Tolerancia y Derechos Humanos

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Tolerancia y derechos humanos

Mnica Beltrn Gaos*

*Instituto Intercultural para la Autogestin y la Accin Cultural, Espaa


[email protected]

Recepcin de original: 02/09/03


Recepcin de artculo corregido: 22/02/04

INTRODUCCIN

"La tolerancia es la virtud de la democracia. El respeto a los dems, la igualdad de


todas las creencias y opiniones, la conviccin de que nadie tiene la verdad ni la razn
absolutas, son el fundamento de esa apertura y generosidad que supone el ser
tolerante. Sin la virtud de la tolerancia, la democracia es un engao, pues la
intolerancia conduce directamente al totalitarismo."1

Esta cita de Camps nos proporciona el punto de partida para abordar el tema de la
tolerancia, y su relacin incuestionable con los derechos humanos. Segn el contenido
propuesto por Camps, la tolerancia se nos presenta como virtud, con una doble
perspectiva: moral y poltica.

Como virtud moral, porque con la tolerancia se aceptan las diferencias culturales y de
opinin, las creencias y las formas de vida distintas a las propias, porque en cuestiones
morales, polticas y culturales, no se puede establecer una verdad nica y definitiva.
As, la tolerancia es la aceptacin consciente y positiva de las diferencias culturales,
polticas o morales (de grupos estables organizados o de personas individuales) porque
representan otras formas de pensamiento o de accin, sin que esto suponga una
renuncia a las propias convicciones ni ausencia de compromiso personal. 2

Como virtud poltica, porque hoy por hoy las sociedades democrticas mantienen en
gran medida sus sistemas de convivencia gracias a la consciente aceptacin del
pluralismo cultural de su propia realidad social, y ello es gracias al ejercicio de la
tolerancia.3

Del mismo modo, la tolerancia puede ser entendida desde un punto de vista negativo y
desde otro positivo. Negativo porque, si atendemos al significado del verbo tolerar,
ste lo hallamos en clave negativa: aguantar, soportar, resistir, sufrir, consentir,
permitir, etc. El acto de tolerancia presupone, primeramente, la existencia de razones
para no admitir una accin, una ideologa o una creencia. Sin embargo, tras sopesar o
ponderar otro tipo de razones, stas se sobreponen a las primeras, de manera que se
convierten en un motivo vlido para cambiar de actitud, y en definitiva, permitir,
tolerar, dicha accin, ideologa o creencia.

Positivo, porque la tolerancia conlleva una actitud caracterizada por el esfuerzo para
reconocer las diferencias y comprender al otro, es decir, reconocer su derecho a ser
distinto.4 Como afirma Michael Walzer, la tolerancia hace posible la diferencia; la
diferencia hace necesaria la tolerancia.5

Norberto Bobbio presenta el concepto de tolerancia tambin desde dos puntos de vista,
segn se atienda a su significado histrico, que hace referencia a los problemas de
convivencia entre distintas creencias, primero religiosas y despus polticas, o al
concepto de tolerancia ms actual, que se extiende al problema de la convivencia entre
minoras tnicas, lingsticas, raciales y, en general, de los que se llaman diferentes,
por ejemplo, los homosexuales, los dementes o los incapacitados.6

Para Bobbio, no es lo mismo el problema de la tolerancia de creencias u opiniones


distintas, que implica la argumentacin sobre la verdad y la compatibilidad terica o
prctica de verdades contrapuestas, y el otro, el problema de la tolerancia hacia los
diferentes por razones fsicas o sociales, que sita en primer plano el tema del perjuicio
y la consiguiente discriminacin.

En la actualidad, no podemos negar que el mundo se nos presenta como un conjunto


de sociedades multiculturales que han de desarrollar reglas generales de convivencia
acordes a derecho para asegurar una coexistencia pacfica y democrtica para todos.
Un ejemplo actualsimo de esta necesidad de crear y fomentar sociedades
multiculturales lo encontramos en el fenmeno cada vez ms evidente de la migracin,
en el que la integracin social y absoluta de nacionales y extranjeros nos aboca a la
construccin de sociedades plurales y tolerantes, en las que el respeto a la igualdad, la
diversidad y el mestizaje social se establecern como normas esenciales de
convivencia.7

Para alcanzar este fin, la tolerancia desempear un papel indispensable, junto con los
derechos humanos, tanto en la teora (es decir, en la positivacin de las mismas) como
en la actitud o en la prctica (directamente relacionado con la interiorizacin y
conciencia de cada persona respecto de sus semejantes).

