FICHA DE CTEDRA

LENGUA Y CULTURA LATINA I

(CTEDRA PROF. DRA. LILIANA PGOLO)

PRIMER CUATRIMESTRE DE 2017

T. J. Cornell
Los orgenes de Roma. C. 1000-264 a. C.

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 Cornell, T. J., Los orgenes de Roma. C. 1000-264 a. C. Barcelona, Crtica, 1999.

Los albores de Roma

La arqueologa da cuenta de que hay antecedentes de ocupacin en el

emplazamiento de Roma desde el ao 1000 antes de nuestra era; a travs de los
testimonios funerarios en la regin del Lacio, durante la Edad de Hierro, se advierte de
la existencia de una sencilla estructura social, sin clases diferenciadas econmicamente
ni estratificacin permanente. Su economa era de subsistencia y estaba basada en el
cultivo de cereales y en la cra de ganados; asimismo existen muy pocos testimonios
que permitan pensar en la especializacin del trabajo: se sabe que las mujeres se
dedicaban al tejido, y los restos de cermica hablan de una artesana bsica, de uso
casero. En lo que respecta a la vivienda, hasta mitades del siglo VII a.C., la choza de
paja y adobe era la forma principal.
Las comunidades estaban organizadas en pequeas aldeas, de un centenar de
habitantes, tales como los asentamientos existentes en las colinas que rodeaban el Foro
romano: Palatino, Capitolio, Quirinal. En particular, hacia el ao 800 a. C., comenzaron
a formarse grupos ms grandes y el Lacio alcanz un desarrollo semejante a Etruria, en
la regin de la Toscana. Con respecto a la regin latina, cabe sealar que, en la primera
mitad del siglo XIX, se descubrieron, en el Palatino, cimientos de chozas y
fortificaciones que fueron datados como pertenecientes a la octava centuria a. C., dato
arqueolgico que confirma la fecha y el lugar de la versin tradicional de la fundacin
de Roma, en el 753 antes de nuestra era.
Las fuentes antiguas sostienen en que Roma fue fundada por Rmulo,
descendiente de la familia real de Alba Longa, mtica ciudad situada en los montes
Albanos. Nmitor, su abuelo materno, haba sido derrocado por su hermano Amulio
quien, para evitar que tuviera descendencia, oblig a su sobrina, Rea Silvia, a hacerse
vestal. Sin embargo, ella concibi dos nios, Rmulo y Remo, que le fueron quitados y
arrojados al ro Tber. All fueron alimentados por una loba y luego recogidos por unos
pastores. Cuando crecieron y conocieron su verdadera identidad derrocaron a Amulio y
entonces Nmitor recuper el trono. Ellos decidieron fundar una ciudad en una zona
cercana: Rmulo fund Roma y luego mat a su hermano en una pelea.
La estructura fundamental de la leyenda coincide en lo que se refiere a las
distintas versiones sobre el origen de la ciudad. No obstante hay divergencias que se
centran en el linaje de Rmulo: para unos, el padre era el dios Marte; para otros, el
embarazo se haba producido a partir de una chispa del hogar, ya que Rea Silvia era
sacerdotisa de la diosa Vesta, la protectora del fuego hogareo. Tambin la identidad de
la loba es discutida puesto que, para algunos historiadores, la lupa no sera un animal,
sino que hara referencia a una prostituta del lugar donde se criaron los gemelos, en la
medida en que ese trmino significaba ramera. Incluso la muerte de Remo es objeto
de distintas variantes: en ciertas versiones se afirma que lo mat Rmulo; en otras, que
fue uno de sus compaeros y hay quienes dicen que ni siquiera muri.
A su vez, el episodio de Rmulo y Remo forma parte de una leyenda mayor que
se remontaba al troyano Eneas y a Lavinia, hija del rey Latino. Eneas lleg al Lacio
cuando el rey Evandro, un griego procedente de la regin de Arcadia desde tiempos
anteriores a la guerra de Troya, estaba asentado en el Palatino, lugar que se encontraba
abandonado en poca de Rmulo. Otros personajes mitolgicos, como Fauno, Saturno y
Hrcules, habran fundado colonias en el mismo lugar, desempeando algn papel en la
leyenda pre-romlea que, junto con el relato de la fundacin, se caracteriza por
presentar un complejo entramado de variantes.

