Primer Pleno Casatorio Civil
Primer Pleno Casatorio Civil
Primer Pleno Casatorio Civil
CASACION Nº 1465-2007-CAJAMARCA
SENTENCIA DEL PLENO CASATORIO
Casación Nº 1465-2007-Cajamarca
Sumario:
I.- Introducción.
V.- Consideraciones.
E.- Regla de Derecho: venire contra factum (teoría de los actos propios).
VIII.- Conclusiones.
IX.- Fallo.
Casación Nº 1465-2007-Cajamarca
En la ciudad de Lima, Perú, a los veintidós días del mes de enero de dos mil
ocho, los señores vocales supremos, reunidos en sesión de Pleno Casatorio, por
mayoría en un extremo y por unanimidad en otro, han expedido la siguiente
sentencia, de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 400 del Código Procesal Civil.
Vista que fue la causa en audiencia pública del Pleno Casatorio de fecha
dieciocho de diciembre de dos mil siete, oídos los informes orales de los abogados
de las demandadas; de conformidad con lo opinado por el Ministerio Público,
discutida y deliberada que fue la causa, SE RESUELVE:
I.- INTRODUCCIÓN:
1.- A fojas 190 del tomo I del cuaderno de excepciones (que forma parte de
estos autos) corre en copia el escrito de demanda presentado por Giovanna
Angélica Quiroz Villaty, por su propio derecho y en representación de sus hijos
Euler Jonathan y José Ronny Mendoza Quiroz, y Walker Steve Cuenca Quiroz, a
través de la cual emplaza a la Empresa Minera Yanacocha S.R.L., solicitando el
pago de una indemnización por daños y perjuicios proveniente de responsabilidad
civil extracontractual.
2.- Manifiesta que el 02 de junio del año 2000, en circunstancias que el chofer
Arturo Blanco Bar, que conducía el camión con placa de rodaje Nº YG-9621,
marca Volvo, de propiedad de la empresa Ransa Comercial S.A., transportaba
mercurio, de propiedad de Minera Yanacocha S.R.L., con destino a la ciudad de
Lima, se produjo un primer derrame de dicho metal en el centro poblado de San
Juan, dando lugar a que un aproximado de cuarenta pobladores del lugar
recogieran el mercurio sin saber los efectos dañinos del mismo. Posteriormente,
entre las 5: 30 y 5: 40 p.m. del mismo día, se produjo un segundo derrame de
aproximadamente 152 Kg. de mercurio, en las localidades de Chotén, San Juan,
La Calera, el Tingo, San Sebastián y Magdalena, esto en una longitud aproximada
de 27 Km de la carretera.
3.- Acota la accionante que por su brillo y forma, e ignorando que se trataba de
una sustancia tóxica, los pobladores comenzaron a recoger el mercurio hasta altas
horas de la madrugada, empleando para dicha recolección sus manos e incluso su
boca como medio de aspiración. Al guardar el mercurio en sus hogares, sus
familiares que recogieron el mercurio también se intoxicaron debido a los gases
que emanaba éste.
4.- Al contestar la demanda, que corre en copia a fojas 765, Minera Yanacocha
S.R.L. sostiene que no fue informada oportunamente por el chofer de la empresa
Ransa Comercial S.A. (encargada del transporte) respecto del derrame y que al
tomar conocimiento del mismo, adoptó las medidas necesarias para evitar
perjuicios, informando sobre la toxicidad del producto, lo cual resultó poco exitoso
debido a la negativa de los pobladores a devolver el mercurio que recogieron y
guardaron en sus hogares. Sostiene que la causa determinante de la exposición y
elevación del nivel del mercurio en el organismo de los pobladores afectados fue
su propia imprudencia. Asimismo, manifiesta que el hecho de que la demandante
y sus menores hijos hayan presentado niveles de mercurio mayores a los
normales en su organismo, como consecuencia del derrame producido, no
necesariamente implica que éstos hayan sido intoxicados por dicho elemento; de
todos modos celebraron transacciones extrajudiciales a favor de ella y sus hijos,
teniendo dichos actos jurídicos calidad de cosa juzgada en mérito a lo dispuesto
por el artículo 1302 del Código Civil.
Por otro lado, la empresa minera, a fojas 687, formula denuncia civil contra
Ransa Comercial S.A., por ser la empresa encargada del transporte del mercurio
el día en que ocurrieron los hechos.
5.- Tanto Ransa Comercial S.A. y Esteban Arturo Blanco Bar, sostienen que se
limitaron a transportar los balones conteniendo mercurio y que fue minera
Yanacocha S.R.L. quien no cumplió con entregar la mercadería al transportista en
condiciones adecuadas para un traslado seguro. Además sostienen que se ha
presentado el supuesto de fractura causal por el hecho propio de la víctima, pues
no fue el derrame de mercurio lo que ocasionó daños a la demandante, sino su
negligencia al manipularlo, llevarlo a su hogar y exponer a su familia a los gases
tóxicos.
B.- De las excepciones de Ransa Comercial S.A. (fojas 752 del tomo II)
C.- Del litisconsorte necesario pasivo Esteban Arturo Blanco Bar (fojas 1173 del
tomo III)
8.- Apelada que fuera la citada resolución, la Sala Civil de Cajamarca, mediante
auto de vista del 25 de julio de 2005, confirma la alzada (por unanimidad) en
cuanto declara infundada la excepción de falta de legitimidad para obrar de la
demandada Ransa Comercial S.A. y fundada la excepción de falta de legitimidad
para obrar por daño ambiental; confirma (por mayoría) en los extremos que
declara infundada la excepción de prescripción extintiva de la acción; infundada la
excepción de conclusión del proceso por transacción referido a la accionante
Giovanna Quiroz; fundada la excepción de conclusión del proceso respecto a los
hijos menores de edad de la actora, deducida por la empresa minera; la
Revocaron en el extremo que declara fundada la excepción de conclusión del
proceso por transacción referido a los menores de edad, deducida por los
demandados Ransa Comercial S.A. y Arturo Blanco Bar; infundada la excepción
de conclusión del proceso por transacción respecto a la actora, deducida por la
empresa minera e infundada la excepción de falta de legitimidad para obrar pasiva
deducida por la misma empresa minera; Reformándola: declararon infundada la
excepción de conclusión del proceso por transacción referida a los menores de
edad, deducida por Ransa y Arturo Blanco Bar, fundada la excepción de
conclusión del proceso por transacción respecto a la actora, deducida por la
minera demandada, y fundada la excepción de falta de legitimidad para obrar
pasiva deducida por la misma empresa minera, en consecuencia nulo todo lo
actuado y por concluido el proceso.
a). Señala la impugnante que conforme al inciso 10 del artículo 446 del Código
Procesal Civil, sólo se puede proponer la excepción de conclusión del proceso por
transacción si se llega a establecer que la misma ha puesto fin a un proceso
judicial, es decir previamente ha debido existir un proceso judicial que haya
terminado con transacción. Del mismo modo el artículo 453 inciso 4 del citado
cuerpo procesal, requiere la existencia de procesos idénticos para poder amparar
la excepción de transacción, situación que no se presenta en el caso de autos, al
tratarse de una transacción que no puso fin a ningún proceso judicial y tampoco
fue homologada por juez alguno; habiéndose, además, contravenido principios
jurisprudenciales establecidos por la Corte Suprema en casaciones anteriores,
como por ejemplo la casación Nº 730-2005;
V.- CONSIDERACIONES:
Sin perjuicio de ello, cabe dejar constancia que si bien es cierto que en el auto
que declara procedente el recurso de Casación se ha hecho expresa referencia
solamente a las causales de inaplicación de normas materiales y contravención al
debido proceso en cuanto a la excepción de transacción, mas no así en cuanto a
la excepción de Falta de Legitimación para obrar de la demandante para accionar
por daño ambiental; tal omisión ha sido subsanada al haberse dispuesto en la
parte resolutiva de manera genérica que se declaraba procedente el recurso por
las causales denunciadas (por los tres motivos reseñados), tanto más si es que el
Ministerio Público ha emitido dictamen pronunciándose sobre todos los extremos
denunciados y la parte demandada no ha alegado nulidad alguna, por lo que
cualquier posible vicio de orden procesal ha quedado subsanado, más aún si es
que el mismo no resulta trascendente para impedir que se resuelva el caso de
autos.
Por tal razón, para un mejor entendimiento del caso sub judice, se ha
considerado oportuno abordar determinados tópicos que tienen estrecha relación
con los hechos debatidos y las denuncias expuestas en el Recurso de Casación.
En mérito a ello, se expondrá, en primer lugar, los criterios y posiciones
manifestadas por ambas salas civiles supremas; a continuación se seguirá un
orden de exposición que abarque la institución de la Transacción tanto en su
vertiente sustancial como procesal, además de otras instituciones afines que
convienen traerse a colación para un mejor esclarecimiento y resolución del caso
sub litis.
I.- Transacción celebrada por doña Giovanna Angélica Quiroz Villaty, por
derecho propio, con Minera Yanacocha S.R.L.:
- En mérito a dicha sentencia, con fecha 10 de enero de 2002 la empresa minera cumple
con pagar a la madre del menor el saldo pendiente de s/. 5 625.00 Nuevos Soles. El pago se
realiza con firmas legalizadas ante Notario.
La transacción celebrada por escritura pública producía sus efectos desde que
era otorgada legalmente, en tanto que la hecha por escritura privada lo hacía
desde que se traducía en instrumento público y se protocolizaba y la que se hacía
ante el juez cuando se legalizaran las firmas.
“Artículo 1307: Por la transacción dos o más personas deciden sobre algún
punto dudoso o litigioso, evitando el pleito que podría promoverse, o finalizando el
que está promovido”
Esta calificación jurídica luego variaría con el Código Civil de 1936, el que
consideró a la Transacción como un medio de extinguir obligaciones. La Comisión
Revisora del Código Civil de 1852 (que elaboró el corpus legal de 1936), manifestó
que si era un acto jurídico en virtud del cual las partes, haciéndose concesiones
recíprocas, extinguen obligaciones dudosas o litigiosas, era forzoso convenir en
que la transacción no era propiamente hablando un contrato sino un verdadero
modo de extinción de los actos jurídicos en general, porque por ella se podían
extinguir derechos reales y derechos hereditarios.
10.- Es por ello que los profesores Castillo Freyre y Osterling Parodi señalan
que la transacción es un acto jurídico, puesto que constituye una manifestación de
voluntad destinada a crear, regular, modificar o extinguir relaciones jurídicas, pero,
asimismo, puede ser un contrato al versar sobre relaciones jurídicas patrimoniales
(puesto que los derechos extrapatrimoniales son intransigibles), por lo que ambos
conceptos no resultan ser excluyentes sino complementarios.
d) Tiene valor de cosa juzgada: La parte final del artículo 1302 de nuestro
actual Código Civil le otorga tal condición a la transacción, aspecto sobre el que
regresaremos más adelante cuando tratemos específicamente sobre la vinculación
de la transacción con la cosa juzgada y su posibilidad de proponerse como
excepción en ese sentido.
13.- Concordante con lo dicho, el artículo 1303 del Código Civil es expreso al
consignar que: “La transacción debe contener la renuncia de las partes a cualquier
acción que tenga una contra otra sobre el objeto de dicha transacción.”, dejando
en claro la relevancia del elemento reciprocidad en esta figura extintiva. El sentido
del artículo es evidente, tomando en cuenta la finalidad de la transacción, cual es
la de no reabrir el asunto que dejó de ser controvertido, dudoso o litigioso; por lo
tanto la eficiencia y practicidad, que constituyen las ventajas de la transacción,
giran alrededor de esta economía en términos de tiempo, recursos e
incertidumbre. Estos beneficios se tornarían estériles si la transacción no tuviera la
calidad de definitiva, es decir, si pudiera iniciarse, reiniciarse o proseguir un
proceso judicial sobre el mismo tema, al cual las propias partes encontraron
solución y convinieron en ella13.
14.- Ahora bien, nuestro Código Procesal Civil también regula sobre la
transacción judicial, la misma que debe ser homologada por el juez de la causa
conforme se estipula en el artículo 337, el mismo que a la letra dice:
Seguidamente se regula:
15.- Como nota adicional deviene en ilustrativo consignar que de las sesenta y
dos modificaciones que se realizaron a diversos artículos del Código Civil,
mediante la Primera Disposición Modificatoria del Código Procesal Civil, ninguna
se refiere a las normas de la transacción, es más existe el artículo 338 antes
citado que es remisivo a las reglas contendidas en el Código sustantivo, lo que
demuestra que el legislador procesal no tuvo intención alguna de restarle eficacia
a la transacción extrajudicial, de lo contrario hubiera modificado o derogado toda la
normativa citada.
Si bien es cierto que el artículo 453 del Código Procesa Civil precisa que:
No resulta menos cierto que se puede optar por uno de dos caminos, o el de la
aplicación literal de dichos supuestos o el de interpretar sistemáticamente los
mismos dentro del marco constitucional de la tutela jurisdiccional efectiva, así
como de los fines del proceso, además del principio de autonomía de la voluntad;
esto es de buscar la solución a un caso concreto de manera cierta sin dar pie a
sucesivos litigios.
17.- Si nos inclinamos por la primera opción, es decir por la aplicación literal de
la norma jurídica procesal, se consideraría que la transacción extrajudicial no
puede ser alegada como Excepción procesal, por el contrario deberá alegarse
como defensa de fondo, es decir, como parte de la contestación de la demanda.
En cambio si ponderamos la segunda alternativa, esto es, de la interpretación
sistemática de la norma procesal, arribaremos a la conclusión que se puede alegar
la Transacción Extrajudicial como defensa de forma y por ende estaría
considerada dentro del supuesto previsto por el artículo 446 inciso 10 del Código
Procesal Civil.
Como dato histórico mencionamos que el artículo 1728 del Código Civil de
1852 decía que: “La transacción produce entre las partes la excepción de cosa
juzgada; y puede interponerse en cualquier estado de la causa.” Coligiéndose de
ello, que se le otorgaba la condición de excepción mixta, al poderse oponer como
dilatoria o perentoria de acuerdo a lo antes mencionado.
Continúa citando Francisco Peláez, esta vez a Carreras Llansana quien opina
que: “Para que exista cosa juzgada en sentido material, es indispensable, por
definición, que se haya juzgado, es decir, que exista verdadero y propio juicio
sobre una cuestión entre partes. Si no existe una verdadera norma o regla sobre
relaciones jurídicas, si falta como hemos visto esta imperatividad que es sólo
propia de la sentencia dictada en el proceso contencioso, no cabe afirmar que
exista propiamente un juicio ni cosa juzgada“23.
24.- En la misma línea doctrinal Agustín Luna Serrano opina que, tampoco
habría de tener la transacción el valor de cosa juzgada en el sentido positivo de
ser vinculante para el juez, puesto que al no haber juicio no se da el presupuesto
de la regla tradicional res iudicata pro veritate habetur, por lo que sostiene que si
alguna de las partes “…intentase repristinar la discusión ante los órganos
jurisdiccionales, la otra podría oponerle útilmente, con la misma fuerza que la
exceptio rei judicate, la exceptio litis per transactionem finitae.”24
29.- Concluimos que no existe basamento lógico que sirva de obstáculo para
que la Transacción Extrajudicial se oponga como defensa de forma, de lo contrario
se estaría desconociendo sus efectos extintivos así como su utilidad como medio
eficaz para solucionar futuros litigios, además de instrumento para alcanzar la paz
y armonía entre las partes.
