Lorenzo, César M. - Los Anarquistas Españoles y El Poder (Anarquismo en PDF)
Lorenzo, César M. - Los Anarquistas Españoles y El Poder (Anarquismo en PDF)
Lorenzo, César M. - Los Anarquistas Españoles y El Poder (Anarquismo en PDF)
Lorenzo
y el poder
1868-1969
Hugh Thomas
La guerra civil espaola
Gerard Brenan
El laberinto espaol
Mijail Koltsov
Diario de la guerra de Espaa
Stanley G. Payne
Falange. Historia del fascismo espaol
Juan Martnez Alier
La estabilidad del latifundismo
Stanley G. Payne
Los militares y la poltica en la Espaa contempornea
Ignacio Fernndez de Castro
De las Cortes de Cdiz al Plan de desarrollo
Daniel Artigues
El Opus Dei en Espaa
Robert G. Colodny
El asedio de Madrid
Franz Borkenau
El reidero espaol
Ian Gibson
La represin nacionalista de Granada en 1936
y la muerte de Federico Garca Lorca
Jos Peirats
La CNT en la revolucin espaola (tres tomos)
J acques Georgel
El franquismo. Historia y balance. 1939-1969
Max Gallo
Historia de la Espaa franquista
Guy Hermet
Los comunistas en Espaa
Csar M. Lorenzo
Los anarquistas espaoles y el poder
Luis Ramrez
Resistencia y oposicin al franquismo (1939-1968)
Indice
Introduccin
V
Indice
6. La dispersin del poder en las regiones del sur y del centro 149
VI
Indice
12. Los primeros aos del exilio y de la lucha clandestina. El gran cisma
confederal 271
Prospectiva 329
Bibliografa 333
Vil
Introduccin
2
Introduccin
3
Los anarquistas espaoles y el poder
4
Introduccin
5
Los anarquistas espaoles y el poder
6
Introduccin
7
1 Gnesis del anarcosindicalismo.
Su trayectoria hasta 1923
,
l. Los ongenes del anarquismo en Espaa
A principios del mes de noviembre de 1868, despus de la revolucin
de septiembre que destron a la reina Isabel II, el anarquista italiano
Giuseppe Fanelli lleg a Espaa para propagar las ideas de la Inter-
nacional y ms especialmente las de Bakunin.
Penetr en un pas esencialmente agrcola, teatro desde 1808 de san-
grientos enfrentamientos polticos, que no ignoraba, sin embargo, ni
las luchas sociales ni los rudimentos del socialismo a pesar del retraso
de su industrializacin en relacin a Francia o a Inglaterra (casi toda
la industria estaba entonces concentrada en Catalua) y de la comparti-
mentacin orogrfica de sus grandes regiones naturales, mal unidas por
vas de comunicacin insuficientes.
Desde 183 5 se haban organizado sociedades obreras de resistencia
que, a pesar de persecuciones y de disoluciones continuas por parte de
las autoridades, haban adquirido importancia sin cesar; en 1840, la
primera cooperativa de consumo fue fundada en Barcelona, mientras
Joaqun Abreu propagaba en Andaluca las concepciones de Fourier;
en noviembre-diciembre de 1842, el general Espartero bombardeaba la
ciudad condal presa de un motn popular; en 1845, el furierista Fer-
nando Garrido imprima en Madrid La A traccin, primer peridico
espaol de tendencia socialista, y en 1847 apareca en Barcelona, bajo
la direccin de Narciso Monturiol, La Fraternidad, que preconizaba el
comunismo icario; en 1854 naca en una Catalua ya impregnada por
las ideas de Proudhon la Unin de Clases, primera asociacin importante
de tipo sindical, mientras que el Eco de la Clase Obrera empezaba a
difundir los rudimentos del sindicalismo; en julio de 1855, la huelga
general paralizaba durante ocho das las fbricas de Barcelona y de sus
suburbios, de Badalona, de Igualada, de Vich, etc., antes de inflamar
Zaragoza donde estallaban violentos disturbios en el mes de diciembre;
en 1857, Caro y Lallave encabezaban una insurreccin campesina en
Andaluca; en 1861, el veterinario Prez de Alamo sublevaba a los
jornaleros de Loja (provincia de Granada) que, imitados por los de
numerosos pueblos, se apoderaron de las tierras. No obstante, fue Fanelli
quien determin la aparicin de un verdadero movimiento obrero espaol,
divulgando una ideologa revolucionaria, ponindolo en contacto con el
proletariado europeo e inculcndole principios slidos de organizacin,
indispensables para lograr la sustitucin de la sociedad burguesa por una
sociedad " colectivista " 1
2
Los anarquistas espaoles y el poder
produccin por medio de la gestin directa de las empresas por los propios trabajadores
y no por medio de la administracin de las riquezas por un Estado al servicio del proleta-
riado o de los rganos polticos de representacin como preconizaban los "comunistas"
inspirados en Marx y Engels. Los colectivistas se llamaban a s mismos "socialistas
revolucionarios" o "socialistas antiautoritarios", pero por ser calificados con desprecio
de "anarquistas" por sus adversarios, reinvindicaron rpidamente por bravata este ltimo
epteto (la palabra "libertario", sinnimo de anarquista, fue creada a finales del siglo
XIX).
2. Enarbolando el programa no aplicado de las Juntas revolucionarias de septiembre
de 1868, este levantamiento se propona abolir el servicio militar obligatorio, reemplazar
el ejrcito por una milicia nacional e impedir la restauracin de una monarqua, decidida
el 1 de junio de 1869 por las Cortes constituyentes. Los combates fueron intensos en
Catalua, en Andaluca y en Levante. No es el caso de hablar aqu de estos aconteci-
mientos, ni de los mltiples motines, los actos de terrorismo, guerrillas carlistas, rivalidades
polticas que ensangrentaron los aos 1868-1869. Espaa viva ya en una atmsfera de
guerra civil.
Oriol Vergs (La l Internacional en las Cortes de 1871, p. 23) subraya la influencia
de los republicanos sobre la clase obrera antes del mes de septiembre de 1869: "La
Alianza de los Pueblos, peridico republicano federalista, fue hasta su desaparicin en
mayo de 1869, el portavoz de las agrupaciones obreras [de Barcelona] ... Los participantes
[en el Congreso obrero cataln de diciembre de 1868 que presidi entre otros el futuro
libertario Rafael Farga Pellicer] acordaron manifestarse republicanos y afiliarse a las ideas
federalistas, proclamando la necesidad del orden y el buen deseo de ver cumplidas sus
aspiraciones por medios pacficos."
3. Formaron la rama espaola de la Alianza de Ja Democracia socialista, cuya misin
consista en seleccionar a los cuadros revolucionarios, guiar a las organizaciones de masas
o crearlas all donde no existieran todava. La Alianza, estrictamente bakuninista, era el
equivalente de un partido poltico, pero de un partido que rechazara la conquista del
poder establecido y la competicin electoral; anexa a ella exista una agrupacin con una
gran cohesin ideolgica, susceptible de escapar a las ms duras represiones policiacas, y
que Bakunin defina as: "Es una sociedad secreta formada en el mismo seno de la
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Gnesis del anarcosindicalismo
Internacional, para darle una organizacin revolucionaria, para transformarla tanto a ella
como a las masas populares que se encuentran fuera de ella, en una potencia suficiente-
mente organizada como para aniquilar a Ja reaccin poltico-clerical-burguesa, y para
destruir todas las instituciones jurdicas, religiosas y polticas de los Estados."
4. En el curso del congreso de Ja Internacional celebrado en Basilea del 6 al 12 de
septiembre de 1869, los dos delegados espaoles (Farga Pellicer y Gaspar Sentin)
pudieron discutir ampliamente con Bakunin en persona; esto permiti a los apstoles de
la nueva ideologa clarificar y afirmar las ideas sembradas por Fanelli un ao antes.
5. He aqu algunos prrafos de Ja resolucin adoptada: "Considerando que la autoridad
y el privilegio son las columnas ms firmes en que se apoya esta sociedad injusta... Que
toda participacin de la clase obrera en la poltica gubernamental de la clase media no
podra producir otros resultados que la consolidacin del orden de cosas existente, lo
cual necesariamente paralizara la accin revolucionaria socialista del proletariado; el
Congreso recomienda a todas las secciones de la Asociacin Internacional de los Trabaja-
dores renuncien a toda accin corporativa que tenga por objeto efectuar la transformacin
social por medio de las reformas polticas nacionales y les invita a emplear toda su
actividad en la constitucin federativa de los cuerpos de oficio, nico medio de asegurar
el xito de la revolucin social. Esta Federacin es la verdadera representacin del trabajo
y debe verificarse fuera de los gobiernos polticos."
La implantacin rpida del apoliticismo doctrinal en Espaa no fue una casualidad,
como ya hemos visto; corresponda tambin, en el plano puramente moral, a la repug-
nancia cada vez ms profunda que experimentaba el pueblo hacia los innumerables
partidos, facciones y grupos de presin que se disputaban el dominio del Estado y de
las municipalidades. Juan Daz del Moral (Historia de las agitaciones campesinas anda-
/11zas, p. 80) pone de manifiesto la corrupcin de la vida poltica durante los aos 1869-
1873: "No se despreciaba entonces ningn procedimiento de lucha: matones al servicio
de los jefes polticos, bandoleros subvencionados, apaleos nocturnos, falsificaciones de
listas electorales, coacciones, pucherazos y toda suerte de atropellos electorales; el caso
era ocupar el poder, mandar a todo trance."
6. En mayo de 1870, El Obrero, peridico libertario publicado en Palma de Mallorca
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Los anarquistas espaoles y el poder
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Gnesis del anarcosindicalismo
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Los anarquistas espaoles y el poder
14. Desde el comienzo de febrero hasta finales de abril, los campesinos ocuparon las
grandes propiedades, se las repartieron y destituyeron los ayuntamientos en diversos
lugares de Andaluca, Extremadura y Castilla la Nueva. Estanislao Figueras, presidente
del Poder ejecutivo, y Francisco Pi y Margal!, ministro de la Gobernacin en aquel
momento (sustituir a Figueras el 11 de junio), tuvieron que recurrir a las tropas para
hacer cesar las expropiaciones; con ello acentuaron la impopularidad que se haban ganado
cuando dieron la orden de disolver por la fuerza las juntas revolucionarias, constituidas
espontneamente cuando fue conocida la proclamacin de la Repblica, con la finalidad
de neutralizar a los agentes monrquicos.
15. La guerra carlista, con su acostumbrado cortejo de atrocidades y de devastaciones,
iba a dividir de nuevo a Espaa desde abril de 1872 hasta marzo de 1876. El Pas vasco,
Navarra, el Maestrazgo, una parte de Aragn y de Catalua eran las reservas del
tradicionalismo, que gozaba entonces de apoyo entre las poblaciones rurales del norte,
deseosas ante todo de defender sus libertades poltico administrativas ancestrales, sus
fueros, contra las usurpaciones del poder central. En el fondo, el carlismo no era sino
una especie de contrapartida monrquica y clerical del federalismo republicano y anti-
clerical de las regiones del Mediterrneo; a finales del siglo XIX, dar origen al
nacionalismo vasco y facilitar indirectamente el desarrollo del catalanismo. Por reaccin
sus ltimos partidarios se convertirn en speros adversarios de la autonoma regional;
slo conservarn el espritu absolutista, inquisitorial de la ideologa primitiva que trans-
formarn en una vasta impostura destinada a engaar a los campesinos ms atrasados
con el fin de utilizarlos para preservar ciertos intereses amenazados por los progresos
de la izquierda. Carlismo, cantonalismo, regionalismo, son otras tantas palabras que
encubren una misma realidad profunda: el drama de un pas en el que los gobernantes
de una desoladora mediocridad que se han sucedido desde la muerte de Carlos 111
(1788), no han sido capaces de industrializar, ni de dotar de un equipo escolar, ni de
una buena red de comunicaciones que le permitiera el acceso al mundo exterior al
mismo tiempo que hara desaparecer las diferencias lingsticas, la economa cerrada
y las costumbres arcaicas; el drama de un pas que estos mismos gobernantes han
querido unificar slo por el hierro y por el fuego.
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Gnesis del anarcosindicalismo
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Los anarquistas espaoles y el poder
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Gnesis del anarcosindicalismo
llen entre los libertarios de Espaa y en otras partes, tal actitud ser
11
considerada " contrarrevolucionaria ", " hertica pues cualquier alianza
,
y puesto que su misin es haceros obedecer. 11 Bakunin denunci las elecciones, repetimos,
no en nombre de un precepto moral absoluto, abstracto, sino porque amenazaban a Ja
larga hacer el juego a Ja burguesa Oo que ocurrir efectivamente en Alemania, baluarte
del marxismo hasta 1917), as como por reaccin polmica contra las tendencias
reformistas del marxismo, pues los 11 socialistas autoritarios" ponan en primer plano
Ja accin poltica parlamentaria olvidando con demasiada facilidad la accin directa revolu-
cionaria. Ser necesario esperar a Lenin para que Jos marxistas superen el estadio de la
socialdemocracia y del electorismo.
21. El propio Bakunin (citado por F. Muoz: Ba.kormine. La libert, p. 175) lo atestigua:
"Las cartas que recibo de diversos puntos de este pas me anuncian en efecto que los
obreros socialistas de Espaa, muy [palabra ilegible] y seriamente organizados, y no
nicamente los obreros sino los campesinos de Andaluca, entre los cuales las ideas
socialistas han sido afortunadamente propagadas, se proponen tomar parte muy activa
en la revolucin que se prepara, dando esta vez Ja mano a los partidos polticos, sin
confundirse, no obstante, con ellos, y con la intencin decidida de imprimir a esta
revolucin un carcter francamente socialista ... 11 Ms lejos (ibid., p. 176), Bakunin
declara a un militante italiano 11 que es necesario esperar el resultado del movimiento
espaol, y que cuando el movimiento de este pas tome un carcter amplia y netamente
revolucionario, ser preciso sublevarse a la vez, no nicamente la Romaa sino toda
Italia... "
22. Se podran citar muchos ejemplos del oportunismo de Bakunin. Recomend a los
internacionalistas franceses, en el momento de la guerra francoalemana de 1870, utilizar
la resistencia patritica contra el invasor a la manera de caballo de Troya para hacer
penetrar las ideas socialistas, e incluso, convertirla en guerra revolucionaria. Algo ms
tarde, aconsej a los libertarios italianos colaborar con los partidarios de Mazzini y de
Bertani para alcanzar objetivos inmediatos de orden poltico. En 1876, se alegr de la
victoria de los republicanos franceses en las elecciones de febrero. En fin, de manera
general, Bakunin insisti siempre en el hecho de que los militantes obreros deban cuidar
mucho no enfrentarse con la pequea burguesa, sino por el contrario tener en cuenta
sus aspiraciones con el fin de no convertirla en enemiga peligrosa. Despus de 1881,
incluso el sindicalismo ser condenado. Ser neces:irio esperar el ao 1910 para que la
accin sindical sea definitivamente rehabilitada; se ver entonces coexistir en la CNT una
organizacin de tipo bakuninista con la ideologa comunista libertaria posbakuninista.
17
Los anarquistas espaoles y el poder
23. Bakunin escribe (<Euvres, tomo 11, p. 228): "Qu deben pues hacer las autoridades
revolucionarias - y procuremos que haya las menos posibles - , qu es lo que deben
hacer para extender y organizar la revolucin ? No deben hacerla ellas mismas mediante
decretos, ni imponerla a las masas, sino suscitarla en las masas. Deben, no imponer una
organizacin cualquiera, sino suscitar su organizacin autnoma de abajo arriba, y trabajar
bajo mano, con Ja ayuda de la influencia personal sobre los individuos ms inteligentes
y ms influyentes de cada localidad, para que esta organizacin sea conforme a nuestros
principios." E n otra parte (ibid., p. 298) afirma que en ese sistema "el poder se funde en
la colectividad y se convierte en la expresin sincera de Ja libertad de cada uno, en la
realizacin fiel y seria de la voluntad de todos; cada cual obedece porque lo que le
ordena el jefe del da es lo que quiere l mismo". Ms lejos an, habla de la necesidad
de constituir cuerpos francos disciplinados y de reemplazar las municipalidades por comits
revolucionarios federados.
24. Los anarquistas ya no se referirn ms que a los escritos crticos, negativos, de
Bakunin; rechazarn sus li.lusiones a un poder revolucionario " no estatal "; olvidarn sus
tcticas demasiado flexibles desde su punto de vista e incluso los fundamentos filosficos
de su pensamiento social (concepcin materialista y relativista del mundo en la que
se puede descubrir Ja influencia tanto de Jos "filsofos" del siglo xvm como de los
tericos transformistas, de Augusto Comte y de Hegel), que considerarn demasiado
complejos.
18
Gnesis del anarcosindicaiismo
4. La clandestinidad.
Decadencia de la Federacin regional
(1874-1881)
Un grave error inicial, demasiadas faltas a continuacin, acarrearon la
desgracia a aquellos aprendices revolucionarios. Pagaron muy caro los
platos rotos pues, si bien lograron aumentar los efectivos de la Federa-
cin, gracias a la indulgencia relativa del equipo dirigente de la primera
Repblica 25, el golpe de Estado militar del 3 de enero de 1874 que
deba conducir a la restauracin de la monarqua 20 puso fin a su expan-
sin : la organizacin obrera fue disuelta, los peridicos libertarios pro-
hibidos, los militantes encarcelados, deportados a las islas Filipinas, o
ejecutados.
Un periodo sombro de siete aos empezaba para el anarcosindicalismo,
reducido a una estricta cladestinidad, sin posibilidades de propaganda,
perseguido y corroido por las querellas intestinas. Delegados que slo
representaban a s mismos asistan a reuniones amaadas de antemano
por grupos de presin; las elecciones sindicales eran falseadas con fre-
cuencia, eran calumniados y expulsados militantes de valor (Anselmo
Lorenzo entre otros), las discusiones eran violentas. Por un lado, el
escepticismo y los desengaos provocaban abandonos, deserciones o
dimisiones cada vez ms numerosas; por otra parte, los elementos fana-
tizados se entregaban a una guerra encarnizada; cada cual se crea el
nico poseedor de la verdad, el nico que interpretaba correctamente los
acontecimientos.
La represin policiaca trajo consigo el endurecimiento de la mayor
parte de los militantes. Estos se plantearon por vez primera el recurso
sistemtico a la violencia, al terrorismo y a los atentados personales 27
19
Los anarquistas espaoles y el poder
Ja impunidad que Je promete el Estado, haya cometido contra nosotros una ofensa
grave o haya violado nuestros derechos, caer bajo el golpe de un brazo invisible,
y sus propiedades sern entregadas al fuego, a fin de que nuestra justicia no se cumpla
en provecho de los herederos legales."
20
Gnesis del anarcosindicalismo
28. Jos Termes (Op. cit., p . 130-131) seala: "Continuaban subsistiendo en nuestro
pas los factores que dieron vida al internacionalismo. A grandes rasgos, la situacin pol-
tica, econmica, social y cultural era la misma en 1880 que en 1868 a pesar de la restau-
racin alfonsina, de la disolucin de la Internacional y de la creacin de la Institucin
Libre de Enseanza. Ni evolucionaron, ni fueron reformadas, las formas de propiedad
agraria; ... la legislacin social espaola continuaba siendo incompleta, tmida y, lo que
es peor, "terica" ... La situacin del obrero no vari... Si las causas que condicionaron
el nacimiento de la Internacional, los hombres que la defendieron, y su organizacin, no
haban desaparecido, cmo pensar que la Federacin regional poda ser disuelta mediante
un simple decreto gubernativo? ".
29. He aqu un prrafo del manifiesto de la nueva Federacin: "Nuestra organizacin,
puramente econmica, es distinta y opuesta a la de todos los partidos polticos burgueses
y polticos obreros, puesto que as como ellos se organizan para la conquista del poder
poltico, nosotros nos organizamos para que los Estados polticos y jurdicos actualmente
existentes queden reducidos a funciones puramente econmicas, estableciendo en su
lugar una libre federacin de libres asociaciones de productores libres. Por lo manifestado
se comprende perfectamente que somos adversarios de toda poltica parlamentaria y
decididos campeones de la lucha econmica, de la poltica demoledora de todos los
privilegios y de todos los monopolios de esta injusta organizacin social presente."
30. El comunismo anarquista hizo su aparicin despus de la muerte de Bakunin en
julio de 1876. Fue concebido por los italianos que lo adoptaron en el Congreso de Flo-
rencia de octubre de 1876, y lo propagaron por toda Europa. Piotr Kropotkin sistematiz
despus esta nueva doctrina, al mismo tiempo que condenaba el terrorismo p reconizado
por ciertos exaltados; sin embargo, sus consejos fueron vanos: anarcocomunismo y terro-
rismo fueron casi sinnimos. Errico Malatesta defenda por su parte las actividades insu-
rrecconales, lo que se llamar en lo sucesivo "la propaganda por el hecho", mientras
que esta expresin significaba en su origen la divulgacin de las ideas revolucionarias por
medio de realizaciones constructivas. En el Congreso de Amsterdam, en 1907, Malatesta
afirmar: "El sindicalismo slo es y siempre ser movimiento legalista y conservador
sin otra finalidad accesible - y s acaso ! - que la mejora de las condiciones de
trabajo."
2.1
Los anarquistas espaoles y el poder
31. Errico Malatesta (citado en Noir et Rouge de septiembre de 1966) escribi que el
colectivismo "es incompatible con la anarqua; necesitara un poder regulador y mode-
rador que no tardara mucho en convcrtise en opresor y explotador, y que restablecera
primero la propiedad corporativa y despus la propiedad individual". Max Nettlau, en
su introduccin a las (Euvres de Bakunin, expone cul era a los ojos de los anarco-
comunistas la laguna fundamental del colectivismo: "Se decan que todo sistema que se
proponga atribuir equitativamente a cada uno el producto de su trabajo, sera
necesariamente imperfecto y en consecuencia injusto, puesto que todos los individuos
no son iguales y puesto que aplican al mismo trabajo una fraccin distinta de fuerza.
As pues, cada uno de los sistemas generalmente adoptados estaba levantado, ms o menos,
en provecho de la mayora que ha considerado bueno adoptarlo. De estas concepciones
procedan, una vez ms, de manera fatal, la reglamentacin, la ley y el Estado.
32. El cataln Jos Llunas, lder de los colectivistas, declar (Santilln: Op. cit., tomo
I, p. 304): "El deber ms sagrado de la anarqua, es organizar la administracin" Pero,
por otra parte, el Congreso afirmaba (vase A. Lorenzo: Op. cit., tomo II, p: 239):
"Cuando tan prudentes seamos, cuando seamos tan reglamentarios, valdremos ms y
seremos ms respetados, puesto que ser para lo futuro el anuncio de una huelga planteada
por nosotros, el pregn de una derrota del capital."
22
Gnesis del anarcosindicalismo
nan justamente, era arrancarlas de raz. Era pues natural que en tal
ambiente el sindicalismo, que necesitaba un mnimo de libertad para
desarrollarse, desapareciera en las regiones del sur 33 ; los " colectivistas "
se atrincheraron entonces en Catalua.
Esta demarcacin geogrfica no era debida al azar. Sin minimizar la
importancia de la represin policiaca, en tanto que contribucin indirecta
al desarrollo del comunismo libertario, resulta que este ltimo arraig
en Andaluca por razones ms profundas. En ninguna parte, en efecto,
la poblacin, compuesta sobre todo de campesinos sin tierra, de obreros
agrcolas, sufra hasta tal punto la injusticia social, el caciquismo,
la dominacin de los grandes propietarios y de un clero opulento.
Analfabetos, los andaluces slo podan entusiasmarse por ideas sencillas
y hermosas que les prometan el paraso en la tierra sin necesidad de
construir una compleja organizacin que hubieran sido incapaces de
hacer funcionar. Para ellos que slo conocan un universo aldeano, rudo
y limitado, que se alimentaban de gazpacho y de sopa de ajo, frmulas
como la de " tomar del montn ", absolutamente utpicas en una
sociedad industrial, representaban algo muy palpable, pues " el montn "
se reduca a sus ojos a un granero bien repleto 34 Trabajar sin enriquecer
a los curas y a los latifundistas que los trataban como al ganado, cultivar
para ellos mismos, de manera comunitaria, los dominios que se les arre-
batasen, no vivir ms bajo la amenaza del paro, del hambre, y de la
Guardia civil pronta a apretar el gatillo, no sufrir ms las presiones
de los caciques, de los tiranos de aldea al servicio de los satisfechos,
esto es lo que queran y en seguida. El comunismo libertario fue pues
acogido por este proletariado rural miserable como una nueva religin,
como una mstica capaz de purificar el mundo 3 ".
33. El primer anarcocomunista espaol fue, al parecer, el andaluz Miguel Rubio (dele-
g:'ldo de Montejaque en el congreso de Sevilla en el que se opuso a Jos Llunas). Apoy
la accin de los "Desheredados", sociedad ms o menos secreta constituida por campe-
sinos de Jerez y de Arcos de la Frontera, y consigui atraer a sus ideas a numerosos
sindicalistas bisoos (Vicente Daza, Martn Borrs, Enlio Hugas ...), quienes se lanzaron
al asalto de la Federacin regional para acelerar su desaparicin.
34. Ciertamente, este comunismo de la pobreza no corresponda al ideal de los tericos
anarcocomunistas pues ellos pensaban en una sociedad de la abundancia inimaginable
sin un sistema de economa coordinado. Pero como, por ser refractarios a toda auto-
ridad, insistan sobre todo en la descentralizacin industrial, lo nocivo de la divisin del
trabajo y la espontaneidad creadora de las masas, abran paso a las interpretaciones ms
simplistas y a las fantasas desbocadas.
35. G. Brenan (El laberinto espaol, p. 125) describe de esta manera las caractersticas
del anarquismo andaluz: "Las caractersticas del anarquismo rural que se desarroll en
el sur de Espaa difieren, como era de esperar, de las cue surgieron en las grandes
ciudades del norte. "La idea", corno era llamada, era llevada de pueblo en pueblo por
"apstoles" anarquistas. En las gaanas de los cortijos, en aldeas perdidas, a la luz de
los candiles los apstoles hablaban de libertad, de igualdad y de justicia a un auditorio
entusiasmado. Se formaban pequeos crculos en ciudades y pueblos, y se creaban
escuelas nocturnas en las que muchos aprendan a leer, se haca propaganda antirreli-
giosa y con frecuencia se practicaba el vegetarianismo y la abstencin de alcohol. En
algunos grupos se prohiban incluso el caf y el tabaco y uno de aquellos primitivos
apstoles, al que yo llegu a conocer, sostena que cuando llegase la era de la libertad,
los hombres se alimentaran de alimentos crudos cultivados con sus propias manos. Pero
la principal caracterstica del anarquismo andaluz era su ingenuo milenarismo. Cada
23
Los anarquistas espaoles y el poder
nuevo mov1m1ento o cada nueva huelga eran saludados como si anunciasen la llegada
inmediata de una nueva poca de plenitud en la que todos - incluso los terratenientes
y los guardias civiles - seran libres y felices. Lo que nadie era capaz de decir es cmo
se iba a realizar esto. Aparte de la particin de las tierras [... ] y de la quema de la parro-
quia no exista ninguna propuesta positiva."
36. Anselmo Lorenzo (Op. cit., tomo II, p. 218) deja entrever el papel de los libertarios
catalanes en la supervivencia del anarcosindicalismo espaol antes de la vuelta a Ja vida
pblica: "La organizacin obrera s6lo tena alguna fuerza numrica en Catalua y
en Andaluca; los catalanes prestaban a la Comisin federal el apoyo de su ms perfecta
organizacin y los recursos propios de la misma [...]. Los andaluces slo influan en la
organizacin por su nmero y por su sentimentalismo, y nada podan en otro sentido,
porque vctimas del latifundio y analiabetos en gran parte, no podan administrar ni
dirigir." Por su parte, Angel Marvaud (La question socia/e en Espagne, p. 45-46) escribe:
"El anarquismo andaluz es un anarquismo con crisis agudas pero breves; Jos levanta-
mientos en esta parte de la Pennsula, ms que en actos reflexionados y preparados de
antemano, hacen pensar en una serie de incidentes de extrema gravedad, pero sin cohesin,
sin direccin, sin otro impulso que el hambre y la clera... El anarquismo cataln es
mucho ms temible porque es menos impulsivo y mucho ms organizado. Es tambin
ms "intelectual". Barcelona es el cuartel general del anarquismo en Espaa."
37. Los colectivistas (vase Santilln: Op. cit., tomo I, p. 333) no toleraran que "turbu-
lentos y microscpicos grupos impongan como lnea de conducta la prctica de censurables
hechos, que no puede aceptar ninguna organizacin que tenga por objeto conseguir el
logro de ideales dignos y honrados", mientras que los comunistas libertarios denunciaban
a la Federacin "llevada como por encanto del terreno revolucionario al !egalismo, por
algunos hombres de mala fe. .. [que] se convirtieron en dictadores de Ja clase obrera".
E ste conflicto que opuso, a partir de 1881, colectivistas y anarcocomunistas se parece
en ms de un aspecto al que opuso a treintistas y fastas a partir de 1931. En Jos dos
casos la tendencia ultrarrevolucionaria saldr vencedora.
24
Gnesis del anarcosindicalismo
38. Fermn Salvochea Alvarez (1842-1907) perteneca a una familia burguesa de Cdiz.
Despus de haber hecho sus estudios en Inglaterra se mezcl con los conspiradores
republicanos, torn parte en la revolucin de septiembre y lleg a ser alcalde de Cdiz
en 1869. A partir de 1870, entr en contacto con Jos internacionalistas y fue elegido
presidente del comit administrativo de Cdiz en julio de 1873. Desde entonces, sus
aventuras, sus largos periodos de prisin, sus actividades como propagandista, son incon-
tables. Fue la nica gran figura del movimiento libertario de Andaluca.
39. Federico Urales (citado por Felipe Aliz: Hacia una Federacin de autonomas
ibricas, IV, p. 12-13) describe el funcionamiento de Ja Federacin en 1887: "La comisin
federal no tena presidente, ni gozaba de facultades ejecutivas, ni su secretario perciba
sueldo alguno. Tena, como los dems individuos en delegacin o comisin, un sueldo
equivalente a los jornales que perda. Todos los trabajos se realizaban despus de la
jornada diaria y cada delegado comarcal en la Comisin federal despachaba por turno
los asuntos comarcales. As se simplificaba Ja labor del secretario general... Es de advertir
que dentro de la Federacin Regional Espaola haba federaciones gremiales que se
movan autnornarnente y que tenan juntas propias y seguan el mismo sistema federal
que se explica. Se celebran congresos regionales (no se olvide que Espaa era una Regin
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3
Los anarquistas espaoles y el poder
para la Internacional) y congresos comarcales luego de los regionales; pero ningn acuerdo
era vlido en tanto no lo refrendaran con su voto, no ya la Federacin de cada pueblo,
sino las Secciones (oficios) de que tales Federaciones locales se componan... Los ternas
de los congresos regionales y comarcales seguan el siguiente trmite: la Seccin (oficio)
se reuna y todos los afiliados tenan derecho a proponer temas. Los que eran aprobados
pasaban a la Comisin local, la cual los remita a la Comisin comarcal y sta a la
federal... En poder de la Comisin federal los temas que haban aprobado las Secciones,
aquella Comisin formaba e imprima el orden del da que haba que discutirse. En
poder de las Secciones el orden del da, era discutido y conforme a los acuerdos que
recaan se daba al delegado que haba de representarlos en el Congreso lo que llama-
remos el mandato... Celebrado el Congreso, los acuerdos se enviaban a las Secciones
siguiendo el mismo camino que los temas. Los aprobados se ponan en vigor. De suerte
que ni aun los Congresos eran ejecutivos."
40. Esta nueva generacin dio un contingente apreciable de buenos militantes. Citemos
al maestro Juan Montseny, alias Federico Urales (1864-1940), y a su compaera Teresa
Ma, alias Soledad Gustavo, a los tipgrafos Antonio Pellicer Paraire y Pedro Esteve,
al zapatero Jos Snchez Rosa (1864-1936), al ingeniero Fernando Trrida del Mrmol
(1861-1915) y sobre todo al topgrafo gallego Ricardo Mella (1861-1925), el nico terico
de talento con que jams contara el Movimiento libertario espaol.
41. En realidad era la segunda vez que los anarcosindicalistas ordenaban un paro del
trabajo tan importante. Angel Marvaud (op. cit., p. 47) afirma: "Cuando la primera
manifestacin del Primero de Mayo, en 1890 - mientras que los socialistas madrileos,
bajo la direccin de Iglesias, hacan una visita a Sagasta y afirmaban su respeto por la
ley - , el proletariado de Barcelona, bajo la influencia de los libertarios, enarbolaba la
bandera de la huelga general y luchaba contra Ja fuerza pblica, al son del himno anar-
quista, verdadero canto de guerra."
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Gnesis del anarcosindicalismo
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44. Josep Benet (Maragall davant la Setmana tragica, p. 28-29) escribe: "El fracaso
de las grandes huelgas generales de 1901 y 1902 ... no fue ajeno al xito del movimiento
lerrouxista... Una gran parte de la masa proletaria, decepcionada por Ja accin anarquista,
puso de nuevo sus esperanzas en la accin poltica... El lerrouxismo apareci de pronto
para recoger esta nueva esperanza, la cual al cabo de unos aos, iba a ser decepcionada
a su vez."
45. Sealemos nicamente la tentativa de asesinato, por Mateo Morral, el 31 de mayo
de 1906, contra la persona de Alfonso XIII. El clero y los medios reaccionarios aprove-
charon este atentado para acusar a Francisco Ferrer Guardia (1859-1909) de ser su
instigador, obteniendo de esta manera el cierre de Ja Escuela Moderna en Ja que se
aplicaba desde 1901 un "sistema de educacin sin Dios". Ferrer, antiguo conspirador
republicano convertido en libertario en 1890, era en efecto detestado por la Iglesia que
monopolizaba la enseanza oficial; desde el punto de vista pedaggico no haca ms que
poner en prctica las ideas de Paul Robin y de Len Tolstoi: total libertad de los nios,
escuela mixta (qu escndalo en Espaa!), supresin de todo castigo, negacin de los
dogmas, laicidad, prioridad de los estudios prcticos sobre los librescos, gratuidad para
los pobres y tarifa proporcional a los ingresos de los padres para los otros. Centenares
de escuelas racionalistas florecieron en Espaa, hasta en los ms apartados pueblos, gracias
a la iniciativa de Jos centros obreros libertarios. Este movimiento fue tanto ms admirable
pues el pas contaba en aquel entonces con un cincuenta por ciento de analfabetos y el
Estado no haca nada para luchar contra el analfabetismo. Ferrer cre adems en Bar-
celona un instituto para formar a maestros calificados y fund la Liga internacional para
la educacin de la infancia.
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47. Josep Benet (Op. cit., p. 50) seala que los sindicatos barceloneses no por ello logra-
ron canalizar a una muchedumbre desencadenada: "La Comisin de huelga [formada por
socialistas y por anarcosindicalistas] h aba perdido totalmente el control de la situacin
y algunos de sus miembros, perseguidos por la polica, haban desaparecido. El movi-
miento huelguista y el movimiento insurreccional permanecieron sin direccin y adems
sin objetivo concreto; se transformaron en un movimiento catico, incoherente, despro-
visto de cuadros y de direccin. En este clima empez el incendio de los primeros
templos y conventos, bajo la mirada impasible de las fuerzas armadas [que no intervi-
nieron h asta el 28 de julio]."
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Los anarquistas espaoles y el poder
incuria administrativa del Estado espaol, por las guerras coloniales y por
los sempiternos abusos de una Iglesia que prosperaba a la sombra del
poder. No obstante, el gobierno de Antonio Maura quiso aprovechar la
ocasin para liquidar los sindicatos y la Escuela Moderna. Francisco
Ferrer, acusado de haber organizado la insurreccin, fue fusilado el mes
de octubre sin que se hubiera podido aducir la ms mnima prueba
contra l. Este acto de ciega venganza de las autoridades, la barbarie
de la represin, el encarcelamiento de numerosos militantes obreros,
levantaron una oleada de indignacin en Espaa. Un cmulo de circuns-
tancias favorables produca finalmente lo que los grupos anarquistas no
haban obtenido mediante acciones prematuras : los trabajadores expe-
rimentaron un choque sicolgico violento que los despert de su resignado
entorpecimiento; prestaron odo a los discursos de los revolucionarios
cuyas palabras se perdan, no haca mucho, en la indiferencia de las masas
hechizadas por el verbo incandescente de Lerroux; adheran en masa a
los sindicatos; despreciaban a los demagogos que los haban traicionado
en el momento de la verdad y a la burguesa catalanista que haba aprobado
la represin. Las huelgas se sucedieron en Gijn, en La Corua y en
Vizcaya durante el verano de 1910; en Barcelona y en Zaragoza empeza-
ron las huelgas de brazos cados. Entonces, los militantes de la Solidaridad
Obrera, batiendo el hierro an candente, decidieron volver a lanzar una
central sindical de envergadura nacional; gozaban a partir de este momento
del apoyo sin reservas de todos los libertarios, conscientes a la luz de los
acontecimientos del absurdo de su pasada actitud 48
La incorporacin de los anarquistas a los sindicatos iba a ser decisiva,
pues los reformistas se encontraron en minora. Durante el Congreso de
Barcelona, que tuvo lugar el 30 y 31 de octubre y el 1 de noviembre de
1910, ms de ciento veinte delegados, catalanes en su mayora, sentaron
las bases del sindicalismo revolucionario considerado como un medio
para alcanzar el comunismo libertario; es decir, el viejo anarcosindicalismo
situado esta vez en una lnea ideolgica ms dura y ms intransigente.
La Confederacin Nacional del Trabajo o CNT naca rodeada de entu-
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Gnesis del anarcosinclicalismo
Principios de 1915. La CNT slo cuenta con quince mil afiliados, contra
ms de cien mil de la UGT, que haba permanecido en la legalidad. No
obstante, a partir de esta fecha, los efectivos de la primera aumentan
regularmente a expensas de la segunda.
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Gnesis del anarcosindicalismo
Octubre de 1919. Creacin de los " sindicatos libres " por el patronato
y la polica con el fin de destrozar a la CNT; en realidad, se trata de
una organizacin terrorista compuesta de algunos obreros catlicos esqui-
roles y de malhechores, movilizados para dar caza a los libertarios.
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Los anarquistas espaoles y el poder
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Gnesis del anarcosindicalismo
50. No existirn, por tanto, ms que una decena de cargos retribuidos Oos secretarios
de las Federaciones regionales y el secretario del Comit nacional) en el seno de la
CNT. Por otra parte, los huelguistas slo recibirn los donativos hechos colectivamente
por los sindicatos, o individualmente por los otros trabajadores; la voluntad revolucionaria
y a veces, es necesario decirlo, los explosivos o las medidas de intimidacin respecto a
Jos esquiroles, suplirn la falta de recursos. Este sistema dar sorprendentes resultados:
ningn pas del mundo conocer huelgas tan numerosas, tan largas y tan duras.
