Primer Pleno Casatorio Civil

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PRIMER PLENO CASATORIO CIVIL

CASACION Nº 1465-2007-CAJAMARCA
SENTENCIA DEL PLENO CASATORIO

Casación Nº 1465-2007-Cajamarca

Demandantes : Giovanna Angélica Quiroz Villaty, por derecho propio y en

representación de sus menores hijos; Walker Steve


Cuenca
Quiroz; Euler Jonathan Mendoza Quiroz y José Ronny
Mendoza Quiroz
Demandados : Empresa Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.
A. y
Arturo Blanco Bar.
Materia : Indemnización por daños y perjuicios derivados de
responsabilidad extracontractual
Vía : Proceso de Conocimiento
procedimental

Sumario:

I.- Introducción.

II.- Materia del recurso.

III.- Fundamentos del recurso.

IV.- De la convocatoria al Pleno Casatorio.

V.- Consideraciones.

A.- Antecedentes resolutivos de las salas civiles supremas.

B.- De las transacciones celebradas.

C.- Sobre la transacción.


c.1.- De su regulación en nuestro ordenamiento nacional.

c.2.- Antecedentes y formalidades.

c.3.- Naturaleza jurídica.

c.4.- Efectos de la transacción.

c.5.- La Transacción extrajudicial: ¿Defensa de forma o de fondo?

c.5.1.- Transacción vs. Cosa juzgada,

c.5.2.- De la transacción extrajudicial como excepción procesal.

D.- Formalismo, interpretación normativa, justicia y conflicto social.

E.- Regla de Derecho: venire contra factum (teoría de los actos propios).

F.- Transacción y lesión.

G.- Pronunciamiento de la Defensoría del Pueblo.

H.- Sobre los intereses difusos y su defensa.

I.- Sobre la inaplicación de normas de derecho material.

i.1.- Validez de las transacciones.

i.1.1.- Sobre el daño a la salud.

i.1.2.- De la transacción sobre derechos de menores de edad.

VI.- Efectos de la sentencia.

VII.- Constitucionalidad del Pleno Casatorio.

VIII.- Conclusiones.

IX.- Fallo.

SENTENCIA DICTADA POR EL PRIMER PLENO CASATORIO CIVIL


REALIZADO POR LA SALA PLENA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
DE LA REPÚBLICA DE PERÚ

Casación Nº 1465-2007-Cajamarca
En la ciudad de Lima, Perú, a los veintidós días del mes de enero de dos mil
ocho, los señores vocales supremos, reunidos en sesión de Pleno Casatorio, por
mayoría en un extremo y por unanimidad en otro, han expedido la siguiente
sentencia, de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 400 del Código Procesal Civil.

Vista que fue la causa en audiencia pública del Pleno Casatorio de fecha
dieciocho de diciembre de dos mil siete, oídos los informes orales de los abogados
de las demandadas; de conformidad con lo opinado por el Ministerio Público,
discutida y deliberada que fue la causa, SE RESUELVE:

I.- INTRODUCCIÓN:

1.- A fojas 190 del tomo I del cuaderno de excepciones (que forma parte de
estos autos) corre en copia el escrito de demanda presentado por Giovanna
Angélica Quiroz Villaty, por su propio derecho y en representación de sus hijos
Euler Jonathan y José Ronny Mendoza Quiroz, y Walker Steve Cuenca Quiroz, a
través de la cual emplaza a la Empresa Minera Yanacocha S.R.L., solicitando el
pago de una indemnización por daños y perjuicios proveniente de responsabilidad
civil extracontractual.

El petitorio de indemnización por responsabilidad extracontractual comprende


el “…daño material (daño bioambiental y daño a la salud personal), daño moral…”

Como pretensión principal solicita el pago de una suma de dinero


ascendente a US $ 1´800,000.00 (un millón ochocientos mil y 00/100 dólares
americanos) por daño material (daño bioambiental y daño a la salud personal) y
daño moral, monto que sería distribuido: US $ 400, 000.00 dólares americanos a
favor de la accionante; US $ 500, 000.00 dólares americanos a favor de su hijo
Walker Steve Cuenca Quiroz; US$ 500, 000.00 dólares americanos a favor de su
hijo Euler Mendoza Quiroz y US $ 400, 000.00 dólares americanos a favor de su
otro hijo José Mendoza Quiroz.

Como pretensiones acumuladas objetivas accesorias solicita las siguientes:


a) El pago de un seguro médico y seguro de vida a favor de la demandante y sus
hijos por una suma no menor a US $ 100, 000.00 (cien mil y 00/100 dólares
americanos), por el lapso de quince años, con cobertura a todo riesgo, incluyendo
enfermedades oncológicas; b) Que, la demandada cumpla con descontaminar
completamente y de modo óptimo sus viviendas, de los materiales químicos cuya
presencia ha generado los daños cuya reparación se demanda, y c) El pago de los
intereses legales devengados, así como la condena en costos y costas procesales
y multas en caso de oposición.

2.- Manifiesta que el 02 de junio del año 2000, en circunstancias que el chofer
Arturo Blanco Bar, que conducía el camión con placa de rodaje Nº YG-9621,
marca Volvo, de propiedad de la empresa Ransa Comercial S.A., transportaba
mercurio, de propiedad de Minera Yanacocha S.R.L., con destino a la ciudad de
Lima, se produjo un primer derrame de dicho metal en el centro poblado de San
Juan, dando lugar a que un aproximado de cuarenta pobladores del lugar
recogieran el mercurio sin saber los efectos dañinos del mismo. Posteriormente,
entre las 5: 30 y 5: 40 p.m. del mismo día, se produjo un segundo derrame de
aproximadamente 152 Kg. de mercurio, en las localidades de Chotén, San Juan,
La Calera, el Tingo, San Sebastián y Magdalena, esto en una longitud aproximada
de 27 Km de la carretera.

3.- Acota la accionante que por su brillo y forma, e ignorando que se trataba de
una sustancia tóxica, los pobladores comenzaron a recoger el mercurio hasta altas
horas de la madrugada, empleando para dicha recolección sus manos e incluso su
boca como medio de aspiración. Al guardar el mercurio en sus hogares, sus
familiares que recogieron el mercurio también se intoxicaron debido a los gases
que emanaba éste.

La demandante refiere que Yanacocha no hizo caso a sus peticiones de ayuda


médica, quien no contaba con un plan maestro de contingencias, lo que propició
un mayor nivel de intoxicación al pretender comprar el mercurio derramado a
quien lo hubiera recogido y que existió un nivel deficiente de embalaje, transporte
y tratamiento del mercurio por parte de la minera, conforme ha declarado el chofer
del camión.

4.- Al contestar la demanda, que corre en copia a fojas 765, Minera Yanacocha
S.R.L. sostiene que no fue informada oportunamente por el chofer de la empresa
Ransa Comercial S.A. (encargada del transporte) respecto del derrame y que al
tomar conocimiento del mismo, adoptó las medidas necesarias para evitar
perjuicios, informando sobre la toxicidad del producto, lo cual resultó poco exitoso
debido a la negativa de los pobladores a devolver el mercurio que recogieron y
guardaron en sus hogares. Sostiene que la causa determinante de la exposición y
elevación del nivel del mercurio en el organismo de los pobladores afectados fue
su propia imprudencia. Asimismo, manifiesta que el hecho de que la demandante
y sus menores hijos hayan presentado niveles de mercurio mayores a los
normales en su organismo, como consecuencia del derrame producido, no
necesariamente implica que éstos hayan sido intoxicados por dicho elemento; de
todos modos celebraron transacciones extrajudiciales a favor de ella y sus hijos,
teniendo dichos actos jurídicos calidad de cosa juzgada en mérito a lo dispuesto
por el artículo 1302 del Código Civil.

Por otro lado, la empresa minera, a fojas 687, formula denuncia civil contra
Ransa Comercial S.A., por ser la empresa encargada del transporte del mercurio
el día en que ocurrieron los hechos.

Por resolución copiada a fojas 1123, el Juez de la causa incorpora de oficio a


Esteban Arturo Blanco Bar como litisconsorte necesario pasivo, por ser el chofer
que conducía la unidad móvil que transportaba el mercurio.

5.- Tanto Ransa Comercial S.A. y Esteban Arturo Blanco Bar, sostienen que se
limitaron a transportar los balones conteniendo mercurio y que fue minera
Yanacocha S.R.L. quien no cumplió con entregar la mercadería al transportista en
condiciones adecuadas para un traslado seguro. Además sostienen que se ha
presentado el supuesto de fractura causal por el hecho propio de la víctima, pues
no fue el derrame de mercurio lo que ocasionó daños a la demandante, sino su
negligencia al manipularlo, llevarlo a su hogar y exponer a su familia a los gases
tóxicos.

6.- Las partes demandadas deducen las siguientes excepciones:

A.- De las excepciones deducidas por la empresa minera Yanacocha S.R.L.


(fojas 248 del tomo I):

a.- Excepción de prescripción extintiva: Alega que el derrame de mercurio


tuvo lugar el 02 de junio de 2000, por lo que al constituir un supuesto de
responsabilidad extracontractual, de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 2001,
inciso 4, del Código Civil, la acción ha prescrito el 02 de junio de 2002, teniendo en
cuenta lo normado por el artículo 1993 del citado Código, según el cual el plazo de
dos años empieza computarse a partir de la fecha en que ocurrieron los hechos,
no habiéndose interrumpido el plazo prescriptorio, siendo que se la ha emplazado
con la demanda con posterioridad a dicha fecha.

b. Excepción de conclusión del proceso por transacción: Para poner fin a


cualquier conflicto que surja con respecto al derecho indemnizatorio, el 02 de
setiembre del 2000 Minera Yanacocha S.R.L. celebró tres transacciones
extrajudiciales: 1) la primera con la demandante Giovanna Angélica Quiroz Villaty,
por su propio derecho, a quien se la indemnizó con la suma de s/. 5, 250.00
Nuevos Soles; 2) la segunda con la demandante y con José Gilmer Mendoza
Saldaña, en representación de sus menores hijos Euler Jonathan y José Ronny
Mendoza Quiroz, a quienes se les indemnizó con la suma de s/. 15, 750,00
Nuevos Soles por los dos menores; 3) la tercera con la demandante, en
representación de su hijo Walker Steve Cuenca Quiroz, a quien se le indemnizó
con la suma de s/. 11, 250.00 Nuevos Soles.

En los tres casos, se suscribieron las respectivas addenda, con fecha 04 de


noviembre del mismo año, en las cuales acordaron duplicar el monto
indemnizatorio a cada uno de los afectados con el derrame. Conforme lo dispone
el Artículo 1302 del Código Civil, las transacciones antes mencionadas tiene el
valor de cosa juzgada, por lo que la pretensión de indemnización de los
demandantes no puede ser revisada en sede judicial.

c. Excepción de falta de legitimidad para obrar de Minera Yanacocha


S.R.L.: Sostiene que como el derrame de mercurio se produjo mientras era
transportado por un camión de propiedad de Comercial Ransa S.A., ella no es
responsable de los daños causados; que, como la demandante alega, la
responsabilidad surge de una actividad riesgosa o peligrosa, la misma que no fue
realizada por la empresa.
En cuanto a lo señalado por la actora que no se les brindó la atención debida,
la minera no tuvo participación alguna en el diagnóstico y tratamiento de los
afectados, sino que el mismo fue dispuesto por los médicos del puesto de salud de
Choropampa y el Hospital Regional de Cajamarca en coordinación con CICOTOX.

d. Excepción de falta de legitimidad para obrar de los demandantes con


relación a la pretensión de indemnización por daño ambiental: Tratándose de
intereses difusos, sólo pueden demandar el Ministerio Público, las asociaciones o
instituciones sin fines de lucro, los gobiernos locales, etc., conforme lo establece el
artículo 82 del Código Procesal Civil, por lo que los demandantes por sí solos no
pueden promover el presente proceso.

B.- De las excepciones de Ransa Comercial S.A. (fojas 752 del tomo II)

a.- Excepción de falta de legitimidad para obrar de Ransa Comercial S.A.:


Cuando ocurrieron los hechos se desempeñaba como Agente de Transporte de
Minera Yanacocha S.R.L., y los balones que contenían mercurio eran de
propiedad exclusiva de dicha minera, fue ella quien no los envasó
adecuadamente, lo que trajo consigo el derrame; que en todo momento el
mercurio fue manipulado en su estiba y aseguramiento en la plataforma del
vehículo por personal de la citada minera. Solicita se tenga en cuenta el Dictamen
Pericial del Examen Físico Químico emitido por la Dirección Nacional de
Criminalística de la Policía Nacional, de fecha 18 de junio del 2000, en el que se
concluyó que la responsabilidad por el derrame de mercurio se debió a la
imprudencia y negligencia en su envasado.

b. Excepción de prescripción extintiva: Alega los mismos fundamentos de


Minera Yanacocha S.R.L.

c. Excepción de conclusión del proceso por transacción: Menciona como


sustento de sus defensa de forma las transacciones celebradas entre la
demandante (por derecho propio y en representación de sus hijos) con la Minera
Yanacocha S.R.L.

C.- Del litisconsorte necesario pasivo Esteban Arturo Blanco Bar (fojas 1173 del
tomo III)

a.- Excepción de Prescripción extintiva: Sostiene los mismos fundamentos


de la demandada Minera Yanacocha S.R.L.

b. Excepción de conclusión del proceso por transacción: Igualmente,


sirven de sustento de su excepción las transacciones celebradas entre la parte
accionante con la empresa minera emplazada.
c. Excepción de falta de legitimidad para obrar de los demandantes con
relación a la pretensión de indemnización por daño ambiental: Consigna la
misma motivación que sus codemandadas.

7.- Mediante Resolución número tres, dictada en la Audiencia de Saneamiento


Procesal, del 08 de enero de 2004, según acta de fojas 303 a 312, se declara:
Infundada la excepción de conclusión del proceso por transacción referidos a la
demandante Giovanna Angélica Quiroz Villaty que deducen Minera Yanacocha
S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Esteban Arturo Blanco Bar; Fundada la excepción
de conclusión del proceso por transacción referido a los menores Euler Jonathan y
José Ronny Mendoza Quiroz y Walker Steve Cuenca Quiroz que deducen los tres
demandados; Infundada la excepción de falta de legitimidad para obrar de los
demandados deducida por la minera Yanacocha S.R.L. y Ransa Comercial S.A.;
Infundada la excepción de prescripción deducida por todos los demandados, y
Fundada la excepción de falta de legitimidad para obrar activa respecto a la
pretensión de indemnización por daño ambiental.

8.- Apelada que fuera la citada resolución, la Sala Civil de Cajamarca, mediante
auto de vista del 25 de julio de 2005, confirma la alzada (por unanimidad) en
cuanto declara infundada la excepción de falta de legitimidad para obrar de la
demandada Ransa Comercial S.A. y fundada la excepción de falta de legitimidad
para obrar por daño ambiental; confirma (por mayoría) en los extremos que
declara infundada la excepción de prescripción extintiva de la acción; infundada la
excepción de conclusión del proceso por transacción referido a la accionante
Giovanna Quiroz; fundada la excepción de conclusión del proceso respecto a los
hijos menores de edad de la actora, deducida por la empresa minera; la
Revocaron en el extremo que declara fundada la excepción de conclusión del
proceso por transacción referido a los menores de edad, deducida por los
demandados Ransa Comercial S.A. y Arturo Blanco Bar; infundada la excepción
de conclusión del proceso por transacción respecto a la actora, deducida por la
empresa minera e infundada la excepción de falta de legitimidad para obrar pasiva
deducida por la misma empresa minera; Reformándola: declararon infundada la
excepción de conclusión del proceso por transacción referida a los menores de
edad, deducida por Ransa y Arturo Blanco Bar, fundada la excepción de
conclusión del proceso por transacción respecto a la actora, deducida por la
minera demandada, y fundada la excepción de falta de legitimidad para obrar
pasiva deducida por la misma empresa minera, en consecuencia nulo todo lo
actuado y por concluido el proceso.

Dicha resolución fue materia de Recurso de Casación por los demandados


Ransa Comercial S.A. y Arturo Blanco Bar, así como por la accionante Giovanna
Quiroz siendo declarados nulos los concesorios por la Sala Civil Permanente de la
Corte Suprema, respecto a los dos codemandados, en tanto que declaró
procedente el recurso de la accionante, el mismo que es declarado fundado
mediante sentencia de fecha 07 de abril de 2006 (Casación Nº 2383-2005-
Cajamarca, corriente de fojas 1428 a 1433 del tomo II que conforma estos autos),
por lo que casaron la de vista por no haberse fundamentado debidamente, así
como por no haberse fijado fecha para la vista de la causa de acuerdo a ley,
devolviendo los actuados a la instancia de origen.

9.- Devueltos los autos a la Sala Civil de Cajamarca, ésta se avoca


nuevamente al conocimiento de la causa emitiendo, en esta oportunidad por
unanimidad, con fecha 27 de diciembre de 2006, el auto de vista (corriente de
fojas 1473 a 1480 del tomo. III), por medio de la cual Revoca la impugnada en el
extremo que declara infundada la excepción de conclusión del proceso por
transacción respecto a la demandante Giovanna Quiroz Villaty y Reformándola la
declara Fundada, confirmándola en los demás extremos.

Esta resolución de vista es la que viene en Recurso de Casación conforme se


procede a describir a continuación respecto a los fundamentos esgrimidos por la
parte demandante.

II.- MATERIA DEL RECURSO:

Se trata del recurso de casación interpuesto por doña Giovanna Angélica


Quiroz Villaty (por derecho propio y en representación de sus tres menores hijos),
contra la resolución de vista de fojas 1473 a 1480, expedida el 27 de diciembre de
2006, por la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Cajamarca, en los
extremos que:

a) Confirma la resolución apelada que declara fundada la excepción de


conclusión del proceso por transacción respecto a los demandantes menores de
edad: Walker Cuenca Quiroz; Euler Mendoza Quiroz y José Mendoza Quiroz,
propuesta por las demandadas Minera Yanacocha S.R.L. y Ransa Comercial S.A.

b) Confirma el auto apelado en cuanto declara fundada la excepción de Falta


de Legitimidad para Obrar de la demandante respecto a la pretensión por daño
ambiental formulada por el demandado Esteban Arturo Blanco Bar.

c) Revoca el auto apelado en el extremo que declara infundada la excepción de


conclusión del proceso por Transacción y reformándolo declara Fundada la citada
excepción en cuanto concierne a la accionante Giovanna Angélica Quiroz Villaty,
propuesta por Minera Yanacocha S. R. L y Esteban Arturo Blanco Bar.

III.- FUNDAMENTOS DEL RECURSO:

Por resolución del 03 de mayo de 2007 se declaró procedente el recurso de


casación por las causales previstas en los incisos 2 y 3 del artículo 386 del Código
Procesal Civil, al haberse satisfecho los requisitos de fondo regulados por los
incisos 2.2 y 2.3 del artículo 388 del mismo cuerpo legal, por los fundamentos
siguientes:
1.- La inaplicación de normas de derecho material: Manifiesta la recurrente
que se han inaplicado los artículos 5 y 1305 del Código Civil al haberse transigido
sobre daños a la salud de los afectados, derechos que son personalísimos y
extrapatrimoniales y por ende no son transables, sin considerarse que dichas
transacciones son inválidas por no ajustarse al ordenamiento legal, siendo nulas
de pleno derecho.

2.- Contravención a las normas que garantizan el derecho a un debido


proceso:

a). Señala la impugnante que conforme al inciso 10 del artículo 446 del Código
Procesal Civil, sólo se puede proponer la excepción de conclusión del proceso por
transacción si se llega a establecer que la misma ha puesto fin a un proceso
judicial, es decir previamente ha debido existir un proceso judicial que haya
terminado con transacción. Del mismo modo el artículo 453 inciso 4 del citado
cuerpo procesal, requiere la existencia de procesos idénticos para poder amparar
la excepción de transacción, situación que no se presenta en el caso de autos, al
tratarse de una transacción que no puso fin a ningún proceso judicial y tampoco
fue homologada por juez alguno; habiéndose, además, contravenido principios
jurisprudenciales establecidos por la Corte Suprema en casaciones anteriores,
como por ejemplo la casación Nº 730-2005;

b). Como segunda causal de contravención al debido proceso alega la


recurrente que la Excepción de Falta de Legitimidad para Obrar Activa de la
accionante respecto al daño al medio ambiente, no se ha interpretado
correctamente los alcances del artículo 82 del Código Procesal Civil, toda vez que
el mismo prevé la legitimación extraordinaria para las instituciones que allí se
mencionan, en tanto que la legitimación ordinaria le corresponde a las personas
naturales afectadas, incluso para las que no lo son directamente. Además de no
haber aplicado el precedente vinculante trazado en la sentencia dictada por el
Tribunal Constitucional en el Expediente Nº 221-97-AA/TC.

IV.- DE LA CONVOCATORIA AL PLENO CASATORIO:

1.- Mediante Razón de fojas 123-A del Cuaderno de Casación, la señora


relatora de la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de la República, da
cuenta al Presidente de dicha Sala de la existencia de pronunciamientos
contradictorios sobre la misma materia entre las dos Sala Civiles de esta máxima
instancia judicial.

2.- Mediante resolución del 29 de noviembre de 2007, la Sala Civil Permanente,


estando a la Razón emitida, solicita al señor Presidente de la Corte Suprema de
Justicia de la República citar a Pleno Casatorio a fin de que se constituya doctrina
jurisprudencial sobre el caso materia de autos.

3.- Por Resolución Nº 01-2007-I-Pleno Casatorio-P-CS-PJ, del 04 de diciembre


de 2007, la Presidencia del Poder Judicial, de acuerdo a lo dispuesto por el
artículo 400 del Código Procesal Civil, convoca a Sala Plena de la Corte Suprema
de Justicia de la República a sesión para llevar a cabo la vista de la causa del
presente proceso, la misma que se realizó el 18 de diciembre de 2007, habiendo
sido designados como vocales ponentes de las opiniones divergentes de las Salas
Supremas Civiles los señores Walter Vásquez Vejarano y Víctor Lucas Ticona
Postigo en sus condiciones de presidentes de dichos órganos jurisdiccionales
supremos.

V.- CONSIDERACIONES:

1.- Habiéndose invocado vicios in iudicando e in procedendo como


fundamentación de los agravios y atendiendo a sus efectos, es menester realizar
primero el estudio de la segunda causal (referida a infracciones procesales),
dados los alcances de la decisión, pues en caso de amparase la misma, esto es si
se declara fundada la Casación por dicha causal, deben reenviarse los actuados a
la instancia de origen para que proceda de acuerdo a lo resuelto, no teniendo
objeto pronunciarse en lo que concierne a la causal de inaplicación de normas
materiales.

Sin perjuicio de ello, cabe dejar constancia que si bien es cierto que en el auto
que declara procedente el recurso de Casación se ha hecho expresa referencia
solamente a las causales de inaplicación de normas materiales y contravención al
debido proceso en cuanto a la excepción de transacción, mas no así en cuanto a
la excepción de Falta de Legitimación para obrar de la demandante para accionar
por daño ambiental; tal omisión ha sido subsanada al haberse dispuesto en la
parte resolutiva de manera genérica que se declaraba procedente el recurso por
las causales denunciadas (por los tres motivos reseñados), tanto más si es que el
Ministerio Público ha emitido dictamen pronunciándose sobre todos los extremos
denunciados y la parte demandada no ha alegado nulidad alguna, por lo que
cualquier posible vicio de orden procesal ha quedado subsanado, más aún si es
que el mismo no resulta trascendente para impedir que se resuelva el caso de
autos.

2.- El asunto a dilucidarse en este proceso, y que es materia de divergencia


entre las decisiones de las salas civiles Permanente y Transitoria de la Corte
Suprema de Justicia de la República, se centra en los alcances de la Transacción
extrajudicial celebrada bajo el amparo normativo del artículo 1302 del Código Civil,
esto es si la Transacción Extrajudicial puede hacerse valer como excepción
procesal.

El otro punto materia de debate se refiere a la legitimación activa que pueda


tener una persona natural para promover proceso judicial en la defensa de
intereses difusos de acuerdo a lo previsto en el artículo 82 del Código Procesal
Civil.

Por tal razón, para un mejor entendimiento del caso sub judice, se ha
considerado oportuno abordar determinados tópicos que tienen estrecha relación
con los hechos debatidos y las denuncias expuestas en el Recurso de Casación.
En mérito a ello, se expondrá, en primer lugar, los criterios y posiciones
manifestadas por ambas salas civiles supremas; a continuación se seguirá un
orden de exposición que abarque la institución de la Transacción tanto en su
vertiente sustancial como procesal, además de otras instituciones afines que
convienen traerse a colación para un mejor esclarecimiento y resolución del caso
sub litis.

A.- ANTECEDENTES RESOLUTIVOS DE LAS SALAS CIVILES SUPREMAS:

3.- Conforme se puede corroborar de las resoluciones dictadas en las


casaciones obrantes en copias en autos, la Sala Civil Permanente de la Corte
Suprema de Justicia de la República, en los expedientes Nº 2383-2005-
Cajamarca (sentencia dictada anteriormente en este mismo proceso, donde a
manera de obiter dictum se refiere a la validez de la transacción extrajudicial); Nº
2163-2006-Cajamarca, Nº 705-2007-Cajamarca, Nº 733-2007-Cajamarca, Nº
737-2007-Cajamarca y Nº 1801-2007-Cajamarca, ha considerado que la
transacción extrajudicial tiene calidad de Cosa Juzgada de acuerdo a lo previsto
por el artículo 1302 del Código Civil, al poner fin a algún asunto dudoso o litigioso
evitando el pleito que podría promoverse o finalizando el que está iniciado, por lo
tanto no se contraviene los artículos 446, inciso 10, y 453, inciso 4, del Código
Procesal Civil, así como tampoco se vulneran los artículos 5 y 1305 del Código
Civil, al estar transándose la indemnización sobre el daño que sufrió la parte
afectada por el derrame de mercurio, por lo que si bien el daño puede ser
extrapatrimonial, toda indemnización por sí misma se configura como un derecho
patrimonial, respecto al cual sí se puede transigir; por lo tanto dicha Sala Suprema
admite que la transacción puede ser deducida como excepción en un proceso
judicial y ser amparada como tal, precisamente por haber evitado una controversia
judicial.

4.- Por su parte la Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la


República, en las casaciones Nº 730-2005-Cajamarca, Nº 2158-2006-Cajamarca;
Nº 2160-2006-Cajamarca; Nº 2162-2006-Cajamarca; Nº 2882-2006-Cajamarca y
2942-2006-Cajamarca, considera que solamente se puede oponer la transacción
cuando ha estado en curso otro proceso, es decir previamente ha tenido que
existir un proceso judicial que haya concluido con la suscripción de una
transacción homologada por el juez de la causa para que pueda hacerse valer
como excepción ante la interposición de una nueva demanda sobre los mismos
hechos, al configurarse la identidad requerida por el artículo 453, inciso 4, del
Código Procesal Civil, razón por la cual la Transacción Extrajudicial celebrada bajo
los términos del Código Civil sin que haya existido un proceso judicial anterior, no
cumple el requisito del Artículo 453.4 del Código Procesal Civil, ergo deviene en
inamparable como medio de defensa de forma, es decir, no se puede deducir
como excepción de forma.

B.- DE LAS TRANSACCIONES CELEBRADAS:


5.- Como se corrobora de lo descrito seguidamente, entre la parte demandante
y la empresa Minera Yanacocha S.R.L. se celebraron tres transacciones
extrajudiciales, la primera con la accionante, por derecho propio y en
representación de sus menores hijos las dos siguientes, así como se adicionaron
sendas addenda a cada una de ellas, todas con firmas debidamente legalizadas
por Notario.

I.- Transacción celebrada por doña Giovanna Angélica Quiroz Villaty, por
derecho propio, con Minera Yanacocha S.R.L.:

a).- En este negocio jurídico intervino en calidad de cónyuge de la indemnizada


el señor José Gilmer Mendoza Saldaña.

Se estipuló como monto total de la indemnización la suma de s/. 2 625.00


Nuevos Soles, el cual, según la cuarta cláusula, cubría el daño emergente, lucro
cesante, daño físico o moral y cualquier otro daño producido por el derrame de
mercurio ocurrido el 2 de junio de 2000.

Asimismo, se acordó que la empresa minera proveería de un seguro de salud a


favor de la parte afectada, sin costo para ésta, que cubra por el plazo de 5 años
los gastos médicos asociados con las enfermedades derivadas de la
contaminación por mercurio, seguro que podía ser renovado en caso la parte
indemnizada haya requerido atención médica cubierta por el seguro y además
presente alguna enfermedad derivada del derrame de mercurio que requiera
atención médica por un período adicional a la vigencia del seguro.

Fecha de suscripción: 2 de septiembre de 2000.

b).- Con fecha 4 de noviembre de 2000 se redacta un nuevo documento


denominado addendum, donde se acuerda duplicar el monto de la indemnización
que haría un total de s/. 5 250.00 Nuevos Soles. El pago se realiza con firmas
legalizadas ante Notario.

II.- Transacción celebrada por doña Giovanna Angélica Quiroz Villaty en


representación de su menor hijo de 15 años de edad, Walker Steve Cuenca
Quiroz1, con Minera Yanacocha S.R.L.:

a).- En este negocio jurídico sólo intervino la madre del menor.

Se estipuló como monto total de la indemnización la suma de s/. 5 625.00


Nuevos Soles, el cual, según la cuarta cláusula, cubría el daño emergente, lucro
cesante, daño físico o moral y cualquier otro daño producido por el derrame de
mercurio ocurrido el 2 de junio de 2000.

Asimismo, se acordó que la empresa minera proveería de un seguro de salud a


favor del menor, sin costo para éste, que cubra por el plazo de 5 años los gastos
médicos asociados con las enfermedades derivadas de la contaminación por
mercurio, seguro que podía ser renovado en caso la parte indemnizada haya
requerido atención médica cubierta por el seguro y además presente alguna
enfermedad derivada del derrame de mercurio que requiera atención médica por
un período adicional a la vigencia del seguro.

- En la segunda cláusula se condicionaba el pago final del monto acordado


cuando se contara con la autorización judicial para celebrar la transacción.

Fecha de suscripción: 2 de septiembre de 2000.

b).- Con fecha 4 de noviembre de 2000 se redacta un nuevo documento


denominado addendum, donde se acuerda duplicar el monto de la indemnización
que haría un total de s/. 11 250.00 Nuevos Soles.

- En este documento también se estipula en la segunda cláusula que el pago


final se hará una vez se cuente con la autorización judicial respectiva.

c).- Mediante sentencia del 5 de junio de 2001, el Segundo Juzgado de Familia


de Cajamarca, teniendo a la vista los dos documentos transaccionales, autoriza la
celebración de la transacción.

- En mérito a dicha sentencia, con fecha 10 de enero de 2002 la empresa minera cumple
con pagar a la madre del menor el saldo pendiente de s/. 5 625.00 Nuevos Soles. El pago se
realiza con firmas legalizadas ante Notario.

III.- Transacción celebrada por doña Giovanna Angélica Quiroz Villaty y


José Gilmer Mendoza Saldaña en nombre de los menores Euler Jonathan
Mendoza Quiroz (12 años) y José Ronny Mendoza Quiroz (5 años), con
Minera Yanacocha S.R.L.:

a).- En este negocio jurídico intervinieron ambos padres de los menores de


edad.

- Se estipuló como monto total de la indemnización la suma de s/. 7 875.00 Nuevos


Soles (s/. 2 250.00 N.S. para Euler Mendoza y s/. 5 625.00 N.S. para José Mendoza), el
cual, según la cuarta cláusula, cubría el daño emergente, lucro cesante, daño físico o moral
y cualquier otro daño producido por el derrame de mercurio ocurrido el 02 de junio de
2000.

Asimismo, se acordó que la empresa minera proveería de un seguro de salud a


favor de los menores afectados, sin costo para ellos, que cubra por el plazo de 5
años los gastos médicos asociados con las enfermedades derivadas de la
contaminación por mercurio, seguro que podía ser renovado en caso la parte
indemnizada haya requerido atención médica cubierta por el seguro y además
presente alguna enfermedad derivada del derrame de mercurio que requiera
atención médica por un período adicional a la vigencia del seguro.

- En la segunda cláusula se condicionaba el pago final del monto acordado


cuando se contara con la autorización judicial para celebrar la transacción.

Fecha de suscripción: 2 de septiembre de 2000.

b).- Con fecha 4 de noviembre de 2000 se realiza un nuevo documento


denominado addendum, donde se acuerda duplicar el monto de la indemnización
que haría un total de s/. 15 750.00 Nuevos Soles.

- En este documento también se estipula en la segunda cláusula que el pago


final se hará una vez se cuente con la autorización judicial respectiva.

c).- Mediante sentencia del 6 de febrero de 2001, el Tercer Juzgado de Familia


de Cajamarca, teniendo a la vista los dos documentos transaccionales, autoriza la
celebración de la transacción y addendum, y a la entrega del dinero señalado en
ambos documentos.

