amistad
aceptaba.
El orden en el que tomaban asiento los invitados en el interior del palacio de Atila
se ajustaba estrictamente a la precedencia y todo iba acompaado de un prolongado
ritual en el que cada uno de los invitados levantaba su copa a la salud de Atila.
Despus se traan mesitas con comida, y se iniciaba as un rico festn servido en
fuentes de plata y en copas de ese mismo metal, cuando no de oro. Atila, sin
embargo, utilizaba nicamente un vaso y una escudilla de madera, y su comida era
muy sencilla. Vesta ropas corrientes y no llevaba adorno alguno. El festejo terminaba
con nmeros juglarescos seguidos de la actuacin de unos cmicos, y cuando el
embajador decidi irse a la cama la celebracin an segua en marcha.
Sera agradable poder decir que Atila es un personaje histrico notablemente
incomprendido, que sus metas se han malinterpretado y que era en todos los sentidos
una buena persona. A fin de cuentas, en Hungra y Turqua se le considera hoy un
gran hroe, una especie de rey Arturo del pueblo huno, y es muy comn ponerles a
los nios hngaros el nombre de Atila. Una clebre novela romntica del ao 1901
mezcla las crnicas de Prisco con los mitos hngaros y ofrece una imagen
enormemente atractiva de un hombre al que se presenta como a un gran monarca
carismtico[2].
Es indudable que haba gente que prefera muy seriamente vivir entre los hunos a
tener que hacerlo entre los romanos. En la corte de Atila, Prisco conoci a un griego,
un comerciante que haba sido capturado y que haba emprendido una nueva y
prspera vida entre los hunos. Aquel hombre le explic que la existencia que ahora
llevaba era mejor que la que habra tenido que seguir en el mundo romano, y las
razones que adujo eran muy similares a las que haba dado Salviano en relacin con
los bagaudos de Occidente. El dominio romano impona una carga fiscal que
deslomaba econmicamente a quienes la sufran y diriga un sistema jurdico que
favoreca a los ricos y perjudicaba a los pobres, mientras que los brbaros dejaban
que cada cual se ocupara de sus propios asuntos al menos, con toda seguridad, en
tiempos de paz.
Hay parte de verdad en lo anterior, especialmente teniendo en cuenta que Atila no
tena necesidad de gravar con impuestos a sus sbditos ya que reciba el tributo de
Constantinopla. No obstante, la misin de este gran rey no consista en hacer del
mundo un lugar mejor para todo el gnero humano. Atila era tan despiadado como

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cualquier romano, y ejerca un poder ms arbitrario: Prisco seala que al menos los
romanos no dejaban su vida y sus bienes al albur de los caprichos de sus gobernantes.
El mismo individuo que desde un determinado punto de vista presenta los rasgos
de un gran rey muestra caractersticas de megalmano cuando se le contempla desde
otro ngulo. Segn Jordanes, que cita a Prisco, corra el rumor (presumiblemente
puesto en circulacin por el propio Atila) de que un pastor haba seguido el rastro de
sangre dejado por una novilla herida hasta dar con una espada enterrada que el
vaquero se apresur a poner en manos de Atila. ste afirm inmediatamente que se
trataba de la Espada de Marte y que el hallazgo vena a significar que haba sido
designado para dominar el mundo[3]. Y al igual que a cualquier otro conquistador del
orbe, no le preocupaba en absoluto el sufrimiento y el horror que pudiera provocar su
ascenso a esa posicin.

LOS ESQUIVOS HUNOS


La embajada de Prisco se produjo unos ochenta aos despus de que los godos
huyeran aterrorizados ante la irrupcin de los hunos en la Dacia, y desde entonces
haca ya tiempo que los invasores se haban asentado. La idea renacentista de un
tosco brbaro pagano que se ve arrollado por el milagroso poder que se ejerce a
travs del papa es obviamente una fantasa. No obstante, se aproxima mucho ms al
modo en que se vean los acontecimientos en torno a la poca en que stos se
produjeron que a la vigente imagen de los hunos, que los representa como una horda
de salvajes jinetes asiticos que cruza el imperio lanzada al galope, degella a sus
habitantes y reduce a escombros sus ciudades.
En los aos en que los vndalos recorran frica los hunos vivan en casas de
madera en la Dacia y en Panonia, dedicados al disfrute de los productos agrcolas que
les proporcionaban unos campesinos convertidos ahora en sus vasallos. Los hunos
mismos continan siendo un pueblo esquivo, escurridizo a la mirada del estudioso de
pocas posteriores. Al parecer haban adquirido caractersticas muy similares a las de
los godos. En el territorio que ocuparon los hunos se han desenterrado miles de
tumbas del siglo V, y prcticamente en ninguna de ellas han podido encontrarse datos
que permitan sealar un origen huno. Si tomamos como base los enseres funerarios
que acompaan a los cadveres, la mayora de ellos presentan un aspecto
notablemente germnico[4].
No sabemos casi nada acerca de los hunos sus orgenes, e incluso su lengua
siguen siendo un misterio. No ha llegado hasta nosotros una sola palabra del
idioma huno, aunque esto quiz pueda deberse al hecho de que no se tratara de una
lengua peculiar suya. Es probable que hablaran turco uno de los tos de Atila
responda a un nombre posiblemente similar a Octar, y en turco ktr significa

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poderoso. Hay otros nombres que respaldan esta tesis: el padre de Atila era
Mundiuco (perla), una de sus esposas se llamaba Erecan (hermosa reina) y su
hijo Ernac (hroe)[5]. Tambin la palabra Atila podra ser turca ya que es un
diminutivo de atta, padre, tanto en turco como en godo, aunque en realidad se no
fuera en absoluto su nombre, dado que nicamente se trataba de un modo de aludir a
su persona. El apelativo de Padrecito sobrevivi hasta el siglo XX, puesto que sa
era la forma convencional de referirse al zar de todas las Rusias. Por tanto, la voz
attila pertenece a la lengua de sus vasallos, y la mayor parte de ellos no eran hunos.
Atila y su hermano Bleda vivieron en una corte que hablaba el godo germano, y
ambos comprendan el latn y el griego. Uno de los consejeros de Atila era romano, al
igual que su secretario, mientras que otro de los hombres que le asesoraban haba sido
un destacado rebelde del alzamiento bagaudo de la Galia.
Los hunos constituan ahora una sociedad compleja en la que se haban integrado
otros muchos pueblos. En las dcadas de 420 y 430 el rey Ras haba entablado
estrechas relaciones con el imperio, al que suministr mercenarios y con el que
intercambi rehenes. Para convencerle de que era mejor comportarse como un
pacfico vecino, Teodosio II, el emperador de Oriente, le concedi un pago anual de
158 kilos de oro. Por supuesto, se supona que esta riqueza habra de terminar
revirtiendo en el imperio, dado que los hunos se gastaban aquel dinero en la
adquisicin de objetos de lujo y armas con lo que el gesto de Teodosio vena a
asemejarse un tanto a la ayuda al desarrollo que conceden hoy los pases ricos a los
subdesarrollados. Aquel estado de cosas tena asimismo la ventaja, desde el punto
de vista de Roma, de incorporar a los hunos a la economa de mercado.
Tras la muerte de Ras, sus sobrinos Bleda y Atila ocuparon su lugar. La sucesin
se produjo poco antes de que Constantinopla enviase a Sicilia un formidable nmero
de hombres y barcos para el previsto ataque contra Giserico. Teodosio estaba
intranquilo porque deseaba conservar la seguridad de su frontera, ahora
desguarnecida tras el envo de efectivos, as que se avino al argumento de los dos
hermanos y acept que un reino con dos cabezas deba recibir un subsidio doble.
Ante la insistencia de los hunos, el contrato se formaliz a caballo, para desconcierto
de los embajadores de Constantinopla. Pese a que ahora los hunos llevaban una vida
ms sedentaria basada en la agricultura, la existencia a lomos de sus monturas segua
constituyendo, en trminos simblicos, la esencia misma de la identidad huna.
Como parte del trato les haban sido entregados dos refugiados huidos de la frula
de los hermanos es evidente que los nuevos reyes se ponan nerviosos ante la
posibilidad de que en el interior del imperio pudiera cuajar la conjura de cualquier
disidente. Como era de esperar, los fugitivos fueron empalados. En el ao 337, y
por razones obvias, el primer emperador cristiano haba abolido el castigo de la
crucifixin, de naturaleza comparable a la del empalamiento, y aunque los
escarmientos romanos seguan procurando causar una humillante y prolongada
agona (ya que se mutilaba a los reos y se les verta plomo derretido en la

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garganta[6]), esta iniciativa mostraba que los hunos tenan su propia manera de
solucionar las cosas.
No obstante, una vez que se vio claro que los defensores de Constantinopla
haban sido enviados lejos de la ciudad, los hermanos pensaron que indudablemente
les resultara muy sencillo aumentar la puja del pacto que acababan de sellar. No
tardaron mucho en atravesar el Danubio al mando de un considerable ejrcito. Esta
invasin huna distaba mucho de ser la de un puado de brutales jinetes de las estepas.
En su contacto con el ancho mundo haban hecho acopio de un gran nmero de
instrumentos y destrezas tiles, as que ahora disponan de un conjunto totalmente
nuevo de ingenios y habilidades con los que guerrear. Los hunos contaban con
ingenieros, y dichos ingenieros les haban construido mquinas de asedio y
catapultas. Olvidmonos de las hordas aulladoras provistas de arcos y flechas:
aquellos tipos se desplazaban con lentitud y prudencia, y posean el suficiente podero
militar como para derribar una fortaleza. Devastaron un cierto nmero de fuertes,
arrasaron poblaciones y pusieron cerco a Naiso (la actual Nis). Tomaron la ciudad
valindose tanto de ingenios para lanzar proyectiles como de enormes arietes con
punta de hierro, y se protegan gracias a unos cobertizos que les permitan una
notable movilidad.
El imperio qued aturdido. Por primera vez en la historia estaba sufriendo la
invasin de un ejrcito brbaro provisto de una eficacsima artillera pesada. La idea
de continuar la guerra contra Giserico fue inmediatamente abandonada. Los peligros
que acechaban a las puertas de Constantinopla eran demasiado grandes como para
mantener la descomunal campaa de frica. En el ao 442 los hunos recibieron un
subsidio an mayor en torno a cuatrocientos cincuenta kilos de oro al ao. Y en
un nuevo tratado con Giserico, Roma le reconoca como aliado y asuma que dejaba
de ser un enemigo, con lo que, humillada, volva a tener acceso al trigo y el aceite de
oliva africanos.
Sin embargo, tan pronto como el ejrcito de Constantinopla regres de Sicilia, la
audacia del emperador Teodosio II creci notablemente y el imperio dej de pagar el
subsidio. Fue en torno a esa poca, es decir, hacia el ao 445, cuando Atila descubri
que iba a tener que arreglrselas sin la ayuda de su hermano. Bleda muri. Nadie sabe
cmo, pero todos sealan con el dedo a Atila.

EL NUEVO ORDEN DE ATILA


Ningn otro pueblo brbaro resultaba tan ajeno a los romanos: un profundo temor
recorre todo cuanto stos han dejado escrito sobre los hunos. Aquel miedo era
consecuencia del singular enfoque que Atila dio a sus relaciones con el imperio. Cre
una especie de Teln de Acero en el Danubio, cerrando hermticamente el mundo

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huno al mbito romano.
Roma tena mtodos de relacin muy arraigados con los pueblos brbaros que se
encontraban al otro lado de sus fronteras. El imperio permita los desplazamientos y
el comercio, pero no slo vigilaba atentamente todo cuanto suceda, sino que
impulsaba la romanizacin mediante el pago de subsidios a los grupos brbaros
ms importantes y el sostenimiento de polticas de reclutamiento de mercenarios e
intercambio de rehenes que permitan que los hijos de los cabecillas brbaros
crecieran en el seno de la cultura romana y lograran apreciar de ese modo los
beneficios de la civilizacin.
Atila fren todo aquello. Comprendi que si consegua hacerse con el exclusivo
control de los subsidios y aumentarlos en cantidad suficiente lograra tener en sus
manos el dominio de su propia sociedad. Y si en vez de tolerar el libre comercio con
el imperio comenzaba a controlar las transacciones y los movimientos de la frontera
accedera a una posicin de extraordinario poder.
Segn parece, Atila aprendi de Ras esa poltica basada en procurar el control
exclusivo de los subsidios romanos. En efecto, Ras se haba negado a permitir que
los romanos pagaran subsidios a nadie que l considerara vasallo suyo, y si los
romanos no se avenan a esa situacin amenazaba con anular los tratados que tena
establecidos con Roma[7]. Adems, Atila sigui el ejemplo de Ras en lo tocante a la
devolucin de fugitivos e insisti al mximo en este punto, como sola hacer su to:
no consenta que ningn huno viviese en suelo romano. Dado que adems abandon
una de las costumbres de Ras y dej de proporcionar mercenarios al imperio,
pareca que Atila estaba decidido a levantar una especie de separacin entre Roma y
los brbaros paganos.
Se trataba de una disociacin que Atila quera, como es obvio, lo ms tajante
posible, as que pona en lograrlo el mximo inters. Una de las exigencias que Atila
oblig a aceptar a la embajada de Prisco fue la de que deba mantenerse libre de todo
cultivo agrcola una faja de terreno de ciento sesenta kilmetros de ancho en la orilla
meridional del Danubio. Hubo un tiempo en que eran los romanos quienes deseaban
establecer fronteras. Ahora eran los brbaros.
Los hunos haban tenido siempre un enorme nmero de gobernantes: los pueblos
nmadas carecen de centralizacin porque eso crea problemas vinculados al excesivo
crecimiento de las dimensiones del grupo. Sin embargo, ahora ya no eran nmadas y
la posibilidad de contar con un nico dirigente que predominara sobre todos los
hunos se perfilaba como una realidad. Atila se percat de que el control exclusivo del
oro romano y en grandes cantidades era la clave para acceder a esa posicin, a
condicin, claro est, de que viniera acompaada de la supresin de la influencia
romana. l sera la fuente de riqueza, pero no dejara que sus vasallos gastasen
ninguna cantidad importante de aquel caudal en la adquisicin de artculos romanos.
Se levant en Margus, a orillas del Danubio, cerca de donde se alza hoy Belgrado, en
la actual Serbia, un nico mercado para el comercio de productos romanos y hunos.

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No se trataba exactamente de un mercado, ya que en la mayora de los casos los
hunos se limitaban a comprar grano y a vender productos animales. La excavacin de
los asentamientos situados en territorio huno muestra una extraordinaria escasez de
materiales romanos y un predominio de mercancas de origen godo (a lo que hay que
sumar la presencia de calderos hunos). Los arquelogos sugieren que esto indica una
actitud antirromana por parte de la propia gente, pero no parece que se les permitiera
elegir con entera libertad en este asunto. Y ms tarde, en el ao 449, una vez que el
mercado se haba ya consolidado y que presumiblemente estaba empezando a gozar
de una popularidad creciente, Atila orden desmantelarlo y trasladarlo a Naiso, lo que
significaba emplazarlo doscientos cuarenta kilmetros ro arriba de hecho, puesto
que mandaba hacerlo en una ciudad que l mismo haba saqueado siete aos antes,
era evidente que no tena intencin de que prosperara.
Hay una prueba asombrosa de que los habitantes que no eran de origen huno se
identificaban de hecho con los hunos y se mostraban ms tajantes en cuanto a la
negacin de su condicin romana. Comenzaron a vendar las cabezas de sus hijos a fin
de conseguir que se volvieran alargadas y puntiagudas, como hacan sus
dominadores[8]. Segn parece, envolvan con especial cuidado las cabezas de las
nias cabe suponer que para contribuir a que pudieran casarse con los miembros de
la nueva clase gobernante.
Si la gente que se hallaba tras el Teln de Acero levantado por Atila no gastaba el
dinero en artculos romanos ni se construa casas de estilo imperial (y no parece que
se haya encontrado ninguna en esta zona), en qu empleaba el oro que Atila
distribua? Es probable que en algunos tesoros, como el hallado en Szilgy-somly
(Transilvania), se encierre la respuesta. Se trata de una sorprendente coleccin de
joyas de la ms alta calidad con la que se seala claramente la elevada posicin social
de quienes las poseyeron. Se cree que pertenecieron a un grupo godo. Otra fortuna
desenterrada en el ao 1979 en Panonia, en la actual Hungra (el tesoro de
Pannonhalma), debi de haber sido necesariamente propiedad de un huno. Entre los
objetos hallados figuran varios arreos decorados con piezas de oro y algunos
ornamentos de espadas y arcos cuyo estilo es idntico al de otros adornos encontrados
en Renania y el mar de Azov[9].
El hecho de que Atila tuviera la potestad de repartir oro implicaba que las clases
ms altas de su sociedad dependan de l para poder sealar su posicin. De este
modo, levant un reino enorme, y su dominio sobre los godos se extendi desde el
Caspio hasta el mar del Norte. Se han hallado vestigios hunos en una franja
geogrfica que va de Austria a Ucrania. Por primera vez, el imperio romano era presa
de un reino brbaro deseoso de sorberle la sustancia.

