Socialismo y Populismo, Los Comienzos de Una Relación Conflictiva. La Mirada Del Socialismo Argentino Sobre La Unión Cívica Radical (1890-1930)
Socialismo y Populismo, Los Comienzos de Una Relación Conflictiva. La Mirada Del Socialismo Argentino Sobre La Unión Cívica Radical (1890-1930)
Socialismo y Populismo, Los Comienzos de Una Relación Conflictiva. La Mirada Del Socialismo Argentino Sobre La Unión Cívica Radical (1890-1930)
Segreti
Crdoba (Argentina), ao 10, n 10, 2010, pp. 211-230.
ISSN 1666-6836
Resumen
La relacin entre socialismo y populismo ha sido una cuestin recurrente en
la historiografa y las ciencias sociales latinoamericanas. En el caso argentino,
el vnculo entre socialismo y peronismo ha sido frecuentemente analizado;
en cambio, son escasos los trabajos que abordan la relacin con el otro
gran movimiento populista: el radicalismo yrigoyenista. En este artculo nos
proponemos reconstruir el modo en que los socialistas interpretaron a dicha
fuerza. Para ello nos detendremos en cuatro momentos clave: los primeros
aos 90, el cambio de siglo, el perodo que sigui a la llegada de Yrigoyen
al gobierno y el final de la dcada del 20. El trabajo concluye planteando el
contraste entre las complejas y cambiantes caracterizaciones socialistas del
yrigoyenismo y la ms simplista y esttica interpretacin que, aos despus,
los socialistas trazaran acerca del peronismo.
Abstract
The relationship between socialism and populism has been a recurring issue in
Latin American historiography and social sciences. In Argentina, the link
between Socialism and Peronism has been frequently discussed, however
scarce are the works addressing the relationship with the other big populist
movement: the Yrigoyenist radicalism. In this article we propose to reconstruct
how the Socialists interpreted that force. To do this, we will stop at four key
moments: the early `90s, the turn of the century, the period following the arrival
of Yrigoyen at the government and the end of the 20s. The paper concludes
byconsidering the contrast between complex and changing Yrigoyenism
characterizations and the most simplistic and static interpretation that, years
later, the Socialism would draw about Peronism.
Introduccin
1 El primero sostena que el papel que en Amrica Latina cumpla el capital imperialista haca
que las formaciones sociales latinoamericanas se asemejaran a las asiticas. Como en ellas la
prioridad la tenan las tareas antiimperialistas, en las que las clases medias y los intelectuales
tenan el lugar de privilegio, la lucha por el socialismo y, por consiguiente, la direccin proletaria,
quedara para un segundo momento. Maritegui, en cambio, le responda rechazando la
equiparacin de las sociedades latinoamericanas con las asiticas -sealando que en Sud
Amrica, a diferencia de lo que suceda en China o India, la pequea burguesa permaneca
ciega ante las polticas imperialistas-, a la vez que planteaba un proceso de transformacin en el
cual las fuerzas progresivas, que deban estar encabezadas por el proletariado e incorporar a las
mayoras indgenas y campesinas, ya no podan colocar el centro en la cuestin nacional sino
en la construccin de un socialismo peruano.
2 Desde el exilio al que los haba obligado la dictadura militar argentina iniciada en 1976
de la dominacin (el Estado). Ningn populismo, concluan, haba sido antiestatal sino que
siempre haba acordado al Estado un papel positivo y central, en tanto el socialismo se definira
por el combate a la fetichizacin ideo-lgica del Estado. Vase Emilio DE POLA y Juan Carlos
PORTANTIERO, Lo nacional popular y los populismos realmente existentes, Controversia,
Mxico, nm. 12, agosto de 1981, pp. 11-14; Ernesto LACLAU, Poltica e ideologa en la teora
marxista, Mxico, Siglo XXI, 1977.
