El Napoleon de Los Ladrones - Ben Macintyre PDF

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Una

crnica sobre el mayor delincuente de la historia de la humanidad, un


ladrn que superaba a Moriarty, y su perseguidor, perteneciente a la primera
agencia de detectives de la historia.

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Ben Macintyre

El Napolen de los ladrones


Vida y andanzas de Adam Worth. El autntico Moriarty

ePub r1.0
Titivillus 30.04.17

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Ttulo original: The Napoleon of Crime
Ben Macintyre, 1997
Traduccin: Hernn Sabat

Editor digital: Titivillus


ePub base r1.2

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Para Kate

Adam Worth fue el Napolen de los ladrones. Ningn otro delincuente le ha


llegado a la suela del zapato.
SlR ROBERT ANDERSON,
Jefe de Investigacin Criminal de Scotland Yard, 1907[1]

Es el rey de la delincuencia, Watson. Es el organizador de la mitad del mal y de


casi todo lo que pasa inadvertido en esta gran ciudad. Es un genio, un filsofo, un
pensador abstracto. Posee un cerebro de primer orden. Permanece inmvil como una
araa en el centro de la tela, pero la suya tiene mil radios, y reconoce la vibracin de
cada uno de ellos. Acta poco. Se limita a trazar los planes, pero sus agentes son
numerosos y estn esplndidamente organizados []. El inductor principal que
utiliza a tales agentes no es atrapado jams []. Ni siquiera despierta la menor
sospecha.
Sherlock Holmes, hablando del profesor Moriarty en The final Problem, de
SlR ARTHUR CONAN DOYLE[2]

Espero que no habr llevado usted una doble vida, fingiendo ser malvado cuando
en realidad ha sido bueno en todo momento. Eso sera una demostracin de
hipocresa.
OSCAR WILDE, La importancia de llamarse Ernesto[3]

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PREFACIO
Hace algn tiempo acud a Los ngeles para cubrir la ltima entrega del caso
Rodney King, esa saga sombramente definidora de los tiempos modernos. Sin
embargo, cuando dej la ciudad tena en la cabeza otra historia de policas y ladrones.
Los agentes blancos de la polica de Los ngeles que haban sido filmados por un
cmara aficionado mientras daban una paliza al conductor negro, seguan
proclamando tercamente su inocencia desde el banquillo de los acusados, que
ocupaban por segunda vez. Se mascaba en el ambiente que la ciudad estaba al borde
de un nuevo estallido de disturbios. Una tarde, cuando el jurado ya se haba retirado a
deliberar sobre el veredicto, decid llegarme en coche hasta la zona de Van Nuys para
indagar en los archivos de la agencia de detectives Pinkerton; tena en la cabeza la
idea de escribir un artculo para The Times sobre la actividad policial en otra poca,
de tonos sepia, a un mundo de distancia de los matones que estaban siendo juzgados
y de los violentos de los guetos que tomaran las calles si aqullos escapaban de
nuevo a la justicia.
La agencia Pinkerton. El mero nombre evocaba la imagen de unos detectives de
patillas y mostachos cmicos, armados de revlveres de seis tiros, que cabalgaban
tras personajes como Jesse James, la banda de Reno, Butch Cassidy y Sundance Kid.
Un aburrido secretario que no dejaba de hacer globitos con goma de mascar me
condujo a los archivos del stano. Me di cuenta al instante de que all haba mucho
ms de lo que se poda digerir, no ya en una tarde sino en un ao entero. Las hileras
de cajones, que rebosaban de expedientes, daban testimonio de la minuciosidad de los
primeros detectives norteamericanos. Al cabo de una hora de husmear al azar, tom
en mis manos un lbum de recortes encuadernado, con fecha de 1902, y al hojearlo
encontr este fragmento de un artculo de prensa:

THE SUNDAY OREGONIAN, PORTLAND


27 de julio de 1902

ADAM WORTH, EL MAYOR LADRN DE LOS TIEMPOS


MODERNOS, ROB TRES MILLONES DE DLARES
sta es la historia de Adam Worth.
Si un autor de ficcin fuese capaz de concebir un relato semejante, es
probable que no se atreviera a escribirlo por temor a ser acusado de recurrir a
lo ms desquiciado e improbable.
La valoracin sobria, fra y tcnica que hacen de Adam Worth los ms
afamados cazaladrones de Norteamrica y de Gran Bretaa lo seala como el
delincuente profesional ms notable, exitoso y peligroso que han conocido los
tiempos modernos.
A lo largo de una vida delictiva que abarca casi medio siglo, Adam Worth

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consigui un botn de al menos dos millones de dlares, que bien podran ser
incluso tres.
Surcando el Mediterrneo en un yate a vapor con una tripulacin de veinte
hombres, Worth dej tras l un rastro de ciudades saqueadas.
Slo fue capturado en una ocasin, y ello fue debido a la torpeza de uno
de sus aliados. Dirigi a los malhechores ms astutos y proyect golpes con
un ingenio que desafiaba el talento de los mejores detectives del mundo.
Las policas de Norteamrica y de Europa suspiraron durante aos por
echarle el guante, y durante aos se dedic a perpetrar toda clase de robos
falsificaciones de cheques, estafas, hurtos, voladura de cajas fuertes,
diamantes, asaltos al correo, allanamientos de morada, asaltos en caminos y
atracos a bancos ante sus propias narices, con absoluta impunidad.
Con todo, existen en la biografa de este individuo descarriado tres puntos
que lo redimen.
Senta una ferviente adoracin por su familia y consideraba y trataba a sus
seres queridos como algo sagrado. Su esposa nunca conoci sus actividades
delictivas y sus hijos viven hoy en Estados Unidos ignorando totalmente que
su padre fue el maestro de ladrones del mundo civilizado.
Nunca fue violento con las personas, y bajo ninguna circunstancia quiso
tener tratos con nadie que lo fuera.
Y nunca dej en la estacada a un amigo ni a un cmplice.
En una ocasin, por mantener esa lealtad, rescat a su grupo de
estafadores de una prisin turca, y a continuacin lo liber de manos de unos
bandoleros griegos, lo cual lo dej en la miseria.
Y esa lealtad fue lo que lo convirti en el hombre que rob el retrato de
Gainsborough. La razn de dicho robo se contar aqu por primera vez.
Hasta hoy, todos los que la conocan estaban obligados a guardar silencio. El
motivo que impuls esa reprensible hazaa fue nico en los anales de la
delincuencia moderna.
Adam Worth, que amas millones, que en un tiempo apostaba a cara o
cruz a cien libras la tirada, que tuvo participacin en una cuadra de caballos
de carreras y fue propietario de un yate a vapor y de un velero de regatas,
muri hace unas semanas igual que haba empezado, como un pobre ladrn,
sin un penique.
Este hombre lleg a encumbrarse por encima de todos los delincuentes de
su poca; les sacaba tanta ventaja que el hombre encargado de cazarlo floje
ante su magistral inteligencia, aunque el destino inexorable que persigue a
quien quiebra las leyes morales acab con l, por fin, cuando la ley humana se
declaraba ya impotente.
A su muerte, Adam Worth segua constituyendo el mismo misterio que
haba resultado a lo largo de toda su vida incluso para las policas de medio

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mundo (salvo para ciertos oficiales e inspectores de Scotland Yard, para la
agencia Pinkerton y para un reducido puado de cargos policiales
norteamericanos). De no haber cobrado tanta fama recientemente como el
autor del robo y de la devolucin del retrato de Gainsborough, el pblico no
habra tenido la menor idea de su existencia. Apenas unos pocos de los
detectives ms competentes del mundo conocan su fisonoma, y menos eran
an los que saban alguna cosa de l. El relato que sigue es una historia
absolutamente verdica hasta el menor detalle, comprobada minuciosamente y
avalada por los hombres que pasaron casi medio siglo tratando de atraparlo.
Nada en esta narracin queda abierto a conjeturas.

Para mi frustracin, el resto del artculo prometido no apareca pegado en el


lbum. Le una y otra vez el recorte, extravagante en sus afirmaciones incluso para lo
habitual en el periodismo de la poca, y en el fondo de mi mente empez a bullir un
poco de la excitacin que haba sentido en Los ngeles. Entonces recib una llamada
en el buscapersonas electrnico, y el sonido me devolvi vertiginosamente al
presente con la noticia de que era inminente el anuncio pblico del veredicto del caso
Rodney King. La tarde siguiente, dos de los policas haban sido encontrados
culpables, los habitantes de South Central Los ngeles haban decidido renunciar a
demostraciones de violencia y yo estaba otra vez en Van Nuys, donde hurgaba en los
archivos Pinkerton a la busca de todo el material que pudiera encontrar sobre Adam
Worth. Pronto descubr que los detectives lo haban perseguido por todo el mundo
durante dcadas con tenaz perseverancia, y que el resultado era una abundante
documentacin: seis carpetas completas, en orden cronolgico, atadas en un solo
paquete y rebosantes de fotografas, cartas, ms artculos de peridico y centenares de
informes de los detectives de la agencia, cada uno de los cuales expona con pulcra
caligrafa una historia an ms intrigante y fuera de lo comn de lo que insinuaba el
annimo articulista del Sunday Oregonian.
Segn se trasluca de los documentos, Adam Worth era mucho ms que un mero
delincuente con talento. Charlatn profesional, era el ms temido de todos los
hombres del saco. Victorianos; era el hombre de dos caras, el truhn encantador, el
respetable y civilizado doctor Jekill diurno cuya maldad slo emerga al abrigo de la
noche. Worth convirti en leyenda su propia vida y levant una densa cortina de
humo de riqueza y posesiones para disimular la multitud de delitos que haba
empezado como carterista y desertor, y que ms adelante haba ampliado al robo de
cajas fuertes a escala industrial, falsificaciones internacionales, robos de joyas y
atracos en la carretera. Los expedientes sobre Worth ofrecan una galera de vividos
retratos de bribones, aristcratas, timadores, furcias, malhechores y policas, todos los
cuales giraban en torno a este hombre singular. Los Pinkerton describan con
minucioso detalle su red delictiva, que irradiaba de Pars y de Londres y que se
extenda de Jamaica a Sudfrica, desde Norteamrica hasta Turqua.

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Sal del archivo Pinkerton lleno de entusiasmo pero exasperado. El material era
abundantsimo pero incompleto. Como todo sinvergenza sensato interesado en
borrar sus huellas, Worth se haba abstenido de escribir sus memorias y slo haba
dejado tras l una serie de cartas en clave. Mis investigaciones iniciales me haban
suscitado ms preguntas que respuestas. Cmo haba desarrollado Worth su
contradictorio cdigo moral? Cmo haba escapado a la captura durante tantsimos
aos? Cmo haba realizado su transformacin de pobre emigrante judo alemn
establecido en Cambridge, Massachusetts, a milord ingls en el corazn del Londres
aristocrtico?
Pero haba un misterio que me intrigaba por encima de todos los dems. A
principios de verano de 1876, en el punto lgido de su poder delictuoso, Worth haba
robado La duquesa de Devonshire, el famoso retrato de Gainsborough en su poca
el cuadro por el que se haba pagado la cantidad ms elevada de una galera de arte
londinense, en plena noche. Qu lo haba posedo? Y otra cosa an ms
desconcertante, por qu haba conservado esa gran pintura en su poder, en secreto,
durante los veinticinco aos siguientes? Ya entonces tuve la certeza de que el retrato
de Gainsborough era la clave para desentraar el secreto de Adam Worth.
California result tan slo la primera parada de un largo camino. Poco a poco fui
reuniendo una imagen ms completa a base de cartas y diarios, de memorias
publicadas de otros malhechores, de relatos periodsticos y de los archivos de
Scotland Yard, de la Sret de Pars, de la galera de arte Agnews y de la Chatsworth
House. A esto sigui pronto otra serie de descubrimientos, completamente
inesperados.
Worth se invent una existencia aventurera y romntica, pero cuando el Sunday
Oregonian calificaba su provocativa historia como la esencia misma de la ficcin, el
peridico se cea a la realidad ms rigurosa. Sherlock Holmes, el detective ingls, ya
era un personaje conocido cuando sir Arthur Conan Doyle tuvo conocimiento de las
ruines hazaas de Worth. Segn descubr, el gran escritor haba utilizado a ste nada
menos que como patrn para su personaje del profesor Moriarty, el archirrival de
Holmes, su adversario coleccionista de arte y uno de los criminales ms memorables
de la literatura. Conan Doyle no es el nico que est en deuda con Worth, pues otros
escritores tan dispares como Henry James y Rosamund De Zeer Marshall, autora de
novelas blicas cargadas de romanticismo y de violencia, encontraron inspiracin
tambin en las actividades de Worth.
Mi investigacin me condujo a algunas peregrinaciones inslitas: al magnfico
edificio de Piccadilly, cerca de Fortnum & Masons, que fue el centro de las
actividades delictivas de Worth; al campo de batalla de la guerra de Secesin
americana, donde nuestro hombre se reinvent por primera vez; a la galera de arte
londinense donde rob su posesin ms preciada, o a una sala de la casa de subastas
Sothebys, donde por primera vez me encontr cara a cara con esa imagen indeleble.
En el momento en que escribo, en la corresponsala de The Times en Pars, distingo

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desde la ventana el Grand Hotel en la place de lOpra, donde Worth tuvo en la
dcada de 1870 un casino ilegal y su corte, con su amante. Todava no estoy seguro
de quin ha seguido los pasos de quin durante los ltimos cuatro aos: si yo los de
Worth o l los mos.
Emprend pues la caza del mayor ladrn de los tiempos modernos. Lo que
descubr result un reflejo improbable de esa poca y de la nuestra: un caballero
Victoriano y rey del delito que combinaba los principios morales ms altos con la
astucia criminal ms rastrera. Lo que sigue es un relato que no se ha contado hasta
hoy; es la historia de una doble personalidad, de una doble vara de medir y de una
hipocresa extrema.
sta es la historia de Adam Worth.
Pars, marzo de 1996

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1 EL RAPTO
Una brumosa medianoche de mayo de 1876 tres hombres salieron de una elegante
direccin de Piccadilly con sendas chisteras en la cabeza, dinero en el bolsillo y
planes para un robo a lo grande. Con caminar pausado, el tro avanz por la desierta
calle y se detuvo en el punto de interseccin de Piccadilly con Old Bond Street. En
Old Bond Street, famosa por las galeras de arte y las tiendas de antigedades,
reinaba de da un permanente atasco de carruajes de gente rica, de personas de buena
cuna y de quienes tenan inters y formacin cultural. A aquellas horas estaba
completamente desierta.
Los tres hombres cambiaron unas breves palabras en la esquina de la calle y uno
de ellos se col en un portal, invisible ms all de las sombras oscilantes que
producan las farolas de gas, mientras los otros dos doblaban a la derecha por Old
Bond Street. Formaban una pareja incongruente: uno era delgado y apuesto, de unos
treinta y cinco aos, con un bigote largo y bien cortado, que vesta al ltimo grito de
la elegancia masculina de la poca, con botonadura de perlas y reloj de bolsillo de oro
como complementos. El otro, que avanzaba unos pasos por detrs del primero, era un
gigantn de anchas patillas grisceas cuya levita mal ajustada apenas contena un
pecho grande como un tonel. De haber rondado alguien por all, los habra tomado
por algn ricachn que haba salido a tomar el aire nocturno con su poco atractivo
valet tras una cena sustanciosa en el club.
Frente a la galera de arte de Thomas Agnew & Co., en el nmero 35 de Old
Bond Street, los dos hombres detuvieron sus pasos, y mientras el aristcrata apagaba
el cigarro y admiraba en el cristal su reflejo tenue pero elegante, su tosco compaero
dirigi una mirada furtiva a un lado y a otro de la calle. Luego, a una palabra de su
amo, el gigante se aplast de espaldas contra la pared y junt las manos en un estribo,
en el cual coloc su pie bien calzado el hombre ms liviano, con la misma naturalidad
que si se dispusiera a montar un pura sangre. Con un gruido, el hombretn impuls
a su compaero pared arriba, y en un abrir y cerrar de ojos ste se encaram
gilmente al alfizar de una ventana a unos cinco metros de altura sobre la calle. En
un precario equilibrio, sac una palanca, forz el marco de la ventana y se col por el
hueco, al tiempo que su compaero desapareca de la vista en el portal de la galera.
La sala estaba a oscuras y sin amueblar, pero al dbil resplandor de la farola de
gas de la calle poda distinguirse, colgado en la pared de enfrente, un gran cuadro de
marco dorado. El hombre se quit el sombrero y se acerc.
La mujer del retrato, ya famosa en todo Londres como la belleza ms exquisita
que jams haba agraciado una tela, miraba con ojos imperiosos e inquisitivos. Una
cascada de rizos se desparramaba bajo un sombrero de ala ancha ladeado en un
ngulo algo forzado que enmarcaba una mirada a la vez seductora y burlona, y una
sonrisa a la que le faltaba un tris para ser abierta y franca.
Mientras el caballero desprenda el grueso cordn de terciopelo que mantena al

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pblico curioso a distancia del cuadro durante las horas diurnas, llegaron a sus odos
desde el piso inferior los dbiles ronquidos del vigilante nocturno. Sac del bolsillo
una navaja afilada y, con infinito cuidado, cort el retrato, lo separ del marco y lo
extendi en el suelo de la galera. Extrajo un botecito de engrudo del mismo bolsillo
y, utilizando la borla del extremo del cordn, embadurn el revs de la tela para darle
flexibilidad. A continuacin la enroll con la pintura hacia fuera para evitar que la
superficie se cuarteara, y por ltimo guard la tela bajo la levita.
Unos segundos ms tarde ya se haba descolgado de nuevo hasta la calle y volva
a estar junto a su monstruoso ayudante. Con un silbido casi inaudible llam al
compinche que vigilaba su esquina de la calle y, con paso relajado y garboso, el
pequeo dandi ech a andar de nuevo Piccadilly adelante, con el retrato robado
pegado al pecho y seguido a corta distancia por sus dos bribones compaeros.
La dama del cuadro era Georgiana, duquesa de Devonshire, en otro tiempo
celebrada como la mujer ms hermosa y prfida de la Inglaterra del rey Jorge. El
pintor era el gran Thomas Gainsborough, que haba ejecutado aquel retrato, una de
sus mejores obras, hacia 1787. Pocas semanas antes del suceso que acaba de narrarse,
el cuadro haba sido vendido en subasta por diez mil guineas, el mximo precio
pagado por una obra de arte hasta esa fecha, lo cual haba levantado un gran revuelo.
Georgiana de Devonshire, de soltera Spencer, fue de nuevo la comidilla de Londres,
al igual que su tatarasobrina Diana, princesa de Gales, de soltera Spencer, lo sera en
nuestro tiempo.
Durante la vida de Georgiana, que termin en 1806, sus admiradores rivalizaron
por rendir tributo al atractivo y a la gracia de su porte, a sus modales irresistibles y a
la seduccin de su compaa[4]. En cambio sus detractores la consideraron una arpa
desvergonzada, jugadora, dada a la bebida y una amenaza para la moral civilizada,
que viva abiertamente en un mnage a trois con su esposo y la amante de ste.
Ninguna mujer de la poca despert ms envidias ni provoc ms chismorreos.
La venta de la gran obra de Gainsborough haba dado ocasin a un nuevo brote de
georgianamana. La visin de enigmtica belleza captada por el pintor y el valor
extraordinario que se le otorgaba a la obra estaban en boca de todo Londres. Los
comentaristas Victorianos, como sus predecesores del siglo XVIII, acumularon una vez
ms los elogios sobre este icono de la belleza femenina al tiempo que enumeraban
algunos de los aspectos ms jugosos de su historia sexual.
Con el robo del cuadro, el inters pblico por La duquesa de Devonshire de
Gainsborough alcanz cotas inimaginables. La pintura desaparecida adquiri un
enorme simbolismo cultural y sexual. Fue alabada, reproducida y parodiada una y
otra vez; se convirti en el pster de la Marilyn Monroe de su tiempo, mientras que la
figura de Georgiana era enarbolada de nuevo como smbolo mximo de la coquetera
femenina. El hombre que rapt a la duquesa esa noche de 1876 se llamaba Adam
Worth, alias Henry J. Raymond, opulento vecino de Mayfair, caballero intachable
para todos y mente maestra de la delincuencia. En la poca del robo, Worth estaba en

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el punto ms alto de su carrera y controlaba un ejrcito de malhechores de menor talla
en una asombrosa industria del delito. Robar el cuadro fue no slo una ratera osada
sino tambin un acto romntico y arrogante. Georgiana y su retrato representaban el
pinculo mismo de la alta sociedad inglesa. Worth, por el contrario, era un judo
alemn de nacimiento, educado en Estados Unidos en la ms srdida pobreza, que
gracias a una existencia delictiva sin parangn lleg a dominar el sistema de clases y
privilegios implantado en la sociedad britnica y a ofrecer un aspecto de absoluta
virtud. La hermosa duquesa haba muerto setenta aos antes de que Worth decidiera,
segn sus propias palabras, raptar su retrato y empezar una extraa relacin
amorosa, autnticamente victoriana, entre un ladrn y una tela.

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2 UNA BUENA GUERRA
A finales de agosto del ao 1862, los ejrcitos de la Unin y de la Confederacin
se enfrentaron en un enfangado campo de Virginia y se destrozaron mutuamente
durante dos das en un encuentro que ha pasado a la historia como la segunda batalla
de Bull Run, uno de los episodios ms sangrientos de la guerra de Secesin
norteamericana.
Segn los registros oficiales de la guerra, en esa carnicera murieron ms de tres
mil soldados, entre los que figuraba un tal Adam Worth, que en aquel entonces tena
dieciocho aos.
Bull Run fue el escenario de la primera muerte de Worth y de su primera
reencarnacin. Los informes sobre su muerte eran muy exagerados, por supuesto.
Lejos de perecer en el campo de batalla de Virginia, el joven Worth haba sobrevivido
a la guerra con excelente salud, otro nombre, una profunda aversin al
derramamiento de sangre y toda una nueva carrera como impostor por delante. La
guerra de Secesin estuvo a punto de destruir Estados Unidos, pero el pas se molde
de nuevo tras la carnicera, y lo mismo hizo Worth. A lo largo de los cuarenta aos
siguientes se esfumara y volvera a aparecer bajo un nuevo nombre con una
regularidad y una facilidad que desconcertara a la polica de tres continentes.
Worth se mostr siempre muy reservado respecto a los aos anteriores a su
extrao renacimiento en Bull Run. Tal vez fuera lo ms conveniente para mantener
las mil y una leyendas que se contaban sobre esa poca. Algunas biografas
posteriores insistieron en que era hijo de una acaudalada familia yanqui y que haba
recibido una educacin selecta. En fin, que era un delincuente de buena cuna, en la
tradicin de Raffles. Otra biografa afirmaba, de forma categrica pero sin la menor
prueba en la que apoyarse, que su padre era ruso-polaco y su madre alemana[5]. El
gran detective William Pinkerton, hombre que lleg a conocer a Worth mejor que
nadie, insista en que era hijo de un burgus adinerado de Massachusetts, quien lo
haba enviado a una academia privada para que estudiara una profesin honrada, pero
haba sido testigo de cmo las malas compaas de los bajos fondos de Nueva York
seducan al muchacho y lo llevaban al delito. De haber seguido una vida recta, sin
duda se habra convertido en un famoso hombre de negocios,[6] se lamentaba el
respetable Pinkerton. Otra figura importante en la vida de Worth, una conocida novia
de ladrones y gangsters llamada Sophie Lyons, coincida en la opinin de que Worth
vena de buena cuna y declaraba que haba nacido en una familia excelente y tena
una buena educacin, [pero] haba adquirido malas costumbres y haba desarrollado
una pasin incontenible por el juego[7].
Worth sera el ltimo en negar tan sugestivos orgenes, los cuales, como tantos
aspectos de su existencia, estaban a considerable distancia de la verdad. Adam Worth
(o Wirth, o en ocasiones incluso Werth) naci en 1844 en algn lugar del este de

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Alemania. Sus padres eran unos judos alemanes que emigraron a Estados Unidos
cuando Worth tena slo cinco aos. El padre, desconocedor del idioma y casi en la
indigencia, se estableci de sastre en la poblacin de Cambridge, Massachusetts. No
nos han llegado ms detalles acerca de sus padres pero cabe suponer que la educacin
que le dieron al nio, sobre todo en el aspecto tico, fue claramente deficiente: el
joven Adam no slo se aficion al delito a una edad temprana sino que su hermano
menor, John, no tard en seguirlo, y su hermana, Harriet, continu la tradicin
familiar y se cas con un abogado con pocos escrpulos.
Al parecer, la primera leccin de Worth sobre timos y estafas la aprendi en el
patio de una escuela de Cambridge. A Pinkerton le gustaba contar que Worth ingres
en la escuela a los seis aos y que muy poco despus, segn su propia narracin, se
dej engaar en un cambalache con un chico mayor que l, que le ofreci un penique
nuevo y reluciente a cambio de dos peniques viejos[8]. El pequeo Worth, para quien
la moneda recin acuada era un objeto ms atractivo que las viejas, accedi al
cambio y volvi a casa para ensearle el penique a su padre, quien le dio una
despiadada azotaina,[9] logrando con ello dejar bien marcado en el muchacho cul
era el valor del penique nuevo en relacin con los dos viejos[10].
Desde aquel da hasta su muerte, nadie, fuera amigo o enemigo, honrado o
deshonrado, negro o indio, pariente o ajeno a la familia, se aprovech de Adam
Worth en ninguna transaccin comercial,[11] aada Pinkerton.
As creci el joven Worth, aunque no demasiado. Segn los archivos policiales,
su estatura estaba en torno al metro sesenta y cinco. Sus contemporneos destacaron
su corta talla, y sus colegas de fechoras, siempre tan literales en los motes que se
ponan entre ellos, lo llamaron Little Adam (Pequeo Adam). En realidad, en una
poca en que las personas eran considerablemente ms bajas que en la actualidad,
nuestro hombre no quedaba muy por debajo de la estatura media, pero a aquellos
tipos, que no podan evitar un sentimiento de admiracin hacia l, les convena
destacar la pequeez de Worth, pues as sus acciones delictivas se magnificaban y su
capacidad para escapar a las autoridades se haca an ms admirable. Cuando Robert
Anderson, el detective de Scotland Yard, lo calific de Napolen del mundo de la
delincuencia,[12] no se refera slo a los nefarios logros y la talla delictiva del
hombre sino tambin a esta contrastante escasez de centmetros. Y con su corta
estatura, Worth desarroll rpidamente un colosal complejo napolenico.
La estatura de Worth fue siempre el primer rasgo fsico sealado por los
diferentes detectives, policas, malhechores y amantes que tuvieron contacto con l. A
continuacin se mencionaban sus ojos, oscuros, casi negros y de mirada penetrante
bajo las cejas alborotadas, unos ojos que sugeran inteligencia y determinacin.
Cuando se enfureca, lo cual suceda rara vez, se le volvan desagradablemente
saltones. Tena una mata de pelo tupida y llevaba los cabellos cortos y peinados a un
lado; la nariz era curva y prominente, y de adulto luca un largo bigote que se retorca
por sus mejillas hasta unirse a unas esplndidas patillas.

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Si la dura infancia de Worth le imbuy una cnica determinacin a superar en
astucia a quienes lo rodeaban, al parecer tambin lo impregn de un intenso
romanticismo.
Mientras su padre apenas consegua juntar lo suficiente para mantener viva a su
descendencia en el agujero pestilente que era el hogar de la familia Worth, su hijo
mayor se transportaba con la imaginacin a un mundo de grandes banquetes, ropas
finas y exquisitas conversaciones.
El pilluelo judo emigrado tuvo mltiples ocasiones de observar las
demostraciones externas de riqueza y posicin entre los estudiantes de Harvard que
se exhiban en Cambridge. Y descubri que cuanto ms brillante es el penique, ms
fcil resulta la falsificacin. Avergonzado de sus orgenes humildes, frustrado por la
indigencia, es evidente que el joven Worth se senta a la altura de los caballeretes ms
refinados que se pavoneaban por Boston Common. Su riqueza y su aire mundano le
producan sentimientos contradictorios de envidia, resentimiento y clera, pero
tambin de admiracin y de deseo. Y decidi mejorar de posicin.
Entonces, como ahora, Amrica lo prometa todo a todo el mundo, aunque no
siempre cumpla su palabra; y la ambicin como escribi el cardenal Newman,
pone a todo el mundo en la expectativa de triunfar y progresar en la vida, de hacer
dinero, de conseguir poder, de perjudicar al rival, de imponerse a quienes antes eran
sus superiores, de aparentar una distincin y una dignidad de las que antes
careca[13]. Worth comparta esas aspiraciones, y con el tiempo las vera cumplidas.
Slo sus mtodos lo distinguiran de otros hombres hechos a s mismos, pues lo que
stos tenan por haberlo ganado, heredado o comprado, l se limitaba a robarlo; en su
caso, la respetabilidad se la proporcionaba el latrocinio, el engao y el fraude. Si su
padre haba trabajado como un esclavo para confeccionar ropas que satisficieran la
vanidad de los ricos, Worth se confeccionara el disfraz deslumbrante de un
simulador, con telas robadas.
Pero sera un error tomar al joven Worth como un mero ejemplo de inmoralidad,
como un rompedor nato de la urdimbre social. Desde edad temprana abraz muchos
de los principios morales ms valiosos: la lealtad a la familia y a los amigos, la
aficin por el trabajo bien hecho, la perseverancia, la generosidad, la caridad y el
valor. Al entrar en la adolescencia, el pequeo Adam ya empezaba a desarrollar un
carcter con muchas facetas contradictorias: egosta, codicioso y desprendido hasta la
exageracin, a la vez insensible y romntico, mostraba un indisimulado cinismo con
quienes lo rodeaban en especial con sus superiores sociales, pero nunca estaf a
un amigo, nunca rob a un pobre ni perjudic a un inocente. Era perfectamente
consciente de la diferencia entre el bien y el mal y desarroll un cdigo de conducta
que mantuvo con la misma resuelta conviccin que cualquier pilar de la sociedad, al
tiempo que volva del revs los cdigos de sta. Adam Worth tena mucho tiempo
para cuestiones morales; era las leyes lo que despreciaba. Las circunstancias de la
existencia temprana de nuestro hombre, duras y cargadas de incertidumbre, le

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provocaban el profundo convencimiento de que era posible ser una buena persona,
al menos en su propia valoracin, sin dejar de llevar una vida de calculado engao.
As, cuando el canijo retoo del sastre judo pas de una infancia de privaciones a
una adolescencia que poco ms le ofreca, tom la firme decisin de desembarazarse
de su primera existencia, tan poco sugestiva. A los catorce aos huy de casa, dej
atrs a sus humildes padres y dio la espalda a su posicin de marginados sociales. Es
posible que en su joven mente todava no se hubiera formado la idea de emprender
una carrera en el mundo del delito y de la impostura, pero ya saba lo que no quera.
Nunca volvi a poner el pie en el hogar de su infancia, pero toda su agitada existencia
qued marcada por una necesidad de amor familiar, y quiz tambin por la imponente
figura paternal que su padre nunca fue.
Tras llevar durante unos meses una vida de vagabundeo en la ciudad de Boston,
[14] Worth se traslad a Nueva York, donde por primera y nica vez en su vida

desempe un trabajo honrado como vendedor en una de las principales tiendas de


la ciudad;[15] los grandes delincuentes son notoriamente picajosos en esta clase de
temas, y nuestro hombre nunca se extendi en detalles sobre este breve coqueteo con
el trabajo remunerado. En cualquier caso, el experimento qued interrumpido por el
inicio de la guerra de Secesin. A los dieciocho aos, el dependiente de
Massachusetts abandon de buena gana la tediosa labor de abastecer las estanteras y
se alist en un regimiento neoyorquino del ejrcito de la Unin que se preparaba para
marchar hacia el sur a entrar en combate.
El nombre de Worth aparece por primera vez en el registro del Regimiento de
Artillera Ligera 29 de Nueva York, ms conocido como batera Flushing, que se
haba formado en la ciudad de ese nombre, en Long Island. Fue alistado oficialmente
en la unidad en Nueva York, el 28 de noviembre de 1861, y segn Pinkerton recibi
una prima de enganche de mil dlares[16]. Muchos jvenes reclutas hinchaban sus
edades al alistarse para parecer ms maduros de lo que eran y acelerar as su posible
promocin. Worth, con sus diecisiete aos, declar que tena veinte; es su primera
mentira de la que hay constancia.
El comandante de la batera Flushing, Jacob Roemer, era un zapatero nacido en
Alemania y emigrado a Nueva York en 1839. El capitn Roemer era un hombre
irascible y exigente, bizco, de perilla prominente y con el caracterstico rostro hurao
del estricto cumplidor de las ordenanzas. Roemer, vano, iracundo y valiente hasta la
locura, escribi muchos aos despus unas memorias llenas de autobombo, al parecer
con el propsito de demostrar que el autor era uno de los principales responsables de
que se hubiera ganado la guerra. El joven Worth, paisano de Roemer, capt pronto la
atencin de su comandante pues no tard en ser ascendido a cabo y luego, el 30 de
junio de 1862, al rango de sargento al mando de cinco hombres y un can. Worth
estaba bien encaminado en su carrera para convertirse en un soldado de xito, pero
para entonces ya haba cado en malas aunque muy sociables compaas. Se
relacion con algunos compaeros licenciosos a quienes haba conocido en bailes y

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fiestas durante su estancia en Nueva York,[17] anot Pinkerton ms adelante.
La vida en la batera Flushing no tena nada de festiva. Los soldados recibieron
instruccin durante varios meses en Long Island, donde aprendieron a manejar la
artillera de campaa bajo la inspeccin, obsesivamente crtica, del comandante de la
unidad. Por fin, a comienzos del verano, el capitn Jacob Roemer, cinco oficiales
subalternos, el sargento Adam Worth, ciento cincuenta hombres, ciento diez caballos,
doce mulas de carga y una lavandera recogieron sus pertrechos y se encaminaron al
sur para sumarse al resto del ejrcito de la Unin bajo el mando del incompetente
general Pope, uno de los personajes ms merecidamente relegados al olvido de toda
la guerra de Secesin. En Washington continuaron la instruccin algn tiempo ms,
en torno al edificio inacabado del Capitolio. Worth no pas ni un minuto a gusto all,
e incluso Roemer reconoci que Camp Barry era un hoyo de fango[18].
Slo desebamos tener una oportunidad de demostrar nuestra devocin y lealtad
a nuestro pas,[19] escribi Roemer, cursi y patriotero. Worth tena otras miras. De
hecho, su primer contacto con la vida militar le haba impregnado de un creciente
desprecio hacia la autoridad.
Durante los primeros das de agosto, los ejrcitos de la Unin y de la
Confederacin, ste bajo el mando de Thomas Jackson, Muro de Piedra, se estudiaron
con mutua cautela por los campos y colinas de Virginia. La batera Flushing particip
en varias encarnizadas escaramuzas, pero hasta finales de agosto la batera no
conoci todo el espanto de la batalla, cuando ambos bandos se encontraron frente a
frente, por segunda vez en la guerra, en los campos conocidos como Bull Run.
La tarde del 28 de agosto, gracias en gran medida a la absurda determinacin de
Roemer de cubrirse de gloria y de sangre, tanto l como sus hombres, la batera
Flushing se encontr enfrentada a corta distancia con el enemigo en medio del valle
de Manassas. Roemer disfrut cada instante de la batalla. Los obuses y las balas
llovan, raudos,[20] recordaba, mientras los servidores disparaban cargas de
doscientas siete libras, y finalmente conseguan poner en retirada al enemigo. Me
sent triunfante, escribi Roemer. En cambio, a uno de sus tenientes lo encontraron
oculto tras unos arbustos, aterrorizado, y hubo que retirarlo del campo, tembloroso.
El comandante de la batera estaba en su elemento y contemplaba el campo de batalla
a pecho descubierto con el riesgo o tal vez con la esperanza de ser alcanzado por
el enemigo y de dejar un reguero de ltimas palabras adecuadamente heroicas
mientras exhalaba el ltimo aliento. El da 30 dirigi una arenga a sus tropas.
Muchachos, es intil ocultaros lo que quiz nos aguarda anunci lgubremente.
Antes de que se ponga el sol esta noche, es posible que muchos de vosotros hayis
entregado vuestra vida; tal vez yo mismo me cuente entre los cados. Pero lo nico
que tengo que deciros es morid como hombres; no huyis como cobardes!
Manteneos junto a vuestros caones, y con la ayuda de Dios y de nuestro propio
esfuerzo tal vez salgamos con bien. De frente, marchen![21].
La opinin que mereca a Worth la oratoria pica de Roemer puede deducirse de

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sus acciones posteriores.
Unas horas ms tarde, la batera se vio inmersa en el enfrentamiento ms
encarnizado que haba librado hasta entonces. Balas y granadas caan como granizo
en plena tormenta las balas silbaban por todas partes y los obuses abran surcos en
el suelo. Se tambaleaban los hombres, caan los caballos, y realmente pareca como
que hubiera llegado el da del Juicio Final,[22] recordaba Roemer, a quien le mataron
el caballo mientras lo montaba, y que con visible satisfaccin por su parte recibi por
fin una herida limpia en el muslo derecho. Finalmente, el enemigo se retir. El
ejrcito de la Unin recibi una contundente derrota en Bull Run, pero el inestable
capitn Roemer consider aquella batalla como una inmensa victoria personal.
Sin embargo, por lo que se refiere a Adam Worth, el hecho ms intrigante de la
batalla de Bull Run es que, segn los documentos oficiales, no sobrevivi a ella.
Roemer registr sin emociones la muerte del joven Worth: Durante esta batalla,
que se conoce comnmente como la segunda batalla de Bull Run o de Manassas,
librada entre el 29 y el 30 de agosto de 1862, las bajas de la batera L fueron de
catorce hombres heridos (incluido el sargento Adam Wirth [sic], alcanzado
mortalmente), adems de yo mismo, tres caballos muertos y veintiuno heridos[23].
Segn los registros del Ejrcito, Adam Worth muri el 25 de septiembre en el
Seminary Hospital de Georgetown debido a las heridas recibidas tres semanas antes
en la batalla.
Lo que sucediera realmente a Adam Worth en Bull Run queda abierto a las
especulaciones porque, a diferencia de Roemer y por razones evidentes, l no escribi
sus memorias de guerra. Es cierto que result herido en combate puesto que ms
adelante se ufan de ello, pero no parece que la herida fuese muy importante. En
algn momento entre el 30 de agosto, en que fue retirado del campo de batalla, y el
25 de septiembre, en que fue dado por muerto de forma oficial, Worth consigui
escaparse. Tal vez cambi su identidad por la de otro soldado mortalmente herido o
quizs, en la confusin que sigui a una batalla en la que tantos heridos y agonizantes
se amontonaban en la capital de la nacin, el suyo slo fue un error administrativo
fortuito, y su nombre fue anotado en la lista que no deba.
En cualquier caso, Worth sali de los campos de batalla de Virginia con una mera
herida superficial y con una identidad completamente nueva. Para las instancias
oficiales, Adam Worth haba dejado de existir, de modo que poda desertar sin temor
a que lo persiguieran. Por primera vez, aunque no por ltima, se reinvent a s mismo
y se convirti en un reenganchaste profesional.
Durante los meses siguientes, Worth estableci un patrn de conducta: se alistaba
en un regimiento bajo nombre supuesto, recoga la prima de enganche que se ofreca
y acto seguido se apresuraba a desertar. As anduvo de una unidad del ejrcito
irregular en otra, cambiando de nombre en cada parada y perfeccionando una
habilidad para la farsa que ms adelante se convertira en su profesin a tiempo
completo. William Pinkerton, que por esa poca tambin era un joven soldado del

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ejrcito de la Unin, inform que tras la primera desercin y el primer realistamiento
Worth estuvo destinado durante un tiempo en la isla Rikers, en Nueva York, [y] de
all fue trasladado en barco de vapor al ro James, en Virginia, donde se le destin a
uno de los regimientos de Nueva York en el ejrcito del Potomac[24]. Aunque la
guerra convenci a Worth de la inutilidad de la violencia, sus deserciones fueron
motivadas por la avaricia ms que por la cobarda, y el muchacho se encontr
repetidas veces en el fragor de la batalla, entre ellas, segn Pinkerton, la famosa de
las Tierras Vrgenes, en mayo de 1864, de una ferocidad apenas menor que la batalla
de Bull Run.
La desercin era un negocio lucrativo aunque arriesgado. Segn uno de sus socios
en las actividades delictivas, en su tercer alistamiento fue reconocido como
reenganchista, encadenado en compaa de otros de su ralea y enviado al frente del
ejrcito del Potomac[25]. Una vez ms sali inclume del lance, se apresur a
desertar y volvi a alistarse. Resultaba evidente sin embargo que tanto cambio de
regimiento supona un riesgo, de modo que decidi con todo descaro que haba
llegado el momento de cambiar de bando. Como escribi un contemporneo: Por
esa poca, el general Lee, del ejrcito sudista, emiti una proclama anunciando que
todos los soldados federales que desertaran y se pasaran a las filas de la
Confederacin con su armamento recibiran treinta dlares del gobierno Confederado
y se les facilitara adems un pasaporte para cruzar de nuevo la frontera y entrar en
Estados Unidos por los estados colindantes de Virginia Occidental y de
Kentucky[26].
El malhechor en ciernes, al que le tenan sin cuidado sutilezas como la lealtad a la
causa de la Unin, aprovech de inmediato estas condiciones, generosas en extremo,
y desert una noche en compaa de algunos otros, mientras realizaba el servicio de
guardia[27]. Sin embargo no se qued mucho tiempo entre los sudistas, y una vez
cobrados los treinta dlares cruz de nuevo la zona confederada hasta alcanzar la
frontera de los estados nordistas[28]. Worth habra repetido la operacin varias veces
ms, sin duda alguna, pero antes de que pudiera hacerlo finaliz la guerra y con ella
la primera fase de la carrera delictiva del muchacho.
Worth fue uno ms de los jvenes soldados que con la declaracin de paz se
encontraron desocupados. Otro de ellos fue William Pinkerton, un hombre que
llegara a jugar un papel decisivo en la vida de Worth y su cronista ms fiable. No
transcurrira mucho tiempo hasta que los dos hombres se convirtieran en adversarios,
uno a cada lado de la ley; ms tarde, pese a todos sus recelos, llegaran a admirarse
mutuamente, a colaborar en cierta conspiracin; y finalmente a establecer una extraa
amistad. Sus caminos no se cruzaron hasta despus de la guerra, pero ambos eran ya
reflejos mates y brillantes del otro, eran los peniques relucientes y gastados de la
infancia de Worth, parejos en valor pero completamente distintos en lustre.
William Pinkerton, el hijo mayor de Alian, un escocs que haba fundado la
agencia en 1850, tena la misma edad que Worth y se haba alistado en el ejrcito de

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la Unin casi al mismo tiempo.
Si los primeros aos de la vida de Worth haban estado marcados por las carencias
materiales y por una completa ausencia de gua tica, los de Pinkerton en cambio
transcurrieron en el Chicago pudiente, bajo un rgimen de normas morales
seversimas. Alian Pinkerton era un detective fuera de lo comn, aunque tambin era
un padre brutal y extraordinariamente mojigato que inculcaba en sus hijos y
empleados las virtudes de la honradez, la integridad y el valor con un entusiasmo
rayano en el fanatismo. William hizo cuanto pudo por estar a la altura de tamaa
exigencia, pero nunca lleg a ser suficientemente bueno. Al lado de su padre, que era
el jefe de los servicios secretos oficiales de Abraham Lincoln, William Pinkerton no
slo infiltr agentes en territorio confederado a travs de la frontera sino que durante
la guerra tambin estuvo presente en el primer vuelo de observacin de un globo
aerosttico. Valiente, fanfarrn y lleno de vitalidad, la explosin de un obs le hiri
en la rodilla en la batalla de Antietam cuando ya haba adquirido una experiencia
que haba de serle muy valiosa en la vocacin que seguira[29].
Pinkerton asisti al Ntre Dame College de Indiana durante un ao y luego se
incorpor a la agencia de detectives de su padre, que experimentaba un rpido
crecimiento, y donde pronto se labr fama de agente infatigable de la ley, uno de los
primeros y quizs el mejor de toda la casta de detectives de Norteamrica. Los
Pinkerton escogieron como smbolo un ojo humano abierto y el lema El ojo que
nunca duerme.
La vida y andanzas posteriores de Worth y de Pinkerton son una demostracin
palpable de la doble moralidad que tanto obsesionaba a los Victorianos. Los dos
hombres se perseguan y se imitaban el detective haca de Holmes frente a
Worth/Moriarty, pero ambos compartan los mismos gustos, actitudes y opiniones.
Ambos representaban tpicas historias norteamericanas de hombres hechos a s
mismos, salidos de la emigracin, tenaces en su oportunismo, firmes en sus creencias
pero situados en polos opuestos de la moralidad convencional. Worth habra sido un
detective extraordinario; Pinkerton, un delincuente de talento. La guerra de Secesin
norteamericana fue una experiencia gravemente traumtica, pero su final permiti
que el pas empezara a reconstruirse y a reinventarse una vez ms. Al igual que otros
miles de camaradas, los dos hombres salieron de los campos de batalla decididos a
conseguir su objetivo. Para ello tomaron caminos diametralmente opuestos pero a lo
largo de su vida el reenganchista y el hroe de guerra terminaran en el mismo bando,
de un modo que ninguno de los dos habra sido capaz de predecir.
Pinkerton tuvo una destacada trayectoria durante la guerra, pero el expediente
militar oficial del sargento Adam Worth tambin era un registro de picos actos de
valenta y de trgico herosmo: un soldado joven y prometedor, herido mortalmente
mientras defenda a la Unin en el campo de batalla de Bull Run. La realidad sin
embargo es que haba pasado la guerra escabullndose de los mandos, cambiando de
bando, abandonando la bandera de dos ejrcitos rivales y sacando un considerable

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beneficio econmico de todo ello. Era un buen inicio.

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3 LOS BAJOS FONDOS DE MANHATTAN
Como tantos otros veteranos, tras la guerra de Secesin fue a parar a Nueva York.
A mediados de la dcada de 1860, la ciudad ya se haba convertido en uno de los
lugares de mayor criminalidad del mundo. Los polticos se dejaban comprar, los
magistrados y policas eran corruptos, a los pobres no sola quedarles ms alternativa
que echarse a robar, y los ricos mostraban poca inclinacin a no hacerlo puesto que
sus actos solan quedar en la impunidad. Rara vez se ha conjurado la historia para
reunir, en una isla de tan pequeas dimensiones, tan colorida variedad de descuideros,
timadores, prostitutas, estafadores, chulos, rateros, atracadores de bancos, mendigos,
matones y ladrones de todo pelaje. Algunos de los criminales profesionales ms
poderosos ocupaban puestos de la mxima autoridad, pues sta era la poca de Boss
Tweed, el poltico ms descaradamente venal que ha producido nunca la ciudad de
Nueva York. La corrupcin y la avaricia se extendan por la ciudad como las vetas en
el mrmol, y las autoridades de la activa metrpoli solan ser tan deshonestas como
aquellos a quienes gobernaban y desplumaban.
Al trmino de la guerra, a medida que los despojos humanos inundaban la zona
baja de Manhattan, la miseria y las oportunidades criminales se fueron multiplicando.
En 1866, Matthew Simpson, un obispo metodista, calcul que en la ciudad, con una
poblacin total de ochocientas mil personas, haba treinta mil ladrones, veinte mil
prostitutas, tres mil locales de bebidas y dos mil establecimientos dedicados al juego.
Entonces, como ahora, la riqueza ms apabullante coexista con la pobreza ms
abrumadora y la delincuencia era endmica.
William Howe y Abraham Hummel, dos de los abogados de delincuentes ms
famosos de Nueva York, escribieron una obra titulada En peligro, o la vida en Nueva
York: la verdadera historia de las trampas y tentaciones de la gran ciudad, que pasaba
por ser una advertencia contra los riesgos de la delincuencia, y cuyo objetivo era
proteger a los incautos. En realidad no era otra cosa que un catlogo de objetivos que
podan convertirse en botn, junto con un breve manual de los diferentes mtodos
para obtenerlos, desde el chantaje a las trampas en las cartas o la voladura de cajas
fuertes. Howe y Hummel prometan elegantes almacenes repletos de los productos
ms costosos y escogidos, grandes bancos cuyas cmaras y cajas fuertes contienen
ms oro en barras del que podra transportar el barco ms grande, colosales
establecimientos rebosantes de diamantes, joyas y piedras preciosas tradas de todas
las partes del mundo, conocidas o por civilizar []. Riquezas incontables, en muchos
casos guardadas con tan poca cautela[30]. (El libro se convirti de inmediato en un
best seller, y segn un experto criminlogo se hizo lectura obligada para todo ladrn
profesional o aspirante a serlo[31]).
Era normal por tanto que un delincuente con ambiciones como Worth se
encaminara a Nueva York, y que una vez all aprendiese deprisa. Decidido a no

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volver a trabajar como simple chupatintas en un banco y endurecido por la
experiencia de la guerra, Adam Worth se incorpor a la sociedad de los ladrones.
Gracias a su relacin con otros reenganchistas, termin por relacionarse con
ladrones profesionales y malhechores en general; desde esa poca, la suya fue una
vida de fechoras,[32] resuma Pinkerton con tristeza.
Worth no tard en instalarse en el distrito de Bowery, en Manhattan, una zona de
legendaria miseria que albergaba a una comunidad delictiva, prspera y numerosa,
que en su mayor parte se divida en bandas: los Rufianes, los Guardacolillas, los
Cuarenta Ladrones, los Conejos Muertos, los Chicos de Bowery, los Del Matadero,
los Vaqueros, los Raros y otras. Muchos de estos pandilleros no eran sino matones de
excepcional violencia cuyas especialidades delictivas no se extendan ms all de los
asaltos callejeros, los asesinatos y las mutilaciones, infligidos a menudo a otros como
ellos y por lo general bajo la influencia de prodigiosas cantidades de alcohol
combinadas con esencia de trementina, alcanfor y cualquier otro txico que tuvieran a
su alcance, por letal que fuese.
Muchos salones no cerraban nunca, o tan slo el tiempo necesario para
limpiarlos. Despus empezaba de nuevo el consumo de bebidas, los juramentos, las
partidas de cartas y slo Dios sabe qu ms,[33] recordaba Eddie Guerin, un timador
sin suerte pero bigrafo de xito que terminara por convertirse en amigo y colega de
Worth. Entre los tres mil establecimientos de bebidas sealados por el obispo
Simpson se contaban locales de nombres tan eufnicos como Las Ruinas, El Infierno
de Milligan, Cadena y Candado, Puerta del Infierno, La Morgue, Sala de Suicidas de
McGurk, Inferno, Agujero del Diablo, Baera de Sangre, Hogar del Lisiado y El
Vertedero. Pero si los nombres de los bares eran indicativos de la inmoralidad que
reinaba en ellos, los de la clientela eran an ms explcitos: Ostras Hervidas Malloy;
Ludwig el Chupasangre, un vampiro al que le creca pelo de todos los
orificios[34]; Donovan el Desastre; Noles el Cerdito; el pirata Scotchy Lavelle, que
ms tarde empleara a Irving Berlin como camarero cantante en su bar; Jack
Cmetelos McManus; Eddie la Peste; Joe Lewis el Hambriento, que una vez le birl a
Oscar Wilde cinco mil dlares de su cuenta corriente; Gyp, el Sangre; Peter el
Nervios, un psicpata que, sin ninguna razn explicable, se lanzaba contra cualquier
polica tan pronto lo vea; Frank el Latino; Maggie Gata del Demonio, que se haba
limado los dientes hasta dejarlos en punta y llevaba unas uas afiladas de metal;
Hurley el Sonado y Tirantes Mag, una dama aterradora que llevaba el bar El Hueco
en la Pared, y que de vez en cuando arrancaba de un mordisco la oreja de algn
cliente revoltoso y la guardaba en un frasco de encurtidos encima de la barra, pour
encourager les autres; Granjack Zelig, quien, segn su propio cuadro de tarifas,
rajaba una cara por un dlar y mataba a un hombre por diez; Walsh el Glotn,
Connally el Bombachos y Dooley el Babuino, de la banda de los Raros; Curran Un
Pulmn, que robaba los abrigos de los policas; Gug Knox; Jack Mulraney, el Feliz,
que mat al encargado de un local por rerse del tic facial que le haba valido el

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apodo; las encargadas de burdel Hester Jane Haskins la Avara, Lizzie Luz Roja y la
inolvidable Sadie la Cabra, una pirata de ro y jefa de la banda de Charlton Street, que
ocupaba una taberna en la ribera del ro, en el East Side y aterrorizaba las casas de
campo a lo largo del ro Hudson.
Segn Herbert Asbury, cuyo libro Bandas de Nueva York, publicado en 1928, es
probablemente el mejor sobre el tema, A Sadie, el apodo [la Cabra] le vena de su
costumbre, cuando topaba con un desconocido con aspecto de llevar dinero o bienes
de valor, de agachar la cabeza y embestir contra su estmago; entonces, su
compaero se apresuraba a golpear a la sorprendida vctima con una cachiporra, tras
lo cual lo desvalijaban a placer[35]. (Por razones desconocidas, aunque fciles de
imaginar, Sadie termin por enemistarse con la formidable Tirantes Mag, quien le
arranc una oreja de un mordisco, como era su costumbre. Con todo, la historia tuvo
un final feliz: las dos mujeres terminaron por reconciliarse, tras lo cual la imponente
Tirantes meti los dedos en el tarro de encurtidos, recuper el rgano perdido y se lo
devolvi a Sadie la Cabra, quien desde entonces lo llev siempre colgado al cuello en
un relicario).
Sophie Lyons, la autodenominada Reina del Hampa, cuyas notables memorias
son una fuente de informacin fundamental sobre la vida de Worth, fue tenida por la
timadora ms notoria que ha producido Norteamrica[36]. Con el tiempo, Sophie
cambi de vida, empez a escribir para los peridicos neoyorquinos sus relatos
lascivos sobre la vida de los bajos fondos de la ciudad y termin por convertirse la
primera columnista de chismorreos sobre la alta sociedad del pas.
Adam Worth se incorpor rpida y fcilmente a este mundo pintoresco y
horrendo. A los veinte aos, dotado ya de su propio apodo, el Pequeo Adam se
convirti en carterista.
Birlar carteras se ha convertido aqu en un arte, que es practicado por muchas
personas como profesin escribi la autora de The Secrets of the Great City en
1868. Requiere un largo entrenamiento y una gran habilidad, pero una vez
adquirida sta su poseedor se convierte en un miembro peligroso de la
comunidad[37]. Sophie Lyons, que fue ntima amiga de Worth y en ocasiones su
cmplice, describi cmo se haba iniciado el Pequeo Adam en el oficio de
delincuente: Como yo misma y como tantos otros que ms adelante alcanzaron
notoriedad en campos delictivos ms destacados, empez por el robo de carteras.
Tuvo buenos maestros y era un alumno aventajado. Sus dedos largos y delgados
parecan hechos para el delicado trabajo de recuperar relojes de los bolsillos de los
hombres y monederos de los bolsos de las mujeres[38].
Como aprendiz de carterista, Worth se encontr en un mundo enormemente
jerarquizado. El nivel inferior del oficio estaba formado por los llamados
descuideros, jvenes inexpertos que muchas veces resultaban indistinguibles de los
pedigeos; una posicin ligeramente superior ocupaban los tironeros, que como el
nombre indica no hacan ningn esfuerzo por evitar que los detectaran sino que se

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limitaban a coger el botn y salir corriendo, o los safistas, que se especializaban en
robar los pauelos de seda de los bolsillos de los fracs. El estadio ms alto de la
profesin lo constituan los tomadores del dos, para quien limpiar bolsillos era un
arte que requera una osada y una destreza manual considerables. gil y discreto,
Worth empez como safista, pero el veterano de la guerra no tard en graduarse y
pasar a tomador del dos, maestro en el arte de meter el pico. Las iglesias eran cotos
de caza especialmente provechosos, al igual que las estaciones de transbordadores,
teatros, hipdromos, reuniones polticas, locales de espectculos y cualquier otro
recinto en el que hubiera un gran nmero de personas distradas, obligadas a
permanecer muy prximas.
Aunque la carrera de carterista en solitario poda ser provechosa, los que tenan
ms xito trabajaban en grupo, y las facultades de Worth le permitieron disponer
muy pronto de capital suficiente para financiar a otros delincuentes[39]. Tras
asociarse con algunos amigos de su misma ralea, Worth fund un sindicato de
carteristas, del cual sera principal coordinador, banquero y beneficiario. Segn
Lyons, sta fue la primera manifestacin de la capacidad ejecutiva que un da lo
convertira en un hombre poderoso en los bajos fondos,[40] en un Napolen de los
marginados.
La tcnica para actuar en grupo estaba bien establecida. Se selecciona un primo
de aspecto prspero; a continuacin, el consorte choca con l o lo empuja; mientras
el primo est distrado con el incidente, el carterista (a veces conocido como el
piquero) le limpia el bolsillo y pasa de inmediato lo robado a un consorte que se
aleja entonces en otra direccin, como si el asunto no fuera con l. Charles Dickens
describi la maniobra en Oliver Twist: El ratero tropez con sus pies, o trastabill
accidentalmente, al tiempo que Charley Bates chocaba con su espalda y en aquel
breve instante lo despojaron con extraordinaria rapidez de la cajita del rap, el
cuaderno de notas, el reloj, la cadena, el alfiler de la camisa, el pauelo de bolsillo y
hasta la funda de las gafas[41]. En este caso, el primo no era otro que el propio
Fagin, el pater familias de los rateros.
Con su eficaz equipo de carteristas, Worth se convirti con rapidez en un
dignatario menor de la llamada delincuencia influyente, como era conocido el
peldao superior de la jerarqua de los bajos fondos, y segn Lyons no tard en
conseguir mucho dinero y una extendida reputacin por su astucia para evitar la
detencin[42]. Sin embargo, la carrera delictiva de Worth apenas haba empezado a
florecer cuando sufri un alto, brusco y molesto. A finales de 1864 fue detenido por
robar un paquete de un camin de Adams Express y fue sentenciado sumariamente a
tres aos de reclusin en Sing Sing, la crcel de infausta fama de Nueva York, a
orillas del ro Hudson.
El breve encarcelamiento de Worth por reenganchista no lo haba preparado para
el desmedido horror de la Bastilla del Hudson. En 1825, el alcaide de la prisin, un
sdico espectacular e inventivo llamado Elam Lynds, declar: No creo en la reforma

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del preso adulto []. Es un cobarde, un malhechor voluntario cuyo nimo debe ser
doblegado con el ltigo[43]. En 1833, Alexis de Tocqueville describi Sing Sing
como una tumba de muertos vivientes,[44] tan callados y acobardados estaban los
internos.
Vestido con el inconfundible uniforme a rayas de preso establecido por Lynds,
Worth fue enviado con el resto de los penados a las canteras de la crcel, donde
trabaj en la preparacin de la nitroglicerina para las detonaciones. Muchos aos ms
tarde, Worth recordaba que el encargado le dio instrucciones de calentar el explosivo
cuando el aire helado lo dejaba fro y le quitaba efectividad. As lo hizo, agradecido
de la oportunidad de calentarse las manos, y tuvo suerte de no volar en pedazos pues
como reconoca con franqueza, en aquella poca ignoraba lo peligroso que era[45].
Ensear a unos criminales endurecidos a manejar nitroglicerina no fue desde luego la
decisin ms brillante por parte de las autoridades, como aos despus demostrara
con tanta claridad la pericia de Worth para reventar cajas fuertes.
El hombre que se haba liberado de sus cadenas en el Potomac, que de la
desercin haba hecho un oficio, no iba a padecer los horrores de Sing Sing un
instante ms de lo necesario, aunque los vigilantes del presidio, una ralea de indecible
brutalidad, tuviera rdenes de disparar a cualquiera que intentase escapar. Mientras
trabajaba, Worth se dedic a calcular los movimientos de los guardianes, y apenas
unas semanas despus se escabull de la vista de los carceleros mientras se produca
el cambio de turno y se ocult en un canal de desage que evacuaba en el interior
del tnel del ferrocarril[46]. Protegido por la noche, segn un contemporneo Worth
consigui cubrir algunos kilmetros ro abajo, donde haba varias barcazas de
transporte en un amarradero[47]. Aterido de fro y cubierto de barro, se ocult en una
de ellas, y unas horas ms tarde tuvo la satisfaccin de verse trasladado a la ciudad
de Nueva York por un remolcador que acudi a recoger la barcaza en la que se haba
refugiado[48]. Al amanecer, mientras el remolcador se acercaba a su muelle
solitario, muy arriba en el West Side de la ciudad,[49] Worth se descolg al agua y
gan a orilla a nado. A pesar de que llevaba puesta la indumentaria de preso logr
llegar hasta la casa de un conocido, donde consigui una ropa normal,[50] e
inmediatamente se sumergi otra vez en el desagradable aunque protector anonimato
del Bowery.
La indiferencia con la que Worth recordaba tiempo despus esta fuga esconde lo
que debi de ser una experiencia terrible, aunque formativa. A sus veinte aos haba
visto lo peor del sistema penal norteamericano, y su desprecio hacia la autoridad era
formidable. Que no dudase en sumergirse en un ro agitado en plena noche, vestido
con ropas de preso y consciente de que su captura poda significarle la muerte, refleja
tanto su resistencia fsica como una creciente fe en su propia invencibilidad. Lejos de
que su breve y desagradable experiencia en la crcel lo reformase, Worth lleg a la
conclusin de que la vida de un ratero no ofreca suficientes recompensas, vistos los

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peligros, y de que haba llegado el momento de cambiar de direccin y aumentar las
apuestas en su vendetta personal contra la sociedad. Tras reunir a algunos
componentes de su antigua banda, empez a ampliar su mbito de actuaciones a los
robos con allanamiento de morada y otros delitos contra la propiedad, adems de
seguir limpiando bolsillos. Su palabra era ley entre el grupito de jvenes ladrones
que reuni en torno a l,[51] recordaba Sophie Lyons. Worth aportaba el cerebro
que los mantena libres de problemas, y el dinero necesario para sacarlos si los
atrapaban. Cada maana se reunan en un pequeo restaurante de Canal Street para
recibir sus rdenes, y por la noche volvan para entregarle una parte considerable de
sus beneficios del da[52]. Por el momento, las actividades de Worth no haban ido
ms all de lo que podra denominarse delincuencia desorganizada. En adelante sus
pasos seran ms cautelosos: delegara a menudo y slo se arriesgara en persona
cuando la recompensa o la promesa de aventura fueran mayores. Su estricto dominio
sobre el resto de la banda fue la primera muestra de un complejo de poder que se
acentuara con la edad. Es justo decir que los delincuentes no son la gente ms
intelectual que existe. En trminos generales tienden a caracterizarse por una
considerable estupidez. El enfoque inteligente que Worth daba al negocio, y su
capacidad para conseguir resultados en forma de dinero contante y sonante, fueron
suficientes para asegurar la obediencia e incluso la veneracin de sus secuaces.
Solvente por primera vez en su vida, su determinacin de superarse a todos los
niveles le condujo pronto a las ruletas neoyorquinas, a los garitos de juego y a las
mesas de faran, ese extraordinario juego de azar que una vez hizo furor entre los
jugadores y que hoy ha desaparecido prcticamente.
Con fuertes apuestas, en la firme creencia de que cuanto ms arriesgara ms le
sonreira la fortuna, empez a llevar una vida de sportsman y se desplaz de los
sucios tugurios de Bowery a las luces del Uptown New York ms brillantes y
lujosas aunque no menos disolutas y el famoso glamour inmoral del conocido
barrio de vicio y corrupcin.
La inteligencia natural de Worth no era el nico rasgo de su carcter que lo
distingua de sus compinches de fechoras. Tambin destacaba por no abusar de la
bebida, en una poca en que el alcoholismo era endmico y la botella prcticamente
obligatoria entre la delincuencia. Ms extrao incluso dada su limitada estatura,
resultaba su rechazo a cualquier forma de violencia y su opinin de que el
derramamiento de sangre era una torpeza innecesaria y hasta desaconsejable. De las
sesenta y ocho mil personas detenidas en Nueva York en 1865, cincuenta y tres mil
fueron acusadas de delitos con violencia. Sin embargo, Worth estableci la norma de
que no se empleara la fuerza en ninguna accin delictiva que tuviera que ver con l,
una norma que slo se saltara una vez en su vida. El rechazo del alcohol y de la
violencia constitua una necesidad para mantener el control de quienes estaban bajo
su autoridad. Los malhechores que beban o se peleaban cometan errores; por esa
razn, Worth se mantuvo aparte de las bandas establecidas, que a menudo no eran

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ms que grupos ambulantes de maleantes borrachos, en guerra entre s.
El joven no se contentaba con organizar a sus esbirros: necesitaba dominarlos,
darles rdenes y recompensarlos mientras prosegua su meterico ascenso en los
bajos fondos. Worth, un delincuente sobrio, no violento y lleno de recursos que
gobernaba sus fuerzas entre una tropa de tipos pendencieros, ignorantes y borrachos,
tambin era excepcional por el alcance de sus aspiraciones delictivas o, por decirlo
con otras palabras, por su codicia voraz. Sophie Lyons tom nota de la ambicin
insaciable[53] del Pequeo Adam cuando ste inici su ascenso social hasta la clase
alta de la delincuencia.
Uno de los mayores malhechores de Norteamrica en esa poca recordara ms
adelante que la situacin social creada por la guerra entre el Norte y el Sur produjo
un gran nmero de delincuentes de gran inteligencia[54] en diversas especialidades,
pero en la Nueva York posblica, los ladrones de bancos estaban considerados la
aristocracia en su campo. James L. Ford, experto en los aspectos menos presentables
de la ciudad por haber participado en ellos, escribi en sus memorias: Actividades
como los atracos a bancos eran tenidas en mucha mayor consideracin durante los
aos sesenta y setenta que en el presente; a los miembros ms distinguidos del oficio
se los conoca de vista, y su presencia era sealada a los forasteros[55]. Alian
Pinkerton, el padre del futuro adversario de Worth, apuntaba en su libro The Bankers,
Their Vaults and the Burglars, editado en 1873, que en lugar del bribn torpe,
chabacano y de mal aspecto de otros tiempos, hoy tenemos al ladrn inteligente,
cientfico y calculador, experto en el uso de herramientas y con aspecto de caballero
respetable, que se enorgullece de dejar tras l un trabajo limpio[56].
Eddie Guerin, amigo de Worth, apuntaba que un buen ladrn de bancos tiene
que ir bien vestido y parecer un caballero[57]. Sophie Lyons corrobora estas palabras
y apunta tambin que entre la casta superior de la delincuencia asimismo reinaba una
cierta dosis de esnobismo profesional. No era fcil que un joven entrara en un grupo
organizado de ladrones de bancos, pues los ms experimentados eran reacios a poner
en peligro sus posibilidades de xito llevando con ellos a un principiante[58].
Worth intent, sin xito, ser aceptado en bandas ya establecidas como la de
George Leonidas Leslie, ms conocido como Western George, que era responsable de
una gran parte de los robos a bancos que se llevaron a cabo en Nueva York entre el
final de la guerra y 1884. Cuando Sophie Lyons tuvo su primer encuentro con Worth,
ste estaba impaciente por iniciarse en los golpes a bancos,[59] sobre todo a travs
del marido de Sophie, un conocido ladrn llamado Ned Lyons. Sin embargo, los
veteranos de la banda rechazaron todas las propuestas del aspirante recin llegado.
Worth necesitaba un patrocinador, alguien que le proporcionase una entrada a la
lite de los bajos fondos, y lo encontr en la figura gigantesca de Marm Mandelbaum.

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4 LOS PROFESIONALES
Los escritores de la poca recurran a los superlativos para describir a Fredericka,
ms conocida como Madre o Marm Mandelbaum: La mayor promotora de
delincuencia de los tiempos modernos,[60] la perista de ms xito en la historia de
Nueva York[61] y la primera persona que estableci una cierta organizacin en el
hampa estadounidense,[62] son slo algunos de los elogios que recibi en su carrera
delictiva, larga e ininterrumpida.
El apodo maternal de Marm era consecuencia de su actitud hacia los delincuentes
de todo pelaje, pues tena un corazn tan inmenso como su talla. Era una aristcrata
del crimen, pero a diferencia del objeto del afecto de Worth en otra poca posterior
el retrato de Georgiana, duquesa de Devonshire, Marm Mandelbaum no era un
cuadro al leo. Era una mujer enorme de casi cien kilos. Tena una mueca
permanente en los labios y unas mejillas extraordinariamente gordas sobre las cuales
haba unos ojillos negros, unas gruesas cejas negras y una frente alta y despejada con
una mata de pelo negro recogido en un moo, rematado normalmente con un
sombrerito negro del que pendan unas plumas[63].
Al igual que Worth, Fredericka haba emigrado de Alemania a Estados Unidos en
su juventud. Haba llegado sin un pariente o amigo,[64] pero en absoluto indefensa.
Sophie Lyons, que adoraba a Marm, sealaba que sus facciones speras y duras, su
corpulencia y su mirada penetrante eran proteccin y compaa suficientes para
cualquiera, y aada en tono crtico pero con indudable precisin que no es
probable que nadie forzase a esa emigrante, en concreto, a aceptar atenciones
indeseadas[65].
Poco despus de bajar del barco, la formidable Fredericka haba puesto el ojo en
un tal Wolfe Mandelbaum, dueo de una tienda de artculos para caballero que posea
un edificio de tres plantas en el nmero 79 de Clinton Street, en el barrio Kleine
Deutschland del East Side de Manhattan. Wolfe, un tipo dbil y holgazn, estaba
afectado de dispepsia crnica[66]. Unas pocas semanas bajo la dieta de Fredericka,
que cocinaba platos voluminosos pero fciles de digerir, lo decidieron a casarse con
ella. Desde ese momento en adelante, la cabeza de familia de los Mandelbaum fue la
seora Mandelbaum[67]. Aunque oficialmente seguan siendo tenderos, Marm
convirti el edificio de Clinton Street en la sede de una de las mayores operaciones de
comercio de objetos robados que se ha visto en Nueva York. Empez vendiendo el
gnero casa por casa,[68] y en unos aos levant un enorme negocio que mova el
botn y financiaba las operaciones de una buena mayora de las grandes bandas de
ladrones de bancos y de almacenes[69]. Para ocultar sus bienes robados utilizaba
locales de Manhattan y de Brooklyn, y tena en nmina a Howe y Hummel, dos
abogados famosos por sus pocos escrpulos, a quienes pagaba cinco mil dlares
anuales para que se ocuparan de mantenerla en libertad mediante sobornos casi

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siempre cada vez que la ley haca un gesto atrevido en su direccin[70]. El
terreno de actuacin de Marm era sobre todo el comercio de bienes robados, pero no
se olvidaba de financiar las operaciones de otros ladrones e incluso se deca que haba
mantenido una escuela Fagin en Grand Street, no lejos de la comisara central de
polica, donde chiquillos y jovencitas aprendan a ser expertos carteristas y
rateros[71]. Unos cuantos alumnos destacados pasaron incluso a tareas de
posgraduado, como el chantaje y los timos[72].
Marm Mandelbaum aparece por primera vez en los archivos policiales en 1862, y
se calcula que a lo largo de las dos dcadas siguientes manej mercanca robada por
valor de entre cinco y diez millones de dlares. Los delincuentes la adoraban. Como
apunt en cierta ocasin el famoso ladrn Banjo Pete Emerson, era una mujer
taimada y falsa como no haba dos, pero poda ser un ngel con el mismo diablo
mientras ste jugara limpio con ella[73]. Conforme creca la fama, la fortuna y la
cintura de la seora (pronto se convirti en la viuda Mandelbaum, pues la dispepsia
no tard en acabar con Wolfe), creci tambin la extravagancia de su estilo de vida y
de sus ambiciones sociales. Los dos pisos por encima de su centro de operaciones
fueron amueblados con una elegancia que no era superada en ningn lugar de la
ciudad; de hecho, muchos de sus cortinajes ms valiosos haban adornado los hogares
de aristcratas y haban sido sustrados para ella por ladrones agradecidos y
considerados[74]. All tena su corte como una saioniste de los bajos fondos y
ofreca esplndidas veladas, con cena y baile, a las que acudan algunos de los
delincuentes ms famosos de Norteamrica, y con frecuencia oficiales de polica y
polticos que haban cado bajo la influencia de esa mujer[75].
Nunca olvidar la atmsfera del local de Madre Mandelbaum,[76] recordaba
Sophie Lyons con nostalgia, pues all se congregaban no slo ladrones y estafadores
sino tambin jueces parciales, policas corruptos y polticos en horas bajas, todos
ellos dispuestos a hacer negocio. Delincuentes de altura como Shang Draper y
Western George acudan a postrarse a los pies de Marm, y ella recompensaba su
homenaje protegiendo sus fechoras, vendiendo el botn y ayudando a los que caan
en manos de la ley. En una profesin que no destacaba por su generosidad, Marm era
una excepcin y conservaba un rincn especialmente tierno en su corazn para las
mujeres delincuentes[77] y para otros que pudieran necesitar una ayuda para
ascender en la escala criminal; era partidaria de la igualdad de oportunidades en el
trabajo y una firme defensora de que el sexo no era ninguna barrera para el xito en el
mundo delictivo. Una visin muy adelantada para la poca y una verdad de la que
ella misma era la prueba ms tangible. No toleraba sin embargo la competencia, y
cuando una ladrona de extraordinario xito llamada Black Lena Kleinschmidt rob
una fortuna, se traslad a Hackensack (un barrio ms acomodado entonces de lo que
resulta hoy) y empez a darse nfulas y ofrecer fiestas y cenas, Marm se puso furiosa.
Y se sinti totalmente feliz cuando Black Lena fue descubierta como ladrona de joyas

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y encarcelada, despus de que uno de sus invitados advirtiera que la anfitriona luca
un anillo de esmeraldas robado del bolso a su mujer unas semanas antes. Eso
demuestra que hace falta cerebro para ser una autntica dama,[78] fue el comentario
despreciativo de Marm Mandelbaum.
En la poca en que Worth buscaba desesperadamente la manera de entrar en el
escaln superior de la delincuencia, Marm ya era una leyenda, y tal vez la
malhechora ms influyente del pas. El ejrcito de los enemigos de la sociedad debe
tener un general y creo que el ms poderoso de todos ellos fue Madre Mandelbaum,
[79] apunt Sophie Lyons, que haba conocido al joven Worth, y fue probablemente

quien lo introdujo en el refinado crculo de Marm. Worth se hizo un habitual de sus


veladas, y muy probablemente estaba bajo su tutela cuando llev a cabo su primer
contacto, decepcionante, con el mundo de los robos a bancos. En 1866, Worth y su
hermano John se colaron en la Atlantic Transportation Company de Liberty Street, en
Nueva York, y pasaron varias horas tratando de volar la caja fuerte hasta que se
dieron por vencidos y abandonaron el lugar, al romper el alba. Lyons expone su gran
disgusto[80] ante el golpe fallido. Como si no hubiera sucedido nada, tras un ao de
organizar algunos robos menores, Worth esta vez trabajando en solitario llev a
cabo su primer robo importante al llevarse veinte mil dlares en bonos de una
compaa de seguros en su ciudad natal de Cambridge. Marm Mandelbaum, capaz de
comerciar con cualquier mercanca robada, desde caballos y carruajes hasta
diamantes, los vendi gustosamente por una parte de su valor nominal; luego dio a
Worth su diez por ciento de costumbre y se guard el resto. No puede decirse que el
robo lo enriqueciera pues fue un golpe poco importante, pero lo convirti en
consumado ladrn de bancos a los ojos de sus compaeros[81].
Antes de que pasara mucho tiempo, Worth se haba ganado fama de mano
maestra en la ejecucin de robos[82] y empezaban a circular por los bajos fondos
comentarios sobre su sangre fra.
Al parecer, a Worth le gustaba navegar lo ms ceido al viento que poda. A cada
huida por los pelos, su desprecio por las fuerzas del orden se haca ms intenso y
profundo. Segn explicaron ms tarde los detectives Eldridge y Watts, en una
ocasin, despus de atracar una joyera en Boston, el atrevido ladrn sali por la
puerta principal y se encontr cara a cara con un polica. Sin la menor vacilacin, ese
hombre de nervios de acero salud con cortesa al agente, volvi sobre sus pasos,
abri de nuevo la puerta y dijo framente a su compinche del interior: "William,
asegrese de cerrar bien la puerta cuando se vaya. Yo tengo que tomar el siguiente
coche". Y as lo hizo, tras desear una noche tranquila al agente, pero salt del carruaje
unas calles ms all de la joyera, volvi atrs con sigilo, hizo una indicacin a su
compaero y los dos escaparon con el botn[83].
Alumno vido de aprender, Worth encontr en Marm Mandelbaum una aliada y
un modelo. La facilidad con que la mujer encargaba trabajos delictivos a otros, sus
lujosos aposentos y su vida social, eran justamente la clase de existencia que l

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ambicionaba para s.
Por encima de todo, es muy probable que fuera Marm quien le enseara la leccin
de que ser un perfecto caballero y un redomado malhechor no slo era perfectamente
compatible sino lo ms provechoso. La mesa de Marm ofreca una atmsfera de lujo
ilcito en la que los delincuentes de ms altura podan disfrutar de la compaa de
hombres y mujeres de condicin pareja a la suya, dedicados tambin a asuntos
ilegales.
Dos de los invitados de Marm en particular tendran papeles cruciales, aunque
muy diferentes, en el futuro de Worth.
El primero era Maximilian Schoenbein, alias M. H. Baker, alias M. H.
Zimmerman, alias el Holands, alias Mark Shinburn o Sheerly, alias Henry Edward
Moebus, pero ms habitualmente alias Max Shinburn, un ladrn de bancos de porte
distinguido que afirmaba quejoso que en el fondo era un aristcrata y que detestaba a
los zafios delincuentes con los que estaba obligado a asociarse[84]. Durante las tres
dcadas siguientes, los caminos delictivos de Adam Worth y Max Shinburn correran
paralelos. Los dos malhechores tenan mucho en comn y llegaron a detestarse
profundamente.
Shinburn naci el 17 de febrero de 1842 en la ciudad de Itzlingen, Wrttembrg,
donde fue aprendiz de mecnico antes de emigrar a Nueva York en 1861. Desde edad
muy temprana se hizo llamar el Barn, y con el tiempo lleg a adquirir efectivamente
el ttulo de barn Schindle o Sehindell de Mnaco, en lo cual gast una parte de su
fortuna[85]. Reservado, inteligente e insufriblemente arrogante, la elegante figura del
Barn destacaba entre la gente de los bajos fondos. Hasta la polica estaba
impresionada.
El inspector Thomas Byrnes, del departamento de Polica de Nueva York, lo
consideraba probablemente el ladrn de bancos ms experto del pas[86], mientras
que la polica belga ofreca esta descripcin del pulcro malhechor polglota: Habla
ingls con un ligersimo acento germano, francs fluido y alemn. Siempre va bien
vestido, tiene un aspecto distinguido y unos modales educados. Habla con gran finura
y siempre se aloja en los mejores hoteles[87]. Las facciones de Shinburn eran
llamativas: Ojos pequeos y azules de mirada penetrante, nariz larga y recta, bigote
y una pequea perilla, ambos de color castao salpicado de gris, el bigote con las
puntas retorcidas, la barbilla afilada [] a veces lleva barba completa, y en ocasiones
bigote y barba para ocultar el pronunciado hoyuelo que tiene en el mentn[88]. Sus
numerosos encuentros con los servidores de la ley y el gusto por los duelos en sus
aos mozos le haban dejado otras muchas marcas que lo identificaban. Tras una
detencin, el agente de polica tom nota de ellas con espeluznante minuciosidad:
En el revs de la mueca izquierda [] heridas por disparo de pistola que corren
paralelas cerca de la deformidad de la pierna derecha [] herida de pistola o revlver
en el costado izquierdo [] varias pequeas cicatrices que parecen resultado de una
andanada de perdigones; cicatriz en el costado izquierdo del abdomen, con aspecto de

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haberle entrado una bala por detrs y haberlo atravesado [][89]. Las nfulas
aristocrticas de Shinburn estaban llenas de agujeros, como todo l.
Su notoriedad delictiva proceda sobre todo de haber inventado una mquina
capaz de revelar, segn afirmaba, la combinacin de cualquier caja fuerte: Un
trinquete que, colocado bajo el disco de la combinacin de una caja, dejaba una
marca en una hoja de papel calibrado cada vez que el disco se detena y empezaba a
moverse en la direccin opuesta. El ladrn repeta el proceso hasta obtener la
combinacin completa[90]. Segn otras fuentes policiales, tena un odo tan agudo y
sensible que al girar el disco era capaz de determinar en qu nmeros caan los
tambores[91].
Con su formacin de mecnico, Shinburn perfeccion tambin un equipo de
herramientas ligeras y potentes para reventar cajas, que se dispuso a vender a otros.
Shinburn revolucion el instrumental del ladrn y le dio una base cientfica[92],
dej escrito Sophie Lyons. Al objeto de perfeccionar su tcnica para reventar cajas, el
Barn se emple durante un tiempo, bajo nombre supuesto, en la fbrica de Lilly
Safe Co., [cuyas] cajas fuertes estaban consideradas entre las mejores y ms
seguras[93]. Pero no por mucho tiempo. El rastro de cajas vacas que dej tras l
actu finalmente contra el propio Shinburn, y la caja Lilly tuvo tal fracaso comercial
que la empresa se vio abocada a la quiebra[94].
No se ha construido la caja que no sea capaz de abrir,[95] se vanaglori
Shinburn ante Sophie Lyons en cierta ocasin.
Cuando Worth conoci a Max Shinburn, mediada la dcada de 1860, el segundo
ya se haba labrado fama de hombre importante entre la comunidad de ladrones de
banco, tras haber limpiado el Savings Bank de Walpole, New Hampshire. Worth tena
sentimientos ambiguos acerca del Barn. Admiraba su atuendo de dandi y envidiaba
su fama, pero su inagotable fanfarronera y su aire de superioridad le resultaban
insoportables.
Mucho ms del gusto de Worth era Charles W. Bullard, otra oscura lumbrera de
los bajos fondos y protegido de Mandelbaum. Bullard, playboy delincuente, lnguido
y atractivo, ms conocido por Piano Charley, era hijo de una familia rica de Milford
cuyos antepasados se remontaban a un miembro del estado mayor de George
Washington. Tuvo una buena educacin escolar,[96] hered una gran fortuna de su
padre cuando an era adolescente y se lanz al mal de inmediato y sin moderacin.
Dilapidada la herencia, Bullard prob suerte en el oficio de carnicero, pero pronto
renunci a la ocupacin y dedic su habilidad al robo de bancos y de cajas
fuertes[97]. La predisposicin la haba heredado de su abuelo, de quien se deca que
haba sido un ratero de poca monta. La vida disoluta de Bullard y su ansia
insaciable de excitacin morbosa lo convirtieron en un taimado malhechor,[98] y ms
tarde en un ladrn de osada y astucia fuera de lo comn; ya entonces, la gente de los
bajos fondos de Nueva York lo consideraba uno de los delincuentes ms atrevidos

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de cuantos han utilizado una palanca o han reventado una caja fuerte[99].
Bullard es un hombre de buena educacin registraba un informe policial en
tono admiratorio. Habla ingls, francs y alemn con fluidez, y toca el piano con la
habilidad de un profesional[100]. Pcaro, refinado y atractivo, con una perilla fina y
unos ojos claros, Bullard tena tres pasiones en la vida y de las tres disfrutaba al
lmite: las mujeres, la msica y el juego. Gracias a la prctica constante con su
instrumento de media cola, Piano Charley haba desarrollado tal delicadeza de
tacto[101] que poda adivinar la combinacin de una caja por el simple mtodo de
hacer girar los tambores, mientras que sus sonatas de piano eran capaces de hacer
saltar las lgrimas al criminal ms desalmado y de atraer a la cama a la mujer ms
casta.
Jugador inveterado,[102] permanentemente escaso de fondos, a menudo
increblemente borracho aunque siempre encantador, Bullard era una de las mayores
figuras romnticas del mundo del hampa de Nueva York. Bajo el ojo benigno de
Marm Mandelbaum, entre l y Worth se estableci de inmediato una corriente de
simpata.
En la lista de delitos de Piano Charley Bullard figuraban ya robos de joyas,
atracos en trenes y fuga de prisin. A principios de 1868, formando equipo con Max
Shinburn y otro ladrn profesional, Ike Marsh, penetraron en la cmara de seguridad
del Ocean National Bank de Nueva York despus de cavar un tnel hasta el stano. El
botn ascenda a ms de cien mil dlares, la mayor parte de los cuales terminaron en
los bolsillos de Shinburn. Los ladrones estuvieron casi un mes trabajando en el
tnel, y el banco se arrum con la prdida,[103] deca el informe policial. Ese mismo
ao, el 4 de mayo, Bullard se haba confabulado otra vez con Marsh para robar el
ferrocarril Hudson River Railroad Express mientras viajaba desde Buffalo, en el norte
del estado, por el tendido frreo central de Nueva York, hacia la estacin Grand
Central. Enterados de que la Merchant's Union Express Co. utilizaba el tren para
transportar cantidades de dinero en metlico, y con la connivencia de un vigilante del
tren a quien sobornaron, se ocultaron en el furgn de equipajes [] en el cual
viajaba la caja, y se llevaron cien mil dlares[104]. Bullard y Marsh saltaron del tren
en el Bronx con el dinero y ttulos negociables guardados en maletines. Al vigilante
lo encontraron atado y aparentemente inconsciente, babeando espuma por la boca; la
baba result ser jabn, y el hombre fue detenido de inmediato.
Los Pinkerton, cuya fama se extenda hasta tal punto que ya eran llamados a
actuar en casi todos los robos importantes, haban seguido el rastro de los ladrones
hasta Toronto. All encontraron a Ike y a Charley, dndose la gran vida en uno de los
hoteles ms caros de la ciudad. Tras una larga batalla judicial, Bullard fue entregado a
Estados Unidos y encarcelado en White Plains, Nueva York, a la espera de juicio.
Con el poco dinero que le quedaba, la familia Bullard contrat a un costoso abogado
para que defendiese a su hijo descarriado. Al igual que Worth, Piano Charley no
dejaba pasar jams una ocasin de delinquir y arregl las cosas para que una de sus

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muchas amigas birlara mil dlares (la minuta completa) del bolsillo del abogado
mientras volva a Nueva York en el tren[105].
Casi con toda certeza, fue Marm Mandelbaum quien decidi que Piano Charley,
cuya msica era una atraccin tan popular en sus fiestas y banquetes, no deba
languidecer en prisin.
Worth, que ya era buen amigo del encarcelado, fue escogido junto con Shinburn
para el trabajo de sacarlo. Esta fue la primera y nica vez en que los dos actuaron
juntos.
Una semana despus de su encarcelamiento, los amigos de Bullard cavaron un
tnel a travs del muro de la prisin de White Plains y pusieron en libertad a Ike y a
Charley. Inmediatamente despus regresaron a Nueva York para celebrar el xito con
una prolongada fiesta que, en el caso de Bullard, result escandalosamente baada en
alcohol. El Barn estaba inmensamente satisfecho de s mismo. Shinburn se
enorgulleca ms de cmo haba entrado en la crcel de White Plains para liberar a
Charley Bullard y a Ike Marsh, dos amigos suyos, que de algunos de sus robos ms
atrevidos,[106] contaba Sophie Lyons. El xito de la fuga carcelaria ciment la
reciente amistad entre Worth y Bullard. Piano Charley posea la vitalidad relajada y el
barniz cultural que el Pequeo Adam tanto admiraba y aspiraba a emular. Por otra
parte, Worth era inteligente y calculador, cualidades de las que careca Bullard, un
tipo agradable pero no muy despierto.
Los dos hombres decidieron formar sociedad.

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5 LA NOVIA DEL LADRN
El banco Boylston National de Boston era una vista familiar para Worth desde sus
aos mozos. Los ricos burgueses de Boston crean que su dinero estaba todo lo
seguro que resultaba humanamente posible tras la impresionante fachada del banco,
un imponente edificio de ladrillo en la esquina de las calles Boylston y Washington,
en el corazn de la ciudad. Segn Sophie Lyons, Worth hizo una visita de inspeccin
a todos los bancos de Boston y decidi que el famoso Boylston Bank, el mayor de la
ciudad, era el ms adecuado para dar un golpe[107]. Tiempo despus, Max Shinburn
afirmara que haba participado en la planificacin del robo, pero no hay pruebas de
que se requiriera ni se solicitara su parecer. De hecho, la exclusin de Shinburn de ese
trabajo pudo ser la fuente de la enemistad entre l y Worth.
Ike Marsh, el compinche irlands de Bullard en el asunto del robo al tren y un
nombre bastante corto de luces, fue su compaero en el golpe, que como todos los
grandes golpes fue de lo ms simple. Bajo el nombre de William A. Judson & Co.,
comerciantes en tnicos para la salud, los tres hombres alquilaron el edificio contiguo
al banco y levantaron un tabique tras el escaparate en el cual se exponan un par de
centenares de botellas que contenan, segn las etiquetas adheridas a ellas, cierta
cantidad de "Tnico Oriental de Gray"[108]. Las botellas segn los Pinkerton
servan a un doble propsito: exponer la mercadera e impedir que el pblico viera el
interior[109]. Nunca se ha llegado a saber en qu consista ese tnico oriental pues
jams se vendi un solo frasco.
Despus de calcular cuidadosamente el punto de la pared de la tienda contiguo a
la caja fuerte del banco, los ladrones empezaron a cavar. Durante una semana,
trabajando slo de noche, Worth, Bullard y Marsh apilaron los escombros en la
trastienda hasta que por fin qued al descubierto la plancha metlica de la cmara
acorazada[110].
Perforar sta fue un trabajo ms arduo informaba ms tarde el Boston Post.
Tan silenciosa fue la operacin que el nico ruido que percibieron los ocupantes de
las estancias contiguas fue como el que hara una persona al clavar una moqueta con
un vulgar martillo. Las herramientas utilizadas para el golpe fueron [unas] barrenas o
berbiques de dos centmetros de dimetro mediante las cuales taladraron una serie de
agujeros, cada uno de los cuales se conectaba con el contiguo, hasta quitar una pieza
de cuarenta y cinco por treinta centmetros. Tambin utilizaron, cuando lo requera la
situacin, tenazas, martillos y cinceles para consumar su inicua fechora[111]. En las
primeras horas del domingo 21 de noviembre de 1869, Worth se col por el hueco,
encendi una vela en el interior de la cmara e inspeccion el botn. El tesoro estaba
guardado en unos veinticinco o treinta cofrecillos metlicos,[112] que Worth procedi
a pasar a sus cmplices uno tras otro. Los ladrones forzaron los cofres, examinaron
el contenido, se quedaron lo que haba de valor y rechazaron el resto[113]. Mientras

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amaneca sobre Boston, los tres compinches cargaron el botn en bales con la
etiqueta Tnico Oriental de Gray, alquilaron un carruaje hasta la estacin y
tomaron el tren de la maana a Nueva York.
Ms de veinticuatro horas despus, a las nueve de la maana del lunes, los
empleados del banco abrieron la cmara y se quedaron anonadados ante la escena
que encontraron[114]. Todas y cada una de las cajas de seguridad del banco, y con
ellas el slido prestigio del Boylston National Bank de Boston, haban desaparecido.

