La Iglesia Católica Durante Los Primeros Años de La República
La Iglesia Católica Durante Los Primeros Años de La República
La Iglesia Católica Durante Los Primeros Años de La República
En el caso del clero secular, a pesar de tambin mantener un favoritismo hacia ambos bandos,
este jug un papel ms activo en la independencia, dando apoyo espiritual y material a ambos
bandos y tambin apoyando con propaganda proveniente desde Argentina y Chile a favor de la
independencia.
Una vez establecida la Repblica, se decidi mantener a la Iglesia como institucin ya que este
ayudaba como un medio de control hacia los indgenas y ayudo a mantener cierto sentido de
autoridad en los lugares ms alejados. Por otra parte, la Santa Sede tampoco quera entrar en
conflicto con los nuevos gobiernos, por el bien pastoral en estos pases. Pio IX concedi
oficialmente al Per el Patronato en el ao 1874. Esto fue solo una formalidad, ya que en el
Per se seguan las reglas del patronato hasta ese entonces.
En resumen, la iglesia paso por momentos difciles durante la Independencia. Varias dicesis
quedaron sin obispos y haba escases de sacerdotes. La educacin catlica era pobre e
insuficiente, hubo un gran dominio del laicismo, y el liberalismo y la masonera tomo impulso.
Las guerras de la independencia empobrecieron de forma grande a la Iglesia. Tanto los realistas
como los patriotas expropiaron propiedades y confiscaron bienes de la iglesia para usarlos a
favor de sus campaas.
1. HISTORIA
La ciudad de Lima, capital del Virreinato del Per, se convirti en el siglo XVII en una
ciudad de vida monstica donde surgieron Santos como Rosa de Lima y Martn de
Porres y la ms grande manifestacin religiosa del Per a nivel nacional e
internacional: el Seor de los Milagros. El 5 de diciembre de 2015 se beatific a tres
sacerdotes asesinados por Sendero Luminoso en el ao 1991.
La situacin de la Iglesia durante los aos de la Repblica en el siglo XIX no fue fcil.
Varios motivos contribuyeron a originar situaciones donde su desempeo no careci
de obstculos y dificultades.
Todo ello iba unido frecuentemente a una ideologa liberal predominante entre
gobernantes e intelectuales del nuevo rgimen republicano, que consideraba lo
religioso como un asunto exclusivamente privado y, por lo tanto, sin derecho a tener
presencia en la vida pblica. Todo esto llevaba a actitudes de desprecio o
subvaloracin de todo lo relacionado con la Iglesia y sus representantes. Si bien este
anticlericalismo no se plasm en una persecucin abierta y violenta como fue el
caso de Mxico, o como ha ocurrido tambin frecuentemente en la historia de Espaa
, si cre un clima poco favorable a la labor de la Iglesia.
A esto hay que aadir el empobrecimiento econmico que origin en la Iglesia las
guerras de Independencia. Tanto los realistas como los patriotas obtuvieron, ya sea
voluntariamente, ya sea a la fuerza, imponiendo contribuciones, los bienes que
pertenecan a las dicesis, parroquias e instituciones eclesiales. Incluso los bienes
races pasaron a otras manos ajenas a la Iglesia. Fue comn la confiscacin de los
bienes pertenecientes a la Iglesia. Las fuerzas armadas de Bolvar, por ejemplo,
llegaron a requisar en el Norte del Per una cantidad de plata equivalente entonces a
medio milln de pesos. La guerra con Colombia signific tambin un nmero cuantioso
de contribuciones obligatorias, a las que se sum las de otras disposiciones
gubernamentales a lo largo del siglo XIX.
A cambio, muy poco fue en lo que el Estado ayud a la Iglesia. Eso contribuy a que,
junto al desprecio y burla con que se miraba el ejercicio del sacerdocio, tampoco
resultara muy atractiva una ocupacin que no contaba con los medios adecuados de
subsistencia para una vida digna. Si bien el sacerdocio no tiene una finalidad lucrativa,
de hecho merece una remuneracin mnima para la subsistencia digna del candidato.
Este fue uno de los factores que dieron como consecuencia el que muchas parroquias
no contaran con sacerdotes que las atendieran. Esta falta de personal eclesistico es
uno de los males que se ha arrastrado a lo largo de la vida republicana del Per, sin
que la situacin se haya solucionado del todo hasta ahora.
Podemos decir, pues, que durante este perodo, iniciado con la Declaracin de la
Independencia del Per en el ao 1821, la Iglesia tuvo como problemas fundamentales
la escasez de obispos; el hecho de las iglesias administradas por eclesisticos de
jurisdiccin dudosa, impuestos por el gobierno o elegidos sin autorizacin por los
cabildos eclesisticos; y, junto con eso, otro mal que se vena arrastrando desde el
siglo pasado: la relajacin de los religiosos, que buscaban ms los beneficios y el
provecho que iban unidos a los cargos antes que dar testimonio del Evangelio,
adems de otros vicios peores. Una de las mayores dificultades de esta poca fue la
dificultad para encontrar alguna forma de vincularse con Roma, y esto debido a la
inestabilidad de los nuevos gobiernos.
