La Verdad Tiene Estructura de Ficcion
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La Verdad Tiene Estructura de Ficcion
(*) Jornadas De Escuela Los Discursos En La Direccin De La Cura. Viernes 10 Y Sbado 11 De Agosto 2012
Olga Cuadra
Nos cuesta deshacernos de la ilusin comn que nos hace pensar que la verdad se encuentra
detrs del velo ficcional que le proporciona una vestidura.
La experiencia psicoanaltica demuestra, no obstante que la verdad misma "tiene estructura
de ficcin" y que el velo que la reviste, lejos de disimularla, hace en realidad aparecer su
naturaleza de semblante. As la mscara del que relata es un engao cuyo estatuto de ficcin
importa ms que la realidad oculta en la que l parece creer. No es seguro que si quitan esa
mscara veran aparecer al autor en su desnudez, podra guarecerse en otra parte que all
donde se lo esperaba. Detrs del velo arrancado, buscara en vano su presencia que est por
todas partes salvo en el lugar en que debiera estar segn la convencin del relato.
Se sabe que en psicoanlisis, la biografa infantil del sujeto ha sido siempre considerada como
el material ms en significacin. Los recuerdos de la infancia constituyen los testimonios ms
antiguos y lo ms cercano al deseo y a los fantasmas inconscientes, as como la represin
que cae sobre ellos. Es notable que Freud, desde 1909, haya preferido designarlos con la
creacin del sintagma "novela familiar".
No obstante a diferencia de un novelista, el analizante no sabe que est inventando. Ms este
saber le es inaccesible puesto que es inconsciente. Y slo el largo y paciente trabajo del
anlisis le permitir al analizante descubrir que all donde l crea haber vivido una historia, l
haba construido una serie de fantasmas cuyo desciframiento llevar en el mejor de los
casos, a la revelacin de un fantasma fundamental.
Esta adquisicin de saber, a la que llega el psicoanlisis, no deja de tener efectos que vuelven
sobre esa biografa infantil. De aqu en ms esta puede aparecer al sujeto que ha llegado a
ser su narrador como una ficcin forjada en torno al ncleo de lo imposible de decir, esto es la
diferencia sexual y la relacin sexual.
Tanto en Freud como lacan hay adecuacin entre el estilo y el objeto, entre poema e
inconsciente, entre escritura y psicoanlisis. As como la novela que el analizante desarrolla
sesin tras sesin, si hubo trabajo analtico podr volverse poema Qu es un poema? es una
ficcin, se escribe bajo el dictado del inconsciente del sujeto, con eso que sabe sin saberlo,
pero para ser un poema, uno no es poema de nacimiento, como no es un analista de
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nacimiento lleva muchos aos habr sido necesario pasar por el saber del vaco entre
palabras. Hizo falta consentir en saberse no ser ms que una ficcin, y que tanto el anlisis
como el poema es un proceso de escritura.
As, el estilo ser la manera particular, determinada por la historia significante de cada uno, la
manera sintomtica de no slo de escribir el vaco entre las palabras, de escribir la ficcin, en
el poema que un analizante puede llegar a convertirse, sino tambin de trasmitir cmo, porqu
mecanismos, eso se escribi.
Para ir hacia un lugar o ms bien un lazo social que nos permitir a cada uno, ms all de los
espejismos de la ilusin, de las rivalidades imaginarias y de la certeza embustera y gozosa de
nuestro propio fantasma, es necesario "hacerle la contra a lo real" segn Lacan es la misin
del analista.
La experiencia y la historia lo muestran suficientemente, este lugar no existe, es una ficcin
necesaria que tambin va a escribirse fixin, ninguna asociacin, incluso llamada Escuela,
podra satisfacer este estado de cosas ideal, primero porque ninguna agota la idea de
escuela, pero por sobre todo a este real jams se le hace la contra de una vez por todas,
porque es ms fuerte que nosotros. El saber no agota sus efectos, que siempre estn por
venir.
"Lo curioso es todo esto es que el analista, en los prximos aos dependa de lo real y no de lo
contrario. El advenimiento de lo real no depende para nada del analista. Su misin, la del
analista, es hacerla la contra. Al fin y al cabo, lo real puede muy bien desbocarse, sobre todo
desde que tiene el apoyo del discurso cientfico".