- En mérito a dicha sentencia, con fecha 1 de marzo de 2001 la empresa


minera cumple con pagar a la madre de los menores el saldo pendiente de s/. 7
875.00 Nuevos Soles. El pago se realiza con firmas legalizadas ante Notario.

C.- SOBRE LA TRANSACCIÓN:

c.1.- De su regulación en nuestro ordenamiento nacional:

6.- Ante todo, cabe analizar la regulación jurídica de la transacción de acuerdo


a nuestro actual ordenamiento legal.

En lo que concierne a su regulación legislativa sustantiva, el artículo 1302 del


Código Civil vigente indica:

“Artículo 1302: Por la transacción las partes, haciéndose concesiones


recíprocas, deciden sobre un asunto dudoso o litigioso, evitando el pleito que
podría promoverse o finalizando el que está iniciado.

Con las concesiones recíprocas, también se pueden crear, regular, modificar o


extinguir relaciones diversas de aquellas que han constituido objeto de
controversia entre las partes.

La transacción tiene el valor de cosa juzgada.”

(Los subrayados son nuestros)


c.2.- Antecedentes y formalidades:

7.- Así lo entendía también el Código Civil de 1852 al estipular en su artículo


1702 que:

“Artículo 1702: Transacción es un contrato, por el que dos o más personas,


decidiendo de común acuerdo sobre algún punto dudoso o litigioso, evitan el pleito
que podía promoverse, o finalizan el que está principiado.

Puede transigirse entre presentes o ausentes, por los mismos interesados, o


por apoderados con poder especial.”

Seguidamente, agregaba en sus artículos 1703 y 1705, que la transacción se


debía redactar por escrito, sea en instrumento público o privado o a través de una
petición dirigida al juez y firmada por los interesados, con fe de las firmas de los
que la hacían.

La transacción celebrada por escritura pública producía sus efectos desde que
era otorgada legalmente, en tanto que la hecha por escritura privada lo hacía
desde que se traducía en instrumento público y se protocolizaba y la que se hacía
ante el juez cuando se legalizaran las firmas.

En lo que se refería a la transacción sobre bienes de menores o personas


sujetas a interdicción se indicaba, según el artículo 1716 del citado Código, que la
misma no sería válida mientras no se contara con la aprobación del juez, quien
para concederla debía oír al Consejo de Familia y pedir el dictamen de tres
letrados y del ministerio fiscal2.

Por su parte el Código Civil de 1936, en su artículo 1307 disponía que:

“Artículo 1307: Por la transacción dos o más personas deciden sobre algún
punto dudoso o litigioso, evitando el pleito que podría promoverse, o finalizando el
que está promovido”

En lo que concernía a la protección de los derechos de menores de edad, igual


disposición tenía el artículo 1312 del citado Código, al estipular que los
representantes de menores, ausentes o incapaces, podrían transigir con
aprobación del juez, quien para concederla oiría al Consejo de Familia cuando lo
hubiera, y pediría el dictamen de dos letrados y del ministerio fiscal.

Nuestro actual Código Civil trae la misma regulación en su artículo 1307 al


indicar que:

“Artículo 1307: Los representantes de ausentes o incapaces pueden transigir


con aprobación del juez, quien para este efecto oirá al Ministerio Publico y al
consejo de familia cuando lo haya y lo estime conveniente.”
Sobre este particular regresaremos más adelante cuando acometamos el
estudio de las transacciones celebradas entre la empresa minera demandada y los
menores de edad hijos de la actora.

c.3.- Naturaleza jurídica:

8.- Como se nota, la Transacción en el Código Civil de 1852 era considerada


dentro de la Sección de los contratos denominados consensuales a diferencia de
los aleatorios que contemplaba otras figuras jurídicas.

Esta calificación jurídica luego variaría con el Código Civil de 1936, el que
consideró a la Transacción como un medio de extinguir obligaciones. La Comisión
Revisora del Código Civil de 1852 (que elaboró el corpus legal de 1936), manifestó
que si era un acto jurídico en virtud del cual las partes, haciéndose concesiones
recíprocas, extinguen obligaciones dudosas o litigiosas, era forzoso convenir en
que la transacción no era propiamente hablando un contrato sino un verdadero
modo de extinción de los actos jurídicos en general, porque por ella se podían
extinguir derechos reales y derechos hereditarios.

La transacción, continuaba diciendo la Comisión, es un contrato en cuanto


representa el resultado de la concordancia de las voluntades, pero como es una
convención que tiene por fin jurídico principal liquidar relaciones obligatorios
preexistentes, es real y verdaderamente un medio de extinción de obligaciones y
está mejor ubicada en el plan del Anteproyecto (que la incluía dentro de los
efectos de las obligaciones) que en la Sección del Código Civil de 18523.

9.- En la doctrina se discute arduamente si la transacción es una convención,


un contrato4 o un acto jurídico, inclinándose la mayoría por concebirla como un
contrato, conforme lo exponen -entre otros, para el ámbito argentino- los
tratadistas Jorge Llambías y Rubén Compagnucci de Caso5.

En sede nacional, la Comisión Revisora del Código Civil de 1936, ubicó a la


transacción como un medio de extinguir obligaciones (al igual que el aludido
Código, materia de reforma), primero consideró que la figura de la transacción
presenta un doble aspecto: de un lado, es efectivamente un contrato destinado a
poner fin a obligaciones dudosas o litigiosas, mediante concesiones recíprocas;
desprendiéndose su naturaleza contractual de la definición contenida en el artículo
1351 del Código Civil que define el contrato. Este carácter se ve acentuado al
haberse introducido el segundo párrafo del artículo 1302 del citado Código, según
el cual se admite que la transacción puede crear, regular o modificar relaciones
diversas de las que son objeto de la controversia.

En otra parte se comentaba por la anotada Comisión, que el legislador ubica a


la transacción como uno de los medios de extinguir obligaciones por razones de
tradición jurídica y porque en múltiples casos prevalece el efecto extintivo de la
misma. Acotaba que había sido motivo de especial preocupación de la Comisión
revisora, que dio origen al Código Civil vigente de 1984, introducir mecanismo
ágiles para que los particulares solucionen sus diferencias sin la intervención de
los tribunales de justicia, teniendo en cuenta el explicable deseo de las partes
de evitar los costos de un proceso, la pérdida de tiempo que éste conlleva y
la voluntad común de lograr tranquilidad, aspecto que prevalecía para que
ellas “se dicten su propia sentencia”6.

10.- Es por ello que los profesores Castillo Freyre y Osterling Parodi señalan
que la transacción es un acto jurídico, puesto que constituye una manifestación de
voluntad destinada a crear, regular, modificar o extinguir relaciones jurídicas, pero,
asimismo, puede ser un contrato al versar sobre relaciones jurídicas patrimoniales
(puesto que los derechos extrapatrimoniales son intransigibles), por lo que ambos
conceptos no resultan ser excluyentes sino complementarios.

Por lo tanto, se concluye que para nuestro ordenamiento jurídico nacional la


transacción es un acto jurídico de naturaleza patrimonial (contrato) por el que las
partes, en ejercicio de su autonomía de la voluntad, haciéndose concesiones
recíprocas, deciden sobre algún asunto dudoso o litigioso. A nivel formal, al ser un
contrato, apunta a zanjar cuestiones ya existentes entre las partes, es decir a
extinguir relaciones jurídicas existentes que se encuentran en controversia. Por
ello su ubicación es más clara dentro de los medios extintivos de las obligaciones.
En cuanto al nivel de fondo, lo que subyace en el corazón de esta figura se centra
en la búsqueda de la paz y la armonía7.

La causa o función de la transacción es la composición de la controversia


jurídica que existe entre las partes, cuya solución o liquidación asumen los propios
interesados, evitando provocar un pleito o acabando el ya iniciado, y se realiza
mediante recíprocas concesiones. Sobre esta causa, que en sus múltiples
aspectos revela la virtualidad operativa del contrato, y sobre la situación o relación
jurídica controvertida debe recaer, impelido por el animus transigendi, el
consentimiento de los contratantes8.

Seguidamente haremos referencia tanto a la doctrina nacional como a la argentina, por


haber servido el Código Civil de este último país como fuente para la redacción de nuestro
actual artículo 1302, especialmente en cuanto a la validez de cosa juzgada que se le otorga
a la transacción9; extremo sobre el cual nos ocuparemos más adelante10.

11.- Al decir de Llambías, la transacción se basa en un intercambio de


sacrificios; si una sola de las partes sacrificara algún derecho suyo, ello sería una
renuncia y no una transacción que requiere que medien concesiones recíprocas.
Mientras exista una reciprocidad, no importa la cuantía de ellos ni su equivalencia
o desigualdad, puesto que la ley no exige paridad de concesiones, ni ello podría
imponerse porque la importancia del sacrificio que cada cual realiza es de
apreciación eminentemente subjetiva, no habiendo pauta válida para su
medición11.

c.4.- Efectos de la transacción:


12.- Se sostiene que la Transacción, como es opinión mayoritaria en doctrina,
produce diversos efectos, siendo los principales: a) es obligatoria o vinculante; b)
es extintiva; c) tiene efecto declarativo; d) tiene valor de cosa juzgada12:

a) Es obligatoria o vinculante: Por su razón de carácter contractual, la


transacción crea para las partes una regla a la cual deben someterse como a la
ley misma, en mérito al adagio que “el contrato es ley entre las partes”.

b) Es extintiva: Precisamente por el efecto extintivo que posee la transacción,


las partes no pueden hacer valer luego los derechos renunciados por ese acto, si
lo hicieran, serían rechazados por una excepción de transacción, que impide
renovar una pretensión ya aniquilada por la virtualidad del convenio celebrado.

c) Tiene efecto declarativo: La transacción no tiene efectos traslativos de


derechos sino declarativos. Esto significa que cuando uno de los contratantes
reconoce el derecho del otro, no es que esté considerando que se lo está
transmitiendo, sino que ese derecho ha existido desde antes y directamente en
cabeza de quien lo tiene luego de la transacción.

d) Tiene valor de cosa juzgada: La parte final del artículo 1302 de nuestro
actual Código Civil le otorga tal condición a la transacción, aspecto sobre el que
regresaremos más adelante cuando tratemos específicamente sobre la vinculación
de la transacción con la cosa juzgada y su posibilidad de proponerse como
excepción en ese sentido.

13.- Concordante con lo dicho, el artículo 1303 del Código Civil es expreso al
consignar que: “La transacción debe contener la renuncia de las partes a cualquier
acción que tenga una contra otra sobre el objeto de dicha transacción.”, dejando
en claro la relevancia del elemento reciprocidad en esta figura extintiva. El sentido
del artículo es evidente, tomando en cuenta la finalidad de la transacción, cual es
la de no reabrir el asunto que dejó de ser controvertido, dudoso o litigioso; por lo
tanto la eficiencia y practicidad, que constituyen las ventajas de la transacción,
giran alrededor de esta economía en términos de tiempo, recursos e
incertidumbre. Estos beneficios se tornarían estériles si la transacción no tuviera la
calidad de definitiva, es decir, si pudiera iniciarse, reiniciarse o proseguir un
proceso judicial sobre el mismo tema, al cual las propias partes encontraron
solución y convinieron en ella13.

14.- Ahora bien, nuestro Código Procesal Civil también regula sobre la
transacción judicial, la misma que debe ser homologada por el juez de la causa
conforme se estipula en el artículo 337, el mismo que a la letra dice:

“Artículo 337.- Homologación de la transacción.- El Juez aprueba la


transacción siempre que contenga concesiones recíprocas, verse sobre derechos
patrimoniales y no afecte el orden público o las buenas costumbres, y declara
concluido el proceso si alcanza a la totalidad de las pretensiones propuestas.
Queda sin efecto toda decisión sobre el fondo que no se encuentre firme.
La transacción que pone fin al proceso tiene la autoridad de la cosa juzgada. El
incumplimiento de la transacción no autoriza al perjudicado a solicitar la resolución
de ésta.

Si la transacción recae sobre alguna de las pretensiones propuestas o se


relaciona con alguna de las personas, el proceso continuará respecto de las
pretensiones o personas no comprendidas en ella. En este último caso, se tendrá
en cuenta lo normado sobre intervención de terceros.

Con la transacción judicial no se puede crear, regular, modificar o extinguir


relaciones materiales ajenas al proceso.”

Seguidamente se regula:

“Artículo 338.- Normatividad supletoria.- En todo lo no previsto en este


Capítulo, se aplican las normas pertinentes del Código Civil.”

15.- Como nota adicional deviene en ilustrativo consignar que de las sesenta y
dos modificaciones que se realizaron a diversos artículos del Código Civil,
mediante la Primera Disposición Modificatoria del Código Procesal Civil, ninguna
se refiere a las normas de la transacción, es más existe el artículo 338 antes
citado que es remisivo a las reglas contendidas en el Código sustantivo, lo que
demuestra que el legislador procesal no tuvo intención alguna de restarle eficacia
a la transacción extrajudicial, de lo contrario hubiera modificado o derogado toda la
normativa citada.

c.5.- La Transacción extrajudicial: ¿defensa de forma o de fondo?

16.- La cuestión surge en saberse si es que solamente la transacción judicial


puede hacerse valer como defensa de forma (excepción procesal) y la extrajudicial
como defensa de fondo.

Si bien es cierto que el artículo 453 del Código Procesa Civil precisa que:

“Artículo 453.- Amparo de las excepciones de litispendencia, cosa


juzgada, desistimiento de la pretensión o conclusión del proceso por
conciliación o transacción.- Son fundadas la excepciones de litispendencia,
cosa juzgada, desistimiento de la pretensión o conclusión del proceso por
conciliación o transacción, respectivamente, cuando se inicia un proceso idéntico a
otro:

1. Que se encuentra en curso;

2. Que ya fue resuelto y cuenta con sentencia o laudo firme;

3. En que el demandante se desistió de la pretensión; ó


4. En que las partes conciliaron o transigieron.”

No resulta menos cierto que se puede optar por uno de dos caminos, o el de la
aplicación literal de dichos supuestos o el de interpretar sistemáticamente los
mismos dentro del marco constitucional de la tutela jurisdiccional efectiva, así
como de los fines del proceso, además del principio de autonomía de la voluntad;
esto es de buscar la solución a un caso concreto de manera cierta sin dar pie a
sucesivos litigios.

17.- Si nos inclinamos por la primera opción, es decir por la aplicación literal de
la norma jurídica procesal, se consideraría que la transacción extrajudicial no
puede ser alegada como Excepción procesal, por el contrario deberá alegarse
como defensa de fondo, es decir, como parte de la contestación de la demanda.
En cambio si ponderamos la segunda alternativa, esto es, de la interpretación
sistemática de la norma procesal, arribaremos a la conclusión que se puede alegar
la Transacción Extrajudicial como defensa de forma y por ende estaría
considerada dentro del supuesto previsto por el artículo 446 inciso 10 del Código
Procesal Civil.

18.- Comentando sobre la legislación argentina, Compagnucci de Caso precisa


que la defensa o excepción de transacción, denominada exceptio litis per
transactionem finitae, es de tipo perentorio que decide el pleito y tiene carácter
sustantivo, por lo que aquel que pretenda oponer esta defensa debe demostrar, al
igual que para la cosa juzgada, que se den los requisitos de las tres identidades:
objeto, sujetos y causa. En cuanto al objeto, debe entenderse que sólo se ha
transado sobre los derechos que obran en el acuerdo, y no es posible extender el
entendimiento a situaciones análogas o similares. Los sujetos también deben
coincidir y juega el principio del efecto relativo de los contratos. Por último la causa
debe ser idéntica, es decir, estar fundada en los mismos hechos que fueron fuente
de las pretensiones reclamadas14.

19.- Nuestra anterior legislación procesal, aunque no de manera expresa,


contemplaba la distinción entre excepciones perentorias y dilatorias, por el
momento en que podían ser deducidas -claro está que el Capítulo II del Título I, de
la Sección Segunda del Código de Procedimientos Civiles de 1912, llevaba
solamente por título “Excepciones dilatorias”15-, clasificación que hoy en día ha
dejado de ser usada, tanto es así que la actual Ley de Enjuiciamiento Civil
española del año 2000 no las contempla, teniendo eso sí una estación procesal de
saneamiento.

No obstante lo dicho, resulta ilustrativo hacer algunas referencias a ello,


fundamentalmente por sus efectos prácticos.

20.- En doctrina existen tantas clasificaciones de excepciones como autores


hay16, por lo que optamos por seguir lo dicho por Peláez17, quien mencionando
los diferentes criterios de clasificación de estas, alude, entre otras, a las: a)
procesales y materiales; b) propias e impropias; c) de previo o especial
pronunciamiento; d) perentorias, dilatorias y mixtas.

Es esta última clasificación la más difundida, concibiéndose a las excepciones


dilatorias o temporales como aquellas que no impiden una reproducción del
ataque del actor en otro proceso una vez hayan variado las circunstancias; en
tanto que las perentorias o perpetuas, eran aquellas que de ser estimadas
impedían que el ataque se reproduzca en otro proceso, porque se dirigían a
conseguir la absolución del demandado o la terminación del litigio, desvirtuando o
destruyendo para siempre el derecho del demandante18.

Se admitía una tertius genus que se denominaba excepciones mixtas, porque,


se sostenía, tenían doble naturaleza, de perentorias y de dilatorias, por lo que se
podían hacer valer tanto antes de contestar la demanda como al presentarse ésta,
siendo considerada dentro de este tipo de excepciones la de Transacción.

c.5.1.- Transacción vs. Cosa juzgada:

21.- Otro ámbito de debate es el referido a que si la Transacción al tener,


según nuestro Código Civil, el valor Cosa Juzgada podría haber hecho valer en
este proceso como defensa de forma bajo el amparo del inciso 8 del artículo 446
del Código Procesal Civil, que regula la excepción de Cosa Juzgada, y no bajo la
égida del inciso 10 del mismo artículo.

Si nos remitimos al ordenamiento procesal, observamos que el Desistimiento de la


pretensión se puede hacer valer como excepción con nombre propio (artículo 446 inciso 9:
Desistimiento de la pretensión) o como excepción de Cosa Juzga en mérito a lo dispuesto
por el artículo 344 del Código Procesal Civil, por lo que en uno u otro sentido tendría paso,
también, para ser amparada la Transacción judicial o extrajudicial.

Como dato histórico mencionamos que el artículo 1728 del Código Civil de
1852 decía que: “La transacción produce entre las partes la excepción de cosa
juzgada; y puede interponerse en cualquier estado de la causa.” Coligiéndose de
ello, que se le otorgaba la condición de excepción mixta, al poderse oponer como
dilatoria o perentoria de acuerdo a lo antes mencionado.

22.- Empero, es sujeto de debate el considerar si es que la transacción


extrajudicial tiene o no la calidad de Cosa Juzgada, siendo de opinión en contra la
mayoría de la doctrina, por ejemplo en Argentina Llambías, Borda y Compagnucci
sostienen que la transacción como contrato que es, no tiene capacidad de producir
efectos de Cosa Juzgada, sólo tendrá aquella fuerza la que ha sido homologada
por el juez19.

De la misma postura son los autores nacionales Castillo Freyre y Osterling


Parodi, al señalar que la transacción sólo tiene similitudes con la sentencia o con
el laudo cuando nos encontramos dentro de un proceso judicial o arbitral20.
De distinto parecer es el maestro uruguayo Eduardo Couture, que al considerar
como excepciones mixtas a la Cosa Juzgada y a la Transacción, decía que: “Las
excepciones de cosa juzgada y transacción evitan, en todo caso, el debate sobre
el derecho expuesto en la demanda. Quien aduce la cosa juzgada no discute el
derecho mismo, sino que se ampara en un pronunciamiento anterior a su
respecto, que le resulta favorable y que le ahorra una nueva discusión. El que
invoca la transacción tampoco quiere dilucidar el derecho tal cual era, sino que se
ampara en un estado de cosas que ha surgido luego del contrato de transacción y
que hace innecesario todo debate sobre el estado anterior; la transacción que es
el equivalente contractual de la sentencia, actúa en el juicio como una verdadera
excepción de cosa juzgada.”21

23.- La doctrina española también se ocupa de tal efecto, considerando que la


norma respectiva (artículo 1.816 del Código Civil español), cuando habla del valor
de Cosa Juzgada, se trata más de una metáfora secular y que ha cumplido
históricamente la misión de subrayar el carácter meramente declarativo del
contrato, no debiendo entenderse en su sentido literal; por tal motivo el autor
español Francisco Peláez comenta que:

“Partiendo de que la transacción es una especie de sentencia que dictan las


partes para resolver su situación controvertida, pienso que la interpretación que
buscamos es la de Fenech. El art. 1.816, dice, ‘no refleja una identidad conceptual
con la cosa juzgada de la sentencia. La cosa juzgada de la transacción que no
puede hacerse valer, por ejemplo, por medio de la excepción de cosa juzgada en
el proceso civil, ni tratarse por el procedimiento incidental, quiere decir que el juez
viene obligado a tener en cuenta la decisión de las partes y a no contradecirla,
aunque la crea injusta; pero esta cosa juzgada no impide que el Juez valore la
validez del propio contrato de transacción, y que estime su falta de causa, que ha
sido otorgado con dolo, etc., o sea, que el juez no puede revisar el proceso que ha
culminado en una sentencia, de modo que la cosa juzgada se desprende de la
sentencia y cubre la actividad anterior a ella. Sólo en ese sentido puede hablarse
propiamente de cosa juzgada, en cuanto la solución se independiza de la actividad
anterior y tiene valor por sí misma.

Es como una sentencia que se han dado las partes.”22

Continúa citando Francisco Peláez, esta vez a Carreras Llansana quien opina
que: “Para que exista cosa juzgada en sentido material, es indispensable, por
definición, que se haya juzgado, es decir, que exista verdadero y propio juicio
sobre una cuestión entre partes. Si no existe una verdadera norma o regla sobre
relaciones jurídicas, si falta como hemos visto esta imperatividad que es sólo
propia de la sentencia dictada en el proceso contencioso, no cabe afirmar que
exista propiamente un juicio ni cosa juzgada“23.

24.- En la misma línea doctrinal Agustín Luna Serrano opina que, tampoco
habría de tener la transacción el valor de cosa juzgada en el sentido positivo de
ser vinculante para el juez, puesto que al no haber juicio no se da el presupuesto
de la regla tradicional res iudicata pro veritate habetur, por lo que sostiene que si
alguna de las partes “…intentase repristinar la discusión ante los órganos
jurisdiccionales, la otra podría oponerle útilmente, con la misma fuerza que la
exceptio rei judicate, la exceptio litis per transactionem finitae.”24

25.- En consecuencia, parecería dificultoso decantarse por una u otra opción;


empero, siguiendo a la mayoría de la doctrina, cuyos argumentos nos parecen
más plausibles con relación a si en base a la transacción extrajudicial -no
homologada25- se puede deducir la excepción de Cosa Juzgada, opinamos que
no resulta viable su proposición como defensa de forma bajo esa denominación,
sino más bien creemos que se puede plantear como Excepción de Transacción
propiamente dicha, toda vez que si bien es cierto existen ciertas similitudes entre
ambas instituciones - Transacción y Cosa Juzgada- se nota la ausencia de
identidad entre las mismas y más bien una mayor presencia de diferencias.

c.5.2.- De la transacción extrajudicial como excepción procesal:

26.- En lo que respecta a nuestro ordenamiento procesal, comentando el


anterior Código de Procedimientos Civiles de 1912, Augusto Ferrero decía que:

“En cuanto a la transacción, nuestra ley procesal no ha hecho sino conceder al


demandado el derecho de interponer con el carácter previo de defensa, una
institución contemplada en el Código Civil (artículos 1307-1316). La transacción
como la cosa juzgada, entraña una función positiva y una negativa. Una función
positiva por cuanto se puede exigir su cumplimiento. Una función negativa por
cuanto se puede oponer lo pactado. Es en el sentido de la función negativa que
opera la excepción. Como la transacción puede hacerse por escritura pública o por
petición al juez que conoce el litigio (artículo 1308 del Código Civil), entendemos
que en ambos casos procede como excepción. Tiene el mismo valor que una
resolución judicial. Por ello, como anota Couture, por medio de la transacción las
partes deciden por contrato lo que el juez habría de pronunciar por sentencia.”
Seguidamente agrega “…El fundamento de la excepción de cosa juzgada, como el
de la transacción, desistimiento y litispendencia, es la seguridad jurídica. No
olvidemos que no solamente es importante actuar el derecho con el mínimo
posible de actividad jurisdiccional, sino también con la mayor seguridad jurídica.
Porque ‘el derecho no es un valor en sí mismo, ni la justicia su contenido
necesario. La prescripción no procura la justicia, sino el orden; la transacción no
asegura la justicia, sino la paz; la cosa juzgada no es un instrumento de justicia,
sino de autoridad.’”26

27.- Según Raymundo Salvat, para que la excepción de transacción pueda


prosperar, es necesario el concurso de dos condiciones, análogas a las que se
exige para la cosa juzgada: a) Que la nueva cuestión sea la misma que había sido
transigida (identidad de objeto) y b) que la cuestión se plantee entre las mismas
personas, actuando en la misma calidad (identidad de personas)27; por ello se
dice que la transacción es un instituto con una doble resonancia normativa, fondal
y ritual, por cuanto sus efectos extinguen o modifican relaciones jurídicas y son
idóneos para terminar anormalmente el proceso, puede argumentarse como
pretensión para exigir su cumplimiento (ya que genera un título ejecutivo) o como
excepción cuando se pretende demandar por el mismo derecho primigenio que fue
objeto de la transacción28.

28.- Abundando en argumentos a favor de la viabilidad de proponer la


transacción extrajudicial como excepción, Fornaciari considera que la transacción
afecta directamente la pretensión, afecta el derecho que se autoatribuye el actor
en el proceso: “Cuando se trate de convenio extrajudicial, estaremos en el campo
de los derechos simplemente dudosos. Frente a este supuesto, se ha sostenido
que, cuando el acuerdo se celebre sin que exista litigio, la transacción no puede
oponerse como excepción previa, sólo sería viable como ‘defensa de fondo ya
que es un medio extintivo de obligaciones que guarda similitud con el pago que no
está enumerado entre las defensas previas. Los argumentos no nos parecen
definitivos; pensamos que para arribar a una solución a este problema, es
necesario recurrir al procedimiento de identificación de pretensiones (…) Por su
valor gráficamente esclarecedor, conviene reproducir la fórmula suministrada por
Calamandrei. Según este autor, la identificación subjetiva tiende a establecer
quiénes son los litigantes; la objetiva apunta a determinar sobre qué litigan; la
atinente al tercer elemento, o sea al título o causa petendi, se dirige a responder
por qué litigan.”

Líneas más adelante el autor aludido concluye que constatada la triple


identidad no advierte impedimento alguno para que la transacción pueda
prosperar como defensa previa, por lo que “…determinada por el procedimiento de
confrontación la identidad de la pretensión deducida con la cuestión que ha sido
materia de convenio transaccional, la excepción previa que analizamos es
perfectamente viable.”29

29.- Concluimos que no existe basamento lógico que sirva de obstáculo para
que la Transacción Extrajudicial se oponga como defensa de forma, de lo contrario
se estaría desconociendo sus efectos extintivos así como su utilidad como medio
eficaz para solucionar futuros litigios, además de instrumento para alcanzar la paz
y armonía entre las partes.

D.- FORMALISMO, INTERPRETACIÓN NORMATIVA, JUSTICIA Y


CONFLICTO SOCIAL:

30.- De lo dicho surge el siguiente interrogante: ¿cuál sería la razón para no


poder alegar la transacción extrajudicial como defensa de forma (Excepción) y
solamente limitarla a oponerla como defensa de fondo?

No se halla motivo razonable para exigir a las partes a litigar por un alongado
tiempo, sabiendo que se concluirá finalmente por el amparo de la defensa
propuesta, cuando bien puede acogerse la misma como excepción procesal, con
ello no sólo se estaría actuando en aplicación del principio de Economía Procesal
sino también se estaría descartando la aplicación literal, y por tanto perjudicial, de
las normas procesales contenidas en los artículos 446 inciso 10 y 453 del Código
Procesal Civil, tanto más si es que se está ante un claro supuesto de ausencia de
interés para obrar en el proceso.

Reiterando, pensamos que los citados dispositivos legales no deben ser


aplicados ad pedem literae sino más bien deben ser interpretados a la luz del
ordenamiento constitucional y en concordancia con el resto el ordenamiento legal,
obedeciendo a una interpretación sistemática.

31.- Resulta muy oportuno traer a colación lo dicho por el jurista brasileño
Carlos Álvaro de Oliveira, a propósito del formalismo en el proceso civil, quien
comenta que “…la clave del problema consiste en la posibilidad de que el poder
organizador, ordenador y disciplinario del formalismo -en vez de servir a la
realización del derecho- contribuya al aniquilamiento del propio derecho o a un
retraso irrazonable de la solución del litigio. En este caso, el formalismo se
transforma en su contrario: deja de constituir una herramienta útil para la
realización de la justicia material y pasa a ser su verdugo; en vez de propiciar una
solución rápida y eficaz del proceso, contribuye a la extinción de éste sin
juzgamiento del mérito, impidiendo que el instrumento alcance su finalidad
esencial.

Se coloca, por tanto, en primer plano de la discusión hasta qué punto es


posible aceptar, o no, una visión rígida y rigurosa del formalismo procesal y, al
mismo tiempo, la problemática de la investigación y búsqueda de soluciones para
el antagonismo entre tales valores en conflicto. ”30

32.- Justamente por ello es necesario tener en cuenta que constituye un


margen de libertad del juez cuando realiza la conexión de la norma que interpreta
con los valores en los que descansa todo el ordenamiento.

Los principios de un sistema jurídico moldean el entendimiento de la totalidad


de sus normas porque en todo caso el intérprete deberá optar, entre las varias
posibles, por la solución hermenéutica que mejor se adapte a ellos.

En esta labor tendrá a su favor los criterios de la razonabilidad, puesto que ante
la pluralidad de exigencias provenientes de diversas fuentes, su única solución
será la de acudir a lo que la doctrina y la jurisprudencia han venido
denominando “juicio de razonabilidad”, que no es otra cosa que un juicio sensato y
lógico desde un punto de vista constitucional31.

33.- Otro autor español, Ricardo Ruiz Serramalera, también se ocupa de la


aplicación e interpretación de las normas jurídicas, por lo que aún siendo extenso
lo transcrito, es necesario plasmar su punto de vista sobre ello. Dicho autor nos
dice que:

“Para fijar el ámbito de la interpretación jurídica se debe atender a tres puntos


importantes, que muchas veces se suelen marginar, entendiendo que sólo se hace
necesaria una labor de esclarecimiento de la norma cuando sea manifiestamente
dudosa (por su abstracción , por su complejidad o por su apariencia), o creyendo
que únicamente corresponde investigar el alcance de la ley (por reducir a ella el
contenido de la interpretación), o suponiendo que es suficiente con averiguar el
sentido particular de cada norma según su propio contenido (aislándola del resto
de las que componen el ordenamiento jurídico).

El primer aspecto que conviene resaltar es que toda norma de Derecho, por
muy claros que parezcan los signos con los que se manifiesta, necesita de la
interpretación del jurista, pues una cosa es que la letra (en el caso de la ley) o el
uso (en el caso de la costumbre) se muestren como perfectamente definidores de
un contenido concreto que aparentemente no ofrezca dudas y otra muy distinta
que ello sea efectivamente así, pues hasta haber analizado aquellos signos no se
estará en condiciones de determinar su claridad o su complejidad. No hay que
confundir la facilidad o dificultad que brinde cada norma para captar su significado
con la existencia o inexistencia de una tarea interpretativa, que en todo caso es
necesario poder traducir y comprender los signos a través de los cuales se
presenta.

Aunque siga teniendo vigencia el antiguo principio ‘in claris non fit interpretatio
(constantemente recordado por la jurisprudencia), hay que entenderlo en el
sentido de que, si después de haberse comprobado el contenido de una norma no
parece descubrirse ninguna consecuencia distinta de las que reflejan sus signos,
no puede el interprete atribuirse facultad alguna para modificar su alcance, pero no
en el que no sea precisa ninguna labor investigadora cuando a simple vista no
exista duda en su significado, ya que, como antes se ha advertido, para averiguar
esto se hace siempre preciso analizar la forma material con la que se presenta
revestida la norma.”32

34.- De lo trascrito, nos encontramos ante el hecho que no siempre se puede


decir que una norma es lo suficientemente clara, eliminando cualquier resquicio de
duda o de interpretación; es más, para arribar a la conclusión de que la misma es
concluyente en un determinado sentido se ha debido realizar un análisis de ella,
considerando sus alcances dentro de un determinado ordenamiento jurídico.

