El Napoleon de Los Ladrones - Ben Macintyre PDF
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El Napoleon de Los Ladrones - Ben Macintyre PDF
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Ben Macintyre
ePub r1.0
Titivillus 30.04.17
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Ttulo original: The Napoleon of Crime
Ben Macintyre, 1997
Traduccin: Hernn Sabat
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Para Kate
Espero que no habr llevado usted una doble vida, fingiendo ser malvado cuando
en realidad ha sido bueno en todo momento. Eso sera una demostracin de
hipocresa.
OSCAR WILDE, La importancia de llamarse Ernesto[3]
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PREFACIO
Hace algn tiempo acud a Los ngeles para cubrir la ltima entrega del caso
Rodney King, esa saga sombramente definidora de los tiempos modernos. Sin
embargo, cuando dej la ciudad tena en la cabeza otra historia de policas y ladrones.
Los agentes blancos de la polica de Los ngeles que haban sido filmados por un
cmara aficionado mientras daban una paliza al conductor negro, seguan
proclamando tercamente su inocencia desde el banquillo de los acusados, que
ocupaban por segunda vez. Se mascaba en el ambiente que la ciudad estaba al borde
de un nuevo estallido de disturbios. Una tarde, cuando el jurado ya se haba retirado a
deliberar sobre el veredicto, decid llegarme en coche hasta la zona de Van Nuys para
indagar en los archivos de la agencia de detectives Pinkerton; tena en la cabeza la
idea de escribir un artculo para The Times sobre la actividad policial en otra poca,
de tonos sepia, a un mundo de distancia de los matones que estaban siendo juzgados
y de los violentos de los guetos que tomaran las calles si aqullos escapaban de
nuevo a la justicia.
La agencia Pinkerton. El mero nombre evocaba la imagen de unos detectives de
patillas y mostachos cmicos, armados de revlveres de seis tiros, que cabalgaban
tras personajes como Jesse James, la banda de Reno, Butch Cassidy y Sundance Kid.
Un aburrido secretario que no dejaba de hacer globitos con goma de mascar me
condujo a los archivos del stano. Me di cuenta al instante de que all haba mucho
ms de lo que se poda digerir, no ya en una tarde sino en un ao entero. Las hileras
de cajones, que rebosaban de expedientes, daban testimonio de la minuciosidad de los
primeros detectives norteamericanos. Al cabo de una hora de husmear al azar, tom
en mis manos un lbum de recortes encuadernado, con fecha de 1902, y al hojearlo
encontr este fragmento de un artculo de prensa:
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consigui un botn de al menos dos millones de dlares, que bien podran ser
incluso tres.
Surcando el Mediterrneo en un yate a vapor con una tripulacin de veinte
hombres, Worth dej tras l un rastro de ciudades saqueadas.
Slo fue capturado en una ocasin, y ello fue debido a la torpeza de uno
de sus aliados. Dirigi a los malhechores ms astutos y proyect golpes con
un ingenio que desafiaba el talento de los mejores detectives del mundo.
Las policas de Norteamrica y de Europa suspiraron durante aos por
echarle el guante, y durante aos se dedic a perpetrar toda clase de robos
falsificaciones de cheques, estafas, hurtos, voladura de cajas fuertes,
diamantes, asaltos al correo, allanamientos de morada, asaltos en caminos y
atracos a bancos ante sus propias narices, con absoluta impunidad.
Con todo, existen en la biografa de este individuo descarriado tres puntos
que lo redimen.
Senta una ferviente adoracin por su familia y consideraba y trataba a sus
seres queridos como algo sagrado. Su esposa nunca conoci sus actividades
delictivas y sus hijos viven hoy en Estados Unidos ignorando totalmente que
su padre fue el maestro de ladrones del mundo civilizado.
Nunca fue violento con las personas, y bajo ninguna circunstancia quiso
tener tratos con nadie que lo fuera.
Y nunca dej en la estacada a un amigo ni a un cmplice.
En una ocasin, por mantener esa lealtad, rescat a su grupo de
estafadores de una prisin turca, y a continuacin lo liber de manos de unos
bandoleros griegos, lo cual lo dej en la miseria.
Y esa lealtad fue lo que lo convirti en el hombre que rob el retrato de
Gainsborough. La razn de dicho robo se contar aqu por primera vez.
Hasta hoy, todos los que la conocan estaban obligados a guardar silencio. El
motivo que impuls esa reprensible hazaa fue nico en los anales de la
delincuencia moderna.
Adam Worth, que amas millones, que en un tiempo apostaba a cara o
cruz a cien libras la tirada, que tuvo participacin en una cuadra de caballos
de carreras y fue propietario de un yate a vapor y de un velero de regatas,
muri hace unas semanas igual que haba empezado, como un pobre ladrn,
sin un penique.
Este hombre lleg a encumbrarse por encima de todos los delincuentes de
su poca; les sacaba tanta ventaja que el hombre encargado de cazarlo floje
ante su magistral inteligencia, aunque el destino inexorable que persigue a
quien quiebra las leyes morales acab con l, por fin, cuando la ley humana se
declaraba ya impotente.
A su muerte, Adam Worth segua constituyendo el mismo misterio que
haba resultado a lo largo de toda su vida incluso para las policas de medio
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mundo (salvo para ciertos oficiales e inspectores de Scotland Yard, para la
agencia Pinkerton y para un reducido puado de cargos policiales
norteamericanos). De no haber cobrado tanta fama recientemente como el
autor del robo y de la devolucin del retrato de Gainsborough, el pblico no
habra tenido la menor idea de su existencia. Apenas unos pocos de los
detectives ms competentes del mundo conocan su fisonoma, y menos eran
an los que saban alguna cosa de l. El relato que sigue es una historia
absolutamente verdica hasta el menor detalle, comprobada minuciosamente y
avalada por los hombres que pasaron casi medio siglo tratando de atraparlo.
Nada en esta narracin queda abierto a conjeturas.
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Sal del archivo Pinkerton lleno de entusiasmo pero exasperado. El material era
abundantsimo pero incompleto. Como todo sinvergenza sensato interesado en
borrar sus huellas, Worth se haba abstenido de escribir sus memorias y slo haba
dejado tras l una serie de cartas en clave. Mis investigaciones iniciales me haban
suscitado ms preguntas que respuestas. Cmo haba desarrollado Worth su
contradictorio cdigo moral? Cmo haba escapado a la captura durante tantsimos
aos? Cmo haba realizado su transformacin de pobre emigrante judo alemn
establecido en Cambridge, Massachusetts, a milord ingls en el corazn del Londres
aristocrtico?
Pero haba un misterio que me intrigaba por encima de todos los dems. A
principios de verano de 1876, en el punto lgido de su poder delictuoso, Worth haba
robado La duquesa de Devonshire, el famoso retrato de Gainsborough en su poca
el cuadro por el que se haba pagado la cantidad ms elevada de una galera de arte
londinense, en plena noche. Qu lo haba posedo? Y otra cosa an ms
desconcertante, por qu haba conservado esa gran pintura en su poder, en secreto,
durante los veinticinco aos siguientes? Ya entonces tuve la certeza de que el retrato
de Gainsborough era la clave para desentraar el secreto de Adam Worth.
California result tan slo la primera parada de un largo camino. Poco a poco fui
reuniendo una imagen ms completa a base de cartas y diarios, de memorias
publicadas de otros malhechores, de relatos periodsticos y de los archivos de
Scotland Yard, de la Sret de Pars, de la galera de arte Agnews y de la Chatsworth
House. A esto sigui pronto otra serie de descubrimientos, completamente
inesperados.
Worth se invent una existencia aventurera y romntica, pero cuando el Sunday
Oregonian calificaba su provocativa historia como la esencia misma de la ficcin, el
peridico se cea a la realidad ms rigurosa. Sherlock Holmes, el detective ingls, ya
era un personaje conocido cuando sir Arthur Conan Doyle tuvo conocimiento de las
ruines hazaas de Worth. Segn descubr, el gran escritor haba utilizado a ste nada
menos que como patrn para su personaje del profesor Moriarty, el archirrival de
Holmes, su adversario coleccionista de arte y uno de los criminales ms memorables
de la literatura. Conan Doyle no es el nico que est en deuda con Worth, pues otros
escritores tan dispares como Henry James y Rosamund De Zeer Marshall, autora de
novelas blicas cargadas de romanticismo y de violencia, encontraron inspiracin
tambin en las actividades de Worth.
Mi investigacin me condujo a algunas peregrinaciones inslitas: al magnfico
edificio de Piccadilly, cerca de Fortnum & Masons, que fue el centro de las
actividades delictivas de Worth; al campo de batalla de la guerra de Secesin
americana, donde nuestro hombre se reinvent por primera vez; a la galera de arte
londinense donde rob su posesin ms preciada, o a una sala de la casa de subastas
Sothebys, donde por primera vez me encontr cara a cara con esa imagen indeleble.
En el momento en que escribo, en la corresponsala de The Times en Pars, distingo
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desde la ventana el Grand Hotel en la place de lOpra, donde Worth tuvo en la
dcada de 1870 un casino ilegal y su corte, con su amante. Todava no estoy seguro
de quin ha seguido los pasos de quin durante los ltimos cuatro aos: si yo los de
Worth o l los mos.
Emprend pues la caza del mayor ladrn de los tiempos modernos. Lo que
descubr result un reflejo improbable de esa poca y de la nuestra: un caballero
Victoriano y rey del delito que combinaba los principios morales ms altos con la
astucia criminal ms rastrera. Lo que sigue es un relato que no se ha contado hasta
hoy; es la historia de una doble personalidad, de una doble vara de medir y de una
hipocresa extrema.
sta es la historia de Adam Worth.
Pars, marzo de 1996
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1 EL RAPTO
Una brumosa medianoche de mayo de 1876 tres hombres salieron de una elegante
direccin de Piccadilly con sendas chisteras en la cabeza, dinero en el bolsillo y
planes para un robo a lo grande. Con caminar pausado, el tro avanz por la desierta
calle y se detuvo en el punto de interseccin de Piccadilly con Old Bond Street. En
Old Bond Street, famosa por las galeras de arte y las tiendas de antigedades,
reinaba de da un permanente atasco de carruajes de gente rica, de personas de buena
cuna y de quienes tenan inters y formacin cultural. A aquellas horas estaba
completamente desierta.
Los tres hombres cambiaron unas breves palabras en la esquina de la calle y uno
de ellos se col en un portal, invisible ms all de las sombras oscilantes que
producan las farolas de gas, mientras los otros dos doblaban a la derecha por Old
Bond Street. Formaban una pareja incongruente: uno era delgado y apuesto, de unos
treinta y cinco aos, con un bigote largo y bien cortado, que vesta al ltimo grito de
la elegancia masculina de la poca, con botonadura de perlas y reloj de bolsillo de oro
como complementos. El otro, que avanzaba unos pasos por detrs del primero, era un
gigantn de anchas patillas grisceas cuya levita mal ajustada apenas contena un
pecho grande como un tonel. De haber rondado alguien por all, los habra tomado
por algn ricachn que haba salido a tomar el aire nocturno con su poco atractivo
valet tras una cena sustanciosa en el club.
Frente a la galera de arte de Thomas Agnew & Co., en el nmero 35 de Old
Bond Street, los dos hombres detuvieron sus pasos, y mientras el aristcrata apagaba
el cigarro y admiraba en el cristal su reflejo tenue pero elegante, su tosco compaero
dirigi una mirada furtiva a un lado y a otro de la calle. Luego, a una palabra de su
amo, el gigante se aplast de espaldas contra la pared y junt las manos en un estribo,
en el cual coloc su pie bien calzado el hombre ms liviano, con la misma naturalidad
que si se dispusiera a montar un pura sangre. Con un gruido, el hombretn impuls
a su compaero pared arriba, y en un abrir y cerrar de ojos ste se encaram
gilmente al alfizar de una ventana a unos cinco metros de altura sobre la calle. En
un precario equilibrio, sac una palanca, forz el marco de la ventana y se col por el
hueco, al tiempo que su compaero desapareca de la vista en el portal de la galera.
La sala estaba a oscuras y sin amueblar, pero al dbil resplandor de la farola de
gas de la calle poda distinguirse, colgado en la pared de enfrente, un gran cuadro de
marco dorado. El hombre se quit el sombrero y se acerc.
La mujer del retrato, ya famosa en todo Londres como la belleza ms exquisita
que jams haba agraciado una tela, miraba con ojos imperiosos e inquisitivos. Una
cascada de rizos se desparramaba bajo un sombrero de ala ancha ladeado en un
ngulo algo forzado que enmarcaba una mirada a la vez seductora y burlona, y una
sonrisa a la que le faltaba un tris para ser abierta y franca.
Mientras el caballero desprenda el grueso cordn de terciopelo que mantena al
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pblico curioso a distancia del cuadro durante las horas diurnas, llegaron a sus odos
desde el piso inferior los dbiles ronquidos del vigilante nocturno. Sac del bolsillo
una navaja afilada y, con infinito cuidado, cort el retrato, lo separ del marco y lo
extendi en el suelo de la galera. Extrajo un botecito de engrudo del mismo bolsillo
y, utilizando la borla del extremo del cordn, embadurn el revs de la tela para darle
flexibilidad. A continuacin la enroll con la pintura hacia fuera para evitar que la
superficie se cuarteara, y por ltimo guard la tela bajo la levita.
Unos segundos ms tarde ya se haba descolgado de nuevo hasta la calle y volva
a estar junto a su monstruoso ayudante. Con un silbido casi inaudible llam al
compinche que vigilaba su esquina de la calle y, con paso relajado y garboso, el
pequeo dandi ech a andar de nuevo Piccadilly adelante, con el retrato robado
pegado al pecho y seguido a corta distancia por sus dos bribones compaeros.
La dama del cuadro era Georgiana, duquesa de Devonshire, en otro tiempo
celebrada como la mujer ms hermosa y prfida de la Inglaterra del rey Jorge. El
pintor era el gran Thomas Gainsborough, que haba ejecutado aquel retrato, una de
sus mejores obras, hacia 1787. Pocas semanas antes del suceso que acaba de narrarse,
el cuadro haba sido vendido en subasta por diez mil guineas, el mximo precio
pagado por una obra de arte hasta esa fecha, lo cual haba levantado un gran revuelo.
Georgiana de Devonshire, de soltera Spencer, fue de nuevo la comidilla de Londres,
al igual que su tatarasobrina Diana, princesa de Gales, de soltera Spencer, lo sera en
nuestro tiempo.
Durante la vida de Georgiana, que termin en 1806, sus admiradores rivalizaron
por rendir tributo al atractivo y a la gracia de su porte, a sus modales irresistibles y a
la seduccin de su compaa[4]. En cambio sus detractores la consideraron una arpa
desvergonzada, jugadora, dada a la bebida y una amenaza para la moral civilizada,
que viva abiertamente en un mnage a trois con su esposo y la amante de ste.
Ninguna mujer de la poca despert ms envidias ni provoc ms chismorreos.
La venta de la gran obra de Gainsborough haba dado ocasin a un nuevo brote de
georgianamana. La visin de enigmtica belleza captada por el pintor y el valor
extraordinario que se le otorgaba a la obra estaban en boca de todo Londres. Los
comentaristas Victorianos, como sus predecesores del siglo XVIII, acumularon una vez
ms los elogios sobre este icono de la belleza femenina al tiempo que enumeraban
algunos de los aspectos ms jugosos de su historia sexual.
Con el robo del cuadro, el inters pblico por La duquesa de Devonshire de
Gainsborough alcanz cotas inimaginables. La pintura desaparecida adquiri un
enorme simbolismo cultural y sexual. Fue alabada, reproducida y parodiada una y
otra vez; se convirti en el pster de la Marilyn Monroe de su tiempo, mientras que la
figura de Georgiana era enarbolada de nuevo como smbolo mximo de la coquetera
femenina. El hombre que rapt a la duquesa esa noche de 1876 se llamaba Adam
Worth, alias Henry J. Raymond, opulento vecino de Mayfair, caballero intachable
para todos y mente maestra de la delincuencia. En la poca del robo, Worth estaba en
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el punto ms alto de su carrera y controlaba un ejrcito de malhechores de menor talla
en una asombrosa industria del delito. Robar el cuadro fue no slo una ratera osada
sino tambin un acto romntico y arrogante. Georgiana y su retrato representaban el
pinculo mismo de la alta sociedad inglesa. Worth, por el contrario, era un judo
alemn de nacimiento, educado en Estados Unidos en la ms srdida pobreza, que
gracias a una existencia delictiva sin parangn lleg a dominar el sistema de clases y
privilegios implantado en la sociedad britnica y a ofrecer un aspecto de absoluta
virtud. La hermosa duquesa haba muerto setenta aos antes de que Worth decidiera,
segn sus propias palabras, raptar su retrato y empezar una extraa relacin
amorosa, autnticamente victoriana, entre un ladrn y una tela.
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2 UNA BUENA GUERRA
A finales de agosto del ao 1862, los ejrcitos de la Unin y de la Confederacin
se enfrentaron en un enfangado campo de Virginia y se destrozaron mutuamente
durante dos das en un encuentro que ha pasado a la historia como la segunda batalla
de Bull Run, uno de los episodios ms sangrientos de la guerra de Secesin
norteamericana.
Segn los registros oficiales de la guerra, en esa carnicera murieron ms de tres
mil soldados, entre los que figuraba un tal Adam Worth, que en aquel entonces tena
dieciocho aos.
Bull Run fue el escenario de la primera muerte de Worth y de su primera
reencarnacin. Los informes sobre su muerte eran muy exagerados, por supuesto.
Lejos de perecer en el campo de batalla de Virginia, el joven Worth haba sobrevivido
a la guerra con excelente salud, otro nombre, una profunda aversin al
derramamiento de sangre y toda una nueva carrera como impostor por delante. La
guerra de Secesin estuvo a punto de destruir Estados Unidos, pero el pas se molde
de nuevo tras la carnicera, y lo mismo hizo Worth. A lo largo de los cuarenta aos
siguientes se esfumara y volvera a aparecer bajo un nuevo nombre con una
regularidad y una facilidad que desconcertara a la polica de tres continentes.
Worth se mostr siempre muy reservado respecto a los aos anteriores a su
extrao renacimiento en Bull Run. Tal vez fuera lo ms conveniente para mantener
las mil y una leyendas que se contaban sobre esa poca. Algunas biografas
posteriores insistieron en que era hijo de una acaudalada familia yanqui y que haba
recibido una educacin selecta. En fin, que era un delincuente de buena cuna, en la
tradicin de Raffles. Otra biografa afirmaba, de forma categrica pero sin la menor
prueba en la que apoyarse, que su padre era ruso-polaco y su madre alemana[5]. El
gran detective William Pinkerton, hombre que lleg a conocer a Worth mejor que
nadie, insista en que era hijo de un burgus adinerado de Massachusetts, quien lo
haba enviado a una academia privada para que estudiara una profesin honrada, pero
haba sido testigo de cmo las malas compaas de los bajos fondos de Nueva York
seducan al muchacho y lo llevaban al delito. De haber seguido una vida recta, sin
duda se habra convertido en un famoso hombre de negocios,[6] se lamentaba el
respetable Pinkerton. Otra figura importante en la vida de Worth, una conocida novia
de ladrones y gangsters llamada Sophie Lyons, coincida en la opinin de que Worth
vena de buena cuna y declaraba que haba nacido en una familia excelente y tena
una buena educacin, [pero] haba adquirido malas costumbres y haba desarrollado
una pasin incontenible por el juego[7].
Worth sera el ltimo en negar tan sugestivos orgenes, los cuales, como tantos
aspectos de su existencia, estaban a considerable distancia de la verdad. Adam Worth
(o Wirth, o en ocasiones incluso Werth) naci en 1844 en algn lugar del este de
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Alemania. Sus padres eran unos judos alemanes que emigraron a Estados Unidos
cuando Worth tena slo cinco aos. El padre, desconocedor del idioma y casi en la
indigencia, se estableci de sastre en la poblacin de Cambridge, Massachusetts. No
nos han llegado ms detalles acerca de sus padres pero cabe suponer que la educacin
que le dieron al nio, sobre todo en el aspecto tico, fue claramente deficiente: el
joven Adam no slo se aficion al delito a una edad temprana sino que su hermano
menor, John, no tard en seguirlo, y su hermana, Harriet, continu la tradicin
familiar y se cas con un abogado con pocos escrpulos.
Al parecer, la primera leccin de Worth sobre timos y estafas la aprendi en el
patio de una escuela de Cambridge. A Pinkerton le gustaba contar que Worth ingres
en la escuela a los seis aos y que muy poco despus, segn su propia narracin, se
dej engaar en un cambalache con un chico mayor que l, que le ofreci un penique
nuevo y reluciente a cambio de dos peniques viejos[8]. El pequeo Worth, para quien
la moneda recin acuada era un objeto ms atractivo que las viejas, accedi al
cambio y volvi a casa para ensearle el penique a su padre, quien le dio una
despiadada azotaina,[9] logrando con ello dejar bien marcado en el muchacho cul
era el valor del penique nuevo en relacin con los dos viejos[10].
Desde aquel da hasta su muerte, nadie, fuera amigo o enemigo, honrado o
deshonrado, negro o indio, pariente o ajeno a la familia, se aprovech de Adam
Worth en ninguna transaccin comercial,[11] aada Pinkerton.
As creci el joven Worth, aunque no demasiado. Segn los archivos policiales,
su estatura estaba en torno al metro sesenta y cinco. Sus contemporneos destacaron
su corta talla, y sus colegas de fechoras, siempre tan literales en los motes que se
ponan entre ellos, lo llamaron Little Adam (Pequeo Adam). En realidad, en una
poca en que las personas eran considerablemente ms bajas que en la actualidad,
nuestro hombre no quedaba muy por debajo de la estatura media, pero a aquellos
tipos, que no podan evitar un sentimiento de admiracin hacia l, les convena
destacar la pequeez de Worth, pues as sus acciones delictivas se magnificaban y su
capacidad para escapar a las autoridades se haca an ms admirable. Cuando Robert
Anderson, el detective de Scotland Yard, lo calific de Napolen del mundo de la
delincuencia,[12] no se refera slo a los nefarios logros y la talla delictiva del
hombre sino tambin a esta contrastante escasez de centmetros. Y con su corta
estatura, Worth desarroll rpidamente un colosal complejo napolenico.
La estatura de Worth fue siempre el primer rasgo fsico sealado por los
diferentes detectives, policas, malhechores y amantes que tuvieron contacto con l. A
continuacin se mencionaban sus ojos, oscuros, casi negros y de mirada penetrante
bajo las cejas alborotadas, unos ojos que sugeran inteligencia y determinacin.
Cuando se enfureca, lo cual suceda rara vez, se le volvan desagradablemente
saltones. Tena una mata de pelo tupida y llevaba los cabellos cortos y peinados a un
lado; la nariz era curva y prominente, y de adulto luca un largo bigote que se retorca
por sus mejillas hasta unirse a unas esplndidas patillas.
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Si la dura infancia de Worth le imbuy una cnica determinacin a superar en
astucia a quienes lo rodeaban, al parecer tambin lo impregn de un intenso
romanticismo.
Mientras su padre apenas consegua juntar lo suficiente para mantener viva a su
descendencia en el agujero pestilente que era el hogar de la familia Worth, su hijo
mayor se transportaba con la imaginacin a un mundo de grandes banquetes, ropas
finas y exquisitas conversaciones.
El pilluelo judo emigrado tuvo mltiples ocasiones de observar las
demostraciones externas de riqueza y posicin entre los estudiantes de Harvard que
se exhiban en Cambridge. Y descubri que cuanto ms brillante es el penique, ms
fcil resulta la falsificacin. Avergonzado de sus orgenes humildes, frustrado por la
indigencia, es evidente que el joven Worth se senta a la altura de los caballeretes ms
refinados que se pavoneaban por Boston Common. Su riqueza y su aire mundano le
producan sentimientos contradictorios de envidia, resentimiento y clera, pero
tambin de admiracin y de deseo. Y decidi mejorar de posicin.
Entonces, como ahora, Amrica lo prometa todo a todo el mundo, aunque no
siempre cumpla su palabra; y la ambicin como escribi el cardenal Newman,
pone a todo el mundo en la expectativa de triunfar y progresar en la vida, de hacer
dinero, de conseguir poder, de perjudicar al rival, de imponerse a quienes antes eran
sus superiores, de aparentar una distincin y una dignidad de las que antes
careca[13]. Worth comparta esas aspiraciones, y con el tiempo las vera cumplidas.
Slo sus mtodos lo distinguiran de otros hombres hechos a s mismos, pues lo que
stos tenan por haberlo ganado, heredado o comprado, l se limitaba a robarlo; en su
caso, la respetabilidad se la proporcionaba el latrocinio, el engao y el fraude. Si su
padre haba trabajado como un esclavo para confeccionar ropas que satisficieran la
vanidad de los ricos, Worth se confeccionara el disfraz deslumbrante de un
simulador, con telas robadas.
Pero sera un error tomar al joven Worth como un mero ejemplo de inmoralidad,
como un rompedor nato de la urdimbre social. Desde edad temprana abraz muchos
de los principios morales ms valiosos: la lealtad a la familia y a los amigos, la
aficin por el trabajo bien hecho, la perseverancia, la generosidad, la caridad y el
valor. Al entrar en la adolescencia, el pequeo Adam ya empezaba a desarrollar un
carcter con muchas facetas contradictorias: egosta, codicioso y desprendido hasta la
exageracin, a la vez insensible y romntico, mostraba un indisimulado cinismo con
quienes lo rodeaban en especial con sus superiores sociales, pero nunca estaf a
un amigo, nunca rob a un pobre ni perjudic a un inocente. Era perfectamente
consciente de la diferencia entre el bien y el mal y desarroll un cdigo de conducta
que mantuvo con la misma resuelta conviccin que cualquier pilar de la sociedad, al
tiempo que volva del revs los cdigos de sta. Adam Worth tena mucho tiempo
para cuestiones morales; era las leyes lo que despreciaba. Las circunstancias de la
existencia temprana de nuestro hombre, duras y cargadas de incertidumbre, le
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provocaban el profundo convencimiento de que era posible ser una buena persona,
al menos en su propia valoracin, sin dejar de llevar una vida de calculado engao.
As, cuando el canijo retoo del sastre judo pas de una infancia de privaciones a
una adolescencia que poco ms le ofreca, tom la firme decisin de desembarazarse
de su primera existencia, tan poco sugestiva. A los catorce aos huy de casa, dej
atrs a sus humildes padres y dio la espalda a su posicin de marginados sociales. Es
posible que en su joven mente todava no se hubiera formado la idea de emprender
una carrera en el mundo del delito y de la impostura, pero ya saba lo que no quera.
Nunca volvi a poner el pie en el hogar de su infancia, pero toda su agitada existencia
qued marcada por una necesidad de amor familiar, y quiz tambin por la imponente
figura paternal que su padre nunca fue.
Tras llevar durante unos meses una vida de vagabundeo en la ciudad de Boston,
[14] Worth se traslad a Nueva York, donde por primera y nica vez en su vida
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fiestas durante su estancia en Nueva York,[17] anot Pinkerton ms adelante.
La vida en la batera Flushing no tena nada de festiva. Los soldados recibieron
instruccin durante varios meses en Long Island, donde aprendieron a manejar la
artillera de campaa bajo la inspeccin, obsesivamente crtica, del comandante de la
unidad. Por fin, a comienzos del verano, el capitn Jacob Roemer, cinco oficiales
subalternos, el sargento Adam Worth, ciento cincuenta hombres, ciento diez caballos,
doce mulas de carga y una lavandera recogieron sus pertrechos y se encaminaron al
sur para sumarse al resto del ejrcito de la Unin bajo el mando del incompetente
general Pope, uno de los personajes ms merecidamente relegados al olvido de toda
la guerra de Secesin. En Washington continuaron la instruccin algn tiempo ms,
en torno al edificio inacabado del Capitolio. Worth no pas ni un minuto a gusto all,
e incluso Roemer reconoci que Camp Barry era un hoyo de fango[18].
Slo desebamos tener una oportunidad de demostrar nuestra devocin y lealtad
a nuestro pas,[19] escribi Roemer, cursi y patriotero. Worth tena otras miras. De
hecho, su primer contacto con la vida militar le haba impregnado de un creciente
desprecio hacia la autoridad.
Durante los primeros das de agosto, los ejrcitos de la Unin y de la
Confederacin, ste bajo el mando de Thomas Jackson, Muro de Piedra, se estudiaron
con mutua cautela por los campos y colinas de Virginia. La batera Flushing particip
en varias encarnizadas escaramuzas, pero hasta finales de agosto la batera no
conoci todo el espanto de la batalla, cuando ambos bandos se encontraron frente a
frente, por segunda vez en la guerra, en los campos conocidos como Bull Run.
La tarde del 28 de agosto, gracias en gran medida a la absurda determinacin de
Roemer de cubrirse de gloria y de sangre, tanto l como sus hombres, la batera
Flushing se encontr enfrentada a corta distancia con el enemigo en medio del valle
de Manassas. Roemer disfrut cada instante de la batalla. Los obuses y las balas
llovan, raudos,[20] recordaba, mientras los servidores disparaban cargas de
doscientas siete libras, y finalmente conseguan poner en retirada al enemigo. Me
sent triunfante, escribi Roemer. En cambio, a uno de sus tenientes lo encontraron
oculto tras unos arbustos, aterrorizado, y hubo que retirarlo del campo, tembloroso.
El comandante de la batera estaba en su elemento y contemplaba el campo de batalla
a pecho descubierto con el riesgo o tal vez con la esperanza de ser alcanzado por
el enemigo y de dejar un reguero de ltimas palabras adecuadamente heroicas
mientras exhalaba el ltimo aliento. El da 30 dirigi una arenga a sus tropas.
Muchachos, es intil ocultaros lo que quiz nos aguarda anunci lgubremente.
Antes de que se ponga el sol esta noche, es posible que muchos de vosotros hayis
entregado vuestra vida; tal vez yo mismo me cuente entre los cados. Pero lo nico
que tengo que deciros es morid como hombres; no huyis como cobardes!
Manteneos junto a vuestros caones, y con la ayuda de Dios y de nuestro propio
esfuerzo tal vez salgamos con bien. De frente, marchen![21].
La opinin que mereca a Worth la oratoria pica de Roemer puede deducirse de
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sus acciones posteriores.
Unas horas ms tarde, la batera se vio inmersa en el enfrentamiento ms
encarnizado que haba librado hasta entonces. Balas y granadas caan como granizo
en plena tormenta las balas silbaban por todas partes y los obuses abran surcos en
el suelo. Se tambaleaban los hombres, caan los caballos, y realmente pareca como
que hubiera llegado el da del Juicio Final,[22] recordaba Roemer, a quien le mataron
el caballo mientras lo montaba, y que con visible satisfaccin por su parte recibi por
fin una herida limpia en el muslo derecho. Finalmente, el enemigo se retir. El
ejrcito de la Unin recibi una contundente derrota en Bull Run, pero el inestable
capitn Roemer consider aquella batalla como una inmensa victoria personal.
Sin embargo, por lo que se refiere a Adam Worth, el hecho ms intrigante de la
batalla de Bull Run es que, segn los documentos oficiales, no sobrevivi a ella.
Roemer registr sin emociones la muerte del joven Worth: Durante esta batalla,
que se conoce comnmente como la segunda batalla de Bull Run o de Manassas,
librada entre el 29 y el 30 de agosto de 1862, las bajas de la batera L fueron de
catorce hombres heridos (incluido el sargento Adam Wirth [sic], alcanzado
mortalmente), adems de yo mismo, tres caballos muertos y veintiuno heridos[23].
Segn los registros del Ejrcito, Adam Worth muri el 25 de septiembre en el
Seminary Hospital de Georgetown debido a las heridas recibidas tres semanas antes
en la batalla.
Lo que sucediera realmente a Adam Worth en Bull Run queda abierto a las
especulaciones porque, a diferencia de Roemer y por razones evidentes, l no escribi
sus memorias de guerra. Es cierto que result herido en combate puesto que ms
adelante se ufan de ello, pero no parece que la herida fuese muy importante. En
algn momento entre el 30 de agosto, en que fue retirado del campo de batalla, y el
25 de septiembre, en que fue dado por muerto de forma oficial, Worth consigui
escaparse. Tal vez cambi su identidad por la de otro soldado mortalmente herido o
quizs, en la confusin que sigui a una batalla en la que tantos heridos y agonizantes
se amontonaban en la capital de la nacin, el suyo slo fue un error administrativo
fortuito, y su nombre fue anotado en la lista que no deba.
En cualquier caso, Worth sali de los campos de batalla de Virginia con una mera
herida superficial y con una identidad completamente nueva. Para las instancias
oficiales, Adam Worth haba dejado de existir, de modo que poda desertar sin temor
a que lo persiguieran. Por primera vez, aunque no por ltima, se reinvent a s mismo
y se convirti en un reenganchaste profesional.
Durante los meses siguientes, Worth estableci un patrn de conducta: se alistaba
en un regimiento bajo nombre supuesto, recoga la prima de enganche que se ofreca
y acto seguido se apresuraba a desertar. As anduvo de una unidad del ejrcito
irregular en otra, cambiando de nombre en cada parada y perfeccionando una
habilidad para la farsa que ms adelante se convertira en su profesin a tiempo
completo. William Pinkerton, que por esa poca tambin era un joven soldado del
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ejrcito de la Unin, inform que tras la primera desercin y el primer realistamiento
Worth estuvo destinado durante un tiempo en la isla Rikers, en Nueva York, [y] de
all fue trasladado en barco de vapor al ro James, en Virginia, donde se le destin a
uno de los regimientos de Nueva York en el ejrcito del Potomac[24]. Aunque la
guerra convenci a Worth de la inutilidad de la violencia, sus deserciones fueron
motivadas por la avaricia ms que por la cobarda, y el muchacho se encontr
repetidas veces en el fragor de la batalla, entre ellas, segn Pinkerton, la famosa de
las Tierras Vrgenes, en mayo de 1864, de una ferocidad apenas menor que la batalla
de Bull Run.
