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Averroes

Las am biciones de un intelectual musulmn


Dominique Urvoy

Averroes
Las ambiciones
de un intelectual musulmn

El libro de bolsillo
Historia
Alianza Editorial
T tulo original; Averros,

Traductor; Delna Serrano Ruano

Diseo de cubierta; Alianza Editorial


Ilustracin; Averroes. Capilla de los espaoles (detalle). Iglesia de Santa
Mara Nvella. Florencia (Italia).
Fotografa: ORONOZ

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por la Ley,
que establece penas de prisin y/o multas, adems de las correspondientes indem
nizaciones por daos y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribu
yeren o comunicaren pblicamente, en lodo o en parte, una obra literaria, artsti
ca o cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin artstica fijada en
cualquier tipo de soporte o comunicada a travs de cualquier medio,.sin la precep
tiva autorizacin.

Flammarion, 1998
De la traduccin; Ddfina Serrano Ruano, 1998
Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1998
Calle Juan Ignacio Lea de Tena, 15;
2S027 Madrid; telfono 91 393 88 88
ISBN: 84-206-3522-7
Depsito legal: M. 45.744-1998
Impreso en Closas-Orcoyen S. L.
Pol. Ind. Igarsa. Paracuellos de Jarama,(Madrid)
Printed in Spain
Uxori dilectissimae
Advertencia

Para la mayor parte de los personajes y trminos especficos se dan


referencias en el texto. Sin embargo, algunos de ellos remiten a un
panorama demasiado amplio como para poder darles en la narra
cin el desarrollo que merecen; por ello, han sido objeto de una
nota en el glosario situado al final del libro.
Prefacio

Unafigura mtica y desconocida

Pocos autores han visto su personalidad tan ignorada en be


neficio de sus escritos como Averroes. Sin duda, el papel de
comentador de los autores griegos, que l desempe con
conviccin, ha influido en este sentido. En el mundo rabe,
los escasos escritores antiguos que le citan como pensador
slo le conocan -con una excepcin muy notable' - bajo ese
aspecto. En el mundo occidental, por el contrario, su renom
bre como filsofo es tal, que se cre el neologismo averros-
tas para designar no solamente a aquellos que reconocen
seguirle, sino tambin a los autores que se contentan con ser
virse de l. En este ltimo caso, sin embargo, la consecuen
cia no ha sido distinta: la de que el personaje haya sido rele
gado a un pasado indeterminado.
En efecto, durante mucho tiempo, Averroes y Aristteles
fueron clasificados con la misma etiqueta de antiguos, sin
tener en cuenta ni los diecisis siglos que separan el siglo iv
a. C. del x ii d. C-, ni la gran diferencia existente ntrela civi
lizacin de la Grecia antigua y la de la Espaa musulmana
{llamada al-Andalus en rabe). Por otra parte, tal confusin
9
JO AVERROES

no ha desaparecido totalmente. La imagen de un Averroes


redescubridor de Aristteles que cultivan periodistas y ci
neastas da la impresin de una brusca compresin del tiem
po, donde las distancias cronolgicas y culturales quedan
com o encerradas entre parntesis por esta exhum acin
de un texto olvidado. Ahora bien, eso no tiene sentido,
pues Aristteles era ya muy conocido por los rabes en el
siglo v iii y se haba convertido rpidamente en el primer
maestro de una escuela que, bajo la denominacin defaba
fa, no haca ms que retomar, arabizndolo, el nombre grie
go de philosophia. Averroes no redescubri a Aristteles,
sino que lo enfoc de forma completamente diferente a
como lo haban hecho sus predecesores.
Es, por tanto, el espritu particular con que nuestro autor
andalus consider a los pensadores griegos lo que debe lla
mar la atencin; lo que nos remite a sus opciones intelectua
les, a sus motivaciones ideolgicas y a lo que, en el contexto
de su tiempo, pudo influir sobre ellas.
Pero no es solamente contra el espritu antihistrico de la
Edad Media y de los inicios de la poca Moderna contra lo
que hay que reaccionar. El siglo x ix , que situ la disciplina
de la Historia en el centro de sus preocupaciones, no se en
cuentra por ello exento de errores graves. En esa poca, en
efecto, al mismo tiempo que se reemplaz el trmino ave-
rrosta por otro neologismo, el de averroismo, que supo
ne la existencia de una unidad de perspectiva entre todos los
considerados averrostas -lo cual se halla lejos de estar pro
bado- se confin a nuestro autor rabe en un debate, pre
sentado com o un combate, entre filosofa y religin. En la
primera versin de su tesis, Averroes et Vaverroisme, publi
cada en 1852, Ernest Renn, sin conocer ms que las obras
aristotlicas de Averroes, bas su anlisis en un corpus limi
tado, constituido por textos tradicionalmente estudiados en
Occidente. Por esto, el averroismo, movimiento propio de
las universidades europeas de la Baja Edad Media y del Re
p r e r a c io II

nacimiento, constituy, ms que su epnimo -e l pensador


rabe-, el objeto de su inters y Renn se vio tentado de pro
yectar sobre la civilizacin de este ltimo los juicios que for
mul sobre la historia intelectual de Occidente.
Poco despus, el arabista alemn Miiller public los tex
tos teolgicos personales de Averroes, y otro semitista,
Munk, aport las indicaciones histricas que permitieron
proyectar nueva luz sobre los escritos de Averroes. En la se
gunda versin de su libro Renn mencion esos trabajos,
pero no modific en nada sus conclusiones iniciales.
Ms tarde, se llev a cabo un enorme trabajo de publica
cin de textos en lengua original -e n la medida de lo posi
ble- o al m enos en traducciones fiables, y de trabajos con
perspectiva histrica, pese a lo cual la figura de Averroes
sigue siendo objeto de discusiones y reivindicaciones parti
distas. An hoy en da, subsisten defensores del Averroes-
comentador que se lamentan de que se haya concedido de
masiada importancia a los textos teolgicos de este autor, e
islamlogos que slo examinan estos ltim os y que se pre
guntan cndidamente si Averroes era verdaderamente mu
sulmn, por no hablar de las mltiples afiliaciones que tie
nen lugar en el seno de tal o cual clan ideolgico del islam
contemporneo.

De la biografa como empresa arquitectnica

La biografa es como un andamiaje levantado para la cons


truccin de un monumento. Una vez culminado ste, se re
tira el andamiaje y solamente queda lo que es interesante; a
saber, la obra, deca Georges Dumzil. Ms que un anda
miaje destinado a ser suprimido, no se sita la biografa en
tre los parmetros que el arquitecto debe tener en cuenta:
objetivo del encargo, consistencia de los materiales disponi
bles, resistencia del suelo, capacidad del propio arquitecto,
12 AVERROES

etc.? Tenerlos en cuenta n o suple la contemplacin del edifi


cio, sino que permite comprender la naturaleza y la organi
zacin del mismo.
Es a la biografa intelectual a la que han sido consagradas
las pginas que siguen. La vida m ism a de Averroes slo se
conoce por fragmentos, y lo que se sabe no resulta en m odo
alguno pintoresco. Por otra parte, sera ilusorio creer que un
autor musulmn ha de ser necesariamente extico. Las
peripecias de su vida no fueron en absoluto novelescas ni in
vitan a la evasin soadora. Las referencias sobre las que lla
maremos la atencin se hal Ian desprovistas de todo carcter
romntico. No puede hablarse de Averroes como Washing
ton Irving o Chateaubriand hablaron de las ltimas dinas
tas de la Granada islmica.
En nuestro caso, hemos pretendido enriquecer las escasas
indicaciones de los bigrafos y de los cronistas con todos los
complementos exteriores de los que disponamos: la des
cripcin de la poca, de las vicisitudes polticas y de las ten
siones ideolgicas, de las caractersticas de los medios socia
les, profesionales o polticos en los que evolucion nuestro
personaje; en fin, de los movimientos de ideas a los que se
adhiri o que, por el contrario, combati. Para ello, de vez en
cuando tendremos necesariamente que retroceder en el
tiempo, pues en el islam el peso del pasado, y ms exacta
mente de los orgenes, es mucho mayor que en Occidente.
Por todas estas razones he elegido denominar a Averroes
un intelectual musulmn. Por supuesto, el trmino intelec
tual es una nocin occidental, forjada recientemente, ya
que su acepcin sociolgica aparece con el affaire D rey fus.
Pero por su contenido combativo tiene la ventaja de defi
nir no tanto una categora existente cuanto un grupo que as
pira a hacerse reconocer. En un libro clebre, Jacques Le Goff
pareca pensar que la Edad Media latina haba concedido ya
un estatuto social al intelectual. Si l escogi este trmino,
deca, no era el resultado de una eleccin arbitraria. Entre
PREFACIO 3

tantos nombres: sabios, doctos, clrigos, pensadores [la ter


minologa del mundo del pensamiento siempre ha sido
vaga], el trmino intelectual designa un medio de contornos
bien delimitados: el de los maestros de las escuelas. Se anun
ci en la alta Edad Media, se desarroll en las escuelas urba
nas del siglo x n y se extendi a partir del x m en las universi
dades, englobando a aquellos que tienen el oficio de pensar y
de ensear su pensamiento2. Pero reconoci enseguida que
fue a pster iori cuando esta clase se distingui y cuando los
que pertenecan a ella tuvieron dificultades para ponerse de
acuerdo en una denominacin que fijara claramente su
orientacin. De forma significativa, Le Goff se detiene en el
trmino elegido por el primer gran averrosta, Siger de
Brabante, philosophus, que el historiador declar preferir al
de clrigo, generalmente admitido entonces, pero no obs
tante equivocado. No es cierto que lleg a afirmar que
fue en el medio averrosta de la Facultad de Artes [de Pars]
donde se elabor el ideal ms riguroso del intelectual?3
Silos averrostas latinos, que constituyen la mejor ilustra
cin del intelectual, difcilmente son reconocidos com o ta
les, la dificultad se incrementa an ms si nos referimos al
entorno musulmn de Averroes. Incluso la lengua rabe
moderna no dispone de un vocablo para designar exacta
mente al intelectual. En el mejor de los casos, se habla de la
dase cultivada (al-tabaqa al-mutaqqafa). Pero si se quiere
pasar del adjetivo al sustantivo se retoma la frmula de la
lengua clsica: el letrado (adib). Ahora bien, tal expresin no
conviene a nuestro autor, que experiment por ella la misma
aversin que Siger de Brabante por clrigo. A menudo,
Averroes, para referirse colectivamente a la categora de la
gente cultivada, de la que esperaba un esfuerzo filosfico,
emple el trmino corriente de sabio ( h u k a m sing.
hakm), que sera el ms prximo al philosophus de Siger.
Pero eso no le pareca suficientemente explcito y, segn los
contextos, recurri a otros vocablos.
14 AVERROES

La frmula ms prxima a sabios sera gente de la


prueba ( ah al-burhn). Sin embargo, sigue siendo ambi
gua, pues puede designar tanto a los que son capaces de bus
car la prueba a travs de la argumentacin, a lo cual aspiraba
Averroes, como a los que pretenden disponer de la prueba ab
soluta, establecida por el Corn (XII, 24) en la manifesta
cin de Dios, lo cual designara entonces a sus enem igos
teolgicos. Asimismo, busc otras expresiones, pero fue
com o salir de Mlaga para entrar en Malagn; slo en la
obra conocida como su manifiesto doctrinal, El discurso de
cisivo sobre el acuerdo entre la religin y la filosofa, vemos
aparecer varios trminos que tienen todos el inconveniente
de haberse cargado, a lo largo de la historia del islam, de un
sentido religioso, incluso mstico, cuando no sectario: la
gente de la verdad (ah al-haqq), el que sabe (al-carif), el
gnstico (al-crifbi-L!h)...*
Averroes cay, por tanto, en la trampa del lenguaje y sus
convenciones. Sus esfuerzos por definir al grupo de perso
nas que, a la vez, saben de una cierta ciencia, de orden divino,
pero que proceden por argumentacin, pecan de frmula
ambigua y estereotipada, no satisfacindole ni a l ni a sus
interlocutores. De todas formas, tales esfuerzos fueron inne
gables y, en la medida en que prepararon una aportacin
cultural considerable para la modernidad, nos corresponde
tratar de sacarlos a la luz.
1. Los Ban Rusd, protagonistas
de la historia de Al-Andalus

Parentesco rahim] deriva de Cle


mente {Raiman}1.

El linaje de los BanRusd

Aver roes no es uno de esos pensadores que surgen de repen


te, actan apartados en una esfera influyente pero aislada, y
desaparecer como los meteoros. Disponemos de escasa in
formacin sobre su vida, pero conocemos el apego que tena
por su familia y por su pas natal as com o su voluntad de
trabajar en l.
La forma Averroes, en uso en Occidente desde la Edad
Media, es el resultado de un proceso de transformaciones, por
pronunciaciones aproximativas, del rabe Ibn Rud> trmi
no de magnificencia que designa al hijo de la rectitud. Las
etapas intermedias, sin duda, estuvieron marcadas por los si
guientes fenmenos lingsticos: la u a menudo es pronun
ciada o en el conjunto del mundo rabe e ibn a veces se
pronunciaba aben en al-Andalus. Hay una atraccin natu
ral de la nasal n por la vibrante r, dando un desdobla
miento de sta en rr; por otra parte, hay que tener en cuenta
la pronunciacin espaola que tiende a identificar la b con
la v y la $ con la 2. Finalmente, en las lenguas latinas, la
consonante fuerte situada de forma suplementaria al final de
15
16 AVERROES

palabra es frecuentemente omitida, sin perjuicio de que pase a


reforzar a la que le precede inmediatamente. Tendramos, por
tanto, una secuencia del tipo: Ibn Rusd-Aben Rosd-Aberros-
Averroes. Pero esta evolucin, en realidad, no fue lineal, ya
que todava encontramos -d e la pluma del traductor latino
Hermann de Carintia- la forma Ibn Rosdin.
Como quiera que sea, claramente se trata de simples juegos
fnicosy no podramos invocar, como aveces sucede en nues
tros das en el mundo rabe, una intencin deliberada de en
mascararla forma autntica del nombre. ste no es ni mucho
menos un caso aislado y haba costumbre, hasta hace poco, de
adaptar los nombres extranjeros a la lengua nacional: Niccol
Machiavelli es conocido en Francia como Nicols Machiavel,
y de todos es sabido que Richelieu llamaba al duque de Buc-
kingham Monsieur de Bouquingan. En cambio, nadie ha
ignorado nunca que Averroes era rabe, incluso cuando los
clrigos utilizaban el latn averrottopara referirse a un adepto
o por lo menos a una persona que utilizaba sus escritos.
Paradj icamente, el conflicto surgi en el seno del mundo
rabe. A la familia de los Ban (pl. de Ibn) Rusd nunca les
afect la jactancia, tan frecuente entonces, de hacer remon
tar sus orgenes a una de las tribus rabes que ocuparon la
Pennsula Ibrica a partir del 711; cuando Averroes se vio en
dificultades, sus enemigos recurrieron a la oscuridad de su
genealoga para insinuar que era de origen judo. Esto resul
taba tanto ms fcil cuanto que, segn las evoluciones lin
gsticas indicadas anteriormente, era posible aproximar su
nombre a la forma Bennaros; es decir, hijo del campesi
no, muy comn entre los judos marroques.

Lafundacin
El linaje d los BanRuM es conocido a partir del bisabuelo
de nuestro filsofo, Ahmad b. Ahmad b. Muhammad b.
Ahmad b. cAbd Allh b. Rusd. Este nasab (genealoga inclu-
1. LOS BAN RUD, PROTAGONISTAS DE LA H ISTO RIA DE AL-ANDALUS 17

da en la denominacin) indica que la familia ya era musul


mana desde al m enos tres generaciones atrs, ya que los
nombres Muhammad y Ahmad son propiamente islmicos.
cAbd Allh, por el contrario, no lo es, aunque tam poco se
trata de un nombre tpico de una comunidad religiosa en
particular. Por otra parte, si en esta familia la frecuencia de
la referencia a los dos nombres del Profeta del islam es digna
de ser sealada, se observar que no aparecen necesaria
mente en alternancia regular, como suele ser el caso.
De este primer representante conocido de la familia de los
Ban Rusd no se sabe casi nada, excepto que an viva en
1089. Vivi, por tanto, en la poca insegura de los reinos de
taifas. Con esta expresin se designad perodo intermedio
del siglo xi en el que se experiment la fragmentacin de al-
Andalus, tras la cada del califato en 1031, que tuvo lugar
despus de veinte aos de conflictos, especialmente en Cr
doba, entonces capital de la taifa homnima
No parece que Ahmad b. Rusd abandonara dicha ciudad
ms que momentneamente. Conoci, por tanto, la expe
riencia llevada a cabo all, consistente en una especie de re
pblica oligrquica, experiencia nica en al-Andalus, pero
de corta duracin. En efecto, en estasemi-repblica, se llev
a cabo en primer lugar una poltica de apaciguamiento inte
rior y exterior, despus de los graves disturbios de la crisis
del califato, ya que por su extensin y su prestigio tradicio
nal, la taifa de Crdoba tena mucho que ganar en mantener,
cuanto fiiera posible, el antiguo orden. Pero la sucesin de
dirigentes tom un rumbo monrquico que debilit el rgi
men y, en 1069, la ciudad fue conquistada por el rey de Sevi
lla, al-Muta'mid. Sin embargo, este ltimo, que ha pasado a
la posteridad ms como poeta que como poltico, a pesar del
poder temporal que logr alcanzar, se convirti en el blanco
preferido de un movimiento ideolgico-poltico de carcter
reformador, el de los almorvides. Se trataba de bereberes
que, procedentes de los confines de Senegal, conquistaron el
8 AVERKOES

Magreb occidental y parte del central y fueron llamados por


los ulemas andaluses en auxilio de la Pennsula Ibrica, con
la esperanza de atajar el avance creciente de los reinos cris
tianos del norte. Para esos puritanos almorvides estaba cla
ro que un prncipe sin otra mira que lo mundano, y que se
haba visto favorecido por la suerte, representaba un grave
riesgo de ruina para el islam en la Pennsula Ibrica.

El abuelo

En este contexto de tensin por restaurar un Estado musul


mn fuerte nad en Crdoba, -finales de 1058-, ciudad en
la que tambin se form, Abl-Walid Muhammad b. Ahmad
b. Rusd; es decir, el hijo de aquel Ahmad ya nombrado. Se
convertir en el representante ms clebre de esta familia en
su tiempo, hasta el punto de que sus contemporneos lo lla
man el cad (por excelencia, ya que muchos de sus parien
tes tambin lo fueron), pero igualmente el ms antiguo o
el abuelo [al-^ad], para distinguirlo de nuestro Averroes,
que ser su exacto hom nim o y al que se llama el nieto [al-
hafiz] incluso el ms joven.
El primer Ab I-Walid llev a cabo sus estudios sin salir
de al-Andalus, algo que no es de extraar pues perteneca a
una generacin que perdi el inters por viajar a Oriente en
busca del saber. A travs de este dato se percibe la prctica
de los estudiantes en ciencias religiosas islmicas -entre
otras- de ir de maestro en maestro para recibir una ense
anza esencialmente oral. En los primeros siglos de la Espa
a musulmana, cuando el pas careca an de una vida cul
tural propia, se tendi a viajar hacia los grandes centros del
Oriente Medio para recibir esta transmisin del saber. In
cluso ms tarde, los habitantes de la regin perifrica del
mundo musulmn, que era al-Andalus, se vieron tentados
por lo que ellos consideraban un retom o a las fuentes. Pero
I. LOS BAN'C R SD, PROTAGONISTAS DE LA HISTO RIA DE AL-ANDALLJS 19

en la poca de nuestro Ab 1-Waltd generalmente se pensaba


que los maestros autctonos eran suficientes, mientras que
el viaje a Oriente entraaba enormes peligros.
El abuelo de Averroes tuvo como primer maestro en dere
cho musulmn, en su ciudad natal, a un personaje de media
na importancia, Ab a^far Ibn Kizq, pero a continuacin
complet su formacin con otros maestros. Entre ellos, des
taquemos a al-Gassni y a Ibn Siry, quienes rematan el edi
ficio de la enseanza islmica de la poca en la regln occi
dental de al-Andalus. Efectivamente, tras el perodo de
desrdenes, un nuevo sistema jerrquico informal se haba
introducido por el simple juego de la demanda de los estu
diantes que favoreca a tal o cual maestro. A diferencia, sin
embargo, del sistema anterior a la crisis, ste reposaba sobre
una especie de divisin dla Espaa musulmana en dos: una
parte occidental, de nuevo centrada en Crdoba, mientras
que el Levante se erige en un polo distinto.
Los testigos alaban sus virtudes (ayunaba todos los vier
nes, incluidos aquellos en que se encontraba de viaje) y so
bre todo el valor de sus enseanzas. De todos m odos, aun
que se le pueden contar notables discpulos en nmero
bastante elevado, no se encuentra en el pelotn de cabeza
entre los maestros de su tiempo y, en lo referente a la canti
dad de alumnos, aparece en la undcima posicin. Seale
mos que el gran cad de Sevilla, Ab Bakr Ibn aI-cArabI -del
que volveremos a hablar- ocupa el primer lugar, siendo cita
do casi seis veces ms que l*.
De hecho, es sobre todo como personaje oficial por lo que
se distingue. Innegablemente, opt sin reservas por el poder
almorvid que haba desembarcado en la Pennsula Ibrica
a partir de 1086, a pesar de las reticencias que ello suscit
aqu desde el principio. Los ulemas queran la ayuda exte
rior, pero habran preferido que fuera rabe. En un primer
momento su eleccin recay sobre los Ban Hill, pero el
anuncio de los estragos que provocaron en Ifriqiya (actual
20 AVERROE5

Tnez) les condujo a conformarse con los bereberes, cuya


toma de poder en el Magreb se acompaaba de un evidente
restablecimiento del orden. No sin vacilaciones, sin embar
go, pues vivo estaba an el recuerdo de las guarniciones del
mismo origen en tiempos del califato, de sus revueltas y de
las catstrofes que llevaron consigo. Por otra parte, los almo
rvides, en un primer momento, debieron de fomentar esta
inquietud al tratar a al-Andalus como tierra de conquista.
Ello no impidi a Ab I-Wald b. Rud aceptar del sultn
cAlI b. Yusufb. 'la&ufin el cargo de cad de la comunidad de
la provincia cordobesa en 1117. Los almorvides confundie
ron esta institucin con lo que en Oriente se designaba cad
de cades o juez supremo. Progresivamente, los dos trmi
nos se hicieron intercambiables, aunque remitan, antes del
siglo xi, a funciones distintas. Ello corresponde al esfuerzo
de centralizacin requerido por la nueva dinasta, en lo cual
imitaba al califato abbs de Bagdad, a quien haba presta
do abiertamente juramento de fidelidad, consagrando asila
ruptura con ia voluntad de aislamiento de la dinasta anda-
lus que, hasta 1031, haba pretendido mantener la legitimi
dad de los omeyas de Damasco, destruida a mediados del
siglo viii por sus rivales iraques. No obstante, los almorvi
des no lograron hacer realidad un sistema tan centralizado
como su modelo oriental, puesto que, en lugar de abarcar
todo el territorio musulmn para ser despus delegada en
cades subalternos, la judicatura suprema slo englobaba a
una regin administrativa, mientras que al-Andalus conta
ba con tres,
' La persona que ejerca este cargo poda -en la unidad te
rritorial para la que dispona de delegacin de poder- nom
brar jueces, controlarlos, incluso destituirlos. El aspecto po
ltico se acenta por el hecho de que fuera el gobernador de
una regin quien propona al poder central el candidato a un
puesto que haba quedado vacante. Pero no tena ms reme
dio que confirmar a los jueces subalternos colocados por su
1. LOS A N O RU D, PROTACONtSTAS D E LA HISTO RIA D E AL-ANDALUS 21

predecesor, al menos en tanto no existiera por su parte una


falta especfica. Hay diferentes opiniones respecto a si deba
darse o no publicidad a las razones que podan haber condu
cido a la destitucin: Ibn Rusd estaba a favor del secreto; Ibn
Hamdn, representante de una especie de dinasta cadia) ri
val, y menos fiel al poder almorvid, lo discuta.
A la cabeza pues de una jerarqua de magistrados, imanes
de mezquita y predicadores, el cad supremo poda ser con
sultado sobre temas muy diversos. Nuestro personaje nos ha
dejado un buen nmero de estas consultas jurdicas (fetuas)
que durante mucho tiempo sentaron jurisprudencia. Entre
los much os temas que trat algunos son significativos de sus
posiciones, aunque slo fueran las esperadas. Es as que se
reproch a los al morvides el hbito, adquirido en el desier
to mauritano, de velarse mientras que las mujeres -pervi-
vencia del matriarcado bereber- no lo hacan. Semejante
crtica, que nos puede parecer menor, jug un importante
papel psicolgico entre las masas e incluso fue retomada ul
teriormente para derribar a esta dinasta. Ibn Rusd no habla
del velo de las mujeres sino nicamente del de los hombres,
que l justifica como un signo distintivo de los defensores
de la fe que ellos haban sido desde su aparicin, y afirma
cin de su nmero, muy a pesar de los infieles4.
Esta frmula recuerda que Ibn Rud se vincul a la dinas
ta gobernante porque sta tom el poder con el doble lema
de reestablecer la legalidad musulmana y abolir los impues
tos no cannicos. En primer trmino hay que entender la le
galidad del rito jurdico mlik. Se trata de una de las cuatro
grandes escuelas jurdicas del islam sunn, que se caracteriza
por su voluntad de fidelidad a la tradicin de Medina, la
ciudad del Profeta, por oposicin al carcter, juzgado arbi
trario, de las decisiones de los otros juristas, y especialmente
de los de la escuela iraqu de Ab Hanlfa (el hanafismo), que
favoreca la opinin personal. Y una de las formas ms in
soportables de arbitrariedad es la que se manifiesta a travs
22 AVER ROES

de los impuestos que no tienen justificacin, ni en el Libro de


Dios ni en los actos del Profeta.
Pero tal vinculacin de nuestro jurista a los seores del
momento poda chocar con la debida a sus sbditos, peso
fue lo que sucedi muy a principios de 1120. Dos versiones
aparecen en las fuentes. Segn una de ellas, durante la fiesta
de los sacrificios, un miliciano negro almorvid quiso apo
derarse por la fuerza de una mujer, a lo cual sigui un en
frentamiento entre sus conciudadanos y los servidores del
emir. Los ulemas y los magistrados consiguieron calmar los
nimos, exigiendo al emir que condenara al culpable, Ante
su negativa, la ciudad al completo, elite incluida, atac al go
bernador y lo expuls, as como a sus tropas, saqueando la
fortaleza y las casas de los dirigentes. Segn otra versin,
la revuelta habra estado motivada por la anulacin injusti
ficada de la venta de los bienes de ciertas familias. Como
persistiera la desobediencia, el sultn reaccion al ao si
guiente poniendo sitio a la ciudad. Una delegacin encabe
zada por Ibn Rusd defendi la postura de los sublevados,
pero se vio obligada a aceptar someterse, a costa de pagar los
daos causados.
Como consecuencia de este incidente, Ab 1-Wald b.
Rusd dimiti. Para unos, lo habra hecho con el fin de consa
grarse a sus escritos. Para otros, el soberano le habra san
cionado por dedicar ms tiempo a estos ltimos que a su
funcin de cad. Le sustituy su antiguo condiscpulo, Abl-
Qsim Ibn Hamdn, al cual l mismo haba sucedido ante
riormente en el cargo.
No perdi por ello su prestigio como jurista y sigui escri
biendo y atendiendo alas consultas. Es encargado de dirigir
la oracin en la gran mezquita, pronuncia el sermn de la
oracin de los viernes; es decir, el sermn que expresa la doc
trina oficial, y forma parte del rgano consultivo (sr). De
l se dice que tena buen carcter y que se mostraba atento
para con las necesidades de los dems.
I. LOS BANL1 RUD, PROTAGONISTAS P E W HISTO RIA DE AL-AND ALUS 23

Asimismo, sigui indirectamente ligado a la poltica. En


efecto, el prncipe, que haba aceptado -u ordenado- su reti
rada, compens la prdida as causada en su entorno perso
nal con el nombramiento como gobernador de un miembro
de una de las principales familias bereberes. Diez aos ms
tarde, el emir fue an ms lejos al entregar ese cargo a su
propio hijo. De esta manera, el proceso conducir, en 1137,
al retorno de los BanRusd al cargo de cad supremo en la
persona de Ab 1-Qsim, hijo de Ab 1-WalTd.
Mantenida, e incluso reforzada en la sombra, esta autori
dad moral se traduce en una nueva intervencin de Ab 1-
Walld b. RuSd, intervencin capital desde el punto de vista
de la poltica exterior e interior. En 1125, el rey de Aragn,
Alfonso I el Batallador, es llamado en auxilio de los cristia
nos de al-Andalus. Ciertamente, stos, a quienes tradicio
nalmente se ha designado como mozrabes, es decir, los
que se pretenden rabes, haban sufrido, desde la llegada de
los almorvides, persecuciones constantes, mientras que an
teriormente eso slo haba ocurrido espordicamente. La
fecha crucial es, sin duda, el ao 1099, cuando el poder hizo
destruir un iglesia prxima a Granada, a la cual los feles
atribuan una, significado especial. Entre vejaciones y con
flictos se lleg a la expedicin del poderoso rey vecino, quien
llev a cabo una incursin tan impresionante como carente
de resultado notable, a no ser el de poner en peligro a sus
aliados locales, Ab 1-Wald b. RuSd, ya bien entrado en
aos, juzg la situacin lo suficientemente preocupante
como para emprender un viaje a Marrakech, capital del im
perio. All recomend la expulsin de los cristianos, medida
que el gobernador ratific ordenando que fueran deporta
dos a Mequnez y a Sal, donde fueron absorbidos por la po
blacin musulmana, al igual que lo fueron las vctimas de
otras cuatro deportaciones ulteriores.
Igualmente, Ibn RuSd, con ocasin de su mencionado
viaje, habra sido uno de los que aconsejaron la construccin
24 AVERKOES

de una muralla para proteger la ciudad [de Marrakech ] con


tra la ascensin creciente de una revuelta mucho ms grave:
la de los bereberes almohades, a los cuales habremos de re
ferirnos nuevamente.

Eljurisconsulto y el telogo

AI leer sus fetuas o dictmenes j urdicos y al constatar el pa


pel desempeado por l en el mundo jurdico de entonces,
nos vemos tentados de considerar a Ibn Rusd simplemente
como un alfaqu entre otros tantos, ms erudito y escucha
do, ciertamente, pero rara vez ms abierto; sensible al deta
lle, pero sin visin de conjunto. Y si completamos este cua
dro a travs del examen de sus obras, en un principio nos
invade la misma sensacin. Su obra principal consiste en
una exposicin [boyan] de respuestas a casos especiales
emitidas por los primeros doctores del mlikismo, respues
tas compiladas en el siglo ix por el andalus al-UtbTs. Si bien
interesa al historiador por la multitud de detalles concretos
que proporciona, no da pruebas de esfuerzo alguno por ele
varse hacia una visin sinttica; no hay ni coordinacin de
cuestiones ni bsqueda de principios generales. La obra se
completa con tratados sobre temas particulares, especial
mente sobre la ciencia del derecho de sucesiones y por ex
tractos de libros de otros autores. Un solo captulo podra
haber hecho referencia a una temtica ms fundamental,
pero, por el contrario, parece que este libro, an indito, no
consiste ms que en observaciones generales sobre la belleza
de la ciencia (el dhn cornico), de la transmisin de la tradi
cin y de la religin.
Todo ello no slo no parece reflejar simplemente fidelidad
a la ms pura tradicin mlik de al-Andalus, lo cual se co
rrespondera con la imagen caricaturesca que habitualmen
te se ofrece de los almorvides, a quienes se tacha de haberse
]. IO S BAKU RU D , PROTAGONISTAS DE LA H ISTO RIA DE AL-ANDALUS 25

orientado hacia una excesiva intransigencia jurdica, sino


que a travs de ciertos aspectos se ve a Ibn Rusd reforzar la
ideologa de stos. Es el caso, entre otros, de la cuestin de
]a actitud a adoptar frente a los no musulmanes, y ms preci
samente en relacin con la guerra santa (yihd). Su posicin
respecto a los mozrabes sublevados, de la que antes hemos
hablado, no tiene en cuntalas vejaciones sufridas por stos
y slo se refiere al pretendido pacto de proteccin que se
supone suscribieron los cristianos para continuar subsis
tiendo bajo el poder islmico y para no ser aniquilados. Una
fetua muestra a Ibn Rusd compartiendo la inquietud gene
ral respecto a las conversiones de cristianos a] islam, conver
siones que podan ser nicamente de cara al exterior. En
cuanto a la guerra santa, que fue el sello de calidad de los
almorvides, 1c pareca a Ibn Rusd, incluso despus de la
victoria de stos ltimos, un deber no simplemente colecti
vo en el que bastara un grupo de voluntarios para redimir al
resto de la comunidad, sino un deber individual que obliga
ba a cada persona legalmente capaz, lo cual supona que al-
Andalus fuera considerada en permanente estado de ame
naza. Esto eclipsa incluso la peregrinacin a La Meca, que
Ibn Rui>d, al igual que muchos de sus contemporneos, la
juzgaba como un viaje Heno de riesgos que exponan al
hombre a demasiadas penalidades, tanto por parte de auto
ridades locales como de posibles bandidos, siendo, de forma
general, demasiado peligroso de realizar.
No obstante, conviene matizar. Los bigrafos lo presentan
como un reconocido especiasta en la metodologa jurdica
y en el estudio de las diversas soluciones avanzadas por las
grandes escuelas de derecho (ijtilf). Sin embargo, los ad
versarios de los almorvides les acusaban de no interesarse
ms que por los problemas particulares, por los casos espe
ciales (furr), sin elevarse a la consideracin de los princi
pios en que se basan las decisiones jurdicas y, por tanto, a
los fundamentos (usl) metodolgicos. Pero tal acusacin,
26 AVERROES

si era admisible, slo iba dirigida contra el Magreb y no con


tra la parte andalus de las posesiones almorvides. En efec
to, el estudio de la metodologa del derecho se impuso en la
Pennsula Ibrica desde mediados del siglo xi y personajes
que ocupaban puestos eminentes bajo el poder almorvid,
como Ab Bakr Ibn al-cArab, se distinguieron en l sin ver
se en dificultades por esa razn. La imagen de Ab 1-Walld
Ibn Rusd que nos proporcionan los bigrafos no le opone a
la ideologa almorvid.
Pero se puede ir ms lejos. Otra fetua muestra a nuestro
cad rechazando el testimonio de un adepto de la escuela ju
rdica literalsta (zhir). Esta escuela no era reconocida en
tre los cuatro grandes ritos del islam sunn, pero goz de un
cierto prestigio en al-Andalus, donde reemplaz a la escuela
hanbal, la de constitucin ms tarda de entre los cuatro ri
tos dominantes y que constituye una reaccin de tipo tradi-
cionalista frente a los esfuerzos de racionalizacin del mto
do de elaboracin del derecho. Aunque Ibn Rusd reconoce
que aquel al que recusa es un hombre de bien6, mantiene
su exclusin porque su rito no admite el razonamiento ana
lgico (qiys)-, procedimiento elaborado a partir del siglo ix
para dar cuenta de los casos que no podan resolverse ni re
curriendo a un pasaje cornico explcito ni a una tradicin
proftica ni a un consenso de la comunidad musulmana, o
de una parte de la misma. Aspira, por tanto, a reducir un
caso desconocido a un caso cuya solucin viene dada por
una de las otras tres fuentes. Rechazar esta extensin de la
elaboracin del derecho, le parece a Ibn Rusd una innova
cin censurable, lo cual significa que consideraba que la
admisin de esa forma de argumentacin por parte del
malikismo corresponde a la esencia misma del islam, y que
ignoraba -o finga ignorar- que haba surgido hacia apenas
un siglo.
Otro punto digno de ser reseado es su actitud frente a la
teologa aiS'lar. Fue la forma del kahmi, o defensa apologti
I. LOS BANL' RUSp, PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA DE AL-ANDALOS 27

ca de la revelacin cornica, la que se impuso en el siglo x en


Oriente y la que empez a abrirse paso en al-Andalus en el
siglo siguiente. Admita ciertos procedimientos racionales,
y especialmente el razonamiento analgico aplicado a los
problemas teolgicos, pero permaneca profundamente li
gado a la tradicin, razn por la cual se convirti en la forma
dominante de teologa en el islam.
El kal&m a^ar fue conocido por Ibn RuSd, al menos de
forma fragmentaria, a travs de su maestro al-Gassn, el
cual, como hemos visto, gozaba de una gran autoridad m o
ral. A peticin del sultn cAl, nuestro personaje emiti una
fetua concerniente no slo a los grandes doctores orientales
de la escuela sino a su principal representante andaius, al-
Byi, en la que deca: Jos sabios nombrados son imanes
perfectos y bien dirigidos, a quienes hay que procurar imi
tar, ya que se han consagrado a hacer triunfar la ley [religio
sa] . Ellos han reducido a la nada las prerrogativas de los por
tadores de la duda y de la perdicin, han aportado el
esclarecimiento de los problemas, han expuesto claramente
las creencias religiosas a las que hay que someterse. Por su
conocimiento de los fundamentos de las religiones, stos
son sabios gracias a la veracidad de su conocimiento de Dios
Grande y Todopoderoso, de lo que es necesario, de lo que es
injusto y de lo que debe ser desterrado. Ya que no hay apre
hensin de las consecuencias sin conocimiento de los princi
pios [...]. Slo un imbcil ignorante o un innovador, dudan
do de la Verdad y vacilante, pensara que aqullos se hallan
en el extravo y en la ignorancia7.
El texto anterior es importante hasta el punto de que su
autor lo reitera en los mismos trminos en otra ocasin. Y
cuando se ve forzado a decir que los ascares son m likesya
la inversa, no se contenta con invocar el caso de BqLlln,
que pertenece a las dos escuelas simultneamente, sino que
aade la siguiente profesin pluralista de fe: la gente de la
una mantiene posturas divergentes con respecto a los funda
28 AVER ROES

mentos de las religiones y a lo que es necesario creer en rela


cin a los atributos [divinos] o ala interpretacin de las en
seanzas del Corn, de la zuna y de las tradiciones que plan
tean problemas. Los imanes a series no mantienen
discrepancias elementales en sus propsitos sobre los fun
damentos de las religiones y su aprehensin particular dlas
doctrinas de los jurisconsultos relativas a los estatutos lega
les, cuyo conocimiento es necesario por lo que se refiere a las
diversas modalidades prcticas del culto que se debe rendir
a Dios. Incluso si hay divergencias entre ellos sobre algunas,
sus doctrinas se distinguen en eso; en que todas, a pesar
de sus discrepancias, han sido construidas basndose en los
fundamentos de las religiones cuyo conocimiento caracteri
za a los imanes apartes y a quienes, despus, hicieron refe
rencia a ellos*.
En suma, en Ibn RuSd el abuelo encontramos dos aspec
tos algo contradictorios. El primero y el ms visible aporta
una imagen bastante caricaturesca del jurisconsulto musul
mn, compilando las soluciones tradicionales sobre los pro
blemas considerados caso por caso. Pero tras ella se perfila
una apertura a reflexiones sobre los fundamentos, tanto
de los del derecho como d los dla religin; es decir, lateo-
logia. Aunque algunas de sus posiciones sern contradichas
por las de su nieto, Averroes, su actitud general prepara, de
alguna manera, la posibilidad misma de estas ltimas.

El eslabn dbil elpadre de Averroes

Entre ambos destacados Ibn Rusd, abuelo y nieto, hay que


mencionar al hijo del primero y padre del segundo: Ab 1-
Q ism Ahmad. Se trata de una personalidad mucho menos
importante, pero no despreciable, en tanto que muestra
cmo, ms all de las individualidades, se mantiene la im
portancia de las familias.
1. LOS BAN RLD, PROTAGONISTAS DE I.A HISTORIA DE AL-ANDALOS 29

Naci en 1094, cuando la parte occidental de la Pennsula


Ibrica termina por acatar la autoridad de los almorvides,
quedando la parte oriental por someterse ms tarde. l,
tambin, recibi una formacin como jurista y como tradi-
cionista. Una cadena de transmisores, proporcionada por el
bigrafo al-Ansri, lo enlaza con Ab Dwd (siglo ix), au
tor de una de las seis colecciones cannicas de hadices, y lo
presenta como una autoridad reconocida en la materia.
Igualmente, hay que sealar su papel en la magistratura.
sta era en aquel momento objeto de verdaderos conflictos
dinsticos. Bsicamente, tres familias se disputan el puesto
de cad supremo: los Ban Asbag, los Ban Hamdln y los
Bail RuSd. Desde la conquista de Crdoba por parte de los
almorvides entre 1091 y l i l i , son los primeros quienes
ocupan el cargo. Despus, Ab cAbd Allh Ibn Ilam d n lo
har durante tres aos y se lo dejar a su hijo Ab 1-Qsim,
el cual se mantiene otros tres aos, pero debe apartarse ante
Ab 1-WalId Ibn Rusd. Vuelve al cargo en 1120, y se mantie
ne en l hasta su muerte en 1126. Siguen ocho aos, durante
los cuales el cadiazgo es ocupado por un personaje ajeno a
las tres familias, que muere trgicamente. Ab Yacfar Ibn
Hamdln retoma entonces el ttulo de juez de la comunidad
que haba llevado su padre. Entretanto, el sultn almorvid
interviene en 1137 y rompe este intermedio de diecisis
aos, que le haba sido impuesto por el pueblo de Crdoba, y
reinstala -e n la persona de Ab 1-Qsim- a un Ibn Rusd en
el puesto.
No se mantiene en l mucho tiempo. Tras un breve lapso
en el que parece que tuvo que ceder el cargo a un miembro
de la familia de los Ban Asbag, el pueblo de Crdoba, en
1145-1146, aprovecha la circunstancia de que el gobernador
abandona la ciudad a fin de luchar contra los rebeldes, para
sublevarse contra l y, seguramente, contra el cad a l vincu
lado. Segn un testimonio claramente partidista, la dife
rencia y la oposicin existente entre Ab 1-Qsim b. Rusd y
30 AVERROES

los Ban Hamdln puso fin a la existencia de Crdoba como


lugar protegido y privilegiado, abriendo el camino hacia la
ruina [de la ciudad] provocaba por uno de los Ban
Hamdm9.

Ibn Turnart y el fin de los almorvides

En efecto, en aquel momento, el poder almorvd se estaba


desplomando. Ya en 1120, cuando la sublevacin de los cor
dobeses, haba comenzado en el sur del Magreb otra sedi
cin mucho ms peligrosa: la de Ibn 'lumart,
Nativo del Ss, donde naci hacia 1080-1081, sus orgenes
son poco conocidos. Su nombre remite al apodo bereber de
su padre que significa claridad o felicidad. Mu)' pronto,
indinado hada el estudio y la meditacin, abandona su pas,
alrededor de 1106-1108, primero con destino a Crdoba,
donde estudia con el primer Ibn Hamdln; despus se trasla
da a Oriente, donde pasa diez aos. Se le atribuyen maestros
principalmente a series en teologa y sfices en derecho.
Este ltimo punto es digno de ser subrayado, pues el saficis-
mo constituye un esfuerzo de sntesis entre el hanafismo y el
mlikismo que trata de codificar el aspecto creativo del pri
mero a travs de la formulacin de las reglas del razona
miento analgico, y de comprobar la autenticidad de las tra
diciones del segundo, a travs de la exigencia de exponer la
cadena histrica de los garantes. Una leyenda lo presenta
como discpulo de al-Gazl o Algacel, el cual es a la vez el
principal representante del pensam iento religioso sunn y
el mejor testigo de la sntesis entre as'arismo y sffiismo. l
habra encargado al joven magreb que le vengara de las
afrentas que en aquella poca sufri su obra en el Occidente
islmico.
Ibn Tmart vuelve entonces a su pas, donde se distingue
primero como un firme adepto del deber cornico segn el
1. LOS SA N RIJD , PROTAGONISTAS D E LA HISTORIA DE AL-A ND a LUS 31

cual hay que ordenar el bien y prohibir el mal. Ante el fra


caso de su accin, abandona Marrakech, en 1121, y reagrupa
en el Atlas a las tribus Masmda, alas que perteneca. El m o
vimiento crece y se encamina hacia la subversin total.

Nacimiento del movimiento almohade

Su jefe se hizo reconocer como mahdi; es dedr, literalmente


gua, ttulo perteneciente a la escatologa musulmana,
pero que remite generalmente a un perodo prximo al final
de los tiempos y que raramente ha sido reivindicado por un
individuo histrico. Ibn 'lumart present su accin como la
defensa del verdadero monotesmo y dio a sus discpulos el
nombre de unitarios (al-muwahhidn, que en espaol
dar almohades), aplicando a los almorvides d apodo -sin
duda injustificado- de antropomorfistas. Reuni en tor
no suyo varias tribus, fij su centro de operaciones en Tin-
mallal y organiz sus tropas, a veces al precio de sangrientas
depuraciones. En 1130 lanz un fracasado ataque contra
Marrakech, y aunque l mismo muri poco tiempo despus,
su empresa fue relanzada por su sucesor, cAbd al-Mumin,
que adopt el ttulo de califa. Este trmino, que significa lu
garteniente, se utiliza normalmente para designar a un jefe
nico de la comunidad musulmana, al menos sunn, consi
derado como vicario del Profeta. Aqu se trataba de un susti
tuto del mahdi, y su autoridad concerna slo a la comuni
dad reformada, a la cual el resto de los musulmanes estaba
conminada a unirse. cAbd al-Mumin tuvo el acierto de con
trolar primero las montaas y de rodear luego al poder al-
morvid en el centro del Magreb, reducindolo as hasta su
agotamiento en 1147.
En al-Andalus la revuelta almohade del Magreb se vio in
tensificada por movimientos internos. Los msticos Ibn al-
'Arf en la regin de Almera, Ab Bakr al-Mayrql en la de
32 AVERROES

Granada, Ibn Barrayn en la de Sevilla e Ibn Qas en el Al-


garve estaban en el origen de expectativas de tipo mesinico
que no podan ms que inquietar al poder. En tanto que el
primero se content con prestar juramento de fidelidad a
Ibn Barrayn, sin llegar a la rebelin abierta, este ltimo se
hizo proclamar imn por ciento treinta pueblos de su re
gin. Convocados ambos a Marrakech, en 1141, el uno logr
disculparse y, aunque muri pronto, lleg a ser librado de
sus cadenas, pero el otro fue ejecutado y su cuerpo salvado
casi por azar de acabar en el vertedero de la ciudad. Ab
Bakral-Mayrq, por su parte, consigui darse a la fuga an
tes de ser detenido.
En cuanto a Ibn Qasi, tambin pudo evitar el encarcela
miento y organizar, desde su retiro, a sus discpulos, llama
dos mudn o novicios, en un verdadero ejrcito, En esto,
se apart del modelo institucional de otras cofradas msticas
andaluses y, dejando a un lado las caractersticas completa
mente diferentes de sus teologas respectivas, es compara
ble a Ibn Tmart. Veremos cmo el paralelismo no se detie
ne ah.
En primer lugar, Ibn QasT llev a cabo diversos golpes de
mano. Luego, tras conquistar Mrtola en 1144, estableci
all el centro de un territorio cuya independencia proclam.
Mientras que amenazaba Sevilla, el gobernador alniorvid
de Crdoba se dirigi a su encuentro, lo cual -com o hemos
visto- permiti a la ciudad rebelarse de nuevo y reponer al
frente de ella al ms joven Ibn Hamdln, que reemplaz as,
por segunda vez, a un Ibn Rusd. Momentneamente obliga
do, por un contraataque, a refugiarse en una fortaleza de las
cercanas, Ibn Hamdin se aprovech de una nueva subleva
cin en la ciudad para recuperar el poder. Lleg a adoptar el
ttulo de prncipe de los musulmanes, que haba sido con
cedido a los almorvides por el califa cabbas, y el laqb (so
brenombre, aqu honorfico) de vencedor en el nombre de
Dios (al-Manstr bi-Llh).
LOS BAO RU 5B, PROTAGONISTAS D E l-A HISTORIA DE AL-ANDALUS 33

El movimiento de Ibn Qas favoreci, por tanto, el acceso


a la independencia de Crdoba, sin llegar a sacar provecho
de ello. Las pretensiones al liderazgo de su jefe conocieron
igualmente suertes diversas. Envi cartas y emisarios a to
das las regiones de al- Andalus par a hacerse reconocer como
imn supremo y, segn una moneda de la regin de Mur
cia fechada en enero-febrero de 1146, lleg a ser procl amado
mahdi. Pero al parecer sin futuro. Amenazado por las disen
siones internas, Ibn Qas se volvi hacia los almohades, faci
litndoles la entrada en al-Andalus.
En efecto, con los almorvides prcticamente vencidos en
el Magre, sus adversarios decidieron aniquilarles en al-An-
dalus, En el transcurso del verano de 1147 desembarcaron al
mando de Ibn Qas que haba prestado juramento de fideli
dad al nuevo rgimen. La regin ms occidental, feudo de
los muridn, fue la primera en ser ocupada; luego, al ao si
guiente, Sevilla. Ibn Qas, que se convirti al cristianismo
para acercarse a los portugueses, se revolvi entonces contra
sus nuevos seores. Pero la poblacin no le sigui y muri
asesinado en 1151.

Nacimiento deAverroes, en la confluencia de dos pocas

En este contexto extremadamente turbulento naci y creci


Abl-Walid Muhammad b. Ahmad el nieto, nuestro Ave-
rroes. A pesar de ello, nada nos autoriza a proyectar sobre l,
en un reflejo de un hombre del siglo xx , nuestro pavor ante
tanto ruido y furor. l habl poco de aquellos aconteci
mientos y, cuando lo hizo, mostr un considerable distan-
ciamiento que nos recuerda la serenidad de Descartes al
atravesar por entre los disturbios de principios del siglo
xvi t. Slo profundizando en los escritos del filsofo musul
mn pueden percibirse ecos, pero casi nunca inmediatos y la
mayora de las veces intelectual izados, de sus peripecias.
34 AVRROES

Averroes vino al mundo en Crdoba, slo un mes antes de


la desaparicin de su clebre abuelo, en 1126. De su infancia
no sabemos absolutamente nada. Ningn detalle personal
permite distinguir a este hijo de notable, llamado a conti
nuar la tradicin familiar como ulema.
Su juventud est marcada por los reveses almorvides.
Reveses frente a los cristianos, primero: derrota de Cullera,
cerca de Valencia, en 1129; repetidas incursiones de Al
fonso VII de Castilla contra Sevilla y el oeste de al-Andalus
(1129, 1133 y 1139), slo compensadas parcialmente por
contraofensivas, como la llevada a cabo contra Aceca, cerca
de Toledo, en 1130, o la de Fraga, contra Aragn, en 1134. En
efecto, desde 1136, primero en Badajoz y luego an ms cer
ca de Crdoba, en El Vacar, los musulmanes tienen que lu
char, incluso de manera victoriosa y con logros parciales en
la frontera norte. Reveses adems frente a las revueltas inter
nas: la de Ibn Hamdn en Crdoba, pero tambin subleva
ciones dirigidas por otros ulemas en Mlaga, Valencia, Mur
cia y Orihuela.
Si la rebelin de los msticos muridn se tom a en favor de
los almohades, en la regin de Murcia es un seor de la gue
rra local quien logra imponer su autoridad: Ibn Mardans
toma el poder all en 1147 y no capitular ante los almohades
hasta 1172. Esto revela asimismo que la conquista almohade
de la pennsula no fue suficiente para reunificar al-Andalus de
inmediato. Aparte de la resistencia de Ibn Mardans y la del
gobernador de las Baleares que, manteniendo la invocacin
a los almorvides, permanecer en el poder hasta 1202, el te
rritorio musulmn se ve definitivamente reducido por la
toma de Lisboa, al oeste, en 1147, y por la de Tortosa, en el
noreste, en 1148. A ello se aaden prdidas momentneas,
como la de Almera en 1147.
El cad Ibn Hamdn, prudente, se haba contado entre
aquellos que enviaron emisarios a eAbd al-Mumin, cuando
ste tom Marrakech en 1146. Pero no le prest juramento
I. LOS BAO R U D , PROTAGONISTAS P E LA HISTORIA DE AL-ANDALUS 35

de fidelidad com o Ibn Qasl. Slo pretenda ganar tiempo,


pero fue asediado en 1149 por Alfonso VII de Castilla, y ni
camente la ayuda almohade forz al rey cristiano a marchar
se. La poblacin de Crdoba envi entonces un embajador
al nuevo califa almohade para participarle su sumisin.
Cualesquiera que fuesen los sentimientos del joven Ave-
rroes hasta entonces y la presin de los lazos que unan a sus
parientes con los almorvides, la fecha de 1149 y la obliga
cin que recay entonces sobre los cordobeses de adherirse
explcitamente a la doctrina almohade, marcaron una eta
pa decisiva en su vida. En lo sucesivo, el joven de veintitrs
aos inscribira su trayectoria en el nuevo marco que se le
brindaba.
2. Educacin y orientaciones religiosas

Una comunidad que se dirige gradas


a la verdad y que, por ella, se halla en
lo justo'.

En esta atmsfera apocalptica del segundo cuarto del si


glo x n en la Pennsula Ibrica slo se mantienen estables el
sistema de educacin de al-Andalus y los ulemas que lo in
tegraban. Durante los primeros veinte aos de la vida de
Averroes el poder almorvid no slo permaneci nominal
mente, sino que la generacin que haba ocupado los princi
pales cargos, tanto antes como ahora, no desaparecer hasta
los aos 1175-1180. Es el caso del mismo Abl-Qsim Ibn
Rusd, que no morir hasta 1168. En el transcurso de la ju
ventud de Averroes confluyeron, por tanto, una esfera polti
ca extremadamente agitada y una esfera cultural casi inm
vil, al menos en apariencia.

Permanencia del sistema de educacin andalus

1 sistema docente de la madrasa, que apenas alcanzaba los


tres cuartos de siglo de antigedad en Oriente, todava no
haba llegado a al-Andalus. Quien quera instruirse deba
pagara maestros particulares que, normalmente, impartan
sus lecciones en las mezquitas. Slo algunas fundaciones
36
2 . EDUCACIN y ORIENTACIONES RELIGIOSAS 37

pas financiaban escuelas elementales reservadas a los po


bres, y algunos individuos se consagraban voluntariamente
ala enseanza, fuera por devocin o como penitencia. Tanto
en un caso como en el otro, esto no afectaba al vstago de
una dinasta de magistrados.
Por otra parte, estas enseanzas no se impartan de for
ma totalmente diseminada. J. Ribera, a principios de este
siglo, apunt la siguiente observacin, que merece ser
comparada con la de Jacques Le Goff a propsito de los in
telectuales en la Europa cristiana: Los hombres que se ha
ban distinguido por sus estudios, aquellos cuyas virtudes
Les haban dado prestigio a los ojos de la gente, terminaron
por unirse para alcanzar los fines que tenan en com n y
lograron formar, si no un cuerpo cerrado, bien delimitado
y fijo, al menos un organismo tan fuerte que el poder pol
tico se vi obligado a utilizarlo2, lo cual es cierto sobre
todo si se aplica a las dos ltimas generaciones que podran
calificarse como almorvides, ya que actuaron bajo di
cho regimen. Aqulla a la que perteneci A bl-W ald el
abuelo parece haber estado especialmente bien integrada,
constituyendo la recepcin dispensada por los estudiantes
a las enseanzas de los diversos maestros una jerarquiza -
cin espontnea de las mismas. En efecto, lo esencial de la
actividad intelectual dla poca se realiz dentro de un pe
queo grupo de autoridades, de las cuales nicamente seis
eran de primera categora, y no ms de diecisiete de menor
importancia.

Carcter especfico de la enseanza andalus

El sistema de educacin en al-Andalus era el mismo que en


el resto del mundo islmico, pero se caracterizaba por una
mejor organizacin en el nivel primario. Sin duda, el apren
dizaje de la lengua rabe se organizaba a partir del Corn,
38 AVERROES

que el alumno deba aprender de memoria. Los andaluses,


sin embargo, le aadan una seleccin de poesas y de ejem
plos en prosa de com posiciones epistolares, as com o ele
mentos de gramtica. AbBakr lbn al-cArabI defenda ar
dientemente esta prctica, en particular contra la costumbre
magreb de no aprender ms que el Corn. Dej constancia
de que la lengua rabe haba evolucionado mucho desde la
revelacin y recomend empezar por aprender poesa, a fin
de evitar los errores lingsticos -q u e el mundo profano
puede sufrir pero no el Libro sagrado- y empaparse de esos
versos que son los archivos dlos rabes3.
Asimismo, no se separaba, como se haca en Oriente, el
aprendizaje de la caligrafa del conjunto de los estudios.
Desde muy pequeos, los nios se acostumbraban a trazar
los signos, lo que hizo que al-Andalus diera pocos buenos
cal grafos, pero muchas ms personas cultivadas que saban
escribir bien, que el resto del mundo rabe. Esto explica
tambin que el grafismo andalus evolucionara poco, ya que
no fue obra de un pequeo grupo de estetas que pudieran
haberse visto tentados por la creacin, y se hallaba marcado
por un cierto arcasmo,
Los estudios preliminares permitan de esta manera la
asimilacin de los rudimentos de la lengua, de la religin y
del clculo. De ah el alumno pasaba alas ciencias religiosas:
tradiciones (hadiz), aprendidas de memoria; lecturas cor
nicas, es decir, la memorizacin de algunas variantes autori
zadas en la vocalizacin (el rabe, como todas las lenguas se
mticas, no marca normalmente las vocales y corresponde al
lector restituirlas para dar sentido al texto) y a veces en las
palabras comunes del Libro revelado; el derecho, en el que
se recitaba segn tal o cual, lo que significa que el escrito
no era ms que un coadyuvante, siendo el maestro ante todo
un transmisor que sancionaba la capacidad de retener los
textos y de desglosarlos en referencias prcticas. Al mismo
tiempo, se profundizaba en las disciplinas literarias: gram
2. EDUCACIN y ORIENTACIONES RELIGIOSAS 39

tica, lexicografa, bellas letras (adab; es decir, el arte de pre


sentar cualquier tema de forma ornamentada), poesa, his
toria (consistente sobre todo en colecciones de ancdotas),
genealoga, etc.
La aproximacin a las ciencias y a la filosofa no era consi
derada ilcita por todos, pero i ncluso aquellos que le eran fa
vorables estimaban que, generalmente, no deba tener lugar
ms que tras una buena formacin religiosa.

La form acin de Averroes

Los autores de diccionarios biogrficos se complacen en de


tallar a los maestros de Averroes en las materias tradiciona
les, lo cual muestra basta qu punto haba profundizado en
ellas. Hay en ello, sin duda, cierta ostentacin de su parte,
que contrasta de forma chocante con los escassimos datos
que nos proporcionan -cuando lo hacen- sobre su forma
cin cientfica y filosfica. Pero esto no hay que achacarlo
solamente ana visin conservadora de las cosas. Indiscuti
blemente, Averroes fue, en gran medida, d producto perfec
to de la educacin clsica de su tiempo.

Literaturay lengua

Primero en las materias literarias, que son las que se olvidan


ms fcilmente. Se nos dice que Averroes aprendi de m e
moria las antologas poticas (dtwn) de al-Mutannabi y de
AbuTammam, los dos principales poetas que representa
ban, tras los modernos, la recuperacin, en contextos
nuevos, de los motivos y esquemas tradicionales beduinos.
Averroes gustar mucho de citarlos en sus cursos, y lo har
de la forma ms bella4. stas son, de hecho, las dos refe
rencias preferidas, Junto a los autores anteislmicos y orne-
40 AVER ROES

yas, que utilizar al comentar la Potica de Aristteles. All,


Avcrroes se har eco, en pleno siglo x ii , de las disputas
orientales habidas doscientos aos antes, en las que los
adeptos del clasicismo se oponan con argumentos filosfi
cos a los modernistas imbuidos de libertad de inspiracin.
Tbn al-Muctazz es el nico autor, entre los que cita, suscepti
ble de ser calificado como modernista. Por otra parte, nues
tro pensador es contemporneo de un movimiento literario
destinado a alcanzar u n a fortuna inmensa: la frmula de
origen puramente andalus de la poesa estrfica llamada
muwaisah y su prolongacin popular, el zayal. Ahora bien,
esto no dej ninguna huella en la obra de Averroes, a pesar
de que el principal representante de este ltimo gnero, Ibn
Quzmn.le compuso un panegrico. En cuanto a esta poesa
popular, slo fue tratada superficialmente por nuestro fil
sofo en el comentario citado.
Al igual que muchos de los hombres doctos de su poca,
Averroes compuso algunos versos. A travs de Ibn Sad al-
Magrib, cronista del siglo x m , nos han llegado algunas
muestras de esta produccin5. Un manuscrito de la Bibliote
ca General de Rabat se presenta como una coleccin de sus
poemas, clasificados por orden alfabtico de la rima. Pero ha
permanecido indito, al igual que dos piezas didcticas: una
uryza (poema en metro rayaz) sbrelos cinco pilares del is
lam y una qasida sobre la doctrina m bkf\
Finalmente, en las listas antiguas de sus obras se le atribu
yen dos tratados sobre la lengua rabe: Lo que es necesario en
gramtica y Tratado de apalabray del nombre derivado. No
se tiene conocimiento de la existencia de ejemplar alguno de
estas obras, lo cual ha hecho pensar a algunos estudiosos
que podra existir una confusin por parte de los bibligra
fos con las obras de lgica. Pero, dejando aparte el hecho de
que eso siga siendo una hiptesis, en la obra autentificada
de Averroes se encuentran numerosas marcas de una inne
gable capacidad en materia de lenguaje. Citemos solamente
2. EDUCACION Y ORIENTACIONES RELIGIOSAS 41

el clebre Discurso decisivo, algunos de cuyos pasajes consis


ten en anlisis filolgicos, donde lalingstica permite resol
ver ciertos problemas filosficos.