35.- Existen varios criterios normativos de interpretación, pero tradicionalmente


se han destacado cinco que son: a) Criterio gramatical; b) Criterio contextual o
sistemático; c) Criterio histórico; d) Criterio sociológico y e) Criterio intencional o
teleológico.

Para lo que interesa al caso de autos se desarrollarán los criterios gramatical y


contextual respectivamente, sin que ello signifique que los demás no tengan igual
relevancia33.

a). Criterio gramatical: este criterio exige que la interpretación de las normas
se haga atendiendo al sentido propio de las palabras. Se llama un criterio
promovido por el llamado literalismo, que es precisamente una corriente de
interpretación que estima que el lenguaje es lo único que hay que entender a la
hora de interpretar34.

Aunque este criterio ha sido presentado por algunos como suficiente, no parece
que sirva como único criterio a la hora de determinar un significado. Más bien se
constituye en un presupuesto de toda interpretación, por lo que su utilización debe
ser desde la perspectiva sistemática. En este sentido parece que se está en
presencia de un metacriterio general, necesario en cualquier interpretación, pero
insuficiente. También puede ser contemplado como criterio dentro del sistemático,
que sirve para dotar de significado a la idea de coherencia, en el sentido de que
exige interpretar de forma semánticamente coherente con el ordenamiento.

b).- Criterio sistemático: Según este criterio las normas cobran sentido en
relación con el texto legal que las contiene o con el ordenamiento. El criterio
sistemático puede operar bien desde la perspectiva de la adecuación lógica de la
norma con las restantes (donde se conecta con el literal), bien desde la de la
adecuación teleológica y valorativa de la norma respecto a las demás.

Todos los criterios sistemáticos están presididos por la idea de la coherencia.


Los enunciados normativos deben ser interpretados de forma coherente con el
ordenamiento. Este es precisamente el significado general del criterio sistemático,
siendo los restantes proyecciones, presupuestos o limitaciones del mismo.

En efecto, algunos no son otra cosa que concreciones al sentido general de


este criterio, es decir, hacen alusión a qué partes del ordenamiento deben ser
tenidas en cuenta. Dentro de éstos pueden incluirse el criterio estructural, el del
lugar material, el de conformidad con la Constitución, el analógico, el de equidad,
el del precedente, el de autoridad.

36.- Ergo, considerando que, cuando no se acoge como Excepción la


Transacción Extrajudicial, no homologada judicialmente, se está haciendo una
aplicación o interpretación literal del citado artículo 453, inciso 4, del Código
Procesal Civil, mas no así una interpretación sistemática, habida cuenta que las
normas que integran el ordenamiento jurídico son partes conectadas que se
apoyan mutuamente, de tal modo que las unas se explican por medio de las otras.
Creada una norma jurídica, ésta viene a integrar la totalidad del ordenamiento
jurídico y este impone a la norma una configuración, un valor y un sentido que
deben acomodarse a la unidad del mismo ordenamiento. De esta manera, la
institución de la transacción no sólo está regulada por el Código Procesal Civil sino
también, y sustancialmente, por el Código Civil, por lo que extraer conclusiones
distintas es atentar contra la unidad de este ordenamiento jurídico, visto como un
entramado de dispositivos legales.

37.- Por tal razón, el artículo 1302 del Código Civil es meridianamente claro (y
por ende preciso), puesto que prescribe que la transacción tiene por cometido el
poner fin a una controversia evitando así un pleito que podría promoverse o
finalizando el ya iniciado, resultando excesivo y formalista que se exija litigar a las
partes en un fatigoso proceso judicial, para arribar finalmente a la conclusión que
el fondo de la controversia ya ha sido resuelto por ellas mismas, cuando bien se
pudo poner fin al proceso amparando la excepción propuesta35.

Una interpretación distinta contribuye a alimentar la litigiosidad, cuando a las


partes -pese a que decidieron libremente de manera extrajudicial poner fin a un
asunto dudoso- se les deba exigir transitar por todo el iter procesal para concluir
finalmente que no había motivo a incoar la demanda. Con ello se estaría
imponiendo a las personas (sean naturales o jurídicas) a que nunca celebren
transacciones extrajudiciales sino que esperen ineluctablemente a que se principie
un proceso judicial, con todo el costo temporal y económico que ello significa, para
luego recién puedan transar, de lo contrarío estaría latente el peligro que de
hacerlo antes del proceso, bajo el otro criterio que no se comparte, dicha
transacción no tenga eficacia ni valor alguno por estar posiblemente viciada de
alguna causal de nulidad o anulabilidad.

38.- Por ello, resulta equivocado, sostener a priori, que no se puede dar cabida
a la transacción extrajudicial como medio de defensa de forma porque ésta “puede
adolecer de nulidad o anulabilidad” conforme sostiene un autor nacional36.
Mantener tal presunción, sería cuestionar la validez de cuanto acto jurídico se
celebre en nuestro medio y por ende, bajo esas premisas, se tendría que
considerar, por ejemplo, que tampoco resultaría amparable la excepción de
convenio arbitral porque ésta podría estar viciada de nulidad o anulabilidad,
dándose incluso cabida a otras posibilidades invalidantes sobre todos los negocios
jurídicos celebrados, creando un ambiente de total incertidumbre e inseguridad
jurídica.

Por todo ello, si bien el texto legal sigue siendo un elemento fundamental en el
momento de interpretación y aplicación de la norma, esa aplicación es un proceso
de integración recíproca de lo individual y de lo universal, por lo que, ni el texto de
la norma es suficiente ni la aplicación de ella al caso concreto deja de influir en el
momento de la interpretación. La sumisión del juez a la ley no equivale a la
sujeción a un texto literal, admite un margen que, dentro de esa vinculación,
permite soluciones más abiertas37.

39.- Situación diferente se manifestaría si es que al momento de resolver la


excepción el juzgador considere -en el ejercicio del control judicial que prevé el
artículo 220 del Código Civil- que las transacciones extrajudiciales presentadas
son inválidas o ineficaces; supuesto éste que no se ha considerado en ninguna de
las instancias de mérito, no siendo alegada tampoco por la demandante, aspecto
que desde nuestro punto de vista también resultaría discutible, toda vez que bien
podría haberse demandado la nulidad o anulabilidad de la transacción
mencionada; tanto más si es que en otros pronunciamientos casatorios, de criterio
distinto al de esta sentencia, no se ha desestimado la procedencia de las
excepciones de transacción extrajudicial por tales causales sino porque las
mismas no se ajustaban a lo prescrito por el 453 del Código Procesal Civil.
De igual guisa, tampoco podría actuarse de manera oficiosa puesto que (aún
existiendo pareceres en sentido diferente38) en sede casatoria nacional no es
admisible la aplicación del principio jurídico del iura novit curia, al ser la Casación
un recurso extraordinario que sólo permite a la Corte de Casación la revisión de
los casos denunciados específicamente bajo los supuestos del artículo 386 del
Código Procesal Civil, especificidad que impide el ejercicio de la facultad general
del juez de aplicar el citado principio39.

E.- REGLA DE DERECHO: venire contra factum proprium nulli conceditur:

40.- El brocardo jurídico de origen romano arriba citado no es otra cosa que la
actualmente denominada Teoría de los Actos Propios, la misma que, según Mario
Castillo Freyre, está conceptuada como una limitación al ejercicio de los derechos
subjetivos, impuesta por el deber de un comportamiento coherente con la
conducta anterior del sujeto que suscita en otro una fundada confianza40.

Luis Díez-Picazo precisa que la regla de “nadie puede venir contra sus propios
actos” ha de interpretarse en el sentido de que toda pretensión, formulada dentro
de una situación litigiosa, por una persona que anteriormente ha realizado una
conducta incompatible con esta pretensión, debe ser desestimada, acotando que
desde el punto de vista del Derecho sustantivo, la inadmisiblidad de venir contra
los propios actos constituye técnicamente un límite del ejercicio de un derecho
subjetivo o de una facultad, derivado del principio de buena fe y particularmente de
la exigencia de observar, dentro del tráfico jurídico, un comportamiento
coherente41.

Rubén Compagnucci de Caso afirma que la doctrina de los actos propios


importa una barrera opuesta a la pretensión judicial, impidiéndose con ello el obrar
incoherente que lesiona la confianza suscitada en la otra parte de la relación e
impone a los sujetos un comportamiento probo en las relaciones jurídicas, no
siendo posible permitir que asuman pautas de conducta que susciten expectativas
o confianza en un desarrollo ulterior y luego se contradiga al efectuar un reclamo
judicial42.

41.- Por su parte Alejandro Borda señala, aludiendo a la jurisprudencia de su


país, que los tribunales han sostenido que las partes no pueden contradecir en
juicio sus propios actos anteriores, deliberados, jurídicamente relevantes y
plenamente eficaces, como asimismo devienen inadmisibles las pretensiones que
ponen a la parte en contradicción con sus comportamientos anteriores
jurídicamente relevantes43.

Por lo tanto, la teoría de los actos propios constituye una Regla de Derecho
derivada del principio general de la Buena Fe, que sanciona como inadmisible
toda pretensión lícita pero objetivamente contradictoria con respecto al propio
comportamiento anterior efectuado por el mismo sujeto44.
42.- Resulta esclarecedor lo dicho por Luis Moisset de Espanés, quien,
comentando la regla de que no es admisible que uno venga a actuar en contra de
sus propios actos, menciona que: “Es necesario reconocer que la doctrina ha
estado siempre presente en numerosos fallos [se refiere a los tribunales
argentinos], pues repugna al más elemental sentido de justicia el que un litigante
pretenda maliciosamente negar lo que antes ha afirmado…”45. Seguidamente da
una serie de ejemplos de conductas que atentan contra la buena fe, donde
encuentra aplicación la doctrina de los actos propios, como en el caso donde una
parte ejercita derechos anteriormente renunciados, siendo este el supuesto que se
presenta precisamente en la controversia materia de la presente casación, donde
la accionante pretende reclamar derechos anteriormente renunciados.

43.- Según la doctrina, la Teoría de los Actos Propios tiene como presupuestos:
a) Una conducta vinculante; b) Una pretensión contradictoria y, c) Identidad
de sujetos46:

a) Una conducta vinculante: Esta consiste en un acto o serie de actos que


revelen una determinada actitud o decisión de una persona respecto de intereses
vitales que se expresan, o más concretamente, es un acto volitivo, exteriorizado
de las personas sobre un interés trascendente.

De acuerdo a lo expresado por Mario Castillo Freyre, tenemos que la conducta


vinculante tiene cuatro elementos: 1) Debe ser RELEVANTE PARA EL DERECHO
lo cual excluye no sólo las conductas jurídicamente intrascendentes (meras
opiniones, expresiones de deseos o proyectos, manifestaciones incidentales, etc.)
sino también aquellas que requieren imperativamente una forma determinada que,
por hipótesis, esté ausente: 2) Debe ser VÁLIDA Y EFICAZ, es decir la primera
conducta no debe estar atacada de causales de invalidez o ineficacia. Esta validez
y eficacia de la conducta no se refiere a la juridicidad o antijuridicidad del propio
acto (pues al fin y al cabo, de lo que se trata es de dilucidar con esta teoría el
aspecto antijurídico del mismo) sino de subrayar que aquella conducta reúne todos
los requisitos de validez y de eficacia como conducta en sí misma, más allá del
juicio valorativo que se haga de ella; 3) Tiene que presentarse en una MISMA
SITUACIÓN JURÍDICA, puesto que se refiere al comportamiento tenido dentro de
una situación jurídica que afecta a una esfera de intereses.

b) Una pretensión contradictoria: Es una nueva actuación, con un contenido


jurídico preciso y determinado que importa ejercer una pretensión jurídica por
parte del mismo sujeto, que resultaría lícita en otro contexto, pero que en el caso
es ilícita e inadmisible por la contradicción con la primera conducta, llamada
vinculante, y afectándose valores o conceptos indeterminados entre los cuales
destaca el principio de la buena fe. Por otra parte, la segunda conducta debe dar
lugar a una pretensión, la misma que puede ser judicial o extrajudicial.

c) Identidad de sujetos: Debe haber una estricta identidad entre el sujeto


agente de la conducta vinculante y el sujeto de la pretensión.
44.- Para el caso de autos, se verifica que la accionante, Giovanna Angélica
Quiroz Villaty, por derecho propio y en representación de sus menores hijos
Walker Cuenca Quiroz, Euler Mendoza Quiroz y José Mendoza Quiroz, celebró
transacciones extrajudiciales con la demandada Minera Yanacocha S.R.L., con
fecha 2 de septiembre de 2000, siendo autorizadas las transacciones referidas a
los menores edad por resoluciones judiciales del 6 de febrero y 5 de junio de 2001,
luego de lo cual se realiza el último pago que se había acordado, puesto que la
cancelación total se condicionó a las citadas aprobaciones judiciales.

En tales actos jurídicos, las partes acordaron que Minera Yanacocha S.R.L.
indemnizaba a los afectados por el derrame de mercurio que ocurrió en su
localidad, en tanto que la ahora accionante renunciaba a iniciar cualquier proceso
judicial o reclamo al respecto, puesto que se daba por indemnizada
completamente por los daños irrogados a su persona y a sus menores hijos como
producto de la manipulación del mercurio que se derramó del camión de la
empresa Ransa S. A.

45.- Conforme se observa, las transacciones fueron celebradas entre las partes
de común acuerdo; es más, en el caso de los menores se contó con las
correspondientes autorizaciones judiciales para dar legalidad a dichos negocios
jurídicos, por lo que se entiende que las mismas tienen plena validez y eficacia;
ergo, resulta contradictorio que la accionante, pretendiendo desconocer
actuaciones anteriores, interponga demanda por indemnización alegando haberse
producido un daño mayor al que fue materia de transacción. Asimismo, los
negocios jurídicos transaccionales aludidos no fueron tachados de falsos o nulos
por la actora cuando absolvió las excepciones que le opusieran los demandados,
hecho del que nos volveremos a ocupar con más detalle considerandos adelante.

46.- Sobre esta conducta desplegada por la actora, resulta necesario referirse a
lo dispuesto por el Código Civil vigente, en lo que concierne al régimen general de
los contratos. Tal es así que, en sus artículos 1361 y 1362 se consagran los
principios de obligatoriedad de los contratos y de la buena fe, principio este último
que debe existir en sus etapas de negociación, celebración y ejecución de los
mismos, por ello establecen que:

“Artículo 1361.- Obligatoriedad de los contratos: Los contratos son


obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos.

Se presume que la declaración expresada en el contrato responde a la


voluntad común de las partes y quien niegue esa coincidencia debe probarla.

Artículo 1362.- Buena Fe y común intención: Los contratos deben


negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas de la buena fe y común
intención de las partes.”

De la regulación aludida, se demuestra que al ser la Transacción un contrato,


resulta por sí mismo obligatorio entre las partes que lo celebraron, porque
responde a la voluntad de ellas. Esa obligatoriedad, sin duda, nace de la ley,
porque les otorga a los particulares la posibilidad de regular sus propios intereses,
dentro de los límites que les señala el ordenamiento jurídico47.

Ahora bien, esta afirmación resulta ser una presunción iuris tantum puesto que
el mismo artículo 1361 admite la posibilidad de probar en contrario, esto es que
alguna de las partes llegue a sustentar que lo expresado en el contrato no es fiel
reflejo de su real voluntad, extremo éste que deber analizado a luz del principio de
la Buena Fe, de lo contrario la simple alegación en ese sentido -sobre la
discordancia- daría pie a cuestionar la validez de los contratos por la sola decisión
unilateral de las partes.

47.- Es por ello que el artículo 1362 contempla que los contratos deben
negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas de la Buena Fe y común
intención de las partes. Ello significa que se entiende que el contrato debe ser
celebrado bajo un principio ético, donde los celebrantes confíen entre sí, razón por
la cual el Derecho ha optado por consagrar la Buena Fe Objetiva.

Respecto a la común intención de las partes el autor nacional Manuel de la


Puente decía que:

<<Entre los comentaristas de este Código [se refiere al de 1936], el que trata
mejor el tema de la común intención es Cornejo, quien dice que “la intención
representa la dirección teleológica de la voluntad, es la voluntad dirigida a un fin”,
agregando que la intención común “consiste en la unificación del querer de ambas
partes en el propósito de crear una obligación jurídica, en lo que los alemanes
llaman la ‘voluntad del negocio’, atingente al contenido jurídico del contrato y no a
los fines prácticos.”

Resulta así que la “común intención” de que habla el artículo 1362 del Código
Civil de 1984 debe ser entendida como la “voluntad común” mencionada en el
artículo 1361 del mismo Código, o sea la absoluta coincidencia de las voluntades
de las partes en relación al objeto del contrato, que es la creación (regulación,
modificación o extinción) de la relación jurídica patrimonial. >>48

48.- De ello emerge que, cuando se celebra un contrato, las partes se vinculan
a los términos del mismo, puesto que ellos han sido fijados como expresión de la
autonomía de la voluntad de estas; en todo caso, si alguna de ellas pretendiera
alegar la existencia de algún vicio en su celebración, así lo debe hacer saber,
procediendo a tomar las acciones que correspondieren, pero de modo alguno
resulta aceptable que de manera unilateral desconozca los efectos del contrato
porque así le parece.

En el caso materia de autos, la accionante no sólo pretende desconocer de


manera unilateral los efectos de las transacciones celebradas con la empresa
minera demandada sino que, lo que resulta más grave desde nuestra perspectiva,
no hace mención a tales hechos en su demanda, ocultando haber celebrado
sendos negocios jurídicos transaccionales con la empresa minera, tanto más si
luego de deducidas las excepciones de conclusión del proceso por transacción no
formuló tachas contra los citados acuerdos transaccionales, lo cual demuestra que
no estaba actuando coherentemente con relación a su conducta anterior de poner
fin a un asunto controvertido como fue la reparación de los daños causados por el
derrame de mercurio.

49.- Esta conducta contradictoria no sólo se evidencia con lo antes anotado


sino también que al absolver las excepciones, únicamente alegó la supuesta
nulidad de pleno derecho de las transacciones, con relación a la defensa formal
propuesta por la empresa minera [escrito de absolución de fecha 17 de septiembre
de 2002, obrante a fojas 261 del tomo I], argumento que no volvió a esgrimir ante
idéntica excepción propuesta por el codemandado Arturo Blanco Bar [escrito del
07 de octubre de 2003, corriente a fojas 1225 del tomo III], donde se limitó a decir
que las transacciones extrajudiciales, al no haber sido homologadas por el juez ni
tampoco habían puesto fin a un proceso anterior, no se ajustaban a lo regulado
por el artículo 453, inciso 4, del Código Procesal Civil, por ende no se podían
alegar como excepciones procesales.

Tal falta de coherencia en los argumentos contenidos en el escrito de la


demanda y en el de defensa de la accionante nos llevan a colegir que la misma ha
tenido una conducta contradictoria frente a su contraparte, la empresa minera
demandada, por lo que consideramos que se da la regla del venire contra factum,
al pretender desconocer injustificadamente un acto anterior válidamente realizado,
puesto que no se verifica que haya interpuesto demanda poniendo en cuestión la
validez de dichas transacciones [como proceso autónomo o como pretensión
acumulativa]; conducta que no puede pasar desapercibida.

50.- Lo argumentado en la demanda, no puede servir de motivo para


desconocer los alcances y efectos de una transacción celebrada voluntariamente
por la accionante. En todo caso, si es que consideró que tanto la transacción
celebrada por derecho propio como la referida a sus menores hijos adolecían de
algún vicio de invalidez, debió optar primero, o acumulativamente si fuere el caso,
por solicitar la nulidad de las mismas, pero de modo alguno puede actuar de
manera contraria a una conducta anterior como fue la de renunciar a iniciar
cualquier proceso judicial sobre el asunto materia de indemnización; en
consecuencia, en este caso concreto se evidencia una clara actuación
contradictoria en el comportamiento de la accionante, hecho que también debe ser
tomado en cuenta para realizar un análisis en conjunto del caso materia de
resolución en este Pleno Casatorio49.

F.- TRANSACCIÓN Y LESIÓN:

51.- La demandante, al momento de absolver el traslado de las excepciones


deducidas por la minera demandada (fojas 261 del tomo I), indica que las
transacciones extrajudiciales resultan lesivas [haciendo lo mismo en su recurso de
apelación donde consigna que la empresa minera se aprovechó de la “necesidad
apremiante de los afectados”], no exponiendo mayores argumentos al respecto.

52.- El artículo 1447 del Código Civil señala que: “La acción rescisoria por
lesión sólo puede ejercitarse cuando la desproporción entre las prestaciones al
momento de celebrarse el contrato es mayor de las dos quintas partes y siempre
que tal desproporción resulte del aprovechamiento por uno de los contratantes de
la necesidad apremiante del otro.”; en tanto que en el artículo 1455 es taxativo al
prescribir que no procede la acción de rescisión por lesión en la transacción ni en
las ventas hechas por remate público.

53.- La Comisión Revisora del Código Civil de 1936 que dio a luz el vigente de
1984, decía que:

“El propósito del legislador de robustecer la transacción se manifiesta


principalmente en los siguientes aspectos: (...) En caso que hubiera desproporción
entre las concesiones recíprocas que se hicieran las partes, no se permite la
lesión en la transacción, en razón que el artículo 1302 del Código Civil no exige
que las mutuas concesiones sean equivalentes.

El legislador confiere un tratamiento excepcional a la transacción. Quiere


impedir que lo que se persigue con la transacción (que es evitar que un juicio se
promueva o continúe) se pierda por la vía de la lesión, que importa reabrir un
debate judicial sobre la cuantía de las concesiones mutuas que se hicieran las
partes para arribar a la transacción.”50

54.- Al respecto MaxArias-Schreiber, comentando dicha norma legal, indicaba


que la razón por la cual no cabe la lesión en la transacción estriba en que las
partes se hacen concesiones recíprocas y la operación tiene valor de cosa
juzgada en mérito a lo dispuesto por el artículo 1302 del Código Civil51.

Posición algo distinta expresa Manuel de la Puente quien, justamente


aludiendo al anterior autor, dice que no comparte tales “...argumentos por cuanto,
si bien son válidos si se toma en consideración exclusivamente el elemento
objetivo de la lesión, o sea la desproporción entre las prestaciones, carecen de
justificación cuando se tiene en cuenta los elementos subjetivos, que son el
aprovechamiento por uno de los contratantes de la necesidad apremiante del
otro.”

Seguidamente añade:

“En efecto, siendo la transacción un contrato, es dable que las condiciones de


la transacción sean impuestas por una de las partes abusando del estado de
necesidad en que se encuentra la otra, que lleva a ésta a aceptar tales
condiciones por ser la única manera cómo puede satisfacer su necesidad. No creo
que deba ampararse una transacción celebrada en estas condiciones. Convengo,
sin embargo, en la razón dada por Arias Schreiber de que el artículo 1302 del
Código civil establece que la transacción tiene el valor de cosa juzgada, por lo cual
no se podría interponer una acción judicial para rescindirla.”52

55.- Nuestra legislación nacional proscribe expresamente la posibilidad de


cuestionar la transacción alegando que ha existido lesión al momento de su
celebración. Es más, la parte accionante sólo hace mención, de manera
tangencia!, en su escrito de absolución de la excepción propuesta por
Yanacocha53, que la transacción extrajudicial “resulta lesiva”, pero no menciona si
es que intentó ejercer alguna acción en ese sentido ni tampoco alegó la nulidad
negocial en este proceso como parte de sus pretensiones acumuladas, por lo que
queda claro que este instituto jurídico bajo análisis queda descartado como
argumento para cuestionar la validez de la transacción celebrada entre las partes.

De otra parte, se verifica que tanto la demandante como su cónyuge, tienen la


condición de profesores, ergo, al no estar incapacitados cultural o legalmente, no
se halla elemento impediente alguno para no hayan podido apreciar los hechos
con claridad. Y no es que se les esté exigiendo, en este caso, el haber tenido o
desplegado una capacidad de análisis de juristas o peritos, sino tan solo nos
remitimos al sentido común que todo profesional tiene y que le permite formarse
un juicio sobre la realidad que lo rodea y de ese modo saber qué actos le son más
o menos ventajosos a sus intereses personales54.

Otro hecho que se corrobora es que la actora recibió el último pago


indemnizatorio acordado en las transacciones después de expedidas las
resoluciones judiciales que las aprobaban, tal como se puede observar de las
documentales aparejadas en autos, conducta que denota que para ella, en ese
momento, las citadas transacciones no carecían de validez, por el contrario estuvo
de acuerdo con los términos pactados en ellas.

G.- PRONUNCIAMIENTO DE LA DEFENSORÍA DEL PUEBLO:

56.- Dada la trascendencia del hecho que da origen a esta y otras demandas
similares que se encuentran en curso, la Defensoría del Pueblo se pronunció con
relación al derrame de mercurio que afectó a las localidades de San Sebastián de
Choropampa, Magdalena y San Juan en la provincia de Cajamarca, emitiendo el
Informe Defensorial Nº 62, de diciembre de 2001.

En el citado Informe se hizo un pormenorizado análisis de lo acontecido,


precisando en sus conclusiones, entre otros puntos, que a la Minera Yanacocha
se la había sancionado administrativamente, no habiendo impugnado dicha
sanción (conclusión número 22). También cuestionó la actividad procesal de la
magistrada provisional encargada del Juzgado Mixto de Santa Apolonia, Olga
Castañeda Ayulo, así como del Fiscal Ad Hoc, Miguel Villalobos, nombrado para el
caso.

Se procesó penalmente al chofer del camión, Esteban Arturo Blanco Bar por el
delito contra la vida el cuerpo y la salud, como único responsable, y contra los
directivos de Yanacocha y de Ransa por el delito contra la seguridad pública y
delito de peligro común, en sus figuras de formas culposas en agravio de la
sociedad, reservándose el Fiscal el derecho de denunciarlos por delito ecológico.
No habiéndose constituido en parte civil ninguno de los agraviados.

Finalmente, sólo se sentenció al chofer del camión a dos años pena privativa
de la libertad con ejecución suspendida, no habiendo sido apelada la sentencia.

Sobre este particular, la defensoría del Pueblo en sus conclusiones y


recomendaciones (números 23 y 11, respectivamente) solicitó se investigue la
actitud tanto de la magistrada como del fiscal por no haber procesado
debidamente la cuestión del delito ecológico, por lo que recomendó que
los órganos de control del Ministerio Público y del Poder Judicial procedan de
acuerdo a sus atribuciones.

57.- Finalmente, en lo atinente a las transacciones extrajudiciales (conclusión


número 26), opina que las mismas “...vulneran los derechos al debido proceso y a
una tutela jurisdiccional efectiva de los afectados, derechos de la persona humana
reconocidos constitucionalmente, inherentes a la misma e irrenunciables.”.

Según la Defensoría del Pueblo (p. 75 del Informe), tales transacciones sería
nulas de pleno derecho ya que se estaría transigiendo sobre el derecho al debido
proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva. Opinión que no es compartida por este
Pleno Casatorio por las razones ya expuestas.

58.- La Defensoría del Pueblo no se pronunció en sus conclusiones ni en sus


recomendaciones sobre la viabilidad o no de demandar indemnización por daño
ecológico a los responsables del hecho denunciado, esto a efectos de dar lugar a
que se reparen esos perjuicios ocasionados con el derrame de mercurio. En suma,
no instó a ninguna de las entidades o instituciones señaladas en el artículo 82 del
Código Procesal Civil para que inicien las acciones que el caso ameritaba.

H.- SOBRE LOS INTERESES DIFUSOS Y SU DEFENSA:

59.- En primer lugar es necesario tener en cuenta que a la fecha en que se


suscitaron los hechos (02 de junio de 2000) y de la admisión de la presente
demanda (presentada el 27 de mayo de 2002 y admitida del 04 de junio de 2002,
como se verifica de fojas 1101 a 1120 del tomo III) aún estaba vigente el texto
original del artículo 82 del Código Procesal Civil el mismo que era el siguiente:

“Artículo 82.- Patrocinio de intereses difusos:

Interés difuso es aquel cuya titularidad corresponde a un conjunto


indeterminado de personas, respecto de bienes de inestimable valor patrimonial,
tales como la defensa del medio ambiente, de bienes o valores culturales o
históricos o del consumidor.
Pueden promover o intervenir en este proceso, el Ministerio Público y las
asociaciones o instituciones sin fines de lucro que según la ley o el criterio del
Juez, ésta última por resolución debidamente motivada, estén legitimados para
ello.

En estos casos, una síntesis de la demanda será publicada en el diario


oficial “El Peruano” y en otro de mayor circulación del distrito judicial. Son
aplicables a los procesos sobre intereses difusos, las normas sobre acumulación
subjetiva de pretensiones en lo que sea pertinente.

La sentencia, de no ser recurrida, será elevada en consulta a la Corte Superior.


La sentencia definitiva que declare fundada la demanda, será obligatoria además
para quienes no hayan participado del proceso.”

Posteriormente, mediante Ley Nº 27752, del 08 de junio de 2002, se modifica el


texto de dicho artículo en lo siguientes términos:

“Artículo 82.- Patrocinio de intereses difusos:

Interés difuso es aquel cuya titularidad corresponde a un conjunto


indeterminado de personas, respecto de bienes de inestimable valor patrimonial,
tales como el medio ambiente o el patrimonio cultural o histórico o del consumidor.

Pueden promover o intervenir en este proceso, el Ministerio Público, los


Gobiernos Regionales, los Gobiernos Locales, las Comunidades Campesinas y/o
las Comunidades Nativas en cuya jurisdicción se produjo el daño ambiental o al
patrimonio cultural y las asociaciones o instituciones sin fines de lucro que según
la Ley y criterio del Juez, este último por resolución debidamente motivada, estén
legitimadas para ello.

Las Rondas Campesinas que acrediten personería jurídica, tienen el mismo


derecho que las Comunidades Campesinas o las Comunidades Nativas en los
lugares donde éstas no existan o no se hayan apersonado a juicio.

Si se promueven procesos relacionados con la defensa del medio ambiente o


de bienes o valores culturales, sin la intervención de los Gobiernos Locales
indicados en el párrafo anterior, el Juez deberá incorporarlos en calidad de
litisconsortes necesarios, aplicándose lo dispuesto en los Artículos 93 a 95.

En estos casos, una síntesis de la demanda será publicada en el Diario Oficial


El Peruano o en otro que publique los avisos judiciales del correspondiente distrito
judicial. Son aplicables a los procesos sobre intereses difusos, las normas sobre
acumulación subjetiva de pretensiones en lo que sea pertinente.
En caso que la sentencia no ampare la demanda, será elevada en consulta a la
Corte Superior. La sentencia definitiva que declare fundada la demanda, será
obligatoria además para quienes no hayan participado del proceso.

La indemnización que se establezca en la sentencia, deberá ser entregada a


las Municipalidades Distrital o Provincial que hubieran intervenido en el proceso, a
fin de que la emplee en la reparación del daño ocasionado o la conservación del
medio ambiente de su circunscripción.”

60.- Tal modificación versó sobre quiénes tienen legitimación para obrar en la
defensa de tales intereses, dándose el caso que a la fecha de la interposición de
la demanda, la norma procesal le otorgaba tales facultades al Ministerio Público y
a las asociaciones o instituciones sin fines de lucro; en tanto que la norma
modificada amplía el espectro de instituciones legitimadas para tal fin. El caso es
que ni en el texto anterior ni en el actual se contempla la posibilidad de que la
acción pueda ser ejercida por una persona natural sino tan solo por entes que
cuenten con personería jurídica.

61.- Al respecto, Juan Montero Aroca nos dice que frente a los intereses
colectivos, los intereses difusos se caracterizan porque corresponden a una serie
de personas que están absolutamente indeterminadas, no existiendo entre ellas
vínculo jurídico alguno, de modo que la afectación de todas ellas deriva sólo de
razones de hecho contingentes, como ser consumidores de un producto, vivir en
una misma ciudad o ser destinatarios de una misma campaña publicitaria.
Acotando que por ello se está, sin duda, ante un caso de legitimación
extraordinaria. La asociación representativa no es, desde luego, titular del interés
difuso, pero tiene por ley la legitimación para defenderlo en juicios55

62.- En sede nacional Giovanni Priori comenta que en el caso de los intereses
difusos nos encontramos frente a un problema de acceso a la jurisdicción; por ello,
en la medida que es imposible o sumamente difícil precisar la titularidad del
derecho --y por ende la legitimación para obrar activa- la ley habilita a
determinadas personas o instituciones para que actuando en nombre propio
inicien los procesos tendientes a la tutela de estos derechos que, en principio, no
les corresponden, debido a que la titularidad se encuentra atribuida a un conjunto
indeterminado de personas y no a éstas individualmente consideradas. En ese
sentido, esta habilitación legal tiene por finalidad superar el problema que el
carácter difuso de la titularidad trae a la determinación de quién se encuentra
habilitado para iniciar válidamente un proceso, problema que no se supera
otorgando representación, ya que en este caso la dispersión de la legitimación se
mantiene56.