La guerra con Chile (1879-1883), una de las peores crisis que sufri el Per en su
historia, fue una ocasin en que la Iglesia en el Per manifest su honda preocupacin
social, no solamente a travs de enseanzas y exhortaciones, sino tambin mediante
ayuda concreta. El entonces arzobispo de Lima, Monseor Francisco Orueta y
Castrilln, en una carta pastoral, dispuso que se haba de realizar una colecta para
los gastos de la guerra, en la cual tomarn parte, segn sus recursos, todos los curas
y sacerdotes de nuestra jurisdiccin, que pueden hacerlo; como igualmente las
instituciones religiosas y establecimientos piadosos. La nueva Vicara General del
Ejrcito, dirigida por el presbtero Antonio Garca, se encarg de enviar capellanes al
escenario de las operaciones blicas. Las ambulancias de la Cruz Roja fueron
organizadas por Monseor Jos Antonio Roca y Boloa, quien, al frente de este
servicio, no vacil en protestar ante el Comit Internacional de la Cruz Roja en Suiza
por el atropello cometido por los soldados chilenos al atacar los hospitales de sangre
en la batalla de San Francisco (noviembre de 1879), contraviniendo as el derecho de
guerra, consignado en los pactos internacionales sobre hospitales de sangre. Debido a
su enrgica denuncia de sta y de otras injusticias que pisoteaban el respeto debido al
vencido, cuando el ejrcito chileno ocup Lima (enero de 1881), Mons. Roca y Boloa
opt por refugiarse en la serrana para evitar las represalias en su contra. Con la firma
del Tratado de Paz de Ancn (20 de octubre de 1883) y el retiro de las tropas chilenas
de la capital peruana (enero de 1884) pudo regresar a Lima. Convocado al Congreso
Constituyente para aprobar la paz, fue elegido diputado por la capital; partidario de la
paz, aun a costa de un doloroso sacrificio, hizo que los nimos se resignaran a la
cesin de territorio peruano que eligi el vencedor.
Durante la guerra, aunque muchos de los capellanes realizaron una labor abnegada,
incluso algunos de ellos llegando a ser hechos prisioneros o muriendo a causa del
furor del enemigo, sus esfuerzos no siempre fueron apreciados por algunos jefes y
oficiales del Ejrcito, adictos a un anticlericalismo de origen liberal.
Luego de la ocupacin de Lima por los chilenos, muchos sacerdotes prestaron ayuda
desinteresadamente en los hospitales de sangre de San Pedro, la Exposicin, Santa
Sofa, San Bartolom y otros. Adems, acudieron a la isla de San Lorenzo para auxiliar
a los prisioneros peruanos que haban sido repatriados por Chile. En las siete
parroquias de Lima (del Sagrario, Santa Ana, Hurfanos, Cercado, San Marcelo, San
Sebastin y San Lzaro) se sigui prestando ayuda espiritual y sacramental a los
fieles, pero, adems de esto, unas 60 casas particulares obtuvieron permiso para tener
misa en oratorios privados.
La poltica seguida por el gobierno chileno en los territorios ocupados intent en 1901
reemplazar a los curas peruanos por otros de nacionalidad chilena, pero, al no obtener
esto de la Santa Sede, se procedi a la expulsin de los clrigos peruanos de los
territorios de Tacna y Arica. Los sacerdotes salieron de sus parroquias llevndose
consigo a Arequipa los libros parroquiales. En un momento dado Chile no respet la
jurisdiccin eclesistica cuando pretendi crear una Vicara General castrense en la
zona en litigio, ante lo cual respondi Monseor Mariano Holgun, obispo de Arequipa
y responsable eclesistico con autoridad sobre Tacna y Arica, poniendo en entredicho
todos los templos de los territorios mencionados. Luego del Tratado de Lima de 1929,
los clrigos peruanos pudieron regresar a las provincias de Tacna y Arica.
3. LA EVANGELIZACIN Y LA CONQUISTA.
Esta unidad se patentizaba por diversos hechos, por ejemplo por el dato de que los
conquistadores iban acompaados de capellanes, clrigos o religiosos, que aunque
atendan espiritualmente a los soldados, tambin, cuando se presentaban ocasiones
propicias, bautizaban a los indgenas; al fundar una ciudad, a la que en muchas
ocasiones se les adjudicaban nombres cristianos, entre los primeros terrenos que se
adjudicaban para la construccin de edificios de uso pblico se encontraba un lugar
para la iglesia, que una vez construida se converta en un lugar de cristianizacin y a
partir de la creacin de parroquias se terminaba creando una dicesis.
FRANCISCANOS.-
Otra importante orden religiosa que lleg en los primeros aos de la conquista fue la
franciscana. La orden llega al Per en 1542. Esta orden destac entre las dems por
su vocacin misionera. Los franciscanos llegaron hasta los lugares ms recnditos del
virreinato con la finalidad de llevar la palabra de Dios a todos los indgenas, ya que no
se conformaban con los centros de enseanza ubicados en las parroquias o en las
reducciones.