Denise Jodelet Representaciones Sociales PDF

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PENSAMIE N TO SOCIAL

E HISTORICIDAD*

RELACIONES 93, INVIERNO 2003, VOL. XXIV

Denise Jodelet**
E S C U E L A D E A L T O S E S T U D I O S E N C I E N C I A S S O C I A L E S D E PA R S
El examen de las posiciones adoptadas respecto a las relaciones entre
psicologa e historia y la constatacin de un nuevo brote de inters ha-
cia un acercamiento histrico en psicologa, lleva a proponer la nocin
de representacin social como lugar privilegiado de convergencia y
de apoyo mutuo entre historia y psicologa. Se hace una comparacin
entre esta nocin y la de mentalidad, evidenciando sus acercamientos
(en el plano de la definicin de los objetos, de los funcionamientos
mentales, del carcter colectivo de los fenmenos estudiados, de la
toma de conciencia de la dimensin afectiva), como sus discontinui-
dades (en el plano del tratamiento de la nocin de inconsciente y de
la de inercia o cambio social). La reciprocidad de perspectiva entre es-
tas dos nociones permite desembocar sobre una concepcin historici-
zada del simbolismo, ilustrada por un ejemplo emprico.

(Cambio, historia, historicidad, inconsciente, mentalidad, representa-


cin social, psicologa)

l intento de contestar a esta pregunta: En qu condi-


cin el estudio del pensamiento social puede asegurar
E una coordinacin de los puntos de vista que sea fe-
cunda para las disciplinas psicolgica e histrica?, im-
plica que examinemos cmo estas dos disciplinas con-
ciben sus relaciones; que encontremos el lugar de reciprocidad de sus
perspectivas, rebasando distancias demasiadas veces recalcadas y po-
niendo de manifiesto convergencias en muchas ocasiones ignoradas.
Parece que para el historiador (Friedlander 1975), la psicologa no sea
utilizable. Las situaciones que estudia, complejas, particulares y pasa-
das no corresponden ni a los objetos (procesos elementales), ni a las he-
rramientas conceptuales (modelos generales) y metodolgicas (experi-
mentacin, encuesta) propias a esta disciplina. Fuera del psicoanlisis y
de las teoras de la personalidad que aplica al estudio de los actores,

* Traduccin del artculo: Pense sociale et historicit, Technologies. Idologies.


Pratiques (Numro spcial Actas du Coloque Psychisme et Histoire, 12-14 de novembre
de 1987) VIII, 1-4: 395-405.
** [email protected]

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toma poco en cuenta los aportes de las teoras psicolgicas, particular- Estos aportes son de una importancia particular en el mbito de la
mente de las de la psicologa social que se pueden poner en correspon- cognicin donde la permanencia del paradigma behaviorista y los mo-
dencia con la historia de los movimientos sociales y de las mentalidades. delos inspirados del tratamiento computacional de la informacin dan
Es necesario decir que del lado de la psicologa, el predominio del del conocimiento una descripcin formal que, situada en el nivel intra-
paradigma behaviorista no favoreci, en el pasado, tal acercamiento. individual, conserva su generalidad slo a costa de la exclusin de sus
Pero podemos constatar en l, por lo menos en psicologa social, una in- propiedades expresivas, comunicativas y referenciales (Jodelet 1985).
versin de tendencia iniciada con el estudio de las representaciones so- Aunque, para dar cuenta de la aplicacin prctica del conocimiento, sea
ciales (Moscovici 1961) y confirmada por el desarrollo de una corriente necesario echar mano de elementos sociales y culturales (lenguaje, cdi-
que opera un retorno a la historia (Gergen 1984). En este retorno, dos as- gos y hbitos culturales, rutinas socializadas, etctera), aquellos no pue-
pectos se deben de sealar: 1) su funcin crtica con relacin a tenden- den ser pensados como constitutivos de la actividad cognitiva. Estas
cias empiristas, mecanicistas y orientadas hacia la bsqueda de proce- contradicciones e insuficiencias reducen el alcance de modelos cognos-
sos permanentes cuya dimensin temporal se encuentra truncada; 2) el citivos e incitan a una reflexin sobre el carcter social e histrico de la
hecho de que recurra a la disciplina histrica como reserva de sugestio- cognicin. Es lo mismo para la investigacin sobre la cognicin social.
nes o modelos para formular perspectivas tericas y empricas alter- Lamentando el hecho de que ella implique una reduccin del mundo
nativas. colectivo a la torre de marfil del laboratorio y una terrible simplifica-
La funcin crtica nos recuerda la que revistieron en el campo hist- cin de la vida mental de los seres humanos en sociedad (Moscovici
rico, la historia de las mentalidades y en el campo de la cognicin social, 1986, 62) mostr que esa disciplina pone de manifiesto el carcter colec-
el acercamiento en trminos de representaciones sociales. Esta funcin, tivo de las categoras y operaciones lgicas, ya que es tan verdadero que
de algn modo prioritaria, da cuenta del carcter aproximativo de las en la vida mental, ms all de las simples reacciones de nuestros senti-
perspectivas avanzadas en psicologa social, como lo borroso, lo ms dos, todo es necesariamente social por naturaleza. Transferida a la vida
o menos conceptual, subrayadas a propsito de las nociones de mentali- de los grupos, el estudio de las representaciones sociales responde, para
dad y representacin social. Se trata aqu sin duda de una etapa transi- el autor, a la voluntad de formular las leyes de la mente social (id., 36).
toria y debemos de reconocer que este ms o menos tuvo un carcter No hay duda de que sirva a pensar el conocimiento en su plenitud con-
liberatorio y un valor heurstico tanto en historia (Vovelle 1982) como ceptual y su inscripcin social e histrica.
en psicologa (Moscovici 1976). Ahora que nuevos territorios son bali- El mbito de investigacin que prolifer alrededor de la nocin de
zados y desbrozados, se trata de encontrar el paso de la funcin crtica representacin social aparece en sus diversos campos y paradigmas (Jo-
a la funcin constructiva. delet, 1984, b) como un espacio privilegiado para captar, en el nivel in-
Respecto a la bsqueda, en la historia, de perspectivas alternativas, dividual y colectivo, el juego de las determinaciones sociales y de los
va en contra de la posicin comn de las relaciones entre historia y psi- procesos sicolgicos en la construccin de los saberes, la elaboracin de
cologa. Como lo seala Morawsky (1984), se piensa por lo general que, los experimentos y de las visiones del mundo social. Se enriqueci con
de las dos disciplinas, es la primera la que se debe beneficiar de los prs- la contribucin de las ciencias sociales que hacen de la representacin
tamos, aun limitados, hechos a la segunda. Esta posicin olvida el hecho un concepto mayor para enfrentar una de las cuestiones centrales plan-
de que la psicologa debe de integrar la historicidad en sus modelos teadas hoy a las ciencias del hombre, las de las relaciones entre lo mate-
para ser aplicable a la historia y sobretodo, corre el riesgo de pasar al rial y lo mental en la evolucin de las sociedades (Duby 1978, 20), en-
lado de los aportes de la historia que rebasan una sencilla relativizacin tender en qu medida y de qu manera la ciencia de lo social y de la
de los fenmenos que la psicologa estudia. historia debe de articularse con la de los signos y del psiquismo (Aug

