Gonçalvez Boggio, Luis - Bioenergética y Arqueologia Del Cuerpo

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ARQUEOLOGA DEL CUERPO.

Ensayo para una clnica de la


multiplicidad.
Luis Gonalvez Boggio
Edcs. TEAB.
Montevideo, 1999.

NDICE:

Prlogo
Captulos:

1. El Cuerpo en la Clnica Bioenergtica.


2. La Clnica de la Multiplicidad: Pensando Nuevas
Formas. Ms all del Acorazamiento.
3. Arqueologa del Cuerpo.
4. tica, Clnica y Sociedad: de Reich a Deleuze.
5. El Cuerpo en la Clnica Grupal.
6. La tica en la Formacin y en la Asistencia en
Psicoterapia Corporal.
7. La tica del Toque en el Trabajo
Psicoteraputico: Resonancia e Interferencia.
8. Ritmo Interno y Soportes en el Proceso
Psicoteraputico.
9. La Dimensin Temporal en el Trabajo Clnico.
10. Cuerpo Amoroso, Cuerpo Libidinal: El Trabajo en
la Clnica Bioenergtica con el Cuerpo Masculino y
con el Cuerpo Femenino.
11. Sanando la Herida de Nuestra Sexualidad. Un
Acercamiento al Trabajo Psicoteraputico con
Personas que Fueron Vctimas de Abuso Sexual
Infantil.
12. La Metodologa Genealgica y Arqueolgica de
Michel Foucault en la Investigacin en Psicologa
Social.
Glosario Tcnico.
Bibliografa.
LUIS GONALVEZ BOGGIO

Psiclogo, especializado en Psicologa Social Operativa, en


Anlisis Institucional y en Esquizoanlisis, en clnica individual y
grupal desde un abordaje Bioenergtico y Reichiano, y en
PsicoTraumatologa: EMDR -Eye Movement Desensitization and
Reprocessing-, EFT -Emotional Freedom Techniques-, TFT -Thought
Field Therapy-, TIR -Traumatic Incident Reduction-.
Es coordinador de los cursos de formacin del Taller de Estudios
y Anlisis Bioenergtico en calidad de Miembro Didacta, junto a la
Dra. Psic. Reolina Cardoso (RS/Brasil) y a la Psic. Zeneide Monteiro
(SP/Brasil).
Fue docente de la Ctedra Teora y Prctica de los Equipos
Multidisciplinarios II, de los cursos de especializacin en Clnica
Bioenergtica de la Unidad de Formacin Permanente para
Graduados de la Facultad de Psicologa de la UDELAR. Actualmente se
desempea como docente del Area de Psicologa Social en la
Facultad de Psicologa de la Universidad de la Repblica en el curso
de Psicologa Grupal e Institucional, siendo encargado del seminario
El cuerpo en la Clnica Social y docente de la Ctedra Introduccin
a las Tcnicas Psicoterapeticas, siendo encargado del seminario
sobre Anlisis Bioenergtico Reichiano.
Co-fundador del Colectivo de Psicologa Poltica (PsiPo), trabaj
en mbitos comunitarios en proyectos subvencionados por la Swedish
International Development Agency (Asociacin Sueca para el
Desarrollo Internacional).
Msico percusionista e investigador en el folklore afro-
uruguayo, fue fundador y docente del Taller de percusin y danza
Ashanti, participando actualmente del grupo Elumb. Ha publicado
ms de veinte artculos en revistas cientficas especializadas en
psicologa, y en ciencias humanas y sociales, siendo invitado a
congresos internacionales en Argentina, Chile, Mxico, Cuba y Brasil.
Public los libros Uruguay, Paredn y Despus (1989; Premio
Internacional de la Asociacin Latina; Edcs. de la Quimera),
Discurso, poder, ideologa e instituciones junto a Gabriel Eira y a
Joaqun Rodrguez Nebot (1990; Edcs. CEUP), Los cuerpos invisibles
(1996; Edcs. Multiplicidades-CEUP), Anlisis Bioenergtico. Devenires
corporales de la clnica y de la pedagoga (1997; Edcs. CEUP) y
Arqueologa del cuerpo. Ensayo para una clnica de la multiplicidad
(1999; Edcs. TEAB).
Office: (005982) 308.7565
Home: (005982) 613.7134
e-mail: [email protected]

EDICIONES

Imagen de tapa: cuadro del senegals El Hadji Sy. Pintor del color y
del movimiento, es un promotor del arte contemporneo en el
Senegal. Trabaja con grandes telas de paracadas o de yute (las que
usan para los sacos de arroz), a las que cubre con grandes olas de
colores.

Imagen interior: fotografa del carioca Rogrio Reis. Esta imagen


(Homen/rvore) pertenece a su serie Carnaval na Lona.

A Iara y a Maia.

Agradecimientos:
A Juvenal, Martha y Agustina, por su solidaridad y por el apoyo mutuo.
A los formandos y colegas del TEAB por la entrega, el apoyo mutuo y
la alegra puestas en la tarea colectiva.
A Xavier Serrano y a Maite Snchez Pinuaga (de la Escuela Espaola
de Terapia Reichiana) por su ecologa infantil.
A Franois Lewin (Ecole de Psychologie Biodynamique Evolutive de
Pars) por su msica del vientre.
A los docentes y terapeutas que sostuvieron mi formacin y mi
prctica profesional: la Lic. en Psic. Sandra Fagndez (de la
Universidad de Pars VIII), la Dra. en Psicologa Social Reolina Cardoso
(de la Sociedade Wilhelm Reich RS/Brasil), el Dr. Manoel Brandao, la
Dra. Liliana Acero (Directora de la Sociedad Argentina de Anlisis
Bioenergtico y de la Fundacin Centro de Biosntesis), los trainers
internacionales Psic. Myriam de Campos y Dip. Pad. Heiner Steckel
(del International Institute for Bioenergetic Analysis).
A la Prof. Sylvia Castro y a todos los compaeros del Area de
Psicologa Social de la Facultad de Psicologa, por la posibilidad de
seguir compartiendo la experiencia de docencia, investigacin y
aprendizaje en un clima de libertad, creacin, compromiso y
responsabilidad en la Universidad de la Repblica.
A los artistas y colegas que han dedicado su tiempo para realizar
talleres y conferencias en el seminario El cuerpo y los quehaceres
del psiclogo con una total entrega y profesionalidad: los msicos-
compositores Berta Pereira y Pollo Priz, los mestres de capoeira Favio
Moncalvo y Reginaldo Dos Santos (de la Escuela de Capoeira
Mucumb), los directores de teatro Ivn Solarich (de Trenes y Lunas)
y Enrique Permuy (de Polizn Teatro), los docentes Edgar Rodrguez y
Marta Bonora (de Polizn Teatro), la profesora de expresin corporal-
tango Lic. Rosemarie Gaudschal, los recreadores Hernn Espiga,
Anbal Argimn, Ernesto Izquierdo y Patricia Mrquez (de Watanave),
el Psic. Social Gabriel Galli, los Orgonomistas Gustavo Bello y Dr.
Carlos Vignone (del Campo Orgonmico Montevideano), los
Psicoterapeutas Gestlticos Fernando De Lucca y Silvia Cedrani (de
Encuentro Gestltico), Mara del Carmen Nez, Cecilia Spagenberg y
Sergio Nogueira (del Centro Gestltico de Montevideo), Salomn
Lewin (grande Salo!), Rosario Montero, Heber Grunvald, Adriana
Hosner, Mabel Garca y Alvaro Alcuri (de la Casa de Somos), Rosana
Bianchi, Marcos Moraes, Gustavo Barone y Gonzalo Gravina (del
Espacio de Desarrollo Armnico), la Terapeuta Transpersonal Ana
Rubio, la facilitadora en Biodanza Pury Vignoli, los percusionistas de
Ashanti (amigos del alma) Martn Gonzalez Zapata, Alvaro Arambarry
y Vctor Arambarry, las Lics. en Psic. Mara Dulce Brando, Rosana
Blanco, Nancy Pereira, y Ruben Vidal (del Taller de Estudios y Anlisis
Bioenergtico).
*
Prlogo

Al recibir la invitacin para escribir este prlogo experiment un


sentimiento muy grande de satisfaccin. Este gesto revelaba marcas
de mi rayectoria como psicloga reichiana.Me acord de nuestro
reencuentro en 1997, en el Congreso Interamericano de Psicoterapias
Corporales, cuando supe que Luis haba escogido el abordaje
bioenergtico para fundamentar su prctica profesional, a partir de la
vivencia de un workshop coordinado por m en el XXII Congreso
Interamericano de Psicologa en 1989, en Buenos Aires. A partir de
este reencuentro se desenvolvi un intercambio de ideas y de
afectos, en el cual observ que el tiempo (diez aos) haba sido
cultivado por Luis como oportunidad de desarrollo (personal y
profesional) y los resultados podan ser apreciados en sus
producciones, que son expresin viva de su filosofa tica: hacer de
la propia vida una obra de arte, una esttica de la existencia.
En Arqueologa del Cuerpo, el autor se zambulle en la tica
foucaultiana de disfrutar de la pasin de lo nuevo, que surge al
adentrarse en la pesquisa de los territorios inexplorados. Y un
viaje por territorios poco explorados es justamente lo que la lectura
de Arqueologa del Cuerpo nos proporciona. Nos da la posibilidad
de ampliar la nocin del cuerpo en cuanto pulsacin energtica, lo
que exige un grado de apertura de nuestra multiplicidad, si no
queremos correr el riesgo de analizar cadveres y no cuerpos. Nos
transmite adems la necesidad de recuperar la dimensin histrico-
social de la Psicologa Social Reichiana, un aspecto extremadamente
importante, pero que en la actualidad ha sido descuidado tanto en la
clnica reichiana individual como en la grupal.
Luis Gonalvez, con sus profundas reflexiones, nos lleva a
recorrer el camino histrico-social sealado por Wilhelm Reich, en
conexin con las contribuciones de Michel Foucault, de Gilles Deleuze
y de Flix Guattari. De esta manera estructura una metodologa de
Anlisis Bioenergtico Reichiano, para pensar al cuerpo como un
proceso social e histrico.

*
Reolina Cardoso es Psicloga, Doctorada en Psicologa Social (UNAM-Mxico),
Psicoterapeuta Reichiana formada con la Psic. Blanca R. Arnove del Instituto
Wilhelm Reich de Mxico y con el Dr. Gerard Guasch del Instituto Wilhelm Reich de
Mxico y de la Escuela Reichiana de Pars. Ex-presidenta de la Sociedade Wilhelm
Reich (RS/Brasil. 1996-1997). Miembro del Comit Editorial de la Revista Cientfica
de la Sociedade Wilhelm Reich. Miembro Didacta del Taller de Estudios y Anlisis
Bioenergtico. Ex-profesora del curso de Posgrado de Psicologa Clnica en la
PUC/RS (1986-1995). Autora del libro uma mulher (Vozes, 1995).
El conocimiento vivenciado a travs de su prctica profesional
es comunicado sin esfuerzos, como parte de un proceso creativo
inmerso en lo cualitativo de la vida.
En la lectura de Arqueologa del Cuerpo aprendemos que el
cuerpo es social y tiene movimiento, el cual puede ser bloqueado por
la represin, por la institucionalizacin de los archivos vivos de
nuestras experiencias traumticas-nuestros cuerpos.

Dra. en Psicologa Social Reolina Cardoso, Setiembre de


1999.

*
1. EL CUERPO EN LA CLNICA BIOENERGTICA

La clnica bioenergtica desarrolla una lnea de investigacin


cientfica que posibilita trabajar, en un contexto teraputico, cmo se
inscribe el orden cultural en nuestros cuerpos.

Alexander Lowen (1910) defini al Anlisis Bioenergtico como


el estudio de la personalidad humana en funcin de los procesos
energticos del cuerpo. El anlisis bioenergtico reichiano (que
desarrollamos en el Taller de Estudios y Anlisis Bioenergtico) no se
limita exclusivamente al tratamiento teraputico, sino que procura
entender la personalidad humana en funcin de la situacin social en
que se produce.
Lowen (en la actualidad tiene 89 aos) fue profundamente
influenciado por las ideas de Wilhelm Reich (1897-1957), quien fue su
profesor durante 15 aos (1940 a 1954) y su analista durante 4 aos
(1942 a 1945).
El anlisis del carcter fue la gran contribucin de Reich a la
teora psicoanaltica. Para Reich el carcter neurtico era el suelo
frtil en que se desarrollaba el sntoma neurtico, para lo cual el
anlisis deba focalizarse en el carcter y no en el sntoma, para
efectuar una mejora substancial. El fracaso del psicoanlisis en
alterar el carcter, Reich se lo adjudicaba a la desconfianza del
cuerpo y a la sobrevaloracin tcnica de la racionalidad y el
verbalismo.

W. Reich entendi lcidamente los caminos de la represin


sexual, desarrollando una serie de tcnicas para combatirla en la
clnica. Desarroll una tcnica (la vegetoterapia caracteroanaltica)
que permiti integrar el cuerpo real en el proceso teraputico, a
travs del anlisis del proceso de acorazamiento en la historia y el
presente de los pacientes.
La coraza somtica surge en el infante al producirse una
contraccin de los msculos y los tejidos del cuerpo como forma de
bloquear sus deseos y afectos, y de protejerse de las puniciones y
frustraciones del mundo exterior. Permanece crnicamente como una

*
Versin corregida y ampliada del artculo El cuerpo en el Anlisis Bioenergtico;
publicado en la Revista Somos. Aqu y ahora, 2da poca, n 1, 1997.
necesidad de los nios de aceptar las actitudes y las condiciones de
educacin antinaturales determinadas por los adultos, aprendiendo
as a adaptarse o a conformarse reprimiendo sus deseos y su
expresin afectiva. Cuando ms rgida es la coraza menos flexible es
el comportamiento frente a las situaciones nuevas.
El tipo de coraza especfico (holding together, holding on,
holding up, holding in, holding back) est determinado por las
situaciones traumticas predominantes en el desarrollo evolutivo del
nio y configura as el carcter especfico del individuo en el futuro (la
estructura de carcter). La reduccin de la motilidad y de la
funcionalidad orgnica reducen posteriormente en el adulto la
entrega total orgstica (el libre fluido y la expresin de la vitalidad
psico-corporal), en la medida en que la coraza pasa a tener una doble
funcin de proteccin contra el exterior y contra el interior: nada
puede salir ni entrar sin su control. Se instala as en los cuerpos el
temor al contacto real. A travs de la armadura caracterial y de la
coraza somtica se comienza a desarrollar las formas de contactos
sustitutos.
A diferencia de estos pseudocontactos el contacto profundo es
un estado bioenergtico de percepcin ampliada, donde hay una
conexin profunda del mundo externo y el mundo interno del sujeto.
Reich nos habla de contacto con relacin al grado de potencia
orgstica del individuo: su capacidad de abandonarse, libre de
cualquier inhibicin al flujo de la energa biolgica, su capacidad de
descargar completamente la excitacin sexual reprimida, por medio
de movimientos involuntarios y agradables convulsiones del cuerpo
en el abrazo genital 1.

Como lo desarrollar en el captulo sobre arqueologa del


cuerpo si se desea cambiar el carcter no basta con hablar acerca de
mis relaciones o sensaciones. Ellas precisan ser experimentadas y
expresadas. El cuerpo, al mismo tiempo, debe liberarse de sus
tensiones musculares y de sus constricciones caracteriales a partir
del movimiento expresivo emocional.
El analista bioenergtico reichiano busca, por lo tanto, una
comprensin sistemtica de la estructura y los trazos caracteriales
tanto a nivel psquico como a nivel corporal. Con esa comprensin el
terapeuta est en condiciones de imaginar la historia de la persona,
ya que sus experiencias de vida estn estructuradas en su cuerpo,
para lo cual se trabaja a partir de la identidad funcional entre la
coraza caracterial y la coraza muscular, entre emocin y energa y
entre los procesos fisiolgicos y los procesos psicolgicos.
Este abordaje busca una unificacin total del cuerpo y sus
emociones; aunque despertar recuerdos no es cosa importante en el
anlisis bioenergtico reichiano sino se presentan con las
correspondientes emociones. En ausencia de los afectos, el
movimiento en terapia se vuelve mecnico y las ideas se convierten
en abstracciones.

1
W. Reich, La funcin del orgasmo; Paids, Mxico, 1988.
El trabajo corporal pasa a ser un eje fundamental del proceso
(ya sea en la prevencin, en la psicoterapia breve
-caracteroanaltica-, o en el anlisis). Es importante aclarar que no
todos los trabajos son recomendados para todos los cuerpos, para lo
cual es necesario tener una postura tica que introduzca rdenes
discriminatorios.
En la prevencin (ejercicios bioenergticos para la salud)2 el
objetivo del trabajo es aumentar la sensibilidad y la espontaneidad
del cuerpo aprendiendo a vencer el miedo al movimiento y a las
experiencias placenteras. No se busca una expresin artstica o
mecnica sino liberar tensiones, emociones congeladas y energetizar
al cuerpo. A travs del training bioenergtico se posibilita
especficamente, un equilibrio entre la tensin y la relajacin, entre la
carga y la descarga de energa, entre la produccin y el uso de la
misma, buscando aumentar los niveles de tolerancia al estrs a
travs de la adquisicin de nuevas experiencias en lo que respecta a
los movimientos del cuerpo.
Si bien algunos ejercicios pueden parecer al principio duros y
tensionantes, el dolor disminuye crecientemente con la relajacin y a
medida que se abren los canales de la autoexpresin (la voz, la
mirada, el movimiento). A medida en que se restaura el camino de los
sentimientos en el cuerpo, esencialmente a travs del centramiento
en la respiracin, del enraizamiento en la tierra, de la vitalizacin y
armonizacin a travs de la produccin de vibraciones y movimientos
involuntarios, las defensas narcisistas comienzan a disminuir,
generndose naturalmente una necesidad de un contacto ms
profundo con la naturaleza. A fin de revertir los procesos de
acorazamiento se debe flexibilizar adems la estructura de carcter,
con el fin de producir la movilidad sexual y social necesaria para
poder mantener un nivel de energa econmico saludable dentro del
organismo.

En el anlisis bioenergtico reichiano, como seal


anteriormente, el objetivo teraputico implica un doble trabajo
caracterial y corporal. Los bloqueos que aslan y separan el campo
psicolgico del somtico no se superan slo por el conocimiento de
los procesos energticos del cuerpo. Para ello es necesario combinar
el principio de una actividad en un nivel somtico con un
procedimiento analtico en un nivel psquico. La unidad del mtodo
est garantizado por la atencin al carcter, que expresa tanto los
aspectos psicolgicos como biofsicos de la personalidad.
En el anlisis bioenergtico reichiano que desarrollamos en el
Taller de Estudios y Anlisis Bioenergtico seguimos los principios
cientficos desarrollados por Wilhelm Reich, tomando en cuenta los
aportes de los autores post-reichianos (E. Baker, O. Raknes, F.
Navarro, P. Boreli, X. Serrano, M. Snchez Pinuaga, R. Cardoso). Los
mismos los complementamos con la originalidad de las

2
El otro tipo de trabajo preventito se realiza en el embarazo y en el parto.
investigaciones y pesquisas de los autores neo-reichianos (A. Lowen,
J. Pierrakos, D. Boadella, S. Keleman, A. Brennan, G. Boyesen, L.
Acero, entre otros).

La clnica bioenergtica reichiana nos propone una lectura del


cuerpo en siete niveles unidos, ligados entre s y articulados
funcionalmente como los anillos de un organismo primitivo
segmentado. Estos acorazamientos segmentados en forma de anillos
(ocular, oral, cervical, torcico, diafragmtico, abdominal y plvico)
son perpendiculares al torso y a la columna vertebral. El exceso o la
deficiencia de carga energtica y las disfunciones tnicas en estos
niveles, comprometen el funcionamiento del organismo en su
totalidad, provocando perturbaciones funcionales y sntomas,
pudiendo derivar con el pasar del tiempo, en lesiones orgnicas.
El psicoterapeuta bioenergtico reconoce la existencia de esos
bloqueos, elucidando el porqu de esas disfunciones, su origen
histrico y simblico, buscando establecer un equilibrio en la
economa energtica en la persona a travs de la movilizacin del
cuerpo. El proceso de acorazamiento evoluciona de un modo
organizado (cfalo-caudal) teniendo una configuracin segmental. En
trminos reichianos podemos decir que dicho proceso de
acorazamiento contiene la historia y la significacin de los orgenes
traumticos, guardando adems los recuerdos de estas situaciones.

Las tensiones musculares crnicas estn directamente


relacionadas con la funcin biolgica del placer, ya que al inmovilizar
al cuerpo reducen nuestra capacidad de sentir placer.
Sabemos que las personas varan en cuanto a su capacidad de
excitarse y de contener la excitacin y que estas diferencias pueden
ser relacionadas con los patrones de tensiones musculares del
cuerpo, que determinan la estructura de carcter de una persona.
Todo grupo de msculos con tensiones crnicas representa un
conflicto emocional no resuelto y probablemente reprimido. La
tensin es consecuencia de un impulso que busca expresarse y
encuentra un freno basado en el temor, representando una actitud
negativa (no lo har, no me doblegarn, no puedo, etc.).
Expresando concientemente esta actitud negativa se libera al
msculo de la tarea de bloquear inconcientemente el impulso3. A
travs de movimientos especficos para cada segmento, que el
psicoterapeuta le sugiere al paciente se busca reducir las tensiones y
restaurar el proceso de auto-regulacin del organismo.
El principio de la terapia bioenergtica reichiana es muy simple:
desbloqueando las tensiones musculares crnicas que interfieren en
el libre fluido de la energa por el cuerpo, estamos restableciendo en
su funcionamiento su capacidad natural de amar. En la prctica, este
principio bsico no deja de tener dificultades, siendo su aplicacin
instrumental extremadamente compleja.

3
A. Lowen, La espiritualidad del cuerpo; Paids, Buenos Aires,1993.
En la clnica bioenergtica reichiana seguimos esencialmente
tres rumbos estratgicos:
a) acentuar el impulso bsico del organismo a travs de la
movilizacin de la energa, por medio de la respiracin y de posturas
de tensin que aumentan la tolerancia al estrs;
b) trabajar directamente sobre los msculos espsticos para
liberar las contracciones;
c) mantener la cooperacin del paciente, trayendo a luz y
superando sus resistencias al proceso teraputico y al cambio4.

El trabajo analtico con las tensiones musculares crnicas (la


coraza muscular) es abordado adems en tres niveles:
a) su historia u origen en la infancia;
b) su significado actual en relacin con el carcter de la
persona;
c) su efecto sobre el funcionamiento corporal5.

Esta visin holstica de la coraza somtica (y su identidad


funcional con la coraza caracterial) puede producir cambios profundos
en el cuerpo del paciente, y que stos tengan efectos duraderos.

2. LA CLNICA DE LA MULTIPLICIDAD:
PENSAR EL CUERPO CREANDO NUEVAS FORMAS,
MS ALL DEL ACORAZAMIENTO*.

En la clnica el concepto de cuerpo no es parejo, uniforme o


unvoco.
El cuerpo del paciente en la clnica psicoanaltica (en una
posicin ms o menos ortopdica) es un productor de sntomas que
funciona como caja de resonancia dispuesto a vibrar toda vez que
algo significativo fuera disparado en el discurso, en funcin de una re-
memoracin. Esto, por lo general, implica una concepcin de
inconciente (reprimido), de deseo (infantil) y de sexualidad
(incestuosa) que deriva a su vez, inevitablemente, en el problema de
la culpa y de la castracin.
Lo mismo sucede con el cuerpo terico de la medicina y de la
psiquiatra (en particular): en funcin de un modelo de cuerpo-soma
su prctica deriva en el estudio de la anatoma, de la fisiologa, de la
psicopatologa, etc., pero no se estudian los procesos energticos

4
E. Baker, O labirinto humano. Causas do bloqueo da energia sexual; Summus,
San Pablo, 1980.
5
A. Lowen, La experiencia del placer; Paids, Buenos Aires,1994.
*
Versin corregida y ampliada del captulo La Bioenergtica Social del libro
Anlisis Bioenergtico. Devenires de la clnica y de la pedagoga; CEUP,
Montevideo, 1997. Publicado en forma resumida en las IV Jornadas de Psicologa
Universitaria A diez aos del plan de estudios (Facultad de Psicologa
Universidad de la Repblica, agosto 1998).
como fuerzas vitales de la expresin emocional, ni las formas
histrico-sociales que adopta la produccin de los cuerpos.
Sin embargo, es posible pensar y vivir los cuerpos desde otra
potencia: la fuerza en que se manifiestan en los cuerpos las
intensidades afectivas. Para lo cual se hace necesario transversalizar
los cuerpos a partir de las dimensiones bioenergticas e histrico-
sociales.
Esta afirmacin impica una actitud clnica que se sostiene en la
movilizacin del pensamiento a travs de la potencia de la
experimentacin (que es la que va posibilitando, o exigiendo, los
procesos de afectacin en curso)6.

Desde una clnica de la multiplicidad el cuerpo ser siempre una


va para la afirmacin de la vida, aunque dicha va est atravesada,
(en trminos foucaultianos) por las marcas de los saberes, las
prcticas sociales y las estrategias biopolticas. Las marcas de la
historia personal (historia psicosexual e historia social), no son otra
cosa que las huellas que los cuerpos institucionales disciplinarios (la
familia, la escuela, los hospitales, las crceles, etc.) y las
significaciones sociales (modas, clasificaciones, categorizaciones,
etc.) dejan en nuestros cuerpos. De ah la necesidad de
transversalizar la problemtica del cuerpo abriendo una reflexin
sobre su dimensin (micro) poltica.

El advenimiento del inconciente, en esta clnica bioenergtica y


social, se realiza transversalizando en su potencialidad deseante y
productiva:
a) la complejidad de la produccin deseante;
b) la potencia actual de los encuentros y de la experimentacin;
c) la intensidad bioenergtica de los contactos y su resonancia.

Es decir, es una clnica que se produce:


*ms all de la reiteracin de las escenas familiares, de la
interferencia de la transferencia, y de la solemnidad y el encierro de
una interpretacin que, por lo general, encuentra lo que busca;
*ms all del inconciente individual o grupal aislado de su
contexto social e histrico.

Si bien las experiencias primarias (arcaicas) son fundamentales


en el desarrollo evolutivo y en el proceso de acorazamiento, para la
clnica bioenergtica y social, el inconciente se va estructurando,
desestructurando y reestructurando a lo largo de toda la vida, en
funcin de los distintos flujos sociales que constantemente lo
atraviesan y transforman. Es necesario para ello tener en cuenta que
en cualquier lugar y en cualquier encuentro hay una dimensin
clnica: dimensin tica de la convivencia (del da a da), donde las
relaciones o son teraputicas o son violentas, aunque algunas veces

6
O. Saidn, La clnica y la vida en SadeLoucura. A clnica como ela ; n 5,
Hucitec, San Pablo, 1997.
operen en algn lugar y produzcan efectos en otro. La clnica grupal
de la multiplicidad es, en este sentido, una clnica ampliada y
extensiva que funciona de una manera diferente en la singularidad de
cada grupo, amplindose permanentemente a todas las dimensiones
que sean necesarias.

Esta dimensin clnica de la multiplicidad no puede pensarse


escindida de la crisis que viven los cuerpos en la actualidad.
Transversalizar los cuerpos en la clnica nos va a permitir pensar la
crisis y no necesariamente administrar sus efectos: los cuerpos
cansados, estresados, humillados, abusados, violentados,
descompensados, enfermos, sin ganas de vivir y sin proyectos
colectivos.
El acontecimiento clnico no se limita, por lo tanto, al setting
teraputico, sino que ocurre entre el terapeuta y el paciente (sus
capacidades de afectar y de ser afectados) y en relacin directa con
lo histrico-social. Su puesta en movimiento posibilita un contacto con
la energa vital, creando nuevas formas ms all de los procesos de
acorazamientos sociales.

Sin querer caer en maniquesmos creo que la clnica puede


ejercerse desde dos lugares:
a) desde la Potencia: nuestro ncleo biolgico, nuestra fuerza
transformadora instituyente, nuestros movimientos de pulsacin
auto-reguladores, que se manifiestan en los encuentros teraputicos
cuando son removidos los bloqueos de la coraza; y
b) desde el Poder: la profesionalidad de los saberes
hegemnicos instituidos, la Potencia capturada y desgastada por los
engranajes de la maquinaria estatal y comercial en instituciones
burocrticas y sedentarias.

Es oportuno precisar que la clnica bioenergtica y social no


prescinde de la tcnica ni de la teora, pero las mismas se resignifican
permanentemente en cada encuentro. Producindose como escenas
de la multiplicidad, la clnica bioenergtica y social ser, por lo tanto,
un fenmeno a desplegar entre subjetivaciones en constante
transformacin creativa. Un inconciente por-venir, nico y singular
que se sostiene en los procesos de singularizacin y en la produccin
de subjetividad en el encuentro.

DE QU CUERPO HABLAMOS EN LA
CLNICA BIOENERGTICA Y SOCIAL?

EL CUERPO COMO PULSACIN

W. Reich fue quien defini una lnea de investigacin que abri


el camino para la dilucidacin de todo fenmeno individual, natural y
social como proceso energtico y social.
En 1934 W. Reich demostr en la Universidad de Oslo, a travs
de registros oscilogrficos del potencial drmico en las zonas
ergenas segn condiciones de estimulacin productoras de placer o
displacer, que el potencial elctrico de la superficie de la piel se
alteraba con las emociones. Sus investigaciones de laboratorio
mostraban la existencia de una correlacin profunda entre las
sensaciones psquicas y los movimientos energticos.
Cuando la zona ergena (labios, pezones, palmas de las manos)
reciba una estimulacin placentera, aumentaba el potencial drmico
de estas reas conforme lo registraba un oscilgrafo colocado en otra
sala. La carga en la superficie de la piel aumentaba, recibiendo un
mayor flujo de sangre en la zona excitada, disminuyendo la presin
interna, dilatndose los vasos sanguneos, acalorndose la piel, y
facilitndose la descarga en el mundo exterior. Es decir, que cuando
el organismo reciba una excitacin agradable, se produca un
movimiento centrfugo que iba del centro del organismo a la periferia
(expansin bioenergtica, equivalente a la sensacin psicosomtica
del orgasmo).
Cuando la zona ergena reciba un estmulo displacentero
(presin o miedo) se produca una marcada disminucin en el
potencial de la piel. Disminua la carga en la superficie (reflujo en la
sangre, contraccin en los vasos sanguneos, empalidecimiento de la
piel). Es decir, que cuando el organismo reciba una excitacin
desagradable, se produca un movimiento de retorno al cuerpo
propio, una remocin centrpeta que iba de la periferia al centro del
organismo (contraccin bioenergtica, equivalente a la sensacin
psicosomtica de angustia)7.
A partir de estas investigaciones, se puede afirmar que el
movimiento de energa del centro del organismo hacia la periferia es
funcionalmente idntico a la expansin biolgica y a la percepcin
psicolgica del placer (sexualidad-orgasmo) e inversamente, el
movimiento energtico de la periferia para el centro del organismo es
funcionalmente idntico a la contraccin biolgica y a la percepcin
de displacer (ansiedad-angustia)8 -ver figura 1-.

Figura 1: Movimiento expresivo-emocional de la pulsacin

Movimiento Emocin Corriente


fisiolgico bioenergtica

. Placer Expansin

Movimiento centrfugo
del ncleo a la periferia

.
7
R. Dadoun, Cien flores para Wilhelm Reich; Anagrama, Barcelona, 1978.
8
W. Reich, La funcin del orgasmo; Paids, Mxico, 1988.
Angustia Contraccin

Movimiento centrpeto
de la
periferia al ncleo

Actualmente en la Universidad de Boulder (Colorado, EEUU) se


confirm esta lnea de investigacin reichiana al poder observarse
clulas vivientes con un microscopio elctrico de alta definicin:
cuando el medio en el que vive una clula es negativo (estamos
hablando de clulas de todo el organismo vivo), sta se contrae,
cambiando de forma para guardar el mximo de energa para poder
vivir (estrategia de sobrevivencia). Si las condiciones mejoran, la
clula retorna a su forma original, pero si el medio permanece hostil,
la contraccin queda instalada.
Federico Navarro lo plantea de esta manera: el disturbio de la
funcin biolgica de la pulsacin plasmtica (ritmo biolgico) que tiene el
cometido de enviar energa del centro a la periferia y que se encuentra en
las biopatas, est determinado por la deficiencia, estasis o por el exceso de
descarga energtica celular consecuente con la contraccin crnica del
aparato autnomo. Refirindonos a la experiencia de Boulder podemos
deducir que la contraccin es debida a modificaciones del ambiente celular
negativos para la vitalidad celular. Cul es, entonces, la causa de todo
esto? Es la emocin miedo ... La emocin primaria de tipo negativo es el
miedo. El miedo (que en el fondo es siempre miedo de morir o de no vivir
agradablemente) est en la base de toda patologa como elemento
determinante y/o desencadenante de la condicin de contraccin, como
mecanismo de defensa ... El fenmeno emocional est ya presente en el
campo preverbal y cuando no hay manifestacin somtica, la emocin
queda impresa o reprimida en la conciencia; pero siempre presente en el
organismo 9.

Tal como sucede con la clula y el medio que la rodea, si el


hombre se encuentra en un medio social difcil o amenazador, se
contrae (se cierra) aumentando sus defensas habituales segn su
carcter. En la interaccin social esto se manifiesta con un
endurecimiento fsico y emocional.
Los disturbios de la pulsacin provocados por la cultura a travs
de sus instituciones, terminan siendo vividos luego como propios. Los
disturbios del ritmo natural de pulsacin energtica del organismo
(contraccin-expansin; carga-descarga; tensin-relajacin) son, en la
lnea de investigacin reichiana, la base de la estructura
caractereolgica del hombre.
Como deca anteriormente, a partir de las investigaciones del
fenmeno psicogalvnico estudiado por W. Reich y colaboradores,
podemos entender que la pulsacin bioenergtica y la expresin
emocional estn indisolublemente ligadas.

9
F. Navarro, Somatopsicodinmica de las biopatas; Orgn, Valencia, 1997.
En los cuerpos contrados la energa no pulsa lo suficiente para
conseguir nuevas tonalidades con los otros cuerpos.
En las crisis sociales aumentan sucesivamente las defensas.
Pero este proceso lleva, a su vez, a un endurecimiento fsico y
emocional, que se instituye como violencia contra la propia
corporalidad, y que es correlativo al aumento de la indiferencia y al
aislamiento social hacia los otros. El mismo puede derivar, en funcin
de los altos grados de presin y de estrs de la vida cotidiana actual,
en actos de violencia hacia s mismo o hacia los otros10.
Las dictaduras de Amrica Latina se caracterizaron por el hecho
de buscar abolir lo inabolible: el movimiento. El eje de su accin
concertada en todo el continente consisti en suprimir los derechos
de los que intentaban generar una tica poltica del movimiento (para
pensar crticamente, para resistir lo inhumano: el hambre, la tortura,
etc.).
Los cuerpos que no se inmovilizaban, desaparecan. Lo vivimos
en la dictaduras militares en las que la mayor parte de la poblacin
del continente tuvo que desarrollar estrategias de sobrevivencia, en
donde se miraba sin ver y se oa sin or. Pero lo vivimos tambin en
la actualidad en funcin de una situacin econmica recesiva y
desestructurante. La misma genera desequilibrios crecientes entre los
sectores sociales, a partir del pasaje permanente de los flujos de
energa desde las regiones dominadas a las dominantes, en donde
los propios gobiernos nacionales van perdiendo paulatinamente la
propia infraestructura de su poder.
Las dictaduras militares se sostuvieron a partir de un rgimen
de complicidad civil de cuerpos inmviles y aterrados. Y en eso sigue
habiendo una continuidad: las democracias actuales han demostrado
ser ms eficaces aun a la hora de domesticar los cuerpos, aunque la
propia domesticacin se siga desarrollando en medio de una lgica
para la sobrevivencia.
La dictadura tuvo claro cual era el lmite: el pensamiento crtico,
el discurso solidario. Limitando esas potencias en acto se foment e
intent propagar una cultura de la domesticacin y del pacto con la
sociedad civil (recuerdan el por algo ser, tan argentino, tan
uruguayo?): callar, pactar, delatar o desaparecer. Sobrevivir en la
clandestinidad fue uno de los devenires imperceptibles de la
marginalidad social y de los mrgenes polticos durante ms de una
dcada.

Sin embargo cuanto mayor sea la pulsacin de energa y ms


amplia sea la red de encuentros instituyentes, mayor va a ser la
probabilidad de que entre los cuerpos se generen campos energticos
vitales, que puedan producir condiciones para recrear y transformar
las crisis sociales, posibilitando, de esta manera, la efectuacin de
nuevos modos de subjetivacin que posibiliten contraefectuar lo
instituido. Los ms de 500 aos de resistencia de una cultura que aun
lucha en el continente contra su destribalizacin anticomunitaria, es

10
B. Dubin, El pulsar energtico y la crisis social; Revista Topia n 16, 1996.
uno de los antecendentes ideolgicos de una tica y de una esttica
de lo corporal. Su potencia cultural (basada en una tica democrtica,
autogestionaria y libertaria, y en una esttica de las pasiones alegres)
es un analizador natural de la posibilidad de recuperacin del cuerpo
deseante.

EL CUERPO COMO ANALIZADOR y COMO REGIMEN DE


AFECCIN

Los cuerpos son los analizadores naturales11 por excelencia,


constituyendo un verdadero campo de intervencin y anlisis. Campo
de anlisis y de intervencin que, como territorio en donde se anudan
variables fantasmticas e institucionales, sus sntomas sern
reveladores de una dinmica y una fantasmtica al mismo tiempo
grupal e institucional12.

Sabemos que los cuerpos tienen, en s mismos, un valor


instituyente: resisten o se ponen en juego a travs de los sntomas;
convocan a nuevas experiencias y generan espacios enunciativos y
expresivos o invitan a la repeticin de los instituidos dominantes.
Como ya sabemos, las instituciones producen y reproducen
relaciones sociales a partir del encuentro de distintas fuerzas,
instituidas e instituyentes.

Los ojos son las ventanas del cuerpo. Las instituciones tienen
ojos y, como en los humanos, son las puertas que conducen al alma.
Los ojos institucionales son los grupos y a partir de ellos, es posible
ver cules son objeto y cules son sujeto de la misma13.

Los cuerpos instituidos son aquellos que han digerido, hasta en


los gestos, las reglas formales e informales de la institucin. Son los
cuerpos de la regla institucional y estn sometidos al lugar que la ley
dominante les impone. Su discurso se transforma, por lo general, en
un disco rayado (vaco, abstracto, burocrtico, poco arriesgado, etc.)
que no slo soporta sino que tambin sostiene la verticalidad
institucional. Su reconocimiento de la diferencia, cuando la hay, est
puesto en juego solamente como un preludio para la reproduccin
institucional, o en el contexto de alianzas para posicionarse en las
estructuras de poder-saber (la mayora de las veces buscando un
provecho personal). Sus patrones energticos estn relacionados a
matrices neurticas de resignacin y obsecuencia, en donde nunca
faltan ni el oportunismo ni los dobles discursos, en la medida en que
participan (como cuerpo) de la manutencin del mundo poltico-
jurdico-administrativo. Sus movimientos se dirigen a la bsqueda de
reconocimiento jerrquico y hacia la acumulacin y lucha por el

11
R. Lourau, El anlisis institucional; Amorrortu, Buenos Aires, 1975.
12
B. Kononovich y O. Saidn, La escena institucional y El cuerpo en la clnica
institucional. Escena y afectacin; Lugar Editorial, Buenos Aires, 1991 y 1994 .
13
F. Guattari, Psicoanlisis y transversalidad; Siglo XXI, Buenos Aires, 1984.
poder, por lo que no llama a sorpresa que sus agenciamientos deriven
en conexiones (y usos) con otros cuerpos tristes.

Los cuerpos instituyentes, por su parte, buscan un


desprendimiento de lo establecido, de lo social dado. Pueden
denunciar a lo interno las determinantes que los mueven,
convirtindose en elementos polifnicos de enunciacin deseante y
de creacin institucional. Desarrollan estrategias que pueden
involucrar, inclusive, su propia desaparicin. Al mismo tiempo que
pueden desarrollar una amplia generosidad (basada en una tica de
los encuentros) intentan, una y otra vez, la efectuacin de lo deseado.
En su movimiento nmade e intempestivo, por lo general escapan a
los lugares preparados y preformados para la grupalidad: las
estructuras jerrquicas, los vnculos preestablecidos, los
embanderamientos reductivos, etc. Sus patrones energticos
posibilitan el desarrollo de lneas de creacin institucional a partir del
azar, del contagio, del accidente, de la simpata, posibilitando nuevas
formas de agenciamiento y de afeccin, gastando poca o ninguna
energa en el mantenimiento de sus pertenencias, en el doble
sentido del trmino.

Estos cuerpos estn en permanente relacin, a travs de


procesos heterogneos y de conexiones complejas. Las mismas
pueden ser entendidas como un campo de fuerzas, disputado a su
vez, por una pluralidad de fuerzas en relacin de tensin unas con
otras. De esta manera, cualquier relacin de fuerzas constituye un
cuerpo al entrar en relacin, ya sea ste biolgico, social, poltico, etc.

Cmo democratizar un cuerpo institucional?


La democratizacin de los cuerpos no puede basarse ni en la
reproduccin de la centralidad opresiva del Estado en los intersticios
de la periferia, ni en la reproduccin de nuevos centros con viejas
lneas jerrquicas.
El grado de democratizacin de los cuerpos se puede deducir en
funcin de los procesos de apertura y conexin con un afuera (en el
sentido foucaultiano del trmino), en donde la propia institucin no se
aterrorice por los movimientos de los agenciamientos horizontales.
Este quizs sea uno de sus capitales ms importantes, y no
necesariamente las estrategias sistemticas de eliminacin de la
verticalidad (caracterstico de algunos movimientos instituyentes que
terminan endurecindose y fijndose en su propia retrica
discursiva).
El propio ejercicio del poder no es un problema menor en los
regmenes de afectacin de los cuerpos. Dnde est el poder real de
una institucin (no slo su poder manifiesto)? Cul es mi relacin con
el poder? Qu poder ejerzo y cmo lo ejerzo? De qu poder he sido
despojado? Quin toma por m las decisiones?
Investigaciones realizadas por el Prof. Dr. Karasek de la
Universidad de Columbia de los E.E.U.U., demostraron que el grado
de estrs laboral no dependa directamente del nmero de horas que
se trabajaba, sino de la manera como se trabaja. Por ejemplo: los
empleados que pueden ejercer poco control sobre la forma de realizar
sus trabajos, aquellos que tengan pocas oportunidades de tomar
decisiones, se hallan mayormente expuestos a factores de riesgo
para contraer enfermedades cardacas y/o gastrointestinales. Con qu
grado de libertad se mueve una persona en su trabajo, y cunto de su
quehacer responde a la posibilidad de concebir nuevas ideas y
llevarlas a la concrecin, a travs de una realizacin colectiva
compartida, influye notablemente sobre la salud de un trabajador. En
este sentido es importante poder generar lneas de creatividad a
partir de mtodos simples, como la posibilidad de que las personas
generen y terminen los productos que conciben, reconcilindose
as, libidinal y genitalmente, con el producto creado.

El cuerpo es social y como todo cuerpo social, tiene


movimiento. La naturaleza de este cuerpo social es esencialmente
energtica (la incorporalidad del entre medio)14 e implica siempre:
*distintas velocidades: temporalidades cronolgicas,
temporalidades intensivas, cambios de ritmos imprevistos, etc.;
*distintas relaciones de fuerzas: entre grupos nmades y grupos
sedentarios, entre cuerpos instituyentes y cuerpos instituidos, entre
grupos sujetos y grupos sometidos, etc.;
*distintas estrategias: el calco, el modelo, la repeticin, la
burocratizacin, por un lado, la deriva, el contagio, las conexiones
complejas y heterogneas, por el otro.
*distintas mezclas: para G. Deleuze los cuerpos son causas,
unos en relacin con los otros, unos para otros, pero de qu? Son
causas de efectos incorporales: acontecimientos15.

Desde esta concepcin, la grupalidad emerge as no slo como


una de las formas posibles de subjetivacin, sino como una mquina
en donde se despliega una potencia: la de afectar y ser afectado. El
rgimen de afeccin es lo que determina entonces los planos de
corporeidad. Siendo el cuerpo no algo dado, evidente, sino algo que
hay que descubrir (cuerpos invisibles, invisibles sociales, violencia
invisible entre los cuerpos, etc.)16.
Los grupos pueden ser pensados desde este rgimen (el de las
afectaciones corporales) como la dimensin en donde se componen y

14
J.C. De Brassi desarrolla la nocin de entre como la modalidad conectiva y
diferencial que hay a travs de dos entidades diferentes. Esta nocin no es
intersubjetiva sino que se apoya en los conceptos de devenir y de afeccin
deleuzianos. El cuerpo como rgimen de afeccin, juega siempre en esta idea. La
idea de entre medio no se corresponde con el medio aristotlico.
15
Mezclas donde, por ejemplo, un cuerpo penetra a otro y donde otro sufre una
accin: Cuando el escalpelo corta la carne, el primer cuerpo produce sobre el
segundo no una propiedad nueva, sino un nuevo atributo, el de ser cortado. El
atributo no designa ninguna cualidad real..., es, al contrario, expresado siempre por
un verbo, lo que quiere decir que no es un ser, sino una manera de ser, Emile
Brhier, La Thorie des incorporels dans lancien stoicisme, Vrin, 1928, citado por
G. Deleuze en Lgica del sentido, Planeta-Agostini, Espaa, 1994.
16
L. Gonalvez, Los cuerpos invisibles; Multiplicidades-CEUP, Montevideo, 1996.
descomponen las singularidades. Por ejemplo: Qu devenires
minoritarios habilita esta grupalidad? Cmo se mezclan los cuerpos?
Cules son los nuevos lenguajes que se despliegan? Qu denuncias
permite que se sostengan sin caer en la marginalidad institucional ni
en lgicas burocrticas-administrativas? Qu movimientos se
desarrollan ms all de las trayectorias habituales de los recorridos
organizativos?