Religiny derecho

Sobre todo en materia religiosa Averroes m ostr la educa


cin que haba recibido. Estudi el hadiz y la jurisprudencia
o fiqh con su padre, y la misma cadena de transmisores en la
que ste apareca implicado le engloba a l, lo que le propor
ciona una autoridad comparable en la materia. Bajo la direc
cin paterna aprendi de memoria la obra fundamental del
malikismo, el Muwatta3de Mlik. Su abuelo jug igualmente
un papel importante en su formacin, reemplazado por Ab
Maman Ibn Masarra, discpulo y amigo de] primero a quien
llamaba su maestro (sayj). En su gran tratado de derecho,
la Bidy, Averroes le designar as, abiertamente, mi abue
lo fynddi), como una de las autoridades a las que hace refe
rencia. Jams har hincapi en sus eventuales controversias.
Es ms, llegar incluso a excusarle de lo que l consideraba
un error por su parte, invocando la presin exterior. As su
cede, por ejemplo, en el examen de los delitos de sangre: el
abuelo haba exigido que la ley del talln no se aplicara
cuando fuera dirigida a un nio que no hubiera alcanzado
an la mayora de edad, pero tuvo que ceder antela presin
de la protesta general suscitada al respecto.
Sus otros maestros, entre los cuales los ms importantes
fueron Ibn Baskuwl y el cad cIyd, lo relacionan de forma
compleja con el movimiento de ideas que haba comenzado
a abrirse camino ya bajo los almorvides, y del que da testi
monio la actitud ambigua, incluso contradictoria, de su
abuelo, A travs de Ibn Baskuwl, se vincul a la corriente de
Ab Bakr Ibn al-cArab, uno de los principales discpulos
andaluses de al-Gazll. Pero, a travs del cad cfyd, recibi
42 AVERROES

la influencia de AbcAbd AUh Ibn Hamdin, ala vez maes


tro de Ibn Tfimart y principal adversario de la difusin de la
obra de al-Gazl. En cambio, el propio cyd jug un papel
importante en la rebelin de la ciudad de Ceuta contra el
nuevo poder almohade. Segn un bigrafo tardo, incluso
habra sido ejecutado en Marrakech por su oposicin a la
doctrina del mahdialmohade.
Los repertorios biogrficos repiten que Averroes recibi
el permiso para ensear (iydza) sus obras del gran jurista
mlik de Ifrlqiya, al-Mzar. Tal afirmacin es sorprenden
te, ya que nuestro filsofo tena slo diecisis aos a la muer
te de ste. Es verdad que la ifaza era a veces concedida muy a
la ligera; se cuenta una ancdota segn la cual, para honrar a
su husped, un clebre jurista haba dado la suya a un beb
del mismo. Pero tal concesin supone una presencia directa
del adolescente Averroes en Ifrlqiya, respecto a lo cual no
contamos con confirmacin alguna ni tampoco tenemos
constancia de que al-Mzar, ya anciano, hubiera viajado a
al-Andalus.
Tres hechos pueden explicar esta relacin fabricada por
la voxpopuli. cIyad pudo haber servido com o intermediario
ya que fue discpulo de al-Mazar y maestro de Averroes.
Por otra parte, al-Mazar era partidario de una mayor flexi
bilidad en la obligacin de seguir ciegamente los preceden
tes jurdicos [taqlid), ya que senta simpata por el SfTis-
mo, sin llegar por eso a aplicarlo en sus escritos. El mtodo
comparativo que Averroes convertir en el eje de su gran
tratado de derecho pudo parecer a los contemporneos una
prolongacin de este esfuerzo de ampliacin de la perspec
tiva. Finalmente, al-Mzari se distingui por su oposicin
a la difusin de los libros de al-Gazl, llegando a componer
una refutacin de la gran obra de ste ltimo, la Revivifica
cin de las ciencias religiosas. En ella denunciaba los prsta
mos tomados al sufismo y a la filosofa, lo cual la aproxima
ba a los textos andaluses que veremos ms tarde y cuya
Z. EDUCACION v ORIENTACIONES RELIGIOSAS 43

posible influencia en el joven Averroes no se puede descar


tar a prior i.
Todo esto muestra que bajo la estabilidad social dei cuer
po de los ulemas se manifestaban tensiones, crujidos, que
explican a la vez la insatisfaccin de Averroes ante la orien
tacin ideolgica predominante en al-Andalus durante su
juventud, y su opcin decisiva en favor de una reforma que,
ante todo, se concibe como el resultado del uso de la razn.
Tanto ms cuanto que, nos dice su bigrafo ms prximo a
l en el tiempo, Ibn al-Abbr, se senta ms inclinado hacia el
conocim iento ( dirya) que hacia la simple transmisin
(riwya).
Pero para comprender esta nueva orientacin, hay que re
troceder y situar a nuestro joven letrado musulmn en un
contexto ms amplio. En efecto, las tomas de posicin de
Averroes no se pueden apreciar en su justo valor, y especial
mente la que mantuvo frente a la principal autoridad espiri
tual de su poca, al-Gazli, si se le asla de todo el complejo
conjunto que se manifest en el Occidente musulmn du
rante el final del siglo xj y casi todo el siglo xii . Las vicisitu
des polticas que hemos visto en el captulo precedente se
duplicaron entonces en fuertes remolinos ideolgicos.

Un contexto poltico agitado

La historia entera del islam andalus estuvo marcada por lo


que M. Fierro ha llamado un sentimiento de precariedad7.
Antes incluso de que el territorio cayera en manos de los
cristianos, un buen nmero de ulemas abandonaron el pas
para instalarse en el Magreb y en algunos casos en Oriente*.
Desde principios del siglo ix, se haban difundido ciertas
tradiciones que predecan este exilio de los musulmanes ha
d a el norte de frica. Dichas tradiciones, sin duda nacidas
en Oriente, fueron retomadas explcitamente en al-Andalus
44 AVERROES

en la poca de las taifas. En efecto, la unidad del pas bajo los


omeyas, reforzada por el establecimiento del califato, ocult
durante un tiempo tal inquietud. Pero su fragmentacin en
multitud de pequeos Estados, durante el siglo xt, mostr la
desaparicin del ideal islmico de una comunidad de cre
yentes unidos [...] cuya parte visible sera el califa9. De ah
el uso del trmino fitna itentan, sedicin) para designar
esta crisis.

Los almorvides, representacin del declive

Indiscutiblemente, el poder almorvid encarnaba el espri


tu de un restablecimiento de la unidad, y eso es, sin duda, lo
que explica la adhesin a l de los primeros Ean Ruki. Pero
el poder se desgasta, y el prestigio del ejemplo palidece. El
ataque contra el poder almorvid no provino tanto de los
ulemas, ya que la sumisin que les manifestaron los sucesi
vos emires les pareci suficiente como testimonio de pureza
del islam. Surgi entre los filsofos, que hicieron intervenir
al primer jefe en consideraciones morales, retomando asila
vieja reclamacin musulmana contra los imanes injustos.
Ya medio siglo antes de Averroes, el filsofo de Zaragoza Ibn
B3^a o Avempace haba denunciado el gusto por el lujo de
sus contemporneos almorvides, lo cual les haca regresar
a los defectos de sus predecesores, diciendo: Esto es muy
frecuente en los das en que escribimos el presente tratado
pero era an ms frecuente aqu en la conducta de los reyes
de taifas10.
En una obra que escribir mucho ms tarde, el comenta
rio a la Repblica de Platn, el propio Averroes har suyos
unos anlisis que, no hay duda, renovaban los sentimientos
de su juventud, En la sucesin de emires almorvides, l vea
una buena ilustracin del proceso de degradacin de los re
gmenes polticos tal como lo describa el pensador griego:
1. EDUCACION Y ORIENTACIONES RELIGIOSAS <15

Al principio, imitaban ia constitucin basada en la ley, esto


bajo el primero de entre ellos. Despus, bajo su hijo, eso evo
lucion en un rgimen timocrtico ya que se mezcl con el
amor por el dinero. Ms tarde, bajo su nieto, se convirti en
un rgimen hedonista, con todas las caractersticas de los
hedonistas, que termin por perecer en su poca. La razn
es que el rgimen que se le opuso entonces [el de los almoha
des] se pareca al rgimen basado en la ley11. Aver roes justi
fica de la misma manera larevuelta de Crdoba contra el go
bernador almorvid Ibn Gniya afirmando que ste
encarnaba el trnsito de la democracia a la tirana12.
Los filsofos se mantuvieron al margen de la cuestin
de la legitim idad de la toma de poder por parte de los al
morvides por m edio de fetuas locales que condenaban a
los reyes de taifas y, ms tarde, de fetuas em itidas en
Oriente por grandes personajes de la talla de al-Turt5i y
de al-Gazl, que afirmaban la necesidad de reconstituir el
m odelo ideal del islam. En efecto, el texto de al-TurtSi,
por ejemplo, ya formulaba explcitamente, con respecto al
primer miembro de la dinasta, la acusacin del gusto por
el lujo que Ibn Byfa y Averroes reservarn a sus suceso
res. Una vez logrados estos apoyos, no quedaba otra cosa
que la investidura, otorgada por el califa abbas con -e n
todo el mundo islm ico- la reputacin de haber suscitado
la satisfaccin d los doctores de la ley, sin distincin de
escuela13.
En el fondo, todo el mundo empleaba el mismo lenguaje,
el de la virtud, dando al mismo tiempo preferencia a puntos
de vista diferentes. Los ulemas condenaron el amor por los
placeres mundanos, pero consideraron que el respeto del or
den que ellos encarnaban primaba por encima de todo.
Otros, por el contrario, distinguan el ideal musulmn del
orden clerical y anteponan la pureza de la trayectoria perso
nal. Entre estos dos polos, era posible una gran variedad de
reacciones que se m anifest particularmente a propsito
46 averroes

de la recepcin en Occidente de la obra de al-Gazl!, que


ser el principal autor frente al cual Averroes tendr que de
finir sus propias posiciones.

La obra abierta de al-Gazl

La obra de al-Gazl es proteiforme en s misma. Su fondo


constante es el cumplimiento integral de la ley islmica, a lo
cual puede aadirse tal o cual elemento, segn las necesida
des: aqu, teologa apologtica (kalm), all, filosofa, ms
all, sufismo. Slo son eliminadas las formas extremas, me
tafsica y fsica griegas por una parte, esoterismo iranio por
otra, que aparecen como inintegrables en la ley religiosa
(sortea). En el interior de este vasto permetro, as delimita
do, slo jerarquizacin, con vistas a una conciliacin sincr
tica entre legalismo jurdico, razonamiento teolgico y
gustacin mstica.
Como bien mostr H. Laoust, en segundo trmino, esta
visin de las cosas es poltica: esta interiorizacin y esta
individualizacin de la fe, cuya rectitud slo a Dios corres
ponde apreciar y de cuya eleccin nadie est cualificado
para imponer los trm inos, tienen como condiciones y
como lmites no slo el respeto hacia las formas exteriores
y, por as decirlo, sociales de la Ley, sino tambin hacia las
autoridades establecidas y la paz comunitaria14. As, al-
GazSlI, sin jams innovar verdaderamente, se esforz por
avalar los principales desarrollos intelectuales y espiritua
les de su civilizacin, Y el criterio de importante, en su opi
nin, era cuantitativo: se trataba de otorgar el sello islmi
co a todo lo que fuera sostenido por una corriente social un
tanto masiva, modificndolo ligeramente si era necesario
para darle un aspecto sunn, com o es el caso del btinismo
(esoterismo).
Ciertamente, fue esta forma de tener manga ancha la
2. EDUCACIN Y ORIENTACIONES RELIGIOSAS 47

que proporcion a al-Gazli la enorme autoridad de la que,


en consecuencia, goz en el mundo islmico. Pero incluso en
su poca, su sincretismo suscit numerosas oposiciones.
Con cierta rapidez, stas fueron atribuidas a la estrechez de
espritu de los juristas, que el autor denunci abiertamente.
De hecho, estos ltimos no le prestaron atencin por haber
se abierto a formas de ascetism o, incluso de m stica. En
al-Andalus, desde finales del siglo X, el jurista-asceta Ibn
Ab Zamanin ejerci su influencia sobre personajes muy
importantes de la poca. Su esfuerzo de interiorizacin se
manifest principalmente en el pequeo tratado que consa
gr a la guerra santa, tema que, en el seno de un acto ritual,
es el que mejor pone de relieve las cuestiones de sinceridad y
de pureza del alma. Ms tardo, el andalus al Turts, que se
haba instalado en Alejandra pero que tena numerosos dis
cpulos en la Pennsula, admiti las formas moderadas de
sufismo, y se le atribuye la im posicin del manto simblico
de los sufres (lajirqa) a AbMadyan, que se convertir en el
principal representante de la forma popular de este movi
m iento en el norte de frica. Con todo, fue en el interior
mismo de la mstica desde donde pretendi denunciar a su
contemporneo al-Gazl, afirmando: Cuando compuso
la Revivificacin de las ciencias religiosas, l intent tratar
las ciencias de los estados msticos y de las alegoras de los
sufes, pero no estaba familiarizado con ellas ni bien infor
mado con respecto a ellas, lo cual le hizo fracasar totalmen
te y llenar su obra de suposiciones gratuitas. Los que ca
minan por la va de la mstica se han expuesto a numerosos
perjuicios, debido a los escritos de este hombre de Tus, ya
que ! se asimila a los sufes sin penetrar en sus doctrinas, a
las que mezcla con las doctrinas de los filsofos, de manera
que confunde a la gente en esta materia.ls Finalmente, y
com o hem os visto anteriormente, el tunecino al-Mzari
discuta, por su parte, la propensin del doctor oriental a la
amalgama.
48 AVERROfcS

Creciente oposicin al maestro por parte de los andaluses

En al-Andalus, la oposicin se acentu an ms. Si el rgi


men almorvid acept, cuando fue instaurado, el apoyo de
al-Gazll, pronto pudo comprobar que la autoridad de ste
poda ser utilizada en su contra, por la dificultad misma de
una obra que se pretenda conciliadora y que, de hecho, era
una especie de bargueo, de mueble con mltiples cajones
donde cada uno coge lo que le conviene.
En 1109 tuvo lugar un auto de fe de la Revivificacin de
las ciencias religiosas, el libro ms clebre de al-Gazll, ante
la puerta de la gran mezquita de Crdoba. Tal accin, orde
nada por el sultn o por su representante, haba sido solici
tada por el cad Ab'A bd AJlh Ibn H am din, autor, por
otra parte, de una refutacin (perdida) de al-Gazll. El su
ceso no suscit ms protesta que la d lo s ulemas de Alme
ra, cuya iniciativa prepar indirectamente los m ovim ien
tos poltico-religiosos de Ibn Barrayny de Ibn Qas. Poco
tiempo despus de la crisis -ya evocada- de 1141, el sultn
envi, en noviembre de 1143, una carta a la s autoridades
de la regin de Valencia, recordando los deberes delmusul-
mn, yen particular el de la guerra santa, considerado aqu
tambin como un deber personal, y defendiendo la orto
doxia contra los libros herticos, y especialm ente los de
AbH&mid al-GazlT. Haba que seguir sus rastros y que
marlos todos, llevar a cabo averiguaciones para ello y exi
gir el juramento a cualquiera que fuera sospechoso de
guardarlos16.
Si hay un personaje cuyo falta de reaccin resulta sorpren
dente, se es AbBakr Ibn al-=ArabI. De vuelta de un largo
viaje por Oriente, donde haba sido discpulo principalmen
te de al-Gazll, se instal en Sevilla en 1101-1102, donde su
enseanza obtuvo un enorme xito. Asumi incluso el car
go de cad supremo de la ciudad, en 1134, y lo mantuvo hasta
1. EDUCACIN Y ORIENTACIONES RELIGIOSAS 49

la sumisin de sta a los almohades. Ahora bien, en sus es


critos, Ibn al-cArabi no oculta la admiracin por su maestro,
al-Gazli: Cuando esta luz me ilumin y me manifest lo
que me ocultaban las tinieblas, yo me dije: he realizado to
das mis esperanzas. Finalmente, gracias a Dios, he alcanza
do el objetivo de los sfllikn [los que siguen la va mstica] y
de los que buscan la ciencia indubitable17. Y si pensamos
que esta exclamacin entusiasta, que se encuentra en una
coleccin de reglas para la interpretacin alegrica del Co
rn, slo iba destinada a los iniciados, no hay que despreciar
su gran tratado de kalm y fundamentos del derecho en el
que, desde el segundo captulo, recuerda expresamente su
encuentro en Bagdad con al-Gazl, en 1097, precisando que
ste se hallaba entonces comprometido con la va de los su-
fes desde haca casi cinco aos, y que estudi con l su Revi
vificacin e las ciencias religiosasIS.
Su silencio, cuando tienen lugar las condenas, se justifi
ca en que no estaba de acuerdo con l en todo? Yo tena el
mayor de los respetos por l -d ic e -, sin estar por ello com
pletamente satisfecho con l; tuve ocasin de corregirle en lo
que yo crea que deba hacerlo. Pero me mostraba muy res
petuoso en su presencia respecto a aquello que no planteaba
ningn problema19. En particular, parece que sigui a al-
Turta al reprochar a su maestro el haber mezclado sufismo
yfalsafa: Nuestro profesor AbHmid al-Gazl se intro
dujo en el vientre de los filsofos; cuando quiso salir, no
pudo hacerlo20.
Mientras que Ibn al-cArab se content con mantenerse a
la expectativa -lo cual es significativo, s tenemos en cuenta
que su audiencia era considerable- otros llegaron hasta la
refutacin abierta. El ejemplo de Muhammadb. Jalaf de El
vira (1064-1142/3), compilador de las Ancdotas y textos de
refutacin a al-GazlP*, es interesante. Representa, en efec
to, todos los avances ideolgicos que al-Andalus acept ofi
cialmente en su poca: en tanto se trataba de un mlik es-
50 A VERRO ES

crupuloso, que explicaba los pasajes oscuros del Muwatta de


su maestro, se interesaba tambin por las tradiciones prof-
ticas, a las cuales aplicaba el mismo tratamiento, por los fun
damentos tanto del derecho como de la religin, y finalmen
te por la mstica antigua, la de Muhsibi. Su obra aparece
como una defensa del ascarismo estricto, hasta Yuwayni, el
maestro de al-Gazl en la materia.
Todo ello muestra la extrema complejidad del problema
alrededor de al-Gazl en al-Andalus y explica las aparentes
vacilaciones de Averroes, que tan pronto eriga a al-Gazl
en autoridad como se le opona, cuando no le utilizaba como
garante involuntario de sus propios anlisis.
Desde el nico punto de vista de los ulemas, se poda re
prochar a al-Gazl el haberse excedido y haber complicado
la vida al creyente. Estas reticencias iban desde la simple re
serva sobre ciertos puntos de su obra, a poner en tela de jui
cio su eclecticismo, oposicin que poda a su vez tomar ml
tiples formas, dependiendo de si hablaba en calidad de
jurista, telogo e incluso de asceta. La aproximacin efec
tuada por el poder era ms rudimentaria. En el individualis
mo de al-Gazli las autoridades almorvides captaban un
factor de discordia, especialmente en un momento en que
los musulmanes andaluses parecan refugiarse tras la bs
queda de estados espirituales privilegiados, de cara a un po
der cada da creciente de los reinos cristianos del norte.

bti Tumartfrente a la herencia de al-Gazh

Con la entrada en liza del movimiento almohade, la situa


cin se volvi an ms compleja. Ibn Tmart haba estudia
do inicialmente con AbcAbd AUh Ibn Hamdn, despus
con al-Mazari y finalmente con al-Turts de camino hacia
Oriente. All se le atribuyen diversos maestros, de los cuales
algunos ya haban muerto jantes incluso de su llegada! En
2. EDUCACIN Y ORIENTACIONES RELIGIOSAS 52

verdad el futuro mahdi almohade sigui las enseanzas de


aUGazl? No coincidiendo sus desplazamientos, esta hip
tesis suscita numerosas incgnitas de orden cronolgico y
geogrfico. De hecho, incluso si hubiera sido as, es difcil
imaginar una total adhesin. Hemos visto que tal fue el caso
de Ibn al-cA.rabi, discpulo entusiasta, no obstante. Con ms
razn en el caso de alguien como tbn Tmart que, en el
transcurso de sus etapas sucesivas en Crdoba, Mahdiyya y
Alejandra, se haba formado con maestros que le habran
prevenido contra la ascendente celebridad de al-Gazall.
Los inicios de la accin de Ibn Tmart se hallan consagra
dos exclusivamente a la censura de las costumbres, que l
ejerci con una rara violencia, incluso hasta contra quienes
ejercan el poder. El movimiento almohade comenz, por
tanto, con una simple demagogia moralizante respecto a los
almorvides, quienes se vieron a su vez acusados de todos
los males de los cuales deban haber librado a al-Andalus:
corrupcin, libertinaje, opresin y abusos fiscales.
Entonces nada haca presagiar un desarrollo intelectual
del movimiento almohade. fu e un personaje que, junto a
Ibn Byya, haba realmente fundado la fabafa en al-Anda
lus, Mlik b. Wuhayb, llamado el filsofo de Occidente
aunque slo fue un vulgarizador, quien ejerci como el prin
cipal oponente, ante el sultn, del reformador almohade y
quien aconsej ejecutarlo, o al menos encarcelarlo. Pero un
alfaqu bereber rival de Ibn Wuhayb obtuvo la liberacin de
Ibn Tmart.
Pero en su refugio montas, captado por la secta nacien
te, se dise una nueva orientacin ideolgica. Los diversos
textos escritos por aquel Ibn Tmart que tom el ttulo de
gua (mahdi) fueron compilados despus de su muerte, en
lo que vendra a titularse, bien por sus primeras palabras
Acazzu myuab (lo ms precioso a ser buscado),bien sim
plemente el Libro de Ibn T m a r t La autenticidad de sus di
ferentes partes no est asegurada, pero el tono general del
52 AVEKROS

repertorio marca claramente las aspiraciones del movimien


to. A guisa de introduccin figura una exposicin general
sobre ciencia-verdad e ignor anda-duda-opinin, que se
considera resume una disputa mantenida por Ibn Tmart o
desde Marrakech, antes de su expulsin, o ms tarde en Ag-
mat, en el momento de su huida. Lo esencial del volumen es
de orden jurdico, reglalas cuestiones de los fundamentos
del derecho y propone soluciones que no se confundan no
slamente con el mlikismo, que es el principal adversario,
sino incluso con el zhirismo, con el cual ha sido indebida
mente relacionado1*. Captulos especiales tratan d la ora
cin, de La pureza, etc. Tres fragmentos bastante breves,
sobre los cuales volveremos, fueron insertados en este con
junto y cubren la teologa. Para terminar, fueron aadidos
diversos opsculos que tratan del ttulo de mahdi (texto dis
puesto justo despus dlos de la teologa, pero cuyo tema no
interviene en ellos), de los defectos de los almorvides, del
fraude, etc. El ltimo captulo, sobre la guerra santa, es de
Ab Yaeqb Ysuf b. eAbd al-Mumin, el segundo califa o su
cesor del mahdi.
En el mbito del derecho, Ibn Tmart se opuso a al-Gazll
al no admitir el esfuerzo individual de interpretacin
(iytihd). En ello vea toda fuente de errores y divisiones.
Para l, la razn no tena lugar en la Ley24, frmula que
hay que interpretar como excluyente de la razn constitu
yente, pero no de la razn organizadora, ya que toda su obra
consiste en una puesta en orden semejante, esencialmente al
mostrar la interdependencia de los fundamentos jurdicos y
de los casos derivados. El principio lgico de base es que no
podramos obtener de una m ism a fuente consecuencias
contradictorias, ni una misma consecuencia de dos fuentes
contrarias.
Ambos autores, as como los mlkes, estn de acuerdo
en la idea de que ms vale arriesgarse a equivocarse al ac
tuar segn la estim acin personal, que abstenerse! Pero la
2* EDUCACIN V ORIENTACIONES RELIGIOSAS 53

jurisprudencia o fiqh almohade demandaba apoyarse en


analogas absolutamente seguras. Este rigor inquietar a los
cronistas orientales que lo calificarn de escuela del pensa
miento madhab al-fikr]. Fue enseado en Tnez hasta el
siglo x iv , pero jams tuvo un reconocimiento colectivo. Asi
mismo, los conflictos entre el poder almohade y los magis
trados mlikes fueron circunstanciales sin que el primero
pretendiera erradicar la doctrina tradicionalmente admiti
da, que continu rigiendo en la prctica.
Fue en los textos teolgicos en los que verdaderamente se
apoy la inquisicin almohade. Ms adelante veremos el uso
que se hizo de ellos. Pero primero hay que recordar su con
tenido. Al leerlos, la sensacin de rigor que se experimenta
ante los textos jurdicos se ve an reforzada. Tenemos una
elocuente demostracin de ello al comparar la profesin de
fe almohade, que es el texto ms desarrollado -n o siendo
los otros ms que simples recordatorios para la masa- con la
que se encuentra en la Revivificacin de las ciencias religio
sas de al-Gazll3S. En concreto, nos estamos refiriendo a un
fragmento que es retomado varias veces en su obra26 y en el
que el autor oriental aborda el tema desde aspectos diversos,
entx*e los cuales Ibn Tmart hara una seleccin. Al-Gazl
multiplica los preliminares y, al abordar el credo, afirma pri
mero que es la palabra divina su fuente principal, ya que no
hay expresin explcita despus de la de Dios27. Slo una
vez que dicha palabra divina ha sido expuesta es cuando
aade que, en tales condiciones, podemos prescindir de
proporcionar la prueba, pero que, siguiendo la explica
cin y la imitacin de los especialistas de la especulacin28,
accede a argumentar.
Por el contrario, Ibn Tmart, inmediatamente despus de
enunciar la cadena de las condiciones que ascienden de la
devocin a la revelacin, por medio especialmente del cono
cimiento, afirma bruscamente: Es por la necesidad de la ra
zn que el hombre conoce la existencia del creador39. Esta
54 AVERROES

frmula, que, de alguna manera, rompe con la cadena enun


ciada, se hace eco de otro pasaje del libro en el que, en oposi
cin al derecho, integralmente positivo, la teologa es pre
sentada como surgida a partir de la pura razn: El mtodo
del tawhtd [teora de la unicidad divina, base del dogma al-
mohade] es la razn [caql], lo m ism o que el tanzi [doctrina
de los atributos divinos], sin que tanto en el uno como en el
otro haya medio de servirse de la transmisin de tradiciones
[tawtur]30.
Al-Gazali acta como un puro ascar. Al tiempo que reco
noce que la naturaleza (fibra) del hombre le lleva natural
mente a reconocer a su creador, aade que hace falta el im
pulso suplementario de la revelacin. La razn interviene a
posteriori para constatar que no se puede distinguir al Dios
de los profetas del Dios creador del mundo. Cuando invoca
la naturaleza del hombre y el testimonio del Corn, ambos
son inseparables porque, para l, se refuerzan mutuamente,
lbn Tmart, por su parte, se aproxima a la primera escuela
teolgica del islam, el mutazilismo, escuela partidaria del
uso del razonamiento lgico contra la cual se form, como
reaccin, el as tarismu. l afirma la automaticidad de la con
clusin de la existencia de un creador, ahorrndose la des
cripcin cornica del orden del mundo. Del libro sagrado
recupera la frmula de la imposibilidad de una duda a pro
psito de un creador de las cosas (Corn, XIV, 10) para ana
lizar) a en trminos de necesidad lgica. Asimismo, su tra
yectoria no es emprica sino trascendental. Desde el punto
de vista dogmtico, el mahdt se ve conducido a insistir en
una teologa negativa y en la predestinacin del hombre, y a
reservar para la plebe los datos escatalgicos tradicionales.
Al tozudo racionalismo de lbn Tmart, que afirma su
postura de forma tajante, en textos densos, sin consideracio
nes anejas, y que extrae, despiadadamente, las consecuen
cias de sus premisas, se opone as la prudencia de al-Gazli,
que, queriendo mantener unidas va tradicional y argumen
2. EDUCACION ORIENTACIONES RELIGIOSAS 55

tacin raciona], multiplica las reservas a fin de favorecer la


conciliacin.
En estas condiciones, la unanimidad de los cronistas, que
hicieron de Ibn Tumart un discpulo de al-Gazli, no deja de
sorprender. Por otra parte, Averroes, cercano toda su vida a
las principales autoridades almohades, fue tambin un ad
versario feroz de al-Gazl, en tanto que telogo, y del asca-
rismo. La clave de esta diferencia de punto de vista se sita,
sin duda, en el ambiente moral de la poca, ambiente que N.
Barbour calific acertadamente de guerra psicolgica31.
Los cronistas, que no son especialmente competentes en his
toria de las ideas, no hicieron ms que recuperar frmulas ya
divulgadas; slo un filsofo de formacin com o Averroes
poda ser consciente de su vanidad.

Hada una recuperan de aUGazH

El almohadismo estuvo lejos de conseguirla aprobacin ge


neral en al-Andalus. El mundo de los alemas se encontraba
particularmente ligado al orden almorvid que le haba
prestado una atencin hasta entonces inigualada, al tiempo
que mantena grandes posibilidades de apertura hada la
metodologa del derecho, hacia el kalm e incluso hacia un
sufismo moderado. En el marco del pesim ism o general de
los musulmanes de la Pennsula Ibrica, la dispersin, y has
ta la traicin, de los reyes de taifas frente al peligro cristiano
constituy, por el contrario, un sello de calidad islmico
para aquellos que les derrocaron.
Los almorvides y sus partidarios conservarn siempre
este sello, como lo muestran la fetua de Ibn Ruid el abuelo
(al-jadd) sobre el uso del velo por parte de los hombres, y la
carta del emir a los cades de Valencia, dos textos a los cuales
ya hemos hecho referencia. Frente a esto, Ibn Tmart pone
de manifiesto hechos con los cuales la poblacin deba con
55 AVER ROES

formarse y, acusando a la dinasta gobernante de antropo


morfismo teolgico, proclama que la guerra santa debera
ser dirigida ms contra ella que contra los cristianos. Este
tipo de argumento poda tener audiencia en el sur magreb:
sin duda el nivel intelectual de los ulemas era all bastante
bajo, y el peligro cristiano se hallaba lejos. Pero en al-Anda-
lus no era lo mismo. La presin de los reinos del norte se ha
d a sentir cada da y no poda acusarse a los ulemas de tener
una concepcin material de Dios.
No pudiendo obtener una fetua justificativa de su accin,
como las emitidas a favor de los almorvides tanto en Occi
dente como en Oriente, los almohades se valieron de justifi
caciones que debieron hacer mella en la masa, sin inquietar
se por sus debilidades argumentativas. Criticaban el uso del
velo por parte de los hombres que contrastaba con la cara
descubierta de las mujeres en publico, especialmente miem
bros de la nobleza, y de una forma general denunciaban la
arrogancia y la conducta escandalosa de esta aristocracia en
la que las mujeres haban adquirido una importancia inad
misible. Este tipo de argumento tena la ventaja de satisfacer
tanto a la envidia mezquina de los pequeos hacia los gran
des, como al moralismo de los intelectuales. Averroes se es
forzar en llevar a cabo un primer esbozo de esta unin sa
grada entre la masa ignorante y los hombres que posean la
verdadera ciencia contra el mundo de los ulemas.
Asimismo, todo ello desem boc en un ataque contra el
cuerpo de los ulemas. Y como stos haban manifestado su
total adhesin al rgimen almorvid a travs de la oposicin
a al-Gazl, era tentador recuperar al autor oriental como
smbolo de lucha. De ah surgieron una serie de temas fabri
cados para la ocasin y cuya parcialidad hemos visto: se
achac a los ulemas el no interesarse ms que por la casusti
ca, siendo su apertura a la reflexin sobre los fundamentos
del derecho y de la religin silenciada e incluso negada. A
continuacin result fcil acusarles de actuar por inters:
2. EDUCACION Y ORIENTACIONES RELIGIOSAS 57

Hipcritas, habis adquirido vuestra reputacin


cual lobo
que se desliza en las tinieblas de la noche.
Gradas a la escuela de Mlik dominis el mundo y os
habis repartido la riqueza gracias a Ibn al-Qism.
Habis cabalgado alazanes grises con Ashab, y el
mundo
se ha teido para vosotros del color de Ashab31
(el poeta recurre a un juego de palabras con os nombres de
tres discpulos de Mlik que provienen de races que signifi
can repartir, ser gris y teirse).

Los siguientes versos van dirigidos especialmente a Ibn


Hamdin, culpable de la primera oposicin contra al-Gazll:

Oh Da^l! [un anticristo de la escatologa musulmana]


es el momento de tu aparicin,
Oh sol, brilla en Occidente; Ibn Hamdin quiere que se le vaya
a solicitar
pero sus dones estn ms alejados que las estrellas.
Si se le pide dictamen, se frota el trasero
para asegurar su pretensin de remontarse a Taglib33.

Algunos relatos populares llegaron incluso a hacertestifi-


car al acusado contra s mismo: algn tiempo despus del
auto de fe contra las obras de al-Gazll, Ibn Hamdin vio a al-
Gazli en sueos sujetando con las manos una cadena con la
cual tiraba de un cerdo. Ibn Hamdin relata que salud a al-
Gazll y que le pregunt por el cerdo. Al-Gazll respondi
que el cerdo era Ibn Hamdin y que permenecera en su po
der en tanto no le mostrara por qu se haba hecho merece
dor de su maldicin34.
As, los medios antialmorvides llevaron a cabo la recu
peracin del doctor oriental, segn el principio simplista de
que los enemigos de nuestros enemigos son nuestros ami
gos. Las grandes autoridades del perodo almorvid fueron
requeridas para sostener un encuentro entre al-Gazll y el
58 AVEBROES

futuro mahdi. En vano: cuando los almohades tomaron Se


villa, en 1147, el califa pregunt a Ab Bakr Ibn al-cArabi,
miembro importante de la delegacin de sumisin, si coin
cidi con Ibn Tmart cuando frecuentaba a su maestro en
Bagdad; el gran cad sali por la tangente: no lo vi entre sus
allegados, nicamente of decir que l deba verle35.
La cosa no qued ah. Los cronistas fabricaron encuen
tros, incluso imaginaron que el clebre maestro acababa de
enterarse de la deshonra de sus obras y pidi a su discpulo
magreb que le vengara. El prudente ulema sevillano Ibn al-
cArab fue incorporado, as, a una empresa ideolgica que
no dudaba en falsificar la realidad; tras haber sufrido perse
cucin por parte de los almohades -e n efecto, fue encarcela
do como consecuencia de una rebelin de los sevillanos y
muri poco despus-, fue presentado como una vctima de
los oscurantistas almorvides, adversarios de al-Gazli y
de sus discpulos: Esta amenaza adquiri tintes indescrip
tibles. El ms clebre de los afectados por esta revolucin
[tawra] fue Ab Bakr Ibn al-cArab, ya que se quem en su
fuego; posteriormente Dios lo ampar, despus de grandes
cosas36.
Estas palabras proceden de un filsofo, Ibn Tumls, quiz
un discpulo de Averroes, aunque no llegara a citarle como
tal. Si en ellas se expresa como un partidario ciego, su mane
ra de recuperar a continuacin desde el punto de vista inte
lectual tanto al mahdi como al doctor oriental, no careca de
habilidad: no haba pasado mucho tiempo cuando Dios en
vi al imam mahdi [de los almohades] y explic a la gente a
travs de l algo que les dej perplejos. l incit a la gente a
la lectura de ios libros de al-Gazli, y hemos sabido, a partir
de su doctrina, que estaba de acuerdo con ste [doctor
oriental]37. En sus escritos, medio siglo despus del cambio
de rgimen, Ibn Tumls proyectaba la recuperacin de la au
toridad sunn por parte de los almohades sobre un verdade
ro plan de enseanza. Ahora bien, hemos visto que las lectu
2. EDUCACION V ORIENTACIONES RELIGIOSAS 59

ras en cuestin ya se haban efectuado en al- Andalus, mien


tras que tendramos grandes dificultades para encontrar
textos de Ibn Tumart en los que se hiciera la mnima alusin
a un autor reciente, cualquiera que fiiera.

D ifusin de la doctrina aimohade

Lo que es seguro, por el contrario, es que Ibn Tumart impuso


a sus discpulos el aprendizaje de sus propios escritos. Con
tal fin haba redactado sus profesiones de fe y sus guas espi
rituales, tanto en rabe com o en bereber. l les obligaba a
recitar de memoria un captulo de sus doctrinas todos los
das. Quien no se las saba era azotado una y dos veces y, si
persista en su ignorancia, se le daba muerte. Sus sermones
y exhortaciones, que eran continuos, deban ser escuchados
por todos y el que no asista era igualmente castigado, hasta
la pena mxima38.
Con formas ms moderadas, y sobre todo ms jerarquiza
das en fundn del grado de capaddad intelectual d lo s in
dividuos, esta obligacin doctrinal constituye el fondo de la
enpresa de conquista aimohade. Todava en 1161, una carta
del ministro del primer califa a sus partidarios de Buga ma
nifiesta explcitamente tal poltica: (El califa) ordena a los
que comprenden y hablan la lengua rabe leer el tawhid fo
declaracin del dogma aimohade] en dicha lengua, desde el
principio hasta su ltima palabra sobre los milagros [la
profesin de fe propiamente dicha39], memorizarla, com
prenderla, ser asiduo a su lectura y serle fiel. Ordena que los
estudiantes de las ciudades y similares lean las profesiones
de fe, las memor icen y se vinculen a ellas por la va de la
comprensin, de la admonicin y de la reflexin. (El califa)
exhorta a las gentes del pueblo y a quienes estn en las casas
a leer la profesin de fe que comienza por ten conocimiento
-q u e Dios nos dirija por el buen camino as com o a ti...
60 AVEEROS

[= el segundo gua espiritual]40, a su memorizacin y a su


comprensin. En esta obligacin se engloban los hombres,
las mujeres, los hombres libres, los esclavos y toda persona
legalmente capaz, ya que ninguna accin Ies ser reconocida
ni palabra alguna les ser admitida sin el conocimiento del
tawhid. [Al que no obedezca] hay que aplicarle la sentencia
del Libro y su sangre, sin duda, debe ser derramada41.

Averroes, el almohadismoy lafilosofa

La obligacin de recitar, dependiendo de su formacin, sea


la profesin de fe, sea una u otra de las guas espirituales,
fue llamada por los cronistas pronunciar el tawlitd y sea
lada por ellos como un gesto de reconocimiento del poder
almohade por parte de cualquiera que se sometiera a l. Por
tanto, parece seguro que el joven Averroes la llev a cabo al
rendirse Crdoba a los almohades. La expresin sigui
siendo vlida al m enos hasta 1169, ya que el historiador Ibn
Shib al-Salt la emple para el seor rebelde de Jan,
Ibn HamuSk, compaero de Ibn MardanTs: prometi a
Dios obligarse a la obediencia del poder supremo y entrar
en la ley del tawhid segn la unin ms completa, y confes
que Dios le haba guiado hacia la doctrina recta y la compa
a de la gente del tawhid42.
Aunque es cierto que a Averroes no le satisfaca esta adhe
sin forzada, la llev a cabo con entusiasmo, la s listas de sus
trabajos, en efecto, hacen mencin a dos obras con ttulos
bien elocuentes: un Comentario sobre la profesin de fie del
imm mhdiy un Tratado sobre las modalidades de su entra
da en el estado supremo, de su aprendizaje en ly de las virtu
des de la ciencia del mahdi. Estos textos, desgraciadamente,
se han perdido. Nos habran enseado mucho sobre la for
ma exacta en la que nuestro filsofo perciba la doctrina al
mohade. En ausencia de ellos, nos vemos reducidos a las
1. EDUCACION Y ORIENTACIONES RELIGIOSAS 61

conjeturas. Mientras que existen algunas dificultades res


pecto al primer ttulo, que quiz podra leerse tambin como
Comentario de la profesin de fe hamran o de la profe
sin de fe hamdan sobre los fundamentos, lo cual carece de
toda significacin en el estado actual de nuestros conoci
mientos, no existe ninguna con respecto al segundo, que es
citado de forma idntica por dos fuentes diferentes. En
cuanto a la idea segn la cual ambos ttulos remitiran a la
misma obra, es infundada, ya que la nocin misma de
mahdno pertenece a la profesin de fe.
Se ha pensado en la posibilidad de que se trate de escritos
de juventud, tanto ms verosmil para el caso del texto que
trata de la ciencia del mahd cuanto que este tema, uno de
los elementos impulsores de la revolucin almohade -sin
constituir por ello un dogm a- no juega ningn papel en las
obras conocidas de Averroes. Se puede suponer que este
fragmento sea uno de los ms antiguos, remontndose quiz
hasta la poca en que Crdoba pas al nuevo rgimen43. Ms
tarde, el tema del mahd ser discutido con virulencia, no
tanto por s mismo como por la calificacin de impecabili
dad a la que se le asoci. Mientras que durante el gobierno
de los dos primeros califas almohades esta acusacin no se
volvi a formular abiertamente, la actitud descarada del ter
cer califa parece remitir a un desinters colectivo que de
sembocar en 1224 en la abolicin oficial de tal creencia; la
mxima No hay otro mahd que Jess... [Ibn TmartJ slo
fue designado mahd porque tenais una conviccin errnea
sobre lo que es el mahd44, ser proclamada. Restablecido
por un tiempo, este elemento de doctrina se mantendr en
Ifriqiya hasta 1311, pero cay pronto en desuso en el Magreb
y al-Andaius. Es muy posible que Averroes no hiciera ms
que anticiparse a este movimiento ineluctable.
No se tiene ninguna certeza respecto a la fecha de redac
cin del Comentario sobre la profesin defe, credo en el que,
en efecto, no se trata el tema espinoso del mahd. Incluso fije
62 AVERROES

considerado perfectamente ortodoxo por personas como el


historiador oriental Ibn cAskir, contemporneo de Ave-
rroes. En todo caso, los textos teolgicos ulteriores del lti
mo coincidirn con la mayor parte de sus dogmas.
Hay en ello, sin embargo, una cierta distorsin. Ibn
cAskir era un buen historiador, pero no especializado en el
estudio de las ideas. Cuando juzgaba com o perfectamente
a$car el texto de Ibn Tmart, entra en contradiccin con
otro analista, ms docto en cuestiones de doctrina, que no es
otro que Ibn Taymyya. De ste, H. Laoust ha dicho que en
carnizado polemista, sin duda apasionado, y a veces exage
rado en sus apreciaciones, era tambin un heresigrafo ex
traordinariamente bien informado y a menudo con una
gran perspicacia45. Ahora bin, Ibn Taymyya opuso el al-
mohadismo al a Zarismo y, para la cuestin de Dios, compa
r ms al primero con la faisafa: En cuanto a quienes se
oponen a los profetas como los [pretendidos] filsofos y sus
semejantes, describen a Dios por atributos negativos [...].
Sin embargo, esta doctrina es tambin la del autor de la
Murfida [gua espiritual], tal como lo declar explcitamen
te en un voluminoso libro en ei que expuso su doctrina so
bre este punto. En dicho libro, efectivamente, el autor de la
Murida afirmaba que Dios es el ser en s m ism o, com o lo
sostienen Ibn Sln [Avkena], Ibn Sab'n y otros similares a
ellos46.
Existe, por tanto, un parentesco espiritual entre la doctri
na de Ibn Tmart y la filosofa rabe de inspiracin griega.
Ello permite comprender las ltimas palabras del Discurso
decisivo de Averroes consagradas a las herejas, y en especial,
a aquellas que tienen su causa en la prctica teolgica: Dios
ha puesto fin a muchos de estos males, ignorancias y tenden
cias perniciosas gracias a tal poder vencedor. Con ello ha
abierto el camino a numerosos beneficios, sobre todo para
la clase de personas que se han comprometido en la va del
examen racional y que aspiran a conocer la verdad, ya que
1. e d u c a c m n Y ORIENTACIONES RELIGIOSAS 63

convocaron a la multitud al conocimiento de Dios -alabado


sea- por una va intermedia que se sita ms all del bajo ni
vel del conformismo imitativo, pero sin llegar a la controver
sia de los telogos dialcticos; y mostraron a la elite la nece
sidad de comprometerse radicalmente en el examen
racional de la Fuente de la Revelacin47.
En suma, hay dos formas de percibir la actitud de Ave-
rroes frente a al-Gazll. La primera es no ir ms all de so
denuncia del sincretismo del doctor oriental. Eso es algo que
seguir haciendo, en el perodo de transicin del siglo xm al
x iv , un escritor granadino que tratar a nuestro filsofo
desde el mismo punto de vista que a al-TurtQS46. Aunque
acabamos de ver que esta denuncia se basa, en Averroes, en
un argumento particular que es el del rigor intelectual, que
slo la prctica de la profesin de fe almohade pudo hacer
apreciable, se puede ir ms lejos y considerar no solamente
la oposicin de las formas del pensamiento, sino tambin de
los contenidos. En este sentido, la opcin almohade, segn
el testimonio de Ibn Taymiyya, fue igualmente decisiva y re
sult una excelente preparacin para la recepcin de las
obras de Ibn Bayya y, a travs de l, del peripatetismo.
Con preparacin nicamente queremos referirnos a un
clima psicolgico, no a una precedencia cronolgica que
nuestra total ignorancia de las fechas para este perodo de la
vida de Averroes nos impide afirmar. La eleccin de la doc
trina almohade es lo que permite comprender que, por pri
mera vez en la historia de la falsafa, sta desemboc en una
obra de primer orden en las manos de un alfaqu, de un ule-
ma heredero de una dinasta de magistrados y que se man
tuvo en la misma va. Si, por el contrario, queremos investi
gar en las razones que condujeron al individuo Averroes
hacia la filosofa, es, al igual que parala mayor parte de sus
semejantes, hacia la prctica cientfica a la que hay que diri
girse.
3. El conocimiento de la naturaleza
como elevacin hacia Dios

Averroes fue el primero, entre los miembros conocidos de su


familia, en interesarse por lo que hoy en da llamamos las
ciencias. En su poca, el saber por excelencia era el saber re
ligioso saber por antonomasia]. Las disciplinas profa
nas, excepto las literarias, no fueron abordadas ms que de
forma tarda -cuando lo fueron, ya que suscitaban cierta
desconfianza entre los uiem as-. Adems, tales reticencias se
manifestaron mucho ms en el Occidente islmico que en el
Oriente, donde numerosos telogos, en especial mu'taziies,
mostraron su inclinacin por las ciencias dla naturaleza, y
si no tanto como especialistas, lo hicieron al menos por cu
riosidad.

Jerarqua dlas ciencias profanas

La perspectiva andalus aparece muy clara en el testamento


espiritual de al-BSy, una de las principales autoridades m o
rales de la poca de taifas. En dicho texto, redactado en 1081,
es decir, menos de medio siglo antes del nacimiento de Ave
rroes, el autor se extiende sobre todo en los deberes religio-
64
1. EL C O N O C IM IEN TO DE LA NATURALEZA C O M O ELEVACIN HACIA DIO S 65

sos del musulmn. Como disciplina no raboislmica tradi


cional slo cita la astronoma. sta, entonces inseparable en
la mentalidad com n, de la astrologa, es calificada por l
como ciencia vulgar, y slo la tolera si sirve para el estu
dio de los astros desde un punto de vista cientfico1. Aun
que no lo dice explcitamente, podemos pensar que en reali
dad tena en mente ios diversos signos de los que habla el
Corn, grabados en la naturaleza de la obra de Dios.
Aspirando, segn la frmula clsica, a englobar todo el
saber, tanto humano como divino, la filosofa y su prope
dutica que es la lgica son juzgadas con la mayor de las re
servas: Hay que leer poco de lgica y lo que escriben los fi
lsofos, pues se basa en la infidelidad, la impiedad y el
alejamiento de la ley religiosa. Slo hay que leerlos para co
nocer su utilidad a fin de crear una legislacin y nicamente
a condicin de servir a la religin. Lo que se encuentra en el
Corn es suficiente2.

Aparicin de las ciencias de la naturaleza

Con todo, Averroes no resulta en absoluto una excepcin en


su propio medio. Los repertorios biogrficos apuntan a unos
seis ulemas que se distinguieron en las ciencias de la natura
leza durante el siglo x i y casi una decena en el siglo xii; es de
cir, representan un quinto y despus un tercio de los que
practicaban estas discipl inas. Para las ciencias exactas, las ci
fras seran algo diferentes, pero las proporciones del mismo
orden. Los otros eran, unos, especialistas puros, otros, gente
que se dedicaba igualmente a materias literarias. Seguramen
te, en nuestra poca, en la que, como ha sealado Michel Se-
rres, hay ms cientficos vivos de los que nunca antes hubo en
toda la historia de la humanidad, estas pequeas cantidades
podran incitar a la risa. No por ello, sin embargo, dichas ci
fras son menos significativas, bsicamente en dos sentidos.
66 AVERBOES

Primero, en s mismas. A pesar de las palabras de al-BijT,


los ulemas que se interesaban por el saber profano, que no
fuera el literario, eran escasos pero no inexistentes, dupli
cndose su nmero entre los siglos xi y xn. A m odo de ejem
plo, sealemos que en el origen de la ms clebre tradicin
familiar de la medicina en al-Andalus, la de los BanZuhr,
figuran dos hombres que se distinguieron no slo en esta
materia sino en fiqh, en el caso del primero (cAbd al-Malik),
y en hadiz en el caso del segundo (su hijo Abl-'Al, padre a
su vez del famoso AbMarwn, con el que volveremos a en
contrarnos entre los amigos de Averroes).
En cuanto al ascenso que estas cifras denotan, hay que
apuntar que va unido a un cambio significativo de perspec
tiva. En principio se preferan las matemticas y las ciencias
exactas, en general, ya que las primeras podan aplicarse a
las necesidades jurdicas, como la ciencia del derecho de
particin de herencias. Podan igualmente ser asociadas a la
formacin de la integridad del hombre, al igual que pro
longaban los rudimentos de clculo que formaban parte
obligatoria de la enseanza elemental. Como consecuencia,
la medicina -principal representante de las ciencias de la
naturaleza- era asociada bien a las matemticas, bien a las
disciplinas literarias. Despus, el estado de nimo cambi.
Las matemticas, que hasta entonces haban servido de
trampoln para la especulacin intelectual (sobre todo eso
trica), perdieron fuerzay se limitaron ala aplicacin prc
tica, como la contabilidad, o se convirtieron en el quehacer
de individuos aislados. Por el contrario, las ciencias de la
naturaleza se consolidaron en el siglo x n y su prctica se
inscribi en sistemas de enseanza, incluso de filiacin fa
miliar, que permitieron la constitucin de verdaderas tradi
ciones cientficas. La medicina continu siendo con mucho
la materia preferida, dejando muy poco espacio a la botni
ca y a la qumica, y tendiendo, por ello, a acaparar el espri
tu especulativo.
J. EL CO N O C IM IEN TO DE LA NATURALEZA C O M O ELEVACION HACIA D IO S 67

El catlogo de las obras de Averroes es extremadamente


variado y cubre aspectos a la vez especficamente rabes,
com o la poesa y la gramtica, o islmicos, como elfiqh ,
mientras otros reposan sobre un saber extranjero (griego,
pero tambin persa, incluso hind), como la fsica, la bot
nica, la zoologa, la astronoma y sobre todo la medicina y la
filosofa. Entre estas ltimas las nicas materias importan
tes que se le escapan son la msica, que era entonces una
ciencia (en la que se haban cultivado grandes filsofos
como al-Kind, Avicena y sobre todo al-Frbl o Alfarabi en
Oriente; y Abl-Salt y en especial Ibn Bjtya en Occidente) y
la qumica, no emancipada an de la alquimia.

Averroes, espritu universal?

Cundo abord las ciencias profanas? A falla de conocer


esta fecha y conforme al plan de educacin general seguido
en al-Andalus, cabe decir que posiblemente no se consagr
a ellas antes de su adolescencia, ni an en su juventud. Cier
tamente, podemos invocar unos estudios superiores parti
culares. Es as que el clebre cirujano cordobs del siglo x,
Ab 1-Qsim al-Zahraw, haba propuesto, en la sexta parte
del segundo libro de su gran tratado, un plan de educacin
relevante. Dada la psicologa infantil, deca, el nio debera
formarse primeramente en la casa paterna, ir despus a la es
cuela cornica (kuttdb) para aprender all, adems del Libro
sagrado y las bases de la religin islmica, la lectura, la escri-
turay la gramtica. A continuacin, otro maestro le ensea
ra aritmtica, geometra, astronoma y msica. Vendra en
tonces la lgica, la filosofa y, ya en este estadio, la medicina.
Tal esquema, que comporta evidentes reminiscencias de la
educacin antigua, indudablemente no fue aplicado, al m e
nos en su totalidad, encontrndose demasiado alejado del
modelo en vigor que ya vimos. La filosofa, de todas formas,
68 AVERKOES

era demasiado poco admitida como para constituir un preli


minar del estudio, incluso profundo, de las ciencias. La refle
xin filosfica era entonces ms bien una salida posible -n o
necesaria- de la prctica cientfica.
Por otra parte, hay que sealar que Averroes se ocup de
determinadas disciplinas slo de forma indirecta, bajo el
aspecto de comentarios de autores antiguos, especialmente
Aristteles o Galeno. En esto, se content con aportar una
orientacin particular, marcada por la eleccin de autores-
guas, tal com o se sola hacer, ya que la civilizacin rabe
clsica proceda con mucha frecuencia comentando un tra
tado anterior, incluso comentando un comentario!
En una disciplina, no obstante, super este estadio para
llegar hasta la observacin directa: en la astronoma. En la
medida en que sta implica la representacin del sistema del
mundo, nuestro autor profundiz en ella con la esperanza de
llegar un da a una verdadera reforma de dicha ciencia. Fue
en vano; Averroes no pas de ser un aficionado ilustrado en
la materia, capaz nicamente de observaciones y clculos
menores.
Pero, ms que la diversidad de los centros de inters, lo
que es notable en Averroes es que pudiera, en ciertos casos,
rebasar la fase de la simple curiosidad para elevarse a la es-
pecializacin y a la prctica profesional. Ciertamente, prac
tic conjuntamente el derecho musulmn y la medicina.
Ahora bien, la gente no era benevolente con los aficionados,
segn muestra la siguiente ancdota: en Crdoba, a princi
pios del siglo xi, una viuda afirmaba estar encinta desde ha
ca dos aos. Los parientes del difunto se oponan a que tal
embarazo pudiera modificar el reparto de la herencia. El
cad, perplejo, envi a ambas partes a un jurista que se las
daba de mdico. ste, tras sermonear a la mujer, le sugiri
que poda padecer la enfermedad de rahdy enfermedad del
tero que provocaba embarazos nerviosos, ante lo cual la
demandante le reprendi speramente, diciendo que no ha
3. EL CO N O C IM IEN TO DE LA NATURALE2A C O M O ELEVACION HACIA DIOS 69

ba sido consultado como mdico sino como jurista. Y cuan


do el asunto, ms tarde, volvi a serle planteado, tuvo que
someterse a la opinin de las mujeres expertas3.
Por otra parte, todava a principios del siglo xn, los mdi
cos ms reputados de al-Andalus eran ios cristianos v los ju
dos. Segn e] testimonio del filsofo Abl-Salt, stos exce
dan con mucho a sus hom logos musulmanes. s verdad
que AbQ 1-Salt escribi eso desde Egipto, adonde se haba ex
patriado, y que sus palabras estaban algo tergiversadas por
el rencor, pero bien parecen hacerse eco de un sentimiento
general. En la misma poca, esta preferencia del pblico por
los mdicos no musulmanes desemboca, en Fez, en una de
nuncia en regla contra un facultativo judo que lleva un tur
bante, anillos, cabalga corceles, se sienta en su consulta sin
ponerse el cinturn [zunndr] ni la marca distintiva [giydr]
dlos tributarios, rivalizando en elegancia con ios notables
musulmanes mejor situados4.

Medicinay mdicos

Ambos ejemplos explican el hecho de que la profesin de


mdico no tena entonces mucho que ver con la concepcin
normalizada que tenemos de ella hoy en da5. El ttulo de
mdico no era concedido ms que en escasas ocasiones, es
pecialmente si se estaba ligado a un soberano. Ello supona
una adquisicin de fama bien por una prctica nformal per
sonal, bien por la pertenencia a una dinasta profesional
prestigiosa. La mayor parte de las veces, el mdico era, de al
guna manera, capaz de suministrar tratamientos mdi
cos. Es decir, que se estableca entre el solicitante y quien se
ofreca (o quien, como m nim orespondaalaconsulta) una
especie de contrato, regateo incluido: cuidars a fulano de
tal sntoma y te dar tanto si tienes xito. A veces se entre
gaba una seal reembolsable en caso de fracaso. Podan
70 averroes

tambin producirse discusiones al final del tratamiento en


cuanto al xito del m ism o o bien en cuanto al montante de
los honorarios que hubieran sido fijados slo de forma oral.
Si el asunto llegaba al juez, ste exigira el juramento de cada
una de las partes, pero a veces stas juraban por cantidades
tan diferentes!
La denom inacin de mdico (tabib) entraaba una
instruccin libresca y una habilidad reconocida; estaba re
servada a las personas ms cualificadas, sin exceptuar a las
mujeres, llamadas tabiba. En un nivel de aptitud media (no
obstante real) desde el punto de vista terico, y a pesar de
una habilidad prctica incontestable, se utilizaba la forma
atenuada de mutatabbib^ que E. Lvi-Provencal considera
ba como una especie de oficial de sanidad. Se trataba so
bre todo de personas que conocan las recetas y los procedi
mientos cuya eficacia estaba demostrada, pero que no
haban sido garantizados por la medicina antigua. Asimis
mo, muchos de estos individuos eran tambin inspectores
de mercados y fraudes (mubtasb), oficio que exiga el cono
cimiento de multitud de detalles concretos y de procedi
mientos empricos. A este grupo pertenecan tambin los
que practicaban sangras. En cuanto a los curanderos y
charlatanes, provenan de un mundo completamente dife
rente: denunciados por los especialistas, eran, sin embargo,
reconocidos por numerosos juristas que exigan solamente
que sus talismanes y sortilegios hubieran sido elaborados
en el nombre de Dios e incluyeran pasajes del Corn. Las
colecciones de tradiciones profticas suelen incluir un cap
tulo sobre medicina, en el que se compilaban las ancdo
tas sobre la manera en que el Profeta del islam cuidaba y
aconsejaba a los enfermos de su entorno. Esta medicina
del Profeta competa cada vez ms con la medicina cient
fica heredada de os griegos, y hay que atribuir un gran m
rito a los ulemas com o Averroes que siguieron ligados a
esta ltima. Para eliminar a los aficionados peligrosos, en
}. EL C O N O C IM IEN TO DE LA NATURALEZA C O M O ELEVACIN HACIA DIOS 7l

Oriente se propuso en los siglos ix y x someter a exmenes a


los candidatos. En al-Andalus, la idea parece haber sido
rara vez llevada a la prctica.