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toma poco en cuenta los aportes de las teoras psicolgicas, particular- Estos aportes son de una importancia particular en el mbito de la
mente de las de la psicologa social que se pueden poner en correspon- cognicin donde la permanencia del paradigma behaviorista y los mo-
dencia con la historia de los movimientos sociales y de las mentalidades. delos inspirados del tratamiento computacional de la informacin dan
Es necesario decir que del lado de la psicologa, el predominio del del conocimiento una descripcin formal que, situada en el nivel intra-
paradigma behaviorista no favoreci, en el pasado, tal acercamiento. individual, conserva su generalidad slo a costa de la exclusin de sus
Pero podemos constatar en l, por lo menos en psicologa social, una in- propiedades expresivas, comunicativas y referenciales (Jodelet 1985).
versin de tendencia iniciada con el estudio de las representaciones so- Aunque, para dar cuenta de la aplicacin prctica del conocimiento, sea
ciales (Moscovici 1961) y confirmada por el desarrollo de una corriente necesario echar mano de elementos sociales y culturales (lenguaje, cdi-
que opera un retorno a la historia (Gergen 1984). En este retorno, dos as- gos y hbitos culturales, rutinas socializadas, etctera), aquellos no pue-
pectos se deben de sealar: 1) su funcin crtica con relacin a tenden- den ser pensados como constitutivos de la actividad cognitiva. Estas
cias empiristas, mecanicistas y orientadas hacia la bsqueda de proce- contradicciones e insuficiencias reducen el alcance de modelos cognos-
sos permanentes cuya dimensin temporal se encuentra truncada; 2) el citivos e incitan a una reflexin sobre el carcter social e histrico de la
hecho de que recurra a la disciplina histrica como reserva de sugestio- cognicin. Es lo mismo para la investigacin sobre la cognicin social.
nes o modelos para formular perspectivas tericas y empricas alter- Lamentando el hecho de que ella implique una reduccin del mundo
nativas. colectivo a la torre de marfil del laboratorio y una terrible simplifica-
La funcin crtica nos recuerda la que revistieron en el campo hist- cin de la vida mental de los seres humanos en sociedad (Moscovici
rico, la historia de las mentalidades y en el campo de la cognicin social, 1986, 62) mostr que esa disciplina pone de manifiesto el carcter colec-
el acercamiento en trminos de representaciones sociales. Esta funcin, tivo de las categoras y operaciones lgicas, ya que es tan verdadero que
de algn modo prioritaria, da cuenta del carcter aproximativo de las en la vida mental, ms all de las simples reacciones de nuestros senti-
perspectivas avanzadas en psicologa social, como lo borroso, lo ms dos, todo es necesariamente social por naturaleza. Transferida a la vida
o menos conceptual, subrayadas a propsito de las nociones de mentali- de los grupos, el estudio de las representaciones sociales responde, para
dad y representacin social. Se trata aqu sin duda de una etapa transi- el autor, a la voluntad de formular las leyes de la mente social (id., 36).
toria y debemos de reconocer que este ms o menos tuvo un carcter No hay duda de que sirva a pensar el conocimiento en su plenitud con-
liberatorio y un valor heurstico tanto en historia (Vovelle 1982) como ceptual y su inscripcin social e histrica.
en psicologa (Moscovici 1976). Ahora que nuevos territorios son bali- El mbito de investigacin que prolifer alrededor de la nocin de
zados y desbrozados, se trata de encontrar el paso de la funcin crtica representacin social aparece en sus diversos campos y paradigmas (Jo-
a la funcin constructiva. delet, 1984, b) como un espacio privilegiado para captar, en el nivel in-
Respecto a la bsqueda, en la historia, de perspectivas alternativas, dividual y colectivo, el juego de las determinaciones sociales y de los
va en contra de la posicin comn de las relaciones entre historia y psi- procesos sicolgicos en la construccin de los saberes, la elaboracin de
cologa. Como lo seala Morawsky (1984), se piensa por lo general que, los experimentos y de las visiones del mundo social. Se enriqueci con
de las dos disciplinas, es la primera la que se debe beneficiar de los prs- la contribucin de las ciencias sociales que hacen de la representacin
tamos, aun limitados, hechos a la segunda. Esta posicin olvida el hecho un concepto mayor para enfrentar una de las cuestiones centrales plan-
de que la psicologa debe de integrar la historicidad en sus modelos teadas hoy a las ciencias del hombre, las de las relaciones entre lo mate-
para ser aplicable a la historia y sobretodo, corre el riesgo de pasar al rial y lo mental en la evolucin de las sociedades (Duby 1978, 20), en-
lado de los aportes de la historia que rebasan una sencilla relativizacin tender en qu medida y de qu manera la ciencia de lo social y de la
de los fenmenos que la psicologa estudia. historia debe de articularse con la de los signos y del psiquismo (Aug

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1979, 190) o aun dar cuenta de las transformaciones sociales, por la legi- mete el conjunto de los cdigos, modelos y prescripciones que, orien-
timacin y la puesta en aceptabilidad de las versiones alternativas de tando la accin, participan de la cultura y de las mentalidades. En fin,
la realidad social (Faye 1973; Bourdieu 1982). por dejarse aprehender tanto como proceso, pensamiento constituyente
como contenido, pensamiento constituido, la representacin nos pone
en condiciones de captar la dinmica del pensamiento social. Podemos
UN LUGAR DE CONVERGENCIA observar en ella los marcos de categoras y las lgicas que aseguran la
sistematizacin de las experiencias, ideas e imgenes cuya concrecin
Una revisin rpida de estos diferentes trabajos permite plantear que la opera. De la misma manera podemos captar cmo, en tanto como pen-
nocin de representacin social es ms apropiada que la de ideologa si samiento constituido, interviene en la formacin de nuevas representa-
queremos tratar del aspecto cognoscitivo de los procesos mentales co- ciones en calidad de preconstruido, de ya-ah pensado o permanece
lectivos y de su articulacin con las prcticas, en contextos sociales e his- ah en calidad de rasgo o de elemento estructurante. Procesos como el
tricos precisos, lo que no quiere de ninguna manera decir que la re- anclaje, la polifasia cognoscitiva (Moscovici 1976) dan cuenta de este
presentacin sea exterior a la ideologa, al contrario. Los intentos de fenmeno cuya inteligibilidad requiere el llamado a la historia. A la vez
teorizacin de sus vnculos, en las disciplinas sociales, muestran las di- para captar, como lo deseaba Meyerson (1948), las variaciones de las ca-
versas y sutiles complicaciones entre las dos nociones. Sin embargo de- tegoras, de las operaciones de pensamiento y de las terminaciones de
bemos de constatar que estas teorizaciones toman la nocin de ideolo- la mente por la edificacin de los cuales la mente se modifica y para
ga en aceptaciones tan diferentes que estamos lejos de tener una visin identificar en el estado presente del pensamiento social, la obra y las
clara y moldeable de su intervencin en los procesos del pensamiento marcas del pasado, definir las especificidades contemporneas y enten-
social. El estudio de la produccin de las representaciones y de sus for- der como advinieron. El llamado a la historia se hace de dos maneras.
mas constituidas puede adelantar en este sentido ya que si la represen- O sea por el estudio diacrnico de una representacin, al comparar sus
tacin baa en la ideologa, incluye elementos de ella (a ttulo de conte- estados en dos pocas distintas, o sea reportndose a documentos his-
nido o de estructura), o presenta funcionamientos similares, la ideologa tricos para seguir a largo plazo la evolucin de una representacin.
no es el todo de la representacin y aquella registra de manera original Elaboramos estos dos mtodos en un programa de investigacin sobre
los efectos de la historia y de las mentalidades que marcan la vida de los las representaciones y prcticas corporales.
grupos y de los individuos. As fue como result posible localizar, ligadas al cambio cultural de
Las particularidades que presenta la representacin social como mo- los sesenta,1 transformaciones en la experiencia sujetiva del cuerpo pro-
dalidad de conocimiento, surgen de que su gnesis y su funcionamien- pio (reflujo de la conciencia mrbida, emergencia del hedonismo) tanto
to son tributarios de los procesos que afectan a la organizacin y la co- como en las categoras de aprehensin del cuerpo como objeto de cono-
municacin sociales de los mecanismos que concurren a la definicin de cimiento (reflujo de un acercamiento biolgico en provecho de un acer-
identidad de los grupos y de las relaciones sociales. Otros tantos proce- camiento psicosomtico otorgando a los factores sociales e histricos un
sos histricos. Adems, en su calidad de saber socialmente construido y papel determinante). Estos cambios tienen repercusiones sobre las prc-
compartido, ofrecindose como una versin de la realidad sobre y con
la cual actuar, la representacin es un pensamiento prctico y socio-cn- 1
Contribuyeron al cambio: los movimientos de liberacin sexual y femenina, las co-
trico (Piaget 1976), puesto al servicio de la satisfaccin y de la justifica- rrientes de pensamiento alternativo, la difusin del psicoanlisis y de las tcnicas cor-
cin de las necesidades, intereses y valores del grupo que lo produce. Lo porales que surgieron o fueron desviadas de los modelos orientales, la boga de las medi-
que, por una parte lo aparenta con la ideologa y por otra parte compro- cinas alternativas, etctera (Jodelet 1982).

