HOMOSACER

LANUDA VIDA:
DE LOS CAMPOS DE EXTERMINIO A LAEX YUGOSLAVIA. El poder soberano y la nuda vida
UNA REFLEXIN RADICAL ACERCA DE NUESTRAS
CATEGORAS POLTICAS.

Protagonista de este libro es la nuda vida, es decir la vida a

quien cualquiera puede dar muerte pero que es a la vez in- .11
sacrificable, del hamo sacer. Una oscura figura del derecho ro-
mano arcaico, en que la vida humana se incluye en el orden
jurdico nicamente bajo la forma de su exclusin, nos ofre-
Giorgio Agamben
ce la clave gracias a la cual noslo los textos sagrados de la
soberana, sino, ms en general, los propios cdigos del po-
der poltico, pueden revelar sus arcanos .

PRE-TEXTOS
GIORGIO AGAMBEN naci en Roma en 1942. Es profe-
sor de filosofa en la Universidad de Verona y traduc-
tor al italiano de las obras de Walter Benjanrin. Ha publi-
cado, entre otros, Estancias (Pre-Textos, 1995); La
comunidad que viene (Pre-Textos, 1996); Hamo sacer
(Pre-Textos, 1999); Lo que queda de Auschwitz (Pre-Tex-
tos, 2000 ); Medios sin fin (Pre-Textos, 2001); El lengua-
je y la muerte (Pre-Textos, 2003); Estado de excepcin.
Hamo sacer II, 1 (Pre-Textos, 2004), "Bartleby o de la
contingencia" en Preferira no hacerlo (Bartleby el escri-
biente de Herman Melville, seguido de tres ensayos sobre
Bartleby) junto a Gilles Deleuze y Jos Luis Pardo (Pre-
Textos, 2000 ); Lo abierto (Pre-Textos, 2005), El reino y
la gloria (Pre-Textos, 2008) y Ninfas (Pre-Textos, 2010).
HOMO SACER
El poder soberano
y lanuda vida
I .

Giorgio Agamben

Traduccin y notas de
Antonio Gimeno Cuspnera

PRE-TEXTOS
 HOMO SACER
El poder soberano y la nuda vida
I

Das Recht hat kein Dasein fr sich, sein We-

sen vielmehr ist das Leben der Menschen selbst,
von einer besonderen Seite angesehen.
Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin de
esta obra solo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin pre- SAVIGNY
vista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos,
www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales
de algn fragmento de esta obra.
Ita in iure civitatis, civiumque officiis inves-
Diseo cubierta: Pre-Textos (S. G. E.) tigandis opus est, non quidem ut dissolvatur
civitas, sed tamen ut tanquam dissoluta consi-
Ttulo de la edicin original en lengua italiana: deretur, id est, ut qualis sit natura humana, qui-
Homosacer.
Il potere sovrano e la nuda vita bus rebus ad civitatem compaginandam apta
vel inepta sit, et quomodo homines inter se
Primera edicin: diciembre 1998 componi debeant, qui coalescere volunt, rec-
Primera reimpresin: noviembre 2003 te intelligatur.
Segunda reimpresin: septiembre 2006
Tercera reimpresin: octubre 2010
HOBBES
de la traduccin y notas: Antonio Gimeno Cuspinera, 1998
1995 Giulio Einaudi editore s.p.a., Torino
de la presente edicin:
PRE-TEXTOS, 2010
Luis Santngel, 10
46005 Valencia
www. pre-textos.com

IMPRESO EN ESPAA / PRINTED IN SPAIN

ISBN: 978-84-8191-206-7
DEPSITO LEGAL: S-1181-2010

IMPRENTA lCAoMOS
INTRODUCCIN
Llo
~ griegos no disf?Q_nj~n_s!~~I1~~~.~ino~nico para expre~ar
que nosotros entendemos con la palabra vida. Se seryt"an
de dos"'tfmino_,_gm;"!nti~~LY
--- morfolgicamente distintqs, aun-
,,_ .

que recoi1<:ll1SiJ:?Jes a un timo comn: zo, que expresaba el

simpli-~h~~~o~cie viyir, cqmn a todos los seres .vivos (anima-
les,-hombre~- o dioses) y bos, que indicaba la forma o manera
de vivir propia de un_~ndivi_cll1.9..Q :t!lJ grupo. Cuando Platn, en
el Filebo, menciona tres gneros de vida y Aristteles, en la Eti-
ca Nicomquea, distingue la vida contemplativa del filsofo
(bos theoretiks) de la vida de placer (bos apolaustiks) y de
la vida poltica (bos politiks), ninguno de los dos habra po-
dido utilizar nunca el trmino zo (que significativamente ca-
rece de plural en griego) por el simple hecho de que para ellos
no se trataba en modo alguno de la simple vida natural, sino
de una vida cualificada, un modo de vida particular. Aristte-
les puede hablar, desde luego, con respecto a Dios, de una zoe
9
 ariste ka1 adios, vida ms noble y eterna (Met.1072b, 28), mas tradicin poltica de Occidente (1252b, 30), define el fin de la
slo en cuanto pretende subrayar el hecho nada banal de que comunidad perfecta, lo hace precisamente oponiendo el sim-
tambin Dios es un viviente (de la misma manera que, en el ple hecho de vivir (to zen) a la vida polticamente cualificada
mismo contexto, recurre al trmino zo para definir, de modo (to e zen): ginomne men on to zn hneken, osa de to
igualmente poco trivial, el acto del pensamiento); pero hablar e zn, "nacida con vistas al vivir, pero existente esencialmen-
de una zoe politik de los ciudadanos de Atenas habra carecido te con vistas al vivir bien" (en la traduccin latina de Guiller-
de todo sentido. Y no es que el mundo clsico no estuviera fami- mo de Moerbeke, que tanto Sto.Toms como Marsilio de Pa-
liarizado con la idea de que la vida natural, la simple zo como dua tenan a la vista: Jacta quidem igitur vivendi gratia, existens
tal, pudiera ser un bien en s misma. En un prrafo de la Pol- autem gratia bene vivendi).
tica, (1278b, 23-31), despus de haber recordado que el fin de Es cierto que en un celebrrimo pasaje de la misma obra se
la ciudad es el vivir segn el bien, Aristteles expresa con in- define al hombre como politikon zoon (1253a, 4); pero aqu (al
superable lucidez esta consciencia: margen del hecho de que en la prosa tica el verbo bionai no
se utiliza prcticamente en presente), poltico no es un atribu-
Esto (el vivir segn el bien) es principalmente su fin, tanto para to- to del viviente como tal, sino una diferencia especfica que
dos los hombres en comn, como para cada uno de ellos por separado. determina el gnero zoon (inmediatamente despus, por lo
Pero tambin se unen y mantienen la comunidad poltica en vista sim- dems, la poltica humana es diferenciada de la del resto dek)s
plemente de vivir, porque hay probablemente algo de bueno en el so- vivientes porque-seTuriaa; por medio de un suplemento de po-
lo hecho de vivir (kata t zen auto mnon); si no hay un exceso de ad- liticidad lig~d9.llenguaje, sobre una comunidad de bieny de
versidades en cuanto al modo de vivir (kata ton bon), es evidente que rriL_cl~ justo y de injusto, y no simplemente de placentero. y
la mayora de los hombres soporta muchos padecimientos y se aferra a la de doloroso).
vida (zo), como si hubiera en ella cierta serenidad (euemera, bello ~Foucault se refiere a esta definicin cuando, al final de la Vo-
da) y una dulzura natural. luntlClsabiFr, sintetiza el proceso a travs del cual, en los
umbrales de Ia vida moderna, la vida natural empieza a ser il).-
No ob~~-I1!~L~I1 ..~L.!P.:P.!l9..2~~!~?_i.S9..1_l~~i!!J:pl~ ':jcia 11::1Wral es cluida, por l contrario, <;n los rne,canismos y los clculos dd
excluida del mbito de la polis en sentido propio y qu~c!<l. con- poaer-esl:afaly h poltica se tr;:msforrp(l en bio-poltica: "Duran-
finada en exclusiva, como mera vida reprochicti~~, en el m- tekmilenios el hombre sigui siendo lo que era para Aristteles:
bito de la ofkos (Pol.1252a, 26-35). En el inicio de la Poltica, un animal viviente y adems capaz de una existencia poltica;
Aristteles pone el mximo cuidado en distinguir entre el oi- el hombre moderno es un animal en cuya poltica est puesta
konmos (el jefe de una empresa) y el despots (el cabeza de en entredicho su vida de ser viviente" (Foucault I, p. 173).
familia), que se ocupan de la reproduccin de la vida y de su Segn Foucault, "el umbral de modernidad biolgica" de una
mantenimiento, y el poltico, y se burla de los que imaginan sociedad se sita en el punto en que la especie y el individuo,
que la diferencia entre ellos es de cantidad y no de especie. en cuanto simple cuerpo viviente, se convierten en el objetivo
Y cuando, en un pasaje que se convertira en cannico en la de sus estrategias polticas. A partir de 1977, los cursos en el
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11
College de France comienzan a poner de manifiesto el paso del que falta por completo la perspectiva biopoltica), como la cir-
Estado territorial, al Estado de poblacin, y el consiguiente cunstancia, no menos singular, de que Foucault no haya tras-
aumento vertiginoso de la importancia de la vida biolgica y ladado nunca su investigacin a los lugares por excelencia de
de la salud de la nacin como problema especfico del poder la biopoltica moderna: el campo de concentracin y la es-
soberano, que ahora se transforma de manera progresiva en tructura de los grandes Estados totalitarios del siglo XX.
"gobierno de los hombres, (Foucault 2, p. 719). "El resultado La muerte impidi a Foucault desarrollar todas las implica-
de ello es una suerte de animalizacin del hombre llevada a ciones del concepto de bio-poltica y tambin mostrar en qu
cabo por medio de las ms refinadas tcnicas polticas. Apare- sentido habra podido profundizar posteriormente la investi-
cen entonces en la historia tanto la multiplicacin de las posi- gacin sobre ella; pero, en cualquier caso, el ingreso de la zoe
bilidades de las ciencias humanas y sociales, como la simult- en la esfera de la pols, la politizacin de la nuda vida como tal,
nea posibilidad de proteger la vida y de autorizar su holocausto." constituye el acontecimiento decisivo de la modernidad, que
En particular, el desarrollo y el triunfo del capitalismo no ha- marca una transformacin radical de las categoras poltico-fi-
bran sido posibles, en esta perspectiva, sin el control discipli- losficas del pensamiento clsico. Es probable, incluso, que, si
nario llevado a cabo por el nuevo bio-poder que ha creado, la poltica parece sufrir hoy un eclipse duradero, este hecho se
por as decirlo, a travs de una serie de tecnologas adecuadas, deba precisamente a que ha omitido medirse con ese aconteci-
los "cuerpos. dciles,. que le eran necesarios. miento fundacional de la modernidad. Los "enigmas.. (Furet,
Por otra parte, ya a finales de los aos cincuenta (es decir p. 7) que nuestro siglo ha propuesto a la razn histrica y que
casi veinte aos antes de la Volont de savor) H. Arendt haba siguen siendo actuales (el nazismo es slo el ms inquietante
analizado, en Tbe Human Conditon, el proceso que conduce entre ellos) slo podrn resolverse en el mbito -la bio-pol-
al homo laborans, y con lala vida biolgica como tal, a ocu- tica- en que se fo~aron. nicamente en un horizonte bio-po-
par progresivamente el centro de la escena poltica del mundo ltico se podr decidir, en rigor, si las categoras sobre las que
moderno. Arendt atribua precisamente a este. primado de la se ha fundado la poltica moderna (derecha/izquierda; priva-
vida natural sobre la accin poltica la transformacin y la de . . do/pblico; absolutismo/democracia, etc.), y que se han ido di-
cadencia del espacio pblico en las sociedades modernas. El fuminando progresivamente, hasta entrar en la actualidad en
hecho de que la investigacin de Arendt no haya tenido prc- una autntica zona de indiferenciacin, habrn de ser abando-
ticamente continuidad y el de que Foucault pudiera empren- nados definitivamente o tendrn la ocasin de volver a encon-
der sus trabajos sobre la biopoltica sin ninguna referencia a trar el significado que haban perdido precisamente en aquel
ella, constituye todo un testimonio de las dificultades y de las horizonte. Y slo una reflexin que, recogiendo las sugerencias
resistencias con que el pensamiento iba a tener que enfrentar- de Benjamn y Foucault, se interrogue temticamente sobre la
se en este mbito. Y a estas dificultades se deben, probable- relacin entre la nuda vida y la poltica, que rige de forma en-
mente, tanto el hecho de que en Tbe Human Condton la au- cubierta las ideologas de la modernidad aparentemente ms
tora no establezca conexin alguna con los penetrantes anlisis alejadas entre s, podr hacer salir a la poltica de su ocultacin
que haba dedicado con anterioridad al poder totalitario (en los y, a la vez, restituir el pensamiento a su vocacin prctica.
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 Una de las orientaciones ms constantes de la obra de Fou- institucionales (qu es el Estado?,), e invita a "liberarse del pri-
cault es el decidido abandono del enfoque tradicional del pro- vilegio terico de la soberana" para construir una analtica del
blema del poder, basado en modelos jurdico-institucionales (la poder que no tome ya como modelo y como cdigo el dere-
definicin de la soberana, la teora del Estado) en favor de un cho, dnde est entonces, en el cuerpo del poder, la zona de
anlisis no convencional de los modos concretos en que el po- indiferencia (o, por lo menos, el punto de interseccin) en que
der penetra en el cuerpo mismo de los sujetos y en sus formas se tocan las tcnicas de individualizacin y los procedimientos
de vida. En sus ltimos aos, como pone de manifiesto un se- totalizantes? Y, ms en general, hay un centro unitario en que
minario de 1982 en la Universidad de Vermont, este anlisis pa- el "doble vnculo" poltico encuentre su razn de ser? Que ha-
rece haberse orientado segn dos directrices de investigacin ya un aspecto subjetivo en la gnesis del poder es algo que es-
diferentes: por una parte, el estudio de las tcnicas polticas taba ya implcito en el concepto de servitude volontaire en La
(como la ciencia de la polica) por medio de las cuales el Es- Botie; pero cul es el punto en que la servidumbre volunta-
tado asume e integra en su seno el cuidado de la vida natural ria de los individuos comunica con el poder objetivo? Es po-
de los individuos. Por otra, el de las tecnologas del yo, me- sible contentarse, en un mbito tan decisivo, con explicacio-
diante las que se efecta el proceso de subjetivacin que lleva nes psicolgicas, como la que, no carente desde luego de
al individuo a vincularse a la propia identidad y a la propia atractivo, establece un paralelismo entre neurosis externas y
conciencia y, al mismo tiempo, a un poder de control exterior. neurosis internas? Y ante fenmenos como el poder meditico
Es evidente que estas dos lneas (que prolongan, por lo dems, espectacular -que hoy est transformando en todas partes el
dos tendencias que estn presentes desde el principio en la espacio poltico- es legtimo o incluso simplemente posible
obra de Foucault) se entrelazan en muchos puntos y remiten mantener la separacin entre tecnologas subjetivas y tcnicas
a un centro comn. En uno de sus ltimos escritos, el autor . .: polticas? . i-.:
afirma que el Estado occidental moderno ha integrado en una Aunque la existencia de una orientacin de este tipo parez-
medida sin precedentes tcnicas de individualizacin subjeti- ca estar lgicamente implcita en las investigaciones de Fou-
vas y procedimientos de totalizacin objetivos, y habla de un cault, sigue siendo un punto ciego en el campo visual que el
autntico doble vnculo poltico, constituido por la individua- ojo del investigador no puede percibir, o algo similar a un pun-
cin y por la simultnea totalizacin de las estructuras del po- to de fuga que se aleja al infinito, hacia el que convergen, sin
der moderno" (Foucault 3, pp. 229-32). poder alcanzarlo nunca, las diversas lneas de la perspectiva de
El punto de convergencia entre esos dos aspectos del poder su investigacin (y, ms en general, de toda la investigacin
ha permanecido, sin embargo, singularmente adumbrado en la occidental sobre el poder).
investigacin de Foucault, tanto que se ha podido afirmar que La presente investigacin se refiere precisamente a ese pun-
el autor rechaz en todo momento la elaboracin de una teo- to oculto en que confluyen el modelo jurdico-institucional y
ra unitaria del poder. Si Foucault se opone al enfoque tradi- el modelo biopoltico del poder. Uno de los posibles resulta-
cional del problema del poder, basado exclusivamente en mo- dos que arroja es, precisamente, que esos dos anlisis no pue-
delos jurdicos (qu es lo que legitima el poder?,,) o en modelos den separarse y que las implicaciones de la nuda vida en la es-
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fera poltica constituyen el ncleo originario -aunque oculto- vistas al vivir bien puede ser leda no slo como una impli-
del poder soberano. Se puede decir, incluso, que la produccin cacin de la generacin (ginomne) en el ser (osa), sino tam-
de un cuerpo biopoltico es la aportacin original del poder so- bin como una exclusin inclusiva (una exceptio) de la zoe en la
berano. La biopoltica es, en este sentido, tan antigua al menos polis, como si la poltica fuera el lugar en que el vivir debe
como la excepcin soberana. Al situar la vida biolgica en el transformarse en vivir bien, y fuera la nuda vida lo que siem-
centro de sus clculos, el Estado moderno no hace, en conse- pre debe ser politizado. La nuda vida tiene, en la poltica oc-
cuencia, otra cosa que volver a sacar a la luz el vnculo secre- cidental, el singular privilegio de ser aquello sobre cuya ex-
to que une el poder con la nuda vida, reanudando as (segn clusin se funda la ciudad de los hombres.
una correspondencia tenaz entre moderno y arcaico que se No es, pues, un azar que un pasaje de la Poltica site el lu-
puede encontrar en los mbitos ms diversos) el ms inme- gar propio de la polis en el paso de la voz al lenguaje. El ne-
morial de los arcana imperii. xo entre nuda vida y poltica es el mismo que la definicin me-
Si eso es cierto, ser necesario considerar con atencin re- tafsica del hombre como viviente que posee el lenguaje,, busca
novada el sentido de la definicin aristotlica de la polis como en la articulacin entre phon y lgos:
oposicin entre el vivir (zn) y el vivir bien (e zn). Tal opo-
sicin es, en efecto, en la misma medida, una implicacin de Slo el hombre, entre los vivientes, posee el lenguaje. La voz es sig-
lo primero en lo segupdo, de la nuda vida en la vida poltica- no del. dolor y del placer, y, por eso, la tienen tambin el resto de los
mente cualificada. Lo que todava debe ser objeto de interro- vivientes (su naturaleza ha llegado, en efecto, hasta la sensacin del do-
gacin en la definicin aristotlica no son slo, como se ha he- lor y del placer y a transmitrsela unos a otros); pero el lenguaje existe
cho hasta ahora, el sentido, los modos y las posibles articulaciones para manifestar lo conveniente y lo inconveniente, as como lo justo y
del vivir bien" como tlos d@lo poltico; sino que, ms bien, lo injusto. Y es propio delos hombres, con respecto a los dems vi-
es necesario preguntarse por qu la poltica occidental se cons- vientes, el tener slo ellos el sentido del bien y del mal, de lo justo y
tituye sobre todo por medio de una exclusin (que es, en la mis- de lo injusto y de las dems cosas del mismo gnero, y la comunidad de
ma medida, una implicacin) de lanuda vida. Cul es la rela- estas cosas es la que constituye la casa y la ciudad. (1253a, 10-18)
cin entre poltica y vida, si sta se presenta como aquello que
debe ser incluido por medio de una exclusin? La pregunta: En qu forma posee el viviente el lenguaje?
La estructura de la excepcin, que hemos bosquejado en la corresponde exactamente a esta otra: En qu forma habita la
primera parte de este libro, parece ser, dentro de esa perspec- nuda vida en la polis?. El viviente posee ellogos suprimiendo
tiva, consustancial con la poltica occidental, y la afirmacin de y conservando en l la propia voz, de la misma forma que ha-
Foucault, segn la cual para Aristteles el hombre era un ani- bita en la polis dejando que en ella quede apartada su propia
mal viviente y, adems, capaz de una existencia poltica,, debe nuda vida. La poltica se presenta entonces como la estructura
ser completada de forma consecuente, en el sentido de que lo propiamente fundamental de la metafsica occidental, ya que
problemtico es, precisamente, el significado de ese adems'' ocupa el umbral en que se cumple la articulacin entre el vi-
La singular frmula generada con vistas al vivir, existente con viente y el logos. La politizacin de la nuda vida es la tarea
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metafsica por excelencia en la cual se decide acerca de la hu- paralelo al proceso en virtud del cual la excepcin se convier-
manidad del ser vivo hombre, y, al asumir esta tarea, la mo- te en regla, el espacio de la nuda vida que estaba situada ori-
dernidad no hace otra cosa que declarar su propia fidelidad a ginariamente al margen del orden jurdico, va coincidiendo de
la estructura esencial de la tradicin metafsica. La pareja cate- manera progresiva con el espacio poltico, de forma que ex-
gorial fundamental de la poltica occidental no es la de amigo- clusin e inclusin, externo e interno, bos y zoe, derecho y he-
enemigo, sino la de nuda vida-existencia poltica, zoe-bos, ex- cho, entran en una zona de irreductible indiferenciacin. El es-
clusin-inclusin. Hay poltica porque el hombre es el ser vivo tado de excepcin, en el que la nuda vida era, a la vez, excluida
que, en el lenguaje, separa la propia nuda vida y la opone a s del orden jurdico y apresada en l, constitua en verdad, en su
mismo, y, al mismo tiempo, se mantiene en relacin con ella separacin misma, el fundamento oculto sobre el que reposa-
en una exclusin inclusiva. ba todo el sistema poltico. Cuando sus fronteras se desvane-
cen y se hacen indeterminadas, la nuda vida que all habitaba
Protagonista de este libro es la nuda vida, es decir la vida a queda liberada en la ciudad y pasa a ser a la vez el sujeto y el
a
quien cualquiera puede dar muerte pero que es la vez in- objeto del ordenamiento poltico y de sus conflictos, el lugar
sacrificable del horno sacer, * cuya funcin esencial en la pol- nico tanto de la organizacin del poder estatal como de la
tica moderna hemos pretendido reivindicar. Una oscura figura emancipacin de l. Todo sucede como si, al mismo tiempo
del derecha romano arcaico, en que la vida humana se inclu- que el,pwceso disciplinario por medio del cual el poder esta-
ye en el orden jurdico nicamente bajo la forma de su exclu- tal hace del hombre en cuanto ser vivo el propio objeto espe-
sin (es decir de la posibilidad absoluta de que cualquiera le cfico, se hubiera puesto en marcha otro proceso que coincide
mate), nos ha ofrecido la clave gracias a la cual no slo los tex- grosso modo con el nacimiento de la democracia moderna, en
tos sagrados de la soberana, sino, ms en general, los propios el que el hombre en,su<X:.'<mdicin de viviente ya no se presenta
cdigos del poder poltico, pueden revelar sus arcanos. Pero, como objeto, sino como sujeto del poder poltico. Estos proce-
a la vez, esta acepcin, que es quizs la ms antigua del tr- sos, opuestos en muchos aspectos, y (por lo menos en apa-
mino sacer, nos ofrece el enigma de una figura de lo sagrado riencia) en acerbo conflicto entre ellos, convergen, sin embar-
que est ms ac y ms all de lo religioso y que constituye el go, en el hecho de que en los dos est en juego la nuda vida
primer paradigma del espacio poltico de Occidente. La tesis del ciudadano, el nuevo cuerpo biopoltico de la humanidad.
foucaultiana debe, pues, ser corregida o, cuando menos, com- As pues, si hay algo que caracterice a la democracia moder-
pletada, en el sentido de que lo que caracteriza a la poltica na con respecto a la clsica, es que se presenta desde el prin-
moderna no es la inclusin de la zoe en la polis, en s misma cipio como una reivindicacin y una liberacin de la zoe, es que
antiqusima, ni el simple hecho de que la vida como tal se con- trata constantemente de transformar la nuda vida misma en
vierta en objeto eminente de los clculos y de las previsiones una forma de vida y de encontrar, por as decirlo, el bos de
del poder estatal: lo decisivo es, ms bien, el hecho de que, en la zoe. De aqu tambin su apora especfica, que consiste en
aventurar la libertad y la felicidad de los hombres en el lugar
- Vase nota I a la traduccin, pg. 243. mismo -la "nuda vida,_ que sellaba su servidumbre. Detrs del
18 19
 largo proceso de antagonismo que conduce al reconocimien- en relacin con la meta final) una tesis historiogrfica que au-
to de los derechos y de las libertades formales, se encuen:tra, torice la liquidacin o la nivelacin de las enormes diferencias
una vez ms, el cuerpo del hombre sagrado con su doble so- que caracterizan su historia y sus antagonismos. Pero, a pesar
berano, su vida insacrificable y, sin embargo, expuesta a que de todo, en el plano histrico-filosfico que le es propio, de-
cualquiera se la quite. Adquirir conciencia de esta apora no be ser mantenida con firmeza porque slo ella puede permitir
significa desvalorizar las conquistas y los esfuerzos de la de- que nos orientemos frente a las nuevas realidades y las impre-
mocracia, sino atreverse a comprender de una vez por todas vistas convergencias de este final de milenio, y desbrozar el te-
por qu, en el momento mismo en que pareca haber venci- rreno que conduce a esa nueva poltica que, en gran parte, es-
do definitivamente a sus adversarios y haber llegado a su apo- t por inventar.
geo, se ha revelado de forma inesperada incapaz de salvar de Al contraponer en el pasaje citado ms arriba la bella jorna-
una ruina sin precedentes a esa zo a cuya liberacin y a cu- da, (euemeria) de la simple vida a las dificultades,,del bos po-
ya felicidad haba dedicado todos sus esfuerzos. La decaden- ltico, Aristteles haba dado la formulacin poltica probable-
cia de la democracia moderna y su progresiva convergencia mente ms bella a la apora que est en el fundamento de la
con los Estados totalitarios en las sociedades posdemocrticas poltica occidental. Los veinticuatro siglos transcurridos desde
y "espectaculares, (que empiezan a hacerse evidentes ya con entonces no han aportado ninguna solucin que no sea pro-
To.cqueville y que han encontrado en los anlisis de Debord visional_ojpeficaz. La poltica, en la ejecucin de la tarea me-
su sancin final) tienen, quizs, su raz en la apora que mar- tafsica que la ha conducido a asumir cada vez ms la forma
ca su inicio y la cie en secreta complicidad con su enemigo de una biopoltica, no ha logrado construir la articulacin en-
ms empedernido. Nuestra poltica no conoce hoy ningn tre zo y bos, entre voz y lenguaje, que habra debido soldar
otro valor (y, en -cmtsecuencia, ningn otro disvalor) que la la fractura.- La nudallb"ida queda apresada en tal fractura en la
vida, y hasta que las contradicciones que ello implica no se forma de la excepcin, es decir de algo que slo es incluido
resuelvan, nazismo y fascismo, que haban hecho de la de- por medio de una exclusin. Cmo es posible politizar, la
cisin sobre la nuda vida el criterio poltico supremo, segui- "dulzura natural, de la zo? Y, sobre todo, tiene sta verdade-
rn siendo desgraciadamente actuales. Segn el testimonio ramente necesidad de ser politizada o bien lo poltico est ya
de Antelme, lo que los campos de concentracin haban en- contenido en ella como su ncleo ms precioso? La biopolti-
seado de verdad a sus moradores era precisamente que "el ca del totalitarismo moderno, por una parte, y la sociedad de
poner en entredicho la cualidad de hombre provoca una reac- consumo y del hedonismo de masas, por otra, constituyen cier-
. cin cuasi biolgica de pertenencia a la especie humana, (An- tamente, cada una a su manera, una respuesta a esas pregun-
telme, p. II). tas. No obstante, hasta que no se haga presente una poltica
La tesis de una ntima solidaridad entre democracia y totali- completamente nueva -es decir que ya no est fundada en la
tarismo (que tenemos que anticipar aqu, aunque sea con toda exceptio de la nuda vida-, toda teora y toda praxis seguirn
prudencia) no es obviamente (como tampoco lo es la de Strauss aprisionadas en ausencia de camino alguno, y la bella jorna-
sobre la convergencia secreta entre liberalismo y comunismo da, de la vida slo obtendr la ciudadana poltica por medio
20 21
 de la sangre y la muerte o en la perfecta insensatez a que la tado) es precisamente el escollo en que han naufragado las re-
condena la sociedad del espectculo. voluciones de nuestro siglo.
La definicin schmittiana de la soberana (soberano es el que Este libro, que haba. sido concebido inicialmente como una
decide sobre el estado de excepcin) se ha convertido en un respuesta a la sangrienta mistificacin de un nuevo orden pla-
lugar comn, antes incluso de que se haya comprendido qu netario, se ha visto, pues, abocado a tener que medirse con al-
es lo que en esa definicin estaba verdaderamente en juego, o gunos problemas -el primero entre todos el de la sacralidad de
sea, nada menos que el concepto-lmite de la doctrina del Es- la vida- que no haban sido tenidos en cuenta en un primer mo-
tado y del derecho, en que sta (puesto que todo concepto-l- mento. Pero, en el curso del estudio, se ha revelado con clari-
mite es siempre lmite entre dos conceptos) limita con la esfe- dad que, en un mbito de esta naturaleza, no era posible acep-
ra de la vida y se confunde con ella. Mientras el horizonte de tar como garantizadas ninguna de las nociones que las ciencias
la estatalidad constitua todava el crculo ms amplio de toda humanas (de la jurisprudencia a la antropologa) crean haber
vida comunitaria, y las doctrinas polticas, religiosas, jurdicas definido o haban propuesto como evidentes y que, muy al
y econmicas que lo sostenan eran todava slidas, esa esfe- contrario, muchas de ellas exigan -en la urgencia de la cats-
ra ms extrema no poda salir a la luz verdaderamente. El pro- trofe- una revisin sin reservas.
blema de la soberana se reduca entonces a identificar quin,
en el interior del orden .ju-rdico,. estaba. investido de unos po-
deres determinados, sin que eso supusiera que el propio um-
bral del ordenamiento fuera puesto en ningn momento en te-
la de juicio. Hoy, en un momento en que las grandes estructuras
estatales han entrado en un proceso de itlisolucin y la excep-
cin, como Benjamin haba presagiado, se ha convertido en re-
gla, el tiempo est maduro para plantear desde el principio, en
una nueva perspectiva, el problema de los lmites y de la es-
tructura originaria de la estatalidad. Porque la insuficiencia de la
crtica anarquista y marxiana del Estado ha sido precisamente
la de no haber ni siquiera entrevisto esa estructura y haber as
omitido expeditivamente el arcanum imperii, como si ste no
tuviera consistencia alguna fuera de los simulacros y de las
ideologas que se haban alegado para justificarlo. Pero ante un
enemigo cuya estructura se desconoce, siempre se acaba, an-
tes o despus, por identificarse con l, y la teora del Estado (y
en particular del. estad0 de excepcin, es decir, la dictadura del
proletariado como fase de transicin hacia la sociedad sin Es-
22 23
 PARTE PRIMERA

LGICA DE LA SOBERANA
 l. LA PARADOJA DE LA SOBERANA

..,. 1.1. La paradoja de la soberana se enuncia as: "El soberano

est, al mismo tiempo, fuera y dentro del ordenamiento jurdico".
Si soberano es, en efecto, aqul a quien el orden jurdico reco-
noce el poder de proclamar el estado de excepcin y de sus-
pender, de este modo, la validez del orden jurdico mismo, en-
tonces "cae, pues, fuera del orden jurdico normalmente vigente
sin dejar por ello de pertenecer a l, puesto que tiene compe-
tencia para decidir si la Constitucin puede ser suspendida in
toto" (Schmin I, p. 37). La precisin ..al mismo tiempo" no es tri-
vial: el soberano, al tener el poder legal de suspender la validez
de la ley, se sita legalmente fuera de ella. Y esto significa que
la paradoja de la soberana puede formularse tambin de esta for-
ma: "La ley est fuera de s misma", o bien: "Yo, el soberano, que
estoy fuera de la ley, declaro que no hay un afuera de la ley".
27
 Vale la pena reflexionar sobre la topologa implcita en la pa- no slo confirma la regla, sino que sta vive de aqulla ... Un telogo
radoja, porque slo una vez que se haya comprendido su 'es- . protestante, que con su ejemplo demuestra la intensidad vital que pue-
tructura, quedar claro en qu medida la soberana marca el l- de alcanzar la reflexin teolgica an en el siglo XIX, ha dicho una vez
mite (en el doble sentido de fm y de principio) del orden jurdico. lo siguiente: La excepcin explica lo general y se explica a s misma.
Schmitt presenta esta estructura como la de la excepcin (Aus- Y si se quiere estudiar de verdad lo general, no hay sino que mirar a la
nahme): excepcin real. Ms nos muestra en el fondo la excepcin que lo ge-
neral. Llega un momento en que la perpetua habladura de lo general
Lo excepcional es lo que no se puede subsumir; escapa a toda de- nos cansa; hay excepciones. Si no se acierta a explicarlas, tampoco se
terminacin general, pero, al mismo tiempo, pone al descubierto en explica lo general. No se para mientes, de ordinario, en esta dificultad,
toda su pureza un elemento especficamente jurdico, la decisin. El porque ni siquiera sobre lo general se piensa con pasin, sino con f-
caso excepcional reviste carcter absoluto cuando se impone como pri- cil superficialidad. En cambio, la excepcin piensa lo general con enr-
mera medida la necesidad de crear una situacin dentro de la cual pue- gica pasin (bd., pp. 44-48).
dan tener validez los preceptos jurdicos. Toda norma general requiere
que las condiciones de vida a las cuales ha de ser aplicada efectiva- No es un azar que Schmitt, para su definicin de la excep-
mente y que han de quedar sometidas a su regulacin normativa, ten- cin, haga referencia a la obra de un telogo (que no es otro
gan configuracin normal. La norma exige un medio homogneo. Esta que Kierkegaard). Si bien ya Vico haba afirmado en trminos
normalidad fctica no es un simple supuesto externo del que pueda no excesivamente dispares la superioridad de la excepcin,
el jurista prescindir; antes bien, es parte de su validez inmanente. No como configuracin ltima de los hechos", sobre el derecho
existe una sola norma que fuera aplicable a un caos. Menester es que positivo (lndidem iurisprudentia non censetur, qui beata me-
elDrden sG' restablecido, si el orden jurdico ha de tener sentido. Es moria ius tfl:eticum sive summum et generale regularum tenet;
necesario de todo punto implantar una situacin normal, y soberano es sed qui acri iudicio videt in causis ultimas factorum peristases
quien con carcter definitivo decide si la situacin es, en efecto, nor- seu circumstantias, quae aequitatem sivae exceptionem, quibus
mal. El derecho es siempre derecho de una situacin determinada. El lege universali eximantur, promereank De antiquissima, cap.
soberano crea esa situacin y la garantiza en su totalidad. l asume el 11), no existe en el mbito de las ciencias jurdicas una teora
monopolio de la ltima decisin. En lo cual estriba precisamente la esen- de la excepcin que reconozca a sta un rango tan elevado.
cia de la soberana del Estado, que ms que monopolio de la coaccin Porque lo que se cuestiona en la excepcin soberana es, se-
o del mando es monopolio de la decisin, dando al vocablo el sentido gn Schmitt, la misma condicin de posibilidad de la validez
general que luego tendremos ocasin de precisar. El caso excepcional de la norma jurdica y, con sta, el propio sentido de la auto-
transparenta de la manera ms luminosa la esencia de la autoridad del ridad estatal. El soberano, por medio del estado de excepcin,
Estado. Vemos que en tal caso la decisin se separa de la norma jurdi- crea y garantiza la situacin de la que el derecho tiene nece-
ca y, si se nos permite la paradoja, la autoridad demuestra que para sidad para su propia vigencia. Pero qu es esta situacin?
crear derecho no necesita tener derecho ... La excepcin es ms intere- Cul es su estructura, desde el momento en que no consiste
sante que el caso normal. Lo normal nada prueba, la excepcin, todo; en otra cosa que en la suspensin de la norma?
28
29
 X La oposicin de Vico entre derecho positivo (ius theticum) y excep- classique, Blanchot ha hablado del intento de la sociedad de
cin expresa bien el estatuto particular de la excepcin. sta es, en el "encerrar el afuera" (enfermer le dehors), es decir de constituir-
derecho, un elemento que trasciende el derecho positivo, en la forma de lo en una "interioridad de espera o de excepcin". Frente a un
su suspensin. La excepcin es al derecho positivo, lo que la teologa exceso, el sistema interioriza aquello que le excede mediante
negativa es a la positiva. Mientras sta predica y afirma determinadas una interdiccin y, de este modo, cese designa como exterior a
cualidades de Dios, la teologa negativa (o mstica), con su ni. .. ni. .. , s mismo, (Blanchot, p. 292). La excepcin que define la es-
niega y suspende la atribucin de cualquier predicacin. No est, sin tructura de la soberana es, empero, todava ms compleja. Lo
embargo, fuera de la teologa, sino que, bien visto, funciona como el que est fuera queda aqu incluido no simplemente mediante
principio que funda la posibilidad general de algo como una teologa. una prohibicin o un internamiento, sino por la suspensin de
Slo porque la divinidad ha sido presupuesta negativamente como lo la validez del orden jurdico, dejando, pues, que ste se retire
que subsiste fuera de cualquier predicado posible, puede convertirse en de la excepcin, que la abandone. No es la excepcin la que
sujeto de una predicacin. De modo anlogo, slo porque la validez del se sustrae a la regla, sino que es la regla la que, suspendin-
derecho positivo queda suspendida en el estado de excepcin, puede dose, da lugar a la excepcin y, slo de este modo, se consti-
ste definir el caso normal como el mbito de la propia validez. tuye como regla, mantenindose en relacin con aqulla. El
particular ccvigor" de la ley consiste en esta capacidad de man-
tenerse en relacin con una exterioridad. Llamamos relacin
1.2. La excepcin es una especie de la exclusin. Es un caso de excepcin a esta forma extrema de la relacin que slo in-
individual que es excluido de la norma general. Pero lo que cluye algo a travs de su exclusin.
caracteriza propiamente a la excepcin es que lo excluido no La situacin creada por la excepcin tiene, por tanto, la par-
queda~or ello absolutamente privado de conexin con la nor- ticula!lidad de que no puede ser definida ni como una situacin
ma; por el contrario, se mantiene en relacin con ella en la de hecho ni como una situacin de derecho, sino que introdu-
forma de la suspensin. La norma se aplica a la excepcin de- ce entre ambas un paradjico umbral de indiferencia. No es un
saplicndose, retirndose de ella. El estado de excepcin no hecho, porque slo se crea por la suspensin de la norma;
es, pues, el caos que precede al orden, sino la situacin que pero, por la misma razn, no es tampoco una figura jurdica
resulta de la suspensin de ste. En este sentido la excepcin particular, aunque abra la posibilidad de vigencia de la ley. Es
es, verdaderamente, segn su etimologa, sacada fuera (ex-ca- ste el sentido ltimo de la paradoja formulada por Schmitt,
pere) y no simplemente excluida. cuando escribe que la decisin soberana "demuestra que no tie-
Se ha observado con frecuencia que el orden jurdico-polti- ne necesidad del derecho para crear derecho". En la excepcin
co tiene la estructura de una inclusin de aquello que, a la vez, soberana se trata, en efecto, no tanto de neutralizar o controlar
es rechazado hacia fuera. Deleuze ha podido as escribir que un exceso, sino, sobre todo, de crear o definir el espacio mis-
cela soberana no reina ms que sobre aquello que es capaz de mo en que el orden jurdico-poltico puede tener valor. La ex-
interiorizar'' (Deleuze, p. 445) y, a propsito del grand enfer- cepcin es, en este sentido, la localizacin eOrtung) fundamental,
mement descrito por Foucault en su Histoire de la folie a l'ige que no se limita a distinguir lo que est dentro y lo que est
30 31
fuera, la situacin normal y el caos, sino que establece entre tura poltica fundamental, ocupa cada vez ms el primer plano en nues-
ellos un umbral (el estado de excepcin) a partir del cual lo' in- tro tiempo y tiende, en ltimo trmino, a convertirse en la regla. Cuando
terior y lo exterior entran en esas complejas relaciones topol- nuestro tiempo ha tratado de dar una localizacin visible permanente a
gicas que hacen posible la validez del ordenamiento. eso ilocalizable, el resultado ha sido el campo de concentracin. No la
El ordenamiento del espacio", en que consiste para Schmitt crcel sino el campo de concentracin es, en rigor, el espacio que co-
el Nomos soberano, no es, por tanto, slo "ocupacin de la tie- rresponde a esta estructura originaria del nomos. Esto se pone de mani-
rra,. (Landnahme), fijacin de un orden jurdico (Ordnung) y fiesto, entre otras cosas, en el hecho de que mientras el derecho peniten-
territorial (Ortung), sino, sobre todo, ocupacin del afuera", ciario no est fuera del ordenamiento normal, sino que constituye slo
excepcin (Ausnahme). un mbito particular del derecho penal, la constelacin jurdica que pre-
side el campo de concentracin es, como veremos, la ley marcial o el es-
X Puesto que no existe ninguna norma que sea aplicable al caos, ste tado de sitio. No es posible, por esto, inscribir el anlisis del campo de
debe ser incluido primero en el orden jurdico mediante la creacin de concentracin en la estela abierta por los trabajos de Foucault, desde la
una zona de indiferencia entre exterior e interior, caos y situacin normal: Historia de la locura a Vigilar y castigar. El campo, como espacio abso-
el estado de excepcin. Para referirse a algo, una norma debe pues pre- luto de excepcin, es topolgicamente diverso de un simple espacio de
suponer aquello que est fuera de la relacin (lo irrelacionado) y, no obs- reclusin. Y es este espacio de excepcin, en el que el nexo entre locali-
tante, establecer de esta forma una relacin con.ello. La relacin de zacin y orden jurdico se rompe definitivamente, el que ha determinado
excepcin expresa as sencillamente la estructura formal originaria de la la crisis del viejo "nomos de la tierra.
relacin jurdica. La decisin soberana sobre la excepcin es, en este sen-
tido, la estructura poltico-jurdica originaria, slo a partir de la cual
adquieren su sentido lo que est incluido en el orden judico y lo que? . 1.3. La validez deuna norma jurdica no coincide c~n .su. apli-:
. .e,'l:
..
est excluido de l. En su forma arquetpica, el estado de excepcin es, cacin al caso particular, sea ste, por ejemplo, un proceso o
pues, el principio de toda localizacin jurdica, porque solamente l abre un acto ejecutivo; por el contrario, la norma, justamente por-
el espacio en que la fijacin de un cierto ordenamiento y de un determi- que es general, debe valer con independencia del caso indivi-
nado territorio se hace posible por primera vez. Pero, como tal, el orden dual. En este punto la esfera del derecho muestra su esencial
jurdico mismo es esencialmente ilocalizable (incluso aunque se le pue- proximidad con la del lenguaje. As como en una instancia de
dan asignar segn las ocasiones lmites espacio-temporales definidos). discurso en acto una palabra slo adquiere el poder de deno-
El nexo entre localizacin (Ortung) y ordenamiento (Ordnung), que tar un segmento de realidad, en tanto que tiene igualmente un
constituye el "nomos de la tierra (Schmitt 2, p. 70) es, pues, todava ms sentido en el propio no denotar (es decir, como langue distin-
complejo de como lo describe Schmitt y contiene en su interior una am- ta de la parole: el trmino en su pura consistencia lxica con
bigedad fundamental, una zona ilocalizable de indiferencia o de excep- independencia de su empleo concreto en el discurso), de la
cin, que, en ltimo anlisis, acaba necesariamente por actuar contra l misma manera la norma slo puede referirse al caso particular
como un principio de infinita dislocacin. Una de las tesis de la presente porque, en la excepcin soberana, est vigente como pura po-
investigacin es precisamente que el estado de excepcin, como estruc- tencia en la suspensin de toda referencia real. Y lo mismo que

32 33
el lenguaje presupone lo no lingstico como aquello con lo de excepcin permanente, declara que no hay un afuera de la lengua,
que debe poder mantenerse en una relacin virtual (en la for- que est, pues, siempre ms all de s mismo. La estructura particular del
ma de una langue o, ms precisamente, de un juego gramati- derecho tiene su fundamento en esta estructura presupositiva del len-
cal, es decir, de un discurso cuya denotacin actual se mantie- guaje humano. Tal estructura expresa el vnculo de exclusin inclusiva a
ne indefinidamente en suspenso) para poder despus denotarlo que est sometida una cosa por el hecho mismo de estar en el lenguaje,
en el discurso en acto, la ley presupone lo no jurdico (por de ser nombrada. Decir es siempre, en este sentido, ius dicere.
ejemplo, la mera violencia en cuanto estado de naturaleza) co-
mo aquello con lo que se mantiene en relacin potencial en el
estado de excepcin. La excepcin soberana (como zona de in- 1.4. En esta perspectiva, la excepcin se sita en una posi-
diferencia entre naturaleza y derecho) es la presuposicin de cin simtrica respecto del ejemplo, con el que forma sistema.
la referencia jurdica en la forma de su suspensin. En toda Constituyen los dos modos por medio de los cuales un con-
norma que manda o prohbe algo (por ejemplo, en la norma junto trata de fundar y mantener la propia coherencia. Pero
que prohbe el homicidio) est inscrita, como excepcin pre- mientras la excepcin es, en el sentido que se ha visto, una ex-
supuesta, la figura pura y no sancionable del caso particular, clusin inclusiva (es decir que sirve para incluir lo que es expul-
mientras que en el caso normal se hace cierta la transgresin sado), el ejemplo funciona ms bien como una inclusin exclu-
(en nuestro ejemplo, el matar a un hombre no como violencia siva. Tmese el caso del ejemplo gramatical (Milner, p. 176): la
natural, sino como violencia soberana en el estado de excep- paradoja es aqu que un enunciado singular, que no se distin-
cin). gue en nada de los otros casos del mismo gnero, es aislado
de ellos precisamente en cuanto perteneciente a la misma ca-
X Hegel ha sido el primero en comprender hasta el fondo esta estruc- tegora. Si, por ofrecer el ejemplo de un performativo, se pro-
tura presupositiva del lenguaje, gracias a la cual ste est simultnea- nuncia el sintagma te amo", ste no puede, por una parte, ser
mente dentro y fuera de s mismo y lo inmediato (lo no lingstico) revela entendido como en un contexto normal; pero, por otra, para
no ser otra cosa que un presupuesto del lenguaje: "El elemento perfecto poder servir de ejemplo, tiene que ser tratado como un enun-
-escribe en la Fenomenologa del Espritu- en el que la interioridad es tan ciado real. Lo que el ejemplo muestra es su pertenencia a una
exterior cuanto interna es la exterioridad, es el lenguaje" (Hegel, pp. 527- clase, pero, precisamente por eso, en el momento mismo en
529). De la misma manera que slo la decisin soberana sobre el estado que la exhibe y delimita, el caso ejemplar queda fuera de ella
de excepcin abre el espacio en que pueden establecerse lmites entre lo (as, en el caso de un sintagma lingstico ste muestra el pro-
interno y lo externo y en que es posible asignar normas determinadas a pio significar y, de esta manera, suspende su significacin). Si
territorios determinados, slo la lengua como pura potencia de significar, se pregunta entonces si la regla se aplica al ejemplo, la res-
al quedar retirada de toda instancia concreta del discurso, separa lo lin- puesta no es fcil, porque se aplica al ejemplo slo como caso
gstico de lo no lingstico y permite la apertura de mbitos de discur- normal y no, evidentemente, en cuanto ejemplo. El ejemplo es-
sos significantes en el interior de los cuales ciertos trminos correspon- t, pues, excluido del caso normal no porque no forme parte
den a ciertas denotaciones. El lenguaje es el soberano que, en un estado de l, sino, al contrario, porque exhibe su pert~nencia a l. Es
34 35
verdaderamente un paradigma en sentido etimolgico: lo que condemnatio, en virtud de la cual la condena del demandado queda su-
Se muestra al lado, y una clase puede contenerlo todo pero bordinada a la carencia de entidad de los hechos que haya alegado en su
no el propio paradigma. defensa (por ejemplo: si in ea re nihil malo A. Agerii Jactum sit neque fiat,
Diverso es el mecanismo de la excepcin. Mientras el ejemplo es decir, si no ha habido dolo). El caso excepcional queda as excluido de
queda excluido del conjunto en cuanto perteneciente a l, la ex- la aplicacin del ius civile, sin que ello suponga, empero, poner en entre-
cepcin est incluida en el caso normal precisamente porque no dicho la pertenencia del caso particular a la previsin normativa. La ex-
forma parte de l. Y as como la pertenencia a una clase slo cepcin soberana representa un umbral ulterior: desplaza el contraste en-
puede mostrarse con un ejemplo, es decir fuera de ella, la no tre dos exigencias jurdicas a una relacin lmite entre lo que est dentro
pertenencia slo puede mostrarse en su interior, es decir con una y lo que est fuera del derecho.
excepcin. En todo caso (como muestra la disputa de los ano- Puede parecer desproporcionado definir la estructura del poder so-
malistas y los analogistas entre los gramticos antiguos), excep- berano, con todas sus crueles consecuencias reales, por medio de dos
cin y ejemplo son conceptos correlacionados que tienden, en categoras gramaticales inocuas. Hay, no obstante, un caso en que el ca-
ltimo trmino, a confundirse, y entran en juego cada vez que rcter decisivo del ejemplo lingstico y su confusin, en el lmite, con
se trata de definir el sentido mismo de la pertenencia de los in- la excepcin, muestran una evidente implicacin con el poder de vida
dividuos, del hecho de que formen comunidad. As de comple- y de muerte. Se trata del episodio de Jueces 12.6 en el que los galaadi-
ja es, en todo sistema lgico como en todo sistema social, la re- tas reconocen a los efraimitas fugitivos que tratan de ponerse a salvo
lacin entre el dentro y el fuera," la ajenidad y la intimidad. cruzando el Jrdn pidindoles que pronuncien la palabra Sibblet, que
ellos pronuncian Sibblet (Dicebant ei Galaaditae: numquid Ephrataeus
X La exceptio del derecho procesal romano muestra bien esta particu- es? Quo dicente: non sum, interogabant eum: die ergo Scibblet, quod
lar estructura de la excepcin. Es un instrumento de defensa del deman- interpretatur spica. Qui respondebat: sibbolet, eadem littera spicam ex-
dado en un juicio, encaminado a neutralizar el carcter probatorio de las primere. non valens. Statimque apprehensum iugulabant in ipso Jorda-
razones alegadas por el actor, en el caso de que la aplicacin normal del nis transitu,). En el Sibblet, ejemplo y excepcin se confunden: es una
ius civile resultara contraria a la equidad. Los romanos vean en ella una excepcin ejemplar o un ejemplo que acta como excepcin. (En este
forma de exclusin dirigida contra la aplicacin del ius civile (Dig. 44, I, 2, sentido, no sorprende en absoluto que, en el estado de excepcin, pre-
Ulp. 74: Exceptio dicta est quasi quaedam exclusio, quae opponi actioni domine el recurso a los castigos ejemplares.)
solet ad excludendum id, quod in intentionem condemnationemve
deductum est,). En este sentido, la exceptio no est totalmente fuera del
derecho, sino que manifiesta ms bien un contraste entre dos exigencias 1.5. En la teora de los conjuntos se distingue entre perte-
jurdicas, que en el derecho remite a la contraposicin entre ius civile y nencia e inclusin. Hay inclusin cuando un trmino es parte
ius honorarium, es decir el derecho introducido por el pretor para atem- de un conjunto, en el sentido de que todos sus elementos son
perar la excesiva generalidad de las normas del derecho civil. elementos de ese conjunto (se dice entonces que b es un sub-
En su expresin tcnica, la exceptio toma as el aspecto de una clusula conjunto de a, y se escribe: b Ca). Pero un trmino puede per-
condicional negativa. inserta en la frmula procesal entre la intentio y la tenecer a un conjunto sin estar incluido en l (siendo la perte-

36 37
nencia la nocin primitiva de la teora que se escribe: bE a) singularidad (presentacin sin representacin), algo as como
o, viceversa, estar incluido sin pertenecer a l. En un libro 're- una paradjica inclusin de la pertenencia misma. La excep-
ciente, Alain Badiou ha desarrollado esta distincin con el pro- cin es lo que no puede ser incluido en el todo al que pertene-
psito de traducirla en trminos polJticos. En l hace corres- ce y que no puede pertenecer al conjunto en el que est ya siem-
ponder la pertenencia a la presentacin y la inclusin a la pre incluida. Lo que emerge en esta figura -lmite- es la crisis
representacin (re-presentacin). Se dir as que un trmino radical de toda posibilidad de distinguir entre pertenencia y ex-
pertenece a una situacin si es presentado y contado como uno clusin, entre lo que est fuera y lo que est dentro, entre excep-
en esa situacin (en trminos polticos, los individuos singula- cin y norma.
res en cuanto pertenecen a una sociedad). Se dir, por el con-
trario, que un trmino est incluido en una situacin si est re- X El pensamiento de Badiou es, en esta perspectiva, un pensamien-
presentado en la metaestructura (el Estado) en la que la estructura to riguroso de la excepcin. Su categora central, la de acontecimiento,
de la situacin se cuenta a su vez como uno (los individuos en corresponde en rigor a la estructura de la excepcin. El autor define el
cuanto recodificados por el Estado en clases, por ejemplo co- acontecimiento como el elemento de una situacin, cuya pertenencia a
mo electores.). Badiou define como normal un trmino que al sta es desde el punto de vista de la situacin misma algo indecidible.
mismo tiempo es presentado y representado (es decir que per- Por eso mismo, en relacin con el Estado, aparece necesariamente como
tenece y est incluido), excrecencia, un trmino que est re- .
excrecencia. La
' . .
relacin entre .pertenencia e inclusin se caracteriza, ade-
presentado pero no es presentado (es decir que est incluido ms, segn Badiou, por una nadecuacin fundamental, en virtud de la
en una situacin sin pertenecer a ella), y singular, un trmino cual la inclusin excede siempre a la pertenencia (teora del punto de
que es presentado pero no representado (que pertenece sin es- exceso). La excepcin expresa precisamente esta imposibilidad de un sis-
tar incluido) (Badiou, pp, 95-115},, tema de hacer coincidir la inclusin conla pertenencia, de reducir a uni-
Qu ocurre con la excepcin soberana en este esquema? Se dad todas sus partes.
podra pensar, a primera vista, que sta se encuadra en el ter- Desde el punto de vista del lenguaje, es posible asimilar la inclusin al
cer caso, es decir que la excepcin configura una forma de per- sentido y la pertenencia a la denotacin. Al teorema del punto de exceso
tenencia sin inclusin, y as es, ciertamente, desde el punto de corresponder entonces el hecho de que una palabra tiene siempre ms
vista de Badiou. Pero lo que define el carcter de la pretensin sentido del que puede denotar en acto y que entre sentido y denotacin
soberana es precisamente que se aplica a la excepcin des- hay una diversidad insalvable. sta es precisamente la diferencia de la que
aplicndose, que incluye lo que est fuera de ella. La excep- se trata tanto en la teora de Lvi-Strauss sobre la excedencia constitutiva
cin soberana es, pues, la figura en que la singularidad est re- del significante con respecto al significado Cil y a toujours une inadqua-
presentada como tal, es decir, en cuanto irrepresentable. Lo tion entre les deux, rsorbable pour l'entendement divin seul, et qui r-
que no puede ser incluido en caso alguno, se incluye en la for- sulte dans l'existence d'une surabondance de signifiant par rapport aux
ma de la excepcin. Si se aplica el esquema de Badiou, la ex- signifis sur lesquels elle peut se poser.. : Lvi-Strauss, p. XLIX), como en
cepcin introduce una cuarta figura, un umbral de indiferen- la doctrina de Benveniste de la oposicin irreductible entre semitico y
cia entre excrecencia (representacin sin presentacin) y semntico. En todos los mbitos el pensamiento de nuestro tiempo se en-

38 39
cuentra confrontado a la estructura de la excepcin. La pretensin de so- cluido aqu en el orden jurdico por medio de su exclusin y la
berana del lenguaje consistir entonces en el intento de hacer coinCidir transgresin parece preceder y determinar el caso lcito. Que
el sentido con la denotacin, de establecer entre ellos una zona de indis- la ley tenga inicialmente la forma de una lex talioniS (talio, qui-
tincin, en la que la lengua se mantiene en relacin con sus denotata zs procede de talis, es decir: la misma cosa), significa que el
abandonndolos, retirndose de ellos a una pura langue (el estado de ex- orden jurdico no se presenta en su origen simplemente como
cepcin lingstico). Esto es lo que hace la desconstruccin, presentan- sancin de un hecho transgresivo, sino que se constituye, ms
do un exceso infinito de indecidibles sobre cada posibilidad efectiva de bien, a travs de la repeticin del misino acto sin sancin al-
significado. guna, es decir como caso de excepcin. No se trata del casti-
go del primer acto, sino de su inclusin en el orden jurdico de
la violencia como hecho jurdico primordial (permittit enim lex
1.6. Por eso en Schmitt la soberana se presenta en la forma parem vindictam, Festo 496, 15). En este sentido, la excepcin
de una decisin sobre la excepcin. La decisin no es aqu la es la forma originaria del derecho. El emblema de esta apre-
expresin de la voluntad de un sujeto jerrquicamente supe- hensin de la vida por el derecho no es la sancin (que no es
rior a cualquier otro, sino que representa la inscripcin, en el en absoluto caracterstica exclusiva de la norma jurdica), sino
cuerpo del nomos, de la exterioridad que anima y da sentido la culpa (no en el sentido tcnico que este concepto tiene en
a ste. El sob,erano no decide sobre lo lcito y lo ilcito, sino so- el derecho penal, sino en el originario que indica un estado,
bre la implicacin originaria de la vida en la esfera del dere- un estar-en-deuda -in culpa esse-: o sea, precisamente el ser
cho, o, en las palabras mismas de Schmitt, sobre la estructu- incluido a travs de una exclusin, el estar en relacin con al-
racin normal de las relaciones de vida, de que la ley tiene go de lo que se est excluido o que no se puede asumir nte-
necesidad. La decisin QO se refiere ni a una quaestio iuris ni gramente). La culpa oose refiere a la transgresin, es decir a
a una quaestio facti sino a la propia relacin entre el derecho
y el hecho. No se trata aqu solamente, como Schmitt parece
1 la determinacin de lo lcito y de lo ilcito, sino a la pura vi-
gencia de la ley, a su simple referirse a algo. sta es la razn l-
sugerir, de la irrupcin de la vida efectiva que en la excep- tima de la mxima jurdica -extraa a toda moral- segn la cual
cin rompe la costra de un mecanismo anquilosado en pura la ignorancia de la norma no elimina la culpa. En esta imposi-
repeticin, sino de algo que concierne a la naturaleza ms n- bilidad de decidir si es la culpa lo que funda la norma o la nor-
tima de la ley. El derecho tiene carcter normativo, es norma ma lo que establece la culpa, surge claramente a la luz la in-
(en el sentido propio de escuadra) no porque ordene y pres- distincin entre externo e interno, entre vida y derecho, que
criba, sino en cuanto debe, sobre todo, crear el mbito de la caracteriza la decisin soberana sobre la excepcin. La estruc-
propia referencia en la vida real, normalizarla. Por esto -es tura soberana de la ley, su particular y original vigor, revis-
decir, en cuanto establece las condiciones de esta referencia y, te la forma de un estado de excepcin en el que hecho y dere-
a la vez, las presupone-la estructura originaria de la norma es cho son indistinguibles (y deben, no obstante, ser especificados).
siempre del tipo: Si (caso real, e.g.: si membrum rupsit), en- La vida, que es as ob-ligada, implicada en la esfera del dere-
tences{consecuencia jurdica, e.g.: talio esto) .. : un hecho es in- . cho;'"puede serlo, en ltima instancia, slo a travs de la pre-
40 41

1
suposicin de su exclusin inclusiva, slo en una exceptio. Hay decididamente opuesta. Porque mientras para Benjamn se trata precisa-
aqu una figura lmite de la vida, un umbral en el que sta es- mente de superar el estado de existencia demnica, del que el derecho
t, a la vez, dentro y fuera del ordenamiento jurdico, y este es un residuo y de liberar al hombre de la culpa (que no es otra cosa que
umbral es el lugar de la soberana. la inscripcin de la vida natural en el orden del derecho y del destino), lo
La afirmacin segn la cual la regla vive slo de la excep- que est al frente de la reivindicacin schmittiana del carcter jurdico y
cin" debe ser tomada pues literalmente. El derecho no tiene de la centralidad de la nocin de culpa no es la libertad del hombre ti-
otra vida que la que consigue integrar dentro de s a travs de co sino slo la fuerza de freno de un poder soberano (katchon) que, en
la exclusin inclusiva de la exceptio: se nutre de sta y sin ella el mejor de los casos, no puede hacer otra cosa que retrasar el reino del
es letra muerta. En este sentido realmente el derecho no tiene Anticristo.
por s mismo ninguna existencia pero su ser es la vida misma Una convergencia anloga se da con respecto al concepto de carcter.
de los hombres. La decisin soberana traza y renueva cada vez Tambin Schmitt, como Benjamn, distingue netamente entre carcter y
este umbral de indiferencia entre lo externo y lo interno, la ex- culpa (el concepto de culpa -escribe- est en relacin con un operari,
clusin y la inclusin, nmos y physis, en el que la vida est no con un esse>: ibd., p. 46). En Benjamn, sin embargo, es precisamente
originariamente situada como una excepcin en el derecho. Su este elemento (el carcter en cuanto escapa a toda voluntad consciente)
decisin nos sita ante un indecidible. el que se presenta como principio capaz de desligar al hombre de la cul-
pa y de afirmar la inoceQcia natural.
X No es un azar que la primera obra de Schmitt est enteramente dedi-
cada a la definicin del concepto jurdico de culpa. Lo que llama inme-
diatamente la atencin en este estudio es la decisin con que el autor 1.7. Si la excepcin es la estructura de la soberana, sta no
rechaza cualquier definicin tcnico-formal <kl concepto de culpa, y lo es, entonces, ni un concepto e~clu$i]famente poltico, ni una
caracteriza, por el contrario, en trminos que, a primera vista, ms pare- categora exclusivamente jurdica, ni una potencia exterior al
cen morales que jurdicos. La culpa es, en efecto, aqu (contra el antiguo derecho (Schmitt), ni la norma suprema del orden jurdico (Kel-
adagio jurdico que afirma irnicamente que no hay culpa sin norma ..) sen): es la estructura originaria en que el derecho se refiere a
antes que nada un proceso de la vida interior.. (Vorgang des Innerlebens), la vida y la incluye en l por medio de la propia suspensin.
es decir algo esencialmente intersubjetiva (Innersubiektives), calificable Sirvindonos de una indicacin de J.-L. Nancy, llamamos ban-
como una autntica mala voluntad.. (basen Willen), que consiste en la do* (del antiguo trmino germnico que designa tanto la ex-
posicin consciente de fines contrarios a los del ordenamiento jurdico.. clusin de la comunidad como el mandato y la ensea del so-
(ibd., p. 92). berano) a esa potencia (en el sentido propio de la dynamis
No es posible decir si Benjamn tena conocimiento de este texto en el aristotlica, que es tambin siempre djnamis me energen, po-
momento de escribir Destino y carcter y Para una crtica de la violen- tencia de no pasar al acto) de la ley de mantenerse en la pro-
cia; pero es un hecho que su definicin de la culpa como concepto jur- pia privacin, de aplicarse desaplicndose. La relacin de ex-
dico originario indebidamente transferido a la esfera tico-religiosa con-
cuerda perfectamente en la tesis de Schmitt, aunque en una direccin Para lo referenta lJando y su famila lxica vase nota II a la trad., pg. 245.

