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La Noche Bogotana

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Desde mi ventana

Andrs Octavio Torres Guerrero

aot73@hotmail.com

Noche partida,
enmudecida,
enmudecindote...[1]
Los dormidos no saben
que otro los imagina. [2]

El libro Una larga cita sin remedio con la noche bogotana [3] est inspirado en
un captulo de la novela de Antonio Caballero, en el que ngela le solicita a Ignacio
Escobar que la lleve a conocer la noche de la capital colombiana. Escobar entonces le
responde:

-La noche de Bogot es esto, nia: carros, pitos, semforos, nios


pidiendo plata, de cuando en cuando un muerto. Si quiere se la muestro
desde la ventana de mi cuarto: se ve toda.

-No sea bobo. Es en serio, quiero conocer la noche de Bogot. Quiero


saber qu pasa aqu cuando las nias buenas como yo estn en sus casas,
acostadas.

(...)

-Si no hay nada ms. Esto. Restaurantes, discotecas. Ya la llev a un


restaurante y a una discoteca. Quiere que vayamos a otro restaurante y a
otra discoteca?

-No, a algo que no sea ni restaurante ni discoteca. A algo real. A la


verdadera Bogot.

-Esto es real.

-No puede ser esto. Tiene que haber algo ms. Aunque sea un infierno.

-Bueno, hay infierno, claro. Pero es peligrossimo. [4]

Auscultar la noche de esta ciudad no puede circunscribirse, por supuesto, a elevar


una oda o un panegrico a los sitios in o play dedicados a la rumba, pero precisamente
era este tipo de acercamiento cool el que reclamaba cierto sector del pblico que
asisti el 16 de diciembre de 2004 al teatrino del Jorge Elicer Gaitn, en cuyo
programa del Martes del municipal yo elabor un acercamiento hacia La noche
bogotana y su literatura. La jornada se desarroll en un ambiente tenso, en el que se
percibieron marcadas resistencias frente al ejercicio de explorar la noche como un
territorio poltico y no como un escenario hedonista de molicie light. Si me remito a
ese episodio es porque no creo que esas reacciones hayan sido totalmente ingenuas o
espontneas; detrs de esas voces creo reconocer la marcada polarizacin social del
pas, en la que pertenecer al bando de los polticamente correctos es asimilarse a los
discursos monolgicos de lo mismo, que se reproducen y promueven desde las
industrias mediticas del pensamiento corriente.

Djenme decirles que es de quinta referirse a la pobreza en el contexto de la


asepsia neoliberal; en las retricas telenovelescas los estratos uno al tres son
desinfectados previamente con los grnulos limpiadores y exfoliantes de la
trivialidad; los terribles problemas de una nacin como la nuestra, (con)sumida en la
guerra, son formateados en la jacarandosa y variopinta estupidez en la que
desplazados, choferes y celadoras [5] llegan a ocupar puestos de importancia en este
pas de las maravillas progresistas, cuyo porvenir es un desgastado slogan de arrieros
en labios de reinas de belleza: hay que seguir eschaos palante.

Abordar la noche bogotana a partir de la literatura implica involucrarse con los


infiernos de la ciudad. Lejos de las glamorosas imgenes que presenta Brooke Burke
desde fastuosos lugares nocturnos que visita con el itinerante programa de Wild On
del canal E! Entertainment Televisin; en novelas como Sin remedio, La lectora,
Perder es cuestin de mtodo, entre muchas otras, la noche no es precisamente una
pasarela del fashion. En este sentido, cunta razn tiene Fernando Vallejo al decir que
Colombia nunca ha querido mirarse al espejo. Se cree muy bonita pero es
monstruosa. Y hace parte de su monstruosidad el empeo de cuidar su imagen por
sobre un reguero de cadveres [6]. Si la literatura, como lo escribe Duchesne Winter,
se constituye en la extraordinaria y nica actividad en que la lengua habla a los
sentimientos y al pensamiento y los multiplica en sus espacios infinitos [7], no se le
puede exigir precisamente a la literatura que hable desde el registro estandarizado del
poder.