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 Volvamos a Roma; al estar esa zona despoblada, Rmulo debi abrir un asilo en
la colina del Capitolio para refugiar mendigos y delincuentes y aumentar la poblacin.
La falta de mujeres lo llev a organizar el rapto de las sabinas, lo cual provoc un
enfrentamiento con padres, esposos y prometidos de las raptadas. Finalmente una
alianza entre ambos pueblos dio lugar a que el mando quedase en manos de dos reyes,
Rmulo y Tito Tacio, quien muri al poco tiempo. Por su parte el largo reinado de
Rmulo termin de manera misteriosa: en algunas fuentes se dice que habra ascendido
a los cielos con el nombre divino de Quirino; en otras, se habla de un regicidio en el
cual habra sido desmembrado por los senadores.
Cabe sealar que la fundacin de Roma es relatada como un proceso lento donde
el estado (la res publica) fue fruto de un proceso gradual al que contribuyeron los
distintos reyes (Cicern, De Republica) y las sucesivas generaciones, es decir, una obra
colectiva. En casi todos los relatos conservados pueden sealarse dos tendencias
opuestas: una mostrara el proceso de modo tal que no habra diferencia entre la Roma
primitiva y el fin de la Repblica. As, Eneas, Evandro, Rmulo y Numa Pompilio
habran vivido en ciudades tan desarrolladas como la propia Roma, con instituciones
polticas y religiosas similares. La versin opuesta plantea un origen rstico, una vida
virtuosa basada en la sencillez de costumbres, a la cual cada rey fue ampliando el rea
urbana y contribuy a su desarrollo monumental (Tito Livio, Ab Urbe condita).
La leyenda de la fundacin de Roma da cuenta, en realidad, no de cmo fueron
los hechos sino de cmo los romanos posteriores se vieron a s mismos y cmo
deseaban ser vistos: una mezcla de distintas etnias y de distintas influencias. Una
leyenda tpica de un pueblo que haba construido su podero extendiendo los derechos
de ciudadana e incorporando nuevas realidades.

Orgenes de las leyendas

Rmulo y Remo. La leyenda rene una serie de elementos que podran considerarse
vergonzosos: la madre adoptiva de los gemelos, el asesinato de Remo, el origen poco
honroso de los primeros habitantes, el rapto de las Sabinas. Se trata de un relato que ya
circulaba en la Roma arcaica (ca. 300 a. C.); prueba de ello es la estatua de la loba,
conservada en los Museos Capitolinos, que data de alrededor del siglo VI a.C. El mito
recoge elementos que resultan habituales en las narraciones populares: un nio cuyo
origen es fruto de una unin anmala o milagrosa, en este caso un dios y una mortal; un
rey malvado que ordena matar al nio quien, finalmente, se salva y lo derroca. El nio
salvado es encontrado por un pastor o un pescador que lo cra o lo entrega a un
poderoso y, en general, alguna intervencin salva a la criatura. Pronto el nio se
distingue por su carisma y ms tarde se revela su identidad por algn indicio o profeca.
Leyendas similares aparecen en la mitologa de la India, Asia Central, frica, Polinesia,
Sudamrica. Se trata, ms bien, de expresiones populares surgidas a partir de una
necesidad o de una experiencia humana universal.

Eneas y los troyanos. La relacin entre Rmulo y Eneas es una sntesis artificial de dos
leyendas originalmente distintas. Eneas era conocido en Roma y el Lacio desde poca
muy temprana; su leyenda era de origen griego y hunde sus races en la epopeya ya que
se trata de un personaje distinguido de La Ilada de Homero por ser el nico de los
grandes hroes troyanos que sobrevivi al saqueo de Troya. Puesto que en un pasaje del
texto homrico se profetiza que Eneas y sus descendientes reinarn entre los troyanos,
pronto se elucubr que Eneas se haba escapado de Troya y se haba establecido en otro
sitio, precisamente en el Lacio. Hay monedas del siglo VI a.C. que muestran a Eneas

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salvando a su padre Anquises de las ruinas de Troya. La versin ms antigua que asigna
a Eneas la fundacin de Roma apareca en Helnico de Lesbos y Damates de Sigeo,
historiadores griegos del siglo V a. C. La historia se centraba en Eneas y no en la
ciudad, pero hacia finales del siglo IV a. C. la identidad de Roma estaba unida a la del
hroe troyano. Eneas tena virtudes que a los romanos les gustaba considerar propias,
tales como el respeto a las divinidades y el amor a la patria. La leyenda, en
consecuencia, les resultaba til en la medida en que les proporcionaba una identidad
respetable. Se puede observar la utilidad poltica del relato en 263 a.C. cuando, durante
la guerra contra Cartago, los habitantes de Segesta, en Sicilia, se aliaron con los
romanos llevados por su ascendencia troyana comn. Al afirmar estos orgenes troyanos
los romanos se definan a s mismos en contraposicin a los griegos; sin embargo, uno
de los rasgos ms interesantes de la leyenda de Eneas es que, en manos de Virgilio y
otros poetas del siglo I a.C., se convirti en un medio para reconciliar y hacer ms
aceptable la dominacin romana sobre el mundo griego. La leyenda de Eneas constituye
un importante hito en la relacin poltica y cultural entre Roma y los griegos; hoy se
considera que, quiz desde el siglo VI a.C., o incluso antes, esta leyenda estaba
arraigada en Roma. Al menos era bien conocida en la Etruria de la poca, ya que fueron
encontradas representaciones de Eneas en yacimientos etruscos. Los Penates dioses
del hogar, referidos en La Eneida como los misteriosos objetos sagrados que Eneas
llev consigo desde Troya, eran honrados en Lavinio, famoso centro de peregrinacin,
alrededor del 300 a.C., y fue una de las primeras ciudades latinas que se atribuy un
origen troyano. All, incluso, se desarrollaba un culto a Eneas bajo la advocacin de
Padre Indgete o simplemente Indgete.