Escalafn de enseanzasy tratamientos

Mientras que en Oriente existieron, desde muy pronto, hos


pitales, algunos prestigiosos, en los cuales se dispensaban a
ia vez cuidados y enseanza clnica, ninguno aparece atesti
guado en la Pennsula Ibrica antes del siglo x tv. Como mu
cho existan edificios pblicos en los que se acoga a los en
fermos; los estudiantes no tenan acceso a ellos y tenan que
completar su formacin fuera, a veces al otro 1ado del Medi
terrneo.
En cambio, desde el siglo x florecieron, especialmente en
Crdoba, clebres escuelas privadas; citemos la del gran
Abl-Qsim al-Zahraw, cuya Ciruga, traducida incluso a
lenguas vernculas como el oceitano, hizo muy famoso en
Europa el nombre de su autor, latinizado com o Abulcasis.
Pero el mismo Averroes dio testimonio de algo cuya tradi
cin nadie mantuvo en su tiempo.
Asimismo, es probablemente a una tercera moda de ense
anza a la cual hay que ligar a nuestro joven letrado, apasio
nado por la ciencia: la de la tutela de un individuo o de un
pequeo grupo de individuos por parte de un maestro. La
tradicin familiar, de la cual al-Andalus nos dio varios ejem
plos, era favorable a este sistema ya que permita una mayor
espontaneidad en las relaciones enseante-enseado. La
transmisin del saber era incluso posible de un padre a su
hija, como en el caso de Abu Marvvn Ibn Zuhr y su hija
Umm cAmr, que cuidara de las mujeres, hijos y esclavos de
la nobleza almohade y que dara consejos para los trata
mientos de los hombres.
Si en Oriente esta enseanza supona la existencia de ma-
72 AVERROES

males especialmente en forma de pregunta-respuesta, en al-


Andalus proceda sobre todo por discusiones y debates. Tras
una primera formacin terica, el discpulo acompaaba
al maestro en sus visitas mdicas. Ciertos tericos exigan al
mdico abrir una ficha para cada enfermo para indicar en
ella los sntomas, el diagnstico y la terapia. Esta ficha deba
servir en caso de muerte del paciente y de denuncia por par
te de su familia, para que fuera examinada por un mdico
competente, pero si tal prctica fue respetada, lo cual igno
ramos, la ficha, sin duda, debi servir a los estudiantes. En
principio, esta enseanza se continuaba hasta que el alumno
obtena su Ucencia para ejercer (iyza)-, pero todo el que se
haca llamar tabb no lo era necesariamente, ya que dicho t
tulo dependa ms de la fama que del diploma.
De forma general, el tratamiento de los enfermos era
aloptico: cada anomala era tratada con la ayuda de un pro-
ducto que reagrupaba las cualidades contrarias, de acuerdo
con la teora de Galeno. ste postulaba que el paciente cons
tituye un equilibrio particular entre las cualidades y los
humores -sangre, bilis, etc.-, los cuales combinan de dos
en dos criterios de calor y de sequedad. En consecuencia, la
enfermedad proviene de un exceso de tal o cual humor; el
mdico elimina directamente su excedente cuando es posi
ble (como a travs de la sangra), o aplica al paciente una
droga que presente las cualidades contrarias a las del humor
en cuestin. Sobre esta base se incorporan multitud de con
sideraciones teniendo en cuenta la anatoma, el medio, etc.
Algunos, como Abul-Salt en su carta de Egipto, propusieron
otro tipo de tratamiento que dara preferencia a la comuni
cacin con el enfermo en lugar del uso de medicamentos,
pero apenas tuvieron eco,
El tratamiento con drogas, y de forma general la teora de
los humores que lo sustenta, ofrecen, en efecto, una ventaja
particular a la cual nuestra poca es apenas sensible, pero
que antao goz de gran prestigio: a la satisfaccin del cuer
J. EL C O N O C IM IEN TO DE LA NATURALEZA C O M O ELEVACION HACIA DIOS 73

po, obtenida por las curaciones que permite en la realidad


este mtodo de diagnstico, se aade la satisfaccin del esp
ritu que piensa que un misterio de la naturaleza ha sido pe
netrado y domesticado por el hombre. La jerarqua entre
tabb y mutatabbib reposaba nicamente en este punto ya
que ambos obtenan los mismos resultados prcticos. Pero
el primero les aada la aureola del saber. El mdico no lo
graba el xito solamente por suerte, sino poique conoca los
aspectos ocultos de nuestro universo.
Aqu se opera una escisin en La mentalidad del pblico.
La gente poda no considerar ms que este poder oculto y re
currir entonces a los magos, fabricantes de talismanes, etc.
Pero si se supona que la naturaleza sigue un orden y que el
poder del mdico existe slo en tanto que es capaz de captar
su razn, la va quedaba abierta para la investigacin cient
fica propiamente dicha, tal como al menos la hem os conce
bido hasta el siglo xx; es decir, organizada en torno a la idea
de leyes de la naturaleza.
Sin embargo, la idea del orden no es islmica, ya que el
Corn no conoce ms que la costumbre de Dios (siamat
Allh); es decir, el hecho de que D ios, que a cada instante
podra recrear un mundo completamente diferente del an
terior, se imponga a S mismo seguirlas mismas regulari
dades en el desarrollo de los hechos y de los aconteci
mientos, regularidades que l no altera ms que por el
milagro. La idea del orden forma parte de la esencia del
pensamiento griego. Es la significacin primera de la pala
bra cosmos y, en consecuencia, cualquier estudio cosm ol
gico, cualquier examen del m undo bajo la forma que sea
remite a unas leyes. Elfaylasf, el filsofo rabe de inspira
cin helnica, se limitaba a postular que la costumbre de
Dios constituye la norma, y el milagro la excepcin, y que,
consecuentemente, slo la regularidad merece ser tomada
en consideracin; ello podra constituir un argumento
para el telogo.
74 AVERROES

A travs de eso, vemos disearse una perspectiva particu


lar, consistente en enfocar la bsqueda de las constantes,
despus de su razn de ser, com o una verdadera m isin re
ligiosa. El mdico que estableca la clasificacin de los sn
tomas, reunindolos en esquemas explicativos, penetraba
parte del mbito de lo oculto [gayb] que el Corn reserva
a Dios. Eso representaba, evidentemente, un riesgo; asimis
mo, numerosos mdicos se contentaban con obtener resul
tados prcticos, considerando la teora com o el mero so
porte de su accin, o todo lo ms como un lenguaje tcnico
cuyo carcter esotrico mantena la disciplina del arcano, a
la cual el mundo islmico se encontraba muy ligado. Pero
otros hicieron hincapi en el valor de la teora por s misma.
Ambos aspectos se encontraban en los maestros del joven
Averroes.

Maestros e inspiradores de Averroes

No podemos explicarnos su inters por las ciencias a travs


de su formacin tradicional. Su maestro en literatura, Ab
Bakr Ibn Samahn o Samayn, enseaba no slo el Corn y
gramtica, sino adems matemticas, pero no sabemos si
eso iba ms all de los rudimentos del clculo, y esto ltimo,
ya lo hemos visto, no era del todo excepcional.
Aunque Averroes estudi diversas disciplinas, como as
tronoma, zoologa, etc., los bigrafos andaluses no hablan
ms que de sus estudios de medicina y citan a AbMarwnb.
r^ul (arabizacin de Gudriol) de Valencia como su pro
fesor. Dicho personaje, conocido tambin bajo el nombre de
Ibn QabburSl, haba abandonado su dudad natal para esta
blecerse en Crdoba. A pesar de no parecer que fuera una fi
gura sobresaliente, hay que sealar que fue discpulo del c
lebre mdico, farmaclogo y sobre todo agrnomo Ibn
Wafid fea. 1007-1074).
1. EL CO N O C IM IEN TO DE LA NATURALEZA CO M O ELEVACION HACIA DIOS 75

Para tratar de situar el espritu de esta escala de la ense


anza que desemboc en Averroes, podemos partir del tra
tado de agronoma de Ibn Wafid, la Sumtna (M a y m cuya
atribucin no es totalmente indiscutible, pero que represen
ta el punto esencial para enfocar su accin. Es un manual
prctico en el que se multiplican los detalles, a veces pinto
rescos, aunque Ibn Wafid no haga alusiones a sus propias ex
periencias, sobre las cuales, por otra parte, contamos con
testimonios tales como la aclimatacin de las plantas y qui
z su fecundacin artificial, lo que es ms la obra de un bo
tnico que de un experto agrcola. Adems, fue el primero
en al-Andaus en estudiar las plantas por s mismas y no
para la farmacologa. A pesar de que era mdico, separ
ambas cosas e incluy la aplicacin mdica en otra obra que
consagr a las drogas simples y en la que reuni una vasta
documentacin bibliogrfica, al tiempo que mostraba una
gran prctica en la aplicacin de ciertos remedios particu
lares de su regin natal, Toledo. Es muy probable que el Li
bro de las experiencias (perdido) de Ibn Byya lo siguiera y
completara.
Pero lo ms importante es que la mencionada Summa de
Ibn W&fid constituy una etapa importante en la formacin
cientfica de al-Andalus. Se trata de una obra equilibrada en
la que el orden de exposicin es mucho ms sistemtico que
en los agrnomos latinos, en los cuales, no obstante, se basa.
La formacin terica de Ibn Wafid era tan pujante como su
aptitud experimental. Cit a autores clsicos y orientales, en
pequeo nmero pero repetidos con frecuencia. A veces, in
cluso no vea la necesidad de mencionar a una autoridad
concreta y atribua una opinin a los sabios en general.
La lnea Ibn VVfid-Ibn Yuriyl muestra, por tanto, los
comienzos andaluses de una obra cientficamente organiza
da, favorable a la formacin de un pensamiento globalizan-
te. Sin embargo, no explica la aparicin de un filsofo ali
mentado de textos clsicos.
76 AVeKROES

Conoci Averroes albn Bayya ?

Algunos estudiosos han pensado que el joven Averroes ha


bra conocido personalmente a Ibn B^a. Nacido en Zara
goza, regin ms independiente de las grandes instituciones
religiosas e impregnada, gracias a una mezcolanza de comu
nidades, de las ideas y textos venidos de Oriente, Ibn B^ya
haba ledo a al-Frbi, alcanzando en su tiempo la talla de
un filsofo confirmado. Pero Ibn Byya muri, com o muy
tarde, cuando Averroes tena trece aos.
Nos hemos volcado en la anotacin realizada por el nico
autor oriental -tardo- Ibn AbcUsaybica (muerto en 1270),
segn la cual, Averroes se dedic a las ciencias taclim]y a
la medicina con Ab Ya'-'far b. Hrn, lo frecuent durante
mucho tiempo y aprendi de l mucho de las ciencias filos
ficas [al-'ulm al-hikmi)ya]y>6. Pero esta frase, en su aridez,
plantea muchos problemas.
Ibn Hrn no es un desconocido. Originario de Trujillo,
se haba especializado en oftalmologa. Es sealado como
autoridad tanto en farmacologa como en tradiciones pro-
fticas, lo cual lo sita con Averroes en el mismo pequeo
grupo de ulemas apasionados por el saber antiguo. Ibn
Ilrn puede aparecer com o un buen iniciador ya que, nos
dice el historiador oriental, conoca ala perfeccin las cien
cias filosficas y era versado en las obras de Aristteles y de
los otros filsofos de la Antigedad. Pero no sabem os ni
de dnde le vena este gusto ni cundo entr Averroes en
contacto con l.
Respecto al segundo punto, Ibn Hrn apareci en la es
cena pblica tras ser nombrado mdico del gobernador de
Sevilla y futuro califa; es decir, despus de 1149. Ello podra
significar dos cosas; por una parte, incluso si -y es lo ms ve
rosmil- inici a Averroes en Aristteles, fue bastante tarde
a partir de los veintitrs aos), cuando nuestro joven inte
3, ELCONOCIMIENTODELA.NATURALEZACOMOELEVACIONHACIADIOS 77

lectual se inclin abiertamente hacia el pensador griego; por


otra parte, fue dentro de la revolucin poltico-religiosa en
carnada por los almohades donde Averroes tom este paso
decisivo.
El primer punto no lo sostiene ningn indicio preciso.
Nos vemos limitados alas suposiciones: sea un conocimien
to, a travs de Ibn Hrn, de la obra de Ibn Byya, sea una
trayectoria paralela a la suya. La primera hiptesis es plausi
ble, incluso bajo la forma de un contacto personal. El pensa
dor de Zaragoza debi, en efecto, huir de su ciudad, tomada
por los cristianos en 1118, y refugiarse en el sur; se encontra
ba en Sevilla en 1136 y si Ibn Hrn tambin se encontraba
en esta ciudad, debi sin duda frecuentarlo all. El paralelis
mo de sus trayectorias, por el contrario, es mucho ms difcil
de imaginar a la vista de las divergentes orientaciones de sus
psicologas respectivas. Ibn Hrn se dedic tanto a la disci
plina religiosa como a la ciencia de la naturaleza. Ibn Byya
no se interes por la primera; era ante todo un matemtico.
Segn su propio testimonio, comenz sus estudios cientfi
cos superiores por la msica y la astronoma; a continuacin
se inici en la lgica con la lectura de al-Frb, antes de con
sagrarse a la fsica o filosofa dla naturaleza.
Tanto en un caso como en el otro, no obstante, el punto de
encuentro entre los dos es precisamente la fsica, la cual, por
otra parte, jugaba un papel de pivote, ya que articulaba filo
sofa y prctica cientfica. En da, efectivamente, se realiza
ba el proceso de la inteleccin, de la percepcin conceptual
de las cosas, actividad que constituye el carcter especfico
del hombre. Eso perm iti a Ibn B^ya recuperar de forma
radical el problema de la juisaja contra las crticas de al-
Gazll, quien haba pretendido sustituirla por la experiencia
mstica.
El punto de partida de Ibn Byfa fue, al menos en su for
mulacin, el m ism o que el de al-Gazal: el fin del hombre es
la felicidad suprema. Pero mientras que el autor oriental,
78 AVtROBS

siguiendo a los sufes, crea que slo poda residir en la de


lectacin, la gustacin de D ios, el andalus no crea que
ello fuera posible y puso en tela de juicio al mismo al-Gazll
al afirmar: stas son puras suposiciones y cosas que provo
can las imitaciones de la verdad. Pues lo que se muestra cla
ramente de su vida es que este hombre no ha alcanzado esa
especie de [disfrute cientfico], ni siquiera otros ms dignos
que l y que ha confundido, o se ha confundido l mismo,
con los fantasmas de la verdad. Esto, en efecto, se evidencia
por el hecho incluso de que l haga del fm -la manifestacin
del mundo inteligible- una asercin y la delectacin de las
maravillas que el hombre ve en este mundo. Y da como
ejemplo de ello las grandes ciudades: el hombre disfruta de
llegar a ellas y de contemplar las manifestaciones de sus cua
lidades y las de sus barrios. Pero cmo [puede ser as] en el
caso del mundo inteligible...?7
La mstica slo consigue una idea o forma espiritual in
dividual; es decir, un simulacro de la verdad. Es por ignoran
cia por lo que cree alcanzar el conocimiento puro. De hecho,
ste supone pasar por la sabidura de las cosas, que a su vez
procede de la razn.
Yendo ms lejos que el propio Aristteles, lbn B$ya afir
m que haba sustancias desprovistas de relacin con la ma-
teriay que, no obstante, el intelecto humano poda percibir
las: El que practica la ciencia de la naturaleza se eleva a
continuacin a otro grado donde contempla los inteligibles,
[ya] no en tanto que inteligibles llamados materiales o espi
rituales, sino en tanto que los inteligibles son uno dlos exis
tentes del mundo. Supongamos que una cosa adquiere un
inteligible cualquiera; su relacin con el supuesto inteligible
ser la relacin de este supuesto inteligible con su individuo,
de manera que esta especie de inteligible se convertir en un
trmino m edio para la relacin. F.l hombre no se iguala a
este inteligible del tercer giado ms que a travs de la inteli
gencia primera8.
1. EL C O N O C IM IEN TO D E LA NATURALEZA CO M O ELEVACION HA CIA DIOS 79

Este conocimiento inmediato del ms all, que establece


una unido del alma humana cot el intelecto agente, emana
cin suprema, es posible aqu abajo y representa la perfec
cin ltima del intelecto del hombre, la cual resulta ms con
sumada que la perfeccin natural consistente en adquirir las
facultades aproximndose a objetos determinados y es, por
tanto, una perfeccin perecedera. Por el contrario, el logro
de la unin del intelecto con el intelecto agente es verdadera
mente de orden divino. La persona, entonces, ya no es tenida
en cuenta, lo cual conduce a Ibn Byya a afirmar que el inte
lecto humano constituye una unidad en la cual los indivi
duos no hacen otra cosa que participar.
Tenemos ah elementos de lo que ms tarde ser el pensa
miento de Averroes. Cmo tuvo conocim iento de ellos?
No lo sabemos. Puede que Ibn Hrn sirviera de medio de
transmisin. Puede que este mismo o que Averroes hicieran
uso de ellos con respecto a Ibn Byya, al igual que ste pre
tenda haber actuado por su cuenta frente a al-Frb al afir
mar que a partir de algunos de sus textos que llegaron a al-
Andalus dedujo el fin buscado, pero dichos textos no le
aportaban el contenido de los pasos seguidos, y fue l, bn
Byya, quien tuvo que recuperarlos, a partir del texto de
Aristteles, y especialmente de la tica a Nicmaco.
En la primera fase de su actividad filosfica, Averroes no
solamente mostrar un buen conocimiento de los textos de
Ibn Byya, sino que dar pruebas de una real dependencia
de l. Por tanto, habra tenido que asimilarse a un pensa
miento que los defensores de la visin tradicional, como el
historiador de las letras Ibn Jqn, calificaban entonces
como abiertamente herticas.
4. Una personalidad comprometida
pero discreta

Ya adulto, Averroes dio testimonio de opciones bien marca


das. Heredero de una dinasta de magistrados, seguir la mis
ma va, pero nada ms; se apoyar en una corriente ya exis
tente, numricamente dbil pero no obstante creciente, para
extender su actividad intelectual, ms all dlas ciencias reli
giosas y de las disciplinas rabes tradicionales, hacia las cien
cias profanas y el conocimiento del mundo. Nieto e hijo de
fieles servidores del rgimen almorvid, pas por encima
de la veneracin filial para tomar posiciones en favor del m o
vimiento revolucionario que conquist su pas, al tiempo
que, entre los veinte y veinticinco aos, se encontraba en la
edad de la exaltacin ideolgica. As, la opcin en favor de
una renovacin religiosa racionalizante reforz el gusto por
rebasar los estudios tradicionales sin renegar de ellos y ga
rantiz el paso hada la elaboracin de un saber total.

Inabarcable Averroes
Pero sas eran posturas intelectuales. El mism o personaje
en gran parte se nos escapa. Qu sabemos de su apariencia
fsica? Casi nada; en el panegrico que el poeta Ibn Quzmn
4. UNA PERSONALIDAD COM PROM ETIDA PERO DISCRETA 81

dedic a un Averroes todava joven deca que era apuesto,


pero hasta qu punto no se trataba nicamente de una fr
mula obligada? De la misma manera, segn una leyenda, era
gordo a pesar de que no haca, se dice, ms que una comida
al da. Es solamente por su testimonio incidental, en su gran
tratado mdico, por lo que sabemos que padeca artritis cr
nica en las manos y en los pies, de resultas de un mal trata
miento de unas fiebres que conllevbanla inflamacin de los
miembros.

Barbay turbante

La mayor parte de los retratos de Averroes que circulan por


la Europa cristiana muestran a un personaje barbudoy toca
do con turbante. Esta representacin estereotipada se ve re
forzada por la postura de sum isin a m enudo atribuida a
Averroes, al que vemos a veces prosternado a los pies de san
to Toms de Aquino o de la Iglesia. Los atributos de la barba
y el turbante, que los occidentales asignan a todo oriental,
real o asimilado (como el judo), merecen algunas puntuali-
zaciones. La barba era llevada por los hombres adultos, pero
en ciertos casos poda ser arreglada e incluso parcialmente
afeitada. Los refinados sela tean de acuerdo con el ejem
plo que a principios del siglo IX diera el clebre esteta Ziryb.
Pero llevar la barba sin cortar y descuidada era un signo de
piedad. As, paradjicamente, cuando los pintores de la
Edad Media o del Renacimiento representaban a u:n Ave
rroes muy barbudo, creyendo asimilarlo a Platn, del cual
slo la ropa lo distinguira, subrayaban de hecho, involunta
riamente, su carcter de buen musulmn.
El turbante no era slamente un tocado; era tambin un
smbolo y un signo de prestigio, Al-Andalus no lleg al
punto al que llegaran los turcos ms tarde, con los gigan
tescos turbantes que llevaban los notables, esculpidos has-
82 AVERROES

ta sobre la estela de sus tumbas, pero el pas adopt esta


moda bajo a influencia bereber. El turbante, sin embargo,
no destron al casquete, generalmente utilizado antes. Si
Averroes, en tanto que magistrado, perteneca a la categora
social que se cubra la cabeza en cualquier actividad pbli
ca, incluida la calle, imaginarse a un hombre con turbante
en su mesa de trabajo es un disparate.
De una manera general, sabemos que Averroes no se
preocupaba mucho por su aspecto. Al revelar con satisfac
cin que un prncipe, cuando le fue presentado y una vez le
hubo mostrado aquello de lo que era capaz, le recompens
con un traje de honor, es el gesto ms que el objeto lo que le
interesa. Un testigo de sus ltimos aos relatar que lleva
ba ropas gastadas 1incluso en los perodos en que ocup
cargos relevantes.
Mientras que todo el mundo pondera su capacidad de
trabajo, nosotros entrevemos otras caractersticas en la
ancdota siguiente: Se cuenta que no abandon la reflexin
ni la lectura desde que haba llegado a la edad de la razn,
excepto la noche en que muri su padre y la de su boda2.
Aunque el orden cronolgico se encuentre aqu mal dispues
to, teniendo lugar el primer acontecimiento cuando Ave
rroes tena ya cuarenta y dos aos, es lgico en el orden isl
m ico insistir en el signo de piedad filial que constituye el
sacrificio del estudio por la vigilia fnebre ritual. Hemos vis
to que dicha piedad filial se prolongaba en una verdadera ve
neracin por el abuelo al que, por otra parte, Averroes no
conoci. En cuanto al matrimonio, si el testigo lo consider
secundario, hay que sealar que hablaba en singular. Puesto
que el islam condena el celibato, Averroes se cas, probable
mente hacia los veinte aos. Pero no fue polgam a Sabemos,
adems, que tuvo al m enos dos hijos. El primognito, Ab 1-
Qsim Ahmad, cuya fecha de nacimiento no conocemos, si
gui la tradicin familiar del cadiazga El otro, cAbd Allh,
tambin naci en una fecha desconocida. Al igual que l
* . CNA PERSONA1W AD COM PROMETIDA PERO O ISC R IA , 83

mismo se form con su padre, Averroes transmiti una par


te de su saber a sus dos hijos, ms, sin duda, a) segundo, que
sigui tambin la va filosfica. El entendimiento entre am
bos hombres pudo incluso Uegar a una cierta colaboracin.
Es posible que Averroes tuviera otros hijos, pero slo un
autor europeo del siglo x n i hablar de los hijos de Ave
rroes en plural, sin aportar otra precisin. Ignoramos igual
mente si Averroes tuvo hijas, aunque era natural no m encio
narlas.

Un hombre modestoy discreto

Cmo fue juzgado tal personaje por sus contemporneos?


Las apreciaciones varan segn el punto de vista del obser
vador: el panegirista no aspira ms que a adular y se mantie
ne en la vaguedad, tanto ms cuanto que el hombre joven del
que habl Ibn Quzmn todava no haba producido nada
notable y se distingue pblicamente sobre todo por su naci
miento:

Es de aspiracin elevada, pura.


Cualquiera que carece de saber se dirige a l.
Las virtudes de su padre son en l naturaleza3.

Pero podemos encontrar este gnero de frmula comodn


en la frase introductoria de la resea que le consagr el his
toriador oriental de la medicina Ibn AbcUsaybica: Era c
lebre por su virtud y estaba m uy preocupado por aprender
las ciencias4. Asimismo, este escritor sinti la necesidad
de completar el estereotipo con el testimonio de un colega de
Averroes: El cad Ab M am an al-By m e dijo: El cad
Ab 1-Wald Ibn Rusd pronunciaba sentencias firmes y era
un hombre inteligente [...]. Daba pruebas de fortaleza de es
pritu5.
84 AVEREOES

Esta Ultima puntualizacin muestra que los contempor


neos andaluses fueron muy sensibles a la actividad del
hombre pblico y alas cualidades de Averroes en esta esfera
de su vida: A pesar de su mrito, era el ms modesto de ios
hombres y el ms recogido [...]. Fue cad de Crdoba [...] y
su reputacin magnificada; alcanz un gran prestigio ante
los prncipes, reputacin de la cual no sac partido para
mejorar su situacin ni para amasar dinero, antes bien la
consagr a ios intereses de la gente de su ciudad, en particu
lar, y a o que era til a la gente de al-Andalus, en general*.
La ltima frase del andalus Ibn al-Abbr fue reproducida
casi textualmente por el magreb al-Ansar! cuarenta aos
ms tarde7.
La virtud de la discrecin es an subrayada por Ibn
SabcIn, suf-filsofo que vivi en el norte de frica, Egipto y
La Meca, y que, no obstante su origen andalus, le denigr
violentamente como autor: La mayor parte de sus compo
siciones proceden de la enseanza de Aristteles, unas veces
comentndole y otras siguiendo sus obras. En s mismo era
de poca envergadura, de escasa comprensin, de pobre ima
ginacin y sin intuicin. De cualquier forma, fue un hombre
excelente, discreto, equitativo y consciente de su debilidad8.
Personaje desinteresado y hombre modesto, stos son los
rasgos que todos, incluidos sus adversarios doctrinales, le
reconocieron. Son dos notables virtudes. La corrupcin era
entonces algo muy corriente. Y, a pesar de las exhortaciones
del Corn, la jactancia, tan arraigada en la mentalidad rabe
preislmica, permaneca omnipresente.

Un patriota andalus

El arabista espaol M. Cruz Hernndez ha insistido en nu


merosas ocasiones en lo que l llama el andalusismo de
Averroes . Ha sealado diversos textos suyos que revelan el
4. UNA PERSONALIDAD COM PROM ETIDA PESO DISCRETA 85

entusiasmo que senta por su pas natal, su clima, sus habi


tantes e incluso su cocina! Este patriotismo tiene segura
mente un aspecto simptico, aunque no siempre de forma
inequvoca. Tal sentimiento, en efecto, a veces poda em po
brecerse y convertirse en un franco chovinismo, com o cuan
do Averroes opuso las virtudes de Crdoba a las de Sevilla,
que no es ni mucho menos un lugar lejano; vuelve a pasar,
cuando una ancdota clebre le hizo considerar su ciudad
un lugar privilegiado del saber, siendo su rival el de las dis
tracciones, pero qu decir del agua del Guadalquivir que
era mejor cuanto ms cerca se hallaba de su fuente, o de los
corderos cuya lana era ms bonita? Ni siquiera los ms
grandes espritus estn a salvo de ciertas mezquindades!

La negacin del anteislam

Ms all de estas cuestiones menores, su patriotismo anda-


lus condujo a Averroes a plantear implcitamente ciertos
problemas de fondo. Para comprenderlo hay que recordar
que, ms an en el mundo islmico que fuera de l, la ficcin
segn la cual, en materia de produccin del espritu, todo
comenz con la islamizacin era omnipresente en al-Anda-
ius. Desde luego, en la prctica, se saba buscar el apoyo de
los precedentes locales. Los historiadores de las ciencias
mostraron hasta finales del siglo x , y en esferas muy prxi
mas al poder musulmn, una verdadera supervivencia dla
ciencia isidoriana; es decir, la que haba sido sintetizada a
principios del siglo vil por san Isidoro de Sevilla10. Pero,
desde el perodo califal, la referencia rabe tendi a conver
tirse en exclusiva y los recuerdos del pasado autctono se
tornaron definitivamente inconfesables. Las razones que lo
explican podran ser polticas, como en el caso de Ibn Yulyul
(finales del siglo x ) quien ignor deliberadamente en sus
Categoras de mdicos a los que, en su poca, ejercan fuera
86 averroes

de la esfera califal y, por tanto, a los no musulmanes, judos y


cristianos11. Pero la mayor parte de las veces los mviles son
muy difusos.
El historiador de las ideas Scid de Toledo se convirti, en
el siglo x i, en el portavoz de esta ceguera voluntaria de sus
contemporneos. Tras haber mostrado que las regiones de
masiado fras o demasiado calurosas no podan producir ac
tividades del espritu, aadi el caso de pueblos que, aunque
pertenecan a regiones templadas, no haban producido
nada en absoluto, segn l, manifestando asi la voluntad de
Dios: Los gallegos, los bereberes, habitantes todos de regio
nes del Occidente pertenecientes a esta categora, son pue
blos a los que Al ha dotado particularmente de turbulencia
y de ceguera12. Y ms tarde precisa: ... en la Antigedad
esta regin [de la Pennsula Ibrica] no saba en absoluto lo
que era la ciencia y los que la habitaban no conocan a nadie
que hubiera adquirido renombre por su amor hacia el saber.
Sin embargo, en diversos lugares de al-Andalus se han en
contrado inscripciones mgicas antiguas y hay unanimidad
a la hora de admitir que se trata de la obra de los emperado
res romanos. Esta provincia, efectivamente, form durante
mucho tiempo parte de su imperio. Al-Andalus permane
ci, por tanto, cerrada a la sabidura hasta el momento en
que fue conquistada por los musulmanes el mes de ramadn
del ao 92 [julio de 711]. De cualquier forma, incluso des
pus de esta fecha, el pas sigui indiferente a todas las cien
cias, salvo a la del derecho y la lengua rabe, hasta el da en
que el poder pas definitivamente a manos de los omeyas,
tras un largo periodo de disturbios. Entonces, los espritus
de elite se pusieron a estudiar activamente y dirigieron su
atencin hacia la bsqueda de la verdad13.
Sera fcil mostrar que el anlisis precedente fue elabora
do a partir del simple prejuicio y de la ceguera. En al-Anda
lus se utilizaron considerablemente las producciones reali
zadas en la Pennsula anteriores al islam, pero sin
4. UNA PERSONALIDAD COM PROM ETIDA PERO DISCRETA 87

reconocerlo. Por ejemplo, disponem os todava de una tra


duccin, llevada a cabo conjuntamente por un cristiano y un
musulmn, del historiador hispano-latino del siglo v Oro-
sio, traduccin cuya influencia es apreciable incluso en el
oriental Mascdi, sin que nadie la citara expresamente.
Igualmente, la presencia de otro autor hispano-latino, el
agrnomo del primer siglo despus de Cristo, Cohuneia, en
los escritores andaluses desde el siglo x i hasta el xm , es in
negable y slo puede explicarse por la existencia de traduc
ciones de una parte, al menos, de los doce libros de su De re
rustica, incluso si estas traducciones no son mencionadas en
ninguna parte y si no se han conservado. Finalmente, se ha
podido observar en el pensador musulmn del siglo x i Ibn
Hazm una divisin de la filosofa que l mism o reconoci
como totalmente distinta a la que haba sido adoptada en
Oriente y que, aunque l no lo confes en manera alguna, es
un calco de la de san Isidoro de Sevilla.
Ms an, el problema de una persistencia de la produc
cin intelectual hispana anteislmica se extiende ms all de
la cuestin de las ciencias de origen greco-latino, hasta las
disciplinas que parecen las ms especficamente islmicas.
Un especialista actual de al-Andalus, M.CA. Makkl, revela as
que no solamente la forma del derecho islmico que domin
la Pennsula Ibrica bajo el nombre de escuela mlik debe
mucho, en el nivel de las cuestiones particulares (furc), a las
costumbres de Crdoba, y que incluso es muy posible que
sean las leyes visigticas las que de esa manera se mantuvie
ran vivas entre los musulmanes, a travs de algunos mozra
bes, buenos conocedores de las dos culturas14.
sas son, no obstante, observaciones realizadas por los
investigadores modernos. En la Edad Media fue el estado de
nimo de Scid el que prevaleci, con su voluntad de no ver
antecedentes de la produccin andalus slo en Oriente, ya
fueran puramente islmicos, o al m enos en tanto hubieran
islamizado la herencia griega. A principios del siglo xtt se
88 AVERKO1S

lleg a una situacin extrema con el jurista Ibn cAbdn, que


no contento con negar toda aportacin extraislmica autc
tona, pretendi convertir a los no musulmanes en verdade
ros parsitos culturales: ... no se deben vender libros de
ciencia ni a los judos ni a los cristianos, salvo que tengan
que ver con su propia ley; ciertamente ellos traducen los li
bros de ciencia y atribuyen su paternidad a sus correligiona
rios y a sus obispos, mientras que son obra de musulma
nes15.
Hay que sealar que los orientales no eran tan exclusivis
tas y que en la misma poca el historiador sirio Ibn cAskir
lleg a apuntar que el conquistador de la Pennsula Ibrica,
lariq, haba trado de sus campaas biblias y libros de alqui
mia y de ciencias naturales.
Pero el apego de Averroes por su pennsula natal, aunque
se manifiesta en primer lugar a travs de preferencias pun
tuales, fue ms lejos y desem boc en una verdadera teora
de los medios cuyas conclusiones se oponen a las ideas reci
bidas. Para l, eran el clima y la situacin de al-Andalus los
que favorecan como tales -y, por tanto, fuera de toda consi
deracin histrica como la conquista m usulm ana- la acti
vidad del espritu. Ciertamente, podemos pensar justifica
damente que su teora es superficial en s misma; pero es
notable, en cuanto que invierte el anlisis de Scid de Toledo
y de la mayor parte de los autores rabes. En efecto, segn el
punto de vista de Averroes, los rabes no eran un pueblo
privilegiado sino que, por el contrario, fue el contacto con
el otro y especialmente en la Pennsula Ibrica, lo que les
hizo elevarse hacia la ciencia. Y eso vala tambin para los
bereberes.
Algunos podran verse tentados de extraer conclusiones
sobre un origen no rabe de los Ban Rud. Pero ello sera
muy aventurado. Todo rabe no es necesariamente arabo-
centrista. Tal es el caso de Ibn Jaldn; perteneca innegable
mente a una familia de la Arabia del sur y ms precisamente
4. UNA PERSONALIDAD COM PROM ETIDA p e r o d is c r e t a 89

de Hadramawt, establecida en al-Andalus desde los inicios


de la conquista. N o por ello fue menos severo con su propia
etnia.
En compensacin, es de destacar que Averroes tuviera
una conciencia muy ntida, aunque no explcitamente argu
mentada, del arraigo local de un cierto saber. Eso es tanto
ms notable cuanto que l, por otra parte, nunca tuvo duda
de la superioridad de la religin islmica sobe toda otra reli
gin. Asimismo, su patriotismo aparece ms como una for
ma un tanto particular de sucbiyya, palabra que designa
normalmente la reivindicacin de los no rabes convertidos
al islam de ser considerados igual que los rabes, y ello en
nombre de la universalidad del islam. La cuestin fue viva
mente debatida, en pro y en contra, en al-Andalus durante
los siglos x i y xi r. Averroes no particip en ello, bien porque
las especulaciones sobre los orgenes mticos de los pueblos
no le interesaban -veremos sus dudas sobre un mito rabe no
obstante acreditado en el Corn-, bien porque no quera en
frentarse a la dinasta almohade que, en su propaganda, no
vacilaba en pretenderse de origen rabe. Pero sus notas de
patriotismo muestran una ruptura con la visin corriente
en su civilizacin de una pennsula arbiga como centro del
mundo y polo de toda referencia espiritual.
5. Principios pluridisciplinares
en un contexto agitado

Ellos no consideraron la realeza de


los cielos y de la tierra, ni tampoco la
de cada una de las cosas creadas por
Dios',

Solo la verosimilitud nos ha conducido asuponer que los dos


textos abiertamente almohades de Averroes fueron obras de
juventud, sin que podamos probarlo. Un testim onio suyo
muy alusivo dice que estuvo en Marrakech en 1153. No hay
referencias a ningn desplazamiento importante fuera de
Crdoba anteriormente; asimismo nos hemos preguntado
por qu motivo fue a la capital magreb, Algunos han credo
poder establecer una relacin con la creacin, en esa poca,
de escuelas por parte del sultn. Averroes, a pesar de su ju
ventud -slo veintisiete aos- habra servido de experto en
la materia!, algo que parece poco creble. Igualmente se ha
pensado que habra formado parte de la delegacin de sumi
sin enviada por Crdoba y que se habra quedado algn
tiempo en el Magreb. Pero la entrevista haba tenido lugar
dos aos antes, en 1151 en Sal y no en Marrakech.
Su presencia en la capital no habra sido ms bien la con
secuencia de una gran empresa de propaganda impulsada
por el califa eAbd al-Mumin y que reposaba en la confronta
cin de los especialistas en la doctrina almohade con intelec
tuales convocados expresamente desde todas las partes del
imperio?

90
5. PRINCIPIOS FLURIDISCIPLINARES EN U N CONTEXTO AGITADO 91

El historiador al-Marrkus nos habla, en efecto, de inte


lectuales, y particularmente de los de las disciplinas espe
culativas, llamados todos talaba (pl. de t&lib: literalmente
estudiantes o tolbas) y que responden a dos categoras:
unos, procedentes de la tribu bereber de los Masmda, de la
que el mahd era originario, se vinculan a los almohades;
otros, venidos dlas ciudades, fueron convocados desde to
das las regiones del imperio. Toda audiencia pblica o priva
da del sultn supona la presencia de los ms importantes de
entre ellos. Comenzaba con la presentacin de una cuestin
doctrinal2, por parte del propio califa (en tiempos de cAbd
al-Mumin y de sus dos sucesores) o por parte de alguien a
quien l designaba a ese efecto. La redaccin de, al menos,
uno de los textos almohades por parte del joven Averroes
habra podido ser el motivo de su convocatoria, sin descar
tar tampoco que pudiera haber sido su resultado. Lo cierto
es que, como veremos ms tarde, durante su primera visita a
Marrakech, Averroes era todava un desconocido para el po
der.
Lo que s parece seguro, por el contrario, es que el inicio
de sus relaciones con la dinasta almohade se produjo por un
sesgo de lo ms sorprendente; el de la medicina. Ciertamen
te, fue un intercambio de cartas sobre esta materia la causa
por la quese vincul a Ab Bakr Ibn Tufayl.

Ibn Tufayl, colega y mentor

Se trataba de un individuo bastante enigmtico. A diferen


cia de Averroes, no interes a los diccionarios biogrficos
andaluses y fue conocido en su pas slo gracias a los cro
nistas. Sin embargo, en l encontramos bien implantado ese
aspecto del letrado andalus tradicional, ya que a menudo
era llamado el cad y era famoso por su conocimiento del
hadiz. Nacido en Guadix, a principios del siglo xn, all pas
92 AVERROES

seguramente los primeros aos de su vida antes de ir a for


marse a Crdoba, puesto que el nombre de esta ciudad apa
rece a veces unido al suyo. Que se dijera que era de Sevilla
se debe posiblemente a las temporadas que, por motivos
profesionales, residi all siendo ya un hombre maduro.
Ejerci la medicina en Granada y lleg a ser secretario del
gobernador de dicha provincia. En 1154 fue nombrado se
cretario del gobernador de Ceuta y de Tnger.
Su obra ms clebre es la novela filosfica Hayy ibn
Yaqzn (El vivo, hijo del vigilante), escrita tardamente
pero, sin duda, antes de 1179, ya que en ella se dice que, entre
sus contemporneos, ningn pensador haba dado todava
prueba de sus aptitudes, mientras que a partir de esa fecha
cuentan ya los escritos originales de Averroes. Al menciona
do texto, de contenido filosfico pero con una forma litera
ria de gran calidad, hay que aadir un poema mnemotcni-
co sobre la m edicina. Dicha pieza, que slo se conoce a
travs de un manuscrito indito an, constituye, con casi
ocho mil versos, la obra ms extensa de su gnero en la lite
ratura mdica rabe. Tenemos otros poemas suyos de tema
no especulativo entre los cuales se encuentra un poema pro
pagandstico para el alistamiento en las tropas almohades,
as com o un ensayo en prosa rimada sobre el traslado del
Corn del califa cUlmn a Crdoba. Un Tratado del alma,
perdido, le es atribuido por al-Marrku i.
Adems de su obra escrita, reducida aunque compleja,
hay que tener en cuenta su audiencia personal. Su discpulo
al-Bitraw^i se valdr de sus conocimientos y de sus hipte
sis sobre astronoma. Su influencia sobre el poder no fue
despreciable. Convertido en mdico privado del sultn Ab
Yaeqb Ysuf(en el poder de 1163 hasta 1184), es muy posi
ble que se hubiera incorporado a sus talaba o tolbas, pues la
constitucin de tal grupo se remontaba, ya lo hemos visto, al
padre del mencionado sultn. Lo que es ms, entre los piaba
del exterior, que representaban a las diversas ciudades del
5. PRINCIPIOS PLC R1DISCIPLINARES EN UN CONTEXTO AGITADO 93

imperio y cuyo nmero variaba considerablemente segn


las circunstancias, Ibn Tufayl se contaba, sin lugar a dudas,
entre los ms eminentes. No lo califica cierto cronista de vi
sir, mientras que jams fue ministro titular, aunque a menu
do en el Occidente islmico el ttulo designaba una calidad
de consejero ms que una funcin pblica?
Ibn Tufayl dimiti de su cargo como mdico privado del
sultn en 1182, en beneficio precisamente de Averroes y mu
ri tres aos despus. Haba sobrevivido un ao a su princi
pal seor, Ab Ya'qb. El sucesor de este ltimo, Ab Yusuf,
asisti en persona a sus funerales.

La presentacin al prncipe

Hay que tener en cuenta la situacin privilegiada de Ibn


Tufayl ante el poder para comprender el famossimo relato,
contado por el propio Averroes a uno de sus alumnos y
transmitido por ste a al-Marrkus: Cuando llegu ante el
Prncipe de los creyentes, Ab Yacqb, lo encontr en la ni
ca compaa de Ab Bakr Ibn Tufayl. Ab Bakr comenz a
elogiarme, hablando de mi familia y de mis ancestros, y tuvo
a bien, por bondad, aadir a eso cosas que yo me hallaba le
jos de merecer. El Principe de los creyentes, tras haberme
preguntado antes mi nombre, el de m ipadreyel de mi fami
lia, me pregunt sin ms prembulos: Cul es la opinin
de los filsofos respecto al cielo; lo creen eterno o creado?
Embargado por la confusin y el miedo, elud la cuestin y
negu haberme ocupado de la filosofa, ya que desconoca lo
que Ibn Tufayl le haba contado en este sentido. El Prncipe
de los creyentes, habindose apercibido de mi pavor y de mi
confusin, se volvi hacia Ibn Tltfayl y se puso a hablar de la
cuestin que me haba planteado, recordando lo que haban
dicho Aristteles, Platn y todos los filsofos y cit al mismo
tiempo los argumentos alegados contra ellos por los musul-
94 AVERROB5

manes. Observ en l una vasta erudicin, que no habra


sospechado incluso en ninguno de aquellos que se ocupan
de esta materia y que le consagran todo su tiempo 1ib re. Hizo
todo esto para que yo me sintiera cmodo, de forma que ter
min por hablar y l se enter de todo lo que yo saba sobre
esta ciencia. Tras haberme marchado, recib por orden suya
un regalo de plata, una magnfica pelliza de honor y una
montura*.
Sin precisar n iel lugar ni la fecha, el cronista encadena in
mediatamente, siempre segn el m ism o testigo, lo siguiente:
Ab Bakr Ibn Tufayl me hizo llamar un da y me dijo: Hoy
he oido al Prncipe de los creyentes quejarse de la incerti
dumbre de la expresin de Aristteles o de la de sus traduc
tores. Ha evocado la oscuridad de sus propsitos y ha dicho:
Si estos libros pudieran encontrar a alguien que los resu
miera y que hiciera accesibles sus objetivos tras haberlos
comprendido convenientemente, entonces su asimilacin
sera mucho ms fcil para la gente. Si dispones de fuerzas
suficientes para ello, hazlo. Yo deseo que t lo lleves a cabo,
dado lo que s de la calidad de tu espritu, de la pureza de
tu capacidad y de la fuerza de tu inclinacin por el estudio.
Lo que me impide hacerlo a m no es otra cosa -com o sa
b es- que m i avanzada edad, mi dedicacin al servicio y el
cuidado que he de consagrar a lo que es ms importante
que eso. Abl-W ald dijo: Por tanto, eso es lo que me ha
conducido a elaborar los resmenes de los libros del sabio
Aristteles que he llevado a cabo4.
Ambos pasajes plantean numerosos problemas de locali
zacin y de dat acin. Retengamos primero cuanto transmi
ten con seguridad. Averroes no era todava conocido por el
prncipe al que fue presentado y fue necesario que Ibn Thfayl
lo situara, tanto por su genealoga como por su carcter
especfico, que es su inters por la filosofa. Todava, por tan
to, no haba escrito nada notable. Por otra parte, el trabajo
de resmenes de Aristteles -que le valdr la reputacin
5. PRIN CIPIO S PLURIDISCIPLiNARES EN UN CONTEXTO AGITADO 95

de comentador por excelencia- naci del deseo expresado


por la autoridad poltica.
Para el resto, la solucin ms satisfactoria parece deri
varse de la observacin realizada por N. Morata5 segn la
cual, por fieles que sean las palabras, fueron pronunciadas
tardamente. Es decir, que el ttulo de Prncipe de los cre
yentes puede m uy bien haber sido proyectado retroacti
vamente por Averroes sobre Abu Yacqb, que entonces
slo sera gobernador de Sevilla, cargo que ocup a partir
de 1156. Se sabe, adems, que este prncipe manifest, al
igual que su hermano, gobernador de Granada, un gran
inters cultural, mientras que su padre, 'Abd al-Mumin,
se haba limitado sobre todo al mbito estrictamente reli
gioso.

Abu Yacqb>prncipe ilustrado

El sultn Ab Yacqb mostraba un gran inters por la medi


cina, disciplina sobre la que estudi una obra terica. He
mos visto que Ibn Hrn, iniciador de Averroes en la sabidu
ra antigua, era su mdico privado en Sevilla. Ab Marwn
Ibn Zuhr -con el que volveremos a encontrarnos ms ade
lante- formaba parte de su corte. Ab Yacqb manifiesto
igualmente su inters por otras ciencias diversas y por la fi
losofa, y reuni, si era preciso incluso confiscando libros,
una biblioteca considerable.
Es posible que Ibn Tufayl no esperara ser nombrado m
dico de quien deba convertirse en califa, en 1163, por figu
rar entre sus allegados. D os personajes, com o l y Ave
rroes, apasionados a la vez por la ciencia y la especulacin,
pudieron encontrarse en Sevilla, el uno procedente de Gra
nada o de Ceuta, el otro de Crdoba. Mientras que Grana
da brillaba entonces por el nmero de poetas atrados a la
corte, ni Ceuta n i Crdoba gozaban de tal privilegio; recor
96 AVERROES

dmoslo, Crdoba se hallaba entonces bajo el dom inio de


los discpulos incondicionales del mahdi almohade y de su
primer califa.
Por otra parte, al-Marrkusi cuenta que Averroes se con
sagr a la obra de Aristteles tras haber realizado una pri
mera aproximacin a la filosofa. Podemos, en consecuen
cia, fijar hacia 1160 al m enos un primer giro, teniendo en
cuenta las primeras obras de nuestro autor. Puesto que no
hay evidencias de que los dos episodios transmitidos por
al-MarrkuS! se hayan seguido de cerca, la fecha del consejo
dado por el sultn a Averroes para que se consagrara a la
obra de Aristteles sigue siendo imprecisa6. Al no poder
pronunciarnos sobre la cronologa real, mantengamos, al
menos, la sucesin lgica. Cualquiera que sea la hiptesis
elegida, es seguro que Averroes, sin ser muy conocido por el
pblico, haba ya producido algn fruto de inspiracin
propia.
Pero antes de ocuparnos de ellas, conviene dedicar unas
palabras a la situacin exterior. El contraste entre la grave
dad de los acontecimientos y la capacidad de desvincularse
de ellos, de la que dieron pruebas algunos autores, es en ver
dad sorprendente.
El califa cAbd al-Mumin, tras haber unificado el Magreb
y tomado posesin de una gran parte de al-Andalus, volvi
sus miradas haca el este. Mientras se encontraba ocupado
en Ifriqiya, bn Mardans y sus partidarios -q u e se haban
mantenido independientes en Murcia- se aprovecharon de
ello para atacar Crdoba. Durante los veranos de 1158,1159
y 1160 los alrededores de la ciudad fueron devastados y la
poblacin se vio forzada a huir al campo. La dudad resisti,
sobre todo durante el terrible asedio de 1159, del cual se li
br gracias a un subterfugio que desvi finalmente al asal
tante contra Sevilla. Slo el retom o de las tropas cabales
victoriosas, el ao siguiente, conseguir aflojar la presin.
Sin lugar a dudas se trataba de escaramuzas puntuales que
5. PRINCIPIOS PLURID1SCIPLINARES EN U N CONTEXTO AGITADO 97

ponan en juego a un nmero reducido de combatientes.


Pero se cre un clima de inseguridad en el que la serenidad
de algunos result tanto ms notable. Especialmente la de
Ab Ya'qb, entonces joven gobernador de Sevilla. Del rela
to de la presentacin de Averroes se trasluce una cierta mali
cia campechana por parte del prncipe que induce a reflexio
nar sobre su personalidad. Otra ancdota, en la que no
intervino nuestro personaje, puede ser comparada con la
anterior. Cuando lleg a Sevilla para tomar posesin de su
cargo -tena entonces dieciocho a os- convoc a los poetas
a un concurso en su honor. Uno de ellos, no sabiendo qu
decir, recit una pieza de otro autor y se limit a insertar el
nombre del nuevo destinatario, presentndola como suya.
Tras haber hablado, otro concursante se sac de la manga el
mismo poema con la misma modificacin, Jo cual suscit la
hilaridad de hroe de la fiesta, que recompens a ambos de
fraudadores, aunque algo menos que a los concursantes ho
nestos. Mostr as una mentalidad abierta que no era en ab
soluto compartida en su entorno, ya que el primer poeta
culpable vio como la vox populi le mortificaba con el sobre
nombre de ladrn7.
Con m enos sentido del humor pero quiz con el mismo
desapego, el joven Averroes emprendi una actividad de po
lgrafo, considerable por su extensin. Pero desde ahora, la
pluralidad de sus centros de inters ser recorrida por un
hilo conductor decisivo: la lgica.

Averroes y la obra jurdica de al-Gazali

En el campo del derecho, comenz por redactar, en i ] 57, un


Compendio de la gran obra de al-Gazl sobre la metodolo
ga jurdica, el Mustasf8. La eleccin de este modelo es im
portante. Se comprende que, a pesar de su inters por la teo
loga almohade, inters probado por el comentario que llev
98 .AVERROES

a cabo sobre la profesin de fe de Ibn Tmart, Averroes no


experiment lo mismo por el/Iqh del mahd. Los escritos de
Ibn Tmart en esta disciplina no tienen, en efecto, ni la uni
dad n ila organizacin del tratado del doctor oriental. Frente
a ste, sin embargo, Averroes mantendr la actitud inversa:
respeto por el jurista pero condena severa del telogo,

Fuentes del derecho en el Musas fa

Para comprender el impacto intelectual del Mastasf sobre


el joven Averroes es necesario dar una idea de su contenido.
Se trata del ltimo tratado notable del autor oriental, termi
nado dos aos antes de su muerte. Partiendo de los cinco
estatutos legales que se aplican a todo acto humano, cual
quiera que sea (obligatorio-prohibido, recomendado-re
prensible, permitido), al-Gazali defini minuciosamente
cada uno de ellos, subdividindolos y determinando su ori
gen, el cual no puede ser otro que el discurso de Dios a los
hombres.
ste se expresa a travs de cuatro fuentes fundamentales:
el Corn, la tradicin, el consenso y el razonamiento. El Co
rn se basa en las ideas enunciadas en el Libro, a excepcin
de las palabras y de los sonidos. Conoce la abrogacin inter
na, no de forma que un versculo anule a otro, sino que un
estatuto legal definitivo substituya a un estatuto legal provi
sional. La tradicin comprende las palabras del Profeta, sus
actos y sus silencios aprobatorios. Al-Gazll analiz deteni
damente el grado de certidumbre de cadahadiz en funcin
de la forma en que haba sido transmitido, lo cual planteaba
el problema psicolgico del asentimiento. El consenso, por
su parte, susctala cuestin de quin lo expresa. Al-Gazl
dio una solucin muy eclctica y pragmtica, que viene a ser
nicamente la exigencia de consulta jurdica explcitamente
formulada. La razn, en fin, slo tiene que intervenir aqu
5. ER.CNCIPIOS PU7RI DISCIPLINA RES EN UN CONTEXTO AGITA DO 99

como capacidad organizadora que se limita a asegurar la


continuidad de las rdenes divinas, las cuales no son modifi
cadas ms que por otra orden que abroga o distingue de en
tre ellas a una precedente.
Al-Gazli examina a continuacin cuatro elementos que
han sido aceptados por algunos como fuente del derecho, y
les niega esa funcin, al mismo tiempo que les concede, lle
gado el caso, un estatuto particular. Las leyes reveladas antes
del islam fueron abrogadas por la revelacin cornica, pero
al-Gazll no duda en utilizarlas cuando expresaban un con
senso religioso. En principio, las palabras de los Compae
ros del Profeta no tienen autoridad, ya que ninguno de ellos
era irreprochable; pueden ser seguidas por el hombre co
rriente, pero no por el hombre instruido, que debe decidirse
nicamente ante una prueba. Pero nuestro doctor no dio
menos mrito al espritu comn que se inclinaba ante su
prestigio y se refera a menudo a ellos. El principio de equi
dad (istihsan) le pareca una intrusin del hombre en la le
gislacin. Finalmente, la consideracin de la utilidad (is-
tis//j, tan querida por los mlikes, no puede ser fuente del
derecho, pero es parcialmente preservada en la medida en
que pueda estar ya incluida en la ley misma. Por lo dems, es
lo que permite al hombre, al reflexionar sobe esta ltima,
comprender su propio inters.
Habiendo as separado lo bueno de lo malo, al-Gazli
pasa a la explotacin de las fuentes objetivas. El hombre
debe aceptarlas tal como son. El estatuto de aquel que ejer
cita el esfuerzo personal (ijtihd) no da derecho a escoger.
Significa solamente una accin de deduccin de las reglas,
basndose en pruebas. Hay que comprender, por tanto, el al
cance exacto de las siguientes palabras profticas: sentido
aparente u oculto, fu n d n del contexto, alcance general o
particular, etc. Los actos del Profeta se comprenden en la
prolongacin de sus palabras. Por ltimo, el razonamiento
analgico (qiys) es analizado en detalle por al-Gazl. Su
100 AVERROES

aspecto fundamental es la causa (illa) del paso de un caso


conocido aun caso desconocido, la cual no puede ser busca
da ms que por vas legales, limitndose la razn a constatar
que dicha causa se encuentra, idntica, en ambos. No se tra
tara, por tanto, de penetrar los secretos del orden divino.
Quedaban por definir las condiciones de la prctica de
este esfuerzo personal. Son esencialmente de orden intelec
tual: buen conocimiento del credo musulmn, de la lengua
rabe, de los problemas de la abrogacin y de las reglas de las
transmisin de hadices. Al-Gazll recuerda que no es nece
sario saber de todo en cada caso, y aconseja la especializa-
cin. La sumisin ciega (taqlid) es rechazable en principio,
pero el hombre corriente se halla demasidado inmerso en
sus funciones de produccin, vitales para la comunidad,
para poder rebasarlas. Respecto a la cuestin de la consulta
jurdica, nuestro sutil oriental se revela extremadamente
pragmtico.
Vemos que en eso no hay nada que no sea estrictamente
islmico. Es fundamental recordar que este tipo de sntesis
constituy uno d lo s puntos de partida esenciales de Ave-
rroes. El texto de al-Gazll, al que l se aplic en primer lu
gar, aparece com o una especie de transicin entre -p or una
parte- el mlikismo reformado, que se instal progresiva
mente en al-Andalus a partir de al-Bay (siglo xi) y en el que
particip su abuelo, y -p or otra- la doctrina almohade. El
nmero de puntos comunes con el uno y la otra justificaba
esta eleccin para cualquiera que debiera dedicarse no slo a
lo especulativo sino tambin a lo prctico. Notemos el exten
so anlisis del razonamiento analgico, as como la reflexin
sobre la conducta de la gente de Medina, la ciudad del Pro
feta, com o fundamento del derecho, de vital importancia
para el mlikismo, hasta el punto que Averroes precisar
ms tarde que l ya haba examinado esta ltima cuestin,
remitiendo posiblemente a su Compendio. En Ibn Tmart,
por el contrario, podan encontrarse acentos idnticos en la
5. PRINCIPIOS PLURI Di SCI PLINARES E le U N CONTEXTO AGITADO 101

oposicin entre la opinin probable y el argumento apodc-


tico y en el anlisis de la tradicin transmitida por un nico
testigo, que no procura una ciencia cierta pero que es obli
gatorio seguir en la prctica.

Particularidad del Compendio de Averroes

No obstante, en su Compendio9, Averroes, siguiendo la divi


sin cuatripartita de su modelo, introdujo en el original di
versas manipulaciones en las que se trasluce una orientacin
especfica.
La ms destacada fue la supresin del captulo inicial so
bre la ciencia. Al-GazlT situaba en l la lgica jurdica en re
lacin con la lgica general, al igual que en su Revivificacin
de las ciencias religiosas comenzaba por situar las diversas
formas de saber, relacionndolas entre s. Averroes, por su
parte, produjo un texto c uyos lazos con al-Frb se han po
dido percibir10. Se trata de una especie de clasificacin de las
ciencias segn sus fines: stas pueden ser tericas, prcticas
(y, en tal caso, particulares o universales), o destinadas a or
ganizar los razonamientos utilizados en las dos categoras
precedentes. El derecho emerge a la vez de la prctica y de la
organizacin de los razonamientos, ya que establece las re
glas de deduccin a partir de fundamentos, de estatutos jur
dicos de casos particulares. Tal forma de introducir una es
tructura filosfica en una disciplina que sus adeptos juzgan
como autnoma se ve reforzada inmediatamente despus de
la mencionada clasificacin, recuperando la presentacin
tradicional desde el final de la Antigedad de una disciplina
cientfica: su fin, su relacin con las otras ciencias, su rango,
el significado de su nombre y sus divisiones.
El Compendio supuso un hito doblemente importante en
la obra de Averroes. Por una parte, muestra la afirmacin
ideolgica presente desde el principio. Por otra, permitir
102 AVERROES

situar mejor su gran tratado jurdico, la Bidya, que ser pu


blicado ms de diez aos despus.
Queda la cuestin de los m otivos de su redaccin. Era
Averroes ya un cad subalterno cuando escribi la obra ci
tada? Se limitaba a prepararse para cargos futuros, o que
ra ayudar a su padre? N o hay nada que perm ita dar por
zanjada la cuestin. Pero podem os sealar aqu la actitud
del magistrado consolidado que era su padre, Ab 1-
Qsim. No slo no parece haberse opuesto a la eleccin
poltica de su hijo, sino que carecemos del menor indicio
de que intentara contrarrestar, siquiera un poco, su voca
cin intelectual. Asim ism o, la piedad filial que sus con
tem porneos observaron indirectam ente en Averroes
puede aparecer como una forma de reconocimiento hacia
su padre por haberle permitido vivir conforme a su gusto
por el saber, en el sentido ms amplio, y por haber incluso
perm itido contaminar las disciplinas islm icas, qne
constituan la base de actividad de la familia, con aspectos
cientficos y filosficos. La influencia de un mbito sobre
otro se explica tanto ms fcilmente cuanto que, al igual
que en el mbito de las ciencias de la naturaleza, en Ave
rroes se manifest bastante pronto una tendencia a la or
ganizacin doctrinal.