La desercin era un negocio lucrativo aunque arriesgado. Segn uno de sus socios
en las actividades delictivas, en su tercer alistamiento fue reconocido como
reenganchista, encadenado en compaa de otros de su ralea y enviado al frente del
ejrcito del Potomac[25]. Una vez ms sali inclume del lance, se apresur a
desertar y volvi a alistarse. Resultaba evidente sin embargo que tanto cambio de
regimiento supona un riesgo, de modo que decidi con todo descaro que haba
llegado el momento de cambiar de bando. Como escribi un contemporneo: Por
esa poca, el general Lee, del ejrcito sudista, emiti una proclama anunciando que
todos los soldados federales que desertaran y se pasaran a las filas de la
Confederacin con su armamento recibiran treinta dlares del gobierno Confederado
y se les facilitara adems un pasaporte para cruzar de nuevo la frontera y entrar en
Estados Unidos por los estados colindantes de Virginia Occidental y de
Kentucky[26].
El malhechor en ciernes, al que le tenan sin cuidado sutilezas como la lealtad a la
causa de la Unin, aprovech de inmediato estas condiciones, generosas en extremo,
y desert una noche en compaa de algunos otros, mientras realizaba el servicio de
guardia[27]. Sin embargo no se qued mucho tiempo entre los sudistas, y una vez
cobrados los treinta dlares cruz de nuevo la zona confederada hasta alcanzar la
frontera de los estados nordistas[28]. Worth habra repetido la operacin varias veces
ms, sin duda alguna, pero antes de que pudiera hacerlo finaliz la guerra y con ella
la primera fase de la carrera delictiva del muchacho.
Worth fue uno ms de los jvenes soldados que con la declaracin de paz se
encontraron desocupados. Otro de ellos fue William Pinkerton, un hombre que
llegara a jugar un papel decisivo en la vida de Worth y su cronista ms fiable. No
transcurrira mucho tiempo hasta que los dos hombres se convirtieran en adversarios,
uno a cada lado de la ley; ms tarde, pese a todos sus recelos, llegaran a admirarse
mutuamente, a colaborar en cierta conspiracin; y finalmente a establecer una extraa
amistad. Sus caminos no se cruzaron hasta despus de la guerra, pero ambos eran ya
reflejos mates y brillantes del otro, eran los peniques relucientes y gastados de la
infancia de Worth, parejos en valor pero completamente distintos en lustre.
William Pinkerton, el hijo mayor de Alian, un escocs que haba fundado la
agencia en 1850, tena la misma edad que Worth y se haba alistado en el ejrcito de
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la Unin casi al mismo tiempo.
Si los primeros aos de la vida de Worth haban estado marcados por las carencias
materiales y por una completa ausencia de gua tica, los de Pinkerton en cambio
transcurrieron en el Chicago pudiente, bajo un rgimen de normas morales
seversimas. Alian Pinkerton era un detective fuera de lo comn, aunque tambin era
un padre brutal y extraordinariamente mojigato que inculcaba en sus hijos y
empleados las virtudes de la honradez, la integridad y el valor con un entusiasmo
rayano en el fanatismo. William hizo cuanto pudo por estar a la altura de tamaa
exigencia, pero nunca lleg a ser suficientemente bueno. Al lado de su padre, que era
el jefe de los servicios secretos oficiales de Abraham Lincoln, William Pinkerton no
slo infiltr agentes en territorio confederado a travs de la frontera sino que durante
la guerra tambin estuvo presente en el primer vuelo de observacin de un globo
aerosttico. Valiente, fanfarrn y lleno de vitalidad, la explosin de un obs le hiri
en la rodilla en la batalla de Antietam cuando ya haba adquirido una experiencia
que haba de serle muy valiosa en la vocacin que seguira[29].
Pinkerton asisti al Ntre Dame College de Indiana durante un ao y luego se
incorpor a la agencia de detectives de su padre, que experimentaba un rpido
crecimiento, y donde pronto se labr fama de agente infatigable de la ley, uno de los
primeros y quizs el mejor de toda la casta de detectives de Norteamrica. Los
Pinkerton escogieron como smbolo un ojo humano abierto y el lema El ojo que
nunca duerme.
La vida y andanzas posteriores de Worth y de Pinkerton son una demostracin
palpable de la doble moralidad que tanto obsesionaba a los Victorianos. Los dos
hombres se perseguan y se imitaban el detective haca de Holmes frente a
Worth/Moriarty, pero ambos compartan los mismos gustos, actitudes y opiniones.
Ambos representaban tpicas historias norteamericanas de hombres hechos a s
mismos, salidos de la emigracin, tenaces en su oportunismo, firmes en sus creencias
pero situados en polos opuestos de la moralidad convencional. Worth habra sido un
detective extraordinario; Pinkerton, un delincuente de talento. La guerra de Secesin
norteamericana fue una experiencia gravemente traumtica, pero su final permiti
que el pas empezara a reconstruirse y a reinventarse una vez ms. Al igual que otros
miles de camaradas, los dos hombres salieron de los campos de batalla decididos a
conseguir su objetivo. Para ello tomaron caminos diametralmente opuestos pero a lo
largo de su vida el reenganchista y el hroe de guerra terminaran en el mismo bando,
de un modo que ninguno de los dos habra sido capaz de predecir.
Pinkerton tuvo una destacada trayectoria durante la guerra, pero el expediente
militar oficial del sargento Adam Worth tambin era un registro de picos actos de
valenta y de trgico herosmo: un soldado joven y prometedor, herido mortalmente
mientras defenda a la Unin en el campo de batalla de Bull Run. La realidad sin
embargo es que haba pasado la guerra escabullndose de los mandos, cambiando de
bando, abandonando la bandera de dos ejrcitos rivales y sacando un considerable
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beneficio econmico de todo ello. Era un buen inicio.
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3 LOS BAJOS FONDOS DE MANHATTAN
Como tantos otros veteranos, tras la guerra de Secesin fue a parar a Nueva York.
A mediados de la dcada de 1860, la ciudad ya se haba convertido en uno de los
lugares de mayor criminalidad del mundo. Los polticos se dejaban comprar, los
magistrados y policas eran corruptos, a los pobres no sola quedarles ms alternativa
que echarse a robar, y los ricos mostraban poca inclinacin a no hacerlo puesto que
sus actos solan quedar en la impunidad. Rara vez se ha conjurado la historia para
reunir, en una isla de tan pequeas dimensiones, tan colorida variedad de descuideros,
timadores, prostitutas, estafadores, chulos, rateros, atracadores de bancos, mendigos,
matones y ladrones de todo pelaje. Algunos de los criminales profesionales ms
poderosos ocupaban puestos de la mxima autoridad, pues sta era la poca de Boss
Tweed, el poltico ms descaradamente venal que ha producido nunca la ciudad de
Nueva York. La corrupcin y la avaricia se extendan por la ciudad como las vetas en
el mrmol, y las autoridades de la activa metrpoli solan ser tan deshonestas como
aquellos a quienes gobernaban y desplumaban.
Al trmino de la guerra, a medida que los despojos humanos inundaban la zona
baja de Manhattan, la miseria y las oportunidades criminales se fueron multiplicando.
En 1866, Matthew Simpson, un obispo metodista, calcul que en la ciudad, con una
poblacin total de ochocientas mil personas, haba treinta mil ladrones, veinte mil
prostitutas, tres mil locales de bebidas y dos mil establecimientos dedicados al juego.
Entonces, como ahora, la riqueza ms apabullante coexista con la pobreza ms
abrumadora y la delincuencia era endmica.
William Howe y Abraham Hummel, dos de los abogados de delincuentes ms
famosos de Nueva York, escribieron una obra titulada En peligro, o la vida en Nueva
York: la verdadera historia de las trampas y tentaciones de la gran ciudad, que pasaba
por ser una advertencia contra los riesgos de la delincuencia, y cuyo objetivo era
proteger a los incautos. En realidad no era otra cosa que un catlogo de objetivos que
podan convertirse en botn, junto con un breve manual de los diferentes mtodos
para obtenerlos, desde el chantaje a las trampas en las cartas o la voladura de cajas
fuertes. Howe y Hummel prometan elegantes almacenes repletos de los productos
ms costosos y escogidos, grandes bancos cuyas cmaras y cajas fuertes contienen
ms oro en barras del que podra transportar el barco ms grande, colosales
establecimientos rebosantes de diamantes, joyas y piedras preciosas tradas de todas
las partes del mundo, conocidas o por civilizar []. Riquezas incontables, en muchos
casos guardadas con tan poca cautela[30]. (El libro se convirti de inmediato en un
best seller, y segn un experto criminlogo se hizo lectura obligada para todo ladrn
profesional o aspirante a serlo[31]).
Era normal por tanto que un delincuente con ambiciones como Worth se
encaminara a Nueva York, y que una vez all aprendiese deprisa. Decidido a no
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volver a trabajar como simple chupatintas en un banco y endurecido por la
experiencia de la guerra, Adam Worth se incorpor a la sociedad de los ladrones.
Gracias a su relacin con otros reenganchistas, termin por relacionarse con
ladrones profesionales y malhechores en general; desde esa poca, la suya fue una
vida de fechoras,[32] resuma Pinkerton con tristeza.
Worth no tard en instalarse en el distrito de Bowery, en Manhattan, una zona de
legendaria miseria que albergaba a una comunidad delictiva, prspera y numerosa,
que en su mayor parte se divida en bandas: los Rufianes, los Guardacolillas, los
Cuarenta Ladrones, los Conejos Muertos, los Chicos de Bowery, los Del Matadero,
los Vaqueros, los Raros y otras. Muchos de estos pandilleros no eran sino matones de
excepcional violencia cuyas especialidades delictivas no se extendan ms all de los
asaltos callejeros, los asesinatos y las mutilaciones, infligidos a menudo a otros como
ellos y por lo general bajo la influencia de prodigiosas cantidades de alcohol
combinadas con esencia de trementina, alcanfor y cualquier otro txico que tuvieran a
su alcance, por letal que fuese.
Muchos salones no cerraban nunca, o tan slo el tiempo necesario para
limpiarlos. Despus empezaba de nuevo el consumo de bebidas, los juramentos, las
partidas de cartas y slo Dios sabe qu ms,[33] recordaba Eddie Guerin, un timador
sin suerte pero bigrafo de xito que terminara por convertirse en amigo y colega de
Worth. Entre los tres mil establecimientos de bebidas sealados por el obispo
Simpson se contaban locales de nombres tan eufnicos como Las Ruinas, El Infierno
de Milligan, Cadena y Candado, Puerta del Infierno, La Morgue, Sala de Suicidas de
McGurk, Inferno, Agujero del Diablo, Baera de Sangre, Hogar del Lisiado y El
Vertedero. Pero si los nombres de los bares eran indicativos de la inmoralidad que
reinaba en ellos, los de la clientela eran an ms explcitos: Ostras Hervidas Malloy;
Ludwig el Chupasangre, un vampiro al que le creca pelo de todos los
orificios[34]; Donovan el Desastre; Noles el Cerdito; el pirata Scotchy Lavelle, que
ms tarde empleara a Irving Berlin como camarero cantante en su bar; Jack
Cmetelos McManus; Eddie la Peste; Joe Lewis el Hambriento, que una vez le birl a
Oscar Wilde cinco mil dlares de su cuenta corriente; Gyp, el Sangre; Peter el
Nervios, un psicpata que, sin ninguna razn explicable, se lanzaba contra cualquier
polica tan pronto lo vea; Frank el Latino; Maggie Gata del Demonio, que se haba
limado los dientes hasta dejarlos en punta y llevaba unas uas afiladas de metal;
Hurley el Sonado y Tirantes Mag, una dama aterradora que llevaba el bar El Hueco
en la Pared, y que de vez en cuando arrancaba de un mordisco la oreja de algn
cliente revoltoso y la guardaba en un frasco de encurtidos encima de la barra, pour
encourager les autres; Granjack Zelig, quien, segn su propio cuadro de tarifas,
rajaba una cara por un dlar y mataba a un hombre por diez; Walsh el Glotn,
Connally el Bombachos y Dooley el Babuino, de la banda de los Raros; Curran Un
Pulmn, que robaba los abrigos de los policas; Gug Knox; Jack Mulraney, el Feliz,
que mat al encargado de un local por rerse del tic facial que le haba valido el
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apodo; las encargadas de burdel Hester Jane Haskins la Avara, Lizzie Luz Roja y la
inolvidable Sadie la Cabra, una pirata de ro y jefa de la banda de Charlton Street, que
ocupaba una taberna en la ribera del ro, en el East Side y aterrorizaba las casas de
campo a lo largo del ro Hudson.
Segn Herbert Asbury, cuyo libro Bandas de Nueva York, publicado en 1928, es
probablemente el mejor sobre el tema, A Sadie, el apodo [la Cabra] le vena de su
costumbre, cuando topaba con un desconocido con aspecto de llevar dinero o bienes
de valor, de agachar la cabeza y embestir contra su estmago; entonces, su
compaero se apresuraba a golpear a la sorprendida vctima con una cachiporra, tras
lo cual lo desvalijaban a placer[35]. (Por razones desconocidas, aunque fciles de
imaginar, Sadie termin por enemistarse con la formidable Tirantes Mag, quien le
arranc una oreja de un mordisco, como era su costumbre. Con todo, la historia tuvo
un final feliz: las dos mujeres terminaron por reconciliarse, tras lo cual la imponente
Tirantes meti los dedos en el tarro de encurtidos, recuper el rgano perdido y se lo
devolvi a Sadie la Cabra, quien desde entonces lo llev siempre colgado al cuello en
un relicario).
Sophie Lyons, la autodenominada Reina del Hampa, cuyas notables memorias
son una fuente de informacin fundamental sobre la vida de Worth, fue tenida por la
timadora ms notoria que ha producido Norteamrica[36]. Con el tiempo, Sophie
cambi de vida, empez a escribir para los peridicos neoyorquinos sus relatos
lascivos sobre la vida de los bajos fondos de la ciudad y termin por convertirse la
primera columnista de chismorreos sobre la alta sociedad del pas.
Adam Worth se incorpor rpida y fcilmente a este mundo pintoresco y
horrendo. A los veinte aos, dotado ya de su propio apodo, el Pequeo Adam se
convirti en carterista.
Birlar carteras se ha convertido aqu en un arte, que es practicado por muchas
personas como profesin escribi la autora de The Secrets of the Great City en
1868. Requiere un largo entrenamiento y una gran habilidad, pero una vez
adquirida sta su poseedor se convierte en un miembro peligroso de la
comunidad[37]. Sophie Lyons, que fue ntima amiga de Worth y en ocasiones su
cmplice, describi cmo se haba iniciado el Pequeo Adam en el oficio de
delincuente: Como yo misma y como tantos otros que ms adelante alcanzaron
notoriedad en campos delictivos ms destacados, empez por el robo de carteras.
Tuvo buenos maestros y era un alumno aventajado. Sus dedos largos y delgados
parecan hechos para el delicado trabajo de recuperar relojes de los bolsillos de los
hombres y monederos de los bolsos de las mujeres[38].
Como aprendiz de carterista, Worth se encontr en un mundo enormemente
jerarquizado. El nivel inferior del oficio estaba formado por los llamados
descuideros, jvenes inexpertos que muchas veces resultaban indistinguibles de los
pedigeos; una posicin ligeramente superior ocupaban los tironeros, que como el
nombre indica no hacan ningn esfuerzo por evitar que los detectaran sino que se
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limitaban a coger el botn y salir corriendo, o los safistas, que se especializaban en
robar los pauelos de seda de los bolsillos de los fracs. El estadio ms alto de la
profesin lo constituan los tomadores del dos, para quien limpiar bolsillos era un
arte que requera una osada y una destreza manual considerables. gil y discreto,
Worth empez como safista, pero el veterano de la guerra no tard en graduarse y
pasar a tomador del dos, maestro en el arte de meter el pico. Las iglesias eran cotos
de caza especialmente provechosos, al igual que las estaciones de transbordadores,
teatros, hipdromos, reuniones polticas, locales de espectculos y cualquier otro
recinto en el que hubiera un gran nmero de personas distradas, obligadas a
permanecer muy prximas.
Aunque la carrera de carterista en solitario poda ser provechosa, los que tenan
ms xito trabajaban en grupo, y las facultades de Worth le permitieron disponer
muy pronto de capital suficiente para financiar a otros delincuentes[39]. Tras
asociarse con algunos amigos de su misma ralea, Worth fund un sindicato de
carteristas, del cual sera principal coordinador, banquero y beneficiario. Segn
Lyons, sta fue la primera manifestacin de la capacidad ejecutiva que un da lo
convertira en un hombre poderoso en los bajos fondos,[40] en un Napolen de los
marginados.
La tcnica para actuar en grupo estaba bien establecida. Se selecciona un primo
de aspecto prspero; a continuacin, el consorte choca con l o lo empuja; mientras
el primo est distrado con el incidente, el carterista (a veces conocido como el
piquero) le limpia el bolsillo y pasa de inmediato lo robado a un consorte que se
aleja entonces en otra direccin, como si el asunto no fuera con l. Charles Dickens
describi la maniobra en Oliver Twist: El ratero tropez con sus pies, o trastabill
accidentalmente, al tiempo que Charley Bates chocaba con su espalda y en aquel
breve instante lo despojaron con extraordinaria rapidez de la cajita del rap, el
cuaderno de notas, el reloj, la cadena, el alfiler de la camisa, el pauelo de bolsillo y
hasta la funda de las gafas[41]. En este caso, el primo no era otro que el propio
Fagin, el pater familias de los rateros.
Con su eficaz equipo de carteristas, Worth se convirti con rapidez en un
dignatario menor de la llamada delincuencia influyente, como era conocido el
peldao superior de la jerarqua de los bajos fondos, y segn Lyons no tard en
conseguir mucho dinero y una extendida reputacin por su astucia para evitar la
detencin[42]. Sin embargo, la carrera delictiva de Worth apenas haba empezado a
florecer cuando sufri un alto, brusco y molesto. A finales de 1864 fue detenido por
robar un paquete de un camin de Adams Express y fue sentenciado sumariamente a
tres aos de reclusin en Sing Sing, la crcel de infausta fama de Nueva York, a
orillas del ro Hudson.
El breve encarcelamiento de Worth por reenganchista no lo haba preparado para
el desmedido horror de la Bastilla del Hudson. En 1825, el alcaide de la prisin, un
sdico espectacular e inventivo llamado Elam Lynds, declar: No creo en la reforma
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del preso adulto []. Es un cobarde, un malhechor voluntario cuyo nimo debe ser
doblegado con el ltigo[43]. En 1833, Alexis de Tocqueville describi Sing Sing
como una tumba de muertos vivientes,[44] tan callados y acobardados estaban los
internos.
Vestido con el inconfundible uniforme a rayas de preso establecido por Lynds,
Worth fue enviado con el resto de los penados a las canteras de la crcel, donde
trabaj en la preparacin de la nitroglicerina para las detonaciones. Muchos aos ms
tarde, Worth recordaba que el encargado le dio instrucciones de calentar el explosivo
cuando el aire helado lo dejaba fro y le quitaba efectividad. As lo hizo, agradecido
de la oportunidad de calentarse las manos, y tuvo suerte de no volar en pedazos pues
como reconoca con franqueza, en aquella poca ignoraba lo peligroso que era[45].
Ensear a unos criminales endurecidos a manejar nitroglicerina no fue desde luego la
decisin ms brillante por parte de las autoridades, como aos despus demostrara
con tanta claridad la pericia de Worth para reventar cajas fuertes.
El hombre que se haba liberado de sus cadenas en el Potomac, que de la
desercin haba hecho un oficio, no iba a padecer los horrores de Sing Sing un
instante ms de lo necesario, aunque los vigilantes del presidio, una ralea de indecible
brutalidad, tuviera rdenes de disparar a cualquiera que intentase escapar. Mientras
trabajaba, Worth se dedic a calcular los movimientos de los guardianes, y apenas
unas semanas despus se escabull de la vista de los carceleros mientras se produca
el cambio de turno y se ocult en un canal de desage que evacuaba en el interior
del tnel del ferrocarril[46]. Protegido por la noche, segn un contemporneo Worth
consigui cubrir algunos kilmetros ro abajo, donde haba varias barcazas de
transporte en un amarradero[47]. Aterido de fro y cubierto de barro, se ocult en una
de ellas, y unas horas ms tarde tuvo la satisfaccin de verse trasladado a la ciudad
de Nueva York por un remolcador que acudi a recoger la barcaza en la que se haba
refugiado[48]. Al amanecer, mientras el remolcador se acercaba a su muelle
solitario, muy arriba en el West Side de la ciudad,[49] Worth se descolg al agua y
gan a orilla a nado. A pesar de que llevaba puesta la indumentaria de preso logr
llegar hasta la casa de un conocido, donde consigui una ropa normal,[50] e
inmediatamente se sumergi otra vez en el desagradable aunque protector anonimato
del Bowery.
La indiferencia con la que Worth recordaba tiempo despus esta fuga esconde lo
que debi de ser una experiencia terrible, aunque formativa. A sus veinte aos haba
visto lo peor del sistema penal norteamericano, y su desprecio hacia la autoridad era
formidable. Que no dudase en sumergirse en un ro agitado en plena noche, vestido
con ropas de preso y consciente de que su captura poda significarle la muerte, refleja
tanto su resistencia fsica como una creciente fe en su propia invencibilidad. Lejos de
que su breve y desagradable experiencia en la crcel lo reformase, Worth lleg a la
conclusin de que la vida de un ratero no ofreca suficientes recompensas, vistos los
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peligros, y de que haba llegado el momento de cambiar de direccin y aumentar las
apuestas en su vendetta personal contra la sociedad. Tras reunir a algunos
componentes de su antigua banda, empez a ampliar su mbito de actuaciones a los
robos con allanamiento de morada y otros delitos contra la propiedad, adems de
seguir limpiando bolsillos. Su palabra era ley entre el grupito de jvenes ladrones
que reuni en torno a l,[51] recordaba Sophie Lyons. Worth aportaba el cerebro
que los mantena libres de problemas, y el dinero necesario para sacarlos si los
atrapaban. Cada maana se reunan en un pequeo restaurante de Canal Street para
recibir sus rdenes, y por la noche volvan para entregarle una parte considerable de
sus beneficios del da[52]. Por el momento, las actividades de Worth no haban ido
ms all de lo que podra denominarse delincuencia desorganizada. En adelante sus
pasos seran ms cautelosos: delegara a menudo y slo se arriesgara en persona
cuando la recompensa o la promesa de aventura fueran mayores. Su estricto dominio
sobre el resto de la banda fue la primera muestra de un complejo de poder que se
acentuara con la edad. Es justo decir que los delincuentes no son la gente ms
intelectual que existe. En trminos generales tienden a caracterizarse por una
considerable estupidez. El enfoque inteligente que Worth daba al negocio, y su
capacidad para conseguir resultados en forma de dinero contante y sonante, fueron
suficientes para asegurar la obediencia e incluso la veneracin de sus secuaces.
Solvente por primera vez en su vida, su determinacin de superarse a todos los
niveles le condujo pronto a las ruletas neoyorquinas, a los garitos de juego y a las
mesas de faran, ese extraordinario juego de azar que una vez hizo furor entre los
jugadores y que hoy ha desaparecido prcticamente.
Con fuertes apuestas, en la firme creencia de que cuanto ms arriesgara ms le
sonreira la fortuna, empez a llevar una vida de sportsman y se desplaz de los
sucios tugurios de Bowery a las luces del Uptown New York ms brillantes y
lujosas aunque no menos disolutas y el famoso glamour inmoral del conocido
barrio de vicio y corrupcin.
La inteligencia natural de Worth no era el nico rasgo de su carcter que lo
distingua de sus compinches de fechoras. Tambin destacaba por no abusar de la
bebida, en una poca en que el alcoholismo era endmico y la botella prcticamente
obligatoria entre la delincuencia. Ms extrao incluso dada su limitada estatura,
resultaba su rechazo a cualquier forma de violencia y su opinin de que el
derramamiento de sangre era una torpeza innecesaria y hasta desaconsejable. De las
sesenta y ocho mil personas detenidas en Nueva York en 1865, cincuenta y tres mil
fueron acusadas de delitos con violencia. Sin embargo, Worth estableci la norma de
que no se empleara la fuerza en ninguna accin delictiva que tuviera que ver con l,
una norma que slo se saltara una vez en su vida. El rechazo del alcohol y de la
violencia constitua una necesidad para mantener el control de quienes estaban bajo
su autoridad. Los malhechores que beban o se peleaban cometan errores; por esa
razn, Worth se mantuvo aparte de las bandas establecidas, que a menudo no eran
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ms que grupos ambulantes de maleantes borrachos, en guerra entre s.
El joven no se contentaba con organizar a sus esbirros: necesitaba dominarlos,
darles rdenes y recompensarlos mientras prosegua su meterico ascenso en los
bajos fondos. Worth, un delincuente sobrio, no violento y lleno de recursos que
gobernaba sus fuerzas entre una tropa de tipos pendencieros, ignorantes y borrachos,
tambin era excepcional por el alcance de sus aspiraciones delictivas o, por decirlo
con otras palabras, por su codicia voraz. Sophie Lyons tom nota de la ambicin
insaciable[53] del Pequeo Adam cuando ste inici su ascenso social hasta la clase
alta de la delincuencia.
Uno de los mayores malhechores de Norteamrica en esa poca recordara ms
adelante que la situacin social creada por la guerra entre el Norte y el Sur produjo
un gran nmero de delincuentes de gran inteligencia[54] en diversas especialidades,
pero en la Nueva York posblica, los ladrones de bancos estaban considerados la
aristocracia en su campo. James L. Ford, experto en los aspectos menos presentables
de la ciudad por haber participado en ellos, escribi en sus memorias: Actividades
como los atracos a bancos eran tenidas en mucha mayor consideracin durante los
aos sesenta y setenta que en el presente; a los miembros ms distinguidos del oficio
se los conoca de vista, y su presencia era sealada a los forasteros[55]. Alian
Pinkerton, el padre del futuro adversario de Worth, apuntaba en su libro The Bankers,
Their Vaults and the Burglars, editado en 1873, que en lugar del bribn torpe,
chabacano y de mal aspecto de otros tiempos, hoy tenemos al ladrn inteligente,
cientfico y calculador, experto en el uso de herramientas y con aspecto de caballero
respetable, que se enorgullece de dejar tras l un trabajo limpio[56].
Eddie Guerin, amigo de Worth, apuntaba que un buen ladrn de bancos tiene
que ir bien vestido y parecer un caballero[57]. Sophie Lyons corrobora estas palabras
y apunta tambin que entre la casta superior de la delincuencia asimismo reinaba una
cierta dosis de esnobismo profesional. No era fcil que un joven entrara en un grupo
organizado de ladrones de bancos, pues los ms experimentados eran reacios a poner
en peligro sus posibilidades de xito llevando con ellos a un principiante[58].
Worth intent, sin xito, ser aceptado en bandas ya establecidas como la de
George Leonidas Leslie, ms conocido como Western George, que era responsable de
una gran parte de los robos a bancos que se llevaron a cabo en Nueva York entre el
final de la guerra y 1884. Cuando Sophie Lyons tuvo su primer encuentro con Worth,
ste estaba impaciente por iniciarse en los golpes a bancos,[59] sobre todo a travs
del marido de Sophie, un conocido ladrn llamado Ned Lyons. Sin embargo, los
veteranos de la banda rechazaron todas las propuestas del aspirante recin llegado.
Worth necesitaba un patrocinador, alguien que le proporcionase una entrada a la
lite de los bajos fondos, y lo encontr en la figura gigantesca de Marm Mandelbaum.
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4 LOS PROFESIONALES
Los escritores de la poca recurran a los superlativos para describir a Fredericka,
ms conocida como Madre o Marm Mandelbaum: La mayor promotora de
delincuencia de los tiempos modernos,[60] la perista de ms xito en la historia de
Nueva York[61] y la primera persona que estableci una cierta organizacin en el
hampa estadounidense,[62] son slo algunos de los elogios que recibi en su carrera
delictiva, larga e ininterrumpida.
El apodo maternal de Marm era consecuencia de su actitud hacia los delincuentes
de todo pelaje, pues tena un corazn tan inmenso como su talla. Era una aristcrata
del crimen, pero a diferencia del objeto del afecto de Worth en otra poca posterior
el retrato de Georgiana, duquesa de Devonshire, Marm Mandelbaum no era un
cuadro al leo. Era una mujer enorme de casi cien kilos. Tena una mueca
permanente en los labios y unas mejillas extraordinariamente gordas sobre las cuales
haba unos ojillos negros, unas gruesas cejas negras y una frente alta y despejada con
una mata de pelo negro recogido en un moo, rematado normalmente con un
sombrerito negro del que pendan unas plumas[63].
Al igual que Worth, Fredericka haba emigrado de Alemania a Estados Unidos en
su juventud. Haba llegado sin un pariente o amigo,[64] pero en absoluto indefensa.
Sophie Lyons, que adoraba a Marm, sealaba que sus facciones speras y duras, su
corpulencia y su mirada penetrante eran proteccin y compaa suficientes para
cualquiera, y aada en tono crtico pero con indudable precisin que no es
probable que nadie forzase a esa emigrante, en concreto, a aceptar atenciones
indeseadas[65].
Poco despus de bajar del barco, la formidable Fredericka haba puesto el ojo en
un tal Wolfe Mandelbaum, dueo de una tienda de artculos para caballero que posea
un edificio de tres plantas en el nmero 79 de Clinton Street, en el barrio Kleine
Deutschland del East Side de Manhattan. Wolfe, un tipo dbil y holgazn, estaba
afectado de dispepsia crnica[66]. Unas pocas semanas bajo la dieta de Fredericka,
que cocinaba platos voluminosos pero fciles de digerir, lo decidieron a casarse con
ella. Desde ese momento en adelante, la cabeza de familia de los Mandelbaum fue la
seora Mandelbaum[67]. Aunque oficialmente seguan siendo tenderos, Marm
convirti el edificio de Clinton Street en la sede de una de las mayores operaciones de
comercio de objetos robados que se ha visto en Nueva York. Empez vendiendo el
gnero casa por casa,[68] y en unos aos levant un enorme negocio que mova el
botn y financiaba las operaciones de una buena mayora de las grandes bandas de
ladrones de bancos y de almacenes[69]. Para ocultar sus bienes robados utilizaba
locales de Manhattan y de Brooklyn, y tena en nmina a Howe y Hummel, dos
abogados famosos por sus pocos escrpulos, a quienes pagaba cinco mil dlares
anuales para que se ocuparan de mantenerla en libertad mediante sobornos casi
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siempre cada vez que la ley haca un gesto atrevido en su direccin[70]. El
terreno de actuacin de Marm era sobre todo el comercio de bienes robados, pero no
se olvidaba de financiar las operaciones de otros ladrones e incluso se deca que haba
mantenido una escuela Fagin en Grand Street, no lejos de la comisara central de
polica, donde chiquillos y jovencitas aprendan a ser expertos carteristas y
rateros[71]. Unos cuantos alumnos destacados pasaron incluso a tareas de
posgraduado, como el chantaje y los timos[72].
Marm Mandelbaum aparece por primera vez en los archivos policiales en 1862, y
se calcula que a lo largo de las dos dcadas siguientes manej mercanca robada por
valor de entre cinco y diez millones de dlares. Los delincuentes la adoraban. Como
apunt en cierta ocasin el famoso ladrn Banjo Pete Emerson, era una mujer
taimada y falsa como no haba dos, pero poda ser un ngel con el mismo diablo
mientras ste jugara limpio con ella[73]. Conforme creca la fama, la fortuna y la
cintura de la seora (pronto se convirti en la viuda Mandelbaum, pues la dispepsia
no tard en acabar con Wolfe), creci tambin la extravagancia de su estilo de vida y
de sus ambiciones sociales. Los dos pisos por encima de su centro de operaciones
fueron amueblados con una elegancia que no era superada en ningn lugar de la
ciudad; de hecho, muchos de sus cortinajes ms valiosos haban adornado los hogares
de aristcratas y haban sido sustrados para ella por ladrones agradecidos y
considerados[74]. All tena su corte como una saioniste de los bajos fondos y
ofreca esplndidas veladas, con cena y baile, a las que acudan algunos de los
delincuentes ms famosos de Norteamrica, y con frecuencia oficiales de polica y
polticos que haban cado bajo la influencia de esa mujer[75].
Nunca olvidar la atmsfera del local de Madre Mandelbaum,[76] recordaba
Sophie Lyons con nostalgia, pues all se congregaban no slo ladrones y estafadores
sino tambin jueces parciales, policas corruptos y polticos en horas bajas, todos
ellos dispuestos a hacer negocio. Delincuentes de altura como Shang Draper y
Western George acudan a postrarse a los pies de Marm, y ella recompensaba su
homenaje protegiendo sus fechoras, vendiendo el botn y ayudando a los que caan
en manos de la ley. En una profesin que no destacaba por su generosidad, Marm era
una excepcin y conservaba un rincn especialmente tierno en su corazn para las
mujeres delincuentes[77] y para otros que pudieran necesitar una ayuda para
ascender en la escala criminal; era partidaria de la igualdad de oportunidades en el
trabajo y una firme defensora de que el sexo no era ninguna barrera para el xito en el
mundo delictivo. Una visin muy adelantada para la poca y una verdad de la que
ella misma era la prueba ms tangible. No toleraba sin embargo la competencia, y
cuando una ladrona de extraordinario xito llamada Black Lena Kleinschmidt rob
una fortuna, se traslad a Hackensack (un barrio ms acomodado entonces de lo que
resulta hoy) y empez a darse nfulas y ofrecer fiestas y cenas, Marm se puso furiosa.