Evandro y Hrcules. No se tiene certeza de la poca ni el origen del mito de Evandro,

un oscuro hroe arcadio que fue introducido en la leyenda romana a finales del siglo IV
o comienzos del III a. C. Ya Roma estaba asentada como potencia militar por la calidad
y cantidad de sus recursos humanos, lo que se relacionara con trminos griegos como
evandra y el propio nombre de la ciudad. Por otra parte se sostiene que la zona habra
sido frecuentada por mercaderes arcadios, que impusieron cultos como el de Zeus
Liceo, lo que est certificado por el hallazgo de restos arqueolgicos. Este tipo de
razonamiento puede explicar el culto romano de Hrcules, que habra visitado la regin
cuando regresaba a Grecia con los bueyes de Gerin. Su culto estaba vinculado con el
comercio y los santuarios emplazados en su honor fueron introducidos por comerciantes
griegos o bien fenicios.

Valor histrico de las leyendas

Todos estn de acuerdo en que la leyenda de la fundacin de Roma, de Eneas a

Rmulo, es ficcin y no hay motivo para considerarla un relato histrico. Rmulo es un
epnimo del nombre de la ciudad: probablemente slo signifique romano y no d
cuenta de ningn hombre real llamado Rmulo; aunque Eneas hubiera existido no
significa que la emigracin troyana al Lacio hubiera tenido lugar.
Sin embargo, muchos historiadores modernos interpretan que estas figuras
reflejan hechos histricos reales. Ante la necesidad de datar a Eneas alrededor del 1200
a.C. y relacionarlo con la fecha de la fundacin de Roma, se observa fcilmente que
Rmulo no poda ser hijo o nieto de Eneas. Hubo que admitir un largo intervalo entre
ambos que fue completado con la dinasta de los reyes de Alba.

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 Es probable que la primaca de Alba y Lavinio provenga de su importancia como
centros religiosos: la primera concentraba las celebraciones en honor a Jpiter Laciar en
el monte Cavo; la segunda acoga las fiestas anuales del culto de Eneas y sus Penates.
Existe una coincidencia sustancial entre la tradicin y los testimonios
arqueolgicos respecto de la fundacin del poblado de Rmulo en el Palatino, datado
por los propios romanos a mediados del siglo VIII a.C. Aunque hoy se sabe que la
ocupacin comenz mucho antes, aproximadamente desde el ao 1000, no se conoce
por qu los romanos eligieron esa fecha como la de la fundacin. Probablemente hayan
partido del inicio de la Repblica en el 509 y le hayan sumado siete generaciones de
monarqua de 35 aos cada una, lo que lleva al 754.
Para aceptar el Palatino como asentamiento original basta recurrir al testimonio
de las Lupercales, ceremonia de purificacin donde jvenes desnudos (los luperci)
corran alrededor del Palatino, lo que originalmente inclua a toda la comunidad. Los
testimonios arqueolgicos coinciden con la tradicin pero no llegan a confirmarla; es la
tradicin, en cambio, la que ayuda a interpretar los hallazgos arqueolgicos. El
testimonio ms claro es que la poblacin original de Roma fue una mezcla de elementos
romanos y sabinos, leyenda iniciada con el rapto de las Sabinas y con la fusin de
ambos pueblos. De los primeros cuatro reyes dos fueron latinos (Rmulo, Tulio
Hostilio) y dos sabinos (Numa Pompilio y Anco Marcio) o tres con Tito Tacio. Resulta
difcil separar lo sabino de lo romano; sin embargo tampoco existe ninguna
confirmacin irrefutable de la presencia del pueblo sabino en la Roma primitiva.
Durante los siglos IV y III a.C. los romanos convirtieron el mito como parte de la
historia ocurrido en tiempo de Rmulo.

Herencia indoeuropea de Roma

George Dumzil divide las estructuras de las sociedades indoeuropeas primitivas

en tres funciones: sacerdotes y dirigentes (primera funcin), guerreros (segunda
funcin) y productores (tercera funcin). En particular considera que en Roma esta
divisin se manifiesta especialmente en la religin donde las tres funciones estn
representadas por los dioses Jpiter, Marte y Quirino, ncleo de la religin romana en el
desarrollo de la ciudad.
Para Dumzil la historia de los primeros reyes expresa la teora de las tres
funciones: Rmulo y Numa, dos aspectos de la soberana, Tulo Hostilio la funcin
guerrera, y Anco Marcio, la funcin econmica. Esto no es del todo cierto; si bien
Numa y Tulio representan funciones contrapuestas, Anco Marcio no da cuenta de la
tercera funcin. Para la realidad romana primitiva, la triparticin de Dumzil no resulta
funcional.
Arnaldo Momigliano, principal crtico de Dumzil, afirma que resulta
innecesario aislar un modelo indoeuropeo esttico y pretender aplicarlo a las realidades
histricas vinculadas a la Roma primitiva. Esta teora no explica nada de la historia de
Roma y no tiene en cuenta que el rasgo fundamental de la sociedad romana es que
guerreros, productores y sacerdotes no constituan elementos diferenciados entre s.
Adems Dumzil no toma en consideracin los problemas de transmisin
existentes entre el momento en que los romanos adoptaron sus leyendas como propias y
los trabajos de los historiadores. Presupone que la misma mentalidad indoeuropea se
encuentra en todos los textos latinos, independientemente de su autor. Finalmente, an
si las leyendas de los orgenes tuvieran un objetivo funcional como afirma Dumzil, de
ello no se desprende que sean anti-histricas, sino que podra tratarse de realidades
antiguas retomadas por los romanos.