42 43
cepcin es una relacin de bando. El que ha sido puesto en
bando no queda sencillamente fuera de la ley ni es indiferen-
te a sta, sino que es abandonado por ella, es decir que queda
expuesto y en peligro en el umbral en que vida y derecho, ex-
terior e interior se confunden. De l no puede decirse literal-
mente si est fuera o dentro del orden jurdico, por esto origi-
nariamente las locuciones italianas "in bando", "a bandono,.
significan tanto a la merced de ("a la merc di,.) como a vo-
luntad propia, a discrecin, libremente ("a propio talento, li-
beramente.), como en la expresin "corriere abandono"; y ha-
nido (bandito) tiene a la vez el valor de excluido, puesto en
bando (escluso, messo al bando) y el de abierto a todos, li-
bre ("aperto a tutti, libero", como en mesa libre -<<mensa ban-
dita- o a rienda suelta -<<a redida bandita>-). Es en este senti-
do en el que la paradoja de la soberana puede revestir la forma:
"No hay un afuera de la ley". La relacin originaria de la ley
con la vida no es la aplicacin, sino el Abandono. La potencia
insuperable del nomos, su originaria 1uerza de ley, es que 2. NOMOS BASILES
mantiene a la vida en su bando abandonndola. Y es precisa-
mente esta estructura de barr'eRl lo que aqu se tratar de com- 2.1. El principio segn el~alla soberana pertenece a la ley,
prender para poder, eventualmente, ponerla en tela de juicio. que parece hoy inseparable de nuestra concepcin de la de-
mocracia y del Estado de derecho, no elimina en modo algu-
X El bando es una forma de la relacin. Pero de qu relacin se trata no la paradoja de la soberana, sino que, muy al contrario, la
propiamente desde el momento en que ste carece de contenido positi- impulsa al extremo. Desde la ms antigua formulacin conser-
vo alguno y en que los trminos que estn en relacin parecen excluir- vada de este principio, el fragmento 169 de Pndaro, la sobe-
se (y a la vez incluirse) mutuamente? Cul es la forma de la ley que en rana de la ley se sita en una dimensin tan oscura y ambi-
l se expresa? El bando es la pura forma de referirse a algo en general, gua, que precisamente en relacin con l se ha podido hablar
es decir el simple acto de establecer una relacin con lo que est fuera con razn de un "enigma (Ehrenberg, p. 119). He aqu el tex-
de relacin. En este sentido, el bando se identifica con la forma lmite de to del fragmento, cuya reconstruccin se debe a Boeck:
la relacin. Una crtica del bando tendr entonces necesariamente que
poner en duda la forma misma de la relacin y preguntarse si el hecho Nmos ho pnton basileits
poltico no resulta quizs pensable ms all de la relacin, es decir ya no thnaton te kai athanton
en la forma de una conexin. gei dikaion to biaitaton

44 45
 hypertta cheir: tekmaromai ta ley impuso a los hombres el Cronin: a los peces, fieras y aves vo-
rgoisin Heraklos 1 ladoras, comerse los unos a los otros, ya que no existe justicia entre
ellos; a los hombres, en cambio, les dio la justicia que es mucho mejor.
El enigma en este caso no consiste tanto en el hecho de que
el fragmento admita muchas interpretaciones, sino que lo de- No obstante, mientras en Hesiodo el nmos es el poder que
cisivo es ms bien que, como la referencia al robo de Hrcu- separa violencia y derecho, mundo animal y mundo humano,
les deja ver sin sombra de duda, el poeta define la soberana y en Soln, la "conexin,. de Ba y Dik no contiene ambige-
del nmos por medio de una justificacin de la violencia. El dad ni irona, en Pndaro -y ste es el nudo que ha dejado
significado del fragmento slo se aclara, pues, si se compren- en herencia al pensamiento poltico occidental, y que le hace, en
de que tiene su centro en una escandalosa articulacin de esos cierto sentido, el primer gran pensador de la soberana- el n-
principios, Ba y Dike, violencia y justicia, antitticos por ex- mos soberano es el principio que, reuniendo derecho y violen-
celencia para los griegos. El nmos es el poder que opera Con cia, los hace caer en el riesgo de la indistincin. En este senti-
una mano poderosa entre todas,. la paradjica unin de estos do, el fragmento pindrico sobre el nmos basiles contiene el
dos opuestos (en este sentido, si se entiende por enigma, se- paradigma oculto que orienta todas las definiciones sucesivas
gn la definicin aristotlica, la Conjuncin de los opuestos", de la soberana: el soberano es el punto de indiferencia entre
el fragmento contiene verdaderamente un enigma). violencia y derecho, el umbral en que la violencia se hace de-
Si en el fragmento 24 de Soln se debe leer (como hacen recho y el derecho se hace violencia.
la mayora de los estudiosos) krtei nmou, ya en el siglo VI la
fuerza,. especfica de la ley era identificada precisamente en una X En su versin comentada de los fragmentos de Pndaro (que Beissner
conexin,. de violencia y justicia (krtei 1 nmou ban te kaz d- fecha en 1803), Hblderlin (que, con toda verosimilitud, tena a la vista_ un
ken synarmsas, con la fuerza del nmos he reunido violencia texto enmendado en el sentido de la cita platnica en el Gorgias: biaon
y justicia,.; pero incluso si se lee homou en vez de nmou, la t dikaitaton) traduce el fragmento de esta manera:
idea central sigue siendo la misma, desde el momento en que
Soln est hablando de su actividad de legislador: cfr. De Ro- Das Hchste
milly, p. 15). Tambin un pasaje de los Erga de Hesiodo -que Das Gesetz,
Pndaro pudo haber tenido en mientes- asigna al nmos una Van allen der Knig, Sterblichen und
posicin decisiva en la relacin entre violencia y derecho: Unsterblichen: das fhrt eben
Darum gewaltig
Oh Perses! Grbate t esto en el corazn; escucha ahora la voz de la Das gerechteste Recht mit allerhchster Hand 2
justicia (Dik) y olvdate por completo de la violencia (Biaia). Pues es-

El nomos de todos soberano 1 de los mortales y de los inmortales 1 dirige

1
' Lo ms alto La ley, 1 de todos el soberano, mortales e 1 inmortales: condu-
con una mano poderosa entre todas 1 justificando al ms violento. 1 Lo juzgo
as por las obras de Hrcules. . .. ce precisamente 1 por esa violencia 1 e! derecho ms justo con mano suprema.

46 47
 En nombre de su teora de la superioridad constitutiva del nmos sobre i!L
2.2. Es a esta luz como debe ser leda la cita platnica del
~
la ley (Gesetz, en el sentido de posicin convencional), Schmitt critica la Gorgias (484 b, 1-10) que, fingiendo una vacilacin de la me-
1
interpretacin que Holderlin lleva a cabo del fragmento. Tambin Hol- ~ moria, altera a sabiendas el texto pindrico:
;
derlin -escribe- equivoca su traduccin del fragmento (Hellingrath, v, p. 277)
vertiendo al alemn el trmino nmos como Gesetz y se deja extraviar Me parece que tambin Pndaro sostiene lo mismo que yo
por esta palabra desdichada, aunque sepa que la ley es pura mediacin. en el canto en que dice:
El nmos en sentido originario es, por el contrario, la pura inmediatez el nomos de todos soberano
de una fuerza jurdica (Rechtskraft) no mediada por la ley; es un acon-
tecimiento histrico constituyente, un acto de la legitimidad, y slo
1
1
de los mortales y de los inmortales

sta hace razonable en general la aplicacin de la nueva ley (Schmitt 2, y despus prosigue as:
p. 63).
Schmitt malinterpreta aqu por completo la intencin del poeta, que es- 1 conduce con su mano omnipotente
t dirigida precisamente contra todo principio inmediato. En su comenta- haciendo violencia a lo ms justo.
rio, Holderlin define, en efecto, el nmos (que distingue del derecho)
como mediacin rigurosa (strenge Mittelbarkeit): Lo inmediato -escribe- Slo una aguda coniunctivitis profesara ha podido inducir
tomado en sentido riguroso es imposible tanto para los mortales como
para los inmortales; el dios debe distinguir diversos mundos, segn su na-
1
;
a los fillogos (en particular al responsable de la ya anticua-
da edicin crtica oxoniense de Platn) a corregir el bian to
1
turaleza, porque los bienes celestes deben ser sagrados por s mismos, sin dikaitaton de los cdices ms autorizados para reintegrar el
mezcla. El hombre, en cuanto ser cognoscente, debe l tambin distinguir
diversos mundos, ya que el conocimiel)toslo_ es posible mediante la opo- 1 texto de Pndaro (dikaion to biaitaton). Como ha observado
justamente Wilamowitz (Wilamowitz, pp. 95-97), bi~l-n ~s de-
sicin (Holderlin, p. 309). Si, por una parte, Holderlin (como Schmitt) ve
en el nmos basiles un principio ms alto que el simple derecho, por
otra, tiene buen cuidado de precisar que el trmino soberano no se re-
l1
1
masiado raro en griego para poder explicar lo anterior por un
lapsus de memoria (y todava menos por un lapsus clami) y
el sentido del juego de palabras platnico est perfectamente
fiere aqu a un poder supremo (hocbste Macbt), sino al ms alto funda- 11 claro: la justificacin de la violencia,. es tambin aqu, en la
mento cognoscitivo,. (ibd.). Con una de esas correcciones que son tan ca- misma medida, un hacer violencia a lo ms justo,. y en esto,
ractersticas de sus ltimas traducciones, Holderlin traslada as un problema y en nada ms, consiste la soberana,. del nmos de que ha-
jurdico-poltico (la soberana de la ley como indistincin de derecho y
violencia) a la esfera de la teora del conocimiento (la mediacin como 1 bla Pndaro.
Una intencin anloga gua tanto la cita implcita que Platn,
poder de distinguir). Lo que es ms original y fuerte que el derecho no es en el Protgoras, pone en boca de Hippias (Amigos presen-
(como en Schmitt) el nmos en cuanto principio soberano, sino la me- 1
~- tes, dijo, considero yo que vosotros sois parientes, familiares y
diacin que funda el conocimiento. ciudadanos, todos, por naturaleza, no por ley. Pues lo seme-
jante es pariente de su semejante por naturaleza. Pero el no-
mos que es el tirano de los hombres (tyrnrws, no basiles)
48 49

1
les fuerza a muchas cosas en contra de lo natural: 337c), como
r
11 secuencia, afirmar la soberana de la ley sobre la naturaleza,
la cita, explcita, en las Leyes (690d sg.): sino simplemente slo su carcter "natural", es decir no vio-
lento. Mientras en Platn la "ley de naturaleza, nace, pues, para
[El axioma segn el cual es el ms fuerte el que manda] es el que es- 1 eliminar la contraposicin sofstica entre physis y nmos y ex-
t ms extendido entre todos los seres vivos y se da conforme a natu- 1 cluir la confusin soberana de violencia y derecho, en los so-
~aleza, segn dijo en otro tiempo el tebano Pndaro. Pero el mayor de 1 fistas la oposicin sirve precisamente para fundar el principio
todos los axiomas ser a lo que parece el sexto, que ordena al igno- de soberana, la unin de Ba y Dik.
rante ir detrs y al prudente guiar y mandar. Y esto, oh Pndaro sa-
pientsimo!, no me atrevera yo a decir que va contra naturaleza, sino 1
1
que es conforme a ella; es el mando de la ley sobre los que la acep- 2.3. Es el sentido mismo de esta contraposicin, que habra
tan, mando de por s exento de violencia. 1 de tener una descendencia tan tenaz en la cultura poltica de
; Occidente, el que hay que considerar de un modo nuevo. La
En ambos casos, lo que interesa a Platn no es tanto la opo- i polmica sofstica contra el nmos a favor de la naturaleza (que
sicin entre physis y nmos, que estaba en el centro del deba- se desarrolla en tonos cada vez ms encendidos en el curso del
te sofstico (Stier, pp. 245-46), como la coincidencia de violen- siglo IV) puede ser considerada como la premisa necesaria de
cia y derecho que constituye la soberana. En el pasaje citado la oposicin entre estado de naturaleza y commonwealth, que
de las Leyes, el poder de la ley se define como conforme a la Hobbes sita como fundamento de su concepcin de la sobe-
naturaleza (kata physin) y esencialmente no violento, porque rana. Si, para los sofistas, la anterioridad de la physis justifica,
lo que en verdad le importa a Platn es precisamente neutra- en ltimo trmino, la violencia del ms fuerte, para Hobbes es
lizar la oposicin que, tanto para los sofistas como (de mane- precisamente esta misma identidad de estado de nat:uraleza y
violencia (horno homini lupus) lo que justifica el poder abso-
ra diversa) para Pndaro, justificaba la oposicin soberana de
Ba y Dik. 1 luto del soberano. En ambos casos, si bien en un sentido apa-
Todo el tratamiento del problema de la relacin entre physis i rentemente opuesto, la antinomia physis/nmos constituye el
y nmos del libro X de las Leyes est dirigido a desmontar la 11 presupuesto que legitima el principio de soberana, la indis-
construccin sofstica de la oposicin y asimismo la tesis de la tincin de derecho y violencia (en el hombre fuerte de los so-
anterioridad de la naturaleza con respecto a la ley. Platn neu- i fistas o en el soberano hobbesiano). Es importante sealar, en
traliza ambas afirmando el carcter originario del alma y de efecto, que en Hobbes el estado de naturaleza sobrevive en la
todo lo que pertenece al gnero del alma" (intelecto, techn y persona del soberano, que es el nico que conserva su ius con-
nmos) respecto a los cuerpos y a los elementos "que errnea-
mente decimos que son por naturaleza, (892b). Cuando Platn 1 tra omnes natural. La soberana se presenta, pues, como una
incorporacin del estado de naturaleza en la sociedad o, si se
(y con l todos los representantes de lo que Leo Strauss llama prefiere, como un umbral de indiferencia entre naturaleza y
"derecho natural clsico) dice que "la ley debe reinar sobre los cultura, entre violencia y ley, y es propiamente esta indistin-
hombres y no los hombres sobre la ley", no pretende, en con- 1 cin la que constituye la violencia soberana especfica. El es-
50 51
1
1
i
tado de naturaleza, por eso mismo, no es autnticamente ex- tojurdico en que consiste el nmos de la tierra, implica siem-
terior al nmos, sino que lo contiene en la virtualidad de ste. pre una zona excluida del derecho, que configura un espacio
El estado de naturaleza (con certeza en la Edad Moderna, pero libre y jurdicamente vaco, en que el poder soberano no co-
probablemente ya en el mundo de la sofstica) es el ser-impo- noce ya los lmites fijados por el nmos como orden territorial.
tencia del derecho, su autopresuposicin como derecho natu- Esta zona, en la poca clsica del ius publicum Europaeum,
ral. Por lo dems, como ha subrayado Strauss, Hobbes era per- corresponde al Nuevo Mundo, identificado con el estado de
fectamente consciente de que el estado de naturaleza no deba naturaleza, en el cual todo es lcito (Locke: In the beginning,
ser considerado necesariamente como una poca real, sino ms all world was America). El propio Schmitt asimila esta zona be-
bien como un principio interno al Estado, que se revela en el yond the line al estado de excepcin, que se basa de manera
momento en que se le considera como Si estuviera disuelto evidentemente anloga sobre la idea de un espacio delimita-
C.ut tamquam dissoluta consideretur, id est, ut qualis sit natura do, libre y vaco, entendido como mbito temporal y espacial
humana ... recte intelligatur: Hobbes I, pp. 79-80). La exterio- de la suspensin de todo derecho:
ridad -el derecho de naturaleza y el principio de conservacin
de la vida propia- es en verdad el ncleo ms ntimo del sis- ste estaba, no obstante, delimitado con respecto al orden jurdico
tema poltico, del que ste vive, en el mismo sentido en que, normal: en el tiempo, por medio de la proclamacin al principio del es-
segn Schmitt, la regla vive de la excepcin. tado de guerra, y al final a travs de un acto de restitucin; en el espa-
. Cio, por -una precisa indicacin de su mbito de validez. En el interior
de este mbito espacial y temporal, poda suceder todo aquello que se
2.4. Dentro de esa perspectiva, no sorprender demasiado considerara necesario segn las circunstancias. Para indicar esta situa-
que.Schmitt funde.precisamente sobre el fragmento de Pnda- cin, haba un smilolo antiguo y evidente, al que tambin se refiere
ro su teora sobre el carcter originario del nmos de la tierra Montesquieu: la estatua de la libertad o la de la justicia eran veladas por
sin hacer, empero, alusin alguna a su tesis de la soberana un determinado periodo de tiempo (Schmitt 2, p. 100).
como decisin sobre el estado de excepcin. Lo que Schmitt
pretende asegurar a toda costa en este punto es la superiori- En cuanto soberano, el nmos est ligado necesariamente
dad del nmos soberano como acontecimiento constitutivo del tanto al estado de naturaleza como al estado de excepcin.
derecho frente a cualquier concepcin positivista de la ley en Este ltimo (con su necesaria indiferenciacin deBa y Dik)
trminos de simple posicin y convencin (Gesetz). Por ello, no le es simplemente exterior, sino que, a pesar de su preci-
aun hablando de nmos soberano, Schmitt debe dejar en la sa delimitacin, est implicado en l como un momento que
sombra la proximidad esencial entre nmos y estado de ex- es fundamental desde cualquier punto de vista. El nexo loca-
cepcin. Una lectura ms atenta revela, sin embargo, que esta lizacin-ordenamiento contiene, pues, siempre en su interior
proximidad est presente de forma clara. Poco ms adelante, la propia ruptura virtual en forma de una suspensin de todo
en el captulo sobre las Primeras lneas globales, el autor mues- derecho. Pero lo que aparece entonces (en el punto en que
tra cmo, en efecto, el nexo entre localizacin y ordenamien- ;- ,c.se considera la sociedad tanquam dissoluta) es, en verdad, no
52 53
el estado de naturaleza (como estadio anterior en el que los X Si se qmstera representar de manera esquemtica la relacin
hombres volveran a caer), sino el estado de excepcin. Esta- entre estado de naturaleza y Estado de derecho tal como se configura en
do de naturaleza y estado de excepcin son slo las dos ca- el estado de excepcin, se podra recurrir a dos crculos, que, al princi-
ras de un nico proceso topolgico en que, como en una cin- pio, se presentan como distintos (fig. 1) y que despus, en el estado de
ta de Moebius o una botella de Leyden, aquello que se presupona excepcin, muestran estar, en realidad, uno dentro del otro (fig. 2).
como exterior (el estado de naturaleza) reaparece ahora en el Cuando la excepcin tiende a convertirse en regla, los dos crculos coin-
interior (com estado de excepcin), y el poder soberano es ciden sin ningn tipo de distincin (fig. 3):
propiamente esta imposibilidad de discernir entre exterior e
interior, naturaleza y excepcin, physis y nmos. El estado de
excepcin no es, pues, tanto una suspensin espacio-tempo-

ral, cuanto una figura topolgica compleja, en que no slo la
excepcin es la regla, sino en que tambin el estado de natu-
raleza y el derecho, el fuera y el dentro, transitan entre ellos.
Figura 1 Figura 2 Figura 3
Y es precisamente en esta regin topolgica de indistincin,
que deba permanecer oculta ante los ojos de la justicia, don-
de tenemos que tratar de fijar la mirada. El proceso (que En esta perspectiva, lo que est sucediendo en la antigua Yugoslavia y,
Schmitt ha descrito cuidadosamente y que todava estamos vi- ms en general, los procesos de disolucin de los organismos estatales
viendo) en virtud del cual, y ya de una forma clara a partir de tradicionales en Europa oriental, no es algo que deba ser considerado
la Primera Guerra Mundial, el nexo entre localizacin y orde- como una reaparicin del estado natural de lucha de todos contra todos,
namiento constitutivo del antiguo nmos de la . tierra .Si}. rom- que preludie la constitucin de nuevos pactos sociales y de nuevas loca-
pe, arrastrando a la ruina todo el sistema de las limitaciones lizaciones nacional-estatales, sino ms bien como el aflorar a la luz del es-
recprocas y de las reglas del ius publicum Europaeum, tiene tado de excepcin en tanto que estructura permanente de des-localiza-
su fundamento oculto en la excepcin soberana. Lo que ha cin y dis-locacin jurdico-poltica. No se trata, pues, de un regreso de la
sucedido y lo que todava sigue sucediendo ante nuestros ojos organizacin poltica hacia formas superadas, sino de acontecimientos pre-
es que el espacio "jurdicamente vaco" del estado de excep- monitorios que anuncian, como heraldos sangrientos, el nuevo nmos de
cin (en el que la ley est vigente en la figura -es decir, eti- la tierra, que (si no se pone radicalmente en entredicho el principio en
molgicamente, en la ficcin- de su disolucin, y en el que que se funda) tender a extenderse por todo el planeta.
poda suceder todo lo que el soberano considerara de hecho
necesario) ha roto sus confines espacio-temporales y al irrum-
pir en el exterior de ellos, tiende ya a coincidir en todas par-
tes con el ordenamiento normal, en el cual todo se hace as
posible de nuevo.

54 55
 1 no le debe nada, existe sin l, es la fuente en la que no puede
agotarse nunca el uso que se hace de su corriente" (Burdeau e )

1 p. 173).
De aqu la imposibilidad de construir de manera armnica la
relacin entre los dos poderes, lo que se manifiesta, en parti-
cular, no slo cuando se trata de entender la naturaleza jurdi-
ca de la dictadura y del estado de excepcin, sino tambin a
propsito del poder de revisin, previsto con frecuencia en el
propio texto de las constituciones. Frente a la tesis que afirma
el carcter originario e irreductible del poder constituyente, es
decir que ste no puede en modo alguno ser condicionado y
constreido por un ordenamiento jurdico determinado y se
mantiene necesariamente en una posicin externa a cualquier
poder constituido, hoy encuentra cada vez mayores apoyos (en
el mbito de la tendencia contempornea ms general a regu-
lar todo mediante normas) la tesis contraria que pretende re-
ducir el poder constituyente al poder de revisin previsto en
la constitucin y deja de lado, como prejurdico o meramente
3. POTENCIA Y DERECHO formal, el poder del que ha nacido la constitucin misma.
Ya inmediatamente despus de la Prjmer~ Guerra Mun~l,
3.1. La paradoja de la soberana no se muestra quizs en nin- Benjamn, con palabras que no han perdido nada de su actua-
guna parte con tanta claridad como en el problema del poder lidad, critica esta tendencia y presenta la relacin entre poder
constituyente y de su relacin con el poder constituido. Tanto constituyente y poder constituido como la existente entre la
la doctrina como las legislaciones positivas han encontrado violencia que establece el derecho y la violencia que lo con-
siempre dificultades en el momento de formular y mantener serva: .. si desaparece la conciencia de la presencia latente de
esta distincin en todo su alcance. "La razn de esto -se lee en la violencia en una institucin jurdica, sta decae. Un ejemplo
un tratado de ciencia poltica- es que, si se pretende dar su de este proceso nos lo proporcionan en este perodo los par-
verdadero sentido a la distincin entre poder constituyente y lamentos. stos ofrecen el deplorable espectculo que nos es
poder constituido, es necesario situarlos en dos planos diver- notorio, porque han dejado de ser conscientes de las fuerzas
sos. Los poderes constituyentes existen slo en el Estado: in- revolucionarias a las que deben su existencia ... Les falta el sen-
separables de un orden constitucional preestablecido, tienen tido de la violencia creadora del derecho que en ellos est re-
necesidad de un marco estatal cuya realidad manifiestan. El po- presentada; no tiene pues nada de extrao el que en lugar de
der constituyente, por el contrario, se situa fuera del Estado; llegar a decisiones dignas de tal violencia, traten de lograr, me-

56 57
 T
diante el compromiso, una solucin de los asuntos pblicos sos revolucionarios como exigencia de un principio absoluto
que quisiera evitar la violencia" (Benjamn 1, p. 144). Pero la capaz de fundar el acto legislativo del poder constituyente y
otra tesis (la de la tradicin democrtico-revolucionaria) que muestra bien cmo esta exigencia (que est presente tambin
pretende mantener el poder constituyente en su transcenden- 1 en la idea del Ser Supremo de Robespierre) acaba por desem-
cia soberana con respecto a cualquier orden constituido, corre bocar en un crculo vicioso: "Lo que necesitaba (Robespierre)
igualmente el peligro de quedar apresada en la paradoja que no era en modo alguno, un "Ser Supremo" -un trmino que no
hasta aqu hemos tratado de describir. Porque si el poder cons- era suyo- sino ms bien lo que l.llam un "Legislador In-
tituyente, como violencia que establece el derecho, es cierta- mortal" al que, en un contexto diferente, denomin tambin
mente ms noble que la violencia que lo conserva, no posee, una "apelacin continuada a la Justicia". Desde la perspecti-
sin embargo, en s mismo ttulo alguno que pueda legitimar su va de la Revolucin francesa, necesitaba una fuente siempre
alteridad y mantiene, pues, con el poder constituido una rela- viva y trascendente de autoridad que no pudiera ser identifi-
cin tan ambigua como insustituible. cada con la voluntad general de la nacin o de la revolucin,
En esta perspectiva, la clebre tesis de Sieyes, segn la cual i
de tal modo que una soberana absoluta -el "poder despti-
..la constitucin supone sobre todo un poder constituyente", no co" de Blackstone- pudiera conferir soberana a la nacin, y
es, como se ha hecho notar, un simple truismo; sino que debe que una inmortalidad absoluta pudiera garantizar, si no la in-
ser entendida ms bien en el sentido de que la constitucin se mortalidad, al menos cierta permanencia y estabilidad a la re-
presupone como poder constituyente y, de esta forma, expresa pblica" (Arendt 1, p. 197).
del modo ms pregnante la paradoja de la soberana. As como El problema fundamental en este punto no es tanto el de
el poder soberano se presupone como estado de naturaleza,
1
1 cmo concebir un poder constituyente que no se agote nunca
que se mantiene, en consecuencia, en relacin de. bando con r ~ en poder constituido (problema no fcil, pero tericamente re- . r: ,
el Estado de derecho, de la misma manera dicho poder se es- soluble), sino, ms bien, el de distinguir -lo que es bastante
cinde en poder constituyente y poder constituido y se mantie-
ne en relacin con ambos, situndose en su punto de indife-
rencia. Sieyes, por su parte, era tan consciente de esta implicacin
'
1
ms arduo- claramente el poder constituyente del poder so-
berano. No faltan, desde luego, en nuestro tiempo los intentos
de pensar la conservacin del poder soberano, que incluso se
que sita el poder constituyente (identificado en la .. nacin.) nos han hecho familiares a travs del concepto trotskista de
en un estado de naturaleza que est fuera del vnculo social:
.. Qn doit concevoir -escribe (Sieyes 1, p. 83)- les nations sur la
1 ..revolucin permanente, y el maosta de "revolucin ininte-
rrumpida". Tambin el poder de los consejos (que nada impi-
terre comme des individus, hors du lien social. .. dans l'tat de de considerar como estable, aunque de hecho los poderes re-
nature". volucionarios constituidos han intentado todo para eliminarlo)
puede ser considerado en esta perspectiva como una supervi-
vencia del poder constituyente en el poder constituido. Pero
3.2. H. Arendt, que cita ese pasaje en su On revolution, des-
cribe la aparicin de una instancia de soberana en los proce-
t
l
tambin los dos grandes liquidadores de los consejos espont-
neos, el partido leninista y el nazi, se presentan de algn modo
59
58
1

1
como la conservacin de una instancia constituyente junto al apcrifos de soberana (ibd., pp. 151-152). Poder constituyente y poder
poder constituido. La caracterstica estructura .. dual de los dos soberano exceden ambos, en esta perspectiva, el plano de la norma (aun-
grandes Estados totalitarios de nuestro siglo (Unin Sovitica y que sea la norma fundamental), pero la simetra de este exceso da testi-
Alemania nazi), que ha dado tanta tela que cortar a los histo- monio de una proximidad que se difumina hasta la coincidencia.
riadores del derecho pblico porque en ella el Estado-partido Toni Negri, en un libro reciente, ha pretendido buscar la irreductibili-
se presenta como un duplicado de la organizacin estatal, apa- dad del poder constituyente (definido como praxis de un acto constituti-
rece, desde este punto de vista, como una interesante aunque vo renovado en la libertad, organizado en la continuidad de una praxis li-
paradjica solucin tcnico-jurdica al problema del manteni- bre) a cualquier forma de ordenamiento constituido y, a la vez, negar que
miento del poder constituyente. No obstante, es igualmente sea reconducible al principio de soberana. La verdad del poder consti-
cierto que en ambos casos este poder se presenta como ex- tuyente no es la que (cualquiera que sea el modo) puede serie atribuida
presin de un poder soberano o, en cualquier caso, no se de- por el concepto de soberana. No es sta porque el poder constituyente
ja aislar fcilmente de l. La analoga es todava ms estrecha no solamente no es (como es obvio) una emanacin del constituido, sino
ya que en uno y otro caso es esencial la pregunta dnde?, ni siquiera la institucin del poder constituido: es el acto de la eleccin,
desde el momento en que ni las instancias constituyentes ni la determinacin puntual que abre un horizonte, el dispositivo radical de
el soberano pueden ser situadas completamente fuera o com- algo que no existe todava y cuyas condiciones de existencia prevn que
pletamente dentro del orden constituido. el acto creativo no pierda en la creacin sus caractersticas. Cuando el po-
der constituyente pone en acto el proceso constituyente, toda determina-
X Schrnitt considera el poder constituyente como una voluntad polti- cin es libre y permanece libre. La soberana, por el contrario, se presen-
ca que est en condiciones de tomar la decisin concreta fundamental ta como fijacin del poder constituyente y, en consecuencia, como trmino
sobre el modo y la forma de su propia existencia poltica. Como tal, ese de l, como agotamiento de la libertad de que es portador (Negri, p. 42).
poder est antes y por encima de cualquier procedimiento legislativo El problema de la distincin entre poder constituyente y poder soberano
constitucional y es irreductible al plano de las normas y tericamente dis- es, ciertamente, esencial; pero que el poder constituyente no emane del
tinto del poder soberano (Schmitt 4, p. 120). Pero si, como sucede (segn orden constituido ni se limite a instituirlo, y que sea, por otra parte, pra-
el mismo Schmitt ya a partir de Sieyes), el poder constituyente se identifi- xis libre, no significa nada en cuanto a su alteridad con respecto al poder
ca con la voluntad constituyente del pueblo de la nacin, no est claro soberano. Si nuestro anlisis de la estructura original de la soberana
entonces el criterio que permite distinguirlo de la soberana popular o como bando y abandono es exacto, esos atributos pertenecen tambin al
nacional, y sujeto constituyente y sujeto constituido tienden a confundirse. poder soberano, y Negri, en su amplio anlisis de la fenomenologa his-
Schmitt critica el intento liberal de contener y delimitar completamente trica del poder constituyente, no puede encontrar en ninguna parte el
por medio de leyes escritas el ejercicio del poder estatah, afirmando la criterio que permita diferenciarlo del poder soberano.
soberana de la constitucin o de la charte fundamental: las instancias El inters del libro de Negri reside ms bien en la perspectiva ltima
competentes para la revisin de la constitucin no se convierten como que abre, en la medida en que muestra cmo el poder constituyente, una
consecuencia de esta competencia en soberanas ni en titulares de un vez pensado en toda su radicalidad, deja de ser un concepto poltico en
poder constituyente y el resultado inevitable es la produccin de actos sentido estricto y se presenta necesariamente como. una categora de la

60 61
ontologa. El problema del poder constituyente pasa a ser, pues, el de la tacta su potencia de tocar incluso cuando no toca, y el arqui-
"constitucin de la potencia" y la dialctica no resuelta entre poder cons tecto su potencia de construir aunque no construya. Lo que
tituyente y poder constituido deja lugar a una nueva articulacin de la re- pretende pensar en el libro Theta de la Metafsica no es, en
lacin entre potencia y acto, lo que exige nada menos que repensar las otras palabras, la potencia como mera posibilidad lgica, sino
categoras ontolgicas de la modalidad en su conjunto. El problema se los modos efectivos de su existencia. Para esto, es decir para
desplaza as de la filosofa poltica a la filosofa primera (o, si se prefiere, que la potencia no se desvanezca una y otra vez de forma in-
la poltica es restituida a su rango ontolgico). Slo una conjugacin en- mediata en el acto, sino que tenga una consistencia propia, es
teramente nueva de posibilidad y realidad, de contingencia y de necesi- necesario que pueda tambin no pasar al acto, que sea cons-
dad y de los otros pthe tou ntos, permitir, en efecto, cortar el nudo que titutivamente potencia de no (hacer o ser) o, como dice Aris-
une soberana y poder constituyente: slo si se logra pensar de otra for- tteles, que sea asimismo impotencia (adynamia). Aristteles
ma la relacin entre potencia y acto e incluso ir ms all de ella, ser po- enuncia con decisin este principio -que es, en cierto sentido,
sible pensar un poder constituyente que est enteramente desligado del el gozne sobre el que gira toda su teora de la dynamis- en
bando soberano. Hasta que una nueva y coherente ontologa de la po- una frmula lapidaria: "Toda potencia es impotencia de lo mis-
tencia (ms all de los pasos que han dado en este sentido Spinoza, Sche- mo y con respecto a lo mismo (tou autou kai kata to auto psa
lling, Nietzsche y Heidegger) no sustituya la ontologa fundada sobre el dynamis adynama, Met. 1046a, 32). O todava ms explcita-
principio del acto y su relacin con la potencia, seguir siendo impensa- mente: Lo que es potente puede tanto ser como no ser, por-
ble una teora poltica sustrada a las aporas de la soberana. que una misma cosa es potente tanto para ser como para no
ser" (to dynaton endchetai kai me enai, Met. 1050b, 10).
La potencia que existe es precisamente esa potencia que pue-
3.3. La relacin entre poder constituyente y poder constitui- de no pasar al acto (Avicena -fiel en esto a la intencin aristo-
do es tan compleja como la que establece Aristteles entre la tlica- la llama "potencia perfecta" y la ejemplifica en la figura
potencia y el acto, la dynamis y la enrgeia y, en ltima ins- de un escriba en el momento en que no escribe). Se mantiene
tancia, depende (como quizs toda autntica comprensin del en relacin con el acto en la forma de su suspensin, puede el
problema de la soberana) de cmo se piensen la existencia y acto pudiendo no realizarlo, puede soberanamente la propia
la autonoma de la potencia. En el pensamiento de Aristteles, impotencia. Pero cmo' pensar en esta perspectiva el paso al
en efecto, por una parte la potencia precede al acto y lo con- acto? Si toda potencia (de ser o de hacer) es tambin, origina-
diciona y, por otra, parece quedar esencialmente subordinada riamente, potencia de no (ser o hacer) cmo ser posible la
a l. Contra los megricos, que (como esos polticos de hoy realizacin de un acto?
que quieren reducir todo el poder constituyente a poder cons- La respuesta de Aristteles est contenida en una definicin
tituido) afirman que la potencia existe slo en el acto (energe que constituye una de las contribuciones ms agudas de su ge-
mnon dynasthai), Aristteles se preocupa, sin embargo, de nio filosfico y que, como tal, ha sido frecuentemente mal in-
resaltar en todo momento la existencia autnoma de la poten- terpretada: Una cosa es potente cuando en su paso al acto del
cia, el hecho para l evidente,.de que el citarista mantiene in- que se dice que tiene la potencia, no habr nada que pueda

62 63
no ser" (Met. 1047a 24-26). Las ltimas tres palabras de la defi-
T
1
1 del bando soberano que se aplica a la excepcin desaplicn-
nicin (ouden stai adjnaton) no significan segn la lectura dose. La potencia (en su doble aspecto de potencia de Y po-
habitual, que la hace completamente trivial, no habr nada que tencia de no) es el modo por medio del cual el ser se funda
sea imposible para ella .. (es decir: es posible lo que no es im- soberanamente, es decir sin nada que lo preceda o determine
posible); ms bien lo que hacen es establecer las condiciones (superiorem non recognoscens), salvo el propio poder no ser.
en las que la potencia, que puede ser tanto como no ser, pue- y soberano es el acto que se realiza sencillamente removien-
de realizarse. Lo que es potente puede pasar al acto slo en el do la propia potencia de no ser, dejndose ser, dndose a s
punto en el que se desprende de su potencia de no ser (su ady- mismo.
nama). Este desprenderse de la impotencia no significa su des- De ah la constitutiva ambigedad de la teora aristotlica de
truccin, sino, por el contrario, su cumplimiento, el volverse la djanamis-enrgeia: si para un lector que recorra el libro
de la potencia sobre s misma para darse a s misma. En un pa- Tbeta de la Metafsica con ojos libres de los prejuicios de la
saje del De anima (417b, 2-16) en el que Aristteles expresa tradicin, no est nunca claro si el primado pertenece efecti-
quizs de la manera ms acabada la naturaleza de la potencia vamente al acto o ms bien a la potencia, tal hecho no se debe
perfecta, describe el paso al acto (en el caso de las technai y a una indecisin o, peor an, a una contradiccin del pensa-
de los saberes humanos, que es lo mismo que est en el cen- miento del filsofo, sino a que acto y potencia no son ms que
tro del libro Tbeta de la Metafsica) no corno una alteracin o los dos aspectos del proceso de autofundacin soberana del
una destruccin de la potencia en el acto, sino como un con- ser. La soberana es siempre doble, porque el ser se autosus-
servarse y un darse a s misma.. de la potencia. pende mantenindose, como potencia, en relacin de bando
(o abandono) consigo mismo, para realizarse despus como
Padecer no es un trmino simple, sino que, en un sentido, eSrJ.Jna acto absoluto (que no presupone, pues, otra cosa que la pro-
cierta destruccin por el principio contrario, mientras que, en otro, es pia potencia). En el lmite, potencia pura y acto puro son in-
ms bien la conservacin (soteria, la salvacin) de lo que est en po- discernibles y esta zona de indistincin es, precisamente, el
tencia por parte de lo que est en acto y es semejante a l. .. Porque soberano (en la Metafsica de Aristteles, esto corresponde a
quien posee la ciencia (en potencia) pasa a ser contemplativo en acto, la figura del "pensamiento del pensamiento", es decir, de un
y, o bien esto no es una alteracin, porque tenemos aqu un don a s pensamiento que piensa en acto solamente la propia potencia
mismo y al acto (epdosis ei eaut), o bien es una alteracin de otro de pensar).
tipo. Por eso es tan arduo pensar una Constitucin de la poten-
cia" ntegramente emancipada del principio de soberana y un
Al describir de este modo la naturaleza ms autntica de la poder constituyente que haya quebrantado definitivamente el
potencia, Aristteles ha proporcionado, en realidad, el para- bando que le liga al poder constituido. No basta, en efecto, con
digma de la soberana a la filosofa occidental. Porque a la es- que el poder constituyente no se agote nunca en poder cons-
tructura de la potencia, que se mantiene en relacin con el acto tituido: tambin el poder soberano puede mantenerse indefi-
precisamente por medio de su poder no ser, corresponde la nidamente como tal, sin pasar rtlrflc al acto (el provocador es
64 65
 ,,
..,...
r.-

precisamente aquel que trata de obligarle a traducirse en acto). configura una imposibilidad de distinguir entre potencia y acto, del mis-
Sera preciso, ms bien, pensar la existencia de la potencia sin mo modo que el Amor fati implica una imposibilidad de discernir entre
1 contingencia y necesidad. De forma similar en Heidegger, en el abando-
ninguna relacin con el ser en acto -ni siquiera en la forma
extrema del bando y de la potencia de no ser, y el acto no como no y en la Ereigns, parece que el ser mismo sea despedido y despojado
cumplimiento y manifestacin de la potencia- ni siquiera en de toda soberana. Bataille, que con todo sigue siendo un pensador de la
la forma del don de s mismo o del dejar ser. Esto supondra, soberana, ha pensado en la negatividad sin empleo y en el dsceuvrement
empero, nada menos que pensar la ontologa y la poltica ms una dimensin lmite en que la "potencia de no, ya no parece subsumible
all de toda figura de la relacin aunque sea de esa relacin en la estructura del bando soberano. Pero quiz la objecin ms fuerte
lmite que es el bando soberano; pero es precisamente esto lo contra el principio de la soberana es la contenida en un personaje de Mel-
que muchos no estn dispuestos a hacer en este momento a ville, el escribiente Bartleby, que con su preferira no", resiste a toda po-
ningn precio. sibilidad de decidir entre potencia de y potencia de no. Estas figuras em-
pujan al lmite la apora de la soberana, mas no logran, sin embargo,
X Se ha hecho ya notar que un principio de potencia es inherente a liberarse completamente de su bando. Muestran que el deshacer el ban-
todas las definiciones de la soberana. Mairet ha observado, en este sen- do, como el nudo gordiano, se asemeja ms a la solucin de un enigma
tido, que el Estado soberano se funda en una ideologa de la potencia", que a la de un problema lgico o matemtico. La apora metafsica mues-
que consiste en reconducir a unidad los dos elementos de todo poder ... : tra aqu su naturaleza poltica.
el principio de la potencia y la forma de su ejercicio (Mairet, p. 289). La
idea central es aqu que "la potencia existe ya antes de ser ejercitada y
que la obediencia precede a las instituciones que la hacen posible" (bd.,
~ 'p. 311). El que esta ideologa tenga, en verdad, carcter mitolgico, es
algo que el propio autor sugiere: Se trata de un autntico mito, cuyos
secretos no hemos logrado penetrar todava hoy pero que constituye qui-
zs el secreto de todo poder"~ Es la estructura de este arcano lo que
hemos intentado sacar a la luz en la figura de la relacin de abandono y
de la potencia de no"; pero ms que con un mitologema en sentido pro-
pio, tropezamos aqu con la raz ontolgica de todo poder poltico
(potencia y acto son, para Aristteles, fundamentalmente categoras de la
ontologa, dos modos en los que el ser se dice).
Hay en el pensamiento moderno algunos intentos raros pero significa-
tivos de pensar el ser ms all del principio de soberana. Schelling, en la
Filosofa de la Revelacin, piensa as un absolutamente existente que no
presupone ninguna potencia y que no existe nunca per transitum de po-
tentia ad actum. En el ltimo Nietzsche, el eterno retorno de lb mismo

66 67
 . Cmo podemos esperar "abrir" si la puerta ya est abierta?
Cmo podemos esperar entrar en lo abierto? En lo abierto se
est, las cosas se ofrecen, no se entra ... Slo podemos entrar
all donde podemos abrir. Lo ya abierto inmoviliza ... El cam-
pesino no puede entrar, porque entrar en lo ya abierto es on-
tolgicamente imposible" (Cacciari, p. 69).
Vista en esta perspectiva, la leyenda kafkiana expone la for-
ma pura de la ley, en la que sta se afirma con ms fuerza pre-
cisamente en el punto en que ya no prescribe nada, es decir
como puro bando. El campesino es entregado a la potencia de
la ley, porque sta no exige nada de l, no le ordena ms que
su propia apertura. Segn el esquema de la excepcin sobera-
na, la ley le es aplicada desaplicndose, le mantiene en el m-
bito del bando abandonndole fuera de l. La puerta abierta,
que slo a l est destinada, le incluye excluyndole y le ex-
cluye incluyndole. Y sta e~_precisamente la culminacin y la
raz primera de toda ley. Cuando, en El Proceso, el sacerdote
compendia la esencia del tribunal en la frmula: "El tribunal no
4. FORMA DE LEY quiere nada de ti. Te recibe cuando vienes, te deja marchar
cuando te vas", es la estructura original del nmos la que queda
4.1. En la leyenda Ante la ley Kafka ha representado en un enunciada con estas palabras.
esbozo ejemplar la estructura del bando soberano.
Nada -y desde luego no la negativa del guardin- impide al l'{ De manera anloga, tambin el lenguaje mantiene al hombre en
campesino franquear la puerta de la ley, a no ser el hecho de una relacin de bando, porque, en cuanto hablante, el hombre ha teni-
que esta puerta est ya siempre abierta y de que la ley ya no do que entrar de manera inevitable en l sin poder explicrselo. Todo
prescribe nada. Los dos intrpretes ms recientes de esta le- aquello que se presupone en el lenguaje (en la forma de un no-lings-
yenda, Jacques Derrida y Massimo Cacciari, han insistido am- tico, de lo inefable, etc.) no es precisamente ms que eso, un presu-
bos, si bien en modo diverso, sobre este punto. La loi -escri- puesto del lenguaje que, como tal, se mantiene en relacin con l
be Derrida- se garde sans se garder, garde par un gardien qui justamente por el hecho de quedar excluido. Mallarm expresaba esta
ne garde ren, la porte restant ouverte et ouverte sur rien" (De- naturaleza autopresupositiva del lenguaje al escribir, con una frmula
rrida I, p. 356). Y Cacciari subraya todava con mayor firmeza hegeliana: que ccel lagos es un principio que se despliega por medio de
que el poder de la Ley est precisamente en la imposibilidad la negacin de todo principio. En efecto, como forma pura de la rela-
de entrar en lo ya abierto, de llegar al lugar en que ya se est: cin, el lenguaje (como eLbando soberano) es siempre pre;5upuesto de