De este modo, el analista no hace semblante de ser un objeto a, se hace el objeto de su
analizante, ocupa el lugar de objeto a que est "l mismo en lugar de semblante en el discurso
analtico" pero para que este semblante tenga efecto, es muy necesario, que sea manifiesto,
que sea llevado como la mscara del teatro antiguo, detrs de la mscara hay un actor que
dice, interpreta el texto de otro y no su propio texto. Cuando uno habita un discurso, es l
quien comanda a uno. Pero puede suceder a veces que el analista cometa un error de
construccin sin embargo la experiencia muestra a menudo "que se puede atrapar la carpa de
la verdad precisamente con la mosca de la mentira" esta observacin nos evoca acaso la
verdad que miente y la equivocacin.
En efecto ni el analista ni el analizante disponen de todo el texto del analizante, es imposible,
porque este texto, est por estructura siempre en devenir, nunca cerrado, y es un texto con
agujeros, es decir con tres agujeros, el de las palabras que faltan porque han quedado
relegadas por la represin, la del vaco entre las palabras, y que llama a la palabra siguiente y
por fin ese insondable de la represin originaria-Unverdrangung.
Freud en el texto el Poeta y la actividad de la fantasa afirmaba que un acontecimiento vivido
actual fuerte despierta en el poeta el recuerdo de un acontecimiento anterior, que la mayora
de las veces, forma parte de la infancia de donde emana ahora el deseo (wunsch) que
encuentra su realizacin en la ficcin (dichtung) por ejemplo cuando leemos en Diarios y
correspondencias de Kafka vemos que ha integrado en sus textos muchos elementos de su
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vida cotidiana, a veces simples alusiones, pero que tienen a menudo valor de cita ya que
entonces quedan elevadas a la dimensin de lo escrito y pierden de ese modo su dimensin
contigente, pueden concernir a cualquier lector.
Puesto que unicamente la ficcin puede volver legible esta muesca primera a la cual se aferr
por haber sido marcado una vez de una vez para siempre y que determin un destino, pero
Cmo puede uno aferrarse a un quiebre, a un agujero, al vaco de una muesca? No se ha
alcanzado all el lmite de la representabilidad, el lmite de lo imposible, el lmite de la
Unverdrangung? Cmo sucede que alguien que sabe que ya no hay nadie cerca a quien
pueda presentarle una queja, quiera ser analista?"Como soy profundamente no creyente, no
puedo incriminar a nadie y s que no existe ningn lugar en el que pueda presentarle una
queja".
Hilda Doolittle: H.D. segn las iniciales con que sola firmar su produccin, es una escritora
estadounidense , luego de padecer la muerte de seres queridos y la presuncin de que
vendra una gran guerra, consult a Freud en 1933 para comenzar un anlisis con la
pretensin de que el anlisis le ensease a no sufrir ante lo que se avecinaba. Se analizaba a
un ritmo de cuatro sesiones semanales durante tres o cuatro meses. Ella lo llamaba "el
profesor". Ella tena cuarenta y siete y Freud setenta y siete.
Una vez concluidas las sesiones se sentaba en la pieza del hotel a redactar, a escribir lo
sucedido, a escribir un testimonio sobre la clnica. Sus notas tomaron forma del libro "Tributo a
Freud" (1979) y un extenso poema "El maestro".
Hija de una mujer morava- tambin Freud naci en Moravia dice haber heredado de ella sus
condiciones artsticas, su madre era msica, el abuelo materno fue escritor, el padre era un
cientfico destacado, profesor de matemticas y astrnomo. Segn manifestaciones reiteradas
de la madre, su hijo varn era el favorito, atribuyendo al padre de Hilda un favoritismo por ella.
Hilda crey decepcionar a su padre al no dedicarse a la ciencia- l le haba inscripto en la
universidad para que estudiase matemticas. En el transcurso del segundo ao fingi un
colapso para abandonar sus estudios y comenz a noviar con Ezra Pound iniciador del
movimiento imaginista en USA, un hombre al que la flia del Hilda no quera, se va a vivir a
Nueva York donde comienza a escribir, luego se separa y conoce al que sera su marido
tambin escritor y se trasladan a Londres para integrarse a un grupo literario.