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Conclusiones

Los testimonios arqueolgicos disponibles ofrecen un panorama de las

primitivas comunidades latinas, alguna de las cuales remiten al momento en que Roma
estaba ocupada por aldeas. La arqueologa parece acordar con la tradicin literaria en el
hecho de que el Palatino fue un emplazamiento antiqusimo.
En general las narraciones del origen de Roma entre Eneas y Rmulo no pueden
considerarse histricas; resultan ser una compleja mezcla de leyenda, conjetura erudita y
relato popular que se tornaron fundamentales en la historiografa romana y en el
desarrollo de la identidad de Roma.
La fecha tradicional de la fundacin de la ciudad, fijada a mediados del siglo
VIII a.C., no debera ser tomada demasiado en serio. Los testimonios arqueolgicos dan
cuenta de que el lugar estuvo ocupado varios siglos antes del 754 a.C. y la organizacin
social no sufri cambios de importancia hasta bastante tiempo despus. El proceso que
transform los primeros poblados en ciudad-estado se remontan no ms all del siglo
VII a. C.

El nacimiento de la ciudad-estado

Las ltimas dcadas del siglo VIII a. C. presentan cambios radicales en la

estructura social de la primitiva Roma. La documentacin supone la existencia de una
aristocracia que perpetu su hegemona a travs de la herencia. En esta poca la gens
era un grupo familiar de ascendencia patrilineal cuyos miembros consideraban que
descendan de un antepasado en comn. Cada miembro de la gens tena dos nombres: el
nombre propio o praenomen y un nombre de familia o nomen gentilicium.
La institucin de la gens no era exclusiva de Roma. Existan en muchos pueblos
itlicos, entre ellos, los etruscos. La gens se convirti en un rasgo de la estructura social
etrusca de inicios del siglo VII a. C.
Cabe notar aqu cmo en los relatos literarios que hablan de la poca de Rmulo
los personajes tienen un solo nombre, mientras que a partir de la fundacin de la ciudad
se encuentra habitualmente un sistema binominal, aparentemente como reflejo de un
proceso histrico genuino.

La colonizacin griega y sus consecuencias

El primer asentamiento griego en Italia tuvo lugar alrededor del 770 a.C., en la
isla de Ischia, extremo septentrional del golfo de Npoles, llamada entonces Pitecusa o
Enaria. El principal motivo del asentamiento fue la bsqueda de metales: las
excavaciones revelaron la existencia de fundiciones de hierro y construcciones
dedicadas a la elaboracin de metales.
Este asentamiento prepar el camino de la colonizacin griega en el
Mediterrneo occidental: un siglo despus se haba establecido una nueva colonia en
Cumas y rpidamente se expandieron colonias en la costa sur de Italia y de Sicilia. En el
siglo V ya se la llamaba Magna Grecia.
La llegada de los griegos a Italia tuvo profundas repercusiones sobre la vida
social, econmica y cultural de los pueblos itlicos. La aristocracia griega se basaba en
una cuestin de honor y en valores donde el mutuo reconocimiento y la interaccin
constante daban lugar a una serie de mecanismos de afirmacin tales como el banquete,
la hospitalidad y el intercambio de regalos.

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 De ellos, el mayor testimonio lo ofrece Homero: sus hroes vivan en un mundo
competitivo en el que la honra o tim constitua el principal objetivo. Los hroes
mantenan una amplia red de contactos y obligaciones: la movilidad era posible porque
exista el deber de hospitalidad y la red se reafirmaba por el intercambio de regalos,
expresin material de la relacin personal.
Las redes de obligacin y hospitalidad eran el nexo que una a los ristoi de las
colonias griegas con sus equivalentes nativos. Los bienes circulaban a partir del
intercambio de regalos.
La llegada de los griegos provoc cambios profundos en los hbitos sociales de
Italia. A partir de entonces la influencia griega sera continua: el helenismo se convirti
en el factor ms importante de los cambios y la evolucin de Roma y de Italia. El arte,
la arquitectura y la religin se transformaron. El cambio ms importante, sin embargo,
tendr lugar en la esfera poltica con la creacin de la ciudad-estado.