En todo territorio se tejen mltiples noches, repartidas en distintos sectores de


espacio y de tiempo; por esta razn, en Bogot existen tantas noches como zonas y
seres que la inventan y la habitan. Si relacionamos la noche con un conjunto fractal,
se hace pertinente entonces preguntarnos junto con Lezama Lima: cmo aislar los
fragmentos de la noche/para apretar algo con las manos [8]. Narrar las distintas
noches de una sola noche de esta laberntica ciudad, es imposible. Yo atisbo a Bogot
desde una ventana por la cual me asomo a un microfragmento de noche que excede
toda ventana o libro. Pero son las ventanas y los libros, sendas que posibilitan
caminar la noche y viajar en ella. Una larga cita... es, en este sentido, una estrategia
textual de collage/montage que involucra a aquellos que han recorrido a Bogot por
las vastas regiones de la noche y la escritura. La cita, en este contexto, nada tiene que
ver con un supuesto narcisismo acadmico o con un fetichismo por la erudicin,
caractersticas patolgicas stas, segn el originalsimo Gabriel Zaid, quien la
emprende con todo aquel que cite con un cierto grado de generosidad [9].

En los meses en que trabaj ensamblando los diferentes fragmentos que narraban
la noche bogotana, privilegi la concepcin de una noche abismal, vertiginosa e
insondable. A m, al igual que a ngela, no me interesaba la noche institucionalizada
en las discotecas y los restaurantes. La noche sin lindes, esa que se desmarca del
Aufklrung solar es la que particularmente me atrae. Sabato ha anotado al respecto
que:

Los tiempos modernos fueron siglos sealados por el menosprecio a


los esenciales atributos y valores del inconsciente. Los filsofos de la
Ilustracin sacaron la inconsciencia a patadas por la puerta. Y se les meti
de vuelta por la ventana. Desde los griegos, por lo menos, se sabe que las
diosas de la noche no se pueden menospreciar, y mucho menos excluirlas,
porque entonces reaccionan vengndose en fatdicas formas.

Los seres humanos oscilan entre (...) el bien y el mal. Y lo grave, lo


estpido es que desde Scrates se ha querido proscribir su lado oscuro.
Esas potencias son invencibles. Y cuando se las ha querido destruir se han
agazapado y finalmente se han rebelado con mayor violencia y
perversidad. [10]

La horrible noche, como lo crea el doctor Nez, no ha cesado; por el contrario,


se ha alimentado de lo peor de nosotros mismos y de las corruptas administraciones
polticas que han devastado al pas. Mucha gente en esta ciudad se acuesta con
hambre-fro-odio-miedo, y esa es la oscura noche a la cual habra que prestarle mayor
atencin, seguirla ms de cerca, asumirla con la seriedad con la que se observan los
realities o los reinados de belleza de esta Colombia massmeditica y criminalmente
frvola. Esa noche (en que la luna le ha comprado/pinturas a la Muerte [11]), fue la
que rastre en las novelas que se articularon alrededor de Sin remedio; esa es la noche
que tej en las pginas de esa larga cita con la oscuridad donde, como lo escribiera
Kathy Acker, habitan: rebeldes. Proscritos. Sabandijas. Solitarios. Gente que odia a
todo el mundo. Gente que se siente inquieta con todo el mundo. Gente que sabe que
todo el mundo la odia. Gente que odia estar atada, constreida, frenada (74). Todo
ocurre de noche (125) (...) la noche es un espacio abierto que no tiene fin (128). (...)
y afuera la noche, la noche deviene todo (132) [12].