Qu es lo que puede tu cuerpo ms all de las funciones


disciplinarias? De qu afectos es capaz? Son las preguntas
spinozianas que incentivan el desarrollo de los cuerpos (su poder de
afectacin) y su implicacin en las redes fuerzas actuales.

EL CUERPO COMO POLTICA

Los cuerpos son actualmente imagen y escenario de una


multiplicidad cada vez ms vertiginosa. Por eso cada cuerpo puede
ser pensado como una historia-acontecimiento. Estamos hablando
entonces del cuerpo como poltica, en donde se pone en juego el
campo social en forma inmanente: Cmo se inscribe el orden social
en el cuerpo libidinal? Cmo es investido el campo social por los
flujos de energa que en l se desplazan? Es imprescindible para la
clnica bioenergtica y social desarrollar una lnea de anlisis e
intervencin que posibilite mostrar e investigar cmo se inscribe el
orden, la disciplina y el control en nuestros cuerpos17.

Para analizar la escalada del fascismo en su poca y su manera


de canalizar la energa de las masas, W. Reich (despus de Freud y de
otra manera)18 abord la cuestin de los procesos energticos
sociales. El fascismo trabaj sobre muchos mecanismos de la
psicologa de masas, en donde funcionan ms activamente los
componentes autoritarios, que se alimentan (segn Reich) de la
sexualidad reprimida.
Cmo el orden instituido se corresponde con la energa social
estabilizada? De qu manera llegan a ser las instituciones el lugar
de la energa ligada?19
En trminos spinozianos: cmo los hombres pueden luchar por
su servidumbre y esclavitud como si se tratara de su libertad e
independencia?

Deleuze y Guattari lo afirman a su manera: no podemos disociar


la economa sexual de la economa social, para lo cual ser necesario
analizar la relacin entre cuerpos, organizaciones y energas sociales.

17
Ver el captulo Arqueologa del cuerpo.
18
W. Reich, Psicologa de masas del fascismo; ECO, Montevideo, 1992.
19
En su libro La Bio-Energa (Ed. Gedisa) el socioanalista Georges Lapassade
desarrolla cmo las instituciones establecidas son el lugar donde se almacena la
energa social, siendo el Estado el lugar privilegiado de captura y drenaje de la
misma en beneficio propio.
El estudio bioenergtico de las organizaciones, pone en juego
que las organizaciones cerradas en s mismas estn condenadas a la
muerte, a excepcin de que capten energa externa, teniendo
necesidad de flujos de energa gratuita que agotan sin ser capaces de
regenerar. En las primeras organizaciones en las que vivimos, nuestro
deseo se inviste de orden y disciplina. En este nuevo orden mundial,
la organizacin capitalista no conoce ms que una ley: la expansin o
el debilitamiento (y la expansin se realiza por una extraccin previa
y generalizada de energa). As como hablamos de cuerpos instituidos
y cuerpos instituyentes tambin podremos hablar de energa ligada
(sociedad instituida) o energa libre (sociedad instituyente)20.

Socialmente todo sigue hecho para que el cuerpo libidinal,


habitado por energa libre, se transforme finalmente en un cuerpo
productivo cada vez ms sobrecodificado por el consumo21 (cuerpo
cronometrado del atleta, cuerpo anorxico de la adolescente, cuerpo
robotizado del trabajador, etc.) y los tcnicos no escapamos de este
requerimiento adaptativo.

Los procesos sociales autoritarios se apoyan y alimentan de


instituciones represivas y burocrticas. En nuestra sociedad la
disciplina tambin est dando lugar al control.
Las disciplinas, aquel conjunto de tcnicas de control corporal
que apuntan a una cuadriculacin del espacio, del tiempo y de los
movimientos del cuerpo humano, van dejando lugar a nuevas tcnicas
que amplan la vigilancia.
Las tcnicas de control ya no se realizan necesariamente en
panpticos ni en espacios cerrados, sino que tienden a insertarse en la
vida cotidiana, eliminando distinciones entre lo pblico y lo privado.
Cmo y dnde usaste tu tarjeta de crdito? Qu libros sacaste
de la biblioteca? Hacia donde viajaste? Qu prstamo sacaste?
Conversaciones y cuentas telefnicas, huellas dactiloscpicas, actividad
de la tarjeta de crdito, ficheros de bibiotecas (como en la pelcula
Seven Pecados capitales de David Fincher), rutas de viaje, trmites
de rentas y pedidos de prstamos son las huellas de conducta que
necesitan las tecnologas de poder computarizadas para procesar
electrnicamente la informacin. Las limitaciones espaciales y las
jerarquas controlantes van dejando lugar a sistemas de bsqueda y
recoleccin de huellas de conducta, donde lo fundamental es la
informacin sobre individuos y grupos (servicios de "inteligencia",
marketing, estadstica mediante)22.

Poner en juego a nuestros cuerpos en un abordaje poltico y


social implica un trabajo sobre s para la liberacin de los cuerpos y
las energas. Y la liberacin del potencial humano desemboca en
20
G. Lapassade, La Bio-energa. Ensayo sobre la obra de W. Reich; Gedisa,
Mxico, 1983.
21
G. Deleuze, Posdata de las sociedades de control en El lenguaje libertario 2;
Nordan, Montevideo, 1991.
22
L. Gonalvez, Los cuerpos invisibles; Multiplicidades-CEUP, Montevideo, 1996.
forma ineludible en el problema de las estructuras y los dispositivos
sociales.
La micropoltica (tica, esttica, pragmtica y local) se ha
desarrollado como un paradigma de nuevas formas de subjetivacin.
Quince aos atrs quizs no hubiramos llegado a comprender, que
cuando los indgenas zapatistas rechazan la toma de poder no estn
haciendo un discurso pour la galerie, sino que estn hablando con el
corazn. El desmoronamiento de certezas largamente asentadas en la
cultura poltica de nuestro pas posibilit visualizar adems, la
necesidad de abandonar viejos paradigmas en los que nos educamos
y la urgencia de gestar nuevas ticas del cuerpo social en
movimiento. Ejemplo micropoltica de los 80: la coordinadora
antirazzias de nuestro pas, la radicalidad de los sem terra del Brasil,
los estallidos sociales hormiga de la Argentina, etc.

El tema de la corporalidad (como pulsacin, como rgimen de


afeccin, como poltica, como analizador) irrumpe como nueva
potencia, con un valor singular que posibilita repensar el problema de
la liberacin de los cuerpos, en funcin de una posicin tica: sea en
el plano de la clnica, de la pedagoga, de la esttica o en cualquier
campo de intervencin, es pertinente y es necesario formularse una
pregunta estratgica: Cunto reproducimos corporeidades
disciplinarias, normativizadas, institucionalizadas? Cunto
posibilitamos la autogestin de cuerpos creativos e instituyentes?
ARQUEOLOGA DEL CUERPO*

RESUMEN:
La Arqueologa del Cuerpo es un concepto y una metodologa
funcional que permite trabajar arqueolgicamente con el cuerpo.
Toda la situacin emocional y afectiva del sujeto est inscripta en los
tejidos del cuerpo (coraza somtica o tisular), manifiestndose en
cada cuerpo en la capacidad expresiva ms o menos bloqueada de la
pulsacin bioenergtica. Integrando las tcnicas de Anlisis del
Carcter, Eneagrama, Cartografa Corporal y Cartografa Deseante
(para el trabajo analtico y diagnstico), Vegetoterapia y
Bioenergtica (para el trabajo biofsico), esta metodologa-conceptual
permite recuperar al cuerpo a travs de la memoria emocional
inscripta en los sistemas y en las estructuras ectodrmicas,
endodrmicas y mesodrmicas. Originariamente pensado por Manoel

*
Publicado en la Revista Somos. Aqu y Ahora, nro. 11 (Montevideo, 1999).
La expresin arqueologa del cuerpo la vi utilizar por primera vez al Dr. Manoel
Brandao. Brandao usaba este trmino descriptivamente para su propuesta
teraputica de experimentacin grupal, pero no profundizando en l como un
soporte conceptual de su prctica. Arqueologa del cuerpo era un proceso de
terapia psicocorporal, coordinado por M. Brandao, donde se integraban
eclcticamente, distintas herramientas teraputicas (sus preferidas: meditaciones
de Osho, anlisis del carcter a partir del Eneagrama sufi, psicodramatizaciones,
ejercicios bioenergticos, actings reichianos en posicin supina y masajes neo-
reichianos). Realic este proceso en el primer grupo anual realizado en Lotus en
1992. El mismo integraba 7 worksops intensivos de 3 das de duracin, y sesiones
individuales como complemento de la actividad grupal. Para m, en particular, fue
muy importante participar en ese proceso de aprendizaje teraputico
principalmente por dos motivos. Por un lado estaba dando mis primeros pasos
profesionales, luego de haber egresado de la Facultad de Psicologa de la
Universidad de la Repblica, y por otro, en esos momentos en nuestro pas, no
haba ningn colectivo organizado que difundiera y permitiera experimentar la
psicoterapia de orientacin neo-reichiana. Desde aqu vaya mi reconocimiento al
trabajo innovador del Dr. Manoel Brandao en nuestro pas.
Brandao, y posteriormente desarrollado por Luis Gonalvez, es un
dispositivo teraputico individual y/o grupal que posibilita la abolicin
progresiva del dualismo cultura-natura inscripto en los cuerpos.

PALABRAS CLAVE:
arqueologa del cuerpo, cartografa corporal, cartografa deseante,
anlisis caracterial, vegetoterapia, anlisis bioenergtico,
esquizoanlisis, coraza, carcter, clnica de la multiplicidad.

SUMMARY:
Concept and funcional methodology that allows to do an archeologic
work with the body. Every emotional and affective situation is
inscibed in the tissues of the body (somatic or tissular armoring),
revealing itself in each body with the expresive capacity more or less
blocked of the bioenergetics pulsation. Integrating the techniques of
character analysis, corporal cartography, desire cartography,
vegetotherapy and bioenergetic analysis, this conceptual
methodology allows recuperating the body through the emotional
memory, inscribed in the system and in the ectodermic, endodermic
and mesodermic structures. Originally from Dr. Manoel Brandao and
later on developed by Psic. Luis Gonalvez is an individual and/or
group therapeutic dispositive, which makes possible the progressive
abolition of the dualism culture-nature, inscribed in the bodies.

KEY WORDS:
Body archeology, corporal cartography, desire cartography, character
analytical, vegetotherapy, bioenergetics analysis, schizoanalysis,
armoring, character, clinical of the multiplicity.

Toda rigidez muscular incluye la historia y la significacin


de su origen. Su disolucin no slo libera la energa ...
sino tambin trae a la memoria la situacin infantil
en que se ha producido la inhibicin (W. Reich).

El concepto de arqueologa del cuerpo funciona en forma


inmanente a las tcnicas reichianas de anlisis del carcter y
vegetoterapia caracteroanaltica, siendo uno de sus dispositivos
fundamentales de diagnstico la cartografa corporal y la cartografa
deseante.
En la cartografa corporal nos apoyamos en los soportes
conceptuales:
*de la disposicin segmentada de la coraza muscular (Wilhelm
Reich),
*de la dinmica estructural bioenergtica (Alexander Lowen) y
*de la anatoma emocional (Stanley Keleman).
En la cartografa deseante utilizamos los conceptos
esquizoanalticos desarrollados por Gilles Deleuze y Flix Guattari de:
*lneas de segmentaridad dura,
*lneas moleculares y
*lneas de fuga.

LA CARTOGRAFA DESEANTE

La conjuncin que realizamos en la clnica bioenergtica entre


la cartografa corporal (anlisis bioenergtico reichiano) y la
cartografa deseante (esquizoanlisis) permite desarrollar un
agenciamiento para pensar e intentar resolver la tensin entre
pulsacin y coraza, entre movimiento y bloqueo, entre deseo y
represin, tanto en los cuerpos individuales, como en los cuerpos
grupales y sociales.

En un cuento de Borges, el emperador de un pas imaginario


ordena realizar una cartografa tan exacta y mimtica,
una reproduccin en tamao natural del territorio,
que, lanzada la poblacin a esa tarea, la vida se paraliza 23.

No es esta la funcin de una cartografa deseante. En primer


lugar, al decir de Perlonguer, no se trata de reproducir a partir de un
punto fijo (el ojo central del dspota) sino de derivar. En esa deriva se
captan los flujos de vida que animan un territorio (una ciudad, un
cuerpo, un barrio, un grupo, una institucin, etc.): las tentativas de
fuga que recorren y agitan el cuerpo (social). Al mismo tiempo, la
tarea del cartgrafo no consiste en captar para fijar, cristalizar o
congelar aquello que pesquisa, investiga o explora, sino intensificar
los flujos vitales, las lneas de vida (los caminos con corazn dira Don
Juan), creando territorios (y aliados) a medida que se los recorre. Esta
deriva deseante es la esencia de la multiplicidad, y es la que posibilita
la emergencia de las lneas de afeccin grupales y las tentativas de
fuga que recorren, agitan y calientan el cuerpo social.
En este sentido la mirada deseante del cartgrafo en una
situacin clnica (no importa si se trata de clnica individual, grupal,
institucional o comunitaria) nunca ser esttica, ni neutral en su
concepcin de relacin y de encuentro con el otro. La cartografa
analtica es necesariamente activa y genera siempre distintos grados
de implicacin. Usando las palabras de Sandra Fagndez: el
inconciente salpica, no se puede pasar por su lado sin mojarse.

As como un analista institucional desarrolla su dispositivo para


el anlisis y la emergencia de los analizadores, el cartgrafo deseante
hace lo propio con los inconcientes que protestan: los devenires. En la
clnica, este movimiento de conexin entre el deseo y lo social
implica, por un lado, una mutacin de la subjetividad serializada (las
identidades mayoritarias) hacia devenires (minoritarios) y, por otro,
una desterritorializacin del inconciente de las coordenadas del
familiarismo autoritario y de sus dispositivos de subjetivacin

23
Nstor Perlongher, Los devenires minoritarios en El lenguaje libertario 2;
Edcs. Nordan, Montevideo, 1991.
capitalista, hacia nuevas tentativas de expresin colectivas y
creativas (agenciamientos colectivos de enunciacin).
La cartografa deseante ser una de las formas micropolticas
(junto a la arqueologa y la genealoga) de apropiarse del presente,
ms all de los condicionamientos repetitivos del pasado24. La
concepcin de deseo que utilizamos en las cartografas es la de G.
Deleuze y F. Guattari: Los deseos edpicos no estn en modo alguno
reprimidos, ni tienen que estarlo. Mantienen, sin embargo, una relacin
ntima con la represin, pero de otra manera. Son el cebo, o la imagen
desfigurada, mediante la cual la represin caza al deseo en la trampa. Si el
deseo est reprimido no es porque sea deseo de la madre y de la muerte
del padre; al contrario, si se convierte en este tipo de deseo es debido a que
est reprimido, y slo adopta esta mscara bajo la represin que se la
modela y se la aplica Si el deseo es reprimido se debe a que toda
posicin de deseo, por pequea que sea, tiene motivos para poner en
cuestin el orden establecido de una sociedad: no es que el deseo sea
asocial, sino al contrario. Es perturbador: no hay mquina deseante que
pueda establecerse sin hacer saltar sectores sociales enteros y ninguna
sociedad puede soportar una posicin de deseo verdadero sin que sus
estructuras de explotacin, avasallamiento y jerarqua no se vean
comprometidas. Si una sociedad se confunde con sus estructuras (hiptesis
divertida), entonces s, el deseo la amenaza de forma esencial. Para una
sociedad tiene, pues, una importancia vital la represin del deseo, y aun
algo mejor que la represin, lograr que la represin, la jerarqua, la
explotacin, el avasallamiento mismo sean deseados 25.

LA CARTOGRAFA CORPORAL

El carcter es para la clnica bioenergtica historia congelada.


Es, por lo tanto, la forma particular (generalmente estereotipada) que
tenemos de movernos en el mundo. Para la clnica bioenergtica el
cuerpo es carcter. Desde el mismo se pone en movimiento al
cuerpo. Es decir, mis piernas se apoyan y caminan de determinada
manera, mi pecho est adaptado a determinada forma de sentir y
abrazar, mi pelvis a determinada modo de gozar y de moverse.
Resultante del conflicto entre los impulsos naturales del
organismo del nio (natura-placer) y las restricciones que la sociedad
le impone (cultura-poder), el carcter es una construccin estructural
e histrica, producto de un proceso singular de acorazamiento.
Estructura en tanto sistema organizado de endurecimiento del Yo
corporal y de acorazamiento del cuerpo. Historia en cuanto inclusin
y suma de las experiencias pasadas del individuo que quedan
grabadas en el cuerpo. Y como sabemos para W. Reich la historia
individual va a ser inmanentemente historia social.

El filsofo e historiador Roger Dadoun seala cmo la coraza


carctero-muscular no slo cumple una funcin defensiva contra las

24
Para poder pensar un agenciamiento entre las nociones de cartografa, genealoga
y arqueologa introduje el ltimo captulo.
25
G. Deleuze y F. Guattari, El anti-edipo. Capitalismo y esquizofrenia; Paids,
Barcelona, 1985.
fuerzas antagnicas, sino que tambin cumple funciones de
coordinacin, de organizacin y de control entre dichas fuerzas:
Puesto que el carcter es << la suma de las experiencias>> pasadas del
sujeto, esas experiencias subsisten, se acumulan, se depositan en capas
estratificadas de la coraza. Esta << estratificacin del acorazamiento>>
(Panzerschichtung) es comparable << a las estratificaciones geolgicas o
arqueolgicas, que son ... historia solidificada>> . Historia slida que Reich
toma slidamente al pie de la letra: las experiencias infantiles, los
conflictos, las represiones, las frustraciones y las cargas energticas a ellos
vinculados forman depsitos, dejan huellas precisas, se fijan, en una
palabra, al organismo, y el sistema muscular es el lugar privilegiado para
tales fijaciones. El msculo es al mismo tiempo soporte material y cdigo
binario (tonicidad creciente o decreciente) con los que se inscribe la historia
del individuo 26.

La arqueologa del cuerpo permite descongelar ese patrn tpico


de comportamiento que establecido, estructurado y congelado,
subsiste, se repite, se acumula y se deposita en capas estratificadas
de la coraza. Dichas capas funcionan como patrones inconcientes de
contencin energtica en la respiracin, en la motilidad, en la
expresividad y en la sexualidad. Estas actitudes corporales de
retencin funcionan idnticamente a la actitud psicolgica del sujeto.

Sigmund Freud se preguntaba en sus escritos dnde est


situado el inconciente, sin llegar a ninguna precisin topolgica,
quedando su teora sobre el inconciente en un registro metafrico. W.
Reich, a travs de sus investigaciones (en el perodo que abarca 1933
a 1938), demuestra que el inconciente est en los msculos del
organismo27. Para W. Reich existe una inteligencia orgnica donde la
memoria intelectual estara fijada en las clulas nerviosas y la
memoria emocional estara inscripta en el sistema y en la estructura
muscular. Partiendo de las pesquisas de W. Reich sobre la coraza
muscular, la creadora del masaje biodinmico Gerda Boyesen focaliz
sus investigaciones con el estetoscopio sobre el psicoperistaltismo
intestinal. En ellas demuestra la existencia de una coraza visceral, por
lo que concluye que el inconciente emocional se aloja en el sistema
endodrmico28.

A diferencia del dispositivo psicoanaltico, para la arqueologa


del cuerpo no basta hablar acerca de los sentimientos o de las
sensaciones, sino que las mismas precisan ser experimentadas y
expresadas. El trabajo bioenergtico reichiano opera centrndose en
el sistema nervioso vegetativo buscando integrar funcionalmente lo
somato y lo psquico, a travs del desbloqueo y la armonizacin
bioenergtica.

26
R. Dadoun, Cien flores para Wilhelm Reich; Ed. Anagrama, Barcelona, 1978.
27
W. Reich, La funcin del orgasmo; Paids, Mxico, 1988.
28
Gerda Boyesen, Entre Psiqu e Soma. Introduao a la Psicologia Biodinmica;
Summus, San Pablo, 1992.
Por medio de movimientos especficos (con una significacin
funcional e histrica), de una metodologa ordenada (rigurosa pero no
rgida) y siguiendo el desarrollo evolutivo del embrin en la direccin
cfalo-caudal, se busca despertar en la memoria orgnica tisular,
acontecimientos arcaicos, emociones pretritas, ancladas en la
profundidad del cuerpo energtico.
Mediante la ejecucin de los movimientos (emocionales-
neuromusculares) el paciente entra en contacto con informaciones
tanto a nivel somtico (sensaciones, movimientos involuntarios,
cambios en la respiracin), como a nivel emocional (descargas
emocionales) y mental (imgenes, ideas, asociaciones). El anlisis de
estas informaciones permite, con la ayuda del psicoterapeuta, el
auto-conocimiento, la auto-expresin y la auto-posesin de los
sentimientos, por parte del paciente.
Este proceso arqueolgico implica la reactivacin de la memoria
muscular, a partir de la cual pueden manifestarse afectos reprimidos
(angustia ligada, tristeza negada, bronca bloqueada, placer
inhibido ... y miedo), as como tambin pueden emerger recuerdos
olvidados. Por lo cual se favorece no slo la posibilidad de abreaccin
emocional sino tambin de insights.

Podemos decir entonces que en la clnica bioenergtica


intervenimos en distintas dimensiones de la corporalidad: la del
inconciente, la de las expresiones y gestos perceptibles, la de las
actitudes corporales y comportamentales. La superficie de
intervencin es, por lo tanto, multidimensional, con tantas
discontinuidades y pliegues como niveles y bloqueos existan. Al
decir de G. Deleuze estos pliegues forman una absoluta memoria
de fuerzas, en la medida en que la subjetivacin (individual o
colectiva) operara siempre por plegamientos29.

De esta manera es que con un trabajo psicoteraputico


organizado, paulatino y sostenido, la arqueologa del cuerpo permite
examinar atentamente cada una de las capas de la coraza somtica y
de la coraza caracterial. El aporte de la cartografa deseante permite
adems, construir una intervencin teraputica en cada uno de los
niveles implicados y entre las distintas dimensiones plegadas, a partir
de la visualizacin y de la enunciacin de los complejos movimientos
deseantes de la persona.

Del trabajo clnico presentado por W. Reich en Anlisis del


Carcter se pueden deducir tres capas de los impulsos emocionales,
que emergen idnticamente en las actitudes caracteriales y en la
musculatura del organismo humano.
La capa ms superficial (terciaria) es el nivel de las defensas
caractereolgicas, de los contactos sustitutivos, de la adaptacin
social y cultural. La mscara que el sujeto presenta al mundo. Por
debajo de esta capa estaran los impulsos y fantasas irracionales, los

29
G. Deleuze, Foucault; Paids, Barcelona, 1987.
impulsos prohibidos, el mundo del inconciente reprimido (la capa
secundaria), conteniendo todas las negatividades que la persona
sinti en los primeros aos de su desarrollo evolutivo. Luego de
atravesar este pliegue nos encontraramos con la capa primaria (el
ser creativo), constituida por los impulsos espontneos y naturales a
extenderse y a hacer contacto, compuesta por la capacidad orgnica
innata para el amor, para el conocimiento y para el trabajo creativo 30
-ver figura 2-.

Quizs a partir de la impetuosidad de todo precursor e


investigador radical, W. Reich crey que los impulsos destructivos de
la capa secundaria se podan liberar de la represin y ser eliminados
definitivamente a partir del trabajo teraputico individual. Del mismo
emergera, como consecuencia del debilitamiento de la coraza
narcisstica, la expresin sana de los impulsos primarios, que se
pondran en marcha espontneamente, constituyendo (en oposicin
al carcter neurtico defensivo) un carcter genital31.

Al. Lowen, por su parte, ubica cuatro capas en el proceso del


desarrollo defensivo. La capa ms exterior o superficial (capa del
ego), contiene las defensas psquicas, entre las que se encuentran la
negacin, la proyeccin, la culpabilizacin, la racionalizacin, la
intelectualizacin, etc. La segunda capa estara comprendida por las
tensiones musculares crnicas que sostienen y fundamentan las
defensas del ego, al mismo tiempo que protegen a la persona contra
la capa interior de emociones reprimidas que no pueden ser
expresadas. Las otras dos capas seran la capa emocional, donde se
encuentran los afectos reprimidos (bronca, miedo, tristeza, dolor,
etc.), y el ncleo (centro o corazn) del cual emana el sentimiento de
amar y de ser amado.
En su propuesta de Anlisis Bioenergtico, Al. Lowen plantea en
forma contundente, que el enfoque teraputico no puede restringirse

30
D. Boadella, Corrientes de vida. Una introduccin a la Biosntesis; Paids, Bs.
Aires, 1993.
31
Para una visin crtica de este planteo reichiano ver la entrevista realizada por la
Psic. Myrian de Campos al Dr. Alexander Lowen, The International Institute for
Bioenergetic Analysis apresenta Dr. Alexander Lowen em Anlise Bioenergtica e
100 aos de Wilhelm Reich, vdeo de la SOBAB. Traducido y editado en ficha
interna del curso de formacin en Clnica Bioenergtica del TEAB.
exclusivamente a la capa ms superficial o exterior (la primera capa)
por importante que sea. En la medida en que, por ms que ayudemos
a nuestros pacientes a adquirir conciencia sobre sus mecanismos
defensivos, ese conocimiento rara vez influye sobre las tensiones
musculares o permite la liberacin de los sentimientos reprimidos.
Este sera el punto dbil de las psicoterapias exclusivamente
verbales. Trabajar directamente sobre la tercera capa (las emociones
bloqueadas) pasando por alto la primera y la segunda capa es
inoperante, en la medida en que producen solamente efectos
momentneos (en formas catrticas y/o regresivas), difciles de
sostener fuera de la situacin teraputica. De la misma manera
trabajar nicamente la segunda capa (la coraza muscular) sin analizar
las defensas psicolgicas y/o evocar la expresin de las emociones
reprimidas (yoga, masaje, etc.), no constituye un proceso
psicoteraputico. Lowen propone una actuacin teraputica desde las
tensiones musculares crnicas (la segunda capa), porque desde ese
lugar puede pasarse:
*a la primera cuando se cree necesario (Por ejemplo: a travs
del anlisis de las resistencias),
*y a la tercera con mayor facilidad (Por ejemplo: movilizando los
msculos contrados que bloquean la expresin emocional)32.

Al igual que W. Reich, E. Baker, O. Raknes, F. Navarro, D.


Boadella, S. Keleman (y todos los autores post y neo reichianos), para
Al. Lowen las experiencias de vida de una persona estructuran su
cuerpo. De esta manera, el pasado de la persona vive en su presente.
La proposicin teraputica del Anlisis Bioenergtico implica
una doble va integrativa: para liberarse de las restricciones del pasado,
un individuo debe hacer concientes las experiencias que dieron lugar
originalmente a esas restricciones. Esta es la tarea del anlisis, que
suministra un marco de referencia dentro del cual se puede efectuar una
reestructuracin. La reestructuracin requiere un trabajo directo con el
cuerpo para reducir las tensiones musculares. El anlisis y la
reestructuracin deben avanzar en forma conjunta 33. Anlisis de las
resistencias caracteriales, anlisis de la transferencia, anlisis de los
sueos y reestructuracin del flujo energtico interrumpido. En este
camino la Bioenergtica compone modos de devolver el movimiento
espontneo al cuerpo, de recuperar su gracia, de profundizar su
respiracin, de enfrentar la tensin y de entender el conflicto34.

Para la arqueologa el cuerpo siempre es un lugar por donde


pasa la vida. Por lo tanto, pensamos a los cuerpos como una
sucesin de formas en la dimensin espacio-temporal.

32
A. Lowen, Bioenergtica; Diana, Mxico, 1977.
33
A. Lowen, La espiritualidad del cuerpo; Paids, Barcelona, 1993.
34
Ej: la rigidez y la tensin de la espalda de un paciente no se puede disminuir
significativamente hasta que la bronca bloqueada no se haga conciente y se
descargue. Para ello se hace necesario adems del desbloqueo y la descarga
emocional, estructurar previamente el afecto relacionndolo con la causa original,
es decir, con los traumas y las frustraciones que lo causaron.
Cada movimiento crea una nueva forma. Desde el movimiento,
desde la pulsacin, es que podemos recuperar un espacio interno,
recrear y sostener un espacio externo. Es en la historia corporal de
una persona que comprendemos, por ejemplo, cmo en el transcurso
de su vida ha ido empequeeciendo su cuerpo. Cmo las tensiones de
su vida cotidiana se transformaron en tensiones musculares crnicas,
en acortamientos y recogimientos de su espacio interior, en
desconexin con sus sensaciones y necesidades nutricias, donde los
movimientos (los sentimientos, las ideas, las conductas) se empiezan
a repetir y enfermarse comienza a ser la solucin.

La arqueologa del cuerpo permite entender que las formas que


adoptan nuestros cuerpos dan cuenta de nuestra existencia profunda,
de nuestra subjetivacin. Nuestras emociones, nuestros sentimientos,
nuestras acciones y pasiones tienen un ritmo, un tiempo y un espacio
corporal. Hay un tiempo y un espacio para la elaboracin de una
crisis. Hay un tiempo y un espacio para el desarrollo de los cambios.
Hay un ritmo de desestructuracin y un ritmo de reestructuracin.
Stanley Keleman lo define de esta manera: la vida es un proceso
continuo de experiencias diversas, desde el nivel celular al social,
vinculadas a un patrn de continuidad que tiene forma y que busca formar
35
.
Desde su proyecto de Anatoma Emocional, S. Keleman, ordena
un principio de organizacin de la forma humana en tres capas: la
capa externa, constituida por la piel y los nervios, es el ectodermo y sirve
para la comunicacin. El estrato medio formado por los msculos y vasos
sanguneos es el mesodermo y proporciona el soporte y la posibilidad de
locomocin. La capa interna la componen los rganos y vsceras, se llama
endodermo y procura la nutricin y la energa bsica. Lo interno establece
contacto con lo externo a travs del nivel mesodrmico intermedio. Lo
externo es la frontera, el yo social. Lo interno es lo secreto, lo profundo, el
pasado antiguo y lo presente. La capa del medio es el ser volitivo que
modula entre lo interno y lo externo. El conducto interno transporta
materias de un lugar a otro, llegando a largas distancias y atravesando las
capas desde la superficie a la profundiad. La funcin generalizada de las
tres capas, ectodermo, mesodermo y endodermo, se asocia a las tres bolsas
especializadas: la cabeza, el trax y el abdomen 36.
Nuestra historia emocional va a estar relacionada, de esta
manera, a la organizacin somtica. No existen emociones sin una
anatoma. Pero una configuracin gentica dada puede modificarse
por la historia emocional de una persona: las huellas dejadas por el
amor y el desamor, por las gratificaciones y las frustraciones, por las
caricias y los ataques, por los desafos y los avatares de la propia
historia personal, a la vez grupal e institucional, social e histrica. La
forma que nos fue dada por la naturaleza, se va desestructurando y
reorganizando, por ejemplo, en el autoritarismo de una familia en
particular, en el consumismo de una sociedad. Los regmenes de
afeccin cotidianos van modificando nuestra forma gentica, a partir

35
S. Keleman, Anatoma Emocional; Descle, Bilbao, 1997.
36
Idem anterior.
de la interaccin y el agenciamiento con las fuerzas sociales,
generando as una nueva realidad somtica emocional.

El punto ms intenso de las vidas, aquel en el que se concentra su


energa,
se sita all donde stas se enfrentan al poder, forcejean con l,
intentan utilizar sus fuerzas o escapar a sus trampas (Michel
Foucault).

Desarrollemos con mayor precisin la metodologa general de la


arqueologa del cuerpo. Al comenzar el anlisis caracterial de un
paciente lo primero que afrontamos es su fachada o mscara social.
La misma incluye la imagen que da, o quiere inconcientemente
ofrecer de s mismo. El anlisis sigue su curso tratando de identificar
el rasgo caracterial ms relevante, que es aquel que impregna la
conducta diaria de la persona37.
Los rasgos de carcter los comenzamos a visualizar y a pensar,
junto al paciente, como algo construido, por lo tanto, no heredados
genticamente, ni adquiridos naturalmente. Esta construccin a la
vez estructural e histrica, comprende la suma de las situaciones
frustrantes y traumticas que obligan a la musculatura y a la
conciencia a contraerse para eludir, disminuir o tolerar la angustia.

La arqueologa del cuerpo permite acceder teraputicamente a


lo reprimido (lo escondido, lo estancado), a partir de la expresin
afectiva. Dicha expresin posibilita, en gran medida, la restauracin
de la libre pulsacin del organismo y la recuperacin de su unidad
somato-psquica, junto con el restablecimiento del equilibrio biofsico
y de la auto-regulacin bioenergtica. Para ello partimos
bioenergticamente de un axioma clnico: la disminucin de una
tensin muscular crnica posibilita la expresin de un afecto
bloqueado, e inversamente, la expresin de un sentimiento reprimido
permite flexibilizar la coraza muscular. Este axioma clnico se
complementa con la necesidad tcnica de no actuar los sentimientos
sino de conocerlos 38.
Los afectos se expresan a travs del movimiento emocional, del
lenguaje corporal expresivo, y se integran en lo cortical por los
procesos cognitivos. La palabra va a dar sentido a la experiencia
vivencial, a los pensamientos, a las imgenes, a las asociaciones, a
los sentimientos y a las sensaciones que surgen luego de la
realizacin de los movimientos emocionales, neuro-musculares,
sugeridos y propuestos por el psicoterapeuta. El anlisis verbal es
fundamental para la comprensin de lo vivenciado y para la
integracin de lo sentido en los minutos anteriores. Los rasgos de
37
Particularmente le doy mucha importancia en las tres primeras sesiones a
deteminar el principal trazo de carcter del paciente porque es un indicador de sus
principales medios de defensa caractereolgica.
38
Ver el excelente ensayo del Psic. Xavier Serrano Abreaccin neuromuscular
versus catarsis histeriforme; revista Energa, Carcter y Sociedad, vol. 2. Nro. 1.
Valencia, 1984.
carcter, los gestos expresados (verbales y preverbales), al ser
sentidos y percibidos, son elaborados en su significado por medio de
los insights del paciente, de los sealamientos y de las
interpretaciones del psicoterapeuta (analgicas, paradjicas,
histricas), en el contexto de un diagnstico estructural bioenergtico
previo39.

Partimos del axioma clnico de que el movimiento genera el


sentimiento. En la clnica bioenergtica el movimiento es lo primero,
viniendo la sensacin a continuacin. De esta manera la coraza
muscular va a estar incidiendo directamente en los modos y en las
formas de la percepcin, existiendo una interaccin funcional entre
msculo y percepcin. De esta manera la capacidad perceptiva estar
relacionada al grado y al tipo de coraza carctero-muscular (tanto en
el terapeuta como en el paciente).
La Psic. Maite Sanchez Pinuaga describe con mucho acierto y
precisin los momentos clnicos del proceso teraputico reichiano: en
la clnica de la vegetoterapia, la conciencia se hace ms completa y clara
cuando al trabajar sobre la coraza del sujeto, aparecen recuerdos,
emociones, asociadas a su formacin inicial. Cuando la persona empieza a
percibirse, asombrada, temerosa, triste, rabiosa ... mientras empieza a ser
conciente de que necesita gritar, llorar, o decir << no>> , << basta>> ... todo
ello inseparablemente unido a sensaciones de fro o calor, vibraciones
involuntarias, corrientes, << un nudo en la garganta>> , las manos rgidas,
etc. Empieza a comprender que todo puede ser muy distinto. Que primero
siente su boca apretada y luego percibe su rabia, su soledad, y va
acercndose a los porqus. Que primero siente que no puede respirar y
luego percibe que le asusta llenarse de aire (de vida), porque aumentan sus
sensaciones y ya no las puede frenar, y ... comprende que odia y ... porqu,
y ... otro da comprende que puede amar. Que primero siente que algo le
recorre, como corrientes, y se autopercibe, cada vez ms, como un ser
energtico, como alguien lleno de vida, que hasta entonces ha luchado por
enterrar debajo de su corazn 40.

La arqueologa del cuerpo es una metodologa reichiana-


bioenergtica, que permite pensar al cuerpo de las personas desde
un registro dinmico y profundo, pero adems es un concepto social-
histrico, en la medida en que el cuerpo pasa a ser mucho ms que
un simple portavoz, o un portador de signos o sntomas. Para la
arqueologa del cuerpo, el cuerpo es el archivo vivo de la biografa de
la persona. Y en este sentido es una metodologa-conceptual
foucaultiana41.

La arqueologa del cuerpo facilita visualizar en los caracteres


neurticos (no as en las estructuras psicticas o fronterizas) una

39
El diagnstico estructural es un punto de referencia tcnica permanente del
psicoterapeuta, pero no es comunicado al paciente.
40
Maite S. Pinuaga, Estudio clnico de la percepcin a partir del modelo del
funcionalismo orgonmico; revista Energa, Carcter y Sociedad, vol. 4. Nros. 1 y
2. Valencia, 1986.
41
Ver el ltimo captulo.
coraza muscular estratificada, con una buena organizacin. Dicha
organizacin se sostiene en un equilibrio en el desequilibrio, donde
la armadura, la coraza, que se utiliz eficazmente en situaciones
anteriores de guerra (las situaciones traumticas predominantes en
el desarrollo evolutivo infantil), ya no sirve en el momento actual de
paz (la vida adulta).
En funcin de las observaciones clnicas, W. Reich pudo
demostrar que las experiencias iniciales no satisfactorias, frustrantes
y traumticas (algunas veces abiertamente agresivas y violentas),
permanecen organizadas y estratificadas en el cuerpo, a partir de una
dinmica estructural evolutiva cfalo-caudal. El cuerpo aprende a
defenderse retrayndose, a travs de la contraccin bioenergtica.
Cualquiera sea el grado de evolucin, estas huellas permanecen en
capas estratificadas del cuerpo y pueden aparecer en el adulto, en su
proceso teraputico, en lugares correspondientes del cuerpo.

El proceso teraputico a travs de la arqueologa del cuerpo se


realiza ordenadamente, sobre la base del material histrico
reactivado y a las pulsiones sexuales emergentes. En trminos
didcticos dicho proceso puede organizarse en tres etapas o
momentos:
a)fase oral: se trabaja con los dos primeros segmentos, el segmento
ocular y el segmento oral;
b)etapa anal: se trabaja con el segmento cervical y con el torcico
(3er. y 4 segmento);
c)etapa flico-edpica / fase genital: se trabaja con el segmento
diafragmtico, abdominal y plvico (5, 6 y 7 segmento).

El objetivo de la arqueologa del cuerpo (como dispositivo


teraputico) es el de flexibilizar la coraza, buscando el pasaje de su
funcin neurtica, condicionada por el pasado, a una nueva funcin
actual, adulta y genital. Es decir, posibilitar la transformacin de su
vieja funcin defensiva a una nueva funcin coordinadora y
expresiva, funcional y operativa.
La flexibilizacin de la coraza se sostiene metodolgicamente
en el auto-conocimiento, la auto-expresin y la auto-posesin. El
objetivo teraputico es la auto-regulacin, el contacto y el auto-
contacto, la empata emocional y la resonancia vibratoria consigo
mismo, con los otros y con la naturaleza en general.

En resumen, el dispositivo arqueologa del cuerpo facilita la


reactivacin de la historia personal, familiar y social de los pacientes,
en la medida en que permite visualizar cmo el poder y la cultura (las
fuerzas sociales) se inscriben en los cuerpos. Posibilita aprender a
leer las formas de los cuerpos, vivenciando el contacto desde lo ms
superficial a lo ms profundo (desde la superficie al interior), y
expresndose emocionalmente desde lo ms profundo a la superficie.
La cartografa corporal ser el mapa que nos permitir entender
dinmicamente la relacin entre lo somtico y lo psquico, a la vez
que nos facilitar la realizacin de la lectura corporal (expresivo-
emocional).
Dicha metodologa-conceptual debe complementarse con una
adecuada elaboracin del material emergente en las sesiones y de
una apropiada dinmica relacional creada en el espacio teraputico
(transferencia-contratransferencia, resonancia e identificacin
vegetativa).
El objetivo general de la arqueologa del cuerpo es posibilitar la
abolicin progresiva del dualismo cultura-natura, oposicin que se
manifiesta de diversas formas en los cuerpos de los pacientes (y de
los terapeutas) y que est condicionada, en primera instancia, por las
condiciones sociales e histricas de existencia. En el proceso
teraputico el paciente, con el apoyo y el respaldo del terapeuta,
bsicamente se enfrenta a s mismo y a su historia, a sus fantasmas e
inhibiciones, a su incapacidad de sentir y de moverse hacia el placer,
destilando lenta y progresivamente, pero en forma sostenida, el
conflicto entre natura y cultura en lo ms ntimo de su
funcionamiento bioenergtico-social.
Este conflicto se va a manifestar en la forma del cuerpo, que
es, por un lado, la resultante de determinadas circunstancias
(experiencias infantiles, relaciones paternofiliales, edades y
momentos en que el paciente vivi sus experiencias vitales
traumticas que lo llevaron a bloquearse emocionalmente y a
desarrollar determinado tipo de sistema de defensa, obstruyendo as
su flujo energtico natural), y por otro lado, representa un modo de
estar en el mundo (procesos de subjetivacin y de singularizacin)42.

