Codeados A Explorar Caps 3,7,10,11
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Condenados a explorar
Marchas y contramarchas
del crecimiento en la adolescencia
I' I
N
noveduc
Buenos A ires Mxico
Captulo 3
El h a l l a z g o de o bjeto
de la zona genital (designado com o objeto parcial) y, por otra parte, algo
que Freud ubica bajo el dominio psquico, el objeto que se ha venido
construyendo desde la ms temprana niez y cuyo retorno se anhela
(designado como un objeto total). Uno convive al lado del otro. El obje
to total es un objeto ms entre los objetos parciales, con la caracterstica
de que designa a la persona en su totalidad y no a una parte de ella, pero
no es total en cuanto que pudiese reunir todos los objetos parciales de
ella que por definicin nunca podran ser reunidos.
La cavidad excitadora, fin de la pulsin genital para el varn, debe ser
hallada y tambin debe ser hallada en la mujer, va una regresin del cl-
toris a la zona anal y de ah a la vagina. Este objeto de la pulsin debe ser
hallado y simultneamente construida su representacin. Y este camino
est lleno de inconvenientes y peligros. La cavidad excitadora pronto se
revela como la cabeza de la medusa. Los terrores que produce inhiben su
encuentro. El pene, por su parte, aparece como el instrumento del ejer
cicio del sadismo (por ejemplo, la rata del hombre de las ratas); su visin
es temida o desafiada. Este hallazgo de objeto se hace primero en la fan
tasa y all sigue un recorrido, donde encuentra un goce ilimitado y alu
cinado. Esta exploracin imaginaria no es menor y su valor se reconoce
cuando un cuadro clnico nos muestra una inhibicin mayor en el plano
de la fantasa masturbatoria. Son aquellos casos en los cuales la mastur
bacin es slo un ejercicio mecnico sin fantasa.
Esta necesidad del hallazgo del objeto condena al sujeto tambin a una
exploracin del mundo, porque ese objeto no puede ser compensado
suficientemente por vina parte del propio cuerpo, como suceda con la
succin del pulgar, ni por la satisfaccin alucinatoria que condena al suje
to al aislamiento y a la prdida del encuentro amoroso. En ese encuen
tro con el otro es donde, probablemente, se inscriba un nuevo pictogra-
ma vinculado al nuevo cuerpo ahora re-genitalizado. Esc nuevo picto-
grama necesita del mundo, de la experiencia concreta del contacto.
Pties bien, despus de considerar la evolucin difsica de la sexualidad
humana en Ungestaltunjjen das Pubertat (como ven, debo usarlo en ale
mn porque.no puedo inclinarme por alguna de las traducciones), Freud
se dirige a teorizar sobre .una de las tareas que el nuevo status de su cuer
po le impone al sujeto: hallar un objeto adecuado para sus nuevas posi-
| E! halla :go de objeto H
bilidades sexuales. Por el mismo hecho de que Freud conc Uye finalmen-
te que el objeto buscado es el objeto perdido, de lo que fundamental-
mente se trata es de su bsqueda, como quien frenticamer te se da cuen
ta de que ha perdi su billetera y se desespera por encontijrla. Lo para-
dojal de esa bsqueda es que se trata de una billetera que nunca tuvo y
que nunca se dar otro encuentro que el encuentro con lo indito. Si
pensamos en la escena que reprodujimos en el Captulo L> dejl encuen
tro del protagonista de El Lector c on Frau Schmitz, tenemos que aceptar
que, por ms que se parezca a la madre, Frau Schmitz es ?rau Schmitz.
Pero es esa bsqueda, una bsqueda de lo andguo en lo indito, lo que
dispara, obliga, condena, al sujeto a la exploracin. Es j istamente ese
carcter de indito lo que resalta Adrin Grassi (2 0 0 7 ): Metamorfosis de
la pubertad: el hallazgo (?) de objeto, su registro originaria10. l muestra
que el trmino hallazgo hay que pensarlo como algo que se lencuentra sin
buscar, al azar, inesperadamente. En el caso de la novela cue citamos, el
encuentro con un subrogado materno que necesita del n muchacho para
poner un poco de color a su vida opacada, y que encuen fa en el amor
por la lectura del adolescente el objeto de su amor, es al mismo dempo
repeticin y novedad que sorprende tanto a uno como al }tro.