51. Declaracin de principios del Congreso (Peirats: La CNT en la revo/11ci611 espaola,
tomo I, p. 5): "Los delegados que suscriben teniendo en cuenta que la tendencia que
se manifiesta con ms fuerza en el seno de las organizaciones obreras de todos los pases
es la que camina a la completa y total y absoluta liberacin de la Humanidad en el
orden moral, econmico y poltico, y considerando que este objetivo no podr ser alcan-
zado mientras no sean socializados la tierra y los instrumentos de produccin y de cambio
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Gnesis del anarcosindicalismo
militante se atreva ya a decir que las cosas no eran tan sencillas, que
haca falta elaborar una estrategia revolucionaria, buscar aliados even-
tuales, que el proletariado no cambiara el mundo de golpe y que deba
prepararse con esmero para garantizar el xito de una hipottica revolu-
cin que los elementos reaccionarios, incluso vencidos, trataran de sabo-
tear por todos los medios. Este militante era Salvador Segu.
41
4
2 Frente a las realidades polticas.
Algunos antecedentes
de la participacin gubernamental
de la CNT en 1936
l. Este programa est resumido por Grald Brenan (El laberinto espaol, p. 268,
nota 38): "1 La Repblica. 2 Reconocimiento de los sindicatos de las clases
obreras y del derecho de los mismos a vetar las leyes dictadas por las Cortes
burguesas. 3 Jornada de siete horas y semana inglesa. 4 Salario mnimo de 4
pesetas diarias y supresin del trabajo a destajo. 5 Pensin para los trabajadores
incapacitados y para los mayores de cincuenta aos. 6 Prohibicin del trabajo
para los nios menores de catorce aos. 7 Disolucin del ejrcito y su sustitucin
por milicias. 8 Una declaracin de guerra slo podr realizarse despus de un
plebiscito ... 9 Separacin de Ja Iglesia y del Estado, disolucin de Jos conventos
y clausura de las iglesias por cierto tiempo. 10 Ley de divorcio. 11 Nacionaliza-
cin de la tierra. 12 Reforma del sistema de prisiones con el fin de hacerlo ms
humanitario. 13 P rohibicin de todo espectculo que pueda corromper o embru-
tecer al pueblo ... "
2. Salvador Segu Rubinat naci en Lrida en 1890. Pintor de brocha gorda,
fue el mejor tribuno proletario de su poca y consagr sus esfuerzos a combatir el
anarquismo intransigente del que Pestaa era entonces uno de los principales voceros.
Fue asesinado en marzo de 1923 por pistoleros al servicio de la patronal.
3. Salvador Segu (El sindicalismo libertario en Catalua, p. 17 Y 22) declaraba
en especial: "Nosotros vamos a la socializacin de todos los bienes de la tierra.
Por qu procedimientos? Por aquellos que las circunstancias nos aconsejen, sin apartar-
nos de aquel camino que nos hemos trazado de antemano ... Todas las ideas, absolutamente
todas triunfan cuando hay capacidad y organizaciones; pero cuando hay solamente e!
sacrificio de luchar sin esa capacidad y esa organizacin, de poco sirve, compaeros y
amigos."
43
Los anarquistas espaoles y el poder
4. De Salvador Segu, su vida, su obra (p. 79-88) entresacamos algunas frases parti-
<:ularmente impresionantes : "El sindicalismo es la base, la orientacin econmica del
anarquismo... La Anarqua no es un ideal de realizacin inmediata. No lo limita nada.
Por su extensin espiritual, es infinito... Admitiendo que el anarquismo, a travs de
los tiempos, pudiera ser una realidad, no dudis de que antes dar margen a la creacin
de otras concepciones y otras escuelas, nacidas, desde luego, de la primitiva concepcin
de la idea. El anarquismo no llegar a plasmar en realidad su verdadera filosofa. Sera
tanto como definirlo y limitarlo, y eso no... Claro que sindicalismo no es anarquismo.
Pero s es una gradacin del anarquismo... No son Jos grupos anarquistas, ni las
organizaciones estatales, quienes tienen que organizar y regularizar Ja produccin. Son
los sindicatos... Distribuirn y normalizarn la produccin, el consumo y el cambio...
No desesperemos, pues el calvario a recorrer ha de ser largo. 11
5. El chico del azricar, sobrenombre de Segu (siendo todava nio, trabaj en una
refinera).
6. En un artculo publicado en Espaa Libre del 19 de junio de 1960, Joaqun Maurn
escribe: " Esta rectificacin brusca de lo acordado en el II Congreso [el de diciembre de
1919] ... ["absorcin 11 de la UGT] no fue comprendida por Ja base de la CNT y los
lderes que concibieron el Pacto y lo firmaron [Segu, Salvador Quemades y el secretario
del Comit nacional de Ja CNT, Evelio Boa!] fueron criticados y moralmente descali-
ficados." Sin embargo, en 1921, al ser detenido Boal, el Comit nacional pas a manos
44
Frente a las realidades polticas
2. La Alianza revolucionaria.
Los anarcobolcheviques
En 1926, en Francia, en la que se haban exilado millares de espaoles
hostiles a la dictadura, se inici una lucha bastante spera entre el Comit
de la Federacin de grupos anarquistas de lengua espaola 9 y el grupo
de los " Treinta " (entre los cuales se destacaban Francisco Ascaso,
del probolchevique Andrs Nin, mientras que otro probolchevique, Joaqun Maurin
precisamente, entraba a formar parte del Comit regional de la CNT catalana; estos dos
hombres se convirtieron ms tarde en los dirigentes del Partido Obrero de Unificacin
Marxista (el primero era trnsfuga de las Juventudes Socialistas, el segundo fue por
el contrario un anarquista autntico, redactor durante algn tiempo de Solidaridad
Obrera, seducido por la Revolucin rusa).
7. He aqu el texto: "Considerando que la interpretacin dada a Ja poltica es
arbitraria, ya que ella no debe ni puede interpretarse en el solo sentido de arte de
gobernar a los pueblos, sino que su acepcin universal quiere expresar y expresa la
denominacin comn de las actuaciones de todo orden en absoluto de Jos individuos y
colectividades; considerando que, para ser lgicos con nosotros mismos, estamos obligados
a aportar soluciones y a participar de forma determinante en todos los problemas
morales, econmicos, sociales y polticos, la Ponencia propone que la CNT declare:
"Que siendo un organismo netamente revolucionario que rechaza franca y expresamente
la accin parlamentaria y colaboracionista con los partidos polticos, es a Ja vez integral
y absolutamente poltica, puesto que su misin es la de conquistar sus derechos de
revisin y fiscalizacin de todos los valores evolutivos de la vida nacional, y, a tal
fin, su deber es el de ejercer la accin determinante por medio de la coaccin derivada
de los dispositivos y manifestaciones de fuerza de la CNT."
8. Cmo habra evolucionado Segu si no hubiera sido asesinado en Ja plenitud de
su vida? La Revista Blanca afirmaba el 1 de abril de 1924: "Lo que se propona Segu
era crear un nuevo partido poltico con los obreros organizados en los sindicatos de
espritu bakuninista. De ah su intervencin "posibilismo libertario", de ah sus frases
"debemos actuar en poltica para ocupar las posiciones de la burguesa", de ah su
inclinacin a los procedimientos y a las huelgas polticas y sus amistades y relaciones
con polticos ... Nosotros, pblica y privadamenie, habamos invitado varias veces a Segu
a que se apartara del sindicalismo sin poltica e ingresara en el Partido Socialista,
viendo la labor perturbadora que, con sus propsitos, ejerca dentro de las organizaciones
obreras, organizaciones que no pueden ni deben ser polticas y con las cuales l quera
formar un partido del trabajo."
9. La Federacin de Grupos anarquistas de lengua espaola en Francia (Juanel ser
su secretario) fue constituida, parece ser, en Lyon en 1926. Este organismo, que tena su
sede en Marsella, era necesario para poder actuar con un mnimo de eficacia contra
Ja dictadura, pues Ja CNT haba dejado de existir y los grupos anarquistas estaban
diseminados y sin contacto entre s; fue pues el precursor directo de la FAI. El primer
intento de unificacin de hecho remontaba a principios de 1923; fue entonces cuando
naci Ja Federacin regional de los Grupos anarquistas de Catalua, cuyo comit fue
compuesto, entre otros militantes, por Aurclio Fernndez, Ricardo Sanz y Sebastin Ciar.
45
Los anarquistas espaoies y el poder
10. En realidad el ncleo de la efmera faccin de los "Treinta" estaba formado por
el ms famoso de los grupos de accin anarquista, el de los "Solidarios", creado a
finales del ao 1922 para poner fin al pistolerismo (terrorismo fomentado por la
burguesa) atacando a los responsables situados en puestos elevados y no a los ejecutores
como se haban contentado con hacer Jos "grupos de defensa" de la CNT; estaba
compuesto por los aragoneses Francisco Ascaso (nacido en 1901, camarero) y Rafael
Torres Escartn (nacido en 1901, oficial pastelero), el leons Buenaventura Durruti (nacido
en 1896, ajustador), el cataln Juan Garca Oliver (nacido en 1901, camarero), el asturiano
Aurelio Femndez (nacido en 1897, mecnico), el valenciano Ricardo Sanz (nacido en
1898, obrero del textil), el navarro Gregario Suberviela (mecnico), Alfonso Miguel
(ebanista), el murciano Miguel Garca Vivancos (nacido en 1895, sucesivamente cargador
del puerto, pintor de brocha gorda, chfer...), el castellano Manuel Campos (obrero
carpintero), Antonio "El Tato" (jornalero) y Eusebio Brau (fundidor, matado por la
Guardia civil en septiembre de 1923, en el atraco a mano armada del Banco de
Espaa de Gijn). En 1926, Gregario Jover (ebanista) ingres en el grupo siendo
seguido un poco ms tarde por Antonio Ortiz (carpintero). Todos estos hombres se
distinguan por su valenta sin lmite, su energa, su resistencia y su espritu de aventura.
Garca Oliver brillaba adems por sus dotes de orador y de organizador, Ascaso por su
voluntad inflexible y su perspicacia, Durruti y Torres Escartn (que se volvi loco bajo
las torturas de la polica) por su bondad ocul:a tras un exterior brutal. "Los Solidarios"
disponan de unos veinte colaboradores directos (entre los cuales Adolfo Ba!lano) y de
numerosos auxiliares o personas de confianza. Bajo la segunda Repblica crearon e!
grupo "Nosotros".
11. Horacio Martnez Prieto naci en 1902 en Bilbao. Obrero de Ja construccin, se
afili bastante tarde a la Confederacin (hacia 1932) puesto que se consideraba anarquista
puro y no sindicalista (sin embargo no formar parte nunca de la Federacin Anarquista
Ibrica); ser el promotor de la participacin de la CNT en el gobierno.
46
Frente a las realidades polticas
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Los anarquistas espaoles y el poder
12. Procurando tener siempre relaciones con los reclutas, suscitando la formacin
de cuadros de defensa CNT dentro de los cuarteles y simpatizando con los jvenes
oficiales, sern Jos principales artfices del aplastamiento de la rebelin fascista el 19 de
julio de 1936 en Barcelona. Gracias a ellos sobre todo, los libertarios catalanes,
informados por agentes secretos diseminados en los centros de conspiracin, conocern
por adelantado el movimiento de las tropas, divulgarn las consignas entre los soldados
y obtendrn el apoyo de la aviacin (Garca Oliver y Aurelio Fernndez volarn sobre
la ciudad en compaa del teniente coronel Daz Sandino y otros aviadores leales que
asegurarn la cobertura area a los combatientes de la Confederacin). No es pues
de extraar que los supervivientes del grupo de los "Solidarios JI y de su sustituto, el
grupo "Nosotros", se convirtieran durante Ja guerra civil en jefes del ejrcito (Durruti,
Jover, Ortiz, Vivancos, Sanz), en responsables de las fuerzas de polica (Alfonso Miguel,
Aurelio Femndez) o en personajes polticos de primer orden (Garca Oliver, organizador
por otra parte de las Escuelas de guerra en las que fueron formados, a partir de agosto
de 1936, los nuevos oficiales de origen proletario).
13. Habran podido servirse de ciertos textos de Bakunin corno arma terica temible;
por no conocerlos (ya hemos dicho que slo una nfima parte de la obra de Bakunin fue
traducida y publicada en castellano), y acaparados por la accin, no llegarn nunca a
articular un verdadero cuerpo de doctrina. Su drama fue semejante al de libertarios
como Peir : unos y otros representan, a su manera, una reaccin contra el anarquismo
comunista en boga, reaccin que los haca volver a Jos tiempos de la Primera Interna-
cional; sin saberlo, los "Solidarios" enarbolaban el aspecto revolucionario autoritario
de Bakunin (Estado Mayor revolucionario, cuerpos francos disciplinados, "dictadura"
de la Alianza de Ja Democracia socialista), mientras que Jos reformistas, corno ya
veremos ms adelante, encontraban su lado contemporizador constructivo (potentes
organizaciones obreras, prudencia tctica, relacin con los demcratas, primaca de la
educacin, mutualismo); pero estas dos tendencias enemigas carecieron siempre de una
base filosfica seria que no fueron capaces de reinventar (lo que explica quizs en parte
la encarnizada batalla que Jos opuso por la hegemona, su fracaso frente a los exaltados
que no haban retenido de Bakunin ms que los aspectos ms negativos: crtica virulenta
de Ja Iglesia y del Estado, liquidacin violenta del capitalismo, rechazo de las leyes
burguesas, llamadas a la espontaneidad creadora de las masas).
48
Frente a las realidades polticas
3. Desavenencias internas :
triunfo aparente del revisionismo,
progreso oculto de la F Al
En el transcurso de los ltimos aos de la dictadura, hubo entre los anar-
cosindicalistas y los diferentes partidos hostiles al rgimen militar
numerosos contactos. No nos extenderemos aqu sobre las negociaciones,
compromisos o conspiraciones en que participaron los militantes liber-
tarios y con frecuencia el CN (Comit nacional) de la CNT que se haba
reconstituido en la clandestinidad (1927). La Confederacin colabor
con el lder catalanista Francisco Maci (desde las conversaciones en Font-
Romeu en 1924, hasta el fracaso de Prats de Mallo el 1 de noviembre de
1926), con los conspiradores de la " Noche de San Juan" Gunio de
1926) que dirigieron los generales Weyler y Aguilera y con Jos Snchez
Guerra, jefe del partido conservador y antiguo presidente del Consejo
(enero de 1929); asisti, aunque no tom parte en las deliberaciones, a
la reunin de San Sebastin (17 de agosto de 1930) 14 mientras que en
Catalua elaboraba con los republicanos el manifiesto de " Inteligencia
republicana " (marzo de 1930) que exiga profundas reformas polticas 15 .
En octubre-noviembre de 1930, la Confederacin negoci con Miguel
Maura y Angel Galarza 16 ; en diciembre, apoy la insurreccin repu-
blicana de Jaca, fomentada por los capitanes Fermn Galn y Garca
Hernndez, y las actividades sediciosas del comandante de aviacin
Ramn Franco 17 ; finalmente, en febrero de 1931, hizo circular un mani-
fiesto en el que reclamaba la convocatoria de Cortes constituyentes.
Durante este tiempo, la discordia rein dentro de la misma CNT.
Juan Peir 18 luchaba contra Angel Pestaa, quien proclamaba que los
comits paritarios 19 eran necesarios y que la Confederacin no deba
14. Los dos representantes de la CNT fueron Rafael Vidiella y Progreso Alfarache
(antiguo secretario de la CNT andaluza y despus secretario del Comit nacional).
Pidieron la libertad de organizacin y la amnista de ios presos a cambio del apoyo
de la Confederacin al Comit revolucionario (formado por personalidades republicanas
y socialistas: Niceto Alcal Zamora, Manuel Azaa, Alejandro Lerrcux, Santiago Casares
Quiroga, Nicolau d'Olwer, Indalecio Prieto, Fernando de los Ros...).
15. He aqu los puntos fundamentales de este manifiesto: " 1 Separacin de poderes.
2 Reconocimiento de igualdad de derechos individuales y sociales a todos los ciudadanos.
3 Reconocimiento a los grupos federados [es decir, los diversos pueblos ibricos :
catalanes, vascos, etc.] ... por su expresa voluntad colectiva, de la plena libertad al uso
del idioma y al desarrollo de su propia cultura. 4 Libertad de pensamiento y de
conciencia. Separacin de la Iglesia y del Estado. 5 Reforma agraria con parcelacin
de latifundios ... 7 Reformas sociales al nivel de los Estados capitalistas ms avanzados."
16. Maura y Galarza iban a ser respectivamente ministro de Gobernacin y director
general de Seguridad del gobierno provisional de la Repblica (15 de abril - 14 de julio
de 1931). Fueron los fundadores de la Guardia de Asalto.
17. Agitador de extrema izquierda y hermano de Francisco Franco, el futuro Caudillo,
al cual detestaba.
18. Juan Peir Belis naci en Barcelona en 1887. Obrero vidriero, fue secretario del
Comit nacional de la CNT en 1922 y en 1928-1929.
19. Creados por el decreto del 26 de noviembre de 1926 para resolver Jos conflictos
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Los anarquistas espaoles y el poder
del trabajo mediante el dilogo entre patronos y obreros bajo el arbitraje del Estado.
Al aceptarlos, Pestaa pona en causa el principio de la lucha de clases a ultranza.
20. Se puede leer en Espaa Libre del 10 de junio de 1951 el relato de una
intervencin de Federica Monseny en el VII Congreso de la AIT (celebrado en Toulouse
del 11 al 23 de mayo de 1951), que en el curso de un relato histrico distingue tres
corrientes en la CNT de los aos 1930-1931: "Los llamados treintiscas, formando el
ala derecha, los anarquistas el ala izquierda, y Ja tercera corriente, el "bolchevismo
anarquizante", encarnada en el grupo de Garcfa Oliver y partidario por tanto de "ir a
por el todo", rozando por tanto las teoras de los revolucionarios rusos".
Dado que se ha convertido en un lugar comn para la mayora de los historiadores
especializados en las cuestiones espaolas el afirmar a la ligera que Garca Oliver y sus
compaeros (Durruti, Ascaso, etc.) eran los tpicos representantes del anarquismo autntico,
queremos citar otros dos testimonios que confirman que no se les poda seguir conside-
rando como tales a partir de 1926 ya que no a partir de 1922-1923. Felipe Aliz (Hacia
una federacin de alllonomas ibricas. Nueva maldicin del practicismo, p. 4-5): "En
el Sindicato de la Madera de Barcelona [Garca Oliver) dio una conferencia, en los
primeros tiempos de la Repblica, defendiendo la conquista del poder. Ms tarde, en
1934, representando al grupo "Nosotros", mantuvo controversia cerrada con el grupo
"Nervio" ~n el local de la calle Mendizbal- defendiendo asimismo su teora de
conquista del poder."
Jos Peirats (vase Noir et Rouge de junio-julio de 1967, p. 36): "Fue Garca Oliver
quien se pronunci por la toma del poder en una conferencia pblica que dio en el
local del Sindicato de la Madera de Barcelona en enero o febrero de 1936. Tambin
haba hecho esta afirmacin en una reunin muy restringida de notables que se haba
celebrado antes en una de las secreta ras de la redaccin de Solidaridad Obrera."
21. Salvador de Madariaga (Espa'ia, p. 454) ha escrito a propsito de las elecciones
de abril de 1931: "Los trabajadores afiliados a Ja UGT (socialista) votaron por los
candidatos del Partido Socialista; pero los afiliados a la CNT (anarcosindicalista), por lo
menos tan numerosos, votaron por los republicanos. Esto se explica por dos razones: la
rivalidad que separa a socialistas de sindicalistas, en su ambicin de absorber toda la
clase obrera para su credo respectivo; y el hecho de que los anarcosindicalistas, por haber
50
Frente a las realidades polticas
51
Los anarquistas espaoles y el poder
25. Estos grupos eran de "afinidad" (es decir, formados por personas que tenan
gustos comunes, temperamentos parecidos y manera semejante de ver las cosas), y no
distribuidos geogrficamente, de manera forzosa segn el domicilio o lugar de trabajo;
entre otras cosas, esto los diferenciaba de las clulas o secciones de los partidos
polticos.
26. No eran mucho ms revolucionarios que los llamados revisionistas o reformistas,
pero se distinguan de ellos por su rechazo de todo compromiso tctico, provisional, de
cualquier alianza con las formaciones polticas; predicaban un anarquismo apocalptico,
mesinico, sectario (en el sentido propio de la palabra, pues la FAI manifestaba todas
las caractersticas de una secta, y en el sentido figurado, pues la tolerancia libertaria
nunca fue en ella ms que una palabra vana). Manuel Buenacasa (La CNT, los "treinta"
y la FAI, p. 17) dir con razn: "La mayor parte de los componentes de la FAI en
Barcelona desconocen el valor, la doctrina y la moral del anarquismo. "
27. Se ha afirmado siempre que la FAI era la resurreccin de la Alianza de la
Democracia socialista fundada por Bakunin. Nada ms falso a nuestro criterio: la
Alianza tena como misin iniciar un movimiento revolucionario y libertario todava
inexistente, crear sindicatos, organizar a la clase obrera y al campesinado, divulgar una
nueva ideologa; la FAI, por el contrario, tena su origen en los trabajadores ya
conscientes y adoctrinados; la Alianza se compona de intelectuales, de personalidades de
valor (con frecuencia de origen burgus, y con frecuencia tambin de disciplina masnica).
estaba dirigida por hombres con ideas amplias y con sentido de la organizacin; la FAI
era puramente popular, proletaria, no posea, en sus comienzos por lo menos, ningn
dirigente de envergadura, ningn terico de talla, ni ningn organizador de talento;
la Alianza era una agrupacin de cuadros en busca de masas y que disputaban el control
de la AIT a otros crculos (marxistas, proudhonianos, etc.) con una influencia muy
limitada; la FAI era una asociacin de militantes de base de la CNT que aspiraba a
eliminar a los cuadros sindicales situados; la Alianza era internacional y centralizada
(secciones locales y ms tarde regionales, bur central, red interna constituida por los
miembros de la Fraternidad internacional, autoridad personal de Bakunin), la FAI ibrica
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35. !bid., p. 33: "La accin sindical de los trabajadores y la accin poltica sindicalista
sern dos impulsos paralelos caminando hacia un mismo fin. Claro que sin confundirse,
es decir, sin entorpecer el uno los movimientos que haga el otro. Accin y realidades
econmicas de los sindicatos, accin, doctrina y realidades polticas sindicales en el
partido."
36. Angel Pestaa (Lo que aprendl en la vida, p. 180) denunciaba: "Ese idealismo
mstico apocalptico con que en Espaa se ha interpretado el anarquismo, cuando en
realidad el anarquismo no es tal cosa." Y precisaba (Ib id., p. 230-231): "As veo hoy
el anarquismo. Como una teora de perfeccin individual, de exaltacin del individuo.,
de afirmacin de la personalidad humana... Entindase bien que no repudio el anar-
quismo. Ni lo considero una teora absurda. Al contrario. Para m tiene un valor
incalculable. Encierra posibilidades no bien conocidas todava... Las plumas que en
nombre del anarquismo escriben justificando todas las violencias y los robos, y Jos
atentados person~lcs, y el exterminio, y la bomba, y el incendio, ni son anarquistas ni
lo han sido jams. Ni podrn ya serlo en su vida."
37. En el mes de febrero de 1936, Pestaa que gozaba de un gran prestigio personal
en Cdiz, as como del apoyo de numerosos amigos, lleg a ser diputado sindicalista
por esta ciudad. Por el contrario, Benito Pabn (abogado, miembro de la CNT, que
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que deba ser un ensayo, una experiencia vivida del comunismo libertario,
fue en realidad su negacin: el poder poltico no fue abolido; cambi
de manos 38
Un ao ms tarde los libertarios tropezaron de nuevo con el mismo
hiato entre la teora y la prctica. En efecto, el 8 de enero de 1933,
una nueva insurreccin ms importante estremeci a Espaa. Los intr-
pidos activistas del grupo " Nosotros " (nuevo nombre del grupo los
" Solidarios ") desempearon el papel principal, movilizando a los grupos
de la FAI y a los Comits de defensa 39 Estos comits, creados en 1931,
servan de enlace entre la CNT y la "Organizacin especfica" (o sea,
la FAI, organizacin especficamente anarquista); haban cargado con la
responsabilidad de las acciones ofensivas o defensivas del Movimiento
libertario (insurrecciones, atentados, sabotajes, huelgas, boicots) y actua-
ban en el secreto ms absoluto, incluso respecto a los organismos sindi-
cales oficiales (Comits regionales, Comit nacional, etc.).
Gracias a la aparicin indirecta en escena de la CNT, la nueva ola
de alzamientos desbord ampliamente a Catalua (tiroteos en Barcelona,
Lrida, Tarrasa, proclamacin del comunismo libertario en Sardaola-
Ripollet) para abrasar buena parte de Levante (Ribarroja, Btera, Pe-
dralba, Bugarra), de la Rioja (Arnedo), y sobre todo de Andaluca (Arcos
de la Frontera, Sanlcar de Barrameda, Cdiz, Medina Sidonia, Utrera,
Casas Viejas). Los acontecimientos fueron trgicos en Casas Viejas,
donde la polica, aplicando fielmente las rdenes de Manuel Azaa,
jefe del gobierno (" Ni heridos ni prisioneros, tiros a la barriga "), mat
a numerosos habitantes. Centenares de militantes libertarios, incluidos
Aurelio Fernndez, Gregorio Jover, Juan Garca Oliver, fueron encarcela-
dos en prisiones o en presidios. Con ms gravedad, era todo aquello la
exacta repeticin del putsch de 1932; los anarquistas nada haban apren-
dido en tctica insurreccional, nada haban comprendido del condiciona-
miento econmico sicolgico de un levantamiento armado; cometan los
mismos errores, manifestaban las mismas insuficiencias, caan en las
mismas contradicciones.
38. G. Mun.is (Jalones de derrota, p. 92) insiste sobre este fenmeno: "Muy impor-
tante como experiencia anarquista, es el sesgo que tom el movimiento insurrecciona!
de enero. No se condujo apoltica sino polticamente, probando una vez ms que lo
primero es absolutamente imposible. Dondequiera triunfaron momentneamente los
obreros, su primer acto consisti en tomar el poder poltico, apoderndose del ayunta-
miento e instaurando el gobierno de un llamado Comit ejecutivo. He aqu cmo se
expresaba uno de esos comits, en un documento que tiene todos los caracteres de un
decreto revolucionario: "Al pueblo de Sallent: Proclamada la revolucin social en
toda Espaa, el Comit ejecutivo pone en conocimiento del proletariado de esa villa
que todo aquel que est en disconformidad con el programa que persigue nuestra
ideologa, ser responsable de sus actos. Por el Comit libertario, el Comit ejecutivo.
Sallent, 21 de enero de 1932." Se quiere un acto ms dictatorial, ms autoritario? Y
acto dictatorial que representaba nicamente la tendencia anarquista."
39. Despus de enero de 1932, Garca Oliver inici pacientemente una campaa en
favor del "ejrcito revolucionario" . Pero en enero de 1933 su plan, minuciosamente
cronometrado para ocupar los lugares estratgicos de Barcelona, neutralizar las fuerzas
del orden, cortar la corriente elctrica, etc., fracas. Sin duda, aunque conociera a
fondo la "tcnica del golpe de Estado", desdeaba excesivamente el analizar los
factores sicolgicos que hacen posible el xito de una insurreccin popular.
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51. Ricardo Sanz (Op. cit., p. 249) escribe; "El 8 de diciembre del mismo ao 1933
se fue a un movimiento general nacional, por parte del anarcosindicalismo, con el
premeditado propsito de advertir a los nuevos gobernantes que la CNT se encontraba
dispuesta a no importaba qu eventualidad para hacer fracasar no importaba cul
fuera el intento de derribar el rgimen republicano."
52. V. Orobn Femndez, joven intelectual libertario n acido en 1901 en Valladolid,
era una de las primeras figuras de la CNT. Muri de enfermedad en 1935.
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del " frente nico " que ensea a diario la oreja de la parcialidad.
Si rectifican, iremos juntos. Si no, se quedarn solos en su tienda. Porque
la democracia obrera, las masas autnticas de la CNT, no tolerarn bajo
ningn pretexto negocios sucios de partido, cualquiera que sea el partido
que los intente ...
" Y a va siendo hora de que los socialistas que lo sean de verdad
retiren de la circulacin ese tpico folletinesco e insidioso de las supuestas
relaciones entre el anarcosindicalismo y la reaccin. Se comprende que
lo utilizaran en los tiempos, por fortuna ya pasados, en que ellos mismos
eran administradores gubernamentales de los intereses de la burguesa
espaola y contribuan a apuntalar las instituciones tradicionales haciendo
leyes represivas - como la de los Tribunales de Urgencia, de tan san-
grante actualidad - y votando copiosas consignaciones para los Cuerpos
de Orden pblico. Pero repetir ahora esa especie absurda, como lo han
hecho das atrs en las Cortes por el prurito de aparecer como partido
ponderado ante una mayora filofascista, es querer sembrar de escollos
el camino de la entente proletaria.
" No vale alternar veleidosamente con la revolucin y la legalidad
burguesa, ni injuriar a una importantsima organizacin obrera por el
placer narcisista de impresionar favorablemente a un Parlamento anti-
proletario. Si Largo Caballero quiere hacernos creer en la sinceridad de
sus manifestaciones revolucionarias, a lo cual estamos bien dispuestos,
es preciso que imponga una consecuencia decidida con ellas a los diputados
socialistas ... Confiamos en que los obreros de la UGT sabrn " desalojar "
oportunamente a los mandarines de su Ejecutiva. Y la unidad revolucio-
naria se har, no para encumbrar caciques ni hacer ministros pequeo
burgueses, sino para acabar con el tinglado capitalista y empezar la gran
construccin de un mundo nuevo y libre ...
" Largo Caballero habla de " la conquista ntegra del poder pblico" ;
los comunistas quieren Ja implantacin de la " dictatura del proletariado "
y los anarcosindicalistas aspiran a instaurar el " comunismo libertario ",
utilizando como clulas esenciales el municipio rural y la organizacin
obrera industrial. Aqu los trminos difieren bastante entre s, siendo de
notar que mientras socialistas y comunistas resumen su programa en
consignas exclusivamente tcticas, representadas por las figuras polticas
" poder pblico " y " dictadura ", los anarcosindicalistas ofrecen en el
suyo un sistema social peculiar y completo.
" De estos tres puntos de vista hay que quitar todo lo que mutuamente
tenga de refractario e incompatible. Slo as se podr hallar la necesaria
lnea de convergencia, de cuyo logro y mantenimiento depende el triunfo
permanente y ascendente de una revolucin proletaria...
" Como quiera que ninguna de las tendencias puede considerar
defendible la tesis oligrquica de gobernar por encima de las masas pro-
letarias, es lgico suponer que todas ellas han de mostrarse dispuestas
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falaz de sus trucos proselitistas; pero los fines concretos de su preocupacin eran
los pactos con Azaa y Companys." Los comunistas compartieron esta opinin como
lo atestigua la historia oficial del partido redactada bajo la direccin de "La
Pasionaria" (Historia del Partido Comunista de Espa1ia, p. 92): "Los lderes del
PSOE enviaron a las masas al combate armado sin preparacin suficiente sobre el plan
poltico y tcnico. En realidad, y segn sus clculos, lo esencial no era el preparar
la accin revolucionaria de los trabajadores sino blandir la amenaza de una insurreccin
popular con el fin de que el presidente de la Repblica se viera obiigado a llamar a los
socialistas para formar parte del nuevo gobierno."
57. Jos Mara Gil Robles era el lder de la Confederacin Espaola de Derechas
Autnomas (CEDA), que agrupaba, bajo la gida de la Compaa de Jess, diversas
formaciones catlicas conservadoras.
58. La Falange Espaola fue creada en octubre de 1933 por Jos Antonio Primo de
Rivera, hijo del antiguo dictador, y Julio Ruiz de Alda; se fusion en febrero de 1934
con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas (JONS) que dirigan Ramiro Ledesma
Ramos y Onsimo Redondo. La Falange era un partido tpicamente fascista, inspirado
en los precedentes hitleriano y musoliniano.
59. La Federacin regional del Norte declar en el Congreso de Zaragoza (en
Congreso confedera! de Zaragoza, p. 142): "Los socialistas dijeron que se lanzaban
a un movimiento revolucionario. Pero esto no es verdad. Nos entrevistamos con ellos
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y les manifestamos que estbamos dispuestos a llegar donde fuese. Que se nos facilitasen
armas de combate. Nos contestaron que ellos tenan sus milicias ya formadas y que,
si haba armas, stas seran para los socialistas. Se rechaz nuestra colaboracin." Segn
Solano Palacio (La Revolucin de octubre, p. 18-19 y 76), incluso en Asturias los
socialistas tuvieron una actitud equvoca: "Los socialistas que eran los que tenan
mayores cantidades de armas, no facilitaron ninguna a la Regional asturiana... El hecho
de no prestar ayuda a los compaeros de Gijn facilitndoles armas, era evidentemente
una prueba de que no se deseaba un triunfo en aquella localidad por parte de la
CNT."
60. Segn G. Munis (Op. cit., p. 110), Gil Robles respondi a Indalecio Prieto que
proclamaba la amenaza de una revolucin: " Vosotros los socialistas seris siempre
incapaces de desencadenar la revolucin, porque la temis; sabemos que de vuestra parte
todo se quedar en palabras."
61. Los catalanistas llamaban as con desprecio a los numerosos obreros de origen
castellano, andaluz o murciano que trabajaban en las industrias de Barcelona. Pretendan
(y esta leyenda ha sido repetida hasta Ja saciedad y sin ningn espritu crtico) que los
miembros de la CNT eran todos "murcianos" y no de origen cataln. El smple
examen de los nombres de Jos militantes libertarios conocidos y de la influencia del
anarquismo en los ms pequeos pueblos de Catalua revela la falsedad de tal
afirmacin.
62. El gobierno cataln decret la huelga general obligatoria; antes haba ordenado
cerrar todos los sindicatos de la CNT y prohibido la publicacin de los peridicos
libertarios.
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el gesto de oposicin a las mximas consecuencias, sin tolerar que la burguesa liberal
y sus aliados marxistas quieran detener el curso de los hechos, en el supuesto de que
la r ebelin fascista sea derrotada a las primeras intentonas... La democracia sucumbir
entre dos fuegos, por inactual, por desplazada del terreno de la lucha. O fascismo o
revolucin social... Desde ahora... los militantes deben suscitar concentraciones frecuentes
en cada localidad, por conducto de sus rganos habituales de relacin, y estar en
contacto con los Comits confederales para que stos informen de la marcha de los
acontecimientos y pueda emprenderse una actividad coordinada... "
72. Estas cifras, que slo se refieren a los sindicalistas representados, no dan ninguna
idea del nmero real de afiliados. Se pueden evaluar los efectivos de la Confederacin
en 1 500 000 trabajadores durante Jos meses que precedieron a la guerra civil. En el
movimiento obrero espaol no han existido nunca estadsticas rigurosas y, de todas
formas, no podran decirnos gran cosa. As, la UGT segua de cerca a la CNT por su
importancia numrica; sin embargo no hay ninguna duda de que los militantes de sta
eran infinitamente menos numerosos. La extensin del comunismo y del anarquismo
durante la guerra civil en una regin aparentemente tan socialista como Castilla parece
demostrar que la UGT (exceptuado Asturias y el Pas vasco) era una organizacin
burocrtica que alistaba masas pasivas prontas a cambiar de rumbo.
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73. He aqu los dos primeros artculos del acuerdo de reunificacin (en Congreso confe-
dera/ de Zaragoza, p. 93): "1 Los Sindicatos de Oposicin cesan de constituir organismos
al margen de la CNT, incorporndose a las normas establecidas en la misma. 2 Este
acuerdo significa el trmino del problema de la Oposicin sobre la base de acatamiento
a los principios y tcticas aprobadas en los congresos ... "
74. Ricardo Sanz (Op. cit., p. 265-266) afirma que Garca Oliver, Montserrat y
Francisco Ascaso propusieron en nombre del sindicato del textil de Barcelona la creacin
de milicias confederales capaces de aplastar una sublevacin militar pero que Cipriano
Mera exclam: "Ya nos dirn los compaeros Ascaso y Garca Oliver del color que
quieren el fajn de general". Cipriano Mera ser uno de los ms feroces adversarios
de la militarizacin durante los primeros meses de la guerra civil. Sin embargo, iba a ser
despus comandante del IV Cuerpo de ejrcito, es decir un verdadero general que no
bromeaba con la disciplina ni con el respeto a la jerarqua. A decir verdad, los activistas
del grupo "Nosotros" volvan a poner sobre el tapete el antiguo proyecto de crear
un ejrcito revolucionario que en lo sucesivo conceban como una concentracin jerr-
quica de los comits o cuadros de defensa CNT-FAI que existan desde 1931, pero que
no tenan disciplina, ni homogeneidad, ni mando central.
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75. El secretario de la CNT al igual que los miembros del Comit nacional no tena
derecho a intervenir en los debates de un congreso, y todava menos a participar en la
redaccin de los dictmenes. La desconfianza de los libertarios respecto a toda autoridad
reduca al Comit nacional a un simple despacho de correspondencia o de enlace con
poderes muy limitados. Ya no fue as desde el principio de la guerra civil.
76. Horacio Prieto (Marxismo y socialismo libertario, p. 71-72) expone las razones
de su dimisin: "En trece aos de acontecimientos ingentes por Espaa y Europa entera
(desde 1923, Conferencia de Zaragoza, hasta 1936, Congreso de Zaragoza) el Movimiento
libertario no haba asimilado nada de las lecciones que se le sirvieron en su propia carne
y en la de los ajenos. El pronunciamiento militar y los siete aos de dictadura; Vera de
Bidasoa; la Alianza de Pars; las elecciones de 1931; las del 33 y las del 36; los tres
putschs; el movimiento socialista de octubre del 34; las provocaciones de Unin Militar
Espaola; la revolucin rusa, las revoluciones de Hungra y de Alemania, el aborto de
la bomba de la catedral de Sofa, el fascismo italiano, el absolutismo nacionalsocialista,
no influyeron ni poco ni mucho en las ideas fijas de los ponentes del dictamen comunista
libertario, ni en las de los congresistas. Todo el mundo congresista qued satisfecho. Los
integralistas del anarquismo porque todo era libre (comunas, municipios, cooperativas)
y contra el Estado; y los sindicalistas integralistas reincorporados a la CNT porque se
reconoca oficialmente a las Federaciones industriales como instrumentos fundamentales
del comunismo libre. El fracaso del Congreso fue absoluto y mi decepcin personal
infinita" . Al mencionar las revoluciones hngara y alemana de 1919, Prieto no haca
nicamente alusin al fracaso de Bela Kun y de los espartaquistas, sino tambin a la
accin de los anarquistas alemanes que colaboraron en el Ejecutivo de la Repblica de
los consejos obreros de Baviera (7 de abril - 1 de mayo de 1919). En cuanto a la
bomba de Sofa (nunca se ha sabido quines fueron Jos autores de este atentato perpetrado
el 16 de abril de 1925), trajo consigo el aniquilamiento del Movimiento libertario blgaro
por las fuerzas armadas.
