Las Mujeres en La Historia Rioplatense
Las Mujeres en La Historia Rioplatense
Las Mujeres en La Historia Rioplatense
Poca información es la que nos brindan los textos escolares sobre las
mujeres de la elite colonial que vivieron durante la época del Virreinato.
Las imágenes más comunes las muestran amenizando unas fiestas
características de su grupo social, las tertulias, o bien organizando el
trabajo de una numerosa servidumbre, en las grandes casonas
coloniales.
• Propuesta
Socolow, Susan, Los mercaderes del Buenos Aires virreinal: familia y comercio. Buenos
Aires, Ediciones de la Flor, 1991.
"La ignorancia era perfectamente sostenida. No había maestros para nada, no había
libros sino de devoción e insignificantes, [...] ya debes de conocer lo que sabían las
gentes, leer, escribir y contar, lo más. Para las mujeres había varias escuelas que ni el
nombre de tales les darían ahora. La más formal donde iba todo lo más notable era una
vieja casa [...]. La dirigía doña Francisca López, concurrían varones y mujeres. Niñas
desde cinco años y niños varones hasta quince, separados en dos salas, cada uno
llevaba de su casa una silla de paja muy ordinaria hecha en el país de sauce; éste era
todo el amueblamiento, el tintero, un pocillo, una mesa muy tosca donde escribían los
varones primero y después las niñas. Debo admitir que no todos los padres querían que
supieran escribir las niñas porque no escribieran a los hombres; estas sillas ordinarias
que ni para muestra hay ahora, no era fácil tenerlas tampoco porque había pocas, todos
los oficios eran miserables, así muchas niñas se sentaban en el suelo sobre una estera
de ésas de esparto. Había una mesita con un nicho de la Virgen donde se decía el
bendito a la entrada y a la salida. Éste era todo el adorno de la principal sala y en un
rincón la cama de la maestra: el solo libro era el Catecismo, para leer en carta cada niña
o niño traía de su casa un cuaderno que les escribían sus padres, y se le decía el
proceso: todo lo que se enseñaba era leer y escribir y las cuatro primeras reglas de la
aritmética, y a las mujeres coser y marcar [...].
Había algunos pardos que enseñaban la música y el piano, éste era el solo adorno para
las niñas, era para lo solo que había maestros, muy mediocres. No puedes imaginarte la
vigilancia de los padres para impedir el trato de las niñas con los caballeros, y en suma
en todas las clases de la sociedad había vanidad en las madres de familia en este punto.
La dicha de los padres era tener una hija monja, un sacerdote, y la sociedad giraba sobre
esta tendencia."
Sánchez, Mariquita, "Recuerdos del Buenos Aires virreinal", en Sáenz Quesada, María,
Mariquita Sánchez. Vida política y sentimental, Buenos Aires, Sudamericana, 1995.
Las niñas de las familias decentes del Buenos Aires virreinal solían pasar la mayor parte
de su tiempo en sus grandes casas de la ciudad, entre costuras, bordados, zurcidos y
asistencia a misas. Sus padres les enseñaban las primeras letras, para que pudieran
colaborar en las empresas familiares.
Las niñas participaban de las tertulias, esos ámbitos de sociabilidad tan típicos de la elite
colonial. Los fines de semana, dejaban la casa de la ciudad, para ir con sus padres a las
quintas y estancias que éstos poseían en la campaña cercana.
Por lo general, crecían mimadas por la servidumbre de la casa. El cariño no era lo más
característico en las relaciones familiares. El trato de los padres hacia sus hijos se
caracterizaba por la severidad y la distancia.
Elaborado a partir de: Félix Luna (director), Mariquita Sánchez de Thompson, Colección
Grandes protagonistas de la historia argentina, Buenos Aires, Planeta, 2000.
En los hogares de la gente decente era habitual que los padres eligieran maridos para
sus hijas. Los matrimonios así pautados no tenían en cuenta los sentimientos de las
jóvenes sino los intereses de familia. A través de un buen matrimonio se buscaba
mantener o incrementar el patrimonio familiar. Los ricos comerciantes, por ejemplo, se
preocupaban por pactar matrimonios con hombres que a través del ahorro y la buena
administración dieran continuidad a sus empresas mercantiles.
En este sentido, los españoles contaban con ciertas ventajas sobre los criollos. Las
familias decentes los consideraban más trabajadores y ahorrativos que los nativos. Un
dicho -Vino, marido y bretaña*, de España- que estaba muy extendido en la época
expresaba muy bien esta preferencia.
1
Susan Socolow sostiene que el casamiento de la mujer criolla socialmente establecida
con el recién llegado de España no era sólo una norma aceptada en Buenos Aires, sino
que estaba extendida por la mayor parte de Hispanoamérica.
Elaborado a partir de: Félix Luna (director), op. cit.