El horario de la sesin de H.D. era contiguo a otro paciente al que llamaban el holands
errante, ms de una vez que ella debi cambiar la hora Freud le solicit que hablase con ese
hombre para intercambiar los turnos. H.D. desarroll intensas fantasas con esta persona. Al
terminar la primera etapa del anlisis resolvi no retornar a Viena, pero en un momento ley
en el diario una noticia sobre el paciente de Freud (el holands errante) que haba muerto a la
vuelta de dar una conferencia piloteando su propio avin. Esto motiv que volviese a solicitar
unas sesiones a Freud. Supuso que lo encontrara muy apenado por esa muerte, cuando se lo
dijo agreg que haba pensado que este hombre sera el encargado de difundir su teora.
Freud le contest que ella vena acupar su lugar del holands errante.
H.D. narra o acontecido al iniciar su anlisis: "... me volv, sentada de modo poco ortodoxo,
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bien deracha con los pies el suelo. El mismo profesor es poco ortodoxo, est golpeando con la
mano, con el puo en la cabecera, del antiguo sof de crin que ha odo ms secretos que el
confesionario de cualquier padre confesor catlico romano e nsus das de
apogeo....Conscientemente no advert haber dicho nada que pudiera explicar la explosin del
profesor.Incluso cuando me volv, de frente a l, mi mente estaba lo bastante alejada como
para preguntarme si no haba sido alguna idea de l para acelerar el contenido analtico o
para dirigir el flujo de las imgenes asociadas. El profesor dijo "el problema es -yo soy un
hombre viejo- que usted no cree que valga la pena amarme". El impacto de estas palabras fue
demasiado terrible, simplemente no sent nada. No dije nada. Qu esperaba l que yo
dijera? Era exactamente como si el ser supremo hubiera golpeado con el puo sobre el
respaldo del divn donde yo yaca. Por qu hizo eso? Deba saberlo todo o no saba nada.
Deba saber lo que yo senta o era un recurso para impresionarme. "pag 64
Como habamos dicho antes, a raz de la muerte del holands errante Hilda vuelve a Viena
para decirle a Freud cunto le apena su sufrimiento por dicha muerte, a lo que ste
responde:"Ud. ha venido a ocupar su lugar".
El holands errante entra en la cadena asociativa del hermano, Por qu surgen esas
asociaciones? Porque Freud no le confiere un sentido predeterminado a su interpretacin. Ese
haber venido a ocupar su lugar es una frase incierta, que promueve preguntas El lugar de
quin? Del holands errante? El propio? No es posible precisarlo, Freud no dice por qu lo
dice, Hilda sigue hablando y esto es de suma importancia, porque la vacilacin de sentido
aportada a la intervencin la incita crear algo propio, un espacio singular.
Freud le propone el amor como un intento de suplir esa conjuncin imposible, le muestra que
ella est atravesada por un deseo que aparece como incgnita a despejar. Establece un
enigma, recogido de la trama del discurso de Hilda, que no responde por s mismo. Si hay
repeticin, entraa su carcter radical, que es la pulsin de muerte. Insistencia que caracteriza
a la realidad psquica nica- de ser inscripto en el lenguaje, cuyas representaciones estn
destinadas a exceder lo representable y a subsistir reprimidas bajo la forma de un saber
inconsciente.
Sin lugar a dudas, no podemos saber qu dijo Freud, pero no slo me pregunto si esto
importa, tambin si es posible saberlo, siendo este un texto que nos ofrece la autora
quedando a nuestra consideracin y como no estamos en la intimidad del consultorio,
tambin hay reproducciones de cartas de Freud, no es acaso todo esto ya una ficcin?, la
exigencia de veracidad - atributo cientfico- no es otra cosa que el supuesto retrico de la
narrativa literaria. El rechazo de todo elemento ficticio no es un criterio de verdad, puesto que
el concepto de verdad es incierto y su definicin integra elementos dispares y an
contradictorios, es la verdad como un objeto unvoco del texto y no solamente la presencia de
elementos ficticios los que merece una discusin minuciosa cuando se trata de la clnica.