Hay que destacar que Freud afirma algo sorprendente, n uy alejado del
sentido comn, y es que lo que empuja fundamentalmente al sujeto lejos
de sus padres, lo que lo condena a la exploracin, es el pelgro de la con
sumacin del incesto. El adolescente se autocondena al cestierro. Es el
castigo antes del crimen. Crimen slo apuntalado en el ceseo. Es dedi
que esa exploracin obligada tiene, para Freud, una parte de huida fre
ntica que el mismo sujeto se impone. Buscando el objeto perdido, debe
impulsarse lo ms lejos posible de l. En ese alejamiento exploratorio es
donde es posible encontrar el objeto adecuado. Esta trayectoria explora
toria tiene un recorrido probable que depende de los proc:Sos previos de
la primera eleccin objetal en el acn de la instalacin del Edipo. Va
desde las cercanas del objeto incestuoso, al objeto nuevo, exogmico.
Esta importancia de lo exogmico, de lo no familiar, de le !no edpico ha
sido objeto de un intenso estudio entre nosotros por Ricardo Rodulfo en
varios libros, especialmente en El Psicoanlisis de Nuevr (2 0 0 4 ) y en
Futuro Porvenir (2 0 0 8 ). Para nosotros tambin, no hay solo huida sino
39
Condenados a explorar Mario Waserman
LO S OBJETOS A C O M P A A N T E S
Acompaado por quin o por quines? Aqu, los pensade res de la ado-
lescencia han hablado de distinta clase de objetos cuya pres i:ncia es bene-
ficiosa para el recorrido exploratorio, Estos objetos a) son ibjetos nter
nos como los objetos narcisistas que sostienen al yo (Guttt in, 1 9 9 1 ); b)
son los objetos transicionales a los cuales se refiere Winr iicott (1 9 5 2 ),
que reaparecen en la adolescencia donde se inscriben los o t jetos cultra
les, objetos que se crean porque ya estn all; c) el grupo le pares; y d)
el objeto supuestamente complementario, Del objeto co :nplementario
hablamos cuando nos referimos al hallazgo del objeto se al. El grupo
de pares como objeto de apuntalamiento ha sido tratado p Dr numerosos
autores, pero es Ricardo Rodulfo el que con originalidad l gran inters
mostr la inauguracin de un nuevo narcisismo en la ad c lescencia por
medio de la emergencia del sentimiento del nosotros (Re dulfo, 1 999),
sentimiento que alcanza su presencia no antes de la adolesc :ncia. Se trata
de un nosotros de pares que hace al sustento identitario. U n nosotros
que no son los otros, y que apuntalan al yo. Del mismo n. odo, el yo se
puede hundir si ese nosotros se quiebra y este yo sostenid o en el noso-
tros es para algunos adolescentes sumamente frgiles, de n pdo que uno
de los pilares del devenir adolescente es evitar el aislamiento extremo de
los pares porque nada, ningn otro nosotros, lo puede sustituir. As
como en la infancia, el grupo de pares permitir a la lbid^ andar todos
los avatares del amor homosexual sublimado, y le ofrece adolescente
un equivalente amoroso de enorme importancia. Para el yo, tener una
parte de amor homosexual sublimado exitosamente es un alivio impor-
tante en su trayecto hacia el objeto heterosexual y tambin , pira los que
fundan su identidad sexual en la homosexualidad, tener anjiigos del otro
sexo brinda a la libido un alivio importante, Nos detenej emos ahora,
pues, en los objetos narcisistas y los objetos transicionales, Los primeros
no se distinguen como objetos, son parte del yo, mientras c ue los segun-
dos son fundamentalmente valorados como objetos no-yo 1Todos ellos
cumplen una funcin de a p u n t a la m ien to
I Condenados a explorar Mario Waserman
El apuntalamiento
#
Especialmente con relacin al concepto de apuntalamiento, una expe
riencia emocional imprescindible en el atravesamiento de la experiencia
puberal adolescente, Kas es otro autor a quien otorgamos mucha impor
tancia. N o haremos una recapitulacin de la novedad que Kas introdujo
en el concepto terico de apuntalamiento, llevndolo de la anaclisis al sos
tn, pero haremos un agregado sobre el cual insistiremos por su impor
tancia clnica. Y es que, en su bsqueda de ayuda exploratoria, el pber
adolescente debe aprender a apuntalar sus apuntalamientos. El objeto sos
tn ded adolescente necesita desesperadamente de la investidura. Los pro
cesos de desinvestidura graves se dirigen especialmente al sostn. En el ais
lamiento se dirigen al grupo, en los trastornos del cuerpo se dirigen al sos
tn de la libido.