No se halla motivo razonable para exigir a las partes a litigar por un alongado
tiempo, sabiendo que se concluirá finalmente por el amparo de la defensa
propuesta, cuando bien puede acogerse la misma como excepción procesal, con
ello no sólo se estaría actuando en aplicación del principio de Economía Procesal
sino también se estaría descartando la aplicación literal, y por tanto perjudicial, de
las normas procesales contenidas en los artículos 446 inciso 10 y 453 del Código
Procesal Civil, tanto más si es que se está ante un claro supuesto de ausencia de
interés para obrar en el proceso.
31.- Resulta muy oportuno traer a colación lo dicho por el jurista brasileño
Carlos Álvaro de Oliveira, a propósito del formalismo en el proceso civil, quien
comenta que “…la clave del problema consiste en la posibilidad de que el poder
organizador, ordenador y disciplinario del formalismo -en vez de servir a la
realización del derecho- contribuya al aniquilamiento del propio derecho o a un
retraso irrazonable de la solución del litigio. En este caso, el formalismo se
transforma en su contrario: deja de constituir una herramienta útil para la
realización de la justicia material y pasa a ser su verdugo; en vez de propiciar una
solución rápida y eficaz del proceso, contribuye a la extinción de éste sin
juzgamiento del mérito, impidiendo que el instrumento alcance su finalidad
esencial.
En esta labor tendrá a su favor los criterios de la razonabilidad, puesto que ante
la pluralidad de exigencias provenientes de diversas fuentes, su única solución
será la de acudir a lo que la doctrina y la jurisprudencia han venido
denominando “juicio de razonabilidad”, que no es otra cosa que un juicio sensato y
lógico desde un punto de vista constitucional31.
El primer aspecto que conviene resaltar es que toda norma de Derecho, por
muy claros que parezcan los signos con los que se manifiesta, necesita de la
interpretación del jurista, pues una cosa es que la letra (en el caso de la ley) o el
uso (en el caso de la costumbre) se muestren como perfectamente definidores de
un contenido concreto que aparentemente no ofrezca dudas y otra muy distinta
que ello sea efectivamente así, pues hasta haber analizado aquellos signos no se
estará en condiciones de determinar su claridad o su complejidad. No hay que
confundir la facilidad o dificultad que brinde cada norma para captar su significado
con la existencia o inexistencia de una tarea interpretativa, que en todo caso es
necesario poder traducir y comprender los signos a través de los cuales se
presenta.
Aunque siga teniendo vigencia el antiguo principio ‘in claris non fit interpretatio
(constantemente recordado por la jurisprudencia), hay que entenderlo en el
sentido de que, si después de haberse comprobado el contenido de una norma no
parece descubrirse ninguna consecuencia distinta de las que reflejan sus signos,
no puede el interprete atribuirse facultad alguna para modificar su alcance, pero no
en el que no sea precisa ninguna labor investigadora cuando a simple vista no
exista duda en su significado, ya que, como antes se ha advertido, para averiguar
esto se hace siempre preciso analizar la forma material con la que se presenta
revestida la norma.”32
a). Criterio gramatical: este criterio exige que la interpretación de las normas
se haga atendiendo al sentido propio de las palabras. Se llama un criterio
promovido por el llamado literalismo, que es precisamente una corriente de
interpretación que estima que el lenguaje es lo único que hay que entender a la
hora de interpretar34.
Aunque este criterio ha sido presentado por algunos como suficiente, no parece
que sirva como único criterio a la hora de determinar un significado. Más bien se
constituye en un presupuesto de toda interpretación, por lo que su utilización debe
ser desde la perspectiva sistemática. En este sentido parece que se está en
presencia de un metacriterio general, necesario en cualquier interpretación, pero
insuficiente. También puede ser contemplado como criterio dentro del sistemático,
que sirve para dotar de significado a la idea de coherencia, en el sentido de que
exige interpretar de forma semánticamente coherente con el ordenamiento.
b).- Criterio sistemático: Según este criterio las normas cobran sentido en
relación con el texto legal que las contiene o con el ordenamiento. El criterio
sistemático puede operar bien desde la perspectiva de la adecuación lógica de la
norma con las restantes (donde se conecta con el literal), bien desde la de la
adecuación teleológica y valorativa de la norma respecto a las demás.
37.- Por tal razón, el artículo 1302 del Código Civil es meridianamente claro (y
por ende preciso), puesto que prescribe que la transacción tiene por cometido el
poner fin a una controversia evitando así un pleito que podría promoverse o
finalizando el ya iniciado, resultando excesivo y formalista que se exija litigar a las
partes en un fatigoso proceso judicial, para arribar finalmente a la conclusión que
el fondo de la controversia ya ha sido resuelto por ellas mismas, cuando bien se
pudo poner fin al proceso amparando la excepción propuesta35.
38.- Por ello, resulta equivocado, sostener a priori, que no se puede dar cabida
a la transacción extrajudicial como medio de defensa de forma porque ésta “puede
adolecer de nulidad o anulabilidad” conforme sostiene un autor nacional36.
Mantener tal presunción, sería cuestionar la validez de cuanto acto jurídico se
celebre en nuestro medio y por ende, bajo esas premisas, se tendría que
considerar, por ejemplo, que tampoco resultaría amparable la excepción de
convenio arbitral porque ésta podría estar viciada de nulidad o anulabilidad,
dándose incluso cabida a otras posibilidades invalidantes sobre todos los negocios
jurídicos celebrados, creando un ambiente de total incertidumbre e inseguridad
jurídica.
Por todo ello, si bien el texto legal sigue siendo un elemento fundamental en el
momento de interpretación y aplicación de la norma, esa aplicación es un proceso
de integración recíproca de lo individual y de lo universal, por lo que, ni el texto de
la norma es suficiente ni la aplicación de ella al caso concreto deja de influir en el
momento de la interpretación. La sumisión del juez a la ley no equivale a la
sujeción a un texto literal, admite un margen que, dentro de esa vinculación,
permite soluciones más abiertas37.
40.- El brocardo jurídico de origen romano arriba citado no es otra cosa que la
actualmente denominada Teoría de los Actos Propios, la misma que, según Mario
Castillo Freyre, está conceptuada como una limitación al ejercicio de los derechos
subjetivos, impuesta por el deber de un comportamiento coherente con la
conducta anterior del sujeto que suscita en otro una fundada confianza40.
Luis Díez-Picazo precisa que la regla de “nadie puede venir contra sus propios
actos” ha de interpretarse en el sentido de que toda pretensión, formulada dentro
de una situación litigiosa, por una persona que anteriormente ha realizado una
conducta incompatible con esta pretensión, debe ser desestimada, acotando que
desde el punto de vista del Derecho sustantivo, la inadmisiblidad de venir contra
los propios actos constituye técnicamente un límite del ejercicio de un derecho
subjetivo o de una facultad, derivado del principio de buena fe y particularmente de
la exigencia de observar, dentro del tráfico jurídico, un comportamiento
coherente41.
Por lo tanto, la teoría de los actos propios constituye una Regla de Derecho
derivada del principio general de la Buena Fe, que sanciona como inadmisible
toda pretensión lícita pero objetivamente contradictoria con respecto al propio
comportamiento anterior efectuado por el mismo sujeto44.
42.- Resulta esclarecedor lo dicho por Luis Moisset de Espanés, quien,
comentando la regla de que no es admisible que uno venga a actuar en contra de
sus propios actos, menciona que: “Es necesario reconocer que la doctrina ha
estado siempre presente en numerosos fallos [se refiere a los tribunales
argentinos], pues repugna al más elemental sentido de justicia el que un litigante
pretenda maliciosamente negar lo que antes ha afirmado…”45. Seguidamente da
una serie de ejemplos de conductas que atentan contra la buena fe, donde
encuentra aplicación la doctrina de los actos propios, como en el caso donde una
parte ejercita derechos anteriormente renunciados, siendo este el supuesto que se
presenta precisamente en la controversia materia de la presente casación, donde
la accionante pretende reclamar derechos anteriormente renunciados.
43.- Según la doctrina, la Teoría de los Actos Propios tiene como presupuestos:
a) Una conducta vinculante; b) Una pretensión contradictoria y, c) Identidad
de sujetos46:
En tales actos jurídicos, las partes acordaron que Minera Yanacocha S.R.L.
indemnizaba a los afectados por el derrame de mercurio que ocurrió en su
localidad, en tanto que la ahora accionante renunciaba a iniciar cualquier proceso
judicial o reclamo al respecto, puesto que se daba por indemnizada
completamente por los daños irrogados a su persona y a sus menores hijos como
producto de la manipulación del mercurio que se derramó del camión de la
empresa Ransa S. A.
45.- Conforme se observa, las transacciones fueron celebradas entre las partes
de común acuerdo; es más, en el caso de los menores se contó con las
correspondientes autorizaciones judiciales para dar legalidad a dichos negocios
jurídicos, por lo que se entiende que las mismas tienen plena validez y eficacia;
ergo, resulta contradictorio que la accionante, pretendiendo desconocer
actuaciones anteriores, interponga demanda por indemnización alegando haberse
producido un daño mayor al que fue materia de transacción. Asimismo, los
negocios jurídicos transaccionales aludidos no fueron tachados de falsos o nulos
por la actora cuando absolvió las excepciones que le opusieran los demandados,
hecho del que nos volveremos a ocupar con más detalle considerandos adelante.
46.- Sobre esta conducta desplegada por la actora, resulta necesario referirse a
lo dispuesto por el Código Civil vigente, en lo que concierne al régimen general de
los contratos. Tal es así que, en sus artículos 1361 y 1362 se consagran los
principios de obligatoriedad de los contratos y de la buena fe, principio este último
que debe existir en sus etapas de negociación, celebración y ejecución de los
mismos, por ello establecen que:
Ahora bien, esta afirmación resulta ser una presunción iuris tantum puesto que
el mismo artículo 1361 admite la posibilidad de probar en contrario, esto es que
alguna de las partes llegue a sustentar que lo expresado en el contrato no es fiel
reflejo de su real voluntad, extremo éste que deber analizado a luz del principio de
la Buena Fe, de lo contrario la simple alegación en ese sentido -sobre la
discordancia- daría pie a cuestionar la validez de los contratos por la sola decisión
unilateral de las partes.
47.- Es por ello que el artículo 1362 contempla que los contratos deben
negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas de la Buena Fe y común
intención de las partes. Ello significa que se entiende que el contrato debe ser
celebrado bajo un principio ético, donde los celebrantes confíen entre sí, razón por
la cual el Derecho ha optado por consagrar la Buena Fe Objetiva.
<<Entre los comentaristas de este Código [se refiere al de 1936], el que trata
mejor el tema de la común intención es Cornejo, quien dice que “la intención
representa la dirección teleológica de la voluntad, es la voluntad dirigida a un fin”,
agregando que la intención común “consiste en la unificación del querer de ambas
partes en el propósito de crear una obligación jurídica, en lo que los alemanes
llaman la ‘voluntad del negocio’, atingente al contenido jurídico del contrato y no a
los fines prácticos.”
Resulta así que la “común intención” de que habla el artículo 1362 del Código
Civil de 1984 debe ser entendida como la “voluntad común” mencionada en el
artículo 1361 del mismo Código, o sea la absoluta coincidencia de las voluntades
de las partes en relación al objeto del contrato, que es la creación (regulación,
modificación o extinción) de la relación jurídica patrimonial. >>48
48.- De ello emerge que, cuando se celebra un contrato, las partes se vinculan
a los términos del mismo, puesto que ellos han sido fijados como expresión de la
autonomía de la voluntad de estas; en todo caso, si alguna de ellas pretendiera
alegar la existencia de algún vicio en su celebración, así lo debe hacer saber,
procediendo a tomar las acciones que correspondieren, pero de modo alguno
resulta aceptable que de manera unilateral desconozca los efectos del contrato
porque así le parece.
52.- El artículo 1447 del Código Civil señala que: “La acción rescisoria por
lesión sólo puede ejercitarse cuando la desproporción entre las prestaciones al
momento de celebrarse el contrato es mayor de las dos quintas partes y siempre
que tal desproporción resulte del aprovechamiento por uno de los contratantes de
la necesidad apremiante del otro.”; en tanto que en el artículo 1455 es taxativo al
prescribir que no procede la acción de rescisión por lesión en la transacción ni en
las ventas hechas por remate público.
53.- La Comisión Revisora del Código Civil de 1936 que dio a luz el vigente de
1984, decía que:
Seguidamente añade:
56.- Dada la trascendencia del hecho que da origen a esta y otras demandas
similares que se encuentran en curso, la Defensoría del Pueblo se pronunció con
relación al derrame de mercurio que afectó a las localidades de San Sebastián de
Choropampa, Magdalena y San Juan en la provincia de Cajamarca, emitiendo el
Informe Defensorial Nº 62, de diciembre de 2001.
Se procesó penalmente al chofer del camión, Esteban Arturo Blanco Bar por el
delito contra la vida el cuerpo y la salud, como único responsable, y contra los
directivos de Yanacocha y de Ransa por el delito contra la seguridad pública y
delito de peligro común, en sus figuras de formas culposas en agravio de la
sociedad, reservándose el Fiscal el derecho de denunciarlos por delito ecológico.
No habiéndose constituido en parte civil ninguno de los agraviados.
Finalmente, sólo se sentenció al chofer del camión a dos años pena privativa
de la libertad con ejecución suspendida, no habiendo sido apelada la sentencia.
Según la Defensoría del Pueblo (p. 75 del Informe), tales transacciones sería
nulas de pleno derecho ya que se estaría transigiendo sobre el derecho al debido
proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva. Opinión que no es compartida por este
Pleno Casatorio por las razones ya expuestas.
60.- Tal modificación versó sobre quiénes tienen legitimación para obrar en la
defensa de tales intereses, dándose el caso que a la fecha de la interposición de
la demanda, la norma procesal le otorgaba tales facultades al Ministerio Público y
a las asociaciones o instituciones sin fines de lucro; en tanto que la norma
modificada amplía el espectro de instituciones legitimadas para tal fin. El caso es
que ni en el texto anterior ni en el actual se contempla la posibilidad de que la
acción pueda ser ejercida por una persona natural sino tan solo por entes que
cuenten con personería jurídica.
61.- Al respecto, Juan Montero Aroca nos dice que frente a los intereses
colectivos, los intereses difusos se caracterizan porque corresponden a una serie
de personas que están absolutamente indeterminadas, no existiendo entre ellas
vínculo jurídico alguno, de modo que la afectación de todas ellas deriva sólo de
razones de hecho contingentes, como ser consumidores de un producto, vivir en
una misma ciudad o ser destinatarios de una misma campaña publicitaria.
Acotando que por ello se está, sin duda, ante un caso de legitimación
extraordinaria. La asociación representativa no es, desde luego, titular del interés
difuso, pero tiene por ley la legitimación para defenderlo en juicios55
62.- En sede nacional Giovanni Priori comenta que en el caso de los intereses
difusos nos encontramos frente a un problema de acceso a la jurisdicción; por ello,
en la medida que es imposible o sumamente difícil precisar la titularidad del
derecho --y por ende la legitimación para obrar activa- la ley habilita a
determinadas personas o instituciones para que actuando en nombre propio
inicien los procesos tendientes a la tutela de estos derechos que, en principio, no
les corresponden, debido a que la titularidad se encuentra atribuida a un conjunto
indeterminado de personas y no a éstas individualmente consideradas. En ese
sentido, esta habilitación legal tiene por finalidad superar el problema que el
carácter difuso de la titularidad trae a la determinación de quién se encuentra
habilitado para iniciar válidamente un proceso, problema que no se supera
otorgando representación, ya que en este caso la dispersión de la legitimación se
mantiene56.