La urbanizacin

A mediados del siglo VII a.C., la reciente aristocracia desarroll una arquitectura
de tipo oriental, producto de su contacto con los griegos, que es testimoniada a partir de
hallazgos arqueolgicos.
En Roma las cabaas situadas en la Va Sacra y en el Equus Domitiani (El
caballo de Domiciano) fueron demolidas y dieron lugar al primer Foro. De esa poca
datan las primeras construcciones con materiales no perecederos. Edificios anlogos se
encuentran en el Palatino.
Los depsitos votivos ofrecen testimonio de la actividad cultual vinculada al
templo de Vesta cuyo primer edificio data del 560 a.C. Adems pueden observarse
cimientos de un enorme templo arcaico dedicado a Jpiter, Juno y Minerva, que fue
erigido en el tiempo de los Tarquinos.
En general puede afirmarse que, desde mediados del siglo VII a. C., las cabaas
fueron dejando lugar construcciones ms sofisticadas y a una planificacin del espacio
urbano. Plazas y santuarios ocupaban las reas centrales de la ciudad que pronto se vio
adornada de edificios pblicos cada vez ms elegantes. Hacia el 500 a. C., Roma deba
ser uno de los lugares ms suntuosos del Mediterrneo.
Esta revolucin urbana ha sido considerada un punto crucial en la evolucin
de Roma, teora sustituida por la idea de una evolucin gradual, ms acorde con los
hallazgos arqueolgicos. En Roma los cultos cvicos ms importantes eran el de Vesta y
el de Jpiter Capitolino. Los testimonios arqueolgicos informan sobre construcciones
vinculadas a ambos durante las ltimas dcadas del siglo VII a. C., momento en que
habra tenido lugar el denominado sinecismo o unificacin de las diversas aldeas
existentes en las colinas de Roma. Entonces la formacin de la ciudad-estado coincidi
con las grandes innovaciones introducidas en el espacio urbano y en la arquitectura; en
ese momento, alrededor del 625 a.C., empieza la verdadera historia de Roma.

La escritura y sus usos

Otros cambios culturales tuvieron lugar en ese tiempo. El alfabeto occidental,

inventado alrededor del 800 a. C., ya se utilizaba en Italia un siglo despus, tomado
seguramente de los griegos. Los testimonios permiten conocer que la escritura
desempe un importante papel en la vida pblica y privada de la Roma arcaica, y fue
utilizada con fines sociales, comerciales y administrativos.

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 La escritura contribuy a la formacin de la modalidad particular de la ciudad-
estado del mundo grecorromano, a sus instituciones, a su organizacin del tiempo y del
espacio, propios de una mente vinculada a la escritura. Tambin permite recopilar una
serie de datos complejos, facilita su reorganizacin y clasificacin y su utilizacin para
distintos fines. El censo y las reformas de Servio Tulio seran impensables sin la
escritura; por otra parte, el calendario arcaico, atribuido a Numa Pompilio, es bastante
complejo: constituye un documento fundamental para el estudio de la religin romana,
representa el funcionamiento de una autoridad poltica centralizada y se muestra como
el producto de una ciudad-estado organizada.

Cambios en las prcticas funerarias

Si bien los testimonios arqueolgicos correspondientes a las tumbas anteriores al

600 a.C. dan cuenta de una necrpolis de alta calidad, las excavaciones
correspondientes a los siglos posteriores indican que romanos y latinos enterraban a sus
muertos en tumbas sencillas sin acompaamiento de objetos de valor o artsticos. La
explicacin es de orden cultural e ideolgico.
Este cambio coincide con una transformacin en la organizacin social: las
nuevas familias aristocrticas rivalizaban entre s y el dinero se destinaba a dar prestigio
en un contexto pblico, en ofrendas, en santuarios y no en entierros privados.

Santuarios

Uno de los datos ms sorprendentes de este perodo es el desarrollo de santuarios

pblicos colectivos, con una expansin monumental en la construccin de templos. El
ms antiguo que se conoce es el Foro Boario de Roma, anterior a 550 a. C. De poca
similar son el templo de Jpiter Capitolino y el de Cstor, emplazados en lugares donde
ya exista una prctica religiosa al aire libre.
Todos los centros religiosos de Italia arcaica reciban ofrendas de cualquiera que
acudiese a ellos y por eso estaban ubicados, muchas veces, fuera de la ciudad.
En los santuarios tena lugar el fomento y la supervisin del comercio
internacional. Y las excavaciones dan cuenta de que contenan todo lo que poda
necesitar un comerciante en viaje. Muchos estaban situados en la costa, en la ruta de
penetracin de los productos griegos y fenicios. Los santuarios, adems, deben
considerarse a la luz de la cantidad de fuentes literarias que se le dedican, por ejemplo
las que testimonian la construccin del templo de Jpiter Capitolino y los cultos
dedicados a Diana.

Instituciones

La arqueologa no puede dar un testimonio certero de las estructuras sociales;

para conocer datos de las primeras instituciones del estado romano hay que recurrir a las
fuentes literarias. Estas refieren la existencia de tres tribus en la Roma arcaica: Ticies,
Ramnes y Lceres, divididas en unidades menores llamadas curias, las cuales
constituan la primitiva organizacin militar del estado.
Segn la tradicin, los Ticies tomaron su nombre de Tito Tacio y los Ramnes de
Rmulo. Esta tradicin sostiene la moderna tesis de que las tribus representan tres
grupos tnicos distintos: romanos, sabinos y etruscos.