63.- Por tanto, en lo que concierne a la denuncia referida al amparo de la


Excepción de Falta de Legitimidad para Obrar de la demandante respecto al daño
ambiental, no vislumbramos, en primer lugar, contradicción alguna en las
decisiones de ambas Salas Civiles, puesto que concuerdan, como lo hace este
Pleno, que la legitimación únicamente les corresponde de manera exclusiva y
excluyente a las entidades que se mencionan en el artículo 82 del Código
Procesal Civil; por ende no puede ser ejercida por una persona natural, salvo que
represente a una de las entidades señaladas en el mencionado artículo, tanto en
su versión original como en su versión modificada.

64.- En cuanto a la alusión que hace la accionante respecto a la sentencia


expedida por el Tribunal Constitucional en el Expediente Nº 0221-1997-AA/TC,
donde se hace mención que la legitimación en la defensa de los intereses difusos
alcanza también a las personas naturales, cabe precisarse que tanto el artículo 26
de la Ley Nº 23506, como el artículo 40 del Código Procesal Constitucional vigente
le otorgan legitimación a cualquier persona para interponer demanda de Amparo,
lo cual debe entenderse que es para efectos de solicitar esa garantía
constitucional en defensa de los intereses difusos, pero ello no nos puede llevar a
colegir que así como en el Amparo también en la vía ordinaria la legitimación es
irrestricta para la defensa de los intereses difusos; por lo que se debe diferenciar
el ejercicio de una acción de Amparo frente a una acción ordinaria, puesto que en
uno y otro caso se persiguen fines totalmente diferentes; en consecuencia, lo
alegado por la recurrente carece de sustento jurídico, siendo correcta la decisión
de la Sala Civil de Cajamarca al confirmar el auto apelado que declara fundada la
excepción propuesta sobre esta materia de legitimación activa en la defensa de
intereses difusos.

I.- SOBRE LA INAPLICACIÓN DE NORMAS DE DERECHO MATERIAL:

i.1.- Validez de las transacciones:

i.1.1.- Sobre el daño a la salud:

65.- De la demanda que en copia corre de fojas 1101 a 1118 del tomo II de la
presente causa, se advierte que en ninguna parte del citado documento se hace
mención a la celebración de transacciones extrajudiciales entre la accionante (así
como sus menores hijos) con la empresa demandada, tampoco se hace alusión a
invalidez alguna de dichos negocios jurídicos que pueda sustentar la interposición
de la demanda.

66.- De ello emergen dos hechos evidentes, el primero referido a que la actora
exprofesamente guardó silencio respecto a la celebración de las transacciones
extrajudiciales; el segundo relacionado con que no ha cuestionado la validez de
las mismas para poder incoar la demanda de indemnización; es más, tampoco es
sustento de la demanda el mayor valor de los montos indemnizatorios que los
fijados en las respectivas transacciones extrajudiciales.

67.- Al momento de absolver la excepciones deducidas por la empresa minera


demandada (ver fojas 261 a 264 del tomo 1), recién la accionante procede a
cuestionar la validez de dichas transacciones; en primer lugar señala que las
mismas no son oponibles por no ajustarse a los supuestos previstos por el Código
Procesal Civil, al no haber dado fin a un proceso judicial anterior y tampoco han
sido homologadas por ningún juez; además que serían nulas de pleno derecho al
haberse transigido sobre derechos extrapatrimoniales y, finalmente, en el fondo
éstas resultan lesivas si es que se tiene en cuenta la enorme diferencia entre las
partes y el grado apremiante de necesidad en que se encontraban los afectados.
No obstante, la demandante no presentó cuestiones probatorias contra las
transacciones ofrecidas por la empresa excepcionante como sustento de su
defensa de forma57.

68.- Respecto a la oponibilidad de la transacción extrajudicial como defensa de


forma (esto es como Excepción procesal), los fundamentos de su procedencia
corren en los considerandos precedentes.

Lo mismo ocurre en lo atinente a lo alegado a la supuesta lesividad de la


transacción celebrada, supuesto que también ya ha merecido pronunciamiento en
los considerandos pertinentes.

Corresponde analizar si es que las transacciones celebradas son inválidas por


haber versado supuestamente sobre derechos extrapatrimoniales. Del mismo
modo, se estudiará el extremo concerniente a las autorizaciones judiciales y su
temporalidad con relación a la celebración de las transacciones extrajudiciales de
los menores de edad.

69.- El cuestionamiento que se hace de tales negocios jurídicos es que se ha


transado sobre derechos extrapatrimoniales como, por ejemplo, el derecho a la
salud.

De acuerdo a lo dispuesto por el Código Civil vigente, lo que en realidad se


transó en el caso sub judice, no es sobre la salud sino sobre los daños que se
ocasionaron a la salud como consecuencia de la exposición y manipulación del
mercurio que sufrieron la accionante y sus menores hijos, al igual como ocurrió
con otros pobladores del lugar.

70.- Los daños extracontractuales pueden ser de orden patrimonial o


extrapatrimonial, por ello se habla, respecto a los primeros, del daño emergente y
del lucro cesante, en tanto que con relación al daño extrapatrimonial nos estamos
refiriendo a los daños a la persona y el daño moral. Inclusive, de acuerdo al
artículo 1306 del Código Civil, se puede transar sobre responsabilidad civil
proveniente de delito, es decir, se puede pactar sobre la reparación de un daño
causado por un hecho doloso; ergo, con mayor razón se puede transar sobre
daños provenientes de actos culposos.

De la prescrito por el artículo 1985 de nuestro Código Civil, se colige que estos
dos tipos de daños, patrimoniales y extrapatrimoniales, se pueden reparar
patrimonialmente, es decir son indemnizables ya sea con una suma de dinero o
con cualquier otra obligación que conlleve a resarcir el daño causado, de otro
modo no habría manera de indemnizar.
En suma, cuando se menciona que se indemniza un daño, lo que se está
haciendo es patrimonializar el mismo, sean de naturaleza personal, material o
moral.

71.- A lo que se refiere el artículo 1305 del Código Civil, al indicar que no se
puede transar sobre derechos extrapatrimoniales, es a todos aquellos derechos
que no pueden ser apreciados o valorizados en dinero, por ello se dice que no se
puede transar sobre derechos familiares, esto es, por ejemplo, nadie puede ser
hijo o pariente de otro por transacción, tampoco se puede instituir heredero
forzoso vía transacción, así como no se puede convalidar un matrimonio nulo por
transacción, o tampoco se puede transar con alguien para que se deje inocular el
virus del VI H.

En este último ejemplo sí se estaría atentando contra la salud, la misma que es


entendida como una condición indispensable del desarrollo humano y medio
fundamental para alcanzar el bienestar individual y colectivo, siendo su protección
de interés público, razón por la cual toda persona tiene derecho a la protección de
su salud en los términos y condiciones que establece la ley, siendo irrenunciable el
derecho a su protección, conforme lo expresan los artículos l a II del Título
Preliminar de la Ley General de Salud, Ley Nº 26842.

72.- En el caso de autos no se ha transado sobre la salud en sí misma, porque


las partes no han acordado que la una tenga el derecho de dañar a la otra, sino
que se ha acordado en reparar ese daño causado a través de un monto dinerario,
tal cual ocurre cuando, por ejemplo, a raíz de una accidente de tránsito, la parte
culpable indemniza a la parte afectada o a sus herederos y no es que estén
autorizándola a herirla o matarla, sino que se está tratando de reparar las
consecuencias de ese daño causado.

De lo expuesto, queda descartada toda vulneración a los artículos 5 y 1305 del


Código Civil, por ende las transacciones celebradas tienen plena validez.

73.- Estando a las consideraciones precedentes, con las cuales se han


desestimado las denuncias de infracciones de orden procesal, puesto que se ha
concluido que sí resulta procedente la interposición de la Excepción por
Transacción Extrajudicial, dichos argumentos se hacen extensivos al presente
análisis, toda vez que en las transacciones celebradas entre las partes no se
advierte que la accionante o sus menores hijos hayan renunciado a alguno de sus
derechos fundamentales referidos a la vida, a la integridad física, a la libertad, al
honor y demás inherentes a la persona humana.

74.- En efecto, si bien es cierto que con el derrame de mercurio se creó una
situación de riesgo para los lugareños, quienes se expusieron a daños físicos al
manipular el metal, no es menos cierto que para efectos indemnizatorios, ese
daño debe ser cuantificable, de lo contrario no habría manera de poder resarcirse
el mismo.
75.- En su escrito que contiene el recurso de Casación, admite la actora que
los derechos “personalísimos y extrapatrimoniales” sí pueden ser cuantificados
patrimonialmente y por ende materia de transacción, como en efecto ocurrió así y
se consignó en la respectivas transacciones que se estaba indemnizando por el
daño causado, el cual comprendía el daño emergente, lucro cesante, daño físico o
moral y cualquier otro daño sufrido. En consecuencia, no se puede argüir que se
han afectado los derechos señalados por el artículo 5 del Código Civil o que se ha
infringido lo dispuesto por el artículo 1305 del mismo cuerpo legal.

76.- Los jueces que autorizaron la celebración de las transacciones a favor de


los hijos menores de edad de la accionante, tuvieron a la vista las documentales
que las contenían, así como sus respectivas addenda, conforme se verifica de las
pruebas anejadas en autos; resoluciones judiciales que no pueden cuestionarse
en este estado procesal.

77.- Concluyendo, no se debe confundir el derecho afectado, que puede ser de


orden patrimonial o extrapatrimonial, con el resultado indemnizatorio del mismo; al
final de cuentas todos los derechos, cuando se trata de indemnizarlos, deben ser
cuantificados patrimonialmente; en consecuencia no se advierte que se haya
inaplicado, al caso sub judice, ni el artículo 5 ni el artículo 1305 del Código Civil,
por lo que esta denuncia también deviene en infundada.

i.1.2. De la transacción sobre derechos de menores de edad:

78.- Finalmente, corresponde analizar sobre la validez de las transacciones


celebradas por la accionante en nombre de sus menores hijos, esto es si las
autorizaciones judiciales realmente tuvieron efectos autoritativos para que las
transacciones sean válidas.

Se ha constatado que la señora Giovanna Quiroz Villaty nunca cuestionó, en su


demanda de indemnización, la validez y eficacia de las transacciones celebradas a
favor de sus menores hijos antes de contar con la autorización judicial, así como
tampoco lo ha hecho cuando absolvió las excepciones propuestas y menos en el
recurso de casación interpuesto, salvo en el recurso de apelación que interpusiera
contra la resolución de primera instancia que amparó la excepción de conclusión
del proceso por transacción referente a los menores de edad.

79.- En la citada apelación se dice que no se ha contado con aútorización


judicial previa para celebrar las transacciones a favor de sus menores hijos de
acuerdo a lo normado por el artículo 448, inciso 3, del Código Civil y por lo tanto
dichos actos jurídicos no tienen “...validez, son nulos, inexistentes y por ende no
surten efectos...” (el citado recurso de apelación corre de fojas 1244 a 1254 del
tomo III).

80.- En realidad es el artículo anterior, 447 del Código Civil, el que prescribe
que para enajenar, gravar o contraer obligaciones a nombre de los hijos por sus
padres se requiere de previa autorización judicial; seguidamente el artículo 448
mencionado, prevé una serie de supuestos que también requieren de autorización
judicial, porque son actos jurídicos o procesales que van a repercutir en la esfera
jurídica del menor de edad.

No obstante ello, el artículo 1307 del mismo cuerpo civil señala que:

“Artículo 1307.- Transacción del ausente o incapaz: Los representantes de


ausentes o incapaces pueden transigir con aprobación del juez, quien para este
efecto oirá al Ministerio Público y al consejo de familia cuando lo haya y lo estime
conveniente.” (El subrayado y cursiva son nuestras)

Conforme a lo prescrito por dichos dispositivos legales, en uno y otro caso se


usan términos diferentes, si bien en el artículo 447 se dice que se requiere contar
con previa autorización judicial, por su parte el artículo 1307 preceptúa que se
debe contar con la aprobación del juez, no indicando si ésta debe ser anterior o
posterior a la celebración transacción. Es más, el artículo 447 no sanciona con
nulidad cuando se ha realizado alguno de los actos jurídicos que señala sin contar
con la autorización previa, por tanto bien se puede tener dicha autorización
posteriormente.

Caso distinto es el de la transacción, donde no se menciona que la aprobación


del juez debe ser necesariamente anterior a su celebración, con lo cual se
concluye que ella puede ser posterior a su realización. El hecho concreto es que
debe de contarse con tal aprobación, como en efecto aconteció en el caso de
autos.

81.- Para concluir, es menester tener en cuenta que los jueces de familia que
otorgaron las respectivas aprobaciones para la celebración de las transacciones
judiciales, respecto a los hijos menores de edad de la demandante, tuvieron a la
vista los documentos pertinentes, incluyendo las addenda, por lo que al verificar la
legalidad de las mismas procedieron a su aprobación, de lo contrario no hubieran
dictado las respectivas resoluciones en sentido positivo.

VI.- EFECTOS DE LA SENTENCIA:

82.- Resta hacer una precisión final, y es respecto a los efectos de la presente
decisión.

Como la misma no tiene efectos ex tunc, sino por el contrario tiene efectos ex
nunc, los procesos resueltos con anterioridad a esta decisión bajo criterios
diferentes mantienen plena vigencia al estar protegidas dentro del marco de la
autoridad de la Cosa Juzgada, en tanto que el caso presente así como los demás
que están pendientes de resolverse por ambas Salas Supremas Civiles, donde se
esté discutiendo iguales hechos e iguales razones, deberán ajustarse al
precedente vinculante trazado en la presente sentencia, en mérito a lo dispuesto
por el artículo 400 del Código Procesal Civil.
En la Razón emitida por la señora Secretaria General de la Corte Suprema de
Justicia de la República, se hace alusión que se han remitido juntamente con este
proceso las casaciones Nº 1463-2007, seguido por Bartolomé Pérez Lozano y
otros contra la Minera Yanacocha S. R. L, Ransa Comercial S. A. y Arturo Blanco
Bar; Nº 1811-2007, seguido por José Azañero Chuquiruna y otros contra los
mismos demandados, y Nº 1813-2007, seguido por Margarita Cabanillas Miranda
y otros, también contra las mismas partes, expedientes que deben devolverse a su
Sala de origen para que procedan de acuerdo al precedente fijado en este Pleno
Casatorio.

VII.- CONSTITUCIONALIDAD DEL PLENO CASATORIO:

1.- La Constitución Política del Estado, dispone en su artículo 141


que: “Corresponde a la Corte Suprema fallar en casación, o en última instancia,
cuando la acción se inicia en una Corte Superior o ante la propia Corte Suprema
conforme a ley...”.

Por su parte, la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ) señala en su artículo
26, inciso 1, que son órganos jurisdiccionales del Poder Judicial, entre otros: La
Corte Suprema de Justicia de la República; acotando en su artículo 30 que el
trabajo jurisdiccional de la Corte Suprema se distribuye en Salas Especializadas
Permanentes y Transitorias; en tanto que en el artículo 32 indica que la Corte
Suprema conoce de los procesos en vía de casación con arreglo a lo establecido
en la ley procesal respectiva.

2.- De igual manera, la Vigésima Tercera Disposición Final y Transitoria de la


misma Ley Orgánica, precisa que las disposiciones de carácter procesal
contenidas en esta Ley son de aplicación supletoria a las normas procesales
específicas, dispositivo que debe ser concordado con la Décima Disposición Final
del Código Procesal Civil, la cual prescribe que: “De conformidad con la Vigésimo
Quinta Disposición Final de la Ley Orgánica del Poder Judicial (Decreto Legislativo
767), las normas del Código Procesal Civil se aplican preferentemente respecto de
las de aquélla.”

La 25 Disposición Final a que se hace referencia es al orden original que tenía


a

el D. Leg. 767, que luego pasó a ser la 23a Disposición Final y Transitoria del TUO
de la LOPJ, aprobado por D. S. Nº 017-93-JUS del 28 de mayo de 1993.

3.- Es más el artículo 51 de la Constitución Política dice que: “La Constitución


prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las normas de inferior jerarquía, y
así sucesivamente. La publicidad es esencial para la vigencia de toda norma del
Estado.”

Por lo tanto, en primer lugar, nuestro ordenamiento constitucional no sostiene


que una Ley Orgánica tenga mayor jerarquía que una ley ordinaria; en segundo
lugar, aún siendo así, no existe prohibición alguna para que una Ley Orgánica
precise que la competencia para resolver los recursos de casación no puedan ser
regulados por una ley ordinaria de orden procesal como es el Código Procesal
Civil aprobado por Decreto Legislativo (esto es por delegación de funciones del
Poder Legislativo al Ejecutivo); tanto más si el mismo artículo 32 de la LOPJ es
meridianamente claro al precisar que los procesos que se encuentren en vía de
casación se resuelven de acuerdo a la norma procesal respectiva, y esa norma no
es otra que el artículo 400 del Código Procesal Civil.

4.- En consecuencia, no existe vulneración constitucional alguna, tampoco


conflicto normativo por jerarquía de leyes y menos evocación indebida de esta
Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia de la República, al no existir
desviación de la jurisdicción predeterminada por ley, puesto que antes de que se
iniciaran este y los otros procesos judiciales, ya existían las normas legales
citadas, cuya constitucionalidad ha sido referida líneas arriba.

5.- Finalmente, este Pleno Casatorio considera que el recurso de Casación no


está solamente al servicio del ius litigatoris, puesto que la Casación deviene en un
particular juicio de legitimidad, donde el acento debe ponerse en la existencia de
una violación o aplicación incorrecta de la norma jurídica y por tal razón, más que
centrarse en la motivación misma de la resolución de origen y el razonamiento que
lleva a ella, debe hacerlo en el alcance que se da en dicha resolución a la norma
legal que se ha aplicado al supuesto fáctico de origen. En consecuencia, la
sentencia de casación debe tratar de la justicia o legalidad de la solución del caso,
pero no debe prescindir de su tarea mediata uniformadora de la jurisprudencia,
pues sólo así el tribunal de casación podrá cumplir la función que le es propia
como órgano supremo de justicia, con lo cual estará favoreciendo la seguridad
jurídica.

6.- Al establecerse precedentes vinculantes por medio de esta sentencia


casatoria, no se está, en modo alguno, vulnerado la independencia judicial, puesto
que el precedente es, en esencia, el que realiza los valores de igualdad, de
coherencia y de continuidad del ordenamiento, permitiendo la inserción de las
decisiones individuales en contextos más amplios.

Como bien se sostiene, la casación constituye, en definitiva, un límite fáctico de


la libertad del juez en tanto y en cuanto atribuye un significado general a una
norma aplicable para casos futuros similares. Significado que es necesario para
proporcionar la certeza, previsibilidad e igualdad en la aplicación del Derecho que
reclama todo Estado de Derecho58. Por lo tanto, se está ante un límite legítimo
del principio de independencia judicial que, de otro modo, permitiría
interpretaciones diferentes de las normas por parte de los diversos órganos
jurisdiccionales, no obstante la existencia de igualdad o similitud de los supuestos
de hecho tenidos en cuenta en procesos judiciales semejantes.

Siendo así, no se está infringiendo lo dispuesto por el artículo 16 de nuestra


LOPJ, porque el valor normativo de la jurisprudencia no es más que el
presupuesto que da sentido a la casación misma y no el contenido de una
actividad extrajudicial del Tribunal Supremo59.
7.- Del mismo modo, por medio del precedente se realiza la armonización entre
las exigencias de la flexibilidad del Derecho y de apertura y adaptabilidad al
cambio, que caracterizan la dinámica de los sistemas jurídicos actuales60 de lo
contrario, bajo el supuesto respeto a la independencia del juez, sería imposible
que se sienten criterios rectores para la solución uniforme de casos idénticos o
similares, conllevando a que se emitan decisiones contradictorias en perjuicio de
los litigantes y dejando de lado la predictibilidad que se espera en las decisiones
de los jueces, evidenciando con ello una clara afectación a sus deberes de velar
por la seguridad jurídica y el respeto al principio de igualdad, que como integrantes
de un Poder del Estado de Derecho están obligados a respetar.

VIII.- CONCLUSIONES:

1. SE DECLARA INFUNDADO EL RECURSO DE CASACION POR


CUANTO:
A. NO EXISTE LA CONTRAVENCION AL DEBIDO PROCESO YA
QUE, AL SER AMPARADAS LAS EXCEPCIONES DE CONCLUSION
DEL PROCESO POR TRANSACCION, SE HAN RECONOCIDO
PLENAMENTE LOS EFECTOS DE LAS TRANSACCIONES, LAS
CUALES SE DERIVAN COMO CONSECUENCIA DE LOS DAÑOS
CAUSADOS;
B. NO SE HA DADO LA INAPLICACION DEL ARTICULO 5 Y 1305
DEL CODIGO CIVIL, YA QUE NO ES POSIBLE INDEMNIZAR UN
DAÑO CAUSADO. PARA QUE CUALQUIER DAÑO PUEDA
REPARARSE ES NECESARIO QUE SE PATRIMONIALICE;
C. EN LA LEGITIMACION PARA OBRAR ACTIVA POR DAÑO
AMBIENTAL, LAS PERSONAS NATURALES NO SE ENCUENTRAN
LEGITIMADAS POR LEY PARA SOLICITAR PRETENSIONES
INDEMNIZATORIAS. TIENEN LEGITIMACION PARA OBRAR
ACTIVA LAS INSTITUCIONES SEÑALADAS EN EL ARTICULO 82
DEL CODIGO PROCESAL CIVIL

Estando a las consideraciones expuestas, estimamos que el recurso de


casación es infundado al haberse dictado el auto de vista de acuerdo a Derecho,
por lo que:

1.- No hay contravención a las normas que garantizan el debido proceso


conforme ha alegado la recurrente, consiguientemente, la resolución impugnada
se ajusta a Derecho, dado que al ampararse las excepciones de conclusión del
proceso por transacción, propuestas por los demandados, no se ha hecho otra
cosa que reconocer los plenos efectos de actos jurídicos que pusieron fin a las
discrepancias que se suscitaron entre las partes como consecuencia de los daños
causados por el derrame de mercurio, las que se finiquitaron celebrando
transacciones extrajudiciales.
2.- No ha existido inaplicación de los artículos 5 y 1305 del Código Civil, puesto
que bajo esta última argumentación, a juicio de este Pleno Casatorio, sería
imposible que se indemnice un daño causado, pues para que pueda reparase
cualquier perjuicio es menester que se patrimonialice el mismo, conforme se ha
demostrado en los considerandos correspondientes. Asimismo, no pueden
alegarse supuestas nulidades o ineficacias de actos jurídicos sin haberse
solicitado su declaración expresa, previa o concurrentemente a la pretensión
indemnizatoria, así como tampoco se formularon cuestiones probatorias en ningún
estado del presente proceso contra las citadas transacciones, lo que abona a favor
de su legalidad.

3.- Respecto a la legitimación para obrar activa por daño ambiental, esto es en
la protección de intereses difusos, no ha existido mayor discrepancia entre la dos
salas supremas civiles, habida cuenta que ambas han venido resolviendo
concordadamente en el sentido que las personas naturales no están legitimadas
por ley para solicitar pretensiones indemnizatorias sino tan solo aquellas
instituciones señaladas en el artículo 82 del Código Procesal Civil.

4.- Como se indicará en la parte resolutiva, este Pleno Casatorio ha adoptado


decisión por unanimidad respecto a la legitimación activa para promover procesos
judiciales de acuerdo a lo normado por el artículo 82 del Código Procesal Civil, en
tanto que por mayoría ha decidido que resulta procedente deducir la transacción
extrajudicial como excepción procesal, siendo de aplicación, por interpretación
sistemática, los artículos 446, inciso 10, y 453, inciso 4, del mismo cuerpo legal.

IX.- FALLO:

Por tales razones, el Pleno Casatorio de la Corte Suprema de Justicia de la


República, de conformidad con lo normado por el artículo 400 del Código Procesal
Civil, por mayoría:

a).- Declara INFUNDADO el recurso de Casación interpuesto por doña


Giovanna Angélica Quiroz Villaty, por derecho propio y en representación de sus
hijos Euler Jonathan y José Ronny Mendoza Quiroz y Walker Steve Cuenca
Quiroz, en consecuencia NO CASARON la resolución de vista, su fecha 27 de
diciembre de 2006, expedida por la Sala Civil de Cajamarca; asimismo,

b).- DECLARA QUE CONSTITUYEN DOCTRINA JURISPRUDENCIAL los


siguientes precedentes vinculantes:

2. CONSTITUYE DOCTRINA JURISPRUDENCIAL:


A. LA TRANSACCION EXTRAJUDICIAL NO HOMOLOGADA
JUDICIALMENTE PUEDE SER OPUESTA COMO EXCEPCION
PROCESAL, DE ACUERDO A LO ESTABLECIDO EN EL INCISO 10º
DEL ARTICULO 446 E INCISO 4º DEL ARTICULO 453 DEL CODIGO
PROCESAL CIVIL. LAS TRANSACCIONES EXTRAJUDICIALES
HOMOLOGADAS POR EL JUEZ SE TRAMITAN SEGUN LAS REGLAS
DEL CODIGO PROCESAL CIVIL POR TENER REGULACION
EXPRESA Y ASIMISMO AQUELLAS CELEBRADAS CON RELACION
A DERECHO DE MENORES DE EDAD, PERO QUE DEBEN SER
AUTORIZADAS POR EL JUEZ COMPETENTE;
B. LA LEGITIMACION PARA OBRAR ACTIVA SOLO PUEDE SER
EJERCIDA POR LAS PERSONAS JURIDICAS SEÑALADAS
EXPRESAMENTE EN EL ARTICULO 82 DEL CODIGO PROCESAL
CIVIL

1.- La Transacción extrajudicial no homologada judicialmente puede ser


opuesta como Excepción procesal conforme a lo regulado por el inciso 10 del
artículo 446 e inciso 4 del artículo 453 del Código Procesal Civil, por interpretación
sistemática de dichas normas con las que contiene el Código Civil sobre la
Transacción.

Entendiéndose que las transacciones extrajudiciales homologadas por el Juez,


se tramitan de acuerdo a las reglas del Código Procesal Civil, al tener regulación
expresa. Ocurriendo lo mismo en cuanto a las transacciones celebradas con
relación a derechos de menores de edad, las mismas que deben ser autorizadas
por el juez competente conforme a ley, (voto en mayoría).

2.- La legitimación parar obrar activa, en defensa de los intereses difusos,


únicamente puede ser ejercida por las entidades señaladas expresamente en el
artículo 82 del Código Procesal Civil, (voto por unanimidad).

SE ORDENA la publicación de la presente sentencia en el Diario Oficial “El


Peruano”, teniendo efectos vinculantes para todos los órganos jurisdiccionales de
la República a partir del día siguiente de su publicidad. Interviniendo como Vocal
Ponente el señor Vásquez Vejarano.

SS.

FRANCISCO TÁVARA CÓRDOVA

WALTER VÁSQUEZ VEJARANO

ANTONIO PAJARES PAREDES

ROGER H. SALAS GAMBOA

MANUEL SÁNCHEZ-PALACIOS PAIVA

HUGO SIVINA HURTADO


JAVIER ROMÁN SANTISTEBAN

ELCIRA VÁSQUEZ CORTEZ

VÍCTOR TICONA POSTIGO

CÉSAR SAN MARTÍN CASTRO

JAVIER VILLA STEIN

VÍCTOR PRADO SALDARRIAGA

DUBERLI RODRÍGUEZ TINEO

JORGE SOLÍS ESPINOZA

JACINTO RODRÍGUEZ MENDOZA

JOSÉ LECAROS CORNEJO

María del Carmen Rita Gallardo Neyra

Secretaria General de la Corte Suprema

de Justicia de la República

La Secretaria General de la Corte Suprema de Justicia de la República


certifica que el voto en minoría de los señores vocales supremos Antonio
Pajares Paredes, Hugo Sivina Hurtado, Víctor Ticona Postigo, Jorge Solís
Espinoza, José Lecaros Cornejo y Jacinto Rodríguez Mendoza, en cuanto al
extremo referido a la improcedencia de proponer la Transacción Extrajudicial
como excepción procesal es como sigue:

I.- DEL PROCESO.

La demanda fue presentada ante el Juez del Juzgado Mixto del Módulo Básico
de Justicia de Santa Apolonia, conforme aparece a fojas 1901 del cuaderno de
excepciones acumulado; fue calificada positivamente y admitida a trámite
mediante auto de fecha cuatro de junio de! dos mil dos corriente a fojas 207 del
mismo cuaderno, en la vía procedimental efe conocimiento conforme al Código
Procesal Civil vigente (en adelante, cuando no so indique el cuerpo legal al que
correspondo se entenderá que la norma corresponde al C.P.C.); los actos
postulatorios de las partes están configurados del siguiente modo:

1.- Demanda.- Según escrito copiada a fojas 190 Giovanna Angélica Quiroz
Villaty, por derecho propio y en representación de sus hijos Euler Jonathan y José
Ronny Mendoza Quiroz, y Walter Steve Cuenca Quiroz, demanda el pago de una
indemnización ascendente a US$1’800,000.00 por los daños ocasionados por el
derrame de mercurio, que incluye el daño a la persona (daño a la salud), daño
moral y daño al medio ambiente, para lo cual emplaza a Minera Yanacocha S.R.L.
en su calidad de propietaria del mercurio.

Desglosa la pretensión indemnizatoria del siguiente modo: US$400,000.00 a


favor de Giovanna Angélica Quiroz Villaty, US$500,000.00 a favor de Walter Steve
Cuenca Quiroz, US$500,000.00 a favor de Euler Jonathan Mendoza Quiroz, y
US$400,000.00 a favor de José Ronny Mendoza Quiroz.

Sostiene que el 02 de junio del 2000, a las 3:20 p.m. aproximadamente, en


circunstancias de que el chofer de la empresa Ransa Comercial S.A., Esteban
Arturo Blanco Bar, transportaba mercurio de propiedad de Minera Yanacocha
S.R.L., se produjo un primer derrame de mercurio a la altura de la Quebrada de
Chotén.

Entre las 5:30 y 5:40 p.m. del mismo día, del mismo camión de la empresa
Ransa Comercial S.A. se produjo otro derrame de 152 Kg de mercurio, en las
localidades de San Juan, La Calera, el Tingo, Magdalena (de donde proviene la
demandante), y el Centro Poblado Menor de San Sebastián de Choropampa. Por
su brillo, forma e ignorando que se trataba de una sustancia tóxica, los pobladores
comenzaron a recoger el mercurio hasta altas horas de la madrugada, empleando
para dicha recolección sus manos e incluso su boca como medio de aspiración. Al
guardar el mercurio en sus hogares, los familiares quienes recogieron el mercurio
también se intoxicaron debido a los gases que emana la sustancia.

La demandante refiere que Yanacocha no hizo caso a sus peticiones de ayuda


médica y no contaban con un plan maestro de contingencias, siendo que por el
contrario propició un mayor nivel de intoxicación, al pretender comprar el mercurio
derramado a quien lo hubieran recogido. Igualmente señala que existió un nivel
deficiente de embalaje, transporte y tratamiento del mercurio por parte de la
Minera, conforme ha declarado el chofer del camión.

2.- Contestación.- Según escrito copiado a fojas 765, Minera Yanacocha


S.R.L. sostiene que no fue informada oportunamente por el chofer de la empresa
Ransa Comercial S.A. (encargada del transporte) respecto del derrame de
mercurio, pero una vez tomó conocimiento del mismo, adoptó las medidas
necesarias para evitar perjuicios, informando sobre la toxicidad del producto, pero
con poco éxito debido a la negativa de los pobladores de devolver el mercurio que
recogieron y guardaron en sus hogares; en otras palabras, sostiene que la causa
determinante de la exposición y elevación del nivel de mercurio en el organismo
de los pobladores afectados fue su propia imprudencia. Asimismo, manifiesta que
el hecho de que la demandante y sus menores hijos hayan presentado niveles de
mercurio mayores a los normales en su organismo a consecuencia del derrame
producido, no necesariamente implica que éstos hayan sido intoxicados por dicho
elemento ni mucho menos que éstos hayan sufrido daño como consecuencia de
tal exposición. Por lo demás, ha suscrito con la demandante -en su nombre y en
representación de sus hijos- sendas transacciones extrajudiciales, las mismas
que, a tenor del Art. 1302 del C.C. tienen calidad de cosa juzgada, resultando la
demanda interpuesta manifiestamente improcedente.

En escrito aparte, que obra copiado a fojas 687, Minera Yanacocha S.R.L.
formula denuncia civil contra Ransa Comercial S.A., por ser aquella la empresa
encargada del transporte del mercurio el día en que ocurrieron los hechos.