65.- De la demanda que en copia corre de fojas 1101 a 1118 del tomo II de la
presente causa, se advierte que en ninguna parte del citado documento se hace
mención a la celebración de transacciones extrajudiciales entre la accionante (así
como sus menores hijos) con la empresa demandada, tampoco se hace alusión a
invalidez alguna de dichos negocios jurídicos que pueda sustentar la interposición
de la demanda.
66.- De ello emergen dos hechos evidentes, el primero referido a que la actora
exprofesamente guardó silencio respecto a la celebración de las transacciones
extrajudiciales; el segundo relacionado con que no ha cuestionado la validez de
las mismas para poder incoar la demanda de indemnización; es más, tampoco es
sustento de la demanda el mayor valor de los montos indemnizatorios que los
fijados en las respectivas transacciones extrajudiciales.
De la prescrito por el artículo 1985 de nuestro Código Civil, se colige que estos
dos tipos de daños, patrimoniales y extrapatrimoniales, se pueden reparar
patrimonialmente, es decir son indemnizables ya sea con una suma de dinero o
con cualquier otra obligación que conlleve a resarcir el daño causado, de otro
modo no habría manera de indemnizar.
En suma, cuando se menciona que se indemniza un daño, lo que se está
haciendo es patrimonializar el mismo, sean de naturaleza personal, material o
moral.
71.- A lo que se refiere el artículo 1305 del Código Civil, al indicar que no se
puede transar sobre derechos extrapatrimoniales, es a todos aquellos derechos
que no pueden ser apreciados o valorizados en dinero, por ello se dice que no se
puede transar sobre derechos familiares, esto es, por ejemplo, nadie puede ser
hijo o pariente de otro por transacción, tampoco se puede instituir heredero
forzoso vía transacción, así como no se puede convalidar un matrimonio nulo por
transacción, o tampoco se puede transar con alguien para que se deje inocular el
virus del VI H.
74.- En efecto, si bien es cierto que con el derrame de mercurio se creó una
situación de riesgo para los lugareños, quienes se expusieron a daños físicos al
manipular el metal, no es menos cierto que para efectos indemnizatorios, ese
daño debe ser cuantificable, de lo contrario no habría manera de poder resarcirse
el mismo.
75.- En su escrito que contiene el recurso de Casación, admite la actora que
los derechos “personalísimos y extrapatrimoniales” sí pueden ser cuantificados
patrimonialmente y por ende materia de transacción, como en efecto ocurrió así y
se consignó en la respectivas transacciones que se estaba indemnizando por el
daño causado, el cual comprendía el daño emergente, lucro cesante, daño físico o
moral y cualquier otro daño sufrido. En consecuencia, no se puede argüir que se
han afectado los derechos señalados por el artículo 5 del Código Civil o que se ha
infringido lo dispuesto por el artículo 1305 del mismo cuerpo legal.
80.- En realidad es el artículo anterior, 447 del Código Civil, el que prescribe
que para enajenar, gravar o contraer obligaciones a nombre de los hijos por sus
padres se requiere de previa autorización judicial; seguidamente el artículo 448
mencionado, prevé una serie de supuestos que también requieren de autorización
judicial, porque son actos jurídicos o procesales que van a repercutir en la esfera
jurídica del menor de edad.
No obstante ello, el artículo 1307 del mismo cuerpo civil señala que:
81.- Para concluir, es menester tener en cuenta que los jueces de familia que
otorgaron las respectivas aprobaciones para la celebración de las transacciones
judiciales, respecto a los hijos menores de edad de la demandante, tuvieron a la
vista los documentos pertinentes, incluyendo las addenda, por lo que al verificar la
legalidad de las mismas procedieron a su aprobación, de lo contrario no hubieran
dictado las respectivas resoluciones en sentido positivo.
82.- Resta hacer una precisión final, y es respecto a los efectos de la presente
decisión.
Como la misma no tiene efectos ex tunc, sino por el contrario tiene efectos ex
nunc, los procesos resueltos con anterioridad a esta decisión bajo criterios
diferentes mantienen plena vigencia al estar protegidas dentro del marco de la
autoridad de la Cosa Juzgada, en tanto que el caso presente así como los demás
que están pendientes de resolverse por ambas Salas Supremas Civiles, donde se
esté discutiendo iguales hechos e iguales razones, deberán ajustarse al
precedente vinculante trazado en la presente sentencia, en mérito a lo dispuesto
por el artículo 400 del Código Procesal Civil.
En la Razón emitida por la señora Secretaria General de la Corte Suprema de
Justicia de la República, se hace alusión que se han remitido juntamente con este
proceso las casaciones Nº 1463-2007, seguido por Bartolomé Pérez Lozano y
otros contra la Minera Yanacocha S. R. L, Ransa Comercial S. A. y Arturo Blanco
Bar; Nº 1811-2007, seguido por José Azañero Chuquiruna y otros contra los
mismos demandados, y Nº 1813-2007, seguido por Margarita Cabanillas Miranda
y otros, también contra las mismas partes, expedientes que deben devolverse a su
Sala de origen para que procedan de acuerdo al precedente fijado en este Pleno
Casatorio.
Por su parte, la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ) señala en su artículo
26, inciso 1, que son órganos jurisdiccionales del Poder Judicial, entre otros: La
Corte Suprema de Justicia de la República; acotando en su artículo 30 que el
trabajo jurisdiccional de la Corte Suprema se distribuye en Salas Especializadas
Permanentes y Transitorias; en tanto que en el artículo 32 indica que la Corte
Suprema conoce de los procesos en vía de casación con arreglo a lo establecido
en la ley procesal respectiva.
el D. Leg. 767, que luego pasó a ser la 23a Disposición Final y Transitoria del TUO
de la LOPJ, aprobado por D. S. Nº 017-93-JUS del 28 de mayo de 1993.
VIII.- CONCLUSIONES:
3.- Respecto a la legitimación para obrar activa por daño ambiental, esto es en
la protección de intereses difusos, no ha existido mayor discrepancia entre la dos
salas supremas civiles, habida cuenta que ambas han venido resolviendo
concordadamente en el sentido que las personas naturales no están legitimadas
por ley para solicitar pretensiones indemnizatorias sino tan solo aquellas
instituciones señaladas en el artículo 82 del Código Procesal Civil.
IX.- FALLO:
SS.
de Justicia de la República
La demanda fue presentada ante el Juez del Juzgado Mixto del Módulo Básico
de Justicia de Santa Apolonia, conforme aparece a fojas 1901 del cuaderno de
excepciones acumulado; fue calificada positivamente y admitida a trámite
mediante auto de fecha cuatro de junio de! dos mil dos corriente a fojas 207 del
mismo cuaderno, en la vía procedimental efe conocimiento conforme al Código
Procesal Civil vigente (en adelante, cuando no so indique el cuerpo legal al que
correspondo se entenderá que la norma corresponde al C.P.C.); los actos
postulatorios de las partes están configurados del siguiente modo:
1.- Demanda.- Según escrito copiada a fojas 190 Giovanna Angélica Quiroz
Villaty, por derecho propio y en representación de sus hijos Euler Jonathan y José
Ronny Mendoza Quiroz, y Walter Steve Cuenca Quiroz, demanda el pago de una
indemnización ascendente a US$1’800,000.00 por los daños ocasionados por el
derrame de mercurio, que incluye el daño a la persona (daño a la salud), daño
moral y daño al medio ambiente, para lo cual emplaza a Minera Yanacocha S.R.L.
en su calidad de propietaria del mercurio.
Entre las 5:30 y 5:40 p.m. del mismo día, del mismo camión de la empresa
Ransa Comercial S.A. se produjo otro derrame de 152 Kg de mercurio, en las
localidades de San Juan, La Calera, el Tingo, Magdalena (de donde proviene la
demandante), y el Centro Poblado Menor de San Sebastián de Choropampa. Por
su brillo, forma e ignorando que se trataba de una sustancia tóxica, los pobladores
comenzaron a recoger el mercurio hasta altas horas de la madrugada, empleando
para dicha recolección sus manos e incluso su boca como medio de aspiración. Al
guardar el mercurio en sus hogares, los familiares quienes recogieron el mercurio
también se intoxicaron debido a los gases que emana la sustancia.
En escrito aparte, que obra copiado a fojas 687, Minera Yanacocha S.R.L.
formula denuncia civil contra Ransa Comercial S.A., por ser aquella la empresa
encargada del transporte del mercurio el día en que ocurrieron los hechos.
Tanto Ransa Comercial S.A. como Esteban Arturo Blanco Bar, luego de
ponerse a derecho, sostienen que se limitaron a transportar los balones
conteniendo mercurio, y que fue Minera Yanacocha S.R.L. quien no cumplió con
entregar la mercadería al transportista en condiciones adecuadas para un
transporte seguro. Además, sostienen que se ha presentado el supuesto de
fractura causal por el hecho propio de la víctima, pues no fue el derrame de
mercurio lo que ocasionó daños a la demandante, sino lo fue su negligencia al
manipular el citado mineral, llevarlo a su hogar y exponer a su familia a los gases
tóxicos.
Extremos del auto de vista que son materia de recurso de casación: Doña
Giovanna Angélica Quiroz Villaty, por intermedio de sus abogados Mario Vásquez
Ramirez y Henry Vera Ortiz, mediante escrito de fojas 1395, interpone recurso de
casación en contra del auto Nº 746-,2006-SEC de fecha 27 de diciembre del 2006
en :la parte en que:
En el caso sub júdice se hace obligatorio el pleno casatorio, desde que dos
Salas de la Corte Suprema (Civil Permanente y Civil Transitoria) han adoptado
líneas jurisprudenciales contradictorias referidas a la procedibilidad y fundabilidad
de la excepción de conclusión del proceso por transacción, cuando ella se
sustenta en la transacción celebrada extrajudicialmente.
Para nuestro sistema procesal civil, puede afirmarse casi pacíficamenteque los
presupuestos procesales son tres: la competencia del Juez (salvo competencia
territorial), la capacidad procesal de las partes y los requisitos esenciales de la
demanda; por consiguiente, son requisitos de validez del proceso.
“...en cuanto a su carácter actual, con ese adjetivo se intenta decir que el
interés para accionar no puede ser tomado en consideración sino en el momento
en que la acción es ejercitada, esto es que debe existir en el momento en que, por
medio de la citación, se inicia el ejercicio de la acción y se instaura la relación
jurídica procesal.”68
Por otra parte, la excepción de falta de legitimidad para obrar de la parte
demandante, propuesta en este proceso por la parte emplazada, está dirigida a
denunciar la carencia de una de las condiciones de ejercicio válido de la acción: la
falta de legitimidad para obrar activa. Y ésta, al igual que el interés para obrar del
demandado, puede ser examinada al calificarse la demanda, al proponerse las
excepciones y al momento del saneamiento del proceso; excepcionalmente,
puede ser objeto de pronunciamiento en la misma sentencia, conforme lo autoriza
la última parte del Art. 121.
Mediante razón que obra a fojas 123-A del cuadernillo de casación, la señora
Relatora de la Sala Civil Permanente informó al Presidente de dicha Sala la
existencia de pronunciamientos contradictorios en torno a la resolución de los
casos seguidos contra Minera Yanacocha S.R.L. y Otros en materia de
indemnización de daños y perjuicios, con relación a los fallos que emite sobre el
mismo tema la Sala Civil Transitoria, por lo que mediante resolución del 29 de
noviembre del 2007, el Colegiado de la Sala Civil Permanente solicitó al
Presidente de la Corte Suprema de Justicia citar a Pleno Casatorio, pedido que es
acogido mediante Resolución Nº 01-2007-1 Pleno Casatorio-P-CS-PJ del 04 de
diciembre del 2007, convocándose a Sala Plena a realizarse el 18 de diciembre
del 2007, designándose como ponentes a los señores Walter Humberto Vásquez
Vejarano y Víctor Lucas Ticona Postigo.
“...si bien el inc.10 del Art. 446 y el Art. 453 del Código Procesal Civil no hace
alusión directa a la transacción extrajudicial, es evidente que la ley procesal no la
prohibe, circunstancia que determina la tarea interpretativa y sistemática del
juzgador; sin perderse de vista que otro de los efectos de la transacción
extrajudicial es equiparar su valor al de la cosa juzgada conforme aparece del
citado artículo 1302 del Código Sustantivo y cuya ejecución se efectúa en el cauce
procesal previsto por el Art. 697 del Código Adjetivo referido a la ejecución de
obligaciones de dar, hacer o no hacer, siendo necesario considerar, al respecto, la
terminante disposición contenida en el Art. 1312 del citado Código Civil. Por estas
razones, conclúyase que el demandado estuvo en aptitud jurídica de proponer la
excepción de conclusión del proceso por transacción extrajudicial contra la acción
indemnizatoria por haberla celebrado con las formalidades de ley antes de la
demanda, haciéndose concesiones recíprocas en el ámbito patrimonial, por cuya
razón no se advierte contravención a normas que garantizan el derecho a un
debido proceso ni a formas sustanciales para la validez y eficacia de los actos
procesales...”
1.2.- En el C. C. Francés:
El Art. 2044 define a esta figura como un contrato con el siguiente texto:
“La transacción es un contrato por medio del cual las partes terminan una
controversia surgida, o previenen una controversia por surgir. Este contrato debe
ser redactado por escrito”
“La transacción es un acto jurídico bilateral, por el cual las partes, haciéndose
concesiones recíprocas, extinguen obligaciones litigiosas o dudosas”.
1.6.- En nuestro Código Civil de 1936, en su Art. 1307, sin contemplar las
concesiones recíprocas expresaba:
“Por la transacción dos o más personas deciden sobre algún punto dudoso o
litigioso, evitando el pleito de podría promoverse, o finalizando el que está
promovido”.
Las dos fuentes de origen, a partir de un asunto dudoso o asunto litigioso, han
dado lugar a la distinción entre transacción extrajudicial y transacción judicial.
El Art. 1304 del C.C. exige como formalidad que la transacción (extrajudicial) se haga por escrito, bajo
sanción de nulidad, no requiriendo de mayores solemnidades, como si se requieren en el caso de Ia
transacción judicial, como veremos a continuación.
2.2.- Transacción Judicial
La transacción judicial, como ya se dijo, es la que tiene lugar respecto de un asunto litigioso, esto es, uno
que las partes han sometido a consideración del órgano jurisdiccional. En otras palabras, el elemento que
genera controversia en la relación entre las partes dejó de pertenecer a la esfera subjetiva de las mismas y fue
sometido al criterio del juez, con la intención que sea este quien de solución definitiva al conflicto; en tal
sentido, Ia transacción persigue concluir el litigio antes que en el proceso judicial se emita una decisión final.
En este caso, Ia transacción deberá contar con la firma legalizada de las partes ante el Secretario
respectivo, requisito del cual puede prescindirse si el documento que se presenta consta por escritura pública o
cuenta con firmas legalizadas, tal como se establece en el Art. 335 del C.P.C. La transacción judicial pone fin
al proceso y tiene autoridad de cosa juzgada (Art. 337).