42
Luis Gonalvez, Fragmentos para una historia de la tica, la esttica y la
subjetivacin, publicado en Los Cuerpos Invisibles (Eds. Multiplicidades-CEUP,
Montevideo, 1996) y en la revista Somos. Aqu y Ahora. (Nro. 8, Montevideo, 1999).
3. TICA, CLNICA y SOCIEDAD: de REICH a
DELEUZE*

O tributo de Deleuze e Guattari tambm clnica. Eles


ajudam a cortar as amarras do academicismo. A priso religiosa que
acabaram se transformando a maioria dos aglomerados de
psicoterapeutas em torno de um mestre qualquer, contribui para o
amordaamento da criatividade. Essa pode ser considerada uma
forma de edipianizao.
Reich, criador de um novo territrio, pode servir de exemplo
para a construo de um saber prprio. Reich no teve gurus. Ele
teve mestres. Ele que no se aglutinou edipianamente em torno do
pai. Ele que foi alm. Por isso conseguiu ficar independente e manter
a sua potncia orgstica. No teve que sacrific-la a um determinado
pai, a uma determinada organizao patriarcal cumprindo a profecia -
desejar uma me que no deseja para manter a vaidade paterna,
para manter o narcisismo na roda giratria do seu prprio consumo.
Comendo seu prprio rabo. Alimentando-se do vazio. Tornando-se
impotente.
Reich aprendeu com Freud. Aprendeu com a psicanlise, e
sempre respeitou todas as regras da aprendizagem e de aplicao do
mtodo psicanaltico na clnica. Tratou clientes desesperados.
Entendeu a tica do desespero. Captou a importncia do ponto de
vista econmico. A energia. O afeto. O que anima a alma. Na clnica
Reich rompe com o tabu do tocar simplesmente porque sabia o que
fazer.
Em se tratando de Reich tudo animado. Tudo energia. O
afeto o construtor do psiquismo. O gesto pleno de afeto, seno
ele se mecaniza, se encouraa. Como se ele pertencesse a um outro,
a um grande Outro. Se esse gesto se encouraa, fica edipianamente
cercado, preso. Reprimido. Esse pai edpico usa a fora da represso
para prender e a do recalque para manter preso. Querendo que se
deseje uma me que no deseja para satisfazer a um pai vaidoso.
Mulheres, moeda de troca no capitalismo.
Com os desesperados Reich entendeu que o desejo podia sair
de casa. Como Freud fez. Os desesperados lhe diziam que existia

*
Ensayo presentado en el 5 Congreso Internacional de Psicoterapias Corporales
Amor, Trabajo y Conocimiento al alba del Siglo XXI (Oaxtepec, Mxico; Marzo
1999); publicado en la Revista da Sociedade Wilhelm Reich RS, N 2 (Porto Alegre,
Brasil; Diciembre 1998) y en la Revista Energa, Carcter y Sociedad. La actualidad
del paradigma reichiano de la Escuela Espaola de Terapia Reichiana (Es.Te.R.)
nro. 22, vol. 16 (1 y 2), Valencia 2000.
alguma coisa alm do dipo. Existia uma multiplicidade de quereres,
uma multiplicidade de coisas, uma multiplicidade de idias...
Reich na sua clnica constri passo a passo o sentido, recorta o
espao, inscreve o tempo no afeto. No desperdia nem uma migalha
de afeto. Tudo importante. Em funo da couraa que pode ser
tornada mvel ou em funo da organizao.
A comunicao intensa. Nada se perde nesse contexto. As
sombras so olhadas. O desejo o veculo. A tica profunda, a
tica do amor. O amor em funo do conhecimento, em funo do
trabalho. O contrato cumprido. Comprido no sentido do compromisso
que ajudar a entender o sofrimento, a transformar a dor e a priso da
couraa em potncia. Potncia para o trabalho, para o amor, para o
conhecimento.
Isso como nos mostra Deleuze e Guattari, sai do mbito do
recalque, sai do mbito da represso. Sai da circunscrio do
conformismo, do idealismo. O potente um desejante, um criador,
um contestador das inutilidades, do consumismo, do narcisismo. O
potente generoso, amoroso. Reich nos ajudou a entender que o
desejo inscrito e criador do social...De corpos com rgos que so
tentculos do amor.
Nesse corpo, os olhos, o primeiro segmento, o primeiro rgo
que expressa, que vive. Na psicanlise ele falava era cego, edipiano,
na bioenergtica ele vive. Ele energeticamente carregado, ele como
expresso do todo, de uma unidade funcional ele expressa o que o
desejo quer. O desejo como unidade funcional desse cosmos, dessa
vida. Os olhos, que nos mostra a alma. A janela para o invisvel
visvel para o interior emocional. Nele como um caleidoscpio passa a
dor, a ternura, a raiva... Coisas que vem do peito, do meio do corpo,
que a boca e a garganta foram para baixo, para sua descida ao
inferno, para sua priso no peito e muitas vezes diafragmtica, ou
que a boca e a garganta permitem escapar como coisa ainda... um
grito, um suspiro, um arroto. E que no momento da dor ou do alvio
so representadas pela palavra, pela idia. Formam um
conhecimento que se torna generosamente repartido, como Jesus
com os peixes, em sua unidade funcional.
O rgon que liga, que produz vida. Representado como afeto,
como coisa, como palavra. Viajando e animando todo esse corpo
dotado de rgos. Cada clula pulsando, expandindo e contraindo
num movimento universal.
Depois vem o segundo segmento representado aqui pela boca.
Boca que na psicanlise espera os beijos do papai ou da mame.
Boca que pode se distorcer num devoramento desvairado, que se
perde de rumo, que fica sem energia, que no gosta, s engole. A
boca que no est reprimida, que est energeticamente ativa,
aquela que beija, que saboreia, que acalenta e que apaixona, que
morde e mordisca.
Do pescoo para baixo, o corpo para a psicanlise das
construes edipianas s existe enquanto fabricante de sintomas. o
n da garganta de Elizabeth, os braos e pernas de Ana, muitos
corpos casos clnicos, at Klein dot-lo de seio bom e seio mau. O
pescoo para ns existe, pode ser o que sofreu represso. Vai do
duro narcisista com sua lngua que fala sem afeto, sem energia,
descoordenao do esquizofrnico. O pescoo rgo da
decodificao, da ponte, do caminho, da sustentao da cabea, dos
olhos, da boca, pode empreender uma busca de sentido.
O quarto segmento, o peito, vulco do amor, do dio. Caixa que
guarda e resguarda. Que implode quando sob a gide da represso,
que explode fazendo a boca cuspir o fogo de dio descabido ou a dor
da conteno, a angstia. O desalento. onde ressoa a priso. Onde
o afeto feito prisioneiro. Quando vive, quando se torna um rgo
o fabricante de danas, de proteo com seus apndices braos, de
colo, de acalento, de paixo, de compromisso num aperto firme de
mos. O peito segmento sabe o que compromisso.
Depois o diafragma n de vida. Na virulncia dos sucos
gstricos h a distoro perversa e o envenenamento do amor. Na
priso da agressividade a diviso, a desorganizao. Diafragma sem
n, na potncia: sujeito capaz de anelar, de produzir impacto com sua
agressividade, produzir enfrentamento, preparar-se para o risco, para
o perigo.
O abdmen, sexto segmento, na potncia responde como
veculo. O intestino com suas voltas pode refletir ou ruminar,
dependendo de que polo se encontra, dependendo de que voz vai
portar. Pode estagnar ou produzir. Supre ou paralisa.
A plvis, ltimo segmento, como o olho olha, cria. Movimento
ou destruio. Competio pela vida ou pelo poder. Poder que pode
ser do eu posso como pode ser do eu quero tudo para mim. Nesse
cromatismo a insero dos movimentos geradores de amor e dio,
produzindo ambio egosta e ambio generosa. rgos genitais:
masculino e feminino. O porte das diferenas, o rumo, ou a perda
dele. A escolha do prazer adulto ou a no escolha de ficar ancorado
numa outra vida, num prazer infantil, na falta de rumo. Na perda de
sentido, na violncia do abuso sexual, do estupro flico e do estupro
moral. A plvis e os rgos genitais fazem um mundo adulto, cheio
de compromisso, responsabilidade e alegrias. Atravs da entrada
nesse mundo pode-se dar segurana e vida ao mundo infantil, s
nossas crianas. A alegria de viver est interligada ao rumo,
direo, a inteno. A fora da direo que na psicose se perde, na
perverso se fixa e na neurose se inibe.
Todos esses so rgos falantes, pulsantes constituintes de
uma unidade funcional, representantes de uma unidade funcional.
Animados pela energia orgnica, com sua bio lgica universal. Nas
mquinas desejantes, potentes, tudo funciona ao mesmo tempo, um
mundo de vibraes, de exploses, de rotaes. Um mundo de Reich.
Um mundo tambm de Deleuze e Guattari (Frinea Brandao)43.

43
F. Brandao, A proposta reichiana do Anti-dipo;
(Internet: http://www.ax.apc.org/jgco/orgoniza/artigos/anti-ed.htm).
La clnica reichiana estuvo marcada desde sus inicios por una
prctica responsable hacia la naturaleza y por un discurso
comprometido con la sociedad.
W. Reich desarroll en su intensa vida una fuerte lnea de
investigacin centrada en el amor. Ms que un sistema prescriptivo,
normativo o meramente ideolgico, nos dej una ciencia (de los
cuerpos, de las emociones, de los afectos) que se sostiene en una
tica libertaria.
Si las experiencias teraputicas en la lnea reichiana y
loweniana me proporcionaron el placer de unir la pelvis con el
corazn. Junto con los clsicos anarquistas, Gilles Deleuze, Flix
Guattari y Michel Foucault descubr el placer de desatar los nudos
mentales ms fuertes de mi formacin profesional. Aprendizaje desde
la emocin que lleva inevitablemente a correr riesgos en la vida (y
esta creo fue mi mayor disolucin de coraza posible). Aprender que
cada segundo est lleno de posibilidades, y que en cada segundo se
puede vivir toda la intensidad posible. Es preciso estar conciente del
riesgo y experimentarlo con cada fibra para que un pedazo de coraza
se pueda disolver. De Reich a Deleuze pasando por Foucault: vivir
orgsticamente, es el arte de vivir que nos asegura evitar todas las
formas posibles de fascismo (nuestro principal enemigo).

LA FRMULA DEL ORGASMO

Al descubrir W. Reich en 1927, la naturaleza bio-elctrica de la


sexualidad y de la angustia como direcciones opuestas de la excitacin
en el organismo biolgico (expansin placentera y contraccin
angustiosa), se produce un nuevo cisma en el psicoanlisis. La frmula
del orgasmo, que diriga la investigacin econmico-sexual de W. Reich
(tensin-carga-descarga-relajacin), demostraba ser la frmula del
funcionamiento vital en general.
El psicoanlisis freudiano haba dejado de lado la formulacin
original de que la neurosis resultaba del conflicto entre instinto y
mundo exterior (libido-miedo al castigo) y sostena que resultaba del
conflicto entre instinto y necesidad de castigo (libido-deseo de castigo).
Este concepto se basaba en la hiptesis de la anttesis entre Eros e
instinto de muerte, haciendo pasar a un segundo plano la significacin
de la represin social. De ah en ms, para el psicoanlisis, existira una
voluntad biolgica de autodestruccin. Se dejaba de lado entonces la
crtica del orden social, en funcin de una compulsin biolgica del
hombre a repetir situaciones de displacer. En trminos freudianos, la
represin sexual sera luego inevitable y necesaria, para la construccin
de cultura ("El malestar en la cultura").
W. Reich, por el contrario, llegaba a la conclusin de la relacin
existente entre represin sexual, propiedad privada y autoritarismo, a
partir de sus estudios de la familia patriarcal, planteando al poder y al
placer como dos valores opuestos donde el primero excluye al segundo
(Psicologa de masas del fascismo).
Muchas de las ideas desarrolladas por W. Reich en su intensa
vida profesional tienen una vigencia no slo clnica, sino tambin social
y poltica. Entre ellas, clnicamente, la de trabajar profesionalmente por
la auto-regulacin de los cuerpos. El orgasmo es el principal principio
natural de auto-regulacin. Este concepto se aplica a todas las
dimensiones de la vida, ya que el ser humano tiene la capacidad
autnoma para realizar equilibrios dinmicos y flexibles en sus modos
de existencia: en el trabajo, en el amor, en sus relaciones con la
comunidad, en su propio organismo. En la dimensin socio-poltica las
ideas reichianas apuntan a seguir trabajando por la construccin de
una democracia real, directa, que Reich defini como la democracia del
trabajo y que implica la responsabilidad real de cada persona por su
propia existencia y funcin social.

Si el amor, el trabajo y el conocimiento son las fuentes


de nuestra vida, tambin deberan gobernarla (W. Reich).

En la actualidad las relaciones de disciplinamiento-represin del


poder se sustituyeron en los cuerpos por relaciones de control-
estimulacin.
Igualmente no ocurri la liberacin de la sexualidad esperada por
Reich en la primera mitad del siglo. La "verdad" no nos hizo libres y
nuestro erotismo sufre de una planificacin industrial y medicalizada. El
capitalismo mundial integrado y globalizado ha demostrado ser capaz
de explotar cualquier nueva libertad recin obtenida. A travs de las
lgicas del mercado se ha logrado capturar y manipular las nuevas
libertades en un nuevo registro de la produccin deseante, convirtiendo
su satisfaccin en una empresa comercial rentable.

Es interesante la hiptesis de Michel Foucault con relacin a este


tema: cmo es posible que culturas como la India hayan producido un
arte, una "ars ertica" y que nosotros, los hijos de la cultura cientfica,
en vez de hacer de la sexualidad un arte hemos hecho una
psicopatologa?
Tenemos una psicopatologa sexual donde otras culturas tienen
un arte.
En el "arte ertico" se medicalizan medios para intensificar
placeres. En la "ciencia sexual" se medicaliza la sexualidad en s
misma, constituyndose as intermediarios y dispositivos de salud e
higiene sobre el cuerpo.
Quizs alguna vez, las telenovelas quedarn en la historia como
el ejemplo monstruoso de la ruina sexual de una cultura. El kama-sutra
por un lado y "Nano" y "Mara de nadie" por el otro.

La clnica de hoy nos plantea nuevas interrogantes y nuevos


desafos: ya no nos confrontamos en el consultorio slo con los
pacientes acorazados que W. Reich estudi a principios del siglo. En la
actualidad son comunes los dficits en el acorazamiento y la
imposibilidad de ciertos pacientes en generar mnimos y necesarios
mecanismos de control, a la par del surgimiento de nuevas defensas
narcissticas y de nuevas depresiones.
Creo que estos cambios hacen necesario replantearse el tema
de la corporalidad desde nuevos soportes ticos, para fortalecer la
teora y la prctica bioenergtica: Cmo pensar la insercin en los
procesos psicoteraputicos de los cuerpos actuales (con sndrome de
pnico, con trastornos en los sistemas inmunolgicos, con sndromes
de disestrs y fatiga crnica, con trastornos en los ritmos internos
bsicos -en la alimentacin, en el descanso, en la sexualidad-, que
dan cuenta de nuevas producciones de sentido y de nuevos
regmenes de afeccin entre los cuerpos y en los procesos de
subjetivacin? Cmo pensar y ayudar a ese cuerpo asolado,
emergente de las nuevas producciones sociales? Cmo trabajar
teraputicamente para que los cuerpos puedan liberarse de las
representaciones y los diagramas instituidos del cuerpo social?

TICA DEL DESEO

Sobre la relacin tica, esttica y poltica entre clnica y deseo


los terapeutas bioenergticos y reichianos tenemos mucho para
aportar. Ya desde los aos 20 W. Reich desarroll una fuerte lucha
conceptual con los psicoanalistas de la poca, a partir de la cual
gener nuevas conceptualizaciones sobre el deseo, el placer y la
represin, que derivaron en una tica libertaria y en una clnica social,
sostenida a partir de los procesos vitales de pulsacin.
Mientras que para S. Freud la represin era moral y, en
consecuencia necesaria culturalmente, Wilhelm Reich la combata y
trataba de eliminarla por medio del tratamiento teraputico. Para W.
Reich la represin bloqueaba intilmente un fenmeno de crecimiento
biolgico del organismo, que pulsa permanentemente entre la
expansin y la contraccin. Este impulso de vida vinculado a la
capacidad de expansin y de placer est deteriorado, mutilado,
alterado y cercenado en la propia dinmica de las relaciones y
producciones sociales44.
Desde esta perspectiva reichiana existe, por un lado, un cuerpo
social natural fundado por el deseo, y por otro lado, el carcter social
fundado en la represin (el cuerpo patolgico).
La clnica bioenergtica se sostiene entonces en una concepcin
tica, en donde el deseo y el placer tendrn una funcin biolgica
positiva, hacia los que tender el organismo en forma natural y
espontnea. Slo cuando esa corriente es perturbada, capturada o
restringida, su flujo derivar en deseos o sntomas patolgicos. La
experiencia de placer es, por lo tanto, una experiencia de contacto e
intercambio que pone en relacin la energa del organismo con la del
entorno humano y no humano. Es una experiencia unificadora que
integra energas encerradas en diferentes partes del cuerpo en una
44
V.g: en el seno del sistema institucional familiar patriarcal, por medio de la
reproduccin de los moldes autoritarios, dictatoriales y jerrquicos que el nio
interioriza, desarrollando un acorazamiento contra su esencia primaria (amar y ser
amado, su espritu libertario, creativo y expresivo).
totalidad, y pone a su vez al organismo en contacto consigo mismo45.
Por eso es importante visualizar la relacin inmanente entre
creatividad y placer. Sin placer no puede haber creatividad y sin una
actitud creativa hacia la vida no habr placer46. En este
agenciamiento entre creatividad y placer, la sexualidad, el trabajo y
la cultura no se oponen, sino que forman parte de un mismo proceso
deseante de expansin energtica y de intercambio con el mundo.
Para llegar a esta idea funcional es necesario superar el dualismo
existente entre el adentro psquico y el afuera social, a travs de
la inmanencia entre la produccin social y la produccin deseante.

Al estudiar las condiciones de produccin de subjetividad de su


poca, W. Reich no lleg a dar una respuesta suficiente al problema
de la relacin entre el deseo y el campo social. Los procesos de
subjetivacin de su poca estuvieron marcados por la escalada del
fascismo en Europa y sus efectos: el hecho de que los hombres
soportaran la explotacin, la servidumbre y la humillacin, hasta el
punto de quererla no slo para los dems, sino tambin desearla para
s mismos.
Para Gilles Deleuze y Flix Guattari a W. Reich le faltaba la
categora de produccin deseante, al establecer un dualismo entre la
produccin social racional y el deseo irracional. Es decir, que si bien
W. Reich fue el primer terapeuta que indic con claridad que la
represin intrapsquica dependa de una represin general, para
generar sujetos dciles y asegurar as la reproduccin de las
formaciones sociales, no lleg a determinar la insercin del deseo en la
misma infraestructura econmica, la insercin de las pulsiones en la
produccin social, agregando estos autores que: el deseo produce lo real,
o la produccin deseante no es ms que la produccin social. No es cuestin
de reservar al deseo una forma de existencia particular, una realidad
mental o psquica que se opondra a la realidad material de la produccin
social 47.
Para G. Deleuze y para F. Guattari el deseo es el mximo
creador social. Desde el deseo, y a partir de la capacidad de
expansin y de pulsacin rtmica de nuestros cuerpos (energticos,
vibratorios, sociales, etc.) existe la posibilidad de desplegar las
corrientes vitales ms creativas y placenteras a partir de procesos de
conexin intensivos. Esta concepcin de deseo contiene una
definicin abierta de lo corporal ms all del cuerpo
producido/consumidor del capitalismo: atribudo y diagramado para el
desarrollo en un espacio social productivo, industrializado,
medicalizado y consumista. Implica, antropolgicamente, la
posibilidad de pensar los cuerpos como rganos no individuados,
atravesados por los flujos sociales, las vibraciones rtmicas y las
resonancias bioenergticas, que pertenecen al conjunto de los

G. Lapassade, La Bio-energa. Ensayo sobre la obra de W. Reich;


45

Gedisa, Mxico, 1983.


Alexander Lowen, La Experiencia del Placer, Paids, Barcelona, 1994.
46

47
G. Deleuze y F. Guattari, El antiedipo. Capitalismo y Esquizofrenia; Paids,
Barcelona, 1985.
agenciamientos colectivos48. Y expresa, polticamente, la posibilidad
de desterritorializacin del deseo de los modos de insercin en la
subjetividad dominante.
En realidad el deseo nunca sale de los caminos de la vida. En
este punto los psiclogos que seguimos una lnea de investigacin y
de intervencin reichiana, tenemos una fuerte discrepancia con los
psicoanalistas y su concepcin de pulsin de muerte como instinto
natural49. Slo cuando es adulterado, desviado y reprimido, el deseo y
la pulsacin cumplen con los rituales y los caminos de la muerte: el
congelamiento, la burocratizacin, el acorazamiento. Libre es capaz
de crear todas las organizaciones posibles de mquinas deseantes y
de agenciamientos rizomticos, es decir subjetivaciones que carecen
de un ncleo que las centralice y un lmite que las rodee: procesos de
singularizacin sostenidos por una apertura del cuerpo al campo de
las sensaciones, de las vibraciones y de los flujos vitales50.

Esta concepcin deseante de la tica implica pensar la


estructura del cuerpo biolgico-psicolgico descripta por W. Reich (la
coraza somtica, la coraza caracterial) desde un abordaje corporal de
las intensidades (el cuerpo de intensidades) permitiendo desplegar
una nueva coexistencia analtica: entre la dimensin de las
afecciones, los pensamientos y las sensaciones, y la dimensin
poltico-social51.

TICA DE LO COTIDIANO

Las relaciones humanas afectivo-sexuales no se constituyen sin


tica.
Las posturas ticas en la cotidianeidad, en la vida profesional,
se sostienen en la consideracin de la singularidad de los procesos y
de la realidad presente, tomando as la forma de conceptos. Es decir,
las posturas ticas (conceptos) se oponen a las posturas
predeterminadas o estructuradas (preconceptos).
Tal como lo plantea Frinea Brandao si la tica no es
introyectada como un hbito, su brillo es falso y la promesa que
conlleva es la de los dictadores52.
La tica de lo cotidiano exige una articulacin micropoltica para
la reapropiacin de lo cotidiano en procesos de singularizacin y de
subjetividad, que precisan reafirmarse solidariamente en cuatro
niveles: el infrapersonal, el modo en que se viven las relaciones
48
F. Guattari, Revoluao Molecular: Pulsaoes Polticas do Desejo; Brasiliense, Sao
Pablo, 1981.
49
Ver Anlisis del Carcter de W. Reich (cap. sobre el carcter masoquista;
Paids, Barcelona, 1986).
50
G. Deleuze y F. Guattari, Las Mil Mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia; Pre-
Textos, Valencia, 1988.
51
Ver el ensayo del Psic. (carioca) Luiz Gibier de Souza: O desafio dos sentidos: o
corpo na clnica (Ficha del Centro de Estudios Gerais, Instituto de Ciencias Sociais
e Filosofa, Departamento de Psicologa, Niteri; 1995).
52
F. Brandao, tica e terapia reichiana;
(Internet: http://www.ax.apc.org/jgco/orgoniza/artigos/etica.htm).
sociales, la presencia de las relaciones de fuerza polticas y la
reinvencin creativa con el medio ambiente53.
Esta concepcin implica la necesidad de unir la lucha con el
placer. El universo, nuestro ecosistema en particular, est formado
por una gran lucha, presente en toda la naturaleza. Lo que nos
diferencia de los animales es nuestra capacidad de escoger, de tomar
opciones creativas en nuestra cotidianeidad. Esa lucha cotidiana
implica una transformacin en la percepcin, una apertura de la
conciencia hacia el pensamiento funcional. Como psiclogos clnicos
elegimos luchar del lado pulsante de la vida para ayudar a las
personas a encontrar su camino, para salir del sin sentido de las
pequeas muertes: las vidas sin placer que se transforman en una
lucha por sobrevivir. Por lo cual ayudamos a nuestros pacientes a
tomar conciencia de la realidad (muchas de las veces mecanicista,
unicista), asumiendo un compromiso conjunto para cambiarla.

La didacta (gacha) Dra. Reolina Cardoso reafirma esta lnea


de investigacin reichiana tomando partido por una prctica dinmica
e integrativa en la dimensin clnica: no ha llegado la hora de
devenir ms activas(os) y menos interpretativas(os)?
Tal como lo plantea el orgonomista Xavier Serrano, esta tarea
implica dos momentos importantes, en primer lugar:la elaboracin y
el establecimiento de las formas bajo las que se manifiesta la incapacidad
de libertad de los hombres, y en segundo lugar: la elaboracin de las
herramientas mdicas, pedaggicas y sociales para establecer la capacidad
de libertad de modo cada vez ms profundo y extensa 54.

Para la clnica bioenergtica un proceso teraputico implica el


desarrollo de un proyecto vital de autonoma humana. Este proyecto,
esencialmente tico, se sostiene sobre dos fundamentos: la
pretensin a la accin ms libre imaginable y la pretensin a vivir
placenteramente. No hay un cuerpo que no se pueda liberar en
alguna medida de las tensiones que lo encarcelan y oprimen. No hay
una persona que no pueda vivir mejor su vida y sentir en ella ms
placer. Con placer la vida es una aventura creativa. Sin placer la vida
es una lucha por sobrevivir.
La tica de la cotidianeidad se sostiene con el cuerpo e implica
necesariamente un devenir nio: mundo infinito de la aventura y del
juego, experimentacin pura que crea sociedades perfectas
instantneamente, forjadas al fuego de la amistad. En su tica del
encuentro su prjimo no es aun su enemigo. Vivir gozosamente, eso
es lo que ntimamente desea un nio acaso est equivocado?55

TICA DEL ENCUENTRO

53
F. Guattari y S. Rolnik, Micropoltica. Cartografas do desejo, Vozes, Petrpolis,
1993.
54
X. Serrano, El pensamiento libertario en la obra de W. Reich y su proyeccin
social actual; Orgon ES.TE.R., Valencia, 1996.
55
Ch. Ferrer, Terapeutas, ciudadanos, criminales y creyentes; Relaciones, nro.
176-7, 1999.
Cada encuentro contiene un ncleo de incertidumbre: el entre
medio incorporal. Este es nuestro capital ms precioso. A partir de
ese ncleo de incertidumbre, a la vez lleno de riesgos, de incertezas,
de misterio y de azar, se puede constituir una mirada solidaria, una
autntica escucha del otro, donde la produccin de inconciente se
genere en la singularidad, en la alteridad y en la polaridad
inmanentes a cada encuentro56.
Cuando alguien entra a mi consultorio (alguien as llamado
paciente), entonces acepto completamente el hecho de que, por lo
menos durante la prxima hora, el objetivo principal de mi vida es
estar junto a aquella persona.
Desde el punto de vista bioenergtico, acepto ser influenciado
por ella e influenciarla, y siento esa influencia concreta como
contacto de campo y como superposicin de campos energticos.
Independientemente de las posibilidades de interpretacin de ese
vnculo, ese encuentro implica un intercambio biolgico elemental. Un
encuentro humano que se despliega en todos los niveles: somtico,
emocional, mental y energtico.

En la clnica bioenergtica es esencial la importancia del


contacto, en cuanto interaccin de los campos energticos del
terapeuta y del paciente, al interior de la relacin teraputica. En
este sentido la sensacin de rgano descrita por Reich y definida como la
capacidad de establecer un contacto inmediato y pleno en la dialctica del
individuo con su entorno, aparece como un nuevo parmetro energtico
que determina la capacidad de estar con uno y con el otro en las diversas
manifestaciones de las relaciones humanas: teraputicas, familiares,
educativas, sociales 57. Es la integracin unitaria de funciones
psicosomticas la que permite tener la sensacin de rgano, contacto con el
propio cuerpo que nos indica nuestro ritmo biolgico individual y nos habla
de nuestro interior. Es la posiblidad de expansin y fusin de nuestro campo
energtico por medio de la capacidad expansiva vegetativa parasimptica,
lo que facilita el proceso de luminacin con otro ser, a su vez tambin con
una capacidad de abandono y de expansin, lo que permite el contacto con
el otro, la comunicacin, la metacomunicacin y la sensacin orgstica en el
abrazo genital 58.

La clnica bioenergtica es, en un sentido profundo, un arte del


encuentro. Como dispositivo teraputico funciona no por causa de sus
mtodos, tcnicas y estrategias, sino a pesar de ellos. La eficacia
del trabajo teraputico es el arte de estar con otra persona 59. Y estar
con otra persona significa entrar en contacto en un profundo nivel

56
L. Gonalvez, Los cuerpos invisibles; Edcs. Multiplicidades-CEUP, Montevideo,
1996.
57
M. Montero-Ros, M. Redn, Contacto vegetativo y sensacin de rgano;
Revista Energa, Carcter y Sociedad, n 15, vol 9 (1), Valencia, 1991.
58
J. Castillo, X. Serrano, La capacidad de contacto en las estructuras de carcter;
Revista Energa, Carcter y Sociedad, n 15, vol 9 (1), Valencia, 1991.
59
L. Gonalvez, A. Lans, Clnica y grupalidad en Comunidad: clnica y
complejidad; Edcs. Multiplicidades, Montevideo, 1999.
bioenergtico. Este es el mayor deseo de las personas: la
trascendencia de la existencia solitaria en un encuentro verdadero,
ntimo, intenso y profundo. Por otro lado, es exactamente a ese deseo
que la mayora de las personas temen. El contacto vegetativo,
bioenergtico, en donde el pecho se ablanda, el corazn comienza a
batir ms fuerte y todo el cuerpo comienza a pulsar, a vibrar y a fluir,
en la misma medida en que la coraza comienza a flexibilizarse,
produce mucho temor. Muchos terapeutas tambin sienten miedo de
este encuentro con sus pacientes y transforman el escenario
teraputico en un instrumento de su coraza, como un medio de evitar
el contacto. Debemos tener mucho cuidado en nuestro trabajo
(bioenergtico-reichiano) porque el peligro de ritualizacin mecnica
es muy grande.

Lo que sucede en un encuentro teraputico bioenergtico es un


misterio que se escapa a la mera comprensin racional e intelectual.
Las posibilidades de contacto son infinitas y la comunicacin
teraputica puede asumir una gran variedad de matices. F. Capra
define este tipo de encuentros como danza de energa en donde los
dinamismos que se desarrollan a nivel sutil son imprevisibles y
dependen de una probabilidad de interconexiones. En este trabajo
corporal es necesario que el terapeuta bioenergtico se mueva en un
nivel muy alto de energa. El encuentro con los pacientes exige de
una pulsacin vigorosa, de un campo energtico denso y fuerte, y es
preciso que el terapeuta pueda irradiar estas cualidades.
Esencialmente, los pacientes llegan a nuestra consulta porque algo
no est fluyendo en sus vidas, porque la carga bioenergtica est
debajo o encima de lo necesario, porque el flujo energtico en sus
cuerpos est estancado y su capacidad de pulsacin est alterada.
Es decir que nos encontramos con patrones de interferencia que
debemos transformar en patrones de resonancia60.
Como terapeutas dirigimos nuestra presencia energtica para
las reas en que el paciente tiene disminuida su pulsacin. Este
encuentro/contacto con otro sistema vivo, pulsante es una
transferencia de fuerza curativa. Y esta es la esencia del arte
teraputico: un buen contacto que posibilita la transferencia de fuerza
curativa.
La capacidad de encuentro/contacto reside precisamente en
ese ncleo de incertidumbre entre los cuerpos. Ese entre medio
corporal es difcilmente definible en su amplitud y complejidad, pero
es esencialmente un fenmeno vital para la existencia, que da
cuenta, en el proceso terapetico, de la dimensin de una solidaridad
posible: entrar en verdadero contacto con la realidad del otro.

TICA DEL SENTIR

60
D. Boadella, Transferencia, ressonncia e interferncia; revista Cadernos de
Psicologia Biodinmica n 3, Summus, San Pablo, 1982.
Haciendo una parfrasis de Descartes, somos lo que
sentimos. Nuestros afectos son la ligazn inmediata que tenemos
con la vida. Sabemos por S. Freud que los afectos mueven y animan
pero adems aglutinan y organizan61.
Nuestra cultura narcisista est orientada a nuestra cabeza
(nuestra conciencia, nuestro ego, nuestro rostro, etc.) y de esta
manera perdemos contacto con el resto del cuerpo (nuestro
inconciente, nuestros movimientos involuntarios, nuestra conexin
con los universos incorporales, etc.).
La desterritorializacin de los procesos naturales del cuerpo
deriva, en nuestra sociedad, en una reterritorializacin en el rostro
(rostridad); la descodificacin de los flujos energticos del cuerpo
implica, de esta manera, una sobrecodificacin por la hegemona de
la imagen. En nuestras cabezas estamos escindidos y separados de la
naturaleza. Pero en nuestros cuerpos seguimos siendo parte de la
naturaleza y del universo.

En la clnica bioenergtica para desarrollar un sentido de self


ms fuerte y profundo, para aumentar el sentimiento corporal y
promover la identificacin con la naturaleza sexual de las personas,
comenzamos las sesiones acrecentando el flujo de excitacin en el
cuerpo. Para ello ayudamos a las personas a sentirse ms conectadas
con el suelo (Por ejemplo: trabajos de enraizamiento -grounding-), con
su respiracin (Por ejemplo: trabajos en el taburete bioenergtico
-stool- ), con sus movimientos involuntarios y con su sexualidad (Por
ejemplo: trabajos de tensin-carga-descarga-relajacin).
En la mayora de las personas el ego ofrece una considerable
resistencia para esta entrega al self corporal.
Para el Anlisis Bioenergtico la vida fluye a partir de la
interaccin de dos fuerzas pendulares. El flujo descendente es
bsicamente sexual por naturaleza y permite conectarnos con los
otros cuerpos y con la tierra. El flujo ascendente, hacia la cabeza,
separa a las personas de la naturaleza, y conduce hacia un sentido de
la separacin y la individualidad. El equilibrio entre estas dos
corrientes opuestas (ascendente y descendente) y entre la carga y la
descarga de energa es inherente al fenmeno de la pulsacin
(expansin y contraccin), presente en todas las funciones vitales y
corporales62.
En la clnica bioenergtica trabajamos sobre el impulso
expansivo que es el que energetiza cada uno de los seis puntos de
contacto con el mundo exterior (cabeza, genitales, brazos y piernas),
siendo el impulso opuesto a la retraccin (angustia) en donde se
retira la energa de estos seis puntos -figura 3-.

61
S. Freud, Psicologa de las masas y anlisis del yo; CEUP, Montevideo, 1986.
62
Para una descripcin ms detallada de estos principios bioenergticos ver: La
depresin y el cuerpo (cap. La fe en la vida) y El lenguaje del cuerpo (caps.
Aspecto somtico de la psicologa del yo, El principio de placer, El principio de
realidad y La concepcin bioenergtica de los instintos) de Alexander Lowen.
figura 3

Cabeza

Brazo y Brazo y
mano mano

ncleo
Pierna y Pierna y
pie pie

Genita
les

Esta tica del sentir es inmanente a una tica del movimiento:


se puede sentir slo lo que se mueve. Como psiclogos clnicos
podemos ayudar a las personas a volver a sus propios sentimientos.
Cuando se para de sentir se detienen las corrientes vitales: sin amor
en los cuerpos se pasa a vivir en las cabezas. Recuperar el cuerpo
implica disminuir la idea egotista de que somos superiores de la
naturaleza y que podemos controlarla: idea que nos lleva a la escisin
de nuestros principios femeninos y nos dirige hacia la destruccin
irreversible del ecosistema.

La tica del sentir implica, por lo tanto, procesos de


subjetivacin del entorno63, donde la potencia de los agenciamientos
colectivos de enunciacin y la reconstruccin de las modalidades de
ser en grupo posibilitan el desarrollo de modos de subjetivacin
singulares. Estos procesos de singularizacin son una manera de
recusar las codificaciones preestablecidas de la subjetividad (efectos
de los modos de semiotizacin dominantes), desde donde re-crear
formas de sensibilidad y de relacin con los otros productivas y
creativas.
La pregunta (guattariniana) sigue siendo: cmo producir
nuevos agenciamientos de singularizacin que trabajen por una
sensibilidad esttica, por el cambio en nuestras vidas en un nivel ms
cotidiano, y al mismo tiempo, por las transformaciones sociales a
nivel de los grandes conjuntos econmicos y sociales?

63
L. Gonalvez, Los Cuerpos Invisibles, Multiplicidades-CEUP, Montevideo, 1996.
EL CUERPO EN LA CLNICA GRUPAL*

En la experimentacin grupal se pone siempre en juego, la


posibilidad de desarrollar una tica del encuentro. El cuerpo puede
ser entendido como un pliegue (Foucault, Deleuze) en donde se
desarrollan determinados acontecimientos. Es decir, el cuerpo no slo
entendido como un cuerpo biolgico, orgnico, fabricante de
sntomas, sino como un cuerpo sin rganos (Deleuze) que puede
afectar y ser afectado por distintas intensidades, oscilando entre
superficies que lo estratifian y planos que lo liberan.
Algunas veces los mismos grupos reterritorializan las
segmentaridades duras a partir de suaves lneas de
transversalizacin, en donde los propios dualismos (lejos-cerca,
adentro-afuera, objetivo-subjetivo, personal-colectivo) son arrastrados
por una pulsin mutante que posibilita la apertura y conexin en
nuevas dimensiones (de formas moleculares ldicas, expresivas,
dinmicas, procesuales).

Una de las posibles lneas de investigacin que surge en el


trabajo grupal corporal, es cmo la bsqueda individual que las
personas hacen de su propio crecimiento se puede agenciar con
movimientos de solidaridad grupal.
Podemos percibir un rgimen de afeccin narcisista en el
despertar de la conciencia corporal de los 90, que tiene como efecto
una tendencia marcadamente individualista, con una voluntad
adaptativa que le es implcita. Quizs en forma acentuada a partir de
uno de los regmenes de afeccin predominantes en la actualidad: el
de los cuerposmodernos.

W. Reich al hacer su profundo anlisis de los mecanismos


ideolgicos de su poca, ya nos adverta en Psicologa de masas del
fascismo de otro peligro: el de los endogrupos. El trabajo grupal,
aunque enfrente a los narcisismos individuales, corre a su vez el
riesgo de transformar a los grupos en narcisistas.
Es posible pensar desde o para el cuerpo grupal?
Coordinando el seminario El Cuerpo y los quehaceres del
psiclogo en la Facultad de Psicologa de la Universidad de la
Repblica del Uruguay, me resonaba una y otra vez la pregunta:
*
Ensayo presentado en el 5 Congreso Internacional de Psicoterapias Corporales
Amor, Trabajo y Conocimiento al alba del Siglo XXI (Oaxtepec, Mxico; Marzo
1999); publicado en la Revista da Sociedade Wilhelm Reich RS, N 2 (Porto Alegre,
Brasil; Diciembre 1998); cedidos los derechos, para su publicacin en la Revista
Energa, Carcter y Sociedad. La actualidad del paradigma reichiano de la Escuela
Espaola de Terapia Reichiana (Es.Te.R.).
cmo pensar una mirada sobre lo grupal, sobre el ejercicio
teraputico, que produzca nuevos devenires individuales o colectivos
cuando socialmente fallan los soportes vitales?
Haciendo una referencia directa a las situaciones de crisis en
latinoamrica la terapeuta neo-reichiana Dra. Liliana Acero afirma que
una situacin de amenaza social a la subsistencia, que pone en juego la
seguridad fsica mnima de los individuos, suele disminuir la capacidad de
enraizamiento, de centramiento y de contacto cara a cara. Qu raz echar
en un suelo movedizo? Cmo permanecer en los ritmos internos profundos
cuando la necesidad es de esconderse, huir, desarrollar falsas identidades,
refrenar los mnimos impulsos de expresin? Cmo discriminar entre
fantasas persecutorias internas y externas, cuando el perseguidor es real y
est a la vuelta de la esquina? Estos tiempos parecen haber pasado, pero
no sus cicatrices profundas en el cuerpo social que, a su vez, inducen a
comportamientos semejantes en situaciones dismiles 64.

Lo grupal no es un simple decorado para la realizacin de


ejercicios o para el seguimiento de un caso. Cuando los vnculos
humanos generan una trama social y poltica, lo grupal se vuelve
tambin figura para la tarea.
La grupalidad (como dispositivo teraputico) nos ofrece la
posibilidad existencial de vivir-con-otros los traumas y las
experiencias dramticas de la socializacin: la gran dificultad de
entrar en contacto, el miedo profundo de entregarnos a la mirada y al
tacto.
El grupo, en sus dimensiones instituidas, reproduce y
representa a la familia y a la sociedad. Nos da la posibilidad de
entender cmo una persona se relaciona con las figuras masculinas,
con las figuras femeninas y con las figuras de autoridad; y por otra
parte, el tipo de emociones y reacciones que se pueden producir,
individual o colectivamente, en esas afecciones.
Sin separar el trabajo clnico grupal del individual, X. Serrano
define herramientas y objetivos especficos del trabajo teraputico
grupal:
-Reactiva la experiencia histrica reprimida vinculada al grupo
social, como entidad (institucin familiar, escuela, pandillas ...).
-Siguiendo a Borrelli, facilita el afianzamiento del individuo en el
encuentro con el crculo social ms amplio, resolviendo los episodios de
SOCIOSIS. Facilita la disponibilidad al contacto, a la humanizacin del
sujeto, reinsertndose en el mundo que rechazaba y del cual se senta
rechazado. Sin que esto suponga una adaptacin neurtica y sumisa al
medio social, sino que al tener una identidad propia y poder estar con el
otro, puede contactar y comprender aquello que impide la funcionalidad en
el sistema grupal o social.
-As, facilita un encuentro con el Otro, distinto al terapeuta, pero
dentro del espacio teraputico: ste se ampla al grupo con todas sus
consecuencias, evidenciando situaciones clave en un determinado

64
L. Acero, Prevencin para la salud a travs de la psicoterapia en
Biosntesis; Publicaciones Fundacin Centro de Biosntesis, Buenos
Aires, 1996.
momento con la interiorizacin de que << hay otras formas de vivir la terapia
distinta a la ma>> .
-Dinamiza conflictos internos vinculados sobre todo al super-yo social.
-Permite elaborar con mayor fluidez conflictos de identidad sexual e
intersexual.
-Permite una mayor elaboracin de la comunicacin receptor-emisor,
yo-otro en su vertiente existencial, fenomenolgica y se abre el posible
crculo cerrado del paciente-terapeuta. Sobre todo cuando se trabaja con
dos terapeutas.
-Al terapeuta le sirve como otra referencia de diagnstico y de
evolucin del paciente.
-Se dinamiza el trabajo neuromuscular, emocional y de motilidad
energtica con el trabajo ordenado en los siete segmentos, combinados con
tcnicas de otras terapias de grupo, pero con una dinmica integradora
propia 65.

En este rgimen de afeccin que se produce en lo grupal es


muy importante el uso del componente energtico. El trabajo en
grupos se sostiene en un streaming 66 ms fuerte, en una pulsacin
mayor, en un campo y en un flujo de energa ms potentes. Siempre
hay una energa suplementaria en los cuerpos que no est siendo
usada, porque est acorazada, bloqueada o porque escapa
permanentemente hacia afuera67.
Es muy importante que un coordinador de grupos tenga la
capacidad de moverse en un registro bioenergtico corporal y pueda
detectar as la energa grupal e individual, para facilitar su circulacin
en la tarea. Aprender a descifrar las energas (el tipo de energas, sus
formas, los montos, los ciclos, etc.) es una de las habilidades
primordiales que puede adquirir y desarrollar un coordinador de
grupo.

La formacin de corazas se opone antagnicamente a la


pulsacin de los cuerpos. Pulsacin y corazas se manifiestan como
una lucha de formas inacabadas, de movimientos y
contramovimientos, que no slo dan cuenta de historias congeladas
sino de algo que est vivo en el presente. La pregunta clave en el
trabajo grupal es cmo est circulando la energa en estos
momentos en este grupo?, qu es lo que se est moviendo?,
qu est pulsando?. La observacin precisa de las dinmicas entre
la pulsacin y las corazas requiere de un intenso y continuo
aprendizaje de percepcin e intuicin. La creacin de nuevas formas
ms all de los acorazamientos permite recuperar a los cuerpos como
una va para la afirmacin de la vida y el contacto con la energa vital.

65
X. Serrano, La psicoterapia corporal y la clnica post-reichiana en Wilhelm
Reich 100 aos; Orgon, Valencia, 1997
66
Streaming - Flujo o corriente libre de las energas naturales del cuerpo que
acontecen en la camada interna (Loil Neidhoefer, Trabajo corporal intuitivo. Uma
abordagem reichiana; Summus, San Pablo, 1994).
67
S. Black, Practical aspects of a Core Energetic group; Revista Energy &
Consciousness, International Journal of Core Energetics, vol. 4, 1996.
La grupalidad es una va para ayudar a las personas a sentir sus
cuerpos y sus emociones en un camino real de autoconocimiento, de
autoexpresin y de autoposesin. Es un soporte que posibilita
adems, la emergencia de corrientes energticas-emocionales
individuales y grupales que pueden organizarse en un movimiento
creativo. Por ejemplo: la liberacin de energa que se produce en los
laboratorios clnicos, en donde se genera un calor contagioso, a partir
del cual las vibraciones penetran los tejidos y derriten el pasado
congelado, generando una apertura en los corazones de los
participantes68.

El trabajo con el cuerpo desarrolla, inevitable e


irreversiblemente, nuevas sensibilidades: cambios en las posturas
corporales y caracteriales, modificaciones en la sexualidad y en la
respiracin. En el trabajo en grupo aprendemos a captar y operar
sobre las corrientes de energa grupales: cmo mi presencia, mi
cuerpo, mis movimientos, mi respiracin, se relacionan con el cuerpo
grupal. En este sentido creo que la solidaridad grupal es una funcin
inherente a un cuerpo que busca su equilibrio. Es comn escuchar en
los grupos de trabajo corporal: hoy me voy y no v nada de lo que
me pasa a m, ya me ocup demasiado de los dems; ahora es mi
turno, hoy s me toca el turno a m. Cmo pensar y generar un
nuevo modo de ocuparse de s mismo o del otro?
En el trabajo grupal desde un abordaje bioenergtico y
reichiano, sabemos que el propio encuadre de la coordinacin
posibilita que los cuerpos estn expuestos a la mirada y al encuentro
con los dems integrantes, por lo cual se potencia su capacidad de
significacin, aumentando su grado de expresividad y exposicin.
Este hecho refuerza la posibilidad de conceptualizar un inconciente
productivo, en oposicin a la nocin de inconciente representativo y/o
restrictivo (dada la intensidad afectiva que se despliega en el trabajo
grupal y corporal).

El cuerpo en situacin grupal desarrolla una potencia inventiva,


creativa, que posibilita no reducir al inconciente a una sola forma de
expresin. Es importante tener claro que el poder del inconciente se
manifiesta no slo en el lenguaje verbal, sino tambin en el lenguaje
corporal (el movimiento), en las expresiones artsticas (la msica, el
ritmo, la plstica por donde pasan intensos regmenes afectivos), etc.
El inconciente no pre-existe estructurado, sino que se manifiesta en
los propios agenciamientos en donde se produce un proceso
inmanente. Por ejemplo: la gran fuerza que tiene una experiencia
esttica (un ritual de pajeranza, una roda de capoeira, las llamadas
del candombe, etc.) para romper los universos de orden que los
distintos estratos de poder nos imponen. En este sentido el cuerpo es
68
J. Pierrakos, The significance of the group process in relationship to individual
therapy; Revista Energy & Consciousness, International Journal of Core Energetics,
vol. 4, 1996.
un instrumento (esttico, ertico, ritual, vibratorio), tal como lo
trabaja en sus talleres la msica y compositora uruguaya Berta
Pereira. Y si la palabra oficia de vehculo que nos relaciona, el cuerpo
se trasforma, a su vez, en vehculo de la palabra.
En este sentido el lugar del entre cuerpos, que engendra
siempre la potencia del devenir y de la mutacin, nos conecta, no
slo con lo tuyo, con lo mo, o con lo de l (el registro transferencial
personolgico), sino adems con lo que est fluyendo y circulando (la
transferencia rizomtica). De ah la importancia cuasi-antropolgica
del coordinador de grupos de captar los climas: la potencia invisible
de las corrientes energticas de la grupalidad y de la propia
naturaleza.
El entre cuerpos va a ser entonces una nocin de conexin y de
diferenciacin a desplegar desde la potencia de la multiplicidad. De
ah la conexin posible entre solidaridad y grupalidad, a travs del
rgimen de incertidumbre que se genera en el entre cuerpos: sus
regmenes de afeccin y conexin con otros cuerpos, que son
inmanentes a todo proceso grupal.

La inmanencia tico-esttica que se despliega en los procesos


de aprendizaje nos ubica crticamente en un plano de apertura del
pensamiento y del cuerpo en general. Apertura a la eventualidad y al
riesgo de inventar nuevas posibilidades de vida, en la que no nos
aterroricen las rupturas de sentido (S. Rolnik). La posibilidad de
escuchar al extrao en nosotros, de acoger al extrao en la propia
subjetividad, funciona (desde una tica deleuziana del aprendizaje)
como el soporte de los movimientos de creacin existencial. Si la
esencia de la vida consiste en diferenciarse, el acoger al extrao,
como condicin imprescindible para la efectuacin de la vida, nos
permite desarrollar una alternativa al modo de subjetivacin
neurtico capitalista, basado en el terror al Otro y en el miedo a la
autoridad.
LA TICA EN LA FORMACIN Y LA ASISTENCIA
EN PSICOTERAPIA CORPORAL*

TICA Y FORMACIN

Cuando uno comienza su proceso de formacin en psicoterapia


corporal (proceso esencialmente marcado por lo grupal) surgen
inevitablemente las primeras preguntas: las propias necesidades son
disparadoras del trabajo en la tarea, pero cules sern los medios
que me facilitarn estar atento, relacionarme e integrarme con mis
propias necesidades epistemolgicas y conceptuales, pero adems
vivenciales y teraputicas? Cmo trabajar con el deseo del otro sin
tener que perderme en la indiscriminacin? Cules sern los medios
operativos a ejercer ticamente, para permitirme desplegar y
agenciar mis lneas estticas con la del resto del grupo? Cules
fortifican y consolidan la solidaridad? Cules, por el contrario,
refuerzan los narcisismos individuales o grupales?