Posteriormente, por resolución copiada a fojas 1123, el Juez incorpora de oficio


a Esteban Arturo Blanco Bar como litisconsorte necesario pasivo, por ser el chofer
que conducía la unidad móvil que transportaba el mercurio.

Tanto Ransa Comercial S.A. como Esteban Arturo Blanco Bar, luego de
ponerse a derecho, sostienen que se limitaron a transportar los balones
conteniendo mercurio, y que fue Minera Yanacocha S.R.L. quien no cumplió con
entregar la mercadería al transportista en condiciones adecuadas para un
transporte seguro. Además, sostienen que se ha presentado el supuesto de
fractura causal por el hecho propio de la víctima, pues no fue el derrame de
mercurio lo que ocasionó daños a la demandante, sino lo fue su negligencia al
manipular el citado mineral, llevarlo a su hogar y exponer a su familia a los gases
tóxicos.

II.- DE LAS EXCEPCIONES.

1.- De la demandada Minera Yanacocha S.R.L. (fojas 2481:

Esta demandada, como defensas de forma, propone las siguientes:

A. Excepción de prescripción extintiva: El derrame de mercurio tuvo lugar el


02 de junio del 2000, por lo que la responsabilidad extracontractual regulada en el
inc. 4 del Art. 2001 del C.C. prescribió el 02 de junio . del 2002, teniendo en cuenta
lo normado en el Art. 1993 del citado Código, según el cual el plazo comienza a
computarse a partir de la fecha en que tuvo lugar el hecho que habría causado el
daño; sin embargo el emplazamiento a su parte ha tenido lugar vencido dicho
plazo, sin que ninguno de los demandantes haya realizado algún acto que
interrumpa el cómputo.

B. Excepción de conclusión del proceso por transacción: Para poner fin a


cualquier conflicto que surja con respecto al derecho indemnizatorio, el 02 de
setiembre del 2000 Minera Yanacocha S.R.L. celebró tres transacciones
extrajudiciales: b.1) la primera únicamente con la demandante Giovanna Angélica
Quiroz Villaty, por derecho propio, a quien se le hizo entrega de la suma de
S/.10,500.00; b.2) la segunda con la demandante y con José Gilmer Mendoza
Saldaña, en representación del derecho indemnizatorio de sus menores hijos
Euler Jonathan y José Ronny Mendoza Quiroz, a quienes se le hizo entrega de la
suma de S/.7,875.00; b.3.) la tercera con la demandante, en representación del
derecho indemnizatorio de su hijo Walker Steve Cuenca Quiroz, en la que se
transó por la suma de S/.5,625.00. En los tres casos, se suscribieron Addedums el
04 de noviembre del mismo año, en los cuales las partes acordaron duplicar la
suma entregada a cada uno de los indemnizados. Conforme lo dispone el Art.
1032 del C.C., las transacciones antes mencionadas tiene el valor de cosa
juzgada, por lo que la pretensión de indemnización de los demandantes no puede
ser revisada en sede judicial.

C. Excepción de falta de legitimidad para obrar de Minera Yanacocha


S.R.L.: El derrame de mercurio se produjo mientras era transportado por un
camión de Comercial Ransa S.A., por lo que su empresa no es responsable de los
daños causados. Además, la parte demandante alega que la responsabilidad
surge del ejercicio de una actividad riesgosa o peligrosa, la misma que no fue
realizada por su empresa. Igualmente, los accionantes señalan que no se les
brindó la atención debida, pero su empresa no tuvo ninguna participación en el
diagnóstico y tratamiento de los afectados, sino que el mismo fue dispuesto por los
médicos del puesto de salud de Choropampa y el Hospital Regional de
Cajamarca, en coordinación con CICOTOX.

D. Excepción de falta de legitimidad para obrar de los demandantes con


relación a la pretensión de indemnización por daño ambiental: Tratándose de
intereses difusos, sólo pueden demandar el Ministerio Público, las asociaciones o
instituciones sin fines de lucro, los gobiernos locales, etc., conforme lo establece el
Art. 82 del Código Procesal Civil, por lo que los demandantes por sí solos no
pueden promover la presente causa.

2.- De la denunciada civil Ransa Comercial S.A. (fojas 752):

A. Excepción de falta de legitimidad para obrar de Ransa Comercial S.A.:


Pues cuando ocurrieron los hechos se desempeñaba como Agente de Transporte
de Minera Yanacocha S.R.L., y los balones que contenían mercurio eran de
propiedad exclusiva de dicha minera, quien fue quien no los envasó
adecuadamente, lo que trajo consigo el derrame. Es más, en todo momento el
mercurio fue manipulado en su estiba y aseguramiento en la plataforma del
vehículo por personal de la citada minera. Solicita se tenga en cuenta el Dictamen
Pericial del Examen Físico Químico emitido por la Dirección Nacional de
Criminalística de la Policía Nacional, de fecha 18 de junio del 2000, en el que se
concluyó que la responsabilidad por el derrame del mercurio se debió a la
imprudencia y negligencia en su envasado.

B. Excepción de prescripción extintiva: Alega similares fundamentos de la


misma excepción de Minera Yanacocha S.R.L.

C. Excepción de conclusión del proceso por transacción: Se sustenta en


las transacciones celebradas por Minera Yanacocha S.R.L. con la parte
demandante.
3.- Del litisconsorte necesario pasivo Esteban Arturo Blanco Bar (fojas
1173):

A. Excepción de prescripción extintiva: Alega similares fundamentos de la


misma excepción de Minera Yanacocha S.R.L.

B. Excepción de conclusión del proceso por transacción: Se sustenta en


las transacciones celebradas por Minera Yanacocha S.R.L. con la parte
demandante

C. Excepción de falta de legitimidad para obrar de los demandantes con


relación a la pretensión de indemnización por daño ambiental: Alega similares
fundamentos de Minera Yanacocha S.R.L. respecto de la misma excepción.

4.- Resolución de Excepciones:

4.1.- En primera instancia.- Resolución Nº 03, dictada en Audiencia de


Saneamiento Procesal del 08 de enero del 2004, cuya acta corre a fojas 303,
repetida a fojas 861 y 1234: declara: INFUNDADA la excepción de conclusión
del proceso por transacción referida a la demandante Giovanna Angélica Quiroz
Villaty que deducen Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Esteban
Arturo Blanco Bar; FUNDADA la excepción de conclusión del proceso por
transacción referida a los menores Euler Jonathan y José Ronny Mendoza Quiroz
y Walker Steve Cuenca Quiroz que deducen Minera Yanacocha S.R.L., Ransa
Comercial S.A. y Esteban Arturo Blanco Bar, en consecuencia, nulo todo lo
actuado; INFUNDADA la excepción de falta de legitimidad para obrar de los
demandados que deducen Minera Yanacocha S.R.L. y Ransa Comercial S.A.;
INFUNDADA la excepción de prescripción extintiva que deducen Minera
Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Esteban Arturo Blanco Bar; FUNDADA
la excepción de falta de legitimidad para obrar respecto de la pretensión
indemnizatoria por daño ( ambiental que deducen Minera Yanacocha S.R.L. , y
Esteban Arturo Blanco Bar, en consecuencia, anúlese todo lo actuado en este
extremo: a) en cuanto a la excepción de conclusión del proceso por transacción,
debe estarse a lo establecido en los Arts. 446 y 453 del C.P.C., según las cuales
corresponde amparar esta excepción cuando se inicie un proceso idéntico a otro,
esto es, debe existir una transacción homologada en un proceso anterior, vale
decir, una transacción extrajudicial que se convierta en judicial (sic), siendo que en
el caso de Giovanna Angélica Villaty no se cumple con este requisito, pero en el
caso de sus menores hijos sí, pues las transacciones que celebró en
representación de los mismos cuentan con autorización judicial; b) en cuanto a la
excepción de falta de legitimidad para obrar de los demandados que dedujeron
Minera Yanacocha S.R.L. y Ransa Comercial S.A., debe tenerse en cuenta la
responsabilidad de los emplazados o la falta de ella respecto del evento dañoso
deberá ser estimada al evaluar la prueba, al final del proceso; c) en cuanto a la
excepción de prescripción extintiva, la acción civil derivada de un hecho punible no
se extingue mientras subsista la acción penal; d) en cuanto a la excepción de falta
de legitimidad para obrar respecto de la pretensión indemnizatoria por daño
ambiental, tratándose de intereses difusos sólo están legitimados los sujetos
precisados en el Art. 82 del C.P.C.

4.2.- En segunda instancia.- Auto de vista Nº 746-2006-SEC del 27 de diciembre


del 2006, de fojas 1358: REVOCA la resolución apelada en el extremo que declara
infundada la excepción de conclusión del proceso por transacción respecto de la
demandante Giovanna Angélica Quiroz Villaty, deducida por Minera Yanacocha
S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Esteban Arturo Blanco Bar, y REFORMÁNDOLA
declararon FUNDADA dicha excepción, anulándose lo actuado en dicho extremo;
CONFIRMÁNDOSE la apelada en los demás extremos: conforme a lo señalado en
el Art. 1302 del C.C., por la transacción las partes haciéndose concesiones
recíprocas, deciden sobre algún punto litigioso o dudoso, evitando el pleito que
podría promoverse o finalizando el que está iniciado; en tal sentido, el argumento
sostenido por el A quo en el sentido de que, para que se ampare la presente
excepción, se requiere que la mencionada transacción haya puesto fin a un
proceso anterior es incorrecto, como así lo ha establecido la Sala Civil
Permanente de la Corte Suprema de Justicia en la Casación Nº 2383-2005
(Cajamarca).

III. PARTES DE LA RESOLUCIÓN DE VISTA IMPUGNADAS EN EL


RECURSO DE CASACIÓN.

Extremos del auto de vista que son materia de recurso de casación: Doña
Giovanna Angélica Quiroz Villaty, por intermedio de sus abogados Mario Vásquez
Ramirez y Henry Vera Ortiz, mediante escrito de fojas 1395, interpone recurso de
casación en contra del auto Nº 746-,2006-SEC de fecha 27 de diciembre del 2006
en :la parte en que:

A) Confirma la resolución apelada que declara fundada la excepción de


conclusión del proceso por transacción respecto de los demandantes menores
Walker Cuenca Quiroz, Euler Mendoza Quiroz y José Mendoza Quiroz, propuesta
por las demandadas Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Esteban
Arturo Blanco Bar;

B) Confirma el auto impugnado en cuanto declara fundada la excepción de falta


de legitimidad para obrar de los demandantes respecto de la pretensión
impugnatoria por daño ambiental formulada por los demandados Minera
Yanacocha S.R.L. y Esteban Arturo Blanco Bar;

C) Revoca el auto apelado en el extremo que declara infundada la excepción


de conclusión del proceso por transacción respecto de la demandante Giovanna
Angélica Quiroz Villaty y, reformándola declara fundada dicha excepción,
propuesta por Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Esteban Arturo
Blanco Bar.

Como pretensión impugnatoria, la recurrente solicita que se declare fundado su


recurso de casación y, en sede de instancia, que la Corte Suprema declare
infundadas las mencionadas ‘excepciones de conclusión del proceso por
transacción y de falta de legitimidad para obrar de los demandantes.

La demandante ha cumplido con los requisitos de forma y de fondo de la


casación que exigen los Arts. 387 y 388, por cuya razón el recurso fue declarado
procedente por resolución de fecha 02 de noviembre del 2005.

IV.- CAUSALES DEL RECURSO Y SUS FUNDAMENTOS.

1.- Respecto de la excepción de conclusión del proceso por transacción.

Se propone dos causales:

a) Inaplicación de normas de derecho material. Inaplicación de las normas


contenidas en los Arts 5 y 1305 del Código Civil, en cuanto regulan los derechos
inalienables e irrenunciables como el derecho a la vida, a la integridad física, la
libertad, el honor y demás inherentes a la persona humana. Precisa además que
no se analizado si la transacción extrajudicial se ha realizado conforme al
ordenamiento legal, pues se ha transigido sobre daños a la salud de los afectados
por derrame de mercurio; derechos que no pueden ser materia de renuncia o
cesión alguna por tratarse de derechos extramatrimoniales y que no pueden ser
materia de transacción, salvo el caso en que hayan sido cuantificados
patrimonialmente y la afectante reconozca la indemnización que se requiere; por
tanto, las transacciones no son válidas porque su objeto no está permitido por ley.

b) Contravención de las normas que garantizan el derecho a un debido


proceso. Argumenta la recurrente que conforme al inciso 10 del Art. 446 sólo se
puede proponer la excepción de conclusión del proceso por transacción si se llega
a establecer que la misma sólo ampara la transacción que haya puesto fin a un
proceso judicial, esto es, la existencia previa de un proceso en el cual las partes
hayan transigido dando por finalizado el proceso. Asimismo, conforme al Art. 453
inc. 4 se requiere de la existencia de procesos idénticos, uno de los cuales haya
terminado por transacción, supuesto que no se da en el presente caso. Además, la
transacción presentada no ha sido homologada por juez alguno, por tanto no tiene
naturaleza de cosa juzgada. Agrega que se ha contravenido principios
establecidos por la Corte Suprema, contenidos en la Casación número 730-2005,
en el sentido de que la excepción de conclusión del proceso por transacción sólo
será amparable si se presenta una transacción que hubiera puesto fin a un
anterior proceso.

2.- Respecto de la excepción de falta de legitimidad para obrar de la


parte demandante.

Esta defensa de forma de los emplazados Minera Yanacocha S.R.L. y Esteban


Arturo Blanco Bar, fue propuesta contra la pretensión indemnizatoria por daño al
medio ambiente. La recurrente Quiroz Villaty invoca la causal de contravención
a las normas que garantizan el derecho a un debido proceso, argumentando
para tal efecto que siendo los principales afectados, tienen la titularidad para
reclamar por los daños ambientales; así lo dispone el Art. 82, norma que además
establece que las instituciones señaladas “pueden” promover o intervenir en este
tipo de procesos, lo que significa que no les da exclusividad sino solamente una
potestad, lo que implica que no son los únicos legitimados para accionar; en todo
caso, para la entidades se concede legitimidad para obrar extraordinaria, mientras
que para las personas naturales afectadas se les concede legitimidad ordinaria.
Por otro lado, el término “pueden”, importa que otras partes han iniciado el
proceso y tales entidades pueden intervenir. Finalmente, según la jurisprudencia
vinculante contenida en la resolución de fecha 27 de octubre de 1997, Expediente
Nº 221-97-AA/TC se ha establecido que “...frente a los derechos de incidencia
colectiva a los que la doctrina conoce con el nombre de intereses difusos o
colectivos, principalmente vinculados con la defensa del medio ambiente; cuyos
valores puestos en juego afectan prácticamente a todos... se reconoce la
legitimatio ad causam a cualquier persona, aún cuando la violación o amenaza no
le afecte directamente”.

En el auto de calificación del recurso, no se ha desestimado explícitamente la


casación en cuanto se refiere a la excepción de falta de legitimidad para obrar del
demandante; en cambio, de advierte que existe en este extremo una calificación
genérica, por cuanto en el tercer considerando se expresa que “las causales
invocadas satisfacen los requisitos de fondo para su procedencia, prevista en los
acápites 2.2. y 2.3. del artículo 388 del Código Procesal Civil”. Si bien esta forma
de calificación puede ser considerada como genérica e irregular, se ha producido
la convalidación toda vez que según el Art. 172, tercer párrafo, se admite la
convalidación tácita cuando el facultado para pedir la nulidad no la formula en la
primera oportunidad que tuvo para hacerlo; y en el presente caso las partes no
han formulado articulación alguna al respecto. Por otra parte, del dictamen de la
señora Fiscal Suprema en lo Civil aparece que la representante del Ministerio
Público se ha pronunciado sobre todos los extremos de la casación, incluso sobre
la excepción de falta de legitimidad para obrar activa. Las partes han sido citadas
para este pleno casatorio, en donde los abogados han informado y se han
pronunciado sobre todos los fundamentos del recurso, por tanto se ha producido el
contradictorio también sobre estos aspectos de la casación, quedando incólume el
derecho de defensa de las partes y, particularmente, de las emplazadas. Así
mismo, hay convalidación en virtud de que el auto de calificación, no obstante
carecer de un requisito formal, ha logrado la finalidad para el que estaba destinado
(Art. 172 segundo párrafo). En consecuencia, es viable emitir pronunciamiento
casatorio de fondo sobre todos los extremos del recurso extraordinario.

V.- CONSIDERACIONES PREVIAS.

1.- Motivación y argumentación jurídica: La motivación de la decisión judicial


es una exigencia constitucional (Art. 139 incs. 3 y 5); por consiguiente, el Juzgador
para motivar la decisión que toma debe justificarla, interna y externamente,
expresando una argumentación clara, precisa y convincente para mostrar que
aquella decisión es objetiva y materialmente justa, y por tanto, deseable social y
moralmente. En este orden de ideas, la consistencia argumentativa de la doctrina
jurisprudencial que se establece a través de la presente, es un factor importante
para su fuerza vinculatoria. Esto explica también la necesidad de estas
consideraciones previas referidas a los fines de la casación, de la doctrina
jurisprudencial, del derecho de contradicción y de los medios de defensa, de los
presupuestos procesales y de las condiciones de ejercicio válido de la acción, de
las defensas de forma y las defensas de fondo.

Por otra parte, la necesidad de una argumentación persuasiva y sólida se


justifica desde que el caso sub júdice representa lo que la doctrina ha denominado
un caso difícil, en donde puede identificarse problemas de relevancia jurídica
(elección de una norma o grupo de normas aplicables al caso) así como de
interpretación e integración jurídicas; todo lo cual trae consigo la necesidad de
formular hipótesis de solución con su debida justificación para llegar a la
conclusión final que dará contenido a la decisión casatoria.

2.- De los fines de la casación: Nuestro ordenamiento procesal civil, desde


una concepción clásica del recurso, reconoce como fines de la casación la
correcta aplicación e interpretación del derecho objetivo, esto es, la función
nomofiláctica así como la unificación de la jurisprudencia nacional por la Corte
Suprema (Art. 384). Ambas finalidades se complementan, no obstante que
históricamente no surgieron simultáneamente:

“Estos dos aspectos de la función ejercida por la Casación no aparecieron


simultáneamente en el desarrollo histórico del instituto y, como consecuencia, no
han sido simultáneamente apreciados y puestos en claro por la doctrina (...) y que
la función de unificación debe considerarse también hoy en día en relación a la
función de nomofilaquia, que la aclara y la integra (...) la sola finalidad de la
uniformidad de la jurisprudencia no es suficiente para explicar el funcionamiento
del órgano de casación...” 61

El recurso de casación materia de pronunciamiento, esencialmente se refiere a


aspectos materiales y procesales vinculados a las excepciones; pues, se ha
denunciado la inaplicación de normas de derecho material y contravención a las
normas que garantizan el derecho a un debido proceso al amparo de los incs. 2 y
3 del Art. 386.

3.- De la Doctrina Jurisprudencial

La doctrina jurisprudencial, en términos generales, es la jurisprudencia de los


Tribunales y Corte de Casación de un Estado. Esta jurisprudencia, bajo ciertas
condiciones, puede ser vinculante. Para nuestro sistema casatorio, la doctrina
jurisprudencial tiene el carácter de vinculante, y por tanto, es de observancia
obligatoria para todos los jueces y tribunales de la República cuando resuelvan
casos similares.
En esta perspectiva el Código (Art. 400) reconoce dos vías, para llevar a cabo
el pleno casatorio: a) cuando una de las salas lo solicite, atendiendo a la
naturaleza de la decisión a tomarse en un caso concreto, se reunirán los Vocales
en Sala Plena para discutirlo y resolverlo, b) será obligatorio el pleno casatorio
cuando se conozca que otra sala suprema está interpretando o aplicando una
norma en un sentido que resulta contradictorio al criterio ya establecido.

En el caso sub júdice se hace obligatorio el pleno casatorio, desde que dos
Salas de la Corte Suprema (Civil Permanente y Civil Transitoria) han adoptado
líneas jurisprudenciales contradictorias referidas a la procedibilidad y fundabilidad
de la excepción de conclusión del proceso por transacción, cuando ella se
sustenta en la transacción celebrada extrajudicialmente.

La doctrina jurisprudencia así establecida es vinculante y se convierte de este


modo en una fuente formal del derecho nacional, pues a partir de sus principios y
alcances de carácter general, tiene vocación de regular relaciones jurídicas, fuera
y dentro del proceso. La defensa del derecho objetivo a través de la casación no
solamente comprende a la ley o normas de igual jerarquía, sino, y sobre todo, a la
Constitución. No obstante que el juez ordinario en un Estado Constitucional de
Derecho tiene una doble vinculación, con la Constitución y con la ley, es
esencialmente el supremo intérprete de la ley y de normas con el mismo rango.

4.- El derecho de contradicción y los medios de defensa: La discusión


jurídica en esta instancia casatoria se podría sintetizar en dos preguntas, de la
siguiente manera: ¿Puede la transacción extrajudicial servir de sustento jurídico
para el éxito de la excepción de conclusión del proceso por transacción entre las
mismas partes? o bien, ¿la transacción extrajudicial solamente puede proponerse
como defensa de fondo en el escrito -de contestación de la demanda?

Las excepciones son medios de defensa de forma y tienen su fundamento en el


derecho de contradicción, del que es titular el demandado. Por el derecho a la
tutela jurisdiccional efectiva, reconocido por la Constitución Política del Estado
(Art. 139 inc. 3), el demandado tiene expedito su derecho de contradicción por la
sola circunstancia de haber sido comprendido como demandado o sujeto pasivo
de la pretensión procesal, y por esta razón, tiene derecho a ejercitar su defensa y
particularmente a contradecir la pretensión proponiendo sus defensas de fondo, de
forma y defensas previas; y, también por el sólo emplazamiento tiene necesidad
de tutela jurisdiccional, concreta y actual.

Se ha definido el derecho de contradicción como un derecho público, subjetivo,


abstracto y autónomo, ejercitable ante el Estado y del que es titular todo
demandado para ser oído en el proceso en donde ha sido emplazado, y para
disfrutar de la oportunidad de proponer -en su caso- defensas.62

El derecho de contradicción es un derecho abstracto, porque no requiere


necesariamente para su configuración de una defensa o derecho material o de un
contenido concreto; es simplemente el derecho a defenderse en un proceso; por
eso se dice que estando emplazada una persona en un proceso, por sólo ese
hecho tiene derecho a defenderse, a ejercitar efectivamente su derecho de
defensa o a dejarlo de hacer. Eduardo Couture destacaba este aspecto abstracto
del derecho de defensa, señalando:

“Pero conviene reparar, desde ya, en que lo que se da al demandado es la


eventualidad del la defensa. Esta defensa, en cuanto a su contenido, podrá ser
acogida o ser rechazada en la sentencia. El orden jurídico no pregunta si el
demandado tiene o no buenas razones para oponerse. Sólo quiere dar a quien es
llamado a juicio, la oportunidad de hacer valer las razones que tuviere. El derecho
de defensa en juicio no es el derecho sustancial de la defensa; sino el puro
derecho procesal de defenderse”.63

En consecuencia, proponga o no el demandado excepciones o medios de


defensa en general, es siempre titular del derecho de contradicción, incluso es
suficiente que se le dé la oportunidad, en cualquier estado y grado del proceso, de
defenderse, bajo las formas y condiciones establecidas por la ley.

El derecho de contradicción, al igual que el derecho a la tutela jurisdiccional


efectiva del cual deriva, es uno de configuración legal, toda vez que, aún cuando
está reconocido como un derecho fundamental, su contenido y forma de
ejercitarse en un proceso, es determinado por el legislador ordinario, quien
establece los requisitos, oportunidad, las formalidades y demás condiciones en
que puede hacerse efectivo64. En esta misma línea de pensamiento Javier
Jiménez Campo ha sostenido que los derechos de configuración legal, como los
derechos en todo o en parte prestacionales, son:

“aquellos atribuidos a los individuos por la Constitución en términos de una


titularidad abstracta o potencial capacidad de derecho fundamental...que se
concretará sólo en conexión con la ley. Se trata de derechos cuya delimitación
jurídica es esencialmente legislativa, donde la titularidad del derecho subjetivo
fundamental surge sólo, como realidad práctica y actual, de la convergencia y
conexión entre el enunciado abstracto de la Constitución y la ordenación legal de
los procedimientos y condiciones que delimitan el derecho”.65

No cabe duda que la transacción, sea judicial o extrajudicial, es un medio de


defensa que tiene sustento en el derecho de contradicción. Sin embargo, es
necesario establecerse nítidamente, entre otros aspectos, si la transacción
extrajudicial puede invocarse como defensa de forma, en cuyo caso será resuelta
en la etapa postulatoria, o bien, únicamente como defensa de fondo para ser
resuelta en la sentencia junto con el principal.

5.- De los presupuestos procesales v las condiciones del ejercicio válido


de la acción: En el presente caso, el tema casatorio se refiere a las excepciones y
éstas por definición son defensas de forma en virtud de las cuales el demandado
o, en su caso el reconvenido, denuncia la ausencia o insuficiencia de uno de los
presupuestos procesales o de una de las condiciones de ejercicio válido de la
acción. En consecuencia, resulta necesario un previo análisis de estas categorías
procesales.

5.1. Los presupuestos procesales. El análisis de las excepciones,


particularmente las de conclusión del proceso por transacción y de falta de
legitimidad para obrar del demandante, supone examinar si ellas están dirigidas a
denunciar un presupuesto procesal o una de las condiciones de ejercicio válido de
la acción, desde que las excepciones son defensas de forma. En la doctrina se ha
concebido, en términos generales, que los presupuestos procesales son los
elementos imprescindibles en los sujetos, en el objeto y en la causa de pedir de la
pretensión procesal, con el fin de constituir y desarrollar válidamente la relación
jurídica procesal66. En el ámbito nacional, se ha definido este instituto procesal
expresándose que los presupuestos procesales son los requisitos esenciales para
la existencia de una relación jurídica procesal válida67. Por tanto, los
presupuestos procesales son los requisitos necesarios e imprescindibles para la
constitución y desarrollo válido de la relación jurídica procesal; en consecuencia,
estos requisitos no solamente deben estar presentes al momento de iniciarse el
proceso sino también durante su desarrollo y hasta su total agotamiento, pues de
sobrevenir la ausencia o deficiencia de uno de estos presupuestos, el proceso
deviene en inválido y es susceptible de ser cuestionado y nulificado.

Para nuestro sistema procesal civil, puede afirmarse casi pacíficamenteque los
presupuestos procesales son tres: la competencia del Juez (salvo competencia
territorial), la capacidad procesal de las partes y los requisitos esenciales de la
demanda; por consiguiente, son requisitos de validez del proceso.

5.2.- Las condiciones de ejercicio válido de la acción. Algunos autores


como Chiovenda, Alsina, Véscovi, Ramos Méndez, Fábrega, postulan que las
condiciones de la acción son tres: la norma jurídica, la legitimación para obrar y el
interés para obrar. Estas condiciones, asimismo se sostiene, deben ser
examinadas por el juez al expedir sentencia. Algunos autores, como Devis
Echandía, sostienen que los presupuestos materiales de la sentencia de fondo son
los requisitos para que el juez pueda, en la sentencia, resolver el fondo o mérito
del litigio; y estos presupuestos están configurados por la legitimación en la causa,
el interés sustancial, la correcta acumulación de pretensiones, la ausencia de cosa
juzgada, transacción, desistimiento, litispendencia y caducidad. Nuestro Código
procesal no acoge esta doctrina.

En otra corriente doctrinaria contemporánea, de orientación definidamente


publicista y de mayor auge en la actualidad en el derecho comparado, seguida
entre otros por Liebman y Ugo Rocco, se sostiene que las condiciones de la
acción son los requisitos necesarios para un pronunciamiento válido sobre en
fondo de la pretensión y, estas condiciones son dos: la legitimidad para obrar y el
interés para obrar (o interés procesal); requisitos que deben ser examinados por el
Juez desde el inicio del proceso, durante su desarrollo y aún al expedir sentencia.
A esta corriente se adscribe nuestro Código Procesal Civil cuando, entre otras
normas, establece que el proceso se promueve a instancia de parte, la que debe
invocar el interés para obrar y la legitimidad para obrar (Art. IV del Título
Preliminar); y, por otro lado, se dispone que el juez, al calificar la demanda, la
declarará improcedente cuando el demandante carezca evidentemente de
legitimidad para obrar o de interés para obrar (Art. 427 incs. 1 y 2) y, aún
excepcionalmente, puede pronunciarse sobre ellas en la sentencia (Art. 121,
último párrafo).

El interés para obrar es el estado de necesidad de tutela jurisdiccional,


concreto y actual, en que se encuentra una persona luego de haber agotado los
medios pertinentes para obtener la satisfacción de su pretensión material o porque
el ordenamiento jurídico le indica la vía judicial como la única idónea para obtener
una sentencia favorable a su pretensión; necesidad que determina a aquella
persona a recurrir ante el juez a fin de proponer su pretensión procesal y obtener,
por obra de la jurisdicción, la tutela del bien de la vida que pretende. Por
consiguiente, el interés para obrar solamente puede ser satisfecho por el Estado a
través de los órganos jurisdiccionales.

Por todo lo considerado, se concluye aquí que la presencia de los


presupuestos procesales nos indica que el proceso es válido y, de otra parte, la
verificación positiva de las condiciones de ejercicio válido de la acción nos
persuade que se puede emitir un pronunciamiento válido sobre el fondo del litigio.
Por consiguiente, las excepciones pueden denunciar, respectivamente, la
ausencia de aquellos requisitos imprescindibles para la validez del proceso, o
bien, la ausencia de aquellos requisitos para la validez de un pronunciamiento
sobre el fondo de la litis; presupuestos y condiciones de la acción que son
controlables de oficio y a instancia de parte; pero si la parte los hace valer, lo hará
en la oportunidad y con las formalidades de ley.

La excepción de conclusión del proceso por transacción tiene sustento en la


falta de interés para obrar del demandante, por cuanto se denuncia que el actor no
tiene ya necesidad de tutela jurisdiccional, pues ésta fue satisfecha en el primer
proceso idéntico en donde se celebró la transacción judicial. En consecuencia, en
esta hipótesis, cuando se inicia el segundo proceso idéntico, el actor carece en
forma actual y manifiesta de interés para obrar, razón por la cual el juez al calificar
la demanda puede declararla improcedente liminarmente o, por su parte, el
demandado puede oponer con éxito la excepción respectiva o, de oficio, al sanear
el proceso, el juez puede declarar la nulidad de todo lo actuado y dar por concluido
el proceso; finalmente, el juez está autorizado para pronunciarse
excepcionalmente en la sentencia sobre este defecto y declarar improcedente la
demanda. La doctrina italiana, con suficientes fundamentos, al tratar sobre el
interés para obrar, sostiene que debe ser concreto y actual y que:

“...en cuanto a su carácter actual, con ese adjetivo se intenta decir que el
interés para accionar no puede ser tomado en consideración sino en el momento
en que la acción es ejercitada, esto es que debe existir en el momento en que, por
medio de la citación, se inicia el ejercicio de la acción y se instaura la relación
jurídica procesal.”68
Por otra parte, la excepción de falta de legitimidad para obrar de la parte
demandante, propuesta en este proceso por la parte emplazada, está dirigida a
denunciar la carencia de una de las condiciones de ejercicio válido de la acción: la
falta de legitimidad para obrar activa. Y ésta, al igual que el interés para obrar del
demandado, puede ser examinada al calificarse la demanda, al proponerse las
excepciones y al momento del saneamiento del proceso; excepcionalmente,
puede ser objeto de pronunciamiento en la misma sentencia, conforme lo autoriza
la última parte del Art. 121.

6.- De las defensas de forma y las defensas de fondo: Cuando el


demandado ejercita su derecho de contradicción, puede formular medios de
defensa de forma, de defensa de fondo o defensas previas. Si el demandado al
contestar la demanda propone defensas de fondo, lo que hace es discutir la
relación jurídica material que da sustento al derecho invocado por el actor; tales
defensas pueden estar configuradas por el pago, la condonación, la excepción de
contrato no cumplido, entre otras. Por tanto, además de pronunciarse sobre todos
y cada uno de los hechos esenciales que fundamentan la pretensión, el
demandado puede cuestionar y discutir el derecho que invoca el actor en su
demanda como respaldo de la pretensión, proponiendo sus defensas de fondo; y
como consecuencia de ello asume la carga procesal de sustentarlas fácticamente
y de probar los hechos correspondientes en el principal y en la etapa
correspondiente del proceso.

