Experiencia - Joan Scott
Experiencia - Joan Scott
Experiencia - Joan Scott
13 / 2001
Copyright1992
del libro Feminists Theorize the Political, editado
por Judith Butler y Joan W. Scott, reproducido con
el permiso de Routledge, Inc., que es parte del
Grupo Taylor & Francis.
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este párrafo parafrasea buena parte de consciente o por consideración y reflexión, y (ii) una cla-
la definición de Williams. Los núme-
ros de páginas de las citas se indican se particular de conciencia, que en algunos contextos se
entre paréntesis en el texto.
puede distinguir de la razón o el conocimiento” (p. 126).
Hasta principios del siglo XVIII —dice—, experiencia y experimento eran
términos íntimamente conectados, que designaban cómo se llegaba al
conocimiento por medio de poner a prueba y observar (aquí la metáfora
visual es importante). En esa, la experiencia todavía contenía dentro de sí
esta noción de consideración o reflexión acerca de eventos observados o
lecciones aprendidas del pasado, pero también se refería a una forma par-
ticular de conciencia. Esta conciencia, en el siglo XX, ha venido a significar
una “total y activa percepción”, incluyendo el sentimiento tanto como el
pensamiento. La noción de experiencia como un testigo subjetivo, escri-
be Williams, “se ofrece no sólo como la verdad, sino como la más autén-
tica forma de verdad”, como “la base para todo (subsecuente)
razonamiento y análisis” (p. 128). De acuerdo con Williams, la experien-
cia ha adquirido durante el siglo XX otra connotación, diferente de estas
nociones de testimonio subjetivo como inmediato, verdadero y auténti-
co. En este uso se refiere a influencias externas a los individuos —condi-
ciones, instituciones, formas de creencia o percepción sociales—, cosas
“reales” fuera de ellos a las que reaccionan y no incluyen su consideración
10
Acerca de las maneras en las que el o su pensamiento.10
conocimiento es concebido “como un
ensamblaje de representaciones exac- En los varios usos descritos por Williams, la “experien-
tas”, ver Richard Rorty. Philosophy and
the Mirror of Nature, Princeton Uni- cia”, concebida ya sea como interna o externa, objetiva o
versity Press, Princeton, 1979, espe-
cialmente p.163. subjetiva, establece la previa existencia de individuos.
Cuando se define como interna, es una expresión del ser o de la conciencia
de un individuo; y cuando se define como externa, es el material sobre el
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Gayatri Chakravorty Spivak. In Other ciencias humanas, es importante notar que este sujeto
Worlds: Essays in Cultural Politics,
Routledge, Nueva York, 1987, p. 204. es a la vez el objeto de investigación —la persona que
uno estudia en el presente o en el pasado— y el investigador mismo, el
historiador que produce conocimiento del pasado basado en la “expe-
riencia” en los archivos o el antropólogo que produce conocimiento de
otras culturas basado en la “experiencia” como observador participante.
Los conceptos de experiencia descritos por Williams excluyen el estu-
dio de los procesos de construcción del sujeto, y evitan examinar las
relaciones entre el discurso, la cognición y la realidad, la relevancia de la
posición o ubicación de los sujetos para el conocimiento que producen y
los efectos de la diferencia en el conocimiento. No se hacen cuestiona-
mientos, por ejemplo, acerca de si tiene importancia para la historia que
escriben que los historiadores sean hombres, mujeres, blancos, negros,
heterosexuales u homosexuales: en vez de ello, “la autoridad del ‘sujeto
de conocimiento’ (se establece) mediante la eliminación de todo lo con-
14
Michel de Certeau. “History: Science cerniente a quien habla”.14 Su conocimiento, que refleja
and Fiction”, en Heterologies: Discourse
on the Other , traducido por Brian algo fuera de él, es legitimado y presentado como univer-
Massumi, University of Minnesota,
Minneapolis, 1986, p. 218. sal, accesible a todos. No existen ni el poder ni la política
en estas nociones del conocimiento y la experiencia.
Un ejemplo de la forma en la que la “experiencia” establece la autori-
dad del historiador se puede encontrar en The Idea of History, de R. G.
Collingwood, la obra clásica de 1946 que ha sido lectura requerida en
cursos de historiografía durante varias generaciones. Para Collingwood, la
capacidad del historiador de “revivir la experiencia pasada” es inseparable
de su autonomía, “en donde por autonomía me refiero a la condición de
ser la autoridad propia, haciendo afirmaciones o tomando acción por ini-
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por Toews para referirse a los acercamientos al estudio del significado que
se apoyan en varias disciplinas, pero especialmente en las teorías del len-
guaje “ya que el medio primario del significado era obviamente el lengua-
je” (p. 881). Para Toews la cuestión es qué tan lejos ha llegado y debería
llegar el análisis lingüístico, especialmente en vista del desafío postes-
tructuralista al fundacionismo.
Toews argumenta que, por definición, la historia se ocupa de la explica-
ción. No es una hermenéutica radical, sino un intento de explicar el origen,
la persistencia y la desaparición de ciertos significados en “ciertos momen-
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que escribimos sobre ella, en vez de usarla como premisa en la cual basar
nuestra historia.