THE BOSTON POST


Martes, 23 de noviembre 1869

Ayer por la maana, Boston se sobresalt. El trmino no es exagerado. Un


robo de la magnitud del sufrido por el banco Boylston National de hecho
unos doscientos mil dlares, que se perpetr en algn momento entre el
sbado por la tarde y el lunes por la maana, es un suceso absolutamente fuera
de lo comn en el quehacer cotidiano de esta ciudad y casi imposible de creer.
Sin embargo, el robo es indiscutiblemente un gran golpe; tomado como un
trabajo, observado como un artista hara con la obra de otro artista, es uno de
los ms hbiles que la prensa ha tenido la fortuna o la desdicha de publicar. El
xito casi permanente con que se ha llevado a cabo esta clase de robos durante
los ltimos meses a lo largo y ancho del pas puede llevar a la conclusin de
que el autor, o autores, del presente caso escapar al brazo de la ley, aunque es
cierto que el principal organizador es tan conocido como necesita serlo un
delincuente. La infinita inteligencia con la que ha llevado a cabo sus
operaciones de principio a fin indica que no es un hombre de facultades
corrientes y parece muy probable que, si ha conseguido eludir a la polica
hasta la fecha, tambin escape en esta ocasin. Si as sucede, ese hombre se
habr hecho ms rico de lo que tal vez l mismo haba previsto []. El
nombre por el que se conoce a este malhechor es William A. Judson.

El Boston Post, casi incapaz de ocultar su admiracin, era conservador en sus


clculos. Los Pinkerton apuntaron que Worth y sus cmplices haban conseguido
casi un milln de dlares en dinero y ttulos,[115] clculo que confirm Sophie
Lyons. En el local de William A. Judson & Co., la polica encontr una docena o
ms de capazos de ladrillos y mortero,[116] una treintena de cofres de seguridad
reventados y doscientas botellas de Tnico Oriental de Gray. Durante una semana, el
robo al Boylston National Bank fue el nico tema de conversacin en Boston. Todo
el mundo sigue hablando del robo del banco Boylston informaba el Boston Post
unos das ms tarde en tono decepcionado, pero nadie (nadie que tenga algo
concreto que decir) ha comunicado la menor novedad. En todas partes se reconoce
que fue un trabajo muy limpio, directo del local del tnico oriental a la caja fuerte del

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banco[117].
En efecto, haba sido el trabajo ms limpio de Worth hasta la fecha, pero el propio
xito de la aventura, la enorme cantidad de dinero conseguida y la declarada
determinacin de las autoridades de perseguir a los ladrones espoleada por la
recompensa del veinte por ciento del botn llevaron a Worth y a Bullard a un
manifiesto dilema. Quedarse en Nueva York e intentar realizar los ttulos por la va
tradicional era una invitacin a buscarse problemas, pues incluso Marm Mandelbaum
se lo pensara dos veces antes de mover una mercanca tan caliente. Podan coger el
dinero, abandonar los ttulos y dirigirse al oeste, donde los estados fronterizos
ofrecan anonimato y donde la ley, como mucho, slo se aplicaba parcialmente. Sin
embargo, dado su gusto por la vida cara y las compaas refinadas, Worth y Bullard
no tenan madera de cowboys y les resultaba muy poco atractiva la perspectiva de
gastarse su mal ganado dinero en algn villorrio polvoriento donde podan acabar
asesinados para robarles su dinero. Una alternativa ms atractiva era encaminarse a
Europa, donde la extradicin era improbable y los americanos ricos eran recibidos
con los brazos abiertos y se hacan pocas preguntas. Ike Marsh ya haba decidido
tomar la jubilacin anticipada con su parte del botn. Regres a Irlanda va Baltimore
y Queenstown y fue recibido en Tipperary con gran ceremonia, como hijo del pueblo
que haba hecho fortuna (en su caso, ilcita). Al final, segn los Pinkerton, se dedic
al juego y a la bebida, hizo todo lo que no debera haber hecho y acab por regresar a
Estados Unidos en busca de ms fondos[118]. El pobre Ike fue detenido cuando
intentaba robar otro banco en Wellesborough, sentenciado a veinte aos de reclusin
en solitario en el este de Pensilvania y termin su vida viejo, achacoso y
dependiendo de la caridad de sus amigos[119].
Worth y Bullard supusieron acertadamente que tras un robo tan importante
llamaran a los Pinkerton. De hecho, apenas una semana despus del golpe al banco,
los detectives ya haban seguido el rastro de los ladrones y de su botn hasta Nueva
York, y los documentos de los archivos Pinkerton indican que los dos autores ya eran
los principales sospechosos, gracias a alguien que se haba ido de la lengua en los
ambientes delictivos. La noticia de que los buscaban lleg enseguida a los propios
fugitivos. Antes de una semana esos jodidos detectives ya nos habrn echado el
guante previno Bullard a Worth. Y no quiero tocar el piano en [la crcel de].
Ludlow Street[120].
La pareja se apresur a enviar los ttulos robados a un abogado de Nueva York
posiblemente Howe o Hummel, con instrucciones de esperar unos meses, revender
entonces los bonos por una parte de su valor nominal y, a su debido tiempo, enviarles
el producto de la venta. En la poca, ste era un mtodo aceptable de recuperar las
propiedades perdidas, tolerado por la polica que a menudo ayudaba a negociar el
retorno de los valores, y beneficiosa tanto para los propietarios como para los
ladrones. Todo lo que tienen que hacer [los ladrones] es pactar condiciones, lo cual
significa renunciar a una parte del botn; despus pueden dedicar las horas de ocio a

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proyectar nuevas fechoras,[121] sealaba el Boston Sunday Times, uno de los pocos
medios de comunicacin que pona objeciones a esta confabulacin, de tan dudosa
moralidad. Tiene que haber algo radicalmente viciado en el sistema policial del pas
cuando transacciones de este cariz se producen de forma repetida[122].
Worth y Bullard se apresuraron luego a guardar el resto del dinero en bales de
doble fondo, se despidieron de Marm Mandelbaum, de Sophie Lyons y de Nueva
York y tomaron el tren a Filadelfia, donde los esperaba el S. S. Indiana para
trasladarlos a Inglaterra. El lujoso barco los llevara a Europa y a una nueva vida.
Para ello necesitaran nuevos nombres. En su camarote de primera clase, los dos
hombres hablaron llenos de optimismo de cmo se reinventaran a s mismos. Bullard
eligi llamarse Charles H. Wells y adoptar una nueva personalidad como rico hombre
de negocios tejano. El alias que escogi Worth fue muy inspirado.
Aquel ao haba sido testigo del prematuro y muy lamentado fallecimiento, el 18
de junio, de Henry Jarvis Raymond, el fundador y director del New York Times.
Raymond, senador, congresista, conciencia poltica y baluarte moral de la poca,
haba sucumbido a un ataque de apopleja[123] a la edad de cuarenta y nueve aos,
y su muerte dio pie a las palabras de adulacin ms solemnes que han aparecido
jams en letra impresa. He aqu algunos de los adjetivos de una sola nota necrolgica
del gran hombre: patriota, sabio, moderado, honorable, sincero, generoso de corazn,
trabajador, frugal, consciente, magistral, modesto, valiente, noble, consistente, de
elevados principios, cultivado, distinguido, lcido, amable, justo, tolerante, moral,
indulgente, vivaz, emprendedor, temperado, contenido, lcido, sagaz, elocuente,
firme, comprensivo, bondadoso, generoso, justo, suave, amistoso y recto. El New
York Times terminaba este himno ditirmbico a su fundador con la declaracin de
que Raymond era en todo momento un autntico caballero []. De hecho nunca
hemos conocido a un hombre ms sencillo y cuya vida y personalidad ilustren mejor
las virtudes de una hombra ms sincera y genial[124]. Los rivales periodsticos del
diario se mostraron de acuerdo. El Evening Mail sealaba: Siempre fue un caballero
[] fiel a sus convicciones[125]. El Telegram lo calificaba de uno de los periodistas
ms brillantes y caballerosos que ha producido el Nuevo Mundo,[126] mientras que
el Evening Post sealaba tambin que era un caballero en sus modales y en su
lenguaje[127]. La tumba de este hombre ntegro, de este coloso tico, qued marcada
en el exclusivo cementerio de Green-Wood con un obelisco de doce metros en honor
a sus logros y a su rectitud. Rara vez la opinin contempornea ha expresado un
juicio ms unnime, sincero y compartido que en el caso del desaparecido director
del New York Times,[128] declaraba el Post.
Worth, que ya anhelaba la respetabilidad que deba acompaar a su nueva riqueza,
haba ledo aquellos homenajes grandilocuentes pocos podan evitarlos y las
repetidas referencias a la caballerosidad del finado se haban fijado en su mente.
Apropiarse del nombre de un hombre as sera una intensa y satisfactoria irona,

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mayor incluso porque Worth, vido recolector de rumores de los bajos fondos, quiz
saba que el gran rbitro moral de la poca llevaba tambin una doble vida de la cual
sus lectores y admiradores no tenan la menor idea. Segn la versin oficial, la noche
de su fallecimiento, el prestigioso director haba estado con su familia y algunos
amigos hasta las diez, en que los dej para atender una consulta poltica; la familia no
volvi a verlo hasta que fue encontrado, hacia las dos y media de la madrugada, cado
en el pasillo, inconsciente y en aparente estado agnico[129]. La realidad era bastante
ms srdida, pues en realidad el recto y virtuoso Henry Jarvis Raymond haba muerto
de un infarto coronario agudo mientras haca una visita a una joven actriz[130].
Adam Worth decidi que tanto si resida en el cielo reservado a los grandes hombres
como si estaba en el purgatorio de los adlteros, Henry j. Raymond ya no necesitaba
su nombre. En el viaje a Inglaterra adquiri pues este impresionante alias
cambiando Jarvis por Judson, en memoria del apellido que haba utilizado en el robo
de Boston y lo mantuvo el resto de su vida. Fue vino de los robos ms astutos de
Worth y uno de los menos celebrados.
A principios del ao siguiente, dos ricos norteamericanos entraron en el hotel
Washington de Liverpool y anunciaron que ocuparan las mejores habitaciones del
establecimiento por tiempo indefinido pues tenan en proyecto un largo viaje de
negocios. La pareja vesta a la ltima moda, con levita, corbatn de seda y bastn de
bamb. Dos dandis yanquis recin desembarcados y ansiosos de diversin los
seores Henry J. Raymond, banquero mercantil, y Charles W. Wells, hombre de
negocios tejano, se encaminaron al bar del hotel a brindar por su llegada al viejo
mundo. El seor Raymond brind por el futuro; el seor Wells, como de costumbre,
bebi en exceso.
Casualmente, tras el bar del hotel Washington ya les aguardaba su futuro en las
muy deseables formas de la seorita Katherine Louise Flynn, una muchacha irlandesa
de diecisiete aos con una cabellera rubia muy tupida, unos hoyuelos deliciosos en
todos los lugares donde deba tenerlos, y un fulgor en la mirada que podra haberse
tomado por disponibilidad pero que probablemente era ms bien pura ambicin. Esta
notable mujer haba nacido en la pobreza de Dubln y haba escapado de sus humildes
orgenes a los quince aos, decidida ya a llevar una vida muy distinta. Con su genio
vivo, despierta y aguda como una raposa, a Kitty le gustaba el bullicio y anhelaba los
viajes, la compaa culta y las cosas bonitas. Pero sobre todo tena muy claro el valor
del dinero y lo deseaba en grandes cantidades.
Mercenaria es un trmino poco amable; Kitty Flynn era simplemente una mujer
prctica. La miseria y las privaciones de sus primeros aos de vida haban dejado en
ella un poso de saludable respeto por las ventajas de una buena posicin econmica y
le haban inculcado la determinacin de hacer todo lo necesario, dentro de lo
razonable, para conseguirlas. En la situacin en que se hallaba, esto significaba
soportar, y devolver, las proposiciones bien intencionadas y galantes de los clientes
habituales del hotel. Pero cuando estos parroquianos se pasaban de la raya y cometan

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la torpeza de insinuar que Kitty quizs aceptase la propuesta de una cita ms ntima
despus del trabajo, la sarta de invectivas irlandesas subidas de tono no dejaban lugar
a dudas de que la camarera se consideraba destinada a placeres mucho mayores de los
que aquellos hombres podan ofrecerle. El vapor de Dubln a Liverpool haba sido la
primera etapa en el proyectado viaje de Kitty a la fortuna y a la respetabilidad; su
trabajo de camarera de hotel no era ms que un apeadero en su trayecto. La llegada de
los seores Raymond y Wells le abra nuevas perspectivas tentadoras. En Liverpool,
los caballeros de brillante armadura no abundaban y se presentaban muy de vez en
cuando y dos americanos con dinero y dispuestos a gastarlo eran sin duda lo ms
parecido a ellos.
Kitty era una muchacha de una belleza fuera de lo corriente [] una rubia
rolliza con la misma figura que [la actriz]. Lillian Russell hace algunos aos,[131]
sealaba Sophie Lyons. Como todas las buenas camareras, era tetuda y tena una
melena rubia de largos rizos que le llegaban hasta la mitad de la espalda y que llevaba
peinados de tal modo que parecan estallar desde la parte posterior de la cabeza. Sus
rasgos eran delicados, con una nariz chata y unos labios carnosos, pero eran sobre
todo sus ojos, grandes y de un azul sorprendente, los que encandilaban a sus
admiradores. Bajo ciertas luces, evocaba ni ms ni menos que a una rana de
excepcional atractivo, lo cual resultaba muy apropiado pues Kitty no tardara en
embarcarse en una carrera en la que, como en un cuento de hadas, sera besada por un
ramillete de prncipes, azules o no. En el mejor retrato que nos ha llegado de ella
una versin coloreada de una placa obtenida por el gran fotgrafo francs Flix Nadar
, Kitty Flynn exhibe una expresin que resulta entre insinuante y perversa.
Esta expresin tuvo un efecto electrizante en los recin llegados al hotel
Washington en enero de 1870. Resulta difcil saber cul de los dos ladrones entreg
primero su corazn a Kitty, pero que ambos quedaron profundamente prendados de
ella es algo que todos sus contemporneos dieron por cierto. Sophie Lyons se muestra
igual de rotunda acerca del asunto: Tanto Bullard como Raymond [Sophie utiliza
indistintamente el nombre autntico de Worth y su alias] se enamoraron locamente de
ella[132].
Durante el mes siguiente, Kitty fue asediada por los dos pretendientes, tan
distintos. El uno menudo, pulcro, casi abstemio y vehemente; el otro alto, lgubre y,
en palabras de los Pinkerton, inclinado a vivir deprisa y disipadamente[133]. De
pronto Kitty se encontr invitada a tantas copas y cenas que excedan incluso sus
sueos ms atrevidos, y apur los recursos de Liverpool hasta el lmite. A pesar de la
rivalidad amorosa, los dos malhechores mantuvieron inalterada su amistad mientras
acompaaban a Kitty de una lujosa cena a la luz de las velas a la siguiente, mientras
Bullard le ofreca serenatas y Worth haca cuanto poda para convencerla de que l, y
no su socio (ms extico), representaba la inversin ms slida. La carrera por sus
favores fue muy reida anota la inquisitiva Lyons a pesar de que Bullard era un
msico experto y de que hablaba vanos idiomas con fluidez,[134] pero finalmente

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Kitty cedi a las proposiciones de Piano Charley y accedi a casarse con l. Para
Worth, no obstante, la muchacha siempre guard un lugar en su corazn y, cmo no,
en su cama.
Kitty Flynn se convirti en la seora de Charles H. Wells un domingo de
primavera. La ceremonia se celebr en el hotel Washington, y un nutrido grupo de
curiosos acudi a presenciar cmo la novia de la ciudad suba al coche de caballos en
el que se la llevaba su atractivo marido norteamericano. Adam Worth fue el padrino,
y debe decirse en favor suyo segn Lyons que ninguna felicitacin a los novios
fue ms sincera que la suya[135]. Worth tena buenas razones para tal ecuanimidad,
pues aunque Kitty haba accedido a casarse con Bullard, parece que estaba muy
contenta de repartir sus favores entre ambos hombres. Si Bullard tena alguna
objecin a tal acuerdo, no la manifest. De hecho no estaba en situacin moral de
ponerlas pues, sin que Kitty lo supiera, su reciente marido ya estaba casado. Pasara
algn tiempo hasta que Kitty descubriera que Bullard tena una esposa y dos hijos en
Estados Unidos. Aunque cabra pensar que Worth utilizase esta informacin para
forzar a Bullard a compartir a su esposa, lo cierto es que este proceder no era muy
propio de l. Por otra parte, dado que la relacin amistosa entre los dos ladrones se
mantuvo firme, lo ms probable es que la complaciente Kitty Flynn, el liberal Bullard
y Worth, que nunca permiti que los convencionalismos se entrometieran en sus
deseos, descubrieran que el mnage a trois era el arreglo ms conveniente para todas
las partes.
Mientras Kitty y Charley disfrutaban de una breve luna de miel, Worth aprovech
el tiempo para robar la mayor casa de empeos de Liverpool, donde obtuvo unas
veinticinco mil libras en joyas. Ms adelante, los Pinkerton redactaron un detallado
relato del robo:
Worth busc algo de su agrado y descubri una gran casa de empeos de la
ciudad, que a su parecer mereca la pena robar []. Vio que si consegua un vaciado
en yeso de la llave del local poda dar un gran golpe. Tras varios das de cauteloso
trabajo consigui pillar desprevenido al dueo, hacerse con la llave y sacar una
impresin de sta en cera. El resultado fue que dos o tres semanas ms tarde el
hombre de la casa de empeos lleg una maana a su local y descubri que faltaban
de su caja fuerte todas las piezas de joyera; la tienda y la caja estaban cerradas, pero
los objetos de valor haban desaparecido[136]. El golpe caus cierta sensacin en
Liverpool, donde no eran frecuentes los robos de envergadura aunque abundaban los
delincuentes. El relato de los Pinkerton fue escrito muchos aos despus, pero en
trminos generales parece fiable. La mayora de los ttulos robados en el Boylston
National haban sido ya devueltos a sus propietarios, y por tanto el banco haba
decidido deshacerse de los onerosos servicios de la agencia de detectives. No
obstante, los Pinkerton siguieron, mediante una red de informadores, sobre la pista de
los delincuentes norteamericanos instalados en el extranjero. Durante los aos
siguientes, sus informaciones sobre Adam Worth y sus actividades bajo el nombre de

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Henry Raymond se hicieron cada vez ms detalladas.
Robar casas de empeos era sencillo, y Worth empezaba a impacientarse por
practicar algn deporte ms estimulante en aquellos nuevos predios. Kitty tambin
estaba ansiosa por encontrar entornos ms refinados y llenos de glamour, y a Bullard
no le importaba mucho dnde iba mientras hubiera dinero y champn en abundancia
y un piano cerca. Worth inund a Kitty de caros regalos incluidas las joyas que
haba robado, le compr vestidos lujosos y la apoy y estimul en su
determinacin de dejar atrs sus orgenes humildes. Con el dinero del robo, Worth
intent remodelar a Kitty, como se reinventaba a s mismo. Sin embargo, el
mugriento Liverpool no era lugar para una dama en ciernes, y el gran fraude
compartido requera un teln de fondo ms brillante. A finales de 1870, el tro
recogi todas sus pertenencias, entre ellas los restos todava considerables del golpe
al Boylston Bank, liquidaron la cuenta del hotel Washington y se dirigieron a Pars.
La guerra francoprusiana, el sitio de la ciudad y la anarqua de la Comuna haban
convertido a la capital francesa en un lugar de especial atractivo para un par de
delincuentes con ambiciones sociales y para la muchacha que compartan.

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6 UN BAR AMERICANO EN PARS
Pars proporcionaba una demostracin palpable de esa clase especial de doble
moral que Worth absorbera y adaptara. Bajo el Segundo Imperio se poda detener a
una mujer por fumar en los jardines de las Tulleras, pero la inmoralidad personal era
casi de rigor. La impresin superficial era de magnificencia, pero la corrupcin y el
libertinaje eran desenfrenados. Los empresarios especulaban, los hedonistas se
abandonaban a los placeres y los visitantes ingleses decan pestes de la degradacin
moral[137]. La gran fachada alegre y brillante del Segundo Imperio se haba
derrumbado con el hundimiento de los ejrcitos franceses frente a la mquina militar
prusiana, y ms de veinte mil personas haban muerto en la espantosa violencia de la
Comuna que haba seguido al paralizado asedio de la ciudad. Worth, Bullard y Kitty
viajaron sin prisas hacia el sur, atravesando Inglaterra, y se demoraron en Londres a
la espera del resultado de los sangrientos sucesos que tenan lugar en Pars, antes de
atravesar el canal, a finales de junio de 1871. Encontraron una ciudad agotada y
parcialmente en ruinas, falta de orden y vulnerable, aunque todava encantadora pese
a la devastacin. Pars era un punto perfecto para coordinar nuevas actividades
delictivas, y al mismo tiempo satisfaca los gustos extravagantes del tro. Como
apunta un observador: Francia es una paciente dotada de una resistencia asombrosa.
Derrotada vergonzosamente, rasgada por la guerra civil, en bancarrota por efecto de
las demandas de reparaciones alemanas y por los costes de reconstruir Pars, iba a
convertirse en el asombro del mundo y la alarma de sus enemigos por la rapidez de su
recuperacin[138]. Worth comprendi que all haba grandes posibilidades para su
oficio. Su tocayo, Charles Frederick Worth, el gran modisto, haba comprado parte
de los restos de las Tulleras para convertirlos en falsas ruinas en su jardn;[139] esta
vez otro Worth dejara tambin su impronta en los restos de la ciudad devastada en la
que, al menos de momento, las autoridades estaban demasiado ocupadas lavando la
sangre de las calles y poniendo en pie la ciudad como para prestar mucha atencin al
triunvirato recin llegado.
Aos despus, Kitty afirmara que no tena la ms remota idea de que su marido y
el socio de ste eran famosos delincuentes internacionales. Su declaracin no
resultaba veraz pues desde el primer momento tena que ser evidente que su
encantador marido y su amigo no tenan nada de respetables comerciantes, ya que lo
pagaban todo con fajos de billetes, no trabajaban y nunca conversaban de nada que
sonara ni de lejos a un negocio legal. El papel de Kitty en el siguiente acto del drama
indica que estaba metida en las actividades delictivas de sus compinches hasta sus
lindas orejas.
Con los restos del dinero del robo de Boston, Bullard y Worth adquirieron un
espacioso edificio en el nmero 2 de la ru Scribe, que formaba parte del complejo
del Grand Hotel, cerca de la pera, a nombre de Charles Wells, y alquilaron unos

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apartamentos espaciosos y cmodos en las proximidades. El nuevo local, bautizado
como American Bar, fue remodelado y dotado de un esplendor palaciego,[140] con
leos, espejos y cristalera cara. Las reformas costaron setenta y cinco mil dlares y
se hizo venir de Estados Unidos a varios barmans americanos para que preparasen
ccteles exticos, muy populares en Nueva York pero casi desconocidos en Europa
por esa poca[141].
El American Bar era una operacin con dos objetivos. La segunda planta del
edificio estaba concebida como una especie de club para americanos de visita y
contaba con las ltimas ediciones de los peridicos norteamericanos y con casillas en
las que los expatriados podan recoger su correo. Los norteamericanos estaban
cordialmente invitados a utilizarlo como lugar de reunin;[142] era un punto donde
podan encontrarse y disfrutar de bebidas americanas, un establecimiento tranquilo,
sobrio y absolutamente respetable. En las plantas superiores del inmueble, en cambio,
la escena era bastante distinta. All Worth y Bullard establecieron un saln de juego a
gran escala, bien provisto y absolutamente ilegal. Con la presencia de crupiers de
ruleta y expertos en baccar trados de Estados Unidos dieron una ptina
cosmopolita al garito, pero el principal atractivo result ser Kitty, porque su belleza
y su trato encantador atraan a muchos visitantes norteamericanos[143].
Los agentes de Pinkerton en Europa empezaron a vigilar el local casi desde el
mismo da de la apertura y declararon que se estaba convirtiendo rpidamente en el
cuartel general de los jugadores y delincuentes norteamericanos, donde proyectan
muchos de los delitos que cometen en Europa,[144] pero hasta las fuerzas del orden
estaban embelesadas con los generosos encantos de la anfitriona. La seora Wells
era una mujer hermosa informaron ms tarde los detectives, una conversadora
brillante vestida a la ltima moda, cuya compaa buscaban casi todos los clientes de
la casa[145]. Bajo la direccin de la esplndida Kitty una visin de sedas y rizos,
el afable[146] Bullard tocaba el piano y Worth controlaba minuciosamente a la
clientela. Tras la barra haba instalado un discreto botn de alarma que accionaba el
barman y disparaba un zumbador en las salas de juego de las plantas superiores si
entraba la polica o algn elemento sospechoso[147]. A los pocos segundos de sonar
la alarma, Worth poda tener los pisos superiores del edificio de ru Scribe tan
tranquilos y respetables como los de abajo. La polica parisina hizo dos o tres
registros en la casa, pero nunca consigui encontrar nada arriba, salvo un montn de
hombres dedicados a leer peridicos; ni el menor rastro de juego ilcito[148]. Worth
tambin soborn a la polica local para que le informara cundo poda producirse un
registro.
El American Bar, el primer club nocturno a la americana en Pars, fue un xito
inmediato, un poderoso imn en la ciudad arrasada y cansada, y los parisinos
quedaron asombrados ante su magnificencia. El lugar se convirti pronto en un local
famoso, muy concurrido no slo por americanos e ingleses sino por visitantes de toda

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Europa[149]. Comerciantes, banqueros, turistas, ladrones, falsificadores, condenados,
timadores y malhechores de todas clases eran acogidos por igual para que disfrutaran
de los platos del excelente chef de Worth, para que probaran un cctel o para que
pasaran a los pisos superiores, donde la deliciosa Kitty les ayudaba a perder su dinero
en las mesas de juego con tal gracia que casi siempre volvan para repetir. Pronto
corri por los bajos fondos la noticia de que el American Bar era el mejor lugar de
Europa para establecer contacto con otros delincuentes, para acordar un trabajo o para
ocultarse de las autoridades, sencillamente.
El elegante y ostentoso Max Shinburn se convirti en cliente habitual. Como sus
antiguos socios, el Barn haba tenido que trasladarse al continente precipitadamente.
Unos aos antes, para profunda vergenza suya, fue detenido pblicamente en un
lujoso hotel de Saratoga cuando se haca pasar por banquero neoyorquino[150] y
acusado del robo de New Hampshire cometido en 1865. La polica le encontr
encima siete mil dlares en bonos robados, y al investigar su direccin en Nueva
York descubri un taller completo para la fabricacin de herramientas para el robo y
vaciados en cera de diversas llaves[151]. El Barn fue condenado a diez aos, pero a
los nueve meses consigui escapar de la crcel de Concord una fuga considerada
entre las ms deslumbrantes y hbiles que se han producido en la historia
criminal[152] y se dirigi a Europa, donde an haba gran demanda de
especialistas en reventar cajas. Se dice que Shinburn, con el dinero que hizo en sus
diversos robos[153], dej el pas con casi un milln de dlares, sealaban los
Pinkerton. Shinburn se haba instalado en Blgica, haba comprado una finca, tena
intereses en una importante central lechera y declaraba con toda seriedad que era el
barn Shindell[154], lo cual nadie se molestaba en discutir. Su existencia
cosmopolita inclua frecuentes visitas a Pars y al American Bar, donde al falso barn
le gustaba compartir copas con sus antiguos colegas delincuentes y gastarse el
dinero a manos llenas[155]. A Worth no le sentaba bien la intrusin del prepotente
cerdo holands[156], como lo llamaba de forma bastante desacertada, pero
toleraba su presencia por Piano Charley, que an estaba en deuda con el Barn por
haberlo sacado de la crcel.
Sophie Lyons, que sola viajar a Europa por asuntos de negocios de naturaleza
completamente delictiva, era otro rostro familiar en el local y pronto una variopinta
multitud de malhechores, muchos de los cuales se conocan de Nueva York,
empezaron a rondar por el club parisino en una poca en que los ladrones de bancos
profesionales norteamericanos emigraban al otro lado del charco en nmero
creciente. Podra citar un centenar de hombres que se ganaban bien la vida con eso
[el robo de bancos], y luego viajaron a Europa a probar fortuna. Francia result ser un
coto de caza excepcionalmente rico,[157] escribi Eddie Guerin, amigo de Worth.
Entre los maleantes que se arremolinaban en torno a Pars y que formaban un
mundillo indeseable y carente de escrpulos, Worth acabara por forjar una de las

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bandas delictivas ms eficientes y disciplinadas de la historia. Despus de limpiar el
First National Bank de Baltimore aterrizaron por Pars Joseph Chapman y Charles
Becker el Marcas. Chapman era un delincuente habitual de barba larga y ojos
sentimentales, que segn un escrito de la poca no tena ms vicio que la
falsificacin y una sola pasin duradera, su esposa, Lydia Chapman, una de las
mujeres ms hermosas de los bajos fondos en la dcada de 1870 a 1880[158]. Becker,
alias John Blosh, era un neurtico falsificador de gran renombre, nacido en Holanda,
de quien se deca que era capaz de reproducir la primera pgina de un peridico con
tan asombrosa verosimilitud que al terminar ni l mismo saba distinguir el original
de la falsificacin. Pinkerton lo consideraba el profesional de la falsificacin ms
hbil del mundo[159].
Otro cliente del American Bar era Little Joe Elliott (alias Reilly, alias Randall), un
ladrn de aspecto ratonil y de profundas tendencias romnticas, un gran tipo para
correr tras las chicas francesas,[160] segn Worth. Otros habituales eran Cario
Sesicovitch un matn de origen ruso que tena un temperamento horrible pero unas
dotes asombrosas para el disfraz, su amante gitana llamada Alima y varios
significados malhechores ms.
Pero no toda la clientela del American Bar estaba formada de forajidos y pillos.
Muchos parroquianos eran comerciantes en viaje de negocios, americanos
acomodados que no tenan idea de que los dueos del local eran compatriotas
profesionales del atraco a bancos y del robo de cajas fuertes,[161] turistas vidos de
vida nocturna y amantes de las mesas de ruleta o de faro. Entre sus habituales haba
algunos que en alguna ocasin haban sido vctimas de los propietarios del club.
Segn un informe policial, el American Bar fue visitado por el seor Sanford, de la
empresa Merchant's Express Co., durante su estancia en Pars; sin embargo, hasta su
regreso a Nueva York, el seor Sandford no supo que Wells era en realidad aquel
Bullard que haba robado cien mil dlares a la compaa en 1868[162]. Tambin se
coment que unos altos empleados del Boylston Bank de Boston, de visita en la
ciudad, haban pasado una agradable velada en el club sin sospechar cmo haban
sido financiadas las mesas de caoba donde se jugaba a cartas y el resto del costoso
mobiliario.
Durante tres aos, el American Bar prosper extraordinariamente y el peculiar
mnage a trois de los dueos continu adelante sin un tropiezo. Kitty Flynn,
desaparecido ya por completo su delator acento irlands, estaba convirtindose en la
elegante gran dama que siempre haba soado ser, aunque la mitad de sus
admiradores fueran ladrones y timadores. Bullard se dedicaba a consumir sin medida
grandes cantidades de ccteles americanos; empezaba a beber cuando abra los ojos, a
media tarde, y lo dejaba cuando los cerraba, hacia el amanecer, muchas veces
derrumbado sobre las teclas del piano del club. En la disoluta capital francesa no
tard en convertirse en un hombre con fama de jugador y libertino,[163] que era lo
que en realidad siempre haba querido ser.

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Worth tambin estaba bastante satisfecho pero lo asaltaba una extraa inquietud.
Servir bebidas era rentable, en tanto que el garito era una invitacin abierta a
demostrar su dominio sobre el destino, pero el tinglado parisino no era precisamente
la gran aventura delictiva a la que se consideraba destinado. El demimonde que
rondaba sus mesas de cartas era brillante y divertido, desde luego, pero Worth tena
planes ms ambiciosos que una simple vida de crupier distinguido para l y de
encargada de club para Kitty.
En el invierno de 1873 apareci de repente un nubarrn de muy mal agero en el
horizonte del feliz tro cuando William Pinkerton, el terror de los malhechores
norteamericanos, entr como si tal cosa en el American Bar y pidi una copa. Nadie
pona tan nerviosa a la comunidad delictiva como la figura de William Pinkerton. El
detective se haba convertido en un joven corpulento de tez encendida cuyo aspecto
pesado no se corresponda con su asombrosa energa y su talento sin igual para dar
caza a los delincuentes. Hasta el ltimo malhechor de Norteamrica conoca la
apariencia de Pinkerton y su condicin de hombre que haba librado una guerra sin
cuartel contra los ladrones y atracadores de trenes y bancos que infestaban el Medio
Oeste al trmino de la guerra de Secesin[164]. La Pinkerton, precursora directa del
moderno FBI, estaba convirtindose rpidamente en una agencia de detectives con
prestigio internacional, gracias en buena parte a la excepcional energa de William
Pinkerton. Forajidos tan notables como Jesse James y su hermano Frank, los asesinos
hermanos Reno y los legendarios Butch Cassidy y Sundance Kid conocan muy bien
la inquietud de tener a Pinkerton tras sus pasos. En esas faenas de perseguir
bandidos, no era raro que William Pinkerton pasara das montado en la silla,
acompaado de corajudos agentes de la ley, investigando las llanuras y las montaas
tras la pista de los malhechores y de sus guaridas[165]. Hombre de gran encanto y
afabilidad, Pinkerton era tambin absolutamente implacable, como haban
comprobado muchos delincuentes a costa de su libertad, y en algunos casos de su
vida. Cuando Bill Pinkerton iba tras un hombre no cejaba hasta capturarlo, y no le
importaba si se gastaba un milln de dlares en conseguirlo,[166] recordaba Eddie
Guerin.
Muchos aos ms tarde, en una entrevista con William Pinkerton, Worth fingi
indiferencia al recordar la inesperada e indeseada llegada del detective al bar. No
sabamos qu lo haba trado al club y estbamos bastante preocupados,[167]
coment el Pequeo Adam. Frenticos habra sido un adjetivo ms adecuado.
Worth reconoci inmediatamente al fornido detective, y como de costumbre se
decidi por actuar de la manera ms atrevida. Se acerc a l y le invit a una copa.
Pinkerton acept. Fue un extrao encuentro entre el delincuente de altos vuelos y el
hombre que ya haba dedicado cinco aos a perseguirlo y que pasara los veinticinco
siguientes tratando de llevarlo a la crcel. Charlaron unos momentos sobre sus
mutuos conocidos, hasta que Pinkerton anunci que deba marcharse. Los dos
hombres se estrecharon la mano al despedirse. Ninguno de los dos haba tenido

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necesidad de que le presentaran al otro.
Tan pronto como Pinkerton hubo abandonado el local, Worth se reuni con Piano
Charley y con un rufin de paso conocido como Viejo Vinagre, y los tres salieron a la
ru Scribe para seguir al detective. No tenamos intencin de asaltarlo asegur
ms tarde Worth al propio Pinkerton. Slo queramos echarle un buen vistazo[168].
Pinkerton se dio perfecta cuenta de que lo seguan, y tras pasear un rato al tro por las
calles de Pars se volvi de pronto hacia ellos. Piano Charley, cuyos nervios ya
estaban alterados por la bebida, estuvo a punto de caer muerto all mismo[169] de
puro miedo, y los tres escaparon a toda prisa en direccin contraria. Viejo Vinagre
anduvo escondido varias semanas[170] comentaba Worth ms tarde con una
carcajada.
Puede que no lo reconociera, pero la visita sorpresa de Pinkerton lo alter
profundamente y slo se tranquiliz en parte al saber, por un intrprete corrupto de la
polica francesa llamado Dermunond, que el detective no los persegua a l ni a sus
socios sino que lo haba contratado el Baltimore Bank, y que tena en su punto de
mira a Joseph Chapman, Charles Becker y Little Joe Elliott. De hecho, segn el
informante, Pinkerton ya estaba preparando con las autoridades francesas los
documentos de extradicin. Worth envi a sus colegas el mensaje de que corran un
peligro mortal y de que no se acercaran por el local bajo ningn concepto. Unos das
ms tarde, Pinkerton, acompaado de dos detectives franceses, entr en otro de los
locales frecuentados por la banda, un saln de baile llamado Voluntino, donde Worth
estaba cenando con Elliott. Worth vio al musculoso detective en el momento en que
apareca en la puerta. Supuso acertadamente que las entradas estaran bien
guardadas[171] y llev a su acompaante a una sala privada del piso de arriba. All
abri la ventana y, sujetando a Little Joe por las manos, lo descolg y lo dej caer al
patio de abajo desde una altura de cinco metros. Joe hizo un buen aterrizaje, se
incorpor y se alej renqueante,[172] recordaba Worth. Sin embargo, haba sido otra
desagradable fuga por los pelos.
La banda tuvo un respiro bien acogido aunque slo fuera temporal cuando
Pinkerton fue llamado a colaborar en la investigacin de una serie de falsificaciones
perpetradas en el banco de Inglaterra. Pinkerton identific con acierto las
falsificaciones como un trabajo de los hermanos Austin y George Bidwell, dos
conocidos falsificadores y estafadores norteamericanos,[173] que casualmente
tambin eran clientes habituales de Worth. Mientras los Pinkerton estaban ocupados
en la persecucin de los Bidwell Austin fue detenido en Cuba y George en Londres
, Joe Chapman y los otros escaparon de Pars y se ocultaron.
Para entonces, Worth ya haba llegado a la conclusin de que el American Bar
tena los das contados. Durante su breve visita al club, Pinkerton haba llegado a la
acertada conclusin de qu el local haba establecido algn sistema de alarma para
avisar a los jugadores de arriba de la inminente presencia de la polica. A su regreso a
Estados Unidos, el detective inform a la polica de Pars de esta sospecha y empez

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a acosar a la Sret para que hiciera algo respecto de aquel cubil de delincuentes
extranjeros que floreca en la ru Scribe. E incluso la polica francesa, indolente y
corrupta, se vio obligada a actuar cuando Pinkerton proporcion los historiales
detallados de Worth, Bullard, Shinburn, Chapman, Becker, Elliott, Sophie Lyons y
muchos otros clientes habituales del bar. El mes de mayo siguiente, Worth recibi
otro soplo de Dermunond acerca de una inminente batida y consigui eliminar
cualquier indicio de que all se jugara, apenas unos minutos antes de que irrumpiera
la polica. Sin embargo, la atencin que prestaba la Sret al club resultaba
perjudicial para el negocio, sobre todo entre su inquieta clientela criminal. La gente
respetable no lo frecuentaba, y pronto se fue a la ruina[174], anot Pinkerton en tono
triunfal.
Ante el descenso de los beneficios, Worth decidi mejorar su situacin a la
manera tradicional, robando una bolsa de diamantes a un representante de paso que,
en un descuido, la haba dejado en el suelo mientras jugaba unas fichas a la ruleta.
Fue un golpe audaz, ejecutado sobre la marcha: Worth cambi en efectivo un cheque
del representante de diamantes y lo distrajo mientras Little Joe Elliott se colaba bajo
la mesa y sustitua la bolsa de las piedras por otra idntica. El robo les proporcion
unas treinta mil libras en gemas, y fue el propio Worth quien insisti en que se
llamara a la polica y en que se registrara el local de arriba abajo. Pero no sugiri que
alguien mirase en un barril de cerveza cercano, en cuyo fondo reposaban los
preciados diamantes[175]. A pesar de este rebuscado farol, el representante de las
piedras exigi que el gerente del local fuera declarado responsable del robo. En una
audiencia preliminar, Henry Raymond, en el papel de un comerciante extranjero
enfurecido cuyo buen nombre se vea arrastrado por el fango, exigi que se le
permitiera contrainterrogar a su acusador, y al hacerlo confundi de tal modo a ste
con un bombardeo de preguntas airadas que el pobre hombre termin por no recordar
a ciencia cierta si llevaba la bolsa de los diamantes consigo cuando haba acudido al
local. Worth qued libre, pero el robo, aunque bastante lucrativo, sell el destino del
American Bar.
El golpe sobresalt a todo Pars y fue el medio de atraer las sospechas hacia el
local [que] pronto perdi prestigio y se fue al garete[176]. Para entonces, Pinkerton
haba empezado a reclutar apoyo internacional en su esfuerzo por cerrar el American
Bar. Contaba sobre todo con la ayuda del inspector John Shore de Scotland Yard en
Londres. Shore llevaba cierto tiempo recibiendo informes sobre un grupo de
delincuentes que actuaba desde Pars, y l tambin empez a pedir que la polica de la
ciudad cerrase el establecimiento de una vez por todas. Mediante sus espas, Worth se
enter de que el polica britnico presionaba a las autoridades francesas y redobl su
cautela. Fue la primera vez que Shore y Worth cruzaron sus espadas.
Finalmente, la polica allan el local,[177] inform Pinkerton. Pero esta vez la
Sret no iba a dejarse vencer por los sistemas de alarma de Worth. Tan pronto
entraron, los agentes inmovilizaron al barman, y al irrumpir en los pisos superiores

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encontraron el garito en plena actividad[178]. Por un puro azar, Worth y Kitty no
estaban en el edificio en aquel momento, pero Wells [Bullard] y otros [un par de
crupiers con mala suerte] fueron detenidos y acusados de dirigir una casa de juego,
pero se les seal una fianza[179]. Bullard, propietario nominal del bar, eludi la
libertad bajo fianza y huy a Londres, dejando a Worth y a Kitty para que liquidaran
lo que quedara del negocio.
Ms adelante, Worth confi a Pinkerton que ya haba llegado a la conclusin de
que el establecimiento nunca volvera a tener el xito que l deseaba,[180] y el
edificio fue vendido a un corredor de apuestas britnico llamado Jack Ballentine,
[181] que mantuvo el American Bar durante un par de aos ms hasta el cierre

definitivo.
Pinkerton escribi tiempo despus que, en palabras de Worth, el alboroto que
caus fue el medio de arruinar la estancia de Bullard en Pars, de ahuyentarlo, de
hundir el bar y de enviarlos a todos, como l deca, a vivir de gorra[182]. Pero da la
impresin de que en lugar de tomarse a mal la ruda intromisin de Pinkerton en sus
asuntos, Worth mostr admiracin por sus esfuerzos detectivescos. Despus, cuando
nos encontramos en Londres [dijo] que siempre me haba admirado y que pensaba
que yo era un hombre que segua sus propias pautas, y aadi que siempre haba
sentido simpata por m,[183] escribi Pinkerton. Quizs estuvieran en extremos
opuestos de la ley, pero el ladrn y el sabueso ya haban desarrollado un sano respeto
mutuo, que finalmente dara como resultado una amistad de lo ms impensable.
Lejos de tener que vivir a costa de otros, Worth segua siendo un hombre rico. El
fracaso del American Bar slo cerr un captulo en su vida y abri otro. Cada vez
aspiraba con ms ganas a gozar l y la ambiciosa Kitty si no de una legtima
respetabilidad, s al menos de su apariencia externa. Y a sus treinta y un aos recin
cumplidos, poda permitrselo.
En realidad slo haba un destino para un hombre de sus ambiciones sociales y
delictivas, y ese destino era Londres, centro del mundo civilizado, donde el ideal de
la caballerosidad haba sido elevado al grado de religin; un lugar abundante en
riquezas, y por tanto en oportunidades para los delincuentes.
La Gran Bretaa victoriana estaba alcanzando el punto mximo de su grandeza
y de su presuntuosidad. La historia de Gran Bretaa es, ante todo, la historia del
progreso declaraba el popularsimo escritor T. B. Macaulay. El pueblo ms
grande y ms civilizado que ha visto el mundo ha extendido su dominio por todos los
rincones del globo[184]. Otra declaracin parecida de omnipotencia patritica fue la
del historiador Thomas Carlyle: Quitamos montaas, hacemos de los mares nuestras
llanas vas de transporte Nada se nos puede resistir. Luchamos con la cruel
naturaleza y, gracias a nuestras mquinas incansables, siempre salimos victoriosos y
cargados de buen botn[185]. Para un malhechor en guerra con el orden natural, tan
embriagadoras recomendaciones resultaban irresistibles. Un pinge botn y la

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posicin social que ste le proporcionaba eran justamente lo que le interesaba a
Worth.
Piano Charley ya estaba al otro lado del Canal, bajo la falsa identidad de un
tratante de vinos, y se dedicaba a consumir incansablemente una considerable
cantidad de su supuesta mercanca. Worth, Kitty y el resto de la banda recogi lo que
quedaba del American Bar candelabros, remates metlicos de la decoracin y leos
de las paredes y, tan contentos, cruzaron el Canal de vuelta a la gran metrpoli
inglesa.
Los pisos superiores de lo que haba sido el garito de Worth son hoy los
dormitorios del Grand Hotel Intercontinental, uno de los ms caros de Pars. Pero an
resulta ms apropiado, dada la etapa que vendra a continuacin en la vida de Worth,
que la puerta del nmero 2 de la ru Scribe conduzca hoy a La vieja Inglaterra, la
cadena de tiendas donde uno puede adquirir todava todos los complementos de un
autntico caballero ingls, desde unas botas de montar con el escudo nobiliario hasta
una chistera.

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7 LA DUQUESA
Por coincidencia o por obra del destino, el retrato de Georgiana, duquesa de
Devonshire, pintado por Gainsborough, tambin iba a tener una reaparicin pblica
triunfal en la capital inglesa tras pasar largos aos escondido. La figura del cuadro
haba fallecido unas cuatro dcadas antes de que naciese Worth, pero iba a tener un
papel determinante en la vida de nuestro hombre.
Georgiana Spencer tena diecisiete aos en 1774, cuando contrajo matrimonio con
William Cavendish, quinto duque de Devonshire. El duque, uno de los hombres ms
ricos y selectos de Inglaterra, era tambin uno de los ms afortunados, segn
consenso popular, pues la hija mayor de John, primer conde de Spencer, ya estaba
considerada la mujer ms hermosa y perfecta de la nacin. Los poetas la ensalzaban y
la ponan por las nubes, el prncipe de Gales la lisonjeaba y los pintores competan
por reproducir sus encantos. Igual de categricos eran sus detractores, que la
presentaban como una aristcrata aprovechada que llevaba sombreros demasiado
altos y tena una moral demasiado baja. En cualquier caso, todo el mundo tena algo
que opinar de Georgiana.
Thomas Gainsborough empez su muy celebrado cuadro de la duquesa el ao
1787 y no fue un encargo fcil de cumplir, ni siquiera para el mejor retratista que ha
producido nunca Gran Bretaa. Haba algo en el mohn de los labios, una sonrisa
insinuada, festiva y sugerente, que desafiaba su reproduccin. O tal vez era slo la
presencia cautivadora de la propia retratada, entonces en la flor de la juventud,[186]
lo que deslumbraba al magistral artista. La frustracin de Gainsborough fue creciendo
a medida que dibujaba y retocaba la boca de Georgiana e intentaba captar aquella
expresin fugaz y encantadora, pero su belleza cegadora, la sensacin que le
produca su aspecto encantador y la delicia de su conversacin, privaban al artista de
la presteza de mano y de la facilidad de trazo tan caractersticos en l[187].
Finalmente, Gainsborough perdi la compostura. Mientras mova el pincel hmedo
en el dibujo de una boca que todo el que la vea consideraba exquisita y encantadora,
murmur: "Su Gracia es demasiado difcil para m!"[188].
Que se sepa, el pintor retrat a Georgiana en tres ocasiones. De nia, en 1763,
pos para un cuadro delicioso en el que ya se insinuaban los que iban a ser sus
extraordinarios encantos[189] y que hoy cuelga en la coleccin del conde Spencer, en
Althorp, Inglaterra. Una segunda vez en 1783, para un retrato de cuerpo entero que en
la actualidad se exhibe en la National Gallery de Washington, D. C. En este ltimo
cuadro, la duquesa est apoyada en una columna en una pdica postura clsica, pero
su aspecto es casi enfermizo, un poco cetrino[190] en opinin de Walpole, como si la
retratada acabase de llegar de una noche de juerga en la ciudad. A mediados de la
dcada de 1780, tanto el pintor como la modelo haban conseguido ya un gran
renombre y Gainsborough estaba firmemente decidido a captar todo el atractivo de

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Georgiana. De ah su frustracin ante la esquiva boca de la duquesa.
El pintor persever en ella, y el resultado fue una obra maestra que parece recoger
la esencia de la expresin placentera de Georgiana. Su ceja izquierda est arqueada en
un gesto cautivador, una media sonrisa hechizadora ilumina sus labios, y su mirada,
bajo el enorme sombrero ladeado, posee un aire travieso. En una mano tiene un tierno
capullo de rosa y en la otra, cogida entre el pulgar y el ndice en un gesto sugerente,
sostiene otra cuyos ptalos ya se han abierto del todo. A la postre, Georgiana no haba
resultado tan difcil de retratar, y la obra produca un efecto arrasador, claramente
sexual pero extraamente tmido.
A Georgiana ya la haban pintado en muchas ocasiones anteriores y volvera a
posar para los artistas ms destacados del pas, entre ellos Reynolds, Romney y
Rowlandson. Como escribi un crtico en 1901, existen ms retratos de Georgiana
que de ninguna otra dama inglesa del siglo XVIII[191]. Sin embargo, por su
magnificencia y frescura, por su personalidad y su aire seductor, ninguno iguala el de
Gainsborough, que recoga a la duquesa en todo su esplendor.
No hay constatacin de que el retrato llegara a colgar de las paredes de la casa
ducal de los Devonshire, en Chatsworth, pero por la poca en que Georgiana qued
embarazada de su amante, el futuro primer ministro Charles Grey, el delicioso retrato
de Gainsborough desapareci brusca e inexplicablemente. Tal vez el duque, pese a su
condicin de adltero en serie, consider que el retrato de su esposa con aquella
sonrisa coqueta y la ceja enarcada eran un recordatorio demasiado evidente de lo
sucedido, y lo mand retirar.
En el otoo de 1841, tres aos antes de que Adam Worth llegara al mundo, el
marchante londinense John Bentley estaba realizando uno de sus viajes anuales por
las comarcas inglesas en busca de cuadros raros. Experto y astuto profesional,
Bentley era propietario de un lucrativo negocio en la metrpoli y estaba muy
solicitado como tasador de cuadros antiguos. Tanto por inters como por placer, cada
ao dedicaba unas cuantas semanas a recorrer los pequeos pueblos y villas de
Inglaterra, por si algn vecino tena obras de arte u otras antigedades que deseara
tasar o vender. De este modo consegua muchas gangas, y adems la bsqueda
buclica y nmada de objetos artsticos le permita relajarse por un tiempo de las
cuitas de la vida urbana.
Aquel ao, sin embargo, la felicidad que le produca la salida anual se vea
reducida en gran medida por el intenso resfriado que le afectaba tanto el pecho,
provocndole toses y estornudos, como la cabeza, sumindolo en un profundo
malhumor.
La maana del 17 de septiembre, la irritacin de Bentley y su goteo de nariz
quedaron olvidados de repente cuando sus pesquisas lo condujeron a la salita de estar
de una tal Anne Maginnis, una anciana maestra de escuela jubilada haca muchos
aos. All estaba, sobre la chimenea de la seora Maginnis, oscurecido por la
suciedad pero inconfundible, el retrato de Georgiana, duquesa de Devonshire,

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realizado por Thomas Gainsborough. Nunca se ha podido determinar con claridad
cmo lleg el famoso retrato desaparecido a poder de la viuda Maginnis, que tena
poco dinero y menos inters an por las obras de arte. Segn una versin, la anciana
se refera al cuadro como el retrato de una pariente y deca que fue adquirido, no
como el cuadro de la bella duquesa sino como un Gainsborough, sin ms[192].
Bentley no mostr demasiado inters en saber cmo haba obtenido la mujer aquella
gran obra, en parte por tacto pero sobre todo porque haba identificado al instante el
retrato desaparecido y quera comprarlo barato, aprovechndose de la incauta
anciana.
Nadie puede estar muy seguro de qu haba sido del cuadro durante los aos
intermedios. Un bigrafo cita al reverendo Henry Bate y dice que ste habl de dos
retratos de la duquesa pintados por Gainsborough, uno de los cuales lo tiene lady
Spencer, y creemos que el otro el seor Boothby[193]. Un posible seor Boothby
sera Charles Boothby-Skrymshire, tambin conocido como el Prncipe, hombre de
mundo apodado as por su egregia ascensin social y por su tendencia a abandonar a
los amigos tan pronto conoca a gente de rango o posicin social superior[194].
Estaba considerado un ntimo amigo de los Devonshire y tal vez hubiera obtenido el
cuadro cuando el duque decidi que ya no lo quera. El prncipe. Boothby se
suicid el 27 de julio de 1800, y sus bienes fueron repartidos[195]. Otro candidato a
ser el misterioso personaje es sir Brooke Boothby, de Ashbourne Hall, a unos treinta
kilmetros de Chatsworth, quien tena relacin con sus vecinos ducales. Sir Brooke
Boothby, estudioso, poeta, amigo de Rousseau y de Charles James Fox, autor satrico
y coleccionista de arte que posea otro retrato de la duquesa, por lo menos, adems de
un esbozo a carbn, tal vez vendiera el Gainsborough en 1792, cuando se arruin
bruscamente. Fuera cual fuese el Boothby que haba posedo con anterioridad el
cuadro de la duquesa, el retrato haba volado sin dejar rastro hasta que reapareci en
la casita de la seora Maginnis bajo la mirada conocedora y excitada de Bentley. La
mujer no tena idea del cuadro que tena en su casa ni de cul era su valor, pues unos
aos antes, en un singular acto de vandalismo, le haba cortado las piernas a la
duquesa justo por encima de las rodillas, reduciendo la pintura a tres cuartas partes de
su tamao original y condenando al fuego los pies de Georgiana. Henry James critic
en una ocasin las piernas de pura madera[196] de los retratos de Gainsborough,
pero, sta no era en absoluto razn para echarlas a la chimenea ni para proceder a la
insensata operacin quirrgica de la seora Maginnis, que haba desequilibrado el
retrato; ahora Georgiana casi pareca aplastada por el enorme sombrero. Pero en
aquellas condiciones tristemente disminuidas, Bentley reconoci a la duquesa de
Gainsborough, admir su sonrisa todava atractiva y oli una ganga.
Muchos aos despus, el nieto de Bentley, un tal Sigismund Goelze, explic lo
sucedido y record el hallazgo de su abuelo en una carta a The Times: La mujer lo
tena colgado en el saln, sobre la chimenea, y como saba que el cuadro haba sido
pintado de cuerpo entero, mi abuelo le pregunt cmo era posible que slo llegara

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hasta las rodillas. La anciana le dijo que lo haba acortado para que cupiera en el
lugar que ocupaba, y aadi que haba quemado el pedazo que faltaba[197].
Aunque Bentley no poda tener la certeza de que el cuadro era el autntico retrato
de la duquesa, su intuicin de experto le dijo que deba arriesgarse. La viuda
Maginnis, aunque no era experta en cuestiones artsticas, conoca el valor del dinero,
y era adems muy hbil en el regateo. Tras unas acaloradas negociaciones que
duraron varias horas, accedi a que el tratante de arte se llevara el cuadro bajo la
promesa de que conoca a un hombre que pagara hasta setenta libras por l. Bentley
tuvo buen cuidado de no mencionar quin era la mujer del retrato pues, incluso treinta
y cinco aos despus de su muerte, el nombre de Georgiana no poda sino
incrementar las expectativas de una maestra de escuela al borde de la pobreza[198].
El 6 de octubre, la seora Maginnis escribi:

Seor, le agradezco la rapidez con que se ha encargado de negociar el


cuadro y aceptar setenta libras por l, en metlico, si el caballero accede a
comprarlo. Estoy segura de que har usted cuanto est en su mano para que
as sea.
Espero que est mejor de salud que la ltima vez que lo vi y me despido,
seor, servidora de usted,
Anne Maginnis

Finalmente, Bentley consigui convencer a la anciana de que le dejara quedarse el


retrato por la suma de cincuenta y seis libras, uno de los negocios ms provechosos
que hizo jams. Segn su nieto, Bentley nunca tuvo la menor duda de la
autenticidad del cuadro, y desde el punto de vista artstico resulta claramente
imposible que ningn copista reproduzca con xito el toque rpido y espontneo del
mayor maestro del retrato femenino[199]. El tratante llev el cuadro a Londres,
donde procedi a su limpieza, y exhibi con orgullo la duquesa a sus admirados
amigos. El cuadro permaneci en posesin de mi abuelo durante un tiempo, y mi
madre todava lo recuerda colgado en el comedor de su vieja casa en Sloane Street,
[200] escribi Goelze.

Ms tarde, Bentley accedi a vender la duquesa a Wynn Ellis, un amigo suyo,


tambin experto en arte y comerciante en sedas, renunciando, en un gesto tpico de
l, a obtener el menor beneficio, o as me han contado explicaba el seor Goelze.
Mi abuelo era ntimo amigo y consejero de la mayora de grandes coleccionistas
durante los primeros aos del ltimo reinado, pero se impuso como norma no recibir
jams remuneracin alguna por sus servicios cuando colaboraba en la formacin de
colecciones de pintura (una costumbre que hoy da parece curiosamente quijotesca).
Segn l, ste era el nico modo que tena de demostrar que su consejo era
absolutamente desinteresado[201].

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Wynn Ellis probablemente el quinto propietario del cuadro empez en el
ramo en 1812 como camisero, calcetero y mercero[202], y termin como propietario
de la mayor tienda de sedas de Londres y como hombre de inmensa riqueza, de
excelente gusto y de firmes creencias. Como miembro del Parlamento por Leicester y
como juez de paz de Hertfordshire, donde adquiri una gran finca llamada Ponsborne
Park en 1830, Ellis defenda la abolicin de las leyes del grano y se consideraba un
liberal progresista. Con todo, sus opiniones ms rotundas sola tenerlas sobre un
pasatiempo muy del gusto de Adam Worth, pues senta un profundo desagrado por
las apuestas, el juego y los caballos[203]. Ellis no jugaba con nada, y menos an con
las grandes pinturas que adquira con su enorme fortuna. John Bentley, por su parte,
era un marchante muy sagaz que no tena escrpulos en aprovecharse al mximo de
una anciana maestra de escuela. As pues, diga lo que diga su nieto sobre las
exigencias de la amistad, sin duda habra sido mucho ms lgico que Bentley le
cobrara una pequea fortuna a Ellis por el cuadro. Lamentablemente, nunca sabremos
cunto beneficio le sac Bentley a su inversin de cincuenta y seis libras, pues el gran
comerciante en sedas como otros propietarios posteriores del retrato se neg
rotundamente a decir cunto haba pagado por l y permiti que corriera el rumor de
que haba gastado tan slo sesenta guineas en la compra, sin molestarse en
desmentirlo. Ellis envi el cuadro para que fuera grabado por Robert Graves, de
Henry Graves & Co. El resultado, definido simplemente como La duquesa de
Devonshire, de Gainsborough, fue publicado el 24 de febrero de 1870.
Ellis ya posea una de las colecciones de arte ms selectas de Inglaterra, en la que
el gran retrato pintado por Gainsborough ocupaba ahora un lugar destacado. Saba
Wynn Ellis con seguridad que el cuadro que haba sido mutilado para que colgara
sobre la ahumada repisa de la chimenea de una anciana medio senil [] era una perla
de extraordinario valor?[204] Tiempo despus, algunos tenan sus dudas. Exista
[] una creencia muy generalizada, entre los interesados en asuntos de arte, de que
no pocos de los cuadros [de la coleccin de Wynn Ellis] que llevaban la firma de
distinguidos pintores ingleses eran copias o imitaciones[205]. Se haba precipitado
Wynn Ellis al declarar que la obra era, en efecto, el retrato de la duquesa de
Devonshire pintado por Gainsborough? Aunque gran amante del arte no era un juez
infalible, y se ha sealado que el descubrimiento de que le haban vendido a precios
fabulosos tres Turner falsos[206], lo llev directamente a la tumba. El hecho se
produjo el 8 de enero del ao 1875, cuando contaba ochenta y seis aos y haba
amasado una fortuna que se calculaba en casi seiscientas mil libras. Sus cuatrocientos
dos cuadros, junto con los dibujos a la acuarela, las porcelanas, el mobiliario
decorativo, los mrmoles y dems[207], fueron legados al pas. Los directivos de la
National Gallery seleccionaron cuarenta y cuatro obras de viejos maestros, en
cumplimiento de la voluntad de Ellis, y el resto de la gran coleccin fue puesto a
subasta. Gainsborough estaba considerado entonces un artista moderno, de modo que
su cuadro tambin fue ofrecido a la venta por la casa de subastas de los seores

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Christie, Manson y Woods. Tras aos de permanencia en una misteriosa oscuridad, la
duquesa de Gainsborough se dispona a realizar su primera aparicin pblica en casi
un siglo, y las historias sobre la encantadora Georgiana y sus picantes andanzas
empezaron a circular una vez ms por los salones de Londres. La fecha de la subasta
qued sealada para el 6 de mayo de 1876, y de pronto la duquesa se puso
nuevamente de moda. Si en la poca del rey Jorge se haban enamorado de la
esplndida duquesa, los Victorianos estaban a punto de quedarse prendados del
retrato de Georgiana.

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8 EL DOCTOR JEKYLL Y MSTER WORTH
Para marcar la primera etapa de su transformacin de vulgar hombre de mundo de
la ru Scribe en respetable caballero londinense, Adam Worth se estableci con Kitty
y Bullard en un alojamiento nuevo y espacioso al sur del Tmesis, para lo cual utiliz
los fondos que le quedaban tras la venta del American Bar y de los diamantes
robados. Alertada por los Pinkerton y por la Sret de Pars, Scotland Yard ya estaba
en guardia y no tard en mandar recado a Robert Pinkerton, hermano de William y
jefe de la oficina de la agencia en Nueva York, de que el ingenioso Worth utiliza
ahora el nombre, ms aristocrtico, de Henry Raymond [y] ocupa una espaciosa
mansin, conocida por West Lodge, que se alza al fondo de una extensa finca, lejos
de la vista de los curiosos, en el extremo oeste de Clapham Common[208].
Imponente, con sus ventanas en arco, la mansin West o Western Lodge haba
sido construida hacia 1800, y en ella haban vivido anteriormente personas tan
notables como Richard Thornton, un millonario que haba hecho su fortuna
especulando con sebo en la Bolsa bltica, y en poca ms reciente sir Charles
Trevelyan, precisamente la clase de contactos sociales que Worth empezaba a
ambicionar. El resto de la banda, incluidos Becker, Elliott y Sesicovitch, viva en otro
gran edificio alquilado por Joe y Lydia Chapman, en Neville Road 103, que Worth
contribuy a amueblar con gruesas alfombras rojas y grandes candelabros.
Es casi seguro que Worth estaba al corriente de que Scotland Yard lo vigilaba,
pero como tena en muy baja opinin a la polica britnica en general y al inspector
John Shore en particular, parece que tal vigilancia no le importaba lo ms mnimo.
Con una arrogancia que empezaba a ser caracterstica en l, Worth no se reprima en
expresar su opinin de que Shore era un idiota borracho y mujeriego, un gran
estpido, el hazmerrer de toda Inglaterra []. No conoca a nadie, salvo a un
montn de trileros y de carteristas de pacotilla[209]. Es evidente que Worth haba
subido mucho en su propia estimacin pues tambin l haba sido un descuidero de
poca monta en las calles de Nueva York. Pero mientras Worth empezaba a darse
importancia y a adoptar los aires de un elegante urbanita, y se dedicaba a sentar los
cimientos para una amplia gama de actividades delictivas, el tro original empezaba a
disgregarse. En octubre de 1870, Kitty haba dado a luz una nia, Lucy Adeline, a la
que seguira, siete aos despus, una hermanita que se llamara Katherine Louise,
como su madre. La paternidad real de las hijas de Kitty ha quedado siempre bastante
oscura, por razones evidentes. Es posible que la propia Kitty no supiera con certeza
cul era el padre autntico de las nias, si Bullard o Worth es posible incluso que
las compartieran, una cada uno, como hacan con todo lo dems, pero la mayora
de sus socios de fechoras se limit a dar por sentado que las pequeas eran de Worth,
como l mismo consideraba al parecer. William Pinkerton opinaba que Worth,
sencillamente, se haba apoderado de los derechos conyugales de su socio cuando

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Bullard estaba tan alcoholizado que no poda cumplir con sus deberes. Bullard, alias
Wells, se volvi muy disoluto; entretanto su esposa haba dado a luz dos nias, que en
realidad eran hijas de Adam Worth,[210] escribi el detective.
Bullard, ms irascible e introvertido con cada copa que tomaba, haba dejado de
ser el hombre despreocupado y garboso del que se haba enamorado Kitty en el hotel
Washington de Liverpool. Desapareca durante largos perodos en los peores barrios
de Londres, y cuando volva, abrumado por los remordimientos y por la resaca, se
pasaba horas tocando el piano, enfurruado. Para empeorar las cosas, Kitty haba
sabido del anterior matrimonio de Bullard y de los hijos que haba tenido con la otra
mujer. Kitty no tena inconveniente en repartir sus favores entre dos hombres, pero se
enfureci al descubrir que su hombre no slo era un bebedor deprimente sino tambin
un bgamo.
Consciente de la inquietud de Kitty, pero convencido de poder conservarla con la
perspectiva de mayores riquezas, Worth se dedic a establecer las bases para la fase
ms grandiosa de su carrera delictiva. Adems de la mansin de Clapham, con sus
pistas de tenis, galera de tiro e instalaciones para bolos sobre csped,[211] ocup
tambin unos apartamentos en el distrito de Mayfair, an ms distinguido y elegante,
donde alquil un piso grande y bien amueblado en el 198 de Piccadilly, por el cual
pagaba seiscientas libras anuales[212]. El piso estaba a unos cientos de metros calle
arriba de Devonshire House, situada en el nmero 74, donde la duquesa haba
ofrecido en otro tiempo sus lujosas fiestas y que hoy es la sede de la sociedad
constructora Bradford & Bingley, justamente el tipo de negocio que Worth habra
intentado robar sin la menor vacilacin. Desde all, con infinito cuidado, Worth
empez a dirigir con maestra una serie de robos, estafas y otros delitos.
Con sus socios de ms confianza, empez a organizar trabajos delictivos,
normalmente por contrato y a travs de intermediarios, para escogidos hombres y
mujeres de los bajos fondos londinenses. Los delincuentes que llevaban a cabo
estos encargos slo saban que las rdenes llegaban de arriba, que los golpes eran
buenos, la planificacin impecable y los objetivos bancos, oficinas de correos y de
ferrocarril, casas privadas de gente rica y almacenes seleccionados por la mano del
genial organizador. Lo que ninguno de ellos saba era el nombre del individuo que lo
diriga todo, ni tampoco el de los que ocupaban lugares intermedios en la estructura
de mando piramidal de Worth. De este modo, en las poco frecuentes pero inevitables
ocasiones en que un robo sala mal, Worth quedaba completamente impune, sobre
todo porque el reparto sensato del dinero entre las filas de la organizacin le
aseguraba an ms la discrecin a todos los niveles. Siempre fantico del control,
Worth estableci su propia forma de omert por la fuerza de su personalidad, por su
rgida atencin a los detalles, por su revisin estricta aunque siempre annima de
cada operacin, y por su precaucin de dedicar una parte de los beneficios a
asegurarse, si no la lealtad, s al menos el silencio. Le complaca ser de utilidad a las
grandes figuras del hampa pues saba, como un padrino de la mafia, que su

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supervivencia dependa de lo discretos que fueran; as, los delincuentes de menor
categora que eran su principal fuente de ingresos no llegaron a verlo nunca, al menos
que ellos supieran. Antes de que transcurriese mucho tiempo, el piso de Piccadilly se
haba convertido en un centro de la delincuencia internacional[213].
La mejor descripcin del xito fenomenal de Worth en estos aos tal vez sea el
comentario de franca admiracin de los Pinkerton, que lo consideraban el
delincuente profesional ms notable, ms exitoso y ms peligroso que han visto los
tiempos actuales[214]. En una publicacin oficial editada muchos aos ms tarde, los
detectives recordaban que durante aos perpetr toda clase de delitos: falsificacin
de cheques, timos, hurtos, forzado de cajas, robo de diamantes y de correo, robos con
escalo de todo tipo, asaltos en los caminos y atracos a bancos Y todo ello en la ms
completa impunidad. Su lujoso piso de Piccadilly 198, donde reciba visitas en un
ambiente de recargada riqueza [] se convirti en punto de reunin de los
principales ladrones de Europa y Amrica. En su piso se daban cita famosos ladrones
de todo el mundo, sobre todo norteamericanos, y se convirti en perista o receptador
de muchos de los grandes golpes perpetrados en Europa. A finales de la dcada de
1870 y durante todos los ochenta, a un gran robo sucedi otro, y en casi todos ellos se
pudo encontrar la huella, aunque nunca una prueba slida, de la "mano italiana" de
Adam Worth.
Como expuso otro contemporneo, en su lujoso domicilio se planificaban delitos
cometidos en cualquier rincn del mundo, y muchas veces era all donde se haca el
reparto final del botn[215]. Una especialidad particular de la banda de Worth era el
robo del correo certificado de las cajas fuertes transportadas por tren y en los vapores
que cruzaban el Canal. Un robo se encaden con otro en rpida sucesin []. De
dos a cinco millones de francos fueron sustrados del correo por este sistema[216].
Para iniciar los robos, Worth recurri a sus compatriotas, pues prefera un slido y
fiable ladrn norteamericano a uno britnico, de espritu ms voluble. Encontrar
colaboradores no era difcil pues, como alguien seal, el West End estaba lleno de
norteamericanos ladrones de bancos, reventadores de cajas fuertes, timadores,
falsificadores y peristas[217]. Muchos aos despus, Worth expres su opinin sobre
los delincuentes britnicos: Entre los ingleses haba algunos tipos duros y leales de
verdad, capaces de hacer bien su trabajo y de correr riesgos, pero la mayora de ellos
era una pandilla de intiles[218].
Entre las figuras clave de la banda de Worth se contaban los falsificadores, Joe
Chapman y Charles Becker el Marcas, el irritable ruso Cario Sesicovitch y Little Joe
Elliott, cuando se le consegua convencer para que dejara de perseguir coristas. A
ellos se sumaba la figura imponente de Jack Phillips el Basuras, un reventador de
pisos enorme e inmensamente estpido, que reciba su apodo por la mana de llevar
todo tipo de porqueras en los bolsillos del abrigo. Phillips era el nico britnico
admitido en el crculo ntimo de Worth, hecho del cual iba a lamentarse ms adelante.
El Basuras, ignorante y traidor a partes iguales, era un exboxeador de apariencia

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aterradora con una pronunciada barbilla, largas patillas de hacha y un rostro que
podra haber sido tallado en un bloque de queso parmesano. Los principales atributos
del hombre eran su altura bastante ms de un metro ochenta, sus feroces
facciones y su fuerza colosal, que le permita cargar a la espalda la caja fuerte ms
pesada la cual podan reventar despus a placer, en tanto que su aspecto
imponente constitua un excelente elemento disuasorio para los que mostraban
demasiada curiosidad. En los archivos Pinkerton hay una divertida foto del Basuras,
algunos aos ms tarde, detenido y atado a un poste en impecable traje de etiqueta.
Como un Sansn de los maleantes, el hombre tira de las ataduras con los ojos casi
fuera de las rbitas de pura furia. Los Pinkerton, con un comedimiento extrao en
ellos, titularon la instantnea Una fotografa a disgusto[219].
El mbito de las actividades de Worth aument considerablemente con la compra
de un yate de casi cuarenta metros que precisaba, segn se cont ms adelante, una
tripulacin de veinticinco miembros[220]. Una vez que lo tuvo bien equipado, lo
utiliz para transportar a su banda en una serie de expediciones al extranjero. Bautiz
el barco con el nombre de Trbol en honor de su amada irlandesa. En 1874, la banda
zarp rumbo a Sudamrica y a las Antillas, y en una sola operacin consigui diez
mil dlares de la caja fuerte de un almacn de Kingston, en Jamaica, antes de hacerse
nuevamente a la mar. Esta ltima accin habra terminado con su captura por una
caonera britnica que lo persigui durante veinte millas si el yate no hubiera sido
una embarcacin tan rpida,[221] coment Lyons, quien al parecer estaba a bordo en
esa ocasin. La polica colonial de Kingston envi un informe sobre el robo a los
Pinkerton y a Scotland Yard. El inspector Shore est de acuerdo conmigo en que
esto ha de ser obra de Adam Worth,[222] escribi William Pinkerton a su hermano en
Nueva York. La sospecha no estaba equivocada, pero sin pruebas no podan echarle
el guante.
El anhelo de respetabilidad, de figurar entre la clase de los caballeros, era sin
duda la aspiracin que ms motivaba a la gente en la sociedad victoriana, ms incluso
que la codicia de conseguir dinero, que para muchos Victorianos, y desde luego para
Worth, slo era un medio para conseguir tal fin. Como signific Herbert Spencer,
ser respetable significa ser rico[223]. Fue sta una poca de inmenso esnobismo a
todos los niveles, de intensa conciencia social pero tambin de movilidad en la escala
social, tanto hacia arriba como hacia abajo. Un hombre poda ascender de rango
mediante el trabajo, la riqueza o la buena fortuna, y segn los preceptos que regan en
su tiempo, tambin deba hacerlo. Ahora que un hombre puede hacer dinero y
ascender en el mundo y relacionarse sin faltar al respeto con gente que una vez estaba
muy por encima de l escribi John Ruskin, es una verdadera vergenza que
permanezca en el estado en que naci, cuando todo el mundo considera que es su
deber intentar ser un gentilhombre[224].
Definir con precisin qu se requera para ser un caballero en los diferentes
estratos sociales resultaba bastante complicado como observaba Anthony Trollope

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en su autobiografa, pues cualquier intento en tal sentido estaba condenado al
fracaso, aunque todo el mundo saba a qu se refera el trmino. Un historiador ha
escrito que de un caballero Victoriano se esperaba que fuese honrado, digno, corts,
considerado y correcto en sociedad, que desdeara el comercio y [] siguiera los
principios del noblesse obligue. Un caballero pagaba sus deudas de juego, no haca
trampas con las cartas y era honorable con las damas,[225] cualidades todas ellas que
Worth exhiba sobradamente, con la nica excepcin de la primera, la honradez. A
esto se sumaba la consideracin general de que cuanto menos manifiesta era la
laboriosidad de un hombre y mayores eran sus gastos, ms alto se supona su rango
en la escala social. Hasta donde podan decir sus vecinos y asociados no delincuentes,
Henry Raymond no daba golpe y gastaba dinero a un ritmo que habra resultado
sospechoso si no hubiese resultado tan absolutamente satisfactorio segn el orden de
prioridades Victoriano. Como observaba Oscar Wilde, slo la gente superficial juzga
por las apariencias[226]. Worth se fabric una envoltura de deslumbrantes riquezas y
posesiones para ocultar sus orgenes humildes y su vida delictiva y, como Jay Gatsby,
se mantuvo siempre sereno, incluso meticuloso; presentaba una apariencia externa
envuelta en el lujo y el derroche, pero siempre contemplaba su artificio con
distanciamiento, como un eterno intruso.
Adam Worth se adapt con extraordinaria facilidad a la vida de un caballero
ingls y ofreca, en la tradicin de Mandelbaum, esplndidas veladas en su vivienda
de Piccadilly y en su mansin de Clapham, que ya haban sido dotadas de costosos
muebles, objetos ornamentales y cuadros,[227] as como libros raros y lujosas piezas
de porcelana. All se relacion con hombres y mujeres de buena posicin social y
econmica con la misma facilidad con que lo haca con la gente de los bajos fondos
londinenses. Como reconocera ms tarde el jefe del departamento de Investigacin
Criminal de Scotland Yard, sir Robert Anderson, Worth era un hombre que saba
desenvolverse en cualquier ambiente[228] y era capaz de cambiar de papel y pasar de
hombre rico y ocioso a maestro del robo sin el menor esfuerzo. Y al parecer, aunque
viva como un prncipe,[229] tambin procur enriquecer su mente y aumentar sus
conocimientos culturales. Se convirti en estudiante de arte y literatura[230], anota
Lyons, algo muy conveniente para su papel de hombre de mundo, pero tambin por
su gran inters en las cosas ms selectas que podan obtenerse con el dinero de otros.
Como cualquier tipo rico con aficiones deportivas, Worth se interes por el
hipdromo y compr una cuadra de diez caballos de carreras y vendi en subasta un
par de ellos, que le proporcionaron unas ganancias de setecientas cincuenta
libras[231]. Para sus vecinos de Piccadilly, Worth era un norteamericano corts,
visiblemente prspero, que ofreca frecuentes y entretenidas fiestas y que se haca los
trajes a medida en Saville Row. Para el frustrado inspector Shore, Worth era un
permanente motivo de irritacin, pues siempre consegua mantenerse un paso por
delante de l, ocultando su rastro con infinito cuidado y sobornando a fuentes internas

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de Scotland Yard para estar al corriente de las andanzas del inspector. Un comentario
incluso apunta que dio empleo a un grupo de detectives y a un letrado, y su
secretario tambin era abogado[232]. Para sus colegas malhechores, Worth era una
fuente de ideas luminosas y de unos ingresos regulares cuya largueza era legendaria:
Cuando tena dinero era generoso hasta el exceso; nunca permiti que un amigo
tuviera que acudir a l por dos veces y ofreca una mano colaboradora a todo el que
estaba en apuros, tanto si era en su modo de ganarse la vida como si no,[233] escribi
ms adelante uno de sus conocidos. Esta opinin la corroboraban los Pinkerton:
Cualquiera a quien Worth conociera de nombre o de haber cruzado unas palabras
con l poda acudir en todo instante a l y recibir ayuda, si estaba en su mano
proporcionrsela[234]. En un acto de reconocimiento indirecto de sus orgenes
humildes, perfectamente ocultados a esas alturas, Worth slo rob en su vida a
quienes tenan dinero de sobra y dej siempre muy claro que para delinquir no se
requera el uso de la violencia. A los Pinkerton les resultaba asombroso que a lo
largo de toda su carrera delictiva no utilizara jams un revlver ni amenazara la vida
de una sola de sus vctimas[235]. Absolutamente confiado en su habilidad para evitar
que lo detectaran, Worth empez a correr riesgos an mayores y a conseguir botines
cada vez ms cuantiosos. Segn coment a sus secuaces, es tan fcil robar cien mil
dlares como una dcima parte de esa cantidad [] el riesgo es el mismo. Por lo
tanto, nosotros siempre iremos a por el botn ms sustancioso[236]. Muchos aos ms
tarde, el falsificador Charles Becker fue interrogado por los Pinkerton y ofreci una
exposicin de la filosofa de la banda. Merece la pena citarla completa, pues
proporciona importantes claves sobre la extraa doble vida de Adam Worth:
Si quieres prosperar tienes que ser rico o aparentar que lo eres. Para hacerte rico
tienes que jugar fuerte. No se puede ser cauto y falso. No, no. Si uno hace fortuna
rpidamente en alguna de las cien profesiones que un hombre puede escoger, es
denunciado por ladrn. Saca tus conclusiones. La vida es as. Los moralistas no harn
cambios radicales en la moralidad del mundo, de eso puedes estar seguro. El hombre
es igual en la cspide, en la mediana y en lo ms bajo de la sociedad. Por cada
milln de borregos encontrars diez tipos valientes capaces de salirse del camino
marcado y hacer cosas, capaces de desafiarlo todo, incluso vuestras leyes. Queris
saber cmo sacar el mximo provecho de cada ocasin? Yo os lo dir, porque he
recorrido ambos caminos y lo s. Con la genialidad ms sublime o con la corrupcin
ms rastrera. Tienes que abrirte paso entre la multitud como una bala de can,
arrasando, o furtivamente como una peste[237].
Yo utilizo el mtodo de la bala de can.
A su modo, sta era una peculiar filosofa victoriana. Worth era o se
consideraba un ser superior, dotado de mejores recursos para la lucha darwiniana
por la supervivencia, que a fin de cuentas era una lucha sin moral. Como muchos
Victorianos, consideraba que la adquisicin de riquezas y la respetabilidad que stas
le proporcionaban eran un objetivo valioso en s mismo; en cambio, el modo en que

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se acumulaba el dinero era completamente indiferente. El mero hecho de poder
avanzar siempre un paso por delante de los. Pinkerton y de Scotland Yard era una
prueba de que se era el modo en que deba actuar. Nadie como l, que haba visitado
los tres escalones, saba que el hombre es el mismo en la cspide, en la mediana y en
lo ms bajo de la sociedad. La moral de la poca era extraa y maleable: Fingan ser
mejores de lo que eran en realidad ha sealado un historiador. Se las daban de
increblemente caritativos y virtuosos y hablaban de sentimientos nobles, pero vivan
de modo muy distinto[238]. Los Victorianos rivalizaban por aparentar que llevaban
vidas virtuosas y daban gran importancia a esta apariencia, pero disfrutaban
portndose mal tanto como cualquier otra sociedad en cualquier otro periodo de la
historia. El cdigo de moralidad de Worth era estricto y se cea a l sinceramente. Se
ufanaba de seguir un rgimen personal severo, se abstena de tomar bebidas fuertes,
se levantaba temprano, trabajaba con dedicacin en el oficio que haba escogido,
haca obras de caridad y hasta es posible que incluso acudiera a la iglesia, pero al
tiempo se saltaba todas las leyes existentes y se enriqueca a costa de los bienes de
otros. Si Worth se aferraba a una serie de nobles convicciones en absoluta
contradiccin con sus actos, no era el nico, ni mucho menos. Sin duda, le habra
gustado el comentario irnico de Wilde en La importancia de llamarse Ernesto:
Espero que no habr llevado usted una doble vida, fingiendo ser malvado cuando en
realidad ha sido bueno en todo momento. Eso sera una demostracin de
hipocresa[239].
Sobrio, trabajador y leal, Worth era un delincuente de principios, los cuales
impona a su banda con rgida disciplina. Estaban excluidos los borrachos, con la
excepcin de Piano Charley, y la violencia estaba explcitamente prohibida. Un
hombre con cerebro no tiene derecho a llevar armas de fuego,[240] insista, pues
siempre ha resultado ms provechoso el ejercicio rpido de la mente[241]. Los
robos deban infligirse a quienes podan permitrselos, y el reparto del botn deba ser
justo. Muchsimos vagos y maleantes le deban su subsistencia, pero Worth no era
ningn Robn Hood; no robaba a los ricos para drselo a los pobres. Aunque, claro
est, tampoco Robin Hood lo haca.
Fue su carrera casi ininterrumpida de xitos en la organizacin de grandes
golpes y su habilidad para escapar al castigo por sus delitos lo que le vali la
confianza de los bajos fondos, convirtiendo a los delincuentes ms hbiles en sus
cmplices,[242] expona Sophie Lyons.
Worth estaba encantado con la posicin que haba conseguido, encumbrado tanto
entre la sociedad respetable como entre la delincuencia. Poco a poco su confianza se
convirti en arrogancia. A mediados de la dcada de 1870, tuvo un nuevo encuentro
con William Pinkerton, en esta ocasin en el bar Criterion de Piccadilly, conocido
lugar de encuentro de holgazanes y hombres de mundo. Pero esta vez Worth se senta
tan seguro en el centro de su red criminal que incluso se permiti dedicar un
cumplido al detective americano, al tiempo que denostaba a su correspondiente

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britnico, el inspector Shore. El hombre de Scotland Yard le dijo puede dar
gracias a Dios todopoderoso de tener a los Pinkerton por amigos, pues de lo contrario
no habra pasado nunca de detective callejero, dedicado a perseguir carteristas[243].
En su fuero interno, William Pinkerton coincida con tal opinin pues sin el flujo
habitual de informacin que llegaba de Estados Unidos, las autoridades britnicas,
an habran sabido menos de lo que saban sobre la red delictiva que irradiaba de
Londres. Lo que dice es cierto reflexion Pinkerton. De no ser por nuestra
agencia, Shore no habra llegado a ninguna parte[244].
No s cunto de lisonja haba en todo esto, pero debo decir en su favor que en
Londres siempre me trat bien. Intent hacerme vanos obsequios informaba
William[245], aunque rpidamente aada: Pero los rechac todos.
En cierto sentido, Worth era un producto arquetpico de su tiempo: dispuesto a
prosperar y sin apenas tener en cuenta los compromisos morales que adquira. Un
hombre absolutamente respetable y absolutamente corrupto al mismo tiempo. Pero
aunque estaba apegado a la sociedad y a sus normas, a la vez se senta en guerra con
ella, en guerra feroz e implacable. Worth imitaba a sus contemporneos burgueses al
tiempo que los despojaba de sus bienes, y en todo momento senta un profundo
desprecio hacia ellos.
La opinin expuesta por Friedrich Engels de que los ms atrevidos de los estratos
sociales inferiores se convertan en ladrones para librar una guerra abierta contra las
clases medias[246] tiene algo de verdad en el caso de Worth, pues su impostura era
un acto de irritada rebelin y de desdn hacia la sociedad de la que, por muchos
esfuerzos que hiciese, sera un permanente proscrito. Parece improbable que Worth se
considerase un revolucionario social, pero las insinuaciones subversivas de sus
acciones eran absolutamente intencionadas. El anhelo de una posicin de caballero
era un impulso fundamental de la vida victoriana, y atribuirse tal condicin
fraudulentamente era una blasfemia social que socavaba la propia jerarqua sobre la
que se eriga el complejo sentido Victoriano del orden mundial.
El ao 1874 haba sido la culminacin de la saga Tichborne, uno de los casos
de impostura social ms famosos de la historia britnica. Veinte aos antes, en abril
de 1854, un vapor que navegaba de Ro de Janeiro a Liverpool desapareci sin dejar
rastro y se llev con l a Roger Charles Tichborne, heredero de un ttulo nobiliario
menor y de extensas fincas en Hampshire. Lady Tichborne, su madre, se neg a
aceptar la noticia de que su hijo haba fallecido, y cuando en 1876 se present un
hombre que deca ser su heredero perdido, la mujer lo acogi de inmediato entre sus
brazos, lo cual no fue tarea sencilla pues el Roger Tichborne original era un hombre
delgado, moreno y educado, en tanto que quien deca ser l era pecoso y
semianalfabeto y pesaba casi cien kilos. Creo que mi pobre Roger lo confunde todo
en su cabeza, como en un sueo, y estoy convencida de que es mi hijo,[247] mantuvo
lady Tichborne. Y as, hasta la muerte de la dama, el hombre sigui disfrutando de
todas las ventajas de un hijo prdigo. No obstante, cuando la viuda Tichborne

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desapareci en 1870, sus parientes emprendieron un litigio por simulacin delictiva
de personalidad contra el orondo y absolutamente espurio baronet, segn se vio
luego. El caso despert sensacin y se prolong durante aos un alegato de la
defensa llev dos meses enteros, pero finalmente, en 1874, en el preciso momento
en que Adam Worth empezaba a construir su falsa identidad en Londres, el
demandado qued identificado como Arthur Orton, carnicero de Wapping, y
sentenciado a catorce aos de reclusin. Entretanto, el gordo impostor se haba
convertido en foco del resentimiento popular que bulla bajo la tersa superficie de la
sociedad victoriana. Considerado una vctima de las clases opulentas y de la propia
reina Victoria,[248] Orton/Tichborne era un poderoso smbolo de revuelta. Miles de
personas se suscribieron a una publicacin que lo defenda, pues con su apoyo al
demandado, los tichbornitas expresaban su oposicin al poder establecido y su
respaldo a un adalid que pareca desafiar sus cdigos y prcticas[249]. La actitud de
quienes apoyaban al demandado se caracterizaba por su contundencia, como en esta
declaracin: No me importa si es Roger Tichborne o Arthur Orton; no me gusta ver
a un pobre hombre despojado de sus derechos[250].
El caso Tichborne, que continu despertando un acalorado debate durante toda la
dcada de 1880, ilustra claramente cmo la apropiacin fraudulenta de un puesto
superior en aquella sociedad estratificada golpeaba en el centro mismo de las
confortables seguridades victorianas. Pero tambin demuestra cmo el ascenso social
mediante el fraude despertaba las fantasas de los millones que quedaban fuera es
decir, debajo de las refinadas capas superiores.
Las falsas alegaciones de Worth eran an ms subversivas, pues hasta el momento
no haban sido detectadas y nuestro hombre se recreaba con su doble vida: Mantena
su disfraz de potentado norteamericano, y de noche acuda a un tugurio de ladrones
del East End de Londres[251]. Segn un testimonio, se mudaba las ropas finas por
una indumentaria ms humilde para tratar con sus colegas malhechores y luego
buscaba un lavabo de ferrocarril para volver a ponerse su "ropa de caballero" antes de
regresar a su dormitorio al amanecer[252].
Conforme se haca ms rico y ms respetable, Worth fue evolucionando
lentamente hacia la figura ms conocida y ms temida de la literatura victoriana: el
hombre doble, un Jekill y Hyde que ocultaba al mundo su personalidad ms oscura y
que disfrutaba tanto de su verdadera naturaleza malvola como de su aparente
rectitud moral. Haca mucho tiempo que haba borrado de su cabeza la diferencia
entre una vida basada en la realidad y otra que era producto de su retorcida inventiva.
Haba robado el nombre del caballero ms valioso que haba podido encontrar; se
haba apropiado, mediante el fraude y el robo, de un reluciente caparazn de
respetabilidad, de una existencia ejemplar que en realidad era una enorme falsedad
envuelta en oropeles. Los Victorianos leyeron la obra maestra de Robert Louis
Stevenson con delicioso terror pues el doctor Jekill y mster Hyde, como Henry
Raymond y Adam Worth, eran la cara luminosa y oscura del hombre mismo,

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encadenadas la una a la otra en febril contraste, y constituan una mirada escalofriante
a las oscuras y atemorizadoras profundidades de su propia naturaleza.
Hacia el ao 1875, ms rico y ms satisfecho de lo que haba estado en su vida,
Adam Worth se haba adecuado cmodamente a la personalidad de Henry Raymond.
Entonces sufri tres golpes en rpida sucesin: Piano Charley Bullard, su colega de
delitos que llevaba varios aos salindose de los carriles a considerable velocidad,
termin en una crcel norteamericana; los miembros ms importantes de la banda
Elliott, Becker, Sesicovitch y Chapman fueron detenidos y conducidos a una crcel
extranjera, y por ltimo, lo ms desolador de todo: Kitty Flynn, la mujer que l haba
contribuido a inventar de la nada, empez a tener ideas propias.