LOS HUNOS SANGRAN CONSTANTINOPLA

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Atila tuvo que haber comprendido necesariamente desde un principio que Teodosio II
era fcil de manejar. El emperador era un hombre dcil y un excelente iluminador de
manuscritos[10], as que Atila se propuso dejar sus arcas exanges. La primera
prueba real de que realmente era capaz de hacerlo surgi con la atrevida decisin que
llev a Teodosio a suprimir el subsidio tan pronto hubieron regresado a sus dominios
las tropas enviadas a Cartago y vio defendidos los muros de Constantinopla. Y de
menudas murallas estamos hablando! Era la mejor construccin defensiva del mundo,
y apenas llevaba treinta aos en pie. Aunque reconstruidas, an hoy se mantienen
sobre sus cimientos. Los atacantes tenan que atravesar primero un foso de dieciocho
metros de ancho y nueve de profundidad dotado de un complejo sistema hidrulico
que permita inundarlo. En caso de que lograran superar este obstculo se
encontraran en un terreno plagado de celadas de dieciocho metros de anchura que
terminaba en un muro de nueve metros de alto recorrido en su parte superior por un
camino de ronda y salpicado de torres de guardia. Todo aquel que se las arreglase
para escalar dicho mamparo desembocara en otro foso de exterminio de trece metros
de anchura cerrado a su vez por otro contrafuerte, de dieciocho metros de altura,
igualmente rematado por un adarve y provisto de torretas cada cuarenta y cinco
metros. Todo esto estaba construido con plena conciencia del poder destructivo de la
artillera. No haba mquina de asedio capaz de quebrar aquel parapeto: se necesitaba
algo mucho ms potente. Atila hubo de esperar a que el destino le revelara sus
designios.
El 27 de enero del ao 447 los antepechos de Constantinopla se derrumbaron. Los
hados haban puesto un terremoto al servicio del cabecilla huno. ste emprendi la
marcha en direccin a la ciudad, cuya poblacin se encontraba en un estado de
frentica desesperacin. Los seguidores de todos los equipos de carreras de carros del
circo lo que vena a equivaler al conjunto de los hinchas de los equipos de ftbol al
completo organizaron una partida de trabajadores para reconstruir el muralln a
toda velocidad y se afanaron en l da y noche. Y aquellos aficionados al deporte lo
consiguieron! Cuando Atila se present en Constantinopla los baluartes se hallaban
de nuevo en pie.
Lo que resulta irnico es que si se hubiera tratado de los antiguos hunos, los que
cabalgaban al galope tendido y lanzaban una nube de flechas, habran logrado cubrir
los escasos ochocientos kilmetros que les separaban de su objetivo en cuestin de
das y tomado fcilmente la ciudad. Pero aquellos tiempos se haban esfumado. El
ejrcito de Atila era una enorme masa de hombres y maquinarias concebidas para
asaltar ciudades, no para arrasar granjas, y avanzaba lenta e inexorablemente rumbo a
Constantinopla a una velocidad media de poco ms de nueve kilmetros al da.
Cuando por fin alcanz su objetivo hizo pur al ejrcito que le haba salido al
paso, pero la ciudad de Constantinopla segua siendo inconquistable. Por tanto, con la
idea de dejar claro en la urbe que estaba dispuesto a todo, Atila emple su ejrcito en
asolar las poblaciones de los Balcanes.

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En la poca en que los godos haban devastado aquel territorio, esto es, unos
setenta aos antes, los ciudadanos se haban retirado a las ciudades que ahora se
dedicaba a demoler Atila y haban vivido con relativa seguridad tras sus murallas. Sin
embargo, los datos de una de las excavaciones realizadas en Nicpolis sobre el Yatro
exponen con toda claridad la situacin[11]: los hunos redujeron a escombros las plazas
fuertes que haban logrado superar con xito el ataque de los godos. Al igual que
otras muchas de la regin, la propia ciudad de Nicpolis qued totalmente destruida.
Los hunos no se limitaron a saquear la ciudad y a asesinar a sus habitantes: tuvieron
que emplearse a fondo para devastar el casco urbano de la poblacin. La civilizacin
urbana de corte romano que se extenda por la llanura del Danubio que nace al norte
de la cordillera de los Balcanes haba llegado a su fin. Y Constantinopla haba
quedado convenientemente impresionada.
Se atendieron las exigencias de Atila. Aparte del dinero que se le deba, quera
que le fueran entregados, como siempre, los fugitivos, contar con un cordn sanitario
a lo largo del Danubio ah, y cmo no (la idea le acababa de cruzar la cabeza),
peda tambin una esposa romana de noble cuna para su secretario! Lo habitual.
Se le entregaron juntos todos los pagos atrasados del subsidio que Teodosio se haba
comprometido a pagar 2720 kilos de oro, y la cuota anual se increment,
quedando fijada en 952 kilos del mismo metal. Las grandes casas aristocrticas se
vieron obligadas a aflojar todo el oro y la plata que posean, y los antes acaudalados
se encontraron de pronto en situacin de verdadero apuro. En algunos casos, la gente
lleg al suicidio al verse incapaz de abonar la contribucin que se le exiga. La Nueva
Roma haba sido saqueada y convertida en presa sin necesidad de resquebrajar
siquiera sus muros.
La embajada en la que participara Prisco dos aos despus tena el cometido de
poner fin a aquel acuerdo pero de un modo que Prisco desconoca. En la partida
que le acompaaba viajaba tambin un asesino pagado por Crisapio, que no slo era
el chambeln de Teodosio, sino tambin el hombre que gestionaba los bienes de la
casa imperial. Este Crisapio haba encargado a su sicario que eliminara para siempre
la amenaza de Atila a cambio de veintids kilos de oro. Habra sido un negocio
redondo, pero Atila estaba al corriente de toda la conjura y en vez de torturar y
aniquilar al asesino a sueldo envi a Orestes, su secretario, a Constantinopla. Cuando
ste se present ante el emperador y su chambeln lo hizo llevando alrededor del
cuello la bolsa con los veintids kilos de oro del mercenario.
Tras haber avergonzado a la corte imperial, Orestes dijo a Teodosio que al
acceder a pagar tributo se haba degradado a la condicin de esclavo. Es por tanto
justo aadi que muestres reverencia al hombre a quien la fortuna y el mrito
han colocado por encima de ti, y que no trates, como un vil siervo, de conspirar
clandestinamente contra tu amo. Atila exiga que el avasallado Teodosio le enviase
otra embajada, esta vez compuesta por destacados dignatarios, los cuales deban
escoltar a Crisapio y entregarle a Atila a fin de que fuese ejecutado.

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El manso Teodosio, aturdido y avergonzado, se mostr de acuerdo. Atila haba
conseguido de Constantinopla lo que quera: no territorios, sino respeto. Y dinero.
Prisco comprendi que lo que le motivaba era, principalmente, la voluntad de
dominacin: Gobierna las islas del Ocano [presumiblemente el Bltico], y ha
obligado a los romanos, adems de a la totalidad de Escitia, a pagar tributo [] y
para acrecentar an ms su imperio, ahora quiere atacar a los persas[12].
Pero entonces se le ocurri una idea mejor.

ATILA SE ENFRENTA A OCCIDENTE


Cuando los excelentsimos y magnficos embajadores se presentaron como es debido
ante Atila se humillaron, dejaron en ofrenda regalos fabulosos, adems de al
petrificado chambeln, y concertaron con toda la pompa requerida el matrimonio del
secretario de Atila. Despus Atila perdon a todo el mundo, incluso a Crisapio. Fue
un ejemplo de dulzura y parabienes. Cuando lleg el momento de la partida de los
embajadores, cosa que debi de haber sucedido a finales de la primavera, no haba ya
cuestiones pendientes entre Atila y Constantinopla. El Teln de Acero se cerr con
estrpito tras ellos: cabe suponer que se abri de nuevo un ao ms tarde, en 451,
fecha en la que llegaba la siguiente remesa del tributo.
A todo esto, Atila comenz a preparar su gran sorpresa. Al principio de la
campaa militar del ao 451, irrumpi con gran estruendo en la Galia septentrional,
separada unos mil doscientos kilmetros de su cuartel general, al frente de un ejrcito
de inimaginables dimensiones. Hay quien afirma que marchaba junto a l medio
milln de hunos[13]. Otros autores indican que eran setecientos mil. Sea como fuere,
sigue sin estar en modo alguno claro qu haba podido suceder para que se realizara
tal despliegue.
Atila debi de haber tardado cerca de dos meses en llevar hombres y caballos
hasta el Rin[14]. Ahora bien, las monturas militares necesitan hierba, igual que los
tanques precisan de combustible, y en la Europa central no hay pasto en invierno.
Tuvo que haber trasladado la totalidad de su ejrcito con gran secreto a finales del
verano anterior, justo despus de que los embajadores se marcharan. Una vez
llegados al Rin, los hunos y los godos de Atila almacenaron forraje para que sus
animales pudieran pasar el invierno y comenzaron a deforestar esa zona de
Germania[15] para construir una estructura que acabara convirtindose en un pontn
de embarcaciones con el que poder cruzar el ro cuando se iniciara el deshielo y
empezase a crecer hierba fresca. Es obvio que trataba de conseguir que el factor
sorpresa tuviera el mximo impacto posible la campaa que Atila haba planeado
persegua provocar conmocin y pnico. Y si haba logrado ponerla en prctica
haba sido gracias a su Teln de Acero. Cunto tiempo llevaba maquinndola?

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Desde luego parece probable que ya la tuviera en mente cuando se present ante
l la embajada de Prisco en el ao 499. A Prisco se le dijo que el siguiente objetivo
del rey huno era Persia. Da la impresin de que le quisieron proporcionar
deliberadamente una informacin errnea. Prisco no le dio crdito y pregunt cmo
pensaban materializar su proyecto: le contestaron que los hunos conocan una ruta
que rodeaba el mar Caspio.
Qu pretenda Atila? Utiliz pretextos extraordinariamente fluctuantes para
tratar de justificar el ataque. Para empezar, sostuvo que exiga la mitad del imperio de
Occidente como dote para su prxima esposa, que deba ser Honoria, la hermana del
emperador de Occidente. Atila afirmaba que ella le haba pedido que se casase con
ella. Honoria le haba enviado incluso un anillo!
Ahora bien, por ridculo que parezca, es muy posible que fuera cierto. Honoria
era una mujer bastante conflictiva. De hecho era una verdadera fuente de problemas.
Haba tenido un amoro en Ravena con su chambeln, y al descubrir que estaba
embarazada trat de que su amante fuera proclamado emperador. Sin embargo, lo que
sucedi fue que a l se le conden a muerte y que a ella se le dijo que deba casarse
con algn senador pelmazo con el que la joven rechazaba todo contacto. Su madre,
Gala Placidia, la envi a Constantinopla, decidida a obligarla a llevar una vida de
celibato bajo la supervisin de su prima Pulqueria. No era sa precisamente la idea
que Honoria tena de la buena vida.
Debi de haberse figurado que Atila podra ser su caballero de brillante armadura,
as que le envi clandestinamente una carta y un anillo. Cuando se supo lo que haba
hecho, fue enviada de vuelta a la corte de su hermano Valentiniano en Ravena.
Atila anunci que aceptaba la propuesta de Honoria y que la dote que quera era
la Galia. Aqul era un pretexto tan bueno como otro cualquiera y quiz mejor que
el basado en el hecho de que hubiera un banquero romano que posea varias bandejas
de oro que, segn Atila, le pertenecan a l, como rey de los hunos, por derecho de
conquista. Y si el banquero tena adems armas de destruccin masiva? Visto lo
visto con los pretextos para declarar guerras, los que aqu estamos debatiendo parecen
ms bien frusleras si los comparamos con los que se utilizan en nuestra propia poca.
Parece como si Atila, dispuesto a avanzar ahora que Constantinopla se le someta,
hubiera decidido simplemente que Occidente era un objetivo ms fcil de sojuzgar
que Persia. Sin embargo, tambin pudiera haber ocurrido que el ataque que ahora
lanzaba Atila hubiese sido financiado con anterioridad por algn otro personaje es
decir, que Atila hubiera sido de hecho contratado para invadir la Galia.

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Asuntos familiares: Gala Placidia y sus hijos Valentiniano III y Honoria.
Gala Placidia (arriba, a la izquierda), hija del emperador Teodosio I, se hallaba en Roma cuando
Alarico se apoder de la ciudad. Parti en compaa de los visigodos no sabemos si obligada o
por voluntad propia y se cas con Atalfo en el ao 414 d. C. Tras la muerte de este ltimo,
contrajo matrimonio con Constancio. Al fallecer ste tambin, Gala Placidia huy a Constantinopla
con sus hijos, Valentiniano (arriba, en el centro) y Honoria (arriba, a la derecha). Su sobrino
Teodosio II puso a Valentiniano en el trono de Occidente, y Gala Placidia pas a convertirse en
regente. En torno al ao 449, Honoria se complic la vida y termin prcticamente recluida en
Constantinopla, circunstancia que tuvo consecuencias muy divertidas, al menos desde el punto de
vista de Atila el Huno.

La prueba se encuentra en unas cuantas lneas del resumen que ofrece Jordanes de
una obra perdida de Casiodoro[*]. El texto de Jordanes, escrito en torno al ao 550 y
titulado Origen y gestas de los godos, nos dice que al enterarse Giserico del
propsito de Atila de devastar todo el orbe, lo instiga para que declare la guerra a los
visigodos, ofrecindole a cambio regalos[*]. Roma se haba valido de los visigodos
para atacar a los vndalos de Hispania; estamos aqu ante la venganza del rey
vndalo? Cuando Hunerico se cas con la hija de Valia hubo un breve perodo de
concordia entre los vndalos y los visigodos, pero aquella amistad termin al enviar
Giserico de vuelta a la dama sin nariz ni orejas.
Sabiendo lo que sabemos del modo en que pensaba Atila, Giserico tuvo que haber
presentado necesariamente los pagos que entregaba al rey huno como el tributo de un
sbdito servil. Y de hecho se vera obligado a realizar obsequios muy importantes
ya que lo que Atila tena en mente eran montaas de oro, no cestitas de baratijas.
Estaba Giserico en situacin de recaudar riquezas en tales cantidades? El norte de
frica era rico, pero tambin se ha sugerido que Giserico actuaba como intermediario
de alguien mucho ms opulento: el gobernante de Persia[16]. En lugar de convertirse
en su siguiente vctima, Persia haba pasado a ser, a travs de Giserico, el pagador de
Atila.
Pese a que no haya pruebas concretas que permitan respaldar esta conjetura y
es una posibilidad que nunca se ha tomado excesivamente en serio, la idea no es
absurda. No hay duda de que a Persia le habra interesado lograr que el punto de mira
de Atila dejara de sealar a Oriente; de hecho, ya haba otros grupos nmadas hunos
que estaban causando problemas muy serios en la regin[17]. Podra haber actuado
Giserico como mediador? Existan fuertes lazos comerciales entre Cartago y el

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Mediterrneo oriental y no hay duda de que los mercaderes se desplazaban entre
Persia y el territorio vndalo. De ser cierta esta teora, y si Persia era la mano oculta
que financiaba los pagos de Giserico a Atila, entonces la desintegracin final del
podero romano en Europa fue en ltimo trmino consecuencia del triunfo definitivo
de la diplomacia persa.
Sin embargo, lo que Atila deseaba por encima de todo era dominar el mundo. Y
cuando finalmente cruz el Rin en marzo del ao 451 esperaba que Roma cayera en
sus manos, vctima de una conmocin. El plan que tena se centraba enteramente en
su abrumadora fuerza militar y en el factor sorpresa: no haba forma de que el
imperio pudiera reunir un ejrcito lo suficientemente grande para plantarle cara antes
de que se hubiera apoderado de la totalidad de la Galia y tuviera Italia a su merced.
Y sin embargo, Roma logr organizar una fuerza militar capaz de responder al
desafo. Un caso de verdadera mala suerte puso al descubierto el secreto de Atila.
Mala suerte para l y peor an para su esclavo de Constantinopla, Teodosio II. El 28
de julio del ao 450, hallndose Atila de camino hacia Occidente, Teodosio, de
cuarenta y ocho aos de edad, se mat al caer de su caballo durante una cacera. Su
hermana mayor, Pulqueria (la carcelera de Honoria), se hizo con el control de la
corte. Se cas con Marciano el hombre que haba jurado ante Giserico no atacar
nunca a los vndalos y se las arregl para que fuese nombrado nuevo emperador.
Inmediatamente despus el matrimonio envi un embajador a Atila, cargado de
valiosos presentes.
Aquello era totalmente inesperado. Se dijo al embajador que Atila no se dignaba
recibirle y se le permiti regresar sin desenvolver sus obsequios. La conclusin debi
de resultar obvia: no haba nadie en casa. Atila se haba ido. Pulqueria y Marciano
decidieron que haba llegado el momento de poner fin a la humillacin. Cortaron los
pagos que haban acordado enviar a Atila. Fue una jugada inteligente. De este modo
se recuperaron las finanzas del imperio, y cuando Atila se enter del cambio no se
encontraba ya en situacin de hacer nada su ejrcito deba de estar construyendo
barcos en Germania. Sin embargo, lo ms importante fue que el hombre ms
poderoso del imperio de Occidente debi de darse cuenta de lo que implicaba que
Atila hubiera desaparecido.
Aquel hombre era Aecio, que haba fraguado su reputacin al presentarse al frente
de un enorme ejrcito de hunos en el ao 424. Era el general encargado de la defensa
de Occidente, y tena ms poder que el mismsimo Valentiniano se trataba de hecho
de un nuevo Estilicn (lo que no le auguraba un buen futuro, pero no adelantemos
acontecimientos). Se haba aupado a su elevada posicin gracias a la ayuda de los
hunos. En una poca en que su carrera hubo de superar un bache haba buscado
refugio junto al to de Atila y el respaldo militar que ste le prestara haba sido su
salvacin, ya que el ejrcito huno que regres con l a Ravena en el ao 433 fue la
garanta de su designacin como jefe de las fuerzas de Occidente. Aecio recompens
a los hunos reconociendo su asentamiento en Panonia en el ao 437. Adems, dos