Hacia 1803 Mariquita Sánchez tenía 14 años. Pertenecía a una distinguida familia
porteña. A pesar de su juventud, Mariquita decidió cuestionar las rígidas costumbres de
su época en torno al matrimonio. No aceptó casarse con el hombre elegido por sus
padres, el español Diego del Arco. Amaba a un joven, llamado Martín Thompson y,
animada por tales sentimientos y por una personalidad que comenzaba a definirse como
muy libre y transgresora, resistió las imposiciones paternas. Ante la intransigencia de sus
padres, ella y Martín decidieron llevar el enfrentamiento a la esfera pública. Presentaron
un juicio de disenso ante las autoridades virreinales y, finalmente, fue el virrey
Sobremonte el que dirimió el conflicto, fallando en favor de los enamorados.
La historiadora María Sáenz Quesada considera que Mariquita fue expresión de una
nueva sensibilidad social: "... en esta lucha de carácter personal los novios no estuvieron
solos. En efecto, la cuestión del casamiento con el elegido del corazón era uno de los
grandes temas de la vida privada que debatía la sociedad finisecular. Si en Francia
acababan de abolirse los privilegios que venían del Medioevo, si el espíritu del siglo
tendía a acabar con las herencias gravosas, si los pensadores, literatos y poetas
elogiaban el individualismo y la religión del corazón por encima de las frías normas,
¿podrían escapar los súbditos americanos de la Corona española al influjo de tales
cuestiones?"
La firmeza de Mariquita al sostener contra viento y marea sus derechos, de los 14 a los
17 años, da cuenta además de una decisión que era fruto de su notable fortaleza, el
punto de partida de una nueva sensibilidad social ante el matrimonio: la revalorización del
amor de la pareja por encima de los intereses del grupo de familia.
En este punto la joven contaba con el respaldo moral del obispo Azamor y Rodríguez,
titular de la diócesis de Buenos Aires. Éste había sido íntimo de su casa. Murió cuando
ella tenía unos diez años; es fácil imaginar que esa niña, presente en las tertulias de los
mayores como se acostumbraba en Buenos Aires, debió escuchar y absorber estos
nuevos y atractivos conceptos que tan bien se adecuaban a su íntimo anhelo de libertad.
Más sorprendente es que su padre, tan amigo del obispo Azamor, adoptara en
oportunidad del enlace de su única hija un comportamiento intransigente. Pero una cosa
era el vínculo amistoso, y otra muy diferente aceptar los revolucionarios criterios del
prelado en lo que hacía al manejo de sus intereses de familia. "En sus escritos, Azamor
había defendido la libertad de elección de su pareja por parte de los jóvenes [...]".
"Esta postura [...] era también la del progresista fiscal de la Audiencia de Charcas,
Victorián de Villaba [...], para quienes la oposición de los padres respondía al capricho o a
deleznables conveniencias económicas o sociales. Tanto el prelado como el fiscal
expresaban un clima de ideas contrario a la Pragmática Sanción que en la década de
1780 había tendido a vigorizar la autoridad paterna a fin de evitar que la sociedad
estamental se quebrara por matrimonios entre personas de diferente nivel social o de
castas distintas. Según dicha Pragmática, los hijos, incluso los mayores de 25 años,
debían solicitar el consentimiento paterno. La transgresión a esta norma se castigaba con
la pérdida del derecho de herencia. En ese ambiente movilizado por nuevas ideas y
nuevos protagonistas, los argumentos contrarios al noviazgo resultaron inconsistentes
[...]".
"Aunque no fue el único juicio de disenso de esa década, pues hubo algunos otros de
importancia en que los hijos pusieron pleito a sus padres, el de Mariquita y Martín tuvo
una repercusión especial. [...] Ella y su novio se habían convertido, sin buscarlo, en
pioneros de esta nueva sensibilidad."
Sáenz Quesada, M., Mariquita Sánchez. Vida política y sentimental, Buenos Aires,
Sudamericana, 1995.
Por entonces, Mariquita Sánchez de Thompson, desde las hojas y periódicos más
radicales, incorporó al debate público el tema de la educación de las mujeres y cuestionó
el rol subordinado y dependiente que se le asignaba a la mujer en el proceso
revolucionario.
Contenidos conceptuales
• El tiempo histórico: pasado y presente.
• Secuencia.
Contenidos procedimentales
• Identificación y contrastación de modos de vida del presente y el pasado.
• Formas de discriminación.
SUGERENCIAS DIDÁCTICAS Ciencias Sociales- EGB 1 - N° 5
Para profundizar el conocimiento de algunas características de la vida que llevaban las mujeres
de la elite en los últimos tiempos coloniales se encuentran asociados a esta Propuesta un
banco de imágenes, una selección bibliográfica y una serie de enlaces a otros sitios web que
abordan el tema.
Los enlaces -a los que se accede a través del botón "Otros sitios de interés"- aportan más
elementos referidos al tema, desde estudios monográficos sobre la situación femenina en el
período hasta propuestas para trabajar directamente con alumnos.