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9 PAVO FRO
Durante dos aos, la banda de Worth haba dirigido una lucrativa operacin de
falsificacin de dinero por toda Europa. Las falsificaciones, normalmente cartas de
crdito, eran obra de Charles Becker, un hombre de talento aunque inestable. Pero tan
alto concepto tena Worth de su capacidad artstica como baja era la opinin que le
mereca la seriedad y la responsabilidad de su secuaz, al que consideraba el mayor
cobarde del mundo[253]. Como seal Worth en una ocasin, era un misterio cmo
mantena el nimo y se reprima tanto tiempo de chillar. Pero a pesar de su dudoso
temperamento, Becker era uno de los elementos ms valiosos de la organizacin de
Worth, un falsificador de tan excepcionales dotes que incluso Pinkerton reconoca
que sus reproducciones de billetes, documentos bancarios y valores podan resistir la
inspeccin ms microscpica[254].
Pasar las falsificaciones era trabajo sobre todo de Little Joe Elliott, un bribn con
aires de dandi bastante crebles, de bigotillo negro y cabello corto, negro tambin y
revuelto,[255] que siempre consegua convencer de la autenticidad de sus
documentos a los empleados del banco, a pesar de que siempre se encontraba en un
estado de agitacin permanente y crnica. Tena un carcter muy nervioso y no
poda quedarse sentado y tranquilo un solo instante apunt un contemporneo.
Volva los ojos a todas partes, sacuda los brazos continuamente y tena un montn de
tics[256]. El ruso Sesicovitch y el lgubre Joe Chapman completaban el cuarteto de
falsificadores como vigas y como refuerzo. Chapman tena formacin de empleado
de banca y su familiaridad con los procedimientos bancarios era fundamental para el
xito de la banda[257].
Avanzado 1874, Worth ide un plan para pasar algunas cartas de crdito falsas en
Turqua, confiando despreocupadamente en que las autoridades turcas no
reconoceran la falsificacin hasta que la banda estuviera a salvo, de vuelta en
Londres. Becker present unas rplicas exquisitas de las cartas de crdito de
Coutts & Co., los banqueros de Londres, y Worth envi al grupo a Esmirna mientras
l se quedaba en Londres con Kitty. Bullard, como era tpico en l, haba
desaparecido despus de perder el dinero que le quedaba jugando a las cartas. Como
apunt Pinkerton ms adelante, Bullard, como todos los ladrones, derrochaba su
riqueza a manos llenas[258].
El golpe tuvo un buen inicio y la banda se dirigi a Esmirna a travs de las
principales ciudades de Francia y de Alemania, dejando tras s un rastro de papel
falsificado[259]. Cuando ya haban recaudado unos cuatrocientos mil dlares en
diversas ciudades y el grueso del dinero haba sido enviado a Londres, se produjo
el desastre. El cuarteto fue detenido mientras intentaba colar una carta de crdito por
una cuanta especialmente considerable. Fueron juzgados en el tribunal consular
britnico, declarados culpables de falsificacin y condenados a siete aos de trabajos

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forzados en una prisin de Constantinopla. John Shore, de Scotland Yard, recibi
notificacin de las detenciones y envi a la polica turca los expedientes completos de
cada hombre; los Pinkerton anunciaron que pensaban pedir la extradicin de la banda
a Estados Unidos.
Al principio se tomaron la cautividad con buen nimo, confiando en que el
ingenioso Worth encontrara el modo de sacarlos. Nosotros ya ramos hombres
experimentados y la crcel no significaba nada para nosotros insista Becker. Lo
que nos retena era el pas, no la crcel. No podamos salir del pas[260]. Pero poco a
poco, cuando las semanas se convirtieron en meses y las autoridades turcas siguieron
limitndose a hacer odos sordos a todas y cada una de las peticiones que les
presentaban desde Lydia Chapman hasta Worth o incluso el cnsul norteamericano, a
quien haban convencido de que el cuarteto no haba tenido un juicio justo, la
gravedad de la situacin empez a hacer mella en ellos. Incluso Cario Sesicovitch, un
hombre de indiscutible resistencia grantica, empez a perder el nimo. Escribi a su
amante gitana mi queridsima Alima, explicndole las condiciones indecibles
de la crcel. Cualquier prisin norteamericana, por dura que fuera, pareca casi un
hotel comparada con ella: No hay ms comida que pan, una vez cada veinticuatro
horas; no hay ms cama que el suelo de madera desnudo, donde nos apretujamos
treinta y cinco o cuarenta hombres aunque no caben ms que veinte. No puedes ni
imaginarte la cantidad de suciedad y de moho que hay en este lugar. En realidad, el
pan que me dan no bastara para alimentar a los hambrientos insectos, pulgas y
chinches que muerden mi piel constantemente []. Hay pocas esperanzas, muy
pocas[261].
En el peculiar cdigo moral de Adam Worth, la lealtad ocupaba un extrao papel
preeminente. Sophie Lyons consideraba que la razn de su liderazgo era su
inconmovible fidelidad a sus amigos. Raymond [Worth] no se escaqueaba nunca;
jams abandonaba a un amigo. Cuando uno de sus socios tena algn problema con la
ley, utilizaba su cerebro y su dinero con la misma generosidad que si estuviera en
juego su propia libertad[262]. Por mucho que lo idealizaran sus contemporneos, no
parece que Worth sintiera una obligacin moral de proteger y defender a sus
secuaces. Los Pinkerton consideraban el hecho de que nunca abandonaba a un
amigo o a un cmplice[263] como su aspecto ms enaltecedor.
Cuando los hombres ya llevaban varios meses sufriendo las severas condiciones
carcelarias, Worth hizo su jugada. Acompaado por Lydia Chapman viaj a bordo del
Trbol hasta Constantinopla bajo la falsa identidad de un millonario norteamericano
que realizaba un gran crucero,[264] y se dispuso a organizar la liberacin de sus
subalternos. El plan para conseguirlo no era nada rebuscado; se limitaba a emplear la
forma ms antigua pero ms fiable de persuasin criminal: el soborno a gran escala.
Worth no reconocera nunca cunto dinero haba entregado a los carceleros,
funcionarios y jueces turcos, pero finalmente cont a Lydia que haba hecho todo lo
que haba podido, y la frustrada pareja volvi a Londres. Con todo, Worth mantuvo

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un canal abierto con varios funcionarios turcos venales y por fin, una maana de
enero, Becker, Elliott y Sesicovitch fueron expulsados de la crcel tan brusca e
inopinadamente como los haban llevado a ella y se encontraron en las calles de
Constantinopla sin un penique, sucios y libres. Aos despus, Worth cont a
Pinkerton que fue l quien llev a Constantinopla el dinero con el que se pag la
liberacin de Little Joe Reilly [Elliott], Becker y Sesicovitch [sic], y que l dispuso
todos los detalles del trabajo[265].
En cambio Chapman no tuvo tanta suerte. Unos das antes, el barbudo falsificador
haba discutido con Elliott, a quien haba acusado injustamente de intentar un trato
con Scotland Yard. Tras esto se haba producido una pelea, y Chapman estaba aislado
en otra ala de la prisin en el momento crtico en que se haban abierto las puertas de
la crcel, engrasadas por el soborno. Worth y Lydia, cada vez ms frentica, hicieron
todo lo posible para liberar al ltimo miembro de la banda. Worth contrat a un
abogado caro, envi cartas al cnsul norteamericano, George Baker, y bombarde a
los carceleros de Chapman con suficiente dinero como para convertirlos en hombres
ricos, pero todo fue intil. Finalmente, Chapman dijo a Lydia que se olvidara de l y
volviera a Amrica, pero ella se qued en su casa de Neville Road e hizo nuevos
viajes a Constantinopla para suplicar a los carceleros de su esposo, aunque con
idntico resultado.
Como no queran quedarse en Turqua un instante ms de lo necesario, los otros
tres miembros de la banda haban emprendido ya viaje por tierra hacia Londres, pero
an tenan que pasar otro terrible mal trago antes de alcanzar su hogar. Segn los
archivos Pinkerton, mientras atravesaban el Asia Menor fueron capturados por unos
bandidos griegos que, a pesar del hecho de que sus cautivos era fugitivos de la
prisin, los retuvieron para pedir rescate por ellos[266]. Por ltimo, los bandidos
permitieron que Little Joe volviera a Londres con la advertencia de que sus
compaeros no seran liberados hasta que volviera con ms dinero. Sin embargo se
olvidaron de proveer a Elliott de dinero para los gastos de viaje. Lo nico que Reilly
[Elliott] tena para empear eran sus dientes de oro recordaba ms tarde Worth.
Con el dinero que sac por ellos compr un pasaje barato y se gan el sustento
trabajando a bordo hasta Londres[267]. Worth consigui dos mil libras ms, cuyo
dinero Little Joe llev de vuelta y entreg a los bandidos, que procedieron a liberar a
sus camaradas[268].
Si la huida turca revela un ejemplo impresionante de honor entre ladrones, su
episodio final expone otro aspecto muy distinto de la vida entre la delincuencia. De
regreso en Londres, el veleidoso Sesicovitch y su amante gitana, bajo los nombres de
William y Louise Wallace, se trasladaron a vivir con Lydia Chapman en la nueva casa
de sta, en Maude Grove 46, en Chelsea. Al cabo de poco tiempo, el ladrn de origen
ruso empez a exigir dinero a Lydia, con el argumento de que su marido le haba
dejado sin su parte de los beneficios de la falsificacin original. Sesicovitch le dijo a
Lydia que necesitaba dinero de ella para financiar los gastos de un viaje a Australia

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con el propsito de dedicarse a las falsificaciones all[269]. Segn parece, el hombre
se hallaba en la errnea creencia de que la esposa de Chapman estaba en posesin de
una cantidad considerable en dinero y joyas,[270] y sus exigencias eran cada vez ms
amenazadoras. Lydia Chapman, que en esta poca utilizaba el nombre de seora
Porter, intent a su vez convencer a Sesicovitch de que volviera a Constantinopla
para hacer otro intento de liberar a su marido.
Pocos meses ms tarde, el cuerpo de Lydia Chapman, muerta al parecer por
envenenamiento, fue encontrado en su elegante casa. Aunque tal vez se tratara de un
suicidio, tanto Scotland Yard como Adam Worth quedaron convencidos de que el
siniestro Sesicovitch haba tenido participacin en la muerte. Scotland Yard incluso
cit a Sesicovitch y a su compaera entre los asesinos, y apunt que ante la negativa
de Lydia a repartir el dinero para la aventura australiana, haban tramado un plan
con el propsito de robarle [y] que para realizar el robo le haban administrado algn
narctico, que le haba provocado la muerte[271]. William Pinkerton era an ms
concreto e insista en que su muerte fue debida al sobresalto que sufri cuando
Sescovitch [sic] intent aplicarle el cloroformo para robarle las joyas, dado que ella
sufra una enfermedad cardaca[272].
El crimen no se resolvi nunca, pero Worth no quiso tener ms relacin con el
ruso, del que desconfiaba desde haca tiempo. Sesicovitch regres a Norteamrica y
abri un saln de bebidas en el teatro Booths de Nueva York. Dos aos despus, en
abril de 1878, bajo el alias de Dugan, fue detenido por una falsificacin en
Cincinnati. Finalmente fue identificado por Robert Pinkerton cuando le informaron
de que le faltaban dos falanges de los dedos ndice y corazn de la mano izquierda y
una parte del pulgar,[273] consecuencia de un accidente que haba sufrido. No tengo
duda de que [Dugan] y Cario Sesicovitch, alias Charles Gandy, alias William
Wallace, alias Howard Adams, alias John Hoare, son la misma persona. El hombre
que probablemente mat a Lydia Champan acab muriendo en prisin, pero eso no
fue de gran consuelo para su marido. Chapman, que an segua llorando a su
encantadora costilla, no fue liberado de la prisin turca hasta 1881, tras haber
cumplido la sentencia ntegra[274]. Al salir era un hombre absolutamente
quebrantado de salud y de nimo.
La prolongada saga turca y la muerte de Lydia haban dejado exhausto a Worth y
mermado en gran medida sus finanzas. Para empeorar las cosas, la sociedad que
formaban Pequeo Adam, Piano Charley y la bella Kitty se haba desintegrado
definitivamente. Worth no haba abandonado nunca a Charley Bullard ni se haba
negado a proporcionarle los prstamos que le peda con frecuencia creciente, pero
el pianista haba perdido gran parte de su encanto en los aos transcurridos. Se le
haba agriado el carcter y se haba intensificado su gusto por los riesgos
innecesarios. Para mayor irritacin de Worth, Bullard an mantena cierta amistad
con Max Shinburn, el altivo reventador de cajas fuertes por el cual Worth mostraba
ahora un virulento desprecio. Algunos decan que la actitud de Worth, su clera, se

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deba a las atenciones del Barn para con su querida Kitty. Las insinuaciones de
Shinburn quedaron en nada, pero cualquier mirada de un hombre en realidad
cualquier cosa que perturbara su universo regulado y medido provocaba la clera
inmediata de Worth. Mientras l segua intentando resolver el asunto turco, Bullard
cay en uno de sus accesos viajeros de alcohlico, y apareci en Nueva York como
un idiota. Esta vez, sin el cerebro fro y calculador de Raymond que lo guiara,
Bullard se volvi descuidado y cay en manos de la polica,[275] escribi Sophie
Lyons. Piano Charley no tard en ser identificado, detenido, juzgado por el robo al
banco Boylston de 1869 y sentenciado a veinte aos de crcel en la penitenciara del
estado en Concord, Massachusetts.
Kitty, ya alejada de su marido bribn y bgamo, aburrida de la vida en Londres y
aspirante ahora a una genuina respetabilidad, no tard en trasladarse tambin a Nueva
York pese a las splicas de Worth, llevndose con ella a sus dos hijas. En
recuerdo de los viejos tiempos, se llev tambin los cuadros, espejos, mesas de caoba
y cristalera que una vez haban adornado el American Bar de Pars. En Nueva York
empe parte de las joyas que Worth le haba regalado en abundancia, envi a las
nias a colegios caros y abri una casa de huspedes para caballeros elegantes donde
su don de gentes y su belleza no tardaron en atraer una clientela que saba apreciarlos.
Como muchas mujeres de buena casa en circunstancias desfavorables, se ofreci
como dama de compaa de seoras mientras esperaba una oportunidad para ascender
el siguiente peldao hacia la fama y la fortuna.
Worth qued desolado ante la brusca desercin de Kitty. Hasta entonces haba
conseguido mantener un control frreo de todos y cada uno de los aspectos de su
vida, pero inesperadamente acababa de escapar de su lado lo que ms deseaba. Kitty
se convirti en su obsesin, a lo que sin duda contribuy el que las dos nias fueran,
casi con seguridad, hijas suyas. En sus memorias, la infatigable Sophie Lyons, en
quien se advierten claramente ciertos celos de Kitty, es tan categrica en este punto
como en la mayora de asuntos relativos al estado emocional de Worth:
Invariablemente, cada vez que nos encontrbamos en Londres, su primera pregunta
era: "Cmo est Kate?"[276] Se interesaba vivamente por su salud, por su aspecto y
por el estado de las nias, que todos sabamos que eran de Raymond. Eddie Guerin,
el viejo ladrn, coincida con Sophie y escriba que Worth hablaba constantemente
de un antiguo amor del que sigui pendiente apasionadamente hasta el final de sus
das[277] y cuya prdida era un cncer que le devoraba el corazn sin cesar. Worth
rog a Kitty que regresara a Londres y se casara con l, pero ella rechaz la
propuesta. Si esa mujer se hubiera convertido en esposa de Raymond, estoy segura
de que toda su vida habra cambiado y que el mundo lo recordara por algo ms que
por tener un historial delictivo incomparable,[278] opinaba Lyons con una piedad
hipcrita caracterstica de la poca. El comentario es bastante absurdo, pues Kitty
conoca al detalle sin duda las actividades delictivas de Worth, y aunque nunca
particip activamente en ellas, tampoco hizo jams el menor esfuerzo por reformarlo.

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Con todo, es casi seguro que Sophie Lyons est en lo cierto en un aspecto de la
extraa relacin entre Adam Worth y Kitty Flynn: Raymond no olvid nunca a la
graciosa y alegre camarera irlandesa que le haba robado el corazn[279]. Ella
tambin lo haba amado, pero haba languidecido bajo el control de Worth y se
negaba a adornar el marco dorado y brillante que haba preparado para ella. Kitty, tan
despreocupada e imprudente, le haba proporcionado un contrapunto fundamental en
su vida de hombre concentrado y calculador, pero haba volado de sta con la misma
ligereza con la que haba entrado en ella.
En los aos siguientes mantuvieron una correspondencia amistosa y se
encontraron a menudo. Con el tiempo, Kitty aprovechara la oportunidad de
recompensarle por ayudarla a recorrer el camino delictivo hacia el ascenso social,
pero la extraa relacin sentimental entre Adam Worth y Kitty Flynn haba
terminado. Por lo menos, de hecho.

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10 UNA GRAN DAMA OFRECE UNA RECEPCIN
En la primavera de 1876, Worth, como cualquiera que se dignara abrir un
peridico, ley la noticia de la creciente expectacin que rodeaba la subasta del
celebrado retrato de la duquesa de Devonshire, de Gainsborough.
El cuadro tuvo un efecto electrizante en el pblico ingls y le proporcion una
pequea ventana histrica por la que asomarse al alma victoriana. Gainsborough ya
causaba furor tras una exposicin de su obra en la Royal Academy, a principios de
ao, que haba atrado a miles de visitantes, entre ellos Henry James, quien habl con
entusiasmo del refinamiento natural del pintor, de su encantadora sencillez y de
su suavidad estilstica[280]. Igual que en la poca del rey Jorge haban corrido sin
descanso los comentarios sobre la apariencia y el carcter de Georgiana, los
Victorianos alababan ahora al autor del retrato que recoga tan perfectamente tales
cualidades, al tiempo que repasaban los detalles de la vida extraordinaria de la
duquesa. Georgiana haba sido una figura destacada de su poca, pero sus encantos,
su conducta e incluso sus flaquezas parecan cortados a medida de los gustos
Victorianos. Se puso a debate si la duquesa era o no la ms perfecta de las bellezas de
la poca georgiana, y se cit en un sentido o en otro a numerosos jueces competentes
y respetables del pasado.
Haca exactamente un siglo, en 1776, el Morning Post haba llevado a cabo una
competicin para encontrar la mujer ms atractiva de su tiempo: Georgiana obtuvo
15/20 en belleza, 17/20 en figura, 13/20 en elegancia, 11/20 en ingenio, 5/20 en
gracia, 3/20 en expresividad, 10/20 en buen juicio, 9/20 en sensibilidad y 16/20 en
principios[281]. Fanny Burney la consideraba muy hermosa[282]; Horace Walpole
se explay sobre su juventud, su figura, su buena disposicin natural, su sensatez y
su profundo recato[283]. La actriz y amante real, Mary Robinson, experta en tales
asuntos, apuntaba su temprana tendencia a la coquetera[284]. La madre de
Georgiana la llam una de las chicas ms llamativas que he visto nunca[285]. El
escritor satrico Peter Pindar, normalmente muy mordaz, haba sudado de lo lindo al
presentar su Solicitud de tiempo en favor de la duquesa de Devonshire, que quiz
sea el peor entre los muchsimos poemas malos dedicados a la bella duquesa:

Que no se aje la estampa que todos admiran


Ah!, que nunca las canas blanqueen sus sienes.
Ah, sagrados sean sus mejillas, sus labios, su lozana!
Que nunca, en el lugar del hoyuelo delicioso
aparezca una mortificadora arruga[286].

As continuaba el poema unos cuantos espantosos versos ms.


El atractivo de la duquesa queda de relieve, de forma ms expresiva, en la

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reaccin de un borracho irlands que, tras un encuentro con ella, comentaba con
admiracin que podra encender la pipa con sus ojos[287].
Otros comentaristas Victorianos recordaron en cambio los aspectos ms
escandalosos de la fama de Georgiana, de los que haba tambin amplias muestras
pues, al igual que su tatarasobrina Diana princesa de Gales, la duquesa haba sido
convertida en dolo y emblema de su tiempo, en smbolo de moda, belleza y
sexualidad.
Como la princesa Diana, los gustos de Georgiana en el vestir haban marcado la
tendencia de sus conocidos: puso de moda, por ejemplo, los sombreros enormes
festoneados de plumas de avestruz, y cada uno de sus actos, fuera intencionado o no,
era imitado o criticado por el resto de la sociedad. Como le sucedera a su
descendiente, lleg el momento en que la duquesa no poda ni sonarse la nariz sin que
ello se convirtiera en asunto de moda. Antes que dejar de parecerse a ella en algo,
los esclavos de la moda serian capaces de roerse los colmillos, imitar tretas por las
que una chica de internado habra recibido una reprimenda, alzar la barbilla y fingirse
sofocados[288]. Adems de todos sus talentos, la duquesa escriba obras de ficcin
razonablemente buenas, y mejores cartas y poemas, que fueron traducidos a varias
lenguas. Un juez de la talla de Samuel Taylor Coleridge, nada menos, admir sus
versos, para su propia sorpresa. Se preguntaba el poeta:
Oh, dama, criada en la pompa y el placer, dnde has aprendido esta mtrica
heroica?[289]
La vida social de Georgiana era tremendamente agitada, incluso para los
ambiguos patrones morales de su poca. La activa duquesa, jugadora decidida e
irremediablemente inexperta, era adicta al faro juego de cartas con el cual perdi
enormes cantidades y no se refrenaba para beber y andar de juerga con sus
acompaantes hasta el amanecer, noche tras noche. El autor teatral Richard Brinsley
Sheridan, que capt las extravagancias de Devonshire House en su Escuela de
escndalo, recordaba una velada especialmente nefasta con las cartas: Cuando
acompaaba a la duquesa a su carruaje, sta lloraba a lgrima viva por las prdidas
que haba tenido[290]. Mientras tanto, con el tiempo, su temprana tendencia a la
coquetera se convirti en una generalizada reputacin de inmoralidad sexual, slo
en parte merecida.
El reguero de escndalo surgi de dos fuentes. La primera fue la entusiasta
participacin de la duquesa en favor de su amigo, el poltico liberal Charles James
Fox, durante la reida campaa electoral por Westminster, en 1784. Enseguida se
labr fama de cambiar votos por besos entre el electorado londinense, conducta que
escandaliz a sus contemporneos ms estrictos, los cuales consideraron que besar a
vulgares carniceros era una clara demostracin de ninfomana. Cuando gente de
categora se rebaja a mezclarse con el vulgo con propsitos mezquinos y sucios,
renuncia a sus aspiraciones de respetabilidad,[291] sentenciaba un crtico. Otro
chisme afirmaba que la duquesa gastaba hasta seiscientas libras diarias en la campaa

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liberal y que terminaba la jornada hecha una cuba pues desde el inicio de la
campaa beba diariamente dos jarras de cerveza purl, una pinta de ginebra y un
galn de cerveza amarga porter[292].
Como irresistible reina de la moda[293] y la ms brillante de la alegre
bohemia,[294] la vida sexual de Georgiana era un asunto que despertaba un febril
inters pblico y una vida especulacin. Al parecer, el duque de Devonshire era uno
de los pocos que no se dejaban impresionar por los encantos de su esposa, y sus
galanteos eran legendarios. Su amante, lady Elizabeth Foster, termin por instalarse
con los duques en Chatsworth, la enorme casa solariega de Derbyshire. En un extrao
remedo del heterodoxo arreglo domstico de Adam Worth con Kitty Flynn y Piano
Charley, Georgiana y la mujer con la que comparta la cama de su mando seguiran
siendo grandes amigas.
El mnage a trois de los duques con lady Elizabeth fue un notorio escndalo en la
poca. Las mujeres se turnaron en dar hijos al duque: Georgiana tuvo tres, entre ellos
un heredero, mientras que lady Elizabeth le daba dos, y tras la muerte de Georgiana
se convirti en la siguiente duquesa de Devonshire. Tal vez para demostrar que el
adulterio era un camino de dos direcciones, pero ms probablemente por
aburrimiento o por depresin, Georgiana tom tambin un amante, el picajoso
Charles Grey, quien ms adelante sera primer ministro. Al parecer, la duquesa sinti
una intensa pasin por Grey, pero el asunto termin en desastre. Georgiana qued
embarazada, y el duque, en un acceso de rabia hipcrita y desmedido, la expuls de
Chatsworth. Georgiana dio a luz al hijo de Grey en Europa, ms o menos por la poca
en que se esfum el gran retrato que le haba pintado Gainsborough, y que no
volvera a aparecer hasta dcadas despus sobre la repisa de la chimenea de la seora
Maginnis, tan privado de piernas como Georgiana lo haba estado a menudo en su
vida.
Al trmino de su notable existencia, Georgiana haba perdido la mayor parte de
sus cabellos, todo su dinero, su figura aniada y la visin de un ojo, pero conservaba
intacto su orgullo. En una incisiva nota, dej una advertencia a la posteridad: Antes
de condenarme, recordad que a los diecisiete aos era una belleza, admirada por
todos y duquesa[295]. Muri de un absceso en el hgado el 30 de marzo de 1806, a la
edad de cuarenta y ocho aos, en Devonshire House, Piccadilly, escenario de sus
mayores triunfos sociales y polticos. Cuando el prncipe de Gales recibi la noticia
de su muerte coment con pesar: Se ha ido la mujer mejor dotada por la naturaleza y
mejor educada de Inglaterra[296]. La emperatriz de la moda, que haba electrizado
a todo hombre con sangre en las venas en la Inglaterra del rey Jorge y que tantos
rumores haba levantado en el pas, tena ahora un efecto parecido en sus
descendientes Victorianos gracias a la reaparicin del retrato de Gainsborough, el que
ms cerca haba estado de captar su singular donaire.
El entusiasmo Victoriano por la redescubierta Georgiana era ante todo si bien
disimuladamente de orden sexual: la coquetera de caja de bombones del retrato de

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Gainsborough, unida a la picante reputacin de la duquesa, era lo ms indicado para
provocar un delicioso acceso de testosterona en el varn Victoriano medio cuando se
desabrochaba los botones. Aunque pudieran parecer reprimidos en cuestiones
sexuales, como consecuencia de la costumbre de mantener una estricta moralidad
externa, en realidad los Victorianos no tenan nada de frgidos y reconocan a una
diosa del sexo cuando la vean. La belleza de la modelo ha creado furor,[297]
informaba un contemporneo, y en varios casos la duquesa dio ocasin a alguna
trrida alabanza, pulcramente disfrazada de crtica de arte. Su belleza proteica se
nos hace tangible escribi uno. Vemos el temperamento veleidoso que hizo de
ella, en verdad, la belleza de los cien talantes[298]. A lo largo del medio siglo
siguiente, la duquesa se convertira en icono de feminidad, en dolo sexual, en tema
de moda y en una de las imgenes ms reconocibles del mundo, reproducida una y
otra vez en latas de galletas baratas y en costosa porcelana, en revistas femeninas, en
cajas de cigarrillos, libros y bustos de mrmol.
Cuando fue expuesto en Christies, a principios de mayo de 1876, el cuadro de
Gainsborough despert, casi a partes iguales, una sincera admiracin artstica, una
grata excitacin y una acerba controversia. Algunos afirmaban que era una
falsificacin. El pintor John Millais insisti en que Gainsborough ni siquiera haba
visto nunca aquel retrato, y mucho menos lo haba pintado. Artistas y expertos de
reconocida opinin impugnaron su autenticidad en un exceso de atrevimiento[299].
Algunos arguyeron que el trazo pareca ser menos ligero y grcil de lo que es
habitual en el pintor[300], mientras que otros observaban que en la voluptuosidad de
la figura y en el intenso color de los labios pareca faltar el refinamiento caracterstico
de Gainsborough[301]. Otro crtico sugera que originalmente fue un esbozo de
Romney [] que termin de pintar un hombre contratado por Wynn Ellis para cuidar
de sus cuadros[302]. Posiblemente sta sea una velada referencia a Bentley, que
tambin era restaurador y pintor de poca talla. Con todo, otra faccin insista en que
la cabeza fue pintada por [sir Thomas] Lawrence, y los accesorios de ropas,
etctera, completados por un artista de nombre desconocido[303]. La identidad de la
retratada despert tanta controversia como la del autor del cuadro. Algunos opinaban
que realmente se trataba de una duquesa de Devonshire, aunque no de sa. Una tal
seora Ramsden, que haba conocido a ambas damas personalmente, expres su
opinin ms rotunda de que el retrato no era el de Georgiana, duquesa de Devonshire,
sino de Elizabeth Foster, quien ms tarde tambin llevara el ttulo[304]. En otras
palabras, algunos consideraban que la mujer del cuadro era el otro vrtice de aquel
extrao tringulo amoroso aristocrtico.
Constantemente se producan las discusiones ms acaloradas ante el retrato,
[305] informaba The Times. Cuando la casa de subastas lo expuso en las semanas

previas a la venta para convencer a los que estaban decididos a mantenerse


escpticos sobre el nombre de la modelo que haba posado, se colocaron en la sala

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dos pequeos grabados de retratos del mismo personaje, uno de los cuales llevaba el
nombre bien visible y que haba sido tomado de un pequeo esbozo o estudio de
cuerpo entero, en grisalla, dibujado por Gainsborough y que llevaba cierto tiempo en
posesin de lady Clifden. El rostro del esbozo se corresponda punto por punto con el
controvertido retrato.
La grisalla en cuestin, hoy en la National Gallery of Art de Washington, ha sido
atribuida convincentemente a Dupont, el yerno de Gainsborough. El estudio
monocromo, de sesenta centmetros por cuarenta, muestra el retrato que pint
Gainsborough antes de que ste fuera mutilado y ofrece una visin hechizadora del
cuadro completo, con la figura equilibrada, antes de que la vandlica seora Maginnis
pusiera en accin sus tijeras. El esbozo perteneca al primer barn Dover, casado con
lady Georgiana Howard, nieta de nuestra Georgiana, duquesa de Devonshire. La
prueba ms convincente de que el retrato representa a sta tal vez sea el hecho de que
la familia en cuya posesin permaneci hasta 1922 en que fue vendido al gran
coleccionista Andrew Mellon no tuvo nunca la menor duda de que representaba a
su famosa antepasada.
En un prrafo magistral, The Times resuma la disputa: Es tal el inters
despertado en torno a esta notable pintura que intentaremos comentar algo de las
diversas opiniones que se han expresado durante su exhibicin. En efecto, se
enfrentaban dos pareceres opuestos que dividan a los numerosos admiradores de la
obra, y ms de un distinguido acadmico afirmaba que era una obra de Gainsborough,
totalmente autntica y de la mxima calidad, en tanto que otros insistan en que no
era en absoluto obra suya[306]. El debate sobre la autenticidad del cuadro se
prolong muchos aos y todava no se ha cerrado. Algunas voces insistan con razn
en que el rostro del cuadro es bastante distinto del que aparece en otros retratos de
Georgiana, no slo de otros pintores sino del propio Gainsborough. Quienes
recelaban de la obra afirmaban que sta careca de la sutileza expresiva caracterstica
del artista y mantenan que no era posible que el maestro hubiera pintado aquella
slida superficie de carne[307]. Los defensores de la autenticidad de la obra
respondan que estamos simplemente ante uno de los muchos casos en que dos
retratos de una persona, pintados por el mismo artista con un intervalo de una dcada,
pueden aparecer como dos personajes completamente dispares, sin que el pintor se lo
proponga de forma consciente. El cambio no est tanto en quin posa como en el
pintor, que puede haber llevado a cabo una revolucin en su estilo, o cuyos
planteamientos pueden haber experimentado un cambio muy considerable[308]. Es
cierto, desde luego, que en los aos transcurridos entre el primer retrato de cuerpo
entero realizado por Gainsborough y el segundo, la fama de la duquesa haba
evolucionado, y de abnegada esposa ducal se haba convertido en la ms destacada
coqueta de la alta sociedad. Es posible que Gainsborough, al pintar a Georgiana como
el smbolo sexual en que se haba convertido, no hiciera ms que reflejar este hecho.
Un escritor afirmaba: La respuesta es que se trata de un experimento en pintura

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slida, pero obsrvese 1) las delicadas arrugas; 2) los ojos; 3) las marcas del pincel de
pelo de cibelina no de crin de cerdo en la punta de la nariz y en la curva del
mentn, y se apreciar el trazo inconfundible de Gainsborough[309]. Tras exponer los
pros y los contras, The Times se cubra las espaldas: Aunque los especialistas
difieren en cuanto a su posible autor, coinciden en cambio en elogiar los grandes
mritos de la obra[310]. Probablemente sta fue la posicin que adoptaron todos los
que tenan reservas sobre el cuadro, excepto los ms vehementes; aunque el retrato no
fuera obra de Gainsborough o lo hubiera acabado otra mano, e incluso si la mujer que
apareca en l no fuera la famosa duquesa sino otra dama que no tena nada que ver
con ella, segua tratndose de un cuadro muy notable. En cualquier caso, la mayora
qued cautivada por su belleza [y la duquesa] monopoliz prcticamente las
conversaciones de esos das[311].
La subasta empez a tomar el aspecto de un tribunal pblico y, al amanecer el da
de la venta entre una gran expectacin, al menos tres caballeros de considerable
fortuna haban decidido ya que, autntica o no, queran tener a la duquesa. Estos
caballeros eran el conde de Dudley, el barn Ferdinand de Rothschild y sir William
Agnew, tratante de arte, quien consideraba que Georgiana era el personaje indicado
para adornar su nueva galera de arte en Old Bond Street, 39.
La venta, celebrada el sbado 6 de mayo de 1876, ha despertado una expectacin
como jams haba vivido el mundo pictrico londinense inform The Times. A
lo largo de la semana, los cuadros han atrado un nmero considerable de visitantes.
El inters alcanz el punto lgido el da anterior a la venta, y la multitud llen los
salones de la casa de los seores Christie, Manson y Woods durante toda la
jornada[312].
El artculo del peridico alcanza en ocasiones tintes casi histricos para lo
habitual en la prensa de la poca:

Cualquiera que pasara por las cercanas de St. James Square habra
podido pensar que una gran dama celebraba una recepcin, y en realidad
algo muy parecido tena lugar en la galera de arte de King Street. Todo el
mundo haba acudido a ver la hermosa duquesa creada por Gainsborough y,
por lo que pudimos observar, todos los que la vean quedaban sojuzgados por
su belleza fascinante. La venta fue un espectculo pblico, el acontecimiento
social de la temporada, al que asistieron todos los que queran estar a la
ltima moda, entre ellos varias ancianas pintadas como loros y ataviadas con
rplicas de la indumentaria de la duquesa de Devonshire. Cuando el retrato
fue colocado ante el numeroso pblico, una salva de aplausos demostr la
admiracin universal que despertaba la obra. Como un maestro de
ceremonias que presentara a la primera actriz, el seor Woods, el subastador,
expuso una breve historia del cuadro y empez la batalla.
La puja empez en mil guineas, que fue superada de inmediato por una

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de tres mil guineas del seor Agnew y, entre un silencio de extrema
expectacin, las cifras surgieron en rpida sucesin, primero de mil en mil
guineas con voces desafiantes desde los distintos rincones de la sala. Luego,
como si el ritmo hubiera sido demasiado rpido, las pujas fueron ascendiendo
de quinientas en quinientas guineas hasta alcanzar las seis mil, en cuyo
momento el seor Agnew ech al fuego otra carga de mil guineas, subiendo a
siete mil. La pugna an se mantuvo animada a base de posturas de quinientas
hasta que se produjo otra salva de aplausos al alcanzar las diez mil guineas.
Entonces se produjo una larga pausa entre los contrincantes para la comida,
y a continuacin el seor Agnew fue el primero en desafiar "cualquier nuevo
envite" con sus diez mil cien guineas y gan la batalla en aquella
extraordinaria competicin. El acontecimiento fue uno de los ms
emocionantes en su gnero que se han presenciado jams. El pblico,
apretujado en asientos elevados en torno a la sala y en la planta baja de la
casa de subastas, pateaba, aplauda y vitoreaba. Las incertidumbres sobre
la autenticidad de la obra no desapareceran, pero despus de haber pagado
tal precio, los escpticos tuvieron que callar por el momento[313].

La coleccin Wynn Ellis se vendi por un total de cincuenta y seis mil noventa y
ocho libras, dos chelines y ocho peniques, pero el precio del Gainsborough fue el ms
alto pagado jams por un cuadro en una subasta, y el rcord se mantendra hasta
1893. El perdedor en la puja fue lord Dudley, quien estaba de viaje en el extranjero en
el momento de la venta aunque haba dejado un agente con rdenes de ofrecer hasta
diez mil guineas. Dudley haba calculado que una suma tan enorme sera ms que
suficiente para desanimar a cualquier rival, y tuvo un acceso de rabia que le dur tres
das cuando le informaron de lo sucedido.
Agotado por su propia elocuencia, el articulista de The Times terminaba diciendo:
La subasta se recordar mucho tiempo, tanto por el precio extraordinario conseguido
por el retrato de Gainsborough como por las muy interesantes cuestiones que han
surgido en relacin con [la autenticidad de] esta obra, las cuales, imaginamos, sern
objeto de discusin durante bastante tiempo[314]. Estas palabras resultaran
profticas. Cuando William Agnew llev el cuadro a su galera en un recorrido
triunfal, el traslado no fue sino el comienzo de los nuevos viajes de la duquesa, que
esta vez hara en compaa de un hombre que saba ms de falsificaciones que
ninguno otro en Londres.

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11 UNA CORTE Y UN RAPTO
Worth se enter de la subasta por la prensa pero no asisti a ella, pues cuando no
andaba a rastras por Londres lamentndose de la marcha de su amada Kitty su
atencin estaba centrada en una serie de preocupaciones econmicas, familiares y de
otro tipo. Con un tren de vida costossimo de mantener y una banda de veleidosos
delincuentes que dependa de l, Worth se estaba quedando rpidamente sin dinero.
Segn un testimonio, vivi a un ritmo de gastos de veinte mil libras anuales durante
muchos aos,[315] y en las arcas del ladrn haba entrado muy poco dinero y haba
salido mucho desde la debacle turca. Para empeorar las cosas, a principios de 1876, el
hermano menor de Worth, John, que haba participado en el primer golpe chapucero
que haban dado en Nueva York, lleg a Londres sin un penique en el bolsillo. John
Worth era un delincuente destacado por su torpeza, demasiado estpido para ser
ladrn,[316] en palabras de su hermano. Crdulo y dbil de carcter, dado a las
fanfarronadas y fcil de manipular, Worth lo consider una seria amenaza para l. No
obstante, muertos ya sus progenitores, el Pequeo Adam senta ahora un vnculo casi
paternal con sus hermanos. Harriet se haba casado en Estados Unidos, y Worth ya
haba enviado a su cuado el dinero que necesitaba para montar su propio y corrupto
bufete legal en Buffalo. John Worth tendra que ser aadido a la nmina.
Charles Becker y Little Joe Elliott tambin estaban impacientes por emprender
otra estafa. Tras la salida de la crcel turca, Little Joe haba vuelto a Estados Unidos y
se haba enamorado perdidamente de Kate Castleton, una estrella cmica inglesa de
los escenarios americanos. Elliott se haba convertido en seguidor del ambiente
teatral y haba gastado la mayor parte de sus mal obtenidas ganancias en financiar
desastrosas producciones y giras por el pas. Ha seguido casi todos los
desplazamientos de la compaa teatral de Kate Castleton en su gira anot la
polica y al abrigo de esta situacin ha dado golpes en bancos y ha robado casas
cuando se le ha presentado la oportunidad[317]. Resulta inexplicable por qu Kate
Castleton, esa chica de mejillas rosadas,[318] segn la recordaba William Pinkerton,
haba de tener la menor relacin con el rastrero ladrn, pero Elliott la convenci con
extraordinaria tenacidad y con un derroche de atenciones, y la actriz acab por
acceder a casarse con l. Joe cortej a la dama con la velocidad del rayo y se
casaron a los tres das,[319] segn Eddie Guerin. Little Joe convenci a Kate de que
dejara las tablas, y durante un tiempo se instalaron en unos apartamentos
elegantemente amueblados de la calle 21,[320] en Nueva York. Sin embargo, en 1876
Elliott ya se haba hartado de la vida domstica y se haba reunido otra vez con sus
compinches en Londres. Kate se qued en Norteamrica.
Todo esto coloc a Worth en una encrucijada: el dinero escaseaba pero su estilo
de vida era cada vez ms lujoso. La banda estaba impaciente por ponerse a trabajar,
pero el inspector Shore de Scotland Yard estaba a la expectativa de que hiciera un

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movimiento en falso. Conocedor de que estaba siendo el hazmerrer de los bajos
fondos, la determinacin del polica por capturar y encarcelar a Worth se haba
convertido en una vendetta personal. Worth se lamentaba amargamente de que el
inspector Shore lo persegua como a un tigre humano[321] rara y absurda queja
pues no caba esperar que Shore obrase de otro modo, pero estaba tan sumido en su
mundo propio, artificial y pomposo, que se tomaba como un agravio personal que las
fuerzas del orden intentaran impedir que quebrantase la ley. En una ocasin se
percat de que lo estaba siguiendo el propio John Shore. De repente perdi el
dominio de s mismo, se volvi hacia l en mitad de la calle y lo denunci[322].
William Pinkerton tambin estaba de vuelta en Londres y haba advertido a
Shore, a sus colegas de la polica y a los bancos y casas de cambio del pas que
estuvieran atentos a otra oleada de falsificaciones. Para entonces las autoridades
tenan muy presentes los mtodos de Worth. Una vez realizada con xito una estafa,
adverta Pinkerton, para evitar ser detectados y detenidos despus de obtener dinero
por los documentos falsificados, los ladrones huan de inmediato al continente.
Despus, antes de que aparecieran publicados los nmeros de serie de los billetes
conseguidos ilcitamente, cambiaban stos en agencias de intermediarios, bancos e
instituciones financieras[323].
Worth empez su nueva campaa de falsificaciones con cautela e indic a Becker
que slo preparase cheques por pequeas sumas. Pero con el paso de los meses,
cuando la banda empez a coger el ritmo otra vez, las falsificaciones se hicieron ms
cuantiosas y audaces. Cuando las arcas de Worth empezaban a estar
tranquilizadoramente llenas de nuevo, en abril de 1876, el Marcas prepar un cheque
falso por tres mil quinientas libras que Little Joe, tan despreocupado como siempre,
se apresur en hacer efectivo en el banco London and Westminster. Despus, como
siempre, se trataba de llevar el dinero a Francia y cambiarlo lo ms deprisa posible,
antes de que el banco reparase en la estafa y la polica enviase aviso a los cajeros para
que estuvieran a la expectativa de billetes con determinada numeracin. Pero en esta
ocasin, en lugar de confiar el trabajo a alguno de sus secuaces de los peldaos
inferiores de su organizacin piramidal, Worth despach a Pars a su hermano con
instrucciones de cambiar el dinero en una activa oficina de transacciones en divisas
del Grand Boulevard, y a continuacin regresar a Londres en el primer barco. Pero el
inepto John Worth se mostr intil incluso para esta misin tan sencilla. Sin que se
sepa el motivo, en lugar de acudir a la oficina de cambio como le haba dicho Adam,
John Worth fue a parar a la oficina en Pars de Meyer & Co., en la ru St. Honor.
Meyer ya haba sido vctima de una de las tretas de Becker y haba recibido un cable
de John Shore en el que el polica le prevena de que anduviera atento a los billetes
ingleses de elevado valor. El ojo de guila de Meyer identific uno de los billetes
numerados, y John Worth fue inmediatamente detenido.
El inspector Shore estall de felicidad cuando lleg el telegrama a Scotland Yard
anunciando el arresto. Aunque el lerdo John Worth no se pareca en nada al astuto y

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ratonil Little Joe Elliott, la polica lo acus de haber proyectado la falsificacin. Tras
una breve pero violenta escaramuza legal, John fue extraditado a Inglaterra y
encerrado en la crcel de Newgate. Shore estaba convencido no obstante de que
cualquiera que fuese el nombre que utilizara el falsificador, el trabajo tena que ser
obra de Adam Worth, alias Henry Raymond, o de sus socios. Worth tuvo uno de sus
raros ataques de clera cuando fue informado de la detencin de su hermano y
prometi vengarse, no slo de Shore sino tambin de Meyer, el director de
Meyer & Co., quien finalmente padecera toda la furia desatada de Worth. Pero antes
tena que sacar a John de la crcel, a poder ser bajo fianza, y enviarlo de vuelta a
Estados Unidos, donde no pudiera hacer ms dao. No fue tarea sencilla. Aunque
Worth tena suficiente dinero para cubrir una fianza, la ley inglesa exiga que el
depositario de sta fuera propietario y hombre de buena posicin social y
econmica[324]. Su elaborada cortina de humo de riqueza, sus lujosas propiedades
londinenses, sus extensas posesiones, sus caballos de carreras y su yate quiz
bastaran para convencer a los jueces de que Henry Raymond era un caballero
acomodado, pero tambin habra confirmado sin lugar a dudas las sospechas de
Scotland Yard de que estaba implicado en toda la operacin, o de que era el cerebro
organizador en la sombra. La polica lo observaba estrechamente, y Worth saba sin
lugar a dudas que la solicitud de fianza tendra la abierta oposicin de la fiscala y
de la acusacin privada que promova la Asociacin para la Proteccin Bancaria, al
ser la cuarta de una serie de estafas realizadas con idntico sistema y que sumaban
unas doce mil libras[325]. Finalmente se fij para el detenido una fianza de tres mil.
Worth necesitaba obviamente a alguien que no pudiera relacionarse en absoluto
con Henry Raymond. Esta persona depositara la fianza de John y luego expresara su
absoluto desconcierto ante la desaparicin del truhn. A pocas semanas del juicio,
Worth necesitaba dar con esa persona enseguida.
La tarde del 27 de mayo de 1876, Worth caminaba por Old Bond Street con Jack
Phillips el Basuras, uno de los pocos ingleses que formaban parte de aquella banda de
ladrones, predominantemente norteamericana. El Basuras tena fama en los bajos
fondos de Londres por su violencia extrema y gratuita, lo cual convena mucho a los
propsitos de Worth. Aunque l personalmente rechazaba el derramamiento de
sangre, sus actividades le haban ganado suficientes enemigos como para disponer de
un guardaespaldas, pues su oposicin por principios a la violencia no alcanzaba a la
defensa propia. El gigantn ingls, con sus bigotes cados y su pecho como un tonel,
era una visin terrible de contemplar. Con Phillips avanzando pesadamente a su lado,
vestido con la indumentaria apagada de un ayuda de cmara, hasta el rival ms osado
y el detective ms valiente de Scotland Yard se lo pensaran dos veces antes de
acercarse a Worth. Si los respetables vecinos de Worth en Piccadilly haban reparado
en ello, quiz se haban detenido a preguntarse por qu el rico norteamericano tena a
un gorila por sirviente. Pero aunque alguno de los elegantes transentes que visitaban
las galeras de arte de Bond Street poda sorprenderse un poco del mastodonte de

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aspecto feroz que avanzaba tras el pequeo y atildado caballero, la mayora no prest
la menor atencin a la pareja: Worth era simplemente otro hombre rico que echaba un
vistazo a las galeras de arte con un macizo mayordomo por escolta. Adems de su
efecto protector, Jack Phillips era un acompaante til en otros aspectos: su
ignorancia casi absoluta sobre cualquier tema garantizaba su absoluto silencio
salvo algn que otro espordico gruido, permitiendo a su jefe seguir el hilo de sus
pensamientos sin interrupcin alguna.
A la entrada de la galera Agnews se arremolinaba una gran multitud. All,
expuesto en una sala de arriba, se hallaba el celebrado retrato de la duquesa de
Devonshire pintado por Gainsborough, que acababa de venderse un par de semanas
antes por la cifra rcord de diez mil cien guineas. La obra, valorada hoy en unas
veinte mil libras, era el centro de comentarios de todo Londres y origen de
incontables rumores. Segn uno de ellos, la extraordinaria subasta era consecuencia
de una disputa tcita entre sir William Agnew y lord Dudley, quien en aquella poca
estaba comprando gran cantidad de cuadros y haba contratado a Agnew para que lo
hiciera en su nombre[326]. Dudley se haba enamorado del cuadro, pero emple a
otro agente para pujar por l en la subasta []. Cuando lo supo, Agnew ofreci diez
mil cien guineas [y] luego escribi al conde Dudley para ofrecerle el cuadro al precio
que haba pagado por l, ms su comisin[327]. Si Agnew llev a cabo tal artimaa,
llevado del pique por no haber recibido el encargo de pujar en nombre de Dudley, no
le dio resultado. Inmediatamente despus de la subasta, el mismsimo duque de
Devonshire despert una nueva controversia al afirmar, en una carta a The Times, que
el nico retrato de la duquesa de Devonshire que haba pintado Gainsborough estaba
en su posesin y que haba pertenecido a su padre y a su abuelo, y que por tanto el
cuadro vendido no poda ser el original[328]. En realidad el duque se refera al otro
retrato del pintor, el de 1783, pese a lo cual algunos dedujeron que fue esa carta lo
que decidi al conde de Dudley a rechazar la oferta que le hizo Agnew[329]. Por otra
parte, quizs el noble slo intenta dar una leccin al comerciante de arte por su
temeridad al pujar contra l.
Quince das despus de la subasta, The Times informaba: La venta de la
coleccin Wynn Ellis, de la cual dbamos detalles la semana pasada, contina
despertando un considerable inters debido a las diferencias de opinin que han
surgido en torno al retrato de la duquesa de Devonshire[330]. Fuera o no autntico,
sir William Agnew ya empezaba a recuperar parte de la inversin con la venta de
entradas para ver el retrato a un cheln el boleto, y a los quince das haba recibido
pedidos para grabados por valor de tres mil libras. La desmedida puja por el cuadro
se convertira en tema de leyenda, y a partir de entonces sir William cobrara fama de
hombre dispuesto a pagar precios exagerados por las obras de arte. En El retrato de
Dorian Gray, de Oscar Wilde, publicado en 1891, Basil Hallward comenta a lord
Henry Wotton: Recuerda ese paisaje mo por el que Agnew me ofreci una suma
tan crecida, pero del que no me quera separar?[331].

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Worth observ la multitud excitada y apretujada durante unos segundos; luego se
volvi hacia el Basuras y le dijo que comprara un par de entradas. Ms tarde record
que el guardaespaldas, cuyo gusto por las obras de arte era absolutamente nulo,
mostr en un primer momento su resistencia a perder el tiempo en una actividad tan
poco provechosa, pero Worth insisti y el Basuras, con aire hosco, se abri paso hasta
la primera fila de la muchedumbre, que se apart con cierta rapidez ante la
aproximacin de la enorme figura.
Una vez en el interior del edificio, la pareja sigui la cola de pblico hasta la sala
de arriba, y finalmente se encontr ante la esplndida pintura, protegida de la
multitud de espectadores por una gruesa soga forrada en terciopelo. William
Pinkerton describi ms tarde la reaccin de Worth, segn lo que l mismo le haba
contado: All, en aquel momento, se le ocurri la idea de hacerse con el cuadro; con
el retrato a buen recaudo, poda forzar al propietario a presentar la fianza que librara
de la crcel a su hermano, y luego l se encargara de sacarlo del pas[332]. Era una
estratagema brillante. Con la duquesa por rehn, William Agnew, figura de impoluta
respetabilidad, poda ser forzado a presentar la fianza sin que a nadie se le ocurriese
sospechar de Henry Raymond.
Cuando volvieron al piso, Worth mand llamar a Joe Elliott y perfil en detalle la
operacin. Segn cont a Pinkerton, Elliott ira a ver a un conocido, un abogado de
dudosa reputacin que haba cumplido condena, y le dara instrucciones para que
visitara al preso John Worth en la crcel y le hiciera llegar un pequeo recorte de
lienzo cortado de una esquina del cuadro. El abogado debera acudir entonces a
Agnew & Co. para decirles que tena un cliente en la prisin de Newgate que poda
darles una informacin valiosa en relacin con la pintura de Gainsborough. El
prisionero les dira a los dueos legtimos del cuadro que si se produca su puesta en
libertad, l garantizaba el retorno de la obra; asimismo, como prueba de buena fe y de
que estaba diciendo la verdad, presentara el fragmento de tela cortada de la esquina
del lienzo[333].
Por mucho que William Agnew fuera un pilar de la sociedad londinense, Worth
conoca la naturaleza humana lo suficiente como para confiar en que hara cualquier
cosa para recuperar un objeto tan valioso. Incluso cometer un delito. La moralidad,
como bien saba Worth, era una cualidad elstica cuando haba dinero de por medio.
Little Joe asinti enseguida al plan. Phillips, que prefera volar cajas fuertes y pegarse
con policas al delicado oficio del robo de piezas de arte, no estaba muy decidido y
apunt que un cuadro era un objeto engorroso con el que no se poda hacer nada,
[334] pero enseguida fue llamado al orden.

Aunque Worth slo haba visto el retrato en una ocasin, la duquesa le haba
producido una profunda y evidente impresin. La perspectiva de robar tal objeto no
slo atraa su vanidad y su gusto por los gestos ampulosos, sino que tambin
simbolizaba toda la grandeur britnica, la clase y el poder que Worth ambicionaba y a
la vez detestaba. Qu mejor manera de demostrar su profundo desprecio por el

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inspector Shore, por Scotland Yard y por las leyes que representaban? Toda
Inglaterra hablaba del cuadro. Todo Londres se congregaba para verlo. El retrato era
la sensacin del momento. Aquello bastaba para Worth, quien se decidi a tenerlo
para l[335].
Sin embargo, Worth no era el nico pretendiente de la duquesa. El conde de
Dudley, derrotado por Agnew en la subasta de Christies y contrario a aceptar la
oferta posterior del tratante, no haba renunciado todava a la esperanza de poseerla.
El aristcrata acudi aquella misma tarde a la galera de Agnew y contempl el
cuadro con veneracin lord Dudley sera, segn iban a desarrollarse los
acontecimientos, la ltima persona en ver a la duquesa antes de su desaparicin,
pero de momento el retrato haba sido prometido a otro. Ferdinand de Rothschild
haba hecho ciertos esfuerzos por conseguir la obra, pero le haba aventajado en ello
Junius Spencer Morgan, el rico banquero norteamericano residente en Londres, cuyo
hijo, John Pierpont Morgan, ya estaba en camino de convertirse en uno de los
hombres ms ricos del mundo. Junius Morgan era un gran entendido de arte con una
impresionante coleccin de obras de Reynolds, Romney y Gainsborough. Su aprecio
por las bellas artes haba sido heredado por el hijo, cuya coleccin se convertira con
el tiempo en el mayor conjunto de arte en manos privadas que haba existido. Al leer
la noticia de la extraordinaria subasta en The Times, el viejo Morgan decidi adquirir
la famosa obra como regalo principesco[336] para su hijo, en un acto con claras
connotaciones dinsticas. Hacia el ao 1870, el viejo Morgan, que haba contratado a
un genealogista para que rastreara sus antepasados, descubri que su madre, Sally
Spencer, tena un parentesco lejano con los nobles Spencer de Althorp a travs de un
ancestro comn, un ambicioso ovejero de Northampton llamado Henry Spencer.
Encantado con el descubrimiento, Morgan hizo imprimir libros y tarjetas para exhibir
su ilustre pedigr, pues el banquero, aunque muy rico, todava estaba en pleno
ascenso en la escala social, con la vista puesta en lo ms alto. La relacin era lejana,
casi imperceptible, pero la vinculacin era suficiente como para prender esa llama
especial de anglomana, mezclada con veneracin por los antepasados, que tan de
moda estaba[337]. Junius Spencer Morgan era un buen representante de la estirpe de
individuos ricos de la poca muchos de ellos norteamericanos que intentaban
demostrar su refinamiento y buen gusto comprando valiosas obras de arte a
menudo inglesas, sobre todo para demostrar que ellos tambin haban conseguido
el importantsimo rango de caballeros. Un Gainsborough proporcionaba posicin de
forma automtica, pero poderse proclamar pariente de la aristocrtica modelo, por
remoto que resultara el parentesco, resultaba mucho ms opulento.
El inters del viejo Morgan quiz, se vio estimulado adems por el conocimiento
de que los Rothschild, rivales del floreciente poder financiero de los Morgan, estaban
tambin en liza por la duquesa. Junius Morgan intuy un posible golpe de relaciones
pblicas y fue uno de los primeros en visitar la galera de Agnew tras la subasta.
Herbert Satterlee, yerno de Morgan y principal adulador de la familia, describi cmo

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el seor Junius Morgan se present para ver el cuadro, pregunt su precio al seor
Agnew y lo compr al momento, manifestando a ste que la obra era para su hijo
Pierpont, que haba iniciado una coleccin de arte en Nueva York[338]. Morgan
accedi a pagar cincuenta mil dlares por la pintura, lo cual proporcion a William
Agnew unas pinges ganancias y signific sin duda un nuevo puetazo en los morros
de Ferdinand de Rothschild. Agnew, sin embargo, estaba tan satisfecho de la atencin
que despertaba la obra que puso a Morgan una condicin: Tena que acceder a que el
cuadro permaneciese unas semanas ms en exposicin[339]. A cambio, el viejo
Morgan insisti en que la venta del cuadro y el precio permanecieran en absoluto
secreto[340] hasta la entrega.
As, en un sentido tcnico, la duquesa ya era propiedad de Junius Morgan cuando,
hacia medianoche del 27 de mayo de 1876, Adam Worth sali de su apartamento con
su indumentaria ms elegante para, como l mismo dijo ms tarde, fugarse con la
duquesa. El Basuras lo acompa como forzudo y Little Joe para avisar si se
presentaba por casualidad algn polica curioso. En cierto modo, la aventura
presentaba la firma de aquel ladrn: una amalgama caracterstica de atrevimiento,
rebelda y codicia, llevada a cabo con diligencia y eficacia. Pero lo que haba
empezado como un hbil acto de delincuencia iba a desarrollarse en un sentido muy
diferente.
Esa noche, plantado ante el cuadro en la galera a oscuras, Worth quizs hubiera
debido reflexionar sobre las palabras de un ocupante anterior de aquella misma
cmara, pues all, el 18 de marzo de 1768, haba exhalado su ltimo suspiro el
escritor Laurence Sterne, otro de los modelos de Thomas Gainsborough y uno de los
mayores satricos en idioma ingls. En su libro ms celebrado, Tristam Shandy,
Sterne haba descrito con su caracterstica agudeza el modo en que una idea puede
atenazar la mente una vez ha arraigado en ella: Cabe como hiptesis que cuando el
hombre la ha concebido, la idea lo asimile todo a ella misma como alimento
adecuado. Y por lo general, desde el primer momento en que uno la engendra, se
intensifica con todo lo que uno ve, oye, lee o entiende[341]. Robar el
Gainsborough era, para Worth, el primer acto de una extraa relacin hipottica, una
idea que se hara ms fuerte en su mente y evolucionara de concepto en
convencimiento y en obsesin.
Desde ese punto en adelante, las historias de Adam Worth y de la duquesa que
pint el artista son una sola.

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12 UNA MUJER DESEADA

THE TIMES
Sbado 27 de mayo de 1876

El cuadro que ya se haba hecho famoso al haber sido vendido en diez mil
cien guineas (10 605 libras), el precio ms alto que se ha pagado jams en una
subasta por un retrato, acaba de adquirir un renombre todava mayor al haber
sido robado de la galera en la que desde hace muy poco se exhiba, en Old
Bond Street, 39. Entre el pblico londinense se ha producido una conmocin
extraordinaria cuando se ha sabido que ayer por la maana, poco despus de
las siete, se haba llevado a cabo este robo, inslito en su atrevimiento. Los
grandes carteles impresos de los escaparates que invitaban a contemplar el
cuadro se vieron rodeados enseguida de grupitos de gente que, con no poco
asombro, lean el aviso de que durante la noche algn malhechor haba robado
el lienzo, cortando la tela del marco. Por las investigaciones efectuadas en el
lugar de los hechos, se ha sabido que el lienzo fue separado del bastidor con
gran cuidado, despus de que la tela fuera cortada del marco dorado en el que
colgaba de la pared, cerca del escaparate situado sobre la puerta de la galera,
en la primera planta. El bastidor fue encontrado sobre un sof, frente al marco
dorado ahora vaco, con claras muestras de que la mano que haba manipulado
la tela no era en absoluto inexperta, ya que el lienzo haba sido separado
meticulosamente. En el marco dorado, los clavos estaban simplemente
doblados hacia atrs y no extrados, de modo que el autor o autores no haba
perdido el tiempo en minucias innecesarias. El lugar donde se expona el
retrato apenas mostraba la menor marca de lo que haba sucedido, ms all de
alguna arruga en la cortina que penda delante de la obra. La habitacin no
tiene ms de diez metros cuadrados y presenta una nica ventana que da a
Bond Street. Dicha ventana fue encontrada abierta un par de palmos, y al
examinar la repisa exterior se observ la clara huella de un zapato claveteado.
La ventana no tena persiana ni contraventana alguna, y si los ladrones
hubieran utilizado alguna luz durante el trabajo, con toda probabilidad lo
habran advertido los policas que patrullaban la calle, los cuales tenan
constancia de que las instalaciones quedaban cerradas por la noche y que
nadie resida en el edificio fuera de las horas de actividad comercial. Una
inspeccin dej de manifiesto que todas las puertas estaban cerradas e
intactas. La ventana, sin embargo, permita al ladrn arrojar el botn, en forma
de un rollo de tamao muy reducido, a las manos de un cmplice.
El asunto est ahora en manos del superintendente Williamson y de sus
detectives. Por consejo de la polica, los propietarios de la galera han
ofrecido una sustanciosa recompensa de mil libras por cualquier informacin

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que conduzca a la recuperacin del cuadro robado, lo cual puede llevar
rpidamente a alguna pista. Resulta bastante evidente que tal robo no se ha
llevado a cabo con el objetivo de vender la pintura, lo cual sera casi
imposible pues el mero hecho de ofrecerla dara lugar con toda seguridad a la
localizacin de los ladrones en casi cualquier lugar del mundo. La descripcin
que se ofreci de la obra con ocasin de la subasta y el grabado que ha
publicado el Illustrated London News, la han dado a conocer por todo el
mundo.
Es muy infrecuente que se produzca el robo de un cuadro valioso por el
sistema que se ha utilizado en ste, y nunca o muy rara vez ha quedado
impune. En el presente caso, es de esperar que una obra pictrica de tan
considerable notoriedad e inters sea recuperada intacta y que el audaz autor,
o autores, sea llevado ante la justicia.

La serena confianza del escritor de The Times no se apreciaba en otros lugares de


la ciudad. William Agnew estaba simplemente abrumado con la prdida de su valiosa
inversin, en buena parte porque ya haba acordado pagar a Samuel Cousins, el gran
grabador, la enorme suma de mil quinientas guineas, el doble de la tarifa habitual,
[342] para que realizara otro grabado. Junius Spencer Morgan estaba irritado por la

desaparicin de la pintura, que ya crea suya. Por su parte las autoridades estaban
comprensiblemente inquietas ante el hecho de que un robo tan osado hubiera tenido
lugar en pleno centro de Londres, y los tratantes de arte vecinos de Agnew no
perdieron un segundo en expresar su preocupacin ante la falta de seguridad que
representaba el suceso. Dos de ellos, los seores H. y J. Jacobs, escribieron a The
Times para expresar la consternacin general. Como vecinos de Bond Street y como
propietarios de comercios, no entendemos cmo se pudo efectuar un robo tan
atrevido sin que lo advirtiese la polica ni el vigilante contratado por los diversos
comerciantes para la proteccin de su propiedad,[343] apuntaban con sarcasmo. Las
sospechas recayeron enseguida en el perezoso vigilante nocturno, del que, segn una
informacin sin contrastar de The Times, se dice que se haba concedido permiso la
noche del suceso, y que por tanto no ha podido arrojar ninguna luz sobre el
asunto[344].
Al inspector Williamson, de Scotland Yard, le correspondi la tarea poco
envidiable de rastrear Londres en busca de un ladrn de cuerpo menudo, experto en el
arte de robar cuadros sin daarlos, que quizs haba permanecido escondido en la
galera despus del cierre, y que, probablemente, llevaba botas claveteadas.
Circulares y fotos del cuadro desaparecido fueron enviadas a las fuerzas policiales
de todo el mundo conocido,[345] y aparecieron anuncios en numerosos peridicos
europeos. Segn un informe, los gritos y sollozos que se alzaron en Bond Street se
extendieron a todos los rincones civilizados del globo, y todas las naciones, pueblos y

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lenguas hablaban de la prdida de la obra del difunto maestro[346]. Los Pinkerton
diagnosticaron que Scotland Yard estaba desconcertada[347].
No es preciso decir que a nadie se le ocurri sospechar de Henry J. Raymond, el
rico caballero norteamericano que viva a unos cientos de metros de distancia y que
en aquel momento disfrutaba completamente de su nueva adquisicin y del revuelo
que haba causado. Sin embargo, la polica y el peridico acertaban en un sentido:
Worth no tena ningn propsito de intentar vender el cuadro, ahora an ms
reconocible gracias a los carteles de Scotland Yard que orlaban todo Londres, en los
que se ofreca mil libras por cualquier pista que condujera a su recuperacin. Carteles
parecidos, en alemn y en un francs desastroso, fueron impresos tambin por la
polica para su distribucin en Europa.
Pero mientras Worth segua admirando a la duquesa en su cubil de Piccadilly y se
felicitaba por su brillantez profesional, llegaron noticias que dieron al traste con la
razn fundamental que le haba impulsado al robo. Gracias a uno de los escasos
golpes de fortuna que nunca haba disfrutado aquel incompetente, John Worth haba
sido puesto en libertad inesperadamente, para inmensa sorpresa de s mismo y de su
hermano. Worth haba conservado un abogado llamado Beasley para que, a cambio
de una considerable minuta, contribuyera a la defensa de su hermano. Y mientras el
cerebro criminal urda sus planes para hacer desaparecer el cuadro de la duquesa, el
tal Beasley haba trabajado con empeo. Ms adelante el abogado se convirti en un
muy honorable juez en Londres, muy merecidamente ya que haba conseguido
encontrar un cabo suelto legal en la extradicin de John desde Francia. En su
entusiasmo por efectuar la detencin, el inspector Shore haba logrado la extradicin
de John bajo la errnea acusacin de ser el actor principal en la presunta falsificacin.
Beasley seal en cambio que la descripcin del hombre que haba entregado el
cheque falso Little Joe en modo alguno responda a la descripcin[348] de John
Worth y, como la polica no lo haba acusado de aquel delito, slo habra podido ser
extraditado legalmente como cmplice del hecho[349]. Apenas horas antes de que el
cuadro de Gainsborough fuera robado, Beasley haba obtenido un recurso de babeas
corpus y al da siguiente, ante la furia de un inspector Shore al borde de la apopleja,
John Worth fue puesto en libertad y conminado a abandonar el pas en el plazo de
treinta das, so pena de una nueva detencin.
Su hermano mayor, preocupado por la mala suerte crnica de John y por la ira del
inspector Shore, se movi deprisa. A las veinticuatro horas de abandonar la crcel de
Newgate, John Worth estaba embarcado en un buque que zarpaba hacia el continente,
con instrucciones de volver a Estados Unidos lo antes posible y quedarse all
indefinidamente. Pese a la satisfaccin de ver liberado a su hermano, Worth se
encontr entonces ante un nuevo dilema. Segn sus palabras, tena el cuadro y
tambin la libertad de mi hermano[350]. Librar a John de un mal encuentro fue tarea
sencilla, pero deshacerse del cuadro con beneficios y sin ser capturado iba a ser una
cuestin bastante ms compleja. Ningn tratante de arte, por loco que estuviera, se

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atrevera a mover una obra que quemaba en las manos. Por otra parte, devolver el
cuadro a Agnew para reclamarle una recompensa era una operacin igual de
arriesgada. Acarici la idea de limitarse a devolver el cuadro, pero no era propio de l
proporcionar tal placer a John Shore, despus de los problemas que le haba
ocasionado el detective de Scotland Yard. Adems ya disfrutaba de tener una
presencia tan ilustre como la famosa duquesa de Devonshire como ilcita invitada. El
cuadro estaba oculto a buen recaudo bajo el colchn de su cama, emparedado entre
los tablones. De vez en cuando lo sacaba y admiraba su conquista.
Finalmente decidi que de momento no devolvera la noble dama a sus
legtimos propietarios. Mientras tanto, William Agnew se pona ms nervioso cada
da que pasaba, sobre todo porque empezaban a circular rumores de que l mismo
poda tener algo que ver en la desaparicin del cuadro. Algunos decan que Agnew
haba descubierto, demasiado tarde, que la pintura era un fraude y que la haba
quemado para salvar su reputacin como experto en arte[351]. El annimo autor de
este chisme en particular prosigue su comentario y subraya con sagacidad: Nadie
que conozca la gran consideracin de la que goza el seor Agnew como comerciante
puede dar crdito a una historia tan absurda; lo nico que cabe pensar es que no slo
carece de fundamento sino que es completamente improbable[352]. Absurdo o no, el
rumor, como todos, adquira vida propia. Mientras tanto, otros mantenan que el
lienzo robado era una imitacin, y que el autntico estaba a buen recaudo[353].
Lejos de aportar alguna informacin concreta sobre el robo, el ofrecimiento de
Agnew de una recompensa de mil libras haba provocado una respuesta masiva,
emocional y completamente intil entre el pblico ingls. Cartas y telegramas
procedentes de todos los rincones del pas inundaban la galera de Bond Street; sus
autores eran gente con excesivo afn de colaborar, delincuentes o simples chiflados.
Un tal seor Mortimer, de Blomfield Road, North London, escriba el 28 de mayo
una educada nota a William Agnew: Tengo una clarividente muy buena [] y con
su amable permiso la traer a la galera para ver si puede rastrear el valioso cuadro
que tanto echa en falta el pblico. Hasta despus del jueves no podr conseguir los
servicios de esa mujer []. Concierto esta cita tan pronto porque cuantas menos
personas toquen el marco, ms probabilidades habr de que perciba las caractersticas
del autor del robo[354]. El individuo aada una posdata en tono conspirador: Ser
mejor que mantenga usted el asunto en secreto, pues de lo contrario a la clarividente
podra resultarle imposible rastrear la pista del retrato.
Otros eran mucho ms concretos en sus asertos y acusaciones. Sin duda le
parecer extrao que le escriba a usted de esta manera apuntaba otro corresponsal
, pero anoche tuve un sueo en el que vi que su valioso cuadro ha sido robado por
un caballero que vive en The Time House, Newton, Yorks, un tal seor Villiers, y
creo que sera conveniente que se dirigiera usted all. Haga el favor de guardar la
presente carta y yo me quedar una copia, de modo que si es como yo le digo podr
saber quin le ha escrito. Espero que tomar usted buena nota de esto y dar aviso, ya

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que tengo la total seguridad de que cuanto digo es cierto[355]. Daniel Berman, de
Leeds, se limit a enviar una tarjeta de bordes negros con la siguiente sugerencia:
No podran haberla escondido en un tubo metlico y haberla sumergido en alguna
parte?[356]. Dado que ello llevaba a Agnew a tener que buscar en todas y cada una
de las extensiones de agua del mundo, la sugerencia no pareca de gran ayuda.
Los archivos de Agnew contienen gran nmero de sugerencias ms, lo cual
demuestra que la sociedad victoriana abundaba tanto en chiflados como la nuestra.
Algunos vean oportunidades claras de obtener un provecho ilcito. Australia
insista en que no aceptar un penique menos de mil libras a cambio del cuadro[357]
y sealaba una cita con sir William en Eaton Square. El seor Agnew debe venir
solo y no debe haber nadie vigilando. Slo tendr que tratar con una persona y no se
le causar ningn dao personal [] ser exclusiva culpa de usted si no est en
posesin de su cuadro una hora y media despus de nuestro encuentro [] recuerde
que tengo que cuidar de mi libertad [] y si me detuvieran tendra que sufrir el
castigo de las leyes inglesas, que supongo que seran unos cinco aos[358].
Australia tambin adverta de que haba dado instrucciones a su esposa de destruir
la pintura en caso de que lo detuvieran, y se despeda con una reflexin de filosofa
domstica absolutamente fuera de lugar: Una mujer har cualquier cosa por el
hombre al que ama[359]. Otro corresponsal sealaba que si William Agnew llevaba
mil libras en oro a cierta esquina del East End de Londres a medianoche de un da
determinado, podra recuperar el cuadro robado. Agnew, hombre sensato, declin la
propuesta, pues no pareca inclinado a que lo atacaran y asesinaran en una callejuela
oscura. No es difcil imaginar a ese sencillo ladrn del East End esperando en la
esquina, pacientemente, la llegada de su vctima. El tratante de arte pasaba estas
misivas a Williamson, de Scotland Yard. Algunas eran investigadas someramente,
pero a la mayora no se les haca ningn caso.
Entre las cartas de chiflados y las de delincuentes haba unas cuantas que
mostraban una sincera inquietud ante el robo y que reflejaban el extraordinario
impacto producido entre el pblico en general por el cuadro y por su venta. De stas,
tal vez la ms sentida fuera la de una tal Marguerite Antehuester. Seor, aunque
usted no lo sepa, la noticia de la gran prdida que sufri usted anoche me ha
conmocionado tanto que no resisto el impulso de escribirle para participarle mi ms
profunda simpata, y no puedo sino pensar que el delito ha sido cometido por un loco,
pues estos das pasados he soado en el placer de ver el cuadro de Gainsborough, y
cuando esta noche nos ha llegado la noticia de su robo, no s qu ha sido mayor en
nuestro corazn, si el desconsuelo o la indignacin []. Le ruego perdone a una
desconocida por dirigirse a usted de esta manera, pero me siento profundamente
interesada, como todo el mundo, en esa pintura maravillosa[360].
La abrumada seora Antehuester apenas exageraba, pues el destino misterioso del
retrato de la duquesa se haba convertido de pronto en objeto de comentarios de saln
en el que pocos eran quienes carecan de parecer. Durante aos, continu llegando al

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despacho londinense de Agnews un goteo permanente de falsas apariciones, consejos
no solicitados y notas de condolencia. Hasta el robo, el cuadro de Gainsborough
haba sido la preocupacin de los londinenses cultos y un tema de moda pasajero
entre las clases populares; de pronto, la vida desordenada de Georgiana fue reavivada
por el escndalo moderno. El inters que senta el pblico respecto a su posible
destino era tan grande que dejaba en segundo plano cualquier otro asunto. Eclipsaba
todos los acontecimientos del momento. Era tan grande el deseo de conocer el cuadro
que aparecieron reproducciones ms o menos fieles en grabados, y fueron muy
apreciadas en los almanaques y calendarios por los clientes de los impresores y de los
tenderos,[361] apunt un observador. Nada salvo el envenenamiento de un caballo
de carreras favorito o la desaparicin de un perro famoso podran haber despertado
igual preocupacin en la mente britnica media, deca el Midland Daily Telegraph
con exageracin.
La imagen de la duquesa estaba por todas partes, y su posible paradero era
discutido vidamente por todo el mundo, desde duques hasta vendedores ambulantes.
La fama libidinosa de Georgiana era celebrada ahora en baladas de music-hall y en
versos burlescos, en tanto que algunos empresarios pagaban a las bellezas ms
destacadas de los escenarios de variedades para que lucieran rplicas del famoso
sombrero pintado por Gainsborough[362].
Gracias a Adam Worth, la fama de la duquesa era ahora universal.
Como observaba con agudeza un peridico, quienquiera que hubiese robado la
pintura haba llevado a cabo tambin una tarea ante la cual el propio Ruskin habra
palidecido.
[Ese ladrn] ha llevado el conocimiento de los nombres de Gainsborough y de
Georgiana, duquesa de Devonshire, a millones de personas, que de otro modo jams
habran odo hablar de l. En este sentido, se le puede proclamar apstol de la
cultura[363].
La duquesa se convirti en el patrn de la alta costura del momento, y el robo
result una bendicin para los sombrereros londinenses, pues en muchas de las
ceremonias pblicas, gran parte de las damas vestan segn el modelo que presentaba
el retrato[364]. Los sombreros enormes con plumas de avestruz hicieron furor a
ambos lados del Atlntico, y el sombrero Gainsborough [] se puso tan de moda
entre las mujeres de Nueva York que un modisto que marcaba el patrn de la
elegancia lleg a denominarlo "estilo lady Devonshire"[365]. Un sombrero duquesa
de Devonshire proporcionaba a su portadora una imagen avanzada, incluso algo
atrevida, y se utilizaba en las referencias literarias para atribuirlo a una clase de mujer
especialmente llamativa. En A Case of Identity, de sir Arthur Conan Doyle, Watson
describe a Mary Sutherland y dice que luca una gran pluma roja rizada en un
sombrero de ala ancha, que portaba ladeado con un aire de coquetera al estilo
duquesa de Devonshire[366]. No sera sta la ltima vez que sir Arthur se encontrara
en deuda, directa o indirectamente, con Adam Worth.

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Pese a su natural vanidoso y a que se senta complacido de ser el objeto annimo
de tanta atencin, Worth tambin empezaba a inquietarse un poco con el revuelo.
Saba que la lealtad de Little Joe Elliott, y an ms la de Jack Phillips el Basuras
imbcil pero tambin avaricioso en extremo dependa del dinero.
Los dos exigan ya el rescate por el retrato de la duquesa, pero entrar en
negociaciones con sir William Agnew para el retorno provechoso de la pintura en
mitad de semejante pandemnium era una invitacin a la catstrofe. As pues, Henry
Raymond, encantador y prspero hombre de mundo, decidi que haba llegado el
momento de emprender una de sus habituales excursiones, esta vez acompaado por
su nueva amante transportable. Un carpintero habilidoso y discreto adapt un gran
bal Saratoga para acomodarle un doble fondo en el que poda acomodarse la
duquesa y, mientras Londres an herva en rumores, la duquesa y su orgulloso nuevo
consorte se escabulleron de la ciudad sin que nadie se enterara y tomaron un barco
con rumbo a Nueva York.

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13 MY FAIR LADY
Los exsocios de Worth en el delito y en el amor, Piano Charley Bullard y Kitty
Flynn, lo haban precedido en el viaje a Estados Unidos. El primero estaba en prisin,
cumpliendo sentencia por el robo del banco Boylston, mientras que la segunda segua
en su negocio, esperando la oportunidad de emprender su siguiente conquista social.
Con el nombre de seora Kate Flynn, Kitty intentaba cortar lazos con sus antiguos
socios delincuentes y, como propietaria y principal atractivo de una casa de
huspedes para hombres, se haba transformado una vez ms; en esta ocasin se haba
convertido en una matrona neoyorquina de buen ver, venida a menos y absolutamente
respetable. O tal vez no. La joven viuda. Flynn, segn un testimonio, alquilaba
habitaciones amuebladas a caballeros solos en los pisos superiores y ofreca sus
salones de abajo para partidas de cartas, pequeos bailes, encuentros de amantes y
cenas privadas de comerciantes[367]. Encantadora y mundana, Kitty no tard en
atraerse una buena fama de mediadora de influencias y de intermediaria en tratos
financieros[368]. Y cada vez que un comerciante haca un trato bajo su techo, Kitty
tena una comisin. William Pinkerton consideraba a Kitty disoluta,[369] y
recordaba su establecimiento como una especie de casa de citas en algn lugar de la
parte alta de la ciudad[370]. Segn cont Pinkerton a su hermano ms adelante, en
cierta poca fue considerada la amante de un magistrado de Nueva York, creo que era
el juez Ottovard[371]. Tal vez no fuera ms que otra habladura sin fundamento,
aunque intrigante, pero habra sido muy propio de Kitty seleccionar como nuevo
amante a Ottovard, uno de los jueces ms poderosos de la ciudad.
Tras desembarcar en Nueva York, Worth acudi inmediatamente a visitar a Kitty
y a las dos nias, como hara repetidas veces a lo largo de los aos siguientes. Adam
me dijo que siempre acuda a verlas cuando estaba all, y reconoci que eran hijas
suyas,[372] escribi William Pinkerton ms tarde. Worth segua embelesado con
Kitty, es evidente, pero no hizo ningn intento de recuperarla o de apartarla del juez
Ottovard. Se haba roto el vnculo de conspiracin entre los dos antiguos amantes,
que en otro tiempo haban compartido todos los secretos y ambiciones. All sentado
en el saln de Kitty, tomando el t con toda educacin, Worth no hizo ninguna
referencia a la noble dama que yaca fiel en el fondo del gran bal.
El 10 de junio, cuando se registr en el Astor House de Nueva York y se puso a
escribir de inmediato una carta en tono informal y rebosante de descarada
autocomplacencia a los seores Agnew, su estado de nimo era extraamente
eufrico. sta fue la primera de las diez que Worth envi a lo largo de los dos aos
siguientes y que permanecen en los archivos de Agnew. Al pomposo tratante de arte
debi de causarle una irritacin indecible que un hombre que haca poco le haba
sustrado el cuadro ms caro del mundo, se dirigiera a l de aquel modo, pero Worth
estaba totalmente decidido a ocasionar la mayor cantidad posible de molestias a la

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galera de arte.
Caballeros empezaba, efusivo, la certeza de estar a salvo tiene un efecto
euforizante sobre los nervios despus de la tensin mental que acabo de pasar, y no
puedo dejar de valorarla y apreciarla. Llegu en el S. S. Saythia el pasado martes y
traje conmigo a la duquesa de Devonshire[373]. Esta introduccin iba seguida de
unos comentarios despreocupados sobre el tiempo, su salud y su satisfaccin con las
instalaciones de la Astor House.
Y ahora pasemos a nuestros asuntos, continuaba, como si pusiera orden en una
chchara deslavazada entre amigos.
Esta pintura tiene un valor de unas cincuenta mil libras, pero con tanta publicidad
[el trato dado al robo en la prensa, por ejemplo], su valor ha aumentado tanto que la
mitad de esa cantidad sera poco para canjearla.
Ahora estoy seguro y a salvo de que me detengan. Por otra parte, el cuadro est
escondido y a cubierto de daos. Nadie salvo yo conoce su paradero. Aqu puedo
conseguir una buena suma por l. He odo decir que un tratante de San Francisco
estara dispuesto a ofrecer diez mil dlares si casualmente fuera puesto a la venta all;
y otros se han expresado en trminos muy parecidos.
Ante tal perspectiva, no me siento codicioso, y por veinticinco mil libras
devolver el retrato intacto. Como mi persona no corre riesgos, estoy abierto a
negociar con cualquier persona que ustedes enven o contraten en este pas, por
supuesto.
Era un gran riesgo, pero llevaba escritas las palabras mgicas: En esto hay
dinero.
No quiero manejos bajo cuerda porque no voy a asustarme y porque ste es un
juego en el que tengo la carta ganadora. El cuadro est en excelentes condiciones. Lo
enroll con el lado pintado hacia fuera, por supuesto, as que puedo asegurarles que
est en perfecto estado.
No hay constancia del efecto de la desconcertante misiva en quienes la recibieron,
pero por su sutil malicia, su manifiesto descaro y su fina irona, es una de las piezas
maestras de Worth.
Adems de disimular su caligrafa y de aadir unas cuantas faltas de ortografa
convincentes, Worth haba adoptado un nuevo alias: firmaba como Edward
A. Chattrel, y utilizaba un apartado de correos para la correspondencia.
Deca en serio lo de devolver el cuadro, o slo estaba jugando con sus vctimas?
William Agnew ya haba entrado en contacto con el marchante neoyorquino William
Schaus y con Robert Pinkerton, el hermano de William y jefe de la oficina de Nueva
York de la agencia de detectives. Tan pronto se recibi la carta, se envi a unos
detectives a investigar los libros de registro de Astor House, pero lgicamente
constataron que el apellido Chattrel no aparece en el registro, y los empleados del
hotel, tanto del servicio como de administracin, desconocen de quin se trata[374].
Tampoco haba apartado de correos a nombre de Edward Chattrel, pero se decidi

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una vigilancia de veinticuatro horas diarias en la oficina de correos, por si acaso.
Nuestra impresin, tras una primera lectura de la nota del seor Chattrel escribi
Schaus, fue que se trataba de un fraude. Y ahora esta impresin no hace ms que
reforzarse considerablemente[375]. No es preciso decir que Worth ya se haba
trasladado a otro hotel y que en ningn momento se acerc por la oficina de correos.
Parece probable que su primera carta fuera un acto de arrogancia, tpico en l, con el
nico propsito de desconcertar a sus perseguidores y de exasperar a William Agnew,
al tiempo que les notificaba quin tena la carta ganadora.
De momento, Worth no tena intencin de separarse de su duquesa, y a lo largo de
los meses siguientes visit sus antiguos territorios, compr ropas caras, comi en los
mejores restaurantes y represent el papel de un caballero ingls de visita en la
ciudad. Debe significarse que para entonces, como simulador experto y habitual que
era, haba adoptado un acento caracterstico de la clase alta britnica. Este inmigrante
judo alemn, naturalizado norteamericano, mantuvo durante el resto de su vida un
decidido aire britnico, tanto en su modo de hablar como en sus modales. Feliz de
pisar suelo norteamericano por primera vez desde el golpe del banco Boylston, en
1869, Worth y la duquesa emprendieron lo que podra describirse como una gira
triunfal por el pas. La primera parada fue Boston, escenario de su infancia, donde
visit a su hermano John mientras se alojaba en Adams House, al que calific como
el hotel mejor gestionado de Estados Unidos;[376] a esta visita sigui el discreto
encuentro con Piano Charley Bullard en la prisin de Concord, y de all continu
viaje a Illinois, donde pas unas semanas de relax y disfrut de su aficin por el
deporte cinegtico en un parador conocido como Klineman's Cabin, en el lago
Calumet, que es muy frecuentado por los cazadores[377]. Unas semanas ms tarde,
completamente descansado, se encamin de nuevo al este, hacia Buffalo, Nueva
York, donde por aquella poca vivan su hermana Harriet y su marido.
Haca ya tiempo que los confidentes de los bajos fondos haban sealado a los
Pinkerton el papel fundamental de Worth en el robo del banco Boylston y, pese a su
despreocupacin, Worth segua estando en busca y captura en Estados Unidos, como
quedara ampliamente demostrado por los acontecimientos que siguieron en la zona
norte del estado de Nueva York. Una noche, Worth tena a su hermana que lo haba
ido a visitar en compaa de su marido, un abogado con pocos escrpulos llamado
Lefens en sus habitaciones de uno de los hoteles de Buffalo. Al cruzar el vestbulo
se dio cuenta de que un hombre lo observaba atentamente desde el otro lado de la
sala. Al momento tuvo la certeza de que era uno de nuestros agentes[378], anot
William Pinkerton ms adelante, cuando Worth le hubo recordado el incidente en
detalle. Su hermana estaba arriba y, como no deseaba alarmarla, eludi la vigilancia,
subi y le dijo que acababa de recibir una llamada urgente y abandon la estancia. De
nuevo en el vestbulo, Worth intent salir disimuladamente, pero el observador lo
descubri e inmediatamente sali en su persecucin. Una vez en la calle, Worth
emprendi una huida a la carrera pero se detuvo bruscamente al ver dos corpulentos

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policas plantados en la esquina. El perseguidor les hizo una seal, y uno de los
agentes alarg la mano para agarrarlo y lleg a quitarle el sombrero. Eran dos
hombres talludos y recios, grandes como yo. Worth ech a correr otra vez y los
policas corrieron tras l hasta que uno de ellos cay al suelo. El otro tropez con l, y
el perseguido desapareci[379]. El episodio caus a Worth una gran intranquilidad, y
l y la duquesa, a la que haba dejado guardada muy sensatamente en la consigna del
ferrocarril, dejaron la ciudad en el primer tren. Era evidente que Estados Unidos
segua siendo un lugar sumamente peligroso, con los Pinkerton tras su pista y uno de
los cuadros ms famosos y reconocibles del mundo guardado en el bal. Tambin
empezaba a andar escaso de dinero en metlico, tras un largo perodo de ocio sin
ingresos.
Parece que es entonces cuando Worth empieza a pensar seriamente en la
posibilidad de devolver el retrato y su siguiente carta a los Agnew, procedente de
Estados Unidos y encontrada en el buzn de Waterloo Place 5, con fecha 30 de
diciembre de 1876,[380] tiene un inconfundible tono de urgencia. El tono burln y
arrogante ha desaparecido, al igual que los errores voluntarios y los alias escogidos a
vuelapluma, y en su lugar hay toda una serie de exigencias en un tono brusco, casi
legalista.

15 de diciembre de 1876

Caballeros:
Les informamos de la llegada sin novedad de su cuadro a Estados Unidos
y adjuntamos una pequea muestra para que constaten que nosotros somos
los poseedores autnticos de la obra, y en consecuencia los nicos con los
que tienen ustedes que tratar. La parte que les enviamos est cortada de la
esquina superior derecha del lienzo, y podrn ustedes comprobar que encaja
con los restos que quedaron en el marco.
Mientras negociamos con ustedes, enviaremos de vez en cuando
fragmentos que encajen con el que ahora les remitimos, hasta que tengan
ustedes toda la longitud del marco. El cuadro est intacto.
Como no existe tratado de extradicin entre este pas e Inglaterra,
podemos negociar con ustedes con inmunidad.
Esta comunicacin debe ser estrictamente confidencial. Si deciden
negociar el retorno del cuadro, deben tener confianza en nosotros; por el
contrario, al primer indicio de que se produce la intervencin de la polica,
destruiremos de inmediato el lienzo. A estas alturas, ya estarn ustedes
convencidos de la inutilidad de las pesquisas policiales en este asunto.
Al encontrarse el objeto a este lado del ocano, cualquier abogado puede
negociar con ustedes sin ser acusado de conspiracin para la realizacin de
un delito. Queremos que entiendan bien nuestra determinacin, que es la

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siguiente: SIN DINERO NO HAY CUADRO. Antes de devolverlo sin un
acuerdo o de asumir cualquier riesgo en la entrega, lo destruiramos.
Pasemos ahora a las condiciones. Tenemos que contemplar este asunto
como una transaccin comercial. Para ustedes representa un valor monetario
de diez mil libras esterlinas. Pero la publicidad extraordinaria que ha
recibido habr aumentado sin duda su valor. Si volviera a ser exhibido en
Londres, iran a verlo miles de personas que antes del rapto de la duquesa
nunca habran pensado en acudir. Si llegamos a un acuerdo podrn exponerlo
aqu, en Nueva York, y sin duda recuperarn dos terceras partes del dinero
que pagan por recuperarlo.
Queremos tres mil libras, o quince mil dlares, en oro. No aceptaremos
ms moneda que los soberanos ingleses. Si aceptan ustedes el trato, inserten
un anuncio en el Times de Londres en estos trminos: NUEVA YORK, carta
recibida, etc., etc., o lo que tengan que decir, ya que recibimos el peridico
diariamente. El resto es simple cuestin de detalle y puede arreglarse por
carta ms adelante. Queda enteramente en sus manos el que recuperen o no
el cuadro.
Si esta carta llega a conocimiento de la polica, sabremos que han
decidido no tener confianza en nosotros y actuaremos en consecuencia. Por
razones obvias, tengan ustedes cuidado con el enunciado del anuncio[381].