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aos ms tarde meti en cintura a los visigodos, siempre con la ayuda de sus aliados
hunos. Conoca a Atila mejor que cualquier otro romano, le haba cedido
temporalmente a su secretario e incluso haba enviado a su hijo a vivir a la corte del
rey brbaro. Por eso comprendi lo que significaba su desaparicin y comenz a
negociar apresuradamente a fin de constituir una coalicin de fuerzas con las que
defender la Galia. Saba incluso dnde y cundo se producira el ataque, porque se
haba extendido por Blgica la noticia de la presencia de un enorme contingente de
hunos listos para atacar y porque un obispo haba partido hacia Roma en un intento
de conseguir ayuda[18].
En la primavera del ao 451, el ejrcito huno irrumpi a sangre y fuego en la
Galia. A principios de abril pusieron cerco a Metz y la arrasaron. Una vez ms, no se
trat de la carga relmpago de unos jinetes bestiales sino del pausado avance de un
terrible ejrcito. Tanto la defensa de las ciudades como el relato de cuanto aconteci
realmente en ellas qued en manos de la Iglesia. Los obispos hicieron todo lo que
pudieron para organizar algn tipo de resistencia, y los cronistas religiosos
garabatearon a toda prisa unas crnicas de los hechos un tanto desquiciadas. Los
aterrorizados monjes dijeron que los hunos eran un azote enviado por Dios para
castigar a los malvados, y refirieron que se haban producido varios milagros y que
gracias a ellos se haban salvado los dignos de Dios. Para ellos, la caracterstica que
defina la totalidad de la situacin radicaba en el hecho de que los hunos fueran
paganos: se trataba de una guerra celestial y la Tierra era su teatro de operaciones. Y
como consecuencia del triunfo de este tipo de autoridad intelectual sucede que no
tenemos de hecho la menor idea de adonde se dirigi Atila ni de qu pudo estar
haciendo durante varias semanas.
Sin embargo, las fuerzas de Aecio se presentaron en el campo de batalla con
relativa rapidez. El general del imperio se las haba arreglado para reunir esta
coalicin contra los hunos y contaba con el apoyo de los ejrcitos romanos de Italia y
la Galia, adems de con la cooperacin de los burgundios y los visigodos. Atila no
tuvo que dar caza a los visigodos: stos vinieron a l. El ejrcito de Aecio se uni a su
comandante en junio, a unos mil novecientos kilmetros de su patria chica, en la
regin de Orleans. Las tropas eran lo suficientemente numerosas como para rechazar
a los hunos.
Atila no se esperaba esto, as que comenz a replegarse en direccin a su palacio
lo ms rpido posible. Pero Aecio no iba a dejar que las cosas quedaran as. Se fue
tras l y alcanz al ejrcito huno (que evidentemente se desplazaba muy despacio)
tras slo ciento sesenta kilmetros de persecucin. El punto exacto en el que se
produjo el encuentro nunca ha podido ser establecido de forma concluyente, pero en
algunas ocasiones las fuentes hablan de los Campos Catalunicos (esto es, las
tierras de la regin de Chlons-sur-Marne). En cualquier caso, se trata de algn lugar
situado en la zona de Troyes. All se libr una tremenda batalla, con gran prdida de
vidas segn la fuente ms fiable, fallecieron ciento sesenta y cinco mil hombres,

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aunque nadie recorri el escenario para llevar la cuenta. Era la primera batalla que
perda Atila.

PORTENTOS Y MILAGROS
Antes del choque, los chamanes de Atila, es decir, los sacerdotes que se ocupaban
de transmitirle el signo de los vaticinios, examinaron las entraas de unas cuantas
ovejas y anunciaron que la contienda se saldara con la muerte de uno de los jefes. A
medida que las tornas empezaron a volverse contra l, la preocupacin de Atila fue en
aumento. Convencido de que le haba llegado la hora, decidi amontonar las sillas de
todas las monturas y hacerse con ellas una pira funeraria una gran manera de
procurar la salvacin de los hombres que tiene uno a su cargo cuando se es un
megalmano. Al final, sus lugartenientes le convencieron de que la batalla no
estaba siendo un desastre y, tras un momento de indecisin en que las fuerzas
parecieron equilibrarse, Atila logr retirarse poco a poco y salir renqueando y con el
rabo entre las piernas en direccin a Hungra. El capitn que falleci en la refriega
fue Teodoredo, el rey de los visigodos. Atila haba conseguido al menos lo que
Giserico le haba pedido.
Al ao siguiente, en 452, regres, esta vez con intencin de penetrar en la propia
Italia. Y en esta ocasin Aecio no contaba con ninguna coalicin capaz de detenerle.
Parece que su llegada fue totalmente inesperada. Una vez en Aquileya, en el extremo
norte del Adritico, el ejrcito de Atila siti la ciudad. El rey huno estaba ya a punto
de abandonar la empresa cuando observ que una cigea sacaba a sus polluelos del
nido que haba construido en una de las torres y los transportaba, uno por uno, fuera
de la plaza asediada. Los augurios eran de suma importancia para el Padrecito:
comprendi que la previsora ave se mudaba de casa antes de que la poblacin
quedase destruida. Decidi por tanto no abandonar el sitio, y muy poco tiempo
despus las defensas de Aquileya se vinieron abajo. El punto de nidificacin de la
zancuda se hallaba de hecho condenado, pero hoy los historiadores creen que Atila no
caus demasiado daos, ni en esta ciudad ni en otras que conquist a lo largo de esta
campaa.
Las ciudades fueron cayendo una tras otra: Padua, Mantua, Vicenza, Verona,
Brescia, Brgamo, hasta que al final Atila lleg a las puertas de Miln y se hizo
tambin con ella. Aqul fue un momento de importante simbolismo: Miln era la
ciudad en la que Constantino haba declarado que el imperio se haca cristiano. Haba
sido asimismo la sede episcopal de Ambrosio, un prelado que durante el siglo
anterior haba lanzado con gran xito una dura campaa en favor de la erradicacin
del paganismo en Roma. Haba sido una de las capitales del imperio de Occidente. Y
ahora ocupaba su trono un pagano.

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Fue justamente mientras se encontraba en Miln cuando se produjo un
significativo incidente que muestra el carcter de la ambicin de Atila. Tras haber
contemplado un lienzo del palacio en el que se vea a los emperadores romanos
sentados en sus correspondientes tronos de oro y con toda una serie de cadveres a
sus pies que Atila crey hunos vencidos, orden que se enmendara el cuadro y
fuera l quien apareciera en un sitial de oro y los emperadores romanos los tendidos
en el suelo, no muertos, pero s cobardemente atareados en vaciar sacos de oro ante
su persona[19]. Al menos a los ojos del erudito bizantino del siglo X que consigna la
peripecia, y probablemente a juicio del propio Atila, el rey huno no deseaba la
aniquilacin del imperio, sino su sometimiento.
Valentiniano le haba negado la mano de Honoria, pero las decisiones no
dependan ya de la voluntad de Valentiniano. Segn parece, el emperador se
encontraba en Roma y asista con un susto de muerte a todo cuanto estaba sucediendo
al menos segn una fuente de esa misma poca: la de Prspero de Aquitania[20].
Es evidente que en esta ocasin Aecio haba sido incapaz de organizar un importante
contingente militar[21]. Por tanto, Valentiniano envi a un embajador a entrevistarse
con Atila. El elegido fue Len, el obispo de Roma.
Len era un hombre de convicciones tan firmes como simples. Segn parece
tambin desconoca por completo el miedo, pues estaba convencido de que viva bajo
el amparo de la Trinidad y de que tena el deber, como Santo Padre de la ciudad de
san Pedro, de difundir la autoridad del imperio romano. Virgilio, en su Eneida, haba
explicado en detalle la nocin que tena Roma del lugar que le corresponda en el
mundo: Recuerda, romano: tu autoridad [imperium] gobierna las naciones. Eso
haba ocurrido en tiempos de Augusto, y durante cuatrocientos cincuenta aos la
funcin de los emperadores haba consistido en ejercer ese poder. Ahora, sin
embargo, se haba producido un vaco y exista un nuevo tipo de autoridad que estaba
listo para ocupar el trono: el obispo de Roma.
ste se reuni con Atila a la orilla del ro Mincio en Lombarda en un lugar
que, con toda probabilidad, como ha sugerido un historiador, se encontrara
prcticamente en el campo visual de la villa de Virgilio[22]. La ocasin tena todos
los ingredientes de un encuentro mtico. Tanto el Santo Padre como el Padrecito
estaban convencidos de haber sido elegidos para liderar el mundo. Era la reunin de
dos inmensos egos. Y sin embargo, de forma casi mgica, lo que la fuerza no haba
podido lograr lo consigui la diplomacia. Atila hizo dar media vuelta a su formidable
ejrcito y se encamin de regreso a Hungra.
Mil aos despus, el cuadro del encuentro, pintado por Rafael, mostraba al papa
Len I (en realidad el que figura en la obra es el entonces papa, Len X) en actitud
digna y sosegada, con la mano alzada en gesto de paz, mientras por encima de su
cabeza los santos Pedro y Pablo blanden sendas espadas. Atila parece perplejo, y su
ejrcito, en un arranque de terror, vuelve grupas y huye ante tan evidente
manifestacin de la clera divina.

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Pero qu fue lo que ocurri realmente? Desde luego, no un milagro. Lo cierto es
que el papa no se haba presentado sin respaldo: tal vez no se hallara flanqueado por
dos santos, pero contaba con dos senadores uno de ellos era el excnsul Avieno,
posiblemente el hombre ms rico de Roma, y el otro el antiguo prefecto de Italia,
Trigetio, un diplomtico que pocos aos antes haba negociado con Giserico. En
efecto: all estaban el ricachn, el pactista y la papal hoja de parra por si Atila
resultaba ser supersticioso. Y como evidentemente lo era, pues eso que llevaban
adelantado.
Jordanes deja claro que Atila acept retirarse, aunque no sin antes proclamar
ante todos su amenaza de causar an mayores estragos en Italia si el emperador
Valentiniano no le enviaba all a su hermana Honoria, la hija de Placidia Augusta, con
la parte de los bienes imperiales que le correspondan[23]. Por tanto, queda claro que
se haba dicho a Atila que recibira tal pago. En otras palabras, Valentiniano haba
encargado a Len y a sus compaeros que realizaran una oferta de rendicin total.
Atila haba conseguido tanto la esposa que haba solicitado como la dote (en oro, no
en tierras pero l lo prefera as con mucho), y obtenido asimismo el
compromiso de que muy pronto se le enviaran ambos trofeos. Haba logrado someter
a Occidente. Careca de todo propsito marchar ahora sobre Roma, en especial si,
como creen algunos, tena escasez de vveres y su ejrcito se hallaba diezmado por
las enfermedades.
Atila se retir una vez ms a Hungra para planear la campaa del ao siguiente.
Mientras esperaba la llegada de Honoria, despos a otra mujer, y, segn se dice, se
emborrach en la noche de bodas, tuvo un derrame nasal y muri desangrado. Dado
que una de las pocas cosas que sabemos de Atila (a travs de Prisco) es que no
acostumbraba a beber en exceso, hay motivos para dar crdito en esta ocasin a la
teora del asesinato[24]. Tena cincuenta aos de edad. Nunca pudo salir al encuentro
de Honoria, y nadie sabe lo que fue de ella.

CMO CONTRIBUY ATILA A LA CREACIN DEL PAPADO


La victoria de Atila haba sido intil. El autntico vencedor fue el hombre al que hoy
conocemos con el nombre de papa Len I: al volver difundi un relato que daba pie a
una interpretacin que conceda todo el protagonismo a la magia del cristianismo y
probaba que la Iglesia haba salvado a Roma de un saqueo que en realidad nunca
lleg a constituir una amenaza real. Es preciso decir que la Iglesia pasaba as a
convertirse en el verdadero poder de Roma, en el elemento que vena a sustituir a la
autoridad militar. Fue en ese momento cuando el imperio romano perdi Roma. Y no
a manos de Atila, sino del papa.
El obispo de Roma reciba de hecho el nombre de papa, pero se trataba de un

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apelativo que se aplicaba asimismo a cerca de dos mil cargos de la Iglesia. La palabra
era sencillamente papa, padre. El obispo de Roma careca de una denominacin
especfica. Sin embargo, Len crea que, dado que Roma era la ciudad de san Pedro,
deba ocupar la jefatura de la Iglesia.
No todos los papas de la cristiandad estaban dispuestos a avenirse a aquel arreglo.
Len haba mantenido una feroz disputa con el obispo de Arles, quien destitua y
nombraba obispos a su antojo en la Galia cmo si l fuera el encargado de
gobernar la Iglesia, por Dios!
No obstante, Len contaba con la ventaja de disponer del respaldo del emperador,
Valentiniano, y en el ao 445 (es decir, un ao despus de que Atila se convirtiera en
el nico jefe de los hunos) Len arranc al estadista una carta de contenido
asombroso. El emperador reconoca formalmente la primaca del obispo de Roma
sobre la totalidad de la Iglesia, basndose en el doble argumento de que era el
depositario de las llaves de san Pedro y de que la dignidad de la urbe la haca
descollar por encima de todas las dems. Y ms an: tambin sostena que las
disposiciones del obispo tenan fuerza de ley y que toda oposicin a lo que stas
dictaminasen sera considerada un acto de traicin. Se aada que el poder civil se
pona ahora al servicio del obispo de Roma: los gobernadores provinciales tenan el
mandato forzoso de extraditar a todo aquel que se negara a responder a sus
exhortaciones.
El obispo de Arles falleci y ascendi a los cielos a recibir su recompensa en el
ao 499. Con todo, Len precisaba algo ms convincente que una carta del
emperador para dejar sentada su posicin de nuevo amo del imperium. El hecho de
reunirse con el mayor pagano de la Tierra poda ser exactamente lo que andaba
buscando. Y as sucedi, en efecto.
Aun as, lo cierto es que no fue la sosegada presencia de Len ni la mano de Dios
lo que intervino para hacer que el rey gentil diera media vuelta. La verdad es que
Atila nunca haba tenido intencin de quedarse.

LOS HUNOS SE DESVANECEN


Pese a ser feroz y efectiva a corto plazo, la maquinaria blica de Atila careca de
soporte (como se dice en la jerga de la moderna distribucin cinematogrfica).
Simplemente no tena modo de atender a su propio sustento si se vea obligada a
recorrer grandes distancias y a salvar dilatados perodos de tiempo.
El ejrcito romano deba buena parte de su xito a su capacidad para permanecer
largas temporadas en el campo de batalla. Poda asentar sus reales por espacios de
tiempo superiores a los de cualquier otra fuerza militar, en parte debido a que se
trataba de un ejrcito profesional integrado en su totalidad por asalariados, en parte

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porque no dependa de reclutas temporales que se vieran en la necesidad de regresar a
sus hogares para recoger las cosechas, y en parte tambin porque se sustentaba en un
vasto servicio burocrtico que proporcionaba apoyo logstico en forma de vituallas,
pertrechos e inteligencia. Por el contrario, la burocracia de Atila constaba de un
secretario (proporcionado por los romanos) y de un prisionero llamado Rusticio, que
escriba con fluidez en latn y griego.
Atila no tena objetivos estratgicos a largo plazo, aparte del de conquistar el
mundo. No haca planes para abastecerse de vveres y forraje. Sus ejrcitos vivan de
lo que les daba la tierra, lo que por supuesto aumentaba el horror de su llegada, pero
les obligaba asimismo a avanzar constantemente. Su reino, por extrao y aterrador
que resultase, era esencialmente parasitario, ya que se nutra del imperio. Aun en el
caso de que Atila no hubiese fallecido, su dominio careca de futuro, y tras su muerte
se desvaneci, sin dejar nada tras de s.
Atila el Huno no estuvo en modo alguno a punto de conquistar Roma, pese a que
esa apropiacin haya podido parecer en algn momento inminente. El autntico
perjuicio que caus radic en el doble hecho de que oblig a los romanos a abandonar
la reconquista del norte de frica, por entonces en manos de los vndalos, y de que
les indujo a pensar lo que quiz fuese aun ms grave que la Iglesia poda
salvarles de los peligros del mundo.