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 Varrn (s. I a. C.) afirma que las tribus eran divisiones de carcter local, por
ejemplo, los Ramnes se relacionan con el Palatino, los Ticies con el monte Quirinal y
los Lceres con el Celio; pero no hay pruebas contundentes de tal suposicin.
A diferencia de las tribus, las curias conservaron ciertas funciones residuales de
la vida pblica de la repblica romana. Formaban las unidades integrantes de una
asamblea; por su parte los comicios curiados, que se reunan para aprobar la ley que
confera el imperium a los magistrados superiores. Asimismo las curias desempeaban
un papel en la vida religiosa: determinadas fiestas anuales eran celebradas por ellas,
como las Fornacales y las Fordicidias. La pertenencia a una curia dependa de la
filiacin gentilicia; pero no era necesario ser patricio. Cada curia tena un jefe llamado
curio, con cargo vitalicio y mayor de cincuenta aos. Entre ellos se elega el curio
maximus, el jefe de todos.
En algn momento de la evolucin de Roma las tres tribus y las treinta curias
constituyeron un elemento fundamental de la vida poltica y la organizacin militar de
Roma. Eran unidades artificiales instituidas con fines administrativos y polticos. No
habran podido existir antes de la fundacin de la ciudad-estado: de hecho, unos y otros
coinciden en su origen. Algunos estudios recientes asemejan las tribus a las pleis
griegas, rasgo adoptado en Roma durante el siglo VII a. C.

El mito de la Roma etrusca

La idea de que la Roma arcaica fue una ciudad etrusca o, al menos, muy influida
por la cultura etrusca, surge de los estudios de Karl Mller, a comienzos del siglo XIX.
El rasgo ms importante de su obra es la insistencia en la profunda influencia que los
etruscos ejercieron en la vida poltica y religiosa de Roma.
Frente a l se alz la voz de Barthold Niebuhr que minimiz el papel de los
etruscos e, incluso, neg el origen etrusco de los Tarquinos. En la misma lnea se
pronunciaron, hacia mediados del siglo XIX, los principales especialistas en la historia
de Roma: A. Schwegler, W. Ihne y P. R. Lewis. Theodor Mommsen, por su parte,
admita el origen etrusco de los Tarquinos pero consideraba que no haba tenido
consecuencias en el desarrollo de Roma.
Es en el siglo XX, hacia fines de la Primera Guerra Mundial, cuando se pone el
acento en la influencia de los etruscos como factor decisivo del desarrollo de la Roma
arcaica: la idea de que Roma era una ciudad etrusca se arraig profundamente en los
especialistas modernos y cuestionarla implica una discusin profunda.

Dominacin etrusca del Lacio y la Campania

La conquista etrusca de Roma habra tenido lugar a finales del siglo VII a. C., en
el marco de un modelo expansionista del imperio etrusco que abarcara desde el valle
del Po hasta el golfo de Salerno. Las fuentes literarias atribuyen un origen etrusco a las
ciudades de Capua, Nola, Herculano y Pompeya. Es cierto que sera lgico que la
llegada de los etruscos a Campania se hubiese producido a travs del Lacio.
Sin embargo este razonamiento es insuficiente para respaldar la idea de un siglo
de dominacin etrusca sobre Roma. Los descubrimientos arqueolgicos en Campania
no autorizan a dar cuenta de una presencia etrusca en la zona, al menos, no
excesivamente profunda. Siguen considerndose zonas etruscas por la abundancia de
testimonios literarios y por la gran cantidad de inscripciones etruscas, la mayor parte del
siglo V, encontradas en la regin de Campania. Estos testimonios dan cuenta de la
existencia de una poblacin importante de lengua etrusca antes del 500 a. C. La mayora

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de los investigadores consideran que existi una ocupacin etrusca de asentamientos ya
existentes en la zona con dominio de la poblacin nativa. Esto mismo habra ocurrido en
Roma.
Con respecto a la fecha de la invasin etrusca a la Campania, el debate gira en
torno a la posible interpretacin de los textos antiguos. Los testimonios arqueolgicos
muestran elementos etrusquizantes desde pocas remotas; pero resulta muy
dificultoso intentar deducir realidades polticas a partir de descubrimientos materiales.
Puede afirmarse que la conquista de Campania no fue una invasin surgida de un
estado etrusco unificado, lo que nunca existi, sino un proceso de emigracin de
pequeos grupos que se establecieron como grupos dominantes en asentamientos
existentes y prsperos. Los contactos comerciales entre Etruria y Campania tuvieron su
apogeo en el perodo arcaico. De estos hechos no puede concluirse que la independencia
de Roma se viera afectada. De hecho, son dbiles las pruebas de la existencia de un
dominio etrusco en el Lacio. A diferencia del dominio etrusco en Campania, donde
existen testimonios literarios y epigrficos, no hay esos elementos para Roma y el
Lacio. Las fuentes literarias, por su parte, nunca afirman que Roma haya estado bajo
dominio etrusco.