Creo que la formacin es inseparable de una tica de la


responsabilidad (tica del acto, tica del compromiso). Por ejemplo,
es necesario poder desarrollar una tica de la enunciacin: el poder
sostener lo que se enuncia y que la palabra venga del corazn. Junto
*
Ensayo presentado en el 5 Congreso Internacional de Psicoterapias Corporales
Amor, Trabajo y Conocimiento al alba del Siglo XXI (Oaxtepec, Mxico; Marzo
1999); publicado en la Revista da Sociedade Wilhelm Reich RS, N 2 (Porto Alegre,
Brasil; Diciembre 1998); cedidos los derechos, para su publicacin en la Revista
Energa, Carcter y Sociedad. La actualidad del paradigma reichiano de la Escuela
Espaola de Terapia Reichiana (Es.Te.R.).
a la necesidad de construir y apropiarse del lugar de trabajo como un
sitio confiable, es importante el poder fomentar hbitos de
responsabilidad colectivos.
La formacin es un ejercicio constante de pedagoga abierta:
prepararse para la receptividad, para escucharse, para aprender de s
mismos y de los otros. En este proceso se deben garantizar, por parte
de la coordinacin, las posibilidades corporales (fsicas, psicolgicas,
etc.) de quien se pone a asistir o a formar.

Es importante que los coordinadores de grupos de formacin


puedan desarrollar un perfil didctico que se sostenga, por un lado,
en sus propias condiciones para ejercer la tarea y, por el otro, en una
vocacin de enseanza que permita ayudar a los formandos para
apropiarse y desplegar discriminadamente su propio deseo. Una
coordinacin discriminada podr ser as discriminante.

El psicoterapeuta corporal es un hombre que vive, y por


consiguiente, un hombre que no vive no podra ser nunca un
psicoterapeuta corporal. Podr aprender las tcnicas de las diversas
escuelas, haber frecuentado distintos espacios teraputicos, ir a
donde haya algo nuevo en el pujante campo de la psicoterapia
corporal, pero ser un tcnico incapaz de resonar con sus pacientes.
Creo esencialmente que el modo de trabajar de un psicoterapeuta es
la continuacin de su modo de vivir.

Muchos coordinadores de formacin tcnicamente capacitados,


igualmente tienen problemas al trabajar en grupos, en funcin de la
interferencia de sus necesidades personales. Por ejemplo, al quedar
atrapados en juegos de seduccin y competencia con los dems
coordinadores o con integrantes de los grupos: deseos de agradar o
de resultar sexualmente atractivos, etc. Llaman tambin
poderosamente la atencin, por lo inautntico de sus propuestas, los
docentes que convocan al trabajo con el cuerpo, pero donde los
mismos no asisten con su propia novela sino simplemente desde un
lugar de poder, respaldado por una imagen diagramada a priori, que
por lo general est escindida de su vida personal (y la cual sostienen
sin un trabajo teraputico permanente).
Por eso es muy importante en todo proceso de formacin
corporal, darse el lugar y el tiempo necesarios para pensar y trabajar
su propio proceso teraputico, desde su propia corporalidad. Nadie
tiene derecho a imponerle a los dems algo que no est preparado
para imponerse a s mismo. En otros trminos uno no es capaz de
hacer por los dems lo que uno no puede hacer por s mismo. Por
ejemplo: Es muy comn ver trabajadores corporales (mdicos, legos,
etc.) que no tienen una slida formacin acadmica psicolgica que
los sostengan, sin embargo movilizan formaciones caracteriales y
aspectos dinmicos sin tener un soporte terico-conceptual para
poder analizar lo que emerge en una sesin, aunque s muchas veces
tengan un fuerte backgroud emprico o un potente desarrollo
intuitivo.
En este sentido es importante tambin tener presente desde
dnde se da, desde dnde se recibe. Por ejemplo: un coordinador
puede pensar que est dando, cuando en realidad se est llenando de
energa para inflar su ego en forma omnipotente y narcisista.

El proceso teraputico y el aprendizaje vivencial de los


laboratorios clnicos no puede reemplazarse por ningn otro recurso
en la formacin. Es importante que el psicoterapeuta corporal
conozca y adems practique permanentemente la tcnica que
administra, como condicin conveniente y necesaria para el
desarrollo de una praxis productiva y eficiente, pero adems vital y
vibrante.

Desde mi punto de vista es necesario que desarrollemos


estticamente (como modo de existencia) una tica del placer, en
oposicin a una moral del poder. Por ejemplo: como terapeutas
bioenergticos es importante, en el proceso de formacin, el hecho
de construir una personalidad integrada, lo que implica enraizar al yo
en el cuerpo. Un terapeuta desconectado de la tierra, de su
naturaleza animal o de sus sentimientos, puede ser soberbio, egosta,
descuidado e incluso deshonesto, y puede no estar interesado en
sanar como su meta principal y perderse as en el laberinto de sus
propias abstracciones.
Bioenergticamente este movimiento de apertura corporal, que
implica necesariamente la unin entre el pensamiento, el corazn y la
pelvis, entre las corrientes energticas tiernas y agresivas, es el
resultado de la excitacin que fluye libremente por el cuerpo y est
relacionado al grado de apertura y flexibilidad de nuestro centro
CORE (nuestro centro de la pulsacin).

En el proceso de formacin entrenamos a nuestro cuerpo a


confrontar su coraza caracterial y muscular, aumentando su
capacidad de pulsacin, buscando un equilibrio entre la carga y la
descarga, entre la tensin y la relajacin, y analizando la relacin
entre la produccin y el uso de la energa.
En este proceso es muy importante el desarrollo de la
percepcin: los formandos tienen que tornarse cada vez ms
sensibles a sus propios movimientos plasmticos (streamings) y a las
emociones ligados a ellos. Precisan aprender a percibirse y a
entenderse como un campo energtico, para poder percibir y
entender los mensajes energticos de los otros. Este aprendizaje de
sensibilizacin, emocin e intuicin no es para nada una prctica
mecnica, sino, por el contrario, un proceso completamente vivo que
garantiza la capacidad decisiva, para el trabajo psicocorporal, de
sentir en su propio cuerpo lo que est aconteciendo en el cuerpo de la
otra persona.

La formacin, entendida de esta manera, es un proceso que se


sostiene por su propia existencia artstica: cada persona con la que
trabajamos es un misterio y no un cuadro psicopatolgico, un apriori
conceptual, un caso clnico al que debemos disecar a travs de
lecturas corporales, sealamientos e interpretaciones.
Informar y formar humanamente implica, a la vez, una lnea
tica y esttica.
tica, porque es necesario tratar al otro como a m mismo:
resolver los bloqueos que como sujetos nos confrontamos, antes de
sealarlos y levantar preguntas o dudas en otra persona, que no se
puedan sostener. En otras palabras, un psicoterapeuta slo puede
llevar a un paciente al lugar emocional al que previamente ya
concurri.
Esttica, porque el coordinador de un grupo de formacin, o el
terapeuta, tienen que poder desarrollar una coordinacin lindante con
el arte ms expresivo, que les permita prevenir o manejar los
conflictos desde vas creativas aportando a la salud de los formandos
y de los pacientes.

TICA Y COORDINACIN

Como en cualquier otro trabajo acadmico las relaciones entre


poder y saber no sern para nada ingenuas.
En el trabajo en psicoterapia corporal, fundamentalmente en el
trabajo con grupos, se delega en el coordinador un cierto poder sobre
los cuerpos de los participantes. Poder que implica, por un lado, la
posibilidad de ordenar, consignar y direccionar la accin y el trabajo
de los integrantes de los grupos; y por otro lado, deposita sobre s un
cierto saber acerca de los cuerpos.
Uno de los problemas de la coordinacin, especialmente en el
trabajo con grupos supernumerarios donde se produce un efecto-
masa, es cmo posibilitar que las consignas no sean percibidas y
actuadas como rdenes.
En los grupos de bioenergtica nos preocupamos especialmente
por generar un clima donde los integrantes del grupo puedan hacer
suyas las consignas como una sugerencia, recrendolas a partir del
trabajo y del propio movimiento expresivo y emocional. El
caldeamiento si bien implica una presentacin (presentificarse
corporalmente, hacerse presente con el cuerpo) por lo general deriva
en una movilizacin del capital libidinal como disparador de
intensidades, lo que permite una conexin ms activa y flexible con el
espacio y los dems integrantes del grupo. El caldeamiento no es slo
un trabajo preparatorio sino tambin un disparador para pensar,
sentir y conectar relaciones heterogneas y complejas (Por ejemplo:
cuerpos-temporalidades, espacio-lugar, personas-ritmos, etc.).

Una postura tica como coordinacin implica el poder favorecer


los procesos de singularizacin, que posibiliten el anlisis de la
implicacin de cada uno de los actores institucionales.
El anlisis de la implicacin y su puesta en ejercicio, es un acto
dinamizador de la emergencia y el despliegue de los analizadores: las
situaciones construidas o espontneas que convocan, a la institucin
y a sus grupos, a asumir sus conflictos e intervenir en ellos. Por
ejemplo: E. Pavlovsky, H. Kesselman y L. Frydlewsky en su ensayo
Las escenas temidas del coordinador de grupos (y no casualmente,
un ao antes del golpe de estado de 1976 en la Argentina) marcaron
una lnea de trabajo en el psicodrama psicoanaltico, planteando que
todo coordinador de grupos debera entrenarse para aprender a
entrar y salir profesionalmente de aquellas escenas que le provocaran
temor en su prctica.

Es importante desarrollar un (auto)conocimiento y un


entrenamiento que permita reconocer en nosotros mismos nuestras
capacidades y aceptar nuestras limitaciones. Reconocer cundo se
puede y cundo no se puede; reconocer cundo no alcanza lo que se
sabe, o directamente reconocer el hecho de que no se sabe tanto y
que no podemos ayudar a todo el mundo; desarrollar la capacidad
de admitir que uno se puede haber equivocado; recurrir a la reflexin
solidaria de otro pensar con compaeros del colectivo de trabajo, etc.
Y, por sobre todas las cosas, intervenir teraputicamente con mucha
prudencia para disminuir al mnimo la posibilidad de que se generen
efectos iatrognicos.

Desterritorializar la clnica psicocorporal de prcticas violentas


implica tener claro que trabajamos con los cuerpos, no sin los
cuerpos, contra los cuerpos o sobre los cuerpos.
El trabajo en psicoterapia corporal es un trabajo simple. Es
mucho ms simple de lo que parece al inicio del entrenamiento. Es
necesario, s mucha implicacin, compromiso y pasin. Con el
aumento de la experimentacin corporal, de la investigacin sobre s
y de la integracin conceptual, el aprendizaje se torna ms fcil y
directo aun. Cuando esta integracin sucede, los procesos se tornan
muy bellos y gratificantes.

La simpleza del trabajo de coordinacin consiste en dar las


posibilidades y el apoyo necesarios a los integrantes del grupo para
seguir los impulsos interiores.
Este simple canal muchas veces produce dificultades en los
integrantes: al intentar seguir el impulso interior, al tratar de sentir lo
que tienen ganas de hacer no saben lo que sienten ni lo que
quieren (quieren obedecer la consigna-; quieren que sea dicho, por
parte de la coordinacin, lo que es necesario hacer). En trminos
reichianos, nos confrontamos con personas que no tienen conciencia
de lo que pasa en las profundidades de su ser (su ncleo biolgico/la
primer camada).

En esa situacin se corre un peligro que toda coordinacin


libertaria debe visualizar: que el grupo no se transforme en una
repeticin de los juegos de roles autoritarios y obedientes.
Este no es un problema menor, en la medida en que las
problemticas inconcientes de la subjetividad no paran de afirmarse
en el conjunto de los campos polticos y sociales (y viceversa). La
violentacin sufrida en nuestro pas durante 12 aos de autoritarismo
militar es uno de los atravesamientos ms importantes que podemos
registrar entre los cuerpos sociales.
Pongamos un ejemplo de una modalidad de subjetivacin
basada en un rgimen de afeccin autoritario-obediente. Entre los
aos 1960 y 1963 el Profesor del Departamento de Relaciones
Sociales de la Universidad de Harvard, Stanley Milgram, inici en la
Universidad de Yale (New Heaven) una investigacin que se llam
Sumisin a la autoridad 69. La misma se basaba en una experiencia
donde las personas acudan a la Universidad por medio de un aviso
publicado en el diario, en el cual se solicitaban voluntarios para
colaborar en un experimento cientfico, y en el que le pagaran una
tarifa por participar. Al llegar a la universidad les hacan pasar a una
sala en donde se encontraban un mdico y un psiclogo junto a otra
persona desconocida (que supuestamente vena tambin por el aviso,
pero que en realidad era un actor coordinado por la Universidad). El
psiclogo les comentaba el objetivo de la investigacin: una teora
establecida por el Departamento de Psicologa de esta Universidad
dice que el individuo aprende mejor cuando sabe que cada error,
significar un castigo. Una aplicacin de esta teora es, por ejemplo,
la paliza que los padres dan a los nios cuando estos se equivocan.
Se espera que ese castigo incite al nio a recordar. En esta
Universidad nos interesan los adultos. Mediremos cientficamente
cmo el castigo influencia la memoria. Hoy uno de ustedes ser el
alumno. El otro, el instructor, que infligindole castigos progresivos a
su compaero, lo llevar a utilizar mejor su memoria. Luego de
comentarles el objetivo de la investigacin se pasaba a sortear los
roles de instructor y de alumno. Como los papeles que se sorteaban
tenan el mismo nombre, el actor siempre quedaba de alumno y el
voluntario de instructor (el voluntario obviamente no lo saba). El
alumno (que actuando como cobayo deba equivocarse
peridicamente) se sentaba a una silla conectada a una consola de
electricidad progresiva (en realidad de utilera) que iba de 15 a 450
voltios. El psiclogo completaba la metodologa de la experiencia
dirigindose al instructor: El principio de esta experiencia es simple.
Aqu hay una lista de 30 nombres relacionados con un adjetivo: cielo-
azul, animal-feroz, etc. Usted leer las 30 parejas de palabras, luego
dir slo el adjetivo y l tendr que decirle de memoria a qu nombre
corresponde. Cada vez que el Seor se equivoque usted le inflingir
un castigo. Mover uno de esos cursores y l recibir una descarga
elctrica. Al primer error el alumno recibir 15 voltios, al segundo 30.
Estos cursores estn graduados de 15 en 15 voltios, que se van
sumando. Por favor, lea las asociaciones de palabras lentamente,
articulando, para que el alumno pueda recordarlas. El doctor
controlar, a su vez, la experiencia. El rol del mdico es cuidar que
se cumpla lo convenido. Por ejemplo, si se suelta la mano del alumno
que lo conecta al tablero (accin previamente concertada con el
actor) debe ordenarle al instructor que vaya a atrsela. O en el caso

69
Editada por Eds. Colman-Levy. Vase adems I como Icaro (I comme Icare) del
director francs Henri Verneuil.
en que el instructor intente disminuir su conflicto interno, ayudando a
su vctima (cuando el alumno comienza a sentirse mal por las
descargas elctricas), el mdico debe ordenarle continuar, pese a las
splicas del actor dirigindose al propio instructor: contine
afirmar el mdico, yo me hago responsable; es esencial que
termine el experimento.
El verdadero objetivo de la investigacin no tena, en realidad,
ninguna relacin con la memoria y el aprendizaje. Lo que interesaba
era la capacidad de obediencia del instructor: su sumisin a la
autoridad. Para l la autoridad son la Universidad y los guardapolvos
blancos de sus representantes (el mdico y el psiclogo), que le
imponan castigar a alguien que no le hizo nada. Hasta qu punto
obedecer esa orden estpida? Ese era el problema: con cunta
facilidad poda provocar dao a otro individuo desconocido
obedeciendo rdenes criminales, pero justificadas (en este caso
cientficamente).
A los tres meses se le haca una devolucin al instructor: Hace
tres meses usted particip de una experiencia en la que administr
descargas elctricas de hasta X voltios. En todo momento crey que
eran reales? Se daba cuenta que cometa un acto cruel contra una
vctima inocente?.
Las conclusiones de la investigacin fueron las siguientes: el
63% de los sujetos son obedientes, aceptan el principio de la
experiencia y llegan a 450 voltios. Cuando desaparece la coherencia
de la jerarqua y hay un desacuerdo institucional (Por ejemplo: una
discusin -tambin previamente coordinada- entre el mdico y el
psiclogo, por una insuficiencia cardaca del alumno al llegar el
instructor a los 405 voltios), el sujeto aprovecha para dejar de
obedecer.
En un pas que se dice democrtico las 2/3 partes de su
poblacin pueden ser capaces de ejecutar cualquier orden procedente
de una autoridad superior.

Otro aspecto tico a considerar, al dar la coordinacin a los


integrantes del grupo los soportes y el sostn necesarios para seguir
los impulsos interiores, es que si un psicoterapeuta o un coordinador
ayudan a una persona a liberarse de sus defensas, deben saber que,
en consecuencia, la persona se torna ms vulnerable y debe recibir
un apoyo total. Y sobretodo garantizarse que no sufra ninguna
agresin exterior. Esto implica que, en el espacio de la sesin o en el
espacio del grupo de aprendizaje o formacin, el terapeuta o
coordinador est entera y empticamente resonando con la aventura
interior de los pacientes o participantes del grupo, guardando adems
sus propias necesidades para s mismo para trabajarlas en su propio
proces teraputico). Por lo que se hace necesario como cualidad del
coordinador y/o terapeuta un desarrollo sensible y espiritual
(fraternidad del alma) que le permita integrar la emergencia de las
pulsiones profundas bioenergticas de sus coordinados/pacientes. En
un nivel, como coordinadores/terapeutas somos responsables del
propio proceso de los integrantes del grupo. Para ello es necesario
que le demos el apoyo al inconciente y a la personalidad primaria que
los integrantes enterraron hace mucho tiempo y que puede
emerger en un proceso grupal.

Pongamos dos ejemplos: el trabajo con la respiracin en


dinmicas grupales, y el trabajo con la dimensin temporal y el ritmo
interno de cada paciente en situacin individual y/o grupal:

*Desde la clnica bioenergtica sabemos que la sensibilidad


est determinada por el movimiento y por la respiracin. As como las
emociones fuertes estimulan y profundizan la respiracin, la
estimulacin y la profundizacin de la respiracin pueden causar
emociones fuertes. Esto implica necesariamente un profundo
conocimiento y una gran cautela por parte de los coordinadores
grupales y/o terapeutas psicocorporales, a la hora de trabajar con la
respiracin y sus funciones emocionales.

Tal como lo plantea D. Boadella el equilibrio entre la contencin


emocional y la descarga emocional es tambin el equilibrio entre la
inhalacin y la exhalacin. En este sentido W. Reich conoca los
peligros potenciales de liberar demasiado rpidamente una respiracin
inhibida, inundando el organismo con ms sensaciones que las que pudiera
manejar, sin cerrarles de algn modo el paso a las reacciones psicticas que
la prctica respiratoria pudiera precipitar 70. De lo cual podemos inferir
que la prctica teraputica bioenergtica y reichiana exige un trabajo
de mucha prudencia, mientras se construye, edifica y/o fortalece el yo
de los pacientes.

Si bien en los principios de la terapia reichiana se ayud a los


pacientes a trabajar con su respiracin, profundizando en la
espiracin (en el trabajo con pacientes que desarrollaban
bsicamente defensas masoquistas o rgidas), los cuerpos de los
pacientes actuales no son los mismos cuerpos acorazados que trabaj
W. Reich. Actualmente observamos en la consulta, pacientes con
dficit en el acorazamiento y que no han desarrollado los mecanismos
de control necesarios para su vida. Estos pacientes necesitan
aprender a profundizar su respiracin en su fase inspiratoria
(depresivos, orales, impulsivos, personas con una disposicin
excesiva a caer en la descarga emocional, hiperventilados, etc.), o
profundizar la fase de retencin de aire en la pausa entre la
inspiracin y la espiracin respiratoria (borders, esquizoides, etc.).
Muchos terapeutas reichianos (mal entrenados?) han
generalizado el uso de las tcnicas de respiracin en situaciones
grupales (Por ejemplo: dinmicas de hiperventilacin) incitando
expresiones emocionales en personas que requeran precisamente el
tipo inverso de ayuda.

70
D. Boadella, Corrientes de vida. Una introduccin a la Biosntesis;
Paids, Buenos Aires, 1993.
*Como desarrollar en un captulo posterior la dimensin
temporal es de central importancia tica en el trabajo clnico tanto
individual como grupal, en la medida en que es el tiempo interno que
el paciente necesita para asimilar, para reaprender
bioenergticamente a pulsar y a expresarse emocionalmente. En
trminos tcnicos cada movimiento71 sugerido por la coordinacin
debe ser realizado con la comprensin del momento y la situacin
emocional (y social) en que el paciente est en la fase de la terapia.
Es decir, cul es el principio que justifica su uso en este momento
exacto, tomando en cuenta el movimiento interior y el ritmo interno
del paciente. Si los cambios teraputicos se producen fuera del
ritmo interno del paciente y sin tomar contacto con el movimiento
interior del ncleo biolgico (la primera camada), probablemente el
trabajo derive en una aplicacin tcnica (de liberacin emocional)
que tocara solamente la superficie de la coraza somtica-caracterial,
o derivara socialmente en un cambio adaptativo que reforzara el
individualismo anti-natural, o no durara mucho tiempo en sus
efectos, producindose una nueva forma resistencial de
acorazamiento.
Cuando el trabajo terapetico individual y/o grupal adquiere la
sensibilidad y la potencia del streaming, y acontece en consonancia
con el ritmo interno del paciente, se produce la reconciliacin de la
naturaleza y la cultura a travs de la recuperacin de los ritmos
biolgicos.

71
Prefiero no usar la palabra ejercicio, en la medida en que puede inferir una idea
de mecanizacin gimnstica escindida del movimiento emocional.
LA TICA DEL TOQUE EN EL TRABAJO
PSICOTERAPUTICO: RESONANCIA E
INTERFERENCIA

Tocar, ms que una modalidad fsica de sensacin, significa


emocionar, poner en movimiento. Tocamos con nuestra mirada,
tocamos con nuestra voz y tocamos con nuestras manos y nuestro
cuerpo. En nuestro proceso de formacin en clnica bioenergtica la
tica del toque adquiere un lugar central en la medida en que se
comienzan a tomar en cuenta las sutilezas, las dificultades, los
riesgos y los beneficios del arte teraputico de tocar.

Enseamos ms a aumentar la sensibilidad que a ponerle un


lmite? A tocar los cuerpos que a no tocarlos? A poner el cuerpo
ms que a sacarlo? Cmo desarrollar el lenguaje expresivo y
emocional de nuestras manos considerando, a su vez, toda la
delicadeza que necesita el respeto del otro y de uno mismo?
As como existen distintos grados de sensibilidad existen
diferentes formas de poner el cuerpo y diferentes formas de tocar.
Los terapeutas bioenergticos y reichianos trabajamos con
toques, presiones controladas y masajes. Es importante saber que la
mano que intuitivamente colocamos en el lugar adecuado instala
un discurso. La intensidad del toque, la velocidad del ritmo, no es
casual. Responde a una sistematizacin del pensamiento
psicocorporal.

Por medio del contacto fsico se puede realizar un diagnstico


estructural: discriminacin entre bloqueos y tensiones, entre
tensiones actuales y crnicas, lectura del tono muscular, de la
vitalidad de la piel y de los tejidos, de la presencia o ausencia de
generacin de calor, del tipo de energa, etc. Pero tocar a un paciente
en la psicoterapia no es una panacea. Esto es muy importante tenerlo
claro ticamente.
Cuando tocamos a un paciente estamos reactualizando su
historia, por lo tanto pueden revivirse sentimientos reprimidos: al
igual que puede desinhibirse placer y deseo, puede tambin
desbloquearse rabia, dolor y desesperacin. Estos sentimientos
pueden venir a la conciencia, con sensaciones e imgenes marcadas
por un tipo de contacto anterior deprivador, abusivo, descuidado,
manipulativo, y/o seductor.
Cuando se toca a un paciente se est trayendo una carga
adicional en el sistema energtico de la persona, estimulndose una
particular respuesta en su cuerpo, que por otra parte, puede estar
altamente defendido y no queriendo reabrirse para no volver a sentir
el dolor original de una traicin a su amor, por ejemplo. Esas defensas
que el paciente cre durante tantos aos implican un delicado
equilibrio que desarroll para sobrevivir, por lo cual tanto el paciente
como el terapeuta necesitan preguntarse si estn prontos para lo que
pueda emerger del toque.
El toque adiciona calor a un rea contracturada, pero al mismo
tiempo que puede ayudar a devolver vitalidad en una zona
congelada, puede revivir mucho dolor emocional. Al cambiar el
equilibrio energtico en el cuerpo se lo devuelve a la rabia, la pena, el
amor y el miedo que haban sido acorazados y anudados. La
expresin de estos u otros sentimientos reprimidos adquiere una
cualidad regresiva. Es que no estamos haciendo otra cosa que pedirle
al nio interno del paciente que se ajuste al mundo adulto. Pero en
ese movimiento muchas veces se reviven esperanzas que no pueden
ser satisfechas. Por lo tanto es muy importante saber cundo y cmo
tocar (y, eventualmente, no tocar).
Por ejemplo, en el trabajo con pacientes que han desarrollado
defensas esquizoides el toque se centra en el enraizamiento de la
cabeza (como un miembro y centro de expresin), y en el trabajo con
la musculatura profunda del cuello y la cintura escapular. El terapeuta
usa su propio cuerpo como contenedor auxiliar, sensibilizando al
paciente esquizoide para el uso de sus msculos y sus huesos como
recurso de arraigo (enraizamiento en la columna), buscando
balancear la carga a lo largo del cuerpo, edificando lmites y
posibilitando el espacio para la expresin del miedo72.

Particularmente tengo necesidad de usar mis manos en el


trabajo psicoteraputico. El tocar implica un tipo de relacin y de
vnculo. Por un lado, una forma de conocer al otro, escuchar sus
tensiones y bloqueos, sus pulsaciones y vibraciones, sensibilizar su
cuerpo y estimularlo. Por otro lado, una forma de poner mi cuerpo
(pulsional, amorosa, transferencialmente). Una mano puede devenir
diversas cualidades: ser testigo, intermediaria (v.g: puede producir
dolor, puede descargarlo, puede ser atravesada por el dolor, puede
aliviarlo). Al tocar soy tocado.

El toque como herramienta a utilizar en la clnica bioenergtica


y reichiana siempre tiene que ser pensado y entendido en el contexto
de la transferencia. Con el tacto estamos reproduciendo la matriz de
la relacin transferencial, al reactualizar los contactos pre-verbales
con la figura materna (la transferencia orgnica). Para lo cual el
terapeuta deber conocer exhaustivamente la historia del paciente,
de manera de poder conectarse responsablemente con los afectos
emergentes, desarrollando adems una congruencia entre el tipo de
toque y el sentimiento que se est transmitiendo a travs de l73. En
este sentido, tocar a un paciente supone ms que una tcnica, ya que
a veces la tcnica invalida el espritu que se quiere transmitir.
72
Es necesario igualmente cotejar en forma permanente el permiso del paciente a
ser tocado por el terapeuta y la resonancia energtica que el toque produce en su
cuerpo. En algunos casos, el ser tocado en una zona histricamente bloqueada y
congelada puede inducir al paciente a instalarse en una situacin arcaica, regresiva
y fusional no deseada en ese momento del proceso teraputico, o puede invadirlo y
provocar actitudes defensivas (contraccin), o puede impedir al paciente elaborar
sus propios lmites.
73
R. Hilton, Ph.D., CBT, Touching in Psychotherapy, Costa Mesa, California, U.S.A,
1997, Internet.
Si bien el toque en el proceso teraputico tiene que ser pensado
y entendido en el contexto transferencial, la efectuacin y la
realizacin del toque tiene que poder trascender el sentido de la
transferencia personolgica y poder generar un nuevo padrn
resonante (en oposicin a los padrones de disonancia traumticos
que quedaron registrados en las clulas del organismo).
En la clnica bioenergtica nos movemos desde la transferencia,
pero buscando salir de ella. El psicoterapeuta bioenergtico puede ser
ante todo un padre, una madre, un maestro o un amigo sustituto que
ayude al paciente a completar satisfactoriamente las etapas
importantes de su desarrollo: en el tero, en la infancia, en la
adolescencia y en la edad madura. En este restablecimiento de
vnculos esperanzadores y amorosos (bonding), el terapeuta no
refuerza los traumas del paciente con reacciones parecidas a las
mismas de sus padres sino que, por el contrario, trata de darle lo que
ellos no le dieron.
Por ejemplo: en el trabajo clnico con personas que han
desarrollado defensas masoquistas el objetivo de la psicoterapia se
basa en liberar al paciente de la tirana de su super-yo. Por lo cual se
reafirma su derecho de ser independiente; derecho que se establece,
en el desarrollo evolutivo natural, a travs de la auto-afirmacin y de
la oposicin a los padres74. La actitud resonante del terapeuta con el
paciente masoquista debe ser permisiva hacia la auto-expresin del
paciente al mximo, permitiendo la expresin de su negativismo,
porque ellos no pudieron hacerlo nunca con sus padres. Para poder
lidiar con el negativismo y la rabia del paciente masoquista, que es
enorme, debemos tener una gran capacidad de enraizamiento
(grounding), y no perdernos en la contratransferencia negativa
defensiva. En trminos analticos debemos estimularlo a trabajar su
enorme ansiedad de castracin, su culpa y su vergenza,
aumentando su espontaneidad, pero nunca perdiendo la conexin con
el dolor y el sentimiento de humillacin que prevalece en el paciente
masoquista. El masoquista es un nio grande que no ha aprendido a
andar, pensar y sentir por s mismo, y aunque siente un profundo
resentimiento porque ha sido obligado a seguir las disposiciones de
otros, por su propia inseguridad, exige que el terapeuta le de pautas
concretas o se queja de que no le ayuda lo suficiente. Esta es una de
sus trampas transferenciales en que el terapeuta no debe caer. De
ser as el paciente nunca podr confiar en s mismo, probando sus
propias fuerzas. Dar reglas y consejos a los masoquistas refuerza su
sentimiento infantil de que no pueden hacer nada por s mismos.
Todo terapeuta debe tener confianza en la tendencia y capacidad de
todos los pacientes de buscar y elegir lo que es mejor para ellos
mismos. En la terapia con los pacientes masoquistas se fortalece

74
Este derecho comienza generalmente a los ocho meses cuando el nio comienza
a decir no, continuando y volvindose ms fuerte entre el ao y medio y los tres
aos (El carcter masoquista; apostilla elaborada por la Psic. Myrian de Campos,
Trainer Internacional del IIBA).
permanentemente la confianza en la expresin de los afectos
positivos y negativos75.

Este proceso de cooperacin mutua (alianza teraputica) no se


limita a la hora de consulta, sino que implica, necesariamente, que el
paciente pueda trasladar las experiencias positivas de las sesiones a
su vida cotidiana.
Si el proceso psicosomtico de enfermar (neurosis, coberturas
caracteriales, psicosis) encierra una prdida de contacto con nuestras
funciones vitales sanas, el objetivo teraputico de la psicoterapia
bioenergtica y reichiana ser el de restituir a la persona a un estado
de pulsacin saludable, en el cual las actividades vitales bsicas sean
rtmicas, den placer y se auto-regulen. Este proceso implica trabajar
hacia un creciente contacto con uno mismo y con los otros, ayudando
al paciente a restablecer su capacidad natural de amar, la unidad
funcional dinmica de su organismo que fue lesionada, y en parte
rota por las restricciones, represiones y limitaciones de su desarrollo
evolutivo, ms o menos traumtico.

Es importante que el terapeuta bioenergtico y reichiano (tanto


en el toque como en cualquier otra actividad teraputica) no se
asuste con la transferencia defensiva, pero tampoco que la fomente.
La resolucin transferencial creativa se da, poco a poco y paso a
paso, no slo con interpretaciones o sealamientos sino,
fundamentalmente, con experiencias de sentimientos apropiados,
donde el setting teraputico bioenergtico nos permite dar y afianzar
experiencias positivas de amor teraputico, comprensin y seguridad.
David Boadella describe con mucha precisin este pasaje de
padrones de interferencia (transferencia-contratransferencia) a
padrones de resonancia: si las necesidades emocionales del nio se
encuentran con una expresin emocional contradictoria por parte de su
padre o de su madre tenemos un padrn de interferencia. Un crecimiento
saludable, no neurtico, es esencialmente un padrn de resonancia. La
transferencia y la contratransferencia, tal como se presentan, son tambin
padrones de interferencia; significando que algo est sucediendo entre el
terapeuta y el cliente; entre aquel que ayuda y el que es ayudado; existe un
padrn o campo distorsionando el contacto. Si el contacto es distorsionado
por el cliente tenemos la llamada transferencia. Si es distorsionado por el
terapeuta, tenemos la contratransferencia 76. La esencia de la
transferencia es que esa distorsin refleja la historia de remotos
padrones de interferencia, o dicho de otra manera, el mismo padrn
interferente del pasado es proyectado en los nuevos
relacionamientos, produciendo una distorsin en los mismos. El
terapeuta bioenergtico y reichiano trabajar la transferencia y la
utilizar, como interferencia, para conocer lo que interfiere 77.
75
Alexander Lowen, El lenguaje del cuerpo. Dinmica fsica de la estructura del
carcter; Eds. Herder, Barcelona, 1995.
76
D. Boadella, Transferncia, ressonncia e interferncia; Cadernos de Psicologia
Biodinmica n3, Summus, San Pablo, 1983.
77
Si est conociendo lo que interfiere en s mismo, est trabajando y buscando
transponer la contratransferencia.
Transponer la transferencia lleva as a otro padrn la resonancia. Y la
resonancia implica la recuperacin del cuerpo y del presente.

Tal cual los grupos sujetos y los grupos sometidos luchan y se


alternan como distintos momentos en una institucin, debemos tomar
en cuenta que en el vnculo entre terapeuta y paciente los padrones
de interferencia estn luchando permanentemente con los padrones
de resonancia.

Siguiendo la metodologa de la arqueologa del cuerpo


(desarrollada en el captulo del mismo nombre) podemos analizar la
transferencia y la contratransferencia a travs de las tres camadas
existenciales descriptas por W. Reich. Las dos camadas superiores (la
mscara y la camada secundaria -lower self-) estn implicadas en la
transferencia, siendo la camada primaria (la camada del ncleo
-higher self-) la que precisa ser contactada entre el terapeuta y el
paciente para que se (re)establezca el padrn de resonancia.
Es necesario considerar adems, que la transferencia ms
importante que manejamos en el trabajo psicocorporal est
relacionada a la identificacin vegetativa (W. Reich). La misma no es
otra cosa que la transferencia orgnica que se da en los primeros
meses de vida, que es esencialmente energtica, vibratoria,
emocional, somtica y preverbal. Y que marca primariamente nuestra
estructura caracterial, nuestra forma de acorazamiento y nuestra
potencia orgstica. Ms all de la intervencin verbal entre el
terapeuta y el paciente, el contacto biofsico y emocional que se da
en el vnculo psicocorporal entre los mismos, nos remueve
directamente a la transferencia orgnica78.

Cmo utilizar el cuerpo, teraputicamente, para generar


(nuevos) patrones de resonancia?
En el ejercicio psicoteraputico nuestro cuerpo va a ser una
herramienta en dos sentidos. Por un lado, es el lugar primordial para
compartir profundas emociones de un modo clido y humano. Y por
otro, su extensin en el entre medio vincular permite desarrollar una
dinmica y una interaccin cuerpo a cuerpo, que posibilita al paciente
aprender nuevos patrones de desarrollo y explorar nuevos senderos
de movimiento.

78
En nuestro trabajo clnico discriminamos adems las corrientes libidinales
transferenciales en: transferencia positiva defensiva, transferencia positiva
creativa, contratransferencia positiva defensiva, contratransferencia positiva
creativa, transferencia negativa defensiva, transferencia negativa creativa,
transferencia negativa latente, transferencia positiva genital, contratransferencia
negativa defensiva, contratransferencia negativa creativa, transferencia ertica
defensiva, transferencia ertica creativa, contratransferencia neurtica,
contratransferencia sintnica, transferencia y contratransferencia transversal,
transferencia personolgica, transferencia rizomtica, amor teraputico, etc. (Ver
ficha interna del Curso de Formacin en Clnica Bioenergtica del Taller de Estudios
y Anlisis Bioenergtico -TEAB-; laboratorio clnico sobre Transferencia,
Contratransferencia y Resonancia, abril 1999).
Desde hace tiempo que los psicoterapeutas corporales se han
liberado del tab que sobrecodificaba a los psicoanalistas, de
establecer cualquier contacto fsico clido, inclusive la mirada, con las
personas que trataban de ayudar. Actualmente en el trabajo
bioenergtico y reichiano se sigue utilizando el toque como elemento
diagnstico, como forma de manipulacin para ablandar rigideces
corporales, o para ayudar al paciente en su proceso de construccin
de bordes, lmites y edificacin del yo. Este tipo de toques favorecen
por lo general, un mayor contacto con su flujo energtico interno.
En psicoterapia bioenergtica y reichiana no dejamos a los
pacientes con su miedo al cuerpo y al contacto (cuerpo no habitado).
A diferencia de los psicoanalistas que slo trabajan el cuerpo como
representacin o contenido ideacional (cuerpo imaginario), en
psicoterapia corporal trabajamos con el cuerpo real de los pacientes
como va de acceso al inconciente, abordando desde el sistema
nervioso neurovegetativo los principales bloqueos afectivos-
musculares (cuerpo habitado).

No est de ms repetir que cuando un terapeuta siente que sus


sentimientos personales pueden interferir en la relacin
transferencial, es preferible no tocar al analizando. Por ejemplo:
cualquier insinuacin sexual es una traicin a la confianza depositada
en la relacin teraputica y puede someter al analizando a un trauma
similar al que pueda haber experimentado en su niez. Por lo tanto
todo toque debe ser un apoyo teraputico, estar libre de todo inters
personal y no tener ninguna connotacin sexual.

En un toque desde un patrn de resonancia la totalidad de


nuestros sentidos est en juego. La mirada es de contacto, el
terapeuta es sensible a su propio tono muscular y al tono muscular
del paciente, la respiracin est centrada y cumple con su funcin
emocional natural. El contacto con su ritmo interno (ver prximo
captulo) es fundamental para desarrollar una experiencia de soporte
y de sostn, y para respetar el ritmo interno del paciente.
A travs de un toque con resonancia (clido y lleno de afecto),
el nio en nosotros aprende a integrar y a confiar en sus
sentimientos. Probablemente fue el abuso en el toque (mecnico, fro,
sofocante, sobreestimulante) lo que cre nuestro dolor y nos forz a
desarrollar nuestras estructuras defensivas. Es con la esperanza de
liberarnos del dolor, descongelar nuestros corazones y recuperar
nuestra vitalidad que nos hemos arriesgado (como terapeutas, como
pacientes) a tocar y a ser tocados nuevamente. Porque sabemos que
vivir sin un contacto es como vivir en el desierto o en el infierno.
En este sentido la terapia bioenergtica y reichiana poseen una
capacidad teraputica para recuperar el cuerpo, su capacidad natural
de amar, y su deseo de tocar y de ser tocado.
La resonancia, aquella identificacin vegetativa, que permite
sentir en el propio cuerpo del terapeuta la sensacin de lucha del
paciente, sus tensiones sutiles, sus estados emocionales, su ritmo y
su calidad de pulsacin, es la principal herramienta que debemos
aprender a desarrollar como psicoterapeutas. Para ello es necesario
estar en contacto con nuestro ritmo interno.

RITMO INTERNO Y SOPORTES


EN EL PROCESO PSICOTERAPUTICO*

W. Reich preocupado por el hecho de advertir en sus pacientes


un bloqueo funcional en sus procesos corporales (problemas
sexuales, problemas en la respiracin, problemas digestivos,
problemas circulatorios, etc.) desarroll su lnea de investigacin a
partir del principio de auto-regulacin que se produce naturalmente
en el orgasmo. Al observar que los trastornos funcionales de sus
pacientes estaban relacionados a que sus procesos corporales
carecan de ritmo, dirige su investigacin a los fenmenos
bioenergticos de la pulsacin (la expansin y la contraccin).

En la neurosis y en la psicosis los procesos rtmicos expresivos y


funcionales estn desequilibrados; en un estado de salud dichos
procesos se producen rtmicamente. El objetivo teraputico de las
terapias (neo y post) reichianas pasa a ser el de restituir a la persona
que se pone a asistir, a un estado de pulsacin saludable, en el cual
las actividades vitales bsicas sean rtmicas (es decir, que den placer
y estn auto-reguladas).

En el ritmo interno encontramos la verdad de lo vital.


Desde ese ritmo interno uno puede vivir en armona. Cuando
tiene hambre come, cuando ama a una persona se entrega sin culpa
al sentimiento.
Hay veces que uno no registra ese ritmo interno, que es
equivalente a poder tomar contacto con los movimientos interiores
del cuerpo, con sensaciones de rgano, con el movimiento emocional.
Cuando uno est en contacto con el ritmo interno se tiene
menos miedo, o mejor dicho, el miedo se hace ms tolerable,
*
Publicado en Energa, Carcter y Sociedad. La actualidad del paradigma
reichiano nro. 16 (vol. 1 y 2), Valencia/Espaa, 2000.
compartible y expresable. Podramos incluso decir que la emocin del
miedo, se produce en forma equivalente con una enajenacin de la
representacin del ritmo interno. Es decir, cuando un paciente tiene
el sntoma de ansiedad, en un nivel podramos interpretarlo
bioenergticamente como un ritmo acelerado que se produce como
defensa frente a un ritmo interno profundo (una sensacin de placer,
por ejemplo).

En el movimiento respiratorio sano hay un ritmo interno de la


verdad de lo que uno es vitalmente.
Una de las formas desarrolladas en las terapias bioenergticas
es el trabajo con la respiracin y con el reflejo de orgasmo. Cuando en
el trabajo clnico, en la bsqueda del ritmo interno, respiramos en
posicin supina, la pelvis se levanta y se proyecta hacia delante en la
exhalacin. Al mismo tiempo el cuerpo alza la garganta como para
confluir con la pelvis, la cabeza y los hombros caen y el pecho se
afloja vulnerablemente en un gesto de entrega. Ms que un efecto
mecnico se realiza un movimiento en un tono sensible.

En la clnica bioenergtica nos va a importar ms aumentar la


longitud que la amplitud de la respiracin. Si aumentamos la longitud
de la respiracin, probablemente aumentemos la amplitud de la
misma, pero en el ritmo interno del paciente.
El trabajo respiratorio con ritmo interno lo utilizamos, entre
otros objetivos, como el soporte para los laboratorios clnicos grupales
de sexualidad, ya que estamos buscando la apertura corporal, la
espontaneidad expresiva, la relajacin y la armonizacin
bioenergtica. La respiracin libre y plena (que se da en el reflejo de
orgasmo descrito por Wilhelm Reich) no es un estado sino un proceso.
Como reflejo est ms all del control conciente. La exploracin del
ritmo interno, nos lleva directamente al corazn del proceso
teraputico; en la medida en que vamos haciendo concientes
nuestras distorsiones temporales, tambin posibilitamos dejar de
retener y de distorsionar nuestro ritmo interno.

En este trabajo es posible que se produzcan algunas reacciones:


parestesias, sensaciones de fro y/o de calor, hormigueos, principio de
hiperventilacin, ausencia de contacto, sensaciones de
autopercepcin del acorazamiento en zonas o en todas las partes del
cuerpo, aparicin de movimientos involuntarios parciales,
movimientos involuntarios unitarios que, partiendo de la zona
diafragmtica y del centro energtico plexo solar, dan una sensacin
de placer al abandono, vibraciones que dan una suave excitacin
sexual, sensaciones agradables y extraas del manar y del flujo de la
energa vital en nuestros cuerpos.

El contacto con el ritmo interno ser adems una forma de


grounding (arraigo, enraizamiento): el de las funciones vitales del
self, del yo corporal. A partir de la entrega a la respiracin se
posibilita la entrega a uno mismo. Esta entrega ser adems a la
realidad de nuestro cuerpo: la realidad de nuestros sentimientos y los
procesos de afeccin que la ponen en marcha, la realidad del pasado
y del presente, la realidad de la necesidad que tiene nuestro cuerpo
de respiracin, de placer, de descanso, de actividad, de alimento, de
gozo, etc.

Cuando en los procesos teraputicos individuales y/o grupales


trabajamos con la respiracin, puede que se movilice las conexiones
entre miedo y contacto, y entre entrega y contencin.