LOS VNDALOS IRRUMPEN EN ROMA


En el ao 450 la hija del emperador haba pedido a Atila que se casara con ella a fin
de librarse de su destino, condenada a llevar una vida de aislamiento. Cinco aos
despus, la esposa del emperador romano lanzaba un llamamiento al cabecilla
vndalo Giserico, a quien solicitaba que la rescatara de Roma.
Los hechos son como sigue. La jefatura del imperio de Occidente llevaba un
tiempo sumida en el caos. Aparte del papa Len, no haba nadie que tuviera la
capacidad y la competencia necesarias para hacerse cargo de la situacin. No se
contaba con un verdadero ejrcito. La corte era una catstrofe. Segn la crnica
anecdtica de Juan de Antioqua, Valentiniano se haba quedado prendado de la
esposa de un senador llamado Mximo y la haba atrado con engaos a su presencia.
Valentiniano haba ganado un anillo de Mximo en el juego de los dados y lo utiliz
para dar apariencia autntica a una falsa splica en la que Mximo instaba a su esposa
a reunirse en palacio con la emperatriz. Una vez all, Valentiniano la viol[25].
Mximo decidi matar a Valentiniano, pero no se atreva a hacerlo en vida de
Aecio, as que continu actuando como buen amigo del emperador y le convenci de
que el comandante estaba tramando despojarle del trono. El hijo de Aecio qued
comprometido en matrimonio con la hija de Valentiniano: Aecio se haba pasado de

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listo. Fue Valentiniano en persona quien asest un golpe mortal con la espada a su
ms importante general, protector del emperador y nico defensor competente de
Roma. En palabras de un historiador contemporneo de los acontecimientos: Y con
l cay el imperio de Occidente, que desde entonces no logr ya recobrarse.
Una vez Aecio fuera de circulacin, Mximo organiz el asesinato de
Valentiniano como paso previo para subir l mismo al trono y obligar a la viuda del
emperador, Eudoxia, a casarse con l (ya que su esposa haba muerto). Y sa fue la
razn de que Eudoxia enviara un llamamiento de rescate a Giserico y el motivo de
que ste quedara convertido en un caballero salvador.
Giserico lleg a Roma procedente del norte de frica al frente de una enorme
flota y de un nutrido ejrcito tena la intencin de conseguir riquezas para su
propio imperio arriano, riquezas que pensaba arrebatar a la agonizante potencia
catlica. Mximo, aterrorizado por el demonio brbaro (que rondaba ya los sesenta
y cinco aos), trat de huir. Roma qued as en manos de la plebe, que apres al
emperador, le apedre y le hizo pedazos.
El papa Len, sabedor de que a menudo las imitaciones resultan tan eficaces
como las versiones originales, se enfrent a Giserico con la misma escenografa que
ya empleara en el caso de Atila. Segn las crnicas cristianas, y teniendo en cuenta la
validez que tienen, Len arranc a Giserico la promesa de que no se matara ni
torturara a nadie para descubrir la ubicacin de los tesoros escondidos. Tambin
obtuvo garantas de que no se destruira ningn edificio. Este relato tiene toda la pinta
de obedecer una vez ms a los deseos de Len, quien se arrogaba as el mrito de
algo que de todos modos iba a suceder, con o sin su intervencin: es poco probable
que Giserico se aviniera a responder a las exigencias de un obispo catlico, pero
estaba tan decidido como siempre a no convertirse en creador de mrtires catlicos. Y
adems no ansiaba en modo alguno demoler edificios.
En cualquier caso, la ciudad en la que penetr ya estaba siendo desmantelada. La
poblacin de Roma haba cado a cifras muy prximas a la cuarta parte de la
demografa que haba tenido en el siglo III. Las turbas cristianas haban atacado
sistemticamente los grandes templos, y ahora los habitantes se dedicaban a saquear
los edificios imperiales, cuyas piedras utilizaban en la construccin de sus propios
hogares. Por lo que sabemos, los vndalos no causaron dao alguno a ninguna
edificacin, ni laica ni religiosa, aparte de levantar parte de una techumbre que
creyeron errneamente de oro.
Giserico se instal en el palacio imperial y orden a sus hombres que estibaran en
las naves los tesoros del imperio. Entre los objetos que figuraban en el inventario se
hallaban los caudales del Templo de Jerusaln, producto de la rapia y la destruccin
llevada a cabo por Vespasiano en el ao 70 d. C. Resulta extrao que ninguno de los
cronistas que narran este saqueo de Roma parezca en modo alguno interesado en
sealar la circunstancia de que todo cuanto estaba siendo retirado haba llegado de
hecho a la ciudad como producto a su vez de otros pillajes. Y si los romanos

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acostumbraban a destruir los lugares en los que obtenan su botn, los vndalos no
demolieron ni uno solo de los edificios de Roma.
Transcurridos dos das, Giserico y sus hombres regresaron a Libia con sus trofeos,
as como con Eudoxia y sus dos hijas, como se les haba pedido. Resulta sorprendente
el nmero de autores que tildan este hecho de rapto. Una de las hijas llevaba
tiempo prometida con el hijo de Giserico y ahora se haba casado con l. Tras una
breve estancia en Libia, Eudoxia y su otra hija (una mujer casada) partieron a reunirse
con su familia de Constantinopla.
Y por lo que hace al imperio de Occidente, puede decirse que estaba
prcticamente muerto. Prisco dice que despus de que Giserico se apoderara de
Roma, hubo todava otros emperadores en Occidente, pero pese a conocer bien sus
nombres, no les mencionar en ningn caso. Y es que se da la circunstancia de que
todos ellos vivieron slo un breve perodo de tiempo despus de haber ocupado el
cargo y, en consecuencia, no realizaron nada digno de mencin[26].
Al no tener dinero para pagar a sus legiones, Roma haba perdido el control de
Hispania, la Galia y Britania, y la ciudad misma se convirti en escenario de una
guerra civil a principios de la dcada de 470. La ruina de Roma fue causada de hecho
por los propios romanos, que pasaron de utilizar las antiguas piedras y estatuas de su
ciudad en la construccin de nuevas viviendas a emplearlas como proyectiles.

EL FIN DEL IMPERIO


Mientras tanto, Giserico se dedicaba a fundar una especie de nuevo Estado en Libia.
Dispuso que su trono habra de ser hereditario (alterando as la tradicin goda basada
en elegir por aclamacin a los dirigentes), sustituy a los aristcratas tribales
presentes en su administracin por hombres de confianza escogidos por l, y
reorganiz a sus guerreros integrndolos en un ejrcito debidamente constituido y
compuesto por divisiones de mil soldados. Los vndalos eran ahora la mayor potencia
del Mediterrneo y continuaron sus correras y pillajes por Sicilia y la Italia
continental. Giserico dio a aquellas incursiones tratamiento de cruzadas, ya que se
presentaba como el cabecilla que acude en auxilio de las comunidades arrianas y
segn se dice crea que haba de ser la voluntad divina la que eligiera a sus vctimas.
En una ocasin dijo a su piloto que se haca a la mar simplemente para luchar contra
aquellos que haban provocado la clera de Dios[27]. No se trataba de una ayuda
necesariamente bienvenida[28]. En el ao 467, una faccin lleg incluso con sus
barcos hasta el sur de Grecia y la saque. Todo el imperio estaba quedando arruinado,
no slo por la prdida de frica y sus inmensas riquezas, sino por haber sido
desposeda del propio Mediterrneo.
El nuevo emperador de Oriente, Len I, decidi que deba ponerse fin a aquella

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situacin a cualquier precio. En el ao 468 reuni una flota de mil cien buques de
guerra y una fuerza de cien mil hombres, en lo que sin duda alguna fue la empresa
militar ms costosa del antiguo mundo. Era la primera vez que una nica expedicin
presentaba unas dimensiones capaces de poner al imperio al borde de la bancarrota.
En ella intervinieron tantas unidades militares de todos los tipos como logr
costear el imperio, incluidas tropas de godos, de burgundios y de hunos.
Se libr una autntica batalla naval en la que las dos flotas recurrieron en su
encontronazo a los arqueros, a las bombas rellenas no slo de materiales incendiarios
sino de serpientes y escorpiones, y a los combates cuerpo a cuerpo. La victoria fue
para la flota romana, que desembarc en Libia. Lleg entonces el turno de las tropas
terrestres, que chocaron violentamente enfrentndose los espadachines montados
vndalos y los moros a lomos de camello de uno de los bandos con las legiones
auxiliadas por arqueros hunos del otro. Una vez ms la derrota cay del lado de los
vndalos, as que las tropas romanas marcharon en direccin a Cartago.
Giserico negoci una tregua con la armada romana, que esperaba anclada en las
proximidades, y despus lanz brulotes[*] contra la densa masa de navos. En medio
del caos, los buques de guerra de Giserico arremetieron contra los romanos y stos
huyeron al igual que las fuerzas de tierra. La expedicin romana result ser un
completo desastre.
Al final, el nuevo emperador de Oriente, Zenn, reconoci formalmente a
Giserico como dominador del norte de frica, las islas Baleares, Crcega, Cerdea y
Sicilia. Giserico entreg a los prisioneros romanos (salvo a aquellos que haban sido
comprados como esclavos, cuya devolucin dependi de los acuerdos que fueron
estableciendo por su cuenta los propietarios particulares), concedi libertad de culto a
los catlicos y dej de realizar incursiones por el imperio.
En el ao 476 se recibi un paquete en Constantinopla, procedente de Roma. En
su interior se encontraban los atributos y las insignias imperiales[*], junto con una
carta en la que se deca que no resultaban ya necesarios, as que quizs el emperador
de Oriente deseara conservarlos bajo su custodia. El bulto haba sido enviado por un
germano: Odoacro. Haba depuesto sin violencia al ltimo emperador romano de
Occidente, un muchacho de trece aos llamado Rmulo Augstulo (es decir, joven
Augusto), y le haba enviado a vivir al campo[29]. Odoacro era un gobernante de
nuevo tipo, puesto que no slo era rey de Italia, sino arriano.
Al ao siguiente falleci finalmente el anciano Giserico. Haba tenido una carrera
asombrosa. Entre su nacimiento en Hungra y su muerte en Cartago haba asistido a
una completa transformacin del mundo. Vivi tambin hasta una edad muy
avanzada, cumplidos casi los ochenta, en un mundo que, por lo dems, se hallaba
dominado y controlado enteramente por hombres cuya longevidad apenas rozaba la
mitad de sus aos.

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Eplogo

A l comienzo de este libro nos preguntamos qu aspecto habra tenido el mundo


si, en vez de amamantar a Rmulo y Remo, la loba los hubiera devorado.
Cmo habra sido todo de no haber existido Roma? Qu habra sucedido si
nicamente hubiera habido brbaros?
Tras la desaparicin del ltimo emperador romano de Occidente, vio la luz un
imperio brbaro que parece responder a esa interrogante. Los godos orientales, esto
es, los ostrogodos, cuyos padres y abuelos haban participado en las correras de Atila
y sus hordas hunas, regresaron a Italia en el ao 489 y esta vez se instalaron all.
Haban dejado de ser paganos, pero en tanto que godos conscientes de su condicin
rehusaron adherirse a la Iglesia Catlica Romana. Eran arrianos, al igual que los
vndalos y los visigodos, y a las rdenes de su rey Teodorico se pusieron a levantar
una Roma de un tipo totalmente nuevo. En el lugar que haba ocupado el antiguo
imperio romano catlico, violento, intolerante y despiadado surgira una visin
brbara, ms amable e incluyente.
Si Roma haba tratado de lograr que todos sus ciudadanos fuesen romanos y
pugnado por no reconocer a las naciones existentes en el seno del imperio, Teodorico
crea posible construir un imperio de nacionalidades diferentes. Se propuso establecer
una relacin armnica entre los distintos reinos y pueblos de Occidente, recurriendo
para ello a los matrimonios mixtos entre parientes de diversas casas reales y a la
garanta de preservar los cdigos jurdicos propios de cada nacin. Su gobierno
particip a un tiempo de los modos inherentes a la realeza goda y al patriciado
romano, y rindi respetuoso homenaje a Constantinopla, pero l nunca lleg a
autoproclamarse emperador.
Gobern desde Ravena, donde se ocupaba personalmente de su huerta,
reintrodujo en Italia los sistemas de cultivo, descuidados desde haca tiempo, e
import expertos en la perforacin de pozos y el drenaje de marismas. Se opuso a la
supersticin y a la inmoralidad, prohibi los teatros y los libros de magia, y promulg
edictos para brindar proteccin a los monumentos antiguos. Floreci as una nueva
era de literatura latina, aunque sin suprimir el godo como lengua presente en la
educacin y el culto. Los dominios de Teodorico se extendieron desde Sicilia hasta el
Danubio, y desde Belgrado hasta el Atlntico, e Italia disfrut de treinta y tres aos
de bien ordenada paz. Europa no haba conocido nada similar en siglos. Los alemanes
corrientes an le recuerdan como al mayor de sus gobernantes aunque ni siquiera
han conservado su nombre romano. Le conocen como Dietrich, Dietrich de Beme.
Un nuevo futuro brbaro? Ni soarlo. El imperio de Occidente haba dejado de
existir, pero no los romanos, y naturalmente Teodorico adopt una poltica de

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completa tolerancia en relacin con los catlicos. Los romanos, que vivan con
vehemencia sus creencias religiosas y su racismo antibrbaro, promovieron motines y
rebeliones, hasta el punto de que el anciano Teodorico se vio finalmente obligado a
adoptar medidas enrgicas contra el catolicismo y pasar a actuar de forma
brutalmente represiva.
El catolicismo siempre ha salido robustecido de los ataques de que ha sido objeto.
La agresiva campaa de Giserico contra los catlicos ahond la intolerancia catlica
y el pacto entre Atila y el papa Len dej sentada la mtica autoridad del pontfice
como figura de relevancia superior a la de cualquier jefe del imperio. De hecho, entre
uno y otro crearon el poder que habra de predominar a lo largo de los siglos
venideros, el poder del papa-rey de Roma, que haba heredado la autoridad, hecho
suyas las tnicas de los emperadores romanos y adoptado el antiguo ttulo pagano de
sumo pontfice. La Iglesia fue la que en ltimo trmino destruy Roma,
sustituyndola por una forma de civilizacin propia.
El triunfo final del catolicismo sobre el arrianismo en la Europa occidental tiene
su punto de arranque en los viejos enemigos de los vndalos, los francos: recordemos
que estos ltimos les haban causado graves daos la primera vez que cruzaron el Rin
en el ao 406. La andadura de los francos comenz a principios del siglo III, momento
en el que observamos la aparicin de una confederacin de tribus en la orilla germana
del Rin, al norte de Maguncia. Los historiadores romanos mencionan por primera vez
el nombre de los francos a raz de una batalla que libraron contra ellos en torno al ao
241 aproximadamente, fecha en la que algunos de estos francos haban cruzado el
Rin para asentarse en la Galia belga. Es evidente que se atribuan una identidad no
romana, y de ah su nombre (que significa pueblo libre). Pese a que al final Roma
pas a considerarlos aliados, su romanizacin fue muy lenta, y nueve aos antes de la
muerte de Giserico an conservaban su credo pagano, aunque posteriormente su rey,
Clodoveo, se convirtiera al cristianismo.
Sin embargo, cuando abjuraron del paganismo no abrazaron el arrianismo.
Hicieron suya la fe catlica romana. Teodorico permiti que los obispos catlicos
permanecieran en sus puestos, y uno de ellos, el obispo Avito de Viena[*], puso todo
su empeo en convertir al pueblo germnico de los burgundios y en hacerles
abandonar el arrianismo y profesar el catolicismo. No lo hizo mediante amenazas,
sino con inteligencia y energa, actitud que ha llegado hasta nosotros gracias a una
larga serie de cartas que l mismo envi al rey de los burgundios[1]. Se trataba
evidentemente de todo un personaje. Se conservan noventa y seis de esas cartas.
Escribi tambin un largo poema, de calidad bastante notable, titulado De spiritalis
histori gestis, en hexmetros clsicos, que contiene un resumen de la Biblia; se dice
que Milton se vali de l al componer El paraso perdido[2].
El obispo convirti a varios miembros de la familia real burgundia, entre ellos a la
hija del rey Gundobaldo, Clotilde, que se cas con Clodoveo, el rey de los francos.
Clotilde se encarg de convertir a su marido. En el ao 496, al darse cuenta de que

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estaba perdiendo una batalla, Clodoveo decidi poner a prueba a su dios por medio de
un experimento. Elev una plegaria al Dios cristiano en la que sealaba que los
dioses paganos le haban abandonado. Casi de inmediato el enemigo dio sbitamente
media vuelta y huy, con lo que Clodoveo se convirti en el acto[3].
Dado que el Cristo catlico era a todas luces un poderoso dios blico, Clodoveo
decidi sacarle todo el jugo posible. Tom la decisin de conquistar la totalidad de la
Galia, reduciendo para ello a ruinas el reino visigodo que se encontraba al sur, cuyos
habitantes eran arrianos. Como es obvio, el Dios catlico sera incapaz de soportar
aquella situacin. Y entonces el rey Clodoveo dijo a su pueblo: Me desazona
grandemente que esos arrianos dominen una parte de la Galia. Vayamos a
conquistarles, con la ayuda de Dios, y alcmonos con el predominio en esas
tierras[4]. En el ao 507, Clodoveo aplast a los godos y fund el reino catlico de
los francos, que perdurara hasta dar al mundo a un Carlomagno (que hizo llamar
Sacro Imperio Romano a sus posesiones) y finalmente la nacin francesa. Adems, el
Dios catlico fue elevado a la categora de dios europeo de la guerra, y si los francos
conquistaron Jerusaln, adoptando para s la denominacin de cruzados, fue en ltimo
trmino en su nombre.
A la muerte de Teodorico, ocurrida en el ao 526, el arrianismo haba iniciado ya
su declive. El imperio romano segua vivo en Oriente, y con plena ferocidad y vigor,
as que el reino vndalo de frica slo conseguira sobrevivir a Giserico cincuenta y
ocho aos. En 533, el imperio de Oriente, revitalizado, lanz una exitosa campaa
bianual para expulsar a los vndalos y restaurar el predominio romano en el norte de
frica. Las cpulas dirigentes del catolicismo y su papa cerraron filas con Bizancio, y
de este modo el imperio de Oriente y la Iglesia catlica lograron reconquistar Italia.
Tras el prolongado perodo de paz de Teodorico, Italia hubo de sufrir treinta aos de
guerras y qued reducida a la ruina ms completa. El catolicismo haba triunfado.
Y habra de ser la Iglesia catlica la que narrara la historia. Antes que ella, los
romanos ya haban falsificado la imagen del mundo sometido a ellos. Ahora era la
Iglesia la que controlaba nuestra comprensin de las cosas mediante la conservacin
selectiva de unos textos, la destruccin de otros y la composicin de obras nuevas. En
el ao 540 los restos de Teodorico desaparecieron de su mausoleo y se hicieron todos
los esfuerzos posibles por erradicar su memoria. Los godos arrianos quedaron
transformados en salvajes, los vndalos pasaron a ser bandas de destructores y Atila
fue nombrado Azote de Dios.
sta es la ltima fase de la crnica de cmo perdimos nuestra historia y de cmo
quedaron los progenitores de Europa transformados en salvajes de cuento infantil.
As fueron fabricados los brbaros.