Penetrar lo s secretos de la naturaleza

Es posible, entretanto, que en un principio se hubiera sen


tido atrado por la observacin. Durante su estancia en
Marrakech, en 1153, contem pl, desde una montaa del
cercano Atlas, una estrella que no poda ser vista desde al-
Andalus. Asimismo, en el palacio del sultn, descubri la ji
rafa. Es posible incluso que tales observaciones prosiguie
ran, llegado el caso, ya que l mismo precis que durante su
primera visita al Atlas no prest atencin al hecho de que
5. PRIN CIPIO S PUIRIDISCIPL1NARES EN U N CONTEXTO AGITADO 103

desde all no pudiera verse la cola de la Osa Mayor, pero que


lo advirti la segunda vez.
Su primera obra mdica es tambin, posiblemente, un
tratado prctico consagrado a la triaca. Dicho nombre de
signa un remedio utilizado desde la Antigedad y destinado
principalmente a tratar las mordeduras de los animales sal
vajes (en griego, thr) o venesosos. Por tanto, era de un gran
inters para los poderosos, obsesionados por el miedo al en
venenamiento. Galeno haba tratado el tema extensamente.
De consistencia pastosa, el remedio se presentaba en forma
de una mezcla extremadamente compleja de polvos diversos
y de sirope, de miel o de pulpa vegetal. Por otra parte, la
com posicin de los polvos vari con el tiempo. En efecto,
la eficacia era debida sobre todo a una proporcin notable
de opio contenida en ellos (alrededor de un 1% de opio bru
to, o 1/ 16v0 de extracto de opio!)-
Redactado a peticin de am igos, segn algunas versiones,
o de una persona a la que Averroes deba obediencia y grati
tud segn otros, la obra fue motivo de un debate con Ibn
Ikfayl. Efectivamente, el autor se quejaba en ella de que algu
nos de sus amigos, que tenan por funcin cuidar de hijos
de reyes, abusaban de este medicamento y de que sus pro
pios consejos de moderacin le haban creado enemistades.
Indudablemente, nos encontramos en el marco de una prc
tica no oficial. El joven Averroes an no tena el ttulo. Era
uno de esos ulemas interesados en los secretos de la natura-
lezay demostr suficientemente su saber como para ser con
sultado, o al menos para proponer su consejo respecto a
puntos precisos, pero eso corra por su cuenta y riesgo.
Ibn Ab cUsaybica alude a controversias y debates entre
Ab Bakr Ibn Tufayl y Averroes sobre el captulo de los me
dicamentos de su libro a l - K u l l i y y t u . Encontrndose este
texto perdido, no sabemos si el intercambio de pareceres se
refera slo a la triaca o si prosigui posteriormente. Discu
siones hubo, sin duda, ya que un testimonio posterior del
104 AVERBOES

propio Averroes evoca una divergencia entre l e Ibn Tufayl:


segn este ltimo, Averroes daba una explicacin de la defi
nicin de la medicina por Galeno que chocaba con su doc
trina de conjumo12. Ignoramos, entretanto, si tales contro
versias dieron lugar a un documento escrito.
En cuanto a la propia triaca, a pesar de la difusin de su
texto, los consejos de moderacin de Averroes estuvieron le
jos de obtener la unanimidad. El remedio goz durante mu
cho tiem po del favor del pblico. En Venecia, que tuvo su
monopolio durante un tiempo en Occidente, era compuesto
segn un ceremonial especial. Todava encontr partidarios
entusiastas enThom as Sydenham, el Hipcrates de Ingla
terra en el siglo x v ii, y en Tefilo de Bordeu, uno de los
maestros de la escuela de Montpellier en el x v m .
Pero rpidamente el aspecto prctico le pareci insufi
ciente a Averroes. Dicha insatisfaccin se trasluce a partir de
la exposicin que llev a cabo del poema didctico de Avice-
na sobre los aspectos generales dla medicina.

La herencia deAvicena

El texto que acabamos de mencionar ha sido situado de ma


neras muy diversas, considerndolo unos contemporneo
del Compendio del Mustasfa, fechndolo otros en 11801J, La
primera hiptesis es, sin duda, la buena, ya que el prlogo se
refiere explcitamente al imn impecable, el mahdi [amo-
hade]14. Hemos visto que este tema desapareci completa
mente en la obra de madurez de nuestro personaje; por tan
to, hay que atribuirlo ms a su juventud.
El mencionado prlogo -hecho excepcional- explica el
origen de este trabajo: con ocasin de una velada celebrada
en Sevilla, en casa del hijo del gobernador de Buga, nieto de
cAbd al-Mum in y, por tanto, sobrino de Ab Yacqb,51Ave
rroes se haba visto inducido ahacer un elogio encendido de
5. 1 1
PRINCIPIOS P U JR IP SCI PI. NA RES EN UN CONTEXTO AGITADO 105

la obra de Avicena. l pensaba entonces que contena todo lo


que era necesario saber sobre las cuestiones corrientes de la
medicina. Las personas presentes, alegando que la forma
versificada poda conducir a giros oscuros, le pidieron que
diera una explicacin concisa.
Aunque esta exposicin no aporta nada sobre los proyec
tos del joven Averroes en relacin con la medicina, ya que no
interviene en ella a ttulo personal, s que nos permite verie
reconociendo explcitamente su deuda para con el principal
faylasf despus de al-Frb, quien haba ya marcado su
impronta en la obra jurdica de Averroes. Avicena indica cla
ramente el alcance de su arte en su prefacio en prosa cuando
denuncia a los que consideran la medicina com o algo co
mn a todos, sin dominar la materia de su arte n i el conoci
miento dess reglasysin poseer formacin moral16. Es de
cir, que en la ms pura tradicin galnica, la prctica
(ciruga, farmacologa y diettica) deba ir precedida por un
conocimiento terico, el cual comenzaba por una descrip
cin cientfica general de los componentes naturales (ele
mentos, temperamentos y semiologa, rganos, nimos,
fuerzas, facultades, acciones, influencias de factores exter
nos e internos) antes de pasar a la patologa y al estudio de
sus causas. Ms tarde, Averroes ser muy crtico con Avice
na, algunas de cuyas posiciones filosficas, as como mdi
cas, discutir.
Ignoramos si Averroes ejerca la medicina o el derecho
como verdaderas profesiones. No obstante, la demanda for
mulada a un hombre de treinta y dos o treinta y tres aos,
por parte de personajes encumbrados, para que explicara el
texto de Avicena, supone una cierta reputacin. Lo mismo
respecto a la actividad com o jurista: la Historia atribuye a
Averroes nombramientos importantes, pero solamente para
un perodo ulterior. De todas formas, es difcil creer que eso
hubiera llegado todo de golpe. Si Averroes se vio favorecido
de repente por el poder, no es menos cierto que era indiscu-
706 AVERROF.S

tiblemente aceptado por la gente. Aunque no nos ha dejado


una coleccin de dictmenes jurdicos comparable a la de su
abuelo, el bigrafo Ibn al-Abbr dice que se recurra a sus
fetuas sobre medicina tanto como a sus fetuas sobre fiqk17,
lo cual, en ambos casos, supone aprendizaje y entrenamien
to en el biografiado. Podemos, por tanto, admitir justifica
damente, para una y otra disciplinas, un estudio constante y
una prctica com o mnimo ocasional, que confirmaba de
cara al pblico la opinin que ste pudiera tener de l sobre
la fidelidad de su constancia en instruirse.

Im posicin del m odelo aristotlico

La insistencia de Averroes en la organizacin y e n la cohe


rencia del saber prueba, por otro lado, que consideraba la
eficacia como el fruto de una disciplina mental. Sin embar
go, en su poca, y desde el gobierno de al-Hakam II (se
gunda mitad del siglo x ), el m odelo de la organizacin de
las ideas resida en la lgica aristotlica. Ibn Hazm haba
credo poder presentar una sntesis del m ism o en los tr
minos propios del derecho, lo cual fue juzgado con gran se
veridad tanto por ios juristas como por los filsofos, Abl-
Salt de Dena, a finales del siglo xi, haba redactado un
excelente Compendio, pero haba tenido que exiliarse por
otras razones. Ms tarde an, Mlk b. Wuhayb haba ex
puesto los primeros libros del Organon de Aristteles sin
atreverse a ir ms all, y este personaje oficial de la esfera
almorvid se guard luego de valerse de su formacin en
su actividad pblica. Slo Ibn Byya se aplic a la tarea, si
guiendo el ejemplo de al-Frbi. Pero la conquista por par
te de los cristianos de su ciudad natal, Zaragoza, y despus
las intrigas cortesanas en Sevilla y en el Magreb, perturba
ron el ritmo de sus trabajos interrumpidos por una muerte
precoz.
i . PRINCIPIOS PLUR1 DISCIPLINARES EN UN CONTEXTO AGITADO 107

Un primer aristotelismo sin audacia

As, no resulta sorprendente que en la misma poca que su


Compendio del Mustasf, su Tratado de la triaca y su exposi
cin del poema mdico de Avicena, Averroes se consagrara
-d e forma espontnea sin duda alguna- a una primera apro
ximacin al Organon de Aristteles, tradicionalmente am
pliado entonces por el Isagoge de Porfirio y por los dos trata
dos del Estagirita sobre la Retrica y la Potica1S.
A veces, a este conjunto se le ha dado el ttulo de Lo que
es necesario en lgica, ttulo ms adecuado que el de Peque
os comentarios que ms frecuentemente se le ha atribuido,
ya que no se trata, para hablar con propiedad, de comen
tarios. Esta primera aproximacin, en efecto, no corres
ponde al deseo em itido por el prncipe, pues Averroes no
parece trabajar sobre el original. l quera nicamente ha
cer una presentacin de la materia, una primera iniciacin,
a la vez para l m ism o y para un posible pblico, puesto
que era una propedutica indispensable para las diferentes
ciencias, y especialmente para la medicina. Al tiempo que
reconoca, en el prlogo de esta obra, la calidad de los tra
bajos de sus compatriotas sobre el tema, en una obra ulte
rior, el com entario a la Fsica, recomendaba la lectura de
los tratados de al-Frb sobre la lgica com o preparacin
necesaria antes de entrar en los problemas de la naturale
za, o incluso, si era necesario, de su propio eptome. La in
fluencia de al-Frb se manifiesta all, as como la de Avi
cena, entre otras cosas para las Refutaciones sofisticas.
Cuando menciona, en el mismo texto, el principal tratado
de teologa de al-Gazi, no alude al captulo lgico que
ste contiene.
Averroes se distingui de sus predecesores orientales
por su insistencia en dos nociones clave: el asentimiento
y el concepto. Al-Frb las aceptaba la mayora de las
IOS AVERROES

veces como nociones que caen por su propio peso. Avicena


fue ms lejos, aclarndolas sistemticamente y mostrando
su funcin en todo razonamiento lgico. Pero Averroes
verdaderamente las tom como fundamento de su exposi
cin, y para ello lleg incluso a modificar los ttulos tradi
cionalmente admitidos para las diversas especialidades, de
manera que esta obra no aporta nada nuevo en cuanto a
contenido, pero organiza la materia segn un esquema in
dito. Nos ensea cm o concebim os las ideas, despus
cm o llegamos al convencimiento de su veracidad o de su
verosimilitud y cm o conseguim os convencer de ello a los
dems19.
El ciclo de presentacin de los textos aristotlicos pare
ce proseguirse sin obstculo. Averroes se muestra rindien
do tributo a sus predecesores. Es as que, por ejemplo, para
la fsica, que todava dependa en gran medida de Avicena
y de Ibn Bya. Sin embargo, aunque utiliz generosamen
te el comentario de este ltim o, a veces era tambin para
refutarlo20. Se puede decir que si Ibn Byya y el primer
Averroes representan el estado inicial delaristotelism o en
al-Andalus es no obstante con ms diferencias que ele
mentos com unes21. En particular, si ambos tuvieron
como ideal com n la demostracin de causa y existen
cia, Averroes fue discreto en cuanto a sus posibilidades de
realizacin.
Slo el libro de los Meteorolgica fue fechado explcita
mente en 1159. Harn falta todava algo ms de diez aos, se
piensa generalmente, para que la materia quedara agotada.
Textos an ms tardos como el comentario de ia Repblica
de Platn, son clasificados por algunos en la misma catego
ra. Este tipo de trabajo lleva el nombre d e$a-wmc (com
pendios), para sealar la libertad del autor rabe con respec
to a su modelo. Poda modificar el orden de las ideas,
introducir elementos extrados de otros textos u omitir pa
sajes, aveces considerables.
5. PRINCIPIOS PLLMUDISCfPLISARES EN U N CONTEXTO AGITADO J09

Las cosas necesarias para vivir...:


astronoma y medicina

En el comentario consagrado al Alma, Averroes hace ya una


breve alusin a los problemas de la poca que impedan
profundizar en las cuestiones que estudiaba. Una obra algo
posterior, el Compendio del Almagesto, de Ptolomeo, vuelve
a hacerse eco de hasta qu punto este rebuscado examen es
imposible en virtud de los acontecimientos que han arruina
do nuestra provincia -e s decir, la provincia de al-Andalus-,
y que nos han cortado los suministros22. Todava nos en
contramos, por tanto, en el agitado perodo que hemos des
crito, perodo en el que el seor de la guerra, Ibn Mardan,
aprovech que el califa almohade se encontraba combatien
do en Ifrqiya, para atacar peridicamente Crdoba y su re
gin. El restablecimiento del orden slo fue posible muy a fi
nales de 1160, y culmin en 1162, con el deseo de cAbd
al-Mumin de restaurar la capitalidad en Crdoba, tras ha
ber derrotado a las tropas de Ibn Mardanis en Granada.

La astronoma

En espera de esa mejora, Averroes actu, segn sus propias


palabras, como alguien cuya casa ha ardido en llamas y que
trata de salvar lo que para l tiene ms valor entre las cosas
necesarias para vivir23. No es significativo que entre ellas
figurara un tratado de astronoma? Averroes aplic a dicha
disciplina los mismos trminos, lo que es necesario para la
perfeccin del hombre24, que haba empleado en sus Com
pendia para la lgica y la fsica. Si recordamos el relato d la
presentacin al prncipe almohade y el hecho de que, en
aquella ocasin, el tema evocado en la discusin fuera el
lio AVHRROES

problema del cielo y de su naturaleza fsica podemos com


prender hasta qu punto, para un hombre de su tiempo, la
cosmologa era vital. Tanto ms cuanto que se trataba de una
de las cuestiones sobre las cuales se oponen ms duramente
la mentalidad de la Antigedad clsica y la de las religiones
monotestas. Semejante dificultad, Averroes la afront
abiertamente, sin parapetarse tras una simple actitud de ob
servador, sino, por el contrario, invocando la prioridad de la
teora, lo cual supone enjuiciamiento y mtodo demos
trativo: En cuanto a nosotros, tenem os la intencin de
evocar el mtodo que permite la verificacin*5; es decir,
que debemos ser capaces de comprender las razones de ser
de tal modelo explicativo.
Ahora bien, Averroes experimentaba sentimientos con
tradictorios. El modelo de Ptolomeo era, entonces, la base
admitida para todos los clculos. Pero, a pesar de algunas
observaciones que l haba podido efectuar, nuestro autor
no era un astrnomo. Era capaz de manejar las tablas de
ecuaciones y de calcular asilas posiciones de los astros, pero
las medidas no le interesaban como algo primordial y su
obra no inclua ninguna tabla y contena pocos datos num
ricos. Por otra parte, el sistema de Ptolomeo haba sido ya
puesto en duda. Las ms reservas notables emanaban del
oriental Ibn al-Haytam (finales del siglo x-principios del
xi). Mientras que Ibn B ^ a haba tratado las Dudas con res
pecto a Ptolomeo con desdn, no sucedilo mismo con Ave
rroes, que tuvo en cuenta sus observaciones, alas que aa
di anotaciones suplementarias contenidas en un libro de
otro autor (que l identifica con Ibn al-Haytam), as como
las de su compatriota del siglo anterior, bir b. Aflh.
Pero esta polmica no haba desembocado an en la ela
boracin de un m odelo satisfactorio para el espritu. Ave
rroes pens, por tanto, desde ese momento, que haba que
construir una astronoma nueva, pero en un primer mo
mento acept someterse al grupo de los observadores, tra
5. PR IN CIPIO S PLU RIDISCIPU NA SES EN UN CONTEXTO AGITADO 111

tando con ellos segn el hbito jurdico de la bsqueda del


consenso, quedndose, segn sus propias palabras, con
aquello sobre lo que los expertos en el arte no estn en de
sacuerdo26. De todas formas, ampli el campo de investiga
cin. No slo, para la astronoma matemtica,.complet el
Almagesto con la Correccin del Almagesto de Ybir b. Aflah
y con las observaciones de Azarquiel, dos andaluses del si
glo xi, sino que se interes tambin por la astronoma fsica,
especialmente a travs del Tratado sobre la configuracin del
mundo de Ibn al - HayJam.
Esta ampliacin de horizontes se justifica con considera
ciones epistemolgicas. Para Averroes, las ciencias necesa
rias para la perfeccin del hombre son aquellas en las que el
espritu comprende la materia en s misma. La astronoma
matemtica, simple juego de cifras que proporciona la dis
tancia de los planetas y de las constelaciones, est, por tanto,
subordinada a la cosmologa, que describe la realidad con-
cretadel universo.

El encuentro con Avenzoar

Fue sin duda durante el perodo de disturbios cuando Ave


rroes se consagr a la primera redaccin de su gran obra
mdica: las Generalidades (Kulliyyt, convertido en Colliget
en la traduccin latina) sobre la medicina27. Son insepara
bles del m edio cientfico que haba frecuentado Averroes,
sobre todo en Sevilla. Adems de Ibn Hrn de Trujillo,
quien seguramente le inici en la filosofa, e Ibn Tufayl, que,
como hem os visto, jug un papel crucial en su vida, all se
vincul a AbMarvvn Ibn Zuhr.
Perteneca a la misma generacin que los precedentes y,
por tanto, era unos treinta aos mayor que Averroes. Proce
da de una familia establecida en el este de al-Andalus a
principios del siglo x. Aunque se presentaban com o de ori
m A.VEMOES

gen rabe, de los BanZuhr, al igual que de los Ban Rusd,


se sospech un posible origen judo. El abuelo de AbMar-
wn y casi su homnimo fue quien logr la fortuna de la fa
milia, iniciando una dinasta mdica destinada a destacar
durante cuatro generaciones. Su padre se estableci en Sevi
lla, donde fue ministro. l mismo ser el ms ilustre del lina
je y ser conocido en Occidente bajo la forma de Avenzoar.
Famoso muy pronto por sus diagnsticos y por sus trata
mientos, se distingui tambin por sus posiciones origina
les. Fue as com o pas, sin dificultad, del servicio de los
almorvides al de los almohades, destinndolo cAbd al-Mu-
min a su asistencia personal y concedindole el ttulo de vi
sir. Es evidente que Avenzoar estaba interesado ante todo
por su arte, sin que parecieran afectarle los programas doc
trinales de ambos regmenes. l justific indirectamente su
infidelidad, humillando al soberano almorvid al que haba
servido.
Su obra ms importante es el TaysTr o Simplificacin de la
teraputicay de la diettica. Segn el testimonio del propio
Averroes, Avenzoar la compuso a peticin suya, encargn
dose l despus de recopiarla y de difundirla. Cuando, ms
tarde, el autor recibi del califa la orden de revisar su texto
para hacerlo ms acorde con un modelo general y para co
rregir los manuales de ios cuales disponan entonces los es
tudiantes, refirindose a ello con algo de mal humor, dijo:
Dios es testigo de que compuse dicho libro obligado por
una necesidad imperiosa [resultante a la vez de la falta abso
luta de obras de este tipo] y de las exhortaciones apremian
tes y formales que me invitaban a escribirlo28. A pesar de su
prestigio y de su edad, en efecto, se vio sometido a un estre
cho control del que tambin se quejaba al afirmar: Cuando
estaba a punto de escribir este libro, alguien que era una es
pecie de [funcionario] encargado de supervisarme en este
asunto vino a verme. Mi plan respecto a la obra no le satisfi
zo y pretext que la utilidad del libro, para quien no dom i
i . PRINCIPIOS PI.URIDISCIPLINARES EN U N CONTEXTO AGITADO 113

nara en absoluto la prctica de la medicina, era escasa y que


no se corresponda ni con lo que se me haba ordenado ni
con lo que l quera29. Tuvo, por tanto, y a desgana, que ela
borar una especie de sucedneo de la obra anterior, titulado
Compendio (Ymt). Muri de un tumor maligno en 1162,
probablemente cuando acababa de terminar este doble tra
bajo.
El joven Averroes desbordaba entusiasmo por Avenzoar.
En el captulo VII de sus Generalidades, subraya hasta qu
punto los BanZuhr, y principalmente AbMarwn y su pa
dre, fueron originales en la disciplina. En el captulo XXXI,
le proclama el mdico ms importante despus de Galeno.
Advirtamos que mientras que Avenzoar manifest la misma
admiracin que Averroes por el poema mdico de Avicena,
del que deca que contena todos los principios de la ciencia
y que vala ms que una coleccin de libros, tanto l como su
padre fueron bastante crticos con respecto al resto de la
obra mdica del sabio oriental y especialmente de su Canon,
que no obstante contituira la base de la medicina rabe en
Europa hasta el siglo x v n .
Al final de las Generalidades, Averroes se compara con su
predecesor en un fragmento que se hizo famoso muy rpido
y que fue transmitido por Ibn Ab 'Usaybi^a: Lo que acaba
de ser expuesto concierne al tratamiento de las diferentes
enfermedades de una manera tan concisa y clara com o nos
ha sido posible. Nos queda hablar de la curacin (tratamien
to) de las afecciones, estudiadas separadamente, que pueden
alcanzar los diferentes rganos del cuerpo, aunque esto no
sea en absoluto necesario ya que, en potencia, est compren
dido en nuestros propsitos respecto a las Generalidades.
Sin embargo, es algo ya expuesto, porque hem os hablado de
los tratamientos de las enfermedades rgano por rgano; es
el mtodo seguido por los autores de los tratados de terapu
tica, uniendo en nuestras explicaciones los hechos generales
a los hechos particulares. sta es la mejor forma de presen
114 AVKRftOES

tacin, ya que conduce a los hechos particulares tanto como


es posible. Pero dejemos esta tarea para ms tarde, cuando
estemos menos preocupados, pues ahora nos encontramos
dedicados a cosas ms importantes, distintas de la medicina.
Para quien tenga entre las manos este libro [el Colliget] sin el
otro y desee estudiar despus la teraputica, el mejor de los
tratados es el titulado al-Taysir, escrito en nuestra poca por
Ab Marwn Ibn Zuhr. Fui yo quien pidi dicho tratado; yo
lo transcrib y a ello se debe la publicacin de este libro.
Como ya he dicho, la obra proporcinalas correlaciones con
mi Libro de las Generalidades. Pero Ibn Zuhr ha mezclado en
el suyo el tratamiento de las enfermedades, los sntomas y las
causas, segn la costumbre de los autores de m odelos de ac
tas notariales. Cualquiera que estudie mi libro no tiene, de
hecho, una necesidad absoluta del otro; le basta con tomar
de l los tratamientos. Resumiendo, aquel que dom ine lo
que hem os escrito sobre las Generalidades podr distin
guir lo que es seguro de lo que es errneo entre los trata
mientos de los autores de modelos de actas notariales en lo
que respecta al tratamiento y la com posicin de los m edi
camentos30.

La reforma del Colliget

Posteriormente, Averroes sufrir la misma suerte que su


antecesor: la autoridad poltica le ordenar revisar su obra
a fin de hacerla ms conform e con el plan de educacin
elaborado en el marco de un Estado intervencionista. No
sabemos cundo se dicto la m encionada orden; nica
mente que la nueva redaccin se term in en 1194. Este l
tim o texto slo nos ha llegado a travs dla traduccin la
tina. El pasaje final sobre Avenzoar ha desaparecido, pero
se ha aadido un prlogo que indcalas razones del nuevo
trabajo. El califa (jcAbd al-M um in o Ab Yacqb?) habra
5. PR IN CIPIO S PLLW DISCIPU NA RES EN U N CONTEXTO AGITADO

sido aconsejado por dos filsofos, uno de los cuae


Auofait, bien podra ser Ibn Tufayl, pero el otro, un :al
Ibn al-Wald, no es identificable en absoluto, y un funcio
nario habra sido encargado de supervisar la realizacin
un personaje de la aristocracia llamado Audelach [Abe
al-Haqq] Sempse.
La referencia a Ibn Tufayl -e n caso de que sea l el citado-
debe ser subrayada. Muri en 1185, unos nueve aos antes
del fin de la revisin. Es posible que ello pueda interpretarse
como un homenaje por parte delamigo filsofo,lo cual, uni
do a la eliminacin de la invocacin a Avenzoar, acentuara
la orientacin terica de la obra. Con la distancia, Averroes
habra constatado que en ello resida su propia aportacin,
que l querra destacar. Es posible tambin que no existiera
segunda intencin, sino que la orden hubiera sido poco
apremiante, ya que la autoridad poltica consideraba, sin
duda, que la redaccin por parte de Averroes de sus otras
obras era ms urgente. Finalmente, y como ltima hiptesis,
la lentitud burocrtica; el ir y venir entre el redactorysu cen
sor, el denominado Sempse, pudieron retrasar considera
blemente la aparicin de un texto que estaba listo en lo esen
cial, pero en el cual este ltimo consideraba que quedaban
detalles insatisfactorios.
Como quiera que fuese, la orientacin hacia la filosofa es
ms acentuada en esta nueva versin. El lector no podr
llegar al final de este libro, ni siquiera comprenderlo en su
mayor parte, si no posee un conocimiento de lgica que le
permita dominar al menos las tres formas de razonamiento.
Asimismo, deber tener algunas nociones sobre los princi
pios de la filosofa de la naturaleza31. Con excepcin de la
anatoma, a la cual su carcter emprico le proporciona un
estatuto particular, la obra obra est escrita en un lenguaje
nuevo, desconocido para los mdicos de la Antigedad, y de
aquellos que me precedieron, con demostraciones enraiza
das en la filosofa natural32.
116 AVERRQES

Limitesy virtudes del Colliget

Ello condujo a Averroes a frmulas un tanto arriesgadas:


Llamamos medicina al arte que, partiendo de principios
verdaderos, aspira a la conservacin de la salud del cuerpo
humano y a la curacin de sus enfermedades, tanto como es
posible en un cuerpo determinado, ya que la finalidad de
este arte no es la curacin, de una forma absoluta, sino hacer
lo que sea posible en la medida y en el momento favorables.
Luego hay que esperar a los resultados, de la misma forma
que en el arte de la navegacin o en el de la guerra33. El texto
anterior n o se comprende ms que en el marco musulmn
donde el mdico prescribe el remedio pero es Dios quien
cura, si quiere. Ibn Ab cUsaybica nos relata algo compara
ble con ocasin de la muerte de Avenzoar. Sintindose pr
ximo al fin, se aplic diversos tratamientos con los que su
hijo no estaba de acuerdo. l le respondi: Hijo m o, si Dios
quisiera, cambiara la complexin de mi cuerpo, porque no
me concede el poder de emplear un medicamento ms que
cuando sa es Su voluntad3+. Por el contrario, cuando este
texto, en su traduccin latina, fue separado de su contexto
religioso, pudo convertirse en fuente de un buen nmero de
abusos. Efectivamente, vemos el riesgo de transformarse en
los Diafoirus de Moliere y su frmula: Slo estamos obliga
dos a tratar a la gente con arreglo a los usos35.
nicamente queda insistir en el aspecto terico, en su
preeminencia con respecto a la prctica, que slo ensea
poca cosa en comparacin con lo que es necesario36 y que
conduce a formular algunas reservas sobre el talento de Ave
rroes como observador. Autores espaoles (M. Alonso, M.
Cruz Hernndez) han subrayado los pasajes que pareceran
ir en este sentido. Es verdad que no se limitaba a leer libros,
sino que quera ver las cosas de forma concreta, gustaba de
citar lo que haba constatado y gozaba del placer de que sus
5. PRINCIPIOS PLURI DISCIPLINARES EN' UN CONTEXTO AGITADO 117

estudiantes escucharan estos testimonios. Se cita, en parti


cular, una experiencia botnica real sobre la germinacin de
granos de cebada. Pero sta, o las observaciones sobre la Va
Lctea o sobre el arco iris, no suponen, sin embargo, un ver
dadero m todo de experimentacin. En medicina, se pue
den citar numerosas frmulas que podran dar el pego: estu
dio a travs de los sentidos, observacin prolongada de
lo que aparece... pero su alcance se ve considerablemente
debilitado cuando, por ejemplo, Averroes afirma que nin
gn espritu aparece en el hgado, pero que aparece en
el corazn y en el cerebro37.
Respecto al tratamiento, reposa sobre un mtodo induc
tivo a partir de la observacin de los efectos de los medica
mentos, pero el m ism o Averroes dice que slo se trata de una
generalizacin que debe ser claramente distinguida de la
ciencia mdica propiamente dicha, la cual reposa sobre la con
sideracin de las causas y es deductiva y demostrativa. Si las
fuentes son varias y son citadas con una cierta libertad, los
criterios son ms lgicos que experimentales, y la influencia
de Aristteles se hace sentir considerablemente.
Eso llev a Averroes a puntos de vista distintos de los que
haban sido universalmente admitidos desde Galeno. Adop
t una clasificacin de las potencias del alma que no coinci
de con ninguna de las de ambas autoridades. Admiti la teo
ra de los cuatro humores, pero no hizo de ellos el soporte de
principios genricos mediante su mezcla, prefiriendo por su
parte las nociones de causa (material, formal, eficiente y fi
nal) y de elementos. Estos cambios inspirados en el aristote-
lismo tuvieron dos efectos positivos: Parala psicologa, por
ejemplo, adopt un punto de vista morfolgico estructural
opuesto al funcionalismo de Galeno. En el Colliget, encon
tramos igualmente un buen nmero de ideas innovadoras
como la de que las personas que han sufrido la viruela se
vuelven inmunes a ella33.
6. El esfuerzo de conciliacin prctica
entre ley religiosa y sabidura

Mientras Averroes redactaba su primera gran sntesis, soste


nido por la destacada posicin que haba alcanzado el medio
mdico, tanto ante el gobernador de Sevilla com o ante el
propio califa, la situacin de su pas mejor.
La orden califal de restaurar Crdoba result particular
mente beneficiosa para esta ciudad: Los dos sayyid [Ab
Yacqb (Ysuf) y Ab SacTd (cUtmn), hijos de cAbd al-
Mumin] y el sayj AbYa^qb se instalaron en Crdoba y or
denaron reconstruir sus palacios, repoblarlayproteger sus
fronteras. Llevaron albailes, arquitectos y obreros para la
reconstruccin y rehabilitacin de los palacios y casas de sus
barrios. Se edific y se mejor el estado [de la ciudad]. El en
cargado de ello fue el arquitecto Ibn Baso, que repar todo lo
que haba sido destruido; los habitantes se trasladaron all a
la mayor brevedad; se recobr la esperanza y su situacin
mejor considerablemente [...] Se promulgaron rdenes su
periores para que fuera habitada, y su seguridad perfeccio
nada, de acuerdo con las disposiciones tomadas en la armo
na que reinaba entre los dos hermanos1.
Formaba parte Averroes de los ochenta y dos notables
que fueron los nicos en quedarse durante los disturbios,
1J8
s . EL ESFUERZO D E CONCILIACION PRACTICA... 119

habiendo huido los dems hacia los alrededores? Fue uno


de esos refugiados en Sevilla que volvieron incluso antes de
la llegada de los dos sayyid y que salieron a recibirles? Otra
vez, no pudo por ms que aprovechar los nuevos reglamen
tos que -hecho reseable- pusieron en pie de igualdad a los
alemas y a los militares: Los dos ilustres sayyid favorecie
ron a los talaba cordobeses y se aseguraron de incluir sus
nombres en los registros militares para [el pago] de los suel
dos, reclutaron soldados a los que hicieron ir [a Crdoba]
desde todas partes para que habitaran en ella2.
;Se lim it Averroes a este nico papel de funcionario
asalariado inscrito en los registros militares por su activi
dad intelectual -u n a especie de equivalente de nuestros
investigadores actu ales-, o ejerca adems com o juez?
Lo cierto es que, paralelamente a la redaccin de la conti
nuacin de sus com pendios filosficos, consagr estos
aos de serenidad recuperada a su segunda gran sntesis,
la del derecho. Acab lo esencial de su Bidya en 1168, y le
aadi de manera explcita el Capitulo sobre la peregrina
cin veinte aos ms tarde, lo cual permite fechar el resto.
La frmula que normalmente vuelve a emplearse para in
troducir la palabra del autor es: El cad ha dicho. Eso
podra significar que Averroes ejerca ya una funcin ju
dicial, al m enos subalterna. Si no, habra sido con ms
probabilidad calificado solamente como alfaqu. Pero eso
no constituye una prueba absoluta; Ibn lufayl fue a veces
llamado cad, cuando nada atestigua que hubiera ocupa
do dicho cargo.
Qu sorprendente es este tratado de derecho! Tanto, que
algunos comentadores rehusaron atriburselo a nuestro fil
sofo. No obstante, las fechas de redaccin concuerdan con lo
que sabemos de su vida. Adems, aunque en l no se hace re
ferencia alguna a la disciplina filosfica como tal, la conclu
sin comporta una cuasi-cita de Aristteles, lo cual rara vez
sucede en este gnero literario. Por otra parte, es verdad que
120 AVERROES

el tema no poda ser tratado como una ciencia heredada de


la Antigedad. Hay que precisar, por tanto, su posicin es
pecfica.

La Bidaya, gran obra jurdica de Averroes

Si se da crdito al prefacio de la segunda redaccin de las Ge


neralidades sobre la medicina, el objetivo de este libro era
poner en orden un saber cientfico con una larga historia:
Compilar en un libro, en rabe, todos los conocimientos
mdicos a partir de los primeros autores, conservando todas
las opiniones que merecen ser reproducidas y eliminando lo
que, a travs de un anlisis razonado, debe ser rechazado3.
En el caso del tratado de derecho, las cosas son algo distin
tas. En su introduccin se dice explcitamente que tiene un
fin prctico personal, sin precisar no obstante si se trata de
una aplicacin profesional inmediata o bien si la obra fue es
crita con la esperanza de ulteriores nombramientos: Mi
propsito, en este libro, esfijar en mi memoria las cuestiones
de estatutos jurdicos sobre las cuales hay unanimidad y
aquellas sobre las cuales hay discrepancia, con sus prue
bas4. Se trata, para el alfaqu, de disponer, por una parte, de
una recopilacin de soluciones diferentes aportadas por las
escuelas jurdicas a los mltiples problemas de la vida, y por
otra parte de un medio de eleccin preferencial entre ellas.
No se trata, por tanto, solamente de una obra de ijtilfo dis
crepancia, sino de un esfuerzo para superar esta diversidad.
En qu medida tal tentativa poda tener xito?
En un primer momento, el ttulo de la obra es revelador
del lugar especial que ocupa en la obra de Averroes. Para la
medicina, la palabra kuiyt (generalidades) ha podido ser
transcrita casi homofnicamente por el latn macarrnico
colliget, indicando la idea de recopilar (colligere ha dado
coleccin). Sera la huella de una cierta comunidad de
*. EL ESFUERZO D E CONCILIACIN PRACTICA. 121

pensamiento a travs de las lenguas. Pero no hay nada de eso


en esta obra de derecho. El ttulo fue compuesto en esa for
ma tan especficamente rabe que es la prosa rimada:
Bidyat al-muytahid wa-nihayat al-muqtasid, y su traduc
cin a una lengua occidental es demasiado pesada y dema
siado elptica a la vez: Principio para aquel que se esfuerza
[en un enjuiciamiento personal] y final para aqul que se
contenta [con la enseanza recibida].
Por otra parte, las escuelas jurdicas musulmanas son tri
butarias de su arraigo local. No slo se distribuyen el espa
cio (el hanafismo ms hacia el Oriente Medio, hasta la India;
el jafPismo ms en Egipto, con prolongaciones en frica
oriental y en el sureste asitico y el mlikismo ms en las re
giones occidentales), sino que las tradiciones regionales in
tervienen en ellas. Asimismo, aunque Averroes conoca los
tres principales ritos sunnes y aunque aadi incluso cono
cimientos tanto de ritos menos extendidos com o de maes
tros antiguos cuyas escuelas no pervivieron, y an algunas
informaciones sobre los ritos no sunnes, se encontraba ms
familiarizado con el mlikismo, corriente a la que se refiri
con predi! eccin. Era, en efecto, la escuela preponderante en
al-Andalus y dominaba todos sus matices. Cit a autores
precisos, entre ellos a su abuelo, costumbres locales, y a ve
ces se sirvi de denominaciones propiamente andaluses. Al
final de su libro anunci su deseo de realizar una exposicin
organizada de la doctrina de Mlik sobre los problemas par
ticulares, pero no parece que llegara ahacerlo.

El recurso alas diferentes escuelas

En comparacin con el Compendio del Mustasfa de al-


Gazll, Averroes dio en la Bidaya un paso adelante hada lo
concreto. El Compendio pona en orden cuestiones genera
les. Aqu, se las entendi con la materia misma. Cmo es-
22 AVERROES

tructurarla entonces? Una primera piedra de toque fue pro


porcionada por la doctrina almohade que se enfrentaba al
exclusivismo mlik: ninguna tradicin es preferible en s;
slo cuenta la validez del fundamento. Asimismo, Averroes,
teniendo en cuenta una realidad forjada en un mismo mol
de mental, no se limit a ello y lo som eti todo a un examen
regulado.
Resumido en la introduccin de la Bidya, dicho examen
no proceda de un modelo estereotipado, sino que segua, en
lneas generales, el camino que haba sido trazado por el
Compendio: por una parte las divergencias reposaban sobre
razones (el vocabulario que las designa vara, ya que son
rdenes diferentes) que haba que poner de manifiesto; por
otra parte, Averroes propona vas para comprenderlas ra
cionalmente y armonizarlas o clasificarlas en un orden jerr
quico de admisibilidad. Las vas eran las de la metodologa
del derecho, ya enunciadas en el Mu$taf: autenticidad del
hadiz?, alcance de los textos (sentido literal o metafrico)?,
diferentes puntos de vista en funcin de las circunstancias
pretendidas por cada uno (sentido general o especfico)?,
posible abrogacin?, fuerza relativa del texto (obligatorio
o simplemente recomendado...)? A lo anterior Averroes le
aada a veces tres tipos de consideraciones: bien se interro
gaba respecto ala sensibilidad intelectual de cada jurista in
vocado, bien rechazaba pura y simplemente una opinin
juzgada como desprovista de significacin, o bien, final
mente, propona su propia opinin.
Segn un gran especialista en derecho musulmn, R.
Brunschvig, la Bidya constituye, parece, el ejemplo ms
acabado de la aplicacin metdica de los usl al-fiqh, a la vez
como hermenutica y como piedra de toque, al conjunto del
fiqh sunn5. De acuerdo con la enseanza de Ibn Tmart y
deal-Gazli, el hombre interviene aqu slo para ordenar un
contenido sobre el que no hay derecho de eleccin. Si existe
inconsistencia en ello, n o es en la ley religiosa sino en las di
. EL ESFUERZO DE CONCILIACION PRCTICA... 123

ferencias de interpretacin de las fuentes. El objetivo de la


Bidaya es mostrar lo que todo alfaqu debera ver si no estu
viera cegado por la fidelidad debida a una nica escuela6. Y
Averroes denunci violentamente a los pretendidos juris
tas de nuestro tiempo, usando para eso el participio con
sentido peyorativo (mutafaqqiha) que luego le ser aplicado
a l mismo. En medicina, un buen tratado sobre las cuestio
nes generales haca intil, segn l, la consulta de obras ms
especficas; del mismo modo, el descubrimiento de los prin
cipios que engendran la diferencia entre las sentencias jur
dicas era, en s mismo, fuente de solucin. El verdadero ju
rista no se distingua por la suma de sus conocimientos, sino
por su capacidad de aplicarlos a cada situacin. El ijtildfo
discrepancia, que la mayora de las veces es una tcnica pol
mica, tomaba aqu el aspecto de un m todo en s mismo.
Cada autor invocado hablaba en sus propios trminos, sin
verse obligado dialcticamente, y poda suceder que uno
fuera aprobado en los trminos de otro. Era posible tambin
que el autor, estimando dbil la argumentacin de algn ex
perto, pero aprobando su solucin, propusiera para ella una
justificacin que le pareciera mejor.

La influencia del pensamiento almohade

Tal com o lo anunci de entrada, Averroes se atuvo a las re


glas explcitamente enunciadas en la ley o a las cuestiones
notorias que se hallaban estrechamente vinculadas a los tex
tos. Se trataba pues de las cuestiones madre de las cuales
se derivaba todo el resto. Pero los especialistas han hecho
hincapi en que esta distincin, bastante terica, es difcil en
la prctica. Aqu y all, los temas son, segn las circunstan
cias, situados en primer trmino o relegados alas ramas.
La materia misma de las soluciones o de las argumentacio
nes a veces dejaba perplejo a nuestro autor, que multiplica
124 AVe r r o e s

ba entonces las reservas y las frmulas de modestia. A veces,


se contentaba con la exposicin contradictoria, no propor
cionando ningn medio para decidir.
Adems, si el que ejerce su esfuerzo de interpretacin
(mujrtahid) debe aspirar a la solucin mejor argumentada,
sucede que toda argumentacin es defectuosa. Sin embargo,
el aspecto prctico del fiqh impide permanecer a la expecta
tiva. Averroes se vea entonces obligado a admitir formas de
razonamiento que l mismo habra reprobado totalmente en
otro momento. As, por ejemplo, en la cuestin de la ora
cin, se preguntaba si la que es llamada impar, y que es
una oracin nocturna especial, era obligatoria. Para respon
der se bas en un hadiz que tena en cuenta el caso del viaje
ro, y formul el pseudosilogismo siguiente: Si una oracin
no es obligatoria, entonces puede hacerse a lomos de una
montura; ahora bien, la oracin impar puede hacerse a lo
mos de una montura; por tanto, la oracin impar es una
oracin no obligatoria. Lo que equivale a decir: Sip, en
tonces q; ahora bien q; por tanto, p7. Lo cual slo sera ver
dad si pudiramos decir si y solamente si..., que no es el
caso. Con todo, nos encontramos aqu con uno de los raros
pasajes en los que Averroes interviene en su propio nombre.
As pues, cuando nuestro autor empleaba la expresin el
kalm jurdico no era, como crea Brunschvig, para acen
tuar el aspecto razonador" de esta ciencia8 sino, por el
contrario, para sealar sus lmites. Aqu, la influencia del
pensamiento almohade era an apreciable: el derecho, ente
ramente positivo, en el que la razn slo interviene a des
tiempo, com o organizadora, se distingue de la teologa all
donde legisla la razn. S, en el mbito que nos ocupa, un
texto seguro contradice un razonamiento riguroso, es el pri
mero el que gana. La cuestin del hom icidio de un no mu
sulmn tributario (immi) por parte de un musulmn, en la
que la solucin sfic es preferible a la solucin franaf, lo
ilustra. Efectivamente, la primera, que rechaza situar a un
. EL ESFUERZO DE CO NCILIA CIN PRACTICA... 125

creyente y a un infiel en el mismo plano, se apoya en un ha-


diz seguro. Por el contrario, la segunda invoca un hadiz con
siderado menos creble para considerarlos como equivalen
tes y deducir a partir de ello, a travs de un razonamiento
irrefutable en s mismo, la necesidad de ejecutar al musul
mn que mata a un dlmmi9.
En definitiva, mientras que el substrato humano permite
bastante bien ser racionalizado por la medicina, la materia
divina jurdica resiste mucho mejor. Asimismo, los aspectos
lgicos intervienen sobre todo puntualmente y, aunque Ave-
rroes muestra, a lo largo de la obra, que actuaba metdica
mente, slo el Captulo sobre tas ventos comporta un prem
bulo explcitamente redactado en ese sentido10.

Los lmites de la racionalizacin de las costumbres

De hecho, la racionalizacin tuvo lugar mucho ms desde el


punto de vista de la moralidad. Averroes, indudablemente, se
dio cuenta de dio, puesto que concluy su obra con desarro
llos de este tipo. Las reglas de la ley religiosa (sarFa), deca,
son de dos tipos: aquellas a travs de las cuales el juez elabo
ra sus sentencias, y las que no utiliza con ese propsito y son
clasificadas como recomendadas; estas ltimas son las
ms numerosas. En efecto, hay que tomar conciencia de que
el objetivo de las tradiciones conductistas prescritas por la
ley es [producir] la excelencia del carcter11, de manera que
la mayor parte de las cuestiones ordenadas por los juristas
entre las miscellanea se refieren a las cuatro virtudes: la mo
destia, la justicia, el coraje y la generosidad, as com o a la
adoracin de Dios, que es su condicin.
Ahora podemos preguntarnos cul fue el alcance prcti
co de esta racionalizacin de ia moralidad? Un economista
marroqu, O. Akalay, sostiene que Averroes era consciente
del contraste existente entre la regla extrada de la revelacin
126 AVERROES

religiosa y las diversas formas segn las cuales, histrica


mente, el hombre haba intentado aplicarla: Sin escribirlo
expresamente, Ibn Rusd muestra a sus lectores que los ca
sos tratados se han quedado m uy anticuados; que las so
luciones preconizadas slo tienen una lejana relacin con
la economa modernizada en aquel siglo x il cristiano12. El
economista toma el ejemplo de la prctica bancaria repre
sentada por el cheque. En el origen se encuentra la prohibi
cin cornica de prestar a inters, asimilada a la usura. Si se
prohbe el prstamo, se prohbe al mismo tiempo la banca,
salvo suponiendo que el banquero actuara gratuitamente,
lo cual no es en absoluto factible. Los bancos islmicos m o
dernos estn obligados a recurrir a numerosos artificios y
ardides jurdicos para poder mantener juntas las dos pala
bras que constituyen su nombre. En la poca de Averroes
an no se haba llegado a este punto, ya que el sistema ban-
cario tal como lo conocem os naci en la Italia de la baja
Edad Media.
Pero no por ello haba desaparecido el problema subya
cente: cmo conservar una actividad econmica que per
mita los intercambios a distancia, que evite los grandes
movimientos de fondos, que sea susceptible de afrontar si
tuaciones en las que una fuerte capitalizacin pueda ser
efectuada rpidamente, etc.? Al igual que otros juristas mu
sulmanes, Averroes enunci las regias generales para man
tener la prctica del cheque, la cual cumpla todas sus condi
ciones y que, como tal, se revelaba absolutamente necesaria
para una economa activa: Las reglas del juego de la econo
ma enunciadas por los telogos musulmanes estn todava
en uso: para que el mercado pueda funcionar correctamen
te, los actores que intervengan en l deben encontrarse entre
ellos en situacin de perfecta igualdad y de informacin to
tal13. De hecho, la economa mundial de hoy en da, que
condena tanto las prcticas monopolsticas como eldlit di-
niti, reposa sobre el mismo tipo de prohibiciones. Y quiz
fu EL ESFUERZO DE CONCILIACION PRACTICA... 127

no carezca de significado que el cheque, que debe expresar


esa igualdad perfecta de los actores econm icos, deba su
nombre al rabesikka (moneda)*.
D e todas formas hay que reconocer que Averroes no
plante exph'citamente este problema. Se lim it a enunciar
unas reglas generales que un lector musulmn moderno
podra interpretar en ese sentido. Quiere ello decir que el
autor medieval no poda llegar ms lejos? De ninguna ma
nera! Averroes podra haberse hecho eco, en este punto, de
un relevante texto del ifrqi al-Mazar, autor que l conoca
tanto directa com o indirectamente a travs de Ibn
Baskuwl e cIyd. Se trata de una consulta jurdica que trata
precisamente sobre las operaciones bancarias representa
das por un cheque. Esta prctica, que se haba extendido en
el iaslam desde principios del siglo x , era ya una prctica
corriente, a pesar de las reticencias de algunos telogos:
Bajo ei peso social de la prctica y de las necesidades eco
nmicas, el derecho, el fiqh, se vea as forzado a ajustarse a
la costumbre, al curf. Prueba de que en la poca de al-
Mazar, todava no se haba descolgado totalmente de la
realidad14. Para eludir la prohibicin cornica del prsta
mo a inters, se jugaba con el cambio entre las monedas de
oro y las de plata (los dirhams y los dinares): las sumas en
dirhams eran registradas en dinares, considerndose que
los comerciantes vendan sus dirhams a los banqueros,
quienes, por debajo del tipo normal de cambio, les abran
cuentas corrientes en dinares.
Seguramente, este ardid legal haba turbado a algunos
espritus escrupulosos que sometieron el caso a al-Mazar.
ste examin los diversos aspectos prcticos de la cuestin:
entraa el cheque una provisin de fondos?; los fondos del

* N. de la T: segn ei Diccionario rabe-espaol de F. Corriente, ia pala


bra cheque procede del rabe sakk y no de sikka, vocablo este ltimo que
en castellano ha dado ceca'.
28 AVRROES

banquero se com ponen dnicamente de los depsitos, sin


verse aumentados por los intereses percibidos?, etc. De he
cho, si todas las reglas eran respetadas, el sistema se vendra
abajo ya que supondra que un banquero actuara gratis.
Pero al-Mzari logr salvarlo refugindose en una frmula
muy vaga: que la tasa de cambio fuera en beneficio de los
musulmanes. Esta referen ca al criterio mlik de la utilidad
pblica se opone a las sentencias posteriores, muy estrictas,
que condenarn el sistema bancario.
Averroes se encontraba en una posicin intermedia entre
el pragmatismo de al-Mzarf y el rigorismo de los dems ju
ristas, Sern sus discpulos europeos quienes volvern a des
cubrirlos cimientos ticos de un sistema bancario armonio
so, pero l mismo no supo ir ms all de la formulacin de
una axiomtica de base, sin plantear explcitamente los tr
minos del problema de manera concreta, como le invitaba a
hacer el ejemplo de al-Mzari.
Vemos as os lmites de la empresa de la Bidya. Sobre ios
aspectos esenciales, se puede decir que, a la manera de
los kantianos de Pguy, tiene las m anos limpias, pero no
tiene manos. Ser necesario que Averroes d un paso suple
mentario hacia la accin concreta. Y, paradjicamente, no lo
har bajo la influencia delfiqh , tampoco de Aristteles, sino
de Platn.

Entre Crdobay Sevilla

Entretanto, la situacin haba evolucionado. 'Abd al-Mu-


min, primer califa o sucesor del mahdi Ibn Tmart, muri
el 14 de mayo de 1163. Su cuerpo fue transportado primero
a Marrakech, despus inhumado a los pies de su maestro
en Tinmallal, en el Atlas, de donde haba partido el m ovi
miento almohade. Lo mismo se har con sus sucesores in
mediatos.
C. EL ESFUERZO DE CONCILIACION' PRACTICA... 129

Crdoba puesta bajo tutela

En principio, tendra que haber sido su hijo Muhammad


quien le sucediera. Desde 1154, en efecto, haba requerido
de sus prximos que le prestaran juramento de fidelidad,
asegurando asila continuidad dinstica. Por oscuras razo
nes, otro de sus hijos, Ab Hafs cUmar, que era igualmente
ministro, apart al heredero legtimo ehizo reconocer la au
toridad de su hermano menor, Ab Ya'-qb Ysuf. ste aban
don Crdoba, ciudad que estaba restaurando, y se traslad
a Marrakech. Es posible que en el intervalo, Muhammad hu
biera sido efectivamente investido. Pero su gobierno no
dur ms de cuarenta y cinco das. De todas maneras, al
tiempo que confirmaba a cUmar como ministro para evitar
fricciones demasiado graves, Ysuf no adopt, en un princi
pio, ms que el ttulo de emir. Eso no bast y, adems de ha
ber apartado al primognito, que slo escap de la crcel por
la accin de altas protecciones bereberes, otros dos herma
nos, que no reconocieron al nuevo gobernante, fueron rpi
damente eliminados. Tambin se resisti Ab Sa'Td cUtmn,
gobernador de Crdoba, quien seguramente debi el poder
salvar la vida al afecto que por l senta Ysuf.
Crdoba fue sometida, sin embargo, a la vigilancia de una
guarnicin especial, aunque, segn algunas fuentes, habra
incluso servido de residencia forzada a un rebelde bereber
que se haba visto obligado a someterse. Asimismo, el nuevo
soberano mat dos pjaros de un tiro enviando un ejrcito
que, en la misma poca, asent su autoridad frente a tas re
sistencias que esta ciudad representaba y la tom como base
de un ataque que se pretenda decisivo contra Ibn Mardan.
Esto no haca la estancia en Crdoba precisamente agra
dable. Si le aadimos el hecho de que Ysuf haba pasado sus
mejores aos, de los dieciocho a los veinticinco, com o go
bernador de Sevilla, se comprende que manifestara su indi-
130 AVERROES

nacin por esta ltima. Rompiendo con el deseo paterno de


restaurar Crdoba como capital, deseo que no obstante ha
ba empezado a realizar, hizo trasladar de nuevo los centros
de decisin a Sevilla. La ciudad, que se encontraba sin go
bernador, recibi, al principio y de forma provisional, como
tal al hij o de un compaero del mahdt. Tom posesin de su
cargo en 1166, no sin antes haber mantenido una entrevista
de ocho horas con el gobernador de Crdoba, prueba de que
las cosas no iban bien. Cinco meses ms tarde, fue un her
mano del emir, Ism'Il, quien ocup definitivamente este
cargo.

Una pacificacin difcil

l fue el encargado de reconocer oficialmente a Ysuf como


califa y principe de los creyentes. Haba esperado cinco
aos para tener este ttulo. Debi someter antes a sus herma
nos recalcitrantes y, a diferencia de su padre, utiliz para ello
el mnimo de violencia concebible en aquella poca. Debi
igualmente reducir al seor de Murcia, Ibn MardanlS, y a di
versos rebeldes bereberes. Una vez obtenidos estos resulta
dos, escribi a IsmTl para que no slo los sevillanos sino
tambin los cordobeses, la gente de Granada, de Mlaga y
del oeste de al-Andalus le renovaran la sumisin ya manifes
tada, asignndole el ttulo al que tena derecho. El acta solici
tada, firmada por los talaba y los sayjs o jeques, fue enviada
a Marrakech el 28 de marzo de 1168.
En la misma poca, en Crdoba, que no se haba librado
completamente de la amenaza de Ibn Marda ni , un herma
no del sultn, Ibrhm, fue nombrado gobernador. Simult
neamente se le envi un potente ejrcito para defenderla. Es
de resear que en estos conflictos aparentemente intermu
sulmanes, los cristianos intervinieron cada vez ms. Silos
feles de Ibn QasI no haban aceptado aliarse con ellos
6. EL ESFUERZO D E CONCILIACIOK PR C T IC A .. 13J

en 1151, diecisiete aos ms tarde las cosas haban cambia


do bastante. Mercenarios procedentes del norte de la Penn
sula formaron parte abiertamente de las tropas de Ibn Mar-
danis. En contrapartida, un noble castellano, cuado del rey
de Len, pas con sus tropas al servicio del sultn almoha-
de, lo cual supuso una alianza de ambos soberanos contra
los portugueses.
Es este embrollo lo que explica el sorprendente silencio
de Averroes sobre el problema de los no musulmanes dimes?
Contrariamente a su abuelo, que haba tomado posiciones
radicales como consecuencia de la revuelta mozrabe de
1125, Averroes se escud, en su Bidaya, en consideraciones
casi intemporales sobre este tema e incluso habla de ello lo
menos posible, Esta reserva recuerda su actitud frente al
problema econmico de la prctica bancaria, en el que aca
bamos de ver a un Averroes un tanto desbordado por la si
tuacin, el menos en este estadio de su reflexin.
La sumisin del suegro y aliado de Ibn MardanS, Ibn Ha-
muk, se realiz sin violencia. En 1169 respondi a una invi
tacin para abrazar la doctrina almohade. Durante casi todo
este ao, los gobernadores de Sevilla, Crdoba y Granada se
encontraron en Marrakech para intentar organizar la des
truccin de su principal enemigo, el seor de Murcia. Pero
diversos impedimentos aplazaron hasta el verano siguiente
cualquier accin. Despus aqulla fue desviada hacia Bada
joz. Slo en marzo de 1171 un ejrcito parti de Sevilla hacia
Crdoba para dirigirse despus a Levante, guiada por Ibn
Hamusk. Los almohades propusieron el perdn (aman),
mientras que su adversario apost por el terror, lo cual con
dujo a una inversin de las alianzas en su favor. Para condu
cir mejor la accin, en julio, el califa se estableci en Crdo
ba. De todas maneras, no se logr nada definitivo por las
armas. Ms por lasitud que por otra cosa, Murcia se someti
en el mes de septiembre y envi una delegacin a Sevilla ante
el califa, que se haba retirado all.
132 AVERR.OES

Ames de llegar a la Pennsula Ibrica, Ysuf haba estado


enfermo durante catorce meses y haba sido tratado por
dos mdicos eminentes, uno de ellos Ibn Tufayl. Pero este
ltimo no se haba limitado a prescribir un rgimen diet
tico. Tambin haba compuesto una poesa para exhortar a
los sbditos del sultn a enrolarse en sus ejrcitos, algo en
ese m om ento considerado decisivo. Este fragm ento15 es
digno de ser tenido en cuenta, ya que en l nos encontra
mos muy lejos del sabio de Hayy ibn Yaqzn. Se trata de
una compilacin de todos los temas clsicos, desde la jac
tancia del valor guerrero hasta las mentiras ms descara
das sobre un pretendido origen rabe y qays del mahdt al-
mohade y de sus califas. Ciertamente, haba una excusa
para eso: la obra iba sin duda destinada a esas tribus rabes
que se estaban extendiendo entonces por todo el Magreb,
sembrando all la desolacin, y aspiraba a desviarlas hacia
un enem igo com n. En cuanto a la eleccin de Ibn Tufayl
como redactor de un texto semejante, se explicara por su
origen: perteneca a la tribu rabe de Qays. El poem a no
tuvo, no obstante, casi ningn efecto y fue necesaria la in
tervencin de otro autor para decidir a la intervencin mi
litar de los rabes.

Recuperacin doctrinal almohade

En esta poca Averroes no estaba tan im plicado en los


acontecimientos. Sin embargo, tampoco haba retrocedi
do. En efecto, el nuevo sultn no slo era un hom bre pol
tico, y nuestro filsofo pudo entraren su juego desde otro
punto de vista. Al-M arrkus nos dice que m ientras que
eAbd al-Mumin haba restringido el aspecto doctrinal del
movimiento alm ohade en provecho de la organizacin
del Estado, Ysuf, por su parte, decidi recuperar la an
torcha de las ideas. Antes incluso de recobrar el ttulo cali-
6. EL ESFUERZO D E CONCILIACION PR ACTIC A... 133

fal, dict, desde 1166, rdenes claras, con el pretexto de


precisar diversas cuestiones de etiqueta: en lo sucesivo,
todo docum ento oficial deba ir encabezado por la m en
cin alabado sea Dios de su puo y letra, quedando el
resto a cargo del secretario. Pero en esta ocasin , envi
una circular a todos los gobernadores recordando los ele
mentos doctrinales esenciales: mantenimiento d la orto
doxia, enseanza del dogm a del tawhtd almohade, prohi
bicin de condenar a alguien a muerte sin haber respetado
todas las garantas de justicia y sin haber presentado el
asunto al emir, invitacin, finalmente, a la prudencia para
los dems casos. Por recomendacin expresa suya, la car
ta deba ser ampliamente difundida. Los historiadores
han notado su paralelism o con la circular enviada por
tAbd al-Mumin desde Tnmalial en 1148 sobre la justicia
y la represin de lo prohibido. Pero de acuerdo con la dife
rencia de caracteres entre ambos califas, la del segundo
parece distinguirse a la vez por una mayor suavidad y es
pritu teolgico.
Es en este contexto en el que hay que entender el nombra
miento en 1169 de Averroes como cad de Sevilla. Es el pri
mer puesto oficial que tuvo del que existe constancia. Puede
pensarse que la redaccin de la Bidya no fue ajena a ello.
Hemos visto que los retratos trazados por los bigrafos an-
daluses y magrebes subrayaban la seriedad con la que
cumpli sus tareas oficiales, su abnegacin y su total aleja
miento de la corrupcin. Es seguro que Averroes no era
nicamente un hombre de despacho. Gustaba de la vida p
blica. Era de abundantes palabras, tanto en los crculos del
sultn como en las asambleas de la muchedumbre, nos
dice al-Ansr1<!. Y cita al testigo de un sermn pronuncia
do para exhortar a la guerra santa y al combate en la senda
de Dios en el que Averroes record los mritos que le atri
buan el Coran y la suma, en una lengua gil y de una ma
nera agradable17.
134 AVERROES

Averroes, cadiy polgrafo

De hecho, se trat de un perodo extremadamente activo en


el que Averroes tuvo dificultades para compaginar sus dife
rentes ocupaciones. En efecto, hacia 1167 haba iniciado un
nuevo ciclo de aproximacin a la filosofa aristotlica. Sin es
perar, siquiera, a haber finalizado la redaccin de sus com
pendios sobre los diversos ttulos del ndice elaborado por
Andrnico de Rodas, acometi los resmenes [taljis] que
el prncipe le haba encargado. Este nuevo ciclo sigui al de
las Generalidades sobre la medicina que eran ya mucho ms
que las introducciones a la filosofa, que los Compendia de
derecho y de astronoma, y que la exposicin del poem a m
dico de Avicena.
El taljis, al que generalmente se denomina comentario
mediano, era un verdadero comentario, a diferencia de.los
yawmicque se tomaban grandes libertades con el texto. En
l, Averroes desapareca detrs de Aristteles; segua el or
den de su exposicin a la que remita a menudo, no citando
ms que el principio del pasaje referido. A veces, sin embar
go, intercalaba observaciones personales o ejemplos extra
dos de su propia civilizacin, pero no se dejaba ver, y slo el
trabajo de los eruditos ha permitido discernirlo.
Varias de sus obras estn fechadas. El comentario del Tra
tado de los animales se dice que fue terminado en noviembre
de 1169 en Sevilla. A lo largo del texto, Averroes se queja in
cidentalmente de no disponer, en su nueva residencia, de sus
libros para verificar los textos. Eso, unido a ia excesiva ocu
pacin de los asuntos pblicos, le conduce a pedir al lector
que le excuse por los posibles errores. Encontramos las mis
mas quejas en el comentario sobre la Fsica finalizado en Se
villa en marzo de 1170. La exgesis del Tratado sobre el cielo
data del ao siguiente y la de De la generacin y la corrupcin
de un ao despus. A ello se unieron la continuacin de los
6. EL ESFUERZO DE CONCILIACION PRCTICA... 135

yawmf y un cierto nmero de opsculos titulados maqla,


que tratan sobre todo de lgica y que eventualmente reco
bran las tesis de al-Frbl y de Avicena, en el caso de este l
timo bajo forma de crticas abiertas.