77. He aqu algunos prrafos tanto ms ingenuos cuanto a un tiempo detallados por
los temas abordados y vagos por las soluciones propuestas (vase Peirats: Op. cit.,
tomo I, p. 124, 129 y 130): " ... As pues una comuna de consumidores... se comprometer
a acatar aquellas normas de carcter general que despus de libre discusin hayan sido
acordadas por la mayora. En cambio, aquellas comunas que, refractarias a Ja industriali-
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zacin, acuerden otras clases de convivencia, como por ejemplo las naturistas y las
desnudistas, podrn tener derecho a la administracin autnoma, desligada de compromi-
sos generales. Como estas comunas naturalistas-desnudistas, u otra clase de comunas, no
podrn satisfacer todas sus necesidades, por limitadas que stas sean, sus delegados
a los congresos de Ja Confederacin Ibrica de Comunas Autnomas Libertarias podrn
concertar convenios econmicos con las dems comunas agrcolas e industriales ...
E n las comunas autnomas libertarias se destinarn das el recreo general, que
sealarn las asambleas, eligiendo y destinando fechas simblicas de la historia y de la
naturaleza...
El pueblo armado ser la mayor garanta contra todo intento de restauracin del
rgimen destruido por esfuerzos del interior o del exterior. Existen millares de
trabajadores que han desfilado por los cuarteles y conocen la tcnica militar
moderna. " Sobre este ltimo punto la inocencia de Jos delegados al Congreso da que
pensar; demuestra que lo ignoraban todo respecto a las operaciones militares, a Ja
estrategia y a los armamentos complejos, que conceban Ja guerra como un combate
de barricadas en donde es suficiente saber manejar el fusil. Esta inconsciencia se
revelar trgicamente dos meses ms tarde.
78. En descargo de los libertarios, conviene precisar que el nivel cultural no era
mucho ms elevado entre los socialistas, los comunistas o los miembros de los diferentes
partidos. No solamente el analfabetismo pesaba gravemente sobre la vida poltica, sino
que el atraso de una enseanza poco abierta a las disciplinas cientficas y acaparada
desde siempre por la Iglesia (a pesar de los esfuerzos de un F rancisco Giner
de los Ros entre las clases medias o de un Francisco Ferrer entre el proletariado)
estancaba las facultades de las personas instruidas; la consecuencia era una pltora de
picapleitos, de juristas obtusos, de escritorzuelos, Ja penuria de intelectuales dignos de
tal nombre y la falta de renovacin del pensamiento socialista (Espaa no ha engendrado
ningn pensador marxista o anarquista de renombre internacional).
79. Joven mdico, nativo de Alava. Fue asesinado por Jos fascistas en julio de 1936.
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80. He aqu breves extractos (en Congreso confedera/ de Zaragoza, p. 187-188) que
revelan el alcance de las proposiciones confederales; "La Confederacin Nacional del
Tr abajo de Espaa debe dirigirse oficial y pblicamente a la UGT, emplazndola para la
aceptacin de un pacto revolucionario ... Para la defensa del nuevo rgimen social es im-
prescindible la unidad de accin, prescindiendo del inters particular de cada tendencia...
Se nombrarn dos comits nacionales de enlace, Jos cuales, procurando concretar Jos
puntos de vista de ambas centrales sindicales, elaborarn una Ponencia de conjunto, que
ser sometida a discusin y referndum de Jos sindicatos de ambas centrales." Este texto
concuerda con el de otro acuerdo del Congreso (lbid., p. 182): "[Hay que] intensificar la
propaganda de descrdito e incapacidad hacia todos los partidos polticos, haciendo ver
al pueblo que la solucin de sus problemas no es cuestin de cambio de orden, sino de
rgimen y de estructuracin de la sociedad, aprovechando en todos cuantos actos se
organicen la oportunidad para levantar un estado de opinin favorable a la revolucin
comunista libertaria."
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3 La atomizacin del poder en Catalua.
Participacin de la CNT
en el gobierno de la Generalidad
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abundantemente descrito por numerosos autores (Hugh Thomas, Gerald Brenan, etc.).
Sealemos solamente que el anticlericalismo tradicional del proletariado y de la pequea
burguesa republicana (desde la primera mitad del siglo XIX, el incendio de los monasterios
y de los edificios del culto, focos del carlismo absolutista e inquisitorial, era moneda
corriente en Espaa) fue avivado y sistematizado por la propaganda antirreligiosa de
Jos anarquistas (stos cambiarn de ptica en 1938). Conviene insistir por otra parte
sobre un aspecto de la revolucin espaola: no hubo ni incendios de almacenes, ni saqueos
de escaparates cometidos por muchedumbres vidas de bienes materiales; sino que, por el
contrario, se vio a hombres quemar fajos de billetes de Banco demostrando de esta
manera su desprecio por el dinero, "ese factor de corrupcin", "ese smbolo de la
podredumbre burguesa", indigno del comunismo libertario. Cierto que fueron cometidos
robos, pero slo por algunos individuos y no por las masas, que dieron pruebas de un
desinters admirable.
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bien, se logr el acuerdo entre los delegados del Pleno regional del 21 de
julio, a despecho de Garca Oliver que persista con obstina~in en hacer
la apologa de la toma del poder 3 . Era necesario, segn ellos, colaborar
con todas las otras fuerzas que haban tomado posicin contra los mili-
tares rebeldes, era necesario entenderse con ellas, compartir con ellas las
responsabilidades y trabajar juntos contra el enemigo comn. Sin embargo,
los delegados admitan con dificultad que la CNT participase en el
gobierno cataln. La CNT, organizacin sindical apoltica, con una
ideologa antigubernamental, antiparlamentaria y en general antiestatal,
iba a negarse a s misma ejerciendo funciones polticas e insertndose
en el aparato de Estado, incluso si ese Estado era, en este caso, puramente
regional?
No les fue posible a los delegados renegar tan rpidamente de sus
ideas, por ello buscaron otra frmula. Si no era caso de destruir al
gobierno cataln, tampoco lo era de entrar en l. Qu hacer, pues ?
Se decidi crear un organismo encargado de mantener el nuevo orden y
de organizar la lucha contra el fascismo, organismo constituido por todos
los sectores polticos de izquierda, que ejercera el poder real sin que por
lo tanto fuera abolido el gobierno de la Generalidad. Este ltimo, sin
autoridad efectiva y compuesto por partidos republicanos moderados
como la Esquerra o la Accin Catalana, servira de fachada ante las
potencias extranjeras 4 Detrs de la apariencia de las instituciones repu-
blicanas de la regin autnoma, se ocultara un sistema social proletario
y libertario que entre bastidores manejara los hilos de las marionetas
representativas del gobierno fantoche de la Generalidad. As quedara a
salvo el ideal anarquista; as sera realizada de todas formas una obra
revolucionaria de tipo socialista sin por eJlo dar el peligroso salto de la
revolucin total. Por mayora absoluta, los delegados decidieron, pues,
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5. Mariano R. Vzquez (De julio a julio, p. 207-208) escribe: "Ese Pleno decida:
Constityase el rgano aglutinador de todos Jos antifascistas". Y surga el Comit de
Milicias antifascistas de Catalua."
6. Los comunistas (Guerra y revoluci6n en Espaa, tomo II, p. 8) afirman que pidieron
a Companys reunir el Frente Popular de Catalua "con Ja finalidad de ampliar el
gobierno de Ja Generalidad y de hacer entrar en l los dife rentes partidos del Frente
Popular". Pero segn M. Garca Venero (Hisloria de las lnlernaciona/es e11 Espaa,
tomo III, p. 101): "Companys pidi ayuda a los comunistas de obediencia oficial y a
Jos disidentes. Antes de llegar a una entrevista conjunta con los partidos marxistas y
1os grupos nacionalistas de izquierda, el presidente de la Generalidad procedi a
recibirlos por separado y les confiaba Jo que pareca ser secreto designio: "Si ustedes
no me ayudan a contener a Jos anarquistas, estoy decidido a dimitir Ja presidencia de la
Generalidad." En realidad lo que Companys buscaba era agradar a todo el mundo
para mantenerse; viendo que sus palabras no gustaban a Nin ni a Gorkn, declar ms
o menos esto a los dos representantes del POUM: "Me pongo a vuestra disposicin;
tomad el poder juntamente con Ja CNT y yo os servir de cobertura cara al extranjero."
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que era puramente honorfica, estaba en manos del catalanista Pujol, fue
Jos Juan Domenech quien ejerci las funciones de todopoderoso secre-
tario general. En los arrabales de Barcelona y en todas las localidades de
Catalua se formaron comisiones que dependan del Comit central de
Abastos.
En el campo de la enseanza, la alta direccin correspondi al
Consejo de la Escuela Nueva Unificada (CENU) formado por represen-
tantes de las sindicales y de la Universidad. Adems de J . Puig Elas que
era el presidente del CENU, la CNT estaba representada por Jacinto
Toryho, Alberto Cars y Miguel Escorihuela 21
El orden pblico qued en Barcelona a cargo de las Patrullas de
Control. Estas estaban compuestas por 700 hombres (325 de la CNT,
145 de la UGT, 45 del POUM y 185 ele la Esquerra) y eran dirigidas
por un Comit central de Patrullas que comprenda 11 delegados de
seccin (4 de la CNT, 3 de la UGT, 4 de la Esquerra); el anarcosindicalista
Jos Asens era el secretario general. La Guardia de Asalto y la Guardia
civil, transformada en Guardia nacional republicana, estaban comple-
tamente desmoralizadas o en plena descomposicin, por lo que las Patrullas
de Control constituan la nica fuerza de polica respetable. Actuaban en
estrecha unin con la Comisin de Investigacin cuyo origen era el depar-
tamento de Seguridad (o de Investigacin) del Comit de Milicias. Esta
comisin, que diriga el anarquista Aurelio Fernndez, era una especie
de Ministerio del Interior independiente o de Servicio de Seguridad revo-
lucionario. De ella emanaban las rdenes de requerimiento, de indagacin
o de detencin; no slo velaba por el respeto del orden y por la represin
de las actividades fascistas en toda Catalua, sino que se encargaba
tambin de la vigilancia de las fronteras terrestres y martimas, contro-
lando el paso de mercancas, de bienes y de personas. No obstante,
al margen de la Comisin de Investigacin, existan fuerzas de polica
organizadas por cada partido o central sindical que dependan exclusi-
vamente de sus respectivas direcciones : eran las famosas chekas, tan
temidas, con sus agentes secretos, sus prisiones privadas y sus comandos 22
21. Texto ntegro del decreto que institua oficialmente el CENU en Peirats (Op.
cit., tomo I, p. 200-201). He aqu un pasaje del prembulo: "La voluntad revolucionaria
del pueblo ha suprimido la escuela de tendencia confesional. Es la hora de una nueva
escuela inspirada en los principios racionalistas del trabajo y de la fraternidad humana...
y a base de la supresin de toda clase de privilegios." Segn el Libro de Oro de la
Revolucin espaola, la obra del CENU fue considerable: en julio de 1936 slo haba
34 431 nios escolarizados en toda la ciudad de Barcelona, en julio de 1937 haba
116 846 instalados en 151 nuevos edificios escolares.
22. No hay que confundir la accin de las chekas, al servicio de las formaciones
polticas y que, en cierto modo, apoyaban a la Comisin de Investigacin, con la de
las bandas de incontrolados que no dependan de nadie y que se aprovechaban de las
circunstancias para darse al gangsterismo. Un autor falangista, J.M. Fontana (Los
catalanes en la guerra de Espaa, p. 94), seala a propsito de la represin y de las
violencias en general: "Desde los primeros das de la revolucin roja se origin una
habilsirna campaa que pretenda achacar a la FAI los llamados "excesos de la
Revolucin." Y aada (!bid., p. 96): "La realidad es que la actividad criminal fue
igual en todos los partidos y proporcional a sus efectivos ... "
F inalmente hay que notar que si la represin fue a veces arbitraria, ello era debido en
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La atomizacin del poder en Catalua
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Los anarquistas espaoles y el poder
4. El Consejo de Economa
El nuevo organismo que descarg verdaderamente al Comit de Milicias,
permitindole consagrarse a la guerra 26, permitiendo su relevo, fue el
Consejo de Economa o Consejo econmico de Catalua. Fue creado
el 11 de agosto de 1935 por iniciativa de la CNT.
Durante las tres semanas que siguieron al 19 de julio se haba ini-
ciado, y despus se haba prodigiosamente desarrollado, un amplio
movimiento de toma de posesin de las minas (potasas del Cardoner
y del Alto Llobregat), de arsenales, talleres, fbricas, ferrocarriles (las tres
compaas fueron expropiadas a partir del 21 de julio y la red unificada),
los medios de transporte en general (marina, metro de Barcelona, tran-
vas y autobuses), los servicios pblicos (agua, gas y electricidad), etc. 27 ,
por los propios obreros y empleados, mientras que en el campo se for-
maban innumerables colectividades agrarias 28 Asambleas generales de
trabajadores, consejos obreros, comits de control, comits de fbrica,
comisiones tcnico administrativas, comits locales de industria, comits
de relaciones, comits centrales de direccin, sindicatos nicos y federa-
<le la Esquerra en el gobierno resolvieron retirar a los rnm1stros del PSUC... Con el
deseo de complacer a los anarquistas. Casanovas lleg incluso a presentar la lista de su
nuevo gobierno -sin el PSUC- a Mariano Vzquez, a la sazn secretario de la
Regional catalana de la CNT. Y slo cuando ste le dio su aprobacin, se atrevi a
hacerla pblica." He aqu concretamente cmo se desarrollaron las cosas: Garca
-Oliver y Aurelio Fernndez se presentaron ante Cornpanys y Casanovas; les expresaron
con dureza que ellos no toleraran la existencia de un gobierno que no fuese ficticio o
-constituido sin el consentimiento del Comit de Milicias, y que la CNT abolira la
Generalidad si el nuevo gobierno no desapareca en breve plazo; despus "Marianet"
{Mariano Vzquez) expuso oficialmente a Cornpanys el dictado de la Confederacin
y, detalle que demuestra hasta qu punto los libertarios eran los dueos en Catalua,
Rafael Vidiella fue expulsado sin ningn cumplido del Comit de Milicias por no haber
advertido a los otros delegados de sus intenciones.
26. Santilln (Por qu perdimos la guerra, p. 86) lo confirma: "As, corno el Comit
de Milicias, al principio obligado a tratarlo y a resolverlo todo, se fue convirtiendo
cada vez ms en un Ministerio de la Guerra en tiempos de guerra, para descargarle
de funciones que no podran menos de estorbar su preocupacin fundamental, cr:earnos un
Consejo de Economa de Catalua ... "
27. Las peluqueras y los cines fueron tambin colectivizados. Georges Orwell
(Catalwia 1937, p. 11) afirma: "En cada tienda y en cada caf se vean inscripciones
que proclamaban su nueva condicin de servicios socializados; hasta los lustrabotas
:se haban colectivizado y sus cajas estaban pintadas de rojo y negro." Recordamos,
a este respecto, que estos dos colores eran los de la CNT-FAI.
28. En Catalua la colectivizacin de las tierras no alcanz nunca la amplitud y Ja
eficacia de las colectivizaciones de Aragn o de Levante. Frank Mintz, en una obra
todava indita [1969] (La colectivizaci611 en Espaa de 1936 a 1939) observa que:
"Las colectividades se implantaron sobre todo en Tarragona", y que: "El dinero ...
-se suprimi totalmente en no pocas colectividades. Lo sustituan entonces por vales o
moneda local.".
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La atomizacin del poder en Catalua
29. Hemos visto ms arriba cun grande era la prudencia de Ja CNT. Sin embargo,
es cierto que el proletariado cataln actu as porque estaba impregnado de ideas
libertarias y que los militantes de base del anarcosindicalismo intervinieron con ardor
sin preocuparse de consideraciones polticas como hacan sus dirigentes. Es cierto
tambin que muchos patronos o gerentes, comprometidos en el levantamiento fascista ,
se marcharon al extranjero o se escondieron, abandonando sus empresas; los trabajadores
se vieron, pues, forzados a sustituirlos en sus funciones de direccin por los Consejos
obreros.
30. Slo los Bancos escaparon de la incautacin y se pusieron a disposicin del
gobierno de la Generalidad pues sus empleados constituan el ncleo de la pequea
UGT catalana. Los libertarios no comprendieron Ja importancia del sistema bancario
ni sus incidencias, a largo plazo, sobre la socializacin; por ello no se apoderaron de
este sector fundamental de la economa. El anarquista alemn A. Souchy (en Collec-
tivisations. L'reuvre conslruclive de la Rvolution espagnole, p. 18), Jo deplora: "La
colectivizacin no hubiera sido parcial, y hubiera podido extenderse a toda Ja vida
econmica. El proceso de colectivizacin puede compararse a Ja construccin de un
conjunto de edificios; las piedras llegan de numerosos sitios y pequeos editicios
independientes son construidos. Gracias a Ja colectivizacin de Jos Bancos, Ja construc-
cin del conjunto se hubiera podido hacer siguiendo un plan arquitectnico general.
Desgraciadamente, no fue as y se perdi tiempo."
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Los anarquistas espaoles y el poder
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La atomizacin del poder en Catalua
5. Motivos de la participacin.
Dos Plenos muy singulares
Un Comit de Milicias antifascistas que se ocupaba de las cuestiones
militares y de la direccin de la guerra; un Consejo de Economa que
diriga la economa, Ja administracin y los asuntos sociales; un gobierno
de la Generalidad que sin poder efectivo deba aparentar lo contrario
para calmar la opinin de las grandes potencias; comits revolucionarios
autocfalos; partidos y organizaciones que formaban " Estados en el
Estado " con sus propias tropas; diversos organismos ms o menos aut-
nomos que se haban encargado del abastecimiento, la enseanza, la
represin antifascista... se poda continuar mucho tiempo as en Cata-
lua? Lleg a ser imprescindible fusionar a todas estas autoridades, soldar,
amalgamar las antiguas y las nuevas instituciones; disciplinar los poderes
locales y someter las fuerzas polticas al inters general; era tambin nece-
sario legalizar las conquistas de la clase obrera, delimitar lo que deba
ser o no ser socializado, reglamentar el procedimiento de los tribunales
revolucionarios.
La CNT era particularmente consciente de todo ello puesto que sopor-
taba casi todo el peso de la construccin de una sociedad nueva. Era
tambin consciente de que la comedia que representaba el gobierno
fantoche de la Generalidad no engaaba a las potencias extranjeras.
El Pacto de No intervencin demostraba claramente que franceses y
britnicos no tenan ninguna simpata por la Repblica espaola a la
que saban en manos de la extrema izquierda. Las armas llegaban en
cantidad insuficiente a pesar de su exorbitante coste 32 El gobierno de
Madrid utilizaba sus dbiles fuerzas en hacer difcil la defensa de Cata-
lua midiendo con cuentagotas su ayuda financiera; aceptaba de mala
gana negociar con las autoridades revolucionarias, ilegales y sin repre-
sentatividad desde su punto de vista 3 ~. En estas condiciones, la concen-
32. A partir del 8 de agosto de 1936 el gobierno de Len Blum, cediendo a las
presiones britnicas y a las amenazas de la derecha francesa, prohiba toda expedicin
de armas para Espaa. El 9 de septiembre, despus de penosos tratos, se celebraba en
Londres la primera reunin del Comit de No intervencin. Entretanto, el Portugal de
Salazar, Ja Alemania nazi y Ja Italia fascista aumentaban cada da su ayuda a los
rebeldes mientras que los soviticos optaban provisionalmente por una prudente
reserva.
33. Juan P. Fbregas (citado por Peirats: La CNT en la revol11ci6n espallo/a, tomo I,
p. 216) declar el 24 de septiembre de 1936: "Existen grandes stocks de gneros
manufacturados que no se pueden exportar a causa de la guerra y de la tirantez
existente entre Madrid y Barcelona... He de informaros sobre las dificultades que impone
el gobierno de Madrid, el cual nos ha negado todo el apoyo en el orden econmico y
financiero, porque seguramente no simpatiza mucho con las obras de orden prctico
que se estn realizando en Catalua... Nos desplazamos una comisin a Madrid y
pedimos al gobierno un crdito de 800 millones de pesetas, otro de 30 millones para la
adquisicin de material de guerra y otro de 150 millones de francos para la adquisicin
de materias primas. En garanta de ello, ofrecimos 1 000 millones de pesetas que las
Cajas de Ahorros tenan depositadas en valores en el Banco de Espaa. Todo se neg.
No sabemos por qu, sobre todo sabiendo que las condiciones financieras de Espaa
son las mejores del mundo... "
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Los anarquistas espaoles y el poder
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La atomizacin del poder en Catalua
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Los anarquistas espaoles y el poder
37. Magia de las palabras o infantilismo? La FAI reconocer ms tarde (Op. cit.):
"El nuevo gobierno constituido se llam Consejo de la Generalidad para darnos gusto a
nosotros y para salvar el ltimo escollo de palabras que deba ser superado ...
Puerilidad en fin, ya que llmese como fuere la funcin que ejerca era de gobierno."
38. Cuando, en noviembre de 1936, Garca Oliver se convirti en ministro de Justicia
en el gobierno central, fue reemplazado por Juanel.
39. El predominio de la CNT es confirmado en el Informe de la Delegacin de la
CNT al Congreso extraordinario de la AIT, p. 84: "El Movimiento libertario pas a
integrar el gobierno de la Generalidad. Este acto signific de cara al exterior, el
traspaso del poder poltico de la revolucin a un gobierno legalmente constituido y
reconocido por las potencias extranjeras... Ni que decir tiene que este acto significaba
la iniciacin de un retroceso de nuestra revolucin. Sin embargo, la resistencia que
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6. La obra de la CNT
en el Consejo de la Generalidad.
El pacto con los comunistas
El Consejo de la Generalidad empez proclamando solemnemente un
programa que reconoca la obra revolucionaria del proletariado cataln
y que sancionaba la nueva economa socialista 42 Dueos del departa-
mento de Abastos integrado por el personal que anteriormente estaba
empleado en el Comit del mismo nombre, los libertarios fundaron la
Oficina de Intercambio. Inspirndose en las ideas de Kropotkin sobre la
supresin del numerario y el advenimiento de una sociedad comunista
integral en la que las relaciones comerciales se desarrollaran gracias a
un sistema perfeccionado de trueque y de estadsticas, consiguieron por
medio de esta nueva institucin intercambiar con las otras regiones
espaolas mercancas por valor de 300 millones de pesetas sin manipular
ni un billete de Banco ni una moneda. Pero fue principalmente en el
departamento de Economa y en el Consejo econmico, siempre activo,
donde dieron prueba de su capacidad renovadora y de su espritu de
iniciativa.
41. Hacia 1932, Fbregas haba sido director del Instituto de Ciencias econmica~
de Barcelona. Convertido en militante de la CNT, servir a esta organizacin con
honradez, dinamismo e inteligencia (en particular, sabr hacer frente a Tarradellas),
lo que le valdr el rencor de los catalanistas y de los estalinistas, que no dejarn de
recordar sus antiguos lazos con la derecha a fin de desacreditar a los libertarios en
general. Estos se vern obligados moralmente a reemplazarle por Santilln en el
departamento de Economa (diciembre de 1936). Mortificado, Fbregas vivir en lo
sucesivo obsesionado por un posible atentado comunista y marchar a Inglaterra
despus de los acontecimientos de mayo de 1937.
42. He aqu lo esencial de este programa (texto ntegro en Peirats: La CNT en la
revolucin espaola, tomo 1, p. 218): "El programa inmediato del Consejo es el
siguiente:
a) Concentracin del mximo esfuerzo en la guerra... Mando nico, coordinacin de
todas las unidades combatientes, creacin de las milicias obligatorias y refuerzo de la
disciplina.
b) Reconstruccin econmica del pas, a cuyo fin se llevar inmediatamente a la prctica
el programa del Consejo de Economa... 1 La regularizacin de la produccin de acuerdo
con las necesidades del consumo... 3 La colectivizacin de la gran propiedad rstica y
el respeto a la pequea propiedad agraria... 5 La colectivizacin de las grandes industrias,
de los servicios pblicos y de los transportes... 8 El control de los negocios bancarios
hasta llegar a la nacionalizacin de la Banca. 9 El control obrero sobre las empresas
privadas.
e) Enaltecimiento de la cultura popular en todos sus mltiples aspectos, bajo el signo
de la Nueva Escuela Unificada... "
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Los anarquistas espaoles y el poder
fascismo ... Sin embargo, no damos ningn pretexto para esa intervencin. Y nadie
podr decir que hayamos dejado/ de respetar los intereses extranjeros ... Y cuando se
ha deseado, incluso hemos mandado nuestros guardias para evitar que nadie dejara
de respetar aquellos intereses extranjeros."
45. Andrs Capdevila (Mi illlerve11ci11 en el Consejo de Economa de la Generalidad
de Catalua), habiendo oido al propio director general de la empresa britnica "Hila-
turas Fabra y Coats" que "la actitud de la casa Coats obedece a un acuerdo tomado
por las grandes compaas que tienen intereses en Espaa con la finalidad de ahogar la
economa de Catalua y con ella hacer fracasar las colectivizaciones", afirma: "Esta
revelacin me dio la clave para comprender la actitud intransigente de la compaa
belga que explotaba las minas de potasa de Suria y Sallen!, de la empresa Berkel y
otras empresas extranjeras que rechazaron todas las proposiciones de arreglo propuestas
por el personal de las mismas y por la Consejera de Economa. Adems con la
finalidad de privarnos de divisas y para completar el boicot de las grandes compaas
contra la economa colectivizada, cuando nuestras mercancas de exportacin llegaban
a los puertos extranjeros eran embargadas por orden de los tribunales de comercio,
los cuales pretextaban que los gneros haban sido robados a sus legtimos propietarios.
Y para completar el cuadro los gobiernos de los pases de rgimen democrtico embar-
garon todas las armas destinadas al ejrcito republicano."
46. Es necesario sealar que en el POUM, el otro partido marxista, la influencia del
catalanismo era tambin muy fuerte, sobre todo entre Jos fieles de Joaqun Maurn
(prisionero en zona fascista), rival de Andrs Nin, y que el regionalismo latente de Jos
libertarios catalanes lleg casi a desembocar al final de la guerra civil en Ja creacin de
una CNT de Catalua, totalmente independiente de la CNT de Espaa, colmando el
caro deseo de los militantes de la Esquerra.
47. J uan Peir (Problemas y cintarazos, p. 125) escribe: " ... la Repblica fue tratada
en sus relaciones comerciales con la Generalidad -y tambin con el gobierno de Eus-
kadi- poco menos que como un pas extranjero cualquiera." Describe despus cmo
el departamento de Economa (en manos de los libertarios) exiga el pago en moneda
extranjera de Jos productos vendidos al gobierno central. Declara sin ambages (/bid.,
p. 127): "La Generalidad -y al hablar de ella no pienso slo en los catalanistas ni
excluyo a Jos hombres de la CNT, porque tambin stos pecaron un poco de canto-
nalistas- se dej llevar de un delirio eufrico y perdi de vista que la guerra impone
a todos los pueblos el reconocimiento y acatamiento sin reservas de estos principios
fundamentales e inmutables: unidad y direccin nica en los problemas de la guerra,
de la economa y de las finanzas." Horacio M. Prieto (Posibilismo libertario, p. 111)
critica todava ms virulentamente el catalanismo inconsciente de Ja CNT y de la
FAI: "Fueron stas las que cometieron el primer error separatista monopolizando los
elementos de guerra y operaciones militares en todo el radio exterior de la zona
catalana _.; el segundo error Jo cometieron creando las Agregaciones comerciales
catalanas en algunos pases; dieron, pues, una categora militar y econmica inmerecida
al separatismo, quitando al gobierno central Ja direccin de la guerra y mermndole
los recursos econmicos; pero no menos hicieron los vascos y cntabros. "
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Los anarquistas espaoles y el poder
50. La realidad es siempre mucho ms compleja de Jo que deja entrever una genera-
lizacin inevitable. He aqu una "excepcin que confirma la regla " a propsito de lo
que acabamos de exponer: en el Alto Ampurdn, los pequeos propietarios, en su
mayora catalanistas, emprendieron con entusiasmo la puesta en comn de sus tierras,
se afiliaron a la CNT y organizaron una red de cooperativas de consumo; por otra
parte, en Figueras, en donde en julio de 1936 exista una seccin del Partido Comunista
que lgicamente se fundi en el PSUC, los militantes comunistas (unos cincuenta
aproximadamente) se pasaron a la CNT (y no al POUM como hubiera sido lgico) a
los tres meses de haber estallado la guerra civil, pues no aprobaban la orientacin
reaccionaria del PSUC. Unicamente 6 6 7 de ellos permanecieron fieles a la direccin
del partido; dirigieron en lo sucesivo Ja nueva UGT, albergue de todos los descontentos.
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Los anarquistas espaoles y el poder
54. En cierta medida solamente, pues, como anteriormente para los comits, su compo-
sicin obedeca a consideraciones polticas generales y no al resultado de elecciones
democrticas. Es casi seguro que la CNT habra tenido un nmero netamente superior
de consejeros si los Consejos municipales hubieran sido verdaderamente representativos.
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La atomizacin del poder en Catalua
8. Alcance de la participacin
en el gobierno cataln
La entrada de la CNT en la Generalidad fue bien acogida por el conjunto
de la poblacin y especialmente por los afiliados a Ja gran central sindical.
En efecto, los sindicatos, aunque influidos por las ideas libertarias, estaban
lejos de conocer la teora anarquista del Estado y de poder hacer distin-
ciones sutiles entre gobierno, Estado, Comit de Milicias, comits
revolucionarios, municipalidades, consejos, parlamento, etc. Tenan
confianza en los militantes y en Jos dirigentes pero no comprendan muy
bien su actitud, sus escrpulos y sus intenciones, por lo dems poco
seguros e incluso fluctuantes.
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Los anarquistas espaoles y el poder
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La atomizacin del poder en Catalua
59. Durante el Pleno nacional del 15 de septiembre, los catalanes se opusieron radi-
calmente al dictamen de Ja Federacin regional de Levante que preconizaba Ja entrada
de la CNT en el gobierno Largo Caballero.
111
4 El Consejo de Aragn
l. Era primo del clebre activista Francisco Ascaso, muerto el 20 de julio de 1936,
en Barcelona, durante el sitio del cuartel de Atarazanas.
2. Su caso fue sin duda parecido al del general Campins en Granada. Pero mientras
que este ltimo en el momento de la verdad se neg a convertirse en pelele de los
rebeldes y fue asesinado, Cabaoellas accedi al ttulo honorfico de presidente de la
Junta de Burgos; a partir de octubre de 1936, no desempe ningn papel, ni siquiera
representativo, y muri antes de que hubiera terminado la guerra civil, ejerciendo el
cargo de inspector de hospitales. En Crnica de la guerra espaola (p. 338 y 340) se
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Los anarquistas espaoles y el poder
l. La cada de Zaragoza
En el transcurso de la primera quincena del mes de julio, Abs y Chueca
tuvieron una entrevista con el gobernador civil Vera Coronel para pedirle
que distribuyera preventivamente armas a los hombres de la CNT, pues
la probabilidad de un golpe de Estado aumentaba da tras da. El
gobernador se neg rotundamente, alegando que la guarnicin era leal,
que era preciso creer en el juramento de los militares y en su sentido del
honor; ms an, pretendi temer que la Confederacin aprovechase la
ocasin para instaurar el comunismo libertario, como ya haba intentado
en un pasado cercano. Abs qued tanto ms convencido de las explica-
ciones de Vera Coronel cuanto este ltimo era francmasn como l y
como el general Cabanellas; a partir de este momento, consagr sus
esfuerzos a calmar la inquietud de sus camaradas y a persuadirles de las
ventajas de la paciencia, de la comprensin mutua y de la eficacia de las
soluciones negociadas.
Dos o tres das antes del 18 de julio, el Comit regional de la CNT
convoc una asamblea de militantes en Zaragoza 3 Dos opiniones radi-
calmente opuestas fueron debatidas : la de Abs, que preconizaba la
espera y la continuacin de los contactos con las autoridades civiles o
militares, y la de Chueca que sostena que era necesario prepararse para
el combate, apoderarse de las armas lo ms pronto posible, pues en el
fondo, el gobernador prefera el triunfo de los fascistas al de los anar-
quistas. Las aliviadoras palabras de Abs 4 arrancaron la decisin :
Antonio Ejarque, Servet Martnez y el secretario del Comit regional
Francisco Muoz, se pusieron a su lado as como fastas tan resueltos
como Joaqun Aznar, Adolfo Aznar o Benito Esteban. Una pequea
minora en la que se distingua Garayta se pronunci a favor de las pro-
posiciones de Miguel Chueca.
confirma que: "El coronel Monasterio ... fue el alma de la conspirac10n militar y del
alzamiento en Ja capital aragonesa.. A Cabanellas no Je permitieron cumplir las rdenes
gubernamentales sus propios oficiales."
3. Retenidos desde algn tiempo en Catalua, Joaqun Asease y Miguel Jirnnez no
asistieron. Tampoco asistieron Jos hermanos Alcrudo y el profesor Ramn Acn que
iban a ser asesinados muy pronto en Huesca por los fascistas. En cuanto a Jos veteranos
Felipe Aliz y Manuel Buenacasa (1886-1964), secretario general de Ja CNT en 1918,
militaban desde haca mucho tiempo en Ja Federacin regional catalana.
4. Miguel Abs no conseguir abandonar Zaragoza hasta principios del ao 1937.
Fue acusado de traicin entonces tanto por los anar quistas como por Jos comunistas
y por poco condenado a muerte. Perseguido, insultado, calumniado sin cesar, vivi un
calvario que termin con Ja muerte en un campo de refugiados espaoles del Medioda de
Francia en 1939. La verdad es que Ab6s fue vctima de su ingenuidad y de su horror
por Ja violencia.
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El Consejo de Aragn
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Los anarquistas espaoles y el poder
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El Consejo de Aragn
2. Debilidad de la colectivizacin.
Las calamidades de la guerra
Por donde pasaban las columnas de la CNT, en todos los pueblos libe-
rados, tenan lugar transformaciones revolucionarias. Los campesinos
ponan las tierras en comn, constituan colectividades, designaban
comits locales encargados del orden pblico, de la administracin, de la
organizacin econmica, etc., en los que la mayora cuando no la
totalidad de los delegados eran libertarios 9 En efecto, los escasos repu-
blicanos no tenan ya influencia alguna; haban sido desbordados por los
acontecimientos, desorganizados y desmoralizados. El Partido Comunista,
casi inexistente, se reduca a un ncleo de cuadros y los socialistas slo
gozaban de una amplia audiencia en Barbastro y en Aliaga.
En Aragn, regin pobre y desprovista de industria (dejando aparte
el artesanado y la extraccin con procedimientos arcaicos del lignito de
Utrillas), la colectivizacin fue ms radical que en otras partes y fue
acompaada, en la mayora de las localidades, de la supresin de la
circulacin monetaria 10 . Dado el nmero de colectividades, y la profun-
117
Los anarquistas espaoles y el poder
11. He aqu, por ejemplo, cul fue la situacin en Lcera, pueblo vecino de Belchitc
(Collectivisations. L'reuvre constructive de la Rvolution espag11ole, p . 156 y s.): " El
Comit se llam revolucionario y antifascista y estuvo compuesto por siete miembros,
todos pertenecientes al Sindicato de oficios varios, afiliado a la CNT ... Fuimos
designados en asamblea y ... tenamos las mismas facultades que un alcalde en todo lo
que concierne a la administracin y a la vida de la poblacin. Hay un Consejo de
administracin local compuesto por cinco miembros pertenecientes tambin al sindicato
de la CNT, que se ocupa de organizar el trabajo de los campos y de las industrias de
Lcera. Hemos nombrado a un delegado de trabajo quien, con la colaboracin de doce
subdelegados, se ocupa de las necesidades de la columna que lucha en este frente y del
trabajo colectivo ... El Comit de abastecimiento [ ...] est formado por quince miembros,
ms un delegado general y un subteniente de intendencia... La cuestin de los vveres
y de los vestidos es la ruca preocupacin del Comit, ya que no interviene ni en la
cuestin sanitaria, ni en las cuestiones de la guerra." Vemos cmo en Lcera exista
un Consejo de administracin de la colectividad distinto del Comit revolucionario. No
pasaba lo mismo en Oliete (a unos cincuenta kilmetros hacia el oeste de Alcaiz),
donde segn Peirats (Op. cit., tomo 1, p. 325) "el Comit de Ja colectividad haca las
veces de Consejo municipal" .
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Los anarquistas espaoles y el poder
13. Horacio Prieto (Posibilismo libertario, p. 80) describe las relaciones de pas
colonizador y pas colonizado que existan entre Catalua y Aragn: "Hubo regin
que practicaba una especie de monopolio de importacin respecto de otra econmicamente
supeclitable (agrcola) y Juego exportaba las mercancas al extranjero donde haba
montado algunas agencias comerciales ... ; pagaban en pesetas envilecidas a los campesinos
y se reembolsaba en divisas extranjeras, defraudando al productor y al Estado. "
14. Para justificar su existencia, el Consejo de Aragn proclamar (citado por Peirats:
Los anarquistas en la crisis poltica espaola, p. 289): "Se destituyen los comits
creados por eleccin popular; se desarma a hombres que dan su vida por Ja revolucin;
se amenaza con el fusilamiento, Ja crcel y el castigo corporal; y como corolario se
imponen nuevos comits creados a hechura del credo poltico del que comete estos
desmanes... De manera alocada, sin control de ninguna clase, se llevan a cabo requisas
de vveres, ganado y objetos de toda clase, en toda la regin, que al realizarse de manera
tan absurda traern consigo Ja ruina de toda la regin... Aragn tiene hoy necesidad de
sembrar y no tiene grano, abonos ni maquinaria para ello."
15. Est claro que Jos anarquistas no podan emplear Ja palabra gobierno, tan despre-
ciada. Adems esta misma palabra, vlida a escala nacional, no pareca adecuada a un
organismo regional, por lo que el nuevo poder autnomo fue calificado de Consejo.