3 Vase Oscar TERN, Nuestros aos sesentas. La formacin de la nueva izquierda intelectual
somos radicales. En l se explicaba que la Unin Cvica Radical representa el partido poltico
de la pequea burguesa en lucha contra el partido dominante de los grandes hacendados; que
por medio el caudillaje gobierna el pas despticamente desde hace ochenta y dos aos. Pero
el reconocimiento del carcter orgnico de la UCR y su diferencia con el partido dominante,
no llevaba a postular una alianza entre el proletariado y dicho partido; antes bien, el artculo
se esforzaba por rechazar los empeos de la pequea burguesa por arrastrar la grande masa
del proletariado a la lucha consigo. Explicaba que si el proletariado aportaba su sangre a la
guerra civil que se preparaba, la triunfante pequea burguesa slo le dara una patada de
agradecimiento. El proletariado, conclua el artculo, saba que slo haba un partido, el partido
internacional socialista obrero, que defenda sus intereses y haba declarado la guerra de
clase al capitalismo, y que a l deba sumarse. Vase, El Obrero, 18/06/1892.
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13 Vase Ricardo MARTNEZ MAZZOLA, El Partido Socialista y sus interpretaciones del radicalismo
argentino (1890-1930), Tesis Doctoral en Historia, Universidad de Buenos Aires, 2008, pp. 163-
170.
14 Cit. en Juan B. JUSTO, La realizacin del socialismo, Buenos Aires, La Vanguardia, 1947, p. 238.
218 Ricardo Martnez Mazzola, Socialismo y populismo, los comienzos de una relacin...
Justo sostena que era en base a esta acaparacin monoplica de la tierra que
haba surgido en la Argentina una clase proletaria, la que trabajaba en la produccin
agropecuaria, [...] en [las] vas frreas; en el movimiento de carga de los puertos, [...]
en la construccin de las nacientes ciudades; en los frigorficos, en las bodegas, en
los talleres, en las fbricas [...].16
Pero el lder socialista no slo discuti con Ferri acerca de la existencia o no del
proletariado en la Argentina sino que -lo que ha sido menos abordado por quienes
analizaron la polmica- cuestion tambin otro de los elementos centrales de
la argumentacin del italiano: la distincin trivial entre partido obrero y partido
socialista. Justo record que tal distincin era opuesta a lo planteado por Marx y
Engels en el Manifiesto Comunista, donde se subrayaba que los comunistas no
formaban un partido distinto de los dems partidos obreros y se planteaba que
las posiciones de stos deban adaptarse a la situacin de cada pas. El mdico
argentino apelaba a Marx para sostener que no todos los pases deban recorrer las
mismas etapas y para afirmar que, as como en la Argentina no se haba producido
una extrema subdivisin de la tierra, tambin era infinitamente improbable que en
nuestra evolucin poltica no haya lugar para el partido radical a la franco-italiana
que nos receta el seor Ferri.17 Justo crea que, lejos de lamentarse por la falta
de un partido radical a la europea o de intentar convertirse en tal, el socialismo
deba llevar a su madurez de juicio a los radicales doctrinarios que haya en el pas;
hagmosles sentir y comprender que su puesto est en nuestras filas.18 Era el PS el
que, dada la inexistencia de fuerzas polticas orgnicas, deba tomar a su cargo las
tareas democratizadoras del inexistente reformismo pequeo burgus y campesino
y dedicar su esfuerzo a enrolar a los trabajadores del campo en la lucha por modificar
la estructura agraria y acelerar la evolucin tcnico-econmica del pas.