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Bibliografa
Realmente, en la era de internet no tiene demasiado sentido proporcionar algo que
guarde siquiera un remoto parecido con una lista exhaustiva de los libros impresos,
en particular porque hay miles de ttulos importantes. Los motores de bsqueda
facilitan la elaboracin de bibliografas actualizadas, y hoy la red permite no slo
acceder a una gran cantidad de material, sino indagar en l con toda comodidad
especialmente en el caso de las obras clsicas y en el de la informacin arqueolgica
ms reciente. Por supuesto, la principal dificultad de proporcionar direcciones URL
es que quedan rpidamente desfasadas, as que lo cierto es que la mejor herramienta
de investigacin es Google o uno de sus competidores.
El problema ms evidente estriba en que los recursos bibliogrficos de mayor
extensin giran en torno a un planteamiento que en los temas ms interesantes se
centra en el punto de vista romano. No obstante, existen algunos portales de internet
que realmente merecen ser mencionados.

TEXTOS
www.perseus.tufts.edu
El Departamento de Estudios Clsicos de la Universidad de Tufts inici este proyecto
con un portal sobre la Grecia Antigua. Ahora lo ha ampliado y ya incluye datos
relativos a Roma: es el archivo electrnico de textos clsicos ms extenso de
cuantos pueden consultarse en internet: en el momento en que escribimos esto
haba 489 textos y 112 estudios de autor ms recientes.
http://classics.mit.edu
sta es la sede del Archivo de Obras Clsicas de internet, otra estupenda biblioteca
cuyo catlogo actual contiene unas cuatrocientas cuarenta obras de literatura
clsica.
www.fordham.edu/halsall
La extensa coleccin de recursos electrnicos de Paul Halsall contiene elementos
relacionados con cualquiera de los aspectos de la sociedad y la cultura antigua de
Roma. Incluye datos que abarcan hasta finales del siglo II d. C.
http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/
El asombroso empeo de Bill Thayer, que ms que escanear ha transcrito el constante
flujo de textos griegos y latinos, a los que aade una serie de tiles comentarios,
cuenta con nuestra admiracin y nuestro ms sincero agradecimiento.

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www.tertulian.org/fathers
Esta direccin contiene varios textos relevantes, entre otros algunos de Ambrosio,
Jernimo, Salviano, Gildas, Juan de Nikiu, Julin el Apstata y Zsimo.
www.iranica.com/
El proyecto de la Universidad de Columbia, organizado por el Centro de Estudios
Iranes, proporciona tanto textos electrnicos como encuadernados de una obra en
curso, la Encyclopedia Iranica, que ofrece la informacin ms completa de la
historia persa que pueda encontrarse en ingls.
www.sasanika.com
Una pgina de la Universidad Estatal de California dedicada al estudio de todo lo
relacionado con los sasnidas.
http://archnet.asu.edu/topical/Selected_Topics/Classical%20Archaeology/general.php
ste es el punto de partida para la arqueologa por internet. Ofrece vnculos con
recursos bibliogrficos que permiten obtener de forma relativamente fcil un
conocimiento actualizado de cuanto est ocurriendo.
www.ccel.org
Esta pgina, dedicada a los clsicos cristianos, ofrece traducciones que incluyen La
ciudad de Dios de Agustn y la Historia de la decadencia y ruina del imperio
romano de Gibbon, entre muchsimas otras obras.
www.stoa.org/sol
Un proyecto asombroso en el que estn colaborando unos cien eruditos con la
intencin de colgar en la red la primera traduccin al ingls de la Suda, una
enciclopedia bizantina del siglo X.
www.livius.org/rome.html
Aqu encontraris la coleccin del historiador holands Jona Lendering, con artculos
que remiten a hipervnculos relacionados con temas romanos.
http://www.stoa.org/diotima/anthology/wlgr/
Mary Lefkowitz y Maureen Fant han colocado aqu textos que ilustran el papel social
que desempeaban las mujeres en la Antigedad.

REVISTAS
www.indiana.edu/~classics/research/journals.shtml
Una til lista de revistas disponibles en internet, gestionada por la Universidad de
Indiana.
http://ccat.sas.upenn.edu/brmcr

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De las numerosas revistas electrnicas que existen en la actualidad, nos ha resultado
de particular ayuda la Bryn Mawr Classical Review, que puede consultarse en la
direccin que encabeza estas lneas. En ella se incluyen detalladas reseas
profesorales de algunos libros entre las que de vez en cuando se deslizan
comentarios del tipo ste es un mal libro, lo que nos provoca escalofros.
www.nottingham.ac.uk/classics/digressus
Digressus es, como dice la propia Universidad de Nottingham que lo patrocina, el
peridico del Mundo Clsico en internet, y se encuentra en la direccin que
indicamos aqu arriba. Sin embargo, aunque se trata de una revista con
evaluadores, hay que tener en cuenta las advertencias generales relacionadas con
todos los artculos de internet es poco probable que una revista erudita impresa
afirmara versar sobre Arquoeloga! (Como es lgico, las faltas de ortografa
son ms determinantes en la red, ya que complican las bsquedas).

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TERRY JONES (Colwyn Bay, Pas de Gales, 1942). Nacido en 1942 en Colwyn Bay,
al norte del Pas de Gales, Terry Jones es mundialmente conocido por ser uno de los
integrantes de los mticos Monty Python, pero es tambin un licenciado en Ingls por
la Universidad de Oxford que al margen de actuar, dirigir, escribir guiones y
componer las canciones de los shows del grupo y de sus clebres pelculas (La vida
de Brian, Los caballeros de la mesa cuadrada) ha colaborado en documentales de
tema histrico para la BBC. Escrito en colaboracin con Alan Ereira prestigioso
autor de documentales que ya ha trabajado anteriormente con Jones en ttulos como
The Crusades y Terry Jones Medieval Lives Roma y los brbaros constituye un
esfuerzo de una seriedad incontestable por desmitificar la imagen que los romanos
acuaron de s mismos, cedindole la voz a sus desmoralizados rivales: los brbaros.
El resultado es un contraste tan fino que parece una broma.

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Notas

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[1] Csar, Comentarios a la guerra de las Galias, VI, 27 [traduccin de Jos Joaqun

Caerols Prez, Madrid, Alianza, 2006]. <<

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[2] Estrabn, Geografa, XIV, 4, 10. <<

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[3] Plinio el Viejo, Historia natural, VIII, 3. <<

www.lectulandia.com - Pgina 311


[4] Browne, T., Pseudoxia Epidmica, I, 3, i. <<

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[5] Livio, Historia de Roma, V, 35. <<

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[6] Ibd., V, 36. <<

www.lectulandia.com - Pgina 314


[7] Plutarco, Vidas paralelas, Camilo; Livio, op. cit., VI, 1. <<

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[8] Plutarco, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Pgina 316


[9] Livio, op. cit., V, 48. <<

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[1] James, S., The Atlantic Celts; Cunliffe, B., The Celts. <<

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[2] Cunliffe, B., Facing the Ocean. <<

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[3] Ibd. <<

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[4] Para un detallado examen de la idea que tenan de los celtas los romanos y los

griegos, vase Rankin, D., Celts and the Classical World. <<

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[5] Diodoro de Sicilia, Biblioteca histrica, XXVI, 2-3. <<

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[6] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 323


[7] Ibd., XXVIII, 1-3. <<

www.lectulandia.com - Pgina 324


[8] Estrabn, op. cit., IV, 4, 5. <<

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[9] Ibd. <<

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[10] Ibd. <<

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[11] Ibd., 5, 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 328


[12] Ibd., 4, 2. <<

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[13] Ibd. <<

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[14] Diodoro de Sicilia, op. cit., V, 30. <<

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[*] Hay en ingls un juego de palabras intraducibie: offensive decor tiene aqu la

doble intencin de ofensiva en trminos literales, puesto que serva para agredir al
enemigo, y en sentido figurado, es decir, de decoracin de insultante mal gusto, en
alusin que trasciende los escudos para apuntar a determinadas tendencias digamos
de vanguardia. (N. de los T.) <<

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[15] Csar, op. cit., IV, 33. <<

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[16] Biel, J. (comp.), Der Keltenfrst von Hochdorf, Stuttgart, 1985; Krausse, D.,

Hochdorf III, Stuttgart, 1996. <<

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[17] Piggott, S., Wagon, Chariot and Carriage, p. 27; Alinei, M., The Celtic Origin

of Lat. Rota and its Implications for the Prehistory of Europe, de prxima aparicin
en Studi Celtici. <<

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[18] Profesor A. C. Clark, The Reappearance of the Texts of the Classics, ponencia

leda ante la Sociedad Bibliogrfica el 21 de febrero de 1921. <<

www.lectulandia.com - Pgina 336


[19] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 337


[20] Csar, op. cit., VI, 14, 4. <<

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[*] Las leyes generales de Irlanda, no consignadas por escrito, al igual que el derecho

consuetudinario ingls, recibieron el nombre de brehon laws hasta el siglo XIV,


poca en la que fueron abolidas por Eduardo III. (N. de los T.) <<

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[21] Incluso en este caso adolecemos de una memoria selectiva: Polibio tambin
seal que los romanos eran inconstantes y vctimas de anrquicos deseos, pasiones
irracionales y violentos accesos de clera, y que lo nico que les mantena a raya era
el recurso oficial a la supersticin, gracias a la cual el gobierno aduca contar con el
respaldo de unos dioses que cernan sobre los transgresores la amenaza de invisibles
espantos y otras solemnidades semejantes (Historia general de Roma, VI, 57). Sin
embargo, hemos preferido no incluir esta informacin en la imagen que nos hacemos
de Roma. <<

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[22] Olmsted, G. S., A Definitive Reconstructed Text of the Coligny Calendar. <<

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[23] Lewis, M. J. T., Temples in Roman Britain. <<

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[24] Plinio, op. cit., XVIII, 296. <<

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[25] Reynolds, P. J., Reconstruction of the Vallus - the Celtic Reaping Machine,

Bulletin of Experimental Archaeology, 3, 1983. <<

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[*] Traducimos as la voz inglesa hill-forts, que tambin remite, como se observar a

rengln seguido, a la idea de plaza fortificada. Tngase asimismo en cuenta que, en


algunos contextos, el sentido ir asociado al primer trmino de la expresin inglesa
hill, colina o monte, que no aparece explcito en la palabra castellana castro.
(N. de los T.) <<

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[1] Cauuet, B., LOr dans lAntiquit. <<

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[2] Estrabn, op. cit., IV, 5. <<

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[3] Andreau, J., Banking and Business in the Roman World, p. 144. <<

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[4] Csar, op. cit., I, 3. <<

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[5] Ibd., 28. <<

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[6] El nmero de muertos figura en Plutarco, Vidas paralelas, Julio Csar: y

habindosele opuesto por partes y para los diferentes encuentros hasta trescientas
miradas [tres millones] de enemigos, acab con un milln en las acciones y cautiv
otros tantos. [La traduccin espaola es de A. Ranz Romanillos, Madrid,
Espasa-Calpe, 1980, XV]. La cifra que se ofrece no pretende ser exacta. Los
historiadores mantienen un debate sobre las cifras demogrficas de la Galia y el resto
del imperio las que aqu mencionamos son las que nos parecen ms aproximadas.
<<

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[7] Csar, op. cit., I, 31, 4-5. <<

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[8] Ibd., 29, 1-3. <<

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[9] Suetonio, Vida de los doce Csares, Csar, LIV. <<

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[10] Csar, op. cit., IV, 12, 3; 15, 3. <<

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[11] Plutarco, op. cit., Csar, XXII. <<

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[12] Din Casio, Historia romana, LX, 19. <<

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[13] Csar, op. cit., VII, 66, 7. <<

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[*] El actual Ozerain. (N. de los T.) <<

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[*] Csar, Comentarios a la guerra de las Galias, VII, 72, 4. (N. de los T.) <<

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[14] Ibd., 71, 3-4. <<

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[*] Plutarco, Vidas paralelas,
Julio Csar, XXVII. Para la traduccin espaola,
vase la nota 6 del captulo 2. (N. de los T.) <<

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[*] Se trata de un clebre calabozo para condenados a muerte. En l estuvieron, cerca

de un siglo despus que Vercingetrix, san Pedro y san Pablo. Forma parte de la
Prisin Mamertina, situada bajo la actual iglesia de san Jos de Falegnami, en la
Va Marforio de Roma. Consta de dos cmaras, una encima de otra. El Tuliano,
que originalmente debi de ser una cisterna, es la ubicada en la parte baja. Salustio,
contemporneo de Csar, la describe en La conjuracin de Catilina, IV, como un
lugar repugnante y terrible por [] el abandono en el que se encontraba [] la
humedad [] y los olores que despeda. (N. de los T.) <<

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[1] Din Casio, op. cit., LXII, 1. <<

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[2] Ibd., LXXVII, 16. <<

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[3] Ginnell, L., The Brehon Laws. <<

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[4] Plutarco, Virtues of Women, XXII. [Obras morales y de costumbres, Madrid,
Gredos, 1992-2004]. <<

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[*] Un tipo de rbol rosceo. (N. de los T.) <<

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[5]
Evans, D. E., Onomaris: Name of Story and History?, en Carey, J. et al.
(comps.), Ildnach Ildrech, pp. 27-37. <<

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[6] Polibio, Historia general de Roma, II, 8. <<

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[7] Plutarco, op. cit., VI. <<

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[8] Megaw, J. V. S., The Vix Burial, Antiquity, 40, 1966, pp. 157-163. <<

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[9]
Keller, J., Das keltische Frstengrab von Reinheim I, Museo central
romano-germano, Maguncia, 1965. <<

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[*] Valga decir, como ancdota, que la traduccin inglesa dice que eran azules. (N. de

los T.) <<

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[10] Amiano Marcelino, Historia, 15. 12. 1, 2. [La traduccin espaola es de Mara

Luisa Harto Trujillo, Madrid, Akal, 2002]. <<

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[11] Estrabn, op. cit., IV, 5, 3. <<

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[12] Fulford, M., Calleva Atrebatum: An Interim Report on the Excavation of the

Oppidum, 1980-1986, Proceedings of the Prehistoric Society, 53, 1987, pp. 271-
279. <<

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[13] Fulford, M., y Timby, J., Late Iron Age and Roman Silchester: Excavations on tbe

Site of the Forum-Basilica, 1977,1980-1986, Britannia Monograph Series 15,


Sociedad para la promocin de los estudios romanos, 2000. <<

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[14] Tcito, Anales, XII, 37. [La traduccin espaola es de Crescente Lpez de Juan,

Madrid, Alianza, 1993]. <<

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[15] Din Casio, op. cit., LXII, 2. <<

