La Disparidad en El Amor - I Parte
La Disparidad en El Amor - I Parte
La Disparidad en El Amor - I Parte
Eric Laurent
Entremos de inmediato en este tema de las declinaciones del amor. Sin duda es una excelente idea
haberlo elegido para una serie de conferencias que quieren dirigirse a todos aquellos que estn
interesados por las consecuencias del psicoanlisis, dado que es una apuesta del psicoanlisis saber
si tiene algo para decir sobre el estatuto moderno del amor, el estatuto contemporneo.
Estamos en un momento fecundo en cuanto a la revisin de los dichos sobre el amor, con una cierta
dificultad que se hace sentir en la literatura, en las formas narrativas ms vastas, el cine o en las
formas modernas de narracin que dependen, que entran ms o menos en el marco de la literatura.
La impresin es que esa dificultad est marcada por diferentes sntomas, tales como la
multiplicacin o la refraccin de clichs sobre el amor ya establecidos en la literatura. En ocasiones
la literatura de nuestra poca recicla clichs de manera mecnica y al mismo tiempo irnica; es la
perspectiva que se califica como post-moderna: no se cree ms ni en la modernidad ni en una
solucin nueva inventada; tampoco se cree ms en las viejas soluciones. El resultado: la irona o la
cita.
Al mismo tiempo entonces, cita obligada: dificultad para inventar nuevas figuras; e irona: no se
cree ms en las historias de amor. De all la dificultad para salir de la actitud irnica, del ?a m no
me van a vender historias de amor ni de ninguna otra cosa?. Fin de las ideologas, fin tambin de las
historias de amor. Y, al mismo tiempo, se constata el carcter ineluctable.
En la Muestra de Venecia, por ejemplo, se percibi el impacto que tuvo un film como Una relacin
pornogrfica?, en el cual el autor contrasta el ttulo con el hecho de que no se ven en el film en
ningn momento, o apenas, jugueteos que pudieran dar cuenta del calificativo evocado. Por el
contrario, se quiere partir de una historia que estara centrada nicamente en el sexo, y por
supuesto, se llega al amor, para sorpresa en especial del varn, quien mientras pensaba
comprometerse en esta historia slo por la satisfaccin, cae en las paradojas del amor. Es uno de los
fenmenos clsicos de la clnica del sujeto obsesivo que piensa que puede estar todo el tiempo muy
atento a la cuestin del amor y no obstante no para de mezclarse despus en mltiples dificultades.
Y desde este punto de vista, la clnica psicoanaltica capt esas diferentes paradojas de manera
distinta a las dificultades de la narracin amorosa moderna. Por eso creo que es una excelente
pregunta plantearle al psicoanlisis: Qu tiene para decir sobre el desorden amoroso
contemporneo? Permite el psicoanlisis orientarse en estas cuestiones?
Es especialmente una buena idea hacerlo en Tours, porque la Touraine es una tierra de eleccin
para plantearse este tipo de preguntas; lo ha sido durante todo un siglo, en el que la literatura
francesa instal un nuevo tipo de discurso sobre el amor que relevaba al de Italia, que lo declinaba
de otra manera. En el siglo XVI, pues, Ronsard no viva muy lejos; Les Saisons de Ronsard son un
buen ejemplo para ver cmo en la literatura se declina la dificultad de narrar las historias de amor.
Escribi poemas de amor toda su vida. Simplemente la poca empezaba bien, se sabe: en el siglo
XVI, se crea que iba a haber buen tiempo, que la poca iba a liberarse de los nubarrones de la
opresin escolstica y luego lleg Lutero y despus el fin del siglo y los diversos desgarramientos. Se
ve aparecer en las historias de amor de Ronsard a la fortuna, al hombre encomendado a la fortuna,
el gusto por la astrologa, el imposible clculo de la buena combinacin de los hombres y las
mujeres, temas que lo ocuparon hasta el final de su vida.
La Touraine es entonces una buena idea para meditar acerca de la manera en la que se han inscripto
las historias de amor y el gran malestar, en los mismos lugares de sus huellas en la literatura.