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1979, 190) o aun dar cuenta de las transformaciones sociales, por la legi- mete el conjunto de los cdigos, modelos y prescripciones que, orien-
timacin y la puesta en aceptabilidad de las versiones alternativas de tando la accin, participan de la cultura y de las mentalidades. En fin,
la realidad social (Faye 1973; Bourdieu 1982). por dejarse aprehender tanto como proceso, pensamiento constituyente
como contenido, pensamiento constituido, la representacin nos pone
en condiciones de captar la dinmica del pensamiento social. Podemos
UN LUGAR DE CONVERGENCIA observar en ella los marcos de categoras y las lgicas que aseguran la
sistematizacin de las experiencias, ideas e imgenes cuya concrecin
Una revisin rpida de estos diferentes trabajos permite plantear que la opera. De la misma manera podemos captar cmo, en tanto como pen-
nocin de representacin social es ms apropiada que la de ideologa si samiento constituido, interviene en la formacin de nuevas representa-
queremos tratar del aspecto cognoscitivo de los procesos mentales co- ciones en calidad de preconstruido, de ya-ah pensado o permanece
lectivos y de su articulacin con las prcticas, en contextos sociales e his- ah en calidad de rasgo o de elemento estructurante. Procesos como el
tricos precisos, lo que no quiere de ninguna manera decir que la re- anclaje, la polifasia cognoscitiva (Moscovici 1976) dan cuenta de este
presentacin sea exterior a la ideologa, al contrario. Los intentos de fenmeno cuya inteligibilidad requiere el llamado a la historia. A la vez
teorizacin de sus vnculos, en las disciplinas sociales, muestran las di- para captar, como lo deseaba Meyerson (1948), las variaciones de las ca-
versas y sutiles complicaciones entre las dos nociones. Sin embargo de- tegoras, de las operaciones de pensamiento y de las terminaciones de
bemos de constatar que estas teorizaciones toman la nocin de ideolo- la mente por la edificacin de los cuales la mente se modifica y para
ga en aceptaciones tan diferentes que estamos lejos de tener una visin identificar en el estado presente del pensamiento social, la obra y las
clara y moldeable de su intervencin en los procesos del pensamiento marcas del pasado, definir las especificidades contemporneas y enten-
social. El estudio de la produccin de las representaciones y de sus for- der como advinieron. El llamado a la historia se hace de dos maneras.
mas constituidas puede adelantar en este sentido ya que si la represen- O sea por el estudio diacrnico de una representacin, al comparar sus
tacin baa en la ideologa, incluye elementos de ella (a ttulo de conte- estados en dos pocas distintas, o sea reportndose a documentos his-
nido o de estructura), o presenta funcionamientos similares, la ideologa tricos para seguir a largo plazo la evolucin de una representacin.
no es el todo de la representacin y aquella registra de manera original Elaboramos estos dos mtodos en un programa de investigacin sobre
los efectos de la historia y de las mentalidades que marcan la vida de los las representaciones y prcticas corporales.
grupos y de los individuos. As fue como result posible localizar, ligadas al cambio cultural de
Las particularidades que presenta la representacin social como mo- los sesenta,1 transformaciones en la experiencia sujetiva del cuerpo pro-
dalidad de conocimiento, surgen de que su gnesis y su funcionamien- pio (reflujo de la conciencia mrbida, emergencia del hedonismo) tanto
to son tributarios de los procesos que afectan a la organizacin y la co- como en las categoras de aprehensin del cuerpo como objeto de cono-
municacin sociales de los mecanismos que concurren a la definicin de cimiento (reflujo de un acercamiento biolgico en provecho de un acer-
identidad de los grupos y de las relaciones sociales. Otros tantos proce- camiento psicosomtico otorgando a los factores sociales e histricos un
sos histricos. Adems, en su calidad de saber socialmente construido y papel determinante). Estos cambios tienen repercusiones sobre las prc-
compartido, ofrecindose como una versin de la realidad sobre y con
la cual actuar, la representacin es un pensamiento prctico y socio-cn- 1
Contribuyeron al cambio: los movimientos de liberacin sexual y femenina, las co-
trico (Piaget 1976), puesto al servicio de la satisfaccin y de la justifica- rrientes de pensamiento alternativo, la difusin del psicoanlisis y de las tcnicas cor-
cin de las necesidades, intereses y valores del grupo que lo produce. Lo porales que surgieron o fueron desviadas de los modelos orientales, la boga de las medi-
que, por una parte lo aparenta con la ideologa y por otra parte compro- cinas alternativas, etctera (Jodelet 1982).