Desempear un papel indispensable en la teora porque, a tenor de la opinin de


Diego Valads,8 el asunto de la tolerancia se inscribe en el mbito de las relaciones de
poder, pudiendo ser stas simtricas o asimtricas. Segn la tesis de Manuel Garca
Pelayo, e igualmente sostenida por Valads, las relaciones asimtricas son propias del
poder del Estado, mientras que las simtricas son aquellas en las que las partes se
encuentran en igualdad de circunstancias. 9

Es en estas ltimas, las simtricas, en las que el constitucionalismo moderno y


contemporneo ha de configurar y garantizar, procurando que, en la medida de lo
posible, se realicen de acuerdo con modalidades de cooperacin.10

En el derecho constitucional, la tolerancia concierne a tres sectores: el de la


conciencia, referido a las convicciones religiosas; el cultural, referido a las cuestiones
tnicas, lingsticas y de identidad regional, y, por ltimo, el poltico, concerniente al
pluralismo.11
En la prctica, ser necesario intensificar las actitudes tolerantes para alcanzar una
sociedad en la que la convivencia pacfica sea el hbitat natural en el que se
desarrollen las personas. Todos somos diferentes, pero vivimos juntos, por lo que la
tolerancia sera el punto de conexin entre todos los hombres, como nica clave para
la paz. Como bien dijo John Locke en su Ensayo sobre la tolerancia (1666), la fuerza
es un procedimiento equivocado para hacer que los disidentes abandonen sus
convicciones; es atrayndolos a que compartan las nuestras como se les vincular ms
al Estado [...] Quien difiere de m en una opinin se limita a mantener una distancia
entre l y yo; pero si yo le hago mal por lo que l estima que es la opinin verdadera,
entonces se convertir en un completo enemigo. En el primer caso se trata
simplemente de una separacin; en el segundo, de una lucha.12

No obstante, antes de proseguir con la explicacin de la tolerancia como virtud


democrtica, creemos necesario recabar la idea de que la nocin de tolerancia es una
categora histrica, es un concepto histrico que, como tal, responde a las necesidades
sociales y polticas de cada momento: en su origen, las derivadas de la ruptura de la
unidad religiosa; en fases posteriores, como preludio de la defensa de los derechos y
libertades individuales, y como ltima fase, cuando triunfa el constitucionalismo y se
recogen en los textos de las diferentes constituciones los derechos individuales, luego
los de participacin, y por ltimo los sociales .13

Para algunos autores, como Martnez de Pisn, en esta ltima etapa de


constitucionalizacin, la tolerancia pierde parte de su peso especfico, y permanece
como elemento importante de la sociedad (eso seguro), pero dejando paso a los
derechos fundamentales como piedra angular del Estado de derecho, y es a travs de
stos y de sus garantas como se debe dar respuesta a las nuevas realidades. El autor
sostiene con firmeza que una vuelta a la tolerancia no sera sino un retroceso histrico
y, por tanto, una regresin en las conquistas de la modernidad.14

En esta misma lnea, Javier de Lucas fundamenta el retorno al discurso de la tolerancia


existente en nuestros das en los procesos de fragmentacin que viven hoy en da las
sociedades, los efectos visibles de desigualdad y ruptura, el descubrimiento del
fenmeno local y de lo diferente ocasionados por la globalizacin y por la aplicacin de
polticas neoliberales, dando como respuesta la necesidad de retomar y reformular las
nociones de libertad y de sus diferentes manifestaciones.15

TOLERANCIA Y DERECHOS HUMANOS

Como se dijo, la tolerancia es una categora histrica que responde a las necesidades
sociales y polticas de cada momento; los derechos humanos son un conjunto de
facultades e instituciones que, en cada momento histrico, concretan las exigencias de
la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconocidas
positivamente por los ordenamientos jurdicos a nivel nacional e internacional,16 o
tambin pueden ser entendidos como un Conjunto de facultades, prerrogativas,
libertades y pretensiones de carcter civil, poltico, econmico, social y cultural,
incluidos los recursos y mecanismos de garanta de todas ellas, que se reconocen al
ser humano, considerado individual y colectivamente.17

A tenor de los conceptos de derechos humanos dados, observamos que stos


comparten elementos comunes con la tolerancia:
1) Ambos son categoras histricas que, depender del momento en el cual se vayan a
ejercer, su contenido quedar determinado de una u otra manera, de acuerdo con las
exigencias sociales y polticas.