Literatura
Pero eleg para comenzar, o como exergo para preparar mi conferencia de hoy, no a Ronsard sino un
extracto de La Rochefoucauld. Porqu La Rochefoucauld? Es el siglo siguiente. A pesar de todo es
la excelencia del moralista francs y el autor de una observacin que le gust mucho a Stendhal,
segn la cual hay mucha gente que no sabra qu es el amor si no hubiera ledo primero historias de
amor. Respecto de este tema, el amor como semblante, el amor que no es natural, el amor como
artefacto, como convencin, hay un sentimiento agudo del moralismo del siglo XVII y al mismo
tiempo hay un punto de vista muy masculino. Para el decir masculino, eso no es evidente. En el
fondo no es sino desde el psicoanlisis que se puede decir esto y desde el interior del discurso
psicoanaltico. No s si hay entre ustedes personas que tienen por profesin ensear literatura en
los colegios y en las universidades, si las hay, deben saber que pueden leer todos los comentarios
que quieran sobre esta frase ?y sabr Dios si hay una pequea biblioteca al respecto? y nadie seala
que no se trata de un punto de vista universal, sino que ah se trata del punto de vista del siglo en el
que hay algo profundamente masculino. Y as sea en obras importantes, como el libro de Paul
Bnichou sobre Las Morales del gran siglo (1), el libro de Robert Mauzi sobre la felicidad en el siglo
XVII (2), no se ve tematizada la oposicin de los sexos en lo que concierne al amor.
Por el contrario, en particular, es un tema que los autores feministas franceses (que con frecuencia
son excelentes profesores de letras) o americanos, de manera ms brutal, han desarrollado. Habra,
hay en las letras, una disimetra desde la perspectiva del amor que podra fcilmente reducirse a la
idea de que slo las mujeres hablan de amor: toda una temtica de la literatura femenina, o de la
literatura de mujeres, escrita por las mujeres, la escritura femenina, estara centrada precisamente
sobre la exploracin sistemtica del amor, de sus impasses, de sus sufrimientos y desde ah se
interrogara ms profundamente la invencin de una forma de amor moderna.
Esto es corroborado por el hecho de que Marguerite Duras, por ejemplo, se haya instalado
duraderamente en el paisaje de la literatura francesa como una suerte de orculo sobre las formas
del amor es lo que puede retornar? a travs de formas literarias extremadamente variadas.
Comenz su carrera con una escritura que derivaba en cierto modo del canon gidiano, que tanto
marc las letras francesas, para despus pasar por un perodo experimental y terminar en una
literatura al borde del clich que le vali tiradas fenomenales, con la reescritura de El amante por
ejemplo, al borde de una conversin como las que conoci Philippe Sollers, que pas de la escritura
formal en una y otra direccin, a un clasicismo un tanto desvergonzado en las novelas ms recientes
que escribi.
Esta disimetra da cuenta de que las mujeres hablan del amor de otra manera que los hombres. Pero
al mismo tiempo no es fcil tematizarla cuando se abordan por ejemplo las concepciones de la
felicidad o del amor que una poca dada se hace: el Renacimiento, la edad clsica, distinguiendo el
siglo XVII y el siglo XVIII, el amor en el siglo XIX, etc., y ahora.
El psicoanlisis debera poder ayudar a orientarse sobre esta disparidad, que es hoy nuestro tema.
Ya que es un punto sobre el cual desde el principio, con Freud, el psicoanlisis avanz con firmeza y
logr mantener como un bastin, como una adquisicin. El punto sobre el que Freud avanz es que
hay una profunda disimetra entre la posicin masculina y la femenina; la centr sobre las
enseanzas que empero resultaban dudosas a las psicoanalistas mujeres, en el momento en que
numerosas mujeres hicieron su entrada al psicoanlisis.De entrada, Freud subray que lo que es
muy profundamente disimtrico, es la anatoma, es el rgano. El rgano masculino es evidente, el
rgano femenino permanecera oculto. La teora de la castracin fue en principio formulada en
Freud a partir de un tipo de evidencia imaginaria que es del orden de la representacin: no se ve lo
que tienen las nias. Entonces el razonamiento que sostiene el varn es: si hay seres humanos que
no necesariamente tienen el pequeo apndice que yo tengo, y bien, entonces puedo perderlo. Es el
famoso rgimen del terror del varoncito: la amenaza de castracin.