Retamo a Crdoba

No parece que Averroes ocupara el cargo anteriormente


mencionado ms de dos aos. El acontecimiento funda
mental, si no determinante, file el temblor de tierra que su
fri Crdoba en 1171. Averroes habl de l al comentar los
Meteorolgica, ya que vio en ello la confirmacin de los an
lisis del Estagirita: Yo no viva entonces en Crdoba pero
volv luego. O los ruidos que precedieron al temblor de tie
rra y la gente crea que procedan de la parte occidental. Vi
como el temblor de tierra tena lugar con el soplo de una
multitud de vientos del oeste. Estos temblores duraron en
Crdoba alrededor de un ao, quiz, y no cesaron antes de
tres aos aproximadamente. El primer temblor caus la
muerte de muchos hombres y pensbamos que la tierra se
haba roto cerca de Crdoba, en el lugar llamado Anorma,
de donde sala una especie de cenizas o de arenale.
Euela inquietud por los suyos y por sus bienes lo que mo
tiv su regreso a su ciudad natal? Ejerci all la funcin ju
dicial? Lo ignoramos. Lo cierto es que disfrut con creces de
su biblioteca recobrada. Termin de comentar la Retrica y
la Metafsica en la segunda mitad de 1175. Pero dice que se
apresur a finalizar esta ltima tarea porque estaba rendido
por la fatiga y aquejado de una grave enfermedad y que es
peraba, si Dios le guardaba, llevar a cabo ms tarde comen
tarios ms desarrollados sobre la Metafsica y sobre otras
obras de Aristteles.
Ello nos conduce a una cuestin importante de cronolo
ga. Para muchas obras no explcitamente fechadas, pode-
136 AVERROES

mos estimar, con aproximadamente uno, dos o tres aos de


diferencia, el momento de su elaboracin. Las citas y llama
das hechas por el propio autor permiten, en efecto, orientar
se. Pero la estimacin se basa, igualmente, en la hiptesis de
la existencia de una lgica interna en la aproximacin al sis
tema aristotlico. Ahora bien, si el ndice de Andrnico de
Rodas parece respetado, en lo esencial, numerosos casos
atestiguan que Averroes no sigui su orden. El hecho tiene
poca importancia en s mismo. Lo que es mucho ms grave
es que se ha admitido que la aproximacin al primer maes
tro se efectu poco ms o menos uniformemente: compen
dios, desde alrededor de 1158 hasta 1170, esencialmente,
despus comentarios medianos desde 1167 aproximada
mente hasta 1175 y finalmente grandes comentarios entre
1180 y 1192. Sin embargo, A.L. Ivry ha demostrado recien
temente que el gran comentario del Tratado del alma, cuya
publicacin est fijada en 1190, de hecho es anterior a su.co
mentario mediano, el cual es un resumen del anterior com
pletado nicamente con algunos aadidos19. Por tanto, no
habra existido por parte de Averroes una trayectoria pro
gresiva: presentacin, comentario seguido, comentario de
tenido, sino ms bien una pedagoga en la publicacin, esca
lonada en tres niveles, lo cual no impide que l mismo
hubiera podido abordar los textos en un orden diferente.
Se puede pensar, en efecto, que Averroes prefiri estudiar
a fondo de entrada un texto tan esencial com o el Tratado del
alma, pero que en un principio slo dio al lector una forma
abreviada, divulgando el anlisis exhaustivo slo cuando el
orden de las materias lo exiga, a fin de no desorientar a la
gente. Esta hiptesis es tanto ms probable cuanto que vere
mos a Averroes revisar tardamente (despus de 1186) algu
nos de sus compendios y proporcionar versiones modifica
das de ellos: es el caso, seguramente, de la Fsica20y quiz de
De la generacin y la corrupcin21. Hay que ver en d io ni
camente una voluntad personal de perfeccin? La primera
i. EL ESFUERZO DE CONCILIACION PRCTICA... 137

aproximacin a los temas filosficos poda, efectivamente,


sufrir una cierta falta de preparacin y se ha podido, por
ejemplo, observar que en el pequeo comentario del Trata
do del alma, Averroes pareca sentirse ms cm odo en los
aspectos fisiolgicos del tema que en sus aspectos metafsi-
cos22; o bien hay que invocar, como para el Colliget, la inter
vencin de una comisin de control? Nada permite pronun
ciarse al respecto.
Lo que es cierto es que Averroes, de aqu en adelante, se
convenci de que no poda encontrar mejor gua que Arist
teles para cubrir el campo del conocimiento. Si el deseo for
mulado por el califa puso en movim iento el conjunto del
mecanismo, no es menos cierto que se produjo una adapta
cin profunda entre los espritus de ambos pensadores,
adaptacin de la cual se maravillaba sin cesar nuestro autor.
A partir del compendio de De la generacin y la corrupcin,
exclam: Dirigimos alabanzas sin fin a Aquel que predesti
n aeste hombrala perfeccin yque lo situ en el nivel ms
alto de la excelencia humana, donde ningn hombre, de nin
gn siglo, ha podido llegar; es a l al que Dios hace alusin al
decir: Esta superioridad, Dios se la concede a quien quie-
7. El esfuerzo de conciliacin terica
entre ley religiosa y sabidura

Hemos facilitado la comprehensin


de la Predicacin en relacin con la
enseanza1.

Mientras nuestro filsofo se consagraba al trabajo escolsti


co en su retiro de Crdoba, una enorme agitacin de los ni
mos se organiz desde el poder.
En principio, adopt la forma visible de grandes obras
destinadas a transformar Sevilla en una capital digna de tal
nombre. Durante el otoo y el invierno de 1171-1172 se
puso en marcha un puente de barcas para unirla ciudad con
Triana, en la orilla derecha del ro, la reparacin de la 2ona
palatina cuya superficie se duplic y la construccin de ci
mientos en las fortificaciones exteriores, sobre todo con
muelles de piedra para proteger la ciudad de las crecidas del
Guadalquivir. A ello se aadieron arsenales, acueductos y
jardines de rboles frutales. Se gan as a las zonas pantano
sas situadas al sudeste de la ciudad una vasta extensin de
palacios y jardines, a la que se dio el nombre de al-Buhayra
(el lago), y que sirvi de residencia al califa durante sus es
tancias en la pennsula. De ello slo queda el actual alczar,
muy modificado posteriormente.
El centro de la ciudad se desplaz, por tanto, hacia el
sur. En consecuencia, se hizo necesario sustituirla antigua
mezquita principal, que se haba quedado demasiado pe-
138
7. EL ESFUERZO DE CONCILIACIN TEORICA... 139

quena, por un nuevo edificio, muy ambicioso, que tena al


menos diecisiete naves para recibir a una gran cantidad de
gente. Se estima que el nmero de habitantes de la dudad
por aquel entonces era de unos ochenta y tres m il, para
una superficie intramuros de aproximadamente dosel en tas-
dos den tas cincuenta hectreas, de las cuales una parte no
estaba edificada.
Esta gran mezquita, iniciada en mayo de 1172, preten
da ser una afirmacin de identidad. En ella trabajaron el
arquitecto Ibn Baso, que haba presidido la restauracin
de Crdoba, y, durante un tiempo, el hijo de Avenzoar. Lo
esencial de su construccin tuvo lugar durante el gobier
no de Ysuf, pero fue su sucesor quien, a partir de 1184, la
termin, especialmente al erigir su clebre alminar, la Gi
ralda. Alrededor de la mezquita se establecen nuevos mer
cados, duplicando los del antiguo centro de la ciudad. Se
construyo incluso una qaysariyya, edificio cerrado desti
nado a proteger el comercio de lujo2. En la m ism a poca
se suscribi un acuerdo comercial con Gnova.
Como si hubiera querido consagrar esta afirmacin de
poder, el principal agitador de al-Andalus, Ibn Mardans,
muri en marzo de 1172, y su hijo hizo acto de sum isin al
califa almohade. En lo sucesivo, los conflictos tuvieron lu
gar entre la zona musulmana y la cristiana: Portugal y Cas
tilla realizaron continuas incursiones, a las cuales los al
mohades respondieron con algunas expediciones poco
fructferas.
Ysuf residi cerca de cuatro aos en al-Andalus d on
de activ sin descanso los trabajos de acondicionamiento
y construccin. Regres a Marrakech en febrero de 1176 y
despidi entonces a una gran parte de los arquitectos y ar
tesanos. La gran mezquita estaba muy avanzada, pues ya
se haba trasladado a ella el pulpito del predicador, pero
la jutba o serm n oficial no fue pronunciado en ella has
ta 1181.
140 AVERROES

Averroes y su tiempo: entre dos generaciones

Todo lo que precede muestra la importancia del regreso de


Averroes a Sevilla com o cad en 1179, ciudad que en aquel
momento era una verdadera capital en la que tendra que
cumplir una funcin que, en el islam, se concibe com o una
especie de delegacin de poder. Asimismo, hay que sealar
que para l no se trataba de una ruptura brutal. Durante el
perodo de ocho aos que haba pasado en Crdoba, aunque
se dedic bsicamente a estudiar, no se apart de las realida
des del mundo. Prueba de ello es el comentario mediano de
la tica a Nicmaco, compuesto en 1177. Al tiempo que se
gua de cerca el texto de Aristteles, Averroes plante algu
nas cuestiones nuevas. En particular, en esta nueva obra se
mostraba sensible con respecto a los esbozos de anlisis eco
nmico de Aristteles, intentando armonizarlos con la doc
trina islmica3.
Ahora bien, las orientaciones de uno y otro son bien dis
tintas. Aunque ambos aspiran a evitar el enmaraamiento
en la investigacin de acumulacin, la solucin aristotlica
consisti en considerar la economa como poltica y, por
tanto, sometida a la tica, mientras que la solucin islmica
consiste en subordinar la economa a las normas reveladas.
Averroes, pues, se vio conducido, como le haba sucedido al
final de su tratado de derecho, a situar la tica en relacin
con la revelacin.
En su anlisis sobre el dinero, el autor rabe manifest ms
independencia con respecto al pensador griego. Considera-
baque la solucin propuesta por ste era insuficiente e inten
t clarificarla. Sobre todo, y dado que Aristteles no haba
atribuido al dinero ms que dos funciones -m edio de cambio
y patrn de valor-, Averroes percibi una tercera funcin li
gada al ahorro: el dinero puede ser acumulado de forma que
permita intercambios y transacciones en el futuro.
7. EL ESFUERZO DE CONCILIACION TE RICA 141

Por otra parte, mientras que Aristteles consideraba el


valor de la moneda como puramente convencional, Ave-
rroes estimaba que era un patrn y que, como tal, no deba
ser variable. Asimismo, en la medida en que constituye una
reserva de poder de compra futuro, deba escapar a la reva
luacin, que es una forma de usura, como a la devaluacin,
que expolia a su poseedor. Estos anlisis son muy innovado
res y si la civilizacin de su autor no se hizo eco de ellos, fue
ron susceptibles de desarrollos posteriores en un contexto a
la vez intelectualmente ms favorable y econmicamente
ms estimulante. Es as com o la traduccin latina de este co
mentario de Averroes permiti a la escolstica occidental,
especialmente a Oresme y Buridan, luchar contra la corrup-
tio del dinero a travs de las manipulaciones de los prnci
pes; es decir, todos los procedimientos de stos para aumen
tar de forma ficticia sus fondos monetarios: forrar las
monedas de plata con plomo, rebajar las monedas de m e
tal precioso y falsificar as su ley, etc. De todas maneras, los
argumentos de los autores latinos fueron mucho mejores
que los del autor rabe, que eran demasiado generales.

El rechazo del misticismo

En 1178, Averroes pas una temporada en Marrakech. All


termin una recopilacin de seis pequeos tratados consa
grados a las propiedades de los cielos. Slo nos ha llegado
mediante las traducciones hebrea y latina, esta ltima bajo el
ttulo de De substantia orbis4. Es de sealar que, habindose
acercado al califa, recupera el tema sobre el que ste le haba
interrogado durante su primera entrevista. Averroes pudo
igualmente encontrarse con Ibn Tufayl, que todava era el
mdico privado del sultn, y podem os suponer que ambos
confrontaron sus puntos de vista. El mayor haba escrito, o
estaba a punto de terminar, una novela filosfica, en la que
142 AV ERR ES

elogiaba a Ibn Bjtya, ninguno de sus contemporneos, en su


opinin, podra igualar nunca.
Ahora bien, Ibn Tufayl, haciendo de la profesin de fe al-
mohade el armazn de su visin de un espritu que se eleva,
a travs de sus nicas fuerzas, desde los conocimientos ele
mentales a las nociones ms sublimes, llega a una posicin
misticista que no poda ms que desagradar a Averroes.
Desde las primeras palabras de la novela, Ibn Tufayl explica
ba que quera revelar lo que pudiera de los secretos de la fi
losofa iluminativa comunicada por el maestro, el prncipe
[de los filsofos], AbcAli Ibn Sin [Avicena], lo cual haba
suscitado en l la intuicin de un estado exttico jams ex
perimentado anteriormente5. Asimismo, Ibn TUfayl pensa
ba que la explicacin esotrica de Aristteles por parte de
Avicena no era satisfactoria. De resultas, la crtica formula
da contra ella por al-Gazll le pareca superada. Dado que
Avicena haba proclamado que no exista contradiccin en
tre lo que viene dado por el razonamiento y lo que lo es por
la iluminacin, distinguindose lo segundo solamente por su
mayor claridad, deba ser posible referirse a la vez a la obra
esotrica de Avicena y a la de al-Gazl!.
Sin embargo, ambas eran inaccesibles. De la Filosofa
oriental de Avicena, Ibn Tufayl slo conoca las alusiones que
figuran en el prlogo de su gran obra profesoral, la Curacin
(SifaJs. En cuanto a al-Gazl, reconoca que este autor ha
ba cambiado, en la medida en que se diriga al vulgo. Algu
nos textos esotricos haban pasado por suyos, pero los que
l conoca le parecan sospechosos. Haba, por tanto, que
hacer una especie de apuesta y reconstituir los pensamien
tos autnticos de ambos relacionndolos entre s y am
bos con las opiniones que han surgido en nuestra poca, y
que son adoptadas con fervor por personas que hacen pro
fesin de filsofos7.
Formulacin ambigua que percibimos ahora como una de
fensa de al-Gazl, pero que pudo ser recibida como una cr
7. EL ESFUERZO DE CO KQ LIACFO N TEO RICA ... 143

tica del m ismo. Es el caso de un autor granadino del si


glo x iv , que aisl d pasaje en el que Ibn Tufayi sealaba las
contradicciones del doctor oriental, quien tan pronto con
denaba a los filsofos por su concepcin espiritual de la re
surreccin como adoptaba esta idea, aqu calificaba a los su
bes de infides o de paganos y en otra parte se proclamaba de
acuerdo con ellos para terminar escribiendo para d vulgo a
la vez que se justificaba por hacerlo8. Adems, cmo poda
Ibn Tufayi conciliar los elogios ditirmbicos que dedicaba
a Ibn Byya con la tentativa por salvar a su principal adver
sario, precisamente sobre d punto que les opona ms irre
ductiblemente?

Los escritos de madurez

Por su parte, Averroes se decidi a evitar cualquier ambi


gedad, De entre los tres textos que escribi en Sevilla alre
dedor de 1 i 79, el Discurso decisivo, el Descubrimiento de os
mtodos de las pruebas y la refutacin de la Refutacin de
losfilsofos deal-Gazli (Tahfut al-tahfut), fue este ltimo
d eje central de sus ataques. Frente a una propaganda que in
tentaba recuperar a la vctima de los autos de fe almorvides,
frente al misticismo de Ibn Tufayi, l trat de demostrar que
remitirse a esta autoridad era ir descaminado.
Vemos que Averroes haba evolucionado mucho desde
sus obras de juventud. Si en un texto de ese perodo trataba
del mahdi almohade, de sus virtudes y de su ciencia, tal tema
no volvi a aparecer posteriormente. Haba desaparecido
ya en la profesin de fe almohade que l coment en una
poca indeterminada. Con mayor motivo an fue totalmen
te eliminada en los textos teolgicos en los que se expresaba
en su propio nombre. Paralelamente, si el joven jurista se re
fera a al-Gazali como modelo en metodologa del derecho,
el autor de la Bidya no habl ms de l. Haba asimilado la
144 AVERROES

materia pero sin volver a sentir la necesidad, incluso aunque


a menudo estaba de acuerdo con l, de referirse a l. Pode
m os pensar, por tanto, que estos dos distanciamientos, fren
te a la creencia en el mahdt por una parte y a la autoridad de
al-Gazli por otra, no slo fueron concomitantes sino que en
cierta medida estn ligados al deseo de presentar una inter
pretacin autntica del almohadismo, lejos de los compro
misos y de las confusiones de la propaganda.
Queda por saber quin se encuentra en el origen de su
nombramiento en Sevilla. 1 propio Avenoes habra podido
solicitar un cargo elevado que le asegurara una audiencia
considerable para el esfuerzo de clarificacin que pretenda
realizar con la reforma religiosa almohade, reforma que de
ba parecerle entonces mal conducida. Pero resulta bastante
difcil admitir que se lanzara a ello solo y sin apoyos, sin per-
juicio de que pudiera perderlos por razones de realpolitik si
las resistencias resultaban ser demasiado fuertes.

El torrente se ha desbordado inundando ios pueblos...

Lo cierto es que el perodo que nos ocupa parece particu


larmente propicio para una accin doctrinal. La designa
cin de Averroes en Sevilla en 1179 corresponde, en efec
to, a un giro en la historia del m undo intelectual de la
poca. Fue el mom ento en el que termin por desaparecer
el personal religioso colocado por los almorvides y a
quien los almohades no haban podido expulsar por m ie
do a crear un vaco mucho ms perjudicial. Para nuestro
pensador, esta mutacin se registr simblicamente entre
1168 y 1183. El ao 1168 es la fecha de la muerte de su pa
dre, Ahmad, quien le haba iniciado en las disciplinas tra
dicionales, y de Ibn Samayn, quien le haba enseado le
tras y, quiz, matemticas. En enero de 1183 desapareci
Ibn Baskuwl, uno de sus principales maestros en derecho
7. Et. ESFUERZO DE C O N O U A C lO N TEO RICA ... 145

y tradiciones y heredero mayor del cad Ab Bakr Ibn al-


cArab, autoridad espiritual suprema en la poca alm o-
rvid.
Si establecem os un esquema de relaciones entre los di
versos expertos en ciencias religiosas, disciplinas literarias,
etc., por m edio de discpulos comunes, constatamos que la
red se hace cada vez ms densa, compleja y complementa
ria a medida que nos aproximamos a la generacin de los
maestros de Averroes; con la de ste, dicha red de relacio
nes se reduce y se afloja bruscamente, relacionndose, por
lo dems, preferentemente los grandes nombres que la for
man con autores marginales del perodo precedente. Una
generacin y una nueva sntesis se manifestarn an, pero
al precio de un desdoblamiento: la gran mayora se reuni
entonces en torno a un punto de vista ms bien tradicio
nal, pero frente a ella se constituy un pequeo ncleo
fuertemente ligado al poder alniohade y, por ese hecho,
mantenido por la mayora bajo una cierta sospecha. El pe
rodo que nos interesa aqu supuso, por tanto, una especie
de parntesis entre dos sntesis andaluses de diferente
tipo.
Adems, esta ruptura fue aprovechada por otra tenden
cia, el sufismo. Fenmeno individual hasta entonces y re
prim ido cuando tomaba un giro colectivo de adhesin a
un ser carism tico, evolucion abiertamente en una es
cuela que a partir de entonces figurar entre las discipli
nas religiosas legtim as. El personaje central es Ibn al-
Muyhid, que no solamente estaba activo h ad a la misma
poca que Averroes, sino que su influencia se hallaba cen
trada en Sevilla. Una especie de competencia se abri ca
mino entre ambos personajes ya que, en la clasificacin de
maestros por orden cuantitativo de discpulos, Ibn al-
Muyhid figura en el noveno lugar de su generacin mien
tras que Averroes es el decim ocuarto. Pero an ms que
estos tanteos, fue la alianza generalizada entre disciplinas
46 AVERROES

msticas y ciencias religiosas tradicionales lo que resulta


ba amenazador10. El topos literario de) antagonism o ine
luctable entre fuqara (literalmente pobres, com o se lla
man a s m ism os lo s sufes) y fuqaha (pl. de faqth) o
alfaques se mantuvo, pero correspondindose cada vez
m enos con la realidad.
Por otra parte, el propio Ibn al-Muyhid y algunos de
sus discpulos se encontraban en relacin indirecta con la
enseanza de al-GazlI. Se comprende, por tanto, la exas
peracin de Averroes, quien, hacia cualquier lado que se
volviera, se vea enfrentado a ste, y, sobre todo, encontra
ba en su propio crculo personas com o su amigo Ibn Tufayl
que estaban dispuestos a pactar. Eso es lo que expres en
un pasaje de su clebre Descubrimiento de los mtodos de
las pruebas'1en el que elabor una tabla resumen de todos
los movim ientos de ideas que se haban sucedido en el is
lam y que, segn l, no haban hecho ms que sembrar in
quietud en los espritus: jarcies, muctaziles, ascares y su
fes haban multiplicado las interpretaciones, luego lleg
Ab Hmid [al-Gazlt] y el torrente se desbord inundan
do los pueblos12.
Esta condena debe ser entendida de dos maneras. En
primer lugar, en Averroes exista el reflejo musulmn habi
tual de desconfianza hacia toda innovacin. La cultura
islmica ha integrado toda la historia de las ideas, sean las
que sean, de origen autctono o exterior, embrionarias o
desarrolladas, bajo la clasificacin de estudio de las sec
tas (firaq), que nosotros llamaramos heresiografa. Al
mismo tiem po, por una curiosa paradoja, ha rechazado
toda visin evolutiva. Su cuestin es nicamente: Tal tesis,
es verdadera o falsa?, sin preguntarse si un movimiento
ha contribuido al desarrollo general del pensamiento. Re
fugindose tras un dicho proftico, ha adoptado una
actitud esttica limitndose a fijar un nmero simblico de
divisiones de la comunidad. Ello supone que la doctrina is
7. EL ESFUERZO D E CONCILIACION TEORICA 147

lmica se encuentra enteramente en el Corn y que ya fue


expresada desde los primeros musulmanes. Este rasgo se
manifiesta en el hecho de que la heresiografa relacione sis
temticamente cualquier movimiento o individualidad de
la historia con un personaje arquetpico de los inicios del
islam. El objetivo de todos los que la practican es nica
mente clasificatorio, reagrupando las facciones por sem e
janzas.
Averroes era tributario de este punto de vista. Para l un
movimiento ideolgico no era ms que una causa de proble
mas que preparaban otras causas de problemas. No se sepa
raba de la heresiografa simn ms que en un aspecto: en lu
gar de hacer de la teologa tradicionalista la nica doctrina
elegida, la integraba a continuacin de las herejas. La
eleccin ms acertada la ver, por su parte, en la autntica
sabidura, la de los filsofos.
En segundo lugar est la condena de una actitud juzgada
como verstil. Al igual que Ibn Tufayl, Averroes se senta
molesto ante las opiniones contradictorias de al-Gazl: fil
sofo aqu, criticaba los lmites de dicha disciplina en otra
parte; en un captulo propona lo que l considera que era la
verdad ltima mientras que en otro momento pretenda so
brepasarla.
Es cierto, sin embargo, que esencialmente en tanto que
mutakallim (telogo, que practica el kalm), fue como Ave-
rroes consider a al-Gazl. Fue a dicha disciplina a la que,
en repetidas ocasiones, reproch el complicar intilmente
las cuestiones y fue sa la razn por la cual, por su misma na
turaleza, estaba condenada a un enmaraamiento inelucta
ble. Haba introducido elementos innecesarios como el ato
mismo, destinado a justificar el advenimiento del mundo,
elementos que tena que justificar constantemente y que, de
todas maneras, no eran probatorios13. Si en aspectos parti
culares al-Gazl dio pruebas de independencia, ya que se
gua una estrategia diversificada utilizando la lengua de sus
148 AVERROES

adversarios, no podemos negar que en lneas generales fuera


ascar, lo cual explica la crtica de la que fue objeto por parte
deAverroes14.

Qu es la filosofa?

La obra-manifiesto que constituye el D i s c u r s o decisivo es al


mismo tiempo una hbil sntesis de aspectos jurdicos y filo
sficos de la obra del propio Averroes y una conciliacin del
f i q h dominante en aJ-Andalus, tanto con la renovacin teo
lgica de esta provincia como con la doctrina almohade. La
argumentacin jurdica jug en ello un papel de soporte:
Cul es el estatuto legal de la filosofa? pregunt de entra
da. Y respondi examinando las cuatro fuentes del dere
cho: Corn, tradicin, razonamiento analgico y consenso.
A partir del examen de la prueba cornica, su forma de
expresarse indica una inflexin caracterstica: Si el acto
de filosofar no consiste en nada ms que en el examen racio
nal de los entes y en el hecho de reflexionar sobre ellos en
tanto que constituyen la prueba de la existencia del Artesa
no; es decir, en tanto son [anlogos] a artefactos -y a que, de
hecho, slo en la medida en que conocem os la fbrica, los
entes constituyen una prueba de la existencia del Artesano-
el conocimiento del Artesano es tanto ms perfecto cuanto
que es perfecto el conocimiento de los entes en su fbrica.
Lo cual le permite concluir: Mientras que la revelacin re
comienda y anima a los hombres a que reflexionen sobre los
entes, es evidente que la actividad designada bajo ese nom
bre [de filosofa] es, en virtud de la ley revelada, unas veces
obligatoria, otras recomendada15.
No era peligrosamente prudente decir que la filosofa es
slo el examen de las cosas existentes para deducir as la
realidad del creador? No era sa la manera de pensar y de
hablar del kaim7 .
7. E l ESFUERZO DE CONCILIACION TEORICA 149

Por un kalm filosfica

Ciertamente, pero de una forma particular: al igual que hay


un kalm muctazil, un kalm a>car, un kalm hanbal, in
cluso un kalm sl% no podra existir lo que podramos lla
mar, por el momento -a pesar de la contradiccin histrica
de los trm inos- un kalm filosfico? El Descubrimiento de
los mtodos de las pruebas es, en efecto y de forma manifies
ta, un tratado relevante sobre esta disciplina. Tomando nota
de que en el Discurso decisivo se distinguiera en la revelacin
una parte que procede de la interpretacin y que est reser
vada a los sabios, y otra parte que es evidente y obligatoria
para todos, Averroes declar querer examinar esta ltima, lo
cual le oblig a pasar revista a todos ios problemas dogm
ticos clsicos: existencia de Dios, Su unicidad, Sus atributos,
Sus obras, etc.
Habra habido en ello, por tanto, una cierta picarda
por parte de Averroes. En sus comentarios filosficos y en
sus obras puramente aristotlicas, incluido el Tahfut ai-
Tahfut, destinado a lo s iniciados, fue la forma del kalm tal
com o exista en su tiempo -e s decir, el ascarismo (ya que l
mismo reconoca no disponer en al-Andalus de libros muc-
taziles)- a la que se opuso. Pero eso no le impidi, para que
la mayora admitiera la filosofa, vaciarla en el molde del ge
nero literario kalm, que haba sido ampliamente reconoci
do por sus contemporneos, los cuales no hacan -com o he
mos visto- ms que seguir en eso las conminaciones de su
propio abuelo.
Era posible salir de la ambigedad que suscitaba este
monstruo ideolgico de un kalm filosfico? La primera
frase del texto que acabamos de citar puede ayudarnos en
ese sentido. Es una cita casi literal del principio de la primera
Gua espiritual del mahdi almohade: No hay de Dios ms
que aquello cuyos indicios son las cosas existentes y aquello
150 AVERROES

que las criaturas atestiguan...1. Tanto en el texto de Ave-


rroes como en el de Ibn Turnart no podem os por ms que
sorprendernos ante la utilizacin de compuestos de la raz
d-1-1, que significa ser indicio de.... Se trata de trminos
cornicos, que sin embargo el kalm confisc, lo cual hizo
que Averroes los rechazara en sus otras obras, e incluso en
la continuacin del presente opsculo, en beneficio de la
prueba (burhn). El hecho de que aqu hiciera excepcio
nalmente esta concesin significa que Averroes segua muy
de cerca los pasos de Ibn Tmart. Eso, sin embargo, a cam
bio de su propia interpretacin, que l introdujo inmediata
mente despus: cuanto ms se conocen los seres ms se co
noce a Dios. Es, por tanto, la revelacin misma la que ordena
considerar a los seres por medio de la razn. La profesin de
fe almohade insista ya en que el conocimiento de Dios slo
era posible por la necesidad de la razn17, y en otro pasaje
del Libro de Ibn Tmart separaba claramente esta trayecto
ria dla del derecho18. Averroes recuper estos dos procedi
mientos que remitan el uno al otro sin encontrarse nunca.
Por tanto, se trataba, de hecho, de un kalm almohade,
manifestacin de esta disciplina que slo era conciliable con
la filosofa. De todas formas, el deslizamiento se oper gra
cias a un empujn puramente dialctico que un espritu ri
guroso como Averroes hubiera denunciado enrgicamente
en otro contexto.
Veamos el pasaje que efectivamente contiene dicho desli
zamiento: As, al igual que el jurista infiere, a partir dla
orden de practicar el razonamiento jurdico para determi
nar las calificaciones legales, que l tiene la obligacin de co
nocer, el silogismo jurdico en sus diferentes especies, cules
son silogismos vlidos y cules no lo son en absoluto, de la
misma manera, quien conoce verdaderamente a [Dios] debe
inferir, a partir de la orden de examinar racionalmente los
entes, la obligacin de conocer el silogismo racional en sus
diferentes especies. E incluso est adn ms autorizado a ha
7. EL ESFUERZO Cfi CONCILIACION TEORICA ... 151

cerlo, si tenemos en cuenta que del enunciado divino Refle


xionad, por tanto, vosotros que estis dotados de clarividen
cia, el doctor de la ley puede inferir la obligacin de cono
cer el silogismo racional19. Vemos que todo en este pasaje
reposa sobre la agregacin del calificativo racional, que es
introducido all con are inocente, como si este nico hecho
no cambiara radicalmente lo calificado. Ciertamente, tanto
Ibn Tmart como el propio Averroes, a continuacin de los
grandes telogos del islam, distinguieron claramente entre
el razonamiento analgico jurdico y el razonamiento
analgico racional. El primero obedece a una lgica bina
ria, que va de lo particular de la revelacin a lo particular de
la realidad; mientras que el segundo tiende naturalmente
hacia la forma ternaria del silogismo aristotlico, que proce
de incluyendo lo particular en lo universal. Se trata pues de
dos pasos totalmente heterogneos y no se podra pasar del
uno al otro por un simple afortiori.

Los hombres de una ciencia profunda

Del mismo modo, para recusar la acusacin de infidelidad


lanzada por al-GazalI contra los filsofos orientales, Ave
rroes procedi de una forma muy sutil. En principio se refi
ri al consenso de los telogos que admitan la interpretacin
alegrica; es decir, que autorizaban al hombre a proponer
una significacin para ciertos pasajes difciles de la Escritu
ra, Pero eso no era suficiente. Por una parte, l mismo reco
noca que dicho consenso tena una extensin indetermina
da. Por otra parte, en su Bidya, tambin haba discutido el
valor del consenso. No le reconoca valor ms que en la me
dida en que el procedimiento apareca como el resultado de
una reduccin del nmero de las escuelas jurdicas. Asimis
mo, se apoy en el texto cornico cuyo carcter sagrado pro
porciona la prueba irrefutable a los ojos del lector corriente.
1S2 AVER ROES

Para eso eligi la aleya 7 de la azora III, que comienza por


distinguir dos aspectos de la revelacin; el uno simple y claro y
el otro ms difcil de captan Es l [Dios] quien ha hecho des
cender sobre ti [Profeta] la Escritura. En da hay aleyas con
firmadas que constituyen la esencia de la Escritura, mientras
que otras son equvocas. Aquellos en cuyo corazn hay un
sesgo siguen lo que es equvoco en la Escritura, porque buscan
la confusin y la interpretacin10. Averroes enfoc la conti
nuacin de esta aleya siguiendo una lectura legtima pero
que no se correspondi con la que se haca habitualmente,
aunque su caso no fuera el nico. Al no llevar el texto pun
tuacin, poda efectivamente ser descompuesto de dos for
mas diferentes, bien: la interpretacin de estas aleyas slo es
conocida por Dios, y quienes poseen una ciencia profunda
declaran: Nosotros creemos en eso...21, o bien: La inter
pretacin de estas aleyas slo es conocida por Dios y por quie
nes poseen una ciencia profunda. Ellos declaran: Nosotros
creemos en eso. Es esta segunda lectura la que adopt nues
tro pensador, lo cual le oblig a distinguir entre dos categoras
de creyentes: los que tienen que contentarse con pasajes cor
nicos daros y quienes pueden examinarlas aleyas difciles23.
Esta ltima categora, que Averroes llam los que estn
anclados en la ciencia, segn la frmula cornica, estaba
constituida, en su opinin, por los filsofos. stos fueron,
por tanto, situados al mismo nivel que Dios de cara a la in
terpretacin de los versos ambiguos, lo cual contradice la
leccin ms comunmente admitida y segn la cual slo
Dios conoce esta interpretadn.
Sin embargo se impone hacer una distincin. Aunque la
palabra tawd , utilizada por Averroes para designar la inter
pretacin, pertenece tambin al vocabulario de los esotri
cos, la concepcin que l tena de la misma era completa
mente diferente. Observemos en primer lugar que esta
nocin y la demostracin de su necesidad estn explcita
mente ligadas a problemas filosficos, a los cuales sirven de
EL ESFUERZO DE CONCILIACION TEORICA ,,. 53

introduccin. Sobre todo, la definicin que de ella dio Ave-


rroes es m uy restrictiva: Lo que queremos decir con inter
pretacin es la transferencia de la significacin de la pala
bra de su sentido propio hacia su sentido trpico, sin
infringir el uso tropolglco de la lengua rabe, segn el cual
podem os designar una cosa por su anlogo, su causa, su
efecto, su compuesto, o por otras cosas mencionadas como
formando parte de los tipos de tropos23. As pues, la teora
de la interpretacin no aspira a establecer una alegora, sino
al verdadero sentido, segn las reglas de la gramtica rabe.
Esta trayectoria tiene una doble justificacin. En primer
lugar, podem os considerarla como la simple extensin de
una prctica ya admitida universalmente en el islam: Si el
jurista procede as en un buen nmero de casos para estable
cer los estatutos jurdicos, el defensor de la ciencia demos
trativa se encontrar tanto ms autorizado para hacer lo
mismo, cuanto que el jurista no utiliza ms que un silogismo
sobre el que se puede opinar mientras que quien conoce ver
daderamente a Dios utiliza un silogism o cierto24. En se
gundo lugar, y sobre todo, describe exactamente la tarea que
corresponde al mahdi en la doctrina almohade, ya que si
sta le reconoce la impecabilidad y el derecho a ser imitado
y obedecido de forma absoluta, ello se limita al mbito de la
accin; en el mbito especulativo no tiene ms poder que el
de la interpretacin segn las reglas mencionadas explcita
mente por el propio ibn Tmart. A diferencia del imn r,
el mahdino posee ninguna funcin de revelacin.
Asimismo, habiendo desaparecido el mahdi almohade,
Averroes se vio libre para atribuir este papel de interpreta
cin a un grupo restringido de personas informadas. Pero
no poda llevar a cabo este desplazamiento bruscamente,
porque chocara a todo el mundo. Es sa la razn por la que
procedi amoldando su cometido al de la profesin de fe al
mohade. En ella se cita ntegramente la aleya cornica de la
que nos hemos ocupado antes25, sin pronunciarse sobre una
154 AVERROES

determinada puntuacin que modificara el significado en


un sentido o en otro. La razn por la que en ella no se toma
partido aparece inmediatamente despus explicada por un
hadiz segn el cual hay que evitar que alguien se interese por
las aleyas ambiguas. Pero no por ello stas son menos y ten
dr que ser el imn quien facilite su interpretacin. Ave-
rroes, por su parte, dio pruebas de una considerable pru
dencia. Comenz por citar la aleya, pero no en su totalidad,
reproduciendo slamente el principio y aadiendo hasta:
y los hombres de una ciencia profunda26. Despus pas a
otra cosa, en particular ala condena de los filsofos orienta
les llevada a cabo por al-Gazll. Habiendo, como hemos vis
to, eliminado dicha condena a travs de una llamada a un
consenso incierto, concluy con una frase cuyo tono un tan
to jocoso ocultaba de hecho una verdadera sacralizacin de
los filsofos: Optamos, con respecto a nosotros, por la lec
tura consistente en marcar una pausa despus de las pala
bras: y los hombres de una ciencia profunda27.
Efectivamente, explicaba con cierto apuro, que a falta de
esta categora de hombres, no habra nadie que diera su apro
bacin a estas aleyas, ya que slo el vulgo las aceptaba con toda
confianza, algo que los filsofos, por naturaleza, no podran
hacer. Dicho de otra manera ms clara: a qu vienen unas ale
yas que nadie podra comprender? Iba Dios a hacer una reve
lacin slo para s mismo? Si se trata de revelacin, es para los
hombres en su integridad; todos los hombres deben, bien di
rectamente por sus propios recursos, bien indirectamente,
para la gran mayora, tener acceso a la totalidad de su mensaje.

Un reformador circunspecto

Los textos sevillanos de 1179 de Averroes aparecen as con


una voluntad de reforma dentro de la reforma. De manera
general, el fondo de la solucin propuesta por Averroes para
7. EL ESFUERZO DE CONCILIACIN TEO RICA ... 155

el problema del estatuto legal de la filosofa, que hay que dis


tinguir de los niveles de entendimiento, se corresponda con
la jerarqua almohade de las diferentes formas de fe. Su ras
go particular es que, tomando nota de la desaparicin del
mahdi inspirado, lo reemplazaba, desde el punto de vista
terico, por la gente del saber por prueba (desde el punto
de vista prctico se trata de la dinasta califa!, a la que serva,
por otra parte).
Es eso lo que explica la transformacin de la clasificacin
emprica de los creyentes, en el momento en que los almoha
des tomaron el poder, en otra ms razonada: la clasificacin
aristotlica de las disposiciones del espritu, que distingue a
quienes slo son sensibles a las evocaciones retricas,
a quienes se elevan hacia argumentos dialcticos y a aqullos
que exigen demostraciones apodcticas. Pero se puede pen
sar que, al igual que l deba preparar a sus lectores para
descubrirla, Averroes no se adhiri a ella de golpe, a pesar
del aparato de elucidacin de esos niveles que haba sido
elaborado por al-Frbl en su aproximacin a la Potica y a
la Retrica aristotlicas28. Le fue necesaria una preparacin
psicolgica, que la doctrina oficial facilitaba a las mil mara
villas. De ah las palabras de gratitud hada el rgimen polti
co-ideolgico de la poca con las que concluy el Discurso
decisivo.
De todas maneras, para tranquilizar a aquellos a quienes
pudiera inquietar la sustitucin de un mahdi inspirado por
un grupo de expertos, Averroes puso un cierto nmero de
barreras. Citemos esencialmente dos. La primera viene a
propsito de la inimitabilidad del Corn. Nuestro filsofo
haba adoptado al respecto una postura que se haba difun
dido durante los primeros siglos del islam, pero que haba
ido perdiendo audiencia despus del siglo x /iv , restringien
do ese dogma al carcter providencial del contenido de la re
velacin, sin hacer intervenir a la superioridad estilstica. El
Corn, para Averroes, era, con mucho, el texto que suscita-
156 AVERROES

ba la aprobacin ms general; no obstante, se impona esta


blecer dos precisiones en relacin con la clase elegida: pri
meramente, los argumentos por su naturaleza, [...] se sos
tienen tan eminentemente que slo pueden descubrir su
interpretacin -s i se trata de enunciados interpretables- los
hombres que disponen de argumentos demostrativos; en
segundo lugar, implican, en la intencin de los hombres
[cualificados para conocer la verdad], indicios que sealen
la verdadera interpretacin29. Dicho de otra manera, la re
velacin sigue siendo su propia marca, y la razn universal
que ella encarna se distingue claramente de la fantasa indi
vidual. As, no slo son apartadas las elucubraciones de los
msticos. Tambin los abusos de algunos filsofos, as como
la excesiva libertad que se haba tomado Avicena con respec
to a los temas escatolgicos del Corn en su Epstola sobre la
vida futura-0.
La segunda barrera consiste en una llamada al papel del
tiempo en la maduracin de los espritus, llamada que per
mite adems descal ificar a quienes se oponen a cualquier ha
llazgo. Averroes puso el ejemplo de alguien que quisiera ser
astrnomo sin poseer una formacin en geometra. Incluso
por inspiracin divina, no podra alcanzar ideas que se ha
llan en total contradiccin con nuestras primeras impresio
nes, como el hecho de que el Sol sea ciento cincuenta o ciento
sesenta veces ms grande que la Tierra: l tachara de locu
ra al que sostuviera tal propsito, incluso cuando se trataba
de un hecho establecido en astronoma por medio de una
demostracin que no levantara la ms leve sombra de duda
entre los expertos en la materia51.
Esta forma de parapetarse tras una ciencia, incluso pro
fana, es digna de ser anotada. Ciertamente,la astronoma no
era del gusto de todos en la poca, pero las afirmaciones de
ciertos cronistas, que la presentaban como indicio evidente
de hereja ante el pblico, eran muy exageradas. Aunque no
era admitida tan fcilmente como el clculo o la geometra,
7. EL ESFUERZO D CONCrLIACION TEO RICA ... 157

no por ello estaba condenada a la clandestinidad. El vulgo la


tena en mejor consideracin que a la filosofa. Razn de
ms para que las personas cultivadas la juzgaran como una
adquisicin.
El Descubrimiento de los mtodos de las pruebas, nica
obra expresamente fechada en 1179 en Sevilla, carece del
tono de los dos textos que la circundan: el Discurso decisivo,
en el cual se basa explcitamente, y la refutacin de al-Gazli,
admitida normalmente como la continuacin. El Descubri
miento es un tratado de teologa, que manifiesta, com o he
mos visto, un matiz del kalm almohade. Sigue lo esencial de
la dogmtica del mahdi, salvo sobre el punto del destino hu
mano, donde sus posiciones son ms conciliadoras. Esta in
sercin en la corriente oficial proporcion a SU autor una
confianza y una virulencia notables. Sus crticas fueron di
rectas y en todas direcciones; atac a antropomorfistas, a
otras escuelas teolgicas y sufes, a veces con violencia. En
las otras dos obras su actitud era mucho ms prudente. Eso
se comprende en el Discurso decisivo, que deba abrir la va
no slo a un manual de teologa, sino tambin a la asimila
cin de la orientacin de sta hacia la filosofa. Ello, sin em
bargo, es mucho ms sorprendente en la crtica del Tahdfut
de al-Gazl, que no se trataba de una obra destinada al gran
pblico y era de esperar que en ella el aristotelismo de Ave-
rroes se expresara claramente.
De hecho, el caso del Tahdfut al-Tahfut es muy especial.
En l, Averroes no pudo refugiarse totalmente en una autori
dad a la que se contentara con citar explcitamente. Se vio
fuertemente tentado a adoptar esta solucin ya que declar
que la doctrina de Aristteles era el grado ms alto que la
inteligencia humana poda alcanzar32, que nos haba sido
concedida por la providencia para ensearnos lo que se pue
de saber, etc. Pero eso no era suficiente para el pblico mu
sulmn y tena que mostrar que la filosofa peripattica no
caa en efecto por el golpe de las acusaciones del doctor
158 AVERROES

oriental. El tecnicismo de la mayora de las cuestiones le pro-


tega, pero algunas resonaban demasiado en el alma de los
creyentes. Nuevamente, se vio obligado a hacer distingos
para librarse.
Antes de nada, dio testimonios. No slo fue ms all del
Discurso decisivo al reconocer que una religin puramente
especulativa no era deseable, sino que mantuvo explcita
mente a los expertos en la escala de las instituciones islmi
cas transmitidas por la historia33. Hay incluso una especie de
justificacin filosfica del exclusivismo religioso a travs
de la idea segn la cual cada arte posee sus principios sin que
podamos aceptar a los que discuten los principios, especial
mente los ms elevados34.
No hay que suponer aqu hipocresa por parte de un li
brepensador, como pretenda Renn. Basta con recordar
que Averroes era un cadf y que el derecho musulmn siem
pre y en todas partes ha condenado a muerte al hereje mani
fiesto. Lo contrario hubiera sido sorprendente por parte de
nuestro pensador. El azar ha querido que, ocho siglos ms
tarde, un casi homnim o suyo, el musulmn indio Salmn
Rushdie, haya sido acusado de insultar al Profeta y a sus es
posas en sus Versos satnicos. La condena a muerte que si
gui, firmada por el ayatol Jomeini, conm ovi al mundo
entero. Pero no es tomar partido por este ltimo decir que,
en tanto que alfaqu, no podra en ningn caso haberse pro
nunciado de manera distinta. El propio IbnRusd habra dic
taminado una condena idntica contra Rushdie.
Adems, Averroes estaba persuadido de que l no era un
hereje. Cmo iba a serlo si se haba adherido al credo oficial
de su tiempo? Reformador, sin duda, pero para volver a
un unitarismo autntico, exactamente lo que quera el
wiihdfalmohade, IbnTQmart.
8. Una autoridad equvoca

No ocurre en absoluto que Dios in


duzca a error a un pueblo despus de
haberlo dirigido1.

Qu eco pudo tener la accin doctrinal de Averroes? En


tre el vulgo, ciertamente ninguno. Tampoco se preocupa
ba por ello. Slo aspiraba al reconocim iento del papel de
los sabios. No a modificar la creencia popular, sino a yux
taponerle una esfera de fe razonada, que aqulla habra
aceptado sin participar en ello para nada. Por otra parte,
pidi expresamente al poder poltico que mantuviera es
tos compartimentos estancos: haba que im pedir que los
telogos leyeran libros de ciencias que no podan com
prender, y que los filsofos divulgaran su saber a las ma
sas, con lo cual Averroes no hizo ms que trasladar al inte
rior de la com unidad islmica la separacin que Ibn
LAbdn, por ejemplo, haba establecido entre las distintas
comunidades religiosas.
Pero entre los intelectuales como l, qu fue de sus ideas?
No disponem os de ningn docum ento que permita emitir
un juicio directo. El nico texto procedente de un lsofo,
ganado al almohadismo, que conocem os es el prefacio au
tobiogrfico de la Introduccin al arte de la lgica de Ibn
Tumls. Se trata de un escrito muy tardo, por distintos
conceptos, aunque data, sin duda, de principios del siglo xm
159
160 AVERROES

y es posterior un cuarto o un tercio de siglo solamente a la


muerte de Averroes. Sin embargo, no exterioriza la situa
cin del momento en que este ltim o fue com isionado
oficialm ente, ni siquiera de algo despus. Entre ambos
se haban producido giros decisivos: cada en desgra
cia de Averroes, reorientacin de la ideologa alm ohade
bajo Ab Ysuf Ya'qb e im pacto de] esfuerzo de pro
paganda.
Este ltim o fenm eno condujo a Ibn Tumls a aparen
tar que crea en la connivencia entre la reforma de Ibn
Tmart y la ideologa de al-Gazli, confusin que, preci
samente, haba constituido el blanco principal de los ata
ques de Averroes. En cuanto a las peripecias que conoci
nuestro pensador, al final de su vida, explican que Ibn
Tumls invocara abiertamente, aparte de al-Gazli, a al-
Frbi y que silenciara totalm ente a Averroes, incluso
cuando parece que fue discpulo suyo. Es verdad que la
obra lgica de Averroes depende en gran m edida de al-
Frbi y que no es ilcito preferir al maestro frente al disc
pulo. Pero el autor andalus no hizo ms que repetir la en
seanza del filsofo oriental. En Ibn Tumls, con respecto
a Averroes, habramos esperado la misma actitud de ste
con respecto a Ibn Bjtya, situndola por debajo de al-
Frbi, que no en vano fue su segundo maestro despus
de Aristteles, pero sin pasarlo por alto de cara a sus lec
tores, aunque slo fuera por razones de mayor facilidad de
acceso a sus escritos.
Otros discpulos de Averroes se mostraron ms leales,
pero prcticamente no dejaron obras escritas. Tendremos la
ocasin de evocar a alguno de ellos, testigos de su audiencia.
En cuanto a los nombramientos, recompensas, o, por el
contrario, desgracias, no representan ms que el beneficio o
el perjuicio del autor de cara al poder. No se confunden en
manera alguna con la consideracin en que la gente tena al
autor.
8. UNA AUTORIDAD EQUIVOCA 161

Averroes, historiador y actor de la vida pblica

En efecto, la bise polmica de la vida de Averroes no se limita


a su nombramiento como cad de Sevilla en un perodo de
cambio en el que se renov la clase intelectual de al-Andalus,
ni a su redaccin, en este marco, de las tres obras principales
en las que habl en su propio nombre. Muy pronto fue pro
movido a gran cad de Crdoba. Ello supona reconciliarse
con los ttulos que haba ostentado su abuelo y su padre, e
inscribirse as en una poltica de familias tradicional. Esta
vez no se tuvo que enfrentar a los BanHamdin ni a los Ban
Asbag. Su rival se llamaba Ibn Mugit, apodado Ibn al-Saffar.
Los Ban Mugit se haban distinguido en las altos cargos re
ligiosos desde el siglo ix. Su abuelo, contemporneo de Ibn
RuSd al-yadd, no ostent un ttulo tan rimbombante como
l, pero le super con creces en el orden de preeminencia de
los maestros entre los estudiantes. Apenas unos aos mayor
que nuestro autor, Ibn Mugit haba ejercido como gran cad
de Crdoba durante dieciocho aos, cuando muri en 1180
y fue reemplazado por Averroes. No se haba medido direc
tamente con l, que sepamos, pero se haba distinguido, a
partir de 1168, a la cabeza de una oposicin organizada por
los grandes nombres del m likismo andalus contra otro
eminente adepto del rgimen almohade, Ibn Mad.

Reforma contra revolucin

Alrededor de esta fecha Averroes compuso su comentario de


la Repblica de Platn. En el que haba llevado a cabo ante
riormente sobre la tica a Nicmaco, haba manifestado su
esperanza de encontrar algn da una traduccin al rabe de
la Poltica de Aristteles, estando persuadido de que haba
162 AVERROES

sido realizada en Oriente y de que al-Frbl haba podido


disponer de ella. En realidad, parece que tal traduccin
nunca existi2, pero Averroes no lo saba3. Rpidamente, al
tiempo que lamentaba no contar con el texto poltico de
Aristteles, Averroes renunci a la idea de encontrar un
ejemplar del mismo, ya que tena prisa por dar su opinin
sobre el tema. En ninguna otra obra, en efecto, encontra
m os una toma de posicin tan clara sobre la historia de su
tiempo.
Este documento es en s mismo un hbrido. En la versin
hebrea, que es la nica conservada, se emplea para designar
lo, tan pronto una palabra que significa pequeo comenta
rio, como otra que denota un comentario mediano. Y, en
efecto, no estando Averroes interesado por lo que, del pen
samiento de Platn, era irreductible al universo aristotlico,
es decir, lo que no era demostrativo, slo los pasajes que
podan ser cal ificados como tales fueron objeto de un estu
dio ordenado. El resto fue resumido e incluso omitido.
Ya vim os que en la obra mencionada, Averroes haba ex
presado con gran claridad su actitud con respecto a los em i
res almorvides, respetando al primero, pero considerando
a los otros dos como la encarnacin tipo de la degradacin
de los regmenes polticos, tal como la haba descrito Platn.
Igualmente, su descripcin del paso dla democrariaala ti
rana tom como referencia, en un par de ocasiones, la his
toria de su ciudad natal en el momento del cambio de dinas
ta: la primera a propsito del ltimo gobernador almorvid
en Crdoba, que aprovech los disturbios ocasionados por
la revolucin almohade para independizarse1; despus, ci
tando las palabras de Platn que muestran al pueblo oprimi
do, como reducido a no pensar ms que en su propia subsis
tencia, aadi: Exactamente lo m ism o que le sucedi a la
poblacin de nuestra comarca con el hombre conocido [por
el nombre de] lbn Gniya5. En esta insistencia, podramos
quiz percibir la exasperacin que poda suscitar la evoca
S. UNA AUTORIDAD EQUVOCA 63

cin de esta familia de los BanGniya que, en el momento


en que escriba Averroes, an resista a los almohades en las
Baleares y que muy pronto trasladara su rebelin al otro
lado del mar, en la regin de Buga.
Pero no era slo la rebelin abierta lo que preocupaba a
Averroes. La tibieza de algunos dirigentes, la hipocresa de
los dignatarios -entre los que podem os reconocer a Ibn
M uglt- fueron asimismo enfocados: Averroes denunci el
resurgimiento, en el al-Andalus de su tiempo, del poder del
dinero6, que la mayor parte de las veces slo daba lugar a ac
titudes todava ms abyectas7.
Vemos hasta qu punto el comentario de la Repblica se
inscribe en la voluntad de accin reformadora. Dejando
atrs los textos que proponan primero la justificacin de un
kalm almohade, despus su realizacin y finalmente la de
mostracin de su acuerdo con la filosofa frente las crticas
de al-Gazli, a travs de tomas de partido de orden tempo
ral, condenaba las oposiciones abiertas al rgimen que se
pretenda portador dla reforma, pero tambin las resisten
cias sordas o la obstinacin en una concepcin errnea de la
religin.
Porque este texto de un hombre que haba sobrepasado la
cincuentena contiene aspectos sorprendentemente juveni
les, con las ambigedades que ello poda entraar: coraje o
inconsciencia?, conviccin o fanatismo? Es as como desa
rroll un punto de vista original sobre dos cuestiones prin
cipales: la de la guerra yla de la mujer.

Averroes, belicistay feminista?

Averroes fue mucho ms lejos que su gua. Para Platn, en


efecto, la ciudad virtuosa no deba lanzarse a un conflicto
blico ms que por necesidad o para expandir la virtud en
tre las dems sociedades. El coraje slo deba desarrollarse,
164 AVERSOES

por tanto, para el ejercicio de su propia actividad o para en


tablar combates impuestos por otro. El pensador musul
mn, por el contrario, vea en la lucha el principal objetivo
de esta virtud, la cual no poda, en consecuencia, ms que
dilatarse en un conflicto continuo. Este belicismo, por par
te de un pensador que, como la inmensa mayora de los ule-
mas de su poca, nunca haba participado en un combate
real, es digno de ser sealado. Debe ser relacionado con las
exhortaciones que, en tanto que predicador, Averroes prodi
gaba en favor de la guerra santa. Ambos hechos se insertan
en la poltica del califa'Yusuf y en la atraccin que ste senta
por lyihd, atraccin que le condujo a intervenir en la com
pilacin del Libro de Ibn Tmart para adjuntarle una cola
cin, elaborada por orden suyay no del mahdi, de pasajes de
la revelacin concernientes a ese tema.
Tanto en un caso como en el otro, este compromiso pro
duce una penosa impresin, Qu pensar, en consecuencia,
de la consistencia de tal activismo verbal? El historiador no
puede ms que constatar el contraste existente entre el ardor
doctrinal del prncipe sobre ljtihdy\& mediocridad de sus
realizaciones militares efectivas. En cuanto a Averroes, su
papel com o exhortador desde detrs de la barrera no es en
absoluto simptico. Nos recuerda la imagen de Barrs fren
te a los poilus* de 1914!
Respecto ala cuestin femenina, por el contrario, nuestro
filsofo manifest ms coraje. En primer lugar, se adelant,
por no decir se situ, en total oposicin con su entorno, in
cluso entendido en el ms amplio sentido. Averroes, en efec
to, desarroll, sin la menor restriccin, la tesis platnica de
la igualdad de los sexos: En estos Estados, sin embargo, la
capacidad de las mujeres no es reconocida, ya que en ellos
las mujeres slo son requeridas para la procreacin. Son,
por tanto, puestas al servicio del marido y [relegadas] altra-

* Soldados franceses de la Primera Guerra Mundial; veteranos.iV. d e l T .


S. UNA a u t o r i d a d e q u v o c a 165

bajo de la procreacin, de la educacin y del amamanta


miento. Pero eso anula sus [dems] actividades. Dado que
las mujeres, en dichos Estados, no se dedican a ninguna de
las virtudes humanas, a menudo ocurre que se parecen a
plantas. Que en esos Estados sean una carga para los hom
bres, es una de las razones de la pobreza de esos [mismos]
Estados. En ellos se encuentran en un nmero que duplica al
de los hombres, mientras que al mismo tiempo, en virtud de
la educacin, no realizan ninguna de las actividades necesa
rias, a excepcin de algunas, que ellas emprenden la mayo
ra de las veces en el momento en que se ven obligadas a sa
tisfacer sus necesidades econmicas, com o hilar y tejer.
Todo eso es evidente por si mismo8.
Ms an que la prdida del original rabe, el hecho de que
tales palabras no hayan sido mencionadas por los adversa
rios de Averroes sugiere que este comentario iba destinado a
un reducido pblico.
Averroes se introdujo an ms en las altas esferas en 1182,
fecha en la cual sucedi a Ibn Tufayl, quien haba dimitido de
su cargo como mdico del sultn. No obstante, Averroes no
abandon su cargo de gran cad de Crdoba. Aunque esto
no le obligaba a permanecer a diario en su ciudad, parece
que permaneci all en el transcurso de, al m enos, los dos
primeros aos. Fue ms tarde cuando pas largas tempora
das en Marrakech.