2) Los valores de dignidad, libertad e igualdad humanas pueden considerarse los tres
ejes en torno a los cuales se ha centrado siempre la reivindicacin de los derechos
humanos; la tolerancia tambin busca reivindicar esos mismos valores, pues aunque
en principio pudiera parecer que se encuentra ms ligada con la libertad y la igualdad,
la tolerancia igualmente nos lleva a reconocer en el otro su propia dignidad.

3) La necesidad de positivizar (al ms alto nivel, es decir, en el plano constitucional)


tanto los derechos humanos como la tolerancia, se convierte en un elemento
imprescindible a la hora de ejercitar nuestros derechos, as como de hacer exigibles el
respeto a los mismos por parte del resto de la comunidad.

Sin embargo, los derechos humanos poseen caractersticas propias que no comparten
con la tolerancia: son universales, absolutos, innegociables e inalienables. Son
universales porque son derechos de todos los seres humanos, independientemente de
su cultura, su poca histrica o cualquier otra diferencia.

Con la Declaracin Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea


General de Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, por primera vez en la historia,
un sistema de principios fundamentales de la conducta humana fue libre y
expresamente aceptado, a travs de los gobiernos de cada pas, por la mayora de los
hombres que habitan la Tierra. Slo despus de esta Declaracin podemos tener la
certidumbre histrica de que toda la humanidad comparte algunos valores comunes, y
podemos creer finalmente en la universalidad de los valores en el nico sentido en que
tal creencia es histricamente legtima, es decir, en el sentido en que universal significa
no dado objetivamente, sino subjetivamente acogido por el universo de los hombres.18

Evidentemente, y ya desde un punto de vista jurdico, podemos basar la universalidad


de los derechos humanos en las teoras iusnaturalistas o positivistas, en las que se
explica a partir de la naturaleza de la propia persona, en el caso iusnaturalista, o a
partir de cundo los derechos son oponibles o no a todos (erga omnes), es decir,
cuando el crculo de obligados es universal.19

El carcter absoluto de los derechos humanos significa que, en caso de conflicto, stos
prevalecern sobre el resto de derechos. El que sean innegociables se refiere a que en
ningn caso estos derechos podrn ser puestos en discusin, en ninguna circunstancia,
aunque sea sta de carcter excepcional.20 Entendemos por inalienabilidad aquella
cualidad de un derecho en virtud de la cual su titular no puede realizar sobre l ningn
tipo de actos de disposicin; es decir, que en virtud de la inalienabilidad, el titular del
derecho no puede hacer imposible para s mismo el ejercicio de ste.21

El carcter inalienable de los derechos humanos se fundamenta en la propia dignidad


humana, pues sta le es impuesta al hombre en forma inexorable; el hombre no puede
renunciar a ella ni es libre para ser o no ser hombre, para tener o no tener una
dignidad que l mismo no se ha conferido. 22

Por lo expuesto, decimos que la tolerancia no tiene las caractersticas de:


Universalidad: la tolerancia no est tipificada como derecho, sino que es una
prctica que no est universalmente aceptada por todos los hombres, a
diferencia de lo que ocurre con los derechos humanos.

Ser absoluta: la tolerancia no reviste carcter absoluto porque tiene lmites, ya


que existen determinados actos o situaciones que no pueden tolerarse; como
lmite mximo, no se pueden tolerar aquellas leyes y conductas que lesionen los
derechos contenidos en la Declaracin Universal de los Derechos Humanos. La
tolerancia no puede ser nunca absoluta ni incluir cualquier tipo de conducta, ya
que entonces los fanticos y los intolerantes intentaran imponer sus
convicciones por la fuerza y sin respetar el Estado de derecho ni las libertades
individuales.23

Es por ello que una interpretacin superficial de la tolerancia la llevara a su propia


ruina: el escepticismo permisivista del todo vale. La verdadera tolerancia no se
fundamenta en escepticismos, sino en una firmeza de principios que se opone a la
indebida exclusin de lo diferente. O, como sealaba el director general de la UNESCO
en su informe para el Ao Internacional de la Tolerancia, la tolerancia no es una actitud
de simple neutralidad o indiferencia, sino una posicin resuelta que cobra sentido
cuando se opone a su lmite, que es lo intolerable. Posicin resuelta fruto de la firmeza
de los principios, perfectamente compatible con un modo de aplicarlos prudente y
flexible.24

Innegociable: no puede ser innegociable algo que depende de la aptitud que la


persona tenga hacia una determinada conducta o situacin; depender de cada
uno y de la percepcin individual de las personas, el que se considere tolerable
o no una situacin o una accin (respetando siempre los lmites ya dichos), con
lo que el elemento subjetivo cobra fuerza en detrimento de lo objetivo.