16. A propsito de ello (lbid., p. 289-290): " Las circunstancias de anormalidad
por que atraviesa la regin aragonesa han hecho sentir la necesidad apremiante de
constituir un organismo rector de las actividades sociales, econmicas y polticas de este
sector del territorio nacional... La inexistencia del Gobierno civil, Diputacin provincial
y todos Jos organismos regidores de las actividades de las tres provincias aragonesas, y la
ocupacin de parte de esta regin por columnas [militares] no todas sometidas al control
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El Consejo de Aragn
4. Su obra, su funcionamiento
La inseguridad general que reinaba en Aragn haca difcil la m1s1on
del Consejo y le ocasion muchas preocupaciones. De ah se desprende
una caracterstica fundamental de este organismo: fue un verdadero
gobierno de guerra en miniatura, empujado a la clandestinidad y obli-
gando a ocultarse, como si tuviera que dirigir un pas ocupado por
fuerzas extranjeras y organizar la resistencia contra el ocupante. Por
ello, en Fraga continu aparentemente la sede del Consejo en donde
permanecieron uno o dos consejeros a fin de disimular, pero en realidad
se haba instalado, apenas transcurrido un mes de su creacin, en un
lugar ms seguro, en este caso Montejulia, localidad situada en la pro-
vincia de Huesca, entre Binfar y Albalate de Cinca. Sin embargo, a
pesar de esta precaucin y de esta prndencia no pas desapercibido
de los comunistas, cuyas tropas bombardearon " por error ", en diciembre
de 1936, la vieja casa seorial que les serva de domicilio. Despus de
su legalizacin y de su aceptacin del orden republicano, el Consejo se
estableci en Caspe, como ya hemos visto, donde funcion a la luz
del da.
De todas maneras, desde el mes de octubre de 1936, Aragn se haba
convertido hasta tal punto en un Estado autnomo que lleg a tener
relaciones comerciales directas con el extranjero. Gracias a la venta de
productos alimenticios, especialmente del azafrn, gracias a las joyas u
objetos de valor requisados, adquira tractores, material agrcola, armas,
etc. Los intercambios se hacan sobre todo con Francia, Checoslovaquia
y Yugoslavia mediante agentes instalados en aquellos pases o de acuerdo
con las sociedades de import-export. El departamento de Economa que
dirigieron Adolfo Arna! y, ms tarde, Servet Martnez, supervisaba estas
transacciones y se convirti en todos los aspectos en el centro de las acti-
vidades del Consejo. Se esforz en reagrupar a todas las colectividades
en un conjunto coherente e intent planificar la produccin, aumentarla
y racionalizarla 17 Los resultados no estuvieron siempre a la altura de
17. Bajo los auspicios del Consejo de Aragn se celebr en Caspe, los das 14 y 15
de febrero de 1937, el congreso constitutivo de la Federacin regional de Colectividades
123
Los anarquistas espaoles y el poder
con la asistencia de 456 delegados que representaban 275 colectividades y 141 430
colectivistas (segn Espaia Libre del 1O de julio de 1948), sobre un total de 450
colectividades y 300 000 colectivistas corno mximo (el Aragn libre no alcanzaba el
medio milln de habitantes). Lo esencial del programa adoptado puede resumirse as:
- Agrupacin de las colectividades en federaciones comarcales a cuya cabeza estaran
los comits comarcales que dependeran a su vez del Comit regional de Colectividades.
-Supresin de la moneda que sera remplazada por cartillas de racionamiento (o car-
tillas de productor y de consumidor). -Creacin del Fondo regional de cambios exte-
riores. -Municipalizacin de la tierra y supresin del amojonamiento dentro de los
territorios administrados por las federaciones comarcales. -Elaboracin de estadsticas,
coordinacin de la produccin, organizacin de equipos de trabajo, expansin econmica,
ayuda a las colectividades ms pobres, fundacin de una enseanza agrcola, recepcin
de tcnicos y agrnomos. -Tolerancia respecto a los pequeos propietarios en la medida
en que ellos mismos cultivasen sus tierras y no perturbaran el orden colectivista; pero
no podran ganar beneficios ni disfrutar de ninguna de las ventajas de la nueva sociedad.
124
El Consejo de Aragn
18. Ricardo Sanz (El si11dicalis1110 y la poltica, p. 306-307) deja percibir la influencia
del Consejo sobre los combatientes: "Muchos de los voluntarios enrolados en las
columnas confederales eran campesinos aragoneses. Dichos campesinos, ccnetistas en Jos
largos periodos de calma en el frente, se dedicaban a ayudar a las colectividades, apor-
tando, no solamente su ayuda personal sino tambin la ayuda mecnica, como eran los
tractores, camiones y otros tiles efectivos. En cambio las colectividades campesinas
ponan a la disposicin de las columnas todo lo que stas necesitaban para abastecer
su intendencia. Lo sobrante, que no era poco, tanto de cereales como de ganado, etc.,
era entregado a Intendencia general..."
19. La gran debilidad del Partido Comunista en Aragn explica por qu los ataques
contra el Consejo no vinieron tanto de los consejeros comunistas o de la base regional
(aumentada por Ja afluencia de algunos pequeos propietarios, comerciantes y granjeros
hostiles a la colectivizacin) como de la direccin del partido.
20. Segn los lugares, los comits revolucionarios se ocupaban de todo, incluso de la
administracin de las colectividades, o asuman nicamente las funciones polticas y
militares, mientras otros comits se encargaban de resolver los problemas econmicos.
Con la constitucin de los nuevos Consejos municipales, la separacin se impuso en
todas partes. Gastn Leval (Problemes co11te111porains, p. 113) lo confirma a propsito
de Ballbar: "El comit revolucionario, no teniendo ya r azn de existir, fue disuelto.
Dado que las funciones estaban separadas, se nombr entonces una comisin adminis-
trativa de la colectividad, en lo sucesivo disociada de la municipalidad."
21. Encontramos en Peirats (Op . cit., tomo I, p. 323 a 326) la composicin de algunos
Consejos municipales: los de Lagunarrota (provincia de Huesca), de Alcaiz y de
Oliete que dirigan la CNT y la UGT sobre base paritaria; el de Calanda (a unos
quince kilmetros hacia el suroeste de Alcaiz) compuesto slo de militantes de la
CNT y de las Juventudes Libertarias. A propsito de Fraga, Jos Alberola indica en
CNT del 17 de julio de 1960: "Nuestro Consejo comunal de Fraga estaba estructurado
por delegacin de funciones productoras y servicios de vecindad, por cuanto no caba en l
la representacin de las banderas y particularismos polticos, que tienden a dividir lo
que est unido por el trabajo."
125
Los anarquistas espaoles y el poder
22. Hostil al Consejo de Aragn, Horacio Prieto (El a11arq11is1110 espaol en la lucha
poltica, p. 15) reconoce sin embargo: "Donde la fuerza libertaria hizo ley - Catalua
y Aragn- hubo un Decreto sobre colectivizaciones, modelo de Ja historia social del
mundo y galardn mximo de la militancia libertaria catalana; y una floracin de
colectividades campesinas protegidas por aquella especie de Consejo irrisorio de Aragn,
que son lo ms serio que un pueblo agrcola ha sido capaz de presentar, en principio,
como trabajo demostrativo del socialismo libertario bien comprendido."
126
5 La CNT y el gobierno vasco.
Los organismos revolucionarios
en las regiones cantbricas
127
Los anarquistas espaoles y el poder
3. Galo Dez era obrero de una armera en Eibar. De corpulencia herclea, tuvo siempre
una vida ejemplar, trabajando firme para atender a las necesidades de su numerosa
familia y consagrando todos los domingos y los raros momentos de descanso a la
propaganda y al sindicalismo. Muri accidentalmente en 1938 a la edad de cincuenta
y cinco aos aproximadamente. Horacio Prieto escribe (Semblanza y personalidad de
Galo Dez): "Galo estuvo presente en todo cuanto se hizo en el Norte ... Es el principal
artfice del Movimiento libertario del norte. Pestaa, Mira, Buenacasa, cooperaron con sus
estancias relativamente breves por aquella Vasconia en la que haba que prodigarse
mucho, y arriesgar mucho ms, para obtener resultados visibles ... Todos los mejores
propagandistas venidos a Euskadi se sentan achicados por el complejo de inferioridad
y escapaban, ms que se iban, de nuestro sector de combate. Y siempre quedaba Galo
como primero y casi nico portavoz del Movimiento."
128
La CNT y el gobierno vasco
4. Por supuesto, ni los libertarios ni los nacionalistas vascos formaban parte del
Comit del Frente Popular. Los dos hombres ms influyentes de este comit eran el
republicano Ramn Mara de Aldasoro y el socialista Paulina Gmez Saiz.
129
Los anarquistas espaoles y el poder
las clases medias, los falangistas eran numerosos y estaban bien orga-
nizados. Sin prdida de tiempo se precipitaron al ataque del local de la
CNT pues pensaban con razn que nicamente los libertarios, aunque
poco numerosos, representaban una fuerza capaz de ofrecerles resistencia
a causa de su extremismo y de su combatividad. Tuvieron lugar encuen-
tros de inusitada violencia. La llegada de un tren que transportaba
militantes de izquierda enviados como refuerzos y que venan de Eibar,
donde haban ido en busca de armas, oblig a los falangistas y a las
fuerzas de polica (la casi totalidad de los guardias civiles y numerosos
guardias de Asalto) a batirse en retirada y a refugiarse en el hotel Mara
Cristina y en el Gran Casino. Varias horas de sitio mortfero fueron
necesarias para conseguir Ja rendicin de los rebeldes. En lo sucesivo,
los hombres de la CNT formaron la vanguardia de los combatientes
quienes hicieron capitular el 28 de julio a los militares facciosos a las
rdenes del coronel Carrasco, encerrados en los cuarteles de Loyola,
donde se hallaba una enorme cantidad de material de guerra, en parti-
cular potentes bateras de artillera 5 .
Desde el punto de vista poltico, los acontecimientos se desarrollaron
en San Sebastin ms o menos como en Bilbao. El Comit del Frente
Popular, presidido por el gobernador Jess de Artola (de Izquierda
Republicana), ejerci ya la autoridad desde el 19 de julio. Despus, tras la
rendicin de los rebeldes, se constituy la Junta de Defensa de Guipzcoa,
bajo la presidencia de Miguel de Amilibia, con la participacin de Ja
CNT. Mientras que el nacionalista TeJesforo de Monzn asuma el
cargo de consejero de Gobernacin y que el comunista Jess de La-
rraaga deba ocuparse de los asuntos militares, el libertario Miguel
Gonzlez Inestal fue encargado del comisariado de Comunicaciones y
Transportes; los anarquistas participaron tambin en la seccin de Tra-
bajo, que presida el socialista Torrijos, en compaa de representantes
de la UGT y de la SOV 6
5. A. de Lizarra, quien en tanto que nacionalista vasco intent m1mm1zar al max1mo
la accin de los anarcosindicalistas durante los das que se jug el destino del Pas
vasco, descorre un tanto el velo tras el cual quiere ocultar esos acontecimientos, al
escribir (Los vascos y la Repblica espaola, p. 92): "En los primeros momentos de
San Sebastin, la calle se encontraba en manos de extremistas, casi todos extraos al
pas, que la revuelta hizo surgir del fondo social y del extranjero."
Ms todava, Lizarra citando a Manuel de !rujo, futu ro ministro sin cartera en el
gobierno Largo Caballero y ms tarde ministro de Justicia en el gobierno Negrn, revela
tambin (/bid., p. 53): "Habamos pasado a ser presos virtualmente de los detentadores
del botn de Loyola... El endurecimiento de la retaguardia vino a complicarse con la
precaria situacin defensiva de nuestros medios, sometidos al control de la CNT, ya
que para disponer de armas y municiones, era preciso dirigirse a aquella organizacin,
nica que dispona de ellas, aunque, es leal confesarlo, fue cedindolas entre ruegos,
discusiones y requerimientos constantes." Es preciso recordar que, cuando Lizarra habla
de "extranjeros", se trata de gentes que no hablaban el euscalduna, es decir de los nume-
rosos obreros gallegos, castellanos o aragoneses que militaban en las filas de la CNT
de Euskadi.
6. Segn Manuel Chiapuso (Generalidades sobre Euzkadi y la CNT, p. 15) fueron los
libertarios quienes impusieron una estructura particular a la seccin del Trabajo: "A
propuesta de nuestra organizacin pese a las propuestas de algunos partidos polticos, se
constituy Ja Comisara de Trabajo e Industria nicamente por los representantes de las
organizaciones sindicales".
130
La CNT y el gobierno vasco
131
Los anarquistas espaoles y el poder
el riesgo de un rpido hundimiento del resto del Pas vasco. Pero los
nacionalistas, para no ir a remolque de la CNT y por miedo a que sta,
a causa de su dinamismo, conquistara la adhesin de las masas, por
miedo tambin a que la ciudad y sus instalaciones tursticas fueran
destruidas en el curso del combate, rechazaron obstinadamente la resis-
tencia y convencieron a los comunistas y a los socialistas de que se
unieran a ellos. Completamente abandonada por las otras organizaciones,
la CNT no poda sola contener al ejrcito rebelde. San Sebastin cay
sin combatir el 13 de septiembre de 1936; de un solo golpe, el frente
retrocedi una treintena de kilmetros hacia el oeste. Pero hubo algo
ms grave todava : es casi seguro que hacia mediados de septiembre,
en el momento de la cada de San Sebastin, Monzn, que lleg a ser
consejero de Gobernacin del gobierno de Euskadi, tuvo una entrevista
con los fascistas en el transcurso de la cual les propuso la adhesin
de los nacionalistas vascos a cambio de la concesin de cierta autonoma
para la regin. Estas proposiciones fueron rechazadas por los jefes
rebeldes.
La actitud de los nacionalistas vascos slo fue finalmente clara y neta
cuando recibieron la promesa formal de Madrid de que les sera conce-
dido el estatuto de autonoma. Poco despus, Manuel de !rujo y Ollo
pasaba a ser ministro sin cartera en el gobierno Largo Caballero (25 de
septiembre de 1936) y el Estatuto era votado por las Cortes en Valencia
el 1 de octubre 9 . El 7 de octubre, Jos Antonio de Aguirre y Lecube,
elegido presidente del gobierno provisional de Euskadi por los alcaldes
y consejeros municipales disponibles de las provincias vascas, prestaba
11
juramento bajo el roble sagrado de Guernica " humillndose ante Dios
y " pensando en los antepasados ". Inmediatamente despus el lendakari
constitua su gobierno. De tipo presidencial, claramente dominado por
el PNV, fue el menos democrtico y el ms personal que haya existido
durante la segunda Repblica 10 La CNT fue ignorada ; y ningn puesto
le fue ofrecido 1 1 .
9. Es desconcertante constatar que desde la formacin del gobierno Largo Caballero,
el 4 de septiembre de 1936, el Ministerio de Obras pblicas haba sido reservado a
un nacionalista vasco. Sin embargo, el PNV esper tres semanas antes de comprometerse
en el gobierno republicano espaol. Eso muestra tambin hasta qu punto el PNV
navegaba entre dos aguas. El estatuto de autonoma reconoca el vascuence corno lengua
oficial, al igual que el castellano, sobre todo el territorio de Vizcaya, Guipzcoa y
Alava; daba plenos poderes a las nuevas autoridades vascas en materia de administracin,
de justicia, de polica, etc. Prcticamente slo los asuntos exteriores y las cuestiones
militares deban depender del Estado espaol.
1O. Para justificar la candidatura de la CNT, la prensa libertaria pasar en silencio
los caracteres particulares de este gobierno que, segn su opinin, " ...no es ms que un
Consejo regional de Defensa 11 , tal como lo afirma el peridico CNT del 13 de octubre
de 1936, empicando, por supuesto, el lenguaje consagrado.
11. El gobierno vasco estuvo compuesto de la siguiente manera: Jos Antonio de
Aguirre (PNV, Presidencia y Defensa); Heliodoro de la Torre (PNV, Hacienda);
Telesforo de Monzn (PNV, Gobernacin); Jess Mara Lcizaola (PNV, Justicia y Asuntos
culturales); Santiago Aznar (PSOE, Industria); Juan Gracia (PSOE, Asistencia social);
Juan de los Toyos (PSOE, Trabajo y Comunicaciones); Juan de Astigarrabia (Partido
Comunista, Obras pblicas); Ramn Mara de Aldasoro (Izquierda Republicana, Abas-
tecimiento y Comercio); Alfredo Espinosa (Unin Republicana, Sanidad); Gonzalo de
Nardiz (Accin Nacionalista Vasca, Agricultura). Los comunistas (Guerra y revoluci6n e11
132
La CNT y el gobierno vasco
Espaa, tomo II, p. 86) insisten sobre el hecho de que "la preponderancia [del PNV] en
el gobierno de Euskadi no responda a Ja correlacin de fue rzas existentes " y recuerdan
el resultado de las elecciones de febrero de 1936 en las que los nacionalistas slo
obtuvieron cinco sobre un total de quince actas de diputados para Vizcaya y Guipzcoa.
12. Es curioso constatar que Largo Caballero, por el contrario, no deseaba en absoluto
que en su gobierno hubiera ministros de la CNT, miembros de la FA!.
13. El Comit nacional de la CNT envi un delegado, Antonio Moreno Toledo, a
pedir explicaciones a Aguirre; sin embargo no consigui hacerle cambiar de opinin.
Moreno declar en Solidaridad Obrera (20 de noviembre de 1936): "El gobierno de
Euskadi, nos dijo el seor Aguirre, ha estudiado detenidamente la conveniencia de
aceptar la colaboracin de las organizaciones obreras, pero considerando que su
composicin es de partidos polticos y no de clases, ha credo oportuno el no dar ingreso
a la CNT. Ahora bien, si la FAI lo hubiera aceptado no habramos tenido inconveniente
en colaborar con ella."
14. Esta amarga experiencia no ser olvidada por los libertarios vascos. En octubre
de 1938, durante el Pleno del Movimiento libertario, formaron un bloque alrededor de
133
Los anarquistas espaoles y el poder
134
La CNT y el gobierno vasco
17. Horacio Prieto en un escrito indito (Gobierno vasco. A lgu11os a11/ecede11tes para
el Libro Blanco de Euzkadi-Norte CNn describe Ja ayuda que se dio a Jos vascos y las
consecuencias que se desprendieron: "Cuando llegu a Barcelona. present Ja delegacin
vasca en el Comit regional de Catalua, en el Sindicato del Transporte; y lo mismo
hice en Valencia y Alicante. Adems por correspondencia les puse en contacto con Ja
Regional de Andaluca. En todas partes se procedi con la mejor voluntad para que
a Euskadi se vendiera sin restricciones todas las mercancas alimenticias que deseara ...
Todo eso se hizo posible porque la CNT no tuvo prejuicios polticos de ninguna clase para
facilitar a Euskadi lo que necesitaba para no perecer prematuramente. Sin nuestra reco-
mendacin, la zona vasca, por lo menos, no hubiera aguantado ni cuatro meses sin apelar a
importaciones extranjeras pagadas con divisas o sin hipotecar alguna de sus riquezas
clave."
135
Los anarquistas espaoles y el poder
136
La CNT y el gobierno vasco
comunistas y por los socialistas, que no vean con buenos ojos la actuacin
de un rival situado ms a la izquierda que ellos y demasiado empren-
dedor a su parecer. Por ello, un largo conflicto opuso a la CNT y al
gobierno vasco : en marzo de 1937, muy especialmente, tuvo lugar el
asunto del diario CNT del Norte cuya imprenta fue entregada al Partido
Comunista para que ste pudiera publicar su peridico Euzkadi Roja.
Este asunto se agrav hasta tal punto que el secretario de la CNT de
Euskadi, Manuel Foyo, y todo el Comit regional (del cual formaban
parte entre otros Manuel Chiapuso e Isaas Rebolieda) fueron detenidos.
Como ciertos batallones libertarios empezaron a agitarse, las autoridades
enviaron tropas para desarmarlos y el choque sangriento fue apenas
evitado gracias a la buena voluntad de la Confederacin, preocupada de
no facilitar el juego al fascismo. Muchas otras escaramuzas revelan,
tambin, la extrema tensin que reinaba entre los anarquistas y los
nacionalistas en el poder : aqullos acusaban a stos de no hacer com-
parecer ante la justicia a los cmplices del levantamiento militar, y eso
por razones muy turbias; stos ordenaban el embargo de los barcos que
el sindicato CNT de pescadores de Pasajes haba podido salvar durante
la invasin de Guipzcoa.
La CNT continu extendiendo, sin embargo, su influencia entre las
masas y aument sus efectivos enormemente. Estos progresos y la simpa-
ta que suscitaba provenan en primer lugar de su notable eficacia militar
y de su carencia de rencor. A veces, el mismo Aguirre recurri a la
CNT para facilitar sus relaciones con el poder central 20 . Mientras, los
libertarios proseguan en vano su campaa para integrarse en el
gobierno : protestas, distribuciones de octavillas, etc. Tal situacin, en la
que la CNT dispona de un peso cada vez ms importante pero sin
participar en las responsabilidades decisivas, no poda prolongarse inde-
finidamente. Los batallones CNT comenzaron a flaquear e incluso llegaron
a abandonar ciertas posiciones en el frente. Estos hechos alarmaron a
los gobernantes vascos y quebrantaron su intransigencia; Aguirre se vio
obligado a llamar a la CNT y a proponerle la entrada en su gobierno.
En mayo de 1937, tuvo lugar una entrevista entre Aguirre, Manuel
20. Las relaciones no eran muy buenas dada la voluntad de independencia poltica y
econmica de los nacionalistas. Aguirre pretenda, entre otras cosas, que el gobierno
central pagara sus compras de productos metalrgicos vascos en divisas extranjeras
(cartas de Aguirre a Horacio Prieto, director general del Comercio exterior en esta
poca); Juan Peir (Problemas y cintarazos, p. 125) afirma este hecho y Horacio Prieto
(Anarquismo relativo, p. 244) seala que "en cambio, las colectividades [obreras o
campesinas] jams exigieron a Euskadi divisas para pagar los alimentos que se
mandaban al norte de Espaa". Manuel Chia puso (Op. cit., p. 17) menciona otro
problema de orden finan ciero en el que los libertarios vascos apoyaron al lendakari :
"El gobierno vasco se encontraba en conflicto con el gobierno de la Repblica, acerca
de la propiedad del oro que se encontraba en Euskadi. Se haba planteado un problema
importante entre los dos gobiernos. Entonces el Sr. Aguirre convoc a la CNT para
exponerle la situacin del problema, exhortndole a la misma a que se uniera a la
tesis del gobierno vasco e intercediramos acerca de nuestros cuatro ministros y se
resolviera el pleito a favor del gobierno de Euskadi. Nuestra respuesta, conocidos los
datos del conflicto, fue la de ponernos a disposicin de Vasconia para defender su
punto de vista."
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Los anarquistas espaoles y el poder
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La CNT y el gobierno vasco
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La CNT y el gobierno vasco
25. Entre los jefes improvisados se distinguieron hombres de la CNT, como Escaln,
Onofre, Higinio Carrocera, Emeterio Daz, Mario Cuesta, Taboada, etc. Es preciso no
olvidar que la mayora de los cuadros del ejrcito haban traicionado a la Repblica,
sublevndose o pasndose al enemigo tan pronto les fue posible; la prudencia ms
elemental incitaba a los combatientes leales a desconfiar de los oficiales que por la
fuerza de las circunstancias se haban visto obligados a hacer causa comn con ellos.
En fin, la penuria de armas fue dramtica: el frente de Asturias resisti gracias al
material tomado durante el mes de agosto en los cuarteles, material poco renovado
hasta el hundimiento debido a la apresurada reconversin de las fbricas y apenas
incrementado por algunos envos soviticos, checoslovacos o mejicanos.
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Los anarquistas espaoles y el poder
26. Solano Palacio (La tragedia del Norte, p. 81) escribe a este respecto: "A pesar
de Jos acuerdos de las dos organizaciones sindicales en el Pacto de Alianza, firmado
por las Regionales, y de haberles concedido parte de los controles de las industrias de
Gijn, a pesar de un artculo del pacto que deca que solamente se concedera Ja inter-
vencin en los controles cuando Ja organizacin minoritaria tuviera el 10 % de los
afiliados de dicha industria, los representantes de la UGT se negaban a dar intervencin
en las minas a Ja CNT, alegando que en La Felguera se les negaba a ellos Ja participa-
cin; y en efecto, era verdad, pero los compaeros de La Felguera se basaban en el
artculo del pacto, afimando que Jos afiliados a la UGT all, antes del movimiento, no
llegaban al 3 % siendo Jos de Ja CNT en las minas un 33 % . "
27. Jos Peirats (La CNT en la revolucin espaola, tomo 1, p. 358) seala que ya en
noviembre de 1936, el consejero socialista de Comercio, Amador Femndez, "public
una serie de artculos en A vanee defendiendo la libertad del pequeo comercio y de la
pequea burguesa". Pero fueron sobre todo Jos comunistas quienes, con el fin de
oponerse a Ja CNT, se ensaaron contra Ja socializacin; ellos mismos reconocen
(Guerra y revolucin en Espaa, tomo 11, p. 90) que se esforzaron en "hacer respetar
Jos intereses de Jos pequeos industriales, de los artesanos y comerciantes" en Asturias.
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La CNT y el gobierno vasco
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Los anarquistas espaoles y el poder
31. El nmero de batallones de Ja CNT (unos quince sobre un total de sesenta bata-
llones) no corresponda en absoluto a su fuerza real. En efecto, Ja repugnancia de los
libertarios asturianos hacia la militarizacin, aunque menos acentuada que en otras
regiones de Espaa, les hizo perder numerosos mandos que los partidos polticos se
apresuraron a acaparar. As fue como los miembros de la CNT fueron enrolados en
masa en las formaciones militares puestas a las rdenes de republicanos o de comunistas,
por ejemplo, mientras que antes del decreto del 14 de octubre las columnas confederales
llegaban a cerca de la mitad del efectivo total de las milicias asturianas.
32. Igual fi rmeza en Jo que concierne al encuadramiento de Jos jvenes: en
Asturias, la JSU ("Juventud Socialista Unificada", resultado de la fusin, en julio de
1936, de Ja dbil Unin de Juventudes Comunistas y de Ja Federacin de Juventudes
Socialistas, y despus rpidamente bolchevizada, en el conjunto de Espaa, bajo Ja frula
de su secretario general Santiago Carrillo) se mantendr absolutamente impermeable a
las infiltraciones comunistas; en cambio pactar con la FIJL (Federacin Ibrica de
Juventudes Libertarias).
33. La proclamacin de soberana figura en Cr6nica de la guerra espaola, tomo
11, p. 357; su prembulo recordaba que dos "encontradas corrientes" Ja justificaban: "Una
Ja dificultad, cuando no Ja imposibilioad, de consultar las decisiones con el supremo
poder politico del pas; otra, Ja inaplazable urgencia de resolver minuto por minuto._"
y el artculo 2 subrayaba que nicamente el Consejo "determinar el momento de
despojarse de las funciones soberanas que hoy asume".
144
La CNT y el gobierno vasco
6. El Consejo interprovincial
de Santander-Burgos-Palencia
La huelga general fue proclamada en Santander cuando se conoci el
levantamiento militar. Grupos de obreros en armas sitiaron los cuarteles
de la Guardia civil y del regimiento de Infantera. Los impresionados
oficiales juzgaron conveniente rendirse sin combate. En Santoa que
era la otra plaza militar importante de la provincia, la guarnicin no
os tampoco emprender nada. Solamente en Reinosa, donde la CNT
era fuerte, la Guardia civil se sublev, pero fue aplastada rpidamente.
Por ello, la provincia entera de Santander y algunas localidades de las
provincias de Burgos y de Palencia se libraron del fascismo desde los
primeros das de la guerra civil; las comunicaciones terrestres quedaban
establecidas desde Galicia hasta la frontera francesa y mantenidos los
contactos entre Asturias y el Pas vasco.
En lo que concierne a las colectivizaciones, poco se hizo en Santander,
salvo en los raros casos en que los patronos se marcharon, abandonando
sus empresas. En efecto, el impulso popular faltaba, quizs a causa de
la ausencia de lucha armada, quizs a causa de la debilidad de la CNT
en medio de la reserva socialista que constitua la Montaa 34 En el
mismo Santander, la Confederacin no controlaba ms de 4 000 afiliados
en tanto que central sindical pero por un fenmeno curioso, haba
muchos ms anarcosindicalistas en el seno mismo de la UGT 35 Esto
era debido al apego del proletariado montas a la idea de unidad
sindical y a la cordialidad de las relaciones entre libertarios y socialistas.
No obstante, las cosas empeoraron ms tarde con el decreto de sindica-
lizacin obligatoria del 11 de octubre de 1936; la mayor parte de los repu-
blicanos ingresaron entonces en la CNT (sobre todo los de Unin Repu-
blicana y los del Partido Federal).
La buena armona que reinaba en la provincia de Santander se tradujo
en la creacin de milicias mixtas, fenmeno poco corriente en Espaa,
en las que militantes comunistas, anarquistas, republicanos y socialistas
combatan codo con codo. Slo varios meses despus del 19 de julio
34. Sin embargo, la industria de la pesca fue socializada en Laredo y dirigida por
un comit econmico del que formaban parte seis militantes de la CNT y seis de la
UGT; armadores e intermediarios fueron despedidos.
35. Citemos el sindicato de obreros del puerto, por ejemplo, quienes a pesar de formar
parte de la UGT constituan un sindicato libertario dirigido por Jess Gonzlez Malo,
la personalidad anarquista ms eminente de la ciudad.
145
Los anarquistas espaoles y el poder
fueron divididas las milicias segun su ideologa, es decir que sin afectar
a la organizacin de los batallones ya existentes que seguan siendo
mixtos, las nuevas unidades fueron homogneas polticamente. La CNT
tuvo entonces dos batallones (el batalln Libertad y el CNT - FAI),
mientras que la gran mayora de libertarios segua encuadrada en las
primitivas formaciones militares.
El Comit del Frente Popular Ampliado (con representantes de la
CNT y de la F Al) fue quien organiz la administracin y la defensa
militar de la provincia hasta noviembre de 1936. Ms tarde, poco despus
de la entrada de la CNT en el gobierno central, fue instituido un " Consejo
Interprovincial de Santander-Burgos-Palencia ", legalizado por el decreto
del 23 de diciembre de 1936. La FAI estuvo representada por Teodoro
Quijano (consejero de Justicia) y la CNT por Genaro de la Colina.
Al mismo tiempo, los libertarios participaron en los Consejos municipales
de numerosas localidades. Ya anteriormente, Jess Gonzlez Malo haba
llegado a ser comisario general de las milicias de Santander, tras la par-
tida del socialista Bruno Alonso, nombrado comisario general de la flota
de guerra en Cartagena. El Consejo interprovincial fue modificado en
enero de 1937 y hasta la cada de Santander, el 25 de agosto del mismo
ao, sigui constituido, bajo la presidencia del gobernador civil, el socia-
lista Juan Ruiz Olazarn, por nueve socialistas, dos comunistas, tres
republicanos y tres libertarios: Timoteo Chapero Fernndez (CNT) en
Asistencia social, Vicente del Solar (CNT) en Crdito popular y Teodoro
Quijano (FAI), en Propaganda.
Situada entre Asturias y el Pas vasco, Santander sirvi poco de
lazo de unin entre estas dos importantes regiones, naturalmente vueltas
hacia el mar, que continuaron bastante aisladas una de otra. En efecto,
si las comunicaciones terrestres permitieron ciertos envos recprocos de
refuerzos en los momentos crticos, no determinaron el desarrollo de
una cooperacin provechosa en el mbito militar y econmico; la zona
norte, muy compartimentada, separada del resto de la Espaa republi-
cana por Castilla la Vieja, no pudo oponer a los rebeldes ningn frente
unido y facilit as su invasin a pesar de sus riquezas como el carbn
de Asturias, el hierro de Vizcaya, la agricultura de Asturias y de San-
tander, la industria metalrgica de Gijn y de Bilbao, que habran
hecho posible, sin duda alguna, una resistencia ms prolongada. El exclu-
sivismo de los nacionalistas vascos, sus tergiversaciones y su odio por
la extrema izquierda, la falta de empuje de los socialistas, el patriotismo
de campanario de las poblaciones cantbricas (un pescador vasco que
hablase euscalduna se senta muy diferente de un campesino asturiano
que hablase bable o de un santanderino de lengua castellana), contri-
buyeron a un rpido hundimiento 36
36. A propsito de la cada de las regiones cantbricas y del Pas vasco, he aqu dos
opiniones concordantes y probablemente justas: la de los comunistas (Guerra y revolucin
en Espaiia, tomo II, p. 97) y la de Horacio Prieto (Posibilismo libertario, p. 79). Los
146
La CNT y el gobierno vasco
primeros afirman: "A lo largo de muchos meses de dura pelea, los millares de comba-
tientes de Jos batallones republicanos hicieron gala de heroismo y firmeza ejemplares.
Lamentablemente, los frutes y Ja eficacia de su lucha y de sus sacrificios quedaron
disminuidos a consecuencia de las tendencias cantonalistas, que surgidas en Ja zona
norte como un verdadero cncer, causaron gravsimos daos a la causa de la Repblica.
Ese cantonalismo poltico y militar impidi la creacin de un mando nico, obstaculiz
la unificacin y militarizacin de las milicias, hizo imposible la formacin del ejrcito
popular y determin que el potencial industrial y los considerables recursos humanos
existentes en el Norte fuesen utilizados de Ja forma ms deplorable... Cada uno de estos
rganos [gobierno vasco, Consejo de Asturias y Len, Junta de Santander] se dedic
a acuar moneda propia y a establecer "lneas aduaneras"; cada uno tena sus propias
milicias y su direccin militar; cada uno dispona de su aparato comercial y de su
abastecimiento propio; cada uno acumul obstculos artificfales en el camino de Ja
recproca cooperacin que la guerra reclamaba a gritos."
El segundo escribe: "El norte de Espaa qued aislado del resto, desde Irn hasta
Ja frontera gallega; era un cantonalismo poltico y militar resucitado con todo su
vigor; nadie estaba de acuerdo con nadie, ni haba sentido comn, ni razn, ni
derecho fuera del criterio del partido, de la sindical, de Ja provincia o del lder
idolatrado [alusin a Aguirre]."
147
.
6 La dispersin del poder en las regiones
del sur y del centro
149
Los anarquistas espaoles y el poder
150
Dispersin del poder en las regiones del sur y del centro
3. Una de las razones de su xito fue el buen entendimiento que reinaba entre Jos
miembros de la CNT y los de la UGT. Los comunistas intentaron sabotear su obra
movilizando a los pequeos propietarios, antiguamente agrupados en los sindicatos
catlicos. Pero fue despus de la llegada de Negrn al gobierno, al no h aber ya ministros
de la CNT que defendieran a los campesinos revolucionarios, cuando los estalinistas
atacaron a las colectividades por la fuerza (en el mismo momento ms o menos en que
hacan estragos en Aragn todava con mayor violencia).
4. El Comit declaraba, entre otras cosas (Fragua Social del 3 de noviembre de
1936): " ... 6. Teniendo en cuenta las realizaciones llevadas a la prctica en orden a la
colectivizacin de las industrias y las tierras por los propios trabajadores, realizaciones
encauzadas, en parte, por las organizaciones sindicales, declaramos que es necesario
crear un Consejo de Economa que comprenda la provincia de Valencia y tienda a
establecerse tambin en toda la regin... 11 ... Declaramos que estamos dispuestos a realizar
el mximo esfuerzo para contribuir a la victoria en la guerra, deseando el mando nico
que coordine el esfuerzo de todas las unidades combatientes. Es decir, la creacin de
las milicias nicas que sean el ejrcito popular, con una disciplina y una obligatoriedad
para todos. 12. Para ello somos partidarios que el gobierno est compuesto por todos
los elementos que forman en la vanguardia y en la retaguardia las fuerzas que luchan
contra el fascismo ... 14. Las organizaciones polticas y sindicales que integran el Comit
Ejecutivo Popular, declaran que, a la vez que las otras regiones de Espaia, estiman
151
Los anarquistas espaoles y el poder
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Dispersin del poder en las regiones del sur y del centro
7. La patria de Blasco lbez era quizs la nica regin de Espaa en que los repu-
blicanos tenan real audiencia entre la poblacin e incluso entre el proletariado. La
Esquerra valenciana tena su origen en el Partido autonomista de Soriano; era un
partido de izquierda regionalista en el que la mayora de sus cuadros procedan del
anarccsindicalismo. En cuanto al Partido valencianista, se situaba ms a la derecha que
la Esquerra; su regionalismo muy acentuado reivindicaba tradiciones locales muy antiguas.
8. Durante la guerra civil, Ja UGT hizo causa comn con la CNT contra el Partido
Comunista que intentaba infiltrar la central sindical socialista y deseaba la desaparicin
de la colectividades. Los afiliados a la UGT de Levante, por ser "caballeristas", estaban
ideolgicamente ms a la izquierda que los comunistas, y haca ya mucho tiempo que
disfrutaban de una slida implantacin en la regin. Por eso, la UGT de Levante, no
tena nada que ver con su homnima catalana, organizacin pequeo burguesa y artificial
dominada por los estalinistas.
9. La columna Torres-Benedito fue la primera columna organizada para la defensa de
Levante. La Columna de Hierro naci ms tarde cuando hombres como Jos Segarra,
Rafael Pancho Villa, Pedro Melina, Pascual Rodilla, los hermanos Pellicer, etc. agru-
paron las centurias formadas por Jos milicianos que tomaron por asalto los cuarteles
de Paterna.
10. Se ha exagerado mucho, con el fin de desacreditar a la Columna de Hierro, el
nmero de esos individuos turbios, salidos en su mayora del presidio de San Miguel
de los Reyes, cerca de Valencia. En realidad, no haba en esta columna muchos ms de los
que pudiera haber en las otras, cualquiera que fuera su matiz poltico.
153
11
Los anarquistas espaoles y el poder
3. Cantonalismo murciano
En la provincia de Murcia, el Comit Ejecutivo Popular de Levante slo
fue un nombre. Esta tierra tan apegada al cantonalismo volvi a vivir
una autonoma parecida a la de 1873. Pero esta vez se manifest en
ella un fenmeno de bipolaridad que slo se atenu lentamente a partir
de finales de 1936. En efecto, toda la vida econmica y poltica se
orden alrededor de dos ncleos: por una parte, la concentracin indus-
trial, comercial y militar de Cartagena que dominaban los libertarios;
por otra, la ciudad de Murcia, centro administrativo y gran mercado
agrcola en el centro de frtiles campos y de irrigadas huertas, en la que
dominaban los socialistas .
La CNT dominaba sin rival en Cartagena y en los centros mineros,
pequeas ciudades y puertos de la Sierra tales como La Unin, Llano
del Beal, Alumbres, Portman. Desde la poca de la Federacin regional
espaola de la Internacional, el anarcosindicalismo haba multiplicado
las mutualidades, los ateneos, las escuelas racionalistas, las cooperativas
de consumo; ms recientemente, haba creado el potente sindicato de
11. Es cierto que Ja Columna de Hierro cometi muchos abusos, pero tambin Jo es
que ese nombre sirvi para cubrir cmodamente Jos excesos de Jos facinerosos de
cualquier origen.
12. Este manifiesto declaraba en particular: "Luchamos por realizar la Revolucin
social. Marcharnos hacia Ja Anarqua. Por eso, ahora y despus, defenderemos todo lo
que tienda a vivir con ms libertad, a romper los yugos que nos opriman, a destruir
Jos vestigios del pasado."