La investidura de al-Mansr

Tan pronto como Averroes fue llamado al Magreb para ejer


cer su nuevo cargo, al- Andalus volvi a convertirse en esce
nario de grandes movimientos militares que reclamaban la
presencia del sultn. Mientras que en los aos 1180-1181 ha
ba estado guerreando en Ifriqiya contra las tribus rabes,
fue requerido en la Pennsula por la ruptura de la alianza con
166 AVERROES

los leoneses. stos atacaron Cceres en 1183, en tanto que


los castellanos y los portugueses hostigaban la regin de Se
villa. La primera respuesta fue naval, con una gran victoria
en 1182, sobre la flota portuguesa andada en el puerto de
Silves, del cual pretenda apoderarse. Pero eso n o bast. D u
rante el invierno de 1183, Ysuf reuni un enorme ejrcito y
volvi a cruzar el Estrecho en la primavera del ao siguiente.
Primero quera castigar a Portugal, avanzando hasta Santa-
rem, pero el anuncio de la llegada de refuerzos leoneses en
ayuda de su enemigo le oblig a ordenar una retirada que, li
mitada en un principio, se torn en una desbandada y per
miti a los cristianos pasar a la ofensiva. El sultn result he
rido en ella y muri a finales de julio, en medio del ejrcito
que se bata en retirada hacia Sevilla.
No haba heredero designado. Asimismo, en el crculo del
sultn se propuso, desde el da siguiente e incluso antes de
divulgar la noticia de su muerte, a su hijo Ab YTisuf Ya^qb
como sucesor. ste slo contaba veinticuatro aos y medio,
pero haba sido ya ministro y gozaba de la total confianza de
su padre. El historiador moderno A. Huici Miranda traza
el siguiente retrato de l: Elocuente y pronto a la respuesta,
dominaba, siempre alerta, todas las comarcas de su reino.
Era valiente, el primero en el ataque y de gran rigor para con
sus enemigos; no se le escapaba el mrito de ninguno de sus
hombres ni se le ocultaban los asuntos de sus subordinados;
nadie se arriesgaba a engaarle5".
Aunque acababa de ser proclamado emir en Sevilla,
abandon rpidamente la pennsula cuyo gobierno confi a
uno de sus hermanos, y parti haca Rabat para que le fuera
confirmado su ttulo de prncipe de los creyentes. Tom el
sobrenombre propiciatorio de victorioso [al-Mansitr],
pero muy pronto tuvo que enfrentarse a la revuelta de los
Ban Gniya que se haban desplazado de Mallorca a Buga,
desde donde haban conquistado la mayor parte del Magreb
oriental, regin en la cual intentaban reinstaurarla legitimi
. UNA AUTORIDAD e q u v o c a 167

dad almorvid. La situacin no se restableci -m om ent


neamente- hasta 1187-1188, tras una serie de ofensivas, no
sin prolongaciones en las intrigas de palacio, que fueron
ahogadas en sangre.
Durante esos cuatro aos, al-Andalus se mantuvo en una
situacin ms o menos apacible. El sultn reanud las obras
de Sevilla. Al mismo tiempo orden acondicionar en la ca
pital magreb la zona de la Sliha. Cuatro mil obreros, veni
dos de todos los rincones del imperio, fueron movilizados
para construir all doce palacios y una mezquita. Averroes
result beneficiado por esta accin cultural. Desde Renn,
los autores se han complacido en subrayar el favor personal
del que goz en esta poca. Evidentemente, el nuevo califa
no le guardaba rencor por no haber podido hacer nada con
tra la herida mortal de su padre y le mantuvo en su cargo de
mdico privado del sultn. Sin duda, tambin le gustaba dis
cutir con l sobre diversos temas. Pero el cuadro que pinta
Renn, a partir de una anotacin de un bigrafo libremente
interpretada, parece demasiado idlico: Al-Mansr gustaba
de conversar con l sobre temas cientficos; le haca tomar
asiento en el cojn reservado a sus ms ntimos favoritos y en
la familiaridad de las entrevistas, Averroes se abandonaba
hasta el punto de llegar a decir a su soberano: Escucha, her
mano mo10. Con ms prudencia, el arabista espaol J.
Puig recuerda, con mucha razn, que aunque las relaciones
parecen haber sido bastante buenas, Ab Ysuf careca del
inters de su padre por el saber universal, y ante todo era un
telogo11. En efecto, no slo las decisiones oficiales de ste se
basaban en una interpretacin muy estricta de los deberes
del musulmn (prohibicin de las bebidas embriagantes, re
tirada de todas las telas de seda y bordadas en oro de los al
macenes reales, expulsin de los msicos y de las cantoras),
sino que llev a cabo una tentativa para administrar perso
nalmente la justicia, tentativa que se qued corta dados los
desenfrenos de la muchedumbre.
168 AVERROES

Estos gestos son la expresin de un inters doctrinal par


ticular en el que se traslucen las dudas sobre la interpreta
cin que deba darse al almohadismo. Aunque Averroes
mostr una gran profundidad a la hora de dar la suya pro
pia, inspirada en la filosofa griega pero manteniendo todo
su derecho a la revelacin cornica, numerosos comentado
res se vieron tentados de reducirla a formas ya existentes. De
la misma manera se procedi a desenterrar el zhirisnio, in
terpretacin literal Lsta que, con Ibn Hazm, produjo una can
tidad impresionante englobando todos los mbitos de la
cultura islmica, pero cuyo carcter voluntariamente anti-
histrico le impidi elevarse al rango de escuela constituida.
Un contemporneo de Averroes, Ibn Mad, encarna bien
esta orientacin. Algunos de sus maestros y de sus discpu
los fueron los de nuestro filsofo, con el cual, por otra parte,
no parece que estuviera relacionado. Una suerte de reparto
de tareas se produjo entre los dos, con prolongaciones ideo
lgicas contrastadas. Ibn Mad se interes por la gramtica
y por las ciencias religiosas tradicionales: Corn, hadiz,fiqh.
Su adhesin al zhirismo le condujo a adoptar posiciones
polticas contra los almorvides que provocaron su salida de
Crdoba en 1145. Opt entonces por el movimiento almo-
hade al que se uni en Tinmallal. All se dedic a la ensean
za, contando entre sus alumnos con los hijos del sultn cAbd
al-Mumin. De vuelta a Crdoba, en 1168, combati al esta-
blishment mlik y especialmente a Ibn Muglt, a quien Ave
rroes reemplazara ms tarde. Tras una estancia como juez
en Buga, se convirti en cad supremo de Marrakech en
1182. Como se ha visto, el paralelismo entre su carrera ofi
cial y la de Averroes es sorprendente, lo cual subraya an
ms las divergencias entre ambos.
A pesar de las incuestionables diferencias, analizadas por
R. Brunschvig, para conciliar derecho zhir y derecho al-
mohade, es indiscutible que ciertos puntos de aproximacin
fueron explotados. La comn oposicin al mlikismo pudo
S. UNA AUTORIDAD EQUIVOCA 169

jugar tambin un papel estratgico en esta confusin volun


taria, ya que resultaba tentador utilizar desarrollos ya exis
tentes en beneficio de la nueva doctrina. Ibn Mad es la
prueba de ello. El nuevo califa, al-Mansr, sigui en un prin
cipio la misma va. Pero las tiranteces doctrinales hicieron
ms efecto en l que en el juez supremo de Marrakech, el
cual se consagr sobre todo a repensar la lengua rabe segn
los principios teolgicos de su doctrina, a la manera de los
especialistas en los fundamentos (usl) tanto del derecho
com o de la religin. Al-Mansr, por su parte, se aproxim al
sfHsmo, doctrina que est en el origen de la ciencia de los
fundamentos, apareciendo as su actitud como la inversa
adoptada por Ibn Hazm en su tiempo. Nombr a numerosos
cadies entre los partidarios de esta escuela. Finalmente, en
1189, aprovech una enfermedad de Ibn Mad para reem
plazarle por otro y relegarle en al-Andalus donde se dedic
a la enseanza hasta su muerte, siete aos ms tarde.
Estas dudas entre orientaciones a la vez prximas en cier
tos aspectos y rivales en otros, explican que el primer pero
do del califato de al-Man?r aparezca como una especie de
retiro dorado concedido por anticipacin a Averroes. Por
una parte se reconocieron sus servicios y sus desvelos, al
igual que se consagraron sus capacidades jurdicas y mdi
cas. Pero al mismo tiempo su interpretacin de la doctrina
oficial inspir cierta inquietud, Averroes, en efecto, ocup
una posicin muy singular. Ibn Mad, que apelaba si no a
una escuela, al menos a una tendencia histricamente ates
tiguada en al-Andalus, haba podido ir ms lejos y obtener
la judicatura suprema de la capital del imperio. Pero termi
n por ser apartado. Con mayor razn un filsofo, que rei
vindica su apego por personalidades aisladas, incluso mar
ginales.
Asimismo se restableci una distincin entre la actividad
privada de Averroes y su actividad pblica, distincin sobre
pasada, brevemente, por su ofensiva doctrinal.
170 AVERROES

1 ciclo de los grandes com entarios

En lo sucesivo, su actividad privada estar representada so


bre todo por el ciclo de los grandes comentarios (tafstr o
sarh). Alcanzaron tan escasa difusin que durante mucho
tiempo slo uno, sobre la Metafsica12, ha sido conocido en
su lengua original y en su totalidad. Recientemente se ha
aadido otro, incompleto, sobre los Segundos Analticos13
(veintitrs de los treinta y cuatro captulos del primero de
los dos tratados), as como un fragmento del dedicado a los
Primeros Analticos14, consagrado a la generalidad. Los
otros grandes comentarios conocidos (sobre la Fsica, sobre
el Tratado del alma y sobre los Meteorolgica) no nos han
llegado ms que en la traduccin latina. Pueden aadrse
les, a partir de 1186, nuevas mezclas de algunos pequeos
comentarios, sin que se sepa si Averroes volvi a ocuparse
de ellas deliberadamente o por encargo. En ellos se muestra
menos dependiente de Ibn B ^ a y ms cercano a Aristte
les, al tiempo que su estilo adquiere mayor concisin. La ac
tividad pblica se limit a responder a consultas, prolonga
das por la enseanza del derecho, y por la redaccin de
obras mdicas.
Los grandes comentarios son aproximaciones escolares
muy minuciosas al texto aristtlico. Es posible que no abar
quen todo el campo recorrido por los comentarios pequeos
y medianos y que hayan, segn algunos, precedido a los mis
mos en su elaboracin. Pero Averroes parece haberlos divul
gado solamente en un tercer momento, que presupone la
lectura de los otros. Slo el dedicado a la Fsica puede, apa
rentemente, ser fechado con exactitud en 1186. El del Tratado
del alma habra sido redactado antes incluso que el comenta
rio mediano sobre la misma obra, posiblemente hada 1180,
pero publicado nicamente despus que el comentario so
bre la Fsica, al que el texto final hace alusin. Se completa
8, U N A AUTORIDAD EQUVOCA 171

con una obra especial Sobre la beatitud del alma. El ltimo


(?) comentario, dedicado a la Metafsica, data de 1192.
Se trataba nicamente de explicar el texto fuente. Tanto el
comentario mediano com o el gran comentario proceden
presentando primero una cita, introducida por dice, y ex
plicndola a continuacin. Pero en el primero eso slo con
duce a una indicacin de la idea general que se pretenda re
tener; es nicamente en el segundo donde aparece una cita
textual, com o ya haba sucedido en el comentario de al-
Gazli. De la misma manera, el resumen (taljis) se en
cuentra aderezado con explicaciones y ejemplos persona
les, mientras que en el comentario (tafsr) se compilan las
diversas opiniones formuladas sobre cada punto, desde la
Antigedad hasta Avicena, apareciendo as com o una espe
cie de aplicacin filosfica del m todo de la discrepancia
(jtilf).

Un aristotelismoferviente pero matizado

Averroes cambiaba a veces de parecer, o emita una opinin


propia sobre una cuestin que el maestro griego no haba re
suelto, pero entonces lo indicaba expresamente. La escolsti
ca latina y hasta Renn han querido ver en ello la expresin
autntica del pensamiento de nuestro autor, y las obras per
sonales estaran, para la crtica del siglo xix, alteradas por el
clima inquisitorial que recomendaba prudencia. Hemos vis
to que tal hiptesis no era necesaria. Por el contrario, en la
segunda versin del prlogo al Compendio de la Fsica, Ave
rroes anunci el distanciamiento doctrinal del que quera
dar pruebas en su obra profesoral: Lo que hemos escrito
sobre estas materias, nicamente lo hemos hecho para inter
pretarlo en el sentido de los peripatticos, a fin de facilitar su
comprensin a aquellos que quieran conocerlas cosas. Nos
hemos propuesto el mismo objetivo que Ab Hmid [al-
172 AVERROES

Gazll] en su libro Maqasid {Intenciones de los filsofos, ex


posicin neutra que preparaba la crtica que slo tuvo lugar
en el Tahdfut] -,ya que si no profundizamos en las opiniones
de los hombres en su fuente misma, no podremos conocer
los errores que se les atribuyen, ni distinguirlos de la ver
dad15.
Qu pensar de la frmula ios errores que se les atribu
yen? Le fue impuesta a Averroes por encargo oficial con la
pretensin de reducir la obra a una simple formulacin cul
tural, sin adoptar una postura favorable con respecto a su
contenido? Es posible, pero Averroes ciertamente le dio un
valor irnico; al m ism o tiempo, en efecto, la tendencia a bus
car la solucin a los problemas en el propio Aristteles, con
tra sus comentadores acusados de desviacin, y sobre todo
contra Avicena, tachado de inconsistencia, se manifiesta an
ms en este texto. El Estagirita no era en su opinin la regla
y el ejemplo que la naturaleza ha inventado a fin de mostrar
la ltima perfeccin humana en la materia?16
Tal confianza en el primer maestro no era, sin embargo,
absolutamente ciega ya que poda suceder -raramente, es
verdad- que Averroes distinguiera entre segn Aristte
les..., pero segn la verdad.... Sin embargo, su entusiasmo
siempre ha llamado la atencin, a menudo asimilado al fana
tismo. El suf-filsofo Ibn SabTn lleg a declarar que si Aris
tteles hubiera dicho que un hombre poda estar sentado y
de pie a la vez, Averroes lo habra repetido y enseado! La
frmula es ingeniosa pero superficial. Lo que dice es impo
sible en un primer grado, puesto que Aristteles fue quien
evidenci los principios del pensamiento racional, ntrelos
cuales se encontraba el principio de no contradiccin.
Como mucho habramos podido reprochar a Averroes repe
tir sin crtica todo lo que Aristteles deca de racional. Pero
acabamos de ver que incluso ste no es el caso.
D e hecho, esta confianza en la racionalidad integral del
pensamiento que l exploraba tena aLm enos una ventaja:
*. UNA AUTORIDAD EQUIVOCA 173

permiti a Averroes llegar a un descubrimiento capital que


es el de la crtica interna de una obra, realizada segn cuatro
grados.

Descubrimiento del criterio de coherencia

En primer lugar Averroes utiliz varias traducciones de


Aristteles y, segn un mtodo ya experimentado por los
grandes traductores rabes como Hunayn b. Ishq, y mucho
antes que ellos por los escoliastas de Alejandra, las compar
con el fin de extraer de ellas la mejor leccin. Se sabe, por
ejemplo, que el tafsr de la Metafsica se basa en tres traduc
ciones, citndose espordicamente una cuarta. Pero Ave
rroes recurri igualmente a indicaciones indirectas y a
anotaciones marginales, y no es seguro que en al-Andalus
circularan todas las traducciones que emple. E incluso en
caso afirmativo habra podido asumir los cuantiosos gastos
de una cantidad semejante de copias manuscritas? Pertene
ca a una familia de notables, pero nada nos hace pensar que
fuera muy rico. En cuanto al poder, poda proporcionar los
medios para realizar lo que encargaba; a saber, los resme
nes, que slo requeran una nica traduccin de base. Es
poco probable que llegara ms lejos para favorecer una em
presa que de nuevo se convertira en algo individual. De he
cho, la utilizacin por parte de Averroes de los comentado
res griegos fue extremadamente hbil, pero los especialistas
reconocen que en cierta medida se resinti del alejamiento
dlas grandes bibliotecas de Oriente. Sin embargo, se ha po
dido constatar una contribucin de nuestro autor a la difu
sin del pensamiento de Alejandro de Afrodisia, escritor
maldito en el siglo xin , pero que a travs de l lleg en el si
glo x iv , hasta Buridan17.
En segundo lugar, Averroes percibi, en los textos de los
que dispona, lagunas, algunas de las cuales podan aparecer
7 4 AVERROES

sealadas en el manuscrito, mientras que otras resultaban


de la comparacin entre varias versiones. Resolva entonces
dicha laguna a travs de su conocimiento del conjunto de la
obra aristotlica. Es as como se ha podido demostrar que,
frente a un lapso sealado en un pasaje de la Metafsica
(1014 a, 17-20), Averroes lo sustituy por una exposicin
extrada de los Segundos Analticos1*1.
En tercer lugar, era capaz de distinguir, en una cita, lo
que era original de lo que era un aadido por parte de
aquel que haba transmitido la mxima. Para esto era posi
ble que se apoyara en un comentador anterior. Por ejemplo,
fue Alejandro de Afrodisia quien le dio las pautas para re
constituir una frase de Demcrito que Aristteles haba rec
tificado de forma algo brusca19.
Finalmente, y sobre todo, era sensible a la idea -trivial en
nuestros das pero revolucionaria entonces- segn la cual,
un autor puede haber dicho tal cosa pero no puede haber
dicho tal otra. En vez de tratar de conciliar textos apareci
dos por azar con contrasentidos histricos, com o haba he
cho al-Frbl con Platn y Aristteles, a quienes haba pre
tendido reunir en torno de la pseudo- Teologa de Aristteles,
derivada en realidad de Plotino, Averroes seal incoheren
cias y absurdos en los escritos que le fueron transmitidos.
Acusaba entonces a los traductores por tales debilidades
para respetarla cuasi infalibilidad del maestro.
Se percibe un resurgimiento del reflejo islmico de acusa
cin de falsificacin de los textos; la misma que la revela
cin islmica lanz contra judos y cristianos, cuyos libros
sagrados no siempre se encontraban en armona con la vi
sin cornica. Asimismo, las consecuencias fueron diversas.
Averroes se vea a veces conducido a corregir errores in
discutibles, confirmados por la crtica de los manuscritos,
como cuando restableci una negacin olvidada por el tra
ductor (o el copista) y que inverta el sentido (por ejemplo,
Metafsica 1013 a 7). Pero igualmente se top con pasajes en
8. UNA AUTORIDAD EQUIVOCA 175

los que el propio Aristteles no haba establecido las distin


ciones necesarias: prefera suponer entonces que varias l
neas haban sido omitidas,
A pesar de estos pocos fallos, existe una verdadera fecun
didad del postulado segn el cual, la doctrina aristotlica es
la mejor expresin de la realidad, puesto que permite la
emergencia del criterio de coherencia, que es la base de to
dos los modelos formulados por la epistemologa moderna.
Pero Averroes no llev a cabo la distincin entre la mejor
expresin y la nica expresin posible. N o sustituy una
racionalidad convertida en infructuosa por otra racionali
dad di stinta. Es lo que Bachelard llam la filosofa del no.

Tentativas de conciliacin

Esta limitacin es perceptible en muchos aspectos. De todas


maneras aparece con especial nitidez en cosm ologa. El
aristotelismo de Averroes le haba hecho darse perfecta
cuenta de las insuficiencias del sistema de Ptolomeo, el cual
slo se mantena complicndose hasta el infinito. Pero su
solucin respecto al movimiento en espiral, de la cual ha
bl incidentalmente el primer maestro, sigue siendo abso
lutamente arbitraria, al igual que lo serala construccin de
al-Bitrawyi, basada en la hiptesis de un movimiento del
polo de una esfera al rededor del eje de los polos de otra esfe
ra, pero respecto a la cual el propio autor reconoci no ser
capaz de encontrar, en virtud de este sesgo, todos los clcu
los de los astrnomos. En sus Compendia, Averroes recono
ci carecer del bagaje matemtico necesario para juzgar las
construcciones de los especialistas. Si atacaba el sistema de
Ptolomeo era sobre bases puramente doctrinales. Aunque
confi, ms tarde, en lo que poco despus que l realizara
al-Bitrawy!, no dej por ello de recelar ante todo modelo
analtico: En nuestra poca, la astronoma ya no es algo
176 AVEKBOES

real; el modelo existente actualmente es un modelo confor


me al clculo, no ala realidad20. Est claro que aqu reali
dad era simplemente intercambiable por sistema aristot
lico.
Respecto a las cuestiones metafsicas, por el contrario, la
referencia cornica no poda ser eludida. En su respuesta a
al-Gazl, Averroes haba intentado mostrar cmo la doctri
na peripattica de la eternidad del mundo poda concillarse
con la tesis creacionista. Interpret la palabra eterno, apli
cada al mundo, como si significara en aparicin perpetua.
En efecto, el mundo innegablemente apareci en relacin
con Dios. Si los filsofos lo calificaron de antiguo fue para
distinguir esta aparicin, que no tiene ni principio ni fin, ya
que su Agente no tiene ni principio ni fin, de la de un ser sen
sible que supone una cosa como causa eficiente y se realiza al
mismo tiempo. En el tafstr de la Metafsica, aunque se trata
ba, te ricamente, slo de explicar a Aristteles, permanecen
las mismas exigencias. Asimismo, exponiendo y despus eli
minando la interpretacin de tal o cual comentador, Ave
rroes se vio conducido, creyendo restaurar la tesis autntica,
a mostrar sus propios presupuestos. Se ha podido observar
que en un texto importante, en el que Renn haba credo
encontrar toda la doctrina de Averroes, todo el fondo de su
polmica contra los mutakallimn y en el cual dio pruebas
de su racionalismo, el autor rabe, de hecho, distorsion las
palabras del primer maestro ya que estaba obnubilado por la
idea de encontrar una causa primera. Es as como sustituy
explcitamente la idea de la causa eficiente por la de la causa
motriz que haba empleado el Estagirita. Averroes puede
llamar a la causa motriz causa eficiente porque pone en ella
toda la riqueza de ser que Aristteles puso en la forma21.
Insistiendo en el carcter comn a toda causa, que es preci
samente ser causa, el autor musulmn se reserv la posibi
lidad de pasar de una a otra y de remontarse a la causa pri
mera.
. UNA AUTORIDAD EQUVOCA 177

Por otra parte, pudo afrontar sin vacilacin las objeciones


de los telogos. Es el caso del tema de la providencia. Ave-
rroes mantuvo firmemente tanto la realidad de la misma
como el rechazo de su interpretacin individualizante: Para
todo lo que se encuentra de este lado -m e refiero a las esfe
ras- [el primer motor] las mueve por m edio del siguiente
movimiento: la generacin y la corrupcin las crea a travs
de los movimientos dobles y opuestos que son los suyos, es
tando asegurada su continuidad a travs del movimiento
uno y eterno, De ah se deriva la solicitud de Dios hacia to
dos los seres que consiste en proteger a su especie, ya que es
imposible protegerlos individualmente. En cuanto a quienes
piensan que la solicitud de Dios est ligada a cada individuo
en particular, se equivocan y tienen razn a la vez. Tienen
razn si se considera que un individuo determinado no po
see un estado que le sea propio, fuera del que existe para
cada variedad de esta especie. Desde este punto de vista, de
cir que Dios se ocupa de los individuos es tener razn. En
cuanto a la solicitud para con el individuo en tanto que tal,
eso es algo que no implica la bondad divina22.
En tales pasajes, se percibe el eco de discusiones orales,
incluso de disputas. A qu audiencia iban dirigidas? Los
Compendia tenan como objetivo crear un pblico, suscitar
vocaciones para la sabidura. Los resmenes, encargados
por un hombre ligado al poder, dejaban constancia de la
existencia de algunas personas preparadas para afrontar los
textos del primer maestro. Al escribir sus grandes comenta
rios lleva el aspecto escolar hasta lo escolstico, aunque tras
l no exista ningn aparato universitario semejante al que
estaba a punto de crearse en el mundo latino, Averroes pare
ci apostar por que las dos primeras tentativas tuvieran xi
to. Y a pesar de ello, podramos contar con los dedos de la
mano el numero de discpulos atestiguados en la materia y
el nmero apenas aumentara si aadiramos a sus allega
dos y simpatizantes conocidos.
178 AVERKOE5

Los discpulos de Averroes

En primer lugar se encontraba uno de sus hijos, Abd Allah.


Desconocemos la fecha de su nacimiento; slo sabemos que
se distingui lo suficiente en el campo dla medicina como
para que Ibn Ab cUsaybica le consagre una breve resea en
la que le atribuye diversas obras, entre ellas un Arte del tra
tamiento. Aunque se vio afectado en parte por los insultos
con los que el vulgo escarneci a su padre, se mantuvo bien
visto por el poder. El califa al-Nsir, que gobern despus de
al-Mangr, le hizo llamar varias veces a su cabecera. Pero no
ostent ttulo oficial alguno, los cuales recayeron, sin em
bargo, en otro discpulo de Averroes, Ibn Sbiq, que no se
distingui por ningn otro motivo.
Gil de Roma, mucho ms tarde, se hizo eco de un rumor
segn el cual, los hijos de Averroes habran vivido en la
corte de Federico II de Sicilia. Aunque rechazado por Renn,
el hecho no es imposible en lo que concierne a cAbd Allah.
Efectivamente, no produjo obra personal, pero su nombre
sigui ligado a la enseanza de su padre. Poseemos dos
obras en las que intervino. Una, compuesta de tres tratados,
sobre La conciliacin del intelecto aislado con l hombre y
otra consistente en uno solo sobre La unin del intelecto
agente con el hombre, obras que pueden ser confundidas. La
primera se ha conservado en versin hebrea y en ella el pa
dre y el hijo son presentados como coautores 23. La segunda
es conocida en su texto rabe y en su introduccin se nos
dice que se debe al alfaqu cAbd Allah, hijo de Averroes, que
escribi bajo la autoridad de su maestro (muy probablemen
te su padre) y que no aspira ms que a resumir la doctrina de
ste, la cual haba sido ya expuesta en otras obras24.
Esta piedad filial aparece de nuevo en un tal Yahy, nieto
de Averroes, quien redact tres ndices de las obras de al-
Frbl, de Avicena y de su abuelo, catlogo todava manus-
. UNA. A U T O R ID A D E Q U IV O C A 179

crto, conservado en la biblioteca de El Escorial. Despus de


l, la dinasta de los Ban Rusd desapareci de la escena, al
mismo tiempo que la vena filosfica.

El mito del pueblo decd

Otro discpulo notable fue Ab Bakr Bundd, de Crdoba.


El Escorial conserva tambin un comentario suyo al poema
didctico de Avicena sobre la lgica, Fue l quien transmiti
el clebre relato de la presentacin de Averroes al prncipe
almohade por Ibn Tufayl as como el de la aceptacin, por
parte de aqul, de llevar a cabo el resumen de la obra de Aris
tteles, de acuerdo con el deseo del califa. Apareci asimis
mo en un episodio suficientemente importante como para
que el cronista al-Anjr lo detalle. Todos los talaba de Cr
doba fueron convocados, un da, por el gobernador de la
ciudad para ser consultados en relacin a una profeca que
se haba difundido y que anunciaba un viento de una extre
ma violencia que destruira la zona. Tras la reunin, Ave
rroes, por aquel entonces juez supremo, discuti con sus
alumnos y l y Bundd hablaron de ello como si se tratara de
un fenmeno natural causado por los astros. Pero otro dis
cpulo, cAbd al-Kabr al-Gfiq, que no obstante admiraba a
su maestro, le opuso una concepcin religiosa: si esta tem
pestad tuviera lugar, sera la segunda vez en la historia del
mundo, habiendo sido la primera la que destruy al pueblo
de cAd. Se comprende el alcance de tal referencia a un acon
tecimiento que fue objeto de tres relatos en el Corn, donde
se impuso como un testim onio esencial de la validez del
mensaje proftico. Ahora bien, ante el sobrecogimiento de
los asistentes, Averroes respondi simplemente: Por
Dios, la existencia del pueblo de cd no es verdadera! Cmo
[va a serlo] la causa de su muerte?23
Qu haba querido decir Averroes con eso? Se expresa
180 AVEKRO ES

ba as en favor de una desmitificacin de la religin? Cierta


mente en el islam oriental haban tenido lugar tentativas
anlogas en el siglo ix. Pero es difcil saber si su eco lleg a la
Pennsula Ibrica. Podra adelantarse la hiptesis de que sa
era la ambicin del ms clebre crtico desde el interior dei
islam, Jbn RiwandI, al cual apuntaba Ibn Hazm en realidad
cuando pretenda refutar a un autor judo. Pero eso se halla
lejos de ser cierto y ios nicos pensadores crticos de al- An-
dalus no adoptaron esa postura2*.
Lo cierto es que al-Gfiqi no dej de divulgar la ancdota.
El escndalo fue tanto ms notable cuanto que el discpulo
se hallaba prximo a Averroes en numerosos aspectos. Na
cido en Murcia en 1141, era un hombre ya adulto el que in
tervino. Era competente tanto en medicina como en ciencias
islmicas. Haba estudiado con Averroes, quien le haba pro
tegido y, tras un nombramiento como cad de Ronda, le
haba hecho asistente suyo en Crdoba para que le represen
tara en los tribunales de la ciudad. Era pblicamente reco
nocido como un adepto de la filosofa y cuando, dos aos
despus de la muerte de su maestro, soplaron vientos inqui
sitoriales, slo pudo escapar a la prisin en la que fueron en
cerrados dos de sus amigos escondindose. No sabemos si
escribi alguna obra. Muri en Sevilla en 1220. Del resto de
su vida podem os inferir que aunque no sigui a Averroes
en su visin integralmente naturalista de las cosas, tampoco
experiment la necesidad de cambiar de partido. Su apuro
es, por tanto, representativo de las dificultades en que pudie
ron verse sus discpulos por seguir al pensador cordobs.

Herederos mdicosy filsofos

Sealemos todava a Ibn al-Faras, otro discpulo de Ave


rroes. Ante todo era un literato, pero se distingui tambin
en el campo de la filosofa. En tanto que su maestro, sabien
8. UNA AUTORJA13 EQUIVOCA JSJ

do que volva a Marrakech, le encarg informarse de paso de


la doctrina de un clebre santo popular de la poca, Ab 1-
4Abbs de Ceuta, segn un compilador de vidas de santos,
Averroes habra concluido a partir de su informe que dicha
doctrina era semejante a ias ideas de uno de los antiguos fi
lsofos [griegos]27, sin ms precisin. Sin que se sepa por
qu razn, Ibn al-Faras se rebel abiertamente contra los al
mohades, Puede que sta fuera la nica alternativa a la pru
dencia manifestada por el conjunto de sus iguales. Lo cierto es
que se proclam mahdl, se apoy en una tribu bereber y com
puso poemas llamando a la revuelta. Fue decapitado en 1204.
Parece claro que en el interior de la misma vida de Are
rres la esfera filosfica nicamente constituy una parte no
slo de su actividad sino de su proyeccin. La m edicina ie
asegur igualmente una audiencia y discpulos: aparte de
Ibn Sabiq -y a m encionado- otro mdico importante -Ibn
Tahalus, que fue calificado como el ltimo de los mdicos
en el Levante andalus28- estuvo vinculado a nuestro per
sonaje nicamente en esta disciplina. Ambos manifiestan su
habilidad prctica, lo cual nos remite al Averroes del Tratado
de la triaca, basado en la observacin, ms que al de las Ge
neralidades. Ahora bien, si el primero mavc a los discpu
los, fue el segundo el que orient los escritos del final de su
vida. Su carcter especulativo se vio por otra parte prolon
gado en diversos comentarios medianos de obras de Galeno,
de los cuales el de las fiebres se considera que data de 119329.
En l no faltan los conflictos con el aristotelismo.

Laficcin de Ibn 'Arabi

Pudo suceder, por otra parte, que el prestigio de Averroes


fuera explotado exactamente al revs de lo que l preconiz.
Tal es el sentido de un pasaje bien conocido de las Revelacio
nes mequemes del famoso mstico IbncArab, En l relataba.
1S2 AVER ROES

una entrevista que mantuvo, durante su juventud, con el an


ciano filsofo. El relato tiende a mostrar a este ltimo du
dando de toda su accin frente al resplandor del suf. Nada
induce a desconfiar de la realidad de este encuentro: Ibn
eArab perteneca a una familia de notables de Sevilla y su
padre era amigo de Averroes; l mismo haba comenzado
por una carrera oficial; y si el filsofo haba indagado sobre
Ab l-cAbbs de Ceuta, no era raro que intentara saber lo
que haba hecho cambiar de orientacin a su joven colega.
Pero la forma del dilogo, llena de sobrentendidos que Ibn
cArabI atribuye al propio Averroes, se encuentra en total
contradiccin con su psicologa, Y si las cuestiones: Qu
tipo de solucin has encontrado a travs de la iluminacin y
la inspiracin divinas? Es idntica a la que a nosotros nos
dispensa la reflexin especulativa? resultan plausibles, la
pretendida turbacin de Averroes ante la respuesta enigm
tica de su interlocutor resulta del todo inverosmil.
De hecho, este pseudorelato no tena ms objetivo que in
troducir la conclusin en la cual Ibn cArafaI, con su acostum
brada autosatisfaccin, pona a un sabio reconocido de ro
dillas ante sus propios dones divinos: l dio gracias a Dios,
me dijo, por haberle permitido vivir en una poca en la que
haba podido ver a alguien que haba entrado ignorante en el
retiro espiritual y que haba salido de l tal como yo haba sa
lido... Gloria a Dios que me ha permitido vivir en la misma
poca que uno de los maestros de esta experiencia, uno de
aquellos que abren las cerraduras de Sus puertas. Gloria a
Dios que me ha hecho el favor personal de ver a uno con mis
propios ojos.
Este derroche de narcisismo curiosamente ha sido toma
do en serlo por algunos, incluso cuando Ibn cArab puso en
boca del filsofo una afirmacin que claramente contradice
las palabras del Discttrso decisivo y del Descubrimiento de los
mtodos de las pruebas, subrayando el papel pernicioso del
sufismo como confusin para los espritus: Es un caso, ha
8. UNA AUTORIDAD EQUVOCA JS3

bra dicho Averroes, cuya posibilidad yo mismo he afirma


do, pero sin haber encontrado a nadie que la haya experi
mentado de verdad30. Dicho de otra manera, Ibn ArabI
jams haba ledo nada (es decir, comprendido) de l!
Por delirante que parezca, este fragmento no es menos
significativo al respecto. Fue escrito en Oriente, mucho
tiempo despus de los hechos. Mucho despus incluso de la
muerte de Averroes. Ahora bien, ste era prcticamente ig
norado en el entorno en el que se mova entonces Ibn cArabi.
Maimnides, en Egipto, haba podido conocer algunas de
sus obras a partir de 1190. Ibn Taymiyya las conoci igual
mente. Pero si apenas se encuentra una huella de Averroes
en las obras de filosofa de Oriente, con mayor razn en las
de otras ramas. El m stico Ibn Sabcn, de origen andalus,
pero emigrado sucesivamente al norte de frica, Egipto y
Arabia, que conoci a Averroes y trat cuestiones similares,
no se sirvi de l jams y sostuvo un juicio muy negativo so
bre sus escritos.
Si se comprende que, en un texto aparte, Ibn 'Arabi expe
rimentara la necesidad de enumerar a los msticos -la mayo
ra de las veces populares- de su pas natal, lo cual era una
manera de procurarse un pedigr suf de qu poda servirle
destacar a travs de un portavoz ignorado de un racionalis
mo localmente aislado? De hecho, el problema era doble.
Ibn cArab tena una vieja cuenta que saldar con el mundo
almohade. No reconoci, por otra parte, con acritud, que
con ocasin de una entrevista con el sultn al-Mansr, ste
no haba quedado impresionado en lo ms mnimo y que
haba incluso despreciado su prestigio? Relatando el home
naje que le haba rendido una alta autoridad del rgimen,
com o el cad supremo de Crdoba, Ibn cArab tena la opor
tunidad de vengarse de esta desgracia. Pero por otra parte
fue vctima del antiguo topos que l recobr incansablemen
te, aunque fuera cada vez m enos cierto en su poca, de la
oposicin irreductible entre juristas y sufes. Fue, por tanto,
184 AVER ROES

la etiqueta de filsofo la que l subray en este destacado


personaje, lo cual le permiti matar dos pjaros de un tiro:
por una parte someti la trayectoria racional ala iluminacin
y por otra se hizo entronizar por un dignatario almohade.
Y fue precisamente este ltimo aspecto el que permaneci
vivo durante tantsimo tiempo en el medio islmico. Hemos
visto que los bigrafos andaluses slo lo presentaron desde
este ngulo, teniendo en mente su enseanza jurdica. Para
esta rama encontramos un nmero mayor de discpulos,
pero la filiacin no se halla desprovista de ambigedad.

El legado jurdico

Aparte de su hijo cAbd Allah, ya mencionado, que inciden


talmente es calificado de alfaqu, su primognito, Ab 1-
Qsim Ahmad, parece haberse consagrado exclusivamente a
la va jurdica. Tuvo discpulos en comn con su padre, en
tre ellos un clebre tradicionista, y fue cad supremo de va
rias ciudades hasta su muerte en 1226. Se conocen una de
cena ms de nombres, pero no se trata, en su mayora,
de personajes notables en el sistema socioeducativo de la
poca. Uno slo destaca, AbMuhammad Ibn Hawt Allh.
ste se haba formado primeramente en Levante, su regin
de origen, y no sigui enseanza alguna en Crdoba ms
que tardamente. Por lo dems, era sobre todo un tradicio
nista y un especialista en el Corn y la lengua rabe. Aparece
en el pelotn de cabeza de los maestros de mediana impor
tancia de la poca, pero ocupa una posicin aparte. Con al
gunos otros, constituy un grupo totalmente separado del
conjunto del cuerpo de enseanza que se reform entonces.
Hay, en efecto, una dicotoma entre la gran mayora, que re
tom la tradicin andalus un poco modificada y extendida,
en particular hacia ia mstica, y entre los estrictos agentes del
poder almohade de los que formaba parte, Convertido en
3* U N A A U T O R ID A D E Q U V O C A 185

preceptor del hijo de al-Mansr, jug importantes papeles


como portavoz del rgimen, al mismo tiempo que segua su
doctrina zhir, Ello explica que renegara completamente de
su maestro cuando ste se convirti en un personaje molesto
para las autoridades, hasta el punto de omitir su nombre, in
cluso, al consignar una cadena de transmisores de una tradi
cin prof tica.
Ibn Yahwar, sin duda una figura menor, es otro de los dis
cpulos y amigos de Averroes que aparece citado espordica
mente y que ms tarde se opuso a su maestro. Citemos an a
Ibn al-Taylasn (nacido en 1179), alumno del hijo primog
nito del filsofo y tradicionista apreciado, quien dio testi
monio de la fe sincera de Averroes, por ms que slo le haba
frecuentado cuando era un adolescente; Abl-RabF (nacido
en 1169) le conoci un poco ms y le dedic una elega, a pe
sar de haberse mantenido muy prximo al rgimen almoha-
de; finalmente el mayor de los tres, Sahl al-Azdl (nacido
en 1164), quien tambin redact un comentario del Mus-
tasf de al-Gazl, compuso para sus hijos una extensa ele
ga en verso y en prosa rimada, alabando el saber de Ave
rroes sin evocar su obra filosfica.
Con su enseanza del derecho, Averroes buscaba mante
ner un contacto tan estrecho como fuera posible con la reali
dad. Citaba numerosas historias y ancdotas para captar el
inters de sus estudiantes por sus cursos31, dice al-Ansrl.
Una ilustracin particularmente ntida de la necesidad que
senta un sexagenario de reflejarla actualidad es proporcio
nada por el aadido de un extenso Captulo sobre la peregri
nacin a la Bidaya. Esta haba sido publicada veinte aos an
tes y el nuevo captulo se termin el 6 de julio de 1188. Su
ausencia en la primera versin se explica fcilmente. Hemos
visto que el abuelo de nuestro autor haba subrayado los pe
ligros de la peregrinacin, prefiriendo a ella el deber de la
guerra santa, que l pareca considerar como menos arries
gado! Y no era ni mucho menos el nico que pensaba as.
186 AVERROES

El testimonio de Ibn Yubayr

Todava en tiempos de Averroes, el viajero Ibn Yubayr apor


t numerosos testimonios. l not las dificultades con las
que se encontr, as como las vejaciones y abusos de los que
fue objeto por parte de los agentes de la aduana de Alejan
dra, estimando que Saladino -el nuevo seor del pas cuyo
prestigio era inm enso- los impedira si lo supiera, ya que ha
ba suprimido otros, mucho ms escandalosos y que se re
montaban a la poca de los Ftimes. Pero a pesar de su in
tervencin, que consista en pagar por los peregrinos, stos
podan ser expoliados de nuevo en Jedda. En los alrededores
de La Meca a veces eran vctimas de tribus saqueadoras, e
Ibn ubayr en dos ocasiones calific de acto de guerra san
ta la proteccin que temporalmente les aseguraba el emir
del lugar en un desfiladero conocido por lo peligroso que
poda resultar. Finalmente, resalt el respeto que no slo los
musulmanes sino los cristianos de Siria manifestaban para
con los peregrinos, observando que sus actitudes eran
completamente opuestas a nuestros hbitos de Occiden
te32. Asimismo, no dud en afirmar: Si hay en al-Andalus
juristas que creen que la obligacin d d hayy [peregrinacin]
no existe para ellos, su doctrina queda legitimada por estos
hechos y por d trato que sufren los peregrinos33.
Pero al mismo tiempo, proclam que el poder almohade,
que haba conquistado todo el Magreb y que se supona te
na que restablecer all el orden, iba a prolongar su misin
hasta Oriente. Dios pronto le pondr remedio en una puri
ficacin que librar a los musulmanes de estas innovaciones
malignas a travs del sable de los almohades, auxiliares de la
fe, legiones de Dios, ornadas de justicia y de verdad; ellos
defendern el territorio sagrado de Dios, respetarn cdosa-
mente las prohibiciones santas, ardientes por exaltar Su pa
labra, por manifestar Su doctrina, por hacer triunfar Su fe
. UN A AUTORIDAD EQUVOCA 187

[...J Aquel que est convencido de que no hay verdadero Is


lam ms que en el Magreb est en lo cierto y sigue la justa
creencia [...]. No hay justicia, derecho ni fe sobre la faz de la
tierra ms que con los almohades [...]. Todos los dems so
beranos de estos tiempos se encuentran fuera de la va [...].
Exceptuemos al Seor, el sultn justo, Saladino...34 Esto no
era solamente un acto de fe personal. Ibn Yubayr pretenda
erigirse en portavoz de una creencia colectiva de los egip
cios. En dos ocasiones cit supersticiones en este sentido.
Una, indicada brevemente, concerna a la construccin de
un puente sobre el Nilo en El Cairo, construccin que las
gentes crean que predeca la dominacin de los almohades
sobre Egipto y los pases occidentales35. La otra, que ocu
paba toda una pgina, concerna a dos pilares antiguos, por
tadores de estatuas, situados entre la ciudad y la mezquita de
Ibn Tuln: Era una creencia comn que cuando uno dlos
pilares cayera, ello anunciara que las gentes del pas hacia el
que miraba la estatua dominaran Egipto y los dems pa
ses36. Habiendo cado la que miraba hacia Oriente poco an
tes de la conquista del pas por parte del kurdo Saladino, es
peraban que la otra se derrumbara, anunciando as la
dominacin magreb.
Estas esperas mesinicas no slo eran propias del vulgo ni
de ciertos ulemas com o el imn que, a decir de Ibn Yubayr,
habra preparado sus sermones para recitarlos ante el califa
alm ohade cuando llegara a Egipto. Saladino escribi, en
agosto de 1190, a al-Mansr para pedirle ayuda a fin de erra
dicar los reinos cruzados. ste ltimo rehus responder,
porque no le haba saludado con el ttulo de prncipe de los
creyentes. Pero a lo largo de su gobierno habl en varias oca
siones de intervenir en Egipto para restablecer all las buenas
costumbres.
Ibn Yubayr redact el relato de su viaje en 1185. Aspiraba
a hacer vibrar a las masas con la evocacin de las ceremonias
del Hiyaz. Otros propagandistas comenzaron a actuar en e.
188 AVERROES

mismo momento para conseguir que se admitieran en Occi


dente fiestas ya reconocidas en Oriente, como la del naci
miento del Profeta y que deban reemplazar a las fiestas cris
tianas, que los musulmanes andaluses celebraban como si
fueran igualmente suyas: No es sorprendente que [los mu
sulmanes] calculen las fechas sealadas de los cristianos y
que se preocupen del m omento en que tienen Jugar? Se inte
rrogan frecuentemente los unos a los otros sobre la natvi-
dad de Jess [...]> sobre el yannayr, sptimo da de su naci
miento, y sobre la camara , efemrides del nacimiento de
Juan [el Bautista]. Pero ni la ayuda divina ni el amigo o el
compaero que podra guiarles les lleva a preguntarse por
el nacimiento de su Profeta, Muhammad... la mejor de las
criaturas de Dios...37, se indignaba uno de estos puristas.
Al decidir tardamente ocuparse de la peregrinacin,
tema que l haba descuidado hasta entonces, Averroes ins
cribi su evolucin a la vez en una tendencia sociopoltica
expansionista del imperio almohade hacia Egipto y el cora
zn del islam, y en un movimiento colectivo de acentuacin
de la islamizacin a travs de la orientalizacin. La marcha
de los acontecimientos en la pennsula, donde la situacin de
los musulmanes se iba degradando considerablemente, ex
plica sin duda esta inflexin del patriotismo andalus de
Averroes.
9. Tiempo de adversidades

Di;]Oh Dios! T elevas a quien quie


res y abates a quien T quieres1.

La lucha contra los Ban GSniya en el Magreb central favo


reci la trama de una serie de confabulaciones en el seno de
la familia gobernante, que al-Manjr logr erradicar por
medio de una serie de condenas a muerte. Entre las vctimas
figuraba Ab Yahy Zakariyy, gobernador de Crdoba y
amigo de Averroes. ste ltimo n o cay en desgracia a causa
de ello; sin embargo, segn el testimonio de al-Ansari, algu
nos vieron en ese episodio el origen de las afrentas que con
posterioridad conoci Averroes, vindose en esta poca ms
afectado por la degradacin general de la situacin en al-
Andalus.

xitos militares y persecucin de los descarriados

Dado que la presin de los castellanos y los portugueses no se


debilitaba, el sultn se dedic a planificar, durante 1188-1189,
una expedicin de castigo al tiempo que proclambala gue
rra santa. D e todas maneras, la lentitud de los preparativos
permiti a los portugueses apoderarse de Silves, llevando su
victoria a la creacin de un clima de cruzada: la toma de Je-
189
190 AVBRKDES

rusaln por Saladino, el ao anterior, haba supuesto la sali


da por mar, hacia Tierra Santa, de flamencos y alemanes.
Bloqueados en Lisboa por una tempestad, aceptaron secun
dar la empresa de conquistar el Algarve. Durante este tiem
po, los castellanos amenazaron Sevilla y su regin. Desde
Crdoba, el sultn organiz la respuesta y un nmero con
siderable de tropas musulmanas puso sitio a Silves a princi
pios de 1190. Pero a pesar de las condiciones polticas favora
bles y del esfuerzo para extender el conflicto hacia el norte, la
empresa fracas. El ejrcito almohade se vio afectado por
la disentera, cayendo enfermo el propio califa. Se produjo
entonces la retirada hacia Sevilla, disfrazada de triunfo, ha
ciendo valer los pequeos xitos logrados y dando una forma
espectacular y grandiosa al desfile de las tropas.
Una vez restablecido, al-Mansr se consagr a la inspec
cin del sistema judicial. Reiter las prohibiciones de vender
vino o de ejercer como cantor y como msico, y de nuevo in
tent administrar l mismo la justicia, llevndolo a cabo con
la mayor severidad. El invierno siguiente se dedic a prepa
rar una nueva expedicin, evitando los errores pasados. To
dava con la mira de recuperar Silves, se com enz con la
loma de algunas plazas fuertes al sur del Tajo. La campaa,
Iniciada en abril de 1191, en principio no era del todo slida;
ms tarde condujo a la ocupacin de Alcaer do Sal y, tres
meses despus, a la reconquista de Silves. En esta ocasin,
al-Mansr no perdi la oportunidad de llevar a cabo una vi
sita a los lugares en que naci y muri Ibn Hazm, afirmando
as su inters por el zhirismo.
Este logro y las treguas concluidas con los cristianos inci
taron a al-Mansr a regresar a Marrakech. No sin haber
guarnecido las fronteras del norte, an bajo amenaza. Cay
gravemente enfermo a su llegada y design a su hijo, el futu
ro al-Nsir, como sucesor. Una vez recuperado, se consagr
al desarrollo de la ciudad de Rabat, al tiempo que se seguan
las obras en Marrakech y en Sevilla.
. TIEM PO D E ADVERSIDADES 191

La victoria de Abreos

Pero el descanso dur poco. Un nuevo Ibn Gniya recuper


el testigo de la familia. Antes incluso de que el sultn pudiera
responder, el rey de Castilla atac la regin de Sevilla en el
momento en que la tregua tocaba a su fin. Al-Mansr volvi
a la Pennsula en junio de 1195. Tras haber realizado una pa
rada en Sevilla, para supervisarlas obras que haba ordena
do llevar a cabo en Aznalfarache, se dirigi a Crdoba y de
all a Calatrava. Fue detenido por los castellanos, quienes
pretendan desaarle con la ayuda de los aragoneses y de los
portugueses, pero sin esperar la llegada de leoneses y nava
rros. Tras una especie de ceremonia expiatoria celebrada por
los musulmanes, se produjo el enfrentamiento de Alarcos, el
18 de julio. En un primer momento el asalto cristiano result
vencedor, pero el nmero de los musulmanes y sobre todo
su bien pensada tctica permitieron a los musulmanes to
mar ventaja. Todos los relatos establecen un paralelismo en
tre esta batalla y la victoria de los almorvides en Zallaqa,
que les haba asegurado el triunfo en al-Andalus. Incluso las
crnicas cristianas se hicieron eco de la existencia de sueos
premonitorios que anunciaban la derrota como castigo. De
hecho, al-Mansr supo conducir su ventaja hasta donde su
predecesor almorvid se haba detenido: tom numerosas
plazas sin llegar de todas maneras hasta Toledo, y sobre
todo, logr provocar, por algn tiempo, un saludable temor
en el enemigo.

La hostilidad de los cordobeses

El tradicionista Ibn al-Taylasn asegura haber visto a Ave-


rroes, su maestro, prosternarse, en el momento del anuncio
de la victoria, para dar gracias a Dios; despus, doctamente,
192 AVBKROES

citar un hadiz de la coleccin de AbDIwd, justificando tal


acto. Pero este gesto no bast para ganarse a los malfides. Se
gn al-Ansar!, Averroes sigui siendo respetado por haber
ocupado el cadiazgo en Crdoba y por haberse consagrado a
ejercerlo con solicitud2. Sin embargo, el cronista situ ms
arriba los orgenes de la tensin: segn un testigo, al que cita
expresamente, entre Averroes y la gente de Crdoba fue
creciendo una hostilidad causada por la envidia y la rivali
dad suscitadas por una larga vecindad. Algunos reclamaron
que se suprimieran ciertas cosas en sus libros, alegando que
sobrepasaban la ley divina y acusndole de preferir el juicio
de la naturaleza. En su lugar, intercalaron numerosos trmi
nos y captulos que es posible que no fueran autnticos y
todo eso fue adjuntado a sus papeles. Se dice que algunos
fueron escritos de su puo y letra3,
A partir 1194, se present una denuncia contra l ante el
sultn, pero los preparativos de guerra le impidieron ocu
parse de ello. Ces entonces la delacin, pero los enemigos
no cedieron y se contentaron con esperar el momento favo
rable: Sus faltas son ledas en las reuniones y se las interpre
ta4. Cogido entre dos fuegos, al-Mansr opt por su funda-
mentalismo habitual. Por una parte, no tom una decisin
concreta, a causa del reconocimiento de su mrito. Bien al
contrario, distingui a Averroes con una considerable esti
ma que nos detalla Ibn Ab cUsaybica:
Al-Mansr se encontraba en Crdoba en el momento de
dirigirse al ataque de Alfonso [de Castilla], el ao 59l(/1195].
Hizo llamar a Ab 1-Wald lbn Rusdy, cuando ste se encon
tr en su presencia, le manifest un gran respeto, le hizo
aproximarse hasta el punto de situarlo en el lugar donde, ha
bitualmente, se situaba Ab Muhammad cAbd al-Whid,
hijo del ayj Ab Hafs al-Hintti, compaero de cAbd al-
Mumin; este personaje era el tercero o el cuarto en la jerar
qua de los Die2 [categora suprema de la jerarqua almoha-
de], Y el tal Ab Muhammad cAbd al-\Vahid era pariente
S. TIEMPO DE ADVERSIDADES 193

poltico de al-Mansr, que le haba entregado a su hija en


matrimonio, dado al alto cargo que ocupaba. cAbd al-Wahid
tuvo un hijo con esta mujer, de nombre cAli, que ahora es el
emir de Ifrqiya. Cuando al-Mansr hizo aproximarse a Ibn
Rusd y le invit a tomar asiento a su lado, empez a conver
sar con l. A continuacin, un grupo de estudiantes y mu
chos de sus amigos que le esperaban le felicitaron por la po
sicin que haba adquirido ante al-Mansr y por la buena
acogida que le haba sido dispensada. Entonces, l dijo:
Por Dios! no hay en ello nada por lo que felicitarme, ya que
el Prncipe de los creyentes, de una sola vez, me ha aproxi
mado a l, mucho ms de lo que yo hubiera esperado o de lo
que m i ambicin podra haber alcanzado. Haba all, de to
das formas, un grupo de enemigos suyos que haban hecho
circular el rumor de que el califa haba ordenado su muerte.
Cuando sali sano y salvo envi a uno de sus servidores a su
casa para que dijera a los suyos que prepararan un guiso de
gangas y de pichones mientras le esperaban. Pero su verda
dera intencin era tranquilizarles con respecto a su vida.3

El ataque de ios mlikes

Pero por otra parte, el sultn pidi a los talaba y a los juris
tas bajo su gobierno que dijeran que l defenda la religin
y haca maldecir a los extraviados6. En ese momento, los
adversarios de Averroes se sintieron afianzados. Primero
procedieron indirectamente, pronunciando discursos en la
mezquita mayor contra aquellos a quienes apuntaba la fr
mula del califa; a continuacin las gentes se dispersaron a la
manera del que conoce un secreto y lo oculta7. Pero muy
pronto las cosas empeoraron: Lo ms terrible que me suce
di en mi desgracia, dice Averroes, es que un da en que mi
hijo cAbd Allh y yo entrbamos en la mezquita de Crdoba,
ala hora de la oracin del casr [tarde despus del medioda],
194 AVERHOES

un puado de la hez del pueblo se agit contra nosotros y


nos expuls8. Slo sali en su defensa un antiguo juez su
premo de Marrakech, donde habla sucedido a Ibn Mad&,
pero cay en desgracia desde entonces, resultando intil su
intervencin.
Ms insidiosamente, algunos ulemas procuraron socavar
su prestigio com o cad. El principal detractor fue Ibn
Zarqn, uno de los pilares del sistema de enseanza mlik
que se estaba reconstituyendo. Cont que Averroes le haba
pedido prestado un libro acerca de las causas de las diver
gencias aparecidas entre los imanes de las [diversas] regio
nes, libro que haba sido compuesto por ciertos juristas del
Jurasn y que no slo no se lo haba devuelto sino que le ha
ba aadido algunas de las palabras de los dos imanes Ab
cUmar Ibn cAbd al-Barr y Ab Muhammad Ibn Hazm [dos
autores del siglo xi, a la vez amigos y doctrinalmente opues
tos] y se las haba atribuido, siendo el resultado el libro titu
lado Bidya*, De hecho fue el propio Ibn Zarqn quien uti
liz semejante procedimiento. Segn al-Ansrl, haba
escrito sobre numerosas disciplinas, del derecho a la medi
cina, pero procediendo siempre por combinacin de autori
dades anteriores; al-Byi e Ibn sAbd al-Barr enfiqh, Ab
Dwd y Tirmtdl en hadiz. Asimismo, J. Puig observa que
no podemos sorprendernos deque, al escribir as, acusara a
Averroes de utilizar el mismo mtodo, aunque sin razn10.
Es posible tambin que se sintiera despechado, pues su nieto
se senta atrado por la filosofa. Era amigo del discpulo y
crtico de Averroes, cAbd al-Kabr, e incluso padeci prisin
por ello en 1200.
Toda la animosidad de los mlikies, que queran volver a
su antiguo dominio y borrar toda influencia del almohadis-
mo, se resume en la frmula lapidaria de otro opositor a
Averroes, Ibn Hrn: El hombre no era reconocido en fiqh,
aunque destacaba en otras ciencias11. Mediante lo cual, el
nombre del detractor ha quedado completamente olvidado
. TIEMPO DE ADVERSIDADES 9 5

ahora, y no es recordado ms que por el prestigio de la vcti


ma, mientras que la Bidya es enseada hoy en da hasta en
Medina!

El exilio y la desautorizacin

Al-Mansr permaneci un tiempo en Sevilla, donde celebr


su victoria de Alarcos con un desfile militar y con un gesto
simblico: orden fabricar cuatro bolas de metal, recubier
tas de pan de oro por un valor de siete mil mitqdk s, que fue
ron fijadas en la cspide de la Giralda. El invierno de 1195-
1196 lo pas en su castillo de Aznalfarache, dando el ltimo
toque a las plantaciones y a la instalacin del sistema de rie
go de los jardines de la Buhayra. En la primavera, se puso de
nuevo en campaa contra Extremadura; despus por Pla-
sencia y Talayera, hasta Toledo. Generalmente victoriosa
hasta all, la expedicin fracas ante esta ciudad. Pero entre
tanto se restableci la alianza con Len que, respaldada por
los refuerzos musulmanes, atac Castilla. Fue Aragn quien
salv al reino doblemente asediado. El sultn se retir en
tonces sin logros territoriales notables.
Siempre altanero, aprovech el descanso dlas tropas en
sus cuarteles de invierno para llevar a cabo una inspeccin
de los servicios financieros. Descubri ciertas malversacio
nes de algunos funcionarios y los reemplaz. Despus, en la
primavera de 1197, retom la expedicin y pas primero
por Crdoba. Fue entonces cuando decidi arreglar el asun
to de Averroes.
Los enemigos de ste, en efecto, haban movido sus fichas.
Adems de con nuestro filsofo, la tomaron con el cad al-
Mahri, conocido como al-Usli, y lo empaquetaron con l
en el fuego de sus reproches12. Por orden de al-Mansr, su
secretario, Ibn cAyy, haba redactado el ao anterior un
decreto condenando, sin designarles expresamente, a quie-
196 AVER ROES

nes se ocupaban de la filosofa. Dicho secretario, de origen


andalus pero destinado en Marrakech desde haca seis
aos, se hizo clebre por su estilo literario. Su texto, conser
vado por al-Ansri, es una obra maestra de retrica hueca.
La prosa rimada utilizada en ella sirve admirablemente a la
imprecisin del propsito. Se trataba de convencer, con ar
gumentos puramente estilsticos, de que los sujetos en cues
tin eran peores que la gente del libro (judos y cristia
nos), ya que, aparentemente de acuerdo con la comunidad
musulmana, se oponan en secreto a ella.
En Crdoba, al-Mansr sac conclusiones polticas de
esta campaa de opinin. Numerosas personas fueron con
denadas y el propio Averroes emplazado a exiliarse en Luce-
na, pequea ciudad situada a un centenar de kilmetros al
suroeste de Crdoba. Antao poblada sobre todo por ju
dos, en ella funcionaba una importante escuela rabnica. La
prohibicin por parte de los almohades de toda religin que
no fuera el islam en su imperio haba provocado el declive de
la dudad. El confinamiento en este lugar era doblemente hu
millante. Asimilaba al condenado al resto de la poblacin
segn lo que se haba dicho respecto a que era de origen ju
do y a que no se le conoca origen alguno entre las tribus de
al-Andalusls. En cuanto a los habitantes, stos no podan
por ms que ver con malos ojos a aquel que serva as para
ponerles una nota infamante.
Los discpulos del filsofo se dispersaron como cautivos
de guerra14. Hemos visto que unos siguieron sindole fie
les, pero que otros le rechazaron. A principios del siglo si
guiente, un joven de Sevilla, que estudi con diversos anti
guos discpulos de Averroes, reuni en un repertorio las
biografas de sus maestros. Ninguno o casi ninguno reivin
dic su filiadn con el filsofo.
El sucesor de Averroes en el puesto de juez supremo de
Crdoba tena su edad; algunos d los maestros y de los dis
cpulos de Averroes haban sido tambin los suyos, pero l se
9. TIEM PO DE ADVERSIDADES 197

haba vinculado al cad Ab Bakr Ibn al-cArabi y era, por


tanto, probablemente ascar. Otro miembro de esta escuela,
Ibn Rablc, mucho ms joven, ya que no tena an treinta
aos, y que fue tambin, ms tarde, juez supremo de Crdo
ba, se distingui insultando pblicamente a Averroes con
obscenidad y recuperando contra l la acusacin, lanzada
por su maestro Ibn Zarqn, de plagio.