Worth firm la carta NUEVA YORK y aadi que toda nueva comunicacin
sera enviada bajo tal nombre.
La misiva era puro Worth: metdica, organizada, imperiosa y considerablemente
impertinente. El tono legal permite suponer que tal vez fuera corregida por su cuado,
el abogado Lefens. Agnew no necesitaba que le recordaran que el ladrn le haba
ayudado en buena medida a incrementar el valor del cuadro al robarlo, ni necesitaba a
nadie para redactar una respuesta medida. Resulta fascinante que Worth, siempre tan
esnob, quisiera subrayar que incluso al otro lado del mundo segua leyendo el Times
de Londres, el peridico de la lite britnica. Pero en gran parte, la carta tambin era
un farol. Worth no tena la menor intencin de destruir el cuadro; de hecho, el
fragmento de lienzo enviado como prueba del robo haba sido cortado con mucho
cuidado de la parte que quedaba bajo el marco para no perjudicar la obra. Worth no
era la seora Maginnis. Esta carta contiene la primera referencia de Worth al rapto
de la duquesa. Un trmino humorstico, pero tambin una seal de que el retrato ya
representaba para l algo ms que una simple propiedad comercial. Aunque para
Agnew el tono resultara claramente irritante, el fragmento encajaba con los restos
dejados en el bastidor y demostraba de forma concluyente que el autor de la misiva
no era ningn bromista. Y a diferencia de su despreocupacin anterior, Worth no daba
ninguna pista de su paradero.
Despus de consultar con sus abogados, Lewis & Lewis, y con Scotland Yard,

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Agnew public de inmediato un anuncio en las columnas personales de The Times:
"Nueva York", carta recibida. Estamos dispuestos al trato si aporta nuevas
pruebas[382]. William Agnew saba que estaba participando en un delito, por muchas
seguridades que le diera Worth, pero deseaba recuperar su pintura. Worth se apresur
a enviar un fragmento ms extenso de la mitad superior del cuadro, que encaja con
el que ya obra en su poder. Y aada: En nuestras negociaciones, de vez en
cuando sentimos deseos de enviar un pequeo fragmento para evitar cualquier error y
para que no desperdicien el tiempo con falsos poseedores[383]. Aunque irnica, la
observacin era considerada porque Agnew an segua acosado por bromistas,
detectives aficionados, timadores y chiflados. Esta carta terminaba con la
recomendacin de que Agnew pusiera de inmediato otro anuncio en The Times si
estaba convencido y deseaba continuar adelante, pues desde luego interesa a ambas
partes poner trmino al asunto lo antes posible. Agnew cumpli, y el 6 de marzo de
1877 Worth envi una nueva carta, con el elegante membrete del Grand Hotel,
anunciando que para facilitar las cosas[384] haba enviado a Londres a un hombre
que goza de nuestra confianza para negociar el retorno de la pintura y evitar los
retrasos causados por el sistema postal trasatlntico. La obra est aqu, en nuestro
poder. Dentro de un par de das tendrn ms noticias del portador de la presente[385],
escribi Worth, y adjunt otro fragmento de lienzo que se ver que encaja con el
ltimo que recibieron. Pero Agnew no lleg a saber nada del misterioso mensajero,
y a las tres semanas el tratante de arte puso otro anuncio: "Nueva York". Estamos
esperando ms noticias suyas. Hemos recibido su carta y esperamos la cita[386].
De repente, el ladrn se haba echado atrs, temiendo tal vez alguna encerrona de
Scotland Yard. Al cabo de varias semanas ms de tenso silencio, Worth restableci
contacto, pero las condiciones para el trato haban cambiado. Ya no estaba dispuesto
a enviar a alguien a Londres a negociar en su nombre, dadas las penas por
conspiracin para delinquir que se imponen en Inglaterra[387]. Si Agnew quera
recuperar el cuadro tendra que mandar a alguien a Nueva York para recogerlo.
Queda descartado que yo les enve a alguien a negociar la entrega, pues esto podra
resultar muy arriesgado para el mensajero. Worth no estaba dispuesto a poner a sus
subordinados en peligro innecesariamente, pero tambin se mostraba tan reacio como
siempre a delegar el control de los acontecimientos.
El nico modo que se me ocurre es que mande usted a un hombre de confianza a
Nueva York con un documento por la cantidad acordada y que lo pague a cambio de
que se le muestre el cuadro []. Por favor, respondan por la va habitual. El asunto
estaba llegando a un momento crtico. William Agnew se negaba a acudir a Nueva
York, y Worth no estaba dispuesto a regresar a Londres y ponerse a merced de
Scotland Yard, aunque aparent que ya lo haba hecho. En su siguiente carta
declaraba abiertamente: He intentado sin xito encontrar una forma segura de
negociar el retorno de la dama en esta orilla del ocano [es decir, en Inglaterra],
conforme a sus deseos, aunque traerla originara unos gastos considerables. Sin

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embargo no veo un modo de hacerlo sin ponerme en manos de ustedes, y a eso no
estoy dispuesto.
As pues, debemos volver a nuestra posicin original, o sea, que el tema deber
solucionarse en Amrica. Si su nico deseo es recuperar el cuadro, segn las
condiciones ya mencionadas, y no el castigo de los autores del rapto, ha de
importarles muy poco dnde tenga lugar la negociacin. Si persisten en su
determinacin de no negociar en otra parte que no sea en Inglaterra, nos veremos
obligados a abandonar las negociaciones[388].
Agnew respondi con pareja terquedad: "Nueva York". No corren ustedes
ningn peligro. Puede que no haya necesidad de un viaje, que por otra parte me
resulta imposible hacer[389]. De mayo a agosto se mantuvo el silencio. Entonces, el 8
de agosto, lleg a la oficina de Agnew's una carta con matasellos de Londres. Dada
la imposibilidad de viajar a Norteamrica manifestada por ustedes, la otra parte ha
asumido el gasto de volver a enviar a la duquesa a ese pas []. Ya se ha perdido
demasiado tiempo en este asunto, y por nuestra parte deseamos cerrarlo de una
vez[390]. En realidad Worth ya haba regresado a Londres con el cuadro, pero su
actitud respecto a todo aquel asunto haba cambiado claramente. En su carta
siguiente, el 21 de agosto, se expresaba con una brusquedad que rozaba la
descortesa:
Realmente no se nos ocurre ninguna manera de efectuar la entrega de la noble
duquesa. Si ustedes no son capaces de dar con una, me temo que tendremos que dejar
el asunto de una vez []. Hemos intentado elaborar un plan para efectuar la
transaccin a este lado del ocano pero no vemos el modo de llevarla a cabo con
seguridad para nosotros. Como acabo de decir, si no encuentran ustedes el medio, no
nos preocuparemos ms en mantener las negociaciones. En el caso de que realmente
tengan intencin de jugar limpio con nosotros y de que deseen recuperar su cuadro,
slo tienen que sugerir algn sistema seguro para hacerlo, y lo adoptaremos[391].
Agnew se dio cuenta de que estaba ante un ultimtum y el 23 de agosto puso otro
anuncio en The Times. En l acceda a hacer lo que quisiera el escurridizo Nueva
York. Pero ya era tarde, Worth haba cambiado de idea. Nunca ms entr en
contacto con el comerciante de arte y lo nico que consigui William Agnew tras
aquellos meses de tcticas dilatorias fueron unos cuantos fragmentos de lienzo
recortados con todo cuidado y un puado de cartas con exigencias.
Existe constancia de que Agnew haba estado en contacto con el inspector Shore,
de Scotland Yard, y es posible que Worth estuviera advertido del peligro gracias a sus
espas en el cuerpo policial. En vista de su actitud indecisa, algunos convinieron ms
tarde en que el ladrn haba estado jugando con Agnew desde el principio. Resulta
evidente que en realidad no tena ninguna prisa por entregar aquella obra maestra ni
por efectuar ms revelaciones. Lo nico que se propona era suscitar la
curiosidad[392].
Kitty Flynn tuvo participacin en el cambio de opinin de Worth y en su

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repentina decisin de conservar el retrato. La excamarera irlandesa y la licenciosa
Georgiana de Devonshire, que disfrutaba de una segunda vida despus del robo,
compartan muchos rasgos de carcter: un extraordinario placer por la vida, una sana
indiferencia por las opiniones de los dems y una libertad de espritu que siempre le
estara negada a Worth, con su carcter complejo y amargado. El parecido fsico entre
las dos mujeres tambin era notable. El mejor retrato de Kitty la muestra con una
expresin algo provocativa, casi altiva, que pareca tomada directamente de
Georgiana. Las trenzas doradas de la duquesa, sus ojos luminosos, las curvas de su
silueta y su intensa determinacin de disfrutar de s misma y de los dems se
correspondan exactamente con las de Kitty en la flor de su vida. Por otra parte, la
antigua anfitriona del American Bar haca mucho tiempo que se consideraba, con
toda razn, una persona de natural aristocrtico.
Como una especie de Pigmalin delincuente, Worth haba aspirado a moldear a
Kitty a modo de rplica impoluta de su mujer ideal elegante, dcil y presentable en
sociedad y lo haba conseguido, pero siempre haba una parte de Kitty, su enorme
vitalidad, que no lograba alcanzar. Y por eso aquella creacin suya lo haba
traicionado y abandonado. Como en todas las versiones de este mito perdurable, la
Fair Lady de Worth haba demostrado que no necesitaba de l. Galatea haba
remontado el vuelo. Worth haba intentado controlar y retener a Kitty, y por primera
vez en la vida haba fracasado. En contraste, la duquesa de Gainsborough era dcil y
manejable, una cautiva perfecta, pintada. Algo que Kitty haba renunciado a ser. En el
mito romano, Pigmalin encontraba el amor cuando su bella estatua cobraba vida;
Worth tal vez encontr algn resto de amor al trasladar su afecto de la mujer de carne
y hueso a otra de lienzo, pintura al leo y pincel magistral.
Un escritor que especulaba sobre los motivos que haban llevado al ladrn a robar
el Gainsborough se preguntaba si no sera un bribn decadente [] un loco
entusiasta que se ha llevado el retrato para venerar su gracia y su tierna belleza
durante las silenciosas vigilias nocturnas, cuando la plida luna ilumina sus grciles
curvas y descubre nuevas profundidades en esos ojos brillantes. Puede que en este
asunto haya habido locura y crimen, pero tambin es posible que haya amor[393]. El
escrito era pura sensiblera victoriana, de efectos casi vomitivos, pero lo que sugera
era perfectamente posible.
Casi media vida ms tarde, Worth comentara que el retrato haba sido un
elefante blanco, un objeto intil y costoso de mantener, del que no se haba podido
librar en muchos aos[394]. Tal afirmacin era manifiestamente falsa. A lo largo de
los veinte aos siguientes habra podido reabrir en cualquier momento las
negociaciones con Agnew para devolver la obra, pero no lo hizo. Con el tiempo, el
rumor de que Worth era el ladrn del Gainsborough gan crdito en los bajos fondos
y ms de un personaje turbio se ofreci a interceder y colaborar en el retorno a
cambio de una gratificacin. l los rechaz a todos y prefiri sufrir descrdito,
penurias y prisin antes de separarse del cuadro. De este modo la duquesa se

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convirti en su compaera permanente y oculta, tan fiel y tan discreta como voluble e
independiente haba resultado Kitty. Cuando viajaba, ella lo acompaaba en el doble
fondo del bal; en Londres dorma literalmente encima de ella, con la duquesa
aplastada bajo el colchn. Las connotaciones de conquista sexual y de dominacin
resultan inconfundibles.
Sin embargo, en esta extraa relacin entre un destacado ladrn y su objeto
robado haba algo ms que un simple desplazamiento perverso de una relacin
amorosa anterior. A la vez que creca su obsesin, el cuadro que controlaba lleg a
ejercer tambin un influjo sobre l, como smbolo y reflejo de su existencia artificial.
En la poderosa imagen de Georgiana encontr un ojo de la cerradura a travs del
cual, como un mirn, poder espiar a la sociedad privilegiada a la que aspiraba pero de
la cual nunca llegara a formar parte de verdad, del mismo modo que Georgiana no
volvera nunca a la vida. El retrato era un fetiche que representaba el pinculo de sus
sueos y la prueba de su exclusin. El objeto ms deseable que un hombre opulento
poda poseer era tambin un botn que a diferencia de los caballos de carreras, de los
yates y de sus lujosas casas, jams podra mostrar. Aquel cuadro era un icono de su
poder y de su impotencia. Cuando Worth comentaba que no poda librarse de la
pintura, estaba delatando inconscientemente su propia impotencia. Como un asesino
que conservara partes de los cuerpos de las vctimas, se aferr a aquel ltimo
testimonio de sus delitos, pues la mirada arrogante de la duquesa cristalizaba toda la
energa y toda la fragilidad de nuestro hombre. Georgiana era su estandarte capturado
al enemigo, la prueba tangible de su desprecio por la sociedad respetable y de su
capacidad para minar sus cimientos, un objeto de arrebatadora belleza para rematar el
turbio oficio de Worth, un foco de anhelos y de odios. Pero cuando contemplaba
aquel rostro adorable y altivo, no vea acaso un plido reflejo de la falsa imagen que
l se haba creado, superficial, como la misma piel?
Conforme pasaron los aos y el cuadro se confundi mentalmente con el
concepto que tena de s mismo, Worth tal vez empez a darse cuenta de que el
mundo que se haba creado tena sus cimientos en la duquesa y en su simbolismo.
Complacindose en contemplar en secreto el codiciado objeto,[395] se aferr al
esplndido retrato como si su vida dependiera de l, como as era.
La relacin de Worth con su duquesa robada fue evolucionando y adquiri mayor
profundidad con el tiempo; pas de la admiracin y el orgullo emocionado a la
dependencia y la fijacin. El proceso puede seguirse con cierta precisin. Haba
trazado el plan para robar el cuadro mientras encajaba la partida de Kitty de Londres,
pero fue en el verano de 1877, ms de un ao despus, cuando rompi bruscamente y
de forma permanente todas las negociaciones para su devolucin, y lo hizo
precisamente en el momento en que la vida de Kitty tomaba un nuevo giro que para
l result otro golpe dursimo. En el preciso instante en que el trato con Agnew
pareca estar a punto de cerrarse, lleg a odos de Worth la noticia de que su
examante, la espina clavada en su corazn y probable madre de sus hijos, haba

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encontrado un nuevo pretendiente en Nueva York y proyectaba casarse con l. Esta
demostracin definitiva de rechazo impuls tambin a Worth al matrimonio, aunque
de una clase muy diferente. El flechazo con la duquesa se transform en un
matrimonio que durara un cuarto de siglo.

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14 KITTY FLYNN, REINA DE LA SOCIEDAD
El New York World, ese peridico deliciosamente mordaz hoy por desgracia ya
desaparecido, apuntara ms adelante con un guio que mientras ejerca su papel de
anfitriona de una banda de delincuentes en el American Bar de Pars, Kitty se haba
pulido en las artes y las gracias que le permitieron dar su segundo y brillantsimo
golpe matrimonial[396]. Cuando slo tena veintiocho aos y conservaba su belleza
excepcional, segn informaban los peridicos, caz una pieza matrimonial que
muchas mujeres de la sociedad ms orgullosa de Nueva York no habran desdeado.
Con dos hijas que mantener y la ambicin tan viva como siempre de alcanzar fama y
fortuna, Kitty andaba claramente en busca de otro marido, as que cuando Juan Pedro
Terry apareci elegantemente en su vida, ella recurri a todas las artes y gracias de su
repertorio. Pocos hombres habran sido ms perfectos para ella que Juan Terry, con
sus hermosos ojos azules, su sangre irlandesa, la barba de un vigoroso conquistador,
su gusto por el lujo y su porte de caballero. Posea adems una asombrosa fortuna.
Juan era hijo de Thomas Terry, un aventurero de sangre irlandesa cuyos
antepasados haban abandonado la hmeda tierra de Irlanda como haban hecho los
de Kitty para probar fortuna en el Nuevo Mundo. Thomas, o Thomaso, Terry naci
en Caracas, Venezuela, el 24 de febrero de 1808, y fue bautizado en la iglesia
parroquial de San Pablo[397]. Joven emprendedor y resolutivo, empez a construir su
fortuna cambiando parcelas de terreno por joyas baratas, y en 1830 se estableci en la
ciudad de Cienfuegos, Cuba. All se enamor de Teresa Dortics y Gmez de Leys,
hija de un plantador de caa de azcar de La Habana, y pidi su mano. El padre de
Teresa, don Andrs Dortics y Casson, gobernador de Cienfuegos y hombre
inmensamente rico, ech una ojeada a la figura de Tom Terry, seductora pero
escasamente fiable, y mont en clera. No slo neg su consentimiento a la boda sino
que orden a sus braceros que administraran una buena paliza al indigno pretendiente
de su hija para que aprendiese, y lo expulsaran de la propiedad. Resentido por el trato
dispensado, Terry no tard en raptar a Teresa y fugarse con ella, y pese a la clera
incontenible de su padre, se casaron el 31 de octubre de 1837. Thomaso se limit a
hacer caso omiso del revuelo posterior, y cuando oy que su suegro se haba
referido a l en trminos despectivos, se limit a comentar lisa y llanamente que
algn da sera ms rico que l[398].
Y as fue, en efecto. Todas las operaciones en las que intervena el joven
venezolano resultaron enormemente beneficiosas. Sus plantaciones de azcar daban
abundantes cosechas, y las tierras que haba adquirido a cambio de baratijas se
convirtieron en valiosos campos de labor[399]. Tras mantenerse leal a Espaa durante
la insurreccin cubana, Terry fue recompensado con la adjudicacin a bajo precio de
vastas fincas confiscadas que resultaron verdaderas minas de oro[400]. Al cabo de
cinco aos era el principal cultivador de caa de azcar de la zona de Cienfuegos y se

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haba hecho mucho ms rico que su suegro, quien ahora estaba en trminos mucho
ms amistosos con l. Parte de la fortuna quiz tena orgenes mucho menos
romnticos, pues al parecer complementaba sus ingresos azucareros con una segunda
actividad como tratante de esclavos[401]. En cualquier caso, Thomas Terry cambi
su pasaporte venezolano por la ciudadana norteamericana y, como uno de los
hombres ms ricos de las Amricas[402], recorri el mundo con Teresa, comprando
propiedades y teniendo hijos hasta reunir una decena de varones y otra de hembras.
Los Terry tenan casas en Nueva York y una mansin en Pars, en la rue de la
Botie, cerca del Faubourg Saint-Honor, con amplios terrenos alrededor, y tambin
resida en varios castillos del valle del Loira, entre ellos el esplndido de
Chenonceau[403].
Tom Terry fue un padre prodigiosamente generoso para su multitud de hijos, a
quienes entregaba dinero en grandes cantidades de forma regular. Juan Pedro, el
menor, lleg a Nueva York en 1875 con un regalo de su padre de novecientos mil
dlares en efectivo, con los cuales acudi a Wall Street y, tras efectuar cierta
transaccin en oro, consigui medio milln de dlares ms[404]. Especulador
empedernido, Juan se distingua por su capacidad para los negocios, pero era amante
de una vida de lujo y placer[405]. Ambos aspectos de su personalidad atrajeron de
inmediato a Kitty Flynn. La mujer quizs ocultara a su pretendiente los detalles
menos respetables de su vida, que slo se filtraron muchos aos despus, pero si Juan
saba que el objeto de su adoracin era una excamarera que haba estado casada con
un ladrn bgamo y que durante muchos aos haba compartido sus afectos con el
amigo y socio de su esposo en las actividades delictivas, no parece que le importara
lo ms mnimo. La historia de su propia familia era tan romntica y libertina como la
de Kitty y, con millones en el banco, le importaban un comino las habladuras. De
hecho, el pasado turbulento de la viuda Flynn quiz no hizo sino aumentar la
fascinacin que ejerca en el rico especulador y hombre de mundo, amante de la
buena vida. Con toda su riqueza, Juan era un hombre blando y vacilante cuya
voluntad, dbil en el mejor de los casos, no era rival para la energa de la irlandesa.
Kitty tena descaro ms que suficiente para los dos.
Segn Sophie Lyons, se conocieron en una tienda de arte de la Calle Veintitrs, en
Manhattan, donde Kitty siempre corta de fondos haba acudido a vender el
ltimo de los cuadros del American Bar. El joven Terry qued embelesado con la
regia belleza de Kitty y asedi su corazn con tal ardor[406] que ella accedi de
inmediato a casarse con l. Como sea que Sophie tena una memoria muy dada al
romanticismo, parece bastante ms probable que, como informaron ms adelante los
peridicos, se hubieran conocido en la casa de huspedes de la viuda Flynn una noche
en la que Juan, llevado por el impulso del momento, invit a su anfitriona a
acompaarlo a un baile de caridad. Bonita y fascinadora, cautiv la imaginacin del
cubano,[407] informaron los peridicos.

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El nico impedimento para la relacin amorosa que floreca rpidamente entre
ellos era que Kitty an segua casada legalmente con Charley Bullard, quien lo estaba
ilegalmente con otra mujer. Los aos transcurridos no haban sido muy felices para el
msico malhechor. El 13 de septiembre de 1878 haba conseguido fugarse de la
prisin de Concord, en la que haba sido recluido por su participacin en el robo del
banco Boylston. Su comportamiento como preso fue bueno y disciplinado durante
muchos meses, hasta que un da sorprendi a sus guardianes con un estallido de
insolencia y de rebelda sin explicacin aparente. Por este acto de indisciplina fue
confinado en las celdas para presos difciles con otros cinco alborotadores. A la
maana siguiente, se descubri que los pjaros haban volado. De algn modo,
Bullard haba fabricado llaves de las cerraduras de las celdas, liberado a sus
compinches y encontrado la manera de escapar[408].
Ya en libertad en Nueva York, en un estado de euforia alcohlica, haba enviado
una "postal insultante"[409] al general Chamberlain, alcaide de la prisin de Concord,
en la que se atribua la planificacin del robo del Manhattan Bank[410]. Tras una
temporada vagando por Nueva York, Bullard se encamin a Toronto, donde se dedic
de nuevo a delitos de poca monta, pero sus ganancias ilcitas se le fundan enseguida
en las manos[411]. La prolongada estancia en prisin, seguida de tanta bebida, haban
hecho mella en sus facultades, antes legendarias, como descuidero y pianista. El
hombre que un da haba tenido unos dedos tan sensibles que poda abrir una
cerradura de combinacin slo con las manos,[412] sufra ahora tales temblores en
ellas que apenas era capaz de abrir una botella, y desde luego ya no tocaba el piano
con su habilidad de siempre.
El hombre de los grandes robos al Merchant Express y al banco Boylston qued
reducido a msero ratero, y finalmente fue sorprendido mientras sustraa una cadena
de reloj en una joyera,[413] por lo cual fue detenido y enviado a la penitenciara
canadiense de Kingston para cumplir cinco aos de condena[414]. Esta vez se
encontr convenientemente encarcelado, y fue all donde en el invierno de 1880
recibi la noticia de que Kitty se haba divorciado de l.
La primavera siguiente, Kitty y Juan Terry se casaron ante el juez Morgan en los
juzgados de Jefferson Market, en Nueva York, para gran consternacin de la familia
del novio,[415] que haba realizado investigaciones por su cuenta sobre el pasado de
Kitty. Dando muestras de una hipocresa sin lmites, los Terry se pusieron furiosos al
tener que recibir a una camarera irlandesa en la familia. A favor de Juan Terry hay
que decir que, como su padre antes que l, se limit a hacer odos sordos a las
lamentaciones de sus familiares nuevos ricos e instal a su flamante esposa en unos
lujosos apartamentos de Stuyvesant House, en Nueva York. Puede que a la viuda
Flynn le atrajera en un primer momento la riqueza de Terry, pero encajaban bien y el
resultado fue, como deca Sophie Lyons, un matrimonio excepcionalmente
feliz[416]. Las dos hijas de Kitty, que se haban convertido en dos hermosas

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jvenes,[417] fueron adoptadas de modo informal por su nuevo y rico padrastro. ste
permiti a las hijas de Kate utilizar su apellido y se ocup de que recibieran una
educacin adecuada, con clases particulares de bellas artes y estancias en escuelas de
Nueva York y del continente, a tono con la existencia de gitanas ricas[418]. Aunque
la sociedad neoyorquina hizo comentarios mordaces cuando se difundi la noticia de
los orgenes humildes de Kitty, la fortuna de Terry fue suficiente para que tales
comentarios tuvieran corta vida. En pocos aos, la seora de Terry se haba
convertido en una figura conocida de la sociedad de Nueva York, y muy solicitada en
los grandes acontecimientos sociales de la ciudad.
Su atractiva belleza, su riqueza y su emocionante pasado ya eran razones
suficientes para ganarse la envidia y la atencin de las masas, pero otro rasgo de su
carcter la convirti rpidamente en habitual de las pginas de los peridicos ms
procaces de Nueva York: su reciente y obsesiva aficin a los litigios. La chica que
haba vuelto la cabeza sin inmutarse ante los manejos ilegales de Worth y de Bullard,
recurra ahora a la ley para defenderse. Litig a fondo y litig a menudo, y a su vez
fue objeto de querellas. As como Worth haba hecho todo lo posible, por razones
obvias, para no pisar un juzgado, Kitty en cambio senta una extraa atraccin por el
recurso a los tribunales, tal vez por deseo de exhibirse en el bando de la ley despus
de haber pasado buena parte de su vida en el otro bando, si no activamente, al menos
en estrecha relacin con l. Kitty no era ninguna delincuente, ni siquiera una
simuladora por naturaleza. Era actriz, y los tribunales eran su escenario. Aunque sus
diversos embrollos legales no siempre la expusieron bajo la luz ms favorable, la
publicidad que recibieron y los detalles reveladores que aparecieron en ellos no
hicieron sino aumentar su cach social. Una tcnica de autopromocin social que no
resulta desconocida en nuestros das.
Su primera experiencia en los tribunales de Nueva York tuvo que ver con una tal
miss Alcevinia, o Vinnie Atwood, una joven de dudosa reputacin que pareca
mantener una relacin ntima poco corriente, por no decir irritante, con su reciente
marido. Los hechos no estn muy claros, como sucede en todas estas disputas
domsticas, pero el New York Times informaba del incidente en estos trminos: A
su regreso de una salida de compras, la tarde del 10 de noviembre de 1881, la seora
Kate Louise Terry encontr en su habitacin de la Stuyvesant House una carta
dirigida a su marido, el seor Juan P. Terry. Como la direccin tena caligrafa
femenina, abri la carta y se encontr con una peticin de dinero de la seora Vinnie
Atwood para hacer un viaje a un lugar llamado Burlington, donde desea entrevistarse
con los padres de cierto hombre que la ha ofendido[419]. El New York World deca
que en realidad Kitty haba encontrado la carta en el bolsillo del pantaln de su
marido, y estaba escrita en un tono que indicaba un grado de intimidad nada
satisfactorio para su esposa[420].
Kitty, mujer de armas tomar que no tena ningn reparo en abrir la
correspondencia de su marido y a quien no resultaban desconocidas las

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complicaciones del amor dividido, sac enseguida el hacha de guerra. Envi una
respuesta, firmada con el nombre de su esposo, tom un taxi y se ape en las
proximidades del piso de la seorita Atwood. Dej la carta en la casa, y al no recibir
respuesta se present en persona[421]. Kitty testific que haba encontrado a la
seorita Atwood y a otras mujeres sentadas fumando y bebiendo,[422] y que,
cuando pidi explicaciones acerca de la carta, fue asalta da de inmediato. Es probable
que el relato de la seorita Atwood sea ms objetivo, en vista de lo que conocemos de
la personalidad incendiaria de Kitty: Tan pronto entr en sus aposentos, la seora
Terry empez a maldecirla y a lanzarle figurillas de porcelana[423]. Sigui a ello un
breve pero feroz intercambio de puetazos, en el curso del cual se rompieron piezas
de vajilla y la seora Terry sufri contusiones en el rostro[424].
Kitty sali directamente hacia la comisara de la calle Veintinueve y la seorita
Atwood fue detenida bajo la acusacin de agresin, a lo que se aadi otra acusacin
de robo de mayor cuanta despus de que Kitty declarase que su rival tambin le
haba robado la suma de mil dlares. El juez Smith se mostr claramente perplejo
ante el alboroto y, ante la clera de Kitty, la acusacin de robo no fue aceptada. La
seorita Atwood fue retenida brevemente por la acusacin de agresin y, cuando por
fin qued libre, se apresur a presentar una contraquerella a Terry, reclamando que
la seora Terry haba actuado de forma maliciosa y la haba perjudicado su posicin y
reputacin social, por lo cual peda una indemnizacin de veinticinco mil
dlares[425]. Cuando la pelea de gatas lleg al tribunal, ms de un ao despus,
Nueva York estaba intrigado. Kitty insista en que miss Atwood era una zorra, una
persona de mal carcter, y por tanto su reputacin no puede resultar perjudicada[426]
ya que careca de una posicin social que pudiera resentirse. Los abogados de la
seorita Atwood, a su vez, sometieron a Kitty a un segundo turno de preguntas
parecido, cuyo objeto era demostrar que tena que ser una mujer muy poco de fiar por
haber sido esposa de Charlie Bullard, alias Piano Charlie, uno de los ladrones del
banco Boylston, y consiguientemente estar relacionada con los amigos de ste. Se le
pregunt si conoca a ciertos notorios delincuentes y respondi que no[427].
Kitty se lanz a una defensa encendida de su juventud despilfarrada. Segn ella,
slo tena diecisiete aos cuando contrajo matrimonio con Bullard, alias Wells. ste
se presentaba como un millonario, y cuando se casaron apenas haca tres semanas que
se haban conocido[428]. El jurado decidi en favor de la seorita Atwood pero,
emocionados quiz por el relato de Kitty de su vida con un malvado ladrn de
bancos, le orden pagar slo ochocientos dlares en daos, una minucia en
comparacin con la cuenta bancaria de Terry, y muchsimo menos de los veinticinco
mil dlares que demandaba la otra parte. No queda constancia de cul fue la reaccin
de Juan Pedro ante la polvareda legal organizada entre su reciente esposa y una mujer
de la que slo podemos suponer que era su amante, pues el millonario cubano, en una
lcida demostracin de sensatez, se haba marchado de vacaciones. Parece en cambio

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que Kitty consider el veredicto como una victoria moral. Al parecer, la experiencia
en el tribunal abri la aficin de la excamarera por las disputas legales informaba
ms adelante el New York World, y desde entonces su presencia en los juzgados
neoyorquinos se hizo habitual[429].
En 1888 estaba de nuevo ante el juez, acusada de agresin a su criada, Mary Anne
Coogan, y plante una larga batalla legal frente a la acusacin. Despus, en 1891, se
vio envuelta en otro caso cuando se neg a pagar el alquiler que deba a una tal
seora Lavalette, patrona de una casa de huspedes de la Quinta Avenida. Al parecer,
unos aos antes Kitty haba arrendado unas habitaciones de la seora Lavalette, pero
despus se march al sur [] y dej cerradas con llave sus habitaciones en la casa
de huspedes. Ms tarde, un comunicante annimo inform a la seora Terry de que
la seora Lavalette estaba utilizando no slo esas habitaciones sino tambin la ropa
que guardaba en ellas[430]. Furiosa, Kitty se neg a pagar a la patrona y la llev a
juicio, que gan. Tales incidentes reflejan un aspecto vital y constante del carcter de
Kitty. Ahora tena buenas ropas, esplndidos apartamentos y carruajes lujosos, pero
segua siendo la misma persona, una mujer sana y fogosa que jams buscaba elevarse
en un pedestal moral ni finga ser mejor de lo que era. Kitty Flynn no tena doble
vida, y si era necesario estaba dispuesta a tenrselas ante todo el mundo con criadas o
con la amante de su marido, porque siempre era fiel a s misma.
Mientras tanto, Juan Pedro y Kitty llevaban la vida ostentosa de una pareja joven
y rica: asistan a cenas y bailes, acudan a la pera y, en general, hacan ostentacin
ante sus acompaantes. A pesar de su breve y lucrativa operacin en la Bolsa, Juan
Pedro no volvi a sentir la tentacin de repetir el experimento ni volvi a esforzarse
lo ms mnimo en el trabajo en el resto de su vida.
Cuando no estaba ante un juez, Kitty viajaba por el mundo con su marido y sus
hijas, como haba hecho con Bullard y Wells, pero esta vez no haba ninguna
simulacin. Kitty Flynn, la chica pobre de los suburbios de Dubln, haba alcanzado
por fin la posicin con la que siempre haba soado: ahora era una duquesa de la
sociedad por derecho propio.

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15 DESHONOR ENTRE LADRONES
Worth se enorgulleca de su lealtad a sus secuaces, un elevado concepto moral
que ellos le recompensaron con una egregia traicin. Little Joe Elliott y Jack Phillips
el Basuras, no habran accedido a colaborar en el robo del cuadro de Gainsborough si
hubieran sabido que no iban a ser recompensados copiosamente por el trabajo, de ah
que la decisin de Worth unilateral y sin explicaciones de quedarse con el retrato
causara confusin y clera a sus compinches. Para cerrarles la boca, Worth les
entreg sendos fajos de billetes, aunque saba perfectamente que aqulla era slo una
solucin provisional. Con el retrato de la duquesa en su poder, Worth era un objetivo
claro para un chantaje y, a pesar de sus estrictos principios morales, era lo bastante
realista como para saber que sus veleidosos amigos lo venderan sin pensrselo un
instante si convena a sus propsitos. Pocas semanas despus del golpe, Little Joe ya
estaba pidiendo ms dinero, argumentando que necesitaba viajar a Amrica
inmediatamente. Una vez ms, el amor era lo que ms contaba para Joe: quera volver
junto a su esposa, y quera tambin que Worth le pagara el pasaje. Consciente de que
tena que mantener aplacado a Elliott, Worth acept tras llegar a la conclusin de que
estara ms seguro con su cmplice al otro lado del Atlntico.
Sorprendentemente, Kate Castleton todava tena espacio en su corazn para su
marido, y la pareja reanud la vida en comn. Pero si Kate recordaba a Elliott con
afecto, tambin guardaban un vivido recuerdo de l en el departamento de Polica de
Nueva York, que lo detuvo en abril de 1877. Camino de las Tumbas, el centro de
detencin neoyorquino de tan infausta fama, Elliott consigui fugarse, pero poco
despus fue capturado en Poughkeepsie. Con las pruebas aportadas por los Pinkerton,
fue acusado de ser el autor de una estafa por valor de sesenta y cuatro mil dlares a
la Union Trust Company de Nueva York, mediante un cheque falsificado de la
compaa de seguros New York Life Insurance Company[431]. Los Pinkerton
tambin lo acusaron del robo de piedras sin tallar por valor de cuatro mil dlares a
unos joyeros de Boston, varios aos antes. Tras un juicio rpido, Little Joe fue
condenado a siete aos en Sing Sing. Con conmovedora fidelidad, Kate Castleton
sigui visitando a su esposo en prisin. Elliott, por su parte, en una pareja
demostracin de deslealtad, decidi que era el momento de cobrarse su parte en el
robo del Gainsborough, traicionando a Adam Worth.
Segn los archivos Pinkerton, estando en prisin, mand recado al seor Robert
A. Pinkerton para negociar su puesta en libertad con la oferta de reponer el cuadro de
Gainsborough, y le cont al seor Pinkerton la historia del robo y los nombres de los
involucrados en el asunto. Estos hechos, comunicados al seor John Shore,
superintendente del departamento de Investigacin Criminal de New Scotland Yard,
Londres, Inglaterra, no hacan sino confirmar las sospechas del seor Shore y del
departamento de Polica de Londres acerca de los autores del robo[432].

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La traicin le sirvi de poco a Elliott pues no tena idea del paradero de la pintura
y no poda controlarla ni enviarla, como haba dicho, [de modo que] se abandon el
asunto[433]. Scotland Yard senta suficiente respeto hacia Worth como para suponer
que no tendra la osada de guardar el cuadro en alguna de sus propiedades; as que
aunque el testimonio de Elliott era til como confirmacin de sus sospechas,
resultaba insuficiente para coger al ladrn. No est claro en qu momento preciso los
Pinkerton y el superintendente Shore llegaron al convencimiento de que Adam
Worth, alias Henry Raymond, era el responsable del robo. Al parecer, Elliott no era el
nico que pasaba informacin a las autoridades. Poco a poco se fueron filtrando
ciertos hechos en relacin con el robo que pusieron a la polica de Londres en
conocimiento de quines haban sido los autores del mismo, pero slo haba contra
ellos testimonios de odas y ninguna prueba concreta anotaron los Pinkerton.
Los detectives de Scotland Yard utilizaron toda su inventiva para dar con el escondite
del cuadro y para adjudicar la autora del robo a los ladrones, pero todos sus
esfuerzos resultaron baldos[434].
Con Worth de nuevo en la antigua residencia de Piccadilly,[435] segn escribi
Shore a Pinkerton, la frustracin del detective de Scotland Yard creca de da en da
ante su incapacidad para echar el guante al ladrn. Se convirti en tal pesadilla para
la polica inglesa que finalmente intent sacarlo de sus casillas apostando ante su
puerta a un agente que observaba y tomaba nota de todo aquel que entraba en la
casa,[436] pero todo fue intil. Las medidas extremas del inspector Shore rayaban en
el acoso policial; por lo menos as fue cmo Worth interpret tales esfuerzos por
interferir en el curso normal de su actividad delictiva. Worth consideraba que an
tena una deuda que cobrarle a Shore por la detencin de su hermano, y adems aquel
acoso le resultaba intolerable. Haba llegado el momento de pasar cuentas con
l[437]. Haba que quitar de en medio al inspector. Otro ms brutal y menos refinado
que l se habra limitado a urdir un plan para que, una noche oscura, alguien dejara
sin sentido al detective de Scotland Yard y lo arrojase al Tmesis, pero ste no fue
jams el estilo de Worth. Por el contrario, tram un destino mucho ms ingenioso y
humillante para el insoportable detective.
El superintendente Shore era uno de los hombres ms destacados y poderosos de
Scotland Yard, y un polica aplicado aunque un tanto falto de brillantez. No obstante,
como la mayora de personajes de esta historia, tambin era un hombre de doble
moral contradictoria. Aunque representara la cara moral estricta del cuerpo policial
ingls, tambin era un notorio mujeriego y asiduo cliente de burdeles londinenses.
Shore mantena que slo iba a tales lugares a recoger informacin pero Worth e
incluso William Pinkerton saban que no era as. Segn la delicada expresin del
detective norteamericano, Shore tena la costumbre de lo que en este pas
llamaramos "golfeo", es decir, andar tras chicas de baja estofa[438]. El burdel
favorito de Shore estaba regentado por Una Pierna Nellie Coffey, viuda de un
carterista y descuidero llamado Bigjack Casey, que haba muerto asesinado unos aos

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antes. Nellie haba perdido la pierna en los disturbios de Nueva York y ahora se
ganaba la vida, en palabras de Pinkerton, como encargada de un burdel o casa de
citas en el Borough, un distrito de baja categora de Londres[439]. Adems de
ganarse la vida de este modo, la mujer pasaba informaciones tiles a John Shore, uno
de sus clientes ms habituales, a cambio de una gratificacin. Los dos se encontraban
con regularidad en un pub llamado The Rising Sun, a la entrada de Fleet Street, en
Londres, donde haba comedores privados []. La mujer dispona de abundante
informacin, que al superintendente le resultaba de gran utilidad. Ella nos cont
prosegua Pinkerton todo lo que suceda en torno al establecimiento de bebidas de
Bill Richardson, un nido de ladrones, y todo lo que se contaba de los delincuentes de
Londres[440]. Worth consideraba a los soplones de los bajos fondos y a los detectives
de Scotland Yard como dos tipos de alimaas semejantes; con el plan que preparaba,
se propona poner fin a la carrera de Shore y al mismo tiempo silenciar el exceso de
locuacidad de Nellie.
Ms adelante, Worth le explic con detalle a Pinkerton el plan con el que
pretenda sacudirse de encima el acoso de Shore. Cont que haban escogido a un
personaje arruinado de la alta sociedad y lo haban alojado en un lugar vecino, haban
pagado sus facturas y lo haban mantenido all durante semanas a la espera de una
oportunidad para cazar a Shore. El hombre haba sido aleccionado para que acudiera
a presentar una denuncia contra una mujer por el robo de una joya, que le fue
suministrada con tal propsito, y una cantidad en metlico. Deba decir que haba
seguido a la mujer a la casa de Coffey. Entonces un polica entrara en la casa a
detener a la mujer y la encontrara all con Shore. El asunto no tardara en
destaparse[441]. Shore sera degradado, el establecimiento de Coffey clausurado y
Worth podra llevar a cabo su turbio negocio sin impedimentos.
El personaje era un veterano timador de buena cuna a quien Worth conoca desde
haca muchos aos, que recientemente haba sufrido dificultades y se haba
aficionado a la botella. Worth se dedic durante semanas a aleccionar al viejo ladrn
en su papel de pcaro caballero que haba cado vctima de una prostituta de dedos
largos. Lo priv de alcohol y lo llev a dar largos paseos por los parques de Londres
para aclarar su cerebro confundido. Y mientras los detectives de Shore observaban
los movimientos de Worth, los espas de ste seguan al superintendente de Scotland
Yard con instrucciones de informar en el momento en que vieran a Shore dirigirse al
burdel de Coffey con una prostituta.
Cuando por fin lleg la noticia de que el detective iba camino de la casa de Nellie
Worth corri al hotel donde aguardaba su cmplice pero all descubri que el viejo
haba dejado su puesto y se haba dirigido a un bar cercano, donde lo encontr
gloriosa e incoherentemente borracho. El viejo, que a duras penas poda sostenerse de
pie, no estaba en condiciones de contar ninguna historia convincente a la polica.
Como ms tarde dira Worth con admirable indiferencia, se haba cansado de esperar
en su puesto y haba salido a emborracharse[442].

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En lugar de enfadarse, a Worth todo aquel asunto le result muy gracioso. Pag al
viejo, que una vez sobrio no haca ms que disculparse, e incluso le dijo que se
quedara el traje de buena tela que le haba comprado. Shore no lleg nunca a saber lo
cerca que haba estado del desastre y, aunque Worth no volvi a intentar una
encerrona contra l, la animosidad entre ambos continu. La batalla de Worth con
Shore redobl la determinacin del primero de conservar el Gainsborough. Ms
adelante afirmara, de forma no del todo convincente pero como una prueba ms de la
estrecha relacin entre su robo ms sonado y su desprecio por la ley, que si el
superintendente Shore lo hubiera tratado de una manera medio decente, el cuadro
habra sido devuelto hace muchos aos[443]. William Pinkerton pregunt a Worth
por qu haba dedicado tantos esfuerzos a intentar poner una trampa a un detective
que en definitiva slo haca su trabajo. Le coment que crea que estaba demasiado
obsesionado con Shore,[444] recordaba Pinkerton, pero la respuesta de Worth fue
muy vehemente: Shore era un estpido, un bebedor manaco del sexo que nunca
habra llegado a nada[445] sin la ayuda de los Pinkerton. El puritanismo de Worth en
asuntos sexuales, pese a su nada convencional historia sexual, es uno de los aspectos
ms peculiares de su universo tico. Otro de ellos era su capacidad para la venganza.
Cuando uno de sus secuaces se encontraba en dificultades, como se vio en el
asunto de Constantinopla, Worth remova el cielo y la tierra para ayudarlo. Su
generosidad era prodigiosa, y muchos ladrones de los bajos fondos tenan que
agradecer a la benevolencia de Worth el no haber pasado hambre. Sin embargo,
cuando consideraba que lo haban ofendido o traicionado, era implacable en su
venganza y casi se consideraba con derecho a imponer su castigo. Nuestro hombre,
que haba pasado la vida eludiendo a la justicia, no dejaba pasar una cuando era l,
desde su punto de vista, la vctima de una injusticia. Uno de quienes lo descubrieron a
un considerable coste fue el banquero francs Meyer, causante de la detencin de
John Worth en 1876. Meyer no haba hecho sino defender sus intereses, pero Worth
estaba profundamente resentido con l, sobre todo cuando otro de sus socios fue
detenido como resultado de la vigilancia a que sometan a Meyer. Muchos aos
despus, en un viaje a Pars, Worth paseaba por la ru St. Honor y pas ante las
oficinas de Meyer & Co. Al recordar el problema que Meyer le haba causado en tal
ocasin, efectu algunas averiguaciones y descubri que la caja fuerte del banquero
era muy fcil de abrir, y que adems en aquel momento estaba llena. Esa noche
volaron doscientos cincuenta mil francos de las arcas de Meyer. Este robo fue
perpetrado de noche, y la caja fuerte fue forzada con palancas informaban los
Pinkerton.
Adam Worth fue el organizador de este golpe, que saci su venganza y arruin al
seor Meyer casi por completo[446].
Como si las vidas atenciones de Scotland Yard y su batalla permanente con John
Shore no bastaran para ocupar su atencin, Worth tuvo que afrontar otro problema
bastante ms prximo: Jack el Basuras exiga saber qu haba sido del cuadro e

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insista en que si Worth no lo venda, lo hara l. De vez en cuando le haba pedido
dinero prestado a Worth a cuenta del Gainsborough,[447] pero el corpulento
delincuente haba empezado a acosar a Worth con exigencias de dinero de forma
regular y cada vez ms intimidatoria. Worth le confi finalmente que haba vendido el
cuadro por una bagatela[448] y le dio cincuenta libras, dicindole que era la parte
que le corresponda y no vera un penique ms. Pero Phillips, que lo que le faltaba en
inteligencia le sobraba en terquedad, no iba a dejarse despachar tan fcilmente.
Despus del asunto del retrato, Phillips se consideraba un maestro del robo e intent
convencer a Worth para que financiase un trabajo de su propia invencin. Se
trataba de proveer de dinero a un par de empleados infieles de la oficina de bonos de
Londres, que devolveran lo invertido sacando bonos convertibles no de las arcas
sino robndolos a otros empleados[449]. La amenaza de lo que sucedera a su antiguo
jefe si no acceda al plan era tcita. Para un ladrn como Worth, esa clase de robo con
disimulo era poca cosa y, como no conoca a ninguno de los compinches de Phillips y
slo poda fiarse de la palabra de ste en cuanto a su competencia, resultaba
sumamente arriesgado y se neg a tener nada que ver con el asunto[450]. Phillips se
puso lvido y dijo a Worth que no crea que hubiese vendido el Gainsborough.
Phillips exigi que le mostrase el cuadro y l devolvera lo que haba pedido a
cuenta y le comprara su parte a Worth[451]. Este se neg una vez ms a lo que le
propona, pero para tranquilizar al enfurecido matn accedi a reunirse con l unos
das ms tarde en el bar Criterion, en Piccadilly, donde hablaran con calma de la
situacin. Cuando lleg el da de la cita, Worth, sospechando una traicin, se apost
en un lugar a cubierto para observar los movimientos de Phillips y descubri que iba
acompaado de dos conocidos detectives de Scotland Yard. En tales circunstancias,
ni Worth ni el cuadro hicieron acto de presencia[452]. Gracias a la traicin de Joe
Elliott, el superintendente Shore estaba ya al corriente del papel de Phillips en el robo
y, con promesas de suavizar las penas y una recompensa monetaria, el detective de
Scotland Yard haba convencido al corpulento matn para que le ayudara a atrapar a
Worth.
Enfurecido con la doblez de su antiguo compinche, Worth medit su venganza
con estudiado detenimiento. Envi un mensaje a casa del ladrn ingls en el que
deca haberse retrasado por un imponderable y propona repetir la cita al da
siguiente. Cuando lleg al Criterion, Phillips iba acompaado de un matn[453] y
estaba de un humor de perros. Un poco ms all del bar, Worth distingui al inspector
Greenham, de Scotland Yard, uno de los ayudantes de ms confianza de Shore, con
un estudiado disfraz y con la expresin inconfundible de quien aparenta estar
bebiendo a solas pero tiene todos los msculos tensos para or lo que se cuenta.
Phillips pensaba sin duda que poda inducir a su antiguo jefe a hacer una confesin
ante un testigo. Mientras el matn permaneca algo retirado con su expresin
amenazadora, Phillips empez a acusar a Worth de involucrarlo en el robo del cuadro

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de Gainsborough. Worth prest atencin con cortesa mientras el otro intentaba
provocarlo a hablar del robo, pero no pronunci una palabra. La sutileza no era parte
del acervo mental de Phillips; finalmente, el tipo recurri a lo que le sala ms
espontneo y, como recordaba Worth tiempo despus, empez a insultarlo y a darle
golpes[454].
Worth aborreca la violencia en todas sus formas y mantena que era un
instrumento que slo utilizaban los estpidos, pero en aquel momento, por primera y
nica vez de la que haya quedado constancia, rompi su propia norma. Dio un salto
y golpe a Phillips directamente en el ojo; el hombretn cay al suelo, y entonces
Worth le propin cuatro o cinco puntapis en la cabeza[455]. En cualquier otra
circunstancia, Worth se habra limitado a marcharse discretamente y arreglar las cosas
con Phillips ms tarde, pero aquello estaba muy lejos de ser una discusin comercial.
Un maldito tipejo tosco e inculto intentaba despojarlo de su amada duquesa y, en un
extrao impulso de caballerosidad, haba saltado en su defensa. Por algn motivo,
hasta el hombre ms pacfico considera justificado recurrir a la violencia cuando est
en juego el honor de una mujer. Nadie poda acusar a Worth de cobarda. Con apenas
un metro sesenta de estatura y menos de setenta kilos de peso, es probable que Worth
no hubiera golpeado en toda su vida a nadie hasta aquel momento, pues muy
probablemente recibira una paliza a cambio. En cambio Phillips, con ms de metro
noventa, era un exluchador propenso a grandes muestras de violencia y capaz de abrir
una caja fuerte sin ms ayuda que sus manos desnudas. La visin de aquel pulcro
hombrecillo dejando sin sentido al coloso dej claramente perplejo y paralizado al
matn, que no ofreci la menor ayuda a su compaero. La pelea no termin hasta que
intervino el inspector Greenham y logr apartar a Worth del cuerpo inconsciente de
su exguardaespaldas y criado[456]. Al darse cuenta de que se haba descubierto, el
inspector abandon su disimulo y lo denunci por golpear a un viejo como
Phillips[457]. Worth replic, acalorado, que daba la impresin de que Phillips haba
llevado all al inspector para tenderle una trampa entre los dos y meterlo en un
lo[458]. Tras esto, Worth se limpi el polvo de la chaqueta y abandon el bar con
aire altivo.
Este villano con principios estaba visiblemente avergonzado de haber
quebrantado su propio cdigo de no violencia, pues slo coment el asunto en una
ocasin, e incluso entonces a regaadientes. Por su parte, Phillips, boxeador
profesional y especialista en dejar inconscientes a sus vctimas a base de golpes, no
era adversario despreciable, y adems haba lanzado el primer ataque despus de
intentar la encerrona. Tal vez la violencia era lo nico que poda penetrar en la
cabezota del Basuras pues desde luego parece que capt el mensaje en cuanto
recuper el conocimiento y, todava atontado, dej el Criterion acompaado de su
colega matn, que se deshaca en disculpas. Phillips no molest ms a Worth y no
volvieron a encontrarse hasta el da de la muerte de Worth[459].

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16 DIAMANTES EN BRUTO
Adam Worth o para ser ms precisos el seor Henry Judson Raymond,
adinerado caballero de Piccadilly no era de esa clase de hombres a quienes gustaba
verse envueltos en una pelea de taberna. Con Scotland Yard resoplndole en el cogote
y sus antiguos socios traicionndolo a diestro y siniestro, Londres se haba hecho
claramente incmodo. Por otra parte, le resultaba difcil encontrar colaboradores
delincuentes de vala. Joe Chapman todava segua en la crcel de Constantinopla,
Cario Sesicovitch y Little Joe Elliott se haban esfumado. Charles Becker el Marcas
segua en Londres, pero se estaba convirtiendo rpidamente en un estorbo. Becker
quiz fuera un falsificador de primera, pero Worth haba llegado a la conclusin de
que tambin era un cobarde sin agallas, capaz de acudir corriendo a la polica a la
primera seal de peligro. El banco de Inglaterra haba empezado a utilizar
recientemente una nueva tecnologa, una combinacin de pintor, impresor y
qumico[460] que haca casi imposible la falsificacin. Los trabajos de Becker haban
resultado muy satisfactorios en el pasado, pero sus habilidades estaban quedando
desfasadas, al tiempo que sus tendencias neurticas lo convertan en un compinche
cada vez ms peligroso. Johnny Carr, experimentado ladrn, previno a Worth para
que estuviera en guardia cuando tratara con bribones como l, y para que no dijera
una sola palabra de ms[461].
En vista de su tendencia a irse de la lengua, Worth decidi que no tendra ms
tratos con l[462].
Con la duquesa inmovilizada bajo el colchn por la noche, Worth pareca rehuir la
amistad y la compaa humana, En tanto que sus relaciones sociales iban creciendo,
su crculo de amigos ntimos y de confianza iba disminuyendo de forma constante,
reducido por obra del destino, de la traicin y de su propio retraimiento. No era un
miembro genuino de la alta sociedad a la que emulaba, ni de la baja a la que
representaba, sino que estaba suspendido entre ambas, atrapado en su propia
ambivalencia moral, de la que el retrato de Gainsborough era un recordatorio
tangible, siempre presente.
La sensacin de aislamiento de Worth fue en aumento por las ltimas noticias
acerca de Piano Charley Bullard. Su antiguo compinche haba salido por fin de la
crcel canadiense, pero en lugar de reunirse con Worth haba preferido asociarse con
Max Shinburn, quien tambin haba sufrido varios altibajos desde los tiempos del
American Bar. El Barn haba reunido otra fortuna a base de reventar cajas fuertes
por toda Europa, y con los beneficios haba formalizado sus aspiraciones
aristocrticas con la compra de un castillo en Holanda, acorde con su falso ttulo de
barn Schindle. Pero Shinburn era un jugador empedernido, y el efecto combinado de
sus apariciones en Montecarlo y de sus inversiones mal aconsejadas en la Bolsa de
Pars haban reducido sus finanzas a un punto bastante bajo. Habra podido vivir

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holgadamente el resto de sus das, pero era incapaz de contener su pasin por el
juego,[463] segn significaba un apunte policial, y Worth recordaba con regocijo que
en una ocasin se present en Londres [] con un billete de veinte libras, diciendo
que era todo lo que tena[464]. Por los rumores que corran por los bajos fondos,
Worth supo que Shinburn haba salido de su retiro, se haba asociado con Piano
Charley, a quien acababan de soltar de la crcel, y estaba haciendo planes para
revitalizar su carrera delictiva. La prisin haba nublado el poco seso que Bullard no
tena ya ahogado en alcohol. Worth lleg a la atinada conclusin de que Shinburn
haba engatusado a su antiguo compinche y que no le importara lo ms mnimo
dejarlo en la estacada si las circunstancias lo requeran. Cuando Shinburn form
sociedad con Bullard, el desprecio de Worth hacia el Barn se convirti en una
profunda aversin, un sentimiento que era correspondido con la misma intensidad.
Disgregada su antigua banda, Worth lleg a la conclusin de que era momento de
buscar nuevos colegas y pas revista a la caterva de malhechores disponible. En la
primavera de 1878 haba reclutado como cmplices a un tal capitn George (cuyo
nombre autntico se desconoce) y a un joven ladrn llamado William Megotti. Con
ellos asalt el furgn correo del tren Calais-Pars y se llev bonos espaoles y
egipcios por valor de setecientos mil francos. Desde la perspectiva de Worth, el golpe
fue un xito, pero el capitn George demostr tener tan pocas luces como el inepto
John Worth y fue detenido en Pars. Desde el calabozo, el hombre apel a Worth para
que le pagara un abogado pero luego, de repente, hizo una confesin completa ante la
polica francesa y mencion a Worth como principal organizador. Worth fue
sentenciado en rebelda a veinte aos de prisin. El botn del robo al tren le result
muy til, sin duda, pero Francia tambin se haba convertido en un territorio
prohibido. Al propio tiempo, segn los Pinkerton, se sospechaba que Worth estaba
detrs de una serie de explosiones de dinamita que tuvo lugar en Europa en esa
poca[465] y que afect sobre todo a embarcaciones, que fueron hundidas para cobrar
el seguro. En realidad, segn reconocieron las autoridades ms adelante, era
completamente inocente de tales delitos. Segn lleg a saberse, el autor de las
voladuras fue ni ms ni menos que Max Shinburn. Pero la reputacin de Worth haba
alcanzado tal grado y era tal la obsesin de Scotland Yard por capturarlo que se le
atribuan prcticamente todos los delitos de importancia.
Vistas las circunstancias, era hora de que Worth y su duquesa se tomaran unas
vacaciones. Con una galantera que indica hasta qu punto haba humanizado el
cuadro, compr una capa de caza de buena tela (la mejor del lote)[466] para
envolver su trofeo, que entonces estaba guardado a salvo en el compartimiento
secreto del fondo del bal. Movido por un impulso en el que se mezclaba la
supersticin, el romanticismo y la cautela, Worth se resista a separarse de la
compaa del retrato y lo quera siempre a mano. Segn Sophie Lyons, tema dejarlo
en depsito por si alguien lo reconoca, de modo que llevaba el rollo de lienzo
consigo en sus viajes por el mundo[467].

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Acaso Worth, siempre hambriento de cultura, haba ledo Veinte mil leguas de
viaje submarino, de Julio Verne, publicada diez aos antes, en la que se describa al
capitn Nemo, el esteta criminal cuya galera de arte contena una treintena de
cuadros de maestros famosos [] un verdadero museo en el que una mano prdiga e
inteligente haba reunido todos los tesoros de la naturaleza y del arte?[468] Nemo
(capitn Nadie) tambin corta lazos con la sociedad, promete venganza contra ella,
edifica su mundo paralelo en el submarino Nautilus; es un mster Hyde subacutico.
No soy lo que llamara un hombre civilizado. He roto con toda la sociedad por
razones que slo yo puedo entender. Por eso no me rijo por sus normas,[469] dice el
capitn Nemo, y de la boca de Worth hubieran podido salir idnticas palabras. El
antihroe de Verne es un hombre civilizado que rechaza la civilizacin, y no hay duda
de que Worth se vea del mismo modo. Si el villano de Verne tiene su Nautilus y su
suntuosa galera de arte para demostrar su superioridad y su rebelda, Worth tena su
bal de doble fondo; si Nemo tena treinta obras de viejos maestros, Worth tena una.
En 1880, poco despus de la boda de Kitty, Worth y su duquesa zarparon hacia
Ciudad del Cabo, en Sudfrica, donde el aire era claro, el paisaje hermoso, y Shore y
su cohorte (la ley en todas sus formas) estaban deliciosamente ausentes. Worth dira
despus que haba acudido a Sudfrica en parte por negocios y en parte por
placer[470]. Tras repasar el panorama delictivo, haba llegado a la conclusin de que
los diamantes en bruto representaban una forma de riqueza excelente, fcil de
transportar y de convertir en dinero efectivo. La mayor parte de los diamantes del
mundo tena su origen en Sudfrica, de modo que all se dirigi. Como cmplice
llev a un tal Charley King, descrito en los archivos Pinkerton como un conocido
ladrn ingls[471]. Adems de su talento para el delito, King presentaba la ventaja
aadida de que no saba nada del robo del Gainsborough y en ningn momento lleg
a enterarse del excepcional compaero de viaje guardado en el bal Saratoga de
Worth. ste no estaba dispuesto a ser objeto de nuevos chantajes.
Aqul era tambin el momento lgido del comercio de plumas de avestruz,
gracias en parte a la extraordinaria aficin por los inmensos sombreros con plumas de
ese animal cuya precursora haba sido la duquesa de Devonshire y que an seguan de
plena moda tras la escandalosa sustraccin del retrato pintado por Gainsborough. Una
pareja de avestruces poda alcanzar las doscientas libras esterlinas, y por ello Worth y
su compinche se establecieron como prsperos comerciantes en plumas, impacientes
por conseguir una tajada en aquel nuevo y lucrativo mercado. Segn la Standard
Encyclopedia of South Africa, como no haba restricciones a la inmigracin,
[Worth] entr en el pas sin dificultad y estableci un negocio como comprador de
plumas de avestruz[472]. Worth y King se instalaron en el mejor hotel de Port
Elizabeth y, como hiciera tantos aos atrs en Boston, empez a construir su
tapadera: Abri un despacho, contrat un escribiente, compr una carga de plumas y
la hizo enviar a un almacn de Londres[473]. Bajo el disfraz de un respetable hombre
de negocios, Worth poda viajar por el pas sin levantar sospechas, con la excusa de

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buscar agentes sobre el terreno para su negocio, cuando en realidad estaba
elaborando planes para uno de sus robos ms ambiciosos hasta la fecha.
En sus inspecciones segn los Pinkerton Worth estudi el sistema que
empleaban De Beers y otras minas sudafricanas[474] para el transporte de los
diamantes en bruto hasta la costa, antes de ser embarcados rumbo a Inglaterra. Los
propietarios de las minas no eran tontos y ya haban establecido complejas medidas
cautelares para evitar justamente el tipo de robo que Worth intentaba. Desde
Kimberley, los diamantes salan en un convoy de carromatos tirados por caballos,
escoltado por boers fuertemente armados. Los horarios se cumplan al minuto, para
asegurar que llegara la carga cuando el vapor para Inglaterra ya estaba a punto de
zarpar.
As se evitaba tener que guardar los diamantes en algn depsito durante cierto
tiempo y se ahorraba una tentacin a los delincuentes. Worth estudi la situacin
con todo cuidado y lleg a la conclusin de que el modo ms factible de hacerse con
el envo de las minas era realizar un asalto nocturno por el camino[475]. Los dos
ladrones reclutaron un tercer cmplice en Ciudad del Cabo, un capitn de barco
norteamericano que andaba huido y oculto, pues era buscado en su pas por haber
hundido su barco en alta mar para cobrar el seguro[476].
Una tarde, el tro sali a llevar a cabo el trabajo, lleno de una confianza sin
fundamento pues dos de ellos iban empapados en whisky barato. El plan consista en
interceptar el carromato en plena noche, en un trecho desierto, mediante una cuerda
tensada de lado a lado del camino que hiciera tropezar a las caballeras. A
continuacin reduciran al cochero[477] y al escolta y se haran con los diamantes.
El plan era muy sencillo, pero no tena en cuenta a los hombres armados que
protegan el convoy de diamantes. Segn los Pinkerton, los caballos cayeron, es
cierto, y el carromato volc, pero antes de que pudieran poner en prctica la siguiente
parte del plan, el escolta boer, un gigantn armado con un Winchester de repeticin,
empez a disparar en todas direcciones y oblig a los ladrones a buscar
proteccin[478].
Est claro que el bandolerismo no era el fuerte de Worth, pero parece que nuestro
hombre tena cierta tendencia a esta forma de robo, tan carente de sutilezas. No sera
sta la ltima vez que intentara un asalto en mitad de un camino y que tuviera que
lamentarlo.
La operacin fue un fracaso sin paliativos. El intento de asalto caus una gran
sensacin[479] cuando el maltrecho carromato lleg sin ms novedad a la costa, y lo
sucedido convenci a los propietarios de las minas de la necesidad de apostar ms
escoltas en el convoy. El marino norteamericano, que no se haba llevado un balazo
en la cabeza por unos pocos centmetros, result ser menos profesional[480] de lo
que Worth pensaba y, tras proclamar que l no era ningn Dick Turpin, regres a
Ciudad del Cabo. Charley King tambin se haba vuelto blando y escap, asustado,

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[481] segn explic Worth tiempo despus. En cambio l decidi quedarse y hacer un

nuevo intento, a ver qu sala[482].


King recibi instrucciones de volver a casa y seguir de cerca lo que publicaba la
prensa de Londres. Si apareca alguna informacin sobre un robo de diamantes en
Sudfrica, deba enviar inmediatamente doscientas libras esterlinas a Brindisi,[483]
a nombre de Worth. Si consegua hacerse con el botn, la noticia se conocera en
Londres, sin duda, y Worth ya estaba planificando una va de escape a travs del
puerto italiano en la costa del Adritico. Y como recordaba la ocasin en que Little
Joe Elliott haba tenido que empear sus dientes de oro para poder volver a casa,
Worth no quera marcharse de viaje sin efectivo suficiente. Como explicara a
Pinkerton ms tarde, su intencin era emprender la vuelta a casa por la ruta larga,
que daba un rodeo y le llevara un par de meses[484]. Todava bajo la identidad del
comerciante de plumas, Worth rond por Port Elizabeth durante los meses siguientes,
estudiando la situacin. Haba sabido por varias fuentes que, a pesar de las
precauciones adoptadas por los propietarios de minas, el convoy se vea retrasado
peridicamente por el mal tiempo, las inundaciones u otros obstculos imprevistos.
Como el convoy tena calculada su llegada a Port Elizabeth justo antes de la partida
del vapor de Inglaterra, un retraso de unas pocas horas bastaba para que los diamantes
tuvieran que guardarse en la caja fuerte de la oficina de Correos de la ciudad hasta
que estuviera listo para zarpar el siguiente barco. Por lo tanto, si lograba retrasar un
embarque el tiempo suficiente como para asegurarse de que los diamantes terminaran
en Correos, y al mismo tiempo daba con el modo de reventar la caja fuerte, tendra la
oportunidad de compensar su irritante fallo anterior.
El jefe ayudante de la oficina postal era un anciano caballero, de natural muy
sociable, y Worth cultiv la relacin con l[485] invitndolo a copas y permitindole
ganar al ajedrez, noche tras noche. Al cabo de unos meses, el empleado de Correos y
el comerciante de plumas de avestruz eran grandes amigos. En uno de sus viajes fuera
de la ciudad, se supona que en busca de plumas, Worth prepar tres paquetes, los
envi por correo certificado dirigidos a s mismo, y tom el mismo tren en que
viajaban los paquetes[486]. Despus esper hasta que su nuevo amigo, el jefe auxiliar
de Correos, estuviera a punto de cerrar y la oficina quedara vaca de pblico, y le
cont que era de la mxima importancia que recogiera los paquetes, aunque la
seccin ya estuviera cerrada. El empleado accedi y fue a buscarlos. Y mientras
estaba vuelto de espaldas, Worth consigui sacar un molde en cera de las llaves de la
caja fuerte; luego recibi los paquetes de libros que se haba remitido a s mismo y
continu con sus cosas[487].
Solventada una parte del plan, slo quedaba asegurarse de que el embarque de
diamantes se retrasaba. No lejos de Port Elizabeth haba un ro profundo que el
carromato tena que cruzar en un transbordador que funcionaba mediante cables de
acero. Cerca de all haba una pequea taberna, y Worth esper hasta la hora en que

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estaba previsto el paso del convoy, que era avanzada la tarde. Entonces procedi a
cortar el cable, y el transbordador fue arrastrado ro abajo por la corriente[488]. La
operacin de remontar el transbordador a base de prtigas y de colocarle otro cable
dur ocho horas. Como era previsible, cuando el convoy lleg a Port Elizabeth el
vapor de Inglaterra ya haba zarpado y los paquetes de gemas sin tallar fueron
llevados a la oficina de Correos para guardarlos all, como de costumbre. La noche
siguiente entr en el local y sustrajo de la caja diamantes y otros objetos por valor de
quinientos mil dlares[489].
El botn, como ms tarde contara a Pinkerton, consista sobre todo en paquetes
de diamantes, dinero en metlico y bonos del gobierno, por una suma muy alta[490].
El primer sospechoso del robo fue el anciano de la oficina, que inmediatamente
fue detenido. No haba ninguna prueba de que hubiera tenido participacin en el robo,
ni siquiera indirecta, pero la polica encontr indicios concluyentes de que se haba
apropiado indebidamente de cartas con dinero que pasaban por su oficina[491]. El
hombre fue juzgado y condenado a cinco aos pero, aunque se envi desde
Inglaterra a varios expertos para investigar el caso,[492] no se encontr ni rastro del
verdadero ladrn lo cual no era en absoluto sorprendente porque ste haba dejado
Port Elizabeth varias horas antes de que se descubriera el robo. Consciente de que
todo el que intentara dejar el pas estara bajo sospecha, Worth hizo una salida tierras
arriba de Ciudad del Cabo, aparentando que iba en busca de inversiones y a la
compra de plumas de avestruz[493].
Al cabo de un mes, esta vez con un gran paquete de diamantes en bruto, adems
de la duquesa, Worth zarp rumbo a Suez, y de all a Brindisi. A pesar de poseer una
gran cantidad de gemas sin tallar y un cuadro de enorme valor, en aquel momento
andaba terriblemente escaso de efectivo y rogaba fervientemente que Charley King
hubiera enviado dinero a Italia para el pasaje de vuelta, segn lo acordado. Pero el
viejo ladrn haba olido dinero y al ver el asunto en los peridicos se lo pens
mejor, y en lugar de girar la suma a la cuenta bancaria de Brindisi emprendi viaje en
persona para presentarse all con el dinero[494]. Los dos delincuentes no llegaron a
encontrarse en el abigarrado puerto, y despus de esperar ms de una semana, Worth
empe algn artculo del que dispona y tom la ruta de regreso alternativa[495].
Cuando Charley King lleg de nuevo a Londres cargado de disculpas, Worth se
mostr magnnimo. A pesar de no haber participado en absoluto en el ltimo robo y
de haber desobedecido las rdenes de Worth y no haberle enviado el dinero, entreg a
King mil seiscientas libras para comprar su silencio[496].
Lo primero que hizo Worth a su regreso a Piccadilly fue otra de las cosas tpicas
en l, mezcla de generosidad e inters. Su hermano, John Worth, el incompetente que
tantos problemas haba causado ya, andaba en apuros y amenazaba con volver a
Inglaterra, dispuesto a participar en otra empresa ilcita. Una perspectiva que, en vista
de la absoluta ineptitud de John, resultaba profundamente preocupante para su

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hermano mayor, quien entreg a aqul casi la mitad de los beneficios del golpe
sudafricano, a condicin de que abandonara la carrera delictiva y se estableciera en
Estados Unidos.
John se traslad entonces a Brooklyn y, para profundo alivio y sorpresa de Worth,
nunca ms volvi a intentar quebrantar la ley. Algunos aos ms tarde, Pinkerton
informaba de lo que haba dicho y hecho Worth acerca de su hermano menor: Dijo
que John era un intil como ladrn y que l le haba hecho retirarse de las actividades
delictivas haca mucho tiempo; que haba sido utilizado por Becker y otros y que
haba dado a John una suma considerable de dinero con ocasin del robo al correo de
Ciudad del Cabo [sic], que con eso haba mantenido a John limpio y honrado y que
esperaba que nunca ms se involucrara en una fechora[497]. Es evidente que Worth
senta una profunda responsabilidad fraternal por su hermano, pero si lo convenci
para que anduviese por el camino recto no fue tanto por el bien del alma inmortal de
John como porque, dada la credulidad de John y su incompetencia general, era un
lastre excesivo como cmplice.
La generosidad de Worth refleja tambin su extraordinario buen humor a su
regreso a Londres. Por un lado haba dado con un medio excelente y muy rentable de
desprenderse de los diamantes. El mtodo tradicional consista en pasar lo robado a
travs de una serie de peristas hasta que alcanzaban el mercado abierto. El proceso no
slo era arriesgado, ya que cualquier eslabn de la cadena poda resultar un
informador, sino que tambin significaba que los diamantes apenas alcanzaban una
pequea fraccin de su valor real. Worth, en un gesto de asombrosa audacia, decidi
eliminar a los costosos intermediarios y vender los diamantes l mismo.
De Estados Unidos reclut a un tal Ned Wynert, alias Johnny Smith, descrito por
los Pinkerton como un hombre listo y educado, absolutamente desconocido para la
polica de Londres[498]. Wynert era un bribn astuto y fiable, pero tambin un
mujeriego empedernido. Segn Shinburn, que no perda nunca ocasin de
desacreditar a sus rivales, Wynert estaba casado con una dama de una familia muy
respetable a la que trataba vergonzosamente, gastando el botn de todos sus robos en
otras mujeres[499]. Para los propsitos de Worth, aquel hombre era el secuaz ideal,
tan discreto en los asuntos al margen de la ley como inmoderado en los sentimentales.
Worth lo estableci como comerciante en diamantes en Hatton Garden, el corazn del
comercio de joyera de Londres, bajo el nombre de Wynert & Co. Al situar sus
piedras en el mercado a un par de chelines por libra ms baratos que el precio medio
que alcanzaban en Londres, no tuvieron problemas para colocarlas todas a
comerciantes que llegaban desde msterdam[500]. Para gran satisfaccin de Worth,
algunas de las gemas fueron vendidas a los propios comerciantes que ya las haban
comprado una vez, en consignacin, antes de que l las robara. El beneficio final se
calcul en noventa mil libras. Como anot con agudeza sir Robert Anderson, de
Scotland Yard, otro se habra contentado con pasar a una jubilacin anticipada
despus de un golpe de aquellas caractersticas. Si yo hubiera posedo alguna vez

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noventa mil libras en algo, el gobierno tendra que buscarse a otro para que se
ocupara de perseguir ladrones, coment el detective en una ocasin. Pero Raymond
amaba su trabajo por el provecho que sacaba de l[501], y ya estaba urdiendo nuevos
planes.
El Gainsborough era su talismn; rara vez lo tena lejos de su mano y de su vida
mirada, y por ello reaccionaba con profundo placer, cargado de irona, cuando lea en
la prensa un nuevo captulo de la saga de la duquesa de Devonshire, que reapareca
milagrosamente una y otra vez, en Londres, Viena o Nueva York, y reavivaba las
esperanzas de Agnew, el expoliado, al tiempo que pona a Scotland Yard tras una
serie de pistas infructuosas: El cuadro ha sido "descubierto" una decena de veces,
[502] apuntaba The Times en tono burln.

Creo que he descubierto el cuadro desaparecido de la duquesa de Devonshire en


la exposicin de arte ambulante de Ambrose, que estuvo aqu el 3 de mayo,[503]
escriba un informador. En otra ocasin se recibi un informe confidencial segn el
cual mientras una brigada de operarios se dedicaba a desmantelar cierto local de
New Bond Street [] se descubri [un objeto] en un rincn de un stano en desuso y,
tras ser examinado, result ser el retrato de la duquesa de Devonshire, que fue
separado de su marco en mayo de 1876 y desapareci en circunstancias
misteriosas[504]. Naturalmente, tras un examen ms detenido se comprob que no
era el original sino una de las muchas rplicas que se podan adquirir por unos
cuantos chelines. Otro corresponsal crea haber visto al ladrn mientras haca
trampas a la ruleta[505] en un club de Londres, un hecho perfectamente posible pero
sin ninguna prueba que lo respaldara. Un tal J. Meiklejohn, antiguo detective de
Scotland Yard, afirmaba haber cerrado un trato con los custodios de este objeto[506]
e insista en que bajo ningn concepto se separaran de l por menos de mil
quinientas [], que estaban dispuestos a quemarlo, antes de entregarlo por menos.
No es preciso decir que las negociaciones no llegaron a nada; ms adelante, el
corrupto Meiklejohn termin en la crcel por una serie de trampas en las carreras de
caballos[507].
En un nuevo intento de reavivar las negociaciones para el retorno del cuadro,
Agnew, que daba por sentado que el retrato segua en Amrica, envi a Nueva York a
un experto en arte, David P. Sellar, quien insert varios anuncios en los peridicos
con la esperanza de restablecer contacto con el ladrn. Dispuestos a abrir
negociaciones para la recuperacin de la Noble Dama que desapareci de Old Bond
Street misteriosamente en 1876. Indique L. C. P.,[508] deca un anuncio del New
York Herald (L. C. P. eran iniciales, como explicara ms tarde, de libras, chelines y
peniques). Un servicial marchante de arte sugiri que el mensaje era demasiado
crptico y Sellar prob un enfoque ms directo:
"Nueva York" []. Si el actual propietario del celebrado cuadro de
Gainsborough, Retrato de la duquesa de Devonshire, que fue sustrado de Old Bond

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Street en 1876, seala L. C. P. y enva el mensaje a la oficina del Herald en la parte
alta de Manhattan, podran realizarse las negociaciones para su devolucin[509]. Si a
Worth le pasaron por alto estos dos anuncios, cosa improbable, difcilmente pudo
sucederle lo mismo con los artculos sobre la visita secreta del seor Sellar, que no
tardaron en aparecer en la prensa. Como es lgico, el seor Sellar se reserva cules
son sus instrucciones precisas, qu precio est dispuesto a pagar y qu progresos est
haciendo en la recuperacin del cuadro []. Tiene fundadas esperanzas en que la
todopoderosa influencia del dinero asegure el xito de la visita[510].
Pero no fue as, pues Worth no se dej engatusar. No tena la menor intencin de
desprenderse de su Noble Dama. Con cada nueva falsa alarma, fielmente comunicada
por sus espas en Scotland Yard, y con cada nuevo intento por parte de las autoridades
para recuperarlo, creca su afecto por el retrato y se redoblaba su determinacin de
conservarlo para su propio placer privado.

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17 UN HOMBRE DE GUANTES DE SEDA
La dcada de 1880 a 1890 fue de consolidacin y de prosperidad para Worth.
Adquiri un aire solemne y su bigote evolucion hacia formas cada vez ms
exuberantes y recargadas, pues se haba convertido en lo que Pinkerton llamaba un
hombre de guantes de seda, un bribn caballero y hombre de mundo que se daba
una vida muelle con su botn y que ya no tena nada que ver con los vagabundos y
pillos callejeros que un da fueran sus compinches. Ned Wynert, que se haba
convertido en su brazo derecho, se ocupaba de los asuntos delictivos cotidianos desde
Hatton Garden mientras Worth disfrutaba de su yate y de sus caballos, viajaba cuando
le vena en gana, se dedicaba al juego y reciba a sus amigos, algunos de ellos
delincuentes, pero muchos tambin de intachable respetabilidad. A su creciente
cuadra de purasangres haba aadido una pareja de los mejores caballos del pas,
que adquiri en una subasta pblica tras pujar por ellos en competencia con el difunto
lord Rothschild y con el barn Hirsch,[511] recordaba Harold Lloyd, uno de los
muchos abogados que Worth tena en nmina. Adems, escondido en el New Forest,
tena un coto de caza de unas diez hectreas con un bonito pabelln de caza en el que
ofreca grandes recepciones. El dinero entraba a raudales y sala con la misma
facilidad, pero ni siquiera sus fuertes prdidas en Montecarlo podan afectar
gravemente a una fortuna que aumentaba constantemente gracias a actividades
ilegales de todo tipo[512]. Como una prueba ms de su posicin social, adquiri una
magnfica casa en el malecn de Brighton, donde derrochaba en fiestas[513].
Worth haba dejado atrs la mera respetabilidad burguesa y llevaba ahora la vida
de un miembro de la aristocracia inglesa de pleno derecho. Si la moral victoriana
haca hincapi en el trabajo esforzado, en la seriedad, en la responsabilidad y en los
valores familiares cristianos, una parte de la lite se distingua en cambio por no
trabajar en absoluto y por llevar una vida de ilimitado desenfreno. Los Victorianos
hablaban de deberes y moralidad, un marco mental del que la propia reina Victoria
quiz fuera el mejor ejemplo, pero lo que caracterizaba de verdad a los miembros ms
destacados de la clase dirigente era su absoluta dedicacin al placer. El hijo de la
reina, el futuro Eduardo VII, era el exponente ms visible de este agitado estilo de
vida, del que Worth participaba ahora plenamente, como si estuviera acostumbrado a
l desde la cuna. El prncipe de Gales y su corte de Marlborough House no muy
diferente en sus costumbres y personalidades de la que el siglo anterior rodeaba a la
duquesa Georgiana en Devonshire House elevaba el derroche y la diversin
extravagante a la categora de ocupacin casi exclusiva: caceras, recepciones, fiestas
en embarcaciones, viajes a Pars y a los balnearios alemanes, juego, veladas en la
pera o, ms a menudo, el music-hall y las partidas de cartas avanzada la noche,
regadas con champn. Aunque la cuna y el nombre eran pasaportes tiles a este
mundo exclusivo, los nicos criterios esenciales para pertenecer a l eran poseer una

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enorme riqueza y una firme determinacin de gastarla en diversiones. Un historiador
ha anotado que como primer caballero del pas, los gustos y las costumbres de
Eduardo, incluida su debilidad por los nuevos ricos, marcaba el tono en los crculos
aristocrticos[514]. Las riquezas de Worth difcilmente podran haber sido ms
nuevas, mientras que su gusto por el lujo era evidente hasta para el observador menos
interesado, y se deslizaba a travs de las barreras de clases con consumada facilidad,
disimulado totalmente tras el producto de sus robos. El crculo de quienes podan
permitirse semejantes placeres era necesariamente pequeo y, aunque es probable que
el futuro rey y el monarca de los bajos fondos coincidiesen, no existe ninguna
constatacin de que as fuera, o de que se conocieran. Pero de lo que no hay duda es
que el nombre de ms noble cuna habra encontrado un alma gemela en el de ms
baja estofa.
En noviembre de 1881, poco despus de deshacerse de los ltimos diamantes del
golpe sudafricano, Worth asalt la oficina de correos de Hatton Garden y obtuvo otro
botn en gemas. Hacia las cinco de la tarde del 16 de noviembre, dos bolsas de
correo certificado que contenan diamantes consignados a diversos comerciantes de
msterdam y de otras ciudades del continente quedaron selladas y colgadas de
sendos garfios de hierro tras el mostrador de la oficina de Correos en cuestin,
dispuestas para su envo[515]. Mientras Worth, bajo un disfraz, se acercaba al
mostrador, un cmplice tal vez Wynert se desliz por los peldaos que
conducan al stano y cerr el paso del gas[516]. La oficina qued sumida en una
absoluta oscuridad pues a aquellas alturas del ao ya haba cado la noche, y por otra
parte la niebla del exterior era tan densa que casi poda cortarse con un cuchillo[517].
Cuando volvi la luz, ya era demasiado tarde, pues tan pronto como falt la luz,
Worth salt con agilidad por encima del mostrador, cogi las bolsas, se colg una de
cada hombro, abandon el local y escap en un carruaje de cuatro ruedas que lo
aguardaba[518]. Los diamantes sin tallar, que fueron divididos y montados enseguida
para evitar que les siguieran el rastro, fueron vendidos en Wynert & Co., a unos
metros de la escena del delito, por un total calculado en treinta mil libras. El pblico
en general no tard en descubrir, indirectamente, que el salto de Worth para realizar
el robo tambin tuvo como efecto la decisin de las autoridades del departamento
postal de instalar en casi todas las oficinas de Correos la reja de proteccin de los
mostradores que todos conocemos ya y cuyos inconvenientes hemos padecido en
alguna ocasin[519].
En tan especiales ocasiones, Worth estaba dispuesto a participar personalmente en
la accin, pero era ms habitual que se limitara a ejercer de financiador, coordinador
y principal beneficiario de sus planes, y que dejara en manos de otros las estafas,
robos y atracos que llenaban su cuenta bancaria e hinchaban su ego. Durante tres
aos saqu un promedio de sesenta y tres mil libras anuales,[520] se jact ms tarde
ante un conocido de ese provechoso perodo. Eddie Guerin, el ingls carne de

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presidio, recin salido de las colonias penales francesas, visit a Worth en Londres,
en 1887, el ao del jubileo de la reina, y se qued asombrado al encontrar a su viejo
amigo y camarada de pequeos golpes transformado en un opulento representante de
la clase britnica ms elevada. Si a algn hombre en el mundo puede sealarse como
excepcin a la regla de que ningn ladrn hace dinero jams, se es Adam Worth,
reflexionara Guerin ms adelante. Era propietario de una lujosa vivienda en
Piccadilly y reciba a algunas de las personas ms reputadas de Londres, que nunca
supieron nada de l, salvo su ficticia condicin de hombre rico de espritu
bohemio[521].
Sir Robert Anderson, jefe de Investigacin Criminal de Scotland Yard, lleg a la
acertada conclusin de que la profesionalidad de Worth en la actividad delictiva
reflejaba, bajo la leve ptina de respetabilidad, un profundo desprecio hacia el poder
establecido: Le complaca [] enfrentar su astucia y su habilidad con los recursos
de la sociedad organizada, y en algunos casos sin importarle demasiado el beneficio
pecuniario real que pudiera obtener[522]. Incluso Shinburn, en un infrecuente
arrebato de admiracin, reconoci que a Raymond le gustaba su trabajo por la
satisfaccin que le produca; y aunque viva con lujo y opulencia, aplicaba todas sus
energas en organizar golpes y estafas[523].
El robo de bancos continu siendo su principal fuente de ingresos, y Worth no se
recataba en jactarse de que no exista banco en el que no pudiera introducirse, ni se
haba inventado caja fuerte que no pudiera reventar. De ao en ao, los fabricantes
de cajas fuertes las producan ms slidas y mejores, que proclamaban a prueba de
ladrones, apuntaba Max Shinburn con irona. A rengln seguido, los ladrones
inventaban instrumentos con los que demostrar que no lo eran []. Los banqueros de
la poca competan entre s por instalar sistemas a prueba de ladrones en sus oficinas,
y los enseaban con orgullo a sus clientes o a cualquier malhechor que
pasara[524]. Con el pretexto de que quera colocar bienes de valor bajo la proteccin
de la ltima tecnologa, Worth obtena con disimulo informaciones sobre los inventos
ms recientes y las trasmita entonces a sus secuaces, de modo que el ladrn
mantena el mismo progreso tecnolgico que el fabricante y era capaz de reventar
cualquier caja fuerte que el segundo produjera[525].
Resulta fcil imaginar a Worth en el centro de su red de delincuentes, uno de los
malhechores ms astutos del mundo entero,[526] en palabras de un contemporneo.
Rico, cauto y satisfecho, enva a sus subordinados a robar para l y se sienta en un
silln de piel a calcular sus beneficios, con su famoso cuadro robado, su icono de
impostura, siempre al alcance de su mano. El retrato viaj siempre con l a todas
partes, en sus idas y venidas a travs del Atlntico, y aunque la polica de Londres
intent seguir el rastro de sus movimientos, a menudo desapareca por completo
durante largas temporadas. Oscar Wilde coment una vez que cuando alguien
desaparece, siempre llega noticia de que alguien lo ha visto en San Francisco[527].

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Como era de esperar, el jefe de polica de dicha ciudad inform en 1886 de que Worth
haba organizado una banda de experimentados malhechores[528] que se diriga a la
Costa Oeste para llevar a cabo una nueva campaa delictiva. Conociendo el rechazo
de Worth a tolerar cualquier clase de traicin, resulta evidente que en aquel momento
an no conoca la perfidia de Little Joe Elliott, que haba salido en libertad el ao
anterior. Elliott volvi a unirse a l en compaa de Dave Lynch y Dick Bradley, un
par de ladrones experimentados que se haban labrado un nombre en el pasado, y de
un tal Charlie Gleason, un expresidiario australiano, ya maduro. La banda tuvo una
cita en el pub Molholland de Nueva York antes de dirigirse al Oeste. El 9 de enero, el
grupo de expertos del Este vol la caja de un banco de Sacramento y obtuvo unos
cuatro mil dlares. Fue un trabajo limpio, en el que los autores no dejaron rastros
que permitieran acusar a nadie,[529] se lament ante William Pinkerton el capitn
I. W. Lees, del departamento de Polica de San Francisco. Al parecer, Raymond fue
el financiador y quien compr los billetes de regreso al Este para los cinco. En
ocasiones, Joe [Elliott] tambin ense una considerable cantidad de dinero.
Tras dividir el botn, la banda se disgreg: Little Joe se dirigi a Oakland para
visitar a los padres de Kate Castleton, por quien segua completamente loco, con la
esperanza de una reconciliacin con su antigua esposa. Sigue enamorado de Kate
Castleton hasta los huesos anot un contemporneo. Kate no lo quiere ni ver,
pero Joe dice que al final ceder[530]. As fue, Kate y Little Joe volvieron a casarse
pero se pelearon de nuevo, porque los celos de Joe se hicieron ms terribles que
nunca,[531] lo cual condujo a varios incidentes embarazosos, entre ellos uno en que
Joe se peg con uno de los admiradores de su esposa, un hombre que lo triplicaba en
tamao[532]. Por ltimo rompieron de una vez por todas, y Joe se volvi
absolutamente temerario. En 1889 fue detenido en otra falsificacin y sentenciado
a quince aos. Como seal un filsofo del mundo del delito acerca del excntrico
romance entre el malhechor y la actriz, sin duda fue una irona del destino que el
mismo da en que l llegaba a la prisin de Auburn para empezar a cumplir la
sentencia, su bella esposa estrenara una obra en el teatro local. La noticia le rompi
por completo el corazn a Little Joe, que no volvi a salir de la crcel con vida[533].
Desde San Francisco, tras una tensa y peligrosa disputa con el mozo de
equipajes,[534] que intent sin xito obligar a Worth a abrir el bal que contena a la
duquesa, Worth regres al Este y atraves de nuevo el ocano. Pero esta vez no
regres directamente a Londres sino que desembarc en Ostende, donde segn lo
acordado con anterioridad se reuni con un grupo de sus hombres, entre los que se
contaban Gleason y el viejo John Carr. Dos semanas despus la banda dio otro golpe,
esta vez al tranva de traccin animal que transportaba joyas y dinero de Bruselas a
Ostende. Cuando el vehculo hizo una breve parada en un apartadero, la banda de
Worth hizo saltar la cerradura del vehculo, irrumpi en el furgn correo y se llev
los bienes que transportaba, cuyo valor ascenda a unos dos millones de francos[535].