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ticas corporales respecto a la atencin mdica, el aseo y la apariencia. las representaciones manifiesta la permanencia de un conflicto tradicio-
Sin embargo la remanencia de una visin dualista y moralizadora modi- nal entre dos modales educativos pregonando una relacin de fusin
fican las maneras de actuar segn se combina con el rigorismo cristiano, entre la madre y el hijo o la socializacin precoz de este ltimo. Esta
se traduce entonces por la represin del placer, el dolorismo (utilidad oposicin antigua se conjuga con las concepciones respecto a los pape-
del dolor) y la morbosidad, o con la ideologa modernista de la supera- les paternos y maternos para modular la adhesin y el confort psicol-
cin, se traduce entonces por prcticas buscando el dominio funcional y gico de las mujeres. Bajo el lenguaje del modernismo, la perpetuacin
una rentabilidad mxima del cuerpo. Por otra parte, constatamos entre de modelos sociales da cuenta de la fisonoma de la prctica y de las di-
las mujeres que el combate feminista y la conquista del aborto modi- ficultades que encuentra. Y es necesario el refuerzo de la ideologa femi-
ficaron la vivencia de la maternidad y las prcticas que se vinculan a nista para penetrar en ella sin conflicto.
ella. El estudio diacrnico revela un cambio en la manera de percibir y En razn de su nivel de acercamiento de los fenmenos, el estudio
llevar el embarazo, en la de parir reivindicada como acto de un poder de las representaciones sociales puede ser considerado como un lugar
femenino2 y en la manifestacin del deseo de amamantar a su hijo como privilegiado de convergencia y de apoyo mutuo entre historia y psico-
cumplimiento de una especificidad y una superioridad de la mujer. En loga. Esta reciprocidad de perspectivas se observa sobretodo en el caso
este ltimo caso, tradicin y modernismo se juntan en una prctica que de la historia de las mentalidades. En efecto, las nociones de mentali-
a pesar de ser nuevamente muy estimulada por el medio mdico, sigue dades y de representaciones sociales se cubren si no corresponden stric-
siendo frgil, reflejando una posicin conflictiva entre las mujeres. Para to sensu. El examen de sus imbricaciones y de sus hiatos puede servir a
entender las razones de la variacin de la lactancia maternal, fue necesa- establecer puentes entre las dos disciplinas.
rio, rebasando las explicaciones dominantes3 analizar sus representacio-
nes y operar un regreso sobre su historia y sus modales. La historia nos
permiti ver como, en un discurso mdico que no cambi fundamental- IMBRICACIONES E HIATOS
mente desde el siglo XVIII, la difusin del psicoanlisis y la exaltacin
modernista del placer se encuentran en un punto de unin para el regre- Las imbricaciones, las encontramos en cuanto a los objetos. La historia
so a la lactancia maternal, no sin riesgo de culpabilizacin. El estudio de de las mentalidades y la psicologa de las representaciones sociales de-
signan a menudo sus objetos de manera similar o corresponden a fun-
2
Este cambio aparece en entrevistas, realizadas a 15 aos de distancia (1960-1975), cionamientos cercanos sobretodo en el mbito de las ideas. En los dos
sobre las representaciones del cuerpo (Jodelet 1984). De vergonzoso sexualmente e inte- casos, se habla de actitudes, manera de pensar, marcos mentales, meca-
lectualmente, el embarazo se volvi mostrable con or-gullo (las fotos de moda son una
nismos intelectuales, representaciones, percepciones, imgenes, nociones,
prueba flagrante de ello). La libertad de la eleccin de abortar o no confiri al parto el va-
lor de un acto deseado, reforzado por los nuevos mtodos en obstetricia que favorecen
visiones, concepciones del mundo, modelos, valores etctera. Comn
una participacin plena en el nacimiento. Esto condujo tambin a una intolerancia ms tambin, poner el centro sobre el aspecto colectivo, compartido por estos
grande al dolor violento impuesto al cuerpo que ya no se quiere asumir, esperando que fenmenos y el medio enfocado. Vovelle (1982) define la historia de las
pueda ser aliviado por algn apoyo mdico el cual est cuestionado por otra parte mentalidades como una historia de las masas annimas que sale del
(Jodelet 1984; 1987). marco de las elites, se apega a los intermediarios, evita un modelo de di-
3
Por lo general relacionan la aceptacin o negacin de amamantar con el nivel socio-
fusin vertical de las ideas fuerzas. Misma perspectiva en el estudio del
cultural del cual depende la informacin mdica y con la existencia de un conflicto psi-
colgico ligado a la madre y al esposo. Entre el nivel de las variables sociales pesadas y sentido comn que pone el acento sobre el trabajo de apropiacin, de re-
el de los procesos psquicos inconscientes, se descuida las dimensiones ligadas a las men- construccin del saber en el caso de la difusin, relevado o no por inter-
talidades y los conocimientos de sentido comn (Jodelet 1987). mediarios o sobre el trabajo de invencin en el caso de edificacin es-

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ticas corporales respecto a la atencin mdica, el aseo y la apariencia. las representaciones manifiesta la permanencia de un conflicto tradicio-
Sin embargo la remanencia de una visin dualista y moralizadora modi- nal entre dos modales educativos pregonando una relacin de fusin
fican las maneras de actuar segn se combina con el rigorismo cristiano, entre la madre y el hijo o la socializacin precoz de este ltimo. Esta
se traduce entonces por la represin del placer, el dolorismo (utilidad oposicin antigua se conjuga con las concepciones respecto a los pape-
del dolor) y la morbosidad, o con la ideologa modernista de la supera- les paternos y maternos para modular la adhesin y el confort psicol-
cin, se traduce entonces por prcticas buscando el dominio funcional y gico de las mujeres. Bajo el lenguaje del modernismo, la perpetuacin
una rentabilidad mxima del cuerpo. Por otra parte, constatamos entre de modelos sociales da cuenta de la fisonoma de la prctica y de las di-
las mujeres que el combate feminista y la conquista del aborto modi- ficultades que encuentra. Y es necesario el refuerzo de la ideologa femi-
ficaron la vivencia de la maternidad y las prcticas que se vinculan a nista para penetrar en ella sin conflicto.
ella. El estudio diacrnico revela un cambio en la manera de percibir y En razn de su nivel de acercamiento de los fenmenos, el estudio
llevar el embarazo, en la de parir reivindicada como acto de un poder de las representaciones sociales puede ser considerado como un lugar
femenino2 y en la manifestacin del deseo de amamantar a su hijo como privilegiado de convergencia y de apoyo mutuo entre historia y psico-
cumplimiento de una especificidad y una superioridad de la mujer. En loga. Esta reciprocidad de perspectivas se observa sobretodo en el caso
este ltimo caso, tradicin y modernismo se juntan en una prctica que de la historia de las mentalidades. En efecto, las nociones de mentali-
a pesar de ser nuevamente muy estimulada por el medio mdico, sigue dades y de representaciones sociales se cubren si no corresponden stric-
siendo frgil, reflejando una posicin conflictiva entre las mujeres. Para to sensu. El examen de sus imbricaciones y de sus hiatos puede servir a
entender las razones de la variacin de la lactancia maternal, fue necesa- establecer puentes entre las dos disciplinas.
rio, rebasando las explicaciones dominantes3 analizar sus representacio-
nes y operar un regreso sobre su historia y sus modales. La historia nos
permiti ver como, en un discurso mdico que no cambi fundamental- IMBRICACIONES E HIATOS
mente desde el siglo XVIII, la difusin del psicoanlisis y la exaltacin
modernista del placer se encuentran en un punto de unin para el regre- Las imbricaciones, las encontramos en cuanto a los objetos. La historia
so a la lactancia maternal, no sin riesgo de culpabilizacin. El estudio de de las mentalidades y la psicologa de las representaciones sociales de-
signan a menudo sus objetos de manera similar o corresponden a fun-
2
Este cambio aparece en entrevistas, realizadas a 15 aos de distancia (1960-1975), cionamientos cercanos sobretodo en el mbito de las ideas. En los dos
sobre las representaciones del cuerpo (Jodelet 1984). De vergonzoso sexualmente e inte- casos, se habla de actitudes, manera de pensar, marcos mentales, meca-
lectualmente, el embarazo se volvi mostrable con or-gullo (las fotos de moda son una
nismos intelectuales, representaciones, percepciones, imgenes, nociones,
prueba flagrante de ello). La libertad de la eleccin de abortar o no confiri al parto el va-
lor de un acto deseado, reforzado por los nuevos mtodos en obstetricia que favorecen
visiones, concepciones del mundo, modelos, valores etctera. Comn
una participacin plena en el nacimiento. Esto condujo tambin a una intolerancia ms tambin, poner el centro sobre el aspecto colectivo, compartido por estos
grande al dolor violento impuesto al cuerpo que ya no se quiere asumir, esperando que fenmenos y el medio enfocado. Vovelle (1982) define la historia de las
pueda ser aliviado por algn apoyo mdico el cual est cuestionado por otra parte mentalidades como una historia de las masas annimas que sale del
(Jodelet 1984; 1987). marco de las elites, se apega a los intermediarios, evita un modelo de di-
3
Por lo general relacionan la aceptacin o negacin de amamantar con el nivel socio-
fusin vertical de las ideas fuerzas. Misma perspectiva en el estudio del
cultural del cual depende la informacin mdica y con la existencia de un conflicto psi-
colgico ligado a la madre y al esposo. Entre el nivel de las variables sociales pesadas y sentido comn que pone el acento sobre el trabajo de apropiacin, de re-
el de los procesos psquicos inconscientes, se descuida las dimensiones ligadas a las men- construccin del saber en el caso de la difusin, relevado o no por inter-
talidades y los conocimientos de sentido comn (Jodelet 1987). mediarios o sobre el trabajo de invencin en el caso de edificacin es-

