Garantismo y Derecho Procesal. Una Aporía Del Método Constitucional - Lorca Navarrete PDF
Garantismo y Derecho Procesal. Una Aporía Del Método Constitucional - Lorca Navarrete PDF
Garantismo y Derecho Procesal. Una Aporía Del Método Constitucional - Lorca Navarrete PDF
1. INTRODUCCIN
Bajo el epgrafe Garantismo y Derecho procesal una apora del
mtodo constitucional?, no suele agruparse, a mi entender y por ahora,
reflexiones exhaustas que hayan perdido su virulencia original para convertirse
en inocuas diatribas de escuelas e, inmediatamente, en captulos de manuales
y en preguntas de programa. No. Rotundamente, no.
Sin embargo, en sta temtica se condensan los interrogantes
vertebrales de una comprensiva teora del Derecho procesal puesto que, en su
espacio, se alojan controversias filosficas (la comprensin del lenguaje),
ticas (la justicia de las decisiones), jurisprudenciales (la posicin del juez y el
rbitro en el cumplimiento de su funcin propia), sustantivas (el cometido
mismo del Derecho procesal) por no hablar de otras implicaciones
sociojurdicas (estabilidad o elasticidad del Derecho procesal respecto a la
actividad del legislador o interprete).
Con todo, escoger una perspectiva, quiz, ms pedestre, prolija e
irremediablemente ms aburrida. Entre otras cosas porque la metodologa del
discurso jurdico en Derecho procesal ha ocupado a cerebros mil veces mejor
dotados que el mo.
Pero, adems, en mi eleccin tambin juegan manas personales. Me
resulta insoportable esa querencia, muy al uso, por trabajar ad nauseam cuatro
o cinco o uno o dos lugares comunes de hermenuticas empalagosas sobre el
Derecho procesal que, lejos de traducirse en instrumentos interpretativos lo
bastante perfilados, funcionan a la defensiva, esto es como metadircursos
apologticos. E, igualmente en esta misma lnea, desbordan mi capacidad de
sorpresa los intentos por aprovecharse de la involucin del pensamiento
analtico procesalista -que al parecer est de vuelta- cuando antes, los que
ahora se arriman no se apuntaron al viaje de ida.
Quizs convenga que orille mi mal genio doctrinal respecto de mis
colegas que parecen estar de vuelta y me dedique a un tema en el que muchos
de ellos an no han ido por lo que no se entiende bien que persistan en estar
de vuelta en el pensamiento analtico del Derecho procesal.
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presunto mtodo jurdico. Por otro lado, sin embargo, y pese a la soltura con
que se adjudica o se niega el label jurdico a la tesis de turno, no parece existir
entre nosotros (pido disculpas por las inclusiones injustas en ese nosotros
indiscriminado) una idea precisa acerca de lo que sea tal mtodo que, como se
ha dicho, es de referencia inexcusable para apreciar el empaque jurdico de la
investigacin examinada de consuno para el Derecho procesal.
Con este estado de cosas por delante, creo oportuno saludar con agrado
la entrada en el debate de la norma constitucional sobre un tema tan medular
como el concerniente al mtodo para celebrar o calificar el cmo se justifica el
Derecho procesal. Y aunque se me asemeje a dialctica de pelea infantil
averiguar quin empez primero, el curioso en el procesalismo agradecer la
informacin con la que el constitucionalismo contest a las hostilidades abiertas
por el procesalismo. Veamos cmo.
3. A QU SE ORIENTA MI ESFUERZO?
Debo precisar, de entrada, que mi esfuerzo se orienta a especificar y
justificar lo que, en mi opinin, tendra que hacerse en sede jurisdiccional y, por
tanto, a efectuar una operacin contable sobre lo que se acostumbra en la
praxis de los tribunales (y de las ideas que canoniza la denominada -con
discutible fortuna- doctrina cientfica). No extrae, pues, que comience
refirindome a la exposicin de motivos de la vigente ley de enjuiciamiento civil
espaola de 2000. Ah va. En ella se proclama y aclama que justicia civil
efectiva significa, por consustancial al concepto de Justicia, plenitud de
garantas procesales. Vale. Pero aadir que, al confugio o brillo de tan
meritada proclamacin y aclamacin, se pretende aluzarla o llenarla de luz y
claridad garantista. Bien. Que la Ley procesal civil espaola felpee o atice la
conciencia garantista de sus aplicadores y estudiosos es, sin duda, un
acontecimiento indito en la ms reciente historia del procesalismo espaol en
la que, fedegar o bregar con el anhelo de una justicia efectiva vinculada
inexorablemente con el deseo de plenitud de garantas procesales, va a
suponer, slo de entrada, decantarse por una opcin no meramente
instrumental sino efectiva de tutela judicial (2005, La garanta del derecho
procesal y su incidencia,).
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vale cualquier metodologa de base a aplicar al proceso penal sino tan solo la
garantista.
En tercer trmino, me he tomado el trabajo (liviano, a decir verdad) de
seguirle la pista, desde el parto, a la doctrina espaola que prescribe que el
derecho procesal penal es represor. Para no andar a dos dedos de extraviarme
prefiero ahondar en la siguiente perspectiva: el derecho procesal penal no es
represor. Y, esto segundo, es lo que aqu viene a cuento. Y a lo que sigo
yendo. Contrariamente, a lo indicado por MORENO CATENA el proceso penal
no ha de atender a la mejor represin de las conductas delictivas (2004,
Derecho, pg. 35). Perplejidades aparte, dase por descontado -entiendo- que el
derecho procesal penal no es un derecho represor. Pero de entrada, y de
pasada nada ms dejar apuntada otra perplejidad: la consistente en afirmar
que el derecho procesal penal es autoritario. S, es autoritario, en cambio, el
derecho penal. No me andar por las ramas. En opinin de MUOZ CONDE
hablar de derecho penal autoritario es de algn modo hablar -dice- de lo
obvio, pues no hay un Derecho penal que -aade- no sea autoritario; es ms,
el Derecho penal es el ms autoritario de todas las ramas del Ordenamiento
jurdico y probablemente de todos los sistemas formalizados de control social.
El Derecho penal tiene adems -aade- otra caracterstica que lo diferencia de
otros sistemas de control ms sutiles: es un sistema -dice- represivo, en el que
la violencia ocupa un lugar destacado tanto en los casos de los que se ocupa
(homicidio, robo, violaciones, desapariciones), como en la forma en que se
ocupa o pretende solucionar estos casos (crcel, inhabilitaciones, pena de
muerte todava en muchos pases) (2003, El nuevo, pag. 15 y 16).
Pero el rizo de los rizos consiste en la propuesta de hacer del proceso
penal el medio o instrumento que, segn GMEZ ORBANEJA, permite infligir
un mal al culpable (1972, Derecho, pg. 1). La respuesta no se hace esperar:
el proceso penal no es un instrumento de represin sino de garanta.
Intuitivamente todo parece apuntar haca esa aseveracin. Pero conviene no
precipitarse. El proceso penal desea hacer frente a la aplicacin patolgica de
la norma jurdica penal, no mediante la represin sino mediante un sistema de
garantas sustantivo y autnomo (1989, El problema, pag. 17). De ah que,
tambin, el proceso penal sea el derecho que trate de poner remedio a la
patologa jurdica. Pero, no desde una propuesta instrumental o propia de un
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Bibliografa
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