Inalienabilidad: el ser tolerante no es inherente al hombre, ms bien creemos


que es al contrario, que el instinto de imposicin siempre se manifiesta antes
que el de ser tolerante. En resumen, la tolerancia, como cualquier otro valor, no
se adquiere de manera espontnea, requiere aprendizaje. Se puede decir que
es tolerante quien quiere serlo, pero si en algo se fundamenta la tolerancia es
en el dilogo y en el estudio, como bsqueda de la verdad.25

LA EDUCACIN EN LA TOLERANCIA COMO ELEMENTO IMPRESCINDIBLE EN LA


FORMACIN DE LA CULTURA DE LOS DERECHOS HUMANOS

El gran reto de incorporar la tolerancia a los procesos educativos no est en incluirla


como un tema, sino como estrategia de enseanza y de aprendizaje. La tolerancia
radica aqu en la necesidad de aceptarnos como personas diferentes, pero, a la vez,
como habitantes de la misma sociedad y, en definitiva, me-recedores de una educacin
digna y antirracista.26

Actualmente, una de las demandas de nuestra sociedad se refiere a que desde la


educacin se promuevan puntos de referencia para construir un proceso dinmico de
humanizacin que responda a la crisis de valores y a la desmoralizacin en la que se
desenvuelven los grupos sociales, con el nimo de resolver sus problemas y conflictos
que se derivan de estas situaciones (antisemitismo, xenofobia, intolerancia religiosa,
desempleo, pobreza, etctera).
La sociedad ha llegado a la conclusin de que la educacin debe participar activamente
para crear nuevos mtodos de pensamiento y en construir una nueva moral, los cuales
propicien una serie de comportamientos que conlleven al respeto incondicional del ser
humano. Uno de los dilemas que ha de resolver el sistema es posibilitar a todas las
personas las mismas oportunidades de ser diferentes, pues, por un lado, se afirma el
valor absoluto de la persona y, por el otro, ste se viola de una manera u otra con
actitudes y comportamientos xenfobos, racistas o intolerantes. 27

La educacin, entendida no solamente en su funcin socializadora sino tambin


transformadora, ha encontrado en la educacin en derechos humanos una de sus
mejores expresiones. La educacin no solamente constituye un derecho humano, sino
que debe representar el medio por excelencia para ejercer estos derechos, as como
para mejorar nuestra calidad de vida, y es necesario convertir a ste en un criterio de
evaluacin del quehacer educativo en todos los niveles.28 Educar en derechos
humanos es crear una cultura cuyo centro sea el hombre con dignidad, con derechos y
tambin con deberes.

La capacitacin y la formacin en la cultura de los derechos humanos conlleva la ardua


tarea de darlos a conocer, no slo en forma enunciativa, sino en algo mucho ms
importante, en su esencia, en hacerlos parte integral de la persona, para que pueda
vivirlos no slo como un derecho propio, sino como la mejor expresin de
reconocimiento y respeto a los valores que todos los seres humanos tenemos,
simplemente por el hecho de ser personas.29

Lo especfico de la educacin en los derechos humanos es educar la conciencia de una


convivencia social en los mbitos personal, nacional e internacional que dignifique a la
persona. Es una educacin cuyo centro ser el conflicto permanente de las relaciones
humanas, pero cuya esperanza siempre estar dada por el respeto al otro, la
cooperacin y el entendimiento.

Esto lleva necesariamente a que una educacin en derechos humanos sea una
educacin democrtica; pero adems de ser una educacin democrtica, debera ser
una educacin en democracia, como referente necesario para la prctica de los
derechos humanos.30

Desde esa perspectiva, el Congreso Internacional sobre la Enseanza de los Derechos


Humanos congregado por la UNESCO en Viena, en 1978, sealaba que la enseanza
de los derechos humanos debera tener por objetivos:

1. Motivar las actitudes de tolerancia, de respeto, de solidaridad inherente


a los derechos humanos.

