Principios de Etica Biomedica
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Principios de Etica Biomedica
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T. Beauchamp y J. Childress, Principios de tica biomdica, Cap. 4, pp. 185-208.
reanimar, orden firmada que establece que no se debe reanimar al paciente en caso
de que sufra un paro cardiorrespiratorio. Si el paciente sufriera un paro cardaco, se le
dejara morir. El equipo no estaba descontento con la decisin debido a las
condiciones generales y el mal pronstico del paciente, y porque no reanimar al
paciente implicaba no iniciar un tratamiento en lugar de retirarlo.
Algunos miembros del equipo mdico pensaban que lo que haba que hacer era
suspender todo tipo de tratamiento mdico, incluyendo la nutricin y la hidratacin
artificiales, as como los antibiticos, por ser stos extraordinarios o heroicos.
Otros, probablemente la mayora, consideraban incorrecto retirar estos tratamientos
una vez iniciados. Comenzaron a discutir si sera o no adecuado recuperar de nuevo la
va intravenosa en caso de infiltracin, es decir, en caso de que la va atravesara la
pared del vaso depositando lquidos en los tejidos de alrededor. Algunos de los que se
haban opuesto a la retirada de los tratamientos estaban de acuerdo en no recuperar
la va intravenosa en caso de infiltracin, ya que consideraban esto un acto de no
iniciar, y no de retirada. Se oponan rotundamente a que se realizara la reinsercin en
caso de que sta necesitara una nueva incisin (para tener acceso a los vasos
sanguneos profundos) o emplear una va central al corazn. Otros consideraban la
nutricin y la hidratacin artificiales como un proceso nico, de manera que, en su
opinin, recuperar la va intravenosa significaba reiniciar o continuar con un
tratamiento que haba sido interrumpido. Para ellos, no reiniciar era lo mismo que
retirar, siendo ambos actos moralmente incorrectos, a diferencia del hecho de no
iniciar.
Parece que los asistentes sanitarios se sienten incmodos al retirar los
tratamientos de soporte vital porque se sienten
responsables, y por tanto culpables, de la muerte del
paciente, pero no se consideran responsables si lo que
hacen es no iniciar un tratamiento de soporte vital.
Otra de las razones por las que los asistentes sanitarios
no se sienten cmodos es porque piensan que siempre
que se inicia un tratamiento se crea la expectativa de
que ste continuar, y que al retirarlo se estn
contraviniendo todas estas expectativas, promesas y obligaciones contractuales hacia
el paciente y su familia. Habra que intentar evitar estas falsas expectativas y
promesas engaosas desde el principio. La idea y la promesa correcta es que los
asistentes actuarn de acuerdo con los intereses y deseos del paciente (siempre dentro
de los lmites establecidos por los sistemas defendibles de distribucin de la asistencia
sanitaria y las reglas sociales sobre matar). La retirada de un tratamiento concreto,
incluyendo los tratamientos de soporte vital, no tiene por qu implicar el abandono
del paciente. Puede que se estn siguiendo las directivas del propio paciente y que se
vayan a instaurar otros tipos de cuidados tras la retirada del tratamiento de soporte
vital.
Es comprensible que la retirada de los tratamientos provoque sentimientos de
rechazo, pero la diferenciacin entre retirar y no iniciar un tratamiento es
moralmente insostenible, Las diferencias son inciertas, ya que la retirada se puede
realizar omitiendo (no iniciando) un acto, como por ejemplo no recargando las pilas de
los respiradores o no introduciendo la infusin en la sonda de alimentacin. En los
tratamientos multifsicos, no iniciar la fase siguiente de tratamiento puede ser
equivalente a suspender e1 tratamiento, por mucho que se contine con las fases ya
iniciadas del mismo. No continuar con el tratamiento global, es retirarlo, no iniciarlo,
o ambas cosas?
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N. del T. Los trminos ingleses de futility y futile, empleados en la literatura anglosajona, no expresan
futilidad (poca o ninguna importancia de una cosa. [DRAE, 1992, pg. 711)) o .ftil, sino ms bien
inutilidad o intil. A pesar de ello, se emplean extensamente futilidad y ftil (que vendran a ser
falsos amigos) en la creciente literatura espaola sobre biotica, otorgndole un campo semntico a
estos trminos que, al menos por ahora, no tienen.
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que sean ellos solos los que puedan decidir si un tratamiento es necesario o intil. En
un caso, el seor C se estaba muriendo de un enfisema [estado de un tejido distendido
por gases, especialmente la presencia de aire en el tejido celular subcutneo o
pulmonar. El enfisema pulmonar designa a la dilatacin de los alvolos (que son los
fondos de sacos terminales de las ramificaciones bronquiales) pulmonares con atrofia y
rotura de sus paredes, debido a esfuerzos excesivos en la respiracin], e insisti en
que su vida se prolongara todo lo posible utilizando todos los medios disponibles.