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La polica belga reaccion con sorprendente rapidez y Worth, entre asombrado y
enfurecido, se vio entre las decenas de posibles sospechosos detenidos para ser
interrogados. Una vez ms, su reaccin fue la bravata: por qu habra de molestarse
en participar en un delito semejante cuando, como rico caballero londinense, estaba
ganando una fortuna en las mesas de juego?, pregunt a los interrogadores. Como
prueba de ello, present recibos de sus ltimas ganancias. La polica, un poco a
regaadientes pero convencida de la solvencia de Worth, le permiti marcharse en el
siguiente barco a Inglaterra donde ya lo esperaba el dinero robado.
Ese mismo ao Kitty, que estaba embarazada, suspendi brevemente su sucesin
de litigios en Nueva York y regres tambin a Europa para establecerse con Juan
Pedro en Pars, su antiguo territorio. Los seis aos de matrimonio haban transcurrido
felices y llenos de desenfreno, salpicados de costosos viajes al extranjero, cuyo nico
propsito era la exhibicin de opulencia y el gasto desmedido. Worth nada poda
ensearle a Kitty, ni al mismsimo prncipe de Gales, sobre los placeres de la
extravagancia. Poco despus de ocupar un amplio apartamento en el centro de Pars,
los Terry recibieron la noticia de la muerte del viejo Thomaso Terry. El aventurero
cubano-venezolano, convertido en magnate cubano-norteamericano, haba sucumbido
finalmente a la gota, dejando unas propiedades valoradas en cincuenta millones de
dlares. Con su parte de la herencia que aadir a su fortuna ya considerable, Juan
Pedro vala ahora unos seis millones. Por desgracia no vivi lo suficiente como para
gastar ms parte de ella ni para disfrutar de su hijo, pues el 17 de octubre de 1886 el
jovial Juan Pedro Terry, que haba amado a Kitty por su personalidad animada y
festiva y por su lengua aguda, muri de pronto e inexplicablemente mientras estaba
de viaje en Mentn. Como es lgico, el hecho trastorn a Kitty, que enviudaba
embarazada de siete meses y que de pronto quedaba convertida en legtima
propietaria de una inmensa fortuna. En su testamento, Juan Pedro dejaba a Kitty una
quinta parte de sus propiedades, mientras que el resto tena que invertirse en ttulos, a
poder ser bonos del gobierno estadounidense, de cuyos rendimientos sera
usufructuaria hasta la mayora de edad de su hijo an no nacido, a quien pasara la
herencia en ese momento. Dos meses despus de la muerte de Juan Pedro naci en
Pars su hija pstuma, Juanita Teresa. Tan pronto como la pequea estuvo en
condiciones de viajar, Kitty recogi su dinero y regres a Nueva York con la
manifiesta intencin de gastarlo. Worth tuvo noticia sin duda de la afliccin y del
golpe de suerte que le haba sobrevenido, pues an segua sus andanzas en todo
instante, pero con una fortuna propia, una hija recin nacida y los cortejadores
haciendo cola a puados, sin duda debi darse cuenta de que, ahora, Kitty estaba ms
lejos que nunca de su alcance.
Es una verdad incuestionable que un delincuente de xito en posesin de una gran
fortuna necesita una esposa. Worth haba empezado a cansarse de la vida de soltero y
ansiaba la respetabilidad que proporcionaba un slido matrimonio victoriano. Una de
las beneficiaras de la celebrada generosidad de Worth era cierta viuda que viva en

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Bayswater con sus dos hijas,[536] una mujer pobre pero decorosa en cuya casa se
haba alojado brevemente. Con el tiempo, Worth se sinti muy unido a esta mujer y
a sus hijas y les proporcion todos los lujos, incluida la educacin de las nias en
escuelas francesas. Durante aos, la familia no tuvo ninguna sospecha de que su
benefactor era un delincuente, pues lo supona un prspero importador de
diamantes,[537] lo cual en cierto modo era cierto.
Cuando la hija mayor complet su educacin, Worth pidi su mano y recibi el s
casi de inmediato. Sophie Lyons, que era empleada por Worth en ocasiones para
llevar a cabo pequeos hurtos y otros trabajos parecidos, no tena muy buena opinin
de la elegida: Era una mujer hermosa pero tena una personalidad dbil y
dependiente [] muy distinta de la enrgica y terca Kitty. Aunque siempre la quiso
con delirio, la actitud de Raymond hacia ella fue en todo momento ms la de un padre
devoto que la de un amante esposo[538]. Lyons, que tambin estaba enamorada de
Worth, como resulta evidente en muchas ocasiones, mantena la firme creencia de que
la nica mujer a la que Worth quiso de verdad fue Kitty Flynn. Probablemente tena
razn. Worth mostraba claramente afecto y espritu protector haca su joven y dbil
esposa y decidi que la muchacha no deba conocer nunca su autntico carcter. Pero
tras la prdida de Kitty y la adquisicin de Georgiana, Worth pareca haber perdido la
capacidad para establecer vnculos emocionales intensos, y sobre todo para sentir
autntico amor. Rara vez se refera a su esposa, incluso en los momentos en que ms
abra su corazn. Con Pinkerton se refera a ella en trminos de pupilaje ms que de
matrimonio, como una de las nias que vivan en una casa donde me aloj la
primera vez que llegu a Londres[539]. De hecho, la mayora de los detalles que se
refieren a la seora de Henry Raymond, incluido el nombre, permanecen en el
misterio. No obstante, con el tiempo, desconocedora totalmente de la deshonestidad
de su marido, la mujer dio dos hijos a Worth, un nio y una nia, en 1888 y 1891.
Nunca sinti por ella una gran pasin, como la que haba experimentado por Kitty,
aunque segn todos los testimonios estaba devotamente unido a su mujer y
derrochaba mucho dinero en ella[540]. Worth an crea que el dinero puede satisfacer
todos los deseos, y el matrimonio era otra expresin manifiesta de estas prioridades
extraas y fraudulentas: incluso con su esposa mantena una mscara impenetrable de
respetabilidad, convencido que de este modo se comportaba de manera moral y la
protega de riesgos. Cuando ella descubri finalmente la verdad, los efectos tomaron
un inevitable cariz trgico. Worth dej su apartamento de soltero en Piccadilly y
empez a vivir de forma permanente en el West Lodge, en Clapham Common, un
hogar ms adecuado para un hombre rico con familia, que se alzaba en una amplia
propiedad y que haca ostentacin de una numerosa aunque extraa compaa de
invitados y de un nutrido squito de sirvientes. Cada uno de ellos era un secuaz de
vala contrastada y nadie que no lo fuera poda poner jams un pie en la finca[541].
Al parecer, el matrimonio modific de modo sutil la actitud de Worth hacia su
cuadro. Hasta entonces siempre haba conservado el retrato a su alcance; en Londres,

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a veces lo esconda bajo el techo de un cenador situado en su propiedad de
Clapham;[542] cuando viajaba, lo acompaaba en el bal de doble fondo, y cuando
se desplazaba al extranjero lo llevaba a bordo del Trbol, entre los cuadernos de
bitcora[543]. En ningn momento le pas por la cabeza la idea de entregar el
Gainsborough, pero era evidente que le incomodaba tenerlo en el hogar conyugal, y a
finales de 1886 emprendi viaje con la duquesa en el bal para encontrarle un nuevo
y seguro acomodo en Norteamrica. Parece improbable que la seora Raymond
llegara a ver alguna vez el peculiar objeto robado por su marido.
Worth llev consigo los beneficios del gran robo del tranva de Ostende[544] y,
bajo la personalidad de un intermediario de valores londinense y viajando en el estilo
ms ostentoso posible, tom el barco de la Alien Line rumbo a Canad con el cuadro
de la duquesa, una reserva secreta de diamantes y ms dinero en metlico guardados
en el fondo del bal. El viaje estuvo a punto de tener un final desastroso pues, sin que
Worth lo supiera, se hallaba tambin a bordo un ladrn sueco llamado Adolph
Sprungley. En pleno Atlntico, Sprungley empez a irrumpir en los camarotes y a
despojarlos de los objetos de valor mientras los viajeros estaban cenando. Los robos
causaron consternacin general a bordo y Worth, que no quera que Sprungley ni
las autoridades canadienses, por supuesto descubriera lo que haba en el fondo del
bal, decidi desembarcar en Rimouski y hacer el resto del viaje hasta Montreal en
tren. No obstante, la polica haba examinado con detalle el rol del barco en busca de
pasajeros que hubieran efectuado un cambio de planes repentino y estaba esperando a
Worth a la llegada del tren. Cuando distingui a la Polica Montada, en el momento
en que el convoy entraba en la estacin, Worth reaccion rpidamente y desmont
uno de los tablones del vagn de tren. Cuando ste se detuvo, haba conseguido
ocultar en el hueco la mayor parte de los diamantes y de los billetes, pero no todos.
Entre vehementes protestas, el seor Raymond fue conducido del andn a una sala de
espera. Sorprendentemente, la polica canadiense no consigui dar con el cuadro,
pero s encontr las escasas piedras que an llevaba en el bolsillo; de inmediato lo
detuvo como autor de los robos a bordo del vapor y se incaut de los diamantes.
Worth explic ms tarde que arm un gran revuelo, pidi un abogado y
telegrafi a una firma de procuradores de Londres para pedir referencias[545].
Finalmente, de mala gana, la polica francocanadiense lo dej libre, no porque la
hubiera dejado temblando de miedo[546] como se ufanaba luego sino porque
los diamantes de Worth no coincidan con ninguno de la lista de objetos robados del
barco. Las gemas fueron confiscadas, y Worth pag con gusto una multa por no
haberlas declarado. Satisfecho de haber conseguido la libertad a tan bajo coste y ms
generoso que nunca, Worth incluso regal un pequeo anillo de diamantes al
detective de la agencia Pinkerton, George Skeffington, que lo haba interrogado en la
prisin canadiense sin llegar a reconocerlo. Le habra dado mucho ms, pero tuvo
miedo de descubrirse como delincuente si se exceda[547], explicara ms tarde.
La polica se disculp a regaadientes por detener al seor Raymond, que esta vez

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se mostr indulgente, pero le advirti con firmeza que abandonara el pas de
inmediato. Sin embargo, Worth no estaba dispuesto a dirigirse al sur sin el resto de
sus posesiones. Segn los Pinkerton, despus de ser liberado, Worth consigui
seguir el rastro del vagn en el que tena el resto de las joyas; haba anotado el
nmero de matrcula y, cuando lo encontr aparcado en una va muerta donde pasara
la noche, entr y recuper los diamantes, que ms tarde introducira sin ms
sobresaltos en Estados Unidos[548]. El embrollo le haba costado varios miles de
dlares[549] en diamantes, un precio pequeo por recuperar la libertad. Tiempo
despus de ufanara: Con slo unos cuantos miles, consegu salvar el capital
principal[550].
A salvo en Nueva York, Worth envolvi el cuadro en telas y lo guard con el bal
Saratoga en un almacn de Brooklyn, no lejos de donde su hermano John se haba
casado y establecido con su familia. A estas alturas, llevaba el retrato profundamente
arraigado en su mente y en su personalidad; ya no necesitaba verlo cada da sino slo
saber que era suyo. Durante los seis aos siguientes regres a Estados Unidos en
varias ocasiones, y cada vez que la haca sacaba su Noble Dama y la contemplaba de
nuevo antes de devolverla al doble fondo del bal y trasladarla a otro guardamuebles.
De este modo, la duquesa de Gainsborough pas de Brooklyn a Manhattan, y
nuevamente a Brooklyn, para terminar en un almacn de Boston donde permanecera
una dcada sin que nadie lo supiera.
En Londres una vez ms, Worth estaba en uno de sus momentos ms brillantes:
rico, respetable hombre de familia y cada vez ms poderoso. Nunca tuvo la menor
duda de que era el ladrn ms capaz de cuantos existan, y de vez en cuando llevaba a
cabo en persona algn robo para mantenerse en forma y demostrar su destreza,
aunque slo fuera a s mismo. Al fin y al cabo, al nico crtico que valoraba era a s
mismo. En una ocasin sali de un banco de Londres con gemas por valor de treinta
y cinco mil libras pertenecientes a una conocida actriz, de las que se adue por el
sencillo procedimiento de presentar una orden falsificada para su entrega,[551] pero
era ms frecuente que delegara el trabajo en otros, y eran muchos los que esperaban
con impaciencia la posibilidad de participar en sus bien trazados proyectos. Alcanz
tal consideracin entre sus colegas delincuentes que incluso lo llamaron como
componedor cuando surgieron diferencias entre ellos, como sucedi en la famosa
rivalidad entre Eddie Guerin y Sophie Lyons. Guerin senta una creciente y virulenta
aversin por Lyons, de quien sospechaba que lo haba vendido a la polica francesa,
lo cual haba conducido directamente a su encarcelamiento en la isla del Diablo.
Sophie Lyons era una alcahueta declar Guerin tiempo despus. Se alimentaba
de ladrones, les chupaba la sangre y luego venda su libertad a la polica[552]. Worth
se empe en reconciliar a sus dos antiguos amigos. Segn contaba Guerin, un da
paseaba por Oxford Street en compaa de Harry Raymond [cuando] nos tropezamos
ni ms ni menos que con el tipo con el que Sophie Lyons se haba casado haca
poqusimo, y que no era otro que mi viejo amigo Billy Burke,[553] un individuo al

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que William Pinkerton consideraba un notorio ladrn de bancos
norteamericano[554].
Fuimos a tomar una copa juntos y entonces Harry, siempre tan buen tipo, nos
dijo: "Bueno, no quiero que empecis a pelearos. Daos la mano y sed buenos chicos.
Esta noche cenaremos juntos y veremos si podemos hacer algn negocio". Worth
tambin pensaba invitar a Sophie, pensando sin duda que sera un buen momento
para que hiciramos las paces[555]. Guerin, todava furioso con lo que entenda como
una traicin de Lyons, no se present a la cita y coment que la cena habra
terminado como un autntico velatorio irlands si hubiese encontrado all a
Sophie[556]. Cuando Billy Burke encontr a Guerin unos aos ms tarde y pregunt
por qu no haba aparecido en la cena de conciliacin de Worth, la respuesta de
Guerin fue directa y precisa: No le respond nada; me limit a sacudirlo[557]. Pese a
sus modales civilizados y a su oposicin a la violencia, Worth se mova en un mundo
de hombres endurecidos entre los cuales, pese a todos sus escrpulos, l era el ms
duro, aunque fuese el menos belicoso.
Mediador en este caso, infructuoso, proporcionador de empleos y receptador
de objetos robados, Worth se haba convertido en la dcada de 1880 en una especie de
pater familias del hampa que ofreca consejo y encargaba delitos. Los ladrones
acudan a l en busca de ayuda segn otro relato de la poca. Haba que
sobornar a un funcionario de un banco o haba que hacer una llave maestra? Adam
Worth resolva ambos problemas. Algn trabajo requera los servicios de un ladrn o
falsificador experto en particular? Adam Worth tena un amplio sentido de ambos.
Saba encontrar al hombre adecuado para cada accin, y a cambio de sus servicios
reciba un sustancioso porcentaje de los beneficios[558]. Pero su fama se extenda
tambin con rapidez ms all de la comunidad del hampa.
En 1888, el famoso y corrupto comisionado de la Polica de Nueva York, Thomas
Byrnes, hombre por el que Worth senta tan poco respeto como por John Shore,
public un artculo en el New York World en el que mencionaba a Adam Worth como
el ms famoso de todos los delincuentes y lo ilustraba con una imagen de un tipo
de aspecto siniestro con chistera: Adam Worth escribi Byrnes, el ms
destacado de los delincuentes norteamericanos en el extranjero, reside en Londres. Es
un fugitivo de la justicia de Estados Unidos que estuvo relacionado con el robo del
banco Boylston, de Boston. El robo se produjo hace unos dieciocho aos, pero la
orden de detencin contra Worth por este robo todava sigue en vigor, y es esta orden
lo que lo mantiene fuera de Estados Unidos. Particip en el delito con Marsh y
Bullard, se march a Londres y, con el dinero conseguido en el banco Boylston,
adquiri all una residencia donde hoy vive con gran lujo. Worth es propietario de un
magnfico yate a vapor y cada ao recibe a sus amistades a bordo, efectuando
cruceros por todo el Mediterrneo. En la actualidad no realiza los robos en persona
sino que busca trabajos para casi todos los ladrones americanos de cierta vala que
cruzan el charco, y quienes emigran de aqu sin haber tenido antes relacin con l se

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aseguran de llevar una carta de presentacin. El trabajo que planifica suele llevarse a
cabo en el continente, pues teme a la polica inglesa y no se atreve a actuar en
Londres, donde prefiere pasar por un residente ms de la ciudad. Recibe un
porcentaje de todos los robos que proyecta y tambin tiene una opcin sobre los
objetos, ya que es un perista consumado, adems de cerebro de los golpes[559].
Byrnes saba tan bien como Scotland Yard que el fugitivo Adam Worth y el
prspero Henry Raymond, de Clapham Common, eran la misma persona. El artculo
tena como objetivo servir de tiro de advertencia ante los pies de Worth, una amenaza
implcita para demostrar que la polica de ambos lados del Atlntico estaba tras sus
pasos. Sin embargo, lo que realmente demostraba era la absoluta incapacidad de las
autoridades para acusarlo formalmente. Los expedientes sobre Worth eran abultados,
pero la polica segua sin poder cogerlo. En lugar de provocar su pnico, como se
propona el artculo, Worth se mostr encantado con el retrato de su vida suntuosa, y
en lugar de sentirse acobardado se volvi an ms engredo. De hecho, para
demostrar lo poco que tema a la polica inglesa, previno a Charlie Gleason, el
australiano, cuando sus espas en Scotland Yard le informaron de que el viejo
compinche corra peligro inminente de ser detenido. Gleason, muy sensato, huy al
continente, y Worth se asegur de que Shore supiera quin estaba tras el soplo. Como
seal Pinkerton, la enemistad entre Shore y su gran enemigo se acercaba al punto
lgido[560].
Una ancdota que contaba sir Robert Anderson, de Scotland Yard, ilustra uno de
los muchos mtodos que utilizaba Worth para procurarse coartadas para cada ocasin.
Segn explicaba sir Robert, un amigo mo con una larga experiencia como mdico
en uno de los barrios residenciales de Londres me habl en una ocasin de un
extraordinario paciente suyo. El hombre viva en el lujo ms suntuoso, pero era
hipocondraco en extremo. De vez en cuando, una llamada urgente llevaba al mdico
a la casa, donde encontraba al paciente en cama. Mi doctor era incapaz de
diagnosticarle enfermedad alguna, pese a lo cual el hombre insista siempre en que le
extendiera una receta, que rpidamente se despachaba al farmacutico []. Yo habra
podido saciar la curiosidad de mi amigo, el mdico, con la explicacin de que este
paciente excntrico era un prncipe entre los malhechores. Raymond saba que sus
movimientos eran observados muy de cerca por la polica, y cuando tena razones
para pensar que alguien lo haba visto en compaa peligrosa, corra a casa y se finga
enfermo. La receta del doctor, confirmada en los libros del farmacutico, demostrara
que estaba enfermo en cama hasta despus de la hora en que la polica crea haberlo
visto a kilmetros de distancia[561].
Shore, fuera de s, increment la vigilancia sobre la mansin de Worth en
Clapham Common. En una carta a William Pinkerton, el detective ingls sealaba
que Worth haba reclutado a un hombre llamado Sunter, al cual conozco desde hace
algunos aos como experto fabricante de instrumentos para ladrones[562]. El maestro
de ladrones y sus aclitos han instalado en la propiedad un yunque, una forja y todo

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lo necesario para confeccionar cualquier herramienta que puedan necesitar. La polica
tiene la casa bajo observacin permanente; de hecho hay apostado ante ella en todo
momento un agente de uniforme,[563] inform Shore entre un rechinar de dientes.
El 22 de mayo de 1888, finalmente, el detective perdi la paciencia y la polica
llev a cabo una redada. En el stano de la casa apareci el taller, con las mquinas y
un juego completo de herramientas para un ladrn de pisos. Shore esperaba encontrar
pruebas materiales ms concluyentes, el Gainsborough u otros objetos robados, papel
para falsificar billetes o, por lo menos, al propio Worth en plena confabulacin con un
puado de conocidos delincuentes pero la casa estaba desierta. Worth, a quien una
vez ms haba rendido dividendos su inversin en sobornos, haba sido advertido por
sus espas en la polica y, tras enviar a su esposa embarazada a casa de su madre,
haba tomado precipitadamente unas cortas vacaciones. A su regreso se encontr con
que Shore, por mero despecho, haba confiscado todo su instrumental de trabajo,
aunque las herramientas no significaran ninguna prueba concluyente ante un tribunal.
En un acto de suprema desfachatez, Worth se querell contra Shore por allanamiento
de su despacho y exigi la devolucin de sus valiosos tiles. Como es lgico la
demanda fue desestimada, pero Worth se sinti satisfecho con el mero hecho de haber
forzado a Shore a presentarse ante el tribunal.
El inspector quiz no fuese el polica ms brillante incluso Pinkerton lo
consideraba tonto, pero en cambio era terco y persistente. Su ltimo encuentro con
Worth haba terminado en tablas, pero Shore continuaba esperando y vigilando, en el
firme convencimiento de que Worth, cuya temeridad aumentaba da a da, cometera
finalmente algn error. Y por una vez acert.

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18 PISADAS DESCALZAS
Adam Worth est inquieto ante la mala suerte que persigue a tantos de sus
clientes norteamericanos,[564] escribi Shore a Pinkerton el 4 de agosto de 1888.
Worth haba conseguido escapar de las manos de la ley, pero no poda decirse lo
mismo de la mayora de sus colegas, en gran medida gracias a la labor de William y
Robert Pinkerton, que casi haban acaparado el mercado de la prevencin de robos a
bancos. El nmero de instituciones bancarias en Estados Unidos experimentaba un
rpido incremento de 754 en 1883 a 3579 en 1893 y la nitroglicerina haba
facilitado el trabajo de reventar sus cajas fuertes pero las autoridades, con el
competente respaldo de los Pinkerton y la mejora en el diseo de las cajas,
empezaban a mostrar una mayor eficacia en la proteccin de sus propiedades. Segn
comentario de Max Shinburn, entre los fabricantes de cajas fuertes y los ladrones
haba una tremenda competencia por ver quin ganaba la ltima baza[565]. Con el
tiempo, los Pinkerton fundaran la Asociacin Protectora de Banqueros Americanos,
a travs de la cual las entidades pagaran por contar con su proteccin especial. Era
una inversin que mereca la pena pues Billy Pinkerton, conocido por los apodos de
el Gran Hombre o el Ojo una referencia al lema de Pinkerton, El ojo que nunca
duerme, se haba convertido en una figura destacadsima entre los detectives, tan
aplicados a defender la ley como lo era Worth a saltrsela.
Segn declaraba el desvalijador de pisos Josiah Flynt, siempre que podan, los
ladrones dejaban en paz el territorio del Gran Hombre. Si haba dos bancos muy
prximos y uno de ellos era miembro de la Asociacin de Banqueros y el otro no, los
atracadores escogan el segundo sin dudarlo, porque de la proteccin de los otros se
encargaba el Gran Hombre[566]. Eddie Guerin opinaba que los Pinkerton hicieron
ms que todas las fuerzas de detectives del mundo juntas para desarticular las grandes
bandas de ladrones de bancos[567].
El mundo delictivo se haba hecho significativamente ms pequeo e
impredecible desde los tiempos de aprendizaje que Worth haba pasado en Nueva
York. En 1888, un comentarista apunt que el gobierno canadiense confa por
completo en la agencia y existe una correspondencia constante entre Robert
A. Pinkerton, en la oficina de Nueva York, y las autoridades policiales de Londres,
Pars, Berln y otras grandes ciudades europeas[568]. Los retratos de malhechores
en los que se describa a stos eran comunes en las comisaras de Europa y de
Estados Unidos, la informacin flua de un pas a otro con creciente facilidad, y el
libro Criminis of America del inspector Byrnes una obra de gran venta, llena de
adulaciones del autor hacia s mismo haba hecho muy incmoda la existencia a
muchos de los mencionados y descritos en sus pginas.
La invencin del mtodo Bertillion de identificacin de delincuentes significaba
otro hito en la lucha contra el crimen. En 1883, Alphonse Bertillion expuso que

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ciertas partes del cuerpo humano no cambian de forma a lo largo de la vida adulta y
no pueden disimularse ni con el disfraz ms elaborado. El mtodo Bertillion, que tuvo
una amplia difusin en Europa, consista en la detallada medicin de una serie de
caractersticas vitales de los delincuentes, que luego podan editarse y distribuirse
para ayudar a identificarlos. El mtodo Bertillion fue considerado ampliamente como
una contribucin crucial a la lucha contra el crimen hasta 1903, cuando esta ciencia
sufri un grave descrdito con el descubrimiento de que dos hombres encarcelados en
Leavenworth no slo se llamaban igual, William West, sino que tenan idnticas
medidas de Bertillion. Para entonces, Scotland Yard ya haba introducido el mtodo
de las huellas dactilares, y los Pinkerton y las autoridades policiales europeas no
tardaron en seguir su iniciativa. Worth haba decidido que Norteamrica, pese a ser
un lugar magnfico para ir de visita y para esconder un gran cuadro ingls, ya no era
un buen lugar para los asuntos que le interesaban. Como explic ms tarde a
Pinkerton, haba estudiado el pas y haba observado la manera de trabajar de los
bancos de all, y le haba parecido imposible[569].
Ante avances tecnolgicos como el telfono, que en palabras de Guerin le pone
a uno muy peliaguda la huida,[570] y ante la creciente complejidad de las tcnicas de
lucha contra el delito, no sorprende mucho que las filas de la cofrada de ladrones de
Worth se redujeran con rapidez. Hacia 1890, ladrones tan notables como Langdon
Moore, Banjo Pete Emerson, George Bliss que una vez consigui ms de dos
millones de dlares del Ocean National Bank, Joe Killoran y Western George
Leslie, el rey de los ladrones de bancos de Nueva York, estaban muertos o
encarcelados. De su crculo ntimo, Ned Wynert, donjun hasta el final, haba sufrido
el tradicional destino del adltero y haba muerto a tiros, sorprendido en flagrante
delito por un marido furioso; Joe Chapman, autorizado por fin a abandonar la crcel
turca, andaba algo ido de la cabeza; Becker segua oculto en el Medio Oeste, a la
espera de tiempos mejores; el Capitn George se consuma en una crcel parisina, y
Joe Elliott y Cario Sesicovitch haban muerto entre rejas en Estados Unidos. Incluso
el viejo Jack Phillips el Basuras estaba a la sombra, pues en 1886 haba sido detenido
en Quebec por emisin de billetes falsos del banco de Escocia,[571] y fue
sentenciado a diez aos de crcel. La lista no resultaba nada estimulante.
Pero la inquietud de Worth ante el infortunio de sus clientes americanos tena que
ver, muy especialmente, con el triste destino del pobre y machacado Charley Bullard.
La sociedad entre Piano Charley y Max Shinburn, que Worth haba visto con malos
ojos desde el principio, haba resultado poco fructfera, en general, pese a ciertos
xitos en incursiones delictivas en Blgica y Holanda. Bullard segua apegado a la
botella y Shinburn, decidido a recuperar su lujoso tren de vida, despilfarraba cuanto
conseguan robar. La necesidad imperiosa de especular lo convirti en un apostador
temerario de la Bolsa,[572] y lo poco que le qued al Barn tras tales maniobras lo
perdi en el juego y en la extorsin de un chantajista que amenazaba con revelar su
identidad[573]. Pinkerton se encontr con Shinburn en Blgica en la dcada de 1880

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y lo encontr penosamente falto de recursos[574]. Segn un contemporneo, Max
and Charlie [sic], despus de haber conseguido fortunas en algunos de los robos ms
gigantescos cometidos en dos continentes, estaban arruinados[575].
El Barn esperaba un nuevo gran golpe para establecerse como igual de Worth y
volver a la vida de lujos que anhelaba. Pero la piedra de toque criminal de
Shinburn resultara una catstrofe humillante y costosa, no slo para l sino tambin
para un Charley Bullard entregado a la bebida y ya irrecuperable. Muchos aos
despus se apunt que el propio Worth pudo tener alguna intervencin en la
decadencia del Barn. Segn un testimonio sin comprobar, se haba cansado de
mantener a sus viejos colegas y haba decidido librarse de sus molestos parsitos[576]
incitndolos a cometer un golpe importante, para seguidamente traicionarlos. Aunque
cabe la posibilidad de que conociera sus planes, ya que se mantena en buenas
relaciones con Bullard, no hay ninguna prueba de traicin por parte de Worth. De
hecho, su reaccin a los acontecimientos que siguieron parece ser de absoluta
perplejidad.
El objetivo seleccionado por el Barn era el banco Provincial de Verviers, en
Blgica, un establecimiento rural con una caja fuerte antigua que Shinburn confiaba
en poder reventar sin dificultad. Piano Charley se dej convencer fcilmente para
actuar como cmplice, y Shinburn le prometi seis mil dlares si el golpe tena xito.
Ms tarde, el Barn reconocera que esperaba conseguir unos cien mil para l[577].
El banco estaba situado en una placita en el centro de la poblacin, protegido por una
gran verja de hierro forjado. La puerta de entrada era de roble, de un palmo de grosor
como poco, y estaba asegurada con un cerrojo que la prensa belga calificara ms
tarde de inmenso. Armados de revlveres, los dos hombres salieron una madrugada a
reconocer el terreno. Proyectaban robar el banco la noche siguiente segn el fiscal
belga, una vez hecha una inspeccin minuciosa del interior[578]. Shinburn rompi
el cerrojo de la verja exterior y luego se puso a trabajar en la puerta interior.
Desatornill la placa de la cerradura y guard los cuatro tornillos en el bolsillo del
chaleco. Una vez abierta tambin esta puerta, los ladrones se descalzaron y dejaron
las botas en el escaln de la puerta para poder andar de puntillas por el banco sin
dejar huellas. Por desgracia, mientras Shinburn y Bullard estudiaban la caja en el
interior, pas casualmente junto a la verja exterior un sereno que, al advertir que
estaba entornada, levant la linterna para ver ms all y distingui claramente las
botas de los ladrones donde las haban dejado. El sereno, al darse cuenta de lo que
suceda, cogi el calzado de los ladrones y fue a avisar a la polica. Momentos
despus, cuando hubieron visto todo lo que les interesaba, los ladrones salieron del
edificio. Shinburn casi haba terminado de atornillar la placa de la cerradura cuando
Bullard repar en que su calzado haba desaparecido. Por su parte, Shinburn no
consegua dar con el cuarto tornillo a pesar de vaciarse los bolsillos frenticamente.
Para ahorrar tiempo, en lugar de intentar buscar en la oscuridad, Shinburn cogi un
poco de cera de una bola de este material que llevaba en el bolsillo y llen el hueco

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con la cera y luego aplic la ua para darle el aspecto de la cabeza de un
tornillo[579]. En el preciso momento en que la polica belga llegaba en tropel, la
pareja empezaba a huir en calcetines. El Barn dispar con una pistola a uno de los
gendarmes pero no acert y fue reducido de inmediato[580]. Bullard consigui
liberarse y ech a correr gilmente hacia la oscuridad, disparando al aire con su
pistola en un vano esfuerzo por asustar a sus perseguidores, pero antes de que llegara
al final de la calle fue derribado al suelo y esposado.
Aunque pareca que los ladrones norteamericanos haban sido capturados con las
manos en la masa, la polica belga estaba desconcertada. Tras el registro de los
sospechosos, no encontr en ellos ningn objeto robado, slo una pequea bola de
cera en el chaleco de Shinburn. Pese a que existan acertadas sospechas de que el
material haba sido utilizado para obtener una huella del interior de la cerradura, no
era posible demostrarlo.
Con caracterstica insolencia, Shinburn insisti en que la verja del banco ya
estaba abierta, que l y su amigo tenan los pies doloridos despus de pasar el da
visitando la ciudad y que, simplemente, se haban quitado las botas para sentarse un
rato a descansar en los peldaos de la entrada. Bullard explic que haba abierto
fuego contra los agentes de polica porque se crea objeto de un asalto, no hablaba
francs y, adems, era propenso a alucinaciones de alcohlico. Una ojeada al rostro
enrojecido de Piano Charley confirm que al menos la ltima parte de la historia era
totalmente creble.
Shinburn era un mentiroso empedernido y la polica, a falta de pruebas, estaba a
punto de dejar libres a los dos hombres. Pero entonces uno de los agentes sugiri
llamar a lo que ahora se consideraran expertos forenses para realizar una inspeccin
final del interior del banco. Como informaron los peridicos belgas, uno de los
expertos solicit que le permitieran examinar la bolita de cera de Shinburn. Para su
sorpresa, profundamente incrustado en ella haba un tornillo. Un cerrajero comprob
la puerta de entrada y repar en que uno de los agujeros estaba lleno de cera y en que
faltaba uno de los tornillos[581].
El tornillo que faltaba era del mismo tipo que el encontrado en el bolsillo de
Shinburn. Al inspeccionarla con detalle, la plancha de la cerradura revel unas
marcas de araazos que indicaban que alguien la haba manipulado. Mientras tanto, el
superintendente Byrnes, de Nueva York, haba recibido fotos de los dos hombres y
los identific de inmediato como famosos ladrones a los que la polica del pas
llevaba buscando desde haca tiempo[582].
Tras un rpido juicio ante la Cour dassises de Lieja, recibieron la sentencia el 21
de febrero de 1884. A Charlie le cayeron doce aos de trabajos forzados y Shinburn,
como jefe de la banda, diecisis y medio.
Cuando ocurrieron estos sucesos, Worth estaba ocupado en cortejar a su futura
esposa y en preparar sus propios asuntos criminales, pero desde Londres sigui los
acontecimientos con espanto. Ya tena buenas razones para sentir antipata por

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Shinburn, pero parece que le caus especial irritacin el papel jugado por el Barn en
la suerte que haba corrido su antiguo socio. No dejaba de maldecir la estupidez de
Shinburn y de lamentar el destino de Charley, pero no tena modo de intervenir en su
favor.
Conforme pasaron los aos de condena, privado de sus dos apoyos principales, el
alcohol y la msica, Charley experiment un visible declive. Como Worth, el
envejecido pianista no haba olvidado nunca a Kitty Flynn y al parecer abrig la
infundada ilusin de que quizs esta vez acudira a ayudarlo con su recin conseguida
opulencia. Los Pinkerton anotaron que incluso hizo promesa de reunirse con la rica
viuda Terry y sealaron que ella es inmensamente rica, pero ni siquiera quienes
mejor la conocen sabran decir si consentir en volver a verse con su exmarido
condenado[583]. La ltima fotografa de Piano Charley muestra a un hombre de
aspecto lastimoso, con barba desordenada y ojos saltones, un lamentable despojo del
deslumbrante libertino de otros tiempos.
Worth proporcion a su antiguo compinche el poco apoyo que poda y soborn a
los carceleros para hacerle llegar pequeos paquetes de comida y mensajes de apoyo.
Pero en 1891, al entrar en su sptimo ao de condena, el viejo ladrn iba claramente
camino de la tumba.
Worth quera ver libre de nuevo a su amigo y quizs estaba dispuesto a abogar por
su liberacin, si no en persona al menos con su dinero. Bullard era propenso a entrar
en prisin, pero tampoco era manco para evadirse de ellas, como haba demostrado en
1868, y de nuevo en 1878. Worth quiz pens que podra sacar a Charley de la crcel
de Lieja. Casi el mismo placer le causara dejar en ella a Shinburn. Un da de 1892,
Worth anunci a su esposa que se marchaba en un corto viaje de negocios, se
despidi de sus hijos y se dirigi al continente. En l, como siempre, se mezclaban
los motivos altruistas y los delictivos; se propona ver a Charley Bullard y tal vez
liberarlo, pero al mismo tiempo estaba alimentando un nuevo plan para liberar a los
bancos belgas de parte de su dinero.
La primera parte del plan qued en nada. Cuando Worth lleg a Lieja, Charley
Bullard haba muerto y ya deba de estar tocando el piano en el infierno. La segunda
parte iba a resultar catastrfica.

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19 EL WATERLOO DE WORTH
Tal vez fuera el golpe emocional de la muerte de Bullard lo que motiv que
Worth se lanzara a un golpe que en sus momentos ms lcidos no habra llevado a
cabo. Su extrao gusto por los asaltos en caminos ya haba quedado demostrado en
Sudfrica y quiz pens que un poco de accin sin complicaciones apartara de su
cabeza, otros asuntos durante un tiempo. O tal vez, simplemente, se haba vuelto tan
vanidoso que se consideraba inmune a la desgracia. Incluso los Pinkerton
consideraron extrao que un hombre de la inteligencia de Worth, que ya haba robado
suficiente para vivir con comodidad el resto de su vida, se dedicara otra vez a un
delito menor como aqul. Worth viva en Londres en la cresta de la ola; se haba
hecho rico[584] reflexionaba William Pinkerton. Uno pensara que con esta
cantidad Worth podra haberse retirado, pero tena una aficin irrefrenable por el
juego y el deseo de seguir practicndola lo condujo a una existencia delictiva an ms
amplia[585].
Tras abandonar Londres a principios de septiembre, Worth se dirigi en primer
lugar a Suiza, donde haba acordado una cita con un ladrn y antiguo habitual del
American Bar, Oscar Klein, antes de encaminarse a Lieja va Colonia y Aix, donde
haba acordado que recogera unos tiles de ladrn que haba encargado a un herrero
local. Una semana despus de su salida de Londres, lleg a Lieja y se aloj en uno de
los hoteles ms caros de la ciudad. El plan que urdi mientras deambulaba por Lieja
reflexionando sobre la muerte de Charley era sencillo y directo, pero sumamente
temerario. Worth se enter de que la mayor parte del dinero en metlico que se
enviaba a la ciudad de Lieja llegaba por tren y se trasladaba luego a los diferentes
bancos en un furgn especial protegido por un cochero armado al que acompaaba un
muchacho. El cochero era responsable de la entrega de las cajas fuertes, en tanto que
el aprendiz se ocupaba de los recados menores. Al cabo de unos das de observacin,
Worth tom nota de que a veces el cochero y el aprendiz trabajaban simultneamente
y dejaban el vehculo desprotegido durante breves instantes. Como explicara ms
tarde a Pinkerton, pens que si enviaba un paquete para su entrega en una direccin
cercana a uno de los grandes bancos poda conseguir que el muchacho fuera enviado
a cumplir el encargo mientras el hombre entraba en el banco, de modo que el furgn
quedara abandonado[586].
Por primera vez en varios aos, y por razones que slo l conoca, Worth decidi
llevar a cabo el golpe personalmente, en lugar de prepararlo para que lo dieran otros.
Aun as era evidente que necesitaba cmplices, de modo que reclut a dos conocidos
malhechores: Johnny Curtin, un ladrn de bancos norteamericano fugitivo de su pas
al que hizo acudir desde Inglaterra, y Alonzo el Holands, un ratero local con una
slida reputacin en los bajos fondos. Curtin era un vago, un tipo capaz pero que no
mereca la menor confianza, de aspecto melanclico y atractivo, que luca largas

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patillas de color castao y cuyo encanto solamente era igualado por su avaricia.
Curtin, con sus cuarenta y dos aos, haba cumplido varias condenas por diversos
delitos en Chicago, tanto en Sing Sing como en la penitenciara de Eastern
Pensilvania, y se haba labrado fama de uno de los ladrones y descuideros ms
activos de Norteamrica[587] antes de cruzar el Atlntico, en 1886, con otros dos
delincuentes, segn informes policiales, para hacer una gira por el continente, ya
que les aguardaba abundante trabajo preparado para ellos por Adam Worth, un
conocido receptador de objetos robados al que acuden en busca de ayuda todos los
ladrones norteamericanos cuando llegan a Londres[588]. Curtin se haba ganado la
admiracin de Worth unos meses antes, cuando, tras ser detenido mientras intentaba
pasar un taln falso, se trag la prueba durante el trayecto hasta la comisara.
El encargado de vigilar sera Alonzo el Holands, uno de los hombres con ms
aspecto de facineroso de Europa. Segn reflejara ms tarde Worth con acritud,
aunque su apariencia fuera aterradora, Alonzo, pese a que tena una gran reputacin
de tipo duro y todo eso, cuando llegaba el momento de hacer algo atrevido era el
mayor cobarde que ha pisado la Tierra[589].
Durante varios das, nuestro hombre aleccion a sus compinches en los papeles
que les haba asignado: Curtin sera el asistente y su trabajo consistira en huir con la
bolsa que Worth llenara con el contenido de la caja fuerte del furgn, mientras que
Alonzo actuara como viga. El da previo al robo, Worth compr un candado idntico
al de la caja fuerte del vehculo y otro gabn, por si se haca necesario improvisar un
disfraz. La maana del 5 de octubre de 1892, el tro se puso en accin y los primeros
pasos del plan se desarrollaron sin incidencias: a las nueve y media de la maana, el
conductor descendi del furgn para entregar un cofre al seor Comblen, en el
nmero 31 del bulevard Frre Orban, mientras el asistente desapareca por una calle
lateral para efectuar la falsa entrega. Worth, segn explic despus, salt al asiento y
descerraj[590] la puerta de la caja fuerte del furgn y, en menos tiempo del que se
tarda en escribirlo,[591] como informaba luego un peridico, vaci el contenido en
una pequea saca.
Alonzo tena que estar vigilante para dar la seal por un lado y Curtin por el
otro, pero cuando Worth levant la vista vio que se alejaban juntos[592]. O bien
Worth andaba corto de reflejos o bien la codicia se haba apoderado de l, pues en
lugar de poner pies en polvorosa de inmediato baj del furgn con todos los
paquetes de dinero que poda llevar en los brazos y ech a correr calle arriba[593]. La
razn de la desaparicin de Curtin y de Alonzo resultaba de lo ms evidente.
Mientras se cometa el robo, un tal Decorty, empleado de ferrocarriles que pasaba
por all casualmente, se dio cuenta de lo que suceda[594]. Los dos cmplices de
Worth, al ver a Decorty mirndolos boquiabierto, salieron huyendo. El ferroviario se
recobr de la sorpresa y, al ver huir al malhechor, sali en su persecucin al grito de
"Alto! Al ladrn!"[595].

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En ese preciso instante el conductor del furgn volva al vehculo, y tambin
ech a correr tras el ladrn[596]. Pese a ser un hombre de mediana edad, Worth
estaba en condiciones de echar una carrera a buena velocidad si la ocasin lo exiga,
y sta era claramente una de ellas. El fugitivo ya haba sacado una distancia
considerable a sus perseguidores, que increment gradualmente,[597] explic un
peridico. Mientras tanto, el agente de polica Charbonnier haba odo los gritos y
tambin se haba unido a la caza, que la edad de Worth, sus incontables cenas por
todo lo alto y el peso del botn convirtieron pronto en una competicin desigual.
Cuando se dio cuenta de que los perseguidores acortaban distancias, Worth se
apresur a deshacerse de lo que acababa de robar, arroj los paquetes al suelo y se
dirigi en lnea recta hacia la ru Sainte Vronique,[598] donde esperaba confundirse
entre la gente. Como explic con pesar a Pinkerton aos despus, Worth estaba a
dos manzanas[599] de la escena del delito cuando lo agarr por detrs el polica,
mucho ms joven y en forma que l, quien, ayudado de dos ciudadanos ms y
jadeante tras la caza, procedi a esposarlo.
Siempre arrogante, Worth intent salir del apuro a base de desfachatez. Se
llamaba Edward Grey que el polica transcribi como Edouard Grau, de
Londres, y exiga ser liberado inmediatamente. Cabe la posibilidad de que la eleccin
espontnea del alias fuera una referencia secreta a Charles Grey, el que fuera amante
de la duquesa de Devonshire. Pero la polica belga era ms astuta que su
correspondiente francocanadiense de unos aos antes y no iba a dejarse confundir tan
fcilmente cuando, segn lo expres el magistrado, lo haban sorprendido en
flagrant dlit de vol, es decir, con las manos en la masa.
En su edicin del da siguiente, La Gazette de Liege describa el intento de robo
como un golpe audaz, planificado con brillantez,[600] y en la informacin dejaba
asomar un cierto racismo socarrn. Grau es un tipo fuerte e inteligente. Su rostro, de
tipo semtico, est adornado con un bigote oscuro que, como sus cabellos, empieza a
volverse cano. Parece casi seguro que miente en sus declaraciones y que ha dado un
nombre falso. Tambin ha dado respuestas contradictorias a otras cuestiones. Le
Soir apuntaba que iba vestido como un caballero y llevaba encima una considerable
cantidad de dinero belga[601], mientras que La Meuse mencionaba su indumentaria
normal[602] y sealaba que todos sus efectos llevan las marcas de confeccionadores
britnicos.
Cuando se efectu el registro de su habitacin del hotel y se encontraron tarjetas
de visita con el nombre de Henry Raymond y su direccin de Londres, reconoci que
haba vivido bajo ese nombre durante veinticinco aos. La polica present a
continuacin el til empleado por el ladrn, encontrado en el escenario del delito:
Envuelta en una funda de cuero, la pince monseigneur (la palanqueta),
tremendamente fuerte, que se haba utilizado en el robo[603]. Worth cont entonces
una historia sorprendente a la perpleja polica: era, dijo, un mecnico de cincuenta y

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dos aos, originario de Mnich, que haba llegado a Blgica va Colonia, Mulhouse,
Estrasburgo y otras ciudades alemanas y suizas. La herramienta la haba adquirido a
un herrero de Aix la semana anterior. Confiando en desviar de su rastro a los
interrogadores, les ofreci otra versin y declar que llevaba dos aos sin trabajar en
Londres, donde viva del producto de algunos pequeos robos. Antes de eso, afirm,
tena un empleo legal de vendedor de diamantes para la firma Wynert & Co. de
Londres. En un momento dado reconoca la autora del robo del furgn, y en el
siguiente la negaba. Privado de sueo, empez a contradecirse.
Hay indicios que apuntan a que estamos en presencia de un atrevido malhechor
que tiene poderosos motivos para permanecer completamente mudo informaba La
Gazette mientras prosegua el interrogatorio, y aada: Grau es judo, pero sigue
sin saberse si alemn, ingls o americano[604]. Agotado, Worth termin por saltar y
asegur al superintendente de la polica belga que antes morira que revelarle un
detalle ms. Si le dijera la verdad, me meteran en prisin para toda la eternidad,
[605] refunfu con un destello de carcter que nunca podra reprimir. En este punto,

al darse cuenta de que se haba ido de la lengua, cerr la boca y, pese a las amenazas
y a las ofertas de trato favorable que le haca la polica, se neg a decir una sola
palabra ms. No estaba dispuesto a revelar su identidad por razones familiares,[606]
inform la polica. Al menos en esto Worth era absolutamente sincero, pues su
principal preocupacin fue siempre que su esposa no descubriera su apurada
situacin. Pese a la evidente traicin de sus cmplices, Worth insista en que haba
actuado solo. Con la lealtad que lo caracterizaba, Raymond [Worth] se neg una y
otra vez a revelar la identidad del compinche a cuya estupidez deba su detencin, y
Curtin escap a Inglaterra[607], escribi la visionaria Sophie Lyons. De hecho,
parece que la negativa de Worth a identificar a su cmplice tena como intencin
directa proteger a su familia, ya que haba pedido a Curtin que cuidara de su esposa y
de sus hijos en el caso de que lo detuvieran.
Todo ello dejaba a las autoridades en un dilema. Las investigaciones efectuadas
en la estacin de ferrocarril Guillermins revel que este individuo fue visto en varias
ocasiones la semana anterior [a los hechos], deambulando por las zonas de venta
ambulante. Un revisor incluso lo haba visto en esos das siguiendo de cerca los
movimientos de un furgn de transporte en el Quai de Fragne[608]. El hombre que
tenan detenido era un delincuente, no haba duda, pero resultaba imposible decir de
qu tipo exactamente. Worth esperaba sacar un milln de francos, o doscientos mil
dlares[609] del asalto al furgn, pero los paquetes que se haba llevado contenan
tambin valiosos papeles de estado[610] que apuntaban a la posibilidad de que fuera
un espa extranjero. El valor oficial de los papeles es de sesenta mil francos, pero el
valor real es mucho mayor,[611] afirmaba un peridico, mientras otros calculaban el
valor de lo que contena el furgn en medio milln de francos, por lo menos, dada su
importancia. Cinco das despus de la detencin, Worth segua manteniendo un

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silencio casi completo y, por lo que se refiere a si llev a cabo este audaz robo con la
ayuda de cmplices o bien si lo plane l solo, tambin seguimos sin saberlo [] el
ladrn sigue fingiendo que se llama Edouard Grau[612]. Finalmente, el juez
instructor del Alto Tribunal de Lieja, Theodore de Corswarem, tom la medida de
enviar a las fuerzas policiales de Europa y de Amrica una descripcin del
sospechoso, con sus medidas de Bertillion y una foto, adems de una peticin de
informacin.
Este tipo habla y escribe un ingls muy bueno sealaba Corswarem adems
de alemn y francs con acento ingls. Es fuerte, firme y de temperamento sanguneo,
cabellos cortos, patillas y bigote al estilo ruso, las patillas completamente canas y el
bigote no tanto, ojos pardos, frente despejada y nariz protuberante[613]. Y si Worth
haba despilfarrado en carreras de caballos y fiestas con champn, era evidente que
haba descuidado las visitas al dentista. Dientes irregulares y descoloridos escriba
el juez belga. En la mandbula superior, en el lado derecho, le falta una muela y
tiene otro diente en mal estado; en la mandbula inferior del mismo lado le falta otra
muela y tiene otro diente careado; en el lado izquierdo, arriba, le faltan los dos
premolares y el primer molar est en muy mal estado, etctera. Dado que Worth
segua negndose en redondo a abrir la boca por ninguna otra razn, la dentadura era
prcticamente la nica prueba firme que tena la polica belga para seguir avanzando.
La circular conclua con una peticin del juez Corswarem a sus colegas de toga y a
todos los agentes de polica para que pongan el mximo esfuerzo en la identificacin
del individuo, el descubrimiento de sus antecedentes y cualquier otro dato referido a
esta persona, y que lo comuniquen lo antes posible.
Las autoridades empezaban a alarmarse porque, como apunt un comentarista de
la poca, ni la polica ni los detectives lo conocen. Las pruebas contra l no son muy
slidas. Es bastante probable que salga en libertad[614]. Una semana despus de la
detencin, cuando se hizo todava ms evidente que las autoridades estaban a oscuras,
Worth empez a disfrutar de la situacin y recuper la voz para dejar caer
insinuaciones cargadas de orgullo y para tentar a sus captores con el aparente
convencimiento de que no lo llevaran a juicio y dar muestras de que se estaba
divirtiendo con todo aquello. Interrogado sobre el tema de la nacionalidad, dijo que
si realmente queran saberla slo tenan que repasar la historia de un importante y
comentado asalto que se haba cometido tiempo atrs en el tendido frreo, en Ostende
de Malinas[615].
No era el momento de demostraciones de este tipo, y los periodistas belgas
rastrearon la pista. Se han realizado investigaciones a este respecto informaba La
Meuse. Si es uno de los autores de ese robo, que an recordamos, existen buenas
razones para creer que este osado ladrn es ingls. El individuo ha conservado su
sangre fra en todo momento y se lo pasa en grande viendo el problema que ha
originado su anonimato para la instruccin del caso[616].
Mientras esperaba impaciente noticias de sus colegas europeos y

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norteamericanos, la polica belga tuvo noticia de que un delincuente ya entrado en
aos, llamado Max Shinburn, que cumpla condena en una crcel del pas, arda en
deseos de identificar al detenido. Al parecer, el Barn haba conseguido un
peridico en el que vena un relato de la detencin y, por la descripcin que daban de
l, sospech que el arrestado era su ntimo enemigo, Adam Worth [] no perdi un
segundo en ponerse en contacto con las autoridades [] y acord con ellas un trato
que era doblemente favorable para l por cuanto le aseguraba su puesta en libertad, y
al mismo tiempo condenaba al hombre que tanto aborreca[617].
Shinburn expuso la asombrosa historia delictiva de Worth con profusin de
detalles y enumer, prcticamente uno por uno, los delitos que haba llevado a cabo o
que haba encargado a otros desde la guerra de Secesin. El documento, que se
conserva en los archivos Pinkerton, era una obra maestra de la traicin, la hipocresa
y la venganza. Con los aos, Shinburn haba aprendido de Charley Bullard los
detalles completos de la carrera de su rival y proporcion a la perpleja polica belga
informacin con pelos y seales sobre el robo del banco Boylston, sobre el American
Bar, sobre el asalto sudafricano e incluso sobre el robo del Gainsborough, que nunca
haba abandonado las manos de Worth y hasta este da sigue bajo su control[618].
Shinburn signific, con apenas una ligera imprecisin geogrfica, que Worth lleva
una vida extravagante en una casa de Piccadilly, encima de la tienda de Fordham [sic]
y Masn,[619] y reconoci que Adam Worth es sin duda el ladrn de ms xito de la
actualidad [] y nadie ha podido engaarlo nunca; por el contrario, tiene fama de
haberse aprovechado de todos los de su gremio con los que ha efectuado algn trato.
Lanzado en su traicin, Shinburn se volc entonces en lo que slo puede
describirse como pasar a cuchillo al personaje: Su poltica consiste en tratar con
hombres dbiles en su oficio, con los que pueda hacer lo que guste sin or una queja;
esta tctica es evidente si se observa a los hombres con los que se ha relacionado. No
reconoce el principio de la honradez entre ladrones y no ha participado nunca en un
trabajo en el que no haya sacado algn mezquino provecho de sus colegas. Quiz
tenga derecho a hacerlo por haber sido siempre el cerebro y el alma de todos los
golpes en que ha intervenido, pero en tal caso debera quedar claro antes de
emprender el trabajo[620]. Entre las presuntas traiciones de Worth estaba la de
sustituir los diamantes buenos por otros de baja calidad cuando divida el botn, y en
general la de estafar a sus cmplices en el reparto. Estas eran las calumnias ms
rastreras, pues si haba algn principio que Worth aceptase era el de la lealtad entre
ladrones, mientras que su generosidad para con sus compaeros era legendaria.
Tras sealar que conoca a Worth, alias Raymond, desde su juventud,[621] el
Barn incluso consider adecuado aliar su perfidia con algunos comentarios ms
personales: el aspecto de Worth era bastante judo,[622] indicaba Shinburn con aire
despectivo, y era muy amigo de llevar encima joyas valiosas de aspecto vistoso,
sobre todo una serie de anillos de diamantes, rubes y esmeraldas en los dedos [] y

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es lo que llaman patizambo[623]. Shinburn, desconocedor de que Ned Wynert haba
muerto y de que William Megotti estaba en prisin, incluy a los secuaces ms fieles
de Worth en su diatriba, que terminaba con una muestra de deslumbrante hipocresa:
En honor a la verdad, puede decirse que este tro de ladrones son la gente con menos
principios y con menos respeto hacia los de su propia calaa que haya existido jams,
y es de esperar que pronto tengan la recompensa que merecen por parte de una ley a
menudo burlada[624].
Los representantes de la ley belga se quedaron perplejos ante aquella inesperada
declaracin, pero mientras ponderaban si creer o no las declaraciones de Shinburn les
lleg la confirmacin por otro lado. Thomas Byrnes, de la polica de Nueva York,
apuntaba cortsmente que la descripcin encajaba con la de Adam Worth, el ladrn
del banco Boylston y, en sus propias palabras, el ms famoso de todos los
delincuentes. A esto sigui otra carta, sta de un excitado superintendente John
Shore, de Scotland Yard, que sell definitivamente el destino de Worth. A Shore le
habra gustado mucho echar el guante a Worth personalmente pero, ya que no haba
sido as, lo sucedido era la mejor alternativa y comunic de inmediato a las
autoridades belgas todo lo que saba de la vida delictiva de Worth, incluido el robo
del Gainsborough.
El resultado de la declaracin estaba ms cerca de la denuncia personal que de
una serie objetiva de indicios y, como lo expres el propio Worth, un tanto
desconsolado, Shore me critic de cabo a rabo y me dej tan mal como pudo[625]
ante las autoridades belgas.
Pero quienes ms saban sobre Adam Worth, los Pinkerton, se mantuvieron en
completo silencio sobre el tema y no hicieron el menor gesto de poner a disposicin
del juez Corswarem los volmenes de informacin que posean sobre las actividades
de nuestro hombre, una omisin por la que Worth estara eternamente agradecido, y
as lo demostrara. Como le explic ms tarde a Pinkerton, y ste se lo coment a su
hermano, cada da esperaba ver publicado en la prensa del pas un informe de
nuestra agencia en relacin con l, e imaginaba que deba de ser mi influencia lo que
frenaba el envo del informe. Yo no le he aclarado nada al respecto, sino que he
permitido que siguiera pensndolo[626]. En realidad, insista William, nadie nos ha
pedido que aportemos nuestro informe[627]. Esto ltimo no era cierto, pues las
autoridades belgas no haban perdido un segundo en contactar con la mayor agencia
de detectives de Estados Unidos, y de hecho an se conserva una copia de la circular
del juez Corswarem en los archivos Pinkerton. El 3 de noviembre de 1892, William
Pinkerton escribi a John Shore para agradecerle el envo de la copia de la fotografa
de Worth. A decir verdad, est tan cambiado que casi no lo habra reconocido [].
Ha envejecido mucho y ya no parece el tipo apuesto que era cuando lo vi en Londres,
hace dieciocho o diecinueve aos. Si el juez de instruccin pide algn detalle, no
tengo ninguna duda de que Robert, en mi ausencia, le proporcionar todo lo que
desee[628]. Shore tambin se preocup de escribir a Robert Pinkerton, quien

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enseguida respondi que escribir al juez de Lieja para comentarle lo que conozco
de Adam Worth[629]. Sin embargo no lo hizo, y tampoco su hermano.
Parece probable por tanto que Worth tuviera razn al suponer que los Pinkerton
haban decidido voluntariamente no proporcionar a los belgas el expediente que la
agencia tena acerca de l. El Ojo y el ladrn se haban encontrado en dos ocasiones
por lo menos en el American Bar de Pars y ms tarde en el Criterion de Londres
, y se haba creado entre ellos una profunda corriente de admiracin mutua. En
nuestros das tal sentimiento se considerara escandaloso, pero entonces el
cumplimiento de la ley se desarrollaba sobre bases menos rgidas. William Pinkerton
defenda la ley, aunque de una manera muy personal, y no dudaba en modificar las
normas si las circunstancias o los individuos lo requeran. Sobre estas movedizas
arenas se sostenan los pilares de la moralidad victoriana. Pinkerton no delat a Worth
por la sencilla razn de que le caa bien, de que respetaba su talento y de que saba
que el ladrn ya tena suficiente con el lo en que andaba metido.
S lo que ha hecho su institucin confesara Worth a Pinkerton muchos aos
despus y s que tuvo la oportunidad de acabar conmigo con ocasin de los
problemas que tuve en Lieja durante mi estancia en Blgica,[630] por lo cual senta
una deuda de gratitud que no podra pagar jams[631]. Ms adelante Worth tendra
ocasin de compensar plenamente a Pinkerton, proporcionndole el golpe ms
celebrado en su carrera como detective.

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20 EL JUICIO
Incluso sin la ayuda de los Pinkerton, las autoridades belgas disponan por fin de
suficiente informacin sobre Worth como para tener confianza en que la acusacin
saldra adelante, y se fij la fecha del juicio para la primavera siguiente. La prensa
belga anunciaba con expectacin el acontecimiento que se avecinaba: Sesin del 20
y 21 de marzo[632]. El juicio del robo al furgn correo, del cual se acusa al ingls
Adam Wirth, alias el Rey de los Revientacajas. Abogado defensor, Jules Janson.
La noticia de que Henry Raymond, el destacado caballero londinense, haba sido
desenmascarado como Adam Worth, delincuente internacional, se difundi
rpidamente en la prensa britnica y norteamericana. Henry Raymond, el conocido
caballero, fue detenido en Lieja, Blgica, tras asaltar un furgn y robar bonos por
valor de cuatro mil libras informaba el New York World. Worth viva en Londres
con gran lujo, disfrutando de los rditos de numerosos delitos [] y pertenece a una
banda de ladrones norteamericanos, muy conocidos por las policas de Pars y de
Nueva York. En el libro del inspector Byrnes sobre delincuentes destacados figura
como "Adam Worth"[633]. El Daily Telegraph sealaba por su parte que el tal Wirth
[] era miembro de una destacada banda de ladrones norteamericanos, dos de cuyos
miembros fueron juzgados en Lieja en 1884 por un atraco al banco Modera en
Verviers. Wirth, implicado en algunos de los robos a bancos ms atrevidos de los
ltimos aos, utilizaba varios alias y durante su estancia en Estados Unidos fue
conocido por la polica norteamericana con el apodo de Rey de los Revientacajas.
Residi un tiempo considerable en Londres, donde llevaba una vida de opulencia y
actuaba como receptador de mercanca de una organizacin internacional de
ladrones[634]. La prensa todava no haba relacionado a Adam Worth con el
Gainsborough robado, pero el inspector Shore no perdi un instante en confiarle a
William Agnew que la bsqueda del retrato de la duquesa quiz terminase pronto. El
detective de Scotland Yard acord un encuentro con el tratante de arte y le expuso los
datos de que dispona.
As fue cmo Worth, mientras esperaba juicio en una ftida celda con el nimo
abatido, recibi la noticia de que haba acudido a visitarle ni ms ni menos que el
cnsul norteamericano. ste afirm representar a un destacado cargo policial de
Estados Unidos que le ofreca pagarle tres mil dlares y obtener su libertad a cambio
de informacin que condujera a la recuperacin del cuadro de Gainsborough[635]. La
versin oficial de la historia ofrecida por Agnew no hace la menor mencin de tal
oferta, lo cual quiz no sea sorprendente, pero existen pocas dudas de que tras ella
estaba el tratante de arte. Worth, no obstante, rechaz tener ninguna relacin con el
asunto y afirm que no saba nada del cuadro y que todos los rumores que corran al
respecto eran falsos[636]. Pronto lleg otra oferta ms creble. El propio abogado de
Worth le dijo que se haban puesto en contacto con l las autoridades inglesas[637] y

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dijo tener la palabra del secretario del Interior de Blgica de que al retorno del
cuadro seguira su puesta en libertad. Worth rechaz de plano no ya el trato sino que
incluso neg ante su propio abogado que supiera algo del retrato[638]. El abogado
trat de convencerlo, pero Worth se mantuvo firme.
En opinin de Pinkerton, quiz tema que la propuesta de trato fuese una mera
estratagema; en efecto, cuesta entender cmo podra un tratante de arte londinense,
por bien relacionado que estuviese y por valiosa que fuese la pintura, haber impedido
que las autoridades belgas llevasen a juicio a un hombre con un extenso historial
delictivo que haba sido sorprendido mientras cometa un robo. Worth estaba sin duda
en la posicin ms desesperada de su carrera, pero la rotunda negativa a colaborar
con las autoridades inglesas o con aquel annimo destacado funcionario policial,
aunque representaran su nica esperanza de obtener clemencia, apunta tanto a una
actitud de cautela como a una terquedad premeditada. La pintura estaba ahora
guardada a salvo en el almacn de Boston, pero durante los diecisiete aos que Worth
haba pasado viajando por el mundo con la duquesa en el bal, en su yate y en su
cama, se haba creado entre ellos un vnculo extraordinario que era mucho ms
importante que el dinero. Ms incluso que su libertad.
En vida, Georgiana haba hechizado a una generacin. Mucho despus de su
muerte, a travs de imgenes como el retrato de Gainsborough, el extrao poder de su
personalidad continu prendiendo la imaginacin del pblico. A travs del robo del
cuadro, Worth se haba convertido en guardin de aquel mito; haba quedado sujeto,
esposado incluso, a la duquesa por un pacto psicolgico que no quera o tal vez no
poda romper. La falsa doble vida que llevaba haba estallado en pedazos, pero Worth
an tena el cuadro, el ltimo smbolo de su rebelda, del gran engao que tan bien
haba ejecutado. Con la duquesa en su poder, como la tena, haba sido un habitual de
los salones dorados sin que nadie descubriese quin era en realidad; ella haba sido su
pasaporte a la alta sociedad y la valla que lo mantena aparte de sta. La ley y el
mundo tal vez lo conocieran ahora como Adam Worth bribn, impostor,
delincuente y falsario, pero mientras controlase a la duquesa seguira siendo, al
menos a sus propios ojos, Henry J. Raymond, caballero de prestancia y ladrn de
altos vuelos. Una fotografa tomada por las autoridades de la crcel en esa poca
revela mucho acerca del estado de nimo de Worth. Con traje pero sin corbata, con un
pauelo asomando del bolsillo del pecho, mira fijamente a la cmara en un gesto
socarrn de desafo, controlado y cargado de amenazas.
Para profunda frustracin del marchante William Agnew, Worth neg con
rotundidad cualquier conocimiento del paradero del cuadro. La duquesa era su prenda
de superioridad y de triunfo, la prueba de que segua como siempre, un paso por
delante, y en esta ocasin se dedic a escribir numerosas cartas a sus aliados,
abogados y amigos todas ellas escritas en una complicada clave, solicitndoles
ayuda en el apuro en que se hallaba. Muchos respondieron, tambin en clave y bajo
nombres falsos, y le aportaron fondos, apoyo moral y los ltimos comentarios de los

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bajos fondos. Todas las cartas fueron interceptadas y estudiadas por las
desconcertadas autoridades belgas. De su esposa y del protector que le haba
asignado, Johnny Curtin, slo obtuvo un ominoso y absoluto silencio, pero el socorro
le lleg de otro lado y result conmovedor. Kitty Flynn, la viuda de Terry, escribi
con regularidad a su examante y le envi grandes cantidades de dinero con mensajes
de aliento que firmaba Turquesa. Ya experta en temas legales, Kitty colabor
tambin en la organizacin de la defensa de Worth. Las autoridades barruntaron la
verdadera identidad de Turquesa, y quizs a travs de Shinburn supieron de la extraa
historia amorosa de Kitty que relacionaba a Worth con Bullard. La polica presion a
Worth para que hablara de su relacin con la mujer pero el ladrn, siempre galante,
neg con rotundidad que hubieran sido amantes. Y cuando se sugiri lo contrario, se
enfureci y se neg a seguir hablando del asunto. Un caballero ingls, incluso el
espurio, no comenta jams sus aventuras amorosas. Cuando se aproximaba la fecha
del juicio, Jules Janson, el abogado defensor de Worth, visit a su famoso cliente y le
plante las perspectivas sumamente negras que se abran ante l: la polica tena
ahora un pequeo puado de pruebas que indicaban que Edouard Grau, alias Adam
Worth, alias Henry Raymond, era un delincuente profesional de una rara distincin;
en cuanto al robo en cuestin, la acusacin haba reunido a varios testigos fiables, por
no hablar del registro de comentarios incautos realizados por Worth mientras estaba
en custodia. El consejo del abogado fue muy claro: reconocer la autora del robo del
furgn correo, pero negar con rotundidad y firmeza prcticamente todo lo dems y
solicitar la clemencia del tribunal. Respecto a lo que ya haba reconocido, deba decir
que le haban sido arrancadas bajo coacciones. Por encima de todo, le recomend
Janson, deba restar importancia a todo aquello de Rey de los Revientacajas. Un tanto
a regaadientes, Worth acept hacer lo que le peda su abogado.
La maana del 20 de marzo de 1893, la sala del tribunal superior de Lieja estaba
abarrotada de abogados y pblico en general, impaciente por ver al acusado que
haba sido objeto de tan extraordinaria publicidad[639]. Monsieur Beltjens, el
solemne acusador pblico, entr en la sala con aire de suprema confianza. Lo segua
Worth, esposado pero haciendo todo lo posible por mantener las apariencias. No
obstante, los seis meses de encarcelamiento ya se haban cobrado un peaje y all, en el
estrado, se apreciaba que haba perdido mucho de su porte de gentilhombre[640].
Por consejo de Janson y a regaadientes, se haba afeitado los prominentes mostachos
y las esplndidas patillas que adornaban su rostro, perdiendo con ello todo su
aspecto distinguido[641]. Como apuntaba el peridico La Meuse: ste ya no es el
caballero de octubre pasado; pero si el rostro ha perdido parte de su distincin
anterior, el individuo conserva a pesar de todo sus modales corteses y correctos[642].
Monsieur Beltjens quiz traa la leccin bien aprendida, pero Worth tambin estaba
preparado para la batalla que se avecinaba y dispuesto a no dejarse vencer en el tema
de la cortesa ante el tribunal.
Los trmites que siguieron fueron breves, confusos y con frecuencia hilarantes,

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pues Worth tergiversaba las palabras de Beltjens e intentaba desacreditarlo con una
mezcla de encanto, equvocos, autoinculpaciones calculadas y permanente perjurio.

ACUSADOR Beltjens: Cundo viaj usted a Norteamrica?


WORTH: Cuando tena cinco o seis aos.
ACUSADOR: Pero slo tena tres cuando su padre emigr?
WORTH: Probablemente.
ACUSADOR: Cunto tiempo vivi all?
WORTH: Hasta 1870. Entonces viaj a Inglaterra, pero no me qued
mucho tiempo. Luego fui a Ciudad del Cabo y a las minas de diamantes.
ACUSADOR: Y dice que dej Londres el 27 de septiembre de 1892?
WORTH: S.
ACUSADOR: No fue invitado a Suiza por un hombre llamado Oscar
Klein?
WORTH: A Klein lo conoc en Basilea, donde un contacto en Ginebra me
haba dicho que lo encontrara. Me qued en Basilea hasta el da que sal
hacia Lieja, con unas breves horas de escala en Colonia y en Aix. Llegu aqu
el 4 de octubre en el tren expreso de las ocho y media de la maana.
ACUSADOR: Qu vio usted a su llegada?
WORTH: Vi el coche de reparto de paquetes del servicio postal. Como los
paquetes estaban cubiertos de sellos, pens que seguramente contenan algo
de valor.
ACUSADOR: Fue entonces cuando se le ocurri la idea del robo?
WORTH: S.
ACUSADOR: Qu hizo usted ese da, el 4 de octubre?
WORTH: Di una vuelta por la ciudad, compr un cerrojo para ver si la
llave encajaba por casualidad en el de la caja fuerte del carruaje, y un gabn
porque haba llovido y no llevaba el mo.
ACUSADOR: No compr esa prenda para poder utilizarla como disfraz
despus del robo, para cubrir sus huellas?
WORTH: No.
ACUSADOR: Pues as lo declar al juez instructor.
WORTH: Es probable, pero no era verdad.
ACUSADOR: Dnde pas la noche?
WORTH: Con una mujer.

En realidad, esto ltimo no era cierto, pero surti el efecto deseado. Cuando la
audiencia dej de rer entre dientes y de hacer demostraciones de escndalo, el fiscal
Beltjens reanud el interrogatorio.

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ACUSADOR: Cmo llev a cabo el robo?
WORTH: Vi que el cochero dejaba el vehculo y entraba en una casa.
Entonces salt al pescante y forc el cerrojo con una palanca. Haba seguido
el furgn desde la estacin.
ACUSADOR: Cuando fue detenido, se neg a decir quin era y de dnde
vena. Incluso le cont al superintendente de polica que antes morira que
reconocer dnde haba trabajado por ltima vez, y aadi que si le dijera la
verdad, me meteran en prisin para toda la eternidad. WORTH: Yo no dije
nada parecido.
ACUSADOR: Declara que no ha sido objeto de ninguna condena
judicial con anterioridad?
WORTH: No he sido condenado nunca. Ni siquiera detenido.
ACUSADOR: Nos est diciendo que es el primer robo que comete en su
vida?
WORTH: As es, exactamente.
ACUSADOR: No le dijo al superintendente de la polica que tiene usted
formacin como mecnico, pero que ha vivido los dos ltimos aos de los
beneficios que obtena del robo?
WORTH: Nunca he dicho nada parecido, pero me tuvieron encadenado y
de pie durante veintids horas seguidas y por eso dije muchas cosas. Pero sa
no, desde luego. Lo que dije, para que dejaran de torturarme, fue que dira lo
que quisieran.
ACUSADOR: Aqu no tenemos por costumbre torturar a los detenidos.

Y en aquel punto, durante unos momentos, monsieur Beltjens hizo una pausa
efectista con la que pretenda reafirmar el poder y la civilizacin del reino de los
belgas. Worth haba reconocido la autora del robo, pero haba conseguido darle el
aire de un acto espontneo e impremeditado, una conducta bastante impropia de un
extranjero en tierra extraa. Beltjens pas entonces a la segunda fase de su ataque:
intentar demostrar que Worth era un rico y poderoso delincuente con una larga lista
de fechoras y numerosos secuaces, muy indeseables. Emprendi una nueva serie de
preguntas.

ACUSADOR: Cuando se vio complicado en el robo de Ostende, en 1886,


dijo usted, si no me equivoco, que no tena necesidad de robar nada porque
ganaba mil quinientos francos a la semana jugando al bacar en invierno y
apostando a los caballos durante el verano WORTH: Eso es cierto. Lo
encontr un poco ms lucrativo que trabajar de mecnico.

La carcajada general ante la insolencia del acusado no amilan al impasible

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Beltjens, que se adentr de inmediato en la maraa de los innumerables alias de
Worth, una zona de investigacin muy compleja que Worth hizo cuanto pudo por
mantener an ms confusa.

ACUSADOR: Usted dio varios nombres falsos cuando fue detenido. Por
qu?
WORTH: Al principio dije que era Edouard Grau. Fue el primer nombre
que me vino a la cabeza, porque no quera que se supiera mi verdadero
apellido.
ACUSADOR: Reconoce que se ha comportado de manera sumamente
irregular?
WORTH: S, estaba fingiendo, pero no haca nada ilegal. ACUSADOR:
Cmo es que se le ocurri escoger el nombre de Grau y el de Henry
Raymond, nombres de conocidos delincuentes americanos?
WORTH: Durante la guerra franco-prusiana de 1870 quise ir a Pars,
pero debido a mis orgenes alemanes me denegaron el pasaporte, de modo
que adopt el apellido Raymond y vine a Francia, donde continu utilizando
ese nombre, igual que en Ciudad del Cabo.
ACUSADOR: Conoce a ese tal Raymond?
Worth: S, era amigo mo.
ACUSADOR: Saba que era un ladrn?
WORTH: O comentarlo alguna vez, pero nunca lo vi robar nada.
ACUSADOR: No saba tambin que ese tipo, Raymond, tena otro
nombre, Adam Worth?
WORTH: En esa poca era yo quien usaba ese nombre.
ACUSADOR: Y no ha odo nunca comentar que en Estados Unidos ese
tal Adam Worth tambin tena fama de ser un ladrn contumaz?
Worth: No.

El juez, el jurado, los espectadores y hasta el propio Beltjens estaban ya sin duda
completamente confundidos respecto a quin era en realidad el hombre que ocupaba
el banquillo. Beltjens, incmodo en extremo, insisti en sus preguntas con terquedad.

ACUSADOR: Conoci usted en Estados Unidos a Bullard y Shinburn,


que fueron juzgados aqu, en 1884?
WORTH: S.
ACUSADOR: Eran dos ladrones profesionales, no es as?
WORTH: Saba que Bullard lo era, pero Shinburn no.

Worth an no estaba al corriente de la traicin de Shinburn y todava intentaba

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protegerlo, a pesar de la antipata que le inspiraba. Puede que tambin esperase que
Shinburn respondiera a aquella muestra de lealtad proporcionando referencias
parecidas cuando lo interrogasen. De poco serva en cambio intentar la defensa del
buen nombre de Bullard, aun suponiendo que ste lo hubiera tenido alguna vez.

ACUSADOR: Oscar Klein, de quien ha dicho que era amigo de usted,


tambin era un delincuente habitual? Worth: S, saba que viva del robo y
de la estafa.
ACUSADOR: Cuantas relaciones tiene en los crculos de los ladrones
profesionales! Y con Bullard tena una especial amistad, no es as? Worth:
S, fui a visitarlo en Pars, donde llevaba un bar en la ru Scribe.
ACUSADOR: No fue condenado en Pars por dirigir un garito en ese
mismo bar?
WORTH: S.
ACUSADOR: Y mientras l estaba en prisin, no se encarg usted del
bar?
WORTH: Se lo compr. Bullard era riqusimo. Tena diez mil libras en el
banco. Yo tena doce mil. Acababa de regresar de Sudfrica.
ACUSADOR: Saba cmo haba ganado Bullard esa cantidad?
Worth: No.
ACUSADOR: Entonces estamos ante otra relacin ms con un
delincuente! Cunto pag por el bar?
WORTH: Cien mil francos.
ACUSADOR: No slo tiene usted una serie de amigos y conocidos de lo
ms peculiar, sino extraas maneras de comunicarse con ellos. En prisin ha
recibido cartas con las firmas de Turquesa, Comediante y Edouard Grau, el
mismo nombre que usted utiliz en una poca.
WORTH: Son nombres de actores cmicos de Londres. Quera
asegurarme de que nadie se enteraba de quines eran mis conocidos, ni de
mis asuntos.

Monsieur Beltjens empezaba a perder fuelle. Sugiri que Worth haba comprado
el candado nuevo para reemplazar el de la caja fuerte, una vez forzado, lo cual le
dara tiempo de escapar. Worth replic que no era as. Beltjens seal con sarcasmo el
notable parecido entre el robo de Ostende y el delito que se estaba juzgando e
insisti en que Worth ya llevaba en Lieja ms de un mes, antes de la fecha que haba
dado, el 5 de octubre. Y que se haba dedicado a planificar el robo. Nuestro hombre
respondi que no era as. Exasperado ante la serie de negativas en redondo, Beltjens
se vio forzado a concluir el alegato con un anticlmax:

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ACUSADOR: Pero reconoce haber robado en el furgn?
Worth: S.

La acusacin cedi su turno, y Theodore de Corswarem, el juez instructor, se


dispuso a prestar declaracin. De Corswarem enumer brevemente una serie de
delitos que la polica inglesa ha atribuido a Adam Worth, sin aportar ninguna prueba
determinante, por la sencilla razn de que, si el superintendente Shore de Scotland
Yard hubiera tenido alguna, Worth llevara en aquel momento esposas inglesas en
lugar de belgas.
Worth se puso en pie de un salto para protestar por la utilizacin de meros
rumores y manifest su inocencia en tono vehemente. Sin ninguna ceremonia, se le
orden que callara y se sentara. De Corswarem ofreci entonces una pincelada del
mundo de opulencia en que viva Henry Raymond: En esa poca viva en Piccadilly,
donde llevaba una vida de gran lujo y mantena una tripulacin en un barco fluvial en
el Tmesis, y un yate en Southampton.
Al ser interrogado sobre el origen de su riqueza atestigu el magistrado el
acusado respondi que haba ganado mil quinientos francos por semana con el juego.
No parece encontrarse en apuros financieros. Recibe un montn de cartas de Londres
y de Nueva York, pero vienen escritas de tal manera que nos resulta imposible
averiguar qu dicen. Una de estas cartas llevaba la firma de Turquesa, seudnimo que
corresponde a una mujer de Nueva York que acaba de enviarle ciento cincuenta
dlares.
El abogado de Worth escogi aquel momento para hacer una protesta, la primera
en todo el juicio y de la cual Worth habra podido prescindir perfectamente: Se trata
de la seora Bullard!, proclam, infructuosamente. El magistrado se mostr de
acuerdo en que Turquesa y la exseora de Bullard eran la misma persona y anot que
el acusado haba dicho que la conoca, pero negaba que hubieran sido nunca
amantes.
A pesar de su creciente irritacin de Worth ante aquellas especulaciones
injustificadas sobre su vida amorosa, mantuvo la compostura. Mientras tanto, el juez
instructor segua hablando del lujoso tren de vida que llevaba en Londres. Tena un
mobiliario excelente en su residencia. La polica londinense dice que tena una
condena en Estados Unidos. He escrito para que lo confirmasen pero no he recibido
respuesta. Ni nunca la tendra gracias a la reticencia de Pinkerton. Llegado a este
punto, De Corswarem finaliz bruscamente su testimonio con esta frase directa: Al
final me dijo que llevaba dos aos dedicado a robar.
Dos testigos ms describieron luego cmo haban colaborado en la detencin del
ladrn, a los que sigui Janssens, un operario de los ferrocarriles que afirm haber
visto a Worth siguiendo el furgn del correo un mes antes del robo. Cuando se dio
cuenta de lo que vena, Worth intent negarlo de nuevo, pero sus protestas se fueron
haciendo ms dbiles conforme se repetan.

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Beltjens hizo el alegato final apelando al jurado a condenar a la mxima pena
posible a aquel malhechor, osado y peligroso.
Y por fin lleg el turno de Jules Janson de presentar la defensa. Quiz se dej
abrumar por la situacin, o se desanim ante la abundancia de pruebas contra su
cliente, o simplemente era un mal abogado; en cualquier caso, su actuacin no tuvo
ninguna brillantez.
La importancia del acusado y de sus circunstancias ha sido exagerada por
completo empez diciendo Janson. El seor Worth haba reconocido ciertas
cosas, pero debe tenerse en cuenta su situacin. Y debe ser visto por ustedes [el
jurado] como autor de un nico delito. Segn informaba La Meuse, el seor Janson
dijo que la informacin proporcionada por la polica inglesa era una mera calumnia,
que no debera haberse incorporado al procedimiento y que haba cruzado el Canal
para desacreditar a un hombre que nunca haba recibido la menor condena por hecho
alguno. Y cuando pareca que empezaba a entrar en el tema, Janson realiz un
brusco alto en su alegado y repiti farfullando: Worth no ha recibido nunca una
sentencia condenatoria!, antes de terminar con unas palabras que sonaron a total
abdicacin: El jurado debe ser indulgente con el acusado, por el bien de su esposa y
de sus hijos. Sus ltimas palabras se desvanecieron en un murmullo, y por fin tom
asiento.
El jurado haba odo ya cinco horas de testimonios interesantes, aunque confusos,
pero apenas le llev unos minutos alcanzar un veredicto. Worth fue encontrado
culpable de robo, segn los cargos, y sentenciado a siete aos de confinamiento en
solitario con trabajos forzosos. El tribunal levant la sesin a las cinco y Worth,
intentando mantener la dignidad que an le quedaba, abandon la sala y fue
conducido a la prisin de Lovaina, de infausta fama, para empezar a cumplir la
sentencia.

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21 CABALLERO CON GRILLETES
La vida carcelaria result inevitablemente dura para Worth, que se haba
ablandado con los aos de vida muelle en Londres, pero le pesaba doblemente porque
no tena all a Charley Bullard para hacerle compaa, y en cambio estaba Max
Shinburn. Las autoridades haban accedido a reducir la condena del Barn como pago
por su traicin a Worth, pero an le quedaba ms de un ao en la prisin de Lovaina.
Con ocho aos ya entre aquellas rejas, Shinburn era un poder fctico en la crcel de
Lieja y se dedic a hacer imposible la vida a Worth con la crueldad inhumana que
algunos presos reservan siempre para sus compaeros de reclusin. Segn los
Pinkerton, Shinburn haba conseguido el favor de los funcionarios y mantena una
cierta posicin de dominio sobre los dems prisioneros; su comportamiento era
prepotente y tirnico, y haca todo lo que poda para infligir dao a su antiguo amigo.
l fue la causa de numerosos castigos que recibi Worth[643]. ste no tard mucho
en ponerse al corriente de la traicin del Barn. Shinburn nunca le haba cado bien
pero ahora, como principal vctima de su crueldad psictica, senta por l un odio
visceral.
Era un sopln permanente de lo que hacan todos y cada uno de los internos,
[644] explicaba ms tarde, furioso. El Barn era un esquirol de los guardianes[645].