Y se sinti totalmente feliz cuando Black Lena fue descubierta como ladrona de joyas
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y encarcelada, despus de que uno de sus invitados advirtiera que la anfitriona luca
un anillo de esmeraldas robado del bolso a su mujer unas semanas antes. Eso
demuestra que hace falta cerebro para ser una autntica dama,[78] fue el comentario
despreciativo de Marm Mandelbaum.
En la poca en que Worth buscaba desesperadamente la manera de entrar en el
escaln superior de la delincuencia, Marm ya era una leyenda, y tal vez la
malhechora ms influyente del pas. El ejrcito de los enemigos de la sociedad debe
tener un general y creo que el ms poderoso de todos ellos fue Madre Mandelbaum,
[79] apunt Sophie Lyons, que haba conocido al joven Worth, y fue probablemente
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ambicionaba para s.
Por encima de todo, es muy probable que fuera Marm quien le enseara la leccin
de que ser un perfecto caballero y un redomado malhechor no slo era perfectamente
compatible sino lo ms provechoso. La mesa de Marm ofreca una atmsfera de lujo
ilcito en la que los delincuentes de ms altura podan disfrutar de la compaa de
hombres y mujeres de condicin pareja a la suya, dedicados tambin a asuntos
ilegales.
Dos de los invitados de Marm en particular tendran papeles cruciales, aunque
muy diferentes, en el futuro de Worth.
El primero era Maximilian Schoenbein, alias M. H. Baker, alias M. H.
Zimmerman, alias el Holands, alias Mark Shinburn o Sheerly, alias Henry Edward
Moebus, pero ms habitualmente alias Max Shinburn, un ladrn de bancos de porte
distinguido que afirmaba quejoso que en el fondo era un aristcrata y que detestaba a
los zafios delincuentes con los que estaba obligado a asociarse[84]. Durante las tres
dcadas siguientes, los caminos delictivos de Adam Worth y Max Shinburn correran
paralelos. Los dos malhechores tenan mucho en comn y llegaron a detestarse
profundamente.
Shinburn naci el 17 de febrero de 1842 en la ciudad de Itzlingen, Wrttembrg,
donde fue aprendiz de mecnico antes de emigrar a Nueva York en 1861. Desde edad
muy temprana se hizo llamar el Barn, y con el tiempo lleg a adquirir efectivamente
el ttulo de barn Schindle o Sehindell de Mnaco, en lo cual gast una parte de su
fortuna[85]. Reservado, inteligente e insufriblemente arrogante, la elegante figura del
Barn destacaba entre la gente de los bajos fondos. Hasta la polica estaba
impresionada.
El inspector Thomas Byrnes, del departamento de Polica de Nueva York, lo
consideraba probablemente el ladrn de bancos ms experto del pas[86], mientras
que la polica belga ofreca esta descripcin del pulcro malhechor polglota: Habla
ingls con un ligersimo acento germano, francs fluido y alemn. Siempre va bien
vestido, tiene un aspecto distinguido y unos modales educados. Habla con gran finura
y siempre se aloja en los mejores hoteles[87]. Las facciones de Shinburn eran
llamativas: Ojos pequeos y azules de mirada penetrante, nariz larga y recta, bigote
y una pequea perilla, ambos de color castao salpicado de gris, el bigote con las
puntas retorcidas, la barbilla afilada [] a veces lleva barba completa, y en ocasiones
bigote y barba para ocultar el pronunciado hoyuelo que tiene en el mentn[88]. Sus
numerosos encuentros con los servidores de la ley y el gusto por los duelos en sus
aos mozos le haban dejado otras muchas marcas que lo identificaban. Tras una
detencin, el agente de polica tom nota de ellas con espeluznante minuciosidad:
En el revs de la mueca izquierda [] heridas por disparo de pistola que corren
paralelas cerca de la deformidad de la pierna derecha [] herida de pistola o revlver
en el costado izquierdo [] varias pequeas cicatrices que parecen resultado de una
andanada de perdigones; cicatriz en el costado izquierdo del abdomen, con aspecto de
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haberle entrado una bala por detrs y haberlo atravesado [][89]. Las nfulas
aristocrticas de Shinburn estaban llenas de agujeros, como todo l.
Su notoriedad delictiva proceda sobre todo de haber inventado una mquina
capaz de revelar, segn afirmaba, la combinacin de cualquier caja fuerte: Un
trinquete que, colocado bajo el disco de la combinacin de una caja, dejaba una
marca en una hoja de papel calibrado cada vez que el disco se detena y empezaba a
moverse en la direccin opuesta. El ladrn repeta el proceso hasta obtener la
combinacin completa[90]. Segn otras fuentes policiales, tena un odo tan agudo y
sensible que al girar el disco era capaz de determinar en qu nmeros caan los
tambores[91].
Con su formacin de mecnico, Shinburn perfeccion tambin un equipo de
herramientas ligeras y potentes para reventar cajas, que se dispuso a vender a otros.
Shinburn revolucion el instrumental del ladrn y le dio una base cientfica[92],
dej escrito Sophie Lyons. Al objeto de perfeccionar su tcnica para reventar cajas, el
Barn se emple durante un tiempo, bajo nombre supuesto, en la fbrica de Lilly
Safe Co., [cuyas] cajas fuertes estaban consideradas entre las mejores y ms
seguras[93]. Pero no por mucho tiempo. El rastro de cajas vacas que dej tras l
actu finalmente contra el propio Shinburn, y la caja Lilly tuvo tal fracaso comercial
que la empresa se vio abocada a la quiebra[94].
No se ha construido la caja que no sea capaz de abrir,[95] se vanaglori
Shinburn ante Sophie Lyons en cierta ocasin.
Cuando Worth conoci a Max Shinburn, mediada la dcada de 1860, el segundo
ya se haba labrado fama de hombre importante entre la comunidad de ladrones de
banco, tras haber limpiado el Savings Bank de Walpole, New Hampshire. Worth tena
sentimientos ambiguos acerca del Barn. Admiraba su atuendo de dandi y envidiaba
su fama, pero su inagotable fanfarronera y su aire de superioridad le resultaban
insoportables.
Mucho ms del gusto de Worth era Charles W. Bullard, otra oscura lumbrera de
los bajos fondos y protegido de Mandelbaum. Bullard, playboy delincuente, lnguido
y atractivo, ms conocido por Piano Charley, era hijo de una familia rica de Milford
cuyos antepasados se remontaban a un miembro del estado mayor de George
Washington. Tuvo una buena educacin escolar,[96] hered una gran fortuna de su
padre cuando an era adolescente y se lanz al mal de inmediato y sin moderacin.
Dilapidada la herencia, Bullard prob suerte en el oficio de carnicero, pero pronto
renunci a la ocupacin y dedic su habilidad al robo de bancos y de cajas
fuertes[97]. La predisposicin la haba heredado de su abuelo, de quien se deca que
haba sido un ratero de poca monta. La vida disoluta de Bullard y su ansia
insaciable de excitacin morbosa lo convirtieron en un taimado malhechor,[98] y ms
tarde en un ladrn de osada y astucia fuera de lo comn; ya entonces, la gente de los
bajos fondos de Nueva York lo consideraba uno de los delincuentes ms atrevidos
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de cuantos han utilizado una palanca o han reventado una caja fuerte[99].
Bullard es un hombre de buena educacin registraba un informe policial en
tono admiratorio. Habla ingls, francs y alemn con fluidez, y toca el piano con la
habilidad de un profesional[100]. Pcaro, refinado y atractivo, con una perilla fina y
unos ojos claros, Bullard tena tres pasiones en la vida y de las tres disfrutaba al
lmite: las mujeres, la msica y el juego. Gracias a la prctica constante con su
instrumento de media cola, Piano Charley haba desarrollado tal delicadeza de
tacto[101] que poda adivinar la combinacin de una caja por el simple mtodo de
hacer girar los tambores, mientras que sus sonatas de piano eran capaces de hacer
saltar las lgrimas al criminal ms desalmado y de atraer a la cama a la mujer ms
casta.
Jugador inveterado,[102] permanentemente escaso de fondos, a menudo
increblemente borracho aunque siempre encantador, Bullard era una de las mayores
figuras romnticas del mundo del hampa de Nueva York. Bajo el ojo benigno de
Marm Mandelbaum, entre l y Worth se estableci de inmediato una corriente de
simpata.
En la lista de delitos de Piano Charley Bullard figuraban ya robos de joyas,
atracos en trenes y fuga de prisin. A principios de 1868, formando equipo con Max
Shinburn y otro ladrn profesional, Ike Marsh, penetraron en la cmara de seguridad
del Ocean National Bank de Nueva York despus de cavar un tnel hasta el stano. El
botn ascenda a ms de cien mil dlares, la mayor parte de los cuales terminaron en
los bolsillos de Shinburn. Los ladrones estuvieron casi un mes trabajando en el
tnel, y el banco se arrum con la prdida,[103] deca el informe policial. Ese mismo
ao, el 4 de mayo, Bullard se haba confabulado otra vez con Marsh para robar el
ferrocarril Hudson River Railroad Express mientras viajaba desde Buffalo, en el norte
del estado, por el tendido frreo central de Nueva York, hacia la estacin Grand
Central. Enterados de que la Merchant's Union Express Co. utilizaba el tren para
transportar cantidades de dinero en metlico, y con la connivencia de un vigilante del
tren a quien sobornaron, se ocultaron en el furgn de equipajes [] en el cual
viajaba la caja, y se llevaron cien mil dlares[104]. Bullard y Marsh saltaron del tren
en el Bronx con el dinero y ttulos negociables guardados en maletines. Al vigilante
lo encontraron atado y aparentemente inconsciente, babeando espuma por la boca; la
baba result ser jabn, y el hombre fue detenido de inmediato.
Los Pinkerton, cuya fama se extenda hasta tal punto que ya eran llamados a
actuar en casi todos los robos importantes, haban seguido el rastro de los ladrones
hasta Toronto. All encontraron a Ike y a Charley, dndose la gran vida en uno de los
hoteles ms caros de la ciudad. Tras una larga batalla judicial, Bullard fue entregado a
Estados Unidos y encarcelado en White Plains, Nueva York, a la espera de juicio.
Con el poco dinero que le quedaba, la familia Bullard contrat a un costoso abogado
para que defendiese a su hijo descarriado. Al igual que Worth, Piano Charley no
dejaba pasar jams una ocasin de delinquir y arregl las cosas para que una de sus
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muchas amigas birlara mil dlares (la minuta completa) del bolsillo del abogado
mientras volva a Nueva York en el tren[105].
Casi con toda certeza, fue Marm Mandelbaum quien decidi que Piano Charley,
cuya msica era una atraccin tan popular en sus fiestas y banquetes, no deba
languidecer en prisin.
Worth, que ya era buen amigo del encarcelado, fue escogido junto con Shinburn
para el trabajo de sacarlo. Esta fue la primera y nica vez en que los dos actuaron
juntos.
Una semana despus de su encarcelamiento, los amigos de Bullard cavaron un
tnel a travs del muro de la prisin de White Plains y pusieron en libertad a Ike y a
Charley. Inmediatamente despus regresaron a Nueva York para celebrar el xito con
una prolongada fiesta que, en el caso de Bullard, result escandalosamente baada en
alcohol. El Barn estaba inmensamente satisfecho de s mismo. Shinburn se
enorgulleca ms de cmo haba entrado en la crcel de White Plains para liberar a
Charley Bullard y a Ike Marsh, dos amigos suyos, que de algunos de sus robos ms
atrevidos,[106] contaba Sophie Lyons. El xito de la fuga carcelaria ciment la
reciente amistad entre Worth y Bullard. Piano Charley posea la vitalidad relajada y el
barniz cultural que el Pequeo Adam tanto admiraba y aspiraba a emular. Por otra
parte, Worth era inteligente y calculador, cualidades de las que careca Bullard, un
tipo agradable pero no muy despierto.
Los dos hombres decidieron formar sociedad.
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5 LA NOVIA DEL LADRN
El banco Boylston National de Boston era una vista familiar para Worth desde sus
aos mozos. Los ricos burgueses de Boston crean que su dinero estaba todo lo
seguro que resultaba humanamente posible tras la impresionante fachada del banco,
un imponente edificio de ladrillo en la esquina de las calles Boylston y Washington,
en el corazn de la ciudad. Segn Sophie Lyons, Worth hizo una visita de inspeccin
a todos los bancos de Boston y decidi que el famoso Boylston Bank, el mayor de la
ciudad, era el ms adecuado para dar un golpe[107]. Tiempo despus, Max Shinburn
afirmara que haba participado en la planificacin del robo, pero no hay pruebas de
que se requiriera ni se solicitara su parecer. De hecho, la exclusin de Shinburn de ese
trabajo pudo ser la fuente de la enemistad entre l y Worth.
Ike Marsh, el compinche irlands de Bullard en el asunto del robo al tren y un
nombre bastante corto de luces, fue su compaero en el golpe, que como todos los
grandes golpes fue de lo ms simple. Bajo el nombre de William A. Judson & Co.,
comerciantes en tnicos para la salud, los tres hombres alquilaron el edificio contiguo
al banco y levantaron un tabique tras el escaparate en el cual se exponan un par de
centenares de botellas que contenan, segn las etiquetas adheridas a ellas, cierta
cantidad de "Tnico Oriental de Gray"[108]. Las botellas segn los Pinkerton
servan a un doble propsito: exponer la mercadera e impedir que el pblico viera el
interior[109]. Nunca se ha llegado a saber en qu consista ese tnico oriental pues
jams se vendi un solo frasco.
Despus de calcular cuidadosamente el punto de la pared de la tienda contiguo a
la caja fuerte del banco, los ladrones empezaron a cavar. Durante una semana,
trabajando slo de noche, Worth, Bullard y Marsh apilaron los escombros en la
trastienda hasta que por fin qued al descubierto la plancha metlica de la cmara
acorazada[110].
Perforar sta fue un trabajo ms arduo informaba ms tarde el Boston Post.
Tan silenciosa fue la operacin que el nico ruido que percibieron los ocupantes de
las estancias contiguas fue como el que hara una persona al clavar una moqueta con
un vulgar martillo. Las herramientas utilizadas para el golpe fueron [unas] barrenas o
berbiques de dos centmetros de dimetro mediante las cuales taladraron una serie de
agujeros, cada uno de los cuales se conectaba con el contiguo, hasta quitar una pieza
de cuarenta y cinco por treinta centmetros. Tambin utilizaron, cuando lo requera la
situacin, tenazas, martillos y cinceles para consumar su inicua fechora[111]. En las
primeras horas del domingo 21 de noviembre de 1869, Worth se col por el hueco,
encendi una vela en el interior de la cmara e inspeccion el botn. El tesoro estaba
guardado en unos veinticinco o treinta cofrecillos metlicos,[112] que Worth procedi
a pasar a sus cmplices uno tras otro. Los ladrones forzaron los cofres, examinaron
el contenido, se quedaron lo que haba de valor y rechazaron el resto[113]. Mientras
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amaneca sobre Boston, los tres compinches cargaron el botn en bales con la
etiqueta Tnico Oriental de Gray, alquilaron un carruaje hasta la estacin y
tomaron el tren de la maana a Nueva York.
Ms de veinticuatro horas despus, a las nueve de la maana del lunes, los
empleados del banco abrieron la cmara y se quedaron anonadados ante la escena
que encontraron[114]. Todas y cada una de las cajas de seguridad del banco, y con
ellas el slido prestigio del Boylston National Bank de Boston, haban desaparecido.
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banco[117].
En efecto, haba sido el trabajo ms limpio de Worth hasta la fecha, pero el propio
xito de la aventura, la enorme cantidad de dinero conseguida y la declarada
determinacin de las autoridades de perseguir a los ladrones espoleada por la
recompensa del veinte por ciento del botn llevaron a Worth y a Bullard a un
manifiesto dilema. Quedarse en Nueva York e intentar realizar los ttulos por la va
tradicional era una invitacin a buscarse problemas, pues incluso Marm Mandelbaum
se lo pensara dos veces antes de mover una mercanca tan caliente. Podan coger el
dinero, abandonar los ttulos y dirigirse al oeste, donde los estados fronterizos
ofrecan anonimato y donde la ley, como mucho, slo se aplicaba parcialmente. Sin
embargo, dado su gusto por la vida cara y las compaas refinadas, Worth y Bullard
no tenan madera de cowboys y les resultaba muy poco atractiva la perspectiva de
gastarse su mal ganado dinero en algn villorrio polvoriento donde podan acabar
asesinados para robarles su dinero. Una alternativa ms atractiva era encaminarse a
Europa, donde la extradicin era improbable y los americanos ricos eran recibidos
con los brazos abiertos y se hacan pocas preguntas. Ike Marsh ya haba decidido
tomar la jubilacin anticipada con su parte del botn. Regres a Irlanda va Baltimore
y Queenstown y fue recibido en Tipperary con gran ceremonia, como hijo del pueblo
que haba hecho fortuna (en su caso, ilcita). Al final, segn los Pinkerton, se dedic
al juego y a la bebida, hizo todo lo que no debera haber hecho y acab por regresar a
Estados Unidos en busca de ms fondos[118]. El pobre Ike fue detenido cuando
intentaba robar otro banco en Wellesborough, sentenciado a veinte aos de reclusin
en solitario en el este de Pensilvania y termin su vida viejo, achacoso y
dependiendo de la caridad de sus amigos[119].
Worth y Bullard supusieron acertadamente que tras un robo tan importante
llamaran a los Pinkerton. De hecho, apenas una semana despus del golpe al banco,
los detectives ya haban seguido el rastro de los ladrones y de su botn hasta Nueva
York, y los documentos de los archivos Pinkerton indican que los dos autores ya eran
los principales sospechosos, gracias a alguien que se haba ido de la lengua en los
ambientes delictivos. La noticia de que los buscaban lleg enseguida a los propios
fugitivos. Antes de una semana esos jodidos detectives ya nos habrn echado el
guante previno Bullard a Worth. Y no quiero tocar el piano en [la crcel de].
Ludlow Street[120].
La pareja se apresur a enviar los ttulos robados a un abogado de Nueva York
posiblemente Howe o Hummel, con instrucciones de esperar unos meses, revender
entonces los bonos por una parte de su valor nominal y, a su debido tiempo, enviarles
el producto de la venta. En la poca, ste era un mtodo aceptable de recuperar las
propiedades perdidas, tolerado por la polica que a menudo ayudaba a negociar el
retorno de los valores, y beneficiosa tanto para los propietarios como para los
ladrones. Todo lo que tienen que hacer [los ladrones] es pactar condiciones, lo cual
significa renunciar a una parte del botn; despus pueden dedicar las horas de ocio a
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proyectar nuevas fechoras,[121] sealaba el Boston Sunday Times, uno de los pocos
medios de comunicacin que pona objeciones a esta confabulacin, de tan dudosa
moralidad. Tiene que haber algo radicalmente viciado en el sistema policial del pas
cuando transacciones de este cariz se producen de forma repetida[122].
Worth y Bullard se apresuraron luego a guardar el resto del dinero en bales de
doble fondo, se despidieron de Marm Mandelbaum, de Sophie Lyons y de Nueva
York y tomaron el tren a Filadelfia, donde los esperaba el S. S. Indiana para
trasladarlos a Inglaterra. El lujoso barco los llevara a Europa y a una nueva vida.
Para ello necesitaran nuevos nombres. En su camarote de primera clase, los dos
hombres hablaron llenos de optimismo de cmo se reinventaran a s mismos. Bullard
eligi llamarse Charles H. Wells y adoptar una nueva personalidad como rico hombre
de negocios tejano. El alias que escogi Worth fue muy inspirado.
Aquel ao haba sido testigo del prematuro y muy lamentado fallecimiento, el 18
de junio, de Henry Jarvis Raymond, el fundador y director del New York Times.
Raymond, senador, congresista, conciencia poltica y baluarte moral de la poca,
haba sucumbido a un ataque de apopleja[123] a la edad de cuarenta y nueve aos,
y su muerte dio pie a las palabras de adulacin ms solemnes que han aparecido
jams en letra impresa. He aqu algunos de los adjetivos de una sola nota necrolgica
del gran hombre: patriota, sabio, moderado, honorable, sincero, generoso de corazn,
trabajador, frugal, consciente, magistral, modesto, valiente, noble, consistente, de
elevados principios, cultivado, distinguido, lcido, amable, justo, tolerante, moral,
indulgente, vivaz, emprendedor, temperado, contenido, lcido, sagaz, elocuente,
firme, comprensivo, bondadoso, generoso, justo, suave, amistoso y recto. El New
York Times terminaba este himno ditirmbico a su fundador con la declaracin de
que Raymond era en todo momento un autntico caballero []. De hecho nunca
hemos conocido a un hombre ms sencillo y cuya vida y personalidad ilustren mejor
las virtudes de una hombra ms sincera y genial[124]. Los rivales periodsticos del
diario se mostraron de acuerdo. El Evening Mail sealaba: Siempre fue un caballero
[] fiel a sus convicciones[125]. El Telegram lo calificaba de uno de los periodistas
ms brillantes y caballerosos que ha producido el Nuevo Mundo,[126] mientras que
el Evening Post sealaba tambin que era un caballero en sus modales y en su
lenguaje[127]. La tumba de este hombre ntegro, de este coloso tico, qued marcada
en el exclusivo cementerio de Green-Wood con un obelisco de doce metros en honor
a sus logros y a su rectitud. Rara vez la opinin contempornea ha expresado un
juicio ms unnime, sincero y compartido que en el caso del desaparecido director
del New York Times,[128] declaraba el Post.
Worth, que ya anhelaba la respetabilidad que deba acompaar a su nueva riqueza,
haba ledo aquellos homenajes grandilocuentes pocos podan evitarlos y las
repetidas referencias a la caballerosidad del finado se haban fijado en su mente.
Apropiarse del nombre de un hombre as sera una intensa y satisfactoria irona,
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mayor incluso porque Worth, vido recolector de rumores de los bajos fondos, quiz
saba que el gran rbitro moral de la poca llevaba tambin una doble vida de la cual
sus lectores y admiradores no tenan la menor idea. Segn la versin oficial, la noche
de su fallecimiento, el prestigioso director haba estado con su familia y algunos
amigos hasta las diez, en que los dej para atender una consulta poltica; la familia no
volvi a verlo hasta que fue encontrado, hacia las dos y media de la madrugada, cado
en el pasillo, inconsciente y en aparente estado agnico[129]. La realidad era bastante
ms srdida, pues en realidad el recto y virtuoso Henry Jarvis Raymond haba muerto
de un infarto coronario agudo mientras haca una visita a una joven actriz[130].
Adam Worth decidi que tanto si resida en el cielo reservado a los grandes hombres
como si estaba en el purgatorio de los adlteros, Henry j. Raymond ya no necesitaba
su nombre. En el viaje a Inglaterra adquiri pues este impresionante alias
cambiando Jarvis por Judson, en memoria del apellido que haba utilizado en el robo
de Boston y lo mantuvo el resto de su vida. Fue vino de los robos ms astutos de
Worth y uno de los menos celebrados.
A principios del ao siguiente, dos ricos norteamericanos entraron en el hotel
Washington de Liverpool y anunciaron que ocuparan las mejores habitaciones del
establecimiento por tiempo indefinido pues tenan en proyecto un largo viaje de
negocios. La pareja vesta a la ltima moda, con levita, corbatn de seda y bastn de
bamb. Dos dandis yanquis recin desembarcados y ansiosos de diversin los
seores Henry J. Raymond, banquero mercantil, y Charles W. Wells, hombre de
negocios tejano, se encaminaron al bar del hotel a brindar por su llegada al viejo
mundo. El seor Raymond brind por el futuro; el seor Wells, como de costumbre,
bebi en exceso.
Casualmente, tras el bar del hotel Washington ya les aguardaba su futuro en las
muy deseables formas de la seorita Katherine Louise Flynn, una muchacha irlandesa
de diecisiete aos con una cabellera rubia muy tupida, unos hoyuelos deliciosos en
todos los lugares donde deba tenerlos, y un fulgor en la mirada que podra haberse
tomado por disponibilidad pero que probablemente era ms bien pura ambicin. Esta
notable mujer haba nacido en la pobreza de Dubln y haba escapado de sus humildes
orgenes a los quince aos, decidida ya a llevar una vida muy distinta. Con su genio
vivo, despierta y aguda como una raposa, a Kitty le gustaba el bullicio y anhelaba los
viajes, la compaa culta y las cosas bonitas. Pero sobre todo tena muy claro el valor
del dinero y lo deseaba en grandes cantidades.
Mercenaria es un trmino poco amable; Kitty Flynn era simplemente una mujer
prctica. La miseria y las privaciones de sus primeros aos de vida haban dejado en
ella un poso de saludable respeto por las ventajas de una buena posicin econmica y
le haban inculcado la determinacin de hacer todo lo necesario, dentro de lo
razonable, para conseguirlas. En la situacin en que se hallaba, esto significaba
soportar, y devolver, las proposiciones bien intencionadas y galantes de los clientes
habituales del hotel. Pero cuando estos parroquianos se pasaban de la raya y cometan
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la torpeza de insinuar que Kitty quizs aceptase la propuesta de una cita ms ntima
despus del trabajo, la sarta de invectivas irlandesas subidas de tono no dejaban lugar
a dudas de que la camarera se consideraba destinada a placeres mucho mayores de los
que aquellos hombres podan ofrecerle. El vapor de Dubln a Liverpool haba sido la
primera etapa en el proyectado viaje de Kitty a la fortuna y a la respetabilidad; su
trabajo de camarera de hotel no era ms que un apeadero en su trayecto. La llegada de
los seores Raymond y Wells le abra nuevas perspectivas tentadoras. En Liverpool,
los caballeros de brillante armadura no abundaban y se presentaban muy de vez en
cuando y dos americanos con dinero y dispuestos a gastarlo eran sin duda lo ms
parecido a ellos.
Kitty era una muchacha de una belleza fuera de lo corriente [] una rubia
rolliza con la misma figura que [la actriz]. Lillian Russell hace algunos aos,[131]
sealaba Sophie Lyons. Como todas las buenas camareras, era tetuda y tena una
melena rubia de largos rizos que le llegaban hasta la mitad de la espalda y que llevaba
peinados de tal modo que parecan estallar desde la parte posterior de la cabeza. Sus
rasgos eran delicados, con una nariz chata y unos labios carnosos, pero eran sobre
todo sus ojos, grandes y de un azul sorprendente, los que encandilaban a sus
admiradores. Bajo ciertas luces, evocaba ni ms ni menos que a una rana de
excepcional atractivo, lo cual resultaba muy apropiado pues Kitty no tardara en
embarcarse en una carrera en la que, como en un cuento de hadas, sera besada por un
ramillete de prncipes, azules o no. En el mejor retrato que nos ha llegado de ella
una versin coloreada de una placa obtenida por el gran fotgrafo francs Flix Nadar
, Kitty Flynn exhibe una expresin que resulta entre insinuante y perversa.
Esta expresin tuvo un efecto electrizante en los recin llegados al hotel
Washington en enero de 1870. Resulta difcil saber cul de los dos ladrones entreg
primero su corazn a Kitty, pero que ambos quedaron profundamente prendados de
ella es algo que todos sus contemporneos dieron por cierto. Sophie Lyons se muestra
igual de rotunda acerca del asunto: Tanto Bullard como Raymond [Sophie utiliza
indistintamente el nombre autntico de Worth y su alias] se enamoraron locamente de
ella[132].
Durante el mes siguiente, Kitty fue asediada por los dos pretendientes, tan
distintos. El uno menudo, pulcro, casi abstemio y vehemente; el otro alto, lgubre y,
en palabras de los Pinkerton, inclinado a vivir deprisa y disipadamente[133]. De
pronto Kitty se encontr invitada a tantas copas y cenas que excedan incluso sus
sueos ms atrevidos, y apur los recursos de Liverpool hasta el lmite. A pesar de la
rivalidad amorosa, los dos malhechores mantuvieron inalterada su amistad mientras
acompaaban a Kitty de una lujosa cena a la luz de las velas a la siguiente, mientras
Bullard le ofreca serenatas y Worth haca cuanto poda para convencerla de que l, y
no su socio (ms extico), representaba la inversin ms slida. La carrera por sus
favores fue muy reida anota la inquisitiva Lyons a pesar de que Bullard era un
msico experto y de que hablaba vanos idiomas con fluidez,[134] pero finalmente
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Kitty cedi a las proposiciones de Piano Charley y accedi a casarse con l. Para
Worth, no obstante, la muchacha siempre guard un lugar en su corazn y, cmo no,
en su cama.
Kitty Flynn se convirti en la seora de Charles H. Wells un domingo de
primavera. La ceremonia se celebr en el hotel Washington, y un nutrido grupo de
curiosos acudi a presenciar cmo la novia de la ciudad suba al coche de caballos en
el que se la llevaba su atractivo marido norteamericano. Adam Worth fue el padrino,
y debe decirse en favor suyo segn Lyons que ninguna felicitacin a los novios
fue ms sincera que la suya[135]. Worth tena buenas razones para tal ecuanimidad,
pues aunque Kitty haba accedido a casarse con Bullard, parece que estaba muy
contenta de repartir sus favores entre ambos hombres. Si Bullard tena alguna
objecin a tal acuerdo, no la manifest. De hecho no estaba en situacin moral de
ponerlas pues, sin que Kitty lo supiera, su reciente marido ya estaba casado. Pasara
algn tiempo hasta que Kitty descubriera que Bullard tena una esposa y dos hijos en
Estados Unidos. Aunque cabra pensar que Worth utilizase esta informacin para
forzar a Bullard a compartir a su esposa, lo cierto es que este proceder no era muy
propio de l. Por otra parte, dado que la relacin amistosa entre los dos ladrones se
mantuvo firme, lo ms probable es que la complaciente Kitty Flynn, el liberal Bullard
y Worth, que nunca permiti que los convencionalismos se entrometieran en sus
deseos, descubrieran que el mnage a trois era el arreglo ms conveniente para todas
las partes.
Mientras Kitty y Charley disfrutaban de una breve luna de miel, Worth aprovech
el tiempo para robar la mayor casa de empeos de Liverpool, donde obtuvo unas
veinticinco mil libras en joyas. Ms adelante, los Pinkerton redactaron un detallado
relato del robo:
Worth busc algo de su agrado y descubri una gran casa de empeos de la
ciudad, que a su parecer mereca la pena robar []. Vio que si consegua un vaciado
en yeso de la llave del local poda dar un gran golpe. Tras varios das de cauteloso
trabajo consigui pillar desprevenido al dueo, hacerse con la llave y sacar una
impresin de sta en cera. El resultado fue que dos o tres semanas ms tarde el
hombre de la casa de empeos lleg una maana a su local y descubri que faltaban
de su caja fuerte todas las piezas de joyera; la tienda y la caja estaban cerradas, pero
los objetos de valor haban desaparecido[136]. El golpe caus cierta sensacin en
Liverpool, donde no eran frecuentes los robos de envergadura aunque abundaban los
delincuentes. El relato de los Pinkerton fue escrito muchos aos despus, pero en
trminos generales parece fiable. La mayora de los ttulos robados en el Boylston
National haban sido ya devueltos a sus propietarios, y por tanto el banco haba
decidido deshacerse de los onerosos servicios de la agencia de detectives. No
obstante, los Pinkerton siguieron, mediante una red de informadores, sobre la pista de
los delincuentes norteamericanos instalados en el extranjero. Durante los aos
siguientes, sus informaciones sobre Adam Worth y sus actividades bajo el nombre de
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Henry Raymond se hicieron cada vez ms detalladas.
Robar casas de empeos era sencillo, y Worth empezaba a impacientarse por
practicar algn deporte ms estimulante en aquellos nuevos predios. Kitty tambin
estaba ansiosa por encontrar entornos ms refinados y llenos de glamour, y a Bullard
no le importaba mucho dnde iba mientras hubiera dinero y champn en abundancia
y un piano cerca. Worth inund a Kitty de caros regalos incluidas las joyas que
haba robado, le compr vestidos lujosos y la apoy y estimul en su
determinacin de dejar atrs sus orgenes humildes. Con el dinero del robo, Worth
intent remodelar a Kitty, como se reinventaba a s mismo. Sin embargo, el
mugriento Liverpool no era lugar para una dama en ciernes, y el gran fraude
compartido requera un teln de fondo ms brillante. A finales de 1870, el tro
recogi todas sus pertenencias, entre ellas los restos todava considerables del golpe
al Boylston Bank, liquidaron la cuenta del hotel Washington y se dirigieron a Pars.
La guerra francoprusiana, el sitio de la ciudad y la anarqua de la Comuna haban
convertido a la capital francesa en un lugar de especial atractivo para un par de
delincuentes con ambiciones sociales y para la muchacha que compartan.
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6 UN BAR AMERICANO EN PARS
Pars proporcionaba una demostracin palpable de esa clase especial de doble
moral que Worth absorbera y adaptara. Bajo el Segundo Imperio se poda detener a
una mujer por fumar en los jardines de las Tulleras, pero la inmoralidad personal era
casi de rigor. La impresin superficial era de magnificencia, pero la corrupcin y el
libertinaje eran desenfrenados. Los empresarios especulaban, los hedonistas se
abandonaban a los placeres y los visitantes ingleses decan pestes de la degradacin
moral[137]. La gran fachada alegre y brillante del Segundo Imperio se haba
derrumbado con el hundimiento de los ejrcitos franceses frente a la mquina militar
prusiana, y ms de veinte mil personas haban muerto en la espantosa violencia de la
Comuna que haba seguido al paralizado asedio de la ciudad. Worth, Bullard y Kitty
viajaron sin prisas hacia el sur, atravesando Inglaterra, y se demoraron en Londres a
la espera del resultado de los sangrientos sucesos que tenan lugar en Pars, antes de
atravesar el canal, a finales de junio de 1871. Encontraron una ciudad agotada y
parcialmente en ruinas, falta de orden y vulnerable, aunque todava encantadora pese
a la devastacin. Pars era un punto perfecto para coordinar nuevas actividades
delictivas, y al mismo tiempo satisfaca los gustos extravagantes del tro. Como
apunta un observador: Francia es una paciente dotada de una resistencia asombrosa.