La argumentacin de Justo, que asignaba al PS tanto las tareas de un partido
radical como las de una fuerza propiamente socialista, no slo permita continuar
con la prctica reformista -sin por eso dejar de lado la identificacin socialista y la
prdica revolucionaria-, sino que reafirmaba y brindaba sostn terico a la situacin de
orgullosa soledad en la que el PS se encerraba frente a las voces que postulaban la
posibilidad de una alianza reformista con radicales y cvicos. Es que, de acuerdo con
su planteo, el acercamiento con estas otras fuerzas era innecesario ya que, aunque la
transformacin democrtica supona una alianza social, tal alianza no implicaba un
15 Ibid., p. 243.
16 Ibid.
17 Ibid., p. 247.
18 Ibid., p. 249.
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vnculo entre distintos partidos polticos, sino que poda darse en el seno del mismo PS.
Sin embargo, la postura de Justo en su discusin con Ferri no se asentaba slo
ni principalmente en la justificacin de una opcin poltica coyuntural, sino que se
sostena en un modo particular de interpretar la relacin entre fuerzas sociales y
actores polticos, una interpretacin que sera uno de los factores que contribuiran
a ahondar el foso que separaba a socialistas y radicales. Justo ponderaba la rpida
transformacin que desde mediados del siglo XIX estaban experimentando la
economa y la sociedad argentinas, a la vez que lamentaba que los cambios tardaran
en expresarse a nivel poltico. Sin embargo, la conciencia de esa asincrona no
llev al lder socialista a asignar autonoma al nivel de lo poltico, sino ms bien lo
contrario. Justo confiaba en que la dinmica histrica acabara con los desfasajes y
pondra al mundo poltico, an dominado por las banderas criollas, al nivel de la
modernidad econmica y social.
De hecho, la subestimacin de la importancia del componente poltico estatal no
era un rasgo singular de Justo sino que, como plantea Aric,19 constitua el principal
obstculo que el marxismo, y en primer lugar el propio Marx, debi enfrentar para
interpretar los procesos histricos latinoamericanos. Pero en el caso de Justo,
a la ceguera doctrinaria contribua tambin una apuesta poltica: como seala
Portantiero,20 el proyecto de democratizacin social y poltica propuesto por el lder
socialista deba enfrentar el obstculo de la construccin desde arriba de la sociedad
que caracterizaba a la Argentina y al resto de los pases latinoamericanos. Para superar
tal obstculo, Justo habra intentado desarrollar un verdadero espritu antiestatalista,
condicin necesaria para avanzar en la imposicin de reformas desde abajo, y para
ello apel a una tarea pedaggica orientada a desbaratar el mito popular que vea
al Estado como constituyente, mito que se expresaba en la tradicin del caudillismo.
Y para el lder socialista, el radicalismo criollo representaba la quintaesencia de
la confianza autoritaria e ingenua en la eficacia mgica de la autoridad poltica. Por
ello, a comienzos de los aos 20, y para cuestionar el fanatismo autoritario que
crea encontrar entre los partidarios de la Revolucin Rusa, su punto de partida eran
los recuerdos de la revolucin de 1890:
Despus de aquella revuelta [...] las cosas siguieron como antes [...] Aquella
lucha mentida y estril de facciones colm la medida de mi desdn por la
poltica criolla y fue entonces que por primera vez me acerqu a un pequeo
grupo de obreros organizados como Agrupacin Socialista [...] la lectura de
Spencer me haba dado algunas ideas, que ya eran un paso para orientarme
en el desbarajuste poltico del pas [...] El teorema spenceriano de la evolucin
del tipo primitivo militar a un tipo industrial definitivo, fue uno de los motivos
ideolgicos de mi adhesin al socialismo. Spencer tambin me ilumin
hacindome ver lo relativo y lo imperfecto de la funcin del Estado, lo muy
poco que puede la ley, curndome as de todo fetichismo poltico, de toda
supersticin por el poder de los hombres que hacen leyes y decretos. 21
22 Jos ARIC, La hiptesis de Justo. Escritos sobre el socialismo en Amrica Latina, Buenos Aires,
Sudamericana, 1999, p. 112.
23 Juan Carlos PORTANTIERO, Juan B. Justo, un fundador de la Argentina moderna, Buenos Aires,
FCE, 1999.