Si el emplazado utiliza estas defensas de fondo:

“...la actividad defensiva del demandado se encarrilará a discutir la existencia


del derecho sustancial del actor que, a base de los hechos invocados en la
demanda, aduce tener”.69

Mientras las defensas de forma -excepciones-están orientadas a denunciar la


ausencia o insuficiencia de los presupuestos procesales y de las condiciones de
ejercicio válido de la acción; las defensas de fondo están dirigidas a discutir la
relación o situación jurídica material invocada en la demanda por el actor, y de la
cual emerge el derecho que éste alega.

Nuestro Código Civil ha regulado distintos modos de extinguir las obligaciones,


tales como el pago, la novación, la compensación, la condonación, la
consolidación, la transacción, el mutuo disenso. Estos modos extintivos pueden
ser alegados para sustentar las defensas de fondo que haga valer el demandado
al contestar la demanda. En la hipótesis que el demandado afirmara haber pagado
la obligación cuyo cumplimiento se le demanda, lo que hace es afirmar que si bien
asumió la obligación demandada, sin embargo la pagó en la forma pactada o
señalada por la ley. Entonces, el pago es una defensa de fondo que el demandado
debe invocar en el escrito de contestación de la demanda. Esta defensa, empero,
determina que el demandado tenga la carga de probarla, y en tal sentido nuestro
Código Civil vigente (Art. 1229) establece que “La prueba del pago incumbe a
quien pretende haberlo efectuado”.
En este mismo orden de ideas, si el demandado opone la transacción
extrajudicial, debe hacerlo en el escrito de contestación de la demanda y en
calidad de defensa de fondo, para que el Juez se pronuncie sobre ella en la
sentencia. En ésta se determinará si efectivamente aquella transacción extinguió
la obligación que se reclama en la demanda. De lo expuesto, puede concluirse en
este extremo que, la excepción de conclusión del proceso por transacción sólo
puede sustentarse en la transacción judicial celebrada entre las mismas partes en
el primer proceso idéntico; mientras que la transacción extrajudicial únicamente
puede proponerse como defensa de fondo en el escrito de contestación de la
demanda.

VI.- LÍNEAS JURISPRUDENCIALES CONTRADICTORIAS DE LAS SALAS


CIVILES DE LA CORTE SUPREMA.

1.- Razón de relatoría y convocatoria al Pleno Casatorio

Mediante razón que obra a fojas 123-A del cuadernillo de casación, la señora
Relatora de la Sala Civil Permanente informó al Presidente de dicha Sala la
existencia de pronunciamientos contradictorios en torno a la resolución de los
casos seguidos contra Minera Yanacocha S.R.L. y Otros en materia de
indemnización de daños y perjuicios, con relación a los fallos que emite sobre el
mismo tema la Sala Civil Transitoria, por lo que mediante resolución del 29 de
noviembre del 2007, el Colegiado de la Sala Civil Permanente solicitó al
Presidente de la Corte Suprema de Justicia citar a Pleno Casatorio, pedido que es
acogido mediante Resolución Nº 01-2007-1 Pleno Casatorio-P-CS-PJ del 04 de
diciembre del 2007, convocándose a Sala Plena a realizarse el 18 de diciembre
del 2007, designándose como ponentes a los señores Walter Humberto Vásquez
Vejarano y Víctor Lucas Ticona Postigo.

2.- Criterio jurisprudencial de la Sala Civil Permanente

La Sala Civil Permanente ha resuelto casos similares al presente (como las


Casaciones Nº 2383-2005 y 2163-2006), referidos a la excepción de conclusión
del proceso por transacción, con el argumento de que las transacciones
extrajudiciales celebradas por la demandada Minera Yanacocha S.R.L. con otros
damnificados por el derrame de mercurio el día 02 de junio del año 2000, sí
pueden sustentar la mencionada defensa de forma.

En el documento remitido por dicha Sala a este pleno casatorio, adjuntando el


criterio adoptado por el Colegiado Supremo en mayoría (4 votos) respecto al
sentido y alcances jurídicos de la transacción extrajudicial, se ha argumentado
esencialmente que:

“...si bien el inc.10 del Art. 446 y el Art. 453 del Código Procesal Civil no hace
alusión directa a la transacción extrajudicial, es evidente que la ley procesal no la
prohibe, circunstancia que determina la tarea interpretativa y sistemática del
juzgador; sin perderse de vista que otro de los efectos de la transacción
extrajudicial es equiparar su valor al de la cosa juzgada conforme aparece del
citado artículo 1302 del Código Sustantivo y cuya ejecución se efectúa en el cauce
procesal previsto por el Art. 697 del Código Adjetivo referido a la ejecución de
obligaciones de dar, hacer o no hacer, siendo necesario considerar, al respecto, la
terminante disposición contenida en el Art. 1312 del citado Código Civil. Por estas
razones, conclúyase que el demandado estuvo en aptitud jurídica de proponer la
excepción de conclusión del proceso por transacción extrajudicial contra la acción
indemnizatoria por haberla celebrado con las formalidades de ley antes de la
demanda, haciéndose concesiones recíprocas en el ámbito patrimonial, por cuya
razón no se advierte contravención a normas que garantizan el derecho a un
debido proceso ni a formas sustanciales para la validez y eficacia de los actos
procesales...”

En sustancia, el argumento principal de la Sala Civil Permanente es que los


Arts. 446 inc.10 y 453 del C.P.C. no prohiben sustentar la excepción sub examen
en la transacción extrajudicial y, por tanto debe admitirse la excepción; para ello
debe acudirse a la tarea interpretativa y sistemática del juzgador y que la referida
transacción equipara su valor al de la cosa juzgada.

3.- Criterio iurisprudencial de la Sala Civil Transitoria

La Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema ha desestimado la misma


excepción en casos similares (como en las Casaciones Nº 2882-2006, 2942-2006,
2162-2006 y 2158-2006) con el argumento esencial de que la transacción
extrajudicial es un medio o modo extintivo de obligaciones, al igual que el pago o
la condonación, regulado por el Código Civil vigente, y en tal virtud debe ser
propuesta como defensa de fondo en el escrito de contestación de la demanda y
debe ser resuelto por el juez en la sentencia. La transacción judicial, en cambio, sí
puede sustentar la excepción de conclusión del proceso por transacción en razón
de que, siendo un modo especial de terminación del proceso, cumple con los
requisitos de procedencia exigidos por el Art. 453, pues, al ser formulada en un
segundo proceso idéntico, el demandado puede oponerla con éxito, al haber
terminado el primer proceso por transacción, seguido entre las mismas partes, con
los mismos petitorios e interés para obrar.

FUNDAMENTOS SOBRE LAS EXCEPCIONES DE CONCLUSIÓN DE


PROCESO POR TRANSACCIÓN Y DE FALTA DE LEGITIMIDAD PARA OBRAR
DE LA PARTE DEMANDANTE

VII. FUNDAMENTOS SOBRE LA EXCEPCIÓN DE CONCLUSIÓN DEL


PROCESO POR TRANSACCIÓN.

1.- Sobre la transacción.

La transacción siempre ha sido objeto de distinción en cuanto a su origen


(contrato o modo de extinción de obligaciones), a su formalidad (por escrito sin
homologación o por escrito homologado por el juez), a sus efectos (con mérito
ejecutivo o como mérito de ejecución) y a su forma de hacerla valer dentro de un
proceso (como defensa de forma o defensa de fondo). Tanto en el derecho
positivo como en la doctrina, las definiciones que se han formulado sobre la
transacción siempre han comprendido y distinguido dos fuentes de origen:
el “asunto dudoso” y el “asunto litigioso”, o entre derechos dudosos y derechos
litigiosos. Veamos las siguientes definiciones que ponen de relieve tal distinción de
origen:

1.1.- En el Derecho Romano:

En el Derecho Romano la transacción era una convención sinalagmática en


virtud de la cual las partes celebrantes haciéndose concesiones recíprocas fijaban
sus derechos dudosos o litigiosos. Se exigían dos requisitos: que se refiera a un
derecho dudoso o litigioso y que los celebrantes sacrificaran alguna porción de su
derecho70.

1.2.- En el C. C. Francés:

El Art. 2044 define a esta figura como un contrato con el siguiente texto:

“La transacción es un contrato por medio del cual las partes terminan una
controversia surgida, o previenen una controversia por surgir. Este contrato debe
ser redactado por escrito”

1.3.- En el C.C. Alemán:

El Art. 779 define a la transacción como un contrato:

“por el cual mediante recíprocas concesiones se elimina el pleito o la


incertidumbre de las partes sobre una relación litigiosa”.

1.4.- En el C.C. Argentino:

El código argentino, define a la institución sub análisis del siguiente:

“La transacción es un acto jurídico bilateral, por el cual las partes, haciéndose
concesiones recíprocas, extinguen obligaciones litigiosas o dudosas”.

1.5.- En nuestro Código Civil de 1852, en el Art. 1702 se definía así:

“Transacción es un contrato por el que dos o más personas, decidiendo de


común acuerdo sobre algún punto dudoso o litigioso, evitan el pleito que podía
promoverse, o finalizan el que está principiando”.

1.6.- En nuestro Código Civil de 1936, en su Art. 1307, sin contemplar las
concesiones recíprocas expresaba:
“Por la transacción dos o más personas deciden sobre algún punto dudoso o
litigioso, evitando el pleito de podría promoverse, o finalizando el que está
promovido”.

1.7.- En nuestro vigente Código Civil de 1984.

En su Art. 1302, primer párrafo, incorpora el requisito de las concesiones


recíprocas y reitera las dos fuentes de origen:

“Por la transacción las partes, haciéndose concesiones recíprocas, deciden


sobre algún asunto dudoso o litigioso, evitando el pleito que podría promoverse o
finalizando el que está iniciado”.

2.- Clases de transacción.

Las dos fuentes de origen, a partir de un asunto dudoso o asunto litigioso, han
dado lugar a la distinción entre transacción extrajudicial y transacción judicial.

Si la transacción se celebra para poner término a un asunto o derechos


dudosos o inciertos, que aún no son materia de proceso judicial alguno, se
denomina transacción extrajudicial. Empero, si la transacción se celebra sobre la
materia controvertida en un proceso judicial, entonces recibe la denominación de
transacción judicial.

2.1.- Transacción Extrajudicial

Decíamos que esta transacción tiene lugar cuando existen obligaciones


dudosas o inciertas que las partes pretenden finiquitar. Entendemos por asunto
dudoso a aquél no sometido a debate judicial que produce incertidumbre en las
partes en cuanto a la extensión de sus derechos u obligaciones71. Al referirse a la
transacción extrajudicial, Roberto Valdés Sánchez sostiene que puede
presentarse cuando las partes se encuentran frente a un conflicto de intereses
sustentada en una situación de duda -sea de ambas partes o de una de ellas-
sobre aspectos de la relación, duda que puede ser meramente subjetiva pero que
encierra razonables elementos de incertidumbre72. Fornaciari coincide al señalar
que la duda o incertidumbre se genera sólo en la esfera subjetiva de las partes y
refiere:

“Predomina .aquí el criterio subjetivo. La duda generadora del conflicto es la


que razonable y seriamente puedan tener los interesados, aunque la cuestión
fuese clara e indubitable para una persona versada en derecho. Basta para
configurar este requisito la creencia de las partes en lo dudoso de las
obligaciones.”73

El Art. 1304 del C.C. exige como formalidad que la transacción (extrajudicial) se haga por escrito, bajo
sanción de nulidad, no requiriendo de mayores solemnidades, como si se requieren en el caso de Ia
transacción judicial, como veremos a continuación.
2.2.- Transacción Judicial

La transacción judicial, como ya se dijo, es la que tiene lugar respecto de un asunto litigioso, esto es, uno
que las partes han sometido a consideración del órgano jurisdiccional. En otras palabras, el elemento que
genera controversia en la relación entre las partes dejó de pertenecer a la esfera subjetiva de las mismas y fue
sometido al criterio del juez, con la intención que sea este quien de solución definitiva al conflicto; en tal
sentido, Ia transacción persigue concluir el litigio antes que en el proceso judicial se emita una decisión final.

A diferencia de la transacción extrajudicial, la judicial se configura bajo determinadas formalidades ad


solemnitatem: no basta con que conste por escrito, sino que debe pedirse expresamente al Juez que conoce el
proceso para que proceda a su homologación.

En este caso, Ia transacción deberá contar con la firma legalizada de las partes ante el Secretario
respectivo, requisito del cual puede prescindirse si el documento que se presenta consta por escritura pública o
cuenta con firmas legalizadas, tal como se establece en el Art. 335 del C.P.C. La transacción judicial pone fin
al proceso y tiene autoridad de cosa juzgada (Art. 337).

3.- Efectos distintos según se trate de transacción extrajudicial o de transacción judicial.

3.1.- Efectos de la transacción Extrajudicial

El Ultimo párrafo del Art. 1302 del C.C. establece en forma genérica que la transacción tiene autoridad de
cosa juzgada 74. Sin embargo, en el caso de Ia transacción extrajudicial, tal característica no puede ser
equiparada o asimilada al de una sentencia, pues existen diferencias esenciales entre ambas, como es el hecho,
por ejemplo, que una transacción extrajudicial puede ser atacada por adolecer de vicios de voluntad o que
carezca de Ia fuerza compulsiva que caracteriza a un mandato judicial. Por ello, Jorge Joaquin Llambias
afirma con acierto:

“(...) Ia autoridad de cosa juzgada de la transacción esta supeditada a la homologación judicial que pueda
recaer sobre ella75”

El Art. 1312 del C.C. se encarga de zanjar la diferencia que caracteriza a la transacción extrajudicial,
precisando que esta se ejecuta en la vía ejecutiva, mientras que Ia transacción judicial de la misma forma que
una sentencia.

En tal sentido, la transacción extrajudicial viene a constituir un titulo ejecutivo, según lo dispone el inc. 5
del Art. 693 y, como tal, solo puede compelerse a su cumplimiento mediante proceso ejecutivo, en cuyo caso
puede ser materia de contradicción e incluso cuestionamiento sobre su validez. Mientras no se expida
sentencia en tal proceso ejecutivo que resuelva en definitiva si procede o no Ilevar adelante su ejecución, las
obligaciones contenidas en ella no pueden ser exigibles compulsivamente al presunto deudor.

Por ello, al adolecer de la característica de inmutabilidad inherente a la cosa juzgada, la existencia de una
transacción extrajudicial celebrada entre las partes sólo puede ser opuesta como defensa de fondo, esto es,
como un argumento mas de la defensa del emplazado vinculada a la extinción previa de derechos dudosos76,
en cuya hipótesis el juez debe pronunciarse en la sentencia y determinar si aquella extinguió el derecho
invocado en la demanda.

3.2.- Efectos de la transacción Judicial

La transacción judicial, según expresamos, se equipara a una sentencia, y si esto es así, tendrá los mismos
efectos de aquella como es, entre otros, fuerza ejecutoria, poniendo así fin a cualquier intenci6n de las partes
de revivir el derecho litigioso al que la transacción homologada puso fin. Una transacción así, con carácter de
sentencia, es la que se equipara en definitiva a la cosa juzgada, pues cumple con el requisito de la
inmutabilidad.

La transacción judicial, por ser precisamente cosa juzgada, es ejecutable a través del proceso de ejecución
de resoluciones judiciales, conforme a lo normado en el inc. 3 del Art. 713. En este tipo de procesos, la
contradicción sólo puede sustentarse en el cumplimiento de la obligación o su extinción (Art. 718), sin que le
sea conferido al emplazado la facultad de cuestionar la validez de la transacción.

En tal sentido, la sola existencia de la transacción judicial permite liquidar el proceso idéntico en su etapa
postulatoria que se hubiera iniciado sin necesidad de Ilegar al debate del fondo del asunto; por ello, se admite
que la transacción judicial pueda ser empleada para sustentar una defensa de forma (excepción de conclusión
del proceso por transacción), tal como se desarrollará y sustentara en los párrafos siguientes.

4.- Diferencias entre Ia transacción y Ia Cosa Juzgada.

Nuestro Código Civil regula la transacción y precisa que por la transacción, las partes, haciéndose
concesiones reciprocas, deciden sobre algún punto dudoso o litigioso, evitando el pleito que podría
promoverse o finalizando el que este iniciado, asignándose el carácter de cosa juzgada (Art. 1302). Para este
cuerpo legal, siguiendo el mismo criterio del C.C. de 1936, la transacci6n es un modo o medio de extinguir
obligaciones, pues la finalidad principal no es crear, regular o modificar una relación jurídica patrimonial sino
la de poner fin a un asunto dudoso o litigioso, mediando concesiones reciprocas. La doctrina nacional,
poniendo de relieve este carácter extintivo, ha precisado que:

“En otras palabras, lo que destaca, el eje central de esta figura se refiere a la transacción- reside en una
extinción de obligaciones recíprocas, en una renuncia o concesión de cada una de las partes a su pretensión
original. De esta forma se zanja la discrepancia surgida al interior de una relación jurídica obligacional. Por
esta razón se le ubica dentro de un medio extintivo de obligaciones...”77.

Se ha cuestionado por una parte de la doctrina que a la transacción se le asigne efectos de la cosa juzgada,
o equivalente a cosa juzgada. Se ha dicho, con mucha propiedad, que lo que en esencia significa esta
equivalencia, es que las partes dan por concluido un asunto dudoso o litigioso, conforme a la naturaleza de un
contrato que tiene por efecto extinguir obligaciones, pero nunca en el sentido de que adquiere la autoridad de
cosa juzgada con las características de inmutabilidad, inimpugnabilidad y coercibilidad, como lo es una
sentencia firme que ha adquirido la autoridad de cosa juzgada material. En esta línea de pensamiento, Lino
Enrique Palacio, compartiendo criterios con Leo Rosenberg y Augusto Morello, advierte claramente que:

“...De conformidad con lo dispuesto en el Art. 850 del Cod. civ. la transacción extingue los derechos y
obligaciones que las partes hubiesen renunciado, y tiene para ellas la autoridad de cosa juzgada. Ello no
implica, sin embargo, que la transacción en si misma equivalga a una sentencia, pues Ia autoridad de cosa
juzgada que Ia ley le atribuye debe entenderse en el sentido de que el acto tiene por efecto provocar una nueva
regulación de las relaciones jurídicas de las partes se resalta las negrillas, quienes no pueden reclamar en lo
sucesivo el cumplimiento de los derechos y obligaciones renunciados.” 78

El efecto esencial de la transacción no es su equivalencia a la cosa juzgada, sino la extinción de


obligaciones, así como los derechos subsecuentes que se originan a partir de su celebración y formalización.
La doctrina ha establecido diferencias y semejanzas entre la transacción y la cosa juzgada, siendo
preponderantes las primeras. En este sentido, se ha dicho que las semejanzas esenciales son dos: no pueden
ser rescindidas por error de derecho y ambas producen efectos declarativos. Como diferencias esenciales se ha
señalado a las siguientes: a) las sentencias pueden ser modificadas en parte y subsistir el resto, en tanto que la
transacción es indivisible, pues de anularse una parte sobreviene la nulidad de toda ella; b) sus formalidades
son totalmente distintas; c) la sentencia se dicta cuando ya hay un conflicto de intereses, mientras que la
transacción puede celebrarse para prevenir un conflicto de intereses; d) las sentencias no pueden se
impugnadas por vicios de la voluntad, en tanto que la transacción puede ser susceptible de ser anulada por
tales vicios; y e) la sentencia es impugnable solo a través de los recursos establecidos en el ordenamiento
procesal, mientras que la transacción es impugnable por vía de acci6n de nulidad. 79

Un gran sector de la doctrina niega a la transacción la eficacia de la cosa juzgada, precisamente por carecer
de la característica de la inmutabilidad. Es mas, Gómez Orbaneja y Albaladejo afirman que se trata de una
metáfora secular y que solamente ha cumplido el cometido de subrayar el carácter meramente declarativo del
contrato; tan cierto es aquello que el propio Código sustantivo contradice tal equivalencia con la cosa juzgada
por cuanto admite la posibilidad de conceder las acciones de nulidad y de anulabilidad de la transacción (Arts.
1308 y 1310 del C.C.). También Cortes Domínguez niega esta equivalencia señalando que:

“...A pesar de lo que se establece en el Art. 1,816 del Código Civil la transacción judicial no produce los
efectos de cosa juzgada; en primer lugar, porque dicha eficacia esta reservada a los actos judiciales decisorios
en el fondo, y en Ultimo extremo, porque al estar sometida la transacción a la acción de nulidad...no tiene un
carácter inmutable y permanente.” 80

La transacción, y especialmente la extrajudicial, carece de la autoridad y de la eficacia de la cosa juzgada.


En cuanto a lo primero, porque no tiene el imperium (poder de mando) que si tiene la sentencia firme; y, en
cuanto a lo segundo, no tiene la eficacia (orden impartida del que tiene poder de mando) de la sentencia firme
porque no es inmutable (pues es atacable de nulidad y de anulabilidad). Tampoco es inimpugnable, porque en
el caso de la transacción extrajudicial no existe proceso alguno donde pueda operar esta cualidad; y,
finalmente solo es coercible en tanto puede ser susceptible de pedirse su ejecución en la vía correspondiente,
sea ejecutiva o de ejecución, según se trate de la transacción extrajudicial o judicial, respectivamente.

En todo caso, la transacción extrajudicial, se hace valer ante el juez como un acto jurídico que contiene una
nueva regulación de las relaciones jurídicas sustanciales de las partes celebrantes pero nunca como un acto
revestido de “imperium”. Carreras Llansana resume la esencia de la transacción señalando que:

“Un sector importante de la doctrina creo que acierta a ver la esencia del instituto. La eficacia de la
transacción no es la invulnerabilidad o inmutabilidad, en cuanto puede ser rescindida o anulada, sino poner
termino a una incertidumbre psicológica y a una litigiosidad objetiva. Y esta definición de lo incierto y
litigioso se impone al juez como un hecho jurídico, pero no como acto revestido dr3 imperium, que solo
tienen la sentencia y el laudo arbitral.”81

Por otra parte, el Código Procesal Civil regula a la transacción judicial como un modo especial de
conclusión del proceso, la misma que puede ser presentada por las partes en cualquier estado del proceso,
incluso en el curso del trámite del recurso de casación y aún cuando la causa este al voto o en discordia (Art.
334).

En esta parte se puede concluir que, en el caso sub júdice, las tres transacciones celebradas por Minera
Yanacocha S.R.L. y la parte demandante el 02 de setiembre del 2000 son evidentemente transacciones
extrajudiciales, incluso las referidas a los menores Walker Cuenca Quiroz, así como Euler y José Mendoza
Quiroz. Ademes, se advierte de los actuados que las tres transacciones, transcurridos dos meses (04 de
noviembre), fueron objeto de nuevos actos jurídicos denominados “Addendum” en donde se duplicó el monto
de las respectivas indemnizaciones.

Cabe hacer presente, edemas, que doña Giovanna Angélica Quiroz posteriormente tramitó y obtuvo
autorizaciones judiciales para celebrar transacciones, respecto de sus tres menores hijos de edad (respecto del
menor Walker el 05 de junio del 2001 y de los otros dos menores el 06 de febrero del mismo año).

5.- De la excepción de conclusión del proceso por transacción.

Esta excepción fue propuesta por los emplazados Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A., y
Esteban Arturo Blanco Bar. La mencionada defensa de forma esencialmente se sustenta en que Minera
Yanacocha S.R.L. celebni con fecha 2 de setiembre del 2000, tres actos jurídicos denominados “transacción
Extrajudicial Individual”, con sus respectivos “Addedum” del 04 de noviembre del mismo año, en virtud de
los cuales Minera Yanacocha S.R.L. transigió con la demandante, por derecho propio, y ademes con esta
como representante legal de su menor hijo Walker Cuenca Quiroz, y finalmente la misma demandante junto a
José Mendoza Saldaña, ambos en representación de sus dos menores hijos Euler y José Mendoza Quiroz. Es
pertinente entonces analizar esta defensa de forma.

Para nuestro ordenamiento jurídico la transacción extrajudicial no puede hacerse valer como defensa de
forma sino únicamente como defensa de fondo. De la interpretación literal, sistemática, teleologíca y
sociológica de la normatividad pertinente así como del análisis doctrinario pertinente se puede establecer lo
siguiente:

5.1. El Art. 446 inc. 10 dispone que el demandado solo puede proponer, entre otras, la excepción de
conclusión del proceso por transacción.

5.2. En la parte pertinente del Art. 443 del mismo cuerpo legal previene que es fundada la excepción
referida “...cuando se inicia un proceso idéntico a otro: 4 En que las partes... transigieron”. En consecuencia,
la procedencia de la excepción indicada importa necesariamente la existencia de dos procesos idénticos.

5.3. Por otro lado, hay identidad de procesos cuando las partes o quienes de ellas deriven sus derechos, el
petitorio y el interés para obrar, sean los mismos, según previsión normativa contenida en el Art. 452. Se
requiere esta triple identidad entre el primer proceso transigido y el segundo en donde se hace valer la
excepción.

5.4. Por tanto, esta excepción solamente es oponible cuando se inicia un segundo proceso, idéntico a otro
anterior, en donde las mismas partes celebraron una transacción judicial. De tal modo que la transacción
extrajudicial, al no haber sido celebrada dentro de un proceso, no puede configurar proceso idéntico y menos
puede servir de sustento a la excepción tantas veces mencionada.

5.5. Por consiguiente, para la procedencia de la excepción de conclusión del proceso por transacción,
nuestro ordenamiento procesal civil exige los siguientes requisitos: 1) que exista identidad de dos procesos,
en donde las partes o quienes de ellas deriven sus derechos, el petitorio y el interés para obrar sean los
mismos; y, 2) que el primer proceso haya terminado por transacción homologada por el juez. En el presente
caso, no concurre ninguno de los dos requisitos, pues no se verifica la preexistencia de dos procesos idénticos
y, por tanto, resulta imposible que la existencia de un primer proceso transigido entre las mismas partes.

5.6. En la doctrina se ha formulado Ia misma tesis, en el sentido de que Únicamente la transacción judicial
puede sustentar jurídica y validamente la excepción bajo examen, en tanto que la transacción extrajudicial
debe formularse como defensa de fondo. En esta misma dirección Alberto Hinostroza Minguez sostiene:

“Será amparable esta excepción tratándose de la transacción judicial. No ocurrirá lo propio con la
transacción extrajudicial strictu sensu porque:

* De la misma denominación de la excepción se determina como requisito de ella la existencia de una


transacción que ponga fin al proceso, debiendo haber sido homologada por el Juez pare que surta tal efecto.

* El artículo 453 -inciso 4- hace referencia a dos procesos idénticos, uno de ellos terminado por
transacción, y ello solo puede darse, como es obvio, con la transacción judicial.

* La esencia de la excepción materia de nuestro análisis radica en el carácter de cosa juzgada que tiene la
figura jurídica que se sirve de presupuesto, que hace inviable toda revisión del asunto sobre el cual recayó la
transacción. Ahora bien, solo la transacción judicial (o la extrajudicial realizada fuera del proceso e
incorporada a 01 por las partes y aprobada por el Juez, convirtiéndose en judicial) adquiere la calidad de cosa
juzgada: segundo párrafo del Art. 337 del C.P.C.(...) La transacción extrajudicial, no obstante de no servir de
presupuesto a la excepción de conclusión del proceso por transacción, puede representar un medio de defensa
de fondo se resalta las negrillas valedero para fundar una resolución favorable a quien la alegue y acredite”.
82

En la misma línea interpretativa Mario Castro Gallo sostiene que la excepción bajo examen solo puede
sustentarse en la transacción judicial; y así expresa:

“Pero si a pesar de la transacción celebrada y aprobada por el juzgado, una de las partes quisiera iniciar
una acción sobre el mismo asunto, por el cual se transigió, ya sea por escritura pública o por petición ante el
juez que conocía de la causa; el demandado tiene todo el derecho para oponer o deducir la excepción de
transacción, contemplada en el articulo 446 del Código Procesal Civil. Cabe señalar que, para que proceda
esta excepción de transacción se requiere que los procesos sean idénticos; y existe identidad de procesos
cuando las partes o quienes de ellos deriven sus derechos, el petitorio y el interés para obrar sean los mismos.”
83

5.7. También en Ia doctrina nacional, Pedro Zumaeta Muñoz, luego de establecer las diferencias puntuales
y efectos distintos entre la transacción judicial y la extrajudicial, puntualiza el carácter de medio de defensa de
fondo de Ia transacción extrajudicial y, al respecto afirma: “Existen dos clases de transacción. La judicial y la
extrajudicial. La primera se realiza dentro del proceso para finalizarlo; y la segunda se realiza para evitar el
proceso que podría iniciarse. Para que esta excepción sea amparada el resaltado en negrilla es nuestro, deben
concurrir las identidades de partes o de quienes se deriven sus derechos, el petitorio y el interés para obrar
sean los mismos, y que el proceso haya terminado por transacción judicial, mas por la extrajudicial (...) Si se
inicia un proceso con las partes que han transigido extrajudicialmente, se debe presentar el documento, como
medio de defensa mas no como excepción”84.

5.8. El abrogado Código de Procedimientos Civiles de 1912 (Art. 317), disponía que para que la excepción
de transacción sea admisible se requería triple identidad de partes, de acción y de cosa y, edemas: “1 Que las
personas sea las mismas que transigieron el juicio se resaltan las negrillas, sea por derecho propio o
trasmitido legalmente”.

5.9. Comentando esta Ultima norma procesal, Remigio Pino Carpio señalaba, desde la centuria pasada,
que:

“...es evidente que la finiquitación de este se refiere al proceso- se produce por decisión de ambas partes
litigantes; siendo esto así, sus efectos tienen el mismo alcance que la excepción de cosa juzgada. según esto,
Ia finalidad. de Ia excepción que nos ocupa, no es otra que impedir que después de transigido un juicio, se le
pueda remover (...) se resalta las negrillas. Ahora bien, para que la transacción pueda dar lugar a la excepción
de que nos ocupamos, necesariamente, debe haber incidido en juicio, porque si este no ha existido, no se
podría hablar de las identidades de objeto y de causa (cosa y acción según el Código), por mas que del juicio
iniciado después de la transacción se deduzca que tales identidades existen en el convenio transaccional. Por
consiguiente, si Ia transacción se ha Ilevado a cabo sin que antes hubiera existido juicio, no puede
deducirse la excepción; pues lo que cabe en este caso es que el demandado oponga la transacción como
un medio de defensa sustancial se resaltan las negrillas lo que debe hacer al contestar la demanda.” 85

5.10. En la doctrina en general también se ha fijado una posición clara en el sentido de que la transacción
extrajudicial solo puede sustentar una defensa de fondo mientras que la transacción judicial puede proponerse
como excepción, como “excepción previa” o como defensa de forma. En esta línea de pensamiento, Abraham
Luis Vargas apunta: “Recordemos que la transacción extrajudicial es la que confiere certidumbre a derechos
dudosos que no han sido materia de un juicio o litigio (...) Sin embargo, mientras la transacción judicial
permitiría oponer una excepción previa (articulo 347 del Código Procesal Civil y Comercial de la nación) la
extrajudicial solo permite deducir una excepción perentoria (o defensa de fondo), que resuelve el juez en la
sentencia. Por eso se dice que la excepción previa de transacción tiene afinidad con la cosa juzgada; mientras
que el acuerdo sobre derechos dudosos, sin que se haya promovido un juicio, guarda analogía con el
pago”86.