68 69
s mismo en la figura de lo irrelacionado, y no es posible entrar en rela- hombres viven hoy bajo el bando de una ley y de una tradi-
cin o salir de la relacin con lo que pertenece a la forma misma de la cin que se mantienen nicamente como punto cero de su
relacin. Esto no significa que al hombre que habla le est vedado lo contenido, y que los incluyen en una pura relacin de aban-
no lingstico, sino slo que no puede alcanzarlo nunca en la forma de dono. Todas las sociedades y todas las culturas (con indepen-
un presupuesto carente de relacin e inefable, sino, ms bien, en el len- dencia de que sean democrticas o totalitarias, conservadoras
guaje mismo (segn las palabras de Benjamin, slo la eliminacin pur- o progresistas) han entrado hoy en una crisis de legitimidad,
sima de lo indecible en el lenguaje puede conducir a aquello que se en que la ley (entendiendo por estetrmino el texto entero de
niega a la palabra: Benjamin 2, p. 127). la tradicin en su aspecto regulativo, se trate de la Tor juda
o de la Shari islmica, del dogma cristiano o del nmos pro-
fano) est vigente como pura nada de la Revelacin. Mas sta
4.2. Pero esta interpretacin de la estructura de la ley, ago- es precisamente la estructura origimi.l de la relacin soberana,
ta realmente la intencin de Kafka? En una carta a Walter Ben- y el nihilismo en que vivimos no es otra cosa, en esta pers-
jamin del 20 de septiembre de 1934, Scholem define la relacin pectiva, que la salida a la luz de esa relacin como tal.
con la ley descrita por Kafka en El Proceso, como nada de la
revelacin (Nichts der Offenbarung), entendiendo con esta ex-
presi9n un estadio en que aqulla se afirma todava a s mis- 4..3. Es en Kant donde la forma pura de la ley como vigen-
ma, por el hecho de que est vigente (gilt), pero no significa cia sin significado aparece por primera vez en la modernidad.
(bedeutet). Donde la riqueza del significado se desvanece y lo Lo que en la Crtica de la razn prctica llama mera forma de
que aparece, reducido, por as decirlo, al punto cero de su pro- la ley (die blojS Form des Gesetzes, Kant, p. 76) es, en rigor,
pio .contenido, no ]J.ega, sin embargo, a desaparecer (y la Re- una ley reducida al punto cero de su significado y que, sin em-
velacin es algo que aparece), all emerge la nada (Benjamn bargo, tiene vigencia como tal. Ahora bien -escribe- si de una
3, p. 163). Una ley que se encuentra en tal condicin no est, ley se separa toda materia, es decir todo objeto de la voluntad
segn Scholem, simplemente ausente, sino que ms bien se (como fundamento de determinacin), no queda de esa ley
presenta en la forma de su imposibilidad de ejecucin. Los es- ms que la mera forma de una legislacin universal (ibd.,
tudiantes de que hablas -objeta a su amigo- no son estudian- p. 74). Una voluntad pura, es decir determinada slo median-
tes que han perdido la escritura ... sino estudiantes que no pue- te una tal forma de la ley, no es ni libre ni no libre, exacta-
den descifrarla (ibd., p. 147). mente igual que el campesino de Kafka.
Vigencia sin significado ( Geltung ohne Bedeutung): nada me- El lmite y, al mismo tiempo, la riqueza de la tica kantiana
jor que esta frmula, en la que Scholem caracteriza el estado estn justamente en haber mantenido como principio vaco la
de la ley en el relato de Kafka, define el bando del que nues- vigencia de la forma de la ley. A esta vigencia sin significado
tro tiempo no consigue desembarazarse. Cul es, en efecto, la en la esfera de la tica corresponde, en la del conocimiento, el
estructura del bando soberano, sino la de una ley que est vi- objeto trascendental. El objeto trascendental no es, en efecto,
gente pero que no significa? En cualquier lugar de la tierra los 'un objeto real, sino una pura idea de la relacin (blojS eie
70 71
Idee des Verhaltnisses), que slo expresa el ser en la relacin pretensin universal de aplicacin prctica en cualquier cir-
del pensamiento con un algo pensado absolutamente indetet- cunstancia, en la aldea kafkiana, la potencia vaca de la ley es-
minado (Kant 2, p. 671). t vigente hasta el punto de convertirse en indiscernible de la
Pero qu es una tal forma de ley..? Y, sobre todo, cmo hay vida. La existencia y el cuerpo mismo de ]osef K. coinciden, al
que comportarse frente a ella, desde el momento en que la vo- final, con el Proceso, son el Proceso. Esto es lo que Benjamn
luntad no est determinada aqu por contenido particular al- ve con toda claridad cuando, a la concepcin scholemiana de
guno? Cul es, en consecuencia, la forma de vida que corres- una vigencia sin significado, objeta que una ley que ha perdi-
ponde a la forma de ley? No se convierte as la ley moral en do su contenido deja de existir como tal y se confunde con la
algo como una "facultad inescrutable"? Kant llama "respeto.. (Ach- vida: El que los escolares hayan perdido la escritura o el que
tung, atencin reverencial), a la condicin de quien tiene que ya no sepan descifrarla, es, en ltimo trmino, lo mismo, pues-
vivir bajo una ley que est vigente sin significar, es decir, sin to que una escritura sin su clave ya no es escritura, sino vida,
prescribir ni prohibir ningn fin determinado (<d mvil que el vida como la que se vive en la aldea que est a los pies del
hombre puede tener de antemano, antes de que le sea indica- monte donde se alza el castillo (Benjamn 3, p. 155). Con tan-
da una meta (fin), obviamente no puede ser sino la propia ley, ta mayor firmeza Scholem (que no se da cuenta de que su ami-
en virtud del respeto que sta infunde (sin determinar todava go ha captado perfectamente la diferencia) recalca que no pue-
qu fines quepa tener y alcanzar por su cumplimiento). Pues de compartir la opinin "segn la cual es lo mismo que los
la ley, la consideracin formal del arbitrio, es lo nico que escolares hayan perdido la escritura o que no puedan desci-
resta cuando ha dejado fuera de juego la materia del arbitrio.. frarla, y, es ms, ste me parece el error ms grave en que se
(Kant, 3, p. 14). puede incurrir. Precisamente a la diferencia entre estos dos mo-
Es asombroso~ue Kant haya descrito de este modo, con casi . mentos es a lo~ue me refiero cuando hablo de "nada de la Re-
dos siglos de anticipacin y en los trminos de un sublime Sen- velacin" (ibd., p. 163).
timiento moral. , una condicin que, a partir de la Primera Gue- Si, en conformidad con nuestros anlisis precedentes, vemos
rra Mundial, se convertira en familiar en las sociedades de en la imposibilidad de distinguir la ley de la vida -es decir, de
masa y en los grandes Estados totalitarios de nuestro tiempo. la vida tal como se vive en la aldea que est al pie del castillo-
Porque, bajo una ley que tiene vigencia pero sin significar, la el carcter esencial del estado de excepcin, nos .encontramos
vida es semejante a la vida bajo el estado de excepcin, en que entonces con dos interpretaciones enfrentadas de ese estado:
el gesto ms inocente o el ms pequeo de los olvidos pue- por una parte, la que ve en l (es la posicin de Scholem) una
den tener las consecuencias ms extremas. Y es exactamente vigencia sin significado, un mantenerse en la pura forma de la
una vida de este gnero, en la que la ley es tanto ms invaso- ley ms all de su contenido, y, por otra, la postura de Benja-
ra cuanto que carece de cualquier contenido, en la que un gol- mn, en la que el estado de excepcin convertido en regla mar-
pe dado distradamente a un portn desencadena procesos in- ca la consumacin de la ley y su hacerse indiscernible de la
controlables, la que Kafka describe. Del mismo modo que el vida que tendra que regular. A un nihilismo imperfecto, que
carcter puramente formal de la ley moral funda para Kant su deja subsistir indefinidamente la nada en la forma de una vi-
72 73
gencia sin significado, se opone el nihilismo mesinico de Ben- bre Kafka, a la vigencia sin significado, como la enigmtica alu-
jamn, que nadifica hasta la propia nada y no deja valer la for:. sin a un estado de excepcin efectivo en la octava tesis So-
ma de la ley ms all de su contenido. bre el concepto de la historia. A una Tor cuya llave se ha per-
Cualquiera que sea el significado exacto de estas dos tesis y dido y que tiende, por eso mismo, a hacerse indiscernible de
su pertinencia respecto a la interpretacin del texto kafkiano, la vida, hace corresponder una vida que se resuelve ntegra-
lo cierto es que toda investigacin sobre la relacin entre vida mente en escritura: En el intento de transformar la vida en Es-
y derecho en nuestro tiempo se ve obligada hoy a volver a con- critura veo el sentido de la inversin a que tienden numerosas
frontarse con ellas. alegoras kafkianas.. (Benjamn 3, p. 155). Con un gesto anlo-
go, la octava tesis contrapone al estado de excepcin en que
X La experiencia de una vigencia sin significado est en la base de una vivimos, que se ha convertido en regla, un estado de excep-
corriente no poco relevante del pensamiento contemporneo. El prestigio cin efectivo (wirklich), que es tarea nuestra realizar: La tra-
de la desconstruccin en nuestro tiempo consiste precisamente en haber dicin de los oprimidos nos ensea que el "estado de excep-
concebido el texto entero de la tradicin como una vigencia sin significa- cin" en que vivimos es la regla. Hemos de llegar a un concepto
do, que vale esencialmente en su indecibilidad, y en haber mostrado que de historia que corresponda a este hecho. Tendremos enton-
una vigencia as es, como la puerta de la ley en la parbola kafkiana, abso- ces ante nosotros, como cometido, producir el estado de ex-
lutamente insuperable. Y si las posiciones se dividen es pre~:isamente en cepcin efectivo... (Benjamn 4, p. 697).
relacin con el sentido de esta vigencia (y del estado de excepcin que Hemos visto en qu sentido la ley, convertida en pura forma
inaugura). Nuestro tiempo, en efecto, est situado frente al lenguaje igual de ley, mera vigencia sin significado, tiende a coincidir con la
que, en la parbola, el campesino est situado frente a las puertas de la ley. vida. No obstante, en cuanto en el estado de excepcin virtual,
El peligro para el pensamiento es-~~tue ste se vea condenado a una nego- se mantiene todava como,Qura forma, la ley deja subsistir fren-
ciacin infinita e irresoluble con el guardin o, peor todava, que acabe por te a s la nuda vida (la vida de ]osef K. o la que se desarrolla
asumir l mismo el papel del guardin, que, sin impedir verdaderamente en la aldea que est al pie del castillo). En el estado de ex-
el ingreso, custodia la nada sobre la que se abre la puerta. Segn la admo- cepcin efectivo, la ley que pierde su delimitacin frente a la
nicin evanglica, mencionada por Orgenes, a propsito de la intetpreta- vida tiene, por el contrario, su correlacin en una vida que, con
cin de la Escritura: Ay de vosotros, hombres de la ley, porque habis reti- un gesto simtrico pero inverso, se transforma ntegramente
rado la llave del conocimiento; no habis entrado vosotros mismos y no en ley. A la impenetrabilidad de una escritura que, convertida en
habis permitido entrar a los que se acercaban! (que habra que reformu- indescifrable, se presenta ahora como vida, corresponde la ab-
lar en estos trminos: Ay de vosotros, que no habis querido entrar por la soluta inteligibilidad de una vida enteramente resuelta en es-
puerta de la Ley, pero tampoco habis permitido que se cerrara!). critura. Slo entonces los dos trminos, que la relacin de ban-
do distingua y mantena unidos (la nuda vida y la forma de
ley), se eliminan recprocamente y entran en una nueva di-
4.4. Es sta la perspectiva en la que deben ser ledas tanto la mensin.
singular inversin que Benjamin contrapone, en el ensayo so-
74 75
 4.5. Es significativo que, en ltima instancia, todos los intr- miento de la Tor es su trasgresin). Pero si esto es verdad,
pretes lean el relato de Kafka como el aplogo de una derro!.. qu debe hacer un mesas que, como el campesino, encuen-
ta, del fracaso irremediable del campesino frente a la tarea im- tra frente a s una ley que est vigente pero que carece de sig-
posible que la ley le impona. Es lcito, sin embargo, preguntarse nificado? No podr, desde luego, cumplir una ley que se en-
si el texto kafkiano no permite una lectura distinta. Los intr- cuentra ya en estado de suspensin indefinida ni todava menos
pretes parecen olvidar precisamente las palabras que ponen fin sustituirla sencillamente por otra eel cumplimiento de la ley no
a la historia: Aqu no poda entrar ningn otro, porque esta es una nueva ley).
entrada estaba destinada slo a ti. Ahora me voy y la cierro (ich Una miniatura de un manuscrito judo del siglo xv que con-
gehe jetz und schliesse ihn) ... Si es cierto, como hemos visto, tiene algunas Haggadot sobre El que viene .. , muestra la llega-
que precisamente la apertura constitua el poder invencible de da del Mesas a Jerusaln. El Mesas a caballo (en otras ilus-
la ley, su fuerza especfica, es posible entonces imaginar que traciones la cabalgadura es un asno) se presenta frente a la
toda la actitud del campesino no sea otra cosa que una com- puerta abierta de par en par de la ciudad santa, detrs de la cual
plicada y paciente estrategia para conseguir su cierre, con ob- una ventana permite entrever una figura que podra ser la de
jeto de interrumpir la vigencia de aqulla. Y, finalmente, aun- un guardin. Delante del Mesas se encuentra un joven, que
que quizs al precio de su vida (la historia no nos dice si muere se mantiene erguido a un paso de la puerta abierta y seala
realmente, dice slo que est prximo al fin ..), el campesino hacia ella. Cualquiera que sea esta figura (podra tratarse del
tiene realmente xito en su intento, consigue que se cierre para profeta Elas), es posible aproximarla al campesino de la pa-
siempre la puerta de la ley (que, en rigor, estaba abierta sola- rbola kafk:iana. Su tarea parece ser la de preparar y facilitar
mente., para l). En su interpretacin de la leyenda, Kurt Wein- el ingreso del Mesas, tarea paradjica desde el momento en
berg ha sugerido que en el tmido, pero testarudo, campesino que la puerta se halla completamente abieit'kvSi se llama pro-
puede verse la figura de un mesas cristiano impedido (Wein- vocacin a la estrategia consistente en constreir a la poten-
berg, pp. 130-31). La sugerencia puede ser aceptada, pero slo cia de la ley a traducirse en acto, la suya es entonces una for-
si no se olvida que el Mesas es la figura con que las grandes ma paradjica de provocacin, la nica adecuada a una ley
religiones monotestas han tratado de resolver el problema de que tiene vigencia sin significar, a una puerta que no permite
la ley y que su venida significa, tanto en el judasmo, como en la entrada porque est demasiado abierta. La tarea mesinica
el cristianismo o en el Islam chita, el cumplimiento y la con- del campesino (y del joven que en la miniatura se encuentra
sumacin integral de la ley. El mesianismo no es, pues, en el delante de la puerta) podra ser entonces precisamente la de
monotesmo, una simple categora entre otras de la experien- hacer efectivo el estado de excepcin virtual, la de constreir
cia religiosa, sino que constituye su concepto-lmite, el punto al guardin a cerrar la puerta de la ley (la puerta de Jerusa-
en que dicha experiencia se supera y se pone en cuestin en ln). Porque el Mesas slo podr entrar despus de que la
su condicin de ley (de aqu las aporas mesinicas sobre la puerta se haya cerrado, es decir una vez que haya cesado la vi-
ley, de las que son expresin tanto la epstola de Pablo a los gencia sin significado de la ley. ste es el sentido del enig-
romanos, como la doctrina sabbetaica segn la cual el cumpli- mtico fragmento de los Cuadernos en octavo kafkianos, en
76 77
 los que se lee que: "El Mesas vendr slo cuando ya no sea teora del estado de excepcin; si bien quien lo proclama no es la autori-
necesario, no llegar sino el da despus de su llegada, ven'- dad vigente, sino el Mesas que subvierte el poder de ella.
dr no el ltimo da, sino el ltimo de los ltimos". El sentido
final de la leyenda no es, entonces, en las palabras de Derri- X Uno de los caracteres peculiares de las alegoras kafkianas es que
da, el de un "acontecimiento que llega a no llegar" (o que su- contienen justamente al final una posibilidad de inversin que altera por
cede no sucediendo: ..un vnement qui arrive a ne pas arri- completo su significado. La obstinacin del campesino presenta as alguna
ver: Derrida I, p. 359), sino que, justamente al contrario, la analoga con la astucia que permite a Ulises triunfar del canto de las sire-
historia relata que algo ha sucedido efectivamente, sin quepa- nas. De la misma forma que en el aplogo de la ley sta es insuperable
rezca suceder, y las aporas mesinicas del campesino expre- justamente porque no prescribe nada, el arma ms terrible de las sirenas
san exactamente la dificultad de nuestro tiempo en su inten- no es el canto, sino el silencio (no ha ocurrido nunca, pero tal vez no sea
to de dar cuenta del bando soberano. del todo inconcebible, que alguien pueda salvarse de su canto, pero de su
silencio desde luego no), y la inteligencia casi sobrehumana de Ulises
X Una de las paradojas del estado de excepcin quiere que sea impo- consiste precisamente en haberse dado cuenta de que las sirenas callaban
sible distinguir en l entre la transgresin de la ley y su ejecucin, de y en haberles opuesto slo a guisa de escudo su comedia, exactamente
manera que lo que es conforme a la norma y lo que la viola, coinciden como hace el campesino frente al guardin de la ley. Como las puertas de
sin fisuras (quien pasea durante el toque de queda no est trasgredien- la India en el Nuevo abogado, tambin la puerta de la ley puede ser vista
do la ley en mayor medida de lo que la est cumpliendo el soldado que, como un smbolo de esas fuerzas mticas, de las que el hombre, como el
eventualmente, le mata). sta es precisamente la situacin que en la tra- caballo Bucfalo, tiene que conseguir triunfar a cualquier precio.
dicin juda (y, en rigor, en toda genuina tradicin mesinica) se verifica
)': con la llegada del Mesas. La primera consecuencia de este advenimien-
to es, de hecho, el cumplimiento y la consumacin de la ley (segn los 4.6. ]. L. Nancy es el filsofo que ha pensado con mayor ri-
cabalistas de la Tor de Beri, es decir de la ley que est vigente desde gor la experiencia de la Ley que est implcita en la vigencia
la creacin del hombre hasta los das del Mesas). Este cumplimiento no sin significado. En un texto extremadamente denso, identifica
significa, empero, que la ley antigua sea sustituida simplemente por una su estructura ontolgica como abandono y trata consecuen-
nueva, homloga a la precedente, pero con prescripciones y prohibicio- temente de pensar no slo nuestro tiempo, sino toda la histo-
nes diferentes (la Tor de Atsilut, la ley originaria que, segn los caba- ria de Occidente como tiempo del abandono". La estructura
listas, el Mesas debe restaurar, no contiene preceptos ni prohibiciones, que describe se mantiene, no obstante, en el interior de la for-
sino que es slo una congerie de letras sin orden alguno). Implica, ms ma de la ley, y el abandono es pensado como abandono al
bien, que el cumplimiento de la Tor coincide ahora con su trasgresin. bando soberano sin que se abra ninguna va ms all de ste:
Y es justamente lo que afirman sin medias palabras los movimientos
mesinicos ms radicales, como el de Shabbetay Tsew (cuyo lema era: Abandonar es entregar, confiar o librar a un poder soberano, y en-
El cumplimiento de la Tor es su trasgresin). tregar, confiar o librar a su bando, es decir a su proclamacin, a su con-
Desde el punto de vista jurdico-poltico, el mesianismo es, pues, una vocatoria y a su sentencia. El abandono se produc~ siempre con res-

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!e
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 pecto a una ley. La privacin del ser abandonado se mide por el rigor metafsica. Lo que est en juego en este abandono no es que
sin lmites de la ley a la que se encuentra expuesto. El abandono no algo (el ser) deje retirarse a algo diferente (el ente) o prescin-
constituye una citacin de comparecencia bajo una u otra imputacin da de ello. Por el contrario, el ser no es aqu otra cosa que el ser
legal. Es una obligacin de comparecer absolutamente ante la ley, ante abandonado y entregado a s' mismo del ente, el ser no es ms
la ley como tal en su totalidad. Del mismo modo, el ser puesto en ban- que el bando del ente:
do no significa quedar sometido a una determinada disposicin de la
ley, sino quedar expuesto a _la ley en su totalidad. Entregado a lo ab- Qu es Jo abandonado y por quin? El ente por el ser que le perte-
soluto de la ley, el banido** queda asimismo abandonado fuera de cual- nece y que slo le pertenece a l. El ente aparece entonces as como
quier jurisdiccin ... El abandono respeta la ley, no puede hacer otra objeto y como ser disponible, como si el ser no fuera ... Entonces se
cosa (Nancy, pp. 149-50). pone de relieve esto: que el ser abandone al ente significa que el ser
se disimula en el ser manifiesto del ente. Y el ser mismo se determina
La tarea que nuestro tiempo propone al pensamiento no pue- esencialmente como esa disimulacin que se sustrae ... Abandono del
de consistir simplemente en reconocer la forma extrema e in- ser: que el ser abandone al ente, que ste sea librado a s propio y de-
superable de la ley como vigencia sin significado. Todo pen- venga objeto de la maquinacin. Esto no es simplemente una cada",
samiento que se limita a esto, no hace otra cosa que repetir la sino que es la historia primera del ser mismo (Heidegger I, p. 115).
estructura ontolgica que hemos definido como paradoja de
la soberana (o bando soberano). La soberana es, en rigor, pre- Si el ser no es, en este sentido, ms que el ser que est a mer-
cisamente esta ley ms all de la ley a la que estamos aban- ced (abandono) del ente, la estructura ontolgica de la sobe-
donados", es decir el poder autopresupositivo del nmos, y rana muestra aqu desnudamente su paradoja. Es la relacin
slo si se llega a pensar el ser del abandonQ ms all de toda de abandono la que ahora debe pensarse en forma nueva.
idea de ley (aunque sea en la forma vaca de una vigencia sin Leer esta relacin como vigencia sin significado, es decir como
significado), se podr decir que se ha logrado salir de la para- el ser abandonado a y por una ley que no prescribe nada, que
doja de la soberana, hacia una poltica liberada de cualquier slo se prescribe a s misma, significa mantenerse en el inte-
bando. Una pura forma de ley es slo la forma vaca de la re- rior del nihilismo, es decir no llevar hasta el extremo la expe-
lacin; pero la forma vaca de la relacin no es ya una ley, si- riencia del abandono. Slo cuando ste se disocia de cualquier
no una zona en la que no es posible discernir entre la ley y la idea de ley y de destino (comprendidas la forma de ley kan-
vida, es decir un estado de excepcin. El problema es aqu el tiana y la vigencia sin significado), el abandono se experimenta
mismo que afronta Heidegger, en los Beitriige zur Philosophie verdaderamente como tal. Por esto mismo, es preciso mante-
bajo la rbrica de la Seinverlassenheit, del abandono del ente nerse abiertos a la idea de que la relacin de abandono no es
por el ser, es decir nada menos que el problema de la unidad- una relacin, que el estar juntos del ser y del ente no tiene la for-
diferencia entre ser y ente en la poca del cumplimiento de la ma de la relacin. Esto no significa que cada uno de ellos dis-
curra ahora independientemente; sino ms bien que ahora se
Vase nota II a la traducCin, pg. 245. mantienen sin relacin. Pero esto implica nada menos que tra-
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tar de pensar el factum poltico-social de una forma que no sea soberana en la poca de la conclusin de la historia humana. Aqu son
ya la de una vinculacin. posibles varios escenarios. En la nota adjunta a la segunda edicin de su
Introduction, Kojeve se distancia de la tesis enunciada en la primera, se-
lo{ Las tesis de Kojeve sobre el fin de la historia y la consiguiente ins- gn la cual el fin de la historia coincide sencillamente con el volverse a
tauracin de un Estado universal homogneo presentan muchas analo- convertir el hombre en animal, con su desaparicin como hombre en sen-
gas con la situacin epocal que hemos descrito como vigencia sin sig- tido propio (es decir, como sujeto de la accin negativa). Durante un via-
nificado (esto explica los intentos actuales de reactualizar a Kojeve en je a Japn en 1959, el autor haba comprobado la posibilidad de una cul-
clave liberal-capitalista). Qu es, en efecto, un Estado que sobrevive a tura post-histrica, en que los hombres, si bien abandonan la accin negativa
la historia, una soberana estatal que se mantiene ms all del cumpli- en sentido estricto, siguen separando la forma de sus contenidos, no para
miento de su telas histrico sino una ley que tiene vigencia sin tener sig- transformar activamente estos ltimos, sino para practicar una suerte de
nificado? Pensar un acabamiento de la historia en que permanezca la "esnobismo en estado puro (las ceremonias del t, etc.). Por otra parte,
forma vaca de la soberana es tan imposible como pensar la extincin en la recensin de las novelas de Queneau, Kojeve ve en los personajes
del Estado sin la consumacin de sus figuras histricas, ya que la forma de El domingo de la vida, en particular en el voyou dsoeuvr (Kojeve,
vaca del Estado tiende a generar contenidos epocales y stos, a su vez, p. 391), la figura realizada del sabio satisfecho en el fin de la historia. Al
buscan una forma estatal que se ha hecho imposible (esto es lo que est sabio hegeliano satisfecho y consciente de s y al voyou dsa!uvr (defi-
pasando en la ex Unin Sovitica y la ex Yugoslavia). nido despreciativamente como hamo quenellensis), Bataille contrapone
A la altura de tal tarea slo estara hoy un pensamiento capaz de pen- todava la figura de una soberana consumada completamente en el ins-
sar de consuno el fin del Estado y el fin de la historia, y de movilizar uno tante (,la seule innocence possible: celle de l'instant.), que coincide con
contra otro. "las formas en que el hombre se da a s mismo: ... la risa, el erotismo, el
Es sta la direccin ewla que parece moverse -si bien de forma toda- combate, el lujo". ..~

va insuficiente- el ltimo Heidegger, con la idea de un acontecimiento o El tema del dsa!uvrement, de la desocupacin como figura de la ple-
de una apropiacin ltima (Ereignis), en que aquello que resulta objeto de nitud del hombre al final de la historia, que aparece por primera vez en
apropiacin es el ser mismo, es decir el principio que hasta ahora haba la recensin de Kojeve a Queneau, ha sido recuperado por Blanchot y por
destinado a los entes en sus diferentes formas y figuras histricas. Esto sig- ]. L. Nancy, que lo sita en el centro de su libro sobre la Communaut
nifica que con la Ereignis (como con el Absoluto hegeliano en la lectura dsoeuvr. Todo depende aqu de lo que se entienda por "desocupacin".
de Kojeve), la "historia del ser toca a su fin (Heidegger 2, p. 44) y, con- No puede ser ni la simple ausencia de actividad ni (como en Bataille) una
siguientemente, la relacin entre ser y ente encuentra su absolucin. Es forma soberana y sin empleo de la negatividad. La nica forma coheren-
esto lo que permite a Heidegger escribir que en la Ereignis trata de pen- te de entender la desocupacin sera pensarla como un modo de exis-
sar d ser sin referencia al ente, lo que equivale nada menos que a in- tencia genrica de la potencia, que no se agota (como la accin indivi-
tentar pensar la diferencia ontolgica de una forma que no es ya la de una dual o la colectiva, entendida como la suma de las acciones individuales)
relacin, ser y ente ms all de cualquier posible conexin. en un transitus de potentia ad actum.
Es sta la perspectiva en que habra que situar el debate entre Bataille
y Kojeve, en el que lo que est en juego es precisamente la figura de la

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1
 violencia conservadora del derecho debilita a la larga, indirec-
tamente por medio de la represin de las fuerzas hostiles, la
violencia creadora que est representada en ella ... Esto dura
hasta el momento en que nuevas fuerzas, o bien las que antes
estaban oprimidas, se imponen sobre la violencia que hasta en-
tonces haba establecido el derecho, y fundan as un nuevo de-
recho destinado a una nueva decadencia. Sobre la interrupcin
de este crculo mgico, que se desarrolla en el mbito de las
fuerzas mticas del derecho, sobre la revocacin del derecho al
mismo tiempo que de las fuerzas en que ste se apoya (como.
stas en l) y, as pues en definitiva, del Estado, se basa una
nueva poca histrica, (Benjamn 1, pp. 155-156).
La definicin de esta tercera figura, que Benjamn llama vio-
lencia divina, constituye el problema central de cualquier in-
terpretacin del ensayo. Benjamn no sugiere, en rigor, ningn
criterio positivo para su identificacin y niega, incluso, que sea
ni siquiera posible reconocerla en un caso concreto. Lo nico
cierto es que tal violencia no establece ni conserva el derecho,
UMBRAL sino que lo revoca (entsetz). Por eso se presta a los equvocos
ms peligrosos (de lo que constituye una prueba la ~~c;:rupu
losidad con que Derrida, en su interpretacin del ensayo, pone
en guardia contra ella, comparndola, en un singular malen-
tendido, con la solucin final nazi (Derrida 2, pp. 1044-1045).
El hecho de haber expuesto sin reservas el nexo irreductible En 1920 cuando estaba trabajando en la redaccin de la Cr-
que une violencia y derecho hace de la Crtica benjaminiana tica, es casi seguro que Benjamn no haba ledo todava esa
la premisa necesaria, y todava hoy no superada, de cualquier Politische Tbeologie, cuya definicin de la soberana citara cin-
indagacin sobre la soberana. En el anlisis de Benjamn, este co aos despus en el libro sobre el drama barroco; la violen-
nexo se muestra como una oscilacin dialctica entre la vio- cia soberana y el estado de excepcin que sta instaura no com-
lencia que establece el derecho y la violencia que lo conserva. parecen, por tanto, en el ensayo y no es fcil decir dnde
De aqu la necesidad de una tercera figura que rompa la dia- podran situarse con relacin a la violencia que establece el de-
lctica circular entre estas dos formas de violencia: La ley de recho y a la que lo conserva. La raz de la ambigedad de la
estas oscilaciones (entre la violencia que establece y la violen- violencia divina debe buscarse, quizs, precisamente en esa au-
cia que conserva el derecho) se funda en el hecho de que toda sencia. Sin lugar a dudas, la violencia que se ejerce en el esta-
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do de excepcin no conserva ni tampoco establece simple- pone de manifiesto la conexin entre las dos violencias -y, con
mente el derecho, sino que lo conserva suspendindolo y lo mayor razn, entre violencia y derecho- como el nico conte-
establece excluyndose de l. En este sentido, la violencia so- nido real del derecho. La funcin de la violencia en la crea-
berana, como la divina, no se deja reducir ntegramente a nin- cin jurdica -escribe Benjamn en el nico punto del ensayo
guna de las dos formas de violencia cuya dialctica se propo- en que se aproxima a algo parecido a una definicin de la vio-
na definir el ensayo. Pero eso no significa que una y otra puedan lencia soberana- es, en realidad, doble, en el sentido de que
ser confundidas entre s. La definicin de la violencia divina se el establecimiento del derecho persigue desde luego como fi-
hace incluso ms fcil si se la pone en relacin con el estado nalidad, por medio de la violencia, aquello mismo que es ins-
de excepcin. La violencia soberana abre una zona de indife- taurado como derecho; pero, en el acto de implantar en tanto
rencia entre ley y naturaleza, exterior e interior, violencia y de- que derecho la finalidad perseguida, lejos de revocar la vio-
recho; pero, a pesar de todo, es precisamente el soberano el lencia, hace de ella, y slo entonces en sentido estricto e inme-
que mantiene la posibilidad de decidir sobre todos esos pla- diatamente, violencia creadora de derecho, en cuanto implan-
nos en la medida misma en que los confunde. Mientras el es- ta como derecho, bajo el nombre de poder, una finalidad no
tado de excepcin se distinga del caso normal, la dialctica en- slo no liberada e independiente de la violencia, sino ntima y
tre violencia que establece el derecho y violencia que lo conserva necesariamente ligada a ella> (Benjamn 1, p. 151). Por esto no
no se quiebra verdaderamente y la decisin soberana aparece es un azar que Benjamn, ms que en definir la violencia divi-
sencillamente como el medio en que se opera el paso de una na, se concentre en un desarrollo expositivo aparentemente
a otra (en este sentido se puede decir que la violencia sobera- brusco, sobre el portador del nexo entre violencia y derecho,
na establece el derecho, ya que afirma la licitud de un acto que que denomina nuda vida.. (blofl Leben). El anlisis de esta fi-
de otra forma sera i1kito, y, al mismo tiempo, lo conserva, gura, cuya funcin decisiva en la economa del ensayo ha per-
puesto que el contenido del nuevo derecho es slo la con- manecido hasta ahora impensada, instaura un vnculo esencial
servacin del antiguo). En cualquier caso, el nexo entre vio- entre la nuda vida y la violencia jurdica. No slo el dominio
lencia y derecho, incluso a pesar de su indiferencia, se man- del derecho sobre lo viviente se extiende a la nuda vida y cesa
tiene. con sta, sino que tambin la disolucin de la violencia jurdi-
Pero la violencia que Benjamn define como divina, se sita, ca, que es en cierto modo el objetivo del ensayo, remite a la
de manera diversa, en una zona en la que ya no es posible dis- culpabilidad de la nuda vida natural, la cual entrega al vivien-
tinguir entre excepcin y regla. Mantiene con respecto a la vio- te, de manera inocente y desdichada, a la pena mediante la que
lencia soberana la misma relacin que, en la octava tesis, vin- expa (sbnt) su culpa y que purifica (entsbnt) tambin al cul-
cula el estado de excepcin efectivo y el estado de excepcin pable, mas no en verdad de una culpa, sino del derecho.. (ibd.,
virtual. Por esto (es decir en cuanto aqulla no es una especie . p. 153).
de violencia junto a otras, sino la disolucin del vnculo entre En las pginas que siguen trataremos de desarrollar las ante-
violencia y derecho), Benjamn puede decir que la violencia riores indicaciones y de analizar la relacin que mantiene vin-
divina no establece ni conserva el derecho, sino que lo revoca; culadas a la nuda vida y al poder soberano. Segn Benjamn,
86 87
el principio del carcter sagrado de la vida, que nuestro tiem- ciedades que como la Grecia clsica, celebraban sacrificios ani-
po atribuye a la vida humana, incluso, a la vida animal en ge- ' males e inmolaban ocasionalmente a vctimas humanas, la vida
neral, no tiene ninguna utilidad para aclarar esa relacin ni en s misma no era considerada sagrada; slo se converta en
para cualquier intento de poner en entredicho el dominio del tal por medio de una serie de rituales, cuyo objetivo era pre-
derecho sobre el viviente. Sospechoso es para Benjamn, que cisamente el de separarla de su contexto profano. En palabras
aquello que se proclama sagrado sea precisamente lo que, se- de Benveniste, para convertir a la vctima en sagrada es pre-
gn el pensamiento mtico, es el "portador destinado a la culpa: ciso "separarla del mundo de los vivos, es necesario que tras-
la nuda vida .. , casi como si se diese una complicidad secreta pase el umbral que separa los dos universos: ste es el obje-
entre la sacralidad de la vida y el poder del derecho. Valdra tivo de su muerte.. (Benveniste, p. 188).
la pena -escribe- inquirir sobre el origen del dogma de la sa- Si esto es cierto, cundo y de qu manera se ha considera-
cralidad de la vida. Es posible, incluso probable, que, tal dog- do por primera vez sagrada en s misma a una vida humana?
ma sea de fecha reciente, ltima aberracin de la debilitada tra- Hasta ahora nos hemos ocupado de delinear la estructura l-
dicin occidental que quiere buscar lo sagrado, que ha perdido, gica y topolgica de la soberana, pero qu se incluye en ella
en lo cosmolgicamente impenetrable. (ibd., p. 155). y qu queda fuera?, quin es el portador del bando soberano?
Es ese origen lo que precisamente vamos a empezar a inda- Tanto Benjamn como Schmitt, aunque de manera diversa, se-
gar. El principio del- carcter sagrado de la vida se nos ha he- alan la vida (la "nuda vida.. en Benjamn y, en Schmitt, la vida
cho tan familiar que parecemos olvidar que la Grecia clsica, efectiva .. que romp~ la costra de un mecanismo anquilosado
a la que debemos la mayor parte de nuestros conceptos tico- en pura repeticin) como el elemento que, en la excepcin,
polticos, no slo ignoraba este principio, sino que no posea se encuentra en la relacin ms ntima con la soberana. Es esta
un trmino para expresar en toda su~omplejidad la esfera se- relacin la que ahora se trata. de a~~rar.
mntica que nosotros indicamos con un nico trmino: vida.
La oposicin entre zoe y bos, entre zen y e zen (es decir en-
tre la vida en general y el modo de vida cualificado que es pro-
pio de los hombres), con todo lo decisiva que es para el ori-
gen de la cultura occidental, no contiene nada que pueda hacer
pensar en un privilegio o en una sacralidad de la vida como
tal; el griego homrico no conoce ni siquiera un trmino para
designar el cuerpo vivo. El trmino soma, que en pocas su-
cesivas se presenta como un buen equivalente de nuestro "cuer-
po .. , significa en su origen nicamente "cadver.. , como si la
vida en s, que se resuelve para los griegos en una pluralidad
de aspectos y de. elementos, slo se presentara como unidad
despus de la muerte. Por otra parte, tambin en aquellas so-
88 89
PARTE SEGUNDA

HOMO SACER
 l. HOMO SACER

1.1. Festo, en su tratado Sobre la significacin de las pala-

bras, nos ha transmitido bajo el lema sacer mons, la memoria
de una figura del derecho romano arcaico en que el c~rcter de
la sacralidad se vincula por primera vez a una vida humana
coffi''"iaC'I~~-;;di;t~~e~te despu~ de haber descrito el Mon-
te Sacro, que la plebe, en el momento de su secesin haba
consagrado a Jpiter, aade:

At horno sacer is est, quem populus iuducavit ob maleficium; ne-

que fas est eum inmolari, sed qui occidit, parricidi non damnatur; nam
lege tribunicia prima cavetur Si quis eum, qui eo plebei scito sacer
sit, occiderit, parricida ne sit Ex quo quivis horno malus atque im-
probus sacer appellari solet.'

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 Mucho se ha debatido sobre el sentido de esta enigmtica fi- nes de esos hombres que la ley ordena consagrar a determi-
gura, en la que algunos han querido ver "la ms antigua pena ' nadas divinidades, porque no ignoro que a algunos les parece
del derecho criminal romano,. (Bennett, p. 5), si bien su inter- extrao (mrum videri) que, mientras est prohibido violar cual-
pretacin resulta complicada por el hecho de que se concen- quier cosa sagrada, sea lcito, en cambio, matar al hombre sa-
tran en ella caractersticas que, a primera vista, son contradic- grado... Cualquiera que sea el valor de la interpretacin queMa-
torias. Ya Bennett, en un ensayo de 1930, observaba que la C:robio se cree obligado a proporcionar en este punto, es cierto
definicin de Fe~~to parece negar la cosa misma implcita en el que la sacralidad apareca a sus ojos lo suficientemente pro-
trmino (bd., p. 7), porque, al tiempo que sancionalasacra- blemtica como para tener necesidad de una explicacin.
lfda-d de una persona, autoriza (o, ms precisamente, declara
nopunible) el que se le d muerte (cualquiera que sea la eti-
mologa que se acepte para el trmino parrcdum, ste indi- 1.2. La perplejidad de los antiqui auctores tiene su corres-
ca en su origen el asesinato de un hombre libre). La contra- pondencia en la divergencia de las interpretaciones modernas.
diccin se acenta todava ms por la circunstancia de que Aqu el campo se divide entre aquellos (como Mommsen, Lan-
aqul a quien cualquiera poda matar impunemente, no deba, ge, Bennett, Strachan-Davidson) que ven en la sacrato un re-
sin embargo, recibir la muerte en las formas sancionadas por siduo debilitado y secularizado de una fase arcare:a.en que. el
el rito (neque fas est eum mmolari; mmolari indica el acto de defch<Jreligiso'y elperiai"no se 'haban diferenciado todava,
rociar a la vctima con la mola salsa antes de sacrificarla). y en d-q~lrrc:fu:Iru:=i'miielie . se~presentaba como un sacri-
En qu consiste entonces la sacralidad del hombre sagrado? ficioa-Ta divi~icl.d, y los que (como Kernyi y Fowler) advier-
Qu signfica la expresin sacer esto, que figura vaf!as veces teneneTla- una figura'arquetpica de lo sagrado, la consagra-
en las leyes de la poca de la realeza y que aparece ya en las cin._aTOsCITose-5 il'lf~r.Ies:aloga en su ambigedad a~ la
inscripciones arcaicas en el cipo rectangular del foro, si impli- nocin etnolgica de tab: augusto y maldito, digno de vene-
ca a la vez el impune occdi y la exclusin del sacrificio? El que radt'l"y que suscita horror.. Si.lo's primeros consiguen dar ra-
esta expresin resultara oscura tambin para los romanos se zn dl impune ocddf(C:;]mo hace, por ejemplo, Mommsen,
prueba ms all de cualquier duda por un fragmento de las5ct- en trminos de una ejecucin popular o sustitutoria de una
turnala (III, 7, 3-8) en el que Macrobio, despus de haber de- condena a muerte), no pueden, empero, explicar de manera con-
findocomo sacruniTOque est destinado a los dioses, nade: vincente la prohibicin del sacrificio. A la inversa, en la pers-
. En este punto no parece fuera de lugar tratar de las condicio- pectiva de los segundos, si el neque fas est eum immolari re-
sulta comprensible (.d ~amo sacer-escribe Kernyi- no_pue<fe.
ser objeto desa~rifici~, de un sacrifitium__QQ.LestaJ)nicay muy
1 Hombre sagrado es, empero, aqul a quien el pueblo ha juzgado por un
secfllarai()~;.Ici_,~~-g_"c{fr e?tya en ,posesin de los dio-
delito; no es lcito sacrificarle, pero quien le mate, no ser condena,do PQf.hO-
I:QiCidio. En efecto, en la primera ley tribunicia se advierte que si alguien ma-
sestes cigi<lri;:mente y de manera particular posesin de l~s
ta a aquel que es sagrado por plebiscito, no ser considerado homicida. De dioses infE;~J:!~les, y np_has:,_pu.es~.Jl.e..cesidad_de que se le haga
aqu viene que se suela llamar sagrado a un hombre malo e impuro. tarco-ua nueva acc~>l!:: Kernyi, p. 76) no se comprende,
" ______ ,,.._.,--&F-~--''--'" -

94 95
 sin embargo, en modo alguno por qu el horno sacer puede gar en una regif1 que es anteriora la distincin entre sagrado
recibir la muerte de manos de cualquiera sin que esto le su- ' y profano, entre religioso y jurdico. Pero, para aproximarnos
ponga a su autor la mcula del sacrilegio (de aqu la incon- a esta regin, ser primero necesario desembarazarse de un
gruente explicacin de Macrobio, segn la cual, puesto que las equvoco.
almas de los homines sacri eran diis debitae, lo que se preten-
da era enviarlas al cielo con la mayor presteza posible).
Ninguna de ambas posiciones consigue explicar breve y si-
multneamente los dos rasgos cuya yuxtaposicin constituye
precisamente, en la definicin de Festo, la especificidad ~el_ ho-
rno sacer: la impunidad de darle muerte y la prohibicin de su
sacrificio. Dentro de lo que sabemos del ordenamiento ]urdi-
co y religioso romano (tanto del ius divinum como del ius hu-
manum) esas dos caractersticas parecen, en efecto, difcilmente
compatibles: si el horno sacer era impuro (Fowler: tab) o. P~?
piedad de los dioses (Kernyi), por qu entonces cualquiera
podimatade sin contaminarse o cometer sacrilegio? y si, por
otra parte, era en realidad la vctima de un sacrificio arcaico o
un condenado a muerte, por qu no era fas darle muerte en
las formas prescritas? Qu es, pues, esa vida del f]OrnQ~Cl.CJ:r,
en la que convergen la posibilidad&; que cuaJquiera se la ar:re~.
bate y la insacrificabilidad, y que se sita, as, fuera tanto del
derecho humano como del divino? ~'"-~"-"-
Todo hace pensar que nos encontramos ante un C2!ls:epto-
lmite del orden social romano, que, como tal, difcilmente pue-
de ser--explicadode manera satisfactoria mientras se perma-
nezca en el interior del ius divinum y del ius humanum, pero
que s puede, quizs, arrojar luz sobre sus lmites precisos .. En_
lugar de dilucidar la especificidad del horno s11cer,como se ha
hecho demasiado a menudo, a partir de una pretendida ambi-
gedad de lo sagrado, calcada de la nocin etnolgica de tab,
trataremos ms bien de interpretar la sacratio como una figu-
ra autnoma y nos preguntaremos si sta permite arrojar algu-
na luz sobre una estructura poltica originaria que tiene su lu-
96 97
 todava en esa obra maestra, de la lingstica del siglo xx que
es el Vocabulaire des institutions indo-europennes de mile
Benveniste. No sorprender que su primera formulacin apa-
rezca en las Lectures on the religion oj the Semites de Robert-
son Smith (1889), es decir el mismo libro que ejerci despus
una influencia determinante en la composicin del ensayo de
Freud TO!f!.'Y[l y tab.(leerlo -escribir Freud- era como desli-
zarse en una gndola), si se ,SQD~jqera.queJas Lectu res coin-
ciden con el momento en que una sociedad, que haba ya per-
dido'clialq1er'~~aCin--con. su trad-icin religiosa, empezaba
a ausar su propio malestar. Es en este libro, en rigor, donqe
la noco:'etriogrficide tab abandon por primera vez el m-
bito-de las e:ultras. priinitfvas y_ penetra firmemente en el se-
nO del'e~?!~=q~.Jfr~!!&~n.J~Ql!q,_marc;ando de forma ir~~
vo'ca~.!~_<;Qg .1i\l..mb~giiedad .la . e~periencia . occidental de lo
sagrado.
. ""'

Junto a ciertos tabes que corresponden exactamente -escribe Ro-

2. LA AMBIVALENCIA DE LO SAGRADO bertson Smith en la IV leccin- a reglas de santidad y que protegen la
. ' .. ~ ...:l4l inviolabilidad-de losdolos., de los.sanlllarios, de los sacerdotes, de los
2.1. Sobre la interpretacin de los fenmenos sociales y, en jefes y, en general, de las personas y de las cosas que pertenecen a
particular;-ar orige-cre'la-sooerita,;sa todava
li-ffifro- los dioses y a su culto, encontramos otra especie de tabes que, en el
gema ~i~n,J_ftcotql!e,_ c,qp~titutdo .entre ~~-les del sigo~y mbito semtico, tiene su paralelo en las reglas sobre la impureza. Las
laskpiE_sras..IJ.~~ef!a~_<;kl. siglo xx, h~-~?~~!f:fl~<iQ.Q.!:!!:llli:..!!l~~ mujeres despus del parto, el hombre que ha tocado un cadver, etc.,
cho tiempo ..!~~-~g'Y~~~_ig~si29:~~ 9~ J~s. .<:L~J?:C~~....h1:!!!!~E:~-~.D. un son temporalmente tab y quedan separados de la agrupacin huma-
sector particularmente.delicado. Este mitologema, que aqu na, de la misma forma que, en las religiones semticas, estas mismas
podemos provisionalmente poner bajo la rbrica de teora de personas se consideran impuras. En estos casos, la persona tab no es
la ambig~~!SL<!~.J~1.s..::tgr::tc!Q~, toma forma inicialme~te ~-; . considerada santa, porque se la aisla tanto del santuario como de todo
antrop-ofoga tardovictoriana y se. transmit~jrunedi?Jim.ente contacto con los hombres ... En muchas sociedades salvajes, no hay una
la
desps a - . sociologa rral1cesa; , per~ su influencia en el ti~~- clara lnea de demarcacin entre las dos especies de tab, e incluso en
po y su transmisin a las dems disciplinas han sido tan tena- pueblos ms avanzados la nocin de santidad y la de impureza se ro-
ces que, despus de haber hecho correr serios riesgos a las in- zan con frecuencia (Robertson Smith, pp. 152-53).
vestigaciones de Bataille sobre la soberana, est presente
98 99
 En una nota adjunta a la segunda edicin de las Lectures 2.2. Una vez formulada, la teora de la ambivalencia de losa-
(1894), titulada Holyness, uncleanness and taboo, Robertson , grado, como si la cultura europea se hubiera dado cuenta de
Smith, tras haber enumerado una serie de ejemplos de ambi- ello por primera vez, se difunde sin encontrar resistencias en
gedad (entre los cuales la propia prohibicin de la carne de todos los mbitos de las ciencias humanas. Diez aos despus
cerdo que en las religiones semticas ms elevadas pertenece de las Lectures, ese clsico de la antropologa francesa que es
a una suerte de tierra de nadie entre lo impuro y lo sagrado,) el Essai sur le sacrifice de Hubert y Mauss (1899), se abre pre-
postula la imposibilidad de "separar del sistema del tab la doc- cisamente evocando ..le caractere ambigu des choses sacres,
trina semtica de lo santo y de la impureza, (ibd., p. 452). que Robertson Smith avait si admirablement mis en lumiere,
Es significativo que, entre las pruebas de esta ambigua poten- (Hubert y Mauss, p. 195). Seis aos despus, en el segundo vo-
cia de lo sagrado, Robertson Smith enumere tambin aqu el ban- lumen de la Volkerpsychologie, de Wundt, el concepto de tab
do: ..otra notable usanza juda es el bando (herem), en virtud del expresa propiamente la indiferencia originaria entre sagrado e
cual el pecador impo, o los enemigos de la comunidad y de su impuro que sera araerstica de la fase ms arcaica de la his-
dios, eran destinados a una destruccin total. El bando es una toria humana; -esa mezela de veneracin 'y horror que Wundt,
forma de consagracin a la divinidad, y sta es la razn por la coiCua frmula que habra de hacer fortuna, define como ..ho-
que el verbo "bandir",** se traduce a veces como "consagrar" (Mi- rror sagrado". Slo en una fase posterior, cuando, segn Wundt,
queas, 4. 13) o "dedicar" (Levtico, 27. 28). En los tiempos ms las ms antiguas potencias demonacas se retiraron ante los dio-
antiguos del judasmo, lo anterior implicaba, sin< embargo, la des- ses, la ambivalencia originaria cedi su puesto a la anttesis en-
truccin completa no slo de la persona, sino tambin de sus tre lo sagrado y lo impuro.
propiedades ... nicamente los metales, despus de haber sido En 1912, el to de Mauss, mile Durkheim, publica las For-
fundidos en el fuego, podan ser incorporados al tesorodel san- mes lmentaires de la vie relz'gfeuse~ qu ciedica UI}1"saptulo
tuario Oosu 6. 24). Incluso el ganado no era sacrificado, sino enterO a la "Ambigedad de larocin de sagrado". Aqu clasi-
que se proceda sencillamente a su matanza, y la ciudad consa- fica las ..fl_ierzas religiosas" en-dos categoras opuestas, las faus-
grada no deba ser reconstruida (Deuteronomio 13. 16; ]osu 6. tas y las infaustas:
26). Un bando de esta ndole es un tab, hecho efectivo por el
temor a penas sobrenaturales (Reyes 16. 34) y, como en el tab, Claro que los sentimientos inspirados por unas y otras no son idn-
el peligro que llevaba implcito era contagioso (Deuteronomio ticos, pues una cosa es el respetp, y otra cosa muy distinta el disgusto
7. 26); a quien lleva a su casa una cosa consagrada se le aplica y el horror. Sin embargo, para que los gestos sean los mismos en am-
el mismo bando, (ibd., pp. 453-54). El anlisis del bando -asi- bos casos, es preciso qu los sentimientos que expresan sean de la mis-
milado al tab- es determinante desde el infdo enl~-gnesl~de. ma naturaleza. Y es que el respeto religioso, sobre todo cuando es muy
la doctrina de la ambigedad de lo sagrado: la ambigedad del intenso, incluye el horror, y el temor que inspiran las potencias malig-
primero, que excluye incluyendo, implica la del segundo. nas siieftener cierto carcter reverencial ... As que lo impuro y lo puro
no son gneros separados, sino dos variedades de un mismo gnero,
**Vase nota II a la traduccin, pg. 245. que comprende todaslas cos<l:s sagradas. Hay dos clases de sacralidad:

100 101
 una fausta y ott:a infausta, y entre estas dos formas opuestas no slo no Sa!lt<2S~!n:~Jdit,o~. Curiosamente, los antroplogos que haban
hay solucin de continuidad, sino que un mismo objeto puede pasar desarrollado primero la teora de la ambigedad de lo sagra-
de una a otra sin cambiar de naturaleza. Con lo puro se hace lo impu- do, no haban mencionado la sacratio latina. Pero en 1911 apa-
ro y al revs. La ambigedad de lo sagrado reside en tales transforma- reci el ensayo de, :tgwler .Tbe original meaning of the word
ciones (Durkheim, pp. 642-44). sacer, en cuyo.centro s se encuentra ya una interpretacin del
h~;;,~o sacer, que tuvo inmediata resonancia entre los estudio-
En estas pginas est ya presente el proceso de psicologiza- de-las
sos ~c!~lJS~ei"~~-1,. ~f:!Ug~n. En este caso es la ambige-
cin de. la experiencia religiosa (el disgusto y el horr~:-on dad impcit:a en la definicin de Pesto la que permite al in-
que la brguesa europea c~lta traduce su incomodidad frente vestigador (recogiendo una sugerencia de Marett) establecer
al hecho religioso), que culminar algunos aos despus en el una conexin del sacer l!!~iQQ~QnJa categora detab.Csacer
mbito de la teologa marburguesa con la obra de R. Oftso- esto is infact ~ ~~~~~;-~~d the homo sacer on whom this cur-
bre lo sagrado (1917). En ella celebran su uninll,n::tJ~}~()ga se falls is an outcast, a banned man, tabooed, dangerous ... ori-
que haba perdido toda experiencia de la. palabra. rey~la,fla y ginally the word may have meant simply taboo, i.e. removed
una filosofa que haba abandonado toda sobriedad frente al) out of the region of the profanum, without any special refe-
sentimiento, en un conc~pto de lo. sagrado qu._e y~- <;o inCide rence to a deity, but "holy" or accursed according to the cir-
completamen~ con f()s .de oscuro.e impenetrable. 'Q"ue'loreli- cumstances: Fowler, pp. 17-23).
gioso pertenezca ntegramente a la esfera de la emocin psi- H. Fugier ha mostrado, en un estudio bien documentado, de
colgica, que tenga que ver esencialmente con los temblores qu modo la doctrina de la ambigedad de lo sagrado penetra
o con la carne de gallina: stas son las trivialidades que el neo- en el mbito de la ciencia del lenguaje y acaba por encontrar en
. logi.smo numinoso tiene que revestir con una .apariencia de .,., ella su autntico baluarte (Fugier, pp. 238-40). En este proce- -
cientificidad. so, el homo sacer desarrolla verdaderamente un papel decisi-
Cuando algunos aos ms tarde Freud emm~ude la redac- vo. Mientras en la segunda edicin del Lateinisches etymolo-
cin de Toteiy7iibu; a terrno estaba~.p~s, sufici~g~~men gisches Wrterbuch de Walde (1910), no hay huella alguna de
te preparado:o o.Q.staf!!e, ~9.1(> ~.o!i este libro saJe a a__!uz una la teora de la ambivalencia, la voz sacer del Dictionnaire ti-
autntica teora de la ambivalencia; sobre.b"ass-o.. sloan- mologique de la langue latine de Ernout-Meillet (1932) sancio-
troJ52rgi~as y psicolgicas, sino tambin lingsti~a~. ~?J910, na ya el doble significado del trmino mediante una apela-
Freud haba ledo el ensayo de un lingista hoy: desaq~dita cin al hamo sacer: Sacer dsigne celui ou ce qui ne peut etre
do, K. Abel, sobre El significado contradictorio de las palabras touch sans etre souill, ou sans souiller; de la le double sens
originarias y lo haba recensiondo en !mago, en .Un artculo de sacr ou "maudit" (a peu pres). Un coupable que l'on con-
en que relacionaba a aqul con su teora de la ausencia de sacre aux dieux infernaux est sacr (sacer esto: cfr. gr. gios).
principio de contradiccin_ en los ~ueos~. Entre las palabrasae
significado opuesto que Abel inclua en el apndice, figuraba, X Es interesante seguir, a travs del trabajo de Fugier, la historia de los
como Freud no deja de hacer notar, el trmino latino sacer, intercambios entre antropologa lingstica y sociologa en-torno a la no-

102 103
cin de lo sagrado. Entre la segunda edicin del diccionario de Walde y entre 1890 y 1940. No es la pretendida ambivalencia de la ca-
la primera del de Ernout-Meillet, haba aparecido el artculo Sacer del tegora religiosa de lo sagrado la que puede explicar el fen-
Pauly-Wissowa, firmado por R. Ganschinietz (1920), que registra explci- meno poltico-jurdico a que se refiere la acepGin ms. antigua
tamente la teora de la ambivalencia de Durkheim (como Fowler haba ya del trmino sacer; por el contrario, slo unaatenta delimita-
hecho para Robertson Smith). En cuanto a Meillet, Fugier recuerda las es- cin previa de las respectivas esferas de lo poltico y de lo re-
trechas relaciones que tena el lingista con la escuela sociolgica parisi- ligiOso puede permitir comprender la historia de su illlbrica-
na (en particular con Mauss y Durkheim). Cuando en 1939 Roger Caillois dn y de sus complejas relaciones. En cualquier caso es importante
publica L'homme et le sacr, puede ya partir de un dato lexicolgico bien que la dimensin jurdico-poltica originaria que se manifiesta
afirmado: "A Rome, on sait assez que le mot sacer dsigne, suivant la d- en el hamo sacer no quede recubierta por un mitologema cien-
finition de Ernout-Meillet, celui ou ce qui ne peut etre touch saos etre tfico que no slo es incapaz de explicar nada por s solo, si-
souill ou sans souiller (Caillois, p. 22). no que est necesitado l mismo de explicacin.