24 La Vanguardia, Buenos Aires, 14/10/1916.
25 Ibid., 28/10/1916.
26 Ibid., 01/12/1916.
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27 Ibid., 04/12/1916.
28 Ibid., 25/12/1916.
29 Ibid., 03/01/1917.
30 Ibid., 05/01/1917.
222 Ricardo Martnez Mazzola, Socialismo y populismo, los comienzos de una relacin...
31 Ibid.
32 Ibid.
33 Ibid., 04/10/1911.
34 Ibid., 07/10/1917.
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la propuesta de un nuevo reglamento de trabajo. La medida fue bien acogida por los
trabajadores que el da 18 levantaron la huelga. Al concluir el conflicto La Vanguardia
adopt un tono institucionalista para cuestionar que Yrigoyen no hubiera usado su
influencia para lograr que el Senado aprobara la reglamentacin del trabajo pedida
por los ferroviarios, prefiriendo, en cambio reservarse para si slo la gloria de
solucionar el conflicto por sus propios medios, con su sabidura y su influencia.35
Un mes ms tarde, un nuevo conflicto obrero volvi a ocupar el centro de atencin:
ante la huelga de los trabajadores de los frigorficos el gobierno respondi con el
envo de infantes de marina, lo que produjo duras represiones en Zrate y Berisso,
provincia de Buenos Aires. Los socialistas volvieron a caracterizar la ambigedad
radical como doblez recordando que en la huelga ferroviaria el gobierno oficiaba de
amigo de los huelguistas en la Capital Federal y los fusilaba en el interior del pas.
Subrayaban tambin que mientras haba mostrado una conducta ejemplar ante la
gran huelga martima, haba apelado a los medios ms rastreros para sofocar un
paro de obreros municipales. La Vanguardia conclua que la ambigedad radical no
pareca resolverse en una lnea esperanzadora sino amenazante al sealar que los
hechos eran apenas un indicio, poco tranquilizador, por cierto, de lo que podemos
esperar del actual gobierno en materia de poltica obrera.36
Al profundizarse el conflicto se acentuaban los intentos socialistas por dar cuenta
de la oscilante poltica de un gobierno que de la resistencia a las presiones, en el caso
de los ferroviarios, pasaba a la violencia desbordante ante la huelga de los frigorficos.
La Vanguardia, en una interpretacin que sera retomada por Rock,37 explicaba la
diferencia de conducta por motivos electorales: ser que los ferroviarios forman
un capital electoral que no puede desdearse, cuando todo se lo subordina a la
necesidad del triunfo en la prxima campaa, lo que no sucede con los obreros de
los frigorficos, extranjeros en su gran mayora?38
El PS respondi a los sucesos organizando un mitin de protesta que tuvo lugar el
15 de diciembre en la Plaza del Congreso. En el acto, el joven lder socialista Antonio
Di Tomaso subray la doblez del gobierno radical que pretenda proteger a los
obreros pero permita que fueran fusilados, que reciba a los delegados ferroviarios
y les reconoca el derecho que les asista en la huelga, pero contemporizaba con
las empresas ferroviarias permitindoles que prolongaran indefinidamente el
conflicto. Al da siguiente La Vanguardia public un largo editorial que enjuiciaba
duramente la poltica radical. Despus de recordar que cuando el radicalismo haba
llegado al gobierno los socialistas haban decidido adoptar una actitud de benvola
expectativa, el diario socialista lamentaba que en catorce meses de gobierno
poco hubiera hecho Yrigoyen para corresponder las manifestaciones de simpata
y confianza popular que haba recibido. Luego de cuestionar la poltica monetaria y
fiscal del gobierno, conclua: luego de habernos hecho concebir alguna esperanza
lisonjera... el nuevo gobierno no ha hecho sino desdecirse y ha agotado toda la gama
de contradicciones en su vano empeo de servir a un tiempo intereses en pugna, sin