Qu importa si Freud era poco ortodoxo importa si Freud interpreta salvajemente, o si ella
escucha su propio salvajismo en esa interpretacin o si se equivoc, o que esos tremendos
golpes de Freud en su silln pudieron haber sido otra cosa, que ms da. Para m esto carece
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de valor, lo interesante es que en un anlisis es un monlogo a dos voces, algo pas que
produjo en la paciente la posibilidad de darle una dimensin y un sentido sorprendente, luego
del cual podemos decir que hubo algo del orden del acto interpretativo, que podemos valorar a
posteriori, cuando el relato de la escena es otro, porque el que ha cambiado justamente el
sujeto de dicho relato.
Discurso del analista- discurso analtico que respeta el Eigenart, el estilo de aquellos que
padecen por su sntoma. Respetar el estilo del analizante es una de las ltimas
recomendaciones de Freud. Si no lo hiciera, el analista podra reprocharse no haber dejado la
palabra al paciente. Podemos decir mejor que hacer semblante de objeto a es el anverso del
hacerse el maestro.
Este texto es de una paciente, que le podemos otorgar el estatuto de la realidad psquica y de
su fantasmtica, dejando de lado, que las palabras por ellas narradas sean las palabras de
Freud. Podemos decir que Freud no ayud a soslayar el sufrimiento sino ms bien
enfrentarlo, le habl de que valga o no la pena amar a un viejo. La gran cuestin es que no
hay alternativa de salir del sufrimiento que no pase a travs del sufrimiento. As fue. Despus
del anlisis escribi tres importante poemas, uno es El Maestro, en homenaje a Freud. All
deja constancia que Freud le dijo que era ella poeta. Por qu se lo habra dicho a alguien que
ya era y haba publicado bastante? Es una autorizacin, un impulso que ella encuentra en la
palabra de Freud, su escritura de Tributo a Freud y la de este poema son experiencia, que
incluyen la salida del anlisis, una salida que a la vez es un retorno a la escritura.
Todo encuentro es un mal entendido. "Trauma no hay otro, el hombre nace mal-entendido, el
cuerpo no hace su aparicin en lo real sino como un mal entendido", el encuentro con lo real
es siempre traumtico. Trou-matisme.
"Por qu me dices que vas a Lemberg si realmente vas all y me lo dices para que yo crea
que vas a Cracovia?".
El fingimiento viene a duplicar a la mentira, que todava haca posible entenderse y el hombre
sincero contina pidiendo que la verdad le sea dicha, que el otro, por fin, cese de engaarlo.
Para quien se pone a hablar hay varias maneras de arreglrselas con la verdad: la sinceridad
es una de ellas, la mentira es otra. Hasta el momento en que es la verdad la que se arregla
con l: lapsus, sueo, sntomas, psicoanalista. Se puede permanecer sordo al lapsus, olvidar
los sueos, repetir indefinidamente los sntomas y odioenamorarse de su psicoanalista.
Precisamente por ser la cuestin de la verdad la que hace hablar a quienes se dirigen a l, el
psicoanalista se tiene a veces por su fiel servidor. Toma entonces muy en serio su papel. En
el juego de la verdad, pretende ser amo o esclavo.
No hay acceso directo a la verdad. La verdad siempre es dicha a medias. Las vas de acceso
son diversas. No todas ofrecen el mismo resultado, pero se organizan alrededor de algn
seuelo, lo que separa al psicoanlisis de otras vas como la religin o la enfermedad, es
quizs que el psicoanalista, tan artificial como real- para utilizar los trminos de Freud- no
demanda la verdad, lo cual lo autoriza aprovecharse mucho ms del seuelo que l ofrece:
descredo sin duda, pero apresado en el juego. Comprometido a viajar con aquellos que se
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dirigen a l, de ilusin en semblante, de semblante en ficcin, hace el recorrido hasta el final,
en los mejores de los casos, pero no sabe al comienzo. Como no lo sabe el otro viajero- si la
llegada estar en Cracovia o en Lemberg.
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