El Ultimo párrafo del Art. 1302 del C.C. establece en forma genérica que la transacción tiene autoridad de
cosa juzgada 74. Sin embargo, en el caso de Ia transacción extrajudicial, tal característica no puede ser
equiparada o asimilada al de una sentencia, pues existen diferencias esenciales entre ambas, como es el hecho,
por ejemplo, que una transacción extrajudicial puede ser atacada por adolecer de vicios de voluntad o que
carezca de Ia fuerza compulsiva que caracteriza a un mandato judicial. Por ello, Jorge Joaquin Llambias
afirma con acierto:
“(...) Ia autoridad de cosa juzgada de la transacción esta supeditada a la homologación judicial que pueda
recaer sobre ella75”
El Art. 1312 del C.C. se encarga de zanjar la diferencia que caracteriza a la transacción extrajudicial,
precisando que esta se ejecuta en la vía ejecutiva, mientras que Ia transacción judicial de la misma forma que
una sentencia.
En tal sentido, la transacción extrajudicial viene a constituir un titulo ejecutivo, según lo dispone el inc. 5
del Art. 693 y, como tal, solo puede compelerse a su cumplimiento mediante proceso ejecutivo, en cuyo caso
puede ser materia de contradicción e incluso cuestionamiento sobre su validez. Mientras no se expida
sentencia en tal proceso ejecutivo que resuelva en definitiva si procede o no Ilevar adelante su ejecución, las
obligaciones contenidas en ella no pueden ser exigibles compulsivamente al presunto deudor.
Por ello, al adolecer de la característica de inmutabilidad inherente a la cosa juzgada, la existencia de una
transacción extrajudicial celebrada entre las partes sólo puede ser opuesta como defensa de fondo, esto es,
como un argumento mas de la defensa del emplazado vinculada a la extinción previa de derechos dudosos76,
en cuya hipótesis el juez debe pronunciarse en la sentencia y determinar si aquella extinguió el derecho
invocado en la demanda.
La transacción judicial, según expresamos, se equipara a una sentencia, y si esto es así, tendrá los mismos
efectos de aquella como es, entre otros, fuerza ejecutoria, poniendo así fin a cualquier intenci6n de las partes
de revivir el derecho litigioso al que la transacción homologada puso fin. Una transacción así, con carácter de
sentencia, es la que se equipara en definitiva a la cosa juzgada, pues cumple con el requisito de la
inmutabilidad.
La transacción judicial, por ser precisamente cosa juzgada, es ejecutable a través del proceso de ejecución
de resoluciones judiciales, conforme a lo normado en el inc. 3 del Art. 713. En este tipo de procesos, la
contradicción sólo puede sustentarse en el cumplimiento de la obligación o su extinción (Art. 718), sin que le
sea conferido al emplazado la facultad de cuestionar la validez de la transacción.
En tal sentido, la sola existencia de la transacción judicial permite liquidar el proceso idéntico en su etapa
postulatoria que se hubiera iniciado sin necesidad de Ilegar al debate del fondo del asunto; por ello, se admite
que la transacción judicial pueda ser empleada para sustentar una defensa de forma (excepción de conclusión
del proceso por transacción), tal como se desarrollará y sustentara en los párrafos siguientes.
Nuestro Código Civil regula la transacción y precisa que por la transacción, las partes, haciéndose
concesiones reciprocas, deciden sobre algún punto dudoso o litigioso, evitando el pleito que podría
promoverse o finalizando el que este iniciado, asignándose el carácter de cosa juzgada (Art. 1302). Para este
cuerpo legal, siguiendo el mismo criterio del C.C. de 1936, la transacci6n es un modo o medio de extinguir
obligaciones, pues la finalidad principal no es crear, regular o modificar una relación jurídica patrimonial sino
la de poner fin a un asunto dudoso o litigioso, mediando concesiones reciprocas. La doctrina nacional,
poniendo de relieve este carácter extintivo, ha precisado que:
“En otras palabras, lo que destaca, el eje central de esta figura se refiere a la transacción- reside en una
extinción de obligaciones recíprocas, en una renuncia o concesión de cada una de las partes a su pretensión
original. De esta forma se zanja la discrepancia surgida al interior de una relación jurídica obligacional. Por
esta razón se le ubica dentro de un medio extintivo de obligaciones...”77.
Se ha cuestionado por una parte de la doctrina que a la transacción se le asigne efectos de la cosa juzgada,
o equivalente a cosa juzgada. Se ha dicho, con mucha propiedad, que lo que en esencia significa esta
equivalencia, es que las partes dan por concluido un asunto dudoso o litigioso, conforme a la naturaleza de un
contrato que tiene por efecto extinguir obligaciones, pero nunca en el sentido de que adquiere la autoridad de
cosa juzgada con las características de inmutabilidad, inimpugnabilidad y coercibilidad, como lo es una
sentencia firme que ha adquirido la autoridad de cosa juzgada material. En esta línea de pensamiento, Lino
Enrique Palacio, compartiendo criterios con Leo Rosenberg y Augusto Morello, advierte claramente que:
“...De conformidad con lo dispuesto en el Art. 850 del Cod. civ. la transacción extingue los derechos y
obligaciones que las partes hubiesen renunciado, y tiene para ellas la autoridad de cosa juzgada. Ello no
implica, sin embargo, que la transacción en si misma equivalga a una sentencia, pues Ia autoridad de cosa
juzgada que Ia ley le atribuye debe entenderse en el sentido de que el acto tiene por efecto provocar una nueva
regulación de las relaciones jurídicas de las partes se resalta las negrillas, quienes no pueden reclamar en lo
sucesivo el cumplimiento de los derechos y obligaciones renunciados.” 78
Un gran sector de la doctrina niega a la transacción la eficacia de la cosa juzgada, precisamente por carecer
de la característica de la inmutabilidad. Es mas, Gómez Orbaneja y Albaladejo afirman que se trata de una
metáfora secular y que solamente ha cumplido el cometido de subrayar el carácter meramente declarativo del
contrato; tan cierto es aquello que el propio Código sustantivo contradice tal equivalencia con la cosa juzgada
por cuanto admite la posibilidad de conceder las acciones de nulidad y de anulabilidad de la transacción (Arts.
1308 y 1310 del C.C.). También Cortes Domínguez niega esta equivalencia señalando que:
“...A pesar de lo que se establece en el Art. 1,816 del Código Civil la transacción judicial no produce los
efectos de cosa juzgada; en primer lugar, porque dicha eficacia esta reservada a los actos judiciales decisorios
en el fondo, y en Ultimo extremo, porque al estar sometida la transacción a la acción de nulidad...no tiene un
carácter inmutable y permanente.” 80
En todo caso, la transacción extrajudicial, se hace valer ante el juez como un acto jurídico que contiene una
nueva regulación de las relaciones jurídicas sustanciales de las partes celebrantes pero nunca como un acto
revestido de “imperium”. Carreras Llansana resume la esencia de la transacción señalando que:
“Un sector importante de la doctrina creo que acierta a ver la esencia del instituto. La eficacia de la
transacción no es la invulnerabilidad o inmutabilidad, en cuanto puede ser rescindida o anulada, sino poner
termino a una incertidumbre psicológica y a una litigiosidad objetiva. Y esta definición de lo incierto y
litigioso se impone al juez como un hecho jurídico, pero no como acto revestido dr3 imperium, que solo
tienen la sentencia y el laudo arbitral.”81
Por otra parte, el Código Procesal Civil regula a la transacción judicial como un modo especial de
conclusión del proceso, la misma que puede ser presentada por las partes en cualquier estado del proceso,
incluso en el curso del trámite del recurso de casación y aún cuando la causa este al voto o en discordia (Art.
334).
En esta parte se puede concluir que, en el caso sub júdice, las tres transacciones celebradas por Minera
Yanacocha S.R.L. y la parte demandante el 02 de setiembre del 2000 son evidentemente transacciones
extrajudiciales, incluso las referidas a los menores Walker Cuenca Quiroz, así como Euler y José Mendoza
Quiroz. Ademes, se advierte de los actuados que las tres transacciones, transcurridos dos meses (04 de
noviembre), fueron objeto de nuevos actos jurídicos denominados “Addendum” en donde se duplicó el monto
de las respectivas indemnizaciones.
Cabe hacer presente, edemas, que doña Giovanna Angélica Quiroz posteriormente tramitó y obtuvo
autorizaciones judiciales para celebrar transacciones, respecto de sus tres menores hijos de edad (respecto del
menor Walker el 05 de junio del 2001 y de los otros dos menores el 06 de febrero del mismo año).
Esta excepción fue propuesta por los emplazados Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A., y
Esteban Arturo Blanco Bar. La mencionada defensa de forma esencialmente se sustenta en que Minera
Yanacocha S.R.L. celebni con fecha 2 de setiembre del 2000, tres actos jurídicos denominados “transacción
Extrajudicial Individual”, con sus respectivos “Addedum” del 04 de noviembre del mismo año, en virtud de
los cuales Minera Yanacocha S.R.L. transigió con la demandante, por derecho propio, y ademes con esta
como representante legal de su menor hijo Walker Cuenca Quiroz, y finalmente la misma demandante junto a
José Mendoza Saldaña, ambos en representación de sus dos menores hijos Euler y José Mendoza Quiroz. Es
pertinente entonces analizar esta defensa de forma.
Para nuestro ordenamiento jurídico la transacción extrajudicial no puede hacerse valer como defensa de
forma sino únicamente como defensa de fondo. De la interpretación literal, sistemática, teleologíca y
sociológica de la normatividad pertinente así como del análisis doctrinario pertinente se puede establecer lo
siguiente:
5.1. El Art. 446 inc. 10 dispone que el demandado solo puede proponer, entre otras, la excepción de
conclusión del proceso por transacción.
5.2. En la parte pertinente del Art. 443 del mismo cuerpo legal previene que es fundada la excepción
referida “...cuando se inicia un proceso idéntico a otro: 4 En que las partes... transigieron”. En consecuencia,
la procedencia de la excepción indicada importa necesariamente la existencia de dos procesos idénticos.
5.3. Por otro lado, hay identidad de procesos cuando las partes o quienes de ellas deriven sus derechos, el
petitorio y el interés para obrar, sean los mismos, según previsión normativa contenida en el Art. 452. Se
requiere esta triple identidad entre el primer proceso transigido y el segundo en donde se hace valer la
excepción.
5.4. Por tanto, esta excepción solamente es oponible cuando se inicia un segundo proceso, idéntico a otro
anterior, en donde las mismas partes celebraron una transacción judicial. De tal modo que la transacción
extrajudicial, al no haber sido celebrada dentro de un proceso, no puede configurar proceso idéntico y menos
puede servir de sustento a la excepción tantas veces mencionada.
5.5. Por consiguiente, para la procedencia de la excepción de conclusión del proceso por transacción,
nuestro ordenamiento procesal civil exige los siguientes requisitos: 1) que exista identidad de dos procesos,
en donde las partes o quienes de ellas deriven sus derechos, el petitorio y el interés para obrar sean los
mismos; y, 2) que el primer proceso haya terminado por transacción homologada por el juez. En el presente
caso, no concurre ninguno de los dos requisitos, pues no se verifica la preexistencia de dos procesos idénticos
y, por tanto, resulta imposible que la existencia de un primer proceso transigido entre las mismas partes.
5.6. En la doctrina se ha formulado Ia misma tesis, en el sentido de que Únicamente la transacción judicial
puede sustentar jurídica y validamente la excepción bajo examen, en tanto que la transacción extrajudicial
debe formularse como defensa de fondo. En esta misma dirección Alberto Hinostroza Minguez sostiene:
“Será amparable esta excepción tratándose de la transacción judicial. No ocurrirá lo propio con la
transacción extrajudicial strictu sensu porque:
* El artículo 453 -inciso 4- hace referencia a dos procesos idénticos, uno de ellos terminado por
transacción, y ello solo puede darse, como es obvio, con la transacción judicial.
* La esencia de la excepción materia de nuestro análisis radica en el carácter de cosa juzgada que tiene la
figura jurídica que se sirve de presupuesto, que hace inviable toda revisión del asunto sobre el cual recayó la
transacción. Ahora bien, solo la transacción judicial (o la extrajudicial realizada fuera del proceso e
incorporada a 01 por las partes y aprobada por el Juez, convirtiéndose en judicial) adquiere la calidad de cosa
juzgada: segundo párrafo del Art. 337 del C.P.C.(...) La transacción extrajudicial, no obstante de no servir de
presupuesto a la excepción de conclusión del proceso por transacción, puede representar un medio de defensa
de fondo se resalta las negrillas valedero para fundar una resolución favorable a quien la alegue y acredite”.
82
En la misma línea interpretativa Mario Castro Gallo sostiene que la excepción bajo examen solo puede
sustentarse en la transacción judicial; y así expresa:
“Pero si a pesar de la transacción celebrada y aprobada por el juzgado, una de las partes quisiera iniciar
una acción sobre el mismo asunto, por el cual se transigió, ya sea por escritura pública o por petición ante el
juez que conocía de la causa; el demandado tiene todo el derecho para oponer o deducir la excepción de
transacción, contemplada en el articulo 446 del Código Procesal Civil. Cabe señalar que, para que proceda
esta excepción de transacción se requiere que los procesos sean idénticos; y existe identidad de procesos
cuando las partes o quienes de ellos deriven sus derechos, el petitorio y el interés para obrar sean los mismos.”
83
5.7. También en Ia doctrina nacional, Pedro Zumaeta Muñoz, luego de establecer las diferencias puntuales
y efectos distintos entre la transacción judicial y la extrajudicial, puntualiza el carácter de medio de defensa de
fondo de Ia transacción extrajudicial y, al respecto afirma: “Existen dos clases de transacción. La judicial y la
extrajudicial. La primera se realiza dentro del proceso para finalizarlo; y la segunda se realiza para evitar el
proceso que podría iniciarse. Para que esta excepción sea amparada el resaltado en negrilla es nuestro, deben
concurrir las identidades de partes o de quienes se deriven sus derechos, el petitorio y el interés para obrar
sean los mismos, y que el proceso haya terminado por transacción judicial, mas por la extrajudicial (...) Si se
inicia un proceso con las partes que han transigido extrajudicialmente, se debe presentar el documento, como
medio de defensa mas no como excepción”84.
5.8. El abrogado Código de Procedimientos Civiles de 1912 (Art. 317), disponía que para que la excepción
de transacción sea admisible se requería triple identidad de partes, de acción y de cosa y, edemas: “1 Que las
personas sea las mismas que transigieron el juicio se resaltan las negrillas, sea por derecho propio o
trasmitido legalmente”.