Pensamos que el gran secreto del apuntalador -sea este una persona o
un gru po- es lograr que el sujeto se convierta en apuntalador del apun
talamiento, que la pared sostenga a su vez la estaca que la sostiene, es
decir, que sostenga su confianza en la estaca, que crea en ella, no la des
poje de su investidura. La transferencia es en ese sentido una reedicin
de una relacin de apuntalamiento y atraviesa, com o las previamente vivi
das, procesos diversos. Los grandes fracasado res son especialmente hbi
les en desinvestir el apuntalamiento que se les ofrece. All parece estar
obrando un principio que va ms all del principio del placer: la pulsin
de muerte. Esta se podra pensar como un dar m uerte al que ofrece la
vida. Si no puedo ser el dueo y engendrador de mi vida, entonces pre
fiero ser el dueo y engendrar mi propia muerte. Principio de autoen-
gendramiento para ir ms all del engendrar parental, aun a costa de la
propia vida, a otra costa misteriosa, la de la muerte.
Hay en la adolescencia normal un deseo de recuperar un apuntala
miento perdido, ya sea a travs del objeto del enamoramiento o a travs
del grupo de pares, cuya gestacin se produce en la latencia, pero que se
pierde al entrar en la adolescencia. Podemos hablar en la adolescencia de
un deseo de.apuntalamiento. U n deseo de recuperar el apuntalamiento
del objeto que se est perdiendo y de recuperar el apuntalamiento del
grupo de pares de la latencia, que tambin se pierde ya que el grupo de
| El hallazgo de objeto jjj
>
pares que se form en la latcncia se pierde en parte al entrar en la ado
lescencia. Baste recordar las menciones de los jvenes pacientes sobre la
prdida del grupo de la prim aria y el anhelo que tienen por formar un
nuevo grupo en la secundaria.
En la clnica se hace evidente la funcin de apuntalamiento del objeto
cuando muchos adolescente; dicen, en el final de sus anlisis, que ya es
tiempo de abandonar las mulitas y que es tiempo de sostenerse solos. Por
el contrario, las patologas mrcisistas se distinguen por su apariencia de
no necesitar apuntalamiento de ninguna naturaleza en ningn momen
to. Son autosuficientes y consiguen que el grupo los envidie por su sufi
ciencia.
El concepto de apuntalam ento de Kas se enriquece y combina bien
con las ideas de Meltzer sobi i: la dispersin de la identificacin proyecti-
va sobre los miembros del grupo, en el momento en el cual se desarrolla
la metamorfosis. Podramos decir que el yo no slo se deconstruye, sino
que sufre un proceso que me gustara llamar de inflacin, es decir, que el
self se expande y el yo trata 'le incluir dentro de s toda esa expansin y
asimismo distribuir partes de s en su entorno grupal. Dos trabajos de
Meltzer son relevantes. U no :e liga a sus estudios sobre los estados sexua
les de la mente (1 9 7 3 ) y otro sobre la metapsicologa y psicopatologa del
claustrum (1 9 9 2 ), que se puede considerar como un movimiento opues
to a la direccin hacia la exploracin.
Objetos narcisistas
1
Sin esas condiciones, el trayecto exploratorio se hace sin suficientes
vveres en la mochila. Es por eso que la transferencia en la cura adoles-
1
cente no es slo repeticin, sino la creacin de esa ba:;e n; rcisista.