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Dispersin del poder en las regiones del sur y del centro
13. Cuando los oficiales de la marina qu1s1eron unirse a Ja sublevacin militar, los
marineros se rebelaron y los fusilaron. Esta insurreccin que recuerda, en ms amplia
escala, Ja epopeya del acorazado Potemkin, entorpeci considerablemente el transporte
de Regulares y de legionarios del ejrcito africano, punta de lanza de los generales
rebeldes, pero el mpetu de los marineros paraliz Ja flota de guerra, puesto que fueron
incapaces de pilotar Jos barcos, de cortar las relaciones entre Espaa y el Rif y ms tarde
de llevar a cabo la ms pequea operacin naval. Esta pasividad se prolongar hasta
marzo de 1939. Slo en ese momento la escuadra zarpar por primera vez y ... se
refugiar en Bizerta.
14. El Partido Federal era potente en toda Ja provincia de Murcia; cultivaba el
recu.'rdo del cantn de Cartagena y exaltaba un federalismo extremo que gustaba a
numtosos militantes de Ja CNT.
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Los anarquistas espaoles y el poder
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Dispersin del p0<;!er en las regiones del sur y del centro
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Los anarquistas espaoles y el poder
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Dispersin del poder en las regiones del sur y del centro
heroismo, hasta agotar las municiones." Sealemos que Ja cifra de 40 000 atacantes
parece extraordinariamente exagerada.
22. El exterminio de una parte del clero regular y secular se explica por el apoyo
incondicional de la Iglesia a la clase dominante, por su provocadora riqueza y por su
adhesin a Ja rebelin. Los edificios religiosos sirvieron con frecuencia de depsito de
armas y ms tarde de fortaleza a los falangistas atrincherados; en muchos lugares,
monjes y curas dispararon contra los trabajadores. El carcter guerrero y fantico del
clero espaol, su espritu de cruzada (no bautiz la Iglesia la sublevacin militar con
el nombre de "cruzada"?) no podan sino incitar una reaccin violenta de las masas
contra l. El error de la CNT fue sin embargo el no haber condenado enrgicamente la
represin antirreligiosa y no haber discriminado entre los partidarios de los rebeldes,
los liberales y elementos que no se mezclaban en poltica. Esta represin caus mucho dao
a la Repblica, pues la opinin extranjera, mal informada o engaada por las exagera-
ciones de la prensa reaccionaria, se indign; fue una causa ms del abandono de Espaa
por las democracias occidentales. Por cierto, los libertarios no son responsables de los
excesos pero contribuyeron a ellos mediante una propaganda imprudente, sin matices.
Cometieron despus el error de impedir la libre prctica del culto y slo tuvieron conciencia
de su ceguera en 1938, cuando era ya demasiado tarde. Sealemos finalmente que Jos
rebeldes ejecutaron tambin a sacerdotes (y no slo en el Pas vasco, donde el clero se
haba puesto al lado de la Repblica) por sospechar que eran liberales.
23. Provincias de Cdiz, Huelva, Sevilla y Crdoba (exceptuado el margen norte de
las dos ltimas). El general Queipo de Llano se impuso en Sevilla gracias al bluf/ pues
dispona de pocas tropas; eso no impide que, ya desde el 20 de julio, llegaran de Africa
por avin los primeros legionarios, mientras desembarcaban en La Lnea los primeros
tabores; empezaron rpidamente con la ayuda de la Guardia civil la conquista de Triana
y de los pueblos de la llanura del Guadalquivir enarbolando la bandera tricolor de los
republicanos para sembrar la confusin (la bandera roja y gualda de la monarqua
no ser alzada hasta el 15 de agosto). Esta conquista fue fcil pues los campesinos slo
posean armas de caza o viejos revlveres; los blindados improvisados construidos por
los mineros de Ro Tinto tampoco podan detener la marcha de los rebeldes bien
equipados.
24. En Granada, donde los trabajadores atrincherados en el barrio el Albaicn resis-
tieron hasta el 24 de julio, el poeta Garca Lorca fue una de las 10 000 vctimas de la
represin fascista durante las primeras semanas de la guerra civil (segn Southworth:
El mito de la cruzada de Franco, p. 94). En Sevilla, ciudad de 250 000 habitantes en
1936, 20 000 personas fueron asesinadas durante y despus de la conquista del barrio
obrero de Triana (segn Southworth: lbid., p . 178). En Carmona, gran pueblo cercano
a Sevilla, los rebeldes ejecutaron a 1 500 campesinos segn el propio Queipo de Llano;
en Jerez de la Frontera y en Morn ms de 3 000 (segn el exfalangista F. Gonzlez
Ruiz citado en Guerra y revolucin en Espaa, tomo I, p. 128), etc.
25. En Mlaga varias centenas de reaccionarios, de sospechosos o de gente de Iglesia
fueron fusilados en el transcurso de siete meses. Es notable que los rebeldes hayan
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Los anarquistas espaoles y el poder
1947: "La comarcal de la CNT de Ronda se impuso, en todos los rdenes, desde el
primer momento... No se colectiviz, no se reparti; se socializ todo... Se serva a la
Revolucin organizando Ja produccin y el consumo, dictando pena de muerte al ladrn,
formando las milicias, manteniendo el orden revolucionario, sin venganzas personales,
y anulando de un plumazo todas las leyes al asumir el Comit de Defensa toda la
responsabilidad del poder civil, judicial y militar." J. Hiraldo (vase CNT del 7 de
agosto de 1960) afirma por su parte: "All [en Ja comarca de Ronda], en una vasta
zona donde Ja influencia de los libertarios era inmensa, se organizaron los municipios
libres, federados, dndose cada pueblo el sistema de vida que ms acorde estaba con sus
necesidades y costumbres. La tierra, los instrumentos de trabajo, as corno las distintas
ramas de la industria, fueron socializados. Pasaron a ser propiedad del pueblo. El
dinero... fue anulado. Organizronse grandes economatos, donde, de una forma justa,
equitativa, se haca la distribucin de los alimentos; dndole a cada cual lo bastante
para cubrir sus necesidades... La bandera rojinegra ondeaba... en el balcn del Ayunta-
miento... Para asegurar la existencia del rgimen libertario que se disfrutaba fueron
creadas las Milicias confederales... Al frente de ellas se puso el compaero Pedro
Lpez. " Ronda slo pudo resistir dos meses (hasta el 16 de septiembre exactamente)
a los ataques de los marroques del general Varela.
30. Despus de la militarizacin de las milicias, la CNT control cuatro batallones
mientras que el Partido Comunista slo tena uno. Como en todos los lugares de
Espaa las tr aiciones y las deserciones de los oficiales de carrera fueron un gran
obstculo para la eficacia de la defensa republicana.
31. Los autores falangistas han constatado Ja amplitud de las colectivizaciones. Gil
Gmez Bajuelo (Mlaga bajo el dominio rojo, p. 176) escribe: "El control slo se
estableci en los comercios al detalle... En las industrias slo Ja de Jos Larios fue
controlada. Las otras, colectivizadas mientras tuvieron materias primas... La agricultura
tambin qued colectivizada en toda la zona por los propios campesinos." A. Gollonet
y J. Morales (Sangre y fuego. Mlaga, p. 173 y 178) Jo confirman: "La industria fue
colectivizada por los obreros. Slo las empresas Larios fueron controladas... la tierra
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Los anarquistas espaoles y el poder
34. Los neotrotsquistas del POUM sern machacados rpidamente por el terrorismo
y las calumnias del Partido Comunista de la misma forma que les ocurri en
Catalua.
35. E n adelante aprovecharon la menor ocasin para unirse a las filas del enemigo.
Lo mismo pas con los antiguos cuadros militares enrolados en las milicias; dentro de
las unidades tuvieron que ser creados tribunales especiales para juzgar a los oficiales que
daban malos consejos o que eran susceptibles de traicionar. Estos tribunales fueron algo
equivalente a los Consejos de obreros y soldados de Catalua o de Levante. Sealemos que
por el contrario la Guardia de Asalto permaneci leal, por haber sido muy "trabajada"
por los socialistas.
36. La extensin de las colectividades agrarias en Extremadura se explica por las
mismas razones que en Andaluca: injusticia social, miseria, latifundismo. Sin embargo
exista en Extremadura una categora de campesinos sin tierra desconocida en la gran
regin vecina: los yunteros. El yuntero posea un arado y un par de mulos pero, a pesar
de disponer de estos pobres bienes, su odio hacia los grandes propietarios no era menor
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Dispersin del poder en las regiones del sur y del centro
que el que experimentaba el campesino andaluz. Era lgico, pues, que estos hombres,
que Ja segunda Repblica espaola, incapaz de decretar una verdadera reforma agraria,
haba olvidado a pesar de sus levantamientos peridicos, se sirviesen por su cuenta y de
comn acuerdo con Jos obreros agrcolas emprendieran la explotacin colectiva de los
inmensos dominios y dehesas. Exista otra solucin mejor? Un reparto de tierras hubiera
sido absurdo y prcticamente imposible (por no existir explotaciones familiares, campos
cercados, etc.). De todos modos, los estalinistas hicieron tambin aqu Jo posible para
sabotear Ja colectivizacin y para liquidarla ms tarde con los refuerzos llegados de
Castilla; sus ataques poco pudieron, sin embargo, contra esos campesinos, que posean
al fin lo que tanto tiempo haban codiciado.
37. Los republicanos, barridos por Jos acontecimientos, perdieron toda influencia y se
convirtieron en payasos que se utilizaban nicamente para ocultar al extranjero el poder
de Ja extrema izquierda. Hemos visto que este mtodo fue aplicado de manera general
en Ja Espaa antifascista.
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Los anarquistas espaoles y el poder
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Dispersin del poder en las regiones del sur y del centro
40. No hubo combates ms que en Valladolid, ciudadela del falangismo, donde los
socialistas eran, sin embargo, muy fuertes y donde la CNT exista aunque fuera dbil.
E n algunos das la represin caus la muerte de 9 000 obreros y militantes de izquierda.
En Logroo y en la Rioja, los libertarios tenan una gran influencia pero la proximidad
con Navarra carlista, con Alava reaccionaria y con el centro rebelde de Burgos, los
redujo a la impotencia; la cada de Zaragoza les arrancara la ltima posibilidad de
accin. En las dems partes (Burgos, Zamora, Salamanca, Avila, etc.) la derecha triunfaba
por falta de adversarios ya que la CNT y la UGT eran demasiado insignificantes en
estas provincias conservadoras, carentes de industrias y sin problema agrario demasiado
grave, a pesar de su pobreza.
41. La enorme guarnicin fue vencida gracias al heroismo de una poblacin prctica-
mente sin armas (slo varios fusiles requisados en las armeras o escondidos desde
octubre de 1934), pues el gobierno, a un tiempo escptico respecto a una insurreccin
militar y desconfiado de las masas, se haba negado a armar a estas ltimas. Timoratos
e inconscientes, los gobernadores republicanos ofrecieron un espectculo grotesco. En
Crnica de la guerra espaola, p. 205, se puede leer: "La rutina centralista de Madrid,
increblemente, sigui funcionando en estos primeros momentos. Cuando lo que haca
falta era tomar decisiones supremas, Azaa y Casares Quiroga -ese inconsciente jefe
de gobierno que cuando oy en la noche del 17 que los militares se haban levantado
respondi graciosamente que l se iba a acostar- se dedican a repartir ceses, como si
se tratase de una huelga de subalternos ministeriales."
42. Los rebeldes capitularon rpidamente en Guadalajara. En cambio la Guardia civil
de Toledo, recluida en el Alcazar, resistir hasta la llegada de los moros del general
Varela (27 de septiembre).
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Los anarquistas espaoles y el poder
43. E n Belvis del Jarama, la CNT fue fundada en marzo de 1936. En Perales d e
Tajua, el sindicato CNT de campesinos no fue creado hasta el 11 de agosto de 1936,
y el de "oficios varios" hasta el 25 de noviembre. Estos dos ejemplos referentes a dos
pueblos de la provincia de Madrid den otan la juventud y el crecimiento del anarquismo
en Castilla.
44. En Almadn, donde el doctor Pedro Vallina, discpulo de Salvochea, se revel
jefe indiscutido, la Revolucin empez a principios del mes de junio de 1936. En efecto,
en esta fecha, a consecuencia de un grave encuentro entre la direccin de las minas
y los obreros, stos se apoderaron de las instalaciones despus de haber expulsado a Jos
consejeros municipales reaccionarios de la ciudad. Por no haberse atrevido a reaccionar
rpidamente el gobierno, el 19 de julio Almadn estaba todava en manos de los
libertarios que enviaron inmediatamente varias columnas de mineros bien provistos de
explosivos en direccin de Pozo Blanco (provincia de Crdoba) y de Ciudad Real, ame-
nazada por la presencia de ms de 400 guardias civiles.
45. Como en otras partes de Espaa, en esos comits los partidos o sindicatos
estaban representados bien con arreglo a una base paritaria bastante artificial, bien
por una indiscutible preeminencia de la CNT y de la UGT. Despus de noviembre de
1936, los anarcosindicalistas participaron en los nuevos Consejos municipales. Segn
Col/ectivisations. L' a1uvre construcrive de la Rvolution espagnole, p . 163 y s., en
Membrilla (pueblo agrcola de 8 000 habitantes situado al este de Ciudad Real) "el
Consejo de la municipalidad est compuesto por 15 miembros de los cuales 10 perte-
necen a la CNT y 5 a Izquierda Republicana. Cuatro comits dirigen la vida del
municipio. Uno para el abastecimiento del pueblo (abastos), otro para la defensa, otro
para la agricultura y finalmente uno para la vivienda... En octubre de 1936, varios
pequeos propietarios han formado una organizacin de la UGT; actualmente cuenta
con 100 miembros. Los adversarios del nuevo rgimen se organizan en la UGT,
especialmente los antiguos propietarios que quieren volver a ocupar sus antiguas pro-
piedades privadas." En Boletin CNT-FAl del 11 de diciembre de 1937, se lee a propsito
de Brihuega (Guadalajara), donde la municipalidad estaba formada por 5 consejeros
de la CNT, 5 de la UGT y un "presidente" libertario: "Todas las empresas industriales
y agrcolas del pueblo pasaron a manos de los productores. La iniciativa de las incauta-
ciones parti de Ja CNT, pero la UGT march al lado de nuestra central. ... Entre la
CNT y la UGT reina una cordialidad perfecta. Los comunistas se hacen fuertes en la
defensa del pequeo propietario."
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Los anarquistas espaoles y el poder
48. Adolfo Alvaro (vase CNT del 25 de octubre de 1953) precisa que en Cuenca,
" como en toda la zona leal, la CNT era representada en la mayora de los organismos
polticos. As, tenamos diputados provinciales, concejales en el Ayuntamiento, jurados en
los Tribunales populares... A ltima hora hasta el gobernador civil era de la CNT ...
Enviamos a la Diputacin conquense a militantes curtidos [Gerardo A!caiz, Felipe de
la Rica, Alberto Navarro y otros dos militantes] ... entre las cinco Consejeras provin-
ciales que tenamos figuraban Ganadera y Abastos."
Y a continuacin, Adolfo Alvaro explica las contradicciones ocasionadas por la colabo-
racin antifascista en el seno de una CNT, ya lamentando su pasado de central sindical
revolucionaria, al servicio exclusivo de los intereses del proletariado local, ya obligada a
actuar como si fuera un partido poltico en el poder preocupado de velar por los
intereses generales de la poblacin de acuerdo con las autoridades nacionales: "De ah
que nuestro consejero de Ganadera disputase a la CNT el ganado que las brigadas
confederales tornaban al enemigo, a pesar del destino dado al mismo para enriquecer
nuestras colectividades agrcolas... An fueron ms frecuentes los choques con el
compaero consejero provincial de Abastos. Este tena que intervenir y distribuir cupos
de productos con arreglo a unas instrucciones rgidas en las que con harta frecuencia
salan perjudicadas nuestras colectividades y cooperativas anejas."
49. La Federacin local de Madrid contaba con 3 000 afiliados en 1931 (la UGT
madrilea posea entonces 150 000 afiliados), 66 000 en julio de 1936 (de los cuales 30 000
pertenecan al sindicato de Ja construccin) y 110 000 a finales de este mismo ao,
sobre un total de 230 000 afiliados a la CNT del Centro. L a gran debilidad de la
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Dispersin del poder en las regiones del sur y del centro
CNT castellana en 1931 se explica por el hecho de que, durante la dictadura de Primo
de Rivera, los socialistas tuvieron tmtera libertad para organizar los sindicatos a expensas
de los anarcosindicalistas, puestos fuera de la ley, y pudieron fundar la potente
Federacin de trabajadores de la tierra; Jos libertarios castellanos, excesivamente obre-
ristas, no empezaron a agitar a los campesinos hasta 1934, a favor del descrdito creciente
del PSOE.
50. Los libertarios que trabajaban en las panaderas se adheran a la UGT puesto que
eran demasiado dbiles para fundar un sindicato afiliado a la CNT; por otra parte, el
espritu monopolista de los socialistas no les hubiera perntido ejercer su profesin sin
estar sindicados. La luch a sindical era tan aguda en Espaa que los atentados a la
libertad individual, los mtodos violentos y las presiones ms diversas parecan
normales en las relaciones entre los trabajadores de ideologas diferentes. El veterano
Bajatierra muri heroicamente, en marzo de 1939, disparando con una l!metralladora
sobre las tropas franquistas victoriosas que desfilaban en Madrid.
51. Tan representativas, que G. Munis (Jalones de derrota, p. 260) escribe sin piedad:
"Para dar Ja impresin de que gobernaban, sus ministros endosaban el uniforme de los
milicianos y se hacan fotografiar en la Sierr a de G uadarrama. A eso se reducan
prcticamente sus funciones."
N.B. El "uniforme" de Jos milicianos no era otra cosa que el mono de trabajo de los
obreros.
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Los anarquistas espaoles y el poder
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Dispersin del poder en las regiones del sur y del cer.t-0
53. El famoso 5 Regimiento de las milicias, creado por el Partido Comunista a prin-
cipios de agosto, con un contingente inicial de seiscientos hombres, agrupaba 60 000
soldados el 15 de diciembre de 1936, fecha de su disolucin. Enrique Castro Delgado
(que renegar ms tarde del estalinismo y terminar sus das en 1964 reconciliado con
el franquismo), fue su primer comandante en jefe; Enrique L stcr lo reemplaz a partir del
mes de seytiembre.
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Los anarquistas espaoles y el poder
54. Los comunistas (Guerra y revol11ci6n e11 Espaa, tomo I, p. 294-295) muestran
cmo el xito del 5 Regimiento suscit de rebote la rpida reorganizacin de las milicias
anarcosindicalistas de Madrid: "Esas formaciones daban en el combate un rendimiento
nulo, o mnimo, sobre todo cuando se trat, no ya de escaramuzas en las montaas o de
peleas de calle, sino de hacer frente, en campo abierto, a un ejrcito bien quipado y
que utilizaba toda la gama de los recursos del arte militar. La contradiccin entre las
concepciones anarquistas y las realidades de la guerra se present de forma radical: la
alternativa era militarizarse o desaparecer ... Ante el ejemplo del 5 Regimiento ... las
milicias confederales se encontraban con que, si no introducan ciertos principios de
militarizacin no slo no podan contribuir de verdad a la lucha contra el fascismo, sino
que quedaban reducidas a una situacin de inferioridad cada vez ms acusada."
55. Este resultado fue alcanzado despus de numerosos altercados entre los dirigentes
libertarios. El extremismo y el antimilitarismo virulentos de la CNT del Centro (personi-
ficados en Cipriano Mera, que haba llegado, sin embargo, a ser jefe de columna slo se
doblegaron a disgusto a las necesidades poltico militares. El 27 de octubre, Frcme
Libertario proclamaba todava violentamente: "Para nosotros, los militares forman parte
integrante del fascismo. El ejrcito es el instrumento caracterstico del autoritarismo.
Suprimir el ejrcito, es suprimir la posibilidad de opresin que ofrece ese mismo
ejrcito frente al pueblo ... Como antes de esta guerra social, volvemos a gritar ahora:
Abajo las cadenas! El ejrcito es el encadenamiento, el smbolo de tirana. Suprmase
el ejrcito." Los anarquistas teman sobre todo que el ejrcito originara una nueva
casta privilegiada que renegara a Ja larga de su origen proletario; este temor tena
fundamentos slidos y se justificaba histricamente (ejemplos de Ja Revolucin francesa
y de la Revolucin rusa); las mismas tropas de la CNT empezaron ms adelante a
confirmar que aquel temor no era vano: ciertos oficiales recin nombrados, hasta haca
poco jornaleros, metalrgicos o ferroviarios, no tardaron mucho en encontrar confortables
sus galones, en creerse por encima del comn de los mortales y en exigir cada da
mayores derechos.
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56. En realidad no era la primera vez que los libertarios madrileos participaban en
un organismo oficial. El gobierno Giral haba creado por decreto del 23 de agosto el
Tribunal popular de Madrid con el fin de terminar con los abusos de la justicia privada
y de las chekas (policas polticas al servicio de cada organizacin). Este tribunal
especial slo deba juzgar los delitos de rebelin, de sedicin y de atentado contra la
seguridad del Estado. Estuvo compuesto por tres magistrados de profesin y catorce
jurados a razn de dos por partido o central sindical (PSOE, Partido Comunista, UGT,
JSU, Unin Republicana, Izquierda Republicana y CNT-FAI). Ms tarde, otros tribunales
semejantes reemplazaron poco a poco en toda la Espaa leal a los Tribunales revolucio-
narios. En Madrid, la represin antifascista hizo ms vctimas que en otras partes.
Segn G. Jackson (The Spanish Republic and the Civil War, p. 532), caus la muerte
de 6 000 personas aproximadamente. Si se tiene en cuenta que la poblacin de Madrid
superaba el milln de habitantes, esa cifra parece insignificante, a pesar de ser horrenda,
al lado de las matanzas perpetradas por Jos rebeldes. T ambin segn J ackson (!bid., p. 539)
los leales ejecutaron 20 000 personas en total durante los tres aos de guerra mientras
que los rebeldes ejecutaron a 200 000 en el mismo tiempo A nuestro parecer estas
e\aluaciones no son convincentes y pecan por defecto, pero lo que s parece en todo
caso muy probable es que Ja relacin fue efectivamente de 1 a 10.
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57. Largo Caballero (Mis recuerdos, p. 191) escribe: "La Junta de Defensa de
Madrid se constituy en franca oposicin al gobierno, no obstante las rdenes dadas.
No estaba a las rdenes de Miaja, sino ste a las rdenes de ella... Quin poda poner
correctivo a la indisciplina de la Junta?" El Socialista del 8 de noviembre de 1936 deja
entrever tambin que la junta fue impuesta al gobierno por los madrileos: "Por mandato
de las organizaciones y de acuerdo con el gobierno de la Repblica se ha constituido en
Madrid la Junta de Defensa". La CNT del Centro manifest su alegra mediante
carteles: "Madrid liberada de ministros y de comisarios ser la tumba del fascismo.
Adelante, milicianos! Viva Madrid sin gobierno! Viva la Revolucin social!" A decir
verdad, la idea de constituir una Junta de Defensa no haba surgido sbitamente en
el momento de huida precipitada de los ministros; flotaba en el aire desde haca ms
de un mes a causa de la apata del gobierno. El 7 de octubre fue publicado un
manifiesto firmado por representantes de todas las formaciones poltico-sindicales de
Madrid (la CNT del Centro en la persona de Gregorio Gallego) que, exponiendo Ja
necesidad de crear un Comit local de direccin, proclamaba en especial: " Esta Junta no
nace para ser un organismo ms entre los ya existentes, sino que debe ser y ser Ja nica
que entienda en todo lo que se relacione directa o indirectamente con la defensa de
Madrid ... Hemos de dirigir nuestros esfuerzos de una manera primordial a establecer,
tanto en los frentes como en la retaguardia, una frrea disciplina y a imponer una
absoluta obediencia a los cuadros de mando... "
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2. Largo Caballero declar el 2 de octubre de 1936 en las Cortes : "El gobierno anterior
crey conveniente aconsejar al presidente de la Repblica la constitucin de un gobierno
en el que tuvieran representacin todos los partidos que luchan contra el fascismo.
El presidente de la Repblica acept ta sugerencia, hacindome el honor de encabezar
la formacin del nuevo gobierno. Al encargarme saba la responsabilidad que contraa, y
por eso tuve inters en que estuviesen representadas todas las fuerzas polticas que
actualmente defienden la Repblica, desde los socialistas hasta los nacionalistas vascos.
Tambin gestion que estuviera representado el sector del proletariado que tiene arraigo
en el pas. En principio se acept el ofrecimiento, pero despus organismos superiores lo
rechazaron".
3. Se puede leer en la editorial de CNT del 5 de septiembre de 1936: "Quizs muchos
se pregunten a qu se debe que la CNT, uno de los principales factores que preparan
la victoria del pueblo en los frentes de lucha y en la retaguardia, combatiendo
con denuedo en un lado y organizando sin descanso la economa en el otro, no forme
parte de este gobierno. Indudablemente que si la Confederacin se inspirase en ideas
polticas, su intervencin en este gobierno tendra que ser, por lo menos, tan importante
como la de la UGT y los socialistas. Pero la CNT afirma, una vez mas, su adhesin
inquebrantable a los postulados antiautoritarios y piensa que la transformacin libertaria
de la sociedad slo puede producirse a travs de la administracin de la economa por
el proletariado y de la abolicin del Estado" .
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6. Hora;:io Prieto (Anarquismo relativo, p. 193) precisa en relacin con esto: "Ni en
economa, ni en lo social, ni en lo militar, ni en lo vulgarmente poltico, tenamos base
ni norma. lbamos tanteando en las tinieblas de una situacin que no habamos prevenido.
Colectivizaciones, socializaciones, castillos feudales de cada economa local o profesional,
desvinculacin completa del sentido de la solidaridad social, hundimiento del imperativo
moral de la doctrina y apuntes visibles del krach que amenazaba con sumirnos a todos
en la capitulacin por la miseria: fueron sas las causas que me hicieron proponer en
una reunin de militantes celebrada en Valencia, a primeros de septiembre del 36, la
urgente necesidad de elaborar un programa mnimo de conducta poltica nacional que
fuese la garanta de nuestra intervencin directa en la poltica oficial. Del dictamen que
yo redact no quedaron ms que las ideas truncadas y desnaturalizadas que contena el
programa de creacin del Consejo n acional de Defensa, resucitado tan a despropsito
en febrero de 1939. Pero de ah viene la idea del Consejo nacional de Economa.
(Juan Lpez me insinu la denominacin; la convert en idea...) "
7. Esta idea que no tuvo un xito inmediato, iba a ser esgrimida de nuevo por
la CNT en 1937 y en 1938, y convertirse en su reivindicacin poltica fundamental.
Fue el origen de una primera realizacin: el Consejo nacional de Industrias de guerra,
el cual, instituido hacia finales del ao 1938 y compuesto por representantes de la CNT,
de Ja UGT y del Estado, estaba encargado de vigilar y de organizar Ja produccin de
guerra. Y hasta estuvo casi a punto de realizarse ntegramente: cuando sobrevino el
desastre, estaban en curso las gestiones para instaurar un Consejo general de Economa.
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11. La opinin pblica ignor totalmente lo que pas en esa reunin a puerta cerrada.
La prensa slo pudo mencionar el hecho de que tuvo lugar. Por ejemplo CNT del 18 de
septiembre de 1936 declaraba: " El jefe del gobierno, seor Largo Caballero, despus de
despachar con S.E. el presidente de la Repblica, regres al Ministerio de la Guerra.
All recibi la visita del Comit nacional de la CNT y a los comits directivos de otras
organizaciones sindicales. Despus mantuvo una conferencia con el embajador sovitico
seor Rosenberg".
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12. El 29 de octubre, Largo Caballero declar al enviado del Dai/y Express que la
CNT haba exigido cinco ministerios: Hacienda, Guerra, Obras pblicas, Trabajo,
Industria y Comercio o Agricultura; pero en sus memorias (Mis recuerdos, p. 182 y 186)
esos cinco ministerios se haban convertido en seis.
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militante que representaba a Catalua), tuvo una entrevista con los dos
ministros sin cartera que eran los enviados especiales del jefe del Estado.
El nacionalista vasco, Manuel de !rujo, intent oponerse a la entrada de
la CNT en el gobierno, declarando que no la consideraba beneficiosa para
nadie, y por lo tanto aconsejaba la abstencin. Pero como estas palabras no
consiguieron desviar de su objeto a la delegacin libertaria, slo concedi
a la CNT un ministerio sin cartera. Jos Giral, hombre de confianza
de Azaa, intervino entonces. Reconoci que la CNT deba estar repre-
sentada equitativamente y prometi cuatro ministerios. Horado Prieto
no intent pedir ms y acept esta ltima proposicin. Habiendo obtenido
el consentimiento del jefe del Estado, regres a Madrid.
En el transcurso de una nueva entrevista, Horado Prieto pidi al
presidente del gobierno que no persistiera en la idea de que la CNT
poda contentarse con un Ministerio sin cartera porque el presidente de
la Repblica estaba de acuerdo en que la Confederacin colaborara
dignamente. Largo Caballero, estupefacto, se declar entonces muy satis-
fecho y en consecuencia se puso a reestructurar su gabinete : el Ministerio
de Industria y Comercio, por ejemplo, sera dividido en dos, mientras que
la Direccin general de Sanidad sera transformada en Ministerio. Horacio
Prieto, estimando algo secundarias estas cuestiones desde el momento
en que la CNT poda participar con autoridad en el Consejo de ministros,
no hizo ninguna objecin y acept los departamentos de Justicia, de
Comercio, de Industria y de Sanidad.
Despus de haber hecho aprobar por el Comit nacional los nombres
de los cuatro ministros que l haba escogido, volvi a Barcelona para
convencer a los tres elegidos (Peir, Garca Oliver y Federica Montseny)
que residan en esta ciudad. Apenas llegado a Madrid, fue convocado
por ltima vez (2 de noviembre de 1936) por Largo Caballero que se
opuso a la presencia de dos miembros de la F Al en el gobierno, diciendo
que eso no gustara a Azaa 18 Horacio Prieto respondi que el presi-
dente de la Repblica no tena ningn poder para oponerse a la decisin
tomada, que adems era la CNT, y no la F Al, quien era representada y
que, al fin y al cabo, nadie poda probar que Garca Oliver y Federica
Montseny pertenecieran a la FAl. Y aadi: " Sabe usted acaso si no
pertenezco yo tambin a la F Al ? " Largo Caballero tuvo que inclinarse.
Veamos ahora, retrocediendo algunos das, cmo Prieto mantuvo sus
compromisos batallando dentro de la Confederacin. El 19 de octubre,
fue a Barcelona con el fin de terminar de una vez con las reticencias
de los libertarios catalanes que no se resolvan a ratificar los acuerdos
adoptados por las instancias superiores de la CNT. Fue a Nemesio Glvez,
delegado permanente de la Federacin regional de Catalua en el Comit
13. Largo Caballero (Mis recuerdos, p. 188) afirma que al ltimo momento Azaa
rehus aceptar la presencia de cuatro anarquistas en el gobierno. Segn Alvarez del
Yayo (Les batail/es de la libert, p. 239-241), Azaa se opuso solamente a la presencia de
los dos ministros fastas.
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14. Horacio Prieto pens tambin en Pestaa y lo sonde, a mediados de octubre. Sin
declararle que deseaba proponerlo como ministro, Je pidi disolver el Partido Sindicalista
y reintegrarse a Ja CNT. Le explic que haba que acabar de una vez con las divisiones
entre libertarios, que se preparaban acontecimientos importantes, los cuales exigan Ja
unin en el seno de la CNT llegando incluso a decirle que el principio de partido era
bueno pero que era preciso dejarlo para ms tarde cuando la situacin estuviera madura;
de momento, un partido era absolutamente inoportuno y slo poda servir para sembrar
la discordia y debilitar a la CNT. Pestaa pareci no comprender de qu se trataba y se
ampar detrs de la autoridad del comit director de su partido, sin la autorizacin del
cual, deca, nada "poda" emprender.
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l. Garca Fradas en un folleto contra Horacio Prieto (Tres epstolas a Horacio, p. 22)
escribir: "A ti principalmente fue debida la "innovacin" de incorporar nuestra CNT
a la poltica en 1936'', y aadir (!bid., p. 31): "Puedes decir - textos cantan - que casi
todo el proletariado confedera! aprob, o por lo menos acat, la decisin de que la
CNT se metiera en el botrino del gobierno... T influiste ms que nadie, aunque no
tanto como nuestra propia impreparacin, las tremendas circunstancias en que se
hallaba Madrid ... "
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uno tena su opmon, cada uno actuaba como le daba la gana, sus diri-
gentes eran criticados sin cesar, desplazados; la autonoma de las federa-
ciones regionales era intangible (como en su interior eran intangibles la
autonoma de las federaciones locales y de los sindicatos). Para hacer
aceptar una decisin, para convencer que era preciso actuar de esta
manera o de aqulla un militante deba extenuarse en discursos, en con-
tactos personales y en desplazamientos. Entre los libertarios se tena
repugnancia por el voto; la unanimidad buscada exiga interminables
debates. Cmo pues, en estas condiciones, la CNT habra podido tomar
el poder, incluso aunque sus " dirigentes " lo hubieran querido? Los
anarquistas estaban desprovistos de un organismo eficaz de lucha : las
insurrecciones de 1932 y de 1933 lo haban demostrado.
Si por un milagro la CNT hubiese querido y podido establecer su
dominio en toda la zona republicana, habra sido capaz de vencer a las
tropas fascistas ? Era poco probable.
Los motines, los combates en la calle, la huelga general eran bien
conocidos por los anarquistas; nadie los superaba en este terreno. Otra
cosa era la guerra en campo raso con todo lo que supone de minuciosa
organizacin, de disciplina y de conocimientos tcnicos especiales. Ahora
bien, los libertarios no posean cuadros militares mientras que en el bando
enemigo los oficiales no faltaban. Por otra parte, la larga tradicin de
antimilitarismo y de lucha contra la autoridad de que estaban impregnados
los hombres de la CNT no favoreca su adaptacin a la guerra
moderna 2 En Levante y especialmente en Catalua, donde los anar-
quistas formaron las primeras milicias, los fallos de las columnas confe-
derales saltaron pronto a la vista de todo el mundo. Slo el valor y el
entusiasmo de los primeros das evitaron una derrota fulminante. Los
hombres, sin disciplina, sin armas, cayeron a millares. No exista un
mando unificado e indiscutido. Y lo que es peor, era imposible dar
rdenes. Los milicianos eran todos iguales entre s, deliberaban en comn
lo que haba que hacer, discutan cualquier propuesta de los militantes
ms serios y ms lcidos, elegan cada da a sus jefes. Se careca de los
conocimientos militares ms rudimentarios, y esos " jefes " de un da
slo eran seguidos por sus hombres si marchaban a la cabeza, a pecho
descubierto. De esta manera perecieron centenares de valiosos militantes,
vctimas de las ideas que ellos mismos haban propagado entre individuos
que ni con mucho podan serles comparados moral e intelectualmente.
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3. El indispensable aplazamiento.
Necesidad de la centralizacin
y del reparto de responsabilidades supremas
La colectivizacin padeca de defectos intrnsecos. Con frecuencia haba
originado nuevas formas de explotacin: las empresas ricas no queran
saber nada de las empresas pobres, las comarcas ms favorecidas por la
naturaleza no ayudaban a las regiones poco frtiles o sin industria. Una
economa socialista no era viable si no estaba cuidosamente planificada
y esta planificacin no poda hacerse sin un mnimo de coercin que
rompiera los egosmos locales o los egosmos corporativos. Ahora bien,
la CNT no poda emprender esta obra centralizadora si el Estado y los
otros sectores ideolgicos no slo no contribuan a ello sino que al
contrario agravaban an ms el caos econmico. Era pues necesario
arrancar primero la legalizacin de la obra revolucionaria, y luego rea-
lizar un trabajo de ordenacin, de coordinacin y de racionalizacin.
A partir del momento en que nadie pudiera poner en causa las conquistas
revolucionarias una vez institucionalizadas, quin garantizara el orden
nuevo y quin sera el instrumento eficaz de la reconstruccin econmica
del pas sino un Estado en el que colaboraran todos los antifascistas 17 ?
Slo ese Estado democrtico en el que participara la CNT, podra con-
ceder a ciertas colectividades la ayuda financiera que necesitaban, someter
al impuesto y a tasas al resto de las empresas, organizar el comercio
exterior, pagar a tcnicos e ingenieros extranjeros, reprimir los abusos, etc.
Quin sino este Estado, podra llevar a cabo la unificacin de
las milicias, su militarizacin y despus el mando centralizado de las
operaciones ? Cada sindical, cada partido tena sus propias tropas y slo
le interesaba su propio triunfo Qu importaba que tal columna fuera
diezmada si sus combatientes eran del POUM ! Qu poda importar que
tal otra tuviera caones y no tuviera obuses dado que eran anarquistas
quienes la dirigan ! Qu importaba, en fin, que otra tuviera obuses
y no tuviera caones si era republicana ! Tales eran los sentimientos
17. Brou y Tmime (La rvolution et la guerre d'Espag11e, p. 144, nota 18) han
planteado exactamente el problema: "El gobierno, mediante la sindical UGT, controla
de hecho los Bancos y dispone del crdito, al igual que del oro. Estas dos armas le per-
miten frenar e impedir, a su gusto, el funcionamiento de las empresas colectivizadas.
Los problemas econmicos slo tenan solucin, por lo menos de manera provisional,
sobre el terreno poltico, el del poder." Estos dos autores (!bid., p. 205) subrayan la
necesidad para los libertarios de legalizar la colectivizacin de la tierra: "El decreto
promulgado por Uribe el 7 de octubre de 1936 ... trata de la expropiacin sin indemnizacin
en favor del Estado, de las propiedades agrcolas pertenecientes a individuos compli-
cados en la rebelin... Pero propietarios que no tuvieron nada que ver con la rebelin
han visto sus tierras expropiadas, as como otros que haban sido considerados como
facciosos, pero que algn da un tribunal puede indultar; y, adems, cienos herederos
pueden acaso reivindicar sus derechos. E n lo sucesivo, millares de campesinos van a
preguntarse si no estarn obligados a devolver las tierras que han ocupado durante el
verano de 1936."
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18. Solidaridad Obrera (23 de septiembre de 1936): "Es muy penoso para los miles y
miles de anarquistas y afiliados a Ja CNT que luchan en los frentes de combate no
tener ninguna intervencin ni responsabilidad en la direccin de la guerra. En el
Consejo Nacional de Defensa, la CNT no va a buscar ningn puesto de privilegio,
sino a responsabilizarse en la direccin de la guerra contra el fascismo; y tiene
perfecto derecho a hacerlo porque es la organizacin que da mayor contingente de
milicianos." Solidaridad Obrera (28 de octubre 1936): "El gobierno socialista-repu-
blicano, compuesto de polticos, pretende llevar a su modo la guerra proletaria. Ellos
dirigen como les viene en gana, y a los obreros no les queda otra misin que la
de dejarse matar." Finalmente, segn el Informe de la F A l al M ovimie1110 libertario
i111ernacional, era preciso "garantizar un cambio total de la poltica militar... y asegurar
a los compaeros una igualdad de trato que facilitase el armamento de nuestras colum-
nas y una organizacin del ejrcito que no sirviese maana para ser diezmado el
movimiento libertario."