2.3. Una enigmtica figura del derecho romano arcaico, que

y
parece reunir en ella rasgos contradictorios que~-por"eso mis-
mo, exiga a su vez ser explicada, entra as en resonancia con
la categora religiosa de lo sagrado en el momento en que s-
ta se encuentra por su parte en un proceso de irrevocable de-
semantizacin que la conduce a asumir significados opuestos.
Esta ambivalencia, puesta en relacin con la nocin etnogrfi-
ca de tab, es asuvez utilizada~ra explicar, conperfecta cir-
cularidad, la figura del horno sacer. En la vida de los concep-
tos hay un momento en que stos pierden su inteligibilidad
inmediata y, como cualquier trmino vaco, pueden cargarse
de sentidos contradictorios. Para el fenmeno religioso, tal mo-
mento coincide con el nacimiento de la Antropologa moder-
na a finales del siglo pasado, en cuyo centro estn, y no por
casualidad, nociones ambivalentes como man, tab y sacer.
Lvi-Strauss ha mostrado que el trmino man funciona como
significante excedente, cuyo sentido no es otro que el de se-
alar el exceso de la funcin significante sobre los significados.
Consideraciones anlogas en alguna medida podran hacerse
en relacin con los conceptos de tab y sagrado, referidas a su
empleo y a su funcin en el discurso de las ciencias humanas

104 105
 esta vez del ius divinum y de toda forma de muerte ritual. Los
procedimientos ms antiguos de ejecucin capital de que te-
nemos noticia (la terrible poena cullei que dispona que se me-
tiera al condenado, cubierta la cabeza con una piel de lobo, en
un saco con serpientes, un perro y un gallo y se le arrojara al
agua o se le defenestrara desde la roca Tarpeya) son, en reali-
dad, ms bien ritos de purificacin que penas de muerte en
sentido moderno: el neque fas est eum immq}tl_rj P?S~ca s,ervir
precisamente para disti11guir la muerte_ si~l. . b()rYJ:Q(:lCf!r d~ ia.s
purificaciones. rituales y excluir terrlinantemente la sacratio del
mb1roreligioso e~ ~ef1dciP. pxqp1o. . . . . . .. . . .
Se ha liecho. notar que mientras la consecratio hace pasar
normaimete-ui:i 'Objeto del ius humanu:rn f4iyipQ,,de fo pro-
fano alo"sagraCio (f.o~I~r. p,,J8.Len..eL~~Q_gdJLQ!!!fqfer se
pone sencillamente fuer.;t d~ la,.junsdicQ.QUPY:!w.!:!l~LS.if.l que por
llo pase a l divina. No slo la prol,lipi(i)ru:\~JE:Jru!i:Q!~sJgn
excluye, ri Cfe<i6; cualquier equiparacin entre el horno sacer
y una vctima consagrada,s!rio,corno'"bseiVa'M:acrbio citan-
3. LA VIDA SAGRADA do a Trebacio, la licitud de matarle implic~R~ ..qg~:Ji~i9l~pcia
que-seleiica' no constitua "sacrigi;;~~mo en el casQ.die las
3 .l. La estructura de la sacrato, segn se desprende de las res sacfae'(ciimcetersacrci'violari nejas sit, bomnem sacrum
fuentes y del parecer concordante de los estucHosgs, . e un, re- ius fuerit occidi).
sultado de la conjuncin de dos caractersticas: la impunidad Si lo anterior es cierto, la sacrato config11rat1n~ . cl9Pk ex-
de matar y la exclusion del sacrificio. El mp~n~ -~~ddi ;~i cepcin,-lnto co respecto afiis b'Umaniim como al us d-
guia, sobre todo, una excepcin del ius bumanum, en cuan- vinum, tanto en relaCin al mbito religioso como al profano.
to suspende la aplicacin de la ley sobre el homicidio atribui- La estnrcturatopolgka configurada por esta doble exc~cin
da a Numa (s qus bomnem lberum dolo scens morti dut, es ta-de-unrdplice-exclustq:Y.1Jhlfdpl!(;;i~aiir~h~~sl<?.!!~-que
parricidas esto). La misma frmula transmitida por Pesto (qu ofrecealgo-.rns queua.mera analoga COn.la.excepciU.$0-
occdt, parricd non damnatur) constituye tambin de algn berana. (De aqu la pertinencia de la tesis de los estudiosos
modo una autntica exceptio en sentido tcnico, que el res- qu,-como Crifo, interpretan la sacrato en sustancial continui-
ponsable de la muerte poda alegar en el momento del juicio, dad con la exclusin de la comunidad: Crifo I, pp. 460-65). De
invocando la sacralidad de la vctima. Pero tambin el neque la misma manera que la excepcin soberana, la ley se aplica al
fas est eum mmolari configura, si bien se mira, una excepcin, caso excepcional desaplicndose;.retirndose de l, as tam-

106 107
 bin el homo sacer pertenece aLdios en la forma de la insacri- una doble excepcin, como una excrecencia de lo profano en
ficabiliciad y est incl:uiclQ en. la comtmidad ~n l~Jorma de la lo r~!!giqs-cry~*l~so-en-lo-prof-aner,-que configura-una
posibilidad de que se le d muerte violenta. La vida insac_rifi- zona de indiferencia -entre-.sac-rificTo-y homicidio. Soberafas
cable y a la que, sin embargo, puede darse muerte, es la vida la esferaen-que-se-pueCie-matar SincoiiieteiliOmicidio y sin ce-
sagrada. lebrar un sacrificio; y sagrada, es decir, expuesta a que se le d
muerte, pero insacrificable, es la vida que ha quedado prendi-
da en esta esfera.
3.2. l:<?__qu_e__define lac::ondicin del homo sacer no es, pues, Es posible, entonces, dar una primera respuesta a la pre-
tanto la pretendida ambivalencia originaria de fa sacralict:rd-que gunta que nos habamos formulado en el momento de deli-
le es inherente, como, ms bien, el carcter particulafoetado- near la e~_!E_U~~ formal de la excepcin. Aquello que queda
l ,. ) ble exclusin en que se encuentra apresado_y_s:!~J~...YiS>!~_ncia apresado en el bando soberano es una vida humana a la que ~-... 1, )r-<,

; ,-..._
- ~- ---------~--.------- 1 ~- ] / /
a queselia.lla expuesto. Esta violencia -el que cualquiera pue- peae-aarse muerte pero qu es insacrificable: el horno ser. ---'0
da quitarl~ la vida impunemente.:::.. no es clasificable ni como Si llarriarriosn:ud vida o vda sagrada a esta -~d~-q;-e- consti-
sacrificio ni como homicidio, ni como ejecucin de un cn- tuye.e!_soritenido- primero del poder s eraf.!(),__dJ:SP.<?.~l.os
00
dena ni como sacrilegio. Sustrayndose alas formas sanciona- tambi~nSi~=i."J5rJ~Ii?l2-4~--~:espues~a 1~1-interrog~_c:in ben.-
das por el. derecho. humanypor-ef di\ino:ral~ij~~!~. abre jaminiana sobre .. el origen del dogma de la sacralidad de la vi-
un' esteii'Ciefactl:i<ir -humano que no es la del sacrum Jacere cJ.a..~Sagradi; es-aear; expuesta a que se le d muerte e insa-
ni la del~~idnpr~:>f~naJ y que es la que aqtratamos--ae-lle- crificable a la vez, es originariamente la vida incluida en el
a
gar -comprender. bando soberano, y la produccin de la nuda vida es, en este
Ya ante:}'~hemos encontrado una esfera-lmite de la accin hu- sentido, la contribucin originaria de la soberana. La sacrali-
mana que se sostiene nicamente como UQa rclacin de ex- dad de la ~<!'-i!uejlo~_ret~ns;le h~~r__yal~I.L~enteaTpo
cepcin.- E5tl'estera esTade la decisifu sob~rana,__gue suspende dersoberano como un derecho humano fundamental -io-
la ley en el est<i.d.o d~ -~~~p~i;-e inluye;~;n l la nuda vi- dos tos s-cdcis:-~iP,i~i~:_p:Q~~~f~9qua_;;; ~~li"f?ropio-6rigen
da. Loquealiora-ieemos quepreguri.tarnos-s~-pes,Sfa es- la sujecin de. la vida a unpod~r cie muerte, su irreparable ~x-
tructura de la soberana y la de la sacratio estn vinculadas de pos~~.~9D.~TI.l<!.f.~la.,~in.deabandono.
algn modo y si pueden, por medio de tal vinculacin, ilumi-
narse recprocamente. Podemos anticipar a este respecto una X El nexo entre la constitucin de un poder poltico y la sacratio es
PE}mera hiptei?: restituido a su .lugar propio, ms all tanto atestiguado tambin por la potestas sacrosancta que corresponde en
del derecho penl como del sacrificio, el homo sacer ofrece la Roma a los tribunos de la plebe. La inviolabilidad del tribuno se funda,
figura originaria de la vida apresada en el 5aiid.soerano y en rigor, slo en el hecho de que, en el momento de la primera secesin
conserva asfTmem.fi.dE.la exdusior@narE1~-tr;"Vs
' ~ " '- -
.. , "~'-'
de
"-- ' -'~---
de los plebeyos, stos juraron vengar las ofensas inferidas a sus repre-
la cual se haconstituido la dimensin po!tica. El esp<.~:c:io po- sentantes, considerando al culpable como horno sacer. El trmino lex
ltico de la soberana sehabra constituido, pues, atra..ys de sacrata, que designaba impropiamente (los plebiscitos se distinguan -ori-

108 109
ginariamente de forma clara de las leges) lo que no era en verdad ms sas, no es simpleme12te el r~~c!~Q_.~<;:_1JlaiizadQ_d~LcarcteJJe
que la "charte jure" (Magdelain, p. 57) de la plebe en rebelda, no tena ligioso origilJ._'irio de to.do R2Qt::I p_qlJtiC:~\_ ni slo el intento de
en su origen otro sentido que el de sealar una vida a la que poda darse asegurar a ste el prestigio de una sancin teolgica; petcnam-
muerte impunemente; pero, por eso mismo, fundaba un poder poltico poco-es-en iayo-rffieCIIaaii-coiisecuenii-ae-u'"caiCfer:.-sa-
que, en algn modo, serva de contrapeso al poder soberano. Por eso no grfl__do.. , es-dedr; augsto~y~inircfffo. a!;:Cvez;--que-serta:-meren-
hay nada que muestre con tanta rotundidad el fin de la vieja constitucin te de forma inexplicable a la vida como tal. Si nuestra hiptesis
republicana y el nacimiento del nuevo poder absoluto, como el momen- es correcta, la sa,cralidad es, ms bien, la forma origl.nari:r-&la
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to en que Augusto asume la potestas tribunicia y se convierte as en imphcaClon de la nuda v1da en el orden JUnd!f_o~o y el
sacrosanctus (Sacrosanctus in perpetuum ut essem -reza el texto de -las sinta_gma hamo sacer designa algo _como la_relacin . poltica
Res gestae-- et quoad viverem tribunicia potestas mibi tribuetur). or!gh}~~ vida nc;~to:enli~dusi~-Tc~si-
v, acta como referente de la decisin soberana. La vida slo
essagrada-en .. cuanto est integrada en la relacin soberana, y
3.3. La analoga estructural entre excepcin soberana y sa- el haber confundido un fenmeno jurdico-poltico (el que el
cratio muestra aqu todo su sentido. En los dos lmites extre- hamo sacer sea insacrificable pero se le pueda matar impune-
mos del or~to, soberano y hamo sas.er ofrecen dos fi- mente) con un fenmeno genuinamente religioso es la raz de
guras-siiiffTcas l~-~~~ie~eri la ~-;~~~~JI~ sfn los equvocos que han marcado en nuestro tiempo tanto los
correladadas; nersenildo--de- q~-~ sqhe_raruLes aqul" con estudios sobre lo sagrado como los referidos a la soberana. ,.___ Sa-
rspeeto afcuaf todos l(_)S h()I11Qr~!) _SgJ} _.)otendalmiiit~})omi cer esto no es una frmula de maldicin religiosa que sancio-
nis sacri, y l?omo sacer_ es aqul con respecto al cual todos los na ercar~ter.uri"heimllCE; es Clecir. a Ia ~ez aug~sto y a5yecto
h~~br~s act~n como sobernos. - -------~- : _- ~:~ de ag(); -~~T~-f~~'IWiaci-pftica-oilgnara ae rrnm:PQ"srcrn
Ambos se corriiCan eii-Ia-figura de un actuar, que situn- defvTilclo soberano.
dose-fUera tanto de1de-rechotmarm-como del d1vmo, tanto las culpas que, segn las fuentes, se asocian a la sacratio
del nmos. c~t;l~-de-T-phjisis;-ciemita;-~;-;bstante, en cierta (como el borrar los lmites de la ciudad -terminum exarare-,
forrrut't[fffmerespacictpoliico en sentido propio, distinto tan- la violencia ejercitada por el hijo sobre el padre -verberatio pa-
to del mbito religioso como del profano, tanto del orden na- rentis- o el fraude del patrono a su cliente) no tendran pues
tural como del orden jurdico normal. el carcter de transgresin de una norma, seguida por la san-
Esta simetra entre sacratio y soberana arroja una luz nueva cin correspondiente; sino que constituiran, ms bien, la ex-
sobre la categora de lo sagrado cuya ambivalencia ha orienta- cepcin originaria, en que la vida humana expuesta incondi-
do de una manera tan tenaz no slo los estudios modernos so- cionadamente a recibir la muerte es incluida en el orden poltico.
bre la fenomenologa religiosa, sino tambin las investigacio- No el acto de trazar los lmites, sino su su resin o negacin
nes ms recientes sobre la soberana. La proximidad entre la (como, por o dems, dic~_y_man~ co~fecta claridad
esfera de la soberana y la de lo sagrado, que ha sido obser-

---
el irito-cr-1a1Undacin . de.Roma) es el acto constitlJtiYn dla
vada a menudo de la que se han-dado explicacioneSCiiver- ciuCfaf.L~l~y--d~N~~~ sobre el homicid (p;;;:;cidas est~)
110 111
forma un todo con la posibilidad de matar al homo sacer (pa-
rricidi non damnatur) y no puede separarse de ella. As de
compleja es la estructura originaria en que se funda el poder
soberano.

l'< Considrese la esfera de significacin del trmino sacer, tal como

se desprende de nuestro anlisis. No contiene ni un significado contra-
dictorio en el sentido de Abe!, ni una ambivalencia genrica, en el sen-
tido de Durkheim; in~ica, fl1~S bien, l1!!~-'::~~~.~1?~9lutamente expuesta a
que se le d muerte, objeto de una viokoc;ia qve. ~~~~de a la vez la esfe-
ralel derechoif; del sacrificio. Esta doble sustraccin abre, entre lo
y y
profano lo religi~-;;; ~;i~;; de elfos, una za de1na1SITCin"Cyo
sigrificacf? es precisam~l1t~)Q,9,1-!~ h~1.11o.s.1@t~~g- 9.~~-~!ill~h-: En esta pers-
pectiva, m~~has de las contradicciones aparentes del tr~i~~ sagrado se
disuelven. As los latinos llamaban puros a los lechones que, diez das
despus del nacimiento, eran considerados idneos para el sacrificio.
Pero Varrn (De re rustica, II, 4, 16) atestigua que en los antiguos tiem-
pos, los cerdos idneos para el sacrificio eran denominados sacres. Lejos
de contradecir la insacrificabilidad del horno sacer, el trmino apunta 4. VITAE NECISQUE POTISTAS
aqu hacia una zona originaria de indiferencia, en que sacer significa sen-
cillamente una vida a la que se puede dar muerte Idiai~ote-"(ates del 4.1. Dur~te mucho tiempo una de los privilegios caracte-
sacfifiCQ, ellech~-n~ er~ todavfa Sagrado en el sentido de COnsagra- rsticos del poder soberano fue ~1 derecho de vida y__r:nuerte."
do a los dioses sino slo expuesto a la muerte). Cuando los poetas lati- Esta afirmacin de Foucault al final de La voluntad de saber
nos llaman sacri a !<:>~_am~es (sacros qui ledat amantes, Prop. 3, 6, II; (Foucault 1, p. 163) suena perfectamente trivial; pero la pri-
quisque amore teneatur, eat tutusque sacerque, Tib. 1, 2, 27), no es por- mera vez que en la historia del derecho nos encontramos con
que sean consagrados a los dioses o estn malditos, sino porque se han la expresin "derecho de vida y de muerte", es en la frmula
separado de los otros hombres en una esfera que est ms a!l:raefdere- vitae necisque potestas, que no designa en modo alguno el po-
cho aiVm~?~rF.:illagc>;J.~t-esfera-~;;~-;;q~~r;rig;f1, .el. r~;>.tll~~~de la der soberano, sino la potestad incondicionada del pater sobre
doble excepcin a la que estaba expuesta la vida sagrada. los hijos varones. En el dere~.Q.Ulano, v_ida no es UQ_g:m-
cept()jurdico, sino gue indica1_~9mo en el uso comn en la-
tn, el. sim~ech~-vivlt:~-11A!l!Q~,lg__de-viga l2'!Irt<:!!Iar_kl
latn rene en un trmino nkn.lo_signific<!Q9.~.sl~~-~~-y_-~fo:S").
El nico caso en que la palabra vida adquiere un sentido es-

112 113
 pecficamente jurdico, que la transforma en un autntico ter- Torcuato, no duda en ordenar la muerte del hijo que se ha
mius fec7Jnzcs; "es;c-P.r~:tiim~~~t~~-~~-1~-~xp~e;in. vita~e manchado con la traicin, desempea as una importante fun-
cisqite"]jtestc'."'P.~; estudio ejempl~;;Ya-;;fhomas ha mos- cin en el anecdotario de la mitologa del poder. Pero igual-
lia"Cfo-que; en esta frmula, que no tiene un valor disyuntivo mente decisiva es la figura inversa, es decir la del padre que
y vita no es ms que un corolario de nex, del poder de matar ejerce su vitae necisque potestas sobre el hijo magistrado, co-
(Thomas, pp. 508-9). As pues, la vida aparece originariamen- mo en los casos del cnsul Espurio Casio y del tribuno Casio
te en el derecho romano slo como la, contrapartida de un po- Flaminio. Refirindose a la historia de este ltimo, a quien el
-------------- ~-~-~_......._-
.
den:ue amenaza con la ll}!ie,J::tgims precisamente la muerte padre arranca de la tribuna cuando trata de pasar por encima
sin "elUsin-desa"g~e:;~~sto que tal es el significado propio del poder del Senado, Valerio Mximo define significativamente
de necare en oposicin a mactare). Este poder es absoluto y como imperium privatum la potestas del padre. Yan Thomas,
no es concebido ni como el castigo de una culpa ni como la que ha analizado los episodios anteriores, ha llegado a escri-
expresin del poder ms general que compete al pater en cuan- bir que la patria potestas era sentida en Roma como una suer-
to cabeza de la domus: surge inmediata y espontneamente te de oficio pblico y, en cierto modo, como una soberana
de la relacin padre-hijo (en el instante en que el padre reco- residual e irreductible (ibd., p. 528). Y, cuando en una fuen-
noce al hijo varn levantndole del suelo adquiere el poder te tarda, leemos que Bruto, al ordenar que se mate a sus hi-
de vida y de muerte sobre l) y no hay que confundirlo, en jos, haba adoptado en lugar suyo al pueblo romano, es un
consecuencia, con el poder de matar que pueden ejercer el mismo poder de muerte el que, por medio de la imagen de la
marido y el padre sobre la mujer o la hija sorprendidas en adul- adopcin, se trasfiere ahora a todo el pueblo, restituyendo su
terio flagrante, y todava menos con el poder del dominus so- originario y siniestro significado al epteto hagiogrfico padre
:::, bre sus siervos. Mientras que estos dos ltimos poderes se re-. de la patria, reservado en todas las pocas a los jefes investi-
fieren a la jurisdiccin domstica del cabeza de familia y quedan dos del poder soberano. Lo que esa fuente nos presenta es,
as de alguna manera en el mbito de la domus, la vitae ne- pues, una suerte de mito genealgico del poder soberano: el
cisque potestas recae sobre todo ciudadano varn libre en el imperium del magistrado no es ms que la vitae necisque po-
momento de su nacimiento y parece as definir el modelo mis- testas del padre ampliada a todos los ciudadanos. No se pue-
mo del poder poltico en general. No la simple vida natural, de decir de manera ms clara que eLl~~!!!_~g!2JW!lleJO s!~L""
si?JQ}.fl_t)ida expuesta a la muerte (la nuda vida o vida sagra- poder poltico es una vida a la que se puede dar muerte ab-
dgJ es el eteme'to poltico origJrio.--- solutaillete:qe.se-p6Hti2a' por medio de s m:1sma;c;;ibiii~---
Los romanos-setia;-en efecfo;unaafinidad tan esencial en- aad de que se le d'iriuerte.
tre la vitae necisque potestas del padre y el imperium del ma-
gistrado que el registro del ius patrium y el del poder sobe-
rano terminan estando estrechamente entrelazados. El motivo 4.2. En esta perspectiva se hace comprensible el sentido de
del pater imperiosus, que acumula en su persona la calidad de la antigua costumbre romana, referida por Valerio Mximo, se-
padre y el oficio de magistrado y que, como Btuto:o Manlio gn la cual slo el hijo impber poda interponerse entre el
114 115
 magistrado dotado de imperium y el lictor que le preceda. La modo alguno asimilado a la muerte ritual en ejecucin de una
proximidad fsica entre el magistrado y sus lctores, que le acom- , condena capital.
paan en todo momento y portan las insignias terribles del po-
der (los fasces formidulos y las saevae secures) expresa ine-
quvocamente la inseparabilidad del imperium de un poder de 4.3. A propsito de la vitae necisque potestas, Yan Thomas
muerte. Si el hijo puede interponerse entre el magistrado y el pregunta en cierto momento: Qu es este-Vnculo incompa-
lictor es porque l mismo est ya originaria e inmediatamente rable para el qut:_eL.9_~~~ho__IOflla_~:<?__r:g__~9IJ1gii~-~n~pntrar
sometido al poder de vida y muerte ejercido por el padre. El otra expresin que la -~~-~E!_e~::-La nica respue_g~ 2.2~il~_ es
hijo puer sanciona simblicamente esta consustancialidad de la que lo_cFI~::~sBLe~~vnculQinc_omparable"- es la
vitae necisque potestas y el poder soberano. implicacin .de la onda_ vida. ~t:L~19..!9.~E.jl_lrdico-polti~o. To-
En el punto mismo en que ambos poderes parecen, pues, do sucede como si los ciudadanos varone;i~vieran-que pa-
coincidir, se pone de manifiesto la circunstancia singular (que, gar su participacin en la vida poltica con una sujecin in-
llegados a este punto, ya no debera en verdad parecernos condicionada a un poder de muerte, comQ_~ila.~isf~_s<?lo
tal) de que todo ciudadano varn libre (que, como tal, pue- pudiera entrar en la ciudad bajo la doble e](c~pc::in de poder
de participar en la vida pblica) se encuentra inmediatamen- y
reciorT-muerte imp~-~~~ de ser insacrificable. L~ si-
te en una condicin de exposicin virtual a que se le mate y tuaciifdeTa patria}Jotesfcis-esta,pues, en el lmite tanto de
es, en cierto modo, sacer con respecto al padre. Los romanos la domus como de la ciudad: si la poltica clsica surge de la
se daban cuenta perfectamente del carcter aportico de es- separacin de estas dos esferas, la bisagra que las articula y
te poder, que, como flagrante excepcin al principio sancio- el umbral en que se comunican indeterminndose es esa vi-
nado por las XII Tablas, segn el cual no se poda ejecutar a da expuesta .:1 recibir la muerte pero no sacrificable. Ni bos
un ciudadano sin proceso (indemnatus), configuraba una suer- poltico ni zoe natural, la vida _ggr;:td gsJa zona de indisn-
te de ilimitada autorizacin para matar (lex indemnatorum in- cii?:_e-glie,ir!;Pfici~dc;S"e-y excl!J.Y...ndos.e_entre.s, ambos se
terficiendum). Y esto no es todo: tambin la otra caracters- constit~ . re_dp.m.carnente-~
tica definitoria de la excepcionalidad de la vida sagrada, la Se ha hecho notar agudamente que el Estado nose funda SQ:-:.
imposibilidad de que se le d muerte en las formas sancio-
nadas por el rito, se encuentra en la vitae necisque potestas.
Yan Thomas refiere el caso, evocado como ejercicio retrico
--
bre un 1~-~Lqut; serhrexp.resia;-Si;~bre su des-
liga~~(d~liaison), que prohbe (Badiou; p .. l25). Podemos
ahora dar un nuevo sentido a esta tesis. La dliaison no debe
por Calpurnio Flaco, de un padre que, en virtud de su potes- ser entendida como la desligadura de un vnculo preexistente
fas, entrega al hijo al verdugo para que ste le ejecute; el hi- (que podra tener la forma de un pacto o contrato): ms bien
jo se opone y exige, a justo ttulo, que sea el padre el que le el vnculo tiene de por s originariamente la forma de una des-
mate (vult manus patris interfici) (ibd., p. 540). La vitae ne- ligadura o de una excepoon) e--quTO comprendido en l es,
cisque potestas recae inmediatamente sobre la nuda vida del al mlsmotte.mpO:eXci1!i.2: la vTJa--huma-nase-poHHzasola-
hijo y el impune occidi que de ello se deriva no puede ser en mente' --------h,
mediante
~--
el abandono a un poder incondicionado de
__ ..,..,..._.,_

116 117
muerte. Ms originario que el vnculo de la norma positiva o
del pacto social es el vnclo~S.oJ:?-n9::<Jl:!~,~:~.r:i:eraaa:~, ,
empero, otra cosa que una desligadug; y lo que esta_desli-
gadurafiplc~rgdu; -la }1lJS! ..v.Lct'b . Q.YSdli!R.im..1Ltierra
de nadie entre la casa yla ciudad- es, desde el puf1tO de vis-
ta de la soberana', e(efellet~ ;~itico
- _,___
originario." .
- ....-. -.---'""""-'-"''"--....:.,.,.-oiO-,..
--~-

5. CUERPO SOBERANO Y CUERPO SAGRADO

5.1. Cuando, hacia finales de los aos cincuenta, Ernst Kan-

torowicz public en los EstadosJJnidos Tbe King 's tiobodies,
A s.tfi_Z/j]medi@(i[j"Qfiii~(J{.ibeology,. el libro. fue acogido con
un favor sin reservas no slo y no tanto por los medievalistas,
sino iambien-yespec1afmciiiie~p-oris histfadrs de la. Eda.d
y
Moci_e_rfij_ijos . estu.:iliQ9.:.fiiJ~.P()Htl~i la teora_del Estado.
La obra era, sin duda, una obra maestra en su gnero y la no-
cin de un cuerp_9
--- -__!PS!i_cQ_()_poltico del
,.. - . soberano,- que volva
,,,_,.,_,..,,__ .

a sacar a la luz, constitua ciertamente (como hara notar aos

despus el alumno ms brillante de Kantorowicz, R. E. Giesey)
una etapa importante de la historia del desarrollo del Estado
moderno (Giesey I, p. 9); pero un favor tan unnime en un
mbito tan delicado merece algunas reflexiones.
118 119
 El mismo Kantorowicz advierte en su prefacio que el libro, bra irona de Ricardo II, llega a reconstituir la formacin, en
nacido como una investigacin de los precedentes medievales ' la jurisprudencia y en la teologa medievales, de las doctrinas
de Etdctrlna jurdica de los dos cuerpos del rey, h~b~>-ido de los dos cuerpos del rey, no puede dejar de preguntarse si
mucho ms all de sus intenciones iniciales, hasta transformarse es posible leer exclusivamente el libro como una desmitifica-
---------.-~~----~ -
'- . - . . ----------~~'----- '
-

segn precisa el subttulo, en un "estudio sobre la teologa po- cin de la teologa poltica. El hecho es que, mientras la teo-
ltica medieval". El autor que, a principios de los aftas veinte, loga poltica evocada por Schmftt enmarcaba esencialmente
haba participado intensamente en los acontecimientos polti- un estudio del car.cter absoluto del poder soberano, Los dos
cos de Alemania, combatiendo en las filas de los nacionalistas cuerpos del rey, a diferencia de aqulla, se ocupa en exclusi-
la insurreccin espartaquista de Berln y la repblica de los con-
' va delotrspecfo; .. mEiios relevante, que en la definicin de
sejos de Mnich, no poda haber dejado de calibrar la alusin Bodf. caracferii'li. soberaa (puTssance absolue et perptu-
a la teologa poltica" bajo cuya ensea haba colocado Schmitt elle), es decir, el desu natUraleza perpetua, en virtud de la cual
en 1922 su teora de la soberana. A treinta y cinco aos de dis- la dignitas iegEi sobrevive a T prs.oria fsica de su portador
tancia, despus de que el nazismo hubiera producido en su vi- (l-roi ne mert jamas). La ~t~ologa poltica cristiana" pre-
da de judo asimilado un quebranto irreparable, volva a inte- tenda aqu nicamente asegurar, por medio de la analoga.con
rrogar en una perspectiva completamente diferente ese mito el cuerpo mstico de CrSto, la continuidad del corpus morale
del Estado" que en sus aos juveniles haba compartido con in- et politcum del Estado sin el cual no puede pensarse ningu-
tensidad. Con una denegacin significativa, el prefacio advier- na organizacin poltica estable. Y es en este sentido en el que
te, en efecto, que "sera, sin embargo, querer ir demasiado le- ..a pesarae-ra.s:::ialciga~r<:on algunas concepciones paganas
jos suponer que el autor se sintiera tentado a investigar la dispersas, la doctrina de los dos cuerpos del rey debe consi-
aparicin de algunos de los dolos de las religiones polticas derarse como surgida del pensamientQ teolgico cristiano y se
modernas, simplemente por la influencia de la horrorosa ex- ofrece, pues, como una piedra miliar de la teologa poltica
periencia de nuestra poca, en la que naciones enteras, gran- cristiana" (ibd., p. 434).
des y pequeas, fueron presa de los ms extraos dogmas, y
en la cual los teologismos polticos se convirtieron en una au-
tntica obsesin". Con la misma elocuente modestia, el autor 5.2. En su firme defensa de esta tesis conclusiva, Kantoro-
niega la pretensin de haber expuesto completamente el pro- wicz evoca, si bien lo deja inmediatamente de lado, el elemento
blema de lo que se ha llamado el "mito del Estado", (Kantoro- que precisamente habra podido orientar la genealoga de la
wicz, pp. XXX-XXXI). doctrina de los dos cuerpos en una direccin menos tranquili-
Es ste el sentido en el que el libro ha podido le~rse, J1Q_s.in zadora y ponerla en conexin con el otro y ms oscuro arca-
razn, como uno de los grandes textos crticos de .nuestro tiem- no del poder soberano: la puissance absolue. En el cap. VII, al
po-sobre.efconse~timiento frente al Estado y las tcnicas del describir las singulares ceremonias fnebres de los reyes fran-
poCfer.-Qu!en haya seguido, empero, el pacientetrabajo.d an- ceses, en las que la efigie de cera del soberano ocupaba un lu-
lisis que, remontndose a los Reports de Plowden y a la maca- gar importante y, expuesta en un lit d'honneur, era tratada exac-

120 121
tamente igual que si fuera la persona viva del rey, Kantorowicz la consecrqto rornana que permitiera poner en relacin la efi-
indica el posible origen de aqullas en la apoteosis de los em- gied~(e~J;"~;ad;r con_ ese otro a~pecto ms luminoso de la so-
peradores romanos. Porque tambin en este caso, despus de bera--qu~ es su carcter perpetuo. El rito macabro y grotes-
la muerte del soberano, su mago de cera era "tratada-como :un c,eel'queunaunagen era-tratada primero como una persona
enfermo y yada en el lecho;. matronas y senadoresse--alea~ viva y despus solemnemente incinerada, apuntaba a una re-
ban--a-ambos lados; los mdicos fingan tomaref pulso -Ia, efi- gin ms oscura e incierta, en la cual trataremos ahora de in-
gie y prodigarle sus cuidados, hasta que, trascurridos s.iet~ das, dagar, en la que el c~erp? p()ltico del rey parece aproximar-
la imagen mora .. (ibd., p. 366). Segn Kantorowicz, el prece- se, casfasfa'cofundirse con l, al cuerpo expuesto a la muerte
dente pagano, a pesar de ser tan similar, no influy, sin em- violenta, pero a la vez insacrificable, del hamo sacer.
bargo, de manera directa en el ritual funerario francs y, en
cualquier caso, lo cierto era que, una vez ms, haba que po-
ner en relacin la presencia de la efigie con la perpetuidad de 5.3. En 1929, un joven estudioso de la antigedad clsica,
la dignidad real, que nunca muere>~. "' ~~-~~ ~ Elias Bickermann, public en el Archv fr Relgionswissen-
Que tal exclusin del precedente romano no fue fruto de ne- schaft un artculo sobre la Apoteosis imperial romana que, en
gligencia o desdn alguno queda probado por la atencin que un breve pero detallado apndice, estableca explcitamente
Giesey, con la aprobacin plena del maestro, le dedicara en una relacin entre la ceremonia pagana de la imagen (junus.
el libro que puede considerarse como un afortunado comple- imaginarium) y los ritos funerarios de los soberanos ingleses
mento de Los dos cuerpos: Tbe Royal funeral Ceremony inRe- y franceses. Tanto Kantorowicz como Giesey citan este estu-
nassance France (1960). Giesey no poda ignorar que emi:- dio, y el segundo llega a declarar sin reservas que la lectura
nent~s estudiosos, como Julius Schlosser, y otros menos notorios, de ese texto estuvo en el origen de su trabajo (ibd., p. 232)._
como E. Bickermann, 11b1nestbleddo una coneJ(it1gen- No obstante, ambos guardan silencio sobre el punto central
tica entre la consecrao IinperiaJ romana y el rito- frans; pe- del anlisis de Bickermann, que, mediante una cuidadosa re-
ro, curiosamente, el autor suspende el juicio sobre la cuestin construccin del rito de la consagracin imperial a travs de
( ..en lo que a m respecta -escribe- prefiero no elegir ninguna las fuentes escritas y de las monedas, haba determinado, en
de las dos soluciones .. : Giesey 2, p. 128) y, por el contrario, efecto, aunque sin extraer todas las consecuencias, la apora
confirma resueltamente) ipterpretacin _del lila~~!~() ~g)?re el especfica contenida en ese "entierro en imagen...
vnculo entre la efigie y el carcter perpetuo de la soberana.
Haba una razn evidente para esta eleccin: si la hiptesis de Un hombre es enterrado slo una vez, de la misma forma que slo
la pn:5c-eclenCia pagana del funeral de la imagen sehubiera..re- muere una vez. En la poca de los Antoninos, por el contrario, el em-
cogido, la tesis de Kantorowicz sobre la teologa poltica cris- perador consagrado era quemado en la hoguera dos veces: la primera
tiana.. se habra derrumbado necesariamente o, cuando menos, in corpore, la segunda in e.ffigie ... El cadver del soberano es incinera-
habra tenido que ser reformulada de forma ms cauta. Pero_ do de modo solemne pero no oficial y sus restos son depositados en el
exista otra y ms oculta razn: a saber, que nq habanada en mausoleo. En este punto, concluye de ordinario el luto. pblico ... Pero

122 123
 en el funeral de Antonino Po todo se desarrolla de forma contraria a llegi, como en otras similares, la imagen sirve, sin embargo, para susti-
lo usual. El ustitum (luto oficial) comienza aqu slo despus de dar tuir al cadver que falta, mientras que en el caso de la ceremonia impe-
sepultura a los huesos, y el solemne cortejo fnebre se pone en mar- rial acompaa al cadver; lo duplica, no lo sustituye (bd., pp. 6-7).
cha una vez que los restos del cadver reposan ya en tierra. Y este fu-
nus publcum atae (como nos hacen saber los informes de Din y de En 1972, cuando volvi a ocuparse del problema despus de
Herodiano) a la imagen de cera que reproduce el semblante del difun- ms de cuarenta aos, Bickermann_pgne en relacin el fune-
to ... Esta imagen es tratada como si fuera un cuerpo regio. Din, como ral de la image,;U.m.R.~!iL~:gn ~lri.t9 que debe ser cumplido por
testigo ocular, refiere que un esclavo espantaba con su abanico las mos- aquerqe-~o; anterioridad a una batalla se ha consagrado so-
cas del rostro del maniqu. A continuacin, Septimio Severo le da el l- lemnemente a los dses Manes y no ha muerto en el comba-
timo beso en la urna sepulcral. Herodiano aade que la imagen de Sep- te (ibkl. 2;').-22). Yes aqu donde el cuerpo del soberano y el
timio Severo fue tratada durante siete das en el palacio como si fuera del horno sacer entran en una zona de indistincin en que pa-
un enfermo, con visitas mdicas, boletines clnicos y un diagnstico de recen cOnfundirse.
la muerte. Esta noticia no deja lugar a ninguna duda: la efigie de cera,
que se "parece completamente al muerto y yace en el lecho de honor
con sus vestidos puestos, es el emperador mismo, cuya vida ha sido 5.4. Los estudiosos han aproximado desde hace tiempo la fi-
transferida al maniqu de cera con ayuda de ste y de otros ritos mgi- gura del homosacerala del dvotus, que consagra la propia
cos (Bickermann 1, pp. 4-5). vidaaTos.diosesinfern]es.para salvar a la ciudad de un gra-
ve peligro. Livio nos 'h~ -dejado una descripcin vivaz y minu-
Pero para la comprensin del conjunto del ritual, lo decisi- ciosa de una devotio acontecida en el 340 a.C. durante la ba-
vo es p-tec"is~nente la funcin y la naturaleza de la imagen. Es talla de Vesenia. El ejrcito romano estaba a punto de ser
en e~te punto donde Bickermann sugiere una valiossima apor- derrotado por los adversarios latinos cuando el cnsul Publio
tacin que permite situarJa <::er~moni e.Q.. YD XJ.H.t~ya pers- Decio Mus, que mandaba las legiones junto a su colega Tito
pectiva. Manlio Torcuato, solicita la asistencia del pontfice para cum-
plir el rito:
Esta magia de la imagen tiene numerosos equivalentes que se pueden
encontrar en cualquier parte. Baste citar aqu un ejemplo itlico del ao El pontfice le ordena vestir la toga pretexta, y, mientras el cnsul se
136. Un cuarto de siglo antes del funeral de la efigie de Antonino Po, la mantiene erguido pisando una lanza, con la cabeza velada y la mano
!ex collegii cultorum Dianae et Antinoi se expresa en estos trminos: bajo la toga hasta llegar a tocar el mentn, le hace pronunciar estas pa-
quisquis ex boc collegio seruus defunctus fuerit et corpus eius a domino labras: "Oh ]ano, oh Jpiter, oh Padre Marte, oh Quirino, Bellona, La-
iniquo sepulturae datum non ... fuert .. ., ei funus imaginarius fiet. En- res, dioses novensiles, oh dioses que tenis poder sobre nuestros ene-
contramos en este punto la misma expresin, funus imaginarium, que migos, oh dioses Mans!, os ruego y os impetro que concedis al pueblo
la Historia Augusta emplea para indicar la ceremonia fnebre de la efi- romano de los Qurites la fuerza y la victoria y llevis muerte y terror a
gie de cera de Pertnax, en la que estuvo presente Din. En la Lex co- los enemigos del pueblo romano de los Qurites. Tal como he dicho so 7 .

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 . 1
. 1 .t r.~ i

lemnemente, por la repblica de los Qurites, por el ejrcito, por las le- vivos? En un estudio ejemplar, Schilling ha observadoque si el
giones y los aliados del pueblo romano consagro conmigo las legiones devotus superviviente queda excluido tanto del mundo profa-
y los auxiliares de los enemigos a los dioses Manes y a la tierra! ..... no como _d,~l_sagmgo, "se deb~ aque este hombre es sacer._No
Despus, con la toga ceida a la manera de Gabies salta armado sobre pued~-~~. ningn caso ser restituido al mundo profano, porque
el caballo y se lanza en medio de los enemigos; y se les aparece a am- ha sido justamente su consagracin la que ha hecho que toda
bos bandos con una majestad ms que humana, tal una vctima expia- la comtmidad haya podido escapar a la ira de los dioses, (Schi-
toria enviada del cielo para aplacar la clera divina (8, 9, 4 sg.). lling:;. 9565.i~ ~n esta perspectiva en la que debemos consi-
derar la funcin de la estatua, que ya hemos encontrado en el
La analoga entre devotus y horno sacer no parece ir en este funusirnaginarium del emperador y que parece unir en una
caso ns all del hecho de que ambos se consagran en cierto-- constelacin nica el cuerpo del soberano y el del devotus.
sentido a la muerte y pertenecen i los dioses, si bien (a peS.~r Sabemos que el signurn de siete pies de altura, del que ha-
del parangn de Livio) no en la forma tcnica del sacrificio. Li- bla Livio, no es otra cosa que el "coloso, del devotus, es decir
vio contempla, no obstante, una hiptesis que arroa una luz su &sble; que ocupa el lugar del cadver ausente, en JJna es~ .
singular sobre esta institucin y permite asimilar ms estrecha- pecie de funeral per imagenern o, ms precisamente, como eje-
mente la vida del devotus a la del horno sacer: cucin sustitutoria del voto que ha quedado incumplido.]. P.
Vernant y mile Benveniste han mostrado cul es, en general,
A esto se debe aadir que el cnsul o el dictador o el pretor que rea- la funcin del coloso: al atraer y fijar en s un doble que se en-
liza un acto de consagracin en relacin con las legiones enemigas, pue- cuentra en condiciones anormales, "perm_it~ restablecer, entre
de consagrarse l mismo pero tambin a cualquier ciudadano que for- el mundo de los vivos y el de los muert;;~ relacio11_es correctas,
me parte de la legin romana. Si el hombre que se ha consagrado de (Vthant, p. 229). L primera consecuenci4 de la mlJ_~rte es, en
esta forma muere, el rito se considera cumplido; pero si no muere es rigor, la de liberar a un ser vago y amenazante (la larva de los
necesario s~pultaruna imagen (signum) de siete pies de altura. e ii).- latinos, la psyche, el edlon o el phsma de los griegos), que
mol-L,;a_una.:vctima.como expiacin; y el magistrado romano no pue- vuelve con las apariencias del difunto a los lugares frecuenta-
de caminar sobre el lugar en que la imagen ha sido enterrada. Si, por dos por l y que no pertenece propiamente al mundo de los
el contrario, es el jefe el que decide consagrarse, como sucedi en el vivos ni al de los muertos. El objetivo de los ritos funerarios es
caso de Decio, y no muere, no podr llevar a cabo ningn rito, ni p- asegurar la transformacin de ese ser incmodo e incierto en
blico ni privado ... (8, 9, 13). un. antepasado. arni~t?soy fuerte, que pertenece irrevocable-
m~~t~-;( m~ndo'le los' muertos y con el cual se mantienen re-
Pqs_qy~_constituye-la supervivencia del devetusuna situa- laciones-qu' ~-~-definen de manera ritual. La ausencia det_<:.;-
cin tan embarazosa para la comunidad hasta el punto de obli- dver (o, en algun~s casos, su mutilacinfpueoe~ empero,
garla al cufl1p!imiento del complejo ritual cuyo sentido s~ tra- er
impedir 'ordenado--cumplirrento del rito funerario; en estos
ta precisamente de comprender? Cul ~s la condicin de ese casos, un coloso puede, en determinadas condiciones, sustituir
cuerpo viviente que ya no parece pertenecer al mundo de los al c~~~-\T~r y permitir la celebracin de un funeral vicario.
126 127

1 1

,\:_' ' l

(
Pero qu le sucede al consagrado que sobrevive? Aqu no loso representa precisamente esa vida consagrada que ya se
se puede hablar de falta de cadver en sentido propio, desde haba separado virtualmente de l en el momento de la con-
el momento en que ni siquiera ha habido muerte. Una ins-
cripcin hallada en Cirene nos informa, no obstante, de que el
coloso poda realizarse incluso en vida de la persona a quien
estaba llamado a sustituir. La inscripcin lleva el texto del ju- S.S. Si volvemos ahora a considerar en esta perspectiva la vi-
ramento que haban de pronunciar en Tera, como garanta de da del homo sacer, es posible asimilar su condicin a la de un
sus obligaciones recprocas, los colonos que marchaban a fri- devotusqena"s6bi:;evivid6', y: para el cual no es ya posible run-
ca y los ciudadanos que permanecan en la patria. En el mo- guna xpiadn vkarianiposibilidad alguna de ser sustituido
mento de pronunciar el juramento, se fabricaban unos kolosso por T colos~~Ercerpo mismodelhomo sqcer, ensu cond~
de cera que eran arrojados a las llamas diciendo: Que se de- cin de
lsa~riflcable al que, sin emb:go, se puede matar, es
rrita y desaparezca el que sea infiel a este juramento, l, su es- la prenda"viviii~ (:fesusujecin a un poder mortal, que no
tirpe y sus bienes" (ibd., p. 222). El coloso no es, pues, un .sill1- consiste,sir1emba;i.:en.el cumplimiento de un voto, sino que
ple sustituto del cadver. Ms bien, dentro del complejo sistema. es'aosoluta e incondicionada. La vida sagrada es vida consa-
que regula en el mundo clsico la relacin entr~ losvivos y los grada sin que ~~~ p~sible ningn 'sacrificio y ms all de cual-
muertos, fepresehta, de forma anloga afcaciver,:p~rocle.ma quier cumplimiento. No es, pues, un azar que Macrobio, que
nera ms inmediata y general, la parte de la persona viva que durante mucho tiempo fa sido considerado por los intrpretes
se debe a la muerte y que, en cuanto ocupa amenazadoramente como oscuro y corrompido (Sat., 3.7.6.) asimile al homo sacer
el umbral entre los dos mundos, ha de ser separada del con- con las estatuas (Ziines) que en Grecia se consagraban a Jpi-
texto normal de los vivos. Esta...separacin tiene lugar de ordi- ter con el importe de las multas impuestas a los atletas perju-
nario en el momento de la muerte, por medio de los ritos fu- ros, y que no eran otra cosa que los colosos de aquellos que
nerarios que recomponen la justa relacin entre vivos y muertos, haban violado el juramento y se entregaban as vicariamente a
perturbada por el fallecimiento. No obstante, en determinadas la justicia divina (animas ... sacratorum hominum, quos zanas
ocasiones no es la muerte la que perturba este orden, sino la Graeci vocant). En cuanto encarna en su persona los elemen-
ausencia de ella, y la fabricacin del coloso se hace necesaria tos gl,l_e_s.on s:l~ q!cimirio distintos a la muerte, el homo sacer es,
para restablecerlo:
por as d~cirlo, una, ~.!<l.J1!?.TIYi~p.te, el doble o el coloso de s
Hasta que no se cumple el rito (que, como ha mostrado Vers- rrfSmo:Tantq_~g-~1 cuerpQ_cfe!. <::9n.~ag!"<io superviviente, co-
nel, no es tanto un funeral vicario, como un cumplimiento sus- mo ' de man~;a todava
. . -- ms incondicionada, en el del homo sa-
. . . -
titutorio del voto: Versnel, p. 157), el devotus superviviente es cer, el mundo antiguo se encuentra por primera vez frente a
un ser paradjico que, aunque parece segir Uevandoa cabo una vida que, separndose en una doble exclusin del contex-
una vida norrrial, se mueve, en realldad, en un umbral que no to real de'l:s'formas de vida tanto profanas como religiosas, se
pertenece al mundo de los vivos ni al de los muertos: es un define tan slo por haber entrado en una simbiosis ntima con
muerto viviente o un vivo que es, de hecho, una larva, y el co- la muerte, pero sin pertenecer todava al mundo de los difun-
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. ! .
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129
r J.-. ~

(
 ~Y es .~r.?:J.~J~~r~ de esta vida sagrada" donde hace su _ap_a- be ser excluida y expuesta a la muerte como tal, sin que nin-\, . . '
ricin en el mundo ocddeniaCafg6 s1nilfai a unG! ~uda vida. .
o
gn...rito.. . iflgiil
... . .
sacnficio puedan rescatarla.
.... . .
.. \ '. ) ~,

Es-aecsivo;s1n emoargo; que ~~~-~~a sig;~~ '~~g; ~~~~-d~_~i

principio un carcter eminentemente poltico y exhiba up vn;<_:u-
lo esendaTcon el terreno en el que se funda el poder s.~?e

En los tres casos, la vida sagrada est ligada, de alguna ma-l
ner'!,: lJnJygd_onpolffca-:Toaosucae como si el poder su- '
premo -que, c~~"'iiemos visto, es siempre vitae necisque po-
rano. testas y se funda siempre en el hecho de aislar ug~-~i._<:l.--Ja
que puede darse muerte pero que no es sacrificable- llevara
\ '.
consigo, por a-Singul~~simetl"a, la asuncin de una tal vida
5.6. El rito de la imagen en la apoteosis imperial romana de- en la persona misma de quien ostenta aquel poder. Y si, en e!
1 ' ' be ser considerado a la luz de lo anterior. Si el coloso repre- caso del devotus que ha sobrevivido a su promesa, es la muer-
senta siempre~. en el sentido .qtJ:e hegK>S vistO: una~xida~,cD.ii.S.a te falda . laquelibera-es~-~ida;;g~ada, en el caso del.sober-
grada a la muerte, esto significa queJamuerte-deLemper-aElor no es-Ta-muerte la que revela efex~edente que como tal pre-
(a pesar de la presencia del cadver, cuyos restos son ritual- ce inherente al poder supremo, como si ste no fuera otra cosa
mente inhumados) libera un s~plemento Cie -~idi s;grada-que, en ulfmo trmino que fa capacidad de constituirse a s mismo
COl_l_!~-~~.c~d~.C.OnJa de.aquel que ha sobrevivido a la consa- y de constituira-i~s tros como vida a la que puede darse muer-
gracin1 es necesario neutralizar por medio de un coloso. Es te pero no sacrificar.
decir, todo s desarrolla como si el emperador tuviera en s no .. Con respecto a la interpretacin de Kantorowicz y Giesey, la
doscurpos:-si'Cis"vi"cfa~'e-'s1o~cuer)'O:~~~ vida -~;tu- doctrina de los dos cuerpos del rey aparece ahora bajo una luz
ral_r~~,:Y.:19~.:~8ii9~''que;a""pesarct~t-fit:cr:~!.~~--erdinato, diversa y menos inocua. En efecto, a partir del momento en
sobr~!Y~.aJaprim.~ra,.y~~sl9 qe~pus.P.c=lfunJ,"filf.j'f,}rta que ya no es posible"'.,;loner entre parntesis su relacin con la
rium pue~~ ser !:~urnida en el cielo y divinizada. Lo que une consagracin imperial pagana, es el sentido mismo de la teo-
al devotus superviviente, aCbmo.sacer~yaTSOberano etCun ra lo que cambia radicalmente. El cuerpo poltico del rey (que,
nicopatacligma es qu'en todos estos casos no's encontramos en palabras de Plowden, no puede ser visto ni tocado y, pri-
ante un.a-nuda.vicEi. que:fiasld.separaaaaesucofxto'yque, vado de infancia y de vejez y de todos los dems defectos a
al haber sobrevivido, por as decirlo, a]a'murte~"es~-por eso que est sujeto el cuerpo natural, magnifica el cuerpo mortal
mismo, incompatible con. d m:und
.huiriaii~.Ii vida sagrada unindose a l) deriva, en ltima instancia, del coloso del em-
no puede habitar en ningn caso en la ciudad de l~s liomb~es: perador; pero, precisamente por eso, no puede rj)reseiar.sim-
pra"ef dmJotussuperViviente, el funeral imagina acta co- pemete (como pensaban Kantorowicz y Giesey), la coriti-
mo cutnplinerit sustitutorio del voto, que restitUye af Indivi- nuiaardd poder soberano, sino tambin y sobre todo el
duo a lavida normal; para el emperador, el doble funeral per- excedente"d ~ida sagrada
del emperador que1 por medio. de
mite fijar la vida sagrada que debe ser recogida y divinizada en .
la img~~1 .es aislda y asurni<ia en el cielo en el ritual roma-
la apoteosis; en ~!...f.a_l?g_g~l~h~omo ,s:,qqr:,. R.9LlJ:ltim~!.!_Q en- no, o transmitid; al. sucesor en el rito ingls o francs. Pero to-
contratn?s ante UJ:?:~ _nu_da .vida r~~~<fual e in:~9..~~}ib]_~.L.9~~ de- do esto cambia el sentido de la metfora del cuerpo poltico:
, M-------~-.~- -w,w~-"'~y.,...''"" ~-" -

130 ' 131

' :r ... _ ~ . i ., .1 l
rt' .. '- ...
deja de ser el smbolo de la perpetuidad de la dignitas y se constituye, por el contrario, un delito especial que (desde que,
coVTerfeenCfra-del carct~ absoi~to.y no
hrn;J9:ij~-~o a partir' de Augusto, l~O.ocin de maiestas se asocia cada vez
berana. Las frmulas le mort saisit le vif y le Ro ne meurt ja- ms estrechamente a la persona del emperador) es definido co-
mais se entienden de modo mucho ms literal de lo que se mo crimen laesae maiestatis. Desde nuestro punto de vista, f!O
suele pensar: a la muerte del soberano, la vida sagrada en que importa que el dar muerte al hamo sacer pueda ser considera-
se fundaba su poer_~-cq.-soliiiTa:~pi~<;>i~.Cf~l~Y.cesor.Las do como meiJ.os queliomidd.io; y al soberano como ms que
dos frmulas significan la continuidad del poder soberanos& homiCidio:' lo' esenciai es' que, en los dos casos, el hecho de
lo en-la ffiedid'eiiqe'expresan; a''trav~S ~~r.Q~C.l;lrO vnc:!!lO matar a-un hombre no se incluye dentro del gnero del hoffii-
con unavida ~)l que se puede dar muerte p~rq_ql!~.J.~~ in.sa- ciciio. Cuando,.. todava'en ~arta C:~stucional de Carlos Aibr-
crificable, su c~rcter absolutp: to de Saboya, leemos que la persona del soberano es sagrada
Por eso Boli',~~Ttefuk~~~s agudo de la soberana moder- e inviolable, sentimos resonar en esta singular adjetivacin un
na, puede interpretar la mxima que, segn Kantorowicz, ex- eco de la sacralidad de la vida del hamo sacer.
presa la perpetuidad del poder poltico, en referencia a su na- Pero tambin la otra caracterstica que define la vida del ho-
turaleza absoluta: C'est pourquoi -escribe en el sexto libro de mo sacer, su insacrificabilidad en las formas previstas por el ri-
La Repblica- on dit en ce royaume que le roy ne meurt ja- to o-por-Ialy, secl~~mntualmente en relacin con la persona
mais: qui est un proverbe anden, qui montre bien que le ro- del soberano; 'Mkhael'Walzer ha observado que, en la visin
yaume ne fut oncques electif; et qu'il ne tient son sceptre du de los contemporneos, la enormidad de la ruptura que mar-
Pape, ny de l'Archevecque de Rheims, ny du peuple, ains de ca la muerte de Luis XVI el 25 de enero de 1793, no consisti
Dieu seul (Bodino, p. 985). tanto en el hecho de que se diera muerte al monarca, corno
en la circunstancia de qu_e fuera. some~.i~. a proceso y ajusti-
ciado en cumplimiento de una condena a la pena capital (Wal-
5.7. Si la ~~~~et:!~.-~!.!t.I.:~.-~t<:Y~JRQ . .d~LQ!?.~ggg__y_~-~-~d~_l, ho- zer, pp. 184-85). En las constituciones modernas sobrevive to-
mo sacf, que hemos tratado hasta ~qu de Jlustrar,_co.r;res- dava una huella secularizada de la insacrificabilidad de la vida
ponde a la verdad, nos ser posible encontrar nuevas analo- del soberano, en el principio segn el cual el jefe del Estado
gas y corresponden~ias et,It~~}-~_C:?ll2~C.!2n.Jl:JE!dic_2~P?J~ti~ de no puede ser sometido a un proceso judicial ordinario. En la
estos cfs0J~i::P<?~tari -~ista,ntes e.n a,pariencia: Una primera e Constitucin norteamericana, por ejemplo, el impeachment im-
inrfieaaia-concomitancia se nos ofrece en la pena que casti~a plica un juicio especial del Senado presidido por el Chiefjus-
el acto de matar al soberano. Sabef!IQ~ qu.:e~Lmatai.~.LQQ~.Q tice, que slo puede ser celebrado por high crimes and mis-
sacer no constitl!ye .hSJmic:idiQ (parricid non damnatur). ~_ll-~ demeanors y cuya consecuencia es nicamente la deposicin
bien, n hay ningn orden~L~I!tQj!!~!91~.Q.fincluso aqullos del cargo y no una pena judicial. Los jacobinos que en 1792
en ~omiciCiiOS~;stiga siempre con la pena capital) en durante las discusiones en la Convencin queran que se die-
el que el acto de dar muerte al soberano haya sido tipificado ra muerte al rey sin ms, sin necesidad de proceso alguno, es-
de forma permanente-como un simple homicidio. Tal accin taban llevando hastaellmite, aunque probablemente sin dar-
132 133
 l
\
1

se cuenta, la fidelidad al principio de la insacrificabilidad de

la vida sagrada, a quien cualquiera puede dar muerte sin co- ,
meter homicidio, pero que no puede ser sometida a las for-
mas establecidas de ejecucin.

6. EL BANDO Y EL LOBO

6.1. ..Todo el carctecdel sacer esse muestra que no ha na:.

cido sobre el suelo de unorden jurdico establecido, sino que
se remonta hasta el periodo de la vida pre-social. Es un frag-
mento de la vida primitiva de los pueblos indoeuropeos ... La
antigedad germnica y la escandinava nos ofrecen ms all
de cualquier duda un hermano del hamo sacer en el. ha nido
y el fu~.t:.i!s!~l!L~y_,(wargus, vargr, el lobo, y, en sentido re-
lgic;;;, ~ll()b()_ggr::tdo, vqrgr y veum). Lo que la antigedad
roiiiaa con~idera como una imposibilidad -el matar al pros-
crito sin celebrar un juicio y al margen del derecho- fue una
realidad incontestable en la antigedad germnica,. Qhering,
p. 282).
Jhering fue el primero en aproximar con esas palabras la fi-
134 135
 1
1

gura del horno saceral wargus, el hombre lobo, y el Friedlos,* 1 La vida del banido -como la del hombre sagrado- no es tJn
el sin paz del antiguo derecho germnico. El autor situaba de ' sirriple.fragniento.de naiuraleza animal sin ninguna relacin
esta forma la sacratio sobre el teln de fondo de la doctrina con el derecho y la ciudad; sino que es un umbral de indife-
de la Friedlosigkeit, elaborada hacia la mitad del siglo XIX por 1
rencia y de paso eritie el animal y el hombre, la physis y el n-
el germanista Wilda, a cuyo parecer el antiguo derecho ger- mos, la exdl.isin y la inclusin: loup-garou, licntropo preci-
mnico se fundaba sobre el concepto de paz (Frie) y sobre la samente, ni hombre ni bestia feroz, que habita paracljlcameiile
correspondiente exclusin de la comunidad del malhechor, que en ambos"'ffiundos-.srn-pertenecer a ninguno de ellos.
----~-~-- - . -- <' -~-- ~ ..

se converta por eso en Friedlos, sin paz, y al que, como tal, -~, ..
.' .

cualquiera poda dar muerte sin cometer por ello homicidio.