2. Entregar los conocimientos sobre derechos humanos en sus dimensiones


tanto nacional como internacional, y sobre las instituciones establecidas
para su puesta en marcha.

3. Desarrollar en cada individuo la conciencia acerca de los medios por los


cuales los derechos humanos pueden ser concretados en la realidad
social y la poltica en el nivel tanto nacional como internacional.

El cambio hacia una educacin en derechos humanos, como elemento primordial a la


hora de crear sociedades que sean capaces de delinear su futuro de acuerdo con
presupuestos democrticos, nos lleva a plantearnos el hecho mismo de que este tipo
de educacin se convierta en una disciplina jurdica plenamente autnoma, en todos
los niveles de educacin, y que se refleje en el actuar cotidiano de los ciudadanos.

Como afirmbamos lneas arriba, la educacin en derechos humanos desempear un


papel de carcter preventivo, as como educacional en s mismo, convirtindose en
elemento ms que necesario para la proteccin de las violaciones en derechos
humanos.

Con esto no queremos decir que los medios ya existentes que protegen los derechos
humanos tanto en Mxico como en Espaa, ya sea en el mbito jurisdiccional
(tribunales y jueces) como en el no jurisdiccional (instituciones de ombudsman), no
sean operativos (que lo son) y no estn efectuando la labor que les es propia, pero
tampoco podemos dejar de apuntar una realidad: los medios muchas veces se nos
presentan como insuficientes para reponer al ciudadano en sus derechos.

Esta insuficiencia en el actuar de los medios de justicia depender de muchos factores,


que a su vez sern distintos segn el pas del que estemos hablando.

En Mxico, la va jurisdiccional es insuficiente en gran medida, por el alto grado de


saturacin que atraviesan los tribunales mexicanos, eso sin olvidarnos de los
problemas que todava enfrenta el pas respecto a la erradicacin de la impunidad y la
corrupcin, como sello latente en las dependencias federales (por hablar slo de este
mbito territorial, sin centrarnos en el de las entidades federativas y los entes locales).

Dicho de otro modo: las deficiencias en el sistema judicial mexicano obedecen tanto a
aspectos de carcter institucional como a factores de carcter social. Los primeros se
refieren a los problemas internos de los poderes judiciales que les impiden lograr
eficacia y alta calidad en los servicios que prestan (el problema de la doble jurisdiccin
y el alto costo que supone para los ciudadanos el acudir a la va judicial); el segundo
est relacionado directamente con el contexto social mexicano, atendiendo a los
factores de analfabetismo, pobreza, etc., unido igualmente al primer elemento.31

Del mbito jurisdiccional nos pasamos al no jurisdiccional, o lo que es lo mismo, al


ombudsman. En Mxico, esta institucin de origen sueco naci, entre otras muchas
causas, como respuesta a la demanda social tan fuerte, que necesitaba de una va de
proteccin de sus derechos frente a las agresiones realizadas por los servidores
pblicos.

La tarea que realiza la Comisin Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) desde
1990 es muy conocida por todos, y en nuestra opinin su existencia en Mxico ha
favorecido en gran medida una mejora sustancial en la proteccin de los derechos
humanos.

En Espaa tambin existen estas dos vas: judicial y no judicial, igualmente


representadas en los tribunales y en el Defensor del Pueblo. El problema de la
saturacin que existe en los tribunales, creemos que hoy en da es una realidad de casi
todos los pases, con lo que diremos que los tribunales espaoles tambin se
encuentran aquejados de este mal, que por otro lado reviste difcil solucin, al menos a
corto o mediano plazo.
Una justicia que no sea pronta y expedita pierde toda razn de ser, y en la actualidad
estas premisas iniciales de justicia se incumplen incesantemente, a pesar de que en
Espaa los juicios de derechos fundamentales se revisten de los principios de
preferencia y sumariedad del artculo 53.2 de la Constitucin, adems de estar
regulados por una ley orgnica (Ley 62/78 de proteccin jurisdiccional de los derechos
fundamentales de la persona, de 26 de diciembre).32

Por todo ello, y retomando la premisa de la educacin como pilar fundamental en la


prevencin y proteccin de los derechos humanos, nos unimos a la tesis de Enrique
Arrieta Silva, que siguiendo la tesis de Cabanellas, define la autonoma de una
disciplina jurdica como aquella que rene los requisitos de autonoma legislativa,
cientfica, didctica y jurisdiccional.33

Entiende por autonoma legislativa la que le proporciona a la disciplina jurdica


posibilidad de dictar su sistema normativo; la cientfica, aquella que se produce cuando
se alcanza un nivel importante de trabajos sobre la materia de carcter profundo y
crtico; la didctica, cuando la disciplina se incluye dentro de los planes de estudio de
escuelas y facultades, y, finalmente, la jurisdiccional, cuando existen tribunales propios
para la disciplina en cuestin.