5.11 También abona a esta misma tesis, de que la transacción extrajudicial solo puede sustentar una
defensa de fondo, María Guadalupe Lata, quien precisa que:

“La transacción extrajudicial es aquella que confiere certeza a derechos dudosos que no han sido objeto de
análisis judicial. Tiene el mismo valor sustancial que la transacción judicial, pero solo en cuanto permite
oponer en lo sucesivo la defensa vinculada a la extinción de los derechos inciertos. La diferencia esta en que
la transacción judicial puede oponerse como defensa previa, es decir, como excepción; en cambio, la otra
Únicamente puede ser opuesta como defensa de fondo, que resuelve el juez en la sentencia.”87

5.12. Igualmente, Lino Enrique Palacio considera que debe existir dos procesos idénticos como supuesto o
requisito de la excepción de transacción, en razón a que la misma:

“...se funda en la existencia de actos anormales de conclusión procesal cuya eficacia equivale a la de cosa
juzgada, (por lo que) resulta sin duda apropiado el tratamiento procesal al que se los ha sometido” 88

5.13. En la doctrina, apelando a la clasificación de las excepciones entre sustanciales y procesales,


igualmente se distingue entre el carácter material y el procesal de la excepción de transacción; y aún, se
sostiene, con buen criterio, que la transacción extrajudicial es una excepción de carácter material o sustancial,
mientras que la transacción judicial es un excepción de carácter procesal, y así con suma claridad Francisco J.
Peláez afirma que la transacción extrajudicial:

“Es un contrato concluido por las partes de espaldas al proceso (...). Al utilizarla como fundamento de una
excepción, será un hecho que aportan al proceso con la finalidad de hacer inaplicable a la pretensión del actor,
contenida en la demanda, la norma invocada por este. En consecuencia, es una excepción de derecho material
o de fondo (...). Al ser una excepción perentoria material, el demandado tendrá que proponerla al contestar la
demanda y el juez la resolverá al final del proceso, al dictar sentencia. Si el demandado logra probar la
existencia de la transacción documentalmente y el Juez la estima, le absolverá de forma definitiva en cuanto
al fondo (...) En nuestro derecho vigente, sin identificarla, existe una gran similitud entre la excepción de cosa
juzgada y la de transactione finitae. Las dos, impiden volver a conocer un pleito de nuevo, porque ya ha sido
resuelto o por sentencia firme, en un caso, o por transacción judicial en el otro. Por este motive tenemos que
considerarla como `excepción de derecho procesal o de forma'; el juez desestimara la demanda sin Ilegar a
examinar el derecho esgrimido por el actor, absolviendo de la instancia”89

5.14. Debe convenirse en que, si bien es cierto que existe cierta similitud entre la transacción extrajudicial
y la judicial (es producto de un acuerdo de voluntades entre las partes, quienes se hacen concesiones
reciprocas), las diferencias son ostensibles, las que van a determinar distintos efectos; así: 1) en la transacción
extrajudicial no hay homologación por parte del juez, en cambio la judicial requiere ser homologada; 2) esta
homologación importa un control y análisis por parte del juez, quien determina si se ha cumplido con las
normas previstas en los Arts. 335 a 337, estando facultado el juez a rechazar la transacción que no cumpliera
con tales requisitos; mientras que la transacción extrajudicial no esta sujeta a ningún tipo de control judicial, y
solamente esta sometida a la plena autonomía de la voluntad de las partes, siendo que en la realidad se dan
cases de inequidad y de abuso del derecho por la posición contractual dominante de una de las partes
celebrantes; 3) en la transacción extrajudicial con las concesiones reciprocas se puede crear, regular,
modificar o extinguir relaciones diversas de aquellas que han constituido objeto de la controversia entre las
partes; en tanto que, con la transacción judicial no se puede crear, regular, modificar o extinguir relaciones
materiales ajenas al proceso; 4) ante el incumplimiento de las obligaciones contenidas en la transacción, la ley
concede mérito ejecutivo para la extrajudicial, y tratándose de la judicial se ejecuta de la misma forma que la
sentencia firme (Art. 1312 del C.C.); 5) por tanto, Ia transacción judicial se celebra en virtud a que
previamente ha existido un objeto litigioso concretamente definido en el proceso, el mismo que por efecto de
aquella queda finalizado; sin embargo, en la extrajudicial, no hay una controversia objetivamente definida,
sino que las partes considerando sus intereses opuestos y subjetivamente su contenido dudoso, acuerdan
terminar la contienda; 6) la transacción judicial, al tener un control judicial y requerir de más formalidades,
ofrece una mayor certeza y seguridad jurídica que la transacción extrajudicial, de allí que el ordenamiento
jurídico confiere a la primera el carácter de titulo de ejecución, mientras que a Ia segunda solamente mérito
ejecutivo, en donde puede formularse contradicción, con más causales y medios probatorios que en la
primera; en consecuencia, a distintas situaciones jurídicas es razonable que se apliquen normas jurídicas
distintas y tengan efectos diversos; 7) que, en todo caso, Ia transacción extrajudicial puede ser opuesta por el
emplazado al contestar la demanda como defensa de fondo, en cuya hipótesis el juez debe pronunciarse en Ia
sentencia y determinar si aquella extinguió el derecho invocado en la demanda; 8) como se ha expresado el
interés para obrar es el estado de necesidad de tutela jurisdiccional, concreto y actual, que determina a una
persona a recurrir a la instancia judicial; en tal sentido, en la transacción judicial, aquel interés para obrar fue
satisfecho en el primer proceso idéntico y, por esta razón, en el segundo proceso el demandante ya no tiene
legitima necesidad de tutela jurisdiccional; en cambio, en el caso de la transacción extrajudicial, nunca fue
satisfecho el interés para obrar, pues seria absurdo sostener que la contraparte celebrante de la transacción
satisfizo la necesidad de tutela jurisdiccional, porque Unicamente el Estado, a través del juez, puede satisfacer
aquel interés procesal con la respectiva prestación jurisdiccional. Es en esta dirección que Chiovenda ya había
señalado con lucidez que el interés para obrar solamente se satisface por obra de los Organos jurisdiccionales;
y así en ese sentido expresa:

“El interés en obrar no consiste solamente en el interés en conseguir el bien garantizado por la ley (lo cual
forma parte del contenido del derecho), sino en el interés en conseguirlo por obrar de los Organos
jurisdiccionales”90.

Siendo evidente las diferencias entre las transacción extrajudicial y judicial, resulta absolutamente justo, y
no solamente razonable, concluir que no pueden operar ambas como sustento de una defensa de forma
(excepción), de previo y especial pronunciamiento, sino que, como se viene sosteniendo, la transacción
extrajudicial únicamente puede sustentar una defensa de fondo, en tanto que la transacción judicial, una de
forma.

5.15. Es necesario también analizar la incidencia de la norma contenida en el Art. 1303 del C.C. sobre el
caso sub materia. Esta norma dispone que “La transacción debe contener la renuncia de las partes a cualquier
acción que tenga una contra otra sobre el objeto de dicha transacción”. Tomando como punto de partida el
análisis la transacción extrajudicial, de principio no es legitimo la renuncia anticipada e incondicional del
derecho de acción, y lo que mas bien si seria procedente es Ia renuncia de derechos materiales muy
específicos y con una máxima concreción y sus respectivas acciones, lo que se ha denominado en
doctrine “pactum de non petendo”, pero aún en esta ultima hipótesis, el Juez no puede rechazar de piano la
demanda sino que tendría que merecer un pronunciamiento sobre el fondo del litigio en Ia sentencia, así con
suma claridad se ha afirmado:

“Este fuera de toda duda, que una renuncia previa y absoluta a la jurisdicción, es decir, a impetrar la tutela
de los Jueces y Tribunales, tanto del lado activo o de la acción, como del lado pasivo o de la excepción o
defensa, constituye una acuerdo radicalmente nulo. Ahora bien, la renuncia anticipada a la acción puede venir
articulada de dos maneras: o como una renuncia al derecho subjetivo sustantivo que connota el abandono del
interés de defensa o tutela, y que podríamos englobar bajo el denominativo de pactum de non petendo, o
como una renuncia clara y general al ejercicio de las futuras acciones procesales que pueden darse al
favorecido por ellas. La primera hay que contemplarla dentro del piano del derecho civil y puede ser valida; la
segunda, no (...) El pacto, evidentemente, no producirá jamas la inadmisiblidad del proceso, pero puede
afectar a la cuestión de fondo y provocar una desestimación de la acción o de la excepción por falta de
fundamento, salvo aquellos supuestos en que del propio derecho sustantivo resulte la invalidez de la
renuncia”.91

Por tanto, para el caso de la transacción extrajudicial, en principio no esta absolutamente cerrado el acceso
a la jurisdicción y al proceso y, en todo caso, si existe renuncias muy especificas y concretas de derechos
materiales y sus. respectivas acciones ello será objeto, de análisis en la sentencia de mérito, precisamente por
tener aquella transacción la calidad de defensa de fondo.
5.16. Si el juez considera que Ia transacción extrajudicial es un medio de defensa de fondo debe emitir
pronunciamiento al respecto en la sentencia. De esta manera, la transacción extrajudicial pasa un control
judicial, y este se produce cuando el Juez, en la sentencia, examina sus requisitos de procedencia y determina
sus efectos extintivos, sea en forma total o parcial; o, en su caso, su falta de eficacia extintiva.

5.17. Sostener que en virtud de una política judicial de desjudicialización de las controversias debe
admitirse que Ia transacción extrajudicial si puede sustentar una defensa de forma, se podría Ilegar al extremo
irrazonable de postularse, con la misma lógica argumentativa, que el pago o la condonación también pueden
ser alegadas como defensas de forma (excepciones) y, por tanto, ser resueltas en la etapa postulatoria del
proceso.

5.18. Por otra parte, si bien el derecho de defensa es un derecho fundamental y que la interpretación de las
normas infraconstitucionales deben hacerse en la forma mes favorable al respeto y plena efectividad de tal
derecho; sin embargo, debe reconocerse, como se ha expuesto, que el derecho constitucional de defensa es de
configuración legal y, en tal virtud, el legislador ordinario determina cuales son la defensa de forma y cuales
las de fondo, así como su oportunidad y forma de ejercitarse, respetándose el contenido esencial de aquel
derecho fundamental; por tanto, queda claro que la transacción extrajudicial únicamente puede sustentar una
defensa de fondo.

5.19. En el caso sub Judice, la emplazada Minera Yanacocha S.R.L. celebró transacciones extrajudiciales
con la demandante, quien actuó por derecho propio y en representación de sus tres menores hijos, incluso para
dos de estos intervino edemas con el padre de ellos (José Mendoza Saldaña). En todo caso, el Juez analizara la
contestación de la demanda y determinara si dichas transacciones han sido opuestas como defensa o
argumento de fondo y, de ser así, deberá pronunciarse en la sentencia, bajo las condiciones señaladas.

6.- De la razonabilidad de los derechos fundamentales de acción y contradicción.

Del derecho fundamental a la tutela jurisdiccional, como se ha anotado, derivan los derechos, también
fundamentales, de acción y de contradicción (Art. 2). Estos derechos se regulan, para hacerse efectivos,
dentro de un proceso civil; razón por la cual el legislador le da contenido, determina sus alcances y las
formalidades para su ejercicio, por eso en la doctrina se considera que son derechos fundamentales de
configuración legal. Como son derechos equivalentes, por el principio de igualdad, y mas allá de la distinta
posición que el actor y el demandado ocupan en el proceso, deben ser regulados de tal forma que el ejercicio
de uno no importe la vulneración de contenido esencial del otro, evitándose el conflicto de derechos
fundamentales. Dentro de una tipología de conflictos iusfundamentales, la doctrina ha considerado, entre
otros, que los conflictos pueden ser abstractos y concretos. El primero debe ser resuelto dentro de un proceso
de control abstracto, y que en nuestro sistema seria un proceso de inconstitucionalidad de leyes. El segundo
-concreto-, debe ser resuelto en un proceso judicial ordinario o en un proceso de amparo, cuando el juez
resuelve un caso concreto92. Con relación al tema de la excepción de transacción, debe estimarse de
principio que el legislador ordinario ha regulado razonable o proporcionalmente, los derechos de acción y de
contradicción en el proceso civil, y, luego de una interpretación de las normas sustantivas y procesales
implicadas, puede concluirse, por un lado, que la transacción judicial no solo es un modo especial de
conclusión del proceso sino que edemas puede sustentar validamente la excepción de conclusión del proceso
por transacción; y, por otro lado, que la transacción extrajudicial es un medio o modo extintivo de
obligaciones y, en tal virtud, solo puede sustentar una defensa de fondo. De esto también resulta claro que si
el legislador, en una hipótesis normativa, hubiera regulado y dispuesto que todos los medios de defensa, de
fondo y de forma, puedan ser propuestos por el demandado en la etapa postulatoria del proceso, estaría
lesionando el contenido esencial del derecho de acción en beneficio ilegitimo del derecho de contradicción,
pues resulta obvia la irrazonabilidad de este hipotética norma procesal al permitir un pronunciamiento sobre el
fondo del litigio en la etapa postulatoria del proceso: seria como sentenciar el proceso al momento de resolver
las excepciones. Con igual criterio lógico, en otra hipótesis normativa extrema, si el legislador dispusiera que
todos los medios de defensa, de fondo y de forma, sean resueltos en la sentencia, estaría vulnerado el derecho
de contradicción y de defensa del demandado, al obligarle a seguir todo el proceso civil, cuando las
excepciones deberían ser resueltas en la etapa postulatoria, las cuales por su propia naturaleza estrictamente
formal y de especial y previo pronunciamiento, no necesitan ser sustanciadas con el principal y mucho menos
ser resueltas en la sentencia.

7.- De la aparente antinomia de las normas procesales y sustantivas sobre la excepción de


transacción.

El código establece que el demandado puede oponer excepciones, defensas previas y defensas de fondo.
En ese sentido, el Art. 446 dispone: “Excepciones proponibles: El demandado solo puede proponer (se resalta
las negrillas) las siguientes excepciones: (...) inc. 10. Conclusión del proceso por conciliación o transacción”.

Por otro lado, el Código Civil (Art. 1302, párrafos primero y tercero) establece que por la transacción las
partes, haciéndose concesiones reciprocas, deciden algún asunto dudoso o litigioso evitando el pleito que
podría promoverse o finalizando el que esta en curso y, además, que la transacción tiene valor de cosa
juzgada.

Establecer en el proceso la voluntad objetiva de la norma jurídica, en este caso normas materiales y
procesales, requiere de métodos o criterios de interpretación; y los criterios pertinentes para cada caso deben
ser empleados de la manera mas armónica y certera. La doctrina no propone los denominados criterios o
métodos de interpretación jurídica. De la aplicación de estos criterios de interpretación a las normas jurídicas
pertinentes, debemos establecer si efectivamente la transacción extrajudicial es un modo extintivo de
obligaciones regulado por nuestro Código Civil y por consiguiente deducible solo como defensa de fondo, en
tanto que la transacción judicial, regulado por el C.P.C. es un modo especial de conclusión del proceso y por
consiguiente deducible solo como defensa de forma (excepción), conclusiones éstas que pretendemos
demostrar como certeras con la argumentación pertinente y persuasiva.

Todo enunciado normativo requiere de una interpretación; por tanto, no es cierto que cuando el texto de la
norma es claro no requiere de actividad interpretativa. Por ello el paradigma que se sustenta en el clásico
brocardo: in claris non fit interpretatio, ha quedado sin vigencia.

Estos criterios de interpretación deben aplicarse dentro de un modelo de aplicación dinámico u objetivo,
denominado también modelo constructivo. Para Ilegar a una conclusión interpretativa compatible, sin lugar a
dudas, a una decisión objetiva y materialmente justa.

Dentro de los criterios que la doctrina93 propone y que el Juez debe considerar en su labor interpretativa
puede mencionarse los siguientes: 1) criterio gramatical denominado también literal; 2) criterio lógico
conceptual ( en donde encontramos los argumentos a priori, a contrario, a fortiori, generali sensu, strict() lege,
ad absurdum); 3) criterio sisternático; 4) criterio histórico (precedentes inmediatos y remotos, proceso de
elaboración de normas, exposición de motivos y debates legislativos); 5) criterio teológico; 6) criterio
axiológico.

Como se ha expresado, con una posición de equilibrio o de justo medio si se quiere, el Juez de nuestros
tiempos en un Estado Constitucional de Derecho94, debe recusar y apartarse las posiciones extremas del
positivismo jurídico a ultranza o dogmatismo95, y tampoco debe asumir las posiciones extremas corrosivas
de la Escuela del Derecho Libre, porque el Juez de nuestros tiempos no debe ser la boca de la ley pero
tampoco debe atribuirse las facultades propias del legislador. Es cierto que el Juez es creador del derecho, en
tanto crea normas particulares para las partes en Ia sentencia, o cuando integra el vacío normativo con la
aplicación de los principios generales del derecho; y aún más, por antonomasia el Juez de nuestros tiempos es
el recreador del derecho, pues su sentencia objetiva y materialmente justa recrea el derecho, vivifica los
valores y fines de este, concreta el sistema de valores que acoge la Constitución, primordialmente el valor
justicia, que es el valor supremo del derecho.

En principio, debe hacerse una interpretación restrictiva de la citada norma procesal (Art. 446 inc. 10), es
decir que no cabe sino aplicar a los casos expresamente previstos en Ia norma, excluyéndose Ia interpretación
extensiva y la analogía. La norma enumerataxativamente las excepciones proponibles por el demandado en un
proceso civil, de tal modo que esta excluida cualquiera otra excepción; es una norma “numerus clausus” que
no admite otros supuestos o casos de los previstos expresamente. Este claro, como ya se ha expresado, que de
la interpretación sistemática, teológica y literal de esta norma con Ia prevista en el Art. 453, inc. 4, se Ilega a
la conclusión interpretativa final que solamente se admite la excepción de transacción judicial excluyéndose
cualquier otra excepción que se sustente en la transacción extrajudicial. Y que, en todo caso, Ia transacción
extrajudicial debe ser opuesta como una defensa de fondo según las reglas del Código Civil.

Un sistema jurídico, se ha dicho, tiene como características la unidad, plenitud y coherencia96. Cuando
existe una antinomia o contradicción normativa, ella se resuelve mediante la aplicación de los criterios:
jerárquico, de competencia, de prevalencia, cronológico y de especialidad97.

En la hipótesis negada que el vigente Código Civil de 1984 haya reconocido las dos excepciones, de
transacción judicial y de transacción extrajudicial, esta hipótesis carecería de todo sustento y razón de ser
desde la entrada en vigencia del nuevo Código Procesal Civil, a partir del 28 de Julio de 1993, por cuanto:

a) cuando existe incompatibilidad entre una norma posterior y una anterior, prevalece la posterior (lex
posterior derogat priori), en aplicación del criterio cronológico para resolver las antinomias; al respecto
Ricardo Guastini señala que:

“El principio cronológico es aquel principio en virtud del cual, en caso de conflicto de normas
provenientes de fuentes jerárquicamente equiparadas (o sea, dispuestas sobre el mismo piano en la jerarquía
de fuentes) y provistas de la misma esfera de competencia, la norma proveniente de la fuente anterior en el
tiempo debe considerarse abrogada (y, por tanto, debe ser desaplicada).” 98

En consecuencia, para resolver la excepción de transacción propuesta por los emplazados, debe aplicarse
preferentemente las normas del Código Procesal Civil sobre las del Código Civil por ser posteriores;
considerándose que ambos subsistemas reguladores tienen la misma jerarquía normativa.

b) cuando existe incompatibilidad entre una norma especial y una general prevalece la especial (lex
specialis derogat general!) en aplicación del principio de especialidad. La norma especial es aquella que
presenta un ámbito de aplicación incluido en un ámbito mas amplio, que es el de la norma general y que por
tanto aquella prevalece sobre esta en su dinámica de interpretación y aplicación99. Por consiguiente, para
resolver la excepción de transacción propuesta por los emplazados en el presente proceso debe aplicarse
prevalentemente las normas del Código procesal citado; teniéndose en cuenta que lo que se va a resolver es la
procedencia y la fundabilidad de una excepción (que desde luego los emplazados así la han propuesto no
obstante su fundamento) y no un medio extintivo de obligaciones; finalmente, el Art. 338 dispone que en todo
lo no previsto en el capitulo de transacción judicial se aplican supletoriamente las normas del Código Civil;
norma que refuerza el carácter especial de las normas procesales sobre las sustantivas respecto a la tema de la
transacción.

De todo esto cabe concluirse que el juez no puede crear una excepción o defensa de forma que no este
prevista expresamente en la norma procesal civil. Además este prohibido de hacerlo porque sino abriría las
puertas para reconocer otras excepciones no previstas expresamente, vulnerándose de este modo el contenido
esencial de los derechos de acción, al proceso y a una decisión sobre el fondo del litigio que corresponde a la
parte demandante.

Por los fundamentos pertinentes que anteceden, la excepción de transacción formulada por los emplazados
Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Esteban Arturo Blanco Bar debe ser desestimada en
cuanto a la demandante y a sus tres hijos, en consideración de que la referida transacción extrajudicial no
puede en modo alguno sustentar una excepción de conclusión del proceso por transacción, por cuanto: 1) la
transacción no fue celebrada para dar por finalizado un proceso judicial en curso; 2) no fue homologada o
aprobada por el Juez del proceso; 3) la tantas veces citada transacción, al no haberse generado en un proceso,
no puede en modo alguno configurar la hipótesis legal requerida de un primer proceso idéntico al , segundo,
en el que se hace valer la excepción; 4) las resoluciones judiciales mediante las cuales se aprobaron las
transacciones extrajudiciales celebradas por Giovanna Angelica Quiróz Villaty, en representación de sus tres
menores hijos, resultarían cuestionables, toda vez que el Art. 1307 del C.C., al tratar de la transacción a cargo
de los representantes de ausentes o incapaces, seria la que estos pueden celebrarla, pero con aprobaci6n del
juez, lo que quiere decir que la oportunidad en la que debe obtenerse la autorización del juez es previa a la
celebración del acto transaccional (entiéndase sobre un proyecto), y no después, ya que celebrarse primero la
transacción importaría haber celebrado un acto ineficaz 100. En el caso de autos, mediante resoluciones del
06 de febrero y 05 de junio del 2001, el Órgano jurisdiccional “autorizó” a Giovanna Angelica Quiróz Villaty
a celebrar las transacciones en nombre de sus menores hijos, es decir, luego de haber transcurrido varios
meses desde su suscripción, teniendo en cuenta que los contratos principales datan del 02 de setiembre del
2000 y sus addedums del 04 de noviembre del mismo año.

Se ha verificado, en consecuencia, la contravención a las normas que garantizan el derecho a un debido


proceso, reconocido por el inc. 3 del Art. 139 de la Constitución Política y por el Art. I del Titulo Preliminar
del Código Procesal citado, pues al haberse declarado fundada la mencionada excepción y dado por concluido
el proceso, se ha lesionado el derecho de la parte demandante a obtener una sentencia sobre el fondo del
Iitigio respecto a las emplazadas Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Esteban Arturo Blanco
Bar. De consiguiente, el recurso de casación debe ser declarado fundado en este extremo y, en sede de
instancia, debe revocarse la resolución de primera instancia en la parte en que declara fundada la excepción de
conclusión del proceso por transacción con respecto a los tres menores ya nombrados, y reformándola en esta
parte, debe declararse improcedente la mencionada excepción; y, con relación a la demandante Giovanna
Angélica Quiróz Villaty, en cuanto actúa por derecho propio, debe revocarse la resolución del juez que
declara infundada la misma defensa de forma, y en sede de instancia también debe declararse improcedente.

8.- Criterio de nuestra jurisprudencia sobre Ia excepción de transacción judicial como defensa de
forma

Antes de presentarse las líneas jurisprudenciales contradictorias, que son materia de análisis en la presente,
la Corte Suprema estableci6 en varias ejecutorias que la excepción de transacción solamente podía sustentarse
en la transacción judicial. Así se puede citar la siguiente sentencia casatoria, que en la parte pertinente
expresaba:

“La excepción de transacción se presenta como un mecanismo procesal de defensa que se configura
cuando se pretende variar los efectos de un proceso ya resuelto, mediante un acuerdo transaccional,
definitivamente, en otro (...) Para la configuración de esta excepción -de conclusión del proceso por
transacción- se requiere de la concurrencia de tres presupuestos, los cuales son: a) la identidad de las partes;
b) la identidad de la pretensión; y, c) la identidad del interés para obrar; (...) no será fundada la excepción de
transacción que no reúna los requisitos de identidad que establece la ley...” casación Nº 2734-2003.
Apurímac. Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema101.

Como puede verse, siguiendo el criterio normativo de código procesal civil (Arts. 452 y 453), Ia ejecutoria
también exige para la procedencia de la excepción de conclusión del proceso por transacción el presupuesto
de dos procesos idénticos con la concurrencia de una triple identidad entre ellos: de partes, de pretensión -
entiéndase de petitorio- y de interés para obrar.

9.- De la inaplicabilidad de Ia doctrina de los Actos Propios al presente caso.

Se pretende aplicar la doctrina de los Actos Propios para desestimar el recurso de casación interpuesto por
dorm Giovanna Angelica Quiroz Villaty, por derecho propio y en representación de sus tres menores hijos.
Por ello es necesario analizar su aplicabilidad o inaplicabilidad al presente caso de las transacciones
celebradas por la nombrada demandante.

9.1.- Antecedente histórico


La Ilamada Teoría de los Actos Propios tiene sus raíces en el Derecho Romano, el cual se limitó a hacer
una cierta aplicación de la citada teoría en algunos casos concretos. Aunque no se formuló una definición
especifica de esta teoría, es en el Derecho Romano donde se comienza a sancionar como inadmisible la
actuación contraria a la conducta anterior, pero ello no de una manera general sino en determinados casos y
con algunas excepciones. Dicha inadmisibilidad dio origen, entre otros, a los brocardos: venire contra factum
proprium nulli conceditur y adversus factumsuum quis venire non protest. Dichos brocardos, aunque son
latinos, no han nacido en el Derecho Romano, sino en el Derecho Intermedio, aquel periodo comprendido
desde el redescrubrimiento del Corpus luris Civiles, en el siglo XI, hasta el momento de las codificaciones,
etapa poco conocida y a la vez importante porque en ella nacen la mayoría de nuestros dogmas, y comprende
a los glosadores, posglosadores, canonistas, prácticos y tratadistas102.

La formulación más antigua que se conoce de la regla que prohibe venir contra los Actos Propios es un
pasaje de Ulpiano que recoge el fragmento 25 del Digesto 1,7, en 61 se afirma que resulta inadmisible que el
padre pretenda iniciar, una vez muerta la hija que ha vivido como mater familias emancipada y que ha
instituido herederos por testamento, una controversia alegando que la emancipación no ha sido jurídicamente
eficaz. Sin embargo, esta actitud es inadmisible debido a que el mismo ha permitido que su hija sea tratada
como sui iuris, es decir, le ha permitido vivir como si fuera emancipada aim cuando no hubieran sido
cumplidos los requisitos establecidos en el Derecho Romano. Por ello se resolvió que el padre que ha
consentido que la hija sea tratada como sui iuris no puede ignorar o desconocer tal estado y, por lo tanto, no
puede pretende impugnar el testamento. Es necesario destacar que la solución dada en el referido caso, como
lo sostiene Diez-Picazo no tiene como primera razón sancionar Ia conducta contradictoria sino, mas bien,
evitar un resultado que objetivamente es considerado injusto103.

9.2.- Concepto

La Teoría de los Actos Propios, tal como la definen Marcelo J. Lopez Mesa y Carlos Rogel Vide, consiste
en una limitación al ejercicio de un derecho, que reconoce como fundamento una razón de política jurídica: la
protección de Ia confianza suscitada por el comportamiento antecedente, que luego se pretende
desconocer104. Como señalan los referidos autores, la Teoría de los Actos Propios constituye una derivación
inmediata y directa del principio de la buena fe, reconocido por la jurisprudencia argentina en una infinidad
de pronunciamientos, especificándose en algunas sentencias, que se trate de un principio que integra el
Derecho positivo.

El profesor Fueyo Laneri define a la Teoría de los Actos Propios como un principio general de derecho,
fundado en la buena fe, que impone un deber jurídico de respeto y sometimiento a una situación jurídica
creada anteriormente por la conducta de la misma persona, evitando así la afectación a un interés ajeno y el
daño consiguiente, la teoría obliga a una conducta leal, honesta, confiable y que encuentra apoyo natural en Ia
moral105.

En conclusión, como lo señala Alejandro Borda, la teoría de los Actos Propios constituye una regla de
derecho que se derive del principio de la buena fe, el cual sanciona como inadmisible toda pretensión licita
pero objetivamente contradictoria con respecto al propio comportamiento anterior efectuado por la misma
persona 106.

Esta doctrina se halla vinculada directamente con los principios generales del derecho y en particular con
el de buena fe, pero también ha sido enfocada como medio de defensa contra el accionar incoherente y
también como una nueva forma de restricción o limitación en el ejercicio de derechos 107.

9.3.- Requisitos

La teoría de los actos propios requiere de tres condiciones para que pueda ser aplicada, que son las
siguientes108:
a) Una conducta anterior relevante y eficaz. La conducta vinculante o primera debe ser jurídicamente
eficaz. Por lo tanto, si esta primera conducta es inválida, se puede volver lícitamente contra ella. Ello significa
que si el negocio jurídico celebrado en primer termino o, lo que es lo mismo, la conducta vinculante Ilevada a
cabo fuese inválida o ineficaz en si misma, o ilícita, o contraria las buenas costumbres o al orden público o de
cumplimiento imposible, puede ser atacada o impugnada sin que ello importe una violación de la teoría de los
propios actos.

b) La pretensión contradictoria. La referida pretensión, que puede ser judicial o extrajudicial, teniendo
como referencia un acto anterior, permite la defensa del sujeto que ha receptado ambas conductas, que ha
confiado en la primera de ellas y que ha actuado consecuentemente con dicha confianza, salvo que la
variación de la conducta este justificada por las circunstancias del caso o haya intereses sociales
prevalecientes, o hayan variado las condiciones que se daban al producirse Ia conducta
vinculante. Desde luego, el agente receptor del comportamiento debe haber obrado de buena fe. La mala fe
impide la aplicación de la teoría de los actos propios. El conflicto de intereses generado por el
comportamiento contradictorio podría, hipotéticamente, soslayar la intervención judicial o arbitral; pero en los
hechos, esta intervención resulta imprescindible toda vez que la aplicación de la teoría de los actos propios se
realiza dentro de un proceso porque se trata de un impedimento de orden procesal.

c) La identidad de los sujetos que se vinculan en ambas conductas. El sujeto activo que ha observado
determinada conducta debe ser el mismo que pretende luego contradecir esa primera conducta. El sujeto
pasivo, es decir, la persona que ha sido receptor o destinatario de ambas conductas, también debe ser el
mismo.

9.4.- Inaplicabilidad de Ia doctrina de los actos propios al caso sub judice

En el caso de autos, se aprecia que la accionante Giovanna Angelica Quiróz Villaty, por derecho propio y
en representación de sus menores hijos Walker Cuenca Quiróz, Euler Mendoza Quiróz y José Mendoza
Quiróz, celebró transacciones extrajudiciales con la demandada Minera Yanacocha S.R.L. con fecha 02 de
setiembre del 2000. En los referidos actos jurídicos, las partes acordaron que Minera Yanacocha S.R.L.
indemnizaba a los afectados por el derrame de mercurio que ocurrió en su localidad, en tanto que la ahora
accionante renunciaba a iniciar cualquier proceso judicial o reclamo al respecto.

A continuación expondremos los fundamentos por los cuales consideramos que la Teoría de los Actos
Propios es inaplicable al caso sub materia.

Como quiera que la transacción extrajudicial, desde nuestra óptica, solamente puede ser invocada como
defensa de fondo, resulta necesario que esta debe ser materia de actividad probatoria junto con el principal y
objeto de pronunciamiento en la sentencia.

Bajo esta premisa, por lo demás ya establecida anteriormente, debe tenerse en cuenta que la conducta
anterior “relevante y vinculante” debe ser valida, pues de lo contrario es licito volverse en contra de esa
conducta. Si la primera conducta (celebración de la transacción extrajudicial por parte de doña Giovanna
Angélica Quiróz Villaty) se ha realizado con error (de la declarante) y si ademes el receptor (Yanacocha)
habría obrado de mala fe (aspecto que debe ser materia de probanza junto con el principal, tal como ya se
dijo), es licito que la declarante vaya contra su propio acto; por consiguiente, en el presente caso, es licito que
la señora Quiróz vaya en contra de la transacción extrajudicial celebrada si alega mala fe en Yanacocha al
celebrarla 109. En este mismo sentido se pronuncia Alejandro Borda:

“Cuando el receptor de la conducta ha tenido conocimiento del error del declarante, resulta licito que este
vaya contra su propio acto. Pero ello no se fundamenta en el error del acto sino en que el receptor de la
conducta obra de mala fe si, conociendo tal error, pretende hacer valer dicha conducta. No es admisible la
protección de quien actua de mala fe pretendiendo usufructuar un acto ajeno, incluso aunque no hubiera
existido error110.
En cuanto a la mala fe, por su naturaleza y complejidad, debe ser objeto de probanza junto con el principal
desde que la transacción extrajudicial sólo es admisible como defensa de fondo. Sin embargo, aquella mala fe
no seria razonablemente viable su probanza en la etapa postulatoria del proceso y menos con motivo de
tramitarse una defensa de forma como es la excepción. Dentro de la buena o mala fe que se alegara se deberá
probar si Yanacocha, a través de sus directivos y personal calificado, tenia conocimiento que la intoxicación
por mercurio causaba lesiones en el cuerpo humano de manifestación progresiva en el tiempo. Otro aspecto
relevante que tendría que evaluarse en la sentencia es si la Ilamada “addendum” o Segundo acuerdo
transaccional celebrado entre las partes, dos meses después de la primera transacción, ponía de manifiesto
efectivamente aquella progresividad de las lesiones, que bien podría haber sido de pleno conocimiento por
parte del personal de Yanacocha y, por otro lado, ser ignoradas total o parcialmente por los damnificados con
el derrame e intoxicación del mercurio.