Derrotada vergonzosamente, rasgada por la guerra civil, en bancarrota por efecto de
las demandas de reparaciones alemanas y por los costes de reconstruir Pars, iba a
convertirse en el asombro del mundo y la alarma de sus enemigos por la rapidez de su
recuperacin[138]. Worth comprendi que all haba grandes posibilidades para su
oficio. Su tocayo, Charles Frederick Worth, el gran modisto, haba comprado parte
de los restos de las Tulleras para convertirlos en falsas ruinas en su jardn;[139] esta
vez otro Worth dejara tambin su impronta en los restos de la ciudad devastada en la
que, al menos de momento, las autoridades estaban demasiado ocupadas lavando la
sangre de las calles y poniendo en pie la ciudad como para prestar mucha atencin al
triunvirato recin llegado.
Aos despus, Kitty afirmara que no tena la ms remota idea de que su marido y
el socio de ste eran famosos delincuentes internacionales. Su declaracin no
resultaba veraz pues desde el primer momento tena que ser evidente que su
encantador marido y su amigo no tenan nada de respetables comerciantes, ya que lo
pagaban todo con fajos de billetes, no trabajaban y nunca conversaban de nada que
sonara ni de lejos a un negocio legal. El papel de Kitty en el siguiente acto del drama
indica que estaba metida en las actividades delictivas de sus compinches hasta sus
lindas orejas.
Con los restos del dinero del robo de Boston, Bullard y Worth adquirieron un
espacioso edificio en el nmero 2 de la ru Scribe, que formaba parte del complejo
del Grand Hotel, cerca de la pera, a nombre de Charles Wells, y alquilaron unos
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apartamentos espaciosos y cmodos en las proximidades. El nuevo local, bautizado
como American Bar, fue remodelado y dotado de un esplendor palaciego,[140] con
leos, espejos y cristalera cara. Las reformas costaron setenta y cinco mil dlares y
se hizo venir de Estados Unidos a varios barmans americanos para que preparasen
ccteles exticos, muy populares en Nueva York pero casi desconocidos en Europa
por esa poca[141].
El American Bar era una operacin con dos objetivos. La segunda planta del
edificio estaba concebida como una especie de club para americanos de visita y
contaba con las ltimas ediciones de los peridicos norteamericanos y con casillas en
las que los expatriados podan recoger su correo. Los norteamericanos estaban
cordialmente invitados a utilizarlo como lugar de reunin;[142] era un punto donde
podan encontrarse y disfrutar de bebidas americanas, un establecimiento tranquilo,
sobrio y absolutamente respetable. En las plantas superiores del inmueble, en cambio,
la escena era bastante distinta. All Worth y Bullard establecieron un saln de juego a
gran escala, bien provisto y absolutamente ilegal. Con la presencia de crupiers de
ruleta y expertos en baccar trados de Estados Unidos dieron una ptina
cosmopolita al garito, pero el principal atractivo result ser Kitty, porque su belleza
y su trato encantador atraan a muchos visitantes norteamericanos[143].
Los agentes de Pinkerton en Europa empezaron a vigilar el local casi desde el
mismo da de la apertura y declararon que se estaba convirtiendo rpidamente en el
cuartel general de los jugadores y delincuentes norteamericanos, donde proyectan
muchos de los delitos que cometen en Europa,[144] pero hasta las fuerzas del orden
estaban embelesadas con los generosos encantos de la anfitriona. La seora Wells
era una mujer hermosa informaron ms tarde los detectives, una conversadora
brillante vestida a la ltima moda, cuya compaa buscaban casi todos los clientes de
la casa[145]. Bajo la direccin de la esplndida Kitty una visin de sedas y rizos,
el afable[146] Bullard tocaba el piano y Worth controlaba minuciosamente a la
clientela. Tras la barra haba instalado un discreto botn de alarma que accionaba el
barman y disparaba un zumbador en las salas de juego de las plantas superiores si
entraba la polica o algn elemento sospechoso[147]. A los pocos segundos de sonar
la alarma, Worth poda tener los pisos superiores del edificio de ru Scribe tan
tranquilos y respetables como los de abajo. La polica parisina hizo dos o tres
registros en la casa, pero nunca consigui encontrar nada arriba, salvo un montn de
hombres dedicados a leer peridicos; ni el menor rastro de juego ilcito[148]. Worth
tambin soborn a la polica local para que le informara cundo poda producirse un
registro.
El American Bar, el primer club nocturno a la americana en Pars, fue un xito
inmediato, un poderoso imn en la ciudad arrasada y cansada, y los parisinos
quedaron asombrados ante su magnificencia. El lugar se convirti pronto en un local
famoso, muy concurrido no slo por americanos e ingleses sino por visitantes de toda
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Europa[149]. Comerciantes, banqueros, turistas, ladrones, falsificadores, condenados,
timadores y malhechores de todas clases eran acogidos por igual para que disfrutaran
de los platos del excelente chef de Worth, para que probaran un cctel o para que
pasaran a los pisos superiores, donde la deliciosa Kitty les ayudaba a perder su dinero
en las mesas de juego con tal gracia que casi siempre volvan para repetir. Pronto
corri por los bajos fondos la noticia de que el American Bar era el mejor lugar de
Europa para establecer contacto con otros delincuentes, para acordar un trabajo o para
ocultarse de las autoridades, sencillamente.
El elegante y ostentoso Max Shinburn se convirti en cliente habitual. Como sus
antiguos socios, el Barn haba tenido que trasladarse al continente precipitadamente.
Unos aos antes, para profunda vergenza suya, fue detenido pblicamente en un
lujoso hotel de Saratoga cuando se haca pasar por banquero neoyorquino[150] y
acusado del robo de New Hampshire cometido en 1865. La polica le encontr
encima siete mil dlares en bonos robados, y al investigar su direccin en Nueva
York descubri un taller completo para la fabricacin de herramientas para el robo y
vaciados en cera de diversas llaves[151]. El Barn fue condenado a diez aos, pero a
los nueve meses consigui escapar de la crcel de Concord una fuga considerada
entre las ms deslumbrantes y hbiles que se han producido en la historia
criminal[152] y se dirigi a Europa, donde an haba gran demanda de
especialistas en reventar cajas. Se dice que Shinburn, con el dinero que hizo en sus
diversos robos[153], dej el pas con casi un milln de dlares, sealaban los
Pinkerton. Shinburn se haba instalado en Blgica, haba comprado una finca, tena
intereses en una importante central lechera y declaraba con toda seriedad que era el
barn Shindell[154], lo cual nadie se molestaba en discutir. Su existencia
cosmopolita inclua frecuentes visitas a Pars y al American Bar, donde al falso barn
le gustaba compartir copas con sus antiguos colegas delincuentes y gastarse el
dinero a manos llenas[155]. A Worth no le sentaba bien la intrusin del prepotente
cerdo holands[156], como lo llamaba de forma bastante desacertada, pero
toleraba su presencia por Piano Charley, que an estaba en deuda con el Barn por
haberlo sacado de la crcel.
Sophie Lyons, que sola viajar a Europa por asuntos de negocios de naturaleza
completamente delictiva, era otro rostro familiar en el local y pronto una variopinta
multitud de malhechores, muchos de los cuales se conocan de Nueva York,
empezaron a rondar por el club parisino en una poca en que los ladrones de bancos
profesionales norteamericanos emigraban al otro lado del charco en nmero
creciente. Podra citar un centenar de hombres que se ganaban bien la vida con eso
[el robo de bancos], y luego viajaron a Europa a probar fortuna. Francia result ser un
coto de caza excepcionalmente rico,[157] escribi Eddie Guerin, amigo de Worth.
Entre los maleantes que se arremolinaban en torno a Pars y que formaban un
mundillo indeseable y carente de escrpulos, Worth acabara por forjar una de las
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bandas delictivas ms eficientes y disciplinadas de la historia. Despus de limpiar el
First National Bank de Baltimore aterrizaron por Pars Joseph Chapman y Charles
Becker el Marcas. Chapman era un delincuente habitual de barba larga y ojos
sentimentales, que segn un escrito de la poca no tena ms vicio que la
falsificacin y una sola pasin duradera, su esposa, Lydia Chapman, una de las
mujeres ms hermosas de los bajos fondos en la dcada de 1870 a 1880[158]. Becker,
alias John Blosh, era un neurtico falsificador de gran renombre, nacido en Holanda,
de quien se deca que era capaz de reproducir la primera pgina de un peridico con
tan asombrosa verosimilitud que al terminar ni l mismo saba distinguir el original
de la falsificacin. Pinkerton lo consideraba el profesional de la falsificacin ms
hbil del mundo[159].
Otro cliente del American Bar era Little Joe Elliott (alias Reilly, alias Randall), un
ladrn de aspecto ratonil y de profundas tendencias romnticas, un gran tipo para
correr tras las chicas francesas,[160] segn Worth. Otros habituales eran Cario
Sesicovitch un matn de origen ruso que tena un temperamento horrible pero unas
dotes asombrosas para el disfraz, su amante gitana llamada Alima y varios
significados malhechores ms.
Pero no toda la clientela del American Bar estaba formada de forajidos y pillos.
Muchos parroquianos eran comerciantes en viaje de negocios, americanos
acomodados que no tenan idea de que los dueos del local eran compatriotas
profesionales del atraco a bancos y del robo de cajas fuertes,[161] turistas vidos de
vida nocturna y amantes de las mesas de ruleta o de faro. Entre sus habituales haba
algunos que en alguna ocasin haban sido vctimas de los propietarios del club.
Segn un informe policial, el American Bar fue visitado por el seor Sanford, de la
empresa Merchant's Express Co., durante su estancia en Pars; sin embargo, hasta su
regreso a Nueva York, el seor Sandford no supo que Wells era en realidad aquel
Bullard que haba robado cien mil dlares a la compaa en 1868[162]. Tambin se
coment que unos altos empleados del Boylston Bank de Boston, de visita en la
ciudad, haban pasado una agradable velada en el club sin sospechar cmo haban
sido financiadas las mesas de caoba donde se jugaba a cartas y el resto del costoso
mobiliario.
Durante tres aos, el American Bar prosper extraordinariamente y el peculiar
mnage a trois de los dueos continu adelante sin un tropiezo. Kitty Flynn,
desaparecido ya por completo su delator acento irlands, estaba convirtindose en la
elegante gran dama que siempre haba soado ser, aunque la mitad de sus
admiradores fueran ladrones y timadores. Bullard se dedicaba a consumir sin medida
grandes cantidades de ccteles americanos; empezaba a beber cuando abra los ojos, a
media tarde, y lo dejaba cuando los cerraba, hacia el amanecer, muchas veces
derrumbado sobre las teclas del piano del club. En la disoluta capital francesa no
tard en convertirse en un hombre con fama de jugador y libertino,[163] que era lo
que en realidad siempre haba querido ser.
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Worth tambin estaba bastante satisfecho pero lo asaltaba una extraa inquietud.
Servir bebidas era rentable, en tanto que el garito era una invitacin abierta a
demostrar su dominio sobre el destino, pero el tinglado parisino no era precisamente
la gran aventura delictiva a la que se consideraba destinado. El demimonde que
rondaba sus mesas de cartas era brillante y divertido, desde luego, pero Worth tena
planes ms ambiciosos que una simple vida de crupier distinguido para l y de
encargada de club para Kitty.
En el invierno de 1873 apareci de repente un nubarrn de muy mal agero en el
horizonte del feliz tro cuando William Pinkerton, el terror de los malhechores
norteamericanos, entr como si tal cosa en el American Bar y pidi una copa. Nadie
pona tan nerviosa a la comunidad delictiva como la figura de William Pinkerton. El
detective se haba convertido en un joven corpulento de tez encendida cuyo aspecto
pesado no se corresponda con su asombrosa energa y su talento sin igual para dar
caza a los delincuentes. Hasta el ltimo malhechor de Norteamrica conoca la
apariencia de Pinkerton y su condicin de hombre que haba librado una guerra sin
cuartel contra los ladrones y atracadores de trenes y bancos que infestaban el Medio
Oeste al trmino de la guerra de Secesin[164]. La Pinkerton, precursora directa del
moderno FBI, estaba convirtindose rpidamente en una agencia de detectives con
prestigio internacional, gracias en buena parte a la excepcional energa de William
Pinkerton. Forajidos tan notables como Jesse James y su hermano Frank, los asesinos
hermanos Reno y los legendarios Butch Cassidy y Sundance Kid conocan muy bien
la inquietud de tener a Pinkerton tras sus pasos. En esas faenas de perseguir
bandidos, no era raro que William Pinkerton pasara das montado en la silla,
acompaado de corajudos agentes de la ley, investigando las llanuras y las montaas
tras la pista de los malhechores y de sus guaridas[165]. Hombre de gran encanto y
afabilidad, Pinkerton era tambin absolutamente implacable, como haban
comprobado muchos delincuentes a costa de su libertad, y en algunos casos de su
vida. Cuando Bill Pinkerton iba tras un hombre no cejaba hasta capturarlo, y no le
importaba si se gastaba un milln de dlares en conseguirlo,[166] recordaba Eddie
Guerin.
Muchos aos ms tarde, en una entrevista con William Pinkerton, Worth fingi
indiferencia al recordar la inesperada e indeseada llegada del detective al bar. No
sabamos qu lo haba trado al club y estbamos bastante preocupados,[167]
coment el Pequeo Adam. Frenticos habra sido un adjetivo ms adecuado.
Worth reconoci inmediatamente al fornido detective, y como de costumbre se
decidi por actuar de la manera ms atrevida. Se acerc a l y le invit a una copa.
Pinkerton acept. Fue un extrao encuentro entre el delincuente de altos vuelos y el
hombre que ya haba dedicado cinco aos a perseguirlo y que pasara los veinticinco
siguientes tratando de llevarlo a la crcel. Charlaron unos momentos sobre sus
mutuos conocidos, hasta que Pinkerton anunci que deba marcharse. Los dos
hombres se estrecharon la mano al despedirse. Ninguno de los dos haba tenido
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necesidad de que le presentaran al otro.
Tan pronto como Pinkerton hubo abandonado el local, Worth se reuni con Piano
Charley y con un rufin de paso conocido como Viejo Vinagre, y los tres salieron a la
ru Scribe para seguir al detective. No tenamos intencin de asaltarlo asegur
ms tarde Worth al propio Pinkerton. Slo queramos echarle un buen vistazo[168].
Pinkerton se dio perfecta cuenta de que lo seguan, y tras pasear un rato al tro por las
calles de Pars se volvi de pronto hacia ellos. Piano Charley, cuyos nervios ya
estaban alterados por la bebida, estuvo a punto de caer muerto all mismo[169] de
puro miedo, y los tres escaparon a toda prisa en direccin contraria. Viejo Vinagre
anduvo escondido varias semanas[170] comentaba Worth ms tarde con una
carcajada.
Puede que no lo reconociera, pero la visita sorpresa de Pinkerton lo alter
profundamente y slo se tranquiliz en parte al saber, por un intrprete corrupto de la
polica francesa llamado Dermunond, que el detective no los persegua a l ni a sus
socios sino que lo haba contratado el Baltimore Bank, y que tena en su punto de
mira a Joseph Chapman, Charles Becker y Little Joe Elliott. De hecho, segn el
informante, Pinkerton ya estaba preparando con las autoridades francesas los
documentos de extradicin. Worth envi a sus colegas el mensaje de que corran un
peligro mortal y de que no se acercaran por el local bajo ningn concepto. Unos das
ms tarde, Pinkerton, acompaado de dos detectives franceses, entr en otro de los
locales frecuentados por la banda, un saln de baile llamado Voluntino, donde Worth
estaba cenando con Elliott. Worth vio al musculoso detective en el momento en que
apareca en la puerta. Supuso acertadamente que las entradas estaran bien
guardadas[171] y llev a su acompaante a una sala privada del piso de arriba. All
abri la ventana y, sujetando a Little Joe por las manos, lo descolg y lo dej caer al
patio de abajo desde una altura de cinco metros. Joe hizo un buen aterrizaje, se
incorpor y se alej renqueante,[172] recordaba Worth. Sin embargo, haba sido otra
desagradable fuga por los pelos.
La banda tuvo un respiro bien acogido aunque slo fuera temporal cuando
Pinkerton fue llamado a colaborar en la investigacin de una serie de falsificaciones
perpetradas en el banco de Inglaterra. Pinkerton identific con acierto las
falsificaciones como un trabajo de los hermanos Austin y George Bidwell, dos
conocidos falsificadores y estafadores norteamericanos,[173] que casualmente
tambin eran clientes habituales de Worth. Mientras los Pinkerton estaban ocupados
en la persecucin de los Bidwell Austin fue detenido en Cuba y George en Londres
, Joe Chapman y los otros escaparon de Pars y se ocultaron.
Para entonces, Worth ya haba llegado a la conclusin de que el American Bar
tena los das contados. Durante su breve visita al club, Pinkerton haba llegado a la
acertada conclusin de qu el local haba establecido algn sistema de alarma para
avisar a los jugadores de arriba de la inminente presencia de la polica. A su regreso a
Estados Unidos, el detective inform a la polica de Pars de esta sospecha y empez
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a acosar a la Sret para que hiciera algo respecto de aquel cubil de delincuentes
extranjeros que floreca en la ru Scribe. E incluso la polica francesa, indolente y
corrupta, se vio obligada a actuar cuando Pinkerton proporcion los historiales
detallados de Worth, Bullard, Shinburn, Chapman, Becker, Elliott, Sophie Lyons y
muchos otros clientes habituales del bar. El mes de mayo siguiente, Worth recibi
otro soplo de Dermunond acerca de una inminente batida y consigui eliminar
cualquier indicio de que all se jugara, apenas unos minutos antes de que irrumpiera
la polica. Sin embargo, la atencin que prestaba la Sret al club resultaba
perjudicial para el negocio, sobre todo entre su inquieta clientela criminal. La gente
respetable no lo frecuentaba, y pronto se fue a la ruina[174], anot Pinkerton en tono
triunfal.
Ante el descenso de los beneficios, Worth decidi mejorar su situacin a la
manera tradicional, robando una bolsa de diamantes a un representante de paso que,
en un descuido, la haba dejado en el suelo mientras jugaba unas fichas a la ruleta.
Fue un golpe audaz, ejecutado sobre la marcha: Worth cambi en efectivo un cheque
del representante de diamantes y lo distrajo mientras Little Joe Elliott se colaba bajo
la mesa y sustitua la bolsa de las piedras por otra idntica. El robo les proporcion
unas treinta mil libras en gemas, y fue el propio Worth quien insisti en que se
llamara a la polica y en que se registrara el local de arriba abajo. Pero no sugiri que
alguien mirase en un barril de cerveza cercano, en cuyo fondo reposaban los
preciados diamantes[175]. A pesar de este rebuscado farol, el representante de las
piedras exigi que el gerente del local fuera declarado responsable del robo. En una
audiencia preliminar, Henry Raymond, en el papel de un comerciante extranjero
enfurecido cuyo buen nombre se vea arrastrado por el fango, exigi que se le
permitiera contrainterrogar a su acusador, y al hacerlo confundi de tal modo a ste
con un bombardeo de preguntas airadas que el pobre hombre termin por no recordar
a ciencia cierta si llevaba la bolsa de los diamantes consigo cuando haba acudido al
local. Worth qued libre, pero el robo, aunque bastante lucrativo, sell el destino del
American Bar.
El golpe sobresalt a todo Pars y fue el medio de atraer las sospechas hacia el
local [que] pronto perdi prestigio y se fue al garete[176]. Para entonces, Pinkerton
haba empezado a reclutar apoyo internacional en su esfuerzo por cerrar el American
Bar. Contaba sobre todo con la ayuda del inspector John Shore de Scotland Yard en
Londres. Shore llevaba cierto tiempo recibiendo informes sobre un grupo de
delincuentes que actuaba desde Pars, y l tambin empez a pedir que la polica de la
ciudad cerrase el establecimiento de una vez por todas. Mediante sus espas, Worth se
enter de que el polica britnico presionaba a las autoridades francesas y redobl su
cautela. Fue la primera vez que Shore y Worth cruzaron sus espadas.
Finalmente, la polica allan el local,[177] inform Pinkerton. Pero esta vez la
Sret no iba a dejarse vencer por los sistemas de alarma de Worth. Tan pronto
entraron, los agentes inmovilizaron al barman, y al irrumpir en los pisos superiores
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encontraron el garito en plena actividad[178]. Por un puro azar, Worth y Kitty no
estaban en el edificio en aquel momento, pero Wells [Bullard] y otros [un par de
crupiers con mala suerte] fueron detenidos y acusados de dirigir una casa de juego,
pero se les seal una fianza[179]. Bullard, propietario nominal del bar, eludi la
libertad bajo fianza y huy a Londres, dejando a Worth y a Kitty para que liquidaran
lo que quedara del negocio.
Ms adelante, Worth confi a Pinkerton que ya haba llegado a la conclusin de
que el establecimiento nunca volvera a tener el xito que l deseaba,[180] y el
edificio fue vendido a un corredor de apuestas britnico llamado Jack Ballentine,
[181] que mantuvo el American Bar durante un par de aos ms hasta el cierre
definitivo.
Pinkerton escribi tiempo despus que, en palabras de Worth, el alboroto que
caus fue el medio de arruinar la estancia de Bullard en Pars, de ahuyentarlo, de
hundir el bar y de enviarlos a todos, como l deca, a vivir de gorra[182]. Pero da la
impresin de que en lugar de tomarse a mal la ruda intromisin de Pinkerton en sus
asuntos, Worth mostr admiracin por sus esfuerzos detectivescos. Despus, cuando
nos encontramos en Londres [dijo] que siempre me haba admirado y que pensaba
que yo era un hombre que segua sus propias pautas, y aadi que siempre haba
sentido simpata por m,[183] escribi Pinkerton. Quizs estuvieran en extremos
opuestos de la ley, pero el ladrn y el sabueso ya haban desarrollado un sano respeto
mutuo, que finalmente dara como resultado una amistad de lo ms impensable.
Lejos de tener que vivir a costa de otros, Worth segua siendo un hombre rico. El
fracaso del American Bar slo cerr un captulo en su vida y abri otro. Cada vez
aspiraba con ms ganas a gozar l y la ambiciosa Kitty si no de una legtima
respetabilidad, s al menos de su apariencia externa. Y a sus treinta y un aos recin
cumplidos, poda permitrselo.
En realidad slo haba un destino para un hombre de sus ambiciones sociales y
delictivas, y ese destino era Londres, centro del mundo civilizado, donde el ideal de
la caballerosidad haba sido elevado al grado de religin; un lugar abundante en
riquezas, y por tanto en oportunidades para los delincuentes.
La Gran Bretaa victoriana estaba alcanzando el punto mximo de su grandeza
y de su presuntuosidad. La historia de Gran Bretaa es, ante todo, la historia del
progreso declaraba el popularsimo escritor T. B. Macaulay. El pueblo ms
grande y ms civilizado que ha visto el mundo ha extendido su dominio por todos los
rincones del globo[184]. Otra declaracin parecida de omnipotencia patritica fue la
del historiador Thomas Carlyle: Quitamos montaas, hacemos de los mares nuestras
llanas vas de transporte Nada se nos puede resistir. Luchamos con la cruel
naturaleza y, gracias a nuestras mquinas incansables, siempre salimos victoriosos y
cargados de buen botn[185]. Para un malhechor en guerra con el orden natural, tan
embriagadoras recomendaciones resultaban irresistibles. Un pinge botn y la
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posicin social que ste le proporcionaba eran justamente lo que le interesaba a
Worth.
Piano Charley ya estaba al otro lado del Canal, bajo la falsa identidad de un
tratante de vinos, y se dedicaba a consumir incansablemente una considerable
cantidad de su supuesta mercanca. Worth, Kitty y el resto de la banda recogi lo que
quedaba del American Bar candelabros, remates metlicos de la decoracin y leos
de las paredes y, tan contentos, cruzaron el Canal de vuelta a la gran metrpoli
inglesa.
Los pisos superiores de lo que haba sido el garito de Worth son hoy los
dormitorios del Grand Hotel Intercontinental, uno de los ms caros de Pars. Pero an
resulta ms apropiado, dada la etapa que vendra a continuacin en la vida de Worth,
que la puerta del nmero 2 de la ru Scribe conduzca hoy a La vieja Inglaterra, la
cadena de tiendas donde uno puede adquirir todava todos los complementos de un
autntico caballero ingls, desde unas botas de montar con el escudo nobiliario hasta
una chistera.
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7 LA DUQUESA
Por coincidencia o por obra del destino, el retrato de Georgiana, duquesa de
Devonshire, pintado por Gainsborough, tambin iba a tener una reaparicin pblica
triunfal en la capital inglesa tras pasar largos aos escondido. La figura del cuadro
haba fallecido unas cuatro dcadas antes de que naciese Worth, pero iba a tener un
papel determinante en la vida de nuestro hombre.
Georgiana Spencer tena diecisiete aos en 1774, cuando contrajo matrimonio con
William Cavendish, quinto duque de Devonshire. El duque, uno de los hombres ms
ricos y selectos de Inglaterra, era tambin uno de los ms afortunados, segn
consenso popular, pues la hija mayor de John, primer conde de Spencer, ya estaba
considerada la mujer ms hermosa y perfecta de la nacin. Los poetas la ensalzaban y
la ponan por las nubes, el prncipe de Gales la lisonjeaba y los pintores competan
por reproducir sus encantos. Igual de categricos eran sus detractores, que la
presentaban como una aristcrata aprovechada que llevaba sombreros demasiado
altos y tena una moral demasiado baja. En cualquier caso, todo el mundo tena algo
que opinar de Georgiana.
Thomas Gainsborough empez su muy celebrado cuadro de la duquesa el ao
1787 y no fue un encargo fcil de cumplir, ni siquiera para el mejor retratista que ha
producido nunca Gran Bretaa. Haba algo en el mohn de los labios, una sonrisa
insinuada, festiva y sugerente, que desafiaba su reproduccin. O tal vez era slo la
presencia cautivadora de la propia retratada, entonces en la flor de la juventud,[186]
lo que deslumbraba al magistral artista. La frustracin de Gainsborough fue creciendo
a medida que dibujaba y retocaba la boca de Georgiana e intentaba captar aquella
expresin fugaz y encantadora, pero su belleza cegadora, la sensacin que le
produca su aspecto encantador y la delicia de su conversacin, privaban al artista de
la presteza de mano y de la facilidad de trazo tan caractersticos en l[187].
Finalmente, Gainsborough perdi la compostura. Mientras mova el pincel hmedo
en el dibujo de una boca que todo el que la vea consideraba exquisita y encantadora,
murmur: "Su Gracia es demasiado difcil para m!"[188].
Que se sepa, el pintor retrat a Georgiana en tres ocasiones. De nia, en 1763,
pos para un cuadro delicioso en el que ya se insinuaban los que iban a ser sus
extraordinarios encantos[189] y que hoy cuelga en la coleccin del conde Spencer, en
Althorp, Inglaterra. Una segunda vez en 1783, para un retrato de cuerpo entero que en
la actualidad se exhibe en la National Gallery de Washington, D. C. En este ltimo
cuadro, la duquesa est apoyada en una columna en una pdica postura clsica, pero
su aspecto es casi enfermizo, un poco cetrino[190] en opinin de Walpole, como si la
retratada acabase de llegar de una noche de juerga en la ciudad. A mediados de la
dcada de 1780, tanto el pintor como la modelo haban conseguido ya un gran
renombre y Gainsborough estaba firmemente decidido a captar todo el atractivo de
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Georgiana. De ah su frustracin ante la esquiva boca de la duquesa.
El pintor persever en ella, y el resultado fue una obra maestra que parece recoger
la esencia de la expresin placentera de Georgiana. Su ceja izquierda est arqueada en
un gesto cautivador, una media sonrisa hechizadora ilumina sus labios, y su mirada,
bajo el enorme sombrero ladeado, posee un aire travieso. En una mano tiene un tierno
capullo de rosa y en la otra, cogida entre el pulgar y el ndice en un gesto sugerente,
sostiene otra cuyos ptalos ya se han abierto del todo. A la postre, Georgiana no haba
resultado tan difcil de retratar, y la obra produca un efecto arrasador, claramente
sexual pero extraamente tmido.
A Georgiana ya la haban pintado en muchas ocasiones anteriores y volvera a
posar para los artistas ms destacados del pas, entre ellos Reynolds, Romney y
Rowlandson. Como escribi un crtico en 1901, existen ms retratos de Georgiana
que de ninguna otra dama inglesa del siglo XVIII[191]. Sin embargo, por su
magnificencia y frescura, por su personalidad y su aire seductor, ninguno iguala el de
Gainsborough, que recoga a la duquesa en todo su esplendor.
No hay constatacin de que el retrato llegara a colgar de las paredes de la casa
ducal de los Devonshire, en Chatsworth, pero por la poca en que Georgiana qued
embarazada de su amante, el futuro primer ministro Charles Grey, el delicioso retrato
de Gainsborough desapareci brusca e inexplicablemente. Tal vez el duque, pese a su
condicin de adltero en serie, consider que el retrato de su esposa con aquella
sonrisa coqueta y la ceja enarcada eran un recordatorio demasiado evidente de lo
sucedido, y lo mand retirar.
En el otoo de 1841, tres aos antes de que Adam Worth llegara al mundo, el
marchante londinense John Bentley estaba realizando uno de sus viajes anuales por
las comarcas inglesas en busca de cuadros raros. Experto y astuto profesional,
Bentley era propietario de un lucrativo negocio en la metrpoli y estaba muy
solicitado como tasador de cuadros antiguos. Tanto por inters como por placer, cada
ao dedicaba unas cuantas semanas a recorrer los pequeos pueblos y villas de
Inglaterra, por si algn vecino tena obras de arte u otras antigedades que deseara
tasar o vender. De este modo consegua muchas gangas, y adems la bsqueda
buclica y nmada de objetos artsticos le permita relajarse por un tiempo de las
cuitas de la vida urbana.
Aquel ao, sin embargo, la felicidad que le produca la salida anual se vea
reducida en gran medida por el intenso resfriado que le afectaba tanto el pecho,
provocndole toses y estornudos, como la cabeza, sumindolo en un profundo
malhumor.
La maana del 17 de septiembre, la irritacin de Bentley y su goteo de nariz
quedaron olvidados de repente cuando sus pesquisas lo condujeron a la salita de estar
de una tal Anne Maginnis, una anciana maestra de escuela jubilada haca muchos
aos. All estaba, sobre la chimenea de la seora Maginnis, oscurecido por la
suciedad pero inconfundible, el retrato de Georgiana, duquesa de Devonshire,
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realizado por Thomas Gainsborough. Nunca se ha podido determinar con claridad
cmo lleg el famoso retrato desaparecido a poder de la viuda Maginnis, que tena
poco dinero y menos inters an por las obras de arte. Segn una versin, la anciana
se refera al cuadro como el retrato de una pariente y deca que fue adquirido, no
como el cuadro de la bella duquesa sino como un Gainsborough, sin ms[192].
Bentley no mostr demasiado inters en saber cmo haba obtenido la mujer aquella
gran obra, en parte por tacto pero sobre todo porque haba identificado al instante el
retrato desaparecido y quera comprarlo barato, aprovechndose de la incauta
anciana.
Nadie puede estar muy seguro de qu haba sido del cuadro durante los aos
intermedios. Un bigrafo cita al reverendo Henry Bate y dice que ste habl de dos
retratos de la duquesa pintados por Gainsborough, uno de los cuales lo tiene lady
Spencer, y creemos que el otro el seor Boothby[193]. Un posible seor Boothby
sera Charles Boothby-Skrymshire, tambin conocido como el Prncipe, hombre de
mundo apodado as por su egregia ascensin social y por su tendencia a abandonar a
los amigos tan pronto conoca a gente de rango o posicin social superior[194].
Estaba considerado un ntimo amigo de los Devonshire y tal vez hubiera obtenido el
cuadro cuando el duque decidi que ya no lo quera. El prncipe. Boothby se
suicid el 27 de julio de 1800, y sus bienes fueron repartidos[195]. Otro candidato a
ser el misterioso personaje es sir Brooke Boothby, de Ashbourne Hall, a unos treinta
kilmetros de Chatsworth, quien tena relacin con sus vecinos ducales. Sir Brooke
Boothby, estudioso, poeta, amigo de Rousseau y de Charles James Fox, autor satrico
y coleccionista de arte que posea otro retrato de la duquesa, por lo menos, adems de
un esbozo a carbn, tal vez vendiera el Gainsborough en 1792, cuando se arruin
bruscamente. Fuera cual fuese el Boothby que haba posedo con anterioridad el
cuadro de la duquesa, el retrato haba volado sin dejar rastro hasta que reapareci en
la casita de la seora Maginnis bajo la mirada conocedora y excitada de Bentley. La
mujer no tena idea del cuadro que tena en su casa ni de cul era su valor, pues unos
aos antes, en un singular acto de vandalismo, le haba cortado las piernas a la
duquesa justo por encima de las rodillas, reduciendo la pintura a tres cuartas partes de
su tamao original y condenando al fuego los pies de Georgiana. Henry James critic
en una ocasin las piernas de pura madera[196] de los retratos de Gainsborough,
pero, sta no era en absoluto razn para echarlas a la chimenea ni para proceder a la
insensata operacin quirrgica de la seora Maginnis, que haba desequilibrado el
retrato; ahora Georgiana casi pareca aplastada por el enorme sombrero. Pero en
aquellas condiciones tristemente disminuidas, Bentley reconoci a la duquesa de
Gainsborough, admir su sonrisa todava atractiva y oli una ganga.
