TIMN DE ATENAS O LA TRAGEDIA DE

UNA RUINA ANUNCIADA

Luis Alberto de la Garza

La ruina de Kasch narra la historia de un

estado de cosas a otro. Del nudo de la nece-
sidad a la levedad del relato. Es la historia de
un reino inmemorial cuyo orden era el del sa-
crificio,' el poder se regeneraba cada tanto con
su propia muerte... que estaba escrita en el
cielo.

Escrita hacia 1608-1609, Timn de Atenas se ubica en el periodo de

madurez de William Shakespeare y es tal vez, como seala G. Wilson
Knight,' "el desplazamiento trgico ms arrojado y libre que ningn otro
de Shakespeare ... cuyo universal significado trgiCo es, de todos, el ms
claro".
En efecto, desde el principio de la obra se dan los elementos de la mis-

I G. Wilson Knight, Shakespeare y sus tragedias. La rueda'defoego, Mxico, Fondo de Cultura

Econmica, 1979.

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 MATERIALES

ma, y se anticipa con toda claridad el desenlace de la tragedia. Por boca

de dos de los aduladores de Timn, que reaparecen casi al final con un ci-
nismo inveterado, se comenta que la gran cantidad de admiradores de Ti-
mn se debe a que su vasta fortuna, apoyada en su natural bueno y
generoso, somete y compra a su amor y a su sociedad los corazones de
toda clase.
Se trata del poeta y del pintor que aprovechan la generosidad de Ti-
mn, como el resto de sus amistades, que acuden a su casa para ser re-
compensados por mostrarle sus obras. Anticipando la falsedad del mor a
Timn, el poeta escribe una obra en la cual representa a un hombre (Ti-
mn) que este mundo sublunar acaricia y mima con la premura ms
efectuosa.
Es la fortuna del hroe la clave de su xito, pues gracias a que la for-
tuna le sonre, l hace de sus rivales sus esclavos y sus servidores.
Sin embargo, el poeta profetiza:

De pronto, la Fortuna, obediente a la volubilidad de sus caprichos, precipi-

ta al suelo a su reciente preferido; entonces todos sus secuaces, que se
esforzaban en alcanzarle en la cima de la colina, incluso trepando con las
manos y las rodillas, 10 dejan despearse abajo, sin que uno solo 10 acompa-
e en su cada (1.i.).2

Ese es el destino de Timn; como afirmara en esta misma escena el

pintor, es la historia de siempre... Sin embargo, es al inicio que Timn
de Atenas da la imagen del hroe, en su necesidad de sentirse un ser va-
lioso mediante el despliegue de sus regalos y sus excepcionales banquetes,
as como en la prodigalidad con la que inconscientemente derrocha su for-
tuna.
Pero este herosmo de Timn representa tambin su incapacidad para
asumir el papel caduco y finito que le toca representar. La sublimacin de
la vida noble y generosa que predica, es una forma de ocultamiento de la

2 Todas las referencias a la tragedia son de las Obras Completas de la Editorial Aguilar, Coleccin
Grandes Clsicos. edicin mexicana, primera reimpresin, 1994.

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 " , I
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muerte de un mundo que ya no es, de unos valores que ya no tienen refe-

rente vlido, pese a 10 cual "Son la atadura vital del personaje.
"La necesidad del, individuo de sentirse un objeto valioso es sntoma
de una carencia, as como la posibilidad de 10 contrario slo tiene cabida
en el mito: el mito de Narciso.''3 La bondad de Timn es la manera en que
los otros satisfacen su necesidad, sus deseos y sus temores, haciendo de l
un falso hroe dispuesto al sacrificio, sordo a las advertencias que le
hacen sus criados sobre su excesiva generosidad.
El mundo de Timn est poblado por una gran variedad de figuras fi-
nitas, hombres de toda suerte y condicin, con un intenso amor por la
carne mortal, representado magistralmente por el personaje central.
Las primeras escenas de la obra nos introducen a un mundo de rique-
za, lujo y refinamiento, con toda la apariencia del triunfo mundano, en el
que Timn vive su pura humanidad, en la mejor tradicin antropocntrica
del Renacimiento.
Hay un deseo infinito de alcanzar las estrellas, mucho ms dulce que
todo posible logro; la aventura trgica de Timn es la de su bsqueda de
ensueo por reinos an inexistentes que trata de realizar en la tierra, pues
su alma est pletrica de riqueza ertica y de un gran humanismo. El pro-
pio Timn es la encamacin de las aspiraciones humanas que buscan la
construccin de un paraso de amor o del mundo utpico del humanismo
refinado.
Son los dioses mismos, a travs de la fortuna, los que inspiran la ge-
nerosidad de Timn para la construccin de una hermandad humana en la
que le corresponde el poder, como un juego de simulacros, cuyo origen se
encuentra precisamente en los propios dioses.