Freud no lo vio enseguida. En 1909 todava, es decir alrededor de diez aos despus de haber
comenzado la prctica del psicoanlisis, con el pequeo Hans, considera que si ese niito de cinco
aos que l analiza tiene una fobia, es sin duda porque sufre un complejo de castracin. Es un caso
particular, no est todava generalizado. Recin despus del anlisis del pequeo Hans Freud va a
generalizar el complejo de castracin para el varn y a considerar que todos viven bajo el rgimen
del terror y que no hay manera de evitarlo. Se puede ser gentil, o gracioso se puede hablar de todo
esto, ni siquiera es obligatorio decirle: "si no te portas bien te la cortaremos ", etc.; aunque quitemos
toda esta retrica de la amenaza, sta est siempre all, el nio se las arregla continuamente para
vivir con eso.
A medida que Freud generaliza esto, se plantea la pregunta: y para las nias qu? Recin diez aos
despus, en los aos veinte, generaliza una posicin para la sexualidad femenina. Observa que en las
nias, la gran diferencia es que no viven bajo la amenaza de la castracin, por el contrario tienen
una actitud activa al respecto: en el lugar de la amenaza que pesa sobre el varn, las nias tiene una
certeza: no lo tienen, entonces van a buscarlo. De este modo Freud da cuenta de la mayor vivacidad
intelectual de las nias; observa tambin en la adolescencia ?esto siempre sorprende? el carcter
completamente atontado de los varones y el carcter mucho ms despierto de las nias; del lado
varn, el carcter especialmente perdido, siempre en la adolescencia; del lado nia el carcter
mucho ms decidido, aunque ste tambin puede extraviarse.
Esta oposicin construye una asimetra de la vida amorosa, marcada, una de ellas, por la amenaza y
la angustia de castracin y la otra por la certeza de saber lo que se quiere, slo que con una amenaza
muy particular: para la nia, es necesario el amor del otro, aquel del que va a tomar lo que le falta.
De all la amenaza particular que marca la vida femenina: la amenaza de la prdida de amor; y esto
instala en efecto el amor lado nia en una posicin particular, disimtrica de la posicin masculina,
clavada a un objeto y a la presencia de la angustia.
Esta oposicin, que instala el amor en este lugar distinguido permite, en efecto, dar cuenta a travs
de los aos en la literatura, cuando las mujeres han podido expresarse sobre esto, de la importancia
que toma el amor cuando tenemos huellas de esto. Pero por el contrario deja una pregunta, la que
Freud formul en los aos treinta: ?Qu quieren las mujeres??
Todo el problema es: porqu Freud construy esta pregunta si aparentemente haba encontrado una
respuesta: qu quieren las mujeres?". Respuesta: quieren ser amadas.
Dnde est exactamente la necesidad de mantener una pregunta abierta?La pregunta abierta es:
qu quieren las mujeres en la realizacin de la vida amorosa?
Es esta la pregunta que plantearon las analistas mujeres que comenzaron a ocupar lugares en las
filas del movimiento analtico a partir de los aos ?20, cuando la educacin se abri a sujetos
femeninos, y los miembros de la primera generacin juda enviaron a sus hijas a la escuela. Esto dio
como resultado esas mujeres mdicas que tanto aportaron al psicoanlisis, a un pblico nuevo,
atento, curioso que se serva del psicoanlisis para esclarecerse en las dificultades. El ejemplo
eminente es Hlne Deutsch, pero hay alrededor de ella un cierto nmero de condiscpulas que son
completamente de ese nivel, que renovaron en Viena el movimiento analtico. Hlne Deutsch, con
algunos de sus condiscpulos alemanes comenzaron a plantear la pregunta: sin embargo, porqu
esa primaca del rgano masculino? Despus de todo, las nias tambin tienen uno: para los
varones el pene, para las nias la vagina; y todo el mundo con sus sensaciones, todo el mundo hace
sus descubrimientos, todo el mundo echa mano all, y en el fondo dnde estara la primaca en todo
esto? Esta pregunta aparece en los aos ?20 en el movimiento psicoanaltico y abri un campo de
discusin que se cerr de manera muy artificial con la proximidad de la Segunda Guerra Mundial, el
debate se clausur ya que no se haba arribado a ninguna orientacin y entonces, se proclam: todo
el mundo a observar a los nios.
Se vuelve a partir entonces y el debate sobre la sexualidad femenina se cierra con una tapa. Es
cuando se plantea: debemos interesarnos en las relaciones de la madre y los hijos; tal fue el debate
Anna Freud-Melanie Klein, que apasion a los psicoanalistas, con las resonancias psicolgicas que
estos estudios podan tener.
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