19. Vicente de Sebastin (La masa en accin, p. 120-121) expone la reaccin de los
capitalistas frente la colectivizacin: "Los comerciantes e industriales que lograron salir
de Espaa, gastaban en propaganda... el poco o mucho dinero que salvaron. Buscaban
la ocasin de ser interviuvados por Ja prensa. En viajes exprofeso visitaban a sus
clientes, a las casas con las que trabajaban, para explicarles minuciosamente la ferocidad
de las hordas revolucionarias... Mas como estos hechos... afectaban directamente, por
encima de relatos y propagandas, a los personales intereses que los extranjeros tenan
en Espaa, el telgrafo y el telfono transmitieron rdenes concretas, terminantes, de
negacin absoluta, con respecto al trfico de mercancas y de dinero con Espaa. Y la
Banca, el comercio y la industria adoptaron internacionalmente una actitud abiertamente
hostil contra todo lo que pudiera favorecer a !a revolucin que no quiso o que no
supo respetar ay! los intereses creados."
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20. El anarquismo espaol estaba muy imbuido por las ideas federalistas de Pi y
Margall (ste, en verdad, no haca mas que recoger las concepciones expresadas por
Proudhon en su libro Du principe fdratif). Sin embargo, Bakunin se opuso categrica-
mente a ideas de ese tipo. En su folleto titulado Les Ours de Berne et l'011rs de Saint-
Petersbourg, en el que tambin analiza la evolucin economicopoltica de la n acin
helvtica, escribe (CEuvres, tomo II, p. 34): "[Suiza] no puede de ninguna manera desear
volver a su rgimen anterior, al de la autonoma cantonal, que la convertfa en una
confederacin de Estados polticamente separados e independientes uno de otro. El
restablecimiento de tal constitucin tendra como consecuencia inelectable el empobreci-
miento de Suiza, parara de golpe los grandes progresos econmicos que ha efectuado,
desde que la nueva constitucin centralista ha derribado las barreras que separaban
y aislaban a los cantones. La centralizacin econmica es una de las condiciones
esenciales del desarrollo de las riquezas, y esta centralizacin habra sido imposible si no
se hubiera eliminado previamente la autonoma poltica de los cantones."
21. Ramn Liarte (Espaa Libre del 7 de febrero de 1948) evocar la alternativa que
se ofreca a los libertarios: "Aceptamos la colaboracin porque, o tenamos que dejar
la nave de la vida de Espaa en las manos de nuestros enemigos, reconvirtindonos
en un movimiento de oposicin permanente en los momentos que se requera edificar,
hacer la revolucin, o tenamos, contrariamente, que pasar a ser uno de los rganos
ms imprescindibles de la lucha armada, de la direccin poltica, de la administracin
de la sociedad espaola."
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ahora incito a mis amigos a que sean diputados. Es debido a que los tiempos y las circuns-
tancias han cambiado. Primeramente, mis amigos, empezando por ti, estn tan curtidos
en nuestras ideas y en nuestros principios, que no existe ya peligro de que puedan
olvidarlos, deformarlos o sacrificarlos para recaer en sus antiguas costumbres polticas.
Despus, los tiempos son tan graves, el peligro que amenaza a la libertad de todos
Jos pases es tan formidable, que es necesario que los hombres de buena voluntad estn
en todas partes en Ja brecha, y sobre todo que nuestros amigos ocupen una posicin
tal que su influencia sea lo ms eficaz posib!e."
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5. Creado el 9 de noviembre de 1936, este Consejo que supervisaba todos los problemas
militares estuvo compuesto por Largo Caballero, Indalecio Prieto, Vicente Uribe, Julio Just,
Garca Oliver y Alvarez del Yayo. Sealemos que el 15 de octubre, incluso antes de
la participacin en el gobierno de los libertarios, fue instituido el Comisariado
general de Guerra a cuya cabeza se puso a Julio Alvarez del Yayo. He aqu los nom-
bres de los comisarios polticos generales: Antonio Mije (Partido Comunista), Cres-
cenciano Bilbao (PSOE), Felipe Pretel (UGT), Angel Pestaa (Partido Sindicalista)
y Angel Gil Roldn (CNT). Al entrar en ese organismo oficial fundamental, los anar-
quistas haban dado un paso decisivo hacia la colaboracin ministerial.
6. En el prlogo del discurso de Peir (De la fbrica de vidrio de Malar al Minislerio
de Industria) se puede leer: "Peir y Lpez fueron, de los cuatro ministros de la
CNT, los que tuvieron que Juchar con ms inconvenientes y los que, por daar ms
intereses creados, estuvieron ms constantemente hostilizados en los Consejos de ministros.
Si Garca Oliver y Federica Montseny, pese a todo, an pueden mostrar la ejecutoria
de seis meses de paso por el poder, con una obra hecha, traducida en decretos y en
realidades, la descripcin de la gestin ministerial de Peir, en Industria, no puede ser
ms que la narracin de una serie de fracasos. Nada o casi nada pudo hacer. Se le
neg el dinero, se le negaron los decretos, que chocaban constantemente con el bloque
cerrado de la oposicin de republicanos, comunistas y socialistas del ala derecha. Slo
de vez en cuando, algo pasaba, gracias a largos debates y a la coaccin ejercida por la
actitud favorable del presidente, que senta su responsabilidad de revolucionario. "
7. Peirats (Los anarq11is1as en la crisis politica espa1iola, p. 263) escribe: "Juan
Peir, ministro de Industria, al hacerse cargo del Ministerio, intenta elaborar un decreto
de colectivizacin de todas las industrias. Largo Caballero le hace desistir advirtindole
que Inglaterra, Francia y Blgica, que poseen fuertes intereses econmicos en Espaa,
retiraran al gobierno republicano su reconocimiento diplomtico. Peir cambia de
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11. Horacio Prieto (El anarquismo espaol en la lucha poltica, p. 15-16) escribe:
" ... Las colectividades e industrias socializadas tuvieron libertad y proteccin para
realizar un comercio exterior de compensaciones (trueque de productos) cuando carecan
de capitales para los pagos de materiales de importacin y gneros alimenticios. Se
haca una poltica especial de distribucin de licencias a las entidades productoras
CNT-UGT, y se impidi que surgieran otras organizaciones patrocinadas por los ases
del proselitismo, en las que se encubrieran los elementos burgueses ms reaccionarios
suprimindoles pura y simplemente toda apetencia de exportacin ... Por ese procedimiento
las colectividades trabajaban y los pueblos reciban sus alimentos del extranjero. El
gobierno comunista sin CNT borr de un plumazo aquel proteccionismo... Con las
mismas armas legales que nosotros habamos facilitado el progreso comercial de los
centros de trabajo colectivizados, se estrangul la independencia de esas entidades y
se las someti a la voluntad del poder."
12. Hubo, ciertamente, un revs nefasto de la participacin. Fidel Mir (Revisin de
las tcticas de la CNT de Espaa, p. 7) escribe: "Cuando despus del 36 participamos
en la direccin de la cosa pblica, tuvimos que echar mano de todos los compaeros
con alguna capacidad para desempear modestamente una funcin delante de un
escritorio, y de no pocos recin llegados y hasta advenedizos. Consecuentemente, tom
cuerpo y potencia en nuestra organizacin la peor de las burocracias. El compaero
capaz tena que desempear uno o ms cargos, siendo solicitado por otros diez cuando
abandonaba alguno, lo que le vala casi siempre el adjetivo de asaltacargos por parte de
los eternos discrepantes y de no pocos envidiosos energmenos. Para el incapaz, aquel
a quien el cargo le vena ancho y largo, el ocupar un puesto frente al escritorio era una
comodsima funcin, ya que, no pudiendo cumplir eficientemente su labor, se pasaba
las horas sin hacer nada o haciendo baja poltica. Su deber lo casi desempeaba un
burcrata de oficio que tena por secretario y que a menudo era el verdadero amo del
cargo, pero los incapaces se pegaban al puesto como verdaderas lapas, pues ello les daba
un valor personal que no tenan y evitaba su obligada vuelta al taller."
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La CNT pretendi hacer creer que este nuevo gobierno era una victoria
para la clase obrera. La prensa libertaria proclam que los partidos
polticos haban sido eliminados en beneficio de los sindicatos, pues la
Esquerra no era ms que una organizacin que representaba a la pequea
burguesa 16
Todo esto eran declaraciones vanas. Una vez el POUM alejado del
poder, los comunistas empezaron su campaa contra la CNT. A decir
verdad, desde octubre de 1936, Juan Comorera, secretario general del
PSUC y consejero de Servicios pblicos, haba inciado las hostilidades
contra el potente sindicato del transporte, intentando intilmente ponerlo
15. Una vez formado el nuevo gobierno, Solidaridad Obrera del 18 de diciembre de
1936, proclamar: "El gobierno que acaba de constituirse en Catalua ... es una resul:ante
del documento firmado entre la CNT y la UGT el 22 de octubre" . Y R vo/utio11
Proltarienne del 25 de diciembre de 1936, subraya que la CNT consigui una victoria
prrica: "Ha obtenido como concesin el importante departamento de la Guerra que ha
sido confiado a Isgleas... Por otra parte, la CNT inclina la cabeza ante la influencia
rusa, por miedo a que le retiren la ayuda en armamentos. " La necesidad de armas
soviticas haba sido en efecto la principal causa de la firma del pacto de alianza entre
la CNT-FAI y la UGT-PSUC.
16. Solidaridad Obrera (17 de diciembre de 1936): "Desde hoy, Catalua cuenta con
un gobierno sin partidos... Los partidos sin basamento sindical que participaban en el
Consejo de la Generalidad, han sido apartados de tales funciones, pues no son ellos los
llamados a dirigir la vida pblica, sino los sindicatos, piedra angular de la nueva
economa que nace... Era sta la frmula justa e ideal que nosotros propusimos hace
meses."
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17. Un partidario del PSUC, Benavides (Guerra y revolucin e11 Catalwa, p. 268)
revela a este respecto: "En Transportes llevaban las riendas los fastas hermanos Alcn
y en Correos y Tlegrafos un republicano federal, Arcos, entregado a los libertarios. La
lucha para desalojarlos fue frentica."
18. Otras precisiones complementarias (Los s11cesos de Barcelona, p. 6-7): "Inmediata-
mente despus de ocupar su cargo, aniquil con un trazo de pluma toda la poltica de su
antecesor. El monopolio de comercio interior fu e eliminado. los precios mximos para
los comestibles, estipulados anteriormente, tambin. La poltica de Comorera consista
en quebrar el poder de las sindicales. A este fin , busc traspasar el suministro de
vveres a las cooperativas. En este caso, fueron los pequeos propietarios, pequeos
comerciantes y pequeos arrendatarios, los que vieron asegurados mayores beneficios,
elevando los precios."
19. Jos Peirats (Los anarquistas en la crisis poltica espa11ola, p. 237) afirma: "Se
intensific entonces el racionamiento de los principales artculos alimenticios, especialmente
el suministro de pan. La causa era achacada a la escasez de harina (por negligencia
del consejero anterior) y al caos producido en la industria de la panificacin (a causa
de la total colectivizacin de este servicio)" y aade (La CNT en la revolucin
espaiola, tomo I, p. 267): "Se las agenciaron los comunistas para que por p rimera vez
escaseara el pan, sembraron "bulos" en las colas y organizaron manifestaciones de
mujeres que se dedicaban a asaltar las tahonas colectivizadas... Esta ofensiva, entre otras
fina lidades, todas abyectas, iba encaminada a preparar el ambiente para cuando atracaran
los barcos rusos repletos de vveres." Sealemos que la llegada de los barcos en cuestin
fue negociada antes del nombramiento de Comorera en el departamento de Abastos, y
que responda al envfo de productos espaoles a la Unin Sovitica.
20. Los estalinistas escogieron como blanco el departamento de Defensa y su apfodice
la Comisin de Industrias de guerra a la cual acusaban de sabotear las operaciones
militares en el frente de Aragn. Sus ataques, ampliados a escala nacional por el
Partido Comunista espaol, iban dirigidos frecuentemente a los soldados de la CNT
quienes se vean tratados de cobardes y de "enchufados."
21. Andrs Capdevila (Mi i111ervenci611 e11 el Consejo de Economfa de la Generalidad de
Catalwa) escribe: "Sin embargo, a partir de principios de 1937, rehechos en parte los
cuadros de los partidos polticos del desastre que sufrieron en las jornadas revolucionarias
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Los anarquistas espaoles y el poder
el poder; tropezaron ante una negativa. Gorkn (Canbales polticos, p. 69-70) resume
esta entrevista: "El Comit ejecutivo del POUM celebr una reunin con los Comits
regionales de la CNT, de la FAI y de las Juventudes Libertarias. Planteamos la cuestin
en sus trminos exactos: "Ni vosotros ni nosotros hemos lanzado a las masas de Barcelona
a ese movimiento. Ha sido la respuesta espontnea a una provocacin del estalinismo.
Es el m omento decisivo para la revolucin. O nos colocamos a la cabeza del movimiento
para destruir al enemigo interior o el movimiento fracasa y ste nos destruir a nosotros.
Es preciso elegir: la revolucin o la contrarrevolucin. No se decidieron a nada. Su
reivindicacin mxima era... la destitucin del consejero provocador. Como si detrs de
l no se hubieran movido una serie de fuerzas que eran las que interesaba destruir!"
26. Tal era la opinin de Horacio Prieto (El a11arq11is1110 espa1iol e11 la lucha pol1ica,
p. 13): "El complot se urdi con la CNT en el gobierno y a pesar de la
colaboracin. Pero, sinceramente, qu hubiera pasado de no haber estado la CNT en
el gobierno? Que una superguerra civil hubiera desangrado al antifascismo y abierto el
camino al paseo militar de Franco... El Movimiento hubiera sido declarado oficial e
histricamente responsable del desastre por ceguera poltica y por soberbia doctrinal."
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Breve colaboracin de Jos libertarios con el poder
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Los anarquistas espaoles y el poder
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Breve colaboracin de los libertarios con el poder
32. A comienzos del mes de junio de 1937, fue distribuido un Mani/ieslo de Unin
comunista que hablaba en nombre de los "Amigos de Durruti", del POUM y de
ciertos elementos de las Juventudes Libertarias. Uni11 comunista declaraba especialmente:
"Es la traicin de los Garca Oliver, Federica Montseny y de Ja direccin cenetista, que
ha permitido a los estalinianos y a los guardias de Asalto, asesinar cobardemente
numerosos militantes revolucionarios, entre los cuales se cuenta Camilo Berneri y el
joven Francisco Ferrer... Desde el 19 de julio, los dirigentes anarquistas han capitulado
ya muchas veces ante las exigencias de la burguesa y, en nombre de la unidad anti-
fascista han llegado a traicionar abiertamente Ja causa obrera. La unidad antifascista slo
ha sido la sumisin a la burguesa y ella ha llevado a las victorias militares de
F ranco y a las de la contrarrevolucin en la retaguardia... Para batir a Franco, deba
batirse a Companys y a Caballero. Para vencer al fascismo , deba aplastarse a la burguesa
y a sus aliados estalinianos y socialistas. Deba destruirse completamente al Estado
capitalista e instaurar un poder obrero surgido de los comits de base de los trabajadores.
El apoliticismo anarquista ha fracasado ... Para vencer al bloque de la burguesa y de sus
aliados estalinianos, socialistas y dirigentes cenetistas, los obreros deben romper abierta-
mente con los traidores de todas las tendencias. Su vanguardia, es decir, Jos militantes
revolucionarios "Amigos de Durruti", el POUM y las Juventudes, deben reagruparse
para elaborar el programa de la revolucin proletaria. "
33. Los comunistas no dudaron en acusar al POUM y a la CNT-FAI de connivencia
con el Estado Mayor de Franco. En sus discursos, los dirigentes estalinistas empezaron a
asociar sistemticamente los trminos: "trotsquismo" y "fascismo", a calificar a Jos
miembros del POUM de "agentes de Mussolini y de Hitler", de "provocadores'', de
"traidores", de "espas" al servicio de la Gestapo, de "criminales", y a insult::rlos de
la forma ms grosera. George Orwell (La Catalogne libre, p. 254-255) escribe indignado:
"El POUM era una organizacin "trotsquista" y la "quinta columna de F ranco". Esto
implica que millares de personas pertenecientes a la clase obrera, comprendidos los
ocho o diez mil soldados que se estaban helando en las trincheras de primera lnea...
no eran ms que traidores pagados por el enemigo. Esta historia fue difundida por toda
Espaa mediante carteles, y otros medios, y repetida sin cesar en b prensa comunista
del mundo entero".
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Los anarquistas espaoles y el poder
34. Respuesta del Comit nacional de la Confederacin (extractos): "La CNT mantiene
su posicin de no prestar colaboracin directa ni indirecta a ningn gobierno que no
est presidido y del que no sea ministro de la Guerra el camarada Largo Caballero. El
camarada Negrn ha sido encargado por Su Excelencia el presidente de la Repblica
para constituir gabinete. Al ser requeridos para colaborar en un gobierno constituido
por un representante de cada partido, en total nueve... La CNT no presta colaboracin
directa ni indirecta al gobierno que pueda constituirse con el camarada Negrn. No se
trata de oposicin al ministro dimisionario de Hacienda. Es la lnea de conducta
trazada. No provocarnos la crisis desacertada, inoportuna y lesiva para la guerra y el
bloque antifascista. Conformes con la actuacin leal del presidente y ministro de la
Guerra en el gabinete, Francisco Largo Caballero, no podernos sumarnos a posiciones
partidistas que prueban escasa nobleza y falta de colaboracin. La CNT, potente y
disciplinada, confa en que la reflexin impida que se sigan cometiendo desaciertos que
agraven an ms la situacin difcil provocada por la insensatez."
35. Actas del Pleno nacional del Movimiento libertario ... de octubre de 1938, p. 181 :
"Si la FAI no hubiese sido inflexible cuando la crisis, quizs el Movimiento libertario
tendra hoy dos ministros en el gobierno." Horacio Prieto (Posibilismo libertario, p. 144)
escribe: " El nuevo presidente ofrec6 tres Ministerios a la CNT que, polticamente,
significaban ms que cuando [los libertarios] tuvieron cuatro, pero a la CNT no le
gustaba la persona del presidente y se negaron a colaborar; un ao ms tarde entraban
en el mismo gobierno con un solo ministro; y sin embargo el presidente no haba
modificado sus modos de ser."
36. Naturalmente, no hemos abordado aqu las razones de la cada de Largo Caballero
mismo (controversia sobre la prdida de Mlaga, choques con los "consejeros" mili-
tares soviticos, ms deseosos de hacer durar la guerra segn las consignas de Stalin
que de emprender acciones decisivas en Extremadura o en otras partes, etc.). Ello
desbordara el marco de este estudio.
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Breve colaboracin de los libertarios con el poder
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Los anarquistas espaoles y el poder
39. Recordemos tambin que los comunistas exaltaban el patriotismo frente al interna-
cionalismo de los libertarios, la democracia burguesa y el parlamentarismo frente a
los comits obreros, el respeto a la pequea propiedad frente a la colectivizacin,
la nacionalizacin de las industrias de guerra frente a la socializacin de los medios
de produccin, la guerra nacional de independencia frente a la guerra revolucionaria.
Mencionarnos alguna muestra de la propaganda estalinista destinada a excitar a la
pequea burguesa urbana y a los pequeos propietarios rurales contra el proletariado
encuadrado por la CNT, el POUM y los partidarios de Largo Caballero (vese
particularmente Jos Daz: Tres aos de lucha, p. 258 a 273 y p. 295, p. 317 y s.):
"Nuestra guerra es una guerra n acional... una guerra de independencia ... una lucha nacio-
nal dirigida por un gobierno nacional... una lucha por la independencia nacional ... Lucha-
mos por la Repblica democrtica, por una Repblica democrtica y parlamentaria de
nuevo tipo... Respeto al campesino! Respeto al pequeo comerciante! ... La propiedad
del pequeo campesino es sagrada... Respetad a los ciudadanos de la clase media... No
se trata de ninguna manera de establecer el socialismo en Espaa... Nosotros no lucha-
mos por una revolucin socialista."
40. Esta Federacin Provincial Campesina, tpicamente antiproletaria y reaccionaria,
era tambin en el Levante agrcola el equivalente de la Federacin Catalana de
Gremios y Entidades de pequeos comerciantes e industriales (GEPCI) en la Catalua
industrial. Huelga decir que esa GEPSI, inexistente antes de la guerra civil, fue
tambin una "creacin" de los comunistas destinada a socavar la socializacin y a
entregarles las llaves del poder.
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Breve colaboracin de los libertarios con el poder
7. Eviccin de la CNT
del Consejo de la Generalidad (junio de 1937)
Los combates callejeros de Barcelona determinaron, tambin, una pro-
funda modificacin del Consejo de la Generalidad. El 5 de mayo, todos
los consejeros dimitieron y se acord constituir un nuevo gobierno que
permaneciera en funciones hasta el restablecimiento del curso normal de
la vida social y poltica 43 Este gobierno provisional estara formado,
con un objetivo de apaciguamiento, por los secretarios de las cuatro
principales organizaciones, pero el asesinato de Antonio Ses, lder de
la UGT, vino a complicar de nuevo la situacin.
Finalmente, fue formado el Consejo ejecutivo de la Generalidad bajo
la presidencia de Luis Companys. Cada consejero se ocupaba de varios
departamentos a la vez : Valerio Mas, que ceda el secretariado de la
41. El ministro comunista Jess Hernndez (Negro y roio, p. 374) llegar a decir:
"Para acabar con el CLUEA, para arrancar los naranjales levantinos -el oro de los
republicanos- de Ja zarpa anarquista, fue preciso acabar con el gobierno de Largo
Caballero. Misin que se propuso y llev a cabo, con el apoyo entusiasta del
pueblo, el Partido Comunista, en mayo de 1937."
42. Segn la Circular n 12 del Comit nacional de la CNT, los efectivos de Ja Con-
federacin alcanzaban, en abril de 1937, 2 178 000 miembros repartidos como sigue:
39 000 en el Pas vasco y Santander, 50 000 en Extremadura, 64 000 en Asturias,
100 000 en Aragn, 225 000 en Castilla, 250 000 en Andaluca, 450 000 en el Levante y
1 000 000 en Catalua. Siempre segn esa Circular n 12, y en el mismo mes de abril,
los anarquistas controlaban a 125 000 soldados (sin contar las tropas confederales
de Ja zona norte). A ttulo de comparacin, he aqu (segn el Informe pronunciado en
el pleno del Comit central del Partido Comunista celebrado en Valencia los das 5 a
8 de marzo de 1937) Ja importancia del Partido Comunista espaol en marzo de 1937:
249 140 afiliados sin contar a los 45 000 del PSUC. Finalmente, segn G. Orwell
(Op. cit., p. 249), el POUM tena aproximadamente 40 000 afiliados en Ja misma poca.
43. En relacin con esto, transcribimos algunas ancdotas que dicen mucho sobre Ja
torpeza de Jos libertarios y el nerviosismo consecuente de Jos republicanos catalanistas
mejor dispuestos hacia ellos. Companys quera nombrar solamente a tres ministros
(Tarradellas por Ja Esquerra, Comorera por el PSUC y Domenech por Ja CNT). Los
anarquistas se apresuraron a rechazar esa proposicin pues no podan tolerar la menor
prerrogativa presidencial. No es de extraar pues que ante tales hechos Companys se
distanciara cada vez ms de los libertarios que lo consideraban un pelele. Por el
contrario, Jos comunistas no cesaban de halagarlo, de alabarlo ante las masas; por ello
declar un da a Ja delegacin de Ja CNT que se lamentaba de Ja influencia estalinista:
"Cmo queris que renuncie a gente que pone cada da mi fotografa en sus peridicos
con comentarios elogiosos mientras que Jos vuestros slo me critican." Otra vez se
expres en trminos ms duros (que nosotros suavizamos): "Vosotros sois hombres
valientes pero muy malos polticos; tenis simpata por la Esquerra pero la tiris a la
basura a la menor ocasin".
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Los anarquistas espaoles y el poder
44. Segn la norma libertaria (establecida en octubre de 1936) era imposible acumular
un cargo gubernamental y las funciones de secretario. Dionisio Eroles fue rpidamente
reemplazado por J.J. Domenech que permaneci en el secretariado del Comit regional
hasta finales del ao 1938; Francisco Isgleas le sucedi.
45. Recordemos que Rafael Vidiella fue un militante anarcosindicalista de primer
plano (redactor de Solidaridad Obrera en 1922 y representante de la CNT en San Sebas-
tin en 1930). Su caso no es excepcional, pues fueron numerosos los dirigentes
comunistas que debutaron en las filas libertarias; citemos a Ramn Casanellas, Roldn
Cortada (asesinado en abril de 1937), Manuel Adame, al secretario general del Partido,
Jos Daz, a Jos Moix, E usebio Rodrguez Salas, Enrique Lster, Antonio Ses, etc.
Inversamente, los libertarios procedentes del Partido Comunista fu eron mucho ms
escasos; entre los militantes conocidos, ste fue el caso de Teodoro Mora (muerto en
los primeros combates de la guerra civil).
46. En cuanto al departamento de Defensa, ya no volvi a existir. El gobierno Negrn,
que no toleraba la amplia autonoma de Catalua, daba as un gran paso hacia Ja
supresin de Ja libertades regionales y a la centralizacin del Estado.
47. Accin Catalana era un partido regional ms a la derech a que Ja Esquerra, ms
conservador. Agrup a numerosos intelectuales y tambin a antiguos miembros de Ja
Lliga que se haban refugiado en l. El profesor Nicolau d'Olwer era el lder del
partido.
48. Companys deseaba Ja presencia de Peir ; naturalmente, la CNT catalana puso su
pundonor en no acceder a esta demanda. En cuanto al "ministrable" rechazado, se trataba
de Jos Xena, anarquista individualista de Ja misma ndole que Peirats (eso no le haba
impedido ser alcalde de Hospitalet de Llobregat). quien por otra parte estuvo muy
satisfecho de no ocupar un cargo en el gobierno.
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Breve colaboracin de los libertarios con el poder
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10 Las grandes etapas de la revolucin
ideolgica del Movimiento libertario
despus de mayo de 1937
En defensa nacional :
- Un mando militar nico e implacable, sometido a una jerarqua
estricta.
- La creacin de un Consejo nacional de Industrias de guerra formado
por representantes del gobierno y de las dos centrales sindicales (este
Consejo acabara por ser una realidad en 1938).
En Gobernacin :
- La constitucin de un Cuerpo de Seguridad nico y de un Consejo
de Orden pblico compuesto por delegados marxistas, republicanos y
libertarios que se desplazaran all donde estallasen conflictos y en donde
las fuerzas del orden tuviesen que intervenir contra un partido o contra
una organizacin cualquiera, impidiendo la actuacin parcial y facilitando
el cumplimiento justo del mandato de la autoridad.
- Un reparto por igual de los puestos de gobernadores entre los tres
grandes sectores ideolgicos.
En economa :
- La creacin de un Consejo de Economa compuesto por delegados
de las dos centrales sindicales y del gobierno, Consejo encargado de
elaborar un plan de desarrollo econmico y cuyas decisiones seran
aplicadas inmediatamente de la forma ms rigurosa.
- La organizacin efectiva del monopolio del comercio exterior
mediante organismos productores creados con esta finalidad.
- La municipalizacin de la vivienda.
- La municipalizacin de la tierra.
- La legalizacin de las industrias colectivizadas, tanto de las contro-
ladas por los sindicatos como de las intervenidas por el Estado.
- La creacin de un servicio de inspeccin del trabajo por la CNT y
la UGT, encargado de obtener el mximo rendimiento en los lugares
de produccin.
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Los anarquistas espaoles y el poder
En poltica extranjera :
- La participacin de los tres sectores ideolgicos en consulados y
embajadas.
En justicia :
- La revisin de toda la legislacin anterior al 19 de julio de 1936.
En instruccin pblica :
- La constitucin de un Consejo nacional de Enseanza. La CNT peda
tambin que fueran instituidos en los ministerios de Agricultura, de
Instruccin pblica, de Trabajo, de Asuntos sociales, de Obras pblicas
y de Comunicaciones, consejos asesores compuestos por igual nmero
de representantes de la CNT y de la UGT.
Este programa demostraba, desde luego, que los anarquistas deseaban
volver a participar en el gobierno. Dirigan una llamada indirecta a
Negrn, apenas quince das despus de haber rechazado toda colaboracin.
La Organizacin especfica, por su parte, no qued atrs de la
Confederacin en materia de revisionismo, como lo prueban los acuerdos
tomados en el Pleno peninsular de Valencia del 4 al 7 de julio de 1937.
Se decidi en l la reorganizacin total de la FAI que hasta entonces (cele-
braba su dcimo aniversario unos das despus) no haba sido ms que
una federacin de grupos afinitarios absolutamente autnomos. Estos
grupos, que reunan a los militantes (una decena en general) de acuerdo
con sus gustos, su temperamento o su formacin intelectual, se federaban
localmente, despus regionalmente y finalmente a escala peninsular (dado
que los postugueses tambin adheran a ella); fundados en relaciones per-
sonales bastantes fluidas, carecan de estatuto legal. Los afiliados a la
FAI eran en su mayora miembros de la CNT.
En lo sucesivo, los grupos de afinidad estaban condenados. La FAI iba
a ser una organizacin fundada en una estricta divisin territorial.
En cada localidad y en cada arrabal o barriada de las grandes ciudades,
existira una " agrupacin " que podra estar compuesta por varios
centenares de afiliados. Un estricto control sera impuesto a los recin
llegados y las diversas agrupaciones estaran unidas entre s por lazos muy
slidos. La F Al se converta de esta manera en una organizacin de
masas, sala de la clandestinidad, elaboraba sus estatutos 1 y estableca una
disciplina interna y una verdadera direccin central.
l. En realidad, los estatutos fueron depositados a finales del mes de junio. Jos
Peirats (Los anarquistas en la crisis poltica espmlo/a, p. 282) expone la razn inmediata
que hizo indispensable la legalizacin de la FAI: "El nuevo ministro de Justicia, seor
Irujo, al reorganizar los tribunales populares decidi expulsar de ellos a la FAI. Al
criterio del ministro, la FAI era una organizacin clandestina, al margen de la ley y por
lo tanto inexistente. Por el mismo principio de ilegalidad la FAI podra ser expulsada de
todas las combinaciones del Frente Antifascista. La CNT y la FAI reclamaban por
aquellos das una representacin proporcional a las respectivas fuerzas en los organismos
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Las grandes etapas de la revolucin ideolgica
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Las grandes etapas de la revolucin ideolgica
5. Horacio Prieto (El anarquismo espaol en la lucha poltica, p. 40) escribe: "En una
reunin de militantes de comits superiores (Comit nacional, Comit peninsular de la
FAI, Comit Regional de Catalua, Comit local de Barcelona y Comit peninsular de la
FIJL, habida a mediados del ao 37, expusimos de manera clara y terminante la
necesidad de organizar un partido poltico por y para el Movimiento. "
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Los anarquistas espaoles y el poder
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Las grandes etapas de la revolucin ideolgica
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Los anarquistas espaoles y el poder
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Las grandes etapas de la revolucin ideolgica
10. El texto incompleto del programa de la CNT fue publicado en Ja prensa despus
de haber sido sometido a censura. El prrafo en el que se pedan Ja liberacin de
Jos presos polticos antifascistas y una mayor libertad de pensamiento no figuraba. El
socialista "caballerista" Luis A raguistin escriba en Solidaridad Obrera, el 20 de
febrero de 1938: "Se ha socializado la CNT en el sentido de reconocer la necesidad
del Estado como instrumento de lucha y consolidacin de las conquistas revoluciona-
rias en el interior y exterior del pas. Qu alegra para un socialista leer el
programa de nacionalizacin, de municipalizacin y de colectivizacin, contenido en
la propuesta de la CNT! ... Bakunin y Marx se daran un abrazo sobre ese documento
de la CNT."
11. En Bases que la CNT presenta a la UGT para unificar la accin de las dos
organizaciones: "l . La UGT y la CNT se comprometen a realizar la inclusin efectiva
del proletariado en la gobernacin del Estado espaol. sin excluir en la proporcionalidad
que les corresponde a las fuerzas no proletarias. 2. Ahora y siempre, la CNT y la
UGT se comprometen a defender un rgimen social de verdadera democracia, combatien-
do toda pretensin totalitaria de clase o de partido ... " Ms lejos se precisaba: "[Es
preciso) abrir en su oportunidad un nuevo periodo constituyente que pueda sintetizar
las aspiraciones populares dentro de una Repblica socialista que sea democrtica
y federal... A las dos organizaciones proletarias les corresponde el derecho de intervenir
en la direccin administrativa del pas por s mismas o por quien se consideren
representadas. La CNT y la UGT tienen el firme deseo que sean puestas en inmediata
aplicacin todas las clusulas y todo el contenido textual de este documento, recabando
la constitucin inmediata del Frente Popular Antifascista y la reorganizacin del
gobierno, obedeciendo ambos a la razn de la proporcionalidad numrica que cada
organizacin o partido posean."
235
Los anarquistas espaoles y el poder
12. En Programa de unidad de accin entre la UGT y la CNT: "La UGT y la CNT
han examinado la propuesta de esta ltima organizacin referente a la incorporacin de
las organizaciones sindicales a las funciones del gobierno; despus de discutida esta
cuestin se conviene: 1. La UGT, que se ha considerado siempre representada en el
gobierno por el Partido Socialista y el Partido Comunista, estima que corresponde al
las autoridades constitucionales del pas y a los partidos polticos que fo rman el
Frente Popular determinar definitivamente esta cuestin. 2. La UGT declara, por
reconocer que la situacin de la CNT es diferente a la suya, que no ser obstculo a
la incorporacin de la CNT a funciones de gobierno. Las dos organizaciones estudia-
rn a la mayor brevedad la cuestin de su incorporacin al Frente Popular."
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Las grandes etapas de la revolucin ideolgica
4. El Comit ejecutivo
del Movimiento libertario de Catalua
El 2 de abril de 1938, se celebr en Barcelona una asamblea regional
de sindicatos de la CNT y de grupos catalanes de la F Al y de la FIJL.
Garca Oliver tom inmediatamente la palabra; demostr que a pesar
de la militarizacin, la indisciplina perduraba en el frente, que los dife-
rentes sindicatos y comits actuaban sin control, que la UGT aumentaba
sin cesar sus efectivos, y que los partidos y el gobierno coaligados pro-
seguan su obra paciente de eliminacin de la CNT. Despus declar
que era necesario terminar de una vez para siempre con aquella indisci-
plina y con aquel desorden, constituyendo un comit ejecutivo que deten-
tara toda la autoridad, vigilara y dirigira todo: la prensa, las tropas
confederales, la economa. Las proposiciones de Garca Oliver fueron
aprobadas unnimemente por los delegados; una ponencia formada por
J.J. Domenech, Manuel Escorza, Federica Montseny, Garca Oliver. ..
redact el dictamen que daba nacimiento al Comit ejecutivo del Movi-
miento libertario de Catalua.
Este Comit, compuesto por diez miembros solamente 14, tena derecho
a expulsar a los individuos, comits, sindicatos y federaciones que no
237
Los anarquistas espaoles y el poder
5. Planteamiento de la F Al : propuestas
encaminadas a constituir un partido socialista
libertario ; el Pleno de octubre de 1938
En el mes de agosto de 193 8 apareci en la revista Timn, que diriga
Diego Abad de Santilln 10, una serie de artculos de Horacio Prieto.
Las ideas que ste haba expuesto ya haca ms o menos un ao, en
una reunin de militantes, eran ahora dadas a conocer a toda la CNT.
Segn Horacio Prieto, el comunismo libertario no poda ser ms que
un lejano objetivo, una aspiracin, y el anarquismo una moral y una
filosofa.
15. Horacio Prieto (Marxismo J' socialismo libertario, p. 75) escribe: "Ese Comit
Ejecutivo recibi poderes absolutos del Pleno para poner y quitar comits y juntas
de sindicatos y de las organizaciones especficas, para controlar el aparato militar,
la economa y hasta la conducta de los individuos a los que sancionara con los pro-
cedimientos ms radicales. Se haba dado un paso de gigante hacia el dictatorialismo,
acabando con normas y carantoas doctrinales. Se fue ms all del bolchevismo y del
fascismo en la concepcin del poder absoluto detentado por una oligarqua. La idea
del Comit ejecutivo la dieron los viejos de la Alianza de Pars (1926), los mismos
hombres de accin de entonces: golpe de Estado y poder, en nombre del comunismo
libertario pero apoyados en quien sea y operando como sea para que resulte cualquier
cosa.,,
16. Como hemos vistos, Santilln desempe un papel determinante en la participacin
de la CNT en el gobierno cataln, en el que l fue consejero de Economa (diciembre de
1936-marzo de 1937). Eso no le impidi convertirse despus en la cabeza pensante de la
FAI y en defensor de la ortodoxia libertaria. Su verdadero nombre era Sinesio Garca
Femndez; haba nacido en Burgos hacia 1898 pero vivi mucho tiempo en Argentina
en donde ejerci una gran infl uencia en la FORA (Federacin Obrera Regional Argen-
tina, potente central sindical dirigida por anarquistas, que conoci su apogeo en 1922).
Pero a pesar de su gusto por las cuestiones econmicas (ha escrito varios ensayo9
sobre esas cuestiones), no se le puede considerar como un verdadero economista.
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Las grandes etapas de la revolucin ideolgica
Para alcanzar ese comunismo, era pues necesaria una larga etapa de
transicin, durante la cual eran posibles algunas realizaciones libertarias
pero no de manera sistemtica. Era preciso demostrar oportunismo, flexi-
bilidad, y no dudar en participar en el gobierno, en los altos cargos del
Estado e, incluso, en el Parlamento con la intencin de tomar el poder 17
Era necesario hacer poltica de manera permanente y no de manera cir-
cunstancial; el apoliticismo revolucionario haba muerto 18 Desde el
punto de vista econmico, Horacio Prieto recordaba que era necesario
desarrollar el movimiento cooperativo y admitir, junto al colectivismo,
las nacionalizaciones y la propiedad individual restringida.
Deseaba tambin que la F AI se convirtiera en una organizacin pura-
mente espaola, dada la gran diferencia de las situaciones polticas en
las dos naciones ibricas 19 . En Espaa la FAI deba asumir la represen-
tacin poltica del Movimiento libertario, deba transformarse en partido.