Era tal la influencia de Shinburn que incluso los carceleros le tenan respeto, pues
pasaba informes de sus actividades al alcaide. En aos posteriores, Worth terminara
por soltar espumarajos ante la mera mencin de su nombre. De todas las sabandijas
despreciables que alguna vez han elegido por oficio el de ladrn, Max Shinburn era
sin duda la peor de todas. Era la sabandija ms completa y total que he conocido en la
vida; careca de cualquier asomo de hombra,[646] declar a Pinkerton. Y la hombra,
o mejor an la caballerosidad, era la cualidad que le resultaba ms querida. No haba
nada, del asesinato abajo, que Shinburn no estuviera dispuesto a hacer []. Era el
cerdo ms vil, despreciable y arrogante que haya vivido jams[647]. Worth, por lo
general persona pacfica, termin su comentario diciendo que nunca se
recuperara[648] de lo que le haba hecho su antiguo socio, y que si algn da tena
ocasin lo matara[649].
Con Shinburn para hacerle la vida imposible y el lgubre fantasma del difunto
Charley por nica compaa, Worth se hundi en la ms negra depresin, que se
ahond cuando llegaron de Inglaterra noticias sobre el destino de su familia. Johnny
Curtin, en una demostracin de que era la persona vulgar que describiera Sophie
Lyons, recompens la lealtad de Worth y su negativa a confesar su nombre con la
traicin ms inesperada. La seora Raymond haba sabido por los peridicos que su
marido, el respetable Henry Raymond, era en realidad Adam Worth, un hombre que
haba cometido toda clase de delitos imaginables, prcticamente, y que en aquel
momento cumpla condena a siete aos de trabajos forzados en una crcel belga. Con

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dos hijos pequeos y abandonada de repente por la sociedad respetable, la seora
Raymond se senta ms que desgraciada, estaba histrica. Al parecer, la nica persona
dispuesta a ayudarla era Johnny Curtin, el solcito socio comercial de su esposo, el
cual, fiel a su trato con Worth, haba corrido a su lado. A lo largo de muchos meses,
Curtin consol a la angustiada y dbil mujer, la tranquiliz con bebidas y ludano, se
ocup de llevar la mansin de Clapham, y por ltimo la sedujo.
Probablemente los rumores de la intimidad ilcita entre su mujer y Curtin le
llegaron a travs de Sophie Lyons. Cuando constat la veracidad de la informacin se
sinti indignado ante la debilidad de la mujer y la traicin de su amigo[650].
Desenmascarado, encarcelado y ahora burlado, Worth vea los lamentables
acontecimientos que tenan lugar en Londres, impotente para impedirlos. Curtin ya
haba usurpado el lugar de Worth en su lecho marital y ahora se propona hacerse con
el resto de sus propiedades. La seora Raymond result tan incapaz de defender su
dinero como lo haba sido de su virtud, pues al parecer no puso objeciones cuando
Curtin se embols el importe de la venta de los caballos de carreras, la casa de
Brighton, la mansin de Clapham y por ltimo el Trbol, que fue adquirido por el
aristcrata lord Lonsdale, quien aloj al kiser en el mismo camarote en el que haba
estado oculta la pintura robada[651].
Y entonces, tan de repente como haba aparecido en la vida de la mujer, Curtin
vol llevndose consigo hasta el ltimo penique de Worth.
Fue un golpe demasiado fuerte para la seora Raymond, para entonces convertida
ya en una alcohlica que apenas coordinaba. Sin un penique, sin casa y desamparada
por segunda vez en un ao, su mente cedi al peso de los remordimientos[652] y fue
recluida, balbuceante, en un asilo para dementes del que no volvi a salir. Los dos
pequeos, un nio de seis aos y una nia de tres, hurfanos ahora a todos los
efectos, fueron enviados a vivir con John Worth y su mujer, en Brooklyn. All, segn
Lyons, crecieron hasta hacerse adultos, desconocedores de la verdad acerca de su
padre[653].
Cuando le lleg la noticia de la tragedia, Worth estall de desesperacin y de
furiosa impotencia. Aos ms tarde segua muy amargado[654] con el papel que
haba tenido Curtin en su vida, y rogaba al cielo que el resto de su vida no tuviera
nunca un da de suerte y diera con l[655]. Obsesionado con su desgracia y
atormentado por Shinburn, Worth se hundi an ms en la desesperacin. Privado de
la posibilidad de controlar los acontecimientos, su salud y su mente empezaron a
deteriorarse. El trato carcelario en Blgica era brutal,[656] le contara a Pinkerton.
Afectado de un catarro que le produca un gran dolor, el matasanos del hospital le
efectu una tosca intervencin en la que le oper la nariz por dentro,[657] lo cual
empeor notablemente las cosas y dej a Worth presa de violentas hemorragias
nasales y de insufribles dolores de cabeza. En una ocasin, cuando padeca la
postracin nerviosa, estuve tres meses seguidos en el hospital, e intentaron sacarme

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de all y no pudieron, y me lesion la espalda con hierros candentes,[658] le cont
ms tarde a Pinkerton. Su siguiente colapso lo envi al hospital de la prisin durante
otros cuatro meses.
El preso tuvo por fin un breve alivio de al menos uno de los horrores de la vida en
prisin cuando el sdico Shinburn, su principal torturador, fue finalmente puesto en
libertad. Segn el trato establecido antes del juicio de Worth, el documento
proporcionado por Max Shinburn al gobierno belga [] aseguraba el
encarcelamiento de Worth y la liberacin de su autor,[659] el principal chivato de la
crcel. Shinburn cumpli nueve aos, bastantes menos de los que sealaba la
condena[660]. Las autoridades belgas lamentaron casi de inmediato la decisin de
poner en la calle a Shinburn, pues al cabo de pocos meses un juez instructor emiti
otra circular en la que peda que todos los agentes de polica tuvieran la amabilidad
de comunicarle cualquier informacin en torno al paradero de Shoenbein [Shinburn]
para que se le halle y se pueda determinar de forma concluyente si este conocido
delincuente ha estado en Blgica recientemente[661].
Se proporcion una descripcin segn la cual, mientras Worth se deterioraba
rpidamente en la prisin de Lieja, el Barn, gracias a su doblez, haba sobrevivido a
la experiencia sin perjuicio visible en sus aires seoriales. Siempre viste bien. Tiene
un aspecto distinguido gracias a sus modales refinados. Su lenguaje es muy corts y
siempre se aloja en los mejores hoteles[662]. Shinburn, de hecho, haba abandonado
Blgica tan pronto como se vio en libertad, y despus de una operacin para eliminar
el hoyuelo del mentn que lo delataba y con la esperanza de borrar el rastro de su
identidad mediante la concienzuda puesta en circulacin de un rumor sobre su muerte
en Blgica, se instal en Nueva York una vez ms.
Shinburn no disfrut de su libertad mucho tiempo, y ninguna operacin de tosca
ciruga plstica poda disimular su porte distinguido. De nuevo entre la comunidad de
ladrones de la ciudad, empez a trabajar en pequeos bancos y oficinas de correos
para conseguir el capital necesario para llevar a cabo sus planes para un robo ms
importante[663]. Dos meses despus se produjo el robo de veinte mil dlares de la
caja del First National Bank de Middleburg, Nueva York. Los detectives de Pinkerton
localizaron finalmente a Shinburn y empezaron a seguirlo, pero le correspondi a
William Pinkerton llevar a cabo la detencin personalmente, con la mayor
repercusin pblica posible. En su residencia se encontr un juego completo de
herramientas para el robo, ganzas, llaves maestras y taladros de todas clases, una
botella de nitroglicerina y una jeringa para introducirla en las rendijas de la puerta de
las cajas fuertes, pistolas y calzado de suelas flexibles de goma y otros artculos
utilizados por los ladrones informaron los detectives. Sin duda, Shinburn ha
estado tramando un plan para un gran robo[664].
La detencin de Shinburne [sic] marca sin duda el principio del fin de su
carrera,[665] sentenci Pinkerton. La vieja herida de la pierna del Barn se haba

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infectado ltimamente estaba obligado a utilizar un tubo de plata para drenar la
pus que sala de la llaga,[666] recordaba Pinkerton con repulsin, pero a sus
sesenta y dos aos, el Barn no haba perdido un pice de estilo y segua siendo un
hombre de ademanes suaves, de hablar pausado, afable, vestido con prestancia y con
aspecto de extranjero acaudalado []. Es un conversador fluido cuando desea tratar
cualquier tema[667]. Pero esta vez su labia no poda ayudarlo. El Barn fue juzgado
en Middleburg y sentenciado a otros cuatro aos de crcel. Perseguido por sus
propios antecedentes delictivos, sera puesto en libertad al final del perodo para ser
detenido otra vez, de inmediato, por otro delito anterior. Shinburn vivi lo suficiente
como para lamentar su liberacin anticipada de la prisin de Lovaina, pues pasara
los trece aos siguientes en diversas crceles norteamericanas, siempre entre
enrgicas protestas de inocencia.
Worth, que no desconoca Schadenfreude, recibi complacido la noticia de la
detencin, juicio y encarcelamiento de Shinburn. Recordaba que estaba en su celda,
enfermo de los nervios,[668] cuando uno de los guardianes, que tambin haba
padecido las tendencias sdicas de Shinburn, acudi a darle la gran noticia [] de
que Pinkerton haba capturado al gran Shoenbein, alias Shinburn[669]. Como
relatara ms tarde a Pinkerton, la informacin le hizo ms bien que todos los
mdicos y todos los remedios a los que pudiera acudir[670].
El prfido Curtin tambin recibi su merecido al poco tiempo. Tras haber
seducido a la esposa de Worth y haberse quedado con su dinero, Curtin se haba
instalado en Woburn Place, bajo una identidad y un nombre falsos; all fue detenido
en mayo por dos detectives de Scotland Yard como sospechoso de una serie de delitos
por resolver. Un conocido delincuente llamado John Curtin, que al parecer usa
peluca, fue acusado de incomparecencia ante las autoridades segn la ley de
Prevencin de la Delincuencia,[671] informaba el Daily Telegraph. En un cajn de
la habitacin del detenido se encontr un revlver de seis balas, cargado, y algunas
joyas,[672] probablemente restos de las propiedades de la pobre seora Raymond,
loca y desposeda. Worth lleg a tener noticia del merecido final que haba
encontrado Curtin. Pero todas las alegras que le llegaban tenan corta vida y as, al
cabo de un ao, recibi otro cruel golpe psicolgico con la noticia simultnea de que
las dos musas que haban inspirado su vida, negra pero potica, haban muerto.
La monumental Marm Mandelbaum, que haba enseado a Worth los
fundamentos de lo que podra llamarse delincuencia de cuello blanco, haba seguido
prosperando enormemente como reina del corral de los ladrones de Nueva York.
Gran parte de las propiedades saqueadas durante el gran incendio de Chicago de 1871
haba tomado el camino de sus almacenes y luego haba salido de ellos, dejndole
pinges beneficios. Pero ni siquiera los abogados corruptos, Howe y Hummel, haban
sido incapaces de ayudarla cuando, en 1884, uno de los pocos fiscales honrados de la
ciudad, Peter B. Olney, decidi que haba que dar fin a su reinado. Con la ayuda de

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los Pinkerton, Olney le tendi una trampa con ciertas sedas que Marm haba sealado
como objetivo a su corte de ladrones. En el registro de sus oficinas, los detectives
hallaron no slo la seda robada sino tambin pruebas suficientes para apartarla de la
circulacin para siempre. Pareca imposible que pudiera haber tanta riqueza junta en
un lugar informaba un reportero. Haba ropa suficiente para abrigar a un ejrcito,
y bales llenos de piedras preciosas y objetos de plata. Junto a una pared se apilaban
los muebles antiguos, y bajo unos peridicos se guardaban unos lingotes de oro
procedente del fundido de los engastes de las joyas. Tambin haba balanzas de todas
las formas y medidas para pesar diamantes[673].
Al cabo de unas horas, el fiscal de distrito present vanas rdenes de detencin,
acusndola de robo de mayor cuanta y de receptacin de bienes robados[674]. El
juicio se fij para diciembre de aquel ao. En libertad bajo fianza de veintiuna mil
libras, Marm dio instrucciones a Bill Howe para que la sacara del lo a base de
sobornos, pero esta vez el abogado se mostr pesimista. Ciertos elementos
reformadores e inslitamente honrados se haban apoderado del gobierno de
Nueva York, y las cosas estaban tomando un manifiesto mal cariz, explic Howe. As
pues, Marm Mandelbaum hizo las maletas, y al parecer escap con ms de un milln
de dlares a Canad. Los Pinkerton no tardaron en seguir su pista hasta Toronto, pero,
segn las leyes de extradicin, all era intocable, y la oronda dama acudi la mar de
feliz al banco, sobre todo despus de que su agente consiguiera transferir a su cuenta
la propiedad que haba utilizado como fianza, mediante documentos caducados[675].
A principios de 1894, despus de diez aos de exilio dorado, la poderosa Marm
Mandelbaum, que haba alcanzado unos heroicos ciento cincuenta y cinco kilos de
peso, falleci finalmente a la edad de setenta y seis aos. El inmenso fretro de
Fredericka fue transportado, con considerables dificultades, de vuelta a Nueva York,
donde fue enterrado con toda la pompa de que era merecedora una mujer de tan
sorprendentes dotes delictivas. Segn se dijo, a varios de los asistentes les volaron las
carteras durante el funeral.
Marm Mandelbaum haba sido la primera inspiracin y el modelo en que haba
querido reflejarse Worth, y su muerte lo afect profundamente. Pero ms abrumadora
result an la noticia de que Kitty Flynn, su Turquesa, de la que no saba nada desde
haca aos pero de quien si hay que dar crdito a Sophie Lyons, a los Pinkerton y a
todos sus socios criminales siempre haba mantenido un clido recuerdo, haba
fallecido en Nueva York el 13 de marzo de 1894, a la edad de cuarenta y un aos, de
una nefritis. La suya haba sido una vida realmente notable, y los peridicos de
Nueva York compitieron en titulares en su necrolgica: EMPEZ COMO
CAMARERA,[676] pregonaba el New York World Fallece Kate Louise Flynn
Bullard Terry, dejando millones a sus tres hijas. DOS DE ELLAS SON HIJAS DE
UN LADRN. La historia de la vida aventurera de una chica bonita y su boda final
con un potentado azucarero.
Kitty estuvo enferma varias semanas, y finalmente se apag en silencio en su casa

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de la calle 74 Oeste, 102. Sus hijas, que estaban en Pars con sus tos, Emilio y
Francisco Terry, fueron llamadas por el mdico, el doctor Clark Wright, pero todava
estaban en el ocano cuando Kitty exhal su ltimo suspiro. Juanita Teresa, la hija
de ocho aos de Juan Pedro, era ahora heredera de unos cinco millones de dlares,
mientras que las dos mayores, hijas del ladrn bgamo [], heredarn alrededor de
un milln,[677] segn clculos del peridico.
Sin embargo, al leer el testamento de Kitty, las cosas resultaron bastante distintas:
Juanita, como sealaba su madre en su ltima voluntad, ya estaba bien cubierta,
[678] pero todas las propiedades a dividir entre las hijas mayores, una vez saldadas las

deudas pendientes, apenas ascendan a cinco mil dlares. Kitty haba conseguido
gastar ms de un milln de dlares en menos de ocho aos y haba muerto casi tan
pobre como haba empezado. Segn una fuente, el resto de su fortuna fue
derrochado [] en caprichos y ropas finas[679]. El despilfarro del legado de Juan
Pedro Terry fue un acto de libertinaje por todo lo alto, muy propio de aquella gran
dama hecha a s misma, que habra tenido la completa aprobacin de su ltimo
marido y de su antiguo amante. A pesar de no haberles dejado prcticamente nada, las
hijas mayores no pasaron hambre. Lucy Adeline, ya con veintitrs aos, fue
nombrada tutora de Juanita por el tribunal testamentario. Con el tiempo, tanto ella
como Katherine Louise haran excelentes bodas y se convertiran en damas de
sociedad, algo que su madre siempre haba aspirado a ser.
La determinacin de Kitty de inventarse y reinventarse a s misma haba sido lo
primero que haba conquistado a Worth. Era una comunin de espritus que estaba en
lo ms profundo del nico asunto amoroso humano que Worth haba conocido en su
vida. Juntos haban emergido de la nada para convertirse en personas acaudaladas,
porque tanto l como Kitty se haban hecho un lugar en el mundo con el dinero de
otros. Vivieron en una poca en que la apariencia contaba ms que la esencia. Pese a
su esnobismo ya la estratificacin social, la era victoriana fue un tiempo en que una
criada poda llegar a princesa, y un golfillo callejero llegar a prncipe. Kitty Flynn y
Adam Worth se haban construido una posicin refinada, con casas, caballos, yates y
joyas, al igual que un pintor reproduce la fantasa con tela y pintura. Kitty obtuvo el
dinero casndose con l; Worth, robndolo. Pero en muchos aspectos eran idnticos,
conspiradores que colaboraban en el gran fraude de la moral victoriana y las
apariencias.
Sin embargo, haba en Kitty una integridad de la que Worth, como tantos
Victorianos, careca visiblemente. Worth haba conseguido convencer a todos, incluso
a s mismo, de que su vasta riqueza lo haca una persona mejor, un ser moralmente
superior, incluso aunque los medios para conseguirla fueran descaradamente
deshonestos. Kitty haba mostrado la misma voluntad frrea en su determinacin por
alcanzar la cima mediante la utilizacin de sus manifiestos talentos y, aunque ello la
haba llevado a relacionarse con ciertas compaas poco recomendables, no haba
mentido, engaado ni robado para llegar a ella. Como Georgiana, la duquesa de

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Devonshire, Kitty se haba mantenido fiel a su imagen turbulenta y no le haba
importado un pice lo que opinara el mundo. Tal sinceridad personal era
incomprensible para Worth, y tal vez fue la causa de que l la amara y la envidiara
hasta ms all del da de su muerte.
Kitty Flynn, la chiquilla de los barrios pobres de Dubln, fue enterrada en el
mausoleo de la familia Terry, en el cementerio de Green Wood, en Brooklyn, el ms
exclusivo de Nueva York, con una vista soberbia del puerto hasta los rascacielos de
Manhattan. La ambicin del neoyorquino es vivir en la Quinta Avenida, tomar el
aire en el Central Park y dormir con sus padres en Green-Wood,[680] seal el New
York Times en cierta ocasin. Kitty habra estado encantada con su lugar de reposo
eterno; nunca haba disimulado sus deseos de distincin y de hacer todo lo que fuera
necesario por alcanzarla. Se haba sacado de encima a los marineros en Liverpool,
haba bailado con descuideros y ladrones en Pars, haba flirteado con los solteros
ricos de Manhattan y haba terminado por convertirse en una reina de la sociedad,
encantadora y litigante, la ms rica de las ricas, compaera de prncipes, magnates y
millonarios, pero siempre haba sido la misma en su fuero interno. Y ahora la
muchacha irlandesa de ojos alegres yaca all, en Green-Wood, rindose de todos
ellos. Sus vecinos de su ltima morada eran ilustres: no lejos de la suya est la tumba
de Lola Montez, otra famosa consorte entre cuyos amantes se contaron Franz Liszt, el
rey Luis I de Baviera y Alexandre Dumas. Pero uno de los vecinos ms prximos en
el enorme cementerio es Henry J. Raymond, fundador del New York Times y slido
pilar de las fuerzas vivas, cuyo buen nombre le haba sido robado a perpetuidad por el
amante malhechor de la mujer.
Haba vivido tan intensamente como para hacer envejecer, antes de acabar su
juventud, a la mayora de las mujeres,[681] dijo de ella el New York Herald. De todos
modos, Kitty se haba mantenido joven.
Muchos aos antes de su muerte, Adam Worth haba perdido a su amante y pareja
espiritual en su extraa danza y, aunque Kitty lo hubiera desdeado, l quizs haba
conservado algo de ella en el retrato de Gainsborough que reflejaba su mirada
decidida y firme. Ahora, con su fallecimiento, se rompa el ltimo hilo del encaje. Su
esposa haba muerto, su amante y sus amigos tambin, y sus hijos estaban al otro lado
del ocano. Los caballos, yates, libros, muebles, sus colegas de cacera y sus
conocidos respetables haban desaparecido tambin, junto con su salud y sus fuerzas,
y lo nico que le quedaba, aunque no lo poda mostrar, era un cuadro soberbio que
acumulaba polvo en un lejano almacn, un cuadro tan encarcelado como l mismo.
Worth terminara por pasar a la inmortalidad literaria en la figura del profesor
Moriarty de las aventuras de Sherlock Holmes, pero su compaera tambin tuvo su
hueco en la cultura popular. La historia de cmo Kitty Flynn alcanz Hollywood
despus de muerta es casi tan rocambolesca como la de su propia vida. En 1945,
medio siglo despus de que Katherine Louise Flynn Bullard Terry recibiera eterno
descanso, vio la luz Kitty, la ltima novela romntica de Rosamund de Zeer Marshall,

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autora de libros de grandes emociones y de escenas apasionadas.
Kitty es una obra muy extraa. Da la impresin de que la autora absorbi muchos
de los elementos de la historia del robo del cuadro, dej que se filtrasen en su cabeza
y finalmente los organiz en un relato de ficcin a su manera. El libro es un hbrido, o
quizs un mestizo, entre verdad y ficcin. La Kitty de Marshall es una especie de
cruce entre Pigmalin y Pretty Woman del siglo XVIII. Est escrito en primera persona
y abunda en pechos anhelantes, sedas rasgadas, corss apretados, lluvias de besos y,
en cumplimiento de alguna norma inmutable de la literatura romntica, en encuentros
sexuales cargados de eufemismos cada docena de pginas.
Esa piel de satn que tienes cubre un armazn de acero al temple; esa carne
suave es firme como la de un joven bulldog,[682] comenta jovial y afable Thomas
Gainsborough cuando encuentra a la supuesta Kitty, hurfana y prostituta del East
End de Londres, en Pall Mall, hacia 1785. En lugar de dar rienda a sus bajos instintos
con ella, como espera la hermosa Kitty, Gainsborough la pinta en un retrato. A travs
del pintor, la muchacha conoce al atractivo y diablico Hugh Marcy,[683] un joven
que, carente de la delicadeza de Gainsborough, se acuesta con ella de inmediato y
sigue hacindolo, a intervalos, durante las doscientas pginas siguientes. Sir Hugh
dado que es noble promete convertir en duquesa a su muchacha de la calle.
Kitty pregunta a una de sus compaeras de oficio:
Qu es una duquesa?
Esas seoras que van en carruaje y llevan plumas en la cabeza explica la
otra.
Y cundo llevar yo plumas en la cabeza y pasear en coche?[684].
Como era de esperar, bajo las directrices de sir Hugh aprende a comportarse
como una dama mientras, en palabras de Kitty, la feminidad floreca en mis pechos
henchidos y en mi piel fina y clara[685]. Ni siquiera sir Hugh consigue resistirse a la
belleza que ha creado, y se enamora: Maldita sea, Kitty confiesa, me tienes
suspirando por ti como un escolar desquiciado por su primer amour[686].
Kitty se casa primero con un rico ferretero, el cual muere oportunamente, y luego
con el anciano terrateniente Roy Fitz-Alen, marqus de Ruthyn, conde de Lonmore,
barn de Harden y, por encima de todo, vigsimo tercer duque de Malminster
quien tambin muere en el momento ms adecuado, dejando a Kitty como duquesa de
Malminster, duea de una riqueza apabullante y reina soberana de la sociedad
aristocrtica. El matrimonio con un duque no impide sus encuentros con sir Hugh, en
parte porque al viejo duque ya no le queda mina en el lpiz, pero sobre todo porque a
ella le apetece (y naturalmente porque as lo quiere Rosamund Marshall, la autora):
La caricia aterciopelada de su beso fue como si un milln de labios tocaran mi
cuerpo desnudo []. Apart los profundos pliegues de la ropa y me contempl y
recorri con un dedo mi piel, desde los pechos hasta el ombligo, despacio[687]. Y
as contina.

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Kitty se ve involucrada en poltica como reformadora whig, y Thomas
Gainsborough Llmame Tom, sin ms[688] vuelve a pintarla, esta vez como
duquesa, una ninfa moderna en un claro de bosque[689]. El propio Gainsborough
est asombrado ante su transformacin: Eres con mucho el ms esplndido de mis
temas[690], le dice. Todo Londres est intrigado con la hermosa duquesa y su retrato,
pero corren los rumores y las mentiras descaradas se difunden de boca en boca
como un incendio.
Vaya ascenso para Kitty se mofa sir Hugh, celoso. Del arroyo a la
antecmara real. Quin sabe? El joven Jorge, que algn da reinar, tiene buen ojo
para la belleza femenina. Y por si no lo hemos entendido, la autora le hace
explicar al modisto francs de Kitty, imitando su acento con una comicidad
incomparable: Solo existe otga belleza que pueda compagagse con la de la seogita
Gordon el apodo de soltera de Kitty y es la pgopia duquesa de
Devonshire[691].
Kitty se enamora finalmente de un tal Brett, lord Mountford, que de joven pos,
nos cuenta la autora, para el retrato de Gainsborough El muchacho de azul. Sir Hugh
somete a chantaje a la mujer y desaparece por fin camino de Constantinopla. Kitty se
casa con Brett, quien por supuesto es todo un hombre[692].
Me despoj del camisn nos cuenta Kitty, y me puse el deshabill para la
noche de bodas, una breve prenda de gasa verde plido[693].
Y afortunadamente eso es todo.
Publicada en los ltimos meses de la guerra, Kitty contribuy a mantener
calientes los hogares y es de esperar que los cuerpos tambin y alcanz ocho
reimpresiones, una cifra asombrosa. La novela es, desde luego, una de las peores
obras de ficcin jams escritas en cualquier idioma, pero el vaporoso esfuerzo de la
seora Marshall dio lugar a una pelcula del mismo ttulo que se ha convertido en un
clsico. Kitty, producida por Paramount Pictures y dirigida por Mitchell Leisen, lanz
la carrera de Paulette Goddard en el papel de protagonista. Como escribe el bigrafo
de la actriz, se invirti mucho esfuerzo para transformar a Paulette en la Kitty
golfilla de la calle del siglo XVlll que se convierte en duquesa[694]. La gran actriz
norteamericana tuvo que pasar un tiempo hablando nicamente con acento cockney,
desde el desayuno hasta que se acostaba[695]. En manos de los guionistas Darren
Ware y Karl Turnberg, las imgenes tpicas de Rosamund Marshall se hicieron ms
claras, ms divertidas y mucho ms sutiles. Ray Milland interpreta a un sir Hugh
atractivo pero despreciable, y Cecil Kellaway, en el papel de Gainsborough, resulta
bastante menos insoportable de lo que uno podra esperar. La pelcula compiti con
xito frente a las mejores producciones de la 20th Century Fox y obtuvo unos
enormes ingresos de tres millones y medio de dlares brutos de recaudacin[696]
cuando se estren en el teatro Rivoli el 31 de marzo de 1946. Las crticas fueron
esplndidas: Paulette Goddard ha actuado con un temperamento ardiente, a tono con

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su belleza arrebatadora, en el papel protagonista [] aporta a la obra el toque
adecuado de romanticismo irnico[697]. Para las fotos publicitarias, Paulette
Goddard pos con un enorme sombrero de plumas y una rosa en cada mano en una
parodia directa de la duquesa original de Gainsborough, que vena a demostrar una
vez ms la extraa perdurabilidad de la imagen.
El argumento de Kitty, precursor de My Fair Lady y de una retahla de otras
versiones de Pigmalin, es hoy muy conocido. Por muchos cambios que Hollywood y
la mente enfebrecida de la seora Marshall pudieran efectuar en el relato, no hay
duda de que Kitty habra seguido con inters y se habra reconocido en la historia de
la nia pobre que se convierte en gran dama gracias a un hombre malvado al que
ama, que la conduce y la explota.

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22 LE BRIGND INTERNATIONAL
El 24 de julio de 1893, la Pall Mall Gazette anunciaba bajo destacados titulares la
solucin a diecisiete aos de misterio[698].
Hoy estamos en condiciones de arrojar alguna luz sobre el misterio del siglo y
de anunciar novedades acerca del celebrado retrato que Gainsborough le hizo a
Georgiana, duquesa de Devonshire, la hermosa y astuta duquesa a cuya fascinacin
rindieron tan clido tributo Walpole y otros escritores de la poca, empezaba el
artculo, antes de pasar a contar la sensacional subasta, el robo y la desaparicin del
cuadro.
Todo eso sucedi hace muchos aos continuaba el redactor en vena prolija,
y el destino del cuadro de Gainsborough amenazaba con seguir eternamente tan
nebuloso como el autor de las Cartas de Junio o como el hombre de la Mscara de
Hierro. Pero un hombre con una mscara de tela de saco acaba de hacer una
revelacin acerca de ese retrato de la bella Georgiana. Un preso de la crcel de
Lovaina, con la caperuza que es el distintivo penal en las prisiones belgas, ha sido
entrevistado por un reportero de la Pall Mall Gazette, a quien dicho preso ha
confesado que fue l quien penetr en la galera de los seores Agnew y rob el
cuadro aquella noche memorable []. El nombre de esa sabandija era Adam Wirth
[sic], que no es otro que el afamado ladrn que se ha ganado el destacado
sobrenombre de Le Brigand International.
Haba en todo esto cierta dosis de licencia periodstica por parte de la Gazette. No
es que Worth hubiera confesado sino que haba cado en una trampa. El mes de mayo
anterior, un hombre llamado Marsend acudi a la crcel de Lovaina provisto de un
pase oficial que lo autorizaba a ver a Wirth. Las autoridades carcelarias lo tomaron
por un detective[699]. Worth, por el contrario, pens que Marsend era un abogado
que poda ayudarle a salvar parte de su fortuna de la codicia del traidor Curtin y
consider que su visitante era un hombre de negocios que haba acudido,
simplemente, a arreglar algunas cuestiones pendientes entre el reo y su esposa, que
viva en Inglaterra[700]. En realidad, parece ser que Marsend era un periodista por
cuenta propia de una moralidad ms que dudosa a quien alguien haba puesto sobre la
pista del pasado de Worth y haba acudido con la esperanza de que el preso
reconociese su participacin en el asunto del Gainsborough. El visitante tuvo xito, al
menos en parte. Worth, privado de compaa tanto tiempo, al parecer se mostr
inslitamente locuaz en sus recuerdos del robo del cuadro y sobre otros detalles de su
vida. Incluso as, aquello tena muy poco de mea culpa y la Gazette tuvo que
reconocer, cuando apareci publicado el trabajo de Marsend, que Worth haba
confesado slo una serie de hechos circunstanciales [] y todava no estamos en
posicin de poner a prueba su confesin[701].
Como dej escrito ms adelante Sigismund Cust, director de la Pall Mall Gazette,

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Marsend y otro hombre se haban presentado diciendo que tenan una pista sobre el
paradero del cuadro,[702] que estaban dispuestos a vender. Afirmaron falsamente que
estaban trabajando en colaboracin con Agnew[703] y tambin que haban
conseguido la entrevista con Worth a travs del intermediario del Ministerio de
Asuntos Exteriores[704]. Cust entreg cierta cantidad a cuenta a los dos hombres y
les prometi ms cuando presentaran el cuadro,[705] cosa que le aseguraron que
estaban en condiciones de hacer. El director sac entonces la pluma y se puso manos
a la obra hasta convertir la informacin que le proporcionaban Marsend y su
cmplice en material publicable. Como relat ms tarde Cust a Agnew, su principal
propsito al entrar en el asunto era conseguir lo que llam "tirada" para el peridico.
Aunque, naturalmente, estara encantado si con sus esfuerzos consegua la devolucin
del cuadro[706].
El artculo finalizaba con una tpica exageracin periodstica: Worth ha
prometido completar con ms datos la informacin que ya ha facilitado, lo cual nos
permitir, en fecha no lejana, decir con mayor margen de seguridad si la confesin es
autntica o no[707].
Worth no haba prometido tal cosa, por supuesto, y cuando apareci el artculo se
dio cuenta, aunque demasiado tarde, de que le haban tomado el pelo. La detencin y
desenmascaramiento de Worth haba causado cierta sensacin el ao anterior, pero la
revelacin de que el hombre que haba pasado por Henry Raymond era tambin el
autor del robo del Gainsborough reaviv la historia con una venganza. El seor Cust,
haba hecho sus deberes y, aunque su prosa era a veces algo ampulosa, su
informacin era en gran medida acertada y describa con detalle la mayora de los
delitos perpetrados por Worth durante los veinte aos anteriores, su detencin en
Lieja y su incmoda situacin presente.
Hizo su entrada en el mundo del delito con el arrojo de un Alejando dispuesto a
convertirse en emperador en el reino de los ladrones y a conquistar cualquier esfera
delictiva [], se embarc en un mar de extravagancias y de despilfarro, al tiempo
que ocultaba el cuadro de Gainsborough como quien cierra bajo llave acciones sin
cotizacin. Adquiri una costosa vivienda en Piccadilly y la amuebl con el gusto
que haba adquirido en sus frecuentes visitas a las lujosas mansiones durante la
prctica de su profesin de ladrn, mantuvo un carruaje y un par de caballos de tiro y
organiz pequeas reuniones sociales para ir de pcnic por el ro en embarcaciones de
vapor, su diversin favorita[708].
El autor se preguntaba por qu se habra resistido Worth a separarse de su valioso
Gainsborough, y llegaba a la conclusin de que simplemente no haba querido
arriesgarse. Un cuadro de este tipo, a diferencia del botn que el crisol puede hacer
irreconocible al instante, no poda llevarse a ningn mercado, so pena de ser detenido
de inmediato. As fue como el ladrn se encontr poseedor de una fortuna que no
poda convertir en dinero efectivo, de una lmpara de Aladino que no saba emplear,

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de una cueva de riquezas de la que ignoraba el brete, Ssamo!.
Sin sospechar en ningn instante que Worth pudiera haber tenido otras razones
para guardar el cuadro y consciente de que no era probable que nadie contradijera sus
palabras, el autor daba rienda suelta a su imaginacin: De vez en cuando el cuadro,
enterrado bajo una capa de suciedad, se alzaba en su recuerdo y le produca una
terrible zozobra, pues la posesin de la pintura era una amenaza permanente para su
seguridad [] intent olvidar su existencia, deseoso de abandonarla, pero no se
atrevi a destruir algo que poda ser tan valioso.
No es de sorprender que la historia provocara lo que hoy llamaramos una lucha
por la exclusiva y que la informacin de la Pall Mall Gazette fuera reproducida en
peridicos y revistas de todo el pas. Algunos se mostraban dubitativos: No se ha
dicho nada acerca del paradero actual del cuadro sealaba el Daily Telegraph.
Hasta que se facilite tal informacin, mantendremos nuestro escepticismo[709]. El
Bath Herald apuntaba en la misma direccin: Los seores Agnew creern sin duda
la verdad de la historia cuando vuelvan a tener la pintura en su poder[710].
Un escritor del New York Sun elevaba su prosa a niveles casi erticos y
fantaseaba con que Worth haba robado el retrato para adorar en secreto a la sensual
duquesa[711]. El annimo redactor, que no iba muy desencaminado, al darse cuenta
de que quiz se estaba excediendo, continu con una prosa menos hinchada y
concluy, sobre la base de la inexistencia de informacin concreta, que Worth haba
utilizado el vil cuchillo por el mero gusto del saqueo. Su recompensa no sera una
pasin gratificante, impa pero artstica, sino un trofeo de escoria[712].
El Manchester Courier sugera que la historia puede ser cierta o no pero no es un
delirio improbable[713], y se preguntaba si Worth, caso de ser realmente el ladrn, no
sera tambin un romntico acosado durante las noches de insomnio en la celda por
visiones del rostro encantador de la duquesa robada[714], que ahora poda
descargarse de un gran peso[715] y aliviar su conciencia accediendo a devolverlo:
Como el bribn ha sido una especie de artista en su gnero, tal vez sienta cierto
respeto por los logros artsticos de otros hombres ms nobles[716].
Efectivamente, Worth estaba fascinado por la duquesa y atado a ella; y s, en
cierto modo era un artista, pero no tena la menor intencin de devolver el retrato.
Atrapado, envuelto en una reputacin cada vez peor y rabioso por haber sido tan
incauto al tratar con Marsend, Worth slo concedi una entrevista despus de la
oleada de publicidad en la Pall Mall Gazette. Acudi a un peridico local, el
Independence Belge, en el cual afirmaba que todo el asunto haba sido una mera
broma por su parte. Worth insisti en que en el curso de la entrevista, Marsend
empez a hablar del famoso cuadro que fue robado hace diecisiete aos [y] al ver el
inters que mostraba el visitante en el tema, pens que sera interesante tomarle el
pelo, por lo que cont a Marsend que conoca a los receptadores de la pintura y que l
mismo posea en Inglaterra una copia reducida[717]. Tambin aparent que estaba

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muy sorprendido y que le diverta enormemente que Marsend y la Pall Mall Gazette
se hubieran tragado la historia. De hecho le dio un ataque de risa,[718] para
satisfaccin del entrevistador belga.
Era un farol muy elaborado y el periodista del Indpendence Belge se lo trag.
Parece seguro expona el peridico que la historia del Pall Mall es el resultado
de una simple broma, que el secreto de la famosa pintura no est en Lovaina y que el
mundo del arte debe renunciar a la recin renacida esperanza de volver a ver una de
las obras maestras ms admirables de la pintura inglesa[719].
Pero no todo el mundo qued tan convencido, ni mucho menos. An sigo
convencido de que Worth tiene en su poder el Gainsborough,[720] escribi Robert
Pinkerton a su hermano.
La Gazette, en la autntica tradicin de Fleet Street, defendi su historia en la
siguiente edicin. Ciertos peridicos, aunque aprovechan en sus columnas de
noticias la repercusin de nuestro artculo sobre Adam Wirth [] han descubierto, en
cambio, en nuestro informe, indicios de que la confesin no merece
credibilidad[721]. C. Morland Agnew, el hijo de sir William, reconoci en una
entrevista que el preso Worth era el principal sospechoso. Recientemente, nuestra
firma ha efectuado negociaciones con personas que actan en nombre de Wirth con
vistas a la restauracin de la pintura informaba la Gazette, y las negociaciones
siguen en curso[722]. Forzando bastante la verdad, el joven Agnew afirmaba que
desde que se produjo el robo habramos podido recuperar el cuadro en varias
ocasiones,[723] de no ser por la sensata decisin de no planificar la recuperacin del
cuadro sin la captura del ladrn. Las negociaciones para la devolucin del cuadro no
incluyeron en ningn momento la liberacin del preso. Ni pensar, claro est, en
continuar unas negociaciones de tal tipo,[724] protest Morland, hipcrita.
El propio William Agnew fingi ignorancia cuando fue preguntado acerca de la
historia de la Pall Mall Gazette, pero todo el episodio del Gainsborough an le
escoca intensamente, en parte porque todava le costaba dinero. Pocos aos antes, en
1887, se haba visto obligado a satisfacer la deuda de mil quinientas guineas con el
grabador Samuel Cousins, a la muerte de ste, aunque el cuadro no fue grabado
nunca, a causa del robo[725].
Puede que el rumor tenga algo de cierto [] pero personalmente no s nada del
asunto,[726] declar al New York Sun, que a continuacin aada que el seor
Agnew expres su escepticismo. Tras tantas falsas alarmas, el tratante de arte se
tom la noticia con la tranquila indiferencia de quien ve a un viejo amigo en traje de
verano[727]. Sin embargo, Agnew no estaba tranquilo ni indiferente. De hecho, la
historia de la Gazette y de sus consecuencias haba provocado un nuevo acceso de
actividad en Bond Street y en Scotland Yard cuando una serie de personajes ms o
menos turbios algunos de ellos antiguos socios de Worth emergi de las sombras
con la pretensin de mediar con el preso. En palabras de sir William: Diversos

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personajes misteriosos acudieron a verme con la historia de que se crean en
condiciones de llegar al cuadro[728], pero cada entrevista terminaba invariablemente
en la peticin de veinte a cincuenta libras, para cubrir los gastos iniciales de las
pesquisas. Marsend incluso intent rentabilizar su exclusiva, y una vez ms envi a
las autoridades belgas una peticin para entrevistarse con el preso Wirth, pero los
funcionarios declinaron concederle el permiso si el seor Marsden [sic] no presentaba
un documento acreditado del seor Agnew expresando su deseo de que se efectuara
tal entrevista[729]. Otro hombre, un tal McLeod, se ofreci tambin como
intermediario a cambio de una comisin. Este McLeod, escribi Morland Agnew,
afirmaba ser colega de Wirth y [] conocer todo lo relativo al cuadro, y ahora est
acosndome para que le d dinero para ayudar a Wirth[730]. McLeod fue enviado con
viento fresco.
A lo largo de todo el ao 1893, se sucedieron las cartas entre Scotland Yard,
Agnew y diversos bribones que olfateaban un negocio. Ninguno lo consigui, por la
sencilla razn de que Worth se neg rotundamente a tratar el asunto. Firme en su
versin de que todo aquello haba sido una broma malinterpretada, rechaz cualquier
entrevista con Marsend, McLeod, las autoridades belgas, sir George Lewis o
cualquier otro,[731] una postura que mantuvo resueltamente durante el resto de su
condena. Nadie poda hacer nada,[732] se lamentaba un empleado de Agnew.
Avanzado el verano, el superintendente Shore acudi a visitar a Morland Agnew
en la galera de Piccadilly. Vena con el nimo abatido. Sin duda, el cuadro podra
haberse recuperado y estaba a punto de serlo,[733] le dijo al tratante, pero era
imprescindible la colaboracin del propio Worth. Shore dej claro que las
autoridades saban con certeza desde haca cierto tiempo que Worth, ahora
encarcelado, era el ladrn escribi Agnew, pero que a la polica le resultaba
absolutamente imposible aportar prueba alguna y que tampoco poda proceder contra
nadie que estuviera en posesin del cuadro bajo la acusacin de tenencia de bienes
robados. El golpe se produjo hace diecisiete aos y sera totalmente imposible
proceder contra nadie.
Worth no poda ser obligado a entregar el cuadro, explic Shore. Slo caba
convencerlo para que lo hiciera. No haba nada que hacer[734].

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23 ALIAS MORIARTY
El profesor James Moriarty, uno de los antihroes ms memorables de la
literatura, vino al mundo en diciembre de 1893, cinco meses despus de que se
descubriera la existencia delictiva de Adam Worth.
El pblico lector ingls encontr aterrador al tiempo que irresistible el relato de
los delitos de Worth en la Pall Mall Gazette. Un bribn tan hbil que se mova entre
la alta sociedad sin ser detectado, que viajaba por el mundo como un hombre de
fortuna mientras se dedicaba a coordinar su imperio delictivo, pero que siempre
consegua escapar de las garras de la polica[735]. Esta imagen tena un morbo
aadido en una poca en que la dualidad de la naturaleza humana, gracias a Darwin,
era tema de acalorado debate. As como el ladrn acechaba bajo la capa de
respetabilidad de un caballero, tambin el lado animal de la naturaleza humana,
deliciosamente pecaminoso y bestial, coexista con la naturaleza ms refinada y
civilizada de la persona. Adam Worth Le Brigand International, era un personaje
salido directamente de la ficcin victoriana y de hecho era all adonde se encaminaba.
La Pall Mall Gazette le haba proporcionado fama; sir Arthur Conan Doyle hara
eterna tal notoriedad.
No hay duda de que Conan Doyle se bas en la carrera de Adam Worth para su
retrato del profesor Moriarty, el genio del mal y encarnizado enemigo de Sherlock
Holmes, si bien algunos aspectos del carcter de Moriarty estn extrados sin duda
alguna de diversas fuentes: al parecer, su capacidad matemtica era un homenaje a
uno de los amigos de Doyle, el general de divisin Drayson; algunos afirman que el
filsofo abstracto criminal es una referencia a Friedrich Nietzsche, basada en una
errnea lectura de dicho filsofo como arquitecto del totalitarismo racista, y raz por
tanto de todo mal. Se cree que el nombre escogido por Conan Doyle para este genio
del crimen hace referencia a un tal George Moriarty, un malhechor londinense que
apareci brevemente en los peridicos en 1874; por su parte el autor compara a
Moriarty con Jonathan Wilde, un delincuente del siglo XVIII.
Pero la principal inspiracin de Conan Doyle fue Adam Worth, y as lo expres a
algunos. El original de Moriarty era Adam Worth, que rob el famoso cuadro de
Gainsborough en 1876 y lo mantuvo oculto durante un cuarto de siglo, pero incluso
este maestro del delito podra haber recibido lecciones del Moriarty de Holmes y
Watson, una figura de enorme malevolencia y dotado de recursos colosales,[736]
escribi Vincent Starrett, uno de los primeros y ms fiables estudiosos de Sherlock
Holmes. En una nota al pie, Starrett aade: Esto fue revelado por sir Arthur en una
conversacin con el doctor Gray Chandler Briggs [ntimo amigo del autor], hace
algunos aos[737].
La descripcin de Moriarty se corresponde punto por punto con la posicin de
Worth en el punto lgido de su escalada social en Londres durante la dcada de 1880:

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Nuestro hombre invade la ciudad y nadie ha odo hablar de l comenta el
detective a su esforzado camarada de aventuras. Es el Napolen de los bajos
fondos. Organiza la mitad del mal que se comete en Londres y casi todo lo que pasa
inadvertido. Es un genio, un filsofo, un pensador abstracto[738].
Cuando sir Robert Anderson, jefe del departamento de Investigacin Criminal de
Scotland Yard, tuvo que responder a la pregunta de quin era, en su opinin, el
delincuente ms astuto y ms ingenioso que haba conocido, utiliz precisamente
ese mismo tono: Adam Worth! exclam sin la menor vacilacin. Worth fue el
Napolen de los ladrones. Ningn otro delincuente le ha llegado a la suela del
zapato[739].
Es imposible saber si Conan Doyle repeta las palabras de Anderson o viceversa,
o ninguna de ambas cosas: todo el que alcanzaba notoriedad en algo en los tiempos
Victorianos era catalogado, como un tpico, de rey o Napolen de lo que fuese.
Desde luego, Conan Doyle conoca a sir Robert Anderson y se bas en l, en parte,
para documentarse en sus casos; por su lado, la admiracin del polica por el talento
de Worth para el delito est bien documentado: Imagino la larga y mantenida
tensin de planificar y llevar a cabo golpes como los de Raymond coment en
cierta ocasin. En comparacin con este deporte, la caza es un entretenimiento
para salvajes, y el tiro al salmn y al ganso una actividad para lunticos e
idiotas[740].
El Moriarty descrito por Conan Doyle era muy distinto del hombre que le haba
servido de modelo: Es alto y delgado en extremo, de frente abultada y ojos
profundamente hundidos en las cuencas. Su rostro rasurado, plido y de aspecto
asctico, conserva en sus facciones algo de profesor. Tiene los hombros hundidos de
tanto estudiar, y los huesos de la cara muy marcados. Siempre se balanceaba
lentamente de un lado a otro en un gesto curiosamente reptiliano[741]. Una estampa
muy alejada de la que ofreca el canijo y bigotudo Worth. A Moriarty se le hace
responsable de delitos de toda suerte: estafas, robos, asesinatos[742]. Worth, en
cambio, era un maestro en los dos primeros, pero mantena una oposicin filosfica y
moral a la violencia y, salvo en el caso de Shinburn, nunca contempl la idea de
quitarle la vida a nadie.
Conan Doyle volvi a escribir sobre el malvado profesor en The Valley of Fear,
un cuento con extensin de novela que sali por entregas en el Strand Magazine a
partir de septiembre de 1914. Para entonces, la red delictiva de Worth y su
participacin en el robo del Gainsborough haban quedado bien establecidas y se
haban difundido ampliamente. Es evidente adems que el retrato de Moriarty que
presenta Conan Doyle est basado firmemente en la figura de Worth, pues el autor
deja tras l numerosas pistas. Como cualquier Victoriano instruido, est claro que
Conan Doyle haba seguido la historia del robo del retrato de la duquesa a lo largo de
los aos. En 1891, en A Case of Identity, hizo referencia a la figura de la duquesa de
Devonshire, puesta de moda, en tanto que en The Red-Headed League, publicada ese

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mismo ao, describe un robo que se parece sorprendentemente al celebrado golpe de
Worth en el banco Boylston de Boston, quince aos antes. En cambio, en The Valley
of Fear (1914) aparece una prueba fsica, por as decirlo, que vincula a Worth y a
Moriarty. Al principio de la historia, Holmes interroga al inspector McDonald, de
Scotland Yard, que se ha entrevistado con el profesor Moriarty y lo ha encontrado,
pese a las advertencias de Holmes, un hombre muy respetable, erudito y de
talento[743]. Para demostrar lo equivocado de tal impresin, Holmes pregunta al
polica si durante la conversacin con Moriarty ha observado un cuadro colgado en la
pared del estudio del profesor.
S, vi el cuadro; es el retrato de una joven con la cabeza entre las manos que lo
mira a uno de soslayo.
Holmes, de forma didctica, explica que el cuadro es de Jean Baptiste Greuze, el
pintor francs del siglo XVIII, y aade el detalle trivial de que en 1865 una pintura de
Greuze titulada La jeune filie a lagneau haba alcanzado un precio de no menos de
cuatro mil libras en la subasta de Portalis.
McDonald sigue sin entender, de modo que Holmes se explica mejor:
Parece que [Moriarty] es un hombre muy acomodado. De dnde saca tanta
riqueza? No est casado []. Tiene un sueldo de tan slo setecientas libras al ao
y es propietario de un Greuze []. La deduccin es evidente, sin duda.
Insina que la gran fortuna de ese hombre es de procedencia ilcita?
Exactamente.
La otra posibilidad lgica, que queda en el aire, es que Moriarty, buen conocedor
del arte adems de malhechor, fuera el ladrn del Greuze. En el manuscrito original,
Conan Doyle apuntaba que La jeune filie a lagneau haba sido adquirida por un
milln doscientos mil francos, ms de cuarenta mil libras,[744] y sin duda tena en la
cabeza la famosa subasta del retrato de la duquesa de Devonshire cuando aluda a tan
astronmica cifra. Pero existe otro indicio, ste incontrovertible: el propio ttulo del
cuadro imaginario. Jeune filie a l'agneau significa muchacha con cordero,[745] pero
el lector se encuentra ante uno de los juegos de palabras ms deliciosos de Conan
Doyle. Conocera McDonald, pese a la buena educacin recibida en Aberdeen, el
significado de la palabra agneau? Probablemente no. Habra podido traducir por tanto
el ttulo como La muchacha de Agneau, y la muchacha de Agnew no era otra, por
supuesto, que la celebrada duquesa de Devonshire, robada de la galera de arte
Agnew en 1876. A Conan Doyle le encantaban las sutilezas con el lenguaje y
probablemente esperaba que alguno de sus lectores, por lo menos, captara la
rebuscada broma.
El juego de palabras Agnew/agneau era corriente por esa poca, y el origen del
ttulo del cuadro, as como la eleccin de Greuze en lugar de Gainsborough como
autor, parecen estar en una obra satrica que apareci en el peridico The World en
abril de 1877, menos de un ao despus de producirse el robo. Se dice que los
seores LAgneau [Agnew], los grandes marchantes de arte parisinos, adquirieron en

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el hotel Drouot un magnfico retrato de Greuze por la prodigiosa suma de diez mil
quinientas libras,[746] escriba el annimo comentarista satrico, antes de proceder a
relatar un presunto litigio entre el titular de la casa de Agneau (sir William Agnew)
y el marqus de Studeley (lord Dudley). El cuadro es robado, pero poco despus
ser descubierto milagrosamente en Estados Unidos por los seores LAgneau,
vaticina el autor en un relato verdaderamente demoledor que se hubiera podido
resumir en tres palabras: lo rob Agnew.
Existe otro dato ms convincente que vincula la persona de Adam Worth con la
del profesor Moriarty de la ficcin: William Pinkerton. El gran detective
norteamericano tuvo un solo encuentro con el celebrado escritor ingls, durante una
travesa trasatlntica, y no es sorprendente que descubrieran que tenan mucho en
comn. Se desconoce la fecha exacta del encuentro, aunque una fuente sin confirmar
indica que tuvo lugar poco despus del cambio de siglo[747]. Durante el viaje, el
sociable norteamericano regal a su acompaante con historias de los logros de la
agencia.
Sabemos con seguridad que Pinkerton inspir a Conan Doyle con la historia
extraordinaria de los Molly Maguires, la organizacin clandestina terrorista que actu
en los campamentos mineros de carbn de Pensilvania en la dcada de 1870 y en la
que logr infiltrarse un agente de los Pinkerton, James McParland, que acabara
llevando a la banda ante la justicia. No es posible por tanto que William Pinkerton se
explayara tambin durante el viaje hablando de Adam Worth, de quien l saba ms
que nadie y que ya haba inspirado a Conan Doyle la figura del profesor Moriarty en
The Final Problem?
La conversacin a bordo con William Pinkerton puso a Conan Doyle sobre una
nueva pista, y cuando en 1914 escribi The Valley of Fear se bas en gran medida
aunque sin reconocerlo en un relato de las aventuras de McParland escrito por
Alian Pinkerton. The Molly Maguires and the Detectives se public en 1877 y tuvo
una edicin aumentada y corregida en 1886. La segunda mitad de The Valley of Fear
es, en palabras de un experto, casi una parfrasis del relato de los hechos[748]
expuestos por Alian Pinkerton por escrito y por William Pinkerton en su
conversacin. Pero la primera mitad de la novela, en la que el profesor Moriarty es
presentado de nuevo, parece haber salido de una fuente similar. Aqu, de nuevo,
Conan Doyle no tena que fiarse exclusivamente de su recuerdo de la conversacin
con Pinkerton en el trasatlntico, pues en enero de 1904 los Pinkerton haban
publicado un librito, Adam Worth, alias Pequeo Adam, escrito principalmente por
William Pinkerton, que expona con detalle la historia de la mente maestra del robo
que apreciaba el arte.
No cabe duda de que Conan Doyle se apropi de la historia de James McParland
y en parte tambin de la de Adam Worth para sus propsitos literarios. Era una
tctica peligrosa que lo dejaba expuesto a acusaciones de plagiario. A una persona, al
menos, no le caba ninguna duda de que lo era. William Pinkerton se enfureci

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cuando vio el libro,[749] segn su gerente general, Ralph Dudley. Al principio habl
de querellarse contra Doyle, pero cuando se hubo tranquilizado un poco decidi no
hacerlo. Lo que le irritaba era que, incluso si Doyle slo novelaba la historia, no
hubiera tenido la cortesa de pedirle permiso para utilizar una conversacin
confidencial para su obra. Hasta entonces haban sido buenos amigos, pero desde
aquel da la relacin entre ellos se hizo tensa. El seor Doyle envi varias notas
tratando de apaciguar las cosas. Aunque Pinkerton le respondi varias veces en
trminos corteses, nunca volvi a sentir el mismo aprecio por l[750].
La reaccin de Pinkerton era exagerada. Conan Doyle no slo bas su relato en
aquella conversacin confidencial, sino tambin en otras fuentes ya publicadas.
Como todo escritor de ficcin utilizaba personajes reales en este caso McParland y
Worth, pero tambin los dotaba de su propio toque de ficcin. Lo ms probable es
que Pinkerton estuviera resentido, sencillamente, por el hecho de que sus esfuerzos
literarios, y los de su padre, se vieran ensombrecidos por las obras de Conan Doyle,
de tanta difusin y venta. Pinkerton se pas la vida tratando con estafadores y
ladrones, pero la disputa sobre las fuentes de The Valley of Fear debieron de hacerle
ver otra verdad eterna: si entre los ladrones no existe el sentido del honor, tampoco
puede decirse que abunde entre los escritores.
Ya en 1924, Conan Doyle an parece tener presentes la vida y las andanzas de
Adam Worth. The Adventure of the Illustrious Client, publicada por Colliers Weekly
en 1924 y por The Strand la primavera siguiente, describe otra mente criminal al
estilo de Worth. Esta vez tiene un nuevo alias, Adelbert Gruner, el barn austraco y
descarado ladrn. Con un argumento ms ingenioso que convincente, se ha sugerido
que los nombres estaban relacionados. El apellido Worth, en la Alemania de
procedencia, se escribe Wirth y se pronuncia "virt". A Watson solamente le quedaba
cambiar el germano-americano Adam Virt en el austriaco Adelbert. Watson apunt
tambin que el alemn "wirth" se pronuncia de modo muy parecido al francs "vert",
que significa verde. As, Watson apunt al apellido Gruner, que tambin significa
verde, pero en alemn[751]. ste puede ser un ejemplo de lo que sucede cuando uno
pasa demasiado tiempo contemplando una pgina de Conan Doyle, pero aun as el
relato sobre Adelbert Gruner contiene algunos sealados parecidos con la saga de
Worth: la referencia de Holmes a Charlie Peace, un gran delincuente[752] y
virtuoso del violn,[753] evocara a Piano Charley Bullard. Shinwell Johnson, el
peligrossimo bribn[754] convertido en informador de lo que suceda en los bajos
fondos, que proporciona a Holmes informacin sobre Gruner, puede ser una fusin de
los nombres de Max Shinburn y de los hermanos Bidwell, antiguos habituales del
American Bar de Pars, y desde luego la descripcin de Shinwell Johnson como
sopln y agente infiltrado en el enorme mundo del hampa[755] recuerda el trato que
recibi Worth de Shinburn en la crcel de Lovaina. Kitty Winter, examante de Gruner
que conspira con Holmes para poner al descubierto al perverso seductor, puede ser

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perfectamente otra versin novelesca de Kitty Flynn, una mujer delgada, ardiente
como una llama, con unas facciones plidas de expresin intensa, juvenil, y sin
embargo tan trabajadas por el pecado y la culpa que uno lea en su rostro los aos
terribles que haban dejado su marca leprosa en ella[756].
Adelbert Gruner, el dandi, guarda un extraordinario parecido con Adam Worth,
incluso en su esplndida chistera, la levita oscura De hecho en todos los detalles,
desde la aguja de perlas en la corbata de satn negro hasta las polainas cortas de color
lavanda sobre los zapatos lustrosos[757]. Posiblemente Gruner es incluso ms
peligroso que el difunto profesor Moriarty,[758] advierte Holmes, debido a su
capacidad seductora y a su barniz de hombre culto. Tiene gustos caros [] es
amante de los caballos []. Colecciona libros y cuadros. Es un hombre que posee de
natural una faceta artstica considerable[759].
Esto recuerda de nuevo a Worth, mientras que la descripcin que hace Holmes de
Gruner, un hombre que colecciona mujeres igual que otros clasifican mariposas, y
que se enorgullece de su coleccin,[760] recuerda an ms al hombre que, de la
forma ms textual, coleccionaba una mujer, por lo menos, para su propia
contemplacin privada. Gruner, que refleja la dualidad que vean los Victorianos en
todos los grandes delincuentes, es un hombre/bestia,[761] un caballero por fuera, un
monstruo bajo esa apariencia y, como Worth, un autntico aristcrata del
hampa[762].
Worth aspiraba a la respetabilidad victoriana y a la grandeza delictiva, pero
Conan Doyle le proporcion algo an ms perdurable: una personalidad literaria que
ha engendrado miles de imitadores, un nombre que es sinnimo de astucia
delincuente en las sombras y un juego en el que los nios, con los ojos tapados, se
arrean entre ellos con peridicos enrollados despus de intentar localizar la cabeza
del contrario al grito de Ests ah, Moriarty?.
El impacto de Adam Worth en la cultura popular no termina ah. En 1939, T. S.
Eliot publicaba Old Possums Book of Practical Cats, entre los cuales Macavity, el
Gato Misterioso, no es el menos destacado.

Macavity es un gato misterioso: lo llaman la zarpa


[escondida
porque es el maestro del robo y la ley no lo domina. Es el
asombro de Scotland Yard, a la autoridad desespera, porque
cuando llegan a la escena del crimen, Macavity
[ya est fuera.

Comprese la descripcin de T. S. Eliot del felino bribn con la presentacin que


Conan Doyle hace de Moriarty; es evidente de dnde saca el poeta su inspiracin.

Macavity es un gato rubio, alto de lomo y muy delgado;

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[si lo ves lo reconoces por sus ojos apagados.
La frente de arrugas surcada y el crneo algo abovedado;
el abrigo polvoriento y descuidado, y el bigote
[despeinado.
Balancea la cabeza de lado a lado, como una serpiente
[se menea,
cuando crees que est medio dormido, de repente
[se despierta.

stas son las caractersticas exactas de Moriarty, desde el crneo abovedado a


la mirada apagada y a los movimientos reptilianos, y ah est el propio Adam
Worth, metamorfoseado en felino. Conan Doyle se inspir en la vida de Worth, y
T. S. Eliot lo hizo en lo que aqul escribi; finalmente, para completar el camino, el
compositor sir Andrew Lloyd Webber se bas en los Gatos Prcticos de T. S. Eliot
para componer Cats, la comedia musical ms popular de todos los tiempos. Kitty
termin en Hollywood despus de muerta, y Adam Worth lleg hasta el propio
Broadway, con dos alias ms de por medio.

Macavity, Macavity, no se le puede igualar, nunca hubo un gato de tan


engaosa suavidad. Siempre tiene coartada, siempre sabe qu decir: no
importa cundo o dnde fue el robo, Macavity no estuvo all!
Y dicen que todos los gatos malhechores, los que roban, los que asaltan,
los peores, no son ms que agentes del amo del desorden, del que controla sus
fechoras, del rey de los ladrones.

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24 EXPIACIN
Las autoridades carcelarias belgas liberaron finalmente a Worth en 1897, dos aos
antes del trmino de la condena, por buena conducta, lo cual es un modo de decir
que haba soportado durante cinco largos aos las palizas, los tratamientos mdicos
brbaros, las burlas, la depresin y el aburrimiento estupefaciente del
encarcelamiento sin dar muestras de rebelda. Worth se haba convertido en un preso
dcil, ms tratable a medida que su cuerpo se debilitaba y su nimo empezaba a
quebrantarse. A las puertas de la crcel de Lovaina no haba nadie para recibir al
ladrn que sala, ya con cincuenta y tres aos. Bullard y Kitty haban muerto, su
esposa era como si tambin lo estuviese, completamente loca y en un asilo mental
ingls, y sus hijos poco o nada saban de su situacin. Incluso los periodistas que lo
haban acosado a preguntas acerca del retrato de Gainsborough haban abandonado la
caza provisionalmente para perseguir una nueva presa. El del profesor Moriarty era
un apellido conocido por todos, pero su nombre, o nombres, haban sido
completamente olvidados por el mundo. Aunque hubiera habido una fiesta de
recepcin a su salida, no es probable que muchos hubieran reconocido al truhn
fanfarrn y derrochador en aquel hombre envejecido, demacrado y abatido, de ojos
llorosos y bigotes cados. Las atenciones del matasanos de la crcel le haban
provocado una afeccin de las membranas nasales, propensas a hemorragias profusas
e impredecibles. De noche despertaba baado en un sudor febril y expulsando sangre
de los pulmones en furiosos accesos de tos, primeros sntomas de la tuberculosis que
lo habra de afectar. Los episodios de postracin que haba padecido en la primera
parte de su encarcelamiento haban dado paso gradualmente a una resignacin
deprimida, pues una parte vital de Worth haba muerto en su celda de la crcel belga.
Ms tarde, Pinkerton describi as su estado: De salud, quebrantado; de dinero,
arruinado[763]. Sin embargo, era algo ms vital que su cuerpo, su riqueza o su
reputacin inventada lo que haba sido destruido. Worth haba descubierto en prisin
el remordimiento, no por sus delitos, por los que no senta otra cosa que un resto de
orgullo, sino por aquellos cuyas vidas haba perjudicado o destruido. Su joven esposa
estaba loca sin remedio. Las dos hijas de Kitty Flynn, que l consideraba suyas, eran
ahora jvenes damas de la sociedad rica que no necesitaban ni habran recibido de
buena gana la atencin de un malhechor ya envejecido. Pero sus dos hijos menores,
un chico de nueve aos y una nia de seis, los cuales vivan ahora en Brooklyn, con
John Worth, eran otro cantar. John Worth haba demostrado ser un desastre como
ladrn, pero apenas tena ms fortuna como hombre honrado y la familia viva en la
pobreza ms abrumadora y en la falta de armona domstica. A pesar de la
generosidad de Adam a lo largo de los aos, o tal vez a causa de ella, la esposa de
John, una mujer dominante y ferozmente religiosa, tena poco ms que desprecio por
su cuado delincuente, y nada ms que desprecio por su fatuo marido. En los aos

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que haba pasado tras los barrotes, Worth haba tomado una decisin: reclamar a sus
hijos y mantenerlos, costara lo que costase. Por medios lcitos o no.
Y como era un delincuente y no conoca otros, decidi hacerlo con arreglo a los
segundos mtodos.
De vuelta en Londres alquil una pequea habitacin en el nmero 63 de
Piccadilly, en nada parecida a su magnfica residencia anterior en la misma calle, y
empez a ocuparse de asuntos pendientes. Su primer acto fue una triste peregrinacin
para visitar a la mujer cuya vida y cuya mente haba contribuido a destrozar. Su
esposa, segn Pinkerton, era ahora una ruina mental y fsica[764] y su encuentro
result tan angustioso que, al parecer, llev a Worth a romper su costumbre de toda la
vida de mantener la sobriedad. sta fue una de las causas que condujo a Raymond
[Worth] a la bebida,[765] concluye Pinkerton. Como Bullard antes que l, Worth se
meti en una botella y estuvo un mes dentro de ella. Sali de esta terrible borrachera
ms delgado y ms enfermo que nunca, pero el demonio autodestructivo que llevaba
dentro pareca haberse saciado, al menos de momento. La necesidad de ver y de
ocuparse de sus hijos era, a estas alturas, casi patolgica y, como estaba dejndose en
la bebida el poco dinero que le quedaba y su hermano y su cuada parecan poco
inclinados a enviarle el dinero para el viaje trasatlntico, empez a proyectar una
serie de nuevos delitos que volveran a ponerlo o para ser ms precisos, a su
progenie en el camino de la prosperidad.
No tuvo que buscar muy lejos para dar con el primer objetivo. Cuando Smiths, el
mayor comercio de diamantes de Londres, sufri un robo a finales de 1897, el golpe
tena todas las caractersticas de un trabajo de Worth. Los ladrones entraron en el
local cortando limpiamente los pasadores de acero que cierran la verja y abriendo sta
con una palanca,[766] informaba un peridico, despus de la denuncia del
establecimiento de que haban desaparecido joyas por valor de unas quince mil libras.
La tienda estaba considerada como una de las ms seguras y bien guardadas de
Londres y se hallaba prcticamente envuelta en acero,[767] aada el hondn News.
Los hombres, pues resulta evidente que hubo dos o tal vez tres participantes en el
golpe, haban planificado el trabajo con todo detalle [] y la manera en que se
accedi al lugar, as como el criterio mostrado al seleccionar las piezas ms valiosas
para llevrselas, induce a pensar a la polica que el robo es obra de una banda de
ladrones muy experimentados. Cabe sealar que los locales de Smith & Co., se
encontraban en el nmero 68 de Piccadilly, casi enfrente mismo de donde se alojaba
Worth.
Pinkerton haba sido informado por un sopln de los bajos fondos llamado
Charley Fischer de que Worth estaba nuevamente reclutando personal para sus
trabajos en Europa, as como de su presente paradero. Fischer no dijo abiertamente
que Adam Worth cometiera el robo, pero insinu que poda haber sido el autor,[768]
segn un informe confidencial que consta en los archivos Pinkerton. Curiosamente,
William decidi no facilitar esta informacin a Scotland Yard.

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A pesar de la condena in absentia que todava pesaba sobre l en Francia, Worth
escogi Pars para su regreso al mundo del robo. Como apunt un contemporneo
suyo, haba perdido un poco de su antigua habilidad y de cerebro, pero segua
siendo un hombre formidable[769]. Tras meticulosos clculos, elabor un minucioso
horario de los furgones de seguridad que entraban y salan de la Gare du Nord, y el
ao siguiente, con dos cmplices, asalt el furgn y escap con ms de un milln de
francos en ttulos y joyas. El robo fue la comidilla de Pars pero, como explicara
Worth a regaadientes tiempo despus, el botn era menos impresionante de lo que
pensaban. Los franceses haban empezado a despertar se lamentaba tiempo
despus. Cuando utilizaban los antiguos sellos de tinta [en los ttulos y bonos], lo
nico que hacamos era limpiar de tinta el cupn y llevarlo al mercado; no haba
ningn problema. Pero esta vez fue distinto []. Haca poco que haban empezado a
cortar una punta del cupn para indicar que haba pasado por las manos de un
banquero y no era negociable[770].
Worth tena prisa por llegar a Brooklyn y se dispuso a vender el botn a sus
propietarios por una parte de su valor real, a travs de intermediarios y siguiendo la
tradicin consagrada por el tiempo. Ms tarde cont a Pinkerton que la bolsa se
devolvi, tras negociaciones, a cambio de doce mil libras, o sesenta mil francos; ms
o menos la cuarta parte del valor real[771]. Tras dividir lo obtenido con sus
cmplices, la parte de Worth qued en cuatro mil libras, bastante menos de lo que
esperaba pero suficiente, si se sumaba el botn de Smiths, para llevarlo a Estados
Unidos y abrir una cuenta para sus hijos. Cuando supieron que Worth haba vuelto
con dinero, su hermano y la cuada lo acosaron al instante con demandas de dinero y
amenazas de abandonar a los dos pequeos si no las satisfaca de inmediato. A Worth
le haba llevado ms de dos aos robar lo que consideraba una suma suficiente.
A su llegada a Nueva York corri a casa de su hermano, solt un buen fajo de
billetes a sus parientes y abruz a los dos pequeos, a los cuales no haba visto desde
haca siete aos y que apenas se acordaban de l. La reunin fue breve, pues Worth
tena otro asunto que resolver antes de reclamar a sus hijos. Pas unos das en
Brooklyn, bajo la mirada perspicaz y cargada de censuras de su cuada, antes de
anunciar que tena que reunirse con una vieja amiga y con un contacto de negocios en
el Medio Oeste. La dama era la duquesa de Devonshire del cuadro, y el contacto de
negocios William Pinkerton. Dijo adis a sus hijos una vez ms, anuncindoles que
cuando volviera seran ricos otra vez. En cuanto a sus avariciosos parientes, les cont
que tena en mente un solo golpe ms, uno grande, y que despus se convertira por
fin en un padrazo para sus hijos. Entretanto enviara dinero para su educacin y una
nueva cantidad. La mujer de su hermano asinti a regaadientes, pero an tendran
que transcurrir dos largos aos ms para que Worth pudiera cumplir la promesa que
se haba hecho a s mismo y a los nios.
La duquesa de Devonshire pintada por Gainsborough, que ahora recuperaba del
almacn, haba sido durante casi dos dcadas la compaera psicolgica de Worth,

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fuente de socorro y de apoyo durante las horas ms desesperadas de su
encarcelamiento. Pero el cuadro tambin haba resultado una pesada obligacin.
Durante aos, el retrato le haba mantenido apartado, tal vez incluso privado de la
necesidad de afecto humano. De haber estado dispuesto a entregarlo, y con l la
imagen que tena de s mismo, habra podido obtener varios aos antes su libertad y
la vida familiar que anhelaba. En un tiempo, el cuadro haba reflejado en parte su
vida, una corrompida quimera de amor; ahora la duquesa era una especie de amante
envejecida, ya no tan hermosa, cada vez ms exigente, que lo tena atrapado en una
jaula de culpabilidades. La profunda ambigedad de sus sentimientos se reflej en el
largo tiempo que tard en cortar sus lazos con el cuadro. Librarse por fin de l quiz
le permitiera ganarse otra vez a sus hijos, pero slo a condicin de rechazar todo lo
que siempre haba ambicionado. La duquesa que haba marcado su vida, la
encarnacin de sus faltas contra la sociedad, sera ahora el vehculo para su salvacin,
su oportunidad de expiar las culpas y tal vez la ocasin de ocupar un lugar, por
humilde que fuera, en un autntico mundo humano.
Varios meses antes, Worth haba empezado a sondear a William Pinkerton,
impulsado en cierto modo por el gran respeto y agradecimiento que senta por lo que
consideraba la indulgencia del detective norteamericano cuando fue detenido en
Lieja. Como intermediario escogi a un antiguo socio, un tal Patrick Sheedy, un
deportista conocido en todo el mundo[772]. Sheedy era un audaz aventurero e
inveterado jugador que se ganaba la vida con su ingenio, un amplio conocimiento de
la naturaleza humana y una enorme experiencia[773]. Aunque no robaba activamente,
no andaba muy sobrado de escrpulos morales. Tena adems la ventaja de que era
conocido de ambos, ya que a menudo haba actuado como conducto para contactos de
Pinkerton con el mundo del hampa.
Worth haba tenido un encuentro con Sheedy en Pars mientras preparaba el robo
de la Gare du Nord, y al parecer ste provey al veterano ladrn de asistencia
financiera de algn tipo, tal vez incluso capital para el primer golpe tras la salida de
la crcel. Una noche, en el curso de una conversacin en un caf de Pars, Sheedy
evoc otro encuentro que haba mantenido con William Pinkerton algunos aos antes,
durante el cual el detective expres su sospecha de que Worth controlaba el retrato
de Gainsborough, y le pidi si podra ayudarlo en este tema y si querra trazar un plan
para la recuperacin del cuadro[774]. Era evidente que Sheedy pretenda sonsacarle
informacin, pero aunque se dio cuenta de ello decidi fiarse del jugador irlands y
utilizarlo como mensajero.
En el verano de 1898, Sheedy se present en la sede de la agencia Pinkerton en
Chicago y esboz una propuesta: Worth tena la pintura, en efecto, y estaba dispuesto
a devolverla a Agnew, explic Sheedy, pero slo si el propio Pinkerton actuaba como
intermediario. El detective era el nico hombre al que le confiara el cuadro,
expuso Sheedy, y aadi que Worth calculaba que se pagara una cuantiosa
recompensa [] por el retorno de la pintura[775]. Una recompensa que se dividira

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entre las diversas partes.
Pinkerton fingi sentirse indignado ante la mera sugerencia de tal maniobra,
declar que no tendra nada que ver con ningn trato bajo mano de tales
caractersticas y dijo a Sheedy que bajo ninguna circunstancia intentramos nada
semejante, que no podamos hacerlo si queramos ser justos con nosotros mismos y
en nuestras relaciones con el departamento de Polica de Londres, que era mal asunto
para cualquiera que intentase llevarlo a cabo, y que no podamos encargarnos de ello
ni bamos a hacerlo[776]. Sheedy continu sus intentos mediante halagos. Coment a
Pinkerton la elevada opinin que Worth tena de l e insisti, como luego escribi el
detective, en que yo era un tipo estupendo y muchas lisonjas por el estilo[777].
Se senta seguro de que habra algn modo de despejar el camino para hacerse
con el objeto escribi William a Robert, pero yo le insist en que no haba
ninguno[778].
Naturalmente, esto ltimo era un farol por parte de Pinkerton. Nada gustara ms
a ste que jugar un papel en la resolucin de uno de los mayores robos de esa poca;
sin embargo, demostrarlo no sera sino una invitacin a Sheedy y a Worth para que
aumentaran sus exigencias, y Pinkerton no estaba dispuesto a ensear sus bazas
recin empezada la partida. Sheedy, el jugador, tambin era muy consciente de las
normas y corri de nuevo a Worth para informarle, excitado, de que si bien Pinkerton
an proclamaba lo contrario, haba picado en el anzuelo y las negociaciones ya
podan empezar en serio.
El 10 de enero de 1899, William Pinkerton dej su casa en un barrio residencial
de Chicago y se encamin como de costumbre a las oficinas de la agencia, donde
encontr un telegrama con este crptico mensaje: Le espera carta en casa; mande a
buscarla[779]. La notificacin vena firmada por Roy. Como no conoca a nadie
llamado as, el asunto era un enigma para m, recordaba Pinkerton tiempo despus.
Telefone a casa y su hija le dijo que momentos despus de marcharse se haba
presentado un desconocido que haba dejado una carta, insistiendo en que era
importante, y haba pedido que fuera entregada en mano al seor Pinkerton y a nadie
ms[780]. La carta fue enviada enseguida a la oficina. Deca as:

Apreciado seor:[781]
Abusando de la amistad que hicimos en Londres, he acudido a verlo por
un asunto que puede ser beneficioso para ambos en el caso de que se digne
usted contemplarlo. Tengo suficiente conocimiento de usted y suficiente
confianza en su rectitud como para saber que si tengo su palabra de que no
se aprovechar de mi situacin y de que no se utilizar nunca con otros fines
cualquier informacin que pueda adquirir respecto al asunto sobre el que
deseo consultarle, puedo fiarme plenamente de ello. Estoy tentado de pedirle
que me ofrezca esa seguridad debido a las especiales complicaciones que

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pueden producirse, y que de hecho se producen, en un negocio como el de
usted, cuando existen intereses tan diametralmente contrapuestos como los
que hay entre su agencia y una persona en mi situacin.
Ahora pasar a exponer el asunto: si no existe nada en sus intereses
comerciales que le impida ofrecerme las seguridades que le pido, haga el
favor de insertar en el Chicago Daily News, bajo la columna de avisos
personales, el siguiente anuncio: SEGURIDAD GARANTIZADA W. A. P.,
y establecer una cita para vernos lo antes posible. Si no aparece en un par
de das, entender que existe algn obstculo, que tiene buenas y suficientes
razones comerciales que le impiden darme su palabra y que debo marcharme
sin verlo, lo cual hara con gran pesar, se lo aseguro.
Dejar la presente en su casa para evitar accidentes, pues podra ser
abierta en su ausencia por su representante en la agencia. Naturalmente,
antes de dejarle la nota me asegurar de que est usted en la ciudad.
Confiando en recibir buenas noticias, quedo de usted Cordialmente,
H. Raymond Londres (ltima direccin).

Reconoc de inmediato que la carta estaba escrita por Adam Worth, alias Henry
J. Raymond, y que sin duda haca referencia a la propuesta que me haba hecho
Priestone [el nombre clave de Sheedy para los Pinkerton] el ltimo verano[782].
Pinkerton no perdi un segundo, e inmediatamente puso el anuncio en el
vespertino de Chicago. El da 12 recib una llamada telefnica con el mensaje de
que Robert Ray quera verme recordara Pinkerton. No conoca a nadie con ese
nombre, pero cuando me puse al aparato, alguien me pregunt con marcado acento
britnico si hablaba con William Pinkerton. Respond que s. "El seor William
Pinkerton?", insisti, y le confirm que era yo. "Soy el caballero de Londres", dijo l
entonces. Respond que ya saba quin era []. Le pregunt dnde estaba y me dijo
que casi enfrente de nuestra oficina. Le propuse que fuera all, entrara y pidiera por
m personalmente; le asegur que nadie le prestara atencin porque nadie lo
conocera. l accedi a lo que le sugera[783].
Si la tctica de Worth era cauta en extremo, Pinkerton tampoco corra riesgos.
Inmediatamente envi a detectives a posiciones desde las cuales pudieran ver al
hombre cuando entrase y cuando se marchase.
Quera que lo viesen en las oficinas el mayor nmero posible de gente para que
ms adelante pudieran reconocerlo. Al cabo de unos minutos me anunciaron la
presencia de Robert Ray [][784].
Los dos conocan perfectamente los respectivos negocios, pero haca casi dos
dcadas que William Pinkerton no vea a Adam Worth. Los dos eternos adversarios
se estrecharon la mano con parsimonia, y el detective valor con ojo experto la
notable figura que acababa de entrar en su despacho.

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Salvo las canas y que haba envejecido considerablemente, vi muy pocas
diferencias en l despus de un perodo de ms de veinte aos. Me pareci ms bajo y
con cierta tendencia a caminar encorvado; los cabellos y el bigote, negros cuando lo
haba conocido, eran ahora de un gris acerado. Calculo que pesara alrededor de
sesenta kilos []. Con su constitucin menuda y apenas un metro sesenta de estatura,
se lo vea muy pulcro con su atildada indumentaria. Hablaba con un acento britnico
muy marcado []. Por su aspecto algo canijo, sera la ltima persona en quien uno
pensara al imaginar a un peligroso ladrn profesional[785]. El detective tambin
apunt que Worth daba muestras de ser un hombre que beba bastante, algo que
jams haca cuando lo conoc[786].
A juzgar por las notas de Pinkerton, es evidente que Worth se haba engalanado
para esta reunin trascendental y que haba echado mano de lo que le quedaba de su
antiguo bro: Lo estudi con detenimiento para poder hacer una descripcin precisa
de l. Tiene las cejas muy pobladas y visiblemente teidas de negro, el rostro
delgado, los ojos pardos, la nariz prominente, las orejas grandes y unos brazos largos,
con manos de buen tamao. Sus modales son suaves y va vestido pulcramente con
ropas oscuras de la cabeza a los pies. Usa levita y luce una modesta cadena de oro, de
esas que en Inglaterra llaman "cadena prncipe Alberto", con un camafeo por
amuleto; en el pauelo lleva una perlita con forma de pera y siempre se sienta muy
erguido[787].
Worth salud efusivamente a su antiguo enemigo, y Pinkerton lo invit a sentarse
y charlar un rato.
Qu lo trae por aqu?, pregunt Pinkerton, a falta de mejor gambito de
apertura.
He venido a verlo a usted respondi Worth. Ya le dije hace muchos aos
que si alguna vez vena a Estados Unidos lo buscara; pues bien, ya he estado aqu en
varias ocasiones y no lo he buscado en ninguna de ellas, pero esta vez lo he hecho por
mi propia voluntad. Deseaba verlo, Pinkerton. ltimamente he pensado mucho en
usted; estoy al corriente de lo que ha hecho su agencia y s perfectamente que tuvo
usted la oportunidad de acabar conmigo cuando estuve en Blgica hace aos, durante
mis problemas en Lieja, por los cuales pas cinco aos encerrado []. Esta vez me
pongo por completo en sus manos; no lo he hecho nunca con otro ser humano, pero
tengo implcita confianza en su palabra y en que los suyos no se aprovecharn de lo
que diga[788].
Y lo que Worth tena que decir era ms extraordinario de todo cuanto Pinkerton
hubiera podido imaginar.

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25 MORIARTY CONFIESA ANTE HOLMES
Worth haba llegado a Chicago con la nica intencin de abrir negociaciones para
la devolucin del Gainsborough, que ahora estaba oculto y a salvo en el hotel
McCoys, dentro del viejo bal Saratoga. Pero mientras hablaban, dio la impresin de
que se estableca un vnculo de confesin entre el robusto detective y el ladrn
visiblemente envejecido. Como reconoca Worth con toda franqueza, nunca se haba
puesto en manos de otra persona pues toda su vida se haba dedicado a controlar a
otros. En cambio esta vez se entregaba por completo a un hombre que debera haberlo
detenido al instante. El instinto los juntaba, pues haban habitado mucho tiempo el
mismo universo, aunque viajaran en direcciones opuestas. El ladrn era un hombre de
honor, y el hombre de principios forzaba la ley hasta el lmite. Un extrao encuentro
de concepciones de la vida.
La conversacin dur el resto del da y se prolong hasta la noche. Al da
siguiente se reunieron de nuevo, y al otro. En lugar de centrarse en el asunto que les
interesaba, Worth se descubri contando su pasado, desahogndose, en parte por
vanidad pero en parte tambin por la necesidad de explicar y justificar los extraos y
torcidos caminos que haba tomado su vida. Evoc la extraa galera de bribones que
haba conocido durante los cuarenta aos anteriores Kitty Flynn, Piano Charley
Bullard, el Marcas, el viejo Basuras y el odiado Shinburn y expuso ante Pinkerton
con nimo locuaz[789] una imagen pintoresca y abigarrada del submundo delictivo
internacional y el distinguido papel que haba tenido en l. Worth hablaba de los das
de la guerra de Secesin, de su experiencia en Sing Sing, de sus golpes en Nueva
York, Boston, Londres y Pars, del robo de diamantes del transporte sudafricano y,
sobre todo, del robo de la duquesa de Devonshire pintada por Gainsborough, que
haba guardado celosamente durante ms de dos dcadas pero que ahora deba ser
devuelta, dijo, para poner fin a ese captulo. l estaba enfermo, explic, tal vez al
borde de la muerte. Sus palabras dejaban traslucir la pattica veneracin que senta
por el objeto al que haba hipotecado su vida y su libertad: La dama debe volver a
casa[790].
Al trmino de sus tres das de entrevista, Pinkerton estaba exhausto, asombrado
ante la enorme actividad desplegada por Worth y ante la extraa mezcla de orgullo y
melancola con que la haba expuesto. Considero a este hombre el delincuente ms
destacado de su tiempo escribi Pinkerton cuando Worth ya estaba muerto. Fue
un encuentro realmente extrao []. Hablamos con mucha franqueza de asuntos
sucedidos en Europa durante los ltimos veinte aos, y Worth se refiri sin
vacilaciones a numerosos robos en los que haba participado []. Se refiri por
encima a casi todos los grandes robos que haban tenido lugar en Europa, y la
conversacin fue realmente muy interesante[791]. Adems de su gran corazn,
Pinkerton tambin estaba dotado de una memoria prodigiosa. Cuando Worth

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abandon el despacho y desapareci de nuevo, Pinkerton traslad a papel, en
diecisis hojas, la inslita entrevista que acababan de celebrar.
Segn Pinkerton, Worth empez su confesin con algunos recuerdos de
agradecimiento y aprecio: Deca que siempre le haba cado bien, que me
consideraba un hombre que saba seguir su propio consejo y que siempre haba
sentido respeto hacia m. Pero no sabra decir cunto de adulacin haba en esas
palabras[792]. Alguna haba, es cierto, pero tambin contenan una parte de sincera
admiracin. Worth record que haba intentado hacer una serie de regalos al
detective, pero siempre los haba devuelto. Recordaba en particular una preciosa
cajita de rap, un objeto nico que haba querido enviar a Pinkerton como recuerdo
de viejos tiempos,[793] pero finalmente se lo haba pensado mejor ya que era algo
tan nico que quizs habra llamado la atencin. Por otra parte, probablemente se
trataba de un objeto robado. Pinkerton mantuvo una actitud incorruptible: Le dije
que me alegraba de que no lo hubiese hecho, que no quera que me mandara ningn
regalo.
Acaso tema que intentaba sobornarlo?, se mof Worth, y ya ms relajado
empez a describir sin seguir un orden concreto sus muchas fechoras. Segn sus
clculos, haca tanto tiempo del robo del banco Boylston que ya deba de haber
prescrito. No se sabe, por supuesto aada como si tal cosa. No me gustara que
me juzgaran por eso, aunque ya han pasado treinta aos[794]. Describi cmo haba
sacado a los miembros de su banda de la crcel turca y cmo l y Bullard haban
abierto el American Bar para ver como terminaba sometido a registro y cerrado, a
instancias de Pinkerton. Llegado a este punto, se encogi de hombros para dar a
entender que no le guardaba rencor, y aadi que ya empezaba a darme cuenta de
que el American Bar no sera un xito como el que yo deseaba.
De all pas a describir minuciosamente el robo al furgn de los diamantes, el
atraco al tren de Ostende, su huida por los pelos de la polica de Montreal y la
debacle de Lieja. Sus recuerdos estaban salpicados de vitriolo al recordar la traicin
de Jack Phillips el Basuras, y Little Joe Elliott, la crueldad de Shinburn o lo que para
l haba sido una autntica cacera del tigre a cargo de John Shore, de Scotland
Yard. Al recordar las veces en que haba sido traicionado y su solitaria fe en la virtud,
asomaba la rabia que bulla en su interior. Es autnticamente mordaz en sus
comentarios sobre casi todo el mundo, seal Pinkerton.
Cuando la conversacin gir hacia su familia, Worth se mostr abatido y sombro.
Ech de nuevo la culpa a otros y al destino y describi cmo su antiguo cmplice,
Johnnie Curtin, haba seducido a su esposa, la haba introducido en la bebida y las
drogas, y finalmente le haba robado hasta el ltimo penique. Le pregunt dnde
estaba ahora escribi Pinkerton y respondi con lgrimas en los ojos que la
pobre desdichada estaba internada en un asilo mental, loca, y que no saldra nunca
ms []. Estaba muy compungido. Con los comentarios sobre la familia, dio la
impresin de que su arrogancia se vena abajo. El brutal tratamiento carcelario

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recibido en Blgica lo haba dejado convertido en una ruina fsica. Todos los das
sufra de hemorragias en la cabeza[795] y perda peso rpidamente.
Dijo que en cuanto puede acude a un especialista para detener las hemorragias, y
que si no tiene una cada da sufre terribles jaquecas. Culpa de su estado a la estancia
en prisin que cumpli en Blgica. Deca que el sbado por la maana haba sangrado
casi media pinta, escribi Pinkerton a su hermano.
Con unos breves clculos mentales, Pinkerton lleg a la conclusin de que el
sujeto melanclico que tena delante haba robado ms de cuatro millones de dlares
durante los treinta aos precedentes. Dnde haba ido a parar todo aquel dinero?
Dijo que haba vivido descuidadamente, dedicado a especular, jugar y despilfarrar lo
que haba ganado, pero me insisti en que si alguna vez consegua volver a juntar un
par de cientos de miles, nadie se largara con ellos. Si lo haca, levantara una casa y
se establecera con sus hijos[796].
Lleno de autocompasin, Worth lanz un suspiro. Me doy cuenta de que
empiezo a hacerme viejo, pero hay un par de cosas que an tengo que hacer y que me
proporcionarn suficiente dinero para mantener a mi familia. Es lo nico que me
queda pendiente. Despus me retiro.
Por fin, tras varias horas de nostalgia, cautivadora para Pinkerton y teraputica
para l, Worth haba llegado al meollo de la cuestin: el asunto del Gainsborough.
Reconoci que efectivamente haba sido l quien haba robado el cuadro y quien lo
haba guardado todos esos aos. Haba sido una decisin tomada sobre la marcha y
destinada a negociar la excarcelacin de su hermano, pero al final haba cambiado su
vida. Worth ya no evocaba con aoranza tiempos pasados; esta vez negociaba en
serio.
Naturalmente, yo quiero sacar algn dinero y quiero que usted tambin sea
compensado continu. S que es un hombre honorable y que no lo consentir
como no sea de modo completamente lcito, pero creo que le parecer legtimo cobrar
la recompensa por la devolucin del cuadro a su propietario,[797] declar, y a
continuacin se ech hacia atrs para observar los efectos del comentario en el
detective.
Pero Pinkerton no iba a dejarse arrastrar al trato tan fcilmente. Le respond que
nosotros no podramos hacer algo semejante bajo ninguna circunstancia; que sera
contrario a nuestra manera de actuar y a todos los principios por los que se rige
nuestro oficio.
Worth prob de nuevo con unos halagos apenas disimulados: El gran
superintendente Byrnes habra dado cualquier cosa por tener la oportunidad de hacer
lo que le ofrezco, pero quin confiara en un puerco como se; no, nadie podra fiarse
de l[798].
Esta vez Pinkerton cedi un poco en su rigidez: Otros que se dedican a nuestro
negocio estaran dispuestos a hacer lo que propone, concedi.
Durante un rato estudiaron varios posibles intermediarios. Worth dijo que su

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hermana Harriet estaba casada con un hombre de leyes llamado Lefens, una especie
de abogado de bufete que redacta legajos y documentos y cosas de sas, pero aadi
que dudaba de que su cuado tuviera peso suficiente para actuar en esto. A quin
recomendaba Pinkerton?, pregunt con sagacidad.
Le dije que haba mucha gente con peso suficiente [] y que no avisara a
Howe ni a Hummel ni a gente como ellos, que eran capaces de quedarse todos los
beneficios del asunto, e incluso delatarlo a la polica.
Worth cambi sbitamente de opinin y fingi renunciar a la idea de devolver el
Gainsborough. Dijo que lamentaba que no encontrramos una manera segura de
proceder al traspaso de la obra, pero que me daba la razn en cuanto a que poda
organizarse un gran revuelo y disponer en contra de nosotros a la polica de
Londres.
Esta vez le toc a Pinkerton el turno de hacer un movimiento en el delicado
minu. En qu estado se encuentra el retrato?, pregunt con la voz ms indiferente
que fue capaz de poner. Worth respondi, con el mismo tono de indiferencia, que se
alegraba de comunicar que el cuadro estaba intacto. Y qu haba, insisti el
detective, de las historias que haban circulado recientemente de un cuadro
descubierto en cierto lugar, que estaba cubierto de musgo y de moho y que se supona
que era el retrato de la duquesa de Devonshire? Worth respondi que l tambin
haba odo tales comentarios y que no poda dar explicacin al respecto, salvo decir
que alguien estaba falsificando un cuadro e intentaba hacerlo pasar por el
autntico[799].
De repente, desvindose deliberadamente del tema, Worth se puso a hablar de un
sistema de alarma contra ladrones en el que andaba trabajando en aquel momento.
Dijo que un da me dara los resultados de algo que est estudiando en el campo de
la proteccin contra robos mediante la electricidad; es un sistema nico, desconocido
hasta hoy, explic Pinkerton. Si al detective le resultaba inslito hablar de los
aparatos de proteccin antirrobo ms avanzados con uno de los ladrones ms
buscados del mundo, sus notas no lo reflejan.
Mediante alusiones indirectas, Pinkerton condujo de nuevo a Worth al tema del
Gainsborough y se ofreci a prestarle dinero. Le pregunt cmo andaba de fondos y
si necesitaba dinero. l respondi que ni un centavo. Le dije que no fuera anticuado,
que si necesitaba dinero, con gusto se lo avanzaramos. Contest que era muy
amable, que era el primer polica que se ofreca a hacer algo as pero que no
necesitaba el dinero[800]. Para reforzar sus palabras, sac una cartera y pidi a
Pinkerton que le cambiara un billete de cien dlares, asegurndose de que el detective
vea los siete u ocho billetes del mismo valor que llevaba en la cartera.
Tras algunos comentarios sin importancia, Worth plante de nuevo el tema del
cuadro. Dijo que pensara qu abogados contratar y que probablemente aceptara mi
consejo de devolver a Agnew el retrato de la duquesa de Devonshire. Con torcida
intencin, Worth aadi que con gusto lo entregara sin pedir nada a cambio, pero

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hay otras personas interesadas a las que he avanzado dinero de vez en cuando para
que guardasen silencio. No dijo de quin se trataba, pero me llev a la deduccin de
que eran ingleses[801].
Fue una jugada muy sutil entre dos veteranos del pquer. Pinkerton estaba
decidido a demostrar a Worth que no conseguira manipularlo, pero tambin dej
muy claro que si Worth poda dar con un intermediario de confianza y negociar un
intercambio de tal modo que la reputacin de los Pinkerton no se viera empaada,
tenan la puerta abierta a un trato. En palabras del propio Pinkerton, bajo ninguna
circunstancia hara nada que las autoridades de Scotland Yard no autorizasen[802].
Pero si la polica inglesa no pona inconvenientes, la cosa cambiara. Por su parte,
Worth haba dejado claro que l, y slo l, tena en su poder el cuadro verdadero; que
cualquier traicin por parte de Pinkerton significara que el trato quedaba roto y que,
con el billetero lleno, no estaba dispuesto a regateos. Los dos hombres se entendieron
perfectamente. Slo quedaba poner un sello simblico a este principio de trato
incierto y tal sello vino, cosa extraa, en forma de un cachorro de perro.
Empec a hablar de perros con l informaba Pinkerton, un gran amante de los
canes y me cont que estaba impaciente por hacerse con un fox terrier para sus
hijos. Le dije que le regalara uno un par de semanas ms tarde, que poda dejarme su
direccin y se lo mandara[803].
Con esta demostracin de las buenas intenciones de Pinkerton y la promesa de
estar en contacto, ya fuera en persona o a travs de Sheedy, Worth se levant por fin
para marcharse.
Antes de que se fuera, insist en pedirle una direccin donde enviarle el cachorro
y dijo que me enviara una nota para comunicrmela. Al despedirse dijo que si alguna
vez poda hacerme un favor, que no fuese reformarse y convertirse en polica, slo
tena que llamarlo. Insisti en que haba sido muy amable y que agradeca mi buena
acogida[804].
Los dos hombres, ahora buenos amigos y pronto socios en un negocio de lo ms
inslito y turbio, se estrecharon la mano calurosamente y Adam Worth desapareci en
la noche de Chicago. Haba dicho que tomara el tren de las 9.20 hacia Nueva York,
pero Pinkerton ni siquiera se molest en hacer que lo siguieran. Pareca sincero en
todo lo que haca, y si se le ocurra que haba faltado a mi palabra, no habra hecho
ms que ahuyentarlo[805].
Haban alcanzado un acuerdo, aunque slo fuera tcito. William escribi de
inmediato a su hermano para resumirle la extraordinaria conversacin con Worth.
Bien, no s si haremos algn trato con este hombre en el futuro, pero te encarezco
que no lo denuncies a nadie ni permitas que nadie sepa que estamos al corriente de su
presencia en el pas. Por nada del mundo querra que cayera en manos de la polica ni
de nadie despus de haberse portado como lo ha hecho conmigo, y quiero que quien
lea esta carta reciba especiales instrucciones de que no debe revelarse nada de ese
hombre, ni emprenderse su bsqueda[806]. Pinkerton, en otro tiempo su cazador, se

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haba convertido en protector de Worth.
Estoy sinceramente convencido de que puedo manejar a este hombre,
aseguraba Pinkerton a su hermano, intuyendo quiz las inmensas posibilidades de
relaciones pblicas que se le abriran si consegua un golpe tan espectacular como la
devolucin del gran retrato de Gainsborough. Creo que puedo conseguir que este
hombre nos sea de utilidad durante un tiempo[807].
Al da siguiente lleg a la oficina de Pinkerton un telegrama con saludos de
Henry J. Raymond desde una direccin de Brooklyn. Quince das ms tarde, dos
chiquillos se quedaron llenos de asombro y encantados cuando un cachorro de fox
terrier de un benefactor annimo lleg sin previo aviso a la puerta de la casa de su to,
en Brooklyn.