A tenor de estos criterios, cada pas deber analizar si la educacin en derechos


humanos tiene o no autonoma dentro de su sistema. En Espaa, la respuesta a si la
disciplina de la educacin en los derechos humanos es autnoma sera afirmativa,
aunque con una serie de matices. Respecto a la autonoma legislativa, s que la tiene,
pues existen muchsimos textos jurdicos que norman los derechos humanos y sus
garantas, tanto en el plano internacional como en el nacional, y asimismo por la
creacin de la institucin del Defensor del Pueblo, que goza de rango constitucional;
autonoma cientfica tambin la tiene, pues el tema de los derechos humanos en s,
igual que las problemticas que los rodean, han sido objeto de innumerables estudios e
investigaciones; autonoma jurisdiccional, es evidente que s la posee, por la existencia
de tribunales nacionales que se ocupan de restituir a los ciudadanos en el pleno
ejercicio de sus derechos, y no slo en el plano nacional sino tambin en el
internacional (los espaoles, como ciudadanos europeos, pueden acudir al Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo. En el mbito no
jurisdiccional, los espaoles pueden acudir a presentar su queja ante el Defensor del
Pueblo, que cuenta con su propio procedimiento y resolucin). Y, por ltimo, la
autonoma didctica, que slo podra afirmarse que existe como disciplina autnoma en
los estudios de nivel superior. Hoy en da, las universidades espaolas recogen dentro
de sus planes de estudio asignaturas referentes a los derechos humanos,
estudindolas y relacionndolas desde un punto de vista pluridisciplinar, no nicamente
desde el prisma del derecho.34

Siguiendo el mismo esquema, diramos que en Mxico, respecto a la autonoma


legislativa, s la tiene, pues existen una ley y un reglamento interno del rgano al cual
se le encomend la tarea de proteger, divulgar y ensear los derechos humanos en el
pas, fomentando a la vez la creacin de una cultura de los derechos humanos: la
CNDH; autonoma cientfica, es evidente que el tamao de investigaciones y trabajos
centrados en el tema es cuantioso; autonoma jurisdiccional, existen tribunales
ordinarios que, a travs del juicio de amparo, hacen valer las garantas individuales de
los mexicanos, en el plano nacional; en el mbito internacional, Mxico forma parte del
sistema regional americano de proteccin de los derechos humanos, compuesto por la
Comisin y la Corte Interamericana, con sedes en San Jos de Costa Rica y
Washington. De todas maneras, y ya hablando en el plano extrajudicial, puede decirse
que la CNDH cumple con este requisito de autonoma jurisdiccional, porque la propia
CNDH tiene en su normativa procedimientos de proteccin de los derechos humanos,
que sin ser jurisdiccionales, se encargan de que las autoridades enmienden su actitud
y repongan en sus derechos a los quejosos. Por ltimo, quedara por ver la autonoma
didctica, de la cual diremos que, hoy por hoy, los derechos humanos en Mxico no
gozan de ella. Y esto es as porque, revisando los programas de oferta acadmica de
las universidades, vemos que esta oferta es an muy reducida. 35

Otra de las funciones, importantsima a nuestro juicio, de la educacin por y para los
derechos humanos es que no es una actividad que termine en s misma, sino que est
proyectada para generar otras acciones, mltiples y en mbitos tambin mltiples, que
hagan realidad la existencia viva del Estado de derecho.36 Nos estamos refiriendo a la
funcin preventiva que realizar este tipo de educacin respecto a las futuras
violaciones de derechos humanos.

Desde el momento en que una persona tome conciencia de que es sujeto de derechos
y conozca el contenido de esos derechos que le son inherentes, tendr en sus manos la
posibilidad de hacer frente, as como de reaccionar, a las violaciones o intromisiones
que sufra en su persona, haciendo valer sus derechos, y contribuyendo a que cada da,
con su actitud, se refuerce la cultura de los derechos humanos. Pero para llegar a la
afirmacin de estos derechos en las conciencias de los individuos y de los pueblos, el
proceso pasa, de manera inevitable, por la educacin.

