Die Soldaten

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Zimmermann: Die Soldaten

Los personajes

Wesener. Un comerciante de bisutera. Bajo.

Marie. Hija de Wesener. Est prometida a Stolzius. Soprano.

Charlotte. Hija de Wesener. Mezzosoprano.

La madre de Wesener. Contralto.

Stolzius. Un comerciante de telas. Bartono.

La madre de Stolzius. Contralto.

El coronel, conde de Spannheim. Bajo.

El barn Desportes. Cliente de Wesener. Pretende a Marie. Tenor.

Pirzel, el capitn. Tenor.

Eisenhardt. Predicador castrense. Bartono.

Haudy y Mary. Los ayudantes del capitn. Bartonos.

La condesa de Larroche. Mezzosoprano.

El conde de Larroche. Hijo de la condesa. Tenor.

Oficiales y brigadas. Coro.

La trama

La pera est escrita en cuatro actos y dividida en 15 escenas con nueve


piezas orquestales, contando los preludios de cada acto. Primer acto: escenas
1 a la 5. Segundo: 6 y 7. Tercero: 8 a la 12. Y cuarto: 13 a la 15.
Escenas:

1. Casa del comerciante Wesener. Su hija Mara escribe una carta a su novio
Stolzius.

2. Stolzius responde. Pero su madre le ordena que se preocupe ms por su


trabajo y menos por su prometida.

3. El barn Desportes hace la corte a Marie. El padre de esta intenta hacerle


ver que el barn es un mejor partido para ella que su joven amado.

4. El predicador sermonea acerca del teatro y la moral.

5. Wesener duda: a quin entregar a su hija, a Stolzius o al barn


Desportes? Mara duda: qu le conviene ms, amar a su joven novio o
convertirse en baronesa?

6. Los soldados se burlan de Stolzius, aludiendo a la posible relacin entre


Marie y Desportes.

7. Stolzius escribe una carta a Marie reprochndole su infidelidad. Marie le


contesta humillndole. La carta para la respuesta se la dicta el barn. Dos
simultneos entre Stolzius y su madre y Wesener y su madre. El barn
seduce a Marie.

8. El capitn y el predicador filosofan acerca de la existencia, la vida y el


hombre. No se ponen de acuerdo.

9. Stolzius se alista en el ejrcito.


10. Marie, abandonada por Desportes, se deja seducir por Mary, un soldado
raso. La condesa Charlotte le reprocha cmo puede liarse con un soldado
llano

11. Marie conoce al joven conde Larroche.

12. La madre del conde humilla Marie, a quien, para esconder su mala fama,
le ofrece convertirse en su seorita de compaa.

13. Marie es violada por un soldado.

14. Mary y Desportes estn hablando con desprecio acerca de la puta


Marie. Stolzius, que escucha la conversacin, sirve un vino envenenado a
Desportes. Tras la muerte de este, se suicida.

15. Caos general. Marie se ha prostituido y no tiene con qu mantenerse.


Pide ayuda a su padre, que se la niega. Se escuchan marchas militares, sones
de jazz, rdenes en varios idiomas, bombardeos Se ve una filmacin con
tanques. La bomba atmica cae sobre la tierra.