Objetos transicionales
Dijimos antes que, aparte del grupo de pares y de los o jetos narcisis-
tas, hay otros objetos apuntaladores que acompaan al ado escente en sus
exploraciones, objetos que es mejor que lleve consigo iempre en su
mochila. En muchos casos, el adolescente produce un ofc jfeto apuntala
dor cuya funcin ya conoci en su infancia. Es el objeto r e es parte l
y parte un objeto externo. Es una parte de l que es r o ye y lo acompa-
a en el mundo externo. Est presente cuando la aucnc: es ms pun-
zante y lo representa a l ante los otros. El diario ntimo, a guitarra via-
jera, las zapatillas que nunca deja de usar, etctera. Los ob etos transicio-
nales, los espacios y tiempos transicionales, son concepto: que nos ayu-
dan a comprender el mundo adolescente y estas conce ptualizaciones
sabemos reconocrselas a W innicott (1 9 5 1 ). Su concepto lyucla a enten-
der tambin el rol que juegan las sustancias adictivas que muchos ado-
lescentes usan para acompaarse en el recorrido explrate fio. El uso de
la misma sustancia se define porque lleva al sujeto a emprc.jider un viaje,
Este viaje representa el viaje de la exploracin adolecen ie. Muchos de
ellos, a travs de la adiccin, hacen un viaje llevados por e despliegue de
la excitacin sensorial que sienten que los conduce i la xploradn de
mundos diferentes sin moverse de al lado de su casa o de Su casa. Meta-
fricamente, abren muchas puertas a la exploracin ta. co: queda defi-
nido por el famoso libro de Huxley: Las Puertas de la Pfrcepcin. Esta
exploracin de un nuevo autoerotismo a veces inhibe oda salida al
mundo y se transforma en un sostn que captura al yo hast i hacerlo desa
parecer. En muchos otros casos, es una exploracin rr.etaf 1rica que tran-
sita nicamente el mundo sensorial y brinda una satislaccl 'n alucinatoria
en un tiempo de espera. 1 '
J
Queremos recoger unas palabras de Winnicott que se instalan en un
artculo de M. Botbol y otros (1 9 9 8 ), que trata sobie es : valor transi-
cional de las sustancias adictivas:
| C o n d i nados a explorar Mario Wastrman
I 4fl
j El hallazgo de objeto |
*1
N ota
1. Gutton (1991), Lo puberal, cap. II, pg. 79.
Captulo 7
El e s p a c io de l a in m a d u r e z
89
Condenados a explorar Mario Waserman
cente (cap.11 de R ealidad y juego) postula como la inm adurez del ado
lescente, caracterstica que le es intrnseca: A partir de una afirmacin de
W innicott desarrollamos la idea del espacio en el cual se dan los fen
menos adolescentes, un espacio que va al lado del espacio trasicional sin
confundirse con l: es el espacio de la inmadurez. Empecemos por la
referencia que explcita el pensamiento de W innicott sobre la inmadurez.
a'Es necesario exam inar por un momento la naturaleza de la inmadurez.
No hay que esperar que los adolescentes tengan conciencia de ella o conoz
can sus caractersticas. Tampoco nosotros necesitamos entenderla ( ...) la
comprensin es reemplazada por la confrontacin. ( ...) Slo con el paso
del tiempo y de la experiencia puede un joven aceptar poco a poco la res
ponsabilidad por todo lo que ocurre en el mundo de la fan tasa personal.
( . .. ) Entretanto existe una fu erte propensin a la agresin que se m ani
fiesta en form a suicida ( ...) nuestra sociedad espera que todo se pueda
entender, razonar, comprender. Que no haya inmadurez. La necesidad es
confrontar33(pg. 1 8 5 ).
i
El a d o le s c e n t e expresado EN
los m e d i o s : n u e v o s m o d e l s
DE SUBJETIVIDAD
I
es definida por los diarios que leemos. Tanto es as que cuando nos
vamos de vacaciones decimos que queremos perder contacto con la rea
lidad, q,..e queremos desenchufarnos, que lo mejor sera no leer los diarios
ni escuchar la radio. Pero no perdemos contacto con la realidad, sino con
la actualidad, esa realidad transmitida por los medios que s: empre apare
ce com-: una demanda urgente de atencin a una situado i de extremo
peligro. Para captar nuestra atencin se debe generar un punto de peligro.