Oh dioses! He pensado: dnde estara la necesidad de los amigos, si no

hubiramos de tener nunca necesidad de ellos? Seran las criaturas ms in-
tiles del mundo si no necesitramos emplearlos jams, y pareceran melo-
diosos instrumentos encerrados en sus estuches, que guardaran sus sonidos

l Luis Alberto Ayala, Trptico del mal, un anlisis del poder en la obra de Ernst Becker, tesis
profesional, FCPyS, UNAM, 1993.

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 MATERIALES

para s propios. Verdaderamente, me he deseado a menudo ser ms pobre,

con la idea de sentirme ms cerca de vosotros. Hemos nacido para ejercer
la beneficiencia, y qu podemos llamar ms exacta y justamente nues-
tras, que las riquezas de nuestros amigos? Oh! Qu preciosa felicidad es
la de tener un tan grande nmero, unidos como hermanos y mandando en
las fortunas los unos de los otros! (I.ii).

El hombre que sobrepuja en bondad al corazn de la bondad misma,

es reconocido por Cupido como el deseo mismo de plenitud de vida con
su amor al prjimo y la pureza del corazn:

Salve a ti, noble Timn, y salud a todos los que disfrutan de tus liberalida-
des! Los cinco mejores sentidos te reconocen por su patrn y vienen espon-
tneamente a felicitar a tu corazn generoso (Ui).

Este corazn generoso es el centro del poder de Timn mediante el

cual "La servidumbre se infiltra como el dulce soplo del beneficio". La
proverbial prodigalidad del rico ateniense permite el ejercicio de un poder
casi absoluto que permanecer en tanto exista su fortuna.
Timn es un hombre bueno pero tambin poderoso, que. sabe que la
fuerza proviene de la posesin divina y de la imposibilidad de la recipro-
cidad de los otros, es el gran proveedor, es el verdadero sentido del poder,
pues "la ausencia del intercambio reduce el cosmos entero a la exacta me-
dida de la prescripcin del poderoso", aunque los fines que ste persiga
estn encaminados a una obra digna.
Se trata de aniquilar toda posibilidad de reciprocidad del intercambio,
de dar sin recibir nada a cambio, para mantener as su poder; aunque ste
se convierta en el ya citado juego de simulacros.

Seor 2. Hace llover sus generosidades, Pluto, el dios del oro, no es ms

que su administrador; no hay mrito que no remunere siete veces ms de lo
que vale; no hay regalo que no reporte a su autor un regalD que exceda de
todas las medidas ordinarias (I.i.).

Timn existe para desplegar acciones excepcionales que 10 convierten

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. . - I

en el sujeto permanente de la adulacin de los otros, y su generosidad es

la razn de esa simulada obediencia, que lo hace un ser extraordinario. El
ideal de Timn se impone sobre la realidad, su visin de una amistad her-
manada es Un simulacro de paraso, correspondido por la adula.cin-simu-
lacro de sus beneficiarios.
Su exaltacin de la amistad, o su necesidad de ella, le oculta la imagen
real de aquellos qUe lo cortejan por inters. En este juego de simulacros
Timn es incapaz ~ ver 10 que es evidente para un simple criado y en su
idealismo le pareqe que su mundo de sueos es el nico real. El velo en
sus ojos lo hace incluso tentar la propia fortuna al preferir a sus amigos
ms que a ella: s!ois los bien venidos para mi fortuna, ms de lo que es
ella misma para m.
Su idealismo y sentimientos aristocrticos son inatacables desde la
realidad exterior, por 10 cual toda su accin est condenada a pasar por
alto esa realidad. Sus valores le impiden escuchar las sencillas adver-
tencias de sus criados contra los aduladores, es innoble sospechar de la
amistad en la cual se confa ciegamente, pese a la falta de reciprocidad
propiciada por el propio Timn.
Las voces como las de F1avio, el administrador, se escuchan aparte,
como para recalcar la sordera de Timn a los juicios sensatos que advier-
ten la inminencia de los peligros de la simulacin.

Ms alhajas an! No hay medio de cottrararlo en sus caprichos; de otro

modo le hablara; s a fe ma, debiera hablarle. Cuando est gastado todo,
entonces querr que se le hubiera contrariado. Es lstima que la generosi-
dad no tenga ojos en la espalda para que este hombre no estuviese nunca en
la miseria a causa de su buen corazn.