Exigi que se le instaurara un tratamiento agresivo, a pesar de que el equipo mdico
lo consideraba intil. Cuando el paciente qued inconsciente, la familia y el equipo
mdico tuvieron que decidir si respetar el acuerdo previamente aceptado o dejarle
morir. Si el paciente no hubiera expresado previamente sus deseos, no habra existido
ninguna dificultad moral para retirar un tratamiento que lo nico que estaba
consiguiendo era retrasar la muerte del paciente. Pero aun existiendo un acuerdo
previo con el paciente, continuar aceptando los deseos del seor C podra no estar
justificado debido a la inutilidad del tratamiento y a la escasez de los recursos
sanitarios. Si, por ejemplo, otros pacientes que no se estuvieran muriendo
irreversiblemente no pudiesen acceder al ventilador ni tener sitio en la unidad de
cuidados intensivos, no existira la obligacin de continuar con el tratamiento.
La conclusin es que los tratamientos intiles, es decir, aquellos que no tienen
ninguna posibilidad de resultar eficaces, son moralmente optativos, pero que otros
tratamientos considerados intiles a menudo no son optativos.
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hacerse alguna idea de lo que puede ser la vida para el paciente despus de la
intervencin. Pacientes como Karen Ann Quinlan y Nancy Cruzan, que estuvieron en un
estado permanente de inconsciencia, constituyen buenos ejemplos. Un diagnstico y
pronstico mdico exactos resultan indispensables, pero el juicio sobre si instaurar o
no medidas de soporte vital se basa inevitablemente en la calidad de vida prevista. En
algunos casos, los beneficios que se pueden obtener instaurando un tratamiento de
soporte vital en un paciente permanentemente inconsciente son tan limitados que el
tratamiento es optativo. O la mera prolongacin de la vida biolgica constituye un
beneficio, o aparentemente el paciente slo podra beneficiarse si existiera un error
diagnstico o pronstico o una variacin de su estado mdico, y no por la calidad de la
vida que se va a prolongar.
Ramsey considera que el criterio de la calidad de vida se centra equivocadamente
en si la vida es o no beneficiosa para el paciente, y no en si el tratamiento resultara
beneficioso, y que esto puede llevar a la eutanasia activa e involuntaria. Pero la
cuestin principal es si verdaderamente se pueden establecer los criterios de calidad
de vida con la suficiente precisin y lgica como para evitar los riesgos previstos por
este tipo de argumentos. Creemos que s es posible, pero la falta de precisin de
trminos como dignidad o vida significativa es preocupante, y el hecho de que hayan
existido casos dudosamente justificables en que se ha dejado morir a recin nacidos
gravemente enfermos o discapacitados demuestra que debemos ser muy cautos.
Hay ciertas condiciones de los pacientes que no se deben tener en cuenta. Por
ejemplo, el retraso mental no tiene ninguna importancia al decidir si un tratamiento
puede o no beneficiar a un paciente. Tambin es importante no confundir la calidad
de vida del paciente con la calidad o el valor de su vida para los dems, y los
sustitutos no deben rechazar un tratamiento en contra del inters del paciente por
evitarle inconvenientes a la familia o reducir los costes para la sociedad. El criterio
principal en que se debe basar el sustituto debe ser actuar a favor del inters mdico
del paciente incompetente, aunque ello suponga actuar en contra de los intereses de
la familia.
La President's Commission for the Study of Ethical Problems in Medicine and
Biomedical and Behavioral Research acept un concepto ms amplio del trmino
mejor inters que incluye el bienestar de la familia: Al considerar cul es el mejor
inters para el paciente se puede tener en cuenta el impacto que la decisin que se va
a tomar podra tener sobre los sujetos queridos por el incapacitado, ya que la mayor
parte de la gente muestra gran inters en asegurar el bienestar de su familia y de los
amigos cercanos. Es cierto, el paciente a veces est interesado por el bienestar de su
familia, pero existe una gran diferencia entre esto y decidir cules son los intereses
que deben prevalecer.
Si el paciente incompetente nunca ha sido competente o nunca ha expresado
sus deseos cuando era competente, no parece correcto asumir que su postura sera
altruista -que deseara evitar todo tipo de inconveniente para su familia-, actuando en
contra de su inters mdico.