Muchos aos despus, el nieto de Bentley, un tal Sigismund Goelze, explic lo
sucedido y record el hallazgo de su abuelo en una carta a The Times: La mujer lo
tena colgado en el saln, sobre la chimenea, y como saba que el cuadro haba sido
pintado de cuerpo entero, mi abuelo le pregunt cmo era posible que slo llegara
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hasta las rodillas. La anciana le dijo que lo haba acortado para que cupiera en el
lugar que ocupaba, y aadi que haba quemado el pedazo que faltaba[197].
Aunque Bentley no poda tener la certeza de que el cuadro era el autntico retrato
de la duquesa, su intuicin de experto le dijo que deba arriesgarse. La viuda
Maginnis, aunque no era experta en cuestiones artsticas, conoca el valor del dinero,
y era adems muy hbil en el regateo. Tras unas acaloradas negociaciones que
duraron varias horas, accedi a que el tratante de arte se llevara el cuadro bajo la
promesa de que conoca a un hombre que pagara hasta setenta libras por l. Bentley
tuvo buen cuidado de no mencionar quin era la mujer del retrato pues, incluso treinta
y cinco aos despus de su muerte, el nombre de Georgiana no poda sino
incrementar las expectativas de una maestra de escuela al borde de la pobreza[198].
El 6 de octubre, la seora Maginnis escribi:
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Wynn Ellis probablemente el quinto propietario del cuadro empez en el
ramo en 1812 como camisero, calcetero y mercero[202], y termin como propietario
de la mayor tienda de sedas de Londres y como hombre de inmensa riqueza, de
excelente gusto y de firmes creencias. Como miembro del Parlamento por Leicester y
como juez de paz de Hertfordshire, donde adquiri una gran finca llamada Ponsborne
Park en 1830, Ellis defenda la abolicin de las leyes del grano y se consideraba un
liberal progresista. Con todo, sus opiniones ms rotundas sola tenerlas sobre un
pasatiempo muy del gusto de Adam Worth, pues senta un profundo desagrado por
las apuestas, el juego y los caballos[203]. Ellis no jugaba con nada, y menos an con
las grandes pinturas que adquira con su enorme fortuna. John Bentley, por su parte,
era un marchante muy sagaz que no tena escrpulos en aprovecharse al mximo de
una anciana maestra de escuela. As pues, diga lo que diga su nieto sobre las
exigencias de la amistad, sin duda habra sido mucho ms lgico que Bentley le
cobrara una pequea fortuna a Ellis por el cuadro. Lamentablemente, nunca sabremos
cunto beneficio le sac Bentley a su inversin de cincuenta y seis libras, pues el gran
comerciante en sedas como otros propietarios posteriores del retrato se neg
rotundamente a decir cunto haba pagado por l y permiti que corriera el rumor de
que haba gastado tan slo sesenta guineas en la compra, sin molestarse en
desmentirlo. Ellis envi el cuadro para que fuera grabado por Robert Graves, de
Henry Graves & Co. El resultado, definido simplemente como La duquesa de
Devonshire, de Gainsborough, fue publicado el 24 de febrero de 1870.
Ellis ya posea una de las colecciones de arte ms selectas de Inglaterra, en la que
el gran retrato pintado por Gainsborough ocupaba ahora un lugar destacado. Saba
Wynn Ellis con seguridad que el cuadro que haba sido mutilado para que colgara
sobre la ahumada repisa de la chimenea de una anciana medio senil [] era una perla
de extraordinario valor?[204] Tiempo despus, algunos tenan sus dudas. Exista
[] una creencia muy generalizada, entre los interesados en asuntos de arte, de que
no pocos de los cuadros [de la coleccin de Wynn Ellis] que llevaban la firma de
distinguidos pintores ingleses eran copias o imitaciones[205]. Se haba precipitado
Wynn Ellis al declarar que la obra era, en efecto, el retrato de la duquesa de
Devonshire pintado por Gainsborough? Aunque gran amante del arte no era un juez
infalible, y se ha sealado que el descubrimiento de que le haban vendido a precios
fabulosos tres Turner falsos[206], lo llev directamente a la tumba. El hecho se
produjo el 8 de enero del ao 1875, cuando contaba ochenta y seis aos y haba
amasado una fortuna que se calculaba en casi seiscientas mil libras. Sus cuatrocientos
dos cuadros, junto con los dibujos a la acuarela, las porcelanas, el mobiliario
decorativo, los mrmoles y dems[207], fueron legados al pas. Los directivos de la
National Gallery seleccionaron cuarenta y cuatro obras de viejos maestros, en
cumplimiento de la voluntad de Ellis, y el resto de la gran coleccin fue puesto a
subasta. Gainsborough estaba considerado entonces un artista moderno, de modo que
su cuadro tambin fue ofrecido a la venta por la casa de subastas de los seores
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Christie, Manson y Woods. Tras aos de permanencia en una misteriosa oscuridad, la
duquesa de Gainsborough se dispona a realizar su primera aparicin pblica en casi
un siglo, y las historias sobre la encantadora Georgiana y sus picantes andanzas
empezaron a circular una vez ms por los salones de Londres. La fecha de la subasta
qued sealada para el 6 de mayo de 1876, y de pronto la duquesa se puso
nuevamente de moda. Si en la poca del rey Jorge se haban enamorado de la
esplndida duquesa, los Victorianos estaban a punto de quedarse prendados del
retrato de Georgiana.
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8 EL DOCTOR JEKYLL Y MSTER WORTH
Para marcar la primera etapa de su transformacin de vulgar hombre de mundo de
la ru Scribe en respetable caballero londinense, Adam Worth se estableci con Kitty
y Bullard en un alojamiento nuevo y espacioso al sur del Tmesis, para lo cual utiliz
los fondos que le quedaban tras la venta del American Bar y de los diamantes
robados. Alertada por los Pinkerton y por la Sret de Pars, Scotland Yard ya estaba
en guardia y no tard en mandar recado a Robert Pinkerton, hermano de William y
jefe de la oficina de la agencia en Nueva York, de que el ingenioso Worth utiliza
ahora el nombre, ms aristocrtico, de Henry Raymond [y] ocupa una espaciosa
mansin, conocida por West Lodge, que se alza al fondo de una extensa finca, lejos
de la vista de los curiosos, en el extremo oeste de Clapham Common[208].
Imponente, con sus ventanas en arco, la mansin West o Western Lodge haba
sido construida hacia 1800, y en ella haban vivido anteriormente personas tan
notables como Richard Thornton, un millonario que haba hecho su fortuna
especulando con sebo en la Bolsa bltica, y en poca ms reciente sir Charles
Trevelyan, precisamente la clase de contactos sociales que Worth empezaba a
ambicionar. El resto de la banda, incluidos Becker, Elliott y Sesicovitch, viva en otro
gran edificio alquilado por Joe y Lydia Chapman, en Neville Road 103, que Worth
contribuy a amueblar con gruesas alfombras rojas y grandes candelabros.
Es casi seguro que Worth estaba al corriente de que Scotland Yard lo vigilaba,
pero como tena en muy baja opinin a la polica britnica en general y al inspector
John Shore en particular, parece que tal vigilancia no le importaba lo ms mnimo.
Con una arrogancia que empezaba a ser caracterstica en l, Worth no se reprima en
expresar su opinin de que Shore era un idiota borracho y mujeriego, un gran
estpido, el hazmerrer de toda Inglaterra []. No conoca a nadie, salvo a un
montn de trileros y de carteristas de pacotilla[209]. Es evidente que Worth haba
subido mucho en su propia estimacin pues tambin l haba sido un descuidero de
poca monta en las calles de Nueva York. Pero mientras Worth empezaba a darse
importancia y a adoptar los aires de un elegante urbanita, y se dedicaba a sentar los
cimientos para una amplia gama de actividades delictivas, el tro original empezaba a
disgregarse. En octubre de 1870, Kitty haba dado a luz una nia, Lucy Adeline, a la
que seguira, siete aos despus, una hermanita que se llamara Katherine Louise,
como su madre. La paternidad real de las hijas de Kitty ha quedado siempre bastante
oscura, por razones evidentes. Es posible que la propia Kitty no supiera con certeza
cul era el padre autntico de las nias, si Bullard o Worth es posible incluso que
las compartieran, una cada uno, como hacan con todo lo dems, pero la mayora
de sus socios de fechoras se limit a dar por sentado que las pequeas eran de Worth,
como l mismo consideraba al parecer. William Pinkerton opinaba que Worth,
sencillamente, se haba apoderado de los derechos conyugales de su socio cuando
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Bullard estaba tan alcoholizado que no poda cumplir con sus deberes. Bullard, alias
Wells, se volvi muy disoluto; entretanto su esposa haba dado a luz dos nias, que en
realidad eran hijas de Adam Worth,[210] escribi el detective.
Bullard, ms irascible e introvertido con cada copa que tomaba, haba dejado de
ser el hombre despreocupado y garboso del que se haba enamorado Kitty en el hotel
Washington de Liverpool. Desapareca durante largos perodos en los peores barrios
de Londres, y cuando volva, abrumado por los remordimientos y por la resaca, se
pasaba horas tocando el piano, enfurruado. Para empeorar las cosas, Kitty haba
sabido del anterior matrimonio de Bullard y de los hijos que haba tenido con la otra
mujer. Kitty no tena inconveniente en repartir sus favores entre dos hombres, pero se
enfureci al descubrir que su hombre no slo era un bebedor deprimente sino tambin
un bgamo.
Consciente de la inquietud de Kitty, pero convencido de poder conservarla con la
perspectiva de mayores riquezas, Worth se dedic a establecer las bases para la fase
ms grandiosa de su carrera delictiva. Adems de la mansin de Clapham, con sus
pistas de tenis, galera de tiro e instalaciones para bolos sobre csped,[211] ocup
tambin unos apartamentos en el distrito de Mayfair, an ms distinguido y elegante,
donde alquil un piso grande y bien amueblado en el 198 de Piccadilly, por el cual
pagaba seiscientas libras anuales[212]. El piso estaba a unos cientos de metros calle
arriba de Devonshire House, situada en el nmero 74, donde la duquesa haba
ofrecido en otro tiempo sus lujosas fiestas y que hoy es la sede de la sociedad
constructora Bradford & Bingley, justamente el tipo de negocio que Worth habra
intentado robar sin la menor vacilacin. Desde all, con infinito cuidado, Worth
empez a dirigir con maestra una serie de robos, estafas y otros delitos.
Con sus socios de ms confianza, empez a organizar trabajos delictivos,
normalmente por contrato y a travs de intermediarios, para escogidos hombres y
mujeres de los bajos fondos londinenses. Los delincuentes que llevaban a cabo
estos encargos slo saban que las rdenes llegaban de arriba, que los golpes eran
buenos, la planificacin impecable y los objetivos bancos, oficinas de correos y de
ferrocarril, casas privadas de gente rica y almacenes seleccionados por la mano del
genial organizador. Lo que ninguno de ellos saba era el nombre del individuo que lo
diriga todo, ni tampoco el de los que ocupaban lugares intermedios en la estructura
de mando piramidal de Worth. De este modo, en las poco frecuentes pero inevitables
ocasiones en que un robo sala mal, Worth quedaba completamente impune, sobre
todo porque el reparto sensato del dinero entre las filas de la organizacin le
aseguraba an ms la discrecin a todos los niveles. Siempre fantico del control,
Worth estableci su propia forma de omert por la fuerza de su personalidad, por su
rgida atencin a los detalles, por su revisin estricta aunque siempre annima de
cada operacin, y por su precaucin de dedicar una parte de los beneficios a
asegurarse, si no la lealtad, s al menos el silencio. Le complaca ser de utilidad a las
grandes figuras del hampa pues saba, como un padrino de la mafia, que su
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supervivencia dependa de lo discretos que fueran; as, los delincuentes de menor
categora que eran su principal fuente de ingresos no llegaron a verlo nunca, al menos
que ellos supieran. Antes de que transcurriese mucho tiempo, el piso de Piccadilly se
haba convertido en un centro de la delincuencia internacional[213].
La mejor descripcin del xito fenomenal de Worth en estos aos tal vez sea el
comentario de franca admiracin de los Pinkerton, que lo consideraban el
delincuente profesional ms notable, ms exitoso y ms peligroso que han visto los
tiempos actuales[214]. En una publicacin oficial editada muchos aos ms tarde, los
detectives recordaban que durante aos perpetr toda clase de delitos: falsificacin
de cheques, timos, hurtos, forzado de cajas, robo de diamantes y de correo, robos con
escalo de todo tipo, asaltos en los caminos y atracos a bancos Y todo ello en la ms
completa impunidad. Su lujoso piso de Piccadilly 198, donde reciba visitas en un
ambiente de recargada riqueza [] se convirti en punto de reunin de los
principales ladrones de Europa y Amrica. En su piso se daban cita famosos ladrones
de todo el mundo, sobre todo norteamericanos, y se convirti en perista o receptador
de muchos de los grandes golpes perpetrados en Europa. A finales de la dcada de
1870 y durante todos los ochenta, a un gran robo sucedi otro, y en casi todos ellos se
pudo encontrar la huella, aunque nunca una prueba slida, de la "mano italiana" de
Adam Worth.
Como expuso otro contemporneo, en su lujoso domicilio se planificaban delitos
cometidos en cualquier rincn del mundo, y muchas veces era all donde se haca el
reparto final del botn[215]. Una especialidad particular de la banda de Worth era el
robo del correo certificado de las cajas fuertes transportadas por tren y en los vapores
que cruzaban el Canal. Un robo se encaden con otro en rpida sucesin []. De
dos a cinco millones de francos fueron sustrados del correo por este sistema[216].
Para iniciar los robos, Worth recurri a sus compatriotas, pues prefera un slido y
fiable ladrn norteamericano a uno britnico, de espritu ms voluble. Encontrar
colaboradores no era difcil pues, como alguien seal, el West End estaba lleno de
norteamericanos ladrones de bancos, reventadores de cajas fuertes, timadores,
falsificadores y peristas[217]. Muchos aos despus, Worth expres su opinin sobre
los delincuentes britnicos: Entre los ingleses haba algunos tipos duros y leales de
verdad, capaces de hacer bien su trabajo y de correr riesgos, pero la mayora de ellos
era una pandilla de intiles[218].
Entre las figuras clave de la banda de Worth se contaban los falsificadores, Joe
Chapman y Charles Becker el Marcas, el irritable ruso Cario Sesicovitch y Little Joe
Elliott, cuando se le consegua convencer para que dejara de perseguir coristas. A
ellos se sumaba la figura imponente de Jack Phillips el Basuras, un reventador de
pisos enorme e inmensamente estpido, que reciba su apodo por la mana de llevar
todo tipo de porqueras en los bolsillos del abrigo. Phillips era el nico britnico
admitido en el crculo ntimo de Worth, hecho del cual iba a lamentarse ms adelante.
El Basuras, ignorante y traidor a partes iguales, era un exboxeador de apariencia
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aterradora con una pronunciada barbilla, largas patillas de hacha y un rostro que
podra haber sido tallado en un bloque de queso parmesano. Los principales atributos
del hombre eran su altura bastante ms de un metro ochenta, sus feroces
facciones y su fuerza colosal, que le permita cargar a la espalda la caja fuerte ms
pesada la cual podan reventar despus a placer, en tanto que su aspecto
imponente constitua un excelente elemento disuasorio para los que mostraban
demasiada curiosidad. En los archivos Pinkerton hay una divertida foto del Basuras,
algunos aos ms tarde, detenido y atado a un poste en impecable traje de etiqueta.
Como un Sansn de los maleantes, el hombre tira de las ataduras con los ojos casi
fuera de las rbitas de pura furia. Los Pinkerton, con un comedimiento extrao en
ellos, titularon la instantnea Una fotografa a disgusto[219].
El mbito de las actividades de Worth aument considerablemente con la compra
de un yate de casi cuarenta metros que precisaba, segn se cont ms adelante, una
tripulacin de veinticinco miembros[220]. Una vez que lo tuvo bien equipado, lo
utiliz para transportar a su banda en una serie de expediciones al extranjero. Bautiz
el barco con el nombre de Trbol en honor de su amada irlandesa. En 1874, la banda
zarp rumbo a Sudamrica y a las Antillas, y en una sola operacin consigui diez
mil dlares de la caja fuerte de un almacn de Kingston, en Jamaica, antes de hacerse
nuevamente a la mar. Esta ltima accin habra terminado con su captura por una
caonera britnica que lo persigui durante veinte millas si el yate no hubiera sido
una embarcacin tan rpida,[221] coment Lyons, quien al parecer estaba a bordo en
esa ocasin. La polica colonial de Kingston envi un informe sobre el robo a los
Pinkerton y a Scotland Yard. El inspector Shore est de acuerdo conmigo en que
esto ha de ser obra de Adam Worth,[222] escribi William Pinkerton a su hermano en
Nueva York. La sospecha no estaba equivocada, pero sin pruebas no podan echarle
el guante.
El anhelo de respetabilidad, de figurar entre la clase de los caballeros, era sin
duda la aspiracin que ms motivaba a la gente en la sociedad victoriana, ms incluso
que la codicia de conseguir dinero, que para muchos Victorianos, y desde luego para
Worth, slo era un medio para conseguir tal fin. Como signific Herbert Spencer,
ser respetable significa ser rico[223]. Fue sta una poca de inmenso esnobismo a
todos los niveles, de intensa conciencia social pero tambin de movilidad en la escala
social, tanto hacia arriba como hacia abajo. Un hombre poda ascender de rango
mediante el trabajo, la riqueza o la buena fortuna, y segn los preceptos que regan en
su tiempo, tambin deba hacerlo. Ahora que un hombre puede hacer dinero y
ascender en el mundo y relacionarse sin faltar al respeto con gente que una vez estaba
muy por encima de l escribi John Ruskin, es una verdadera vergenza que
permanezca en el estado en que naci, cuando todo el mundo considera que es su
deber intentar ser un gentilhombre[224].
Definir con precisin qu se requera para ser un caballero en los diferentes
estratos sociales resultaba bastante complicado como observaba Anthony Trollope
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en su autobiografa, pues cualquier intento en tal sentido estaba condenado al
fracaso, aunque todo el mundo saba a qu se refera el trmino. Un historiador ha
escrito que de un caballero Victoriano se esperaba que fuese honrado, digno, corts,
considerado y correcto en sociedad, que desdeara el comercio y [] siguiera los
principios del noblesse obligue. Un caballero pagaba sus deudas de juego, no haca
trampas con las cartas y era honorable con las damas,[225] cualidades todas ellas que
Worth exhiba sobradamente, con la nica excepcin de la primera, la honradez. A
esto se sumaba la consideracin general de que cuanto menos manifiesta era la
laboriosidad de un hombre y mayores eran sus gastos, ms alto se supona su rango
en la escala social. Hasta donde podan decir sus vecinos y asociados no delincuentes,
Henry Raymond no daba golpe y gastaba dinero a un ritmo que habra resultado
sospechoso si no hubiese resultado tan absolutamente satisfactorio segn el orden de
prioridades Victoriano. Como observaba Oscar Wilde, slo la gente superficial juzga
por las apariencias[226]. Worth se fabric una envoltura de deslumbrantes riquezas y
posesiones para ocultar sus orgenes humildes y su vida delictiva y, como Jay Gatsby,
se mantuvo siempre sereno, incluso meticuloso; presentaba una apariencia externa
envuelta en el lujo y el derroche, pero siempre contemplaba su artificio con
distanciamiento, como un eterno intruso.
Adam Worth se adapt con extraordinaria facilidad a la vida de un caballero
ingls y ofreca, en la tradicin de Mandelbaum, esplndidas veladas en su vivienda
de Piccadilly y en su mansin de Clapham, que ya haban sido dotadas de costosos
muebles, objetos ornamentales y cuadros,[227] as como libros raros y lujosas piezas
de porcelana. All se relacion con hombres y mujeres de buena posicin social y
econmica con la misma facilidad con que lo haca con la gente de los bajos fondos
londinenses. Como reconocera ms tarde el jefe del departamento de Investigacin
Criminal de Scotland Yard, sir Robert Anderson, Worth era un hombre que saba
desenvolverse en cualquier ambiente[228] y era capaz de cambiar de papel y pasar de
hombre rico y ocioso a maestro del robo sin el menor esfuerzo. Y al parecer, aunque
viva como un prncipe,[229] tambin procur enriquecer su mente y aumentar sus
conocimientos culturales. Se convirti en estudiante de arte y literatura[230], anota
Lyons, algo muy conveniente para su papel de hombre de mundo, pero tambin por
su gran inters en las cosas ms selectas que podan obtenerse con el dinero de otros.
Como cualquier tipo rico con aficiones deportivas, Worth se interes por el
hipdromo y compr una cuadra de diez caballos de carreras y vendi en subasta un
par de ellos, que le proporcionaron unas ganancias de setecientas cincuenta
libras[231]. Para sus vecinos de Piccadilly, Worth era un norteamericano corts,
visiblemente prspero, que ofreca frecuentes y entretenidas fiestas y que se haca los
trajes a medida en Saville Row. Para el frustrado inspector Shore, Worth era un
permanente motivo de irritacin, pues siempre consegua mantenerse un paso por
delante de l, ocultando su rastro con infinito cuidado y sobornando a fuentes internas
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de Scotland Yard para estar al corriente de las andanzas del inspector. Un comentario
incluso apunta que dio empleo a un grupo de detectives y a un letrado, y su
secretario tambin era abogado[232]. Para sus colegas malhechores, Worth era una
fuente de ideas luminosas y de unos ingresos regulares cuya largueza era legendaria:
Cuando tena dinero era generoso hasta el exceso; nunca permiti que un amigo
tuviera que acudir a l por dos veces y ofreca una mano colaboradora a todo el que
estaba en apuros, tanto si era en su modo de ganarse la vida como si no,[233] escribi
ms adelante uno de sus conocidos. Esta opinin la corroboraban los Pinkerton:
Cualquiera a quien Worth conociera de nombre o de haber cruzado unas palabras
con l poda acudir en todo instante a l y recibir ayuda, si estaba en su mano
proporcionrsela[234]. En un acto de reconocimiento indirecto de sus orgenes
humildes, perfectamente ocultados a esas alturas, Worth slo rob en su vida a
quienes tenan dinero de sobra y dej siempre muy claro que para delinquir no se
requera el uso de la violencia. A los Pinkerton les resultaba asombroso que a lo
largo de toda su carrera delictiva no utilizara jams un revlver ni amenazara la vida
de una sola de sus vctimas[235]. Absolutamente confiado en su habilidad para evitar
que lo detectaran, Worth empez a correr riesgos an mayores y a conseguir botines
cada vez ms cuantiosos. Segn coment a sus secuaces, es tan fcil robar cien mil
dlares como una dcima parte de esa cantidad [] el riesgo es el mismo. Por lo
tanto, nosotros siempre iremos a por el botn ms sustancioso[236]. Muchos aos ms
tarde, el falsificador Charles Becker fue interrogado por los Pinkerton y ofreci una
exposicin de la filosofa de la banda. Merece la pena citarla completa, pues
proporciona importantes claves sobre la extraa doble vida de Adam Worth:
Si quieres prosperar tienes que ser rico o aparentar que lo eres. Para hacerte rico
tienes que jugar fuerte. No se puede ser cauto y falso. No, no. Si uno hace fortuna
rpidamente en alguna de las cien profesiones que un hombre puede escoger, es
denunciado por ladrn. Saca tus conclusiones. La vida es as. Los moralistas no harn
cambios radicales en la moralidad del mundo, de eso puedes estar seguro. El hombre
es igual en la cspide, en la mediana y en lo ms bajo de la sociedad. Por cada
milln de borregos encontrars diez tipos valientes capaces de salirse del camino
marcado y hacer cosas, capaces de desafiarlo todo, incluso vuestras leyes. Queris
saber cmo sacar el mximo provecho de cada ocasin? Yo os lo dir, porque he
recorrido ambos caminos y lo s. Con la genialidad ms sublime o con la corrupcin
ms rastrera. Tienes que abrirte paso entre la multitud como una bala de can,
arrasando, o furtivamente como una peste[237].
Yo utilizo el mtodo de la bala de can.
A su modo, sta era una peculiar filosofa victoriana. Worth era o se
consideraba un ser superior, dotado de mejores recursos para la lucha darwiniana
por la supervivencia, que a fin de cuentas era una lucha sin moral. Como muchos
Victorianos, consideraba que la adquisicin de riquezas y la respetabilidad que stas
le proporcionaban eran un objetivo valioso en s mismo; en cambio, el modo en que
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se acumulaba el dinero era completamente indiferente. El mero hecho de poder
avanzar siempre un paso por delante de los. Pinkerton y de Scotland Yard era una
prueba de que se era el modo en que deba actuar. Nadie como l, que haba visitado
los tres escalones, saba que el hombre es el mismo en la cspide, en la mediana y en
lo ms bajo de la sociedad. La moral de la poca era extraa y maleable: Fingan ser
mejores de lo que eran en realidad ha sealado un historiador. Se las daban de
increblemente caritativos y virtuosos y hablaban de sentimientos nobles, pero vivan
de modo muy distinto[238]. Los Victorianos rivalizaban por aparentar que llevaban
vidas virtuosas y daban gran importancia a esta apariencia, pero disfrutaban
portndose mal tanto como cualquier otra sociedad en cualquier otro periodo de la
historia. El cdigo de moralidad de Worth era estricto y se cea a l sinceramente. Se
ufanaba de seguir un rgimen personal severo, se abstena de tomar bebidas fuertes,
se levantaba temprano, trabajaba con dedicacin en el oficio que haba escogido,
haca obras de caridad y hasta es posible que incluso acudiera a la iglesia, pero al
tiempo se saltaba todas las leyes existentes y se enriqueca a costa de los bienes de
otros. Si Worth se aferraba a una serie de nobles convicciones en absoluta
contradiccin con sus actos, no era el nico, ni mucho menos. Sin duda, le habra
gustado el comentario irnico de Wilde en La importancia de llamarse Ernesto:
Espero que no habr llevado usted una doble vida, fingiendo ser malvado cuando en
realidad ha sido bueno en todo momento. Eso sera una demostracin de
hipocresa[239].
Sobrio, trabajador y leal, Worth era un delincuente de principios, los cuales
impona a su banda con rgida disciplina. Estaban excluidos los borrachos, con la
excepcin de Piano Charley, y la violencia estaba explcitamente prohibida. Un
hombre con cerebro no tiene derecho a llevar armas de fuego,[240] insista, pues
siempre ha resultado ms provechoso el ejercicio rpido de la mente[241]. Los
robos deban infligirse a quienes podan permitrselos, y el reparto del botn deba ser
justo. Muchsimos vagos y maleantes le deban su subsistencia, pero Worth no era
ningn Robn Hood; no robaba a los ricos para drselo a los pobres. Aunque, claro
est, tampoco Robin Hood lo haca.
Fue su carrera casi ininterrumpida de xitos en la organizacin de grandes
golpes y su habilidad para escapar al castigo por sus delitos lo que le vali la
confianza de los bajos fondos, convirtiendo a los delincuentes ms hbiles en sus
cmplices,[242] expona Sophie Lyons.
Worth estaba encantado con la posicin que haba conseguido, encumbrado tanto
entre la sociedad respetable como entre la delincuencia. Poco a poco su confianza se
convirti en arrogancia. A mediados de la dcada de 1870, tuvo un nuevo encuentro
con William Pinkerton, en esta ocasin en el bar Criterion de Piccadilly, conocido
lugar de encuentro de holgazanes y hombres de mundo. Pero esta vez Worth se senta
tan seguro en el centro de su red criminal que incluso se permiti dedicar un
cumplido al detective americano, al tiempo que denostaba a su correspondiente
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britnico, el inspector Shore. El hombre de Scotland Yard le dijo puede dar
gracias a Dios todopoderoso de tener a los Pinkerton por amigos, pues de lo contrario
no habra pasado nunca de detective callejero, dedicado a perseguir carteristas[243].
En su fuero interno, William Pinkerton coincida con tal opinin pues sin el flujo
habitual de informacin que llegaba de Estados Unidos, las autoridades britnicas,
an habran sabido menos de lo que saban sobre la red delictiva que irradiaba de
Londres. Lo que dice es cierto reflexion Pinkerton. De no ser por nuestra
agencia, Shore no habra llegado a ninguna parte[244].
No s cunto de lisonja haba en todo esto, pero debo decir en su favor que en
Londres siempre me trat bien. Intent hacerme vanos obsequios informaba
William[245], aunque rpidamente aada: Pero los rechac todos.
En cierto sentido, Worth era un producto arquetpico de su tiempo: dispuesto a
prosperar y sin apenas tener en cuenta los compromisos morales que adquira. Un
hombre absolutamente respetable y absolutamente corrupto al mismo tiempo. Pero
aunque estaba apegado a la sociedad y a sus normas, a la vez se senta en guerra con
ella, en guerra feroz e implacable. Worth imitaba a sus contemporneos burgueses al
tiempo que los despojaba de sus bienes, y en todo momento senta un profundo
desprecio hacia ellos.
La opinin expuesta por Friedrich Engels de que los ms atrevidos de los estratos
sociales inferiores se convertan en ladrones para librar una guerra abierta contra las
clases medias[246] tiene algo de verdad en el caso de Worth, pues su impostura era
un acto de irritada rebelin y de desdn hacia la sociedad de la que, por muchos
esfuerzos que hiciese, sera un permanente proscrito. Parece improbable que Worth se
considerase un revolucionario social, pero las insinuaciones subversivas de sus
acciones eran absolutamente intencionadas. El anhelo de una posicin de caballero
era un impulso fundamental de la vida victoriana, y atribuirse tal condicin
fraudulentamente era una blasfemia social que socavaba la propia jerarqua sobre la
que se eriga el complejo sentido Victoriano del orden mundial.
El ao 1874 haba sido la culminacin de la saga Tichborne, uno de los casos
de impostura social ms famosos de la historia britnica. Veinte aos antes, en abril
de 1854, un vapor que navegaba de Ro de Janeiro a Liverpool desapareci sin dejar
rastro y se llev con l a Roger Charles Tichborne, heredero de un ttulo nobiliario
menor y de extensas fincas en Hampshire. Lady Tichborne, su madre, se neg a
aceptar la noticia de que su hijo haba fallecido, y cuando en 1876 se present un
hombre que deca ser su heredero perdido, la mujer lo acogi de inmediato entre sus
brazos, lo cual no fue tarea sencilla pues el Roger Tichborne original era un hombre
delgado, moreno y educado, en tanto que quien deca ser l era pecoso y
semianalfabeto y pesaba casi cien kilos. Creo que mi pobre Roger lo confunde todo
en su cabeza, como en un sueo, y estoy convencida de que es mi hijo,[247] mantuvo
lady Tichborne. Y as, hasta la muerte de la dama, el hombre sigui disfrutando de
todas las ventajas de un hijo prdigo. No obstante, cuando la viuda Tichborne
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desapareci en 1870, sus parientes emprendieron un litigio por simulacin delictiva
de personalidad contra el orondo y absolutamente espurio baronet, segn se vio
luego. El caso despert sensacin y se prolong durante aos un alegato de la
defensa llev dos meses enteros, pero finalmente, en 1874, en el preciso momento
en que Adam Worth empezaba a construir su falsa identidad en Londres, el
demandado qued identificado como Arthur Orton, carnicero de Wapping, y
sentenciado a catorce aos de reclusin. Entretanto, el gordo impostor se haba
convertido en foco del resentimiento popular que bulla bajo la tersa superficie de la
sociedad victoriana. Considerado una vctima de las clases opulentas y de la propia
reina Victoria,[248] Orton/Tichborne era un poderoso smbolo de revuelta. Miles de
personas se suscribieron a una publicacin que lo defenda, pues con su apoyo al
demandado, los tichbornitas expresaban su oposicin al poder establecido y su
respaldo a un adalid que pareca desafiar sus cdigos y prcticas[249]. La actitud de
quienes apoyaban al demandado se caracterizaba por su contundencia, como en esta
declaracin: No me importa si es Roger Tichborne o Arthur Orton; no me gusta ver
a un pobre hombre despojado de sus derechos[250].
El caso Tichborne, que continu despertando un acalorado debate durante toda la
dcada de 1880, ilustra claramente cmo la apropiacin fraudulenta de un puesto
superior en aquella sociedad estratificada golpeaba en el centro mismo de las
confortables seguridades victorianas. Pero tambin demuestra cmo el ascenso social
mediante el fraude despertaba las fantasas de los millones que quedaban fuera es
decir, debajo de las refinadas capas superiores.
Las falsas alegaciones de Worth eran an ms subversivas, pues hasta el momento
no haban sido detectadas y nuestro hombre se recreaba con su doble vida: Mantena
su disfraz de potentado norteamericano, y de noche acuda a un tugurio de ladrones
del East End de Londres[251]. Segn un testimonio, se mudaba las ropas finas por
una indumentaria ms humilde para tratar con sus colegas malhechores y luego
buscaba un lavabo de ferrocarril para volver a ponerse su "ropa de caballero" antes de
regresar a su dormitorio al amanecer[252].
Conforme se haca ms rico y ms respetable, Worth fue evolucionando
lentamente hacia la figura ms conocida y ms temida de la literatura victoriana: el
hombre doble, un Jekill y Hyde que ocultaba al mundo su personalidad ms oscura y
que disfrutaba tanto de su verdadera naturaleza malvola como de su aparente
rectitud moral. Haca mucho tiempo que haba borrado de su cabeza la diferencia
entre una vida basada en la realidad y otra que era producto de su retorcida inventiva.
Haba robado el nombre del caballero ms valioso que haba podido encontrar; se
haba apropiado, mediante el fraude y el robo, de un reluciente caparazn de
respetabilidad, de una existencia ejemplar que en realidad era una enorme falsedad
envuelta en oropeles. Los Victorianos leyeron la obra maestra de Robert Louis
Stevenson con delicioso terror pues el doctor Jekill y mster Hyde, como Henry
Raymond y Adam Worth, eran la cara luminosa y oscura del hombre mismo,
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encadenadas la una a la otra en febril contraste, y constituan una mirada escalofriante
a las oscuras y atemorizadoras profundidades de su propia naturaleza.