Los Tarquinos y el carcter de la dominacin etrusca de Roma

La tradicin presenta a la Roma arcaica como una ciudad que conserv su

identidad a pesar de los elementos exteriores que la rodeaban. Las generaciones
posteriores fueron conscientes de sus orgenes mixtos. Los Tarquinios no fueron los
nicos advenedizos que dirigieron los destinos de Roma, tambin cabe mencionar a los
sabinos Tito Tacio y Numa, por ejemplo. Los estudios de los fastos consulares
demuestran que la magistratura superior de inicios de la Repblica fue, a menudo,
ostentada por personajes de familias inmigrantes, algunas etruscas. Inscripciones
epigrficas etruscas datan de la poca de los reyes pero son solo una pequea minora:
la mayor parte de los testimonios dan cuenta de una poblacin de lengua latina.
La poltica de puertas abiertas constituy uno de los rasgos ms importantes de
la sociedad romana y hace de Roma un caso nico. Pero en la poca arcaica no era un
rasgo caracterstico de Roma. En la Italia tirrena, como en la Grecia arcaica, la
movilidad horizontal de las familias aristocrticas y miembros aislados en distintas
ciudades-estado constitua un fenmeno bien arraigado, reforzado por las redes creadas
por el intercambio de regalos, las competiciones y los matrimonios.
Por ello, la idea de que la llegada al trono de los Tarquinos supone el
sometimiento de Roma al dominio etrusco es una interpretacin equivocada. Lo cierto
es que se trata de reyes independientes que, casualmente, eran etruscos. Un rasgo cuya
importancia fue exagerado en las obras contemporneas. La diversidad tnica de la
Roma arcaica, junto con el hecho de que todos los reyes romanos fueron en cierto modo
advenedizos, indica que el origen etrusco de los Tarquinos era algo meramente fortuito,
al menos en el hecho de sus consecuencias polticas. Por ello la ascensin al trono de
Tarquino el Antiguo no necesariamente debe coincidir con un perodo de apogeo de la
influencia etrusca en Roma. En realidad, testimonios literarios, epigrficos, lingsticos
y arqueolgicos indican que los contactos entre Roma y Etruria se remontan a una poca
muy anterior a la llegada de los Tarquinos. En consecuencia, debe entenderse que la
presencia de los etruscos en Roma no fue el resultado de la llegada al trono de Tarquino,
sino ms bien una condicin para que este se produjera.

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La dominacin cultural etrusca

La mayora de los especialistas consideran que la influencia cultural de los

etruscos fue amplia y profunda. Se cree que fueron responsables del desarrollo de Roma
y de los cambios en sus instituciones, el arte y la religin. As, la Roma arcaica habra
sido una ciudad etrusca no porque estuviera sometida al dominio etrusco por una
conquista militar, sino por los efectos del contacto con una sociedad ms avanzada.
Se suele afirmar que las concepciones religiosas romanas fueron tomadas de las
concepciones etruscas. Sin embargo, las ideas sobre la divinidad tanto de etruscos como
de romanos se vieron afectados por la influencia griega desde fecha muy temprana.
Etruscos y romanos adoptaron dioses griegos como Hrcules y Apolo e intentaron
equiparar sus propios dioses con los del panten griego.
Las representaciones etruscas y romanas de estas deidades se basan en la
iconografa griega; los testimonios de ese sincretismo se remontan al inicio del perodo
arcaico, y la influencia griega sobre la nocin latina de los dioses se origin en el
contacto directo entre griegos y romanos. Este ltimo punto resulta fundamental frente a
la versin que afirma que los dioses antropomrficos fueron una idea griega introducida
en Roma a travs de los etruscos. Las investigaciones modernas proporcionan pruebas
de la influencia directa de los griegos sobre la religin romana arcaica.

Roma y la cultura etrusca: modelos alternativos

Los testimonios arqueolgicos presentan una Roma arcaica como una

comunidad independiente vigorosa que desarroll su propia cultura helenizante y que
tom pleno protagonismo en la circulacin de bienes, personas e ideas que
transformaron el Mediterrneo occidental de la poca. Hoy se habla de una koin
cultural para dar cuenta de la difusin de un idioma cultural comn por toda la Italia
tirrena. El intercambio de ideas, personas y bienes entre Etruria, el Lacio y la Campania,
y entre ellas y el resto del mundo conocido, trajo una cultura material comn
compartida por unos pueblos con identidades tnicas y lingsticas diferentes.
Para entender las relaciones existentes en la Italia tirrena puede aplicarse el
concepto de interaccin de estados iguales que pretende explicar los cambios
culturales a travs de observar los contactos, intercambios y competitividad existente
entre diversas entidades polticas autnomas de una misma zona geogrfica.
Roma no hizo ms que seguir la evolucin cultural predominante en la Italia
tirrena de los siglos VII y VI a. C.: no es necesario ni suficiente recurrir a la influencia
etrusca para explicar las importantes transformaciones que tuvieron lugar durante ese
perodo. Por ejemplo, la adopcin del alfabeto en la Italia central no debe considerarse
una mera transmisin lineal del etrusco al latn, sino un proceso interactivo ms
complejo entre hablantes de ambas lenguas. Esto no supone negar la importancia de los
contactos entre etruscos y Roma sino, ms bien, subrayar lo difcil que resulta
identificar un determinado aporte al desarrollo de una cultura comn como
especficamente etrusca.
Lo mismo cabe decir de elementos estructurales como obras de drenaje:
habitualmente el saneamiento de las zonas pantanosas situadas entre las colinas de
Roma se atribuye a los etruscos. Pero si bien existen obras similares en Etruria
meridional las hay tambin en el Lacio, y resulta imposible datarlas por lo cual no hay
forma de asegurar que los etruscos sean anteriores ni posteriores a los latinos. No hay
nada en los tneles de drenaje que los haga especficamente etruscos.