Tambin el bando medieval presenta caractersticas anlogas: 6.2. Sl~._<:_~s!~J~-~---'!~9.~.i~r~..?};l..S.t;l!1i_d9 propio d mitolqge-
se poda dar muerte al banido** (bannire dem est quod dice- ma hobbesiano del estado de n::tturaleza. Como ya hemos vis-
re quilibet possit eum o.ffendere: Cavalca, p. 42) o inclus() se le to e.! ~~~-:.i~~i<1:~ra_I~-;a ~9 es una poca real, cronolgiCa- F} '' ,
llegaba a considerar como ya muerto (exbannitus ad mortem mente anterior a la fundacin de la Ciudad, sino un principio ; . ;
de sua civitate debet haberi pro mortuo: ibd., p. 50). Fuentes iriteinoasta, que_ap~rice_.epel momento enque-ia'cludad
, ; ;
germnicas y anglosajonas subrayan esta condicin lmite del 1 es considerada tanquam dissoluta (algo similar, pues, al es- r '
banido definindole como hombre-lobo (wargus, weroolf, lat. tado de excepcin). As, cuando Hobbes funda la soberana
garulphus, 'de donde procede el francs loup-garou), licntro- 11 por medio de la remisin al homo-bomini lupus, es preciso
po (lupo mannaro). As la Ley Slica y la Ley Ripuaria emplean advertir que el lobo es en este ~~n-eco del wargus y del
la frmula wargus sit, hoc est expulsus en un sentido que re- caput lupinum de las leyes de Eduardo el Confesor: no sim-
cuerda el sucer esto que sancionaba la posibilidad de dar muer- 1 plemente Jera bestia y vida natural, sino ms bien zona de in-
te al hombre sagrado, y las leyes de Eduardo el Confesor (II, lo
di~tin~in:entre hu'mano y lo animal, lisJl!:r()_Q~,---~?mbr~
30-35) llaman al banido wulfesheud (literalmente: cabeza de 1 que se tra~sf99.I!;:L~nJobo y lobo que se convierte en hom-
lobo) y le asimilan a un licntropo (lupinum enim gerit caput bre:-es~d'Cr banido, .horno sacer. El estado de naturaleza
a die utlagationis suae, quod ab anglis wulfesheud vocatur). Lo hobb~;~~~_Q_g_Q..!:~. l1na C<:)J:lCU~in. prej~rdica--completamerite
que iba a quedar en el inconsciente colectivo como un mo~~ ind1ferent~-~~t~~~~h9 de .la ~iudad, sino la excepdri. y el
truohbrido, entre hombre y-animal, dividido entre a selva y 1 umruarque constituyen ese derecho y habitan. en l; no es
1
la ciudad -el licntropo- es, pues, n su otjg~n, J~)i~ra d~l tantuna.~g\.!~tr, d.eJodos. con.tm_todos, cuanto, .ms exacta-.
que ha sido banido de la comunidad. El que sea llamado hom- menie, u~ condi~i?D: _en que cada uno es para el otro nuda
bre:.lobo y no simplemepte. 19b9 (caput lupinum tiene la fr- vi<:!~):__h.?m_q ~qcer, en que cada uno es, pues, wargus, gerit
ma de una condicin jurdica) es algo decisiYQ.~J1.J~t~ ptiJ1t9. caput lupinum. Esta lupificacin del hombre y esta homini-
iaa-deflobo sqg posibl~~-eritodo momento en el es,tado
Vase nota III a la traduccin, pg. 251. de xcepcin, en la dissoitio civitatiS. slo este umbral, que
Vase nota II a la traduccin, pg. 245. no es ni.!'!. simpl~_yi9a natural_ni la vida soc!~l.t sinO la nuda .
---- ' . .. 1

136 137
vida o la vida sagrada, es el presupu~sto siempre_pr.esente y de darse
.--.-:------- -- pergg:Q.~_c;:;_~__ in~a:crificable, vida que....tiene
muerte
- - ... - su ..
operanre-de-l;:csoberaa. -- - par~_O._!gma en el horno $_acgr, as, e_Dj- Q~[SQT.J:a _d.~~ -~ober~g.g.,"_ ...
Contrariamente a todo lo que los modernos estamos habi- el ficntropo, el hombt:_UQQO Q.m~gl..hQIDRr~,__habita estable-
m~nieen) _Cil1dad ....- . _ .. . - - . . .... ..
tuados a representarnos como espacio de la poltica en trmi-
nos de derechos del ciudadano, de libre voluntad y de contra-
to social, slo la nuda virl,a ~s a_u.tntica_rrz.entf!PQ/ftca desd.e,el X En el Bisclavert, uno de los ms bellos lais de Mara de Francia, se
punto de viSta~de-ia-soberana._Por esto, en Hobbes, eLfunda- exponen con extraordinaria viveza la particular naturaleza del licntropo
menio del poder soberano no debe bu~carse en la libre cesin, como umbral de trnsito entre naturaleza y poltica, mundo animal y
por parte de los sbditos, de sud.erechq natural, &ino .ms.bien mundo humano, y, al mismo tiempo, su estrecha vinculacin con el sobe-
en la"'cemserv:rcio;-pofprtedeL&oberano,- de su derecho na- rano. El lai relata los hechos de un barn que tiene una relacin de espe-
tural de hacer cualquier cosa a cualquiera, que se prc:~en~ ,~~o cial cercana con su rey (de sun senur esteit privez, v. 19), pero que cada
ra como derecho de castigar: _ste es el fundamento -escribe semana, despus de haber escondido sus vestidos bajo una piedra, se
Hobbes- de ese derecho de castigar que se ejerce en todo Es- transforma durante tres das en lobo (bisclavert) y vive en el bosque, de
tado, puesto que los sbditos no han conferido este derecho las presas y de la rapia (al plus esps de la gaudine 1 s'i vif de preie e de
al soberano, sino que slo, al abandonar los propios, le han ravine). La mujer, que sospecha algo, consigue arrancarle la confesin de
dado el poder de usar el suyo de la manera que l crea opor- esta vida secreta y le convence para que le revele dnde esconde los ves-
tuna para la preservacin de todos; de forma, pues, que aquel tidos, aunque sepa que, si los perdiese o fuera sorprendido en el acto de
derecho no le fue dado, sino dejado, a l slo, y -excluyendo ponrselos, se convertira para siempre en lobo (kar si jes eusse perduz 1
los Hites-fiaaosporaTfi1atl1Y<!T::::: ~rt:un:rrradruaJL:c,QmpJ~ e de ceo feusse aparceuz 1 bisclavert sereie a tuz jours). Sitvindose de un
to, c.oic~ii el pui::-stada~d.e_natural.eza.y..de__gy.~rE:A~~da .- cmplice, que se convertir en su amante, la mujer se lleva los vestidos _. .v;~

;u:no.contrael_pr:opj~mejante (Hobbes 2, p. 214). .del escondrijo y el barn se convierte para siempre en licntropo.
A esta condicin partiCular del ius puniend, que se confi- Esencial es en este caso la circunstancia, ya atestiguada en Plinio en la
gura como una supervivencia del estado de naturaleza en el leyenda de Antus (Nat. Hist., VIII), del carcter temporal de la metamor-
corazn mismo del Estado, corresponde en los sbditos la fosis, ligado a la posibilidad de despojarse o de recuperar a escondidas
facultad no ya de desobedecer, sino de resistir a la violencia su apariencia humana. La transformacin en licntropo corresponde per-
ejercitada sobre la propia persona, porque no se supone que fectamente al estado de excepcin, en el que mientras se mantiene su du-
ningn hombre est obligado por un pacto a no resistir a la
violencia, y, en consecuencia, no puede suponerse que d a l racin (necesariamente limitada) la ciudad se disuelve y los hombres en-
tran en una zona de indistincin con las fieras. Se encuentra adems en
otros un derecho a poner violentamente las manos sobre su esta historia la necesidad de cumplimentar formalidades particulares que
l.
persona (ibd.). La violencia soberana no se fund::~e.=, marcan el ingreso en la zona de indiferencia, o la salida de ella, entre lo
sobre un pa~!9 ..?i!l9__ Qtir.eJa iClusin-e.~lusiva (; f;{}U<ia
1 animal y lo humano (que se corresponde con la clara proclamacin del
vida-en el Estado. Y, como el r_eferent~ Qrimero e inmediato estado de excepcin, formalmente distinto de la norma). Tambin en el
de {)<Iersobeiino es, en este sc:~~d();_is"_Y!~--~ja.Cue~ iJiie-
, ~- ,.._, .., .. ...---.-~n~>-><-~~ - _..,, ~--
folclor contemporneo se atestigua esta necesidad en los tres golpes que

138
1 139

L
l
 el licntropo que est volviendo a ser hombre debe dar en la puerta de la 6.3. Ha llegado, pues, el momento de volver a leer desde el
casa antes de que se le abra (Cuando llaman a la puerta la primera vez, ' principio todo el mito de la fundacin de la ciudad moderna,
la mujer no debe abrir. Si abriera, vera al marido todava enteramente lo- de Hobbes a Rousseau. El estado de naturaleza,_es~n..Y.erdad.
bo, y ste la devorara y huira para siempre al bosque. Cuando golpean un estado de exc::~pc;in, e~ ql!~;-i~~-;d-p(lrece PQL~lJH
por segunda vez, la mujer no debe abrir todava: le vera con el cuerpo instante (que es, a la vez, intervalo cronolgico y momento in-
transformado ya en hombre, pero con cabeza de lobo. Slo cuando se lla- temporal) ta;;quam dssoluta. As pues, l~_.fuP.pacir:UlQ-..e..Lun
ma a la puerta por tercera vez se abrir, porque entonces se han trans- acontecimiento que. te~g~.h!g_~-d~_JI_rg_ye.z._p.a.r.Uo.das...i11Jllo
formado del todo: ha desaparecido el lobo y reaparecido el hombre de tempore;--sm'Ciue--ope_re_C2,.QllUuamente~enetestado--eiviten la
antes": Levi, pp. 104-5). formacr la deCisffi'-soberana. sta, por otra parte, se refiere
La particular proximidad entre hombre lobo y soberano tambin se vuel- nmediatarni?'rtf'aIavlda"{y"ii'o a la libre voluntad) de los ciu-
ve a encontrar en la continuacin de aquel relato. Un da (as lo cuenta el dadanos, que aparece, pues, como el elemento poltico origi-
lai) el rey va de caza al bosque donde vive Bisclavert y la tralla de pe- nario, el Urphinomenon de la poltica: pero esta vida no es
rros descubre inmediatamente al hombre lobo. Pero nada ms ver al so- simplemente la vida natural reproductiva, la zo de los griegos,
berano, Bisclavert corre hacia l y se aferra a su estribo, lamindole las ni el bos,una ~orma de -viaacrt"aHficada~ esms.bin lanuda
piernas y los pies como si implorase piedad. El rey, maravillado por la hu- vida ce1 hamosacer y del zona-de 1ndiferen-cEi. y- de wargus,
manidad de la fiera (esta fiera tiene sentido e inteligencia / ... Dar a la trnsito pcrrrianente'iitre'l Ioibre'"''li)~~!!i~Jil, natura:eza
bestia mi paz 1 y por hoy ya no cazar ms), se la lleva a la corte a vivir
y la.:CUltll~~--- ..... . .. -~- ~

con l, y en ella se hacen inseparables. Sigue el inevitable encuentro con Por esto la tesis, enunciada en el plano lgico-formal al final Etu,;~O
la antigua esposa y el castigo de la mujer. Es importante que al final, cuan- de la primera parte, segn la cual la relacin poltico-jurdica :;
dcF(3isclavert vuelve a convertirse en hombre, el hecho tenga lugar en la~ '-originaria es el bando, no es slo_un.J~sis.. s..obre la~U!!f!Yra
cama del soberano. fotmlae-l;noorana, sino que tiene un carct~L$Jl~tJ~ial,
La proximidad entre tirano y hombre lobo se encuentra tambin en la porque aquello queertsanao-iatien~~-i;ids_s<!n. precisa-
Repblica platnica (565d), donde la transformacin del protector en ti- mente la naavCfa yefPodersooe.i_agQ, ~S preciso despedir- .
rano se vincula al mito arcdico de Zeus Liceo: Pero dnde comienza sesmreservas detodas''Es~-repr~~~ntaciones del acto poltico
la transformacin del protector en tirano? No es claro que se produce originario que consideran a ste como un contrato o una con-
cuando empieza a hacer aquello que se cuenta en la fbula del templo vencin que sella de manera precisa y definitiva el paso de la
de Zeus Liceo en Arcadia? ... El que ha gustado de entraas humanas, des- naturaleza al Estado. En lugar de ello, lo que hay aqu es u~~
menuzadas junto con las de las otras vctimas, fatalmente queda conver- zona de indeterminacin mucho m~s compleja entre nmos y
tido en lobo ... Y as cuando el jefe del demos, contando con una mul- jY8ysfs, en qeeiVCulOe;tatal, al revestir la for!Il_a de bando,
titud totalmente dcil, no sabe abstenerse de la sangre de los hombres es ya siempre, por eso rri1;n..<?,Jl9..~stida.d.i?_~~don~tu_ralt:-
de su tribu ... No ser necesario que perezca necesariamente a manos de za, y la atura1eza~~.P~~~eg_t.?.i~ri1Pf.~ <:9!1?-9. !'ls2?E.~s~z:. .~st~do
sus enemigos, o bien que se haga tirano y que de hombre se transforme de excep1ji~fa.errada comprensin del mitologema h<?J:>J>e-
en lobo?". sianoen.t~minos de contrato y no de bando hasp~esto la
__ ,_-__,..., _.,, -.-,.- ~.-~--- - ....,,_- -~_.....,...,. . _,.,,~~-.,-c, ._,.,,...,~_,.,""'-....,.-'~'--,.,_.. .. ~"-""''''"'-"'~''""""~'->c._,_,_, __,_,"' . "'-' _ , __ _..,._-

140 141

.) \
conden~otenci_Q~Jfl_d~m.ocracia_cada_vez que se tra- extrarius, es decir qui extra focum sacramentum iusque sit, y ex-
ta"Q~.g~-~fr<?.~~-~~.-~LPrl~JllLdeLp'deLSQQ~[~no y, al mismo traneus, es decir ex altera terra, quasi exterraneus).
tiempo, la ha hecho constitutivamente incapaz de pensar ver- De esa forma se hace comprensible la ambigedad semntica
daderamente una poltica no estatal en la modernidad. ya sealada por la cual las locuciones italianas "in bando, ..aban-
La relacin de abandono es tan ambigua que nada es ms dono., significan originariamente tanto a la merced de (. a lamer-
difcil que desligarse de ella. El bando es esencialmente el po- c di) como a voluntad propia, a discrecin libremente (..a pro-
der de entregar algo a s mismo, es decir el poder de mante- pio talento, liberamente.,), como en la expresin "correre a
nerse en relacin con un presupuesto que est fuera de toda bandono.,; y banido ( . bandito) tiene a la vez el valor de ex-
relacin. Lo que ha sido puesto en bando es entregado a la pro- cluido, puesto en bando ( ..esclusa, messo al bando . ) y el de
pia separacin y, al mismo tiempo, consignado a la merced de abierto a todos, libre ( . aperto a tutti, libero.,, como en mesa li-
quien lo abandona, excluido e incluido, apartado y apresado a bre -mensa bandita,_ o a rienda suelta -<a redina bandita>-).~
la vez. La aeja discusin en la historio rafa ' s bando es propiamente la f~z~L~.J~~!:~.-~tractiY.a y ~epulsiva,
que conciben e ex110 como una Qena y...]Q.s_..que..h.consi.dmn, que-llgalosdo-spolos de la excepcin.soberana: lanuda vida
por el cnirafio;-coffioun derech~.Y}!.!U:clugi.Q (ya a finales de y el poder, efboino sacer'"yerso15erano:-'Y"slop'r~esfa"razO
la repblica:Ciceroj)iesat;;r~iilio en contraposicin a la pe- puede~sigtfiCarTnfOla''esenad'Ja'sberaii.faTBanaum;7jd
na: exilium enim non supplicium est, sed perfugium portusque postea apjJelatus]Tt Siidardum, G;;;;nonum, italice Con-
supplicii, Pro Caec., 34) tiene su raz en esa ambigedad del Jalone, Muratori, p. 442) como la expulsin~~~~omunid~d. *
bando soberano. Tanto en Grecia como en Rom~mo Es esta estructura de baoo"Ta-qu'~teemos que aprender a
n1os-ni1s-antiguos muestran que ms orig!nal que la opostctn reconocer en las relaciones polticas y en los espacios pblicos
entre deredic) y'"pea~sJa:ooooii~o-~tlatH~ en los que todava vivimos. Ms ntimo que ta@a interioridad
ejercici~"g,~-- uu. rlerecOO...lli-.e0fFle-~situ-aein-~penal ( Crifo 2, p. y ms externo que toda exterioridad es, en la ciudad, el coto ve-
ll);ae quienya <J:l .e.:<eilio a.,Q:t:os_ecJ ,enc;ia d~ la COIJJisin de un dado por el bando (bandita") de la vida sagrada. Es el nmos
soberano que condiciona cualquier otra norma, la espacializa-
hotnicidio o ~e~l~p~~~is!'.l 9~.1~ .<::!Y9adaoi~al convertirse en ~1u
ae
dadan6 :u~ c!T!!!q..i..QfJdexma. cp 1e goza.del. .u.i.@;i]jj. cin originaria que hace posible y que rige toda localizacin y
Esta z6ria'"de'"Tnliferencia, en que la vida del exiliado o del toda territorializacin. Y si~,_ en la modernidad, la vida se sita
aq'!!!:_~LiK'lfi!Ef!1:._di~!l:!Jimit"gnJ4.JJ~fliOw..sacer, a qese cada vez ms claramente en el centro de la ol' (con-
vertt a en os trminos de Foucault, en biopoltica), si, en naes-
pu_;de matar pe~9 que e~ insaqificable, sella la relacin poltica
originaria, ms original que la oposicin schmittiana entre ami-
'
tro 'tie!IIpO)erru~rucular pero realsimo, todoUQ___ -
go y enemigo, entre conciudadano y extranjero. El extraamiento ciutlad:rrrtJS-sepres~.~te,E.OfllO hof!li.nes sacri,el1<?_
jurdico-religioso (..estrarieta) de aqul sobre quien pesa el ban- es postb1~-.sotopo[que laE~l~~-i.29~Q~_QllQQJ1sLCOnstiOJida des-
do soberano es ms ntimo y germinal que la condicin de ex- er
de orgen la estruci:Ura propia ~~LEs>.s!.~.r_sg.berano.
""--~__...---""""..........-~-~. ,--.-~"'-~..,..,.,..,..,....J',.'>""~--'""'' ...-,,......,.... '-
traamiento territorial (estraneita) del extranjero (si es lcito de-
sarrollar de este modo la oposicin que establece Pesto entre Vase nota II a la traduccin, pg. 245.

143
142
 guiendo en esto, sin darse cuenta de ello, el impulso que lle-
va a la modernidad a hacer de la vida en cuanto tal aquello
que se ventila esencialmente en las luchas polticas, ha tratado
de hacer valer la propia nuda vida como figura soberana; mas,
en lugar de reconocer su carcter eminentemente poltico (o
ms bien, biopoltico), inscribe la experiencia de ella, por una
parte en la esfera de lo sagrado, que entiende errneamente
segn los esquemas dominantes en la antropologa de su tiem-
po y tomados de su amigo Caillois, como originariamente am-
bivalente, puro e inmundo, repugnante y fascinador, y, por otra,
en la interioridad del sujeto, a quien tal experiencia se le ofre-
ce siempre en instantes privilegiados y milagrosos. En ambos
casos, en el sacrificio ritual como en el exceso individual, la vi-
da soberana se define para l por medio de la transgresin ins-
tantnea de la prohibicin de matar.
De este modo, Bataille confunde desd~!gler momento
el cuerpo polti~ d~LE-'?_IE:~~'",'!gf~do, expuestgc<_l.QQlill~unente
a ques-e-teillatepero ~rnt?i~ILW~i
UMBRAL cable,-ques~{il~sUR~~~ttnJ;,ljggi~a.deJa..excepdu...c.o.o...s;Lgr.es:.
oc tigio-Ciel"~;:J:ei:po.sacrificia4 definido d~ marg~ra.diversa.por la.
Si el elemento poltico originario es la vida sagrada, resulta lgica-el~ la transgresin. Si corresponde a Bataille el mrito de
comprensible que Bataille buscara la flgura acabada de r:r so- ha~ a la luz, aunque fuera de manera incons-
berana enlaV1daapreneCiid7;;n
.. ...................
.,......~~------~-~---~--~-- ,.~---~....
ladimensin
..
extrema
-- -
de la
- """*
,..i"'-"'~'"':~,._.__,,.,~ ....-.-~=--:.~~~ ~---....
ciente, el nexo entre nuda vida y soberana, la vida queda en
muerte, del erotismq_~.-c;l~_l9...2g[aao,~Lluio yJ. '!!mismo tiem- l completamente apresada en el crculo ambiguo de lo sagra-
po, dejara-impeS;.do el nexo esencial que la am~-;;~p;der do. Por ese camino no era posible otra cosa que la repeticin,
sQJ:)~J:!.!nQlJa souverainet dtje parle -escribe en el libro real o en forma de farsa, del bando soberano, y se comprende
homnimo concebido como tercera seccin de la Part maudi- bien que Benjamn llegara a estigmatizar (segn el testimonio
te- a peu de choses a voir avec celles des tats", Bataille I, p. de Klossowski) las investigaciones del grupo de Acphale con
247). Lo que Bataille trata de pensar es, con toda evidencia, esa una frmula perentoria: Vous travaillez pour le fascisme.
misma naa v1da Co vtda sagr~n::I) qae, e tr refcin deban- Y no es que Bataille no atisbe la insuficiencia del sacrificio
do, cosftliyeel refereteclmediat de la soberana, y el ha- ni el queeste sei, en ltima instancia,_. una_ "comedi:-(..dans le
berl'eivmdtcado la experiencia radical de ella es precisamente sacrifi~-re-sacnfEinfs'Identifle-~Fanimarfrapp{de. mort. Ain-
lo que hace que, a pesar de todo, su intento sea ejemplar. Si- si meurt-il en se voyant mourir, et, meme, en quelque sorte,
144 145
 par sa propre volont, de coeur avec l'arrne du sacrifice. Mais a una violencia sin preced~tes, _p~t:Q..Q,!J..e...se..manifies.~-~J1.....19.S
c'est une corndie!: Bataille 2, p. 336); pero de lo que no con- ' formas ms profanas y_banales. Nuestro tiempo es aqul en el
sigue dar cuenta (corno muestra la fascinacin que sobre l que fin de semana festivo produce ms vctimas en las au-
ejercan las imgenes del chino martirizado, que comenta am- 1 topistas europeas que una campaa blica; mas hablar, en re-
pliamente en Les larmes d'Eros) es de la nuda vida del hamo lacin con esto, de una Sacralidad del "garde-rail" es, obvia-
sacer, que el aparejo conceptual del sacrificio y del erotismo mente, slo una antfrasis (La Ceda, p. 115).
no consigue apurar. Desde este punto de vista, el haber pretendido restituir al ex-
Hay que atribuir a Jean-Luc Nancy el mrito de haber pues- terminio de los judos un aura sacrificial mediante el trmino
1
to de rnarufesto la arn61guedad del pensamiento de Bataille so- "holocausto es una irresponsable ceguera historiogrfica. El ju-

l
breel sacrifcioyTaberafirrnado decididamente, frente a toda do bajo_ el nazismo es el referente n~egattyQ..Q.f!yile,gijt.QQ.]~'T
te~tac10_n sacrifici~l, el c~~eeto d~_;tma existencia insacrifica- nueva soberana biopoltica y como tal, un caso flagrant de
ble. Pero, en el caso de que nuestro anlisis del hamo sacer barrio sacer, en el sent~..9~~J!~~que...se~p.uede d;lr
( fiaya' dado en el blanco, la definicin que ofrece Bataille de la 1 muerte pero queesinsacrificable. El matarlos no constituye, por
soberana mediante la transgresin resulta inadecuada con res- eso, como' veremos: raejcin de una pena capital ni un sa-
('fv,(!} pecto a la realidad de esa vida que est expuesta a la muerte crificio, sino tan slo la actualizacin de una simple posibilidad
f \f' en el bando soberano; corno insuficiente es asimismo el con- de recibir la muerte que es inherente a la condicin de judo
Ov~~i1' 'cepto de insacrificable par~ exelicar la violencia que est en como tal. La verdad difcil de aceptar para las propias vctimas,
(f\Y juego en la~poltica moderna. El hamo sacer es, en efecto, pero que, con todo, debemos tener el valQLde:u..cbm:-con
insaCrffiCable, y, sin embargo, cualquiera puede matarle. La di- vel~acr~1aies, es_ 9.Vi.{O,~<?JZ~;:;;~,.extem-lina00s.en
~in de la naavida que -constltuyeel referente de fiVIo- el transcurso de. un delirante ~~t;>:S.CO ha]acaJJsta, sino,-li-
lenda- soberana esms oiigiria que la oposicin sacdfica- teniimente, tal c9mo llitler)l~aeado, "S.Q:J:!!SLJ2Q9.;J_es
dedrcoio"da vida. La dimensin en que el exterminio tuvo
bl~~safic~.L!~~~~--~~@:sr~~i!_ua no
Pl1~~~-s!~fini~_Q.Qr.~QIIlW..etQ..m.e.di.ante eJ..Rar _conceptual ido- higar no es la religin ni e1 derecho, sino Ia biop:Qltica. _,
neidad para el sacrificio/inmolacin en las 'f~tas si -es-ver&.rct-qu-e-ra11gfqlienuestro _ tie~P-~-!22~J?ro_gone
P.or <:!.iifuillJ!i~e;~c;t;1as socied~des que..co;~~an el sacrificio, es l-aeuna yjqa: msacnflca15te:peffiquse ha canvertido en
no tiene nada de oscuro). En la modernidad, el principio de la elirlii~~n una medida i~~~..tk.flJ!.siJl-Yiilll.deLhamo sa-
A..\.1(1~ sacralidad de la vida se ha emancipado as por completo de cer ~~~-~2.11ste~r. La sacralidad es una l-
N\V la Tce0Iog1isacnficial;-y~~-!..~Ig_~fi~ado d~l trmino sagrado en ne:cle fuga que sigue presente en la poltica contempornea,
nuestra cultfaprolhga la historia semntica del hamo sacer que, como tal, se desplaza hacia regiones cada vez ms vastas
y _no la aruieilfictii_cy de -~qurla-Isi1clecia de las desmiti- y oscuras, hasta llegar a coincidir con la misma vida biolgica.
ficaciones, por justas que sean, propuestas hoy desde muchos de los ciudada,nos. Si hoy ya no hay una figura determinable de
lados, de la ideologa sacrificial). Lo ~ahora tenernos~nte antemano_~~!~~<?!!l~!~lgf~:[<?:Ei~JE@!~~~!e~ioos somos
nuesl:!?.~.?i~~--~?.;~-~:ti.tigor._u.na..Y~~ expuesta como tal virtualmente hamines sacri.1C D ' ' --------
. -'- - ,~-;..,.,_,"" '::t<. ...... .. ~.. ,, "'-:>=:l'J<"~~,,.,.... ,,,.hJ.~"'-""t'~ ~-

146 ' 147

~ "_).(: __~ ; .

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 PARTE TERCERA

EL CAMPO DE CONCENTRACIN COMO

PARADIGMA BIOPOLTICO DE LO MODERNO
T

l. LA POLITIZACIN DE LA VIDA

1.1. En los ltimos aos de su vida, mientras trabajaba en la

historia de la sexualidad f s~ ocup~de;~;~-;-;:arar,- tm-
bin dentro_d_e_e_s_te__~E_ito, los c!imQ.~itivQ., delQod~~hel
Foucault comenz a gr!s;ntac.sus_investigaciones,.con,,JID'-in-
siste~ciacda-v~z~~-;y~r en 1() 9..':!~~9-~fivJ~Lf_QQ)Q_~jQ.:/ZQlf!iffl,
es decWtacrec{Et'TmpTcaci; de la vida natural del hombre
y
en los mecaismos los clcul-;;'"~LPR~i.CL.ftl finalde'Ta"vo-
lun!claaerabef'recapffwa;ffi-hemos visto, en una formu-
lacin ejemplar el proceso mediante el cual, en los umbrales
de la Edad Moderna, la vida pasa a ser lo que realmente ocu-
pa el--centro ele la pltca:--~Dlifafe~i1Ie1os,. eihombres'igui
sindcrtcn:fu era para Aristteles: un animal viviente y capaz,
adems de existencia poltica; el hombre moderno es un ani-
151
 mal en cuya poltica est puesta en entredicho su vida de ser Que los dos estudiosos que quizs han pensado con mayor
vi\Ti~t~>~;~ C) 65sTante; -Fo'cl:lrcoiTcrivesrig'atrtl<neaz- ' agudeza el problema poltico de nuestro tiempo no hayan con-
m:nt~ hasta el finall()S. :P~gc:~sQs de ~ubj{jjvacin" qu-~e~
seguido entrecruzar sus propias perspectivas es ciertamente un
t~~~~entre el mundo antiguo y el moderno, llevan al indi-
buen indicio de la dificultad de este problema. El ~to__g~
v~d~o-a-objet1vai-'dprop-i?_r~ ..L~~~on,stituirseQ@Q__sii]~to, . nuda vida" o <<Vida sagrada" es el foco a ' el cual vamos
vmculndose, alihism<Yliempo, a un poder de control exte- a tratar e acer co!~.~erg_e._~--~~--~- .e~r_:to~ de vista. En tal con-
ri~r, pti-rio transfiri su inst!Umeriial (f~:Jf.~J?iio, Comohl)ra cepto, p-oiricaYVIda h<!._n easa~2-~-~ntr.dq.z.~u:s.~..cLe.Jna~-.Jilll
sido legtimo esperar, a lo que puede aEecer como ell~gar ntima, ql!e no. se d.~J~-~~liz~L<;;Pn_facilidad. A l~a vida y
por exc~~~~E~~~J<Lhlopoltica.m.o.d~mJa.:millhsi~9~~ los a sus-avj!.~ii_ e!J!l.ll.!!:QQ..Q!Qg~f!1.9~Q-...Yici-.. bie>lQgi~_q_,Jq._..~:
xualidad, etc] le es inherente una opacidad que es imposible
gra11des Es~~~-?_-~~~a.I~~~E~?~ .9~1 ~ig!2,_~ La investigacin, que
clanfcar si no se cobra-concien:cia'd(;''5;J'"'(fcter' _Eltico m-
se haoa iniciado con la reconstruccin del grand enjermement .. . - ~,---.,-. . .__,....~. .-..-.~~ -=~-~--""_ . . . .- ___:::.::.:::::.:;.- --~
en los hospitales y en las prisiones, no concluye con un anli- versamente, la poutican1oderf1a,unavez gueentra en sim-
sis de los campos de concentracin. biosiscOTi~J~";i~G,. i)ierci~ -
esa i~t~gibici;~--~~ todava
------~------------~-~------~~-~

-----
Por otra parte, si los penetrantes estudios que Hannah Arendt nos parece cara_ctersti91;_Qel ed!ficiQ.jurdico-pQltiCQ deJa pQ-
dedic en la segunda posguerra a la estructura de los Estados ltica~
totalitarios tienen una limitacin, sta es precisamente la falta
de cualquier perspectiva biopoltica. Arendt estables;;~.con_.Qa
ridad el nexo entre dominio totalitario ~kular condi- 1.2. Ha sido Karl Lowith el primero que ha definido como
cinoe-viC;I~=g~e-es~l--caip9~-d~--~Qq~~ntr~d~"'(:Elt~t~lharis- <<politizacin de la vida" el carcter fundamental de la poltica
md =escribe en un Proyecto de investigacin sobre los campos de los Estados totalitarios y, al mismo tiempo, el primero que
de concentracin que, por desgracia, no tuvo continuidad- tie- ha observado, desde este punto de vista, la curiosa relacin de
ne como objetivo ltimo la dominacin total del hombre. Los contigidad entre democracia y totalitarismo:
car~~enE'~5:~?E~~~~1~~<?~~!~~~-~para la experime~t:'
Esta neutralizacin de las diferencias polticamente relevantes y la
cin..?~l. ~?~n~<:>J2t~t porque, siendo la naturaiezali~a lo
que es, este objetivo slo puede alcanzarse en las condiciones relativa prdida de importancia de las decisiones se han desarrollado
extremas de un infierno construido por el hombre: Arendt 2, a partir de la emancipacin del Tercer Estado, la formacin de la de-
p. 240). Pero)() _qu.~ ~e le escapa es que el proceso es, de al- mocracia burguesa y su transformacin en democracia industrial de
guna maneEa, inverso y que preds-mel'Ia"transforr~~'in ra- masas hasta llegar al punto decisivo en que todo esto se ha trocado
dical de la poi1t1c.eii'esp~~I()'~li'!\yCf~yi4;c~7'deci;, en un en su opuesto: en una politizacin total de todo (totale Politiserung),
campo de concentracin), ha legitimado y hecho necesario el incluso de las esferas de la vida ms neutrales en apariencia. As em-
pez eh la Rusia marxista un Estado del trabajo que es ms intensi-
~o total~lo_p_<2_r:9.._l!~~E m~-~!r? t~empo la poltica ha pa-
vamente estatal que todo lo que se ha conocido nunca en los Estados
sad()_~_~_:.:_~f1t.C::8.~_1Q!_~2-2~~--pJgpQ}~i_c; . ?~ . .lg_QQgido constituir, en
de los soberanos absolutos; en la Italia fascista un Estado corporativo,
u_~~-r.E.<:.~i?~desconocida, como poltica totalitaria.
"' .-,--_,.,_D''-'-~"""'""'""-~''"~'_.-,.""'_,,..~,_.,_.,, ... ,..~~,- "'"~~-,-;'>'-'"'"""....,__"" -~~,...-=-.,

152 153
 que regula normativamente no slo el trabajo nacional, sino el des- lgica con sus necesidades se haba convertido en todas par-
pus del trabajo y toda la vida espiritual, y en la Alemania nacional- , tes en el hecho polticamente decisivo, es posible comprender
socialista un Estado integralmente organizado, que politiza por medio la rapidez, que de otra forma sera inexplicable, con que en
de las leyes raciales incluso la vida que hasta entonces haba sido pri- nuestro siglo las democracias parlamentarias han podido trans-
vada (Lowith, p. 33). formarse en Estados totalitarios, y los Estados totalitarios con-
vertirse, casi sin solucin de continuidad, en democracias par-
La contigidad entre democracia de masa y Estados totalita- lamentarias. En los dos casos, estas transposiciones se han
rios no tiene, sin embargo (como Lowith parece considerar aqu producido en un contexto en el que la poltica se haba trans-
siguiendo las huellas de Schmitt) la forma de una transforma- formado ya desde haca tiempo en biopoltica y en el que lo
cin imprevista: antes de emerger impetuosamente a la luz de que estaba en juego consista ya exclusivamente en determinar
nuestro siglo, el rOdela bio oltica, ue arrastra consigo la vi- qu forma de organizacin resultara ms eficaz para asegurar
da e horno sacer1_jiscurre de fo~Y.bterrnea pero conti- el cuidado, el control y el disfrute de la nuda vida. Las distin-
mia. Es como si, a partir deun-c"ferto punto, cualquier aconte- ciones polticas tradicionales (como la~-c!~_Aerech_a e izgm.er-
~nto poltico decisivo tuviera siempre una doble faz:jQ da liberalismo y totalitarismo, privado YJ2ll9lico) pierden. su
' -..O"H""""~ ... . .-<"
espacios, las libertades y los derechos que los individuos con- clarielm::t-y-su--iteligi5ilfdacry--en:t:ra en una zona de indeter-
qistan en ~conflicto con los poderes centrales pre~n en minacin. una vez que su referente fundamentafha-pas"""Clo"" a
cadaocasi6n~Siitlneamente, una tcita pero creciente ins- seria Il~ca Vlda:TncluSefrepentfno deslizamiento de las cla-
cnpcin de ;-"vida en el orden estatal, ofreciendo as un nue- ses dirigentes ex 'comunistaSliac~=~:X~~!~tE~.!!l.i!.~.N:remo (co-
voy ms temi6Te asiento al EOder sob~ran9_<!el que queran li- moeilSerbli;-conerprograma de limpieza tnica) y el rena-
befafSe..Ef;derecfi~ -ha escrito Foucault para explicar ciniiento.en nueva$,Jor~~~-~~_!~~~~mo en Europa tienen ag~
la importancia que ha asumido el sexo como tema de con- su raz.
frontacin poltica-, al cuerpo, a la salud, a la felicidad, a la sa- Simultneamente a la afirmacin de la biopoltica, se asiste,
tisfaccin de las necesidades, el "derecho", ms all de todas en efecto, a un desp az _ a progresiva ampliacin,
las opresiones o "alienaciones", a encontrar lo que uno es y to- ---------- --- ---=---
ms all de los mites del estado de excepcin, de las deci-
do lo que uno puede ser, este derecho tan incomprensible pa- sion~re la nu<lavrctanque cons1sta la soberana. Si, en
ra el sistema jurdico clsico, fue la rplica poltica a todos esos todEstado-modero~-hay-a-Hea que marca el-piO en er-
nuevos procedimientos de poder (Foucault 1, p. 175). ~ que la decisin sobre la vida se hace decisin sobre la muerte
cho es que una misma reivindicacin de la nuda vida conduce, y en quera r:noponucapue<1e, "sr,transfoarse en tanatopo-
eas-aemocraca"sourg~~al e!!!n-~.E!o de_lo privado s_gbre lticaesta lnea ya no se presenta hy como una frontera fija
:;;:.:::=-.
lo" 'pli5Hc-yaeTSliiJe""rtades individuales sobre las obligacio- que divide dos zonas claramente separadas: es mas t51en una
ne~olectiva~ f, ~~ I's Estados totallfanos,~onvlerte;)!o! el lneamvediza-~..:Q~J!f-:9I<!Iillii.d<i.IJ....ilt\Ji~s2a5-ffiS~s
contrario, en el criferiopoifco-aeCSiVO'""Yen el lugar Q_QLex- amQlias de la vida social, en las que el S()berano entra en una
celencia .de laSdciSIOes-Sob;~;;;. Y~lo porque la vida bio- simbiosi-;~~ia-~ezms'"IifiaO-sios~m-
_ _ _ , ___ ..,._......,~.-~-- ,,_,-~-~~--~ff.""<-""''>.. ,_.. YI" _ _,.......,...., ... ..,... . . . ..,,_.,->J;''""""'...,....,."""'-

154 155
 bin con el mdico, con el cientfico, con el experto o con el guas libertades y libres costumbres, y de las nuevas libertades
sacerdote.- En hs-pgias
que sig~~~; nt~~tar~;;;osmostrar que ' que ahora se reconocen especficamente. El Art. 29, que pre-
agunos"contecimientos fundamentales de la historia poltica. tende garantizar la libertad fsica de los sbditos, reza as: Nin-
de la modernidad (como las declaraciones de derechos) y otros gn hombre libre (hamo lber) sea arrestado, encarcelado, des-
1
que, por el contrario, parecen representar una intrusin in- , ' . posedo de sus bienes, ni puesto fuera de la ley (utlagetur) o
comprensible de principios biolgico-cientficos en el orden t molestado en forma alguna; nosotros no pondremos la mano
poltico (como la eugenesia nacional-socialista con su elimina- sobre l ni permitiremos que nadie la ponga (nec super eum
cin de la vida indigna de ser vivida, o el debate actual sobre ibimus, nec super eum mttmus) si no es tras un juicio legal de
la determinacin normativa de los criterios de la muerte) slo su pares y segn la ley del pas". Anlogamente, un antiguo
adquieren su verdadero significado cuando se restituyen al co- wrt que precede al Habeas corpus y estaba destinado a ase-
mn contexto biopoltico (o tanatopoltico) al que pertenecen. gurar la presencia del imputado en un proceso, lleva la rbri-
En esta perspectiva, el campo de concentracin, como puro, ca de homne replegiando (o repigliando).
absoluto e insuperado espacio bioi?oltico (fundado en cuanto Considrese, en cambio, la frmula del wrt, que el Acta de
tal exclusvamer1te-en-er ~~~~<!iSI~~~~S~~I~!i)~.~re~mo 1679 generaliza y transforma en ley: Praecipimus tibi quod Cor-
el paradigr11Q~i:iJf9~dei.espadQ_p9J.t:icruieJ~rnidad, del pus X, in custodia vestra detentum, ut dicitur, una cum causa
que te~~e~()s qlJ._<:;__ ~Rr~ud~~.I~f9.!1C?.S~L~-~-~~t-~~orfosis y captionis et detentionis, quodcumque nomine dem X censea-
los dsfraces. . -~ .. ____
"~--,-~-'"'--
tur in eadem, habeas coram nobis, apud Westminster, ad sub-
jiciendum ... Nada mejor que esta frmula permite medir la di-
ferencia entre la libertad antigua y la medieval, y la que est
1.3. El primer registro de la nuda vida como nuevo sujeto po- en la base de la democracia moderq,a,: el~uevo sujeto de 1-I?.Q::.
lticot:_~!<'f_TIJ- iii1_Qlcito en el documento que, segn un criterio ltica no es ya el hombre libre, contJ_~_pren:ogativa&.y.esta.tu
muy e~~~~qi.s;lo, se ~ncuentra en la base de la democracia mo- tos, y iii siqu1eraslffip~_rii~f.lte-z;c;_mo, sir1o c01pus;Ja.democra-
derna: el __Wri_t de Habeas corpus de 1679. Cualquiera que sea cia moae'i7l"nace'propiamente como reivindicacin yexpGsicin
el origen de la frmula, que se encuentra ya en el siglo XIII, pa- de estecuerp():':_kt:!k?as c;qrpus ad subjiciendum, h$..9~ tener __
-"- fe. ..-.rc.:C"-"' "--''" -" , - ~ ,'' - . ' , - ' ', '""'"'"-"''---~., -~- '

ra asegurar la presencia fsica de una persona ante un tribunal un cuerpo que mostrar.
de justicia, es singular que en su centro no estn ni el antiguo Que, entre los diversos procedimientos jurisdic:~i.01-k~ des-
sujeto de las relaciones y de las libertades feudales ni el futu- tinados a la )~;teCin_deTas liortaoorrdvCiuaies, fue~
ro citoyen, sino el puro y simple corpus. Cuando en 1215 Juan cisamenlEeT?ia~e~ cor;us ~L<l\t~~xs:~ibiese furma de ley )/ se
sin Tierra concede a sus sbditos la Gran Carta de las liber- con~irtieni ~as en"Ii~R~i~~!_~ d~Ja historia .,de la demacra cia
tades", se dirige a los arzobispos, obispos, abades, condes, ba-
rones, vizcondes, gobernadores, oficiales y alcaldes", "a las ciu-
ocdaetaT_se_'-
circunstancias accideqt_qk~
debe ciertamente ,a,_.--:_--"~~, ........
perogalffiente_ cr~tt2.~fqi.fi::;.~_(ie~:e,5.'f-modo,. la nacient~ _d,~-
______ .. -
dades, a los burgos y a las villa&, y, ms en general, "a los hombres mocraci europea pona en el centro qe ~~J.!l.<;:P.iL~9_!Le.Lab.s.o
libres de nuestro reino", para que puedan gozar de sus anti- lutismo no bos, la vida cualificada_ del ciu.ci<::lno,...sincLzae,.Ja
156 157
nuda vida en su anonimato, incluida como tal en el bando so- giada en la filosofa y en la ciencia de la poca barroca, de Des-
bei_a._I]._S)_(todava en las formulacionesH~;-dernas del w;:-the , cariesa.Newton;ae-!_eiz a Spino_za.No5Stte,-en la-;;_
body of being taken... by whatsover na me he may be called flexin plt1ca~-1nCiso cuando corpus pasa a ser la metfora
there in). central de la comunidad poltica como en el Leviatn o en el
Lo que emergea la luz desde las mazmorras para ser ex- , Contrato soc-lal,--mantiene.s!empre-u-estr~ho .vClo con 1~
puesto apud . Wesmi~st;.-e;~~na~~~ci~~;po-~o nuaavTa.Af~~~ionador es, a este propsito, el uso C:enerri-
S{;{C.f!r y' una yezf!l:~~' \lD~Ln~:dil:Y.id'~- r~r;;;-f~"f~erz;Y, a!_mis- no en Hobbes. Si es cierto que el .Q:.}lQmWR...dis.ting!l~n el
mo tiempo, la n~i~~-<::QDJrggj~dn de la demo~a: hombr~_l}_Q_cy~rpo~[~J.Y.l,ll}_~-y_c:;IQQ...Qglg~Q (homo e;,_tm
sta no suprime la vida sagrada, si~.gue la _fragmenta yjise- non modo corpus natura/e est, sed etiam civitatis, id est, ut ita
loquar, corporis politici pars: Hobbes 3, p. 1), en el De Cive lo
mina en cailll C]:l~EP2. l.~~~~~9!:!.~L haci~!:?~,~~-~~_g}?j~ cen-
tral del conf.JJS!.2~ J??l!t!S.2: Y aqu est precisamente la raz de que funda tanto la igualdad de los hombres como la necesidad
su secret~~<?.~a~~n bJ~ica: el que 1!:!~~.t<l:r.~J'~ presenta- de lal:ommonwealth es precisimente e!que pueaiaarse muer-
te al cuerpo.--~---- .. ... ~----------~-~--~~
r como portador de derechos y, con un curioso oxmoron, co-
-~
mo el nuevo su)et"so5eiaTs.liiectS superaeus-:es d~ir
que esta por-e&a}oy:-Tilsro tiempo, por encima), slo pue- Y si reparamos en los hombres maduros y vemos cun frgil es la es-
de constituirse co~?~!~L~~~!i~!.l9gJ~_!!~~i~n soberana-y-ais- tructura del cuerpo humano (que al destruirse destruye tambin toda
lando en s mismo ~?_'1!!!.;. la nuda vida.. ~i es cierto que la ley su fuerza, vigor y sabidura); y lo fcil que es incluso para el ms dbil
tienenecesidaa:-para su vigencia, de"il "cuerpo, si se puede matar al ms fuerte, no hay razn para que alguien, findose de sus
hablar, en este sentido, del "deseo de la ley de tener un cuer- fuerzas, se crea que la naturaleza le haya hecho superior a los dems.
po", la democr~ia responde a tal deseo obligando aialey a Iguales. SQH~ que pueden lo mismo unos contra otros. Ahora bien,
pre()c,~p~i.t~-~:~~~:S.f~~~~~i:R~9.- Estecarcter ambig(Opolar) los que pueden lo ms, es decir, matar,. tienen igual poder. Por lo tan-
de la democracia es mucho ms evidente en el Habeas corpus, to los hombres son por naturaleza iguales entre s (Hobbes I, p. 17).
por el hecho de que, si en su origen se diriga a asegurar la
presencia del imputado en el proceso y, en consecuencia, a La gran metfora del Leviatn, cuyocuerpo est formado por
impedir que quedara sustrado al juicio, en la nueva y definiti- todos ros.cerps'""deTs~iaivl:is,Iia~ae-se;Iaaa-aesia1uz.
va frmula, tal situacin se transforma en obligacin para el Son los . cuerpos,~~~gE!t<un~nl~:xpuestos-a..recihid.a_mu.krt~
magistrado de exhibir el cuerpo del imputado y de exponer los de los subditqs_fqs_que forman el .nuevo cuerpo .polticc.de...Qc-
motivos de su detencin. Corpus es un ser bifronte portador ci<knl~~
tanto de la sujecin al podersoberaocomo de las libertades
individuales.
ESThnueva "centralidad, del cuerpo en el mbito de la ter-
mino10ga.P?.!!I~JY:[[~~-~~~C)}!!Si.diL~~proce
so ms. general que cgnfi~~" ~(Qffit,!.-Lld!l~.Q9J.ici_,m _____tan....................
privile-_
..._.,,._, ~"

158 159
 primera vez a hombres que haban P~Edido t()da cualidad y re-
lacin especficas, excepEo~efp~Xs>~.b~<::.l19.Q.~.,~IJi0JDIlQ
(Arendt 2;-12.:.~.+22). En el siSieffia'del Estado-nacin los~EEet~?
cdos derechos sagrados" inafienabks--iTfiombre aparecen
desprovi:stos~ctecmrlqu1er tutela fa""afqUerrelOaaesae
el momentamiSioeque-ajaoe ser posible confi urarlos
como deredisae os ClU a anos e un Estado. Lo anterior es-
ti~p!cit;~-;i"];k;~;~ mi~a, en la a!IlfugedaC:l del propio ttu-
lo de la declaracin de 1789: Dclaration des droits de l 'hom-
me et dUcitoyen~ dollife.Oesta-ctam,sttos- dos termmos strven
para def1omi~~r dos realidades autnoma~--~.1:~~~. un siste-
m~_ri.Q, en que el primero est ya siempre contenido en
e segundo y oculto por l; y, en este ltimo caso, qu tipo de
relaciones mantienen entre ellos. La boutade de Burke, que a
los derechos inalienables del hombre declaraba preferir con
mucho sus "derechos de ingls,, (Rights of an Englishman) ad-
quiere en esta perspectiva una insospechada profundidad.
H. Arendt no va ms all de unas pocas aunque esenciales
2. LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y LA BIOPOLTICA alusiones en el anlisis del nexo entre derechos del hombre y
Estado nacional, y, quizs por eso, su~ugerencias no han te-
2.1. H. Arendt titula el quinto captulo de su libro sobre el nido continuidad. Tras la Segunda Gj!ITr.LM!mdial el nfasis
imperialismo, dedicado al problema de los refugiados, La de- instrumental sobre los derechos d~h_g,mhe.. :Y:.ill.lm.Iltipli~acin
cadencia del Estado-nacin y el fin de los derechos del hombre. de..Iasciec~cioe-s-ycrefsvenios en el mbito de las_or-
Esta singular formulacin, que liga los destinos de los derechos
ganizaciones supranaci()nal<:~.. h~!!!~Imin~ii2E2!jtpp_!~~~~
del hombre a los del Estado-nacin, parece implicar la idea de
a~iica pilj'i2rs1n~dclsi~ifi~~?~~!~!?LiS~<2-c.!~Lf~~.?l?~!}o.
una conexin ntima y necesaria entre ellos, que la autora de- Pero parece llegado ya el momento de dejar de estimar las de-
ja, empero, sin aclarar. La paradoja que H. Arendt suscita en claraciones de derechos como proclamaciones gratuitas de va-
este punto es que la figura -el refugiado- que habra debido lores eternos metajurdicos, tendentes (sin mucho xito en ver-
encarnar por excelencia al hombre de !Q~_qerechg,~, sella, p_or dad) a vincular al legislador al respeto de principios ticos
el contrari',-a.crsis radic~Ld~ e.~~e.-~9nce~~ concepcin eternos, para pasar a considerarlas segn lo que constituye su
de los-deie.chosaeThorJ'ie -escribe- basada sobreliSpesra funcin histrica real en la formacin del Estado-nacin mo-
existen~i~~d~~;~-;;;h~;;_~~~..~omo tal, se vino abajo tan pron- derno. Las declaraciones de derechos representan la f~~
to como los__ill!_e_E~~naba.n se vieron confo~or
160
ginaria de la inscripCin ae la
- viaa natural
....___________
en el oraen jurdi---''

161
 ca-poltico del Estado-nacin. E~a nuda vida natural que, en el al derrumbe del Ancien Rgime. El que, merced a esas decla-
An_ttg_~g__~i?l~.Q,=~ra pofiucamente indi erente y perteneca, ' raciones, el "sbdito" se transforme en ciudadano, como no ha
en tantO que Vida Crea~x_~[-_ps,
. :--------;---------~~-------~~--"'
V en el mundo clSicO Se
- - - L...~_,.. ..,_,_..._~
dejado de sealarse, significa que el nacimiento -es decir la
dtstmgma claram~11~e :::-l.menos en a~riencia- en su condi- nuda vida natural como tal- se con\'ierte por primera vez (me-
-~~~--~--~- ..... _. ______ 0", 0 MO""''"~ 0 "'~---.-;"''.H"''"''"""-.....,...,...

ciE_~~~-9-~J~ ..Yi2.~.E~~-(~f.~), P~!!2@21J?rimer pla.- '

no de la estructura del Estadg_y...g._<::.QnYi~tt.e_inclus.o_.en el fun-
dametoterreno.de-su~Tegilimidad y de su soberana.
..
----~ ~

-
diante un-.Jransfurmacin cny:as__cQnsecuencias biopolticas
podemos emgezar a calibrar J)lo_hQy}_crL.el portador inme-
d~~~a~ El prir:_cipio del nacimiento y el princi-
-
UnsTffipTe'examede te:X:toe'la deCfafa~~82_ mues- pio_sl_G_k_sdx~xani~t,.JJcJJJ~ e_st.hii:E~Q.aradosenerXfiguo Re-
tra, en efecto, que e~ propiamente la luda vida natural, es de- gimen (en que el nacimiento slo dabal~gar~; al sbdltO),
cir el puro hecho del nacimiento_,_ la que se presenta aqu co- se unen ahora de forma irrevocable enercerpo"der;suj15'so-
mo fuente y E.S?Ltadora del gerechQ. Les hommes -reza el art. 1- berano para constituir el fudai'rit~''d~r~~~"'Esraa:ru!C!on.
naisserifetdemeurent libres et gaux en droits .. (ms rigurosa No esp;Ibk~~~der era;sa;roo na";ocacin~1rcio-.L
que todas, desde este punto de vista, es la formulacin del pro- nal" y biopoltica del Estado moderno en los siglos XIX y xx, si
yecto elaborado por La Fayette en julio de 1789: "Tout homme se olvida que en su base no est el hombre como sujeto libre
nait avec des droits inalinables et imprescriptibles). Por otra y consciente, sino, sobre todo, su nuda vida, el simple naci-
parte, n~__?_?~~~E!~Lla vida natural que, al inaugurar la bi9_Pol- miento que, en el paso del sbdito al ciudadano, es investida
tica de la modernidad es situada asi enla base del orden nor- como tal con el QrinrtQig_de soberana. L<l:,Jiccin implcita aqu
rri(v();~:-~~~d~~~~~~~-~-=9~:~9l<i"f2:~i}~-~~ura del ciudada~o, es que el nacimientf!2.e h.f!ga iQmediatamente nacin, de mo-
en e! q~~Jgs derechos son "conservados.. (art. 2: ..[e but de tou- do que entre los dos trminos no pueda existir separacin al-
te -as&eciation politique est la. conservation des. droits naturels gun,a, Los derechos son atribuidos al hombre (o surgen de l)
et imprescriptibles de l'homme..). Y justamente porque la de- slo en la medida en que el hombre mismo es el fundamento,
claraci_Qt1inscribe el elemento del nacimiento en el corazn que se desvanece inmediatamente, (y que incluso no debe nun-
mis~o de ~~~comuniaJiOli'fJS'}i,. ~aaecraracin puede atribuir ca salir a la luz) del ciudadano.
la sob~f<l!l _a!<l "nacin,, (art. 3: ~:Le princip~'"ci~-~toutsouve Slo si se comprende esta funcin histrica esencial de las
rainet rside essenellement dans la nation). La nacin, _que declaraciones de derechos, es posible llegar a entender tam-
etimolgicamente_deriva de_ naseere, cierra d_e~sta~ ~l bin su desarrollo y sus metamorfosis en nuestro siglo. E~
crculo abierto por ~1 'n.~ci~Tent-d1fl';;;:;;~."-- ---- zismo y el fascismo, dos movimientos biopolticos _en sentido
Pi2m:~ :aecii:~=quei1;i<:eJ:leJa::Yicla:iill,eaidfii.gar iior -~x-
celencia de la decisin soberana, surgen cuando, tras la gran
2.2. Las declaraciones de derechos han de ser, pues , consi- co~vulsin de los fundamentos geoplfti~;;deEuropa subsi-
deradas como el lugar en que se realiza el trnsito desde la so- guTefafa Primera G\l~i~hmdtal 1, sate a la tuz ht difei~cia
------~ -' '"-' '''"o~-"._...,.._,...,_.,.~
berana real de origen divino a la soberana nacional. Asegu- hasta entonces oculta_ ~P!r~~!la<::imien~i<)n, y el Estado-
ran la exceptio de la vida en el nuevo orden estatal que sucede naco-e!r~~~f.lJiiii~irisis. durader~ Estamos acostumbrados a
162 163
 compendiar la esencia de la ideologa nacionalsocialista en el transcurso de la Revolucin, la multiplicacin de las disposi-
sintagma suelo y sangre" (J3lut und Boden). Cuando Rosenberg ciones normativas encaminadas a precisar qu hombre era ciu-
pretende sintetizar en una frmula la visin del mundo de su dadano y qu hombre no lo era, y a articular y restringir gra-
partido recurre precisamente a esa endadis. La visin del mun- dualmente los crculos del ius sol y del us sanguinis. Lo que
do nacionalsocialista --escribe- arranca de la conviccin de que' hasta entonces no haba constituido un problema poltico (las
la sangre y el suelo constituyen lo esencial de la germanidad, preguntas: "Qu es francs? Qu es alemn?,), sino slo un te-
y que, por tanto, es la referencia a estos dos datos lo que de- ma entre otros de los debatidos por las antropologas filosfi-
be orientar una poltica cultural y estatal (Rosenberg, p. 242). cas, empieza ahora a presentarse como cuestin poltica esen-
Pero se ha olvidado con demasiada frecuencia que esta fr- cial, sometida, como tal, a un constante trabajo de redefinicin,
mula polticamente tan determinada tiene, en rigor, un origen hasta que, con el nacionalsocialismo, la respuesta a la pregun-
jurdico del todo inocuo: no es otra cosa, en efecto, que la~ ta Qu y quines son alemanes?" (y, en consecuencia, tam-