Ese punto de peligro es un punto que inicia un proceso de subjetivacin
a partir del cual nos constituimos en una subjetividad en contacto con una
realidad. La actualidad es por naturaleza vertiginosamente cambiante,
pero al mismo tiempo reitera episodios de la misma clase: episodios alar
mantes. Es como un ro que fluye transportando malas no:icias. Pero, a
medida que los medios de transmisin de noticias se agilizan, la cantidad
de informacin que se produce es tan masiva que se desalo^ an una a otra
de un modo violento. Esto impacta a la mente de un modo particular, la
acelera hasta lo que llamara la expotatividad . Nuestra subjetividad se
construye en ese entorno y por eso no es extrao que suframos de ata
ques de pnico.
Me parece importante recoger un pensamiento de Derrida vinculado al
tema y que figura en su texto: Ecografa de La televisin (1 9 9 8 ).
*Esquemticamente , dos rasgos designan lo que constituye '.a actualidad
en general. Podramos arriesgarnos a darles dos sobrenombres generales:
artefactualidad y actuvirtualidad. El prim er rasgo es que ia actualidad,
precisamente, est hecha: p ara saber de qu est hecha no es menos preciso
saber que lo est. No est dad a sino activamente producida, cribada, inves
tida, performativamente interpretada por numerosos dispositivos ficticios o
artificiales, jerarquizadores y selectivos, siempre a l servicic de fuerzas e
interesas que los sujetos y los agentes, productores y consumidores de actuali
dad, nunca perciben lo suficiente. Por ms singular, irred uctible, testaru
da, dolorosa o trgica que sea la realidad a la cual se refiere la actualidad,
esta nos llega a travs de una hechura ficcional. No es poswle analizarla
ms que al precio de un trabajo de contrainterpretacin vijilante. Hegel
tena razn a l exhortar a l filsofo de su tiempo a la lectura cotidiana de los
peridicos. Hoy, la misma responsabilidad exige tambin que sepa cmo se
hacen y quin hace los peridicos33(pg. 15).
I El adolescente expresado:.. |
5*
Estamos en consonancia con la idea de realidad producida de Derrida
y es por eso que nos interesa la imagen que del adolescente nos transmi
ten los medios, pero creemos que esa realidad que crean los medios, la
crean con un material que est latente en la subjetividad de la poca y que
el medio recoge y ampla. Se construye la ficcin con algo que est pasan
do en la realidad. A su vez, esa ficcin empuja al adolescente a imitar el
personaje creado en los medios. El adolescente creado por los medios
est alcoholizado, drogado, pelendose violentamente, tanto entre varo
nes como mujeres, delinquiendo, amenazando, asesinando, ponindose
en coma. Es evidente que no se trata de la mayora de los adolescentes,
pero en el imaginario colecdvo es el adolescente de la actualidad. <A qu
se debe esta construccin subjetiva que el medio termina de armar como
generalizacin? Este adolescente nos muestra el mundo que nos atravie
sa. U n mundo donde la perspectiva laboral no implica la realizacin de
los ideales, sino la supervivencia bajo el suplicio de Tntalo, a quien se
haba condenado a recibir un mnimo de alimento que lo mantuviese
vivo. Es un mundo que nos provoca irritacin y protesta. Sospechamos
que estamos sometidos a la tirana de la clase poltica corrompida. Sos
pechamos que la justicia y la polica slo protegen a los delincuentes y
que los hacen trabajar para ellos. U na subjetividad construida sobre esos
parmetros slo puede desear un momento de paroxismo, un deshacer
se violentamente. No hay perspectivas, slo hay el m omento de la explo
sin. No hay construccin. Es imposible construir otra subjetividad para
la adolescencia mientras la realidad nos muestra esta construccin. La
realidad pierde significancia, como dice Castoriadis en EL nva.nct de La.
Insignificancia. (1 9 9 6 ), en la medida en que slo importan el poder y el
consumo.
II
L o PR IVAD O Y P B LIC O
| 14-1
| El adolescente expresado...