En efecto, una de dos: o Ja FAI no intervena en poltica y estaba de
ms 20, ya que la CNT se bastaba a s misma, o la FAI se converta
en un partido que defendiera al Movimiento libertario. La CNT, orga-
nizacin de clase agrupando a obreros de diversas ideologas, tena
una funcin econmica 21 y reivindicativa que desempear; no poda
gobernar en nombre de la nacin y defender al mismo tiempo en la calle
los intereses del proletariado.
Cuando la guerra terminara y la vida volviera a su curso normal, los
libertarios intervendran en poltica y tomaran parte en la campaa
electoral. Cmo presentar candidatos en nombre de la CNT cuando un
cierto nmero de obreros republicanos o marxistas, que como es lgico
votaran por sus respectivos partidos, formaban parte de aqulla? Vota-
ran estos obreros dos veces ? O, en caso de no votar por sus partidos,
239
Los anarquistas espaoles y el poder
22. Santilln replic con sequedad en Timn: "Nada tenemos que rectificar en el
magnfico cuerpo de doctrina que enarbolamos como bandera y nada tampoco en los
procedimientos tcticos que siempre hemos propagado. Nos contentamos hoy con afirmar
que si nuestro criterio tuviese algn punto de contacto con el sostenido por Prieto, nos
consideraramos al margen de la trayectoria de la CNT y de la FA!." Menos de
ocho aos ms tarde, Santilln pensar de otra manera pero sufrir entonces los ataques
de sus fieles de 1938 (G. Esgleas, Federica Montseny, etc.).
240
Las grandes etapas de Ja revolucin ideolgica
23. Horacio Prieto (El anarquismo espaol en la lucha poltica, p. 42) escribe: "Dijimos
a los opositores miembros del Comit peninsular (de la FAI), que su actitud era menos
comprensible que el misterio de Ja Santsima Trinidad, que no comprendamos que
se hubiera sido ministro o consejero regional en nombre de Ja CNT siendo afiliados
a la FAI, y que no se quisiera serlo en nombre de Ja misma FAI, que nuevamente
se estuviera dispuesto a ser ministro o consejero en nombre de un organismo y no
en nombre de otro... que no comprendamos al hombre anfibio, ministro en Ja CNT
y antipoltico en la FAI, y que el hombre es lo que es, y vale Jo que vale por s
mismo y no por s y por la mscara". Pero aade ms lejos: "Nosotros comprendamos
que todo eso era supersticin pura, miedo al que dirn los de enfrente, miedo a
desautorizar el pasado, desautorizando el rigorismo escolstico de los anarquistas primi-
tivos que goza del signo de Ja infalibilidad analtica, de la crtica protestaria e incor-
formis ta. "
24. /bid. p. 9: "Puse a Ja FAI ante el dilema de o gobemar o pasar al archi10 con todos
los honores."
25. He aqu el dictamen en cuestin: "El Movimiento libertario... considera que
podr seguir interviniendo en poltica circunstancialmente en tanto que sus Plenos nacio-
nales de conjunto de las tres ramas, al apreciar las caractersticas de cada momento,
lo consideren necesario y conveniente, a los fines de Ja mejor defensa de los intereses
populares, para la mejor consecucin de los objetivos propios y del objetivo final del
Movimiento libertario, sin cerrar con una meta predeterminada el ciclo propio de la Revo-
lucin espaola, abierto a todas las posibilidades transformadoras. En tanto no se
produzcan nuevas etapas de evolucin poltica que obliguen al Movimiento libertario
a apreciarlas como tales a travs de sus Plenos regulares, consideramos que la CNT
es la que debe representar gubernamentalmente al Movimiento libertario. La CNT, al
intervenir en el gobierno, representa al Movimiento libertario en su conjunto sin
prejuicio de que las otras ramas puedan intervenir igualmente si esto resulta necesario
a Jos fines de que el Movimiento libertario tenga en polftica la representacin propor-
cional que por su importancia le corresponde con respecto a los sectores marxistas
y republicanos."
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Los anarquistas espaoles y el poder
26. Actas del Pleno de secretarios regionales de la CNT-ML celebrado en Espaa, los
das 30 de noviembre, I y 2 de diciembre del ao 1946, se encuentra esta denuncia de la
antigua "oclocracia" confedera!: "En la mayora de los casos, por influencias persona-
listas o de grupo, hemos visto situados en puestos de mxima responsabilidad hombres
ignorantes y de moralidad dudosa, verdaderos administradores actuando de jefes
polticos, organismos de administracin complicada dirigidos por quienes solamente
contaban con los dedos, etc., ejemplos que no se precisa seguir enumerando porque lo
hemos constatado con dolor, viendo el desprestigio que ocasionaban en el conglomerado
libertario, tan altamente sostenido por otros compaeros generosos e inteligentes, despla-
zados demasiadas veces por el temor consecuente de la mediocridad de quienes
mandaban."
27. Horacio Prieto (El anarquismo espaol en la lucha poltica, p. 66) considera que
las CAP (o Consejos polticos) acabaron en un fracaso: "Conocemos la experiencia de Jos
Consejos polticos durante la guerra civil: arbitrio absoluto para decidir en materias
urgentes, incapacidad de hacerse respetar por una colectividad impreparada para la
educacin poltica y por falta de plataforma disciplinaria; dictadura inconfesa para
resolver, desorden explcito para plasmar colectivamente las resoluciones." En otra parte
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Las grandes etapas de la revolucin ideolgica
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Los anarquistas espaoles y el poder
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11 La CNT y el gobierno Negrn
l. La contrarrevolucin en marcha.
Los anarquistas suplican a N egrn
y a Companys
Los efectos de la retirada de la CNT del gobierno no tardaron en
sentirse. Los comunistas, al no verse ya frenados por nadie, se convir-
tieron en los dueos del poder y se sirvieron de l para eliminar a la
extrema izquierda que todava conservaba el control de la clase obrera
y del campesinado pobre.
Las primeras vctimas fueron los marxistas antiestalinistas del POUM.
La formidable mquina de propaganda y de represin construida por los
comunistas fue lanzada brutalmente contra ellos. Fueron acusados de
colaborar con Franco y con la Alemania nazi, de sabotaje, de espionaje,
de terrorismo. El 28 de mayo, La Batalla, portavoz del POUM, fue
suprimida; el 16 de junio, los miembros del Comit ejecutivo de este
partido fueron detenidos. Los estalinistas pedan la ejecucin inmediata
de sus dirigentes, pero ya ellos mismos haban empezado la matanza
sistemtica de sus militantes; fueron ayudados ampliamente en esta tarea
por los agentes de la NKVD camuflados de " tcnicos " 1 . Los " pou-
mistas " aterrorizados imploraron a la CNT que los defendiera, pero los
libertarios tenan que defenderse primero a s mismos. En efecto, los
signos precursores de la represin eran visibles : los primeros militantes
asesinados, numerosas detenciones, secuestros, decreto del 23 de junio
instaurando los Tribunales especiales, exclusin de la F Al de los Tribunales
populares, desarme de los trabajadores, supresin de las Patrullas de
Control, de las milicias de retaguardia y de los Consejos de obreros y
soldados que vigilaban las fuerzas armadas (aplicacin del decreto de
marzo de 1937 que la CNT catalana haba rechazado), reestructuracin
de numerosas municipalidades con el fin de eliminar a los concejales
anarquistas, destitucin de responsables de ciertas colectividades, inter-
vencin del Estado en las estaciones emisoras de la CNT - F Al, prohi-
bicin de las reuniones pblicas no autorizadas previamente por el
gobierno, censura cada vez ms severa.
Los libertarios no tardaron ni quince das en darse cuenta de que
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Los anarquistas espaoles y el poder
2. Segn M. Garca Venero (Historia de las lnternacio11ales en Espaa, tomo III, p. 313)
los anarquistas parlamentaron con Negrn desde el 1 de junio: "Negrn llam a los
confederales el 1 de junio, para tratar de su posible colaboracin ministerial. La
nota oficiosa de la entrevista, suministrada por la presidencia del Consejo, sugera
que el Comit nacional de la Confederacin haba ofrecido su apoyo a Negrn " para
salvar a la Repblica". El Comit puntualiz que su presencia en la jefatura del
gobierno habase debido a una llamada de Negrn. En la entrevista, los confederales no
llegaron a un acuerdo."
3. Los oradores (vase Peirats: La CNT en la revolucin espaola, tomo II, p. 306)
concluyeron en estos trminos: "1. Constitucin de un gobierno con representacin
proporcional de todas las fuerzas antifascistas, el cual se imponga una autntica poltica
de guerra. 2. Cese de la censura en cuanto se refiera a crticas y cuestiones polticas.
3. Revocacin del decreto constituyendo el Tribunal especial, por ser un arma dictatorial
en manos de una minora. 4. Libertad de los detenidos gubernativos y vista rpida en
pblico y con garantas de los procesos pendientes."
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La CNT y el gobierno Negrn
4. Artculo 1 del decreto: "A los fines de auxilio y apoyo, por parte del Instituto de
Reforma Agraria, se consideran legalmente constituidas en el presente ao agrcola, todas
las explotaciones colectivas formadas a partir del da 19 de julio de 1936 ... "
5. Habiendo logrado enrolar en las filas de la UGT aragonesa a los propietarios
desposedos, a Jos campesinos individualistas, a los jefes de empresas artesanales, a los
funcionarios, a los pequeos burgueses (notarios, farmacuticos de pueblo, veterinarios, etc.)
en resumen a todos los elementos hostiles a la colectivizacin y a todos aquellos cuyos
privilegios haban experimentado mermas por la liberacin del proletariado rural, los
comunistas aumentaron su audacia cada da ms, tras la cada de Largo Caballero, atre-
vindose incluso a aconsejar el sabotaje de las colectividades. Adems, hacia el 1 de agosto
se celebr en Barbastro una reunin del Frente Popular de Aragn (formado por el
Partido Comunista, la UGT e Izquierda Republicana, pero totalmente controlado por
los estalinistas que se haban infiltrado en las agrupaciones republicanas), en la que los
delegados criticaron sin circunloquios la poltica del Consejo y reclamaron el nombramiento
de otro gobernador, mientras que, en el resto de Espaa, los peridicos comunistas y
negrinistas redoblaban sus ataques y que los miembros del gobierno (particularmente
Zugazagoitia, ministro de Gobernacin, y los dos representantes del Partido Comunista,
Jess Hernndez y Vicente Uribe) afirmaban que las protestas contra Joaqun Ascaso
afluan cada da ms a sus despachos."
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Los anarquistas espaoles y el poder
para la CNT que la de ceder en toda la lnea o suscitar una guerra civil
dentro del campo republicano. Los anarquistas hubieran podido, quizs,
con un mnimo de habilidad, mover en su favor algunas piezas del tablero
poltico (medidas de represalia, presin militar, negociaciones encaminadas
a obtener compensaciones, campaas de prensa o de carteles). Pero, una
vez ms, demostraban su ingenua arrogancia, una rigidez que los conde-
naba a lanzarse a aventuras peligrosas o a recibir los golpes sin devol-
verlos ellos. La experiencia de mayo de 1937 no pareca haberles
enseado ni siquiera los rudimentos de la estrategia poltica, ni el arte
de poner condiciones a un repliegue provisional, de eclipsarse en apa-
riencia ganando posiciones, de combinar la firmeza con la flexibilidad,
de escurrirse aqu para atacar mejor all 12 . A pesar de su voluntario
alejamiento del gobierno posean todava algunos triunfos pero no los
utilizaban; cmo no se iban a aprovechar de ello sus enemigos para
irritar, herir y desangrar al toro confedera!, soberbio y lento, con la
esperanza de que se quedara quieto, de que contendra indefinidamente
un arranque de furia ciega que conducira a buen seguro a la derrota ?
El hundimiento sbito del Consejo de Aragn iba a permitir a los
estalinistas, siempre dispuestos a explotar la menor debilidad de sus
adversarios, a justificar a posteriori la orden de disolucin y a confirmar
lo bien fundadas que estaban sus acusaciones anteriores. Si los liber-
tarios haban agachado la cabeza sin protestar, sin tirar un tiro, no pro-
baba tal actitud que su poder era ficticio, que tiranizaban a una
poblacin a la que haban impuesto la colectivizacin, y que todo el
mundo los detestaba ? 13
12. Horacio Prieto (El anarquismo espa1ol en la lucha poltica, p. 14) muestra la
desorientacin de Jos libertarios, deseosos de reconciliarse con Ja polca pero incapaces
de decidirse a cualquier accin: "Cuando el 17 de mayo de 1937 se produjo la crisis,
formndose un gobierno comunistoide, la CNT cometi un error funesto, no contribuyendo
a minimizar el carcter del nuevo gobierno... Efectivamente, la CNT no comprenda
nada de poltica... E l xito de comunistas y comunistoides fue mucho mayor de lo esperado
al no verse limitados por la presencia de la CNT en el gobierno. Entonces comenz
aquella campaa impune y derrotista de destruir las colectividades agrarias, de despojar
de los medios de trabajo a las industrias socializadas, de invadir Jos sindicatos y
clausurarlos, de secuestrar y liquidar fsicamente a los hombres en los frentes y en la
retaguardia, de imponer a nuestra prensa una censura abominable. En Catalua y en
Aragn especialmente, el control totalitario y la arrogancia del Movimiento quedaron
gravsimamente menguados. La admiracin, el respeto y la simpata iniciales del pueblo
por el Movimiento se transformaron progresivamente en hoslidad. Los militantes
estaban desconcertados y prevaleca en general el deseo vehemente de voller al gobiemo.
No se hablaba de otra cosa; no se fraguaban otros proyectos. 11
13. Enrique Lster (Op. cit. p. 151) finge dirigirse a los libertarios al exclamar: "La
11 Divisin lleg a Aragn con unos 7 000 hombres; ustedes presuman de que tenan
all tres divisiones anarquistas, tenan un "gobierno 11 con todo su aparato estatal y -segn
afirman ustedes- el pueblo les segua feliz. Cmo es posible que una relacin tal
de fuerzas pudieran los "batallones comunistas de Lster llevar a cabo la obra
destructora 11 de derribar Ja "gran revolucin libertaria 11 de Aragn? Eso fue posible,
seores anarquistas, porque en Aragn no exista ninguna revolucin, sino la contrarre-
volucin. " Y aade (lbid., p. 159) : "Por qu en aquella poca los anarquistas no
desmintieron nuestras acusaciones ni nos acusaron de alumniadores? No lo hiecieron
porque los habitantes de Alcaiz, de Caspe y otros pueblos aragoneses eran tesgos de
que lo que afirmbamos era Ja pura verdad. Se comprender f cilmente que, con tal
actuacin de los anarquistas, nada tenamos que disolver nosotros, pues sus crmenes
y sus robos bastaban para que el "Estado Libertario" se derrumbase bajo el peso del
odio popular."
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socializadas, se les hizo una guerra terrible desde el poder y con el apoyo de todos
los sectores p olticos; se les puso toda suerte de trabas legales para yugularles el
comercio exterior, para imposibilitarles la importacin de materiales de trabajo; se les
negaban crditos y garantas, fluido, carburantes; y en las oportunidades ms
impunes, las requisas y disoluciones manu militari remataban la campaa de difamaciones
y sabotajes contra la economa revolucionaria, en todo lo cual se distinguieron principal
y duramente los comunistas; y a pesar de todo, las colectividades aguantaron hasta
el ltimo momento, en su mayora, como creacin de la masa popular obrera."
16. Recordemos que la represin se descarg tambin sobre los socialistas de izquierda
y los amigos de Largo Caballero. Una feroz lucha por arrebatar la direccin de la
UGT se haba iniciado, puntuada por una serie macabra de asesinatos, que haba de
terminar con la reduccin a la impotencia del antiguo jefe de gobierno.
17. Este proselitismo de un gnero muy especial, del cual los anarquistas no fueron
las nicas vctimas, ha sido confirmado por todos los combatientes de la guerra civil,
exceptuando por supuesto los comunistas. Sin embargo, despus de su ruptura con el
estalinismo, Jess Hernndez (La grande trahison, p. 122-123) confirmar el empleo de la
corrupcin (favores, adulaciones y ascensos en la jerarqua para los simpatizantes o para
los arrivistas) y del chantaje (amenazas de envo a primera lnea y de degradacin de
los indecisos) en las divisiones controladas por el Partido Comunista, as como el asesinato
de los opositores ideolgicamente irrecuperables o de los elementos incorruptibles.
18. El SIM o Servicio de Investigacin Militar, creado el 15 de agosto de 1937, fue
tericamente un servicio de contraespionaje. No tard mucho en escapar a la autoridad
del ministro de Defensa para convertirse en apndice de la NKVD y en un precioso
auxiliar del Partido Comunista espaol. Los millares de agentes del SIM propagaron el
terror en el ejrcito y en la retaguardia con el apoyo de los comisarios polticos, quienes
eran en su mayora comunistas, y con la complicidad del Director general de Seguridad,
Ortega, sustituido ms tarde por Cuevas, ambos comunistas.
19. La mayora de los prisioneros ya no estuvo compuesta por fascistas, sino por mili-
tantes de la extrema izquierda (comunistas antiestalinistas, libertarios, "caballeristas ",
miembros del Partido Sindicalista), mientras que hombres de derecha como Portela
Valladares o Miguel Maura regresaban del extranjero y eran acogidos con los brazos
abiertos por las autoridades y recobraban sus propiedades.
20. Los comunistas no slo paralizaban a las tropas de la CNT sino que adems les
reprochaban esa inactividad fo rzada (de la cual eran en gran parte responsables) por
medio de los peores procedimientos difamatorios. El 11 de septiembre de 1937 (en
Delegacin del Comit nacional de Espaa en el exterior. Memorias sobre la CNT y la
FAZ en la guerra. Documento n 3), los combatientes libertarios del frente de Aragn
expresaron as su indignacin: "Mientras a otras divisiones de carcter marxista se les
releva de los frentes, se renueva totalmente su armamento, se les dota de todo el
material necesario para su perfecta organizacin, las Divisiones 28, 25 y 26 continan
en los frentes, tienen todava el mismo material que tenan en principio; no poseen
armas automticas ni morteros; no se les concede personal para aumentar la plantilla
en las operaciones; se ponen a estas unidades bajo mandos incompetentes sin otra cualidad
que pertenecer al Partido Comunista."
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40. Lo ms sorprendente es que la FAI juzgara til dirigirse a Azaa. En efecto, na-
die ignoraba que ese hombre estaba completamente anonadado por los acontecimientos
desde el comienzo de la guerra civil, que haba sido juguete de unos y otros y que haba
sido incapaz de tomar la menor iniciativa. En octubre de 1936, cuando Azaa dej
Madrid para residir en Barcelona, estuvo sometido a residencia vigilada durante cierto
tiempo por los anarquistas catalanes que teman su huda a Francia (segn el Informe
de la FAI al Movimiento libertario internacional). En agosto de 1938, Negrn le amenaz
con un golpe de Estado si trataba de reemplazarlo a la cabeza del gobierno (segn
Araquistain citado por Peirats: La CNT en la revolucin espaola, tomo III, p. 318).
En febrero de 1939, Azaa dimitir de su cargo, y, desalentado, no tardar en morir.
41. En su obra indita mencionada ms arriba, Horacio Prieto escribe: "Ni en las
cancilleras, ni en los crculos burgueses y burguesoides del extranjero, jams hizo nadie
ningn caso de las patraas propagandsticas de nuestros gobernantes, productos de una
torpe ingenuidad tendente a disfrazar lo que era transparente como la atmsfera diurna:
el proletariado confedera! practicando un socialismo de ensayos espordicos; el partidismo
marxista acechando la victoria rusa para bolchevizar Espaa; y republicanos y social-
demcratas impotentes para reintegrar el pas a la babia democrtica muerta en su
xtasis "juridicista"."
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42. Al fracasar sus planes de alianza con las potencias democrticas contra el
fascismo, la Unin Sovitica intentaba entonces un acercamiento a Hitler. Este cambio
de rumbo, que concluira con el Pacto germanosovitico, en agosto de 1939, tena como
consecuencia el que Jos rusos se desinteresaran de Espaa.
43. Diego Martnez Barrio, sucesor de Azaa en Ja presidencia a partir del mes de
marzo, no apoyar tampoco a Negrn. Los presidentes Aguirre y Companys adoptarn la
misma actitud negativa.
44. Dolores lbrruri (Mmoires de la Pasionaria, p. 406-407, 416 y 419) pone en duda
Ja sinceridad de Negrn: "Es cierto que el propio Negrn haba perdido toda esperanza
en el resultado de los combates ... Afirmaba continuamente su voluntad de resistir, pero
no haca nada para organizar la resistencia... Negrn, que en el fondo de sus ocultos
pensamientos estaba deseando descargarse del fardo gubernamental y encontrar un
pretexto que justificase medidas desesperadas, en Ja primera reunin del gobierno en
Madrid se mostr agrio y amenazador hacia Jos comunistas hasta que nuestro ministro
Vicente Uribe le puso los puntos sobre las es, hacindole volver a la razn ... Negrn
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pareca un hombre desbordado por Jos acontecimientos ... " Lster (Op. cit., p. 254)
escribe tambin: "Acaso el golpe de Casado y compaa vino, en Ja prctica, a dar
a Negrn el pretexto para abandonar el campo de batalla con Ja dignidad del hombre
injustamente atacado y vctima de Ja traicin."
45. A lo que parece se produjo entonces un verdadero derrumbamiento del Partido
Comunista. La enorme masa de gente que se haba adherido al partido por odio a Ja
Revolucin, por miedo, por amor al "orden" , por oportunismo poltico, por arribismo,
no tena ninguna formacin ideolgica verdadera, ni ningn conocimiento del marxismo.
Toda esa gente abandon el partido en cuanto lo vio en mala situacin y Jos
comunistas se encontraron tal y como estaban a principios de Ja guerra civil: un puado
de cuadros sin influencia real sobre Ja poblacin. El Partido Comunista, favorecido por
las circunstancias, experiment un crecimiento absolutamente artificial; fue un organismo
monstruoso con pies de barro.
46. Del total de 500 000 hombres aproximadamente que defendan el ltimo pedazo
de la zona republicana. Esta importante cifra no debe crear ilusiones: la penuria de
armas, de municiones, de vehculos, etc. era catastrfica.
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47. M. Garca Venero (Historia de las Internacionales en Espaa, tomo IU, p. 395)
escribe: "En ese instante, el Movimiento libertario de Ja zona Centro-Sur celebraba en
Valencia un Pleno en el que se trat de las posibilidades de un alzamiento contra el
gobierno. Los libertarios iban a crear una Secretara nacional de Defensa, constituiran
un Tribunal de Salud pblica o "contracheka", para dominar a los comunistas: en las
deliberaciones apareci el nombre del coronel Segismundo Casado, como posible
ejecutor de los designios libertarios."
48. Garca Pradas (La traicin de Stalin, p. 66) lo afirma: "El nombre de este organismo
fue propuesto por nosotros... Aceptada la denominacin se acept tambin Ja estructura
proyectada por nosotros, y fue el Comit regional de Defensa del Movimiento libertario
quien hizo lo que se llama "reparto de carteras" . No hubo ms que una variacin: la
concerniente a Besteiro." Los libertarios volvan pues a la vieja idea de un Consejo
nacional de Defensa que haban ya formu lado el 15 de septiembre de 1936 sin xito y
con contenido muy distinto.
49. Los anarquistas asumieron las fu nciones ms importantes en la nueva administra-
cin. Por ejemplo, Melchor Rodrguez fue alcalde de Madrid y David Antona gobernador
de Ciudad Real.
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Los anarquistas espaoles y el poder
pero ... la Revolucin libertaria era imposible entonces ... pero ... socialistas
y republicanos odiaban a los anarquistas... pero ...
En resumen, los anarquistas, por fin dueos indiscutibles del poder,
slo lo conservaron algunos das. Los combates contra las divisiones
comunistas haban desintegrado la retaguardia, desorganizado el frente,
disipado la poca esperanza que quedaba de salvar aunque slo fuese el
honor del soldado gracias a una paz negociada bajo el signo del anti-
comunismo. Franco exigi una capitulacin total y respondi a las
llamadas desesperadas del Consejo con una ofensiva irresistible 50 Todo
se desmoron y ya no hubo ms que deserciones en masa, desobediencia,
incursiones de la quinta columna, parlisis administrativa, inercia de la
poblacin, el slvese quien pueda de los responsables polticos y mili-
tares; el 28 de marzo los fascistas entraban finalmente en Madrid y
el 30 los italianos ocupaban Alicante, capturando a millares de militantes
que no haban podido embarcarse, sin hacer discriminacin entre los
partidarios de la Junta y los negrinistas.
El Consejo nacional de Defensa fracas totalmente en sus objetivos.
No solamente no pudo obtener la menor concesin por parte de Franco,
sino que adems carg con la responsabilidad de haber puesto fin a la
guerra en las peores condiciones posibles: desorden, desbandada y rid-
culo. Habiendo querido arrebatar a los comunistas el prestigio de una
resistencia heroica y terminar la guerra con decencia, fue incapaz de
adquirir para s ese prestigio y salvaguardar su dignidad.
Es verdad que todo estaba perdido; nadie, excepto quiz algunos exal-
tados militantes del Partido Comunista, crea posible una resistencia que
durara hasta la explosin de un conflicto mundial 51 Los soldados
estaban agotados, la carencia de material blico era trgica y la coyuntura
internacional segua siendo tan desfavorable (acuerdos de Munich, reti-
rada sovitica, reconocimiento de las autoridades rebeldes por las grandes
potencias). La CNT pretenda continuar la guerra hasta el fin si los
fascistas rechazaban sus proposiciones de paz, pero al derrocar a Negrn
50. He aqu las bases propuestas por el Consejo nacional de Defensa (en Brou y
Tmime: La Rvolution et Ja guerre d'Espagne, p. 495): "l. Afirmacin de la integridad
y de la soberana nacionales. 2. Respeto de todos los combatientes cuyos motivos fueran
"sinceros" y "honrados". 3. Garanta de que no habra represalias fuera de los juicios
regulares y que los delitos polticos seran distinguidos de los de derecho comn. 4. Res-
peto a la vida y a la libertad de los militares de Milicias y de los comisarios polticos
limpios de sangre. 5. Respeto a la vida, a la libertad y a la carrera de los militares
profesionales. 6. Las mismas garantas para los funcionarios. 7. Plazo de gracia de
veinticinco das para quien quisiera marcharse de Espaa libremente. 8. Ni soldados
italianos ni marroques en la antigua zona republicana."
51. Ciertos dirigentes comunistas hablarn del "entusiasmo" de las masas dispuestas
a los ms heroicos sacrificios. Ese lenguaje enftico se ha ido atenuando con el transcurso
del tiempo y "la Pasionaria" (Op. cit., p. 399) confiesa: "Hay que reconocer que una
gran lasitud se haba apoderado del pueblo y que los habitantes de la capital catalana
estaban destrozados por las privaciones, por la falta de alimentacin y por los terribles
y constante bombardeos." Qu decir entonces de la poblacin de Madrid en donde las
condiciones de vida fueron, durante toda la guerra, mucho peores que las de Barcelona,
y de su sensacin de acorralamiento sin otra escapatoria que el mar? "La Pasionaria"
que se apresur, el 7 de marzo, a escapar en avin con el Estado Mayor del partido,
prefiere hoy la discrecin.
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57. El Consejo del MLE en Francia tuvo un hermano gemelo en Espaa. Juan Lpez
se convirti en el secretario general del Comit nacional del Movimiento libertario que
fue constituido el 7 de marzo de 1939, mientras la batalla contra los comunistas haca
todava estragos, por la fusin de los rganos directores de la CNT-FAI-FDL, y
que se apresur tambin a caucionar el putsch de los anarquistas madrileos. Preci-
semos que el secretario general de la UGT, Rodrguez Vega, y socialistas o republicanos
exilados (Fernando de los Ros, Trifn Gmez, Julin Zugazagoitia, Nicolau d'Olwer...)
apoyaron igualmente al Consejo nacional de Defensa.
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12 Los primeros anos del exilio
y de la lucha clandestina.
El gran cisma confederal
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Los anarquistas espaoles y el poder
El POT no pas del estado de proyecto. Los nuevos " puritanos " se
indignaron ante esta obstinacin poltica, a sus ojos totalmente contro-
vertida por los acontecimientos, mientras que la mayora de los partidarios
de la colaboracin se negaban a creer en la utilidad de un nuevo partido.
Por su parte, Horacio Prieto, vocero de la reestructuracin ideolgica y
organizativa de la CNT, no apreci la iniciativa de Garca Oliver; le
reproch no tener en cuenta el fracaso del Partido Sindicalista, y de
caer en los mismos errores, es decir, escoger un momento inoportuno
y debilitar a la CNT en lugar de fortalecerla, al querer imponer por
medio de maniobras personales un cambio radical de orientacin que por
no haber sido sentido y reclamado por los militantes de base despus
de una paciente propaganda, slo conducira a una catastrfica escisin
del Movimiento libertario.
El fracaso del POT no desanim a Garca Oliver, deseoso ante todo
de reemprender la lucha contra Franco de manera eficaz y en el plazo
ms breve posible; le condujo, al contrario, a buscar una nueva tctica
mejor adaptada a la sicologa de los exilados. Habindose instalado en
1940 en Mxico, observ con dolor la atmsfera de discordia y el
espritu de clan que reinaba entre sus compatriotas, sus crticas puramente
negativas, su incapacidad de unirse para extirpar de Espaa la tirana
sangrienta de la Falange y de la casta militar. Considerando que el tiempo
apremiaba, ya que una vez la guerra mundial terminada sera demasiado
tarde para negociar una ayuda de las Naciones Unidas, para hacer valer
la aportacin de los combatientes espaoles enrolados en las tropas
aliadas, estimando que importaba no esperar para actuar en el ltimo
momento apresuradamente y en la confusin, fue el primero que inici
una- campaa cerca de los militantes de la CNT y de los antifascistas
en general, encaminada a definir un programa comn mnimo y a conso-
lidar una cooperacin constructiva que permitiera el restablecimiento de
un rgimen democrtico de orientacin socialista revolucionaria. Por lo
que sabemos, fue tambin el primero en deplorar pblicamente la inexis-
tencia de un organismo que representara al antifranquismo ante los
Estados democrticos, con la misin de emprender la liberacin de
Espaa antes mismo que se derrumbaran las potencias del Eje; en una
palabra, fue el primero en propugnar la constitucin de un gobierno
republicano en el exilio.
En lo que respecta en particular a los libertarios, Garca Oliver sostena
que la guerra civil no haba terminado, sino que se haba ampliado a
escala universal, y que por consiguiente, la CNT, reorganizada previa-
mente con firmeza, de forma que se presentara como un cuerpo bien
disciplinado, coherente y poderoso, deba perseverar en la lnea colabo-
racionista ratificada por las diversas asambleas regulares celebradas de
1936 a 1939; invitaba a los militantes a convertirse en los apstoles de
la unidad de accin ante los republicanos, los comunistas y los socialistas
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2. Los modales autoritarios de Garca Oliver hicieron fracasar siempre sus iniciativas
oportunas; enrgico, audaz e infatigable, nacido para ser jefe de partido, conductor de
hombres, fue condenado en Ja CNT a no ser ms que un orador estentreo, siempre
criticado, siempre impugnado y siempre imposibilitado. Los libertarios reaccionaron contra
l en Mxico, en 1942, tal como ya lo haban hecho en Pars en 1926.
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Los anarquistas espaoles y el poder
3. Fue Pedro Herrera quien sugiri por primera vez, en el mes de marzo de
1939, que se establecieran contactos entre la CNT y la Falange. El Consejo del Movimiento
Libertario Espaol en Francia rechaz esa propuesta. Sealemos que antes de 1936, Jos
Antonio Primo de Rivera intent sin xito entenderse con el Partido Sindicalista y con
algunos elementos de la FAJ, entre ellos Santilln. En aquel tiempo, la Falange tena
un carcter "revolucionario" (programa de nacionalizaciones, reforma agraria, etc.)
completamente olvidado en 1939, pues privada de su jefe (ejecucin de Jos Antonio
Primo de Rivera por los republicanos en noviembre de 1936), y desbordada por el
aumento de sus efectivos, cada vez ms dominada por los militares, se vio obligada,
a partir de abril de 1937, a transformarse en Falange Espaola Tradicionalista y de las
JONS (FET y de las JONS), aceptando en sus filas a carlistas y a conservadores de
toda laya. Los autnticos falangistas o "camisas viejas" perdieron su influencia con
el transcurso de los aos (eliminacin de Manuel Hedilla, burocratizacin, y corrupcin
generalizada), mientras que los carlistas empezaron a replegarse desde 1939. La FET
se convirti definitivamente en un engranaje esencial del Estado nacionalsindicalista al
servicio de Jos banqueros, de los propietarios, del clero y del Caudillo, en un enorme
aparato de represin, en un bazar en el que los parsitos sin ideologa estaban dispuestos
a cualquier villana "por un plato de lentejas".
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una "Repblica democrtico burguesa dominada y gobernada por Jos grandes capita-
listas" y servido de "instrumento de Ja reaccin anglofrancesa" (sic). La ofensiva nazi
contra la URSS oblig a los comunistas a hacer una pirueta tan delicada en el plano
interior como en el internacional; se convirtieron de golpe en los defensores de Ja
Constitucin republicana de 1931 y de las Cortes de mayora izquierdista salidas de las
elecciones de febrero de 1936. Un ao despus, en 1942, nuevo cambio de rumbo: ya no
hablarn de Repblica.
N.B. Varios millares de comunistas espaoles refugiados en la URSS lucharon en el
Ejrcito rojo mientras que Franco reforzaba las tropas nazis enviando a Rusia Ja
"Divisin Azul".
10. Exceptuando quizs a los anarcosindicalistas, que ya haban constituido un embrin
de organizacin reuniendo cerca de 4 000 hombres. En efecto, habiendo constatado que
el Consejo del Movimiento libertario no daba ya signos de vida (Esgleas estaba preso,
Federica Montseny en residencia forzosa, y los otros miembros sometidos al trabajo
obligatorio), los militantes empleados en Ja construccin del pantano de L'Aigle (Cantal)
emprendieron a partir de octubre de 1941, Ja reestructuracin clandestina de la CNT.
El 6 de junio de 1943, se celebr en Mauriac el primer Pleno confedera! en el que
deliberaron delegados que representaban a las federaciones de los grupos fijados en zona
libre; este Pleno cre un comit de enlace del MLE en Francia, del cual Jos Germn
fue el primer secretario general. A finales de 1943, un subcomit de enlace del MLE
se constituy en la zona ocupada.
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19. Con ms de 26 000 militantes (35 000 a 40 000 como mximo, ya que no hay que
olvidar que los Congresos de la Confederacin nunca han representado a la totalidad de
sus afiliados), Ja CNT igualaba ella sola, sin duda alguna, a las dems organizaciones
espaolas de izquierda refugiadas en Francia. En Africa del Norte, Ja relacin de
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fuerzas era, segn parece, la misma, pero no ea Amrica latina, donde los socialistas y
los republicanos eran superiores en nmero (es imposible adelantar cifras algo precisas
respecto a los antifascistas instalados fuera de Europa); sin embargo, despus de 1945,
numerosos libertarios instalados en Francia consiguieron cruzar el Atlntico.
20. Germinal Esgleas naci en Marruecos ea 1903. Obrero de la industria de la madera
y luego de la textil, no lleg a ser verdaderamente conocido ea los medios libertarios
hasta 1939.
21. Horacio Prieto (Anarquismo relativo, p. 98) comenta de manera incisiva los
dictmenes referentes a la organizacin econmica: "La Ponencia de Pars es ms
socialista y ms racional que la de Zaragoza, con mucho menos espritu anarquista que
sta y con muchos menos mritos que otras resoluciones de la CNT tomadas durante la
guerra civil y de las que la Ponencia de Pars es una recopilaci611 capitidisminuida. En
honor a la verdad slo adolece la Ponencia de Pars de un pequeo defecto. Si se hubiese
declarado en una breve apostilla, "la puesta en vigor de las prescripciones de la Ponencia,
y su valorizacin, sern garantizadas por el Cdigo penal", toda imputacin de quijotismo
derrotista la retiraramos con gusto."
22. Vese Memorias del Congreso... de mayo de 1945, p. 19. Basta recordar que
numerosos libertarios ocuparon cargos polticos, administrativos y militares para com-
prender Ja importancia de este texto y percatarse de que la declaracin de principios que
lo preceda (vase p. 18) no era ms que una cortina de humo (la CNT ratificaba una
vez ms sus tcticas de accin directa y su trayectoria revolucionaria y antiestatal).
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transmisin muy perfeccionada creada por los presos, las clulas vitales
de la ANFD y, probablemente, los principales focos de guerrilla 2 ~.
En contrapartida, esta CNT no dispona de ningn arsenal terico, de
ningn programa general fuera del dominio de los arbitrios tcticos.
Pretenda que las circunstancias seguan siendo excepcionales, que por el
momento pues que dejar de lado los grandes principios pero mientras que
los " pieles rojas " se basaban en textos claros escritos por doctrinarios de
talento, los " circunstancialistas " no podan referirse a nadie ni colmar
aquel vaco con una ideologa forjada por ellos mismos, susceptible de
guiarlos en una accin de largo alcance. Y a no eran del todo anarcosindi-
calistas y menos an anarquistas, no por ello se haban convertido en sin-
dicalistas reformistas, en socialdemcratas o en marxistas revolucionarios.
De hecho, eran hombres que haban abierto un parnteiss, que vivan en la
interinidad, sin saber cundo podran cerrar el parntesis o cundo aca-
bara lo interino; negaban en parte las ideas libertarias pero no se decidan
a desprenderse de ellas; permanecan desgarrados entre el presente y el
pasado, sin fuerzas ni valor para concretizar su pensamiento, para efec-
tuar una separacin entre lo que haba de bueno o de malo, de vlido
o de superado en las teoras libertarias, para crear algo nuevo a partir de
las enseanzas del pasado.
Una pequea minora de entre ellos, dirigida por Juan Lpez, rompi
los lazos con el anarcosindicalismo; elev la colaboracin poltica al
rango de sistema arguyendo que los sindicatos deban sustituir a los
partidos y gobernar en su lugar, pues de esta manera los trabajadores
ejerceran el poder sin intermediarios de ningn tipo, sin ser descarriados
por organismos especializados que, a pesar de su verbalismo revolu-
cionario, no haran ms que suplantar la dictadura de la burguesa por
la suya a expensas del proletariado engaado y artificialmente dividido.
Al recomendar tambin el cooperativismo, al condenar la violencia y
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26. Actuando en una clandestinidad estricta, perseguidos por la polica, los miembros
del Comit nacional han permanecido desconocidos en su mayora; los sucesivos secre-
tarios llevaron seudnimos o firmaban los documentos con iniciales simblicas. En
Madrid, todos los secretarios del Comit nacional tenan sus despachos en agencias que
les servan de cubierta.
27. Desde Juego, por limitamos a cuestiones estrictamente polticas, no estudiaremos
su actuacin en tanto que combatientes antifranquistas dentro de Espaa; Ja narracin
de su lucha armada, de sus hazaas, de sus fracasos, de sus actividades propagandsticas
y de su martirio exigira un libro entero.