Borges nos seala que ya nadie puede contemplar (la noche) sin vrtigo [13]. El
sutil tejido de las horas es infinito. Muchas noches en las que desde el estudio me
asomaba afuera, presenta esos corredores de vago miedo y de sueo [14], hombres
vagabundos de shoping por los supermercados de la basura, los perros sin dueo
olfateando la eternidad, y como lo escribiera Leopoldo Mara Panero en un poema:
slo un hombre errando solo/solo, a solas con Dios/un hombre solo en la
calle/errando a solas con Dios. [15]

Slo he descrito un fragmento, un pequeo fragmento de esta noche plural,


vertiginosa y bogotana.

BIBLIOGRAFA

[1] GOYES NARVEZ, Julio Csar. Tiene que haber algo ms. En: Nubes
verdes para una Ciudad Gris. Bogot, 2003. p. 25. Texto indito.

[2] GOYES NARVEZ, Julio Csar. Ac en la noche. Texto indito.

[3] TORRES GUERRERO, Andrs Octavio. Una larga cita sin remedio con la
noche bogotana. Bogot, Instituto Distrital de Cultura y Turismo, 2004.

[4] CABALLERO, Antonio. Sin remedio. Bogot, La Oveja Negra, 1984. p. 329.

[5] Pensemos en telenovelas como Pedro, el escamoso, en la que este seor en


muy corto tiempo llega a convertirse en el nico propietario de la empresa
multinacional que lo contrat como chofer, arrebatndole de paso la mujer al
antiguo dueo. Luna, la heredera, es la tpica historia de la nia desplazada
por la violencia, que llega a Bogot y en pocos das consigue: a) trabajo como
modelo con un hombre tan o ms influyente que Hernn Zajar, y b) se
levanta a dos altivos amantes, dignos representantes de la ostentosa ereccin
tecnocrtica. Finalmente recordemos a Dora, la celadora, quien ingresa a
trabajar a una institucin tan prestigiosa como decir la Revista Semana y por
esas cosas del destino, dos de los dueos (que entre s son hermanos), se
enamoran de ella. La antigua celadora en pocos meses muta de
guachimn(a) a esposa del jefe. En estas ficciones al contrario que en
Kafka, la metamorfosis opera de manera contraria.

[6] VALLEJO, Fernando. Colombia no tiene remedio. En: Cromos. Bogot,


noviembre 1 de 2002. p. 37.

[7] DUCHESNE WINTER, Juan. El mundo ser Tln. Ciudadana literaria


caribea y globalizacin: douard Glissant y Luis Rafael Snchez. En:
Cuadernos de literatura. Volumen IV. N 7-8. Bogot, Pontificia
Universidad Javeriana, Departamento de Literatura, enero-diciembre de 1998.
p. 136.

[8] LEZAMA LIMA, Jos. Doble noche. En: ECO. N 155. Tomo XXVI.
Bogot, Buchholz, s.f. p. 309.

[9] ZAID, Gabriel. El fetichismo de las citas. En: El malpensante. N 46. Bogot,
mayo 1-junio 15 de 2003. pp. 14-24.

[10] SABATO, Ernesto. La resistencia. Buenos Aires, Seix Barral, 2000. pp. 90-
91.

[11] GARCA LORCA, Federico. La luna y la muerte (1919). En: Libro de


poemas (Obras selectas). Madrid, Espasa Calpe, 1998. p. 128.

[12] ACKER, Kathy. Aborto en la escuela. Traduccin de Antonio Mauri.


Barcelona, Anagrama, 1978.

[13] BORGES, Jorge Luis. Historia de la noche. En: Ficcionario. Una antologa
de sus textos. (Edicin, introduccin, prlogos y notas por Emir Rodrguez
Monegal). Mxico, F.C.E., 1981. p. 410.

[14] BORGES, Jorge Luis. La noche cclica (El otro, el mismo). En: Obras
Completas. Buenos Aires, Emec, 1978. pp. 863-864.

[15] PANERO, Leopoldo Mara. Cancin (El que no ve). En: Poesa Completa
1970-2000. Madrid, Visor Libros, 2001. p. 246.

Andrs Octavio Torres Guerrero 2005

Espculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid

2010 - Reservados todos los derechos

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