Hacia el ao 1875, ms rico y ms satisfecho de lo que haba estado en su vida,
Adam Worth se haba adecuado cmodamente a la personalidad de Henry Raymond.
Entonces sufri tres golpes en rpida sucesin: Piano Charley Bullard, su colega de
delitos que llevaba varios aos salindose de los carriles a considerable velocidad,
termin en una crcel norteamericana; los miembros ms importantes de la banda
Elliott, Becker, Sesicovitch y Chapman fueron detenidos y conducidos a una crcel
extranjera, y por ltimo, lo ms desolador de todo: Kitty Flynn, la mujer que l haba
contribuido a inventar de la nada, empez a tener ideas propias.
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9 PAVO FRO
Durante dos aos, la banda de Worth haba dirigido una lucrativa operacin de
falsificacin de dinero por toda Europa. Las falsificaciones, normalmente cartas de
crdito, eran obra de Charles Becker, un hombre de talento aunque inestable. Pero tan
alto concepto tena Worth de su capacidad artstica como baja era la opinin que le
mereca la seriedad y la responsabilidad de su secuaz, al que consideraba el mayor
cobarde del mundo[253]. Como seal Worth en una ocasin, era un misterio cmo
mantena el nimo y se reprima tanto tiempo de chillar. Pero a pesar de su dudoso
temperamento, Becker era uno de los elementos ms valiosos de la organizacin de
Worth, un falsificador de tan excepcionales dotes que incluso Pinkerton reconoca
que sus reproducciones de billetes, documentos bancarios y valores podan resistir la
inspeccin ms microscpica[254].
Pasar las falsificaciones era trabajo sobre todo de Little Joe Elliott, un bribn con
aires de dandi bastante crebles, de bigotillo negro y cabello corto, negro tambin y
revuelto,[255] que siempre consegua convencer de la autenticidad de sus
documentos a los empleados del banco, a pesar de que siempre se encontraba en un
estado de agitacin permanente y crnica. Tena un carcter muy nervioso y no
poda quedarse sentado y tranquilo un solo instante apunt un contemporneo.
Volva los ojos a todas partes, sacuda los brazos continuamente y tena un montn de
tics[256]. El ruso Sesicovitch y el lgubre Joe Chapman completaban el cuarteto de
falsificadores como vigas y como refuerzo. Chapman tena formacin de empleado
de banca y su familiaridad con los procedimientos bancarios era fundamental para el
xito de la banda[257].
Avanzado 1874, Worth ide un plan para pasar algunas cartas de crdito falsas en
Turqua, confiando despreocupadamente en que las autoridades turcas no
reconoceran la falsificacin hasta que la banda estuviera a salvo, de vuelta en
Londres. Becker present unas rplicas exquisitas de las cartas de crdito de
Coutts & Co., los banqueros de Londres, y Worth envi al grupo a Esmirna mientras
l se quedaba en Londres con Kitty. Bullard, como era tpico en l, haba
desaparecido despus de perder el dinero que le quedaba jugando a las cartas. Como
apunt Pinkerton ms adelante, Bullard, como todos los ladrones, derrochaba su
riqueza a manos llenas[258].
El golpe tuvo un buen inicio y la banda se dirigi a Esmirna a travs de las
principales ciudades de Francia y de Alemania, dejando tras s un rastro de papel
falsificado[259]. Cuando ya haban recaudado unos cuatrocientos mil dlares en
diversas ciudades y el grueso del dinero haba sido enviado a Londres, se produjo
el desastre. El cuarteto fue detenido mientras intentaba colar una carta de crdito por
una cuanta especialmente considerable. Fueron juzgados en el tribunal consular
britnico, declarados culpables de falsificacin y condenados a siete aos de trabajos
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forzados en una prisin de Constantinopla. John Shore, de Scotland Yard, recibi
notificacin de las detenciones y envi a la polica turca los expedientes completos de
cada hombre; los Pinkerton anunciaron que pensaban pedir la extradicin de la banda
a Estados Unidos.
Al principio se tomaron la cautividad con buen nimo, confiando en que el
ingenioso Worth encontrara el modo de sacarlos. Nosotros ya ramos hombres
experimentados y la crcel no significaba nada para nosotros insista Becker. Lo
que nos retena era el pas, no la crcel. No podamos salir del pas[260]. Pero poco a
poco, cuando las semanas se convirtieron en meses y las autoridades turcas siguieron
limitndose a hacer odos sordos a todas y cada una de las peticiones que les
presentaban desde Lydia Chapman hasta Worth o incluso el cnsul norteamericano, a
quien haban convencido de que el cuarteto no haba tenido un juicio justo, la
gravedad de la situacin empez a hacer mella en ellos. Incluso Cario Sesicovitch, un
hombre de indiscutible resistencia grantica, empez a perder el nimo. Escribi a su
amante gitana mi queridsima Alima, explicndole las condiciones indecibles
de la crcel. Cualquier prisin norteamericana, por dura que fuera, pareca casi un
hotel comparada con ella: No hay ms comida que pan, una vez cada veinticuatro
horas; no hay ms cama que el suelo de madera desnudo, donde nos apretujamos
treinta y cinco o cuarenta hombres aunque no caben ms que veinte. No puedes ni
imaginarte la cantidad de suciedad y de moho que hay en este lugar. En realidad, el
pan que me dan no bastara para alimentar a los hambrientos insectos, pulgas y
chinches que muerden mi piel constantemente []. Hay pocas esperanzas, muy
pocas[261].
En el peculiar cdigo moral de Adam Worth, la lealtad ocupaba un extrao papel
preeminente. Sophie Lyons consideraba que la razn de su liderazgo era su
inconmovible fidelidad a sus amigos. Raymond [Worth] no se escaqueaba nunca;
jams abandonaba a un amigo. Cuando uno de sus socios tena algn problema con la
ley, utilizaba su cerebro y su dinero con la misma generosidad que si estuviera en
juego su propia libertad[262]. Por mucho que lo idealizaran sus contemporneos, no
parece que Worth sintiera una obligacin moral de proteger y defender a sus
secuaces. Los Pinkerton consideraban el hecho de que nunca abandonaba a un
amigo o a un cmplice[263] como su aspecto ms enaltecedor.
Cuando los hombres ya llevaban varios meses sufriendo las severas condiciones
carcelarias, Worth hizo su jugada. Acompaado por Lydia Chapman viaj a bordo del
Trbol hasta Constantinopla bajo la falsa identidad de un millonario norteamericano
que realizaba un gran crucero,[264] y se dispuso a organizar la liberacin de sus
subalternos. El plan para conseguirlo no era nada rebuscado; se limitaba a emplear la
forma ms antigua pero ms fiable de persuasin criminal: el soborno a gran escala.
Worth no reconocera nunca cunto dinero haba entregado a los carceleros,
funcionarios y jueces turcos, pero finalmente cont a Lydia que haba hecho todo lo
que haba podido, y la frustrada pareja volvi a Londres. Con todo, Worth mantuvo
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un canal abierto con varios funcionarios turcos venales y por fin, una maana de
enero, Becker, Elliott y Sesicovitch fueron expulsados de la crcel tan brusca e
inopinadamente como los haban llevado a ella y se encontraron en las calles de
Constantinopla sin un penique, sucios y libres. Aos despus, Worth cont a
Pinkerton que fue l quien llev a Constantinopla el dinero con el que se pag la
liberacin de Little Joe Reilly [Elliott], Becker y Sesicovitch [sic], y que l dispuso
todos los detalles del trabajo[265].
En cambio Chapman no tuvo tanta suerte. Unos das antes, el barbudo falsificador
haba discutido con Elliott, a quien haba acusado injustamente de intentar un trato
con Scotland Yard. Tras esto se haba producido una pelea, y Chapman estaba aislado
en otra ala de la prisin en el momento crtico en que se haban abierto las puertas de
la crcel, engrasadas por el soborno. Worth y Lydia, cada vez ms frentica, hicieron
todo lo posible para liberar al ltimo miembro de la banda. Worth contrat a un
abogado caro, envi cartas al cnsul norteamericano, George Baker, y bombarde a
los carceleros de Chapman con suficiente dinero como para convertirlos en hombres
ricos, pero todo fue intil. Finalmente, Chapman dijo a Lydia que se olvidara de l y
volviera a Amrica, pero ella se qued en su casa de Neville Road e hizo nuevos
viajes a Constantinopla para suplicar a los carceleros de su esposo, aunque con
idntico resultado.
Como no queran quedarse en Turqua un instante ms de lo necesario, los otros
tres miembros de la banda haban emprendido ya viaje por tierra hacia Londres, pero
an tenan que pasar otro terrible mal trago antes de alcanzar su hogar. Segn los
archivos Pinkerton, mientras atravesaban el Asia Menor fueron capturados por unos
bandidos griegos que, a pesar del hecho de que sus cautivos era fugitivos de la
prisin, los retuvieron para pedir rescate por ellos[266]. Por ltimo, los bandidos
permitieron que Little Joe volviera a Londres con la advertencia de que sus
compaeros no seran liberados hasta que volviera con ms dinero. Sin embargo se
olvidaron de proveer a Elliott de dinero para los gastos de viaje. Lo nico que Reilly
[Elliott] tena para empear eran sus dientes de oro recordaba ms tarde Worth.
Con el dinero que sac por ellos compr un pasaje barato y se gan el sustento
trabajando a bordo hasta Londres[267]. Worth consigui dos mil libras ms, cuyo
dinero Little Joe llev de vuelta y entreg a los bandidos, que procedieron a liberar a
sus camaradas[268].
Si la huida turca revela un ejemplo impresionante de honor entre ladrones, su
episodio final expone otro aspecto muy distinto de la vida entre la delincuencia. De
regreso en Londres, el veleidoso Sesicovitch y su amante gitana, bajo los nombres de
William y Louise Wallace, se trasladaron a vivir con Lydia Chapman en la nueva casa
de sta, en Maude Grove 46, en Chelsea. Al cabo de poco tiempo, el ladrn de origen
ruso empez a exigir dinero a Lydia, con el argumento de que su marido le haba
dejado sin su parte de los beneficios de la falsificacin original. Sesicovitch le dijo a
Lydia que necesitaba dinero de ella para financiar los gastos de un viaje a Australia
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con el propsito de dedicarse a las falsificaciones all[269]. Segn parece, el hombre
se hallaba en la errnea creencia de que la esposa de Chapman estaba en posesin de
una cantidad considerable en dinero y joyas,[270] y sus exigencias eran cada vez ms
amenazadoras. Lydia Chapman, que en esta poca utilizaba el nombre de seora
Porter, intent a su vez convencer a Sesicovitch de que volviera a Constantinopla
para hacer otro intento de liberar a su marido.
Pocos meses ms tarde, el cuerpo de Lydia Chapman, muerta al parecer por
envenenamiento, fue encontrado en su elegante casa. Aunque tal vez se tratara de un
suicidio, tanto Scotland Yard como Adam Worth quedaron convencidos de que el
siniestro Sesicovitch haba tenido participacin en la muerte. Scotland Yard incluso
cit a Sesicovitch y a su compaera entre los asesinos, y apunt que ante la negativa
de Lydia a repartir el dinero para la aventura australiana, haban tramado un plan
con el propsito de robarle [y] que para realizar el robo le haban administrado algn
narctico, que le haba provocado la muerte[271]. William Pinkerton era an ms
concreto e insista en que su muerte fue debida al sobresalto que sufri cuando
Sescovitch [sic] intent aplicarle el cloroformo para robarle las joyas, dado que ella
sufra una enfermedad cardaca[272].
El crimen no se resolvi nunca, pero Worth no quiso tener ms relacin con el
ruso, del que desconfiaba desde haca tiempo. Sesicovitch regres a Norteamrica y
abri un saln de bebidas en el teatro Booths de Nueva York. Dos aos despus, en
abril de 1878, bajo el alias de Dugan, fue detenido por una falsificacin en
Cincinnati. Finalmente fue identificado por Robert Pinkerton cuando le informaron
de que le faltaban dos falanges de los dedos ndice y corazn de la mano izquierda y
una parte del pulgar,[273] consecuencia de un accidente que haba sufrido. No tengo
duda de que [Dugan] y Cario Sesicovitch, alias Charles Gandy, alias William
Wallace, alias Howard Adams, alias John Hoare, son la misma persona. El hombre
que probablemente mat a Lydia Champan acab muriendo en prisin, pero eso no
fue de gran consuelo para su marido. Chapman, que an segua llorando a su
encantadora costilla, no fue liberado de la prisin turca hasta 1881, tras haber
cumplido la sentencia ntegra[274]. Al salir era un hombre absolutamente
quebrantado de salud y de nimo.
La prolongada saga turca y la muerte de Lydia haban dejado exhausto a Worth y
mermado en gran medida sus finanzas. Para empeorar las cosas, la sociedad que
formaban Pequeo Adam, Piano Charley y la bella Kitty se haba desintegrado
definitivamente. Worth no haba abandonado nunca a Charley Bullard ni se haba
negado a proporcionarle los prstamos que le peda con frecuencia creciente, pero
el pianista haba perdido gran parte de su encanto en los aos transcurridos. Se le
haba agriado el carcter y se haba intensificado su gusto por los riesgos
innecesarios. Para mayor irritacin de Worth, Bullard an mantena cierta amistad
con Max Shinburn, el altivo reventador de cajas fuertes por el cual Worth mostraba
ahora un virulento desprecio. Algunos decan que la actitud de Worth, su clera, se
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deba a las atenciones del Barn para con su querida Kitty. Las insinuaciones de
Shinburn quedaron en nada, pero cualquier mirada de un hombre en realidad
cualquier cosa que perturbara su universo regulado y medido provocaba la clera
inmediata de Worth. Mientras l segua intentando resolver el asunto turco, Bullard
cay en uno de sus accesos viajeros de alcohlico, y apareci en Nueva York como
un idiota. Esta vez, sin el cerebro fro y calculador de Raymond que lo guiara,
Bullard se volvi descuidado y cay en manos de la polica,[275] escribi Sophie
Lyons. Piano Charley no tard en ser identificado, detenido, juzgado por el robo al
banco Boylston de 1869 y sentenciado a veinte aos de crcel en la penitenciara del
estado en Concord, Massachusetts.
Kitty, ya alejada de su marido bribn y bgamo, aburrida de la vida en Londres y
aspirante ahora a una genuina respetabilidad, no tard en trasladarse tambin a Nueva
York pese a las splicas de Worth, llevndose con ella a sus dos hijas. En
recuerdo de los viejos tiempos, se llev tambin los cuadros, espejos, mesas de caoba
y cristalera que una vez haban adornado el American Bar de Pars. En Nueva York
empe parte de las joyas que Worth le haba regalado en abundancia, envi a las
nias a colegios caros y abri una casa de huspedes para caballeros elegantes donde
su don de gentes y su belleza no tardaron en atraer una clientela que saba apreciarlos.
Como muchas mujeres de buena casa en circunstancias desfavorables, se ofreci
como dama de compaa de seoras mientras esperaba una oportunidad para ascender
el siguiente peldao hacia la fama y la fortuna.
Worth qued desolado ante la brusca desercin de Kitty. Hasta entonces haba
conseguido mantener un control frreo de todos y cada uno de los aspectos de su
vida, pero inesperadamente acababa de escapar de su lado lo que ms deseaba. Kitty
se convirti en su obsesin, a lo que sin duda contribuy el que las dos nias fueran,
casi con seguridad, hijas suyas. En sus memorias, la infatigable Sophie Lyons, en
quien se advierten claramente ciertos celos de Kitty, es tan categrica en este punto
como en la mayora de asuntos relativos al estado emocional de Worth:
Invariablemente, cada vez que nos encontrbamos en Londres, su primera pregunta
era: "Cmo est Kate?"[276] Se interesaba vivamente por su salud, por su aspecto y
por el estado de las nias, que todos sabamos que eran de Raymond. Eddie Guerin,
el viejo ladrn, coincida con Sophie y escriba que Worth hablaba constantemente
de un antiguo amor del que sigui pendiente apasionadamente hasta el final de sus
das[277] y cuya prdida era un cncer que le devoraba el corazn sin cesar. Worth
rog a Kitty que regresara a Londres y se casara con l, pero ella rechaz la
propuesta. Si esa mujer se hubiera convertido en esposa de Raymond, estoy segura
de que toda su vida habra cambiado y que el mundo lo recordara por algo ms que
por tener un historial delictivo incomparable,[278] opinaba Lyons con una piedad
hipcrita caracterstica de la poca. El comentario es bastante absurdo, pues Kitty
conoca al detalle sin duda las actividades delictivas de Worth, y aunque nunca
particip activamente en ellas, tampoco hizo jams el menor esfuerzo por reformarlo.
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Con todo, es casi seguro que Sophie Lyons est en lo cierto en un aspecto de la
extraa relacin entre Adam Worth y Kitty Flynn: Raymond no olvid nunca a la
graciosa y alegre camarera irlandesa que le haba robado el corazn[279]. Ella
tambin lo haba amado, pero haba languidecido bajo el control de Worth y se
negaba a adornar el marco dorado y brillante que haba preparado para ella. Kitty, tan
despreocupada e imprudente, le haba proporcionado un contrapunto fundamental en
su vida de hombre concentrado y calculador, pero haba volado de sta con la misma
ligereza con la que haba entrado en ella.
En los aos siguientes mantuvieron una correspondencia amistosa y se
encontraron a menudo. Con el tiempo, Kitty aprovechara la oportunidad de
recompensarle por ayudarla a recorrer el camino delictivo hacia el ascenso social,
pero la extraa relacin sentimental entre Adam Worth y Kitty Flynn haba
terminado. Por lo menos, de hecho.
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10 UNA GRAN DAMA OFRECE UNA RECEPCIN
En la primavera de 1876, Worth, como cualquiera que se dignara abrir un
peridico, ley la noticia de la creciente expectacin que rodeaba la subasta del
celebrado retrato de la duquesa de Devonshire, de Gainsborough.
El cuadro tuvo un efecto electrizante en el pblico ingls y le proporcion una
pequea ventana histrica por la que asomarse al alma victoriana. Gainsborough ya
causaba furor tras una exposicin de su obra en la Royal Academy, a principios de
ao, que haba atrado a miles de visitantes, entre ellos Henry James, quien habl con
entusiasmo del refinamiento natural del pintor, de su encantadora sencillez y de
su suavidad estilstica[280]. Igual que en la poca del rey Jorge haban corrido sin
descanso los comentarios sobre la apariencia y el carcter de Georgiana, los
Victorianos alababan ahora al autor del retrato que recoga tan perfectamente tales
cualidades, al tiempo que repasaban los detalles de la vida extraordinaria de la
duquesa. Georgiana haba sido una figura destacada de su poca, pero sus encantos,
su conducta e incluso sus flaquezas parecan cortados a medida de los gustos
Victorianos. Se puso a debate si la duquesa era o no la ms perfecta de las bellezas de
la poca georgiana, y se cit en un sentido o en otro a numerosos jueces competentes
y respetables del pasado.
Haca exactamente un siglo, en 1776, el Morning Post haba llevado a cabo una
competicin para encontrar la mujer ms atractiva de su tiempo: Georgiana obtuvo
15/20 en belleza, 17/20 en figura, 13/20 en elegancia, 11/20 en ingenio, 5/20 en
gracia, 3/20 en expresividad, 10/20 en buen juicio, 9/20 en sensibilidad y 16/20 en
principios[281]. Fanny Burney la consideraba muy hermosa[282]; Horace Walpole
se explay sobre su juventud, su figura, su buena disposicin natural, su sensatez y
su profundo recato[283]. La actriz y amante real, Mary Robinson, experta en tales
asuntos, apuntaba su temprana tendencia a la coquetera[284]. La madre de
Georgiana la llam una de las chicas ms llamativas que he visto nunca[285]. El
escritor satrico Peter Pindar, normalmente muy mordaz, haba sudado de lo lindo al
presentar su Solicitud de tiempo en favor de la duquesa de Devonshire, que quiz
sea el peor entre los muchsimos poemas malos dedicados a la bella duquesa:
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reaccin de un borracho irlands que, tras un encuentro con ella, comentaba con
admiracin que podra encender la pipa con sus ojos[287].
Otros comentaristas Victorianos recordaron en cambio los aspectos ms
escandalosos de la fama de Georgiana, de los que haba tambin amplias muestras
pues, al igual que su tatarasobrina Diana princesa de Gales, la duquesa haba sido
convertida en dolo y emblema de su tiempo, en smbolo de moda, belleza y
sexualidad.
Como la princesa Diana, los gustos de Georgiana en el vestir haban marcado la
tendencia de sus conocidos: puso de moda, por ejemplo, los sombreros enormes
festoneados de plumas de avestruz, y cada uno de sus actos, fuera intencionado o no,
era imitado o criticado por el resto de la sociedad. Como le sucedera a su
descendiente, lleg el momento en que la duquesa no poda ni sonarse la nariz sin que
ello se convirtiera en asunto de moda. Antes que dejar de parecerse a ella en algo,
los esclavos de la moda serian capaces de roerse los colmillos, imitar tretas por las
que una chica de internado habra recibido una reprimenda, alzar la barbilla y fingirse
sofocados[288]. Adems de todos sus talentos, la duquesa escriba obras de ficcin
razonablemente buenas, y mejores cartas y poemas, que fueron traducidos a varias
lenguas. Un juez de la talla de Samuel Taylor Coleridge, nada menos, admir sus
versos, para su propia sorpresa. Se preguntaba el poeta:
Oh, dama, criada en la pompa y el placer, dnde has aprendido esta mtrica
heroica?[289]
La vida social de Georgiana era tremendamente agitada, incluso para los
ambiguos patrones morales de su poca. La activa duquesa, jugadora decidida e
irremediablemente inexperta, era adicta al faro juego de cartas con el cual perdi
enormes cantidades y no se refrenaba para beber y andar de juerga con sus
acompaantes hasta el amanecer, noche tras noche. El autor teatral Richard Brinsley
Sheridan, que capt las extravagancias de Devonshire House en su Escuela de
escndalo, recordaba una velada especialmente nefasta con las cartas: Cuando
acompaaba a la duquesa a su carruaje, sta lloraba a lgrima viva por las prdidas
que haba tenido[290]. Mientras tanto, con el tiempo, su temprana tendencia a la
coquetera se convirti en una generalizada reputacin de inmoralidad sexual, slo
en parte merecida.
El reguero de escndalo surgi de dos fuentes. La primera fue la entusiasta
participacin de la duquesa en favor de su amigo, el poltico liberal Charles James
Fox, durante la reida campaa electoral por Westminster, en 1784. Enseguida se
labr fama de cambiar votos por besos entre el electorado londinense, conducta que
escandaliz a sus contemporneos ms estrictos, los cuales consideraron que besar a
vulgares carniceros era una clara demostracin de ninfomana. Cuando gente de
categora se rebaja a mezclarse con el vulgo con propsitos mezquinos y sucios,
renuncia a sus aspiraciones de respetabilidad,[291] sentenciaba un crtico. Otro
chisme afirmaba que la duquesa gastaba hasta seiscientas libras diarias en la campaa
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liberal y que terminaba la jornada hecha una cuba pues desde el inicio de la
campaa beba diariamente dos jarras de cerveza purl, una pinta de ginebra y un
galn de cerveza amarga porter[292].
Como irresistible reina de la moda[293] y la ms brillante de la alegre
bohemia,[294] la vida sexual de Georgiana era un asunto que despertaba un febril
inters pblico y una vida especulacin. Al parecer, el duque de Devonshire era uno
de los pocos que no se dejaban impresionar por los encantos de su esposa, y sus
galanteos eran legendarios. Su amante, lady Elizabeth Foster, termin por instalarse
con los duques en Chatsworth, la enorme casa solariega de Derbyshire. En un extrao
remedo del heterodoxo arreglo domstico de Adam Worth con Kitty Flynn y Piano
Charley, Georgiana y la mujer con la que comparta la cama de su mando seguiran
siendo grandes amigas.
El mnage a trois de los duques con lady Elizabeth fue un notorio escndalo en la
poca. Las mujeres se turnaron en dar hijos al duque: Georgiana tuvo tres, entre ellos
un heredero, mientras que lady Elizabeth le daba dos, y tras la muerte de Georgiana
se convirti en la siguiente duquesa de Devonshire. Tal vez para demostrar que el
adulterio era un camino de dos direcciones, pero ms probablemente por
aburrimiento o por depresin, Georgiana tom tambin un amante, el picajoso
Charles Grey, quien ms adelante sera primer ministro. Al parecer, la duquesa sinti
una intensa pasin por Grey, pero el asunto termin en desastre. Georgiana qued
embarazada, y el duque, en un acceso de rabia hipcrita y desmedido, la expuls de
Chatsworth. Georgiana dio a luz al hijo de Grey en Europa, ms o menos por la poca
en que se esfum el gran retrato que le haba pintado Gainsborough, y que no
volvera a aparecer hasta dcadas despus sobre la repisa de la chimenea de la seora
Maginnis, tan privado de piernas como Georgiana lo haba estado a menudo en su
vida.
Al trmino de su notable existencia, Georgiana haba perdido la mayor parte de
sus cabellos, todo su dinero, su figura aniada y la visin de un ojo, pero conservaba
intacto su orgullo. En una incisiva nota, dej una advertencia a la posteridad: Antes
de condenarme, recordad que a los diecisiete aos era una belleza, admirada por
todos y duquesa[295]. Muri de un absceso en el hgado el 30 de marzo de 1806, a la
edad de cuarenta y ocho aos, en Devonshire House, Piccadilly, escenario de sus
mayores triunfos sociales y polticos. Cuando el prncipe de Gales recibi la noticia
de su muerte coment con pesar: Se ha ido la mujer mejor dotada por la naturaleza y
mejor educada de Inglaterra[296]. La emperatriz de la moda, que haba electrizado
a todo hombre con sangre en las venas en la Inglaterra del rey Jorge y que tantos
rumores haba levantado en el pas, tena ahora un efecto parecido en sus
descendientes Victorianos gracias a la reaparicin del retrato de Gainsborough, el que
ms cerca haba estado de captar su singular donaire.
El entusiasmo Victoriano por la redescubierta Georgiana era ante todo si bien
disimuladamente de orden sexual: la coquetera de caja de bombones del retrato de
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Gainsborough, unida a la picante reputacin de la duquesa, era lo ms indicado para
provocar un delicioso acceso de testosterona en el varn Victoriano medio cuando se
desabrochaba los botones. Aunque pudieran parecer reprimidos en cuestiones
sexuales, como consecuencia de la costumbre de mantener una estricta moralidad
externa, en realidad los Victorianos no tenan nada de frgidos y reconocan a una
diosa del sexo cuando la vean. La belleza de la modelo ha creado furor,[297]
informaba un contemporneo, y en varios casos la duquesa dio ocasin a alguna
trrida alabanza, pulcramente disfrazada de crtica de arte. Su belleza proteica se
nos hace tangible escribi uno. Vemos el temperamento veleidoso que hizo de
ella, en verdad, la belleza de los cien talantes[298]. A lo largo del medio siglo
siguiente, la duquesa se convertira en icono de feminidad, en dolo sexual, en tema
de moda y en una de las imgenes ms reconocibles del mundo, reproducida una y
otra vez en latas de galletas baratas y en costosa porcelana, en revistas femeninas, en
cajas de cigarrillos, libros y bustos de mrmol.
Cuando fue expuesto en Christies, a principios de mayo de 1876, el cuadro de
Gainsborough despert, casi a partes iguales, una sincera admiracin artstica, una
grata excitacin y una acerba controversia. Algunos afirmaban que era una
falsificacin. El pintor John Millais insisti en que Gainsborough ni siquiera haba
visto nunca aquel retrato, y mucho menos lo haba pintado. Artistas y expertos de
reconocida opinin impugnaron su autenticidad en un exceso de atrevimiento[299].
Algunos arguyeron que el trazo pareca ser menos ligero y grcil de lo que es
habitual en el pintor[300], mientras que otros observaban que en la voluptuosidad de
la figura y en el intenso color de los labios pareca faltar el refinamiento caracterstico
de Gainsborough[301]. Otro crtico sugera que originalmente fue un esbozo de
Romney [] que termin de pintar un hombre contratado por Wynn Ellis para cuidar
de sus cuadros[302]. Posiblemente sta sea una velada referencia a Bentley, que
tambin era restaurador y pintor de poca talla. Con todo, otra faccin insista en que
la cabeza fue pintada por [sir Thomas] Lawrence, y los accesorios de ropas,
etctera, completados por un artista de nombre desconocido[303]. La identidad de la
retratada despert tanta controversia como la del autor del cuadro. Algunos opinaban
que realmente se trataba de una duquesa de Devonshire, aunque no de sa. Una tal
seora Ramsden, que haba conocido a ambas damas personalmente, expres su
opinin ms rotunda de que el retrato no era el de Georgiana, duquesa de Devonshire,
sino de Elizabeth Foster, quien ms tarde tambin llevara el ttulo[304]. En otras
palabras, algunos consideraban que la mujer del cuadro era el otro vrtice de aquel
extrao tringulo amoroso aristocrtico.
Constantemente se producan las discusiones ms acaloradas ante el retrato,
[305] informaba The Times. Cuando la casa de subastas lo expuso en las semanas
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dos pequeos grabados de retratos del mismo personaje, uno de los cuales llevaba el
nombre bien visible y que haba sido tomado de un pequeo esbozo o estudio de
cuerpo entero, en grisalla, dibujado por Gainsborough y que llevaba cierto tiempo en
posesin de lady Clifden. El rostro del esbozo se corresponda punto por punto con el
controvertido retrato.
La grisalla en cuestin, hoy en la National Gallery of Art de Washington, ha sido
atribuida convincentemente a Dupont, el yerno de Gainsborough. El estudio
monocromo, de sesenta centmetros por cuarenta, muestra el retrato que pint
Gainsborough antes de que ste fuera mutilado y ofrece una visin hechizadora del
cuadro completo, con la figura equilibrada, antes de que la vandlica seora Maginnis
pusiera en accin sus tijeras. El esbozo perteneca al primer barn Dover, casado con
lady Georgiana Howard, nieta de nuestra Georgiana, duquesa de Devonshire. La
prueba ms convincente de que el retrato representa a sta tal vez sea el hecho de que
la familia en cuya posesin permaneci hasta 1922 en que fue vendido al gran
coleccionista Andrew Mellon no tuvo nunca la menor duda de que representaba a
su famosa antepasada.
En un prrafo magistral, The Times resuma la disputa: Es tal el inters
despertado en torno a esta notable pintura que intentaremos comentar algo de las
diversas opiniones que se han expresado durante su exhibicin. En efecto, se
enfrentaban dos pareceres opuestos que dividan a los numerosos admiradores de la
obra, y ms de un distinguido acadmico afirmaba que era una obra de Gainsborough,
totalmente autntica y de la mxima calidad, en tanto que otros insistan en que no
era en absoluto obra suya[306]. El debate sobre la autenticidad del cuadro se
prolong muchos aos y todava no se ha cerrado. Algunas voces insistan con razn
en que el rostro del cuadro es bastante distinto del que aparece en otros retratos de
Georgiana, no slo de otros pintores sino del propio Gainsborough. Quienes
recelaban de la obra afirmaban que sta careca de la sutileza expresiva caracterstica
del artista y mantenan que no era posible que el maestro hubiera pintado aquella
slida superficie de carne[307]. Los defensores de la autenticidad de la obra
respondan que estamos simplemente ante uno de los muchos casos en que dos
retratos de una persona, pintados por el mismo artista con un intervalo de una dcada,
pueden aparecer como dos personajes completamente dispares, sin que el pintor se lo
proponga de forma consciente. El cambio no est tanto en quin posa como en el
pintor, que puede haber llevado a cabo una revolucin en su estilo, o cuyos
planteamientos pueden haber experimentado un cambio muy considerable[308]. Es
cierto, desde luego, que en los aos transcurridos entre el primer retrato de cuerpo
entero realizado por Gainsborough y el segundo, la fama de la duquesa haba
evolucionado, y de abnegada esposa ducal se haba convertido en la ms destacada
coqueta de la alta sociedad. Es posible que Gainsborough, al pintar a Georgiana como
el smbolo sexual en que se haba convertido, no hiciera ms que reflejar este hecho.
Un escritor afirmaba: La respuesta es que se trata de un experimento en pintura
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slida, pero obsrvese 1) las delicadas arrugas; 2) los ojos; 3) las marcas del pincel de
pelo de cibelina no de crin de cerdo en la punta de la nariz y en la curva del
mentn, y se apreciar el trazo inconfundible de Gainsborough[309]. Tras exponer los
pros y los contras, The Times se cubra las espaldas: Aunque los especialistas
difieren en cuanto a su posible autor, coinciden en cambio en elogiar los grandes
mritos de la obra[310]. Probablemente sta fue la posicin que adoptaron todos los
que tenan reservas sobre el cuadro, excepto los ms vehementes; aunque el retrato no
fuera obra de Gainsborough o lo hubiera acabado otra mano, e incluso si la mujer que
apareca en l no fuera la famosa duquesa sino otra dama que no tena nada que ver
con ella, segua tratndose de un cuadro muy notable. En cualquier caso, la mayora
qued cautivada por su belleza [y la duquesa] monopoliz prcticamente las
conversaciones de esos das[311].
La subasta empez a tomar el aspecto de un tribunal pblico y, al amanecer el da
de la venta entre una gran expectacin, al menos tres caballeros de considerable
fortuna haban decidido ya que, autntica o no, queran tener a la duquesa. Estos
caballeros eran el conde de Dudley, el barn Ferdinand de Rothschild y sir William
Agnew, tratante de arte, quien consideraba que Georgiana era el personaje indicado
para adornar su nueva galera de arte en Old Bond Street, 39.