Manejamos una serie de hiptesis para trabajar la relacin entre


soportes y ritmo interno:
a) Un nio no puede expandirse sin un soporte.
b) El no-acompaamiento de las necesidades bsicas por la madre, el
padre o los substitutos paternos, genera una alteracin de las
funciones vitales. Por ejemplo: en la accin de chupar (que es
equivalente a nutrirse del afuera, a besar, etc.).
c) Si las funciones vitales quedaron interrumpidas hubo un dficit en
la resonancia vegetativa que queda grabada en la memoria celular,
por lo que puede aparecer como sntoma el miedo al contacto.
d) En ese mismo lugar que aparece el miedo al contacto est la
necesidad de contacto, pero marcada por el miedo de retomar
funciones desde donde se podra sentir angustia, prdida, frustracin
o privacin. Incluso el miedo puede impedir directamente registrar
esa necesidad de contacto, impulsando al organismo a evitarla,
transformndose luego en miedo a la funcin.

A modo de ejemplo y siguiendo estas hiptesis, podramos


entender porqu una persona fuma, en lugar de respirar ms
profundamente. O porqu un hombre que fue abandonado por su
pareja no va a poder hacer el amor por un tiempo. O porqu una
mujer abusada sexualmente no va a querer abrir su vagina a otro
hombre.

Por eso es muy importante cuando se trabaja con un paciente


ser conciente que en el trabajo bioenergtico se est trabajando con
su historia de vida. No es slo XX que est delante nuestro, sino la
funcin vital que no fue satisfecha y se reactualiza en el trabajo
transferencial y bioenergtico.
Lo primero es entender, entender y luego actuar. Tenemos que
entender qu tipo de trauma le afect en su infancia, cul fue su
patrn defensivo a nivel caracterial y cul fue el modo de contencin
energtica (donde est bloqueada estratgicamente su energa,
cules son sus patrones de fijacin libidinales, etc.), para poder
entender adems el grado de funcionalidad/disfuncionalidad en los
segmentos de la coraza muscular o en las zonas bioenergticas, y
luego realizar una diagnosis y comenzar a aplicar herramientas
clnicas de intervencin.
Evolutivamente cuando el beb est en la panza escucha ritmos
internos en su fusin con la madre: el corazn, las vsceras, los
pulmones, el lquido amnitico, etc. Puede pasar que antes o despus
del nacimiento la madre no est en sintona con el ritmo del beb. De
esta manera se van generando dos ritmos: el propio de las personas y
otro para ser querido o adaptarse al del otro.
Cuando trabajamos en grupos los laboratorios clnicos sobre
soportes, buscamos el contacto con el ritmo interno a travs del
trabajo respiratorio en parejas. El mismo es lento, profundo, visceral
(siendo equivalente al de la funcin parasimptica descrita por
Wilhelm Reich en La funcin del orgasmo). No es por lo tanto, el
ritmo que generalmente desarrollamos en las actividades cotidianas
diurnas (equivalente a la funcin simptica), para lo cual debemos
tomar en cuenta otra dimensin que se pone en juego en el trabajo
psicocorporal: la dimensin temporal.

Esta dimensin es cada vez ms tomada en cuenta por los


terapeutas psicocorporales, en funcin de la variedad de los
problemas tcnicos (y ticos) que surgen en la prctica clnica
profesional. Muchos de estos problemas derivan de la incapacidad de
los propios terapeutas de saber esperar el ritmo bioenergtico,
emocional, de los pacientes.
Tanto F. Navarro como X. Serrano definen con mucha claridad
y precisin la necesidad de respetar el ritmo de desestructuracin
(flexibilizacin) de la coraza de los pacientes. Este proceso funciona
idnticamente al ritmo de emergencia del inconciente, que se
produce en forma ordenada, a partir de una lgica funcional y
estructural. En su trabajo con los actings se le ofrece a los pacientes
un tiempo para encontrarse con su ritmo biolgico, para redescubrirlo
sobre la base de tener su propio espacio-tiempo en un lugar concreto. No
hay una indicacin modlica de cmo se debe hacer ese movimiento. Por
tanto estamos en el marco de la espontaneidad, pues la respuesta, el cmo
lo hacen entra dentro de la propia identidad de la persona, de su estructura
de carcter, ya que a medida que se va analizando el acting analizamos la
resistencia muscular. El ritmo del acting y el ritmo biolgico son lo mismo,
al estar trabajando con lo vegetativo 79.
F. Navarro y X. Serrano abogan por el respeto en todo momento
del ritmo biolgico del paciente, asumiendo el profesional una postura
tica consecuente para adecuar los medios teraputicos para cada
caso en particular. El paciente tiene un tiempo suyo, siempre el mismo,
que le facilitamos al cuerpo para tomar conciencia de cual es la dimensin
en la cual puede permitirse ese encuentro con su dinmica interna 80.

El ritmo interno nos da una conexin posible entre la dimensin


artstica y la teraputica. El ritmo procede necesariamente de las
funciones corporales (respiracin, peristalsis, latidos del corazn,

79
X. Serrano, La psicoterapia corporal y la clnica post-reichiana; Wilhelm Reich
100 aos, Autores varios, Publicaciones Orgn de la Escuela de Terapia Reichiana,
Valencia, 1997.
80
Ob. cit.
expansiones y contracciones musculares, etc.). Nuestra vida, al igual
que el arte, es polirrtmica. Cada una de las funciones de nuestro
cuerpo guarda un orden acompasado que se puede acelerar,
lentificar, estimular o inhibir, siendo los ritmos vitales (en su conjunto)
ms o menos armnicos. Es decir, que desde el ritmo no slo
podemos alterar un cuerpo (cambiarlo), sino tambin contenerlo
(organizarlo). Por ejemplo: en algunos casos es necesario
desorganizar una estructura defensiva rgida para construir un nuevo
orden (una nueva forma), por lo que procedemos a trabajar con estos
pacientes para que se abandonen al movimiento espontneo,
alentndolos a que pierdan momentneamente el control (Por
ejemplo: trabajo de grounding aereo en posicin supina, seguido
por trabajos de kicking -pataleo- y de movimientos de lateralizacin
de cuello). En otros casos, el trabajo de movimiento con los ritmos
pulsatorios apunta a que las funciones orgnicas se desarrollen
organizadamente como sustento del ritmo emocional de los pacientes
(Por ejemplo: personas en crisis, o con una organizacin fronteriza de
la personalidad).

De no tomar en cuenta la dimensin rtmica y temporal en el


trabajo clnico se corre permanentemente el riesgo de forzar la
descarga, como he podido observar en muchos grupos de trabajo
psicocorporal. Si en el trabajo clnico nos adelantamos y forzamos el
ritmo interno del paciente, no permitiendo que la emocin logre
estructurarse y surgir desde el ncleo o desde camadas profundas del
organismo, entonces aparece la respuesta catrtica forzada y de esta
forma estamos evitando, impidiendo, ese proceso energtico, en cuanto
que esa energa se gasta en gritar, en moverse, en patalear sin
funcionalidad. Despus como el cuerpo del paciente ya est agotado, pues
ya no hay recursos ni respuestas neurovegetativas 81.
Es decir, que en el trabajo bioenergtico, no slo debemos dar
al paciente las posibilidades y el apoyo necesario para que siga sus
impulsos interiores, sino que adems, tenemos que ser capaces de
que dicho objetivo se desarrolle en convergencia con los soportes y el
ritmo interno del paciente. Es importante que en el trabajo
bioenergtico no se desarrolle un como si emocional, una
mimetizacin disfuncional donde el paciente sea entrenado para
desarrollar la capacidad de manifestar sus emociones (que es lo que
se espera que ocurra), pero sin un contacto vegetativo profundo con
su ncleo emocional y su ritmo biolgico interno.

Teraputicamente buscamos restablecer funciones vitales


(seguridad, alimentacin, desintoxicacin, descanso, satisfaccin
sexual, capacidad de amar, etc.) que estn alteradas, disfuncionales o
generando sntomas.
En los laboratorios clnicos sobre ritmo interno, trabajamos
adems la relacin entre contacto y autocontacto a travs de
ejercicios en parejas.

81
Ob. cit.
Podemos agregar como hiptesis de trabajo que:
e) Donde hay miedo al contacto hay fallas en los soportes.
Indagamos acompaando el ritmo interno del paciente cmo
qued en la memoria psicocorporal la experiencia de soporte y de
sostn?.
Como objetivo teraputico proporcionamos un contacto, donde
a travs de una nueva experiencia (de empata emocional, de
resonancia bioenergtica, de confianza existencial, de amor
teraputico) el paciente pueda recuperar la capacidad de
autosostn. Y pueda volver, desde la memoria celular, al lugar del
autosoporte.

El miedo al contacto puede aparecer de distintas maneras.


Ejemplo 1: en un paciente con estructura de carcter oral la
ilusin del patrn de contencin es: no necesito; puedo hacer las
cosas solito, cuando en realidad su sentimiento y necesidad bsica
es: me siento abandonado y triste; no soporto estar solo.
Ejemplo 2: un paciente con trazos contrafbicos da rodeos en la
terapia, llega tarde, acta agresivamente y se bloquea en la sesin,
pero no puede tomar contacto con la emocin del miedo, porque en
su historia no tuvo soportes para poder expresarlo.
Ejemplo 3: el terapeuta pide permiso y pone una parte de su
cuerpo (la mano) en el del paciente (la espalda). Pero puede que la
ponga en una zona donde histricamente no hubo para el paciente.
La espalda es lo que nos sostiene y nos mantiene unidos. Como dice
Frank Hladky, nos da una sensacin de self. Es donde generalmente
sentimos el apoyo. Es decir, que si nos sentimos apoyados desde
nios, emocional y fsicamente, nos sentimos respaldados. Pero no
todos los pacientes llegan con esta sensacin en su historia corporal.
Mucha gente no ha experimentado jams la experiencia de sentir que
tiene una espalda para s y que es muy lindo sentirse apoyado y
respaldado.

En la clnica bioenergtica aprendemos a trabajar el miedo al


contacto construyendo soportes alternativos. Pero es importante
saber que el soporte es momentneo, sino se transforma en una
dependencia.
Es decir, el rol del terapeuta como sostn no implica dar todo
lo que ela paciente pide sino generar los soportes necesarios para,
por un lado, poder entender y sealar una disfuncin, y por otro lado,
para recuperar una funcin vital.
Ejemplo: Luego de que un terapeuta propone una serie de
trabajos bioenergticos y/o reichianos, se percibe en el paciente,
como emocin emergente, miedo a la entrega. Ela terapeuta hace
este sealamiento pero el paciente siente otra cosa. Qu est
pasando? Qu sinti el paciente? Qu percibi el terapeuta?
Cunto es del aqu y del ahora? Cunto es transferencia defensiva?
Es importante no perder de vista qu necesita y qu le falta al
paciente (Por ejemplo: falta de lmites, falta de apoyos, falta de
soportes, etc.). Uno difcilmente se entrega en una relacin de amor
sino est garantizada la experiencia de placer. Uno no se puede
entregar teraputicamente a sus sentimientos cuando aun no tiene
seguridad interna. Entregarse sin seguridad interna, sin sensacin de
grounding, puede ser, en realidad, un sntoma border o de locura.

En la clnica bioenergtica nunca se corrige ni se juzga a los


pacientes en los ejercicios, en la medida en que partimos de la base
que lo que se est reactualizando es la historia que intentamos
entender.
En el Anlisis Bioenergtico este proceso se da a travs de tres
etapas, donde al paciente se lo enfrenta a los controles inconcientes
que provienen del temor a ser l mismo. Trabajando sobre la culpa y
la vergenza sobre lo que es o siente, se abordan los trazos
caracteriales y las tensiones musculares del cuerpo que bloquean la
expresin de sentimientos (miedo, bronca, tristeza, placer, etc.),
limitan su conciencia, su autoaceptacin y su libertad para ser.
Las etapas son las siguientes82:
1) El auto-conocimiento o conciencia de s: percibir las zonas
corporales (sus bloqueos, sus tensiones, sus centros de
energa), los afectos y sentimientos que en ellas puedan surgir.
En el Anlisis Bioenergtico es importante tomar contacto con
la transferencia: cundo estamos reaccionando ante los
recuerdos y afecciones del pasado ms que ante los hechos del
presente. Este reconocimiento transferencial sirve de contexto
para expresar y soltar los sentimientos, conocindolos tal como
son (Ejemplo: clnicamente en una relacin transferencial
siempre se percibe que el odio es un efecto de la culpa y no
viceversa, como lo demuestra Wilhelm Reich en su trabajo El
carcter impulsivo Der Triebhafte Charakter).
2) La auto-expresin o expresin de s: expresar los sentimientos
sin suprimirlos, ni perder contacto. Entregarse a la expresin de
los sentimientos implica liberar las energas para enfrentar la
realidad de un modo apropiado y flexible. Pero para afrontar la
realidad debemos primero afrontarnos a nosotros mismos tal
como somos y no como quisiramos ser.
3) La auto-posesin a adueamiento de s: implica la posibilidad
de contener los sentimientos, tolerarlos y llevarlos al mundo,
conociendo lo que uno siente y siendo capaz de expresarse
apropiadamente para promover sus deseos e intereses.

Tratamos de ayudar a las personas a leer el lenguaje del


cuerpo, lo que requiere un muy buen entrenamiento y formacin por
parte del terapeuta. Hace falta una gran parte de trabajo personal,
por lo que el trabajo del terapeuta sobre s es muy importante: si se
junta con el conocimiento y la comprensin es muy hermoso y
operativo. Pero para ello tiene que estar abierto (como soporte, gua o
sostn del proceso teraputico) a percibir cantidades de energa y
tolerar la entrega de sentimientos.

82
A. Lowen, El gozo; Era Naciente, Argentina, 1994.
En ese proceso tratamos de buscar un equilibrio entre la carga
y la descarga de energa, entre la tensin bioenergtica y la
relajacin, entendiendo cmo se da la relacin entre la produccin y
el uso de la energa en el paciente. Ejemplo: en un paciente con el
cuerpo deprimido tratamos de aumentar la energa en su cuerpo. Por
un lado, ayudndolo a tolerar ms energa, edificando
(reconstruyendo) el cuerpo, convenciendo lentamente al organismo a
tolerar una mayor vitalidad. Por otro lado, aprendiendo a pensar
caracterialmente cmo esa persona se condujo en la vida y cmo ese
movimiento condicion su expresin emocional. Aqu tambin puede
aparecer miedo al contacto y a la entrega. Por ejemplo: en un trabajo
con ritmo interno, cuando en la historia del paciente no aparecen
soportes, al expandirse una camada en la coraza muscular pueden
aparecer sensaciones caticas (ansiedad, hiperventilacin,
taquicardia). En este caso puede ser conveniente parar al paciente
para que tenga tiempo para metabolizar ese caos.

Los procesos teraputicos reichianos y bioenergticos son


lentos, pero profundos y sostenidos. Si bien la terapia reichiana y
bioenergtica es una terapia activa, no podemos tener la ilusin de
que el terapeuta es la fuerza curadora. La fuerza curadora es la
naturaleza, y la misma est en el organismo. El cuerpo tiene la
capacidad de curarse solo y la enfermedad emocional no es una
excepcin.

Desde el punto de vista del soporte teraputico, si bien el


mtodo es activo, el psicoterapeuta est dispuesto a acoger,
acompaar, sealar e interpretar (sin inducir) toda reaccin y todo
proceso corporal y emocional, verbal o infraverbal, analizando
permanentemente la relacin transferencial y contratransferencial, y
las manifestaciones del inconciente. El lenguaje teraputico debe ser
(a la vez) cientfico, vital, vibrante, intuitivo y emotivo.
Quizs el psicoanlisis (cuando surge a principios de siglo en
medio de la burguesa vienesa), para evitar confrontarse
directamente con la sexualidad y la locura (por ser sus mayores
miedos) necesit limitar sus contactos con los pacientes instalndose
detrs de ellos. La actitud neutra, la distancia fsica aseguraban as la
emergencia de emociones filtradas, neutralizadas y aminoradas.
El aporte del psicoanlisis, sin embargo, fue fundamental en el
desarrollo de la psicologa: Sigmund Freud descubre la existencia
permanente del nio en el interior del adulto; Melanie Klein descubre
la existencia del beb dentro del nio y del adulto. La Psicologa
Social, por su parte, reintroduce el papel del objeto, del vnculo y de
la familia (Pichn Rivire), de la sociedad y de las experiencias reales
y no solamente imaginarias, como influencia determinante en el
desarrollo psicocorporal del nio (Wilhelm Reich).

Siguiendo las hiptesis desarrolladas anteriormente veremos


que una de las tareas en las que se sostiene el proceso teraputico
ser la de recrear soportes donde no los hubo: permitir a la vida
renacer donde se encontr ahogada, ayudando a reconciliar al
paciente con su ambiente (no a adaptarlo), para poder redescubrir las
bellezas de la vida.
El contacto de la terapia debe poder proporcionar lo que no
aportaron las primeras relaciones. En este proceso muchas veces se
trabaja conteniendo y haciendo tolerables angustias primitivas de
aniquilamiento, terrores sin nombre (al decir de W. R. Bion) y
sufrimientos de depresiones primarias. Estos ncleos primales,
ocultos en mayor o menor medida por las capas superficiales de la
personalidad y por los mecanismos de defensa, corresponden a
estados traumticos infantiles que fueron escindidos para proteger el
resto de la personalidad de su impacto destructor y son inelaborables
sin la ayuda externa de un substituto parental. Lo que implica una
conjuncin entre lo interno y lo externo.
En el campo bioenergtico de esta conexin, los afectos
implican algo ms que descargas de energa: al desatar los nudos
sociales, caracteriales y musculares las emociones pueden ser
compartidas e integradas, deviniendo as comunicaciones.

El paciente siente las partes de s mismo que no se pudieron


desarrollar como dotadas de un poder destructor considerable.
Siguiendo la lnea de investigacin reichiana, estas partes de s no
son expresiones de pulsiones destructoras que se desprenden de un
hipottico instinto de muerte, sino el resultado de la interiorizacin
del fracaso de una interaccin desarrolladora, en funcin de una
educacin sexual-afectiva represiva. Por ejemplo: el beb para
sobrevivir tuvo que identificarse con una madre sentida como no
receptiva a sus estados emocionales, lo que fue equivalente para el
beb a negarlos o condenarlos (forma primitiva de identificacin al
agresor).
Creo que contrariamente a lo que crey Melanie Klein (y
siguiendo las hiptesis de Jean Sarkissoff83) la depresin es primaria y
precede a la persecucin. El sufrimiento psicocorporal es
fundamentalmente depresivo, en el sentido de que es el sufrimiento
de no poder desarrollarse. En este mismo sentido la paranoia es
resultado del exceso intolerable de depresin que es proyectado bajo
forma de persecusin, cuando los afectos depresivos no encuentran
el objeto capaz de contenerlos y de hacerlos soportables. Esto es muy
importante para el trabajo transferencial en el anlisis reichiano y
bioenergtico.
Por ejemplo, cuando la madre no da al beb lo que l necesita,
la criatura siente que es l quien debera dar a su madre lo que ella
no sabe darle. Se siente culpable y no puede evolucionar. De esta
manera se encuentra frente a una posicin depresiva de la que es
incapaz de atravesar sin madre y sin ayuda, volvindose para l una
amenaza persecutoria que disminuye su potencialidad vital.

83
J. Sarkissoff, Cuerpo y psicoanlisis; Eds. Deescle De Brouwer, Bilbao, 1996.
Desde la lnea de investigacin reichiana sabemos que cuando
parte de la energa de maduracin sigue atrapada en una fase de
nuestro desarrollo, sin haber resuelto satisfactoriamente los
problemas all generados, se produce una alteracin de las funciones
bioenergticas. A cada funcin de intercambio con el mundo le
corresponde una necesidad bsica, que si no resulta satisfecha
quedar atrs en el desarrollo libidinal en forma de coraza
caracterial y somtica, disminuyendo la fuerza vital. Y las situaciones
futuras se abordarn primordialmente en funcin de esa necesidad
insatisfecha. Por ejemplo: en la zona ocular, la necesidad de
convalidacin y contacto con nuestra existencia; en la zona oral, la
alimentacin y el sostn; en la zona anal, el enraizamiento y el
autogobierno; en la zona genital, la autoafirmacin y la entrega84.

En este sentido es importante entender evolutivamente el tema


de los soportes y la falta de los mismos.
La madre es la primera encargada en mantener el estado
vibratorio de la energa del beb, en un estado de armona que
conduce al equilibrio bioenergtico y a la salud. El mismo se da a
travs de la resonancia vibratoria, de la empata intuitiva y de la
sintonizacin afectiva. Ejemplo: si el nio re con su madre, aprender
y conocer la alegra y la felicidad de vivir; si el nio juega con su
madre sabr hacer de su vida un juego; si el nio llora con su madre
no tendr miedo a las lgrimas, ni a lo que brota de su corazn. El
padre ms tarde contribuye a sellar la confianza del nio en s mismo.
La madre es la primera realidad del nio. Si se siente
bioenergticamente aniquilado, es a la madre a quien rechaza, pero
a la vez, a la realidad. Por ejemplo, madres con falso contacto que
ahogan al nio al no poder encontrar una distancia conveniente
entre el nio y ellas. El nio siente que el amor con el que ella lo
inunda, no vibra de una manera adecuada. Este amor basado en el
falso contacto, tiene efectos sobre el yo del nio, que invierte el flujo
de energa para sobrevivir, se aparta de su madre (que
simbiticamente lo persigue, le ahoga y, por lo tanto, lo rechaza), y
de esta manera se corta energticamente de la realidad. Esa energa
que se drena no va a estar ya disponible para la vida.
En este tipo de vnculos se genera en los nios un falso self (al
decir de D. Winnicott), en la medida en que la madre es incapaz de
ofrecer al beb ni el continente emocional ni la lnea evolutiva
necesarias85.
El nio tiene que poder descubrir y disfrutar la distancia que lo
separa de la madre. Poder ir aceptando la realidad de la existencia
del objeto, las distancias con l, la prdida de la posesin
omnipotente del objeto, etc.
84
D. Boadella, Corrientes de vida. Una introduccin a la Biosntesis; Paids,
Buenos Aires, 1993.
85
R. Lewis, The trauma of cephalic shock; The Clinical Journal of the International
Institute for Bioenergetic Analysis; vol 9 n 1.
En los laboratorios clnicos, a travs del trabajo del ritmo interno
en parejas, buscamos trabajar la resonancia vibratoria, surgiendo
directamente entre dos inconcientes, y la presencia emptica con el
otro, disminuyendo la posibilidad de induccin o interferencia. Es
importante que puedan analizar en su paciente toda ruptura de
contacto, especialmente con su profundidad, con sus propias
sensaciones vegetativas, incluso las ms imperceptibles, a travs de
la lectura de los micromovimientos.
El acompaamiento en este trabajo tiene que ser incondicional.
Si el paciente entra en un estado regresivo emocional debe sentirse
acompaado en todas las vicisitudes de la regresin o del desbloqueo
emocional. No debe sentirse solo. La presencia y la resonancia del
terapeuta le va a permitir avanzar en cada sesin un poco ms
profundo, hasta el momento en que su yo disponga de la fuerza
necesaria para afrontar la angustia mxima (segn cada estructura
caracterial habr un miedo bsico: a la desintegracin, al abandono, a
la traicin, etc.). Cada sesin teraputica debe ser, por lo tanto, un
nuevo escaln.

El alimento primordial del alma del beb es el placer


experimentado con su madre por su contacto. Por lo tanto hace falta
que la madre se autorice este placer y ningn super-yo debe
prohibrselo. Si no sabe darle esa prueba al beb y hacer que la
sienta, todo transcurre como si no lo amase, y algo en el beb muere.
En este mismo sentido, ela terapeuta al sentir placer al estar en
contacto con su paciente, contribuye con el inconciente del paciente
a percibir el placer y as disfrutarlo.
En este proceso es esencial que el inconciente del paciente (a
travs de la auto-posesin) pueda decir tengo derecho a gozar y a
ser amado, tengo derecho a mis sentimientos, a mi corazn, a mi
pelvis.
El vnculo entre el terapeuta y el paciente es el escenario donde
se ensaya un modelo de vnculo humano, esperanzador y amoroso,
por lo que el anlisis debe estar marcado por la vitalidad y la
espontaneidad. Este tipo de encuentro le permitir al paciente
reencontrarse, respetarse, entenderse, reanudar su crecimiento y
gozar de la vida, pero es un proceso donde no estn ajenas las crisis
de transformacin y maduracin del carcter. Cada crisis ser un
camino para la superacin de una condicin medrosa (el miedo a
morir, el miedo a no poder sobrevivir a una depresin profunda, el
miedo a perder las defensas contra la angustia de castracin, el
miedo al orgasmo, el miedo a la prdida de la auto-imagen, etc.).
Desde nuestra perspectiva bioenergtica, reichiana y libertaria
este proceso involucra adems el ayudar a vivir al extremo la rebelin
contra el miedo a la autoridad (contra los objetos internos, las
instituciones burocrticas, la cultura represiva y el poder), teniendo
especial cuidado con los peligros de las lneas de fuga (Gilles Deleuze
y Flix Guattari).
Este proyecto teraputico implica por un lado, facilitar al
paciente los soportes necesarios para que alcance la libertad que le
permita reivindicar su liberacin social, y por otro lado, ser sostn de
un nivel de gratificacin a travs de la recuperacin funcional
bioenergtica y el desarrollo psicoafectivo. Como deca
anteriormente, esa bsqueda de libertad, de desarrollo y de
recuperacin funcional tendr que ver con el (re)descubrimiento del
propio bioritmo. En la clnica bioenergtica es necesario seguir el
ritmo de su propio proceso. Y para ello es imprescindible contactar la
necesidad biolgica que est en el ncleo del organismo, atravesando
la camada superficial (la mscara) en donde est depositada la voz
de la cultura (el superyo). En este proceso descubrimos que existe
una enorme variacin entre los cuerpos de las personas que se ponen
a asistir. Por lo que parte de nuestra tarea esencial como terapeutas
es ayudar a los pacientes a seguir su propio ritmo biolgico, ms all
de las imgenes normativas, o los estereotipos culturales del mismo.

El psicoterapeuta bioenergtico reichiano debe trabajar con


mucha suavidad, esperando ser aceptado realmente, para poder
contribuir a rearmonizar la energa perturbada en su flujo natural. En
este sentido es fundamental un trabajo discriminatorio, en donde se
deje una distancia operativa entre el paciente y l. Dentro de esa
distancia (el entre medio conectivo que sostiene la posibilidad de la
efectuacin de los devenires) es donde se produce lo esencial del
trabajo.
Bioenergticamente hace falta asegurarse que se ha
establecido bien el contacto con el yo corporal y conciente del
paciente, para (de esta manera) incitarle a asumir la responsabilidad
de s mismo y de su proceso teraputico, sin proyectarla simplemente
sobre el analista.
Reencontrando una nueva y placentera realidad en el vnculo
psicoteraputico, el paciente comienza a transformarse. Como lo
desarrolla Alexander Lowen en El miedo a la vida, el miedo al amor
es la fuente de nuestras neurosis. Un yo fuerte no teme amar y
cuando uno siente que ama y que es amado, el amor nace por
sintona de vibraciones. Curar es volverse a amar y volverse capaz
de amar nuevamente.

La transformacin en el proceso teraputico (la cura) es un


fenmeno bioenergtico que desbloquea y rearmoniza la energa que
se ha congelado o vuelto catica por los traumatismos pasados. La
transformacin se produce en un campo bioenergtico que se percibe
transferencialmente como presencia, como conciencia, como
comunicacin, pero que en realidad es una energa que
(misteriosamente) se libera del acorazamiento. El psicoterapeuta
bioenergtico reichiano apuntala con su presencia ese campo,
polarizando este campo y dinamizando sus efectos. Para lo cual el
terapeuta debe haber resuelto sus propios conflictos energticos y
caracteriales para que no interfieran en las sesiones; debe conocer al
detalle las situaciones que lo descentran y lo desalinean; y su sistema
bioenergtico no puede estar congelado ni ser catico.

La clnica bioenergtica y reichiana es una terapia emocional.


Es decir, que el proceso psicoteraputico se sostiene en un sentir que
radica en los cuerpos. La emotividad de los terapeutas debe ser
estable y no puede estar congelada, para poder sentir y resonar junto
a los pacientes.

LA DIMENSIN TEMPORAL EN EL TRABAJO CLNICO

El trabajo con la dimensin temporal en la clnica nos va a


permitir desarrollar una dimensin tico-esttica: la de las
temporalidades y los procesos.
Para Stanley Keleman hay tres clases bsicas de tiempo que
podemos aprender a reconocer mi tiempo interno, su tiempo
externo y el tiempo compartido.

En un proceso teraputico el tiempo interno es el que necesita


el paciente para asimilar, para (re)aprender a pulsar y expresarse
emocionalmente, para resensibilizarse corporalmente, para volver a
obtener satisfaccin y placer en la cotidianeidad.
El tomar contacto con el ritmo interno implica trabajar
teraputicamente hacia un creciente contacto con uno mismo, con los
otros y con la naturaleza en general.
En la medida en que la finalidad de la psicoterapia
bioenergtica reichiana es contribuir a restituir a la persona a un
estado de auto-regulacin y pulsacin saludable, la dimensin
temporal adquirir importancia porque trabajamos con actividades
vitales bsicas, y las mismas tienen una esencia rtmica.

En la clnica bioenergtica siempre ser ms importante el


proceso de crecimiento teraputico que el producto.
En el proceso teraputico (tomando como base analtica los
aportes del esquizoanlisis de G. Deleuze y F. Guattari) nos
centramos en:
*la direccin en que la persona que est siendo ayudada desea
moverse,
*cmo produce el deseo,
*qu problemas confronta en ese movimiento,
*cules son los peligros en los nuevos pasos que est aspirando a
tomar al disponerse a hacerse cargo de su propia vida.
Esto no implica dar consejos ni directivas (siempre que un
terapeuta aconseja corre el peligro de equivocarse), sino posibilitar
que el paciente descubra y analice su direccin interna deseante y
sus pautas de repeticin. El rol del psicoterapeuta es el de soporte,
sostn y ayuda para que el propio paciente pueda dar los pasos de
crecimiento. En este sentido cada sesin (para ser una buena sesin)
debe ayudar al paciente a subir un escaln en su proceso de
crecimiento.

El movimiento que se produce en la terapia no tiene que ver


necesariamente con las metas del terapeuta, la finalidad puede
cambiar a medida que el proceso emerge; por eso es de importancia
primordial entender al paciente como persona, siendo siempre las
tcnicas de una importancia secundaria.
El trabajo bioenergtico con el cuerpo es el trabajo con la vida
(y en este sentido no es un trabajo tcnico). Uno cambia con las
tcnicas, pero tambin las tcnicas cambian con uno, as como
cambian las formas de vivirlas
Las tcnicas no pueden ser abstradas del contexto, y el
contexto est relacionado con los procesos. Las tcnicas adquieren o
no sentido en funcin de:
*el proceso teraputico en general: la auto-regulacin, el
restablecimiento de la pulsacin saludable, etc;
*los procesos particulares: enraizamiento, facing, centramiento, etc. y
*las temporalidades que se despliegan en el mismo: de la propia
interaccin teraputica, de la profundidad, de la duracin y de la
intensidad de la transferencia, de cmo los cambios en la sesin
-abreacciones, insights, etc.- pueden ser traducidos posteriormente
en acontecimientos vitales.

En este sentido de temporalidad, la duracin del tratamiento no


garantiza el proceso. Por s solo el tiempo no logra nada. Tal como lo
plantea W. Reich en el captulo de Tcnica deAnlisis del carcter,
depositar la confianza en la duracin del tratamiento adquiere sentido
si el anlisis progresa: es decir, si podemos cotejar transformaciones
saludables en la cotidianeidad del paciente, en la flexibilizacin de su
coraza y en la auto-regulacin de su sistema bioenergtico.

Es importante tomar en cuenta que las tcnicas que se


despliegan fuera del contexto de los procesos y las temporalidades,
pueden producir efectos:
*anticipatorios: al diagramar a priori el campo en que van a ser
utilizadas, pautando la experiencia de manera en que slo se
persiguen los objetivos previamente buscados;
*manipulativos: funcionando desde un ejercicio de poder del
terapeuta contra, sobre o sin el cuerpo emocional del paciente,
produciendo un rgimen de conocimientos y de saber cerrado;
*resistenciales: al ser utilizadas mecnicamente como ejercicios
gimnsticos, o produciendo catarsis mimticas que anulan la energa
necesaria para que la emocin logre estructurarse y surgir
espontneamente, impidiendo al organismo recobrar la funcionalidad
perdida (F. Navarro, X. Serrano).
La dimensin temporal desarrollada en la clnica bioenergtica
propone una centracin psicocorporal en la experiencia presente
individual y/o colectiva, en sus articulaciones con la memoria y con la
perspectiva imaginaria del futuro. Esta dimensin es atravesada por
el ritmo propio de los flujos y los reflujos bioenergticos (streamings),
por lo que desterritorializa la temporalidad de su dimensin ms
mecnica y concreta. Por ejemplo: los grupos son, en este sentido,
siempre fugaces. La manera con que manejamos esa fugacidad (sus
lmites, su mortalidad) y cmo lidiamos con las configuraciones de las
formas que se desarrollan en la grupalidad, son uno de los
componentes fundamentales del trabajo grupal.

Manejamos distintos tiempos en el trabajo individual y/o grupal.


El tiempo externo va a estar marcado por lo social y lo
ambiental. Es el tiempo en el que se espera que respondamos. El
tiempo en el que somos medidos, cronometrados, sobre los que
pesan los medios del buen encauzamiento descriptos por Michel
Foucault: el examen, la vigilancia jerrquica y la sancin
normalizadora. Esta temporalidad disciplinaria opera social y
polticamente como tecnologa poltica de los cuerpos, buscando
convertir los cuerpos humanos en fuerza til: cuerpos productivos y
sometidos.
En este tiempo externo operan los cuerpos sociales y polticos
como el conjunto de elementos materiales y tcnicos que sirven de
vas de comunicacin y subjetivacin, de herramientas y puntos de
apoyo, a las relaciones de poder para diagramar los cuerpos humanos
(y eventualmente dominarlos), haciendo de los mismos objetos de
saber. Este tiempo externo caracterstico de las sociedades
disciplinarias (que paulatinamente vamos dejando de ser) se acopla
con la temporalidad externa de las sociedades de control descritas
por Gilles Deleuze: la velocidad y la sobre-estimulacin de la cultura
fast.

El concepto de temporalidades nos va a permitir pensar, en el


ejercicio clnico, la forma en que se inscriben corporalmente los
procesos de subjetivacin.

Para Friedrich Nietzsche el tiempo es el del eterno retorno:


hagas lo que hagas, el tiempo borra todo y te ubica en el mismo lugar
cada maana. Efecto exasperante de la coraza caracterial: nos vemos
obligados, inconcientemente, a repetir momentos distintos de lo
mismo. La repeticin de la concepcin circular y cclica del tiempo,
nos muestra al desnudo la negatividad de nuestro comportamiento.
Zaratustra encuentra una clave tica para liberarse del cautiverio al
que el tiempo lo tiene sometido: el comportamiento activo y positivo.
Si voy a verme condenado cada da a repetir los mismos hechos, voy
a realizarlos en forma afirmativa, procurando que doten de felicidad y
alegra a mi vida. Hacerse cargo de la propia vida implica,
necesariamente, pensar una nueva temporalidad: la contra memoria.
Qu significara en nuestra vida una oportunidad tal? Aadir o
cambiar lo que por vagueza, desconocimiento o miedo dejamos de
hacer; borrar todo lo que hicimos en un mal momento; hacer o
deshacer segn nuestra propia vitalidad, desde la perspectiva que en
el momento actual nos ofrece la vida.
Ejemplo de cartografa en un paciente: qu borrara y qu
aadira en su vida? Comprobar las modificaciones que introducira en
su vida es un buen test para sopesar su grado actual de felicidad.

En oposicin al concepto de tiempo cronolgico (cronos: el


tiempo reversible del presente que nos condena a pensarnos en
funcin de la identidad del ser) y en oposicin al concepto de
memoria (mnemosyne: el tiempo absoluto de los mitos, de la
burocracia, de los archivistas, del poder y de la tradicin), podemos
pensar la historia de un paciente en funcin de sus tiempos de
duracin, cualitativos e intensivos. Pensar a un paciente en funcin de
un proceso, pone en juego las distintas temporalidades que
componen su actualidad: sus devenires, su potencia de afectar y de
ser afectado, su poder de conjugacin y de conexin en la pragmtica
de los encuentros. El devenir ser entonces lo que convierte el
trayecto ms mmino, o incluso una inmovilidad sin desplazamiento,
en un viaje. Y el trayecto es lo que convierte lo imaginario en un
devenir. Los dos mapas, el de los trayectos y el de los afectos,
remiten el uno al otro (G. Deleuze).

Clnicamente nos interesa poder revelar donde est el conflicto


temporal y de qu forma se ha constituido el tiempo
psicocorporalmente. El conflicto se produce cuando otro cuerpo
(humano, social, poltico, institucional) quiere que nos movamos ms
rpido o ms despacio de lo que nosotros queremos o podemos.
Ejemplo 1: pedaggicamente, el conflicto en el aprendizaje
surge de la imposicin de la velocidad de otro (generalmente el
tiempo pblico) sobre la propia velocidad de asimilacin (el tiempo
propio).
Ejemplo 2: en la dictadura, se intent inmovilizar el
pensamiento crtico aboliendo, censurando y reprimiendo el
movimiento entre los cuerpos.
Ejemplo 3: en la actualidad, la cultura de comunicaciones
totales e inmediatas (fax mdem, correo electrnico, internet,
televisin interactiva, telfonos celulares, satlites
telegeoestacionarios, etc.) ha desplazado la lgica y la nocin de
comunidad del territorio fsico, en funcin de la instantaneidad, la
vertiginosidad y la velocidad de la tcnica.
Estas distintas temporalidades generan diversos procesos de
subjetivacin (de sentir, de pensar, de actuar) y diversos regmenes
de afeccin entre los cuerpos.
Ejemplo 4: la temporalidad rural ligada a los ciclos de la
naturaleza va a ser completamente diferente a la temporalidad en las
ciudades. El hiperdesarrollo urbano (inmanente al desarrollo del
capitalismo) ha generado una lgica temporal de prepotencia urbana
que produce nuevas formas de desencuentro, de evitacin y de
ejercicio de la violencia entre los cuerpos.

En toda estructura caracterial encontramos un problema o una


alteracin con el tiempo. Esta dimensin temporal en los cuerpos est
relacionada (bioenergticamente) a las funciones musculares
emocionales.
As como la inteligencia orgnica se refleja en la memoria
intelectual, fijada en la clula nerviosa, clnicamente poseemos una
memoria emocional inscripta en la estructura muscular. Desde la
perspectiva de investigacin reichiana cada segmento de la coraza
muscular, cada zona bioenergtica tiene una correlacin con un
tiempo histrico y con una situacin psicodinmica bsica (F. Navarro,
X. Serrano).

Cuando comenzamos a sentir la manera en que configuramos


las temporalidades vemos que existen distintas clases de tiempo, las
cuales experimentamos cotidianamente y las cuales estn
organizadas en nuestro cuerpo. Existe un tiempo religioso (el tiempo
previo de la confesin, el tiempo exttico de la meditacin y del rezo),
existe un tiempo institucional pblico (el tiempo de la inscripcin a los
cursos, de los grupos prcticos, de los parciales y exmenes, de la
entrega de la monografa y la tesis final), existe un tiempo emocional
(el tiempo intensivo del acto amoroso, de los distintos momentos de
excitacin que llevan al movimiento y a la respiracin armnica del
orgasmo compartido; el tiempo resignado y depresivo de la pena sin
resolver en el enfermo de cncer, donde prevalece la prdida de un
sentido de futuro), etc.
Cada uno vive en muchos tiempos distintos y el tiempo de cada
uno es diferente: por eso la dimensin temporal en el trabajo clnico
es una dimensin tica.

El tiempo compartido (por ejemplo: en una pareja, en una


sesin teraputica, en una amistad, en una familia, etc.) es un tiempo
cualitativamente intensivo, en donde los ritmos desplegados no son ni
plenamente ideales, ni plenamente mos.
En el trabajo con grupos el tiempo de la vivencia no es el
tiempo del reloj marcado por los criterios y las exigencias del
productivismo. En la medida en que se produce una inmovilizacin
del tiempo externo, una mayor influencia del tiempo interno de la
experiencia psicocorporal de las personas, de la vivencia de sus
encuentros y de la vivencia del colectivo grupal, podemos hablar
tambin de un tiempo compartido. En ese tiempo (interno y
compartido) existe fundamentalmente un ritmo y un orden orgnico.
El grupo bioenergtico es, por lo tanto, el espacio posible de la
vivencia compartida, del contacto con el tiempo orgnico y con el
ritmo interno.
La distorsin de nuestro ritmo interno produce un desequilibrio
psicocorporal que puede derivar en enfermedades orgnicas. Se
come demasiado rpido y mal. Se vive sobre-estimulado
sexualmente, pero no se le dedica tiempo a la intimidad y al contacto
amoroso ms all de las coordenadas mecnicas y burguesas del
tiempo capitalista, lo que produce ansiedad e insatisfaccin sexual.
Se tarda demasiado en expresar la bronca y eso da lugar a
contracciones y tensiones que se retuercen en el interior de los
cuerpos. Hasta la vida celular basal est alterada por los estimulantes
y las drogas qumicas que aceleran o frenan los ritmos vitales.
Se ha perdido el ritmo natural.
La vida bioenergtica es el tiempo de mi proceso conmigo
mismo, con los dems y con el universo. El tiempo determina mi
relacin conmigo, con la comunidad y con la naturaleza en general.
La intimidad y el contacto tienen una variedad de formas y tiempos,
desde los cuales se puede reducir los patrones de estrs y de
conflicto emocional. Creo firmemente que parte del entrenamiento
teraputico (tanto para el paciente como para el psicoterapeuta)
consiste en aprender a esperar. Tener fe en la naturaleza, en el
cuerpo.
Cuando aprendemos algo acerca de nuestros propios ritmos y
pulsaciones (las leyes de nuestro tiempo), y slo entonces, captamos
la esencia de la libertad real.
Pese a los cambios en las temporalidades de nuestra cultura, el
orgasmo sigue siendo el momento sin tiempo en el que un exceso de
vitalidad del cuerpo (de intensidad y de salud) genera un abandono
de la hegemona mental.

CUERPO AMOROSO, CUERPO LIBIDINAL:


EL TRABAJO EN LA CLNICA BIOENERGTICA
CON EL CUERPO MASCULINO Y CON EL CUERPO
FEMENINO

Cuando trabajamos el cuerpo amoroso en la clnica


bioenergtica, realizamos un diagnstico y una estrategia de
intervencin a partir de la organizacin corporal particular del
paciente, lo que implica una relacin entre el proceso de
acorazamiento y la potencia orgstica (el grado y la posibilidad de
descarga de la excitacin sexual por medio de contracciones
involuntarias y placenteras del cuerpo). Esta descarga tiene un
potencial teraputico curativo, y cuando est alterada se manifiesta
sintomticamente a travs de la ansiedad sexual, disminuyendo las
capacidades de trabajo, de estudio, de creacin, de encuentro con el
otro, de respuestas operativas con el medio, etc.

La neurosis, desde la perspectiva reichiana es consecuencia de


la estasis sexual no descargada, que produce un aumento de la
ansiedad. Por lo cual el proceso teraputico reichiano, se basa en un
proceso de flexibilizacin de la coraza para el restablecimiento de los
procesos rtmicos (metablicos, perceptivos, cardacos, nerviosos),
para que el paciente se reencuentre con el libre fluir de las
sensaciones vegetativas.
En la medida en que inmovilizan al cuerpo, las tensiones
musculares crnicas reducen la capacidad de sentir placer. Segn Al.
Lowen el aspecto biolgico de la coraza (flexible y mvil, o por el
contrario rgida y crnica) est directamente relacionado con la
capacidad de sentir intensamente o de disminuir, por el contrario, las
sensaciones de placer. Para lo cual se hace necesario distinguir entre
lo que representa una coraza mvil y una coraza crnica. La primera
es flexible, integradora, expresiva, y se manifiesta, por un lado, en la
capacidad de contacto de la persona (su estado energtico de
percepcin ampliado, su buena conexin entre el mundo interno y el
mundo externo, su reconocimiento de las capacidades personales,
etc.), y por otro lado, en la potencia orgstica (la capacidad de
entrega profunda, desinhibida, al flujo de la energa biolgica). La
segunda es una expresin de la defensa narcisista, y como sabemos,
cuanto ms narcisista es una persona menos capacidad de entrega
amorosa tiene.
Al. Lowen (en su ensayo sobre el narcisismo como negacin del
verdadero self) nos muestra el papel de la defensa narcisstica en los
procesos de acorazamiento. Tomando como ejemplo la novela El
retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde, vemos que cuando se pierde
la sensibilidad afectiva, la vida cotidiana se puede transformar en una
pequea muerte cotidiana, donde uno pasa a travs de la vida como
si pasara por las vitrinas de un shopping center.

