Misericordia Et Misera
Misericordia Et Misera
Misericordia Et Misera
FRANCISCO (21.11.2016)
Misericordia et misera son las dos palabras que san Agustn usa para comentar el
encuentro entre Jess y la adltera (Jn 8,1-11). No poda encontrar una expresin ms
bella y coherente que esta para hacer comprender el misterio del amor de Dios cuando
viene al encuentro del pecador: Quedaron slo ellos dos: la miserable y la misericordia.
Cunta piedad y justicia divina hay en este episodio.
En una cultura donde se multiplican las formas de tristeza y soledad, el futuro parece
estar en manos de la incertidumbre que impide tener estabilidad. De ah surgen a
menudo sentimientos de melancola, tristeza y aburrimiento que lentamente pueden
conducir a la desesperacin. Hay mucha necesidad de reconocer la alegra que se revela
en el corazn que ha sido tocado por la misericordia. Hagamos nuestras, por tanto, las
palabras del Apstol: Estad siempre alegres en el Seor (Flp 4,4; cf. 1 Ts 5,16).
El amor es el primer acto con el que Dios se da a conocer y viene a nuestro encuentro. La
Biblia es la gran historia que narra las maravillas de la misericordia de Dios. Cada una de
sus pginas est impregnada del amor del Padre que desde la creacin ha querido
imprimir en el universo los signos de su amor. El Espritu Santo, a travs de las palabras
de los profetas y de los escritos sapienciales, ha modelado la historia de Israel con el
reconocimiento de la ternura y de la cercana de Dios, a pesar de la infidelidad del pueblo.
La vida de Jess y su predicacin marcan de manera decisiva la historia de la comunidad
cristiana, que entiende la propia misin como respuesta al mandato de Cristo de ser
instrumento permanente de su misericordia y de su perdn (cf. Jn 20,23). Por medio de la
Sagrada Escritura, que se mantiene viva gracias a la fe de la Iglesia, el Seor contina
hablando a su Esposa y le indica los caminos a seguir, para que el Evangelio de la
salvacin llegue a todos.
No podemos olvidar que cada uno lleva consigo el peso de la propia historia que lo
distingue de cualquier otra persona. Nuestra vida, con sus alegras y dolores, es algo
nico e irrepetible, que se desenvuelve bajo la mirada misericordiosa de Dios. La
misericordia renueva y redime, porque es el encuentro de dos corazones: el de Dios,
que sale al encuentro, y el del hombre. Mientras este se va encendiendo, aquel lo va
sanando: el corazn de piedra es transformado en corazn de carne (cf. Ez 36,26), capaz
de amar a pesar de su pecado. Es aqu donde se descubre que es realmente una nueva
creatura (cf. Ga 6,15): soy amado, luego existo; he sido perdonado, entonces renazco
a una vida nueva; he sido misericordiado, entonces me convierto en instrumento de
misericordia.
Que los ojos misericordiosos de la Santa Madre de Dios estn siempre vueltos hacia
nosotros. Ella es la primera en abrir camino y nos acompaa cuando damos testimonio
del amor. La Madre de Misericordia acoge a todos bajo la proteccin de su manto, tal y
como el arte la ha representado a menudo. Confiemos en su ayuda materna y sigamos su
constante indicacin de volver los ojos a Jess, rostro radiante de la misericordia de Dios.