Flavio concluye sus reflexiones sealando

... Se es mucho ms feliz con no tener amigos que alimentar, que con te-
nerlos, como los que son peores que los mismos enemigos. Mi corazn san-
gra por mi amo (Lii).

Timn el rico, elegante, refinado y magnanimo ateniense, como sus

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 MATERIALES

maneras cuidadas y dispendios seoriales, corresponde como ningn otro

al ideal humano, pero este ideal acaba por arrojar al hombre a una situa-
cin donde el poder ha perdido la nocin de lmite, y con ello a una
intensificacin de la violencia que llevars- como veremos, al sacrificio del
personaje.

Sus sirvientes saben que su prdida es la prdida de una edad de oro. Un es-
pritu brillante ha estado en la tierra, espritu de infinito amor y plenitud, y
sus alas se han manchado por la mortalidad!4

La mortalidad que ha manchado el idealismo de Timn, imposibilitado

de mejorar el mundo, es la demostracin de que todas sus acciones estn
condenadas a pasar por alto la realidad. Vive en Jlll mundo de sueos que
le parece el nico real, pero es p~ecisamente ese universo el que ha llega-
do al fin de sus das. La nobleza del magnnimo ateniense y su fuerza vi-
tal se han vuelto una friccin frente a la cnica simulacin de la sociedad
del clculo y del provecho, que nada semeja la del corazn que sangra de
Flavio, el administrador.
La trama nos presenta el conflicto de dos mundos, a travs de las dis-
cusiones entre Timn y el rudo filsofo Apemanto. El enojo del primero
contra el segundo, es la manifestacin de una pugna entre el reino de la
metafsica y el reino del sjmulacro, entre una visin intuitiva, vinculada
con la fe romntica y caballeresca de Timn, y una intelectual, tendiente
al cinismo, representada por el filsofo.
El principio del poder-generosidad-amistad de Timn es absoluto, co-
mo cuando dice: no hay nadie que pueda decir que d verdaderamente,
si se le restituye ... o cuando seala en la frase ya citada: verdaderamente
me he deseado a menudo ser ms pobre, con la idea de sentirme ms
cerca de vosotros, por ello el anfitrin de los explndidos banquetes no
tolera la rudeza de Apemanto, en cuyas palabras todo se pierde en el
juego del ~parecer y desparecer de la metamorfosis.

4Knight,op. cit., p. 340.

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Al igual que ocurre con las advertencias de los criados, Timn destie-
rra de su imagen ideal las del filsofo, para el cual todos los atenienses
son pillos y aduladores .

... Aquel que gusta de ser adulado es digno del adulador. Cielos, que no
fuera yo un seor!
Decir que hay tan poco afecto entre estos empalagosos bribones con toda
la cortesa que v e s ! \
Estas saludes os harn enfermar, a ti y a tu fortuna.
No, no quiero nada, pues si me dejase tambin corromper, no quedara na-
die para ridicularizarte, y entonces pecaras ms que aprisa (I.i y ii).

Se nos presenta aqu el problema de la desconfianza de Timn en lo

racional, expresado en el realismo de las palabras de Apemanto, que no
puede ser aceptado por la intuicin romntica y seorial del primer caba-
llero de Atenas. El rechazo tajante de Timn es elocuente cuando afirma:

Vamos, he jurado no prestaros ms atencin en cuanto comencis a ridicu-

lizar a la sociedad. Adis y volved con una msica mejor.

Su sordera se hace patente de nuevo ante la posibilidad de afectar su

imagen de la sociedad que suea

Apemanto. Bien, no quieres orme ahora; no me escuchars ms; voy a ce-

rrarte las puertas del saludo. Oh! Deben los odos de los hombres estar
sordos a los buenos consejos cuando no lo estn a la adulacin? (I.ii).

Al iniciar el acto segundo, es ya clara la imagen de la tragedia, "la

transferencia sobre el hroe se transforma en un simulacro religioso don-
de el objeto transferencial queda cargado en el sentido absoluto de la vida
y de la muerte ... la muerte del caudillo no es sino el reflejo simblico de
la muerte de la sociedad misma ... slo la inmolacin de otro ser (chivo
expiatorio), puede cambiar un poco la inmortalidad perdida".5

5 Aya1a, op. cit.

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 MATERIALES

Es de nuevo Apemanto quien nos advierte sobre el inminente sacrificio

de Timn cuando desde el acto primero dice:

Oh cielos, qu masa de personas come a Timn, y l sin advertirlo! Me

molesta ver tantas gentes empapar su pan en sangre de un solo hombre, y el
colmo de su locura es que l los aplaude por ellos. Me extraa que los hom-
bres se atrevan a confiar en los hombres; me parece que deberan invitar a
sus semejantes a venir sin sus cuchillos, sera econmico para su comida y
seguro para sus existencias.