Sobra decir que la educacin en los derechos humanos es una responsabilidad de los
gobiernos, as como tambin lo es de cada individuo y de las instituciones. La
responsabilidad de los gobiernos radica en que nadie puede servir los intereses del
pueblo si no entiende y apoya los derechos humanos.37

Para concluir, slo aadiremos que es necesario educar a los jvenes, principalmente,
porque son el futuro, en un ambiente de tolerancia para que aprendan a vivir en
tolerancia, palabra que va ms all de la armona social como utopa, sino que se
convierte en una estrategia y en una poltica real de desarrollo humano.38

Todos debemos aunar esfuerzos para conseguir vivir en un mundo en el que se


respeten los derechos humanos en su totalidad, y en el que la tolerancia se convierta
en nuestra gua de actuacin, entendiendo por tolerancia lo dispuesto en la Declaracin
de Principios sobre la Tolerancia (UNESCO, 1995):

La tolerancia consiste en el respeto, la aceptacin y el aprecio de la rica diversidad de


las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresin y medios de ser
humanos. La fomentan el conocimiento, la actitud de apertura, la comunicacin y la
libertad de pensamiento, de conciencia y de religin. La tolerancia consiste en la
armona en la diferencia. No slo es un deber moral, sino adems una exigencia
poltica y jurdica. La tolerancia, la virtud que hace posible la paz, contribuye a sustituir
la cultura de guerra por la cultura de paz.39

1 V. Camps, Virtudes pblicas, Madrid, Espasa- Calpe, 1990, p. 81. [ Links ]


2 Jos Antonio Baigorri Goi et al., Los derechos humanos: un proyecto inacabado,
Madrid, Ediciones del Laberinto, 2000, p. 87. [ Links ]

3 Ibid., p. 88.

4 Jos Martnez de Pisn, Tolerancia y derechos fundamentales en las sociedades


multiculturales, Madrid, Tecnos, 2001, pp. 59-60. [ Links ]

5 Michael Walzer, Tratado sobre la tolerancia, Barcelona, Paids (Colec. Estado y


Sociedad), 1998, p. 13. [ Links ]

6 Norberto Bobbio, El tiempo de los derechos, Madrid, Sistema, 1991, p. 243.


[ Links ]

7 Jos Ramn Juniz Maya, XXI Retos para un siglo con derechos humanos, Valencia,
Espaa, Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2001, p. 43. [ Links ]

8 Diego Valads, Consideraciones acerca del rgimen constitucional de la tolerancia,


Boletn Mexicano de Derecho Comparado, nm. 97, nueva serie, ao XXXIII, Mxico,
enero-abril, 2000, pp. 298-299. [ Links ]

9 Manuel Garca Pelayo, Idea de la poltica y otros escritos, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1983, pp. 187 y ss. [ Links ]

10 Esta modalidad de cooperacin se produce cuando uno o ms actores participan con


un quntum determinado de poder a propsito de un objetivo comn. Diego Valads,
op. cit.

11 Ibid., p. 300.

12 John Locke, Ensayo sobre la tolerancia, trad. de Carlos Mellizo, Madrid, Alianza
Editorial, 1999, pp. 53-54. [ Links ]

13 Jos Martnez de Pisn, op. cit., p. 17.

14 Idem.

15 Javier de Lucas, Para dejar de hablar de tolerancia, Doxa, Cuadernos de Filosofa


del Derecho, nm.11 Espaa, Universidad de Alicante, 1992, p. 117. [ Links ]

16 Antonio Enrique Prez Luo, Derechos humanos, Estado de derecho y constitucin,


Madrid, Tecnos, 1999, p. 48. [ Links ]

17 Jess Rodrguez y Rodrguez, voz derechos humanos, en Miguel Carbonell


(coord.), Diccionario de Derecho constitucional, Mxico, Porra/UNAM, 2002, p.
173. [ Links ]

18 Norberto Bobbio, op. cit., p. 66.


19 Rodrigo Guerra Lpez, Afirmar a la persona por s misma: la dignidad como
fundamento de los derechos de las personas, Mxico, CNDH, 2003, p. 193.
[ Links ]