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DENISE JODELET PENSAMIENTO SOCIAL E HISTORICIDAD

pontnea de conocimientos. Comn igualmente la preocupacin de en- dadas del inconsciente y las discusiones entabladas alrededor de este
contrar la coherencia y la lgica de un sistema de pensamiento. Estas trmino. En el estudio de las representaciones, el inconsciente est me-
convergencias dividen un espacio de coordinacin de las perspectivas nos firmemente requerido. En este sentido las representaciones depen-
aun si aquellas difieren sobre el periodo y la escala del tiempo. El traba- diendo de la ciencia de la mente inconsciente (Moscovici 1986) son
jo de Duby sobre el imaginario feudal (1978) muestra con brillo la fecun- ms cercanas de la ideologa como visin clara que de las mentalida-
didad de tal vena de investigacin. des. Sin embargo, su estudio que pretende destacar los pensamientos t-
La dimensin afectiva, objeto de una preocupacin comn pero de citos, los significados implcitos, las estructuras cognoscitivas latentes,
un tratamiento diferente en las dos disciplinas, merece una atencin es- remite a un basamento ya presentido por Durkheim. Por el esclareci-
pecial. Hasta ahora, el registro afectivo es estudiado en psicologa en sus miento de las condiciones de un funcionamiento mental inconsciente
interferencias con la actividad cognoscitiva que sigue siendo exterior a (Polanyi 1966; Searle 1983; Sperber 1974), podra ser til a la historia
l. Algunos trabajos sobre las representaciones sociales postulan un fun- donde se enfrentan concepciones diferentes con, desde la intervencin
cionamiento ms ligado, los ms representativos siendo los de Kas quirrgica de Freud en la historiografa invalidando la divisin entre
(1976). En Lge des foules (1981), Moscovici va en el mismo sentido, acer- psicologa individual y colectiva (De Certeaux 1987), una tendencia a
cndose de la historia de las mentalidades que se apega a formas colec- enfocarse sobre las significaciones inconscientes llevadas por los fen-
tivas de sensibilidad, a sentimientos o pasiones compartidos, uniendo menos. Esta tendencia provoca algunos debates en psicohistoria, ms
vida mental y afectiva. Hay aqu una fuente de inspiracin para la psi- que todo por el riesgo que presenta trabajar sobre los fantasmas suscita-
cologa cognoscitiva donde la articulacin entre cognicin y afectividad dos en el historiador por su objeto. Sin entrar en el debate subrayaremos
es ms un objetivo que una experiencia cientfica. Sin embargo, hay que que el psicoanalismo tiene a menudo por precio la ceguera respecto a
ser vigilante sobre el uso de la esfera de los sentimientos en historia. La lo social (Castel 1973) y amenaza regresar la vida mental colectiva a un
tratan a veces como un objeto especfico al lado de la esfera de las ideas, anlogo del psiquismo individual o grupal, reteniendo del contexto his-
a veces como una coloracin global de la actividad mental, sin que se trico slo modelos de apuntalamiento cultural, lo que viene a plantear
pueda discernir si el historiador intenta abordar un fenmeno total o procesos (R. Kas 1980) intrapsquicos en suspenso, separados de las
si obedece a una visin peyorativa, irracional del funcionamiento condiciones sociales de produccin y de funcionamiento del pensa-
mental popular. Recordando la importancia de delimitar los estados miento social y, por un cambio sorprendente, impide tomar en conside-
afectivos colectivos, es necesario analizar su intervencin en el pensa- racin su historicidad y contribuir al enfoque histrico de la ideacin
miento social, conjugando los enfoques histricos y sicolgicos en el social.
marco de una energtica social.4 Segundo hiato, el postulado de la inercia, las mentalidades siendo
Este desfase nos aproxima a los hiatos que manifiestan ms bien una las crceles del tiempo largo, segn la expresin de Braudel. Este pos-
diferencia de acento que una divergencia. tulado, expresado con un vigor particular en la obra de Le Goff (1974),
Primer hiato: el carcter radical del postulado del inconsciente en la no est compartido por todos. Si designa el importante problema de las
historia de las mentalidades, eso cualquiera que sean las definiciones resistencias, de la cultura y del psiquismo una mirada no constructiva,
haciendo derrumbarse la historia de las mentalidades fuera del campo
4
Algunos objetivan el inconsciente en pulsiones intemporales (Aris), otros le
de la historia de las ideas, limitndola a un trabajo sobre el residuo. El
aplican el esquema analtico (Besanon, Friedlander), hacen de l herencias no clara-
mente objetivadas en la conciencia (Vovelle), cuando no se limitan a una referencia a lo problema planteado as evoca que las ciencias sociales han encontrado
que no es voluntario, que permanece secreto o inasequible con los instrumentos de con el concepto de ideologa que abandonan por el de representacin
los cuales dispone el investigador. para dar cuenta de las transformaciones sociales (Bourdieu 1982; Gode-