5.9. Comentando esta Ultima norma procesal, Remigio Pino Carpio señalaba, desde la centuria pasada,
que:
“...es evidente que la finiquitación de este se refiere al proceso- se produce por decisión de ambas partes
litigantes; siendo esto así, sus efectos tienen el mismo alcance que la excepción de cosa juzgada. según esto,
Ia finalidad. de Ia excepción que nos ocupa, no es otra que impedir que después de transigido un juicio, se le
pueda remover (...) se resalta las negrillas. Ahora bien, para que la transacción pueda dar lugar a la excepción
de que nos ocupamos, necesariamente, debe haber incidido en juicio, porque si este no ha existido, no se
podría hablar de las identidades de objeto y de causa (cosa y acción según el Código), por mas que del juicio
iniciado después de la transacción se deduzca que tales identidades existen en el convenio transaccional. Por
consiguiente, si Ia transacción se ha Ilevado a cabo sin que antes hubiera existido juicio, no puede
deducirse la excepción; pues lo que cabe en este caso es que el demandado oponga la transacción como
un medio de defensa sustancial se resaltan las negrillas lo que debe hacer al contestar la demanda.” 85
5.10. En la doctrina en general también se ha fijado una posición clara en el sentido de que la transacción
extrajudicial solo puede sustentar una defensa de fondo mientras que la transacción judicial puede proponerse
como excepción, como “excepción previa” o como defensa de forma. En esta línea de pensamiento, Abraham
Luis Vargas apunta: “Recordemos que la transacción extrajudicial es la que confiere certidumbre a derechos
dudosos que no han sido materia de un juicio o litigio (...) Sin embargo, mientras la transacción judicial
permitiría oponer una excepción previa (articulo 347 del Código Procesal Civil y Comercial de la nación) la
extrajudicial solo permite deducir una excepción perentoria (o defensa de fondo), que resuelve el juez en la
sentencia. Por eso se dice que la excepción previa de transacción tiene afinidad con la cosa juzgada; mientras
que el acuerdo sobre derechos dudosos, sin que se haya promovido un juicio, guarda analogía con el
pago”86.
5.11 También abona a esta misma tesis, de que la transacción extrajudicial solo puede sustentar una
defensa de fondo, María Guadalupe Lata, quien precisa que:
“La transacción extrajudicial es aquella que confiere certeza a derechos dudosos que no han sido objeto de
análisis judicial. Tiene el mismo valor sustancial que la transacción judicial, pero solo en cuanto permite
oponer en lo sucesivo la defensa vinculada a la extinción de los derechos inciertos. La diferencia esta en que
la transacción judicial puede oponerse como defensa previa, es decir, como excepción; en cambio, la otra
Únicamente puede ser opuesta como defensa de fondo, que resuelve el juez en la sentencia.”87
5.12. Igualmente, Lino Enrique Palacio considera que debe existir dos procesos idénticos como supuesto o
requisito de la excepción de transacción, en razón a que la misma:
“...se funda en la existencia de actos anormales de conclusión procesal cuya eficacia equivale a la de cosa
juzgada, (por lo que) resulta sin duda apropiado el tratamiento procesal al que se los ha sometido” 88
“Es un contrato concluido por las partes de espaldas al proceso (...). Al utilizarla como fundamento de una
excepción, será un hecho que aportan al proceso con la finalidad de hacer inaplicable a la pretensión del actor,
contenida en la demanda, la norma invocada por este. En consecuencia, es una excepción de derecho material
o de fondo (...). Al ser una excepción perentoria material, el demandado tendrá que proponerla al contestar la
demanda y el juez la resolverá al final del proceso, al dictar sentencia. Si el demandado logra probar la
existencia de la transacción documentalmente y el Juez la estima, le absolverá de forma definitiva en cuanto
al fondo (...) En nuestro derecho vigente, sin identificarla, existe una gran similitud entre la excepción de cosa
juzgada y la de transactione finitae. Las dos, impiden volver a conocer un pleito de nuevo, porque ya ha sido
resuelto o por sentencia firme, en un caso, o por transacción judicial en el otro. Por este motive tenemos que
considerarla como `excepción de derecho procesal o de forma'; el juez desestimara la demanda sin Ilegar a
examinar el derecho esgrimido por el actor, absolviendo de la instancia”89
5.14. Debe convenirse en que, si bien es cierto que existe cierta similitud entre la transacción extrajudicial
y la judicial (es producto de un acuerdo de voluntades entre las partes, quienes se hacen concesiones
reciprocas), las diferencias son ostensibles, las que van a determinar distintos efectos; así: 1) en la transacción
extrajudicial no hay homologación por parte del juez, en cambio la judicial requiere ser homologada; 2) esta
homologación importa un control y análisis por parte del juez, quien determina si se ha cumplido con las
normas previstas en los Arts. 335 a 337, estando facultado el juez a rechazar la transacción que no cumpliera
con tales requisitos; mientras que la transacción extrajudicial no esta sujeta a ningún tipo de control judicial, y
solamente esta sometida a la plena autonomía de la voluntad de las partes, siendo que en la realidad se dan
cases de inequidad y de abuso del derecho por la posición contractual dominante de una de las partes
celebrantes; 3) en la transacción extrajudicial con las concesiones reciprocas se puede crear, regular,
modificar o extinguir relaciones diversas de aquellas que han constituido objeto de la controversia entre las
partes; en tanto que, con la transacción judicial no se puede crear, regular, modificar o extinguir relaciones
materiales ajenas al proceso; 4) ante el incumplimiento de las obligaciones contenidas en la transacción, la ley
concede mérito ejecutivo para la extrajudicial, y tratándose de la judicial se ejecuta de la misma forma que la
sentencia firme (Art. 1312 del C.C.); 5) por tanto, Ia transacción judicial se celebra en virtud a que
previamente ha existido un objeto litigioso concretamente definido en el proceso, el mismo que por efecto de
aquella queda finalizado; sin embargo, en la extrajudicial, no hay una controversia objetivamente definida,
sino que las partes considerando sus intereses opuestos y subjetivamente su contenido dudoso, acuerdan
terminar la contienda; 6) la transacción judicial, al tener un control judicial y requerir de más formalidades,
ofrece una mayor certeza y seguridad jurídica que la transacción extrajudicial, de allí que el ordenamiento
jurídico confiere a la primera el carácter de titulo de ejecución, mientras que a Ia segunda solamente mérito
ejecutivo, en donde puede formularse contradicción, con más causales y medios probatorios que en la
primera; en consecuencia, a distintas situaciones jurídicas es razonable que se apliquen normas jurídicas
distintas y tengan efectos diversos; 7) que, en todo caso, Ia transacción extrajudicial puede ser opuesta por el
emplazado al contestar la demanda como defensa de fondo, en cuya hipótesis el juez debe pronunciarse en Ia
sentencia y determinar si aquella extinguió el derecho invocado en la demanda; 8) como se ha expresado el
interés para obrar es el estado de necesidad de tutela jurisdiccional, concreto y actual, que determina a una
persona a recurrir a la instancia judicial; en tal sentido, en la transacción judicial, aquel interés para obrar fue
satisfecho en el primer proceso idéntico y, por esta razón, en el segundo proceso el demandante ya no tiene
legitima necesidad de tutela jurisdiccional; en cambio, en el caso de la transacción extrajudicial, nunca fue
satisfecho el interés para obrar, pues seria absurdo sostener que la contraparte celebrante de la transacción
satisfizo la necesidad de tutela jurisdiccional, porque Unicamente el Estado, a través del juez, puede satisfacer
aquel interés procesal con la respectiva prestación jurisdiccional. Es en esta dirección que Chiovenda ya había
señalado con lucidez que el interés para obrar solamente se satisface por obra de los Organos jurisdiccionales;
y así en ese sentido expresa:
“El interés en obrar no consiste solamente en el interés en conseguir el bien garantizado por la ley (lo cual
forma parte del contenido del derecho), sino en el interés en conseguirlo por obrar de los Organos
jurisdiccionales”90.
Siendo evidente las diferencias entre las transacción extrajudicial y judicial, resulta absolutamente justo, y
no solamente razonable, concluir que no pueden operar ambas como sustento de una defensa de forma
(excepción), de previo y especial pronunciamiento, sino que, como se viene sosteniendo, la transacción
extrajudicial únicamente puede sustentar una defensa de fondo, en tanto que la transacción judicial, una de
forma.
5.15. Es necesario también analizar la incidencia de la norma contenida en el Art. 1303 del C.C. sobre el
caso sub materia. Esta norma dispone que “La transacción debe contener la renuncia de las partes a cualquier
acción que tenga una contra otra sobre el objeto de dicha transacción”. Tomando como punto de partida el
análisis la transacción extrajudicial, de principio no es legitimo la renuncia anticipada e incondicional del
derecho de acción, y lo que mas bien si seria procedente es Ia renuncia de derechos materiales muy
específicos y con una máxima concreción y sus respectivas acciones, lo que se ha denominado en
doctrine “pactum de non petendo”, pero aún en esta ultima hipótesis, el Juez no puede rechazar de piano la
demanda sino que tendría que merecer un pronunciamiento sobre el fondo del litigio en Ia sentencia, así con
suma claridad se ha afirmado:
“Este fuera de toda duda, que una renuncia previa y absoluta a la jurisdicción, es decir, a impetrar la tutela
de los Jueces y Tribunales, tanto del lado activo o de la acción, como del lado pasivo o de la excepción o
defensa, constituye una acuerdo radicalmente nulo. Ahora bien, la renuncia anticipada a la acción puede venir
articulada de dos maneras: o como una renuncia al derecho subjetivo sustantivo que connota el abandono del
interés de defensa o tutela, y que podríamos englobar bajo el denominativo de pactum de non petendo, o
como una renuncia clara y general al ejercicio de las futuras acciones procesales que pueden darse al
favorecido por ellas. La primera hay que contemplarla dentro del piano del derecho civil y puede ser valida; la
segunda, no (...) El pacto, evidentemente, no producirá jamas la inadmisiblidad del proceso, pero puede
afectar a la cuestión de fondo y provocar una desestimación de la acción o de la excepción por falta de
fundamento, salvo aquellos supuestos en que del propio derecho sustantivo resulte la invalidez de la
renuncia”.91
Por tanto, para el caso de la transacción extrajudicial, en principio no esta absolutamente cerrado el acceso
a la jurisdicción y al proceso y, en todo caso, si existe renuncias muy especificas y concretas de derechos
materiales y sus. respectivas acciones ello será objeto, de análisis en la sentencia de mérito, precisamente por
tener aquella transacción la calidad de defensa de fondo.
5.16. Si el juez considera que Ia transacción extrajudicial es un medio de defensa de fondo debe emitir
pronunciamiento al respecto en la sentencia. De esta manera, la transacción extrajudicial pasa un control
judicial, y este se produce cuando el Juez, en la sentencia, examina sus requisitos de procedencia y determina
sus efectos extintivos, sea en forma total o parcial; o, en su caso, su falta de eficacia extintiva.
5.17. Sostener que en virtud de una política judicial de desjudicialización de las controversias debe
admitirse que Ia transacción extrajudicial si puede sustentar una defensa de forma, se podría Ilegar al extremo
irrazonable de postularse, con la misma lógica argumentativa, que el pago o la condonación también pueden
ser alegadas como defensas de forma (excepciones) y, por tanto, ser resueltas en la etapa postulatoria del
proceso.
5.18. Por otra parte, si bien el derecho de defensa es un derecho fundamental y que la interpretación de las
normas infraconstitucionales deben hacerse en la forma mes favorable al respeto y plena efectividad de tal
derecho; sin embargo, debe reconocerse, como se ha expuesto, que el derecho constitucional de defensa es de
configuración legal y, en tal virtud, el legislador ordinario determina cuales son la defensa de forma y cuales
las de fondo, así como su oportunidad y forma de ejercitarse, respetándose el contenido esencial de aquel
derecho fundamental; por tanto, queda claro que la transacción extrajudicial únicamente puede sustentar una
defensa de fondo.
5.19. En el caso sub Judice, la emplazada Minera Yanacocha S.R.L. celebró transacciones extrajudiciales
con la demandante, quien actuó por derecho propio y en representación de sus tres menores hijos, incluso para
dos de estos intervino edemas con el padre de ellos (José Mendoza Saldaña). En todo caso, el Juez analizara la
contestación de la demanda y determinara si dichas transacciones han sido opuestas como defensa o
argumento de fondo y, de ser así, deberá pronunciarse en la sentencia, bajo las condiciones señaladas.
Del derecho fundamental a la tutela jurisdiccional, como se ha anotado, derivan los derechos, también
fundamentales, de acción y de contradicción (Art. 2). Estos derechos se regulan, para hacerse efectivos,
dentro de un proceso civil; razón por la cual el legislador le da contenido, determina sus alcances y las
formalidades para su ejercicio, por eso en la doctrina se considera que son derechos fundamentales de
configuración legal. Como son derechos equivalentes, por el principio de igualdad, y mas allá de la distinta
posición que el actor y el demandado ocupan en el proceso, deben ser regulados de tal forma que el ejercicio
de uno no importe la vulneración de contenido esencial del otro, evitándose el conflicto de derechos
fundamentales. Dentro de una tipología de conflictos iusfundamentales, la doctrina ha considerado, entre
otros, que los conflictos pueden ser abstractos y concretos. El primero debe ser resuelto dentro de un proceso
de control abstracto, y que en nuestro sistema seria un proceso de inconstitucionalidad de leyes. El segundo
-concreto-, debe ser resuelto en un proceso judicial ordinario o en un proceso de amparo, cuando el juez
resuelve un caso concreto92. Con relación al tema de la excepción de transacción, debe estimarse de
principio que el legislador ordinario ha regulado razonable o proporcionalmente, los derechos de acción y de
contradicción en el proceso civil, y, luego de una interpretación de las normas sustantivas y procesales
implicadas, puede concluirse, por un lado, que la transacción judicial no solo es un modo especial de
conclusión del proceso sino que edemas puede sustentar validamente la excepción de conclusión del proceso
por transacción; y, por otro lado, que la transacción extrajudicial es un medio o modo extintivo de
obligaciones y, en tal virtud, solo puede sustentar una defensa de fondo. De esto también resulta claro que si
el legislador, en una hipótesis normativa, hubiera regulado y dispuesto que todos los medios de defensa, de
fondo y de forma, puedan ser propuestos por el demandado en la etapa postulatoria del proceso, estaría
lesionando el contenido esencial del derecho de acción en beneficio ilegitimo del derecho de contradicción,
pues resulta obvia la irrazonabilidad de este hipotética norma procesal al permitir un pronunciamiento sobre el
fondo del litigio en la etapa postulatoria del proceso: seria como sentenciar el proceso al momento de resolver
las excepciones. Con igual criterio lógico, en otra hipótesis normativa extrema, si el legislador dispusiera que
todos los medios de defensa, de fondo y de forma, sean resueltos en la sentencia, estaría vulnerado el derecho
de contradicción y de defensa del demandado, al obligarle a seguir todo el proceso civil, cuando las
excepciones deberían ser resueltas en la etapa postulatoria, las cuales por su propia naturaleza estrictamente
formal y de especial y previo pronunciamiento, no necesitan ser sustanciadas con el principal y mucho menos
ser resueltas en la sentencia.
El código establece que el demandado puede oponer excepciones, defensas previas y defensas de fondo.
En ese sentido, el Art. 446 dispone: “Excepciones proponibles: El demandado solo puede proponer (se resalta
las negrillas) las siguientes excepciones: (...) inc. 10. Conclusión del proceso por conciliación o transacción”.
Por otro lado, el Código Civil (Art. 1302, párrafos primero y tercero) establece que por la transacción las
partes, haciéndose concesiones reciprocas, deciden algún asunto dudoso o litigioso evitando el pleito que
podría promoverse o finalizando el que esta en curso y, además, que la transacción tiene valor de cosa
juzgada.