---
presin que ~q_Jos dos criterios que ya desde__.e]._d.ere-
chQ_romano ..sirYen..para..definida.ciutladana (es decir, la ins-
cripcin primaria de la vida en el orden estatal): iU.~.~-()l.Ufj__
bin "quin y quines no lo son?") coinciden inmediatamente
con la tarea poltica suprema. Fascismo y nazismo son, sobre
todo, una redefinicin de las relaciones entre el hombre y el
nacimiento en un territorio determinado) y ius sanguinis (el na- ciudadano, y por muy-p-aradjtc~rqae-puecta .r.arecef,Slo se
cirnief!:te-de-p-adtes-lufid~~~~).E~os ..cfos.critris)urdicos ~meie infelg15Ies-Ztia2i-se-sftaaTalldel
tradicionales, que, eii.eltiguo~Rgiffien, no tenan un signi-
ficadopo1t".esecial:-porque se limitaban a expresar una
sim)fe"feTac10""desujecin, adquieren una importancia nueva
--
tra~QQ.Clli!l~Q.Jll-..Y8!:!L~Pfla~soberii:a
ls~clarac!QQ... ..Q~--~e.E~~~?s.
... ---~---.
nacional y

Unicamente este vnculo entre los derechos del hombre y la

y decisiva a partir deh Revoh.l:i11'Fiancesa~'la ciudadana ya nueva determinad~ b10P0Tt'c'aa'Ei"soberani permite. en-
no. define-ahora simplemente ni":Su)e'C1 genrica a la auto- tender"coi:Teetamente el singularTe~~;~~p~tid~~en:re se-
ridad real o a un sistema legal especfico, ni se limita a encar- alado- ponasTstotrriaofes,aeTaRevolucio~ J:iracesa,-envir-
.,.
-~-~---~"':f'--~~~-~-~W.~c~c~---'"'~=c~.-~-------~~-"
nar sin ms (como considera Charlier, cuando el 23 de sep- tud ae1 cual, coinciuiendo inmediat;IJJJ,~J:tt~~C.OQ_@s declaraciones
tiembre de 1792 pide a la Convencin que el ttulo de ciudadano de lo~os inalie~;bk~~ i~prescripbe~ ~~;;r~;id~~ por
sustituya en todos los actos pblicos al tradicional monsieur o el nacim1enm:l?s-~_r~~h9iQclll6.mhce
-------- . en generaLp;IsaroQ- a
sieur) el nuevo principio igualitario; designa ahora el nuevo es- diferenciarse ~--~<;:.tiy_os y pasivos. Ya Sieyes en sus Prlimi-
tatuto de la vida como origen y fundamento de la soberana e naires de ~onstitution, afuma con claridad que "les droits na-
identifica, pues, literalmente, en las palabras de Lanjuinais a la turels et civils sont ceux pour le maintien desquels la socit
Convencin, a les membres du souverain. De aqu el carcter est forme; et les droits politiques, ceux par lesquels la saci-
central (y la ambigedad) de la nocin de ciudadana" en el t se forme. 11 vaut mieux, pour la clart du langage, appeler
pensamiento poltico moderno, que hace decir a Rousseau que les premiers droits passifs et le deuxiemes droits actifs ... Tous
ningn autor en Francia ... ha comprendido el verdadero sen- les habitants d'un pays doivent jouir des droits de citoyen pas-
tido del trmino "ciudadano''..; pero de aqu tambin, ya en el sif. .. tous ne sont pas citoyens actifs. Les femmes, du moins
164 165
 dans l'tat actuel, les enfants, les trangers, ceux encare qui ne el orden del Estado-nacin moderno, !Jn_~l~mento taJl inquie-
contribueraient enrien a fournir l'tablissement public, ne doi.. tarrte, es, sobre todo, or ue al rom e la continuidad entre
vent point influencer activement sur la chose publique" (Sieyes hombre y ciu adano, t;ntre nqci!J1ieJ1!!2...Y.. nacionalidad, poneE_
2, pp. 189-206). Y el prrafo de Lanjuinais, citado anteriormente, en -criSis iaficcin ~naria f!~J~L~.Q.P~mia.Jnad.ema. Al ma-
despus de haber definido a los membres du souverain, prosi- nifestar_a..pe'""i"fm-la separa~in entre nacimiento y nacin, el
gue con estas palabras: Ainsi les enfants, les insenss, les mi- refugiado hace comparecer por un momento en la escena po-
neurs, les femmes, les condamns ~peine afflictive ou infa- ltica la nucta vida que constituy~~!:!ill!~:~.to s~etosle ella.
mante ... ne seraient pas des citoyens" (Sewell, p. 105). Y en este sentido, es verdaderamente, como seala H. Arendt,
Ms que ver simplemente en esas distinciones una mera res- elhombre de los derechos", su primera y nica aparicin real
triccn delprinci io democrtico e i ualitario, en fla rante sin la mscara del ciudadano que continuamente le recubre.
., , e a Iccin con el espritu y la letra de las declaracionesL es Pero, precisamente por esto, su figura es tan difcil de definir
Corp[1::\\ preciso sa5er capta'i-Sii coherente significado biopoltico. Una polticamente .
.."';""., ~~>!' - --
', - 1!;' de las caractersticas esenciales de la biopoltica moderna (que
lo bcpo A partir de la Primera Guerra Mundial, en efecto, el nexo na-
t1\CCt . ., . --
"v'od,t~M llegar en nuestro siglo a la exasperaeton) es su necesidad de cimiento-nacin _ya no est realmente ~n cunclieiefies de cum-
volver a definir en cada momento el umbral que articula y ..e- plir su funcin legitimadora en el seno del Estado-nacin, y los
p~ dentro y lo que est fuera de la vida. Una vez dosterminos empiezan amostrars-irremediabl~, disociacin.
quela impoltica vida natural, convertida eii fuciffiento de la 1 Junto a la irrupcin en el escenario eropeo de refugiados y
soberanfu, traspasa los mur~_9e la 9fkos y penetra de forma aptridas (en un breve lapso de tiempo se desplazaron desde
cacla-vez-masprofun_~~~n la ciudag.,_.s,e transforma al mis19o sus pases de origen 1.500.000 rusos blancos, 700.000 armenios,
tiempoe-ua.lfea movediz;;t que debe ser roodificad<tinc~-. .... 1 500.000 blgaros, 1.000.000 de griegos y centenares de miles de. ,_,.,.-.,
san~ente. En la zoe,
politizada por Ias"declaraeto1tes de Oe- alemanes, hngaros y rumanos), el fenmeno ms signifi~~~o
relios:-.na:y-que definir de nuevo las articulaciones y los um- en esta perspectiva es la contem oraea introduccin en el or-
brales que permiten aislar una vida sagrada. Y cuando, como den JUn ico e mue os ~~t~do~ ~\!.f.QP~...f!e ,ngrmas gue ,per-
ya ha sucedido hoy, la vida natural est integralmente incluida miten la desnaturalizacin y la desnacionalizacin en masa de
-----:---.--"7""'-:----'"""'-""""'~""~...-. . ._,~..,._~~~
en la polis, esos umbrales se desplazan, como veremos, ms los propios ciu<;ladarw[:..1a primera fue en 1915 en Francia, en
all de las oscuras fronteras que separan la vida de la muerte, relac10n con ciudadanos desnaturalizados de procedencia ene-
para poder reconocer en ellos a un nuevo muerto viviente, a . miga; en 1922 el ejemplo fue seguido por Blgica, que revoc
un nuevo hombre sagrado. la naturalizacin de ciudadanos que hubieran cometido actos
antinacionales durante la guerra; en 1926 el rgimen fascista
promulg una ley anloga en relacin con los ciudadanos que
2.3. Si los refugiados (cu o nmero no ha dejado de crecer se hubieran mostrado indignos de la ciudadana italiana; en
en ning"momento en nuestro siglo, hasta egar a inc uir oy 1933 el turno correspondi a Austria y as sucesivamente, has-
a uria-pifre'nooesaeable de la humanidad) represent~. en ta que las leyes de Nremberg sobre la ciudadana del Reich
~~ ...... ,.,..,.. ~~->" '""'"'"'~ '"""""'i''"'''~

166 167

1
y sobre la "proteccin de la sangre y del honor alemanes" lle- los derechos del hombre, desde el Bur Nansen (1922) hasta
varon hasta el extremo este proceso y dividieron a los ciuda~ el actual Alto Comisariado para los Refugiados (1951) cuya ac-
danos alemanes en ciudadanos de pleno derecho y ciudadanos tividad no puede tener, de acuerdo con su propio estatuto, ca-
de segunda categora, introduciendo asimismo el principio de rcter poltico sino nicamente humanitario y social". Lo esen-
que la ciudadana es algo de lo que hay que mostrarse digno cial es, en todo caso, que cuando los refugiados ya no re resentan
y que puede, en consecuencia, ser siempre puesta en tela de casslndividuale-5, sino, como suce e a ora cada vez con ma-
juicio. Y una de las pocas reglas a que los nazis se atuvieron yorfrecuencia, un fem:enofe masas, tanto esas or~
de forma constante en el curso de la "solucin final", fue que cines como los Estados -inaividuales, apesm-de las soletfies
los judos slo podan ser enviados a los campos de exterminio inv~<::~()_f1~~-~J9.9~t~~ieriabls~m
una vez que hubieran sido completamente privados de la na- bre, se han mostrado absolutall!~!l!~)ns9:.R~S.~-~,!l.Q slo de re-
cionalidad (incluso de la nacionalidad residual que les corres- solve:erpro5T~ma:"siij'g_i!}~Ll!sg~ge~afr9.ntgrl~ de ~e-
cuacta. -- - ,. -- . - --~~"~-~---------
ponda despus de las leyes de Nremberg).
Estos dos fenmenos, estrictamente correlacionados por lo
dems, ponen de manifiesto que el nexo nacimiento-nacin so-
bre el ~ la declaracin del 89 haba fundado la nueva sobe- 2.4. La separacin entre lo humanitario y lo poltico gue es-
r~.na T;.aci_q~l, 4~a perdido ya su autom~!!~rr0 y su I.?OOer de tamos vtvtendo en la actuahdad es fa fase extrema de la esci-
~~tor~~g~..?-~l~l];~..EP~l1f1(1P<l.f.!~,J2.~.ffl:~2~-nacin llevan -aca- so~ntre los aered1os del hombre' y los defe~hos del ciuda-
bo-una reinsercin masiva de la 'vida natural, estableciendo en dj~~s organizaciones humanitarias, que Eoy flanquean de
sl!..~-~g.1_9j~riillii~ISi~:el!!~lii1a~1a~~~c~~E2~ manera creciente a las organizaciones supranacionales, no pue-
cirlC?,,_] una nuda vida, despejada de todo valor poltico (el ra- den empero, comprender en ltima instancia la vida humana
cismC?J.r~Jii!Jg~!i~.!i_::-Cfe'Tos'~azis-!'rl~_:smrcofpreSiblessrse ms que en la figura de la nuda vida o de la vida sagrada y por
r~gkl1.Y~~f1.'!~~tecont.<:?:C!?); por otra, lo~-aerechos-dclhomore, eso mismo mantienen, a pesar suyo, una secreta solidaridad
que s~_!:ef1J~R-~!i~~~.<?l!l~
....
Pl.~~esto oe los derechosdel
---~
con las fuerzas a las que tendran que combatir. Es suficiente
ciuda_cl~f1_9,_~~-~~E~_-E<:t!~.J2r2.gr.~~i~~~~E.~-~~--~q~uti una mirada a las recientes campaas publicitarias destinadas a
lizados fuera del conte~to de k_~}.!ldadana con la presunta fi- recoger fondos para los emigrados de Ruanda para darse cuen-
nalfcad de representar y proteger una nuda vida, expulsada en ta de que la vida humana es considerada aqu exclusivamente
__ _ _
--~h--~-~~--=--w~----,_,~ .~

media~s:.r_eci_~nte.aJosmrgenes.~d~l-Estaoo.:riaCin y recodifi- (y hay sin duda buenas razones para ello) en su condicin de
~m_~s tarde, en. una nu.eva.JJi~ni!"'is-L!:gi~f.lai:E:r'rter vida sagrada, es decir, expuesta a la muerte a manos de cual-
contradictorio de estos procesos figura, sin duda, entre las cau- quiera e insacrificable, y que slo como tal se convierte en ob-
sas que han dado lugar al fracaso de los esfuerzos de los va- jeto de ayuda y proteccin. Los "ojos implorantes" del nio man-
riados comits y organismos mediante los cuales los Estados, ds, cuya fotografa se quiere exhibir para obtener dinero, pero
la Sociedad de Naciones y despus la ONU, han tratado de ha- al que "Ya es difcil encontrar todava con vida, constituyen qui-
cer frente al problema de los refugiados y de la salvaguarda de zs el emblema ms pregnante de la nuda vida en nuestro tiem-
168 169
 po, esa nuda vida que las organizaciones humanitarias necesi- lencia pasa a ser las maisons donde cualquier ciudadano puede convo-
tan de manera exactamente simtrica a la del poder estatal. Lo' car pblicamente a cualquier otro para obligarle a satisfacer los propios
humanitario separado de lo poltico no puede hacer otra cosa deseos. No slo la filosofa (Lefort, pp. 100-1) sino tambin, y sobre todo,
que reprQ@_g_r e_[ili"fu~:~agraoasoore-erque la poltica pasan aqu por el tamiz del boudoir; es ms, en el proyecto
se!_u_Eda l~__soberana~.+-eLcampn__de con~il!ri9~jecir de Dolmanc, el boudoir ha sustituido ntegramente a la cit, en una
el e~E~-~~Q_p~rg
. __9,<:_1. ~~S~ESi.9n.b~2,.s~.l.J?_~rJJ:.~igp~-~iopoltico
-- --~
dimensin en que pblico y privado, nuda vida y existencia poltica se
que. no_~CQ11Slgl.l~ ;>l.Jper.a.r~ intercambian los papeles.
-seir:upone desligar resueltamente el concepto de refugiado La importancia creciente del sadomasoquismo en la modernidad tiene
(y la figura de vida que representa) del de los derechos del su ~az en este intercambio, puesto~~L0!:22!!!i:!.QgUlsmo es, preCisa-
hombre y tomar en serio la tesis de H. Arendt que vinculaba la
suerte de los derechos a la del Estado-nacin moderno, de tal
forma que el ocaso y la crisis de ste suponen necesariamen-
te que aqullos queden anticuados. Hay gue considerar al re-
---
me-nte, es~ tcnica de la sexualidad que consiste en hacer surgir en fjpart-
ner la nuda vida. Sade, adems, no slo evoca conscientemente su ana-
loga con el poder soberano (..il n'est point d'homme. -escribe- qui ne
veuille etre despote quand il bande) sino que tagJ.bin encontramos aqu
~.,.....~...,...,-,~.....,._,-..,..,..m.w-

fugiado como lo qu~verdad es, es de<;_ir, nada menos que la simetraentre horno sacerysoberano.enla complicidad que liga alma~
un coepr~r~~~q::~.Eo~en crisis radic~~~~~.5~ soq~JstI~~~:;:I~:-~i~!i~~~z~~L~~~;;L~g~:---~-~------
damentales del Estado-naciD:J!esae eCie.io...uacimiento-na- La actualidad de Sade no consiste en haber anunciado por anticipado
cinafeXo hombre-ciudadano, y permite as despejar el te- el primado impoltico de la sexualidad en nuestro impoltico tiempo; por el
rreO para un~..E~~~~~si2!L.<=.J&9rial.SJll~.Ya .119. ad_mi.te.~n contrario-;Sti autntica moaernidd7eSidee~hab~;:"~;j;~~;tdeicro1
al~~~~~~~~~!.S.!~S..3.JJP:~. . P~l!~~S~.-~.l!~q~~_J~..!:~9"~ ':!.9~~de comparaBTeerslgmfiCadoabS~te poltico (es decir, biopoltico..)
estar separada y exceptuada en el ~enodel o~ci.~..~~tatal, aune,~ de .lasexualidid-ycieT~-~i~~;"~iCTa'fi~igic~;Ar~~Cie:ei'ro~t~fill;;
que sea a travs de la figura 'de 1()$ ''de'rech~~- del hombre. p~s-aeCOfiCeffacrolieSirsi&O';~er~~cter totalitario de la~~i
zacin de la vida en el castillo de Silling, con sus minuciosos reglamen-
X El panfleto Fran(ais, encare un e(fort si vous voulez efre. rpubli- tos que no dejan fuera ningn as12ecto ~_(ni_~!~~
cainsgll_~,_enJ]lJ@WJ_hj.eJians.Je ba.udillr....S.ade hace leer al lihectino la funcin digestiva, obsesivamente codificada y hecha pblica), tiene su
Dolmanc, es el primero y, quizs el ms radical manifiesto biopoltico raz-~~I-h~~~2ll?llm~E~L!:~~Ji~~~!do_p!2I:?~
deTallodernidad. En el momento mismo en que la revoluci~del cifl: norm~y C0~5:!U'm~~.iLd~-~~}'l!~na, fun~ada~ni
nacTmk~t;- -e;-ci~cir, de la nuda vida- el fundamento de la soberana y camente sobre la nuda vida
..
.
..,~""""'--"~""''""'~"'""'-'4--,.....,.,..,_~-- ,.t'

de los derechos, Sade pone en esc~na (en toda su obra y, en particular,

en las 120 journes de Sodome) ~!.t~~Cl_f!!:!:!!!:Pglif!<t:':.'!!52}.!!.2J~![O _d~Ja
nuda vida, en que, por me_?~?.c:I.~Ja.:.~~:X.~Jiga._d1J~2!2Ei.a.~~~da fisiolgi-
ca-de.1os-cuer)os se f);~s;nt~ como elemento J20ltico_puro. ~~~"ln-
guna -;tr; ~;~; ;~-t;~,;~plf~;-i;';~~i~di~i~' d~l. si~~ificado poltico
de su proyecto como en este Pamphlet, en que el lugar poltico por exce-

170 171
 par~-~:T!~a~_l~impufljJ?lJi..c!,~Lg~L~>ll,icidio,. ~in~ng se i~na
a concebirlo com<2 . e_J<:pg~i9n.~te.Ja~s.oberania.s;L~.l!.Q.!nRr~.-~~vo
sobre su propi<t existencia. Puesto que el suicidio -argumen-
ta- no se deja comprender ni como un delito (por ejemplo, co-
mo una violacin de un cierto tipo de obligacin con respec-
to a uno mismo), y puesto que, por otra parte, no puede tampoco
ser considerado como un acto jurdicamente indiferente, "no le
queda al derecho otra posibilidad que considerar al hombre vi-
vo como soberano de la propia existencia (als Souveran ber
sein Dasein} (Binding, p. 14). La soberana del viviente sobre
s mismo c:2.!!figura, como la decisin sober~-!J.~.~bre el e~ta
do""Cieexcepcin, un umbral de indiscernibilidad entre exte-
riorHad'"eilterionCI[~"qe ~r~~~~~~il~ton_?_Eue~~an
to, nteXC~\!if~..!1lQJ:.2bl!2i[R!_lj Qermitif (etord~namientO
jur?i.~~~~ili.~!?~.~~!i!lB:""~QR.Qrt<.t~bJ.,cto_a..p.esar.de.Jii!l9Ja:
bles5?1}~~5l},<;.l}~pe tie~ para l. No considera que teoga
el poderd~J2IQhibirlo,) (ibd.).
De (;;1:~ .particular soberana del hombre sobre la propia exis-
3. VIDA QUE NO MERECE VIVIR tencia, Binding infiere, sin embargo, -y sta es la segunda y
ms urgente razn dep,uestro inters-la necesidad de au~ori- .
3.1. En 1920 Flix Meiner, que era ya entonces uno de los zar . la supresin de la vida indigna de ser vivida". El hecho de
ms acreditados editores alemanes de ciencias filosficas, pu- que con esta inquietante expresin Binding designe simple-
blic una plaquette gris azulada que llevaba el ttulo: Die Frei- mente el problema de la licitud de la eutanasia no debe hacer
gabe der Vernichtung lebensunwerten Lebens (La autorizacin que se minusvaloren la novedad y la importancia decisiva del
para suprimir la vida indigna de ser vivida). Los autores eran concepto que aparece de este modo en la escena jurdica eu-
Karl Binding, un estimado especialista de derecho penal (un ropea: la vida que no merece ser vivida (o vivir, segn el po-
encarte pegado en el ltimo minuto a la segunda de cubierta sible significado literal de la expresin alemana lebensunwer-
informaba a los lectores que, habiendo muerto durante la im- ten Leben), junto a su correlato implcito y ms familiar: la vida
presin el doct. iur. et phil., ste deba ser considerado SU l- digna de ser vivida (o vivir). La estructura biopoltica funda-
timo acto por el bien de la humanidad..) y Alfred Hoche, un mental de la modernidad -la decisin sobre el valor (o sobre
profesor de medicina que se haba ocupado de cuestiones re- el disvalor) de la vida como tal- encuentra, pues, su primera
lativas a la tica de esta profesin. articulacin jurdica en un Pamphlet bienintencionado a favor
El libro nos interesa aqu por dos razones. La primera es que de la eutanasia.
172 173
 X No sorprende que el ensayo de Binding despertara la curiosidad de de batalla cubierto de millares de cuerpos jvenes sin vida, o una mi-
Schmitt, que lo cita en su Tbeorie des Partisanen en el contexto de una , na en donde una catstrofe ha producido la muerte de centenares de
crtica a la introduccin del concepto de valor en el derecho. Quien trabajadores laboriosos, y representmonos al mismo tiempo nuestras
determina un valor -escribe- fija siempre eo ipso un no valor. El sentido instituciones para deficientes mentales (Idiotennstituten) y los cuida-
de esta determinacin de un no valor es la supresin del no valor dos que prodigan a sus pacientes: no se podr evitar la conmocin an-
(Schmitt 5, p. 85). El autor emparenta las teoras de Binding sobre la vida te este siniestro contraste entre el sacrificio del bien humano ms pre-
que no merece vivir con la tesis de Rickert, segn la cual la negacin es ciado, por una parte, y el enorme cuidado que, por otra, se prodiga a
el criterio para establecer si algo pertenece al mbito del valor y "el ver- unas existencias que no slo carecen en absoluto de valor alguno (wer-
dadero acto de valoracin es la negacin. Schmitt no parece darse cuen- tlosen), sino que, incluso, han de ser valoradas negativamente (Bin-
ta aqu de hasta qu punto la lgica del valor por l criticada se parece ding, pp. 27-29).
a la de su teora de la soberana, en que la verdadera vida de la regla es
la excepcin. El concepto de Vida sin valor, (o indigna de ser vivida) se
aplica ante todo a los individuos que, a consecuencia de en-
3.2. El concepto de Vida indigna de ser vivida, es esencial fermedades o heridas deben ser considerados "perdidos sin po-
para Binding, porque le permite encontrar una respuesta a la sibilidad de curacin, y que, en plena consciencia de sus con-
interrogacin jurdica que pretende formular: La impunidad de diciones, desean absolutamente la "liberacin, (Binding se sirve
la supresin de la vida debe quedar limitada, como en el de- del trmino Erlsung, que pertenece al vocabulario religioso y
recho actual (excepcin hecha del estado de necesidad) al sui- significa, entre otras cosas, redencin) y han manifestado de
cidio, o bien debe extenderse al matar a terceros?". La solucin una u otra forma ese deseo. Ms problemtica es la condicin
del problema depende, en realidad, segn Binding, de la res- del segundo grupo, constit,.,do por los idiotas incurables, tan-
puesta que se d a la pregunta: "Existen vidas humanas que to en el caso de que lo sean por nacimiento, como en el de los
hayan perdido hasta tal punto la calidad de bien jurdico, que su que hayan llegado a esa situacin en la ltima fase de su vida,
continuidad, tanto para el portador de la vida como para la so- como, por ejemplo, los enfermos de parlisis progresiva". Es-
ciedad, pierde asimismo de forma duradera cualquier valor?". tos hombres -escribe Binding- no tienen ni la voluntad de vi-
vir ni la de morir. Por una parte, no pueden dar su consenti-
Quien formula seriamente esta pregunta (prosigue Binding) se da miento, al menos de forma verificable, a que se les d muerte;
cuenta con amargura de qu forma tan irresponsable solemos tratar las pero, por otra, sta no choca con una voluntad de vivir que
vidas ms ricas de valores (wertvollsten Leben) y colmadas de la ma- deba ser superada. Su vida carece absolutamente de objetivo,
yor voluntad y fuerza vital, y con cuntos cuidados -a menudo inti- pero ellos no la sienten como intolerable." Incluso en este ca-
les del todo--, con cunta paciencia y energa nos aplicamos, por el so, Binding no atisba razn alguna "ni jurdica, ni social, ni re-
contrario, a mantener en existencia vidas que ya no son dignas de ser ligiosa, para no autorizar que se d muerte a estos hombres,
vividas, hasta que la misma naturaleza, muchas veces con cruel tar- que no son otra cosa que la espantosa imagen invertida ( Ge-
danza,Jas priva de la posibilidad de continuar. Imagnese un campo genbild) de la autntica humanidad,, (ibd., pp. 31-32). En cuan-

174 175
to al problema de la competencia para decidir sobre quin dejado de ampliarse en la historia de Occidente y se halle pre-
puede autorizar la supresin, Binding propone que la iniciativa , sente hoy necesariamente -en el nuevo horizonte biopoltico
de la peticin corresponda al propio enfermo, en el caso en que de los estados nacionales soberanos- en el interior de cada vi-
pueda hacerlo, o bien a un mdico o a un pariente prximo, y da humana y de cada ciudadano. La nuda vida ya no est con-
que la decisin ltima sea competencia de una comisin estatal finada en un lugar particular o en una categora definida, sino
compuesta por un mdico, un psiquiatra y un jurista. que habita en el cuerpo biolgico de todo ser vivo.

3.3. No nos proponemos tomar aqu posicin sobre el dif- 3.4. Durante el proceso de los mdicos en Nremberg, un
cil problema tico de la eutanasia, que incluso hoy sigue di- testigo, el doctor Fritz Mennecke refiri haber odo a los doc-
vidiendo las opiniones y, en algunos pases, ocupa un lugar tores Hevelmann, Bahnen y Brack, durante una reunin reser-
considerable en el debate meditico, ni nos interesa tampoco vada en Berln en febrero de 1940, comunicar que el Gobier-
la radicalidad con que Binding toma posicin a favor de su no del Reich acababa de aprobar una disposicin que autorizaba
admisibilidad generalizada. Ms interesante es, en nuestra pers- ..la eliminacin de la vida indigna de ser vivida" con particular
pectiva, el hecho de que la soberana del hombre sobre su vi- referencia a los enfermos mentales incurables. La informacin
da tenga su correspondencia inmediata en la fijacin de un no era del todo exacta, porque Hitler haba preferido, por va-
umbral ms all del cual la vida deja de revestir valor jurdico rias razones, no dar una forma legal explcita a su programa&~
y puede, por tanto, ser suprimida sin cometer homicidio. La eutanasia; pero es cierto que la reaparicin de la frmula acu-
nueva categora jurdica de Vida sin valor" (o "indigna de ser ada por Binding para conferir ciudadana jurdica a la muer-
vi~da) se corresponde puntualmente, aunque. en una direc~ . ~~ graciosa" ( Gnadentod, segn un eufemismo corriente entre .
cin diversa, por lo menos en apariencia, con la nuda vida del los funcionarios sanitarios del rgimen) coincide con un cam-
horno sacer y puede ser ampliada mucho ms all de los l- bio decisivo en la biopoltica del nacionalsocialismo.
mites imaginados por Binding. No hay motivo para dudar de que las razones ..humanitarias"
Es como si toda valorizacin y toda politizacin" de la vida que empujaron a Hitler y Himmler a elaborar inmediatamente
(tal como est implcita, en el fondo, en la soberana del indi- despus de la toma del poder un programa de eutanasia fue-
viduo sobre su propia existencia) implicase necesariamente una ran de buena fe, como de buena fe actuaban ciertamente, des-
nueva decisin sobre ese umbral ms all del cual la vida de- de su punto de vista, Binding y Hoche al proponer el concep-
ja de ser polticamente relevante, y no es ya ms que Vida sa- to de Vida indigna de ser vivida". Por motivos varios, entre los
grada" y, como tal, puede ser eliminada impunemente. Toda cuales la oposicin, que se dio por descontada desde el prin-
sociedad fija este lmite, toda sociedad -hasta la ms moder- cipio, de los ambientes eclesisticos, el programa tuvo un es-
na- decide cules son sus ..hombres sagrados". Es posible, in- caso cumplimiento, y slo a principios de 1940 Hitler conside-
cluso, que este lmite, del que dependen la politizacin y la ex- r que no poda retrasarse indefinidamente. La puesta en prctica
ceptio de la vida natural en el orden jurdico estatal, no haya del Euthanasie Programm fr unheilbaren Kranken se produ-
176 177
 :~

jo, pues, en unas condiciones -al igual que la economa de 1 3.5. Se ha intentado atribuir la tenacidad con que Hitler qui-
guerra y la multiplicacin de los campos de concentracin pa-' so llevar a cabo su Euthanasie-Programm en circunstancias tan
ra judos y otros indeseables- que podan favorecer errores y poco favorables, a los principios eugensicos que guiaban la
abusos. Sin embargo, la transformacin inmediata (en el trans- biopoltica nacionalsocialista. Pero desde un punto de vista es-
curso de los quince meses que dur, hasta que, en agosto de trictamente eugensico no haba una necesidad particular de
1941, Hitler decidi ponerle fin por las crecientes protestas la eutanasia: no slo las leyes sobre prevencin de enferme-
de obispos y familiares) de un programa tericamente huma- dades hereditarias y sobre la proteccin de la salud heredita-
nitario en una operacin de exterminio masivo, no dependi ria del pueblo alemn representaban ya una tutela suficiente,
exclusivamente en modo alguno de las circunstancias. El nom- sino que los enfermos incurables incluidos en el programa, ni-
bre de Grafeneck, la pequea ciudad de Wrtemberg en la que os y viejos en gran parte, no estaban, en todo caso, en con-
operaba uno de los centros principales, ha quedado tristemente diciones de reproducirse (desde un punto de vista eugensico,
ligado a esos sucesos; pero existan instituciones anlogas en lo importante. no es obviamente la eliminacin del fenotipo, si-
Hadamer (Hesse), Hartheim (cerca de Linz) y otras localidades no slo la del patrimonio gentico). Por otra parte, no consta
del Reich. Las declaraciones de los acusados y de los testigos en modo alguno que el programa estuviera ligado a conside-
del proceso de Nremberg nos informan con suficiente preci- raciones de ndole econmica: por el contrario, constituy una
sin de la organizacin del programa en Grafeneck. El centro carga organizativa no desdeable en un momento en que la
reciba cada da a cerca de 70 personas (en edades compren- maquinaria pblica se hallaba totalmente empeada en el es-
didas entre los 6 y los 93 aos) elegidas entre enfermos men- fuerzo de guerra. Por qu entonces Hitler, a pesar de ser per-
tales incurables que se encontraban distribuidos en los diver- fectamente consciente de la impopularidad del programa, qui-
sos manicomios alemanes; Los doctores Schumann y Baumhardt, so llevar~41 cabo a toda costa?
que eran los responsables de la aplicacin del programa en No queda otra explicacin que la de que bajo la apariencia
Grafeneck, realizaban una visita sumaria a los enfermos y de- de un problema humanitario, lo que en el programa estaba en
cidan si reunan o no los requisitos exigidos por tal programa. juego era el ejercicio, en el horizonte de la nueva vocacin bio-
En la mayor parte de los casos, s~ mataba a los enfermos den- poltica del Estado nacionalsocialista, del poder de decisin so-
tro de las 24 horas siguientes a su llegada a Grafeneck. Se les berano sobre la nuda vida. La "vida digna de ser vivida no es
suministraba primero una dosis de 2 cm. de Morfina-Escapo- -como resulta evidente- un concepto poltico referido a los le-
lamina y despus se los introduca en una cmara de gas. En gtimos deseos y expectativas del individuo: es, ms bien, un
otras instituciones (por ejemplo en Hadamer), se quitaba la vi- concepto poltico en el que lo que se pone en cuestin es la
da a los enfermos con una fuerte dosis de Luminal, Veronal y metamorfosis extrema de la vida eliminable e insacrificable del
Morfina. Se calcula que de esta manera fueron eliminadas cer- 1 hamo sacer, en la que se funda el poder soberano. Si la euta-
ca de 60.000 personas. nasia se presta a esta transformacin, se debe a que su aplica-
cin pone a un hombre ante la situacin de tener que separar
1 en otro hombre la zoe del bos y de aislar, pues, en l algo si.,

178 179

1
 milar a la nuda vida, una vida a la que puede darse muerte im- lo sean explicables por el contexto sociopoltico en que aqul
punemente. Pero, en la perspectiva de la biopoltica moderna,' se inscriba.
tal vida se sita en cierto modo en la encrucijada entre la de- Los mdicos Karl Brand y Viktor Brack que, como responsa-
cisin soberana sobre esa vida suprimible impunemente y la bles del programa, fueron condenados a muerte en Nremberg,
asuncin del cuidado del cuerpo biolgico de la nacin, y se- declararon, despus de la condena, que no se sentan culpa-
ala el punto en que la biopoltica se tansforma necesariamente bles, porque el problema de la eutanasia volvera a plantearse
en tanatopoltica. de nuevo. La exactitud de la prediccin poda darse por des-
Aqu se ve bien cmo el intento de Binding de transformar contada; ms interesante es, empero, preguntarse cmo fue po-
la eutanasia en un concepto jurdico-poltico (la Vida indigna sible que, cuando los obispos pusieron el programa en cono-
de ser vivida ..) tocaba una cuestin crucial. Si el soberano, en cimiento de la opinin pblica, no se registraran protestas por
cuanto decide sobre el estado de excepcin, ha dispuesto des- parte de las organizaciones mdicas. Y, sin embargo, no slo
de siempre del poder de decidir cul es la vida a la que puede el programa de eutanasia contradeca el pasaje del juramento
darse muerte sin cometer homicidio, en la poca de la biopo- de Hipcrates que reza no dar a ningn hombre un veneno
ltica este poder tiende a emanciparse del estado de excepcin mortal, aunque me lo pida .. , sino que, al no haberse promul-
y a convertirse en poder de decidir sobre el momento en que gado ninguna disposicin legal que asegurara la impunidad,
la vida deja de ser polticamente relevante. Cuando la vida se los mdicos que participaban en l podran encontrarse en una
convierte en el valor poltico supremo, no slo se plantea, co- situacin jurdica delicada (esta ltima circunstancia dio lugar,
mo sugiere Schmitt, el problema de su disvalor, sino que todo consecuentemente, a protestas de juristas y abogados). El he-
se desarrolla como si en esta decisin estuviera en juego la con- cho es que el Reich nacionalsocialista seala el momento en
sistencia ltima del poder soberano. En la biopolti moder- que la integracin de medicina y poltica,, que es . .yno de los
na, soberano es aquel que decide sobre el valor o disvalor de caracteres esenciales de la biopoltica moderna, comienza a
la vida en tanto que tal. La vida que, por medio de las decla- asumir su forma acabada. Y esto implica que la decisin so-
raciones de derechos, haba sido investida como tal con el prin- berana sobre la nuda vida se desplaza, desde motivaciones y
cipio de soberana, pasa a ser ahora ella misma el lugar de una mbitos estrictamente polticos, a un terreno ms ambiguo, en
decisin soberana. El Fhrer representa precisamente la vida que mdico y soberano parecen intercambiar sus papeles.
misma en cuanto decide sobre la efectiva consistencia biopo-
ltica de sta. Por eso su palabra, segn una teora cara a los
juristas nazis, sobre la cual tendremos ocasin de volver, es in-
mediatamente ley. Y por eso el problema de la eutanasia es
especficamente moderno, un problema que el nazismo, como
primer Estado radicalmente biopoltico, no poda dejar de plan-
tear. Y sta es tambin la razn de que algunos de los aparen-
tes desvaros y contradicciones del Euthanasie-Programm s-
180 181
 -T
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En los siglos que nos han precedido -escribe Reiter- los grandes con-
flictos entre los pueblos han sido causados en mayor o menor medida
por la necesidad de garantizar las posesiones del Estado (entendemos
aqu con la palabra posesiones" no slo el territorio del pas, sino tam-
bin los contenidos materiales). El temor a que los Estados vecinos se
agrandaran territorialmente ha sido as a menudo la causa de estos con-
flictos, en los que no se tena en cuenta a los individuos, considerados,
por as. decirlo, como parte de los medios necesarios para realizar los
fines perseguidos.
Slo a principios de nuestro siglo se ha llegado, en Alemania, ba-
sndose inicialmente en teoras de cuo netamente liberal, a tomar en
consideracin el valor de los hombres y a definirlo; definicin que, por
supuesto, no poda basarse entonces ms que en las formas y los prin-
cipios liberales que dominaban la economa ... As, mientras Helferich
ha estimado en 310 mil millones de marcos la riqueza nacional alema-
na, Zahn ha hecho observar que, al lado de esta riqueza material exis-
te una riqueza viviente" valorable en 1.061 miles de millones de mar-
cos (Verschuer 1, p. 31).
4. POLTICA, ES DECIR DAR FORMA A LA VIDA DE UN PUEBLO"
Lct gran !fO~dad del nacionalsocialismo consiste, segn Rei-
4.1. En 1942 el Insttut Allemand de Pars decidi difundir ter, en el hecho de que es este patrimonio viviente el que pa-
una publicacin destinada a informar a los amigos y aliados sa a ocupar ahora el primer plano en los intereses y en los cl-
franceses sobre el carcter y los mritos de la poltica nacio-
1 culos del Reich y se convierte en la base de una nueva poltica,
nalsocialista en materia de salud y de eugenesia. El libro, que que comienza por establecer "el balance de los valores vivos
recoge intervenciones de los ms prestigiosos especialistas ale- de un pueblo, (ibd., p. 34) y se propone asumir el cuidado del
manes en este mbito (como Eugen, Fischer y Ottmar von Ver- . cuerpo biolgico de la nacin (ibd., p. 51):
schuer) y de los ms altos responsables de la poltica sanitaria
del Reich (como Libero Conti y Hans Reiter) lleva el significa- Nos estamos aproximando a una sntesis lgica de la biologa y de la
tivo ttulo tat et sant (Estado y salud) y es quizs, entre las economa ... La poltica tendr que estar en condiciones de realizar de
publicaciones oficiales o semioficiales del rgimen, aqulla en manera cada vez ms precisa esta sntesis, que hoy apenas est en los
que la politizacin (o el valor poltico) de la vida biolgica y inicios, pero que permite ya reconocer, como un hecho ineluctable, la
la transformacin de la totalidad del horizonte poltico que im- interdependencia de estas dos fuerzas (ibd., p. 48).
plica, son examinados del modo ms explcito.
182 11- 183

1
 T
!

A partir de ah, se produce una transformacin radical de tropologa Kaiser Wilhelm de Berln) muestra ms all de cual-
significado y de las tareas de la medicina, que se integra cada quier duda que es precisamente la investigacin gentica de la
vez ms estrechamente en las funciones y en los rganos del poca, con el descubrimiento de la localizacin de los genes
Estado: en los cromosomas (esos genes que, como escribe Fischer, ,,es-
tn ordenados en los cromosomas como las perlas de un co-
Si el economista y el comerciante son responsables de la economa llar) la que ofrece la estructura conceptual que sirve de refe-
de los valores materiales, de la misma manera el mdico es responsa- rencia para la ideologa nacionalsocialista. La raza -escribe
ble de la economa y de los valores humanos ... Es indispensable que Fischer- no est determinada por el ensamblaje de una u otra
el mdico colabore en una economa humana racionalizada, que ve caracterstica que sea posible medir, con ayuda por ejemplo de
en el nivel de la salud del pueblo la condicin del rendimiento econ- la escalade colores ... La raza es herencia gentica y nada ms
mico ... Las oscilaciones de la sustancia biolgica y las del balance ma- que herencia (Verschuer 1, p. 84). No asombra, pues, que los
terial son, en general, paralelas (ibd., p. 40). estudios de referencia, tanto para Fischer como para Verschuer,
fueran los experimentos de Margan y Haldane con la Droso-
Los principios de esta nueva biopoltica estn dictados por la phila y, ms en general, los trabajos de la gentica anglosajo-
eugenesia, entendida como ciencia de la herencia gentica de na que llevaron, en los mismos aos, a la constitucin de un
un pueblo. Foucault ha investigado la importancia creciente mapa del cromosoma X en el hombre y a la primera identifi-
que asume, a partir del siglo XVIII, la ciencia de la polica, que, cacin fiable de las predisposiciones patolgicas hereditarias.
con De Lamare, Frank y Von Justi, se propone como objetivo La novedad es, sin embargo, que tales conceptos no son tra-
explcito el cuidado de la poblacin en todos sus aspectos (Fou- tados como criterios externos (aunque sean vinculantes) de una
calt 3, pp. 150-61). A partir de finales del siglo XIX, es la obra decisin poltica: son, ms bien, inmediatamente polticos co-
de Galton la que ofrece el marco terico en el que la ciencia de mo tales. As, el concepto de raza es definido, de acuerdo con
la polica, convertida ahora en biopoltica, est llamada a de- las teoras genticas de la poca, como un grupo de seres hu-
senvolverse. Es importante hacer notar que, contrariamente a manos que presentan una cierta combinacin de genes homo-
un difundido prejuicio, el nazismo no se limit simplemente cigticos que faltan en los otros grupos (ibd., p. 88). Tanto Fi-
a utilizar y a distorsionar para sus propios fines polticos los scher como Verschuer saben bien, no obstante, que una raza
conceptos polticos que le eran necesarios; la relacin entre la pura, en el sentido de esta definicin, es prcticamente impo-
ideologa nacionalsocialista y el desarrollo de las ciencias so- sible de identificar (en particular, ni los judos ni los alemanes
ciales y biolgicas del momento, en particular el de la genti- -Hider es perfectamente consciente de ello tanto cuando escri-
ca, es ms ntimo y complejo y, a la vez, ms inquietante. Una be Mein Kampf, como en el momento en que decide la solu-
simple ojeada a las intervenciones de Verschuer (que, por sor- cin final- constituyen en sentido propio una raza). El trmino
prendente que pueda parecer, sigui enseando gentica y an- racismo (si se entiende por raza un concepto estrictamente bio-
tropologa en la Universidad de Frncfort incluso despus de lgico) no es pues la calificacin ms correcta para la biopol-
la cada del III Reich) y de Fischer (director del Instituto de An- tica del III Reich: sta se mueve ms bien teniendo a la vista un

184 185
 horizonte en que ..e} cuidado de la vida, heredado de la cien- del Fhrer significan que todo acto poltico del Estado nacionalsocia-
cia de la polica del siglo xvm, se absolutiza y se funde con preo.! lista sirve a la vida del pueblo ... Hoy sabemos que la vida de un pue-
cupaciones de orden propiamente eugentico. Al distinguir en- blo slo se garantiza si se conservan las cualidades raciales y la salud
tre poltica (Politik) y polica (Polizei), Von Justi asignaba a la hereditaria del cuerpo popular (Volksk6rper) (Verschuer 2, p. 5).
primera una tarea puramente negativa (la lucha contra los ene-
migos exteriores e interiores del Estado) y a la segunda una ta- El nexo establecido por estas palabras entre poltica y vida
rea positiva (el cuidado y el crecimiento de la vida de los ciu- no es (segn una difundida y completamente inadecuada in-
dadanos). La biopoltica nacionalsocialista (y, con ella, buena terpretacin del racismo) una relacin puramente instrumen-
parte de la poltica moderna, incluso fuera del III Reich) no es tal, como si la raza fuese un simple dato natural que basta con
comprensible a no ser que se advierta que implica la desapari- salvaguardar. La novedad de la biopoltica moderna e::,~ en ri-
cin de la distincin entre esos dos trminos: la polica se hace gor, que el dato biolgico es, como tal, inmediatamente polti-
ahora poltica y el cuidado de la vida coincide con la lucha con- co y viceversa. Poltica -escribe Verschuer-, es decir dar forma
tra el enemigo ...La revolucin nacionalsocialista -se lee en la a la vida del pueblo (Politik, das heisst die Gestaltung des Le-
introduccin a tat et sant- quiere apelar a las fuerzas que bens des Vlkes) (ibd., p. 8). La vida que, con las declaracio-
tienden a la exclusin de los factores de degeneracin biol- nes de derechos haba pasado a ser el fundamento de la so-
gica y al mantenimiento de la salud hereditaria del pueblo. Pre- berana, se convierte ahora en el sujeto-objeto de la poltica
tende, pues, fortalecer la salud del conjunto del pueblo y elimi- estatal (que se presenta, por tanto, cada vez ms como .. poli-
nar las influencias nocivas para el completo desarrollo biolgico ca); pero slo un Estado ntimamente fundado en la vida mis-
de la nacin. Los problemas tratados en este libro no se refie- ma de la nacin poda reconocer como su propia vocacin do-
ren a un solo pueblo; las cuestiones que aqu seplantean son minante la formacin y d cuidado del cuerpqpopular.
de una importancia vital para el conjunto de la civilizacin eu- De ah la aparente contradiccin en virtud de la cual un da-
ropea. Slo en esta perspectiva adquiere todo su sentido el ex- to natural tiende a presentarse como objetivo poltico. La he-
terminio de los judos, en el que polica y poltica, motivos eu- rencia biolgica -:-prosigue Verschuer- es, sin duda, un desti-
gensicos y motivos ideolgicos, cuidado de la salud y lucha no: mostremos, pues, que sabemos ser dueos de este destino,
contra el enemigo se hacen absolutamente indiscernibles. en cuanto consideramos esa herencia biolgica como la tarea
que nos ha sido asignada y que debemos cumplir. Esta con-
versin en tarea poltica de la propia herencia natural expresa
4.2. Algunos aos antes, Verschuer haba publicado un opscu- mejor que cualquier otra cosa la paradoja de la biopoltica, la
lo, en el que la ideologa nacionalsocialista encuentra, quizs, necesidad en que sta se encuentra de someter la vida misma
su ms rigurosa formulacin biopoltica. a una incesante movilizacin. El totalitarismo de nuestro siglo
tiene su fundamento en esta identidad dinmica de vida y po-
El nuevo Estado no conoce otra tarea que el cumplimiento de las ltica, y, sin ella, sigue siendo incomprensible. Si el nazismo se
funciones necesarias para la conservacin del pueblo. Estas palabras nos presenta todava como un enigma y si su afinidad con el

186 187
estalinismo (sobre la que tanto ha insistido H. Arendt) perma- El sentido de todas estas leyes no se entiende, ni tampoco la
nece an inexplicada es porque hemos omitido situar el fen-' rapidez con que fueron promulgadas, si se las confina al m-
meno totalitario globalmente considerado en el horizonte de la bito eugensico. Lo decisivo es que tuvieran para los nazis un
biopoltica. Cuando vida y poltica, divididas en su origen y ar- carcter inmediatamente poltico. Como tales, esas medidas le-
ticuladas entre s a travs de la tierra de nadie del estado de gislativas son inseparables de las leyes de Nremberg sobre la
excepcin, en el que habita la nuda vida, tienden a identifi- "ciudadana del Reich, y sobre la proteccin de la sangre y del
carse, toda vida se hace sagrada y toda poltica se convierte en honor alemanes, mediante las cuales el rgimen transform a
excepcin. los judos en ciudadanos de segunda clase, prohibiendo, entre
otras cosas, el matrimonio entre ellos y los ciudadanos de ple-
no derecho y estableciendo, adems, que tambin los ciuda-
4.3. Slo desde esta perspectiva se entiende por qu entre danos de sangre aria deban mostrarse dignos del honor ale-
las primeras leyes dictadas por el rgimen nacionalsocialista fi- mn (dejando pender implcitamente sobre cualquiera la
guran precisamente las relativas a la eugenesia. El 14 de julio posibilidad de la desnacionalizacin). Las leyes sobre la dis-
de 1933, pocas semanas despus del ascenso al poder de Hit- criminacin de los judos han monopolizado de manera casi
ler, se promulg la ley para la "prevencin de la descendencia exclusiva la atencin de los estudiosos de la poltica racial del
hereditariamente enferma, que estableca que "el que est afec- Tercer Reich; pero su plena comprensin slo es posible si se
tado por una enfermedad hereditaria puede ser esterilizado me- sitan en el contexto general de la legislacin y de la praxis
diante una operacin quirrgica, cuando haya una alta proba- biopoltica del nacionalsocialismo. stas no se agotan en las le-
bilidad, segn la experiencia de la ciencia mdica, de que sus yes de Nremberg ni en la deportacin a los campos, ni si-
descendientes sufran grandes transtornos hereditarios del <::uer- <~ quiera en la "solucin finak tales acontecimientos decisivos de . ~,
po o de la mente". El 18 de octubre de 1933 fue promulgada nuestro siglo tienen su fundamento en la asuncin incondicio-
la ley para la "proteccin de la salud hereditaria del pueblo ale- nada de una tarea biopoltica, en que vida y poltica se identi-
mn", que extenda la legislacin eugensica al matrimonio, es- fican (poltica, es decir el dar forma a la vida del pueblo>.), y
tableciendo que ningn matrimonio puede celebrarse: 1) cuan- slo si se restituyen a su contexto humanitario" es posible apre-
do uno de los prometidos sufra una enfermedad contagiosa ciar plenamente su inhumanidad.
que haga temer un dao grave para la salud de su pareja o de Uno de los proyectos propuestos por Hitler durante los lti-
sus descendientes; 2) cuando uno de los prometidos est in- mos aos de guerra muestra hasta dnde estaba dispuesto a
capacitado o se halle temporalmente sometido a tutela; 3) cuan- llegar en relacin con todos los ciudadanos el Reich nazi, cuan-
do uno de los prometidos, sin llegar a estar incapacitado, su- do su programa biopoltico mostr su faz tanatopoltica:
fra una enfermedad mental que haga aparecer el matrimonio
como indeseable para la comunidad nacional; 4) cuando uno Tras un examen radiolgico nacional, el Fhrer recibir una lista de
de los prometidos sufra una de las enfermedades hereditarias todas las personas enfermas, particularmente de las afectadas por dis-
previstas por la ley del 14 de julio de 1933". funciones renales y cardacas. En virtud de una nueva ley sobre la sa-

188 189
 lud del Reich, las familias de esas personas no podrn desarrollar una Ha sido Lvinas en un texto de 1934 que posiblemente sigue constitu-
vida pblica y su reproduccin podr ser prohibida. Lo que vaya a yendo todava hoy la contribucin ms preciosa para una comprensin
ser de ellas, ser objeto de ulteriores decisiones del Fhrer (Arendt del nacionalsocialismo (Quelques rflexions sur la philosophie de l'Hitl-
3, p. 416). risme) el que por primera vez ha puesto el acento sobre las analogas en-
tre esta nueva determinacin ontolgica del hombre y algunas caracters-
X Es justamente esta unidad inmediata de poltica y vida la que per- ticas de la filosofa implcita en el hitlerismo. Mientras el pensamiento
mite iluminar el escndalo de la filosofa del siglo xx: la relacin entre judeocristiano y el liberal se caracterizan por la liberacin asctica del es-
Heidegger y el nazismo. Esta relacin slo asume su significado propio pritu, de los vnculos, de la situacin sensible e histrico-social en que el
si se sita en la perspectiva de la biopoltica (algo que tanto sus detrac- hombre se encuentra en todo momento arrojado, llegando as a distinguir
tores como sus apologistas han omitido realizar). Porque la gran nove- en el hombre y en su mundo un reino de la razn separado del reino del
dad del pensamiento de Heidegger (que en Davos no les pas desaper- cuerpo, que le sigue siendo irreductiblemente extrao, la filosofa hitle-
cibida a los observadores ms atentos, como Rosenzweig y Lvinas) era riana (similar en esto al marxismo) se funda, por el contrario, en la asun-
su resuelto enraizamiento en la facticidad. Como la publicacin de sus cin incondicionada y sin reservas de la situacin histrica, fsica y mate-
cursos de los primeros aos veinte ha puesto de manifiesto, la ontologa rial, considerada como cohesin indisoluble de espritu y cuerpo, naturaleza
se presenta en Heidegger desde el principio como una hermenutica de y cultura. El cuerpo no es slo un accidente, desdichado o dichoso, que
la vida fctica (jaktishes Leben). La estructura circular del Dasein, cuyo nos pone en relacin con el mundo implacable de la materia: su adhe-
ser mismo se juega en sus modos de ser, no es ms que una formaliza- rencia al Yo vale por s misma. Es una adherencia a la cual no es posible
cin de la experiencia esencial de la vida fctica, en la que es imposible escapar y que ninguna metfora puede hacer confundir con la presencia
distinguir entre la vida y su situacin efectiva, entre el ser y sus modos de un objeto exterior; es una unin en la que nada puede alterar el sabor
de ser, y en la que desaparecen todas las. distin~ones de la antropologa trgico de lo definitivo. Este sentimiento de identidad entre el yo y el cuer-
tradicional (como espritu y cuerpo, sensacin y conciencia, yo y mundo, po ... no permite, pues, nunca a los que pretenden fundarse en l, en-
sujeto y propiedades). La categora central de la facticidad no es, en rigor, contrar en el fondo de esa unidad la dualidad que introduce un espritu
para Heidegger (como todava lo era para Husserl) la Zufalligkeit, la con- libre que se debate contra el cuerpo al que ha sido encadenado. Para ellos,
tingencia, en virtud de la cual algo es de un cierto modo y est en un por el contrario, toda la esencia del espritu consiste en este encadena-
cierto lugar, pero podra ser de otra forma y estar en otra parte, sino la miento al cuerpo. Separarlo de las formas concretas donde ya se encuen-
Verfallenheit, el dermmbe, que caracteriza a un ser que es y que tiene tra implicado es traicionar la originalidad del sentimiento mismo del que
que ser sus propios modos de ser. La facticidad no es slo el ser contin- conviene partir. La importancia atribuida a este sentimiento del cuerpo,
gentemente de un cierto modo y el estar en una cierta situacin, sino la con la que el pensamiento occidental no ha querido nunca conformarse,
decidida asuncin de ese modo y de esa situacin, en la que lo que era est en la base de una nueva concepcin del hombre. Lo biolgico con
dotacin (Hingabe) debe ser transformado en tarea (Aujgabe). El Dasein, todo lo que comporta de fatalidad deviene mucho ms que un objeto de
el ser-ah que es su ah, se coloca as en una zona de indiscernibilidad la vida espiritual, deviene su centro. Las misteriosas voces de la sangre,
con respecto a todas las determinaciones tradicionales del hombre, cuyo las llamadas de la herencia y del pasado a las que el cuerpo sirve de enig-
definitivo ocaso sella: mtico vehculo, pierden su naturaleza de problemas sometidos a la so-

190 191
lucin de un Yo soberanamente libre. El Y:o no aporta para resolver todo bre moderno). Lo que se hace, ms bien, es pescar en las aguas turbias
eso otra cosa que las propias incgnitas de esos problemas: est consti- de los "valores y de las "totalidades (Heidegger 3, p. 152).
tuido por ellas. La esencia del hombre no est ya en la libertad, sino en El error del nacionalsocialismo, que ha traicionado su "verdad interna,
una especie de encadenamiento ... encadenado a su cuerpo, al hombre le consistira entonces, en la perspectiva de Heidegger, en haber transfor-
es negado el poder de escapar de s mismo. La verdad ya no es para l la mado la experiencia de la vida fctica en un valor biolgico (y de ah el .
contemplacin de un espectculo ajeno: consiste en un drama en el que desprecio con que Heidegger se refiere a menudo al biologismo de Ro-
el hombre es l mismo actor. El hombre dir su s o su no bajo el peso de senberg). Mientras la contribucin ms distintiva del genio filosfico de
toda su existencia que comporta unos datos de los que ya no es posible Heidegger consiste en haber elaborado las categoras conceptuales que
escapar (Lvinas, pp. 205-7).* impedan que la facticidad se presentara como un hecho, el nazismo ter-
En ninguna parte del texto que, sin embargo, est escrito en un mo- mina por aprisionar la vida fctica en una determinacin racial objetiva,
mento en que la adhesin al nazismo de su maestro de Friburgo era to- abandonando as su inspiracin originaria.
dava una cuestin candente, se menciona el nombre de Heidegger. Pero Pero cul es, ms all de estas diferencias, en la perspectiva que aqu
la nota aadida en 1991, en el momento de su nueva publicacin en los nos interesa, el significado poltico de la experiencia de la facticidad? En
Cahiers de l'Herne no deja dudas en cuanto a la tesis que, en cualquier ambos casos, la vida no tiene necesidad de asumir valores" exteriores a
caso, no le habra escapado a un lector atento, es decir, que el nazismo, ella para hacerse poltica: poltica lo es inmediatamente en su misma fac-
como mal elemental tiene su condicin de posibilidad en la misma filo- ticidad. El hombre no es un viviente que tenga que abolirse o transcen-
sofa occidental y, en particular, en la ontologa heideggeriana: "Posibili- derse para devenir humano, no es una dualidad de espritu y cuerpo, na-
dad que se inscribe en la ontologa del Ser absorbido por la preocupacin turaleza y poltica, vida y logos, sino que se sita resueltamente en una
de ser; del ser "dem es in seinem Sein um dieses Sein selbst geht". zona de indiferencia entre ellos. El hombre no es ya el animal antrop-
No se puede decir de fomm:ms clara que el nazismo arraiga en la mis- . foro", qu~ tenga_ que .transwderse para dar lugar al ser humano: su ser
ma experiencia de la facticidad de que procede el pensamiento de Hei- fctico contiene ya el movimiento que, si es aferrado, le constituye como
degger y que el filsofo, en el Discurso del rectorado, haba compendia- Dasein y, en consecuencia, como ser poltico (.polis significa el lugar, el
do en la frmula querer o no el propio Dasein. Slo esta proximidad Da, donde y como tal el Dasein es en tanto que histrico", ibd., p. 117).
originaria puede hacer comprensible que Heidegger escribiera en el cur- Esto significa, sin embargo, que la experiencia de la facticidad equivale a
so de 1935 sobre Introduccin a la metafsica, estas palabras reveladoras: una radicalizacin sin precedentes del estado de excepcin (con su in-
Lo que hoy se ofrece como filosofa del nacionalsocialismo ... no tiene distincin de naturaleza y poltica, externo e interno, exclusin e inclu-
nada que ver con la verdad interna y la grandeza de este movimiento (es sin), en una dimensin en que el estado de excepcin tiende a conver-
decir, el encuentro entre la tcnica planetariamente determinada y el hom- tirse en la regla. Es como si la nuda vida del horno sacer sobre cuya
separacin se fundaba el poder soberano, deviniera ahora, asumindose
ella misma como tarea, explcita e inmediatamente poltica. Pero esto es
Este texto de Lvinas figura en francs en el original. En este caso, por su tambin precisamente lo que caracteriza el giro biopoltico de la moder-
extensin e importancia, hemos hecho una excepcin con el criterio general
nidad, es decir la condicin en que nos encontramos todava hoy. Y es
de no traducir las muy abundantes citas que figuran en esta obra en su lengua
propia. (N. del T.) en este punto donde el nazismo y el pensamiento de Heidegger divergen

192 193
 de modo radical. El nazismo hace de la nuda vida del horno sacer, defi-
nida en trminos biopolticos y eugensicos, el lugar de una incesante de
cisin sobre el valor y el disvalor, en que la poltica se transmuta perma-
nentemente en tanatopoltica y el campo de concentracin pasa a ser, en
consecuencia, el espacio poltico kat' exocben. En Heidegger, por el con-
trario, el horno sacer, quien en cada uno de sus actos pone siempre en
cuestin la propia vida, deviene el Dasein, al cual le va su ser mismo en su
ser", unidad inseparable del ser y de sus modos, de sujeto y cualidad, de
vida y mundo. Si en la biopoltica moderna la vida es inmediatamente po-
ltica, aqu esta unidad, que tiene ella misma la forma de una decisin irre-
vocable, se sustrae a toda decisin externa y se presenta como un enlace
indisoluble en el que es imposible aislar algo como una nuda vida. En el
estado de excepcin convertido en regla, la vida del horno sacer, que era
la otra cara del poder soberano, se transmuta en una existencia sobre la
cual el poder soberano no parece tener ya dominio alguno.