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26 EL BULTO DEL BOTONES
Con tanto intermediario involucrado, las negociaciones sobre el retorno del
Gainsborough a Agnew fueron necesariamente prolijas. Los Pinkerton no perdieron
un segundo en ponerse en contacto con el superintendente Donald Swanson, del
departamento de Investigacin Criminal de Scotland Yard, quien pas la informacin
al inspector de detectives Frank C. Froest, pues John Shore ya haba abandonado el
cuerpo para dedicar su jubilacin a perseguir fulanas en el burdel de Nelly Coffey
Pata de Palo. Como anot Pinkerton, New Scotland Yard llevaba muchos aos
trabajando en el caso y prcticamente haba reunido la misma informacin que
tenamos nosotros, aunque sin pruebas materiales y sin medios para asegurarse la
condena de los ladrones[808].
Fiel a su palabra, Pinkerton omiti cualquier mencin a Worth o a Sheedy en sus
comunicaciones con la polica inglesa, aunque Scotland Yard saba muy bien con
quin estaba tratando, aunque fuera a travs de personas interpuestas. El inspector
Froest se puso en contacto con el abogado de Agnew, sir George Lewis, y le expuso
la versin de los hechos que Pinkerton haba decidido contarle. Segn explicaba el
polica ingls, un individuo haba acudido a ver al seor Pinkerton con una historia
que mereca credibilidad. Este individuo haba recibido un encargo de un rico
norteamericano,[809] enfermo de muerte, que saba dnde estaba la pintura robada y
quera ayudar a devolverla antes de expirar. El intermediario sugiere que el asunto
debera ponerse en manos de los seores Pinkerton []. Aunque no desea la
recompensa, el hombre sugiere que sta debera entregarse a alguien,[810] apuntaba
Froest.
El intermediario era Patrick Sheedy, por supuesto, que actuaba en representacin
de Worth, y la informacin parcial suministrada a Scotland Yard pretenda conseguir
varios objetivos simultneamente: insinuar que el ladrn haba muerto, facilitar que
Pinkerton pudiera negociar con Agnew el retorno del cuadro sin que pareciera que se
saltaba sus propios principios, insistir en que cualquier transaccin que se hiciera
tuviese lugar en Estados Unidos y, por encima de todo, asegurarse de que nadie era
llevado a juicio. Como es lgico, Sheedy y Worth insistieron mucho en este punto. El
primero enfocaba todo aquel asunto como una cuestin de principios artsticos e
insista en que nadie deba resultar castigado o lesionado, para que se pueda
recuperar el tesoro artstico perdido[811].
En palabras de Pinkerton, Sheedy enfoc el asunto desde el punto de vista de
que la recuperacin del cuadro era de gran importancia para el mundo del arte, y de
que slo podra llevarse a cabo de la manera que se haba expuesto. Dijo tambin que,
por lo que l concerna, si alguien era represaliado por intervenir en el asunto, el
cuadro no sera devuelto jams[812]. Probablemente la advertencia era un reflejo de
las opiniones de Worth. Apenas unos meses despus del robo, se haba dado el gusto

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de anunciar el cuadro a un pblico ms amplio; slo alguien tan pagado de s como
Worth era capaz de creer que estaba haciendo un favor al mundo del arte con la
devolucin de una obra maestra que haba disfrutado en solitario durante ms de
veinte aos.
En una carta fechada el 26 de junio de 1899, sir George Lewis expona a William
Agnew la opinin de Scotland Yard respecto a la oferta. El inspector Froest opina
que la comunicacin que ha establecido tiene solidez []. Sugiere que debera
ponerse al corriente a los seores Pinkerton antes de realizar ningn movimiento. Por
supuesto, yo someto el asunto a su consideracin[813]. Pero en vista de tanto
subterfugio y despus de tantos intentos de estafa como haba sufrido, el tratante de
arte se mostr comprensiblemente receloso. Su resistencia a dar la impresin de que
perdonaba un delito no le preocupaba tanto como la sospecha de que iba a tener que
pagar por segunda vez, y a un precio muy alto, algo que tcnicamente ya era suyo.
Los escrpulos monetarios de Agnew eran visiblemente mayores que los morales.
Como apunt agudamente ms tarde un cnico observador: Acaso un hombre
que ofreciera a la venta el abrigo que acaba de robar no sera detenido por el primer
polica que se enterase del asunto? Pero cuando se trata de una pintura valorada en
una pequea fortuna, las cosas son muy distintas[814].
De momento el tema est que arde segn Pinkerton debido a la cantidad
exigida para la devolucin del cuadro y los abogados (Lewis & Lewis) afirman que
debe de ser una estratagema de algn listillo norteamericano para estafar a
Agnew[815]. El detective tambin se mostraba precavido: Debemos saber
claramente hasta dnde quiere usted que lleguemos antes de comprometernos a hacer
nada,[816] adverta a Agnew, quien a su vez tena dudas de la honradez del
honrado Pat Sheedy, a pesar de las seguridad que les haba dado Pinkerton de que
no es un bribn en ningn sentido de la palabra, pero es muy aficionado a las
apuestas, y conoce sin duda a muchos de los delincuentes ms destacados. Yo opino
que es sincero en lo que dice[817].
Los dos bandos se estudiaban: Worth y Sheedy a un lado de la simblica mesa de
negociaciones, Agnew y Scotland Yard en el otro, y los Pinkerton en medio. Worth
fue el primero en intentar romper el punto muerto. A travs de Sheedy, ofreci
devolver el cuadro sin reclamar nada si a cambio Agnew le permita el privilegio de
poner la obra en exposicin durante cuatro meses[818]. Sheedy recogera los
beneficios y luego pasara en secreto a Worth la parte del len. Era una propuesta
ridcula, desde luego pensar que poda robar un cuadro valioso y luego exhibirlo
era una muestra de la desfachatez de Worth, y fue rechazada rotundamente por
Agnew. Un mes despus, Worth y Sheedy volvan a la carga con otra idea tan
estrambtica como la anterior: Devolvera el cuadro si Agnew permita a Sheedy
realizar un grabado en metal del retrato y le conceda el control de la plancha[819].
Como ya haba demostrado la historia, la duquesa era un instrumento publicitario

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extraordinariamente lucrativo, y quien controlase su imagen poseera una inversin
valiossima. Agnew volvi a rechazar la propuesta, pero al menos esta vez estaba
convencido de que trataba con el autntico poseedor de la famosa pintura.
Para pasar el rato, mientras se prolongaban las negociaciones, Worth se dedic a
preparar un trabajito a unos colegas. A principios de 1900, dispuso lo necesario
para que tres conocidos delincuentes norteamericanos Kid Macmanus, Brooklyn
Johnny y Rubio McGuire cruzaran el charco[820] hasta Londres, llevando
consigo el ltimo grito en tcnicas para reventar cajas fuertes. Puede que fueran los
hombres expertos en el uso de nitroglicerina y dinamita de los que hablaba ese
peridico de Nueva York hace poco, en relacin con un robo,[821] inform un
detective de Pinkerton. Pero como de costumbre, no hubo modo de atribuirle nada a
Worth directamente.
Avanzado el ao, embal el cuadro y regres tambin a Londres, en un ltimo
intento de acelerar las negociaciones. Tras una nueva serie de sutiles contactos entre
Pinkerton, en Chicago, y Worth, en Londres, el detective crea haber cerrado por fin
un trato con las autoridades inglesas. El 16 de junio de 1901, es decir, a los dos
aos da por da de la fecha en que Worth haba acudido a ver a William por
primera vez, los Pinkerton recibieron un telegrama del superintendente Swanson, de
Scotland Yard, con instrucciones de que se encargara del asunto del cuadro robado y
de que se ocupara de su recuperacin. Las condiciones impuestas por Worth seran
aceptadas, siempre que fuese el cuadro autntico, y con este fin partira de inmediato
de Inglaterra un testigo que poda identificarlo[822]. Todava se desconoce con
exactitud a cunto ascendan las condiciones de Worth, pues todas las partes
tuvieron buen cuidado de no poner nunca por escrito los detalles de este trato, de
dudosa legalidad. El intercambio se efectuara en Estados Unidos y es evidente que se
pact la entrega de una abundante cantidad en metlico, a la que seguira el resto
despus de la recuperacin del retrato, y la inmunidad para todas las partes
involucradas. Un contemporneo dijo que Worth insisti en que l deba conseguir
cinco mil libras, al menos [] y en que Pat Sheedy deba llevarse otras dos mil, por
sus esfuerzos como negociador[823]. Segn Sheedy, Worth recibi veinticinco mil
dlares en metlico. Agnew decidi aceptar la conveniente explicacin de que el
ladrn haba muerto.
Despus de meses de inactividad y de infructuosos regateos, de pronto las cosas
empezaron a ponerse en marcha a toda velocidad. El seor Pinkerton comunic de
inmediato al seor Sheedy que localizara a Worth y le hiciera volver a Estados
Unidos[824]. Sheedy se apresur a enviar mensajes a un par de direcciones de
Londres donde saba que podan encontrar a Worth. Al recibo de la carta, Worth
telegrafi a Sheedy que regresara en el primer vapor a Amrica, que usara nombre
supuesto y que, naturalmente, llevara consigo el bal de doble fondo y su preciada
carga. Cuando se supo que su barco haba zarpado, los Pinkerton telegrafiaron a
Londres para que el testigo que haba de identificar el retrato partiera tambin hacia

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Estados Unidos[825].
El hombre seleccionado para la tarea crucial de identificar el retrato tanto tiempo
perdido no era otro que C. Morland Agnew, el hijo de William Agnew, quien
embarc en el SS Etruria el 16 de marzo de 1901 para hacer la travesa de Liverpool a
Nueva York, envuelto en el mayor de los sigilos. Era un secreto conocido slo por
los tres socios de la firma:[826] Morland, su hermano George y su primo W. Lockett
Agney. Ni siquiera fue informado del plan el anciano sir William, que haba
comprado el cuadro en 1876 y que tena la suerte de estar a bordo de su yate, en un
crucero por las islas griegas, por temor a que, llevado de la emocin, lo revelara a
alguien[827].
He recibido noticias que me obligan a navegar a Nueva York,[828] anot
Morland en su diario, sin ms precisiones. Llev consigo a su esposa, que segn
parece tambin fue mantenida al margen de la autntica razn del viaje hasta que el
barco hubo zarpado. La travesa no result agradable. Cuando apenas llevaba un da
fuera de puerto, el Etruria fue sacudido por un temporal que inund la cubierta de
camarotes, da muchos de los botes salvavidas y caus tanto pnico entre los
pasajeros que uno de ellos se suicid y otro se volvi loco y hubo de ser reducido por
la fuerza. El estado de la seora Agnew, segn registr su marido, proporciona una
impresin muy precisa del viaje: Mam est bastante nerviosa (da 1); Mam no
debera haber venido[829] (da 3); No creo que a mam le guste esto. Empieza a
pensar que hubiera sido mejor que nos quedramos en casa (da 5); Por desgracia,
mam est muy nerviosa (da 6). Mam, segn result, se pas todo el trayecto
extraordinariamente mareada, lo cual no impidi a la estoica criatura atacar cada
comida con voracidad, para devolverla acto seguido por la borda. Qu voy a hacer
con mam? He ah un buen dilema, se pregunta Morland en el diario. Como
cualquier marido britnico sensato, no hizo nada y se limit a lamentarse de que no
poda hacer ejercicio y de que se haba olvidado de llevar la bolsa del tabaco. Mataba
el rato soltando comentarios esnobs sobre las costumbres dietticas de los dems
pasajeros: Esos yanquis comen como cerdos; hoy, en el almuerzo, una mujer coma
una especie de tarta de crema con cebollas en salmuera! No me extraa que se
haya encontrado mal la mayor parte del viaje![830]. Pero incluso Morland
reconocera ms adelante que haba pasado unos das de intensa zozobra[831].
Despus de una espantosa travesa de nueve das envueltos en la niebla, llegaron a
Nueva York y fueron recibidos por Robert Pinkerton, quien cont a los Agnew que la
entrega del cuadro, si se verificaba su autenticidad, se producira en Chicago. A pesar
de este freno a las esperanzas que me haba hecho mientras estaba a bordo del
Etruria,[832] la pareja aprovech la situacin lo mejor que pudo y pas la noche en el
hotel Waldorf. Al da siguiente el matrimonio tom el tren expreso Lake Shore y
lleg por fin a Chicago la tarde del 27 de marzo. William Pinkerton, rubicundo,
vestido con esmero y absolutamente sobreexcitado, los recibi en la estacin, y este

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hombre refinado y bien parecido,[833] segn la descripcin de Agnew, acompa a la
exhausta y macilenta pareja al hotel Auditorium. Todo marchaba segn los planes, les
asegur, y el cambio se efectuara al da siguiente: Tendra la duquesa por la
maana,[834] les anunci antes de ofrecerse a ensearles la ventosa ciudad en su
carruaje. Agnew ya haba tenido suficiente aire en el viaje y estaba nervioso e
impaciente ante lo que iba a suceder. Personalmente, lo del da siguiente me tena
demasiado inquieto como para pensar en visitas tursticas por Chicago,[835] confes
ms tarde.
A las 9.30 del 28 de marzo, Morland entr en el despacho de Pinkerton y los dos
hombres se dirigieron al First National Bank de Chicago para hacer efectivo el
importantsimo cheque de tres mil dlares, probable primer plazo del rescate. Es
mucho dinero para andar con l por Chicago,[836] le advirti el impertinente
empleado del banco cuando Morland le present el documento. Agnew se limit a
sealar al corpulento detective que aguardaba detrs de l, una de las personas ms
fcilmente reconocibles de la ciudad. Un ladrn tendra que haber estado loco, o
ciego, para robar a un hombre que estaba bajo la proteccin personal de El Ojo.
Bueno, supongo que as no hay ningn problema, murmur el cajero.
A las diez de la maana, el dinero en billetes usados qued depositado en la caja
de seguridad de Pinkerton, en el entendimiento de que no se entregara a menos que,
o hasta que, Morland Agnew tuviera el cuadro en sus manos. Los dos hombres
regresaron entonces al hotel Auditorium, volvieron con mam, cuyos mareos
haban dado paso a un estado de agitacin nerviosa, y esperaron.
Morland describi la tensin: Al acercarse la hora en que haban determinado
que se entregara la pintura, not que el seor Pinkerton se pona cada vez ms
inquieto, ms incluso que yo mismo[837]. Ahora era la reputacin de Pinkerton lo
que estaba en juego. Se habra echado Worth atrs? Sera aquello algn nuevo truco
rebuscado para humillar a los detectives? Acaso el ingenioso ladrn, en aquel mismo
instante, estara convenciendo a la gente de la oficina para que le entregara el dinero,
antes de esfumarse otra vez con el cuadro?
Un cuarto de hora antes de la hora acordada escribi Agnew en su diario el
seor Pinkerton, mi esposa y yo nos trasladamos a la sala de arriba, donde habamos
dispuesto que se efectuara la entrega. Los escasos minutos que pasamos tras esa
puerta cerrada resultaron un poco tensos y encend un habano para pasar mejor el
tiempo[838]. La conversacin ces. Pinkerton echaba constantes ojeadas al reloj.
Morland daba chupadas al cigarro para ocultar su agitacin. La seora Agnew eruct
por lo bajo.
Al rato llamaron a la puerta recordaba ms tarde Agnew. El seor Pinkerton
dijo "adelante!" y la puerta se abri al momento. En el umbral haba un botones, un
mensajero adulto que llevaba un rollo de papel marrn en el brazo. "El seor
Agnew?", pregunt. Dije que era yo y extend la mano. El botones me entreg el rollo
en silencio y, como si le hubieran encargado trasmitir el mensaje ms normal del

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mundo, dio media vuelta sobre sus talones al instante, abandon la sala y cerr la
puerta sin hacer ruido[839].
El mensajero adulto[840] era el propio Adam Worth, con un estudiado disfraz y
atrevido hasta el lmite, en el ltimo gran papel de su carrera. Si Pinkerton lo
reconoci, y no hay ningn indicio en tal sentido, el detective consigui disimular
perfectamente su sorpresa. Mientras tanto, Worth abandon su disfraz y volvi a sus
aposentos en el hotel The Briggs House.
Cuando se hubo marchado escribi Morland, saqu la navaja, cort el
cordel con el que estaba atado el envoltorio y all estaba, ligeramente protegido con
algodn en rama, el Gainsborough largos aos perdido. Dos minutos me bastaron
para convencerme de que era la duquesa[841].
Los viajes no haban apagado el brillo de Georgiana, aunque Morland observ el
extremo rasgado de la lona, de donde tantos aos antes Worth haba cortado
fragmentos para demostrar que el robo era cosa suya.
El rostro, de una belleza maravillosa, est intacto y el cuadro, pese a la
mutilacin, sigue siendo de inmenso valor y del mximo inters.
Pinkerton observ con detenimiento su expresin y vio que sus ojos se abran
como platos durante un instante[842].
Mir al detective Pinkerton y le confirm la autenticidad del cuadro. Al instante
me estrech la mano y me felicit efusivamente. Hasta aquel momento no haba
estado seguro de que la pintura, cuya entrega haba dispuesto que se efectuara en su
presencia, fuera la misma obra robada de nuestra galera hace un cuarto de siglo[843].
La seora Agnew pareca tan agradecida como su marido, registr Pinkerton
cortsmente, pero l inst al experto a no cometer ningn error y a que deba
realizar todas las pruebas y mediciones, etctera, antes de tomar una decisin sobre el
asunto []. Entonces Agnew aplic las diferentes pruebas que se utilizan para
determinar la autenticidad de un cuadro, antes de entregar la tela al diligente polica.
Estoy seguro de que el retrato es el original robado de la galera de mi padre,
[844] declar.

Bien, me alegro de que todo haya salido bien respondi el detective. Haba
decidido que si se trataba de un fraude, quemara eso y me lavara las manos de todo
este asunto[845].
Despus de este momento extraamente emotivo, los dos hombres se lanzaron
otra vez a un torbellino de actividad. Morland escribi: Yo envi de inmediato un
telegrama a mis familiares. Deca: "He conseguido un Gainsborough", para que
pudieran asegurar el cuadro. El uso del artculo indefinido fue totalmente
premeditado. El mtodo utilizado para recuperar el cuadro era irregular, como
mnimo, y Morland no tena ninguna intencin de poner a las autoridades sobre la
pista de lo sucedido hasta que el cuadro estuviera de nuevo a salvo en Old Bond
Street.

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Despus nos detuvimos en una tienda prxima al hotel, donde el seor Pinkerton
compr un papel impermeable y dos tablillas ligeras. Con stas mont un paquete
plano con la tela y lo entregu al gran detective[846].
Aliviado y exultante, Pinkerton llev a los Agnew a la prometida visita turstica
por la ciudad antes de embarcarlos, con la pintura bien embalada, en el Limited
Express de las 5.30 hacia Nueva York, despus de otra tanda de agradecimientos y
felicitaciones. No debo perder tiempo en abandonar este pas, escribi Morland en
su diario.
El comerciante en arte, segn propia confesin, no tom especiales precauciones
para proteger la tela.
Lo colgu de un gancho del compartimiento y, cuando salimos a cenar al vagn
restaurante, me limit a decirle al mozo negro que echara un vistazo a nuestras
cosas,[847] escribi. Aunque el cuadro estaba ahora en las debidas manos, a
Pinkerton no se le escapaba que la mano que lo haba robado todava estaba libre y no
quera correr riesgos. El mozo ya estaba pagado por los detectives, con instrucciones
de proteger la puerta del compartimiento de los Agnew con su vida. Mientras, un
detective de la agencia estaba apostado al otro extremo del vagn por si Worth
cambiaba de idea y decida volver a robar el retrato.
A nuestra llegada a Nueva York nos recibieron dos hombres de Pinkerton a los
que confi el preciado paquete y fui informado de que esa noche dormiran en la
misma habitacin que el cuadro y que por la maana lo llevaran a bordo del Etruria.
Nos alojamos en el Holland House, y al da siguiente abordamos el barco justo antes
de la hora anunciada para que zarpase. Los hombres de Pinkerton me entregaron el
Gainsborough en mi camarote de primera, en el que haba un armario que acolch
con almohadones para hacer un lecho blando para el cuadro. Este armario fue mi
nica caja fuerte durante el viaje[848].
Impaciente por revelar sus novedades pero comprometido a guardar silencio,
Agnew escribi a su hija desde el vapor, el 31 de marzo, contndole toda la extraa
historia. Hace unos veinticinco aos, un bellsimo cuadro de Gainsborough, un
retrato de la duquesa de Devonshire, se vendi en subasta y fue adquirido por mi
padre a un precio muy alto. Despus fue robado, y las autoridades han estado detrs
de l desde entonces. Nunca tuvimos la esperanza de recuperarlo, pero cuando se
sepa que volvemos a tenerlo causar sin duda una gran sensacin y todo el mundo
querr verlo. No nos atrevimos a decirle qu vena a buscar ni al abuelo [sir William],
para que no pudiera contar el secreto y echar por tierra todo el negocio. Qu
contento se va a poner cuando se entere![849]. Pinkerton haba mantenido su palabra
de no revelar la existencia de Worth. Los ladrones estn muertos escribi Morland
, y a estas alturas ya no hay posibilidad de que se castigue a nadie.
Tambin escribi a Pinkerton para expresarle nuestra gratitud y nuestro
reconocimiento por los esplndidos servicios que ha prestado al mundo en general y a
nosotros en particular en la recuperacin de esta obra de arte tanto tiempo

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perdida[850]. Pinkerton le reclamara ms adelante 593,35 dlares por la molestia.
Cuando llevaba unos das de viaje, Morland fue incapaz de seguir guardando su
secreto por ms tiempo. Le dije al sobrecargo lo que llevaba conmigo, y ms tarde
revel el secreto al capitn. Ellos y un conocido prelado catlico eran los nicos a
bordo del Etruria que saban lo que tena en mi poder. Todos tuvieron ocasin de
contemplar el retrato[851]. Una razn para el secretismo en la operacin eran los
restos de temor a que el cuadro pudiera ser robado de nuevo, pero Morland tena
ms motivos para evitar que la noticia apareciera en los peridicos, de momento: Si
los funcionarios de aduanas se hubieran enterado, habran podido exigir tasas por el
cuadro y, aunque no era probable que le forzaran a pagarlas, el asunto habra podido
causar una buena cantidad de problemas y de retrasos innecesarios[852]. En el plazo
de una semana, la duquesa de Devonshire de Gainsborough haba sido introducida en
secreto en Estados Unidos y luego sacada nuevamente del pas con el mismo sigilo.
sta sera su ltima travesa en muchos aos.
El viaje de regreso fue ms tranquilo, pero los nervios de la seora Agnew
todava no se haban recuperado del anterior: Mam y algunas mujeres cantan
himnos religiosos,[853] anot Morland, al tiempo que segua sealando las
deficiencias sociales de sus compaeros de travesa. No hay mucha gente agradable
a bordo; lo que s hay son muchos yanquis de lo ms vulgar. Su forma de hablar es
horrible, sobre todo las chicas, y no tienen idea de modales.
Morland Agnew ocupaba su asiento en la mesa del capitn, con aire de
autocomplacencia. Su nimo hubiera sido bien distinto de haber sabido que haba una
persona ms a bordo, aparte de su esposa, el sobrecargo, el capitn y el conocido
prelado catlico, y que esa persona conoca perfectamente lo que el tratante de arte
tena oculto en el armario del camarote. Los dems pasajeros describiran ms tarde a
este hombre como un millonario avejentado y enfermo[854]. Un caballero ingls
educado y de corta estatura que beba mucho, daba propinas esplndidas y tosa de
mala manera. l mismo, por ejemplo, que vesta el atuendo de botones en el hotel de
Chicago, y que probablemente habra podido causar un ataque cardaco a la
enfebrecida seora Agnew. Pero el hombrecillo de levita, cadena de oro y aguja de
corbata con perla se limit a confundirse entre la gente. Lo nico que destacaba en l,
tal vez, era la extraa intensidad con la que observaba al tratante de arte y a su
esposa.
Ms tarde, Pinkerton asegur a Agnew que haba dispuesto a travs de la oficina
de la agencia en Nueva York que se observara a los pasajeros del vapor en el que
navegaron ustedes para cerciorarnos de que ningn ladrn profesional
norteamericano se encontraba entre ellos[855] y, con un arrebato de ofendido orgullo,
catalog de rotundamente falsos[856] los numerosos informes posteriores que
afirmaban que Adam Worth haba subido al Etruria para viajar a Inglaterra en
compaa del retrato que acababa de entregar. Pero lo cierto es que as lo hizo, casi

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con absoluta seguridad. El cuadro mostraba no slo a una esplndida duquesa sino
tambin el supremo engao de Worth, su xito arrogante y su abyecto fracaso. Ahora,
convertido en una sombra difusa, lo segua en su regreso a casa.

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27 PIERPONT MORGAN, EL NAPOLEN DE WALL
STREET
Mientras Adam Worth acompaaba al Gainsborough en su viaje por ltima vez y
volva a Inglaterra tan discretamente como haba llegado,[857] otro ardoroso
pretendiente un hombre que tena ms en comn con Worth de lo que ste habra
querido reconocer andaba tras la deliciosa duquesa. J. Pierpont Morgan, el coloso
de las finanzas norteamericanas y tal vez el hombre ms poderoso de Estados Unidos,
haba puesto sus ojos en la duquesa de Devonshire haca mucho tiempo. Un cuarto de
siglo antes, su padre, Junius Spencer Morgan, haba visto frustrado su deseo de
adquirir el cuadro para su hijo cuando Worth lo haba raptado. Pierpont Morgan
estaba decidido a impedir que la duquesa escapara de las manos de su familia por
segunda vez.
En los aos transcurridos, la familia Morgan haba amasado una inmensa riqueza.
Segn un clculo, la fortuna conjunta del imperio Morgan y sus compaas asociadas
sera pronto superior a la del valor tasado de todas las propiedades en los veintids
estados y territorios al oeste del Misisipi[858]. En 1895, Morgan haba establecido un
sindicato de banqueros para apoyar la reserva de oro del pas, con lo cual estabiliz
toda la economa americana, haba forjado los ferrocarriles continentales con una red
de cincuenta mil kilmetros de tendidos frreos de costa a costa y diriga una
compaa con trescientos cuarenta y un consejos directivos en ciento doce
corporaciones. El mismo ao de la recuperacin del cuadro, haba fundado la Steel
Corporation, el conglomerado financiero independiente ms grande del mundo. No
haba nada que el dinero de Morgan no pudiera comprar. Como un prncipe
renacentista, Morgan haba coronado su extraordinaria fortuna con una coleccin de
arte incomparable. De Pars a Londres y a Lxor, coleccionaba obras de arte como
una urraca, y compraba todo aquello de lo que se encaprichaba, sin apenas reparar en
el gasto. Los conocedores ms crticos cuchicheaban que su coleccionismo era
indiscriminado, producto de un brbaro con una cuenta bancaria sin lmite, pero el
resultado final sera un cmulo de obras ms esplndido y ms eclctico que ningn
otro en el planeta.
Antes de abandonar Nueva York con el retrato de la duquesa a bordo del Etruria,
Morland Agnew haba enviado un mensaje a la mansin Morgan para ver si el
millonario estaba interesado por el cuadro que en su da quiso comprar su padre, pero
el magnate estaba en viaje de negocios. William Lawrence, obispo de Massachusetts
y amigo de Morgan, describi la reaccin de ste cuando regres a Nueva York y se
enter de que el retrato estaba otra vez en el mercado.
Su ayuda de cmara dijo que haba llamado un representante de los seores
Agnew y haba dicho que tena el cuadro en su poder[859]. El seor Morgan pregunt
dnde estaba el hombre. Quera verlo. Se dispona a partir de vuelta a casa, y el

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barco ya habr zarpado.
Morgan no era de los que dejan que el Atlntico se interponga en sus deseos.
Estaba decidido a conseguir el cuadro y tom el siguiente barco a Inglaterra,[860]
record ms adelante el potentado.
Cuando se dispona a desembarcar procedente de Nueva York, un joven periodista
descubri al financiero desde el embarcadero y le pregunt con descaro: Qu, seor
Morgan? Viene a Londres a ensear a los ingleses a invertir su dinero?[861].
Muchacho le respondi, los ingleses saben muy bien cmo deben invertir
su dinero. Es probable que se queden con una parte del mo antes de que vuelva a mi
pas. Morgan estaba dispuesto a culminar su coleccin con La duquesa de
Devonshire, de Gainsborough; el precio no importaba. Adquirirlo sera un golpe
publicitario de inmensas proporciones, y al mismo tiempo dara cumplida satisfaccin
a su orgullo dinstico.
En su aspecto fsico, el Napolen de Wall Street[862], como lo apodaba The
Economist, y el Napolen del hampa estaban en extremos opuestos. Si Worth era
menudo y delgado, Morgan era grande y corpulento y ofreca la imagen por
excelencia de un potentado de las finanzas, con los ojos de un tiburn y una nariz,
afectada de acn rosceo, que tena el tamao y la textura de una frambuesa hinchada.
Ningn apndice ha inspirado en los tiempos modernos unas descripciones burlonas
tan crueles como la nariz de Morgan, con sus cambiantes abultamientos. Aqulla era
la indicacin, para los pobres seres inferiores, de que a pesar de todo el poder que
acumulaba, Morgan era falible. El magnate, hombre sensible y vanidoso, se haca
retocar la nariz en todas las fotografas que alcanzaba a controlar.
Pero en otros aspectos, Morgan y Worth eran lobos de la misma carnada
victoriana. Durante un tiempo, ambos fueron el centro de una amplia red de
subalternos y de recursos: el uno de orden financiero, el otro puramente criminal. Y
los dos eran poco escrupulosos en el modo de obtener el dinero, pues tanto para uno
como para otro la riqueza era un fin en s mismo y un potente narctico. No llegaron
a encontrarse nunca, pero sus vidas fueron extraos reflejos la una de la otra. Morgan
la desarroll con arrojo en la escena de las finanzas internacionales; Worth en los
rincones ocultos del mundo del hampa. Al igual que ste, Morgan haba visto en la
guerra de Secesin americana una oportunidad de conseguir, no la gloria sino
beneficios econmicos. El ladrn haba simulado su muerte en la batalla de Bull Run,
segn parece, haciendo pasar otro cadver por el suyo. En una extraordinaria
coincidencia, Morgan haba efectuado una maniobra parecida. Cuando fue reclutado
despus de la batalla de Gettysburg, como tantos de su clase social, Morgan se limit
a pagar trescientos dlares a un sustituto al que ms tarde se refera como el otro
Pierpont Morgan. El otro Adam Worth probablemente fue enterrado en un
cementerio de Washington. Si Worth haba hecho dinero con la guerra como
reenganchaste, Morgan lo hizo embarcndose en un negocio muy turbio: compr
unas cinco mil carabinas Hall a tres dlares y medio la pieza, que luego revendi al

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gobierno a un precio seis veces superior. Incluso el bigrafo ms objetivo del
banquero reconoce que ste, como Worth, vio en la guerra una oportunidad para
sacar provecho, no para rendir servicio[863].
El asunto de las carabinas Hall no fue, ni mucho menos, la ltima vez en que se
pona en cuestin el enfoque tico de Morgan en los negocios pero, en la poca de los
barones del crimen, no era el nico que proclamaba unos principios morales y segua
otros muy distintos. Como ha escrito un historiador: Fue una poca de corrupcin a
gran escala. Un tiempo en el que los Drew, los Vanderbilt y los Gould podan utilizar
una lnea de ferrocarril como un juguete y descapitalizarla [] en que los miembros
del Congreso y los legisladores podan ser comprados, no una vez sino las que fuera
preciso[864].
Morgan y Worth reflejaban su poca, en diferentes mbitos pero con parecidas
filosofas, pues ambos eran piratas con arreglo a la vieja tradicin. De hecho, si
Morgan poda remontar su genealoga a los aristocrticos Spencer, tambin afirmaba
contar entre sus antepasados a sir Henry Morgan, el sanguinario pirata isabelino.
Resultaba muy apropiado que bautizara sus sucesivos grandes yates a vela con el
nombre de El Corsario.
Los dos eran anglfilos, generosos hasta el exceso, y compartan una filosofa
comercial similar: aumentar los beneficios mediante la centralizacin, la
racionalizacin y la eliminacin de la competencia innecesaria o debilitante. Morgan
y Worth compartan otro rasgo peculiar de su tiempo: una firme y fundada creencia
en que las grandes riquezas podan comprar la veneracin de sus congneres. Ambos
compraron respeto con el dinero de otros, por usar la frase de Adam Smith. Los
dos compraron grandes casas con todos los lujos, y barcos tan inmensos y caros que
Morgan comentaba pomposamente que cualquiera que haya de pensar siquiera en el
coste har mejor en no adquirirlo[865]. Ni siquiera en su momento de mximo
esplendor pudo Worth igualar la opulencia del estilo de vida de Morgan, pero su
intencin era la misma: deslumbrar al visitante con las riquezas de tal modo que no
pusiera en discusin el espritu del hombre que haba detrs. Uno de los bigrafos de
Morgan capt perfectamente las aspiraciones de Worth cuando describi, con
referencia al magnate, lo que haca vibrar a un multimillonario Victoriano: El
hombre que haba acumulado una gran fortuna buscaba establecer o asegurarse el
lugar entre los elegidos dedicndose a esas formas de manifiesto derroche de las que
gustaban los privilegiados y a enriquecer su vida de acuerdo con los gustos que
tuviera o pudiera adquirir. Normalmente quera que las mujeres de su familia
levantaran admiracin por su ropa y sus aderezos, quera una casa de categora llena
de aposentos lujosos y de objetos inslitos y deliciosos, y quera dar fiestas
esplndidas []. Incluso se encaprichaba de los yates, el smbolo mismo del lujo
[]. Si tena gustos deportivos, poda dedicarse a esas formas de deporte que
requieren tradicionalmente el mximo de servidores, como la caza de patos, o que son
costosamente especulativos, como el mantenimiento de una cuadra de caballos de

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carreras. Pero ninguno de estos ejercicios de opulencia satisfaca por completo sus
sensibilidades, en el caso de que las tuviera. No haba en la vida placeres ms
refinados que sos? Estaban las artes []. Poda coleccionar las obras ms famosas
del pasado europeo, y con ello ejercer simultneamente el talento para la compra que
lo haba hecho rico, estimular y satisfacer su apetito de belleza [] y aplacar su
propio sentido de la prudencia financiera [] y, de haber sido norteamericano, poda
tener adems la satisfaccin interna de llevar a Estados Unidos un valioso tesoro[866].
Morgan no tena alias tras los cuales esconderse, pero el contraste entre sus
pronunciamientos y sus acciones era bastante notable. Igual que haba dos Worth,
haba dos Pierpont, el banquero serio y el hombre sensual, uncidos en la misma
yunta bajo una tensin extrema,[867] en palabras de un historiador.
Los dos hombres eran dados a arrebatos de santurronera y, al igual que Worth,
Morgan se consideraba una persona de la mayor rectitud, el nico hombre de honor
entre una cuadrilla de ladrones. De hecho, tambin como Worth, era codicioso,
vanidoso, afectado de cierta megalomana de la que, por fortuna para l, no era
consciente. O al menos no deseaba afrontar aquellos hechos. Su padre le haba dado
una vez este consejo: Nunca, bajo ninguna circunstancia, hagas nada que pudiera
recriminrsete si fuera de conocimiento pblico[868]. El principio que segua
Morgan, y tambin Worth, estaba ms cerca de otro bien distinto: Haz lo que
quieras; mientras mantengas una apariencia digna, el mundo seguir ignorante de tus
actos.
Adems de tener la atencin de reyes y potentados de todo el mundo, Pierpont
Morgan entr en comunicacin directa con Dios. Su testamento empieza con un
pasaje de altiva alabanza de s mismo que suena sospechosamente como una orden
directa al Todopoderoso para que disponga su entrada inmediata en el paraso:
Entrego mi alma en manos de mi Redentor en la confianza plena de que, habindola
salvado y baado en su preciossima sangre. l la presentar impoluta ante el Padre
celestial; y encomiendo a mis hijos que mantengan y defiendan, en toda circunstancia
y cueste lo que cueste en sacrificio personal, la bendita doctrina de la completa
remisin de los pecados a travs de la sangre de Jesucristo, que fue derramada por
nosotros, y slo a travs de ella[869].
Segn todas las apariencias externas, Pierpont Morgan pasaba por ser un pilar de
la iglesia, un padre de familia dedicado, y adems un autoproclamado guardin de la
moralidad pblica. Como miembro del consejo directivo de la Metropolitan Opera de
Nueva York, intervino en la cancelacin de una representacin de Salom, de Richard
Strauss, con el argumento de que la trama era demasiado atrevida para el pblico en
general. En 1873, incluso ayud a fundar la Sociedad para la Eliminacin del Vicio
cuyo objetivo consista en eliminar de raz la depravacin, el juego y otras taras
morales entre los rdenes inferiores. Bajo el cruzado moral Anthony Comstock, la
sociedad emprendi la reforma de la moralidad pblica con aire de venganza y cubri
desnudos escultricos, oblig a cerrar la lotera de Nueva Orleans e intent prohibir

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las obras de George Bernard Shaw.
Si Morgan encabezaba en pblico el coro que clamaba contra la conducta laxa de
la gran mayora e incitaba a la mojigatera ms ponzoosa, en privado y no siempre
con la debida discrecin flirteaba como un macho cabro en celo, y en general se
comportaba de un modo que habra provocado las censuras y admoniciones de sus
compaeros de coro[870]. El hombre virtuoso y perfectamente casado que ofreca su
alma al cielo con tal arrogancia, presentaba una incontinencia sexual casi patolgica y
su gusto por las actrices, as como su generosidad hacia ellas, haba inspirado un buen
chiste, por lo menos, contra el donjun sonrojado. Una actriz comentaba que haca
poco haba sacado una perla de una ostra. Eso no es nada responde su
acompaante. Yo saqu toda una gargantilla de diamantes de una langosta[871]. El
Henry Raymond autntico, el del New York Times, habra reconocido ah la doble
moral; el hombre que haba usurpado su buen nombre, tambin.
Al margen de la opinin que pueda merecer la moralidad de Morgan en sus
negocios, el marcado contraste entre su imagen pblica y su conducta privada es
impresionante. Sin embargo, no hay ninguna evidencia de que esta doble vida
afectara a su conciencia, como a Worth tampoco le haba perturbado la suya, pues
ambos eran expertsimos en sonrer y sonrer y ser unos villanos[872]. Y como
ambos hombres vivan en un mundo de doble moralidad, as tambin eran dos
romnticos incurables. Si la relacin de Worth con el cuadro robado estaba vinculada,
al menos en parte, a su amor por Kitty Flynn, el gusto de Morgan por el arte estaba
motivado, al menos al principio, por un impulso emocional parecido.
En 1861, a sus veinticuatro aos, Morgan se enamor de una tal Amelia Sturgis,
una muchacha arrogante de buena familia de Nueva Inglaterra [] que posea una
hermosa dentadura[873]. Apenas haban iniciado el noviazgo cuando Mimi empez a
mostrar los sntomas de una tisis galopante. En la boda, que result conmovedora y
trgica, Morgan tuvo que bajar a la novia por las escaleras y sostenerla durante la
ceremonia. La muchacha falleci al cabo de cuatro meses. Cuando Morgan regres a
casa despus de enterrar a su joven esposa, una de las primeras decisiones que tom
fue comprar un leo, el primero entre miles, que mostraba a una mujer joven y de
aspecto delicado,[874] pintado por George F. Baker. Este sentimental recuerdo de
Mimi[875] permaneci colgado en la biblioteca de Morgan hasta su muerte. Worth
rob su duquesa, y Morgan erigi su magnfica coleccin de arte sobre unos
cimientos similares de amor frustrado y de carencias emocionales.
Muchos aos ms tarde, Morgan decidi aadir a Georgiana a su ya inmensa
coleccin. El millonario era obsesivo, y a veces extraamente poco selectivo en su
manera de acumular. Tal vez en esto se pareciera tambin a Worth: el acto de la
posesin se converta en un fin en s mismo, ms importante que ninguna otra
consideracin, pues como escribi John Fowles, lo mismo sucede con todo
coleccionismo. Elimina la intuicin moral. El objeto, finalmente, posee a su

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poseedor[876]. La duquesa de Gainsborough tena un especial atractivo para Pierpont
Morgan. Su determinacin de hacerse con el cuadro que Junius Morgan haba querido
comprar para l quiz fuese un homenaje profundamente sentimental a su padre,
[877] pero tambin parece que se sinti tocado en lo ms hondo, como a tantos les

haba sucedido ya, por la imagen arrebatadora de la modelo. Para un hombre que
conoca bastante sobre conquistas amorosas, adquirir una imagen considerada por
muchos como una de las ms bellas del mundo sera el reto definitivo, una conquista
galante. Adems, la Georgiana de Gainsborough era desmelenada, coqueta, y su
mirada tena ese brillo seductor inconfundible. La duquesa perteneca a esa clase de
mujer que a Morgan le gustaba.

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28 EL REGRESO DE LA DUQUESA PRDIGA
La tarde del 8 de abril de 1901, Morland Agnew lleg por fin a Liverpool con la
duquesa y lo mismo hizo Adam Worth, mientras Pierpont Morgan arribaba al puerto
apenas unas horas despus, en su propia embarcacin. Los peridicos de Londres ya
haban recibido alguna informacin sobre lo sucedido, y algunos de los reporteros
ms intrpidos incluso alquilaron botes en un esfuerzo infructuoso por llegar al
tratante de arte y conseguir una cita con l, antes de que tocara tierra. Por la pasarela
del Etruria descendi el seor Morland Agnew, acompaado de su esposa, con un
paquete plano y sellado bajo el brazo, y con expresin nerviosa,[878] que anunci
que no tena nada que decir. Lo mismo sucedi en Euston. El seor Agnew tena que
entregar un paquete, pero no tena ninguna declaracin que hacer.
Por la tarde, los peridicos de Londres incluan la noticia de alcance de la
devolucin del cuadro. El Daily Express informaba de la recuperacin de la duquesa
y de la llegada de Pierpont Morgan en la misma primera pgina, y publicaba sendos
retratos de la bella y la bestia, sin establecer ninguna relacin entre ambos asuntos.
El seor J. Pierpont Morgan, el gran financiero norteamericano que hoy llega a
Londres, no es desde luego la clase de persona que realiza una travesa del Atlntico
por mero placer; cabe esperar por tanto una sucesin vertiginosa de
acontecimientos,[879] prometa la prensa. Sin embargo, en su aduladora presentacin,
el Express no olvidaba sealar la aficin y el refinado gusto de Morgan por el arte,
[880] y llegaba a la conclusin de que la ambicin desmedida de este hombre se ve

atemperada por una cierta nobleza, pues su objetivo es el mejoramiento de la especie


[], empleando siempre el dinero como un instrumento y no como un fin. Es un
propsito digno de una gran mente[881]. La arribada de Adam Worth otra gran
mente cuya ambicin de adquirir cosas tambin estaba moderada por una cierta
nobleza ni que decir tiene que pas inadvertida.
El retrato haba sido despachado bajo escolta al banco de los Agnew en Londres,
donde expertos en restauracin de la firma inspeccionaron la tela y declararon que
salvo una ligersima marca de navaja en el borde del sombrero, su estado es
perfecto; el rostro, las manos y el cuerpo del retrato estn absolutamente
intactos[882]. El Times lo declaraba en un magnfico estado de conservacin[883].
El viejo sir William Agnew, al que no se le haba informado de las negociaciones
para que no se fuera de la lengua, estaba todava en el Egeo cuando se enter de la
noticia. Aunque retirado de la actividad profesional en 1895, sir William hizo virar el
barco de inmediato y puso rumbo a Londres para ver el trofeo que haba comprado y
perdido un cuarto de siglo atrs. Pap enva un telegrama de felicitacin y anuncia
que regresa,[884] apunt Morland.
Fiel a su palabra, Pinkerton haba mantenido el secreto de Worth y, aunque los
periodistas insistieron, slo explic, con descarada imprecisin, que el ladrn haba

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combatido en el bando nordista durante la rebelin, que haba recibido honores y que
al final de la contienda se haba encontrado ascendido a teniente[885]. Por su parte la
Central, una agencia de noticias, declaraba categricamente que la polica, tanto
britnica como estadounidense, tiene poderosas razones para considerar que los
autores del robo ya han fallecido[886]. Morland no tuvo nunca la menor sospecha de
lo cerca que haba estado del ladrn. Por lo que yo s, procede de un hombre
enfermo de muerte que viva en uno de los estados del Oeste. Quiz los
remordimientos lo impulsaron a restituir el cuadro. Menos mal que prestamos
atencin al asunto porque si el hombre hubiera muerto como es posible que haya
sucedido ya, segn me han dicho, es posible que sus hijos, al desconocer el valor
de la pintura, se deshicieran de ella o la destruyeran. No creo que el hombre que
devolvi el retrato fuera quien lo rob. En mi opinin, el golpe fue cosa de Adam
Worth[887].
El Daily Telegraph, que se basaba en informaciones de Scotland Yard para
catalogar este romance ms extrao que el de cualquier obra de ficcin,[888] se
adelantaba a la competencia con la informacin exclusiva de que cuando el seor
Agnew zarp hacia Inglaterra en el Etruria con la tela, tambin viajaba a bordo el
hombre que la haba robado. Su identidad todava no se ha hecho pblica pero se ha
asegurado que ha estado viviendo en Inglaterra con una familia que desconoce el
pasado de ese hombre. El Times volvi a la carga y anunci el tercer y sensacional
captulo de la sorprendente historia del retrato,[889] adems de apuntar el rumor de
que el hombre que rob el cuadro se llama Adam Worth, o Wirth, y es viejo
conocido de Scotland Yard[890]. Sin embargo, ninguno de los peridicos estableca
la relacin con Henry Raymond, desacreditado haca tantos aos.
La verdadera historia del cuadro durante el ltimo cuarto de siglo probablemente
no se revelar nunca, por razones obvias. Slo los escritores ms fantasiosos se
atrevern a imaginarla,[891] declaraba el Times, lo cual no impeda a otros diarios
ms populares entrar en desquiciadas especulaciones acerca de cmo haba
encontrado la duquesa el camino de vuelta y acosar a Morland Agnew hasta poner al
tratante de arte al borde de la exasperacin. Los peridicos vienen llenos de
informaciones sobre el hallazgo de la duquesa perdida [] y mi nombre aparece
muchas veces. Vuelven a solicitarme muchas entrevistas. Estoy harto del cuadro y me
siento agotado. Demasiada agitacin, ltimamente,[892] se lamentaba. Pero todava
se mostrara ms indignado cuando un peridico public una maliciosa tira cmica en
la que apareca el tratante de arte abrazado a la querida duquesa[893]. Aunque el
retrato todava no estaba expuesto, los expertos en arte y los periodistas acudieron a
la galera de Old Bond Street en tropel. Estamos totalmente invadidos de visitantes,
[894] explic a los reporteros el gerente de Agnew, el seor Thompson, quien aadi,

como demostracin de su largo servicio en la firma, que el cuadro aparece tan fresco
y hermoso como el da que fue presentado en esta galera por primera vez []. El

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rostro es perfecto y no tiene ninguna marca de las aventuras que ha pasado.
En aquel momento se hacan muchas conjeturas sobre el valor del cuadro. Su
valor debe de haber aumentado considerablemente despus del juego del escondite a
que se ha dedicado esta dama voluble con las policas y los investigadores de dos
continentes,[895] declaraba el Evening News, pero Agnew se neg en banda a decir
cunto haba pagado por recuperarlo. Deben aceptar mi palabra repeta en un
vano intento por convencer a quien le preguntaba de que no he pagado nada por la
devolucin del cuadro y que no espero que nadie pida una recompensa[896]. A ambos
lados del Atlntico, la incredulidad fue absoluta. Los reporteros de los peridicos
han calculado, por su cuenta y riesgo, que el precio pagado debe de estar entre los
cinco mil y los veinticinco mil dlares inform Pinkerton a Agnew desde Chicago
. Yo, segn lo acordado con usted, no les he facilitado ninguna cantidad[897].
Una vez ms, el cuadro se convirti en norma de estilo: Ahora que la duquesa
robada ha sido devuelta a sus legtimos propietarios, marcar de nuevo la moda?,
[898] se preguntaba un diario, y en la mejor tradicin de la retrica periodstica

presentaba de inmediato la respuesta al sealar que la seora Morland Agnew, ya


recuperada de su traumtico viaje, y su prima, la seora Lockett Agnew, han tomado
ya una decisin sobre el asunto []. Se harn confeccionar copias exactas del
famoso sombrero del Gainsborough para la celebracin de la recuperacin del famoso
cuadro. El peridico apuntaba que esto ltimo llevara indudablemente a un
aumento en la demanda del sombrero Gainsborough, con el ala ancha como la rueda
de un carro, las plumas y dems. Eso quiere decir que a los visitantes matinales les
aguardan muchos problemas. Deba de haber poca gente en el pas, desde las castas
de alcurnia hasta el pueblo llano, que no hubiera odo la historia de la duquesa
desaparecida. Algn sagaz empresario de la costa sac un buen dinero instalando
rplicas del cuadro en cartn, a tamao natural, con un hueco en lugar de rostro para
que los visitantes pudieran mirar a la cmara y posar por seis peniques como para el
verdadero Gainsborough[899].
Mientras el pblico en general comentaba la extraa historia del retrato, otros
empezaban a especular con su posible futuro. Es de esperar escriba un crtico
que despus de haber pasado tanto tiempo en lugares oscuros y secretos, esta obra
maestra encuentre por fin acomodo permanente y seguro en una de nuestras galeras
pblicas, para que sea un recuerdo duradero de la grandeza de uno de los artistas ms
brillantes de nuestra nacin y una representacin intemporal de la belleza de una de
las inglesas ms notables y encantadoras[900].
Morland Agnew fue muy exigente en un punto. Ahora que volvemos a tener el
cuadro en nuestras manos, nos ocuparemos de que no emprenda ningn viaje ms
hasta que le hayamos encontrado un comprador,[901] declar altivamente, ignorante
todava de que Pierpont Morgan se acercaba, tras haberlos perseguido a l y a la
duquesa a travs del ocano.

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Mi barco era ms rpido que el suyo se vanagloriaba Morgan ms tarde, en
conversacin con el obispo Lawrence. l lleg a Londres el sbado; yo el
domingo. Envi recado a uno de su firma de que deba verlo el lunes por la maana,
antes de que acudiera al trabajo en el centro de la ciudad. Cuando Agnew se present
en Princes Gate [la residencia londinense de Morgan], le pregunt si tena La
duquesa de Devonshire.
S respondi.
Recuerda que mi padre, la tarde antes del robo del cuadro, se dispona a
comprarlo y haba anunciado que tomara la decisin final la maana siguiente? l
quera el retrato. Si mi padre lo quera, yo tambin lo quiero. La duquesa tiene que ser
ma.
Muy bien asinti el marchante.
Qu precio tiene? quiso saber el seor Morgan.
Usted lo ha de poner, seor Morgan.
No. Pagar lo que su firma considere justo[902].
ste era el brusco mtodo de hacer negocios habitual en Morgan. Segn un
informe de la poca, tambin puj por el cuadro el senador Clerk, de Montana, pero
los vendedores dieron preferencia al seor Morgan por las muchas compras que les
haba hecho anteriormente[903].
El 12 de abril, cuatro das antes de su sesenta y cuatro aniversario, Morgan cerr
un trato sujeto a que sir William Agnew apruebe la transaccin[904]. As lo hizo el
anciano, aunque visiblemente molesto con el hecho de que sus parientes ms jvenes
le hubieran robado el protagonismo al vender el cuadro sin haberle dado la
oportunidad de examinarlo. Desde Viena, escribi a Morgan con tono airado: He
llegado aqu esta maana y me he enterado por telegrama de que mis socios y
familiares le han vendido el retrato de la duquesa. Bien, me alegro de que as sea,
aunque yo no quera que hicieran nada hasta mi regreso a Londres. Segn he odo, la
pintura est muy sucia y requerir unas semanas limpiarla y adecentarla. Cuando tuve
conocimiento de la recuperacin del cuadro, me emocion mucho, y mi primer
pensamiento como propietario de la obra como expropietario ya fue que en el
momento oportuno se lo ofrecera a usted, porque ese retrato me inspira sentimientos
como ningn otro y porque tambin siento hacia su coleccin el mximo inters,
mayor que por cualquier otra en el mundo. Le felicito por estar en posesin del
Gainsborough ms perfecto del mundo. Disculpe si mi redaccin es un poco
inconexa, pero estoy muy emocionado[905].
El magnate norteamericano estaba encantado con la adquisicin y el nuevo flujo
de publicidad que le proporcionaba. Segn las clusulas del trato cerrado con Agnew,
Morgan haba accedido, como una vez hiciera su padre, a dejar que el cuadro se
expusiera en la sptima exposicin anual de Agnew, en noviembre y diciembre de
1901. Pero Morgan insisti por si la historia se repeta en que slo pagara el
cuadro cuando le fuese entregado definitivamente. A cambio, el galerista accedi a no

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revelar el nombre del comprador, pero el propio Morgan no pudo contenerse. Durante
varios das, Agnew se neg a divulgar el nombre del nuevo propietario hasta que,
como recordaba Morland, un periodista replic llanamente a sus negativas: Bueno,
lo nico que puedo decir es que el seor Morgan est en la escalinata del Ritz,
contando a quien quiere escucharlo que acaba de comprarlo[906].
Pierpont Morgan ya era una figura habitual en la prensa las columnas de los
peridicos de medio mundo abundaban en historias acerca de l; se contaban ms
cosas de su vida, tanto pblica como privada, que de la de cualquier otro,[907]
pero la conjuncin de uno de los hombres ms ricos del mundo con una de las
mujeres ms hermosas era irresistible. Los peridicos expriman el tema hasta la
ltima gota, aunque la historia completa del robo del cuadro y de su devolucin
siguieron constituyendo un misterio seductor.
Este fue uno de los muchos casos en que hizo lo que cualquiera que busca
publicidad para atraer la atencin hacia l mismo o hacia sus asuntos o por motivos
polticos,[908] escribi su adulador bigrafo y yerno, Herbert Satterlee. Cualquier
terreno que tocara, siempre lo haca a lo grande. Ampliaba su cuadra con caballos
campeones, armaba el mejor yate de vapor y adquira para sus colecciones los
cuadros, libros y objetos de arte ms notables. En esto siempre mostr un completo
desprecio por el aspecto de inversin o de "rentabilidad del dinero invertido en la
compra", y sin embargo casi todo lo que compraba aumentaba de valor. El retrato de
la duquesa de Devonshire era un buen ejemplo de ello. Hbil agente publicitario de
s mismo, Morgan se neg rotundamente a revelar cunto haba pagado por el cuadro.
Cuando un amigo clrigo le insisti en el tema, Morgan le dio una respuesta
calculada para que continuaran las especulaciones: Nunca lo sabr nadie. Si revelara
la verdad, es probable que me tomaran por candidato al manicomio[909]. En realidad,
el precio que haba pagado treinta mil libras, o ciento cincuenta mil dlares era
una elevada cantidad pero no poda considerarse una locura, tratndose de Morgan.
De haberse conocido la verdad, ms que loco quiz lo habran considerado un
hombre de lo ms afortunado. Morland Agnew se preguntara ms adelante si no
habra accedido demasiado deprisa[910] a separarse del cuadro.
Pero la adquisicin de uno de los tesoros artsticos ms celebrados de Gran
Bretaa por parte de Morgan, con una altanera tpica en l, no fue recibida con
aplausos unnimes, ni mucho menos. Si Worth era el smbolo de una especie de
pesadilla para la respetable Inglaterra victoriana el truhn que acecha bajo una capa
de moralidad, Morgan empezaba a representar otra: la del multimillonario brbaro
que despojaba al Viejo Mundo de sus bienes de valor a base de fajos de billetes recin
impresos. Una tira cmica en el New York World de ese mismo ao mostraba a
Pierpont Morgan que le preguntaba con aire arrogante a John Bull, la personificacin
del pueblo ingls: Qu ms tienes para vender?[911]. Los imaginativos mendigos
callejeros de Londres se burlaban de la omnipotencia del magnate y ofrecan

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permisos para seguir en el mundo,[912] firmados por J. Pierpont Morgan, a penique
la unidad.
Pero quiz sea Peter Finley Dunne, el maestro del humorismo dialctico, quien
mejor refleja la inseguridad de Europa ante una capacidad de compra tan imponente
como la que demostraba el coloso de Wall Street: Pierpont manda llamar a uno de
sus subordinados, el presidente de un banco nacional, y le dice: "Janies, coge un poco
de cambio del cajn y vete a comprarme Europa. Llama al zar, al papa, al sultn y al
kiser Guillermo y diles que a partir de la semana que viene no necesitaremos sus
servicios. Dales un ao de salario como indemnizacin []"[913]. En la poca en
que Morgan compr el cuadro, muchos expertos en arte britnicos ya estaban
alarmados ante la sostenida adquisicin de tesoros artsticos del pas por parte de
nuevos millonarios norteamericanos. En esta polmica entr ni ms ni menos que
Henry James.
La ltima novela de James, The Outcry, no se public hasta 1911, pero en forma
apenas velada es una respuesta directa a los temas planteados por la compra del
celebrado Gainsborough por parte de Morgan. En palabras del autor: The Outcry
trata de la cuestin que ha despertado ltimamente la conciencia de la sociedad
inglesa, de hasta qu punto los afortunados poseedores de preciadas obras de arte
trasmitidas por herencia las tienen en custodia, por as decirlo, por cuenta de la
nacin, y hasta qu punto podran ser llamados, como guardianes negligentes, a
rendir cuentas ante la opinin pblica[914]. La novela, que alcanz cuatro ediciones,
cuenta la historia de Breckenridge Bender, un potentado americano decidido a
conseguir las obras de arte ms valiosas y destacadas de Gran Bretaa, al coste que
fuese. El millonario acaparador y los guardianes negligentes, lord Theign y lady
Sandgate, reciben las recriminaciones de un joven aficionado por tomar en
consideracin la venta de los retratos de sus antepasados, incluida la ficticia Duquesa
de Waterbridge, de sir Joshua Reynolds[915].
Las descripciones que hace James de la bella duquesa, pintada hasta las
rodillas, con unos ojos tan extraordinariamente elocuentes, unos brazos y unas manos
tan deliciosos, unos tonos carnosos tan admirables y su referencia a la mujer ms
hermosa de su tiempo[916] dejan pocas dudas de que la duquesa de Waterbridge es
una referencia a la clebre La duquesa de Devonshire de Gainsborough. Como
escribe Adeline R. Tinter, la identidad de Breckenridge Bender es an ms evidente:
El millonario del talonario de cheques en la mano que protagoniza The Outcry,
dispuesto a comprar slo los cuadros ms caros, tiene como claro modelo al
financiero norteamericano,[917] J. Pierpont Morgan. Morgan y Bender incluso tienen
la misma forma brusca y directa de expresar sus deseos: He de poseer la duquesa,
deca Morgan; Bender sabe lo que quiere, y casi siempre quiere lo que no puede
poseer,[918] escribe James de su Morgan de ficcin. Los problemas econmicos de
lord Theign son resultado de las costumbres jugadoras de su hija mayor, cuyo nombre

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y cuyas tendencias extravagantes nos resultan intensamente familiares, aunque con
seguridad se trata de una coincidencia. Kitty desea muchas cosas a la vez. Siempre
quiere dinero en cantidad, para empezar y para despilfarrarlo de forma tan
horrible[919].
James, como Worth, haba abandonado en la prctica sus orgenes
norteamericanos y haba elegido identificarse con Inglaterra y los ingleses; cuatro
aos despus de la publicacin de The Outcry, el novelista adopt la nacionalidad
britnica. La novela, inspirada en una de las adquisiciones artsticas ms famosas del
siglo, tena como propsito enviar una advertencia al mundo del arte britnico sobre
el peligro que representaban los voraces coleccionistas norteamericanos. El mundo
del arte est a merced de un goteo que no parece que haya forma de detener,[920] se
lamenta uno de los personajes de James. Objetos preciosos salen de nuestro aturdido
pas con ms rapidez de lo que nos llegaban los suyos desde all, desde hace ms de
un siglo[921].
Por mucho que se lamentaran los amantes del arte britnicos, La Duquesa de
Gainsborough era ahora, con todo derecho, propiedad de Pierpont Morgan, pero al
cuadro an le quedaba una temporada ms de exhibicin en Londres antes de
desaparecer en las fauces del millonario. El 23 de mayo de 1901, cuando faltaba un
da para que se cumplieran veinticinco aos de su desaparicin en plena noche,
Georgiana volvi a exponerse en la galera Agnew de Bond Street. Esta vez estar
protegida con el mayor cuidado sealaba con causticidad un peridico. Varios
hombres vigilarn el famoso cuadro noche y da y, al cerrar cada tarde, la galera, ser
registrada de arriba abajo para cerciorarse de que no queda ningn visitante
oculto[922].
Limpia y restaurada, Georgiana quitaba el aliento. Qu esplndida est,[923] se
dijo Morland Agnew. En noviembre, el cuadro fue expuesto de nuevo para la Sptima
Exposicin Anual de Agnew. Durante dos meses, miles de visitantes guardaron cola
para verlo, y una vez ms la duquesa ejerci su peculiar embrujo sobre la gente. Los
teatros de variedades estaban llenos de canciones registra la historia oficial de
Agnew, los peridicos traan muchos poemas sobre la duquesa perdida, y el
sombrero duquesa de Devonshire volvi a hacer furor, una vez ms[924].
Y mientras la gente ms a la moda se arremolinaba y lisonjeaba a la duquesa
prdiga, entre los presentes podra haberse distinguido a un hombrecillo de ojos
hmedos y tos ronca que conoca aquella imagen encantadora mejor que su propio
rostro, y que tal vez se resista a decirle adis.

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29 LA TUMBA DEL CAPITN NEMO
Desde una cautelosa distancia, Worth haba observado el revuelo que rodeaba el
regreso del cuadro. Haba ledo las declaraciones de J. Pierpont Morgan en las
escaleras del Ritz y se haba percatado, irnico, de las ardorosas especulaciones sobre
cmo haba regresado a Londres la famosa tela. Sin embargo, con la prdida de lo
que haba sido su botn, Worth dio la impresin de recluirse en s mismo otra vez. Su
bro se volvi autocompasin, su salud se hizo cada vez ms precaria y su entrega a la
bebida rozaba el impulso suicida.
Las escasas energas que le quedaban las haba volcado en formar un hogar para
los dos hijos a los que haba fallado y que, segn seal Pinkerton, eran lo nico en
el mundo de lo que tena que ocuparse[925].
Con lo obtenido por el retorno del retrato, encontr alojamiento en Camden, en el
nmero 2 de Park Village East. Era un casern que resultaba tan firme y burgus
como deslumbrantes y extrovertidos haban sido los alojamientos londinenses. No
est claro si Worth sac mucho dinero como resultado del asunto del Gainsborough.
Pat Sheedy afirm ms tarde que no haba recibido un solo dlar[926] de los
veinticinco mil que, segn l, Worth haba conseguido de los Agnew, una afirmacin
que seguramente no es cierta y que adems puede arrojar dudas sobre la autenticidad
de la cifra. Agnew calcul que la recuperacin del cuadro haba significado un coste
total de siete mil quinientas libras esterlinas, pero la cifra tambin est en entredicho
porque los participantes no especificaron nunca la cantidad pagada como rescate.
Eddie Guerin situaba la cifra ms cerca de las mil libras y sealaba que era el peor
trato cerrado por Harry en toda su vida[927].
Separarse del retrato fue la decisin ms dura que Worth haba tomado nunca.
Con el cuadro se haban ido sus aspiraciones a una vida aristocrtica y al xito social,
por ejemplo en el mundo del crimen. La oleada incontenible de clera que lo haba
impulsado a desafiar a la sociedad, saltndose sus leyes e imitando a sus clases
superiores, haba remitido por completo. La falsedad de todo ello haba quedado a la
luz. Pero en su lugar haba un sentimiento tal vez ms humano que ninguno de los
que haba experimentado desde que se enamorara de Kitty Flynn: una necesidad
visceral de crear la vida familiar que no haba conocido nunca, y con ello encontrarse
a s mismo. Devolver la duquesa lo haba liberado, pero la ruptura resultaba
dolorossima y, con cada nueva alabanza al delicioso retrato que ya no estaba en su
poder, Worth se consuma un poco ms.
El inesperado regreso a la ciudad de su gracia, la duquesa de Devonshire, ha
causado una sensacin casi tan grande como si la hermosa Georgiana hubiera vuelto a
la vida con una nueva dote de belleza y de encanto[928]. La recuperacin tambin
haba devuelto a la vida la antigua controversia sobre su autenticidad. Nunca hasta
hoy en la historia del arte y de sus maestros se ha despertado tanta expectacin en

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torno a una obra como la que ha levantado el descubrimiento del retrato, tanto tiempo
perdido, que hizo Gainsborough con la duquesa de Devonshire por modelo,[929]
escribi un observador, sealando adems que en cuestin de autenticidad los
crticos han planteado todas las reservas razonables que han podido imaginar, y
tambin las ms insostenibles. Algunas voces plantearon de nuevo que la mujer del
retrato no era Georgiana sino Elizabeth, la otra duquesa de Devonshire; otros decan
que la obra no era del pintor, y no faltaron quienes aceptaban la existencia de tal
cuadro, pintado por Gainsborough, pero decan que el que ha aparecido
recientemente es una copia espuria[930].
La Pall Mall Gazette declaraba con tono magistral: La mujer del cuadro no es la
ms famosa de las dos duquesas []. No es Georgiana sino Elizabeth,[931] pero con
igual conviccin insista en que, una vez expuesta, se desvanecer la duda como la
bruma matutina bajo el sol: el retrato es una obra tpica e inconfundible de
Gainsborough[932].
El Times sugera que el tema de la autenticidad se resolviera con una exposicin
de los cuadros existentes de Georgiana y de Elizabeth, y que se comparara entonces
el parecido en una especie de artstica rueda de identificacin. Una exposicin en
Londres de tantos retratos de ambas como se pudiera reunir, con el Gainsborough
recin recuperado como "primera actriz", constituira una gran atraccin por s sola y
sera de utilidad para resolver un par de puntos sobre los que existen ciertas dudas en
la actualidad[933].
Un crtico envidioso apuntaba que probablemente todas las especulaciones con
las que bullan las columnas de los peridicos resultarn ser producto de comentarios
intangibles,[934] mientras que el Daily Express se burlaba del agrio debate entre los
expertos con una ripiosa Balada de Georgiana (con disculpas a la Oriana de
Tennyson), casi tan mala como alguna de las odas dirigidas a la duquesa durante su
vida:

Nos dejaste con el corazn roto, veinticinco


aos pasaste lejos de nosotros. En mitad del
invierno te fuiste de aqu y nadie supo
nada ms de ti. Cunto has tenido que
sufrir, oh, Georgiana!
Ahora, nada ms llegar,
este comentario se empieza a escuchar:
gente sin juicio ni conocimiento
con malicia murmura a cada momento
que eras una impostora, que tu historia es un cuento,
oh, Georgiana!
Malas lenguas dicen que si la fama alcanzaste
fue porque a otra se la robaste. Alguien incluso

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ha apuntado que la bella que posa en el cuadro
es una tal Hetty Hetty No s cuntos,
oh, Georgiana!
Y, peor, ahora se ha rumoreado
que no fue Gainsborough quien te ha pintado.
Dice, rotundo, ms de un buen conocedor
que no es suyo ese color,
que no traz su mano tu esplendor,
oh, Georgiana!
As pues, si no eras t, est claro
que tampoco eres t quien ha posado
y que, para Gainsborough, slo has sido
un mero esbozo; por eso digo
que no te han encontrado, que nunca te has perdido,
oh, Georgiana![935]

La devolucin del cuadro haba dado nuevo impulso al debate en torno a la ya


legendaria duquesa de Devonshire. En cambio en Adam Worth produjo exactamente
el efecto opuesto. Notaba que no le quedaba mucho tiempo y se dispuso a reclamar a
sus hijos con una determinacin que no haba mostrado nunca mientras el cuadro lo
refrenaba. Su primera iniciativa al regresar a Londres haba sido mandar dinero a su
hermano de Brooklyn con instrucciones de enviarle lo antes posible al joven Harry,
que ya tena catorce aos, y a su hermana pequea. Sin embargo, incluso este deseo
se le mostraba esquivo. Su cuada, al olerse que Worth volva a tocar pasta, se
neg en redondo a enviar a los nios a su padre sin una sustanciosa compensacin.
Worth sinti nuseas cuando lo supo. En junio de 1901 escribi a Pinkerton echando
pestes de ese hermano y esa cuada que tengo[936] por su deslealtad y su codicia,
sospechando que la pareja haba predispuesto a los pequeos en contra de l.
Los he mantenido toda la vida y pretenden que siga hacindolo. Ella es una vaca
sucia e hipcrita; se las da de religiosa, pero yo le digo que cada prenda que viste, y
la casa donde vive, son producto de [Worth tuvo suficiente cautela como para no
emplear la palabra "crimen", por si la carta caa en manos indebidas]. Ha sido lo
bastante lista como para ganarse a los nios, y probablemente los ha atemorizado con
insinuaciones para que no quieran venir aqu. Pero todo eso no lo hace por el bien de
los nios sino por su inters egosta. Hace tres aos, cuando no tenan dinero, me
escribieron que no podan mantenerlos por ms tiempo [] Slo hay un modo de
conseguir lo que quiero, y es hacerlos pasar hambre. Cuando no reciban un dlar ms,
estarn encantados de enviarme a los nios. Worth, siempre tan crtico, conservaba
todava un resto de fe en el poder ltimo del dinero.
Solitario, borracho y quejumbroso, Worth se apart de toda compaa humana. En
los bajos fondos haba corrido la voz de que haba regresado a Londres, y algunos de

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sus colegas de su pasado delictivo acudieron a verlo para pedirle dinero, como en los
viejos tiempos, o para ver si preparaba algn plan que les proporcionara un buen
pellizco. Worth los despach con unas monedas y la firme impresin de que quien
haba sido una mente maestra del hampa estaba ahora completamente retirado.
William Pinkerton, en otro tiempo su enemigo jurado, era ahora el nico ser
humano en quien poda depositar alguna confianza. Escribi al detective largas cartas
cargadas de preocupacin, normalmente en una crptica escritura secreta y
firmadas con el alias de Robert R. Bayley. En sus mejores das, Worth haba dejado
escapar algn chisme acerca de algn conocido mutuo en el mundo de la
delincuencia, pero la mayor parte de las cartas eran, como l mismo reconoca,
arrebatos de beodo contra su mala fortuna, contra sus parientes mercenarios y
contra su salud menguante. Estoy un poco mejor del pecho,[937] escribi de los
accesos de tos que lo dejaban debilitado y presa de temblores. No saco tanta sangre
pero me temo que slo sea una mejora transitoria, porque sigo teniendo esos terribles
sudores nocturnos y la tos.
Pinkerton le responda expresndole su sincera preocupacin, ms como un
hermano inquieto que como un detective de fama mundial a un miembro de lite de la
comunidad de delincuentes. Haca mucho tiempo que la relacin entre ellos haba
superado lo meramente profesional. Los dos eran hombres duros; las tcnicas
contrasindicales de los Pinkerton haban convertido a William en objeto de la ira
popular entre muchos obreros norteamericanos, pero los dos tenan debilidades
psicolgicas que se liberaban con su amistad.
Pinkerton quiz vea en Worth la rebelin contra la autoridad que aliviaba parte
de su resentimiento contra un padre severo y contra una existencia dedicada a
obedecer las normas. El detective haba arriesgado su reputacin profesional al
intervenir en el asunto del Gainsborough, pues si Agnew o Scotland Yard hubieran
sabido que l y Worth mantenan una relacin tan estrecha, se habra encontrado en
una posicin difcilmente defendible. Por su parte, Worth pareca haber contemplado
su amistad con el detective como una forma de justificacin de su pasado, como una
demostracin de que durante su larga batalla, cada uno a un lado de la ley, los dos se
haban regido por las mismas reglas de honor y de respeto. Era un tributo que
significaba ms para Worth, ahora que se vea privado de toda aquella ficticia
respetabilidad. El Ojo haba protegido a Worth del acoso policial durante mucho
tiempo; esta vez se dispona a protegerlo de s mismo.
Amigo H[938]. escriba el detective desde Chicago, no tiene usted idea de
cmo me apena que me escriba en el tono abatido en que lo hace []. Lo mejor para
usted sera que abandonara cuanto antes el clima de Londres. Me permito aconsejarle
que vuelva enseguida a este pas y que visite Colorado, donde la altitud es muy
beneficiosa para quienes sufren de molestias pulmonares.
Tambin querra decirle, Harry, que en sus problemas tiene bastante que ver el
abuso del alcohol. Ya s que ha tenido usted un par de pocas de jolgorio y

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despilfarro en su vida y para m que stas deben de tener bastante que ver con la
situacin actual en que se encuentra. Yo observo que no hay nadie capaz de beber
como acto social que no termine consumiendo alcohol en exceso y que esto provoca
infinidad de problemas. Por eso yo lo he dejado por completo.
Pinkerton envi a su amigo poemas recortados del peridico local, breves noticias
de los bajos fondos y los resultados de las ltimas carreras de caballos. Intent animar
a Worth con noticias sobre el cuadro de la duquesa pero quiz con ello slo
contribuy a que el ladrn recordara lo que haba perdido. He tenido varias amables
cartas del cliente para el cual trabaj en relacin con el cuadro y est perfectamente
satisfecho de cmo result todo[939]. Tan amistosa se haba hecho la
correspondencia entre ambos que el hermano de William, ms cauto que ste, estaba
alarmado. Creo que eres demasiado franco cuando escribes a ese hombre le deca
Robert. Est expuesto a que lo detengan en cualquier momento y le intervengan el
correo. Ya s que las cartas estn mecanografiadas y firmadas con una inicial y que
no se podra demostrar nada, pero en este escrito hay cosas que permitiran a
cualquier detective un poco listo deducir que el probable autor es Si esa carta
cayera en manos de Scotland Yard, seguro que all opinaran que deberamos haberlos
informado de que ese hombre se ha instalado en Londres[940]. William se mostr
contrito y prometi a su hermano que pondra fin de una vez por todas a esa
correspondencia,[941] pero no lo hizo. Su imprudente lealtad a Worth exceda ahora
con mucho a la de Scotland Yard.
A lo largo del intercambio de misivas, el detective y el delincuente trataron de
cul era el mejor empleo que Worth poda dar a su dinero. Le recomend invertir en
bonos y le propuse dejar de mi cuenta las gestiones,[942] a beneficio de los nios.
Ms adelante Pinkerton lo recordaba en una carta al hijo de Worth: Por esa poca le
recomend que abandonara Europa y regresara []; que se estableciera y, con los
medios de que dispusiese, abriera algn pequeo negocio. l se tom en serio el
consejo y pens que le gustara instalarse en Hot Springs, Arkansas. Yo le dije que
era una buena idea y que se trasladara all con su hermana. Con lo que tena, aad,
estaba en condiciones de abrir un pequeo negocio en Hot Springs, que os permitira
vivir holgadamente. All tambin habra mejorado mucho su salud. Mi temor era que,
a su regreso a Londres, el reencuentro con viejos camaradas de juerga acabara con l,
en el estado de salud en que se encontraba entonces. Y los viejos camaradas de
juerga a los que se refera Pinkerton no tenan forma humana, naturalmente, sino de
botella.
En un ltimo destello de su antigua genialidad, durante un breve tiempo Worth
empez a comentar de nuevo sus ideas para fabricar una alarma de seguridad a
prueba de ladrones, un aparato para cuyo perfeccionamiento, deca, estaba mejor
cualificado que nadie. Pero con la prolongacin de su batalla por conseguir a sus
hijos y con el deterioro de la salud de Worth, afectado de jaquecas incapacitantes que
Pinkerton achacaba a un tumor[943], tanto el ladrn como el detective eran

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conscientes, al parecer, de que los planes de trasladarse a Arkansas, de hacer
inversiones y de fabricar alarmas antirrobo no eran ms que sueos irrealizables. El
tiempo pasaba deprisa y la necesidad que senta Worth de reunir a su desestructurada
familia se haca urgente y desesperada. Finalmente se trag el orgullo y accedi a
enviar a su avariciosa cuada todo el dinero que quisiera, a condicin de que liberase
a sus hijos y los enviase a Inglaterra. Ella accedi, pero el precio fue muy alto. Una
vez ms, Worth se encontr prcticamente sin un penique.
A finales de 1901, los nios llegaron por fin a Camden, donde su padre, segn
Pinkerton, haba preparado un agradable hogar[944]. Casi por primera vez en su
vida, Worth se hallaba en el seno de una familia. Estaba decidido a impedir que sus
hijos descubrieran su faceta delictiva y Pinkerton estuvo convencido en todo
momento de que no saban nada de sus actividades del pasado[945]. Pero Harry
Raymond no era ningn estpido y quiz tuvo algo ms que ligeras sospechas de la
heterodoxa profesin de su padre. Apenas me cont nada de sus asuntos,[946]
expuso el joven a Pinkerton tiempo despus; sin embargo, en la misma carta
subrayaba su intencin de arrimar el hombro y llevar una vida honrada, como
siempre ser mi deseo. Se molestara un joven como l en hacer tanto hincapi en
su honradez, si no existiera algn motivo para dudar de ella?
Incluso sus hijos conocan a Adam Worth como Henry Judson Raymond, y el
maestro de ladrones mantuvo hasta el final la falsa identidad que tan buen servicio le
haba hecho durante aos. Si sus hijos sospecharon que era una persona distinta del
comerciante respetable y enfermo que aparentaba, por lo menos tuvieron la
generosidad de concederle esta ltima falsedad, esta simulacin.
El ltimo da del ao 1901 finaliz la sptima exposicin anual de Agnews,
declarada por todos un xito rotundo, y Pierpont Morgan se dispuso a tomar posesin
de su trofeo. Pese a estar enfermo de muerte, Worth no quera consultar a ningn
mdico[947] e insisti en salir de casa para visitar por ltima vez a su vieja amiga de
Old Bond Street. Cuando el retrato de la duquesa fue descolgado y desapareci de su
vida definitivamente, Worth se desmoron por fin y cay en cama. Dbil, pero con un
extrao sentimiento de liberacin, escribi a Pinkerton por ltima vez y le adjunt un
paquete con el poco dinero que le haba quedado tras satisfacer las ltimas exigencias
de su cuada, al tiempo que agradeca al detective la gran consideracin que le haba
tenido y lo autorizaba a hablar de l cuando hubiera muerto, si bien peda que, a ser
posible, se evitara crear situaciones incmodas a sus hijos. Tambin indic a su hijo
que se pusiera en contacto con Pinkerton cuando llegara el final. Ms tarde su familia
inform que, tras el encuentro, Worth mostraba una extraa euforia y que sus mejillas
cenicientas haban adquirido cierto color, como si le hubieran quitado un gran peso de
sus hombros debilitados.
El 4 de enero, Pierpont Morgan, el espritu afn de Worth y experto como l en
elegantes dobles vidas, traspas a Agnews la suma de treinta mil dlares y dispuso
que la duquesa fuera enviada al nmero 13 de Princes Gate, su gran mansin de

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cinco plantas de estilo neoclsico, situada al sur de Hyde Park, que ms adelante, en
tiempos de Joseph P. Kennedy, se convertira en residencia del embajador
norteamericano y sera hogar del futuro presidente, John F. Kennedy. Morgan
demostrara ser un protector de la duquesa tan celoso como lo haba sido Worth.
Rechaz las propuestas de exponer otra vez el cuadro y neg de plano el permiso para
hacer grabados lo cual puso furioso a Morland Agnew, quien pensaba regalar uno a
Pinkerton como expresin de agradecimiento por su intervencin en el rescate. El
seor Morgan no permitir que se realice ningn grabado de la pintura, y no podemos
hacer nada para que se vuelva atrs de tal decisin expona el irritado galerista.
Confo en que ceda ms adelante[948]. Pero no fue as. Como ya hiciera alguien antes
que l, estaba dispuesto a conservar la imagen de la duquesa para su exclusivo placer.
Morgan aplicaba a su coleccin de pinturas el mismo absolutismo que dedicaba a
todos los dems aspectos de su vida. Algunos aos ms tarde, el rey Eduardo VII
acudi a tomar el t a Princes Gate y se fij en otro gran retrato, el de la condesa de
Derby, obra de Lawrence. El techo de esta sala es demasiado bajo para ese cuadro.
Por qu lo ha colgado ah?,[949] pregunt el rey.
Porque es ah donde me gusta, seor, replic el magnate. Nadie, ni siquiera un
monarca, le deca a Pierpont Morgan dnde haba de colgar sus cuadros, y ya tena
rotundamente decidido dnde residira en adelante la duquesa de Devonshire. El
esplndido Gainsborough fue colocado en sitio preferente sobre la repisa de la
chimenea, el lugar ms destacado de la casa. Por segunda vez y en esta ocasin
para otro hombre la duquesa se converta en smbolo de prominencia social, de
conquista sexual y de distintivo del xito mundano.
Cuatro das despus de que Morgan tomara posesin, finalmente, de la Noble
Dama, el hombre que la haba tenido durante veinticinco aos yaca en silencio, a
pocos kilmetros de all, en Camden, con sus hijos pequeos a su lado. El dolor haba
cedido poco a poco y haba dejado a Adam Worth en un estado de pattica debilidad,
pero extraamente eufrico.
Dej la habitacin para bajar a cenar y pareca estar de excelente nimo
explic Harry Raymond, hijo. Cuando volv, me pareci que dorma; unas horas
despus la patrona entr en la estancia y enseguida sali a decirme que no le gustaba
el aspecto de mi padre. Me pidi que entrara y as lo hice, pero mi padre haba
fallecido en silencio, sin la menor resistencia[950].
El certificado de defuncin describa a Henry Judson Raymond como un hombre
de medios independientes[951] cuya muerte, a los cincuenta y seis aos, haba sido
consecuencia de un fallo cardaco, una enfermedad heptica y, segn la frase
desaprobatoria del forense, hbitos crnicos de inmoderacin.
Harry Raymond, hijo, enterr a su padre en el cementerio de Highgate, donde
reposa todava en una fosa comn, sin nombre, lpida ni seal alguna, y semioculta
bajo unas zarzas. En el registro de enterramiento de la parcela 34 281 consta el
nombre de Henry Judson Raymond. Incluso muerto, Adam Worth insisti en que era

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otra persona. Tal vez sea de justicia que un hombre que adopt tantos alias y los
cambi tantas veces repose para siempre sin un rastro que delate su paradero.
Harry Raymond, hijo, todava con el nombre que su padre haba usurpado treinta
aos antes, vendi el mobiliario de Park Village East, 2 y regres a Estados Unidos
con su hermana menor. Dos semanas despus de la muerte de Worth, los Pinkerton
recibieron una nota con matasellos de St. Paul, Minneapolis, firmada por H. L.
Raymond:

Les participo que mi padre, Harry J. Raymond, falleci el ocho de enero,


entre las seis y las siete de la maana[952].

Robert, el ms escptico de los hermanos Pinkerton, sospech que se trataba de


otra treta por parte del gran delincuente. Al fin y al cabo, ya haba fingido su muerte
en otra ocasin. Crees que podra ser un truco por parte de ese viejo bribn para
engaarnos antes de ponerse a urdir otro de sus planes?[953], escribi a su hermano.
Pero William estaba convencido e inmediatamente redact una respuesta en la que no
haca mencin del pasado de Worth:

Su carta de fecha 24, en la que me informaba de la muerte de su padre, me


ha producido una profunda conmocin. Haba tenido una carta de l a
principios de ao en la que me contaba que haba estado muy enfermo. Yo le
escrib para expresarle mi consejo de que se cuidara y mis deseos de que
recuperara plenamente la salud muy pronto.
Conoca a su padre desde hace treinta aos y, aunque nuestras vidas eran
muy distintas, entre nosotros siempre existi una clida amistad. Espero que
los haya dejado a ustedes en una situacin en la que puedan defenderse.
Lamento profundamente el fallecimiento de su padre. Parece increble que
hace unos meses estuviera aqu, conmigo Recuerdo lo mucho que me
complaci la visita. Su padre hablaba mucho de sus hijos y toda su vida
pareca centrada en ustedes dos. Nadie como yo les desea tanta suerte en la
vida. Con profunda simpata, de corazn,
Sinceramente suyo,
W. M. Pinkerton[954]

Segn un testimonio, Worth dej un testamento, verificado en otoo de 1907,


[que] demostraba que a su muerte posea unas veintitrs mil libras[955]. No existe
ninguna prueba que corrobore lo anterior, y s en cambio muchos indicios de que
Worth no tena nada al morir, pues su hijo no tard en escribir de nuevo a Pinkerton y
sealarle que mi padre dej muy poco o ningn dinero y, despus de pagar los
gastos del funeral y nuestros pasajes de regreso a Amrica, estamos prcticamente sin

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un penique [] pero estoy trabajando para, en el futuro, estar en condiciones de
proveer para m y para mi hermana, que depende por entero de m[956]. (Segn la
informacin de un peridico, la miseria en que se hallaban era consecuencia de que, a
la muerte de Worth, sus habitaciones fueron invadidas y saqueadas por una banda de
ladrones con los que se haba asociado[957]. Como sea que el joven Raymond nunca
hizo mencin a tal asalto, casi con seguridad se trata de una invencin. El joven, que
intua claramente que en el pasado de su padre haba algo ms, tambin presion al
detective para que ampliase la informacin: Mi padre sola hablar de usted, y sin
duda podr contarme cosas de mi padre que ignoro y que me interesara mucho
conocer[958].
El detective mantuvo las dos palabras que haba dado al difunto ladrn: envi el
dinero pstumo de Worth, lo cual asegur que los dos hermanos no pasaran hambre y,
a lo largo de los aos siguientes, actu como protector o tutor de ambos. Al propio
tiempo, nunca habl directamente a los hurfanos del pasado delictivo y se limit a
describir a Worth como un hombre de grandes ideas inventivas[959] y a destacar su
bondad de corazn. Su prudente comentario al hijo de Worth respecto a que sus
vidas haban sido muy distintas era lo mximo que estaba dispuesto a decir.
Siempre guardar un recuerdo agradable de tu padre pues, aunque no nos
habamos visto en muchos aos hasta hace tan slo dos y luego otra vez el ao
pasado, seguamos manteniendo una clida amistad y por ello har de buen grado lo
que est en mi mano para ayudaros, a ti y a tu hermana. Y fiel a su palabra, as lo
hizo. Esto nos da una medida del afecto que era capaz de inspirar Worth y del tamao
del corazn de Pinkerton, cuyas cartas trasmiten un dolor sincero ante la prdida de
su antiguo adversario y reciente amigo. Lament mucho, realmente, la noticia de la
muerte del hombrecillo escribi a su hermano. Creo que fuimos las nicas
personas en las que confi en su vida. Sus prolongadas juergas ayudaron a
acortrsela, sin duda[960]. La respuesta de Robert fue muy clara: Siento lo mismo
que t acerca del Pequeo Adam[961].
La noticia de la muerte de Worth se haba filtrado ya entre los bajos fondos, pero
los hermanos detectives decidieron mantener en secreto, de momento, el asunto de
su fallecimiento[962] y se pusieron de acuerdo en que, si la noticia se confirmaba
finalmente y se les peda un comentario, deban dejar a la familia completamente al
margen[963]. Por supuesto, slo era cuestin de tiempo que la prensa oliera el rastro.
Ya en 1893, la Pall Mall Gazette public su revelacin de que el ladrn
encarcelado, Adam Worth, alias Henry Raymond, fue relacionado con el robo.
Cuando el cuadro reapareci en manos de Morland Agnew, hubo nuevas
especulaciones acerca del papel desempeado por Worth, pero para entonces el
ladrn ya estaba enterrado y, como Morland Agnew no saba nada y los Pinkerton no
hablaron de su participacin, la historia no lleg a ninguna parte.
El 5 de febrero, los peridicos de Londres publicaron un breve despacho que

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anunciaba la muerte de Adam Worth, alias Henry Raymond; al cabo de pocas horas,
periodistas de ambos lados del Atlntico empezaron a juntar las piezas. De pronto los
Pinkerton se encontraron bombardeados con peticiones para que confirmaran o
negaran que el difunto delincuente haba sido el autor del robo del cuadro de
Gainsborough. Tengo una carta de Adam Worth que establece que, a su muerte,
puedo dar publicidad a todo lo que me cont,[964] declar William Pinkerton y por
ltimo, con evidente resistencia, se decidi a contar la historia completa. No nos
gustaba nada escribi la idea de hacer declaraciones sobre l, una vez fallecido,
pero hemos considerado que sera mejor para nosotros decir algo y dejar las cosas en
claro que permitir que investigue el asunto algn detective que desconozca por
completo el tema[965]. Los periodistas eran gente de poco fiar, apunt. No hay
modo de que un reportero capte las cosas correctamente [] y si uno le da el asunto
por escrito, lo cambiar todo para que encaje como le convenga[966].
El 6 de febrero, William Pinkerton reuni en su despacho de Chicago a los
periodistas, cada vez ms insistentes, y les reparti una declaracin preparada en la
que se esbozaba la vida de Worth, su reguero de delitos, el robo del Gainsborough y
la participacin de los detectives en la devolucin, aunque no su estrecha relacin
personal con el difunto. A la maana siguiente, la historia sensacional incluso para
lo habitual en la poca apareci publicada de costa a costa. En ella se detallaban
los acontecimientos de la notable existencia de Worth con considerable precisin o,
en palabras de Pinkerton, todo lo correctamente que un peridico es capaz de
recoger cualquier asunto[967].
La prensa, en un reflejo de la ambigedad hacia el delito ambigedad que an
perdura, compiti por rendir tributo al hombre que se haba abierto paso en la vida
a base de robar, estafar y engaar. El tono adulador de los artculos no estaba muy
lejos del empleado con otros grandes hombres, como el autntico Henry Raymond,
cuya inacabable necrolgica haba llamado la atencin de Worth y le haba
proporcionado el alias que llevara hasta la tumba. El New York Sun calificaba el
robo del Gainsborough como el delito ms notable cometido en el siglo XIX[968] y
proclamaba que la memoria de las policas de dos continentes no se remonta al
tiempo en que era un mero aficionado. Al parecer, las autoridades estn de acuerdo en
que Worth no tena quien lo superase, o lo igualase siquiera, en sus especialidades
delictivas. A su muerte, no qued nadie que mereciera ocupar el trono que l dejaba.
El Evening Sun lo alababa como uno de los ladrones ms celebrados de la historia
delictiva de Europa y Amrica[969]. El New York World, con peculiar orgullo cvico,
lo calificaba de uno de los delincuentes ms notables que ha producido nunca esta
ciudad[970].
Personalmente era encantador, y su caridad, proverbial. Miles de americanos han
recibido su ayuda,[971] apuntaba la revista Chicago American, de Randolph Hearst,
mientras que Tribune recordaba, como tantos otros, el ttulo que haba recibido Worth

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el Napolen de los Ladrones y lloraba la desaparicin del ltimo de una
banda realmente poderosa de expertos delincuentes que actu en Estados Unidos y en
todo el mundo []. En todos sus trabajos se concentr slo en grandes golpes[972].
Incluso publicaciones tan preclaras como el Times o The New York Times
enumeraban sus hazaas con indisimulado asombro y recordaban el esplendor de su
vida en Londres, su fantstica doble vida y la amplitud de su genio para el delito.
Pero la valoracin mejor informada, y tal vez la ms reveladora, procede de los
Pinkerton: Con la muerte de Adam Worth tal vez haya desaparecido el delincuente
ms imaginativo y atrevido de la poca moderna. Cabe decir varias cosas en su favor:
que en los das de prosperidad, cuando tena dinero en abundancia, era generoso hasta
el exceso, no permita que un amigo tuviera que acudir a l dos veces y tenda la
mano a cualquiera que lo necesitara, tanto si perteneca a su mundo como si no.
Cualquiera que, simplemente, hubiera hablado con l alguna vez, poda presentarse y
recibir ayuda, si estaba en su mano ofrecrsela. Y tuvo siempre a orgullo, en toda su
carrera delictiva y en todos los golpes que dio, no haber cometido nunca un robo en el
que se hubiera tenido que recurrir al empleo de armas de fuego, ni haber escapado o
intentado escapar, una vez detenido, mediante amenazas a la vida de un carcelero.
Worth afirmaba que un hombre inteligente no tiene derecho a llevar armas, que
siempre hay una salida, una solucin mejor, mediante el rpido ejercicio del cerebro.
Entre todos los hombres que los Pinkerton hemos conocido a lo largo de una vida,
ste ha sido el delincuente ms notable[973].
Worth haba dedicado una vida a robar respetabilidad y categora social. Con un
lujo obtenido con el expolio, se haba convertido en la quintaesencia del caballero
victoriano, con su cuadra de purasangres de carreras, sus mansiones, sus esbeltos
yates y el cuadro ms codiciado de la poca para su exclusiva contemplacin, antes
de que la fabulosa farsa le reventara en las manos. El hombre haba credo que poda
robar respeto y tena razn, pero no del modo en que l se haba propuesto. Al morir
tuvo la admiracin y el homenaje del mundo, no por su defensa de las normas de
respetabilidad victorianas, sino por habrselas saltado todas, en secreto.
Adam Worth ha muerto proclamaba el New York Journal. Su fallecimiento
seala el fin de un singular romance moderno[974].