Establecer en el proceso la voluntad objetiva de la norma jurídica, en este caso normas materiales y
procesales, requiere de métodos o criterios de interpretación; y los criterios pertinentes para cada caso deben
ser empleados de la manera mas armónica y certera. La doctrina no propone los denominados criterios o
métodos de interpretación jurídica. De la aplicación de estos criterios de interpretación a las normas jurídicas
pertinentes, debemos establecer si efectivamente la transacción extrajudicial es un modo extintivo de
obligaciones regulado por nuestro Código Civil y por consiguiente deducible solo como defensa de fondo, en
tanto que la transacción judicial, regulado por el C.P.C. es un modo especial de conclusión del proceso y por
consiguiente deducible solo como defensa de forma (excepción), conclusiones éstas que pretendemos
demostrar como certeras con la argumentación pertinente y persuasiva.
Todo enunciado normativo requiere de una interpretación; por tanto, no es cierto que cuando el texto de la
norma es claro no requiere de actividad interpretativa. Por ello el paradigma que se sustenta en el clásico
brocardo: in claris non fit interpretatio, ha quedado sin vigencia.
Estos criterios de interpretación deben aplicarse dentro de un modelo de aplicación dinámico u objetivo,
denominado también modelo constructivo. Para Ilegar a una conclusión interpretativa compatible, sin lugar a
dudas, a una decisión objetiva y materialmente justa.
Dentro de los criterios que la doctrina93 propone y que el Juez debe considerar en su labor interpretativa
puede mencionarse los siguientes: 1) criterio gramatical denominado también literal; 2) criterio lógico
conceptual ( en donde encontramos los argumentos a priori, a contrario, a fortiori, generali sensu, strict() lege,
ad absurdum); 3) criterio sisternático; 4) criterio histórico (precedentes inmediatos y remotos, proceso de
elaboración de normas, exposición de motivos y debates legislativos); 5) criterio teológico; 6) criterio
axiológico.
Como se ha expresado, con una posición de equilibrio o de justo medio si se quiere, el Juez de nuestros
tiempos en un Estado Constitucional de Derecho94, debe recusar y apartarse las posiciones extremas del
positivismo jurídico a ultranza o dogmatismo95, y tampoco debe asumir las posiciones extremas corrosivas
de la Escuela del Derecho Libre, porque el Juez de nuestros tiempos no debe ser la boca de la ley pero
tampoco debe atribuirse las facultades propias del legislador. Es cierto que el Juez es creador del derecho, en
tanto crea normas particulares para las partes en Ia sentencia, o cuando integra el vacío normativo con la
aplicación de los principios generales del derecho; y aún más, por antonomasia el Juez de nuestros tiempos es
el recreador del derecho, pues su sentencia objetiva y materialmente justa recrea el derecho, vivifica los
valores y fines de este, concreta el sistema de valores que acoge la Constitución, primordialmente el valor
justicia, que es el valor supremo del derecho.
En principio, debe hacerse una interpretación restrictiva de la citada norma procesal (Art. 446 inc. 10), es
decir que no cabe sino aplicar a los casos expresamente previstos en Ia norma, excluyéndose Ia interpretación
extensiva y la analogía. La norma enumerataxativamente las excepciones proponibles por el demandado en un
proceso civil, de tal modo que esta excluida cualquiera otra excepción; es una norma “numerus clausus” que
no admite otros supuestos o casos de los previstos expresamente. Este claro, como ya se ha expresado, que de
la interpretación sistemática, teológica y literal de esta norma con Ia prevista en el Art. 453, inc. 4, se Ilega a
la conclusión interpretativa final que solamente se admite la excepción de transacción judicial excluyéndose
cualquier otra excepción que se sustente en la transacción extrajudicial. Y que, en todo caso, Ia transacción
extrajudicial debe ser opuesta como una defensa de fondo según las reglas del Código Civil.
Un sistema jurídico, se ha dicho, tiene como características la unidad, plenitud y coherencia96. Cuando
existe una antinomia o contradicción normativa, ella se resuelve mediante la aplicación de los criterios:
jerárquico, de competencia, de prevalencia, cronológico y de especialidad97.
En la hipótesis negada que el vigente Código Civil de 1984 haya reconocido las dos excepciones, de
transacción judicial y de transacción extrajudicial, esta hipótesis carecería de todo sustento y razón de ser
desde la entrada en vigencia del nuevo Código Procesal Civil, a partir del 28 de Julio de 1993, por cuanto:
a) cuando existe incompatibilidad entre una norma posterior y una anterior, prevalece la posterior (lex
posterior derogat priori), en aplicación del criterio cronológico para resolver las antinomias; al respecto
Ricardo Guastini señala que:
“El principio cronológico es aquel principio en virtud del cual, en caso de conflicto de normas
provenientes de fuentes jerárquicamente equiparadas (o sea, dispuestas sobre el mismo piano en la jerarquía
de fuentes) y provistas de la misma esfera de competencia, la norma proveniente de la fuente anterior en el
tiempo debe considerarse abrogada (y, por tanto, debe ser desaplicada).” 98
En consecuencia, para resolver la excepción de transacción propuesta por los emplazados, debe aplicarse
preferentemente las normas del Código Procesal Civil sobre las del Código Civil por ser posteriores;
considerándose que ambos subsistemas reguladores tienen la misma jerarquía normativa.
b) cuando existe incompatibilidad entre una norma especial y una general prevalece la especial (lex
specialis derogat general!) en aplicación del principio de especialidad. La norma especial es aquella que
presenta un ámbito de aplicación incluido en un ámbito mas amplio, que es el de la norma general y que por
tanto aquella prevalece sobre esta en su dinámica de interpretación y aplicación99. Por consiguiente, para
resolver la excepción de transacción propuesta por los emplazados en el presente proceso debe aplicarse
prevalentemente las normas del Código procesal citado; teniéndose en cuenta que lo que se va a resolver es la
procedencia y la fundabilidad de una excepción (que desde luego los emplazados así la han propuesto no
obstante su fundamento) y no un medio extintivo de obligaciones; finalmente, el Art. 338 dispone que en todo
lo no previsto en el capitulo de transacción judicial se aplican supletoriamente las normas del Código Civil;
norma que refuerza el carácter especial de las normas procesales sobre las sustantivas respecto a la tema de la
transacción.
De todo esto cabe concluirse que el juez no puede crear una excepción o defensa de forma que no este
prevista expresamente en la norma procesal civil. Además este prohibido de hacerlo porque sino abriría las
puertas para reconocer otras excepciones no previstas expresamente, vulnerándose de este modo el contenido
esencial de los derechos de acción, al proceso y a una decisión sobre el fondo del litigio que corresponde a la
parte demandante.
Por los fundamentos pertinentes que anteceden, la excepción de transacción formulada por los emplazados
Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Esteban Arturo Blanco Bar debe ser desestimada en
cuanto a la demandante y a sus tres hijos, en consideración de que la referida transacción extrajudicial no
puede en modo alguno sustentar una excepción de conclusión del proceso por transacción, por cuanto: 1) la
transacción no fue celebrada para dar por finalizado un proceso judicial en curso; 2) no fue homologada o
aprobada por el Juez del proceso; 3) la tantas veces citada transacción, al no haberse generado en un proceso,
no puede en modo alguno configurar la hipótesis legal requerida de un primer proceso idéntico al , segundo,
en el que se hace valer la excepción; 4) las resoluciones judiciales mediante las cuales se aprobaron las
transacciones extrajudiciales celebradas por Giovanna Angelica Quiróz Villaty, en representación de sus tres
menores hijos, resultarían cuestionables, toda vez que el Art. 1307 del C.C., al tratar de la transacción a cargo
de los representantes de ausentes o incapaces, seria la que estos pueden celebrarla, pero con aprobaci6n del
juez, lo que quiere decir que la oportunidad en la que debe obtenerse la autorización del juez es previa a la
celebración del acto transaccional (entiéndase sobre un proyecto), y no después, ya que celebrarse primero la
transacción importaría haber celebrado un acto ineficaz 100. En el caso de autos, mediante resoluciones del
06 de febrero y 05 de junio del 2001, el Órgano jurisdiccional “autorizó” a Giovanna Angelica Quiróz Villaty
a celebrar las transacciones en nombre de sus menores hijos, es decir, luego de haber transcurrido varios
meses desde su suscripción, teniendo en cuenta que los contratos principales datan del 02 de setiembre del
2000 y sus addedums del 04 de noviembre del mismo año.
8.- Criterio de nuestra jurisprudencia sobre Ia excepción de transacción judicial como defensa de
forma
Antes de presentarse las líneas jurisprudenciales contradictorias, que son materia de análisis en la presente,
la Corte Suprema estableci6 en varias ejecutorias que la excepción de transacción solamente podía sustentarse
en la transacción judicial. Así se puede citar la siguiente sentencia casatoria, que en la parte pertinente
expresaba:
“La excepción de transacción se presenta como un mecanismo procesal de defensa que se configura
cuando se pretende variar los efectos de un proceso ya resuelto, mediante un acuerdo transaccional,
definitivamente, en otro (...) Para la configuración de esta excepción -de conclusión del proceso por
transacción- se requiere de la concurrencia de tres presupuestos, los cuales son: a) la identidad de las partes;
b) la identidad de la pretensión; y, c) la identidad del interés para obrar; (...) no será fundada la excepción de
transacción que no reúna los requisitos de identidad que establece la ley...” casación Nº 2734-2003.
Apurímac. Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema101.
Como puede verse, siguiendo el criterio normativo de código procesal civil (Arts. 452 y 453), Ia ejecutoria
también exige para la procedencia de la excepción de conclusión del proceso por transacción el presupuesto
de dos procesos idénticos con la concurrencia de una triple identidad entre ellos: de partes, de pretensión -
entiéndase de petitorio- y de interés para obrar.
Se pretende aplicar la doctrina de los Actos Propios para desestimar el recurso de casación interpuesto por
dorm Giovanna Angelica Quiroz Villaty, por derecho propio y en representación de sus tres menores hijos.
Por ello es necesario analizar su aplicabilidad o inaplicabilidad al presente caso de las transacciones
celebradas por la nombrada demandante.
La formulación más antigua que se conoce de la regla que prohibe venir contra los Actos Propios es un
pasaje de Ulpiano que recoge el fragmento 25 del Digesto 1,7, en 61 se afirma que resulta inadmisible que el
padre pretenda iniciar, una vez muerta la hija que ha vivido como mater familias emancipada y que ha
instituido herederos por testamento, una controversia alegando que la emancipación no ha sido jurídicamente
eficaz. Sin embargo, esta actitud es inadmisible debido a que el mismo ha permitido que su hija sea tratada
como sui iuris, es decir, le ha permitido vivir como si fuera emancipada aim cuando no hubieran sido
cumplidos los requisitos establecidos en el Derecho Romano. Por ello se resolvió que el padre que ha
consentido que la hija sea tratada como sui iuris no puede ignorar o desconocer tal estado y, por lo tanto, no
puede pretende impugnar el testamento. Es necesario destacar que la solución dada en el referido caso, como
lo sostiene Diez-Picazo no tiene como primera razón sancionar Ia conducta contradictoria sino, mas bien,
evitar un resultado que objetivamente es considerado injusto103.
9.2.- Concepto
La Teoría de los Actos Propios, tal como la definen Marcelo J. Lopez Mesa y Carlos Rogel Vide, consiste
en una limitación al ejercicio de un derecho, que reconoce como fundamento una razón de política jurídica: la
protección de Ia confianza suscitada por el comportamiento antecedente, que luego se pretende
desconocer104. Como señalan los referidos autores, la Teoría de los Actos Propios constituye una derivación
inmediata y directa del principio de la buena fe, reconocido por la jurisprudencia argentina en una infinidad
de pronunciamientos, especificándose en algunas sentencias, que se trate de un principio que integra el
Derecho positivo.
El profesor Fueyo Laneri define a la Teoría de los Actos Propios como un principio general de derecho,
fundado en la buena fe, que impone un deber jurídico de respeto y sometimiento a una situación jurídica
creada anteriormente por la conducta de la misma persona, evitando así la afectación a un interés ajeno y el
daño consiguiente, la teoría obliga a una conducta leal, honesta, confiable y que encuentra apoyo natural en Ia
moral105.
En conclusión, como lo señala Alejandro Borda, la teoría de los Actos Propios constituye una regla de
derecho que se derive del principio de la buena fe, el cual sanciona como inadmisible toda pretensión licita
pero objetivamente contradictoria con respecto al propio comportamiento anterior efectuado por la misma
persona 106.
Esta doctrina se halla vinculada directamente con los principios generales del derecho y en particular con
el de buena fe, pero también ha sido enfocada como medio de defensa contra el accionar incoherente y
también como una nueva forma de restricción o limitación en el ejercicio de derechos 107.
9.3.- Requisitos
La teoría de los actos propios requiere de tres condiciones para que pueda ser aplicada, que son las
siguientes108:
a) Una conducta anterior relevante y eficaz. La conducta vinculante o primera debe ser jurídicamente
eficaz. Por lo tanto, si esta primera conducta es inválida, se puede volver lícitamente contra ella. Ello significa
que si el negocio jurídico celebrado en primer termino o, lo que es lo mismo, la conducta vinculante Ilevada a
cabo fuese inválida o ineficaz en si misma, o ilícita, o contraria las buenas costumbres o al orden público o de
cumplimiento imposible, puede ser atacada o impugnada sin que ello importe una violación de la teoría de los
propios actos.
b) La pretensión contradictoria. La referida pretensión, que puede ser judicial o extrajudicial, teniendo
como referencia un acto anterior, permite la defensa del sujeto que ha receptado ambas conductas, que ha
confiado en la primera de ellas y que ha actuado consecuentemente con dicha confianza, salvo que la
variación de la conducta este justificada por las circunstancias del caso o haya intereses sociales
prevalecientes, o hayan variado las condiciones que se daban al producirse Ia conducta
vinculante. Desde luego, el agente receptor del comportamiento debe haber obrado de buena fe. La mala fe
impide la aplicación de la teoría de los actos propios. El conflicto de intereses generado por el
comportamiento contradictorio podría, hipotéticamente, soslayar la intervención judicial o arbitral; pero en los
hechos, esta intervención resulta imprescindible toda vez que la aplicación de la teoría de los actos propios se
realiza dentro de un proceso porque se trata de un impedimento de orden procesal.
c) La identidad de los sujetos que se vinculan en ambas conductas. El sujeto activo que ha observado
determinada conducta debe ser el mismo que pretende luego contradecir esa primera conducta. El sujeto
pasivo, es decir, la persona que ha sido receptor o destinatario de ambas conductas, también debe ser el
mismo.
En el caso de autos, se aprecia que la accionante Giovanna Angelica Quiróz Villaty, por derecho propio y
en representación de sus menores hijos Walker Cuenca Quiróz, Euler Mendoza Quiróz y José Mendoza
Quiróz, celebró transacciones extrajudiciales con la demandada Minera Yanacocha S.R.L. con fecha 02 de
setiembre del 2000. En los referidos actos jurídicos, las partes acordaron que Minera Yanacocha S.R.L.
indemnizaba a los afectados por el derrame de mercurio que ocurrió en su localidad, en tanto que la ahora
accionante renunciaba a iniciar cualquier proceso judicial o reclamo al respecto.
A continuación expondremos los fundamentos por los cuales consideramos que la Teoría de los Actos
Propios es inaplicable al caso sub materia.
Como quiera que la transacción extrajudicial, desde nuestra óptica, solamente puede ser invocada como
defensa de fondo, resulta necesario que esta debe ser materia de actividad probatoria junto con el principal y
objeto de pronunciamiento en la sentencia.