Nos hacemos los locos para aturdimos a nosotros mismos, y nos prodiga-
mos las lisonjas para beber a la salud de los mismos hombres sobre cuya ve-
jez escupiremos ms tarde el vino que hemos bebido con rencor venenoso y
envidia ... Temera, por mi parte, que las mismas gentes que danzan hoy de-
lante de m no me hallasen un da con sus pies. Porque est visto: los hom-
bres cierran sus puertas frente al sol poniente (I.ii).

A partir de ese momento se desencadenan los acontecimientos que pre-

cipitan la ruina de Timn, el mundo apariencial se convierte en real y por
ello se interpreta como efimero, azaroso, contingente, violento y mortal,
en un juego de afirmaciones indiferente a cualquier referencia de un orden
trascendente.
Su ruina es el fin de un forma de simulacro sumado a la prdida de su
poder, que se deslegitima al perder su efectividad. Las realidades fan-
tasmales de la propia simulacin adquieren su verdadera faz; una cnica
realidad exige el sacrificio ritual del otrora "corazn generoso", deman-
dando su sangre ante la posibilidad de seguir usufructuando sus riquezas.
La rueda de la fortuna ha girado poniendo todo de cabeza, subvirtien-
do el orden: este seor Timn, que brilla ahora como un Fnix, no ser
ms que un pjaro desplumado.
La visin trgica de la existencia humanll. llevada a sus ltimas conse-
cuencias lgicas conduce a la destruccin y al caos. La sociedad ridicu-
lizada por Apemanto se manifiesta en toda su realidad egosta, cnica e
interesada, en oposicin al ideal del hombre que Timn representa,
poniendo fin a la armona natural y el tipo de civilizacin que l encama.

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Senador ... ESto nl> tluede ((urar, no durar. Si siento necesidad de oro, no
tengo ms que robar el pelto de un mendigo y darlo a Timn; a fe que este
perro me apedrear con oro. Si tengo afn de vender mi caballo y de com-
prar otros diez que valgan ms, pues no necesito sino dar mi caballo a Ti-
mn, drselo sin pedirle nada, e inmediatamente esta bestia va a potrearme
diez soberbos caballos. No es un portero quien est a su puerta, sino ms
bien un hombre encargado de sonrer y de invitar a entrar a todos los que
pasan. Esto no puede durar; no existe ninguna razn para creer que su for-
tuna es slida (I.il.).

Al descorrer las veladuras de la simulacin, Timn enfrenta un mundo

que ha rechazado y que ahora exige su sacrificio. "Su calor, no saciado
por el modo llamado 'vida"', ha sido agotador ... La salud y la vida han
sido para Timn como una larga enfermedad ... Para l la vida y la muerte
han intercambiado su significado".6
Sin embargo, Timn se resiste a ver desaparecer su mundo, cuando le
reclaman sus acreedores responde an como un aristcrata que est por
encima de trivialidades o cosas mezquinas como el dinero y dirigindose a
Flavi exclama:

Venid aqu, os 10 ruego. Qu sucede en el mundo para que se me asalte

con demandas de abono de pagars vencidos y de deudas largo tiempo dife-
ridas, en detrimento de mi honor? (II.ii.).

En un fugaz momento de realismo llega a decirle al mismo Flavio:

Me colmis de asombro. Por qu habes esperado hasta este da para expo-

nerme claramente mi situacin? Habra podido de esa manera acomodar
mis gastos a mis recursos.

para que de inmediato refuerce su negativa de aceptar esa realidad contin-

gente

6 Knight, op. cit., p. 336.

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No digas ni pienses jams que los amigos de Timn dejarn que perezca su
fortuna ...
Mi generosidad no ha sido de naturaleza para acusar a mi corazn; he dado
locamente pero no innoblemente ...
y al onsiderar las cosas de cierta manera, estas necesidades en que me ha-
llo coronan tan bien mis anhelos, que las tengo por una bendicin, porque,
gracias a ellas, podr probar a mis amigos, y vas a ver como os equivocis
sobre mi fortuna. Soy rico por mis amigos A ver'Wlo! (n.ii.).