La conducta anterior no debe ser determinada por el error, el estado de necesidad o cualquier vicio
sustancial, pues de lo contrario no es aplicable esta doctrina. Lopez Mesa y Carlos Rogel con acierto, y
citando a Leiva Fernández, sostienen:

“En palabras de Leiva Fernández el acto previo debe ser valido (...) De modo que bastaría con que en un
caso concreto se alegue y demuestre -por vía de acción o excepción- la ausencia de voluntad en el acto (...)
sea por error, dolo, estado de necesidad, violencia, etc., para que la aplicación lisa y llana de esta doctrina sea
objetable'. (...) Por nuestra parte, compartimos el criterio de que si el primer acto no es valido, por estar
viciado sustancialmente, no cabe aplicar la doctrina de los actos propios, pues ella no establece una obligación
de mantenerse en el error, sino de actuar coherentemente cuando ambas manifestaciones de voluntad son
validas, pero contradictorias entre si” 111.

Así mismo se ha sostenido que siendo la transacción un contrato es fácilmente viable que una de las partes
imponga sus condiciones a la otra por un estado de necesidad de ésta. En este sentido se ha pronunciado
Manuel De la Puente y Lavalle 112 cuando afirma enfáticamente:

“En efecto, siendo la transacción un contrato, es dable que las condiciones de la transacción sean
impuestas por una de las partes abusando del estado de necesidad en que se encuentra la otra, que Ileva a ésta
a aceptar tales condiciones por ser la Unica manera como puede satisfacer su necesidad. No creo que deba
ampararse una transacción celebrada en estas condiciones (...)”.

En el presente caso, el error en que habría incurrido la parte demandante, o el estado de necesidad en que
se habría encontrado el mismo, al celebrar las transacciones extrajudiciales, debería ser analizado por el juez
en la sentencia, con las pruebas pertinentes que resulten del proceso al resolver las tantas veces mencionada
defensa de fondo.

Por otra parte, cabe preguntarse si la transacción extrajudicial celebrada por doña Angélica Quiróz en
representación de sus tres menores hijos, sin las formalidades legales que establece el Art. 1307 del C.C.
(previa autorización judicial, con dictamen fiscal y opinión del Consejo de Familia cuando lo haya)
contraviene normas que interesan al orden público. Conforme a lo dispuesto en el Art. V del Titulo Preliminar
de nuestro Código Civil, es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o a las
buenas costumbres. Las normas de orden público se caracterizan por su prevalencia sobre las originadas en la
autonomía de la voluntad, resultan principios cuyo reflejo constituye las normas jurídicas 113. En cambio las
buenas costumbres son entendidas como los cánones fundamentales de honestidad pública y privada a Ia luz
de la conciencia social.

Si las transacciones extrajudiciales contravienen normas que interesan al orden público también debe ser
materia de probanza en el principal y objeto de pronunciamiento en la sentencia, pues de considerarse que en
aquellas transacciones que interesan a los tres menores de edad, concurre una causal de nulidad absoluta y
manifiesta, el Juez esta autorizado para declararla de oficio (Art. 219, inc. 8, y Art. 220 del C.C.).
Por otra parte, no se aplica la doctrina de los actos propios si han variado las condiciones que se
daban al producirse Ia conducta vinculante. En el caso sub judice, las condiciones y circunstancias que se
daban al celebrarse Ia primigenia transacción extrajudicial (02 de setiembre del 2000) evidentemente variaron
con el transcurso del tiempo, tan cierto es ello que con fecha 04 de noviembre del 2000 las partes celebran un
segundo acuerdo transaccional que le denominan “addendum”, y en virtud del cual Yanacocha duplica el
monto de las indemnizaciones pactadas en la primigenia transacción a favor de la demandante y de sus tres
menores hijos. Este segundo acuerdo evidencia que la controversia fue reabierta por ambas partes y que las
condiciones variaron con el paso del tiempo, esto es que el progresivo agravamiento de las lesiones tenga
lugar en razón de la naturaleza de la intoxicación por mercurio, y por tanto, las condiciones existentes al
celebrar el segundo documento fueron distintas a las que se daban al celebrar la referida transacción
extrajudicial.

Asimismo, respecto a las buenas costumbres, corresponde al Organo Jurisdiccional en Ia causa sub materia
analizar en la sentencia si las transacciones fueron celebradas respetando los cánones fundamentales de
honestidad a la luz de la conciencia social, pues el presente caso es muy particular, no se trata de un daño a la
salud típico ocurrido por ejemplo en un accidente de transito donde las consecuencias son mas que
previsibles, sino se trata de una contaminación química producto de un derrame de mercurio, donde las
consecuencias inmediatas y sobre todo futuras, pueden ser del total desconocimiento de los pobladores
rurales, en su mayoría campesinos, con niveles ínfimos de educación, que podrían desconocer los posibles
daños actuales y futuros a su salud producto de dicha contaminación; mientras que, Minera Yanacocha, habría
tenido la responsabilidad de explicar a dichas personas los efectos de una posible contaminación por
mercurio, pues como se ha señalado anteriormente, el agente receptor del comportamiento debe haber obrado
de buena fe; la mala fe impide la aplicación de la teoría de los actos propios. Todos estos aspectos
corresponden ser analizados durante el desarrollo del proceso, con la actuación de los medios probatorios
pertinentes, lo cual resulta inviable a través de una excepción de forma con una cognition sumaria; por todo
esto además, corresponde analizar la excepción de transacción extrajudicial sub litis como un medio de
defensa de fondo.

También es importante tener en cuenta que Ia Teoría de los Actos Propios tiene una aplicación residual,
esto es que solamente se aplica cuando el ordenamiento jurídico no provee de otra. solución para la conducta
contradictoria; por consiguiente, no es aplicable esta teoría cuando Ia ley regula una solución expresa para la
conducta contradictoria, sea impidiéndola o permitiéndola114. En ocasiones la variación de la doctrina esta
justificada por las circunstancias del caso o existen intereses sociales prevalentes que Ilevan al legislador a
autorizar retrocesos y contramarchas115. En el caso de autos existen ya normas expresas, contenidas en los
Arts. 446 y 453 del Código Procesal Civil vigente, que establece que el demandado solo puede alegar
determinadas excepciones, donde no se considera de forma alguna la excepción de transacci6n extrajudicial;
por consiguiente, no cabe la aplicación o creación de otras excepciones, via interpretación o de Ia aplicación
de Ia doctrina de los actos propios, mas aun que, como se ha señalado anteriormente, Ia intervención judicial
resulta imprescindible toda vez que Ia Teoría de los Actos Propios trata sobre un impedimento de orden
procesal.

También es inaplicable esta doctrina al caso concreto, para resolver en la etapa postulatoria una excepción,
ya que existe doctrina sólida que postula que esta doctrina opera procesalmente como defensa de fondo y por
tanto debe ser objeto de pronunciamiento solo en la sentencia. Con suma claridad López Mesa y Rogel Vide
expresan al respecto:

“Procesalmente, la doctrina opera como defensa sustancial o de fondo, y no como excepción de previo y
especial pronunciamiento; y debe ser opuesta al contestar la demanda o el traslado de la pretensión que se
trate. No configura una excepción en sentido estricto, sino una defensa amplia, abarcadora, hábil para frustrar
la pretensión desleal. Ello, obvio es, sin perjuicio de su posibilidad de invocación de oficio, en los casos en
que ella precede...” 116

Por tanto, determinar si la obligación indemnizatoria se extinguió o no es un tema de fondo que el juez
debe resolver en la sentencia. En este orden de ideas, si los tres emplazados al formular la excepción materia
de análisis alegan que Ia obligación referida se extinguió por el mérito de las transacciones extrajudiciales y,
además hubieran alegado expresamente como medio de defensa la doctrina de los actos propios (cosa que no
lo hicieron), estos dos aspectos, estrechamente vinculados, configuran defensas de fondo que deben ser objeto
de resolución en la sentencia.

La doctrina de los actos propios impone la probanza de ciertos hechos que configuran, entre otros, los
requisitos anotados, por ello la doctrina se inclina por considerarla como una defensa de fondo que debe ser
alegada por la parte interesada, a fin de preservar los principios del contradictorio, de defensa y de
congruencia procesal:

“Esta -la doctrina que se analiza- viene así a cumplir una defensa de fondo, pues ataca el derecho subjetivo
e impide su recepción jurisdiccional (...) Sucede que el Juez puede no conocer la conducta sistemática
precedente, o que no surja de los elementos de prueba agregados; o bien, que la presunta contradicción no
tenga estricta vinculación con el asunto que tramita la litis. En estos cases, el problema del Ambito de
composición del entuerto (principio de contradicción, principio de congruencia) le impide al sentenciante
introducir otros argumentos de hecho que no hubieran sido planteados por las partes (...) Sin embargo,
interpretado el principio en la medida del alcance que pretendemos asignarle (residual), parece mas coherente
afirmar la necesidad de que se oponga como defensa y se prueba la conducta incompatible con el obrar
anterior, so riesgo de privar al principio de su presencia en el proceso.” 117

10.- Del Informe Defensorial Nº 62 sobre el caso sub materia.

La Defensoría del Pueblo, en el mencionado Informe Nº 62, da cuenta de la investigación y análisis sobre
los hechos ocurridos con relación al derrame de mercurio en las inmediaciones de las localidades de San
Sebastián de Choropampa, Magdalena y San Juan, en la Provincia de Cajamarca.

Entre otras conclusiones se establece (conclusión Nº 22) que la Empresa Minera Yanacocha S.R.L. había
sido sancionada administrativamente por estos hechos, Ilegando a consentir tal sanción. Así mismo se
estableció que el chofer Esteban Arturo Blanco Bar fue el único procesado penalmente por el delito contra la
vida, el cuerpo y la salud (condenado a dos arios de pena privativa de la libertad con ejecución suspendida); y
contra los directivos de la Minera demandada y de Ransa por los delitos contra la seguridad pública y peligro
común, en su modalidad culposa y en agravio de la sociedad, habiéndose reservado el representante del
Ministerio Público denunciarlos por delito ecológico; en tanto que los agraviados no se constituyeron en parte
civil.

Así mismo, se señala en el Informe Nº 62 emitido por la Defensoría del Pueblo, en fojas 983 (conclusión
26), que las transacciones extrajudiciales sub materia vulneran los derechos al debido proceso y a una tutela
jurisdiccional efectiva de los afectados -pues versan sobre derechos extra patrimoniales, como el derecho a Ia
vida y la salud-, derechos de Ia persona humana reconocidos por la Constitución y que tienen la calidad de
inherentes a la misma e irrenunciables.

Otra conclusión importante señala que las cuestionadas transacciones extrajudiciales serian nulas de pleno
derecho, pues entre otros aspectos de estaría transigiendo sobre los derechos al debido proceso y a la tutela
jurisdiccional efectiva.

Las glosadas conclusiones de la Defensoría del Pueblo no hacen sino reafirmar el criterio jurídico de que
las transacciones extrajudiciales celebradas entre Ia empresa minera demandada y Ia parte demandante son
también altamente cuestionables desde Ia perspectiva de los derechos fundamentales y las limitaciones al
principio de la autonomía de la voluntad en un Estado Constitucional de Derecho.

VIII. FUNDAMENTOS SOBRE LA EXCEPCION DE FALTA DE LEGITIMIDAD PARA OBRAR


DE LA PARTE DEMANDANTE.
1.- La falta de le legitimidad para obrar como exención.

1.1. Corno se ha visto, la legitimidad para obrar es una de las condiciones del ejercicio valido de Ia acción,
y ha sido reconocida por nuestro Código Procesal Civil, particularmente en los Arts. IV del T.P. y 427 inc.1.

1.2. La falta de esta condición de la acción faculta al demandado a proponer la excepción de falta de
legitimidad para obrar, sea activa o pasiva, según norma contenida en el Art. 446 inc. 6.

1.3. La legitimidad para obrar debe ser examinada por el Juez en la calificación de la demanda, al resolver
la defensa de forma pertinente o en vía de saneamiento procesal. También el juez puede excepcionalmente
pronunciarse sobre ella al expedir sentencia, al amparo de la norma contenida en el Ultimo párrafo del Art.
121.

1.4. La doctrina ha conceptuado la legitimidad para obrar del siguiente modo:

a) Señala Luis Loreto, siguiendo sustancialmente la concepción de Chiovenda, que la legitimidad para
obrar o cualidad:

“...expresa una relación de identidad lógica entre la persona del actor, concretamente considerada, y la
persona abstracta a quien la ley concede la acción; y de identidad lógica entre la persona del demandado,
concretamente considerada, y la persona abstracta contra quien la ley concede la acción.” 118

b) Ensenaba Giuseppe Chiovenda que:

“...para que para que el juez estime la demanda, no basta que considere existente el derecho, sino que es
necesario que considere que este corresponde precisamente a aquel que lo hace valer y contra aquel contra
quien es hecho valer; o sea, considere la identidad de la persona del actor con la persona en cuyo favor este la
ley (legitimación activa) y la identidad de la persona del demandado con la persona contra quien se dirige la
voluntad de la ley (legitimación pasiva).” 119

c) Según Juan Montero Aroca, es necesario distinguir entre la titularidad activa o pasiva de la relación
jurídica material y la posición habilitante para formular una pretensión (legitimación activa) o para
contradecirla (legitimación pasiva), posición que a su vez puede ser ordinaria o directa, cuando quien
demanda afirma ser titular del derecho subjetivo e imputa la titularidad pasiva al demandado, o puede ser
también extraordinaria o indirecta, lo que tiene lugar cuando el que demanda no afirma ser titular del derecho
subjetivo o no imputa titularidad pasiva al demandado, sino que interviene por ley para proteger un interés,
sea este privado, social o publico 120. Las concepciones de Luis Loreto y Chiovenda corresponden
Únicamente a una definición de la legitimidad para obrar ordinaria, pues establecen una relación directa entre
el titular del derecho y quien formula Ia pretensión, y así mismo, entre quien es objeto de la imputación de
una obligación y el derecho de contradecir. Para conceptuar adecuadamente a la legitimidad para obrar,
incluyendo a la ordinaria y extraordinaria, debe considerarse a la legitimidad como Ia autorización del
ordenamiento jurídico para proponer una pretensión procesal o para contradecirla, sea que tal autorización
provenga de ser titular del derecho u obligación o bien que provenga de la facultad expresa concedida por una
norma jurídica. En conclusión, en el caso sub judice, debe establecerse si la parte demandante esta o no
autorizada (legitimada en forma activa y extraordinaria) por el ordenamiento jurídico para formular la
pretensión indemnizatoria por daño al medio ambiente.

1.5. Considerando diversos criterios de clasificación de la legitimidad para obrar puede ser activa y pasiva,
principal y secundaria, permanente y transitoria, singular y plural, ordinaria y extraordinaria. Con respecto a
esta Ultima clasificación, importante para el presente caso, es necesario recordar que la excepción pertinente
de los emplazados esta dirigida a denunciar la inexistencia de la legitimidad para obrar activa y extraordinaria
de la parte demandante para proponer la pretensión indemnizatoria por diario ambiental. En tal sentido debe
puntualizarse que la legitimidad ordinaria corresponde a quien afirma ser titular de un derecho y por tanto
habilitado para formular una pretensión procesal, mientras que en Ia legitimidad extraordinaria, no obstante
no afirmarse ser titular de un derecho, la norma jurídica expresamente autoriza para proponer una pretensión
concreta.

1.6. En el presente caso, tanto Minera Yanacocha S.R.L. como Esteban Arturo Blanco Bar han formulado
excepción cuestionando la legitimidad para obrar activa, principal, permanente, singular y extraordinaria,
alegando que la demandante Quiróz Villaty carece de legitimidad para formular Ia pretensión indemnizatoria
por el dark) ambiental, a raíz del derrame del mercurio.

1.7. El Art. 82 concede Unicamente legitimidad para obrar extraordinaria y activa a las siguientes
instituciones: el Ministerio Público, los Gobiernos Regionales, los Gobiernos Locales, las Comunidades
Campesinas y/o las Comunidades Nativas en cuya jurisdicción se produjo el daño ambiental o al patrimonio
cultural y las asociaciones o instituciones sin fines de lucro que, según la Ley y criterio del Juez, este Ultimo
por resolución debidamente motivada, estén legitimadas para ello. De igual forma, las Rondas Campesinas
que acrediten personería jurídica, tienen el mismo derecho que las Comunidades Campesinas o las
Comunidades Nativas en los lugares donde astas no existan o no se hayan apersonado a juicio. En tal virtud,
la demandante carece de legitimidad para obrar, tanto ordinaria como extraordinaria, pues no esta autorizada
por el ordenamiento jurídico para proponer esta pretensión procesal indemnizatoria en la instancia judicial.

1.8. De otro lado, la sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expediente Nº 0221-1997-
AATTC, al referirse a Ia Iegitimatio ad causam para la defensa de los intereses difusos o colectivos, lo hace
en el marco normativo del Art. 26, tercer párrafo, de la Ley 23506, sobre Hábeas Corpus y Amparo, hoy
derogada, que habilitaba a cualquier persona a interponer demanda de amparo ante la violación o amenaza de
violación de derechos constitucionales de naturaleza ambiental, supuesto que no corresponde al presente
proceso, que tiene por objeto la indemnización que se tramita en la vía procedimental de conocimiento ante el
Juez civil, y no un proceso iniciado ante un Juez - Constitucional. De lo que se concluye que aquel argumento
de la actora y recurrente también carece de asidero jurídico.

2.- Conclusiones sobre Ia excepción de falta de legitimidad para obrar activa.

En esta parte se puede concluir que la excepción de falta de legitimidad para obrar de Ia parte
demandante, con relación a la pretensión indemnizatoria por el daño ambiental en el presente proceso, resulta
fundada, tal como efectivamente las instancias de mérito la han declarado. Por consiguiente, el recurso de
casación en este extremo debe ser desestimado al no haberse verificado la contravención a las normas que
garantizan el derecho a un debido proceso, como se denunció en el indicado recurso.

Al declararse fundado el recurso de casación por causal procesal, en cuanto a la excepción de conclusión
del proceso por transacción, carece de objeto pronunciarse sobre la causal material de inaplicación de las
normas contenidas en los Arts. 5 y 1305 del C.C. referida a la misma excepción.

IX. DE LA CAUSAL PROCESAL CASATORIA Y EL REENVIO.

La parte pertinente del Art. 396 previene que si la sentencia declara fundado el recurso, además de
declararse la nulidad de la sentencia impugnada, Ia Sala debe completar la decisión, y si se trata de Ia causal
prevista en el inciso 3 del Art. 386 (error in procedendo) debe reenviar y reponer el proceso al estado en que
se cometió el vicio procesal que determinó la sentencia casatoria. De ello se constata indubitablemente que si
se declara fundado el recurso por causal procesal, sea por contravención a las normas que garantizan el
derecho a un debido proceso o por infracción ins formas esenciales para la eficacia y validez de los actos
procesales, el proceso debe reenviarse al estadio procesal que corresponda para que el juzgador subsane el
vicio advertido y emita nueva decisión.

En el presente caso, se declara fundado el recurso de casaci6n por causal procesal en lo concerniente a la
excepción de conclusión del proceso por conciliación; entonces cabe preguntarse ¿puede resolverse en
instancia de mérito sobre la excepción si se ha declarado fundado el recurso por causal procesal?
Nuestro ordenamiento procesal no ha previsto expresamente normas a este respecto, razón por la que es
necesario integrar la norma procesal, tal come lo autoriza el Art. Ill, segundo párrafo, que establece que en
caso de vacío o defecto en las disposiciones del Código, se recurrirá a los principios generales del derecho
procesal y Ia doctrina y jurisprudencia correspondientes, en atención a las circunstancias del caso concreto.

En aplicación de los principios procesales de dirección del proceso, celeridad y economía procesal es
viable el pronunciamiento de este Colegiado en instancia de mérito sobre la fundabilidad de las excepciones y
defensas previas, aun cuando el recurso se estima por causal procesal, como en efecto se hace en la presente
resolución. El juzgador es el director y conductor del proceso, en todas las instancias y debe velar por la
rápida solución no solo del fondo del litigio sine de toda articulación de previo y especial pronunciamiento,
como es el caso de las excepciones, teniendo el deber de impedir cualquier dilación y procurar la economía de
esfuerzos, de gastos y de tiempo; pues, en el proceso, el tiempo es mas que ore, es justicia (Couture).

X. DE LOS EFECTOS DE LA SENTENCIA CASATORIA.

La jurisprudencia vinculante que se establece por Ia presente tiene fuerza vinculatoria para los jueces de
todas las instancias de la República, sere de obligatoria observancia para los casos similares, en los procesos
de naturaleza homologa desde el dia siguiente a su publicación oficial, hasta que no sea modificada por otro
pleno casatorio. No sere vinculante para los casos similares que ya fueron resueltos por resolución firme; por
tanto, no tendrá efectos retroactivos, sine alcances ex nunc, es decir, efectos solo a partir del dia siguiente de
su publicación.

Xl. DE LA CONSTITUCIONALIDAD DEL PLENO CASATORIO.

La Constitución (Art. 141) dispone, entre otros, que corresponde a Ia Corte Suprema fallar en casación.
Los Organos jurisdiccionales son la Corte Suprema de Justicia y las demás cortes y juzgados que determine su
ley orgánica (Art. 143, segundo párrafo). A su vez, la Ley Orgánica del Poder Judicial previene en su Art. 80
inc. 8 que son atribuciones de la Sala Plena las señaladas por la Constitución, la ley y el reglamento.
Precisamente la ley ordinaria, como es el caso del Código Procesal Civil, reconoce y regula en el Art. 400 Ia
doctrina jurisprudencial, la misma que tiene la calidad de jurisprudencia vinculante y que se genera en el
Pleno Casatorio. El mismo Código establece en su Décima disposición Complementaria y Final que sus
normas procesales se aplican preferentemente respecto de las reguladas en la Ley Orgánica del Poder Judicial.

De todo ello se desprende, sin lugar a dudas, que existe una cadena de remisiones legitimantes que
cautelan el principio de reserve de ley orgánica para establecer tanto la competencia de los Juzgados y
Colegiados en el conocimiento de los procesos come de los recursos impugnatorios. Por consiguiente, la
Constituci6n establece la estructura básica de los Organos jurisdiccionales, dentro de los cuales se encuentra
la Corte Suprema. La Ley Orgánica del Poder Judicial establece en parte la competencia, determinando los
asuntos que deben conocer los diferentes Organos jurisdiccionales, y en otra parte, remitiendo a una ley
ordinaria para fijar otras reglas y criterios de competencia. Esta ley ordinaria, para el proceso civil, viene a ser
esencialmente el Código Procesal Civil; por tanto, en virtud del principio de legalidad de la competencia, esta
se establece en atención a normas legales y a diversos criterios come materia, territorio, turno, cuantía y
función, según los casos. De ello se puede concluir que la competencia para conocer del recurso de casación
por parte de Ia Sala Plena en calidad de Pleno Casatorio, regulado por el citado Art. 400, cumple tanto con el
principio de reserve de ley como con la predeterminación legal que exigen los Arts. 143 y 139 inc. 3, segundo
párrafo de la Carta Fundamental. Además, debe tenerse en cuenta que los derechos al Juez predeterminado
por ley y al acceso a los recursos (Art. 139 inc. 6) son derechos de configuración legal, por cuanto el
legislador ordinario regula la forma y condiciones en que deben ejercitarse en un proceso; es decir, que se
establece por ley las reglas de competencia, los plazos, formalidades y recaudos que deben observarse y
cumplirse para interponer los recursos impugnatorios pertinentes.

En la sentencia de fecha 30 de Junio del 2003 recaída en el Exp. Nº 1013-2003-HC/TC, el Tribunal


Constitucional ha considerado que el derecho a la jurisdicción predeterminada por la ley este expresado en
términos dirigidos a evitar que se juzgue a una persona por Organos jurisdiccionales de excepción o por
comisiones especiales creadas exprofesamente y ex post facto o por jueces ad hoc. Este derecho significa que
la ley, con generalidad y con anterioridad al case, ha de contener los criterios de determinación competencial
para garantizar la independencia e imparcialidad del juez ha considerado aquel Tribunal que el derecho a la
predeterminación legislativa del juez:

“(...) no puede ser entendida en términos absolutos, no solo porque ningún derecho constitucional tiene tal
cualidad, sino, además, porque existen otros bienes y principios constitucionales que también exigen ser
optimizados”.

La competencia del Pleno Casatorio para expedir sentencia casatoria, con carácter vinculante, este
predeterminada por la ley. Además, persigue varias finalidades de relevancia constitucional como la
aplicación e interpretación correcta del derecho objetivo, Ia uniformidad de Ia jurisprudencia, hacer efectivo
el derecho de igualdad en los justiciables, optimizar el principio de seguridad y certeza, así como hacer
predecible la impartición de justicia en nuestro país. Por lo demás, en el Código de Procedimientos Penales se
regulo desde 1940 el Recurso de Revisión penal, el mismo que era ventilado y resuelto por la Sala Plena de la
Corte Suprema en ejercicio de una potestad jurisdiccional predeterminada por la ley.

XII. RESOLUCION:

Por estos fundamentos, NUESTRO VOTO es porque se declarare FUNDADO en parte el recurso de
casación interpuesto por doña Giovanna Angélica Quiróz Villaty, por derecho propio y en representación de
sus hijos Euler Jonathan y José Ronny Mendoza Quiróz, y Walter Steve Cuenca Quiroz; se CASE la
resolución impugnada, en consecuencia, NULO el auto de vista de fecha 27 de diciembre del 2006, corriente
a fojas 1358, y actuando en sede de instancia, SE REVOQUE la resolución apelada dictada en la Audiencia
de Saneamiento Procesal del 08 de enero del 2004, en el extremo que declara FUNDADA la excepción de
conclusión del proceso por transacci6n respecto a los menores Euler Jonathan y Jose Ronny Mendoza Quiroz,
así como Walker Steve Cuenca Quiroz, propuesta por Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A. y
Esteban Arturo Blanco Bar, y REFORMANDOLA se declare IMPROCEDENTE esta excepción; se
REVOQUE la misma resolución del Juez de Primera Instancia en cuanto declara INFUNDADA la excepción
de conclusión del proceso por transacción referida a la demandante Giovanna Angelica Quiróz Villaty, y
REFORMANDOLA se declare IMPROCEDENTE esta excepción. Se declare INFUNDADO el recurso de
casación en la parte referida a Ia excepción de falta de legitimidad para obrar de la parte demandante respecto
de la pretensión indemnizatoria por daño al medio ambiente propuesta por los nombrados emplazados Minera
Yanacocha S.R.L. y Esteban Arturo Blanco Bar. Se DECLARE que carece de objeto pronunciarse sobre la
causal de inaplicación de normas de derecho material respecto de la excepción de conclusión del proceso por
transacción. DECLARARON que constituye doctrina jurisprudencial con carácter vinculante conforme a los
alcances y efectos previstos en el octavo y décimo sétimo considerandos, respectivamente, lo siguiente:

1. Como se previene en el Art. 443, resulta procedente la excepción de conclusión del proceso por
transacción si concurren los dos siguientes requisitos: a) cuando se inicia un proceso idéntico a otro anterior;
y b) que el primer proceso idéntico haya concluido por transacción judicial homologada por el juez que
conoce del proceso. En consecuencia, la procedencia de la excepción indicada importa necesariamente la
existencia de dos procesos idénticos, de tal modo que la transacción extrajudicial alegada por Ia parte
emplazada, al no haber sido celebrada dentro de un proceso, no puede configurar un supuesto de proceso
idéntico y, en tal virtud, no puede sustentar válidamente la excepción de conclusión del proceso.

2. Si el demandado opone la transacción extrajudicial, debe hacerlo en el escrito de contestación de la


demanda y en calidad de defensa de fondo, alegando la extinción de la obligación demandada por efecto de
aquella, para que el juez se pronuncie sobre esta defensa material en la sentencia.

3. Desde que en las defensas de fondo se discute el derecho sustancial, es en la sentencia donde podrá
definirse si la transacción extrajudicial extinguió, total o parcialmente, la obligación que se reclama en la
demanda.
4. Para el patrocinio de intereses difusos, en un proceso civil, únicamente tienen legitimidad para obrar,
active y extraordinaria, las instituciones y comunidades a que se refiere el Art. 82, por cuanto es una
colectividad la titular de los intereses o derechos transpersonales y no una persona individualmente
considerada.

5. Si bien, cuando se declare fundado el recurso de casación por una causal procesal (error in procedendo)
se debe reenviar la causa a la instancia pertinente para que el Juzgador subsane el vicio procesal encontrado y
emita nueva decisión, a tenor de lo dispuesto en el Art. 396; sin embargo, se advierte un vacío normativo para
el supuesto de que en sede casatoria se ampare o desampare una de las excepciones previstas en el Art. 446
del mismo cuerpo legal o una defensa previa; ante tal vacío. debe integrarse la norma procesal aplicando los
principios de dirección, economía y celeridad procesal y procederse a emitir pronunciamiento en sede de
instancia sobre la procedibilidad y fundabilidad de las excepciones y defensas previas.

Se DISPONGA la publicación en el Diario Oficial El Peruano; en el proceso de conocimiento seguido por


Giovanna Angelica Quiróz Villaty y Otros contra Minera Yanacocha S.R.L. y Otros sobre indemnización de
daños y perjuicios. Vocal ponente señor Ticona Postigo.

SS.

Antonio Pajares Paredes

Hugo Sivina Hurtado

Víctor Lucas Ticona Postigo

Jorge Alfredo Solis Espinoza

Jacinto Julio Rodríguez Mendoza

José Luis Lecaros Cornejo

María del Carmen Rita Gallardo Neyra

Secretaria General de la Corte Suprema

de Justicia de la República

PLENO CASATORIO - VOTO EN MINORIA

Casación Nº 1465-2007-Cajamarca

Demandantes :

Giovanna Angelica Quiroz Villaty; Walter Steve Cuenca Quiroz; Euler Jonathan Mendoza Quiroz y Josè
Ronny Mendoza Quiroz.

Demandados :

Empresa Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Arturo Blanco Bar.

Materia :
Indemnización por daños y perjuicios

Proceso :

Conocimiento

Sumario :

I.- DEL PROCESO.

1.- Demanda.

2.- Contestaci6n.

II.- DE LAS EXCEPCIONES.

1.- De la demandada Minera Yanacocha S.R.L. (fojas 248)

2.- De la denunciada civil Ransa Comercial S.A. (fojas 752)

3.- Del litisconsorte necesario pasivo Esteban Arturo Blanco Bar. (fojas 1173)

4.- resolución de Excepciones.

III.- PARTES DE LA RESOLUCION DE VISTA IMPUGNADAS EN EL RECURSO DE


CASACION.

Extremos del auto de vista que son materia de recurso de casación.

IV.- CAUSALES DEL RECURSO Y SUS FUNDAMENTOS.

V.- CONSIDERACIONES PREVIAS.

1.- Motivación y argumentación jurídica.

2.- De los fines de la casación.

3.- De la Doctrina Jurisprudencial.

4.- El derecho de contradicci6n y los medios de defensa.

5.- De los presupuestos procesales y las condiciones del ejercicio valido de Ia acción.

6.- De las defensas de forma y las defensas de fondo.

VI.- LINEAS JURISPRUDENCIALES CONTRA-DICTORIAS DE LAS SALAS CIVILES DE LA


CORTE SUPREMA.

1.- razón de relatoria y convocatoria al Pleno Casatorio.

2.- Criterio jurisprudencial de Ia Sala Civil Permanente.


3.- Criterio jurisprudencial de la Sala Civil Transitoria.

VII.- FUNDAMENTOS SOBRE LA EXCEPCION DE CONCLUSION DEL PROCESO POR


TRANSACCION.

1.- Sobre la transacción.

2.- Clases de transacción.

3.- Efectos distintos según se trate de transacci6n extrajudicial o de transacción judicial.

4.- Diferencias entre la transacción y la Cosa Juzgada.

5.- De la excepción de conclusión del proceso por transacción.

6.- De la razonabilidad de los derechos fundamentales de acción y contradicción.

7.- De la aparente antinomia de las normas procesales y sustantivas sobre la excepción de transacción.

8.- Criterio de nuestra jurisprudencia sobre la excepción de transacción judicial como defensa de forma.

9.- De la inaplicabilidad de la doctrina de los Actos Propios al presente caso.

10.- Del Informe Defensorial Nº 62 sobre el caso sub materia.

VIII.- FUNDAMENTOS SOBRE LA EXCEPCION DE FALTA DE LEGITIMIDAD PARA


OBRAR DE LA PARTE DEMANDANTE.

1.- La falta de legitimidad para obrar como excepción.

2.- Conclusiones sobre la excepción de falta de legitimidad para obrar activa.

IX.- DE LA CAUSAL PROCESAL CASATORIA Y EL REENVIO.

X.- DE LOS EFECTOS DE LA SENTENCIA CASATORIA.

XI.- DE LA CONSTITUCIONALIDAD DEL PLENO CASATORIO.

XII.- RESOLUCION.

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