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pontnea de conocimientos. Comn igualmente la preocupacin de en- dadas del inconsciente y las discusiones entabladas alrededor de este
contrar la coherencia y la lgica de un sistema de pensamiento. Estas trmino. En el estudio de las representaciones, el inconsciente est me-
convergencias dividen un espacio de coordinacin de las perspectivas nos firmemente requerido. En este sentido las representaciones depen-
aun si aquellas difieren sobre el periodo y la escala del tiempo. El traba- diendo de la ciencia de la mente inconsciente (Moscovici 1986) son
jo de Duby sobre el imaginario feudal (1978) muestra con brillo la fecun- ms cercanas de la ideologa como visin clara que de las mentalida-
didad de tal vena de investigacin. des. Sin embargo, su estudio que pretende destacar los pensamientos t-
La dimensin afectiva, objeto de una preocupacin comn pero de citos, los significados implcitos, las estructuras cognoscitivas latentes,
un tratamiento diferente en las dos disciplinas, merece una atencin es- remite a un basamento ya presentido por Durkheim. Por el esclareci-
pecial. Hasta ahora, el registro afectivo es estudiado en psicologa en sus miento de las condiciones de un funcionamiento mental inconsciente
interferencias con la actividad cognoscitiva que sigue siendo exterior a (Polanyi 1966; Searle 1983; Sperber 1974), podra ser til a la historia
l. Algunos trabajos sobre las representaciones sociales postulan un fun- donde se enfrentan concepciones diferentes con, desde la intervencin
cionamiento ms ligado, los ms representativos siendo los de Kas quirrgica de Freud en la historiografa invalidando la divisin entre
(1976). En Lge des foules (1981), Moscovici va en el mismo sentido, acer- psicologa individual y colectiva (De Certeaux 1987), una tendencia a
cndose de la historia de las mentalidades que se apega a formas colec- enfocarse sobre las significaciones inconscientes llevadas por los fen-
tivas de sensibilidad, a sentimientos o pasiones compartidos, uniendo menos. Esta tendencia provoca algunos debates en psicohistoria, ms
vida mental y afectiva. Hay aqu una fuente de inspiracin para la psi- que todo por el riesgo que presenta trabajar sobre los fantasmas suscita-
cologa cognoscitiva donde la articulacin entre cognicin y afectividad dos en el historiador por su objeto. Sin entrar en el debate subrayaremos
es ms un objetivo que una experiencia cientfica. Sin embargo, hay que que el psicoanalismo tiene a menudo por precio la ceguera respecto a
ser vigilante sobre el uso de la esfera de los sentimientos en historia. La lo social (Castel 1973) y amenaza regresar la vida mental colectiva a un
tratan a veces como un objeto especfico al lado de la esfera de las ideas, anlogo del psiquismo individual o grupal, reteniendo del contexto his-
a veces como una coloracin global de la actividad mental, sin que se trico slo modelos de apuntalamiento cultural, lo que viene a plantear
pueda discernir si el historiador intenta abordar un fenmeno total o procesos (R. Kas 1980) intrapsquicos en suspenso, separados de las
si obedece a una visin peyorativa, irracional del funcionamiento condiciones sociales de produccin y de funcionamiento del pensa-
mental popular. Recordando la importancia de delimitar los estados miento social y, por un cambio sorprendente, impide tomar en conside-
afectivos colectivos, es necesario analizar su intervencin en el pensa- racin su historicidad y contribuir al enfoque histrico de la ideacin
miento social, conjugando los enfoques histricos y sicolgicos en el social.
marco de una energtica social.4 Segundo hiato, el postulado de la inercia, las mentalidades siendo
Este desfase nos aproxima a los hiatos que manifiestan ms bien una las crceles del tiempo largo, segn la expresin de Braudel. Este pos-
diferencia de acento que una divergencia. tulado, expresado con un vigor particular en la obra de Le Goff (1974),
Primer hiato: el carcter radical del postulado del inconsciente en la no est compartido por todos. Si designa el importante problema de las
historia de las mentalidades, eso cualquiera que sean las definiciones resistencias, de la cultura y del psiquismo una mirada no constructiva,
haciendo derrumbarse la historia de las mentalidades fuera del campo
4
Algunos objetivan el inconsciente en pulsiones intemporales (Aris), otros le
de la historia de las ideas, limitndola a un trabajo sobre el residuo. El
aplican el esquema analtico (Besanon, Friedlander), hacen de l herencias no clara-
mente objetivadas en la conciencia (Vovelle), cuando no se limitan a una referencia a lo problema planteado as evoca que las ciencias sociales han encontrado
que no es voluntario, que permanece secreto o inasequible con los instrumentos de con el concepto de ideologa que abandonan por el de representacin
los cuales dispone el investigador. para dar cuenta de las transformaciones sociales (Bourdieu 1982; Gode-

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lier 1984). En tal perspectiva, estamos llevando a reconocer el aspecto HISTORICIDAD DEL SIMBOLISMO
constructivo del pensamiento social, su eficaz va al poder eficiente de
las palabras y a volver a dar su importancia al estudio del juego de las Un estudio sobre la representacin social de la enfermedad mental en
ideas entre ellas, de la dinmica de sus constituyentes pasados y presen- una comunidad rural donde los enfermos mentales estn alojados en una
tes. La ptica desarrollada en psicologa social, favorecida por los pro- casa particular (Jodelet, s.p.) revel la existencia de una creencia arcaica
gresos que registran los terrenos de estudio de la memoria, de la cogni- en el contagio de la locura por los lquidos del cuerpo (saliva, sudor,
cin y del lenguaje, da elementos para pensar la estabilidad y el cambio moco) que, en contradiccin con los seguros mdicos, est ocultada pero
de las producciones mentales sociales, aun si difiere de la historia res- expresada en ciertas formas del lenguaje y en las prcticas de aseo de la
pecto a la escala temporal. Las mentalidades comprometen el pasado y ropa de los enfermos. Esta creencia concuerda con una teora local de
el tiempo largo, las representaciones el trmino corto y un tiempo acele- la enfermedad mental que distingue entre afeccin cerebral y nerviosa
rado, incluso precipitaciones coyunturales en razn de los medios de y articula en un esquema orgnico intemporal una serie de oposiciones
comunicacin contemporneos. cristalizadas en diferentes periodos: sobre todo la oposicin moral,
Sin embargo la reciprocidad de las perspectivas puede esclarecer los transmitida por la tradicin judeocristiana, entre inocencia y maldad a
diferentes cambios puestos en juego de esa manera.5 Modelos probados la cual hace eco la de la psiquiatra del siglo XIX entre retraso mental y
experimentalmente en laboratorio dan cuenta de los cambios sincrni- degeneracin. Es la enfermedad de los nervios, imputada a una degene-
cos y diacrnicos de las representaciones. Su extrapolacin con repre- racin de la sangre, asociada a la violencia y la sexualidad, que suscita
sentaciones histricamente situadas es posible y ya fue intentada (Mar- ms temores de contaminacin. Esta visin lleva las huellas de la teora
nent 1988). Este enfoque estructural debera permitir afinar las hiptesis de los humores y fue reactivada por la introduccin de la quimioterapia
histricas sobre la inercia de las mentalidades. Es lo mismo para los tra- que organiz la enfermedad. Por otra parte, en las justificaciones
bajos de campo. Si necesitan una mirada histrica para apuntar los lu- avanzadas para explicar las prcticas, obsesivas a las cuales da lugar en
gares donde se operan las transformaciones de categoras y estructuras cuanto a la higiene, volvemos a encontrar la asociacin clsica entre
del pensamiento social, localizar estabilidades manifiestas o latentes, mancha y alteridad, separacin y jerarquizacin.
dan al contrario la posibilidad de examinar en sincrona los diferentes La existencia de esta creencia trae a la mente varias reflexiones. Con-
elementos que el historiador considera y que dependen de registros di- tra una interpretacin en trminos de supervivencia y de inercia, el
ferentes (ideolgico, simblico, prctico, afectivo, etctera). Y tomando anlisis de las relaciones entabladas con los enfermos en un contexto
en cuenta las evoluciones, a veces rpidas que permiten la observacin, institucional especfico revela la actualidad de su funcin prctica y
juegan como una especie de laboratorio para el examen del cabio hist- simblica. Se trata para el grupo receptor de encauzar el riesgo de una
rico y la exploracin de los fenmenos, en lo vivo de su surgimiento y integracin con pleno derecho del grupo de los enfermos; de evitar la
de sus procesos, permiten el esclarecimiento de aparentes inercias men- asimilacin de y a la locura. La adhesin colectiva a esta creencia que
tales y comportamentales cuyo mecanismos nos regresan a la dinmica mantenida secreta pero no ignorada, es todo menos una reproduccin
social. Demos un ejemplo. inerte e inconsciente, sirve a la comunidad de medio para afirmarse en
su unidad, para defender su integridad y su identidad sociales, para re-
cordar la prohibicin de contacto con los enfermos y los riesgos de su
5
Vanse los trabajos de la escuela de Aix-en-Provence sobre el ncleo central (Abric), transgresin. La permanencia de la creencia est asegurada gracias al
la evolucin estructural (Flament) y relativa a un sistema (Codol) de las representaciones soporte de los gestos y del lenguaje, pero la introduccin de medica-
sociales. mentos le dio ms vigor al reactivar la imagen inquietante del enfermo