5. VP

5.1. El15 de mayo de 1941, el Dr. Roscher, que llevaba a ca-

bo desde haca tiempo investigaciones sobre el salvamento a
grandes altitudes, escribi a Himmler para preguntarle si, dada
la importancia que revestan sus experimentos para la vida de
los aviadores alemanes y el peligro mortal que suponan para los
VP (cobayas humanos, Versuchepersonen), y habida cuenta, por
otra parte, de que los experimentos no podan ser realizados
con utilidad en animales, sera posible disponer de . dos o tres
delincuentes profesionales, para proseguir dichos experimen-
tos. La guerra area haba entrado entonces en la fase de vue-
los a gran altura y si, en estas condiciones, la cabina presuri-
zada sufra daos y el piloto deba arrojarse en paracadas, el
peligro de muerte era elevado. El resultado ltimo del inter-

194 195
cambio de cartas entre Roscher y Himrnler (que se ha conser- de los campos, y est comprobado que, en un caso, el VP con-
vado ntegramente) fue la instalacin en Dachau de una cma. . sigui tener una relacin sexual, lo que facilit el proceso de
ra de compresin para continuar los experimentos en un lugar recuperacin). Los experimentos sobre la potabilidad del agua
en que los VP podan encontrarse con particular facilidad. Po- marina se llevaron a cabo entre VP seleccionadas entre los de-
seemos el protocolo (acompaado de fotografas) del experi- tenidos portadores del tringulo negro (es decir gitanos; y es
mento llevado a cabo con una VP juda de 37 aos, de buena justo recordar tambin, junto a la estrella amarilla, este smbo-
salud, bajo una presin correspondiente a 12.000 metros de al- lo del genocidio de un pueblo inerme). Fueron divididos en
titud. Despus de cuatro minutos -leemos-la VP empez a su- tres grupos: uno que simplemente tena que abstenerse de be-
dar y su cabeza se tambaleaba. A los cinco minutos aparecie- ber, otro que slo beba agua de mar y un tercero que beba
ron calambres, y entre los seis y los diez minutos la respiracin agua marina acompaada de Berkazusatz, una sustancia qu-
se aceler y la VP perdi la conciencia; entre los diez y los trein- mica que, segn los investigadores, debera reducir los efectos
ta minutos la respiracin se hizo ms lenta hasta llegar a tres nocivos del agua de mar.
inspiraciones por minuto, cesando finalmente del todo. Al mis- Otro importante sector de experimentacin se centraba en
mo tiempo su coloracin se hizo fuertemente ciantica y apa- la inoculacin de bacterias de la fiebre petequial y del virus
reci espuma en los labios. Sigue el relato de la diseccin del de la hepatitis endmica, en un intento de producir vacunas
cadver para comprobar las eventuales lesiones org~nicas. contra esas dos enfermedades que, en los frentes en que las
En el proceso de Nremberg, los experimentos dirigidos por condiciones de vida eran ms duras, amenazaban de forma es-
mdicos e investigadores alemanes en los campos de concen- pecial la salud de los soldados del Reich. Particularmente fre-
tracin fueron considerados universalmente como uno de los cuente y dolorosa para los pacientes fue la experimentacin
captulos ms infames. en,la historia del rgimen nacionalso- sobre la esterilizacin nQ quirrgica, por medio de sustancias
cialista. Adems de los mencionados sobre el salvamento a qumicas o de radiaciones, destinada a servir a la poltica eu-
grandes altitudes, se realizaron en Dachau experimentos (destina- gensica del rgimen; y, de forma ms ocasional, se intenta-
dos tambin stos a hacer posible el salvamento, en este caso de ron tambin experimentos sobre el transplante de riones, las
marineros y aviadores cados al mar) sobre la posibilidad de so- inflamaciones celulares, etc.
brevivir en aguas heladas y sobre la potabilidad del agua de
mar. En el primer caso, los VP fueron sumergidos en baeras
de agua fra hasta la prdida de conciencia, mientras los in- 5.2. La lectura de los testimonios de los VP sobrevivientes,
vestigadores analizaban cuidadosamente las variaciones de la de los mismos acusados y, en algunos casos, de los protoco-
temperatura corporal y las posibilidades de reanimacin (par- los conservados, es una experiencia tan atroz, que la tentacin
ticularmente grotesco, dentro de este apartado, fue que se ex- de considerar estos experimentos nicamente como actos s-
perimentara tambin la reanimacin denominada por calor ani- dico-criminales que nada tienen que ver con la investigacin
mal, para lo cual los VP fueron colocados en una yacija entre cientfica es muy fuerte. Por desgracia, esto no es posible. Pa-
dos mujeres desnudas, tambin detenidas judas procedentes ra empezar, algunos (no todos desde luego) de los mdicos
196 197
que haban realizado los experimentos eran investigadores bien bo por Goldberger sobre doce presos tambin norteamerica-
conocidos en el seno de la comunidad cientfica: el profesor nos condenados a muerte, a los que se prometi, en el caso
Clauberg, por ejemplo, responsable del programa de esterili- de sobrevivir, una condonacin de la pena. Fuera de los Esta-
zacin, era, entre otras cosas, el inventor del test (denominado dos Unidos, las primeras investigaciones con cultivos del baci-
precisamente de Clauberg) sobre la accin de la progesterona, lo del beri-beri fueron dirigidas por Strong en Manila con conde-
que hasta hace pocos aos era todava de utilizacin corriente nados a muerte (los protocolos de los experimentos no mencionan
en ginecologa; los profesores Schroder, Becker-Freyting y si se trataba o no de voluntarios). La defensa cit, adems, el
Bergblock, que dirigan los experimentos sobre la potabilidad caso del condenado a muerte Keanu (Hawai), a quien se ha-
del agua de mar, gozaban de tan buena reputacin cientfica ba infectado de lepra bajo promesa de gracia y que haba muer-
que en 1948, despus de la condena, un grupo de cientficos to como consecuencia del experimento.
de diversos pases hicieron llegar a un congreso internacional Ante la evidencia de esta documentacin, los jueces tuvieron
de medicina una peticin para que "no fueran confundidos con que dedicar sesiones interminables a la determinacin de los
otros mdicos criminales condenados en Nremberg.. , y durante criterios que podan hacer admisibles los experimentos cient-
el proceso el profesor Vollhardt, que enseaba qumica mdi- ficos con cobayas humanos. El criterio ltimo, que obtuvo el
ca en la Universidad de Frncfort y no era sospechoso de sim- acuerdo general, fue la necesidad de un explcito y voluntario
patizar con el rgimen nazi, declar ante el tribunal que "desde consentimiento por parte del sujeto que deba ser sometido al
el punto de vista cientfico, la preparacin de estos experi- experimento. La prctica habitual en los EE.UU. era en efecto
mentos haba sido esplndida .. , curioso adjetivo si se piensa (como se desprenda de un formulario empleado en el Esta-
que, en el curso del experimento, los VP haban llegado a un do de Illinois, que fue presentado a los jueces) que el conde-
tal grado de ~stracin que por dos veces trataron de sorber nado tena qtlol:~ firmar una declaracin en que, entre otras co-
agua dulce de un trapo de limpiar el suelo. sas, se afirmaba que:
Claramente ms embarazosa es todava la circunstancia (que
se desprende de modo inequvoco de la literatura cientfica pre- Asumo todos los riesgos de este experimento y declaro que libero de
sentada por la defensa y confirmada por los peritos del tribu- toda responsabilidad, incluso en relacin con mis herederos y repre-
nal) de que en nuestro siglo ya se haban llevado a cabo mu- sentantes, a la Universidad de Chicago y a todos los tcnicos e investi-
chas veces y en gran escala experimentos con reclusos y gadores que tomen parte en el experimento, y tambin al Gobierno de
condenados a muerte, en particular en los propios Estados Uni- Illinois, al Director de la penitenciara del Estado y a cualquier otro fun-
dos (el pas del que provenan la mayor parte de los jueces de cionario. Renuncio, en consecuencia, a cualquier reclamacin por da-
Nremberg). As, en los aos veinte, ochocientos detenidos en os o enfermedad, incluso mortal, que puedan derivarse del experi-
las prisiones estadounidenses fueron infectados con el plas- mento.
modio de la malaria en un intento de encontrar un antdoto al
paludismo. Y en la literatura cientfica sobre la pelagra, se han
considerado como ejemplares los experimentos llevados a ca- ! La evidente hipocresa de tal documento no puede dejar de
suscitar perplejidad. Hablar de libre voluntad y de consent-

198
l
1
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t
miento en el caso de un condenado a muerte o de un deteni- tenerlos y justificar su insensatez, (Mitscherlich, pp. 11-12). Co-
do que cumple penas graves es como mnimo discutible. Y es' mo juicio histrico-poltico la observacin es exacta; est claro,
indudable que, incluso si tambin se hubieran encontrado de- sin embargo, que la admisibilidad tico-jurdica de los experi-
claraciones en este sentido firmadas por los recluidos en los mentos no poda depender en modo alguno de la nacionali-
lager, los experimentos no habran podido ser considerados dad de las personas a las que se destinaba la vacuna ni de las
como ticamente admisibles. Lo que el nfasis bienpensante circunstancias en que haban contrado la enfermedad.
sobre la libre voluntad del individuo se niega a ver aqu, es que La nica posicin ticamente correcta habra sido reconocer
el concepto de Consentimiento voluntario aplicado, por ejem- que los precedentes alegados por la defensa eran pertinentes,
plo, a un internado en Dachau, al que se hubiera hecho vis- pero que no disminuan en nada la responsabilidad de los pro-
lumbrar una mejora, por mnima que sta fuera, de sus condi- cesados. Esto habra significado, sin embargo, arrojar una som-
ciones de vida, era algo carente por completo de sentido y que, bra siniestra sobre las prcticas corrientes en la investigacin
por tanto, desde este punto de vista, la inhumanidad de los ex- mdica moderna (desde entonces, se han descubierto casos to-
perimentos era, en los dos casos, sustancialmente equivalente. dava ms clamorosos de experimentos masivos llevados a ca-
Tampoco era posible para valorar las diversas y especficas bo con ciudadanos norteamericanos ignorantes de ello, por
responsabilidades en los casos en cuestin, invocar la diversi- ejemplo, para el estudio de los efectos de las radiaciones nu-
dad de los fines. Como testimonio de hasta qu punto era pe- cleares). Si tericamente cabe comprender que experimentos
noso admitir que los experimentos en los campos no carecan de esa ndole no plantearan problemas ticos a los investiga-
de precedentes en la prctica mdico-cientfica, se puede citar dores ni a los funcionarios en el seno de un rgimen totalita-
una observacin de A. Mitscherlich, el mdico que, junto a F. rio que operaba en un horizonte declaradamente biopoltico,
Mielke,p~lic y coment en 1947 el primer informe del pro- cmoJ~ posible que experimentos anlogos en cierta medi- .
ceso de los mdicos de Nremberg. Uno de los procesados, el da, se pudieran llevar a cabo en un pas democrtico?
profesor Rose, acusado por los experimentos sobre la vacuna La nica respuesta que cabe es que lo decisivo haya sido en
contra la fiebre petequial (que haban causado la muerte de 97 ambos casos la particular condicin de los VP (condenados a
VP sobre un total de 392), se defendi alegando experimentos muerte o detenidos en un campo cuyo ingreso en el cual sig-
anlogos dirigidos por Strong en Manila y realizados con conde- nificaba la exclusin definitiva de la comunidad poltica). Pre-
nados a muerte, y comparaba a los soldados alemanes que mo- cisamente porque al estar privados de casi todos los derechos
ran de fiebre petequial con los enfermos de beri-beri a cuya y expectativas que suelen atribuirse a la existencia humana,
curacin se dirigan los experimentos de Strong. Mitscherlich, aunque biolgicamente todava se mantuvieran vivos, se si-
que se distingue por la sobriedad de sus comentarios, objeta tuaban en una zona lmite entre la vida y la muerte, lo interior
en este punto: Mientras Strong trataba de combatir la miseria y lo exterior, en la que no eran ms que nuda vida. Los con-
y la muerte causadas por un flagelo de orden natural, los in- denados a muerte y los habitantes de los campos son, pues,
vestigadores como el imputado Rose actuaban en la maraa de asimilados inconscientemente de alguna manera a los homines
los mtodos inhumanos de una dictadura, con el fin de man- sacri, a una vida a la que se puede dar muerte sin cometer ho-
200 201
micidio. El intervalo entre la condena a muerte y la ejecucin
delimita, como el recinto dellager, un umbral extratemporal Y'
extraterritorial, en el que el cuerpo humano es desligado de su
estatuto poltico normal y, en estado de excepcin, es aban-
donado a las peripecias ms extremas, y donde el experimen-
to, como un rito de expiacin, puede restituirle a la vida (gra-
cia o condonacin de la pena son -es oportuno recordarlo-
manifestaciones del poder soberano de vida o muerte) o con-
signarle definitivamente a la muerte a la que ya pertenece. Lo
que aqu nos interesa especialmente es, sin embargo, que en el
horizonte biopoltico que es caracterstico de la modernidad,
el mdico y el cientfico se mueven en esa tierra de nadie en
la que, en otro tiempo, slo el soberano poda penetrar.

6. POLITIZAR LA MUERTE
.. ~.
6.1. En 1959 dos neurofisilogos franceses, P. Mollaret y M.
Goulon, publicaron en la Revue Neurologique un breve estudio
en el que aadan a la fenomenologa del coma conocida has-
ta entonces una figura nueva y extrema, a la que denominaban
coma dpass (ultracoma se podra traducir). Junto al coma cl-
sico, caracterizado por la prdida de las funciones de la vida de
relacin (conciencia, movilidad, sensibilidad, reflejos) y la con-
servacin de las de la vida vegetativa (respiracin, circulacin,
termorregulacin), la literatura mdica de aquellos aos distin-
gua, adems, un coma vigil, en que la prdida de las funcio-
nes de relacin no era completa, y un coma carus, en que la
conservacin de las funciones de la vida vegetativa quedaba
gravemente perturbada. A estos tres grados tradicionales de co-

202 203
ma -escriban provocativamente Mollaret y Goulon- propone- 6.2. Mollaret y Goulon se dieron cuenta de inmediato de que
mos aadir un cuarto grado, el coma dpass ... , es decir el co-' el inters del coma dpass iba mucho ms all del problema
ma en el cual a la abolicin total de las funciones de la vida de cientfico de la reanimacin: lo que estaba en juego era nada
relacin corresponde una abolicin asimismo total de las fun- ms y nada menos que la definicin de la muerte. Hasta en-
ciones de la vida vegetativa . (Mollaret y Goulon, p. 4). tonces, en efecto, se haba confiado al mdico el diagnstico
La formulacin queridamente paradjica (un estadio de la vi- de la muerte, quien la comprobaba por medio de criterios tra-
da ms all de la cesacin de todas las funciones vitales) su- dicionales que eran sustancialmente los mismos desde haca
giere que el ultracoma era el fruto integral (la ranr;on, lo defi- siglos: el cese del latido cardiaco o la parada respiratoria. El
nen los autores, un trmino que indica el rescate o el precio ultracoma relegaba claramente a la caducidad estos dos anti-
no deseado que hay que pagar por algo) de las nuevas tecno- qusimos criterios de la comprobacin de la muerte y, abrien-
logas de reanimacin (respiracin artificial, circulacin carda- do una tierra de nadie entre el coma y el fallecimiento, obli-
ca mantenida por medio de la perfusin endovenosa de adre- gaba a establecer nuevos criterios y a fijar nuevas definiciones.
nalina, tcnicas de control de la temperatura corporal, etc.). La Como escriban los dos neurofisilogos, el problema se am-
supervivencia del ultracomatoso cesaba automticamente, ca- pliaba hasta poner en tela de juicio las fronteras ltimas de la
si de inmediato, al interrumpir esos tratamientos de reanima- vida y, ms all todava, hasta la determinacin de un dere-
cin: a la completa ausencia de toda reaccin a los estmulos cho a fijar la hora de la muerte legal, (ibd., p. 4).
que caracterizaba al coma profundo segua entonces el colap- La cuestin se haca todava ms urgente y complicada por
so cardiovascular inmediato y el cese de cualquier movimien- el hecho de que, por una de esas coincidencias histricas que
to respiratorio. Si, no obstante, se mantenan los tratamientos no se sabe si son o no fortuitas, los progresos de las tcnicas
de reanimacin, la supervivencia poda prolongarse mientras. de reanimacin, que haban permitido la aparicin del C01J1A
el miocardio, ahora independiente de cualquier aferencia ner- dpass, haban surgido al mismo tiempo que el desarrollo y el
viosa, siguiera siendo capaz de contraerse con el ritmo y la afinamiento de las tecnologas de transplante. El estado del ul-
energa suficientes para asegurar el riego de las dems vsce- tracomatoso era la condicin ideal para la extraccin de los r-
ras (en general, no ms de algunos das). Pero se trataba ver- ganos, pero eso implicaba que se definiera con certeza el mo-
daderamente de una "supervivencia? Qu era esa zona de la mento de la muerte, a fin de que el cirujano que efectuaba el
vida que estaba ms all del coma? Quin o qu es el ultra- transplante no pudiera ser acusado de homicidio. En 1968 el in-
comatoso? "Frente a estos desgraciados -escriben los autores- forme de una comisin especial de la Universidad de Harvard
que encarnan los estados que hemos definido con el trmino (The ad hoc Commitee of the Haroard Medica! Schoo[) fij los
coma dpass, cuando el corazn sigue latiendo, da tras da, nuevos criterios del fallecimiento e inaugur el concepto de
sin que se produzca el ms pequeo despertar de las funcio- <IDuerte cerebral, (brain death) que a partir de ese momento
nes de la vida, la desesperacin acaba por vencer a la piedad se ha impuesto progresivamente (aunque no sin vivas polmi-
y la tentacin de apretar el interruptor liberador se hace lace- cas) en la comunidad cientfica internacional hasta penetrar en
rante, (ibd., p. 14). la legislacin de muchos Estados americanos y europeos. Esa
204 205
zona oscura ms all del coma, que Mollaret y Goulon dejaban un abogado sin reservas de la muerte cerebral, que, sin embar-
fluctuar sin un juicio preciso entre la vida y la muerte, propor- , go, no ha dejado de advertir las contradicciones sealadas,
dona ahora precisamente el nuevo criterio de la muerte (nues- escribe, por su parte, despus de haber citado una serie de
tro primer objetivo -seala el "Harvard Report"- es el de defi- estudios que muestran que la parada cardaca se produce po-
nir el coma irreversible como un nuevo criterio de muerte: cos das despus del diagnstico de muerte cerebral: En mu-
Harvard Report, p. 85). Una vez que las pruebas mdicas ade- chos de estos estudios hay variaciones en los exmenes clni-
cuadas hubieran certificado la muerte de todo el cerebro (no cos, pero, a pesar de ello, todos prueban la inevitabilidad de
slo del neocrtex, sino tambin del tronco cerebral -brain la muerte somtica con posterioridad a la muerte cerebral
stem-) el paciente deba ser considerado muerto, incluso si, (ibd., p. 63). Con una patente inconsecuencia lgica, la pa-
gracias a las tcnicas de reanimacin, segua respirando. rada cardaca -que acababa de ser sustituida como criterio v-
lido de muerte- reaparece para probar la exactitud del crite-
rio que debera sustituirla.
6.3. No nos proponemos, claro est, entrar en el meollo del Esta fluctuacin de la muerte en la zona de sombra ms all
debate cientfico sobre la muerte cerebral, sobre si sta cons- del coma se refleja tambin en una oscilacin anloga entre me-
tituye o no el criterio necesario y suficiente para la declara- dicina y derecho, entre decisin mdica y decisin legal. En 1974
cin de muerte o si se debe dejar la ltima palabra a los cri- el abogado defensor de Andrew D. Lyons, acusado ante un tri-
terios tradicionales. No es posible, sin embargo, sustraerse a bunal californiano de haber matado a un hombre de un tiro de
la impresin de que todo este debate se atolla en dificultades pistola, objet que la causa de la muerte no haba sido. el pro-
lgicas inextricables y que el concepto muerte, lejos de ha- yectil lanzado por su cliente, sino la extraccin de su corazn,
berse hecho ms exacto, oscila .entre uno y otro polo dentro llevada a cabo en estado_ de muerte cerebral, por el cirujano Nor-
de la mayor indeterminacin, describiendo un crculo vicioso man Shumway para efectuar un transplante. El doctor Shumway
realmente ejemplar. Por una parte, en efecto, la muerte cere- no fue inculpado pero no es posible leer sin incomodidad la de-
bral sustituye como nico criterio riguroso a la muerte sist- claracin con que convenci al tribunal de su inocencia: Mir-
mica o somtica, considerada ahora como insuficiente; por mo que un hombre cuyo cerebro ha muerto, est muerto. ste
otra, empero, es todava esta ltima a la que, de modo ms o es el nico criterio universalmente aplicable, porque el cere-
menos consciente, se apela para proporcionar el criterio de- bro es el nico rgano que no puede ser transplantado (ibd.,
cisivo. Sorprende, por tanto, que los partidarios de la muerte p. 75). En buena lgica, esto implicara que, dado que la muer-
cerebral puedan escribir cndidamente: ... (la muerte cerebral) te cardiaca ha dejado de proporcionar un criterio vlido con el
conduce inevitablemente en un plazo breve a la muerte (Wal- descubrimiento de las tecnologas de reanimacin y transplan-
ton, 1951), o (como en el informe de la Oficina para la salud te, la muerte cerebral dejara de ser tal, en consecuencia, el da
de Finlandia): Estos pacientes (a los que se haba diagnosti- en que se produjera, hipotticamente, el primer transplante de
cado la muerte cerebral y que, en consecuencia, estaban ya cerebro. La muerte pasa a convertirse de esta forma en un epi-
muertos) murieron en 24 horas (Lamb, p. 56). David Lamb, fenmeno de la tecnologa del transplante.
206 207
 Un ejemplo perfecto de esa fluctuacin de la muerte es el ca- eventuales trasplantes, algunas caractersticas de la vida: "Esta-
so de Karen Quinlan, la muchacha norteamericana que entr ran calientes, tendran pulso y orinaran.. (Gaylin, p. 30). En un
en coma profundo y que se mantuvo en vida durante aos por campo opuesto, el cuerpo que yace en la cmara de reanima-
medio de respiracin y alimentacin artificiales. A peticin de cin ha sido definido, por un partidario de la muerte cerebral,
los padres, un tribunal admiti finalmente que se interrumpie- como un Jaux vivant, sobre el que es lcito intervenir sin re-
ra la respiracin artificial, puesto que se deba considerar muer- servas (Dagognet, p. 189).
ta a la muchacha. En este punto, Karen, a pesar de seguir en La sala de reanimacin donde el neomort, el ultracomatoso
coma, empez a respirar naturalmente y sobrevivi> en condi- y el faux vivant fluctan entre la vida y la muerte delimita un
ciones de alimentacin artificial hasta 1985, el ao de su <muer- espacio de excepcin en que aparece en estado puro una nu-
te . natural. Es evidente que el cuerpo de Karen Quinlan haba da vida totalmente controlada por primera vez por el hombre
entrado, en realidad, en una zona de indeterminacin, en que y su tecnologa. Y puesto que se trata, propiamente, no de un
las palabras vida y muerte haban perdido su significado y que, cuerpo natural, sino de una encarnacin extrema del hamo sa-
bajo este aspecto al menos, no es demasiado diferente del es- cer (se ha podido definir al comatoso "como un ser intermedio
pacio de excepcin en que habita la nuda vida. entre el hombre y el animah), lo que est en juego es, una vez
ms, la definicin de una vida a la que se puede dar muerte
sin cometer homicidio (y que, como la del hamo sacer, es in-
6.4. Esto significa que hoy (como est implcito en la obser- sacrificable .. , en el sentido de que, como es obvio, no podra
vacin de Medawar para quien "las discusiones sobre el signi- drsele muerte en ejecucin de una pena capital).
ficado de las palabras "vida" y "muerte" son, en la biologa, n- No es de extraar, pues, que entre los partidarios ms de-
"', dice de una conversacin de bajo nivel ..) vida y muerte no son _.,,. cididos de la muerte cerebral y de la biopoltica moderna, se-
propiamente conceptos cientficos, sino conceptos polticos encuentren quienes invocan la intervencin del Estado, a fin
que, en cuanto tales, slo adquieren un significado preciso por de que, decidiendo el momento de la muerte, se permita pro-
medio de una decisin. Las ..fronteras angustiosas e incesante- ceder sin obstculos sobre el . falso vivo en la sala de reani-
mente ampliadas de que hablaban Mollaret y Goulon son fron- macin. "Para esto es necesario definir el momento del fin y
teras mviles, porque son fronteras biopolticas, y el hecho de no aferrarse ya, como se haca de forma pasiva con anterio-
que hoy est en curso un vasto proceso en el que lo que est ridad, a la rigidez cadavrica y todava menos a los signos de
en juego es, precisamente, su definicin, indica que el ejerci- putrefaccin, sino atenerse exclusivamente a la muerte cere-
cio del poder soberano pasa ms que nunca a travs de aqu- bral ... Lo anterior lleva consigo la posibilidad de intervenir
llas y se ha situado nuevamente en la encrucijada de las cien- sobre el falso vivo. Slo el Estado puede y debe hacerlo ...
cias mdicas y biolgicas. Los organismos pertenecen al poder pblico: se nacionaliza
En un brillante artculo, W. Gaylin ha evocado el espectro de el cuerpo (les organismes appartiennent a la puissance pu-
cuerpos -que l denomina neomorts- que tendran el estatuto blique: on nationalise le corps) . (ibd.). Ni Reiter ni Verschuer
legal de cadveres, pero que podran mantener, a la vista de haban ido nunca tan lejos en el camino de la politizacin de
208 209
la nuda vida; pero (signo evidente de que la biopoltica ha
traspasado un nuevo umbral) en las democracias modernas
es posible decir pblicamente lo que los biopolticos nazis no
se atrevan a decir.

7. EL CAMPO DE CONCENTRACIN COMO NOMOS DE LO MODERNO

7.1. Lo que tuvo lugar en los campos de concentracin su-

pera de tal forma el concepto jurdico de crimen que con fre-
cuencia se ha omitido sin ms la consideracin de la estruc-
tura jurdico-poltica en que tales acontecimientos se produjeron.
El campo es as tan slo el lugar en que se realiz la ms ab-
soluta conditio inhumana que se haya dado nunca en la tie-
rra: esto es, en ltimo trmino, lo que cuenta tanto para las
vctimas como para la posteridad. Aqu vamos a seguir de ma-
nera deliberada una orientacin inversa. En lugar de deducir
la definicin del campo de los acontecimientos que all tuvie-
ron lugar, nos vamos a preguntar ms bien: Qu es un cam-
po de concentracin? Cul es su estructura jurdico-poltica,
esa estructura que permiti que pudieran llegar a suceder acon-

210 211
tecimientos de tal ndole? Todo esto nos conducir a conside- forma masiva durante la Primera Guerra Mundial y tras los de-
rar el campo de concentracin no como un simple hecho his-"- srdenes que se produjeron en Alemania con posterioridad a
trico o una aberracin perteneciente al pasado (aunque to- la firma del tratado de paz. Conviene no olvidar que los pri-
dava encontremos, eventualmente, situaciones comparables), meros campos de concentracin en Alemania no fueron obra
sino, en algn modo, como la matriz oculta, el nmos del es- del rgimen nazi, sino de los gobiernos socialdemcratas, que
pacio poltico en que vivimos todava. no slo en 1923, tras la proclamacin del estado de excepcin,
Los historiadores discuten si la primera aparicin de aqu- internaron basndose en la Schutzhaft a millares de militan-
llos se produce en los campos de concentraciones [sic] crea- tes comunistas, sino que crearon tambin en Cottbus-Sielow
dos por los espaoles en Cuba en 1896 para reprimir la insu- un Konzentrations Lager fr Auslander que albergaba, sobre
rreccin de la poblacin de la colonia, o en los concentration todo, a prfugos judos orientales y que puede, en conse-
camps en que los ingleses amontonaron a los bers a princi- cuencia, ser considerado como el primer campo de interna-
pios de siglo; lo que importa es que, en ambos casos, se tra- miento de judos de nuestro siglo (aunque, obviamente, no se
ta de la extensin a toda una poblacin civil de un estado de trataba de un campo de exterminio).
excepcin unido a una guerra colonial. Es decir, tales campos El fundamento jurdico de la Schutzhaft era la proclamacin
no nacen del derecho ordinario (y todava menos, en contra del estado de sitio o del estado de excepcin, con la corres-
de lo que pudiera creerse, de una transformacin y un desa- pondiente suspensin de los artculos de la Constitucin ale-
rrollo del derecho penitenciario), sino del estado de excep- mana que garantizaban las libertades personales. El art. 48 de
cin y de la ley marcial. Esto es todava ms evidente en re- la Constitucin de Weimar rezaba, en efecto: El Presidente del
ferencia a los lager nazis sobre cuyo origen y rgimen jurdico Reich podr, cuando la seguridad y el orden pblicos se hallen
disponemos de buena documentacin. Es nott1rio que la base gravemente perturbados o amenazados, adoptar las medidas ne-
jurdica para el internamiento en ellos no era el derecho co- cesarias para el restablecimiento de la seguridad pblica, con el
mn, sino la Schutzhaft (literalmente: custodia protectora), una auxilio de las fuerzas armadas si fuera necesario. A este efecto
institucin jurdica de raigambre prusiana, que los juristas na- puede suspender temporalmente (ausser Kraft setzen) los de-
zis clasifican en ocasiones como una medida de polica pre- rechos fundamentales contenidos en los artculos 114, 115, 117,
ventiva, en cuanto permita "poner bajo custodia .. a determi- 118, 123, 124 y 153... Desde 1919 a 1924, los gobiernos de Wei-
nados individuos, con independencia de cualquier contenido mar proclamaron en diversas ocasiones el estado de excepcin,
penalmente relevante, con el nico fin de evitar un peligro pa- que, en algn caso, se prolong hasta cinco meses (por ejem-
ra la seguridad del Estado. Pero el origen de la Schutzhaft es- plo, desde septiembre de 1923 hasta febrero de 1924). Cuando
t en la ley prusiana del 4 de junio de 1851 sobre el estado de los nazis tomaron el poder y, el 28 de febrero de 1933, pro-
sitio, que en 1871 se extendi a toda Alemania (con excepcin mulgaron el Verordnung zum Schutz von Volk und Staat, que
de Baviera) y, todava antes, en la ley prusiana sobre la "Pro- suspenda por tiempo indefinido los artculos de la Constitucin
teccin de la libertad personal.. (Schuzt der persnlichen Freiheit) referidos a las libertades personales, la libertad de expresin y
del 12 de febrero de1850, leyes ambas que se aplicaron de reunin, la inviolabilidad del domicilio y el secreto de la co-
212 213
rrespondencia y de las comunicaciones telefnicas, no estaban fundaba y se deja vigente en la situacin normal. El campo de
haciendo, en este sentido, otra cosa que seguir una praxis con- concentracin es el espacio que se abre cuando el estado de ex-
solidada por los gobiernos precedentes. cepcin empieza a convertirse en regla. As, el estado de excep-
Haba, no obstante, una importante novedad. El texto del de- cin, que era esencialmente una suspensin temporal del orde-
creto que, desde el punto de vista jurdico, se fundaba implci- namiento sobre la base de una situacin real de peligro, adquiere
tamente en el art. 48 de la Constitucin todava vigente y equi- ahora un sustrato espacial permanente que, como tal, se man-
vala, sin duda, a una proclamacin del estado de excepcin (los tiene, sin embargo, de forma constante fuera del orden jurdico
artculos 114, 115, 117, 118, 123, 124 y 153 de la constitucin del normal. Cuando, en marzo de 1933, coincidiendo con la cele-
Reich alemn -estableca el prrafo primero- quedan suspendi- bracin de la eleccin de Hitler a canciller del Reich, Himmler
dos hasta nueva orden,.) no contena, sin embargo, en ningn decidi crear en Dachau un Campo de concentracin para pri-
punto la expresin Ausnahmezustand (estado de excepcin). sioneros polticos", ste fue confiado inmediatamente a las SS y,
De hecho, el decreto permaneci en vigor hasta el final del Ter- en aplicacin de la Schutzhaft, puesto al margen de las reglas
cer Reich, que, en este sentido, ha podido ser eficazmente defi- del derecho penal y del derecho penitenciario, con las que ni
nido como una noche de San Bartolom que dur 12 aos,. (Dro- entonces ni despus tuvo nunca nada que ver. A pesar de la mul-
bisch-Wieland, p. 26). El estado de excepcin deja as de referirse tiplicacin de circulares, instrucciones y telegramas a menudo
a una situacin exterior y provisional de peligro real y tiende a contradictorios, mediante los cuales, despus del decreto del 28
confundirse con la propia norma. Los juristas nacionalsocialis- de febrero, tanto las autoridades centrales del Reich como las de
tas eran tan conscientes de la peculiaridad de tal situacin que, los Lander trataron de mantener la aplicacin de la Schutzhaft
con una expresin paradjica, la definieron como un estado de en la mayor indeterminacin posible, se recalc de forma per-
excepcin querido (einen.gew..oll{fl.ll Ausnahmezustand). "A tra- manente su absoluta independe..ncia de cualquier control judi-
vs de la suspensin de los derechos fundamentales -escribe . cial y de toda referencia al ordenamiento jurdico normal. Segn
Werner Spohr, un jurista prximo al rgimen- el decreto da lu- las nuevas concepciones de los juristas nacionalsocialistas (en
gar a un estado de excepcin querido con la vista puesta en la primera lnea entre ellos Carl Schmitt) que indicaban como fuen-
realizacin del Estado nacionalsocialista, (ibd., p. 28). te primaria e inmediata del derecho el mandato del Fhrer, la
Schutzhaft no tena por lo dems necesidad alguna de un fun-
damento jurdico en las instituciones y en las leyes vigentes, si-
7.2. Este vnculo constitutivo entre estado de excepcin y cam- no que era Un efecto inmediato de la revolucin nacionalsocia-
po de concentracin no debe sobrevalorarse si se pretende lle- lista,. (ibd., p. 27). Por esto, es decir en cuanto los campos se
gar a una comprensin correcta de la naturaleza del campo. La desarrollaban en un espacio de excepcin tan particular, el jefe
proteccin de la libertad que est en juego en la Schutzhaft es, de la Gestapo Diels pudo afirmar: No existe ninguna orden ni
irnicamente, proteccin contra la suspensin de la ley que ca- ninguna instruccin en el origen de los campos: stos no han si-
racteriza la situacin de peligro grave. La novedad es que, aho- do instituidos, sino que un buen da estaban ah (sie wurden
ra, esta institucin se desliga del estado de excepcin en que se nicht gegrndet, sie waren eines Tages da), (ibd., p. 30).

214 215
 i
.

Dachau, como los otros campos de concentracin que se le ocurre en l carece sencillamente de sentido. El campo de con-
aadieron de inmediato (Sachsenhausen, Buchenwald, Lich- centracin es un hbrido de derecho y de hecho, en el que los
tenberg) permanecieron prcticamente siempre en funciona- dos trminos se han hecho indiscernibles.
miento: lo que variaba era la densidad de su poblacin (que, Hannah Arendt ha sealado en una ocasin que en los cam-
en ciertos perodos, en particular entre 1935 y 1937, antes de pos se manifiesta a plena luz el principio que rige la domina-
que empezara la deportacin de los judos, se redujo a 7.500 cin totalitaria, y que el sentido comn se niega obstinadamente
personas), pero el campo como tal se haba convertido en Ale- a admitir; es decir, el principio segn el cual todo es posible.
mania en una realidad permanente. Los campos constituyen, en el sentido que hemos visto, un es-
pacio de excepcin, en el que no slo la ley se suspende to-
talmente, sino en el que, adems, hecho y derecho se confun-
7 .3. Es menester reflexionar sobre el estatuto paradjico del den por completo: por eso todo es verdaderamente posible en
campo de concentracin en cuanto espacio de excepcin: es ellos. Si no se comprende esta particular estructura jurdico-po-
una porcin de territorio que se sita fuera del orden jurdico ltica de los campos, cuya vocacin es precisamente la de rea-
normal, pero que no por eso es simplemente un espacio exte- lizar el estado de excepcin, todo lo que de increble se produ-
rior. Lo que en l se excluye, es, segn el significado etimol- jo en ellos resulta completamente ininteligible. Quien entraba
gico del trmino excepcin, sacado fuera, incluido por medio en el campo se mova en una zona de indistincin entre exte-
de su propia exclusin. Pero lo que de esta forma queda in- rior e interior, excepcin y regla, lcito e ilcito, en que los pro-
corporado sobre todo en el ordenamiento es el estado de ex- pios conceptos de derecho subjetivo y de proteccin jurdica ya
cepcin mismo. En efecto, en cuanto el estado de excepcin no tenan sentido alguno. Por otra parte, cuando se trataba de
es querido, inaugura un nuevo paradigma jurdico-poltico, en :un judo, ste haba sido ya privado antes de sus derechos ciu-
el que la norma se hace indiscernible de la excepcin. El cam- dadanos por las leyes de Nremberg y, con posterioridad, en el
po es, as pues, la estructura en que el estado de excepcin, momento de la solucin final haba quedado desnacionaliza-
sobre la decisin de implantar el cual se funda el poder sobe- do por completo. El campo, al haber sido despojados sus mo-
rano, se realiza normalmente. El soberano no se limita ya a de- radores de cualquier condicin poltica y reducidos ntegramente
cidir sobre la excepcin, segn el espritu de la Constitucin de a nuda vida, es tambin el ms absoluto espacio biopoltico que
Weimar, sobre la base del reconocimiento de una situacin se haya realizado nunca, en el que el poder no tiene frente a l
de hecho determinada (el peligro para la seguridad pblica): ms que la pura vida sin mediacin alguna. Por todo esto el
poniendo al desnudo la estructura ntima de bando que carac- campo es el paradigma mismo del espacio poltico en el punto
teriza su poder, produce ahora la situacin de hecho como con- en que la poltica se convierte en biopoltica y el horno sacer se
secuencia de la decisin sobre la excepcin. Por esto, bien mi- confunde virtualmente con el ciudadano. La pregunta correcta
rado, en el campo de concentracin la questio iuris ya no es con respecto a los horrores del campo no es, por consiguiente,
absolutamente distinguible de la questio facti y, en este senti- aquella que inquiere hipcritamente cmo fue posible cometer
do, cualquier pregunta sobre la legalidad o ilegalidad de 16,(}U en ellos delitos tan atroces en relacin con seres humanos; se- "
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ra ms honesto, y sobre todo ms til, indagar atentamente gacin de actuar, motivo importante, seguridad y orden p-
acerca de los procedimientos jurdicos y los dispositivos polti!.. blicos, situacin de peligro, caso de necesidad, que no re-
cos que hicieron posible llegar a privar tan completamente de miten a una norma sino a una situacin, al penetrar de forma
sus derechos y prerrogativas a unos seres humanos, hasta el invasora en la norma han dejado ya anticuada la ilusin de una
punto de que el realizar cualquier tipo de accin contra ellos ley capaz de regular a priori todos los casos y todas las situa-
no se considerara ya como un delito (en este punto, en efecto, ciones, una ley que el juez podra limitarse sencillamente a apli-
todo se haba hecho verdaderamente posible). car. Bajo la accin de esas clusulas, que desplazan la certi-
dumbre y la calculabilidad hacia el exterior de la norma, todos
los conceptos jurdicos se hacen indeterminados. Desde este
7.4. Lanuda vida en que esos hombres fueron transforma- punto de vista -escribe con acentos inconscientemente kafkia-
dos, no es, empero, un hecho extrapoltico natural, que el de- nos- hoy ya no hay ms que conceptos jurdicos "indetermina-
recho deba limitarse a comprobar o reconocer; es ms bien, en dos" ... De este modo, toda la aplicacin de las leyes se sita
el sentido que hemos visto, un umbral en el que el derecho se entre Escila y Caribdis. El caminar hacia delante parece conde-
transmuta en todo momento en hecho, y el hecho en derecho, nar a un mar sin orillas y alejarse cada vez ms del terreno fir-
y en el que los dos planos tienden a hacerse indiscernibles. No me de la certeza jurdica y de la adhesin a la ley, que, sin em-
se comprende la especificidad del concepto nacionalsocialista bargo, es al mismo tiempo el terreno de la independencia de
de raza -ni la particular vaguedad e inconsistencia que lo ca- los jueces; la marcha atrs, hacia una supersticin formalista
racterizan- si se olvida que el cuerpo biopoltico, que constitu- de la ley, que ha sido reconocida como algo sin sentido y que
ye al nuevo sujeto poltico fundamental, no es una questio fac- ha quedado superada histricamente desde hace mucho tiem-
ti (por ejemplo, la identificacin de.uncierto cuerp(t;biolgico) po, tampoco. es merecedora. de considracin., (&lhmitt 6, pp.
ni una questio iuris (la identificacin de una cierta norma que 227-29).
debe aplicarse), sino el producto de una decisin poltica so- Un concepto como el nacionalsocialista de raza (o, en las pa-
berana que opera sobre la base de una absoluta indiferencia labras de Schmitt, de igualdad de estirpe) funciona como una
entre h~cho y derecho. clusula general (anloga a situacin de peligro o a buenas
No hay nadie que haya expresado con mayor claridad que costumbres), que no remite, sin embargo, a una circunstancia
Schmitt esa naturaleza particular de las nuevas categoras bio- de hecho externa, sino que produce una inmediata coinciden-
polticas fundamentales, cuando, en el ensayo de 1933 sobre cia de hecho y derecho. El juez, el funcionario, o cualquier otro
Estado, movimiento, pueblo, aproxima el concepto de raza, sin que deba medirse con ella, ya no se orienta por la norma o por
el cual el Estado nacionalsocialista no podra existir, ni sera una situacin de hecho, sino que, vinculndose nicamente a
pensable su vida jurdica, a aquellas clusulas generales e in- la propia comunidad de raza con el pueblo alemn y con el
determinadas que haban ido penetrando con mayor profun- Fhrer, se mueve en una zona en que la distincin entre vida
didad cada vez en la legislacin alemana y europea del siglo. y poltica, entre cuestin de hecho y cuestin de derecho, ya
As, seala Schmitt, conceptos-como buenas costumbres, obli- no tiene literalmente ningn sentido.
218 219
 7.5. Slo en esa perspectiva adquiere todo su significado la teo- mismo puede afirmar sin contradicciones que . es un conoci-
ra nacionalsocialista, que pone en la palabra del Fhrer la fuen- miento fundamental de la generacin alemana polticamente
te inmediata y en s perfecra de la ley. Igual que la palabra del actual que el acto mismo de decidir si un hecho o un gnero
Fhrer no es una situacin de hecho que se transforma poste- de cosas es apoltico, constituye una decisin especficamente
riormente en norma, sino que es en s misma, en cuanto voz poltica.. (ibd., p. 192). La poltica es ahora literalmente la de-
viva, norma, el cuerpo biopoltico (en su doble aspecto de cuer- cisin sobre lo impoltico (es decir sobre la nuda vida).
po judo y cuerpo alemn, de vida indigna de ser vivida y de El campo de concentracin es el espacio de esa absoluta im-
vida plena) no es un presupuesto biolgico inerte al que re- posibilidad de decidir entre hecho y derecho, entre norma y
mite la norma, sino que es al mismo tiempo norma y criterio aplicacin, entre excepcin y regla, que, sin embargo, es la que
de su aplicacin, norma que decide qu hecho es el que decide decide incesantemente sobre todo ello. Lo que el guardin o
sobre su aplicacin. el funcionario del campo tienen ante s no es un hecho extra-
La novedad radical implcita en esta concepcin no ha sido jurdico (un individuo que pertenece biolgicamente a la raza
observada suficientemente por los historiadores del derecho. juda), al que se trata de aplicar la discriminacin impuesta por
No slo la ley que emana del Fhrer no es definible ni como la norma nacionalsocialista; por el contrario, cualquier gesto,
regla ni como excepcin, ni como derecho ni como hecho; hay cualquier acontecimiento, que tenga lugar en el campo, del ms
ms: en ella (como Benjamn haba comprendido proyectando ordinario al ms excepcional, produce la decisin sobre la nu-
la teora schmittiana de la soberana sobre el monarca barroco da vida que actualiza el cuerpo poltico alemn. La separacin
en el. que d gesto de la ejecucin.. se hace constitutivo y que, del cuerpo judo es produccin inmediata del propio cuerpo
teniendo que decidir sobre la excepcin, se ve en la imposibi- alemn, de igual manera que la aplicacin de la norma es su
lidad de tomar una decisin: Benjamn 5, p~ 249-50) norma- produccin misma. . . _. -~
cin y ejecucin, produccin del derecho y aplicacin de l ya
no son de ninguna manera momentos distinguibles. El Fhrer
es verdaderamente, segn la definicin pitagrica del sobera- 7.6. Si todo lo anterior es cierto, si la esencia del campo de
no, un nmos mpsychon, una ley viviente (Svenbro, p. 128). concentracin consiste en la materializacin del estado de ex-
(Por eso, a pesar de seguir formalmente en vigor, la distincin cepcin y en la consiguiente creacin de un espacio en el que
de los poderes que caracteriza al Estado democrtico y liberal la nuda vida y la norma entran en un umbral de indistincin,
pierde en este caso su sentido. Y de aqu la dificultad de juz- tendremos que admitir entonces que nos encontramos en pre-
gar segn los criterios jurdicos normales a aquellos funciona- sencia de un campo cada vez que se crea una estructura de ese
rios que, como Eichmann, no haban hecho otra cosa que se- tenor, independientemente de la entidad de los crmenes que
guir como ley la palabra del Fhrer.) all se cometan y cualesquiera que sean su denominacin o sus
ste es el significado ltimo de la tesis schmittiana segn la peculiaridades topogrficas. Tan campo de concentracin es,
cual el principio de la Fhrung ..es un concepto del presente pues, el estadio de Bari, en el que en 1991 la polica italiana
inmediato y de la presencia real (Schmitt 6, p. 226); y por eso amonton provisionalmente a los emigrantes clandestinos al-
220 221
baneses antes de reexpedirlos a su pas, como el Veldromo (la localizacin, Ortung, y el ordenamiento, Ordnung), sino en
de Invierno en que las autoridades de Vichy agruparon a los' el punto que marca la inscripcin de la nuda vida (el naci-
judos antes de entregarlos a los alemanes; tanto el Konzen- miento que, as, pasa a ser nacin) en el interior de aqullos.
trationslager Jr Auslander en Cottbus-Sielow en que el go- Hay algo que ya no es capaz de funcionar en los mecanismos
bierno de Weimar recogi a los prfugos judos orientales, co- tradicionales que regulaban esa inscripcin, y el campo es el
mo las zones d'attente de los aeropuertos internacionales nuevo regulador oculto de la inscripcin de la vida en el or-
franceses, en las que son retenidos los extranjeros que solici-. den jurdico, o ms bien el signo de la imposibilidad de que el
tan el reconocimiento del estatuto de refugiado. En todos es- sistema funcione sin transformarse en una mquina letal. Es
tos casos, un lugar aparentemente anodino (por ejemplo el significativo que los campos de concentracin aparezcan al mis-
Hotel Arca des en Roissy) delimita en realidad un espacio en mo tiempo que las nuevas leyes sobre la ciudadana y la des-
que el orden jurdico normal queda suspendido de hecho y nacionalizacin de los ciudadanos (no slo las leyes de N-
donde el que se cometan o no atrocidades no es algo que de- remberg sobre la ciudadana del Reich, sino tambin las leyes
penda del derecho, sino slo del civismo y del sentido tico sobre la desnacionalizacin de los ciudadanos promulgadas en
de la polica que acta provisionalmente como soberana (por casi todos los Estados europeos entre 1915 y 1933). El estado
ejemplo, durante los cuatro das en que los extranjeros pue- de excepcin, que era esencialmente una suspensin tempo-
den ser mantenidos en la zone d 'attente antes de la interven- ral del orden jurdico, pasa a ser ahora un nuevo y estable sus-
cin de la autoridad judicial). trato espacial, en que habita esa nuda vida que, de forma ca-
da vez ms evidente, ya no puede ser inscrita en el orden
jurdico. La creciente desconexin entre el nacimiento (la nu-
7.7. El nacimiento del campo de Concentradn,:@fl nuestro da vida) y el Estado-nacin es el hecho nuevo de: Ji. poltica de
tiempo aparece, pues, en esta perspectiva, como un aconteci- nuestro tiempo y lo que llamamos campo de concentracin es
miento que marca de manera decisiva el propio espacio pol- precisamente tal separacin. A un orden jurdico sin localiza-
tico de la modernidad. Se produce en el momento en que el cin (el estado de excepcin, en el que la ley es suspendida)
sistema poltico del Estado-nacin moderno, que se basaba en corresponde ahora una localizacin sin orden jurdico eel cam-
el nexo funcional entre una determinada localizacin (el terri- po de concentracin, como espacio permanente de excepcin).
torio) y un determinado ordenamiento (el Estado), mediado El sistema poltico ya no ordena formas de vida y normas jur-
por reglas automticas de inscripcin de la vida (el nacimien- dicas en un espacio determinado, sino que alberga en su inte-
to o nacin), entra en una crisis duradera y el Estado decide rior una localizacin dislocante que lo desborda, en que pue-
asumir directamente entre sus funciones propias el cuidado de den quedar incorporadas cualquier forma de vida y cualquier
la vida biolgica de la nacin. Si la estructura del Estado-na- norma. El campo como localizacin dislocante es la matriz ocul-
cin se define, pues, por tres elementos, territorio, ordena- ta de la poltica en que todava vivimos, la matriz que tenemos
miento jurdico, nacimiento, la ruptura del viejo nmos no se que aprender a reconocer a travs de todas sus metamorfosis,
produce en los dos aspectos que, segn Schmitt, lo constituan tanto en las zones d 'attente de nuestros aeropuertos como en
222 223
 ~

1


f

ciertas periferias de nuestras ciudades. ste es el cuarto e in- titutivo como a la clase que, de hecho si no de derecho, est excluida de
separable elemento, que se ha unido, rompindola, a la anti" la poltica.
gua trinidad Estado-nacin (nacimiento)-territorio. El italiano popo/o, el francs peuple, el espaol pueblo (como los adje-
Es sta la perspectiva en que debemos considerar la reapa- tivos correspondientes popo/are, populaire, popular y los tardolatinos po-
ricin de los campos en una forma, en cierto sentido, todava pulus y popularis de que todos derivan) designan, lo mismo en la lengua
ms extrema en los territorios de la antigua Yugoslavia. Lo que comn que en el lxico poltico, tanto al conjunto de los ciudadanos en
est sucediendo all no es en absoluto, como algunos obser- su condicin de cuerpo poltico unitario (como en popo/o italiano o en
vadores interesados se han apresurado a afirmar, una redefini- giudice popolar~) como a los pertenecientes a las clases inferiores (como
cin del anterior sistema poltico segn nuevas bases tnicas y en homme du peuple, barrio popular, front populaire). Incluso el ingls
territoriales, o sea una simple repeticin de los procesos que people, que tiene un sentido ms indiferenciado, conserva, empero, el sig-
condujeron a la constitucin de los Estados-nacin europeos. nificado de ordinary people en oposicin a los ricos y a la nobleza. En la
Lo que se est produciendo es ms bien una ruptura sin re- Constitucin norteamericana se lee as, sin distincin de condiciones, We
medio del viejo nmos y una dislocacin de las poblaciones y people of the United States ... ; pero cuando Lincoln, en el discurso de
de la vida humana segn lneas de fuga completamente nue- Gettisburgh, invoca un Government of the people by the people for the
vas. De aqu la importancia decisiva de los campos de estupro people, la repeticin contrapone implcitamente el primer pueblo al otro.
tnico. Si los nazis no pensaron nunca en acompaar la reali- Hasta qu punto esta ambigedad fue tambin esencial durante la Revo-
zacin de la solucin final con el embarazo forzado de las lucin francesa (es decir precisamente en el momento en que se reivin-
mujeres judas, es porque el principio del nacimiento, que ase- dica el principio de la soberana popular) es algo de lo que da buen tes-
guraba la inscripcin de la vida en el ordenamiento del Esta- timonio la funcin decisiva que desarroll en ella la compasin por el
do-nacin, ~ue profundamente trasformado, segua toda- pueblq, ente.n.~o como clase excluida. H. Arendt ha recordado que la
va, de algn modo, en vigor. Ahora este principio ha entrado misma definicin del vocablo naci de la compasin y el trmino lleg a

!.
en un proceso de dislocacin y de deriva que hace evidente- ser sinnimo de desgracia e infelicidad: le peuple, les malbereux m 'a-
mente imposible su funcionamiento y que nos hace prever no plaudissent como acostumbraba a decir Robes pierre; le peuple toujours
slo la aparicin de nuevos campos, sino tambin de nuevas . malhereux, como hasta el mismo Sieyes, una de las figuras menos senti-
y ms delirantes definiciones normativas de la inscripcin de mentales y ms lcidas de la Revolucin dijera (Arendt I, p. 83). Pero ya
la vida en la Ciudad. El campo de concentracin, que ahora se ~
en Bodin, en un sentido opuesto, en el captulo de la Rpublique en el que
ha instalado slidamente en ella es el nuevo nmos biopolti- se define la Democracia, o tat populaire, el concepto es doble: el peuple
co del planeta. en corps, como titular de la soberana, tiene su contrapartida en el menu
peuple, al que el buen sentido aconseja excluir del poder poltico.
~ Cualquier interpretacin del significado poltico del trmino pue- Una ambigedad semntica tan difundida y constante no puede ser ca-
blo debe partir del hecho singular de que, en las lenguas europeas sual: tiene que ser el reflejo de una anfibologa inherente a la naturaleza
modernas, siempre indica tambin a los pobres, los desheredados y los y a la funcin del concepto pueblo en la poltica occidental. Todo suce-
excluidos. Un mismo trmino designa, pues, tanto al sujeto poltico cons- de, pues, como si eso que llamamos pueblo fuera, en realidad, no un su- '