Los patrones de conducta neurtica de cada poca reflejan


siempre la interaccin de distintas fuerzas culturales: el cuerpo
masculino vs. el cuerpo femenino, los cuerpos instituidos vs. los
cuerpos instituyentes, etc.
El siglo pasado, en el que naci W. Reich, fue el siglo de la
represin sexual; en la actualidad podramos decir que vivimos el
siglo del culto al narcisismo. Las histricas de Freud fueron un
emergente, entre otras cosas, de la condenacin de la excitacin
sexual, de la histerizacin desde la ciencia sexual del cuerpo de la
mujer, de la pedagogizacin de la sexualidad de los nios, de la
psiquiatrizacin de las sexualidades perifricas (M. Foucault). Estos
dispositivos se transformaron histricamente en una barrera de
contencin y de bloqueo de los sentimientos y las expresiones
sexuales, produciendo la emergencia de la histeria como sntoma con
una raz sexual (desmayos, parlisis, condensaciones, etc.). La
sexualidad victoriana aun vigente a fines del siglo pasado y a
principios del corriente, se sostena en una slida y en una rgida
estructura de clases, basada en el respeto a la autoridad y el orden
establecido. Segn lo desarrolla la lnea de investigacin freudiana
esto gener un superyo estricto y severo, que limit e inhibi la
expresin de la sexualidad, provocando fuertes sentimientos de culpa
y de ansiedad. En la actualidad mucha menos gente sufre
inconcientemente de culpa o ansiedad en su sexualidad, pero (por el
contrario) se queja de su incapacidad de funcionar sexualmente o de
su miedo a fallar en el desempeo sexual. La hipersensibilidad y la
ansiedad del amor sin sexo, han derivado en la insensibilidad y en la
depresin del sexo sin amor.
En nuestra cultura (en nuestro pas fundamentalmente a partir
de fines de los 80) se produjo un resquebrajamiento de la autoridad,
tanto dentro como fuera del hogar. La mojigatera y la represin
sexual de las generaciones pasadas, se transformaron socialmente en
nuevos emergentes: proliferacin discursiva sexual, exhibicionismo
corporal, seduccin a travs de la imagen, mayor oferta y demanda
de actividad sexual (con un mayor o menor grado de
institucionalizacin).

Se produce una relacin curiosa entre estmulos e imgenes


sexuales: se da un incremento de las imgenes y de la actividad
sexual, pero no se corresponde con una mayor entrega a los
sentimientos y a las sensaciones sexuales. La actual hipererotizacin
de nuestra sociedad no slo deviene en una paradoja idntica: el
deseo de decir la verdad del deseo, el deseo de neutralizar al sexo
por el sexo. Parecera que los cuerposmodernos son el emergente de
un rgimen de afeccin donde se siente y se entrega menos, pero a
su vez, paradjicamente, se necesitan cada vez mayor cantidad de
estmulos sexuales. Clnicamente, podramos decir que cuanto menos
vivo est un cuerpo ms estmulos necesita; por otro lado, la
sobrecarga reduce la capacidad del individuo para hacer frente a
nuevas situaciones si no es de manera superficial.

G. Lapassade en su libro La Bio-Energa. Ensayo sobre la obra


de W. Reich muestra que, desde el punto de vista torico-prctico,
existe una diferencia significativa entre la concepcin freudiana y la
concepcin reichiana de la sexualidad.

Para el pensamiento freudiano lo ms importante es la relacin


entre recuerdo y sntoma. Preguntndose sobre la causalidad de los
sntomas neurticos, S. Freud formul la hiptesis de que los
sntomas podan ser el sustituto de los recuerdos olvidados y vueltos
inconcientes, asimilando esos recuerdos a los recuerdos de impulsos
sexuales. El impulso sexual conciente al tropezar con la represin del
deseo (sus prohibiciones), en lugar de ser olvidado y desaparecer, es
rechazado (subsistiendo en el inconciente) y transformndose en
fantasma (que asegura una satisfaccin imaginaria de la pulsin). El
fantasma, por lo tanto, es inconciente, y el sntoma (la conducta del
neurtico) es el sustituto del fantasma en la vida cotidiana conciente
(que guarda las huellas del fantasma, y a travs de l, de la pulsin
original, de una manera compatible con las prohibiciones sociales).

Para el pensamiento reichiano la represin no es ms que una


prohibicin moral, la prohibicin de una representacin. Es un acto
biolgico y social que impide las manifestaciones fsicas del amor
buscadas por el organismo. La teraputica reichiana se basa en el
restablecimiento de la capacidad natural de amar del organismo, para
lo cual los sntomas (derivados de los trastornos de la potencia
orgstica) son abordados directamente, tanto en la dimensin fsica
como en la psquica (identidad funcional), por lo que se hace
necesario, desde esta lnea de investigacin, poder visualizar y
enunciar cmo se inscribe el poder y la cultura en los cuerpos. En
este sentido, los fantasmas no son la imagen de un deseo reprimido,
sino manifestaciones secundarias del sntoma, formas sustitutivas de
satisfaccin de un deseo biolgico, fsicamente bloqueado. La
terapetica reichiana, cambia la lgica freudiana dndole la palabra
al cuerpo, buscando restaurar las condiciones biolgicas y psquicas
del deseo original bloqueado, por medio de una accin tanto somtica
como psquica, que busca descomponer la obra de la represin. -ver
figura 4-

Desde el punto de vista reichiano la coraza fsica ser la


contrapartida de los conflictos emocionales, siendo las tensiones
musculares crnicas la organizacin corporal particular en donde se
encierran las reacciones emocionales. La constitucin muscular de un
paciente ser, por lo tanto, la cristalizacin de su historia y el lugar
donde la memoria de lo vivido estar grabada en el organismo86.

figura 4

Esquema freudiano

Recuerdo
86
(representac
En trminos neo-reichianos hablamos de negatividad al referirnos a los bloqueos
Represin
in
y tensiones musculares crnicas que impiden, tanto el libre fluir de las corrientes
energticas, como el pleno registro de las sensaciones emotivas y el desarrollo de
conciente
las funciones biolgicas. Hablamos de emociones negativas cuando hacemos
del
referencia a los afectos que, al quedar reprimidos y ligados en la coraza muscular,
se encuentran en una camada profunda de la personalidad (la segunda camada).
Esta zona (llamada por Pierrakos lower self) es muy poderosa, al estar cargada por
una gran cantidad de energa.
Fantasma
s
(inconcient
es)

Sntomas
somtico
s

Esquema reichiano

Deseo bio-
psicolgico
Represin
(bsqueda de (moral y
experiencias material)
fsicas de

Sntomas
(Trastornos
orgsmicos,
coraza somtica,
coraza

Fantasmas
(representaciones
inconcientes)

En sus ensayos sobre el cuerpo amoroso (en un enfoque neo-


reichiano desde la Biosntesis y desde el Anlisis Bioenergtico) la
Dra. Liliana Acero desarrolla cuales son las alteraciones energtico-
emotivas ms frecuentes en la sexualidad del adulto latino87.
En trminos generales, la problemtica ms frecuente que se
encuentra en los procesos teraputicos es el corte entre corazn y
pelvis88. La coraza torcica (corazn, hombros, brazos, manos, etc.)
se manifiesta en contradiccin de la coraza plvica (genitales, ano,
pies, piernas, etc.). Esta escisin la percibimos clnicamente, por
ejemplo:
-en una respiracin fragmentada torcica o abdominal, en
donde el flujo respiratorio rara vez llega a la pelvis, para producir
sensaciones placenteras en los rganos genitales;
-en un pecho demasiado rgido o muy cncavo;
-en una pelvis congelada en retraccin o desafiante en
protraccin, congelada hacia arriba o colapsada;
-en los tejidos flccidos y visiblemente blandos en los glteos;
-en la prdida de flexibilidad, de agilidad y de apertura en las
piernas, etc.

Desde S. Freud en adelante la sexualidad tiene que ver con el


crecimiento de la vida psquica del ser humano, designando una vida
pulsional que implica el desarrollo evolutivo de una serie de
excitaciones y de actitudes, desde la ms temprana infancia. La
sexualidad, desde la perspectiva psicoanaltica, no refiere slo a las
caractersticas fcticas de los actos amorosos de la vida adulta, sino
que pertenece histricamente a la vida del sujeto.

Bioenergticamente, vamos a trabajar la sexualidad como una


expresin total del ser. En este sentido podemos hacer una
equivalencia funcional entre libertad de expresin y libertad sexual: la
sexualidad de una persona ser ms libre cuanto mayor grado de
expresin de sus sentimientos tenga. Teraputicamente, cuanto ms
se ayuda a un paciente a sentir y a expresar sus emociones ms
completa va a ser su vida sexual. Por ejempo: en un paciente
depresivo, en forma paralela al trabajo sobre las ilusiones, el
restablecimiento de la fe corporal y de su poder de sustitucin, es
fundamental desarrollar una estrategia teraputica que le permita
expresar las dos emociones negativas presentes en toda depresin
(la tristeza y la bronca).

En la dimensin clnica sabemos que todo lo que no se haya


resuelto en el cuerpo de uno, se puede reactivar con el de nuestra
pareja. Sabemos tambin que las elecciones de pareja no van a ser
para nada ingenuas. Por ejemplo: un hombre parcialmente impotente
va a elegir una mujer frgida y viceversa. Es decir que todo bloqueo
sexual y toda armonizacin incompleta, dificultan el encuentro y la

87
Liliana Acero, El cuerpo amoroso: un enfoque desde la Biosntesis y el Anlisis
Bioenergtico; Ficha de la Fundacin Centro de Biosntesis.
88
Desde el punto de vista reichiano la zona plvica es desde donde nace la vida, y
la zona torcica es desde donde se posibilita el crecimiento vital.
armonizacin entre dos, perturbando el placer y la sensacin de
fusin y de unidad con el cuerpo amoroso y pulsional de otros.
En la dimensin clnica el trabajo bioenergtico con las parejas
implica el poder revivir y descargar, dentro de la situacin y del
vnculo psicoteraputico, el profundo miedo entre las dos personas.
Este proceso nos lleva a evaluar la relacin entre la necesidad y la
capacidad de entrega, y entre el deseo y la dificultad de entrega en la
pareja, e implica adems:
-la aceptacin de sus negatividades (sus miedos, su tristeza, su
rabia: el contacto con sus corazones heridos);
-el (lento) descongelamiento de los sentimientos, que lleva a
revivir historias congeladas conjuntamente;
-la autoafirmacin de los pacientes en su corazn;
-el enraizamiento de las sensaciones sexuales y tiernas en las
zonas torcica y pelviana, y en los pies y piernas;
-el centramiento en la onda respiratoria para completar y
afianzar la integracin afectivo-emocional, el equilibrio en la
relacin vegetativa entre inspiracin y espiracin (que lleva a
profundizar y armonizar al pecho y al abdomen hasta que se
retomen las sensaciones pelvianas de un modo ms sutil e
intenso); etc.

Bioenergticamente sabemos que la satisfaccin sexual no


resulta de los movimientos voluntarios sino de los involuntarios. Para
lo cual, para dejar que los movimientos fluyan libremente, es
necesario un abandono momentneo del control.
Al. Lowen plantea que este movimiento se produce en la
integracin de dos vas:
1. Agresin: es la corriente de sensacin a lo largo de la parte
posterior del cuerpo. Expresa el impulso de alcanzar, de golpear, de
avanzar hacia algo o apartarse de algo.
2. Anhelo: es la corriente de sensacin a lo largo de la parte
anterior del cuerpo. Expresa el deseo de contacto.
En la relacin entre el hombre y la mujer estas corrientes se
agencian en una relacin muy interdependiente. Por ejemplo, es
frecuente que el orgasmo en el hombre provoque el clmax en la
mujer y viceversa; pero tambin es importante que as como un
hombre sea firme y fuerte en ocasiones, se permita ser suave y tierno
en otras.

Sabemos adems desde la Psicologa Social que la sexualidad


est constituida y producida social e histricamente. Esta produccin
se expresa en significaciones imaginarias sociales (cotidianas,
cientficas, artsticas, econmicas, legislativas, etc.), que simbolizan
cmo la sociedad piensa, siente y vive su sexualidad, es decir, cmo
produce su subjetividad sexual.

M. Foucault en sus brillantes ensayos genealgicos sobre la


historia de la sexualidad muestra cmo los discursos sobre el sexo
son una prctica del poder que le permite construir identidades. En
La voluntad de saber el filsofo francs analiza la manera en que,
en los siglos XVIII y XIX, la figura del mdico comienza a sustituir a la
del sacerdote. Al psiquiatrizarse el control de las sexualidades
perifricas, se generan dispositivos de examen y prescripcin de los
comportamientos sexuales en la vida privada de las personas,
sostenindose los mismos en un discurso clasificatorio.
Este movimiento implica un desplazamiento de los dispositivos
pre-cientficos de confesin a nuevas modalidades de produccin de
sexualidad (la produccin sexual de identidad), monopolizadas desde
el poder discursivo de la medicina. Es decir que el sexo comenzar a
aparecer como un lugar de la verdad: siendo aquello de lo cual hay
que producir una verdad, y siendo el lugar donde est la verdad del
sujeto. La identidad sexual del sujeto se constituir desde el discurso
mdico verdadero, que tratar de descubrir lo sexual que est oculto,
ocupando lo sexual la clave de lo que realmente somos. Este nuevo
dispositivo de sexualidad, que se sostiene en la ciencia sexual (la
voluntad de generar un saber sobre el sexo), produce como efecto un
sujeto preocupado por decir qu es l a travs de su sexo,
convirtindose la sexualidad en el foco de una voluntad de saber.

G. Deleuze y F. Guattari en sus obras sobre capitalismo y


esquizofrenia prcticamente no hablan de sexualidad pero s de
deseo, en la medida en que su discurso busca desterritorializar los
problemas vitales de creacin de las funciones fisiolgicas y
reproductivas. En este sentido, estudian la forma en que la sexualidad
es normalizada, utilizada e incorporada en la constitucin de la fuerza
colectiva de trabajo y en la produccin de consumidores, que
producen como efecto la reduccin del sentimiento amoroso a la
apropiacin del cuerpo del otro (su sentir, sus devenires, su imagen,
etc.) y a la constitucin de territorios y subjetividades cerradas y
opacas.

Las marcas de la socializacin y de los discursos verdaderos


sobre el sexo, quedarn alojados en los cuerpos, en la medida en que
los regmenes afectivos autoritarios, represivos y consumistas
producen regmenes de afeccin basados en sistemas de
culpabilizacin y de vergenza, en donde se nos exigen
comportamientos estereotipados.
As es que, pensando en trminos de una micropoltica del
deseo, podemos hablar de un cuerpo masculino en oposicin a un
cuerpo femenino. El primero ejerciendo social e histricamente un
poder que intenta someter al cuerpo femenino:
-anexionndolo a su propia fantasmtica (por ejemplo, por
medio de la exigencia de la encarnacin en imgenes
deseadas: en la publicidad, en la pornografa, etc.);
-reterritorializando la complejidad del deseo en las normas
universales de la sexualidad flico-centrista a travs de
discursos cientficos que niegan la diversidad deseante (por
ejemplo, a travs de la centralizacin del goce en los rganos
genitales);
-generando un conjunto de conductas programadas (a travs de
la sexologa, las terapias comportamentales, etc.) que intentan
fijar la produccin deseante en espacios controlables (por
ejemplo, el desplazamiento del derecho del orgasmo por el
deber al orgasmo)89, etc.

Bioenergticamente encontramos patrones tpicos de


acorazamiento en los cuerpos masculinos. En su estructura corporal
se puede percibir, en trminos generales, un tringulo con la base
invertida que se expresa en:

-la mirada fra,


-el cuello corto y la cabeza excesivamente sobrecargada,
-la espalda ancha cargada hacia atrs,
-el pecho inflado y los brazos fuertes (pero actuando slo como
pndulos a los lados del cuerpo),
-la cintura constreida,
-la caja pelviana ms pequea, las piernas fuertes pero poco
sensibles,
-la musculatura tensa y desarrollada, debido al esfuerzo para
sujetar y dominar sus sentimientos.

Esta estructura corporal es la emergencia de un cuerpo que


protegi al corazn de heridas graves (por ejemplo, un nio seducido
y abandonado por su madre, luego no apoyado por su padre y que, en
experiencias evolutivas posteriores, ve repetidas estas amenazas de
traicin). Luego como adulto, este nio decide no rendirse, llevndose
al mundo por delante desde el pecho, pero tampoco entregndose al
amor, en la medida en que calcular con desconfianza el contacto
amoroso, porque siente mucho riesgo de mostrarse vulnerable,
adoptando la mscara social del cazador que sale a cazar su presa
(reproduciendo as su historia de seduccin)90. Guiado por el poder en
lugar de la potencia, por la conquista amorosa cuyo fin es la
eyaculacin, busca evitar su fragilidad adquiriendo sensaciones de
dominio sobre la mujer. La imagen narcisista de macho latino (del
hombre macho) con su manifestacin exagerada de virilidad,
expresa una estrategia conciente o inconciente de seduccin. Esta
imagen surge como compensacin por una percepcin inadecuada de
su masculinidad que tiene como objeto atraer a las mujeres91. Al.
Lowen dice al respecto: al poner nfasis en la fuerza viril, esa imagen
da idea de potencia sexual, con lo que ofrece la promesa de satisfaccin
sexual para una mujer. Pero esa promesa es falsa, como ya hemos visto,
porque la imagen contradice a la realidad. Cualquier hombre que depende

89
Ver el ensayo de quien suscribe Control y sexualidad. El devenir mujer en Los
Cuerpos Invisibles (Eds. Multiplicidades-CEUP) o en la revista Relaciones nro. 154.
90
Ver el cap. Amor, territrios de desejo e uma nova suavidade en Micropoltica.
Cartografas do desejo de Flix Guattari y Suely Rolnik (Eds. Vozes).
91
Ver la vieta clnica de quien suscribe: Qu pasa cuando yo ya no soy yo?. El
problema de la identidad masculina en Anlisis Bioenergtico. Devenires
corporales de la clnica y de la pedagoga (Eds. CEUP).
. Ser
de una imagen para atraer a la mujer, no es sexualmente potente 92

hombre, desde esta posicin, implica afirmarse para dominar, sutil


o abiertamente.

Esta estructura somtica y caracterial del cuerpo masculino


como rgimen afectivo, puede desarrollar disfunciones tales como
eyaculacin precoz o retardada, semipotencia, impotencia parcial o
impotencia, pero independientemente de la gravedad de la
sintomatologa sexual, la falta de corrientes vegetativas en la pelvis y
en el corazn, el bloqueo cervical y diafragmtico predominantes, y la
carga de rabia y de miedo condensadas en la espalda y en la pelvis,
le impedirn expresar y/o experimentar sensaciones profundas de
fusin con el otro.

Caracterialmente su existencia est marcada por los dualismos


xito vs. fracaso, reconocimiento vs. esterilidad, oscilando su vida
entre la hiperaccin y la depresin. La expresin caractereolgica de
vivir el sexo sin amor le da una sensacin de poder que le permite
negar el miedo a las mujeres, pero en un nivel profundo no le da
ningn grado de satisfaccin, ni de placer orgstico. La dificultad de
los hombres a entregarse afectivamente en el acto amoroso, implica
una resistencia a tomar contacto con la vulnerabilidad, el desamparo,
la sumisin, etc. Al negar estos sentimientos, se intenta negar
correlativamente el miedo al abandono. Pero es muy difcil protegerse
indefinidamente desde estos juegos de poder, ya que estos mismos
juegos terminan socavando las relaciones, pudiendo derivar en la
prdida del objeto de deseo. Esta prdida hara que nuevamente las
heridas salieran a la superficie, revelndose (de esta manera) el
poder que crean tener, como una ilusin.

En sus trabajos sobre sexualidad Al. Lowen muestra que el


hecho de negar la propia vulnerabilidad no la elimina, sino que
simplemente la transfiere de la superficie al centro del organismo, del
yo al corazn (que se vuelve susceptible de sufrir un ataque)93.
Bioenergticamente el auto-control masculino representa un
miedo a los sentimientos del corazn, y en un nivel profundo el miedo
al corazn es idntico al miedo al sexo opuesto.

Teraputicamente, el contacto con las sensaciones placenteras


se logra luego de deshacer muchas camadas de hostilidad y
desconfianza. Entregarse al corazn implica poder entregarse al
propio yo, al deseo de amar y de ser amado que pulsa desde nuestra
primera camada (el higher self, el CORE). No significa entregarse
compulsivamente a la otra persona, sino que implica aumentar el
grado de auto-posesin.

92
Cap. Seduccin y manipulacin del libro Narcisismo o la negacin de nuestro
verdadero ser (Alexander Lowen; Editorial Paz Mexico).
93
Ver Amor e Orgasmo de Alexander Lowen (Summus Ed.) y El caso del corazn
roto de John Pierrakos (Publcs. Fundacin Centro de Biosntesis).
Analticamente se debe trabajar histricamente la formacin del
carcter, las situaciones donde se gener un sentimiento de traicin,
a partir de las cuales aun se protege defensivamente. Es importante
ver, por un lado, cuales son las experiencias actuales en su
sexualidad, y por otro, cuales han sido las primeras experiencias con
relacin a la prdida de amor (la extensin y la intensidad de la
frustracin, el sexo de la persona que a nivel infantil ejerci el
principal papel de frustrador, etc).
La Dra. Liliana Acero propone fortalecer en el proceso
teraputico la autoestima, antes de abordar la conexin entre el
corazn y la pelvis. Recuperar la autoestima posibilitara abrir el
corazn hacia lo humano, tomar contacto con el dolor de s y de los
otros. A travs de un trabajo sobre la zona ocular y cervical poder
transformar los lugares persecutorios y de control en espacios de
mirada, de comunicacin, de contacto y de apertura. De no realizarse
este trabajo se corre el riesgo de la repeticin caracterial a travs de
acting-out sdicos, que se expresaran en una bsqueda de dominio
(en los actos de tocar, de penetrar, etc.) y que impediran la
experiencia de placer y la entrega compartida.

Siguiendo los lineamientos de la investigacin reichiana se


ayuda al cuerpo masculino a integrar la vulnerabilidad con la
potencia.
Luego de producir un proceso de apertura torcica donde se
permite sentir en el alma la resonancia con el sentir ajeno (Por
ejemplo: poder expresar compasin y tristeza frente al dolor) se pasa
a trabajar con el miedo y con la liberacin de bronca y de ansiedad
sexual, alojada esencialmente en la zona diafragmtica y en la pelvis.

Lowen aconseja estudiar la historia de la infancia para averiguar


porqu y cmo, un cuerpo masculino sufri una prdida de su
virilidad, para ayudarlo a liberar las fijaciones que lo atan a su
pasado. Pone como ejemplo el hecho de que muchos hombres
entablan luchas de poder con su pareja porque las consideran
exigentes y controladoras, creyendo (de esta manera) que
comprometerse en una relacin de amor implicara una prdida de
libertad personal. Por lo general, este es el sentimiento de un nio
que vea a su madre como una persona controladora y que, habiendo
reprimido la bronca contra su madre, la proyecta actualmente en las
mujeres (su compaera, su amante, su esposa, etc.).
Lowen describe dos tipos caracteriales de cuerpos masculinos94:
1. El hombre pasivo, con tendencia a la eyaculacin precoz. La
tensin en su cuerpo, consecuencia de reprimir sus sentimientos
negativos, reduce su capacidad de mantener y permanecer con la
excitacin mientras esta crece. La eyaculacin precoz es un
equivalente funcional del miedo a enfrentarse a una mujer cuando
aumenta la excitacin. Es tan incapaz de ceder a su excitacin sexual
como a la clera que conserva hacia su madre y todas las mujeres.

94
Ver El amor, el sexo y la salud del corazn (Eds. Herder).
Excita y frustra, aparenta dar amor pero no lo hace, realizando as
con las mujeres una venganza por las primeras decepciones con la
madre (a quien ha estado sometido). Decepcionndolas se venga en
toda mujer por el sometimiento al que fue ejercido durante nio, que
ve repetirse en sus demandas de amor, donde vuelve una vez ms a
fracasar.
2. El hombre hostil, con tendencia a la eyaculacin retardada.
Retrasa la eyaculacin para obtener una sensacin de poder. El falo
erecto es para l una metfora de un arma con la cual dominar y
castigar a la mujer. El retraso del clmax es un equivalente a no
ceder, lo que tiene como efecto la reduccin del placer y de la
satisfaccin de s mismo y de su pareja (ya que la excitacin de sta
se adapta, y en parte depende de la de l). Retener la eyaculacin
representa, bioenergticamente, un equivalente a la represin de los
sentimientos. Se retiene la eyaculacin porque no se quiere entregar
(a) los sentimientos.

Amar a una mujer es gozar de ella y gozar de una mujer es


amarla. Pero ningn hombre puede amar a una mujer si le tiene
miedo o si siente la necesidad de controlarla o dominarla. Si un
hombre tiene un carcter pasivo y tiene miedo de las mujeres
terminar sirvindolas, si desarrolla un carcter hostil o sdico exigir
que lo sirva, pero el amor no es algo que uno da, sino lo que uno es.

En trminos generales las mujeres tienen menos miedo al amor


que los hombres.
Aunque en la clnica vemos con claridad que de nias estn
sujetas a la misma angustia, quedando atrapadas igualmente en las
luchas de poder de sus padres, que las arrastran a un bando o al otro,
en funcin de sus necesidades95.
Por ejemplo: la nia es seducida por su padre para establecer
una alianza contra la madre. Al verse colocada en una posicin
competitiva contra su madre (y al ser sta ms fuerte que ella), en
consecuencia, busca proteccin en su padre. Si se la da, quedar
atrapada en una relacin de dependencia y terminar como la niita
de pap. Si ste no la protege, porque tiene miedo de su mujer y se
siente culpable por su comportamiento seductor, la nia se sentir
traicionada, y (en este caso) se volver hacia su madre y se
convertir en una nena de mam.
De adultas las nenas de pap son seductoras con los hombres
y sensibles a sus necesidades, al igual que lo fueron con su padre. Su
rol es estar ah para los hombres. Las nenas de mam desarrollan el
papel opuesto. Al haber sido traicionadas por su padre, sienten clera
y hostilidad contra los hombres. Estos papeles tambin cambian y la
mujer dura y agresiva puede actuar como una niita cuando necesita
afecto, puede prestar apoyo a un hombre cuando la necesita, pero
slo sintindose superior. O puede desempear el papel de hermana

95
Ver cap. El conflicto edpico. Una realidad de la vida moderna en El Miedo a la
Vida de Alexander Lowen (Eds. Errepar).
sensible y cariosa con el hombre, que parece fuerte y paternal, pero
volvindose crtica y denigrante cuando el hombre revela sus
aspectos infantiles.
Estos roles se manifiestan posteriormente como hija amante,
hermana protectora, madre autoritaria o ideal romntica teniendo un
efecto permanente sobre la sexualidad de la mujer96. Por ejemplo,
una mujer nena de pap no puede entregarse plenamente a otro
hombre, puede aceptar sexualmente a su compaero, pero no puede
sentir pasin por l. O bien es la nia seductora y encantadora o bien
es la madre. Y al actuar como la hija o la madre de su compaero
hace imposible que ste la vea como una mujer sexual.

Bioenergticamente encontramos un patrn de acorazamiento


tpico en los cuerpos femeninos (y en la mujer uruguaya en
particular). En su estructura corporal se puede percibir el
caracterstico tringulo latino:

Esta estructura corporal, analticamente expresa la respuesta


emocional de un cuerpo femenino que cort los sentimientos
sexuales edpicos, mediante un alto grado de inmovilizacin. Este
acorazamiento se expresa somticamente en:
-un anillo de tensin situado alrededor de la cintura que rompe
la conexin entre las dos mitades del cuerpo,
-una garganta generalmente apretada,
-espaldas con protuberancias y jorobas consecuencia de la ira
reprimida,
-desvos en la columna vertebral, a la altura dorsal o del sacro,
-caderas agrandadas y cargadas de negatividad,
-pelvis rgidas e inmviles.

Las caractersticas que definen culturalmente a una mujer como


femenina (su complacencia, su sofisticacin, su dulzura, su fragilidad,
etc.) son generalmente trampas del carcter social patolgico,
constituyendo una crcel potencial de sus potencialidades expresivas,
y disminuyendo su capacidad de goce y de placer.
En algunos cuerpos femeninos las emociones principales que
vemos en la terapia son de vergenza, culpa, angustia y ansiedad,
apareciendo posteriormente una camada ms profunda de miedo,
tristeza y placer. En otros, al igual que en los cuerpos masculinos,
aparece ausencia de deseo y poca emocionalidad. Cuando se
producen los primeros desbloqueos afectivos les cuesta contener las
emociones y transformarlas en procesos rtmicos, placenteros para s.

En trminos generales el proceso teraputico se orienta a


integrar las corrientes afectivas con la sexualidad genital (como dice
la Dra. Liliana Acero: reintegrar el corazn de nias en la pelvis de
adultas). Para ello se hace necesario desligar y limpiar el miedo, la

96
Ver el cap. Os papeis sexuais da mulher, en el libro de Alexander Lowen Amor
e Orgasmo; Summus Ed.
bronca y la tristeza de los contactos amorosos tempranos. Este
proceso de desbloqueo permite la canalizacin de la gran potencia
plvica del cuerpo femenino hacia el momento actual, e implica un
camino analtico donde la mujer debe confrontar el miedo a la
autoridad (como uno de sus miedos bsicos). El proceso teraputico
debe proporcionar un setting apropiado y seguro, y garantizar una
situacin controlada, por parte del terapeuta, para el
descongelamiento y la expresin del miedo y la ira acorazados y
reprimidos, por parte del paciente.

El trabajo clnico con la sexualidad, tanto en los cuerpos


masculinos como en los cuerpos femeninos, se orienta
bioenergticamente hacia un equilibrio en la pulsacin, a travs de la
auto-regulacin. Esto implica socialmente, la mutacin y la
transformacin en nuevos comportamientos amorosos: ms
igualitarios y desjerarquizados, ms democrticos y libertarios. En el
plano afectivo, la posibilidad de efectuacin de nuevos goces y
nuevas conexiones espirituales y placenteras.
Como ya sabemos desde la Psicologa Social, la liberacin de los
cuerpos y de su potencial humano, deriva necesariamente en el
problema de las organizaciones, lo que implica necesariamente
desplazar la patologa individual al rango de la patologa institucional
(familia autoritaria, pareja machista, etc.).
Como lo planteaba en un trabajo anterior 97 quizs el ejemplo
ms bello de mutacin sea el que sufri el dualismo mujer fiel-esposa
irreprochable/hombre infiel-marido adltero. La misma se produjo
socialmente en funcin de la desterritorializacin de la sexualidad de
las coordenadas de la reproduccin y del goce masculino,
perteneciendo dicho binarismo a un pasado aorado por ms de uno.
Esta segmentaridad dura, que se sostena popularmente en funcin
de una triloga estructural (la vieja- la mina - la novia), le
proporcionaba a la mujer una identidad dbil, pasiva, resignada,
devota, subjetiva, sumisa, incompleta, dependiente y ... por sobre
todas las cosas, fiel en el plano sexual, exigindosele al hombre,
como contrapartida, un carcter activo, duro, fuerte, valiente,
enrgico, agresivo, racional, objetivo, y ... promiscuo en su
sexualidad. Ayer, la mujer que disfrutaba sexualmente sin amar, era
considerada en el imaginario colectivo una ninfmana, mientras que
para el novio o el hombre casado, frecuentar los prostbulos (ahora
casas de masajes ) era considerado como algo saludable y normal.

El devenir-mujer (F. Guattari) de parte de la sociedad, signo de


la mutacin que arrastr y provoc el desmontaje de aquel dualismo,
nos est abriendo la posibilidad de recrear nuevos espacios vitales
dignos, expresivos, desjerarquizados, ldicos y creativos, en nuestra
propia vida cotidiana. La construccin de estos nuevos niveles de
expresin est siendo descodificada y transmutada en los cuerpos

97
Cap. Cuerpo & Imagen: tudo TV? del libro Anlisis Bioenergtico. Devenires
corporales de la clnica y de la pedagoga (Eds. CEUP).
masculino y femenino, transformndose en el campo social y
haciendo estallar viejos discursos institucionales.

Podemos percibir, por un lado, que se estn dando los primeros


pasos para nuevas formas de ordenamiento entre los cuerpos (entre
los hombres y las mujeres, entre la mujer y la mujer, entre el hombre
y el hombre): nuevos lenguajes, nuevas imgenes y nuevas
singularidades entre los sexos. Pero el ejercicio clnico nos muestra,
sin embargo, que lo resistencial adquiere diferentes formas y
contenidos, en funcin de las nuevas afectaciones que se despliegan
en los procesos sociales y en las tramas actuales que los sostienen.

En la medida en que sigamos contribuyendo a desbloquear a los


cuerpos de los viejos dualismos y de las corazas rgidas y narcisistas,
seguiremos con la esperanza de irradiar colectiva y naturalmente una
nueva energa, una nueva pureza y una nueva suavidad entre los
cuerpos.

SANANDO LA HERIDA DE NUESTRA SEXUALIDAD.


UN ACERCAMIENTO AL TRABAJO PSICOTERAPUTICO
CON PERSONAS QUE FUERON VCTIMAS
DE ABUSO SEXUAL INFANTIL

INTRODUCCIN

Durante los aos 1992-1993 y en el primer semestre de 1994


trabaj como encargado del proyecto multidisciplinario Desarrollo
y cambio en la adolescencia que se realiz a travs de un
convenio entre el Colectivo de Psicologa Poltica y los Crculos de
Formacin y Difusin Popular en los barrios de Manga, Lezica y
Maroas.
El proyecto estuvo subvencionado por la Asociacin Sueca para
el Desarrollo Internacional (Swedish International Development
Agency) y por la Asociacin por la Amistad Suecia-Uruguay (Forslag
Fran Vanskops Foreningen Sverige-Uruguay) y se desarroll en la
Cooperativa Los Palos (Manga), en el Colectivo El Orejano (Lezica) y
en la Policlnica Washington Prez (Maroas).
El objetivo del proyecto estuvo centrado en la construccin de
dispositivos clnicos grupales de soporte, apoyo y colaboracin, en la
elaboracin y desarrollo de proyectos personales y colectivos de los
adolescentes; brindando adems orientacin, informaciones y
continentacin en problemticas de su inters (insercin laboral,
drogadiccin, situaciones legales, etc.), as como orientacin
individual cuando se presentaron situaciones personales importantes
(violencia familiar, desocupacin, embarazos, detenciones, etc.).
El dispositivo de trabajo se realiz por medio de reuniones
semanales en donde se desarrollaron talleres vivenciales de
experimentacin de 4 hrs. (El cuerpo adolescente) y sesiones
clnicas individuales de 90 minutos en forma quincenal.
El dispositivo fue derivando en los tres grupos a laboratorios
clnicos (Deseo, seduccin y sexualidad) donde la problemtica
central desarrollada fue el tema de la sexualidad y el abuso sexual.
En los tres grupos en que trabajamos el 80% de los integrantes
sufrieron en su niez algn tipo de abuso fsico o psquico.
En los diez aos que llevo trabajando como psiclogo clnico la
1/3 parte de los pacientes sufrieron algn grado de abuso sexual en
su infancia. Esta proporcin se mantiene tanto en hombres como en
mujeres.

GENEALOGA DEL ABUSO

La incidencia del abuso sexual no es mayor ahora de lo que fue


en otras pocas.
Cultural y socialmente la definicin y la interpretacin del abuso
sexual ha cambiado. El efecto de los movimientos sexuales de las
mujeres que cuestionaron radicalmente la sociedad patriarcal, fue
uno de los motivos que generaron una mutacin en la conciencia
social entre los gneros. Las mujeres comenzaron a tomar conciencia
que el ser usadas o maltratadas no es su nica opcin de vida.
Los hombres y mujeres estamos despertando a una mayor
igualdad entre nuestros cuerpos y afecciones, producindose muchos
cambios en relacin a los regmenes afectivos de nuestro pasado ms
cercano (los regmenes afectivos de nuestros padres y abuelos).
En muchas culturas rurales antiguas era aceptado que el
gobernador, el terrateniente, o el miembro masculino de la familia de
alta posicin econmica tuviera el derecho de usar o iniciar
sexualmente las vrgenes bajo su jurisdiccin, o que el hijo varn de
la familia burguesa debutara sexualmente con la empleada de la
casa.
Desde el Anlisis Genealgico podemos ver que, en la sociedad
burguesa de fines del siglo XVII y hasta principios del siglo XX, las
mujeres no tenan el permiso social para vivir su sexualidad tal cual
las mujeres de hoy da. Aquellas deban negar su impulso sexual, para
lo cual no sentan su cuerpo, se debilitaban, se desmayaban, se
paralizaban (tornndose caracterialmente en frgidas e histricas).
Luego esa opcin tom la forma donde la mujer le permita usar al
hombre de su cuerpo, llevando a una nueva escisin (pods tener mi
cuerpo pero no mi alma). En los aos sesenta, en el primer mundo,
se cuestion con gran radicalidad la forma de prostitucin de la
mujer casada (con su poder implcito) que pagaba con sexo la
seguridad y el confort de la familia y el hogar.

Como enunciaba al final del captulo anterior, en la actualidad


se est produciendo una desterritorializacin del cuerpo social de las
formas heredadas de la sociedad patriarcal, en donde el poder
masculino sobrecodifica los principios femeninos vitales (orden
natural, cuerpo, sentimiento, intuicin, espontaneidad). Pero, en un
nivel micropoltico, el split entre naturaleza y cultura, entre cuerpo y
mente, entre razn y sentimiento, entre lgica e intuicin, entre
control y espontaneidad, ha crecido (des)considerablemente como
consecuencia de la evolucin tecnolgica de los ltimos doscientos
aos, generando una cultura narcisista98.

La persistencia permanente del problema del abuso sexual


infantil que observamos en la historia-acontecimiento de los cuerpos
de los pacientes que acuden a nuestra consulta clnica, es un ndice
real de que aun no hemos sanado la sexualidad en nuestro cuerpo
social.
Una de las razones por las que nos encontramos en nuestra
clnica con tantos pacientes que han sufrido abuso sexual, es que
nuestra sociedad aun tolera y soporta el abuso fsico y psicolgico
hacia los nios99.

DEFINICIN DE ABUSO SEXUAL

Definimos por abuso sexual infantil toda violacin de la


privacidad del del nio con respecto a su cuerpo y sexualidad 100. El
abuso sexual infantil es un acto de violencia que se inflige en lo ms
ntimo y profundo de la realidad existencial de un nio, siendo sus
efectos nefastos y devastadores para el desarrollo de la personalidad,
en la medida en que afectarn la mayor parte de su vida adulta.

El abuso sexual infantil implica la exposicin de un nio a una


estimulacin sexual inapropiada a su edad, su desarrollo sexual y su
rol social. Los desrdenes traumticos de abuso sexual van desde
situaciones de vergenza y humillacin (como consecuencia de la
exposicin corporal de los menores a situaciones sexualizadas por los
adultos), a violaciones donde adolescentes, nios mayores o adultos
utilizan la violencia sexual sobre los menores.

Tal como lo plantea la terapeuta bioenergtica Lyn Mayo, las


exploraciones y los escarceos sexuales entre nios para satisfacer su
curiosidad infantil, no significan abuso sexual. A pesar de que estos
juegos y exploraciones pueden generar muchos sentimientos, los
mismos son aislados y de mutuo acuerdo. El abuso sexual implica
necesariamente una actitud de explotacin101.

98
V. Hilton, On uniting the masculine and feminine principales; The Clinical Journal
of the International Institute for Bioenergetic Analysis; vol 3 n 1.
99
A. Miller, Thou shalt not be aware: societys betrayal of the child; Farrar,
Strauss, Giroux, New York, 1984.
100
A. Lowen, El gozo. La entrega al cuerpo y a los sentimientos; Errepar, Buenos
Aires, 1996.
101
L. Mayo, Sexually abused woman; The Clinical Journal of the International
Institute for Bioenergetic Analysis; vol 3 n 1.
Es muy importante definir con precisin el problema del abuso
sexual infantil. Coincido con Al. Lowen que en todos los casos en que
un adulto le pega a un nio hay un elemento sexual implcito. Por
ejemplo, el hecho de que un padre le pegue en las nalgas desnudas a
su pequea hija, es un acto de abuso sexual adems de un maltrato
fsico.
Al. Lowen describe el abuso sexual como una forma muy infame
de traicionar el amor:

la persona que abusa de otra se acerca a su vctima


como si le estuviera ofreciendo amor pero luego se aprovecha
de su inocencia y/o desamparo para satisfacer su necesidad
personal. El aspecto ms daino de este delito es la traicin a
la confianza, pero la violacin fsica agrega a esta accin
destructiva una dimensin importante de miedo y dolor. Los
individuos que sufrieron abusos o maltratos sexuales de
cualquier tipo llevan las cicatrices de esa experiencia durante
toda su vida. Lo ms grave es la supresin de la experiencia
por parte de la vctima debido a la vergenza y repugnancia
por lo sucedido. Sin embargo, cuando se suprimen estos
sentimientos, el individuo se queda con una profunda
sensacin de vaco interior y confusin. Las vctimas de abuso
sexual no pueden entregarse a su cuerpo ni al amor, lo cual
implica que no tienen posibilidades de encontrar satisfaccin
en su vida. El viaje de auto-descubrimiento les resulta una
aventura aterradora. Cuando tratamos a estas personas
debemos ser especialmente concientes de este problema 102.

La energa sexual es la corriente energtica de la creacin, pero


tambin puede ser sumamente destructiva.
El abuso sexual infantil genera un rango completo de
implicaciones. Una de ellas es el quebrantamiento que tiene el
espritu del nio, causando una profunda escisin entre su alma y su
cuerpo.
Dependiendo de cun traumtica haya sido la situacin,
podremos ver en la clnica el grado de congelamiento, de escisin y
de retirada de su cuerpo. La defensa habitual como sobreviviente de
una situacin de abuso infantil es vivir fuera de su cuerpo o, por el
contrario, congelar su energa en el ncleo, imponiendo una barricada
sobre el mundo.
Cuanto ms pequeo es el nio ms grave ser el dao infligido
en su personalidad. Por lo general, cuando un nio es vctima de
abuso sexual a muy temprana edad, reprime todo recuerdo de los
hechos. Para ello suprime los sentimientos asociados a esos
recuerdos negativos. Esto produce inevitablemente un fenmeno de
retirada del cuerpo, generndose un proceso disociativo (splitting)
donde la mente conciente no se identifica con los hechos corporales.

102
A. Lowen, El gozo. La entrega al cuerpo y a los sentimientos; Errepar, Buenos
Aires, 1996.
Esta supresin implica, en un nivel profundo, matar una parte de su
cuerpo.

Qu es lo que sucede bioenergticamente en el cuerpo en una


situacin de abuso sexual infantil?
El abuso sexual sobreexcita el aparato sexual de las vctimas
infantiles en forma prematura, quedando los mismos sobre-
estimulados.
La descarga sexual adulta se produce cuando la excitacin
recorre el cuerpo hacia abajo, entrando en el aparato genital para
luego salir de l. El nio no tiene la posibilidad de descargar la
excitacin genitalmente. Es decir, antes de que se desarrolle la
capacidad para descargar la excitacin por medio del orgasmo, los
nios abusados sexualmente cargan sus rganos genitales con una
fuerza sobre la que no tienen control. En otras palabras, la energa
que puede ser sostenida en el organismo en el desarrollo adulto
normal (especialmente la energa del despertar sexual) es mucho
mayor que la que puede ser sostenida por el organismo de un nio.
El abuso sexual de un infante sobreexcita prematuramente un
aparato sexual aun no desarrollado. Y al mismo tiempo que lo excita,
lo asusta. El miedo que siente el nio por la excitacin sexual del
contacto, queda grabado en su cuerpo y en su carcter, pues
permanece en el aparato sexual sin que se lo descargue. Luego de las
situaciones de abuso sexual, la sensacin de sobre-estimulacin
quedar registrada en un nivel celular en el cuerpo del nio abusado.
Las clulas del cuerpo recordarn y sabrn del abuso, no el cerebro.
En algunos casos el cuerpo de esos nios buscar ese placer
nuevamente, como una forma de demandar el replay de esa sobre-
estimulacin. El nio entra de esta manera, momentnea y
paulatinamente al mundo adulto, quebrantando as su inocencia.

REGIMEN AFECTIVO

A nivel afectivo las emociones predominantes en los nios


abusados sexualmente son:

*Miedo: el miedo principal que sienten los nios es a perder el


amor que necesitan para sobrevivir. Junto a ese miedo a perder el
amor generalmente aparece un miedo profundo de las consecuencias
de la actividad sexual. El nio abusado sexualmente tiene un
fantasma que est relacionado al miedo de la revelacin del abuso, y
de lo que podra suceder si los eventos fueran descubiertos. Pueden
adems generarse miedos, fobias o terrores ms o menos
inconcientes: pesadillas, miedo a estar solos, miedo a la oscuridad,
miedo al contacto. Y un profundo miedo a la expresin de la ira
asesina hacia aquellos de los que sufrieron la traicin.

*Bronca: aunque puedan parecer dciles y pasivas en la


mscara social, las vctimas de abuso sexual infantil estn llenas de
ira. Dicha hostilidad es, en primer lugar, hacia los perpetradores del
abuso. Pero tambin sienten mucha bronca hacia sus padres y/o
parientes que no los protegieron del abuso sexual y que, en algunos
casos, hasta lo facilitaron. La ira se puede extender a otras personas
dependiendo de la reaccin de las mismas ante una eventual
revelacin del abuso. A veces la bronca si es reprimida da lugar a la
depresin, en otros casos se somatiza (dolores de cabeza, trastornos
estomacales, flujo vaginal, dispareunia, vaginitis), y otras veces
aparece en forma de fantasa o comportamientos agresivos.

*Culpa: cuando el abuso sexual se descubre en la infancia


muchos menores no experimentan sentimientos de culpa antes del
descubrimiento del abuso sexual. Despus de la revelacin se hacen
muy intensas y en varios niveles: por responder fsicamente y haber
estado accesible a los estmulos que la actividad sexual provoc; por
romper una promesa de secreto al denunciar el abuso; por no haberlo
denunciado antes; por la eventual alteracin de la dinmica familiar
(consecuencias legales, econmicas, afectivas, sociales); por el placer
vivido en las relaciones.

*Vergenza: generalmente vergenza de su propio cuerpo (a


sus partes sexuales impuras), acompaada por una sensacin y un
sentimiento de asco y repugnancia por lo sucedido. La vergenza se
une en forma devastadora al miedo, a la humillacin y al dolor psico-
corporal. Al no tener maneras de liberar por medio de palabras el
agravio del trauma del abuso, la vergenza queda inscripta en el
cuerpo, no permitiendo el desarrollo funcional integrativo como
expresin del amor.