A partir de este momento se agudiza el contenido trgico de la obra, el

mundo de Timn y su poder resultan ser tan efmeros como la vida mis-
ma, por lo cual su colapso se identifica con la desaparicin de ese mundo
y la muerte de su mejor representante.
De protector rico y amigo generoso, Timn pasa a ser un paria; los
que antes 10 adulaban hoy le dan la espalda y le niegan su amistad, la
diosa fortuna no sonre ms, mostrando la desigualdad entre los hombres
as como la naturaleza parcial e imperfecta de la humanidad idealizada
por Timn.
Como en Caldern, la vida es un sueo, los lmites entre la vigilia y el
sueo se pierden, 10 real se vuelve irreal al mismo tiempo que los, fantas-
mas adquieren corporeidad, los valores de ayer se transforman en antiva-
lores, la amistad es un sangriento engao mientras la justicia aniquil a
los justos.
La alegora de la fugacidad del poder se resume en el arte humaIlo de
poner todo de cabeza, la contingencia ahoga todo sentido de trascendencia
dejando solo un vaco, una nada esencial, el desengao, la conciencia de
la muerte

Flavio. Cielos, he dicho, mirad la generosidad de este seor! Cuntos pe-

dazos prodigados han engullido esta noche los esclavos y los campesinos!
Quin no es el hombre de Timn? Quin no pone a la disposicin del
seor Timn su cor'azn, su cabeza, su espada, su fuerza, sus recursos?
El gran Timn, el noble, el digno, el real Timn! ah!, cuando las riquezas
que compran esas alabanzas hayan desparecido, el soplo del aire de que es-
tn hechos esos elogios se extinguir tambin. Lo que gana la gordura cara,

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el ayuno lo pierde. Que una nube de invierno desate la lluvia, y veris todas
esas moscas abajo (I1ji).

El frgil sueo del voluntarismo humano resulta demasiado ingenuo

para instaurarse como discurso propositivo y tiene como contraparte un
mundo desgarrado por la violencia, la desmesura del poder y la ingrati-
tud.
Se puede contrastar la nobleza de Timn con la cnica actitud de sus
antiguos amigos, quienes se olvidan de los favores recibidos como mues-
tra de toda la ingratitud existente en el alma de los hombres.
Cuando la jerarqua vacila, el mundo parece encarar la posibilidad del
caos. La ruina de Timn parece despertar la peor faceta de los seres hu-
manos. La vieja y noble actitud de aqul, resalta con la mezquindad de
sus oportunistas aduladores. Otro ser el mundo que sustituye al de Ti-
mn, me percato, dice un extranjero, de que los hombres deben aprender
desde ahora a prescindir de toda piedad, pues el inters se entroniza
sobre la conciencia.
Dos parlamentos del tercer acto de la tragedia, de un Timn escar-
necido por los hombres, son una fiel expresin de odio a la nueva reali-
dad pueril que esos hombres representan.
Un mundo sin nobleza es un mundo indigno y por ello Timn decide
apartarse de l, su desilusin lo obliga a buscar la muerte como nica po
sibilidad de alcanzar un orden trascendente.
Pero en esta nueva forma de vida en la que "el inters se entroniza so-
bre la conciencia", Timn realiza su ltimo acto de simulacro, para mos-
trar a los otros su desencanto ante la vieja y amada Atenas. Sabedor de la
ingratitud de sus antiguos favorecidos, planea un ltimo banquete invitan-
do a todos ellos, como si su ruina fuese l.m artificio que tena como finali-
dad demostrar sus lealtades. Este es el postrer e ilusorio ejercicio de po-
der de Timn, que marca a su vez el fin de una forma de simulacro de
poder representada por el alma noble de Atenas.

Oh vosotros, grandes bienhechores, esparcid por nuestra sociedad la virtud

del agradecimiento! Exigid vuestras alabanzas por vuestros dones! Pero

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 MATERIALES

reservaos el poder de dar todava, por miedo de que vuestras divinidades no

sean despreciadas. Prestad bastante a cada uno; porque si vuestras deidades
tuviesen necesidad de pedir prestado a los hombres, los hombres renegaran
de los dioses. Haced que el festn sea ms amado que el hombre que lo
da. Que cuantas veces se renan veinte personas, haya veinte bribones; que
cuando doce mujeres estn sentadas juntas a la mesa, haya una docena de
ellas que sean... lo que son. En cuanto al resto de vuestros enemigos, oh
dioses!, conceded al Senado de Atenas y a la vulgar hez de su pueblo y a to-
dos en conjunto el beneficio de sus propios vicios (III. vi.).