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lier 1984). En tal perspectiva, estamos llevando a reconocer el aspecto HISTORICIDAD DEL SIMBOLISMO
constructivo del pensamiento social, su eficaz va al poder eficiente de
las palabras y a volver a dar su importancia al estudio del juego de las Un estudio sobre la representacin social de la enfermedad mental en
ideas entre ellas, de la dinmica de sus constituyentes pasados y presen- una comunidad rural donde los enfermos mentales estn alojados en una
tes. La ptica desarrollada en psicologa social, favorecida por los pro- casa particular (Jodelet, s.p.) revel la existencia de una creencia arcaica
gresos que registran los terrenos de estudio de la memoria, de la cogni- en el contagio de la locura por los lquidos del cuerpo (saliva, sudor,
cin y del lenguaje, da elementos para pensar la estabilidad y el cambio moco) que, en contradiccin con los seguros mdicos, est ocultada pero
de las producciones mentales sociales, aun si difiere de la historia res- expresada en ciertas formas del lenguaje y en las prcticas de aseo de la
pecto a la escala temporal. Las mentalidades comprometen el pasado y ropa de los enfermos. Esta creencia concuerda con una teora local de
el tiempo largo, las representaciones el trmino corto y un tiempo acele- la enfermedad mental que distingue entre afeccin cerebral y nerviosa
rado, incluso precipitaciones coyunturales en razn de los medios de y articula en un esquema orgnico intemporal una serie de oposiciones
comunicacin contemporneos. cristalizadas en diferentes periodos: sobre todo la oposicin moral,
Sin embargo la reciprocidad de las perspectivas puede esclarecer los transmitida por la tradicin judeocristiana, entre inocencia y maldad a
diferentes cambios puestos en juego de esa manera.5 Modelos probados la cual hace eco la de la psiquiatra del siglo XIX entre retraso mental y
experimentalmente en laboratorio dan cuenta de los cambios sincrni- degeneracin. Es la enfermedad de los nervios, imputada a una degene-
cos y diacrnicos de las representaciones. Su extrapolacin con repre- racin de la sangre, asociada a la violencia y la sexualidad, que suscita
sentaciones histricamente situadas es posible y ya fue intentada (Mar- ms temores de contaminacin. Esta visin lleva las huellas de la teora
nent 1988). Este enfoque estructural debera permitir afinar las hiptesis de los humores y fue reactivada por la introduccin de la quimioterapia
histricas sobre la inercia de las mentalidades. Es lo mismo para los tra- que organiz la enfermedad. Por otra parte, en las justificaciones
bajos de campo. Si necesitan una mirada histrica para apuntar los lu- avanzadas para explicar las prcticas, obsesivas a las cuales da lugar en
gares donde se operan las transformaciones de categoras y estructuras cuanto a la higiene, volvemos a encontrar la asociacin clsica entre
del pensamiento social, localizar estabilidades manifiestas o latentes, mancha y alteridad, separacin y jerarquizacin.
dan al contrario la posibilidad de examinar en sincrona los diferentes La existencia de esta creencia trae a la mente varias reflexiones. Con-
elementos que el historiador considera y que dependen de registros di- tra una interpretacin en trminos de supervivencia y de inercia, el
ferentes (ideolgico, simblico, prctico, afectivo, etctera). Y tomando anlisis de las relaciones entabladas con los enfermos en un contexto
en cuenta las evoluciones, a veces rpidas que permiten la observacin, institucional especfico revela la actualidad de su funcin prctica y
juegan como una especie de laboratorio para el examen del cabio hist- simblica. Se trata para el grupo receptor de encauzar el riesgo de una
rico y la exploracin de los fenmenos, en lo vivo de su surgimiento y integracin con pleno derecho del grupo de los enfermos; de evitar la
de sus procesos, permiten el esclarecimiento de aparentes inercias men- asimilacin de y a la locura. La adhesin colectiva a esta creencia que
tales y comportamentales cuyo mecanismos nos regresan a la dinmica mantenida secreta pero no ignorada, es todo menos una reproduccin
social. Demos un ejemplo. inerte e inconsciente, sirve a la comunidad de medio para afirmarse en
su unidad, para defender su integridad y su identidad sociales, para re-
cordar la prohibicin de contacto con los enfermos y los riesgos de su
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Vanse los trabajos de la escuela de Aix-en-Provence sobre el ncleo central (Abric), transgresin. La permanencia de la creencia est asegurada gracias al
la evolucin estructural (Flament) y relativa a un sistema (Codol) de las representaciones soporte de los gestos y del lenguaje, pero la introduccin de medica-
sociales. mentos le dio ms vigor al reactivar la imagen inquietante del enfermo