atinar con una solucin medianamente acertada, para acabar, como digno remate
35 Ibid., 19/10/1917.
36 Ibid., 30/11/1917.
37 David ROCK, El radicalismo argentino, 1890-1930, Buenos Aires, Amorrortu, 1977, pp. 163-164.
38 La Vanguardia, 10/12/1917.
224 Ricardo Martnez Mazzola, Socialismo y populismo, los comienzos de una relacin...
39 Ibid., 16/12/1917.
40 Ricardo MARTNEZ MAZZOLA, El Partido Socialista... cit., p. 295.
41 El PSI naci en 1927 cuando buena parte de los parlamentarios del PS rechazaron el retiro
del proyecto de intervencin a la provincia de Buenos Aires. Tal proyecto, impulsado por los
socialistas en rechazo a una ley provincial permitiendo los juegos de azar, prometa dar a los
adversarios de Yrigoyen el control del principal distrito electoral del pas. El retiro del proyecto,
consensuado entre Yrigoyen y Justo en una reunin secreta, tuvo importantes consecuencias:
por un lado, facilit el triunfo electoral del viejo caudillo en las elecciones presidenciales
de 1928, por otro gener la ruptura de un sector que, desde varios aos antes, postulaba la
necesidad de que el PS tomara partido ms claramente en las disputas que dividan la escena
poltica argentina. Vase Ricardo MARTNEZ MAZZOLA, Entre la autonoma y la voluntad de
poder. El proyecto de intervencin a la Provincia de Buenos Aires y la ruptura del PS en 1927,
Sociohistrica. Cuadernos del CISH, La Plata, en prensa.
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del hombre que ha sabido fomentar la peligrosa ilusin del gobierno providencial
en la parte menos culta del pueblo argentino. Las crticas no eran menores para
quienes se oponan a Yrigoyen:
El mapa trazado prefijaba el lugar que corresponda al PS, papel que de todos
modos el diario socialista haca explcito: partidarios decididos de la democracia,
por cuya consolidacin trabajamos diariamente sin desfallecimientos, combatiremos
por igual las extralimitaciones del gobierno prepotente como las oposiciones
oportunistas de los reaccionarios que quieren quitar al pueblo el arma del voto. Por
eso decimos sin jactancia, solos contra todos, en la defensa de los sagrados intereses
populares y por la realizacin de nuestro programa [...].43
Das ms tarde La Vanguardia apelaba a Justo, quien aos antes haba sealado
que el PS era un partido de clase pero no de oposicin, para distinguir entre un tipo
de oposicin sistemtica, la que haca el contubernio conservador-antipersonalista-
libertino, y la propia oposicin constructiva. El diario socialista se mostraba
confiado en que los progresos de la civilizacin y de la cultura poltica acabaran
con la auto-adjudicacin de un mandato histrico, que es una locura o una patraa
grotesca, pero agregaba que tambin terminara el espectculo de partidos
o entidades que se agotan en una oposicin tan estril como sistemtica, o que
aplican todas sus energas y recursos a trabar, demoler y hasta aniquilar la obra de
sus adversarios, repudiando invariablemente toda colaboracin an en aquellos
casos en que podra convenirles.44
Los opositores esperaban que los comicios parlamentarios de marzo de 1930
asestaran un duro revs al yrigoyenismo. Sin embargo, y a pesar del resonante triunfo
de los socialistas independientes en la ciudad de Buenos Aires,45 los yrigoyenistas
triunfaron en el interior del pas y el bloque parlamentario oficialista se vio fortalecido.
Conservadores y socialistas independientes pronto comenzaran a pensar en salidas
polticas que no pasaban por el sufragio: por un lado, propondran el juicio poltico a
Yrigoyen; por otro, acentuaran sus vnculos con grupos del ejrcito.