El discurso ~_obre el oro en la tercera escena del acto cuarto, es el

virtual reconocimiento de la muerte de los-viejos valores, as como del
trastrocamiento del mundo por el dinero. Es el nacimiento de este nuevo y
fundamental poderoso caballero de la historia moderna.

(Timn que mira el oro) Oh t, dulce regicida, amable agente de divorcio

entre el hijo y el padre! Brillante corruptor del ms puro lecho de Hime-
neo! Marte valiente! Galn siempre joven y fresco, amado y delicado,
cuyo esplendor funde la nieve sagrada que descansa sobre el seno de Diana!
Dios visible que sueldas juntas las cosas de la Naturaleza absolutamente
contrarias y las obligas a que se abracen; t, que sabes hablar todas las len-
guas para todos los designios. Oh t piedra de toque de los corazones,
piensa que el hombre, tu esclavo, se rebela, y por la virtud que en ti reside,
haz que nazcan entre ellos las querellas que los destruyan, a fin de que las
bestias puedan tener el imperio del mundo.

Nos encontramos tambin con el nacimiento de un nuevo reino del si-

mulacro correspondiente a la entronizacin del oro-inters. Lo que estaba
velado para Timn, hoy se desvela: la dulce sumisin, el ejercicio del no-
ble poder, se observa ahora en toda su cnica vulgaridad. La fascinacin
del mal descansa en el plido desencanto del bien y la muerte del hroe es
el reflejo simblico de la desaparicin de su sociedad, Quien rebaja mi
honor, dice Sempronio, no conocer mi dinero:

Criado. Excelente! Vuestra seora es un canalla bajo la mscara de un

hombre virtuoso. El diablo no saba lo que haca cuando forj el hombre

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poltico; se cre obstculos a s propio y creo que al fin las perfidias del
pillo del hombre le harn parecer blanco como la nieve. Qu escrpulos
muestra este seor para embellecer la negrura de su alma! Qu apariencias
de virtudes toma para ser perverso! Se semeja a esas gentes que, bajo el
pretexto de un celo ardoroso y clido prenderan fuego a los reinos. De
igual naturaleza es su amistad poltica. Esta era la mejor esperanza de mi
amo; todos han hudo, no quedan ms que los dioses. Ahora sus amigos
estn muertos y sus puertas, que durante tantas prodigalidades no recono-
cieron jams los cerrojos servirn desde ahora para mantener en seguridad
a su dueo. Y ah est todo lo que, en fin de cuentas, una conducta liberal
os produce; el que quiera guardar su fortuna, debe guardar su casa.

Se trata de la' sustitucin del viejo simulacro de poder aristocrtico,

encamado en la generosidad de Timn, por un nuevo simulacro utilitario
representado por el realismo del engao como forma de la poltica

Pintor. Es lo mejor. Prometer resulta siempre del mejor tono; mantiene la

esperanza con los ojos abiertos, mientras que una promesa ejecutada deja
sin emocin ninguna aquel para quien se ejecuta, y salvo en las jerarquas
del sencillo y franco pueblo, hacer lo que se dice est completamente pasa-
do de moda. Prometer es lo que hay de ms elegante y que trasciende a los
mejores aires de la corte. Ejecutar las promesas es hacer una especie de tes-
tamento, que denota un juicio bien desdichado en el que es capaz de tal
cosa (V.i.).

No es ste acaso el comportamiento del Senado de Atenas, la actitud

de los aduladores de Timn, la prctica de sus engaosos amigos y co-
mensales?
La pasin trgica de Timn rechaza el lgico cinismo de la mentalidad
utilitaria de sus viejos amigos que lo conducen al sacrificio para que Ate-
nas siga viviendo. Es en la muerte y en el fracaso donde se da la posible
activacin heroica del hombre y se pone de manifiesto su esencial noble-
za.
El sacrificio de Timn es una forma de regular la violencia en el mo-
mento en que el poder ha perdido su nocin de lmite. La nica forma de
crear orden es recurriendo a la violencia, al exterminio de una parte del