La desgracia de losfilsofos

Al mismo tiempo que nuestro personaje, muchos otros indi


viduos fueron acusados. Al-Ans insiste en al-Mahr, ya que
tuvo el coraje de responder al sultn que l estaba, como Ave
rroes, que acababa de caer en desgracia, interesado por las
ciencias de los antiguos, aunque se encontraba mucho menos
empeado en esta va. Como su sobrenombre -al-U sli- in
dica, era conocido sobre todo por su competencia en los
fundamentos del derecho. Pero haba gozado siempre de
una reputacin de independencia de espritu. Nacido en Se
villa, de una vieja familia noble de la ciudad, estudi en Ale
jandra, de donde su maestro, juzgndolo un hereje, hizo que
lo expulsaran. De regreso en el Magreb central, se dedic a
ensear all su disciplina favorita. Trabaj, al igual que haba
hecho Averroes, sobre el Mustasfa de al-Gazal, pero fue mu
cho ms all de la redaccin de un simple compendio. Corri
gi sus errores y llev a cabo comentarios de la obra. Llegado
posteriormente a Marrakech, fue all sin duda donde descu
bri las ciencias dlos antiguos, consagrndose a ellas. Era
entonces bien visto por al-Mansr, que no poda sino verse
seducido por su sobrenombre, y le invit a su palacio.
Su coraje y su firmeza, con ocasin de la inquisicin de
1197, le costaron en un principio la deportacin a Agmat, a
los pies del Atlas, pero a continuacin fue indultado y pro
movido apuestos importantes.
m AVERKOBS

La primera funcin que ocup fue tambin ia ms repre


sentativa, ya que al-Mahn fue designado cad de Buga. Pa
rece claro que su estancia en el Magreb central le predispuso
para jugar all un determinado papel. Ahora bien, se trataba
de la zona en la que ms estragos haba causado la revuelta
de los Ban Gniya. Seguramente, el poder utiliz sucesiva
mente dos actitudes posibles: en un principio, un intento de
intimidar a un espritu independiente que haba dejado hue
lla, por su enseanza, en aquella agitada regin; despus, un
esfuerzo por utilizarlo en el momento oportuno, siempre en
el mismo sector.
Al-Mahn ser as nombrado en tres ocasiones en Buga,
en alternancia con Murcia y Marrakech, dos veces como
cad, y la ltima com o juez supremo. Sigui manifestando
abiertamente sus opiniones, y sus enemigos no cedieron,
terminando por conseguir que le arrestaran y torturaran
hasta el punto de quedarse ciego; muri en su ciudad-sm
bolo en 1216.
Ibn Ab cUsaybra cita, aparte de Averroes y al-MahrT,
otros tres nombres de adeptos de la filosofa que se vieron
acosados por ello en la m ism a poca. D os de ellos, Ab 1-
Rabi^ al-Kaf (el ciego) y Ab l-cA bbis al-Qarrab, no son
conocidos por otra actividad. El bigrafo califica al segundo
de hafiz, lo cual puede significar bien que aprendi de m e
moria el Corn o que era un guardin de la doctrina almo-
hade, cuya profesin de fe dominaba, y de poeta. Su rnecin
atestigua, no obstante, una cierta difusin de la disciplina
incriminada.
Ab'a'far al-Dahabi, a quien Ibn Ab cUsaybica alude in
mediatamente despus de Averroes, es mejor conocido.
Treinta aos ms joven que nuestro autor, fue discpulo
de maestros tradicionales como Ibn Mugt, pero tambin de
Ibn Mad1. Fue distinguido por al-Man sur y aparece como
un portavoz oficial de la doctrina almohade, ya que los ttu
los de dos de sus obras -perdidas- tratan sobre el mahdismo
9 . TIEM PO DE ADVERSIDADES Ji>9

y sobre el califato y el emirato (presumiblemente almoha


des) . Encargado por el poder de controlar a los jueces y sus
opiniones emitidas tanto en asamblea consultiva (sr)
como a ttulo privado (fatwa), fue una pieza maestra del dis
positivo de retencin del mal ibis mo. Asimismo, cuando los
adeptos de esta escuela lograron imponer sus puntos de vis
ta a un sultn, que no poda oponerse a ellos sin exponerse a
graves deserciones de cara al peligro cristiano, al-Dahab se
vio obligado a ocultarse. Recuper el favor una vez pasada
la tormenta y fue nombrado inspector de los talaba y de
los mdicos. Este ltimo dato parece reflejar una especie
de aislamiento, aun cuando el sultn, haciendo un jue
go de palabras con su nombre, le calificara de oro puro
f4abab} cuya excelencia no hace ms que aumentar al ser
fundido15.
La cada en desgracia ante el poder pes sobre individuos
con papeles ideolgicos diversos ligados a diferentes comar
cas cruciales de un imperio en crisis; mejor dicho, se trataba
de un simple revs propio de la poltica. Las tres principales
vctimas, al menos, recuperaron el favor del califa en cuanto
ello fue posible sin que por eso la tendencia tradicionalista,
ampliamente mayoritaria, bajara la guardia. Pero la frmula
de Renn que calificaba este episodio de intriga de corte: el
partido religioso consigue expulsar al partido de la filoso
fa16, es demasiado caricaturesca y simplista, especialmente
cuando aade: Una nueva revolucin hizo que los filsofos
volvieran a gozar de estima17. Ciertamente se trataba de un
gesto poltico, pero a escala, por una parte, de todo el impe
rio almohade, y por otra, de su ambicin ideolgica, que se
quebr por la exigencia de mantenerse en el poder.
Cualquiera que apelara a los filsofos vea su audiencia
arrumada. Fueron los mismos musulmanes quienes conde
naron la obra de Averroes a no tener eco sino fuera del islam,
entre los judos de Catalua y de Occitania primero y en el
mundo de la escolstica latina a continuacin.
200 AVERROE5

E abandono de la va recta

Por ms que el exilio de nuestro pensador en Lucena fue bre


ve (m enos de un ao y medio) , result muy penoso por el
ensaamiento de sus enemigos, quienes encargaron a un jo
ven literato, que no era otro que el viajero Ibn Yubayr, que
compusiera stiras contra l. El mismo personaje escribi
una pieza en su honor despus de su muerte, lo cual prueba
que sus ataques no haban sido espontneos.
Pero en el mundo rabe de lo escrito no son los sentimien
tos los que cuentan sino la expresin formal. E Ibn Tubayr
era un escritor lo suficientemente bueno como para dar en el
blanco. Saba jugar no solamente con el contraste entre Ave-
rroes y su abuelo, autoridad respetada del mlikismo, sino
tambin con el nombre mismo de Rusd, que significa la va
recta:

No te supiste mantener en d buen camino, oh hijo del buen camino


[IbnRudj!,
cuando tan altos hacia los cielos se dirigan tus esfuerzos.
Has traicionado a la religin;
no fue as como actu tu abuelo.

Otro juego de dos palabras que no se distinguen ms que


por una vocal larga en un caso, breve en el otro, tawlf
(obra) y tawdlif (cosa perniciosa) es el que tiene lugar en los
siguientes versos:

Sobre Ibn Rusd no hay nada verdaderamente cierto ms que


que sus obras son cosas perniciosas.
Oh t que te has engaado a ti ni ismo! Mira
si encuentras hoy a uno solo que quiera ser tu amigo18.

Igualmente poda tratarse de cantar victoria:


9. TIEM PO DE ADVERSIDADES 201

Gracias a Dios por Su victoria


en favor del partido de la verdad y de sus partidarios.
Ibn Rusd, en su extrema perdicin,
someti la religin a sus [propias] opiniones,
s bien cuando la someti asu forma de actuar,
pereci hadndolo.
Gracias a Dios por haberle detenido
y por haber detenido a quienes eran sus discpulos15.

Podemos pensar que iban dirigidos a l, igualmente, otros


dos versos que, sin citar expresamente el nombre de Averroes,
forman una asonancia por repeticin del prefijo muta: mu-
tafalsif y mutazindq dando una acepcin despectiva de los
trminos faylasf(F$ofo) yzindiq (hereje), y juegan con los
dos sentidos de la palabra mantiq: lgica, para los filsofos,
pero, por lo comn, palabra que puede ser engaosa20.
Muchos otros fragmentos satricos de este gnero se nos
han conservado, pero conciernen a la filosofa en general, y
no a Averroes personalmente. Sobre todo, adulaban bsica
mente al califa a quien se reiteraba que se encontraba en la
verdad ai actuar como lo haca.
Para la posteridad, se han buscado motivos ms vlidos
que estos epigramas o que la retrica vada de Ibn'Ayy. Nin
gn cronista habla del contexto de lucha ideolgica que no se
trasluce ms que en el anlisis posterior, debido a los aspectos
bajo los que fueron etiquetados los diversos protagonistas.
Muchos de ellos, para protegerse, buscaron el amparo en
cuestiones personales, como la amistad entre Averroes y el go
bernador de Crdoba, hermano y rival del sultn, o la suscep
tibilidad de este ltimo, quien no habra admitido la familiari
dad que le manifestaba el filsofo en sus entrevistas, pero
resulta muy extrao que su reaccin se hiciera esperar tanto.
Asimismo, se le habra mostrado un texto, compuesto unos
treinta aos atrs, en el que Averroes hablaba del sultn almo
hada como del rey de los bereberes, a lo cual el autor incri
202 A\ IRROES

minado habra creido conveniente responder que se trataba


de un error de lectura por rey de los dos continentes, no di
firiendo el nombre que designa a estos ltimos (bamtyn) del
trmino barbar (bereber) ms que en signos diacrticos. A
ello podemos aadir que en los libros cientficos los gober
nantes no eran mencionados con el acompaamiento de fr
mulas eulgicas rituales propias de otros contextos. Asi
mismo, se habra aislado un pasaje de la Fsica o de los
Meteorolgica que indicaban, segn algunos, que el planeta
Venus era una divinidad, olvidando que Averroes segua la
teora aristotlica de los motores astrales, algo que al-Mansr,
que discuta con l sobre estos asuntos, no poda ignorar.
Al-Ansar!, ms juiciosamente, evcala visin antimitol-
gica que manifest la negacin de la existencia, citada en el
Corn, de los cd, ya que algunos discpulos del filsofo no
haban podido aceptarla; tanto ms ios otros. Eso bastara
para explicar ia proscripcin de todo estudio filosfico y la
prohibicin de poseer libros sobre esa materia. El sultn ha
bra Incluso encargado a Ab Bakr Ibn Zuhr que se ocupara
de ello, a pesar de que - o tal vez porque- saba que le intere
saba la filosofa. Ibn Zuhr habra vivido una verdadera es
quizofrenia, prohibiendo a sus discpulos-mdicos princi
piantes aproximarse a la lgica, pero explicndosela a los
ms avanzados. El decreto de prohibicin de las ciencias de
los antiguos no exceptu, en efecto, ms que a la medicina,
la aritmtica y la astronoma elemental, siempre que no ex
cedieran los clculos exigidos por el ritual religioso: la dura
cin de los das y de las noches y la orientacin de la alqibla,
indicando en qu direccin deba realizrsela oracin21.

Del perdn a la recuperacin del favor


A pesar de eso, todos los condenados fueron indultados
poco tiempo despus. Fue gracias a la influencia de un gru
po de notables sevillanos que atestiguaron que se haba
. TIEM PO DE ADVERSIDADES 203

acusado a Averroes injustamente, com o pretende Ibn Ab


TJsaybba? Pero entonces cmo explicar la simultaneidad de
la reintegracin deal-Mahri ydeal-Q ahabi en cargos desta
cados? Y sobre todo, cmo comprender que Averroes sola
mente fuera llamado a Marrakech para visitar al sultn, pero
sin recuperar sus ttulos? De hecho, ya lo hemos dicho, se
trataba de sacrificar a una serie de partidarios que se haban
hecho molestos en un momento de crisis. Una vez pasado
esto, podemos volver al respeto debido al mrito, incluso si
los personajes demasiado significados fueron retirados un
tanto de la escena.
Efectivamente, al-Mansr, tras haberse librado de Ave
rroes, realiz una campaa blica de cuatro m eses contra
Castilla bastante fructfera. Avanz hasta Guadalajara, algo
que ninguna otra expedicin lograra alcanzar. Su aliado
leons, habindose visto en dificultades con el papado debi
do a esto, sali del paso mediante una serie de intrigas que
implicaron una tregua con los musulmanes. El sultn retor
n a Crdoba a finales de ramadn y unos das despus se
march a Sevilla. All se qued todo el verano, supervisando
la terminacin de la mezquita aljama y dedicndose a accio
nes pas. Despus, el otoo y el invierno los pas descansan
do en el castillo de Aznalfarache donde disfrutaba del paisa
je y de la frescura del aire. A mediados de febrero volvi a
Sevilla con toda su corte. Durante un mes, se dedic a arre
glar diversos asuntos, concediendo audiencia entre otros,
posiblemente, a los que intercedieron en favor del filsofo
exiliado.
Habiendo puesto Jas cosas en orden con Len y Castilla,
reorganizado las defensas y nombrado nuevos gobernado
res y funcionarios de finanzas, regres a Fez en el m es de
marzo, y de all a Marrakech. Lleg enfermo. De nuevo hizo
que su hijo fuera reconocido como su sucesor y se retir de
la vida pblica para consagrarse a actos de piedad y de bene
ficencia. Entre estos distintivos de fe, promulg edictos con
204 AVERROBS

medidas vejatorias contra los judos. stos, en principio, se


haban convertido al islam y se comportaban como tales.
Pero el califa dudaba de la .sinceridad de ios que permanecie
ron en el Magreb renegando de su religin original y les im
puso llevar un traje azul oscuro, de mangas muy largas que
llegaban a los pies y un gorro con forma de albarda, cuyos
extremos llegaban hasta debajo de las orejas. Fueron obliga
dos a vestirse as hasta el gobierno de al-Nfir, cuando, a
cambio de cuantiosas donaciones, pudieron cambiar su ata
vo por trajes y turbantes amarillos.

Una desgracia injustificada?

Tal vez para no verle ms mezclado con quienes fueron hu


millados de la manera precedente, al-Manjr convoc a
Averroes de Lucena a Marrakech, sin que se disponga de
otra mencin que se refiera a su perdn.
Ello es lo que explica que un sabio oriental llegado alMa~
greb y deseoso de entrevistarse con nuestro hombre no pu
diera hacerlo y creyera que se hallaba recluido en su casa. El
poder saba mostrar su reconocimiento, pero no derrocha
ba sus favores y los reservaba a aquellos que, ms jvenes,
an podan servir!
No obstante, todos los bigrafos escribieron com o si la
desgracia de Averroes no hubiera sido justificada y no extra
jeron de ella consecuencias contra sus cualidades como ule-
ma. Exceptuando a uno solo, al-Nubh, que actu tarda
mente, casi dos siglos despus de la muerte de Averroes22. A
travs de l se expresa la tradicin de Ibn Zarqn. Esta inver
sin de conjunto es digna de ser tenida en cuenta. Mientras
que la simpata del historiador de la medicina Ibn Abi
cUsybica y de quienes se inspiraron en l es comprensible, la
razn de ser de los puntos de vista favorables a Averroes por
parte de los bigrafos andaluses y magrebes no se percibe
9. TIEM PO d e a d v e r s i d a d e s 205

con la m ism a facilidad. Quiz haya que buscarla en el ms


antiguo de entre ellos, Ibn al-Abbr, ya que en este gnero li
terario todava segua imponindose el m odelo anterior. Ibn
al-Abbr ya no escribi en al-Andalus sino en Ifriqiya, que
recibi una afluencia de refugiados musulmanes proceden
tes de la Pennsula Ibrica que trastoc no solamente el siste
ma de enseanza tradicional local sino las propias grandes
disciplinas andaluses. Fue as como la medicina se convir
ti all en una importante actividad que reagrup a indivi
duos que hasta entonces haban vivido dispersos en Murcia,
Mlaga, Jtiva, etc. Ahora bien, la medicina fue la nica dis
ciplina no religiosa que Ibn al-Abbr atribuy a Averroes. Se
presiente, por tanto, que a travs de este sesgo, el bigrafo
admiti la especificidad del personaje, encontrndose de
masiado cercano al edicto de al-Mansr contra la filosofa y
las dems ciencias como para atreverse a hablar de ello. Al-
Ansri pudo dar este paso, pero ms tarde. Por tanto, fue ne
cesario efectuar todo un rodeo para que la parte ms desta-
cable de la personalidad de Averroes fuera restituida, lo cual,
sin embargo, no tuvo ningn efecto positivo en la difusin
de su obra.

El regazo aristotlico

Qu hizo Averroes para sortear estas peripecias? En 1192,


cuando comenzaban a aparecer los primeros signos de ten
sin, se encontraba redactando su gran comentario de la
Metafsica, que, cronolgicamente, bien parece ser el ltimo
de este gnero. Contaba entonces sesenta y seis aos y ya no
volvi a componer escritos de tal amplitud. Que se sepa, se
consagr exclusivamente, en lo sucesivo, a la medicina y a la
filosofa. En el caso de la primera, se trataba de los comenta
rios medianos de Galeno (sobre los elementos, la mixtura,
los sntomas, las facultades naturales, las fiebres y los medi-
206 AVERROES

camentos simples). Eso le mantuvo ocupado unos dos aos.


Podemos interrogarnos sobre esta especie de polarizacin,
en esa poca, que hace pensar en la orientacin que tom al-
Dahabl tras caer en desgracia, para no volver a exponerse al
peligro. Hay en ello un gesto de prudencia por parte del
propio Averroes? No habra sido ms bien invitado por una
autoridad que quera, de alguna marera, apartarle de los te
mas demasiado delicados? Parece probable, ya que nuestro
autor volvi despus a ocuparse de asuntos de lgica y de f
sica, a los que dedic al menos dos opsculos (maqla) en el
momento mismo en que arreciaban los ataques contra l.
Inconsciencia por su parte, o bien, como fiel ejecutor de las
rdenes, crea que eso le conferira inmunidad? Despus de
todo, la extraordinaria distincin de honor que recibi del
sultn haba ocurrido menos de cuatro meses despus de
haber terminado uno de esos escritos, el 29 de marzo. No
obstante, en dicha ocasin, manifest sobradamente ser
consciente de la situacin incierta en la que se encontrba
se ha planteado la hiptesis de que l quera abordar un
cuarto ciclo de estudio de Aristteles, detenindose esta vez
en aspectos particulares que le parecan dignos de ser trata
dos aparte. Eso era posible. Pero, desde los aos 1170-1174,
haba iniciado un cierto nmero de sus maql sobre temas
de lgica. Es cierto que los primeros parecan sobre todo to
mas de posicin en relacin a Avicena o a al-Frb y que es
tas polmicas prosiguieron despus, paralelamente a escri
tos ms neutros. Por otra parte, iba separndose cada vez
ms de sus antecesores, incluido al-Frb, que haba sido su
primer gua, para aproximarse sin tregua al propio texto de
Aristteles. Estaba persuadido de que en l poda encontrar
se la solucin a las dificultades suscitadas artificialmente por
los comentadores griegos y los falsifa orientales. Ms que
nunca, se manifiesta en l la tendencia a fortalecer el sistema
del primer maestro para elaborar un catlogo exhaustivo de
soluciones del mismo. Averroes no consider siquiera lapo-
5. TIEM PO DE ADVERSIDADES 207

sibilidad de que el Estagirita hubiera dudado, hubiera deja


do un problema sin respuesta, o hubiera evolucionado.
Ningn texto es fechado expresamente en la poca del exi
lio en Lucena o del retiro a Marrakech. Mal podemos imagi
narnos a un Averroes inactivo, pero ya no poda ir abierta
mente en contra del edicto del sultn.

Muerte del imn y muerte del califa

Averroes muri en Marrakech, sin haber regresado a al-An-


dalus, el 10 o el 11 de diciembre de 1198. Primero fue ente
rrado all, extramuros, en el cementerio de Bb Tagzt. Tres
m e se s ms tarde, sus restos fueron exhumados para ser
transportados a Crdoba. Ibn cArab estuvo presente y vio
montar el cadver a lom os de una bestia de carga, quedando
equilibrado el otro lado de la albarda por el peso de sus es
critos (prueba de que stos le haban seguido!). Un amigo
coment el hecho con respeto, (bn Yubayr, que se haba
puesto al servicio de sus enemigos para ridiculizarle en sus
stiras, se puso ahora al lado de los ensalzadores (lo cual
permite pensar que el filsofo haba recuperado el favor,
aunque hubiera sido marginado). Aunque Ibn cArabi ya era
consciente de que se trataba de uno de los maestros del
pensamiento y de la reflexin racional, l y sus amigos se
pusieron de acuerdo para saludarle, a partir de entonces,
con el ttulo de imn23. El cuerpo de Averroes repos fi
nalmente en el jardn de sus ancestros, en el cementerio de
Ibn cAbbs24.
Los ltimos meses de la vida de al-Mansr estuvieron
marcados por los remordimientos de sus crmenes contra
miembros de su familia, de sus faltas en general, y por escr
pulos religiosos exacerbados. La gracia concedida a Ave
rroes form parte ciertamente de los gestos de compensa
cin que prodig entonces. Sintindose morir, convoc a los
208 AVER ROES

grandes notables y a sus allegados y pronunci ante ellos un


discurso-testamento en el que recordaba la excelencia de la
doctrina y del poder almohade, que haban sido los de su pa
dre y los de su abuelo. Despus expres sus temores ante la
extrema juventud de su sucesor y, sin duda por miedo de sus
parientes, pidi que respetaran las designaciones que haba
llevado a cabo para los cargos ms elevados. Asimismo, con
jur a pensar en los hurfanos y [en] la hurfana; es decir,
al-Andalus y sus habitantes. Antes de concluir, pas revista
a las tribus almohades, citndolas una por una y hacindo
les sus recomendaciones.
El historiador Huici Miranda observa que no hizo alusin
alguna al mahdf ni a su doctrina, confirmando as indirecta
mente la idea de que no crea en su m isin sobrenatural25.
En efecto, este punto no perteneca a la profesin de fe, y si
se puede interpretar en su favor el ltimo artculo de la m is
ma sobre los milagros que justifican la profeca, hay que
ponerlo para encontrarlo, como suele decirse. Ya en 1188,
el sultn haba manifestado en pblico una conducta que ri
diculizaba una pretendida profeca de bn Tmart. Pero las
exigencias de estabilidad poltica imponan seguir m encio
nando, en los actos oficiales, al mahdi con los mismos ttu
los que le haban otorgado los califas precedentes. De hecho,
este aspecto lleg incluso a ser abolido durante un tiempo de
la enseanza almohade, a principios del siglo xin , y hemos
visto que Averroes, tras haberse interesado por l, no volvi
a dedicarle la mnima alusin.
Huici Miranda se sorprende tambin de la preocupacin
de al-Mansr slo por al-Andalus, en detrimento del norte
de frica, donde tenan lugar entonces tantas tensiones. Su
muerte, el 22 o el 23 de febrero de 1199, un poco despus que
la de nuestro filsofo, fue el signo de la decadencia, marcada
por la derrota de Las Navas de Tolosa en 1212, la cada pro
gresiva de la mayor parte de las ciudades de al-Andalus ante
los ejrcitos cristianos, entre 1226 y 1248, no subsistiendo
9. TIEM PO DE ADVERSIDADES 209

ms que el pequeo reino de Granada; los ltimos almoha


des fueron derrotados en Tinmallal, por los merines, en
1275-1276.
La profanacin de las tumbas de los califas, en aquella
ocasin, consagr el final de la epopeya almohade, que no
fue nicamente poltica, sino tambin, para algunos, una
cruzada intelectual, expuesta a quemarse las alas en el fuego
del poder.
Eplogo

Con Averroes muerto y el rgimen almohade a punto de de


saparecer, se abri la controversia a propsito del filsofo. Su
bigrafo ms prximo, el andalus Ibn al-Abbr, y un poco
ms tarde el oriental Ibn Abi tUsaybica1que le considera so
bre todo como sabio, no dudaron de su ortodoxia. Pero los
magrebes al-Ansr y al-Marrakui ya se haban heclio eco
de juicios contradictorios con respecto a l. Estos autores ci
tan juicios orales de personajes apreciados en su poca. No
es seguro, en efecto, que, como crey Renn, se hubieran re
dactado obras a favor y en contra de su ortodoxia1; con
toda probabilidad fue la literatura ora! sobre l la que proli-
fer, con su inevitable cortejo de fabulaciones. Los juicios de
Ibn Sabcin respecto al total servilismo de Averroes hada
Aristteles, y las reconstrucciones aposteriori de Ibn ^A rab
sometiendo al pensador racionalista a sus dotes msticas,
aunque puestas por escrito, proceden del mismo gnero de
aproximacin.
Se form as, junto a la tradicin de compilacin escrita,
que generalmente evolucion en un sentido favorable, con la
nica excepcin de al-Nubh, una verdadera leyenda, lleva
da por la tradicin oral, que slo fue trasladada al papel acei
to
EPLOGO 211

dentalmente. A menudo esta leyenda se volvi negra: un


poco ms de un siglo despus de la muerte del filsofo cor
dobs, el arabista cataln Ramn Llull se hizo eco de la am
plificacin experimentada por (os sinsabores del final de su
vida al afirmar que fue lapidado a causa de sus errores2
por sus correligionarios.
El ao 1527 fue importante en la formacin de esta leyen
da. Entonces se tradujo al latn una obra de origen rabe3
que, en principio, se aproximaba al gnero del diccionario
biogrfico, pero que haba sido compuesta en circunstan
cias particulares, alterando su orientacin. En efecto, dicha
obra se atribuye a al-Hasan b. Muhammad al-Wazzan al-
Zayyti, nacido en Granada en la poca en que la ciudad fue
conquistada por los cristianos y que vivi en diversos luga
res del norte de frica y del Sahel. Fue hecho cautivo y envia
do a Roma, donde se le bautiz con el nombre de Len el
Africano, redactando numerosas obras en las que se trasluce
una viva curiosidad, pero cuyos errores, sin duda debidos al
alejamiento de las fuentes, son numerosos. La resea que
consagr a Averroes cita a algunos de sus bigrafos rabes,
com o Ibn al-Abbr, pero para poner en su boca cosas total
mente diferentes de lo que se ha conservado en los textos.
Dicha resea, en cambio, aporta numerosos detalles de lo
ms fantasiosos, originados seguramente por la dinmica
oral de la que antes hablbamos, y recogidos a continuacin
por las obras de erudicin occidental hasta el siglo xix.
Entre ellas, merece la pena detenerse en el Diccionario his
tricoy crtico de Bayle, cuya difusin e influencia en el siglo
x v iii fueron considerables. Basndose en la noticia de Len
el Africano, nos da una versin de los acontecimientos de la
que podem os extractar, com o divergencias ms notables
con los datos que aportan los bigrafos medievales, los si
guientes datos: los bienes de Averroes habran sido confisca
dos y el filsofo habra sido relegado no en Lacena sino en
un barrio de Crdoba reservado a los judos. Luego se ha
212 AVEROES

bra fugado para refugiarse en Fez donde, al ser reconocido,


habra sido encarcelado y obligado a abjurar en pblico.
A continuacin habra vivido, primero, en Fez, gracias a la
enseanza del derecho, despus en Crdoba, en una gran
miseria. Nombrado de nuevo gran cad, pero en Marrakech
(y no en Crdoba), habra terminado sus das rodeado de
toda su familia, siendo enterrado all definitivamente.
Aparte de estos errores manifiestos, Bayle recupera diver
sas invenciones de variado origen. Unas atribuyen a Ave-
rroes hechos elevados, ligados especialmente a su autoridad
como mdico; as, habra sido el primero en practicarla san
gra a un nio, cuando era algo considerado mortal para
quien no hubiera alcanzado los catorce aos. Igualmente ha
bra curado a uno de sus hijos, de seis o siete aos, de una
pleuresa. Otras invenciones del mismo calibre son detalles
sobre una breve anotacin de un escritor. La observacin de
Ibn Ab cUsaybica al respecto de la fortaleza de espritu
de Averroes es sacada a escena en toda una ancdota en la
que los bigrafos andalusles envuelven su desinters y su fal
ta de venalidad en un largo discurso moralizados Quedan
otras que, ms que amplificaciones, son desviaciones, com o
en el caso del relato de las trampas tendidas al filsofo para
convertirlo en personaje sospechoso que, elaborado minu
ciosamente, llega a transformar a Avenzoar en un adversario
envidioso.
Hay otras muchas ancdotas en cuyo caso, por contra, es
difcil comprender de dnde pueden haber salido. Averroes
habra compuesto en su juventud versos galantes que habra
quemado ms tarde con grandes seales de arrepentimien
to. Respecto a las relaciones con sus hijos se d ed a que uno
de ellos habra sido sorprendido copiando versos erticos de
un mdico judo a quien l persegua judicialmente en su pa
pel de cad; ello le habra llevado a detener el proceso, al
tiempo que predecala ruina de su ciudad por permitir algo
semejante. A partir de entonces no habra querido que el
E P lU H .O 213

menor de sus hijos fuera educado para los cargos que se le


proponan en la corte. Habra incluso maldecido a uno de
sus nios con tanta violencia que ste habra muerto diez
meses despus. Otra ancdota habla de una hija de Averroes
{cuya existencia no es mencionada ms que por Len el
Africano): cuando un pretendiente le ofreci su peso en oro
com o dote, el filsofo le habra objetado que l no la conoca
en absoluto y que no poda juzgar su belleza; como ei preten
diente alegara que ella deba parecerse a su hermano, Ave
rroes lo habra despedido, censurndole por su im petuo
sidad.
Qu decir de estos relatos? Confirman una ley bien esta
blecida de la psicologa, y es que, cuanto ms se aleja la reali
dad en el tiempo, ms palia la memoria sus deficiencias, re
construyndola a base de detalles cuyo lado m inucioso y
anecdtico la persuade del carcter concreto del hecho y,
por tanto, de su veracidad. Bayle se sorprenda de que su
contemporneo, el gran arabista dHerbelot, no dijera casi
nada de Averroes en su Biblioteca oriental. Ello se debe a que,
al menos en este aspecto, el erudito se mostr ms sabia
mente crtico que el filsofo que, sin embargo, reivindicaba
dicho ttulo.
Si im espritu tan lcido, por otra parte, como Bayle, se
dej atrapar en las fabulaciones compiladas por el rabe
Len el Africano, con mayor razn los occidentales sectarios
y desprovistos de todo sentido histrico han podido proyec
tar sobre la imagen de Averroes los fantasmas ms desenfre
nados. En vista de que el filsofo andalus fue reivindicado
com o principal autoridad por un movimiento intelectual
enraizado en una visin pagana del mundo, desarrollado en
el medio universitario parisino de los siglos x m y XIV, los
adversarios de estos averrostas se creyeron autorizados a
imaginar lo peor sobre el autor epnimo. Con el tiempo y el
agravamiento, a partir del Renacimiento, de la crisis religio
sa, se lleg, despreciando toda verosimilitud, a transformar-
214 AYEIIRO

lo en un hombre inicialmente cristiano, convertido al ju


daismo, despus al islam, para finalmente oponerse a Moi
ss, Jesusy Muhammad como a los tres impostores por ex
celencia. D e su primera religin, l habra dicho que era
imposible, a causa del misterio de la Eucarista; de la segun
da que se trataba de una religin para nios y de la tercera
una religin de puercos. Si el pobre Len el Africano levan
tara la cabeza!
Glosario de nombres y trminos

A l-F rb A bu Na$r al-Frab! o A lfarabi, sabio y filsofo turco


arabfono (870-950). Fue el prin cip al responsable, d espus de
al-Kindi, de la constitucin d la disciplina llam ada falsafa (va
se resea correspondiente). Averroes dependa e n g ra n m edida
de l, desde el punto de vista d e la lgica, y su propia restitucin
del A ristteles autntico se llev a cabo com o reaccin contra la
interpretacin platonista que dio d e l el pensador oriental y que
haba perfeccionado Avicena (vase resea correspondiente).
En al-Frbi no haba desaparecido el sincretism o que p oda en
contrarse en sus predecesores, ya que reposaba en una confusin
histrica que hizo tom ar p o r aristotlicos textos producidos p o r
el neoplatonism o. Fue incluso asum ido en u n a voluntad d e con
ciliar a la s dos grandes autoridades griegas: Platn y Aristteles.
Pero fue trascendido p o r la constitucin det prim er sistem a ideo
lgico propiam ente dicho de la historia del islam. Y dicho siste
ma, fuertem ente m arcado p o r los esfuerzos de la escuela d e Ale
jandra durante la baja A ntigedad, es a su vez conciliable con el
m onotesm o. La nocin que al-Frbi tena de Dios est arraiga
d a en el libro lam bda de la Metafsica de Aristteles. Se encuen
tra igualm ente influida por Platn, ya q u e el Dios del au to r m u
sulm n era tan trascendente com o la idea del bien en el pensador
griego, y se hallaba separada de to d a consideracin cosm olgi
ca. Todo eso condujo a la idea de que el Uno es el Ser necesario en
216 AVERROES

s, lo cual significaba que el m onotesm o era un corolario de la


esencia divina.
R etom ando el sistema em anatista salido de Plotino, al-Frbi se
esforz p o r conciliar igualm ente la idea aristotlica de la eterni
dad de la m ateria con la tesis creacionista del C orn: la m ateria es
eterna, pero deriva de Dios p o r em anacin, que podem os definir
com o la fuerza creadora del pensam iento de Dios p o r S mismo.
De autopensam iento en autopensam iento, se pasa de Dios, ni
co Ser necesario, a las diversas inteligencias y a la jerarqua de los
seres. Se tratab a de una especie de trasposicin al piano del cos
m os del rbol de Porfirio que, desde el punto de vista lgico, va,
segn la divisin de cada gnero en sus especies, del gnero m s
general al individuo.
En este esquem a, la sabidura es representada com o vuelta de
cada espritu al proceso em anatista- Se tra ta de unirse a las inteli
gencias prim eras, a travs de un esfuerzo de ascesis que perm ite
rem ontarse de los d ato s sensibles a las nociones cada vez m s
abstractas, A ello al-Frbi le aadi que si d hom bre debe reali
zar este esfuerzo de ascensin p o r s m ism o, algunos personajes
elegidos reciben el don de com unicar desde el p rim er m om ento
can la inteligencia agente: se trata de los profetas. No solam ente
recorren de golpe el largo cam ino que a los filsofos les cuesta
trabajo cubrir, sino que disponen de m edias sensibles (imgenes,
conminaciones...) para poner el fruto de esta com unicacin al al
cance de la masa. Se trata de la conciliacin entre la m isin prof-
tica y la teora platnica del filsofo-rey.
Por prim era vez en la civilizacin rabe, el saber extranjero se
reunific en una perspectiva que pretenda ser directam ente asi
m ilada por el islam. Todos los aspectos -a] menos los que so n co -
nocidos a travs de la tra d u c c i n - de la filosofa de A ristteles
fueron reintegrados segn el ndice fijado p o r su editor del siglo i
antes de I.C., A ndrnico de Rodas. Al-Frbi no slo continu a
obra de al-K indl aportando, esta vez, ya no slo indicaciones es
colares sobre tal o cual disciplina sino tam bin com entarios
escolsticos a escritos precisos, adems de num erosos textos que
sintetizaban su enseanza y jerarquizaban su contribucin. Es
pecialm ente, tal esei caso a la h o ra de definir las ideas d lo s h a
bitantes de la ciudad virtuosa, ideas que van de! Ser prim ero
L O S A ktO R E NOMBRES Y TRM INOS 217

hasta la teora hilem rffcay el anlisis del cuerpo, p o r u n a p arte,


y hasta la de las potencias del alm a p o r otra, y finalm ente a la p o
ltica y a la m oral. Y para que el sistem a de ideas desem boque en
una ciudad arm oniosa, es necesario que el hom bre n o se com en
te con un conocim iento de todo eso a travs d e las representa
ciones im itativas Imita!], las cuales pueden conducir a la co n
tradiccin y al escepticism o, sino que alcance esas cosas
com unes a travs de sus prtiebas / burkan, pl. barhinj, a fin de
que ellas no se vean afectadas p o r n inguna contradiccin ni p or
sofism a, ni p o r incom prensin, pues entonces el conocim iento
del contradictor no sera la realidad d e las cosas en s, sino m s
bien un a falsa idea1,

A l-G azli Abi Hm id al-Gazli o Algacel, ju rista y telogo persa


arabfono (1058-1 U 1). Su crtica de iafabafa (vase la resea
correspondiente) de al-Frbi (vase resea correspondiente) y
sobre todo de Avicena (vase resea correspondiente), realizada
en nom bre de la ortodoxia religiosa, fue decisiva en la form acin
de la propia sntesis filosfica de Averroes.
Dos factores esenciales se encuentran en el origen d e dicha crti
ca. Uno es que mientras Avicena sigui siendo sunni (vase sun-
nism o), al-Frbi se hallaba prxim o al $cism o, aun q u e l mis
mo no fuera sc, y los m ovim ientos m s esotricos, com o el
ism 'ilism o, tom aro n m uchos elem entos con el m ism o fondo
neoplatnico que la fasafa. Al-Gazll subray tales convergen
cias con predileccin.
El segundo factor es que al-Gazli era nicam ente u n ulem a, in
cluso m s bien un ju rista , q u e no se convirti en mutakallim
(vase kalrn) ms que com o u n m al necesario y no sin reticen
cias p o r su parte. Sus escritos cubrieron antes que n ad a los diver
sos m bitos de la ley religiosa (arfa), de la cual no se ap artaro n
ms que para tratar del sufism o, p o r un lado, y para preparar su
ofensiva contra la filosofa, p o r otro. En sta, en principio p roce
di, en sus Miras de osfilsofos, p o r una p rim era exposicin, de
una calidad notable, de la falsafa, segn sus tres com ponentes
principales: lgica, m etafsica y fsica. A continuacin, aunque
aceptaba la prim era, recus las o tras dos en su Refutacin
[Tahfut] de losfilsofos. Pero o hizo desde el nico p u n to de vis-
218 AVERKOES

ta de la ortodoxia. Las m ltiples referencias cientficas que ha


can los antiguos rnutakaimn fueron descartadas, o n o apare
cen ms que de forma m uy subordinada. Todo sucedi com o si,
con al-al-Gazl, el kal&m (vase resea correspondiente) acaba
ra de levantar acta de la confiscacin de la trayectoria cientfica,
fuera p o r parte de m eros tcnicos sin m iras ideolgicas -lo cual
no plantea m ayor problem a-, fuera por la sola fahafa, que la inte
graba en u na cosm ovisin juzgada inaceptable.
Se ha podido observar qu e al-G azli n o buscaba tan to d iscutir
las tesis de os filsofos en beneficio de otras tesis, com o lanzar
un descrdito global sobre la propia disciplina. Antes que nada
busc el efecto psicolgico. Por si acaso, se sirvi d e u n principio
de vida religiosa, ya antiguo en el islam sunn: la relatividad de la
razn, la incapacidad de hecho en la que ella se encontraba para
alcanzar p o r sus propias fuerzas la realidad oculta de Dios y de
sus relaciones con las criaturas2. Para lograr dicho efecto psico
lgico, todos los m edios eran buenos: llam ada al sentido com n,
insistencia en las contradicciones internas, habilidad en la expo
sicin destin ad a a m o stra r que l m ism o e ra ta n com petente
com o los filsofos, siendo lodo ello llevado a u n ritm o que ape
nas favorecala profundizacin en lascuestines abordadas.
En sum a, con al-al-Gazil, el crculo pareci cerrarse. De la prc
tica de la com unidad surgi la exigencia de referirse a disciplinas
de orden tcnico (vase sucesiones). stas se desarro llaro n a la
vez p o r ellas m ism as y com o soporte de otras disciplinas tcnicas
profanas (tales com o la contabilidad, la astronom a, etc.). A todo
eso se le incorpor u n a necesidad de especulacin, bastante
com prensible en una civilizacin que, m uy rpidam ente, haba
alcanzado u n elevado nivel cultural. Pero dicha especulacin, tal
com o fue puesta en prctica p o r los telogos, result u n tanto
liosa, lo cual suscit la reprobacin d la s personas m s riguro
sas, quienes decidieron im ponerse u n a mayor fidelidad con res
pecto a la herencia griega. El kalm acept entonces despojarse
de una parte de su problem tica inicial tan variada, lo cual refor
z el carcter sinttico de la falsafa. Pero finalm ente, se p ro n u n
ci el divorcio. El pensam iento religioso n o acept m s criterio
que la revelacin ni los dem s elem entos culturales, sin o e n la
m edida en que podan encajar en una visin sincretista o cuan-
GLOSARIO DE NOMBRES V TRM INOS 219

do prim ab a el p u n to de vista prctico. La sabidura (hikma) n o


proceda oficialm ente del islam sunn, lo cual n o le im pidi dejar
huella en num erosos autores religiosos, entre ellos el propio al-
G azali y justo en su prin cip al tra ta d o d e derecho, el Mustaf.
Pero eso no fue abiertam ente reconocido y se m antuvo la am bi
gedad con conocim iento de causa, yendo las proclam aciones de
principio en el sentido de u n trad icio n alism o p u ro y du ro , al
tiem po que las obras integraban su b repticiam ente m uchos as
pectos de las tendencias condenadas.

AScarism o El ascarism o es la form a del kcilm (vasela reseaco-


rrespondiente) m s rechazada p o r Averroes. Sus principales ca
ractersticas son las siguientes:
En la reaccin suiui (vase sunnism o) de finales del siglo ix, Ab ]-
Hasan al-Asca n , epnim o d la escuela teolgica que progresiva
m ente se convirti en la de mayor influencia en el islam, jug un
papel fundam ental. En un principio m uctazil (vase m u'tazilis-
m o), al-Acar decidi ms tarde apelar a las gentes de la tradi
ci n y de la com unidad. Pero sus obras n o ro m p iero n c o n su
an terio r escuela m s que de form a parcial, m ientras que la am
pliaron en aspectos esenciales-
Tal ampliacin se manifiesta sobre todo p or el m ism o recurso al ra
zonam iento, indispensable p a ra conocer a D ios e n tan to que
creador, a p a rtir del carcter innovado del m undo, y com o d o
tado de atrib u to s fundam entales. La revelacin viene de alguna
m anera a llenar esta form a y a confirm arla, a cam bio de una in
terpretacin (tawil) que reabsorba las contradicciones aparentes
de la creacin. A l-A s'r y sus sucesores eran igualm ente p a rti
darios de extender la teora a travs de un verdadero sistem a de
explicacin del m undo, aunque ellos le dieron m enos im p o rtan
cia que sus antecesores muTaziles. Pero el atom ism o, p o r ellos
elegido com o sistem a explicativo, iba a ser elevado al rango de
piedra angular del edificio, ya que relacionaba el cuerpo del sa
b er sobre la naturaleza con la cuestin del carcter adventicio del
m undo y, p o r tanto, con la prueba de la existencia de Dios. Como
se declara de entrada en u n com pendio de teologa as^ar que al
canz una gran difusin, especialm ente en el Occidente islm i
co, el I r d de Yuwayni (siglo x i), el p rim e r d eb er del hom bre
220 AV6RBOES

adulto es intentar razo n ar sanam ente p a ra convencerse de la


contingencia del m undo3.
Asimismo, el ascarismo recuper p o r su cuenta el uso de la forma
sem tica del razonam iento, el qiys (vase la resea correspon
diente), que el m ir'tazilism o haba generalizado fuera de los m
bitos estrictam ente jurdicos y lingsticos en los que se haba
ilustrado en un principio. Por ejem plo, al-Ascar dedujo la p osi
bilidad p ara Dios de ser visto p o r los hom bres segn el siguiente
razonam iento: Quien no se conoce a s m ism o no conoce nada,
y al igual que Dios conoce las cosas, l se conoce a s m ism o, y
como se conoce a s mism o, le es posible hacerse conocer p o r n o
sotros*, Por tanto, no es la revelacin la prim era sino las accio
nes hum anas, las cuales fundam entan eso a travs de u n razo
nam iento filosfico y no teolgico. F.n este sentido, el ascarism o
se halla muy prxim o al alm ohadism o.
En contrapartida, hay dos puntos esenciales respecto a los cuales
rom pe con el m irtazilism o y se acerca a la religin tradicional.
Por una parte, el razonam iento, si es indispensable y requiere a la
vez exactitud tcnica y rectitu d m oral, conduce- a la tie n d a ,
pero no de form a necesaria, ya que entonces se term in ara la li
b ertad divina absoluta. Si de o rd in ario un a d e n d a se produce
com o consecuencia de u n razonam iento, es nicam ente (...) en
v irtu d de un hbito in stitu id o p o r Dios, al igual que h ab itu al-
m ente un nio viene al m u n d o despus de h ab er existido u n aco
plam iento, o que el trigo crece tras haberse realizado las labores
de siem bra; cada vez, D ios p o d ra hacer que sucediera d e o tra
manera*.
Por otra parte, m ientras los mu^taziles crean que el hom bre cono
ca p o r su simple entend im ien to lo que est b ien y lo que est
mal, y que podem os com prender que las obligadones religiosas
obedecen a una razn, m s profunda que los im pulsos inm edia
tos, el a'arisnio vea en la palabra divina el fundam ento nico de
los valores morales. La razn n o nos obliga m s que en el m bito
de la lgica, no en el de los actos. As, el ho m b re no debe o b rar
como un infiel, ya que eso le est prohibido, pero D ios, sobera
nam ente libre, pudo crear la infidelidad sin q u e tengam os dere
cho a protestar por ello.
Con este term ino m edio se enfrentaron tanto los racionalistas in
O LOSA 1(10 l>E NOMBRES V TERMINOS 22

transigentes que son ios filsofos ( v a s e f a ls a f a ) como quienes,


sin ser puros tradicin alistas, no admitan esta intervencin en
segundo plano de larevelacin y de la Historia.

Avicena Ab CAI: Ibn Sn, latinizado en Avicena. Sabio y filsofo


ira (980-1037). Averroes tuvo que ver con su o b ra en do s m bi
tos: la m edicina, cuya concepcin general p o r p arte d e Avicena l
adm iraba, al tiem po discuta que aspectos particulares, y la filo
sofa, en la que era esencialm ente crtico, ya que estim aba que los
reproches que al-Gazli (vase resea) haba hecho a Avicena en
esta m ateria se hallaban justificados en (a m ayora de los casos,
debido a sus propias inconsistencias.
A pesar de su am bicin p o r conciliar la ley religiosa m usulm ana
con el pensam iento griego, la sntesis d e al-Frb (vase resea)
result m s m o n o testa q u e prop iam en te islm ica. N o slo es
que al-Frb se form ara con dos cristianos, sino que o tro cris
tiano, Yahy b. 'A d l, le sucedi a la cabeza d e su escuela en Bag
d ad cuando ab an d o n la ciudad, sucesin que n o parece h aber
planteado dificultades. Ms tarde, los esfuerzos de Avicena con
fieren a la enseanza de al-F5rbi una coloracin m s p uram ente
islmica. A dem s de num erosas precisiones y de m ejoras con
respecto a ciertos detalles de la tcnica filosfica, las cuales le
perm itieron oponerse al m todo del kaim (vase resea corres
pondiente) a causa de su carcter aproxim ativo, Avicena consi
gui dom inar el sistem a de al-Frb a travs de una m stica inte-
leclualista. Hay que recordar tam bin que en la inm ensa sum a de
trabajos y de conocim ientos ad q u irid o s p o r este personaje, la
doctrina d e al-Frb no era m s que un elem ento que, u n id o a
una prim era formacin en ciencias religiosas tradicionales p or una
parte, y a una o b ram dica p o r otra, le convirtieron durante m u
cho tiem po en el m s clebre terico en la m ateria.
Ello tuvo repercusiones e n la constitucin del cuerpo ideolgico.
Ai-Frbl estaba m s centrado en el aspecto sistem tico: escriba
com o do ctrin ario y com o profesor. R aram ente abandonaba es
tos registros p a ra llevar a cabo bsquedas especializadas o para
m antener polm icas con tra otros autores o co n tra falsas ciencias
com o la astrologa. Avicena era m s riguroso, llegando a resolver
num erosas dificultades dejadas en su sp en so p o r el segundo
222 AVERKOKS

m aestro (despus d e A ristteles), pero tam bin m s desorde


nado. Llev a cabo grandes recopilaciones en filosofa y en m edi
cina, a la vez que se deben tam bin a l tratad o s confusos y res
puestas deslavazadas a preguntas que le fueron form uladas tanto
en las ciencias tericas (m atem ticas, msica, astronom a, fsica,
qum ica, ciencias naturales) com o p rcticas (tica, poltica y
econom a) y a n religiosas (exgesis cornica, cuestiones de
conducta, sufism o, interpretacin de relatos religiosos com o el
de la ascensin de! Profeta, etc.). Se tra ta asim ism o de u n escri
tor que a m enudo se contentaba con versificar con un fin m n e
m otecnia), pero que tam bin saba com poner en verso y en p ro
sa. A lgunos de estos textos estn perfectam ente vinculados al
sistem a, aunque sea a cam bio de un fastidioso discurso desdo
blado de la siguiente m anera: exposicin filosfica, despus
enunciado frase por frase del tema, cada una acom paada d e la
frm ula es decir, que a su vez enlaza con u n a frase d la prim e
ra parle. En el caso de algunos textos, la im posibilidad de relacio
narlos con o tro s hace que, a veces, su atrib u ci n a Avicena sea
dudosa, sin que, por o tra p arte, haya m anera de p ro b ar lo co n
trario.

Fsafa Escuela doc trinal de expresin rabe qu e apela a la he


rencia griega. C om o tal, no es ms que u n a p a rte d e la filosofa
rabe, que se llam a hikma (sabidura).
La aparicin de esta escuela debe ser situada en relacin con el
contacto inicial entre el pensam iento griego y el rabe. La p rim e
ra escuela teolgica, el m ut tazil:sm o (vase resea co rresp o n
diente) utiliz fundam entos de lgica, de fsicay d e m etafsica
griegas, pero de form a no sistem tica. Las cosas cam biaron con
siderablem ente con la ap a ric i n de los in stru id o s que no se
contentaban con esta aproxim acin im presionista al saber
griego, y que decidieron vincularse a l con fidelidad, apostando
a que lo verdadero no puede contradecir a lo verdadero, y que la
filosofa griega se conciba con la revelacin. Esta vinculacin
doctrinal se tradujo en la adopcin de las propias palabras grie
gas que designan a la filosofa y quienes se dedican a ella: ya no
solam ente hikma, llam ndose aquel que se dedica a ella hkim
(pl. hukama'), sino tam bin la p u ra y simple pronunciacin ra-
GLOSARIO D t NOMBKKS Y TRM INOS 223

be del vocablo extranjero philosophia - julsafa , philosophos fay


lasf(p].falsfa). En consecuencia, la filosofa se convirti en la
ciencia de los seres eternos y universales, d e su existencia, de su
esencia y de sus causas - e n la m edida en que eso es posible para
el hombre*; la palabra fkma, p o r su p arte, pas a designar la in
vasin d la prctica p o r p arte de este aspecto terico: la virtud
de la potencia racional; [...] la ciencia de los seres universales en
su verdad, y la pu esta en p rctica de las verdades que hay que
practicar7.
N o obstante, esta reivindicacin de filiacin n o desem boc inm e
diatam ente en u n a actitu d sistem tica. Q uien es generalm ente
reconocido com o el prim er representante d e esta escuela, YaSjb
b. Ishq al-K indi (m uerto e n 873) pareci oponerse a una visin
estrecham ente etnocentrista y p red icar la receptividad al decir:
Uno de los deberes prim ordiales es n o m enospreciar a nadie de
quien hayam os extrado algn provecho, p o r m nim o e insignifi
cante que sea. Qu decir, pues, de quienes p a ra nosotros fueron
los (actores esenciales de u n verdadero enriquecim iento en m a
terias de prim era im portancia y extrem adam ente preciosas? Es
tos autores, en efecto, aunque perm anecieron en la ignorancia de
una p arte de la verdad, fueron p a ra n o so tro s la va y el in s tru
m ento p ara llegar a m ltiples conocim ientos, cuya entera veraci
dad ni ellos m ism os pudieron alcanzar...*
De la m encionada receptividad pende, com o resultado, u n cierto
eclecticismo. Ciertos tratados deal-K indl aparecen com o u n a re
copilacin de un determ inado nm ero de ex tracto so d e indica
ciones doxogrficas, a de notas de lecturas cuya com paracin ex
presa un consenso filosfico, designa u n a d o c trin a com n en
m ateria de m oral y de escatologa; el espritu de esta coines p la
tnico, en el m s am plio sentido de la palabra5. Y, de hecho, al-
K indi afirm la necesidad de una visin pluralista: Nos resulta
perfectam ente claro y lo m ism o a los m ejores de los filsofos an
teriores no arabfonos, que nadie pu ed e alcanzar lo verdadero
-aquello que verdaderem ente m erece el nom bre de verd ad ero -
p o r su propia bsqueda. N inguno de los filsofos, tom ados in d i
vidualm ente e incluso en su conjunto, ha podido acceder a la to
talidad de la verdad [...]. Pero si reunim os la pequea parte que
ha alcanzado cada uno de aquellos q u e h an encontrado algo de
224 AVEK&OES

verdadero, obtenem os u n resultado de notable valor...10Asimis


m o, Aristteles, aunque era ya d prim er m aestro n o lo era ms
que en tanto que el ms sabio de los filsofos griegos, y su auto
ridad fue invocada precisam ente p o r haber afirm ado su propio
reconocim iento hacia sus predecesores.
En sum a, tenem os ah un estadio de preparacin consciente. Al-
K ind se dio cuenta de la diferencia d e poca, d e lengua y de reli
gin existente entre los griegos y su propio universo. Asimismo,
era necesaria una presentacin actualizada de la obra de los p ri
meros: Presentar de m anera exhaustiva lo que dijeron los an ti
guos, buscando las explicaciones q u e fueran las ms directas y
las m s fciles para nuestros correligionarios, y com pletar sus di
chos, ajustndonos, en la m edida d e nuestras posibilidades, a las
norm as d e la lengua rabe y a los im perativos d e la poca11.
Como consecuencia de ello, los filsofos se escandalizaron del lugar
secundario que ocupaba el conocim iento de) m u n d o en la disci
plina del kaim (vase resea correspondiente) y denunciaron el
carcter aficionado, incluso arbitrario, que tenan las especula
ciones de los telogos tan to sobre la estru c tu ra de la m ateria
como sobre aspectos particulares d e fsica, fisiologa, psicologa,
etc. En un prim er m om ento, n o obstante, eso apenas tuvo conse
cuencias. El m ovim iento iniciado p o r al-K indi supuso u n consi
derable trabajo de traduccin, d e adaptacin, de explicacin,
que requiri de tiempo. El p rim ero en producir u n sistem a p ro
piam ente dicho fue Ab B akr al -Razi (siglo x ), cuya o b ra filos
fica se vio eclipsada p o r su enorm e reputacin com o m dico cl
nico. Tanto m s cuan to que n o perten eca v erd aderam ente al
islam ni siquiera a ninguna religin m onotesta, aunque se m o
va en un universo m ental que com binaba elem entos platnicos y
pitagricos en m etafsica, y rem iniscencias epicreas e n tica.
Con al-Frbi (vase resea correspondiente) la falsafa tom su
form a caracterstica.

cllm En el C orn se utiliz considerablem ente esta n o ci n que


significa literalm ente saber en to d as sus form as: verbo, adjeti
vo, sustantivo. Pero conviene sealar claram ente su s orientacio
nes, dependiendo si se trata de Dios o del hom bre.
Dios, por su parte, lleva, entre los noventa y nueve nombres supre-
GIjOSAKU) DE N O M IlifhS TERM INOS 225

m os, el de sabio o prudente. Es decir, que sabe todo, de lo vi


sible y d e lo oculto. En pocas palabras, designa la onm isciencia.
Y es significativo que algunos telogos consideraran los califica
tivos de sabio (dlirrt) e inteligente (cqil) com o equivalentes,
ya que enfocaban las dos facultades correspondientes com o sim
ples sum as de conocim ientos.
Aplicada al hom bre, la palabra saber (ilm) remite exclusivamen
te al contenido d e la revelacin. Y es precisam ente as com o el is
lam , hasta el siglo XIX, la h a entendido, ya q u e p o r ilm a secas
enunciaba el saber religioso en sus diversos aspectos: m em oriza
cin del C orn, de las tradiciones de) Profeta o de sus allegados
(hadiz), de las reglas ju rd icas q u e p o d an extraerse de ellas
(fiqh), de los elem entos de interpretacin textual que se derivan
dlas m ism as (tafsir) -se opona el tafsirporla ciencia (bi-cilmm),
nico vlido para los espritus tradicionales, al tafsir por la opi
nin, asim ilado at tafsirporla pasin-, incluso de los dato sh ist -
ricos en la m edida en qu e expresaban el proyecto d e D ios p ara
con la hum anidad.
A sim ism o, la apologtica islm ica m o d ern a in terp reta, d e for
m a sum am ente abusiva, el hadiz siguiente: Buscad la ciencia,
aunque sea hasta en C hina, en el sen tid o de q u e es favorable a
lo que hoy en d a entendem os p o r disciplina cientfica. Se tra
ta aqu, de form a bien evidente, d el sab er religioso, o al m en o s
tradicional.
La idea de ciencia, ta l com o la concebim os actualm ente, ha
sido expresada en rabe clsico nicam ente p o r com posicin d e
palabras: la fsica es ciencia de la naturaleza (ibn al-tabfa), la
astronom a ciencia de las disposiciones d lo s astros (ibn al-
haya), la geom etra ciencia de la m edida (ilm al-kandasa),
etc. Estas disciplinas no son, p o r tan to , saberes m s que p o r an a
loga cuya referencia siem pre ha estado ju n to a la revelacin.

Kalm Literalm ente, palabra, nom bre. El que p ractica esta


disciplina se llam a mutakallim (pl. mutakcdlimiin).
Es m uy difcil definir el recorrido exacto que llev al islam a re
presentar la form a especifica de la teologa m usulm ana. Limit
m onos a establecer las dos constataciones siguientes.
En el trabajo de traduccin del griego al siriaco y de ste al rabe
226 AVER ROES

que en un principio se llev a cabo entre los cristianos y despus,


m s am pliam ente, en el conjunto de una cierta intelligentsia del
im perio islmico, la palabra kalm empez a em plearsepara tr a
ducir el griego logas (palabra, razn, argum ento). En consecuen
cia, cada ram a del saber se encuentra llgadaa una palabra p a r
ticular: la fsica es el discurso sobre la naturaleza (periphseos
logoi), que el rabe traduce literalmente: al-kalm al-tabFv, los f
sicos (phusikoi,phusiologoi) son aquellos que hablan sobre los
datos naturales (al-mutakalljmnfi l-tah'iyyt) o los adeptos
del discurso s b rela naturaleza (ashb al-kalm al-tabfi). Lo
m ism o para los telogos, adeptos del discurso sobre ia divini
dad (ashb al-kalam al-ilhf) o aquellos que hablan de las cosas
divinas (al-tmttakallimnfi l-ilhiyyt).
Pero, por otra parte, parece que, en sus inicios, esta forma de discu
r r ir sobre tem as que no era n accesibles para to d o s fue severa
mente juzgada y que aquellos que se dedicaban a ella fueron ta
chados de camelistas. Efectivam ente, en la constitucin del
nom bre mutakallim se en cuentra una form a d e dim inutivo
(muta-) que a m enudo es em pleada peyorativam ente. Es muy
posible que este sobrenom bre fuera ms tarde reivindicado pol
los interesados, transform ndolo en u n a provocacin agresiva.