Estas emociones quedan registradas en la memoria celular.


Aun pasados muchos aos desde la situacin del abuso sexual
infantil, los sentimientos permanecen intactos, algunas veces
fuertemente ligados a los recuerdos traumticos, otras veces
escindidos de los mismos.
En otros casos, muchos de los pacientes abusados sexualmente
vienen a terapia sin memoria de la situacin, muchas veces
acompaados de una amnesia general de los episodios de su niez. El
precio que tuvieron que pagar para sobrevivir a la situacin de abuso
fue reprimir todo recuerdo, disminuyendo la fuerza vital en sus
cuerpos.
En ambos casos, cuando en el proceso teraputico comienza a
salir a superficie la situacin existencial del abuso, se activa toda su
estructura defensiva

CORAZA CARACTERIAL

La experiencia de abuso sexual infantil deja una marca


profunda en los cuerpos de los infantes y en sus personalidades,
jugando adems un grave papel en el establecimiento de sus
estructuras defensivas.
El impacto del abuso en sus vidas adultas depende de la
gravedad de muchos factores: la edad en que fueron abusados por
primera vez, su relacin con el abusador, el perodo de tiempo en que
se extendi el abuso, el miedo que gener, etc. De todas maneras, tal
como lo plantea Lyn Mayo en sus dos trabajos sobre abuso sexual,
aquellos que comparten la experiencia del abuso sexual infantil,
sufren consecuencias similares y un proceso comn en sus terapias.

Fue S. Freud el primero en sealar nuestra necesidad


compulsiva de repeticin. Tendemos a repetir los escenarios de
nuestras vidas que han sido traumticos porque tenemos la
necesidad de reconocer las diferentes piezas del trauma-puzzle, hasta
tener una gestalt completa, en donde nuestras piezas se junten
nuevamente y puedan formar una totalidad103.

A nivel caracterial el abuso sexual infantil produce una profunda


situacin disociativa que puede generar varios efectos, a saber:

*El sentido de self del nio abusado sexualmente queda


seriamente deteriorado pudiendo generar, de adultos, una
compulsin a la repeticin. Por ejemplo, involucrndose con personas
que abusen sexualmente de ellos, que no los traten como personas
sexuales, sino como objetos sexuales, en la medida en que para ellos
mismos es difcil vivir en sus cuerpos -ser sus cuerpos- y defender sus
derechos; en este sentido, pueden sentirse atrados por personas de
personalidad similar a la del abusador, adoptando un rol de sumisin
sexual como un intento inconciente de liberarse de su obsesin,
reviviendo la situacin e intentando completar la descarga (que en
realidad no se puede producir debido a la disociacin corporal en que
viven).
Este sentimiento de self frgil, vulnerable y daado disminuye
la confianza en s mismo, pudindose observar como trazos
caracteriales predominantes la timidez y el retraimiento (Por ejemplo:
no se sienten dignos de participar en actividades o en mbitos
sociales, pierden inters en su apariencia personal, etc.) o, por el
contrario, trazos impulsivos donde permanentemente estn pulsando
hacia el exterior como forma de no tomar contacto con su ncleo
daado y herido.
La caracterstica de sus relaciones puede oscilar, por lo tanto,
en vnculos simbiticos (al haber tenido una seria dificultad para
vivirse como persona separada y discriminada en su cuerpo y en sus
deseos), o por el contrario, en relaciones pasajeras (para no tener que
abandonar tanto de s mismas y por su terror a la prdida de amor y
su miedo a la simbiosis).

*Tienen dificultades de relacionarse sexualmente y de obtener


placer en su sexualidad, envolvindose inconcientemente en
actividades que estn predestinadas a fallar como forma de auto-

103
Ulla Sebastian, Healing sexual abuse, entrevista, Internet.
castigo por sentirse malas y culpables. Por ejemplo, tienen la idea
de que ningn hombre lastimar a una mujer si ella cede ante l
(razonamiento falso y paradjico de mujeres que sufrieron abuso
sexual en la infancia).
Les resulta muy difcil imaginarse en relaciones de pareja donde
no desarrollen un rol de vctima. En sus relaciones sexuales adultas
tienen una tendencia a dejarse usar y encuentran muy difcil parar
esa prctica. Por ejemplo, permiten repetidamente que otros saquen
ventaja de s, asumiendo frecuentemente la culpa de que algo est
mal en sus relaciones.
Les cuesta tomar contacto con sus propias necesidades,
viviendo una vida descentrada de su deseo. Por ejemplo, poniendo
asiduamente su centro fuera de s mismos.

*Su auto-posesin queda daada en la medida en que fue


privado del sentido de control sobre lo que ocurre en su cuerpo,
desarrollando de esta manera una conciencia disminuida de que
pueden controlar sus propios cuerpos (Por ejemplo: sentimientos de
impotencia, angustia y pasividad como consecuencia de la violacin
de su privacidad corporal y del dominio de su vida).
En un nivel profundo las vctimas de abuso sexual sienten que
sus cuerpos no les pertenecen. Al haber sido invadidos y violados en
su privacidad corporal contra sus deseos, les cuesta experimentar los
lmites de sus propios cuerpos. (Por ejemplo: en su infancia
experimentaron vivencias abusivas con una persona ms fuerte
fsicamente, fuera de control, al que saban que no podan detener,
generndose as una experiencia terrorfica sin saber cundo sta
terminara).

*Viven sentimientos ambivalentes y conflictivos sobre la


sexualidad. Por un lado viven la sexualidad como expresin de amor,
de deseo de proximidad y de unin a otra persona, pero, por otro lado
sienten hostilidad, miedo, culpa, vergenza y dolor, a raz de sus
experiencias infantiles (Por ejemplo: la sexualidad se integra
difcilmente a su personalidad porque coexisten corporalmente, en
forma simultnea, la excitacin sexual y el miedo, la sensacin de ser
deseables y la vergenza, el deseo y la culpa, etc.). Esta situacin de
ambivalencia se ve marcadamente en la compleja relacin que
sienten y tienen con sus abusadores.

*En algunos casos el nio abusado sexualmente crece y puede


comenzar a vivir la sexualidad como una fuerza irresistible y
abrumadora, pero escindida de su personalidad (Por ejemplo: se
siente posedo por una carga sexual como si fuera una fuerza ajena a
su personalidad, sobre la que no tiene ningn control, ni le produce,
por otra parte, ninguna satisfaccin amorosa y genital).
En otros casos les resulta difcil experimentar y/o expresar
cualquier sentimiento sexual interior, sin atemorizarse y cercenarse,
(Por ejemplo: su estado general es de falta de contacto con un cuerpo
incapaz de tolerar la carga energtica y de una cabeza incapaz de
integrar la emocin).

CORAZA SOMTICA

Si alguno de nuestros pacientes han sido abusados


sexualmente, es decir si han sufrido por otra persona algn tipo de
falta de respeto por sus lmites, de una manera sexualmente
intrusiva, podemos leerlo en su cuerpo.
Si realizamos una profunda y correcta lectura corporal hay
signos inequvocos que sugieren un abuso anterior. Tal como lo
seala la analista bioenergtica Angela Klopstech: the body
remembers even if the mind does not.

La lectura corporal funciona idnticamente a una gramtica


expresiva. Es decir, a travs de una lectura corporal podemos
comprender el lenguaje del cuerpo de una persona que est
expresando emociones con sus gestos (funcionales o neurticos), con
su voz, con su mirada, con su forma de moverse, con su forma de
respirar, de sostenerse, etc. A travs de la lectura corporal podemos
relacionar las tensiones crnicas de diferentes partes del cuerpo con
las actitudes caracteriales de quienes las presentan: hacia su
sexualidad, hacia sus sentimientos, hacia las otras personas, etc.

Algunas seales corporales distintivas de que una persona ha


sido abusada sexualmente en forma prematura son:
*ojos asustados y mirada aterrorizada,
*mandbula tensionada,
*cuello rgido,
*pelvis bloqueada,
*poco enraizamiento,
*capacidad de expresarse emocionalmente con la voz
severamente disminuida.

Los principales bloqueos fsicos y bioenergticos los


encontramos en los segmentos cervical (occipital y supra-torcico), y
torcico (en el chakra cardaco), en la zona de la cintura y en la
pelvis (en el chakra de la raz). Si la parte inferior del cuerpo queda
sensiblemente bloqueada, especialmente la zona del perineo en la
base de la pelvis (en el lugar entre la vagina/el pene y el ano), el
corazn sufre aun una herida quizs mayor, tal cual hubiese sido roto
a martillazos, arrancado o asesinado a pualadas. Poder cicatrizar
estas heridas lleva mucho tiempo y exige del terapeuta mucha
suavidad, paciencia y humildad.

En el trabajo con adultos sobrevivientes al abuso sexual


infantil, uno de los primeros pasos para hacer conciente esta zona
crnica de tensin es el de aprender a respirar en ella nuevamente.
Esto resulta muy difcil porque requiere atravesar la pelvis, la cual
usualmente es la parte del cuerpo que ha sido daada y herida
emocional y/o fsicamente en los momentos de abuso sexual. En la
medida en que el paciente comienza a recuperar su cuerpo, se hace
necesario liberar las emociones asociadas con el abuso, las cuales
aun roban mucha energa en el proceso de acorazamiento, y
disminuyen considerablemente la capacidad de sentir placer en la
vida. La memoria celular, cargada en la pelvis, necesita ser abierta
para que las corrientes energticas puedan empezar a moverse en
forma ms libre, a travs del segmento plvico nuevamente.

TRANSFERENCIA, CONTRATRANSFERENCIA Y RESONANCIA

En mi caso particular la parte esencial del trabajo como


terapeuta con pacientes abusados, es honrar a la persona que siendo
pequea fue lastimada en un nivel profundo y vulnerable de su
existencia, y que ahora como adulto tiene la valenta y la fe de
emprender el camino hacia su sanacin.
As como el setting tiene que ser seguro, confiable y tener los
lmites bien definidos, en donde el paciente pueda ser entendido,
cuidado y no juzgado, lo mismo sucede con la presencia, con el estar
del terapeuta. Su actitud de resonancia con el problema del paciente
tiene que poder garantizar un contexto de aceptacin, compasin,
confianza, empata y seguridad. Si no se dan estas condiciones el
mismo terapeuta puede fcilmente repetir la situacin de abuso en su
paciente, traicionando nuevamente a la persona que deposit su
confianza.

La resonancia tiene que ser la herramienta que posibilite ir


construyendo un presente y sanando el pasado. Si bien como
terapeutas bioenergticos jugamos nuestras mejores cartas a nuestra
capacidad de resonancia, no debemos desconocer la naturaleza y el
poder de la transferencia y la contratransferencia, como patrones de
distorsin e interferencia, y como herramienta teraputica.
Los pacientes abusados pueden evocar emociones muy fuertes
en el vnculo transferencial. En la transferencia el terapeuta puede
inevitablemente ser identificado con el abusador. El cuerpo del
paciente nos da muchas seales al respecto. Por ejemplo, saltando
defensivamente cuando tocamos su cuerpo, aun luego de pedirle
permiso y avisarle previamente en qu zona se iba a hacer el toque e
incluso de qu manera.

No nos tiene que asombrar que estos pacientes, en un nivel


profundo, desconfen de cualquier fuente de ayuda. Ellos cargan en
sus cuerpos con mucha bronca hacia los adultos de su mundo, que no
fueron en su ayuda cuando las experiencias de abuso se produjeron.
As aprendieron solos a lamer su propia herida.
Es importante entender que las personas que sufrieron abuso
sexual infantil fueron literalmente empujados a roles y sentimientos
con los cuales no se podan entender ni manejar a su edad. Sus
propios lmites corporales fueron atacados, no respetados, no
teniendo seguridad en su propio cuerpo ni en sus lmites.
Es decir que a nivel transferencial nos vamos a encontrar con:
*Confusin en los roles. En su historia los roles de hijo/a-
esposo/a-amante, quedaron alterados radicalmente.
*Dificultad y/o incapacidad de establecer una relacin de
confianza. Luego de haber sido victimizados por una persona en la
que confiaban y a quien queran, van a tener dificultad en establecer
relaciones de confianza, posteriormente.
*Profundos sentimientos de ambivalencia (amor-odio, confianza-
desconfianza, deseo-miedo, etc.) derivados de la compleja relacin
que tuvieron con el abusador, y que va a estar presente
dinmicamente en la forma y en el contenido de la transferencia.

Estos sentimientos transferenciales pueden despertar, a su vez,


fuertes sentimientos contratransferenciales. Por ejemplo, emociones
negativas que pueden ir desde un simple enfado hasta impulsos
sdicos en el terapeuta. En esos momentos los terapeutas tenemos
que prestar mucha atencin a lo que est pasando en nuestro cuerpo
y elaborar las emociones en nuestro propio proceso teraputico,
analizarlas en la inter-visin desde nuestra estructura caracterial y/o
establecer un plan de trabajo corporal para poder expresarlas.

Cada situacin transferencial puede provocar una situacin


contratransferencial. Esta dinmica vivencial surge por la
identificacin del terapeuta con los objetos del paciente
(contratransferencia complementaria).
En la medida en que las reacciones contratransferenciales son
regidas por las leyes del inconciente, no podemos descuidarla, ni
negarla sino queremos caer en un crculo vicioso con el paciente. Por
ejemplo, actuando la ley de talin en el consultorio: cada situacin
transferencial positiva es contestada, en un nivel, por una
contratransferencia positiva, y a cada transferencia negativa del
paciente, el terapeuta responde vivencialmente con una
contratransferencia negativa104.

A nivel contratransferencial, tenemos que estar permanente en


contacto con nuestro cuerpo, explorando desde la auto-observacin
las seales que ste nos da (tono muscular, ritmo respiratorio,
afectos y sensaciones, etc.). Tenemos que tener claro que la
transferencia es necesaria para la proyeccin afectiva. Actuar la
contratransferencia no lo es. En otras palabras, todo lo que un
paciente trae es pertinente y apropiado. Nunca puede ser culpado por
activar los temas del terapeuta o movilizarlo emocionalmente.
Mantener al terapeuta a salvo de sus problemas existenciales
y emocionales no es la tarea del paciente. Cuando se produce un
acting-out en este nivel, se corre el peligro de que el paciente asuma
inequvocamente la culpa por tal error en el proceso. Esto sucede
muy a menudo con pacientes que fueron abusados por sus propios

104
H. Racker, Estudios sobre tcnica psicoanaltica; Paids, Mxico, 1966.
familiares. As como de nios hallaron la manera de proteger al padre
abusador, de adultos protegen al terapeuta y terminan asumiendo
que el terapeuta lo debe estar haciendo por mi propio bien.

En resumen, el paciente abusado nunca tiene que ser culpado


por lo que sucede en el proceso teraputico, de la misma manera que
el nio no tiene ninguna culpa en relacin al abuso. Debemos
recordar que la sexualidad y los sentimientos del paciente estn en
un nivel etario de 3 a 13 aos, aunque estn expresndose desde un
cuerpo adulto105.

TERAPUTICA106

La clnica bioenergtica (especialmente desde el Anlisis


Bioenergtico) permite trabajar activamente la problemtica del
abuso sexual, focalizndose en dicho problema, sin descuidar el
anlisis de base de los pacientes, ni la situacin social en que se
produce.

La experiencia comn de todos los terapeutas que trabajamos


desde la clnica bioenergtica la problemtica del abuso sexual, es
que el proceso de sanacin (healing) se desarrolla muy lentamente y
puede pasar por momentos muy dolorosos y dramticos (Por ejemplo:
pensamientos suicidas, ansiedad de volverse loco, etc.)
Desde la clnica bioenergtica sabemos que nuestros cuerpos
no olvidan las experiencias traumticas. En eso se basa el proceso de
curacin bioenergtico: restablecer a travs de la memoria celular la
capacidad natural de pulsacin, mediante la rememoracin corporal
de experiencias y de vnculos placenteros y saludables. Este proceso
no se produce sin tocar y atravesar momentos muy dolorosos.
En la mayora de los casos el nio que sufre una situacin de
abuso sexual no puede parar los hechos, por lo que desarrolla una
estrategia defensiva de sobrevivencia deshabitando su cuerpo y
cortando la conexin con sus sentimientos. Dado que el paciente
abandon su cuerpo a causa del dolor, dicho dolor regresa cuando la
persona toma contacto nuevamente con su cuerpo.

Drte Laschinsky discrimina tres grupos diferentes de personas


abusadas, en funcin de la manera en que tienen de organizar sus
recuerdos107.

105
V. Hilton, Working with sexual transference; The Clinical Journal of the
International Institute for Bioenergetic Analysis; vol 3 n 1.
106
A partir de este momento voy a hacer referencia al trabajo teraputico con
adultos, que sufrieron situaciones de abuso sexual en la infancia.
Las notas que desarrollar a continuacin no tienen una finalidad prescriptiva en
relacin con lo que debe ser hecho, en la clnica bioenergtica, con pacientes que
sufrieron abusos. Creo que cada terapeuta debe desarrollar un estilo personal de
trabajo, a partir de su propia esencia y en funcin de las limitaciones de su
estructura de carcter. Espero s que estas reflexiones tcnicas sean tiles para
aquellos que trabajan con personas abusadas.
Al trabajar con pacientes adultos que saben exactamente lo que
les sucedi pero que, en funcin de su estrategia defensiva de
sobrevivencia, se escindieron de sus sentimientos dolorosos (dolor
profundo, tristeza, miedo, bronca), el objetivo teraputico consiste en
recuperar la emocin y desbloquear los sentimientos.

Otro grupo de pacientes sabe corporalmente que han sido


abusados en su infancia pero su memoria es muy poco precisa. Con
ellos la estrategia teraputica implica el descubrimiento de los
hechos, conectando con sus sentimientos y trabajando desde ellos.
Los sealamientos verbales apuntan a reafirmar la confianza en s
mismo, en el saber corporal y en la capacidad natural de auto-
sanacin; tu cuerpo sabe ... confa en tu cuerpo ... permitte
sentir ... cre en lo que sents.

El ltimo grupo de pacientes abusado es el que consulta por


otra variedad de temas y de conflictos, pero que, en determinado
momento del proceso teraputico, la problemtica del abuso sexual
irrumpe desde la profundidad de su historia y pasa a ocupar un lugar
central en las sesiones.

Por ms que en las primeras sesiones el terapeuta haya tenido


una fuerte impresin contratransferencial de que la persona puede
haber sido abusada sexualmente (a travs de la lectura corporal, a
partir de la entrevista y la elaboracin de los datos anamnsicos),
recomiendo no llevar a los pacientes hacia ese problema, hasta que
no puedan confrontar por s mismos su propia historia.

Para sanar la herida del abuso sexual y el split entre el cuerpo y


el alma de los pacientes se necesita darles un espacio confiable, un
marco seguro y un encuadre con los lmites muy claros, que le
permitan apropiarse y exponer las experiencias del abuso, en un
ambiente protector y de una forma integrativa108. Esta comprensin y
expresin no tiene que ser impulsada o incentivada por el terapeuta.
Aunque ste debe estar conciente que hasta que no se produzca una
elaboracin, por parte del paciente, de sus diferentes patrones
caracteriales y transferenciales en relacin a la temtica del abuso,
los mismos tendern a ser adoptados repetitivamente como formas
de confrontar su propia energa sexual.

En la medida en que el abuso sexual infantil es un trauma que


interrumpe el proceso normal del desarrollo psicosexual, gran parte
del trabajo requerido en las sesiones es el de edificacin del yo
(building up the structure). Completar el trabajo de edificacin del yo

107
D. Lachinsky, Working with sexually abused people: how to deal with the
clients; The Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis;
vol 9 n 1.
108
L. Frchette, Complex post-traumatic stress disorder; The Clinical Journal of the
International Institute for Bioenergetic Analysis; vol 9 n 1.
corporal permite contener cantidades de energa sin quedar
abrumado por las mismas.
En un nivel corporal, las personas abusadas necesitan encontrar
los modos de rearmar sus cuerpos contra la invasin fsica del
exterior dirigida a herirlas. Para ello desde el principio realizamos
conjuntamente muchos trabajos sobre el espacio personal (trabajo
con las distancias) y la construccin de lmites. Particularmente
comienzo trabajando mucho con la mirada (facing), las manos
(pushing back) y espaldas (backing) en posicin de toma de tierra de
pie.

En esta primera etapa del proceso teraputico los


sealamientos se dirigen a que el paciente crea y confe en su
cuerpo. Para ello realizamos trabajos de enraizamiento, trabajos
suaves de respiracin en el taburete bioenergtico (stool) 109,
combinndolos con trabajos de respiracin en posicin supina
(ejercicio de ritmo interno pero sin realizar movimientos voluntarios
en el segmento plvico).

Si el terapeuta establece algn tipo de contacto corporal a


travs del tacto se debe necesariamente pedir permiso al paciente
para tocar su cuerpo. Esta regla es aun ms importante cuando
trabajamos con personas que sufrieron abuso sexual y que fueron
vctimas de una relacin incestuosa. Un toque sin aviso puede ser una
experiencia invasiva que congela aun ms la zona bloqueada por el
miedo y el terror de la contraccin traumtica.
En estos casos es tambin conveniente permitir al paciente
decidir sobre qu ropa usar en el trabajo biofsico 110. No obstante,
trabajamos con lo que podemos observar y si el paciente necesita
permanecer vestido, le pedimos permiso para poner una mano en su
pecho o en su vientre para apreciar la profundidad y calidad de su
respiracin, y sentir los anillos de tensin que dividen su cuerpo. El
paciente nos puede ayudar en este proceso dndonos informaciones
verbales de sus sensaciones y emociones.

El tipo de contacto que utilizamos en gran parte del proceso (y


fundamentalmente en esta primera etapa) consiste en toques de
soporte y proteccin (holding). Por ejemplo: cuando una experiencia
se vuelve demasiado atemorizante e irrumpe desde la segunda
camada con una rememoracin violenta, silenciosamente y con
mucha firmeza y seguridad afirmamos los pies del paciente sobre el
divn o colchn, o agarramos firme y tiernamente su mano, o
109
Tal como lo seala la terapeuta bioenergtica Drte Laschinsky, el trabajo con el
stool es especialmente efectivo en desbloquear emociones de tristeza y de dolor, y
en recuperar recuerdos inconcientes. Pero en personas que sufrieron abusos, se
debe realizar con mucha prudencia porque para algunos de ellos puede ser tan
atemorizador como una violacin misma. Especialmente aquellos que fueron
abusados oralmente. Generalmente al ir sobre el stool entran en estado de pnico.
110
Ms all de que estemos en un encuadre psico-corporal analtico profundo que
ameritara que el paciente trabajara en ropa interior o malla para favorecer la
lectura corporal y el estado regresivo de la posicin supina.
sostenemos su cuello con una mano y su frente con otra, o sujetamos
su cabeza con ambas manos, ayudando al paciente en la auto-
expresin. Verbalmente reafirmamos la experiencia de holding y de
grounding en contacto con la realidad (sobre todo con la zona sea y
muscular de su propio cuerpo): sent tus pies, ests aqu conmigo,
pods expresar lo que sents, sent tu columna.
Este tipo de contacto (si bien es un toque simple) provee una
presencia humana importante con resonancia vibratoria y empata
emocional, y reasegura por lo general, la confianza existencial del
paciente con su cuerpo y sus sentimientos.

En situaciones de rememoracin afectiva acompaada de


momentos de abreaccin intensa, en donde el paciente se puede ver
invadido por corrientes caticas de sentimientos y recuerdos intensos
que le dan temor a la desorganizacin psicocorporal, es necesaria una
contencin teraputica desde el exterior, por parte del terapeuta.
Una manera de utilizar el propio cuerpo del terapeuta como
contencin es sugirindole al paciente que adopte una posicin fetal
(si ya no la ha adoptado naturalmente en la abreaccin emocional),
envolvindose alrededor de la espalda del terapeuta, mientras ste le
coloca una mano en el cuello y con la otra lo abraza en los pies. Esta
es una forma potente de enraizamiento horizontal a travs del cuerpo
del terapeuta.

Otra forma de contencin que utilizamos cuando el paciente


adopta naturalmente una posicin fetal es colocar suavemente una
de nuestras manos sobre su vientre y la otra en forma de concha de
mar sobre su oreja. Este toque puede producir una sensacin similar
al sonido filtrado por el lquido amnitico en el momento de la vida
intrauterina111.

Es conveniente comenzar a trabajar con la voz desde el


principio, como forma de conectar los rganos internos daados,
sugiriendo al paciente que sonorice o verbalice la intensidad y la
carga emocional que est sintiendo adentro de su cuerpo. La voz es
uno de los puentes entre lo conciente y lo inconciente en nuestro
cuerpo.
Absolutamente en la totalidad de las personas con las que
trabaj que sufrieron abuso sexual en su infancia, exista un bloqueo
profundo para realizar sonidos y pronunciar palabras en el trabajo
corporal (no as para hablar). Este bloqueo funcionaba idnticamente
a la situacin de silencio de sus cuerpos que tempranamente fueron
asaltados y ultrajados, pero que debieron mantenerse en secreto112.

F. Navarro, Terapia Reichiana I. Fundamentos mdicos somatopsicodinmica;


111

Summus, San Pablo, 1987.


112
Este bloqueo (el de no tener voz) es mayor aun en las vctimas de
incesto.
Cuando los pacientes comienzan a creer en s mismos, en sus
sentimientos, en su vitalidad (aumentada progresivamente por medio
de la respiracin, del enraizamiento y de la vibracin), usualmente
comienzan a desarrollarse procesos profundos. En esos momentos el
apoyo teraputico tiene que ser total y el terapeuta debe estar en
permanente contacto con su ncleo para poder ayudar a sus
pacientes.

Los trabajos de enraizamiento (grounding) combinados con


toma de tierra (stamping, rubbing), movimientos lentos de arraigo
(lentidao, treading) y pataleo (kicking, pushing, hitting) fortalecen el
yo corporal de los pacientes e incrementan la capacidad del
organismo de lidiar con los recuerdos traumticos, que van
emergiendo a la superficie durante el proceso teraputico.
Trabajamos con ellos permanentemente, para aumentar el repertorio
corporal de defensa del paciente. Es conveniente realizar estas
acciones y movimientos sugirindole al paciente que se exprese
emocionalmente con una voz en registro agudo (para permitir el
desbloqueo del miedo), y estirando las ltimas letras
(porqueeeee!, fuera de mi cuerpooooo!), para facilitar la
expresin emocional.
Aumentando la corriente de energa en las piernas
incrementamos la conexin con el suelo, y cuando esto sucede,
estamos ayudando al paciente a desarrollar una base segura, que los
va a sostener (y cuidar de la infancia traumtica) una vez que la
terapia finalice.
Estos trabajos se pueden combinar con los actings
desarrollados por F. Navarro para el segmento torcico de la coraza
muscular, es decir, golpear con los puos en el divn o colchn
diciendo yo (movimiento que reafirma la identidad biolgica y
social) y diciendo no (movimiento que permite expresar su no
defensivo). Estos actings de golpear movilizan la energa torcica, y en el
trax est el timo, la glndula que facilita la capacidad inmunitaria,
expresin biolgica de la capacidad de ser 113.

A medida en que el trabajo de respiracin aumenta y se


incrementa el potencial bioenergtico de sentir placer y alegra en el
cuerpo, las tensiones musculares crnicas de la espalda y de la
quijada necesitan ser trabajadas con el fin de liberar la agresividad
necesaria para los impulsos de extensin, succin, etc. (reaching out
con los labios, con los brazos y las manos, etc.).

Tal como lo seala Al. Lowen para el trabajo con sobrevivientes


de abuso sexual, es recomendable establecer un programa
teraputico que proporcione una situacin controlada para la
expresin de la ira.

113
F. Navarro, Metodologa de la vegetoterapia caracteroanaltica. A partir de
Wilhelm Reich; Orgn; Valencia, 1993.
Para protegerse de situaciones de abuso los pacientes
necesitan ser ms agresivos (lo que implica necesariamente un
trabajo con la voz, con sus piernas y sus brazos, junto a sus ojos,
mandbulas y genitales). El experimentar la situacin de enojo
permite restablecer la integridad psico-corporal.
Para ello es importante no cometer el error tcnico que le he
visto realizar a algunos teraputas gestlticos y orgonomistas, que le
sugieren al paciente descargar el impulso agresivo golpeando
sentados sobre un almohadn que tienen enfrente. Esta posicin
corta la corriente energtica agresiva en la zona sacro lumbar, al
carecer el paciente de arraigo (grounding) en las piernas para
realizar la descarga. Por lo tanto recomiendo realizar todos los
trabajos de descarga y desbloqueo de ira en posicin de pie (toma de
tierra), luego de haber realizado la posicin del arco bioenergtico
con los brazos en alto. Con las pacientes mujeres es muy conveniente
utilizar la raqueta para la descarga sobre los colchones. Es importante
sealar que el arco funciona bien slo cuando ambos de sus extremos
estn bien asegurados: los pies en contacto con el suelo y la mirada
en un punto fijo perpendicular al torso.

Los trabajos con posiciones pasivas que realizbamos en la


primer parte del proceso teraputico se comienzan a combinar con
movimientos activos. Los primeros producen un efecto bioenergtico
acumulativo, permitiendo lograr un mayor contacto con el cuerpo,
aumentando las sensaciones corporales y liberando tensiones
crnicas mediante la vibracin y los movimientos involuntarios. Los
segundos permiten liberar la tensin, desarrollando la coordinacin y
el control (auto-posesin)114.

En caso de que el paciente sienta confusin al venir a la


superficie dos emociones al mismo tiempo, es necesario que el
terapeuta lo ayude a discriminar y a expresar una por una. Por
ejemplo, si el paciente siente bronca y tristeza, junto a un profundo
dolor en el pecho, el terapeuta le sugiere liberar el llanto en el stool o
en posicin de decbito supino antes que seguir con movimientos
para la descarga de la bronca (retorcer una toalla de mano, morderla,
patalear, golpear con la raqueta, etc.). Liberar el llanto posibilita
aliviar el dolor interno. No cambia la situacin externa ni el pasado,
pero es un movimiento emocional de descarga y armonizacin que
permite recobrar la fluidez corporal. Hay pacientes hombres que
sufrieron abuso sexual temprano y que no pueden llorar
profundamente, porque el quiebre del control les aterroriza y los
congela. En estos casos el trabajo debe ser lento, suave y con mucha
paciencia.
Particularmente descarto de mi caja de herramientas toda
tcnica intrusiva de contacto que pueda causar dolor fsico al
paciente abusado (por ejemplo, presiones controladas sobre los
maseteros, en la zona occipital o pbica). Estas tcnicas pueden

114
A. Lowen, La traicin al cuerpo; Era Naciente, Buenos Aires, 1995.
llevar al paciente a un congelamiento brusco en la zona afectada,
produciendo un movimiento regresivo de contraccin que puede tirar
por la borda meses de trabajo previo y daar la confianza depositada
en el proceso teraputico. En otros casos puede derivar en un corte
abrupto del proceso teraputico por parte del paciente al sentirse
invadido, usado y aterrado.

La ltima fase del trabajo biofsico en el proceso teraputico con


personas abusadas no se basa tanto en la auto-expresin de
emociones dramticas, sino que envuelve al segmento plvico y su
conexin estratgica con los segmentos diafragmtico y abdominal,
en un movimiento de reapropiacin de la sexualidad.
Para esta fase son recomendados ejercicios de cada (falling),
puente bioenergtico (bridging), trabajos directos sobre el segmento
plvico (empujando la pelvis contra el colchn, lateralizacin y
golpeteo de pelvis, apertura y cierre de piernas en posicin supina)115,
junto a los actings del gato, del remador y de la medusa116.

Luego de esta fase se tiene que prestar especial atencin al


trabajo de armonizacin y de integracin entre el corazn y la pelvis.
En esta parte del proceso teraputico (al igual que al principio) es
recomendable trabajar con tcnicas suaves y en posicin de
decbito supina, favoreciendo as la integracin y la entrega a las
corrientes energticas tiernas.
Por ejemplo, respirando suavemente dejando salir un sonido
grave sin ningn esfuerzo (low float). Este tipo de respiracin produce
un relajamiento amplio y global en todo el organismo, ayudando el
feedback acstico a profundizar la respiracin.
Otra posibilidad es sugerirle al paciente que imagine en la
inspiracin que el oxgeno (la vida) corre por detrs, subiendo por la
espina dorsal y pasando por la cabeza, y que en la espiracin el flujo
desciende por la frente hasta llegar a la pelvis. Esta es una tcnica
muy vitalizante.
Podemos sugerirle al paciente que respire en determinada
regin del cuerpo ms o menos tensionada. Por ejemplo, dejando
entrar el aire por el pecho y saliendo por el mismo lugar, imaginando
que en la fase inspiratoria est llevando un color hacia la zona del
corazn, al tiempo que en la fase espiratoria deja caer suavemente la
cabeza hacia atrs en un gesto de entrega.
Tambin podemos combinar los trabajos bioenergticos y
reichianos con tcnicas dinmico-expresivas: cantar una cancin en el
stool, dibujar y pintar el corazn evolutivamente tal cual lo sintieron
en la infancia y en la adolescencia, tal cual lo sienten en la actualidad
y tal cual les gustara que estuviera, etc.

A diferencia con otros clientes, a los pacientes abusados no les


sugiero ningn trabajo para hacer en el hogar entre sesin y sesin.
A. Lowen y L. Lowen, Ejercicios de bioenergtica; Sirio, Barcelona, 1989.
115

116
F. Navarro, Metodologa de la vegetoterapia caracteroanaltica. A partir de
Wilhelm Reich; Orgn; Valencia, 1993.
Incluso me resisto a nombrar los trabajos teraputicos con el nombre
de ejercicios bioenergticos, pues puede colarse, irreversiblemente
en la expresin, un espritu gimnstico. Creo que proponer la
realizacin de un trabajo corporal en la casa para tomar conciencia de
las tensiones, para aumentar la vitalidad y para recuperar ms cuerpo
para s, puede adquirir fcilmente una cualidad mecnica en los
pacientes abusados. Lejos de producir el encuentro deseado en la
relacin transferencial, que es el que permite entrar en contacto con
el propio cuerpo para perder el miedo a s mismo y al otro, los
deberes domiciliarios ofician de resistencia en el proceso de
sanacin. Algunos pacientes pueden incluso hasta querer repetir la
sesin teraputica en sus casas, pero el resultado, obviamente, no se
repite. El patrn de sanacin teraputico con personas abusadas
requiere de un dispositivo esencialmente social (Por ejemplo:
arqueologa del cuerpo) y se necesitan por lo menos de dos personas
(un terapeuta y un paciente)117. Particularmente doy s mucha
importancia al hecho de que las personas puedan transferir las
experiencias de las sesiones para sus vidas cotidianas.

La compleja psicodinmica del abuso sexual se ve reflejada por


el hecho de que usualmente los nios abusados no tienen la
posibilidad real de llegar a nuestros consultorios. La mayora de ellos
no tienen a nadie que los lleve a consulta. Ellos tienen que crecer con
las marcas del abuso en sus cuerpos, para luego poder llegar a
nuestros consultorios, habiendo cargado (conciente o
inconcientemente) con el trauma y el dolor de la experiencia durante
aos118.

Analticamente el trabajo se centra en la situacin de


impotencia vivida en el pasado que gener la experiencia traumtica
del desamparo (Por ejemplo: haber estado totalmente incapacitados
en detener la violencia que les caus el abuso generando un dao
mental, corporal, emocional y espiritual).
Estas sensaciones de impotencia y de desamparo tienen que
ser confrontadas con los sentimientos de vergenza y de culpa
inscriptos en el cuerpo y en el carcter, que generan un crculo
vicioso. Por un lado, al traer a luz la experiencia enterrada se reduce
la vergenza (levantando el secreto: nombrando lo innombrable,
pensando lo impensable, expresando lo inexpresable, sintiendo lo
insensible). Por otro lado, es de fundamental importancia reafirmar
enfticamente y en forma permanente que el paciente no tiene
117
El trabajo en grupos chicos (no mayores de 8 personas) y con una pareja de
terapeutas mixta es adems altamente recomendable para acompaar el trabajo de
las sesiones individuales. A diferencia del dispositivo de la Es.Te.R. (Escuela
Espaola de Terapia Reichiana) y del T.E.A.B. (Taller de Estudios y Anlisis
Bioenergtico del Uruguay) donde los pacientes son invitados a trabajar en grupo
luego de haber abordado en sus respectivas terapias individuales los dos primeros
segmentos de la coraza muscular, el tema del abuso sexual hace recomendable
trabajar en grupo desde el inicio del proceso teraputico.
118
L. Mayo, The abused child grows up and walks into our office; The Clinical
Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis; vol 3 n 2.
ninguna culpa por lo que le sucedi en su pasado. Un nio en su
deseo de contacto con un adulto busca amor y no sexualidad genital.
Por lo tanto no tiene que sentirse en absoluto culpable, porque no lo
es en ningn sentido.

En un primer momento la estrategia analtica se sostiene en


desarrollar el sentimiento de auto-afirmacin. Es decir, que los
pacientes pueden estar a cargo de sus vidas y, que por lo tanto,
pueden tener el control de sus propios cuerpos. Esta declaracin que
suena muy obvia no lo es tal para los pacientes abusados. En su
historia-acontecimiento los pacientes abusados no desarrollaron la
habilidad de decir No. Ellos tienen que hacer conciente y poder
apropiarse del derecho de decir No!119. Esto implica un doble
proceso a travs del auto-conocimiento psicolgico y del
(re)aprendizaje corporal.

Tal como lo expona anteriormente, en la clnica bioenergtica


tenemos muchas maneras de trabajar con el cuerpo para facilitar esta
conexin. Ayudar al paciente a enraizarse, a adquirir un sentido de
sus propios lmites fsicos, a facilitar el uso de su voz, de sus brazos y
de sus piernas para recuperar el sentido de auto-posesin de su
propio cuerpo, son vas privilegiadas para desarrollar la capacidad de
decir No!. La cual est severamente daada en los pacientes
abusados. Al. Lowen expresa con mucha claridad este problema:

la incapacidad de decir NO se manifiesta en el


comportamiento del paciente bajo el estrs de situaciones de
la vida. No puede decirles NO a las figuras con autoridad, no
puede rechazar amablemente exigencias que considera
excesivas y no puede resistirse a las presiones de su medio
social ... El NO de un nio puede suprimirse, pero no
eliminarse. Se mantiene operativo en el inconciente y se
estructura en tensiones musculares crnicas, principalmente
en la regin del cuello y la cabeza. Los msculos que hacen
rotar la cabeza de un lado a otro en el gesto de negacin se
vuelven rgidos y espsticos para inhibir este gesto. Se
endurece el gesto de la persona y su NO silencioso se
transforma en obstinacin inconciente. Los msculos de la
mandbula se contraen de manera tal que sta adquiere una
expresin rgida y desafiante o una actitud de encerrarse en
el s-mismo. Se desarrollan tensiones musculares en la
garganta para reprimir el grito desafiante. Estas tensiones
musculares crnicas representan una negacin inconciente.
Dado que estas tensiones musculares reducen la motilidad
del individuo, ste est efectivamente diciendo no me
mover. Su rigidez corporal constituye una resistencia

119
En trminos del desarrollo evolutivo, este derecho comienza aproximadamente a
los ocho meses de vida y se extiende hasta los dos aos y medio, siendo de
fundamental importancia para ir adquiriendo el sentido de singularidad, de
discriminacin y de autonoma yoica.
inconciente que toma el lugar de la oposicin que l no podra
expresar 120.

Como analistas tenemos que estar preparados para trabajar con


la resistencia de estos pacientes, ya que el primer No! le ser
dicho al terapeuta, aunque no nos guste el momento o el tiempo en
que el paciente eligi para decirlo. Un temprano No puede aparecer
relacionado al trabajo corporal, y en especial a determinadas tcnicas
donde el paciente pudiera revivir una situacin invasiva y
atemorizante, a partir de la cual moviliza toda su estructura
defensiva. El terapeuta puede reaccionar entonces de distintas
maneras:
*honrando el No del paciente, sealndole que en el
consultorio ellos estn a cargo de sus propios cuerpos y no tienen que
realizar nada que realmente no quieran hacer;
*respondiendo a la resistencia, introduciendo una explicacin
pedaggica tranquilizadora del porqu de la sugerencia de ese
trabajo y no otro, en ese momento determinado;
*elegiendo otra tcnica que sea menos amenazadora para el
paciente, pero que sea igualmente beneficiosa para su situacin
clnica121.

Este trabajo auto-afirmativo posibilita, en una segunda etapa,


movilizar la agresividad del paciente para poder dirigirse
expansivamente hacia lo que desean (reaching out).
La experiencia auto-afirmativa de expresin del No deriva en
esos momentos en la bsqueda de las formas de expansin funcional
que permitan la reapertura hacia el S bioenergtico y psico-
corporal.
En ese momento el anlisis se centra en la (re)identificacin con
los sentimientos sexuales y amorosos e implica un trabajo muy sutil
de armonizacin e integracin: entre las corrientes energticas
agresivas y tiernas, entre la pelvis y el corazn, etc..

En resumen, la complejidad del trabajo clnico con pacientes


abusados sexualmente es mltiple, los desafos son muy grandes,
aunque la gratificacin lo es aun mayor.
En mi opinin la clnica bioenergtica es quizs la mejor forma
de terapia para ayudar a estas personas a recuperar sus cuerpos, sus
sentimientos, su vitalidad afectiva, y poner en orden su sexualidad,

120
A. Lowen, La experiencia del placer; Paids, Espaa, 1994.
121
En un momento ms avanzado del proceso teraputico se puede
energizar la resistencia (energizing the devil) tal como lo desarrolla
Bennet Shapiro en su trabajo, Healing the sexual split between
tenderness and agression (presentado en las 11as. jornadas del
International Institute for Bioenergetic Analysis, Miami Beach,
Florida).
tomando contacto con el derecho a expresar lo que haban negado y
ocultado durante tanto tiempo.
La Bioenergtica Social nos da la posibilidad y el coraje de
conectarnos con nuestra energa sexual en un camino no abusivo, al
tiempo que nos vamos apropiando de nuestra historia, personal y
colectiva, y nos damos la oportunidad de crear nuevas relaciones:
saludables, creativas, esperanzadoras y amorosas.
El trabajo de prevencin desde una perspectiva reichiana es
una de las salidas que tenemos para contribuir a ponerle un freno a la
violencia sexual hacia los nios y hacia las programaciones
familiares y sociales autoritarias.

4. LA METODOLOGA GENEALGICA Y
ARQUEOLGICA
DE MICHEL FOUCAULT EN LA INVESTIGACIN
EN PSICOLOGA SOCIAL

Nada de lo que ha dado color a la existencia tiene todava


su historia. Existe la historia del amor, de la lujuria,
de la envidia, de la piedad, de la crueldad? (F. Nietzsche).

Los estudios realizados por Michel Foucault sobre la clnica, la


locura, la prisin, la sexualidad, la confesin, etc. se desarrollaron no
slo a partir de una propuesta metodolgica que configur una nueva
modalidad de anlisis contemporneo, sino que adems, se
sostuvieron en una lnea de investigacin que se afirm a partir de la
reconceptualizacin de las nociones de arqueologa y de genealoga.
tica, poder y saber fueron los problemas acuciantes,
urgentes que movilizaron a Foucault en sus intensos aos de vida.
La tica como tecnologa (el s mismo), el poder como estrategia, el
saber como prctica, fueron las bases de su reflexin crtica sobre la
historia poltica de la verdad y la triple raz de su problematizacin del
presente. Pero quizs el aporte ms original de su obra estuvo
desplegado, en forma inmanente, en sus soportes conceptuales y en
su propuesta metodolgica de investigacin arqueolgica y
genealgica.

En una de sus ltimas entrevistas122 M. Foucault desarrolla con


mxima precisin la lnea de investigacin genealgica. Para la
genealoga el punto central de su investigacin es averiguar qu es el
presente, rescatar la cuestin de la actualidad. Para lo cual se hace
un recorte de la realidad como problemtica: Cmo ella es posible?
Cmo se fundamenta? Qu es lo que la legitima?.
Es decir, no nos estamos preguntando necesariamente sobre la
bsqueda de un origen o de un universal sino que estamos tomando
como ejes, preguntas tales como: Cmo funciona esto? Cmo y qu
es lo que lo hace posible? Cmo se fundamenta? Qu es todo esto
que hoy se nos presenta como un problema?