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de los nervios. Todo ocurre como si se hubiera dado una puesta en re- diciones sicolgicas, materiales y institucionales, los factores de difu-
serva en la memoria social de una interpretacin de la realidad que no sin cultural, los tipos de organizacin y de relaciones sociales de los
est eliminada completamente en el caso de que surgieran informacio- cuales dependen. Se vuelve entonces posible liberar procesos psicohis-
nes nuevas volvindola til, especie de garanta en contra de lo desco- tricos que den al pensamiento social sus avances, sus estagnaciones o
nocido del futuro. sus retrocesos y aseguren su eficacia.
Por fin, prohibicin de contacto, mancha, jerarquizacin son ele-
mentos de una simblica tan divulgada que estamos tentados de ver en Traduccin de Catherine Bony
ella universales. Es una razn para postular un modo de existencia in-
temporal en un inconsciente o un imaginario social? No se tratara ms
bien de invariantes situacionales, de categoras emergiendo en todos los BIBLIOGRAFA
casos donde se tiene que controlar desde el exterior una amenaza o un
elemento extranjero? La historia nos invita a pensar as. En Grecia, la te- ABRIC, J.C., Coopration, competition et representations sociales, Cousset, Delval,
mtica de la mancha criminal y de su purificacin por el alejamiento y 1987.
el agua pas de la religin al derecho en un momento de transicin , Ltude exprimentale des reprsentations sociales, en D. Jodelet (ed.),
donde, prohibida por la justicia, la ley del Talin todava no estaba re- Les reprsentations sociales, Pars, PUF, 1989, 205-223.
levada por la intervencin de un poder judicial fuerte (Glotz 1904). En AUG, M., Symbole, fonction, histoire. Les interrogations de lanthropologie, Pars,
el siglo XIX, es con los peligros de una liberacin sexual aflorando que el Hachette, 1979.
fantasma del contagio de la sfilis por los lquidos del cuerpo se orques- BOURDIEU, P., Ce que parler veut dire. Lconomie des changes linguistique, Pars, Fa-
t (Corbin, 1986). Los terrores provocados por la saliva en el caso del yard, 1982.
SIDA participan de un mismo fenmeno. Y como no ser sensible a la pro- CASSIRER, E., La philosophie des formes symboliques, Pars, Ed. de Minuit, 1972.
gresin de la argumentacin del Frente Nacional (Front National) con su CODOL, J.P. On the system of representation in an artificial social situation, en
evolucin desde la exclusin de los emigrantes hasta la de los sidosos R. Farr y S. Moscovici (eds.), Social Representations, Cambridge, Cambridge
y el llamado a la autodefensa ante las incurias del Estado. University Press, 1984, 239-254.
En el caso de nuestro estudio, la institucin psiquitrica no asegura CORBIN, A., Le miasme et la jonquille: lodorat et limaginaire social, 17e-19e sicle,
proteccin contra la intrusin de los locos. La poblacin, para defender- Pars, Flammarion Champs., 1986.
se contra lo que ve como una amenaza, establece un orden que man- DE CERTEAU, M., Histoire et psychanalyse entre science et fiction, Pars, Gallimard,
tiene con medios simblicos. La simblica de la mancha atraviesa el 1987.
tiempo pero necesita coyunturas sociales precisas y que puedan ser es- DUBY, G., Les trois ordres ou limaginaire du fodalisme, Pars, Gallimard, 1978.
pecificadas para organizar el pensamiento social. La memoria social y FAYE, J. P., La critique du langage et son conomie, Pars, Galile, 1973.
los modos segn los cuales se estructuran las representaciones que per- FLAMENT, C.,Structural balance and the representation of the group, en R. Fan
miten su reactivacin. y S. Moscovici, editores, Social representation, Cambridge, Cambridge Uni-
Se reprocha al estudio de las representaciones sociales como a la his- versity Press, 1984.
toria de las mentalidades ser descriptivas. Lejos de reforzar este carc- , Structure et dynamique des reprsentations sociales, en D. Joselet (ed.),
ter, la conjuncin de sus enfoques puede volverse explicativa y predic- Les reprsentations sociales, Pars, PUF, 1989, 224-239.
tiva a condicin de establecerla a propsito de los casos de produccin FORGAS, J.-P., editor, Social Cognition, Londres, Academic Press, 1981.
local de fenmenos mentales colectivos. Eso nos permite aislar las con- FRIEDLANDER, S., Histoire et Psychanalyse, Pars, Seuil, 1981.

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de los nervios. Todo ocurre como si se hubiera dado una puesta en re- diciones sicolgicas, materiales y institucionales, los factores de difu-
serva en la memoria social de una interpretacin de la realidad que no sin cultural, los tipos de organizacin y de relaciones sociales de los
est eliminada completamente en el caso de que surgieran informacio- cuales dependen. Se vuelve entonces posible liberar procesos psicohis-
nes nuevas volvindola til, especie de garanta en contra de lo desco- tricos que den al pensamiento social sus avances, sus estagnaciones o
nocido del futuro. sus retrocesos y aseguren su eficacia.
Por fin, prohibicin de contacto, mancha, jerarquizacin son ele-
mentos de una simblica tan divulgada que estamos tentados de ver en Traduccin de Catherine Bony
ella universales. Es una razn para postular un modo de existencia in-
temporal en un inconsciente o un imaginario social? No se tratara ms
bien de invariantes situacionales, de categoras emergiendo en todos los BIBLIOGRAFA
casos donde se tiene que controlar desde el exterior una amenaza o un
elemento extranjero? La historia nos invita a pensar as. En Grecia, la te- ABRIC, J.C., Coopration, competition et representations sociales, Cousset, Delval,
mtica de la mancha criminal y de su purificacin por el alejamiento y 1987.
el agua pas de la religin al derecho en un momento de transicin , Ltude exprimentale des reprsentations sociales, en D. Jodelet (ed.),
donde, prohibida por la justicia, la ley del Talin todava no estaba re- Les reprsentations sociales, Pars, PUF, 1989, 205-223.
levada por la intervencin de un poder judicial fuerte (Glotz 1904). En AUG, M., Symbole, fonction, histoire. Les interrogations de lanthropologie, Pars,
el siglo XIX, es con los peligros de una liberacin sexual aflorando que el Hachette, 1979.
fantasma del contagio de la sfilis por los lquidos del cuerpo se orques- BOURDIEU, P., Ce que parler veut dire. Lconomie des changes linguistique, Pars, Fa-
t (Corbin, 1986). Los terrores provocados por la saliva en el caso del yard, 1982.
SIDA participan de un mismo fenmeno. Y como no ser sensible a la pro- CASSIRER, E., La philosophie des formes symboliques, Pars, Ed. de Minuit, 1972.
gresin de la argumentacin del Frente Nacional (Front National) con su CODOL, J.P. On the system of representation in an artificial social situation, en
evolucin desde la exclusin de los emigrantes hasta la de los sidosos R. Farr y S. Moscovici (eds.), Social Representations, Cambridge, Cambridge
y el llamado a la autodefensa ante las incurias del Estado. University Press, 1984, 239-254.
En el caso de nuestro estudio, la institucin psiquitrica no asegura CORBIN, A., Le miasme et la jonquille: lodorat et limaginaire social, 17e-19e sicle,
proteccin contra la intrusin de los locos. La poblacin, para defender- Pars, Flammarion Champs., 1986.
se contra lo que ve como una amenaza, establece un orden que man- DE CERTEAU, M., Histoire et psychanalyse entre science et fiction, Pars, Gallimard,
tiene con medios simblicos. La simblica de la mancha atraviesa el 1987.
tiempo pero necesita coyunturas sociales precisas y que puedan ser es- DUBY, G., Les trois ordres ou limaginaire du fodalisme, Pars, Gallimard, 1978.
pecificadas para organizar el pensamiento social. La memoria social y FAYE, J. P., La critique du langage et son conomie, Pars, Galile, 1973.
los modos segn los cuales se estructuran las representaciones que per- FLAMENT, C.,Structural balance and the representation of the group, en R. Fan
miten su reactivacin. y S. Moscovici, editores, Social representation, Cambridge, Cambridge Uni-
Se reprocha al estudio de las representaciones sociales como a la his- versity Press, 1984.
toria de las mentalidades ser descriptivas. Lejos de reforzar este carc- , Structure et dynamique des reprsentations sociales, en D. Joselet (ed.),
ter, la conjuncin de sus enfoques puede volverse explicativa y predic- Les reprsentations sociales, Pars, PUF, 1989, 224-239.
tiva a condicin de establecerla a propsito de los casos de produccin FORGAS, J.-P., editor, Social Cognition, Londres, Academic Press, 1981.
local de fenmenos mentales colectivos. Eso nos permite aislar las con- FRIEDLANDER, S., Histoire et Psychanalyse, Pars, Seuil, 1981.

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