La venta, celebrada el sbado 6 de mayo de 1876, ha despertado una expectacin
como jams haba vivido el mundo pictrico londinense inform The Times. A
lo largo de la semana, los cuadros han atrado un nmero considerable de visitantes.
El inters alcanz el punto lgido el da anterior a la venta, y la multitud llen los
salones de la casa de los seores Christie, Manson y Woods durante toda la
jornada[312].
El artculo del peridico alcanza en ocasiones tintes casi histricos para lo
habitual en la prensa de la poca:
Cualquiera que pasara por las cercanas de St. James Square habra
podido pensar que una gran dama celebraba una recepcin, y en realidad
algo muy parecido tena lugar en la galera de arte de King Street. Todo el
mundo haba acudido a ver la hermosa duquesa creada por Gainsborough y,
por lo que pudimos observar, todos los que la vean quedaban sojuzgados por
su belleza fascinante. La venta fue un espectculo pblico, el acontecimiento
social de la temporada, al que asistieron todos los que queran estar a la
ltima moda, entre ellos varias ancianas pintadas como loros y ataviadas con
rplicas de la indumentaria de la duquesa de Devonshire. Cuando el retrato
fue colocado ante el numeroso pblico, una salva de aplausos demostr la
admiracin universal que despertaba la obra. Como un maestro de
ceremonias que presentara a la primera actriz, el seor Woods, el subastador,
expuso una breve historia del cuadro y empez la batalla.
La puja empez en mil guineas, que fue superada de inmediato por una
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de tres mil guineas del seor Agnew y, entre un silencio de extrema
expectacin, las cifras surgieron en rpida sucesin, primero de mil en mil
guineas con voces desafiantes desde los distintos rincones de la sala. Luego,
como si el ritmo hubiera sido demasiado rpido, las pujas fueron ascendiendo
de quinientas en quinientas guineas hasta alcanzar las seis mil, en cuyo
momento el seor Agnew ech al fuego otra carga de mil guineas, subiendo a
siete mil. La pugna an se mantuvo animada a base de posturas de quinientas
hasta que se produjo otra salva de aplausos al alcanzar las diez mil guineas.
Entonces se produjo una larga pausa entre los contrincantes para la comida,
y a continuacin el seor Agnew fue el primero en desafiar "cualquier nuevo
envite" con sus diez mil cien guineas y gan la batalla en aquella
extraordinaria competicin. El acontecimiento fue uno de los ms
emocionantes en su gnero que se han presenciado jams. El pblico,
apretujado en asientos elevados en torno a la sala y en la planta baja de la
casa de subastas, pateaba, aplauda y vitoreaba. Las incertidumbres sobre
la autenticidad de la obra no desapareceran, pero despus de haber pagado
tal precio, los escpticos tuvieron que callar por el momento[313].
La coleccin Wynn Ellis se vendi por un total de cincuenta y seis mil noventa y
ocho libras, dos chelines y ocho peniques, pero el precio del Gainsborough fue el ms
alto pagado jams por un cuadro en una subasta, y el rcord se mantendra hasta
1893. El perdedor en la puja fue lord Dudley, quien estaba de viaje en el extranjero en
el momento de la venta aunque haba dejado un agente con rdenes de ofrecer hasta
diez mil guineas. Dudley haba calculado que una suma tan enorme sera ms que
suficiente para desanimar a cualquier rival, y tuvo un acceso de rabia que le dur tres
das cuando le informaron de lo sucedido.
Agotado por su propia elocuencia, el articulista de The Times terminaba diciendo:
La subasta se recordar mucho tiempo, tanto por el precio extraordinario conseguido
por el retrato de Gainsborough como por las muy interesantes cuestiones que han
surgido en relacin con [la autenticidad de] esta obra, las cuales, imaginamos, sern
objeto de discusin durante bastante tiempo[314]. Estas palabras resultaran
profticas. Cuando William Agnew llev el cuadro a su galera en un recorrido
triunfal, el traslado no fue sino el comienzo de los nuevos viajes de la duquesa, que
esta vez hara en compaa de un hombre que saba ms de falsificaciones que
ninguno otro en Londres.
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11 UNA CORTE Y UN RAPTO
Worth se enter de la subasta por la prensa pero no asisti a ella, pues cuando no
andaba a rastras por Londres lamentndose de la marcha de su amada Kitty su
atencin estaba centrada en una serie de preocupaciones econmicas, familiares y de
otro tipo. Con un tren de vida costossimo de mantener y una banda de veleidosos
delincuentes que dependa de l, Worth se estaba quedando rpidamente sin dinero.
Segn un testimonio, vivi a un ritmo de gastos de veinte mil libras anuales durante
muchos aos,[315] y en las arcas del ladrn haba entrado muy poco dinero y haba
salido mucho desde la debacle turca. Para empeorar las cosas, a principios de 1876, el
hermano menor de Worth, John, que haba participado en el primer golpe chapucero
que haban dado en Nueva York, lleg a Londres sin un penique en el bolsillo. John
Worth era un delincuente destacado por su torpeza, demasiado estpido para ser
ladrn,[316] en palabras de su hermano. Crdulo y dbil de carcter, dado a las
fanfarronadas y fcil de manipular, Worth lo consider una seria amenaza para l. No
obstante, muertos ya sus progenitores, el Pequeo Adam senta ahora un vnculo casi
paternal con sus hermanos. Harriet se haba casado en Estados Unidos, y Worth ya
haba enviado a su cuado el dinero que necesitaba para montar su propio y corrupto
bufete legal en Buffalo. John Worth tendra que ser aadido a la nmina.
Charles Becker y Little Joe Elliott tambin estaban impacientes por emprender
otra estafa. Tras la salida de la crcel turca, Little Joe haba vuelto a Estados Unidos y
se haba enamorado perdidamente de Kate Castleton, una estrella cmica inglesa de
los escenarios americanos. Elliott se haba convertido en seguidor del ambiente
teatral y haba gastado la mayor parte de sus mal obtenidas ganancias en financiar
desastrosas producciones y giras por el pas. Ha seguido casi todos los
desplazamientos de la compaa teatral de Kate Castleton en su gira anot la
polica y al abrigo de esta situacin ha dado golpes en bancos y ha robado casas
cuando se le ha presentado la oportunidad[317]. Resulta inexplicable por qu Kate
Castleton, esa chica de mejillas rosadas,[318] segn la recordaba William Pinkerton,
haba de tener la menor relacin con el rastrero ladrn, pero Elliott la convenci con
extraordinaria tenacidad y con un derroche de atenciones, y la actriz acab por
acceder a casarse con l. Joe cortej a la dama con la velocidad del rayo y se
casaron a los tres das,[319] segn Eddie Guerin. Little Joe convenci a Kate de que
dejara las tablas, y durante un tiempo se instalaron en unos apartamentos
elegantemente amueblados de la calle 21,[320] en Nueva York. Sin embargo, en 1876
Elliott ya se haba hartado de la vida domstica y se haba reunido otra vez con sus
compinches en Londres. Kate se qued en Norteamrica.
Todo esto coloc a Worth en una encrucijada: el dinero escaseaba pero su estilo
de vida era cada vez ms lujoso. La banda estaba impaciente por ponerse a trabajar,
pero el inspector Shore de Scotland Yard estaba a la expectativa de que hiciera un
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movimiento en falso. Conocedor de que estaba siendo el hazmerrer de los bajos
fondos, la determinacin del polica por capturar y encarcelar a Worth se haba
convertido en una vendetta personal. Worth se lamentaba amargamente de que el
inspector Shore lo persegua como a un tigre humano[321] rara y absurda queja
pues no caba esperar que Shore obrase de otro modo, pero estaba tan sumido en su
mundo propio, artificial y pomposo, que se tomaba como un agravio personal que las
fuerzas del orden intentaran impedir que quebrantase la ley. En una ocasin se
percat de que lo estaba siguiendo el propio John Shore. De repente perdi el
dominio de s mismo, se volvi hacia l en mitad de la calle y lo denunci[322].
William Pinkerton tambin estaba de vuelta en Londres y haba advertido a
Shore, a sus colegas de la polica y a los bancos y casas de cambio del pas que
estuvieran atentos a otra oleada de falsificaciones. Para entonces las autoridades
tenan muy presentes los mtodos de Worth. Una vez realizada con xito una estafa,
adverta Pinkerton, para evitar ser detectados y detenidos despus de obtener dinero
por los documentos falsificados, los ladrones huan de inmediato al continente.
Despus, antes de que aparecieran publicados los nmeros de serie de los billetes
conseguidos ilcitamente, cambiaban stos en agencias de intermediarios, bancos e
instituciones financieras[323].
Worth empez su nueva campaa de falsificaciones con cautela e indic a Becker
que slo preparase cheques por pequeas sumas. Pero con el paso de los meses,
cuando la banda empez a coger el ritmo otra vez, las falsificaciones se hicieron ms
cuantiosas y audaces. Cuando las arcas de Worth empezaban a estar
tranquilizadoramente llenas de nuevo, en abril de 1876, el Marcas prepar un cheque
falso por tres mil quinientas libras que Little Joe, tan despreocupado como siempre,
se apresur en hacer efectivo en el banco London and Westminster. Despus, como
siempre, se trataba de llevar el dinero a Francia y cambiarlo lo ms deprisa posible,
antes de que el banco reparase en la estafa y la polica enviase aviso a los cajeros para
que estuvieran a la expectativa de billetes con determinada numeracin. Pero en esta
ocasin, en lugar de confiar el trabajo a alguno de sus secuaces de los peldaos
inferiores de su organizacin piramidal, Worth despach a Pars a su hermano con
instrucciones de cambiar el dinero en una activa oficina de transacciones en divisas
del Grand Boulevard, y a continuacin regresar a Londres en el primer barco. Pero el
inepto John Worth se mostr intil incluso para esta misin tan sencilla. Sin que se
sepa el motivo, en lugar de acudir a la oficina de cambio como le haba dicho Adam,
John Worth fue a parar a la oficina en Pars de Meyer & Co., en la ru St. Honor.
Meyer ya haba sido vctima de una de las tretas de Becker y haba recibido un cable
de John Shore en el que el polica le prevena de que anduviera atento a los billetes
ingleses de elevado valor. El ojo de guila de Meyer identific uno de los billetes
numerados, y John Worth fue inmediatamente detenido.
El inspector Shore estall de felicidad cuando lleg el telegrama a Scotland Yard
anunciando el arresto. Aunque el lerdo John Worth no se pareca en nada al astuto y
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ratonil Little Joe Elliott, la polica lo acus de haber proyectado la falsificacin. Tras
una breve pero violenta escaramuza legal, John fue extraditado a Inglaterra y
encerrado en la crcel de Newgate. Shore estaba convencido no obstante de que
cualquiera que fuese el nombre que utilizara el falsificador, el trabajo tena que ser
obra de Adam Worth, alias Henry Raymond, o de sus socios. Worth tuvo uno de sus
raros ataques de clera cuando fue informado de la detencin de su hermano y
prometi vengarse, no slo de Shore sino tambin de Meyer, el director de
Meyer & Co., quien finalmente padecera toda la furia desatada de Worth. Pero antes
tena que sacar a John de la crcel, a poder ser bajo fianza, y enviarlo de vuelta a
Estados Unidos, donde no pudiera hacer ms dao. No fue tarea sencilla. Aunque
Worth tena suficiente dinero para cubrir una fianza, la ley inglesa exiga que el
depositario de sta fuera propietario y hombre de buena posicin social y
econmica[324]. Su elaborada cortina de humo de riqueza, sus lujosas propiedades
londinenses, sus extensas posesiones, sus caballos de carreras y su yate quiz
bastaran para convencer a los jueces de que Henry Raymond era un caballero
acomodado, pero tambin habra confirmado sin lugar a dudas las sospechas de
Scotland Yard de que estaba implicado en toda la operacin, o de que era el cerebro
organizador en la sombra. La polica lo observaba estrechamente, y Worth saba sin
lugar a dudas que la solicitud de fianza tendra la abierta oposicin de la fiscala y
de la acusacin privada que promova la Asociacin para la Proteccin Bancaria, al
ser la cuarta de una serie de estafas realizadas con idntico sistema y que sumaban
unas doce mil libras[325]. Finalmente se fij para el detenido una fianza de tres mil.
Worth necesitaba obviamente a alguien que no pudiera relacionarse en absoluto
con Henry Raymond. Esta persona depositara la fianza de John y luego expresara su
absoluto desconcierto ante la desaparicin del truhn. A pocas semanas del juicio,
Worth necesitaba dar con esa persona enseguida.
La tarde del 27 de mayo de 1876, Worth caminaba por Old Bond Street con Jack
Phillips el Basuras, uno de los pocos ingleses que formaban parte de aquella banda de
ladrones, predominantemente norteamericana. El Basuras tena fama en los bajos
fondos de Londres por su violencia extrema y gratuita, lo cual convena mucho a los
propsitos de Worth. Aunque l personalmente rechazaba el derramamiento de
sangre, sus actividades le haban ganado suficientes enemigos como para disponer de
un guardaespaldas, pues su oposicin por principios a la violencia no alcanzaba a la
defensa propia. El gigantn ingls, con sus bigotes cados y su pecho como un tonel,
era una visin terrible de contemplar. Con Phillips avanzando pesadamente a su lado,
vestido con la indumentaria apagada de un ayuda de cmara, hasta el rival ms osado
y el detective ms valiente de Scotland Yard se lo pensaran dos veces antes de
acercarse a Worth. Si los respetables vecinos de Worth en Piccadilly haban reparado
en ello, quiz se haban detenido a preguntarse por qu el rico norteamericano tena a
un gorila por sirviente. Pero aunque alguno de los elegantes transentes que visitaban
las galeras de arte de Bond Street poda sorprenderse un poco del mastodonte de
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aspecto feroz que avanzaba tras el pequeo y atildado caballero, la mayora no prest
la menor atencin a la pareja: Worth era simplemente otro hombre rico que echaba un
vistazo a las galeras de arte con un macizo mayordomo por escolta. Adems de su
efecto protector, Jack Phillips era un acompaante til en otros aspectos: su
ignorancia casi absoluta sobre cualquier tema garantizaba su absoluto silencio
salvo algn que otro espordico gruido, permitiendo a su jefe seguir el hilo de sus
pensamientos sin interrupcin alguna.
A la entrada de la galera Agnews se arremolinaba una gran multitud. All,
expuesto en una sala de arriba, se hallaba el celebrado retrato de la duquesa de
Devonshire pintado por Gainsborough, que acababa de venderse un par de semanas
antes por la cifra rcord de diez mil cien guineas. La obra, valorada hoy en unas
veinte mil libras, era el centro de comentarios de todo Londres y origen de
incontables rumores. Segn uno de ellos, la extraordinaria subasta era consecuencia
de una disputa tcita entre sir William Agnew y lord Dudley, quien en aquella poca
estaba comprando gran cantidad de cuadros y haba contratado a Agnew para que lo
hiciera en su nombre[326]. Dudley se haba enamorado del cuadro, pero emple a
otro agente para pujar por l en la subasta []. Cuando lo supo, Agnew ofreci diez
mil cien guineas [y] luego escribi al conde Dudley para ofrecerle el cuadro al precio
que haba pagado por l, ms su comisin[327]. Si Agnew llev a cabo tal artimaa,
llevado del pique por no haber recibido el encargo de pujar en nombre de Dudley, no
le dio resultado. Inmediatamente despus de la subasta, el mismsimo duque de
Devonshire despert una nueva controversia al afirmar, en una carta a The Times, que
el nico retrato de la duquesa de Devonshire que haba pintado Gainsborough estaba
en su posesin y que haba pertenecido a su padre y a su abuelo, y que por tanto el
cuadro vendido no poda ser el original[328]. En realidad el duque se refera al otro
retrato del pintor, el de 1783, pese a lo cual algunos dedujeron que fue esa carta lo
que decidi al conde de Dudley a rechazar la oferta que le hizo Agnew[329]. Por otra
parte, quizs el noble slo intenta dar una leccin al comerciante de arte por su
temeridad al pujar contra l.
Quince das despus de la subasta, The Times informaba: La venta de la
coleccin Wynn Ellis, de la cual dbamos detalles la semana pasada, contina
despertando un considerable inters debido a las diferencias de opinin que han
surgido en torno al retrato de la duquesa de Devonshire[330]. Fuera o no autntico,
sir William Agnew ya empezaba a recuperar parte de la inversin con la venta de
entradas para ver el retrato a un cheln el boleto, y a los quince das haba recibido
pedidos para grabados por valor de tres mil libras. La desmedida puja por el cuadro
se convertira en tema de leyenda, y a partir de entonces sir William cobrara fama de
hombre dispuesto a pagar precios exagerados por las obras de arte. En El retrato de
Dorian Gray, de Oscar Wilde, publicado en 1891, Basil Hallward comenta a lord
Henry Wotton: Recuerda ese paisaje mo por el que Agnew me ofreci una suma
tan crecida, pero del que no me quera separar?[331].
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Worth observ la multitud excitada y apretujada durante unos segundos; luego se
volvi hacia el Basuras y le dijo que comprara un par de entradas. Ms tarde record
que el guardaespaldas, cuyo gusto por las obras de arte era absolutamente nulo,
mostr en un primer momento su resistencia a perder el tiempo en una actividad tan
poco provechosa, pero Worth insisti y el Basuras, con aire hosco, se abri paso hasta
la primera fila de la muchedumbre, que se apart con cierta rapidez ante la
aproximacin de la enorme figura.
Una vez en el interior del edificio, la pareja sigui la cola de pblico hasta la sala
de arriba, y finalmente se encontr ante la esplndida pintura, protegida de la
multitud de espectadores por una gruesa soga forrada en terciopelo. William
Pinkerton describi ms tarde la reaccin de Worth, segn lo que l mismo le haba
contado: All, en aquel momento, se le ocurri la idea de hacerse con el cuadro; con
el retrato a buen recaudo, poda forzar al propietario a presentar la fianza que librara
de la crcel a su hermano, y luego l se encargara de sacarlo del pas[332]. Era una
estratagema brillante. Con la duquesa por rehn, William Agnew, figura de impoluta
respetabilidad, poda ser forzado a presentar la fianza sin que a nadie se le ocurriese
sospechar de Henry Raymond.
Cuando volvieron al piso, Worth mand llamar a Joe Elliott y perfil en detalle la
operacin. Segn cont a Pinkerton, Elliott ira a ver a un conocido, un abogado de
dudosa reputacin que haba cumplido condena, y le dara instrucciones para que
visitara al preso John Worth en la crcel y le hiciera llegar un pequeo recorte de
lienzo cortado de una esquina del cuadro. El abogado debera acudir entonces a
Agnew & Co. para decirles que tena un cliente en la prisin de Newgate que poda
darles una informacin valiosa en relacin con la pintura de Gainsborough. El
prisionero les dira a los dueos legtimos del cuadro que si se produca su puesta en
libertad, l garantizaba el retorno de la obra; asimismo, como prueba de buena fe y de
que estaba diciendo la verdad, presentara el fragmento de tela cortada de la esquina
del lienzo[333].
Por mucho que William Agnew fuera un pilar de la sociedad londinense, Worth
conoca la naturaleza humana lo suficiente como para confiar en que hara cualquier
cosa para recuperar un objeto tan valioso. Incluso cometer un delito. La moralidad,
como bien saba Worth, era una cualidad elstica cuando haba dinero de por medio.
Little Joe asinti enseguida al plan. Phillips, que prefera volar cajas fuertes y pegarse
con policas al delicado oficio del robo de piezas de arte, no estaba muy decidido y
apunt que un cuadro era un objeto engorroso con el que no se poda hacer nada,
[334] pero enseguida fue llamado al orden.
Aunque Worth slo haba visto el retrato en una ocasin, la duquesa le haba
producido una profunda y evidente impresin. La perspectiva de robar tal objeto no
slo atraa su vanidad y su gusto por los gestos ampulosos, sino que tambin
simbolizaba toda la grandeur britnica, la clase y el poder que Worth ambicionaba y a
la vez detestaba. Qu mejor manera de demostrar su profundo desprecio por el
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inspector Shore, por Scotland Yard y por las leyes que representaban? Toda
Inglaterra hablaba del cuadro. Todo Londres se congregaba para verlo. El retrato era
la sensacin del momento. Aquello bastaba para Worth, quien se decidi a tenerlo
para l[335].
Sin embargo, Worth no era el nico pretendiente de la duquesa. El conde de
Dudley, derrotado por Agnew en la subasta de Christies y contrario a aceptar la
oferta posterior del tratante, no haba renunciado todava a la esperanza de poseerla.
El aristcrata acudi aquella misma tarde a la galera de Agnew y contempl el
cuadro con veneracin lord Dudley sera, segn iban a desarrollarse los
acontecimientos, la ltima persona en ver a la duquesa antes de su desaparicin,
pero de momento el retrato haba sido prometido a otro. Ferdinand de Rothschild
haba hecho ciertos esfuerzos por conseguir la obra, pero le haba aventajado en ello
Junius Spencer Morgan, el rico banquero norteamericano residente en Londres, cuyo
hijo, John Pierpont Morgan, ya estaba en camino de convertirse en uno de los
hombres ms ricos del mundo. Junius Morgan era un gran entendido de arte con una
impresionante coleccin de obras de Reynolds, Romney y Gainsborough. Su aprecio
por las bellas artes haba sido heredado por el hijo, cuya coleccin se convertira con
el tiempo en el mayor conjunto de arte en manos privadas que haba existido. Al leer
la noticia de la extraordinaria subasta en The Times, el viejo Morgan decidi adquirir
la famosa obra como regalo principesco[336] para su hijo, en un acto con claras
connotaciones dinsticas. Hacia el ao 1870, el viejo Morgan, que haba contratado a
un genealogista para que rastreara sus antepasados, descubri que su madre, Sally
Spencer, tena un parentesco lejano con los nobles Spencer de Althorp a travs de un
ancestro comn, un ambicioso ovejero de Northampton llamado Henry Spencer.
Encantado con el descubrimiento, Morgan hizo imprimir libros y tarjetas para exhibir
su ilustre pedigr, pues el banquero, aunque muy rico, todava estaba en pleno
ascenso en la escala social, con la vista puesta en lo ms alto. La relacin era lejana,
casi imperceptible, pero la vinculacin era suficiente como para prender esa llama
especial de anglomana, mezclada con veneracin por los antepasados, que tan de
moda estaba[337]. Junius Spencer Morgan era un buen representante de la estirpe de
individuos ricos de la poca muchos de ellos norteamericanos que intentaban
demostrar su refinamiento y buen gusto comprando valiosas obras de arte a
menudo inglesas, sobre todo para demostrar que ellos tambin haban conseguido
el importantsimo rango de caballeros. Un Gainsborough proporcionaba posicin de
forma automtica, pero poderse proclamar pariente de la aristocrtica modelo, por
remoto que resultara el parentesco, resultaba mucho ms opulento.
El inters del viejo Morgan quiz, se vio estimulado adems por el conocimiento
de que los Rothschild, rivales del floreciente poder financiero de los Morgan, estaban
tambin en liza por la duquesa. Junius Morgan intuy un posible golpe de relaciones
pblicas y fue uno de los primeros en visitar la galera de Agnew tras la subasta.
Herbert Satterlee, yerno de Morgan y principal adulador de la familia, describi cmo
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el seor Junius Morgan se present para ver el cuadro, pregunt su precio al seor
Agnew y lo compr al momento, manifestando a ste que la obra era para su hijo
Pierpont, que haba iniciado una coleccin de arte en Nueva York[338]. Morgan
accedi a pagar cincuenta mil dlares por la pintura, lo cual proporcion a William
Agnew unas pinges ganancias y signific sin duda un nuevo puetazo en los morros
de Ferdinand de Rothschild. Agnew, sin embargo, estaba tan satisfecho de la atencin
que despertaba la obra que puso a Morgan una condicin: Tena que acceder a que el
cuadro permaneciese unas semanas ms en exposicin[339]. A cambio, el viejo
Morgan insisti en que la venta del cuadro y el precio permanecieran en absoluto
secreto[340] hasta la entrega.
As, en un sentido tcnico, la duquesa ya era propiedad de Junius Morgan cuando,
hacia medianoche del 27 de mayo de 1876, Adam Worth sali de su apartamento con
su indumentaria ms elegante para, como l mismo dijo ms tarde, fugarse con la
duquesa. El Basuras lo acompa como forzudo y Little Joe para avisar si se
presentaba por casualidad algn polica curioso. En cierto modo, la aventura
presentaba la firma de aquel ladrn: una amalgama caracterstica de atrevimiento,
rebelda y codicia, llevada a cabo con diligencia y eficacia. Pero lo que haba
empezado como un hbil acto de delincuencia iba a desarrollarse en un sentido muy
diferente.
Esa noche, plantado ante el cuadro en la galera a oscuras, Worth quizs hubiera
debido reflexionar sobre las palabras de un ocupante anterior de aquella misma
cmara, pues all, el 18 de marzo de 1768, haba exhalado su ltimo suspiro el
escritor Laurence Sterne, otro de los modelos de Thomas Gainsborough y uno de los
mayores satricos en idioma ingls. En su libro ms celebrado, Tristam Shandy,
Sterne haba descrito con su caracterstica agudeza el modo en que una idea puede
atenazar la mente una vez ha arraigado en ella: Cabe como hiptesis que cuando el
hombre la ha concebido, la idea lo asimile todo a ella misma como alimento
adecuado. Y por lo general, desde el primer momento en que uno la engendra, se
intensifica con todo lo que uno ve, oye, lee o entiende[341]. Robar el
Gainsborough era, para Worth, el primer acto de una extraa relacin hipottica, una
idea que se hara ms fuerte en su mente y evolucionara de concepto en
convencimiento y en obsesin.
Desde ese punto en adelante, las historias de Adam Worth y de la duquesa que
pint el artista son una sola.
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12 UNA MUJER DESEADA
THE TIMES
Sbado 27 de mayo de 1876
El cuadro que ya se haba hecho famoso al haber sido vendido en diez mil
cien guineas (10 605 libras), el precio ms alto que se ha pagado jams en una
subasta por un retrato, acaba de adquirir un renombre todava mayor al haber
sido robado de la galera en la que desde hace muy poco se exhiba, en Old
Bond Street, 39. Entre el pblico londinense se ha producido una conmocin
extraordinaria cuando se ha sabido que ayer por la maana, poco despus de
las siete, se haba llevado a cabo este robo, inslito en su atrevimiento. Los
grandes carteles impresos de los escaparates que invitaban a contemplar el
cuadro se vieron rodeados enseguida de grupitos de gente que, con no poco
asombro, lean el aviso de que durante la noche algn malhechor haba robado
el lienzo, cortando la tela del marco. Por las investigaciones efectuadas en el
lugar de los hechos, se ha sabido que el lienzo fue separado del bastidor con
gran cuidado, despus de que la tela fuera cortada del marco dorado en el que
colgaba de la pared, cerca del escaparate situado sobre la puerta de la galera,
en la primera planta. El bastidor fue encontrado sobre un sof, frente al marco
dorado ahora vaco, con claras muestras de que la mano que haba manipulado
la tela no era en absoluto inexperta, ya que el lienzo haba sido separado
meticulosamente. En el marco dorado, los clavos estaban simplemente
doblados hacia atrs y no extrados, de modo que el autor o autores no haba
perdido el tiempo en minucias innecesarias. El lugar donde se expona el
retrato apenas mostraba la menor marca de lo que haba sucedido, ms all de
alguna arruga en la cortina que penda delante de la obra. La habitacin no
tiene ms de diez metros cuadrados y presenta una nica ventana que da a
Bond Street. Dicha ventana fue encontrada abierta un par de palmos, y al
examinar la repisa exterior se observ la clara huella de un zapato claveteado.
La ventana no tena persiana ni contraventana alguna, y si los ladrones
hubieran utilizado alguna luz durante el trabajo, con toda probabilidad lo
habran advertido los policas que patrullaban la calle, los cuales tenan
constancia de que las instalaciones quedaban cerradas por la noche y que
nadie resida en el edificio fuera de las horas de actividad comercial. Una
inspeccin dej de manifiesto que todas las puertas estaban cerradas e
intactas. La ventana, sin embargo, permita al ladrn arrojar el botn, en forma
de un rollo de tamao muy reducido, a las manos de un cmplice.
El asunto est ahora en manos del superintendente Williamson y de sus
detectives. Por consejo de la polica, los propietarios de la galera han
ofrecido una sustanciosa recompensa de mil libras por cualquier informacin
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que conduzca a la recuperacin del cuadro robado, lo cual puede llevar
rpidamente a alguna pista. Resulta bastante evidente que tal robo no se ha
llevado a cabo con el objetivo de vender la pintura, lo cual sera casi
imposible pues el mero hecho de ofrecerla dara lugar con toda seguridad a la
localizacin de los ladrones en casi cualquier lugar del mundo. La descripcin
que se ofreci de la obra con ocasin de la subasta y el grabado que ha
publicado el Illustrated London News, la han dado a conocer por todo el
mundo.
Es muy infrecuente que se produzca el robo de un cuadro valioso por el
sistema que se ha utilizado en ste, y nunca o muy rara vez ha quedado
impune. En el presente caso, es de esperar que una obra pictrica de tan
considerable notoriedad e inters sea recuperada intacta y que el audaz autor,
o autores, sea llevado ante la justicia.
desaparicin de la pintura, que ya crea suya. Por su parte las autoridades estaban
comprensiblemente inquietas ante el hecho de que un robo tan osado hubiera tenido
lugar en pleno centro de Londres, y los tratantes de arte vecinos de Agnew no
perdieron un segundo en expresar su preocupacin ante la falta de seguridad que
representaba el suceso. Dos de ellos, los seores H. y J. Jacobs, escribieron a The
Times para expresar la consternacin general. Como vecinos de Bond Street y como
propietarios de comercios, no entendemos cmo se pudo efectuar un robo tan
atrevido sin que lo advirtiese la polica ni el vigilante contratado por los diversos
comerciantes para la proteccin de su propiedad,[343] apuntaban con sarcasmo. Las
sospechas recayeron enseguida en el perezoso vigilante nocturno, del que, segn una
informacin sin contrastar de The Times, se dice que se haba concedido permiso la
noche del suceso, y que por tanto no ha podido arrojar ninguna luz sobre el
asunto[344].
Al inspector Williamson, de Scotland Yard, le correspondi la tarea poco
envidiable de rastrear Londres en busca de un ladrn de cuerpo menudo, experto en el
arte de robar cuadros sin daarlos, que quizs haba permanecido escondido en la
galera despus del cierre, y que, probablemente, llevaba botas claveteadas.
Circulares y fotos del cuadro desaparecido fueron enviadas a las fuerzas policiales
de todo el mundo conocido,[345] y aparecieron anuncios en numerosos peridicos
europeos. Segn un informe, los gritos y sollozos que se alzaron en Bond Street se
extendieron a todos los rincones civilizados del globo, y todas las naciones, pueblos y
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lenguas hablaban de la prdida de la obra del difunto maestro[346]. Los Pinkerton
diagnosticaron que Scotland Yard estaba desconcertada[347].
No es preciso decir que a nadie se le ocurri sospechar de Henry J. Raymond, el
rico caballero norteamericano que viva a unos cientos de metros de distancia y que
en aquel momento disfrutaba completamente de su nueva adquisicin y del revuelo
que haba causado. Sin embargo, la polica y el peridico acertaban en un sentido:
Worth no tena ningn propsito de intentar vender el cuadro, ahora an ms
reconocible gracias a los carteles de Scotland Yard que orlaban todo Londres, en los
que se ofreca mil libras por cualquier pista que condujera a su recuperacin. Carteles
parecidos, en alemn y en un francs desastroso, fueron impresos tambin por la
polica para su distribucin en Europa.
Pero mientras Worth segua admirando a la duquesa en su cubil de Piccadilly y se
felicitaba por su brillantez profesional, llegaron noticias que dieron al traste con la
razn fundamental que le haba impulsado al robo. Gracias a uno de los escasos
golpes de fortuna que nunca haba disfrutado aquel incompetente, John Worth haba
sido puesto en libertad inesperadamente, para inmensa sorpresa de s mismo y de su
hermano. Worth haba conservado un abogado llamado Beasley para que, a cambio
de una considerable minuta, contribuyera a la defensa de su hermano. Y mientras el
cerebro criminal urda sus planes para hacer desaparecer el cuadro de la duquesa, el
tal Beasley haba trabajado con empeo. Ms adelante el abogado se convirti en un
muy honorable juez en Londres, muy merecidamente ya que haba conseguido
encontrar un cabo suelto legal en la extradicin de John desde Francia. En su
entusiasmo por efectuar la detencin, el inspector Shore haba logrado la extradicin
de John bajo la errnea acusacin de ser el actor principal en la presunta falsificacin.
Beasley seal en cambio que la descripcin del hombre que haba entregado el
cheque falso Little Joe en modo alguno responda a la descripcin[348] de John
Worth y, como la polica no lo haba acusado de aquel delito, slo habra podido ser
extraditado legalmente como cmplice del hecho[349]. Apenas horas antes de que el
cuadro de Gainsborough fuera robado, Beasley haba obtenido un recurso de babeas
corpus y al da siguiente, ante la furia de un inspector Shore al borde de la apopleja,
John Worth fue puesto en libertad y conminado a abandonar el pas en el plazo de
treinta das, so pena de una nueva detencin.