20 Recordemos aqu que en los estados de excepcin, alarma o sitio, la suspensin de


los derechos, as como de las garantas constitucionales, tiene su lmite en el derecho a
la vida, la tortura o trato degradante, la esclavitud y servidumbre personal, y el
principio de legalidad penal. Vase Luis Lpez Guerra, Derecho constitucional, v. II,
Valencia, Espaa, Tirant lo Blanch, 2000, p. 452. [ Links ]

21 Antonio Martnez-Pujalte, Los derechos humanos como derechos inalienables, en


Jess Ballesteros (coord.), Derechos humanos, Madrid, Tecnos, 1992, p. 88.
[ Links ]

22 Ibid., pp. 93-94.

23 Jos Antonio Baigorri Goi et al., op. cit., p. 92.

24 Jos Antonio Alczar, Educar en y para la tolerancia, Centro de Investigacin y


Desarrollo, Fomento de Centros de Enseanza http://www. fomento.edu. [ Links ]

25 scar Fernndez Espinosa de los Monteros, Tolerancia: una asignatura pendiente,


en tica, manipulacin y tolerancia, versin internet:
www.encuentra.com. [ Links ]

26 Araceli Aguilar Alfonso, Polticas educativas: de la tolerancia hacia la tolerancia,


Quinto Concurso Nacional Juvenil de Ensayo sobre Derechos Humanos: los derechos
de los jvenes en el mbito de los Derechos Humanos en Mxico, Mxico, Instituto
Mexicano de la Juventud/CNDH, 2002, p. 270. [ Links ]

27 Comisin Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Elementos del debate actual
de la educacin para la tolerancia y la interculturalidad, Mxico, CNDH, 2000, pp. 7-11.
[ Links ]

28 CNDH, La educacin en derechos humanos y su papel en la reorientacin de las


polticas educativas, Mxico, CNDH, 2000, pp. 11-12. [ Links ]

29 Magdalena Aguilar Cuevas, Manual de capacitacin: derechos humanos. Enseanza,


aprendizaje y formacin, Mxico, CNDH, 1993, p. 197. [ Links ]

30 Felipe Tirado K., Los derechos humanos y su insercin en el sistema escolar, en


Manual de capacitacin para educadores: la incorporacin de los derechos humanos al
aula, Mxico, Corporacin Nacional de Reparacin y Reconciliacin, 1994, p.
44. [ Links ]

31 Luis Rubio, Beatriz Magaloni y Jaime Edna, A la puerta de la ley. El Estado de


derecho en Mxico, Hctor Fix Fierro (ed.), Mxico, Cal y Arena, 1994, pp. 58-59.
[ Links ]
32 Antonio Torres del Moral, Principios de derecho constitucional espaol, Madrid,
Publicaciones de la Facultad de Derecho, Universidad Complutense de Madrid, 1992, p.
616. [ Links ]

33 Enrique Arrieta Silva, Hacia la autonoma plena de los derechos humanos como
disciplina jurdica, Mxico, Derechos Humanos, Memoria del IV Congreso Nacional de
Derecho Constitucional, t. III, Instituto de Investigaciones Jurdicas, UNAM, 2001, pp.
47 y ss. [ Links ]

34 Es cierto que existen ofertas acadmicas relacionadas con los derechos humanos
fuera de lo que son actualmente los planes de estudio de las facultades de derecho,
pero no creemos que ser en estas facultades en donde exista una mayor oferta de
asignaturas referentes al tema de proteccin y problemtica de los derechos humanos.
Vase Plan de Estudios de la Universidad de Valencia, as como de la Universidad
Politcnica de Valencia. www.uv.es y www.upv.es.

35 Vase la lista de las facultades que integran en sus materias algunas relacionadas
con derechos humanos, en el artculo de Enrique Arrieta Silva, op. cit., p. 52.

36 Jos Bonifacio Barba, Educacin para los derechos humanos, Mxico, Fondo de
Cultura Econmica, 1997, p. 122 [ Links ]

37 Nancy Flowers, La educacin para los derechos humanos: un derecho y una


responsabilidad, en Los derechos humanos en el siglo XXI: cincuenta ideas para su
prctica, Barcelona, Icaria/UNESCO, 1998, p. 24. [ Links ]

38 Araceli Aguilar Alfonso, op. cit., p. 275.

39 Artculo 1.1 de la Declaracin de la UNESCO sobre la Tolerancia, de 16 de


noviembre de 1995.

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