LO S M ED IO S C O M O O R IG E N ?
B o w l in g for A r g e n t in e
E l a d o l e s c e n t e e n el m u n l p o
V IO LE N T O Y LA VIOLENCIA
ADOLESCENTE EN EL M U N D O
El diverso orden en los cuales se los enuncie muestra qu^ ellos no tie
nen primaca unos sobre otros, es su combinatoria la que }uede llevar a
manifestaciones violentas, que se tornan especialmente dimticas por
que la escuela es un espacio que en el imaginario social : erige como
dedicado al cuidado amoroso de los nios. Sin embargo, a los padres no
se les escapa ese aspecto violento cuando aconsejan a sus hijos a que
aprendan a defenderse si los atacan, lo cual denuncia el substrato para
noide de los vnculos.
V io l e n c ia I n s t it u c io n a l
sajn antiguo skola que significa tropa (Roque Barcia, Diccionario Gene
ral Etin ilgico de la Lengua Espaola , 2 0 0 4 ).
Ya no:arn ustedes la similitud de trminos entre lo educacional y lo
militar. Divisin es un trmino que se usa en nuestro colegio secundario
al igual ; ue grado se usa en el colegio primario, trminos ambos tambin
usados en el campo militar. Cada grado, cada divisin, es una escuadra,
una mesnada, un pequeo batalln a ser adiestrado y seguir a su lder, a
su maestro. Sabemos hasta qu punto cada escuela sigue a su maestro y
cun militante suele ser el discpulo en las escuelas psicoanalticas y qu
padecimiento produce. E n fin, lo que a m me parece interesante es que
este cambio de la voz escuela, que va del ocio a la militarizacin, acom
paando el cambio histrico social que experimentan las sociedades, nos
aleja paulatinamente de la concepcin griega, donde la enseanza estaba
vinculada al tiempo libre y al ocio. Ahora, para encontrar el ocio, el alum
no debe hacerse la rata, trmino por los dems significativo, pues esta
accin lo convierte en un rata o ratero, un objeto de desecho.
Cuando schole se hizo escuella llev consigo todo el proceso de mili
tarizacin, incorporando la eficaz maquinaria ligada a la guerra. El juego,
com o estrechamente unido al aprendizaje, qued relegado al espacio del
kindergarten -jardn de los nios-, an sujeto a la indulgente influencia
materna.
La ligazn entre escuela y militarizacin ya aparece en el primer grado
y se percibe en la ceremonia de la formacin matinal frente a la bandera,
al igual que su juramento, donde se compromete la vida por la patria
antes de la batalla. El formar filas no es una semejanza menor, en su sen
tido de marcha disciplinada a la batalla, al igual que los desfiles con el
abanderado al frente; la bandera parece esencial a la educacin y a la gue
rra. La disciplina y la subordinacin son en ambas valores y su reproba
cin com o peligrosidad moral acompaa esta constelacin disciplinaria.
Nadie puede librarse de este ritual, nadie puede llegar directamente al
aula. La ceremonia de la fila y la marcha al aula son muy elocuentes, pero
poco pensadas,.. La escuella debe ser formada, el cuerpo debe funcionar
com o uno. Com o se ve, se trata bsicamente de uniformar al sujeto,
hacerlo similar al conjunto y discriminar ese conjunto del conjunto rival.
S "Bowling for Argentine" |
l)
En ese proceso, el sujeto va perdiendo un bien del cual no es conscier< ,
te, su yo nico, su ser sujeto, su libertad. Dentro de ese recinto hay alum
nos que ocupan un lugar de desecho, que no se integran con sus com
paeros. Esos nios acumulan odio contra una institucin que no hace
nada ms que favorecer esa discriminacin vergonzante. Por otra parte,
en la medida en que la patria significa cada vez menos, las ceremonias
que la ensalzan pierden tambin significado.
N o est dems mencionar tambin la ligazn que la religin ha tenido
y tiene con la escuela en tanto adoctrinamiento. En su historia etimol
gica escolar, ha sido sinnimo de monaguillo. La catequesis, as como la
enseanza del Corn en las madrassas o la Tor en las ieshibas, son un
ejemplo claro de ligazn entre religin y aprendizaje. La escuela prepara
al nio para el trabajo y la ciencia, lo cual es explcito y consciente, pero
tambin para el ejrcito y la religin. Esta ligazn es especialmente fuer
te en familias que ponen com o condicin de la educacin de sus hijos la
enseanza religiosa.