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 MATERIALES

mundo que no puede insertarse en el ciclo de una produccin porque ter-

minara con l por hipertrofia. 7
El ltimo dilogo sostenido entre Timn y Apemanto manifiesta que el
poder del primero no es el del oro, sino el de la noble generosidad. A Ti-
mn no le interesa la riqueza como tal, su necesidad de sentirse valioso,
est en funcin de su conciencia, no en el inters. Solamente quien tiene
puede renunciar a los bienes y su alma noble y generosa es 10 que ha teni-
do para dar.
Apemanto se dice un miserable voluntario y acusa a Timn de serlo
forzadamente, volveras a ser un cortesano, si no fueras ya un mendigo.
Sin embargo, Timn ha encontrado oro en la caverna en donde se refugia
pero ste no le sirve ms, pues su prdida no es la del metal, sino el co-
lapso de su sociedad. Los dones de la fortuna se terminaron, la nueva po-
sesin del oro solamente le sirven para denostar y maldecir al nuevo mun-
do que odia y con el que no se identifica.
El filsofo no poda renunciar a lo que no tena. La fortuna, los dio-
ses, eran la fuente de legitimidad de Timn, quien no gozaba de ella no
poda ejercer ese noble poder y cuando Apemanto le dice deberas desear
morir, puesto que eres miserable, Timn responde

No por tu consejo, que todava es ms miserable. Eres un esclavo a quien el

tierno brazo de la fortuna no estrech nunca con sus favores; has nacido pe-
rro. Si, como nosotros, desde que estabas en mantillas hubieses crecido su-
biendo uno despus de otro todos esos grados de voluptuosidades que este
pequeo mundo concede a los que pueden mandar libremente a los granujas
pasivos que contiene, te habras sumergido en el libertinaje perpefuo, ha-
bras hundido tu juventud en innumerables hechos lujuriosos; no habras
aprendido jams los fros preceptos del respeto, sino habras seguido la pre-
sa azucarada puesta delante de t.
Pero yo tena el mundo entero por confitero, tena a granel las bocas, las

7 Luis Alberto Ayala, Poder, simulacro, sacrificio: un acercamiento al concepto de poder en la

obra de Roberto Calasso, Tesis de Maestra en Ciencia Poltica, FCPyS, UNAM, 1995, p. 77. Varios
de los conceptos utilizados para el anlisis de Timn de Atenas estn tomados de la obra de Calasso y
del acercamiento de Ayala.

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lenguas, los ojos, los corazones de los hombres, en mayor cantidad que po-
da emplearlos; se adhirieron a m, incontables como las hojas de una
encina, y sin embargo, bajo un soplo de invierno han cado de sus ramas y
me han dejado desnudo, expuesto a toda tempestad que sople; me causa
cierto sufrimiento soportarlo, yo que jams he conocido ms que cuanto hay
de mejor en este mundo. Pero tu has nacido en el sufrimiento, y el tiempo
no ha hecho sino endurecerte.
Por qu has de aborrecer a los hombres? No te adularon jams; qu les
has dado? Si quieres maldecir a alguno, es necesario que maldigas a tu pa-
dre, ese pobre guiapo que, en algunas horas de despecho, cubri con su
tela a alguna mendiga, y te form pobre bribn por herencia. Fuera de
aqu, vete! Si no hubieses nacido el peor de los hombres, seras una granuja
y un adulador (IV.iii).

El odio de Timn es proporcional a su antigua generosidad, el desen-

gao es el fin de la ilusin de un mundo de amistad presidido por el amor,
que no existe ya. La amargura reina ahora en su corazn y su boca
destila la hiel hiriente del defraudado.
La aparicin de una nueva riqueza o los ofrecimientos posteriores del
Senado, no sirven para restablecer su mundo; por el contrario, el oro ser
en esta ocasin su instrumento de clera. Contando con l, A1cibades
tendr la posib1idad de atacar Atenas para vengarse por su de'stierro y
vengar al propio Timn, aunque ste no tenga ningn inters en ello.
El "galn siempre joven" sirve, asimismo, para humillar al poeta y al
pintor, o para escarnio de las prostitutas que acompaan a A1cibades;

Timn. Contina siendo puta; los que usan de ti no te aman; dale s enferme-
dades y que ellos te dejen su vigor. Haz bien uso de tus horas de lubricidad;
sazona a esos bribones con la tina y el bao y reduce a los jovenes de
mejillas rosadas a la dieta y abstinencia (IV, iii).

o tambin para despotricar contra la humanidad con los ladrones

Las leyes, vuestro freno y vuestro ltigo, por el poder brutal que hay en
ellas, son un hurto desenfrenado.
Andad, y no os amis los unos a los otros! Robad los unos a los otros!

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 MATERIALES

Aqu tenis ms oro!... Cortad los cuellos; todos los que encontris son
ladrones (IV. iii).