En la lnea de investigacin foucaultiana la genealoga es


inseparable de la arqueologa, porque para hacer el anlisis de una
cuestin presente necesitamos de una arqueologa. El arquelogo no
es otra cosa que el archivista, el cartgrafo que constituye nuestra
memoria mostrando a viejos testimonios como sntomas del presente.
Y para eso construye un archivo audio-visual de una poca
determinada. La materialidad documental es mltiple: libros,
publicaciones, crnicas, registros, instituciones, edificios, ordenanzas,
pero adems tcnicas, costumbres, necesidades, objetos. Historia de
los mrgenes: prcticas mudas, conductas de los costados, discursos
heterogneos.
A la concepcin del discurso-documento M. Foucault le opone el
discurso-monumento123. La arqueologa introduce en su metodologa
de investigacin el volumen. Polarizando las peripecias verbales del
anlisis del discurso, la arqueologa incluye una nueva sensibilidad
tctil y visual.
El arquelogo excava y rastrea en las profundidades, saca a luz
lo que est oculto, desentierra restos tapados por la epidermis de la
corteza. Pero adems trabaja sobre la superficie, es cuidadoso en sus
observaciones epidrmicas. Si encuentra algn resto antiguo lo
adjunta a otros del mismo tipo para combinarlo en un trabajo
histrico.
122
Entrevista con F. Ewald, Le Souci de la Verit, Magazine Literaire, 207, mayo
1984, 21.
123
M. Foucault retoma este trmino de M. Canguilmen.
Ubicndose frente a los discursos como ante un campo de
ruinas visibles a las que se dispone a ordenar e interrogar, M.
Foucault desarrolla la arqueologa acercando a su metodologa de
investigacin la dimensin espacial. En convergencia con el problema
espacial, M. Foucault desarrolla una nueva modalidad de apropiarse
de la dimensin temporal en la investigacin.
La historia es por tradicin la disciplina que se ocupa de
describir, ordenar, registrar e interpretar los hechos y
acontecimientos humanos desarrollados en el tiempo. De esta
manera la historia (con maysculas) permite fechar una continuidad
lineal, una dialctica evolutiva, que nos remite permanentemente a
ancestros y a hazaas, correspondientes a un progreso social. Este no
es el tipo de historia que inspira a Foucault. Su metodologa de
investigacin arqueolgica y genealgica se apoya en la diversidad y
en la discontinuidad: el sealamiento de las singularidades, la
multiplicidad de registros y de formaciones, la bsqueda de fisuras y
los fenmenos de ruptura de la continuidad, el recorrido transversal
de los conceptos, etc.
En esta tarea, la arqueologa y la genealgica deben deshacerse
de las evidencias epistemolgicas, as como desligarse de los lugares
comunes en la investigacin. Para ello M. Foucault crea nuevos
soportes conceptuales y materiales, Por ejemplo: episteme, archivo.
La nocin de episteme permite pensar un orden diferente que
aparece en el social-histrico, diagramando una nueva disposicin de
los saberes. La nocin de archivo permite ordenar los conjuntos de
reglas que en una poca y sociedad definen los lmites y las formas
de la decibilidad, la conservacin y la reactivacin de los enunciados.
La episteme (como constelacin de enunciados organizados por
el arquelogo), no se presentar en la investigacin solamente como
una sumatoria de conocimientos disciplinarios, que organizados
segn modelos cientficos y tendiendo a la coherencia y a la
demostrabilidad, tiene recepcin en la sociedad y se institucionaliza
en un perodo de tiempo histrico determinado. Funcionar adems
como configuracin de problemas.
El archivo (el archivar) no ser un cofre sino una etapa
transitoria, de una operacin tcnica de ordenamiento, que modifica
espacialmente un orden recibido y la visin social que lo acompaa.
Me voy a permitir realizar una cita extensa donde Foucault
define su trabajo arqueolgico como la descripcin de un archivo:
Este trmino no significa la masa de textos que han podido ser
recogidos en una poca dada o conservados desde esta poca a travs de
los avatares del desdibujamiento progresivo, sino el conjunto de reglas que,
en una poca dada, y para una sociedad determinada definen:
1) Los lmites y las formas de la decibilidad: de qu se puede
hablar?, cul es el mbito constituido del discurso?, qu tipo de
discursividad ha sido asignada a tal o cul rea?, de qu se ha querido
hacer una ciencia descriptiva?, a qu se ha conferido una formulacin
literaria?, etc.
2) Los lmites y las formas de la conservacin: cules son los
enunciados destinados a pasar sin dejar huella? Cules son, por el
contrario, los destinados a formar parte de la memoria de los hombres (por
medio de la recitacin ritual, la pedagoga y la enseanza, la distraccin o la
fiesta, la publicidad)? Cules son registrados para poder ser reutilizados y
con qu fines? Cules son puestos en circulacin y en qu grupos? Cules
reprimidos y censurados?
3) Los lmites y las formas de la memoria tal como aparece en las
diferentes formaciones discursivas: Cules son los enunciados que cada
formacin discursiva reconoce como vlidos, discutibles, o definitivamente
inservibles? Cules los que han sido abandonados por inconsistentes o
excluidos como extraos? Qu tipo de relaciones se han establecido entre
el sistema de enunciados presentes y el corpus de enunciados pasados?
4) Los lmites y las formas de reactivacin: entre los discursos de
pocas anteriores o de culturas extraas cules son los que se retienen, se
valorizan, importan, se intentan reconstruir? Qu se hace con ellos, a qu
transformaciones se los somete (comentarios, exgesis, anlisis), qu
sistema de apreciacin se les aplica, qu papel se les otorga?
5) Los lmites y las formas de la apropiacin: Qu individuos,
grupos, clases tienen acceso a un tipo determinado de discursos? Cmo
est institucionalizada la relacin del discurso con quien lo pronuncia, con
quien lo recibe? Cmo se seala y se define la relacin del discurso con su
autor? Cmo se desenvuelve entre clases, naciones, colectividades
lingsticas, culturales o tnicas, la lucha por la apropiacin de los
discursos?
Tal es el trasfondo en el que se inscriben los anlisis que he
comenzado y hacia el que se dirigen. No escribo pues una historia del
pensamiento siguiendo la sucesin de sus formas o el espesor de sus
significaciones sedimentadas. No cuestiono los discursos sobre aquello que,
silenciosamente, manifiestan, sino sobre el hecho y las condiciones de su
manifiesta aparicin. No los cuestiono acerca de los contenidos que pueden
encerrar, sino sobre las transformaciones que han realizado. No los
interrogo sobre el sentido que permanece en ellos a modo de origen
perpetuo, sino sobre el terreno en el que coexisten, permanecen y
desaparecen. Se trata de un anlisis de los discursos en la dimensin de su
exterioridad. De aqu se derivan tres consecuencias:
1) Tratar el discurso pasado no como un tema para un comentario
que lo reanimara, sino como un monumento que es preciso describir en su
disposicin propia.
2) Buscar en los discursos no tanto, como pretenden los mtodos
estructurales, sus leyes de construccin, cuanto sus condiciones de
existencia.
3) Referir el discurso no tanto al pensamiento, al espritu o al sujeto
que lo ha prohijado, cuanto al campo prctico en el cual se despliega 124.

El arquelogo intentar entonces, captar sensiblemente los


modos propios de transformacin, que emergiendo en el campo
enunciativo, adquiriendo espacialidad visible y consiguiendo
organizarse socialmente, producen enunciados de composicin
indita, varan los modos de enunciacin y la forma de tratamiento de
los objetos.
Es decir que (epistemolgicamente) buscar la produccin y la
aparicin de nuevos problemas. En este sentido su propuesta
metodolgica opondr a la historia-relato la constitucin de una
historia-problema.
124
M. Foucault, Saber y verdad; Las Ediciones de la Piqueta, Madrid, 1991.
Los diagramas de poder, los mapas de deseo, las cartografas
corporales son algunas de las herramientas arqueolgicas y
genealgicas que nos permitirn trabajar en Psicologa Social sobre
una multiplicidad de registros: multiplicidades espacio-temporales,
exposicin de relaciones de fuerzas, puntos de inscripcin del poder,
puntos de inversin de poder, lugares de mutacin, etc.

Es necesario tomar en cuenta que la descripcin arqueolgica


no establece jerarquas de valor sino que intenta agrupar los
enunciados como multiplicidades. Es decir, tal enunciado remite a un
emplazamiento (y no a un trascendental: un modelo, una causa, etc.).
El enunciado se conserva en s mismo, en su espacio y vive en la
medida en que ese espacio subsiste o es reconstituido.
Lo interesante de la investigacin genealgica, de la bsqueda
arqueolgica est all donde cabe la pregunta: cules han sido los
sucesos o las transformaciones necesarias para que se pase de un
tipo de saber a otro tipo de saber?
Este anlisis de las transformaciones en su especificidad es
distinto del hilo conductor del principio originario a partir del cual todo
se desarrolla; es diferente de la linealidad causa-efecto, de la
totalidad explicable y de la unidad legitimante.
Para ello Foucault busca la revelacin del inconciente del
conocimiento: echando luz sobre lo no pensado del pensamiento de
una poca, iluminando los procesos de construccin de las verdades
histricas. Verdades que ocultan su propio movimiento de gestacin.
En su concepcin de la historia Foucault no intenta tanto hacer
aparecer la verdad de nuestro pasado sino el pasado de nuestras
verdades.

Ejemplo 1: En Vigilar y Castigar, M. Foucault enfoca su


investigacin para generar visibilidad sobre la historia poltica de los
cuerpos partiendo de un anlisis microfsico del poder y de una
economa poltica de los cuerpos en las sociedades disciplinarias
(desde la Edad Media hasta llegar a la modernidad), a partir del
estudio del nacimiento de la prisin. Su investigacin genealgica se
dirigi a la relacin entre los medios de castigar y su racionalidad,
planteando el problema de la vigilancia y el castigo en funcin de la
bsqueda de las formas de racionalidad que subyacen, desde finales
del siglo XVIII, a la idea de que la prisin es el medio ms racional y
eficaz de castigar las infracciones que se producen en una sociedad.

Ejemplo 2: Tomemos como ejemplo el problema de los derechos


humanos. Los DDHH como construccin discursiva se encuentran en
el continuo riesgo de olvidar las prcticas de las que surgieron: luchas
de poder, miserias, humillaciones, abusos de autoridad. En este
sentido, la genealoga se discrimina del Estado de Derecho. Para la
genealoga nunca una violacin es universal, tampoco su reparacin,
ni su prevencin. Los DDHH no son atemporales. En su materialidad
(que siempre es singular) son los derechos de personas concretas en
situaciones particulares, por lo que su anlisis genealgico implica
siempre un trabajo diversificado, multiplicidad de conceptos y
creatividad continua. As como las distintas formas de dominacin se
producen en lugares concretos, situados, histricos, los DDHH se
enuncian y defienden en lugares concretos, situados e histricos. Es
decir, para la genealoga foucaultiana los DDHH hay que inventarlos,
pero no de una vez y para siempre, sino cada vez y siempre.

La investigacin genealgica la podemos definir entonces como


una forma de historia que da cuenta, por un lado, de la constitucin
de los saberes y de los discursos, y por otro, de la constitucin de un
cuerpo, de un sujeto en la trama socio-histrica. En este sentido la
investigacin genealgica en Psicologa Social nos va a remitir
permanentemente a la produccin de subjetividad y a los procesos de
subjetivacin.
Al hacer genealoga estamos construyendo una arqueologa del
saber. Es decir, nos estamos preguntando cmo se constituye un
saber. Esto implica, por un lado, mostrar el funcionamiento de los
razonamientos en el interior de una cultura y por otro una
interrogacin a los saberes de una poca.

Ejemplo 1: Al aproximarnos epistemolgicamente e intentar


estudiar las nuevas estrategias teraputicas psicocorporales para el
abordaje de los sntomas contemporneos ms recurrentes en la
clnica social (pnico, agorafobia, estrs postraumtico, depresin,
etc.)125 hemos constatado que la experiencia actual del cuerpo es
producto de una gnesis histrica, en la que se cruzan dimensiones
cientficas, polticas y sociales, entre otras. Estas estrategias
proporcionan intervenciones que producen marcas, registros y
espesores singulares en la dimensin psico-corporal de la clnica 126. La
medicina, la psicologa, tambin el derecho y la economa, no nos
hablan del mismo cuerpo. La no coincidencia entre los distintos
modos de concebir el cuerpo es una evidencia cada vez mayor en la
clnica contempornea. Por ejemplo, existe una considerable distancia
entre el cuerpo ergeno del psicoanlisis y el cuerpo sin rganos del
esquizoanlisis, por tomar dos enfoques que interrogan la
corporalidad desde distintos enfoques.
Podramos afirmar que despus de Reich, fue Foucault quien
quizs mejor haya resaltado la dimensin poltica de nuestra
experiencia corporal. No limitando la dimensin corporal a una ptica
mdica, ni a una ptica psicolgica, sino construyendo -genealgica y
arqueolgicamente- una mirada sobre el cuerpo como objeto
privilegiado de diversas prcticas sociales.

125
Seminario La dimensin psicocorporal en la Clnica Social, curso de
profundizacin de Psicologa Grupal e Institucional (4to. ciclo, Area de Psicologa
Social, Facultad de Psicologa de la Universidad de la Repblica).
126
Ver las fichas Panic attack: el extrao invisible que nos habita (2002),
Cartografas de la clnica social contempornea: Pnico: mutaciones de la
subjetividad, convulsiones del cuerpo, Estrs postraumtico: las marcas del
cuerpo, Trauma: Escrito en el cuerpo. Estrs: De los lmites del cuerpo a los
cuerpos sin lmites (Edcs. TEAB, 2004).
Ejemplo 2: En la investigacin La tica en las psicoterapias
corporales en el seminario El cuerpo y los quehaceres del
psiclogo127 nos preguntamos qu es lo que ha ocurrido en los
ltimos aos en nuestro pas que se han desarrollado nuevas formas
de psicoterapia? Se ha incrementado la posibilidad de experiencias
teraputicas? Se ha ampliado el desarrollo de nuevos sentidos
epistemolgicos y existenciales?
Estas nuevas solicitudes, ofertas y demandas, estn
relacionadas a frustraciones impuestas por las limitaciones del trabajo
teraputico tradicional, por la inspiracin en la bsqueda de nuevas
formas de pensar, de sentir, y de actuar con los pacientes/clientes y
consigo mismo?.
Desde dnde surge un discurso de lo corporal en las
psicoterapias? Desde qu lugar se produce un pensamiento de lo
corporal? Qu posibilidades tiene este discurso de insertarse
culturalmente en el campo social?
Y en otro orden: Quines son en nuestro pas los psico-
corporalistas? Existe un desarrollo conceptual y terico que
acompae su variada oferta y lo vasto de sus contenidos? Emergen
con una voluntad de ser reconocidos institucionalmente o como
trabajadores de los mrgenes, de los bordes y de las fronteras?
Qu condiciones generaron y posibilitaron este amplio
desarrollo de tcnicas psico-corporales grupales? La necesidad
individual de buscar respuestas dentro de s mismo en funcin de un
cuerpo histricamente relegado u olvidado, el miedo a la soledad y al
mundo hostil externo del neo-capitalismo salvaje, o probablemente la
ruptura del cuerpo social durante aos de represin poltica y de
disciplinamiento militar? 128

La investigacin genealgica tal como la entendemos en


Psicologa Social no puede prescindir, en la actualidad, de las
dimensiones de la subjetividad y de la tica, que fueron los problemas
a los que Foucault dedic sus ltimos aos de vida.
Investigar genealgicamente implicar, como se deca, una
problematizacin del presente, pero adems una bsqueda tica: la
bsqueda de las condiciones de posibilidad histrica de los
acontecimientos. Esta bsqueda tica se sostiene, en el plano del
pensamiento crtico, en el anlisis de los procesos de subjetivacin.
Para M. Foucault este movimiento genealgico implic hacer filosofa
desde la historia, dibujando conceptualmente el perfil de nuestro
presente. Por lo tanto, para la genealoga, la subjetividad tendr
siempre un carcter social e histrico, nunca apriorstico,
transhistrico o universal.
127
Curso de profundizacin de Psicologa Grupal e Institucional (4 ciclo, Area de
Psicologa Social, Facultad de Psicologa de la Universidad de la Repblica).
128
Ver el pre-proyecto de investigacin El cuerpo y los quehaceres del psiclogo;
Luis Gonalvez, Anlisis Bioenergtico. Devenires corporales de la clnica y de la
pedagoga, Edcs. Departamento de Publicaciones del CEUP, Montevideo, 1997, pp.
175-184.
Por ejemplo: M. Foucault se pregunta qu es lo que ha ocurrido
en occidente para que la cuestin de la verdad sea planteada a
propsito del placer sexual129. Este movimiento produce una nueva
tecnologa del sexo, donde la sexualidad pasa a ser asunto social por
medio de la medicina y del psicoanlisis (histerizacin del cuerpo de
la mujer), de la pedagoga (pedagogizacin del sexo de los nios) y de
la economa (socializacin de las conductas procreadoras). El otro
conjunto estratgico que desarrolla a propsito del sexo dispositivos
especficos de saber y de poder es la psiquiatrizacin de las
sexualidades perifricas. Junto a sus dos textos posteriores M.
Foucault demuestra cmo el discurso sobre la homosexualidad es
reciente: es una creacin humana, epocal, situado, acotado, surgido
de prcticas concretas. No obstante es bastante comn que una vez
emitido (o inventado) se lo pretenda a priori (universal, necesario,
absoluto, intemporal).

Hacer una investigacin genealgica implica, por lo tanto,


preguntarse por la actualidad y la pregunta inicial es cmo funcionan
las cosas? Es decir: el entramado de relaciones que, en la vida
cotidiana, se van construyendo en virtud de los discursos, que las
prcticas sociales van generando, y a partir de los cuales se
constituyen ciertos tipos de cuerpos, ciertos tipos de sujetos.

Esta exploracin incisiva y crtica en la cotidianeidad implica el


anlisis de las condiciones de produccin de los discursos y las
prcticas en la vida social. En la obra de M. Foucault podremos
discriminar una arqueologa del saber, una genealoga del poder y
finalmente un proyecto tico que analiza la correspondencia entre
conocimientos y comportamientos, por lo cual la investigacin
genealgica se desarrolla en tres niveles ontolgicos:
1) la ontologa histrica de nosotros mismos en relacin con la
verdad, a travs de la cual nos constituimos en sujetos de
conocimiento (La historia de la locura -1961-, El nacimiento de la
clnica-1963-, Las palabras y las cosas -1966-, La arqueologa del
saber -1969-, El orden del discurso -1971-),
2) la ontologa histrica de nosotros mismos con relacin al
campo de poder, a travs del cual nos constituimos en cuerpos
(sujetos) que actan sobre los dems (Vigilar y castigar -1975-,
Microfsica del poder -1971/1977-),
3) la ontologa histrica de nosotros mismos con relacin a la
tica, a travs de la cual nos constituimos en agentes morales
(Historia de la sexualidad -1976/1984-)130.

En resumen, la investigacin genealgica se sostiene en la


bsqueda arqueolgica. La misma es puntual, concreta y especfica.
Su recorrido analtico toma como punto de partida el presente del
129
M. Foucault, Historia de la sexualidad 1. La voluntad del saber; Siglo XXI,
Mxico, 1977.
130
Fernando Alvarez-Ura y Julia Varela. Prlogo de Saber y verdad, op. cit.
entramado de las relaciones de saber-poder, que generan
determinados discursos, determinadas prcticas y, a su vez, ciertos
tipos de cuerpos (sujetos). El punto es averiguar qu es el presente,
rescatando la potencia de actualidad de un problema. Ya sea en el
anlisis de una poca, de un dispositivo, de un problema o de un
acontecimiento, para la investigacin genealgica es necesario
precisar metodolgicamente:
a) qu enunciados han funcionado con efectos de verdad
(SABER),
b) qu es lo que los ha hecho posibles (PODER),
c) cules son las formas de subjetivacin producidas
(PRCTICAS SOCIALES).

Lo interesante para la genealoga ser siempre interrogar a la


historia en sus puntos de inflexin, en sus mrgenes, en sus puntos
marginales. Para ello existe una tica foucaultiana: disfrutar de la
pasin de lo nuevo que surge al adentrarse en la pesquisa de los
territorios inexplorados, apostar al riesgo de las formas alternativas
de existencia, a las nuevas formas de vivir (la diferenciacin, la
creacin, la innovacin). Hacer de la propia vida una obra de arte:
una esttica de la existencia.
GLOSARIO:

Anlisis Reichiano: corriente desarrollada a partir de Wilhelm Reich.


Integra las tcnicas de Anlisis del Carcter y de Vegetoterapia, junto
a los principios bsicos de la Orgonoma. Busca restablecer la
pulsacin en el organismo en la direccin del desarrollo cfalo-caudal,
mediante una metodologa rigurosa (no rgida, ni mecnica). Su
abordaje psicocorporal se realiza por medio de un proceso ordenado y
progresivo sobre los siete segmentos de la coraza muscular
descriptos por W. Reich, buscando su desbloqueo energtico, su
recuperacin funcional y su reconstruccin psicoafectiva. Tiene como
objetivo teraputico alcanzar una saludable capacidad de entrega y
de contacto a travs del desarrollo del reflejo de orgasmo y del
establecimiento de un carcter genital.

Anlisis Bioenergtico: corriente desarrollada por Alexander


Lowen. Centra su enfoque en la liberacin de los bloqueos
energticos trabajando con la respiracin y el movimiento. Este
abordaje psicocorporal posibilita la libre expresin emocional, para
entonces integrarlo dinmicamente con la vida y la historia personal
del consultante, a travs del trabajo analtico que acompaa todo el
proceso teraputico. Tiene como objetivo teraputico el
restablecimiento de la capacidad de pulsacin a travs de un proceso
combinado de auto-conocimiento, de auto-expresin y de auto-
posesin.

Anlisis Bioenergtico Reichiano: corriente desarrollada en el


Taller de Estudios y Anlisis Bioenergtico de Uruguay que integra la
Clnica Bioenergtica (las tcnicas reichianas, las neo-reichianas y las
pos-reichianas contemporneas) con la Psicologa Social. Tiene como
antecedente a la Bioenergtica Social desarrollada por Georges
Lapassade en Francia y por Sandra Fagndez en Brasil. Busca
recuperar el sentido poltico de la crtica social profunda, a travs del
pensamiento y la lnea de investigacin reichiana, junto a la
integracin con una tica y una esttica libertarias en una Clnica de
la Multiplicidad.

Anlisis Genealgico: lnea de investigacin desarrollada por Michel


Foucault que permite analizar histricamente la constitucin de los
saberes y de los discursos, y la constitucin de los cuerpos y de los
sujetos en la trama social e histrica, en una poca determinada.
Utiliza como tcnicas, por un lado, a la Arqueologa para analizar los
estratos disciplinarios del poder y las posibilidades de resistencia. Y
por otro lado, a la Genealoga, la multiplicidad de series analticas de
proliferacin ilimitada que carecen de un ncleo que las centralice y
de un lmite que las rodee. El Anlisis Genealgico permite precisar
metodolgicamente: qu enunciados han funcionado con efectos de
verdad en un momento histrico preciso (saber), qu es lo que los ha
hecho posibles (poder), y cules son las formas de subjetivacin
producidas (prcticas sociales).

Esquizoanlisis: rechazando la posicin terica del Psicoanlisis que


centra la cuestin deseante en los aspectos represivos (la falta y la
carencia, la culpa y la castracin), y negando la intervencin tcnica
en sus aspectos familiaristas e interpretativos, los autores franceses
Gilles Deleuze y Flix Guattari desarrollan entre los aos 60-90 la
corriente esquizoanaltica, basndose en una lnea de pensamiento
libertaria y una accin micropoltica. En sus dos obras colectivas ms
importantes (El antiedipo y Las mil mesetas) desarrollan, entre
otros, los conceptos de devenir, agenciamiento, subjetivacin, cuerpo
sin rganos, enunciacin colectiva, produccin deseante y produccin
social, flujos nmades y flujos sedentarios, principio de
representacin territorial (territorializacin-reterritorializacin-
desterritorializacin), mquinas de guerra y aparatos de Estado,
espacios lisos y espacios estriados, catexis pre-concientes de inters
y catexis libidinales de deseo, inconcientes molares e inconcientes
moleculares, grupos sujetos y grupos sometidos, rizomas, etc.

tica (en la Clnica de la Multiplicidad): a diferencia de la moral y


del poder de la clnica tradicional y hegemnica, la tica libertaria,
bioenergtica y social, desarrollada en la Clnica de la Multiplicidad,
se sostiene en los conceptos y no en los preconceptos (a-prioris
cientficos, prejuicios), en reglas facultativas y no en reglas
coercitivas. Se constituye en conexin con los modos de existencia
estticos y los procesos de subjetivacin y de singularizacin locales.
Pensando al cuerpo como pulsacin, como analizador, como rgimen
de afeccin y como poltica, la tica del cuerpo de la Clnica de la
Multiplicidad, desarrolla una tica del compromiso cotidiano, de la
palabra, del sentir y del acto, que se sostiene en la intensidad de la
produccin deseante y en la potencia de los encuentros instituyentes.
Esta concepcin tica de la Clnica de la Multiplicidad ha sido
desarrollada en el Ro de la Plata por Gabriel Galli (Psicologa Social),
Hernn Kesselman y Eduardo Pavlovsky (Multiplicacin Dramtica), y
por Susana Kesselman (Corpodrama), entre otros.

Arqueologa del Cuerpo: concepto y metodologa funcional que


permite trabajar arqueolgicamente con el cuerpo. Toda la situacin
emocional y afectiva del sujeto est inscripta en los tejidos del cuerpo
(coraza somtica o tisular), manifiestndose en cada cuerpo en la
capacidad expresiva ms o menos bloqueada de la pulsacin
bioenergtica. Integrando las tcnicas de Anlisis del Carcter,
Eneagrama, Cartografa Corporal y Cartografa Deseante (para el
trabajo analtico y diagnstico), Vegetoterapia y Bioenergtica (para
el trabajo biofsico), esta metodologa-conceptual permite recuperar
al cuerpo a travs de la memoria emocional inscripta en los sistemas
y en las estructuras ectodrmicas, endodrmicas y mesodrmicas.
Originariamente pensado por Manoel Brandao, y posteriormente
desarrollado por Luis Gonalvez, es un dispositivo teraputico
individual y/o grupal que posibilita la abolicin progresiva del
dualismo cultura-natura inscripto en los cuerpos. Su modalidad
integrativa permite sostenerse en una Clnica de la Multiplicidad con
una fuerte raz libertaria, con un pie en la Clnica Bioenergtica y con
otro en la Psicologa Social.

Proceso Teraputico Bioenergtico: el objetivo es ayudar a la


persona a liberarse de las limitaciones del pasado y de las
inhibiciones del presente, aumentando su pulsacin bioenergtica,
ayudndola a identificarse con sus sentimientos y a recuperar la
potencia de su cuerpo. La terapia es un proceso de curacin natural
en el que el psicoterapeuta da su apoyo a la propia funcin sanadora
del cuerpo del paciente. La progresiva entrega al cuerpo se
corresponde con un anlisis que permite renunciar a las ilusiones,
superar las contracciones bsicas (miedo a morir, a sobrevivir, al
placer, etc.) y descender progresivamente a la tierra y a la realidad.

Streaming: flujo o corriente libre de las energas naturales del


cuerpo que se desarrollan desde la camada interna (ncleo, primera
camada, CORE). Equivalente al flujo libre de energa ascendente y
descendente a lo largo del cuerpo, al movimiento de pulsacin del
ncleo a la periferia, y a la capacidad de percepcin y de contacto de
nuestra propia existencia viva como un campo de energa que puede
comunicarse energticamente con los otros, por medio de la
resonancia y por la superposicin de campos.

Bioenergtica (principios bsicos): la lnea de investigacin


bioenergtica se sostiene en varios principios bsicos a partir de un
abordaje clnico dinmico e integrativo entre lo energtico, lo biofsico
y lo emocional. A saber: existe una identidad funcional entre soma
y psique (entre coraza caracterial y coraza muscular, entre emocin y
energa, entre pulsacin y expresin) que se sostiene en los procesos
bioenergticos del cuerpo. Tanto las actividades mentales como
fsicas son bsicamente procesos energticos de pulsacin. La
respiracin es para la salud del individuo una funcin fundamental,
en la medida en que regula su economa energtico-emocional y su
grado de centramiento. La vibracin y el movimiento son la clave
de la vivacidad en el cuerpo, en la medida en que el placer de estar
plenamente vivos se asienta en el estado vibratorio del cuerpo, su
grado de contacto y su capacidad de entrega a los movimientos
involuntarios. La sexualidad desempea un eje fundamental en el
camino de descubrimiento y en el desarrollo de s mismo, siendo la
funcin del orgasmo el principal principio autorregulador del
organismo.

Orgasmo: en gran parte de su intensa investigacin Wilhelm Reich


invirti toda su energa en explorar, describir y definir a la funcin
del orgasmo como aquella funcin clave para el desarrollo de la
sexualidad natural y de la vida viva. En oposicin al pesimismo
cultural de Sigmund Freud y su pulsin de muerte (libido - deseo de
castigo) que opone la civilizacin a la sexualidad, Wilhelm Reich
mantiene el conflicto entre libido y miedo al castigo. Para ello
combate la represin de la sexualidad, buscando el sentido de la
realidad en el amor, en el trabajo y en el conocimiento a travs de la
entrega orgstica. La frmula del orgasmo (tensin - carga -
descarga - relajacin) proporcion el hilo rojo sobre el que se
sostiene la Clnica Bioenergtica individual y grupal, siendo la frmula
misma de todo lo viviente. Las enfermedades y biopatas son el
resultado del bloqueo de una de las etapas de este proceso. La salud
emocional depende de la potencia orgstica, o sea, de la capacidad
de entrega en el akm de excitacin sexual durante el acto sexual
natural.

Reflejo del orgasmo: contraccin y expansin unitarias que se


producen involuntariamente en el organismo en el abrazo genital.

Potencia/impotencia orgstica: capacidad/incapacidad de entrega


total a los movimientos involuntarios del organismo, en la descarga
de la excitacin sexual en la culminacin del acto sexual.
Inmanentemente relacionados a la capacidad/incapacidad natural de
amar. En el caso de la impotencia orgstica (que se discrimina de la
impotencia anatmica-fisiolgica y de la impotencia psicosomtica) la
energa biolgica est bloqueada y puede convertirse en fuente de las
manifestaciones ms diversas de conducta irracional (peste
emocional, sadismo, pornografa, racismo, sexismo, etc.), siendo una
de las causas de la formacin de la coraza caracterial.

Plaga emocional: efecto de la represin sexual de las sociedades


patriarcales y de la lucha por el poder, es una caracterstica esencial
de todo carcter neurtico actuando destructivamente sobre la
escena social. Esta forma de conducta humana est basada en una
estructura bioptica de carcter y se hace sentir en las relaciones
interpersonales, en los grupos y en las instituciones. Se va
organizando en correspondencia con las instituciones sociales. Una de
las caractersticas bsicas de la peste emocional es que la accin y el
motivo de la accin nunca coinciden, quedando el motivo real
escondido y el motivo falso es presentado como la razn de la accin.

Carcter: historia congelada de la persona que se manifiesta en su


forma estereotipada de reaccionar frente a situaciones cotidianas o
frente a situaciones de estrs. Representa la direccin de
comportamiento habitual, el patrn tpico de comportamiento que
est establecido, congelado y estructurado en trazos caracteriales y
en resistencias caracteriales. Tpico de la estructura neurtica, el
carcter funciona como una defensa narcisista contra las emociones,
siendo su resultado la falta de contacto, la insensibilidad y la rigidez,
al disminuir la espontaneidad, la sensibilidad y la gracia del cuerpo.
La coraza caracterial es funcionalmente idntica a la coraza
muscular.

Coraza: estructura de la personalidad descripta por Wilhelm Reich


como una armadura complicada y entrelazada de rigidizacin de
msculos y tejidos que generan una cronificacin del carcter y del
cuerpo. La coraza impide la libre expresin de la vitalidad que hay en
nosotros e impide la posibilidad de desarrollar un encuentro profundo,
intenso, totalmente conectado a partir del ncleo. Reich describe el
proceso de la formacin de la coraza muscular por medio de siete
segmentos (ocular, oral, cervical, torcico, diafragmtico, abdominal
y plvico).

Segmentos de la coraza: bandas de tensin que envuelven al


cuerpo en forma horizontal limitando el movimiento energtico en el
eje cfalo-caudal. Anillos de retencin de energa descriptos
pedaggicamente por Wilhelm Reich, situados perpendicularmente al
eje longitudinal del cuerpo. Estn funcionalmente determinados y
comprenden todos los msculos y rganos que mantiene una relacin
funcional entre s y son capaces de participar en los movimientos
expresivos. Estn unidos uno a otro, formando parte de un sistema
vivo unitario. El acorazamiento de los segmentos se da en funcin de
las defensas psicocorporales que la persona desarrolla para
defenderse de las situaciones traumticas en un momento
determinado. Por lo tanto, cada segmento tiene una correlacin con
un tiempo histrico y con una situacin psicodinmica bsica. Cuanto
mayor es el grado de acorazamiento en el segmento, menor es la
libertad de expresin emocional. El desbloqueo de un segmento
conlleva la movilizacin de los segmentos colindantes. Al movilizar la
energa de un segmento superior la misma tiende a precipitarse hacia
los segmentos inferiores, a no ser que exista un bloqueo mal
trabajado en algn segmento anterior, en donde se puede producir el
efecto gancho descripto por Elsworth Baker (persistencia de un
bloqueo en un segmento poco elaborado, que se fortalece al
movilizar energa de un segmento posterior). El trabajo de
desbloqueo y de armonizacin debe realizarse siempre
progresivamente, posibilitando que la apertura se realice del interior
hacia el exterior del organismo, siguiendo la direccin de la expansin
y de la emocin (ex movere).

Dficit de acorazamiento: estructuras energticas psicocorporales


deficitarias o mal distribuidas, tpicas de las estructuras psicticas o
fronterizas. Las mismas tienen ausencia o debilidad en la identidad
biolgica del yo, que puede estar escondiendo ncleos psicticos,
presentando una cobertura caracterial (falsa coraza muscular). Se
caracterizan por una funcionalidad del timo muy frgil o inexistente y
por un estado bioenergtico anorgontico (condicin de disminucin o
ausencia de carga de energa en el organismo).

Biopata: proceso de enfermedad que tiene su raz en un disturbio


en la pulsacin bioenergtica.

Actings: movimientos neuro-musculares, energtico-emocionales


sugeridos por el terapeuta al paciente. Se utilizan para la
recuperacin funcional de los siete segmentos, para posibilitar la libre
circulacin energtica, segn las particularidades histricas de cada
persona. Se introducen diferencialmente en funcin de cada
estructura de carcter. Dichos movimientos generan una respuesta
neuro-muscular que posibilita la emergencia de sensaciones,
abreacciones emocionales e insights, sirviendo adems como
herramientas diagnsticas. Los mismos fueron sistematizados en un
trabajo post-reichiano por Ola Raknes y Federico Navarro, entre otros.

Enraizamiento (grounding): Tcnica y concepto desarrollado por


Alexander Lowen. El enraizamiento es el proceso energtico que
posibilita la conexin energtica entre los pies y las piernas con la
tierra y el suelo. Refleja el monto de energa y la sensacin que una
persona permite fluir para la parte inferior de su cuerpo y denota la
conexin de la misma con la base sobre la que se afirma. Correlato
corporal de la responsabilidad (pararse sobre los pies, sustentarse
sobre s mismo), una persona poco dispuesta a asumir
responsabilidades renegar de sus piernas, no tendr en ellas
muchas sensaciones, ni las sentir conectadas con el resto de su
cuerpo (estar, por lo tanto, sub-enraizada). Las sensaciones de
seguridad e independencia estn ntimamente ligadas al
funcionamiento de las piernas y de los pies. Estas sensaciones tienen
una poderosa influencia sobre la sexualidad. Las tensiones
musculares crnicas o la deficiencia tonal en las piernas provocan
una perturbacin en el contacto con el suelo, impiden la flexibilidad y
disminuyen las sensaciones del cuerpo. La falta de plasticidad y
elasticidad en las piernas se relaciona con la prdida de la alegra de
vivir. Los ejercicios de enraizamiento desarrollados por Alexander
Lowen tienen varios efectos teraputicos. Aumentan el sentido de
seguridad, dndole una direccin a las corrientes vegetativas hacia el
placer de la descarga y de la satisfaccin sexual. Disminuyen el
miedo a caer y sus equivalentes (fallar, abandonarnos, entregarnos,
etc.) posibilitando una identificacin ms plena con nuestra
naturaleza animal. El excesivo desplazamiento social hacia arriba
de nuestra cultura puede comenzar a invertirse en el trabajo clnico
individual o colectivo, y como punto de partida de un trabajo
teraputico ms profundo, a travs de ejercicios bioenergticos de
enraizamiento. El descansar sobre nuestros pies, sustentando un
dilogo y una corriente de vida con la madre tierra, permite adems
movilizar otras zonas o segmentos de la coraza. A diferencia de lo
que piensan los reichianos ortodoxos (de la lnea de Federico
Navarro), Alexander Lowen y John Pierrakos comienzan usualmente
su trabajo teraputico por las piernas y los pies. Esto ayuda a abrir un
reservorio energtico en la pelvis para los impulsos que ms tarde
fluirn hacia abajo desde la cabeza. Tanto Alexander Lowen (Anlisis
Bioenergtico) como John Pierrakos (Core Energetics) aconsejan que,
al estar bloqueadas las partes inferiores del cuerpo, el trabajo
corporal en terapia se empiece de los pies hacia la cabeza para evitar
que se acumule tanta energa en la cabeza, al no tener salida por los
pies. El contacto de los pies con el suelo representa, desde el punto
de vista bioenergtico, un contacto con la realidad, por lo tanto nunca
produce efectos iatrognicos. El trabajo teraputico del
enraizamiento, segn David Boadella, posibilita la construccin y el
establecimiento de una buena conexin entre los movimientos
voluntarios, semivoluntarios e involuntarios de nuestro cuerpo, a
travs de la recreacin y la bsqueda del tono muscular ms
apropiado. Concordando con lo desarrollado por Alexander Lowen
dicho trabajo enriquece nuestras posibilidades de sostenernos en
nuestra propia base, al tiempo que aporta mayores flujos de energa
vivificantes para la parte inferior de nuestro cuerpo. Pero el concepto
de enraizamiento en toda su potencia implica mucho ms que estar
de pie. Desde el punto de vista social implica, por un lado, estar de
pie para defender lo que es importante para nosotros. Por otro lado
implica dejar al otro ser el Otro. Esto es algo que parece muy
simple, pero significa que reconocemos y aceptamos nuestra
singularidad, y renunciamos a la ilusin de que podemos normatizar a
otros a nuestras categoras mentales. Esta actitud libertaria de
alteridad requiere una capacidad importante de enraizamiento. Desde
el punto de vista bioenergtico implica un movimiento que se
produce cuando la energa fluye hacia la superficie del cuerpo y
establece contacto con el mundo exterior. Enraizamiento y contacto
estarn entonces indisolublemente ligados.

Contacto: Toda la Clnica Bioenergtica se basa en la capacidad de


la persona de estar en contacto consigo mismo y con el otro (padrn
de resonancia o contacto de ncleo a ncleo). Desde una tica
sostenida en el sentir, la Clnica Bioenergtica hace especial hincapi
en la interaccin de los campos energticos terapeuta-paciente, al
interior de la relacin teraputica. La capacidad de contacto con uno
mismo y con el entorno, est relacionada a la posibilidad de libre
pulsacin y de un intercambio a nivel vegetativo y bioenergtico
(sensacin de rgano). Al estar disminuida o impedida la
posibilidad de contacto real y profundo con la naturaleza, el animal
humano desarrolla contactos sustitutivos. La coraza acta sobre
los sentidos como un filtro crnico disminuyendo la capacidad de
contacto cuantitativa y cualitativamente, en la medida en que nos
mantiene alejados de nuestras emociones, reduciendo nuestra
movilidad plasmtica y nuestra resonancia con la naturaleza.

Resonancia: el concepto de resonancia es uno de los conceptos


ms sutiles de la Clnica Bioenergtica. Desarrollado por David
Boadella tiene como antecedente el concepto de identificacin
vegetativa de Wilhelm Reich. Boadella va a buscar en el mundo de
los sonidos la metfora para designar el fenmeno de resonancia. El
mismo representa el fenmeno fsico determinado por la vibracin
que provoca un sistema, cuando es alcanzado por una onda de
frecuencia igual a una de sus frecuencias propias. Es decir, la
resonancia es el refuerzo de la intensidad de una onda por la
vibracin de un sistema que tiene una frecuencia igual y se
superpone a la anterior. En la relacin terapeuta-paciente la
resonancia se desarrolla como una transferencia de fuerza curativa al
coincidir dos personas en una misma pulsacin de ncleo a ncleo
(de CORE a CORE). En la clnica bioenergtica el padrn de
resonancia se opone al padrn de interferencia. Cuando las
necesidades de emocionales de un beb o de un nio se encuentran
con una expresin emocional contradictoria, restrictiva o violenta por
parte de sus padres tenemos un padrn de interferencia. El padrn de
resonancia, por el contrario, representa un crecimiento saludable no
neurtico. La transferencia y la contratransferencia son tambin
patrones de interferencia. Existe un padrn o campo distorsionando el
contacto. Si el contacto es distorsionado por el paciente tenemos la
llamada transferencia y si el contacto es distorsionado por el
terapeuta tenemos la llamada contratransferencia. La esencia de la
transferencia es que esa distorsin refleja la historia de remotos
patrones de interferencia. En el proceso teraputico el padrn de
interferencia se torna en foco de la conciencia, y si el terapeuta
trabaja la transferencia/contratransferencia, utilizar la interferencia
para conocer lo que est interfiriendo. Traspasar la
transferencia/contratransferencia lleva a otro padrn: el padrn de
resonancia. Para desarrollar un padrn resonante es necesario que el
terapeuta y el paciente estn en contacto con su ritmo interno.

Ritmo interno: principio bioenergtico reichiano desarrollado


tcnicamente en la clnica por Luis Gonalvez. El trabajo desde el
ritmo interno es lo que permite diferenciar un trabajo con el cuerpo,
de un trabajo sin el cuerpo, contra el cuerpo, o sobre el cuerpo. Se
relaciona teraputicamente a la dimensin temporal y al ritmo de
emergencia del inconciente en forma ordenada, que permite la
flexibilizacin de la coraza segn la lgica estructural y funcional del
desarrollo evolutivo. El ritmo interno est basado en los ritmos
pulsatorios de todas las funciones orgnicas vegetativas, que son el
sustento de toda la actividad rtmica emocional. La vida del
organismo es polirrtmica y las pautas rtmicas son las que le dan
sentido y sensibilidad a la vida. En el ritmo interno encontramos la
verdad de lo vital e implica la posibilidad de restituir a la persona a un
estado de auto-regulacin bioenergtica y de pulsacin saludable.

Pensamiento funcional: pensamiento desarrollado por Wilhelm


Reich que se desarrolla en congruencia con el funcionamiento de la
naturaleza. Forma de pensar que se opone al pensamiento mecnico
y al pensamiento mstico.
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CRTICAS:

Arqueologa del cuerpo.


Ensayo para una clnica de la multiplicidad
Coleccin Clnica Bioenergtica y Psicologa Social
Edicin TEAB (200 pginas; Montevideo, 1999).
Luis Gonalvez

En este nuevo libro vemos con mucha intensidad el desarrollo


(personal y profesional) del autor y los resultados pueden ser
apreciados en sus producciones, que son expresin viva de su
filosofa tica: hacer de la propia vida una obra de arte, una esttica
de la existencia. En Arqueologa del Cuerpo, el autor se zambulle en
la tica foucaultiana de disfrutar de la pasin de lo nuevo, que surge
al adentrarse en la pesquisa de los territorios inexplorados. Y un viaje
por territorios poco explorados es justamente lo que la lectura de
Arqueologa del Cuerpo nos proporciona. Nos da la posibilidad de
ampliar la nocin del cuerpo en cuanto pulsacin energtica, lo que
exige un grado de apertura de nuestra multiplicidad. Nos transmite
adems la necesidad de recuperar la dimensin histrico-social de la
Psicologa Social Reichiana, un aspecto extremadamente importante,
pero que en la actualidad ha sido descuidado tanto en la clnica
reichiana individual como en la grupal.
Luis Gonalvez, con sus profundas reflexiones, nos lleva a
recorrer el camino histrico-social sealado por Wilhelm Reich, en
conexin con las contribuciones de Michel Foucault, de Gilles Deleuze
y de Flix Guattari. De esta manera estructura una metodologa de
Anlisis Bioenergtico Reichiano, para pensar al cuerpo como un
proceso social e histrico. El conocimiento vivenciado a travs de su
prctica profesional es comunicado sin esfuerzos, como parte de un
proceso creativo inmerso en lo cualitativo de la vida.

Dra. en Psicologa Social Psic. Reolina Cardoso, Presidenta de


la Sociedade Wilhelm Reich (Brasil) -Extractado del prlogo-.

Este nuevo libro de Luis Gonalvez, psiclogo y psicoterapeuta


uruguayo, constituye un buen ejemplo de sntesis terica entre la
Bioenergtica y la Psicologa Social, recuperando la dimensin poltica
de la prctica psicoterapeutica desarrollada por Wilhelm Reich y
Alexander Lowen quienes exploraron desde ngulos complementarios
el carcter social de los padecimientos humanos.
En un interesante movimiento de sntesis Luis Gonalvez
amalgama en este texto, una adecuada, precisa y creativa
puntualizacin de las bases terico-tcnicas de la bioenergtica,
numerosas reflexiones sobre la produccin de corporalidad en el
Uruguay contemporneo, y una honesta descripcin de su prctica
clnica y de las implicaciones ticas de los abordajes corporales.
Se trata de un libro mltiple muy recomendable que puede ser
ledo tanto por legos en busca de una aproximacin al pensamiento
bioenergtico como por psicoterapeutas interesados en el estatus de
las corporalidades en la prctica clnica.

Psic. Juan Fernndez Romar, Docente Universitario (Prof. Gdo.


4 de Psicologa Social), Autor, Periodista -Relaciones n 197,
Octubre 2000-.

En este texto el autor condensa y despliega con una excelente


intensidad conceptual, una recopilacin de artculos de clnica y de
crtica social donde nombres como Deleuze, Guattari y Foucault son
incorporados al discurso reichiano y de la bioenergtica,
actualizndolo y nutrindolo de aspectos muy interesantes dentro de
una lnea de anlisis biopsicosocial e histrico.

Psic. Xavier Serrano, Director de la Escuela Espaola de


Terapia Reichiana (ESTER), Presidente de la International
Federation Orgonomic Colleges (IFOC) -Energa, Carcter y
Sociedad n 22, 2000-.

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