Aunque los socialistas no vean con malos ojos una solucin institucional que
dejara la presidencia en manos de otros miembros del radicalismo, cuestionaban
las iniciativas de la coalicin antiyrigoyenista. As lo dejaba ver la declaracin que,
a fines de mayo, y tras una convocatoria extraordinaria, emiti la Conferencia de
delegados de las Federaciones Socialistas. El texto adjudicaba al yrigoyenismo la
42 La Vanguardia, 23/11/1929.
43 Ibid.
44 Ibid., 27/11/1929.
45 El PSI, que logr encolumnar detrs de s al anti-yrigoyenismo militante, orill los 110.000
sufragios, en tanto yrigoyenistas y socialistas obtuvieron poco ms de 80.000 votos cada uno.
226 Ricardo Martnez Mazzola, Socialismo y populismo, los comienzos de una relacin...
principal responsabilidad por la crisis econmica y poltica que viva el pas, pero
volva a rechazar cualquier acercamiento a las fuerzas opositoras: el PS ratifica
su posicin particular, clara y propia, desvinculado de los grupos o facciones, sin
ideologas sociales, de la poltica nacional.46 Das despus, la lnea era reafirmada
por un editorial que, luego de denunciar el contubernio opositor, declaraba:
no aceptaremos nunca ser colocados en la alternativa de optar entre la barbarie
yrigoyenista y la reaccin conservadora [...].47
En el mes de agosto la situacin poltica se enrareci. Fue en ese marco que Nicols
Repetto, nico diputado nacional que conservaba el PS, termin de esbozar la que
sera la respuesta socialista a la crisis poltica: apelar a los dirigentes yrigoyenistas
para que desoyeran a su lder y cumplan sus deberes para con el pueblo. En un
discurso ante la Cmara que se hara clebre, Repetto cuestion las prcticas de la
oposicin:
46 La Vanguardia, 31/05/1930.
47 Ibid., 02/06/1930.
48 Diario de Sesiones de la Cmara de Diputados de la Nacin, 1930, p. 533.
49 Ibid., p. 537.
Anuario del Centro de Estudios Histricos Prof. Carlos S. A. Segreti / 10 227
Reflexiones finales
En este artculo pasamos revista a las diferentes interpretaciones que desde las
filas socialistas se hicieron del radicalismo argentino. Podemos ver que, luego de un
momento de relativa simpata, la mirada se fue haciendo progresivamente sombra.
La acentuacin del antagonismo entre socialistas y radicales se explica, en parte, por
el modo de constitucin de la clase obrera en la Argentina: el espritu de escisin
propio del momento fundacional de todo movimiento obrero fue acentuado por el
predominio de los inmigrantes. Tambin deben tomarse en cuenta los efectos de la
dinmica poltica nacida de la Ley Senz Pea que, al colocar a las dos fuerzas en
el centro de la competencia poltica en la ciudad de Buenos Aires, segundo distrito
electoral del pas y principal bastin socialista, disminuy los incentivos para un
posible acercamiento.
Sin embargo, consideramos que el principal elemento que acentu la distancia
entre yrigoyenistas y socialistas fue el distinto modo en que unos y otros procesaron la
relacin entre la parte, el sector que se propona representar, y el todo, la comunidad
nacional. La interpelacin yrigoyenista fue alternando su inicial apelacin general
que, remitiendo a la Constitucin Nacional, deca representar a toda la Nacin,
con una progresiva identificacin con un pueblo que se enfrentaba a quienes
50 Ibid., p. 538.
51 En un gesto que quera poner en evidencia esa bsqueda de puentes Repetto vot como
autoridades de la Cmara a miembros de diferentes bancadas: al yrigoyenista Ferreira para
la presidencia, al antipersonalista Mihura para la vicepresidencia primera y al demcrata-
progresista Antelo para la vicepresidencia segunda. Sera el nico que mantendra la vieja
tradicin parlamentaria de conformar una mesa plural teniendo en cuenta el peso de cada
sector. Tanto los yrigoyenistas como los miembros del partido opositor votaran solamente a
miembros de la propia tendencia.