Comentario

Es curioso, pero no solo fue Bernd Alois Zimmermann (1918-1970) quien se


interes por el teatro de Jakob Michael Reinhold Lenz (1751-1792), cuya
comedia homnima utiliz para el libreto de Die Soldaten (Los soldados);
Bertold Brecht ya haba adaptado una obra suya, El preceptor, una comedia
cuya protagonista es una doncella mancillada. En Los soldados (dos aos
posterior, 1776), Lenz traza un retrato de la vida burguesa de la poca, pero
con un final impropiamente amargo para la misma. Zimmermann lo corrige y
aumenta hasta el infinito; desde luego, hasta lmites ms tremendos que los
alcanzados por Berg sobre el original de Bchner, o, ms tarde, con La caja
de Pandora, el texto de Wedekind. Esta estrategia de angustia sicolgica para
montar una historia es muy propia de la pera de posguerra, y en ese sentido
hay todava una razn ms para que Los soldados se pueda ver como una
prolongacin de las peras de Berg, aunque musicalmente sea evidente que
Zimmermann va bastante ms all en la aplicacin de las tcnicas serialistas.
En todo caso, hay una secuencia tan clara entre Wozzeck (1925), Lulu (1937)
y Los soldados (1964), que se explica muy mal cmo frente a la popularidad
alcanzada por las dos primeras, contina siendo un acontecimiento que la
tercera se represente en un teatro de pera. Me refiero a nuestra Espaa, en
donde, sin ir ms lejos, todava no ha llegado al Teatro Real. Esa s hubiera
sido una buena razn para criticar al progresista Mortier, y no las muchas
tonteras que se han manejado para meterse con l. Claro que los anteriores
directores artsticos tampoco se acordaron de este ttulo fundamental de la
pera del siglo XX. Quiz por no ser tan progres como el belga?

Esta pera, que Wolfgang Schuch y Wolfgang Sawallisch se negaron a


representar en su momento en la pera de Colonia por irrepresentable,
segn ellos (ao 1960), no ha dejado de conocer clamorosos xitos desde
que Michael Gielen y Hans Neugebauer cinco aos ms tarde se atrevieran
a hacerlo en el mismo escenario. Seguramente, ms que su
monumentalidad (esa fue la palabra que emplearon el intendente y el
director musical para quitarse el muerto de encima) fue el miedo que les dio
la pieza, que posee una narrativa no ya inhabitual sino, de tan concisa, justa,
lineal y sencilla, muy poco operstica para sus estrechas mentes. Pero
precisamente, en el aspecto teatral, en eso estriba su maravillosa
modernidad, en la absoluta ausencia de envoltorio y lo radical del mensaje,
no ya universal y multidireccional, sino multitemporal. El ser humano para
Zimmermann es un objeto moldeado sobre sus circunstancias, lejos de
valores absolutos, y la sobreacumulacin de esas circunstancias es la que le
conduce a una ruina que l observa con pasmosa naturalidad.

Todo esto tiene una respuesta musical paralela absolutamente coherente. O


dicho de otra manera, el soporte sonoro y la construccin del discurso
musical se construyen sobre un serialismo al lmite. La pera toda se basa en
una nica serie, simtrica, que se aplica a todos los parmetros posibles
(medida, tonos, ritmo, duracin, densidades), cuyo manejo al infinito crea
un mundo expresivo que me atrevera a calificar de ultrarromntico, aunque
la apreciacin pueda parecer contradictoria. Naturalmente cada escena est
construida sobre una forma musical distinta, segn el modelo establecido por
Berg en Wozzeck (todo vale, desde las referencias a Bach o el canto
gregoriano hasta la utilizacin de una banda de jazz), y precisamente es a
travs de ese control de la forma cmo Zimmermann consigue, a su vez,
mantener la limpieza en la caracterizacin de cada personaje, que es exacta,
concreta, sin el ms diminuto aditamento. No hay tremendismo; cada
acontecimiento se produce de manera natural en su agobiante realidad,
hasta el pandemnium final en el que todo se superpone y acumula en una
especie de pasado, presente y futuro simultneos, para que todo estalle. Muy
wagneriano, solo que mucho ms radical, porque aqu no se salva ni la madre
que lo pari.

Las versiones discogrficas

Shade, Munkittrick, Ebbecke, Cochran, Vargas. Coro de la pera de


Stuttgart. Staatsorchester Stuttgart / Bernard Kontarsky. Escena: Harry
Kupfer.

Arhaus, 100270. DVD.

Aikin, Muff, Konieczny, Brenna, Baumgartner. Coro de la Opera de Viena.


Orquesta Filarmnica de Viena / Ingo Metzmacher. Escena: Alvis Hermanis.
Euroarts, 2072588. DVD. (+ Info-Comprar)

Por razones que ms tarde quedarn justificadas, cambiamos esta vez el


formato habitual de la seccin, pues solo recomendaremos interpretaciones
comercializadas en DVD. Sern dos, creo que las dos nicas existentes, y
como es lgico, tomas de funciones en vivo.