Bajo esta premisa, por lo demás ya establecida anteriormente, debe tenerse en cuenta que la conducta
anterior “relevante y vinculante” debe ser valida, pues de lo contrario es licito volverse en contra de esa
conducta. Si la primera conducta (celebración de la transacción extrajudicial por parte de doña Giovanna
Angélica Quiróz Villaty) se ha realizado con error (de la declarante) y si ademes el receptor (Yanacocha)
habría obrado de mala fe (aspecto que debe ser materia de probanza junto con el principal, tal como ya se
dijo), es licito que la declarante vaya contra su propio acto; por consiguiente, en el presente caso, es licito que
la señora Quiróz vaya en contra de la transacción extrajudicial celebrada si alega mala fe en Yanacocha al
celebrarla 109. En este mismo sentido se pronuncia Alejandro Borda:
“Cuando el receptor de la conducta ha tenido conocimiento del error del declarante, resulta licito que este
vaya contra su propio acto. Pero ello no se fundamenta en el error del acto sino en que el receptor de la
conducta obra de mala fe si, conociendo tal error, pretende hacer valer dicha conducta. No es admisible la
protección de quien actua de mala fe pretendiendo usufructuar un acto ajeno, incluso aunque no hubiera
existido error110.
En cuanto a la mala fe, por su naturaleza y complejidad, debe ser objeto de probanza junto con el principal
desde que la transacción extrajudicial sólo es admisible como defensa de fondo. Sin embargo, aquella mala fe
no seria razonablemente viable su probanza en la etapa postulatoria del proceso y menos con motivo de
tramitarse una defensa de forma como es la excepción. Dentro de la buena o mala fe que se alegara se deberá
probar si Yanacocha, a través de sus directivos y personal calificado, tenia conocimiento que la intoxicación
por mercurio causaba lesiones en el cuerpo humano de manifestación progresiva en el tiempo. Otro aspecto
relevante que tendría que evaluarse en la sentencia es si la Ilamada “addendum” o Segundo acuerdo
transaccional celebrado entre las partes, dos meses después de la primera transacción, ponía de manifiesto
efectivamente aquella progresividad de las lesiones, que bien podría haber sido de pleno conocimiento por
parte del personal de Yanacocha y, por otro lado, ser ignoradas total o parcialmente por los damnificados con
el derrame e intoxicación del mercurio.
La conducta anterior no debe ser determinada por el error, el estado de necesidad o cualquier vicio
sustancial, pues de lo contrario no es aplicable esta doctrina. Lopez Mesa y Carlos Rogel con acierto, y
citando a Leiva Fernández, sostienen:
“En palabras de Leiva Fernández el acto previo debe ser valido (...) De modo que bastaría con que en un
caso concreto se alegue y demuestre -por vía de acción o excepción- la ausencia de voluntad en el acto (...)
sea por error, dolo, estado de necesidad, violencia, etc., para que la aplicación lisa y llana de esta doctrina sea
objetable'. (...) Por nuestra parte, compartimos el criterio de que si el primer acto no es valido, por estar
viciado sustancialmente, no cabe aplicar la doctrina de los actos propios, pues ella no establece una obligación
de mantenerse en el error, sino de actuar coherentemente cuando ambas manifestaciones de voluntad son
validas, pero contradictorias entre si” 111.
Así mismo se ha sostenido que siendo la transacción un contrato es fácilmente viable que una de las partes
imponga sus condiciones a la otra por un estado de necesidad de ésta. En este sentido se ha pronunciado
Manuel De la Puente y Lavalle 112 cuando afirma enfáticamente:
“En efecto, siendo la transacción un contrato, es dable que las condiciones de la transacción sean
impuestas por una de las partes abusando del estado de necesidad en que se encuentra la otra, que Ileva a ésta
a aceptar tales condiciones por ser la Unica manera como puede satisfacer su necesidad. No creo que deba
ampararse una transacción celebrada en estas condiciones (...)”.
En el presente caso, el error en que habría incurrido la parte demandante, o el estado de necesidad en que
se habría encontrado el mismo, al celebrar las transacciones extrajudiciales, debería ser analizado por el juez
en la sentencia, con las pruebas pertinentes que resulten del proceso al resolver las tantas veces mencionada
defensa de fondo.
Por otra parte, cabe preguntarse si la transacción extrajudicial celebrada por doña Angélica Quiróz en
representación de sus tres menores hijos, sin las formalidades legales que establece el Art. 1307 del C.C.
(previa autorización judicial, con dictamen fiscal y opinión del Consejo de Familia cuando lo haya)
contraviene normas que interesan al orden público. Conforme a lo dispuesto en el Art. V del Titulo Preliminar
de nuestro Código Civil, es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o a las
buenas costumbres. Las normas de orden público se caracterizan por su prevalencia sobre las originadas en la
autonomía de la voluntad, resultan principios cuyo reflejo constituye las normas jurídicas 113. En cambio las
buenas costumbres son entendidas como los cánones fundamentales de honestidad pública y privada a Ia luz
de la conciencia social.
Si las transacciones extrajudiciales contravienen normas que interesan al orden público también debe ser
materia de probanza en el principal y objeto de pronunciamiento en la sentencia, pues de considerarse que en
aquellas transacciones que interesan a los tres menores de edad, concurre una causal de nulidad absoluta y
manifiesta, el Juez esta autorizado para declararla de oficio (Art. 219, inc. 8, y Art. 220 del C.C.).
Por otra parte, no se aplica la doctrina de los actos propios si han variado las condiciones que se
daban al producirse Ia conducta vinculante. En el caso sub judice, las condiciones y circunstancias que se
daban al celebrarse Ia primigenia transacción extrajudicial (02 de setiembre del 2000) evidentemente variaron
con el transcurso del tiempo, tan cierto es ello que con fecha 04 de noviembre del 2000 las partes celebran un
segundo acuerdo transaccional que le denominan “addendum”, y en virtud del cual Yanacocha duplica el
monto de las indemnizaciones pactadas en la primigenia transacción a favor de la demandante y de sus tres
menores hijos. Este segundo acuerdo evidencia que la controversia fue reabierta por ambas partes y que las
condiciones variaron con el paso del tiempo, esto es que el progresivo agravamiento de las lesiones tenga
lugar en razón de la naturaleza de la intoxicación por mercurio, y por tanto, las condiciones existentes al
celebrar el segundo documento fueron distintas a las que se daban al celebrar la referida transacción
extrajudicial.
Asimismo, respecto a las buenas costumbres, corresponde al Organo Jurisdiccional en Ia causa sub materia
analizar en la sentencia si las transacciones fueron celebradas respetando los cánones fundamentales de
honestidad a la luz de la conciencia social, pues el presente caso es muy particular, no se trata de un daño a la
salud típico ocurrido por ejemplo en un accidente de transito donde las consecuencias son mas que
previsibles, sino se trata de una contaminación química producto de un derrame de mercurio, donde las
consecuencias inmediatas y sobre todo futuras, pueden ser del total desconocimiento de los pobladores
rurales, en su mayoría campesinos, con niveles ínfimos de educación, que podrían desconocer los posibles
daños actuales y futuros a su salud producto de dicha contaminación; mientras que, Minera Yanacocha, habría
tenido la responsabilidad de explicar a dichas personas los efectos de una posible contaminación por
mercurio, pues como se ha señalado anteriormente, el agente receptor del comportamiento debe haber obrado
de buena fe; la mala fe impide la aplicación de la teoría de los actos propios. Todos estos aspectos
corresponden ser analizados durante el desarrollo del proceso, con la actuación de los medios probatorios
pertinentes, lo cual resulta inviable a través de una excepción de forma con una cognition sumaria; por todo
esto además, corresponde analizar la excepción de transacción extrajudicial sub litis como un medio de
defensa de fondo.
También es importante tener en cuenta que Ia Teoría de los Actos Propios tiene una aplicación residual,
esto es que solamente se aplica cuando el ordenamiento jurídico no provee de otra. solución para la conducta
contradictoria; por consiguiente, no es aplicable esta teoría cuando Ia ley regula una solución expresa para la
conducta contradictoria, sea impidiéndola o permitiéndola114. En ocasiones la variación de la doctrina esta
justificada por las circunstancias del caso o existen intereses sociales prevalentes que Ilevan al legislador a
autorizar retrocesos y contramarchas115. En el caso de autos existen ya normas expresas, contenidas en los
Arts. 446 y 453 del Código Procesal Civil vigente, que establece que el demandado solo puede alegar
determinadas excepciones, donde no se considera de forma alguna la excepción de transacci6n extrajudicial;
por consiguiente, no cabe la aplicación o creación de otras excepciones, via interpretación o de Ia aplicación
de Ia doctrina de los actos propios, mas aun que, como se ha señalado anteriormente, Ia intervención judicial
resulta imprescindible toda vez que Ia Teoría de los Actos Propios trata sobre un impedimento de orden
procesal.
También es inaplicable esta doctrina al caso concreto, para resolver en la etapa postulatoria una excepción,
ya que existe doctrina sólida que postula que esta doctrina opera procesalmente como defensa de fondo y por
tanto debe ser objeto de pronunciamiento solo en la sentencia. Con suma claridad López Mesa y Rogel Vide
expresan al respecto:
“Procesalmente, la doctrina opera como defensa sustancial o de fondo, y no como excepción de previo y
especial pronunciamiento; y debe ser opuesta al contestar la demanda o el traslado de la pretensión que se
trate. No configura una excepción en sentido estricto, sino una defensa amplia, abarcadora, hábil para frustrar
la pretensión desleal. Ello, obvio es, sin perjuicio de su posibilidad de invocación de oficio, en los casos en
que ella precede...” 116
Por tanto, determinar si la obligación indemnizatoria se extinguió o no es un tema de fondo que el juez
debe resolver en la sentencia. En este orden de ideas, si los tres emplazados al formular la excepción materia
de análisis alegan que Ia obligación referida se extinguió por el mérito de las transacciones extrajudiciales y,
además hubieran alegado expresamente como medio de defensa la doctrina de los actos propios (cosa que no
lo hicieron), estos dos aspectos, estrechamente vinculados, configuran defensas de fondo que deben ser objeto
de resolución en la sentencia.
La doctrina de los actos propios impone la probanza de ciertos hechos que configuran, entre otros, los
requisitos anotados, por ello la doctrina se inclina por considerarla como una defensa de fondo que debe ser
alegada por la parte interesada, a fin de preservar los principios del contradictorio, de defensa y de
congruencia procesal:
“Esta -la doctrina que se analiza- viene así a cumplir una defensa de fondo, pues ataca el derecho subjetivo
e impide su recepción jurisdiccional (...) Sucede que el Juez puede no conocer la conducta sistemática
precedente, o que no surja de los elementos de prueba agregados; o bien, que la presunta contradicción no
tenga estricta vinculación con el asunto que tramita la litis. En estos cases, el problema del Ambito de
composición del entuerto (principio de contradicción, principio de congruencia) le impide al sentenciante
introducir otros argumentos de hecho que no hubieran sido planteados por las partes (...) Sin embargo,
interpretado el principio en la medida del alcance que pretendemos asignarle (residual), parece mas coherente
afirmar la necesidad de que se oponga como defensa y se prueba la conducta incompatible con el obrar
anterior, so riesgo de privar al principio de su presencia en el proceso.” 117
La Defensoría del Pueblo, en el mencionado Informe Nº 62, da cuenta de la investigación y análisis sobre
los hechos ocurridos con relación al derrame de mercurio en las inmediaciones de las localidades de San
Sebastián de Choropampa, Magdalena y San Juan, en la Provincia de Cajamarca.
Entre otras conclusiones se establece (conclusión Nº 22) que la Empresa Minera Yanacocha S.R.L. había
sido sancionada administrativamente por estos hechos, Ilegando a consentir tal sanción. Así mismo se
estableció que el chofer Esteban Arturo Blanco Bar fue el único procesado penalmente por el delito contra la
vida, el cuerpo y la salud (condenado a dos arios de pena privativa de la libertad con ejecución suspendida); y
contra los directivos de la Minera demandada y de Ransa por los delitos contra la seguridad pública y peligro
común, en su modalidad culposa y en agravio de la sociedad, habiéndose reservado el representante del
Ministerio Público denunciarlos por delito ecológico; en tanto que los agraviados no se constituyeron en parte
civil.
Así mismo, se señala en el Informe Nº 62 emitido por la Defensoría del Pueblo, en fojas 983 (conclusión
26), que las transacciones extrajudiciales sub materia vulneran los derechos al debido proceso y a una tutela
jurisdiccional efectiva de los afectados -pues versan sobre derechos extra patrimoniales, como el derecho a Ia
vida y la salud-, derechos de Ia persona humana reconocidos por la Constitución y que tienen la calidad de
inherentes a la misma e irrenunciables.
Otra conclusión importante señala que las cuestionadas transacciones extrajudiciales serian nulas de pleno
derecho, pues entre otros aspectos de estaría transigiendo sobre los derechos al debido proceso y a la tutela
jurisdiccional efectiva.
Las glosadas conclusiones de la Defensoría del Pueblo no hacen sino reafirmar el criterio jurídico de que
las transacciones extrajudiciales celebradas entre Ia empresa minera demandada y Ia parte demandante son
también altamente cuestionables desde Ia perspectiva de los derechos fundamentales y las limitaciones al
principio de la autonomía de la voluntad en un Estado Constitucional de Derecho.
1.1. Corno se ha visto, la legitimidad para obrar es una de las condiciones del ejercicio valido de Ia acción,
y ha sido reconocida por nuestro Código Procesal Civil, particularmente en los Arts. IV del T.P. y 427 inc.1.
1.2. La falta de esta condición de la acción faculta al demandado a proponer la excepción de falta de
legitimidad para obrar, sea activa o pasiva, según norma contenida en el Art. 446 inc. 6.
1.3. La legitimidad para obrar debe ser examinada por el Juez en la calificación de la demanda, al resolver
la defensa de forma pertinente o en vía de saneamiento procesal. También el juez puede excepcionalmente
pronunciarse sobre ella al expedir sentencia, al amparo de la norma contenida en el Ultimo párrafo del Art.
121.
a) Señala Luis Loreto, siguiendo sustancialmente la concepción de Chiovenda, que la legitimidad para
obrar o cualidad:
“...expresa una relación de identidad lógica entre la persona del actor, concretamente considerada, y la
persona abstracta a quien la ley concede la acción; y de identidad lógica entre la persona del demandado,
concretamente considerada, y la persona abstracta contra quien la ley concede la acción.” 118
“...para que para que el juez estime la demanda, no basta que considere existente el derecho, sino que es
necesario que considere que este corresponde precisamente a aquel que lo hace valer y contra aquel contra
quien es hecho valer; o sea, considere la identidad de la persona del actor con la persona en cuyo favor este la
ley (legitimación activa) y la identidad de la persona del demandado con la persona contra quien se dirige la
voluntad de la ley (legitimación pasiva).” 119
c) Según Juan Montero Aroca, es necesario distinguir entre la titularidad activa o pasiva de la relación
jurídica material y la posición habilitante para formular una pretensión (legitimación activa) o para
contradecirla (legitimación pasiva), posición que a su vez puede ser ordinaria o directa, cuando quien
demanda afirma ser titular del derecho subjetivo e imputa la titularidad pasiva al demandado, o puede ser
también extraordinaria o indirecta, lo que tiene lugar cuando el que demanda no afirma ser titular del derecho
subjetivo o no imputa titularidad pasiva al demandado, sino que interviene por ley para proteger un interés,
sea este privado, social o publico 120. Las concepciones de Luis Loreto y Chiovenda corresponden
Únicamente a una definición de la legitimidad para obrar ordinaria, pues establecen una relación directa entre
el titular del derecho y quien formula Ia pretensión, y así mismo, entre quien es objeto de la imputación de
una obligación y el derecho de contradecir. Para conceptuar adecuadamente a la legitimidad para obrar,
incluyendo a la ordinaria y extraordinaria, debe considerarse a la legitimidad como Ia autorización del
ordenamiento jurídico para proponer una pretensión procesal o para contradecirla, sea que tal autorización
provenga de ser titular del derecho u obligación o bien que provenga de la facultad expresa concedida por una
norma jurídica. En conclusión, en el caso sub judice, debe establecerse si la parte demandante esta o no
autorizada (legitimada en forma activa y extraordinaria) por el ordenamiento jurídico para formular la
pretensión indemnizatoria por daño al medio ambiente.