52 La Vanguardia, 03/09/1930.
53 Ibid., 06/09/1930.
228 Ricardo Martnez Mazzola, Socialismo y populismo, los comienzos de una relacin...
lo opriman. De todos modos, y tal como seala Aboy Carls,54 la frontera entre la
causa popular y los privilegiados, el rgimen, era matizada por el hecho de que
para el yrigoyenismo aun los personeros del rgimen podan regenerarse para
formar parte de la comunidad nacional. Es por este movimiento que el yrigoyenismo
puede ser considerado un ejemplo de populismo.
Los socialistas, en cambio, desde sus primeros das rechazaron la apelacin
genrica a un genrico inters nacional. As, el Manifiesto Electoral con el que el
PS concurri por primera vez a los comicios declaraba: Fundamentalmente distinto
de los otros partidos, el Partido Socialista Obrero no dice luchar por puro patriotismo,
sino por sus intereses legtimos; no pretende representar los intereses de todo el
mundo, sino los del pueblo trabajador, contra la clase capitalista opresora y parsita
[...].55
La cita merece dos comentarios. El primero es que en el vocabulario socialista
la apelacin amplia al pueblo apareca limitada por el calificativo trabajador u
obrero, dificultando la inclusin de sectores no estrictamente identificados con
la clase obrera. El segundo es que, con el paso del tiempo, los socialistas fueron
combinando su inicial interpelacin clasista con apelaciones universalistas a los
ciudadanos o los consumidores. El pndulo socialista oscil entre el corporativismo
obrero y un universalismo de matriz cvica pero, como lamenta Aric,56 no hubo
lugar en su discurso para articular una interpelacin nacional-popular que superara
el particularismo proletario para ligar al inicial destinatario obrero con otros sectores
que se oponan al bloque dominante encabezado por los sectores terratenientes.
La combinacin entre el discurso clasista y el cvico, planteado en clave civilizatoria,
tendra una clara expresin en la consigna con que el PS busc posicionarse ante el
escenario polarizado de 1930: ni barbarie yrigoyenista, ni reaccin conservadora.
Si el discurso civilizatorio distanciaba a los socialistas de un movimiento al que
consideraban atvico y personalista como el yrigoyenismo, la clave social haca
imposible que coincidieran con las otras fuerzas -como el Partido Conservador y el
PSI- que, denunciando la barbarie yrigoyenista, planeaban el golpe de estado. Los
socialistas permanecieron solos contra todos -como rezaba otra de sus consignas-
en una casi imposible tercera posicin, rechazando las conspiraciones golpistas y a
la vez pidiendo la renuncia de Yrigoyen.
Durante aos las interpretaciones sobre el PS argentino estuvieron dominadas por
cierta mirada simplista planteada por intelectuales de la izquierda nacional, como
Rodolfo Puiggrs o Jorge Abelardo Ramos, quienes afirmaban que los socialistas
haban interpretado la propia realidad a partir de un prisma liberal y que por eso no
haban comprendido a los movimientos nacional-populares, entendiendo por tales
al yrigoyenismo y al peronismo. Esta incomprensin, aadan, hizo que optaran por
una poltica de franca oposicin que los haba unido a las fuerzas conservadoras.
En este trabajo discutimos con tales interpretaciones, mostrando que, desde sus
primeros aos, en las filas del socialismo argentino convivieron miradas distintas
sobre el radicalismo. Sealamos tambin que aun cuando en su seno se consolid
54 Gerardo ABOY CARLS, Repensando el populismo, Revista Poltica y Gestin, Rosario, vol. 4,
2002, pp. 9-34.
55 La Vanguardia, 29/02/1896.
56 Jos ARIC, La hiptesis... cit., p. 229.
Anuario del Centro de Estudios Histricos Prof. Carlos S. A. Segreti / 10 229