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Testimonio de las fuentes

Hasta ahora hemos puesto en tela de juicio cierto enfoque moderno que pretende
asignar a los etruscos todo tipo de innovaciones, ideas, costumbres e instituciones de
Roma; este enfoque est basado, cabe decir, no en testimonios sino en presupuestos.
No obstante existen fuentes que dan cuenta de cierta influencia etrusca; autores
como Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Floro, Sirio Itlico, Diodoro y Estrabn
desarrollaron este tema: todas las fuentes coinciden en afirmar que vestiduras e insignias
de los reyes fueron tomadas de los etruscos. Algunos de estos ornamentos fueron
heredadas por los magistrados curules: la toga con franja de prpura (toga praetexta), la
silla plegable de marfil (sella curulis) y los fasces as como los haces de varas y segures
que llevaban los lictores simbolizaban el poder de los magistrados.
Otros prstamos etruscos son los instrumentos musicales y su empleo en la
guerra y en ceremonias pblicas, as como algunos procedimientos rituales,
especialmente aquellos vinculados a la fundacin de una ciudad y al arte adivinatorio a
partir del estudio de las vsceras de las vctimas del sacrificio. A esto debemos agregarle
un especial estilo arquitectnico que influy en edificios profanos y sagrados.
Los testimonios no coinciden en cuanto a la fecha de introduccin de estos
elementos en Roma; Estrabn es el nico que supone que los introdujeron los
Tarquinos, mientras que Tito Livio atribuye las insignias reales a Rmulo. Dionisio dice
que fueron entregadas a Tarquino el Antiguo tras su victoria sobre los etruscos.
Diferencias anlogas existen en los otros aportes etruscos, es decir, que las fuentes no
dan cuenta de un perodo etrusco a finales de la poca de los reyes, sino que
testimonian que la ciudad estuvo abierta a la influencia de los etruscos desde el
momento mismo de su fundacin.
Es evidente que la lista tradicional de prstamos etruscos se limita a atributos
externos de las instituciones y ceremonias pblicas romanas, pero no de las propias
instituciones. Es decir, si bien los smbolos de las autoridades polticas romanas fueron
etruscos no tenemos por qu llegar a la conclusin de que las instituciones polticas
romanas fueran tambin de origen etrusco.
Un elemento esencial del imperium era el derecho de quien lo ostentaba y que le
permita tomar los auspicia o auspicios(la observacin de las aves). Las fuentes
subrayan que el auspicium no era de origen etrusco; la nica forma de adivinacin
atribuida especficamente a los etruscos era la aruspicina (el examen de las entraas de
las vctimas) que fue coto cerrado de un colegio especial de sacerdotes etruscos
llamados arspices.
Con respecto a los ritos fundacionales etruscos se trata solo de ritos; no implican
que los etruscos inventaron el trazado de las ciudades ni la vida urbana, en realidad son
creaciones originariamente griegas. La difusin de estos elementos en la Italia central es
parte del proceso de formacin de la koin helenizante en la que la contribucin de los
etruscos se limit a aspectos tcnicos.
Puede demostrarse que el gran templo de Jpiter Capitolino fue construido por
artesanos etruscos, pero eso no significa que el culto a la trada Capitolina, constituida
por Jpiter, Juno y Minerva, fuera de origen etrusco.

Conclusiones

El testimonio de las fuentes indica que el contacto con los etruscos tuvo efectos
superficiales en la vida y la cultura de Roma: atuendos formales, smbolos de las
magistraturas, atributos ceremoniales, ritos, conforman una serie de elementos externos.

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Estos prstamos se vinculan a aspectos arcaicos de la vida poltica y religiosa de Roma
que pervivieron hasta finales de la Repblica; sin embargo exista una curiosa tendencia
entre los romanos a considerar etrusco a todo lo antiguo.
Aunque similares en la poca arcaica, Roma y Etruria fueron apartando sus
caminos. La sociedad y la cultura romana se transformaron: se otorgaron derechos a la
plebe, las conquistas abrieron el contacto con otras civilizaciones, y el concepto de
ciudadano se hizo permeable a una continua poltica de puertas abiertas. Por su parte,
las ciudades etruscas permanecieron estticas y aisladas y conservaron una cultura
arcaica y un sistema social fosilizado.
Por ello, a finales de la Repblica, la civilizacin etrusca les resultaba extraa e
incluso brbara a los romanos. No se avergonzaban de los prstamos que haban
recibido de Etruria en el pasado, sino que se enorgullecan de haber superado a quienes
en algn momento haban sido superiores a ellos; posiblemente por ello pudieron haber
exagerado el alcance de la influencia etrusca.
En conclusin, Roma no fue nunca una ciudad etrusca. Era una comunidad latina
independiente, con una poblacin cosmopolita y una cultura bastante refinada; por lo
tanto la idea de una Roma etrusca surge de una interpretacin errnea de la relacin
entre ambos pueblos. Ambas ciudades, como otras comunidades de la Italia central
tirrena, compartieron una cultura comn que es el producto de una amalgama de
elementos griegos, itlicos y orientales.

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