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[*] Tcito, Anales, XIV, 31. Para la traduccin espaola, vase la nota 14 del captulo

3. (N. de los T.) <<

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[16]
Stead, I. M., The Snettisham Treasure: Excavations in 1990, Antiquity,
65,1991, pp. 447-465. <<

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[17] Din Casio, id. loc. <<

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[18] Gregory, T., Excavations at Thetford, 1980-1982, Fison Way, volumen 1, Servicio

musestico de Norfolk, 1991. <<

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[19] Tcito, op. cit., XIV, 31. <<

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[20] Al morir Claudio en el ao 54 d. C., su viuda no pudo ser nombrada tutora del

adolescente Nern, de ah que se designara a Sneca para el cargo. <<

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[21] Crook, J. A., Feminine Inadequacy and the Senatusconsultum Velleianum, en

Rawson, B. (comp.), The Family in Ancient Rome, pp. 83-92. <<

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[22] Tcito, id. loc. <<

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[23] Ibd. <<

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[24] Csar, op. cit., VI, 13, 11-12. <<

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[25] Tcito, op. cit., XIV, 29. [En la Antigedad se denominaba isla de Mona a la

actual Anglesey. (N. de los T.)] <<

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[26] Suetonio, op. cit., Claudio, XXV. <<

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[27] Diodoro de Sicilia, op. cit., V. <<

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[28] Ibd. <<

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[29] Tcito, op. cit., XIV, 30. <<

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[*] Id. loc. (N. de los T.) <<

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[30] Ibd., XIV, 32. <<

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[31] Ibd., 33. <<

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[32] Ibd. <<

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[33] Din Casio, op. cit., LXII, 3. <<

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[34] Tcito, op. cit., XIV, 37. <<

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[35] Ibd., XIV, 29. <<

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[36] Tcito, Germania, VI. <<

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[37] estimulados por su general y animndose ellos mismos a no temer a aquel

ejrcito femenino y fantico, Tcito, Anales, XIV, 30. <<

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[38] Tcito, Historias, IV, 13-15. <<

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[39]
Webster, J., At the End of the World: Druidic and Other Revitalization
Movements in Post-conquest Gaul and Britain, Britannia, 30, 1999,1-20. <<

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[*] Es decir, el Muro de Adriano, que separaba las tierras de los britanos de las de los

pictos, esto es, grosso modo, Inglaterra de Escocia. (N. de los T.) <<

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[40] Frere, S., Britannia, p. 160. <<

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[41] Breeze, D. J., y Dobson, B., Hadrians Wall. <<

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[42] Funari, P. P. A., Dressel 20 Inscriptions from Britain and the Consumption of

Spanish Olive Oil. <<

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[43] Whittaker, C. R., Frontiers of the Roman Empire, p. 86. <<

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[44]
Hong, S., et al., Greenland Ice Evidence of Hemispheric Lead Pollution,
Science, 265, 1994, p. 1841; Renberg, et al., Preindustrial Atmospheric Lead
Contamination Detected in Swedish Lake Sediments, Nature, 368, 1994, p. 323;
Shotyk, W., et al., History of Atmospheric Lead Pollution from a Peat Bog, Jura
Mountains, Switzerland, Science, 281, 1998, p. 1635; Nriagu, J. O., Tales Told in
Lead, Science, 281, 1998, p. 1622. <<

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[45] Tcito, Agrcola, 30. <<

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[1] MacMullen, R., Romanization in the Time of Augustus. <<

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[2] La romanizacin [] nos incita a pensar que la creacin del imperio romano

ha de constituir el centro de la investigacin histrica, y nos anima a explicar los


cambios y las oportunidades que se observan en las provincias en funcin de dicho
proceso, no viendo la vida del imperio romano sino en los trminos planteados por la
dialctica del colonizador y el colonizado, Crawley Quinn, J., Roman Africa?,
Digressus, suplemento I, 2003. <<

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[3] Hingley, R., The Legacy of Rome: The Rise, Decline and Fall of the Theory of

Romanization, en Webster, J., y Cooper, N. (comps.), Roman Imperialism. <<

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[4] Csar, op. cit., VI, 17, 1-3. <<

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[*] El brillante, dios del sol y de la curacin, tambin asociado con los caballos. La

indicacin es de Jos Joaqun Caerols, traductor de los Comentarios a la guerra de


las Galias, op. cit. (N. de los T.) <<

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[5] Historia Augusta, Severo Alejandro, 60. Esta fuente no siempre resulta fiable

(vase la nota 4 al captulo 12), pero no obstante es significativa. <<

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[6] Ibd., Aureliano, 44. <<

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[7] Ibd., Caro, 14. <<

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[8]
Coskun, A., Cover Names and Nomenclature in Late Roman Gaul: The
Evidence of the Bordelaise Poet Ausonius, puede encontrarse en:
www.linacre.ox.ac.uk/Files/Pros/CNN.pdf; 2003 <<

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[9] Tcito, Agrcola, 21. <<

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[10] Brown, P., The World of Late Antiquity, p. 12. <<

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[11] Eso es al menos lo que opinan la mayora de los historiadores, aunque algunos

disienten: vase Jones, A. H. M., The Roman Economy. <<

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[*] Esta indicacin de que algo ha sido tomado con la mano (manu capiuntur)

remite al enunciado ritual de la apropiacin romana (raz original de la palabra


mancipium-ii, cuyo significado es justamente se: coger con la mano la cosa que se
adquiere con acompaamiento de ciertas frmulas solemnes). (N. de los T.) <<

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[12]
Justiniano, Digesto, cita tomada de Finley, M. I., Classical Slavery, p. 44.
[Esclavitud antigua e ideologa moderna, Barcelona, Grijalbo, 198Z]. <<

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[13] La existencia de los esclavos no liber al campesino dedicado a cultivar el

campo permitindole participar en la poltica democrtica, abri la va para que


pudiese luchar y conquistar un imperio. Apiano, The Civil Wars, 1, 1. [Guerras
ibricas, traduccin de Francisco Gmez Espelosn, Madrid, Alianza, 2006]. <<

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[14] Duncan-Jones, R., Structure and Scale in the Roman Economy, p. 115. <<

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[15] Bartlett, B., How excessive Government Killed Rome, Cato Journal, 14, 2,

1994. <<

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[16] Brown, R, The World of Late Antiquity, p. 25. <<

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[17] Bartlett, B., op. cit. <<

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[*]
En realidad hablamos de una libra de oro, y por tanto, para ser exactos, de
cuatrocientos cincuenta y tres gramos. (N. de los T.) <<

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[*] Argumento econmico difundido principalmente por el premio Nobel de
Economa Friedrich A. Hayek (vase por ejemplo, entre otras, su obra titulada
Derecho, legislacin y libertad. Una nueva formulacin de los principios liberales de
la justicia y de la economa poltica, 3 volmenes, traduccin de Luis Reig Albiol,
Madrid, Unin Editorial, 1985). El planteamiento sostiene que uno de los efectos
beneficiosos de la diferencia de clases estriba en la popularizacin de los bienes de
consumo que exigen costosas inversiones, pues si al principio su precio los pone
nicamente al alcance de los ricos, con el tiempo, los ingresos de las empresas y la
simplificacin de los mtodos de produccin abaratan costes y permiten que las capas
medias y bajas accedan a ellos. (N. de los T.) <<

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[18] Salviano, Of the Government of God, V, 4. [Ttulo original: De Gubernatione

Dei]. <<

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[19] Salviano, op. cit., V, 6, traducido al ingls por Jones, M. E., en The End of Roman

Britain. <<

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[20] Claudio Mamertino, Panegyrici Latini, X, 4, 3. <<

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[*] Saturno (el Cronos griego) era dios de la agricultura entre los romanos y, despus

de haber sido destronado por su hijo Jpiter, se instal en el Lacio, donde hizo
florecer la paz y la abundancia y ense a los hombres a cultivar la tierra. Su reinado
fue considerado una Edad de Oro. (N. de los T.) <<

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[21] Cdigo Teodosiano, V, 17,1. <<

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[22] Amiano Marcelino, Historia, op. cit., 27. 8. 10. <<

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[23] Ibd., 28, 2-3. <<

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[24] Claudio Mamertino, op. cit., XI, 3,4. <<

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[25] Zsimo, History, 6. 5. [Nueva historia, traduccin de Jos Mara Canday Morn,

Madrid, Gredos, 1992.]. <<

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[26] Geroncio, The Life of Melania the Younger. <<

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[27] Tanto las implicaciones que se desprenden de este relato como la idea de que

pueda considerarse una prueba capaz de prestar apoyo a la teora de que Britania
haba roto sus vnculos con Roma se deben a una sugerencia realizada por el profesor
Michael E. Jones. <<

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[28] Salviano, op. cit., V, 4. <<

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[29] Ibd., V, 6. <<

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[30] Ibd., V, 5. <<

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[31] Van Dam, R., The Pirenne Thesis and Fifth-century Gaul, en Drinkwater, J., y

Elton, H., Fifth-century Gaul. <<

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[1] Tcito, Germania, XXIV. <<

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[2] Musset, L., The Germanic Invasions. <<

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[3] Tcito, Germania, VII. <<

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[4] Csar, op. cit., IV, 2. [La traduccin inglesa no habla de sillas de monta sino de

horse armour, es decir, corazas equinas, razn que nos ha inducido a sustituir
por esa expresin la segunda mencin al arreo, lo que adems de evitar la repeticin
facilita la comprensin de lo que se dice a rengln seguido. (N. de los T.)] <<

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[5] Todd, M., Everyday Life of Barbarians, pp. 107-108. <<

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[6] Tcito, Germania, X. <<

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[*] En espaol, frmea, lanza de los germanos. (N. de los T.) <<

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[7] Ibd., VI. <<

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[8] Todd, M., op. cit., p. 96. <<

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[9] Csar, op. cit., VI, 22, 3-4. <<

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[10] Tcito, Germania, XXV. <<

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[11] Ibd., XI. <<

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[12] Ibd. <<

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[13] Ibd., VII. <<

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[14] Csar, I, 31. <<

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[15] Ibd., 5. <<

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[16] Ibd., 33, 3-4. <<

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[17] Tcito, Germania, V. <<

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[18] Schnurbein, S., Augustus in Germania and Historie New Town at Waldgirmes

East of the Rhine, Journal of Roman Archaeology, 16, 2003, pp. 93-107. <<

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[19] Veleyo Patrculo, Compendium of Roman History, II, 118. <<

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[20] Tcito, Anales, II, 45. <<

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[21] Veleyo Patrculo, II, 109. <<

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[22] Tcito, Anales, II, 24. [El desastre al que se refiere Tcito es una tormenta que se

abate sobre varias legiones a las que Csar haba embarcado por el ro Ems con
intencin de conducirlas, a travs del mar del Norte, hasta sus cuarteles de invierno.
(N. de los T.)] <<

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[23] Veleyo Patrculo, II, 118. <<

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[24] Ibd., 117. <<

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[*] Rey de Judea entre el 40 y el 4 a. C., padre de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea

que juzg a Jesucristo y le envi ante Pilatos. (N. de los T.) <<

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[25] Ibd. <<

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[26] Din Casio, op. cit., VIII, 56, 18. <<

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[27] Floro, Epitome of Roman History, II, 88. <<

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[28] Josefo, Historia antigua de los judos, 10, 10. <<

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[29] Veleyo Patrculo, id. loc. <<

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[30] Tcito, Anales, I, 55. <<

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[31] Veleyo Patrculo, II, 118-119. <<

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[32] Ibd., 119-120. <<

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[33] Ibd. <<

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[34] Todd, M., The Early Germans, pp. 50-51. <<

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[35] Tcito, Historias, IV. <<

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[36] Din Casio, op. cit., LVI, 23. <<

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[37] Suetonio, op. cit., Calgula, XXIV. <<

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[38] Respecto al nombre de la esposa de Arminio, vase Estrabn, op. cit., VII, 1,4. <<

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[*] Tcito, Anales, I, 57. (N. de los T.) <<

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[39] Tcito, Anales, I, 55. <<

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[40] Ibd., 56. <<

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[41] Ibd., 57. <<

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[*] Id. loc. (N. de los T.) <<

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[42] Ibd., 58. <<

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[*] Ibd. (N. de los T.) <<

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[*] Ibd., 59. (N. de los T.) <<

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[*] Las varas se empleaban para azotar y las segures una especie de hacha grande

para degollar. Ambos son smbolos del poder de coercin de Roma. Juntas formaban
las fasces que llevaban los lictores, o escoltas personales de los magistrados.
Referencia tomada, con modificaciones, de la que ofrece Crescente Lpez de Juan, el
traductor espaol de los Anales. (N. de los T.) <<

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[43] Ibd., 59. [La traduccin espaola difiere aqu sustancialmente de la inglesa, pues

en ella no son otros pueblos los que se han liberado de Roma, sino los propios
queruscos. As reza el texto ingls: Otros pueblos, desconocedores del dominio de
Roma, no han conocido sus imposiciones ni sus castigos. Pero nosotros los hemos
probado y nos los hemos sacudido de encima!. El nfasis es nuestro. (N. de los T.)]
<<

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[44] Ibd., 61. <<

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[45] Ibd., II, 9-10. <<

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[46] Estrabn, op. cit., VII, 1,4. <<

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[47] Tcito, Anales, II, 44. <<

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[48] Veleyo Patrculo, II, 108. <<

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[49] Tcito, Anales, II, 44-45. <<

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[50] Ibd., 63. <<

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[51] Ibd., 88. <<

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[52] Ibd., I, 9: El mar Ocano y largos ros limitaban el imperio; I, 11: Todo ello

lo haba escrito Augusto de su puo y letra y haba aadido el consejo de mantener el


imperio dentro de aquellos lmites. <<

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[53] Suetonio, op. cit., Augusto, XXV. <<

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[1] Juliano, The Csars, XXVIII, 327. <<

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[2] Eutropio, Breviarum Ab Urbe Condita, VIII, 6, 2. <<

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[3] Ibd. <<

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[4] Hanson, W. S., y Haynes, I. P., Roman Dacia. <<

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[5] Vkony, G., Dacians-Romans-Romanians, p. 50. <<

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[6] Juan Lido, Powers or the Magistracies of the Roman State, II, 28. <<

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[7] Estrabn, op. cit., VII, 3, 11. <<

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[8] Herodoto, Los nueve libros de la historia, traduccin y prlogo de Mara Rosa

Lida, Barcelona, Lumen, 1981,2 volmenes, IV, 95. <<

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[*] Lo mismo afirma Herodoto: vase la nota 8. (N. de los T.) <<

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[*] Herodoto (id. loc.) dice que se trata de un aposento subterrneo que el mismo

Salmoxis haba labrado. Fue as como se convirti en dios: una vez terminado el
recinto, se encerr en l por espacio de tres aos, y todos le dieron por muerto.
Cuando al cuarto ao apareci vivo, todos creyeron en su divinidad. (N. de los T.) <<

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[9] Estrabn, op. cit., VII, 3, 5. <<

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[10] Platn, Crmides, 156e-157a. [Traduccin de Emilio Lled, Madrid, Gredos,
1990. (N. de los T.)] <<

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[11] Vkony, op. cit., p. 50. <<

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[12] Din Casio, op. cit., LXVII, 6. <<

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[13] Ibd., LXVIII, 9. <<

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[14] Ibd., LXVII, 6. <<

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[15] Las exclamaciones pertenecen al original ingls. (N. de los T.) <<

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[*] Ibd., 7. <<

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[16] Ibd., 8. <<

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[17] Ibd., 10. <<

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[18] Amiano Marcelino, op. cit., 24. 3. 9. [El ster (o Yatro) es el nombre con el que se

conoce el tramo medio del Danubio. (N. de los T.)] <<

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[19] Din Casio, op. cit., LXVIII, 6. <<

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[20] Ibd. <<

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[21] Ibd. <<

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[22] Ibd., 8. <<

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[23] Ibd., 10. <<

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[24] Ibd., 11. <<

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[25] Ibd., 14. <<

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[26] Ibd. <<

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[27] Haba habido un canal antes de que los romanos se apoderaran de Egipto. Lo

haban construido los brbaros, en este caso egipcios y persas, pero Roma haba
dejado que lo obstruyeran los sedimentos. Todo lo que tuvieron que hacer los
ingenieros de Trajano fue dragarlo y cambiarle el nombre: a partir de aquel momento
pas a llamarse el ro de Trajano. <<

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[28] Whittaker, C. R., Frontiers of the Roman Empire, op. cit. <<

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[1] Procopio de Cesrea, Historia de las guerras, 3. 2. 2. <<

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[2] Filostorgio, Ecclesiastical History, II, 5. <<

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[3] Amiano Marcelino, op. cit., 31. 3. 8. <<

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[*] Amiano Marcelino, Historia, 31.4. 5. [Para la traduccin espaola, vase la nota

10 del captulo 3.] (N. de los T.) <<

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[4] Ibd., 31. 4. 6, en lo que probablemente sea una cita de Pndaro. <<

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[5] Ibd., 31. 4. 5. <<

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[6] Ibd., 31. 4. 4. [Aqu las traducciones inglesa y espaola discrepan
sustancialmente. La primera no da a entender que se sumen las ayudas militares
romanas a los contingentes godos, sino todo lo contrario: It was hoped that the
annual levy of soldiers from each province could be suspended, es decir, Se
esperaba poder suspender el reclutamiento anual de soldados de las provincias y que
el ahorro resultante llenara las arcas del Tesoro (and that the resulting savings would
swell the coffers of the treasury). Las cursivas son nuestras. (N. de los T.)] <<

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[7] Ibd., 31. 4. 10-11. <<

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[8] Ibd., 31. 5. 10. <<

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[9] Ibd., 31. 8. 9. <<

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[10] Ibd., 31. 13. 4. <<

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[11] Ibd., 31. 13. 6. <<

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[12] Temistio, Orationes, Oration 16, traduccin de Moncur, D., y Heather, P., en

Translated Texts for Historians, Liverpool, 1996. [Discursos polticos, traduccin de


Joaqun Ritor Ponce, Madrid, Gredos, 2000]. <<

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[13] Orosio, Seven Books of History against the Pagans, VII, 35. <<

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[*] La etimologa se ve ms clara en el original: en germano, el nombre de Alarico se

escribe Al-ric, lo que viene a significar, como indica el autor ingls: All-king.
Vase antes lo que se dice a propsito del ttulo real de Vercingetrix. (N. de los T.)
<<

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[14] Zsimo, Nueva historia, 5.4. <<

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[15] Orosio, op. cit., VII, 37. <<

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[16] Claudiano, De Bello Gothico, II, 129. La transcripcin inglesa moderniza el texto

original. <<

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[17] Ibd., 139. <<

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[18] Zsimo, op. cit., 5. 37. <<

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[19] Ibd., 45. <<

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[20] Ibd., 47. <<

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[21] Ibd. <<

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[22] Ibd., 48. <<

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[23] Ibd. <<

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[24] Ibd. <<

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[25] Ibd., 53. <<

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[26] Ibd., 54. <<

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[27] Ibd. <<

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[28] Zsimo, op. cit., 6. 8. <<

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[29] Ibd., 9. <<

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[30] Ibd., 10; Procopio, op. cit., 3. 2. <<

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[31] Zsimo, op. cit., 6. 11. <<

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[32] Carta a Demetriades, n. 30, cita tomada de Brown, P., Augustine of Hippo, pp.