M uctazi!ism o La p rim era g ra n escuela del kalm (vase resea


correspondiente), que floreci en tre los siglos v tn y x , acab
siendo sospechosa. El m udazilism o d io a esta disciplina su for
ma especfica, sobrepasando los problem as religiosos p articu la
res p ara elevarse a un a do ctrin a globalizante.
En efecto, el m ovim iento m itazih ' n o se content con p resen tar
se com o el poseedor d e un verdadero discurso (kalm); el de
las cosas divinas. A bord, ciertam ente, con preferencia, las cues
tiones propiam ente religiosas com o los atributos divinos, el esta
tuto del C orn, los actos hum anos, etc. Pero nos encontram os en
u n contexto m onotesta creacionista. A travs del sesgo d e la
cuestin de la creacin del m undo, fue -d e form a general- la de
la estru ctu ra d e la m ateria la que se co nvirti en inevitable. De
hecho, a principios del siglo ix se em pez a d isc u tir sobre con
ceptos tales com o acu erp o , sustancia, accidente. La in
fluencia del pensam iento griego era visible, bien directam ente a
GLOSARIO a s NOMBRES Y TRM INOS 227

travs de algunos textos traducidos, o m s frecuentem ente de


form a indirecta, a travs de la difusin de estos tem as en u n a cul
tu ra escolar.
Entre estas reflexiones, se abri paso a una doctrina que, aunque n o
suscitaba unanim idad en sus principios, goz de u n a gran fo rtu
na ms tarde: la de) atom ism o11. El C o rn h ab la d e darra para d e
signar cualquier cosa infinitesimal que, no por ello, Dios desde
a (azora IV, aleya 40y azora X, aleya 61...), trm ino que el rabe
m oderno ha recuperado para llam ar al tomo, pero que m s bien
parece ligado, en sus principios, a la designacin de horm igas
microscpicas. Sin embargo, no fue ste el vocablo que em ple el
rmVtazsmo. En su coleccin de Dichos de los musulmanes ante
riores a l, al-AscarI, en la confluencia de los siglos ix y x , utiliz
traducciones literales del griego: aquello que n o se puede cor
tar {atomon - lyalayazzau), aquello que n o puede dividirse
(adiaireton - lyanqasimu). Posteriorm ente, fue el sustantivo del
prim er verbo (yuz) el que se convirti en el trm in o oficial.
Asimismo, resulta sorprendente que esta doctrina, rechazada p o r la
mayora de los pensadores griegos, fuera aceptada p o r la mayo
ra de los m u' taziles. La respuesta es que el atom ism o de los m u
sulm anes, aunque recuper el v ocabulario de los griegos, era
m uy diferente del plano de fondo de stos ltim os. Para ellos, el
tom o Fue creado; ya fuera a p a rtir d e nada o a p a rtir d e u n a m a
teria prim era, era necesaria la intervencin de un cincelador.
Adems, ellos extrapolaron, el razonam iento que se hallaba e n el
origen de la eleccin de este concepto pa ra darle u n a resonancia
antim aterialista: el tom o n o puede ser dividido infinitam ente de
la m ism a m anera q ue no puede h ab er u n a infinidad de tom os.
El ejem plo precedente m u estra claram ente la desenvoltura c o n la
que la civilizacin islm ica actu e n relacin con las culturas de
las que se sirvi, pero a las que n o se dej vincular. A propsito
del sistem a explicativo d d ser que d io A b l-Hudayl al-'AUf, el
m s an tig u o conocido y posiblem ente el p rim ero realizado, se
p u d o decir que d propsito d d ftafm, as concebido, era p ro p o r
cionar u n paradigm a que perm itiera com prender a la vez el C o
rn y el m undo13. Esto significa que n o nos encontram os an te u n
racionalism o en el sentido habitual d e la palabra, que hace d e la
razn u n a in stan cia directriz, sino m s bien an te la afirm acin
228 AVEKK.OKS

de que la visin del m undo que d a la revelacin es razonable y


puede, p o r tanto, asim ilar todo lo que, en el m undo, sea conside
rado razonable, al m enos segn esta vara de m edir! En conse
cuencia, los conceptos son susceptibles de evolucionar. Tal es el
caso del concepto de tom o que, p a ra los prim ero s mutakalli-
rttn, designaba un p u n to geom trico, sin n in g u n a propiedad,
m ientras que los imrtaziles tardos le reconocan todas las cuali
dades sensibles: color, sabor, olor...
El siglo x /iv vio corno se producan a la vez. el endurecim iento de
ciertas posturas, en relacin con las tendencias anteriores o por
el contrario com o reaccin frente a ellas, e intentos de concilia
cin en m ayor o m en o r m ed id a n o confesados com o tales, lo
cual suscit nuevas disputas. En el interior del inm tazilism o se
pas d e un p rim er estadio m arcad o p o r una extrem a diversi
d ad d e hom bres y de doctrinas a un segundo en el que verda
deras escuelas se constituyeron alrededor de u n cuerpo d o c tri
na! coherente y convertido en un verdadero sistem a1'*. P or lo
dem s, sus tesis fueron recuperadas p o r destacados m iem bros
del lfism o.

Qiyas R azonam iento en dos tiem pos, especficamente sem tico,


traducido a m enudo (de form a u n tanto im procedente) com o
razonam iento analgico.
La ciencia de la metodologa del derecho ( usl al-fiqh) en u n p rin
cipio reposaba sobre tres fuentes tradicionales: el C orn, la zuna
(= conjunto de hadices) y el consenso. Muy rp id o result evi
dente que eso era insuficiente, ya que, segn u n proverbio ju rd i
co, los textos son num ricam ente lim itados m ientras que los ca
sos concretos son infinitos. Algunos, especialm ente la esc u d a
de Ab H anfa (el hanafism o), pensaron en p aliar tal insuficien
cia a travs del recurso a la opinin del especialista (ray. literal
m ente ojeada). Pero el clebre al-Sfifi, l tam bin epnim o de
u na escu d a de derecho (e! sfifism o), im puso la idea, aceptada
progresivam ente p o r casi todos, segn la cual, e ra necesaria,
ciertam ente, u na intervencin de la razn hum ana, pero sta d e
ba proceder de acuerdo con u n proceso que pudiera ser expre
sado explcitamente. De todas m aneras, en los prim eros tiem pos,
los juristas se contentaron p a ra ello con una form a sem tica de
GLOSARIO OS NOMBRES y TRMINOS 229

razonam iento llam ada qiys. Se trata de una argum entacin en


dos tiem pos que p arte de un caso p articu lar conocido (a travs
de una fuente tradicional), p ara llegara otro caso particular des
conocido, p ara el cual, precisam ente, se busca una solucin. El
paso de uno a o tro se realiza tom ando com o base una causa
(fitla). Pero sta es fuente de dificultades, ya que puede consistir
en la sem ejanza entre am bos casos, la contigidad de sus dos o b
jetos, una funcin idntica, etc. A hora bien, la apreciacin d e tal
causa es muy discutible. Asimismo, las diversas escuelas pueden
ser clasificadas en funcin de la libertad que reconocen o niegan
en la materia.
A p artir del siglo xt, se produjeron esfuerzos p ara sustituirlo p o r
el silogism o de tip o aristotlico. Pero adem s de que eso n o siem
pre fue posible, surgi una dificultad suplem entaria al drsele a
este razonam iento silogstico el m ism o nom bre deqiys.

Sucesiones La ciencia o derecho de las sucesiones (cilm al-far id)


es a n a disciplina especficam ente islm ica cuya im p o rtan cia,
para lo que nos interesa aqu, es servir de nexo de u n i n entre las
ciencias religiosas y las profanas, p o r lo com n opuestas.
El Corn im pone dos reglas. Una es respetar ciertas proporciones
en el reparto de una herencia. Las aleyas 7 a 42, as com o la 176 de
la azora IV fijan expresam ente u n a distrib u ci n p o r fracciones
pares o im pares, en funcin del grado de parentesco con el d ifun
to, de la presencia o no de otros herederos, del sexo y del n m ero
de m ujeres que figuren en el m ism o ra ngo, etc. La o tra regla figu
ra en las aleyas 7 a 33 de la m ism a azora: ... Tanto si es poco
como si es mucho. |Q ue a cada uno se le asgnela p arte que le co
rresponde!. A todos, les hem os establecido unos herederos que
reciban lo que hayan dejado [sus de cttjus]-. el padre y la m adre,
los parientes cercanos y aquellos a quienes vinculan vuestros ju
ram entos. A ellos dadles su parte! Dios es testigo de todo. Ello
no slo significa que prcticam ente siem pre hay herederos, sino
que la bsqueda de los m ism os debe ir lo m s lejos posible. En
caso de m uerte de un heredero pr x im o -alg o que suceda con
mucha frecuencia en las sociedades arcaicas- eran sus herederos
quienes pasaban aa d q u irir su derecho de sucesin,
A sim ism o, el sim ple respeto de estas dos reglas cornicas trajo
230 AVERROS

consigo el desarrollo de u n a ciencia de las fracciones m uy elabo


rada. No slo convena reducir a la u nidad prop o rcio n es cuya
sum a no coincida m s que rara vez con ella, sino que era necesa
rio hacer intervenir sucesiones en cadena p a ra ten er en cu en ta a
los herederos de cada derecho habiente fallecido. Los tratad o s es
pecializados com puestos en la E dad M edia cubren casi todos los
casos posibles, y especialm ente los llamados en escalera.

S unnism o La palabra term in p o r designar la ram a m ayoritaria


del islam . Pero su significacin original es reivindicar la totali
d ad de la tradicin (sunna), incluidos los procesos histricos de
los prim eros siglos del islam que fueron escenario de luchas p ara
hacerse con el califato (sucesin del Profeta).
El vocablo sunnapaieci tardam ente (a principios del siglo vxJsi
glo m de la hgira) en el m arco general d e u n a voluntad de res
tauracin contra lo que se consideraban desviaciones. D e he
cho, esta frmula de restauracin del sunnismo es engaosa ya
que induce a pensar -co m o deseara el apologista- que el sunnis
m o es el islam de los orgenes, m antenido inm utable, pero al cual
se habran sobreaadido, e incluso opuesto, ram as calificadas
como herticas. Ciertam ente, el conjunto de la com unidad se vio
sucesivamente cercenada, p rim ero p o r eljariyism o, despus p o r
el sl'ism o , m ientras que en s m ism a tam poco era hom ognea.
En los prim eros tiem pos, consisti en una yuxtaposicin de for
m as m uy diferentes, que no tenan en com n o tra co saq u ee! d e
seo de no querer rom per con la comunidad (pam'a). Eso iba
del pie tism o ms conservador hasta form as notables de a p ertu ra
al exterior. El esfuerzo m u 'tazil (vase m u 'tazilism o) p a ra d e
fender la m aterialidad de la Revelacin, pero m o stran d o su ra
cionalidad, en gran m edida fu e suscitado p o r el desafio SIc de
una religin m s profunda que la letra recibida. Ello trajo consi
go una fuerte reaccin tradicional isla, enconada p or el hecho de
que los m irtaziles, durante un tiem po, haban erigido su d o ctri
na en dogm a oficial del Estado, y ello a cambio de una verdadera
inquisicin, lo cual vino Seguido, cuando el califa cam bi ra d i
calm ente, de una contrainquisicin. Los adeptos de esta reaccin
se calificaron a s m ism os como la gente de !a tradicin [sunna]
y de la com unidad. La palabra sunni que se deriva de sunna
GLOSARIO D E NOM BRES V TRM INOS 231

no designa, p o r tanto, un fenm eno inicial, sino p o r el contrario,


el residuo de u n a serie de depuraciones.
Todos los m usulm anes, cualesquiera sean, apelan a u n a tradicin,
a una suma, pero sta nunca ha sido la mism a. Los sunnes son,
en prim er lugar, los defensores de u n a form a tradicional de
pensam iento, que, ante todo, se encuentra en abierta oposicin
con los racionalistas, aunque form en parte de la m ism a ten d en
cia m ayoritaria del islam. Ella se dirigi nicam ente de form a ac
cidental contra los cismas y fue ulteriorm ente, con la nivelacin
del m undo sunn y la m arginalizacin de las tendencias racio
nalistas, cuando este ltim o aspecto pas al p rim er plan.
Notas

Prefacio
. Ibn Taymiyya, a caballo entre ios siglos xii y x iv , crey conve
niente consagrarse a un estudio crtico de la obra teolgica de
Averroes. Este doctor del fundamentalismo era u n hombre de una
pobrera intelectual preocupante, ya que para l todo se reduca
a la exigencia de seguir el texto transm itido p o r el Profeta y sus
propios ejemplos. Pero estaba dotado de un sentido poltico
muy agudo -q u e le vali una gran autoridad entre los reformis
tas de nuestra poca- que le daba una notable sagacidad para
descubrir toda form a de pensam iento cuya riqueza no le perm i
tiera fundirse en el molde comn que l am bicionaba elaborar.
Dado que el contexto socio-poltico d e ia obra que l critic, es
decir, ei im perio m agreb aim ohade, acababa de desaparecer
cuando l la redact, su texto no goz del mismo favor entre los
copistas que el resto de sus escritos. Parece, no obstante, que
hubo dos ediciones de esta refutacin de Averroes por p a n e de
Ibn Taymiyya, como apndice de la publicacin del Fas! al-maqal
y d d Kaf{an manhiyal-adiUa (El Cairo, Mahmd cAIi Subayh,
s.d. y M atba'at al-sarqiyya, 1321/1903), pero no he podido con
sultarlas. Tampoco puedo decir si se trata de una refutacin ex
presa de ambos textos o de una compilacin de pasajes de) Dr
tacrud al-aql wa-l-naql, que contiene numerosas objeciones a
los filsofos rabes.
2. J. Le Goff, Les intellectuels au Mayen Age, Pars, 1957,3-4.

233
234 notas: captulo >

3. Ibid., 127.
4. Pas al-maqcd (ed. en Falsafat Ibn RuM), Beirut, 19792, 38, Unea 4, y
15, lineas 5 y 9.

1, Los Ban Rusd, protagonistas de la historia


deAl-Andalus

1. Hadit del Profeta, Bujri, Sahsh, (ed. Q, al-Sama'i al-Ria', 9 1. en 4


vols,), Beirut, 1987, VIII, 320.
2. En los manuscritos moriscos aljamiados; es decir, en espaol re
dactado segn el alfabeto rabe, la as espaola se transcribe, con
el tts/fj rabe.
3. D. Urvoy, Le Monde des ulrnas andalous du v"/xi nu vik/Kiif
sides. tude sociologique, Ginebra, 1978,172.
4. V. Lagardre, Histoire et socit en Occident musulmn au Moyen
Age. Anafysedu Mfyr dal- Wansartsi,Madrid, 1995,62.
5. En prensa.
6. V Lagardre, Histoire et socit, 65.
7. Idem, Une thologie dogmatque de frontire en al-Andalus aux
XI' et XII' sides, lash'arisme, Anaquel de Estudios rabes, V
(1994), 71 -98, esp, 94 (cursiva d d autor).
8. Jbid.,96.
9. Citado por V, Lagardre, Lahaute judicaturealpoquealmoravi-
de en al-Andalus, Al-Qatitara, 7,1-2(1986), 135-228,esp. 147.

2. Educacin y orientaciones religiosas


1. Corn, V il, 181 (a partir de la trad. de Blachre ligeramente modi
ficada).
2. J. Ribera, La enseanza entre los musulmanes espaoles, Diser
taciones)/opsculos, Madrid, 1928,1,229-359, esp. 250.
3. AbBakr Ibn al-'Arabl, RiMa, apud Ibn Jakrii, Muqaddima (ed.
eA.'A.-l-W. Wall), Beirut, 1382/1962, IV, 1242.
4. Ibn al-Abbr, Al- Takmila li-kitb al-Sila (ed. F. Codera), Madrid,
1887-1889,853.
5. Ibn Sa'id al-Magribl, Al-Mugrib f l hul l-Magrib, El Cairo, 1954-
1955,1,104-105.
6. Estas tres piezas son sealadas, junto con los manuscritos conoci
dos, por S. Gmez Nogales, Obras de Averroes, Mltiple Ave-
rroes, Pars, 1978,353-387, esp. 386-387.
n o t a s: c a p it u l o i 235

7. M. Fierro, Mahdisme et eschatologie en al-Andalas en A. Kad-


douri (dir.), Mahdisme, crise et changement dans 1histoire du Ma
me, Rabal, 1994,47-69, esp. 55.
8. Cf. D. Urvoy, Effets pervers du Hajj daprs le cas dal-Andalus
en I. Nctton (ed.), Golden Roads. Migration, Pilgrimageand Travet
in Medioeval andModern Islam, Richmond, 1993,43-53.
9. M. Fierro, op. cit. ,51.
10. M. Asn Palacios, El rgimen del solitario por Avempace, Madrid-
Granada, 1946,40r./74trad.
11. F. Rosen til al, Averroes Commentary on Pkitos Republic, Cambrid
ge, 1956,92 hcb./227 trad.
12. Ibid., 96-97 heb./234-235 trad.
13. Al-Dahabi, Kitab dtrwai al-Islam. Les Dynasties de lIslam, (trad. A.
Ngre), Damasco, 1979,67.
14. H. Laoust, Les Schismes dans ilslam, Pars, 1965,206.
15. Textos citados por P. Luciano Rubio, Juicios de algunos musulma
nes espaoles sobre las doctrinas de Algacel, La Ciudad de Dios,
169,1, enero-marzo (1956), 90-111, esp. 94 y 110.
16. Texto editado por H. Mons, Nuss siysiyya can fitnat al-istiqbi
min al murabitn ila 1-muwahhidn (520/1126-540/1145), Revis
ta del Instituto Egipcio de Estudios Islmicos en Madrid, 3,1 (1955),
97-140, esp. 113. Cf. asimismo D. Cabanclas, Notas para la histo
ria de Algazel en Espaa, Al-Andalus, 17,1 (1952), 223-232.
17. Citado por V. Lagardre,Ab Bakr b. al-cArabi, grand cadi de S-
ville, Revue de lOccident et de la Mditerrane, 40,2 (1985), 91-
102, esp. 95.
18. Ibn al-'Arab, al-cAwsim tva-l-qawsim, (ed. CA. Talbi) en Ard'Abi
Bakr Ibn al-ArabiaLkalmtyya, Argel, 1981, II, 30.
19. V. Lagardre, Ab Bakr, 96.
20. Loe. cit.
21. Indito. Cf. D. Urvoy, El manuscrito ar. 1483 de lEscurial et la pol-
mque contre Ghazlldans al-Andalus, Arbica, 40 (1993), 114-119.
22. Le Livre de Mohammed Ibn Toumert (ed. J. Luciani, intr. I. Goldsti-
her), Argel, 1903; Muhammad b. Tmart Acazzu mayutlab (ed. CA.
lalbl), Argel, 1985.
23. Cf. la demostracin de R. Brnnschvig, Sur la doctrine du mahdi
Ibn Tmart, Arbica (1955), 137-149 y Encor sur la doctrine du
mahdi Ibn Tmart, Folia Orientalia (1970), 33-40.
24. CA. Talbl, Aazzu,44, lnea8.
25. La edicin de la Re vivificacin utilizada es la de Beirut, Dar al-ma-
crifa, s.d., 1,105-114.
26. Para un anlisis en detalle, cf, D. Urvoy, Les divergences thologi-
236 m o ta s: c a p t u l o i

ques entre Ibn Tmart et Ghazii, Mlanges offerts A Mohamtned


Taibi loccasion de son 70' atmiversaire, T nez, 1993,203-212, que
yo resumo aqu.
27. Al-Gazll, Revivification, 105.
28. Ibid., 106.
29. A. TalbT, A'zzu, 230.
30. Ibid 47.
31. N. Barbo ur, La guerra psicolgica de los almohades contra los al
morvides'', Boletn de la Asociacin Espaola de Orientalistas
(1966), 117-130.
32. Versos citados por Abd al-Wahid al-Marrkus!, Kitb al-mufib,
(ed. R. Dozy), The Hslory of Ihe Almohades, Leiden, 1881, reed.
Amsterdam, 1968,119. Trad. P. Gnichard, LEspagne et la Sc'deniu-
sulmanesauxxfetxtAsicles, Lyon, 1990,139.
33. cAbd al-Whid al-MarrkusT, op. t., apttd P. Guichard, op. cit.,
139-140.
34. Muhyi l-DIn Ibn 'Arabi, Les Soufts d'Andalousie, apud V Lagard-
re, La haute judicaturc, 144.
35. Citado por V, Lagardre, AbBakrb. al-eArab, 98,
36. Ibn Tumlus, introduccin autobiogrfica a sil tratado de lgica, M.
Asn Palacios (ed. y trad.), Introduccin al arte de la lgica por Aben-
tomhls de Alara, Madrid, 1916,12 r./l 7-18 esp. Trad. modificada.
37. Loe. cit., trad. modificada.
38. A. H uid Miranda, Historia poltica del imperio almohade, Tetun,
1956,1,89-90.
39. A. Taibi, A ca z z u , 213-223. Trad. H. Mass, La profession de foi
(caqida) et les guides spirituels (morchida) du m ahdl Ibn Tou-
maxt, MemorialHenriBasset, Pars, 1928,105-117.
40. Ibid., 2 2 6 v./119-121 trad.
41. E. Livi-Provenal, Docaments indits dhistoire almohade, Pars,
1928,139-140 (rabe).
42. Ibn Shib al-S alt, al-Mann hi-l-intma (trad. A. Huici Miranda),
Valencia, 1969,147.
43. Ya vimos que Ibn Qasi adopt igualmente el ttulo de rH)fjdi, qne le
fue reconocido durante un tiempo en la regin oriental de al-An-
dalus. Podramos pensar que es a l a quien se refiere este texto? Es
poco probable, dada la aversin hacia el sufismo mostrada poste
riormente por Averroes, a menos que supongamos una gran versa
tilidad en nuestro personaje durante su juventud.
44. Citado por R. Le Tourneau, Sur la disparition de la doctrine almo
hade, Studia Islmica, 32 (1970), 193-210, esp. 193.
45. H. Laoust, Une fetwa dIbn Taymiya sur Ibn Tmart, Bulletin de
NOTAS: CAPTULO I 237

Vlmtitut FmnaLsd'ArchulogieOne ntale, 59(1960), 1S7-184, esp. 159.


46. Ibid., 166 r./177-179 trad., incluyo los parntesis pnesto que Ibn
Taymiyya emplea el trmino peyorativo mutafalsifa.
47. Averroes, Discours dcisif(trad. M. Geoffroy), Pars, 1996,171.
48. L. Rubio, Juicios de algunos musulmanes espaoles, 101-105 y
107-111.

3. El conocimiento de la naturaleza
como elevacin hada Dios
1. G. cA l-R . Hilal (cd.), Wasiyya 1-qdl Ab 1-Wald al-BJ li-wala-
day-hi. Revista del Instituto Egipcio de Estudios islmicos en M a
drid, 3,1 (1955), 18-46, prrafo 17 (rabe).
2. Ibid., prrafo 14.
3. Cf. V. Lagardre, Hstoire etsocten Occident musulmn, 412.
4. Ibid., 45.
5. Respecto a lo que sigue, cf., L. P. Aguirre de Crcer, Sobre el ejerci
cio de la medicina en al-Andalus, una fetua de Ibn SahI, Anaquel
de Estudios rabes, 2(1991), 147-162.
6. Ibn Ab Usaybi'a, cUyn al-anbafi tabaqt ai-atibb (ed. y trad.
H. Jabier y A. Noureddine), Sources dnformatons sur les clases des
mdecins. XIII1'chapitre, Mdecins de lOccident musulmn, Argel,
1377/1958,133. Trad. modificada.
7. M. Asn Palacios, La carta de adis de Avempace, Al-Andalus,
8 (1943), 1-87;2.1-22 r./54 trad. Trad. ligeramente modificada.
8. M. Asn Palacios, Tratado de Avempace sobre la unin del intelec
to con el hombre, Al-Andalus, 7 {1942), 1-47; 17 r./36-37 trad.

4. Una personal idad comprometida pero discreta


1. Ibn Ab Usaybba, loe. cit.
2. Ibn al-Abbr, loe. cit
3. E. Garca Gmez, Todo Ben Queman, Madrid, 1972, II, 550-551.
Trad. ligeramente modificada pero que tiene en cuenta la correc
cin del texto llevada a cabo por el editor.
4. Ibn Ab cUsaybica, loe. cit.
5. Loe. cit.
6. Ibn al-Abbr, loe. cit.
7. Ab cAbd Allh Muhammad al-Ansr al-Marrkusl, al-Dayl wa-
l-takmila Ii-kitabay al-Mawsl wa-l-Siia (ed. 1. A bbs), Beirut,
1973, VI, 25.
2 38 N O T A S: C A P T U L O 5

8. Ibn SabTn, Budd al-frf, (ed. I, Kattra), Beirut, 1978,143.


9. Sus numerosos estudios se encuentran sintetizados en Abii 1-Waltd
Ibn luid (Averroes), vida, abra, influencia, Crdoba, 1986.
10. Cf. el catlogo de la exposicin El legado cientfico andalusi, Museo
Arqueolgico Nacional de Madrid, abril-junio 1992, 9-13, 127-
128,132y 191-198.
11. Cf. M.-G. Guesdon, Les Tabaqt h/-uji wa-1-hukam dIbn
Juljul, une condamnation du rgime ^miride, Cahiers donomas-
tique arabo {1988-1992,1993).
12. Said al-Andalusi, Kitab Tabakt a-umam (Livre des catgories des
nations) (trad. R. Blachve), Pars, 1935,37.
13. bid., 120.
14. M. CA. Makki, Ensayo sobre las aportaciones orientales en la Espa
a musulmana y su influencia ett ia formacin de la cultura hispa-
no-rabe, Madrid, 1968,106-107.
15. E. Ldvi-Provcnal, Sville musulniane au dbut du X if ssele. Le
traitdlbn Abdtt, Pars, 1947,128.

5. Principios plurdisciplinares en un contexto agitado

1. Corn, VII, 184 (a partir dla trad. deBlachreligeramente modi


ficada).
2. Al-Marra kusi, op. cit,, 249.
3. Ibid., 174-175. Trad. S. Munk, Mlangesdephlosophiejuive etara-
be, Pars, 1859,421-422.
4. Al-ManakusI,op. cit., 175.
5. N. Morata, La presentacin de Averroes en la corte almohade, La
Ciudad de Dios, 153,1 (1941), 101-122.
6. Caben dos hiptesis. La primera es que Averroes, que haba inicia
do ya una primera aproximacin a la obra del Estagirita siguiendo
el ndice dado por Andrnico de Rodas, esperaba a que sta estuviera
lo suficientemente avanzada como para comenzar la obra de resu
men propiamente dicha. sta, en efecto, slo fue el objeto de un
deseo que no exiga consagrarse e l de forma exclusiva. De todas
formas, no esper a la conclusin del primer ciclo para iniciar el se
gundo, ya que se admite que ambos se superpusieron al menos en
tre 1168y 1170. La otra posibilidad es que Averroes obedeciera en
seguida al deseo dei califa, en cuyo caso habra que situar el
segundo episodio hacia ! 167. Ello significara que la denomina
cin prncipe de los creyentes, desplazada en el primer texto,
vendra justificada por el segundo. Ello explicara asimismo la su-
NOTAS: CAPlTUIjO s 239

perposicin de los dos ciclos. En cualquier caso, no es indispensa


ble considerarlo as, ya que otros ciclos de formas de aproximacin
ala obra aristotlica se intercalaron entre s ms tarde, sin que po
damos invocar tales razones. Nada, en el estadio actual de nuestros
conocimientos, permite decidir entre las dos hiptesis.
7. Cf. C. Castillo, Al-Liss, poeta sevillano del siglo xn, Miscelnea
de Estudios rabesy Hebraicos, 34-35,1 (1985-1986), 287-306,
8. Al-Gazll, Kitb al-Mustasfa min cilm ai-us i, El Cairo, 1333/1914,
2 vols. Sobre l cf. H. iaoust, La Politique de Ghazli, Pars, !970,
152-182.
9. Jbn Rusd, Mujtasara!-Musasf (ed. J.-D. al-cAIaw), Beirut, 1994.
10. Cf. la resea del libro precedente por A, Elamrani-Jamal en e! Bu-
Uecin critique des Annales Islamologiques, 12(1996), 118-120,
11. Ibn Abi Usaybra, cUyn, 138-139.
12. Cf. los textos citados por N. Morata, La presentacin, 114-115.
13. A fe de un manuscrito que lleva esta fecha. Pero este ltimo hecho
no es probatorio, ya que difcilmente podemos distinguir las fechas
de redaccin de las de la copia, y esta obra fue copiada en numero
sas ocasiones, hasta el punto de poder decir que haba ms ejem
plares de ella sola que de los dems escritos de su autor.
14. Texto citado por J.-D. al-'Alavr, al-Matn al-rusdi, Casablanca,
1986,98.
15. Aunque quien presidiera la sesin hubiera sido el hijo del goberna
dor de Buga, no es necesario suponer una estancia de Averroesen
dicha ciudad. Se sabe, en efecto, que Ab Ya^qb y su hermano, go
bernador de Granada, hicieron envenenara su herm ano mayor, al
cual 'A bd al-Mumin haba confiado la ciudad llave del Magreb
central, y ello en beneficio de su hijo, que le sucedi sin dificulta
des. Podemos pensar, por tanto, que ste ltimo mantena estre
chos laxos con sus tos y que bien pudo pasar una temporada en Se
villa. Un argumento suplementario en este sentido es que jug un
papel de mecenas de las letras y de las ciencias comparable al de los
dos administradores de las ciudades andaluses.
16. Avicena, Pome de la mdene (ed. y trad. H. Jahter et A. Noured-
dine), Pars. 1956,10-11. Trad. modificada.
17. Ibn al-Abbr, fot'. ct.
18. Ch. Butterworth, A vermes Three Short Commentaries en A ristotks
* Tapies, aRhetoric and Poetcs, Albany, 1977.
19. Idem, propos du traite Al-Darfial-Mantiq d Averroes et les
termes tasdq et tasawwur qui y sont deveopps, CoHoque Inter
national dhistoire des Sciences et de la philosophie rabes, Pars,
22-25 noviembre, 1989, Sdeldactilograma,
240 n o ta s: CAPTULO 6

20. Cf. P. Lettinck, Aristotle's Physics and its Recepton in the Arabic
World, Leiden, 1994.
21. J. Puig Montada, Aristotelismo en al-Andalus. En torno a la cien
cia de la naturaleza y sus principios, La Ciudad de Dios, 208, 2-3
mayo-diciembre (1993), 39-50,49.
22. Citado por J. Lay, I Abreg de FAlmageste, un indit d Averroes en
versin hbraique, Arabic Sciences and Philosopby, 6 (1996), 23-
61,esp. 26-27.
23. Ibid,, 27.
24. Ibid., 53,
25. Loe. cit.
26. Ibid., 25. Se trata, de hedi, de una frmula del compendio de la
Metafsica, cf. p. 54, n. 86. En a p, 53 de nuestro texto l dice sim
plemente, lo que es comnmente admitido, pero es el aspecto
negativo de la primera frmula el que domina.
27. bn Rud, Kitb al-kidliytfii-tibb (ed. C. lvarez de Morales y j .M.
Frneas liesteiro), Madrid, 1987,2 vols,
28. C, Pea y F. Girn, Aspectos inditos de la obra mdica de Avenzoar,
el prlogo d d Kitab al-aysr. Edicin, traduccin y comentarios,
Miscelnea de Estudios rabesy Hebraicos, 26 (1977), 103-116 r./Il 1
trad. Trad. G. Coln, Avanzoar, sa vie et ses crits, Pars, 1911,144. Esta
ltima versin aade la parte que figura aqu entre corchetes.
29. C.PeayP. Girn, Aspectos inditos, 1 lOr./l 12trad.
30. Ibn Ab TJsaybi'a, Vyn, 130-133. Trad. ligeramente modificada.
31. Texto en E. Torre, Averroesy la ciencia mdica, Madrid, 1974,60.
32. Ibid., 61.
33. /WJ.,111.
34. Citado por G. Coln, Avenzoar, 39.
35. Moliere, El enfermo imaginario, acto II, escena 5.
36. Texto en E. Torres, op. cit., 113.
37. Ibid., 128.
38. M. Castelles, La medicina en al-Andalus, El legada cient jico an-
dalus, 127-144,esp. 139.

6. El esfuerzo de conciliacin prctica


entre ley religiosa y sabidura
1. Ibn Shib al-Satt, al-Mann bi-l-imama, 50-51. Trad. P. Guidiard,
VEspagneetla Sicile musulmanes, 187.
2. Loe. cit.
3. E. Torre, op. cit., 59.
n o t a s : c a p t u l o < 241

4. Ibn Rusd, Bidayat al-muytahid wa-nihayat al-muqtasid, Damasco,


Dral-fikr, s.d , 1,2.
5. R. Brunschvig, Averroes jurste, tudes dorientalisme ddes a
Lammoire de Levi-Provenai, Pars, 1962,1,35-68, esp. 43-44.
6. A, A. Yate, Ibn Rushdasjurist, Tesis indita, Cambridge, 1991,29.
7. Cf. H. Benai i, Les Formes dargumentation dIbn Rushd dans la
Bidaya, memoria de DEA, indita, Universidad de Burdeos III,
1995,28,
8. R. Brunschvig, Averroesjurste, 44.
9. Cf, D, y M.-Th. Urvoy, Ibn Rushd et la Dhmma, Recud darti-
des offcrts Maurice Borrmans par ses collgues et amis, Roma,
1996,245-253, esp. 250-251.
10. Bidya, 11,103.
11. Ibid.,396-397.
12. O. Akalay, Le Grand Vide de Joseph Schumpeter. Breve histoire de la
pense conomique en islam, Casabianca, 1991,100.
i 3. Loc.cit.
14. M. Talb, Oprations bancaircs en Ifqiya lpoque dal-Mazari,
453-536/1061-1141. Crdit et paiem ent p a r cheque, tudes d-
histoireifriqiyenneetdeciviiisation tnusulmane mdivale, Tnez,
1982,420-435, esp. 427.
15. E. G arda G6mez, Una qasida poltica indita de Ibn Tufayl, Re
vista del Instituto Egipcio de Estudios Islmicos en Madrid, 1 ( 1953),
21-28 trad./29-32r.
16. Al-Ansr, Dayl, 24.
17. Loc.cit.
18. Texto citado por M, Alonso, Teologa de Averroes, Madrid-Grana-
da, 1947,38-39.
19. Cf. A. L. Ivry, Averroes Middle and Long Commentaries on the
De Anima, Arabic Sciences and Philosoplty, 5,1, marzo (1995), 75-
92. Sobre la discusin acerca de esta hiptesis, c f H. A. Davidson,
The relation between Averroes Middle and Long Commentaries
on the De anima, Arabic Sciences and Pbilosophy, 7, 1, marzo
(1997), 139-152 y la respuesta de A. L. Ivry, ibid., 153-155.
20. C f J. Puig Montada, Averroes, Eptome de Fsica, Madrid, 1987,89-93.
2 1. Idem, Averroes, Epitome del libro sobre la generacin y la corrup
cin, Madrid, 1992,24.
22. Cf. A. L. Ivry, Averroes Short Commentary on Aristotles De ani
ma, Documenti e Studi sulla tradizione filosfica medievale, 8
(1997), 511-549,esp. 548.
23. Citado por E. Renn, Averroes et laverroisme. Essai historique, Pa
rs, 18673 (ed. ampliada), 55.
242 n o ta s: c a p it u l o 7

7. El esfuerzo de conciliacin terica


entre ley religiosa y sabidura
1. Corn, LIV, 32. A partir de la trad. de Blachre.
2. P. Guichard, LEspagne et la Sicile musulmanes, 202.
3. Cf. L. Baeck, La penses conomque de lJslam dassique,
Diogne, 154, abril-junio (1991), 95-107, esp. 101-102.
4. A. Hyman (ed, texto hebreo y trad.), Averroes De Substantia Orbis,
Cambridge-Mass.-Jerusalem, 1986.
5. I, Gauthier (ed. y trad.), Mayy lien Yaqdhn, romn phlosophique
dlbn Tkofai, Beirut, 1936,1.
6. Cf. , Gutas, 1bi >Difayl on Avicenas Basten] Philosophy, Orens,
34(1994),222-241.
7. L. Gauthier, Mayy, 16.
8. L, Rubio, fuicios de algunos musulmanes espaoles, 108-109.
9. Cf. D. Urvoy, Le Monde des ulmas andalous du v/xi au v if/x n f
ssele, 170-179.
10. Cf. ibid. 178 y 189-190.
11. Este pasaje viene a propsito del problema dlas relaciones espa
ciales cuya atribucin a Dios podra venir inducida por las aleyas
antropomrficas del Corn.
12. lbn Rusd, Falsafat Jbn Rusd, 88.
13. Respecto a los a jarles, piensan que la profesin de fe en la exis
tencia de D ios-benditoyensalzadosea- no puede efectuarse nrs
que a travs de la razn. Pero en eso siguen caminos que no son los
de la ley religiosa, a los cuales Dios llama, y ante Los cuales El invita
a la gente a la te. Se trata de que el camino que siguen habitualmen
te se basa en la exposicin segn la cual, el mundo fue innovado.
Y para ellos, la innovacin del mundo se fundamenta en la tesis
segn la cual, los cuerpos se componen de partes indivisibles, cada
una de las cuales es innovada y, por tanto, los cuerpos son innova
dos en virtud de su carcter innovado. Las vas que ellos siguen
para exponer la innovacin de la parte indivisible -se llama la sus
tancia simple- es un camino difcil que escapa a muchas personas
ejercitadas en el arte de la dialctica. Tanto ms a la masa. Por otra
parte, es una va que no es probatoria y que no conduce a la certi
dumbre dla existencia del Creador, ibid., 47-48.
14. Cf. O. Leaman, Ghazali and the Ash'arites, Asian Philosophy, 6,
1 (1996), 17-27.
15. Averroes, Discours dctsif, 103-105.
16. 'A . ISlb. A'-'azzu, 225.
n o t a s: c a p t u l o 7 243

17. ibid., 214.


18. Ibid 69.
19. Averroes, Discours dcisif, 107-109.
20. A partir de la trad. de Blachre.
21. A partir de la trad, de Blachre, ligeramente modificada,
22. Cf. F. Niewoh.neT Zum Ursprung der Lehre der doppelten Wahr-
heit, cine Ioran-Interpretation des Averroes en F, Niewhnery L,
Sturiese (eds.), Averroismus ttn Mittealter und in der Renmssance,
Zurich, 1994,23-41.
23. Aveno es, Discours dcisif, 119-121.
24. Ibid., 121,
25. CA. Talbl, Azza, 217-218.
26. Averroes, Discours dcisif 123.
27. Ibid., 127.
28. Cf. M. Maroth, Die Wurzel der vertus duplex-Lekre, Actes dd
Simposi Internacional de Filosofa de lEdat-Mitjuna, Vicli, 1996,
144-151.
29. Averroes, Discours dcisif 169.
30. Cf. F. Lucchetta, Avicena, al-Rtsia al-addhmciyya e Averroes,
Fasi al-maqai di fronte alie scrjtture, Recuei darlicles offert-
s t Maurice Borrmans par ses collgues et amis, Roma, 1996,149-
153.
31. Averroes, Discours dcisif, 113.
32. Averroes, Tahafotat-Tahafot. Lincoherence deVincoherence (ed. M.
Bouyges), Beirut, 19872, 187.
33. No hemos encontrado religin alguna que no se muestre atenta a
las necesidades especiales de la elite, aunque le conciernan de for
ma prioritaria las cosas en las que participa la masa. Y dado que la
existencia de la clase de la elite no puede llevarse adelante de m ane
ra perfecta ni puede alcanzarse su felicidad perfecta ms que con la
participacin de la dase de la masa, la doctrina general es tan obli
gatoria para la existencia y la vida de esta dase especial durante su
juventud y su desarrollo a la vez -y nadie duda de ello-, como
cuando llega a alcanzar la excelencia por la que se caracteriza,
ibid., 582-583.
34. Los sabios entre los filsofos no estn autorizados a hablar ni a
discutir sobre los prindpios religiosos. Aquel que, entre ellos, hace
eso necesita recibir una severa leccin. Y ello es porque cada arte
tiene sus principios y cada persona que razona sobre tal arte debe
someterse a dichos principios y no oponerse a ellos a travs de la
negacin ni a travs de la destruccin. 1 arte de la ciencia religiosa
conviene a eso an ms ya que seguir [los pasos] de las virtudes re
244 NOTAS! CAPTULO

ligiosas es necesario para ellos, no para la existencia del hombreen


tanto que hombre, sino en tanto que hombre sabio. Y para ello,
cada uno debe someterse a los principios religiosos, seguirlos y no
dudar de quienes se han aferrado a ellos, pues negarlos y discutir
los torna vana la existencia humana, razn por la cual los herejes
deben ser ajusticiados, ibid., 527.

8. Una autoridad equvoca

1. Corn, IX, 115. Trad. ligeramente modificada a partir de la trad. de


Blachre.
2. Cf. R. Brague, Note sur la traduction arabe de la Politique, dere-
chef, quelle nexiste pas, en P. Aubenque (dir.), Aristote politique,
Pars, 1993,423-433.
3. A fe de eso, un erudito del siglo xvn pens que el comentario de la Re
pblica intervino de forma muy tarda en la obra de Averroes; es decir,
cuando l ya haba agotado todos los recursos para procurarse dicho
texto. Propuso la fecha de 1194 para su redaccin. 1 argumento es
consistente y por mi parte, lo he admitido en principio, tanto ms
cuanto que habindose perdido el texto rabe y conservndose ni
camente la traduccin hebrea del mismo, podramos pensar que fue
durante el exilio en Lucena cuando el libro adquiri derta audiencia.
Pero Rosenthal, en su edidn, ya llam la atendn sobre dos cuestio
nes de vocabulario que adelantaran la fecha de composicin a antes
de 1182. La comparacin que puede realizarse tambin con los textos
doctrinales de al rededor de 1179 se revela en el mismo sentido.
4. Tomad, por ejemplo, el rgimen existente en nuestra propia ciu
dad, Crdoba, a partir de 500/1106. Era casi por completo demo
crtico. Ms tarde, a partir de 540/1145 se convirti en tirana, E.
Rosenthal, Averroes Commentary on Platos Republic, 96-97
heb./235 trad.
5. Loe, eit.
6. Puedes comprender lo que Platn estableci con respecto a la
transformacin de la constitucin ideal en constitucin timocrti-
ca, a partir del caso del gobierno de los rabes en la poca ms anti
gua. Tenan la costumbre de im itar la constitucin ideal, y enton
ces se transformaron, en tiempos de Mu'wiya, fundador de la
dinasta omeya de Damasco, en hombres timocrticos. se parece
ser el caso de la constitucin existente ahora en estas islas, ibid., 89
heb./223 trad. Los rabes consideraban la Peninsula Ibrica como
una isla, a pesar de que saban que estaba unida a Europa.
n o ta s: cA P fru L O s 245

7. Puedes com probar eso en las cualidades y las costum bres que
surgieron entre nosotros desde el ao 540/1145 entre los dirigen
tes y los dignatarios. Como la constitucin timocrtica, en la cual
ellos se desarrollaron, se debilit (?), ellos degeneraron en estos
abyectos rasgos de carcter que m uestran ahora. De ellos slo
persevera en la virtud excelente aquel que es excelente de acuer
do con las leyes religiosas, lo cual es raro entre ellos, ibid., 103
heb./247 trad.
S. Ibid., 54 heb./166 trad.
9. A. Huici Miranda, Historia poltica, 1,314.
10. . Renn, Ayermes et Vaverroisme, 19. La frmula citada aparece en
Ibn Ab 'Usaybf-'a, cUyn, 134-135.
11. J. Puig Montada, El pensamiento de Averroes en su contexto per
sonal y social, Miscelnea de Estudios rabes y Hebraicos, 38,1
(1989-1990), 307-324, esp. 313.
12. Averroes, Tafsr m baLd al-tabPa ou Grand commentaire de a
Mtaphysiquc1tAristate (ed. M. Bouyges), Beirut, 1938-1952,3
vols.
13. Ibn Rusd, Grand commentaire et Paraphrase des Seconds Anaiyti-
ques d'Aristote ( ed. CA. Badawi), Kuwait, 1984,
14. Ibn Rusd, Rasil fahaftyya. Maqlt f i l-mantiq wa-l 'ilm ai-
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246 n o t a s : c a p it u l o 9

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26. Cf. D, Urvoy, L e s p e n se u r s lib res d a n s Lls la m d a s s iq u e , Pars. 1996,
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32. Ibn ubayr, V oyages (trad. M. Gaudefroy-Dejnombynes), Pars,
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33. I b id ., 1,88.
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A n d a lu s , 34,1 (1969), 1-53; 19 r./33 trad.

9. Tiempo de adversidades

1. C o r n , III, 26. A partir de la trad, de Rlachere.


2. Al-Ansati, D n y l, VI, 25.
3. Loe. cit.
4. Loe. cit.
5. Ibn Abi1Usaybra, cUyn, 132-133. Transcripcin modificada.
6. Al-Ansri, D a y l, VI, 25-26.
7. I b id .,26.
8. Loe. cit.
9. I b i d ., 22.
10. J.Piiig, Materials, 254.
11. Al-Ansri, D a y l, 22.
12. I b d ., 26.
13. Loe. cit.
NOTAS: EPILOGO, GIO SA RIO 247

14. Loe. cit.


15. Ibn Abi ^Usaybi'a, 'Cl'Il, 134-135.
16. Renn, A verro s, 24.
17. lbid.,25.
18. Al-Ansar!, D a y l, VI, 30. Trad. Munk, M la n g es d e p h ilo so p h ie ju iv e
e t a ta b e , 427-428.
19. L oe. cit.
20. La traduccin del primero a cargo de Munk, op. c it., es muy
Loe. cit.
floja.
21. Al-Marrakusi, K it b a l-M u f i b , 2 2 5 .
22. Al-Nubah, Tar ijq u d t a i-A n d a la s (ed. E. Lvi-Provenal), El Cai
ro, 1948,111.
23. Ibn ArabI, F u tu h t, II, 372-373.
24. Al-Ansarl, D a y l, VI, 31.
25. A. Huici Miranda, H is to r ia p o ltic a , 1,385.

Eplogo
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297-299.
7. J. Jolivet, A n n u a ire d e VEPHE, s e c to n , LXXX-LXXXI, fase. 3,398,
lecciones de 1971-1972.
248 MOTAS: EPILOGO, GLOSARIO

8. Al-Kindi, Sur la philosophe premire en M. Ab Rid (ed.),


R a s il a t-K in d i, 102-103.
9. ib id 103-104. Trad. M. Allard, Comtnent al-Kindi a-t-il lu Ies
philosophes grecs?, M la n g e s d e l'U n iv e r sit S a in t J o sep h , 46,29
(1970), 453-465, esp. 456,
10. K it b a r a a h a l- m a d n a t a t-j d iia (ed. A. Nader), Beirut, 19682,
148. Trad. R. P. faussen, Y. Karam y f, Chlala, A l-F arcbi, id e e s d e s
b a b ita n ts d e la c it v e rtu e u se , ELCairo, 1949,96.
11. F. Jabre, L a N o tio n d e c e r titu d e selo n G h a z li d a n s se s o rig in e s
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12. Cf. H. A, Wolfson, The P h ilo so p k y a fth e K a la m , Cambridge-Mass.,
1976,466 y ss.
13. R, M, Frank, T h e M e ta p h y sic s o f C re a te d B ein g A c c o rd in g to A b l~
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Leiden-Londres, E. J. Brill, 19902(en public.).
A) La Pennsula Ibrica a nales del siglo xi
B) La Pennsula Ibrica a principios del siglo xii
Cronologa
8 diciembre: muerte de Ab 1- Noviembre: nace en Crdoba

la licencia (ijrza) para transmitir


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V
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ndice de los principales
personajes mencionados

cAbd al-Kabr: vase al-Gfiql Ab 1-Qsim Ib n H am d in : 21,


eA bd Allh b. Rusd: 82, 178, 23,34,57,
179,184,193 Abl-RabY: 183
cAbd abM aiikb. Zuhr: 66 Ab 1-Rabf al-Kafif: 198
cAbd abM umin: 31, 34, 90, 91, A bl-Salt: 67,69,72,106
95,96,104,109,112,114,118, A b !~Walid M uham m ad b.
128,132,133,168,192,239 A hm ad b. Rusd: 18, 19, 32,
Abfi cA bd A llh Ibn H am din: 37, 41, 42, 55, 82, 100, 106,
29,42,48,50 121,130,161,185,200
Ab B akr al-Ma^rql: 31 A bM adyan:47
Ab B akr Ib n Zuhr: 202 A bM arw n Ibn M asarra: 41
A bDwd: 29,192,194 Ab Marwn Ibn Z uhr {Aven-
A b Hafs al-H intti: 192 zoar): 66, 71, 95, 111-116,
Ab H afs'U m ar: 129 139,212
A bH anifa: 21,228 A b M uham m ad cA bd al-
A b Yacfar Ibn H am din: 30,34 W ahid: *192
A bY a'farlbn Rtzq: 19 A bSa'id: 118
A bl-cAbbs de Ceuta: 181,182 AbSaci d cU im n: 129
A bul-cAia Ib n Z uhr: 66 A bTam m m : 39
Abulcasis: vaseal-Zahraw. Ab Ya'qb Yusuf: 52,92,93,95,
Ab 1-Hudayl al-cAllf: 227 97, 104, 114, 118, 129, 130,
Ab 1-Qsim b. Rusd: 23,28,29, 132,139.164,166,239
36,82,102,179,184, Ab Yahy Zakariyy: 189
269
270 INDICE DE LOS PRINCIPALES PERSONAJES MENCIONADOS

Ab Ysuf Ya'qub (al-M ansr): al-Qarrbl: 198


93, 160, 165-169, 178, 183, a-Rz'l: 224
185, 187, 189, 190, 191, 192, al-Sfi'-'i: 228
195, 196, 197,198,202, 203, al - Turt Sl: 4 5,47,49,63
204,205,208 al-; Utbi: 24
A hm ad b, A hm ad b. Rusd: 16, al-Zahrawl (Abulcasis): 67,71
*17,18,102* 113,114 Alejandro de Afrodisia: 174
A hm ad b. Basuh: 118,139 cAKb. Ytisufb. Tasufin: 20,27,192
ai-Ansarl: 29,84,133,179,185, Alfonso i el Batallador: 23
189, 192, 194, 196,197, 202, Alfonso V il de Castilla: 34,191,
205.210 192
al-Ascari: 219,220,227 Alfonso VII de Castilla: 192
al-Byi: 27,64,66,83,100,194 A ndrnico de Rodas: 136,216
al-Bitrawyi: 92,175 Aristteles: 9 ,1 0 ,4 0 ,6 8 ,7 6 ,7 9 ,
al-D ahabl: 199,203,206 8 4 ,9 4 ,9 6 ,1 0 6 ,1 0 7 ,1 1 7 ,1 1 9 ,
a-Frbl: 67, 76, 77, 79, 101, 128, 135, 137, 140, 142, 157,
1067,107, 135,155,160,162, 160, 161,170-176, 206, 210,
174, 178,206,215,217,221 215,216,222,224
al-GfiqT (A b d al-Kablr): 180, Avenzoar: vase Ab M arw n
194 Ibn Zuhr.
al-Gassnl: 19,27 Avicena: 62, 67, 104, 105, 107,
al-Gazall: 3 0 ,4 2 ,4 3 ,4 5 ,4 6 ,4 7 , 108, 113,135, 142, 171, 172,
48, 63, 7 7 ,9 7 ,1 0 0 ,1 0 7 ,1 2 1 , 178,206,215,217,221
1 2 2 ,1 4 2 ,1 4 3 ,1 4 4 ,1 4 6 ,1 4 7 , Azarquel: 111
151, 154, 157,160, 163,171,
172,176,185,197,206,221 Bayle: 211,64,66,83,100,194
al-H akam IJ: 106 Bordeu: 104
al-Kind: 67,216,223,224 Bundd: 179
al-M ahrl: 197,198,203 Buridan: 141,173
al-M ansur: vase Ab Ysuf
Yacqb. C olum da: 87
al-M arrkus: 91, 92, 93, 96,
132.210 Demcrito: 174
al-M azari: 42,47,50,127,128
al-MiAtamid: 17 Federico II de Sicilia: 178
al-M utanabbi: 39
al-Nsir: 178,190,204 G aleno: 68, 72, 103, 104, 113,
al-N ubahl: 204,210 117,181,205
NDICE DE LOS PRINCIPALES PERSONAJES MENCIONADOS 271

Gil de Roma: 178 Ib n M ardanis: 34, 60, 96, 109,


130,131,139
H erm anndeC arintia: 16 Ib n Mugyt (Ibn al-Saffar): 161,
163,168,198
Ibn al-A bbr: 43, 84, 106, 205, Ibn al-M uctazz: 40
210,211 Ibnal-M uyahid: 145,146
Ibn cAbd al-Barr: 194 Ibn Qabburt: vase Ibn Yuyfid.
Ibn cAbdm: 88,159 Ibn Q asi:3 2 ,3 3 ,3 5 ,4 8 ,1 3 0 '
Ibn Abl -Usaybi'A: 76, 83, 103, Ibn al-Qasim: 57
1 1 3 , 116, 178,192,198, 203, Ib n Q uzm an: 40,80,83
204,210,212 Ib n R a b r: 197
Ibn Abl Zam am n; 47 Ibn al-lw andi: 180
Ibn al-cA rab (Ab Bakr): 19, Ibn S ab ln : 62,84,172,183,210
2 6 ,3 8 ,4 1 ,4 8 ,4 9 ,5 1 ,5 8 ,1 4 5 , IbnSbiq: 178,181
197 Ibn al-Saffar: vase Ibn M ugit
Ibn cArabI (M uhyl 1-DIn): 181- Ibn Sa'd al-M agribi: 40
183,207,210' Ib n Shib al-Salt: 60
Ib n al-L'Arif: 31 Ibn Samayn: 74,144
Ibn cAskir: 62,88 Ib n Sin: vase Avicena.
ib n cAyyas: 195,201 IbnS iry:19
Ib n Bar rayan: 32,48 IbnTahlus: 181
Ib n Baskuwl: 41,127,144 Ib n al-Taylasn: 185,191
Ib n Bjlya: 4 4 ,4 5 ,5 1 ,6 3 ,6 7 ,7 6 , Ibn Taymiyya: 62,63,183
77, 106, 108, 110, 142, 143, Ib n Tufayl: 91, 93, 94, 95, 103,
160,170 1 1 5 ,1 1 9 ,1 3 2 ,1 4 1 ,1 4 2 ,1 4 3 ,
Ibnal-Faras: 181 146,147,165,179
Ibn Gniya: 45,162,191 Ibn Tuln: 187
ib n Hamusk; 60,131 Ibn Tjnart: 30, 31, 32, 42, 50,
Ibn H rn de Trujillo: 76, 77, 55, 59, 61, 62, 98, 100, 122,
79.95.111.194 128,150, 1 5 1 ,1 5 3 ,1 5 8 ,1 6 0 ,
Ib n H aw t AUh; 184 108
Ibn al-Haytam: 111 IbnTum ls: 58,159,160
Ibn H azm : 87, 106, 168, 169, Ibn Wafid: 74,75
180.190.194 Ib n Yawhar: 185
Ibn Ishq: 173 Ibn Yubayr: 186-188,200,207
Ib n jad n :8 8 Ibn Yul^ul: 85
Ibn Jqn: 79 Ibn tu riy u l {Ibn Q abburt): 74,
Ibn Mad: 161,168,169,194,198 75
272 IND ICE DE LOS 'PRINCIPALES PERSONAJES M ENCIONADOS

Ib n Zarqn: 194,197,204 Ptolom eo: 109,110,173


Isidoro de Sevilla: 85,87
Ism T lb. cAbd al-Mumin: 130, Renn: 10, 158, 167, 171, 176,
131 178,199,210
cIy a d :4 1 ,127
Sahl al-Azdi: 228
Len el Africano: 211,216,223, Scid de Toledo: 86,87,88
224 Saladillo: 187-188,190
Siger de Brabante: 13
M aimnides: 183 Sydenham: 104
M iik :4 1 ,5 7 ,122
M alikb, W uhayb: 51,106 Tirmidi: 194
Mas^di: 87 Toms de Aquino: 81
M uham m ad b. cA bd al-
M um n: 128,129 U m m 'A m rb . Zuhr: 71
M uham mad b. Jalaf de Elvira: 49 'U tm n : 92

Oresm e: 141 fe b ir b. Aflah: 110


Orosio: 87 Yahy b. Adl: 221
Yahy b, Rusd: 178
Platn: 44,81,93,108,128,161, Yosuf b. Tasufin: 20
162,163,174,215 Yuwaynl: 219
Plotino: 174,224
Porfirio: 107 Ziryb:81
ndice

P r efa c io ..................................................................................................... 9
Una figura mtica y desconocida...................................................... 9
De la biografa como empresa arquitectnica......................... 11

1. Los Ban OR u Sd , protagonistas de la h isto ria oe


Al-A n d alu s ....................................................................................... 15
El linaje de los Ban Rusd............................................................. 15
La fundacin................................................................................... 16
El abuelo................... ........................, ....................................... 18
El jurisconsulto y el telogo.................................................... 24
El eslabn dbil: el padre de Averroes................................... 28
Ibn Tmart y el fin de tos almorvides...................................... 30
Nacimiento del movimiento almohade.................... .......... 31
Nacimiento de Averroes en la confluencia de dos pocas.. 33

2. Educacin y orientaciones rel ig io sa s ...................... 36


Permanencia del sistema de educacin andalus..................... 36
Carcter especfico de la enseanza andalus........................... 37
La formacin de Averroes............................................................ 39
Literatura y lengua......................................................................... 39
Religin y d erecho ........................................................................ 41
Un contexto poltico agitado............................................................ 43
Los almorvides, representacin del declive............................ 44
La obra abierta deal-Gazli ..................................................., 46
273
274 In d i c e

Creciente oposicin al maestro por parte de losandaluses .. 48


Ibn Tumart frente a la herencia de al - Gazii........................ 50
Hacia una recuperacin de ai-Gazl)................................ 55
Difusin dla doctrina alm ohade............................................. 59
Avetroes, el almohadismo y la filosofa.......................... . 60

3. El. CONOCIMIENTO DE LA NATURALEZA COMO ELEVACION


hacia D io s .................................................................................... 64

Jerarqua de las ciencias profanas.............................................. 64


Aparicin dlas ciencias dla naturaleza............................ 65
Averroes, espritu universal?..................................................... 67
M edicinaymdicos................................................................. 69
Escalafn de enseanzas y tratam ientos............................. 71
Maestros e inspiradores de Averroes......................................... 74
Conoci Averroes a Ibn B yya............................................ 76

4. Una personalidad comprometida pero d isc r e t a ........ 80

Inabarcable Averroes................................................................... 80
Barbayturbante........................................................................ 81
Un hombre modesto y discreto.............................................. 83
Un patriota anda! us .................................................................... 84
La negacin del anteislam....................................................... 85

5. P r in c ip io s plu r id isc iplin a r es en un c o n t ex t o


AGITADO.......................................................................................... 90

Ibn Tufayl, colega y m en tor......................................................... 91


La presentacin al prncipe..................................................... 93
Ab Ya^qb, prncipe ilustrado.............................................. 95
Averroes y la obra jurdica de al-GazlI.................................... 97
Fuentes del derecho en el Mustasf....................................... 98
Particularidad del Compendio de Averroes......................... 101
Penetrar los secretos de la naturaleza....................................... 102
La herencia de Avicena............................................................. 104
imposicin del modelo aristotlico........................................... 106
Un primer aristotelismosin audacia.................................... 107
Las cosas necesarias para vivir...: astronomay medicina, 109
La astronoma........................................................................... 109
EiencuentroconAvenzoar..................................................... 111
La reforma del Collige............................................................. 114
Lmites y virtudes del Colliget................................................ 116
In d ic e 275

6. El esfuerzo d e CONGILIacin practica en t r e ley


RELIGIOSA Y SABIDURIA............................................................... 118

La B id y a , gran obra jurdica de Averroes................................ 120


El recurso a las diferentes escuelas......................................... 121
La influencia del pensamiento almohade........................ 123
Los lmites de la racionalizacin de las costum bres.......... 125
Entre Crdoba y Sevilla ....................................................... 128
Crdoba puesta bajo tu tela..................................................... 129
Una pacificacin difcil............................................................ 130
Recuperacin doctrinal almohade....................................... 132
Averroes, cad y polgrafo....................................................... 134
R etornoaC rdoba.................................................................. 135

7. El esfuerzo de con cilia ci n terica en tre ley


RELIGIOSA YSABIDURA....................................................... 138

Averro esysutiem po: entre dos generaciones......................... 140


El rechazo del m isticism o........ .............................................. 141
Los escritos de madurez............................................................... 143
El torrente se ha desbordado inundando los pueblos... . 144
Qu es la filosofa?........................................................................ 148
Por un fcii/m filosfico ....................................................... 149
Los hombres de una ciencia profunda............................. 151
Un reformador circunspecto................................................. 154

8. Una AUTORIDAD e q u iv o c a ...................................................... 159

Averroes, historiador y actor de la vida p blica..................... 161


Reforma contra revolucin.................................................... 161
Averroes, belicista y feminista?...................................... 163
La investidura de al- M ansr................................................... 165
El cido de los grandes com entarios........................................... 170
Un aristotelismo ferviente pero matizado .......... ................ 171
Descubrimiento del criterio de coherencia......................... 173
Tentativas de conciliacin........................................................ 175
Los discpulos de Averroes........................................................... 178
El mito del pueblo de c d ........................................................ 179
Herederos mdicos y filsofos............................................... 180
La ficcin de IbrUA rabi........................................................... 181
El legado ju rd ic o ................................................................... 184
El testimonio de Ibn Yubayr.................................................. 186
276 NDICE.

9. T iem po d e a d v ersid a d es ......................................................... 189


xitos militares y persecucin de los descarriados................ 189
La victoria de Alarcos .............................................................. 191
La hostilidad de ios cordobeses............................................. 191
El ataque de los m alikies.................... .................................... 193
El exilio y la desautorizacin....................................................... 195
La desgracia de ios filsofos................................................... 197
El abandono de 1a va recta................................................. 200
Del perdn ala recuperacin del favor........................ 202
Una desgracia injustificada?................................................. 204
El regazo aristotlico................................................................ 205
Muerte del imn y muerte del califa....................................... 207

Ep l o g o ................................................................................................ 210
Glosario de n om bres y t r m in o s ............................................. 215
No t a s .................................................................................................... 233
Ma pa ...................................................................................................... 249
C ro n o lo g a ........................................................................................ 251
B ib lio g r a fa ....................................................................................... 261
ndice de los principales persona ) es m en cio n a d o s .......... 269

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