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28. Algunos militantes como Garca Oliver y Aurelio Fernndez permanecieron aparta-
dos de las dos CNT con la esperanza de que su neutralidad facilitara la reunificacin
al permitirles desempear un papel conciliador. Sus esfuerzos sern vanos y, en 1956, se
unirn a los sindicalistas polticos que, segn ellos, haban dado muestras de una buena
volontad que no descubran en los "pieles rojas" (stos haban rechazado todos los
planes encaminados a restablecer Ja unidad). A decir verdad, Garca Oliver, fiel a la
posicin asumida en 1942, era colaboracionista pero crea que el gobierno de Gira! se
equivocaba al desdear la lucha armada en Espaa en provecho de una actividad
diplomtica ilusoria, cuando lo imprescindible hubiera sido constituir un organismo
centrado sobre la direccin politicomilitar de la Resistencia y dar de lado a las naciones
democrticas en lugar de suplicarles.
29. La nocin de un partido que pretende controlar el aparato estatal para dominar
su tendencia al totalitarismo, a la burocratizacin y al imperialismo, para reducir su
importancia al mnimo, desquicia, claro est, la concepcin anarquista clsica del Estado;
conserva, sin embargo, numerosos aspectos crticos y lo esencial de su aportacin
sociolgica. Segn Prieto, el Estado es eterno, inherente a la condicin humana; si su
papel hubiera sido puramente negativo, no habra subsistido mucho tiempo. Resultante
de la mentalidad de los que lo dominan o lo mantienen, se transforma perpetuamente
segn el grado de civilizacin, las ideologas y el desarrollo tcnico econmico, pero
subsiste en tanto que instrumento de enlace, de orientacin y de garanta (de los pri-
vilegios, del poder de una secta... o de las libertades, de la igualdad, etc., segn el
caso). Por ello, aunque se le bautice con otro nombre: "Administracin" , "Federacin"
o "Anarqua", su realidad histrica persistir a consecuencia de la desigualdad intelectual
y moral de los hombres, de su diversidad sicolgica, de la divergencia de sus intereses
y de sus pasiones; y lo mismo ocurre con la ley, correa que une las distintas piezas de
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contar. Estos ltimos, procedentes del POUM, del PSUC, del ala izquierda
del PSOE, del trotsquismo, tendran cabida en un partido libertario en
lugar de destrozarse entre s, de formar grupsculos sin porvenir. Puesto
que desean luchar por un socialismo democrtico y revolucionario distinto
del estalinismo y de la socialdemocracia, puesto que afirman ser de amplio
espritu, por qu no se uniran a los libertarios liberados de su antiguo
dogmatismo? Lo que con prioridad importa es construir una Espaa
nueva, una Espaa que sea ella misma y no una caricatura del extranjero.
El Partido Libertario acoger todas las corrientes ideolgicas, todos los
hombres sinceramente revolucionarios y patriotas sin dogmatismo, que
quieran enriquecerlo, hacer de l una fuerza de renovacin adaptada a
los cambios prodigiosos sobrevenidos en el mundo despus de la poca
de la Primera Internacional, y adaptada a las particularidades sico-
sociales de Espaa. Marxismo y anarquismo han sido superados en el
plano de la prctica (cada uno es libre de defender una u otra doctrina
en el plano filosfico) por una evolucin que ellos han determinado en
parte, afirma Prieto tras haber reseado las enseanzas de la guerra civil,
la historia del bolchevismo, de la socialdemocracia, de la CGT francesa
o de las trade-unions britnicas, los xitos y los fracasos de diversas
revoluciones 32
Habiendo empezado a exponer sus ideas pblicamente despus de la
Liberacin de Francia, Horacio Prieto tuvo que comparecer ante una
reunin plenaria del Comit nacional del MLE en Francia, el 30 de di-
ciembre de 1944, para precisar sus intenciones reales. No vacil en fusti-
gar sin miramientos el apoliticismo, denunciando de paso el peligro de
reivindicar las conquistas revolucionarias logradas durante la guerra civil,
pues tal propaganda slo conducira a reforzar el poder de Franco al
suscitar una reaccin hostil del capitalismo occidental. Asimismo, vituper
la colaboracin poltica de la CNT utilizando lo que haba escrito en
septiembre de 1944, en un folleto todava indito por entonces, titulado
El Movimiento libertario espaol y sus necesidades urgentes, en el que
propona la creacin del Partido Libertario.
32. El anarquismo espaol en la lucha poltica, p. 107-108: "El socialismo con li-
bertad es libertario, en su origen, en su actualidad, en su devenir. Ni Marx ni
Bakunin tenan absolutamente razn el uno sobre el otro. La experiencia nica de so-
cialismo con libertad se hizo en Espaa, iniciada por libertarios, conducida por liber-
tarios y seguida en un proceso lento de rectificacin por libertarios... Todo lo que
es dar impulso al pueblo para que se organice libremente, orientado por una moral de
altruismo humano, minimizando el poder del Estado, no es ni ms ni menos que socia-
lismo libertario... El marxismo totalitario se experimenta por tanteos contradictorios,
a fuerza de terrorismo, de dictadura cruel sin analoga histrica, artificiando un Es-
tado de clase monstruoso, impropio del fondo mesinico del socialismo. El bakuninismo
totalitario del antiEstado no ha prosperado en sus ensayos y encierra el peligro de
producir la dictadura de los antiautoritarios por la reaccin violenta contra un desor-
den inencauzable por Ja persuasin. Los dos, Marx y Bakunin, conducen a la dictadura
permanente sin haberlo previsto. El alemn, por querer llegar a la libertad por medio
del despotismo cientfico; el ruso, por querer el mismo fin por medio de la improvisa-
cin social sin regulacin legal. El movimiento libertario espaol es una sntesis de
Jo til que hay en el marxismo (sentido de la organizacin, de la disciplina y del
Estado tutelar) y de lo til que hay en el bakuninismo (sentido de la democracia popular,
del culto a la libertad individual y de la administracin sindical)."
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13 La cns1s del gobierno Giral.
El caos y la noche
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respetar las formas; no poda dejar de hacerse eco de los ataques ince-
santes de Prieto contra el gobierno de Giral 1 . El resultado fue que este
ltimo actu en contradiccin consigo mismo desde su nacimiento ya que
de l formaban parte dos ministros socialistas, Fernando de los Ros y
Trifn Gmez, que impugnaban su poltica, e incluso su razn de ser.
En Espaa, los libertarios adoptaron inmediatamente las tesis de
Indalecio Prieto por instigacin de un personaje extrao: Juan Jos Luque.
En noviembre de 1945, se pusieron al habla con ciertos monrquicos,
al parecer a peticin de stos. Poco despus (a finales de enero de 1946),
ayudado discretamente por la diplomacia britnica que presion sobre
Salazar, el pretendiente don Juan de Barbn, conde de Barcelona, aban-
don Suiza por Estoril, en los alrededores de Lisboa, con el fin de actuar
con toda libertad y de contactar sin dificultad a cuantos eran favorables
a un plebiscito.
Quines eran esos monrquicos ? Qu es lo que queran ? Cuando
es sabido que las grandes familias aristocrticas suscitaron y aprobaron
el alzamiento militar, que Gil Robles trabaj ms que nadie en sabotear
la segunda Repblica, que el pretendiente combati en las filas del ejrcito
rebelde, no puede uno sino quedarse asombrado por sus gestiones cerca
de la ANFD. En realidad estaban profundamente divididos : una tendencia
vagamente democrtica que preconizaba un acuerdo con la ANFD y
contaba con algunos generales retirados o muy vigilados por la polica,
ejerca una gran influencia sobre don Juan 2 ; pero otra tendencia, patro-
cinada por Gil Robles, tema las veleidades " izquierdistas " del preten-
diente aunque se declarara tambin antifranquista; por ltimo, exista una
tendencia ultraconservadora que deseaba el advenimiento de una monar-
qua autoritaria protegida por los militares, sin que sea necesario men-
cionar la secta carlista, eterno adversario de la democracia ms moderada.
El hijo de Alfonso XIII pareca decepcionado de no haber recibido la
corona de manos del Caudillo (ltimas y vanas splicas de marzo de
1945). Al percatarse de que no obtendra sino en un porvenir lejano el
objeto de su codicia si se limitaba a esperar pasivamente la voluntad arbi-
traria de Franco, consider quiz que la amenaza de un acercamiento
a las izquierdas y profesiones de fe liberales que le dieran a conocer como
un futuro soberano constitucional, inquietaran a los oligarcas fascistas
l. Se ha repetido con frecuencia que Prieto hizo fracasar el gobierno Giral por
motivos personales inconfesables; no pueden ser desdeados estos propsitos malintencio-
nados si se recuerdan las querellas que lo opusieron a los lderes republicanos (sobre
todo Martnez Barrio) en el seno de la JEL, y su carcter rencoroso revelado en
varias ocasiones (fricciones con Largo Caballero, con Negrn, etc.). Retrospectivamente,
cun irrisorio parece su llamamiento a las dbiles e inestables naciones de una
Amrica latina al borde de sangrientos disturbios, de catstrofes econmicas y de una
oleada de dictaduras que iba a sumergirlas! Cun irrisorio tambin el llamamiento de
Largo Caballero invocando el arbitraje de una ONU impotente!
2. Citemos solamente, dentro de esta tendencia, al antiguo embajador de Espaa en
Francia, Quiones de Len, al marqus de Luca de Tena, a los generales Aranda (el res-
ponsable de la prdida de Oviedo ser arrestado en febrero de 1947 por la polica fran-
quista) y Kindeln (sometido a residencia forzosa en las islas Canarias desde febrero
de 1946).
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2. La maduracin de la crisis
(marzo-diciembre de 1946)
La nota tripartita del 4 de marzo de 1946, firmada por Georges Bidault,
James Byrnes y Ernest Bevin volvi a dar actualidad a la frmula
plebiscitaria, arrinconada durante cierto tiempo. En esta declaracin
conjunta, los gobiernos francs, americano y britnico manifestaban su
preferencia por un rgimen transitorio que sucediera a Franco sin
derramamiento de sangre, y que se asignara la misin de organizar demo-
crticamente un referndum constitucional. Se deduca de ello, dada la
coyuntura internacional que pareca encaminarse hacia una tercera guerra
mundial, que los " dirigentes patriotas y liberales " que evocaba la nota
para asumir el relevo del nacionalsindicalismo seran burgueses, hombres
muy moderados, monrquicos y republicanos, capaces de asociar a la
defensa del mundo occidental una Espaa que disfrutara a partir de
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Gil Robles tena bajo su influencia. Don Juan invit entonces al MLE, el
20 de diciembre, a enviar delegados a Lisboa para discutir directamente
con l. Luque le respondi el 28 de diciembre con una larga y recargada
carta, el Mensaje libertario al pretendiente, en la que rechazaba en
nombre de la CNT cualquier entrevista en la que no participaran al
mismo tiempo representantes de todos los movimientos antifranquistas
coaligados con el objetivo de un plebiscito institucional (la ANFD en
cuanto tal, y las diversas fracciones monrquicas); le imploraba
adems que tomara una posicin clara, firme, definitiva, publicando un
manifiesto poltico, y le certificaba el triunfo de la monarqua al da
siguiente del referndum.
Don Juan no responder nunca personalmente; sus consejeros retra-
saron hasta febrero de 1947 una respuesta que en lugar suyo redactaron
ellos, como de costumbre. La verdad es que el pretendiente y los
monrquicos en general ganaban contemporizando; ms an, podan
permitirse el lujo de contemporizar puesto que su situacin difera total-
mente de la de los militantes de la ANFD. Eran ricos y la polica fran-
quista los molestaba poco, mientras que los vencidos de la guerra civil
eran pobres y perseguidos implacablemente; por aadidura, ahora
conocan bien les defectos, las debilidades, los odios recprocos de sus
interlocutores del momento: la experiencia les haba enseado, por lo
menos desde noviembre de 1945, que los anarcosindicalistas carecan
de habilidad, de sentido poltico, que los socialistas slo soaban con
prevalecer sobre sus aliados, combatiendo sin escrpulos cuanto les
impeda estar en primer plano, que los escasos republicanos del interior
no tenan ninguna personalidad y seguan a unos o a otros; en fin, que
estos tres sectores de la Alianza estaban obsesionados por el recin
llegado, el Partido Comunista, cuyo dinamismo y cuyo maquiavelismo
teman. Los monrquicos podan pues rechazar las proposiciones de
las formaciones de izquierda, ya que presentan que con el tiempo se
veran obligadas a hacer cada vez mayores concesiones, que se desgastaran
poco a poco, se impacientaran, se dividiran ms an y terminaran
rindindose. Maniobrando hbilmente, dejando subsistir la incerti-
dumbre por medio de vagas promesas, aplazando siempre la conclusin
de un pacto, contactando a libertarios, a socialistas y a republicanos por
separado mejor que a la ANFD en su conjunto, atizaban las rivalidades
entre los antifascistas, sus sospechas mutuas, y confiaban en arrebatarles
todos los triunfos, empezando por el mayor : el gobierno republicano en el
exilio. Desaparecido este gobierno, o simplemente desacreditado ante el
mundo por crisis sucesivas, por continuas modificaciones o por las
denegaciones, las crticas, los insultos de Negrn, de Indalecio Prieto, de
los jefes de la ANFD, de Jos " pieles rojas ", de este o aquel grupsculo
independiente, los antifranquistas de izquierda no dispondran ya de
ninguna moneda de cambio para rebajar las pretensiones de don Juan,
para obligarle a l tambin a descubrir su juego.
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12. En agosto de 1948, el PSOE adopt un programa que fue hecho pblico dos meses
ms tarde (firmado por lndalecio Prieto, Trifn Gmez, Antonio Prez y Luis Jimnez
de Asa), en el que se estatua la amnista poltica, el mantenimiento inflexible del
orden, la puesta fuera de la ley de la Falange y del Partido Comunista (textualmente:
"Eliminar todo grupo o influencia totalitaria de la direccin poltica del pas "),
la incorporacin de Espaa al bloque occidental, la primaca de la religin catlica,
etc.
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ellos mismos rehacan, como por azar, la unidad entre sus diversas
tendencias, tanto tiempo opuestas.
Quin hubiera podido concebir en 1936 una CNT monrquica? Si
" la realidad supera la ficcin ", este famoso refrn se encuentra probado
plenamente por la estupefaciente evolucin sicolgica de aquellos anarco-
sindicalistas que sern motejados, en 1948, de " anarcomonrquicos ".
Investido en esta poca de las funciones de delegado poltico del Comit
nacional en el extranjero, Luque convirti a sus puntos de vista, adems
de a Juan Lpez, a los libertarios refugiados en Francia, empezando por
Jos Penido y exceptuando a Horacio Prieto, a Leiva y a los militantes
favorables a la creacin del Partido Libertario; les hizo deslizarse hacia un
colaboracionismo insulsamente reformista que se traducira segn sus con-
fusas palabras, por.. . el envo al Parlamento de 200 diputados de la
Confederacin. En todo caso fue l quien, a finales de 1947, se entrevist
en Pars con Gil Robles y formul las tmidas contraproposiciones de
la CNT, en respuesta a las proposiciones de los monrquicos 13 ; hacia
junio de 1948, Juan Lpez, por entonces su ms fiel teniente, tuvo en
Londres una ltima entrevista oficial con el antiguo lder de la CEDA.
Estos contactos agriaron, ni que decir tiene, las relaciones entre el
PSOE-UGT y el MLE; cada uno pretenda eliminar al otro, tomarle
ventaja; ambos se acusaban de mala fe y de perfidia. El resultado era
previsible: la ANFD se volatizaba a principios de 1948; los deseos de los
monrquicos (y de los franquistas !) estaban colmados. A partir de abril
de 1948, el nuevo Subcomit nacional (Domenech haba sucedido a
Ramn Alvarez en diciembre de 1947) empez a concebir serias sos-
prechas sobre Luque, que abusaba demasiado de la autoridad que le
haba sido conferida; adems, sus relaciones con el Comti nacional se
hicieron tirantes, pues la poltica de ste le pareca a la postre muy
confusa, y cuyos subtedugios para no rendir cuentas a nadie de sus
actividades desaprobaba.
Todo iba a clarificarse, sin embargo, en agosto de 1948: fue entonces
cuando don Juan, mandando a paseo el pacto secreto con los socialistas
y el acuerdo no menos secreto con los libertarios, acept una entrevista
con Franco a bordo de un yate en aguas del golfo de Vizcaya. Los
ingenuos que haban credo en un entendimiento fructuoso con don
Juan se percataban, aunque un poco tarde, de que haban sido engaados;
el pretendiente, despus de tres aos de intrigas, volva al punto del cual
haba partido en 1945: suplicar al Caudillo que le entregara la corona.
En realidad Franco, que conoca las debilidades y lentitud de sus adver-
sarios de derechas o de izquierdas, haba sabido maniobrar con una
habilidad notable; despus de haber satisfecho moralmente a los monr-
quicos ms influyentes Gefes militares, dignatarios eclesisticos, grandes
13. Las proposiciones de Gil Robles no eran muy diferentes de las que haba formulado
un ao antes; las contrapropuestas de Luque se parecan extraamente al programa
socialista que acabamos de citar.
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dum " en julio de 1947, que converta a Espaa en un reino del cual
se reservaba l el derecho a designar el soberano de su eleccin, pro-
meta sentar un da sobre el trono si no a don Juan por lo menos a su
hijo Juan Carlos. Indalecio Prieto se march cabizbajo a Mxico en
1951, Luque desapareci en 1952 y don Juan, rodeado en Portugal de
una verdadera corte con gran tren de vida... esperar ms de veinte
aos la decisin de un hombre astuto, inflexible, devorado por su pasin
11
de poder, que tras renovarle de vez en cuando sus promesas ", deba
apartarlo definitivamente el 22 de julio de 1969, al " instaurar" una
monarqua fundada en el alzamiento fascista del 18 de julio de 1936
y al elevar al prncipe de Asturias al rango de futuro rey de Espaa 14 .
14. Cuando, en 1956, el pretendiente hallar por fin en Ja persona de Juan Bautista
Snchez, Capitn general de Catalua, un militar en activo dispuesto a enfrentarse con
el Caudillo, no se atrever a darle su caucin; el general Snchez morir envenenado
poco despus (principios de 1957).
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17. Desde marzo hasta mayo de 1949, los circunstancialistas haban dado Jos primeros
pasos oficiales para unificar a Ja CNT gracias a las gestiones, en particular de Cipriano
Mera, el ms puritano de los militantes fieles al Comit nacional del interior. La
intransigencia absoluta de los ultras hizo fracasar las negociaciones.
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18. La ASE desempe un papel nada despreciable en las huelgas de Asturias y del
Pas vasco de 1962-1963; actualmente, todava conserva gran influencia en las regiones
cantbricas.
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19. Citemos solamente a Lorenzo Iigo, Eduardo de Guzmn, Enrique Marco Nada!
y Gregorio Gallego. Fueron animados por los "libertarios cristianos" de Manuel Lizcano
y apoyados por exilados como Diego Abad de Santilln, Pedro Herrera, Manuel Villar,
Jaime R. Magri y Juan Lpez Oos dos ltimos no tardaron mucho en regresar
a Espaa). Llamados los "faifalangistas ", en su mayora no eran otros que los
"anarcomonrquicos" de los aos 1945-1948.
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como en el interior, fundan " grupos de presencia confederal " que tienen
como misin la de inmunizar al MLE contra las desviaciones ideolgicas
del tipo ASO, o contra las traiciones como la del grupo madrileo, y de
liberarlo de la rutina inmovilista manifestada por el Secretariado inter-
continental, as como del aventurerismo revolucionario al que vuelven a
entregarse elementos de la FIJL. Se esfuerzan en reconstruir la Orga-
nizacin, en unificarla realmente alrededor de una plataforma flexible y
a la vez respetuosa de la esencia del anarcosindicalismo; procuran
poner en marcha un movimiento libertario adaptado a la nueva Espaa
pero fiel a sus tradiciones, un movimiento capaz de seducir al proletariado
de hoy, salvaguardando al mismo tiempo los fundamentos de la doctrina
anarquista.
Si todava existen actualmente decenas de millares de personas de todas
las edades que dicen pertenecer a la CNT o que se agitan en su nombre,
se inspiran en ella o esperan el momento propicio para afiliarse a ella,
que son conocidas por haber militado siempre en su seno, no existe ya una
CNT que pueda ser considerada como autntica ... o si no es as, quin
la representa ? El Secretariado intercontinental ? Uno de los tres o
cuatro Comits nacionales que residen en Espaa ? E l Comit de enlace
de alguno de los grupos de presencia confedera! ? Los ncleos auto-
cfalos constituidos desde hace poco, especialmente en Alemania, por
jvenes emigrantes ? Los grupos de estudiantes anarquistas implicados
en la agitacin universitaria ? Los militantes declarados o camuflados
que actan en silencio dentro de las cooperativas espaolas ? Sin em-
bargo, si la CNT no es ya un cuerpo estructurado, sigue siendo una
fuerza mstica todava muy viva, y no habra que extraarse si un buen
da surgiera por doquier, como por generacin espontnea, antes de
volver a tomar su forma orgnica con celeridad.
Por el momento, los libertarios pueden consolarse en cierta manera,
al constatar la decrepitud de sus competidores antifranquistas, corrodos
como ellos por esas plagas tpicamente hispnicas que son el indivi-
dualismo jactancioso, la soberbia de innumerables pequeos autcratas,
el sectarismo y la indisciplina. No se sabe exactamente cuntas UGT
rivalizan entre s en la clandestinidad; los catlicos han creado o man-
tienen un gran nmero de agrupaciones sindicales antagnicas (Accin
Sindical de Trabajadores, Federacin Sindical de Trabajadores, Unin
Sindical Obrera, Solidaridad de Trabajadores Cristianos de Catalua,
Vanguardia Social Obrera, STV, ncleos de oposicin diversos salidos
~- la JOC o de las Hermandades Obreras de Accin Catlica); los propios
~unistas se hallan divididos en varias fracciones : prosoviticos, pro-
chinos, castristas, neotrotsquistas, regionalistas, independientes ... ; repu-
blicanos y autonomistas anuncian cada mes la formacin de un nuevo
organismo.
21. Esos "falangistas de izquierda" (crculo Manuel Mateo y Jos Antonio) denuncian
"la derecha en el poder", al mismo tiempo que reiteran su lealtad al Caudillo.
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Prospectiva
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Bibliografa
De los centenares de obras consultadas, slo figuran aqu la mayora de las que
se han citado pasajes en notas, o las que contienen informacin particularmente
importante. Hemos suprimido por lo tanto, para no alargar demasiado la lista,
no slo los libros que nos han parecido superficiales, rpidos o sin mayor inters
por el tema (por ejemplo, los escritos dedicados con demasiada exclusividad a
cuestiones militares o diplomticas durante la guerra civil) sino tambin los
textos de grandes tericos libertarios y los estudios sobre la historia del movi-
miento anarquista internacional. No mencionamos ni la correspondencia, frecuente-
mente de valor precioso, que se ha aceptado poner a nuestra disposicin ni las
cartas abiertas y circulares, a pesar de la importancia de algunas de ellas; tampoco
mencionamos las historias generales de Espaa, ni las numerossimas octavillas,
conferencias, proclamas, informes, manifiestos y documentos varios que no se
han revelado fundamentales a lo largo de nuestra investigacin, ni los peridicos
editados legalmente en Espaa despus de 1939, pues, excepto algunos como Serra
d'Or, D estino, Indice o Revista del Trabao (publicacin del Ministerio de Tra-
bajo), no tienen real valor informativo. Por ltimo, nos hemos limitado a una
sucinta seleccin de los peridicos o revistas cuyas colecciones hemos consultado.
Libros y folletos
Abad de Santilln, Diego: Contribucin a la historia del mov11111e11to obrero
espat1ol. Desde sus orgenes hasta 1905, Cajica, Puebla, 19 62.
Contribucin a la historia del mo~imien to obrero espaol. Desde 1905 a la
proclamacn de la segunda Repblica, Cajica, Puebla, 1965.
Por qu perdimos la guerra. Una contribucin a la historia de la tragedia
espmiola, Imn, Buenos Aires, 1940.
Aliz, Felipe: Hacia una Federacin de Autonomas ibricas, Tierra y Libertad,
si, 1945-1948.
Alba, Vctor: Historia de la segunda Repblica espaola, Libro Mex, Mxico,
1960.
Albornoz, Alvaro de: La Junta espaola de Liberacin y el problema espaol visto
por la prensa francesa, Ediciones del PSOE, Marsella, sf.
Alvarez del Vayo, Julio: L es batailles de la libert. Mmoires d'un optimiste,
Maspero, Pars, 1963 .
Arrars, Joaqun: Historia de la segunda Repblica espaiola, Editora Nacional,
Madrid, 1965.
Azaa, Manuel: L a velada en Benicarl. Dilogo sobre la guerra de Espaa, Losada,
Buenos Aires, 1939.
Bakunin, Mijail: La libert - textos seleccionados por Fram;:ois Muoz-, J.J. Pau-
vert, col. Liberts, Pars, 1965.
CEuvres (6 tomos), Stock, Pars, 1908.
Balcells, Alberto: El sindicalismo en Barcelona (1916-1923), Nova Terra, Barce-
lona, 1965.
Bcarud, Jean: La deuxieme Rpublique espagnole (1931-1936). Essai d'interpr-
tation, Centre d'tude des relations internationales, Pars, 1962.
Benavides, Manuel D .: Guerra y revolucin en Catalua, Tenochtitln, Mxico,
1946.
Benet, Josep: Maragall davant la Setmana trgica, Edicions 62, Barcelona, 1964.
Berruezo, Jos: Contribucin a la historia de la CNT de Espaa en el exilio,
Editores mexicanos unidos, Mxico, 1967.
Bolloten, Burnett: La re1olucin espaola. Las izquierdas y la lucha por el poder,
Jus, Mxico, 1962.
Borraz, Jos: Reflexiones en torno a la actual situacin espaola, si, sf.
Brenan, Gerald: El laberinto espaol. Antecedentes sociales y polticos de la guerra
civil, Ruedo ibrico, Pars, 1962.
Brou, Pierre y Tmime, Emile: La rvolution et la guerre d'Espag11e, Minuit,
Pars, 1961.
Bruguera, F .G.: Histoire contemporaine d'Espag11e. 1789-1950, Ophrys, si, 1953.
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Bibliografa
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Bibliografa
Documentos y actas.
Obras annimas o colectivas.
Trabajos inditos
Acta de la 9 sesin del Pleno de Federaciones locales celebrado en Toulouse
(Francia), dactilografiado, Toulouse, 11 de diciembre de 1947.
Actas del Congreso intercontinental de Federaciones locales, celebrado en Mont-
pe/lier los das 31 de julio al 10 de agosto de 1965, roneotipo, si, sf.
Actas correspondientes al Congreso intercontinental de FF LL de la CNT de
Espaa en el exilio, celebrado en Toulouse los das 19.10.1963 y sucesivos,
roneotipo, sl, sf.
Actas de la Plenaria nacional del Sub-CN en Francia celebrada del 2 al 5 de
agosto de 1947, dactilografiado, sl, sf.
Actas del Pleno nacional del Movimiento Libertario, celebrado en Barcelona durante
los das 16 y sucesivos del mes de octubre de 1938, roneotipo, si, sf.
Actas del Pleno nacional de Regionales celebrado el dia 15 y sucesivos de sep-
tiembre de 1937, roneotipo, si, sf.
Actas del Pleno de Regionales celebrado en Barcelona el da 3 de abril de 1938,
roneotipo, si, sf.
Actas del Pleno de Secretarios regionales de la CNT-ML celebrado en Espaa los
das 30 de 11oviembre, 1 y 2 de diciembre del ato 1946, dactilografiado, si, sf.
Actas del segundo Congreso interco11ti11ental de Federaciones locales de la CNT de
Espaa e11 el exilio, celebrado en Limoges a partir del da 26 de agosto de 1961,
roneotipo, si, sf.
Acuerdos del Pleno econmico nacional ampliado, Artes grficas, Barcelona, 1938.
Acuerdos del Pleno nacional de Regionales celebrado el da 15 y sucesivos de
septiembre de 1937, roneotipo, Valencia, 20 de septiembre de 1937.
Adam, Michel: Quelques themes de l'oppositio11 c/andestine en Espagne de 1945 a
1963: communisme et anarchisme, dactilografiado, Pars, 1965.
Al Comit intercontinental. Sin campaa, sin escndalo y sin rplica, Subcomit
Nacional de la CNT-MLE, sl, 1949.
Alianza Nacional de Fuerzas Democrticas, Comit Nacional: A la opinin pblica,
dactilografiado, si, julio de 1946.
Alianza Nacional de Fuerzas Democrticas, Comit Nacional, Secretara: Al go-
bierno de la Repblica, dactilografiado, sl, 15 de julio de 1946.
A todos los libertarios espaoles. Dedicado especialmente a los presos en Espa1a,
Pars, 23 de marzo de 1948.
Bases para la discusin de un programa de accin con la CNT que presenta a la
misma la Unin General de Trabajadores de Espa1a, roneotipo, Barcelona, 6 de
febrero de 1938.
Bases que la CNT presenta a la UGT para unificar la accin de las dos organiza-
ciones, roneotipo, Barcelona, 12 de febrero de 1938.
Brademas, Stephen John: Revolution and Social Revolution. A Contribution to the
History of the Anarcho-syndicalist Movement in Spain (1930-1937), dactilogra-
fiado, Oxford, 1953.
Breves apuntes sobre el movimiento clandestino de la CNT en Espaa, 1939-1946,
dactilografiado, Seccin de Propaganda del Subcomit nacional, Toulouse,
noviembre de 1946.
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Bibliografa
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340
Bibliografa
Nosotros, Valencia.
Poltica, Madrid.
La Rvolution proltarienne, Pars.
El Socialista, Madrid.
El Socialista, Toulouse.
Solidaridad Obrera, Barcelona.
Solidaridad Obrera, Pars.
Solidaridad Obrera, clandestino, Catalua.
Tierra y Libertad, Barcelona.
La Vanguardia, Barcelona.
341
Indice de nombres
Abad de Santilln, Diego [Sinesio Gar- Artola, Jess de: p. 130.
ca Fernndez]: p. 55, 81, 83, 85, 86, Ascaso. Francisco : p. 39, 45, 46, 50,
96, 98, 212, 238, 240, 257, 259, 262, 57, 71, 75, 81, 218.
274, 292, 300, 323. Ascaso, Joaqun: p. 113, 114, 120, 121,
Abs, Miguel : p. 50, 72, 113, 114. 122, 125, 247.
Abru, Joaqun: p. 9. Asensio Torrado, general Jos: p. 163 .
Acn, Ramn : p. 114. Asens, Jos: p. 81, 86, 92.
Adame, Manuel : p. 224. Astigarrabia, Juan de : p. 129, 132.
Aguilera, general Francisco: p. 49. Auriol, Vincent: p. 301.
Aguirre y Lecube, Jos Antonio de : Ayguad, Artemio : p. 86, 100, 212, 214.
p. 132, 133, 136, 137, 138, 147, 181, Ayguad, Jaime: p. 205, 221, 257.
263, 288. Azaa y Daz, Manuel : p. 49, 58, 69,
Aladrn, Bernardo : p. 115. 78, 122, 167, 171 , 184, 187, 188, 196,
Aliz, Felipe: p. 36, 50, 114, 276, 285, 262, 263 .
291, 292. Aznar, Adolfo : p. 114.
Aland, Martn: p. 7, 152, 207. Aznar, Joaqun: p. 114.
Alba, Vctor : p. 61. Aznar, Santiago : p. 132.
Albarracn, Severino: p. 16.
Alberola, Jos: p. 113, 121.
Alberola, Octavio : p. 324. Bajatierra, Mauro: p. 36, 171, 172.
Albornoz, Alvaro de: 289, 316. Bakunin, Mijail : p. 2, 4, 9, 10, 11, 13,
Alcal Zamora, Niceto : p. 49, 62, 78. 16, 17, 18, 21, 28, 38, 39, 48, 52,
Alcaiz, Gerardo: p. 170. 158, 192, 194, 202, 203, 235, 298,
Alcn, Marcos : p. 88, 273. 332.
Alcrudo, hermanos: p. 113, 114. Baldwin, Stanley : p. 195.
Aldabaldetreco, Cristbal: p. 87. Balis, Jaime: p. 217.
Aldasoro, Ramn Mara de: p. 129, 132. Ballano, Adolfo: p. 46, 121, 122, 124.
Alfarache, Progreso: p. 49, 273. Ballester, Vicente: p. 160.
Alfonso XII : p. 19. Barcia Trelles, Augusto: p. 289.
Alfonso XIII: p. 29, 33, 35. Barrio, Jos del: p. 86, 87, 118, 318.
Alfonso Vida!, Roberto : p. 224. Barriobero, Eduardo: p. 93.
Alonso, Bruno: p. 146. Barrios, Agustn: p . 113.
Alvarez, Aurelio: p. 183. Bartolom, Acracio : p. 144, 292.
Alvarez, Melquiades : p. 43. Basterra, Juan Carlos de: p. 129.
Alvarez, Ramn: p. 7, 67, 140, 142, Baztn, Melchor: p. 265.
143, 256, 292, 294, 317. Benedito, Jos : p. 150.
Alvarez del Vayo, Julio: p. 181, 205, Benito Alaya, Feliciano: p. 172.
208, 257, 310. Berkmann, Alejandro : p. 39.
Amadeo de Savoya : p. 13. Bernat, Juan : p. 300.
Ambu, Juan: p. 139, 143 . Berneri, Camilo : p. 215, 219.
Amil, Manuel : p. 265, 284. Bertani : p. 17.
Amilibia, Miguel de : p. 130. Besteiro, Julin : p. 264, 265.
Andrade, Juan: p. 211. Bevin, Ernest: p. 304, 316.
Angiolillo, Miguel : p. 25. Bidault, Georges : p. 304.
Antona, David : p. 171, 179, 180, 181, Blanco, Segundo : p. 140, 142, 143,
204, 265. 253, 257, 258, 265.
Antnov-Ovseenko, Vladimir Alexivich: Blum, Lon : p. 97, 195, 255, 301.
p. 105, 245. Boal, Evelio: p . 36, 44.
Antuo, Graciano : p. 67. Bonet, Pedro: p. 211, 215.
Araquistin, Luis de: p. 235, 318. Borbn, Juan de : p. 302, 303, 311, 315,
Arcas, Julin : p. 162. 317, 318.
Aranda Mata, coronel, luego teniente Borbn, Juan Carlos de : p. 318.
general Antonio : p. 138, 302, 308. Borrs, Jacinto : p. 7.
Archinov, P. : p. 39. Borrs, Martn: p. 23.
Argelles, Horacio: p. 140. Borraz, Jos: p. 321, 322.
Arlandis, Hilario: p. 38. Borre!, Enrique: p. 12.
Arlegui y Bayons, general Miguel : Bosch G impera, Pedro : p. 224, 225.
p. 35. Bosch Morata, F. : p. 150.
Armand, Emilio: p. 39. Boticario : p. 322.
Armesto, Cndido : p. 300. Brau, Eusebio : p. 46.
Arna!, Adolfo: p. 121, 122, 123. Bravo Portillo, Francisco : p. 34, 36.
Arquer, Jordi : p. 87, 118. Brousse, Paul: p. 16.
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Indice de nombres
Ses, Antonio : p. 105, 224. Uribe, Vicente: p. 181, 200, 205, 208,
Shapiro, A.: p. 39. 221, 246, 247, 251, 257, 263, 314.
Smirnov, l.N. : p. 245.
Soklnikov, G.: p. 245. Val, Eduardo: p. 7, 171, 173, 264, 265.
Solar, Vicente del: p. 146. Valds, Miguel: p. 212.
Soldevila, cardenal: p. 36. Valera, Fernando: p. 7, 314.
Soledad Gustavo [Teresa Ma] : p. 26, Valle, Pablo: p. 129.
190. Vallina, Pedro : p. 168, 291.
Soler, Vicente: p. 7, 90. Varlin, Eugene: p. 18.
Sols Ruiz, Jos: p. 276, 323. Vzquez, Mariano [Rodrguez Vzquez]:
Souchy, Augustin : p. 98, 292. p. 84, 94, 99, 101, 103, 105, 183,
Sousa, Germinal de: p. 257, 268. 204, 206, 215, 217, 224, 235, 242,
Spaak, Henry : p. 309. 246, 256, 257, 265, 268, 271.
Stalin, Jos : p. 332. Vzquez, Eduardo: p. 141.
Stimer, Max: p. 39. Velao Oate, Antonio: p. 257.
Suberviela, Gregario : p. 46. Ventura Gassol: p. 94, 100.
Vera Coronel : p. 114, 115.
Tarradellas, Jos : p. 88, 94, 96, 100, Viad: p. 45.
101, 102, 212, 214, 223, 225. Vidali, Vittorio : p. 222.
Trrida del Mrmol, Fernando : p. 26. Vidiella, Rafael: p. 49, 88, 93, 94,
Tejn, Juan : p. 150. 105, 211, 212, 214, 224, 225, 318.
Togliatti, Palmiro: p. 222, 267. Vita, Joaqun : p. 89.
Toller, Ernest : p. 65. Villalba, coronel: p. 163.
Tolstoi, Len : p. 29. Villar, Manuel: p. 91, 323.
Toms, Belarmino: p. 139, 143. Viuales, Evaristo: p. 113, 122.
Toms, Francisco: p. 16, 24. Viusa, Jos: p. 108.
Toms y Piera, Jos: p. 181. Volin: p. 39.
Tornski, M. : p. 245.
Torre, Heliodoro de la: p. 129, 132. Weyler, general Valeriano: p. 49.
Torres Campa, Manuel : p. 289.
Torres, Domingo: p. 149, 152, 153, 182, Xena, Jos: p. 204, 224, 233, 237.
185, 246, 292. Xifr, Federico: p. 109.
Torres Escartn, Rafael : p. 39, 46.
Torrens Rosell, Jos: p. 86. Yagoda, H.: p. 245.
Toryho, Jacinto : p. 55, 92. Yage Blanco, coronel, despus teniente
Toyos, Juan de los: p. 132. general Juan: p. 68, 165, 315.
Trotski, Len D. : p. 211. Yage, Pablo: p. 175.
Trueba: p. 118. Yejov, N. : p. 245.
Truman, Harry S.: p. 315. Yoldi, Aristarco: p. 138.
Tucker, Benjamn: p. 39. Yoldi, Miguel: p. 71, 260.
Tujachevski, mariscal M. : p. 245.
Tun, Silverio: p. 143. Zabalza, Ricardo: p. 150, 152.
Urales, Federico [Juan Montseny) : Zinviev, Grigori : p. 245.
p. 25, 26, 28, 36, 110, 190. Zugazagoitia, Julin: p. 221, 247, 269.
349
Editions Ruedo ibrico
Numro d'dition: 79
DpOt lgal : quatrieme trimestre 1972
Imprim en France
Imprimerie Louis-Jean - Gap
Dpot Igal : 63, 1973.