288-289. [Cartas, en Obras Completas de San Agustn, 41 volmenes, VIII (1-123),


XIa y XIb, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, s. f.] <<

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[33] Orosio, op. cit., VII, 39. <<

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[34] Ibd. <<

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[35] Zsimo, op. cit., 6. 10. <<

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[36] Procopio, op. cit., 3, 2. <<

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[37] Orosio, op. cit., VII, 37. <<

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[38] Agustn de Hipona, La ciudad de Dios, 2 vols., I, 1. [La traduccin espaola es de

Santos Santamarta del Ro y Miguel Fuertes Lanero, en Obras completas de San


Agustn, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1988]. <<

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[39] Ibd., I, 7. <<

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[40] Orosio, op. cit., VII, 43. <<

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[1] Horacio, Epstolas, II, 1, 156. <<

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[2]
Throckmorton, P., The Road to Gelidonya, en Throckmorton, P. (comp.),
History from the Sea. <<

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[3] Price, D. J. de Solla, Analitic Ancient Greek Computer, Scientific American,

junio de 1959, pp. 60-67. <<

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[4] Price, D. J. de Solla, Gears from the Greeks. <<

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[5] La opinin general que sostiene que los romanos haban vuelto yermos los campos

de Cartago al roturarlos con sal es incorrecta: no tenan suficiente sal. <<

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[6] Diels, H., Laterculi Alexandrini aus einem Papyrus ptolemaischer Zeit,
Abhandlungen der kniglich-preussischen Akademie der Wissenschaften zu Berlin,
philologische-historische Klasse (1904), II, 2-16, 7. 3-9. <<

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[7] Vitruvio, On Architecture, VII, 14. <<

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[8] Tucdides, Historia de la guerra del Peloponeso, I, 3. [La traduccin espaola es

de Luis M. Maca Aparicio, Madrid, Akal, 1989]. <<

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[9] Herodoto, op. cit., V, 22. <<

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[10] Trasmaco, On Behalf of the Larisaeans es el nico rengln del discurso que

ha llegado hasta nosotros! <<

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[11] Demstenes, Tercera filpica, XXXI. <<

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[12] Champion, C., Romans as Barbaroi: Three Polybian Speeches and the Politics of

Cultural Indeterminacy, Classical Philology, 95, 4, 2000, pp. 425-444. <<

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[13] Plinio, op. cit., XXIX, 14. <<

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[14] Ibd. <<

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[15] Gruen, E. S., The Hellenistic World and the Coming of Rome, captulo 7. <<

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[16] Si los griegos hubieran conocido la plvora, el electromagnetismo y la imprenta,

nos veramos obligados a reescribir la historia. Es un misterio que la inquisitiva


mente griega no diese con estos hallazgos. Warner, C. D., Thoughts Suggested by
Mr Froudes Progress, Scribners Monthly, 7, 3, enero de 1874. <<

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[17] Plutarco, Vidas paralelas, Marcelo. <<

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[18] Schramm, E., Die antiken Geschtze der Saalburg. <<

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[19] Marsden, E. W., Greek and Roman Artillery. <<

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[20] Diodoro de Sicilia, op. cit., XIV, 16, 8. <<

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[21] Ibd., XX, 91-96. <<

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[22] Soedel, W., y Foley, V., Ancient Catapults, Scientific American, marzo de 1979,

pp. 50-160. <<

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[23] Rochas dAiglun, E. A., Poliocertique des Grecs y La Science des Philosophes et

lArt des Thaumaturges dans lAntiquit. <<

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[24] Middleton, W. E. K., Archimedes, Kircher, Buffon and the burning mirrors,

ISIS, 52, 1961, pp. 533-543. <<

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[25] Segn el experimento realizado por el conde de Buffon, autor de una enciclopedia

titulada Historia natural. Con cuarenta espejos se prendi fuego a una plancha
recubierta de creosota a una distancia de veinte metros, y con ciento veintiocho
espejos se hizo arder instantneamente un tabln de pino a cuarenta y cinco metros.
En otra prueba, se derritieron dos kilos y setecientos gramos de estao a seis metros.
Supplment a lHist. Naturelle, I, pp. 399-483, edicin en cuarto. <<

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[26]
Stavroulis, O. N., Comments on: On Archimedes Burning Glass, Applied
Optics, 12, 10, A 15, 1973. <<

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[27] Fue Ioannis Sakkas, animado por el profesor de historia Evanghelos Stamatis,

quien llev a cabo el experimento. Construy doscientos espejos, los recubri de


bronce en vez de con azogue y los dispuso en hilera ayudado por sesenta hombres en
el muelle de la base naval griega de Skamanga, cerca de Atenas (The Times, 11 de
noviembre de 1973). Argument adems que a Arqumedes le habra resultado ms
fcil hacerlo, ya que le habra favorecido la potencia del sol de verano (la prueba se
efectu en invierno) y la presencia de un enemigo ms vulnerable al fuego (pues sus
barcos eran de cedro y no de madera contrachapada). Simms, D. L., desacredit el
experimento en Archimedes and Burning Mirrors, Physics Education, 10, 1975,
pp. 517-521, pero se nos informa de que posteriormente el doctor Sakkas ha repetido
el experimento en cinco ocasiones, con resultados positivos. <<

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[28] Luciano se refiere evidentemente a un clebre relato: en el asedio a Siracusa,

redujo a cenizas, con un singular ingenio, los navos romanos, Hippia, captulo 2.
<<

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[29] Se dice que Arqumedes plant fuego a los trirremes enemigos valindose de

pyreia, Galeno, De Temperamentis, I, III. El significado de pyreia es incierto. <<

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[30] Zonaras, Anales, I, 9. <<

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[31] Eustatio, ad Iliad. <<

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[32] Din Casio, op. cit., IX, 4. <<

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[33] Rashed, R., Les Catoptriciens Grecs, I: Les Miroirs Ardents, Les Belles Lettres,

2000. <<

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[34]
Tzetzes, Book of Histories, Chiliades, 2, 118-128, en Thomas, I., Greek
Mathematical Works. <<

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[35] Zonaras, op. cit., I, 11. <<

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[36] Toomer, G. J., Diocles on Burning Mirrors. <<

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[37] La ms reciente manifestacin de este estado de cosas se produjo en un programa

de televisin (emitido por el Discovery Channel, en su espacio Mythbusters). En


octubre del ao 2005, en un da nublado cuya temperatura mxima no sobrepas los
veinte grados centgrados, se film un experimento en el que un conjunto de espejos
logr prender fuego a un viejo barco de pesca construido en madera y situado a
veintitrs metros de distancia, pero el fuego se apag. En julio y agosto, Siracusa
suele gozar de un cielo azul y las temperaturas reinantes superan los treinta grados. El
jefe del equipo del MIT que intervena en la prueba, el profesor David Wallace, dijo
que el intento mostraba que tcnicamente exista la posibilidad de construir un arma
semejante, pero no que se hubiera utilizado (San Francisco Chronicle, 22 de octubre
de 2005). <<

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[38] Simms, op. cit. <<

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[39] dem, Archimedes weapons of war and Leonardo, The British Journal for the

History of Science, 21. 6, junio de 1988, pp. 195-210. <<

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[40] Livio, op. cit., XXV, 31. <<

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[41] Cicern, De Re Publica, I, 14, 21. [La repblica, traduccin de Rafael Prez

Delgado, Madrid, Aguilar, 1979]. <<

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[42] Plutarco, Vidas paralelas, Julio Csar, op. cit. <<

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[43] Apiano, Historia romana, 4, 9. <<

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[44] Suetonio, Vida de los doce Csares, op. cit., Vespasiano, XVIII. <<

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[45] Russo, L., The Forgotten Revolution, p. 133. <<

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[46] Hern de Alejandra, Autmata, I, 7, 340-342. <<

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[1] Traduccin de Oppenheim, A. L., en Pritchard, J. B., Ancient Near Eastern Texts

Relating to the Old Testament, Princeton, 1950. <<

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[2] Isaas, 45,1. [La traduccin espaola es de Jess Moya en Biblia de Jerusaln,

Bilbao, Descle de Brouwer, 1976]. <<

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[3] La mencionada imprecacin de Perspolis recibe el nombre de inscripcin de los

daiva (demonios) porque en uno de sus prrafos dice all haba un lugar en el que
anteriormente se renda culto a los demonios [daiva]. Despus, por la gracia de Ahura
Mazda, yo destru aquel santuario demonaco y proclam: No adoraris a los
demonios!. Los historiadores se lo han pasado en grande tratando de averiguar
sobre quin recayeron los perjuicios de aquella declaracin. <<

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[*] La Biblia la denomina Jarn. Vase por ejemplo Gnesis, 12, 4. (N. de los T.) <<

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[*]
Tambin se emplea en sentido figurado, para indicar todo golpe daino o
comentario punzante de ltimo momento, ya sea de palabra o de hecho. (N. de los T.)
<<

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[4] Plutarco, op. cit., Craso. <<

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[5] Ibd. <<

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[6] Ibd. <<

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[7] Din Casio, op. cit., XL, 27. <<

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[8] Plinio, op. cit., VI, 47. <<

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[9] A la esposa se ha aficionado el soldado de Craso / Brbaro indigno, ya
encanecido / (Ay de la vida corrupta de la nacin!) / A sueldo de enemigos que son
tambin parientes, The Odes and Carmen Saeculare of Horace, III, 5, 5-8,
traduccin de J. Conington, Londres, 1882. <<

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[10] Dubs, H. H., A Roman City in Ancient China. <<

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[11] Faltan fuentes para el estudio de la poca de los partos, pero se cree que la

educacin que se imparta en tiempos de la siguiente dinasta presentaba pocas


diferencias significativas respecto de la vigente cuando dominaba la anterior. La
informacin que sigue se basa en el artculo de A. Tafazzoli titulado Education
under The Parthian and Sassanian Dynasties que se encuentra en la Encyclopedia
Iranica. <<

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[12] Gray, W. F. M., Batteries B. C., The Laboratory, 25, 4, 1956. <<

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[13] Eggert, G., The Enigma of the Battery of Baghdad, Proceedings: 7th European

Skeptics Conference, pp. 42-46, GWUP, Rossdorf, 1995. <<

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[*] Hay aqu una irona, algo ms obvia en ingls, ya que Sagitario (the Archer) es el

arquero, la perfecta representacin del flechero parto a caballo, de ah la


preferencia de Casio. (N. de los T.) <<

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[14] Din Casio, op. cit., LXXVI, 9. <<

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[15] Eurpides, Las Bacantes, coro final. <<

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[1] Din Casio, op. cit., LXXX, 13-16. <<

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[2] Herodiano, History of the Empire, VI, 4, 4. <<

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[3] Zonaras, op. cit., XII. <<

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[4] 'Onsor-al-Ma'l Kaykvs ben Eskandar, Qbs-nma, edicin de Gh.-H. Ysof,

Tehern, 1345 S [1966], pp. 77, 89, 95, citado en Khaleqi-Motlaq, D., Iranian
Culture, Iranian Etiquette in the Sasanian Period, en Encyclopedia Iranica, de donde
hemos extrado el material de este apartado. <<

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[*] Ms conocida como Elam. (N. de los T.) <<

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[5] Libro segundo de las crnicas, 8, 4. [Traduccin espaola de Marciano Villanueva

en Biblia de Jerusaln, Bilbao, Descle de Brouwer, 1976. La cita dice lo siguiente:


Al cabo de los veinte aos que emple Salomn en edificar la Casa de Yahveh y su
propia casa [] reedific Tadmor en el desierto, y todas las ciudades de
avituallamiento que construy en Jamat]. <<

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[6] Historia Augusta, op. cit., Vopiscus, 3. Este misterioso texto, cuyos orgenes se

remontan, segn la creencia actual, al siglo IV, contiene muchas afirmaciones falsas
lo que es una pena, ya que se trata de la principal fuente de informacin sobre
Zenobia. El admirable Bill Thayer, cuya pgina de internet en la Universidad de
Chicago es una de las ms valiosas pasarelas de acceso electrnico a los textos
primitivos, sostiene lo siguiente: Incluso este nido de mentiras encierra granos de
verdad aqu y all, y ste [de la educacin de Zenobia] parece ser uno de ellos. Es
posible que Zenobia fuera realmente descendiente de Cleopatra. <<

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[7] Ibd. <<

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[8] Heather, P., The Fall of the Roman Empire, p. 62. [La cada del imperio romano,

traduccin de Toms Fernndez Az y Beatriz Eguibar, Barcelona, Crtica, 2006]. <<

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[1] En La cada del imperio romano, op. cit., p. 417, Peter Heather ofrece una
estimacin sobre el particular que permite deducirlo as: afirma que las llanuras
hngaras podan sostener a unos ciento cincuenta mil caballos y que cada
combatiente huno vena a precisar unas diez cabezas. <<

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[2] H. G. Wells, The Outline of History, XXVIII, 4. [Esquema de la historia universal,

3 volmenes, traduccin de Enrique Diez-Canedo y Ricardo Baeza, Buenos Aires,


Ediciones Anaconda, 1952]. <<

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[3] The Times, 30 de julio de 1900. <<

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[4] Y entonces los vndalos de nuestra isla / enemigos jurados de la prudencia y la

ley, / redujeron a cenizas un rimero ms noble / del que jams vio romano alguno!
<<

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[5]
Gregoire, H. B. (abate de Blois), Convention Nationale. Instruction publique.
Rapport sur les destructions opres par le Vandalisme, et sur les moyens de le
rprimer. Suivi du Dcret de la Convention Nationale, Pars, Imprimerie Nationale,
14 fructidor, ao II [1793]. <<

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[6] una especie de deslealtad de los hombres que, habiendo profesado la fe de

Cristo, corrompen sus dogmas; Toms de Aquino, II-II, 11,1. <<

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[1] Rutilio Claudio Namaciano, De reditu suo, II, 41 y ss. [El retorno, introduccin,

traduccin y notas de Alfonso Garca-Torao Martnez, Madrid, Gredos, 2002]. <<

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[2] Livio, op. cit., XX, I. <<

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[3] Apiano, Historia romana, op. cit., 56-61. Existe una obvia relacin entre este

relato y la piedra negra de la Kaaba que se encuentra en La Meca. La tradicin afirma


que el objeto cay en forma de meteorito y en pocas preislmicas se le renda culto,
pues se lo consideraba asociado a una diosa provista de atributos similares a los de
Hcate. <<

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[4] Historia Augusta, op. cit., Aureliano, 20. La fiabilidad de esta fuente es ms que

cuestionable (que ya es decir!). Segn parece, es posible que el texto fuera escrito
con el propsito de probar la superioridad del paganismo respecto de la religin
cristiana, lo que da pie a la introduccin de una cierta cantidad de flagrante ficcin.
No obstante, no hay duda de que se recurra de vez en cuando a los Libros Sibilinos.
<<