1.5. Considerando diversos criterios de clasificación de la legitimidad para obrar puede ser activa y pasiva,
principal y secundaria, permanente y transitoria, singular y plural, ordinaria y extraordinaria. Con respecto a
esta Ultima clasificación, importante para el presente caso, es necesario recordar que la excepción pertinente
de los emplazados esta dirigida a denunciar la inexistencia de la legitimidad para obrar activa y extraordinaria
de la parte demandante para proponer la pretensión indemnizatoria por diario ambiental. En tal sentido debe
puntualizarse que la legitimidad ordinaria corresponde a quien afirma ser titular de un derecho y por tanto
habilitado para formular una pretensión procesal, mientras que en Ia legitimidad extraordinaria, no obstante
no afirmarse ser titular de un derecho, la norma jurídica expresamente autoriza para proponer una pretensión
concreta.
1.6. En el presente caso, tanto Minera Yanacocha S.R.L. como Esteban Arturo Blanco Bar han formulado
excepción cuestionando la legitimidad para obrar activa, principal, permanente, singular y extraordinaria,
alegando que la demandante Quiróz Villaty carece de legitimidad para formular Ia pretensión indemnizatoria
por el dark) ambiental, a raíz del derrame del mercurio.
1.7. El Art. 82 concede Unicamente legitimidad para obrar extraordinaria y activa a las siguientes
instituciones: el Ministerio Público, los Gobiernos Regionales, los Gobiernos Locales, las Comunidades
Campesinas y/o las Comunidades Nativas en cuya jurisdicción se produjo el daño ambiental o al patrimonio
cultural y las asociaciones o instituciones sin fines de lucro que, según la Ley y criterio del Juez, este Ultimo
por resolución debidamente motivada, estén legitimadas para ello. De igual forma, las Rondas Campesinas
que acrediten personería jurídica, tienen el mismo derecho que las Comunidades Campesinas o las
Comunidades Nativas en los lugares donde astas no existan o no se hayan apersonado a juicio. En tal virtud,
la demandante carece de legitimidad para obrar, tanto ordinaria como extraordinaria, pues no esta autorizada
por el ordenamiento jurídico para proponer esta pretensión procesal indemnizatoria en la instancia judicial.
1.8. De otro lado, la sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expediente Nº 0221-1997-
AATTC, al referirse a Ia Iegitimatio ad causam para la defensa de los intereses difusos o colectivos, lo hace
en el marco normativo del Art. 26, tercer párrafo, de la Ley 23506, sobre Hábeas Corpus y Amparo, hoy
derogada, que habilitaba a cualquier persona a interponer demanda de amparo ante la violación o amenaza de
violación de derechos constitucionales de naturaleza ambiental, supuesto que no corresponde al presente
proceso, que tiene por objeto la indemnización que se tramita en la vía procedimental de conocimiento ante el
Juez civil, y no un proceso iniciado ante un Juez - Constitucional. De lo que se concluye que aquel argumento
de la actora y recurrente también carece de asidero jurídico.
En esta parte se puede concluir que la excepción de falta de legitimidad para obrar de Ia parte
demandante, con relación a la pretensión indemnizatoria por el daño ambiental en el presente proceso, resulta
fundada, tal como efectivamente las instancias de mérito la han declarado. Por consiguiente, el recurso de
casación en este extremo debe ser desestimado al no haberse verificado la contravención a las normas que
garantizan el derecho a un debido proceso, como se denunció en el indicado recurso.
Al declararse fundado el recurso de casación por causal procesal, en cuanto a la excepción de conclusión
del proceso por transacción, carece de objeto pronunciarse sobre la causal material de inaplicación de las
normas contenidas en los Arts. 5 y 1305 del C.C. referida a la misma excepción.
La parte pertinente del Art. 396 previene que si la sentencia declara fundado el recurso, además de
declararse la nulidad de la sentencia impugnada, Ia Sala debe completar la decisión, y si se trata de Ia causal
prevista en el inciso 3 del Art. 386 (error in procedendo) debe reenviar y reponer el proceso al estado en que
se cometió el vicio procesal que determinó la sentencia casatoria. De ello se constata indubitablemente que si
se declara fundado el recurso por causal procesal, sea por contravención a las normas que garantizan el
derecho a un debido proceso o por infracción ins formas esenciales para la eficacia y validez de los actos
procesales, el proceso debe reenviarse al estadio procesal que corresponda para que el juzgador subsane el
vicio advertido y emita nueva decisión.
En el presente caso, se declara fundado el recurso de casaci6n por causal procesal en lo concerniente a la
excepción de conclusión del proceso por conciliación; entonces cabe preguntarse ¿puede resolverse en
instancia de mérito sobre la excepción si se ha declarado fundado el recurso por causal procesal?
Nuestro ordenamiento procesal no ha previsto expresamente normas a este respecto, razón por la que es
necesario integrar la norma procesal, tal come lo autoriza el Art. Ill, segundo párrafo, que establece que en
caso de vacío o defecto en las disposiciones del Código, se recurrirá a los principios generales del derecho
procesal y Ia doctrina y jurisprudencia correspondientes, en atención a las circunstancias del caso concreto.
En aplicación de los principios procesales de dirección del proceso, celeridad y economía procesal es
viable el pronunciamiento de este Colegiado en instancia de mérito sobre la fundabilidad de las excepciones y
defensas previas, aun cuando el recurso se estima por causal procesal, como en efecto se hace en la presente
resolución. El juzgador es el director y conductor del proceso, en todas las instancias y debe velar por la
rápida solución no solo del fondo del litigio sine de toda articulación de previo y especial pronunciamiento,
como es el caso de las excepciones, teniendo el deber de impedir cualquier dilación y procurar la economía de
esfuerzos, de gastos y de tiempo; pues, en el proceso, el tiempo es mas que ore, es justicia (Couture).
La jurisprudencia vinculante que se establece por Ia presente tiene fuerza vinculatoria para los jueces de
todas las instancias de la República, sere de obligatoria observancia para los casos similares, en los procesos
de naturaleza homologa desde el dia siguiente a su publicación oficial, hasta que no sea modificada por otro
pleno casatorio. No sere vinculante para los casos similares que ya fueron resueltos por resolución firme; por
tanto, no tendrá efectos retroactivos, sine alcances ex nunc, es decir, efectos solo a partir del dia siguiente de
su publicación.
La Constitución (Art. 141) dispone, entre otros, que corresponde a Ia Corte Suprema fallar en casación.
Los Organos jurisdiccionales son la Corte Suprema de Justicia y las demás cortes y juzgados que determine su
ley orgánica (Art. 143, segundo párrafo). A su vez, la Ley Orgánica del Poder Judicial previene en su Art. 80
inc. 8 que son atribuciones de la Sala Plena las señaladas por la Constitución, la ley y el reglamento.
Precisamente la ley ordinaria, como es el caso del Código Procesal Civil, reconoce y regula en el Art. 400 Ia
doctrina jurisprudencial, la misma que tiene la calidad de jurisprudencia vinculante y que se genera en el
Pleno Casatorio. El mismo Código establece en su Décima disposición Complementaria y Final que sus
normas procesales se aplican preferentemente respecto de las reguladas en la Ley Orgánica del Poder Judicial.
De todo ello se desprende, sin lugar a dudas, que existe una cadena de remisiones legitimantes que
cautelan el principio de reserve de ley orgánica para establecer tanto la competencia de los Juzgados y
Colegiados en el conocimiento de los procesos come de los recursos impugnatorios. Por consiguiente, la
Constituci6n establece la estructura básica de los Organos jurisdiccionales, dentro de los cuales se encuentra
la Corte Suprema. La Ley Orgánica del Poder Judicial establece en parte la competencia, determinando los
asuntos que deben conocer los diferentes Organos jurisdiccionales, y en otra parte, remitiendo a una ley
ordinaria para fijar otras reglas y criterios de competencia. Esta ley ordinaria, para el proceso civil, viene a ser
esencialmente el Código Procesal Civil; por tanto, en virtud del principio de legalidad de la competencia, esta
se establece en atención a normas legales y a diversos criterios come materia, territorio, turno, cuantía y
función, según los casos. De ello se puede concluir que la competencia para conocer del recurso de casación
por parte de Ia Sala Plena en calidad de Pleno Casatorio, regulado por el citado Art. 400, cumple tanto con el
principio de reserve de ley como con la predeterminación legal que exigen los Arts. 143 y 139 inc. 3, segundo
párrafo de la Carta Fundamental. Además, debe tenerse en cuenta que los derechos al Juez predeterminado
por ley y al acceso a los recursos (Art. 139 inc. 6) son derechos de configuración legal, por cuanto el
legislador ordinario regula la forma y condiciones en que deben ejercitarse en un proceso; es decir, que se
establece por ley las reglas de competencia, los plazos, formalidades y recaudos que deben observarse y
cumplirse para interponer los recursos impugnatorios pertinentes.
“(...) no puede ser entendida en términos absolutos, no solo porque ningún derecho constitucional tiene tal
cualidad, sino, además, porque existen otros bienes y principios constitucionales que también exigen ser
optimizados”.
La competencia del Pleno Casatorio para expedir sentencia casatoria, con carácter vinculante, este
predeterminada por la ley. Además, persigue varias finalidades de relevancia constitucional como la
aplicación e interpretación correcta del derecho objetivo, Ia uniformidad de Ia jurisprudencia, hacer efectivo
el derecho de igualdad en los justiciables, optimizar el principio de seguridad y certeza, así como hacer
predecible la impartición de justicia en nuestro país. Por lo demás, en el Código de Procedimientos Penales se
regulo desde 1940 el Recurso de Revisión penal, el mismo que era ventilado y resuelto por la Sala Plena de la
Corte Suprema en ejercicio de una potestad jurisdiccional predeterminada por la ley.
XII. RESOLUCION:
Por estos fundamentos, NUESTRO VOTO es porque se declarare FUNDADO en parte el recurso de
casación interpuesto por doña Giovanna Angélica Quiróz Villaty, por derecho propio y en representación de
sus hijos Euler Jonathan y José Ronny Mendoza Quiróz, y Walter Steve Cuenca Quiroz; se CASE la
resolución impugnada, en consecuencia, NULO el auto de vista de fecha 27 de diciembre del 2006, corriente
a fojas 1358, y actuando en sede de instancia, SE REVOQUE la resolución apelada dictada en la Audiencia
de Saneamiento Procesal del 08 de enero del 2004, en el extremo que declara FUNDADA la excepción de
conclusión del proceso por transacci6n respecto a los menores Euler Jonathan y Jose Ronny Mendoza Quiroz,
así como Walker Steve Cuenca Quiroz, propuesta por Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A. y
Esteban Arturo Blanco Bar, y REFORMANDOLA se declare IMPROCEDENTE esta excepción; se
REVOQUE la misma resolución del Juez de Primera Instancia en cuanto declara INFUNDADA la excepción
de conclusión del proceso por transacción referida a la demandante Giovanna Angelica Quiróz Villaty, y
REFORMANDOLA se declare IMPROCEDENTE esta excepción. Se declare INFUNDADO el recurso de
casación en la parte referida a Ia excepción de falta de legitimidad para obrar de la parte demandante respecto
de la pretensión indemnizatoria por daño al medio ambiente propuesta por los nombrados emplazados Minera
Yanacocha S.R.L. y Esteban Arturo Blanco Bar. Se DECLARE que carece de objeto pronunciarse sobre la
causal de inaplicación de normas de derecho material respecto de la excepción de conclusión del proceso por
transacción. DECLARARON que constituye doctrina jurisprudencial con carácter vinculante conforme a los
alcances y efectos previstos en el octavo y décimo sétimo considerandos, respectivamente, lo siguiente:
1. Como se previene en el Art. 443, resulta procedente la excepción de conclusión del proceso por
transacción si concurren los dos siguientes requisitos: a) cuando se inicia un proceso idéntico a otro anterior;
y b) que el primer proceso idéntico haya concluido por transacción judicial homologada por el juez que
conoce del proceso. En consecuencia, la procedencia de la excepción indicada importa necesariamente la
existencia de dos procesos idénticos, de tal modo que la transacción extrajudicial alegada por Ia parte
emplazada, al no haber sido celebrada dentro de un proceso, no puede configurar un supuesto de proceso
idéntico y, en tal virtud, no puede sustentar válidamente la excepción de conclusión del proceso.
3. Desde que en las defensas de fondo se discute el derecho sustancial, es en la sentencia donde podrá
definirse si la transacción extrajudicial extinguió, total o parcialmente, la obligación que se reclama en la
demanda.
4. Para el patrocinio de intereses difusos, en un proceso civil, únicamente tienen legitimidad para obrar,
active y extraordinaria, las instituciones y comunidades a que se refiere el Art. 82, por cuanto es una
colectividad la titular de los intereses o derechos transpersonales y no una persona individualmente
considerada.
5. Si bien, cuando se declare fundado el recurso de casación por una causal procesal (error in procedendo)
se debe reenviar la causa a la instancia pertinente para que el Juzgador subsane el vicio procesal encontrado y
emita nueva decisión, a tenor de lo dispuesto en el Art. 396; sin embargo, se advierte un vacío normativo para
el supuesto de que en sede casatoria se ampare o desampare una de las excepciones previstas en el Art. 446
del mismo cuerpo legal o una defensa previa; ante tal vacío. debe integrarse la norma procesal aplicando los
principios de dirección, economía y celeridad procesal y procederse a emitir pronunciamiento en sede de
instancia sobre la procedibilidad y fundabilidad de las excepciones y defensas previas.
SS.
de Justicia de la República
Casación Nº 1465-2007-Cajamarca
Demandantes :
Giovanna Angelica Quiroz Villaty; Walter Steve Cuenca Quiroz; Euler Jonathan Mendoza Quiroz y Josè
Ronny Mendoza Quiroz.
Demandados :
Empresa Minera Yanacocha S.R.L., Ransa Comercial S.A. y Arturo Blanco Bar.
Materia :
Indemnización por daños y perjuicios
Proceso :
Conocimiento
Sumario :
1.- Demanda.
2.- Contestaci6n.
3.- Del litisconsorte necesario pasivo Esteban Arturo Blanco Bar. (fojas 1173)
5.- De los presupuestos procesales y las condiciones del ejercicio valido de Ia acción.
7.- De la aparente antinomia de las normas procesales y sustantivas sobre la excepción de transacción.
8.- Criterio de nuestra jurisprudencia sobre la excepción de transacción judicial como defensa de forma.
XII.- RESOLUCION.