Los ltimos parlamentos de Timn son corrosivos, su odio es tan cie-

go como lo fue su amor, pertenece al ms puro espritu escptico e icono-
clasta que, sin ver ni aceptar la realidad, queda inserto en la nada.
Su amargura, como la de otros personajes shakesperianos, es grande a
la par que su des1usin, la mirada desdeosa y las palabras hirientes del
cinismo. Su negatividad absoluta slo es recuperable a travs de su muer-
te en algo positivo: la salvacin de Atenas, que ya no es su propsito.
La antigua simpata de Timn para el gnero humano en su reino de
poder, se transforma en furia, ante la imposibilidad de reconstruirlo; por
tal motivo, su nica forma de permanencia y estabilidad es la muerte.
Por esta situacin, l mismo se encarga de su tumba; el ltimo simulacro
estriba en el hecho de morir como realidad para convertirse en ilusin
de un nuevo poder; la inmortalidad se produce solamente con la infini-
tud de la muerte.

Vamos, Timn, prepara ahora inmediatamente tu tumba. Vas a dormir en

lugar donde la espuma ligera del mar pueda batir a diario la piedra de tu
sepulcro. Haz tu epitafio, y hazlo de tal suerte, que tu persona muerta dirija
un sarcasmo a las existencias de los otros (IV.iii.).

Indiferente al mundo, no importa ya la posibilidad de rectificacin por

parte de quienes se encargaron de destruirlo. El mundo es de apariencias,
azaroso y finito, nada permanece, cualquier intento de recuperacin es
vano pues todas las cosas llevan a Timn al vaco de la nada.
En l no hay mal porque se aparta de la humanidad, como dice Flavio

En vano es que tratis de hablar a Timn, pues se ha reconcentrado de tal

manera en s mismo que, excepto l solo, ningn ser que ostente fisonoma
de hombre le es simptico (V.i.).

Aqu aparece el odio como rechazo de la realidad por parte de una

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 ESTUDIOS POLTICOS, NM. 16, CUARTA POCA, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE, 1997

alma noble. Amante desilusionado y clerico, Timn aspira a la "nada"

de la muerte. 8
Cuando los senadores 10 buscan para salvar a Atenas de la furia ven-
gativa de Alcibades, Timn no se deja ya seducir:

Senador. Se declara que la ingratitud con respecto de ti, ha sido demasiado

pblica, demasiado grosera, y el cuerpo social que raramente rectifica sus
actos, sintiendo dentro de s la ausencia de la ayuda de Timn, tiene el
sentimiento del propio peligro que corre al rehusar su ayuda a Timn. Los
ciudadanos nos envan atraerte el voto de su contricin, y al mismo tiempo
una compensacin bastante rica para que obre con un peso mayor que su
ofensa; s, te envan tan abundante tesoro de afecto y de riqueza, que
borrarn las culpas que han cometido e inscribirn en ti el testimonio de su
amor eterno con caracteres imperecederos.

Timn. Vuestras palabras me envuelven en un sortilegio; me llevan verda-

deramente hasta el borde de las lgrimas. Prestadme un corazn de loco y
unos ojos de mujer, y llorar por estos consuelos, digno senador (V.i.).

Rechazando disculpas y recompensas, Timn reconoce la futilidad de

recuperar una existencia destrozada:

Las nicas obras de los hombres son sus tumbas, y su sola ganancia, la
muerte. Sol, oculta tus rayos! Timn ha terminado su reino (V.i.).

Es Alcibades el encrgado de instaurar el reino del nuevo simulacro,

su espada representar el ramo de olivo:

Har que la guerra engendre la paz, que la paz sostenga la guerra y que
cada una sirva de mdico a la otra (V. iv.).

El mundo y la civilizacin de Timn desaparecen con el hroe, A-

cibades encama a otra generacin, que sustituye a una ya caduca. La

8 Kight, op. cit., p. 387.

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 MATERIALES

utopa de Timn fue ahogada por la realidad contingente. El mito de su

reino es un simulacro que da cuenta de los simulacros all ocurridos y de
s mismo. Es el portavoz de su tiempo que anuncia 10 que la realidad de-
nota a cada paso, a saber: que el universo de Timn ha llegado al fin de
sus das y que su fuerza vital se ha consumido con el "corazn generoso"
vuelto ficcin, porque sabe que detrs de l no hay nada. A pesar de ello,
el tiempo humano sigue adelante, "el paraso terrenal es un engao, y el
reino de Timn, si en verdad existe, no es de este mundo".9

8 lbidem, p. 345.

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