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[5] Gibbon, E., The Decline and Fall of the Roman Empire, IX, 2. [Historia de la

decadencia y ruina del imperio romano, 5 vols., Madrid, Turner, 1984]. <<

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[6] Jordanes, Origen y gestas de los godos, XXIV, 122 y 127-128. <<

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[7] Herzfeld, E., Zoroaster and His World. <<

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[8]
es decir, haban deformado deliberadamente los crneos como, segn las
descripciones, hacan los hunos: comunicacin personal con la doctora Jeannine
Davis-Kimball, Centro para el Estudio de los Nmadas Eurasiticos. <<

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[9] Gbl, R., en Die Mnzen der Sasaniden im Kniglichen Mnzkabinett, p. 5,
muestra que el tratado de los cincuenta aos de paz que se firm en 562 y en el que
se estipulaba que Bizancio se comprometa a entregar una cierta cantidad de oro
como pago anual destinado a la defensa del Cucaso se propona consolidar la
impermeabilidad de la frontera oriental frente a los hunos (vanse los fragmentos 11
y siguientes en Blockley, R. C., The History of Menander the Guardsman, as como
lo que seala Guterbock, K., en Byzanz and Persien in ihren
diplomatisch-vlkerrechtlichen Beziehungen im Zeitalter lustinians, pp. 76 y ss.). <<

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[10] Citado en Publio Fabio Escipin (seud.), Who Were the Huns and How Did

They Make Such an Impact in Europe?, www.ancientworlds.net/ <<

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[11] Heather, R, La cada del imperio romano, op. cit., pp. 195 y ss. <<

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[12] Blockley, R. C., (comp.), The Fragmentary Classicising Historians of the Later

Romam Empire. <<

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[*] Tngase en cuenta que la lengua inglesa del original contiene reminiscencias ms

obvias de esta justificacin: el sabbat se traslada del Saturday al Sun-day, o da del


Sol; la palabra espaola domingo procede de la expresin latina dominicus dies, que,
como se sabe, significa da del Seor. (N. de los T.) <<

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[*] Deidad igualmente asociada a lo solar, pues era smbolo de la luz divina. (N. de

los T.) <<

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[13] Amiano Marcelino, op. cit., 22, 5. <<

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[14] Toms de Aquino, 1a, 3c, 1c. <<

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[15] Texto traducido por R. J. Deferrai con el ttulo: Saint Ambrose: Theological and

Dogmatic Works, coleccin Padres de la Iglesia, 44, Washington, d. C., 1963,


prefacio. <<

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[16] Din Casio, op. cit., LI, 22. <<

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[17] Gibbon, E., op. cit., 3, 27, i. <<

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[18] Gregorio de Nisa, De Deitate Filii et Spiritus Sancti, Gregorii Nysseni Opera, X,

2, Leyden. <<

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[19] Guenther, O. (comp.), Epistol Imperatores: Corpus Scriptorum
Ecclesiasticorum Latinarum., 35, 1-2, Viena, 1895; Roberts, W. E., Magnus
Maximus: Portrait of a Usurper, tesina de diplomatura de la Universidad de Carolina
del Sur, 1997, pp. 99-102. <<

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[20]
Teodoreto de Ciro, Ecclesiastic Histori, 5, 25, en Patrologi Gc, 82,
edicin de J. P. Migne, Pars, 1864. <<

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[21] A partir de la poca de Antonino Po, es decir, del ao 100 d. C. en adelante,

aproximadamente, las efigies de los emperadores que figuran en las monedas llevan
tambin un halo. <<

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[22] Ambrosio, De Fide, II, 16. <<

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[*] Nombre que daban los romanos al conjunto de templos y edificios dedicados al

dios Serapis. (N. de los T.) <<

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[23] Rufino de Aquileya, Church History, II, 23. <<

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[24] Estas citas apcrifas coinciden por su tono con la nica informacin biogrfica de

que disponemos, procedente de la enciclopedia bizantina, tomada a su vez de la Vida


de Isidoro, escrita en torno al siglo VI por el filsofo griego Damascio. Este autor
afirma lo siguiente: Cada vez que alguien era nombrado gobernante de la ciudad, su
primera preocupacin era asistir a [las] disertaciones [de Hipacia], como sola
suceder en Atenas. Pues pese a que en la realidad hubiera decado, el nombre de la
filosofa segua pareciendo magnfico y admirable a quienes ejercan los ms altos
cargos de la comunidad. <<

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[25] Scrates Escolstico, Historia Eclesistica, VII, 15. <<

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[26] Juan, obispo de Nikiu, Crnica, 84, 87. <<

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[1] Heather, P., La cada del imperio romano, op. cit., pp. 252-253. <<

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[2] Gibbon, E., Historia de la decadencia y ruina del imperio romano, op. cit., III, 14.

<<

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[*] El retorno, II, 41. Para la resea bibliogrfica, vase la nota 1 del captulo 12. (N.

de los T.) <<

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[*] La ortografa inglesa del nombre de Giserico se ajusta probablemente ms que la

espaola al original godo, de ah que muestre ms claramente la relacin etimolgica


con la palabra Csar, ya que se escribe Gaiser-ric, esto es, Kiser-ric. (N. de
los T.) <<

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[3] Oriento, Commonitorium, II, 184. <<

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[4] Prspero de Aquitania, Epigramma, 17. <<

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[5] Juan de Mariana, de Rebus Hispanicis, I, p. 148, Hag Comitum, 1733, cita
tomada de Gibbon, op. cit., XXI, quien admite que el pasaje resulta quizs
exagerado debido a que el cronista Idacio, coetneo de los acontecimientos y
autor que inspira esta crnica, deseaba lograr que la invasin se ajustara a las
profecas apocalpticas de la Biblia. <<

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[6] Collins, R., Visigothic Spain. <<

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[7] Orosio, op. cit., VII, 41. <<

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[8] Salviano, op. cit., V, 5. <<

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[9] Jungman, J. A., The Early Liturgy to the Time of Gregory the Great. <<

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[*] Ridgeback significa cresta dorsal, por la caracterstica franja de pelo hirsuto

que recorre el espinazo del animal. Se trata de un perro oriundo del frica
sudoccidental (Rodesia es el actual Zimbabue), tan veloz y resistente que los
rastreadores blancos sudafricanos del siglo XIX lo conocan como el cazador de
leones de hecho, el autor sugiere ms adelante que tambin los antiguos pudieron
haber descubierto esta misma aptitud cinegtica. El rottweiler recibe su nombre de
la ciudad alemana de Rottweil, en la regin alpina de Wurtemberg. La raza
acompaaba a los antiguos romanos y les brindaba proteccin y ayuda en el pastoreo
del ganado. Se les llamaba perros carniceros por su extraordinaria fiereza. (N. de
los T.) <<

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[10] Orosio, op. cit., VII, 38. <<

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[11] Cdigo teodosiano, IX, 40, 24. <<

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[12] Prspero de Aquitania, Crnica, 425. <<

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[13] Procopio, op. cit., III, 3. <<

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[14] Salviano, op. cit., VII, 7. <<

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[15] Procopio, op. cit., I, 5. <<

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[16] Heather, op. cit., pp. 344 y ss. <<

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[17] Raven, S., Rome in Africa, captulo 7. <<

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[18] Las excavaciones de la Unesco, iniciadas en el ao 1972, determinaron que la

ciudad no qued, como se pensaba, completamente arrasada. La devastacin total no


se produjo hasta que Augusto apison las ruinas para construir una ciudad nueva. <<

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[19] Raven, op. cit., p. 168. <<

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[*] No se trata de connotaciones ni de significados implcitos, sino de denominaciones

literales: el original hace referencia tanto a la traduccin de nombres latinos como


Quodvultdeus, que en ingls es What-God-Wants, como a nombres ingleses como
Fear-the-Lord, Praise-God, Thanks-to-God, etctera. (N. de los T.) <<

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[20] Citado en Kirwan, C., Augustine, p. 134. <<

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[21] Vctor de Tunnunna, Chronicon, s. f., 479; Ferrandus, Vita Fulgentii, XX, 40. <<

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[22] Procopio, op. cit., III. <<

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[23] Jordanes, op. cit., XXXVI, 184. [Hay aqu una confusin. No es Giserico
directamente el que se venga de este modo, sino Hunerico, su hijo, quien se haba
casado con la hija de Teodoredo y era, segn Jordanes, muy cruel hasta con sus
propios familiares.
Por otra parte, es poco probable que el rechazo se debiera a ningn intento de
envenenamiento. Como apunta el traductor de la obra citada, J. M. Snchez Martn, la
causa debi de obedecer a motivos polticos, ya que dos aos ms tarde el emperador
Valentiniano III firmara un pacto de no agresin con Giserico en el que tambin se
concertaba el casamiento de su hija Eudocia (de slo cinco aos de edad) con
Hunerico. (N. de los T.)] <<

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[24] Tirnanic, G., The Mutilated Nose: Rhinokopia as a Visual Mark of Sexual
Offence, trabajo presentado en la Conferencia de Estudios Bizantinos (2003). Este
tipo de actitudes siguen gozando de popularidad en una parte al menos del antiguo
imperio bizantino: una encuesta realizada en el ao 2005 en Diyarbakir (Turqua),
revel que el 21% de los opinantes consideraba que a las mujeres adlteras deban
cortrseles las orejas o la nariz (Noticiario de la BBC, 19 de octubre de 2005). <<

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[25] Sneca, Letters, 7, 3-4. [Epstolas morales a Lucilio, traduccin de Ismael Roca

Meli, Madrid, Gredos, 1986,1, 7, 3-4]. <<

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[26] Agustn, Confessions, VI, 8. [Confesiones, en Obras Completas de San Agustn,

41 volmenes, vol. II, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos]. <<

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[27] Sneca, On Clemency. [Sobre la clemencia, Madrid, Tecnos, 1988]. <<

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[28] Salviano, op. cit., VII, 15 y ss. <<

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[29]
Neuru, L. L., Salvian, Sin and Ceramics, Byzantine Studies Conference
Abstracts, 7, 1981, pp. 39-40. <<

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[30] Quodvultdeus, De Tempore Barbrico, traduccin de Kallman R., tesina leda en

la Universidad Catlica de Amrica, 1963. <<

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[31] Jones, A. H. M., The Later Roman Empire 284-602, p. 758. <<

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[32] Ennabli, L., Results of the International Save Carthage Campaign: The Christian

Monuments, World Archaeology, 18, 1986-1987, p. 304. <<

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[33] Wells, C. M., y Wightman, E. M., Canadian Excavations at Carthage, 1976 and

1978: The Theodosian Wall, Northern Sector, Journal of Field Archaeology, 7,


1980, 57-59. <<

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[34]
Clover, F. M., Carthage and the Vandals, en Humphrey, J. H. (comp.),
Excavations at Carthage, 7, 9. <<

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[35] Salviano, op. cit., VII, 16. <<

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[36] Draconcio, Prf. Romulea, I, 12-15, en (Euvres, III, edicin de J. Bouquet y E.

Wolff, Les Belles Lettres, 1995. <<

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[37] Merrills, A. H. (comp.), Vandals, Romans and Berbers, p. 12. <<

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[38] George, J. W., Vandal Poets in their Context, en Merrills, op. cit. <<

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[39] Kuhlmann, K., Enemies of Souls and Bodies. <<

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[1] Bury, J. B., History of the Later Roman Empire, pp. 279-288. <<

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[2] Grdonyi, G., Slave of the Huns, traduccin inglesa de A. Feldmar, Dent, 1969. <<

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[3] Jordanes, XXXV, 183. <<

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[4] Heather, op. cit., pp. 461-462. <<

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[5] Man, J., Attila. <<

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[6] MacMullen, R., Judicial Savagery in the Roman Empire, en MacMullen, R.,

Romanization in the Time of Augustus, pp. 204-217. <<

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[7] Hodgkin, T., The Barbaran Invasions of the Roman Empire, II, p. 25. <<

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[8] Fthi, E., Anthropological Conclusions of the Study of Roman and Migration

Periods, Acta Biolgica Szegediensis, 44, 1-4, 2000, pp. 87-94. <<

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[9] Tomka, P, Der Hunnische Frstenfund von Pannonhalma, Acta Arcaeologica

Academi Scientiarum Hungaric, 38, 1986. <<

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[10] Hodgkin, op. cit., p. 25. <<

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[11] Poulter, A. G. <<

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[12] Prisco, fragmento 11, 2, p. 277, cita tomada de Heather, op. cit., p. 424. <<

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[13] Jordanes, XXXV, 182. Se trata evidentemente de una tremenda exageracin los

historiadores modernos, que tienen sus propios mtodos para establecer un clculo,
piensan que quizs hubiera una dcima parte de esa cantidad. No obstante, la
demasa de Jordanes muestra el espanto que debi de apoderarse de la gente. <<

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[14] Agradecemos profundamente a Peter Heather que nos ayudara a estudiar la
logstica. <<

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[15] Sidonio Apolinar, Panegyric of Avitus, pp. 325-326. <<

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[*] El escrito de Casiodoro al que se alude es la Historia Gtica. (N. de los T.) <<

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[*] Jordanes, op. cit., XXXVI, 184. (N. de los T.) <<

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[16]
Gldenpenning, A., Geschichte des ostrmischen Reiches unter den Kaisern
Arcadius und Theodosius II, Halle, 1985, p. 340. <<

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[17] Heather, op. cit., p. 490. <<

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[18] Gregorio de Tours, Historia de los francos, II, 5. <<

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[19] Suda mu, 405, traduccin de Whitehead, D. <<

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[20] Prspero de Aquitania, Crnica, 452. <<

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[21] Hay una fuente que ofrece un relato completamente diferente. Idacio, el obispo de

Portugal que haba afirmado que el hermano de Giserico haba muerto por la
intervencin de un demonio tras cometer un acto sacrlego, escribi un Cronicn
concebido para mostrar las intenciones que Dios iba manifestando a medida que el
mundo se aproximaba al Apocalipsis. Este autor dice (Olymp. CCCVIII) que en la
batalla de los Campos Catalunicos murieron trescientos mil hombres (!) y que los
hunos dejaron la Galia para internarse en Italia, donde se abati sobre ellos una serie
de castigos divinos, como la peste y la hambruna, hasta ser aniquilados por Aecio
(Eus. MMCCCCLXI). No menciona en ningn momento a Len ni seala que se
produjera reunin alguna. Los escritores posteriores han utilizado esta circunstancia
para afirmar que los hunos haban trado la peste (se declar tal vez alguna
epidemia?) y, en poca ms reciente, para adjudicar a Aecio cierto papel en el hecho
de su repliegue, extremo que Prspero de Aquitania niega. Da la impresin de que
Idacio se confunde. <<

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[22] Hodgkin, op. cit., captulo 4. <<

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[23] Jordanes, XLII, ZZ3. Prspero de Aquitania dice simplemente que Atila qued

tan impresionado por la presencia del sumo sacerdote que decidi regresar a sus
cuarteles; vase Robinson, J. H., Readings in European History, Boston, 1905, p. 49;
sin embargo, Prspero trabajaba como secretario al servicio del papa Len. <<

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[24] Babcock, M. A., The Night Attila Died. <<

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[25] Juan de Antioqua, fragmento 200, 1, traduccin de Gordon, C. D., The Age of

Attila, p. 51. <<

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[26]
Prisco, Bellum Vandalicum, 7, 15-17, traducido al ingls en R. C. Blockley
(comp.), The Fragmentary Classicising Historians of the Later Roman Empire, p. 69.
<<

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[27] Procopio, op. cit., 3.5. <<

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[28] Mathisen, R. W., Sigisvult the Patrician, Maximinus the Arian, and Political

Stratagems in the Western Roman Empire c. 425-20, Early Medieval Europe, 8, 2,


Julio, 1999, pp. 173-196. <<

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[*] Es decir, naves cargadas de materias inflamables y proyectadas contra los barcos

enemigos para incendiarlos (Mara Moliner). (N. de los T.) <<

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[*] Se trataba, en concreto, de las vestiduras del emperador de Occidente, entre las que

figuraban, por supuesto, la diadema y el manto. (N. de los T.) <<

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[29] En realidad, el emperador haba sido colocado en su puesto por los hombres de

Atila. El padre de Rmulo era Orestes, el secretario de Atila. Al morir el rey huno,
Orestes recuper su identidad romana de origen, y en el ao 475 fue nombrado
general del ejrcito en Occidente, tras lo cual elev a su hijo al trono del imperio. El
padre de Odoacro era el lugarteniente de Atila, Edica. <<

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[*] Como en otras ocasiones a lo largo de la obra, se trata de una ciudad francesa

situada cerca de Lyon. (N. de los T.) <<

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[1] Shanzer, D., Bishops, Letters, Fast, Food, and Feast en R. W. Mathisen y D.

Shanzer, Society and Culture in Late Antique Gaul. <<

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[2] Shanzer, D., y Wood, I., traductores, Avitus of Vienne <<

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[3] Gregorio de Tours, Historia de los francos, op. cit., II, 30. <<

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[4] Ibd., p. 37. <<

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