Su hermano mayor, preocupado por la mala suerte crnica de John y por la ira del
inspector Shore, se movi deprisa. A las veinticuatro horas de abandonar la crcel de
Newgate, John Worth estaba embarcado en un buque que zarpaba hacia el continente,
con instrucciones de volver a Estados Unidos lo antes posible y quedarse all
indefinidamente. Pese a la satisfaccin de ver liberado a su hermano, Worth se
encontr entonces ante un nuevo dilema. Segn sus palabras, tena el cuadro y
tambin la libertad de mi hermano[350]. Librar a John de un mal encuentro fue tarea
sencilla, pero deshacerse del cuadro con beneficios y sin ser capturado iba a ser una
cuestin bastante ms compleja. Ningn tratante de arte, por loco que estuviera, se
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atrevera a mover una obra que quemaba en las manos. Por otra parte, devolver el
cuadro a Agnew para reclamarle una recompensa era una operacin igual de
arriesgada. Acarici la idea de limitarse a devolver el cuadro, pero no era propio de l
proporcionar tal placer a John Shore, despus de los problemas que le haba
ocasionado el detective de Scotland Yard. Adems ya disfrutaba de tener una
presencia tan ilustre como la famosa duquesa de Devonshire como ilcita invitada. El
cuadro estaba oculto a buen recaudo bajo el colchn de su cama, emparedado entre
los tablones. De vez en cuando lo sacaba y admiraba su conquista.
Finalmente decidi que de momento no devolvera la noble dama a sus
legtimos propietarios. Mientras tanto, William Agnew se pona ms nervioso cada
da que pasaba, sobre todo porque empezaban a circular rumores de que l mismo
poda tener algo que ver en la desaparicin del cuadro. Algunos decan que Agnew
haba descubierto, demasiado tarde, que la pintura era un fraude y que la haba
quemado para salvar su reputacin como experto en arte[351]. El annimo autor de
este chisme en particular prosigue su comentario y subraya con sagacidad: Nadie
que conozca la gran consideracin de la que goza el seor Agnew como comerciante
puede dar crdito a una historia tan absurda; lo nico que cabe pensar es que no slo
carece de fundamento sino que es completamente improbable[352]. Absurdo o no, el
rumor, como todos, adquira vida propia. Mientras tanto, otros mantenan que el
lienzo robado era una imitacin, y que el autntico estaba a buen recaudo[353].
Lejos de aportar alguna informacin concreta sobre el robo, el ofrecimiento de
Agnew de una recompensa de mil libras haba provocado una respuesta masiva,
emocional y completamente intil entre el pblico ingls. Cartas y telegramas
procedentes de todos los rincones del pas inundaban la galera de Bond Street; sus
autores eran gente con excesivo afn de colaborar, delincuentes o simples chiflados.
Un tal seor Mortimer, de Blomfield Road, North London, escriba el 28 de mayo
una educada nota a William Agnew: Tengo una clarividente muy buena [] y con
su amable permiso la traer a la galera para ver si puede rastrear el valioso cuadro
que tanto echa en falta el pblico. Hasta despus del jueves no podr conseguir los
servicios de esa mujer []. Concierto esta cita tan pronto porque cuantas menos
personas toquen el marco, ms probabilidades habr de que perciba las caractersticas
del autor del robo[354]. El individuo aada una posdata en tono conspirador: Ser
mejor que mantenga usted el asunto en secreto, pues de lo contrario a la clarividente
podra resultarle imposible rastrear la pista del retrato.
Otros eran mucho ms concretos en sus asertos y acusaciones. Sin duda le
parecer extrao que le escriba a usted de esta manera apuntaba otro corresponsal
, pero anoche tuve un sueo en el que vi que su valioso cuadro ha sido robado por
un caballero que vive en The Time House, Newton, Yorks, un tal seor Villiers, y
creo que sera conveniente que se dirigiera usted all. Haga el favor de guardar la
presente carta y yo me quedar una copia, de modo que si es como yo le digo podr
saber quin le ha escrito. Espero que tomar usted buena nota de esto y dar aviso, ya
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que tengo la total seguridad de que cuanto digo es cierto[355]. Daniel Berman, de
Leeds, se limit a enviar una tarjeta de bordes negros con la siguiente sugerencia:
No podran haberla escondido en un tubo metlico y haberla sumergido en alguna
parte?[356]. Dado que ello llevaba a Agnew a tener que buscar en todas y cada una
de las extensiones de agua del mundo, la sugerencia no pareca de gran ayuda.
Los archivos de Agnew contienen gran nmero de sugerencias ms, lo cual
demuestra que la sociedad victoriana abundaba tanto en chiflados como la nuestra.
Algunos vean oportunidades claras de obtener un provecho ilcito. Australia
insista en que no aceptar un penique menos de mil libras a cambio del cuadro[357]
y sealaba una cita con sir William en Eaton Square. El seor Agnew debe venir
solo y no debe haber nadie vigilando. Slo tendr que tratar con una persona y no se
le causar ningn dao personal [] ser exclusiva culpa de usted si no est en
posesin de su cuadro una hora y media despus de nuestro encuentro [] recuerde
que tengo que cuidar de mi libertad [] y si me detuvieran tendra que sufrir el
castigo de las leyes inglesas, que supongo que seran unos cinco aos[358].
Australia tambin adverta de que haba dado instrucciones a su esposa de destruir
la pintura en caso de que lo detuvieran, y se despeda con una reflexin de filosofa
domstica absolutamente fuera de lugar: Una mujer har cualquier cosa por el
hombre al que ama[359]. Otro corresponsal sealaba que si William Agnew llevaba
mil libras en oro a cierta esquina del East End de Londres a medianoche de un da
determinado, podra recuperar el cuadro robado. Agnew, hombre sensato, declin la
propuesta, pues no pareca inclinado a que lo atacaran y asesinaran en una callejuela
oscura. No es difcil imaginar a ese sencillo ladrn del East End esperando en la
esquina, pacientemente, la llegada de su vctima. El tratante de arte pasaba estas
misivas a Williamson, de Scotland Yard. Algunas eran investigadas someramente,
pero a la mayora no se les haca ningn caso.
Entre las cartas de chiflados y las de delincuentes haba unas cuantas que
mostraban una sincera inquietud ante el robo y que reflejaban el extraordinario
impacto producido entre el pblico en general por el cuadro y por su venta. De stas,
tal vez la ms sentida fuera la de una tal Marguerite Antehuester. Seor, aunque
usted no lo sepa, la noticia de la gran prdida que sufri usted anoche me ha
conmocionado tanto que no resisto el impulso de escribirle para participarle mi ms
profunda simpata, y no puedo sino pensar que el delito ha sido cometido por un loco,
pues estos das pasados he soado en el placer de ver el cuadro de Gainsborough, y
cuando esta noche nos ha llegado la noticia de su robo, no s qu ha sido mayor en
nuestro corazn, si el desconsuelo o la indignacin []. Le ruego perdone a una
desconocida por dirigirse a usted de esta manera, pero me siento profundamente
interesada, como todo el mundo, en esa pintura maravillosa[360].
La abrumada seora Antehuester apenas exageraba, pues el destino misterioso del
retrato de la duquesa se haba convertido de pronto en objeto de comentarios de saln
en el que pocos eran quienes carecan de parecer. Durante aos, continu llegando al
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despacho londinense de Agnews un goteo permanente de falsas apariciones, consejos
no solicitados y notas de condolencia. Hasta el robo, el cuadro de Gainsborough
haba sido la preocupacin de los londinenses cultos y un tema de moda pasajero
entre las clases populares; de pronto, la vida desordenada de Georgiana fue reavivada
por el escndalo moderno. El inters que senta el pblico respecto a su posible
destino era tan grande que dejaba en segundo plano cualquier otro asunto. Eclipsaba
todos los acontecimientos del momento. Era tan grande el deseo de conocer el cuadro
que aparecieron reproducciones ms o menos fieles en grabados, y fueron muy
apreciadas en los almanaques y calendarios por los clientes de los impresores y de los
tenderos,[361] apunt un observador. Nada salvo el envenenamiento de un caballo
de carreras favorito o la desaparicin de un perro famoso podran haber despertado
igual preocupacin en la mente britnica media, deca el Midland Daily Telegraph
con exageracin.
La imagen de la duquesa estaba por todas partes, y su posible paradero era
discutido vidamente por todo el mundo, desde duques hasta vendedores ambulantes.
La fama libidinosa de Georgiana era celebrada ahora en baladas de music-hall y en
versos burlescos, en tanto que algunos empresarios pagaban a las bellezas ms
destacadas de los escenarios de variedades para que lucieran rplicas del famoso
sombrero pintado por Gainsborough[362].
Gracias a Adam Worth, la fama de la duquesa era ahora universal.
Como observaba con agudeza un peridico, quienquiera que hubiese robado la
pintura haba llevado a cabo tambin una tarea ante la cual el propio Ruskin habra
palidecido.
[Ese ladrn] ha llevado el conocimiento de los nombres de Gainsborough y de
Georgiana, duquesa de Devonshire, a millones de personas, que de otro modo jams
habran odo hablar de l. En este sentido, se le puede proclamar apstol de la
cultura[363].
La duquesa se convirti en el patrn de la alta costura del momento, y el robo
result una bendicin para los sombrereros londinenses, pues en muchas de las
ceremonias pblicas, gran parte de las damas vestan segn el modelo que presentaba
el retrato[364]. Los sombreros enormes con plumas de avestruz hicieron furor a
ambos lados del Atlntico, y el sombrero Gainsborough [] se puso tan de moda
entre las mujeres de Nueva York que un modisto que marcaba el patrn de la
elegancia lleg a denominarlo "estilo lady Devonshire"[365]. Un sombrero duquesa
de Devonshire proporcionaba a su portadora una imagen avanzada, incluso algo
atrevida, y se utilizaba en las referencias literarias para atribuirlo a una clase de mujer
especialmente llamativa. En A Case of Identity, de sir Arthur Conan Doyle, Watson
describe a Mary Sutherland y dice que luca una gran pluma roja rizada en un
sombrero de ala ancha, que portaba ladeado con un aire de coquetera al estilo
duquesa de Devonshire[366]. No sera sta la ltima vez que sir Arthur se encontrara
en deuda, directa o indirectamente, con Adam Worth.
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Pese a su natural vanidoso y a que se senta complacido de ser el objeto annimo
de tanta atencin, Worth tambin empezaba a inquietarse un poco con el revuelo.
Saba que la lealtad de Little Joe Elliott, y an ms la de Jack Phillips el Basuras
imbcil pero tambin avaricioso en extremo dependa del dinero.
Los dos exigan ya el rescate por el retrato de la duquesa, pero entrar en
negociaciones con sir William Agnew para el retorno provechoso de la pintura en
mitad de semejante pandemnium era una invitacin a la catstrofe. As pues, Henry
Raymond, encantador y prspero hombre de mundo, decidi que haba llegado el
momento de emprender una de sus habituales excursiones, esta vez acompaado por
su nueva amante transportable. Un carpintero habilidoso y discreto adapt un gran
bal Saratoga para acomodarle un doble fondo en el que poda acomodarse la
duquesa y, mientras Londres an herva en rumores, la duquesa y su orgulloso nuevo
consorte se escabulleron de la ciudad sin que nadie se enterara y tomaron un barco
con rumbo a Nueva York.
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13 MY FAIR LADY
Los exsocios de Worth en el delito y en el amor, Piano Charley Bullard y Kitty
Flynn, lo haban precedido en el viaje a Estados Unidos. El primero estaba en prisin,
cumpliendo sentencia por el robo del banco Boylston, mientras que la segunda segua
en su negocio, esperando la oportunidad de emprender su siguiente conquista social.
Con el nombre de seora Kate Flynn, Kitty intentaba cortar lazos con sus antiguos
socios delincuentes y, como propietaria y principal atractivo de una casa de
huspedes para hombres, se haba transformado una vez ms; en esta ocasin se haba
convertido en una matrona neoyorquina de buen ver, venida a menos y absolutamente
respetable. O tal vez no. La joven viuda. Flynn, segn un testimonio, alquilaba
habitaciones amuebladas a caballeros solos en los pisos superiores y ofreca sus
salones de abajo para partidas de cartas, pequeos bailes, encuentros de amantes y
cenas privadas de comerciantes[367]. Encantadora y mundana, Kitty no tard en
atraerse una buena fama de mediadora de influencias y de intermediaria en tratos
financieros[368]. Y cada vez que un comerciante haca un trato bajo su techo, Kitty
tena una comisin. William Pinkerton consideraba a Kitty disoluta,[369] y
recordaba su establecimiento como una especie de casa de citas en algn lugar de la
parte alta de la ciudad[370]. Segn cont Pinkerton a su hermano ms adelante, en
cierta poca fue considerada la amante de un magistrado de Nueva York, creo que era
el juez Ottovard[371]. Tal vez no fuera ms que otra habladura sin fundamento,
aunque intrigante, pero habra sido muy propio de Kitty seleccionar como nuevo
amante a Ottovard, uno de los jueces ms poderosos de la ciudad.
Tras desembarcar en Nueva York, Worth acudi inmediatamente a visitar a Kitty
y a las dos nias, como hara repetidas veces a lo largo de los aos siguientes. Adam
me dijo que siempre acuda a verlas cuando estaba all, y reconoci que eran hijas
suyas,[372] escribi William Pinkerton ms tarde. Worth segua embelesado con
Kitty, es evidente, pero no hizo ningn intento de recuperarla o de apartarla del juez
Ottovard. Se haba roto el vnculo de conspiracin entre los dos antiguos amantes,
que en otro tiempo haban compartido todos los secretos y ambiciones. All sentado
en el saln de Kitty, tomando el t con toda educacin, Worth no hizo ninguna
referencia a la noble dama que yaca fiel en el fondo del gran bal.
El 10 de junio, cuando se registr en el Astor House de Nueva York y se puso a
escribir de inmediato una carta en tono informal y rebosante de descarada
autocomplacencia a los seores Agnew, su estado de nimo era extraamente
eufrico. sta fue la primera de las diez que Worth envi a lo largo de los dos aos
siguientes y que permanecen en los archivos de Agnew. Al pomposo tratante de arte
debi de causarle una irritacin indecible que un hombre que haca poco le haba
sustrado el cuadro ms caro del mundo, se dirigiera a l de aquel modo, pero Worth
estaba totalmente decidido a ocasionar la mayor cantidad posible de molestias a la
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galera de arte.
Caballeros empezaba, efusivo, la certeza de estar a salvo tiene un efecto
euforizante sobre los nervios despus de la tensin mental que acabo de pasar, y no
puedo dejar de valorarla y apreciarla. Llegu en el S. S. Saythia el pasado martes y
traje conmigo a la duquesa de Devonshire[373]. Esta introduccin iba seguida de
unos comentarios despreocupados sobre el tiempo, su salud y su satisfaccin con las
instalaciones de la Astor House.
Y ahora pasemos a nuestros asuntos, continuaba, como si pusiera orden en una
chchara deslavazada entre amigos.
Esta pintura tiene un valor de unas cincuenta mil libras, pero con tanta publicidad
[el trato dado al robo en la prensa, por ejemplo], su valor ha aumentado tanto que la
mitad de esa cantidad sera poco para canjearla.
Ahora estoy seguro y a salvo de que me detengan. Por otra parte, el cuadro est
escondido y a cubierto de daos. Nadie salvo yo conoce su paradero. Aqu puedo
conseguir una buena suma por l. He odo decir que un tratante de San Francisco
estara dispuesto a ofrecer diez mil dlares si casualmente fuera puesto a la venta all;
y otros se han expresado en trminos muy parecidos.
Ante tal perspectiva, no me siento codicioso, y por veinticinco mil libras
devolver el retrato intacto. Como mi persona no corre riesgos, estoy abierto a
negociar con cualquier persona que ustedes enven o contraten en este pas, por
supuesto.
Era un gran riesgo, pero llevaba escritas las palabras mgicas: En esto hay
dinero.
No quiero manejos bajo cuerda porque no voy a asustarme y porque ste es un
juego en el que tengo la carta ganadora. El cuadro est en excelentes condiciones. Lo
enroll con el lado pintado hacia fuera, por supuesto, as que puedo asegurarles que
est en perfecto estado.
No hay constancia del efecto de la desconcertante misiva en quienes la recibieron,
pero por su sutil malicia, su manifiesto descaro y su fina irona, es una de las piezas
maestras de Worth.
Adems de disimular su caligrafa y de aadir unas cuantas faltas de ortografa
convincentes, Worth haba adoptado un nuevo alias: firmaba como Edward
A. Chattrel, y utilizaba un apartado de correos para la correspondencia.
Deca en serio lo de devolver el cuadro, o slo estaba jugando con sus vctimas?
William Agnew ya haba entrado en contacto con el marchante neoyorquino William
Schaus y con Robert Pinkerton, el hermano de William y jefe de la oficina de Nueva
York de la agencia de detectives. Tan pronto se recibi la carta, se envi a unos
detectives a investigar los libros de registro de Astor House, pero lgicamente
constataron que el apellido Chattrel no aparece en el registro, y los empleados del
hotel, tanto del servicio como de administracin, desconocen de quin se trata[374].
Tampoco haba apartado de correos a nombre de Edward Chattrel, pero se decidi
15 de diciembre de 1876
Caballeros:
Les informamos de la llegada sin novedad de su cuadro a Estados Unidos
y adjuntamos una pequea muestra para que constaten que nosotros somos
los poseedores autnticos de la obra, y en consecuencia los nicos con los
que tienen ustedes que tratar. La parte que les enviamos est cortada de la
esquina superior derecha del lienzo, y podrn ustedes comprobar que encaja
con los restos que quedaron en el marco.
Mientras negociamos con ustedes, enviaremos de vez en cuando
fragmentos que encajen con el que ahora les remitimos, hasta que tengan
ustedes toda la longitud del marco. El cuadro est intacto.
Como no existe tratado de extradicin entre este pas e Inglaterra,
podemos negociar con ustedes con inmunidad.
Esta comunicacin debe ser estrictamente confidencial. Si deciden
negociar el retorno del cuadro, deben tener confianza en nosotros; por el
contrario, al primer indicio de que se produce la intervencin de la polica,
destruiremos de inmediato el lienzo. A estas alturas, ya estarn ustedes
convencidos de la inutilidad de las pesquisas policiales en este asunto.
Al encontrarse el objeto a este lado del ocano, cualquier abogado puede
negociar con ustedes sin ser acusado de conspiracin para la realizacin de
un delito. Queremos que entiendan bien nuestra determinacin, que es la
Worth firm la carta NUEVA YORK y aadi que toda nueva comunicacin
sera enviada bajo tal nombre.
La misiva era puro Worth: metdica, organizada, imperiosa y considerablemente
impertinente. El tono legal permite suponer que tal vez fuera corregida por su cuado,
el abogado Lefens. Agnew no necesitaba que le recordaran que el ladrn le haba
ayudado en buena medida a incrementar el valor del cuadro al robarlo, ni necesitaba a
nadie para redactar una respuesta medida. Resulta fascinante que Worth, siempre tan
esnob, quisiera subrayar que incluso al otro lado del mundo segua leyendo el Times
de Londres, el peridico de la lite britnica. Pero en gran parte, la carta tambin era
un farol. Worth no tena la menor intencin de destruir el cuadro; de hecho, el
fragmento de lienzo enviado como prueba del robo haba sido cortado con mucho
cuidado de la parte que quedaba bajo el marco para no perjudicar la obra. Worth no
era la seora Maginnis. Esta carta contiene la primera referencia de Worth al rapto
de la duquesa. Un trmino humorstico, pero tambin una seal de que el retrato ya
representaba para l algo ms que una simple propiedad comercial. Aunque para
Agnew el tono resultara claramente irritante, el fragmento encajaba con los restos
dejados en el bastidor y demostraba de forma concluyente que el autor de la misiva
no era ningn bromista. Y a diferencia de su despreocupacin anterior, Worth no daba
ninguna pista de su paradero.
Despus de consultar con sus abogados, Lewis & Lewis, y con Scotland Yard,
al darse cuenta de que se haba ido de la lengua, cerr la boca y, pese a las amenazas
y a las ofertas de trato favorable que le haca la polica, se neg a decir una sola
palabra ms. No estaba dispuesto a revelar su identidad por razones familiares,[606]
inform la polica. Al menos en esto Worth era absolutamente sincero, pues su
principal preocupacin fue siempre que su esposa no descubriera su apurada
situacin. Pese a la evidente traicin de sus cmplices, Worth insista en que haba
actuado solo. Con la lealtad que lo caracterizaba, Raymond [Worth] se neg una y
otra vez a revelar la identidad del compinche a cuya estupidez deba su detencin, y
Curtin escap a Inglaterra[607], escribi la visionaria Sophie Lyons. De hecho,
parece que la negativa de Worth a identificar a su cmplice tena como intencin
directa proteger a su familia, ya que haba pedido a Curtin que cuidara de su esposa y
de sus hijos en el caso de que lo detuvieran.
Todo ello dejaba a las autoridades en un dilema. Las investigaciones efectuadas
en la estacin de ferrocarril Guillermins revel que este individuo fue visto en varias
ocasiones la semana anterior [a los hechos], deambulando por las zonas de venta
ambulante. Un revisor incluso lo haba visto en esos das siguiendo de cerca los
movimientos de un furgn de transporte en el Quai de Fragne[608]. El hombre que
tenan detenido era un delincuente, no haba duda, pero resultaba imposible decir de
qu tipo exactamente. Worth esperaba sacar un milln de francos, o doscientos mil
dlares[609] del asalto al furgn, pero los paquetes que se haba llevado contenan
tambin valiosos papeles de estado[610] que apuntaban a la posibilidad de que fuera
un espa extranjero. El valor oficial de los papeles es de sesenta mil francos, pero el
valor real es mucho mayor,[611] afirmaba un peridico, mientras otros calculaban el
valor de lo que contena el furgn en medio milln de francos, por lo menos, dada su
importancia. Cinco das despus de la detencin, Worth segua manteniendo un
En realidad, esto ltimo no era cierto, pero surti el efecto deseado. Cuando la
audiencia dej de rer entre dientes y de hacer demostraciones de escndalo, el fiscal
Beltjens reanud el interrogatorio.
Y en aquel punto, durante unos momentos, monsieur Beltjens hizo una pausa
efectista con la que pretenda reafirmar el poder y la civilizacin del reino de los
belgas. Worth haba reconocido la autora del robo, pero haba conseguido darle el
aire de un acto espontneo e impremeditado, una conducta bastante impropia de un
extranjero en tierra extraa. Beltjens pas entonces a la segunda fase de su ataque:
intentar demostrar que Worth era un rico y poderoso delincuente con una larga lista
de fechoras y numerosos secuaces, muy indeseables. Emprendi una nueva serie de
preguntas.
ACUSADOR: Usted dio varios nombres falsos cuando fue detenido. Por
qu?
WORTH: Al principio dije que era Edouard Grau. Fue el primer nombre
que me vino a la cabeza, porque no quera que se supiera mi verdadero
apellido.
ACUSADOR: Reconoce que se ha comportado de manera sumamente
irregular?
WORTH: S, estaba fingiendo, pero no haca nada ilegal. ACUSADOR:
Cmo es que se le ocurri escoger el nombre de Grau y el de Henry
Raymond, nombres de conocidos delincuentes americanos?
WORTH: Durante la guerra franco-prusiana de 1870 quise ir a Pars,
pero debido a mis orgenes alemanes me denegaron el pasaporte, de modo
que adopt el apellido Raymond y vine a Francia, donde continu utilizando
ese nombre, igual que en Ciudad del Cabo.
ACUSADOR: Conoce a ese tal Raymond?
Worth: S, era amigo mo.
ACUSADOR: Saba que era un ladrn?
WORTH: O comentarlo alguna vez, pero nunca lo vi robar nada.
ACUSADOR: No saba tambin que ese tipo, Raymond, tena otro
nombre, Adam Worth?
WORTH: En esa poca era yo quien usaba ese nombre.
ACUSADOR: Y no ha odo nunca comentar que en Estados Unidos ese
tal Adam Worth tambin tena fama de ser un ladrn contumaz?
Worth: No.
El juez, el jurado, los espectadores y hasta el propio Beltjens estaban ya sin duda
completamente confundidos respecto a quin era en realidad el hombre que ocupaba
el banquillo. Beltjens, incmodo en extremo, insisti en sus preguntas con terquedad.
Monsieur Beltjens empezaba a perder fuelle. Sugiri que Worth haba comprado
el candado nuevo para reemplazar el de la caja fuerte, una vez forzado, lo cual le
dara tiempo de escapar. Worth replic que no era as. Beltjens seal con sarcasmo el
notable parecido entre el robo de Ostende y el delito que se estaba juzgando e
insisti en que Worth ya llevaba en Lieja ms de un mes, antes de la fecha que haba
dado, el 5 de octubre. Y que se haba dedicado a planificar el robo. Nuestro hombre
respondi que no era as. Exasperado ante la serie de negativas en redondo, Beltjens
se vio forzado a concluir el alegato con un anticlmax:
Era tal la influencia de Shinburn que incluso los carceleros le tenan respeto, pues
pasaba informes de sus actividades al alcaide. En aos posteriores, Worth terminara
por soltar espumarajos ante la mera mencin de su nombre. De todas las sabandijas
despreciables que alguna vez han elegido por oficio el de ladrn, Max Shinburn era
sin duda la peor de todas. Era la sabandija ms completa y total que he conocido en la
vida; careca de cualquier asomo de hombra,[646] declar a Pinkerton. Y la hombra,
o mejor an la caballerosidad, era la cualidad que le resultaba ms querida. No haba
nada, del asesinato abajo, que Shinburn no estuviera dispuesto a hacer []. Era el
cerdo ms vil, despreciable y arrogante que haya vivido jams[647]. Worth, por lo
general persona pacfica, termin su comentario diciendo que nunca se
recuperara[648] de lo que le haba hecho su antiguo socio, y que si algn da tena
ocasin lo matara[649].
Con Shinburn para hacerle la vida imposible y el lgubre fantasma del difunto
Charley por nica compaa, Worth se hundi en la ms negra depresin, que se
ahond cuando llegaron de Inglaterra noticias sobre el destino de su familia. Johnny
Curtin, en una demostracin de que era la persona vulgar que describiera Sophie
Lyons, recompens la lealtad de Worth y su negativa a confesar su nombre con la
traicin ms inesperada. La seora Raymond haba sabido por los peridicos que su
marido, el respetable Henry Raymond, era en realidad Adam Worth, un hombre que
haba cometido toda clase de delitos imaginables, prcticamente, y que en aquel
momento cumpla condena a siete aos de trabajos forzados en una crcel belga. Con
deudas pendientes, apenas ascendan a cinco mil dlares. Kitty haba conseguido
gastar ms de un milln de dlares en menos de ocho aos y haba muerto casi tan
pobre como haba empezado. Segn una fuente, el resto de su fortuna fue
derrochado [] en caprichos y ropas finas[679]. El despilfarro del legado de Juan
Pedro Terry fue un acto de libertinaje por todo lo alto, muy propio de aquella gran
dama hecha a s misma, que habra tenido la completa aprobacin de su ltimo
marido y de su antiguo amante. A pesar de no haberles dejado prcticamente nada, las
hijas mayores no pasaron hambre. Lucy Adeline, ya con veintitrs aos, fue
nombrada tutora de Juanita por el tribunal testamentario. Con el tiempo, tanto ella
como Katherine Louise haran excelentes bodas y se convertiran en damas de
sociedad, algo que su madre siempre haba aspirado a ser.
La determinacin de Kitty de inventarse y reinventarse a s misma haba sido lo
primero que haba conquistado a Worth. Era una comunin de espritus que estaba en
lo ms profundo del nico asunto amoroso humano que Worth haba conocido en su
vida. Juntos haban emergido de la nada para convertirse en personas acaudaladas,
porque tanto l como Kitty se haban hecho un lugar en el mundo con el dinero de
otros. Vivieron en una poca en que la apariencia contaba ms que la esencia. Pese a
su esnobismo ya la estratificacin social, la era victoriana fue un tiempo en que una
criada poda llegar a princesa, y un golfillo callejero llegar a prncipe. Kitty Flynn y
Adam Worth se haban construido una posicin refinada, con casas, caballos, yates y
joyas, al igual que un pintor reproduce la fantasa con tela y pintura. Kitty obtuvo el
dinero casndose con l; Worth, robndolo. Pero en muchos aspectos eran idnticos,
conspiradores que colaboraban en el gran fraude de la moral victoriana y las
apariencias.
Sin embargo, haba en Kitty una integridad de la que Worth, como tantos
Victorianos, careca visiblemente. Worth haba conseguido convencer a todos, incluso
a s mismo, de que su vasta riqueza lo haca una persona mejor, un ser moralmente
superior, incluso aunque los medios para conseguirla fueran descaradamente
deshonestos. Kitty haba mostrado la misma voluntad frrea en su determinacin por
alcanzar la cima mediante la utilizacin de sus manifiestos talentos y, aunque ello la
haba llevado a relacionarse con ciertas compaas poco recomendables, no haba
mentido, engaado ni robado para llegar a ella. Como Georgiana, la duquesa de
Apreciado seor:[781]
Abusando de la amistad que hicimos en Londres, he acudido a verlo por
un asunto que puede ser beneficioso para ambos en el caso de que se digne
usted contemplarlo. Tengo suficiente conocimiento de usted y suficiente
confianza en su rectitud como para saber que si tengo su palabra de que no
se aprovechar de mi situacin y de que no se utilizar nunca con otros fines
cualquier informacin que pueda adquirir respecto al asunto sobre el que
deseo consultarle, puedo fiarme plenamente de ello. Estoy tentado de pedirle
que me ofrezca esa seguridad debido a las especiales complicaciones que
Reconoc de inmediato que la carta estaba escrita por Adam Worth, alias Henry
J. Raymond, y que sin duda haca referencia a la propuesta que me haba hecho
Priestone [el nombre clave de Sheedy para los Pinkerton] el ltimo verano[782].
Pinkerton no perdi un segundo, e inmediatamente puso el anuncio en el
vespertino de Chicago. El da 12 recib una llamada telefnica con el mensaje de
que Robert Ray quera verme recordara Pinkerton. No conoca a nadie con ese
nombre, pero cuando me puse al aparato, alguien me pregunt con marcado acento
britnico si hablaba con William Pinkerton. Respond que s. "El seor William
Pinkerton?", insisti, y le confirm que era yo. "Soy el caballero de Londres", dijo l
entonces. Respond que ya saba quin era []. Le pregunt dnde estaba y me dijo
que casi enfrente de nuestra oficina. Le propuse que fuera all, entrara y pidiera por
m personalmente; le asegur que nadie le prestara atencin porque nadie lo
conocera. l accedi a lo que le sugera[783].
Si la tctica de Worth era cauta en extremo, Pinkerton tampoco corra riesgos.
Inmediatamente envi a detectives a posiciones desde las cuales pudieran ver al
hombre cuando entrase y cuando se marchase.
Quera que lo viesen en las oficinas el mayor nmero posible de gente para que
ms adelante pudieran reconocerlo. Al cabo de unos minutos me anunciaron la
presencia de Robert Ray [][784].
Los dos conocan perfectamente los respectivos negocios, pero haca casi dos
dcadas que William Pinkerton no vea a Adam Worth. Los dos eternos adversarios
se estrecharon la mano con parsimonia, y el detective valor con ojo experto la
notable figura que acababa de entrar en su despacho.
Bien, me alegro de que todo haya salido bien respondi el detective. Haba
decidido que si se trataba de un fraude, quemara eso y me lavara las manos de todo
este asunto[845].
Despus de este momento extraamente emotivo, los dos hombres se lanzaron
otra vez a un torbellino de actividad. Morland escribi: Yo envi de inmediato un
telegrama a mis familiares. Deca: "He conseguido un Gainsborough", para que
pudieran asegurar el cuadro. El uso del artculo indefinido fue totalmente
premeditado. El mtodo utilizado para recuperar el cuadro era irregular, como
mnimo, y Morland no tena ninguna intencin de poner a las autoridades sobre la
pista de lo sucedido hasta que el cuadro estuviera de nuevo a salvo en Old Bond
Street.
haba sucedido ya, por la imagen arrebatadora de la modelo. Para un hombre que
conoca bastante sobre conquistas amorosas, adquirir una imagen considerada por
muchos como una de las ms bellas del mundo sera el reto definitivo, una conquista
galante. Adems, la Georgiana de Gainsborough era desmelenada, coqueta, y su
mirada tena ese brillo seductor inconfundible. La duquesa perteneca a esa clase de
mujer que a Morgan le gustaba.
como demostracin de su largo servicio en la firma, que el cuadro aparece tan fresco
y hermoso como el da que fue presentado en esta galera por primera vez []. El
York, 1992, vol. II, p. 303. (En adelante Conan Doyle). <<
lamentablemente sin fechar, contiene mucha informacin y parece haber sido escrito
poco despus de la devolucin del cuadro, posiblemente por un miembro del equipo
de Agnew. <<
Walter E. Houghton, The Victorian Frame of Mind, Oxford, 1957, p. 183. <<
<<
the Virtues and the Vices, the Mysteries, Miseries and Crimes of New York City,
Filadelfia, 1868, p. 366. <<
ADP. <<
History, Nueva York, 1967, p. 286 (Los Pinkerton, Ed. Bruguera, 1973). Aunque el
mtodo histrico de Horan est abierto a la crtica, su captulo sobre Worth resulta
inestimable dado que entre 1950 y 1970 se bas en unas fuentes que han sido
destruidas (en el caso de Scotland Yard) o perdidas (en el caso del archivo de
Pinkerton). <<
<<
1994. <<
Hart-Davis, The Painters Eye: Notes and essays on the pictorial arts, Londres, 1956,
Wisconsin, 1989, p. 125. <<
captulo 2. <<
<<
ADP. <<
<<
que el autor de esta carta, al igual que el de las cartas anteriores firmadas por
Edward Chattrel se refiere al anuncio resultante del hurto, palabra que sugiere
que tal vez el autor sea el mismo. <<
1893. <<
ADP. <<
ADP. <<
<<
142. <<
Doyle. Sus investigaciones acerca de las fuentes reales de la obra de Conan Doyle lo
condujeron a establecer la direccin postal real en 221B Baker Street. <<
409. <<
<<
<<
<<
ADP. <<
ADP. <<
ADP. <<
1073. <<