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fatales. Pero la calidad de vida resultante es a veces tan pobre que surge la duda de si
el cuidado obsttrico agresivo y los cuidados intensivos han originado en realidad ms
perjuicios que beneficios para los pacientes. Algunos autores consideran que el mejor
criterio para tomar decisiones sobre los fetos y los neonatos en las unidades de recin
nacidos es evitar hacer dao (incluyendo el dao yatrognico) [tambin iatrognico,
significa producido por el mdico o los medicamentos], mientras que otros consideran
que las intervenciones agresivas violan la obligacin a la no maleficencia, siempre que
se d una (de las siguientes condiciones: incapacidad para sobrevivir en la infancia,
incapacidad para vivir sin sufrir dolores agudos, e incapacidad para participar, al
menos mnimamente, en la experiencia humana.
Nosotros aceptamos que, en ocasiones, est moralmente permitido atender sin
agresividad los embarazos de alto riesgo y permitir morir a los recin nacidos
discapacitados, sin violar la obligacin a la no maleficencia y satisfaciendo otras
condiciones justificadoras. Cuando la calidad de vida es tan pobre que las
intervenciones agresivas y los cuidados intensivos generan ms perjuicios que
beneficios para el paciente, est justificado no iniciar o retirar el tratamiento de los
fetos, los recin nacidos o los nios con determinados problemas. Estos problemas
incluyen una serie de condiciones prenatales, que por lo general acaban produciendo
la muerte fetal, lesin cerebral grave por asfixia o enfermedad de Tay-Sachs (que
consiste en espasticidad y demencia crecientes) que suelen acabar produciendo la
muerte a los 3 o 4 aos de edad, y enfermedad de Lesch-Nyhan consistente en
espasmos incontrolables, retraso mental, automutilaciones compulsivas y muerte
precoz. En los casos ms graves de defectos del tubo neural, los recin nacidos
carecen total o parcialmente de cerebro, por lo cual la, muerte es inevitable. El
meningocele (protrusin de parte del contenido y la cubierta de la mdula espinal por
un defecto en la columna vertebral) plantea ms problemas. Los posibles resultados de
esta afectacin son tan diversos que resulta difcil decidir si tratar o no
enrgicamente. Algunos nios pueden llevar una vida aceptable y otros no.
El inters por el tema de si tratar o no a los recin nacidos gravemente
enfermos o discapacitados aument en Estados Unidos a raz de un artculo, publicado
en 1973, en el que Raymond S. Duff y A. G. M. Campbell expusieron que 43 de las 299
muertes consecutivas que se produjeron en la unidad de cuidados intensivos
neonatales del Hospital Yale-New Haven ocurrieron tras una decisin de no tratar
basada en el mal para determinar qu tratamientos son obligatorios y cules optativos.
Estas dos categoras deberan sustituir a las distinciones y reglas tradicionales
expuestas anteriormente en este captulo. An tenemos que analizar la distincin ms
compleja, utilizada para determinar qu decisiones sobre el tratamiento y qu tipos
de conducta profesional son aceptables.
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T. Beauchamp y J. Childress, Principios de tica biomdica, Cap. 4, pp. 185-208.
1
Sagrada Congregacin: Declaracin sobre la eutanasia, 6.
2
Ibid., 7.
3
Tal como cita el Cardenal John Heenan,A Fascinating History, 7.
17
T. Beauchamp y J. Childress, Principios de tica biomdica, Cap. 4, pp. 185-208.
4
Ramsey: Ethics at the Edges of Life, 191.
5
Vase Albert R. Jonsen y George Lister: Life Support Systems, en Warren T. Reich (ed.): Encyclopedia
of Bioethics (New York: Free Press, 1978), vol. ii, pp. 841-8.
18
T. Beauchamp y J. Childress, Principios de tica biomdica, Cap. 4, pp. 185-208.
6
Vase, por ejemplo, Po XII, Acta Apostolicae Sedis, 49 (1957), 1031/2.
7
Vase tambin el informe de la Comisin Presidencial: Deciding to Forego Life-sustaining Treatment,
82-90; y Kuhse y Singer: Should the Baby Live?, 30-37.
8
Kelly: Medico-moral Problems, 129.
9
Sagrada Congregacin: Declaracin sobre la Eutanasia, 10.
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T. Beauchamp y J. Childress, Principios de tica biomdica, Cap. 4, pp. 185-208.
10
Vase, por ejemplo, Jonathan Gould y Lord Craigmyle (eds.): Your Death Warrant? The Implications of
Euthanasia (London: Chapman, 1971), 91-3; The Linacre Centre Working Party: Euthanasia and Clinical
Practice, esp.57, 70; Haering: Medical Ethics, 146.
11
Beauchamp y Childress, Principles of Biomedical Ethics,118. [Versin castellana, p. 191].
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magnitud del beneficio esperado, -y es aqu, sugiero, donde las consideraciones sobre
la calidad de vida juegan un papel decisivo-: la calidad y la cantidad de la vida en
cuestin van a determinar si una medida particular ser considerada como ordinaria o
extraordinaria.
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