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jeto unitario, sino una oscilacin dialctica entre dos polos opuestos: por originaria que la de amigo-enemigo, una guerra civil incesante que le di-
una parte, el conjunto Pueblo como cuerpo poltico integral, por otra, el vide ms radicalmente que cualquier conflicto y, a la vez, le mantiene uni-
subconjunto pueblo como multiplicidad fragmentaria de cuerpos menes- do y le constituye ms slidamente que cualquier identidad. Bien visto,
terosos y excluidos; en el primer caso una inclusin que pretende no de- hasta eso que Marx llama lucha de clases y que, a pesar de permanecer
jar nada fuera, en el segundo una exclusin que se sabe sin esperanzas; sustancialmente indefinido, ocupa un lugar tan central en su pensamien-
en un extremo, el Estado total de los ciudadanos integrados y soberanos, en to, no es otra cosa que esa guerra intestina que divide a todo pueblo y
el otro el coto vedado (bandita) -corte de los milagros o campo de re- que slo tendr fin cuando, en la sociedad sin clases o en el reino me-
clusin- de los miserables, de los oprimidos, de los vencidos. En este sen- sinico, Pueblo y pueblo coincidan y no haya ya, propiamente, pueblo al-
tido no existe en parte alguna un referente nico y compacto del trmi- guno.
no pueblo: como muchos conceptos polticos fundamentales (similares en Si eso es cierto, si el pueblo contiene necesariamente en su interior la
esto a los Urworte de Abel y Freud o a las relaciones jerrquicas de Du- fractura biopoltica central, ser entonces posible leer de una manera nue-
mont), pueblo es un concepto polar, que indica un doble movimiento y va algunas pginas decisivas de la historia de nuestro siglo. Porque, si bien
una compleja relacin entre dos extremos. Pero esto significa, tambin, es verdad que la lucha entre los dos "pueblos" ha tenido lugar desde siem-
que la constitucin de la especie humana en un cuerpo poltico se reali- pre, tal lucha ha sufrido en nuestro tiempo una ltima y paroxstica ace-
za por medio de una escisin fundamental y que, en el concepto "pue- leracin. En Roma la escisin interna del pueblo estaba sancionada jur-
blo>, podemos reconocer sin dificultades las parejas categoriales que, co- dicamente por la clara divisin entre populus y plebs, cada uno de los
mo hemos visto, definen la estructura poltica original: nuda vida (pueblo) cuales tena sus propias instituciones y sus propios magistrados, de la mis-
y existencia poltica (Pueblo), exclusin e inclusin, zoe y bos. El pue- ma forma que en el Medievo, la distincin entre el pueblo bajo (popo/o
blo", pues, lleva ya siempre consigo la fractura biopoltica fundamental. minuto) y el pueblo alto (popo/o grasso) responda a una precisa articula-
Es lo que no puede s.e.tJ:ncluido en el todo del que forma parte y lo que cin de d~v~rs_as arte.s,..&,.pficios; pero cuando, a partir de la Revolucin
no puede pertenecer al conjunto en el que est ya incluido siempre. De Francesa, el Pueblo se convierte en depositario nico de la soberana, el
aqu las aporas y las contradicciones a que da lugar cada vez que es evo- pueblo se transforma en una presencia embarazosa, y la miseria y la ex-
cado y puesto en juego en la escena de la poltica. Es aquello que ya exis- clusin aparecen por primera vez como un escndalo intolerable en cual-
te siempre y que, sin embargo, debe an realizarse; es la fuente pura de quier sentido. En la Edad Moderna, miseria y exclusin no son slo con-
toda identidad pero que debe redefinirse y purificarse permanentemente ceptos econmicos o sociales, sino categoras eminentemente polticas
por medio de la exclusin, la lengua, la sangre o el territorio. O bien, en (todo el economicismo y el "socialismo" que parecen dominar la poltica
el polo opuesto, es lo que se falta por esencia a s mismo y cuya realiza- moderna tienen, en realidad, un significado poltico, incluso biopoltico).
cin coincide, por eso, con la propia abolicin; es lo que para ser, debe En esta perspectiva, nuestro tiempo no es otra cosa que el intento -im-
proceder, por medio de su opuesto, a la negacin de s mismo (de aqu placable y metdico- de colmar la escisin que divide al pueblo y de po-
las aporas especficas del movimiento obrero, que se dirige al pueblo y, ner trmino de forma radical a la existencia de un pueblo de excluidos.
al mismo tiempo, tiende a su abolicin. Estandarte sangriento de la reac- En este intento coinciden, segn modalidades diversas y desde distintos
cin y ensea insegura de las revoluciones y de los frentes populares, se~ horizontes, derecha e izquierda, pases capitalistas y pases socialistas, uni-
gn los casos, el pueblo contiene en todo caso una escisin que es ms dos en el proyecto -vano en ltima instancia, pero que se ha realizado

226 227
 parcialmente en todos los pases industrializados- de producir un pueblo clases pobres, no slo reproduce en su propio seno el pueblo de los ex-
uno e indiviso. La obsesin del desarrollo es tan eficaz en nuestro tiem- cluidos, sino que transforma en nuda vida a todas las poblaciones del Ter-
po, porque coincide con el proyecto biopoltico de producir un pueblo cer Mundo. Slo una poltica que sea capaz de superar la escisin biopo-
sin fractura. ltica fundamental de Occidente podr detener esa oscilacin y poner fin
El exterminio de los judos en la Alemania nazi adquiere, a esta luz, un a la guerra civil que divide a los pueblos y a las ciudades de la tierra.
significado radicalmente nuevo. En cuanto pueblo que rechaza integrarse
en el cuerpo poltico nacional (de hecho se supone que cualquier asimi-
lacin por su parte slo es, en rigor, simulada), los judos son los repre-
sentantes por excelencia y casi el smbolo viviente del pueblo, de esa nu-
da vida que la modernidad crea necesariamente en su interior, pero cuya
presencia no consigue tolerar en modo alguno. Y en la ntida furia con
que el Volk alemn, representante por excelencia del pueblo como cuer-
po poltico integral, trata de eliminar para siempre a los judos, debemos
ver la fase extrema de la lucha intestina que divide a Pueblo y pueblo.
Con la solucin final (que incluye tambin, y no por azar, a los gitanos y
a otros no integrables), el nazismo busca oscura e intilmente liberar la
escena poltica de Occidente de esa sombra intolerable para producir fi-
nalmente al Volk alemn como pueblo que ha colmado la fractura biopo-
ltica original (por esto los jefes nazis repiten de forma tan obstinada que,
eliminando a judos y gitanos, tambin estn trabajando, en verdad, parat
los dems pueblos europeos).
Parafraseando el postulado freudiano sobre la relacin entre Es e Ich,
se podra decir que la biopoltica moderna est regida por el principio se-
gn el cual all donde hay nuda vida, debe advenir un Pueblo; a condi-
cin, empero, de aadir inmediatamente que este principio vale tambin
en la frmula inversa, que establece que all donde hay un Pueblo, debe
advenir la nuda vida. La fractura que se crea haber colmado eliminando
al pueblo (a los judos que son su smbolo), se reproduce as nuevamen-
te, transformando a todo el pueblo alemn en vida sacra consagrada a la
muerte y en cuerpo biolgico que debe ser infinitamente purificado (eli-
minando a los enfermos mentales y a los portadores de enfermedades he-
reditarias). Y de manera diversa, pero anloga, hoy el proyecto democr-
tico-capitalista de poner fin, por medio del desarrollo, a la existencia de

228
229
 cualquier otra ndole en que se funde). La segunda implica que
la poltica occidental es desde el inicio una biopoltica y, de esta
forma, hace vano cualquier intento de fundar las libertades po-
lticas en los derechos del ciudadano. La tercera, en fin, arroja
una sombra siniestra sobre los modelos mediante los cuales las
ciencias humanas, la sociologa, la urbanstica y la arquitectu-
ra tratan hoy de organizar y de pensar el espacio pblico de
las ciudades del mundo, sin tener una clara consciencia de que
en su centro (aunque transformada y ms humana en aparien-
cia) est todava aquella nuda vida que defina la poltica de
los grandes estados totalitarios del siglo veinte.
Nuda, en el sintagma nuda vida, corresponde aqu al tr-
mino griego baplos, con el que la filosofa primera define el ser
UMBRAL puro. El haber llegado a aislar la esfera del ser puro, que cons-
tituye la contribucin fundamental de la metafsica de Occidente,
Tres tesis han surgido como conclusiones provisionales en el no carece, en efecto, de analogas con el aislamiento de una nu-
curso de esta investigacin: da vida en el mbito de su poltica. Lo que constituye, por una
parte, al hombre como animal pensante, tiene su correspon-
l. La relacin poltica originaria es el bando (el estado de 1 dencia precisa, por otra, en lo que le constituye como animal
excepcin como .zona.de indistincin entre exterior.,e. in-
terior, exclusin e inclusin).
2. La aportacin fundamental del poder soberano es la pro-
duccin de la nuda vida como elemento poltico original
l poltico. En el primer caso, se trata de aislar entre los mltiples
significados del trmino ser (que, segn Aristteles, Se dice de
muchas maneras), el ser puro (n hapls); en el segundo, la
cuestin es separar la nuda vida de la multiplicidad de formas
y como umbral de articulacin entre naturaleza y cultu- de vida concretas. El ser puro, la nuda vida qu es lo que con-
ra, z y bos. tienen estos dos conceptos? Por qu tanto la metafsica como
3. El campo de concentracin y no la ciudad es hoy el pa- la poltica occidentales encuentran en ellos y slo en ellos su
radigma biopoltico de Occidente. fundamento y su sentido? Cul es el nexo entre estos dos pro-
cesos constitutivos, en que metafsica y poltica, aislando su
La primera de estas tesis vuelve a poner en entredicho cual- elemento propio, parecen toparse con un lmite impensable?
quier teora del origen contractual del poder estatal y, al mis- Puesto que la nuda vida es, ciertamente, tan indeterminada e
mo tiempo, toda posibilidad de colocar en la base de las comu- impenetrable como el ser haplos, de ella se podra decir, como
nidades polticas algo que tenga que ver con una pertenencia de este ltimo, que la razn no puede pensarla ms que en el
(sea cual fuere la identidad popular, nacional, religiosa o de asombro y la estupefaccin (cuasi atnita, Schelling).

230 231
 Sin embargo, son precisamente estos conceptos vacos e in- tada y evitar cuidadosamente las habas, los perros, las cabras
determinados los que parecen custodiar slidamente las llaves y la yedra ...
del destino histrico-poltico de Occidente; y, quizs, slo si En la vida del Flamen Diale no es posible aislar algo similar
llegamos a saber descifrar el significado poltico del ser puro a una nuda vida; toda su zoe se ha convertido en bos, esfera
podremos dar cuenta de la nuda vida que expresa nuestra su- privada y funcin pblica se identifican por completo. Por es-
jeccin al poder poltico, como, a la inversa, slo si hemos com- to Plutarco (con una frmula que recuerda la definicin grie-
prendido las implicaciones tericas de la nuda vida podremos ga y medieval del soberano como !ex animata) puede decir
resolver el enigma de la ontologa. Llegada al lmite del ser pu- que es hsper mpsychon kaz hieron galma, una estatua sa-
ro, la metafsica (el pensamiento) se transforma en poltica (rea- grada animada.
lidad), de la misma manera que es en el umbral de lanuda vi- Observemos ahora la vida del hamo sacer o las vidas, simi-
da donde la poltica se transmuta en teora. lares a ella en tantos aspectos del banido o pregonado, del
Friedlos, del aquae et igni interdictus. Aqul ha sido excluido
Dumzil y Krenyi han descrito la vida del Flamen Diale, de la comunidad religiosa y de toda vida poltica: no puede
uno de los ms altos sacerdotes de la Roma clsica. Su vida participar en los ritos de su gens ni (si ha sido declarado infa-
ofrece la particularidad de que es inseparable en todo mo- mis e intestabilis) realizar ningn acto jurdico vlido. Adems,
mento de las funciones cultuales que desempea el Flamen. puesto que cualquiera puede matarle sin cometer homicidio,
Por esta razn los latinos decan que el Flamen Diale es quo- su existencia entera queda reducida a una nuda vida despoja-
tidie feriatus e assiduus sacerdos, es decir, que lleva a cabo en da de cualquier derecho, que slo puede poner a salvo en una
todo momento una celebracin ininterrumpida. Por consiguien- fuga perpetua o encontrando refugio en un pas extranjero. No
te, no hay-ningn ~sto o detalle en su vida, en su modo de obstante, precisamoote porque est expuesto en todo momento
vestir o de caminar, que no tenga un significado preciso y que a una amenaza de muerte incondicionada, se encuentra en pe-
no se integre en una serie de vnculos y de efectos minucio- renne contacto con el poder que ha publicado un bando con-
samente catalogados. Como prueba de esta asiduidad" de su tra l. Es pura zoe, pero su zoe queda incluida como tal en el
funcin sacerdotal, el Flamen no puede despojarse por com- bando soberano al que tiene que tener en cuenta en todo mo-
pleto, ni siquiera durante el sueo, de sus distintivos; el pelo mento y encontrar el modo de eludirlo o de burlarlo. En este
y las uas que se le cortan cuidadosamente debern ser se- sentido, como saben bien los exiliados y los banidos, ninguna
pultados de inmediato bajo un arbor felix (es decir, un rbol vida es ms "poltica que la suya.
no consagrado a los dioses infernales); en sus vestidos no pue-
de haber nudos ni anillos cerrados, y no podr pronunciar ju- Consideremos ahora la persona del Fhrer en el Tercer Reich.
ramentos; si en su camino encuentra a un prisionero encade- Representa la unidad y la igualdad de estirpe del pueblo ale-
nado, habr que quitarle los grillos; no puede entrar en un mn (Schmitt 6, p. 226). Su autoridad no es la de un dspota
emparrado del que pendan sarmientos de vid; deber abste- o la de un dictador, que se impone desde el exterior sobre la
nerse de la carne cruda y de cualquier tipo de harina fermen- voluntad y las personas de los sbditos (ibd., pp. 224-25), si-
232
233
 no que ms bien su poder es tanto ms ilimitado cuanto ms le a la ms absoluta apata (por eso, su irnica denominacin).
se identifica con la propia vida poltica del pueblo alemn. En No slo quedaba excluido, como sus compaeros, del contex-
virtud de esta identidad, cualquier palabra suya es inmediata- to econmico y social al que en un tiempo haba pertenecido;
mente ley (Fhrerworte haben Gesetzkraft, como Eichmann no no slo, como vida juda que no merece vivir, era destinado en
se cansaba de repetir en su proceso de Jerusaln) y se reco- un futuro ms o menos prximo a la muerte; sino que, adems
noce inmediatamente en el propio mandamiento (zu seinen no formaba parte en manera alguna del mundo de los hombres
Befehl sich bekennenden: Schmitt 7, p. 838). Podr, desde lue- ni siquiera de aquel, amenazado y precario, de los habitantes'
go, tener tambin una vida privada, pero lo que le define en del campo, que le haban olvidado desde el principio. Mudo y
cuanto Fhrer es que su existencia tiene inmediatamente, co- absolutamente solo, ha pasado a otro mundo, sin memoria y sin
mo tal, carcter poltico. As, mientras que el cargo de Canci- lamento. Se le puede aplicar literalmente la afirmacin de Hol-
ller del Reich es una dignitas pblica que recibe sobre la base derlin de que "en el lmite extremo del dolor no subsiste nada
de los procedimientos previstos por la Constitucin de Weimar, que no sean las condiciones del tiempo y del espacio".
el de Fhrer no es un cargo en el sentido del derecho pblico Qu es la vida del musulmn? Se puede decir que es pura
tradicional, sino algo que brota sin mediaciones de su perso- zoe? En l ya no hay, empero, nada "natural" o "comn", nada
na, en tanto que sta coincide con la vida del pueblo alemn. instintivo o animal. Junto a su razn, sus instintos han sido eli-
l es la forma poltica de esta vida: por eso su palabra es ley, minados tambin. Antelme nos refiere que el habitante del cam-
y por eso tambin no exige del pueblo alemn otra cosa de lo po ya no era capaz de distinguir entre las dentelladas del fro
que en rigor ya es. y la ferocidad de las SS. Si le aplicamos al pie de la letra esta
La distincin tradicional entre cuerpo poltico y cuerpo fsi- afirmacin (.. el fro, SS), podemos decir que el musulmn se
co del soberano (cuya genealoga ha sido recoflstruida pa- '> mueve en una absoluta indiferencia entre hecho y derecho, vi- '~
cientemente por Kantorowicz) desaparece en este caso y los da y norma, naturaleza y poltica. Precisamente por esto, el
dos cuerpos se integran uno en otro de forma total. El Fhrer guardin parece sentirse algunas veces sbitamente impotente
tiene, por as decirlo, un cuerpo integral, ni pblico ni priva- ante l, como si por un momento le asaltara la sospecha de
do, cuya vida es en s misma supremamente poltica. Se sita, que el musulmn -incapaz de distinguir entre una orden y el
pues, en un punto de coincidencia de zoe y bos, cuerpo bio- fro-le estuviera oponiendo una forma inaudita de resistencia.
lgico y cuerpo poltico. En su persona se produce un trnsi- Una ley que pretende hacerse integralmente vida se encuentra
to incesante de uno a otro. aqu frente a una vida que se ha confundido punto por punto
con la norma, y es precisamente esta indiscernibilidad la que
Imaginemos ahora al habitante del campo de concentracin amenaza la !ex animata del campo.
en su figura ms extrema. Primo Levi ha descrito la figura del
"musulmn", segn se le llamaba en las jergas del campo na- Paul Rabinov relata el caso del bilogo Wilson que, en el mo-
zi, un ser al que la humillacin, el horror y el miedo haban mento en que descubre que est enfermo de leucemia decide
privado de toda conciencia y toda personalidad, hasta llevar- hacer de su cuerpo y de su misma vida un laboratorio' de in-
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vestigacin y experimentacin sin lmites. Puesto que no debe como hemos visto, vida y muerte son slo ahora conceptos bio-
responder ms que de s mismo, las barreras de la tica y del polticos, el cuerpo de Karen Quinlan, que flucta entre la vi-
derecho desaparecen y la investigacin cientfica puede coin- da y la muerte al ritmo del progreso de la medicina y de las
cidir libre y completamente con la biografa. Su cuerpo ya no es variaciones de las decisiones jurdicas, es un ser de derecho no
privado, ya que ha sido trasformado en un laboratorio; pero no menos que un ser biolgico. Un derecho que pretende decidir
es tampoco pblico, porque slo en cuanto cuerpo propio pue- sobre la vida toma cuerpo en una vida que coincide con la
de transgredir los lmites que la moral y la ley imponen a la in- muerte.
vestigacin. Experimental lije, vida experimental, es el trmino
con el que Rabinow define la vida de Wilson. Es fcil ver que la La eleccin de esta breve serie de Vidas, puede parecer ex-
experimental lije es un bos que, en un sentido muy particular, trema, incluso tendenciosa. No obstante el elenco habra po-
se ha concentrado hasta tal punto en la propia zo que se ha dido ampliarse fcilmente con casi el mismo nmero de casos
hecho indiscernible de ella. no menos extremos y que, sin embargo, ya nos resultan fami-
liares, como el cuerpo de la mujer bosnia en Omarska, per-
Entremos en la sala de reanimacin en que yace el cuerpo fecto umbral de indiferencia entre biologa y poltica o, en sen-
de Karen Quinlan o el del ultracomatoso o el del neomort en tido aparentemente opuesto pero anlogo, las intervenciones
espera de que le sean extrados sus rganos. La vida biolgica militares por motivos humanitarios, en que las operaciones b-
que las mquinas mantienen en funcionamiento ventilando los licas se proponen fines biolgicos, como la alimentacin de
pulmones, bombeando la sangre a las arterias y regulando la las poblaciones o el control de las epidemias: ejemplo igual-
temperatura del cuerpo, ha quedado aqu ntegramente sepa- mente patente de la imposibilidad de distinguir entre poltica
rada, de la forma de vida que tena por nombre Karen Quinlan: y biologa.
es (o al menos as lo parece) pura zo. Cuando, hacia la mitad Es a partir de estos terrenos inciertos y sin nombre, de estas
del siglo XVII, la fisiologa hace su aparicin en las ciencias m- perturbadoras zonas de indiferencia, desde donde han de ser
dicas, se define en relacin con la anatoma, que haba domi- pensados los caminos y las formas de una nueva poltica. Al fi-
nado el nacimiento y el desarrollo de la medicina moderna. Si nal de La voluntad de saber, despus de haber tomado sus dis-
la anatoma (que se fundaba en la diseccin del cadver) era la tancias frente al sexo y la sexualidad -en los que la moderni-
descripcin de los rganos inertes, la fisiologa es una "anato- dad ha credo encontrar el propio secreto y la propia liberacin,
ma en movimiento", la explicacin de las funciones de aqu- mientras que lo que en realidad estaba aferrando no era ms
llos en el cuerpo animado. El cuerpo de Karen Quinlan no es que un dispositivo del poder- Foucault apunta hacia Otra eco-
en verdad otra cosa que una anatoma en movimiento, un con- noma de los cuerpos y de los placeres, como horizonte posi-
junto de funciones cuyo objetivo no es ya la vida de un orga- ble de una poltica diferente. Las conclusiones de nuestra in-
nismo. Su vida se mantiene exclusivamente por el efecto de las vestigacin imponen una cautela adicional. Incluso el concepto
tcnicas de reanimacin sobre la base de una decisin jurdi- de Cuerpo", como los de sexo y sexualidad, est ya siempre
ca; no es ya vida, sino muerte en movimiento. Pero puesto que, apresado en un dispositivo; es, pues, siempre cuerpo biopol-
236 237
 tico y nuda vida, y no hay nada en l, o en la economa de sus Occidente no puede tampoco superarse en otro cuerpo, un
placeres, que parezca ofrecernos un terreno slido contra las cuerpo tcnico o integralmente poltico o glorioso, en el que
pretensiones del poder soberano. Es ms, en su forma extre- una economa diferente de los placeres y de las funciones vi-
ma el cuerpo biopoltico de Occidente (esa ltima encarnacin tales resolviera de una vez por todas el engarce de zo y bos
de la vida del homo sacer) se presenta como un umbral de ab- que parece definir el destino poltico de Occidente. Ms bien
soluta indistincin entre derecho y hecho, norma y vida bio- ser preciso hacer del propio cuerpo biopoltico, de la nuda vi-
lgica. En la persona del Fhrer la nuda vida se muda inme- da misma, el lugar en el que se constituye y asienta una forma
diatamente en derecho, as como en la del habitante del campo de vida vertida ntegramente en esa nuda vida, un bos que sea
de concentracin (o del neomort) el derecho queda indeter- slo su zo. Tambin aqu conviene prestar atencin a las ana-
minado como vida biolgica. Una ley que pretende hacerse n- logas que la poltica presenta con la situacin epocal de la me-
tegramente vida se encuentra hoy, cada vez con mayor fre- tafsica. El bos yace hoy en la zo exactamente igual que, en
cuencia, frente a una vida degradada y mortificada al pasar a la definicin heideggeriana del Dasein, la esencia yace (liegt)
norma. Cualquier intento de repensar el espacio poltico de Oc- en la existencia. Schelling expresaba la figura extrema de su
cidente debe partir de la clara consciencia de que de la distin- pensamiento en la idea de un ser que es slo el puramente
cin clsica entre zo y bos, entre vida privada y existencia po- existente. Pero en qu modo un bos puede ser slo su zo?
ltica, entre el hombre como simple ser vivo, q~e tiene su lugar Cmo puede una forma de vida aferrar ese h.aplsque cons-
propio en la casa, y el hombre como sujeto poltico, que tiene tituye a la vez la tarea y el enigma de la metafsica occidental?
su lugar propio en la ciudad, ya no sabemos nada. Por eso la Si llamamos forma-de-vida a este ser que es slo su nuda exis-
restauracin de las categoras polticas clsicas propuesta por tencia, esta vida que es su forma y se mantiene inseparable de
Leo Strauss y, en un sentido diverso, por Hannah Arendt, no ella, veremos abrirse un campo de investigacin que se. sita
puede tener ms que un sentido crtico. Desde los campos de ms all del definido por la interseccin de poltica y filosofa,
concentracin no hay retorno posible a la poltica clsica; en ciencias mdico-biolgicas y jurisprudencia. Pero primero se-
ellos ciudad y casa se han hecho indiscernibles y la posibili- r necesario tratar de comprobar cmo, en el interior de los l-
dad de distinguir entre nuestro cuerpo biolgico y nuestro cuer- mites de estas disciplinas, ha podido llegarse a pensar algo co-
po poltico, entre lo que es incomunicable y queda mudo y lo mo una nuda vida y en qu modo, en su desarrollo histrico,
que es comunicable y expresable, nos ha sido arrebatada de han llegado a dar con un lmite ms all del cual no pueden
una vez por todas. Y no somos slo, por emplear las palabras proseguir, si no es a riesgo de una catstrofe biopoltica sin pre-
de Foucault, animales en cuya poltica est puesta en entredi- cedentes.
cho su vida de seres vivientes, sino tambin, a la inversa, ciu-
dadanos en cuyo cuerpo natural est puesta en entredicho su
propia vida poltica.
De la misma manera que ya no puede ser restituido simple-
mente a su vida natural en la ofkos, el cuerpo biopoltico de
238 239
NOTAS A LA TRADUCCIN
 Nota I.- Se nos ofrece aqu por primera vez esta caracterizacin de
la nuda vida que "como protagonista de este libro recurre en much-
simas ocasiones junto a sus dos notas esenciales: la de ser una vida a
la que cualquiera puede dar muerte impunemente y, al mismo tiem-
po, la de no poder ser sacrificada de acuerdo con los rituales esta-
blecidos; es decir, la vida "uccidibile e insacrificabib del horno sacer
y de las figuras anlogas a l. La subida concisin de estaformula-
cin, ya de por s muy tensa en italiano, nos parece de muy proble-
mtica reproduccin en castellano, y con mayor razn la que se ma-
nifiesta en giros afmes como "uccidibile insacrificabilita o "insacrificabile
uccidibilita. Insacrificable o insacrificabilidad no ofrecen, est claro,
problema alguno; pero "matabb y "matabilidad se compadecen mal
con nuestra sensibilidad lingstica, aunque desde un punto de vista
estrictamente gramatical nada se opondra a su uso, y por eso hemos
decidido, no sin vacilaciones, abstenernos de l por temor a incurrir
en un forzamiento excesivo sin una necesidad acuciante. No obstan-
te, parece importante sealar que, como me ha indicado amablemente
el profesor colombiano, mi amigo Alfonso Monsalve, "matable se ha
hecho relativamente frecuente en su pas, en una utilizacin clara-
mente biopoltica, para referirse a Jos marginados extremos, los lla-

243
mados desechables,. cuya muerte no entraa en la prctica conse-
.1
!
diferencias terminolgicas y constructivas entre ambas lenguas den-
cuencia jurdica alguna. tro de este mbito semntico, las formas empleadas en la traducci.n
Cabe apelar a trminos afines? Eliminable, suprimible o aniquila- quedan explicadas, aunque sea indirectamente, y no creemos que
ble, por ejemplo, son dignos de consideracin, pero es muy revela- den lugar a dificultad alguna. (Vase pg. 18.)
dor el hecho de que el autor, si no me equivoco, slo los utilice en la
parte tercera del volumen, al calor de sus reflexiones sobre el campo
de concentracin y de las formas ms extremas de la biopoltica mo- Nota 11.- Este prrafo ofrece un punto de referencia idneo para
derna, como lo es tambin que el D. R. A. E. slo haya recogido la abordar desde l el ms importante escollo que presenta la traduccin
acepcin de matar dentro de la voz eliminar,. en su ltima edicin, de esta obra, localizado precisamente, por sorprendente que pueda
quizs tambin como reflejo de determinadas transformaciones so- parecer, en el trmino bando y toda la rica familia lxica que se aglu-
ciopolticas en profundidad. Por eso no hemos eludido en algunas tina en torno a l.
ocasiones la traduccin de uccidibile,. como eliminable, y en menor Hay que advertir que ya en la primera comparecencia de esta voz
medida como suprimible, pero exclusivamente en la parte tercera de en el texto, al llevar a cabo, por as decirlo, su presentacin, el autor
este volumen, acogindonos a las razones mencionadas. En general, deja ver con claridad que no se atiene a su significado habitual, sino
pues, se ha acudido a interlocuciones variables, en relacin con los que procede a una verdadera recreacin (llamamos bando ... ). Sin es-
diferentes marcos expresivos, muy cercanas, por lo dems, a las em- ta precisin inicial y las observaciones subsiguientes, el lector habra
pleadas en el texto italiano cuando no recurre a aquellos sintagmas podido experimentar una cierta extraeza o perplejidad, puesto que,
tan sucintos; y, desde luego, al margen de los efectos estilsticos, no como se tendr ocasin de comprobar de forma reiterada, la nocin
creemos haber daado en modo alguno la precisin significativa ni de bando experimenta a lo largo de estas pginas una extraordinaria
haber originado ningn equvoco. dilatacin semntica. que le confiere una llamativa centralidad en el
Es interesante sealar, por ltimo, que el castellano, como hace ver mbito de la reflexin poltica y filosfica y en la propia economa in-
Mara Moliner, carece de nombre usual para la accin de matar a una telectual de la obra.
persona, a pesar de los conatos o variedades que se registran en es- Ahora bien, tal recreacin, como nos es dado advertir ya de entra-
te sentido (mataca, matanza, matazn, matamiento, etc.) ni tam- da, se asienta o enraza inequvocamente en el primitivo significado
poco para designar al que lleva a cabo dicha accin -puesto que ma- germnico del vocablo; remite a un entreverado complejo de catego-
tador ha perdido la vigencia que an conservaba en el Diccionario ras y realidades jurdico-institucionales que, arrancando de la anti-
de Autoridades- si no es con una connotacin jurdica como en los gedad germnica tuvieron una destacada presencia desde los albo-
casos de homicida, asesino o verdugo. Y las posibles dudas que el res de la Edad Media en la vida poltica y social de todos los pueblos
primero de estos trminos pudiera suscitar, dada la acepcin neutra del centro y del occidente de Europa, como consecuencia justamen-
y no jurdica que acepta residualmente el diccionario, quedan inme- te de la generalizacin del proceso de germanizacin, y cuyas huellas
diatamente excluidas en la traduccin, ya que el homo.sacer es pre- se han prolongado en buena medida hasta nuestros das. Asistimos,
cisamente aquel a quien cualquiera puede matar, sin cometer homi- pues, a un verdadero ressourcement,. de todo un campo terminol-
cidio". Precisado esto, y sin necesidad de insistir en las importantes gico y conceptual, que, lejos de agotarse en la estilizada y concisa re-

244 245
construccin de su significado originario que la investigacin nos de-
l
1
co germnico muy bien definido y considerablemente homogneo y
para, se prolonga y ensancha audazmente hasta llegar a la forja de un registra, adems, un grado notable de interaccin entre ellos. Mas, por
concepto nuevo sobre el que carga en gran parte el peso de la crti- otra parte, en conexin con la firmeza inicial de su arraigo y las ca-
ca de la realidad contempornea, si bien puede retrotraerse tambin ractersticas de su evolucin, existen fuertes diferencias en cuanto a
hacia el pasado, aplicarse al judasmo o a la poca grecolatina, por 1 la riqueza de su despliegue semntico -bajo comparativamente en cas-
ejemplo. tellano- que suele tener su correlato invertido en el grado de hora-
La anticipacin, apretada y urgente, del posterior despliegue dis- dacin o desgaste significativo, muy visible en nuestra lengua en com-
cursivo que este prrafo nos ofrece, engarza, como es bien visible, un paracin con el italiano (por no hablar del francs) como se manifiesta
sugestivo haz de trminos y expresiones que tienen en comn el man- en algunos registros expresivos muy relevantes. En definitiva, pues,
tener sostenidamente la conexin con esta familia terminolgica, apu- la aludida tendencia general al arcasmo afecta a nuestro idioma con
rando todas sus posibilidades expresivas y sin esquivar el recurso a especial vigor, y por ello la adherencia al original de acuerdo con las
giros y voces ya anticuadas o en claro desuso, lo que se hace notar pautas sealadas ha supuesto pagar el precio (quiz compensado por
en su entrecomillado. Pero, adems, segn habr ocasin de compro- la parcial reviviscencia de un plexo lxico tan valioso) de recurrir a
bar no slo aqu sino en diferentes momentos del texto, hay otros tr- vocablos o locuciones que, aunque bien acreditados en los dicciona-
minos importantes de esta familia en los que conviven significados rios quedan ya en algunos casos completamente alejados del lector
plenamente actuales con otros ya borrosos o desvanecidos, situados, actual, o el prescindir de otras mejor integradas o ms familiares, si-
pues, en una cierta posicin fronteriza. (En este sentido, no deja de tuadas dentro del mismo campo semntico pero no lxico.
ser revelador que los diccionarios ms autorizados de las lenguas ro- El muy nutrido y sugestivo conglomerado de palabras y sintagmas
mnicas o germnicas suelan conservar al referirse a las palabras de que conviven en este territorio lingstico que aparece en pleno Me-
este mbito -quizs en mayor medida que en otros casos-: los signi- dievo en todas las lenguas romnicas, procede en su integridad -:-(:0:- __ !''
ficados originarios o ya anticuados desde hace mucho, bien sea en las mo nos informa cualquier discreto diccionario etimolgico o histri-
que ya carecen de toda vigencia, bien en las que conviven con otros co- directamente o en derivaciones posteriores del alto y medio alemn,
que mantienen su plena actualidad, como en un intento de impedir bannan, bannen, ordenar, mandar; prohibir bajo amenaza de san-
la inevitable desemantizacin de aqullos, sin que falten, por otra par- cin (sustantivo bann pronto convertido en ban), muy cercana, aun-
te, algunos indicios de rvigorizacin, como sucede en el cataln, se- que problemtica relacin con el gtico bandwjan, dar una seal
gn seala Corominas, e incluso en el propio italiano). (sustantivo bandwo) del que proceden bando o banda en el sentido
En concordancia con lo mencionado y, en especial, con las orien- de fraccin o bandera, y bandera como signo o estandarte de un
taciones que se desprenden del modus operandi del autor, esta tra- grupo. Pero, como hace notar Corominas (en su impagable Diccio-
duccin se ha esforzado por agotar todos los recursos terminolgicos nari etimologic i complementari de la /lengua catalana), los deriva-
que ofrece el castellano en este campo, asumiendo deliberadamente dos de los grupos bannjan por una parte, y bandwjan, por otra, han
ese juego de tensiones entre arcasmo y actualidad. La tarea, en prin- producido paralelamente unos y otros (el significado) de "prohibir,
cipio, no parece antojarse excesivamente dificultosa, puesto que to- alejar, expulsar" que, a diferencia de aquellas formas de aspecto g-
do el grupo de idiomas romnicos parte en este territorio de un tron- tico, corresponden a los usos del ingls to ban y del alemn verban-

246 247
 -,,
l

nen.. , con independencia del predominio del radical ban- (ban, han- tivo, sino que se manifiesta en las formas verbales y en las locuciones
no, bannus, bannire-alto latn- bannir, banir.. .) o del radical band- preposicionales a l vinculadas, que en italiano, o francs, por ejem-
(band, bando, bandir, bandejar... ). Es decir, junto a los significados plo, conservan en la actualidad gran parte de su significado origina-
predominantemente inclusivos o integradores (la proclama, la orden rio y contribuyen por tanto a vivificar la forma nominal y a facilitar la
o el mandato, que se dirigen a un grupo para tutelar o mantener el comprensin o integracin de las modalidades en desuso. El problema
orden jurdico establecido; la ensea o bandera, que le singularizan 0 de esta traduccin se concentra en buena parte en este punto al ca-
identifican frente a otros, o determinados bienes y objetos a disposi- recer el castellano de dicho tipo de verbos o construcciones o al ofre-
cin de todos los miembros de una colectividad, de uso comn en el cerlos slo en formas ya desusadas o arcaicas.
sentido del banal medieval francs recibido mucho ms tarde en cas- As, por referirnos primero a las locuciones, el mettere al bando
tellano ... ) conviven desde un principio los explcitamente excluyen- italiano, equivalente prcticamente estricto del mettre au ban.. fran-
tes (que tienen su cifra en el trmino abandono) incluso en sus for- cs es de empleo actual y habitualsimo en el lenguaje cotidiano con
mas ms extremas, que son justamente los que en castellano han el sentido de marginar, extraar, dejar, expulsar, apartar, excluir... Tam-
experimentado una erosin semntica ms severa. bin es de uso comn porre al bando, con alcance prcticamente si-
No parece inoportuno sealar aqu que el bando castellano, como milar, y, con la significacin ms precisa de exiliar o desterrar, man-
el italiano, inicia su recorrido bajo el predominio del radical ban- (ban- dare in bando... Nuestra construccin paralela, poner en bando (que
nire, bannitus, banis, banido) bien atestiguado en Las Partidas don- slo hemos encontrado documentada en el Cuervo, en forma partici-
de, por cierto, se precisa que los llamados.banidos.. , que a veces son pial y nicamente referida a cosas) no es, desde luego, slita y no
contados entre los deportados, a veces entre los relegados.. , segn len- cuenta, que sepamos, con equivalentes. Su utilizacin es un tanto for-
guaje de Espaa son dichos encartados.. (Cuarta Partida, Ley IV). Ban- zada y por eso slo hemos apelado a ella en contadas ocasiones, si
do slo se impone plenamente a partir de la segunda mitad del siglo bien es cierto que su referente italiano tampoco se asoma en exceso
XVI, con toda probabilidad por influencia italiana como ya sealara al texto original.
Covarrubias, y como tal se ha mantenido a partir de entonces en am- En cuanto a los verbos, el italiano bandire., (que cuenta con el pre-
bos idiomas. cedente arcaico de bannire) tiene las acepciones de notificar pbli-
El sustantivo bando mantiene en el castellano de hoy, al margen de camente determinados actos, la de eliminar, abolir o terminar con, y
su sentido como faccin o parcialidad, la doble acepcin de edicto o la correspondiente al porre o mettere al bando que acabamos de
mandato de orden superior.. y la de solemnidad o acto de publicar- ver, por mucho que algunos diccionarios autorizados noten esta l-
lo si bien la primera ha quedado reducida de hecho al mundo mu- tima de anticuada. En castellano, por el contrario, su homlogo ban-
nicipal y, con menos frecuencia, al militar. Comparte ambas con casi dir, aunque sigue figurando en la ltima edicin del D. R. A. E., lo
todo el acervo de lenguas neolatinas, salvando los matices diferen- hace a ttulo de voz anticuada -condicin en que se mantiene desde
ciales en cuanto al mbito propio de aplicacin de tal proclama o man- hace mucho- y su significado le resulta decididamente ajeno al lec-
dato, aunque hasta hace muy poco se caracterizara, quizs, por su ma- tor contemporneo. La definicin que nos procura, publicar bando
yor generalidad y precisin jurdicas. El significado excluyente al que contra un reo con sentencia de muerte en su rebelda, es prctica-
antes hacamos alusin no aparece, pues, directamente en el sustan- mente idntica a la que nos ofrece Mara Moliner, que lo emparenta

248 249
 con pregonar, encartar, poner precio a la cabeza de alguien y, lo principio, en la construccin de este texto, el abandono castellano,
que ms nos interesa aqu, proscribir: "Antiguamente declarar mal- cuya procedencia etimolgica ha quedado casi en el olvido y que
hechor pblico a alguien, autorizando a cualquiera para matarle Cuervo contempla tan atinadamente en esta esclarecedora glosa:
[cursiva nuestra] y, a veces, ofreciendo premio a quien lo entregare ..compuesto de y bandon, originariamente lo mismo que bandum,
vivo o muerto". El Diccionario Histrico de la Academia, por su par- bannum, en latn bajo, han en francs y provenzal, es decir nuestro
te, recoge tambin el significado de proscribir, acudiendo a la sabrosa bando [cursiva nuestra]; era usualsima en el complemento han-
definicin de Covarrubias, y, adems, sin calificarlo de anticuado, el don, sin reserva(. .. ) en el sentido de gusto, libre voluntad, arbitrio ... ".
de apartar, por mucho que su empleo estuviera ya entonces palma- Pero tambin en el de "quedar a merced de", como se seala en otro
riamente en desuso o constituyera un cultismo afectado. Hay que des- lugar, en estricto paralelismo con la glosa de "abandono, que se rea-
tacar, pues, que bandir no se refiere al hecho de publicar un bando liza en este prrafo del original y que nos introduce en el ncleo
(del echar bando o pregonar el bando de nuestra lengua tradicional), ms duro de la paradoja del bando y del abandono. (Vanse pgs.
salvo en el caso de que ste se traduzca en un acto de exclusin (des- 43 y 143.)
tierro, apartamiento), y en su acepcin ms radical y mejor decanta-
da, en la exposicin absoluta a recibir la muerte a manos de cual-
quiera e impunemente como consecuencia de una proclamacin oficial Nota III.- Esta figura del Friedlos se encuentra muy ampliamente
del poder. Con este significado el verbo ha convivido desde fecha difundida y documentada en la realidad social y jurdica de todos
muy temprana con encartar y pregonar, modalidad esta ltima ms los reinos peninsulares espaoles del Medievo, prcticamente des-
castiza y con resonancias ms familiares. de sus orgenes, y se prolonga hasta la segunda mitad del siglo xrv,
La forma participial italiana, .. bandito", corresponde a la espao- sin que falten, empero, manifestaciones ms tardas, como en Ara-
la bandido y en ambos casos se emplea idntico trmino para el gn durante la segunda mitad del siglo xv.
adjetivo. Glosado el verbo, parecera innecesario cualquier comen- La prdida o privacin de la paz en su acepcin ms precisa -ya
tario adicional, pero no puede dejar de aclararse que precisamente que en el perodo ms antiguo "era consecuencia de casi todos los cr-
para evitar la confusin entre el participio y el adjetivo hemos op- menes propiamente dichos, (Wilda)- presentaba dos formas diferen-
tado, incurriendo en un arcasmo reduplicado por utilizar la forma tes segn se tratase de la paz de la ciudad o de la del reino y era con-
castellana ms primitiva, banido, que an sigue apareciendo en al- secuencia de la comisin de algunos delitos considerados como
gunos diccionarios como el de Mara Moliner, y que, por lo dicho especialmente graves, casi siempre delitos de traicin. Segn el tipo
)
antes, compite desventajosamente con encartado y pregonado, tr- de delito y las circunstancias jurdicas, esa situacin poda producirse
mino este ltimo que hemos utilizado en alguna ocasin. Esta ob- ipso jacto o a consecuencia de una pena impuesta por el libre arbitrio
servacin sobre el uso de banido es importante a nuestros efectos del rey o tras una sentencia. Normalmente, el culpable deba aban-
porque este trmino s se deja ver con reiteracin en las pginas de donar la ciudad o el reino dentro de un plazo concedido para ese fin,
este libro, a diferencia de lo que sucede con otros mencionados an- que muchas veces era de treinta das, transcurrido el cual entraban
teriormente. plenamente en accin los efectos jurdicos punitivos. En Castilla se
"Abbandono", por ltimo, tan esencial, como se advierte desde el anunciaba en la plaza o mercado el nombre del "traydor, o "alevoso",
250
251
encartado o pregonado para que todos conocieran pblicamente su
condicin. El proscrito de esta forma deba ser prendido por cual-'
quiera y si alguien le hera o mataba no sufra ningn tipo de multa
o sancin ni incurra en la enemistad del linaje; es decir, poda llegar
a darle muerte de forma totalmente impune. Son muy numerosos los
textos normativos y las sentencias que en la Espaa medieval consa- BIBLIOGRAFA
gran este impune occidi, entre ellos el Fuero Viejo de Castilla (Libro
II, artculos 1 y 5).* (Vase pg. 136.)

* El texto de esta nota III no es ms que un brevsimo resumen de

las consideraciones sobre esta figura jurdica contenidas en la obra
de Eduardo de Hinojosa El elemento germnico en el derecho espa-
ol, 1915.

252
La bibliografa del original contiene exclusivamente los libros y artculos men-
cionados en el texto, si bien con numerosas excepciones referentes casi siem-
pre a los clsicos griegos y latinos. En nuestro caso, nos hemos limitado a re-
producirla y a aadir las versiones castellanas existentes, sin garantizar su
exhaustividad y con un sistema de referencias muy escueto, concorde con el
criterio del autor al referirse a las ediciones italianas de obras extranjeras, que
se han mantenido aqu.
En general, la traduccin de las obras que aparecen en este volumen se ha rea-
lizado a partir del texto italiano, salvo en el caso de las versiones castellanas que
figuran marcadas por un asterisco que indica que las citas y la paginacin co-
rresponden a ellas y en las que se hace mencin de los traductores y, en su ca-
so, de los editores o prologuistas. Debe quedar claro que con escasas excepcio-
nes tal circunstancia no obedece a ningn arbitrio valorativo (en no pocos casos
las traducciones no utilizadas son de primera calidad) sino casi siempre al hecho
de que se trata de prrafos brevsimos que no justificaban la consulta de la tra-
duccin castellana o la hacan muy dificultosa, al margen de los casos en que no
nos ha sido posible disponer fcilmente de ellas. En otras oportunidades, en es-
pecial en las citas de W. Benjamn, de una parte de cuya obra el autor es res-
ponsable de la edicin italiana, hemos credo adecuado dar preferencia a sus cri-
terios.
Sealaremos, por ltimo, que se ha respetado la opcin claramente mani-
festada en este volumen de ofrecer un amplio repertorio de textos en su len-
gua original, con una nica excepcin de la que se deja constancia en una no-
ta a pie de pgina.

255
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Antelme, Robert: 20, 235. Binding, Karl: 172, 173, 174, 175, 176,
Antoninos, familia: 123. 177, 180.
Antonino Pio: 124. Blackstone, William: 59.
Arendt, Hannah: 12, 58, 59, 152, 160, Blanchot, Maurice: 31, 83.
161, 167, 170, 188, 190, 217,.225, 238. Bodin, jean: 121, 132, 225.
Aristteles: 9, 10, 11, 16, 21, 62, 63, 64, Boeck: 45.
66, 151, 231. Brack, Viktor: 177, 181.
Augusto, Cayo julio Csar: 110, 133. Brand, Karl: 181.
Avicena: 63. . ~~,J3ruto: 114, 115.
Burdeau, G.: 57.
Badiou, Alain: 38, 39, 117. Burke, Edmund: 161.
Bahnen: 177.
Bataille, Georges: 67, 82, 83, 98, 144, Cacciari, Massimo: 68, 69.
145, 146. Caillois, Roger: 104, 145.
Baurnhardt: 178. Calpurnio Flacco: 116.
Becker-Freyting: 198. Casio, Espurio: 115.
Beissner, F.: 47. Cavalca, Domenico: 136.
Benjamin, Walter: 13, 22, 42, 43, 57, 58, Charlier: 164.
70, 73, 74, 75,84,85,86,88,89, 109, Cicern, Marco Tullio: 142.
145, 221. Clauberg: 198.
Bennett, H.: 95. Conti, Libero: 152.
Benveniste, Emile: 39, 89, 99, 127. crifa: 107, 142.
Bergblock: 198.

265
Dagognet, F.: 209. Ganschinietz, R.: 104. Kierkegaard, Soren: 29. Meillet, Antaine: 103, 104.
Debord, G.: 201. Gaylin, W.: 208, 209. Klossowski, Pierre: 145. Meiner, Flix: 172.
Decio Mure, Publio: 125, 126. Giesey, R. E.: 119, 122, 123, 131. Kojeve, Alexandre: 82, 83. Melville, Herman: 67.
De Lamare, N.: 184. Juan, alias sin Tierra: 156. Mennecke, Fritz: 177.
Deleuze, Gilles: 30. Goldberger: 199. La Botie, Etienne de: 15. Mielke, F.: 200.
De Romilly, ].: 46. Goulon, M.: 203-206, 208. La Ceda, F.: 147. Milner, J.-C.: 35.
Derrida, Jacques: 68, 78, 85. Guillermo de Moerbeke: 11. La Fayette, Marie-Joseph de Motier: 162. Mitscherlich, A.: 200, 201.
Descartes, Ren: 159. Lamb, David: 196. Mollaret, P.: 203-206, 208.
Diels: 215. Haldane, John Burdon Sanderson: 185. Lange, L.: 95. Mommsen, Theodor: 95.
Din Cassio Cocceino: 124. Hegel, Georg Wilhelm Friedrich: 34. Lanjuinais, Jean-Denis: 164, 166. Montesquieu, Charles de Secondat de
Drobisch, K.: 214. Heidegger, Martn: 62, 67, 80, 81, 82, Lefort, C.: 171. La Brede y de: 53.
Dumzil, Georges: 232. 190, 192, 193. Leibniz, Gottfried Wilhelm: 159. Margan, Thomas Hunt: 185.
Dumont, L.: 226. Helferich: 183. Levi, Carla: 140. Muratori, Ludovico Antonio: 143.
Durkheim, Emile: 101, 102, 104, 112. Hellingrath: 48. Levi, Primo: 234.
Hevelmann: 177. Levinas, Emmanuel: 190, 191, 192. Nancy, Jean-Luc: 43, 79, 80, 83, 146.
Eduardo, alias el Confesor: 136, 137. Himmler, Heinrich: 177, 195, 196, 215. Lvi-Strauss, Claude: 39, 104. Negri, Antonio: 61.
Ehrenberg, V.: 45. Hitler, Adolf: 147, 177, 178, 179, 185, Lincoln, Abraham: 225. Newton, Isaac: 159.
Eichmann: Adolf: 220, 234. 188, 189, 191, 2l5. Livio, Tito: 125, 126, 127. Nietzsche, Friedrich Wilhelm: 62, 66.
Elas: 77. Hobbes, Thomas: 51, 52, 137, 138, 140, Locke, John: 53. Numa Pompilio: 106, 110.
Ernout, Alfred: 103. 159. Lowith, Karl: 153, 154.
Herodiano: 124 Hache, Alfred: 172, 177. Luis XVI, rey de Francia: 133. Orgenes: 74.
Hesodo: 46 Holderlin, Friedrich: 47, 48, 235. Lyons, Andrew D.: 207. Otto, Rudolf: 102.
Hubert, H.: 101.
Pesto, Sesto Pompeo: 41, 93, 94, 96, 103, Husserl, Edmund: 190. Macrobio, Ambrosio Teodosio: 94, 95, Pablo, san: 76.
106, 142. 96, 107, 129. Pauly, August: 104.
Fischer, Eugen: 182, 184, 185. Jhering, Rudolph van: 135. Magdelain, A.: 110. Pertnax, Publio Elvio: 124.
Flaminio, Cayo: 115. Justi,]. H. G. van: 184, 186. Mairet, G.: 66. Pndaro: 47, 49, 50, 52.
Foucault, Michel: 11-16, 30, 33, 113, 143, Mallarrn, Stphane: 69. Platn: 9, 49, 50, 51.
151, 152, 154, 184, 237, 238. Kafka, Franz: 68, 70, 71 ,72, 75, 76. Manlio Torquato, Tito: 114, 125. Plinio Segundo, Cayo: 139.
Fowler, Ward W.: 95, 96, 103 ,104, 107. Kant, Immanuel: 71, 72. Marett, Robert Ranulph: 103. Plowden, E.: 120, 131.
Frank: 184. Kantorowicz, Ernst Hartwig: 119, 120, Mara de Francia: 139. Plutarco: 233.
Freud, Sigmund: 99, 102, 226. 122, 123, 131, 132, 234. Marsilio de Padua: 11. Propercio, Sesto: 112.
Fugier, H.: 103, 104. Keanu: 199. Marx, Heinrich Karl: 227.
Kelsen, Hans: 43. Mauss, Marcel: 101, 104. Queneau, Raymond: 83.
Galton, F.: 184. Kernyi, Kroly: 95, 96. Medawar, Peter Brian: 208. Quinlan, Karen: 208, 236, 237.

266 267
Rabinov, Paul: 235. Strong, R. P.: 199, 200.
Reiter, Hans: 182. Svenbro, J.: 220.
Rickert, Heinrich: 174.
Roberpierre, Maximilien de: 59, 225. Thomas, Yan: 114-117.
Roscher: 195. Tibullo, Albio: 112.
Rose: 200. Tocqueville, Charles-Alexis Clrel de: NDICE
Rosenberg, Alfred: 164, 193. 20.
Rosenzweig, Franz: 190. Toms de Aquino: 11.
Rousseau, jean-jacques: 140, 164. Trebacio: 107.
Tsew, Shabbetay: 78.
Sade, Donatien-Alphonse-Fran;:ois de:
170. Ulpiano, Domicio: 36.
Schelling, Friedrich Wilhelm joseph: 62,
66, 261, 239. Valerio Mximo: 115.
Schilling, R.: 127. Varrn, Marco Terenzio: 112.
Schlosser, Julius von: 122. Vernant, jean-Pierre: 127.
Schmitt, Carl: 27, 28, 29, 31, 32, 40, 42, Verschuer, Ottmar von: 182-187, 209.
43, 48, 52 ,53, 54, 60, 89, 120, 121, Versnel. S.: 128.
154,174,180,215,218,219,220,222, Vico, Giambattista: 29, 30.
233, 234. Vollhardt: 198.
Scholem, Gershom Gerhard: 70, 73.
Schroder: 198. Walde, A.: 103, 104.
Schumann: 178. Walton, D. N.: 206.
Severo, Lucio Settimio: 124. Walzer, Michael: 133.
Sewell, W. H.: 166. Weinberg, Kurt: 76.
Shumway, Norman: 207. Wieland, G.: 214.
Sieyes, Emmanuel-:Joseph: 58, 60, 165, Wilamowitz-Moellendorf, Ulrich von:
166, 225. 49.
Smith, William Robertson: 99, 100, 104. Wilda, W. E.: 136.
Saln: 46, 47. Wilson: 235.
Spinoza, Baruch: 62, 159. Wissowa, Georg: 104.
Spohr, Werner: 214. Wundt, Wilhelm Max: 101.
Stier: H. E.: 50.
Strachan-Davidson, G. L.: 95. Zahn: 183.
Strauss, Leo: 20 ,50, 52, 238.

268
INTRODUCCIN ........................................................................... 7

PARTE PRIMERA
LGICA DE LA SOBERANA

1. LA PARADOJA DE LA SOBERANA ....................................... 27

2. NOMOS BASILES ................................................................ 45
3. POTENCIA Y DERECHO ........................................................ 56
4. FORMA DE LEY ...................................................................... 68
UMBRAL ....................................................................................... 84

PARTE SEGUNDA
HOMO SACER

l. HOMO SACER ........................................................................ 93

2. LA AMBIVALENCIA DE LO SAGRADO ................................. 98
3. LA VIDA SAGRADA .............................................................. 106
4. VITAE NECISQUE POTESTAS .............................................. 113
5. CUERPO SOBERANO Y CUERPO SAGRADO .................... 119
6. EL BANDO Y EL LOBO ........................................................ 135
UMBRAL ...................................................................................... 144
 PARTE TERCERA
EL CAMPO DE CONCENTRACIN COMO
PARADIGMA BIOPOLTICO DE LO MODERNO

l. LA POLITIZACIN DE LA VIDA .......................................... 151

2. LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y LA BIOPOLTICA ......... 160 Esta edicin de
HOMOSACER
3. VIDA QUE NO MERECE VIVIR ........................................... 172
de Giorgio Agamben,
4. POLTICA, ES DECIR DAR FORMA
se termin de imprimir
A LA VIDA DE UN PUEBLO" ............................................. 182
el da 4 de octubre de 2010
5. VP .......................................................................................... 195
6. POLITIZAR LA MUERTE ....................................................... 203
7. EL CAMPO DE CONCENTRACIN
COMO NOMOS DE LO MODERNO ................................. 211
UMBRAL 230

NOTAS A LA TRADUCCIN ...................................................... 241

BIBLIOGRAFA ........................................................... . 253

NDICE ONOMSTICO .............................................................. 263

 PRE-TEXTOS/ENSAYO
LTIMOS T!TULOS PUBLICADOS EN ESTA MISMA COLECCIN

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Rendir el sentido

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Bajo sospecha

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Correspondencia 1933-1973

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Las redes imaginarias del poder poltico

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Elogio del asombro

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Ninfas

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