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EPLOGO. LOS HEREDEROS
Los grandes aunque turbios talentos de Adam Worth lo sobrevivieron. En agosto
de 1899, las tres hijas de Kitty Flynn iban en coche por una zona rural de Nueva
Jersey cuando su vehculo qued averiado en un paso a nivel y fue trgicamente
arrollado por un tren expreso. Katherine Louise, la menor de las hijas que se atribuan
a Worth, y Juanita Terry, la que Kitty haba tenido con Juan Terry, resultaron muertas.
En cambio Lucy Adeline, la mayor de las tres y casi con toda seguridad tambin
hija de Worth, que se haba casado unos aos antes con Charles Trippe, un hombre
sumamente respetable, sobrevivi al accidente junto con su hijo pequeo, Juan.
Juan Trippe, nieto de un ladrn profesional, hered la fortuna de los Terry y lleg
a crear la Pan American Airways, en su poca la compaa area ms potente del
mundo. Sus mtodos comerciales no se alejaban mucho de los utilizados por su
abuelo, y el escritor Gore Vidal, en una referencia a su antepasado malhechor, llam a
Trippe en cierta ocasin el barn ladrn de las lneas areas[975]. Los cuarenta mil
empleados de Juan Trippe se referan a l, simplemente, como el gran
hipcrita[976].
La otra rama de la familia Worth, la legtima, se mantuvo completamente recta.
Harry L. Raymond, el hijo de Adam Worth, empez desde el ltimo peldao de la
escalera[977] como meritorio en la fundicin American Car & Foundry Co., con un
sueldo de cuatro dlares a la semana. El adolescente fue rescatado de all muy pronto,
ni ms ni menos que por William Pinkerton, que de este modo cumpla la promesa
realizada a su difunto amigo. Mediante el subterfugio ms inocente, el Ojo envi a
Raymond un cheque por setecientos dlares en concepto de una deuda satisfecha por
un hombre de esta ciudad,[978]. Cuando la agencia public un folleto en el que
recoga la vida de Adam Worth, los beneficios tambin fueron enviados, de forma
annima, a los hijos del ladrn. Pero la generosidad de Pinkerton ni siquiera se
detuvo all. Dentro de poco procuraremos colocarte en un puesto mejor que el que
ocupas ahora,[979] le prometi el detective. Unos meses ms tarde, el joven Henry
Raymond entraba a trabajar en la agencia de detectives que haba perseguido a su
padre por todo el globo durante medio siglo.
William Pinkerton dio muestras de experimentar un cambio de nimo tras la
muerte de Worth. La delincuencia profesional es una actividad extinguida entre los
hombres inteligentes. Hoy, en Estados Unidos, no existen grandes ladrones ni
estafadores,[980] deca con pena, un mes despus de que fuera inhumado el cuerpo
del gran malhechor. En lugar de dar caza a viejos ladrones, William Pinkerton se
convirti cada vez ms en su protector y benefactor, y enviaba revistas, dinero, pavos
por Accin de Gracias e incluso ropa interior nueva a hombres a quienes haba
contribuido a meter entre rejas. Muchos antiguos malhechores encontraron empleo en
la agencia de detectives Pinkerton. William llor siempre la prdida de los viejos

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ladrones caballeros como Adam Worth, y culp a las pelculas de gangsters de
Hollywood de ser la principal motivacin para los delincuentes ms jvenes[981].
Cuando muri en 1923, a los setenta y siete aos de edad, dej una fortuna calculada
en quince millones de dlares, que llev a uno de los exladrones a quejarse diciendo
que resultaba muy evidente que haba hecho ms dinero con la delincuencia que
ninguno de los bribones a los que haba perseguido[982]. La mayora de asistentes a
su concurridsimo funeral en Chicago eran miembros de la comunidad delictiva; entre
ellos estaba Sophie Lyons, la veterana ladrona.
La Dame de Lyons, como era conocida Sophie por la Sret de Pars, se haba
hecho ntima amiga de los Pinkerton como consecuencia de sus repetidas
detenciones. En 1897, para sorpresa de casi todos los que la conocan, declar que iba
a volverse respetable[983] y se sum a la plantilla del New York World como
columnista de chismorreo sobre la alta sociedad norteamericana. Sus recuerdos,
publicados en 1913, se titulaban Por qu el crimen no compensa, pero su evidente
propsito era demostrar lo contrario y se convirti en un gran xito al instante.
Su pasado acab por pasarle factura. Cuando ya haba cumplido los setenta, tres
hombres llamaron a la puerta de su casa de Detroit y la molieron a palos hasta
matarla[984]. Los Pinkerton calcularon que Lyons haba amasado ms de un milln
de dlares con la prctica de diversas formas de robo, hurto, extorsin, abuso de
confianza, periodismo y negocios inmobiliarios, cuyos beneficios coloc en su mayor
parte en fideicomiso para la educacin de los hijos de reos[985].
Pat Sheedy, el jugador profesional que haba colaborado en la negociacin del
retorno del Gainsborough, aliment el recuerdo de Worth e hizo excelente uso de l.
En 1905, declar de improviso que Worth le haba dado otro cuadro robado, La
Magdalena, de Murillo, que haba sido expoliado de un convento mexicano cuarenta
aos antes. Worth saba mucho de pintura,[986] afirmaba el mentiroso Sheedy. Los
Pinkerton no se dejaron engaar ni por asomo. No hay nada de lo que dice,[987]
escribi Robert Pinkerton. Pero era tal la fama de Worth que otros estaban
perfectamente dispuestos a creer cualquier cosa. El Murillo fue adquirido por quince
mil dlares por un tal John Condn, expropietario de un local de apuestas y dueo del
hipdromo Harlem, en Chicago. Condn dijo que el gran Worth haba jugado en una
ocasin en su establecimiento y que deseaba poseer el cuadro por razones
sentimentales[988]. Desde luego no lo haba adquirido por razones artsticas, ya que
Condn era ciego como un topo.
Charlie Becker El Marcas, el gran falsificador al que la polica comparaba en
talento artstico con Miguel ngel y con Rembrandt,[989] result cazado finalmente
en 1900 por una estafa que afect a cuarenta bancos. En 1903 sali de la prisin de
San Quentin de excelente humor, tras haber dedicado la condena a perfeccionar un
nuevo tipo de papel y tintas a prueba de falsificaciones que se propona vender a los
mismos bancos a los que haba estado desplumando durante un montn de aos. Soy

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lo que se dice un artista,[990] cont a los periodistas, y aadi que le gustara ser
considerado el equivalente norteamericano de Benvenuto Cellini, el gran escultor y
orfebre del Renacimiento. Generosos como siempre, los Pinkerton intentaron
interesar a diversos bancos y empresas papeleras en la tinta indeleble de Becker y en
su papel a prueba de falsificaciones, pero no tuvieron xito. Becker muri en 1916,
tras haber pasado los ltimos aos al servicio de los Pinkerton como guarda de
seguridad del hipdromo de Chicago, atento a los carteristas.
Max Shinburn El Barn, pas la mayor parte del resto de su vida en la crcel, y en
todo ese tiempo no dej de afirmar que era otra persona. Shinburn estaba dotado para
la mecnica y en su tiempo libre, que era muy abundante, desarroll una nueva
tcnica para el diseo de ruedas de automvil. Acosado por los periodistas para que
reconociera su identidad, replic: No conozco a ese hombre []. Yo no soy
Shinburn; pero a menos que me dejen en paz, yo mismo dir unas cuantas cosas que
crearn sensacin en ciertos ambientes[991]. Finalmente fue puesto en libertad el 19
de abril de 1908, poca en la que afirmaba que haba descubierto el secreto del
movimiento perpetuo [y] proyectaba pasar el resto de su vida perfeccionando aquel
descubrimiento extraordinario[992]. En lugar de ello, como tantos de su condicin, se
encontr dependiendo de la caridad de los Pinkerton. William le encarg la redaccin
de una historia de los revientacajas titulada Robos de cajas de caudales; inicios y
progreso, que sigue siendo la disquisicin definitiva sobre el arte de la voladura de
cajas fuerte en tiempos Victorianos. Desde principios de los cincuenta hasta la poca
actual, el escritor fue testigo, de la manera ms prctica, de la evolucin de la caja
fuerte,[993] empezaba Shinburn con seco humor. La obra result tan reveladora e
instructiva para el delincuente novel que su publicacin fue prohibida[994]. Esta obra
notable no ha salido nunca de los archivos Pinkerton. Finalmente, cuando ya estaba
en la miseria ms absoluta[995] y haba recurrido a la indignidad de vender a los
peridicos toda una serie de historias falsas sobre Adam Worth[996] con el mero
propsito de sobrevivir, los hermanos encontraron un empleo como conserje para
aquel bribn, irascible y poco fiable, pero infinitamente entretenido. Max Shinburn
muri el 13 de febrero de 1916 en el Hogar John Howard para presos reformados, en
Boston, a la edad de setenta y siete aos. Rivales en la muerte, como en la vida, Max
Shinburn tambin alcanz la luz de los focos cuando su vida fue adaptada para los
escenarios de Broadway en Alias Jimmy Valentine, de Paul Armstrong.
Sir Arthur Conan Doyle intent matar tanto a su hroe como a su antihroe
cuando Sherlock Holmes y el PROFESOR MORIARTY[997] se encontraron, lucharon
y cayeron por las cascadas de Reichenbach a lo que pareca una muerte segura,
agarrados el uno al otro, en la conclusin de The Final Problem. Holmes volvi a la
vida; Moriarty, no. Sin embargo, tal como sealaba Conan Doyle: Todo regresa
cclicamente, hasta el profesor Moriarty La vieja rueda sigue girando y aparece el
mismo peldao. Todo ha sido hecho antes y se har de nuevo[998].

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El gran financiero PlERPONT MORGAN se hizo ms viejo y ms rico, y su
coleccin de arte ms fantstica. Sus casas contenan una inmensa y amplsima
variedad de objetos hermosos, que con el tiempo inclua cuadros, bronces, terracotas,
jades, marfiles, esmaltes, cristales, vidrios, tapices, bajorrelieves, miniaturas, cajitas
de rap, relojes, biblias, libros de ritos de la Iglesia de Inglaterra, autgrafos y, por
supuesto, libros y manuscritos[999]. En 1904, a la edad de sesenta y siete aos, se
convirti en el benefactor, presidente e impulsor del museo Metropolitan de Nueva
York, aunque algunos lo comparaban con una viuda ebria con crdito ilimitado
paseando Quinta Avenida abajo en una escandalosa salida de compras[1000].
Morgan acuda a la iglesia con frecuencia y opinaba de cuestiones morales, pero
era realmente el santo que l mismo se consideraba? Era un genio esclarecido de
las finanzas y protector del mundo capitalista, o era un potentado codicioso y
autosuficiente dispuesto a proteger sus intereses y los de su clase? Morgan regal
muchas cosas en su vida y sus regalos estaban ntimamente relacionados con sus
lealtades y afectos personales,[1001] pero un cuadro por el que senta claramente un
entraable afecto personal, el retrato de la duquesa de Devonshire pintado por
Gainsborough, no dej nunca de pertenecerle. Morgan falleci el ltimo da de marzo
de 1913, tras haber dictado instrucciones explcitas a Dios sobre el cuidado de su
alma, y uno de los primeros objetos que se disputaron los hijos, cuando procedieron a
dividir el asombroso legado de Pierpont, fue precisamente el gran retrato.
Despus, durante aos, La duquesa de Devonshire languideci en la oscuridad.
En 1960, el retrato fue expuesto brevemente en el Wadsworth Athenaeum de
Hartford, Connecticut, pero salvo esa excepcin, la pintura no fue exhibida nunca en
pblico por los herederos Morgan. Lejos de la mirada del pblico, el gran
Gainsborough se desvaneci lentamente del recuerdo, aunque la imagen continu
viva en mil y una impresiones y reproducciones, en bustos, en quejumbrosas baladas
de comedia musical, en latas de galletas y en piezas de loza. Con el tiempo, el retrato
lleg a Mabel Satterlee Ingalls, la ltima nieta superviviente de Pierpont Morgan. La
pintura era colgada peridicamente en el apartamento de la seora Ingalls en Nueva
York; sin embargo la duquesa permaneca guardada en un aparador. Se deca que la
seora Ingalls no consideraba completamente respetable el seductor retrato. Mabel
Ingalls muri el 28 de diciembre de 1993, a la edad de noventa y dos aos, y sus
herederos decidieron poner el cuadro a la venta en Sothebys, en Londres.
La subasta se celebr el 13 de julio de 1994 y la sala de Sothebys estaba
abarrotada y expectante cuando se retir el velo del retrato y ste fue colocado en el
estrado por primera vez desde la extraordinaria venta en Christies, ms de un siglo
antes, La puja fue animada. Un tal seor Smith permaneca sentado ante el cuadro,
impasible, levantando su paleta en respuesta a cada una de las ofertas bastante
elevadas que se fueron haciendo desde el fondo de la sala[1002]. Alguien, era
evidente, estaba dispuesto a conseguir el retrato al precio que fuera. Al cabo de unos
minutos de tensa espera, el implacable seor Smith levant el brazo por ltima vez y

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La duquesa de Devonshire, de Gainsborough, fue adjudicada por doscientas sesenta y
cinco mil quinientas libras.
Mucho ms chocante que el precio, sin embargo, era el comprador. Terminada la
subasta, sonrojado y visiblemente aliviado, el comprador se identific como Nicholas
Smith, de Curry & Co., abogado e intermediario designado por nada menos que el
actual duque de Devonshire.
La Dama, para citar a Adam Worth, volva a casa.
El regreso de la duquesa a Chatsworth, el 22 de julio de fue triunfal. El servicio
del duque, los pensionistas locales y sus esposas fueron invitados a asistir al
descubrimiento y a hacer un brindis por la duquesa prdiga.
Era una historia tan maravillosa y extraordinaria que consider que debamos
tener el cuadro aqu,[1003] explic el duque entre los valiosos volmenes antiguos
encuadernados en cuero que conservaba en el estudio de Chatsworth. Al otro lado de
la ventana, la extensin inmensa de la finca ducal se perda a lo lejos en las tierras
suavemente onduladas de Derbyshire y abajo, en el comedor de gala, Georgiana,
duquesa de Devonshire, tena de nuevo reunida su corte y reciba a las oleadas de
turistas que se acercaban a ella y la rodeaban. Limpia y restaurada, el brillo de sus
ojos pareca ms intenso que nunca. Dicen que era bastante ligera de cascos,
coment una voz con acento de la zona, en tono de aprobacin.
Poco despus de la subasta, el cuadro fue sometido a una serie de pruebas por
parte de la Tate Gallery y los resultados fueron sorprendentes. No existe ninguna
evidencia tcnica que ponga en duda que la parte central es bsicamente obra de
Gainsborough,[1004] fue la cauta conclusin de Rica Jones, de la Tate Gallery. Las
radiografas revelan bajo el extravagante tocado de plumas de avestruz de la duquesa
un sombrero anterior, muy parecido al de uno de los dibujos de Gainsborough para
Paseo junto al agua en Richmond. Las investigaciones tcnicas apuntaban a que el
sombrero visible poda haber sido pintado por otra mano bastante pronto en la
historia del cuadro, mientras que el suelo, las mezclas de pigmentos, el tipo de
pincelada, la estructura en capas en las franjas restantes y, sobre todo, la forma del
sombrero original, que lo relaciona con un dibujo de autora comprobada, apuntan a
un origen en el estudio [de Gainsborough].
Por lo que puede discernir la ciencia, el cuadro tiene por tanto todas las
posibilidades de ser de Gainsborough, y probablemente la imagen sea la de
Georgiana, pero nunca existir una certeza absoluta. A travs de su agitada historia,
los observadores han visto en esta pintura lo que han querido ver: Adam Worth vea a
Kitty Flynn, o un smbolo de la perfecta belleza femenina realizado por una mano
humana o un smbolo de su prestigio como delincuente; Pierpont Morgan vea poder;
unos vean a Georgiana de Devonshire, otros a Elizabeth Foster. Pero muy bien
podra ser que quien apareca en el retrato fuera alguien completamente distinto, una
mujer misteriosa y desconocida elevada a la categora de gran duquesa.
Su mirada perspicaz dominando el comedor de gala de Chatsworth, entre la clase

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de opulencia que Adam Worth adquira robando y Pierpont Morgan con dinero, no
pierde detalle. Pero tal vez, bajo la sonrisa pintada, sonre todava la mayor impostora
de todos ellos.

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IMGENES

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Kate Castleton, la bonita actriz de origen ingls y estrella de la escena cmica norteamericana que tuvo el
singular infortunio de casarse dos veces con Joe Elliott.

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Joe Chapman, el siniestro exempleado de banco que tena un solo vicio, la falsificacin, y una sola pasin,
Lydia Chapman.

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Experimentado ladrn y chantajista de astucia ratonil, Little Joe Elliott se distingua por su aficin a las
mujeres en general y a las actrices en particular.

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Lydia Chapman, la fiel esposa de Joe Chapman y famosa belleza de los bajos fondos que fue envenenada en
su casa de Londres en 1876,

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Arriba: Charles Becker el Marcas, el maestro de la falsificacin de la banda de Worth, visto aqu en un cartel
identificativo de un archivo fotogrfico de malhechores procedente de la Agencia Nacional de Detectives
Pinkerton.
Alonzo Henne, alias el Holands, ladrn de bancos de poca monta con una gran reputacin de hombre leal,
fue reclutado por Worth en la dcada de 1880. Pese a su aspecto de facineroso, demostr ser, en opinin de
Worth, el mayor cobarde que ha pisado la tierra, cuando se trata de hacer algo mnimamente atrevido.

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La West o Western Lodge, cuartel general de Worth en Londres, una mansin cmoda que se eleva al fondo
de la finca que ocupa, retirada de la vista de los curiosos en la esquina oeste de Clapham Common.

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El Trbol, el yate de cuarenta metros de Adam Worth, bautizado con ese nombre en honor de Kitty Flynn, su
amante irlandesa.

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Adam Worth, alias Henry Judson Raymond. Fotografa de un lbum fotogrfico policial tomada por la
polica belga tras su detencin en Lieja, en 1892.

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El capitn Jacob Roemer, comandante de Worth en la Segunda Batalla de Bull Run.

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Maximillian Shinburn, alias el Barn, falso aristcrata, reventador de cajas fuertes y nmesis de Worth.

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Kitty Flynn, a los veintitrs aos, en una fotografa del retratista francs, Flix Nadar. Esta muchacha de
belleza inusual se convirti en amante de Worth y ejerca de maestra de ceremonias en el garito que Worth
tena en Pars.

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Sophie Lyons, que se autodenominaba Reina de los Bajos Fondos y conocida confidente, cuyas
memorias, que alcanzaron grandes ventas, eran una crnica de la carrera de Worth, su amigo de toda la vida.

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Fredericka Marm. Mandelbaum, perista profesional que haca de madre y saioniste de los bajos fondos de
Nueva York. Este bosquejo, de claras connotaciones antisemitas, ilustra los rasgos fuertes, el fsico
poderoso y la mirada penetrante de Marm,

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William Pinkerton, flanqueado por los detectives de la agencia en los tiempos de la caza de los bandidos, en
la dcada de 1870. Cuando Bill Pinkerton iba tras un hombre, no se daba por vencido hasta que lo
alcanzaba.

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Adam Worth en 1892. Obsrvese el pauelo en el bolsillo superior de la chaqueta, los cabellos bien peinados,
el cuello abotonado del dandi encarcelado, despus de semanas de intensos interrogatorios policiales durante
los cuales, segn declar, fue sometido a torturas.
Derecha: Documento militar de la guerra de Secesin que registra la muerte de Adam Worth, el 25 de
septiembre de 1862, por las heridas recibidas en la batalla de Manassas, conocida tambin como la
Segunda Batalla de Bull Run.

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Piano Charley Bullard, socio y compaero del alma de Worth, uno de los ladrones ms atrevidos que ha
usado jams la palanca y msico virtuoso con dedos tan sensibles que poda abrir una caja fuerte slo con
las manos.

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Georgiana, duquesa de Devonshire, pintada por Gainsborough en la flor de la juventud, hacia 1787.
Podra encender mi pipa en sus ojos, coment uno de los muchos admiradores de la popular y escandalosa
duquesa.

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Una cena festiva de Marm Mandelbaum, con la anfitriona en el extremo derecho de la ilustracin. Ofreca
lujosas recepciones con baile y cena a las que asistan algunos de los delincuentes ms famosos de
Norteamrica y, con frecuencia, agentes de polica y polticos que haban cado bajo la influencia de
Mandelbaum.

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Jack Phillips el Basuras, el gigantesco delincuente ingls empleado por Worth como criado,
guardaespaldas y revientacajas manual. La presente instantnea, en la que el Basuras aparece atado a un
poste, fue catalogada de fotografa a disgusto por los detectives Pinkerton.
Con el objeto de facilitar la identificacin en el lbum fotogrfico policial, un dibujante forense retoc los
ojos del Basuras, que aparecen cerrados con firmeza, en actitud desafiante, en la fotografa original.

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Piano. Charley Bullarci en la poca de su detencin, en 1884, cuando los aos de su vida disoluta ya se
cobraban su precio.

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La viuda Kitty Flynn, en la poca en que era cortejada por el millonario cubano del azcar, Junn Pedro Terry.
Un matrimonio que la transformara de compaera de un gngster a una de las mujeres ms ricas y dadas a
litigios de la alta sociedad neoyorquina.

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William Pinkerton en 1876, el ao del robo del Gainsborough.

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Roben Pinkerton, hermano menor de William y director de la oficina neoyorquina de la Agencia de
Detectives Pinkerton.

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Patrick Sheedy, jugador de conducta dudosa y deportista conocido en todo el mundo, que actu de
intermediario en las negociaciones entre Worth y los Pinkerton por el cuadro robado de Gainsborough.

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La pugna personal entre los dos hombres termin [] con la cada de ambos, todava agarrados el uno al
otro [] el criminal ms peligroso y el campen de la ley ms destacado de su generacin. Ilustracin de
Sidney Paget para Strand Magazme, diciembre de 1893.

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El profesor James Moriarty en el grabado de Sydney Paget para Strand Magazme, en diciembre de 1893. Es
un hombre sumamente alto y delgado, cuya frente sobresale en una blanca cpula redondeada y cuyos ojos
aparecen hundidos en sus cuencas [], Su rostro se proyecta hacia delante y oscila permanentemente hacia
un lado y hacia otro de un modo curiosamente reptiliano.

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J. Pierpont Morgan, financiero y coleccionista de arte norteamericano de fabulosa riqueza, que jur tener
entre sus manos La duquesa de Devonshire de Gainsborough, y lo consigui.

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ABREVIATURAS
Las siguientes abreviaturas hacen referencia a los principales archivos utilizados
en la obra:

ADP Archivo de la Agencia de Detectives Pinkerton, California


AA Archivo Agnew, Londres
ACH Archivos de Chatsworth House, Derbyshire
NGA National Gallery of Art, Washington, D. C.

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AGRADECIMIENTOS
Son muchas las personas a las que debo expresar mi agradecimiento por haberme
ayudado, desde los diferentes pases donde habitan, a seguir los pasos del huidizo
Adam Worth: Tony Blair, cuya infatigable tarea detectivesca condujo a un filn de
piedras preciosas; Thelen Blum y Derek Andrade, archivistas de la Agencia de
Detectives Pinkerton; David Wright, archivista de la Biblioteca Pierpont Morgan; el
duque de Devonshire y Peter Day, archivista de Chatsworth House; la galera de arte
Agnew; Margaret Harradine, de la biblioteca Port Elizabeth, Surfrica; William
E. Lind, de los Archivos Nacionales de Washington, D. C.; el equipo de la Biblioteca
Britnica y de la Biblioteca Pblica de Nueva York; el Archivo Cinematogrfico
Nacional, de Washington, D. C.; Andrea Cordani de Londres, y Mark Leonard de
Blgica.
Doy tambin las gracias por su ayuda y estmulo a los siguientes: mi agente Ed
Victor; Michael Fishwick y Rebecca Lloyd, de Harper Collins; Dermot Clinch; Jack
Baer; Paul Richard; Blair Worden; Magnus Macintyre; Kate Macintyre; Hugh Beisey;
Irving Kamil; Patterson Smith; J. Spencer Beck; lord Lonsdale; Jean Strouse; William
Righter; Susan Bell; Kathy Sandford; Mindy Friedman Horn; Bob Robinson; Marilyn
Bender, y mis editores y compaeros de The Times.
No habra podido escribir este libro sin el apoyo incondicional de mi madre y la
memoria de mi padre, erudito, fuente de inspiracin y aorado amigo.

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Notas

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[1] McCluer Stevens, Famous Crimes and Criminals, Londres, 1907, p. 38. <<

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[2] Arthur Conan Doyle, The Final Problem, The Annotated Sherlock Holmes, Nueva

York, 1992, vol. II, p. 303. (En adelante Conan Doyle). <<

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[3] Wilde, The Importance of Being Earnest (La importancia de llamarse Ernesto),

Londres, 1895, acto II. <<

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[4] Nathaniel Wraxall, Posthumous Memoirs, vol. III, p. 342, citado en Pictures in the

Collection of J. Pierpont Morgan, autoedicin, 1907, seccin Gainsborough, p. 2. <<

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[5] The Gainsborough Duchess, de E. A. B., p. 5, AA. Este panfleto de 30 pginas,

lamentablemente sin fechar, contiene mucha informacin y parece haber sido escrito
poco despus de la devolucin del cuadro, posiblemente por un miembro del equipo
de Agnew. <<

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[6] Adam Worth, alias Little Adam. Theft and Recovery of Gainsboroughs
Duchess of Devonshire, panfleto impreso por la Agencia de Detectives Pinkerton y
escrito principalmente por William Pinkerton, Nueva York, 1904, p. 1. (En adelante
Adam Worth). <<

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[7] Sophie Lyons, Why Crime Does Not Pay, Nueva York, 1913, p. 38. <<

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[8] Adam Worth, op. cit, p. 1. <<

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[9] Max Shinburn, Life of Adam Worth, alias Henry Raymond, documento indito,

h. 1894, p. 1, ADP. <<

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[10] Adam Worth, op. cit., p. 1. <<

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[11] Ibd., p. 1. <<

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[12] C. McCluer Stevens, op. cit., p. 38 <<

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[13] Cardenal Newman, Parochial and Plain Sermons, 8, n. 11, 159, 1836, citado en

Walter E. Houghton, The Victorian Frame of Mind, Oxford, 1957, p. 183. <<

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[14] Shinburn, op. cit., p. 1. <<

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[15] Adam Worth, op. cit., p. 1. <<

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[16] Esta cantidad parece demasiado alta para ser creble, y no cabe duda de que

Pinkerton la elev. <<

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[17] Ibd., p. 1. <<

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[18] Jacob Roemer, Reminiscences of the War of the Rebellion, Flushing, 1897, p. 26.

<<

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[19] Ibd., p. 27. <<

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[20] Ibd., p. 58 <<

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[21] Ibd., p. 72 <<

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[22] Ibd., p. 79 <<

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[23] Ibd., p. 82 <<

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[24] Adam Worth, op. cit., p. 2 <<

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[25] Shinburn, op. cit., p. 1. <<

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[26] Ibd., p. 1. <<

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[27] Ibd., p. 3. <<

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[28] Ibd., p. 1. <<

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[29] Prefacio de John Shuttleworth a The Pinkertons meet Jimmy Valentine, de Alan

Hynd, Macfadden Publications, Nueva York, 1943. <<

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[30] William Howe y Abraham Hummel, In Danger, 1888, citado en Luc Sante, Low

Life, Nueva York, 1991, p. 213. <<

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[31] Cari Sifakis, The Enciclopedia of American Crime, Nueva York, 1992, p. 352. <<

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[32] Adam Worth, op. cit., p. 2. <<

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[33] Eddie Guerin, I Was a Bandit, Nueva York, 1929, p. 49. <<

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[34] Sante, op. cit., p. 116. <<

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[35] Herbert Asbury, Gangs of New York, Nueva York, 1928, p. 64. <<

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[36] Ibd., p. 216. <<

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[37] Edward Winslow Martin, The Secrets of the Great City A Work Descriptive of

the Virtues and the Vices, the Mysteries, Miseries and Crimes of New York City,
Filadelfia, 1868, p. 366. <<

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[38] Lyons, op. cit., p. 39. <<

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[39] Ibd., p. 39. <<

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[40] Ibd., p. 39. <<

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[41] Charles Dickens, Oliver Twist, 1839. <<

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[42] Lyons, op. cit., p. 39. <<

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[43] Sifakis, op. cit., p. 450. <<

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[44] Ibd., p. 451. <<

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[45] Carta de 16 pginas de William Pinkerton a Robert Pinkerton, del 16 de enero de

1899, p. 9, ADP. (En adelante Confesin de Worth). <<

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[46] Shinburn, op. cit., p. 1. <<

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[47] Ibd., p. 1. <<

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[48] Ibd. <<

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[49] Ibd. <<

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[50] Ibd., p. 2 <<

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[51] Lyons, op. cit., p. 39. <<

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[52] Ibd. <<

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[53] Ibd. <<

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[54]
Max Shinburn, Safe Burglary Its Beginnings and Progress, documento
indito, h. 1905, ADP. <<

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[55] Sante, op. cit, p. 208. <<

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[56] Alian Pinkerton, The Bankers, Their Vaults and the Burglars, 1873, citado en The

Bank Burglar Real Life Raffles; Patterson Smith, Antiquarian Bookseller, 8 de


mayo de 1989. <<

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[57] Guerin, op. cit., p. 301. <<

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[58] Lyons, op. cit., p. 40. <<

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[59] Ibd., p. 40. <<

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[60] Lyons, op. cit., p. 187. <<

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[61] Asbury, op. cit., p. 214. <<

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[62] Sifakis, op. cit., p. 470. <<

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[63] Asbury, op. cit., p. 214 <<

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[64] Lyons, op. cit., p. 188. <<

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[65] Ibd., p. 188. <<

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[66] Ibd. <<

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[67] Ibd., p. 190. <<

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[68] Asbury, op. cit., p. 215. <<

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[69] Ibd., p. 215. <<

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[70] Ibd., p. 217. <<

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[71] Ibd., p. 217. <<

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[72] Ibd., p. 217. <<

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[73] Sifakis, op. cit., p. 470. <<

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[74] Asbury, op. cit., p. 214-215. <<

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[75] Ibd., p. 215. <<

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[76] Lyons, op. cit., p. 196. <<

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[77] Asbury, op. cit., p. 471 <<

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[78] Sifakis, op. cit., p. 471. <<

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[79] Lyons, op. cit., p. 193. <<

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[80] Ibd., p. 41. <<

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[81] Ibd., p. 41. <<

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[82] B. P. Eldridge y Wm. B. Watts, Our Rival, The Rascal, Boston, 1893, p. 85. <<

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[83] Ibd., p. 85. <<

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[84] Asbury, op. cit., p. 215. <<

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[85] Ibd., p. 215. <<

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[86] Thomas Byrnes, Professional Criminals of America, Nueva York, 1895. <<

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[87] Circular de Ed. Mechelynck, juez de instruccin, Bruselas, 16 de marzo de 1893,

ADP. <<

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[88] George Bangs a William Pinkerton, Nueva York, 6 de ju lio de 1897, ADP. <<

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[89] Ibd. <<

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[90] Edward J. Gallagher, Robber Barn, edicin particular, Laconia, New Hampshire,

1967, p. 58. <<

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[91] Eldridge y Watts, op. cit, p. 45. <<

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[92] Sophie Lyons en Chicago Daily American, julio de 1913. <<

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[93] Relato del arresto de Shinburn, 28 de junio de 1896, PA, p. 1. <<

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[94] Max Shinburn, Safe Burglary, op. cit., p. 3, ADP. <<

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[95] Sophie Lyons, Chicago Daily American, julio de 1913. <<

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[96] Eldridge y Watts, op. cit., p. 53. <<

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[97] Bullard, the Burglar Prince, documento 175, ADP. <<

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[98] Eldridge y Watts, op. cit., p. 53. <<

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[99] Bullard, the Burglar Prince, documento 175, ADP. <<

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[100] John Cornish a George Bangs, Boston, 23 de noviembre de 1886, documento

197, ADP. <<

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[101] Eldridge y Watts, op. cit., p. 53. <<

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[102] Adam Worth, op. cit., p. 4. <<

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[103] Bullard, the Burglar Prince, documento 175, ADP. <<

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[104] Ibd. <<

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[105] John Cornish a George Bangs, Boston, 23 de noviembre de 1886, documento

197, ADP. <<

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[106] Lyons, op. cit., p. 78. <<

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[107] Lyons, op. cit., p. 42. <<

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[108] Boston Post, 23 de noviembre de 1869. <<

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[109] Adam Worth, op. cit., p. 3. <<

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[110] Boston Post, 23 de noviembre de 1869. <<

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[111] Ibd. <<

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[112] Ibd. <<

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[113] Ibd. <<

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[114] Ibd. <<

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[115] Adam Worth, op. cit., p. 3. <<

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[116] Boston Post, 23 de noviembre de 1869. <<

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[117] Boston Post, 26 de noviembre de 1869. <<

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[118] Adam Worth, op. cit., p. 3. <<

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[119] Ibd. <<

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[120] Citado en James D. Horan, The Pinkertons The Detective Dynasty that made

History, Nueva York, 1967, p. 286 (Los Pinkerton, Ed. Bruguera, 1973). Aunque el
mtodo histrico de Horan est abierto a la crtica, su captulo sobre Worth resulta
inestimable dado que entre 1950 y 1970 se bas en unas fuentes que han sido
destruidas (en el caso de Scotland Yard) o perdidas (en el caso del archivo de
Pinkerton). <<

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[121] Boston Sunday Times, 28 de noviembre de 1869, p. 1. <<

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[122] Ibd. <<

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[123] New York Times, 19 de junio de 1869. <<

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[124] Ibd. <<

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[125] Evening Mail, 18 de junio de 1869. <<

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[126] New York Telegram, 18 de junio de 1869. <<

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[127] Evening Post, 18 de junio de 1869. <<

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[128] New York Times, 20 de junio de 1869. <<

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[129] New York Times, 19 de junio de 1869. <<

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[130] Marilyn Bender y Selig Altschul, The Chosen Instrument. Juan Trippe and Pan

Am, Nueva York, 1982, p. 19. <<

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[131] Lyons, op. cit., p. 44. <<

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[132] Ibd. <<

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[133] Adam Worth, op. cit., p. 4. <<

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[134] Lyons, op. cit., p. 44. <<

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[135] Ibd., p. 45. <<

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[136] Adam Worth, op. cit., p. 4. <<

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[137] Lady Amberly, madre de Bertrand Russell, citada en Alistair Horne, The Fall of

Pars, Londres, 1965, p. 17. <<

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[138] Ibd., p. 420. <<

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[139] Ibd., p. 421. <<

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[140] Adam Worth, op. cit., p. 4. <<

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[141] Ibd., p. 4. <<

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[142] Ibd., p. 4. <<

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[143] Documento 172, ADP. <<

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[144] Discurso de William A. Pinkerton en la convencin anual de los jefes de polica

internacional, en Jamestown, Virginia, 1907, ADP. <<

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[145] Adam Worth, op. cit., p. 4 <<

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[146] John Cornish a George Bangs, Boston, documento 197, ADP. <<

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[147] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 12 de febrero de 1902, p. 3, ADP. <<

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[148] Adam Worth, op. cit., p. 4. <<

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[149] Ibd., p. 4. <<

www.lectulandia.com - Pgina 416


[150] Eldridge y Watts, op. cit., p. 46. <<

www.lectulandia.com - Pgina 417


[151] Informe del arresto de Max Shinburn, p. 4, ADP. <<

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[152] Eldridge y Watts, op. cit., p. 46. <<

www.lectulandia.com - Pgina 419


[153] Arresto de Shinburn, op. cit., p. 2, ADP. <<

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[154] Eldridge y Watts, op. cit., p. 48. <<

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[155] Ibd. <<

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[156] Confesin de Worth, op. cit., p. 3. <<

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[157] Guerin, op. cit., p. 301. <<

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[158] Horan, op. cit., p. 290. <<

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[159] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 12 de febrero de 1902, p. 4, ADP. <<

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[160] Confesin de Worth, op. cit., p. 7. <<

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[161] Arresto de Shinburn, p. 2. <<

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[162] John Cornish a George Bangs, Boston, documento 197, ADP. <<

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[163] Eldridge y Watts, op. cit., p. 54. <<

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[164] Shuttleworth, op. cit. <<

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[165] Ibd. <<

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[166] Guerin, op. cit., p. 301. <<

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[167] Citado en Horan, op. cit., p. 293. <<

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[168] Confesin de Worth, op. cit., p. 6. <<

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[169] Ibd., p. 7. <<

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[170] Ibd., p. 7. <<

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[171] Ibd., p. 7. <<

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[172] Ibd., p. 7. <<

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[173] Shuttleworth, op. cit. <<

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[174] William a Robert Pinkerton, 12 de febrero de 1902, p. 3, ADP. <<

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[175] Harold M. Lloyd, Confidences of American Frank, Boston Sunday Herald,

7de octubre de 1934. <<

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[176] Adam Worth, op. cit, p. 5. <<

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[177] 41 Ibd., p. 5. <<

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[178] William a Robert Pinkerton, 12 de febrero de 1902, p. 3, ADP. <<

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[179] Adam Worth, op. cit., p. 5. <<

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[180] Confesin de Worth, op. cit., p. 7. <<

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[181] William a Robert Pinkerton, 12 de febrero de 1902, p. 3, ADP. <<

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[182] Confesin de Worth, op. cit., p. 7. <<

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[183] Ibd., p. 7. <<

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[184] T. B. Macaulay, Critical Essays, 3, 279, citado en Houghton, op. cit., p. 39. <<

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[185] Carlyle, Signs of the Times, 1829, Essays, 2, 60, citado Ibd., p. 41. <<

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[186] Alian Cunningham, 1829, captulo sobre Gainsborough, citado en Pictures in the

Collection of J. Pierpont Morgan, op. cit. <<

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[187] Ibd. <<

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[188] Ibd. <<

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[189] Arthur Bell, Thomas Gainsborough, a record of his Life, Londres, 1897, p. 63.

<<

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[190] William T. Whitley, p. 199; vase tambin Geoffrey Williamson, The Ingenious

Mr. Gainsborough, Nueva York, 1972, p. 171. <<

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[191] Magazine of Art, junio 1901, artculo de W. Roberts, Portraits of the Two

Duchesses of Devonshire, p. 15. <<

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[192] The Gainsborough Duchess, op. cit., p. 15. <<

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[193] Vase W. T. Whitley, Thomas Gainsborough, Londres, 1915. <<

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[194] Carta del doctor Sjaak Zonneveld a Peter Day, archivista, ACH, 28 de agosto de

1994. <<

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[195] Ellis Waterhouse, Portraits by Thomas Gainsborough, Walpole Society, 1953,

vol. XXXIII, n. 3, p. 28. <<

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[196] Henry James, The Old Masters at Burlington House, 1877, citado en Rupert

Hart-Davis, The Painters Eye: Notes and essays on the pictorial arts, Londres, 1956,
Wisconsin, 1989, p. 125. <<

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[197] The Times, 11 de abril de 1901, p. 6. <<

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[198] The Gainsborough Duchess, op. cit., p. 13. <<

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[199] The Times, 11 de abril de 1901, p. 6. <<

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[200] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 467


[201] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 468


[202] Dictionary of National Biography, p. 716. <<

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[203] Ibd., p. 717. <<

www.lectulandia.com - Pgina 470


[204] The Gainsborough Duchess, op. cit., p. 14. <<

www.lectulandia.com - Pgina 471


[205] Robert Kempt, Pend and Palette, Londres, 1881, p. 97. <<

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[206] The Gainsborough Duchess, op. cit., p. 14. <<

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[207] Dictionary of National Biography, p. 717. <<

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[208] Confesin de Worth, op. cit., p. 4. <<

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[209] Ibd. <<

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[210] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 12 de febrero de 1902, ADP. <<

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[211] Lloyd, op. cit. <<

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[212]
The Gainsborough Duchess, op. cit., p. 25; vase tambin London Evening
News, 9 de abril de 1901, p. 2. <<

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[213] Lyons, op. cit., p. 46 <<

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[214] Adam Worth, op. cit., prefacio y p. 6. <<

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[215] Lyons, op. cit., p. 47. <<

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[216] Adam Worth, op. cit., p. 6. <<

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[217] Guerin, op. cit., p. 302. <<

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[218] Confesin de Worth, op. cit., p. 13. <<

www.lectulandia.com - Pgina 485


[219] Adam Worth, op. cit., p. 6. <<

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[220] London Evening News, 9 de abril, 1901, p. 2. <<

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[221] Lyons, op. cit., p. 56. <<

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[222] Horan, op. cit., p. 295. <<

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[223]
Herbert Spencer, conferencias en Exeter Hall, 3 (184748), 364, citado en
Houghton, op. cit., p. 184. <<

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[224] John Ruskin, Pre-Raphaelitism, 1815, citado en Houghton, op. cit., p. 187. <<

www.lectulandia.com - Pgina 491


[225] J. C. F. Harrison, Late Victorian Britain, 1875-1890, Londres, 1990, p. 42. <<

www.lectulandia.com - Pgina 492


[226] Oscar Wilde, The Picture of Dorian Gray (El retrato de Dorian Gray), 1891,

captulo 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 493


[227] Lyons, op. cit., p. 45. <<

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[228] George Dilnot, Master Minds of Crime, p. 659, sin fecha, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 495


[229] Lyons, op. cit., p. 56. <<

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[230] Ibd., p. 58. <<

www.lectulandia.com - Pgina 497


[231] London Evening News, 9 de abril de 1901, p. 2. <<

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[232] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 499


[233] Adam Worth, op. cit., p. 23. <<

www.lectulandia.com - Pgina 500


[234] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 501


[235] Milton Esterow, The Art Stealers, Nueva York, Londres, 1966, p. 184. <<

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[236] Charles Kingston, Remarkable Rogues, Londres, 1921, p. 260. <<

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[237] Horan, op. cit., p. 302. <<

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[238] Houghton, op. cit., p. 395. <<

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[239] The Importance of Being Earnest (La importancia de llamarse Ernesto), acto II.

<<

www.lectulandia.com - Pgina 506


[240] Adam Worth, op. cit., p. 23. <<

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[241] Ibd. <<

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[242] Lyons, op. cit., p. 47. <<

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[243] Confesin de Worth, op. cit., p. 5. <<

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[244] Ibd. <<

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[245] Ibd., p. 7. <<

www.lectulandia.com - Pgina 512


[246] Citado en Clive Emsley, Crime and Society in England 1750-1900, (Londres y

Nueva York, 2. edicin, 1996), p. 168. <<

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[247] Sunday Times, 23 de junio de 1957. <<

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[248] Ibd. <<

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[249] Harrison, op. cit., p. 155. <<

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[250] Citado en Sunday Times, 23 de junio de 1957. <<

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[251] Horan, op. cit., p. 295. <<

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[252] Ibd. <<

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[253] Confesin de Worth, op. cit., p. 12. <<

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[254] Horan, op. cit., p. 300. <<

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[255] I. W. Lees a William Pinkerton, San Francisco, 19 de febrero de 1886, ADP. <<

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[256] Ibd. <<

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[257] Eldridge y Watts, op. cit., p. 176. <<

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[258] William Pinkerton en Illustrated Plice News, 22 de septiembre de 1888. <<

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[259] Eldridge y Watts, op. cit., p. 176. <<

www.lectulandia.com - Pgina 526


[260] Horan, op. cit., p. 296. <<

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[261] Howard Adams (alias de Sesicovitch) a Mi querida Alima, 29 de enero de

1875, citado en Horan, op. cit., p. 296. <<

www.lectulandia.com - Pgina 528


[262] Lyons, op. cit., p. 47. <<

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[263] Adam Worth, op. cit., prefacio. <<

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[264] Kingston, op. cit., p. 265. <<

www.lectulandia.com - Pgina 531


[265] Confesin de Worth, op. cit., p. 3. <<

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[266] Adam Worth, op cit., p. 7. <<

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[267] Confesin de Worth, op. cit., p. 3. <<

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[268] Adam Worth, op. cit., p. 7. <<

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[269] Carta de Robert Pinkerton a Larry Hazen, publicada en New York Tribune, 29 de

abril de 1878. <<

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[270] Ibd. <<

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[271] Ibd. <<

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[272] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 12 de mayo de 1902, documento 2454,

ADP. <<

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[273] Pinkerton a Larry Hazen, 1878, op. cit. <<

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[274] Adam Worth, op. cit., p. 7. <<

www.lectulandia.com - Pgina 541


[275] Lyons, op. cit., p. 46. <<

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[276] Horan, op. cit., p. 301. <<

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[277] Guerin, op. cit., p. 298. <<

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[278] Lyons, op. cit., p. 47. <<

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[279] Ibd., pp. 46-47. <<

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[280] Hart-Davis, 1956, op. cit., p. 127. <<

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[281] Citado en Derbyshire Life, septiembre de 1994, p. 35. <<

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[282] Magazine of Art, junio de 1901, artculo de W. Roberts, Portraits of the Two

Duchesses of Devonshire, p. 369. <<

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[283] Walpole, Letters, vol. VI, p. 186; vase tambin Pictures in the Collection of J.

Pierpont Morgan, op. cit., p. 3. <<

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[284] Mary Robinson, Beaux and Belles of England, p. 298. <<

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[285] William T. Whitley, Artists and their Friends in England, 1700-1799, Londres,

1928, vol. I, p. 397. <<

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[286] Peter Pindar, Petition to Time in Favor of the Duchess of Devonshire.
(Solicitud de tiempo en favor de la duquesa de Devonshire) en Magazine of Art,
junio de 1901; vase tambin Pictures in the Collection of J. Pierpont Morgan, op. cit.
<<

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[287] Brian Masters, Georgiana, Duchess of Devonshire, Londres, 1982, p. 36; vase

tambin Pictures in the Collection of J. Pierpont Morgan, op. cit., p. 3. <<

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[288] Whitley, op. cit., p. 398. <<

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[289] Dictionary of National Biography, p. 1256. <<

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[290] Vase Loan Collection of Pictures, Art Gallery of the Corporation of London,

1892, n. 92, NGA. <<

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[291] Masters, op. cit., p. 123. <<

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[292] Whitley, op. cit., p. 400. <<

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[293] Sra. de Arthur Bell (N. DAnvers), Thomas Gainsborough, a record of his life,

Londres, 1897, p. 64. <<

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[294] Ibd. p. 64; vase tambin Loan Collection of Pictures, op. cit., NGA. <<

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[295] Masters, op. cit., p. 69. <<

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[296] Ibd., p. 300. <<

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[297] Herbert L. Satterlee, J. Pierpont Morgan. An Intimate Portrait, Nueva York,

1939, p. 351. <<

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[298] Esterow, op. cit., p. 183. <<

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[299] Robert Kempt, op. cit., p. 97. <<

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[300] Ibd. <<

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[301] Ibd. <<

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[302] History of the Duchess of Devonshire by Gainsborough, documento annimo

y sin fecha, AA. <<

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[303] The Gainsborough Duchess, op. cit., p. 6. <<

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[304] Lord Hawkesbury en una carta a The Times, citado en Ibd., p. 15. <<

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[305] The Times, 8 de mayo de 1876. <<

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[306] Ibd. <<

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[307] Pictures in the Collection of J. Pierpont Morgan, op. cit., p. 7. <<

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[308] The Times, 13 de noviembre de 1901. <<

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[309] Ibd. <<

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[310] The Times, 8 de mayo de 1876. <<

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[311] Ibd. <<

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[312] Ibd. <<

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[313] Kempt, op. cit., p. 97. <<

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[314] The Times, 8 de mayo de 1876; vase tambin The Art Amateur, vol. XXIX,

septiembre de 1963, p. 80, sobre cuando batieron su rcord. <<

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[315] London Evening News, 9 de abril de 1901, p. 2. <<

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[316] Confesin de Worth, op. cit., p. 13. <<

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[317] I. W. Lees a William Pinkerton, San Francisco, 19 de febrero de 1886, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 584


[318] Horan, op. cit., p. 298. <<

www.lectulandia.com - Pgina 585


[319] Guerin, op. cit., p. 48. <<

www.lectulandia.com - Pgina 586


[320] Horan, op. cit., p. 299. <<

www.lectulandia.com - Pgina 587


[321] Confesin de Worth, op. cit., p. 4. <<

www.lectulandia.com - Pgina 588


[322] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 589


[323] Adam Worth, op. cit., pp. 7-8. <<

www.lectulandia.com - Pgina 590


[324] Informe sin fecha del archivo Duchess of Devonshire. ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 591


[325] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 592


[326] History of the Duchess of Devonshire, op. cit., AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 593


[327] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 594


[328] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 595


[329] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 596


[330] The Times, 19 de mayo de 1876. <<

www.lectulandia.com - Pgina 597


[331] Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray, p. 33. <<

www.lectulandia.com - Pgina 598


[332] Confesin de Worth, op. cit., p. 3. <<

www.lectulandia.com - Pgina 599


[333] Adam Worth, op. cit., p. 9. <<

www.lectulandia.com - Pgina 600


[334] Lyons, op. cit., p. 49. <<

www.lectulandia.com - Pgina 601


[335] C. McCluer Stevens, op. cit., p. 39. <<

www.lectulandia.com - Pgina 602


[336] Ron Chernow, The House of Morgan. An American Banking Dynasty and the

Rise of Modern Finance, Nueva York, 1990, p. 41. <<

www.lectulandia.com - Pgina 603


[337] Carta de J. Spencer Beck, publicada en New York Times, 21 de agosto de 1994.

<<

www.lectulandia.com - Pgina 604


[338] Satterlee, op. cit., p. 352. <<

www.lectulandia.com - Pgina 605


[339] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 606


[340] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 607


[341] Laurence Sterne, Tristam Shandy, libro II, captulo 19. <<

www.lectulandia.com - Pgina 608


[342] Rodney Engen, Pre-Raphaelite Prints, Londres, 1995, p. 20. <<

www.lectulandia.com - Pgina 609


[343] The Times, 27de mayo de 1876, p. 12. <<

www.lectulandia.com - Pgina 610


[344] The Times, 10 de abril de 1901, p. 4. <<

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[345] Adam Worth, op. cit., p. 10. <<

www.lectulandia.com - Pgina 612


[346] The Gainsborough Duchess, op. cit., p. 21. <<

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[347] Adam Worth, op. cit., p. 10. <<

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[348] Confesin de Worth, op. cit, p. 3 <<

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[349] Esterow, op. cit., p. 187. <<

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[350] Confesin de Worth, op. cit., p. 3. <<

www.lectulandia.com - Pgina 617


[351] The Art Amateur, vol. XXIX, septiembre de 1963, p. 80. <<

www.lectulandia.com - Pgina 618


[352] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 619


[353] The Gainsborough Duchess, op. cit., p. 7. <<

www.lectulandia.com - Pgina 620


[354] M. Mortimer a William Agnew, 28 de mayo de 1876, AA. <<

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[355] Annimo a William Agnew, 27 de mayo de 1876, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 622


[356] Daniel Berman a William Agnew, 29 de mayo de 1876, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 623


[357] Australia a William Agnew, 6 de agosto de 1876, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 624


[358] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 625


[359] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 626


[360] Marguerite Antehuester a seores Agnew, Boxhill, 26 de mayo de 1876, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 627


[361] Midland Daily Telegraph, 25 de julio de 1893, AA. <<

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[362] Esterow, op. cit, p. 201. <<

www.lectulandia.com - Pgina 629


[363] New York Sun, 26 de julio de 1893, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 630


[364] New York Herald, 18 de julio de 1897, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 631


[365] New York Sun, 29 de mayo de 1894, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 632


[366] Conan Doyle, op. cit., A Case of Identity, vol, I, p. 406. <<

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[367] Bender y Altschul, op. cit., p. 22. <<

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[368] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 635


[369] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 12 de febrero de 1902, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 636


[370] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 637


[371] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 638


[372] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 639


[373] E. Chattrel a seores Agnew, Nueva York, 10 de junio de 1876, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 640


[374] Robert Pinkerton a Superintendente Williamson, Scotland Yard, Nueva York, 13

de julio de 1876, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 641


[375] William Schaus a seores Agnew, Nueva York, 22 de julio de 1876, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 642


[376] Confesin de Worth, op. cit., p. 10. <<

www.lectulandia.com - Pgina 643


[377] Ibd., p. 9. <<

www.lectulandia.com - Pgina 644


[378] Ibd., p. 11. <<

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[379] Ibd. <<

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[380] Nota escrita por J. M. Worrall en la carta n. 1, AA. <<

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[381] "Nueva York" a los seores Agnew, 15 de diciembre de 1876, AA. Advirtase

que el autor de esta carta, al igual que el de las cartas anteriores firmadas por
Edward Chattrel se refiere al anuncio resultante del hurto, palabra que sugiere
que tal vez el autor sea el mismo. <<

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[382] The Times, 2 de enero de 1877. <<

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[383] "Nueva York" a los seores Agnew, 22 de enero de 1877, carta n. 2, AA. <<

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[384] "Nueva York" a los seores Agnew, 6 de marzo de 1877, carta n. 3, AA. <<

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[385] Ibd. <<

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[386] The Times, 26 de marzo de 1877. <<

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[387] "Nueva York" en respuesta a los Agnew, 22 de mayo de 1877, AA. <<

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[388] "Nueva York" en respuesta a los Agnew, 22 de mayo de 1877. <<

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[389] The Times, 31 de mayo de 1877. <<

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[390] "Nueva York" en respuesta a los Agnew, 8 de agosto de 1877, AA. <<

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[391] "Nueva York" en respuesta a los Agnew, 21 de agosto de 1877, AA. <<

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[392] New York Herald, 18 de julio de 1897. <<

www.lectulandia.com - Pgina 659


[393] New York Sun, 26 de julio de 1893. <<

www.lectulandia.com - Pgina 660


[394] Confesin de Worth, op. cit., p. 5. <<

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[395] Lloyd, op. cit., p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 662


[396] New York World, 21 de marzo de 1894. <<

www.lectulandia.com - Pgina 663


[397] Francisco Xavier de Santa Cruz y Malln, Historia de familias cubanas, Ed.

Hrcules, La Habana, 1940, vol. III; vase tambin Arzobispado de la Habana,


Seccin de Dispensas de Amonestaciones, legajo 36, n. 106. <<

www.lectulandia.com - Pgina 664


[398] New York Herald, 25 de agosto de 1899. <<

www.lectulandia.com - Pgina 665


[399] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 666


[400] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 667


[401] Documento 175, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 668


[402] New York Herald, 25 de agosto de 1899. <<

www.lectulandia.com - Pgina 669


[403] Bender y Altschul, op. cit., p. 23. <<

www.lectulandia.com - Pgina 670


[404] New York Herald, 25 de agosto de 1899. <<

www.lectulandia.com - Pgina 671


[405] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 672


[406] Lyons, op. cit., p. 46. <<

www.lectulandia.com - Pgina 673


[407] New York World, 21 de marzo de 1894. <<

www.lectulandia.com - Pgina 674


[408] Eldridge y Watts, op. cit., p. 54. <<

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[409] Illustrated Plice News, 22 de septiembre de 1888. <<

www.lectulandia.com - Pgina 676


[410] John Cornish a George Bangs, Boston, 23 de noviembre de 1886, documento

197, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 677


[411] Eldridge y Watts, op. cit., p. 54. <<

www.lectulandia.com - Pgina 678


[412] John Cornish a George Bangs, Boston, 23 de noviembre de 1886, documento

197, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 679


[413] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 12 de febrero de 1902, p. 3, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 680


[414] Illustrated Plice News, 22 de septiembre de 1888. <<

www.lectulandia.com - Pgina 681


[415] New York World, 21 de marzo de 1894. <<

www.lectulandia.com - Pgina 682


[416] Lyons, op. cit, p. 46. <<

www.lectulandia.com - Pgina 683


[417] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 12 de febrero de 1902, p. 3, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 684


[418] Bender y Altschul, op. cit., p. 23. <<

www.lectulandia.com - Pgina 685


[419] New York Times, 15 de junio de 1888. <<

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[420] New York World, 21 de marzo de 1894. <<

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[421] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 688


[422] New York Times, 15 de junio de 1888. <<

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[423] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 690


[424] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 691


[425] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 692


[426] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 693


[427] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 694


[428] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 695


[429] New York World, 21 de marzo de 1894. <<

www.lectulandia.com - Pgina 696


[430] New York Times, 7 de mayo de 1891. <<

www.lectulandia.com - Pgina 697


[431] Adam Worth, op. cit., p. 11. <<

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[432] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 699


[433] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 700


[434] Ibd., p. 10. <<

www.lectulandia.com - Pgina 701


[435] John Shore a William Pinkerton, Horan, op. 308. <<

www.lectulandia.com - Pgina 702


[436] Adam Worth, op. cit., p. 11. <<

www.lectulandia.com - Pgina 703


[437] Confesin de Worth, cit., p. 4. <<

www.lectulandia.com - Pgina 704


[438] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 705


[439] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 706


[440] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 707


[441] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 708


[442] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 709


[443] Ibd., pp. 3-4. <<

www.lectulandia.com - Pgina 710


[444] Ibd., pp. 4-5. <<

www.lectulandia.com - Pgina 711


[445] Ibd., p. 3. <<

www.lectulandia.com - Pgina 712


[446] Adam Worth, op. cit., p. 16. <<

www.lectulandia.com - Pgina 713


[447] Ibd., p. 10. <<

www.lectulandia.com - Pgina 714


[448] Horan, op. cit., p. 305. <<

www.lectulandia.com - Pgina 715


[449] Confesin de Worth, op. cit., p. 12. <<

www.lectulandia.com - Pgina 716


[450] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 717


[451] Adam Worth, op. cit., p. 10. <<

www.lectulandia.com - Pgina 718


[452] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 719


[453] Confesin de Worth, op. cit., p. 13. <<

www.lectulandia.com - Pgina 720


[454] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 721


[455] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 722


[456] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 723


[457] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 724


[458] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 725


[459] Adam Worth, op. cit., p. 11. <<

www.lectulandia.com - Pgina 726


[460] Declaracin del banco de Inglaterra, 11 de marzo de 1880, citado en Horan, op.

cit., p. 308. <<

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[461] Confesin de Worth, op. cit., p. 12. <<

www.lectulandia.com - Pgina 728


[462] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 729


[463] Eldridge y Watts, op. cit., p. 48. <<

www.lectulandia.com - Pgina 730


[464] Confesin de Worth, op. cit., p. 3. <<

www.lectulandia.com - Pgina 731


[465] Adam Worth, op. cit., p. 12. <<

www.lectulandia.com - Pgina 732


[466] Citado en Horan, op. cit., p. 306. <<

www.lectulandia.com - Pgina 733


[467] Lyons, op. cit., p. 53. <<

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[468] Jules Verne, Veinte mil leguas de viaje submarino, 1870, captulo 11. <<

www.lectulandia.com - Pgina 735


[469] Verne, op. cit., captulo 10. <<

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[470] Inspector-jefe J. G. Littlechild, Cassels Sunday Journal, 22 de noviembre de

1893. <<

www.lectulandia.com - Pgina 737


[471] Adam Worth, op. cit., p. 13. <<

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[472] Standard Enciclopedia of Southern frica, Pretoria, 1971, vol., III, p. 487; vase

Crimes, Non-violent. <<

www.lectulandia.com - Pgina 739


[473] Horan, op. cit., p. 308. <<

www.lectulandia.com - Pgina 740


[474] Adam Worth, op. cit., p. 13. <<

www.lectulandia.com - Pgina 741


[475] Ibd. <<

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[476] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 743


[477] Ibd., p. 14. <<

www.lectulandia.com - Pgina 744


[478] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 745


[479] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 746


[480] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 12 de febrero de 1902, p. 4, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 747


[481] Confesin de Worth, op. cit, p. 6. <<

www.lectulandia.com - Pgina 748


[482] Adam Worth, op. cit., p. 14. <<

www.lectulandia.com - Pgina 749


[483] Confesin de Worth, op. cit., p. 6. <<

www.lectulandia.com - Pgina 750


[484] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 751


[485] Adam Worth, op. cit., p. 14. <<

www.lectulandia.com - Pgina 752


[486] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 753


[487] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 754


[488] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 755


[489] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 756


[490] Confesin de Worth, op. cit., p. 6. <<

www.lectulandia.com - Pgina 757


[491] Adam Worth, op. cit., p. 15. <<

www.lectulandia.com - Pgina 758


[492] Littlechild, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Pgina 759


[493] Adam Worth, op. cit., p. 15. <<

www.lectulandia.com - Pgina 760


[494] Confesin de Worth, op. cit., p. 6. <<

www.lectulandia.com - Pgina 761


[495] Ibd. <<

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[496] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 763


[497] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 764


[498] Adam Worth, op. cit., p. 15. <<

www.lectulandia.com - Pgina 765


[499] Shinburn, op. cit., p. 8. <<

www.lectulandia.com - Pgina 766


[500] Adam Worth, op. cit., p. 15. <<

www.lectulandia.com - Pgina 767


[501] Dilnot, op. cit., p. 657. <<

www.lectulandia.com - Pgina 768


[502] The Times, 10 de abril de 1901, p. 4. <<

www.lectulandia.com - Pgina 769


[503] Carta annima del 5 de mayo de 1884, AA. <<

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[504] Pall Mall Gazette, recorte sin fecha, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 771


[505] Carta annima sin fechar en AA. <<

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[506] Meiklejohn & Son a G. Lewis, 16 de febrero de 1887, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 773


[507] Confesin de Worth, op. cit., p. 4. <<

www.lectulandia.com - Pgina 774


[508] New York Herald, citado en Esterow, op. cit., p. 193. <<

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[509] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 776


[510] New York Sun, 29 de mayo, vol. XLV, n. 271, sin ms datos, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 777


[511] Lloyd, op. cit., p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 778


[512] Lyons, op. cit., p. 56. <<

www.lectulandia.com - Pgina 779


[513] Lloyd, op. cit., p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 780


[514] Harrison, op. cit., p. 34. <<

www.lectulandia.com - Pgina 781


[515] McCluer Stevens, op. cit., p. 40. <<

www.lectulandia.com - Pgina 782


[516] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 783


[517] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 784


[518] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 785


[519] Midland Daily Telegraph, 25 de julio de 1893, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 786


[520] Lloyd, op. cit., p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 787


[521] Guerin, op. cit., p. 76. <<

www.lectulandia.com - Pgina 788


[522] McCluer Stevens, op. cit., p. 38. <<

www.lectulandia.com - Pgina 789


[523] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 790


[524] Max Shinburn, Safe Burglary, op. cit., p. 3, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 791


[525] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 792


[526] Guerin, op. cit., p. 297. <<

www.lectulandia.com - Pgina 793


[527] El retrato de Dorian Gray, captulo 18. <<

www.lectulandia.com - Pgina 794


[528] I. W. Lees a William Pinkerton, San Francisco, 19 de febrero de 1886, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 795


[529] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 796


[530] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 797


[531] Guerin, op. cit., p. 48. <<

www.lectulandia.com - Pgina 798


[532] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 799


[533] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 800


[534] I. W. Less a William Pinkerton, San Francisco, 19 de febrero de 1886, ADP. <<

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[535] Confesin de Worth, op. cit., p. 6. <<

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[536] Lyons, op. cit., p. 58. <<

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[537] Ibd. <<

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[538] Ibd. <<

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[539] Confesin de Worth, op. cit., p. 8. <<

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[540] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 12 de febrero de 1902, ADP. <<

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[541] The Gainsborough Duchess, op. cit., p. 28. <<

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[542] Lloyd, op. cit., p. 3. <<

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[543] Ibd. <<

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[544] Confesin de Worth, op. cit., p. 9. <<

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[545] Ibd. <<

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[546] Ibd. <<

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[547] Ibd. <<

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[548] Adam Worth, op. cit., p. 13. <<

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[549] Confesin de Worth, op. cit., p. 9. <<

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[550] Horan, op. cit., p. 311. <<

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[551] McCluer Stevens, op. cit., p. 43. <<

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[552] Guerin, op. cit., p. 119. <<

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[553] Ibd., p. 120. <<

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[554] William Pinkerton a George Bangs, Chicago, 27 de abril de 1913, ADP. <<

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[555] Guerin, op. cit., p. 120. <<

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[556] Ibd. <<

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[557] Ibd., p. 121. <<

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[558] Kingston, op. cit., pp. 264-265. <<

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[559] New York World, 2de septiembre de 1888. <<

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[560] Confesin de Worth, op. cit., p. 6. <<

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[561] Dilnot, op. cit., p. 662. <<

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[562] John Shore a William Pinkerton, 21 de mayo de 1888, ADP. <<

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[563] Ibd. <<

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[564]
John Shore en respuesta a la carta de Pinkerton del 4 de agosto de 1888,
documento 744, ADP. <<

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[565] Shinburn, Safe Burglary, op. cit., p. 2. <<

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[566] Citado en Frank Morn, The Eye That Never Sleeps, India na, 1982, p. 121. <<

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[567] Guerin, op. cit., p. 301. <<

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[568] Morn, op. cit., p. 121. <<

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[569] Confesin de Worth, op. cit., p. 9. <<

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[570] Guerin, op. cit., p. 301. <<

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[571] Plice News, 10 de agosto de 1895. <<

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[572] Gallagher, op. cit., p. 72. <<

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[573] Ibd. <<

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[574] Ibd. <<

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[575] New York Herald, 18 de julio de 1897. <<

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[576] Ibd. <<

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[577] Gallagher, op. cit., p. 75. <<

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[578] Ibd., p. 74. <<

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[579] Ibd., p. 76. <<

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[580] Ibd. <<

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[581] Ibd., p. 76. <<

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[582] New York Herald, 18 de julio de 1897. <<

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[583] Bullard, Prince of Burglars, documento 176, ADP. <<

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[584] Adam Worth, op. cit., p. 11. <<

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[585] Ibd., p. 16. <<

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[586] Confesin de Worth, op. cit., p. 8. <<

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[587] New York Jewelers Review, 16 de marzo de 1889. <<

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[588] Ibd. <<

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[589] Confesin de Worth, op. cit., p. 9. <<

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[590] Ibd. <<

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[591] La Meuse, 6 de octubre de 1892. <<

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[592] Confesin de Worth, op. cit., p. 8. <<

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[593] Ibd. <<

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[594] La Meuse, 6 de octubre de 1892. <<

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[595] Ibd. <<

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[596] La Gazette de Liege, 6 de octubre de 1892. <<

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[597] Ibd. <<

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[598] La Meuse, 6 de octubre de 1892. <<

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[599] Confesin de Worth, op. cit., p. 8. <<

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[600] La Gazette de Liege, 6 de octubre de 1892. <<

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[601] Le Soir, 7 de octubre de 1892. <<

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[602] La Meuse, 6 de octubre de 1892. <<

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[603] Ibd. <<

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[604] La Gazette de Liege, 7 de octubre de 1892. <<

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[605] La Gazette de Liege, 21 de marzo de 1893. <<

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[606] Ibd. <<

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[607] Lyons, op. cit., p. 59. <<

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[608] La Meuse, 6 de octubre de 1892. <<

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[609] Confesin de Worth, op. cit., p. 8. <<

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[610] Ibd. <<

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[611] La Meuse, 6 de octubre de 1892. <<

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[612] La Gazette de Liege, 10 de octubre de 1892. <<

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[613] Circular legal belga, 10 de octubre de 1892, expedida por el juez de instruccin

Theodore de Corswarem, Lieja, p. 2, ADP. <<

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[614] New York Herald, 18 de julio de 1897. <<

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[615] La Meuse, 10 de octubre de 1892. <<

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[616] Ibd. <<

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[617] New York Herald, 18 de julio de 1897. <<

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[618] Shinburn, op. cit., p. 6. <<

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[619] Ibd. <<

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[620] Ibd. <<

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[621] Ibd. <<

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[622] Ibd. <<

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[623] Ibd. <<

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[624] Ibd. <<

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[625] Confesin de Worth, op. cit., p. 8. <<

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[626] Ibd. <<

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[627] Ibd. <<

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[628] William Pinkerton a John Shore, Denver, Colorado, 3 de noviembre de 1892,

ADP. <<

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[629] Roben Pinkerton a John Shore, fechada incorrectamente el 1 de octubre de 1892,

ADP. <<

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[630] Confesin de Worth, op. cit., p. 2. <<

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[631] Ibd. <<

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[632] La Gazette de Lige, 20 de marzo de 1893. <<

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[633] The World, 7de noviembre de 1892. <<

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[634] Daily Telegraph, 22 de marzo de 1893. <<

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[635] Adam Worth, op. cit., p. 17. <<

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[636] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 903


[637] Ibd. <<

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[638] Ibd. <<

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[639] La Gazette de Lige, 21 de marzo de 1893. <<

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[640] Ibd. <<

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[641] La Meuse, 21 de marzo de 1893. <<

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[642] Ibd. El resumen del juicio de Worth est traducido de La Gazette de Lige del

21 de marzo de 1893. Aunque La Gazette reproduje errneamente el alias de Worth


como Rau, no se han encontrado otros errores. <<

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[643] Worth, op. cit, pp. 17-18. <<

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[644] Confesin de Worth, op. cit., p. 2. <<

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[645] Ibd. <<

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[646] Ibd. <<

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[647] Ibd. <<

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[648] Ibd. <<

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[649] Ibd. <<

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[650] Lyons, op. cit., p. 59. <<

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[651] The Gainsborough Duchess, op. cit., p. 26. <<

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[652] Lyons, op. cit., p. 60. <<

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[653] Ibd. <<

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[654] Confesin de Worth, op. cit., p. 8. <<

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[655] Ibd. <<

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[656] Ibd., p. 10. <<

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[657] Ibd. <<

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[658] Ibd. <<

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[659] New York Herald, 18 de julio de 1897. <<

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[660] Ibd. <<

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[661] Gallagher, op. cit., p. 73. <<

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[662] Ibd. <<

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[663] Arresto de Shinburn, p. 11, ADP. <<

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[664] Ibd. <<

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[665] Ibd. <<

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[666] Ibd. <<

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[667] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 934


[668] Confesin de Worth, op. cit., p. 2. <<

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[669] Ibd. <<

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[670] Ibd. <<

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[671] Daily Telegraph, 11 de mayo de 1893. <<

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[672] Ibd. <<

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[673] Sifakis, op. cit., p. 471. <<

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[674] Asbury, op. cit., p. 217. <<

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[675] Sante, op. cit., p. 211. <<

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[676] The World, 21 de marzo de 1894. <<

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[677] Ibd. <<

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[678] Bender y Altschul, op. cit., p. 24. <<

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[679] Citado en Ibd. <<

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[680] Ibd. <<

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[681] New York Herald, 25 de agosto de 1899. <<

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[682] Rosamund de Zeer Marshall, Kitty, Londres, 1945, p. 107. <<

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[683] Ibd., p. 180. <<

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[684] Ibd., p. 27. <<

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[685] Ibd., p. 71. <<

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[686] Ibd., p. 46. <<

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[687] Ibd., p. 175. <<

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[688] Ibd., p. 3. <<

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[689] Ibd., p. 99. <<

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[690] Ibd., p. 260. <<

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[691] Ibd., p. 132. <<

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[692] Ibd., p. 302. <<

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[693] Ibd., p. 304. <<

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[694] Julie Gilbert, Opposite Attraction, Nueva York, 1995, p. 299. <<

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[695] Ibd. <<

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[696] Ibd., p. 301. <<

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[697] New York Herald Tribune, 1 de abril de 1946, citado en Gilbert, op. cit., p. 301.

<<

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[698] Pall Mall Gazette, 24 de julio de 1893. <<

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[699] The Globe, 28 de julio de 1893. <<

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[700] Ibd. <<

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[701] Pall Mall Gazette, 24 de julio de 1893. <<

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[702] Apunte sin fecha de McGeorge, h. 26 de julio de 1893, AA. <<

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[703] Ibd. <<

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[704] Ibd. <<

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[705] Ibd. <<

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[706] Ibd. <<

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[707] Pall Mall Gazette, 24 de julio de 1893. <<

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[708] Ibd. <<

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[709] Midland Daily Telegraph, 25 de julio de 1893. <<

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[710] Bath Herald, 26 de julio de 1893. <<

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[711] Sun, 26 de julio de 1893. <<

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[712] Ibd. <<

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[713] Manchester Courier, 25 de julio de 1893. <<

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[714] Ibd. <<

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[715] Ibd. <<

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[716] Ibd. <<

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[717] The Globe, 28 de julio de 1893. <<

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[718] Ibd. <<

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[719] Ibd. <<

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[720] Robert Pinkerton a William Pinkerton, carta sin fechar, ADP. <<

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[721] Pall Mall Gazette, 26 de julio de 1893. <<

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[722] Ibd. <<

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[723] Ibd. <<

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[724] Ibd. <<

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[725] Engen, op. cit., p. 20. <<

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[726] Sun, 26 de julio de 1893. <<

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[727] Ibd. <<

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[728] Ibd. <<

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[729] M. Worrall, apunte, 25 de agosto de 1893, AA. <<

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[730] Morland Agnew, apunte, 2 de agosto de 1893, AA. <<

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[731] Ibd. <<

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[732] M. Worrall, apunte, 25 de agosto de 1893, AA. <<

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[733] Morland Agnew, apunte, 2 de agoto de 1893, AA. <<

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[734] Ibd. <<

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[735] Pall Mall Gazette, 24 de julio de 1893. Incluso antes de incluir a Moriarty en The

Final Problem, el relato de Sherlock Holmes publicado en los Strand Magazine y


McLures Magazine en diciembre de 1893, Conan Doyle parece haber conocido
algunas de las proezas de Worth puesto que en The Resident Patient, publicado en
agosto de ese ao, ya hay referencias a la banda del banco Worthingdon. <<

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[736] Vincent Starrett, The Prvate Life of Sherlock Holmes, Lon dres, 1933, pp. 141-

142. <<

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[737] El doctor Briggs, un famoso mdico de St. Louis, era amigo ntimo de Conan

Doyle. Sus investigaciones acerca de las fuentes reales de la obra de Conan Doyle lo
condujeron a establecer la direccin postal real en 221B Baker Street. <<

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[738] Conan Doyle, op. cit., The Final Problem, vol. II, p. 303. <<

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[739] McCluer Stevens, op. cit., p. 38. <<

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[740] Dilnot, op. cit., p. 657; vase tambin McCluer Stevens, op. cit., p. 39. <<

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[741] Conan Doyle, op. cit., The Final Problem, vol. II, p. 304. <<

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[742] Ibd., p. 303. <<

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[743] Conan Doyle, op. cit., The Valley of Fear, vol. I, p. 478 (El valle del Miedo,

Fontamara, 1985). <<

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[744] Ibd., p. 479. El cuadro de una muchacha con un cordero existe en realidad y se

atribuye a Greuze, pero se titula Innocence. En la galera de arte de Pourtales de Pars


(a la que Holmes alude como Portalis) se vendi un cuadro con este nombre, en 1865,
por 100 200 francos o 4000 libras. En 1918 se demostr que era una copia del
original Innocence de Greuze, en la actualidad en la Wallace Collection de Londres.
De hecho, como sealaba el 1 de julio de 1960 el Times Literary Supplement, en
una sala de subastas el precio de venta de un Greuze nunca ha superado los 129 000
francos que se pagaron por Les Oeufs Casses en la subasta Demidoff, en 1870. <<

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[745] Estoy en deuda con Charles Higham, quien incluye esta clave en su libro The

Adventures of Conan Doyle, Nueva York, 1976, p. 114. <<

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[746] The story of a Picture, The World, 11 de abril de 1877. <<

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[747] Wayne G. Broehl, The Molly Maguires, Cambridge, Massachusetts, 1964, VI, p.

409. <<

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[748] Ibd. <<

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[749] Entrevista realizada por James Horan a Ralph Dudley, 1948, citada en Horan, op.

cit., p. 499. <<

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[750] Ibd. <<

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[751] Bob Robinson, The Illustrious Convert, discurso indito ante The Handsome

Wheels, grupo de seguidores de Sherlock en Carolina del Sur. <<

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[752] Conan Doyle, op. cit., The Adventure of the Illustrious Client, vol. II, p. 675.

<<

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[753] Ibd. <<

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[754] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1021


[755] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1022


[756] Ibd., p. 677. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1023


[757] Ibd., p. 672. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1024


[758] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1025


[759] Ibd., p. 675. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1026


[760] Ibd., p. 678. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1027


[761] Ibd., p. 680. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1028


[762] Ibd., p. 676. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1029


[763] Adam Worth, op. cit., p. 18. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1030


[764] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 12 de febrero de 1902, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1031


[765] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1032


[766] New York Evening Journal, 1 de noviembre de 1897. <<

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[767] hondn News, 2de noviembre de 1897. <<

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[768] Apunte, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1035


[769] Dilnot, op. cit., p. 661. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1036


[770] Confesin de Worth, op. cit., p. 12. <<

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[771] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1038


[772] Adam Worth, op. cit., p. 18. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1039


[773] Dilnot, op. cit., p. 662. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1040


[774] Adam Worth, op. cit., p. 18. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1041


[775] Confesin de Worth, op. cit., p. 1. <<

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[776] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1043


[777] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1044


[778] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1045


[779] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1046


[780] Adam Worth, op. cit., p. 18. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1047


[781] Citado en Esterow, op. cit., pp. 196-197. <<

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[782] Confesin de Worth, op. cit., p. 1. <<

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[783] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1050


[784] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1051


[785] Ibd., p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1052


[786] Ibd., p. 5. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1053


[787] Ibd., p. 13. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1054


[788] Ibd., p. 3. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1055


[789] Confesin de Worth, op. cit., p. 6. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1056


[790] Horan, op. cit., p. 317. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1057


[791] Ibd., p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1058


[792] Ibd., p. 7. <<

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[793] Ibd., p. 10. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1060


[794] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1061


[795] Ibd., p. 8. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1062


[796] Ibd., p. 13. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1063


[797] Ibd. <<

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[798] Ibd., p. 5. <<

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[799] Ibd., p. 9. <<

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[800] Ibd., p. 12. <<

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[801] Ibd., p. 14. <<

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[802] Adam Worth, op. cit., p. 19. <<

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[803] Confesin de Worth, op. cit., p. 11. <<

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[804] Ibd., p. 14. <<

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[805] Citado en Horan, op. cit., p. 316. <<

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[806] Confesin de Worth, op. cit., p. 10. <<

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[807] Ibd., p. 13. <<

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[808] Adam Worth, op. cit., p. 19. <<

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[809] History of Agnews, 1817-1967, edicin particular, Londres, 1967, apndice III,

p. 81. (De aqu en adelante History of Agnews). <<

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[810] Ibd., p. 82. <<

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[811] Adam Worth, op. cit., p. 19. <<

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[812] Ibd. <<

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[813] History of Agnews, op. cit., p. 81. <<

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[814] The Gainsborough Duchess, p. 23. <<

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[815] Adam Worth, op. cit., p. 20. <<

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[816] William Pinkerton a seores Lewis y Lewis, procuradores, Chicago, 10 de julio

de 1899, ADP. <<

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[817] Ibd. <<

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[818] Adam Worth, op. cit., p. 20. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1085


[819] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1086


[820] George Bangs a Robert Pinkerton, 16 de enero de 1900, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1087


[821] Ibd. <<

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[822] Adam Worth, op. cit., p. 20. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1089


[823] Dilnot, op. cit., p. 662. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1090


[824] Adam Worth, op. cit., p. 20. <<

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[825] Ibd. <<

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[826] London Evening News, 11 de abril de 1901. <<

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[827] History of Agnews, op. cit., p. 82. <<

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[828] Morland Agnew, diario, citado en Ibd. <<

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[829] Ibd. <<

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[830] Morland Agnew a Daisy Agnew, 17 de marzo de 1901, AA. <<

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[831] London Evening News, 10 de abril de 1901, p. 2. <<

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[832] Ibd. <<

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[833] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1100


[834] Esterow, op. cit., p. 200. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1101


[835] London Evening News, 10 de abril de 1901, p. 2. <<

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[836] History of Agnews, op. cit., p. 82. <<

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[837] Ibd., tambin London Evening News, 10 de abril de 1901, p. 2. <<

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[838] Ibd. <<

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[839] History of Agnews, op. cit., p. 83. <<

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[840] Ibd. El nfasis que Agnew pone en la edad, indiferencia y silencio del
mensajero, sugiere claramente que se trataba de Adam Worth y que el marchante lo
saba. El rechazo posterior de Pinkerton a identificar el paradero de Worth durante
esta transaccin, cuando ofrece tantos otros detalles, es otra prueba de que el botones,
ya entrado en aos, era el mismo Worth. <<

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[841] Ibd. <<

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[842] Adam Worth, op. cit., p. 21. <<

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[843] History of Agnews, op. cit., p. 83. <<

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[844] Adam Worth, op. cit., p. 21. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1111


[845] London Evening News, 10 de abril de 1901, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1112


[846] History of Agnews, op. cit., p. 83. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1113


[847] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1114


[848] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1115


[849] Morland Agnew a Daisy Agnew, 31 de marzo de 1901, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1116


[850] Morland Agnew a William Pinkerton, 31 de marzo de 1901, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1117


[851] History of Agnews, op. cit., p. 83. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1118


[852] Adam Worth, op. cit., p. 21. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1119


[853] Morland Agnew a Daisy Agnew, 31 de marzo de 1901, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1120


[854] Daily Express, 9 de abril de 1901, p. 5. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1121


[855] William Pinkerton a Morland Agnew, Chicago, 8 de abril de 1901, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1122


[856] Evening Standard, 10 de abril de 1901, p. 1. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1123


[857] Adam Worth, p. 22. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1124


[858] Howard Zinn, A Peoples History of the United States, Nueva York, 1990, p. 316.

<<

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[859] Bishop Lawrence, citado en Cass Canfield, The Incredible Pierpont Morgan,

Nueva York, 1974, p. 114. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1126


[860] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1127


[861] Dlos Avery, Kidnapping Done in Oil, artculo en ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1128


[862] Jonathan Hughes, The Vital Few, Boston, 1966, p. 404. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1129


[863] Chernow, op. cit., p. 22. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1130


[864]
George Wheeler, Pierpont Morgan and Friends. The Anatomy of a Myth,
Englewood Cliffs, Nueva Jersey, 1973, p. 131. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1131


[865] Frederick Lewis Alien, The Great Pierpont Morgan, Nueva York, 1949, p. 154.

<<

www.lectulandia.com - Pgina 1132


[866] Ibd., pp. 111-112. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1133


[867] Chernow, op. cit., p. 35. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1134


[868] Chernow, op. cit., p. 26. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1135


[869] Alien, op. cit., p. 13. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1136


[870] Wheeler, op. cit., p. 132. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1137


[871] Chernow, op cit., p. 115. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1138


[872] William Shakespeare, Hamlet, acto I, escena V, p. 105. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1139


[873] Wheeler, op. cit., p. 82. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1140


[874] Ibd., p. 83. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1141


[875] Ibd., p. 84. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1142


[876] John Fowles, The Magus, Londres, 1977, p. 178 (El mago, Anagrama, 1994). <<

www.lectulandia.com - Pgina 1143


[877] Chernow, op. cit., p. 42. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1144


[878] Daily Express, 9 de abril de 1901, p. 5. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1145


[879] Daily Express, 10 de abril de 1901. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1146


[880] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1147


[881] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1148


[882] London Evening News, 10 de abril de 1901, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1149


[883] The Times, 9 de abril de 1901, p. 8. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1150


[884] History of Agnews, op. cit., p. 84. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1151


[885] Evening Standard, 10 de abril de 1901, p. 1. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1152


[886] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1153


[887] History of Agnews, op. cit., p. 84; vase tambin London Evening News, 10 de

abril de 1901, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1154


[888] Daily Telegraph, 9 de abril de 1901. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1155


[889] The Times, 10 de abril de 1901, p. 4. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1156


[890] The Times, 9 de abril de 1901, p. 8. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1157


[891] The Times, 10 de abril de 1901, p. 4. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1158


[892] History of Agnews, op. cit., p. 84. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1159


[893] London Evening News, 11 de abril de 1901. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1160


[894] Evening Standard, 10 de abril de 1901, p. 1 <<

www.lectulandia.com - Pgina 1161


[895] London Evening News, 9 de abril de 1901, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1162


[896] London Evening News, 10 de abril de 1901, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1163


[897] William Pinkerton a C. Morland Agnew, Chicago, 8 de abril de 1901, AA. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1164


[898] London Evening News, 9 de abril de 1901, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1165


[899] Fotografa en AA. <<

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[900] The Gainsborough Duchess, op. cit., p. 29. <<

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[901] London Evening News, 10 de abril de 1901, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1168


[902] Canfield, op. cit., p. 114. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1169


[903] New York Herald, 7de febrero de 1902. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1170


[904] Agnew e hijos a J. Pierpont Morgan, 12 de abril de 1901, AA; vase tambin

History of Agnews, op. cit., p. 84. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1171


[905] History of Agnews, op. cit., pp. 84-85. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1172


[906] Ibd., p. 84. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1173


[907] Satterlee, op. cit., p. 352. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1174


[908] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1175


[909] Ibd., p. 353. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1176


[910] Morland Agnew a William Pinkerton, 19 de noviembre de 1902, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1177


[911] New York Times, 11 de agosto de 1963, citado en Chernow, op. cit., p. 100. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1178


[912] Alien, op. cit., p. 179. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1179


[913] Wheeler, op. cit., p. 203. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1180


[914] Henry James, The Outcry, Londres, 1911, publicidad para la cubierta de la
primera edicin. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1181


[915] Ibd., p. 22. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1182


[916] Ibd., p. 30. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1183


[917] Adeline R. Tinter, Henry James, The Outcry and the art drain of 1908-9,

Apollo, febrero de 1981, p. 110. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1184


[918] James, op. cit., p. 21. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1185


[919] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1186


[920] Ibd., p. 52. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1187


[921] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1188


[922] London Evening News, 9 de abril de 1901, p. 2. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1189


[923] Historia de Agnews, op. cit., p. 86. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1190


[924] Ibd., p. 84. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1191


[925] Adam Worth, op. cit., p. 22. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1192


[926] Pittsburgh Leader, 3 de marzo de 1905. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1193


[927] Guerin, op. cit., p. 298. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1194


[928] Magazine of Art, junio de 1901, p. 368. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1195


[929] The Gainsborough Duchess, op. cit., p. 5. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1196


[930] Ibd., p. 6. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1197


[931] Pall Mall Gazette, 9 de abril de 1901, p. 1. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1198


[932] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1199


[933] The Times, 10 de abril de 1901, p. 4. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1200


[934] The Gainsborough Duchess, op. cit., p. 6. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1201


[935] Eton Express, 10 de abril de 1901, p. 4. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1202


[936] Adam Worth (alias Robert. R. Bayley) a William Pinkerton, 22 de junio de 1901,

ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1203


[937] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1204


[938] B. (William Pinkerton) a Amigo H. (Adam Worth), 30 de junio de 1901,

ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1205


[939] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1206


[940] Robert Pinkerton a William Pinkerton, 3 de julio 1901, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1207


[941] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 5 de julio de 1901, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1208


[942] William Pinkerton a Harry L. Raymond, 21 de febrero de 1902, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1209


[943] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1210


[944] Adam Worth, op. cit., p. 22. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1211


[945] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1212


[946] Henry L. Raymond a William Pinkerton, sin fecha, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1213


[947] Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1214


[948] Morland Agnew a William Pinkerton, telegrama, 19 de noviembre de 1902,

ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1215


[949] Wheeler, op. cit., p. 203. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1216


[950] Henry L. Raymond a William Pinkerton, sin fecha, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1217


[951] Certificado de defuncin, en St Catherines House, Londres. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1218


[952] H. L. Raymond a William Pinkerton, 24 de enero de 1902, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1219


[953] Robert Pinkerton a William Pinkerton, 6 de febrero de 1902, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1220


[954] William Pinkerton a H. L. Raymond, 2 de febrero de 1902, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1221


[955] McCluer Stevens, op. cit., p. 44. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1222


[956] Henry L. Raymond a William Pinkerton, sin fecha, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1223


[957] New York World, 9 de enero de 1905. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1224


[958] Henry L. Raymond a William Pinkerton, sin fecha, ADP. <<

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[959] William Pinkerton a Henry L. Raymond, 21 de febrero de 1902, ADP. <<

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[960] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 2 de febrero de 1902, ADP. <<

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[961] Robert Pinkerton a William Pinkerton, 10 de febrero de 1902, ADP. <<

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[962] Robert Pinkerton a William Pinkerton, 6 de febrero de 1902, ADP. <<

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[963] Ibd. <<

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[964] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 9 de febrero de 1902, ADP. <<

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[965] William a Robert Pinkerton, 7 de febrero de 1902, ADP. <<

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[966] Ibd. <<

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[967] William Pinkerton a Robert Pinkerton, 9 de febrero de 1902, ADP. <<

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[968] New York Sun, 9 de febrero de 1902. <<

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[969] Evening Sun, 7 de febrero de 1902. <<

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[970] New York World, 7de febrero 1902. <<

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[971] Hearsts Chicago American, 7de febrero de 1902. <<

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[972] Chicago Tribune, 7de febrero de 1902. <<

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[973] Adam Worth, op. cit., p. 23. <<

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[974] New York Journal and American, 7 de febrero de 1902. <<

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[975] Gore Vidal, United States, Essays 1952-1992, Nueva York, Londres, 1993, p.

1073. <<

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[976] Robert Gandt, Skygods, The Fall of Pan Am, Nueva York, 1995, p. 10. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1243


[977] Henry L. Raymond a William Pinkerton, sin fecha, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1244


[978] William Pinkerton a Henry L. Raymond, 21 de febrero de 1902, ADP. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1245


[979] Ibd. <<

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[980] Moni, op. cit., p. 140. <<

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[981] Horan, op. cit., p. 497; World Magazine, 25 de abril de 1920. <<

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[982] Guerin, op. cit., p. 301. <<

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[983] Ibd., p. 295. <<

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[984] Ibd. <<

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[985] Ibd., p. 296. <<

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[986] New York Sun, 7 de mayo de 1902. <<

www.lectulandia.com - Pgina 1253


[987] Nota de RAP (Robert Pinkerton), adjunta a Ibd., ADP. <<

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[988] New York Sun, 7de mayo de 1902. <<

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[989] Morn, op. cit., p. 133. <<

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[990] Folleto de la exposicin fotogrfica de Pinkerton, Washington, D. C. <<

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[991] New York World, 15 de octubre de 1900. <<

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[992] Gallagher, op. cit., p. 110. <<

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[993] Max Shinburn, Safe Burglary, op. cit., ADP. <<

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[994] Morn, op. cit., p. 138. <<

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[995] William Pinkerton a George Bangs, Chicago, 27 de abril de 1913, ADP. <<

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[996] Ibd. <<

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[997] Conan Doyle, The Final Problem, op. cit., vol. II, p. 317. <<

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[998] Ibd., vol. I, p. 479. <<

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[999] Alien, op. cit., p. 113. <<

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[1000] Wheeler, op. cit., p. 283. <<

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[1001] Alien, op. cit., p. 121. <<

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[1002] Daily Telegraph, 14 de julio de 1995. <<

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[1003] Duque de Devonshire, entrevista con el autor, septiembre de 1995. <<

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[1004] Informe sobre La duquesa de Devonshire de Gainsborough, de Rica Jones, de la

Tate Gallery, ACH. <<

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