Alban Berg cita en su Suite lrica el acorde de Tristn. Y en su Concierto para


violn, un Coral de Bach. No es reciclaje ni reconstruccin, ni siquiera
deconstruccin, sino cita pura y dura, y esto es algo muy comn en la msica
de los aos 60 del siglo pasado. Liszt lo haba hecho decenas de veces, y de
manera mucho ms explcita, pero ahora se va ms lejos, porque se busca la
cita ms all, y se aade, distorsionada, a otra msica no tonal. Bernd Alois
Zimmermann fue un mago del procedimiento, que en Los soldados lleva a al
lmite. Se puede hablar aqu de collage? Ms bien se trata de expresar la
relatividad simultaneando diversas msicas y, en el caso de la pera, de
diversos escenarios. Lo primero, es decir cuando se trata de msicas
abstractas, se puede hacer sin dificultades aadidas, pero cuando se aplica a
la msica escnica parece crear otros problemas ms complejos: se puede
simultanear voces, sonidos, etc., pero es ms complicado superponer
diversos escenarios de manera razonable.

Como ya he dicho, hay dos montajes grabados en DVD. Uno de 1989 y el otro
de hace un par de aos. El primero, de un seor llamado Harry Kupfer; el
segundo, de Alvis Hermanis. El primero, para la pera de Stuttgart, con
resultados idneos; el segundo, para la edicin veraniega del Festival de
Salzburgo, no tanto. Ambos, sin embargo, son recomendables en el aspecto
escnico, mientras que uno de ellos, el segundo, tiene mucho ms inters
musical.

A mi entender, Kupfer firma una versin escnica de referencia que todo


buen aficionado debe conocer, a pesar de estar filmada en 4:3 y de que el
subtitulado sea malo de solemnidad. El texto, por supuesto, es muy
importante, pero mucho ms lo es aqu lo que se ve, una maravillosa puesta
en escena, apoyada por un diseo, unas luces y un vestuario que logran a la
perfeccin lo imposible, esas superposiciones temporales a que antes me
refer. Kupfer no trabaja horizontal sino verticalmente; plantea niveles, con
los que juega continuamente, variando las categoras de los espacios, que
transforma con inteligente habilidad. El sexo es capital en su concepcin,
pero como fuerza conceptual, no como imagen. Lo que Kupfer nos cuenta lo
hace de dentro a afuera, no al revs. En cambio, en la produccin de
Salzburgo (sin subttulos en castellano), se propone una idea casi opuesta: un
relato horizontal, en el que la fuerza de la imagen sexual es ms
arrebatadora. Teatralmente me parece menos moderna, a pesar de estar
concebida ms de 20 aos despus. Se deja ver, no obstante.

Los cantantes son, en ambos casos, excelentes, dicho sea esto ms desde un
punto de vista estilstico que canoro en sentido literal: aqu no se necesitan ni
voces de bello timbre, ni estilistas del canto tradicional. Lo que requiere esta
obra hecha de desgarros diversos y situaciones festas es una vocalidad al
borde del grito, un Sprechstimme de la digresin sonora, y en ambas
versiones los cantantes lo hacen muy bien. En todo caso, de nombrar a
alguien en concreto, me ha gustado especialmente la Marie de Nancy Shade
y el Desportes de William Cochran, ambos en la versin de Kontarsky.
Mientras que Alferd Muff (Wesener) y Tomasz Konieczny (Stolzius), en la otra
versin, tambin me han llamado la atencin.

Por su parte, la direccin musical de Bernard Kontarsky (tambin est en


formato de ced, con idnticos cantantes, comercializada por Teldec en una
grabacin de estudio cuyas caractersticas no difieren mucho de la toma de
la funcin), sin ser la mejor de las posibles, es ms que suficiente. Pero es
notablemente inferior a la de Ingo Metzmacher, un seor que en esta suerte
de repertorios brilla siempre mucho. Es ms radical en el aspecto sonoro, lo
que en una obra tan tremenda es muy de agradecer.

En fin, con todos estos datos sobre la mesa, y tratndose de una obra
absolutamente maestra, las dos versiones se hacen indispensables.

Por: Pedro Gonzlez Mira

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