No se trata slo de impartir conocimientos, sino de una formacin
moral. Los estudios de Foucault (1 9 7 7 ), especialmente V ig ila r y ca stig a r,
con respecto al ejrcito y las crceles, son fuertes iluminadores de la
estructura de la institucin educativa en sus aspectos positivos y negadvos.
Se han establecido, desde principios de siglo, movimientos educadvos
que quieren hacer frente a ese proceso de militarizacin y religificacin
(hacer de la escuela una sucursal de la Iglesia) y estos movimientos no
dejaron de conseguir xitos parciales en mbitos reducidos. La educacin
laica, universal y gratuita, por ejemplo, ha sido uno de los logros ms sig
nificativos de la historia educacional argentina y fue ia que impuls a
nuestra institucin educativa a un nivel reconocido en el mundo entero,
En parte, tal como lo teoriz Freud en El Malestar en la Cultura
(1 9 2 9 ), sabemos que cierto malestar producto de la represin parece ine
ludible, pero es necesario ser lcido en los excesos de ese malestar que
Freud lig a estructuras pregenitales y Lacan al goce. En nombre de
aceptar la castracin, se pretende que nos traguemos cualquier sistema
institucional, aunque ste sea injusto y nos haga infelices. Actualmente,
se estn dando a conocer los innumerables casos de abuso sexual que
| Condenados a explorar Mario Waserman
O
acontecen en los centros religiosos educativos. Un manto de silencio se
entenda sobre ellos.y los nios tenan que soportar el abuso calladamen
te en nombre de la adaptacin a la institucin.
El mensaje que actualmente circula es que aquel que no aprende lo que
la escuela le quiere ensear est condenado a desaparecer como miembro
de la sociedad. Yo pregunto: ;no se est creando un terrorismo educati
vo? Estos actos locos, terroristas, que suceden en las escuelas, no son
una respuesta desmesurada al terrorismo educativo?
Como ejemplo de ese terror est el hecho de que, en sociedades desa
rrolladas como la japonesa, muchos son los adolescentes que se suicidan
al sentir que no pueden aprobar sus exmenes, ya que eso significa la
muerte cvica, la no inclusin social para siempre, o una inclusin como
desecho social, como no elite. No hay all un exceso de goce institucio
nal? La escuela misma disfruta de su podero, de su capacidad de dejar
afuera si no se la adopta como gua universal.
El orden y el poder policial se perciben inherentes a una organizacin
cuyo riesgo en contrario sera la anarqua. La escuela, en la medida en la
cual ella misma es fuente de un monto de violencia excesiva en su ejerci
cio, gesta en sus alumnos un secreto deseo de revertir esa presin. Apa
rece un odio a la institucin.
La escuela, salvo honrosas excepciones, es un lugar peligroso para el
sujeto en tanto sujeto. Su supervivencia est asegurada si se uniformiza y
se integra al grupo. Caso contrario, la escuela refuerza sus conflictos y
condena inexorablemente al fracaso.
Esta violencia institucional tiende a volver sobre la escuela de diversas
formas. Las explosiones destructivas en las fiestas de fin de curso, que
acompaaban la vuelta olmpica, expresaban abiertamente la violencia
reprimida que ahora se volcaba sobre la misma escuela. Esta vuelta olm
pica era en realidad una revuelta olmpica que no se poda hacer antes,
por el riesgo de la expulsin. En la desercin escolar, el individuo ejerce
la violencia contra s mismo de un modo autodestructivo. Pero tambin
lo hace en la sobreadaptacin, donde el sujeto para ser aceptado, para
que se lo apruebe, renuncia a su singularidad, se entrega totalmente.
| "Bowling foi Argentine |
I!
C o r t e e id e a l e s
E l g ru p o de pares
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La p s ic o p a to lo g a in d iv id u a l
El fa c t o r c u lt u r a l